Padres-e-Hijos Kenneth Wapnick

May 2, 2018 | Author: Si Mismo | Category: Adults, Love, Decision Making, Truth, Jesus
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Descripción: Algo curioso de un curso de milagros...

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PADRES E HIJOS: NUESTRO SALON DE CLASES MÁS DIFICIL LECCIONES SOBRE “UN CURSO DE MILAGROS”

Kenneth

Wapnick, Ph.D.

CD 1 1.- “Padres e hijos, nuestro salón de clases más difícil”: creo que el título es por demás ilustrativo. Me gustaría saber si todos coincidimos que se refiere a una doble perspectiva, vale decir al punto de vista de ser niño y crecer, y al de un padre que aprende respecto a su relación. En primer lugar quisiera referirme brevemente a algunas lecturas que hemos recomendado, ya que ellas tocan diversos aspectos de lo que hablaremos. Las tres primeras lecturas del texto: “Creando versus la imagen propia”, “La enseñanza y el aprendizaje adecuado” , y “El ego y la falsa autonomía”, lidian con el problema de la autoridad, ya sea del punto de vista del padre como del niño; las siguientes dos lecturas, tomadas del texto “Ilusión y realidad”, y “La elección de la plenitud” son de las más importantes, desde el punto de vista de las relaciones especiales, ya sea de un modo teórico, como de la pura experiencia práctica. práctica. Su punto medular es destacar como cualquier circunstancia en la vida nos ofrece una oportunidad para perdonar, de la cual nadie puede escapar, ya que es inherente a la relación padrehijo. Hay tres niveles de enseñanza de los que nos habla Jesús: el incidental, que sucede por única vez y no volvemos a experimentar, el segundo es el que está circunscripto a un cierto tiempo, pero que es intenso, dando lugar a valioso aprendizaje, y el tercero que se refiere a experiencias de vida, que permanecen con nosotros por siempre. En esta categoría ubicamos a aquellas relacionadas con nuestras esposas, así como entre padres e hijos, a las cuales nos referiremos en el curso de estos 3 días. Mi idea original, al diseñar la estructura de la charla, era dividirla en dos secciones: el perdón desde el punto de vista del padre, y el perdón desde la perspectiva del niño; sin embargo, si lo analizamos en detalle, ambos aspectos están interrelacionados, y son aplicables a todas las figuras de autoridad, no solamente parentales, parentales, siendo su base la experiencia de ser un niño y crecer. 2) Me gustaría comenzar por leer parte del mensaje que Jesús le dio a Helen para Bill: una de las lecturas que asignamos de “La enseñanza y el aprendizaje adecuado”, al comienzo de la unidad 4, está ampliamente basada en dicho mensaje

y en la relación padre-hijo, motivo por el cual la estaremos leyendo. El contexto, sin embargo, es diferente: Bill, que era un excelente orador público, con una magnífica voz y sentido del humor, le aterraba hablar en público, y más aún enseñar.

Esto sucedió en el semestre de primavera de 1966, y el curso comenzó en otoño de 1965; se le solicitó a Bill que ofreciera un curso de psicología a nivel universitario, lo cual le resultaba intimidante. De hecho, Helen tuvo que brindarlo junto con él, y el mensaje se le brindó para ayudarlo con su bloqueo, el cual estaba originado en un conflicto de autoridad. Extraeremos un fragmento de fin de la unidad 3, eliminando aspectos personales y enfocándonos en lo general. “Como se ha frecuentemente afirmado, nadie adopta TODAS las actitudes de sus padres como las suyas”. Lo que Jesús hace aquí es

relacionar los miedos de Bill con los de sus padres, pero Helen señala que sólo una parte de las actitudes parentales se adoptan, habiendo un proceso de elección propia al crecer. Por ejemplo, Bill no retuvo las creencias políticas de sus padres, por creerse autónomo en ese aspecto; en una palabra, Bill decidió libremente sobre qué aspectos él sería libre, y sobre cuáles se sentiría atado, utilizando excusas para explicar porqué esta determinado en algunas áreas y no en otras. El punto en cuestión es que es mentira que nosotros somos lo que nuestros padres desean que seamos, o que hayamos abrazado la opción de estar atados en el pasado para justificar lo que somos ahora, o lo mal que nos sentimos. No hay ningún fundamento real en este sentido: no obstante, una teoría sicológica desarrollada en la década de los 60 llamada “la teoría de la madre esquizofrénica”, se enfoca en

como culpamos a nuestros padres, incluso de esta enfermedad. 3) Ahora explicaremos que es lo que sucede en el caso de Bill: debe haber alguna aguda cuestión en SI MISMO que lo hace propenso a considerar excesivamente consideraciones ajenas sobre su propio valor. Esa cuestión debe ser considerada como punitiva; no podemos justificarla en el hecho que los padres tienen la autoridad, y los hijos son inocentes i nocentes e indefensos, ya que ello no es así; esto debe ser entendido en el nivel de la mente, y no del cuerpo, lo cual analizaremos más tarde. Esta diferencia es puramente temporal, y una cuestión de maduración: no durará en la medida que no nos aferremos a esa cuestión; es puramente ilusoria, y en la medida que crecemos nos transformamos en una réplica física y emocional de nuestros padres, eliminando dichas diferencias, claro está si no nos aferramos al pasado. La culpa nunca está basada en el pasado, sino en una decisión presente de HACER RESPONSABLE lo que sucede hoy en día, en cuestiones ajenas a nuestro control, que pasaron en el ayer. Una de sus experiencias pasadas es que sus padres nunca lo valoraron: Bill tenía una hermana mayor que falleció durante su infancia, y sus padres quedaron desconsolados al respecto. Cuando Bill era muy joven, desarrolló una enfermedad llamada fiebre reumática, por lo que quedó muy delicado; cuando finalmente se recuperó, é l recuerda haber recibido el claro mensaje de sus padres de que “murió el niño equivocado”. Si bien esto no es específicamente mencionado, es parte del contexto, y es algo difícil de olvidar; veremos más adelante que un padre no puede ser afectuoso y dedicado si aun retiene consigo este tipo de conflictos: el secreto

para ser un padre íntegro es haber superado estas percepciones arraigadas en la niñez, y fundamentalmente el decir “las percepciones de mis padres sobre mí son responsables de mis propias percepciones. 4) También nos habla de una vez que el padre de Bill ingresó a la oficina de este último furioso, y “destrozó” la misma. Pues bien, cuando est o sucedió, resulta claro que Bill de algún modo debe haber permitido que su padre efectuara semejante acción. Lo que queremos decir no es que Bill es RESPONSABLE de que destrozaran su oficina, pero a cierto nivel lo debe haber permitido; el comentará este episodio en numerosas oportunidades, demostrando la importancia que le otorga en su propio pensamiento distorsionado. Ahora analicemos cuántas veces hemos contado, una y otra vez, incidentes sucedidos en el pasado, que no tiene ti ene porque ser lejano, ya que puede pu ede ser reciente, o incluso ayer; con qué frecuencia referimos episodios de abuso físico y emocional que tenemos en la memoria. Le pagamos muchísimo dinero a un terapista para narrar ese evento una y otra vez, dándole indirectamente gran importancia ya que de algún modo deseábamos que pasara. Insisto, no es que seamos responsables de esos hechos, sino solamente de que nos aferramos, de que no los DEJAMOS IR. Algo está descomponiéndose en nuestra conciencia, y no es lo que sucedió, sino la culpa que genera el hecho que ese algo nos haya sucedido. El punto de la enseñanza de Jesús, para Bill, Helen y todos nosotros es que nadie está justificado en verse a sí mismo como una víctima inocente de tratamiento injusto; y si así nos vemos, es porque de una forma subliminal “queremos” ser tratados injustamente. Si yo me percibo como víctima inocente, y me aferro a ello, no hay forma que pueda evitar ser así en mi relación padre-hijo, ya sea en el ver que mis hijos son injustos conmigo, o en mi caso abusando en mi autoridad. Cuando abuso en mi autoridad, hay una parte inconsciente que desea que ello suceda. ¿Por qué entonces nos aferramos tanto, aun cuando el propio Bill Bi ll asume la importancia del hecho diciendo “¿Cómo pudo hacerme esto? ”, la respuesta de Jesús es que su padre realmente no se lo hizo a él; su padre se lo hizo a la oficina, o en su caso a sí mismo, pero no a Bill; cualesquiera fueran las percepciones del padre de Bill, el problema se genera porque Bill establece un nexo conectivo diciendo “me lo hizo a mí”. Ese es el quid de la cuestión: nadie nos hace algo a “nosotros”, nos lo hacemos a nosotros mismos, proyectándolo, y así nos sentimos victimas. El punto de Jesús es que debemos aceptar responsabilidad por nuestras propias decisiones y culpas; si bien no somos responsables de lo que otros hacen, sí lo somos de tomar la decisión que esos hechos nos AFECTEN. Esos eventos podrán afectar nuestro cuerpo, pero no debemos dejar que afecten nuestras mentes. La pregunta de “cómo pudo hacerme …” es en realidad

una exteriorización de que nos sentimos víctimas; no debemos aferrarnos a ello y dejar que nos condicione por siempre.

5) La pregunta que Bill debe hacerse con total honestidad es si está de veras dispuesto a demostrar que su padre no lo ha lastimado. A menos que así sea, el no está pronto para perdonar, lo cual es una cuestión medular en este curso; la forma en que uno demuestra la habilidad para perdonar es a través de su invulnerabilidad a los ataques. Lo central es un cambio de pasar a centrarse en el cuerpo, que es vulnerable, vulnerable , a la mente, que no lo es: puedes haber herido mi cuerpo, auto, cuenta bancaria, pero no a mi esencia. El curso no está escrito para niños, en el sentido físico, que no están maduros para esta capacidad de perdonar, sino para “niños” en un sentido emocional, lo que

Jesús le está diciendo a Bill es que su problema de inseguridad frente a la clase está relacionada con su incapacidad para perdonar a sus padres. “Yo no puedo enseñar, porque tú me heriste, elegiste a mi hermana sobre mí. Eso es lo que hacemos cuando contamos nuestras historias una y otra vez, en una percepción distorsionada del efecto que ha tenido en nuestra forma de ver las cosas, por ejemplo, cuando contamos una y otra vez un evento del pasado distante o reciente en el cual un profesor o jefe han sido injustos, y ello nos hace sentir “mejor” en la

medida que refuerza nuestra percepción de sentirnos víctimas. 6) Jesús afirma que cuando hablamos de sicoterapia, enseñanza o paternidad, tenemos una situación que es básicamente la misma, en el sentido que las dos partes no son iguales, sea profesional-paciente, profesor-alumno o padre-hijo. Nadie puede sobrevivir independientemente mientras esté dispuesto a ser juzgado a través de los ojos de los demás; ahora bien, como niño es muy difícil no ser visto a través de los ojos de los padres, pero en el caso de Bill, el error es aferrarse a ese concepto para justificar que su vida profesional o emocional no sea exitosa. Los niños tienen egos plenamente desarrollados, ellos piensan “yo estoy aquí, pero yo no pedí venir aquí”; los padres no crean ese ego, solamente lo refuerzan.

Debemos aceptar que somos mucho más que una imagen, ya que si nos centramos sólo en esto nos convertimos en idólatras, sustituyendo la imagen pura que Dios tiene de nosotros por nuestras propias imágenes, e invitamos a las personas que nos rodean a reforzar esas imágenes distorsionadas. 7) Bill no tiene justificación justificación alguna para para perpetuar perpetuar una imagen imagen ya que el ser ser persona es mucho más que eso, lo que se aplica a cada uno de nosotros. Usualmente sustituimos la entidad pura y gloriosa que Dios creó por nuestras propias percepciones, haciendo responsables a nuestros padres de transformar criaturas inocentes en víctimas, y no recordando en qué momento preciso sucedió dicho proceso. Nos vanagloriamos de tener una personalidad, pero decimos “yo no la hice”; en la medida que admitimos la posibilidad que personas del presente, pasado o futuro nos puedan lastimar, no estamos dispuestos a aceptar quiénes somos en realidad. Esta es una forma peculiar de narcisismo, en el sentido estricto de estar centrado en nuestra propia imagen y creer que el mundo gira en torno a nosotros, afirmando “Me lo hicieron a mí”

8) Los padres padres de Bill tuvieron percepciones percepciones equivocadas de su hijo, y ello obstaculizó que accedieran al verdadero conocimiento. Sin embargo, no hay motivo para que esas percepciones obstaculicen el conocimiento propio de Bill. Sin embargo, es cierto que una persona creerá que efectivamente le hicieron algo, lo cual es altamente peligroso y destructivo para su conocimiento; esto no es sólo cierto referente a la relación padre-hijo, sino a la relación con amigos. En efecto, podemos creer que debemos responder a sus percepciones, como si fueran ciertas, y al vernos afectados, o reaccionar en forma auto-destructiva, estamos aprobando sus percepciones viciadas. Ellos nos ven de cierta manera, pero eso no es necesariamente necesariamente de la forma como somos. Nadie tiene el derecho de cambiar de acuerdo a diferentes circunstancias; es nuestra OBLIGACION el establecer, sin dejar lugar a dudas, que no estamos dispuestos a alinearnos o identificarnos con percepciones equivocadas que otros tengan de nosotros. 9) Si un maestro se enfoca en factores totalmente irrelevantes tales como las condiciones físicas del salón, número de estudiantes, horarios, etc. perderá el conocimiento de su verdadero objetivo, del conocimiento de lo que cada relación interpersonal debe ser. No es veraz afirmar que las diferencias di ferencias entre alumno y maestro sean duraderas; lo cierto es que su encuentro está destinado a abolir dichas diferencias. Al comienzo, ambas partes se encuentran sobre una base de no igualdad en términos de habilidad y experiencia, y el foco del maestro es proporcionarles más de lo que es temporalmente suyo. El maestro les da más a los que menos tienen, aproximándolos a un plano de igualdad con sí mismo, creciendo como persona al mismo tiempo. Hay un interés común, compartido, y la confusión a menudo se genera porque ambas partes no ganan las mismas cosas, ya que no NECESITAN las mismas cosas: si así fuera, sus respectivos, aunque temporales, roles no conducirían a un beneficio mutuo. La liberación de miedo y aprensiones puede ser lograda por maestro y alumno SOLAMENTE si no se comparan en términos de sus necesidades o posiciones de autoridad, conocimiento y experiencia. 10) Presumiblemente, los niños deben aprender de sus padres; al mismo tiempo, los padres obtienen obtienen conocimiento conocimiento pero de diferente tipo. Lo mismo mismo sucede en el caso del maestro-alumno: maestro-alumno: los niños sólo tendrán tendrán un conflicto conflicto de autoridad si admiten que su imagen es influenciada POR la autoridad. Esto configura un acto de VOLUNTAD de su parte, ya que están optando por percibir la autoridad equivocadamente equivocadamente y CONFERIR el poder a otra persona persona externa.

Un MAESTRO con problemas de autoridad es solamente un alumno que se niega a enseñar: lo que él desea es mantenerse en una posición de autoridad en la cual pueda ser malinterpretado, lo cual a su vez lo hace estar resentido contra la enseñanza, ya que subliminalmente subliminalmente está aferrado aferrado a la idea que alguna vez sus padres, maestros o figura de autoridad le hicieron objeto de abusos. 11) En 1908 Freud escribió en un ensayo titulado “Cuestiones familiares” que “la liberación de un niño de la autoridad de sus padres es consecuencia consecuencia del crecimiento y una de las etapas más necesarias, pero al mismo tiempo dolorosas, de su desarrollo.”

No se refiere a una rebelión en el sentido estricto, sino a aceptar que nos liberamos cuando reconocemos que nuestros padres no tienen auténtica autoridad sobre lo que somos, lo que conlleva es un estado de maduración normal. En una palabra, hemos logrado crecer, cuando estamos prontos a liberarnos de la carga de que nuestros padres nos digan qué debemos ser, y cómo debemos ser. Una implicancia es que, a menos que resolvamos esto que Freud conecta con el complejo de Edipo, nunca seremos realmente libres, sino solamente adultos que no han resuelto este conflicto de autoridad. En ese sentido, la teoría de Jesús es la misma que la de Freud: los conflictos de amor-odio deben ser resueltos para que seamos plenos y felices.

CD 2 1.- Como hemos afirmado, un maestro con conflicto de autoridad es en realidad un alumno que se niega a enseñar a otros; lo que él desea es mantenerse en una posición en la cual pueda ser objeto de una percepción equivocada, o ser malinterpretado, malinterpretado, como forma de auto-justificarse. Haciendo una analogía, un padre con conflicto de autoridad es un hijo que se niega a actuar como padre y obrar con verdadera madurez. Tal maestro con conflicto de autoridad últimamente últi mamente se comportará en forma inmadura, ya sea procediendo autocráticamente, autocráticamente, con tiranía, o permitiendo el ser atacado por sus alumnos. Esto es lo que le sucedía a Bill, ya que él seguía reflejando las concepciones equivocadas equivocadas de sus padres, en lo que constituye un comportamiento comportamiento inmaduro, pues no se hace cargo de su actual voluntad. Esto lo hace estar resentido con la enseñanza, debido a lo que él “cree” que se le ha hecho.

Para Jesús, la única forma de abandonar este particular aspecto del desierto de culpa, es “dejando ir” tales percepciones, no aferrarse: hay que liberarse de tales obstáculos, y de todas las personas involucradas en el mismo, negándose absolutamente a condescender con esos errores. Jesús dice que la forma de llegar a la verdad, es no negándola: para ello, no debemos participar en una percepción equivocada, la de basar la imagen de uno mismo en los conceptos de los demás, y así renunciar a nuestra libertad. Ni el maestro ni el alumno están realmente prisioneros del aprendizaje, la enseñanza o aún el rehusarse a enseñar, a menos que estas sean usadas como una forma de atacar a aquel que momentáneamente se halla en una posición de autoridad diferente. 2.- Continuando este concepto, el rol de un maestro, o de un padre, adecuadamente adecuadamente concebido, es el de guiarse a sí mismo y a otros fuera del desierto de separación, no dando al alumno/hijo autoridad sobre sí, y no creyendo que el alumno/hijo tiene autoridad, por ejemplo al perder el control y enojarnos con ellos. Cada vez que levantamos la voz, y no somos pacientes, con una mira punitiva  –  no  no estamos hablando de poner límites, lo cual es necesario - de alguna forma el niño se sentirá triunfante, y no estaremos escuchando a Jesús; todos pierden por la intolerancia: i ntolerancia: padre, hijo, maestro, alumno. Vale referirnos al punto de vista bíblico, donde nosotros le hacemos perder la paciencia a Dios, lo hacemos enojar: el secreto de ser un buen padre es no dar el poder a nuestros hijos para hacernos enojar, y después sentirnos culpables por ello, o dejar que nos hagan sentir culpables La gran falacia es pensar pensar que los padres son responsables responsables del destino de un niño, ya que los niños tienen egos totalmente desarrollados: ellos pueden y deben hacerse cargo de sus decisiones llegado el momento de la madurez, nunca afirmando “mi padre es responsable de mis errores pro fesionales, mis relaciones de pareja”.

Cuando no tomamos las acusaciones de nuestros hijos a pecho, no estamos siendo padres irresponsables, irresponsables, o lavándonos las manos: estamos simplemente reafirmando el poder de la conciencia, de sus decisiones y voluntad, y no negándola. Lo que Jesús nos dice es que debemos evitar que nuestros hijos u otras personas cercanas nos arrastren al arenero de la culpa; en lugar de ello, debemos ayudar a que cada ser cercano, niño o adulto, y a su debido momento, asuma su propia responsabilidad. 3.- El valor de guiarse a uno mismo y a los semejantes fuera del desierto no puede ser subestimado, ya que Jesús dedicó su vida al mismo: repetidamente, él les pidió en el Nuevo Testamento a sus discípulos, “Levántate y anda”. En otras palabras, para que los discípulos puedan, a su vez, ser buenos maestros, deben interpretar sus enseñanzas como el propio Jesús, y para ello él ha hecho un esfuerzo total en enseñarles a no tener miedo: en el momento que están prontos para caminar a su lado, ya no habrá diferencias; ese es el rol de cualquier persona que ostente la autoridad, emplearla de tal forma que al final del proceso dicha autoridad desaparezca desaparezca en el contexto de la paz y el amor. El objeto último de toda enseñanza es eliminar el miedo, la autoridad, como formas para llegar a la verdad. Un error frecuentemente frecuentemente cometido por sicólogos, educadores y el clero, es concebir el rol de un padre o maestro como como el rol de Dios; un maestro no es es verdaderamente la autoridad, sólo está temporalmente ostentando dicho rol, hasta que sea abolido, en términos de forma. En suma, debemos comprender la diferencia entre ser autoritario –  lo  lo cual contradice estos conceptos conceptos  –  y  y actuar con autoridad, en pos de un bien mayor. El que es autoritario, no puede  –  y  y no sabe  –  enseñar  enseñar realmente. 4.- Bill estaba en lo cierto al afirmar que este curso  –  El  El Curso de Milagros - es un pre-requisito para el suyo. Sin embargo, estaba afirmando mucho más que eso: el propósito de este curso, es el de preparar para el auténtico conocimiento, en cualquiera de sus formas. formas. De igual modo que Jesús, si llegamos a ser ser como él, si lo seguimos, podremos enseñar al resto; y enseñar implica mostrar respeto a quien enseñamos, enseñamos, ya que nos separa meramente una diferencia de forma: por ende debemos aprender a escuchar, escuchar, sin juzgar, ni criticar, ni destratar, ni poner a nadie en un pedestal. 5.- Cada vez que decimos que podemos funcionar en ciertos roles y no en otros, lo que realmente estamos haciendo es evitar el asumir compromisos; por ejemplo, si Bill cree que está lidiando li diando con la cuestión del miedo al meramente funcionar como un administrador o maestro de internados, se está solamente engañando a sí mismo. Ciertamente, debe respetarse más: no hay nada más trágico que mentirse a uno mismo, ya que ello implica que nos percibimos como criaturas tan poco valiosas, que el auto-engaño es más valioso que la verdad. Por lo tanto, o bien podemos afrontar todos los roles que estamos destinados a cumplir, o realmente no funcionamos en ninguno de ellos: es una cuestión del todo o nada.

6.- Es importante precisar este concepto: o somos capaces o no, - lo cual ciertamente no significa que podamos hacer “realmente” todo -, pero sí nos habla de tener una actitud orientada a los milagros. Cuando Bill dice “no puedo enseñar”, él está cometiendo los mismos errores de los que habló previamente,

cuando actuó como si las leyes l eyes universales del amor, paz y felicidad aplicaran para todos “excepto” a él mismo. Esto no es sólo arrogante, sino flagrantemente falso;

las leyes universales deben deben aplicársele, aplicársele, a menos que él no exista, por el sólo hecho de su existencia, ya que todos somos hijos de Dios. PREGUNTA DE LA AUDIENCIA: “¿Podría ser más más específico sobre cómo afecta a Bill la relación con sus padres, padres, en términos de sus pro blemas actuales? “ RESPUESTA: “Freud habló de un concepto llamado “repetición compulsiva”, por

el cual nos vemos inducidos a repetir comportamientos comportamientos que nos marcaron una y otra vez: Bill cree que ha sido rechazado y herido por sus padres, y se aferra a ello. Además, tiende a estar cerca de personas que lo “traicionan” o lastiman, como ha n hecho”. Es forma de auto- justificarse, y decir “mis padres, amigos, todos lo han

una necesidad para él, porque su mundo se basa en eso. En términos prácticos, en el caso de los terapeutas o padres, es importante no contra- atacar cuando seamos atacados por pacientes/hijos, para que ellos no estén en actitud defensiva. En suma, enfrentemos posibles ataques con actitud de reflexión y paz (optando por el milagro), como una forma de proporcionar verdadera enseñanza. P: “¿Qué sucede cuando como padre traslado lo que supuestamente me hacen mis hijos, por ejemplo no los llamo, si no me llaman? “

R: Lo primero es reconocer que es un problema nuestro, y no de nuestros hijos. Lo segundo es no culpar nuestros problemas de adulto a lo que nos paso como niños, aferrándonos de ese modo a nuestro ego. Subliminalmente, quizás estamos repitiendo algo que nos pasó; hay que reconocer lo que estamos haciendo en el momento para ser libres y felices, f elices, asumir la responsabilidad por decisiones actuales, y no conectadas con el pasado; lo que sucedió en la niñez es un hecho pasado, lo que importa es que estamos rechazando el amor en la actualidad. P: “¿Podría hablar sobre cómo se conecta la cuestión de con El Curso de Milagros?”

los sentimientos de culpa

R: Bill cree que merece que su oficina sea destrozada, o que sus alumnos lo destraten, ya que ostenta sentimientos de culpa por hechos del pasado. Pero eso está en su inconsciente. La culpa es una experiencia sicológica del pecado pero no es tangible, ya que acontece acontece en el nivel de conciencia; por ejemplo, ejemplo, cuando decimos “me siento culpable”, eso es solamente un pensamiento.

CD 3

c aso de cuando tuvo que hacerse cargo de sus 1) PREGUNTA: “Un participante contó el caso padres a una edad muy temprana, asumiendo responsabilidades muy grandes para su edad; me gustaría comentara sobre esas situaciones en las cuales los niños deben hacerse cargo de sus padres, actuando como niños y adultos al mismo tiempo.”

RESPUESTA: Probablemente no haya nada más devastador para un niño que ser el padre de sus padres; esto sucede cuando los padres comienzan a tratar a sus hijos como si fueran sus iguales, o adultos. Recuerdo una oportunidad en que estaba trabajando en un campamento de verano; mi labor consistía en un trabajo de investigación referente a ir a entrevistar familias. En uno de los hogares, uno de los padres llamaba a su hijo de 7 años, “papá”; lo

realmente horrible no es que sólo lo llamara así, sino que lo trataba de ese modo, como un igual. Un niño es un niño, y esto puede llevar al comportamiento abusivo, ya sea físico, psicológico o sexual, en el cual él se transforma en objeto de satisfacción, necesidad o de sadismo. Hay muy poco que el niño pueda hacer al respecto, y por supuesto que si la el organismo competente constata un problema así puede llegar a tomar cartas en el asunto; para el niño en cambio, ya es más difícil. Sólo puede tratar de sobrevivir a este período conflictivo, y luego como adulto, tratar de ver las cosas desde una óptica diferente. Pero no cabe duda, este comportamiento es tan dañino como no dar al niño responsabilidad de ningún tipo, infantilizándolo: puedo citar el caso de una ocasión en la que mi padre me solicitó recoger de la lavandería unas camisas, y el costo ascendía a un dólar. Por lo que le dije a mi padre, “yo lo cubro”, y el se indignó, no aceptándolo de ninguna manera.

Recordemos que la única familia que es totalmente libre de ego es Dios y su hijo; ninguna otra familia es perfecta: la mayoría de nosotros tenemos alguna historia que contar, a la que nos aferramos con culpa e indirectamente nos comparamos con los que nos rodean, “Mira lo que me pasó”, o “Mira lo que me hicieron”.

A veces un abuso flagrante es mucho más fácil de lidiar que uno sutil; no es una situación fácil, pero por lo menos es claro. Lo difícil es el caso en que un padre le dice a un hijo que lo ama, y después lo trata como si lo odiara.

2) P: “¿Puede comentar sobre lo que es en realidad tener preocupación de madre, por ejemplo, es válido cuando me preocupa cómo le va a mi hijo en su trabajo? ”

R: Cuando tenemos esa clase de preocupaciones, en realidad lo que tenemos es una inquietud de ayudarlo a tomar una nueva decisión, a nivel de conciencia. También nos afecta la posible culpa de pensar que no hemos hecho lo correcto como padres, pues sentimos que cualquier cosa que sucede es últimamente nuestra responsabilidad. Cuando nuestro hijo tiene 10 años es normal que estemos más involucrados en temas de forma, pero cuando tiene 30 el punto medular es aceptar que eso es lo que él desea hacer, aunque estemos en la certeza que está absolutamente equivocado. No le diremos que está equivocado, ya que es su decisión, la de su ego, ya sea la de elegir una pareja no recomendable, o un trabajo insalubre. El mensaje que debemos darle es que cualesquiera sea su decisión, está en lo correcto, ya que vuestra relación de amor no está en peligro; es un conflicto de amor, no de contenido, que es el amor de Jesús. Por ende, a menos que específicamente soliciten nuestro consejo, no lo daremos, ya que no importa lo que suceda, igual amaremos a nuestro hijo. En definitiva, este es el mensaje de Dios, que nos ama y nos perdona por encima de todas las cosas: el niño desea saber que no importa si nos desobedece, o si discrepa con nosotros, igual es y será amado.

3) Lo importante es enfocarnos en el contenido, el amor, y no la forma; no hay significado en la forma, y nunca lo habrá. En términos prácticos, cada vez que una relación de familia se transforma en ritual, “te amaré si sacas buenas notas”, “ te amaré si tratas bien a tu hermano menor”, “te amaré si no limpias tu cuarto”, el mensaje es justamente referido a comportamiento. No se trata de poner límites, sino de crear culpa, ya que el mensaje es “mamá estaba feliz hasta que le diste esas noticias”; no se trata tanto de lo que decimos, sino de cómo lo decimos. Pensamos que se trata de amor, pero en realidad se trata de odio; las palabras predican dulzura, pero las actitudes, en el contenido, dicen lo contrario. Jesús habla de honestidad, en sentido de consistencia; cuando nuestras palabras no condicen con lo que hacemos, estamos siendo inconsistentes, y por ende deshonestos. Se trata de buscar hacer lo que profesamos: por ejemplo, es muy común en religión, que le decimos a Dios lo mucho que lo amamos, y muchas veces no lo hacemos. El nos pide que amemos a nuestros semejantes como a él; ahora, ¿lo hacemos realmente? Es una cuestión de doble mensaje en términos de contenido, no un conflicto de forma. El mensaje que debemos dar es el contenido del AMOR, el ser sensitivo a lo que quiere ser o necesita nuestro hijo, no imponerle lo que queremos que sea.

concebida en el nivel de la mente y la 4) P: “En este curso, ¿es la palabra “demostrar” concebida conciencia, o de las acciones efectivas?

R: Todo se trata de la mente, de sentir que Jesús vive dentro de cada uno de nosotros. Cada vez que nos involucramos en temas de forma, elevándolo sobre el contenido, nos alejamos de las enseñanzas del amor; cuando deseamos que nuestro hijo sea el mejor de su clase, o

que saque niveles A, ¿cómo sabemos que es lo mejor para el niño? Pues no lo sabemos: estamos cayendo en la trampa de nuestro ego, de querer imponer lo que pensamos. Recordemos una vez más la definición que da Jesús de “honestidad”: en el caso c aso de un

régimen dictatorial, por lo menos recibimos lo que vemos, lo que no significa que sea bueno; pero sí es visible, y por ello más fácil de solucionar que un caso sutil o encubierto.

5) P: “Me gustaría clarificar una vez más los efectos de poner a los hijos límites; ¿es ello válido siempre y cunado me mantenga en el contexto del amor de Jesús?

R: “Efectivamente, cuando ponemos límites debemos hacerlo con amor, sin ánimo punitivo;

es como el caso de dos maestros, uno que es didáctico y paciente, y otro que es impaciente y que grita a sus alumnos, inspirando miedo, pero en el primer caso, tendrá lugar un aprendizaje más efectivo. No podemos negar que a veces los efectos en términos inmediatos del miedo pueden ser aparentemente eficientes, en la medida que es breve, y directo, “nuestros subordinados nos

obedecen”, “el niño limpia el cuarto”, pero tengamos en cuenta del mismo modo que los beneficios a corto plazo se pierden, y los efectos del miedo, y de priorizar la forma sobre el contenido, a largo plazo, serán sin duda devastadores. En suma, enfaticemos: el propósito de este curso es visualizar la preeminencia del contenido del amor, sobre la forma, pues de eso se tratan todas las relaciones.

6) P: “¿Puede ser válido, en este contexto, un tipo de amor “estricto”, imponiendo límites e incluso, a veces demostrando dureza?”

R: “El amor es un concepto abstracto, y por ello puede tomar diferentes formas: no podemos

establecer una colección de principios, como siguiendo la corriente, ya que a veces el amor está lleno de obstáculos, a veces es dulce, pero a veces lleva a ser más estricto. En ese sentido no hay paradigmas, que funcionen universalmente; en este curso hay pocas reglas, la esencial es el perdón, y el dejar de lado la culpa y el triunfo del ego. Yo diría que no debemos decir “nunca gritaré”, porque a veces el amor tomará diversas diversas

formas, que funcionarán para una pareja, o para una relación y no para otra; recordémoslo, y tengamos la necesaria flexibilidad.

7) P: “Puede suceder, como abuela, que a veces vea comportamientos disfuncionales entre mis hijos y nietos, y en dichas ocasiones tienda a pensar que me cabe responsabilidad, por lo que debería intervenir; ¿cómo me conviene manejar semejantes situaciones?”

R: “En primer lugar, recordemos que no tienes la responsabilidad primaria, primaria, por más que

desees intervenir; solamente si tu hija te consulta al respecto, debes darle tu opinión y no dejar que la culpa de posibles errores que hayas cometido como padre, desvirtúen tu acción. Si bien es difícil visualizar que algo malo va a suceder y no intervenir, lo único que podemos hacer es promover que nuestros hijos a que tomen acción, pero dándoles la necesaria libertad para hacerlo”.

8) P: “¿Cómo puedo estar segura de que soy una buena madre, o lo suficientemente buena, siendo una persona exitosa en lo profesional?”

R: “Esta es, en suma, la preocupación fundamental de todos; “aún cuando hago las cosas lo saludable aceptar mejor posible, quizás no sea lo suficientemente bueno”. Es muy honesto y saludable

que tenemos estos miedos, y estas limitaciones, y quizás no logremos hacer todo perfecto: dicho esto, debemos tener cuidado con proyectar esto frente a quienes nos rodean, ya sean hijos o alumnos. Como hemos visto, esto de algún modo implicaría aferrarnos al hecho que somos responsables por el destino de los que nos rodean, sintiendo culpa y de alguna manera muy subliminal, deseando justificar nuestros fracasos y responsabilizar a alguien de hacernos alumnos”, decimos “es “es nuestra víctimas. En vez de decir “es la decisión de nuestros hijos, o alumnos”, culpa”, aferrándonos al hecho que somos naturalmente el hogar de la oscuridad y la desesperación.”

9) Jesús nos dice que Dios a veces no puede entrar dentro de los enfermos, física o emocionalmente, ya que se aferran a la culpa, la protegen, y la convierten en la razón de nuestra existencia. “No soy lo suficientemente bueno”; de algún modo pareciera que aquellas personas enfermas de culpa se quejan de su desgracia, y al mismo tiempo inconscientemente se regocijan. Pero olvidan que nuestros padres o nuestros seres queridos, no nos hicieron así, yo me he hecho a mí mismo a través de mis propias decisiones. Nuestros trabajos, relaciones no van a ser perfectas, ya que nada lo es; pero si no logramos la paz, eso tendrá que ver con lo que hemos decidido. Parte de este curso es enfocarse en nuestra atracción por la culpa, el aferrarnos a ella y el ver como nos impide seguir adelante: la auténtica libertad implica ser conciente de este importante aspecto.

CD 4 Hay dos cuestiones sobre las que quiero hablar hoy, una de ellas es el ser padre, y la otra es ser niño, sobre todo niño adulto.

1) PREGUNTA: “El mensaje que creo haber recibido de mi padre es que no me amaría a no ser que obtuviera buenas notas en el colegio; lamentablemente, lamentablemente, creo haber reflejado demasiado de eso en la educación de mis tres hijos, uno de los cuales está a seis semanas de graduarse. Por lo tanto, ¿cómo me aconseja manejar la situación de aquí en más?” RESPUESTA: “En primer lugar, sea consciente de todo el stress y dolor que le ha

causado, y de cómo su vida ha sido totalmente creada basada en eso; entienda la importancia de esta cuestión, que no es tan grave en el sentido de esperar rendimiento académico, académico, sino en el de dar amor condicionado. Asimismo, vea su origen, y visualice la oportunidad dorada de abrir los ojos de una vez por todas; cuestiónese, y simplemente deje de hacer lo que está haciendo, de condicionar su amor; no le dé más importancia que la que realmente tiene. Lo que le va a permitir dejarlo de lado es ver claramente lo mal que ha estado; incluso puede pedir perdón a su hija mayor, y hacerle sentir que no importa los grados que logre, igual la amará. De algún modo, usted sentirá que ha nacido de nuevo.”

2) El ser humano desde tiempos inmemoriales se ha encomendado a hacer que todo, las cosas en general funcionen, ya sea la pareja, el trabajo, las relaciones. Desgraciadamente, Desgraciadamente, ello se logra en la menor parte de los casos, pues no podemos cambiar los eventos que suceden a nuestro alrededor, desde un punto de vista formal, pero sí en su contenido. Yo tengo el poder para cambiar mi mente; sólo puedo hacer una cosa perfecta, el perdonar; así, puedo aprender a perdonar y aceptar las imperfecciones en mí, y la gente que me rodea.

3) P: “¿Podría hablar de la culpa que se siente cuando no aceptamos libremente la llegada del amor?”

R: “Bueno, esa es una de las armas de doble filo de este curso; hemos dicho que

uno de los puntos medulares es el aceptar que no somos responsables por todo lo que nos rodea, sino solamente de nuestras propias decisiones y de aferrarnos a eventos traumáticos del pasado, a través de la culpa. Pero al mismo tiempo, debo

reflexionar sobre cómo estoy de alguna forma rechazando a Jesús, a su amor, y eso me provoca culpa; esa es la principal lección, el poder ver estamos activamente, deliberadamente deliberadamente eligiendo en contra del amor de Dios, y no sentirme culpable. Debemos ser pacientes con nosotros mismos y no sentirnos culpables por una decisión que originalmente tomamos: esa es la lección importante.”

4) P: “¿Puede comentar desde el punto de vista psicológico cual es su opinión sobre las perforaciones corporales o “piercing?” R: “Las personas hacen cosas extrañas con sus cuerpos, perforaciones en sus

ombligos, orejas; estoy seguro que originalmente ponerse caravanas caravanas en las orejas sonaba extraño, pero los tiempos han cambiado. Para la gente que lo hace, es algo tan normal como afeitarse o ponerse maquillaje; en sentido riguroso, todo lo que hacemos con nuestro cuerpo sería una forma de mutilación, en la medida que estamos tratando de hacer más atractivo o castigar algo que es diferente. Debo reflexionar sobre porqué lo hago, qué efecto estoy buscando, cual es mi actitud referente a lo que hago; pero en resumen, no es algo diferente dif erente de lo que otros hacen. Sólo porque yo no lo haga, no significa que sea bueno o malo.”

5) Hemos discutido la importancia importancia de no transformar a los niños en adultos antes de tiempo, o de considerarlos nuestros nuestros iguales, de no sobrecargarlos sobrecargarlos con cargas inadecuadas para su edad; ahora quiero leer algo que he publicado en un artículo llamado “El arte de perdonar” basado en la novela “El Arco Iris” del autor DH Lawrence; el contexto se refiere al rol de padres e hijos. Lawrence escribió esta novela a los 27 años, y refleja una increíble madurez; debemos destacar que cuando fue publicada en Inglaterra, fue originalmente prohibida por ser considerada obscena, a pesar de no contener ninguna referencia al sexo. Es la historia de tres generaciones: en la primera narra la relación de Tom y Lidia, que tiene ti ene gran tensión en los primeros años de matrimonio, que eventualmente resuelven. resuelven. Su hija, Ana, se transforma en la segunda generación. generación. Lawrence describe el refugio perfecto en el que se siente la niña cuando ve que sus padres se aman, y por ende, desde ese momento no tiene nada que temer. Lo peor que podemos hacer es quedarnos con nuestra pareja si ésta no debe seguir, simplemente por cuestión de que tenemos niños; si amamos a nuestra esposa, automáticamente amaremos amaremos a nuestros hijos, de lo contrario estaremos usándolos como armas contra nuestra pareja, y lo que es peor, el niño se dará cuenta. Muy posiblemente crecerá crecerá con este conflicto, ya que verá esta deshonestidad; lo mejor es dar mensajes claros, ya que no hay mensaje que no pueda ser entendido o digerido si es expuesto con honestidad.

6) Lawrence escribió una historia llamada “El ganador del caballo”; en él se refiere a como las mentiras son enfermizas, enfermizas, y los lo s niños tienen una gran intuición para descubrir que se les están ocultando cosas. Recuerdo una vez que unos tíos se estaban peleando a golpes de puño, y se me dijo “eso es lo que hacen los adultos, a veces”; en fin, yo considero que es mejor que estar

ocultando lo inocultable. Asimismo, cuando yo tenia 6 años, mi padre contrajo tuberculosis, no se me dijo nada, pero yo veía a mi madre llorar, mi padre no estaba visible, por lo que sabía que algo estaba mal; poco a poco fui descubriendo signos, pero no sabía si era cáncer, u otra enfermedad terrible. Así que le pregunté a mi madre, y finalmente lo dijo: pero estoy convencido que lo mejor hubiera sido que me hubieran dicho que mi padre estaba muy enfermo, porque el niño se va a dar cuenta, se le diga o no. Inclusive, a veces los niños pueden desarrollar una patología para hacernos ver que algo está mal y llamarnos la atención.

7) P: “Mi esposo es un cristiano fundamentalista, y mi hija tras ir a la iglesia, me comentó que el pastor había dicho que todos los que no creen en Jesús van al infierno. Por lo que me pregunta si es cierto, delante de mi marido, y este contesta que sí; ¿cómo debo manejar este tipo de situaciones, debo contradecir a mi marido delante de de una niña de 7 años?” R: “Ciertamente no es una situación fácil, ya que no se debe mentir, y

contradecir a tu esposo puede ser contraproducente y negativo para su relación. Lo que puedes hacer es decirle a la niña que hay cosas en las que mamá y papá no coinciden, pero que ello no significa que no se amen. Las personas tienen derecho a pensar diferente, e igual quererse; puedes darle ejemplos de otro tipo como “a papá le gusta el béisbol, y a mamá leer” para que lo visualice más claro”. Mentirle a la niña, y que se de cuenta, es casi

tan malo como tener constantemente discusiones con tu esposo delante de ella, porque de algún modo puede promover la idea que ella se está interponiendo entre sus padres. Es una lección hermosa, un arco de amor, que la niña se de cuenta que las personas pueden tener profundas diferencias intelectuales y al mismo tiempo amarse profund amente.”

CD 5 1) Quiero referirme a la situación de ser niño, ya que no todos en esta habitación son padres, pero todos de algún modo son hijos. Quiero volver a referirme a la obra de Freud, “Cuestiones familiares” en donde se dice que “la liberación de un

niño de la autoridad de sus padres es consecuencia del crecimiento y una de las etapas más necesarias, pero al mismo tiempo dolorosas, de su desarrollo.”

No se refiere a una rebelión en el sentido estricto, sino a aceptar que nos liberamos cuando reconocemos reconocemos que nuestros padres no tienen auténtica autoridad sobre lo que somos, lo que conlleva es un estado de maduración normal. En una palabra, hemos logrado crecer, cuando estamos prontos a liberarnos de la carga de que nuestros padres nos digan qué debemos ser, y cómo debemos ser. En un sentido esto es la principal definición de crecer: cuando no miramos a nuestros padres como nuestros padres, no hablando en sentido de forma, sino de contenido. Cuando transcurre muchos años y seguimos viendo a nuestros padres como tales, se puede generar lo que Freud refiere como complejo de Edipo, en el cual amamos al padre del sexo opuesto, y vemos como rival al del mismo sexo: el contenido es una relación especial de amor-odio: mientras sentimos que necesitamos algo como apoyo, aprobación, o atención seguimos estableciendo que somos niños, desde un punto de vista emocional, y que nos rehusamos a crecer. De algún modo le estamos dando la espalda al amor de Jesús, y buscando una amor sustituto, en una relación de dependencia y ego. Si tenemos conflictos no resueltos con nuestros padres, significa que estamos eligiendo vernos a nosotros mismos como niños, y que estamos decidiendo culpar a nuestros padres, en vez de vernos como niños de Dios, y a Jesús como nuestro maestro y hermano mayor. Nuestra decisión, en dicho caso, es ser niños del ego, y responsabilizar a nuestros padres de nuestros infortunios o insatisfacción, “yo soy así por culpa de ellos”; esta

cuestión será lo medular de una posible terapia, ya que nos impide crecer, y lograr lo grar una auténtica libertad en el seno de la paz de Dios.

2) A medida que crecemos, muchas veces terminamos haciéndonos cargo de nuestros padres; en ese sentido nos transformamos en “padres del padre”;

frecuentemente frecuentemente debemos cuidarlos o internarlos en una casa de salud y hacernos cargo de los costos, y la paradoja es que esto puede ser visto como una bendición, o una enorme carga. Si yo me siento como un niño que no fue amado, no hay forma que pueda ser un buen “padre para mis mis padres”; tan sólo cumpliré con mi cometido porque la sociedad lo impone, y no porque realmente los ame. Hay una parte de mí que grita “tú no estuviste conmigo cuando te necesité, tú no me

quisiste, ¿porqué debería cuidarte yo ahora?”. En estos casos, especialmente

cuando se trata de enfermedades enfermedades incurables, terminamos siendo pasivamente, o activamente, agresivos, ya que nuestra relación padre- hijo no ha sido “sanada”; esto significa que vemos a nuestros padres como tales, y no como hermanos que caminan el mismo camino. “Sanar” la relación implica comprender que ellos no son ni mejores, ni peores personas, y visualizarlos objetivamente como personas que quizás cometieron errores, que fueron abusivas, pero de algún modo trataron de hacer lo mejor dentro de lo que sus posibilidades le permitieron. De ese modo, los veremos veremos con amor y compasión, compasión, como iguales, ya que hemos hemos realmente crecido en términos de contenido; no podemos realmente amar a nuestros padres en la medida que creamos que son “diferentes”, que tienen algo

que nosotros no tenemos, y que necesitamos; esto no se refiere a que no creamos que son mayores o más sabios, pero el punto es que ya caminamos como iguales, ya tenemos lo mismo que ellos tienen.

3) P: “¿Como aprender a tratar a tu madre como una niña, cuando ella ha sido tu

madre toda la vida? En mi caso, este cambio cambio de autoridad fue muy conflictivo, ya que ella no deseaba darme darme la responsabilidad, en en la medida que siempre lo hizo sola.”

 o R: “Es muy difícil ser un “padre de los padres”, especialmente si ellos no lo ven –  o no desean verlo - de esa manera. Frecuentemente, no sentiremos como hermanos mayores cuidando de un niño malcriado, malcriado, al cual consideramos consideramos un igual, a pesar que el mundo y la sociedad entera lo siguen considerando nuestro padre; como hermanos mayores mayores somos mas sabios, sabios, y debemos cuidarlos dentro dentro de las diversas formas que ellos puedan aceptar y que sean igualmente i gualmente efectivas. Les diremos que somos sus hijos, pero actuaremos como padres, librándonos del ego, y profesando amor y compasión.”

4) P: “Una amiga que conozco está cuidando de su padre de

80 años, y muchas veces afirma que espera que sus hijos lo hagan por ella, pues es su obligación natural, ¿es esto equivocado?”

R: “Responsabilidad no es amor; uno es forma y el otro es contenido; cuando decimos “uno debe hacer esto, los hijos deben….”no es amor. Si la sociedad nos

dice que hacer algo es una obligación, que si no lo hacemos nuestra culpa sería inmensa, o que nos dejarán fuera del testamento, eso no es realmente amor. La esencia debe ser, el porqué no ayudar a hermanos que nos necesitan, que son más más débiles, no porque “debemos” hacerlo, sino porque queremos hacerlo.

De lo contrario, estamos haciendo lo correcto pero por las razones incorrectas; el resultado, en definitiva, no está mal, pero debemos visualizarlo, y ser conscientes de lo que estamos haciendo, y porque lo estamos haciendo. Admitamos que es difícil amar a todos en sentido puro, pero seamos conscientes de nuestros conflictos y culpas, como forma de poder hacer algo al respecto, y realment e crecer.”

5) P: “¿Son aplicables los conceptos que hemos estado hablando a otro tipo de relaciones?” R: “Por supuesto: nos hemos enfocado en la relación padre-hijo, pero siempre que

una persona tiene algo que necesitamos, le hemos dado autoridad. Si bien esta relación es más visible en el caso de padres-hijos, cuando nuestro nieto no nos da un beso y nos sentimos mal por ese hecho, le hemos conferido un poder, una autoridad sobre nosotros, como si fuera un padre. Todo el amor del Espíritu Santo se encuentra dentro de nosotros, ¿que más podemos necesitar? Cuando pienso que necesito algo que Dios no me puede dar, en realidad estoy cultivando el ego, ya que nuestro cuerpo es una maquina gigante de “necesidades”, tales como

afecto, consuelo, apoyo, etc.; esto es especialmente claro a medida que nos ponemos viejos, y estas necesidades necesidades están exacerbadas. exacerbadas. Jesús nos dice que lo único único que necesitamos es capacidad para perdonar, perdonar, en la medida que mis padres no me hicieron feliz, ni arruinaron arruinaron mi vida; como escribió Shakespeare, Shakespeare, todos somos actores de una inmensa inmensa obra en la que somos padres, padres, hijos, esposos, esposos, amigos, u otros roles. El propósito de este curso es darnos cuenta que el amor de Dios es todo lo que necesitamos para ser felices y libres.”

6) P: “¿Cuando afirmó previamente que o bien nos casamos con nuestro padre o madre, como sugiere manejar este conflicto?” R: “Desde un punto de vista psicológico, esto es cierto; ahora bien, lo único que le

puedo sugerir es que debemos practicar practicar el perdón, trabajar en las relaciones honestamente para “sanarlas”, y liberarnos del ego.”

7) P: “Mi madre falleció hace 5 años, y tuvimos una relación difícil que

afortunadamente pudimos pudimos resolver. Ella vivía lejos l ejos de casa, y tuvo que ser hospitalizada; fui a visitarla una vez, y el resto de las ocasiones la llamé por teléfono. Realmente me costó lidiar con la l a idea de saber que ella no deseaba estar en el hospital; a veces siento que no hice mi tarea como hija, trayéndola conmigo o visitándola mas seguido; ¿cuál es su opinión?”

R: “En mi opinión,

te aferras a este hecho, para afirmar que eres una persona terrible, y que no tienes ti enes derecho a ser feliz. Seguramente debe haber infinidad de recuerdos bonitos, y positivos, pero solo eliges recordar esto; el problema no es lo que hiciste o dejaste de hacer, hacer, sino que elijes aferrarte aferrarte a esta justificación; tú hiciste lo mejor que pudiste, ya que no existe hijo, o padre perfecto, y esto está en el pasado. En la medida que no puedes cambiarlo, es lo que decides ahora, esta decisión de aferrarte la que te pesa, porque genera culpa; tu poder radica en decidir no aferrarte, dar vuelta a la página y ser de ese modo libre. ”

maestro-alumno; 8) P: “Ha enfatizado la temporalidad de la relación padre-hijo, maestro-alumno; ahora bien, yo soy una madre soltera, y en realidad no deseo abandonar mi rol, en el cual me siento muy cómoda, ¿estoy cometiendo un error?” R: “El proceso es dejar de lado la forma, y enfocarse en el contenido; en la medida

que te aferras al rol de madre, te estás aferrando a la culpa de no haber sido una madre suficientemente buena, y no puedes borrar los errores del pasado. Ni tus hijos ni tú deben acarrear acarrear el pasado, porque tú has hecho lo mejor que has podido; posiblemente, de algún modo te da miedo asumir tu futuro rol, que puede deparar momentos muy plenos y llenos de felicidad para ti, pero al mismo tiempo es un desafío, y dejar de ser lo que eres actualmente, que es ser madre.”

9) P: “¿Si es imposible amar a alguien de quien necesitamos algo, es entonces imposible que un niño pequeño ame a sus padres?”

R:”Efectivamente, esto es imposible mientras son niños pequeños; sólo amarán

verdaderamente cuando puedan ver a sus padres como sus iguales. No puedes amar a alguien que percibes como diferente, y del que necesitas apoyo, aprobación, pues lo ves como diferente; esas diferencias representan que alguien te sacó algo que era originalmente tuyo, y te crea una relación de dependencia. Cuando le decimos al niño, “besa a mamá y dile que la quieres”, no tiene sentido, ya que el niño en realidad no en tiende aún el concepto de “amor”. Como padres lo que

debemos buscar es ayudar a que nuestros hijos crezcan hasta ser adultos, iguales, para que así puedan auténticamente amar, no basándose en necesidad, sino en una visión pura de interés común; común; las diferencias que son obvias al ojo son superficiales, y ocultan la verdadera unidad subyacente de crecer como padre, y como hijo, y combatir al ego.”

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