Para introducir al Psicoanalisis hoy en día

May 9, 2017 | Author: diegolatinoamerica | Category: N/A
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Descripción: Psicología...

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CHARLES MELMAN

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HOY EN DIA

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SEMINARIO 2001-2002

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º' partiendo de elementos estables y consistentes. El texto de Freud Conferencias de introducción al psicoanálisis 1 fedrndo en 1915, fue escrito durante la primera guerra, por razones que 11 013 interesan, con el motivo de llamar la atención de un público que, por ora porque hay en este análisis un sueño, el famoso sueño de la 111 1111 t.rn

lo que, más allá de todas las significaciones, más allá de todos los objetos que supone designar, connotar, más allá de este procedimiento, todos estos remiten a ese lugar enigmático que es soporte de la significación sexual; esto mismo es lo que Freud descubrió bajo el nombre de libido. Entonces, en el sueño, ¿podemos decir que no es la dimensión imaginaria la que opera, sino la dimensión simbólica? Pues ¡tampoco! Porque cada uno de los elementos del sueño conlleva su propia significación. Cada uno de estos elementos no remite de ningún modo a aquel lugar, lugar vacío, en tanto que sería el que mantendría el juego de los significantes que operan en el sueño. En efecto, como en la escritura ideográfica, cada uno de estos elementos hace signo. Por lo tanto, es esencialmente la dimensión de lo real la que resulta regir la organización del sueño. Entonces, ¿es paradójico decir que la dimensión de lo real rige la organización del sueño? ¡No es mi culpa! Es sin duda paradójico pero no hay nada más real que un sueño . Para esta noche, una indicación más: los sueños que Freud estudió eran sueños provocados por una situación particular, y podríamos decir que eran sueños de laboratorio. ¿Por qué? Porque eran sueños estimulados por estar dirigidos a un interlocutor, es decir, sueños en los que un sujeto -el de un deseo no reconocido- trata de hacerse escuchar, de hacerse valer, de hacerse reconocer. Si los sueños personales de Freud tienen ese carácter patético particular, una densidad y una gravedad particulares, es porque el que se encontraba allí, el soñador -Freud en este caso-, producía los sueños que lo habitaban y que estaban destinados a aquel que, en la mañana, iba a entregarse a un autoanálisis y a descifrar lo que producía durante la noche. Ahora bien, la propiedad esencial del sueño es la de no tener interlocutor, pero a la vez encontrarse organizado por un lenguaje, por una creación de la que podemos decir que es absolutamente individual aunque esa creación se sirva naturalmente de elementos prestados al lenguaje corriente, al len~aje compartido. Pero es una lengua en cada caso sin-. gular. Es exactamente esto lo que hace la extrañeza del sueño: este sueño, el sueño natural, espontáneo, no "contaminado" por el psicoanálisis, es un sueño completamente despejado de la preocupación de ser leído, de ser descifrado, de ser entendido. Es un sueño que corresponde a la función fisiológica que evoqué hace un instante, es decir, a las ganas de dormir. Y este sueño conoce una transformación esencial cuando se produce para un interlocutor, es decir, cuando está habitado por una dirección. fi8

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breve indicación para terminar esta noche: ¿es necesario que el

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busque hacerse escuchar? Holo desde que existe el psicoanálisis el inconsciente busca hacer re' 111w1·1ir al sujeto que lo habita. Pero me dirán ustedes que antes ya exis111111 lofl lapsus, los actos fallidos, etc. ¡Claro que sí! Pero eso no quiere de¡·, ¡,. q1 1c se producían especialmente para ser analizados. 11:HLO es para darle valor a la fórmula de Lacan que, de otra forma, p111 1d o parecerles enigmática: "el psicoanalista forma parte del concepto il1 1111ronsciente". Él es el organizador de la voz que por medio de su ope1111 1011 va a buscar hacerse reconocer y permitir a un sujeto, si así lo de• 11 , ide ntificar lo que habría allí de su propio deseo. 1\11 eno, he aquí lo que deseaba decirles esta noche. Me complacería 111111'110 que siguieran con la lectura de estas Conferencias de Introduc, "'" "l Psicoanálisis, puesto que avanzamos rápido y, en cuanto se ter1Hl1111, podremos pasar a lo que constituirá el aporte original de esta int i 111l1 1rción que intento, con ustedes, este año. l l11 1-1 La la semana próxima.

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Seminario 5 22 de noviembre de 2001

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mucho al tener que hacerles esta introducción que me ha lleretomar ciertos textos de Freud con preguntas que, hace ya mu! 1111 L1 umpo, habían quedado abiertas y resultaban enigmáticas para mí. l l1iy 111 0 es posible situarlas de manera diferente y de una forma que, f1 ·11 yo, puede aportarles algunos esclarecimientos. 1 ~ orno vimos la última vez, el deseo del sueño es el deseo de dormir. 1!1 111110 de dormir, es decir, de mantenerse aparte, a distancia, de lo real 1U 11 podría producir un despertar. El ejemplo más inmediato, el más i11pl o, señalado por Freud en la Traumdeutung, es aquel del estudian' n111 HJ transforma el timbre de su despertador precisamente para tener Hit 111 1oño que le permita seguir durmiendo. Es un ejemplo de una simpl1· 1,11 y de una frescura sin rodeos. Las circunstancias, las modalidades .¡, . 111 real susceptibles de poder contrariar al sueño son diversas: puede ! 1 1111 ruido exterior que al no ser metabolizado por el sueño sería ca1•11.:, do despertar, o también, ya les recordé esto, una necesidad orgánil111 111111 tarea intelectual, un deseo sexual. En todos estos casos, el suef\i1 l rnho.ja más para neutralizar y apartar la tensión, que para inducir 1•1 111110lución de la misma. Cuando se presenta el ini_cio de una realiza, 11111 do l.o que lo real específico dado solicita - por ejemplo, una necesid 11 I nrgánica que puede llevar al soñador a los maravillosos baños del 11111 111 más elegante de la ciudad para que al fin pueda aliviarse-, en el 11111111t inLo preciso en que corre el riesgo de producirse, con la gran ver¡ ll1111¡-;11 que esto traería, ahí obviamente lo que suele suceder es el des111 1 l 11 r: He despierta en el momento preciso en que el encuentro con lo 1 !•1 tl podría producirse. 11111111

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Lo mismo sucede con los deseos sexuales. Por ejemplo, lo que sería una realización incestuosa o prohibida tambiéÍí se interrumpe, aún cuando se acompañe de signos manifiestos de satisfacción, pero esta satisfacción despierta; no sólo interrumpe la continuidad del sueño sino que, como satisfacción real, en general hace despertar un poco antes y en el momento en que lo irreparable podría producirse. De modo que el dispositivo nos invita desde ahora a volver a pensar de manera un poco distinta lo que Freud dice respecto de la censura del sueño. Si bien Freud .instituye este guardián que precisamente viene a contrariar, a impedir la expresión de los sentimientos o deseos demasiado intensos capaces de perturbar el dormir, podemos ver además una "regulación automática" -si puedo decirlo así- del control del contenido manifiesto del sueño con esa necesidad de mantener a distancia a lo real que podría despertar; este afán fisiológico basta para valer como control, como censura de los elementos del sueño. El segundo punto que evoqué con ustedes y que me parece ameritar una reflexión amplia por nuestra parte, concierne a lo siguiente: si lo que resulta generar el sueño es lo real específico dado, los lugares que estimulan, que suscitan el sueño pueden ser muy diversos en el curso de una misma noche. No es para nada seguro, y no vemos por qué sería así, que durante la misma noche sea siempre el mismo real el que venga a urgir y provocar el sueño. Por eso podemos decir, sin equivocarnos, que hay una policefalia del sueño, es decir que el sueño puede ser suscitado a partir de varios lugares. Subrayemos que por el hecho mismo de esta policefalia el soñador puede estar representado en su sueño por personajes muy diferentes, incluyendo -y tendremos, claro está, que buscar los sueños que lo demuestren-, por identidades con cambio de sexo. No existe en el mecanismo propio del sueño ninguna razón para que no pueda ser así. Entonces, y esto es maravilloso, para mí en todo caso, no hay unidad del sujeto del sueño. El soñador no funciona allí como sujeto único, ni siempre es el .mismo: no se trata del sujeto que suele vérselas consigo mismo. Entonces subrayo también este punto: un mismo sueño puede ser producido desde varios lugares diferentes y el personaje del soñador puede estar representado en este asunto por máscaras también diferentes. En su análisis del sueño de "la inyección de Irma", el gran sueño que abre la Traumdeutung,La interpretación de los sueños de Freud, Lacan se dedica a subrayar cómo varios amigos de Freud que aparecen en este sueño no figuran allí sino a título de representaciones del mismo Freud.

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11: 1 onigma más estimulante del sueño es evidentemente representaíl11 por Ja lengua que utiliza. Con este señalamiento que les hice y que l 1 11d1·< rnos que matizar un poco: primero, es una lengua privada que, no 1il1,1 L11 n Le, el soñador no conoce. Es su lengua en el sueño y la prueba es 11v íd1111Lemente que en tanto tal no suele ser comunicable; no podrá ser·ir 1·01110 medio de comunicación y se requiere un intérprete para trans1111111111· el sueño en interlocución, incluso en mensaje. l 111ro lo que es aún más mágico y no deja de sorprender a Freud y de fi!11 1111 untarlo, es lo que él llama la necesaria plasticidad de la figuración , 111 1111representación del sueño: el hecho de que elementos pertenecientes 11 l1111guaje, los fonemas por ejemplo, sean transformados en elementos !d 1111 L1cos y formen de esta manera algo que llama rebus ya que la escrii 11111del sueño es parecida, nos dice, a la de los rebus. l\quí, me inclinaría a dar otro paso extraño que trataré de hacerles ¡¡111wi11r esta noche: si somos un poco consecuentes habría que decir que l 11 111 •110 está organizado por una escritura específica de tipo ideográfi!i f111 decir, está constituido por elementos figurativos, por ideogramas 1p11 111HCmejanza de lo que sucede con ciertas lenguas positivas, se pres¡ 11 11 11t1a doble lectura. Estos elementos pueden ser descifrados ya sea 11n1• 11 11 valor fonético, ya sea por el significado que representan, que def 111111 o que connotan. 'l 111111cmos un ejemplo cualquiera: la presencia en el sueño de una casa 111/ ,'lt11il. En el mismo sueño uno puede llegar a descifrarla como si tulif.'111 por significado un domicilio, tanto como por sus elementos foné1i¡-011, por ejemplo: "mais on" [pero uno] o "messe on" [misa uno], y luego HJ1111< lcrá de las interpretaciones que el soñador o su intérprete puedan i111; q1111 es bueno o malo? ¿Cómo podemos imaginar una concepción ¡: 11ificantes de tal alcance? Aun si como lo evoqué antes existen !lll H 1u1 rnfticas y en particular la árabe, en las que este ejercicio no es ¡ 1 ·.t·11pe ional. 1Ji 1_¡111 1 propongo para dar cuenta de esta situación particular, es !I 1111 Ln escritura del sueño, no habría ninguna caída de la letra. ! 111111 éiHcritura perfectamente continua, sin ninguna pérdida. D ¡111 1111 Ho lamente los elementos de esta escritura no pueden remii111 11 1il los mismos, ya sea por su valor fonético, ya sea por el sig!dn q11n representan, sino que además, no hay dentro de esta es1¡¡;·¡1 1111d11 de donde pueda originarse un "no"; es decir, el lugar de ! Ít l11 11 pn rtir del cual pueda organizarse la polémica, el "decir que 11i tf1111 poco el lugar de una caída que parece llamado a introducir l1 1111oi 1111 nq uol clivaje bien conocido que hace que, cuando uno dice

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"el bien" rechaza el mal, o que cuando uno dice "el mal", esto significa que renunció al bien. Este juego introduce en la lengua una dicotomía que resulta no ser pura fantasía ni especulación azarosa, puesto que, como quizás ustedes lo recuerdan, cuando Platón quiso emprender la definición de un concepto, en ese caso el concepto de "pescador'', lo hizo por medio de una serie de sustracciones, de dicotomías sucesivas. Así pudo definir el concepto de pescador, como todo lo que no es. Y cada vez Platón desciende, trae un par de términos opuestos, antitéticos, luego hay que quedarse con uno y dejar caer el ©tro; y se desciende así progresivamente hasta la definición perfecta de lo que es el pescador, a partir de todo lo que se ha podado. Tratemos de imaginar un tipo de escritura en la que nada resultaría podado, cercenado, cortado. Pueden muy bien entonces pensar en significantes que para nosotros se encuentran irreductiblemente ambivalentes, que pueden significar lo uno o lo otro: cuando por ejemplo, sólo puedo evocar el tamaño de un objeto, de una montaña, de cualquier cosa, bien sea grande o pequeña, no se especifica y lo uno no se opone al otro. Es de aquel tamaño, es del tamaño que estoy hablando; excepto si lo hago eventualmente como en la escritura egipcia: si hablo de la fuerza de un individuo, lo especifico con un muñeco "erguido" o "acuclillado, en actitud de abandono", como lo dice Freud, según se trate de una referencia al vigor o a la debilidad. Pero, me dirán ustedes ¿en qué terreno estamos aquí? En el terreno de una experiencia que cada uno puede comprobar; en el terreno de la experiencia más común y más general. Y a priori nos interesa por razones que no son solamente teóricas, sino además, porque responden a lo que atormentó mucho a Freud y lo llevó a conclusiones que nos parecerán tal vez discutibles y que son las siguientes: Freud se sorprende de que el soñante tenga anhelos tan desagradables, tan malos, tan criminales, tan incestuosos, tan ávidos. Se interroga, claro está, sobre la naturaleza de esa criatura que cuando duerme da vía libre -relativa_mente libre, ya que existe la censura, pero con deformacio:o.es que el intérprete puede desmontar.. .- a ¡inclinaciones tan abominables! Y Freud está, en este sentido, horrorizado. En el alma humana, dice, ¡qué cosas encontramos! ¡Qué cosas! Trata de justificarse ante el lector en este libro: de todas formas, dice, primero, es arcaico -y allí uno no sabe muy bien qué entiende por 'arcaico'- y segundo, es infantil, data de la época de la infancia, del momento en que el ser humano no tiene muchojui70

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1111 111oral, y por eso conserva en su inconsciente deseos tan abominablcli. l l1111quí lo que Freud nos dice al respecto, por ejemplo5 : "El inconscicnt< il1 1In vida psíquica no es otra cosa que la fase infantil de esta vida". l 1or lo tanto, concluye que el inconsciente es aquello que hay de infan111 t 111 nosotros. Cuando habla de la neurosis obsesiva, llega hasta decir q11t 1 el inconsciente es lo malo en nosotros, es lo arcaico, lo infantil y lo 1wdo. Con la idea, claro está, de que los efectos de lá. cura apuntarían H 1111 1jorar la raza humana al permitir que lo infantil, lo arcaico y lo malo 1 ¡110 nos habita, una vez expuestos y ventilados ... Les recuerdo el ejemplo que toma de las tanagras, estatuillas de barro cocido que se conso r\·1111 en la arena seca y caliente, y que una vez que son expuestas u Ju l 11 'l. t 1el día se desmoronan, se derriten; de ahí la idea de hacer de la cu ro 11111c·oanalítica o de la teoría analítica, lo que permitiría este gran pro¡1111Ho de la civilización. No necesito recordarles que esta esperanza estuvo lejos de comprobarse L'll Hl• contexto. Es que esta situación parece ser la especificidad de la len1:1111 que opera en el inconsciente. Lacan bien lo dice: el inconsciente está 11MI 1·ucturado como un lenguaje; es en este "como" que reside para nosol 1111; justamente toda la pregunta; este "como" es el que invita a cantidad1 1K de observaciones y desarrollos. Pero el estatuto particular que haco il1 1I inconsciente un horrible muladar destinado a parasitar nuestra exisl1111cia consciente, pudriéndola, pervirtiéndola, atravesándola con su m aldnd, con su odio, con deseos incestuosos, con violencias, etc., este dispos i1ivo nos obliga a retomar, a examinar más cuidadosamente las particul111idades de esta lengua, de este lenguaje que estructura el inconscienl...... l 111rn apreciar mejor en primer lugar lo que Freud no dejará de desarroll nr, hay una palabra que vuelve con frecuencia a lo largo de su texto: "el t1p,ofsmo" del soñante. En realidad, este soñante se cree ... ¡completamenl 11 Holo en el mundo! no tiene en cuenta nada ni a nadie. Tendremos pues 1¡110 precisar, entre otras cosas, lo que Freud entiende por egoísmo del so1111 n tc: cómo podemos nosotros situar_ este egoísmo, darle su justo lugar, o 1111nlmente, cómo podemos comprender, captar lo que sería esta maldad l1111damental, esencial del inconsciente. ¿De dónde sale? Sabemos dema111do que domina efectivamente nuestras conductas por bien controladas 1¡110 estén y al precio que sabemos de todas las neurosis. La próxima vez continuaré con ustedes sobre este tema, pero sirvient1 Higmund Freud, A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el "hombre de las ratus"), "l11troducción en el entend imiento de la cura", op. cit., vol. X, p. 141.

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dome -y los invito a releerlos-, de una parte de los ejemplos de sueños, en la 12ª conferencia ''Análisis de algunos ejemplos de los sueños"6 . Verán inmediatamente cuáles son los sueños específicos de Freud, incluso cuando los presenta como si fueran los de un personaje cualquiera; se darán cuenta de que son sus propios sueños, y cómo esos sueños se dirigen a lo esencial, cómo tienen un peso, una densidad muy particular. Y luego, también la conferencia siguiente: "Rasgos arcaicos e infantilismo del sueño". Con la enseñanza a la cual nos referimos, podemos responder mucho mejor a este problema esencial. Es todo por esta noche.

6. Sigmund Freud, 12" conferencia, "Análisis de ejemplos de sueños", op. cit, vol. XV, p. 168.

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Seminario 6 29 de noviembre de 2001

Abordamos la última vez, entre otras cuestiones de fondo que tendru111os que retomar, el asunto de la existencia de una escritura específica parn In formación del sueño, tesis que llama naturalmente a verificación. Me limitaré esta noche a darles argumentos para ayudarles en su r1::rl oxión. Comencemos por lo siguiente: es conocido por muchos que el di bujo del niño, la expresión figurativa espontánea, está organizada prol' iHamente de este modo. Todos los aquí presentes que trabajan con ni 11os saben que los dibujos infantiles se descifran como un rebus. El nüío oncuentra muy espontáneamente este modo de expresión. Les señalo que en la historia del arte se da también este enigma dt In escritura en los textos sagrados sembrados de estampas, y podemcm 1maginar que la presencia de estas no responde a una simple preocupa
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