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September 16, 2017 | Author: Jorge Alberto Perea | Category: Politics, Government, Politics (General)
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Jorge Alberto Perea

Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

A los sospechosos de siempre

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Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

Índice: A falta de motivos.................................................................. 7 Esa foto ajada..............................................................................13 Parte I ...a La Plata.................................................................................. 17 ...la torta y las migajas.................................................................23 Estratigrafía de la violencia en La Tierra de la Simpatía..............33 “Hay que acabar con ellos...”.......................................................43 Un sospechoso accidente con pérdidas irreparables.................. 49 Catamarca...................................................................................53 “El hombre nuevo ha comenzado a vivir entre nosotros”...........55 Las Sesenta y Dos Organizaciones exigen la renuncia del Gobernador Mott…............................................ 69 Parte II “La purga”...................................................................................73 La premonición...........................................................................83 Testimonio de Eduardo, compañero de la escuela secundaria del Chango Macor:.............................. 85 “Mataron a un estudiante catamarqueño en La Plata…”............87 El Pueblo Peronista fue fusilado….............................................. 95 Comunicado de los Montoneros...............................................105 Cazando fantasmas en el pueblo chico.....................................107 Las huellas y los testigos de la masacre.....................................115 Testimonio de Juan Filippin, compañero de estudios en La Plata….......................................123 Parte III Día de los Muertos.....................................................................129 “Catamarca, como siempre, es excepción...”............................ 131 5

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¡Se vienen los subversivos! o la construcción del clima de terror….......................................141 La minucia que generó la tragedia............................................147 Raras coincidencias...................................................................151 El rastro de los asesinos.............................................................159 Instrucciones para la elaboración de las “listas negras” en Catamarca.......................................... 169 “Hoy por tí, mañana por mí...”................................................... 175 Un correo electrónico, cuarenta años después.........................179 Epílogo Para seguir con la tarea (im)posible de reunir los fragmentos de una militancia…................................................................................183 Bibliografía .............................................................................. 189

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“Pedro Toloza (Comisario Inspector General) ese sábado yo había dispuesto una movilización general de mis efectivos, por cuanto ese día llegaban a la provincia los restos del estudiante Macor, que fue muerto en La Plata. Entonces, para prevenir cualquier posibilidad de disturbios, dispuse el operativo. Esto nos favoreció notablemente. (Dicho en rueda de amigos, obtenida gracias a un informante policial)” En la Revista Causa Peronista, 20 de agosto de 1974.

A falta de motivos… No tenía previsto concebir este libro, si bien mi intención era y es escribir sobre el pasado reciente que pervive, a veces ominoso e innombrable, en el presente de Catamarca. Previsiblemente, en ese plan de investigación, los personajes y los escenarios esbozados como parte de mi relato esperaban ser otros. Sin embargo, por alguna razón, en este tránsito, los espectros decidieron hablarme. Allí estaban, inquietos y moviéndose en su propio camino, murmurando quedamente desde las fuentes documentales, desde las entrelineas de los testimonios. No estaban acabados. Ellos, habitando en paralelo a los vivos y a la espera, se esmeraban en agitar las aguas del pasado para enturbiar el intento de observación complaciente. Acompañarlos era proponerse indagar a contrapelo, rasurando sin piedad las palabras del resultado deseado, para que entablaran alguna forma de comunicación. Ellos comparecieron en lo inesperado, a través de la página de una vieja revista. Inicio este trabajo con la cita de un testimonio sobre la masacre de Capilla del Rosario que leí hace algún tiempo. Un nombre desconocido: “Macor”, me llamó la atención, como me había ocurrido antes, con la propia dimensión de los acontecimientos ligados a los 7

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fusilamientos de los guerrilleros del PRT-ERP en una hondonada de Fray Mamerto Esquiú, el 12 de agosto de 1974. Rememoro, a comienzos del año 2002, una conversación casual entre camaradas del Partido Comunista desató los hilos de la memoria y puso en discusión la existencia de unos cuerpos N.N pertenecientes a cuatro guerrilleros que nunca, aparentemente, fueron reclamados por sus familiares… “todos los agostos yo les llevaba unas flores rojas a los changos en el cementerio”…fue la frase impulsora de la indagación a las fuentes documentales (que estaban) y a los testimonios orales (que los había) sobre un obturado hecho perviviendo, entre nosotros, los catamarqueños. A 10 años de este comentario casual del camarada Hugo Cuello, ha terminado el juicio oral y público en la causa federal por delitos de lessa humanidad que se conoce como “la Masacre de Capilla del Rosario. Han sido condenados a la pena de cadena perpetua el Capitán (Re) Carlos Carrizo Salvadores, el Capitán (Re) Jorge Acosta y el Coronel (Re). Mario Nakagama. Para los sobrevivientes de la masacre y para muchos catamarqueños estos militares no deberían ser los únicos sentados en el banquillo de los acusados. Junto a otros hechos de la década de los 70 en Catamarca, el tiempo silenciado de la masacre retorna en forma de vómitos episódicos. Cada vez más, el Estado interviene en acciones de reconocimiento a los desaparecidos catamarqueños, a los exiliados políticos, a los detenidos por la dictadura, a los valientes escasos que pusieron en juego su propio cuerpo en salvaguarda del cuerpo de los otros… vorazmente se exhiben las heridas desde los actos oficiales en las alamedas públicas, para demostrar que todos sufrimos (y por igual) la violencia del aparato represivo. Sin embargo, sobre ese tal Macor nadie habla. Cierto es, la memoria convencional sobre la dictadura tiene que 8

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ver con un complemento retórico, con una muletilla discursiva, que muchas veces acompañó el acto de recordar en los testimonios vertidos sobre esa etapa: “aquí no pasó nada”. Macor a secas. Ni siquiera el nombre. Asesinado en La Plata. En cruda comparación con otras provincias, con lo sucedido en otras ciudades, la cantidad de víctimas parece irrelevante y cuando algo traumático se recuerda (por ejemplo, la masacre de los guerrilleros del ERP-PRT) surge en el relato como una excrecencia, como una singularidad disonante en el marco de una sociedad que, según afirman distintos actores sociales, percibió de manera menguada los hechos de violencia cotidiana ampliamente difundidos por los medios de comunicación en el ámbito nacional. Así, en esas narrativas orales y escritas la noción de “Paraíso” sirvió de efectiva metáfora para identificar a quienes diferenciaban el espacio del adentro (lo local) del afuera (la nación) a partir de relatar a los actos represivos como expresión excepcional que, cuando se presentaban, era consecuencias de las acciones intrusivas de agentes “foráneos”. Luis Norberto Macor murió en alguna hora de la madrugada del 6 de agosto de 1974, acribillado por las balas de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) en la ciudad de La Plata. Ni en el Diario “La Unión” ni en el Diario “El Sol” se hizo demasiada referencia al asesinato en los días posteriores. El único comentario lugareño que fue registrado por la prensa sobre su muerte, tenía que ver con un trascendido, con un posible chisme lanzado en conversación de amigos, por un comisario de verba incontinente y que fue reproducido en un medio de prensa del ámbito nacional. Es la participación obligatoria de las necrológicas, con la breve lista de los dolientes cercanos, la única referencia que localicé en la fuente escrita del duelo por Macor. Nada más. Por supuesto, esto 9

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solo refleja que la prensa eligió no convertir al hecho en noticia. Esta elección se produjo al mismo tiempo en que las instancias del intento de copamiento del Regimiento Aero Transportado 17 eran relatadas minuciosamente, destacándose en esta cobertura el registro fotográfico de los cuerpos exánimes de los guerrilleros hecho por reporteros locales, para su posterior reproducción en los medios masivos de comunicación de todo el país. Pero de Macor, ni en ese momento, ni poco después, se encuentra siquiera un comentario en la prensa local de algún dirigente, amigo, familiar o funcionario de la provincia. Tampoco en el ahora, en tiempos de revalorización de los cadáveres exquisitos por el paladar hambriento del poder. Macor era catamarqueño, tanto que en La Plata sus compañeros de militancia lo apodaron rápidamente como el “Chango” por su uso recurrente de ese término, tan pintoresco para los oídos de los habitantes de las grandes urbes. Nunca lo olvidaron, a él, a una de las primeras víctimas registradas de la Triple A y de la Concentración Nacional Universitaria (CNU). Aquí, sus compañeros de secundaria lo recuerdan como Macor, que es el indicador habitual para señalar a quien forma parte de la mayoría gris del aula. A ese adolescente de ojos claros y tez blanca, que no participaba en los partidos de futbol, que no era de los mejores pero tampoco de los más revoltosos, que no se destacaba para nada, también lo calificaban (sin demasiada inventiva) de “agua e’ tanque”. Tenía 21 años en el momento de su muerte. Recientemente se había recibido de Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Sus asesinos veían en él a un “zurdito”, a “un infiltrado” en el peronismo. Sus compañeros de militancia veían a un compañero compro10

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metido, jugado hasta los huesos. No era un “perejil”, lo mataron por algo… Macor era peronista y montonero. También lo fueron otros catamarqueños. Esta es otra historia borrada y omitida en los relatos sobre los 70. La de la Juventud Peronista Regionales de Catamarca. Intentaré recuperar los jirones de esos relatos que abarcan no más de tres años. Tanto, en tan poco tiempo. Imposible es generar un relato unificador de lo fragmentado. Vuelvo al Chango. Han pasado casi cuatro décadas de su muerte violenta, que fue ahogada en el relato del pasado por otras muertes violentas que le sucedieron, casi inmediatamente, en Capilla del Rosario. Violencia sobre violencia, la suma de los cuerpos acribillados sirviendo, a su pesar, de muro de contención al espectro no narrado de Macor. Macor no es placa, no es bandera, no es elegía revolucionaria, no es identificación de pasacalle, no es instancia de homenaje o prenda de unidad oportuna para alguna agrupación universitaria. Es el candado de silencio que cierra todavía ciertas preguntas. Luis Norberto Macor. Nadie informó en extenso sobre su muerte, nadie se propuso luego un homenaje. Esta escritura no pretende contribuir a su monumentalización. Si la consecuencia de este texto es confinar al espectro en una estatua de bronce, si lo escrito es un aliciente más a la melancolía que nutre el melódico transitar por un pasado que se pretende glorioso, me disculpo por anticipado.

San Fernando del Valle de Catamarca, octubre de 2013.

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Esa foto ajada… “A la distancia, con lo que ocurrió después, todo parece tan leve, pero en esos momentos se nos iba la vida en intentar cambiar las cosas y aún dentro del peronismo, la línea entre traidores y leales se corría todo el tiempo…” Carlos, 64 años, ex militante de la Juventud Peronista.

¿En cuántas ocasiones esta foto que aparece en la tapa del libro estuvo a punto de ser destruida por la acción de una mano temerosa o violenta o insensible a su contenido? Sin embargo sigue aquí. Entre las marcas arrugas del papel vienen, marchando, ellos y ellas. Inconmensurablemente jóvenes, llegando a la vida en esa callejuela del Oeste Tinogasteño… despojados de cualquier temor, amuchados con las tres banderas que, a un metro apenas del polvo catamarcano, se despliegan cobijadas por esos rostros morenos, barbudos, lampiños… van, paso firme, sin renguera en el espíritu, a su destino Vareliano. Todos, el pibe con traje de catequista, el morocho bigotudo con pañuelo al cuello, el apenas adolescente con una remera que parece prestada. Son, ahí se ven, entre los rastros que deja el tiempo, manos tiernas que escriben en las escuelas, que toman la pala en la chacra, que se sueñan con el fusil montonero, que se imaginan caricia en el cuerpo deseado. Ahí están, cuando nada debía quedar de ellos y ellas, cuanto menos en la memoria de esos mismos cuerpos a tantos años de distancia. En el resto ajado que es la foto, aún así, marchan. Prendas de victoria mínima sobre el olvido… ellas y ellos, la Juventud Peronista Regionales de Catamarca.

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Parte I

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“¡La Plata!, La Plata, ciudad Eva Perón, ciudad de montoneros para la liberación!”. Cantito de la columna de la JP La Plata, durante el primer regreso de Perón. 17 de noviembre de 1972.

…a La Plata La promoción 1969 del “Lucho” Macor fue la última camada de maestros normales de la Escuela Fray Mamerto Esquiú. Con esos flamantes egresados, la Normal dejaba de cumplir con su objetivo original, recordado, hace algún tiempo, por un viejo profesor con verba barroca Gracias a los maestros y profesores catamarqueños fue posible educar a miles de argentinos en el norte y en el sur del país. La vieja Escuela Normal, cuna de maestros y de formadores de ciudadanos, cumplió con un fin preclaro: constituir la argentinidad allí, donde sólo había hombres en el sentido lato de la palabra1 . Catamarca, pertinaz tierra paridora de maestros y maestras. A poco de recibirse, el “petiso” Acosta se fue con su título de maestro normal a la Patagonia; mientras sus compañeros Sosa y Arévalo se quedaron en la provincia ejerciendo la docencia. Algunos eligieron continuar sus estudios en el Instituto Superior del Profesorado; ahí, en el mismo edificio de la Escuela Normal y participaron, en esos años, de las distintas acciones con las que la comunidad catamarqueña exigió al Estado nacional la creación de la universidad propia. 1

-Prof. Rosendo Ruiz, entrevista con el autor.

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Los cinco años de vida compartida se desentramaban y cada uno de los integrantes de la promoción 1969 trazó su propio horizonte. El “Lucho” fue uno de los que prefirió estudiar en “otro lado”. El adolescente de 18 años se despidió de sus amigos del barrio, de las tardes de piano con su hermana y de las siestas con lecturas interminables en su casa de la calle Sarmiento para ir a estudiar periodismo en La Plata, “porque allí debía ser el lugar donde se enseñaba esa carrera” respondió, con estricta lógica, una de sus hermanas al ser indagada por los motivos de la elección de esa ciudad. En 1970, La Plata no sólo era la consecuencia obligada de la nacionalización de la vieja ciudad puerto, ocurrida a fines del Siglo XIX: La Plata era una ciudad universitaria, con gran parte de su vida política, cultural y económica condicionada por la presencia de una importante cantidad de estudiantes que llegaban desde distintos lugares de la Argentina a estudiar en la UNLP. Muchos de estos jóvenes provenían de pequeñas ciudades o pueblos y se encontraban con una universidad altamente politizada, en donde el peronismo disputaba la conducción de la Federación Universitaria de La Plata a la tradicional conducción del radicalismo y a la izquierda marxista. Era sólo entrar el primer día al hall de cualquier facultad y encontrarse verdaderamente con otro mundo, impensado para los pueblerinos en tiempo de gobierno militar y censuras más o menos duras. Allí había una profusión de pancartas, panfletos y asambleas en las que se discutían mociones a favor de la solidaridad con distintos movimientos revolucionarios en el mundo y, por supuesto, se hacía todo lo posible para exigir la vuelta de Perón. En ese marco de efervescencia a favor de las distintas variantes de la izquierda, las agrupaciones de orientación nacionalista eran absolutamente minoritarias, pero lo que no sumaban en número, lo 18

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suplían con la violencia discursiva y (cuando la ocasión lo permitía) con el uso de la violencia física en las cada vez más continuas escenas de pugilato con los “bolches” o los “zurditos”. Los más peligrosos eran, sin duda, los integrantes de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) una variopinta mezcla de católicos preconciliares, admiradores del fascismo italiano, ex integrantes de “Tacuara” y de otras minúsculas organizaciones ortodoxas del peronismo. La CNU tenía vínculos ostensibles con el sindicalismo “verticalista” de Rucci y con algunos oficiales del regimiento local, con los que compartían el odio visceral al comunismo y al liberalismo. En esos ámbitos en ebullición, prácticamente todo podía ser motivo de militancia: los menús del Comedor Estudiantil, los programas de cátedra, los horarios de clases, las huelgas en alguna fábrica platense y esas luchas servían, también, para encontrar un grupo de pertenencia que hiciera menos dura la soledad de un estudiante de provincias. En esa ciudad de los departamentos “bien puestos” para los hijos de los sectores medios o en los cuchitriles y pensiones para los menos privilegiados, se asistía a un debut menos público en la vida adulta, a ese primer encuentro sexual con el nerviosismo disimulado gracias al compartido humo de los cigarrillos negros. Un “debut” que pasaba a conformar parte de la larga lista de vivencias que dejarían de ser contadas en las cartas pobladas de menudencias a las familias. Sin apenas proponérselo, muchos de los llegaban del interior del país construían en pocos meses una nueva vida, signada por el accidentado esfuerzo en aprender desde las tareas diarias hasta el intentar administrar un dinero muchas veces escaso. Para el Lucho Macor estudiar en La Plata fue también la posibilidad de ver en vivo a sus ídolos deportivos. En ese primer año 19

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Independiente conquistó el Campeonato Metropolitano en la última fecha. Justamente en la cancha del viejo rival de barrio; el diablo rojo le ganó 3 a 0 al Racing Club, con el Pato Pastoriza y Tarabini convertidos en sus principales estandartes. El Lucho también tomó una decisión trascendente y casi inevitable en la época, eligió su lugar de militancia: se metió en la FURN, la Federación Universitaria para la Revolución Nacional. Para muchos, la FURN era la expresión más radicalizada del peronismo universitario en La Plata y entre sus líderes estaba el actual Diputado Nacional Carlos Kunkel. En la agrupación el Lucho se encontró también con muchos estudiantes del interior del país y quién sabe si en algún momento compartió actividades con un estudiante de abogacía muy alto y flaco proveniente de Santa Cruz, un tal Néstor Kirchner, al que sus compañeros de Facultad llamaban cariñosamente “Lupín”. Quizás en esos primeros meses viviendo en una gran ciudad, a la salida de alguna clase o asamblea, entre bromas y cargadas, el Lucho se convirtió en el “Chango”, gracias a su recurrente uso de esa expresión amistosa en las conversaciones. Apenas unos pocos años después, el uso de los apodos sería una medida inevitable de seguridad para quienes se jugaban la vida en situaciones de semiclandestinidad y militancia compartimentada. A inicios de los 70, ser conocido por el apodo podía tener una razón menos peligrosa, era el guiño necesario para saberse querido y respetado en sus particularidades por los demás integrantes del grupo. En algún momento de 1970, el Chango comenzó a participar de las tareas solidarias en las villas porteñas junto a un curita peronista que aparecía asiduamente en los medios de comunicación nacional, este era el padre Carlos Mugica de la Parroquia Cristo Obrero, enclavada en la Villa de Retiro de Capital Federal. 20

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El 17 de noviembre de 1972, la columna de la FURN fue una de las más numerosas que salieron de La Plata a esperar en Ezeiza el retorno de Perón. Tomaron por asalto (literalmente) el tren y partieron entusiasmados a lo que se imaginaba, sería, una fiesta popular de reencuentro definitivo con el líder de la Argentina. En la Autopista Riccheri las tropas al mando del general Tomás Sánchez de Bustamante intentaron impedir el incontenible flujo de la marea humana que desbordaba las márgenes del Río Matanza. Entre esos jóvenes, empapados por una lluvia inclemente, no estaba el Chango Macor que perdió el tren por demorarse “haciendo pis” en un rincón de la estación.

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…la torta y las migajas “Mi abuelo siempre votó a Perón, desde el 45 y hasta que murió a fines de los años 90. El no hacía distinciones de candidatos…cuando le preguntabas a quién iba a votar, siempre decía lo mismo: a Perón.”. Testimonio de J.G, militante de la JP catamarqueña en los años 70.

Razón de más, en el Barrio La Viñita se sabía que los votos eran “para Perón”, lo mismo sucedía en Villa Cubas, en La Tablada, en el Barrio Norte, en los Departamentos del Interior de la provincia… los votos eran “de Perón”. Esos mismos rostros comunes y olvidables, que fueron puestos a prueba en innumerables oportunidades desde septiembre de 1955 seguían, a pesar de las dictaduras y de las represiones varias sufridas en cuerpo y alma, resguardando su voto. Para millones de argentinos y argentinas, el sentido profundo de las elecciones de abril de 1973 era el de asegurar la vuelta definitiva a la Argentina, por fin, del viejo líder. Lo demás, el cronograma electoral salpicado de zancadillas jurídicas y de amenazas apenas veladas por parte de los sectores más reaccionarios de la dictadura, se asumía como parte necesaria de un fin de época. Luego de años de proscripción electoral, el peronismo podía presentarse a los comicios con sus propios candidatos2 y sus símbolos partidarios, prohibidos por la tristemente célebre “Revolución Libertadora”. Cierto es, las elecciones generales se convocaban en un país que, a casi dos décadas del Golpe de Estado de 1955, se encontraba inmerso en una profunda transformación y radicalización de las prácticas políticas. También estas innovaciones se producían al interior del movi2

- A excepción de la candidatura del propio Perón, que era el límite de lo soportable en el ámbito

de la “apertura política” para la dictadura.

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miento peronista. Pues si bien la palabra de Perón era “sagrada” para sus seguidores, la aceptación de la fórmula presidencial Cámpora Solano Lima, solo fue posible después de que el viejo líder dejara de lado su declamada prescindencia en la conformación de listas. Perón intentó representar un rol equidistante entre las fracciones internas del movimiento y consagró como principio rector en la división de los espacios electivos el “salomónico” 25% para cada una de las “ramas” del movimiento ( Juventud, Sindicalismo, Mujeres y dirigencia partidaria) los modos en que cada sector entendió esta directiva en los escenarios locales, variaron, de acuerdo a la circunstancial fortaleza o debilidad de los actores partidarios. En este sentido, Catamarca no fue la excepción. Al igual que en la mayoría de las provincias, el esfuerzo por reunir a las distintas partes del peronismo catamarqueño en una fórmula de unidad resultó compleja e infructuosa. Durante los largos años de lucha en un escenario de proscripción fueron frecuentes los roces entre los partidarios de la confrontación y el dialoguismo con los militares y los radicales. A estas viejas tensiones se sumaba la desconfianza que afloraba entre sindicalistas, dirigentes políticos y las nuevas generaciones militantes que pretendían ver reflejada, en el momento de la concreción de las candidaturas, su aporte a la vitalidad del movimiento. En esos días calientes del verano catamarqueño, las páginas de los diarios fueron el cotidiano escenario de los cruces plenos de enojo entre ex mandatarios y aspirantes a serlo. Mientras, en las paredes de la ciudad, el ingenio anónimo atizaba las broncas con metáforas menos educadas, referidas a la sexualidad y al honor (para las pintadas, dudosos ambos) de algunos de los posibles candidatos. Si los votos “eran de Perón”, lo demás se discutía en las mesas de los bares, en las unidades básicas improvisadas y en todo espacio 24

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propicio para la polémica y la elaboración de suposiciones argumentativas. Si bien los sectores mayoritarios del peronismo (la Liga de los Departamentos del Oeste y la Liga de los Departamentos del Este) llegaron a un acuerdo en el Congreso partidario con la designación del médico tinogasteño Hugo Mott y del recreíno Raúl Sabagh como los candidatos a gobernador y vicegobernador, esta fórmula fue impugnada explícitamente por el ex gobernador Armando Casas Nóblega. Tampoco fue del total agrado de otro ex gobernador, el poderoso dirigente Vicente Leonidas Saadi3, quien apoyó el acuerdo reservando para su sector, entre otras candidaturas expectables, las candidaturas de su hermano Antonio Onésimo a Senador Provincial y la suya propia, para el cargo de Senador Nacional. A pesar de los esfuerzos por saldar el descontento, los disconformes no se “disciplinaron” ni renunciaron a sus pretensiones. A menos de una semana de las elecciones generales y debido a la confusión reinante en varios distritos, Perón se vio obligado a indicar públicamente quienes eran sus candidatos en cada provincia. En Catamarca, los seguidores de Casas Nóblega presentaron su candidatura con el sello electoral del M.I.D, luego de que el Partido Conservador Popular se retirara atropelladamente de esa alianza, que llevó por nombre Frente de Liberación (FRELI). En tanto, la gran mayoría del peronismo se nucleó en las filas del Partido Justicialista con la candidatura del Dr. Hugo Mott, que contaba con un argumento incontrastable a su favor: la lista provincial estaba pegada en la misma boleta a las candidaturas de Cámpora y Solano 3

-Vicente Saadi es elegido Senador Nacional en 1945 y se desempeñó en ese cargo hasta 1949,

año en que asumió la Gobernación de la provincia, pero su gestión fue interrumpida por la Intervención Federal decidida por el propio Perón en ese mismo año. Luego del Golpe de Estado de 1955, Saadi recuperó un rol protagónico en la reorganización del peronismo local y nacional. Sin embargo, durante décadas, su liderazgo lejos estuvo de convertirse en indiscutido.

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Lima del FREJULI. La interna explícita quedó saldada con la victoria de Mott, un sorpresivo segundo puesto para el Movimiento Popular Catamarqueño, el descalabro electoral de la UCR y un irrelevante desempeño electoral del FRELI. Si bien el triunfo del peronismo local fue rotundo y le aseguró al gobierno entrante el control del poder legislativo, las fricciones contenidas entre los distintos actores internos, en épocas de campaña electoral, no tardaron en estallar. A poco de asumir, la autoridad de Mott fue rápidamente puesta a prueba por las demandas de la CGT local y de las poderosas 62 Organizaciones Peronistas, que no solo hicieron reclamos de mejoras salariales sino que se propusieron vetar la presencia de algunos funcionarios e indicaron la conveniencia del nombramiento de “verdaderos peronistas” en los cargos de responsabilidad. Al mismo tiempo, en la cámara legislativa provincial, los diputados del sector saadista lejos estuvieron lejos de tener una actitud complaciente con Mott y sus ministros, en especial con un viejo enemigo de Vicente Saadi, el Ministro de Gobierno Alberto del Valle Toro, acusado de ser el “monje negro” de la gestión. En esos primeros meses, los pases de factura entre dirigentes y los enconos personales en un contexto general signado por el incremento de la violencia política y la crisis de la “Primavera Camporista” pusieron a prueba la capacidad de construir consensos del peronismo local. Es tentador, también aquí, proponer explicar los motivos profundos de esta conflictividad a partir del traslado mecánico en el análisis de la confrontación generada entre los adherentes de la “ortodoxia” peronista y los sectores juveniles del movimiento que fue condimento sustancial de las crisis de los gobiernos en otras provincias (en 26

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especial, las que luego serían estigmatizadas como gobernaciones “montoneras”) pero en Catamarca la llamada izquierda peronista y el espacio juvenil ligado a la Tendencia, que era su principal exponente, no tenía la fuerza o la organización que la JP demostró poseer en provincias vecinas. No estamos diciendo que la JP era un actor irrelevante, o que en Catamarca los posicionamientos en el peronismo se redujeran a una exteriorización de circunstanciales enconos personales, sino que la delimitación de aguas entre los “traidores” y los “leales” provenía, principalmente, de una serie de factores endógenos a los que hizo referencia un protagonista de esos años La unidad se ató con palitos, Saadi se veía a sí mismo como el gobernador natural de la provincia, pero también había mucha resistencia a su figura en una parte de la dirigencia de la Capital y del interior de la provincia. Los sindicalistas que surgieron como los más duros en la pelea de todos esos años, sentían que no habían recibido lo suficiente. No sabría decirte si esto afectaba a la gente común, si les interesaba tanto. En esa época uno vivía en el microclima del “luche y vuelve” y todo se justificaba. El tema de que te quieran correr por “zurdo” o “infiltrado” recién lo vivo en 1974, que ahora parece poco tiempo, pero en esa época, en un mes te ocurrían un montón de cosas.4 Las divergencias en el armado de las candidaturas (y de los espacios de poder institucional luego del 11 de marzo) se produjeron en un contexto nacional que permeaba subjetividades, discursos y prácticas en el ámbito local pero que, insistimos, no debe llevarnos a intentar explicar todo lo ocurrido a partir del ordenamiento de 4

- Testimonio de J.G, 65 años. Docente jubilado y ex integrante de la JP Catamarca.

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los actores en un esquema reduccionista y prefijado de izquierdaderecha peronista. ¿Y adónde militaban los jóvenes peronistas catamarqueños? En La Plata, el “Lucho” Macor comenzó a cursar sus estudios en una universidad altamente politizada y con una amplia cantidad de agrupaciones que recorrían toda la gama de posibilidades existentes en la izquierda y la derecha. En Catamarca, la Universidad de reciente creación, según algunos de los testimonios “estaba politizada, pero a la catamarqueña, los estudiantes no tenía un discurso muy revolucionario…”. Por supuesto, muchos de los docentes universitarios eran activos partícipes de la vida política local (en especial de los partidos políticos minoritarios) y la presencia de algunos dirigentes juveniles que habían estudiado “afuera”, contribuyó a un paulatino cambio en el tono de las demandas de los estudiantes y a la aparición de nuevas prácticas y discursos militantes. Estos jóvenes que volvían a la provincia luego de estudiar e insertarse en la Juventud Universitaria Peronista ( JUP) en los grandes centros urbanos, rápidamente lograron ser protagonistas, por experiencia y peso propio, en ese 1973 de cambios y conflictos. Algunos de los dirigentes juveniles catamarqueños pronto fueron reconocidos por su capacidad militante y por su formación política (entre ellos, el abogado Julio Marcolli) pero lejos estuvieron de conseguir el hipotético 25% que les correspondía en las listas de candidatos o en los cargos de la burocracia estatal. El hombre de la JP en la lista de candidatos fue el odontólogo Julio César Balverdi, residente en Tinogasta, quien fue elegido Senador Provincial por ese Departamento, más por méritos propios que por la presión ejercida por el sector juvenil. Balverdi era hombre de estrecha confianza de Mott, recordemos, también tinogasteño. Si bien el tono de la campaña electoral del Partido Justicialista 28

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catamarqueño fue el propio de la etapa, con apelaciones explícitas a los “cambios revolucionarios” y a la elección entre “Dependencia o Liberación”, lejos estaban Mott o Saadi de constituirse en aliados “naturales” de la Tendencia Revolucionaria, eufemismo con el que también se nombraba a la Organización Montoneros. De hecho, No recuerdo que aquí en ninguno de los actos apareciera ni una banderita con el nombre de los Montoneros. Cuando fui junto a unos compañeros a la ceremonia de asunción de Menem en La Rioja la cosa fue muy diferente. Allí la JP eran los “Montos” y el “Turco”, hábil como siempre, largó un discurso bien revolucionario, cuando vio como venía la mano con el cartelón inmenso que decía “Montoneros”5 . Al mismo tiempo que se realizaba la campaña “Cámpora al Gobierno, Perón al poder”, la Tendencia se preocupó por asegurar su hegemonía en la juventud que se vinculaba, a torrentes, con el peronismo. En esa etapa cuando el viejo líder era interrogado por los periodistas sobre las acciones de la guerrilla peronista todavía aprobaba sus actos pero anunciaba, también, que nuevos tiempos se avecinaban en el país. Perón lo decía claramente: luego del 11 de marzo era necesario abandonar la violencia, justa hasta ese entonces y poner todo el empeño militante para recuperar los buenos tiempos de la “Comunidad Organizada”. A mediados de 1973 la Dirección de Montoneros constituyó la Juventud Peronista de las Regionales y Catamarca, junto a las provincias de Córdoba y Santiago del Estero, conformó lo que se denominó Delegación Regional III, con el militante montonero Miguel Ángel Mozé (alias el “Chicato”) como delegado y principal respon5

- C.G., Jubilado del Estado provincial. 68 años, ex militante de la JP.

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sable de organización. Los fines previstos eran asegurar la conducción oficial de la juventud para la Tendencia y erradicar la pléyade de sellos y sellitos que pululaban en las provincias. Al “Chicato” (que con su inconfundible acento cordobés y lentes de alta graduación se delataba en cualquier parte) desde hacía tiempo la derecha peronista se la tenía “jurada”, ya que era uno de los más eficaces organizadores de los Montoneros en Córdoba. Si de los “Montoneros” en esos años se decía burlonamente que actuaban a veces como curas, en el caso del Chicato, la afirmación contenía un fondo de verdad. Mozé había hechos sus estudios en los seminarios Menor de Jesús María y Mayor de Córdoba y al abandonar la vocación religiosa siguió con su compromiso cristiano en la comunidad del Barrio Los Plátanos. Las referencias de Mozé, como para tantos otros jóvenes católicos, eran el cura guerrillero Camilo Torres y la revista “Cristianismo y Revolución”. La presencia en la JP Regionales de reconocidos referentes de la “M”6 contribuyó a consolidar su condición de frente de masas en los barrios y universidades. Sin embargo, no todos y quizás ni siquiera una importante cantidad de quienes se integraron a la JP Regionales eran, a su vez, integrantes de la M, pero lo que se aceptaba, explícita o tácitamente, era una conducción política que los combatientes montoneros habían conquistado gracias al sacrificio y heroísmo demostrado en la reciente lucha contra la dictadura de Lanusse. Para los grupos que rivalizaban por la conducción de la juventud con los Montoneros, fácticamente estos y La Regionales eran lo mismo, aún cuando algunas de las JP locales que se “encuadraron” en el esquema ideado por la conducción montonera eran anteriores al auge de la M en la izquierda peronista. Pronto, las balas y las bombas de la Triple A no se preocuparon por discriminar matices ni grados 6

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- La M, era una abreviatura usual en la época para referirse a los Montoneros.

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de pertenencia. En Catamarca, según afirman varios testimonios, una parte significativa de la militancia se enroló en la JP Regionales y pronto se hizo evidente la cercanía de algunos de los dirigentes juveniles catamarqueños a las posiciones de la Tendencia. El enojo de los viejos dirigentes del peronismo catamarqueño no se hizo esperar. En respuesta al avance de la JP Regionales, el Ministro Toro organizó a un sector minoritario para que, con el nombre de Juventud Revolucionaria Peronista ( JRP), ganara protagonismo con la toma de dependencias del gobierno7. La JPR ocupo la sede del Sindicato ATEP (Asociación de Trabajadores del Estado Provincial) en “apoyo al gobierno popular del Dr. Mott” debido a las fuertes críticas que los dirigentes de ATEP lanzaban diariamente contra Mott. La toma culminó, luego de unos días, con la intervención del propio Toro, que agradeció en presencia de la prensa lugareña a los jóvenes “por su compromiso y lealtad”. Maniobra o impulso, con este gesto Toro demostró que para la gobernación la JRP era el interlocutor válido del espacio juvenil. El dirigente más reconocido de este sector fue el “Loco” Hugo Menecier, un estrecho colaborador de Toro. Los Montoneros decían que Hugo Menecier era integrante del Comando de Organización (C de O). Sin importar la referencia, por regla, en el reparto de “la torta”, los jóvenes se quedaron con las migajas, resignados a los nombramientos de escasa relevancia en una administración jaqueada por la desconfianza entre los partidarios del gobernador Mott y del Senador Saadi. Quedó así, como único consuelo para quienes se sentían poster7

- Fenómeno que también se produjo en otras provincias durante las primeras semanas de la pre-

sidencia de Cámpora y que fue uno de los indicadores de la escasa predisposición de los sectores internos del peronismo a respetar el famoso acuerdo del 25%

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gados, el descargo de amargas diatribas en la prensa partidaria. La lista de los continuistas es interminable. El Ministro de Economía, Arturo Albarracín fue Intendente de la dictadura (…) El Director de Planeamiento, Argerich, fue Director de Turismo durante la Revolución Argentina. El Director de la Municipalidad se desempeñó antes del 25 como secretario administrativo. El subsecretario de Obras Públicas, Arancibia, tuvo activa participación en distintos cargos públicos de la dictadura. Por eso la sensación que tienen tantos catamarqueños es que las cosas no han cambiado desde el 25 de mayo. Salvo la aplicación de un avanzado plan de medicina social inspirado en la inquietud personal del ministro de Bienestar Social Moran, que no casualmente comienza a ser “cuestionado”, parece que nada hubiera pasado. Salvo los nombres de las calles y las sesiones del parlamento dedicadas a rendir largos homenajes públicos8.

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- Revista El Descamisado, N° 28.

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Estratigrafía de la violencia en La Tierra de la Simpatía… “La violencia vino de afuera. Era importada. Mi gobierno fue un gobierno de paz y consenso”. Dr. Hugo Albero Mott, entrevista con el autor.

La magnitud de la victoria electoral del peronismo en 1973 confrontó a las organizaciones revolucionarias con un dilema ético y político ¿Debían, o no, seguir luchando con las armas para lograr la ansiada revolución en el contexto de un gobierno elegido por una amplísima mayoría de la población? Para los Montoneros eran tiempos de entramar alianzas, incluso, si fuera posible, al interior de las Fuerzas Armadas. No se podía confrontar con el ejército y la policía sin considerar una nueva situación, los mandos de estas instituciones eran políticos, y por lo tanto, peronistas. Los Montoneros habían tenido un importante protagonismo en la campaña electoral del FRE.JU.LI, y aprovecharon esta instancia para desarrollar acuerdos con los dirigentes peronistas que ocuparon, luego, puestos de responsabilidad en algunas provincias y en el mismo gobierno nacional. Este auge de la “Política de Masas”, permitió a los Montoneros conquistar rápidamente la hegemonía del claustro estudiantil en las universidades públicas y desarrollar, con ímpetu, numerosas experiencias sindicales que se nuclearon con el nombre de Juventud Trabajadora Peronista ( JTP). La valoración del momento político por parte del PRT-ERP fue muy distinta. Aunque la organización marxista afirmó en sus publicaciones partidarias que el fin de la dictadura era una victoria de la lucha popular se preocupó, también, por expresar que no cifraba 33

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demasiadas esperanzas en el nuevo gobierno democrático, al que caracterizaba como “populista y reformista”. Con una declaración pública titulada “Porque el Ejército Revolucionario del Pueblo no dejará de combatir”, el Buró Político del PRT- ERP respondió al pedido de tregua social del presidente Cámpora, al que se le reconoció que “…el gobierno que (…) presidirá representa la voluntad popular. Respetuosos de esa voluntad, nuestra organización no atacará al nuevo gobierno mientras éste no ataque al pueblo ni a la guerrilla”. Pero el combate no cesaba, pues “Nuestra organización seguirá combatiendo militarmente a las empresas y a las fuerzas armadas contrarrevolucionarias”. Aún cuando desistía de atacar a las instituciones gubernamentales y a los miembros del gobierno del Presidente Cámpora, se delimitó claramente que “la policía, que supuestamente depende del Poder Ejecutivo, aunque estos últimos años ha actuado como activo auxiliar del ejército opresor, el ERP suspenderá los ataques contra ella a partir del 25 de mayo y no la atacará mientras ella permanezca neutral, mientras no colabore con el ejército en la persecución de la guerrilla y en la represión a las manifestaciones populares” El PRT-ERP no podía negociar una tregua con el enemigo, pues consideraba que La batalla por la liberación ha comenzado; está muy lejos de terminar. Sólo hemos dado los primeros pasos y así lo entiende nuestro pueblo”, [y advertía también que] “Todo aquel que manifestándose parte del campo popular intente detener o desviar la lucha obrera y popular en sus distintas manifestaciones armadas y no armadas con el pretexto de la tregua y otras argumentaciones, debe ser considerado un agente del enemigo, traidor a la

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lucha popular, negociador de la sangre derramada.9 Sin embargo, el primer acto guerrillero que puso a prueba al gobierno electo no fue obra del PRT-ERP. El 3 de abril de 1973 fue asesinado a metros de su casa en el Barrio Cerro de las Rosas de la provincia de Córdoba, el jefe del departamento inteligencia del Tercer Cuerpo del Ejército, Coronel Héctor Alberto Iribarren. Cerca de las 8 de la mañana, cuando se dirigía a trabajar, su auto es interceptado y chocado por una pick-up de la cual descendieron tres hombres armados con escopetas recortadas y ametralladoras. Su cuerpo fue alcanzado por doce balazos y sus asesinos se escaparon sin inconvenientes. La muerte de Iribarren conmocionó a todo el país. Lanusse se dirigió de inmediato a Córdoba para participar del velatorio en el Tercer Cuerpo de Ejército y el presidente electo Campora “lamentó los hechos de violencia y pidió tregua a los autores de la escalada terrorista, para comprobar o no, si nosotros estamos en la senda y vamos a lograr nuestros objetivos.”10. Las primeras suposiciones sobre los autores del atentado recayeron en el PRT-ERP, pero esta organización no se atribuyó la responsabilidad del mismo. Para los responsables de la pesquisa, todos los indicios indicaban que los Montoneros habían cometido el asesinato de Iribarren. Mott recuerda en su autobiografía que cuando se enteró de la muerte de Iribarren concurrió al estudio del Dr. Alberto del Valle Toro, quien era su Ministro de Gobierno designado, y le planteó la intención de hacer un comunicado condenando la violencia.

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“Porqué el Ejército Revolucionario del Pueblo no dejará de combatir. Respuesta al presidente

Cámpora”. Abril de 1973. 10

- Diario La Unión de Catamarca, 7/04/73.

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Toro se sentó a la máquina de escribir y entre los dos redactamos un comunicado muy sustancioso donde condenábamos todo tipo de violencia, fundamentalmente la violencia que habíamos sufrido durante dieciocho años de proscripción los peronistas, los fusilamientos del General Valle, Gogorno y otros más, por la revolución (sic) Libertadora. Pero también condenábamos la violencia, que se había ejercido al matar a este general (sic). Esta nota fue enviada al Jefe del Regimiento Aerotransportado 17 y se publicó en los diarios locales. El texto, en algunas de sus partes decía, Quienes ejercieron la violencia en nombre de los intereses populares no pueden, ni deben proseguir en el ejercicio de la misma, frente a la voluntad, plebiscitariamente expresada por el Pueblo Argentino, en los comicios del 11 de marzo. Los que asesinaron al General Iribarren, no pueden pues, invocar representatividad peronista, ni popular, ni argentina, mucho menos cristiana11 . La argumentación del comunicado recuperaba implícitamente la valoración hecha por el propio Perón sobre la situación argentina, “la violencia desde abajo es consecuencia de la violencia que se produce desde arriba”, pero lo que había estado justificado hasta el 11 de marzo, debía dar paso a los tiempos de reconstrucción nacional. En su documento Mott avanzaba un paso más, al negar (sin nombrarlos) la condición de peronistas a los responsables del asesinato. 11

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- Ídem a la anterior.

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A los pocos días, el Dr. Cámpora invitó al gobernador a viajar a Buenos Aires y lo recibió en la sede del Partido Justicialista. Esa reunión no fue cordial. Cámpora trató muy duramente a Mott y le preguntó porqué había hecho esa nota sin antes consultarle. “Lo primero que le pregunté a él fue si había leído la nota, pero él me contestó que no pero que le habían informado del contenido”. Se despidieron cordialmente pero la relación entre los mandatarios no se recompuso en el corto periodo de gobierno de Cámpora, crispado cotidianamente por la necesidad de reconocer el heroísmo de las “formaciones especiales” y, al mismo tiempo, intentar reconstituir la estabilidad institucional. Lejos estaban estos hechos de violencia política de ser una situación completamente ajena a la provincia. Desde que Mott asumió la gobernación en mayo de 1973, los diarios catamarqueños publicaron, con diferentes grados de interés, las noticias sobre atentados explosivos en la casa de políticos y funcionarios del gobierno provincial, allanamientos a casas particulares, amenazas telefónicas a militantes de la izquierda peronista y no peronista, represión policial a protestas estudiantiles y de empleados públicos, detenciones arbitrarias y acciones de censura de las publicaciones ligadas a los Montoneros. A estos actos de violencia generados contra quienes eran considerados “enemigos del Gobierno Popular”, deben sumarse las declaraciones cada vez más frecuentes de dirigentes del Partido Justicialista en el Diario La Unión y el Diario El Sol que prevenían sobre la presencia de “infiltrados” y “zurdos” en el peronismo catamarqueño. Por ejemplo, el martes 5 de junio, el sector autodenominado “revolucionario” de la Juventud Peronista que estaba liderado por Hugo Menecier hizo

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Un llamado al pueblo peronista para detectar las fuerzas antinacionales de la extrema izquierda trotskista y las vanguardias revolucionarias gremiales que dependen de ideologías extraterritoriales…” [y se expresaba sin sutilezas], “no se escatimará ninguna clase de medios para luchar y eliminar a los enemigos del justicialismo…” [ya que] “la JRP solicita a las autoridades del Partido Justicialista una clara y definición sobre estos aspectos y su total coincidencia con el gobierno provincial [la JRP] promete su más profunda inflexibilidad contra los enemigos infiltrados dentro del Movimiento y los que acechan desde la conspiración oligárquica12 . A este llamado de alerta, genérico, se sumaron los trascendidos periodísticos que advertían sobre la posibilidad de que las fuerzas “antinacionales” se materializaran en forma de jóvenes imbuidos por ideas extrañas al estilo tradicional de vida catamarqueño. Esta preocupación justamente, ya había estado presente en la campaña electoral de marzo del 73, cuando surgió una nueva generación militante que exigía espacios cada vez más protagónicos en los partidos políticos. Casi un año después de su primer regreso, se produce el definitivo retorno de Perón a la Argentina. Pero el día 20 de junio de 1973 terminó con una balacera de plomo disparada desde el palco contra las columnas de la JP. El dispositivo de seguridad en Ezeiza estaba a cargo del Coronel Osinde, un hombre de extrema confianza de José López Rega y entre los hombres seleccionados para evitar que la “zurda” se adueñara de los mejores lugares del acto estaban mercenarios franceses de la O.A.S, veteranos croatas de la Segunda Guerra Mundial, “pesados” de los sindicatos y militantes de la derecha uni12

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- Diario El Sol de Catamarca, 05/06/73.

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versitaria; todos unidos en el esfuerzo por impedir el “copamiento” del movimiento. Cuando regresaron a Catamarca, en una conferencia de prensa los dirigentes de la JP deslindaron responsabilidades sobre la masacre y consideraron que los objetivos previstos en el Operativo “Todos a Ezeiza” habían sido cumplidos. No hicieron referencia a la represión vivida también por ellos, pero advirtieron que La JP seguirá actuando en apoyo de los funcionarios y del gobierno todo, mientras cumpla los objetivos, pero hará conocer su parecer “si no se produce un cambio profundo que requiere el país” y que es lo que quiere la juventud. Al respecto consideró que “mucha gente que está en el gobierno actualmente, no tiene mentalidad de cambio”13 . El dirigente Luis Eduardo Murua se refirió a la preocupación con que la JP observaba el modo en que se organizaría la Universidad de Catamarca, ya que pretendían “una universidad sin privilegios”14. Unos pocos meses después, la UNCa fue el escenario de la confrontación entre grupos e ideas muy distintas sobre la función social que debía cumplir esta institución. En las semanas posteriores a la renuncia de Cámpora15 , sindicalistas y peronistas “ortodoxos” redoblaron sus esfuerzos para “desenmascarar” a los supuestos “infiltrados”. Que eran, por regla, jóvenes 13

- Diario la Unión de Catamarca, 23/06/73.

14

- Ídem a la anterior.

15

. Se hizo efectiva el 13 de julio de 1973, y con el fin de la “Primavera Camporista”, los sectores

cercanos a La Tendencia, fueron perdiendo, uno a uno, los espacios institucionales que asumieron escasos meses antes. Con la renuncia de Cámpora se allanó el camino (Ley de Acefalías mediante) a las candidaturas de Juan Domingo Perón y de María Estela de Perón; la fórmula presidencial deseada por sindicalistas y “ortodoxos” del partido.

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trabajadores y universitarios defensores del “socialismo nacional”. Así lo recuerda un integrante de la JP Catamarqueña, Nosotros, que éramos los que habíamos trabajado para que Perón vuelva al país… cuando Cámpora renuncia, sentimos que era una victoria del sindicalismo y de la derecha en el Movimiento. Pero igual fuimos a la Casa de Gobierno a festejar. Esa era la orden. Porque Perón finalmente iba a ser presidente. Pero cuando nos estábamos juntando, pasa el “Cuchi” y nos dice “ahora van a ver lo que se les viene”. El “Cuchi” era un policía que había sido reincorporado al servicio activo por el Ministro de Gobierno.16 En esos meses, ya se publicaban en los diarios locales noticias sobre la cada vez más activa presencia de guerrilleros de origen marxista en la zona tucumana. La cercanía de estas provincias y el frecuente tránsito de catamarqueños a San Miguel de Tucumán (por razones laborales y de estudio) produjo inmediatas especulaciones ante cualquier pista que indicara la presencia de la guerrilla en el ámbito local. Por ejemplo, el 10 de agosto, el Diario El Sol se interrogaba sobre la posible existencia de guerrilleros en Catamarca, luego del robo en la Ruta N°38 de un camión cargado de leche en polvo con destino a Maternidad e Infancia. El perfil de los portadores de estas ideas que “destruirían” la calma provinciana, es anunciado y descripto estereotipadamente. Un año antes, en un semanario derechista de Tucumán, distribuido en el N.O.A. durante casi toda una década (1971 a 1982) se leía En una unidad de la línea 11, frente al local central de la 16

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- C.G., Jubilado del Estado provincial. 68 años, ex militante de la JP.

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UNT, un bigotudo estudiante – de ideas avanzadas a juzgar por la suciedad y abandono de sus ropas y por el marcado exhibicionismo genital de su estrechísimo pantalón vaquero- tuvo la increíble desvergüenza de expresar que “estamos obligados a colaborar puesto que ellos luchaban por nosotros, arriesgando sus vidas y sus pellejos…” Nosotros que trabajamos y pagamos impuestos para que estos señores estudien, les preguntamos si para qué creen que el pueblo costea la Universidad17.

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- Revista Tribuna Democrática, Octubre de 1972.

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“Hay que acabar con ellos…” López Rega es la “trinchera y escudo del Conductor donde se estrellaron muchos ataques de los enemigos encubiertos”. Diario El Sol, 24 de agosto de 1973.

El 24 de agosto de 1973 arribó a Catamarca el presidente provisional Lastiri, acompañado por otros miembros de su gabinete, el Ministro López Rega y María Estela de Perón. Previsiblemente, la visita conmovió la normalidad de San Fernando del Valle. “Isabelita” venía a Catamarca en su carácter de candidata a la vicepresidencia de la Nación por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). La formula Perón- Perón era el símbolo de que el viejo general se había decidido por el binomio más confiable para los sindicatos y la ortodoxia partidaria. El principal motivo protocolar de esta visita terminó siendo la firma del “Acta de Reparación Histórica” para la provincia. El presidente provisional confirmaba una inversión de 10 millones de dólares para poner en funcionamiento el proyecto del Farallón Negro e inició formalmente las actividades de la Universidad Nacional de Catamarca. Más allá del protocolo, en un escenario nacional demarcado por el paulatino aislamiento de los gobernadores cercanos a la Tendencia, esta visita significaba un fuerte apoyo a la gestión Mott y era un motivo de alarma para la JP Regionales. Ese día, la tapa de El Sol se armó con una trinidad laica constituida con las imágenes de Lastiri, López Rega e Isabel para destacar, todavía más, la significatividad otorgada por el diario al momento. El Sol había festejado el fin del gobierno de Cámpora y consi43

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deraba a López Rega “trinchera y escudo del Conductor donde se estrellaron muchos ataques de los enemigos encubiertos”. Esta valoración del Ministro de Bienestar Social era consecuente con el ideario del propietario de El Sol, el empresario hotelero y de casinos Tomás Álvarez Saavedra. Según los testimonios, el “Gallego” Álvarez Saavedra utilizó este medio de comunicación, fundado en el año 1971, para hacer sistemático “lobbie” a favor de sus intereses y pretendía, también, servirse de esta influencia ganar su lugar dentro del Partido Justicialista. El empresario se enfrentó en la Rioja y Catamarca (con diferentes grados de intensidad) a los sacerdotes y laicos de la Iglesia Católica, que denunciaban la contradicción palpable entre su pertenencia a un sector “preconciliar” católico y las actividades “inmorales” que desarrollaba. En la vecina provincia El Sol denunció que el Obispo Angelelli y los curas vinculados a su pastoral creaban un desorden prerrevolucionario en los llanos riojanos. Aún antes del 25 de mayo de 1973, era habitual encontrar en las páginas de El Sol encendidas diatribas firmadas por la Brigada Peronista Ortodoxa (una organización creada por el Gallego con sus propios empleados) contra los marxistas “confesos” y los “ocultos” dentro del peronismo. En tono a su anticomunismo visceral, Álvarez Saavedra defenestró al Diario “El Independiente” de la Rioja por su línea progresista y a La Unión de Catamarca, por considerarlo demasiado tibio ante la izquierda. Llamativamente, el estilo de pasquín de muchas notas publicadas en El Sol18 , convivió con un diseño ágil y moderno del medio. Según relató El Descamisado, días antes a la llegada de la comitiva presidencial entraron a la provincia, para “preparar el terreno”, varios autos del Ministerio de Bienestar Social de la Nación en los 18 -Era habitual encontrar notas firmadas por Carlos Sacheri y Jordán Bruno Genta, columnistas habituales en La Nueva Provincia de Bahía Blanca

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que se conducían 17 hombres. Estos eran conocidos matones del Comando de Organización y de la C.N.U que custodiaron a quienes colocaron en las paredes de Catamarca los carteles con loas al Ministro López Rega. Los carteles tenían el objetivo de tapar las “pintadas” con las que la Juventud Peronista de la provincia celebraba la próxima presidencia del General Perón y condenaba la masacre de Ezeiza. En esa tarea contaron con la ayuda de algunos personajes tristemente célebres en Catamarca, como Menecier, Lucio Lucero, José Balut19 y Carlos Correa (…), y en la noche anterior a la llegada de Lastiri, integrantes de la comitiva de Julio Yessi los auxiliaron con una nueva entrega de carteles. Toda esta actividad no consiguió, pese a todo, orquestar una acogida calurosa a los visitantes; ni siquiera José Gelbard — que momentos antes habla declarado en La Rioja que “la verdadera revolución se hace con tinta y no con sangre”— pudo obtener de sus comprovincianos algunas muestras de afecto20 . El Descamisado caracterizó a Catamarca como un lugar de padecimiento diario y no se despegó ni un ápice de los tópicos recurrentes en la literatura de viajeros por territorios “primitivos”. “Aquí sólo quedan los viejos y las criaturas” recababa en un testimonio el semanario juvenil. En el relato periodístico, la mayoría de los catamarqueños eran campesinos que sobrevivían gracias a la caza de animales o al corte 19

- José N. Balut formaba parte del grupo conocido como “los aviones negros” catamarqueños,

quienes durante la Revolución Libertadora formaron parte de las células más activas en el NOA de la resistencia peronista. Muchos de estos jóvenes “leales solo a Perón” en la década de los 50, se encontraban en esta etapa confrontando (otra vez, “por lealtad”) con la nueva JP. 20

Revista El Descamisado, agosto de 1973.

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y la recolección de leña. Viviendo en viviendas muy viejas, y aún las nuevas, en condiciones precarias. Las construcciones descriptas en el texto eran una réplica de las que aparecen en “Sucedió en el Hualfín”, un mediometraje documental realizado por Raymundo Gleyzer y Jorge Preloran, dos integrantes del Grupo Cine Liberación. Según El Descamisado, el adobe, el barro, la piedra calzada y la caña convertían a los ranchos “en verdaderos criaderos de vinchucas”. El plan de viviendas sociales “Alborada”, tan promovido por López Rega, era visto como absolutamente insuficiente para solucionar el crónico problema habitacional de aproximadamente 20.000 familias. Pese a todo, horas antes, López Rega había dedicado calurosos elogios a la Juventud Peronista de Catamarca y hasta habría declarado que toda la JP “tendría que ser como la de esta provincia”. El Descamisado se mofaba de esta afirmación del “Brujo”, pues el Ministro solo había tenido oportunidad de observar los carteles del Comando de Organización y de una autodenominada “Juventud Peronista de la República Argentina” que, recordemos, estaba identificada con el Ministro Toro. Pero, pese a la desvalorización que El Descamisado hacía del gobierno provincial y de su grado de influencia real sobre el movimiento juvenil, la disputa en el plano local por la hegemonía en la JP estaba declarada. Por eso, quien coordinó las tareas de la “pesada” en Catamarca fue Julio Yessi, el representante de la JPRA (“la jota perra”, a decir de los Montoneros) quien llegó, gracias a su cercanía con López Rega, a ser presidente del Instituto Nacional de Acción Cooperativa (INAC). Según se denunció luego, Yessi vehiculizó, desde el INAC, los fondos necesarios para armar la estructura operativa de la Triple A (armas, sueldos, autos y “aguantaderos”). Para más datos, los avisos del INAC aparecían frecuentemente en las páginas de El Caudillo. 46

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Dueño de una enorme caja de subsidios que repartía al voleo (beneficiando, incluso, a su chofer) en Catamarca Julio Yessi entabló contacto con algunos integrantes de la JP local y les prometió viajes, estadía gratuita en Buenos Aires y otros beneficios en metálico si montaban una estructura que dependiera directamente de su conducción. No se ahorró tampoco referencias a los Montoneros (“Esos hijos de puta…”) ni a los “rojos de La Rioja, Córdoba y Buenos Aires: “Hay que acabar con todos ellos”, dijo. “Plata o plomo”, era el dilema planteado por Yessi a quienes debían decidir sobre a qué JP prestarían lealtad. Con todo, aparentemente, no tuvo éxito en sus “gestiones” y debió concluir su visita a Catamarca en un comercio de artesanías y hasta adquirió, rodeado por sus matones, dos costosos ponchos de vicuña. Mientras tanto, a pocas cuadras de allí, la Juventud Peronista Regionales se reunía para discutir y organizar las tareas que realizaba en las barriadas catamarqueñas. (…) aquí, como en todas partes, existe una sola JP organizada. Anteriormente había otro grupo, la JRP, que se creó después del 25 de mayo y estaba dirigida por un tal Menecier, pero esos compañeros se incorporaron masivamente a JP y expulsaron a Menecier que, entre otra hazañas, hace aproximadamente 15 [sic] tomó a punto de pistola el sindicato de empleados públicos. Ahora, entre sus secuaces se encuentran algunos “personajes” como Lucio Lucero, José Balut y Carlos Correa, que en las elecciones del 11 de marzo obtuvieron 1.900 votos en toda la provincia con las siglas del FRELI y votaron en blanco en el orden nacional. Esos sujetos, junto a Menecier, anduvieron pegando carteles del Comando de Organización, días antes de la llegada de Las-

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tiri. Eran carteles llegados desde Buenos Aires21 . La JP Regionales lejos estaba de retroceder ante los embates de la conducción oficial del Partido Justicialista. Lo demostraba con hechos. Como aporte a la campaña de “Perón Presidente” inauguró una Unidad Básica en La Viñita, un barrio populoso de la ciudad capital. El nombre elegido indicaba claramente su pertenencia a ese sector juvenil. La Unidad Básica se llamó “22 de Agosto” en honor a los héroes de Trelew. En la inauguración participaron numerosos vecinos y el Pbro. Mario Villagrán (también capellán de la policía de Catamarca) ofició un solemne responso fúnebre por las almas de los guerrilleros. El 23 de septiembre de 1973 la formula Perón-Perón triunfó en las elecciones generales con un 62% de los votos. “La máxima aspiración por la que [los jovenes] hemos luchado estos dieciocho años” se había cumplido. El 25 de septiembre un grupo armado asesinó a tiros al Secretario General de la CGT, José Ignacio Rucci. Ninguna organización guerrillera se atribuyó el atentado. Algunos pensaron en la Tendencia.

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- Revista El Descamisado, agosto de 1973.

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Un sospechoso accidente con pérdidas irreparables… El día 7 de octubre de 1973, en horas de la mañana, un avión Pipper Monomotor se estrelló en cercanías de la localidad de Vila La Punta, en la provincia de Santiago del Estero. La nave transportaba a una comitiva catamarqueña que concurría a la asunción del gobernador electo Carlos Juárez. Todos los ocupantes murieron: el vicegobernador Sabagh, el Senador Julio Cesar Tete Balverdi, vicepresidente provisional del Senado, el Senador Luis Beltrán Macedo, presidente provisional del Senado catamarqueño, Luis Santiago Colla, secretario general de la gobernación y su hijo, Mario Alberto Colla, jefe de Ceremonial de la gobernación. El piloto era Arnaldo “Tito” de la Colina. La noticia del fatídico hecho produjo, en forma casi inmediata, el surgimiento del rumor sobre un atentado. Para muchos, era virtualmente imposible que un avezado piloto como Tito de la Colina cometiera un error de vuelo casi de principiante. Otros, justificaban esta presunción en la injustificable ausencia del gobernador en un acto protocolar de tamaña envergadura. Los menos, expresaron que, justamente, la excesiva confianza del piloto en su capacidad para volar en cualquier condición, produjo el error humano fatal. La hija del Senador Macedo, Lila, activa militante de la JP Regionales, no tuvo dudas. Desde el primer momento pensó que no se trataba de un simple accidente. El gobernador Mott y el Dr. Sabagh viajaron a Buenos Aires juntos, en misión oficial, el 29 de septiembre, por lo que el gobernador Mott traspasa el mando a mi padre, que queda 49

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a cargo del Poder Ejecutivo. Regresan el 6 de octubre. Como el Dr. Sabagh tenía su familia en Frías, se va para allá. Ahí se produce algo inexplicable. Mi padre y Mott se encuentran en el Despacho de la Gobernación de Casa de Gobierno para que este reasuma el cargo. Si el gobernador tiene un pie en la provincia, no importa donde, tiene que hacerlo. Pero se produce un entredicho, ante el escribano de Gobierno. Mott no quiere firmar el acta, se niega a reasumir. Se va a Tinogasta y queda mi padre a cargo de la gobernación y debe viajar en representación de la provincia a Santiago del Estero.22 Lila Macedo todavía sospecha que Mott era consciente del peligro que afrontarían los que se subieran al avión Pipper y es por eso que evitó integrar la comitiva. El “accidente” se produjo a las 8:55 de la mañana, aunque el gobernador Mott retomó su puesto a las 19:00. Como “recién enterado” de los hechos. Atentado o accidente, el hecho cambió totalmente el escenario político de la provincia. El Senador Antonio Saadi quedaba primero en la sucesión de la gobernación y, a decir de Mott (2010) Tenía que seguir gobernando y seguir teniendo autoridad. Todo anduvo bien gracias a Dios, porque Don Antonio Saadi presidente provisional del Senado, que era un gran peronista, un gran amigo, y un gran compañero de ruta en la Unión Justicialista del Oeste, cumplió con honradez, lealtad y honestidad el cargo de Vice Gobernador. Así fuimos cubriendo los cargos restantes para pasar el doloroso cimbronazo. La muerte del Teté Balverdi significó una pérdida irreparable 22

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- Lila Macedo. Ex militante de la JP, empleada del Estado provincial.

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para la JP catamarqueña. El Senador tinogasteño era un hombre muy cercano a Mott (otra razón para dudar del atentado) pero también respondía a la conducción nacional de los Montoneros, desde que en sus años de estudio en la provincia de Córdoba el joven odontólogo se sumó a las filas de la izquierda peronista. Según relata en su autobiografía el propio Mott, con Teté iniciaron el camino que lo llevó a la gobernación de la provincia, y también reconoce que fue Balverdi el que aseguró el apoyo de la JP a su candidatura. El traslado de los cadáveres a la ciudad Capital para sus últimas honras públicas, permitió observar, hasta que punto, se descreía de la versión “oficial”. En la Cuesta del Portezuelo, un grupo de integrantes de la JP interrumpió el paso de la comitiva fúnebre y virtualmente le arrancaron el féretro de “su” legislador. El diario El Sol acusó a los jóvenes de exhibir armas de fuego para lograr su objetivo. El cuerpo del Teté Balverdi llegó en un camión a San Fernando del Valle envuelto en una bandera de la JP Regionales, al grito de “¡Montoneros, carajo!”. Juan Carlos “Machete” Balverdi negó que la JP se apropiara por la fuerza del cuerpo de su hermano. Al llegar el cortejo hablé con el oficial de policía que mandaba la custodia para ponerlo en conocimiento de lo que iba a hacerse, el cual no opuso reparos. Nadie va con armas a un entierro, sin duda el que escribió eso – por lo que dice “EL SOL”- se hizo eco de algunas versión interesada o antojadiza, si hubiera estado en el lugar habría podido comprobarlo23 . En esa misma edición, la dirección periodística de El Sol no se privó de publicar y en buen tamaño, la imagen del féretro de Bal23

- Diario El Sol de Catamarca, 11/10/73.

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verdi entrando a Tinogasta. En primera plana aparecían retratados dos jóvenes con la bandera de los Montoneros. Este y otros registros fotográficos de los participantes del cortejo fúnebre, engrosaron los archivos de la Dirección de Investigaciones de la Policía de Catamarca comandada por el “Cuchi” Toloza. Evidentemente, con el fin de la dictadura de Lanusse, las cosas no habían cambiado demasiado para los “sospechosos de siempre”, pues la burocracia del aparato represivo siguió funcionando sin ataduras. Con sus particulares modos y sin apuros, los funcionarios policiales continuaban con la prolija tarea de seleccionar los nombres y los rostros de los potenciales “subversivos”.24

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- El de Catamarca no fue el único accidente que involucró a mandatarios provinciales en ese

periodo. El 30 de noviembre de 1973, en la provincia de Misiones, se produjo el accidente aéreo que acabó con la vida del gobernador Juan Manuel Irrázabal, el vicegobernador César Napoleón Ayrault, sus respectivas esposas y una hija del gobernador. El hecho propició una ola de rumores sobre un atentado explosivo perpetrado por la larga mano de López Rega. También aquí la investigación judicial fue somera y los misioneros descreyeron que el piloto, calificado de “excelente”, por quienes lo conocían, fuera el responsable de una maniobra desafortunada.

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Catamarca Niños, miren para allí. Hacia allí queda el Sur y en el Sur, hace un año, dieciséis muchachos murieron para que ustedes pudieran tomar este chocolate.” Con esas palabras, inició el padre Carlos Salas un responso en memoria de la compañero Evita, de Felipe Vallese y de los combatientes masacrados en Trelew el 22 de agosto del año pasado. El acto se celebró en una barriada de Villa Cubas, un humilde caserío de la ciudad de Catamarca donde la labor de la Juventud Peronista viene fructificando desde hace varios meses, y concitó la presencia de numerosos pobladores. Asistieron también casi dos centenares de niños del lugar, a los cuales después de finalizada la “ceremonia se les sirvió un chocolate. Como parte del homenaje, se bautizó el barrio, que a partir de ese día pasó a denominarse “22 de Agosto”. “Fue un hecho muy importante para todos los habitantes del lugar —declaró a EL DESCAMISADO un compañero de Juventud Peronista—; no faltó nadie y la emoción era muy grande. Este es un barrio donde los pobladores carecen de todo y viven en condiciones muy precarias. Preferimos que el homenaje a los caídos y a la compañera Evita se realizara aquí y no en el centro, porque aquí es donde la gente está llevando a cabo su lucha para solucionar sus problemas, problemas que son una O herencia de la dictadura militar y un resultado del sometimiento y la miseria impuestos por la oligarquía. De esta manera, el homenaje adquiere un sentido distinto: se convierte en parte de la lucha diaria. El Descamisado N°15, 28 de agosto de 1973.

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“El hombre nuevo ha comenzado a vivir entre nosotros” “En la Universidad hay indicios marxitoides…”. El Interventor Normalizador de la UNCa en conferencia de prensa.

La creación de la Universidad Nacional de Catamarca fue el fruto de una larga lucha en la que habían participado durante años, con particular ahínco, reconocidos intelectuales de la provincia y las principales instituciones de la comunidad local. El germen de la U.N.Ca, en términos simbólicos y de infraestructura, era el viejo Instituto del Profesorado del cual se esperaba que surgiera una parte importante de su nuevo plantel de docentes y personal administrativo. En esta etapa de transición, el gobernador Mott recomendó el nombramiento de quien sería finalmente su primer Interventor Normalizador, el Lic. Armando Raúl Bazán. La designación de Bazán generó inmediatos apoyos y rechazos. Para muchos, el Interventor Normalizador no podía escapar a su propia historia personal que, se decía, estaba signada por el “antiperonismo”. Sus detractores se basaban en un hecho incontrastable, Bazán había sido uno de los fundadores de la Democracia Cristiana catamarqueña (un partido que se formó al amparo de la “Revolución Libertadora”) y en las elecciones de 1958, el PDC hizo campaña en la prensa lugareña con el lema “ni pan sin libertad, ni libertad sin pan”. Con el peronismo proscripto y la evidente simpatía de sectores de la Iglesia Católica hacia la nueva formación política, se esperaba que el PDC lograra nuclear una importante cantidad de votos huérfanos de representación. Sin embargo, la candidatura a gobernador de Bazán sumó 3.648 votos en el recuento final, muy lejos de los 26311 votos de la UCRI. Marcando un techo que en años posterio55

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res el PDC local y el nacional no lograron perforar jamás. Luego Bazán recorrió el mismo camino que algunos de sus compañeros, abandonando toda esperanza de replicar en la Argentina el éxito europeo de las formaciones socialcristianas “anticomunistas” y migró progresivamente al heterogéneo grupo de intelectuales aliados al peronismo, que terminó siendo para muchos de sus viejos críticos nacionalistas y católicos el verdadero freno contra el avance del marxismo en el país. Entre las primeras medidas administrativas a tomar por Bazán se encontraba la necesaria adecuación de la vieja planta funcional del instituto a la nueva estructura de la U.N.Ca. En ese sentido, lejos de actuar con cautela, el Interventor Normalizador decidió rescindir el contrato a once auxiliares docentes (algunos de ellos también estudiantes de la universidad) e intentó impedir la realización de las asambleas autoconvocadas por los docentes, no docentes y estudiantes de la U.N.Ca en protesta ante lo que calificaban un estilo de gestión “autoritario y antidemocrático”. El rechazo al acto administrativo fue el punto de partida para un conflicto que dividió no sólo a la comunidad universitaria sino que mostró las diferencias internas del peronismo catamarqueño y colocó al gobierno de la provincia en una incómoda situación: sostener al Interventor de la Universidad y al mismo tiempo intentar mediar con quienes pedían su renuncia. En la universidad estaba lo más progresista del peronismo, bah, en esos tiempos nadie decía eso. O eras de izquierda o derecha, sin pelos en la lengua. Bueno, en la universidad la JP era manejada por los Montoneros, también aquí en Catamarca. Quiero decir, ahora nadie se acuerda nada, todos se hacen los desentendidos, pero en esa época era claro para todos que está56

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bamos encuadrados en la JP Regionales, que era la Tendencia, Los Montoneros. Por eso, desde el gobierno de la provincia, nos veían con atención. No éramos enemigos todavía, pero sabían que si en algún lugar la JP se iba a ideologizar era en la universidad.25 No sorprendió, por lo tanto, que en la dirección del movimiento de protesta, comenzaran a tomar protagonismo los estudiantes identificados con la Juventud Universitaria Peronista ( JUP) y los escasos pero activos militantes del Frente de Izquierda Popular (FIP). Los reclamos por acciones que contribuyeran a la constitución de una universidad a tono con las necesidades del país y la lucha por la liberación nacional, también se enunciaron en los discursos de algunos de los actores involucrados en este conflicto. Una solicitada de la Comisión Coordinadora de Auxiliares Docentes, publicada el 21 de octubre de 1973 en los diarios El Sol y La Unión reiteró por escrito el pedido de renuncia hecho en forma verbal a Bazán, Ruíz y Argerich, “en el convencimiento de que su lucha era justa” y “en la seguridad de que el hombre nuevo ha comenzado a vivir entre nosotros”. La situación catamarqueña fue valorada por muchos como un exponente más de la confrontación por la conducción y control de las universidades entre los sectores ortodoxos y los que estaban ligados a la Tendencia. Por lo tanto la disputa en la U.N.Ca fue seguido con atención por la Conducción Nacional de los Montoneros y la prensa de la organización se preocupó por generar su propio punto de vista. Desde su creación en mayo del 73, la revista “El Descamisado”, dirigida por Dardo Cabo y Ricardo Grassi, era el órgano de difusión más im25

- J.C- 60 años, empleado público provinc ial.

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portante de los Montoneros y de la Juventud Peronista. Esta revista se publicaba semanalmente y llegó a tener una importante difusión en todo el país, pues en algunos de sus números alcanzó una tirada de 100.000 ejemplares que se repartían o vendían en las unidades básicas de la JP y también en los quioscos. En “El Descamisado”, se procuraba realizar una cobertura completa de los distintos conflictos y actividades en los que la JP y Montoneros tenían algún grado de representatividad, en la intención de mostrar el constante crecimiento de la izquierda peronista, inclusive en las provincias periféricas. En sus páginas fueron frecuentes las críticas a la conducción oficial del peronismo, a la burocracia sindical, al propio Perón y a los gobernadores vinculados a la “ortodoxia”. Por eso, no resulta extraño que los acontecimientos catamarqueños fueran relatados ampliamente en su edición número 26. La nota sobre el conflicto en la U.N.Ca comenzaba con una pregunta ¿Qué pasa en Catamarca?” y su redactor afirmaba Catamarca tiene sed de justicia. Quiere dejar atrás décadas de postergación, atraso, opresión. Para eso eligió un gobierno peronista. Sin embargo la reconstrucción no comienza y la paciencia se está agotando. Los catamarqueños no pretenden soluciones inmediatas. Sólo quieren trabajar y estudiar como dice el General. Pero los gorilas lo impiden, quieren un gobierno que sirva a sus intereses y no al pueblo. Para eso reprimen, encarcelan a la Juventud Peronista, difaman. Desde hace semanas los estudiantes, los docentes y la Juventud Peronista libran una batalla contra el continuismo. Quieren liberar a su provincia de la asfixia a que la condenan. No transarán26 . 26

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- Revista El Descamisado, octubre de 1973.

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Para El Descamisado, el conflicto universitario era una grieta por la que se avizoraba la descomposición política que padecía el gobierno provincial luego del accidente aéreo en el que murió el vicegobernador. Según este medio, el ministro Toro fue el principal beneficiado de la tragedia y luego de la muerte de Sabagh inició una “caza de brujas” contra la Juventud Peronista con el objetivo de fortalecer todavía más su posición. La JP aseguró que Toro “alentó” al Interventor de la Universidad a prohibir con la Resolución las reuniones sin consentimiento del rectorado, en el inútil intento de controlar la politización de los claustros. A esa altura, el conflicto ya excedía los ámbitos universitarios y la comunidad local se involucró a favor o en contra de las posiciones en puja. La Asociación de Trabajadores del Estado Provincial (ATEP) enfrentada con Mott, ofreció las instalaciones gremiales, para que funcionara la comisión de universitarios en lucha. Con la Universidad en huelga, Bazán intentó reiniciar las clases, pero la mayoría del alumnado se negó a volver a las aulas. En conferencia de prensa, el Interventor comunicó que la situación estaba controlada “hasta policialmente” y denunció los indicios de “marxistificación” detectadas por su Secretario Académico, el Lic. Rosendo Ruíz, en una asamblea de apoyo al pueblo chileno. “Qué indicios”, interroga un periodista. –“Pequeños indicios que crean una sensación”, responde Bazán. – “¿Al fin, son indicios o sensaciones?” – Y…una sensación…algo que flota en el ambiente…”. La conferencia de prensa se transmitió en directo por LW7, Radio Catamarca, y la reacción del alumnado no se hizo esperar. A partir de ese momento, era a todo o nada. La única salida era la renuncia de Bazán. En manifestación intentaron llegar a la U.N.Ca pero la Policía Federal, a través de sus efectivos destacados en Catamarca desde la época de la Revolución Argentina, impide que los 59

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alumnos entren a la Universidad para efectuar su asamblea. Ante esta situación se resuelve hacer la asamblea en plena plaza, frente al local universitario. Antes de concurrir a ATEP para coordinar la acción con los auxiliares docentes, los estudiantes pasan en manifestación por el rectorado. El cerco policial es impotente para impedir que el grito lo traspase llegando hasta la oficina del Interventor: “Fuera Bazán, fuera la trenza”. La asamblea de profesores y alumnos aprueba un acta de compromiso: la huelga hasta que Bazán se vaya. Sin consenso en la comunidad universitaria, el Interventor decretó suspendido el curso introductorio lo que significaba virtualmente el cierre de la Universidad, ya que estas eran las únicas clases dictadas. Por la resolución 220 también se deja cesantes a los docentes en huelga. Finalmente el viernes 26 de octubre, con la intención de descomprimir el conflicto, el gobierno provincial cede las instalaciones del Auditorio de la Dirección de Cultura para la realización de una asamblea universitaria. A regañadientes, Mott se involucraba en una situación que pretendía “ajena”, pero lejos estuvieron los ánimos de calmarse. El presidente del Centro Universitario designado por Bazán, el alumno Hausberger, intentó presidir la asamblea, sin embargo la presión de la mayoría de los presentes lo hizo renunciar y se designó una nueva mesa integrada por Ramón Correa por la ATEP, Montenegro por los estudiantes universitarios, los estudiantes secundarios Sartor y Ahumada por la UES, Julio Marcolli por la JP, Jorge Nogués por los auxiliares docentes y Miguel Garriga por el FIP. El carácter colectivo de la presidencia buscaba demostrar que el reclamo involucraba a toda la comunidad y no podía ser reducido a una manifestación de carácter sectorial. Todos los oradores reiteraron el pedido de renuncia del Interventor. A medida que el tono 60

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de las palabras se elevaba, sus discursos eran acompañados por el improvisado canto “¡estudiantes y pueblo, un solo corazón!”. No era un secreto que en el liderazgo de la protesta los dirigentes de la JP jugaban un rol fundamental. El más conocido de todos ellos, Julio Marcolli, llegó acompañado al auditorio por un fervoroso grupo de la JP y sostuvo que “la Universidad pertenece al pueblo y no al gobierno de la Universidad”. Luego señaló, “si el pueblo de la provincia y fundamentalmente los claustros profesionales y estudiantiles quieren que la Universidad sea abierta, la Universidad debe estar abierta”. En la presidencia de la autodenominada “Asamblea Popular” se encontraban representadas las distintas variantes de la izquierda local, que buscaban puntualizar en sus discursos lo que cada organización política consideraba como el eje a seguir en el conflicto. El dirigente del FIP; Simón Gómez, advertía que los hechos debían ser leídos en clave nacional, pero dentro de un contexto internacional de lucha contra el imperialismo. Gómez reclamó por “un nivel de enseñanza que esté auténticamente al servicio de los intereses nacionales” y acusó a Bazán de haber dictado un decreto [el 194] propio “de un régimen policíaco”, e ironizó que si para el Interventor esta resolución expresa un “más moderno concepto (…) este deriva de lo sostenido por Atkon, veedor del Pentágono, que dice “es tan peligroso que un estudiante universitario participe del gobierno universitario, como tener un soldado enemigo en los Cuadros Mayores del Ejército”. Según Gómez, en esta misma línea de pensamiento estaba el Ministro Toro, que en su reunión con los delegados universitarios los había prevenido contra las “infiltraciones” de distinta naturaleza. “Este es el concepto más reaccionario que he conocido”, aseguró el dirigente del F.I.P. Gómez finalizó su discurso ofreciendo las instalaciones partidarias para continuar con el dictado de las cla61

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ses. “A una Universidad cerrada por un autócrata, le vamos a oponer una Universidad abierta al pueblo y a los sectores democráticos y en ese sentido vamos a ser absolutamente intransigentes”27. Muchos años después, en julio de 2007, organismos de DDHH denunciaron la existencia de una decena de informes policiales con información sobre presos políticos catamarqueños que contenían, entre otros datos, detalles de la participación de estos ciudadanos en las asambleas universitarias. Estos legajos presumiblemente fueron realizados por los agentes de la División de Investigaciones de la Policía de la provincia, al mando del Comisario Toloza. En las viejas páginas mecanografiadas con descuido se leía, por ejemplo, que Simón Antonio Gómez era el [ex] Presidente del Frente de Izquierda Popular, candidato a Diputado Provincial en las últimas elecciones, se lo sindica como activista de suma importancia, participó en la campaña denominada “Entrega del Farallón Negro al Imperialismo Yanki”. Se encuentra relacionado con personas de extrema izquierda (E.R.P), locales y de otras provincias. Participó activamente en los acontecimientos estudiantiles del 24 de Octubre de 1973. En la asamblea llevada a cabo en el auditórium del Teatro Catamarca, hizo uso de la palabra y en el transcurso de su improvisado discurso, fustigó duramente al Gobierno de la Provincia, al igual que al Gobierno Nacional. En la manifestación callejera, fue uno de los principales incitadores a la violencia, insultando y apredreando a las Fuerzas de Seguridad que le habrían interceptado el paso a los manifestantes en una de las calles céntricas de ésta (sic) Ciudad. Por ésta (sic) causa fue (sic) acusado de desacato, atemtado (sic), resistencia 27

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- Diario El Sol de Catamarca, 27/10/73.

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a la autoridad é (sic) incitación a la violencia, lesiones y daño intencional. La asamblea resolvió dirigirse a la Universidad. En medio de los cantos y aplausos de quienes salían, una profesora pedía garantías de que la policía de la provincia no reprimiría a los manifestantes y un estudiante le respondió, “no tenemos que pedir permiso para ocupar una casa que es nuestra porque es del pueblo”. Según “El Descamisado”, más de un millar de personas desfilaron frente a la Casa de Gobierno exigiendo la “renuncia de Bazán” para culminar la manifestación en la Universidad. Pero no pudieron llegar a ella, pues la policía provincial impidió el acceso a las instalaciones. Los manifestantes resolvieron volver al centro de la ciudad, para protestar en frente de la Gobernación. “Durante el trayecto el pueblo los aplaude y se va sumando”. Cincuenta metros antes de la Casa de Gobierno les salen al paso los camiones Neptuno, las autobombas de los bomberos y del cuerpo antidisturbios armado con escopetas. La orden es terminante. Hay que disolverse o de lo contrario se reprimirá. Luego de varios minutos de discusión entre los agentes y la columna se pacta para que una comisión pase a entrevistarse con el ministro Toro, que de acuerdo con lo manifestado por la policía es el que dio la orden de reprimir. Al cabo de diez minutos llega la noticia de que todos los estudiantes y miembros de JP que componían la comisión están detenidos por orden del Gobernador Mott. La rechifla desata la represión policial. Las pedradas y los gases se entrecruzan. La policía vuelca la situación a su favor recurriendo a las pistolas reglamentarias. Si bien tiran al aire, se produce el desbande28 . 28

- Revista El Descamisado, octubre de 1973.

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Lila Macedo recuerda, “nos reprimieron mucho, tipo Cordobazo, salvando las diferencias. Con gases lacrimógenos, palos, balas de goma. Corríamos como locos por la calle Esquiú con la policía persiguiéndonos”. Una hora más tarde, el Gobernador convocó a una conferencia de prensa donde explicó que “la policía no reprimió primero, sino que reaccionó ante la agresión de palabra y de hecho de que fue objeto”. En un comunicado que distribuyen al periodismo se responsabilizaba de los hechos a “elementos infiltrados de toda laya que arreaban agua para su molino”. También se informa que en total son doce los detenidos. En los medios locales, la Secretaría de Prensa y Difusión de la Gobernación expresó que a través de una sistemática política de distorsión y acoplamiento ideológico a reivindicaciones y luchas populares (…) grupos perfectamente individualizados que responden a consignas antinacionales o que defienden posiciones gremiales absolutamente sectoriales que no son el pensamiento gremial de los trabajadores argentinos, pretenden crear un clima de violencia, desaliento y alteración del orden institucional y político en el cual está empeñado el gobierno local y nacional, permitiendo así que personeros de la alianza liberal-marxista, expresen consignas y definiciones a un gobierno elegido abrumadoramente por el pueblo, cuyo único mandato reconoce. El P.E local hace sabe que (…) no tolerará bajo ningún concepto que desde adentro, pseudos peronistas, o desde afuera grupos manejados por antiperonistas intenten tergiversar los actos, manifestaciones públicas, reclamos, asambleas, donde se debata 64

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democráticamente la problemática provincial o nacional (…) el gobierno popular de la provincia de Catamarca exhorta, por última vez, a los grupos extremistas que permanecen al margen del proceso de reconstrucción nacional, a los sectores infiltrados dentro del peronismo, en especial sectores juveniles que desdicen el pensamiento auténtico de nuestro líder Juan Perón, a sectores gremiales que representan intereses de fracciones o de personas que inducen a la provocación con sus respectivas organizaciones gremiales, a partidos políticos cuyos cuadros han perfeccionado una cerrada técnica de subversión y caos por medio de minúsculos ideólogos de barricada y a todos los sectores comprometidos en esta aventura suicida, que depongan sus actitudes disolventes (…) En caso contrario (...) el gobierno de Catamarca no dudará para preservar las banderas de justicia social, soberanía política e independencia económica que son las banderas del pueblo y de este gobierno29 . El F.I.P acusó al gobierno de la provincia de ser el más firme defensor de la resolución “macartista” del Interventor, reprimiendo en las calles y deteniendo al estudiantado, “similar a la actitud que adopta el prusiano interventor en el seno de la universidad”. Para el F.I.P la detención de Gómez significó “el odio del gobernador y los burócratas del continuismo a los 4.500 votos del F.I.P obtenidos en la provincia para la causa popular en las elecciones del 23 de septiembre” son “votos que asustan al aparato político del Justicialismo, porque no solo corresponden a los militantes del F.I.P sino a grandes sectores de trabajadores y jóvenes peronistas que expresaron (...) su voluntad revolucionaria, sin dejar de ser peronistas”. Al referirse a las detenciones, el F.I.P sostenía que las mismas obedecían “al plan 29

- Diario El Sol de Catamarca, 30/10/73.

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prefijado de adjudicarles a los participantes de la movilización del día 24, simpatías por el “marxismo” a fin de desterrar (…) del seno del movimiento nacional, a los sectores peronistas que pudieran identificarse como corrientes “de izquierda”, o que levanten consignas como “Patria Socialista” o “Socialismo Nacional”…”30 Los detenidos fueron: Víctor Hugo Toledo, Gustavo Omar Martínez, Carlos Rafael Maizá, Luis Alberto Ogas, Hugo del Carmen Carrizo (identificados en el comunicado como miembros de la Juventud Peronista) Raúl Alberto Salas, Hugo del Carmen Acevedo, Raúl Alberto Montivero, René Omar Giménez, Jorge Mario Ahumada, José Lucio Cativa y Simón Antonio Gómez31. Se rompían los últimos vínculos entre la gobernación y la JP. El propio Perón lo había expresado con dureza en un discurso publicado en la revista “Ya” el 8 de septiembre de 1973, “la juventud debe poner las barbas en remojo”. Llegaba la hora de la “depuración” en el peronismo. En consecuencia, el Consejo Provincial del Partido Justicialista repudió la actitud de los integrantes del movimiento peronista que intervinieron en los sucesos y prohibió su ingreso a las sedes partidarias. Los militantes de la Tendencia local fueron, a partir de estos momentos, explícitamente calificados de “subversivos” y “enemigos del gobierno popular”. Una ex militante de la JP razona hoy, que en esas horas de allanamientos y arrestos nocturnos se constituyó la filial local de los grupos derechistas que unos meses antes habían disparado contra la casi totalmente desarmada izquierda peronista en los campos de Ezeiza. Aquí las órdenes de la Triple A salían de la Casa de Go30

- Ídem a la anterior.

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- Diario la Unión de Catamarca, 25/10/73.

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bierno. Ahora nadie se acuerda, pero todo se decidía desde el Ministerio de Gobierno y participaban personajes muy conocidos de la política catamarqueña. Con el Golpe de Estado, muchos se limpiaron pero antes eran los que perseguían a la JP. Nosotros sabíamos que todo el tiempo nos controlaban y durante la gobernación de Mott nos seguían los policías al mando del “Cuchi” Toloza.32 “El Descamisado” acusó al Ministro Toro de ser el principal responsable de la persecución a la protesta. “Si vivieran Sabagh —el vicegobernador fallecido en el accidente aéreo— y Balverdi esto no ocurriría. Mott es un buen tipo pero está copado por Toro y éste revuelve la cuchara para que se reprima a la JP”. Los diarios locales también tomaron partido. Desde la portada de “El Sol”, las caricaturas del dibujante local “Pistún” Rodríguez castigaron casi diariamente a Bazán, mostrándolo como un alienado con apetencias napoleónicas que estaba construyéndose su propia fosa. “La Unión” intentó ser más mesurado y realizó una descripción pretendidamente objetiva del conflicto, pero poniendo siempre en primer plano la versión del gobierno y del propio Bazán sobre las causas del mismo. En los días posteriores a la represión de la marcha, El Sol siguió con su campaña contra Bazán y publicó en fotos gigantes las pintadas hechas en horas de la noche por integrantes de la JP. En las paredes se leía: “Mott pedile la renuncia a Bazán y pará la represión contra el pueblo”. Los improvisados letristas fueron sorprendidos por la policía en plena tarea y terminaron en la cárcel. Luego de un inútil viaje a Buenos Aires en busca de los apoyos firmes que ya no contaba en la provincia, Bazán presentó la renuncia 32

- Lila Macedo, militante de la JP Regionales. Presa Política a disposición del P.E.N.

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tantas veces exigida, luego de un mes de ininterrumpido conflicto. Esta vez los destinos de la conducción de la U.N.Ca. se decidieron directamente desde el Ministerio de Educación de la Nación. El elegido fue el Dr. Edmundo Chara quien asumió el cargo de Interventor el 10 de noviembre y anunció que se cambiaban los cuestionados concursos para la cobertura de cargos por los contratos en forma directa y precisó que las clases se reanudarían recién el 1 de febrero de 1974. En el acto de toma de posesión del cargo, asistieron las principales autoridades de la provincia y un numeroso público. Ahí estuvieron, en la calle, confundidos con la gente, los integrantes de la Juventud Universitaria Peronista repartiendo volantes que decían “no puede haber universidad nacional en un país colonizado, ni habrá universidad colonizante un país liberado”.33 Con este gesto, el canto del cisne de la protesta, la JUP reafirmaba que, para ellos, no bastaba con cambiar nombres en la U.N.Ca, era urgente mudar los sentidos del proyecto universitario todo. Sin embargo, lo anhelado en el volante contrastaba con las posibilidades, cada vez más acotadas, de sostener los espacios conquistados en el Estado provincial y nacional por la izquierda peronista.

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- Diario El Sol, 11/11/73

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Las Sesenta y Dos Organizaciones exigen la renuncia del Gobernador Mott como única salida para de salvar a la Provincia de la Intervención. Reiteración de graves cargos. En la CGT local tuvo ayer una conferencia de prensa de las Sesenta y Dos Organizaciones Regional – Catamarca, a fin de dar a conocer la Resolución adoptada en el Plenario de Delegados de la entidad, que había tenido lugar en horas de la mañana, el vocero principal fue el Titular de las Sesenta y Dos, Diputado Nacional Manuel Isauro Molina, quien empezó su alocución expresando que el Movimiento Obrero Catamarqueño, preocupado por el desenvolvimiento del Gobierno Provincial, ha llegado a conclusiones desalentadoras, por no decir catastróficas (…) pensamos que están cerradas todas las posibilidades de salida de la Provincia. Si no se produce la renuncia del Gobernador, dirigida al Presidente de la Asamblea Legislativa y entregada al Interventor Partidario. Tal es la decisión del Movimiento Obrero –acotó- “creemos que si él se siente peronista no dudará en adoptar esa posición, en caso contrario – acusó- pensamos que responde a la futura formación de un partido provincial o lo que es peor, a la Tendencia34.

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- Diario La Unión de Catamarca, 26/11/73.

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Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

Parte II

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“La purga” “Perón habla claro. El que se equivoca es porque quiere”. Revista “El Caudillo”, 30 de noviembre de 1973. “Estamos como en 1955. El general rodeado de traidores y burócratas.” Revista “El Descamisado”, 13 de noviembre de 1973.

El 1 de octubre de 1973, en una reunión del Consejo Superior Peronista de la que participaron el presidente electo y los gobernadores circuló un “documento reservado” a todas las ramas del Movimiento con instrucciones para enfrentar a los “elementos promarxistas” que “habían asesinado a Rucci” y a “tantos luchadores peronistas”. El texto del documento se pretendía secreto, pero fue reproducido al día siguiente por el diario La Opinión de Jacobo Timerman. Algunos de sus párrafos eran escalofriantes, aún con el uso de eufemismos y entrelineas. Si había que luchar contra los marxistas, “Se utilizará[n] todos los [medios de lucha] que se consideren eficientes, en cada lugar y oportunidad. La necesidad de los medios que se propongan, será apreciada por los dirigentes de cada distrito”. Además, se exigía que “La actuación de los compañeros peronistas en los gobiernos nacional o provinciales o municipales, sin perjuicio de sus funciones específicas, deben ajustarse a los propósitos y desenvolvimiento de esta lucha, ya que a ellos compete la principal responsabilidad de resguardar la paz social (…) a. Deberán impulsar de inmediato el cumplimiento de medidas tendientes a dar vigencia a los principios del justicialismo. b. Deberá actuar en permanente comunicación con los sectores 73

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populares y velando por la solución de los problemas. c. Deberán participar en la lucha iniciada, haciendo actuar todos los elementos de que dispone el Estado para impedir los planes del enemigo y para reprimirlo con todo rigor. d. Deberán prestar la mayor colaboración a los organismos del Movimiento movilizados en esta lucha. De no hacerlo, habría sanciones, “La defección de esta lucha, la falta de colaboración para la misma, la participación de cualquier clase en actos favorables al enemigo y aun la tolerancia con ellos, así como la falta de ejecución de estas directivas, se considerará falta gravísima, que dará lugar a la expulsión del Movimiento, con todas sus consecuencias”. De inmediato los Montoneros sostuvieron que el documento reservado era “una joda”, un invento de la prensa recientemente “peronizada” que abrigaba la aviesa intención de impulsar “la caza de brujas” dentro del movimiento. Sin embargo, los hechos se empecinaban en contradecirlos. El mismo día de la publicación del documento reservado en La Opinión, el presidente Lastiri aceptaba la renuncia al Rectorado de la Universidad de Buenos Aires a Rodolfo Puiggros, un hombre de extrema confianza de la Tendencia. El 12 de octubre, en un gesto de aparente fortalecimiento de la Tendencia, se anunció públicamente que las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y los Montoneros se unificaban en una misma organización con el nombre de Montoneros. La directiva del Consejo Superior era, según quien la valorara, una justificación de la “purga de elementos infiltrados” o de la “caza de brujas” contra la izquierda partidaria. Probablemente el primer catamarqueño que tuvo acceso a su contenido fue el gobernador de la provincia, en la reunión con Perón del día 1 de octubre. Más de un mes después, el 8 de noviembre de 1973, el Consejo 74

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Provincial del Justicialismo desautorizó la presencia en las Unidades Básicas catamarqueñas de “publicaciones de la alianza liberalmarxista”, las revistas eran “Militancia”, “Ya” y “El Descamisado”, todas vinculadas a la Juventud Peronista Regionales y en el mismo comunicado se decidió, también, que los ámbitos de militancia de varones y mujeres debían estar estrictamente separados. Con estas prohibiciones se pretendía demostrar que la gestión de gobierno estaba muy lejos de ser copada por los Montoneros35. En los primeros meses de 1974 todo empeoró. La irrupción de la Triple A en la escena pública nacional se produjo con una serie de atentados contra militantes de la izquierda peronista y marxista. Además, los gobernadores acusados de colaborar con los Montoneros fueron desplazados de sus cargos. Primero fue intervenida la provincia de Formosa (en noviembre de 1973) y siguieron este mismo destino, Ricardo Obregón Cano en Córdoba (febrero de 1974); Alberto Martínez Baca en Mendoza (agosto de 1974); Jorge Cepernic en Santa Cruz (octubre de 1974) y Miguel Ragone en Salta (noviembre de 1974). Para Alicia Servetto (2010) las intervenciones federales fueron funcionales al objetivo de desplazar a la izquierda revolucionaria de todos los espacios institucionales que poseía. Fue, también, un recurso del gobierno central para disciplinar políticamente al Partido Peronista y desmovilizar a los actores sociales radicalizados, eliminando, con ello, el ciclo de protesta y movilización de la sociedad Argentina iniciado en 1969. De hecho, afirma Servetto, la represión abarcó un amplio espectro de la oposición política y social, disidente y combativa. 35

- Richard Guillespie en su ya clásico libro “Montoneros. Soldados de Perón”, ubica a la provincia

de Catamarca entre las provincias con gobiernos que abrigaban cierta simpatía con los Montoneros. Esta línea de análisis es seguida por autores argentinos recientes, entre ellos Pablo Augusto Bonavena (2009) y Damián Antúnez Harboure (2011). Sin embargo, en nuestra investigación no hemos encontrado ninguna evidencia firme que justifique esta apreciación.

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A comienzos de 1974, en el mes de enero, el gobernador de Buenos Aires, Oscar Bidegaín renunció a su cargo, luego del ataque realizado por el ERP al cuartel militar de Azul y de las críticas del presidente Perón a la “desaprensión” de Bidegaín ante la guerrilla. A “Don Oscar”, como le decían cariñosamente los integrantes de la Tendencia, la perdida de la confianza de Perón, le resultó insoportable. Justamente él, que en los tiempos duros de la Libertadora y en los años 60, había curtido su cuero con periódicas detenciones debido a su participación en la resistencia peronista. El vicegobernador Victorio Calabró asumió inmediatamente en lugar de Bidegaín. Calabró era un dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica, lo que encarnó un claro triunfo de la derecha peronista. La caída de Bidegaín significó para la Tendencia la pérdida de numerosos espacios en la administración pública bonaerense. Uno de los militantes que se quedó sin su “conchabo” fue el Chango Macor. Según recuerda una de sus hermanas, él era “secretario de un secretario de un secretario”, para graficar lo menudo de la responsabilidad del Chango en la Secretaría de Prensa y Difusión. Cada vez más frecuentes, los ataques impunes de la Triple A y de grupos con distintos nombres, pero idéntico fin, demostraba que el uso de la represión ilegal por parte del Estado no era una excepción, sino que comenzaba a convertirse en la regla de la lucha “antisubversiva”. El Chango aparentemente estaba bien. O no compartía sus temores en las frecuentes cartas y llamados telefónicos a su familia, a veces inaudibles por las frituras. Sin embargo, en La Plata y en todo el país, las Unidades Básicas de la JP comenzaron a ser atacadas mediante atentados explosivos. El Chango probablemente leyó, junto a sus compañeros de militancia, el editorial de El Descamisado que preguntaba, “Qué mi76

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longa es esta que la ultraizquierda asalta en Azul y la ultraderecha entonces como respuesta viene a volar los locales de la JP…”, luego de la reunión de Perón con los ocho diputados nacionales de la JP en Olivos. Ese encuentro, que pensaban sería de carácter reservado para poder discutir cara a cara con el presidente las críticas de la JP a la reforma del Código Penal, terminó siendo una virtual encerrona. Se transmitió en vivo y en directo para todo el país y Perón fue implacable en su postura de endurecer la represión a la guerrilla e incluir los cambios en la figura de la asociación ilícita y mayores penas contra la tenencia de armas de guerra. “El que no esté contento… se va. Por perder un voto no nos vamos a poner tristes”, les espetó el presidente a los apabullados diputados. A su lado, el odiado López Rega asentía cada una de las palabras. Solo dos días después los diputados de la Tendencia renunciaron a sus bancas (entre ellos estaban Carlos Kunkel, Roberto Vidaña, Aníbal Iturrieta, Armando Croatto y Rodolfo Vittar) y el Consejo Superior del Partido Justicialista los expulsó de sus filas. Las armas de la Triple A se dirigían, sin error alguno, contra la JP. Los bombazos no estallaban en las Unidades Básicas por equivocación. Los ataques de los vicegobernadores sindicales contra los gobernadores sospechosos de tolerar o apañar al trabajo político de la Tendencia, no eran producto del azar. El estricto control a los militantes de la JP catamarqueña en sus trabajos no era causado por el impulso irracional de sus jefes. Las muertes, sí…sobre todo las muertes de los compañeros, cada vez más habituales, cada vez más nombradas en las páginas de El Descamisado, demostraron, por si alguna duda quedaba, que para la “ultraderecha” el ERP no era la única “ultraizquierda” a eliminar.

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El 1 de Mayo de 1974… Entre JUP y Montos había una estrecha relación, pero nosotros estábamos lejos de los grupos armados de estos últimos. Yo estudiaba en San Juan, hacíamos pintadas contra el gobierno. Consignas claras de los compañeros en las que se atacaba a la derecha enquistada alrededor de Perón. A ver, uno decía que quería el socialismo y la revolución, pero de ahí, a participar de la lucha armada y tomar los fierros, para muchos de nosotros había un salto enorme. Fueron los Montos los que armaron el viaje de la delegación de Cuyo al 1 de Mayo de 1974.Recuerdo que salimos de San Juan, se sumó Mendoza y luego San Luis. Eran 60 colectivos con una organización impresionante. En cada empalme de ruta nos esperaban con la comida y la bebida lista, todo puesto por los Montos. Cuando llegamos a Buenos Aires, acampamos en la Facultad de Derecho, lugar donde nos encontramos con los compañeros de Catamarca. Allí charlamos con Hernán, Raúl González y otros compañeros reconocidos militantes de JP Catamarca. Me acuerdo que partimos a Plaza de Mayo encolumnados por Callao con tambores y redoblantes puestos por los propios Montoneros. Era impresionante marchar con toda esa marea humana, mientras retumbaban los gritos entre los edificios de ¡Montoneros carajo, Montoneros carajo! Lo otro es conocido. Para mí que a Perón en ese discurso ya le habían puesto el vidrio antibalas. Un detalle, nuestro más grande cartel, así como las consignas eran de los Montoneros. La columna nuestra fue a colocarse al lado de la Catedral y como yo era un culillo me metí bien adelante, junto a donde estaban los dirigentes. Fue un grave error, porque cuando nos comenzamos a ir de la plaza, fuimos los primeros en entrar 79

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pero los últimos en salir en medio de los palos que nos largaban los de los sindicatos. Yo calculo que, como todo, los costos nuestros los bancaban los Montos. No podría asegurar que a los de Catamarca también, aunque lo sospecho. Hernán y Julio eran los máximos referentes de la JP en la provincia y era claro para todos que eran de la tendencia revolucionaria.36

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- Aníbal Salas- Docente, ex militante de la JUP.

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Algunos datos armados… No sé, estábamos en continuo velorio desde el 1 de mayo. No recuerdo viaje más largo y más triste en mi vida. Volver… no con la frente marchita a Catamarca...volver, “cagados a palos”. Pero ahí estábamos, seguíamos militando y escuchando a lo lejos la voz de pito de Isabelita por la radio anunciando que “Murió Perón”...nadie dijo nada. Sabíamos que lo que venía era aún peor. C.G. ex militante de la J.U.P.

El 1 de julio de 1974, a las 14:05 hs, se informó por cadena nacional sobre el fallecimiento del presidente de la República Juan Domingo Perón. En esas horas, a la insoportable conmoción por la pérdida se sumó el temor ante lo que sobrevendría con la llegada a la presidencia de su viuda. Sin Perón, muchos sentían que ya no quedaban límites institucionales a las acciones de López Rega y sus secuaces. Los militantes de la Tendencia Revolucionaria interpretaron que, a partir del 1 de julio, “los peronistas habían quedados solos”, aquello que más temían, finalmente había sucedido. Su muerte dejaba sin centro de gravedad política a las fuerzas populares y desaparecía el único factor de unidad nacional de ese presente37. Por su parte, junto al duelo, la revista El Caudillo prevenía: “el zurdaje cree que ahora las banderas revolucionarias las van a poder enarbolar solamente ellos (…) Ya estarán preparando su estrategia para comenzar el saqueo minucioso de la memoria del Líder de los trabajadores (…) Claro, nunca van a decir que ellos colaboraron con esta muerte de Perón”38.

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- Revista Causa Peronista, 9/07/74.

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- Revista El Caudillo, 12/07/74.

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Inés Izaguirre (2010) señala que el fallecimiento de Perón es el momento justo en que las bandas armadas reunidas bajo la denominación genérica de Triple A se lanzan sin tregua ni reparo a la liquidación del enemigo “subversivo”. Mientras vivió, su figura sirvió de contención contra el accionar del accionar de la violencia de la ultraderecha, en particular dentro del propio peronismo. Con su muerte, las bajas se multiplican por 25: los muertos por 17 y los desaparecidos por 49. El número de bajas y de atentados del cuarto trimestre de 1973 son las más altas de todo su período de gobierno hasta el 1º de mayo de 1974, fecha en que Perón echa a los Montoneros de la Plaza de Mayo. A partir de ese día, en esos dos meses siguientes previos a su muerte se produce otro pico, con el 41% de las bajas de todo el primer semestre de 1974. A partir del 1º de julio, la curva de muertos identificados con la izquierda sube vertiginosamente: en el segundo semestre de 1974, se quintuplica en relación al semestre anterior. A partir del 1° de julio, los grupos parapoliciales siembran las calles de cuerpos mancillados por la tortura y las balas. Los objetivos seleccionados para ser asesinados eran militantes del propio peronismo, a los que se consideraba traidores, seguidos de la izquierda gremial y a continuación los cuadros de las organizaciones marxistas. En agosto de 1974, se produce otro hecho significativo. El ejército deja de tomar prisioneros. Capilla del Rosario es el dato que indica un nuevo momento en la lucha “contrainsurgente” y en la implantación de la Doctrina de la Seguridad Nacional.

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La premonición Marcela Macor barría, en el amplio patio, las huellas vegetales del agosto catamarqueño. Con amplios movimientos de la escoba reunía montoncitos que duraban un momento, pues el viento se empeñaba en desparramar su tarea. Pero así, en esa competencia sin más trofeo que el tiempo, a Mariela se le terminaba la tarde. De la propia nada, un grito se le ahogó en el miedo. Surgida de su intuición, de la sangre misma premonitoria, una mano armada con un revólver se le apareció ante los ojos. Vio el disparo, escuchó el grito y otra vez estuvo en el patio, con el perro retozando indiferente al lado suyo, en busca de los últimos rayos del sol…

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Testimonio de Eduardo, compañero de la escuela secundaria del Chango Macor: Cuando nos enteramos de que lo habían matado a Macor, nadie lo podía creer. Si uno se esperaba algo así…era de cualquier otro y no de Macor. En todo cursos tenés los que hacen lío, los que se portan bien y son aplicados, los que están en el fondo…Macor no era nada de eso, no sobresalía en nada, era un “agua e’ tanque” como les decíamos en esa época. Así, blanquito, quieto, ni al futbol jugaba. El padre anda en bicicleta, creo, no te quiero mentir, que era Testigo de Jehová�. Yo no fui al velorio, no era de los más cercanos, pero te repito, habíamos perdido contacto, el venía a Catamarca poco o no nos veíamos…según se decía en esos años, estaba estudiando en La Plata con una beca del Diario La Unión. Después a los 25 años, cuando nos juntamos en las Bodas de Oro de nuestra promoción, le hicimos una placa y un homenaje en el nicho del Cementerio Municipal, pero no se habló de política. Yo no creo que el tema se calló porque nadie quiere recordar, sino porque nadie lo conocía demasiado, si hubiera sido...metele…un chango que jugó en Policial, o que tenía muchos amigos…o que se tocaba la guitarra… pero Macor, nada de eso, del que menos hubiera pensado que andaba metido en política hubiera sido de él.

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“Mataron a un estudiante catamarqueño en La Plata…” El título era “Feroz masacre en La Plata” y ocupaba las dos páginas centrales de la edición del día 9 de agosto de 1974 del Diario Noticias. En 24 horas fueron secuestrados y fusilados cuatro militantes peronistas. Familiares y testigos afirman que el procedimiento fue efectuado por la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal. En un plazo de 24 horas, fueron asesinados aquí cuatro militantes peronistas, Luis Norberto Macor; Carlos Eneo Piereni; Horacío Irineo Chávez y su hijo, Rolando Horacio Chávez. Las cuatro víctimas fueron secuestradas primero y horas más tarde aparecieron muertas en distintos puntos de la ciudad. Testigos presenciales de todos los secuestros manifestaron que en los mismos participó personal de la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal. Estaban armados con ametralladoras, itakas y pistolas 45, presentaron credenciales policiales y arribaron en coches de la repartición, uno de los cuales llevaba baliza en el techo (…) Luis Norberto Macor, 21, era estudiante de la Escuela de Periodismo de esta ciudad y militante de la Juventud Peronista. Para mediados de 1974, El Chango compartía la casa de la calle 2 N°313, en la zona norte de La Plata, con otros tres compañeros 87

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de la Tendencia: Juan Carlos Ferrari y Hugo Dellasoppa, ambos también egresados de Periodismo, y Sergio López, estudiante de Diseño en Bellas Artes. Todo ellos militaban y trabajaban en espacios adonde se encontraban frecuentemente con matones sindicales, intelectuales fascistas y estudiantes de la CNU. Desde la primera denuncia, se supo con certeza que los asesinos eran integrantes de la CNU de La Plata. El “bautismo de sangre” de la CNU se había producido en diciembre de 1971 cuando irrumpieron a tiros en una asamblea de estudiantes en la Universidad de Mar del Plata. Dos tiradores con armas cortas aprovecharon la confusión producida por el lanzamiento de unos petardos para disparar a discreción contra unos 300 estudiantes que se encontraban reunidos en el Aula Magna del Rectorado. Uno de los balazos alcanzó en la cabeza a la estudiante de 18 años Silvia Filler y la mató en el acto. Este fue el primer crimen registrado de la CNU. La investigación judicial permitió descubrir la identidad de los asesinos: el oficial de policía bonaerense y estudiante avanzado de abogacía Oscar Corres y Juan Carlos “Bigote” Gómez, un “matón” vinculado con la CGT local. En estos hombres se corporizaba la mezcla entre sindicatos, fuerzas de seguridad y claustros universitarios que fue una constante en la CNU. La Barca, una librería dedicada a vender bibliografía integrista católica y nazi, estaba entre los lugares más conocidos de reunión de los “fachos”. El propietario de este negocio era el profesor universitario Patricio Errecalde Pueyrredon, ex integrante del Movimiento Nacionalista Tacuara y, según recuerdan muchos, un antisemita confeso. Errecalde Pueyrredon conquistó una módica fama en el año 1968, cuando sus entrevistas con el Ministro de Interior de Onganía llegaron a conocimiento público, gracias a una filtración periodística 88

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que cuestionó la filiación del gobierno con los grupos de “extrema derecha”. Luego de la masacre de Ezeiza y de la aparición de la Triple A, una niebla de muerte estaba a punto de teñir todo el paisaje urbano. Los tiempos de cruces esporádicos a golpes de puño y cadenazos en los pasillos de las facultades eran parte del pasado. Aproximadamente, desde los inicios de 1974 y hasta abril de 1976, la CNU actuó como una banda parapolicial, dedicada a secuestrar, torturar y asesinar a la militancia de izquierda de La Plata y zonas vecinas. Este virtual señorío de la CNU se terminó cuando las FFAA detuvieron a varios de sus integrantes durante el intento de secuestro de Juan Carlos Arias, un militante del peronismo platense. Por supuesto, este acto poco tenía que ver con el repudio al accionar de la banda parapolicial, sino que obedecía a la intención del ejército de centralizar la represión. La CNU era un grupo más, no el único, que se integró operativamente a la Triple A. El periodista Ignacio González Janzen describe a la Triple A como una federación de “bandas” de derecha bajo el control de López Rega y afirma que la coordinación de acciones y objetivos de todos los que luchaban contra “la sinarquía marxista” se decidió en junio de 1974, durante una reunión nocturna de 250 militantes de los grupos nacionalistas de derecha en el Círculo Militar de la Nación en Capital Federal. González Janzen fue testigo presencial de ese hecho y milagrosamente logró escapar con vida del encuentro al ser reconocido por uno de sus partícipes. Hasta ese momento relatado por González Janzen, generalmente la extrema derecha elegía atacar a la izquierda peronista con la colocación de bombas en sus locales y mediante emboscadas en lugares abiertos (por ejemplo, asambleas, actos, pintadas callejeras) que aseguraban luego una rápida huida de los terroristas. Con la 89

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llegada de Isabel Perón a la presidencia, la capacidad operativa de los grupos parapoliciales se incrementó, con el Ministro López Rega brindando cobertura total a su accionar. Al saberse impunes de cualquier represalia por parte del Estado, los grupos parapoliciales no hicieron demasiado esfuerzo por ocultar los secuestros de posibles testigos y, como prueba de su eficacia, abandonaban a los cadáveres en las veras de los caminos. Cuerpos salvajemente torturados y acribillados, “aparecidos”, para dar un mensaje político aterrador a quienes figuraban en las amplias listas negras de futuros ejecutados: políticos, periodistas, artistas, sindicalistas, estudiantes, sacerdotes. Todos acusados de ser “colaboradores” de la guerrilla e indefensos ante la persecución de las “bandas” del “brujo”. Gracias a las “zonas liberadas” la CNU y sus socios en otras provincias comenzaron a buscar de manera sistemática al “enemigo” en sus propios domicilios, despreocupados de cualquier peligro y represalia. La particularidad de este acto, que no era equiparable a otros fenómenos de violencia política, inspiró la creación de un eufemismo que lo calificó correctamente, quienes salían a operar contra la “subversión” hablaban de salir a “reventar” una casa. Al poco tiempo, las “patotas” de las FFAA perfeccionaron la práctica. En ese agosto de 1974, la casa de la calle 2 en la que vivía el Chango con sus compañeros era vista todavía por sus ocupantes como un lugar seguro. En un informe publicado en la revista Miradas al Sur, Sergio López recordaba Era el departamento del fondo por el pasillo, supongo que sería el B. Lo habíamos alquilado en los últimos tiempos de la alegría. Yo ya había dado por terminada mi vida de estudiante, ellos ya se habían recibido de periodistas. Era un domicilio 90

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oficial, no se hacían ahí reuniones políticas, tampoco se tenían materiales complicados. Sí recuerdo algunas juntadas festivas, en las que el intrincado patio se pobló de desconocidos amigos de amigos no muy conocidos, en las que el vino y la euforia nos puso a cantar, a gritar consignas, y a decir nombres en voz demasiado alta. Para fines de julio de 1974, la casa ya había sido marcada por la CNU. El Chango solía cenar en la casa del sindicalista combativo Carlos Ennio Pierini, luego de comer el sindicalista llevaba al Chango a la zona donde este vivía. En una de esas tantas noches fueron seguidos por el grupo de tareas y Macor siguió bajo vigilancia hasta que llegó a su vivienda. El vínculo entre las patotas de la CNU y las fuerzas de seguridad era tan íntimo que, poco después, un comando que se identificó como perteneciente a la Policía Federal allanó la vivienda. Al único que encontraron fue a Hugo Dellasoppa. A principios de agosto un grupo armado allanó la casa de la calle 2, entre 38 y 39. A la hora de la mañana en que se produjo la irrupción el único que estaba en la casa era yo, a punto de salir para mi trabajo de no docente en la Universidad de La Plata. Después de revolver nuestras pertenencias sin encontrar ningún elemento comprometedor, me trasladaron hasta la delegación de la Policía Federal, a pocos metros de la Plaza Moreno. Allí me interrogaron acerca de mis actividades y mi filiación política, para dejarme en libertad cerca del mediodía (…) Recuerdo que ante este hecho junto con Manuel Urriza, amigo, abogado y profesor de Opinión Pública II en Periodismo y un concejal de apellido Casajús, nos presentamos en la 91

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Delegación de la Policía Federal de La Plata para preguntar si existía sobre nosotros alguna orden de detención. El comisario de entonces nos negó toda intervención policial en el hecho (…) y nos aconsejó que tuviéramos ‘cuidado’, dejando entrever que operaban en La Plata personas de otras jurisdicciones. También recuerdo que el doctor Urriza presentó un recurso de hábeas corpus en la Justicia. Pero la advertencia estaba hecha y decidimos ‘levantar’ la casa. Dellasoppa contó con la infrecuente suerte de que el allanamiento y su detención se hicieron “por derecha” (esto es, en forma legal). Lo mejor era no volver a poner a prueba el destino, por lo tanto los tres muchachos buscaron cobijo en los departamentos de otros compañeros. Pero fatalmente el Chango regresó la noche del lunes 6 de agosto de 1974 a dormir a la casa de la calle 2. Eso era una violación elemental a las normas de seguridad de la organización. Volvía de Avellaneda, después de ver jugar a Independiente, el club de sus amores. Quizás el Chango no quería comprometer la seguridad de quienes le habían dado alojamiento luego del precipitado abandono de la vivienda o quizás no tuvo otra opción que ir a dormir de nuevo a ese lugar, porque “eran días de debande”, rememora su amigo Sergio López. Lo que le pasó al Chango lejos estaba de ser una excepción. Cientos de estudiantes venidos del “interior” a La Plata, apartados de sus afectos familiares y de las solidaridades que se construyen en un barrio, comenzaron a depender, en esas circunstancias, de la protección mínima que podía otorgarles su círculo de militancia, afectado, también, por los mismos enemigos. Esa noche, en la ciudad inmensamente ajena y fría, a Luis Norberto Macor lo secuestraron cinco individuos que bajaron de un 92

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Ford Falcon y lo sacaron en pijamas de la casa. La causa judicial iniciada más de tres décadas después, singularizó los nombres de sus asesinos, entre ellos estaba Aníbal Gordon (a) El Viejo y Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio. En la esquina, un patrullero de la policía cortaba la calle.

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El Pueblo Peronista fue fusilado… En horas de la noche del lunes 5 de agosto y la madrugada del martes 6, fueron secuestrados y asesinados por la CNU los militantes peronistas Horacio Chavez, su hijo Rolando, Carlos Pierini y Luis Norberto Macor. Todos ellos estaban vinculados a la izquierda peronista y sus cadáveres acribillados a balazos aparecieron en lugares públicos a pocas horas de los secuestros. Para la revista Causa Peronista, el mensaje de estas ejecuciones era inequívoco. La revista era la continuidad legal de El Descamisado y el Peronista para la Liberación Nacional, clausuradas y prohibidas por el gobierno nacional. En su edición del día martes 13 de agosto tituló su tapa: “En LA PLATA y CÓRDOBA el vandorismo declaró la…GUERRA CONTRA EL PUEBLO PERONISTA” y en el editorial firmado por Rodolfo Galimberti se acusaba al “brujovandorismo” de … no pretende[r] sólo liquidar a un sector del peronismo [sino de querer] terminar con el Movimiento a sangre y fuego. Pero con la camiseta peronista, con la “ortodoxia” en una mano y el aparato de los “servicios” en la otra. Lo que hasta hace unos días eran manejos palaciegos hoy son los primeros golpes sangrientos de una guerra (…) En realidad acá no hay nada nuevo, sólo que todas las fuerzas de la antipatria que venían ganando terreno durante el gobierno de Perón, pero entorpecidas por su liderazgo, hoy pasan a la ofensiva y quieren arrasar con todo. ¿Pero con qué quieren arrasar primero? ¿A qué apunta la masacre de La Plata? ¿Quiénes la ejecutaron? Según Galimberti, la ejecución de los Chávez, Pierini y Macor era una simbolización adecuada del pasado, presente y futuro de lu95

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cha del movimiento peronista pues, en la misma noche, dos viejos dirigentes de la resistencia contra la Revolución Libertadora habían sido secuestrados y asesinados junto a dos jóvenes peronistas. Con estos asesinatos los agentes del imperialismo intentaban dividir a los sectores representativos del peronismo. Los mataron porque le temen al peronismo organizado que, como decía Perón, es el único que puede sobrevivir en el futuro como instrumento de liberación. Y esta masacre demuestra que reorganizarlo es también preparar la resistencia. Además hay que sacar otra lección: no podemos seguir esperando que la reorganización venga de arriba (…) en los hechos, lo único que se ve es que el brujovandorismo ha desatado la guerra contra el pueblo y los trabajadores peronistas. Continuidad, entonces, de la represión ejercida desde 1955 contra el pueblo peronista en su conjunto. Las páginas centrales de Causa Peronista sintetizaban esta valoración con un título: “Como en José León Suarez, como en Trelew, como en Ezeiza…en La Plata EL PUEBLO PERONISTA FUE FUSILADO”. En la nota, el cronista se empeñaba en describir minuciosamente la presencia popular en el entierro de los militantes, ejemplificando con la participación de esos “varios miles de hombres y mujeres” que las víctimas y los Montoneros lejos estaban de ser infiltrados en el movimiento, sino que eran acompañados como verdaderos hijos. A LAS DOS DE LA TARDE del jueves 8, comenzaron a formarse las columnas. Rápidamente, la calle 44, entre 9 y 10, se cubrió con una impresionante cantidad de peronistas que querían dar el último adiós a los activistas asesinados. Un inmenso car96

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tel de MONTONEROS presidía la columna. Que lentamente se fue desplazando por la calle 10, en dirección al cementerio. El silencio sólo era alterado por algunos sollozos. No se escuchaba ni un comentario. Ni una amenaza. Pero los rostros denotaban toda la bronca que puede provocar el asesinato de cuatro compañeros. Masacrados en apenas unas horas. La policía, que un día antes había desplegado todos sus efectivos, optó por retirarse. Durante el paso de los manifestantes peronistas, no pudimos ver ni un solo patrullero. Sólo la gente en la calle, que observó con respeto el paso de la columna, integrada por varios miles de hombres y mujeres. Que seguían avanzando con paso lento, en busca del cementerio. Había bronca en los rostros. Mucha bronca. Durante el velatorio en la sede de ATULP, durante las largas horas junto a los cajones cerrados (las balas asesinas habían destrozado los cuerpos de los compañeros), se habló mucho de lo que estaba sucediendo en el país. Del avance del imperialismo. De los rumores que circulan en La Plata, y que dicen que hasta el 25 de agosto continuarán los atentados en cadena. Se habló mucho. “Los del CNU trabajan en combinación con la Federal y los servicios de la Marina” dijo un delegado de la JUP. Pero sus palabras eran las palabras de todos. Fue una larga caminata. Más de una hora y media acompañando los restos de los compañeros caídos. A las cinco y media de la tarde, la columna penetró en el cementerio. Silenciosa, ordenada, levantando en alto el inmenso cartel de MONTONEROS. Causa Peronista denunció la evidente colaboración de las policías con el accionar de la patota parapolicial de la CNU y reconstruyó la 97

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cronología de los secuestros y asesinatos. A las dos y media de la mañana del martes 6 de agosto, Luis Norberto Macor fue despertado por los gritos y golpes de cinco individuos jóvenes que tenían armas de grueso calibre. “¡Policía Federal!”, dijo una voz, lo golpearon, y rápidamente lo llevaron hasta un coche Falcón que dobló por la diagonal 74, en dirección a Punta Lara. Un testigo (que por razones obvias no reveló su nombre) dijo que alcanzó a ver a los asesinos. “Eran tipos jóvenes, que parecían estar muy nerviosos”. Pocas horas más tarde, en las cercanías del Arroyo del Gato, fue encontrado el cadáver de Macor. Tenía 14 balazos, diez de ellos en su cabeza. A las once y media de la noche del miércoles 7, fueron secuestrados de su casa en la calle 23, Horacio y Rolando Chaves. “¿Dónde están las armas?”, preguntaban los hombres que entraron violentamente a su casa y se identificaron como policías, “si no las entregan, los vamos a reventar a todos”, amenazaban. Encañonaron a Horacio, y lo empujaron hacia la puerta. Lo mismo se hizo con su hijo Rolando. “Los vamos a reventar”, gritó uno que parecía ser el jefe. Los subieron a un Falcón celeste. Según sus vecinos, Rolando no tenía militancia activa en el peronismo y se lo llevaron por equivocación. Los secuestradores buscaban su hermano Gonzalo, que militaba en la JTP Pocas horas más tarde, fue hallado el cadáver de Horacio Chaves sobre la vereda del local de la Juventud Peronista, en la calle 12 entre 45 y 46. Tenía la cara completamente destrozada por los balazos recibidos. El cuerpo de Rolando, también acribillado a balazos, fue encontrado en las calles 66 y 190, frente a la tranquera que da acceso a una quinta. Algunos vecinos dijeron que escucharon gritos de auxilio, y enseguida varias detonaciones. A las dos y media de la mañana del 7 de agosto, un grupo de hombres jóvenes, que se presentaron nuevamente como policías, golpeó la puerta de la casa de un viejo 98

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sindicalista petrolero: Carlos Ennio Pierini. Lo sacaron de la cama, sin escuchar los ruegos de su mujer. Y también en un coche Falcón desaparecieron inmediatamente. El cuerpo de Pierini fue encontrado, desfigurado por los balazos, en la avenida 7 entre 647 y 648, en jurisdicción de la comisaría octava. Causa Peronista reconstruyó así los perfiles militantes de los compañeros asesinados, YO YA ESTOY REGALADO —Horacio era un peronista de alma. Luchó siempre por el triunfo de las tres banderas peronistas: la Patria Justa, Libre y Soberana. Militante de la resistencia, estuvo preso muchas veces. Pero siempre con una sonrisa. Porque estaba seguro de la victoria final. El suboficial Delfor Díaz, gran amigo de Horacio Chaves, cuenta a La Causa Peronista su amistad con el militante peronista asesinado. “Claro que estaba seguro de la victoria final. Era un hombre con convicciones muy firmes. Y era muy valiente. Desde hace tiempo que lo venían amenazando de muerte. Pero él se reía. Decía que ya estaba regalado. Si me tenía que haber fusilado Aramburu. Me salvé de milagro. Así que estoy regalado. Era un tipazo este Chaves”, comenta Díaz. Horacio Chaves participó en el alzamiento del general Valle. Allí volvió a poner de manifiesto su valentía. Con una ametralladora de plástico ingresó en el Regimiento 7 de Infantería. Y después, ya fracasada la intentona, Horacio esperó en 51 y 17, aferrado a una ametralladora pesada, la llegada de un contingente del ejército leal a los gorilas. La ametralladora se le atascó, porque si no —cuenta Díaz— habría derribado a muchos enemigos. Permaneció detenido desde junio de 1956 hasta enero del 58, “paseado” por el penal de Olmos, por el penal militar de Magdalena, en la cárcel de Las Heras, en Río Gallegos, en el Penal de Rawson (de aquí 99

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se fuga y es detenido a los pocos días en La Plata). Otra vez en Olmos, luego a Magdalena, y otra vez a Olmos. Lo liberaron el 31 de enero. Pero el vía crucis de este peronista de alma no iba a terminar allí: instalado el radical Frondizi en el gobierno, y ejecutando el plan Conintes, Horacio Chaves es otra vez detenido. Ahora se lo tortura salvajemente. Pero Chaves confiesa a un amigo que “después de un tiempo, te acostumbras a la corriente. Ni la sentís”. Como se trataba de un peronista auténtico, los gorilas no lo dejaron vivir tranquilo. No había año en que Chaves no estuviera preso. Se lo acusaba de “terrorista”. De conspirar contra las “instituciones republicanas”. Pero este militante incansable no se doblegó. Siguió peleando por el retorno del general Perón. En 1972, Horacio Chaves es elegido secretario general del Partido Justicialista de La Plata. Cargo que ocupó hasta que las “altas” autoridades del Movimiento decidieron nombrar un interventor. Para estas autoridades, un peronista auténtico era un real peligro. Así que había que descabezarlo. Y lo hicieron. EL “GRINGO” PIERINI —Seguro que el gringo pensó que se trataba de un nuevo allanamiento, a los que estaba acostumbrado. Si su vida fue un constante batallar en defensa de la causa peronista. Unos años atrás (creo que fue en el 70), también le allanaron la casa, lo torturaron y lo dejaron tirado por Palermo. Por eso te digo que esta vez el gringo creyó que se trataba de otro paseo. Por eso salió sin ofrecer ninguna resistencia. Debe haber pensado que a la mañana siguiente estaría de vuelta en casa. Con unos cuantos golpes, pero vivo. Así nos contaba un amigo de Pierini. Que relató otra anécdota: en épocas de la dictadura militar, también de madrugada, fue allanada su casa por efectivos de Coordinación Federal. Pierini alcanzó a llamar 100

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telefónicamente a un abogado amigo, quien enseguida dio cuenta del hecho a la comisaría. “Están robando en la casa de Pierini”, denunció el abogado. Hacia allí partieron los policías. Cuando vieron a los civiles que rodeaban la casa, les impartieron el “alto”, pero como respuesta recibieron la identificación: “somos de Coordinación”. El comisario, por supuesto, no pudo hacer nada. Pierini salió de la casa, rodeado de policías, sonriendo burlonamente. Así era el gringo. En sus 53 años de vida, Pierini había hecho mucho por la causa popular. Primero actuó en el campo universitario: abandonó sus estudios de Ingeniería faltándole apenas dos materias para recibirse. En el año 46, es uno de los fundadores del Sindicato Unidos Petroleros del Estado. Ocupa su secretaría general hasta el 55, cuando el golpe gorila arrasa con todos los sindicatos. A partir del 55, pasa a integrar la llamada Junta de Emergencia, como miembro confederal de la CGT. Integra, enseguida, la CGT Auténtica. Su militancia en la resistencia es bien conocida, sobre todo por quienes hoy ejercen cargos Importantes en el gobierno. Por supuesto, Pierini también sufre los embates del Conintes. Soporta cárceles, persecución, torturas. “Fue siempre un hombre del peronismo revolucionario”, lo definió su íntimo amigo Heriberto Torres, que compartió con él la dirección de la histórica huelga de los petroleros en 1968, cuando los trabajadores enfrentaron a la dictadura de Onganía durante más de dos meses. Un testigo que vio cómo llevaban a Pierini, dijo que entraron a su casa “cinco tipos que argumentaron ser de la policía. Se fueron en un coche azul y blanco, de los que usa la Federal”. El cadáver de Pierini fue encontrado detrás del aeródromo. Como consecuencia de los balazos recibidos, tenía la cabeza casi separada del cuerpo.

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EL PIBE MACOR Flaco, callado, estudioso, tranquilo. Así, con cuatro palabras, un amigo de Luis Norberto Macor definió al militante de la JUP. Tenía 21 años, y ya se había licenciado en Ciencias de la Información. A los 17 años había llegado de Catamarca. Y se puso a estudiar con mucha dedicación. Ya era peronista, pero el contacto con otros compañeros le sirvió para entender mejor el profundo significado del peronismo. —Jugaba muy bien al fútbol —recuerda otro compañero—. Y también practicaba gimnasia, porque decía que tenía un tórax chico, y que necesitaba ser más fuerte. En el año 72, estuvo detenido cinco días en dependencias de la tristemente célebre DIPA. Se lo había acusado de haber arrojado una bomba molotov. “Desde ese momento quedó un poco afectado. Esos cinco días en DIPA parece que fueron tremendos. Le infundieron terror”, contó un compañero. Cuando asume el gobernador Bidegain, Luis Macor trabaja en la secretaría de Prensa de la gobernación. De vez en cuando realiza un viaje a Catamarca, donde viven sus padres y hermanas. —Ahora no militaba tan activamente —cuenta otro compañero—. Por eso no entendemos por qué lo eligieron a él. Una semana antes de su asesinato, quince agentes de la Superintendencia de Seguridad habían allanado el departamento que Macor compartía con otros dos compañeros. En esa oportunidad, se llevaron detenido a uno de ellos, a quien dejaron en libertad a las tres horas. Algunos testigos creyeron reconocer, en los asesinos de Macor, a los mismos agentes de la Superintendencia de Seguridad. —Nosotros le habíamos dicho que no fuera a dormir a ese departamento. Que si había sido allanado, lo iban a allanar otra vez. Pero Luis no nos hizo caso. En ningún momento pensó que lo liquidarían tan miserablemente. Los otros dos compañeros, en cambio, optaron por dormir en otros lugares. Y esto, quizás, les salvó la vida. 102

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A Luis Macor lo sacaron en pijama, y lo metieron en el auto. Doblaron por la diagonal 74 y enfilaron hacia el Arroyo del Gato. Allí lo masacraron. Los cadáveres de Horacio y Rolando Chaves fueron velados en ATULP (Asociación de Trabajadores de la Universidad de La Plata). A Pierini se lo veló en el local del sindicato del SUPE, en Ensenada. Pero el cadáver del Chango tuvo que permanecer en la morgue de la Jefatura de La Plata hasta el viernes 9. El jueves 8 a la noche, el padre y una de sus hermanas llegaron desechos a La Plata. Sólo querían llevar el cadáver de Luis hasta Catamarca. Pero primero tuvieron que soportar los “pésames” del subcomisario Rivero, de la subcomisaría del Dique, que supuestamente tuvo a su cargo la investigación del asesinato. Los enviados de La Causa Peronista conversaron brevemente con el subcomisario Rivero. Le hicieron cinco preguntas, delante del padre y de la hermana de Macor; las preguntas no tuvieron respuesta: ¿Fueron interrogadas las demás personas que viven en un departamento contiguo, que también fueron amenazadas y golpeadas? ¿Se solicito descripción física de los agresores? ¿Se hizo realizar algún identikit? ¿Se hizo asentar en el sumario que esa misma casa fue allanada una semana antes, y detenido uno de sus ocupantes? ¿Se ordenó una inspección ocular a los efectos de constatar si había huellas dactilares? El subcomisario Rivero se excusó, dijo que no tenía conocimiento que esa casa había sido allanada, y lamentó que “un muchacho tan joven haya sido muerto”.

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Comunicado de los Montoneros A nuestro Pueblo: Una vez más los peronistas nos vemos conmovidos por la violencia brutal de la antipatria. Los compañeros HORACIO CHAVES, héroe de la resistencia, y su hijo ROLANDO HORACIO; el compañero TITO PIERINI, militante de la resistencia y dirigente de la huelga del S.U.P.E. en el año 1968; el compañero LUIS NORBERTO MACOR, militante de la JUP, fueron arrancados de sus casas y alevosamente asesinados por la policía de LÓPEZ REGA, LORENZO MIGUEL, CALABRO, VILLAR, MARGARIDE Y SILVA. Esto que era cosa de todos los días durante la dictadura militar, vuelve a serlo bajo un gobierno que ha dejado de ser peronista. Porque no hay Gobierno Peronista cuando los trabajadores se ven despojados por una patronal que le congela los salarlos, le cierra sus fuentes de trabajo y los despide masivamente. Porque no hay Gobierno Peronista cuando los organismos del Estado son puestos al servicio de la represión, la tortura y el asesinato. Porque no hay Gobierno Peronista cuando los trabajadores y el Pueblo no participan activamente en él. Como tampoco constituye un Gobierno Peronista el dirigido por el señor Calabró, que rodeado de bandas de matones dirige la Provincia como si fuera un garito. A sólo un mes de la muerte del Líder, que significaba una valla al crecimiento de esos sectores instrumento del imperialismo y la oligarquía, se han lanzado a| asalto del Movimiento y del Gobierno, pretendiendo confundir al Pueblo. Pero el Pueblo no se engaña y sabe que su lucha es contra el imperialismo, la oligarquía y el vandorismo traidor. El compañero Horacio Chaves, que peleó junto a Valle y Cogorno, que fue condenado a muerte por la dictadura de Aram105

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buru y Rojas, que recorrió todas las cárceles del país durante los gobiernos gorilas, que defendió toda su vida la causa peronista, que seguía militando activamente llevando su palabra a todo acto peronista como la hiciera el último 1º de julio cuando la muerte del General, donde instó a la necesidad de no cejar en la lucha, de organizarse, de denunciar las maniobras arteras de los traidores; fue vilmente asesinado junto a los otros compañeros. Por todo esto lo mataron, porque ellos quieren concretar el sueño de Lanusse, hacen el G.A.N. arrasando con todos los peronistas leales al Pueblo y a la clase trabajadora. Mientras lloran a los hijos dilectos de la oligarquía Mor Roig y Kraiselburd,asesinan a los militantes peronistas. A los compañeros caídos les decimos: Organizando barrio por barrio, fábrica por fábrica, escuela por escuela, llevaremos adelante las tres banderas de la Patria Justa, Libre y Soberana por las que ustedes vivieron y murieron. Una vez más reiteramos nuestra decisión de seguir combatiendo. Ninguna violencia podrá torcer la decisión del Pueblo de llegar a la victoria final. Al enemigo le decimos como la compañera Evita: A LA VIOLENCIA BRUTAL DE LA ANTIPATRIA RESPONDEREMOS CON LA VIOLENCIA POPULAR ORGANIZADA. HASTA LA VICTORIA MI GENERAL PERÓN O MUERTE VIVA LA PATRIA MONTONEROS

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Cazando fantasmas en el pueblo chico.

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“Julio nos llama, lo habían matado a Macor en La Plata y estábamos preparándonos para recibir al cuerpo del compañero y pasa lo de Capilla del Rosario.” Testimonio de una ex militante de la JP Regionales.

El cadáver del Chango Macor llegó a Catamarca el sábado 10 de agosto. En el diario La Unión la noticia de su muerte, escrita en forma concisa y sin adjetivos, se publicó en las páginas interiores de la edición del jueves 8 de agosto, “Asesinaron en La Plata a un Universitario Catamarqueño” expresaba el titular. En el pequeño suelto no había conjeturas sobre la posible identidad de los asesinos ni se vinculaba al Chango con alguna identidad política. Un muerto más, en la interminable escalada de violencia que, en este caso, llamaba algo más la atención por el origen catamarqueño de la víctima. El mismo día, un solitario aviso fúnebre, con la participación de sus familiares directos y nadie más, enumeraba los pasos necesarios del rito: velatorio en la casa familiar de la calle Sarmiento, misa por el eterno descanso de su alma en la Capilla del Corazón de Jesús y entierro en el Cementerio Municipal de la ciudad Capital. El caserón de la calle Sarmiento se llenó de familiares, vecinos, amigos y compañeros de la escuela primaria y secundaria. Marcela Macor sintió un leve alivio entre tanto dolor cuando comprobó, atisbando por el escueto vidrio del cajón, que el rostro de su hermano estaba intacto… 39

- Este capítulo es deudor de un artículo académico escrito junto al colega y amigo Aníbal del

Carmen Salas.

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A Lila Macedo le avisaron del asesinato de Macor cuando regresaba de un breve descanso en la provincia de Córdoba. Lila y la mayoría de sus compañeros no lo conocían. Sin embargo y a pesar del clima de represión cada vez más agobiante en la provincia, la JP Regionales tomó la decisión de acompañar el entierro del Chango. La movilización de la JP también era esperada por la policía de Catamarca. El gobierno de la provincia atesoraba amargos recuerdos del funeral público del Senador Balverdi y en esta ocasión tenía el firme propósito de impedir que las exequias de Macor fueran “copadas” por las banderas de los Montoneros, con previsibles cantos y discursos en contra de López Rega e Isabel, ante quienes Mott se preocupaba por demostrar constantemente su lealtad. En previsión a posibles desmanes y protestas, quien era el responsable de la División Investigaciones: el Comisario Toloza, ordenó el acuartelamiento y alerta de todos los efectivos a su mando. Luego de la masacre de Capilla del Rosario, Toloza se felicitó por esta decisión. Algunas de las escenas vividas en su velatorio y entierro permiten observar el impacto de la persecución iniciada en esos meses contra la antaño “juventud maravillosa”. Según sus familiares y amigos no hubo cánticos, coronas fúnebres ni banderas de la JP o del Partido Justicialista. No recuerdan siquiera, la presencia de algún dedo en “V” al momento de despedir al féretro. Los últimos momentos del duelo con cuerpo presente lo hicieron rodeados de un amplio dispositivo de seguridad policial y del silencioso acompañamiento de los viejos conocidos del barrio. Esa noche, más de cuarenta guerrilleros pertenecientes a la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez del PRT-ERP se estaban cambiando en el interior de un colectivo cuando fueron sorpren108

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didos por dos móviles policiales en un callejón de Banda de Varela, ubicado a pocos quilómetros de la ciudad capital. A pesar de tener mejores armas y de triplicar en número a los policías, el tiroteo duró escasos minutos. Los guerrilleros creyeron que estaban rodeados por fuerzas muy superiores del ejército y la escasa visibilidad de esa oscura noche de invierno contribuyó a que se produjera la huida desordenada de casi todos los integrantes de la compañía. En ese callejón murieron dos guerrilleros, quedó gravemente herido el guerrillero Eduardo Aníbal Arroyo y también fueron heridos dos policías. Prácticamente a la misma hora, combatientes del ERP entraban exitosamente la Fábrica Militar de Villa María en la provincia de Córdoba. Pero en Catamarca, al haber perdido el factor sorpresa, el mando del ERP ordenó la retirada hacía sus campamentos de la selva tucumana. El grupo principal emprendió el repliegue, con el núcleo central de la Compañía de Monte y todo su Estado Mayor, a bordo de los patrulleros capturados. En su fuga, se toparon con una pinza policial, que lograron dominar sin que se produzca refriega alguna. Gracias a su demostrada capacidad de mando, el Capitán Santiago (Hugo Alfredo Irurzún) y doce combatientes llegaron a salvo al Campamento base en La Horqueta del monte tucumano. En Catamarca quedaron aislados, en diversos grupos, 27 combatientes que desconocían prácticamente la zona. 16 sobrevivientes vagaron en círculos y prácticamente perdidos en los cerros bajos de Fray Mamerto Esquiú, durante las frías horas de la noche del 12 de agosto. El responsable de este grupo hambriento y mal armado era el “Negrito” Fernández, un muy respetado y querido dirigente del PRT que se había destacado en la organi109

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zación de los obreros cañeros de Tucumán pero que contaba con escasa experiencia en combate. La desorientación de los guerrilleros sobrevivientes era tal, que acamparon no muy lejos de la zona del primer enfrentamiento, en un paraje conocido como el Cañadón de los Walther, muy cerca de la Capilla del Rosario en el Departamento Piedra Blanca. Dos miembros del grupo fueron hacia Piedra Blanca para intentar comprar alimentos y observar los movimientos de las fuerzas represivas, sin embargo, fueron denunciados por los propios pobladores. A décadas de estos hechos, llama la atención el candor ¿o la desesperación? de los guerrilleros que se dirigieron al pueblo en busca de comida, cuando eran fácilmente identificables por su condición de “afueranos” en una Catamarca en la que los forasteros eran objeto de atención inmediata. Para las 8.50hs. del lunes 12 de agosto, esos dos militantes habían sido detenidos en un almacén y panadería de Piedra Blanca y la policía conocía con precisión el lugar adonde estaban los últimos insurgentes cercados. Minutos más tarde, la policía envió una comisión para intentar capturarlos. Al verlos aproximarse, los guerrilleros que estaban apostados de guardia, abrieron fuego. La refriega duró unos instantes y en ella fue abatido el Cabo de Policía Ramón Acevedo. Mientras el resto de los policías se retiraban en desbandada, los guerrilleros del PRT - ERP perdían la oportunidad de rendirse y de salvar sus vidas, pues todavía la policía no asesinaba a sus prisioneros. A partir de ese momento, mientras esperaban la llegada de un escuadrón del ejército, la policía provincial montó un cerco sobre la posición de los guerrilleros replegados en una hondonada entre cerros. A su llegada al lugar, el Capitán Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores se hizo cargo de que el perímetro solo fuera 110

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franqueado por los efectivos del ejército e impidió que periodistas y civiles se acercaran a la zona del operativo. Los únicos testigos posibles de lo que estaba por ocurrir, serían los mismos militares. Al medio día, sesenta soldados al mando del Subteniente Mario Nakagama y el Teniente Primero Jorge Exequiel Acosta penetraron en la hondonada y entablaron combate con los guerrilleros, que se habían dividido en dos grupos de cinco y nueve hombres. Según recuerdan diversos testigos de los hechos, los disparos se escucharon hasta aproximadamente las 17hs. momento en el que los integrantes del PRT – ERP se quedaron sin parque de municiones e intentaron parlamentar y rendirse. Así lo recuerda, un vecino de Piedra Blanca Por supuesto, no podíamos ir, estábamos en la ladera, con el cerco policial, pero se escuchaba todo...de pronto hubo un silencio y algunos gritos, como de rendición, no sé…son tantos años, y después sí, la fusilería de nuevo. Por eso nadie creía que los habían matado en combate a los changos ¡si se habían rendido!40 Pasadas las 17 hs. todos los guerrilleros habían sido asesinados por el ejército. Casi de inmediato el jefe del regimiento local, Coronel Cubas y el jefe de la Cuarta Brigada AeroTransportada, Gral. José Vaquero, aseguraron en una improvisada conferencia a los medios de comunicación nacionales “que todos los insurgentes habían muerto en combate leal y franco”. Sin embargo, algunos suboficiales de la policía local y conscriptos del regimiento, recordaban con claridad las órdenes de los oficiales que marchaban al cerro con la misión de “no dejar a ningún subversivo con vida” ya “que el ejército 40

- P.C., varón, 67 años.

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no toma prisioneros” y comenzaron a comentarlo en voz baja. A horas de la mañana, el fantasma de la masacre ya estaba presente en el espíritu de quienes intentaron infructuosamente evitarla. En sus declaraciones ante la justicia, el abogado Jorge Marca dijo: ...Perteneciendo al estudio jurídico del entonces ministro de gobierno Alberto del Toro y enterado de las acciones represivas del ejército le solicité al ministro que “evitara una masacre “y en mi presencia lo llamó al entonces jefe del regimiento Coronel Cubas y al terminar el llamado me comunicó el fracaso de la negociación diciéndome”: Por orden del Gral. Vaquero se va a aniquilar a los que están rodeados. Y así fue, pues junto con el abogado Curuchet pudimos ver los 16 cadáveres que se encontraban en la morgue del cementerio, se notaba que habían sido muertos por Itakasos a quemarropa, dado que en la zona donde había impactado estaban destrozados y en gran extensión ( había un muchacho de Mar del Plata que le faltaba la mitad de la cabeza) En ese momento pedimos que se fotografiaran los cuerpos enteros y de los rostros a los fines de que pudieran ser identificados por los familiares, así ocurrió y me tocó la tarea de acompañar a los familiares hasta el juzgado Federal donde se encontraban las fotos (más o menos diez familiares)41 . Pasados casi cuarenta años de los hechos, el lenguaje pretendidamente aséptico de la instrucción judicial no puede ocultar, con sus eufemismos, la crueldad de lo sucedido: A fs 40 vuelta del Cuerpo I de autos surge en el Acta de 41

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- Causa “Viudez y Otros”, Juzgado Federal de Catamarca.

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Secuestro que: Terminado el combate, los efectivos se acercan en forma prudencial y se ve 14 cuerpos de guerrilleros muertos con impactos de balas en distintas partes del cuerpo. También dejan constancia en dicha acta que el lugar en donde se encontraban los cuerpos presentaban dificultades para acercarse por esa razón el traslado de los cuerpos era en Helicóptero y de a cuatro. Así fueron llevados a la morgue para fotografiar y sacar huellas dactilares para su posterior identificación por sección criminalística, tal como surge a fs 40 Vta. A fs 42 del cuerpo I de autos existe el Acta de Procedimiento y de Secuestro en donde consta que: Se procede a tomar huellas digitales por parte del Jefe de Criminalística Crio. Fanor Falqui Figueroa. Mientras que el oficial Soria Ernesto Roque procede a realizar un registro de cadáveres de un total de diez cuerpos. Así se dispone numerar los cadáveres del uno en adelante. También se deja constancia que existen seis cadáveres del día anterior (o sea del día 11) sumando así 16 cadáveres42

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- Ídem a la anterior.

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Las huellas y los testigos de la masacre El abogado Mario Marca intentó mediar desesperadamente un acuerdo de rendición mediante la intervención de su socio, el Ministro de Gobierno Alberto del Valle Toro, pero el ejército se negó, pues su intención era vengar la afrenta sufrida en Villa María. “Querían hacer una matanza”, recuerda hoy un ex policía. A Marca no le quedó ninguna duda de que la intención fue masacrar a los guerrilleros. Desgraciadamente no quedaron testigos para contar si fueron masacrados o si fueron muertos en combate. Los guerrilleros detenidos tampoco podrán contar nada, pues ellos no estuvieron en ese lugar. Pero hay muchos indicios que nos permiten suponer que se trató de un fusilamiento. Los abogados defensores pudimos ver los cadáveres. Cuatro de ellos, presentan grandes manchas de pólvora en todo el cuerpo. Esto ocurre, cuando se dispara a menos de un metro de distancia. Se observan, también, varios culatazos. En la mayoría de los cadáveres se pueden ver heridas en las manos y en los brazos. Como si los changos hubiesen tratado de protegerse. Es posible que los changos se hayan rendido. Y ahí se los remató. Pero como les dije al principio, esto se va a ser difícil de probar. No quedaron testigos43 . Los funcionarios civiles de la provincia y de la nación, hicieron poco o nada para evitar el previsible desenlace. O se mostraron 43

- Revista Causa Peronista, 20/08/74.

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impotentes, o festejaron calurosamente los resultados. La Masacre de Capilla del Rosario demostró que, a partir de ese momento, las FFAA no tomarían prisioneros. En las últimas horas del día lunes 12, el gobernador Mott se reunió en su despacho de la Casa de Gobierno con el Comisario Villar, quien le pidió que transmitiese sus felicitaciones a la policía provincial por la eficacia demostrada en los procedimientos contra el “terrorismo”. Para el Ministro Toro se estaba ante “un episodio más de la alienación que padece un minúsculo sector de la población (…) en este intento de copamiento el extremismo sufrió una grave derrota”44. Toro diferenciaba la situación de Catamarca a lo que se conocía, en esas horas, como una exitosa acción paralela del PRT-ERP en la Fábrica Militar de Villa María. En la guarnición cordobesa los guerrilleros cumplieron con sus objetivos y se retiraron con escasas bajas y gran cantidad de armamento. Mardonio Díaz Martínez, abogado y presidente del FIP de Catamarca denunció públicamente la “horrible matanza de que fueron víctimas jóvenes argentinos, vulnerando el derecho de gente y las convenciones internacionales como las de Ginebra, sobre el trato de prisioneros de guerra”: 45 Virtualmente, la decisión de las fuerzas represivas de fusilar a los guerrilleros del PRT-ERP rompió con la lógica de enfrentamientos entre fuerzas regulares e irregulares en la Argentina. Hasta entonces, en situaciones sin escapatoria, los guerrilleros resistían todo lo posible para asegurar la presencia de medios de comunicación, abogados y testigos casuales que asegurarán el respeto de sus vidas, luego de rendirse. La sangrienta excepción fue la Masacre de Trelew en agos44

- Diario La Unión de Catamarca, 12/08/74.

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- Revista Causa Peronista, 20/08/74.

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to de 1972. Todo parece indicar que esto era lo que intentaron hacer los guerrilleros en Catamarca, ya que después de tres días sin agua ni alimentos, con escasas municiones y completamente rodeados, los hombres al mando del Negrito Fernández, sabían que su único destino era, por el momento, la cárcel. Para la lógica del PRT-ERP, la rendición y la cárcel eran sólo algunos de los imponderables que se afrontaba en la militancia. El heroísmo suicida no formaba parte de la ética partidaria, si bien existía la creencia de que la caída de cada combatiente alentaba a otros a seguir su ejemplo, se debía intentar seguir con vida para ser útil al Partido y a la Revolución. Por lo tanto, resultó inmediatamente irrisoria la versión oficial de que los guerrilleros prefirieron luchar hasta morir. Al aniquilar al adversario vencido (en el marco de un gobierno constitucional) e intentar ocultar las huellas de su culpabilidad (en espera de la impunidad) las Fuerzas Armadas dieron otro paso en la constitución del Estado Genocida. El golpe del 24 de marzo de 1976 estaba a menos de dos años de distancia, pero su venas se alimentaban con la sangre vertida en Catamarca. El saldo trágico de la acción de Catamarca, impulsó al PRTERP a iniciar una campaña de represalias contra el ejército. La consigna fue: “No se tomarán más prisioneros, hasta que el ejército no respete la vida de los guerrilleros”. Sin embargo, el 1 de diciembre de 1974, un comando del ERP mató al Capitán Viola y a su pequeña hija de tres años en la provincia de Tucumán. Luego de este hecho, el PRT-ERP suspendió inmediatamente esta orden, pero la pérdida de una vida inocente, fue y sigue siendo hoy, injustificable política y éticamente. Por unos pocos días, la provincia apareció en los titulares de los diarios nacionales. Daban cuenta del frustrado intento de copamien117

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to del RIA 17 de Catamarca, junto a los casi inmediatos rumores del fusilamiento sufrido por integrantes de la compañía guerrillera en las cercanías de Capilla del Rosario. En esta cobertura, el fracaso de los planes guerrilleros y la efectividad del ejército fue destacada por gran parte de la prensa nacional, mientras los medios comprometidos con posturas derechistas encontraron en el desenlace una necesaria lección de sangre para los “apátridas subversivos”. Por su parte, las publicaciones de izquierda coincidieron en denunciar la masacre, mientras divergían en justificar la oportunidad de la lucha armada en el marco de un gobierno democrático. En el ámbito local, los sucesos produjeron consternación. Hasta ese momento, era improbable para muchos que en Catamarca se produjera una acción guerrillera. Si bien la violencia ligada a la confrontación política no era novedad, pocos preveían un operativo de esa magnitud en la provincia. En los días inmediatamente posteriores a la masacre de 14 guerrilleros del PRT-ERP en el Departamento Fray Mamerto Esquiú, el ejército y la policía realizaron en el Valle Central una serie de allanamientos y detenciones con el objetivo de descubrir a los apoyos locales de la guerrilla. En la prensa catamarqueña se consideraba inconcebible que el PRT-ERP llevara a cabo este plan sin contar con información procedente de colaboradores en el interior del Regimiento y en la propia provincia. La presencia de “Infiltrados” de la guerrilla en el Regimiento fue una de las hipótesis con las que el ejército hizo contrainteligencia desde el mismo día 11 de agosto. La intención de esta búsqueda no fue el localizar a los colaboradores para ponerlos a disposición de la justicia. Eduardo Barrionuevo, un cabo del ejército procedente de Santiago del Estero, que murió el día 12, supuestamente al manipular una granada en Capilla del Rosario, nunca fue asumido como 118

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baja propia y heroica por el ejército. Al conscripto Raúl Antonio Aybar lo secuestraron en instalaciones del mismo RIA 17 y, según su testimonio, lo llevaron a un lugar cercano al Dique Las Pirquitas, en donde lo torturan salvajemente para que confiese su pertenencia al PRT- ERP. Aybar fue licenciado hasta su baja y en 1977 es nuevamente detenido. Ocho meses después de la masacre, el 28 de abril de 1975, apareció flotando en el espejo de agua del Dique Las Pirquitas el cuerpo amordazado y atado con cadenas del conscripto santiagueño Jorge Omar Ormaechea. En la prensa de la época jamás se hizo referencia a que Ormaechea prestaba servicios en el RIA 17. Para los servicios de seguridad del estado provincial la situación también era meridianamente clara: “Estamos en guerra y aquí van a caer jóvenes, mayores y niños” dijo el jefe de la policía catamarqueña, el Teniente Coronel (R.) Rolando Anello en una conversación informal con amigos y conocidos. La violencia de los procedimientos, sin la correspondiente orden de allanamiento, impulsó a la realización de un debate en la Cámara de Diputados del que participó el jefe de policía justificando lo dicho y lo actuado. En la U.N.Ca en una asamblea autoconvocada de sus claustros se repudió la represión indiscriminada y los abogados Curutchet y Frondizi, defensores de los guerrilleros detenidos, denunciaron el fusilamiento masivo. Alarmados por el tono de las consignas lanzadas ese día, un grupo de profesores de Humanidades se retiró de la asamblea e indicó luego en un comunicado que, “de ninguna manera los participantes de esta asamblea representaban a la universidad, eran en su mayoría, estudiantes que venían de [estudiar] de otras provincias”46 . Según los testimonios, los líderes de esta asamblea (militantes de la JUP y del FIP) fueron detenidos en 46

- Diario La Unión de Catamarca, 15/8/76.

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meses posteriores por orden del Poder Ejecutivo Nacional. Alfredo Curutchet y Silvio Frondizi eran muy conocidos por su valiente actuación en la defensa de presos políticos, la cual afrontaban sin discriminar pertenencias partidarias de los detenidos. En Catamarca, estos abogados porteños fueron acompañados en sus trámites judiciales y en las reuniones de solidaridad por el Dr. Julio Marcolli (de la JP) el Dr. Roberto Díaz (del Partido Revolucionario Cristiano) y el Dr. Mario Marca (un hombre de la izquierda independiente que trabajaba junto a Toro en su estudio jurídico) quien intentó el día 12 de agosto, sin éxito, cumplir el papel de mediador entre el ejército y la columna guerrillera. La denuncia de la masacre de Catamarca serían los últimos actos militantes de Curutchet y Frondizi. En septiembre de ese mismo año, la Triple A los asesinó en Capital Federal. El destino de sus colegas catamarqueños también estuvo marcado por los hechos de Capilla del Rosario, los tres letrados fueron detenidos y puestos a disposición del P.E.N pocos meses después. En Causa Peronista se siguió con particular atención lo sucedido en Catamarca. En el editorial del número 7, Rodolfo Galimberti (el “loco Galimba” para la JP) se preguntaba “¿Llegó la hora de la guerrilla?”. No sorprendió que en la segunda mitad del año 1974 la represión estatal se ejerciera entre una larga lista de los sospechosos de siempre: estudiantes universitarios, jóvenes profesionales, gremialistas y dirigentes políticos de partidos de izquierda como el Partido Comunista y el Frente de Izquierda Popular, que públicamente repudiaban la lucha armada. Ante la preocupación suscitada por la detención de estos ciudadanos (inclusive en el Colegio de Abogados catamarqueño) desde el gobierno provincial se razonó necesarias estas medidas extremas 120

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para evitar la venganza del PRT-ERP. El endurecimiento de la represión fue explicado en la prensa catamarqueña con el uso recurrente de fuentes off the record y trascendidos sobre la “probada” existencia de vínculos locales con la guerrilla. A estas certezas expresadas en los diarios, pronto se sumó una ola de rumores sobre la inminencia de un acto de venganza subversivo contra toda la sociedad catamarqueña. Según estos rumores, los responsables de esta “abominación” buscaban castigar a quienes fueron los responsables de su fracaso: un pueblo “acostumbrado a vivir en paz y fraternidad, que brinda la convivencia solidaria de los hijos de esta tierra bendita” (20 de agosto de 1974, Mensaje del Bloque de Diputados del Partido Justicialista al Sr. Jefe del Regimiento A T 17). Un policía veterano enumeró algunas de esas especulaciones discutidas y multiplicadas en las mesas de los bares capitalinos, Una de las cosas que más se escuchaba era que ellos estaban dispuestos a envenenar el Dique El Jumeal, por eso había guardia permanente en el lugar [o que] los guerrilleros habían puesto morteros para bombardear la ciudad [pero luego de] la denuncia del Gobernador lo que más se decía era que en la Fiesta de la Virgen andaba gente disfrazada y que iban a poner una bomba en el momento de la procesión. Como si eso fuera novedad, si justamente por la Fiesta venía un montón de gente de afuera47. Un ex conscripto del RIA 17 de Catamarca recuerda, de este modo, los cambios vividos en la vida interna de la unidad militar y en la sociedad catamarqueña luego de agosto de 1974. 47

- J.R, 72 años, policía retirado.

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Antes del intento de los guerrilleros vivíamos como en una nube. Sabíamos lo que pasaba en el país, pero no esperábamos nada aquí. Luego las cosas cambiaron mucho, estábamos en alerta permanente y hasta dormíamos vestidos, por miedo a un ataque. La gente, la familia comprendía lo que estábamos pasando. Si hasta en otros lugares del país habían aparecido panfletos con la frase “Haga Patria. Mate a un catamarqueño”. Quizás por eso, nadie te preguntaba demasiado por lo del copamiento. Se sabía que sobre eso no teníamos que hablar48 . Consultado sobre el origen de esta versión, el ex conscripto señaló, “eso se decía en el Regimiento, además creo que lo leímos en los diarios que nos llegaban. Sí, estoy seguro, a los conscriptos que eran de Tucumán y de Santiago les advertían que no digan que venían de Catamarca, por las dudas”. El informante declara su verdad, para él esos panfletos efectivamente se repartieron y amenazaban de muerte a todos los catamarqueños. No estuvo con nadie que haya visto personalmente a estos documentos, pero hoy no demuestra ninguna duda sobre su existencia y con esa información falsa, producto de un rumor generado, inclusive, en el uso de una frase hecha (Haga Patria mate a un) ha construido parte de su memoria.

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- N.L, 60 años, ex conscripto del R IAT 17.

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Testimonio de Juan Filippin, compañero de estudios en La Plata… Al Chango Macor lo conozco en La Plata, debe haber sido uno o dos años menor que yo y nos vinculamos en los cursos de ingreso al saber que veníamos de la misma provincia. En esa época ir a la universidad significaba entrar a un mundo muy especial. Por ejemplo, en la Facultad de Filosofía y Letras veíamos “La hora de los hornos” de Pino Solanas recién estrenada. Salías de ahí para ir al anfiteatro de Clínicas, porque había un concierto de cuerdas y se llenaba de estudiantes del interior del país que llegaban a La Plata con ansias de aprender y conocer algo nuevo. Otro lugar de reunión era el comedor universitario, un edificio muy moderno que estaba en el borde del Bosque de La Plata. Cada vez que había lío la policía rompían las ventanas y tiraban gases para obligar a los estudiantes a salir. Recuerdo una vez que volvía caminando de una marcha con unos compañeros por Economía y había una diagonal que pasaba por frente del Club Estudiantes de La Plata y llegábamos al comedor y a lo lejos escuchamos a alguien que nos llamaba con una típica tonada, nos dimos vuelta y era un catamarqueño que traía entre los brazos un montón de milanesas. Se había producido un lío en el comedor y el aprovechó ese momento para arriar con la comida. Ese era el lugar de encuentro de todos los estudiantes. Lo más común era que alguien se subiera a una silla y pronunciara un discurso y luego otro, de una agrupación diferente, hacía lo mismo apoyando o rebatiendo al anterior. En La Plata había una cantidad impresionante de estudiantes del interior y de Bolivia y Perú. En esa época se decía que a los golpes en Bolivia los tramaban en los departamentos de estudiantes de 123

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La Plata, porque los padres de esos chicos de la clase alta boliviana cuando venían a visitar a sus hijos podían conspirar más tranquilos. En el primer año me había encontrado con el padre Fernández que era mucho mayor a nosotros y daba misas en la Parroquia Virgen del Valle de La Plata, en donde se realizaban casi todos los casamientos de la JP. Recuerdo que el Chango era muy alto, flaco y blanco… pachorriento, tranquilo…muy al estilo catamarqueño. En 1973 me vuelvo a Catamarca para votar a la formula Cámpora-Solano Lima y me quedo a trabajar aquí, porque ya había rendido la última materia de periodismo. Cuando viajo a buscar el título, sentí que las cosas habían cambiado porque la gente con la que uno se relacionaba ya no te saludaba como antes…todos dudaban de los otros, no sabían para qué lugar estaban jugando. Con el final del gobierno de Cámpora las cosas se habían vuelto totalmente insalubres. Yo me entero que al Chango le dan un cargo en Prensa de Gobernación gracias a un compañero nuestro, Juan Carlos Ferrari se llamaba y le decíamos “Fideo” por lo flaco y alto. Ferrari se recibió en la misma época que nosotros. Era un dirigente reconocido de la JUP y hace de vínculo para que otros cumplan funciones en la gobernación. El secretario de Prensa era Ruben Caletti que fue profesor nuestro y Ferrari era de su confianza. Me entero de la muerte del Chango leyendo el diario La Unión. No fue el único. Varios compañeros murieron asesinados (…) otro compañero que escribía en la revista Crisis “perdió” también con la Triple A. Al Chango no lo conocía nadie importante aquí en Catamarca, porque si hubiera sido un hijo de clase media, su muerte seguro que producía otro impacto. 124

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El primero que reconoce al cuerpo del Chango, no sé si en la morgue o en la misma comisaría, es el curita Fernández. Al curita después de La Plata lo mandan a zonas periféricas del Gran Buenos Aires y cuando la cosa se pone muy pesada le dicen que era mejor que se “tomara el buque” y se tiene que ir al Uruguay, no sé si antes o después del Golpe de Estado. Aquí no va mucha gente de la política porque todos sabían que uno quedaba escrachado. Yo soy uno de los que lleva el cajón al cementerio.

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Parte III

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Día de los Muertos La tapa de El Sol anunciaba con las letras más grandes posibles: “Mataron a Villar. Una bomba desintegró la lancha en la que viajaba con su esposa que también murió en el acto”. Era el 2 de noviembre de 1974 y el diario solicitaba en la misma página, con involuntaria ironía, que “El Día de los Muertos [se hiciera un] respetuoso y sentido homenaje” a todos los difuntos. En las primeras horas del día anterior, un comando de cuatro buzos de la Organización Montoneros había colocado una carga de trotyl debajo del casco de la lancha del Comisario Alberto Villar en El Tigre. A los pocos metros de navegación, la carga accionada mediante un dispositivo de retardo acabó con la vida de uno de los de los símbolos más odiados de la represión contra la izquierda peronista desde que, en agosto de 1972, irrumpió con tanquetas en la sede del Partido Justicialista para sustraer los cadáveres de tres guerrilleros asesinados en Trelew y enterrarlos luego clandestinamente. En enero de 1973 Villar pidió el retiro de la policía. Fue el mismo Perón, a comienzos del año 1974, el que lo reintegró al servicio activo y le otorgó el cargo de subjefe de la PFA para que se dedicara en exclusividad a la lucha antisubversiva. Encargo que cumpliría con feroz dedicación. El 12 de agosto de 1974, Villar arribó a la provincia de Catamarca con efectivos de la Brigada Antiguerrillera de la PFA y perros entrenados especialmente para el combate. En el mismo aeródromo de San Fernando del Valle le informaron que el ejército ya había terminado con las tareas de rastrillaje y “aniquilamiento” del PRTERP. Para calmar en algo al enfurecido comisario lo trasladaron de inmediato a las serranías de Capilla del Rosario. En las pedregosas y secas laderas muchos de sus hombres hi129

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cieron escaso honor a su fama de “duros” pues, al poco de andar, se descompusieron por efectos de la altura y comenzaron a vomitar. Luego Villar participó personalmente de las sesiones de tortura a los guerrilleros detenidos y en el Cementerio Municipal enfrentó, con una sonrisa cínica, a los abogados Curutchet y Frondizi que exigían el acceso a los cadáveres destrozados de los fusilados. El frustrado Villar, en un arranque de sinceridad, dijo premonitorio y sin tapujos, “a estos locos hay que exterminarlos a todos. Yo sé que me la tienen jurada, pero antes de que me la den, van a caer muchos de ellos”.

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“Catamarca, como siempre, es excepción…” “Cuando un tipo le agarra el gusto a la pólvora y mete una bomba, después se le hace un vicio y te coloca bombas por cualquier cosa”. Testimonio de un ex militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES)

A fines de octubre los conversadores noctámbulos de los bares Richmond y El Americano se encontraron en las calles de San Fernando del Valle con unos panfletos de carácter anónimo que anunciaban, en frías letras de molde, los atentados a producirse muy pronto en Catamarca. Este mensaje también fue enviado a quienes la ultraderecha consideraba “zurdos” e “infiltrados”. El texto del comunicado era conciso y brutal. El Dr. Roberto Díaz debía abandonar la provincia en un plazo de 72 horas. De no hacerlo, “sería ejecutado en el lugar donde se encuentre”. La amenaza del autotitulado “Comando Ángel Vicente Peñaloza” fue recibida por su esposa Marta y Díaz, uno de los abogados del fuero local que colaboró en la defensa de los guerrilleros detenidos en agosto de ese año, dijo que “no abandonaría Catamarca, por más amenazas que recibiera”. El mismo comunicado, adentro de un sobre con matasellos del día 20 de octubre, fue recibido por Mardonio Díaz Martínez en su estudio de la calle Republica. El estilo de la sentencia era el utilizado por la Triple A para anunciar la lista de sus futuras víctimas. Al dirigente del F.I.P Simón Gómez, le ahorraron las amenazas epistolares. En la madrugada del 28 de octubre, una bomba colocada en su casa del Barrio Los Ejidos hizo volar literalmente de la cama 131

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al “Pelado” y a su esposa, que salvaron milagrosamente la vida. Los tres eran dirigentes de partidos legales y críticos con la violencia “ultraizquierdista”. Pero sin tener en cuenta los riesgos, denunciaron la masacre de los guerrilleros en Capilla del Rosario y los salvajes apremios sufridos por los sobrevivientes a manos de la policía y el ejército. La facción catamarqueña de la Triple A no les perdonó a ellos, ni a los militantes de la JP Regionales que improvisaron una comisión de solidaridad con los presos y familiares de los muertos, esta noble actitud. “El mejor enemigo es el enemigo muerto” titulaba a sus tapas El Caudillo. En esas horas de pánico, un amigo le relató al abogado laboralista Ángel “Tato” Yadón, quien era presidente de la Federación Económica de Catamarca, una conversación que mantuvo algunas horas antes con el Ministro Toro. Según su amigo, Toro le había comentado que debía retirar la vigilancia de los lugares en los que se producirían los atentados por una orden venida de arriba y así ocurrió, efectivamente. El “Tato” probablemente sintió escalofríos al escuchar la noticia. Él era uno de los tantos amenazados. Yadón era un peronista convencido en una familia de cuna radical. Desde muy joven, en sus años de estudio en la provincia de Córdoba, se vinculó con el Integralismo universitario, se sumó pronto a la militancia partidaria y también conoció a la que sería la mujer de toda su vida. Además, acompañaba desde el comienzo a la gestión de Mott. Nada de eso parecía importarle a quienes lo eligieron como enemigo e intentaron matarlo. A las tres de la mañana del 6 de noviembre, los catamarqueños que vivían en los límites de los cuatro viejos bulevares de la ciudad escucharon entre sueños, en menos de media hora, dos fuertes explosiones. 132

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La bomba que estalló en el domicilio de la familia Yadón, en la calle Zurita 654, derrumbó casi totalmente el techo del zaguán, agrietó las paredes laterales, rompió los vidrios y las puertas de casi todas las casas vecinas. Cuando pasó lo que pasó, yo mantuve la calma, eso suelen hacer las mujeres que tienen hijos (…) corrí entre los vidrios y el humo con los niños en brazos (…) fue a las tres de la mañana nuestro atentado y el de Núñez a las tres y veinte de la madrugada. Entonces, cuando estábamos reponiéndonos en la pieza de la casa vecina yo lo miré al “Flaco” y le dije: te acordás de lo que te dijeron de Toro. Nunca le perdonó Toro a mi marido que creciera políticamente aunque mi esposo no era zurdo como decían, ya que militó en Integralismo. Luego de las bombas encontramos los panfletos de la Triple A regados por la calle. Todo eso estaba manejado por Toro. Recuerdo que en medio del humo y los escombros entraron a todo ruido y bocinazos dos ambulancias y dos patrulleros casi de inmediato (…) yo seguía serena para sorpresa de mi marido que no podía creerlo y cuando los veo llegar, me acerco a ellos y les pregunto ¿qué pasó porqué vinieron los dos tan pronto? (…) hasta un fotógrafo trajeron para cubrir el desastre (…) era muy claro que estaban todos sobre aviso. La bomba nos la colocaron en la puerta de entrada, de quebracho colorado. Teníamos un zaguán, típico de las casas antiguas. La intención era matarnos, lo que pasó es que las paredes eran de adobe, con un metro y veinte centímetros de ancho. Por eso la onda expansiva derribó todos los vitraux que tenía la casa en una galería cerrada y salió por el hueco de la puerta que se pulverizó y el picaporte se clavó contra la pared. Un pedazo de madera se incrustó en un tomo 133

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de la Enciclopedia Jurídica. El Dr. Barrionuevo, el médico que controlaba mi embarazo me preguntaba asustado cómo estaba. Luego me explicó que lo que nos salva la vida es la hora en que se produce el atentado. Al estar acostados, la onda expansiva pasa por arriba de nuestros cuerpos. Yo no escuché el estampido, lo primero que pensé era que estábamos ante un terremoto, voy corriendo a buscar a los chicos a su habitación y los levantó. Ahí el “Flaco” levanta a Pablo y los del Diario El Sol le sacan la foto a los dos. A mí no me hacen eso porque tienen respeto por el embarazo. 49 Unos minutos antes, en la casa del gremialista municipal Reinando “Bebé” Núñez del Barrio La Tablada, una explosión de parecida magnitud arrancó virtualmente la puerta de entrada y destruyó la cocina y el living. Los daños fueron cuantiosos, pero Núñez y su familia no se encontraban en el lugar. Había decidido dormir con su familia en otro lugar al recibir un preaviso de que se atentaría contra su vida y bienes. Yo estuve detenido antes del golpe, en 1974, cuando Isabel de Perón estaba en la Presidencia. Pertenecía a un grupo de militantes peronistas; en esos momentos yo militaba en la juventud Trabajadora Peronista, una de las ramas del partido. Además, trabajaba en la municipalidad, y con los muchachos queríamos ser la conducción del gremio por los trabajadores, no por nosotros. En setiembre se realiza la elección, ganamos y nos hicimos cargo en octubre. Yo era secretario adjunto (…) Claro, mientras en el nivel nacional se producían grandes movimientos revolucionarios, grandes acciones, en Catamarca no eran 49

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- Noemí de Jesús Perea de Yadón.

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menos. En noviembre del ‘74 recibo una amenaza de papel, un escrito a máquina de la triple A: Alianza Anticomunista Argentina, en el cual me decían que me iban a matar y no le di la importancia que le tenía que dar en esos años. Yo salía a trabajar igual y mi señora se quedaba con los nenes de 3 y 4 años. El 7 de noviembre (tuve) otra amenaza. Esta vez una bomba destruyó mi casa, yo atiné a sacar a mi familia. (…) me presenté a la policía y me preguntaron si sospechaba de alguien, les dije: sí, de ustedes. Me dijeron: de nosotros no pueden sospechar. Pero nunca se investigó el caso. Yo le eché coraje, fuerza por mi juventud y de igual manera participé de los actos del sindicato que en esos días se celebraban. Ya el lunes 11 de noviembre me detuvieron y me pusieron a disposición del Ejecutivo. La detención fue rápida sin decreto y en la cárcel estuve casi dos años sin causa. En octubre del ‘76 me llevaron al penal Sierra Chica (Buenos Aires). Estuve algunos meses y solicité salir del país.50 Ese mismo 6 de noviembre la presidenta implantó el estado de sitio en todo el país alegando que Visto que las medidas adoptadas hasta el momento por el gobierno nacional para que los elementos de la subversión depongan su actitud y se integren a la reconstrucción nacional (…) lejos de hallar eco, se agravan con las amenazas dirigidas, también ahora, contra niños en edad escolar, y Considerando: Que es deber esencial del Estado Nacional Argentino preservar la vida, la tranquilidad y el bienestar de todos los hogares; Que ejerciendo la plenitud de su poder el Estado Nacional 50

- Reinando “Bebé” Núñez, gremialista, ex preso político.

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Argentino debe, con toda energía, erradicar expresiones de una barbarie patológica que se ha desatado como forma de un plan terrorista aleve y criminal contra la Nación toda (…) Que la generalización de los ataques terroristas, que repugnan a los sentimientos del pueblo argentino sin distinción alguna, promueven la necesidad de ordenar todas las formas de defensa y de represión contra nuevas y reiteradas manifestaciones de violencia que se han consumado para impedir la realización de una Argentina potencia y de una revolución en paz51 . Acompañaban a la presidenta con sus firmas los ministros Savino, Ivanissevich, López Rega, Gómez Morales y Rocamora. El estado de sitio se prolongaría hasta el 28 de octubre de 1983, día en el que se realizaron las elecciones en las que se impuso el candidato radical Raúl Ricardo Alfonsín. El Gobernador Mott intentó, con una declaración pública, contribuir a restaurar la calma perdida luego de los atentados. Las palabras, además de inútiles, resultaron insultantes para muchos de los amenazados que sospechaban sobre la responsabilidad que tenían altos funcionarios de su gobierno en las acciones terroristas. También Mott seguía enfrentando las constantes críticas de las 62 Organizaciones Peronistas y del saadismo que comenzaba a exigir su renuncia, al juzgarlo demasiado débil para la situación. Hechos que son de público conocimiento, me obligan en mi carácter de gobernante a dirigirme a la opinión pública para formular reflexiones que juzgo de vital importancia en la hora actual. Agentes de la perturbación, prohijando la violencia, han 51

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- Decreto de estado de sitio del 6/11/74.

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turbado nuestra paz provinciana con abominables actos de violencia que han tenido como destinatarios hogares de nuestra gente, que cualquiera sea su ideología, son respetables en nuestro medio. Paralelamente a estos actos de abyecto terrorismo, los irresponsables que nunca faltan, entretienen sus ocios y su infecundidad cívica para atribuir los atentados a personas e instituciones respetables, para ejecutar bromas de pésimo gusto, amenazando a personas y familias enteras (…) Catamarca, como siempre, es excepción, aún dentro de un marco de violencia generalizada organizada por quienes pretenden destruir el orden institucional para sustituirlo por la anarquía que posibilite la satisfacción de sus torpes apetitos (…) Estimo que podemos confiar en la eficacia y valentía de nuestras fuerzas policiales que han dado pruebas palmarias de servir al orden social y ser celosas custodias de su imperio (…). A costa de cualquier sacrificio, aseguraremos la vigencia de la ley, la preservación del orden, el mantenimiento de un régimen de libertad y el estado de felicidad que merecen todos los catamarqueños por tradición y por derecho propio (…)52 . Los costos del sacrificio anunciado por Mott se hicieron sentir muy pronto en el seno de la comunidad catamarqueña. El 11 de noviembre, por orden del Poder Ejecutivo Nacional fueron detenidos los ciudadanos Luis Raúl González (dirigente de la JP Regionales), Oscar Reinaldo Núñez ( Juventud Trabajadora Peronista), Joaquín Quiroga (integrante de la Comisión de Solidaridad con los guerrilleros del PRT-ERP), Humberto Noé Costa, Hernán Miguel 52

- Diario La Unión de Catamarca, 9/11/74.

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Colombo (dirigente de la JUP de la UNCa.) y su hermano Raúl Erasmo Colombo (sin militancia conocida). La detención de los mismos, según informaron en la delegación de la Policía Federal se debía a la intención de “alejar por un tiempo del medio en el que actúan, a las personas sospechosas de estar relacionadas con actividades extremistas en el país”53: El “sospechoso” Hernán Colombo estaba con sus padres cuando llegó al domicilio familiar un grupo de oficiales jóvenes de la Policía Federal con la misión de detenerlo por averiguación de antecedentes. Para su sorpresa lo trataron sin violencia y antes de salir su madre le pidió que se llevara un pullover, Hernán, muy confiado en que volvería a las pocas horas, le contestó que no hacía falta. Uno de los oficiales, testigo de la conversación, le sugirió que mejor se llevara un abrigo. Evidentemente el policía sabía que la detención duraría un largo rato. Según Colombo, el gobernador tenía un serio problema de legitimidad y por ello se alineó, sin vacilaciones, con la Nación en la búsqueda de los apoyos que a nivel interno le faltaban. No digo que [los del gobierno provincial] hayan sido de las Tres A, en absoluto creo eso. Demuestran su inoperancia, de algún modo dicen los de las Tres A son más fuertes que nosotros y no podemos contra ella. Había una gran interna aquí, una interna del peronismo, del propio gobierno, entre el sector CGT, el Ministro de Gobierno Toro. Él llega a decir que la Triple A lo lleva a Tucumán y en un hotel le muestran un arsenal y le avisan que van a intervenir en Catamarca. Lo dice públicamente eso está en el diario La Unión de la época. Mott tiene que poder decir yo reprimo, yo hago detencio53

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- Diario La Unión de Catamarca, 11/11/74.

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nes…estos son mis presos, lo detenidos de Catamarca. ¿Se acuerdan lo que pasa para una fiesta de la Virgen? Cómo son las detenciones de Schaeffer y todo el grupo ese, que hacen creer que hay un complot que van a envenenar las aguas… y ocurrió que en la procesión se cayó un cartel y creo que falleció una viejita de un paro cardíaco y la gente huyó despavorida…eso se arma para justificar las detenciones de Roberto Schaeffer, de Apud que era Director de Agua potable… él era el que iba a envenenar las aguas… del Pelado Gómez, de la mujer del Pelado Gómez…Crean toda una cosa para aparecer como que el gobierno cuidaba la seguridad de los catamarqueños… y en realidad era para tener apoyo de la nación en la fuerte interna que tenían. [los diputados y gremialistas] Isauro Molina y Scolamieri, por ejemplo, estaban muy enfrentados con Toro. Toro hizo toda una jugada para ser rector de la universidad. Nosotros lo denunciamos con el petiso De La Vega en una asamblea en la universidad. Un día cae Julio Marcolli con unos volantes pegándole a Chiara, y yo lo paro y le digo ¿quién te ha dado esto? No la JP y pumpumpum, vos repartí. Nos juntamos y nos damos cuenta que eran cosas de Toro (…) Nosotros nos reunimos con Chiara en la casa de Edgardo González, estábamos todos. Arce por los no docentes, De La Vega, y le mostramos el volante. Le dijimos que era cierto lo que decía el volante pero que nosotros no negociamos el rector de la universidad y ahí negociamos con Chiara cambios importantes. Luego hicimos una gran asamblea, llenamos el Aula Magna, mostramos el volante y el resultado de nuestra negociación…y acusamos las intenciones de Toro. De ahí ya tuvimos buena relación con Chiara.54 54

- Hernán Colombo, militante de la JUP de Catamarca, preso político a disposición del P.E.N.

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El 12 de noviembre, entre las ocho y las nueve de la mañana, se realizó un ruidoso operativo conjunto de la policía provincial, policía federal y el ejército en la oficina de Prensa y Difusión del Ministerio de Bienestar Social. El objetivo era detener a la militante de la JP Regionales Lila Macedo, quien se convirtió ese día en la primera presa política de Catamarca. Ella era otra de los jóvenes “culpables” de visitar frecuentemente a los guerrilleros hacinados en una construcción precaria e insalubre de la Cárcel provincial.

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¡Se vienen los subversivos! o la construcción del clima de terror… A comienzos del mes de diciembre de 1974, los matutinos locales anunciaron la detección de un “amplio plan subversivo” para atentar contra las vidas del jefe del RIA 17 y de un Teniente Primero de esa guarnición. Los motivos no eran mencionados explícitamente aún cuando, según la noticia, el asesinato selectivo de estos militares era el objetivo principal de la organización desbaratada en la provincia de Tucumán. El allanamiento del domicilio de un ex soldado del Regimiento 17 (…) permitió frustrar un plan terrorista destinado a asesinar al jefe de dicha guarnición, Coronel Humberto Eduardo Cubas. El operativo se realizó en la capital tucumana y fue realizado por fuerzas conjuntas del ejército y de la Policía Federal y Provincial. En su casa, supuestamente, se habrían encontrado documentos comprometedores que contenían el esquema de un plan para atentar contra la vida de Cubas y del Teniente Acosta, jefe de la Compañía “B”. En la requisa se habrían encontrado armas de guerra, panfletos y libros de “la organización extremista declarada ilegal”. Otro de los hallazgos sobresalientes sería una cantidad cercana al medio kilogramo de cocaína pura, envuelta en forma de ravioles, lo que probaría que los elementos insurgentes se drogan para darse coraje en sus actos de terrorismo. También se encontró explosivos, mechas y detonadores, granadas de guerra y pistolas 4555 . 55

- Diario El Sol de Catamarca, 1/12/74.

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Jorge Alberto Perea

Esta noticia fue, para muchos, prueba de la consistencia de los relatos que advertían sobre nuevos atentados terroristas en Catamarca. Un rumor persistente sobre el episodio de la masacre de Capilla del Rosario, contribuyó a llenar los vacíos dejados en la información periodística. Según este rumor, la supuesta elección de Cubas y Acosta se debía a que estos habían cumplido un rol protagónico en la ejecución de los guerrilleros, luego del enfrentamiento y de su rendición. Por lo tanto, era plausible políticamente que la venganza se dirigiera contra ellos. Estos indicios de “otra verdad”, que se intentaba omitir en la noticia, surgían en las entrelineas del relato periodístico. Al “descubrimiento” de la existencia de un plan para ejecutar a dos personas, que podía ser leído en clave de confrontación militar (un ejército ultimando a efectivos enemigos) le siguió una nueva versión periodística, que no impugnaba a la anterior, sino que la complementaba. En este relato, el acto “terrorista” no sólo era acotado y ejemplificador, sino que el PRT-ERP buscaba mucho más. Su intención era hacer pagar a toda la comunidad por su responsabilidad en la derrota. El día elegido para ese magnicidio simbolizaba al “sentir tradicional”: la Procesión de la Virgen del Valle y los autores del plan eran, justamente, catamarqueños contaminados por ideas, valores y vicios extraños a nuestro modo de vida. Tal cual se infiere en la constitución del par relacional armas/drogas recurrente en las noticias políticas de este periodo. El complot estaba dirigido contra el Gobernador Mott y formaba parte de “un amplio plan insurgente”. La Policía Federal y la Policía Provincial realizaron allanamientos en la 142

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ciudad capital y se descubre “documentación comprometedora” con la fecha planificada para el atentado: el último día de la Procesión de la Virgen del Valle. Son detenidos numerosos ciudadanos, entre ellos, los propietarios de “Harlem” que era un pub de moda, en ese local se incauta armas y drogas56 . Según indicó la versión oficial (replicada por la prensa sin una mínima consideración crítica) estos subversivos, enmascarados en la comunidad catamarqueña, pretendían actuar con un grado de espectacularidad cinematográfica, En una conferencia de prensa conjunta, el comisario federal Norberto Sermo Galmarini y el comisario Juan Scaraviú57 ratificaron los “trascendidos” sobre la tentativa de asesinato de Mott. Según los comisarios para “distraer” a la policía, la intención era hacer volar y demoler el Hogar del Peregrino, la Gruta de la Virgen del Valle, el acceso a Tres Puentes y el Monumento de Felipe Varela. En los procedimientos se secuestraron de 50 a 60 kilos de explosivos y 2 kilos de cocaína de máxima pureza58 . El “trascendido”59 (alimentado y resignificado durante meses) era ahora ratificado y materializado por la investigación policial. Que 56

- Diario El Sol de Catamarca, 6/12/74.

57 - http://www.pajarorojo.info/2012/04/el-japones-martinez.html El comisario Eleazar Skarabiuk es mencionado en el testimonio del represor “japonés” Martínez como integrante de las “patotas” de la Policía Federal en Mar del Plata, durante la Dictadura. 58

- Diario El Sol de Catamarca, 6/12/74

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- Los trascendidos se utilizan en las redacciones periodísticas para dar cuenta de especulaciones

y rumores que se publican sin firma de autor y sin respetar las normas básicas de cualquier código de ética (veracidad, precisión, objetividad e identificación de fuentes).

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Jorge Alberto Perea

descubría, además, una nueva intención (y quizás no la última) por parte de los guerrilleros. Ellos intentaban dejar huella de su paso en el paisaje urbano. Los objetivos a destruir fueron seleccionados en función del valor que estos tenían para la comunidad: la residencia por excelencia de los fieles pobres (el Hogar del Peregrino) el lugar que dio origen al culto mariano (la Gruta) un nexo de comunicación vital para el Valle Central (el acceso a Tres Puentes) y la rotonda en donde descansaban los restos de un hombre político local, recientemente convertido en prócer (el Monumento a Felipe Varela). Si los hechos de agosto “tomaron por sorpresa” a la policía local, el conocimiento con anticipación del plan “subversivo” ofreció la oportunidad para mostrar que, en esta ocasión, la intención era operar en coordinación con el ejército argentino. Con las cercanías de la Fiesta de la Virgen del Valle, el flujo de visitantes aumentó considerablemente y la atención vigilante de las Fuerzas de Seguridad sobre un determinado perfil de “afueranos”60 era destacada por los diarios locales, Como parte de las medidas de seguridad se adelantó una hora la procesión (se decidió iniciarla a las 18 hs) y el Gobernador solo asistió a la misa matutina y estaba previsto que esperara a la imagen de la Virgen en el atrio de la Catedral, junto a las otras autoridades de la provincia. El 7 de diciembre, un operativo del ejército y la policía provincial en las márgenes del río Ongolí detuvo a los ocupantes de dos colectivos procedentes de Mendoza. Estos fueron trasladados bajo fuerte custodia a la Dirección de Investigaciones. La falsa alarma se produjo porque sus pasajeros eran jóvenes y varones. Pronto se descubrió que participaban en viaje de fin de curso de la escuela de 60

- El término “afuerano” se utiliza en Catamarca para designar a las personas que resultan extra-

ñas al lugar. No implica necesariamente que sean turistas, son más bien “rostros extraños”.

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Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

suboficiales de la policía mendocina61. En el segundo semestre de 1974, la prensa tomó registro de las acciones de violencia política más importantes. Aquello que estaba integrado a la cotidianeidad ya no era considerado noticia y en la constitución de estos nuevos sentidos de lo “normal”, aparecía el “terror” como una sensación que atravesaba diariamente la existencia de los catamarqueños. “Iban a poner una bomba en la procesión. Eso decían todos, que los guerrilleros iban a poner una bomba. Pero la procesión no se suspendió. Se hizo igual. Aún con todas las advertencias. Sí, se hizo igual”, rememora L.T, jubilada. El anciano, suboficial retirado de la Policía de Catamarca, se sorprende por la pregunta sobre los motivos que impulsaron a las autoridades eclesiales y del Estado provincial a no suspender la Procesión de Diciembre de 1974, ya que nunca consideró a sus recuerdos como “importantes”. Duda unos momentos y dice, La Procesión de la Virgen no se podía suspender. Era como darles la razón a quienes buscaban cambiarnos el modo de vida. Ahora los presentan casi como héroes, pero eran anticristianos. No eran chicos buenos. Si llegaban a tomar el Regimiento, aquí había una masacre. La intención era copar toda la ciudad. Para que vea, tenían planificado hacer volar el dique El Jumeal. Eso no se cuenta ahora, pero mire que lo que pasó fue por culpa de ellos. La gente no le tenía miedo a la policía o al ejército, ¡No, eso es mentira!, la gente tenía miedo de que los terroristas metieran una bomba. Ellos eran capaces de eso, no la policía o el ejército. Claro, eso no es lo que usted quiere escuchar62 . 61

Diario El Sol, 6/12/74.

62

- C.V., 74 años, policía retirado.

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Así, con terror a lo que probablemente ocurriría, comenzó la Procesión del 8 de diciembre de 1974. Para quienes marchaban, la centenaria experiencia compartida de acudir al llamado de lo sagrado, en un trayecto de tregua a las pasiones políticas, hermanando a pobres y ricos y que dotaba de un sentido pleno a la vida en comunidad, sólo podía ser mancillada por quienes se valían de la violencia para desestructurar los lazos que nos hacían parte de un mismo pueblo. La violencia se ha enseñoreado en muchos ambientes de la comunidad nacional y existe como una epidemia de la violencia y del miedo, que en determinados momentos hace presa a pequeños y grandes grupos en todo el territorio de la nación (…) Ningún extremismo es apto para la convivencia de una comunidad. Sea de izquierda o sea de derecha. Los extremismos se sitúan en un plano que lleva necesariamente a los enfrentamientos que desembocan en la violencia (…) Sabemos que varias personas están detenidas en la cárcel local y que nuevas detenciones han aumentado el número de quienes permanecen privados de su libertad. Pero los días pasan y esas personas no saben a ciencia cierta cuál será su suerte, pues no se les ha dado oportunidad de aclarar su situación (…) En un ambiente reducido como el nuestro, casi todos nos conocemos y siempre en Catamarca se ha impuesto como norma de convivencia cierta saber hogareño, que ha dado una característica especial a nuestra bonhomía provinciana. Por eso creemos que está demás cierto despliegue bélico tan ajeno a las costumbres provincianas. Cuando aquí se intentó un operativo de violencia, la gente había venido fuera de la provincia y los catamarqueños no habían participado en ese intento de copar la ciudad63 . 63

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- Diario La Unión de Catamarca, 7/12/74.

Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

La minucia que generó la tragedia El relato no puede ser abreviado, ni interrumpido. Es una explicación con precisión de relojería, que lo incluye todo. A cada movimiento, un efecto. A cada hecho, su consecuencia. Cualquier contingencia o duda queda abolida en la argumentación periodística que explica el todo a partir de una secuenciación perfecta de momentos (o fotogramas, si esto fuera una película). En términos literarios se desarrolla una continuidad efecto “bola de nieve”, que se utiliza frecuentemente en los dibujos animados y en las comedias de chascos. Pero aquí sucede la tragedia. El jefe de policía Anello, a las 20 hs de ese día, reprodujo la versión oficial de los hechos, Todo se originó cuando efectivos policiales y público de circunstancia detectaron la presencia de un carterista sobre la calle Rivadavia, derivando de allí un forcejeo, en el curso del cual se le cayó al delincuente una botella que se rompió con cierto ruido. Simultáneamente a ello, en la esquina de San Martín y Sarmiento, a raíz del apretujamiento de los participantes de la procesión se cayó uno de los carteles indicadores del tránsito instalado en una esquina, ocasionando empellones dentro del que perdió el equilibrio un vendedor ambulante de globos que se encontraba cerca del lugar. En esa emergencia por las presiones reventaron algunos globos, lo que concurrió a producir la desgraciada confusión aparejando la aflicción del público que lamentablemente fue a mayores hasta convertirse en desordenada estampida. El pánico siguió ganando nuevos sectores de la gran aglomeración, cuando se fueron produciendo las sucesivas roturas de múltiples vidrieras de establecimientos existentes alrededor de la plaza. El primero que resultó afecta147

Jorge Alberto Perea

do con todas sus vidrieras rotas fue el Cine Teatro Catamarca, al que siguieron en forma alternada, los del Bar Americano, el Richmond, Restaurant La Huella, que en esos momentos albergaba subida cantidad de personas64 . Según Anello, la “multitud despavorida” escuchó, en el estallido de globos, a “la bomba” y se desencadenó la “histeria colectiva” largamente contenida, señala el diario, convirtiéndose en observador y relator de una obra que había profetizado en días anteriores. Se omite mencionar siquiera la posible responsabilidad del medio informativo a este ánimo aterrorizado de los devotos, pues se estaba ante “Un confuso episodio (…) por causas que no pudieron determinarse con precisión, aunque a de estar de la mayoría de los testigos ubicados en el lugar donde se iniciara el desorden, todo fue fruto de la acción de un punguista”65 . Entonces, el estado de “psicosis” (que se evita recordar en el artículo, fue alimentado por una sucesión ininterrumpida de titulares alarmantes y de trascendidos en las primeras planas) es lo que produce la tragedia, según La Unión. Entre el ulular de las sirenas de las ambulancias, trasladando a las personas accidentadas, el ajetreo de las fuerzas de seguridad, tratando de controlar el desborde humano, el llanto desgarrante de la gente herida y de quienes habían perdido a sus familiares, la columna portadora de la imagen de la Virgen del Valle se rehízo y pudo terminar la vuelta a la plaza principal de Catamarca. Pero esta máxima fiesta de la colectividad cristiana local, ya estaba ensombrecida por el dolor de decenas de fieles heridos 64

- Diario El Sol de Catamarca, 9/12/74.

65

- Diario La Unión de Catamarca, 9/12/74.

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y la psicosis de incertidumbre y miedo de miles de personas que encuentran injustificado el clima de tensión que vive la comunidad y que al final de cuentas resulta motivo desencadenante del suceso66 . “Se rehízo”, esta expresión demuestra la victoria de lo sagrado sobre lo profano. La fuerza de la fe sobre lo laico. Inhiesta, a través de la violencia política que se ensañaba sobre cuerpos y espíritus, la Virgen siguió su camino. Se contaron aproximadamente 48 heridos graves, dos de ellos quedaron comatosos, seis niños se extraviaron y la primera muerte confirmada fue la de una humilde mujer de 70 años67. En la División de Investigaciones de la policía provincial quedaron depositados cientos de objetos perdidos (zapatos, carteras, cintos, etc.). En la confusión reinante “un manto de terror eclipsó la fiesta magna de la Virgen, la fiesta de los humildes (…) Bastó una chispa para que detonara el temor con que nuestra comunidad vive este momento de nuestra historia (…)”. Alguien debía ser responsabilizado. No por el atentado explosivo inexistente, sino por la “psicosis colectiva”, pues era “el momento de reflexionar sobre cuánta culpa tienen de estos hechos quienes hacen apología de la violencia de la guerrilla y de la defensa de los seres inadaptados que siguen protegiendo a sus pares para que el caos sea total”68. Cuando se está pidiendo paz, unión y consideración para salir de esta encrucijada en que nos encontramos, actos como los 66

- Diario El Sol de Catamarca, 9/12/74.

67

- Uno de los heridos murió a los pocos días, pero este hecho no es rememorado en la mayoría de

los relatos orales recopilados en esta investigación. 68

- Diario El Sol de Catamarca, 9/12/74.

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acontecidos ayer, nos colocan ante un verdadero sentimiento de congoja y meditación (…) Queda la duda si no era conveniente suspender la procesión como se pensaba con anticipación, ya que era indudable que el clima de temor estaba latente en los espíritus.69 La versión oficial de los hechos, transmitida con distintos tonos en El Sol y La Unión, diagnosticó al episodio como un ejemplo de “psicosis colectiva” inducida por los enemigos de la sociedad. La imposibilidad demostrada por los catamarqueños para reflexionar sobre la veracidad de los rumores que circulaban en los días previos a la procesión, lisa y llanamente es atribuida a los “terroristas” (quienes protegían a los guerrilleros eran, también, subversivos ideológicos). Entonces, el esfuerzo de la justicia debía centrarse en castigar a los autores de esta escalada del caos y del temor.

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- Ídem a la anterior.

Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

Raras coincidencias Otra versión, que no encontró el abrigo de los medios de comunicación, comenzó a circular casi inmediatamente, según se expresó en algunos testimonios. En estos relatos parcialmente discordantes con los publicados en los diarios, si bien se sostenía que las causas de la tragedia debían buscarse en una conspiración, se identificaba como responsables de lo sucedido a funcionarios del propio gobierno de Catamarca. El Comisario retirado (pasado a disponibilidad por insubordinación en 1975) se niega a ser entrevistado personalmente, pero aun negando, no puede evitar el impulso de rememorar. Con cada llamado telefónico, en el que le solicitaba un encuentro, realizo algunas preguntas puntuales que responde en extenso. Se aprovechó la situación de la interna en la misma policía de la provincia. Había bandos a favor y en contra del Gobernador y de la Plana Mayor que estaba desde el 73. Todos querían descubrir a sus propios subversivos, le caen con el complot al Gobernador, le sirve a él para sacarse de encima a los políticos y a gente que le molestaba. Si usted observa la lista de detenidos, encuentra de todo, pero sobre todo [sic] a zurdos reconocidos que le venían haciendo la vida imposible con sus denuncias70 . Una testigo “in sittu” de lo sucedido en la procesión (practicante católica y hermana de un detenido político, a disposición del P.E.N en noviembre de 1974) dice, con enojo todavía hoy: 70

- C.V, policía retirado, 74 años.

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Yo había ido a la procesión como todos los años, no tenía miedo, pero el Gobernador había hecho correr la versión de que los subversivos preparaban un atentado. O sea que la gente esperaba que pase algo. A mí no me lo contaron, y lo vi. Al cartel lo tiraron a propósito, todo estaba planificado. Al lado mío, un policía que yo conocía se puso a gritar, ¡Se vienen los subversivos!, intenté hacerlo callar porque sabía lo que podía pasar, pero otro también…ahí, bien cerca gritaba lo mismo, ¡Se vienen los subversivos!, y por supuesto, se produjo una corrida colectiva de gente que intentaba salvarse”71 . En este relato reaparece (continuidad entre las rupturas, que destacamos en las distintas versiones) la noción del mecanismo de precisión para explicar cómo sucedió la tragedia. Lo vivido no podía ser producto de la fatalidad. “Algo” y “alguien”, diseñó un plan para crear terror y para poder manipular a su favor, luego, los efectos. Quienes sostienen que el Gobierno fue responsable de la tragedia recuerdan que, para la administración Mott, los hechos de Capilla del Rosario se entrelazaron con una serie de conflictos con sectores del peronismo local. Los grupos internos identificados con el Senador Vicente L. Saadi, parte de la J.P y del sindicalismo catamarqueño, por motivos distintos llegaron a reclamar la renuncia al Gobernador. Algunos por su “ineficacia” en la gestión y otros aduciendo su aparente “simpatía” con la guerrilla. No puedo decir que el gobernador tuviera que ver. Más bien lo pasaban por encima. Toro [el Ministro de Gobierno] tal vez sí, él era capaz de cualquier cosa. Pero habían insistido 71

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- M.D, docente jubilada, 67 años.

Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

tanto con que querían matar al gobernador, que algo tenía que pasar para que la gente dijera ¿vieron? era cierto. Todo estaba armado, pero quién iba a decir algo en eso días72 . En suma, los rumores de distinta índole coincidieron en señalar a los hechos trágicos de Capilla del Rosario como motivadores de esta tragedia. Lo apenas oculto en la falsedad de la versión oficial sobre las muertes de los guerrilleros, volvía como castigo a la sociedad toda. En ese contexto, muchos catamarqueños consideraban que el intento de copamiento no podía ser un acto aislado, sino que debía tener su necesaria continuidad violenta. Los temores y ansiedades derivados de este análisis, fueron utilizados por el Estado para fortalecer su posición. Al mismo tiempo, se posibilitó la estigmatización de un grupo en particular de opositores ligados a la izquierda orgánica e inorgánica local. Según la policía, la tragedia fue generada por un hecho accidental y luego de los lamentos oficiales por las víctimas mortales y los heridos, el hecho desapareció de las noticias. No tenemos constancia, tampoco, de la instrucción de una causa judicial en el Fuero Federal. Sin embargo, los comentarios contrastantes sobre los motivos y beneficiarios de lo ocurrido en el 8 de diciembre de 1974 siguieron circulando en la comunidad. En abril de 1975, pocos días antes de una nueva Festividad Mariana, el Diario La Unión advirtió sobre la posibilidad de que se intentara otra campaña para crear temor. Esta vez, en la Fiesta de “los ricos”: ...Cuando se realizaban las Festividades de la Virgen (…) en el mes de diciembre pasado, comenzó una especie de campaña de atemorización de la gente (…) La gente que piensa 72

- C.V, policía retirado, 74 años.

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y reflexiona, que justamente es la mínima parte del pueblo, no creyó en este engendro que resultaba demasiado inverosímil justamente por las circunstancias que lo rodeaban. Pero la generalidad de las personas que sólo se dejan llevar por el instinto de conservación, sin reparar en otras motivaciones, entraron en una psicosis de temor colectivo que anula todo razonamiento (…) Y ahora que estamos nuevamente en las Fiestas Marianas, vuelven a ponerse en el tapete los atentados y los copamientos… Resulta algo sintomático este quehacer “guerrillero”, que a lo mejor lo ignoran por completo estos “comandos” de este movimiento declarado ilegal. Posiblemente hay otro “comando” que urde tales patrañas para sembrar la confusión y la intranquilidad entre los devotos de la Virgen del Valle, justamente ahora que llegan miles de peregrinos a cumplir con un imperativo de su gratitud (…) no deja de llamar la atención la manera como se “inflan” estas patrañas desde ciertos ángulos completamente ajenos al ser catamarqueño (…) Las consecuencias lamentables que provocó (sic) el miedo y el temor colectivos en la última procesión de la Virgen, parecen que quieren repetirlas estos intentos destinados a propagar el desconcierto. Pero ya nadie cree en estos atentados pre-fabricados, porque resultan demasiado infantiles e ingenuos (…) No hay peor enemigo que la desconfianza mutua y entre los catamarqueños nos une algo que llevamos muy adentro, que es la devoción a la Virgen del Valle, pues con ello cumplimos una exigencia de nuestra conciencia de cristianos y un imperativo histórico que nos legara la tradición de tres centurias de vida Mariana (…) Junto a su trono nada nos podrá acontecer, porque pensar lo contrario sería ofender su nunca desmentida protección73 . 73

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- Diario La Unión de Catamarca, 17/04/75.

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En esta ocasión, el diario no sólo da por hecho que lo ocurrido en diciembre del 74 había sido inducido, si no que advierte acerca de la repetición del mecanismo. El mensaje de la Iglesia Católica, a través del órgano periodístico del Obispado, era contundente en desacreditar cualquier versión sobre la existencia de un plan subversivo. “Patrañas” generadas, además, desde la propia comunidad catamarqueña. A décadas de distancia, los destinatarios implícitos de esta advertencia de La Unión (y por lo tanto, de la propia Curia), surgen del análisis del contexto histórico. No se temía a la acción de la minúscula izquierda catamarqueña, sino a lo pergeñado posiblemente por hombres de la derecha católica y peronista: el empresario Tomás Álvarez Saavedra y el ex Ministro de Gobierno Alberto del Valle Toro. A comienzos de 1975, la línea editorial de El Sol era de oposición sistemática a Mott (quien, en ese año, le quitaría la concesión del Casino Provincial al Gallego) y según se pensaba, otra tragedia apuraría la intervención federal. En diciembre de 1974, Alberto del Valle Toro presentó la renuncia solicitada a su cargo y con la creación de la línea interna “Movimiento del 45”, se convirtió en uno de los opositores más activos contra la gestión de la que había formado parte hasta esa fecha. Sus ostensibles vínculos con López Rega (denunciados por la J.P), los elogios que recibió desde El Sol a su “ortodoxia” ideológica y el aparente amparo que había concedido al Comando de Organización catamarqueño durante su actuación como ministro, pronto alimentaron los trascendidos sobre la existencia de algún plan, pensado por sus adeptos, para crear zozobra en Catamarca. En otra nota editorial, sin nombrarlos, La Unión advertía que el 8 de diciembre

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Ya había un clima de desconfianza (…) No es difícil que a esta hora estén empeñados en el mismo propósito esas pocas personas, cuyo odio al culto a la Virgen María, se ha puesto de manifiesto (…) Se conocen algunos artículos que fácilmente pueden ocultarse, porque se trata de pequeños elementos que producen leves explosiones (…) Algo de esto se usó en aquella circunstancia y la gente que ya estaba con cierto temor por versiones que imprudentemente se hicieron correr y debido a la manía de las multitudes de ponerse a salvo, sin averiguarse de qué se trataba, se produjeron escenas que todos hemos lamentado. (…) cada devoto de la Virgen del Valle debe constituirse en un custodio celoso del orden y la tranquilidad en la procesión y no dejarse llevar del miedo y la inquietud (…) Ayer a la mañana estuvo frente al Santuario un ejército pacífico de jóvenes que llegaron para decirle su ¡Presente! a la Virgen del Valle (…) La valentía también es una virtud cristiana y sobre todo cuando se trata de defender el honor de la propia Madre. Nunca nos debemos sentir más seguros y tranquilos como cuando nos refugiamos a la sombra del manto de María; y (…) jamás podemos permitir que se ofenda y se moleste una devoción que está encarnada con el mismo ser catamarqueño74 . A pesar de las prevenciones publicadas en el diario, la procesión de abril de 1975 se realizó sin ningún inconveniente. Los creyentes marcharon “seguros y tranquilos”, dando muestras de su fe y confianza en la Virgen María. Con la repetición sin conflictos del rito centenario, la Iglesia Católica obturó parcialmente la rememoración de la tragedia reciente, que solo podía hacerse desde una reflexión política. Lo ocurrido en 74

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- Diario La Unión de Catamarca, 19/04/75.

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diciembre de 1974 para su vocero periodístico (La Unión) era a la consecuencia de una manipulación de los rumores, o de una conspiración o de un clima de terror inducido. Por lo tanto, el hecho no podía ser incluido, sin costos, en la narración “providencialista”75 que daba cuenta de los milagros marianos en Catamarca. La tragedia fue condenada al olvido. Sin instituciones, ni actores políticos que se propusieran activamente integrarla en sus memorias particulares, las posibilidades de incorporación a la memoria colectiva fueron canceladas. En la Catedral Basílica un sacerdote de mediana edad (estudiante de un colegio católico en el momento de la procesión) nos sugiere que “averigüen sobre quienes formaban parte de la Triple A en Catamarca” y luego evade seguir hablando del tema. En diciembre de 1975, a un año justo de la tragedia, las notas conmemorativas de este hecho en la prensa local estuvieron significativamente ausentes. Tampoco se encuentra una mención siquiera a los muertos y a los heridos, en las transcripciones periodísticas de la Homilía del Obispo Torres Farías. Desde entonces y hasta la realización de nuestra investigación, no hemos localizado ningún informe periodístico, crónica personal o investigación de historia local que recupere para el conocimiento y la discusión colectiva lo ocurrido en la Procesión de diciembre de 1974.76 El hecho está prácticamente “borrado”. Aún ahora, en un clima social y político favorable para la recuperación de los indicios sobre lo ocurrido en la década de los 70. ¿Por qué este hecho dramático no encuentra su lugar en el relato providencial de la Iglesia Católica catamarqueña?, ¿Qué parte de lo 75

- Nos referimos a la seguridad de la presencia de la Divina Providencia, que es el término teoló-

gico con el que se narra la intervención activa de Dios en socorro de los hombres. 76

- En el transcurso de anteriores trabajos, ninguno de nuestros entrevistados mencionó en forma

espontanea a la Procesión de la Virgen de 1974 como parte de la cronología de la violencia política local.

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ocurrido no puede ser expuesto como demostración de la intervención milagrosa de la Virgen para evitar daños mayores? ¿Acaso será que es demasiado político, demasiado reciente, para ser incluido en la historia popular de la Virgen del Valle? Una iglesia que muestra en el hecho más nimio la presencia de lo divino, deja de mencionar la procesión de 1974, apenas dos años después. O justamente por eso, porque son otros tiempos, los posteriores al Golpe de Estado de 1976. Aventuramos como hipótesis: la Iglesia de Catamarca, por medio de La Unión, transmitió su opinión respecto de lo ocurrido en diciembre del 74 y colocó el acontecimiento en el ámbito político, estrictamente terrenal, al que ella misma se incorporó como contendiente, para proteger su mayor poder: la fe en la Virgen del Valle que casualmente en 1974 había sido declarada Patrona Nacional del Turismo. Nadie reclama la sangre derramada. Ni los grupos considerados afectados “directos” por el Terrorismo de Estado, ni los “revisionistas” de la derecha política e historiográfica, que podrían, quizás, mostrarlo como prueba del temor que la comunidad vivía en “los tiempos de la subversión”: Tampoco las organizaciones políticas que se identifican como herederas de las estigmatizadas y perseguidas en los años setentas. Reconvocar la memoria de este hecho, en un contexto demarcado, principalmente, por el uso de los testimonios como prueba de delitos de lesa humanidad, resulta, aparentemente, de escasa utilidad. El episodio aparece “enterrado” y extremadamente fragmentado en una sucesión de voces silenciadas, que se sorprenden al ser consultadas sobre el mismo. Lo desean olvidado o minimizado la Iglesia Católica, la prensa local y los políticos que manipularon los rumores para justificar los actos de represión contra los supuestos colaboradores de la guerrilla. 158

Fantasmas en el Pueblo Chico. El Chango Macor y la J.P. Regionales (1973-1975)

El rastro de los asesinos El nombre de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) se escuchó frecuentemente en los testimonios realizados durante los juicios por la Verdad realizados, desde el año 2000, en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata. Estos juicios tenían un alcance limitado: esclarecer el destino de las personas desaparecidas después del 24 de marzo del 76 pero era una forma para seguir luchando contra la impunidad de los represores asegurada, en ese entonces, por la vigencia de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En esas jornadas se reunieron innumerables pruebas que, luego de la derogación de dichas leyes en 2003, fundamentaron acciones penales que terminaron en condenas, están en pleno juicio oral o se hallan hoy en instrucción. En el marco del Juicio por la Verdad surgió la evidencia de que algunos integrantes de la CNU actuaron en la represión posterior al golpe de Estado del 24 de marzo del ’76. Pero se advirtió que la CNU también nutrió a los grupos parapoliciales que, durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón, habían participado del plan de exterminio de la militancia de izquierda. La justicia tipificó a estos delitos cometidos antes del golpe como de lesa humanidad, con lo cual se inició la investigación de una serie de homicidios ocurrida en Mar del Plata entre 1975 y 1976. En la resolución final del Tribunal de Mar del Plata en abril del 2008 se dio por sentadas las siguientes circunstancias: varios integrantes de la CNU y personas relacionadas a esa agrupación se instalaron en estructuras del Estado (Universidad Provincial de Mar del Plata y Fiscalía Federal) desde donde persiguieron y asesinaron a su opositores políticos. En función de ello se vincularon con sectores del aparato sindical, Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad, 159

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que también integraron la estructura represiva para la ejecución de aquella política de Estado. Este acuerdo delictivo formó parte de un ataque sistemático contra una parte de la población civil llevado a cabo de conformidad con una política del Estado. La CNU no era una banda aislada sino que se integró al accionar represivo sistemático a nivel nacional, articulando su actuación con la Triple A y otras organizaciones similares, como fue el Comando Libertadores de América de Córdoba. Esta vinculación entre la CNU y las FFAA fue confirmado por un informe secreto de la Prefectura Naval Argentina, incorporado como prueba documental a la causa. En el Bibliorato N° 95 titulado “Plan de Colección de Informaciones. Placintara 1975. Prefectura Mar del Plata, Sección Informaciones”, puede leerse, El GADA 601, que siempre mantuvo hermetismo respecto de sus operativos, no cuenta con personal capacitado en inteligencia, en la medida en que las circunstancias lo aconsejan, en un primer momento de esta guerra, se valió de personas civiles que militaban en la CONCENTRACIÓN NACIONAL UNIVERSITARIA que llegaron a actuar con total impunidad en la ciudad. En la resolución del Tribunal Oral se recuperó parte del testimonio prestado ante la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas por el integrante de la CNU Orestes Estanislao Vaello. En su declaración, Vaello relató que a partir de 1974 y 1975 se integró como “agente de penetración” al Batallón de Inteligencia 601 en la ciudad de Córdoba. A partir del 20 de diciembre de 1975, en la sede Bernal de dicho Batallón, se conforma un grupo operativo llamado de “interfuerzas”, 160

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afectándose a dicho grupo a personal de Gendarmería, Prefectura, Policía de Provincia de Buenos Aires y Policía Federal. A Vaello se le encargó tomar contacto con los grupos de extrema derecha civiles pertenecientes a la C.N.U. por su militancia en dicha organización y en organizaciones similares, como el movimiento nacionalista “Tacuara”. Por orden del Cnel. Arias Duval, se conectó con Miguel Ángel Tarquini, Coordinador General de Prensa y Difusión del Ministerio de Bienestar Social de la Nación, y Jefe de la Zona Sur del C.N.U., con vínculos con Aníbal Gordon y la Triple A. Según Vaello a Tarquini le correspondió acordar con los jefes del Ejército para que los integrantes de la C.N.U. dependieran operacionalmente del Batallón de Inteligencia. Gracias a ese pacto a los paramilitares de la CNU se les tomaron datos filiatorios completos, se les provee de credenciales y armamento, aunque Vaello aclara que el “C.N.U. contaba por su parte con armas, entre ellas ametralladoras con silenciador marca Starling, que habían comprado a través del Ministerio de Bienestar Social en época de López Rega”. La familia de Tarquini siempre ha puesto en duda la pertenencia del mismo a la Triple A. Sin embargo, lo que es innegable son sus vínculos, desde muy joven, con la derecha peronista. Tarquini, desde el cargo de jefe de redacción, fue el responsable de otorgarle cierto carácter profesional en su edición y diseño a las primeras ediciones de la revista “El Caudillo de la Tercera Posición” y contrató a los principales redactores, tarea para la cual el director Felipe Romeo no tenía ninguna experiencia. El Caudillo se solventaba con las arcas del Ministerio de Bienestar Social y se caracterizó por utilizar un lenguaje desembozadamente homofóbico y xenófobo para atacar a los “infiltrados” dentro del peronismo. Las tapas de El Caudillo son recordadas por la crueldad e impunidad con la que festejaban las ejecuciones de los militantes del “zurdaje”. 161

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Los intereses y personalidades de Tarquini y Romeo eran muy diferentes. El primero es recordado como un “facho honesto” y Romeo es descripto como un violento y perverso preocupado, ante todo, en enriquecerse con el manejo de los fondos provistos a la revista por López Rega y los sindicatos ortodoxos77. Luego de los primeros números de El Caudillo, las desavenencias con Romeo se profundizaron e impulsaron a Tarquini a renunciar y a poner una inmediata y prudente distancia con sus viejos compañeros de redacción. Se exilió en España, donde colaboró con el conocido diario de derechas El Alcazar. Volvió al país a comienzos de 1975, cuando supuestamente su vida no corría ya peligro. En esas fechas su destino se unió al de la provincia de Catamarca. El 1 de mayo de 1975 asumió el cargo de Director de Prensa y Difusión de la provincia. Su nombramiento fue confirmado por el Ministro de Gobierno Antonio Cacciato. En Catamarca hizo vínculos con los sectores ortodoxos del peronismo local y de acuerdo a los testimonios participó de la confección de las listas negras con los nombres de los “infiltrados” y “subversivos” de la provincia. El “conchabo” catamarqueño le duró muy poco, el 29 de julio reemplazó a Juan Carlos Rousselot en el cargo de Coordinador General de Prensa y Difusión del Ministerio de Bienestar Social. Desde ese lugar y de acuerdo al testimonio de Orestes Vaello se encargó de los acuerdos represivos con el ejército. Tarquini fue asesinado el 6 de febrero de 1976 en una emboscada a dos cuadras de su casa. Ningún grupo se atribuyó la autoría del hecho. Varias versiones se generaron en el momento, para Nuestra Palabra, semanario del Partido Comunista, había sido asesinado 77

- Los periodistas Alberto Moya y Adrian Murano develaron los nombres del staff de El Caudillo

en una nota publicada por la revista Veintitrés el 15 de febrero de 2007. Para su consulta digital http://albertomoya.blogspot.com.ar/2009/09/tapa-de-veintitres-como-segunda-nota.html

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posiblemente “… por un grupo de ultra izquierda que lo acusó de ser dirigente de la Triple A (versiones recogidas en medios bien informados afirman que la muerte de Tarquini se debió a desacuerdos entre grupos que manejaban mucha plata en apuestas turfísticas).”. En el año 2006 Vaello prestó declaración nuevamente en el marco del Juicio por la Verdad. Para sorpresa de todos, se desdijo de lo relatado en el año 1984 y afirmó que la CoNaDeP le había pagado para que fraguara su testimonio. El militar retirado añadió que desde 1979 hasta 1986 estuvo preso en forma continua porque, según sus propias palabras, se dedicaba a ser “ladrón y estafador”78. Hasta la resolución del Tribunal Oral de La Plata pasaron tres décadas de impunidad, silencio y olvido por parte del Estado para que los nombres de los asesinos del Chango Macor se escucharan en el ámbito de la justicia y se iniciara el procesamiento por sus crímenes. Tres décadas, en las que la mayoría de los integrantes de la CNU siguió sus vidas con toda normalidad. El jefe de la patota que secuestró y asesino al Chango era Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio, quien llego a ser un hombre de confianza del “carapintada” Aldo Rico y siguió en libertad hasta mayo de 2011, cuando fue detenido en Córdoba, acusado de de la falsificación de DNI, licencia de conducir y otros documentos. Por estos delitos, la Justicia Federal de Córdoba lo ha condenado a dos años y ocho meses de prisión, mientras se siguen instruyendo las causas por delitos de lesa humanidad en el Juzgado Federal 3 de La Plata. Juan José Pomares (a) Pipi era el ladero de Castillo en el grupo 78

- La vinculación de Vaello con el delito común fue la norma entre muchos integrantes de los gru-

pos operativos de la CNU (el caso de Aníbal Gordon es un ejemplo esclarecedor) que siguieron secuestrando y robando en los Años Ochenta.

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de tareas y con la vuelta a la democracia se incorporó al Partido Justicialista en donde llegó a ocupar importantes cargos partidarios. En julio de 2011 el juez platense Arnaldo Corazza ordenó su detención luego de que fuera señalado por testigos de un secuestro y asesinato. En la noche del 6 y madrugada del 7 de agosto de 1974, la patota del Indio Castillo y Pomares operó bajo el mando del Viejo Aníbal Gordon, uno de los jefes de la Triple A. La esposa de Tito Pierini testimonió sobre la presencia, entre los que entraron violentamente a su casa, de un hombre mayor (Gordon) que daba indicaciones con gestos a los cuatro jóvenes armados con armas largas y pies sucios de barro y sangre, que luego supo, era de los Chávez padre e hijo. El prontuario policial de Aníbal Gordon permite dimensionar la estatura moral y política de estos criminales. Desde el año 1951 hasta 1972 a Gordon se lo vinculó con una sucesión de hechos ligados al delito común. Liberado de la cárcel en 1973, se integró de inmediato con sus “socios” en los robos de bancos al accionar de los grupos parapoliciales de la derecha peronista. El Viejo también fue agente “inorgánico” de la SIDE y luego del 24 de marzo de 1976 fue el jefe del centro clandestino de detención y tortura Automotores Orletti en Capital Federal. Este centro fue creado en diciembre de 1975 como una “cueva” desde la que el grupo de Gordon hacía sus operativos, que incluían chantajes extorsivos, además de la eliminación de todo opositor, izquierdista o “blanco” definido como un objetivo de represión. La base de operaciones era un taller mecánico en el barrio La Floresta, ubicado frente a las vías del tren sobre la calle Venancio Flores. La SIDE pagó 240 mil pesos por los primeros dos meses de alquiler al propietario, llamado Santiago Cortell, quien creía alquilarlo a una empresa dedicada a la importación y exportación de bienes. 164

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En un testimonio prestado ante la justicia militar en el año 1977, el represor Rodolfo Eduardo Cabanillas recordó algunas “particularidades” de Aníbal Gordon. Cabanillas, luego del golpe de Estado, fue uno de los dos jóvenes capitanes destinados por la SIDE a los Automotores Orletti o “El Jardín”, como también se lo conocía en la jerga militar. En ese lugar y de acuerdo al mismo Cabanillas, formalmente los militares eran los jefes, pero en la práctica el Viejo Gordon ejercía el mando absoluto. En ese centro donde se secuestraron y torturaron a más de 300 personas, muchas de ellas desaparecidas hasta hoy, Gordon no permitía que sus hombres violaran prisioneras “porque el viejo Aníbal era religioso, católico, y muy respetuoso de la mujer. La vida humana no le importaba, pero en cuanto al respeto por la mujer era tremendo”. Para Gordon los niños encerrados en Orletti “eran sagrados”. “Y el asunto de los chiquilines, es que los tipos de la banda mataban a los padres y se quedaban con los chiquilines y los criaban como hijos de ellos, tal es así que cuando los descubren, los tipos se pasan a la clandestinidad, viven en la pobreza total para que no los descubran, porque los sienten como sus hijos.” Durante los años de la dictadura, el Viejo Gordon se dedicó con impunidad a los robos, secuestros y asesinatos. En muchos casos, la patota se dirigió a “reventar” las casas de sus víctimas a bordo de camiones para poder adueñarse rápidamente de todos los bienes posibles. Hasta el momento de la finalización de este libro, Castillo y Pomares son los únicos procesados y detenidos por los crímenes de la CNU en la ciudad de La Plata. Mientras, cada vez con más frecuencia, los organismos de Derechos Humanos atribuyen al Juez Corazza la intención de dormir las causas y de no avanzar en la investigación. 165

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En una serie de notas publicadas por la revista Miradas al Sur se sacó a la luz el accionar de la CNU como grupo de tareas al servicio del gobernador bonaerense Victorio Calabró, de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, del Distrito Militar de La Plata –comandado por el teniente coronel Mario Sila López Osornio– y del Regimiento VII de Infantería. También identificó a varios de sus miembros como partícipes de secuestros y asesinatos perpetrados en el marco del terrorismo de Estado previo al golpe del 24 de marzo de 1976. Miradas al Sur publicó los nombres y apodos de varios miembros de la CNU que participaron en una o más de las operaciones de la banda, o bien actuaron como apoyo y/o informantes para facilitar su accionar criminal: Mediante distintos testimonios, han sido identificados los nombres de 58 personas asesinadas por el grupo de tareas comandado por el Indio Castillo. Este listado seguramente es incompleto, pero ayuda a establecer la manera en la que operó la CNU entre 1974 y marzo de 1976. Luego del golpe del 24 marzo, la patota siguió actuando, pero bajo la conducción del Ejército y la Armada, hasta que fue desactivada en abril del 76 por orden del Área de Operaciones 113 y varios de sus miembros fueron detenidos debido a que se habían vuelto ingobernables. De acuerdo a Miradas al Sur, Gastón Ponce Varela, uno de los más conspicuos integrantes de la banda –ejecutado por Montoneros a mediados de 1975–, solía jactarse delante de testigos de haber asesinado a “más de noventa zurdos”, al tiempo que le adjudicaba a Castillo por lo menos ciento diez muertes. La lista mortal de la CNU se inicia en agosto de 1974 con el secuestro y asesinato del Chango Macor, Tito Pierini, Horacio Chávez y su hijo Rolando. Culmina en abril de 1976 cuando, en una misma 166

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noche, la CNU secuestró y asesinó a dos delegados gremiales de una empresa contratista de Propulsora Siderúrgica, Guillermo Miceli y Carlo Satich, y al activista gremial del Ministerio de Economía de la Provincia Horacio Urrera. En otra acción, interceptaron el taxi en que viajaban los militantes peronistas Graciela Martini, Néstor Di Notto, Adelaida Barón y Daniel Pastorino. Martini y Di Notto fueron asesinados luego de ser torturados en una casa operativa de la banda, en tanto que Pastorino y Barón salvaron milagrosamente la vida por la intervención de Patricio Errecarte Pueyrredón, integrante de la patota que conocía a los familiares de Barón. Los testimonios de los dos sobrevivientes obligaron al juez Arnaldo Corazza a encarcelar a Juan José Pomares, a quien reconocieron como uno de los participantes de la acción. La instrucción de la causa federal demuestra que los blancos a secuestrar y ejecutar eran decididos por el propio Castillo y sus secuaces o bien los elegían desde el gobierno provincial, la jefatura de la bonaerense, los dos jefes del Ejército o el Batallón de Infantería de Marina 3, con sede en La Plata. En más de una ocasión, como en los asesinatos del 7 de agosto de 1974 o del médico Mario Gershanik en abril de 1975, la CNU actuó integrada a la Triple A, bajo las órdenes de Aníbal Gordon. La muerte del Chango Macor es ejemplar para conocer el proceder sistemático de la CNU. Los grupos de tareas de la CNU estaban integrados por asesinos sádicos y cobardes que siempre actuaron sin correr riesgos. Elegían a sus víctimas entre los militantes indefensos, que eran secuestrados en sus casas de madrugada y asesinados en diferentes lugares de las afueras de La Plata. “Nunca nadie se nos resistió con armas. Es más, por la manera que tenía El Indio de entrar a las casas, pateando las puertas, si uno sólo se hubiera resistido a tiros, aunque fuera con un revólver chiquito, se hubiera llevado a 167

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dos o tres de nosotros con él antes de que lo agarráramos. Yo, por eso, nunca entré en la primera línea”79 , confesó a Miradas al Sur un integrante de la banda.

79

- Revista Miradas al Sur, 24/12/11. En http://sur.infonews.com/blogs/daniel-cecchini/victimas-

que-esperan-justicia

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Instrucciones para la elaboración de las “listas negras” en Catamarca… A partir de octubre de 1974 las detenciones de sospechosos de participar en actividades de apoyo a las “organizaciones subversivas” se hicieron frecuentes en Catamarca. De hecho, sobre 91 detenciones “por causas políticas y/o gremiales” declaradas ante la Comisión Provincial sobre violaciones de los Derechos Humanos y otras Normas Legales en el año 1984, se precisó que un número significativo de estos arrestos :24, se produjeron antes del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Poco tuvo que ver el azar en la elección de los ciudadanos que fueron arrestados y puestos indefinidamente a disposición del P.E.N, sin condena firme ni proceso legal en marcha, La práctica iniciada con el Decreto 1368-74 se prolongó hasta el 28 de octubre de 1983, en ese periodo 8625 personas fueron puestas a disposición del P.E.N, de las cuales 3443 se produjeron antes del 24 de marzo. En el caso de los detenidos catamarqueños - muchos de ellos estudiantes universitarios, abogados, trabajadores del Estado provincial o profesionales de la Salud y el Derecho – el estigma que marca sus destinos es la Masacre de Capilla del Rosario. Casi todos terminan presos: los jóvenes que integran la Comisión de Solidaridad con los presos del PRT-ERP, los abogados locales que colaboran en su defensa, los estudiantes que denuncian la masacre en las asambleas universitarias y los dirigentes políticos que se preocupan por la sangrienta represión de los días posteriores al 12 de agosto. Pronto pagaron por su atrevimiento Lila Macedo, Roberto Díaz, Julio Marcolli, Mardonio Díaz Martínez, Hernán Colombo, Simón Gómez, María Castillo de Gómez y Joaquín Quiroga, entre otros. 169

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El run run de los clientes en el coqueto bar céntrico no impide que Joaquín enumere momentos de su pasado. Sin prisa, mientras acomoda repetidamente sus anteojos, pone en palabras sus recuerdos y habla en voz baja. Resulta que al gobierno de Catamarca le dicen que para satisfacer a los militares en la lucha antisubversiva la presidenta María Estela de Perón había decidido entregar en cada provincia a un grupo de gente supuestamente de izquierda para que los pongan a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Entonces se informa que debía armarse una lista, no hay ninguna detención al voleo. La lista se arma en Casa de Gobierno con la ayuda de los informantes de la época: Pedro Toloza, Juan Carlos Andrada, Rulo Blas (…) era el Ministro Toro el que acogió a este grupo de informantes. Por supuesto que no se detuvo a todos, se ejecutó la detención de los primeros doce que figuraban en esa lista. Que éramos los hermanos Colombo, Bebé Núñez, Julio Marcolli, Jorge Marca y algunas mujeres de la primera época como Lila Macedo y Cristina Ibáñez. A este primer grupo nos detienen un par de días antes de que se decrete el estado de sitio. Por eso, todo ya estaba acordado. Es un macaneo de que aquí no sabían nada. Se mandan los nombres de los detenidos a Buenos Aires y se los incluye luego en el decreto correspondiente. A mí me incluyen en la lista negra porque cuando caen presos 12 guerrilleros del PRT-ERP, Julio Marcolli me presenta a los abogados Silvio Frondizi y Alfredo Curutchet. En esa reunión ellos me piden que presida una comisión de solidaridad con los presos. Además me explican que necesitan una persona con buena memoria, porque no solamente entraría a visitar a los presos con ropa y medica170

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mentos, en forma completamente legal me aclararon. Pero tu misión es el intercambio de información con la familia, no con la organización, porque esa gente está desesperada y necesita saber cómo están sus hijos. Yo no tenía ninguna militancia, seguramente tenía alguna simpatía con la izquierda, pero es mi amistad con Julio la que me lleva a contactarme con Frondizi y Curutchet, aún sabiendo el peligro que corría. Y el peligro fue que me tuvieron preso durante más de dos años, hasta que me acogí a la opción de salida del país y me exilié en España. Con mi detención no solo sufrió emocionalmente mi familia, sino que además se empobrecieron todos, ya que éramos varios hermanos y el único que tenía trabajo estable en una familia muy humilde era yo. En el momento en que nos detienen se mezcla la indiferencia con el miedo. La familia sufre mucho, pero el resto de la sociedad no hace demasiado.80 Quienes colaboraban, generalmente, con la elaboración de estos verdaderos mapas de la represión que fueron las “listas negras” eran los informantes secretos (“buchones”) de las fuerzas policiales o de los organismos de inteligencia, creados especialmente para perseguir al comunismo81 . De acuerdo a las declaraciones de algunos ex presos políticos, en 1974 y 1975 son ciudadanos “normales” y “respetables” los que indican en Catamarca los nombres de quienes deben ser detenidos en forma inmediata. Delatan confiando en que su participación, allí, 80

- Joaquín Quiroga, ex preso político catamarqueño.

81

- El archivo de la DIPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires) creada en 1956,

es un registro documental de información política-ideológica, obtenida con la ayuda, en gran parte, de los informantes secretos.

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en las esferas mismas del secretismo y de la “ilegalidad”, es una demostración suficiente de adhesión al verdadero hombre fuerte del gobierno nacional, López Rega. Considerado así, la delación no solo es un acto vil sino que transmuta en opción política. Es la demostración, a través de los actos, de la adhesión plena a los objetivos del dispositivo represor y desaparecedor. Esto es la concreción eficaz de lo que en términos sanitariocastrenses puede reducirse a la siguiente secuencia: localización, aislamiento y aniquilación del enemigo. En el dispositivo represor y desaparecedor, la “delación” no es tan solo una práctica que, en sí misma, tampoco es novedosa. En este momento histórico, la delación es el principio articulador de una nueva forma del “Nosotros catamarqueño”, acorde con la Doctrina de la Seguridad Nacional, con las normas legales consagradas, con la tecnología disponible, con los discursos mediáticos que la justifican y con las instituciones que existen gracias y para la delación. Entonces, si bien los motivos de la delación pueden ser calificados como múltiples, estos fueron admitidos como la consecuencia esperable de una serie de acciones precedentes y simultáneas que se generaron en la sociedad de la época, cada vez más atravesada por la violencia política. En ese sentido, el endurecimiento eficaz de la represión a los “enemigos” de la sociedad por parte del Estado, exigía de la sociedad un compromiso de carácter orgánico. Para mayor escarnio, frecuentemente, estos delatores fueron premiados con ascensos laborales y con lugares de poder que sostuvieron aun después de 1983. Sin embargo, esta evidente colaboración con la represión no mereció reprobación en el seno de la sociedad posdictatorial. Los delatores caminaron tranquilos en una Catamarca reestructurada en la materialización taxonómica de lo normal/ anormal, de la que sus relatos. “ocultos” y “perversos” (aquellos gene172

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rados desde la delación) habían dado acabada cuenta. En general, la memoria de las delaciones persiste en forma de comentarios y entre líneas de los afectados. En este acto de apenas nombrar, se constituye, también, la dimensión local y particular de los años 70. Silenciar el nombre de los delatores conforma una necesidad para poder “convivir en paz”. Mientras, las narraciones generadas por los delatores siguen circulando, estigmatizando todavía más, ya que perviven en el ámbito del “secretismo” y se inhibe su puesta en valor social. Al imposibilitarse la posibilidad de ser contrastadas, se consolidan en esta obturación del conflicto, consagrando como “naturales” a los lugares ganados o perdidos en esos tiempos. Sobre los autores civiles y catamarqueños de las listas negras no se hablaba… hasta ahora.

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“Hoy por tí, mañana por mí…” El “Plan del Ejército (Contribuyendo al Plan de Seguridad Nacional” era un mamotreto imponente, que delineaba de manera meticulosa las distintas fases y obligaciones del Golpe de Estado. Entre las primeras tareas a cumplir por las fuerzas puestas en este “orden de batalla” se encontraba la detención de personas en todo el país. Para no dejar lugar a la improvisación se hacía una verdadera taxonomía de la represión, indicando las características de funcionarios, políticos y sindicalistas que “significaban un peligro cierto para el desarrollo de las acciones militares o sobre las que existen evidencias de que hubieran cometido delitos o acciones de gran notoriedad en contra de los intereses de la nación y que deban ser investigados”. Desde el 24 de marzo, el gobernador Mott, los principales integrantes de su gabinete, legisladores provinciales y nacionales del Partido Justicialista fueron detenidos y puestos a disposición de la Junta Militar en una serie de operativos realizados por integrantes del RIA17, coordinados desde la Regional 1 de la Policía de Catamarca por el Capitán Mario Nakagama. Luego de una primera etapa, en la que fueron recluidos en los grandes dormitorios del Hogar Escuela de la ciudad Capital, la Intervención Militar los trasladó a la vieja cárcel “para chorros de gallina”82 de la Avenida Güemes, en la que debían compartir pabellón con los “presos políticos” de la gestión peronista. Al conocer la noticia, Mott temió las represalias por parte de quienes habían sido puestos a disposición del P.E.N desde fines de 1974. Sin embargo, con todo lo pasado, seguía sin sentirse responsable de esta situación 82

- Hugo Alberto Mott, ex Gobernador de Catamarca.

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Yo tenía una excelente relación con los muchachos [de la JP Regionales] algunos de ellos formaban parte de mi gobierno. Había dos JP en la etapa que fui gobernador. Una era la de la C.G.T y estaba la otra [la JP Regionales] pero las dos trabajaban por la provincia. Nunca pensé, ni por asomo, que estuvieran comprometidos con la subversión (…) el problema de ellos no radicaba no con el gobernador ni con el gobierno de la provincia…ellos ideológicamente pueden haber estado en contra de lo que se hacía en la nación. Yo no estaba convencido de que esta gente estuviera participando de la subversión. ¿De dónde salía la información para detener a esta gente? no te lo sabría decir. Creo que salía de la S.I.D.E y del Batallón 601 del Ejército. Todo se manejaba a través de la Policía Federal, que hacía de vínculo entre la provincia y la nación. Por supuesto, nosotros [los gobernadores] trabajábamos para que la gente se sintiera en paz. Era un problema muy serio, porque nuestra vida también corría riesgos83 . Junto a Mott fueron trasladados al penal, entre otros, los dirigentes y funcionarios Isauro Molina, Patricio Scollamieri, Aroldo Ávila, Tato Yadón y Arnoldo Saadi. Ante la llegada de los “nuevos” presos políticos, los “viejos” decidieron (a pesar del lógico resentimiento) no “hacerle el juego” a los militares que, según pensaban, los hacían convivir forzadamente para que se iniciaran disputas entre ellos. Algunos de los militantes de la JP Regionales intentaron no tener trato alguno con Mott, a quien despreciaban. A otros de los recién llegados los recibieron recordando, con amarga ironía, un episodio reciente 83

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- Idem a la anterior

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Me acuerdo que antes del Golpe nosotros en la cárcel empezamos trabajos por los presos comunes. Entonces hicimos un proyecto de ley para que los presos comunes tengan jubilación y obra social… entonces invitamos a la cárcel a Scollamieri, y a Isauro Molina que estaban dispuestos a llevar adelante la propuesta. En una de esas visitas no me acuerdo si Isauro o Scollamieri dijo: - bueno, bueno, saquemos esto porque en una de esas le necesitamos nosotros el día de mañana. Esto fue en noviembre del 75 y en marzo cayeron ellos también84 ...

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- Hernán Colombo, militante de la JP Regionales.

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Un correo electrónico, cuarenta años después… Estimado Jorge: pasadas las urgencias, te envío el breve texto que escribí para “Miradas al Sur” sobre el Chango. Lo copio acá:  “De nuestro grupo de estudio y militancia en Periodismo, el Chango Luis Macor era el menor, el pibe llegado de su Catamarca natal con todo el cielo en los ojos. Su edad y dulzura de carácter hicieron que varios lo adoptáramos como a un hermano a cuidar y querer mucho. Hubiera llorado a cualquier compañero, como nos tocó con el gobierno de Isabel Perón y luego con la dictadura, pero el asesinato del Chango me demolió afectiva y moralmente. Duré dos meses más en La Plata, acorralados como estábamos los militantes de superficie, y emigré a Viedma con mi familia. Ese dolor tan grande se ha alojado en mi memoria como el símbolo de la Revolución que no fue entonces y nos debemos aún, con otras estrategias y ritmos, para hacer la Patria Grande que soñamos hace cuarenta años.”. Raúl Orlando Artola. Compañero del Chango Macor.

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Epílogo

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Para seguir con la tarea (im)posible de reunir los fragmentos de una militancia… “El cronista que narra los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños, da cuenta de una verdad: que nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse por perdido para la historia”. Walter Benjamin.

* El silencio sobre los hechos de diciembre del 74 y la procesión trágica de la Virgen del Valle responde seguramente a intereses, en muchos casos emparentados con los que silenciaron hasta el 2004 la masacre de Capilla del Rosario, o los que demoraron recordar durante más de veinte años que hubo catamarqueños desaparecidos, o los que callaron por más de treinta y cinco años la existencia de presos políticos en la cárcel provincial durante el gobierno constitucional de 1973-1976. Todos esos intereses forman parte de la sociedad catamarqueña, emergen como una persistencia que no debiera obstaculizar comprensiones históricas y más bien transformarse en objetos de investigación histórica85 . La trágica procesión de diciembre del 74 no puede incluirse entre los milagros de la Virgen si, desde el mismo 9 de diciembre de ese año, quedó evidenciada en la consideración de la comunidad como una burda maniobra política, de catamarqueños contra catamarqueños. No puede ser bandera política de ningún grupo o partido político un hecho, que a la luz de las fuentes consultadas, no es 85

- Agradezco aquí la inestimable colaboración de la Prof. Roxana Gutiérrez en el acto de urdir

estas reflexiones.

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una anécdota si no un hito de la historia reciente local. Sí, historia en la medida en que deja de ser sólo pasado y solo memoria. Investigaciones como la que presentamos la integran (o pretenden hacerlo) en el conjunto de explicaciones que pueden hacer inteligibles los 70 en Catamarca; local en el sentido de un escenario que tiene conexiones con lo nacional y, sin ser su reflejo, resiste la aplicación de categorías como los conflictos intra-partidarios del partido gobernante, la violencia política y la construcción de un enemigo. Y finalmente, es historia reciente no por el tiempo transcurrido, que es bastante ya, si no porque se inscribe en lo negado, en el grupo de experiencias traumáticas y posiblemente indecibles a las que pudimos acceder por la vía de los testimonios, de lo recordado, y por otras fuentes, necesarias para dialogar revisando evocaciones y olvidos. Es ejemplificador al respecto que, todavía hoy, en la Plaza 25 de Mayo no exista nada que represente lo sucedido hace casi cuarenta años. El monumento al General San Martín, ocupa el lugar central en este paseo y en la esquina de las calles Republica y Sarmiento se diseñó una pequeña plazoleta en el que se destaca el Monumento a La Bandera, muy cerca de un retoño del árbol en el que, según los relatos populares, descansó Manuel Belgrano. Pero sobre los hechos de violencia política efectivamente ocurridos en ese lugar (la plaza) no se ha materializado referencia alguna. No hay un punto de referencia para anclar los discursos sobre lo allí pasado. Denotándose, en la ausencia de la referencia simbólica, que el Estado los considera escasamente significativos. Y la historia cercana y lejana, muestra algunos hitos. Allí, según cuenta la tradición, fue decapitado a mediados del Siglo XIX, el Gobernador de Catamarca José Cubas, luego de la derrota de la Coalición del Norte contra Rosas. En Noviembre de 1970, durante 184

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“El Catamarcazo”, fue asesinada por balas policiales la estudiante María Dolores Pacheco. En tiempos más cercanos, todavía, la plaza fue el ámbito de la represión a los participantes de la Marcha del Silencio número veintiuno, que precipitó la intervención federal a la provincia. La placa que rinde memoria a los desaparecidos catamarqueños, instituida recientemente, está ubicada en un espacio marginal de la Plaza 25 de Mayo. En un lugar en el que no molesta los pasos frecuentes de los peatones86. Hoy, los paseantes más jóvenes que miran jugar a sus hijos y los adolescentes que se presumen en la plaza, desconocen la existencia de estos rumores generadores del clima de “terror” que justificó una interpretación hegemónica sobre la tragedia y que propició la búsqueda de un determinado perfil de culpables, hace casi cuatro décadas, en nuestra Catamarca. ** El 12 de agosto de 1974, el dispositivo represor desaparecedor parió en el Cañadón de los Walther un suceso ejemplificador de su capacidad aniquiladora, al fusilar a cielo abierto a catorce guerrilleros de la Compañía de Monte. Pero también se asistió, en esos instantes fatídicos, al surgimiento de su contraparte mínima y llena de vida. Hombres y mujeres catamarqueños de distinto origen partidario entramaron sus existencias con las de los sobrevivientes y las de los masacrados, al intentar impedir que el hediondo deseo de revancha de los asesinos se saciara completamente. Pagaron por este atrevimiento las organizaciones de la izquierda peronista y marxista catamarqueña, que antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 86

- Estas fueron las palabras de los arquitectos encargados de la obra en el año 2012, en una reu-

nión de Organismos de DDHH catamarqueños.

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1976 fueron virtualmente desestructuradas por la acción represiva estatal y paraestatal. Pero también fueron perseguidos los cristianos, estudiantes y sindicalistas comprometidos con el respeto de la vida humana. Muchos de quienes fueron puestos a disposición del P.E.N desde la vigencia del estado de sitio, tardaron décadas en reinsertarse en la sociedad catamarqueña, ya que su condición de ex preso político sigue siendo un estigma. *** Los testigos señalaron con certeza el lugar del Cementerio Municipal en el que se habían enterrado, a fines de agosto de 1974, los cuerpos N.N de los guerrilleros masacrados en Capilla del Rosario.  Era un cuadro destinado para los muertos más pobres y más abandonados.  Con la correspondiente orden judicial, en una mañana fría, los peritos del Equipo Antropológico Forense comenzaron su tarea.  Pero el primer dato fue el de la estratigrafía de la violencia y la impunidad...Sobre los huesos de los integrantes de la Compañía de Monte estaban depositados otros. Casi a flor de tierra se encontraron con Casandra, una travesti del Interior de Catamarca, asesinada cuando prostituía sus años adolescentes en una calle de San Fernando del Valle...un poco más abajo también se hacían humus los restos de un “sin techo”, que falleció reventado por el alcohol y el abandono...solo luego de ellos, pobres diablos desechos por la ausencia de una flor siquiera, estaban los restos reclamados, tardíamente, por la justicia de los hombres. **** Mariela me dice, “Yo no sabía nada de los nombres de los asesinos de mi hermano…son treinta y seis años ¡A vos te parece! Yo 186

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nunca me puse en contacto con los que están en el juicio de La Plata. Hace cuatro años nos llamaron para que vayamos y firmemos, entramos a esas dependencias, tan oscuras, a esos pasillos, con los ascensores que se quedaban, me dije que nunca más iba a ir, yo me sentí ahogada ahí, aprisionada, el lugar, el espacio, sin una planta, sin una luz, que le de vida…mi idea, mi mente, es que yo iba a esa cosa oscura. Qué voy a remediar con ser querellante, con ser algo en ese juicio…por lo menos para preguntarle a esa gente porqué, ¿qué te hizo?, ¿te sacó la lengua?, algo…” ***** Erase una sala prolijamente dividida entre quienes se solidarizaban con asesinos y quienes deseaban justicia. El juez leyó con tono monocorde el veredicto: “El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Catamarca, con la disidencia parcial del Dr. Gabriel Eduardo Casas, quien vota por la inconstitucionalidad del art. 80 del C.P., por falta de mínimo penal que no permite mensurar culpabilidad y propone pena de prisión de (16) dieciséis años, RESUELVE: I) CALIFICAR los hechos objeto de este proceso como constitutivos de delitos de Lesa Humanidad (consecuentemente imprescriptibles e inamnistiables), comprendidos en el Derecho de Gentes; Estatuto de Nüremberg de 1.945; Resoluciones 3 (I) del 13/02/1.945 y 95 (I) del 11/12/1.946 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas; Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y Lesa Humanidad del año 1.968, aprobada por Leyes 24.584 y 25.778 y Art. 118 de la Constitución Nacional, conforme se considera.187

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II) CONDENAR a CARLOS EDUARDO DEL VALLE CARRIZO SALVADORES; MARIO NAKAGAMA y JORGE EXEQUIEL ACOSTA de las condiciones personales que constan en autos, a la pena de PRISION PERPETUA, con mas inhabilitación absoluta y perpetua, accesorias legales y costas (arts. 5, 19 y ccdtes., 40 y 41 del C.P.), por considerarlos coautores penalmente responsables de la comisión del delito de Homicidio Doblemente Agravado por ser con alevosía y con el concurso premeditado de dos o más personas -catorce hechos- en concurso real, previsto y penado por los arts. 80 inc. 2 y 4 -actual 6-, 45 y 55 del C.P…”87 ****** El sentido y fin de tanta violencia es el de aplanar los territorios de lo humano, arar sobre ellos y volcar sal sobre las heridas para dominarlos, para impedir que la semilla de la memoria madure y repte sin control. Pero este mismo tránsito destructor constituye, a su pesar, los pliegues en donde la apenas resistencia brota y fructifica…

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- Disponible para su consulta completa en http://www.cij.gov.ar/adj/pdfs/ADJ-

0.742309001381245294.pdf

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