Para Entender El Amor - Lauro Estrada Inda

March 16, 2017 | Author: Libros Catolicos | Category: N/A
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Para Entender el Amor

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A mi esposa Yoya y a mi hija Laura

Deseo agradecer el apoyo de Georgina Benitez y

la colaboración de Laura

Emilia Pacheco para la realización de este libro.

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Amor es fuego que quema sIn arder es creer que se gana con perder, es querer, sin más que querer. LUIS DE CAMOENS

INDICE Para entender el amor Los amantes 4

La psique y los problemas internos El psicoanálisis y los sistemas en general La torre de Babel Enfermedad o salud mental: expresión de las relaciones del individuo El bebé y su mundo interno Los padres: crisol de un nuevo ser La identificación proyectiva La familia El mapa interno Identidad y autoestima El arte de la "desposesión" La detención del desarrollo emocional La familia simbiótica y simbiotizante Retroalimentación negativa La pareja La base de los sistemas humanos La elección La ambivalencia del deseo Reciprocidad Satisfacción "Litost" o la propia miseria La adolescencia: un lugar adicional Encuentro, resonancia y disponibilidad El ciclo vital de la pareja El contrato y la capacidad de introspección Incumplimiento del contrato La encrucijada edípica: primera fase de la pareja Prisionero del mundo interno 5

Pareja y sociedad Un amante, o la invasión del grupo en la pareja Antonio y Julieta La idealización Amor platónico La simbiosis Colusión y desengaño Contrato matrimonial narcisista El mito familiar Sumisión y sufrimiento Depresión y devaluación Teresa Ilusión de amor El laberinto de la soledad Retrato del joven adolescente Desidealización o ruptura de la simbiosis El temor a la simbiosis La rptura de la simbiosis Lucia e Ignacio ni juntos ni separados Agresión El retorno de lo reprimido Origen de un amante El retorno a la homosexualidad Los impulsos homosexuales encuentran una salida El retorno de lo pregenital Historia de una amante Los amantes y el amor El epicureismo 6

El mito de Agamenón y Clitemnestra La historia se repite Amor y enamoramiento Amor e imposibilidad El espejo del lenguaje Identidad sexual y ansiedad de castración Juegos peligrosos El dominio absoluto del fin La definición psicológica del sexo Locura no es pasión Amor y sociedad Freud y el amor Amor contra cultura La conservación de la especie El amor ¿fin o medio? Narcisismo: el amor a sí mismo ¿Amor = deseo? Conclusión Glosario Bibliografía

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Para entender el amor LOS AMANTES Un mundo si amantes sería inconcebible. Los amantes existen desde que existe el hombre. Hay quienes piensan que la palabra “amante” no debe pronunciarse porque se considera peligrosa, humillante, sucia. Otros piensan que un amante es lo más hermoso y sublime del mundo. Los amantes han existido siempre y seguirán existiendo mientras haya hombres y mujeres en la tierra. Por esto pienso que es necesario entender mejor lo que significa un amante: su origen, la mecánica de su relación, su destino. Para hacerlo es necesario comprender la estructura íntima, el comportamiento y las necesidades del ser humano. Entre ella la más imprescindible e inmediata es, sin duda, el amor: el amor entre madre e hijo, entre cónyuges, familiares y entre amantes. ¿Por qué existen amantes? ¿De dónde vienen y a dónde van? ¿Qué quieren? ¿Por qué son seres efímeros y pasajeros? ¿Traen algún beneficio o podríamos prescindir de ellos? Estas son algunas de las muchas preguntas que surgirán a medida que avancemos en este ensayo que tiene por fin desentrañar la esencia de lo que significa los amantes. Pero antes, es necesario repasar algunas características psicológicas de la personalidad individual, y de las relaciones que el hombre establece con sus semejantes, para llegar a entender por qué existen los amantes. Empezamos por la relación indispensable que se establece entre madre e hijo, y entre familia, para enfocar nuestra atención de manera especial en la pareja, que es el tema central de este libro.

LA PSIQUE Y LOS SISTEMAS INTERNOS El trabajo de un psicoanalista es como el de un arqueólogo: reconstruye el pasado lejano de una personalidad a partir de los fragmentos disociados, los escombros de las diferentes etapas de su historia personal. Pero mientras que los estratos con los que trabaja el arqueólogo están conformados por escombros inertes, los estratos más profundos del alma humana permanecen muy activos de una manera subterránea. Nuestra vida espiritual no puede liberarse de las influencias diversas ejercidas sobre el plano de nuestra evolución psicológica. Llamamos sistema interno a las interconexiones que existen entre todos y cada uno de los individuos que conforman un grupo, ya sea pequeño (la pareja, la familia) o grande (sociedad) y que le dan al individuo sus características especiales. El psiquismo de una persona incluye una serie de funciones que conforman un sistema. Cada uno de nosotros tiene un sistema individual y privado. Sin embargo, las diferentes áreas de las 8

personalidades interactúan constantemente durante el proceso de crecimiento y a través de la vida cotidiana. La maduración orgánica del cerebro se completa poco antes de los dos años de edad. Para que esto suceda se requieren estímulos tanto internos como externos: Los estímulos internos son las fuerzas de maduración embriológica y los estímulos externos generalmente están proporcionados por la madre. Por lo tanto, cada niño forma parte integral de su propio sistema complejo. La madre y el hijo constituyen el primer nivel del sistema. A su vez, la madre depende de otros sistemas de apoyo tales como el esposo, la familia, su propia madre, etcétera. Conforme avanza el desarrollo del niño estos sistemas se modifican y se van ampliando, y personas como el padre, los abuelos, los hermanos, empiezan a desempeñar un papel más importante en su crecimiento. El niño se desarrolla dentro de un sistema especial constituido por la unidad familiar. A medida que crece, los elementos que conforman el sistema van cambiando... Así por ejemplo, durante el período escolar, el sistema incluye a maestros y compañeros que van adquiriendo cada vez más importancia, a medida que el niño se acerca a la adolescencia. Después los elementos primordiales serán las amigas, la novia, la esposa, los hijos y, en ocasiones, el amante. Entonces ¿qué es un amante? Por el momento podríamos decir que el amante forma parte del complejo sistema en el que una persona se desarrolla, vive y muere. Para comprender mejor por qué aparece un amante y cual es su comportamiento es necesario desmenuzar algunos de los mecanismos que están contenidos dentro de los sistemas a que estamos aludiendo. EL PSICOANALISIS Y LOS SISTEMAS EN GENERAL El cambio de un sistema siempre reverbera en otro. Los sistemas no existen de manera aislada. Por esto, el terapeuta estudia combinaciones de sistemas y su origen, para después tratar de reconstruirlos tal y como existen en la naturaleza. El filósofo e historiados Jean Batista Vito (1688-1744) fue el primero que desarrolló la teoría de la interdependencia de las ciencias a principio del siglo XVIII. Precursor de algunas de las teorías modernas de la historia. Vico postuló que el progreso de un área de la ciencia resulta siempre en el progreso de todos los demás, el cambio en un sistema reverbera siempre en otros LA TORRE DE BABEL En “Ciencia, psicoanálisis y familia”[1]cito EL Génesis 11.1-9:

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Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y las mismas palabras. Y dijeron: Vamos, edifiquemos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéramos esparcidos sobre la faz de la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí que el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora pues descendamos, y confundamos allí su lengua; para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.

El tema de la torre de Babel se combina con el de la ciudad: es una condena a la civilización humana. También lo es a la expansión del conocimiento de los hombres. La ciencia por ejemplo, al haberse dividido en tantas ramas no encuentra una intercomunicación adecuada. Dentro de ella, el psicoanálisis (que es el método científico para estudiar el psiquismo humano) es una de las ramas que más ha sufrido a causa de esta confusión de lenguajes. Quizá por esto el psicoanálisis a menudo corre el riesgo de tomar su microcosmos por el cosmos. En comparación con otras ciencias como la biología o la neurología, no digamos ya con la tecnología, el psicoanálisis ha avanzado con más lentitud de la que quisiéramos aceptar. Por esto el enfoque de sistemas permite al psicoanálisis acercarse cada vez más a la sistematización de los diferentes modelos en los que se apoya, para acomodarlos dentro de un sistema general, dentro de la características especiales de este gran grupo, si es que no nos ocurre lo mismo que a los habitantes de Mesopotamia que intentaron construir la torre de Babel. El buen modelo debe provenir de la práctica científica y de la naturaleza, no de leyes y conceptos forzados desde el exterior.

ENFERMEDAD O SALUD MENTAL: EXPRESION DE LAS RELACIONES DEL INDIVIDUO Algunas implicaciones clínicas de lo dicho anteriormente consisten en examinar la enfermedad o la salud mental como expresión de las relaciones significativas del individuo en su grupo social, y como enunciado de sus procesos psíquicos internos, de lo que ocurre dentro de su mente. En ese sentido deben tomarse en cuenta tres niveles: -Lo que ocurre psíquicamente en la persona; -Lo que ocurre entre la persona y su ambiente familiar; -Lo que sucede en la relación del hombre con su grupo. Los criterios de salud emocional abarcan al hombre como individuo y como parte de un grupo; pero el individuo, la familia y la sociedad forman un continuo. En 1945 Ludwig Von Betalanffy formuló una teoría general de sistemas en donde afirma que el cambio de un sistema reverbera en otro, que los sistemas se interrelacionan, son interdependientes y se complementan. Esto puede ocurrir por una iniciativa individual o como resultado de la interacción entre distintos individuos. 10

Todos los sistemas tienden hacia un estado de equilibrio que los balancee. Para ello utilizan mecanismos internos de autorregulación que los estimulan a disminuir, incrementar o excluir ciertas funciones. Para entender qué sucede psíquicamente dentro de una persona, es necesario explicar primero algunos aspectos acerca del mundo interno del bebé. EL BEBÉ Y SU MUNDO INTERNO Según Melanie Klein, creadora del método de análisis para sus niños pequeños, y líder de uno de los grupos de la escuela psicoanalítica inglesa, el mundo interno del bebé puede concebirse como la primera realidad del niño. Su primera fantasía o deseo imaginario se refiere al pecho que lo alimenta; una fantasía que se va enriqueciendo mediante complicados procesos de introyección y proyección. Estos procesos son los mecanismos que utiliza la mente para poner fuera o dentro de ella lo que le conviene, como si fuera un cajón que uno acomoda constantemente. Es así desde el principio de nuestra vida vamos formando objetos amados y objetos odiados; objetos buenos y objetos malos que están relacionados entre sí y constituyen nuestro mundo interno de objetos. En otras palabras, estos objetos de que hablamos son las cosas buenas bonitas yo las malas y las feas que rodean a un individuo. En el caso del niño, se relaciona con ellas como si estuvieran vivas, de manera que cosas tan distintas como una taza, una persona o un juguete tienen vida propia. Por esto cuando hablamos de objeto no debemos pensar que se trata de algo puramente material. Los objetos del mundo interno reaccionan como seres vivientes y nos impelen a actuar como lo hacemos. Otra psicoanalista infantil describe estos objetos como los ciudadanos del mundo interno; los sentimientos, los pensamientos, palabras hay actos del sujeto afectan los objetos del mundo interno tanto como si fueran una persona. Es decir, el individuo tiene una relación personal con los objetos de su mundo interno que le dictan, seleccionan y organizan cuanto ve, escucha y piensa. Por lo tanto, es cierto que, en la experiencia subjetiva, los sentimientos son omnipotentes porque tienen un control absoluto sobre el individuo. Esto se explica por la profunda influencia de los objetos internos. Las emociones que el niño siente son su única realidad, y estos sentimientos son provocados por esas cosa bonitas, o feas y malas que existen en su imaginación y que nosotros llamamos objetos, Hay que entender que, al principio de nuestra vida, el mundo exterior no existe y otra nuestra vida gira en torno a estos habitantes de nuestro mundo interno que dejan en nosotros una huella permanente, LOS PADRES CRISOL DE UN NUEVO SER Lógicamente el mundo interno del bebé está formado por algunas partes u objetos del mundo interno de sus padres. Esto se puede deducir de la etapa íntima que el bebé 11

desarrolla con su madre en sus primeros años de vida. Se le llama etapa simbiótica –la etapa en la que el niño depende enormemente de su madre-y se parece mucho a la que tiene lugar en la etapa de amor intenso de una pareja, como veremos después. En el niño el objetivo primordial de la etapa simbiótica es adquirir las propiedades inherentes a la especie. Una vez logrado esto, debe ser capaz de iniciar otro complicado periodo cuya meta final es la separación de este compañero simbiótico que es la madre. Ella, mediante proyecciones e introyecciones, es decir, mediante el intercambio de cosas buenas y malas con las de su hijo, le ha impreso al niño los elementos necesarios para que esto suceda. Sin embargo, cada uno de nosotros queda moldeado por el crisol de los padres. Esto deja huellas, problemas y necesidades que serán determinantes cuando llegue el momento de elegir una pareja. La tendencia será siempre la búsqueda de otro molde que se acomode al propio. La situación se complica si recordamos que se trata de dos sistemas que, a la vez, están interconectados con los sistemas de las familias de las cuales provienen. LA IDENTIFICACIÓN PROYECTIVA Uno de los mecanismos que ayudan a explicar una de las muchas formas en que el niño, y después el adulto, maneja sentimientos dolorosos, molestos o penosos se llama identificación proyectiva. Su propósito es desembarazarnos de estos sentimientos eliminándolos de nosotros mismos y colocándolos en otra persona; poner las cosas malas y feas de uno en el cajón del otro haciéndonos pensar que así nos deshacemos del problema. En el niño la otra persona puede ser la madre; en la pareja puede ser el otro. Se trata de una maniobra defensiva cuyo objeto es mantener el equilibrio del mundo interno para hacerlo tolerable. Por ejemplo, cuando el niño siente hambre, dolor, frustración o rabia, inmediatamente lo atribuye a la madre. En este periodo el niño está incapacitado para dar, sólo recibe. Si estos mecanismos persisten en la edad adulta, la maniobra defensiva que el bebé empleó ante la madre se puede repetir entre el padre y sus hijos. Por ejemplo, un padre cuya autoestima depende del fracaso constante de uno de sus hijos, le atribuye aspectos negativos para sentirse libre de problemas. En este caso uno de los hijos ayuda a que el padre segregue sus partes inmaduras y objetables de las ya maduras e integradas a su personalidad. Más adelante, cuando estudiemos a la pareja, entenderemos mejor este fenómeno, pues aquí vemos que la estructuración psíquica primitiva— la que proviene de la relación entre la madre y el bebé y que compone las primeras cosas buenas y malas que hay en el cajón de cada uno— es de la mayor importancia. LA FAMILIA En mi libro El ciclo vital de la familia (Editorial Posada, México, 1982), describo las fases 12

por las que atraviesa la familia. Allí menciono que la personalidad, la familia, la estructura social y las pautas culturales, son partes que se interrelacionan para formar un todo unificado que cambia y varía a través del tiempo. La unidad que establecen las personas que forman la familia interactúa constantemente para formar un sistema de emociones y necesidades interdependientes de la más profunda naturaleza. Aquí encontramos el origen de algunos conceptos que nos ayudarán a entender de qué manera se forma una pareja. EL MAPA INTERNO Mencionaré sólo tres de las funciones principales que tienen los objetos del mundo interno (las cosas buenas y malas de nuestros cajones de la imaginación) dentro del sistema familiar: —Los objetos del mundo interno sirven como un mapa interior donde están representados las personas y los objetos del mundo interno. —Por lo tanto, sirven como indicadores del camino que siguen nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás en la realidad. Las imágenes de este mapa progresivamente van formando una idea de cómo será nuestra pareja. Estas imágenes, dice un estudioso de la familia, son como un giroscopio que mantiene el rumbo del barco, oponiéndose a las fuerzas de los elementos que tienden a desviarlo. Por eso, nadie puede escogernos una pareja; la elección depende exclusivamente de nosotros y de lo que se encuentre inscrito en nuestro mapa interno, en nuestro cajón de cosas buenas y malas. —Este mapa interno de personas y objetos contribuye a que el individuo sea relativamente libre y autónomo. Facilita las relaciones de una persona consigo misma, y ayuda a que sea menos dependiente de los demás. En la medida en que un niño vaya inscribiendo mejor y con mayor claridad su mapa interno, irá dependiendo cada vez menos de su madre real. Este mundo interior establece la posibilidad de un diálogo interno con uno mismo y con los demás habitantes de ese mundo interno. En un estudio realizado en adultos psicóticos se ha podido ver la manera en que, personas que están mentalmente muy enfermas alucinan con una familia en la que se proyecta el ambiente familiar de su infancia, tal como ellos lo percibieron. Dentro de cada uno de nosotros existe siempre un mundo intrapsíquico (el cajón de la imaginación) y algo que es auténticamente interpersonal (la realidad de las relaciones con los demás). En ocasiones una persona puede tratar de cambiar la realidad para que armonice con su expectativa interna, en vez de cambiar su expectativa interna para que armonice con la realidad, que es una de las cosas que trata de lograr un tratamiento psicoanalítico. También puede darse el caso de dos personas que se relacionen de tal manera que cada una pueda valerse de la expectativa de la otra. Es decir, uno se comporta como ve (o cree) que el otro piensa de él. Dicho esto podemos tratar de comprender cómo pueden existir familias en donde la lealtad hacia los padres, para cumplir con sus 13

expectativas, impide la formación de nuevas familias. Si una persona queda fijada en las expectativas que sus padres tienen de que nunca los abandone, será muy difícil que esa persona pueda establecer una relación saludable con su pareja. En un caso así, la persona está haciendo una inversión emocional en su mundo interno (la imagen que los padres tienen de él y que viene del intercambio de cosas buenas y malas —objetos— que han tenido desde la infancia padres e hijos) y no en las relaciones interpersonales auténticas (ser adulto para el otro miembro de la pareja). ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no puede haber un cambio fácil y espontáneo de estas imágenes adquiridas desde la infancia que se quedan pegadas a la mente? Por evitar el dolor que produce desprenderse de lo que uno fue de niño, por ejemplo. Otras razones tienen que ver con la necesidad de que todos tenemos de mantener una homeostasis interna; es decir, la tendencia que tenemos de conservar las mismas características siempre, a no modificar el acomodo inicial de este cajón de cosas buenas y malas. Si aplicamos esto a la familia, veremos que todos sus miembros tienen la misma necesidad de mantener su equilibrio interno, algo a lo que todos sus miembros contribuyen de una forma u otra. En la familia, uno de los elementos que mantiene a sus integrantes unidos es el que se refiere a la identidad (saber quién soy y estar seguro de ello sin necesidad de que alguien me lo diga) y a la autoestima (saber lo que valgo por mí mismo, lo que hago y lo que soy, y no por lo que digan los demás). La identidad y la autoestima son dos elementos que el individuo debe incorporar a su personalidad, para lograr así la individualidad y poder desprenderse de su familia de origen. Una familia fuerte y madura permite que sus hijos se separen cuando están ya listos para salir a formar nuevas familias. Una familia que funciona mal no permite marcharse a ninguno de sus miembros, conserva un "estado homeostático", entendiéndose aquí por homeostasis un proceso defensivo de tipo estático, en el que no se permite el movimiento necesario para la adaptación al nivel del ciclo vital correspondiente; obliga, en cambio, a permanecer en el mismo segmento del ciclo vital. Cuando la familia se empeña en conservar unidos a todos sus miembros, como sucedía en un principio, retiene entonces al menos dos elementos claves para la maduración de la personalidad: la autoestima y la identidad. Estos elementos dependen, pues, de la unidad del grupo familiar, y así puede decirse: "De acuerdo a mis padres y hermanos y a la opinión que tienen de mí, yo valgo y yo soy." IDENTIDAD Y AUTOESTIMA Para entender mejor esto, pongamos el ejemplo de un adolescente que tiene que irse separando de los vínculos familiares a los que ha estado ligado toda su vida. Es necesario que busque nuevas relaciones fuera de su casa. Para que esto no sea tan difícil tiene que alimentar su identidad y su autoestima dentro de su grupo de compañeros y amigos. Aunque este paso parece sencillo, deja huellas psicológicas muy importantes en cada uno de nosotros, pues representa el cambio del sistema de la familia, al sistema propio, que 14

no depende de la familia y que apenas se está consolidando. Durante la adolescencia, la autoestima es un elemento frágil que se ve constantemente afectado por diversos eventos internos y externos. Si uno tiene la suerte de haber logrado establecer una identidad firme y una autoestima sólida, la vida va transcurriendo con menos sinsabores. Pero aquellos que no lo lograron totalmente, y que somos la mayoría, tenemos que tratar de protegernos en los primeros refugios que nos ofreció nuestra familia, regresar a la dependencia familiar, aunque sea temporalmente: que papá y mamá digan que valemos, podemos, somos. Si la situación es más seria, entonces se desencadenan mecanismos dignos de mencionarse. La situación se agrava si por cualquier motivo la persona no inscribió dentro de su mapa interno la forma en que la madre —a través de sus múltiples funciones maternales— le enseñó a mantener el equilibrio interno y, posteriormente, le ayudó a separarse de ella, a quererse a sí mismo, a construir su identidad, y por lo tanto, a obtener su autonomía. Si no posee esto en su mapa interior, no podrá más que existir de manera simbiótica, dependiendo y utilizando a otras personas para que le ayuden a cumplir estas funciones vitales: el sostenimiento de su equilibrio interno, de su identidad y su autoestima. EL ARTE DE LA "DESPOSESIÓN" Sabemos que la relación entre la madre y su hijo forma el molde de todos los tipos de amor. Esto es cierto a tal grado que la mayor cantidad de enfermedades neuróticas se originan en algún tipo de conflicto en la relación amorosa entre madre e hijo. El rasgo más característico de esta relación es el de la posesión. Para la madre el hijo no es sólo una posesión sino el fruto de la victoria. En cierto sentido, el hijo representa la conquista del amor y del dolor, y la madre pronuncia las palabras "mi hijo" con la mayor convicción. Quizá este "mi" particular está cargado con más fuerza para cualquier otro pronombre posesivo utilizado por el ser humano. Al respecto podríamos citar al ensayista rumano E. M. Cioran cuando dice: Lo que llamamos civilización nos enseña cómo tomar posesión de las cosas, cuando en realidad debería iniciarnos en el arte del desprendimiento, pues ni la libertad ni la "vida real" existen sin el aprendizaje de la "desposesión". Desde luego, esto tiene una influencia decisiva en el tipo de pareja que una persona, con una identidad y una autoestima poco definidas, necesitará en el futuro. Incluso, hay quienes llegan a ser tan dependientes de un grupo que dan la vida por él. Ejemplos de ello son la heroicidad suicida en las guerras, el hijo que se sacrifica en pos de la familia, los suicidios en masa, etcétera. LA DETENCIÓN DEL DESARROLLO EMOCIONAL Otro mecanismo digno de mencionarse es el que se relaciona con el concepto de la detención del desarrollo emocional. ¿Qué significa esto? 15

La mayoría de los investigadores coinciden en que si las respuestas de la madre y las necesidades del niño son adecuadas y constantes, el niño puede gramar estas funciones dentro de su mapa interior (el cajón donde se acomodan las cosas buenas y malas) de modo que, más tarde, sea capaz de proveerse de ellas por sí mismo. Cuando la madre es capaz de tolerar los impulsos agresivos del niño —el intercambio de las cosas buenas y malas entre ella y su hijo —y darles un marco apropiado, sin recurrir a la venganza o al rechazo, el niño adquiere la confianza de que su madre siempre estará ahí y lo protegerá, aun cuando exprese su agresividad. En cambio, si la madre toma algún de venganza, o incluso rechaza o abandona al niño, éste adquiere en su interior la certeza de que posee una omnipotencia capaz de afectar seriamente a la madre. Esta omnipotencia consiste en pensar que sus cosas feas y malas son en verdad muy peligrosas y que no las puede intercambiar ni con su madre ni con nadie. Como no puede vivir sin ella, tiene que recurrir a la ayuda de un mecanismo mental que los proteja a los dos: a ella de sus sentimientos peligrosos o agresivos, y a él del abandono o de cualquier otro tipo de venganza por parte de su madre. Lo que sucede dentro de su mapa interior del niño, donde se debe ir formando la representación de las personas reales, no existe una diferenciación entre él y su madre. Dicho en otras palabras, el niño no se atreve a ser él con todo y sus sentimientos peligrosos, pero tampoco se atreve a ver a su madre tal y como es. Por lo tanto, si su mapa interno carece de un dibujo que delimite con claridad quién es él y quién es la madre, se establece en el niño algo así como una simbiosis interna inscrita en el mapa en la que su cajón imaginario de cosas buenas y malas nunca será suyo, sino que permanecerá siempre a disposición de otro, que puede ser la madre. Tampoco puede hacer suyos los cuidados maternos que necesita tener consigo mismo para que, cuando sea necesario, los desarrolle él por su cuenta. Irremisiblemente esto se traduce en una incapacidad para regular la autoestima y el sentido de identidad de una manera independiente. ¿Qué sucede entonces? Que el niño no logra adquirir independencia de los demás —de la madre, del padre o los hermanos reales, no los de su mundo interno. Con este panorama, no es difícil deducir lo que sucederá más tarde cuando esta persona busque una pareja y trate de conservarla. Todo lo anterior nos ayuda a comprender cómo, después de la madre, es la pareja que forman los padres, y más tarde la familia, quienes proveen los elementos que el niño requiere; los elementos que primero tomó de su madre para lograr separarse emocional y físicamente de su familia en el momento apropiado para encontrar una pareja, formar una nueva familia y adaptarse a la sociedad. LA FAMILIA SIMBIÓTICA Y SIMBIOTIZANTE Si en la familia persisten los vínculos simbióticos de manera patológica (que nunca se le permita al niño tener su propio cajón de cosas buenas y malas, sino que siempre será la madre u otros los que intervengan en ello), se repetirá la relación que describimos 16

anteriormente entre la madre y el hijo, sólo que ahora la autoestima y la identidad de la persona tendrán que buscar un reforzamiento constante, no sólo en la madre, sino en todo el sistema familiar que se convierte en una familia simbiótica y simbiotizante —que no deja ser de manera autónoma— a la vez. En estos casos, la autonomía individual se ve disminuida: la sobrevivencia y la autoestima dependen del comportamiento de otros miembros de la familia. Pero hay que tomar en cuenta que cada uno de ellos también tiene su propio mapa interior. De manera que el patrón seguido por la madre y el hijo puede repetirse también a otros niveles: entre la esposa y la madre, por ejemplo. En un caso así, el padre idealiza a su mujer para no enfrentar la agresividad que siente hacia ella. En cambio, desplaza este sentimiento de agresividad hacia uno de sus hijos a quien se identifica como la oveja negra de la familia. Ya habíamos proporcionado un ejemplo de la manera en que un padre logra mantener su autoestima, siempre y cuando un hijo cargue con la responsabilidad de todas las fallas. De aquí que el niño señalado como "problema" (la oveja negra) detenga su desarrollo emocional y permanezca en un estado simbiótico, dependiente, que se puede hacer extensivo a toda la familia. Si el padre de este ejemplo necesitó protegerse de una madre que lo simbiotizaba, no lo dejaba en libertad, en su mapa interior aprendió a no tolerar a una mujer con quien tenga frecuentes y peligrosos encuentros. ¿Qué hace? Repite el patrón que siguió con su madre y se lo aplica a la esposa, de manera que se suspende el desarrollo de la familia en pos del padre que, a la vez, se "responsabiliza" de los suyos y no los deja en libertad. A la vez, la esposa tiene que ajustar su mapa interno para adecuarse de las necesidades de su esposo. Así, ambos, de común acuerdo, programan al hijo problema para que forme parte de toda la necesidad simbiótica. Recordemos que todos los sistemas son interdependientes e interactuantes, pero esto no significa que todos sean iguales. De hecho, existen posiciones muy serias para formar una tipología y un diagnóstico que ayude al clínico a identificar los problemas que pueden aquejar a un determinado sistema en un momento dado. Uno de los puntos que se pueden deducir de lo anterior es que un individuo determinado puede sentir que su sobrevivencia depende de la del grupo familiar. Este patrón nos revela cómo alguien puede sacrificar su autonomía y su independencia para preservar la integridad de su familia y la suya propia. RETROALIMENTACIÓN NEGATIVA Otro punto importante es que la detención del desarrollo emocional de una persona no resulta únicamente de lo que ocurre en su propio psiquismo (dentro de sí mismo) y en su sistema familiar; sino que, cuando el mundo interior del niño se manifiesta en el exterior del sistema familiar, y este sistema de adultos no le ayuda a hacer las modificaciones necesarias que vayan de acuerdo a la realidad, el niño no tiene la oportunidad de diferenciar sus fantasías, deseos y necesidades internas, de aquello que le exige e le exige la realidad. En términos de la teoría general de los sistemas, a esto último se le llama un ciclo de 17

retroalimentación negativa. En un ciclo así, la familia impide que haya cambios y modificaciones en el mundo interior del niño, perpetuando de esta forma sus estructuras psicológicas más primitivas. Por lo tanto, para entender el desarrollo, la desviación o el detenimiento de las funciones psicológicas del hombre, resulta de vital importancia la interrelación entre lo que ocurre en el mundo interno individual y la interacción familiar.

La Pareja LA BASE DE LOS SISTEMAS HUMANOS La pareja forma un mini sistema que, prácticamente, constituye la base de los sistemas humanos; es aquí donde principia la vida misma. Ya hemos visto que el modelo lo establecen la madre y el bebé pero ahora nos centraremos en la pareja adulta. Así en una pareja veremos al compañero como el organismo que recibe y responde, proyecta y aguarda las proyecciones de su mundo interno y de las del otro; el intercambio de cosas buenas y malas de los cajones de ambos. La elección de un compañero está íntimamente ligada a lo que cada uno de nosotros lleva dentro en su cajón o mapa interno. Esto nos guía, inconscientemente, a depositar o proyectar nuestro mapa interno en alguien que también logre acomodar su molde al nuestro. Aunque parezca increíble, las posibilidades de elección que tenemos son mucho más limitadas de lo que creemos. El campo de acción donde se encuentran individuos elegibles se restringe al espacio donde nos hemos desenvuelto y crecido. Nos cuesta trabajo admitir que es la familia, mediante sutiles mecanismos de control, la que en gran medida orienta nuestra elección de una pareja. Es más, el control y la orientación están inscritos en nuestro mapa interior. Si existen en la realidad algunos cambios sociales notables que quizá ensanchan el espectro dentro del cual podemos encontrar a nuestra pareja: la mayor inmovilidad de la gente, el rompimiento de ciertos tabúes, la liberación sexual, la liberación femenina... Pero hablamos aquí únicamente del plano emocional y el afectivo que se da entre dos seres humanos, y no de otros avatares que obligan a una pareja a unirse: monarquías , contratos económicos, sociales, etcétera. La soledad en ocasiones excepcionales como la de un marinero, soldado, o estudiante en un país extranjero, también limita mucho la espontaneidad que existe para elegir pareja dentro de un campo con las mismas características socioculturales de uno. De igual manera, aquel que provenga de una familia donde la expresión de afectos, 18

diferencias de opinión o innovaciones estén reprimidos, encontrará mucha mayor dificultad en el intercambio emocional, en la adaptación y comunicación afectiva con una pareja. LA ELECCION Hablemos ahora de la elección de una pareja. Con respecto a las personas que pueden atraernos hay que decir que no puede dejar de haber una influencia de las fantasías tipo infantil. Uno escoge lo que de niño le gustó y de lo cual se enamoró. En sus Tres Ensayos (1905), Sigmund Freud expresó algo que completó posteriormente en Introducción la Narcisismo (1915): La elección de una persona se basa en la relación de uno mismo. Según Freud, lo que uno es en sí mismo; lo que uno ha sido; lo que quisiera haber sido; a la persona que fue una parte de la propia persona; o la cualidad que uno quisiera tener. Se trata entonces de una imagen, en particular de la imagen de lo que se querría ser, del ideal que tenemos de nosotros mismos. De esta manera la dimensión imaginaria y fantasiosa es fundamental en la elección de una pareja y, además, subraya cuán fuertemente está ligada a la historia de cada uno de nosotros. Amamos o nos sentimos atraídos hacia aquel que nos alimenta y nos protege. Pero podemos adelantar desde ahora que la selección de una pareja se basa, no sólo en la necesidad de encontrar en el otro lo que nos falta, si no en la necesidad que tenemos de depositar lo que nos molesta de nosotros mismos en el otro. Para que pueda llevarse a cabo, la elección de una pareja requiere de algunas características. LA AMBIVALENCIA DEL DESEO En toda búsqueda, en todo encuentro, en todo pensamiento y actuación del ser humano, queramos o no, interviene siempre una parte inconsciente que nos guía. La teoría psicoanalítica nos ofrece un marco conceptual depurado acerca de estos procesos inconscientes que nos explica lo que sucede en la búsqueda, el encuentro y el tipo de relación que se establece en una pareja. Comenzaré por abordar las dos características que aparecen cuando se forma una pareja. De paso diré que el espacio, la dimensión, o el sistema que forma una pareja es, por excelencia, el ámbito donde se manifiesta la ambivalencia del deseo con más fuerza. Esta ambivalencia se refiere a que en el deseo existen cosas buenas y bonita, y malas y feas que tienden a ser intercambiadas en el cajón del otro. ¿Por qué es ambivalente el deseo? Porque el ser humano no tiene más remedio que amar y odiar a la vez a la persona con quien está más fuertemente unido. Amamos al otro cuando nos aporta alimento emocional y lo odiamos cuando no nos lo da. Hablamos aquí de reacciones primitivas que son las primeras que aparecieron en nuestra especie. Nunca se pierden por completo y justamente vuelven a aparecer en toda su plenitud en el encuentro con nuestra pareja. 19

RECIPROCIDAD La primera característica que observamos en la formación de una pareja es la reciprocidad. Aunque aparentemente resulta obvio, sin ella no puede haber pareja. Por consiguiente, la reciprocidad es uno de los elementos fundamentales para que pueda establecerse el mini sistema que forma la pareja. Es necesario que uno ande en busca del otro. Pero para que no sea efímero es indispensable que sus dos componentes encuentren alguna ventaja psicológica en la relación que van a establecer. Estas ventajas psicológicas pueden encontrarse situadas dentro de lo que uno llamaría el aspecto positivo: ser amado y sentirnos valiosos e importantes; o bien dentro de los aspectos negativos: hallar a alguien en quien podamos reconocer nuestras propias debilidades y fallas, para así librarnos de ellas. SATISFACCIÓN Existe otra característica indispensable para la formación de la pareja cuyo mecanismo es aún más complejo. Uno puede esperar una satisfacción a corto plazo –lo que no garantiza que se vaya a establecer una relación duradera- o bien podemos buscar a alguien que nos ayude a lograr un equilibrio en nuestra personalidad, y ayude a lograr un equilibrio en nuestra personalidad, y que también nos ayude a controlar y manejar nuestros impulsos amorosos, sexuales, de ternura o de agresión. Es esto lo que hace seleccionemos solamente a esa persona. Ella debe ser el origen de la satisfacción de gran parte de nuestros deseos y necesidades conscientes. A la vez, deberá reforzar nuestra personalidad en sus aspectos más débiles, o en aquellos puntos de nuestra vida emocional interna que no podamos manejar por nosotros mismos: impulsos agresivos (las cosas feas y malas de nuestro cajón), de temor, rabia, odio, amor, etcétera. Por lo tanto, en el “otro” podemos admirar, odiar, controlar, tratar de cambiar o manipular algunos aspectos de nosotros sobre los que no tememos control alguno. Proyectamos esto que nos resulta incontrolable en el otro, quien lo acepta; le pedimos al otro que nos ayude aceptando y tolerando nuestras cosas feas y malas cuando son demasiadas y no podemos con ellas. Es en el otro donde tratamos de controlar lo que nos desagrada de nosotros mismos. “LÍTOST” O LA PROPIA MISERIA En El libro de los ridículos, el escritor checoslovaco Milan Kundera nos presenta un ejemplo de cómo funciona esto. Sin ser un psicoanalista, Kundera es capaz de describir, con sombrosa exactitud, la forma en que utilizamos este mecanismo: Lítost es una palabra checa intraducible a otros idiomas. Representa un sentimiento tan inmenso como

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un acordeón extendido, un sentimiento que es síntesis de muchos otros sentimientos: la tristeza, la compasión, los reproches, la nostalgia. La primera sílaba de esta palabra, si se pronuncia alargada por el acento, suena como la queja de un perro abandonado. Pero en ciertas ocasiones lítost tiene por el contrario un significado muy estrecho, particular, estricto y preciso como el filo de un cuchillo. Buscó para él también en vano, un símil en otras lenguas, aunque no soy capaz de imaginarme cómo puede alguien sin él comprender el alma humana. Voy a dar un ejemplo: Un estudiante nadaba con una estudiante en el río. La chica era una deportista y él en cambio era un nadador desastroso. No sabía respirar bajo el agua, avanzaba despacio, con la cabeza tensa, estirada sobre la superficie. La chica lo amaba perdidamente y tenía tanto tacto que nadaba igual de despacio que él. Pero cuando la natación se acercaba ya a su fin quiso pagar rápidamente la deuda que tenía con sus aficiones deportivas y se lanzó con rápidas brazadas hacia la otra orilla. El estudiante intentó avanzar más rápido y tragó agua. Se sintió humillado, puesto en evidencia en su inferioridad física y sintió lítost. Recordó su infancia de niño enfermo, sin deportes y sin compañeros de juegos, bajo la vigilancia excesivamente preocupada de la mamá, y se sintió desesperado por sí mismo y por su vida. Cuando volvían por el camino, atravesando el campo hacia la ciudad, no abrió la boca. Se sentía herido y humillado y tenía un deseo irresistible de pegarle. ¿Qué te pasa?, le preguntó, y él le reprochó que hubiera nadado hacia la orilla opuesta sabiendo que allí había remolinos, se lo habían prohibido y hubiera podido ahogarse y le dio una bofetada en la cara. La chica se echó a llorar y él, cuando vio sus lágrimas, se compadeció de ella, la abrazó y su lítost se esfumó. Otra evidencia de la infancia del estudiante: lo mandaron a tomar clases de violín. No tenía demasiado talento y el profesor lo interrumpía con voz fría e insoportable, echándole en cara sus errores. Se sentía humillado, tenía ganas de llorar. Pero en lugar de esforzarse por evitar los errores y tocar con mayor precisión, empezó a hacerlos a posta, la voz del maestro era cada vez más insoportable y más enfadada y él se hundía cada vez más profundamente en su lítost. ¿Qué es entonces lítost? La lítost es un estado de padecimiento producido por la visión de la propia miseria puesta repentinamente en evidencia. Uno de los remedios usuales contra la propia miseria es el amor. Porque aquel que es amado de un modo absoluto no puede ser miserable. Todos sus defectos son redimidos por la mirada mágica del amor, para la cual hasta la natación más antideportiva, con la cabeza estirada fuera del agua, se vuelve encantadora. Lo absoluto del amor es en realidad el deseo de una identidad absoluta: el deseo de que la mujer amada nada igual de despacio y de que no tenga pasado alguno ni pueda ser feliz al recordarlo. Pero en cuanto la identidad absoluta se ve negada (la chica recuerda feliz su pasado o nada con rapidez), el amor se convierte en una fuente inagotable de ese gran padecimiento que llamamos lítost. Las personas que tienen una profunda experiencia sobre la imperfección generalizada de la gente están relativamente a salvo de los golpes de la lítost. La lítost es por lo tanto característica de la edad de la inexperiencia. Es una de las formas de la juventud. La lítost funciona como un motor de dos tiempos. Tras el sentimiento de dolor sigue el deseo de venganza. El objetivo de la venganza es lograr que el otro sea igual de miserable. Es cierto que el hombre no sabe nadar, pero la mujer abofeteada llora. Pueden, por tanto, sentirse iguales y seguir amándose. Como la venganza no puede confesar nunca su verdadero motivo (el estudiante no le puede decir a la chica que le pegó porque nadaba rápido), tiene que dar un motivo falso. Así es que la lítost no puede prescindir nuca de la hipocresía patética: el joven manifiesta que estaba loco de miedo de que su chica se ahogase y el niño toca hasta el cansancio un tono falso, simulando una desesperada falta de talento. Este capítulo debía haberse llamado originalmente ¿Quién es el estudiante? Pero si habla de la lítost es como si hablase del estudiante, porque el estudiante no es más que pura lítost. Por eso no es de extrañarse que la chica de la que estaba enamorado lo abandonase al fin. No es nada agradable dejarse pegar sólo por saber nadar.

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El ejemplo de Kundera ilustra de manera magistral el motor interno que, inconscientemente, nos lleva a buscar una pareja que equilibre nuestras fallas y debilidades interiores. Desde luego, en este caso la pareja no perduró, pero seguramente el joven continuó buscando hasta encontrar una pareja que sí respondiera a sus necesidades. La relación a veces dura y a veces no, pero siempre hay alguien que acopla sus propias necesidades da las nuestras. Siempre hay alguien. LA ADOLESCENCIA: UN LUGAR ADICIONAL El ejemplo de Kundera expresa con fidelidad una de las situaciones más conflictivas por las que atraviesa el desarrollo emocional de un individuo. Por regla general, es en la adolescencia donde se inician una serie de confluencias y conflictos que debemos aprender a manejar y solucionar. Tomemos como ejemplo a un joven que aún vive con sus padres. Imaginemos lo que sucedería si les anunciara que se ha enamorado de una joven y que la va a llevar a vivir a la casa; que es necesario comprar otra cama, poner un lugar extra en el comedor, hacer un nuevo closet, otro baño, otro ligar en el garaje. Además, que es necesario que todos los miembros de la familia cambien sus hábitos y costumbres para que no choquen con los de ella. Si ya pensaron en la reacción de la familia de este joven, se podrán imaginar lo que sucede en el interior de la mente, en el mundo privado de los objetos de los que hemos estado hablando. Desde el principio de la vida allí se encuentran las imágenes de la madre y el padre, con todas las características del amor y de odio que pueden tener; de prohibiciones y permisos, elecciones y exclusiones, que le dan a una persona el sentido de ser quien es. Desde luego, no resulta sencillo hacerle espacio a un nuevo objeto porque, además, éste trae en sí mismo un mundo interno con características, temores y preferencias propios. Es necesario aclarar algunos aspectos del término homeostasis; sobre este punto Cannon señala de modo convincente: “A través de la autorregulación […] preservamos la estabilidad en la gran inestabilidad de que estamos compuestos”. Avancemos un poco más para descifrar este enigma. ¿Es quizá más acertado pensar que el propósito exacto de la homeostasis es proteger, no la estabilidad en cualquier sentido estático, sino más bien una creativa pero controlada “inestabilidad” (inestabilidad se usa aquí para enfatizar la disposición al cambio del organismo, en consonancia con las condiciones necesarias para la maduración y para las crecientes relaciones con el mundo externo). En otros términos, en la interpretación de este concepto trasladamos el énfasis precisamente a lo opuesto de la connotación de “permanecer igual”. Estoy sugiriendo que la homeostasis, por principio del equilibrio dinámico, significa la capacidad de adaptación fluida y creativa al cambio; y que al mismo tiempo asegura ese monto de control coordinado que impide que el organismo sea abrumado por una cantidad de estímulos que exceda su capacidad de acomodación (el efecto final de estos estímulos será, por supuesto, la desorganización). El principio de homeostasis, reinterpretado así se entiende como “inestabilidad” creativa, controlada; así regula la respuesta a la experiencia no para 22

mantener la igualdad, sino más bien preserva una capacidad flexible para el cambio, y al mismo tiempo impide que este cambio sea demasiado rápido, tan rápido como para desintegrar las fuentes de adaptación y crecimiento. En esta interpretación se subraya el aspecto positivo, dinámico, más que el aspecto estático negativo; es un principio vital representado idealmente como un grado óptimo de “inestabilidad” fluida, productiva, que ofrece al organismo una mayor cantidad de plasticidad para la adaptación y el crecimiento, al mismo tiempo que coordina las actividades vitales.[i] Aun con todo el amor posible, la aceptación del mundo interno del otro no es una tarea fácil. No se trata de una hoja en blanco sobre la cual podamos escribir a voluntad. De aquí que la elección de una pareja se ve aún más limitada en su espectro, pues no son muchos los candidatos que puedan llenar las características de nuestro mundo interno, con los que podamos intercambiar las cosas buenas y malas de nuestro cajón individual. Por eso, la persona que elegimos como pareja debe cumplir con ciertas características que nos permitan introyectarla, y viceversa, para intercambiar cosas buenas y malas, agradables y desagradables. Esto en modo alguno significa que cuando no sucede así, cuando no hay protesta por parte de los objetos internos, la pareja se estabilice en la tranquilidad y la placidez del mundo interno de los objetos: siempre hay conflicto. Por esto, es justamente aquí donde se inicia un proceso de aceptaciones y rechazos, dádivas y ataques, luchas, concesiones y amenazas que, lentamente, van abriendo paso al movimiento interno que significa formar un espacio: un lugar donde el objeto nuevo –la pareja, el extraño a los padres- entrará irremediablemente en conflicto con todo lo que ya existe allí. ENCUENTRO, RESONANCIA Y DISPONIBILIDAD Por tanto, la fase del encuentro presupone una disponibilidad interna para aceptar al otro como un objeto nuevo y extraño que, queramos o no, producirá una gran resonancia en nuestro mundo interno (que incluye a padres, hermanos, etcétera) y desarrollará un conflicto que se manifestará en el terreno de la interacción familiar. Precisamente esta repercusión interna es la que le permite al terapeuta adquirir una visión dinámica de la estructura de la pareja. No se trata aquí de una cuestión temporal, del tiempo que tiene la pareja de haber sido formada. No, más bien se trata de que el clínico, el terapeuta, pueda encontrar la forma en que los acontecimientos de la vida real han influido sobre el mundo interno de una persona –de ambas personas- y cuáles han sido las consecuencias. Esto da la pauta para conocer las necesidades de un individuo, el tipo de pareja que busca el tipo de personas que elige o elegirá. Pero como este fenómeno se da en los dos integrantes de la pareja, el terapeuta puede entonces adquirir la visión de un minisistema que tiene una organización dinámica y específica en cada caso. EL CICLO VITAL DE LA PAREJA

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De manera muy general podríamos decir que una pareja atraviesa por los siguientes pasos: - Encuentro - Elección - Idealización - Simbiosis - Desidealización - Ruptura de la simbiosis (conflicto) - Reacomodo dinámico La pareja no es un retrato, algo fijo que permanece estático e inalterado al paso del tiempo. Por el contrario, este pequeño sistema tiene una organización dinámica que constantemente sufre alteraciones, desmantelamientos y reestructuraciones que se repiten una y otra vez. En un intento por lograr el equilibrio y la armonía, la pareja se ve involucrada en un proceso permanente de reorganización, tanto de su interrelación como de su mundo interno –lo que ocurre en la realidad con el otro y lo que nos sucede sentimental e intelectualmente a nosotros como individuos. Para lograrlo, los integrantes de la pareja pueden recurrir a maniobras y movimientos que alteran o consoliden su mundo interno, o el mundo exterior que los rodea. Pero, como en casi todo, el éxito no está garantizado y a veces la ansiada fase de la armonía se logra sólo parcialmente, o no se logra, y el sistema de la pareja se puede facturar. El terapeuta es capaz de localizar estas maniobras y movimientos de que hablamos. El concepto del contrato que se establece entre la pareja representa una gran ayuda. Estos contratos se establecen desde el momento en que encontramos al otro y aparece la posibilidad de formar una pareja. EL CONTRATO Y LA CAPACIDAD DE INTROSPECCIÓN En el contrato intervienen siempre dos factores: uno práctico y otro emocional. El práctico no es solo el aspecto más evidente, sino el que la pareja puede entender con mayor facilidad, pues se refiere a nuestros gustos, costumbres y preferencias cotidianas. El aspecto emocional, por otra parte, impone una serie de requerimientos que en nuestras numerosas ocasiones no sabemos como manejar. Muchas veces uno se desconoce a sí mismo. No sabemos con exactitud lo que queremos ni hasta donde podemos llegar. Por lo tanto, tampoco entendemos bien a bien lo que esperamos de nuestra pareja. A menudo el enfrentamiento con las demandas y necesidades del otro nos desconcierta y atemoriza. Los contratos entablan un diálogo no hablado en que se exponen nuestros deseos, carencias, necesidades, exigencias y abarcan todos los aspectos imaginables de la vida conyugal. Cada miembro de la pareja percibe sus propias necesidades según el grado de introspección (verse a sí mismo) de que sea capaz. A menudo sucede que ninguno de los miembros de la pareja se percata de que sus esfuerzos por complacer a la otra persona amada se basan en la certeza de que el otro es, siente y piensa las cosas como uno 24

mismo. Uno puede llegar a conocer algunos de los términos de su propio contrato, según su capacidad de verse a sí mismo, pero en cambio, resulta más difícil conocer los términos en que funciona el contrato del otro miembro de la pareja. Con frecuencia el terapeuta encuentra que las parejas ignoran la existencia de un contrato. Por esto muchas vece el contrato de cada uno de los cónyuges es diferente, con expectativas independientes, imposibles de realizarse y donde, además, la fantasía rebasa con mucho el marco de la realidad. Para Sager y Kaplan el contrato está compuesto por tres puntos esenciales: -Un nivel consciente y verbalizado. Aquí se incluye todo aquello que podemos comunicarle a nuestro cónyuge acerca de nuestros anhelos, expectativas y necesidades, de manera clara y comprensible. -Un nivel consciente y no verbalizado. Todas las creencias, planes, deseos y fantasías que no se comunican o vergüenza o tenemos inconsciente al rechazo (que el otro diga "no te quiero", real o imaginariamente), quedan inscritas dentro de este nivel que se presenta como un reto para la integración emocional de la pareja. -Un nivel irracional. Se refiere a todos los deseos y necesidades irracionales y contradictorias que hay en cada uno de nosotros. Por ser inconscientes y, por lo tanto, muchas veces extraños, los elementos de este nivel pasan inadvertidos y representan los verdaderos cimientos de una relación. Se trata de una problemática personal que muchas veces tiene una naturaleza neurótica o psicótica. Entonces, estos elementos se depositan en la relación con el otro y aparecen necesidades no resueltas de competencia, dominio, destrucción, sumisión, etcétera. El contrato representa distintas cosas para distintas parejas y no siempre resulta fácil descubrir la mecánica de su funcionamiento. El caso de Gabriela y Carlos resulta interesante.

INCUMPLIMIENTO DE CONTRATO Gabriela es una mujer atractiva. Ahora está casada con Carlos. Para ambos éste es su segundo matrimonio. Gabriela no tuvo hijos en el anterior. Su primer matrimonio fracasó porque su esposo no podía apoyarla ni emocional ni económicamente. Además, ella se sentía devaluada, inapreciada e incomprendida. Por eso, a pesar de estar enamorada, decidió terminar un embarazo de tres meses. Finalmente conoció a Carlos, su marido desde hace algunos años. Carlos es un hombre fuerte y practica el deporte con un fervor adolescente. Estuvo casado con una mujer a la que amó intensamente y con la cual tuvo tres hijos, quienes ahora viven junto con los dos que tuvo en su relación con Gabriela. Hace como un año empezaron a tener graves problemas en su matrimonio por lo que decidieron buscar ayuda profesional. Conforme avanzó su tratamiento se hizo evidente que en el primer año de su contrato ambos habían logrado establecer sus necesidades como miembros individuales de la pareja: compañía, lealtad, seguridad económica, apoyo para lograr una familia, una posición respetable. Sin embargo, en la segunda fase del contrato no habían tenido tanto éxito. Habían sido incapaces de expresar algunos de sus deseos y necesidades conscientes más importantes. Para Gabriela era decisiva la cercanía física y emocional de Carlos después de hacer el amor. Esto hacía que se sintiera amada, admirada y necesitada. 25

En cambio, para Carlos lo importante no era eso, sino el que ella se sintiera literalmente arrebatada por su desempeño en la cama, y que le permitiera entrar y salir del acto amoroso con entera libertad. Para él la ternura después del amor resultaba no sólo incómoda, sino indeseable. Además necesitaba la libertad de coquetearle impunemente a otras mujeres. Por último, resultó que había un desentendimiento total en la tercera fase del contrato. Gabriela sentía que cumplía con su parte: cuidar la casa y a los hijos de Carlos. Esto le hacía sentir un resentimiento incontenible porque, después de todo, ésta había sido la casa de la ex esposa de Carlos y no la sentía como suya del todo. Por otra parte los hijos, ya adolescentes de Carlos representaban un obstáculo para que la relación de Gabriela con él se desarrollara plenamente. Gabriela se sentía ahogada por la magnitud de este resentimiento inexpresado que encontraba salida en constantes quejas, llanto, depresiones y prohibiciones que comenzaba a hacerle la vida imposible a Carlos. A pesar de todo Gabriela estaba convencida que ella sí cumplía. Después de todo le daba seguridad, status social, sexo, casa y comida y a cambio exigía una admiración incondicional por parte de Gabriela. Deseaba que ella aprobara y reconociera su fortaleza, su apostura y, sobretodo su virilidad. Mediante la terapia pudimos establecer que ambos necesitaban sacar fuerza del otro para consolidar su vida emocional y librarse así de la sensación de fracaso que había estado pendiendo sobre sus vidas: después de sus experiencias pasadas, el fracaso era lo último que querían. Intentamos resolver los problemas edípicos que dificultaban las relaciones con sus hijos, analizando la parte amorosa y sexual que se desarrolla en todo padre hacia sus hijos. Porque siempre hay un desarrollo amoroso y sexual de padres a hijos que muchas veces dificulta la relación armoniosa entre ambos. Esto se hace evidente cuando los hijos llegan a la adolescencia; pero se agudiza a un más, cuando los hijos son del otro, y no de los dos miembros de la pareja. una vez que entendieron esto, logramos que los hijos dejaran de ser vehículo de los problemas de sus padres. Sexualmente Carlos y Gabriela tuvieron que aprender a dar sin el resentimiento que produce pensar que el otro no está cumpliendo. Esto se tradujo en una responsabilidad compartida del hogar, tanto económica como emocionalmente. Sobre todo los dos fueron capaces de entender que para que una relación funcione , es indispensable la libertad de expresar la personalidad individual de cada uno, sin que esto represente una agresión. LA ENCRUCIJADA EDÍPICA PRIMERA FASE DE LA PAREJA Es necesario seguir las fases por las que atraviesa una pareja; su inicio, el establecimiento de reglas y normas que gobernarán este mini sistema, así como su desarrollo y las innumerables crisis que enfrentan en el camino. En realidad , estas deben ser vistas como oportunidades de cambio, como la posibilidad de un reacomodo , trato en la 26

reestructuración interna de la pareja como en la interrelación que suscita con quienes la rodean. La noción de pareja , ya como una idea mas real y elaborada , se gesta en la adolescencia. El primer impulso es inconsciente . En términos psicoanalíticos, cuando hay una aceptación mutua entre el adolescente y sus padres se dice que se ha logrado resolver la encrucijada edípica. ¿Qué significa esto? Sencillamente, que el maor que se siente hacia los padres ha dejado su naturaleza pasional y ah tranquilizado sus componentes eróticos y sexuales. los padres dejan de ser blanco de los impulsos adolescentes , tanto de amor como de odio. Decíamos antes , los padres tiene que aprender el difícil arte de la desposesión y aceptar que los hijos no le pertenecen. Por parte de los hijos deben acptar que los padre tampoco son de ellos y se pertenecen uno al otro. También tienen que aprender a aceptar su propia individualidad y con ello, hasta ciento punto su soledad. Cuando el adolescente logra dar estos pasos, ha entrado a la adultez: está listo para buscar pareja. Pero si esto no ocurre, si hay escollos que han detenido la etapa de desprendimiento, la formación de una pareja resultará difícil, incompleta o hasta imposible.

PRISIONERO DEL MUNDO INTERNO Por ejemplo Juan era un joven fuerte y atractivo de 22 años de edad. Sistemáticamente rechazaba toda clase de proposiciones, hasta que decidió que quizá con Susana podría formar una pareja. Desgraciadamente Juan no había podido establecer una amistad con sus padres. Su mundo interno estaba sujeto a constantes crisis de enojo, rabia, desesperación, depresión, confusión y... soledad. En resumen no podía ofrecerle a Susana la posibilidad de albergarla en su mundo interno; un mundo que se encontraba en permanente conflicto. Susana, en cambio a los 18 años estaba lista para enamorarse. El primer impulso lanzó a Susana y a Juan a la búsqueda y al encuentro. La atracción física de ambas partes era muy clara. Sin embargo el intento de Susana por idealizarlo, por encontrar en él una respuesta a sus necesidades emocionales más profundas se vio destruido ante un Juan ausente, cerrado, insensible a sus necesidades más indispensables. No es que a Juan no le gustara Susana. Hizo enormes esfuerzos por responder y enamorarse de ella. Se esmeró por no ofenderla, por tratarla bien y con cariño, pero dentro de él no había espacio para una pareja. El caos que prevalecía en su mundo interno le impedía ser libre, autónomo y fuerte para dar el paso decisivo , sin temores e inseguridades, que le permitiera abandonarse y fundirse con ella; es decir que ambos vaciaran sus cajones de cosas buenas y malas: poner las malas aparte y juntar en un cajón común sólo las buenas. Juan estaba encadenado a su pasado, a su infancia y a los 27

conflictos aún por resolver con sus padres. PAREJA Y SOCIEDAD Además de aflojar los vínculos familiares, la formación de una pareja implica un aserie de movimientos dentro del grupo social correspondiente: Esto es digno de mencionarse por la importancia que el sistema social tiene en la formación d y disolución de las parejas. En su trabajo acerca de la psicología de las masas, Freud nos dice que en las masas se dan numerosos lazos afectivos. Esto provoca una falta de independencia y de iniciativa del individuo, quien trata de adoptar una reacción idéntica a la de los demás. Esto le proporciona una categoría de unidad integrante de la multitud; el sentimiento individual y el acto intelectual personal son demasiados débiles para afirmarse por sí solos, necesitan el apoyo de manifestaciones afectivas e intelectuales análogas a las de los demás individuos. Freud señala la manera en que el individuo está dominado por influencias colectivas como el racismo, los prejuicios de clase, la opinión pública, etcétera. De lo anterior se puede deducir que, con frecuencia, el instinto gregario innato del hombre entra en conflicto con el interés personal. Este instinto gregario hace que el individuo tenga que reprimir muchas de sus necesidades individuales, como por ejemplo la de ser el único o el preferido. Esto no puede ser así ya que el impulso gregario exige justicia y trato igual para todos. Freud pone un ejemplo y nos dice: Recuérdese la multitud de mujeres y muchachas románticamente enamoradas de un cantante o de un pianista y que se agolpan en torno a él a la terminación de un concierto Cada una de ellas podría experimentar justificadísimos celos de los demás; pero dado su número y la imposibilidad consiguiente de acaparar por completo al hombre amada, renuncian todas a ello, y en lugar de arrancarse mutuamente los cabellos, se comportan como una multitud solitaria, ofrecen su homenaje común al ídolo e incluso se considerarían dichosas si pudieran distribuirse entre todos los bucle de su rizosa melena. rivales al principio, han podido identificarse entre sí por el amos igual que profesan al mismo objeto.

En menos escala, se puede decir que lo mismo sucede en la familia, quizá este ejemplo nos permita ver que la fuerza que la familia ejerce sobre sus miembros muchas veces les impide librarse del sistema familiar y formar parejas. Aunque para Freud la inquebrantable fortaleza de la familia estriba ene el amor igual del padre hacia todos sus hijos. UN AMANTE O LA INVASIÓN DELLGRUPO EN LA PAREJA De todo esto Freud deriva que las tendencia sexuales directas so en realidad desfavorables para la formación colectiva. Aunque el individuo trata de limitar el amor a dos personas, esta situación se ve alterada cuando aparece una amante. dicho de otro moda, la presencia de un amante puede explicarse como la invasión del grupo en la 28

pareja. Vemos también como las experiencias sexuales del grupo no sin sino sustituciones progresivas de una persona poro otra, lo que indudablemente plantea uan forma grave de disolución de la pareja en el grupo. Sin duda, el amor es el elemento que le da cohesión y durabilidad a una pareja; sin él resulta fácil cambiar de una persona a otra. De igual manera el amor es responsable de la fractura entre el individuo y su grupo. Al analizar cuidadosamente estos conceptos, veremos que tanto la familia como el grupo social cumplen funciones de gran magnitud e importancia para el individuo. unado este se disloca del grupo, se transfieren a una relación exclusiva de dos personas: la pareja. Por lo tanto, aunque la experiencia de pareja es única y enriquecedora, es también difícil y amenazante porque todos los elementos que antes absorbían a la familia o el grupo, tienen que ser manejado en el mini sistema que es la pareja. Por esto una relación profunda y de amor verdadero no puede existir en la pareja sin que se manifiesten, toleren y manejen bien los elementos agresivos intrínsecos ala hombre. en mucha parejas existe un contrato de no agresión y la mayoría de las veces el vínculo que los une se vuelve frágil y superficial puesto que falla la expresión completa de las pulsiones. EL GRUPO: MARCO DE LA PAREJA Por esto mismo, el grupo sigue siendo el elemento que le da un marco a la pareja. Incluso, podríamos abreviar diciendo que las parejas se forman gracias a los grupos o a los grandes sistemas que necesitan derivar sus necesidades de sexo y amor mediante la formación de parejas; así, grupo y pareja forman un continuo que ofrece beneficios mutuos. Sin embargo, los primeros pasos para la formación de una pareja son especialmente delicados, pues requieren que sus dos miembros logren acoplar los componentes de sus mundos internos. Así, se forma una especie de mutua absorción que crea un núcleo casi cerrado que, desde luego, excluye al grupo. En este sentido, a veces el grupo puede aprovechar alguna falla en la pareja para tratar de reabsorberla. ANTONIO Y JULIETA Antonio y Julieta tenían 18 años y estaban enamorados. Al principio se formaron dos bandos en la clase: el que la apoyaba a ella, y el que lo apoyaba a él. En ambos bandos había emisarios que se encargaban de transmitirle mensajes alentadores acerca de lo mucho que uno le gustaba al otro. Así con el apoyo del grupo, se formó la pareja de Antonio y Julieta. Esto les parecía muy bien a todos; tenían la ilusión de que algún día les ocurriera a ellos también. En el salón disfrutaban del espectáculo que representaban tanto sus besos y caricias 29

como sus pleitos y querellas. Esto fomentaba la cohesión del grupo que encontraba entretenido comentar todo lo que hacían y opinar sobre lo que podía ocurrir en el futuro. Antonio era un muchacho guapo, tímido e inhibido emocionalmente, aunque sobresaliente en sus logros académicos. En cambio, Julieta era audaz, alegre y mucho más sociable que él, por lo que con frecuencia, Antonio se sentía celoso. Las demostraciones de júbilo y la convivencia desinhibida de ella eran para él motivo de incomodidad y de cierta frustración. La coquetería de Julieta hacía que Antonio se sintiera mal y deprimido. Dejaba de hablarle y entonces era Julieta la que se deprimía e iba a su encuentro. Cuando estaban distanciados, cada bando apoyaba a su elegido ofreciéndole apoyo, comprensión y compañía. Nunca faltaba una muchacha que se le acercara a él ni un muchacho que se le acercara a ella para compensar el distanciamiento de la pareja. En un momento dado, Antonio tuvo que encontrar una muchacha que se le acercara que fuera menos fogosa; alguien que no lo hiciera sentirse amenazado y que no lo obligara a responder a un nivel emocional que sencillamente le resultaba intolerable. Esta nueva pareja no era precisamente una amante en el sentido estricto de la palabra, pero sí podemos observar en esta situación un paralelismo o una especie de preludio a cuando aparece un amante en la pareja. Julieta, al ver que peligraba su relación con Antonio, le propuso que tuvieran relaciones sexuales, pensando que esto afianzaría sus sentimientos mutuos. A pesar de su temor y sus inhibiciones Antonio aceptó, pero el compromiso fue demasiado para él. Al poco tiempo Antonio le propuso a Julieta que se separaran permanentemente. Aunque decepcionada, Julieta comprendió que la relación con Antonio no era lo que ella había esperado. Aceptó la separación y buscó otras actividades que la mantuvieran ocupada. Cuando volvieron a clases, Antonio y Julieta ya no se sentaron juntos ni desaparecieron misteriosamente en los recreos. Los bandos que antes los habían apoyado como pareja, ahora se encargaron de que cada se fuera asimilando a sus distintas actividades. "Te queremos como eres: libre y alegre", le decían a ella; "Estás mejor tu solo", le decían a él. Resulta claro que Antonio no tenía la madurez suficiente para afrontar las necesidades de Julieta . Él tenía serios conflictos con su padre y su madre quienes bajo pretexto de preocuparse no dejaban de controlarlo. Los lazos familiares eran demasiado rígidos como para que Antonio pudiera desarrollar una identidad propia. Es durante la adolescencia que pueden verse con mayor facilidad los procesos grupales que ciernen al amor ya al sexo. Es entonces cuando se presentan con mayor intensidad y continúan de manera más sutil en las parejas adultas. Al tratar de ayudar a la pareja que está en conflicto, el grupo de amigos obtiene la gratificación y el alivio de 30

pensar que su pareja non tiene el mismo problema. Es algo así como una especie de cura en salud. Desgraciadamente es preciso señalar que no hay nada que provoque mayor envidia en un grupo de personas que la contemplación de una pareja fuerte y cohesiva que tenga una estructura interna capaz de soportar los embates del grupo. LA IDEALIZACION Con el inicio de la pubertad y la adolescencia todos sentimos la necesidad física y psíquica de buscar una pareja. Cuando el niño logra resolver la problemática de sus primeras etapas del desarrollo, existe la posibilidad de abra un espacio para que lo ocupe alguien aparte de sus padres. Es entonces cuando se forman las primeras nociones de una pareja real o imaginaria. Esto va dejando un prototipo de pareja que surge de lo que se haya tomado de bueno o malo de los padres. El impulso que sentimos para buscar una pareja proviene de nuestro interior; el estímulo llega de fuera pero despierta la pulsión que ya está moldeada en base a un prototipo que se ha estado gestando desde nuestra infancia. Psicológicamente lo que sucede es que en el mundo interior de los objetos, el impulso de búsqueda surge influido por todas aquellas personas que han tenido un valor emocional importante para la persona: sus padres, hermanos, amigos, etcétera. No se trata de una imagen donde lo prevaleciente sean los rasgos físicos: todo lo que pertenece al mundo interno está fuertemente interpretado por las vivencias que hemos tenido y, además, matizado por nuestras fantasías. Por lo tanto todo lo que allí existe es una amalgama donde lo físico y lo emocional se funden en complejos núcleos de recuerdos y memorias. La imagen que todos llevamos dentro como prototipo de nuestra pareja activa, aunque todo proceso es en su mayoría inconsciente. Y, ya sea que dicha imagen se proyecte a exterior en busca de una persona que responda a la imagen que queremos encontraron bien que alguien del exterior haya proyectado una imagen sobre nosotros, se activa un movimiento de búsqueda donde lo importante es encontrar los puntos de concordancia entre ambas imágenes. Desde luego, la concordancia no tiene que ser exacta. Basta con que logren reconocerse algunos puntos clave para que se establezca lo que yo llamaría la "familiaridad del objeto" que permite que se den los primeros pasos en el intento de formar una pareja, porque si no hay resonancia interna, sencillamente no sucede nada. Si esto se logra, entonces lo que hasta aquí ha sido inconsciente puede empezar a manifestarse, poco a poco, como el deseo elemental de formar una pareja, aunque cuando el mecanismo que atrajo a cada uno de los integrantes permanezca en el plano de lo no consciente. 31

Los cambios internos presuponen un reacomodo que permite espacio para el otro miembro de la pareja. Quienes habían ocupado ese puesto anteriormente (padres, hermanos, amigos, etcétera), pasan a integrar espacios periféricos, más pequeños. Este mecanismo da lugar a que se lleve a cabo el proceso más difícil y complicado para el ser humano: la formación de un nuevo diseño interno donde el individuo que antes pensaba en términos individuales (yo y mis padres, yo y mis amigos, yo y mis hermanos, etcétera), piense en la integración de alguien más: piense en "nosotros". Si lo comparamos con el proceso de la alimentación veremos que unos solo come aquello que se ve limpio, atractivo, apetitoso. Si por algún motivo no está, tratamos de arreglarlo para introducirlo a nuestra boca. Desde el punto de vista psicológico, la idealización de que ocurre en los primeros pasos de la formación de la pareja se parece mucho a esto. Idealización es ver a otro como algo digno de meter dentro de nosotros. Para ello tenemos que preparar nuestro interior: -Primero es necesario separar los vínculos amorosos que tenemos con nuestros padres y hermanos para tener la libertad de recibir al que viene. -Segundo, tenemos que aprender y aceptar la imagen de un "solo yo" con la esperanza de tener para siempre a alguien con quien podamos formar un "nosotros" -Tercero, es necesario abrirnos, en todos los sentidos, para que el otro pueda entrar a nuestro interior. -Cuarto, aparece un nuevo registro el de "tú y yo" que de ahora en adelante formará un colectivo de dos " nosotros". -Quinto, como consecuencia de haber adquirido otro "yo" perfecto y maravilloso, entramos en un estado de júbilo narcisista. De pronto, todo lo que es bueno está dentro de mí, dentro de "nosotros"; y todo lo malo, lo feo, lo doloroso se elimina, está allá afuera donde no podamos verlo, al menos mientras dura la fase de idealización donde sólo existen cosas buenas y agradables. Esto solamente recurre una vez antes, cuando con nuestras madres formamos un "nosotros" indisoluble. Un nosotros que se desvanece con el tiempo, dejando solamente un recuerdo imborrable que el "yo" trata de recuperar, o por lo menos evocar, toda la vida. El amor es en la fase de idealización de una pareja es la posibilidad, aunque transitoria de recrear aquel edén perdido que fue la unión intensa del niño con la madre. Cuando el "otro" no corresponde a la invitación de formar una pareja, la elección falla en su cometido y la idealización lógicamente no puede presentarse. Sin embargo a veces la desilusión y el desencanto no son un obstáculo para que ocurra la idealización. Entonces cuando estos sucede, decimos que se trata de una elección idealizada, de una 32

fantasía que suele llamarse amor platónico que tiene como fin aliviar el peso de la frustración y proporcionar una satisfacción aunque sea parcial, volátil, fragmentaria. AMOR PLATONICO Aquella mañana que abrió el periódico lo primero que vio fue su nombre. Lo repasó una y otra vez, sin entender por qué estaba enmarcado en líneas negras. Sin darse cuenta terminó gritándolo, como si en unos cuantos minutos quisiera desgastarlo para que nunca nadie pudiera pronunciarlo otra vez. Su reacción la sorprendió tanto como para encontrarse de buenas a primeras con el nombre de José, tuvo miedo, miró el reloj, las manecillas le dieron un buen pretexto para no seguir pensando en algo que le iba produciendo un dolor sordo, creciente que le envolvía por completo. Agarró el periódico lo puso en su sitio y le puso un "di que" a sus temores con una frase muy simple: "Pobre José". Creyó que había entendido y aceptado su muerte y pensó también que lo mejor era emprender la jornada de trabajo sin caer en aquel recuerdo negro que era la tumba de José y una trampa para ella. Salió al calle, lo único que podía defenderla contra una mañana gris y lluviosa era su antiguo itinerario, le dio gusto pensar que iba a tomar el autobús en el crucero donde ya tenía amigos y conocidos, los saludó, intercambiaron frases que habían pronunciado durante años:"¿Cómo amaneció?". "Mucho gusto de verla"." Que tenga buen día". Los gestos y los tonos de voz eran suaves ella se pegaba a ellos como cuando uno se adosa a la pared para evitar la lluvia o el viento helado, algo igualmente insufrible la estaba acosando, supo lo que era en cuanto se bajó del autobús y se encontró frente a la plaza, casi gritó cuando lo vio, le pareció inacabable, desnuda, agresiva, pero sobre todo inmensa, solo porque esa mañana no llegó José, sólo porque esa mañana supo que nunca más lo volverían a recorrer juntos. Realmente nunca se propusieron encontrarse, mucho menos hicieron una cita, simplemente coincidían a las puertas del metro o en alguna de las calles próximas a la oficina, se saludaban y en seguida hacían algún comentario sobre algo que les hubiera sucedido. Nunca la acarició se tocaron solo por accidente algunas veces, pero aquel contacto fugaz y accidentado la dejaba estremeciéndose, confusa, como un pulso vital que le permitía verlo y oírlo todo con entusiasmo, con amor. El día que se dio cuenta que estaba muerto entendió que el origen de todas aquellas sensaciones era el amor que sentía por José sin jamás habérselo confesado. La vida es terrible, durante muchos años, abrió el periódico para saber cosas del mundo, de la gente; nunca se imaginó que llegaría el momento en el que el periódico iba a mostrarle lo que sin saberlo era el centro de su vida: el amor que nunca le declaró a José, lo sintió en toda su magnitud en el momento en el que vio las líneas negras 33

cercando su nombre. LA SIMBIOSIS En un intento por hacer que la fase de idealización pedure la pareja entra en una etapa parecida a la de la simbiosis que se desarrolla en los primeros años de la vida entre la madre y el bebé, la pareja se distancia del mundo y aparta todo lo malo que se proyecta y se coloca en un mundo exterior. Si lo pensamos bien veremos que una de los propósitos de la "luna de miel" es conseguir que se establezca esta frase simbiótica, no hay debemos olvidar que a este nivel estamos hablando de una relación todavía frágil donde las vinculaciones profundas de la pareja aun no han sido establecidas. La pareja teme enfrentar su primera crisis severa porque el peligro de fragmentación es muy fuerte en las etapas iniciales, además existe otro peligro: el de ser reabsorbido por el grupo familiar o social, los cuales todavía conservan lazos de unión muy fuertes sobre la pareja. Por ende, no resulta difícil comprender que la pareja se esfuerce por alargar lo más posible la fase de idealización. Para ello se establece entre ambos el propósito, en su mayor parte inconsciente, implícito y no verbalizado, de alejar todo lo que puede representar una amenaza para la estabilidad. Sobre todo, se intenta desvanecer las expresiones de agresividad que antes se proyectaban y se absorbían por el grupo. Como sucede en los primeros procesos simbióticos (en los que uno está tan pegado al otro que pierde la objetividad), el resultado es que la fusión de ambos impide que se vean tal como son, con todas las cualidades y defectos en toda su realidad. La fusión implica una relación imaginaria, fantaseada e idealizada del otro, que lleva como propósito inconsciente organizar defensas que preserven a la pareja de la desintegración, y al mismo tiempo, proteja a cada uno como individuo. A este tipo de relación se le ha llamado colusión. COLUSION Y DESENGAÑO Hay ocasiones en que la relación así, basada en una imagen ideal y fantaseada del otro, puede conservarse durante años. Hace tiempo Lourdes y Jorge vinieron a consulta. Él era alcohólico, simpático y bien parecido. Llevaban años de matrimonio y, mediante la colusión de que hablamos. Jorge había logrado que Lourdes trabajara duro para solventar las fuertes necesidades económicas de un hogar que incluía tres hijos, dos de ellos adolescentes. Jorge se dedicaba a tomar y a vagabundear; era encantador, como suelen serlo algunas de esas personalidades psicopáticas. Lourdes se encontraba presa de los encantos de su otrora esposo. Le aceptaba toda clase de agravios, desatenciones y abusos, 34

pensando que Jorge se encontraba mal de salud; esto lo eximía de trabajar y de hacer cualquier esfuerzo para lograr un poco de bienestar en una familia ya muy deteriorada. Cuando los vi, traté de hacerles ver la problemática seria que implicaba el alcoholismo y la psicopatía de Jorge. Lourdes lo defendía a capa y espada, hablaba de él como si se tratara de otra persona. Evidentemente no quería ver el deterioro en que se encontraba su relación y conservaba una imagen idealizada del Jorge de muchos años atrás. Esto la libraba de enfrentar una situación que la aterrorizaba: la disolución de su matrimonio. Sin embargo, Jorge llegó abusar a tal punto de Lourdes y de sus hijos que le señalé a ella la necesidad de hospitalizarlo por un tiempo porque, clínicamente, Jorge sufría una grave depresión con agitación y existían, además, elementos psicopáticos, trastornos de la conducta, que hacían muy grave su caso. Fue entonces cuando Lourdes pudo al fin romper la idealización que había conservado durante años; fue capaz de liberarse de una idea que su mente formó alrededor de lo que Jorge pudo haber sido como hombre. En este caso en particular el desenlace del tratamiento fue bastante dramático. Parecía como si Lourdes se había quitado un velo que le impedía ver su propio deterioro y el de su marido. De repente, al ver a Jorge tal como era, todos los años de abusos y maltrato se hicieron se hicieron presentes, como si tratara de un bloque sólido e inamovible. Armada de valor, Lourdes tomó la firme decisión de terminar con esa relación martirizante para ella y para sus hijos, y se divorció de Jorge. Inició un negocio que hasta la fecha goza de mucho éxito y logró que sus tres hijos terminaran sus carreras universitarias. Aún hoy, Lourdes recuerda con alivio el día en que decidió liberarse de aquella imagen idealizada en el interior de su mente que la esclavizaba y le impedía establecer nuevas relaciones e iniciar nuevos proyectos. Este caso nos muestra cómo se puede llegar a construir una fidelidad, no hacia la persona, sino hacia una imagen interiorizada e idealizada de ella. A tal grado, que una persona puede posesionarse de una imagen idealizada y cuando de repente el otro no corresponde a esa idea, la persona sufre un sentimiento de tristeza, frustración y traición muy intensas. En casos muy serios, la imagen del otro puede transformarse en una imagen negativa a la que se le atribuyen todos los problemas que le suceden a la persona. Las ventajas que ofrece este mecanismo de idealización y simbiosis, es que mantiene a la pareja a salvo de ser reabsorbida por el grupo. En lo individual, ya decíamos que la fase de enamoramiento hace que mi “yo" esté rebosante y sin defecto alguno, por decirlo así, lo que proporciona ventajas narcisistas muy importantes porque aumentan la autoestima. Este "yo" es una de las partes en que se divide el funcionamiento de la mente y se encarga, entre otras cosas, de hacernos sentir diferentes a los demás. 35

Una vez lograda esta etapa, al querer alargarla indefinidamente puede llevar a establecer un contrato o colusión de tipo narcisista entre ambos individuos -que tiene por meta exclusivamente aumentar nuestra autoestima-, lo que produce severos problemas como los que describo a continuación en una pareja que tratamos, hace años mi colega el José Luis Salinas y yo. Él aparentaba ser exageradamente cortés, aunque en forma superficial y obsesiva. Su ceño era adusto y rígido; su musculatura estaba contraída desde la cabeza hasta los pies, como si de un momento a otro fuera a estallar de rabia. Antes de empezar a hablar sus miradas se cruzaron durante un instante. Después cada quien volvió a su posición original: rigidizaron sus cuerpos y sacaron sus cigarrillos. Con un leve movimiento de cabeza ella vió que estaba lista para comenzar y él sintió con un energético ademán de su cuerpo. Una vez que seleccionó su tema, ella habló con voz firme y seguridad en sí misma. Explicó que conocía cuáles eran sus problemas, puesto que había estado en un tratamiento psicoanalítico por espacio de cuatro años. Relató su infancia y contó que su padre había sido un alcohólico en último grado. Varias veces había tenido que sacarlo de hospitales donde iba a parar. Muchas más lo había ido a rescatar de las casas de mala muerte donde se quedaba inconsciente y medio muerto. Dijo que tenía dos hijos de su anterior matrimonio y que el último hijo que tuvo con su actual esposo había nacido por cesárea debido a una complicación. Mientras ella hablaba con rapidez y exaltación de su vida, él parecía estar sumergido en otro mundo: rígido, inexpresivo y, sin pestañear, era como si nada de lo que su esposa relataba tuviera nada que ver con él. Cuestioné su aparente indiferencia. Al verse aludido mostró una gran sorpresa; enseguida hizo un esfuerzo por iniciar una gran explicación de cómo había sufrido mucho a causa de su madre y ahora por los innumerables rechazos de su esposa. Cuando volví mi atención hacia ella noté que, ante la nueva actitud angustiada de su esposo, se mostraba tranquila, demasiado tranquila, casi se podía decir que estaba fumando cómodamente como si el relato de su esposo no tuviera importancia alguna. Cada uno hablaba de su propio mundo atormentado sin lograr conmover al otro, y esto a pesar de las recriminaciones, el llanto y la desesperación individuales. Resultó que ésta era una práctica común en su matrimonio. Cuando ella le hablaba de algo que le era importante, él no la veía a la cara y empezaba a hacer otras cosas: ojear una revista, encender un cigarrillo, llamar a la sirvienta para que trajera algo. Ante esta incapacidad para establecer comunicación, ella se sentía ignorada y llena de rabia; una rabia que muy pronto se esfumaba y era reemplazada por una actitud de "aquí no pasa nada". Ella seguía esta táctica para ocultarle la furia que le producía su rechazo. Seguramente él debía notar el "enfriamiento" emocional de su esposa y, 36

después de mucho insistir, aceptó abiertamente el pavor que sentía ante la indiferencia de ella. Era evidente que esta pareja no tenía un matrimonio, sino una especie de asociación en que se llenaban las carencias del otro con transacciones como "dame, toma, tráeme, llévame", etcétera, y donde la comunicación era casi inexistente. Durante las siguientes sesiones ambos hablaban de lo que les molestaba del otro. Por más esfuerzos que hacían para comunicarse, siempre contestaban con evasivas, respuestas tangenciales, o maniobras demandantes y obsesivas, desprovistas de sentimientos, que aniquilaban la posibilidad se cualquier comunicación genuina entre ellos. Por esto, era necesario hacerles ver la manera en que ambos retiraban del otro sus cargas emocionales y las retraían a sí mismos, a su mundo privado donde siempre habían sido castigados y abandonados. En realidad, tenían miedo de cambiar y arriesgarse nuevamente el uno con el otro. A través de la terapia se fue perfilando un punto importante que dejaba ver como tenían una especie de pacto secreto para mantener la relación distante, incompleta y sin riesgo emocional alguno. Para sustentar este pacto, ella se refugiaba sobreprotegiendo al hijo de ambos, a fin de quitarle a su esposo cualquier actitud parental que pudiera surgir. De esta manera, se fomentaba una relación cerrada entre madre e hijo, donde la presencia del padre resultaba inadmisible. Ante esto a él no le quedaba más remedio que retraerse tímidamente y entrar en una franca rivalidad con su hijo, quien resultaba el pilar fundamental que perpetuaba y robustecía el llamado "mito familiar". EL MITO FAMILIAR El mito es para la familia lo que la defensa para el individuo. Cada familia desarrolla sus propios mitos. Al igual que la defensa, protege al sistema (la familia con todas sus partes) contra el caos y la desintegración. Consiste en una serie de creencias bien integradas que son compartidas por todos los miembros de la familia, convenientes a cada uno de ellos y a su mutua posición dentro de la vida familiar. Estas creencias son respetadas por todos, a pesar de que impliquen una distorsión de la realidad. Además, por regla general, el mito familiar difiere del frente o fachada que pretende ofrecer ante la sociedad. Se podría decir que forma parte de la imagen interna del grupo, imagen a la cual todos contribuyen y todos luchan por preservar. El mito expresa convicciones compartidas entre los miembros de la familia, a pesar de que representan una flagrante falsificación de la realidad. Todos lo perciben como un tabú la que nadie se atreve a mencionar, y mucho menos a retar. Sin embargo, cada individuo sabe que la imagen es falsa y que sólo representa la parte "oficial" de la historia. Se hace hasta lo imposible para no denunciar esto debido a que la unidad el mito 37

depende de su secreto. Esto explica el comportamiento de cada una de los miembros que esconde su motivación profunda. Aquí, el papel del individuo carece de sentido a menos que se vea dentro del marco de la relación general. Ambos puntos de vista, el individual y el de la relación, deben mantenerse unidos ya que aparentemente cada uno representa lo que los chinos llaman chien: un ave legendaria que solo tiene un ojo y un ala, por lo que necesita un compañero para poder levantar vuelo. En este caso, el "mito" consistía en lo siguiente: ella no podía desamparar a sus hijos, ni quitarles a su verdadero padre. Esto la mantenía ligada emocionalmente a su exesposo, hombre millonario que siempre había sido muy valorado por la madre de ella. Por lo tanto, frente a la actual esposo, el anterior jugaba un papel fuerte y rechazante. Él no podía darle a los niños lo que su verdadero padre. Por esto permanecía alejado, sumiso, frío, rencoroso. Tampoco podía darle a ella lo que le había dado el otro, y esto justificaba si papel de sujeto débil y rechazado. Cada vez que trataba de intervenir en asuntos del hijo de los dos, ella adoptaba una actitud de rechazo y frialdad. Este rechazo emocional le producía una actitud tímida y medrosa, incluso en la sesiones de terapia. Era evidente que ésta era una cuerda vital y dolorosa dentro de la relación. Aunque inicialmente se negaron a aceptarlo, no les quedó más remedio que intentar de nuevo un acercamiento emocional que los ayudara a resolver esta situación. Al principio, ella aceptó su culpa con miras reparatorias, pero él la culpó con furia infinita y utilizó esta maniobra de retracción para salir huyendo de la intensa demanda emocional a que estaba siendo sometido. Por último, al no encontrar el castigo emocional que representaba la frialdad de su esposa, logró expresar lo que realmente lo atormentaba. No soportaba la rivalidad que existía entre ellos. Deseaba que ella se conformara con lo que él podía sostener al hogar y necesitaba que ella aportara menos dinero a la casa para que dejara de existir una competitividad que lo ofuscaba y en donde sentía a su esposa mucho más madura que él. En realidad, el problema era que él no se atrevía a acercarse a su esposa, lo que le permitía a ella seguir con el mito de su anterior marido y sus riquezas. Por ésto para no romper el mito, no le permitía que él se aproximara a sus hijos: le prohibía su papel de padre porque en realidad prefería a su millonario exmarido, a quien idealizaba. Finalmente, como ella ya no estuvo dispuesta a adoptar el papel de mamá rechazante, él ya no pudo escudarse en la maniobras defensivas que le permitieran justificar su papel de hijo rechazado. Esto ofreció una base mucho más sólida para salvaguardar su matrimonio. En términos generales, se puede decir que, poco a poco, se han ido acercando, emocional y físicamente. Ella, mucho más fuerte que él, ha crecido en su capacidad expresiva, se ha liberado en sus movimientos, lo mira a los ojos, lo acaricia y se siente más cómoda junto a él. 38

SUMISION Y SUFRIMIENTO Es muy importante mencionar que en esta fase de simbiosis el individuo lucha por acomodar con su pareja, tanto sus necesidades amorosas, como las de sumisión y sufrimiento. Estas necesidades aparecen como residuos de la historia de dependencia por la que atravesamos en las primeras fases de nuestra vida y, además, por las fantasías que siempre la acompañan. Las necesidades de sumisión y sufrimiento , que podemos llamar masoquistas, se refieren a los comportamientos del niño que busca un castigo (tal vez por parte de los padres) en beneficio de una búsqueda de perdón o, más tarde en la vida, de placer. Así que no debe sorprendernos que el individuo agregue placer al dolor. Que veamos esto en las relaciones amorosas ni es nada nuevo aunque la mayoría de las veces se trata de un placer más o menos secreto. DEPRESION Y DEVALUACION La idealización a veces puede funcionar como una defensa individual en contra de la depresión y de la devaluación. Hay quienes cambian a la persona que eligen para idealizarla antes de que ésta se vuelva insuficiente en su función defensiva; antes de que ya no ofrezca la posibilidad de ser idealizada. En un caso así, un amante representaría la posibilidad de reactivar el estado amoroso, la idealización y, por lo tanto, una defensa contra la depresión o la devaluación. TERESA Invariablemente se quejaba de los hombres. Decía que nada tenían que ofrecerle, que siempre la decepcionaban. En la oficina, su trabajo de secretaria la obligaba a tratar con muchas personas, pero siempre que entraba un hombre Terea no podía evitar inspeccionarlo, como si desde un principio tratara de encontrar la falla de este o de aquel. Incluso, consideraba que su jefe era un hombre lleno de defectos, un ser inferior que sobrevivía gracias a que ella manejaba todos sus asuntos con fría destreza. Sus dos matrimonios anteriores habían fracasado porque le parecía que sus maridos eran hombres débiles, si fuerza. Su tercer y actual matrimonio triste y conflictivo. Su padre se había casado a los 52 años con la madre de Teresa, que entonces era mucho más joven que él. Teresa recordaba con rencor que el suyo siempre había sido un padre distante y esposo brusco, frío y poco cariñoso. Los recuerdos de su infancia eran una interminable lista de defectos y las debilidades de su padre. Le repugnaba la imagen de su padre desnudo saliendo del baño, de su madre llorando porque él jamás la tocaba, de Teresa niña siempre consolándola de tantas cosas. Por eso le había quedado la impresión de que en el fondo todos los 39

hombres eran débiles y de que nunca podría enamorarse profundamente de ninguno. Teresa se jactaba de relatar como sus dos maridos anteriores la habían aburrido con su blandura, con su bondad repugnante. Se apuraba a añadir ejemplos de su inmensa superioridad sobre ellos en todos los terrenos. Decía que había perdido el interés en sus matrimonios y para salir de su tedio había tenido que recurrir a amores pasajeros que, en realidad, la dejaban más vacía y resentida. El trabajo de Teresa era mecánico; arreglar los archivos, hacer llamadas, tomar un dictado de vez en cuando. Siempre se medía con los demás. Sólo era necesario que entrara una persona para que ya la estuviera comparando, analizando, criticando. Y no es que Teresa fuera superior; al contrario, ene le fondo se consideraba un desastre. Estaba insegura de sí misma, nada delo que hacía le parecía bien o que valiera la pena. Sus interminables quejas eran sólo un escudo contra su propia miseria y su propio fracaso. Había sido muy mala estudiante. Le hubiera fustado ser diseñadora, tener una gran oficina, dinero, prestigio pero jamás se atrevió a hacerlo. En vez d de ese lo se tenía que conformar con su trabajo de secretaria, con el horario de nueve a cinco, con los caprichos de un licenciado al que abominaba. Pero no tenía opción ¿qué más podía hacer? Sobra decir que Teresa se sentía deprimida casi todo el tiempo. En momentos así, invariablemente acudía a su madre de quien, hasta la fecha, seguía siendo una aliada en contra de su padre ya muerto. Su matrimonio con Javier había sobrevivido solamente porque Teresa se sentía atraída hacia su supuesta personalidad agresiva, aventurera, Sin embargo, era una relación viciada donde no había afecto. Esto la hacía deprimirse y desesperarse aún más. Ante la presión, su única salida eran los romances pasajeros que le confirmaban temporalmente, que todavía era una mujer atractiva y deseable, que aún le quedaba algo de vida por dentro, pero la situación pronto se volvió insoportable. Cuando vino al tratamiento logramos, a lo largo de muchas sesiones, que ella encontrara la supuesta ""debilidad de su esposo con la cual pudiera justificar una separación o el divorcio. Teresa me contó que para ella Javier era una especie de hombre perfecto que se consideraba dueño absoluto de sus acciones y de sus palabras. Pero cuando ella le hablaba de amor y ternura él se convertía en ostra. Lo peor es que los reclamos de Teresa tenían como única respuesta los golpes. Efectivamente, Javier era incapaz de tener un momento de introspección, era un hombre terco que se resistía a hacer el menor intento por analizar sus defectos y debilidades. Para él todo estaba bien o mal y nada más. La sumisión, el temor y los reclamos de Teresa sólo alimentaban su sentimiento de superioridad, lo ayudabas a compensar sus propios temores y a esconder sus debilidades. A pesar de todo esto, Javier comenzaba a sospechar que Teresa le era infiel y se 40

sentía celoso: no era posible que esto le sucediera a un ser perfecto como él. Estos celos eran para Teresa la "debilidad" que tanto había ansiado encontrar, el elemento que le daba la razón y le proporcionaba poder sobre él. Es más, ya había iniciado una relación por carta con el hombre al que describía cono mayor que Javier y no tan bien parecido, pero tierno y cariñoso. Esta era la siguiente pareja idealizada que Teresa tenía en mente. Por fin, a través de la terapia, Teresa logró entender que el cambio de un compañero a otro no era la solución para sus problemas de expresión y auto devaluación. Tenía que empezar por hacer los cambios en sí misma y después encargarse de los problemas de los demás. Quizá si lograba resolver los conflictos consigo misma, lograría mejorar su relación con Javier, quien accedió a buscar con ella la forma de lograrlo. Hoy, ambos siguen acudiendo a la terapia ya hasta el momento los resultados son alentadores. Teresa cambió de empleo y está pensando en volver a estudiar. Por su parte, Javier, se muestra un poco más comprensivo y humilde ante sí mismo. Yo creo que con un poco de tiempo y mucho esfuerzo todo saldrá bien. ILUSION DE AMOR La ilusión de tener un vínculo amoroso es otra forma de mantener el sentimiento de que se es amado, y de que uno es capaz de amar también. Encontrar a Ignacio había significado muchas cosas en la vida de Lucía, Cuando su esposo la abandonó con una niña en brazos trece años atrás. Lucía supo que no sería fácil encontrar a alguien que estuviera dispuesto a hacerse cargo de ella y de Claudita. Pasaron años de lucha, soledad, de verse en el espejo y encontrar que la vida va dejando huella inclemente en el cuerpo. Por esto Ignacio había caído del cielo para acabar con su soledad, para hacerla sentir que aún era capaz de provocar amor, y para brindarle a la niña una posibilidad de crecer con el padre que nunca había tenido. Ignacio era un hombre de edad madura. La mansedumbre y la solicitud de las dos mujeres eran para él un halago y un alivio. Había conseguido una familia casi de manera instantánea, sin tener que pasar por demasiados esfuerzos: pedir la mano de Lucía, el embarazo, el hospital, las complicaciones, los bautizos, etcétera. A su edad, ya francamente se le había hecho muy pesado. En cambio su vida con Claudita y su mamá transcurría casi sin exigencias. Lucía estaba agradecida de no estar sola que no veía motivo alguno para inquietarse. Estaba segura de que este amor era para siempre. Así pasaron varios años de estabilidad matrimonial hasta que Claudita creció y, lógicamente comenzó a necesitar otro tipo de atenciones. Esto se tradujo en una presión para Lucía, quien se vio obligada a pedirle más a Ignacio, tanto emocional como económicamente. Lucía necesitaba mas apoyo y seguridad par guiar a su hija, y trataba 41

de que Ignacio se los diera a los dos. Ignacio resintió este reclamo: pensaba que a sus 61 años ya francamente no estaba para dar, sino para recibir. no pasó mucho tiempo antes de que buscara a una vieja amante y sin mas se fue a vivir con ella. La mirada suplicante y sumisa de Lucía le resultaba intolerable. Ante este nuevo abandono, la primera reacción de Lucía fue la depresión. Sin embargo conforme pasaron los días, encontró en cada objeto de Ignacio una prueba de amor. Estaba segura de que Ignacio Ia seguía queriendo. Cada vez que veía su Iugar vacío, los zapatos que había dejado, su after-shave, se convencía de que en realidad el que estaba sufriendo era Ignacio. Lucía esta​ba segura de que Ignacio llevaba una vida desdichada y de arrepentimiento aliado de una pobre concubina; que vivía asaltado por el remordimiento de haber abandona​do a una mujer de tanta valía como ella. Lucía se negaba a aceptar Ia verdad, a aceptar el fracaso, a aceptar Ia soledad. Más que nada, se nega​ba siquiera a pensar en Ia posibilidad de no tener nadie a quien a mar. La necesidad de a mar a alguien Ia confortaba y Ia hacía sentir deseada, libre, con alguna utilidad en Ia vida. Ignacio representaba Ia personifi​cación de esta ilusión, de Ia eterna ilusión de amar y ser amada. Y para Lucía esto era más real que Ia vida misma. EL LABERINTO DE LA SOLEDAD Buscar el enamoramiento puede ser también una ma​niobra defensiva contra Ia depresión, sobre todo de aquellas depresiones provocadas por un sentimiento de soledad interna. Octavio Paz en su famosísimo El laberinto de La soledad nos habla de cómo el hombre teme encontrarse con Ia terrible soledad que es Ia soledad propia. Nuestra vida transcurre sin que nos percatemos de nuestro aislamiento, nos agobian numerosas ocupaciones y problemas que forman parte de Ia cotidianidad. Sin embargo, en ocasiones Ia percepción de nuestra propia soledad logra traspasar Ia armadura de pretex​tos que a todos nos protege, y es entonces cuando el dolor nos impulsa a buscar algún alivio. RETRATO DEL JOVEN ADOLESCENTE Cuando el joven adolescente se enfrenta a sí mismo, cuando percibe su propio ser y su propia soledad siente este tipo de dolor que lo impulsa a buscar afanosamente un amor. En Retrato del artista adolescente, James Joyce captura como nadie el momento en que Stephen, coprotagonista, tiene una revelación y puede verse a sí mismo por primera vez. 42

Esto representa el fin de su adolescencia y el escape hacia Ia libertad: Le atormentaba la garganta un deseo de gritar, de gritar como el halcón, como el águila en las alturas, de proclamar penetrantemente a los vientos la liberación de su alma. Este era el llamamiento de Ia vida, no Ia voz grosera y turbia del mundo lleno de deberes y de pesares, no Ia voz inhumana que le había llamado al lívido ser vicio del altar. Un instante de vuelo plena le acababa de libertar y el grito de triunfo que sus labios Ie aprisionaban estallaba en su cerebro... ¿Qué hablan sido todas aquellas casas sino el suda​rio que acababa de desprender del cuerpo mortal? ¿Qué eran sino el miedo que le había acompañado día y noche, Ia incertidumbre que le habla estado rondan​do, el oprobio que le había envilecido en alma y cuer​po, que eran sino sudarios, lienzos de sepultura? Su alma se acababa de levantar de Ia tumba de su adolescencia, apartando de sí sus vestiduras mortuo​rias. iSí iSí! iSí! Encarnaba altivamente en Ia Iibertad y el poder de su alma, como el gran artífice cuyo nom​bre llevaba, un ser vivo, nuevo y alado y bello, impalpable, imperecedero. Se arrancó nerviosamente de Ia roca porque no podía ahogar por más tiempo Ia llama de su sangre. Sentía las mejillas abrasadas y que en Ia garganta le palpitaba un canto. Y sus pies, ansiosos de crear, pugnaban por partir hacia los confines del mun​do. iAdelante! iAdelante!, tal era el grito de su corazón. EI atardecer descendería sobre el mar, Ia noche caería sobre las llanuras, y Ia aurora brillaría ante el errabundo y le mostrarla campos extraños y colinas y rostros ¿Dónde?... ¿Dónde estaba ahora su adolescencia? ¿Dónde estaba el alma que había reculado ante su destino para cavilar a solas sobre su propia miseria y para coronarla alía en su morada de sordidez y subterfugios, envuelta en un lívido sudario, con guirnaldas, marchitas ya al primer roce? ¿Dónde, dónde estaba? Solo. Libre, feliz, al lado del corazón salvaje de Ia vida. Estaba solo y se sentía lleno de voluntad, con el coraz6n salvaje, solo en un desierto de aire libre y de agua amarga, entre Ia cosecha marina de algas y de conchas; solo en Ia luz velada y gris del sol, entre formas gayas, claras, de niños y de doncellitas, entre gritos infantiles y voces de muchachas.*

[2]Pero no es sólo en Ia juventud cuando acontecen estas vivencias. Existen muchas otras circunstancias a las que nos enfrentamos que nos pueden hacer sentir ese gélido vacío interno, esa dificultad para aferrarnos a Ia vida, para tratar de vivir los momentos de dicha que imaginamos todos poseen excepto nosotros. Entonces, uno puede lanzarse en busca de otro para extraérselo. Así llegan los amores impetuosos y repentinos, desesperados, donde el otro representa el único eslabón que nos aferra a Ia vida. En estas circunstancias el otro representa nuestra última esperanza de vencer el fracaso. ¿Cuántos amantes no habrán salvado de esta manera a numerosas almas que se sienten perdidas, hundidas en el dolor agudo de Ia soledad; en el sentimiento de no ser nada ni nadie, de haber perdido Ia belleza, Ia juventud, el deseo, de estar excluido de Ia vida? Muchas veces pensaríamos que estos amores desesperados defienden al hombre del impulso de su propia muerte. Es entonces cuando un lazo amoroso echa a andar un estímulo interno que proporciona una nue​va organización psicológica y tiende a restaurar un equilibrio vital. DESIDEALIZACION O RUPTURA DE LA SIMBIOSIS El temor que puede sentir alguno de los miembros de la pareja de ser absorbido o devorado por el otro, de que se apropie de todas las cosas de nuestro cajón sin retribuir nada a cambio, es un factor más que rompe Ia simbiosis. Este miedo puede tener origen en padres que 43

ejercieron un control excesivo sobre sus hijos, que los sometieron a una relación cuasi-simbiótica a Ia cual el individuo teme entrar nuevamente con su pareja.

Desde luego, pueden existir varias combinaciones. Por ejemplo, él puede ser frágil y ella dominante, o viceversa; o ambos pueden ser frágiles y tener impulsos de control sobre el otro para proteger su propia fragilidad. Como consecuencia, Ia pareja no se aventura a entrar en una relación profunda que requiera de una entrega completa, al menos durante Ia etapa de simbiosis (en la que ambos comparten un cajón donde solo hay cosas buenas), por lo que la relación que se estable​ ce entre ellos solo puede estar compuesta de capas superficiales. El caso de Selma y David es un ejemplo. Ella tiene ahora 39 años de edad. Creció en un ambiente en que sus padres eran sobreprotectores, a tal grado que sus otras dos hermanas nunca se casaron porque fueron inca paces de liberarse de las redes simbiotizantes de los padres. Selma sí lo logró y, aunque frágil y temerosa de establecer una relación de pareja, se casó muy joven. Se casó con David quien actualmente te tiene 43 años. El ejerce un control excesivo sobre ella, tal y como su padre lo ejerció sobre él, pero en el fonda es una persona frágil que necesita tener una sensación de con​ trol para estar seguro de sí mismo. Como resultado, Selma siente pavor de que él Ia absorbía por completo, como le sucedió de chica con sus padres. Con grandes esfuerzos estudio una carrera que le permitió crecer intelectualmente, pero esto Ia condujo a un enfrentamiento con David, con quien ahora sostiene una relación no solo competitiva sino sadomasoquista, es decir, una relación en Ia que a través de sufrimiento y/o castigo, se busca encontrar el perdón, Ia recompensa o el goce. Para que Ia distancia que ya existe entre ellos no se agrande, sería necesario que se formara una situación emocional que favoreciera una relación cuasi simbiótica tolerable (una relación en Ia que ambos pretenden compartir su mundo interno pero no logran hacerlo de manera total) para los dos. De esa manera podría reaparecer Ia idealización que los unió en un principio; porque, como sabemos, las etapas por las que atraviesa Ia pareja no son etapas fijas, sino etapas ultra dinámicas que se repiten e intercambian incesantemente. Existen casos mas graves como el siguiente, en el que uno de los miembros de Ia pareja no soporta Ia fusión. EL TEMOR A LA SIMBIOSIS Ya hemos hablado de lo importante que es Ia fase de Ia simbiosis. En Ia terapia psicoanalítica de Ia pareja una de las metas consiste en lograr esta simbiosis. Porque hay quienes no toleran Ia cercanía con su pareja. Se trata de personas demasiado frágiles que temen perder su identidad en una relación intensa; incluso hay quienes no toleran Ia sensación del orgasmo porque no soportan fundirse con el otro. 44

Por esto, muchas veces Ia presencia de un tercero alivia Ia tensión que esto produce en ambos cónyuges. A veces el sistema de Ia pareja se desequilibra cuando uno de los dos integrantes evoluciona y da un paso hacia adelante, rompiendo así un contrato que estipu​laba Ia conveniencia de no sentir las demandas de Ia fusión que aparecen en Ia etapa simbiótica, donde es más importante el "nosotros" que el "yo". Virginia y Pablo tenían este problema. Ella, ama de casa, de 43 años; el, arquitecto de 49. Aun después de 18 años de vida matrimonial y de haber procreado cinco hijos, nunca hablan podido establecer una relación simbiótica. Desde pequeña, Virginia fue enviada a estudiar al extranjero. Era Ia menor de siete hermanos y repre​sentaba para su madre una carga imposible de afron​tar; sin embargo, su padre trataba de suplir un poco esta falta de contacto materna protegiéndola, en Ia medida de lo posible, desde lejos. Con el tiempo Virginia, que es una mujer muy inteligente, logró adquirir Ia fachada de una persona que podía valerse por sí misma. Sin embargo, como suele suceder en algunos casos de niños que son alejados del seno familiar des​de muy pequeños, las consecuencias finalmente apa​recieron. Cuando murió su padre, que era el, que salvaguarda​ba el equilibrio familiar y quien le proporcionaba el mayor aporte emocional, Virginia entró en una fuerte depresión que se tradujo también en una crisis matri​monial. Desde el momento en que su padre ya no estaba ahí para apoyarla, cuidarla y alentarla, Virginia se vio imposibilitada para dedicarle a Pablo toda Ia energía emocional que antes le consagraba a su padre. Pablo trató desesperadamente de resolver sus necesidades afectivas recurriendo a una amante. Por espacio de tres a nos y medio las cosas transcurrieron en aparente calma. Durante ese tiempo Ia amante, o las amantes de Pablo jugaban el papel de válvula de escape para sus problemas matrimoniales. Pero, finalmente, Pablo se cansó de tener amantes y empezó a dejar huellas evidentes de ello para que Virginia reacción ara. Cuando vinieron en busca de ayuda terapéutica descubrí que ni Pablo ni Virginia toleraban Ia etapa simbiótica por las demandas de entrega emocional que esta exige. Encontré que Pablo era egoísta, centrado en sí mismo, y que era incapaz de cumplir adecuadamente con sus obligaciones de padre. Él tenía Ia firme convicción de que era Virginia quien debía ser Ia proveedora de amor, pasión, ternu​ra y sexo, y así lo exigía. Para mi resultó evidente que el rechazo de su madre había afectad o a Virginia enormemente. Necesitaba sentirse cerca del núcleo familiar materna, lo que le impedía desarrollar su capacidad de entrega pasión al. Por esto mantenla una distancia prudente de su espo​so: no podía enfrentar las demandas afectivas y sexua​les que Pablo le reclamaba. La presencia de Ia amante no sólo Ia eximía de las demandas sex ales de su 45

marido, sino que también le proporción aba espacio suficiente para mantener un vínculo emocional con su familia materna; un vínculo que Virginia necesitaba para mantener su equilibrio de niña-mujer, porque aún no había superado y re​primido sus problemas de infancia y de adolescencia con su madre. Al morir su padre, Ia familia materna de Virginia se desequilibró a tal punto que ésta recurrió a sus hijos para obtener cariño, pues con Pablo esto era difícil. Ya adolescentes, los hijos protestaron por este acercamiento de su madre que ellos consideraron como un intento por controlarlos y sobreprotegerlos. La madre se preocupaba tanto por sus hijos que llegaba a actuar y a pensar por ellos, negándoles su individualidad. Al​gunos de los hijos Ia rechazaron abiertamente, otros comenzaron a tener problemas con sus estudios, lo que agravó Ia situación entre Pablo y Virginia. Cuando acudieron a Ia terapia en busca de ayuda, lo primero que hicimos fue impedir que los problemas con sus hijos contribuyeran al deterioro matrimonial. Además Virginia tuvo que ver que Ia sobreprotección no era cl camino para resolver estos problemas, y Pablo se vio obligado a enfrentar su inefectividad como padre. Resultó muy fácil que Pablo abandonara a su aman​te. Pero aun cuando ya no exista, Virginia se Imaginaba constantemente. Cada vez que se presentaba Ia oportunidad de comunicarse o de acercarse emocional​mente, Virginia sacaba a flote el tema de Ia amante que, para entonces, ya no exista. Exista en su mente, Ia necesitaba porque aun sentía temor de involucrarse en una relación profunda con Pablo. Pasó un buen tiempo antes de que Virginia aceptara y comprendiera que Ia amante de Pablo también había sido su amante, porque también haba encontrado en ella un refugio a su situación matrimonial. Cuando por fin lo entendió, el mito se acabó. Así logró enfrentar su depresión y Ia angustia de una proximidad con Pablo. Ha transcurrido un tiempo desde que iniciaron su terapia. La situación de ambos mejoró a tal grado que incluso llegaron a comentar alegremente Ia necesidad de hacer un brindis por su "su amante" que tanto los ha ayudado en su vida personal. LA RUPTURA DE LA SIMBIOSIS La simbiosis como tal no puede durar eternamente. En Ia etapa inicial de formación de una pareja se presenta durante un lapso de tiempo más o menos prolongado. Después conforme Ia pareja va reacomodándose en sus crisis subsecuentes, la simbiosis se presenta como un periodo breve del cual la pareja entra y sale incesan​temente, de manera normal y saludable. Cuando se habla de la patología simbiótica de una pareja, es que sus integrantes se muestran inca paces de romper los vínculos de la simbiosis, con las consecuencias que esto pueda acarrear.

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LUCIA E IGANCIO NI JUNTOS NI SEPARADOS Si es saludable, la simbiosis entre madre e hijo termina por disolverse suavemente. Lo mismo debería ocurrir en la pareja. Ya sabemos que, en parte, la simbiosis se prolonga para proteger la idealización. Cuando esta falta en la pareja puede aparecer un amante, donde se reencarna Ia simbiosis. Pero si esto falta también se puede dar una psicosis, o locura de amor, donde el amante se vuelve eternamente buena, satisfactorio, protector. Cuando la idealización se rompe, la decepción que sentimos está en proporción directa a la proyecci6n de fantasías y deseos que hablamos hecho sobre el otro. Por eso, cuando el otro deja de responder a todas nues​tras expectativas y deseos, aun cuando no haya cambia​do de actitud objetivamente, la imagen interiorizada que tenemos de él o ella parece fallar y resulta insatis​factoria. A veces, la idealización puede desaparecer cuando se eliminan elementos tan frívolos y superficiales como pueden ser la apostura, la elegancia, los títulos, el dinero, el auto, etcétera. Cuando no hay idealización, desa​parece la confirmaci6n narcisista que uno le aporta al otro - haciéndole creer que mis casas buenas son de el-y puede venir una desconfirmaci6n mutua. Para evitarlo, suceden casas como las que sucedieron entre Lucia e Ignacio, a quienes veremos aquí nuevamente. Tiempo después de que Ignacio se desilusionara de Lucía y Ya abandonara, ella buscó tratamiento psicoanalítico. Según ella, amaba a Ignacio y estaba segura de que él también Ia amaba pero, aunque necesitaba sen​tirse amada, también era cierto que, debido a las cir​cunstancias, tenía que intentar deshacerse de él. Cuando se inició Ia terapia empezaron por tener breves encuentros pero, poco a poco, esos encuentros fugaces se fueron convirtiendo en sesiones de intermi​nables pláticas. Las llamadas telefónicas entre los d os eran frecuen​tes: por lo menos se hablaban dos o tres veces por semana para conversar. Lucía había conseguido un pretendiente. Se trataba de un hombre divorciado que tenía cuatro hijos. Le daba miedo adentrarse en esa relación porque era Ignacio a quien ella decía querer verdaderamente. Sin embargo, Ignacio le daba consejos y le brindaba apoyo para que fuera sorteando Ia relación con esta otra persona. Por su parte, Lucía lo consolaba cuando lo veía marchito y maltratado por su amante, o agobia​do por los negocios. A pesar de todo lo sucedido, Ia relación simbiótica entre Lucía e Ignacio no se había roto, y esto por varias razones: Cuando había estado con Lucía, Ignacio se había sentido protegido para no involucrarse con nadie más. El tipo de relación que había establecido con su amante era superficial y poco constante, y lo mismo le sucedía con otras mujeres a las que habla pretendido de repente.

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Lucía también estaba atrapada en Ia simbiosis; se sentía mejor siendo un "nosotros dos" que sola como individuo. Tampoco se comprometía con el pre​tendiente que le demandaba que cumpliera con funciones de esposa y que fuera una madre para sus cuatro hijos, funciones para las cuales Lucía se sentía totalmente incapacitada. Ignacio y Lucía no vivían ni juntos ni separados; no se divorciaban ni llevaban una vida común entre ellos, o con alguien más. Así lograron que su relación simbiótica continuara por espacio de varios meses. Finalmente, a través de Ia terapia, Lucía vio Ia necesidad de romper con este lazo simbiótico y tuvo que ir preparando el terreno para que Ignacio asistiera a las sesiones y trabajara con ella. De esta manera se dio el cambio necesario para que Ia pareja pudiera continuar una relación más estable, honesta y saludable. AGRESION Cuando Ia simbiosis se rompe, de inmediato ocurren dos cosas: por una parte, aparece Ia agresión. La agresión que antes se dirigía hacia afuera, ahora se descarga hacia adentro, hacia Ia pareja. Por Ia otra, el mundo exterior, antes apartado del mundo de Ia pareja, irrum​pe de lleno en este mundo aislado que había estado haciendo hasta lo imposible por impedirlo. Además, Ia simbiosis evita que ciertos problemas individuales surjan como un factor disruptivo de Ia estabilidad de la pareja. Es decir, las fallas del individuo solo se vuelven perceptibles cuando Ia idealización lle​ga a su fin, lo que obliga a Ia pareja a reestructurarse de alguna forma. Cuando Ia simbiosis no sufre una reducción gradual esto evita que la pareja se renueve saludablemente. Entonces pueden ocurrir tres cosas: - una ruptura brusca - Ia utilización de los hijos como protección de Ia pareja -el intento de seguir adelante a como dé Iugar. En el primer caso, Federico y Ana nos muestran un ejemplo de lo que sucede cuando se rompe la simbiosis. Ella tenía 37 años y Federico 43. AI verse presionada por Ia carga de enormes problemas dentro de su rela​ción con Federico, Ana busco tratamiento psicoanalítico. Pero conforme avanzo en su tratamiento fue capaz de irse valorando a sí misma, a tal grado que rompió con todas las amistades y todos los compromisos de trabajo que limitaban su crecimiento y desarrollo personales. El, por su parte, era frágil, débil, incapaz de valerse por sí mismo, ya no digamos de apoyar a Ana con quien había establecido una relación simbiótica. Esto lo relevaba de un proceso depresivo y de su propia conducta psicopática (donde no hay consideración para los demás, todo se hace en beneficio propio). 48

Resultaba difícil que ella acabara con esta relación: era tan problemática porque exista una idealización persistente, debido a que Federico manejaba muy bien los sentimientos de culpabilidad de Ana. Sin embargo, en el momento en que ella pudo percatarse de esta maniobra inconsciente par parte de él, Ia idealización de Ana hacia Federico se rompió y con ella, terminó no solo Ia simbiosis sino Ia relación misma. En cambia, cuando los hijos son utilizados por sus padres para continuar un procesos de simbiosis, Ia relación se vuelve muy compleja y puede tomar un sinnúmero de matices en los que es imposible ahondar aquí. Para el momento solo diré que, cuando dejan de circular libremente los afectos y los enojos en el mini sistema de Ia pareja, como debe suceder en una pareja saludable, estos se polarizan alrededor de él o los hijos. Por otra parte, en el intento para continuar Ia simbiosis a como dé Iugar, sucede todo lo que he expresado anteriormente pero, además, es aquí donde aparece con mayor frecuencia un amante. Adelante veremos una serie de circunstancias bajo las cuales aparece este fenómeno que ocupa nuestro análisis. Es importante señalar que los amantes surgen, no porque las casas se hagan bien o mal, sino porque existe un desequilibrio interno en Ia pareja que, muchas veces, los amantes vienen a nivelar. La presencia de un amante señala, ante todo, Ia ausencia o el trastorno de uno o varios de los elemen​tos que conforman Ia pareja. Por lo tanto, a veces el amante actúa como válvula de escape para ciertos problemas, y como un espejo cuyo reflejo nos permite advertir Ia existencia de esos problemas, así como la necesidad de resolverlos, para que Ia relación de pareja pueda restablecerse de manera más firme y saludable. La aparición de un tercer elemento dentro de Ia pareja señala pues una serie de carencias que, en muchísimas ocasiones, este agente exterior ayuda a resolver. EL RETORNO DE LO REPRIMIDO Muchas veces, Ia crisis en Ia pareja encuentra su expli​cación en el retorno de lo reprimido. ¿Qué significa esto? Una de las leyes más universales e interiorizadas que tenemos los seres humanos es Ia de Ia prohibición del incesto. Esta ley tiene una enorme influencia sobre el campo de Ia vida amorosa y su huella se puede advertir en todos los momentos de la existencia. Cuan​do buscamos una pareja, la elegimos con referencia directa al padre del sexo opuesto, o en contraste opues​to a ese padre, dos modalidades aparentemente contra​dictorias pero que en realidad están marcadas por Ia ley de la prohibición del incesto. Para escapar a esta ley no basta con elegir un compañero biológicamente diferente a los padres; Ia prohibición sigue operando después de Ia elección, aun si esta se ha efectuado precisamente para proteger al individuo de deseos incestuosos. La ley prohibitiva es constante y Ia represión activa; pero no por ello desaparece el deseo. 49

La crisis puede estallar cuando la evolución madurativa de uno de los integrantes de Ia pareja ocasiona que ya no se conforme con lo que su compañero aportaba, negativa o positivamente, al comienzo de la relación. Por ejemplo, ciertas características que hacían que el otro miembro de la pareja no se pareciera a las figuras paternas de las cuales buscaba escapar. Estas diferencias pueden volverse inútiles cuando uno de los miembros de la pareja se acerca a la madurez y, al contrario, estas características se ven como insuficientes, comparadas siempre con Ia imagen paternal contra Ia que ya no es necesario luchar. De pronto lo que ayer era una cualidad hoy es un defecto y Ia pareja se ve sumergida en una crisis de difícil resolución. El caso de Olga, que aparece a continuación, así como los dos casas siguientes, nos muestran lo dramática que puede ser una situación cuando reaparecen las represiones edípicas, homosexuales o genitales, mucho después de que se supone han sido superadas. Es decir, que los deseos sexuales que el niño tuvo hacia sus padres han sido borrados por el proceso de represión. Pero a veces Ia represión falla en Ya vida adulta y tales deseos amenazan con volver en forma consciente. ORIGEN DE UN AMANTE Ni siquiera las paredes de su habitación podían detener Ya influencia de sus padres. Olga siempre estaba sujeta a lo que su mama dijera, a lo que su papá opinara. Hija única, a todo sus padres le decían: "es por tu bien". En la escuela era el tipo de niña que iba impecable, que tenía Ia mejor mochila, no Ia más bonita, pero sí Ia más duradera; el sándwich mejor envuelto, los lápices y cuadernos más atractivos, Ia cola de caballo más apre​tada que, invariablemente, le daba dolor de cabeza. "Por tu bien" tenía que tomar clases de todo. Re​cuerda las clases de ballet ("el ballet es buena para las niñas que están creciendo, vas a ver como te va a gustar"), las clases de artes manuales ("una mujercita debe saber hacer de todo"), las clases de natación ("anda Olguita, verás como después nos lo vas a agradecer"), las clases de inglés ("aprovecha ahora que estas chica: para los niños es muy fácil aprender, y después ya no tendrás tiempo. Te vas a arrepentir si no lo haces ahora"). Ya más grande, ir a una fiesta significaba todo un rosario de trámites, permisos, advertencias, recomen​daciones, preguntas: "(a dónde, con quien, cuando, a qué horas?"; "te recojo a las nueve, nos llamas, te llamo, no bebas, no comas, no hagas, no vayas...". Olga era Ia primera en llegar, Ia primera en irse. Siempre iban por ella sus papás, juntos, ansiosos de saber que le había ido bien, que qué buena que Ia fiesta estuviera tan bonita pero que ya era hora de irse. Así Ia vida de Olga transcurrió en media de Ia protección aséptica de una burbuja desde donde podía ver todo, pero nada podía tocar. En I a universidad finalmente pudo zafarse un poco de Ia sobreprotección de su familia. Su gran triunfo fue lograr que Ia dejaran estudiar en Ia tarde y regresarse sola en carnios. La carrera también podía cursarse en Ia mañana pero le dijo a s u papá que solo había turno vespertino. Anhelaba su independencia más 50

que nada. Olga tenía una vitalidad extraordinaria. Sin embar​go, Ia relaci6n tan estrecha con sus padres no le había permitido desarrollarse completamente, sobre todo en el terreno emocional. Su deseo de libertad era muy grande y para lograrla no encontró mejor soluci6n que buscar a un hombre que se Ia diera. Es así como Olga encontr6 a Ricardo, un hombre dependiente e impotente que, pretendiendo refugiarse en su vitalidad, le propuso matrimonio. Después de Ia boda se fueron a vivir al extranjero porque el trabajo de Ricardo lo exigía. Como él era una persona poco capaz física y afectivamente, al desencanto de Ia luna de miel se agregaron más y más problemas, decepciones y peleas. Lejos del cuidado de su familia, sus amigas y su país, el matrimonio de Olga y de Ricardo se volvió intolera​ble. Olga buscaba protección, cariño, un estímulo para hacer casas; siempre había estado acostumbrada a ello, pero en Ricardo sólido encontraba un muro de desidia e impotencia. La situación llegó a frustrarla a tal grado que buscó ayuda entrando a un trata miento psicoanalítico que incluía no solo terapia de pareja, sino terapia individual para ella, debido a los problemas que le había causado Ia sobreprotección familiar. Olga fue adquiriendo fuerza a medida que avanzaba el tratamiento. Se sentía más madura, fuerte, capaz, con necesidad de establecer una relación profunda, íntima, enriquecedora. Pero en Ricardo hallar esto era imposible, iba mucho más allá de todas sus posibilida​des. Ante esta situación Olga decidió tener un amante que le diera lo que Ricardo no le podía dar. Sólido que, debido al inconsciente activo de Olga que no se percibía pero en el que ya está inscrito el tipo de persona​lidad que debemos buscar para que se acomode con Ia nuestra este amante fue una fiel reproducción de Ricardo: un individuo pasivo. Egoísta, incapaz de satisfacerla física y emocionalmente. De esta manera, como el episodio del amante fue un desastre, el matrimonio con Ricardo se salvó, aunque solo temporalmente. Pero Olga no se dio por vencida: el progreso en su tratamiento (que tiene por finalidad hacernos cons​cientes de lo que hay en Ia caja de nuestra imaginación) Ia fortaleció y le brindó una mayor conciencia de sus problemas. Por fin, decidió que su matrimonio con Ricardo era totalmente inútil y que debía separarse de él para buscar a un hombre que le ofreciera amor, respeto y cuidado. Sin embargo, y a pesar de su buena disposición para salir adelante, Ia incapacidad de Olga para superar su inmadurez emocional la condujo a repetir el patrón que siguió con su primer amante, una, dos, tres veces. En todos los casas Olga se convertía en amante temporal de hombres que eran una réplica casi exacta de Ricardo. Aun hoy, Olga no puede evitar involucrarse en relaciones superficiales y pasajeras. A través de su trata miento, ha logrado percatarse y aceptar que este tipo de parejas evitan "atarla" fuertemente a un vínculo emocional profunda. Y es que esto 51

tiene que ver con el temor que siente a que vuelvan los deseos sexuales infantiles que ya había reprimido. Además, en un contexto práctico, se puede adivinar que el cometido final de que vuelvan esos elementos de su infancia es regresar a Ia sobreprotección de los padres. Con Ia mejor intención del mundo si se quiere, ellos dejaron inscritas profundas huellas emotivas en Olga que, al igual que el programa de Ia más fina computadora, constantemente entran en acción para volverlos a reunir como Ia familia que eran. El delica​do fenómeno de Ia sobreprotección tiene como única finalidad el que los hijos sigan dependiendo de los padres. De manera que, mientras Olga no logre esta​blecer una relación de igualdad y madurez con sus padres, seguirá siendo Ia amante de todos los hombres que Ia hagan infeliz. EL RETORNO A LA HOMOSEXUALIDAD En el ciclo vital del desarrollo individual se pasa siem​pre por una etapa de homosexualidad, que después pasa al olvido mediante mecanismos de olvido (represión). En ocasiones, estos recuerdos tienden a surgir nuevamente en el consciente. La represión juega un papel decisivo en el origen de I a pareja y se ve refor​zada por Ia elección del compañero. Muy a menudo el compañero siente que ha sido elegido para acentuar Ia represión del otro y que se le utiliza con ese fin, puesto que, para gustar, debe insistir en tal o cual característica personal. La pareja distribuye los papeles de tal manera que cada compañero debe oponerse al retorno de lo reprimido en su cónyuge. Entre el despertar de otras manifestaciones instintivas, Ia satisfacción de deseos homosexuales latentes es muy importante. Son muchos los casos en que los componentes homosexuales (todos tenemos componentes hetero y homosexuales, lo que es diferente a actividades hetero u homosexuales) no encuentran satisfacción dentro de Ia pareja y entonces cada integrante lleva su propia vida y establece sus amistadas en el exterior, porque no existe esa amistad tan pecu​liar que es el ingrediente necesario de toda vida con​yugal. Los componentes hetero y homosexuales buscan entonces objetos diferentes, y el componente heterosexual define únicamente Ia elección del cónyu​ge. Es asombroso el número de parejas que parecen estar satisfechas con una falta o una limitación consi​derable en el intercambio de relaciones heterosexuales como si, al contrario de lo que se podría pensar, el elemento sexual constituyera un aspecto secundario de Ia existencia de Ia pareja. La relación llega entonces a quedar casi totalmente "des erotizada" y los compañe​ros tienen entre ellas relaciones casi fraternales, como les sucedió a John y a Amalia en el caso que veremos a continuación.

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LOS IMPULSOS HOMOSEXUALES ENCUENTRAN UNA SALIDA Se conocieron en una cena organizada por el labora torio farmacéutico donde John trabaja. Amalia, que iba acompañando a su hermana, quedó deslumbrada por su caballerosidad. Además, John era alto, simpático, chistoso. Entonces tenía 51 años; ella 38. A él, desde el primer momento, le encantaron Ia vitalidad de Amalia, su risa, su cabello oscuro, Ia forma en que su piel morena absorbía tan bien los vivos colores de su vesti​do de coctel. Ya en Ia conversación descubrieron cuanto tenían en común. A los dos les gustaban Ia lectura, los viajes de fin de semana por Ia provincia, Ia música. Los dos habían tenido un matrimonio previo pero no estaban desencantados del amor: se hallaban dispuestos a in​tentarlo de nuevo, sobre todo por los niños, pues ambos los tenían de su anterior matrimonio. La extraordinaria sensibilidad de John hacía que Amalia se sintiera protegida por un amigo que entendía sus problemas a fondo. Incluso, la habla cautivado el detalle que él había ten ido al regalarle flores a su madre, el día en que Amalia lo llevó a conocerla. Fue un jueves, porque Amalia siempre iba los jueves y los fines de semana a visitar a su mamá y a su hermana. El cortejo fue bastante rápido: tres meses después de haberse conocido John y Amalia se casaron en Cuautla. De regreso en Ia ciudad, John continuo su carrera ascendente en el labora torio y Amalia decidió cursar una carrera en Ia universidad abierta, puesto que los niños de ambos ya estaban más grandes. Así, la vida de esta pareja transcurría sin aparente conflicto. Desde luego que discutían con frecuencia, como todo el mundo, pero en realidad el suyo era un matrimonio excepcionalmente tranquilo en el que las reglas se amoldaban para darles gusto a los dos. Esta​ba estipulado que los jueves eran días sagrados para Amalia y se acordó que sería un día libre para John también, porque el fin de semana se lo dedicaban a Ia familia y a Ia madre de Amalia. Transcurrieron cinco años y un día Amalia descu​brió algo que ponía en peligro su matrimonio y su estabilidad. En un súbito cambio de opinión John se había cambiado de saco y habla olvidado su cartera. Cuando se percató de ella, Amalia se apresuró a to​marla para tratar de alcanzar a su marido antes de que arrancara el automóvil. Sin embargo, Amalia no fue tras él, en vez de eso se quedó analizando los dos boletos de entrada a un "bar gay" que habían caído de Ia cartera de John. AI principio, Amalia no supo que hacer, pero al fin, y a instancias de una amiga, decidió buscar ayuda terapéutica para enfrentar Ia situación. Cuando vinieron a consultarme habían transcurrido solo algunos días des​de aquella mañana. En primera instancia me imagine que a Amalia lo que le preocupaba era Ia homosexualidad de su mari​do. Sin embargo, pasaron algunas sesiones antes de que se 53

pudiera apreciar el verdadero problema. AI verse descubierto en lo que consideraba su más recóndito secreto, John se sintió terriblemente deprimidlo. AI deprimirse dejó de ser solícito, alegre y soli​dario con Amalia. John sentía una vergüenza infinita y su depresión corto el aporte emocional con que apoyaba a su esposa. Amalia se sintió rechazada, lo que deprimió a John aún más, y le preocupaba su propio equilibrio interno que se había visto alterado al descubrir que John tenía un amante. En Ia terapia logramos descubrir los sentimientos de culpa y de vergüenza que sentía John. Una vez que logró expresar esto, su estado depresivo comen​zó a ceder y entonces hablamos de Ia necesidad que tenía de satisfacer sus impulsos homosexuales. El solo necesitaba tener libre Ia tarde de los jueves para encontrarse con su amante. El resto del tiempo po​día dedicarse exclusivamente a Amalia y a los hijos de los dos. Por su parte, Amalia no Ie dio Ia importancia que uno podría esperar al hecho de que su marido tuviera un amante. Lo que Ie interesaba fundamentalmente, era que John no estuviera deprimido para que le pu​diera brindar el apoyo y el cariño que ella necesitaba. En realidad, el sostén emocional de Amalia estaba sustentado en Ia simbiosis con su madre y en estas circunstancias el amante de su marido, más que ser un inconveniente, le permitía a ella continuar Ia vinculación estrecha que llevaba con su madre. La relación entre John y Amalia no era ni muy pro​fundo ni muy pasional como se hizo clara a través del análisis; simplemente era una relación que les convenía a ambos y que los mantenía unidos y funcionando. Una vez que Iogramos establecer el equilibrio emocional dentro de su pareja, Ia vida de John y de Amalia trans​currir con Ia misma tranquilidad que antes. EL RETORNO DE LO PREGENITAL Pre genital se llama a todo aquello que transcurre en el desarrollo sexual del niño como preludio a Ia aparición de las características maduras de Ia sexualidad. Hemos visto de que manera Ia represión y los mecanismos de defensa contra los deseos edípicos desempeñan un papel importante dentro de Ia elección y Ia estructuración de Ia pareja, y como el retorno de lo reprimido es importante en los fen6- menos de crisis. La represión y el regreso de lo reprimido, desempeñan un papel fundamental en el juego de las disposiciones homosexuales en Ia pareja. Pero es sin duda con respecto a las pulsiones genitales (los deseos sexuales del niño con Ia expresión inmadura que da Ia corta edad: chupar, comer, tragar, etcétera) donde Ia dinámica "represión-retorno de lo reprimido" resulta más expresiva. HISTORIA DE UN AMANTE 54

La historia de Eva es Ia historia de muchas mujeres. Su madre se casó con un hombre torpe y poco afectuoso que las abandono cuando Eva tenía 14 años de edad. La sensaci6n de tristeza, soledad y abandono que sintió fue un impulso para sumergirse en sus estudios, obtener buenas calificaciones y ganar una beca que le permitiese continuar su carrera. Con esto Eva logró obtener varios reconocimientos en sus estudios, pero esta tenacidad irreprimible también Ia hizo desarrollar una enorme agresividad hacia los demás, lo que recordaba en cierto modo el carácter de su padre ausente. El único objeto de cariño era su madre con quien estableció una relación cuasi-simbiótica que las volvió inseparables. A pesar de esto, Eva se casó a los 17 años con un hombre que era Ia réplica exacta de su padre: torpe, rudo y poco afectuoso. Aunque muy trabajador, Hans se mostraba tenso y nervioso casi todo el tiempo. Poco después de haberse casado con Eva desarrollo una hipertensión arterial maligna que lo mató. Una vez as Eva se quedó sola, triste y desolada, y lloró su tristeza con su madre, a quien no había abandonado. De nuevo Ia intensidad de su esfuerzo hizo que Eva lograra sobresalir en su trabajo y que escalara un buen puesto en el mundo de los negocios. Ahí encontró a Enrique, de 52 años, quien Ia cortejó y Ia convirtió en su amante. Para entonces Eva tenía 29 a años. Enrique, acaudalado ganadero del interior del país, era una persona tranquila, amante de los Iibros y en alguna ocasión durante su juventud había pensado en dedicarse a Ia religión. Sin embargo, en Ia actualidad era padre de once hijos que procreó con su esposa de quien se había separado meses antes de conocer a Eva. Durante ocho años y media Enrique veía a Eva los fines de semana; el resto del tiempo lo pasaba con su familia. Durante ocho años y medio Enrique y Eva llevaron Ia vida irregular y furtiva de los amantes. Con el paso del tiempo, Eva había querido estrechar su relación con Enrique, pero sin ningún resultado. Fue entonces que acudió a Ia consulta psicoanalítica en busca de ayuda. Resulta que Enrique se defendía argumentando lo difícil y doloroso que le sería abandonar a sus once hijos, varios de los cuales ya estaban casados, y lo mal que se sentiría de darles un mal ejemplo. Enrique le suplicaba a Eva que no lo obligara a tomar una decisión. Ella siempre accedía y así transcurrieron ocho años y medio de sus vidas. Eva me contó que cuando le insistió seriamente a Enrique que dejara todo para casarse con ella, él le contestó que su deber de padre era sagrado. En ese momento, según me dijo ella, algo se rompió dentro de Ia relación y súbitamente Enrique se volvió impotente. Por fin, Eva logró convencer a Enrique para que asistiera a las sesiones de 55

terapia. En ellas Eva le recriminaba que Ia hubiera chantajeado con falsas promesas y ofrecimientos de que algún día serla su esposa. Más que nada, Eva deseaba tener una casa honorable y no un departamento de paso que, por cierto, compartía con su madre. Quería tener hijos, marido, ser respetable. Cada vez que lo presionaba, Enrique se sentía mal. Asustada, Eva pensaba que podía ser fatal, como en el caso de su primer esposo, y cedía. Además, Enrique no quería divorciarse debido a sus fervientes creencias religiosas, y sus palabras eran un desaliento constante: "si vengo a ti, vengo derrotado, y eso no lo toleraríamos ni tu ni yo". Pero al mismo tiempo que Enrique expresaba sus temores, Eva no se percataba de los suyos. En realidad, ella temía romper Ia estrechísima relación que llevaba con su madre, a quien seguía cuidando y sobreprotegiendo. En tanto Enrique seguía demostrando claramente sus temores, ella no tendría que preocuparse de los suyos. Así, el no casarse se debía exclusivamente a los temores de Enrique. Lo sucedido era que cuando habían establecido Ia relación de amantes, habían logrado estabilizar dos sistemas familiares: el de él, un hombre ambivalente, solo y necesitado de cariño, que pudo seguir viviendo como padre y como hombre de negocios próspero, honesto, pero sobre todo, respetable. Y el de ella, quien solo tenía que dedicarse a su pareja los fines de semana, mientras el resto del tiempo lo tenía libre para ocuparse de su madre. En realidad, era un trato que les convenía a ambos porque les permitía seguir cómodamente instalados en su rutina particular. En el caso de Enrique y Eva, como en el de tantos hombres y mujeres adultos, los miedos, los temores y conflictos de Ia infancia y de Ia adolescencia, no habían quedado del todo olvidados. Ellos no habían logrado resolver estos problemas y, por lo tanto, no habían logrado reprimirlos, que es el termino psicoanalítico correcto. Esto es importante porque la represión tiene un papel primordial en cuanto a la elección de pareja se refiere. La represión es como un proceso de archivo para olvidar el pasado y poder vivir el presente. Con mucha frecuencia, se elige a un compañero que nos ayuda a acentuar esa represión; el cónyuge debe oponerse a que regresen los temores y los conflictos del otro. En el caso de Eva y Enrique, por ejemplo, ella elogiaba que fuera prudente, tranquilo, apegado a sus hijos. En cuanto había conflicto, sin embargo, le recriminaba que no fuera más arrojado, pasional y ardoroso. Lógica mente, en esas crisis Enrique perdía el apoyo de Eva y se sentía devaluado, frágil, impotente, totalmente incapaz de enfrentarse al papel que se le exigía desempeñar

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LOS AMANTES Y EL AMOR Es necesario señalar el problema universal del matrimonio y Ia vida familiar. El conflicto entre el llamado amor ilícito y el amor conyugal ha existido desde siempre. Los lazos inextricables entre hombre y mujer con los vínculos de sangre y de amor que unen a padres e hijos, son igualmente universales. Sin embargo, las dificultades que aparecen en cl matrimonio como resultado de los ideales, o de las ilusiones del amor romántico, parecen ser un problema moderno peculiar. Antiguamente se distinguía el amor sexual del amor de amistad, aunque se reconocía Ia necesidad de ambos en Ia relación conyugal para que el matrimonio pudiera prosperar. Pero no fue sino hasta finales de Ia Edad Media que el hombre pensó que el matrimonio representaba una forma de perpetuar, a través de los años, el ardor del momento en un lazo romántico, cuando los amantes se encuentra n sin imperfecciones ni reproches. EL EPICUREÍSMO Quizá estas ideas se nutrían de conceptos epicúreos. La teoría filosófica de Epicuro (filósofo griego nacido en Samos y muerto en Atenas,( ¿341-120 a.?.), cuya máxima "evitemos el dolor" ha sido mal interpretada o, más bien, poco estudiada y comprendida, trata de registrar, no solo una tendencia al placer y una justificación de su satisfacción, sino que propone una determinación científica en que es posible Ia felicidad. Señala en el hombre una inclinación al goce y a evitar el dolor. Si se toma en cuenta que el principio del placer es inseparable del egoísmo y de Ia sensualidad, puede considerarse a los sofistas como los precursores del epicureísmo. La filosofía de Epicuro, con su hedonismo, es un arte de Ia vida sin base teológica, encaminada a evitar el dolor, y de aquí Ia moderación de Ia conducta. Para Epicuro, lo mejor consiste en mantenerse alejado de las inquietudes de Ia vida. El bien es el placer y el mal el dolor; gozar del primero y huir del segundo, pero 57

gozar con moderación para que se pueda gozar más tiempo y mejor. El principal deleite está en el espíritu, porque el placer de Ia carne, además de ser pasajero y limitado, siembra gérmenes de dolor que duran toda Ia vida. El placer espiritual, por el contrario, constituye una vida de agradable bienestar porque es resultado de Ia calma imperturbable del alma. Pero esta tranquilidad es incompatible con Ia vida práctica, con los lazos domésticos, con el cumplimiento de Ia mayor parte de los deberes que nos impone Ia sociedad. Esta tranquilidad está expuesta continuamente a los contratiempos que acompañan a Ia probidad, Ia justicia, y aun al mismo ejercicio de Ia benevolencia; esta tranquilidad no es siempre el estado de un alma a quien le repugna la vista del crimen, Ia opresión, el vicio triunfante, el poder despótico, el fanatismo, Ia superstición; esta tranquilidad, en una palabra, sólo puede coexistir con una absoluta indiferencia al bien y al mal. De su aspiración a Ia mayor paz e imperturbabilidad posibles se derivan sus dudas con respecto al matrimonio y a Ia familia, sin que llegara a prohibirlas. Así, a pesar de esto, Ia palabra epicúreo ha quedado como sinónimo de voluptuosidad. Hay que admitir que los amantes pueden ser todo lo que se quiera menos epicúreos. Al contrario, el amante sabe que sufrirá; lo presiente, lo adivina. Sabe que no hay salida airosa, entiende que su acción representa un desafío a las leyes del hombre, y sin embargo, no puede evitarlo, "no puedo vivir ni contigo ni sin ti", escribió alguna vez Marcial. Yo pienso que no es posible evitarlo, porque el amante cumple varias funciones importantes que van más allá de Ia del amor. EL MITO DE AGAMENON Y CLITEMNEST RA Del ciclo de los Atridas tomemos el mito de Agamenón y Clitemnestra y comparémoslo con Ia historia clínica de u nos amantes que hace poco vinieron a consultarme: Como heredero de Atreo, Agamenón hizo Ia guerra contra Tántalo , rey de Pisa, a quien mató en la batalla y con cuya esposa, Clitemnestra se casó a Ia fuerza. Naupilo, marido de Climena, al no obtener satisfacción por parte de Agamenón ni de los otros caudillos griegos por Ia lapidación de su hijo Palamedes, se alejó de Troya y recorrió las costas del Atica y del Peloponeso, incitando al adulterio a las esposas solitarias de sus enemigos. Cuando Egisto se enteró de que Clitemnestra figuraba entre las más ansiosas de dejarse convencer por Naupilo, se propuso no solo hacerse su amante, sino también matar a Agamenón con su ayuda, tan pronto este volviera de Ia guerra de Troya. Clitemnestra, quien tenía muy pocos motivos para amar a Agamenón, se entregó a los brazos de Egisto y juntos planearon el f in de Agamenón. Cuando terminó el sitio de Troya, Agamenón regresó a Grecia. Clitemnestra lo recibió simulando que se hallaba muy contenta e hizo tender para él una alfombra color púrpura, lo condujo hasta Ia casa de los baños donde las esclavas Ie hablan preparado un baño caliente, y esperó. 58

Cuando Agamenón se lavó y salió del baño dispuesto a participar en el banquete ya servido, Clitemnestra se le acercó como para envolverlo en una toalla. En cambio, le arrojó a Ia cabeza una prenda tejida por ella misma sin aberturas para el cuello ni los brazos. Atrapado en esa red como un pez, Agamenón pereció a manos de Egisto, quien lo hirió dos veces con una espada de doble filo. Cayó hacia atrás, en el baño de paredes de plata, donde Clitemnestra vengó sus agravios cortándole Ia cabeza con un hacha. En este mito vemos cómo Agamenón, al darle muerte al esposo de Clitemnestra, le quita algo tan importante que le otorga a ella el derecho de hacer lo mismo. Después, se casa con ella por Ia fuerza, lo que implica que Clitemnestra no puede establecer un contrato con él, ni practico, ni emocional, que le permita vivir libremente y con dignidad. Por lo tanto, Clitemnestra se vuelve una mujer iracunda y frustrada. De aquí parte en gran medida su disposición para aceptar un amante, sobre todo si este odiaba a su esposo Agamenón hasta la punta de desearle Ia muerte. Por eso, ella teje una prenda de malla que podríamos interpretar como una serie de emociones antagónicas, como una serie de actitudes y pensamientos que en un momento dado pretenden cegar, ahogar y paralizar al otro. Ella atrapa a su esposo en sus redes, y Egisto, su amante, viene a darle muerte con una espada de doble filo. Por su parte, Egisto aceptó este papel por varias razones; primero, para vengar su pro sangre comotícenlo adulterio, que consiste en sembrar el semen donde su enemigo lo ha depositado anteriormente. Segundo, tomando el papel de Agamenón, el esposo no amado. Y tercero, intentando matar a los hijos de Agamenón, con lo cual Egisto pretende completar Ia destrucción total de su enemigo, cortando de tajo las raíces de su estirpe. Sin embargo, Egisto no contaba con que Orestes, hijo de Agamenón, vengaría a su padre. Este mito ha sobrevivido en una forma dramática tan estilizada que casi se han borrado sus orígenes. Fundamentalmente, es el mito familiar del rey sagrado que muere en el solsticio estival, la diosa que lo traiciona, el tanista que lo sucede (el amante), y el hijo que lo venga (Orestes). Los mitos sirven porque nos dan, ya colados, los movimientos anímicos y de conducta de sus personajes. En Ia vida real no siempre ocurren los hechos de este modo, pero podemos rastrear algunos de ellos en forma de deseos y fantasías que otras veces sí se convierten en realidad. Por más que lo intentemos, no podemos borrar Ia huella indeleble, a veces sutil, que deja Ia presencia de un amante. Un amante nos ofrece lo que no tenemos: fuerza, apoyo, sexo, belleza, juventud, cariño, amor, hijos, etcétera, sin importar lo efímero de su presencia. Un amante ejecuta lo que no hemos podido obtener, de manera que se puede convertir en padre, hijo o hermano, o bien, eliminar al intruso no amado. Aunque también hay amantes que literalmente sirven como depósito de basura, y algunos otros que pueden ser solo objetos intercambiables y desechables. 59

LA HISTORIA SE REPITE Lo que sucedió con Norma y Agustín, pacientes que acudieron a mí hace poco, representa un ejemplo moderno del mito de Agamenón y Clitemnestra. Esta pareja se encontraba desesperada porque su matrimonio ya no funcionaba. Ninguno de los dos acertaba a entender exactamente lo que sucedía, se limitaban a crecer que, después de diez años de matrimonio y dos hijos, el amor había desaparecido. Agustín trabajado duro buen salario, seguridad, sino

tenía para entonces un buen trabajo, porque antes Norma había para ayudarlo con el mantenimiento de Ia casa. Ahora que él ganaba un ella permanecía en casa, lo que a Agustín le proporcionaba no solo un orgullo casi desmedido de su masculinidad.

Norma provenía de una familia humilde y en su interior tenía Ia certeza de que Agustín Ia menospreciaba por esto. No estaba segura de si esto sucedía porque en realidad ella no valía Ia pena como mujer y como esposa; o bien porque Agustín Ia comparaba orgullosamente consigo mismo, comparación en Ia que Norma siempre salía perdiendo. Sin embargo, y a pesar del pobre concepto que Norma tenía de sí misma actitud fomentada por Agustín tanto como por su familia-, resultaba innegable su entereza y su valor para enfrentarse a Ia vida y obtener éxito trabajando, ocasionalmente, como decoradora. En I a terapia Norma cxpres6 su resentimiento hacia Agustín por dos motivos: primero, porque había sido objeto de vejaciones y de precios par parte de sus familiares, específicamente por parte de su hermano mayor y de su esposa. En una ocasión y obligados por las circunstancias, tuvieron que vivir todos juntos en casa de Agustín. Allí todos abusaron de Norma haciéndola trabajar en Ia cocina, en Ia limpieza, en Ia compra de víveres, etcétera. Todos se sentían dueños de Ia casa y no le daban a Norma el Iugar que le correspondía. Y segundo, y este es el punto crucial, no soportaba que Agustín no sólo no la defendiera, sino que apoyara por completo a Ia familia de su hermano en su contra. Conviene mencionar que Agustín obligó a Norma a casarse con él porque no estaba segura de amarlo. Norma lo aceptó para adquirir seguridad y salir del pueblo donde había vivido hasta entonces. A pesar de este inicio poco prometedor, las cosas no iban del todo mal hasta que un día a Agustín se le ocurrió que era necesario activar Ia relación entre ellos. Según él, Ia intervención de otras personas en su vida sexual les proporcionaría una mayor excitación y estímulo. Se le ocurrió que un amigo Intima de él podría hacer las cosas más interesantes y así, aunque no en forma directa, fue encaminando y favoreciendo el que Norma estrechara sus relaciones con este amigo, hasta que por fin terminaron siendo amantes. No satisfecho con esto, Agustín le sugería discretamente a Norma que si ella tuviera relaciones con otros hombres Ia situación podría ser aún mejor. 60

AI principia Norma aceptó, en par te porque estaba acostumbrada a obedecer a su esposo, pero progresivamente se fue dando cuenta de Ia ira que sentía por el abuso que estas maniobras significaban sobre su persona. Al poco tiempo Norma y su amante se enamoraron; al abrirle cl corazón ella fue tejiendo al mismo tiempo una red de desprecio, frialdad y distancia hacia Agustín, a quien le dio una muerte emocional. Poco después Agustín tuvo un accidente fatal, y no sabemos si se trató de un descuido, o si voluntariamente planeó su fin; un fin que ya habían echado a andar Norma y su amante. Desde luego, los hijos extrañaban a su padre, lo necesitaba n y sentían un gran enojo hacia el amante de su madre. Sin embargo, este amante salvó a Norma de una seria depresión, de sentirse basura, de no querer vivir. Además, Ia ayudó a deshacerse emocionalmente de su esposo, vengando al mismo tiempo las vejaciones de que había sido objeto y, por si fuera poco, rescató los orígenes humildes de Norma y en alguna forma reparó el daño y Ia inseguridad que esto le había causado. Así se cumplió un ciclo muy parecido al mito de Clitemnestra, y seguramente se parece a muchos otros en los que el amante ayuda a deshacerse del no amado. En "Freud y el alma humana", Bruno Bettelheim dice que Freud, en su ensayo "El tema de Ia elección de un cofrecillo" (1913), aludió a Ia historia de Eros y Psiquis al analizar los motivos inconscientes que pueden explicar Ia imagen constantemente repetida de Ia elección, siempre predestinada, entre tres alternativas: tres cofres en El mercader de Venecia; tres hijas en El rey Lear; tres diosas en el juicio de Paris, y tres hermanas, de las que Psiquis era Ia más bella. Freud intentó demostrar que, bajo este motivo, subyacen dos temas que se interrelaciona. Uno es el deseo de creer que podemos elegir donde no hay elección; y el otro es Ia expresión simbó1ica de los tres papeles predestinados que Ia mujer tiene en Ia vida del hombre: el de madre, el de amante y, por último, el de madre simbólica (madre tierra) a Ia que el hombre vuelve cuando muere. La historia de Eros y Psiquis explica el profunda apego de una madre a su hijo, Ia relación que Freud consideraba Ia mas ambivalente de Ia vida humana .EI amor de Ia madre por su hijo, y su celosa cólera contra Ia muchacha a Ia que él prefiere, se reconocen abiertamente. Que Ia joven sobrepase en belleza a Ia mujer madura, que el hijo se aleje de Ia madre para abrazar a Ia amante, que Ia novia haya de sufrir los celos de Ia madre de su amante, todo esto, aunque inquietante, coincide con las emociones humanas normales y corresponde al conflicto emocional entre las generaciones. AMOR Y ENAMORAMIENTO Un estudioso del psicoanálisis, Otto Kernberg, quien ha logrado hacer síntesis maravillosas de los diferentes enfoques y marcos teóricos que se han formado alrededor de las teorías psicoanalíticas, nos ilumina en varios aspectos al describir las dos 61

características que requiere un individuo, desde el punto de vista de su psiquismo, para enamorarse y permanecer enamorado de su pareja: -Cuando muy temprano en Ia vida el bebé tiene Ia capacidad para sentir una estimulación sensual en las zonas erógenas (particularmente Ia boca y Ia piel), esto se integra con Ia capacidad posterior de establecer una relación con un objeto total. Por objeto total debemos entender a una persona con todas sus características reales, tanto corporales como psicológicas, no como sucede en los amores tempranos e inmaduros donde una parte se toma por el todo y que además, son amores pasajeros y superficiales como los de Ia temprana adolescencia. -Una segunda etapa en Ia que el placer genital completo incorpora Ia superficie entera del cuerpo, con todo su erotismo, en el contexto de una relación total con una persona. Esto incluye una identificación sexual complementaria, es decir, que el individuo madura su imagen de sí mismo en cuanto a Ia posición que ocupa en Ia vida, y frente al otro, en cuanto a edad, sexo, y las diferentes funciones, sociales, éticas, morales, etcétera, que le atañen. De aquí podemos derivar que Ia capacidad para realizar el acto sexual y obtener orgasmos no habla necesariamente de una madurez sexual, ni tampoco representa un alto grado de desarrollo psicosexual. Hay quienes sugieren que Ia sexualidad es Ia forma básica y más temprana de afirmarse en Ia realidad de Ia existencia. Pero el concepto de primacía genital, en el sentido freudiano clásico según el cual Ia madurez sexual implicaba una madurez general de Ia personalidad no puede sostenerse actualmente puesto que, desde el punto de vista clínico, vemos individuos con problemas narcisistas severos (cuyo desarrollo no les ha permitido ver más allá de sí mismos), así como personas maduras que muestran una completa incapacidad para obtener orgasmos en sus relaciones sexuales, e igualmente vemos que pueden existir inhibiciones sexuales, tanto en los casas de patología narcisista más severos, como en los de neurosis leves y problemas de carácter no tan graves, donde el desarrollo de este tipo de individuos ya les ha permitido salir de sí mismos y entrar en diferentes tipos de relación con los demás. Pero, ¿cuáles son las características de una capacidad madura para establecer una relación amorosa? Revisemos rápidamente algunas ideas de distintos autores. Hay quienes señalan Ia importancia de la responsabilidad como una condición para enamorarse con madurez. Definen esta responsabilidad como Ia posibilidad de reconocer en el otro a un ser humano igual a uno mismo; de identificarse con Ia pena, el dolor y Ia alegría del otro, con Ia certeza de que todos partimos de Ia misma raíz humana y desde luego, con Ia capacidad de sentir ternura y conservar Ia propia identidad como punto central en Ia relación amorosa. AMOR E IMPOSIBILIDAD

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Cuando se consolida una relación profunda y total es de esperarse que aparezcan Ia tristeza y el dolor, que son hermanos del amor. Sin Iugar a dudas, existe un vínculo entre el amor, Ia tristeza, e inclusive, Ia depresión. Quizá esto puede explicarse parcialmente con el hecho de que Ia depresión aparece primero con Ia madre, cuando Ia separación de ella es inevitable. A partir de ese momento, todas las demás relaciones están impregnadas de separaciones y pérdidas de gran contenido emocional. En una de sus cartas a su amigo y confidente Fleiss, Freud explica el psiquismo humano como una organización dada solo a partir de una primera perdida, definitiva, como Io es Ia separación de Ia madre y el niño, cuyos efectos indelebles serán las alternativas paranoides (pensar que algo malo me va a venir de algún lado) y melancólica (pensar que las cosas buenas no duran, se acaban o se pierden), en Ia formación profunda del psiquismo. Melancólica ya que como lo propone Freud, el amor tiene esta característica porque es irrecuperable y por esto es que el a mor es sinónimo de imposibilidad. Milan Kundera ilustra este punto cuando describe lo siguiente en una de sus historias de amantes: No hay nada que una más rápidamente a Ia gente (aunque sólo sea apariencia e ilusión) que una com​prensión mutua, triste y melancólica; este ambiente de serena compasión, que adormece todo tipo de temores y prejuicios y es comprensible para un alma sutil o vulgar, instruida o simple, es el modo más sencillo de acercamiento y es, sin embargo, muy poco frecuente: el problema es que hace faIta dejar de lado el modo de "llevar el alma" que uno ha cultivado, los gestos que ha cultivado, Ia mímica habitual, y ser sencillo; no sé cómo fui capaz de lograrlo (de repente, sin prepararme) cómo pude lograrlo yo, que andaba siempre vacilante, como un ciego, en pos de mis rostros artificiales; no lo sé, pero lo percibí como un regalo inesperado y una liberación repentina.

Desde luego, en las últimas líneas Kundera se refiere al momento en el que cree haber descubierto el amor. Y más adelante describe como aparece Ia ilusión que produce el estar enamorado: A partir de aquella noche todo cambió dentro de mí; volví a estar habitado; ya no era aquel lastimoso vacío por el que daban vueltas (como los desperdicios de u n a h habitación abandonada) las nostalgias, los reproches, las acusaciones; de repente Ia habitación de mi interior estaba arreglada y alguien vivía dentro de ella. El reloj que colgaba alii en Ia pared, con las manecillas inmóviles durante largos meses, volvió a funcionar. Eso fue significativo: el tiempo, que hasta entonces había transcurrido como una corriente indiferente que iba de Ia nada a Ia nada (¡yo viva una pausa!), sin ninguna articulación, sin ningún ritmo, empezó a adquirir otra vez su rostro humanizado: comenzó a articularse y a contarse.

En otra forma, nos amamos a nosotros mismos como imposibilidad, como delirio, lo que constituye Ia alternativa paranoide de Ia que hablaba Freud en líneas anteriores. En sus manuscritos escribe que el secreta de lo paranoide radica en "amar al delirio como a sí mismo". Dante Alighieri es un ejemplo magistral de esto, cuando transforma Ia imagen de una niña Hamada Beatriz, a quien solo ve por breves momentos, en su delirio, en Ia sublimación grandiosa de su obra literaria. Somas paranoides en Ia medida que somos intolerantes de nuestras propias pulsiones y Dante, 63

para nuestra fortuna, transformó las suyas en arte. EL ESPEJO DEL LENGUAJE Freud dice que en el lenguaje del otro se da Ia posibilidad de conocer algo de nosotros que no queremos saber por nosotros mismos. El lenguaje del otro no es fácil de escuchar; necesita pasar, sin detenerse, por un proceso de maduración que lleve al individuo a adquirir Ia conciencia de quien es él o ella, y Ia capacidad de ver al otro en toda su integridad para así poder escucharlo. Para ella, es necesario haber adquirido una completa identificación con el otro sexo, y una capacidad empática con el complemento que brinda Ia persona amada; por ejemplo, Ia gratificación que produce el orgasmo del otro y que refleja una identificación con él. Esto representa Ia posibilidad de trascender, de fundirse con el otro, tanto física como psicológicamente. Y también representa Ia confirmación de Ia cercanía emocional que está ligada a las raíces biológicas más profundas del ser humano. Por Io tanto, Ia identificación con uno mismo y con el otro sexo implica una integración sublimada de los componentes hetero y homosexuales. implica también Ia capacidad de tolerar Ia ambivalencia de los dos elementos, amor y odio, que se funden durante el orgasmo. IDENTIDAD SEXUAL Y ANSIEDAD DE CASTRACION En Ia adolescencia se manifiesta uno de los primeros indicios de que el individuo está listo para entrar en una relación amorosa profunda. Esto sucede cuando logra solucionar con éxito sus crisis de identidad, puede controlar su comportamiento agresivo y expande sus valores éticos y morales. Cuando ha madurado basta este grado puede empezar a establecer relaciones duraderas con sus compañeros, maestros y adultos. Por lo general, cuando el hombre y Ia mujer tienen entre treinta y cinco y cincuenta años, se enfrentan a Ia adolescencia de los hijos y con ello, a toda Ia conflictiva de Ia identidad sexual. Además, Ia edad de los abuelos, si aún viven, es crítica, pues casi no pueden mantenerse a sí mismos, y se avecinan Ia soledad y Ia muerte, lo que constituye aun otra preocupación para las parejas de edad media . En este momento, cuando los residuos de conflictos sexuales no resueltos vuelven a activarse, imitados por Ia conflictiva del adolescente, Ia pareja paterna se cimbra y el equilibrio basta entonces adquirido se tambalea. Si Ia madre es capaz de confirmar su confianza en Ia integridad de su cuerpo y en su a tractivo, en sus valores internos y en su capacidad de satisfacción como mujer; si está profundamente convencida de que es capaz de ser lo que es por sí misma, de satisfacer sus necesidades, y de responder tierna y sensualmente al hombre 64

que ama; entonces de seguro ello le brindará un sentimiento de libertad interna y de creatividad, tanto física como emocional. En otras palabras, una mujer que ha logrado esto se convierte en un ser libre, creativo e independiente En cambio, cuando falla este proceso, aparecen Ia envidia, Ia competencia, Ia rivalidad y Ia rabia hacia las mujeres más jóvenes. Se siente una necesidad irrefrenable de presentar una apariencia juvenil; y en vez de seguridad y armonía en el terreno sensual y erótico, hay una devaluación de todo lo que respecta al cuerpo, al atractivo físico y a las relaciones eróticas con el hombre. Por todo esto, puede haber una falta de interés en Ia gente, en las ideas y en el trabajo. Pero basta observar a una mujer enamorada para corroborar como su apariencia física manifiesta de inmediato un raro atractivo, y una belleza innegable. A Ia vez, cuando los hijos llegan a Ia adolescencia, Ia madre cuenta con un tiempo que antes les dedicaba a ellos, lo que le permite volver a ocupaciones que dejó pendientes durante el crecimiento de sus hijos. Es decir, que Ia mujer que ha educado a sus hijos, que ha dirigido su hogar y ha logrado triunfar sobre Ia imagen materna, podrán diluir los miedos edípicos (en este caso, temor a que Ia madre siempre sea mejor que uno, en todo) para resolver Ia que en psicoanálisis se llama "ansiedad de castración" (miedo a que los padres impi​dan el crecimiento y a no poder madurar como indivi​duo) y "envidia del pene" (Ia inseguridad de ser mujer; se piensa que Ia posición de hombre es superior). Claro que no se pueden evitar las confrontaciones con una aguda que envejece mal, frustrada y enojada, al igual que las confrontaciones con una hija adolescente que empieza a adquirir independencia del núcleo familiar. Cuando escuchamos una conversación como Ia si​guiente, podemos pensar que Ia m adre que no se siente a gusto consigo misma, que no disfruta de Ia vida y del sexo con su esposo, empieza a sentir envidia y celos por lo que ella se imagina es e! desarrollo de su hija en todos los sentidos: Madre: ¿A dónde vas con semejante vestido? Hija: A salir, solamente a salir - responde con sequedad. Madre (irritada): ¿Con quién, a dónde y con que per​miso? Hija: A Ia calle con mis amigos... - añade en tono de reto e ironía: los que tanto te gustan, mamá. Madre (furiosa): ¡Te prohíbo que me hables así!

La hija se da Ia vuelta, azota Ia puerta y se va. Las lágrimas brotan de los ojos de su madre que se queda llena de rabia, sintiendo una enorme tristeza y soledad. Posteriormente, cuando Ia madre de esta muchacha vino a Ia terapia, descubrimos que se veía a sí misma como una vieja pasada de moda, ridícula y tonta. Al menos, pensaba que así Ia veía su hija, tal y como le había sucedido a ella con s u propia madre. Si las cosas fueran de otro modo, como esperamos que sean con​forme avance en su tratamiento, ella irá modificando el concepto que tiene de sí misma, de manera que pueda vivir y disfrutar Ia vida que comparte con su esposo, 65

disfrutar el sexo y ver en su hija, no a una rival, sino a una amiga y compañera. Entonces quizá Ia misma con​versación podría desarrollarse de otra manera: Madre: ¿A dónde vas? Ese vestido te queda mu y bien. Hija: Voy a tomar un café, con los amigos de siempre. Madre (entusiasmada): Bueno, pero no te tardes mucho. Si puedes me hablas porque al tengo que salir a hacer unas cosas, y en Ia noche nos vamos a cenar tu papa y yo.

rato

Las dos se despiden, se abrazan cariñosamente y se van. Kernberg afirma que cuando tiene en psicoanálisis a una mujer que fluctúa entre los treinta y cinco y cincuenta y cinco años de edad, enfoca cuidadosamente cuales son sus actitudes, necesidades y funcionamiento en el área de Ia sexualidad femenina. Asimismo trata de averiguar si su paciente se ha preocupado por resolver sus inhibiciones sexuales (no hacer todo lo que se quie​re en el acto amoroso por temor a que sea malo, sucio, etcétera), como parte de un esfuerzo por aumentar el placer que produce Ia relación con un hombre Resulta necesario enfatizar este punto debido a que existe Ia tendencia generalizada a ya no darle tanta importancia al área de Ia sexualidad a esas eda​des porque se afirma que representa sólo una obliga​ción entre los cónyuges. Si pudiéramos hacer una encuesta veríamos cómo parejas que tienen más de quince años de vivir juntos, practican el acto amoroso como parte de una función biológica que, por lo mis​mo, no puede extinguirse del todo y, naturalmente, se vuelve mecánica, aburrida e incluso molesta. Por esto resulta de suma importancia ver cómo un área tan íntima y delicada del funcionamiento humano como es el sexo, nos muestra si un individuo, hombre o mujer, ha logrado ser libre, independiente y madu​ro; o bien si aún se encuentra sumergido en estadios de rivalidad y envidia, sintiéndose incompleto y de​seando tener todas las cualidades y características, no sólo de su propio sexo, sino las del otro también. Es a esto a lo que, en psicoanálisis, se le llama "envidia del pene" o "ansiedad de castración". Con frecuencia, esta condición se presenta cuando el individuo se acerca a Ia edad media y, no muy lejos, se vislumbra Ia vejez. En Ia mujer, si ella no ha tenido experiencias amorosas importantes en su vida, median​te las cuales se haya desprendido de complejos e inhibi​ciones, al llegar a esta etapa tendrá Ia tendencia a olvidar el área sexual. Esto le impide vivir una imagen de sí misma como persona capaz de sentir placer y de hacérselo sentir a su compañero. En el hombre se manifiesta en una angustia, sobre todo, en el terreno profesional y económico, que se refleja en forma de ambivalencia y duda acerca de sí mismo, y de sus capacidades para seguir progresando, a pesar de las nuevas generaciones contra las que debe competir. En esta etapa resulta fácil en​contrar descompensaciones que se traducen en sínto​mas clínicos, que van desde depresiones severas hasta desajustes en el terreno amoroso. 66

JUEGOS PELIGROSOS Desde hace algún tiempo veo en tratamiento psicoanalítico a una mujer de unos 52 años de edad. Hasta hace poco había podido manejar su matrimonio con éxito, por lo menos dentro del terreno sexual. Sin embargo, recientemente y debido a un problema muy grave con uno de sus hijos adolescentes que se vio involucrado en problemas de robo y drogas, apareció en su relación amorosa una novedad para ella intolerable. Me refiero aquí al problema del adolescente porque, aunque él no es directamente responsable del cambio en las relacio​nes sexuales de sus padres, sí explica que ellos se en​cuentren en una etapa en que resulta imposible reprimir la patología del adolescente. Esto mismo pone de manifiesto el equilibrio precario de Ia autoestima y Ia valoración de ambos padres y, desde luego, la fragili​dad de la adaptación que como pareja habían logrado hasta ese momento. Lo que sucedió fue que al padre se le ocurrió am​pliar el repertorio de sus juegos sexuales, introdu​ciendo modalidades a las que su esposa no estaba acostumbrada, lo que Ia hizo sentirse incómoda y de​gradada. A partir de ese incidente, se dio un distancia​miento entre los dos y se vieron envueltos en una serie de largas y penosas discusiones. Uno se pregunta: ¿qué ocurre aquí?, ¿por qué en una pareja que había logrado cierta adaptación sexual de repente apareja un elemento disruptivo como este? Veamos someramente cómo en los procesos de cri​sis, y en este caso me refiero específicamente a Ia crisis de Ia edad media avanzada, aunada a los problemas de Ia etapa adolescente de los hijos, fallan los mecanis​mos de represión y de defensa contra algunos de los restos de Ia sexualidad de Ia propia adolescencia. Uno piensa que por ser adulto está inmune al peligro de que vuelvan a aparecer los restos de Ia propia sexuali​dad adolescente, pero se sorprenderían de ver con qué frecuencia ocurre esto. Algunas parejas se eligen y estructuran en tal forma que reprimen colectivamente estas necesidades de Ia sexualidad infantil, o adolescen​te, y su retorno se traduce en diferentes reacciones, una de las cuales es Ia decisión de iniciar relaciones extra​ conyugales; o bien, el deseo de realizar con Ia pareja to​do tipo de juegos y maniobras sexuales que nunca antes fueron permitidos, y tal vez ni siquiera imaginados. Para poder asimilar esto sin que se obstaculice el buen funcionamiento de Ia pareja, es necesario que perdure el amor para que resista Ia crisis. Desde el punto de vista psicoanalítico, Ia capacidad de permane​cer enamorado se puede describir como Ia adquisición de Ia habilidad para desarrollar empatía, de profundizar en I a relación con uno mismo y con los otros, de valorar Ia responsabilidad para con el otro, al igual que el compromiso con los valores y las experiencias de una vida compartida. Ello no implica que por este motivo se reactiven las necesidades de Ia sexualidad temprana, y 67

que pueda llegar a desearse una relación con otra per​sona: muchas veces requiere de abstenciones continuas a Ia expresión de esos impulsos. Sin embargo, y dicho sea de paso, estos impulsos también pueden agregar una nueva dimensión de profundidad a Ia relación conyugal, a nivel tanto del individuo como de la pareja. Desde luego como para que esto funcione deben reacomodarse las tensiones, deseos y fantasías que vayan en dirección contraria a Ia de Ia pareja, lo que implica todo un reto del funcionamiento de Ia pareja humana.

EL DOMINIO ABSOLUTO DEL FIN Todas las cosas terminan. La muerte termina por ser Ia amenaza de pérdida y de abandono del amor. Es justa​mente aquí donde el amor alcanza su mayor definición y su valor más grande. Saber que algo tan valioso como Ia breve relación entre un hombre y una mujer se pue​ de perder, sin Iugar a dudas exalta, de alguna manera, Ia misteriosa emoción que es el amor. En Ia actualidad, los psicoanalistas han encontrado que amar con madurez, efectivamente fortalece Ia per​sonalidad. Cambia Ia idealización de un amor romántico de adolescente a uno donde Ia moralidad de Ia infancia se transforma en los sistemas éticos del adulto. Los psicoanalistas franceses han avanzado mucho en el estudio de las relaciones amorosas, su patología, su tratamiento, sus comunicaciones, y nos hacen verificar algunos de los puntos relacionados con los residuos de los primeros amores de Ia vida que el niño tiene con su madre y, después, con su padre. Vemos así Ia cualidad que guardan estos recuerdos, Ia constante nostalgia que a veces dejan de por vida, y Ia manera en que determinan una sed por alcanzar amores (objetos) prohibidos e inalcanzables. Todos es​tos recuerdos dejan surcos en Ia personalidad que más tarde pueden ser puntas débiles donde se injerte Ia patología. Por ejemplo, si Ia relación del niño con su madre incluye una inversión excesiva de orgullo por su sexo (genital), podrá dar Iugar a una fantasía en Ia que se imaginara que su pequeño pene es plenamente satisfactorio para su madre, lo que puede contribuir a que se confunda Ia diferencia real que existe con el padre. Esto no termina aquí. Si una situación como esta no se resuelve, Ia confusión que crea permanece grabad a en Ia mente del niño para siempre. De manera que, cuando Ilega a Ia edad adulta, esta inmadurez se manifiesta en una actitud infantil y juguetona, con tendencia básica un romanticismo que no permite Ia identificación con el hombre adulto. Como consecuencia, esto provoca una serie de dificultades que le impiden al individuo sostener una relación amorosa profunda, madura y duradera con una mujer. AI mismo tiempo, esto quiere decir que no existe una identificación solida con el 68

padre, lo que implica una rivalidad entre los dos generadora de ansiedad, inseguridad y temor. Por ella, cualquier relación que un individuo con este perfil psicológico esta​blezca con una mujer, será en términos de madre e hijo. En tales situaciones, Ia actitud y el comportamiento rebeldes de Ia madre contra Ia imagen paterna que ve reflejada en el esposo, influye mucho LA DEFINICION PSICOLOGICA DEL SEXO Es bien sabido que Ia madre tiene una gran influencia en Ia definición psicológica del sexo de sus hijos y, a veces, resulta determinante para Ia adquisición genérica de Ia identidad. Vemos como Ia madre estimula tempranamente Ia genitalidad del niño varón, en contraste con los cuida​ dos, no estimulantes; de los genitales de una niña. Ob​viamente en Ia niña también existe una percepción de sus genitales, e incluso aparecen claras respuestas de auto estimulación que, poco a poco, van cediendo a Ia inhibición y a Ia represión de los factores culturales que, por regla general, influyen sobre ella Una madre no estimula de igual forma Ia genitalidad de su hijo que Ia de su hija. Por lo general los genitales de Ia niña reciben un cuidado que, más tarde, puede favorecer ciertas inhibiciones. Esto contribuye a crear una conflictiva edípica Ia manera en que un niño o una niña reacciona frente a una cre​ciente sexualidad que en un principio está dirigida a los padres diferente en hombres y en mujeres. El niño tiene que resolver su envidia por las mujeres, si es que más tarde quiere resolver sus temores con respecto al sexo femenino. De igual modo, las niñas tendrán que manejar adecuadamente su rivalidad y envidia con respecto al sexo masculino. Esto habla de como se llevan a cabo, de manera irremediable, las distintas relaciones entre una pareja de padres, y las de estos con sus hijos. Como puede verse, son tantas como familias hay, las alternativas que existen en las relaciones de los miembros de una familia. Tanto es así, que resulta imposible que un individuo crezca sin que queden algunas secuelas, que se manifiestan en diferentes formas en cada una de las etapas de su desarrollo. De cualquier manera es posible encontrar algunas reglas generales que se manifiestan, más o menos, de acuerdo al ambiente sociocultural donde se desarro​llen. De esta forma podemos ver como, en contraste con Ia genitalidad del niño, y reforzada por el ambiente sociocultural que Ia rodea, Ia genitalidad de Ia niña pasa casi inadvertida; ella se encuentra casi sola y sin apoyo alguno que Ia ayude en su desarrollo. Precisamente por esto, en muchos casas, Ia genitalidad feme​nina es más valiente y firme en su aparición. Incluso, el hecho de que Ia niña tenga que hacer un cambio de mamá a papá, de objeto femenino a objeto masculino, en contraste con el niño que busca una pareja del mismo sexo que su madre, hace que Ia mujer adulta tenga una mayor responsabilizarse de una relación heterosexual. Algunos autores mencionan que, debido a esa diferencia, es precisamente el hombre quien tiene mayor dificultad que Ia 69

mujer para comprometerse en una relación estable. Eternamente, el hombre buscan Ia huella idealizada de Ia relación materna, con un a pro​fundidad y un ahínco mayores que Ia mujer, quien aún niña, abandona, y de alguna manera olvida, Ia relación con su madre. Aunque, desde luego, estas son generalizaciones y cada caso particular tiene características propias. Pero lo que resulta evidente es que Ia mujer se identifica con las funciones de Ia maternidad, más que con el objeto de Ia madre, y esto incluye factores biológicos y psicosociales que se manifiestan en su capacidad para cuidar y proteger a sus hijos. LOCURA NO ES PASION El placer y Ia alegría sirven admirablemente para ha​c er germinar el amor y alimentarlo en secreto, al paso que Ia pasión, valiente por naturaleza, es impulsada por el peligro a manifestarse y declararse.

Esta frase de Goethe es una de las miles que se han escrito acerca de Ia pasión, "el único orador que per​suade siempre" (La Rochefoucauld). Autores tan va​riados como el psicoanalista Krenberg y el poeta Octavio Paz han descrito las formas que adopta Ia pasión sexual, con sus consecuencias en las relaciones amorosas entre un hombre y una mujer. La cuestión central es saber si Ia pasión sexual tiene que ver con Ia estabilidad o Ia inestabilidad en el amor. Recordemos que Ia teoría psicoanalítica de las relaciones con Ia persona amada, nos dice que el amor sexual incluye: excitación sexual, ternura, identificación genital, una forma madura de idealización, y una profunda responsabilidad hacia Ia relación con el otro. Se podría agregar que Ia pasión sexual es un estado emocional que expresa y facilita cl traspasar las fronte​ras entre dos seres; tiende un puente psicológico para enlazar dos estructuras, tanto en lo positivo, como en lo conflictivo. En este proceso existe un sentimiento de estar creando y formando parte de algo común. Hay un ordenamiento subjetivo que va más allá de Ia persona, que actualiza Ia capacidad estructurante del individuo, en cuanto al aspecto biológico, interpersonal y de valores. Difiere de lo que ocurre en Ia psicosis, donde Ia Iocura no está ligada a Ia pasión amorosa. Locura, en estos términos, no es pasión. En el amor sexual hay un sentimiento profundo de estar trascendiéndose así mismo. Existe también Ia conciencia de fusión, de uno mismo y del otro, y de estar y ser solo (como dice Paz en El laberinto de Ia soledad). La trascendencia en Ia unión de Ia pareja trae consigo el sentimiento profundo de ser uno solo con el mundo que nos rodea, de permanencia y de creación. Podría decirse que Ia soledad es un requisito para tras​cender. Citando de nuevo al pacto Octavio Paz, Ia conciencia del otro es dolorosa por ser impenetrable. El amor es entonces Ia revelación de Ia libertad y de Ia individualidad del otro. La tragedia del amor es que descubre que ese otro es indestructible y que no puede ser sustituido por nada.

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Cuando hay una integración entre el erotismo, Ia relación interior con el otro, y los sistemas de valores, podemos ver algo así como lo que describe el escritor Inghsha hecho el amor a Úrsula: Tras un lapso de quietud, después de que los ríos de riqueza extraña, oscura y fluida pasaron sobre ella inundando, arrastrando su mente e inundándole Ia columna y bajando por las rodillas hasta los pies un flujo extraño, borrando todo y dejando en ella un nuevo ser esencial, Úrsula quedó libre, libre en completa comodidad, en su ser completo. Se incorporó despacio y alegre, sonriéndole. Él estaba frente a ella, con un resplandor tenue, tan terriblemente real que el corazón de Úrsula casi dejó de latir. Él estaba ahí con su cuerpo extraño, total, que tenía sus fuentes maravillosas como los cuerpos de los hijos de Dios que estaban en el comienzo. Había fuentes extrañas en su cuerpo, más misteriosas y potentes de lo que ella jamás había imaginado o conocido, más satisfactorias, ah, más definitivas, místico-físicamente satisfactorias. Ella pen​s aba que no había fuente más profunda que Ia fuente fálica y ahora de Ia castigada roca del cuerpo masculino, de los extraños y maravillosos flancos y músculos, más profundos, más remotos en el misterio de Ia fuente fálica llegaban las inundaciones de oscuridad inefable e inefable riqueza. Estaban contentos, podían olvidar perfectamente. Rieron y se Ianzaron sobre Ia comida. Había empanada de venado, jamón hervido cortado en rebanadas, huevos, berros y remolacha, así como nísperos, tarta de manzana y té.

En esta maravillosa descripción de Lawrence podemos ver como de la pasión sexual se pasa a un sentimiento de fusión, de unidad con el otro, y como, a través de ello, se adquiere una sensación de trascendencia y de serena belleza. Al mismo tiempo, Úrsula percibe el fuer te sentimiento de su individualidad y de Ia gratitud que comparte con su amante. En términos psicoanalíticos, que no siempre son los mejores para describir el amor, podríamos decir que esta experiencia amorosa produce un abandono pasajero de las fronteras de Ia personalidad, o mejor dicho, una expansión - incluso, una invasión de las barre​ras de Ia personalidad hacia Ia sensación subjetiva de confundirse con las raíces biológicas de Ia existencia. AMOR Y SOCIEDAD La experiencia del amor sexual ofrece al hombre las más intensas vivencias placenteras, como lo menciona Freud en El malestar y la cultura. El a mor genital esta​blece el prototipo de toda felicidad, aquella que nos induce a seguir buscando en el terreno de las relaciones sexuales todas las satisfacciones que permite Ia vida, de manera que el erotismo genital ocupa el centro de Ia existencia del hombre. Sin embargo, Freud advirtió que este camino conduce a una peligrosa dependencia frente a una parte del mundo exterior, frente a Ia per​sona que elegimos amar, porque esto nos expone a los mayores sufrimientos cuando el ser que amamos nos desprecia o cuando nos lo arrebata Ia infidelidad de Ia muerte. Por esto, a través de Ia historia de Ia humani​dad, muchos sabios han tratado insistentemente de convencer a los hombres para que desistan de Ia elec​ción de este camino pues, como dijo Periandro, "el amor es una de las grandes crisis de Ia vida: mata o salva", y sólo una pequeña minoría logra hallar Ia felici​dad en el amor.

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FREUD Y EL AMOR Según Freud, para lograr esto el individuo debe som​eter Ia función erótica a vastas e imprescindibles modificaciones psíquicas. Las personas que integran esta minoría se independizan del consentimiento del objeto (Ia otra persona), es decir, de si el otro acepta o no ser amado, de tal manera que el acento queda establecido en Ia propia acción de amar y no en Ia de ser amado por el otro, lo que se traduce en una protección contra Ia perdida de I a otra persona, dirigiendo su amor en igual medida a todos los seres, en vez de colocarlo sobre personas determinadas. Evitan las peripecias y defraudaciones del amor genital, desviándolo de su fin sexual; es decir, transformando el instinto en un impulso coartado en su fin: el objetivo de esto es amar por amor, y nada más. Esa actitud de ternura etérea e imperturbable, ya no conserva gran semejanza exterior a Ia agitada y tempestuosa vida amorosa genital de Ia cual se ha derivado. Santo Tomas de Aquino fue, para Freud, quien tal vez llego más lejos en Ia utilización del amor para lograr una sensación de felicidad interior que facilita Ia satisfacción del principio del placer. Este tipo de amor se ha vinculado en múltiples ocasiones a Ia religión. Cierta concepción ética pretende ver en esta disposición al amor universal por Ia humanidad y por el mun​do Ia actitud más excelsa a que puede elevarse el ser humano. Sin embargo, Freud hizo dos objeciones fundamentales al respecto cuando asevero con firmeza que: "un amor que no discrimina, pierde ante nuestros ojos buena parte de su valor, pues comete una injusticia frente al ser amado; y, además, no todos los seres humanos merecen ser amados". AMOR CONTRA CULTURA Más tarde Freud explicó en que forma el amor se opone a los intereses de Ia cultura y esta a su vez lo amenaza con sensibles restricciones. Nosotros sabemos, por ejemplo, que Ia familia no está dispuesta a renunciar al individuo, lo cual automáticamente le dificulta a este individuo ingresar de manera plena al ámbito social. El desprenderse de una familia requiere de mecanismos madurativos muy intensos, tanto por parte de los pa​dres, como de los hijos. Quizá a esto se deba el que Ia sociedad no apruebe en un momento dado la formación de una pareja que en cierta medida actúan ​menoscabando sus fines, puesto que Ia tendencia será Ia de formar una nueva familia. Ya sabemos que Ia cultu​ra, según nos dice Freud, se ve obligada a sustraerle a Ia sexualidad gran parte de Ia energía psíquica necesaria para su propio consumo. Freud no encontraba justificación alguna para que Ia cultura restringiera Ia elección del objeto (Ia persona elegida) en el individuo sexualmente maduro, prohibie​ra Ia mayor parte de las satisfacciones extra genital es por considerarse perversión es y menoscabara al amor genital heterosexual debido a las restricciones impe​rantes de Ia legitimidad y de Ia monogamia. Freud nos advirtió del peligro de pensar que una actitud contraria por parte de la sociedad civilizada no sería completa​mente inofensiva, 72

ya que no alcanzaría todos sus propósitos, puesto que Ia vida sexual del hombre civilizado ha sufrido un grave perjuicio y en ocasiones llega a parecernos una función que se halla en plena proceso evolutivo al igual que lo están nuestra dentadura y nuestra cabellera, que son dos ejemplos orgánicos. A veces creemos advertir que Ia presión de Ia cultura no es el único factor responsable, sino que habría algo inherente a Ia propia esencia de Ia función social que nos priva de satisfacción completa, impulsándonos a seguir otros caminos. Sostenemos más o menos el mismo concepto, al derivar Ia antítesis entre cultura y sexualidad, del hecho de que el amor sexual constituye una relación entre dos personas, en Ia que un tercero solo puede desempeñar un papel superfluo o perturbador, mientras que, por el contrario, Ia cultura implica necesariamente relaciones entre mayor número de personas. En Ia culminación máxima de una relación amorosa no subsiste interés alguno por el mundo exterior; ambos amantes se bastan a sí mismos y tampoco necesitan un hijo común para ser felices. En ningún caso como este, el Eros traduce mayor claridad al núcleo de su esencia, su propósito de fun​dir varios seres en uno solo; pero se resiste a ir más lejos, una vez alcanzado este fin de manera proverbial, en el enamoramiento de dos personas LA CONSERVACION DE LA ESPECIE Lógicamente, Ia comunidad no se conforma con esto y exige lazos libidinales para establecer potentes identifi​caciones entre sus miembros, poniendo en juego Ia máxima cantidad posible de libido con un fin inhibidor (es decir, sin que su objetivo sea sexual), para reforzar los vínculos de comunidad mediante los lazos amisto​sos. Esto exige una restricción de Ia vida sexual. Aun no comprendemos, dice Freud, Ia necesidad que impulsó a Ia cultura a adoptar este camino y que fundamente su oposición a Ia sexualidad. Si se decretara Ia completa libertad de Ia vida sexual, suprimiendo pues Ia familia, célula germinal de Ia cultura, entonces, es verdad, sería imposible predecir que nuevas caminos seguiría Ia evolución de esta. "Hasta que Ia filosofía no consolide el edificio de este mundo, natura regulará sus engranajes con el hambre y el amor", escribió Schiller, y Freud respondió: Bien podría considerarse al hambre como repre​s entante de aquellos instintos que tienden a conservar al individuo; el amor, en cambia, tiende hacia los obje​tos (las personas escogidas): su función es primordial, favorecida en toda forma por Ia naturaleza, reside en Ia conservaci6n de Ia especie

EL AMOR ¿FIN O MEDIO? Santo Tomas de Aquino dijo que el amor no solo se encuentra en todos los poderes del alma, sino también en todas las partes del cuerpo. Pero no es solamente el poeta quien habla metafóricamente del amor como Ia fuerza creativa que engendra y renueva, o 73

como el poder que extrae todo lo habido y por haber hacia una unidad de paz, preservando a Ia misma naturaleza contra las fuerzas disruptivas del odio y Ia violencia. La imagen del amor aparece incluso en el lenguaje de Ia ciencia. La descripción de Ia atracción y Ia repulsión magnética, por ejemplo, pide prestados algunos de sus términos fundamentales del vocabulario de las pasio​nes cuando se habla del "amor" del hierro por el imán, etcétera. Todos los grandes poemas de a mor son siempre contemporáneos y afines a nosotros. Y sin embargo tene​mos Ia sensación de que cada amor es único e irrepetible; un mundo en sí mismo, incomparable, sin barreras en el tiempo y en el espacio. Así lo sienten los amantes, pero aun para el que observa, entre los amores más grandes que ha conocido Ia humanidad parece no haber un elemento común. Parece haber un mundo de diferencia entre el amor de Paris y Elena en La Ilíada , el de Andrés y Natasha en La guerra y Ia paz; de Tom Jones y Sofía , don Quijote y Dulcinea, Jasón y Medea, Otelo y Desdémona, Dante y Beatriz, Fausto y Margarita, Marco Antonio y Cleopatra, Odiseo y Penélope, Adán y Eva. NARCISISMO EL AMOR POR SI MISMO En Ia obra de Shakespeare, Ricardo III indica que no puede amar a nadie porque no se ama a sí mismo: "¿Por qué debo amarme a mí mismo? ¿Por algo bueno que me haya hecho a mí mismo?" El amor propio (que en psicoanálisis se llama narcisismo), compite con cual​quier otro amor en Ia vida del humano. Impele a Ia acción a Aquiles, Odiseo, Edipo, Macbeth, Fausto, y encuentra su prototipo en el casi infinito "amour pro​pre" de Lucifer en El paraíso perdido de John Milton. El narcisismo es un proceso madurativo que ocurre a temprana edad en el humano. Tener una imagen de u no misma, buena, mala, parcial o incompleta, con​duce a que nos queramos o nos odiemos y es indispensable para entender Ia manera en que nos relacionamos con los demás. Como en todos los procesos del ciclo vital del individuo, el proceso narcisista puede sufrir complicaciones y quedar fijado en mayor o menor grado, y de ella dependerá el tono emocional de nuestras relaciones. Así como nos vemos y nos queremos a nosotros mismos, amaremos, despreciaremos, utilizaremos, rechazaremos o aceptaremos a los demás. Uno es Ia medi​da y el instrumento de todas las casas y de todas las relaciones que tengamos con otro ¿AMOR = DESEO? "¿Qué es lo que produce Ia delicia? ¿Amar o ser amado?", se pregunta San Agustín en sus Confesiones. Pero no solamente pienso en Ia medida del amor de mente a mente que da brillantes vínculos a Ia amistad; sino en toda aquella lodosa concupiscencia de Ia carne y los ardores de Ia juventud, lo cual nubla y sobrecoge mi corazón, de tal forma que no puedo diferenciar entre el claro brillo del

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amor y Ia niebla del deseo sexual.

Los distintos amores requieren ser estudiados bajo di​ferentes enfoques: psicológico, teológico, moral, filosófico, literario, etcétera. El estudio del amor se complica más si hemos de armonizar y diferenciar entre amor y deseo. Algunos piensan que la diferencia estriba en el predominio de motivos egoístas para el deseo, y altruistas para el amor. A veces se llama "amor de deseo" al amor sexual. En contraste, se dice que el amor de amistad, por importar más el bien del otro que el propio, demanda menos y es altruista. En el amor romántico que se presenta en algunas parejas durante Ia primera fase de su formación, intervienen motivos posesivos y altruistas a Ia vez, donde estos últimos se ven magnificados por Ia exagerada idealización del amado. Existe una pluralidad de amores que difieren en sus objetivos, en su tendencia y en su expresión, y resultaría casi absurdo tratar de clasificarlos, y ordenarlos y darles explicación. Todos nos hemos preguntado alguna vez si un solo amor es suficiente para regir el corazón, si existe un amor que incluya a todos los otros amores, si existen jerarquías, subordinaciones, diferencias en el amor. ¿Qué buscamos en el amor? ¿Acaso buscamos lo bueno y lo bello en el otro para dejarlo ahí y desde ahí admirarlo? ¿O lo queremos para nosotros mismos, exi​giendo y demandando que nos sea dado? ¿Nos buscamos a nosotros mismos y así buscamos lo bueno y lo loable, o lo tosco y lo odiado? ¿Es una búsqueda emocional, o es una búsqueda de seguridad y de supuestas comodidades? Los amantes forman parte de estas interrogantes y de las respuestas a estas preguntas, porque en ellos encontramos a Ia vez todos los cuestionamientos, todas las interrogantes y los misterios del amor.

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Conclusión

Cuando Fedro invitó a Sócrates a tomar asiento bajo Ia sombra generosa de unos arbustos, en un prado que a Sócrates le recordaba el templo de Artemisa, Fedro le dijo, a propósito de los amantes: Cuando cesa Ia pasión los amantes se arrepienten de Ia bondad que han mostrado; pero los noamantes, que son libres y no tienen ninguna compulsión, no tienen arrepentimiento que valga, puesto que ellas prodigan sus beneficios de acuerdo con Ia medida de su habilidad y en Ia forma que más conviene a sus intereses.

No cabe duda que uno de los intereses fundamenta​ les del ser humano es buscar Ia compañía y el afecto de sus congéneres, pero sobre todas las cosas busca el amor. El amor es parte de Ia naturaleza y un derecho del ser humano. ¿Explicaría esto Ia existencia de los amantes? Todos los sistemas tienden hacia un estado de equi​librio. El hombre también busca dentro de sí, y en sus relaciones con los demás, una armonía que le brinde quietud, bienestar y satisfacción. Se puede decir que, de una u otra manera, nuestra vida es un continuo esfuerzo por Ilegar a un equilibrio emocional, personal, económico, intelectual. Vivimos siempre con Ia esperanza de poder corregir esto o aquello, y una vez que lo hemos logrado, esperamos que dure lo suficiente antes de recomenzar el proceso. Hemos visto que Ia raíz de las relaciones humanas se encuentra en Ia de Ia madre con el hijo. Cuando existen problemas no resueltos entre el individuo y alguno de los padres, o los dos, hay una gran probabilidad de que tenga una relación conflictiva con su pareja. Es entonces cuando un amante representa una alternativa, un camino distinto 76

que va en sentido contrario al camino habitual de las otras relaciones. En este sentido, el amante representa Ia esperanza de alcanzar todo aquello de Ia que se ha carecido: libertad, individualidad, autoestima, amor. Tal vez significará Ia ruptura con los vínculos simbióticos maternos y de Ia pareja. A veces Ia presencia de un amante funciona como un catalizador para que esto suceda, a veces no. Cuando se logra hemos vista cómo existe Ia posibilidad de que el individuo, más libre y más seguro de sí mismo, logre nivelar el desbalance ocurrido con su pareja. Con esto no pretendo decir que un amante sea Ia solución para todos los problemas que afectan a Ia pareja; confío en que el lector entienda que aquí sólo he descrito algunos casos tal y como ocurren en Ia clínica donde, de hecho, a menudo resulta difícil identificar quien es el amante y quien Ia pareja. Sabemos que en algunas ocasiones Ia presencia de una amante ayuda a algunos incluidos a manejar algún objeto interno conflictivo, es decir, Ia representación de alguna persona importante en ese cajón de cosas buenas y malas. Por ejemplo, una madre que nos obligue a portarnos de una forma débil y sumisa, etcétera. Dicho de otro modo, el hombre necesita a alguien con quien compartir íntimamente su vida, sus dudas y sus problemas. A menudo un amante suele liberar al individuo de ciertas presiones sociopolíticas. Por ejemplo, si una persona pertenece a un grupo social y religioso muy estricto, un amante puede representar, aunque sea fugazmente, Ia libertad y Ia osadía que de otra manera permanecerían inexpresadas. Un amante tiene que ser alguien que responda al llamado de nuestros objetos internos (Ia representación de las personas relevantes en Ia historia de cada uno que existen en nuestro cajón imaginario de casas buenas y malas). Por esto vemos que en Ia mayoría de los casas, el amante es igual a Ia pareja o es Ia antítesis de ella. Un amante ofrece alguna ventaja psicológica ya sea en el aspecto positivo: amor, autoestima, etcétera; o en el negativo como ocurre cuando en él depositamos nuestras fallas y debilidades para deshacernos de ellas momentáneamente. Así, un amante nos ayuda a equilibrar nuestra vida emocional. La necesidad que todos tenemos de aliviar nuestro sufrimiento interior muchas veces puede llevar a Ia idealización del amante. En este sentido, el amante resulta ser algo así como un espacio libre y sin conflicto: una tierra milagrosa que, desde luego, tiene un efecto y una duración que no suelen ser muy prolongados. El amante también está sujeto a un contrato en el cual Ia parte inconsciente clama por obtener ese Iugar único donde el resto del mundo está excluido. Por esto Ia relación de amantes es tan fugaz, porque necesariamente entra en conflicto con Ia realidad. Pero si se acepta y se maneja Ia realidad adecuadamente, es posible que ocurra una de dos casas: que desaparezca el amante, o bien que se convierta en una pareja que tiende, siempre, a seguir Ia evolución de todas las parejas. 77

Los amantes nos dan Ia sensación de que podemos pasar por encima de las reglas establecidas por Ia sociedad, nos permiten traspasar al reino de lo prohibido. Por definición, el ser amante rompe con las reglas del hombre y con las de Ia formación de Ia familia, mas no con las caprichosas reglas del amor. Sin embargo, para que aceptemos a alguien como amante es indispensable que reconozcamos en él o en ella un objeto familiar. Aquí, al igual que como sucede en Ia pareja, no cualquiera puede ser amante de cualquiera. Es precisamente en el amante donde se localizan los rasgos o vivencias que están prohibidos por el incesto y el tabú. Por lo general estos rasgos se refieren a características de los padres, los hermanos, familiares cercanos, etcétera. Estas características han sido negadas en Ia pareja y un amante suele hacerlos resaltar y entrar en actividad al levantarse Ia represión. Por eso aquí se puede describir al amante como hacienda las funciones de una prótesis donde se apoya el que no puede hacerlo normalmente con su pareja, por alguna de las múltiples razones que ya hemos mencionado. El amante recuerda Ia eternamente añorada simbiosis con Ia madre: ambos son fábrica de quimeras e ilusiones, baluartes contra el impulso destructivo y contra Ia muerte. Pero justo es decir que un amante también puede ser el depósito de todas las rabias y frustraciones de un ser que busca enloquecidamente el amor. Sobre todas las cosas, el amante es permisividad y holgura. Por lo tanto, puede brindarle a Ia relación una soltura que no obliga a expresar ningún compromiso emocional, positiva o negativamente. Pues, por dar un ejemplo, los amantes pueden permanecer juntos sin mostrar nunca una verdadera agresión, cosa que difícilmente tolera una pareja que funciona con normalidad. De igual manera, pueden pasar inadvertidos los componentes homosexuales del individuo, o los restos de Ia sexualidad infantil y de las etapas de adolescencia. Con esto no quiero decir que las relaciones con el amante sean superficiales; son, si así se puede expresar, diferentes en su tonalidad y expresión, pero no son superficiales. Si así fuera se convertirían en simples encuentros sin importancia, y el amor de un amante puede ser todo menos epicúreo. Con frecuencia el amante suele ser el producto fugaz de una mente desconsolada que no ha podido encontrar en Ia pareja Ia protección contra sus propios impulsos destructivos, contra su propia agresión no catalizada, como sucede en las parejas consolidadas. Visto de esta manera, el amante suele ser el héroe o Ia heroína que pretenden rescatar al individuo de un historial de fracasos sentimentales, o bien, como sucede en muchos casos, el amante es un síntoma de que algo anda mal en el delicado equilibrio de Ia pareja. La pareja es el origen de Ia vida, no solo biológica, sino también psíquica y emocional. Es dentro del espacio que forma este mini sistema donde se observan con mayor exactitud los linderos entre normalidad y patología; es aquí donde se presentan 78

los funcionamientos psíquicos tan arcaicos. Aquí el absorber, devorar, ser devorado, morirse de amor, de rabia o de celos, son cosas del el diario vivir. Aquí, Ia eterna ambivalencia amor-odio encuentra el mejor medio para expresar su plenitud y su infinita gama de modalidades. ¿Qué haríamos sin este valioso ámbito donde se proyecta Ia agresión que puede tamizarse y neutralizarse haciéndole perder sus elementos destructivos? ¿Qué haríamos sin una pareja que provee el crisol donde se templan los impulsos y se reorientan adecuadamente? Sin ese otro que es como el espejo de uno mismo, y que nos ofrece Ia certeza de ser y de existir, ¿cómo podríamos encontrar el cauce justo? Aunque renuente a admitirlo, el hombre necesita protegerse constantemente contra ciertos aspectos arcaicos y mal controlados de su personalidad que, como rezagos de su historia y crecimiento, quedan siempre pendientes como testigos de su pasado primitivo. Una relación profunda con Ia pareja atempera Ia fuerza de nuestras pulsiones y Ia orienta hacia Ia fusión de dos seres, produce Ia erotización mutua y da Iugar al alivio sublime del orgasmo. Además de permitir Ia expresión pasional profunda, Ia relación sana con Ia pareja se finca sobre bases afectivas que con el tiempo se vuelven más tranquilas y serenas. Esta empresa a largo plazo se convierte en un mini sistema con todas las reglas y lineamientos de los grandes sistemas; dio permite su autorregulación y su homeostasis. En Ia pareja Ia ternura acompaña a Ia pasión y Ia sensualidad amorosa va de Ia mano con el sexo impetuoso. Los psicoanalistas franceses que estudian Ia pareja opinan que Ia vida en pareja resulta tan atractiva, que a veces se espera demasiado de ella, y es justo aquí donde radica su mayor fragilidad. Yo coincido enteramente. Muchas veces se espera que Ia vida en pareja, o Ia pareja misma, proporcione placer, confort, seguridad, diversión, aventura, sexo, aprecio, ternura, bienestar, etcétera, por lo que, cuando obviamente no brinda todo lo deseado, aparecen Ia desilusión, las demandas, reclamos, ataques, pleitos. Para Ia gran mayoría resulta difícil entender lo que Ia pareja es y no es; lo que da y lo que no puede ofrecer. La pareja no es un fin en sí mismo y, como dice el estudioso Jean Lemaire: "conviene prevenir contra una mistificación contemporánea peligrosa, que exalta las virtudes de Ia vida en común como si fuera una panacea personal y social". La pareja es un grupo muy particular que tiene un funcionamiento específico, con sus ventajas e inconvenientes. Pero, sin duda alguna, Ia pareja es nuestro alter ego más precioso. La vida en pareja y el amor son algo relativamente novedoso en Ia historia y aún falta mucho por estudiar. Quien sabe si algún día puedan llegar a ser del todo comprensibles. Es necesario investigar estos fenómenos en las diferentes formas en 79

que se proyectan en una sociedad tan compleja como Ia contemporánea. Para ello seguramente se necesitará todo un equipo de especialistas provenientes de las diversas ramas en las que se ha dividido el estudio del hombre. Por mi parte quise dejar a un lado las consideraciones éticas, religiosas, legales y morales para centrarme exclusivamente en lo que un psicoanalista como yo ve en su trabajo cotidiano. Si profundizamos en Ia conflictiva del hombre, tendremos que vernos como pareja algunas veces y como amantes otras porque nosotros mismos somos los amantes. México, febrero de 1990

Glosario Ansiedad. Afecto que presenta características distinti​vas de disgusto o desasosiego. Sentimiento de im​potencia para hacer algo en una situación de importancia personal. En el sentido psicoanalítico, la ansiedad se presenta ante la presencia de un conflicto inconsciente. Ansiedad de castración: Miedo que siente ele niño de tres a cinco años ensu debilidad frente a la agresión proyectada en la figura paterna; temor a sufrir el daño o la pérdida de sus órganos genitales. Autoestima: Apreciación positiva realista de sí mismo. Autonomía: El funcionamiento que el yo logra alcanzar en relativa independencia de los conflictos. Carácter: Psicoanalíticamente es el aspecto dela personalidad que refleja en al forma habitual que tiene un individuo para armonizar sus necesidades internas y las demandas del mundo externo. Carga afectiva: Es el significado emocional que un individuo le confiere determinados objetos (personas), eventos, etcétera, haciéndolos emocionalmente significativos para él. Complejo de Edipo: Atracción erótica del niño hacia la figura parental del sexo opuesto, agresividad hacia la del mismo sexo proyectada a ésta. Compulsión: Situación de verse compelido, desde lo intrapsíquico, a realizar actos que no necesariamente se desean realizar. Consciente: La parte de la vida mental que el individuo conoce y que está regida por la lógica y la experiencia. Culpa: Conciencia de que se ha violado algún tipo de código que viene acompañado de 80

un sentimiento de arrepentimiento y de disminución de la autoestima. Depresión: El estado depresivo se caracteriza por los sentimientos subjetivos de tristeza, baja autoestima, desesperanza , culpabilidad, y un interés disminuido hacia las actividades exteriores. Desidealización: Quitar las características ideales que se han querido ve en una persona. Elección de un objeto: Acción de hacer importante un objeto desde el punto de vista emocional y hacerlo frente de una gratificación instintiva. Elementos psicopáticos: Aquellos que se encuentran esencialmente en el psicópata , pero que pueden existir sin formar una verdadera personalidad en algunos individuos. Ello: Estructura psíquica, parte del aparato mental. Representa el total dde los deseos instintivos. Es inconsciente. Envidia del pene: Deseo y frustración que supuestamente tiene la mujer en determinadas etapas de su desarrollo infantil. Se refiere a la envidia por no tener pene o la posición que tiene el hombre en la familia y en la sociedad. Erotismo: Excitación, urgencia, búsqueda de gratificación de las necesidades sexuales. Etapa anal: Etapa del desarrollo psicosexual en la que la libido se moviliza al esfínter anal y al movimiento voluntario. Ocurre durante lis segundo y tercer años de vida. Etapa fálica: Período del desarrollo psicosexual en el que la líbido es movilizada al pene, y éste adquiere un significado simbólico. En esta etapa tienen lugar las modalidades de relación edípica. Etapa genital: Etapa de la vida en que el individuo alcanza la genitalidad. Las zonas erógenas secundarias se supeditan a los genitales. Etapa oral: Período del desarrollo psicosexual en que la líbido se encuentra investida en la boca . Las relaciones son de dependencia y el objeto de gratificación es el pecho de la madre. Corresponde al primer año de vida. Fantasía: Representación mental consciente o inconsciente de la gratificación de un deseo insatisfecho . Fusión: Mecanismo mediante el cual se pierden los límites del yo . Implica la pérdida de la identidad y del sentido de la realidad. Genitalidad: Estado de madurez en que la búsqueda de gratificación erótica gira en torno a la heterosexualidad, y las zonas erógenas han quedado supeditadas a los genitales. Histeria: Tipo de neurosis caracterizada por represión mediante la conversión del impulso en manifestaciones físicas. Homeostasis: mantener un proceso de autorregulación, ya sea psicológica o metabólica, óptima para el bienestar y la sobrevivencia. 81

Idealización Mecanismo defensivo primitivo mediante el cual se disocian los aspectos negativos de un objeto ( de una persona o sí mismos) negándolos. Identidad: La experiencia de sí mismo como entidad única inherente y coherente. Identificación: Proceso inconsciente mediante el cual el individuo se hace semejante al otro en uno o varios aspectos. Impulso: Urgencia que impele a la obtención de la gratificación del deseo. Inconsciente: La calidad de no ser consciente. Instinto: Energía psíquica innata. Los instintos humanos incluyen loa de autoconservación, sexuales y, para algunos autores, los agresivos, los instintos del yo, los gregarios y sociales. Otros autores incluyen también el instinto de muerte. Introyección: Proceso de asimilación mediante el cual se desarrolla la representación mental de un objeto. Latente: Relativo a un fenómeno psicológico que no se hace consciente. Masoquismo: Perversión en la que el sufrimiento físico o psicológico está erotizado y mediante el cual se obtiene gratificación consciente o inconsciente. Narcisismo: Estado del aparato psicológico pregenital en el que el niño estima sus capacidades a un nivel de omnipotencia. Amor a uno mismo en oposición al objeto amado(amor hacia otra persona). Cierto grado de narcisismo se considera sano, pero un exceso interfiere en las relaciones del individuo con los demás. Objeto: Representación mental de una persona, parte de ella, o inclusive, parte de su cuerpo, que ha adquirido la cualidad de ser una fuente de gratificación instintiva. Obsesión: Una idea, emoción o impulso que en forma repetida e insistente se establece en la conciencia aunque no sea bienvenida. Personalidad: La imagen de la persona y sus formas de reaccionar percibidas por otros. Personalidad psicopática: Una persona cuyo comportamiento es predominante amoral o antisocial; se caracteriza por actos impulsivos e irresponsables tendientes a satisfacer solamente los interese inmediatos y narcisistas -sin consideración por las obvias e implícitas consecuencias sociales-, acompañados por una mínima evidencia de culpa y ansiedad. El término psicópata es insatisfactorio para algunos autores y utilizan en su lugar el de sociópata. Proyección: Mecanismo defensivo que opera inconscientemente, atribuyendo a otros los afectos que nos son aceptables para el individuo. Psicosis: Enfermedad mental en la que hay rompimientos con la realidad y en la que aparecen mecanismos defensivos psicopáticos. Regresión: Retorno psicológico a un nivel anterior de adaptación, adopción de una 82

conducta apropiada a una edad anterior del desarrollo que no concuerda con la edad ni el estado social del individuo. Represión: Mecanismo defensivo en contra de la ansiedad y la culpa. Mediante este mecanismo, afectos, fantasías, deseos, etcétera, que son admisibles, son puestos fuera del alcance del consciente, continuando su operación dentro del sistema inconsciente. Self: Sí mismo. Sistema: Se refiere a un conjunto de fenómenos psicológicos que obran en conjunto. También (en la teoría de sistemas), el formado por el conjunto de individuos que interaccionan como tal, por ejemplo: el sistema familiar. Superyo: Estructura psíquica, conjunto de demandas e idealizaciones introyectadas. Yo: Una de las tres estructuras psíquicas (o instancias intrapsíquicas; yo, ello, superyo), formada por las funciones que median con las otras dos instancias y con la realidad.

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[1] Cuaderno de Psicoanálisis, vol. XIX, julio-diciembre de 1986. [2] • James Joyce, Retrato del artista adolescente, Madrid , Alianza Editorial,1980.

[i] Ackerman, N.W., The psychologie of family life, Nueva York, Basic Books, 1958.

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Índice Para entender el amor LOS AMANTES LA PSIQUE Y LOS SISTEMAS INTERNOS EL PSICOANALISIS Y LOS SISTEMAS EN GENERAL LA TORRE DE BABEL ENFERMEDAD O SALUD MENTAL: EXPRESION DE LAS RELACIONES DEL INDIVIDUO EL BEBÉ Y SU MUNDO INTERNO LOS PADRES CRISOL DE UN NUEVO SER LA IDENTIFICACIÓN PROYECTIVA LA FAMILIA EL MAPA INTERNO IDENTIDAD Y AUTOESTIMA EL ARTE DE LA "DESPOSESIÓN" LA DETENCIÓN DEL DESARROLLO EMOCIONAL LA FAMILIA SIMBIÓTICA Y SIMBIOTIZANTE RETROALIMENTACIÓN NEGATIVA LA BASE DE LOS SISTEMAS HUMANOS LA ELECCION LA AMBIVALENCIA DEL DESEO RECIPROCIDAD SATISFACCIÓN “LÍTOST” O LA PROPIA MISERIA LA ADOLESCENCIA: UN LUGAR ADICIONAL ENCUENTRO, RESONANCIA Y DISPONIBILIDAD EL CICLO VITAL DE LA PAREJA EL CONTRATO Y LA CAPACIDAD DE INTROSPECCIÓN INCUMPLIMIENTO DE CONTRATO 88

8 8 8 9 9 10 11 11 12 12 13 14 15 15 16 17 18 19 19 20 20 20 22 23 23 24 25

LA ENCRUCIJADA EDÍPICA PRIMERA FASE DE LA PAREJA PRISIONERO DEL MUNDO INTERNO PAREJA Y SOCIEDAD UN AMANTE O LA INVASIÓN DELLGRUPO EN LA PAREJA EL GRUPO: MARCO DE LA PAREJA ANTONIO Y JULIETA LA IDEALIZACION AMOR PLATONICO LA SIMBIOSIS COLUSION Y DESENGAÑO EL MITO FAMILIAR SUMISION Y SUFRIMIENTO DEPRESION Y DEVALUACION TERESA ILUSION DE AMOR EL LABERINTO DE LA SOLEDAD RETRATO DEL JOVEN ADOLESCENTE DESIDEALIZACION O RUPTURA DE LA SIMBIOSIS EL TEMOR A LA SIMBIOSIS LA RUPTURA DE LA SIMBIOSIS LUCIA E IGANCIO NI JUNTOS NI SEPARADOS AGRESION EL RETORNO DE LO REPRIMIDO ORIGEN DE UN AMANTE EL RETORNO A LA HOMOSEXUALIDAD LOS IMPULSOS HOMOSEXUALES ENCUENTRAN UNA SALIDA EL RETORNO DE LO PREGENITAL HISTORIA DE UN AMANTE LOS AMANTES Y EL AMOR 89

26 27 28 28 29 29 31 33 34 34 37 39 39 39 41 42 42 43 44 46 47 48 49 50 52 53 54 54 57

EL EPICUREÍSMO EL MITO DE AGAMENON Y CLITEMNESTRA LA HISTORIA SE REPITE AMOR Y ENAMORAMIENTO AMOR E IMPOSIBILIDAD EL ESPEJO DEL LENGUAJE IDENTIDAD SEXUAL Y ANSIEDAD DE CASTRACION JUEGOS PELIGROSOS EL DOMINIO ABSOLUTO DEL FIN LA DEFINICION PSICOLOGICA DEL SEXO LOCURA NO ES PASION AMOR Y SOCIEDAD FREUD Y EL AMOR AMOR CONTRA CULTURA LA CONSERVACION DE LA ESPECIE EL AMOR ¿FIN O MEDIO? NARCISISMO EL AMOR POR SI MISMO ¿AMOR = DESEO? Conclusión Glosario

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