para terminar con el juicio del yo

June 18, 2018 | Author: Rocío Barceló | Category: Friedrich Nietzsche, Gilles Deleuze, Reading (Process), Life, Psychoanalysis
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para terminar con el juicio del yo...

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Para terminar con el juicio del yo. Notas de lectura sobre el Cuaderno Nietzsche Victoria Larrosa anota en la presentación de Nietzsche, mil hojas de melodía y pensamiento que pensar en Nietzsche es “volverse ocupas de la potencia de lo efímero por su eternidad” . Casi todos los autores que participan en este Cuaderno citan un libro de Gilles Deleuze (1967) que se llama Nietzsche y la filosofía. Escribe Deleuze: “El problema tan común en  en  Nietzsche: ¿qué quiere una voluntad?, ¿qué

quiere éste o aquel?, no debe entenderse como búsqueda o finalidad, de un motivo o de un objeto de esa voluntad. Lo que quiere una voluntad es afirmar su diferencia. En su relación esencial con la otra, una voluntad hace de su diferencia un objeto de afirmación. ‘El placer es saberse diferente’” . Cada amanecer afirma la posibilidad de un día único, esa diferencia inapelable fecha la vida y la muerte. La diferencia no forma pareja, no arma familia, no difunde cátedras, no se psicoanaliza, no se asocia a un club, no sigue una moda. No cultiva identidades, no persigue objetivos ni distinciones. El  porque sí de la diferencia desafía a los lenguajes. Que muchos coincidan en leer a Nietzsche con Deleuze puede decir (o no) algo de cómo trabaja la recepción entre nosotros. El poema de Artaud que se llama “Para terminar con el  juicio  juicio de Dios” puede leerse como un argumento en contra del yo. El yo contemporáneo es el hijo de dios. Terminar con el juicio del yo supone terminar con el acatamiento de sus dictámenes como sentencias autorizadas en el sí mismo. con exactitud. / Es una palabra / que nos sirve / para señalar / Escribe Artaud: “¿Y el infinito qué es? / No lo sabemos con exactitud.

la ‘apertura’ / de nuestra conciencia / a la posibilidad /  desmedida  desmedida e interminable. / ¿Y la conciencia qué es? / No lo sabemos con seguridad. / Es la nada” . Siguiendo la puntuación de Victoria Larrosa, el yo ganaría simpatías si se asumiera como ocupa de una intensidad. 1.  Annabel Lee Teles alude a una cita de Nietzsche que q ue dice “El mundo puede considerarse como una obr a de arte que se engendra a sí misma” . Una antigua idea dice: el mundo no se crea a sí mismo, se inventan mundos cada vez que alguien piensa. Así los mundos superan infinitamente a las criaturas vivas. Si los habitantes del planeta dejáramos a la vez de pensar, los mundos desaparecerían. La prueba, para ser efectiva, requeriría de la muerte de todos: una sola criatura pensando haría fracasar el experimento. Otra perspectiva, sin embargo, refuta la conjetura anterior diciendo: los infinitos mundos posibles, por modestia, fingen dejarse pensar por la vanidad humana; la prueba está en eso que los mundos hacen con las emociones de los hablantes mientras duermen. La omnipotencia somete potencias.  sabéis qué es para mí el mundo? Este mundo es un prodigio  Annabel Lee Teles presenta esta cita de Nietzsche “¿Y  sabéis

de fuerzas, sin principio, sin fin (…) uno y múltiple (…) un mar de fuerzas de  fuerzas corrientes que se agitan en sí mismas, que se transforman eternamente” . La brisa no es nerviosismo del aire, tal vez sea inquietud que no sabe de sí. La agitación de lo viviente reposa en cada emoción humana. Cómo concebir la idea de eternidad : algo único, sin origen ni fin en el que la diferencia destella en la repetición. Te amaré siempre es una voz humana que se vale del adverbio de la eternidad para hacer una promesa desmesurada. un ejercicio activo, libertario de la potencia propia de cada quien, Escribe Annabel Lee Teles: “La creación se vuelve un ejercicio de cada singularidad relacional” . La potencia no importa como propiedad de alguien, sino como potenciación. Se dice: algunas personas sacan lo mejor de mí o sacan lo peor de mí ; pero no sacan algo que las preexiste, sino algo que produce esa proximidad. Potenciar no quiere decir incrementar lo que ya es, sino posibilitar lo  por venir . Cita Annabel Lee Teles a Nietzsche: “No tenemos otra representación del ser que el vivir” . No se es, se vive: el ser parece una foto movida, desenfocada, un fantasma ontológico; el se vive expresa lo pasajero. 2. Peter Pal Pelbart intenta una clínica de los nihilismos presentes en la obra de Nietzsche. Afirma que “el desafío es no hacer del nihilismo una lectura nihilista” . El sentido acampa en el equívoco. La ambivalencia recuerda al pensamiento que las interpretaciones están de paso. Lo irresuelto compone una red que atrapa soltando: el deseo se realiza dejando ir . Peter Pal Pelbart menciona la condición anfibia del pensamiento de Nietzsche: la que imagina ideas para vivir tanto sobre la tierra como bajo el agua y que puedan, también, bailar sobre la superficie de las cosas. Un falso acertijo plantea que un pato se encuentra con un cartel que dice: “¡A partir de este instante se prohíbe nadar, volar y caminar!” . Pregunta: “¿Cómo hace el pato para seguir viviendo?” . Respuesta: “Los patos no leen letreros” . No alcanza concluir en que las aves de cuello corto viven libres e inocentes en sus lagunas porque no saben leer: el acertijo pone a la vista que los signos de la civilización no regulan lo viviente. El pato nada, vuela, camina porque sólo ve en ese cartel una lámina inexplicable en la que han dejado sus huellas extrañas criaturas palmípedas. nihilismo es síntoma de decadencia y aversión por la existencia; por Se lee en Peter Pal Pelbart que “por un lado, el nihilismo es

el otro, y al mismo tiempo, es expresión de un aumento de fuerzas, condición de un nuevo comienzo, incluso una  promesa” . El nihilismo como astucia del pensamiento que se aventura más allá del hombre.

Los opuestos no son una anomalía de la civilización, ni la contradicción un papelón de la razón. Las paradojas asombran a las normas que sólo saben cumplir un horario. Lo singular se desprende del sentido común. El sentido común es la biblia del yo. El prefijo trans viaja, inventa otros lados, otros planos, otros tiempos, otros sentimientos, en la emoción. Un pato que no lee ni se preocupa por el alfabeto humano es un transpato. Escribe Peter Pal Pelbart que cierto nihilismo: “consiste en una depreciación metafísica de la vida a partir de valores considerados superiores a la propia vida, con lo que la vida queda reducida a un valor de nada…” . El capitalismo ofrece una construcción metafísica sofisticada: llena el tiempo histórico de metas que hagan confortable la estadía de algunos en este mundo e incluso habilita a que seamos anticapitalistas. Los enfermos cargan con culpas innecesarias: “…Y, ¿qué querés? ¡No se cuidaba!” . El padeciente se vuelve sospechoso. Cuando el que se enferma es un fanático del cuidado de sí, el argumento tiene que reconocer de mala gana que se vive sin garantías. En una civilización obsesionada por impedir la muerte de los seleccionados, el enfermo  –que denuncia lo que se pretende acallar-  paga el pato. Peter Pal Pelbart recuerda un enunciado de Goethe que dice “Pues todo lo que nace merece perecer” . Se podría escuchar ese merece como hacerse digno de un premio o un castigo, como descanso por fin alcanzado o como lección moral de la historia. Dice Mefistófeles en uno de sus diálogos con Fausto: “Soyel espíritu que siempre niega. Y lo hago con pleno

derecho, pues todo lo que nace merece ser aniquilado, mejor sería entonces que no naciera. Por ello, mi auténtica naturaleza es eso que llamáis pecado y destrucción, en una palabra, el Mal” . El enunciado “Todo lo que nace tiene derecho a morir”  podría significar, entre nosotros, un desahogo frente a una cultura que culpabiliza o toma como rehenes a los moribundos distinguidos que deben gozar de los beneficios de la civilización. Tener derecho a vivir y a morir. Desear vivir, sabiendo que se va a morir. La vida no tiene sentido como cosa dada, se vive dándoselo. Se dice que en un pesimista habita un optimista desencantado. El odio y la venganza gritan furiosos ese desencanto. Los encantadores de serpientes utilizan una flauta que subyuga a la cobra macho porque emite un sonido parecido al llamado de las hembras. Cuando el yo se aburre, sale a comprarse algo: y ¿si no puede comprarse nada? Si la nada no se piensa como algo que falta, titila como posibilidad de lo que está por nacer. 3. El Taller de lectura de la obra de Deleuze comienza con esta afirmación: “Pensar es arrojar los dados” . El que vive tienta al azar. Permanecer no es lo mismo que perseverar. No se trata de vivir sin metas, sino de liberar a la vida de la tiranía de la finalidad.  A veces el jugador desea jugar, otras actúa urgido por el resultado. El yo idea sistemas para ganarle al azar. El psicoanálisis es para algunos una martingala, un estudio del inconsciente como probabilidad, la última ilusión del yo de dominar su suerte. Respecto de lo que el Taller llama el militante triste se lee que es poseído por “una pasividad propia de quien no quiere amar, pero quiere ser amado” . La conciencia permanece esclava de lo conocido, lo inconsciente practica la fuga. Se lee esta cita de Nietzsche “Es indefectible: cada maestro tiene un solo alumno. Este alumno le será infiel, pues está predestinado a ser maestro también” . A la cita sigue este comentario “Cada página contiene el deseo de acabar con las voces de sus antiguos maestros para empezar a escuchar su auténtica voz” .  Ayuda recordar que no hay voz propia, sino demora en una voz: demora no como adueñamiento sino como derrame de vida en esa voz: escuchándome de un modo en el que puedo decir que es mía sin que por ello me pertenezca.  Anota el Taller de lectura en su último punto a propósito de la tensión entre creación y lucha: “Desde Hobbes hasta

Hegel, la política está comprometida en una lucha cuyo resultado determina quién recibirá los beneficios de los valores vigentes. Así, hoy, por ejemplo, los expulsados del sistema de producción capitalista piden ser incluidos, es decir, piden ser explotados. La lucha está asociada al deseo de reconocimiento, es decir, a hacerse atribuir los valores que ya están en curso; justamente lo que la lucha no permite es la creación de valores”. ¿De qué manera pensar una inclusión que no suponga sometimiento a lo establecido? ¿Una inclusión que no arroje al rescatado dentro de una bolsa de consumo? Los infinitivos incluir, contener, integrar, no convienen. Una de las cosas que las psicosis enseñan es que los desorbitados sufren no por sentirse expulsados de la razón sino porque no  pueden, no quieren, no saben, participar de sus mentiras neuróticas. Pensar lo grupal (en un taller) no como la difusión de conjuntos sino como desligadura en movimiento que posibilita la salida de sí. Esas desligaduras, sin embargo, muchas veces son obligadas a converger en la fusión de un nosotros. 4. El entre-dos de una entrevista, a veces, habilita enredos: la conversación no como un habla de conversos, sino como soledades sin convertir. Tal vez no se trata tanto de crear otros modos de vivir como si fuera un asunto de inspiración o invención alocada de quien se hace el rebelde o el loquito, sino de poder desprenderse de los modos de vivir ya creados. Doce moscas salen al mediodía es una improvisación coreográfica de David Zambrano. Los bailarines caminan, corren, vuelan en un espacio, por momentos, caótico. Se miran y se cruzan: de pronto alguien se detiene y espera. Traman efímeras complicidades en movimiento. Algunos pasean próximos, se despiden, se vuelven a encontrar. Se ligan y se desligan sin marcas posesivas. Otros giran alrededor de uno, instalan un centro para, enseguida, perderlo.

Juegan entre dos, entre tres, entre seis, entre muchos. No hacen lazos: deslizan pasos y figuras que anhelan lo imprevisto. No instituyen roles, se deslizan, transitan los cuerpos. Trazan formas que no repiten. En Doce moscas salieron al mediodía cada intérprete decide movimientos: detenerse, caminar, correr, girar. No se trata tanto de un campo de interacción como de un territorio de afectación. Para Zambrano “improvisar es el arte de entrar y  salir de lo ya conocido”. Improvisación no tanto como elogio  de la espontaneidad sino como interjección súbita en la que un automatismo (asombrado de sí) intenta la torsión de un impulso. Durante la segunda guerra mundial el gobierno norteamericano elabora un programa para optimizar recursos entre la  población diezmada por el inmenso ejército movilizado hacia los frentes de combate. Así, hombres y mujeres que no van a la guerra aprenden a reparar o construir por sí mismos objetos y mecanismos necesarios para sus vidas cotidianas. Revistas de la época difunden consejos y habilidades tanto para reparar una canilla que gotea, poner un burlete en una ventana o hacer funcionar una heladera a batería. La auto ayuda, en nuestros días, (mezcla de self made men y mecánica popular) emplea modos semejantes: de la misma manera en que se enseñaba cómo actuar en caso de asfixia o cómo elaborar cerveza, se instruye -ahora- cómo escapar de la depresión y vivir alegre sin un centavo. No sería inverosímil que alguien postule leyendo este Cuaderno esta fórmula: “Cómo ser   perspectivista para vivir en un mundo sin fundamentos bailando al borde del abismo”. Cuando el psicoanálisis distingue el yo del sujeto, no sólo diferencia un plano consciente de otro inconsciente:  pretende conmover el equívoco de la identidad individual. La pregunta qué me pasa podría escucharse no tanto como constatación o registro de una supuesta esencialidad sino como testimonio de que el vivir se vive como pasaje de la vida que deviene cuerpo, tiempo, espacio, música, color, palabra, soledad, comunidad. Una expresión común designa los estados neuróticos como enrosques: estar enroscado significa padecer el accionar de una máquina descontrolada (darse máquina) que nos piensa. Enroscar es torcer de más una cosa; no buscarle la vuelta como escape, sino dar vueltas alrededor de algo clausurando sus salidas. Enroscar la víbora significa engañar a alguien, enroscarse es un modo de engañar a la vida, de detener su potencia. Pero, ¿por qué querer impedir la potencia de la vida? Porque junto a esa potencia irrefrenable, la mínima existencia de una criatura humana se experimenta como condena apresurada. Las neurosis son dilaciones de los que saben que van a morir, construcciones humanas que envidian la eternidad. Algunas personas se analizan para que los enrosques pantanosos del yo, que gobiernan en esa celda que se designa como uno mismo, no impidan la vida.  Al psicoanálisis no le conviene perseguir eficacias correctoras de la voluntad. El psicoanálisis como experiencia de deshabituación comparte con las prácticas estéticas el deseo de situarse en el umbral de la posibilidad. Una profesión liberal sería una actividad realizada por personas no subordinadas a una autoridad institucional, cuya remuneración no se resuelve a través de un salario sino mediante el pago de honorarios convenidos en un contrato de servicios. El honorario es el estipendio con el que se honra el trabajo de las llamadas artes liberales. Las artes liberales, difundidas por la enseñanza medieval, se refundan en tiempos de la ilustración. Las profesiones liberales son prácticas que resultan de la adquisición de conocimientos y destrezas técnicas, condiciones que requieren la habilitación de un título académico. Las profesiones liberales, en otros tiempos, evocaban zonas controvertidas con los poderes de las iglesias, los estados, las universidades, corporaciones que pretendían regular la libertad de pensamiento. Pero como suele decir Horacio González: “mirando el liberalismo a través de su evolución contemporánea, aparecen rostros suyos ya no tan decorosos. Especialmente, el de no ser más una ética de la responsabilidad política sino el último refugio de las más crudas derechas económicas”. Uno de los problemas del  presente es que intelectuales, artistas, psicoanalistas,  profesores, hagan de la profesión liberal una pequeña empresa individual de personajes educados o compongan cartillas distinguidas de servicios para el mercado. Mónica Cragnolini recrea una preocupación de Nietzsche respecto de Spinoza que aprovecha el juego de palabras entre el nombre del autor de la Ética y Spinne (araña, en alemán), sugiere Cragnolini: “una cosa es moverse sobre el abismo extendiendo una red conceptual que uno mismo va destruyendo a medida que camina y otra cosa es tender una red conceptual en la que todo lo vivo cae para quedar momificado” . Dos enlaces con esta idea. Uno, al final del Tractatus logico-Philosophicus, Wittgenstein indica al lector que reconozca sus proposiciones como apoyaturas absurdas, abandonables. Aclara entre paréntesis: “Tiene, por así decirlo, que arrojar la escalera des pués de haber subido por ella” . Dos, Kafka (1910) escribe en su diario: “De hecho, todas las cosas que se me ocurren, no se me ocurren desde su raíz, sino sólo desde algún punto situado en su mitad. Que intente entonces alguien agarrarlas, que alguien intente coger una hierba y retenerla junto a sí, cuando esta hierba sólo crece desde la mitad del tallo para arriba. Tal vez  puedan hacerlo algunos individuos, por ejemplo, algunos malabaristas japoneses que se suben a una escalera de mano cuya parte inferior no está posada en el suelo sino en las plantas de los pies de una persona semitendida, y cuya parte superior no se apoya en la pared, sino que se cierne en el aire” . 5. Mariano Repossi interroga la serie que va del animal al hombre a partir de una proposición de Genealogía de la moral que dice: “Criar un animal al que sea lícito hacer promesas” . La promesa compone la desmesura humana: desmesura no como falta de medida o moderación, desmesura como exceso de potencia: imprudente, insumisa. La promesa amorosa no es aviso de un cariño futuro, sino una dicha inmensa para el presente. Escribe Mariano Repossi. “Todo sufrimiento, en cambio, se incrementa al perdurar en el recuerdo. La conciencia

humana es siempre conciencia que se sustrae a lo sensible, que piensa más allá del aquí y ahora, más allá de lo dado hacia lo que será y lo que ya no es. Así se logra la unidad del sujeto: recordar y prever es tener presente lo que no está presente. Esta unidad predispone al sacrificio, a demora de la satisfacción presente en aras de la satisfacción venidera. La conciencia del tiempo es conciencia de la disciplina” . El dolor duele en el presente eternizado, el sufrimiento anida en el recuerdo. La unidad se constituye gracias a la renuncia y al sacrificio de una o más potencias. La unidad apela al aplazamiento de intensidades que, si no, la disolverían en el aire. En algún momento quienes participan del Cuaderno se preguntan cómo traducir la expresión alemana Übermensch: ¿super -hombre?, ¿supra-hombre?, ¿el más allá del hombre?, ¿ultra hombre? Escribe Repossi: “La promesa de un mas allá de hombre, el puente hacia el sobrepaso de lo humano, el episodio

intermedio que anuncia y prepara ‘ese anticristo y  antinihilista, ese vencedor de Dios y de la nada´, ese Übermensch que se ha traducido como ´superhombre’ y que significa más bien suprahumano, sobrehumano o transhumano”.  Aún cuando la promesa augure una especie de unidad plena, la unidad por ven ir se presenta como movimiento hacia una meta que siempre se ubica más allá de lo que se alcanza. Si el destino condena, el por venir indisciplina. El más allá del instante no está fuera del instante: ese es uno de los secretos de la vida. 6. Romina Di Rienzo entiende la invitación a participar de este Cuaderno como un desafío antiacadémico: un convite a la incitación Nietzsche antes que a las citas autorizadas del autor del Zaratustra. Un convite para conversar, pensar, escribir, una especie de cuaderno banquete o borrador picnic íntimo, implicado, informal, liviano y transportable en espacios abiertos. Una consistencia (armada) para probar fuera de los límites de unaciudad, entre amigos. Cita un fragmento de Nietzsche y la filosofía de Deleuze(1967) que pregunta. “¿Qué es un cuerpo? Solemos definirlo

diciendo que es un campo de fuerzas, un medio nutritivo disputado por una pluralidad de fuerzas. (…) Únicamente cantidades de fuerza, ‘en relación de tensión’ unas con otras” . La escritura como marcas de un cuerpo decidido en un campo de fuerzas, pero decidido no tanto como determinado, sino como resuelto: arrojado a una complicidad nutriente con esas fuerzas. La diferencia reside entre dar fuerza e imponer la fuerza, entre el don y el sometimiento. El epígrafe que pertenece a Molloy de Beckett finaliza así: “No inventamos nada, creemos inventar, cuando en realidad nos limitamos a balbucear la lección, los restos de unos deberes escolares aprendidos y olvidados, la vida sin lágrimas, tal como la lloramos” . El ensayo (que Di Rienzo llama experimentación de ese singular colectivo en la escritura) practica el des-deber , el ensayo no se desentiende del lector, sino de la instancia del superior: superioridad del autor que se autoriza en otro mayor y del autor que se presenta como especialista superior ante el lector. El ensayo se escribe en complicidad. La comunidad de los lectores, la de los amigos y la de los amantes, participan de la invención de un des-deber . Si el deber acciona la obligación, el des-deber tienta al deseo. 7. Fernando Reberendo realiza un blog sobre la obra de Deleuze en el que surgió la idea de hacer una lectura simultánea del libro Nietzsche y la filosofía . Sugiere que el blog es una máquina de lectura que puede funcionar o no, dice que en una lectura “en intensidad: algo

 pasa o no pasa. No hay nada que explicar, nada que interpretar, nada que comprender. Es una especie de conexión eléctrica” . El texto presenta una cita de Michael Hardt sobre Deleuze que dice: “Afirmar no significa hacerse responsable de lo que es, hacerse cargo de lo que es sino liberar, dejar libre lo quevive. Afirmar es descargar, no cargar la vida con el  peso de los valores más elevados, sino crear nuevos valores que son los dela vida, los que hacen que la vida sea liviana y activa”  Comentario que ilustra lo que el mismo Deleuze (1967) escribe sobre la doble afirmación a propósito de Ariana: “¿Qué  es la afirmación en todo su poder? Nietzsche no suprime el concepto de ser. Propone una nueva concepción del ser. La afirmación es ser. El ser no es objeto de la afirmación, y tampoco un elemento que se ofrecería, se daría como carga ala afirmación. La afirmación no es poder del ser, al contrario. La propia afirmación es el ser, el ser es únicamente la afirmación en tanto su poder” : La afirmación como acción que acciona, que pone en movimiento, que acontece como poder que no impide que viva lo que vive. 8. Horacio Medina comienza con un epígrafe de Nancy en el que se dice que crear un mundo es abrir cada lucha posible por otros posibles mundos no injustos apoyados en la evidencia de que “este mundo procede de nada, de

que es sin algo previo y sin modelo, sin principio y sin fin dados, y de que es exactamente esto lo que hace a la  justicia y el sentido de un mundo” . No se trata de la creación en tanto producción de un mundo de la nada (a la manera de dios que creó los cielos y la tierra)ni de fundación de un sistema (a la manera de los dogmas), sino de estados de lucha por liberar la potencia del sentido más allá de los órdenes establecidos. Decir que vivimos en un mundo injusto sería atribuirle al mundo un defecto moral. No es lo mismo una dimensión neurótica de la injusticia que objeta “por qué me pasó esto justo a mí” , que una dimensión política de la injusticia que se opone a que la desigualdad capitalista sea presentada como único mundo posible.

Una cosa son los ideales morales de una justicia neurótica y otra las políticas colectivas en contra de la desigualdad social. Escribe Medina: “La ficcionalidad del mundo no es un nuevo Aufklärung que aparece tras el estrepitoso ‘ocaso de los

ídolos’ sino la advertencia de que el mundo tomado por  verdadero no es otra cosa que la construcción artefactual del  pensamiento humano (más aún, de su capacidad imaginativa) y que lo que resta por hacer es seguir construyendo valores y sentidos en la inmanencia de la experiencia de la vida”. Fuera del amparo histórico del hombre de la ilustración, el yo hace patito: traza su trayectoria con saltitos cómicos, haciendo alarde de su habilidad de lanzado. Hacer patito es uno de los nombres de un juego que consiste en arrojar una piedra lisa y aplanada sobre la superficie del agua calma para que rebote varias veces antes de hundirse. La idea de ficción aloja potencias expulsadas por las obsesiones teóricas que descifran la vida. La ficción ocurre como un don del pensamiento que finge dar lo que no tiene para posibilitar que la vida acontezca inesperada. 9. En Nietzsche se pone en entredicho no sólo la autonomía del yo, sino también su iniciativa. Emiliano Acosta anota que “los pensamientos surgen por sí   mismos sin intervención de la voluntad de quien piensa, al punto que la conciencia no los reconoce, se sorprende, se turba al verlos aparecer” . Un modo de desprendernos del equívoco del yo sería entrever su estancia en medio de un flujo animista de fuerzas. No sólo el viento, el mar o la noche actúan con la fuerza del aire, del agua y de las sombras; sino las palabras, los enunciados, los ideales morales que se disputan una época histórica. Los griegos clásicos sostenían que los dioses gobiernan los asuntos humanos o que las emociones no pertenecían a los individuos, sino que eran fuerzas errantes y autónomas, intensidades que recorrían los cuerpos. Nietzsche recupera estas ideas precisas para terminar con el juicio del yo. El yo no es un transpato, sino un  patovica: la cultura es un criadero de aves de doble pechuga. El narcisismo neurótico es el fisicoculturismo del yo: ama la musculatura de su imagen como si fueran gracias de un bebé. Emiliano Acosta anota: “El hombre tal como lo conocemos es nada más que una forma pasajera en un devenir

interminable. ¿Cuántas posibilidades impensadas, maravillosas, restan aún para él en este mundo? ¿Hasta llegar al superhombre quizá? El hombre no piensa para perseverar en su forma, sino para romper con ella, para superarse,  para aumentar su poder. Aún más, ni siquiera es el hombre quien piensa, sino la voluntad de potencia misma a través del hombre” . Presenta esta cita del Zaratustra: “Si yo quisiera sacudir  este árbol con mis manos, no podría hacerlo. Pero el viento, al cual no vemos, lo agita y lo doblega a su capricho. De igual manera somos nosotros doblegados y agitados por manos invisibles” . Recordemos que la pasión tal como se presenta en el lenguaje de los trágicos griegos no es una cualidad del yo, sino la presencia de lo otro en el yo: lo otro, quizá, como voluntad de potencia. Lo invisible no tanto como lo que no se ve, sino como lo que burla las capturas. Escribe Emiliano Acosta: “Pero la crítica de ‘lo que es’ con miras a una renovación no debe atenerse a lo que hay,

atacarlo y luego instaurar otro orden de cosas. Es necesario ver más allá de lo establecido, pensar las condiciones transformacionales que se dan en el propio mundo actual, que permitan habitarlo de otros modos, ver las existencias alternativas que se están desarrollando ahora mismo y que conviven con el estado de cosas hegemónico” . Un poema de Paul Eluard dice “Hay otros mundos, pero están en éste” . Proposición que recupera una idea de los estoicos que sostiene que no se trata tanto de inventar otra vida como de no impedir que la vida sea. Escribe Emiliano Acosta: “El de Nietzsche no es un mundo de objetos estables, ni de sujetos. Es un mundo poblado

de fuerzas, que exceden a los individuos, los atraviesan y los arrastran en su devenir. Fuerzas impersonales y ciegas, cuyaúnica realidad es el actuar, producir afectos, afectarse unas a otras en una variación permanente” . La cita permite evocar algo que afirma Deleuze (1967): “Ya que lo múltiple es la diferencia entre lo uno y lo otro, el devenir es la diferencia con uno mismo, el azar la diferencia ‘entre todos’ o distributiva”. Escribe Emiliano Acosta: “En la inmanencia todas las fuerzas combaten, danzan, se reúnen, conspiran y se dispersan infinitamente, sin alcanzar jamás equilibrio duradero, una integración, una finalidad o un reposo” . La vida excede al hombre, más allá de esta medida no advienen patologías, sino potencias. Emiliano Acosta recuerda que el  pensamiento del eterno retorno fue llamado el  pensamiento de los pensamientos. 12.  After life (Después de la vida) es una película filmada en 1999 por el director japonés Hirokazu Kore-eda. El film trata sobre el eterno retorno de lo vivido. Los que se encuentran en la sala de espera, mujeres y hombres de mucha o poca edad, son personas que acaban de morir. Estarán allí durante tres días: cada uno elegirá un momento para llevarse a la eternidad. Morir será vivir para siempre en ese instante. Los recién llegados son recibidos por anfitriones y conducidos hasta íntimas habitaciones en las que comienzan a recordar. Los ángeles son amables empleados públicos, trabajan en el establecimiento que es una especie de hotel viejo, hospital abandonado o estación de trenes.  A partir de entrevistas personales, cada uno comienza un trabajo de evocación. La evocación llama a lo vivido. Evocar, a veces, es entrar en estados de combustión. Cada cual busca un momento entre innumerables momentos. No se trata de bucear en el pasado, como de palpar en la piel de la memoria la huella de una intensidad. Los miembros del establecimiento asisten a los invitados y ayudan a que cada uno elabore un guión con su pequeña historia: una mujer elige retratarse para siempre bailando con un hermoso vestido que tal vez alguna vez tuvo, otra opta por una lluvia de flores de cerezo, otro por el viento golpeando su cara durante un viaje en aeroplano. Un muchacho se niega a optar por un único momento de su vida. En un estudio de filmación, un equipo especializado junto con los protagonistas realiza, con cada proyecto, películas

cortas. Escenografías de cartón, planos en detalle, efectos especiales: a través de imágenes producen lo vivido. Por último, los recién llegados sentados en un cine asisten a la proyección de esos momentos. Durante ese transe, cada cual entra en la intensidad del instante elegido, desapareciendo para siempre. Recién entonces se advierte que los encargados de asistir a los visitantes, están allí suspendidos hasta poder elegir su instante eterno. La proposición 341 de La Gaya ciencia o de La ciencia jovial de Nietzsche que se llama La carga más pesada, dice:

“¿Qué dirías si un día o una noche se introdujera furtivamente un demonio en tu más honda soledad y te dijera: ‘Esta vida, tal como la vives ahora y como la has vivido, deberás vivirla una e innumerables veces más; y no habrá nada nuevo en ella, sino que habrán de volver a ti cada dolor y cada placer, cada pensamiento y cada gemido, todo lo que hay en la vida de inefablemente pequeño y de grande, todo en el mismo orden e idéntica sucesión, aun esa araña, y ese claro de luna entre los árboles, y ese instante y yo mismo. Al eterno reloj de arena de la existencia se lo da vuelta una y otra vez y a ti con él, ¡grano de polvo del polvo!’? ¿No te tirarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablara? ¿O vivirías un formidable instante en el que serías capaz de responder: ‘Tú eres un dios; nunca había oído cosas más divinas’? Si te dominara este pensamiento, te transformaría, convirtiéndote en otro diferente al que eres, hasta quizás torturándote. ¡La pregunta hecha en relación con todo y con cada cosa: ‘¿quieres que se repita esto una innumerables veces más?’ pesaría sobre tu obrar como la carga más pesada! ¿De  cuánta benevolencia hacia ti y hacia la vida habrías de dar muestra para no desear nada más que confirmar y sancionar esto de una forma definitiva y eterna?” . La escena del eterno retorno hace a cada uno responsable de la vida que tiene. Cada instante vivido es una decisión. Instante no como momento mínimo sino como ceremonia infinita. Ceremonia no como agasajo de una autoridad sino como disposición a la vida. La idea de eterno retorno desafía a cada quien con la eternidad: cada dolor y cada placer tendrían que ser vividos como si fueran elecciones para siempre. Los dioses griegos condenaban a los héroes que se rebelaban contra sus poderes con suplicios eternos. El más allá del hombre confronta sus actos con la eternidad. El eterno retorno permite caer en la cuenta de que vivir supone participar de una intensidad. Intensidad no como obra de la voluntad del yo, sino como el obrar de fuerzas y potencias del mundo en un cuerpo que, desde entonces, tiembla. El olvido, el hastío, la ausencia, alivian esa carga, a la vez que excusan a la responsabilidad. La película ¿Quieres Ser John Malkovich?, dirigida en 1999 por Spike Jonze y escrita por Charlie Kaufman, muestra el límite del  juicio del yo cuando John Malkovich entra en sí mismo y se encuentra en un mundo sólo habitado por personas que son John Malcovich. El yo imagina una eternidad narcisista: sólo concibe el retorno de sí. 11. En Also sprach el señor Núñez , Abelardo Castillo (1961) comienza así:

“Pero un lunes, sin aviso previo, Núñez llegó a La  Pirotecnia con una valija, o tal vez era un baúl grandioso, descomunal, pasó por la portería a las diez y media, no marcóla tarjeta, no subió al guardarropa. Abrió la puerta vaivén de un puntapié y dijo:  –Buen día, miserables. Veinte empleados, tres jefes de sección y un gerente sintieron recorrido el espinazo por una descarga eléctrica que los unía en misterioso circuito. En el silencio sepulcral de la oficina, las palabras de Núñez resonaron fantásticas, lapidarias, apocalípticas, increíbles. Nadie habló ni se movió.  –Buen día, he dicho, miserables. Núñez, con calma, corrió su escritorio hasta ponerlo frente a los demás, y, como un catedrático a punto de dar una clase magistral, apoyó el puño derecho sobre el mueble, estiró a todo lo largo el brazo izquierdo y apuntando al cielo raso con el índice, dijo:  –Cuando un hombre, por un hecho casual, o por la síntesis reflexiva de sus descubrimientos cotidianos, comprende que el mundo está mal hecho, que el mundo, digamos, es una cloaca, tiene que elegir entre tres actitudes: o lo acepta, y es un perfecto canalla como ustedes, o lo transforma, y es Cristo o Lenin, o se mata. Señores míos, yo vengo a proponerles que demos el ejemplo y nos matemos de inmediato. Levantó del suelo la valija, la puso sobre el escritorio, se sentó y extrajo de entre sus ropas una enorme pistola.”. Un rato más tarde, la inapelable prédica suicida de Núñez, su revolución negativa para terminar con el mundo vigente y liberar potencias del devenir hacia otras vidas, acaba con la llegada de la policía y los enfermeros del manicomio.

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