Ovidio - Las Tristes (Bilingue)

January 27, 2017 | Author: r.figueroa. | Category: N/A
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BIBLIOTHECA SCRIPTORVM GRAECORVM ET ROMANORVM MEXICANA

P U B L IO O V ID IO N A S O N : Las Tristes R om ánticam ente pudo pensarse que las obras de O vidio compuestas en su e xilio eran sólo el diario de un desterrado, donde —se a fir m a - m enu­ dean la adulación y las lisonjas para A ugusto y su casa; sin em bargo Las Tristes se hallan bien lejos de este global aserto. Ellas nos descubren al O vidio histórico, que alienta ta n to ia burla, el desprecio y la ironía para el poderoso, com o la rebeldía y el ataque personal. El rostro risueño y feliz del "c an to r de los tiernos am ores" se torna a q u í m elancólico y som brío. Atrás quedó el· pro feta de Venus y el pre­ ceptor de C upido, pero un tenue y resistente cordón traba la vértebra m edular desde las primeras a las últim as obras. Con ellas O vidio ha pre­ ten d id o conseguir la realización plena del hom bre en el am plio sendero del apetecible bien, la libertad individual, que fue siempre el vigorizante eficaz de colectividades inconscientes. A fianzándose en ésta, logra en Las Tristes una afortunada fusión —no son tajantes las separaciones— de la alabanza, la ironía y el reproche al em perador, al par que de la c rítica a los vicios de la sociedad, fom entados por la adm inistración augústea, que devastaron el legado tradicional de la R om a gloriosa y triu n fa n te . En todos, pero especialm ente en el libro segundo, el dístico asume el to n o hirien te de la sátira, y su flagelo se convierte, por el ondulante vaivén del c onjunto , y bajo la máscara de la adulación, en el canto vio­ lento a la libertad —lato sensu— y en la defensa del rom ano de su tie m ­ po. El sentir la cercanía de O vidio a nuestra época y a nuestros pro ble­ mas, lo dsbemos en gran parte a la traducción rítm ic a de José Quiñones Melgoza, ceñida —bajo el sistema silábico-acentual— ai genio y a los giros de ia poesía ¡atina; contribu yen a esto m ism o ia inform ació n in tro ­ ductoria, y las notas que explican ambos textos.

PVBLII OVIDII NASONIS TRISTIVM LIBRI QVINQVE

PUBLIO OVIDIO NASON

LAS TRISTES Introducción, versión rítmica y notas de JOSÉ QUIÑONES MELGOZA

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO 1974

O B R A S DE PU BLIO OVIDIO NASÓN L A S T R IS T E S

B IBLIO TH ECA SCR IPTO R V M GRAECO RVM ET ROM AN ORVM M E X IC A N A

IN S T IT U T O

DE

IN V E S T IG A C IO N E S

F IL O L Ó G IC A S

CEN TRO DE E S T U D IO S C L Á S IC O S

Primera edición : 1974

DR' ©

1974, Universidad Nacional Autónom a de M éxico Ciudad U niversitaria. M éxico 20, D. F. D

ir e c c ió n

G eneral

de

P

u b l ic a c io n e s

Impreso y hecho en M éxico

A O vidio y Galo quirites de la era espacial

. . . intra fortunam debet quisque m anere suam. T r., III, 25-26.

INTRODUCCIÓN

Ovidio, conocido por el poeta latino más fecundo,1 vástago de una de las familias del gremio ecuestre, vio la luz en Sulmona, el 20 de marzo del año 43 a. C.2 Su vida transcurrió feliz hasta el año 8 de nuestra era, cuando fue desterrado súbitamente por Augusto. En sus primeras obras: Am ores, A rs am andi, R em ed ia amoris, D e m edicam ine faciei, que no se remontaban al pasado, sino que todas eran presente alucinante y embriagador de su dicha, había cantado la alegría de su vivir.3 Reconvenciones de precaución, o inicios de ma­ durez reflexiva,4 o — ¿por qué no?— amor de glo­ ria y fama como la que ya consagraba a Virgilio5 y a Horacio, lo empujan a salirse quizá de esa ruta para intentar producir obras de más alcance y de enfoque no sólo reflexivo y tal vez doctrinario (M eta m o rfo sis ) , sino de apariencia servil (Fastos), donde surgiese por contraste la ironía velada y la burla interior a las dis­ posiciones de Augusto. Rotos en parte sus sueños, al verse ante los gélidos paisajes de Dobrudja, porción de tierra rumana, donde quedaba enclavada Tomis, hoy Constanza, su musa no lo abandona ni le reprende sus aficiones; por el con­ 1 L. L au ran d , M anuel des études grecques et latines. Paris, 1960-62, II, p. 280. 2 Tristia, IV , x, 3, 7-8, 13 -14. 3 G. Boissier, U opposition sous les Césars. Paris, H achette, 19 13 , pp. 10 8 -11 8 . 4 Ibid., pp. 12 6 -13 2 . 5 Rem. am., 39 5-39 6. IX

INTRODUCCIÓN

trario, lo apoya,6 aunque el poeta juzga de antemano que le habrán de faltar fuerzas para emprender obras de la talla de L as M etam orfosis y de Los Fastos. Fue­ ra de su ambiente, como pez fuera del agua, intenta re­ belarse a su destino; pero no logra evadir con nada el estado depresivo que ahoga su ánimo: estado que no escapa a su análisis, y que no dejará de hacer patente a sus lectores una y otra vez.7 “l

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c o n t e n id o

La primer obra que el poeta produce en su destierro, es un conjunto de cinco libritos de elegías en modo epistolar, a las que no dio ningún nombre específico y que empezó a conocerse como D e tristibus libri quin­ que, cuyo título no convenía del todo a la materia tra­ tada ; después se cambió por Tristium libri quinque. Al fin solamente quedó Tristia: conjunto de cosas tristes o desdichadas, más aún, desdichas, infortunios. M ira qué llevo: nada aquí verás, sólo tristeza. . . III, i, 9. Si alguien de vosotros pregunta, empero, de dónde he cantado tantas cosas dolientes, muchas sufrí dolientes.. . En tanto, ;qu é, si no tristeza, tratarán mis librillos? . . . V , i, 25-26, 47.

Versos que resumen muy bien el contenido: sólo tris­ teza; para el lector, agradable tristeza, muchas veces. 6 T r., IV , i, 87 -88. 7 Id ., V , i, 69-70. X

INTR O D U C C IÓ N

Ripert ha dicho que L as Tristes y Las del Ponto no forman más que un todo, y que son el diario de un desterrado.3 L as Tristes , en sí, vendrían a ser la mitad de ese diario, en que están consignados los hechos sig­ nificativos que conmovían el alma y la vida del poeta : desde una lejana noticia de las armas romanas, que su imaginación aviva (IV, n), o un rumor vago sobre su persona (III, xi), o la simple añoranza de la patria perdida, que sigue sus acostumbrados lujos y regocijos (III, xn), hasta la descripción minuciosa de las últi­ mas horas pasadas en Roma (I, in), la celebración del aniversario de su natalicio (III, xm ), y del de su es­ posa (V, v ) , o la insignificancia de enviar o recibir misivas (III, vn; V, vi, xm ), pasando a contar deta­ lladamente lo que sufría por el clima, el pavor a los bárbaros y la carencia absoluta de medios de cultura: libros o personas doctas con quien conversar (III, m, x; IV, i). El remedio a tantos males será cantar (V, i), aunque ello, según él, le ocasionó el destierro. El libro primero de L as Tristes nos cuenta el viaje a Tomis, desde el momento mismo en que el poeta re­ cibe la noticia del destierro hasta su desembarco en las costas del Ponto Euxino. En él se describen las tem­ pestades que azotaron la nave y aun en qué circuns­ tancias y lugares tuvo que escribir el prófugo. Se aña­ den también algunos agradecimientos para el amigo (amigos) y la esposa del exiliado, que no lo abando­ naron en la hora aciaga, así como el repudio para aquel 8 E. R ip ert, Ovide·. Les Tristes, Les Pontiques. . . T rad, nouv., introd., notes et texte établ. par— . Paris, G arnier frères, 19 5 7 , p. I. XI

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que, siendo uno de sus íntimos, renegó de su amistad por miedo a los delatores. El segundo, además de las alabanzas dedicadas al César y a su familia, es la defensa vigorosa, aunque falaz, del A rs am andi3 porque Ovidio sólo confiesa la causa manifiesta de su destierro.9 Sus argucias resul­ tan motivo perfecto a la fe de los incautos y son la demostración cabal de su aprovechamiento en los ejer­ cicios retóricos forenses. El libro no deja de reprochar ciertos vicios del emperador y de atacar la forma de gobierno, a pesar de que el poeta ironiza, mostrándose a menudo como incondicional del César. El tercero abre la gama de sus epístolas para que el poeta dé en ellas noticia de la tierra donde ahora vive. Abundan aquí los agradecimientos para los ami­ gos que algo han hecho por él, y las recriminaciones para quienes huyeron su amistad. El Ponto descrito por Ovidio se nos revela con toda su crudeza y su bar­ barie. No falta al libro la nota personal, íntima, que nos mueve a lástima: la tristeza de Nasón al recordar el aniversario de su nacimiento, y el deseo de que éste ya no lo vuelva a sorprender en el exilio. En el cuarto el poeta recarga más los colores de sus desventuras y, en medio de todas ellas, sus esperanzas resurgen, haciendo contraste a lo feliz que se hubiese desarrollado su vida en Roma, donde pensó dedicar su vejez — considerada prematura— a los ocios literarios. La décima elegía constituye el mayor documento auto­ biográfico de Ovidio. 9 Tr„ II, 315. XII

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El quinto, aunque lleva el recrudecimiento de las pe­ nas sufridas por el poeta, viene a ser el más patético por contener reiteradas súplicas al César, a fin de con­ seguir un lugar de exilio más seguro.10 Aquí, el poeta no logra ya apartar la obsesión de sentirse identificado con el Ponto: cinco elegías de las 14 que lo componen, se inician recordándonos que Nasón se encuentra allá. A través de las repeticiones, parece escucharse la respi­ ración fatigosa del poeta que, ya moribundo, se resiste a morir; que canta sus quejas para ocupar la mente y distraerla de su desgracia;11 mas las quejas se acrecien­ tan con los recuerdos. Ovidio, en medio de sus luchas y con el presentimiento de la muerte, aún toma fuerzas para fustigar a quien trata de deshonrarlo, y para agra­ decer con vehemencia a quien le ha servido. Su esposa compendia, en la última elegía, uno de sus anhelos más caros: amor manifiesto a través de alabanzas. En presencia de este documento vivido de anhelos, de esperanzas, en otras palabras, de vida — la cual, aunque miserable, es reflejo de otras vidas y de pro­ blemas fundamentales— , debemos señalar un punto ca­ pital en la biografía del poeta: la causa de su des­ tierro, que, si un día se encuentra, será la clave de su comprensión y estima cabal. ¿Por qué fue desterrado? ¿ Qué motivó la ira cruel de Augusto para aplicarle un tremendo y exagerado castigo, casi complaciéndose en verlo reducido a guiñapo? ¿Acaso se trataba de un ene­ migo público? ¿ Significaba el poeta, en verdad, un pe­ ligro serio para la política del imperio? 10 Id ., V , II. n Id., V , vu, 39-40, 65-66. XIII

INTRODUCCIÓN

LA C A U SA DEL DESTIERRO DE OVIDIO, SEGUN CARCOPINO

La causa del destierro de Ovidio ha sido considerada —excepto por los crédulos— como uno de los enigmas de la literatura romana. Las generaciones de más de diecinueve siglos buscaron afanosamente resolverlo ; pe­ ro las soluciones han resultado no sólo variadas, sino contradictorias y llenas de ficción casi todas.12 Entre ellas, sin embargo, nos parece un poco aceptable, por varias razones, la que ha propuesto Carcopino,13 pues presenta a un Ovidio interesado en problemas humanos y diferente al que nos hemos acostumbrado a ver sólo divertido. Sabemos que ninguna solución de las pro­ puestas hasta hoy ha sido totalmente aceptada; la de Carcopino tampoco tendrá mejor suerte ni podrá de­ fenderse por completo, a pesar del enorme esfuerzo y de las arduas revisiones que representa, porque el autor no prueba — a nuestro juicio— que Ovidio haya perte­ necido a uno de los círculos neopitagóricos : la tesis se funda en suposiciones de afinidad afectiva hacia el poe­ ta desdichado, no en testimonios, con el agravante de que el entusiasmo conduce al autor a interpretar ten­ denciosamente muchos versos del poeta en los que apoya su argumentación.14 Por ese camino, Carcopino viajó 12 C f. J. C arcopino, “El destierro de O vidio, poeta neopitagórico.” Estudio recogido en : Contactos entre la historia y la literatu ra ro­ manas. M adrid, Espasa-Calpe, 19 6 5 , pp. 87-98. 13 Es el estudio m encionado en la nota an terior; com prende las pp. 5 1 -14 2 . 14 Carcopino, op. cit., pp. 1 1 4 -1 1 6 , los versos que llevan las notas 387, 389, 390, 392. XIV

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muy lejos, aunque el rumbo de la ruta nos parece que no fue el indicado. Hubiese probado de manera más fácil que Ovidio, por todos los indicios de pitagorismo que encontró en sus obras, fue neopitagórico o, al me­ nos, que tales indicios fueron fruto de la influencia que esa doctrina ejerció en muchos escritores latinos del siglo i a. C., por ejemplo, Varrón, Cicerón, Virgi­ lio, etcétera. Pero forzar la inventiva al grado de hacer que Ovidio pertenezca de iure a la secta, y con base en ello gane más tarde, casualmente, el destierro, sólo con el fin de encontrarle una solución al enigma, no parece muy válido. Podemos admitir —y muchos lo harán con nosotros, pues será lo que expongamos adelante— que Ovidio haya sido neopitagórico de jacto ; pero no podemos ad­ mitir que por ello fuese desterrado, porque no existen pruebas, sino suposiciones. Confesamos, no obstante, que tal solución ayuda a aligerar el peso de infamias acumuladas sobre Ovidio, y procura que su obra sea más estimada. Así, L as Tristes dejan de ser sólo llori­ queos y repeticiones, y un día quizá podrán represen­ tar la secuencia y la coronación de un pensamiento humano y renovador. Antes de ver en forma concreta y esquemática la so­ lución para el destierro propuesta por Carcopino, exa­ minemos qué ha dicho la tradición sobre la persona, la obra y el genio de Ovidio, para poder aquilatar com­ parativamente las perspectivas de valoración que ofre­ ce tal estudio. La tradición recoje sobre la persona de Ovidio el tópico de la inmoralidad, por haber escrito el Ars XV

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am andi /5 considerado por muchos como causa total de su pena, y repetido de modo pertinaz y frecuente en todos aquellos estudios sobre el poeta, donde no se profundiza el asunto y sólo se alude al aspecto ilegal, con que Augusto supo encubrir la causa verdadera del destierro, y se otorga crédito a un Ovidio que, a más de coaccionado, estaba aterrado plenamente. El propio poeta contribuyó en forma poderosa a crear esta tradi­ ción, cuando él mismo se juzgó — o en verdad lo juz­ garon— preceptor del adulterio obsceno ;16 pero la rea­ lidad no corresponde a los hechos, y la vida del poeta lejos está de su obra, como sinceramente lo dice varias veces en los escritos de su exilio.17 Por desgracia nadie le creyó en su tiempo ni se le ha creído a través de la historia de su biografía. Fábula es, y será, juzgarlo superlujurioso, y presentarlo como inmoral para la Ro­ ma de su tiempo, que no era moral precisamente, se­ gún sabemos. El poeta, asumiendo su defensa, nos dice que sus obras amatorias no fueron compuestas bajo el impulso de su experiencia,18 aunque en ellas pregone osadamente lo contrario, sino bajo el impulso de su ima­ ginación.19 Sin embargo, él mismo nunca, ni en sus obras de exilio, dejó de manifestarse como un enfermo 15 Cf., P. Grim ai, El siglo de Augusto, 2a. ed. Trad, de R icardo A naya. Buenos Aires, Eudeba, 19 65, p. 84. A . M illares C ario, H isto­ ria de la literatu ra latina. 4a. ed. M éxico, F. G. Ε., 19 6 4 (Breviarios, 3 3 ) , p. 104. « TV., II, 2 1 1 -2 1 2 . 17 Ibid., 35 3-35 8. 18 Ibid., 34 7-35 0. « Ibid., 3 3 9 -3 4 0 ; IV , x, 59-60. XVI

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sensual, ávido de representar con su verbo imágenes plásticas que suplieran y compensaran sus ansias de las­ civia, tal vez jamás satisfechas en la realidad. ¿Quién, si no el Meónida, narra a Venus y M arte ligados, sorprendidos sus cuerpos en el obsceno tálamo? 7>., II, 377-78;

así, húmeda, Venus con sus manos seca mojadas crines, y sólo por maternas aguas se ve cubierta. Ibid., 527-28.

Tan compleja afición fue captada magistralmente por Grimai: “Formado en la sociedad galante de Roma, Ovidio sólo sabe escribir sobre el amor, sin quizá ha­ berlo experimentado jamás, sin haber tenido nunca al­ go más que ‘aventuras galantes5, pero no una verdadera pasión. Lo que siente con más ardor es la alegría de los sentidos, pero quizá no tan profundamente como la alegría de hablar de ello. Antes que enamorado, Ovidio es literato.. 20 La tradición sobre los escritos y el genio del poeta se muestra tan rígida que hay, hasta fines del siglo xix, pocos estudios de excepción. Ovidio es el poeta fácil, la máquina de hacer versos sobre un patrón rítmico invariable;21 en sus primeras obras, el aficionado, lleno 20 Grim ai, op. cit., p. 83. 21 E. Paratore, “L ’elegia autobiográfica di O vidio” . Estudio reco­ gido en: O vidiana, p. 3 5 5 : “E’ noto como il distico ovidiano — per effetto di qu ella stessa facilitá, spesso un po’ fastidiosa, del poeta, la quale lo condanna a una certa m onotonia e penuria di mezzi espressivi, ad m ilitaresca disciplina del ritm o che da tavolta l’impressione di versi fa tti a macchina, con un congegno-standard— ha XVII

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de galanteos f 2 por tanto, éstas sólo son diversión y jue­ go amoroso (el juicio parte del propio poeta) ;23 ante el cambio radical de poesía, que se advierte en L as M e ­ tamorfosis y en Los Fastos, se muestra, a veces, descon­ cierto24 —extraño tema el de L as M etam orfosis para un alejandrino— y cierta voluntad e intención de Ovidio para hacer obras un poco más serias.25 El valor de estas últimas se demerita por los propios dones del poe­ ta : su facilidad y su genio,26 también por su exceso de erudición mitológica y por la abundancia de perífrasis. Frecuentemente aparecen como poco valiosas y faltas de una idea principal, y casi se las deja al margen del equilibrio clásico, pues, según parece, Ovidio mezcla en ellas el juego — del que nunca pudo desasirse— con la seriedad;27 En cuanto a Las T ristes y Las del Ponto, Ovidio no tiene mejor suerte; se juzga que tales elegías esasperato la n ativa tendenza del m etro a racchiudere in sé un pe­ riodo, si che ogni Satz ha finito per corrispondere in O vidio a un distico.” 22 Carcopino, op. cit., p. 51. 23 T r., I, ix, 6 1 - 6 2 ; V , i, 43-44. 24 Carcopino, op. cit., pp. 5 1 -5 3 , 6 0 -6 1. 25 Boissier, op. cit., p. 126. 26 Laurand, op. cit., p. 280. 27 Grim ai, op. cit., p. 8 5 : “Hallam os en la obra [Las M etam orfo­ sis] una serie de cuadros, muy a m enudo amorosos (O vidio es inco­ rreg ib le), tomados de la erudición alejan d rin a.” J. Bayet, L iteratu ra latina. 2a. ed. T rad, de Andrés Espinosa A. Barcelona, Eds. A riel, 19 7 0 , p. 3 0 6 : “Pero O vidio no pudo renunciar ni a su frivolidad natural ni a las seducciones m undanas: el ingenio, la presunción, las sutilezas aduladoras en el estilo y en la composición, en especial la m alicia del poeta que no quiere salir burlado en sus relatos, dañan el contenido literario del poema.” XVIII

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son largos lamentos sobre sus desdichas,28 y parecen demasiado lacrimosas29 y fatigosas por su asunto pre­ dominante, que es la añoranza del autor;30 con cierta monotonía del argumento,31 suplicantes y desesperadas, llenas de bajas lisonjas al emperador y a su familia, de súplicas a su esposa y luego nominalmente, a los amigos; sin embargo, el poeta necesita de comprensión por su cruel exilio, y hay que perdonarle, en parte, las bajezas y redundancias.32 Ante esta tradición, el ensayo de Carcopino constitu­ ye una inmensa avenida de luz sobre la personalidad tanto literaria como humana de Ovidio, y abre amplias ventanas para estudiarlo, e insospechadas vertientes que pueden descubrir la continuación y la altura de un pen­ samiento, con frecuencia negado. Ello nos alienta en nuestra búsqueda, y ello será, si no estamos equivoca­ dos, lo que lleve al poeta a un sitio más seguro dentro de la literatura de su patria y de su tiempo. Carcopino intenta demostrar88 que Ovidio perteneció a uno de los círculos neopitagóricos fundados en la U r­ be, y que su amistad con Germánico y Fabio Máximo se debió simplemente a la vocación espiritual de los tres: la difusión del neopitagorismo, no a profesar un se Ibid., p. 87. 29 A . A latorre, Las Heroidas. M éxico, U N A M , 1950, p. 24. 30 G. Norwood y J. W igh t D u ff, Escritores deG recia y Roma. Trad, del inglés por E. M . M artínez Am ador. Barcelona, Gustavo Gili, 19 2 8 , p. 238. 31 M illares C arlo, op. cit., pp. 10 5 -10 6 . 32 Bayet, op. cit., pp. 300, 308. 33 C arcopino, op. cit., pp. 9 9 -10 6 , 1 1 4 - 1 1 6 . X IX

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liberalismo político ; que por el segundo semestre del año 8 d. C., tanto las vacilaciones de Augusto por nom­ brarse sucesor como la rivalidad reinante entre las fa ­ milias de los Claudios y de los Julios, cuyos candidatos respectivos al trono eran Tiberio y Germánico, hacen natural que los amigos de Ovidio (inclinados por Ger­ mánico) sean aguijoneados por la curiosidad, hasta el punto de conducirse a la casa de Nasón para efectuar en ella un ensayo de adivinación pitagórica y saber si Germánico obtendría el poder. En tal reunión, Ovidio nada dijo ni ofendió al César por causa del mucho vi­ no.31 Poco después, unos criados — fa m uli nocentes — ,35 suyos o de sus amigos, delataron el hecho a los espías de Octavio, y el poeta, sin salir de su asombro, se vio desterrado de inmediato. El emperador, por su parte, a fin de impedir que las indiscreciones sobre los manejos clandestinos de su política, una vez reprimidas, pudie­ sen revelar un principio de agitación en favor de Ger­ mánico, promulgó un simple edicto, que dispensaba de trámites jurídicos, y atribuyó la condena del poeta a que éste escribió el A rs am andi. Con esto último, Carcopino quiere salvar el presti­ gio que constituye el enigma en el destierro de Ovidio, y cree que el emperador no castigó a los amigos del poeta, que en su exposición parecen los culpables, por­ que su perspicacia alcanzó a prever que con ello echa­ ría por tierra sus planes —mantener en torno al suceso el mayor sigilo— y, por el contrario, confirmaría ple­ 34 T r., I l l , v , 47 -48. »5 Id., IV , x , 101. XX

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namente el acto que trataba de ocultar bajo el velo clé la vilipendiada A rs am andi, y haría la mejor pro­ paganda para Germánico y para la odiada doctrina de la secta neopitagórica, que acaso ponía en predicamen­ to el origen divino de su autoridad, base firme de la estabilidad obligada de su imperio, y que únicamente logró con la vara férrea de la dictadura. Además, pien­ sa que el hecho se prestaba muy bien para saldar de una manera oculta la inquina recelosa que guardaba contra Ovidio, pues éste le era odioso,36 y sentía cla­ ramente la aversión que le profesaba el poeta de Sulmona. Ovidio, cuando dimitió, repudió colaborar de hecho con el gobierno implantado, aunque argumentase tener un motivo intelectual: retirarse a sus huertos, a fin de ejercitar tranquilamente sus aficiones poéticas.87 Nosotros pensamos — dentro del intento anterior— que, por sobre las razones de: un edicto engañoso — ¿quién pasa que el castigo aplicado al A rs se retarde ocho años?— ; las secretas am enazas a O vidio para que guardase silencio — de otra manera, ¿no habría declarado su falta? ¿Tendría tanto temor de dar siquie­ ra el mínimo testimonio?— ;38 el perdón, tácito al m e­ nos, para los com pañeros de O vidio — quienes en rea­ lidad efectuarían la ación formál, el delito, puesto que el poeta fue sólo vidente— ,39 Carcopino alienta otras que pudieron ayudar a que el enigma se formase y per­ durase: el silencio obligado de los camaradas de O vi36 37 38 39

Id., id ., Id ., Id.·,

II, 345. V , II, 43-44. IV , vin , 5 -10 , 27. IV , X, 9 9 -10 0 . I l l , V, 49 -50. XXI

INTRODUCCIÓN

dio, por tem or al príncipe ■ — tanto, que haría a Cayo Julio Higinio, prefecto de la biblioteca imperial de Apolo, renegar de la amistad de Ovidio, y difamar la persona y la obra del poeta— la contribución dolosa de O vidio — quien no quería ser conocido por el pueblo romano como delincuente— ;41 y el círculo de la aris­ tocracia, relacionada con el poeta, que ahogaría la no­ ticia secreta traída por C otta M á xim o — quien lo siguió hasta la silva A leth a , hoy Alezio, en los confines de la Calabria, para saber la causa cierta del destierro, según confiesa el propio Ovidio.42 Tal vez allí quedaría encerrada la voz que hubiese podido reivindicarlo en su integridad humana y poéti­ ca, y en la alta filosofía de su obra. Medio siglo des­ pués, nadie — ni biógrafos ni historiadores— supo más de la elevada misión del poeta desterrado, que no fuese la sensualidad ávida y los juegos amorosos de las obras primeras. Para el Cristianismo naciente, y des­ pués para la Edad Media y el Renacimiento, Ovidio fue un inmoral — sin que obstase para que ejerciese de modo enorme su influencia— ,43 cuyas obras debían ser expurgadas o, al menos, moralizadas;44 sin embar, 40

40 Carcopino, op. cit., p. 109. *1 T r., I, i, 23-24. 42 Ex Pont., II, m , 83 -88, Carcopino, op. cit., pp. 12 0 -12 2 . 43 A. M onteverdi, “O vidio nel medio evo.” N. Lascu, “L a fortuna di O vidio dal Rinascim ento ai tempi nostri.” Estudios recogidos en: S tu d i O vidiani. Rom a, Inst. di Studi Rom ani, 19 5 9 , pp. 6 3 -1 1 2 . 44 En Francia y otros países se hicieron imitaciones e in terp reta­ ciones alegóricas. Sirva de ejem plo el enorme poem a de 70 ,000 versos titulado Métam orphoses moralisées u Ovide moralisé, libro que consulta­ ron los eruditos de la corte de Alfonso el Sabio p ara com poner la XXII

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go, se advertían en ellas, por casualidad, algunos ver­ sos que presagiaban la doctrina del Nazareno. Es posible que el haberlos visto así, como mera casualidad, como “luces que el Espíritu derrama aun entre los gentiles”, a decir de los predicadores, no hubiese llevado al pen­ samiento cristiano a buscar, fuera de su propia confor- ^ mación teológica, el origen de tales concepciones. M u­ chos de esos versos resultan ahora no mera casualidad, ni ideas por generación espontánea, sino influencias ciel neopitagorismo, cuya doctrina fue importante en Roma, durante el siglo i a. C. A L G U N O S PR IN C IPIO S PITAG O R IC O S Y ORIGEN DEL N E O PITA G O RISM O

Bien sabido es que las bases históricas del pitagoris­ mo son de leyenda y un tanto inciertas, y que de esta leyenda y falta de certeza gozan también la vida, las obras y la filosofía de su propio fundador; mas no por ello dejaremos de señalar algunos principios integran­ tes de tal doctrina, por los cuales Ovidio parece in­ fluido. I. Principio fundamental de la filosofía pitagórica General Estoria. Cf. A latorre, op. cit., p. 29. En España se efectuó una adaptación teológica del A rs am a n d i: d e a r t e / b e n e a m a n d i , / srvE d e d i l i g e n d o / d e o / l i b r i t r e s . / a u c t o r e / c a i e t a n o g o r a z z a DE

C LER .

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( V iñeta alegórica) b a r c i n o n e . / (Linea) a p u d b r u s i e t f e r r e r . (Bibi. Nal. de M éxico.) L a prim er edición de este librito es de 1823. Cf. A . Palau y D ulcet, M an u al del librero hispanoamericano. 2a. ed. Barcelona, 1 9 4 8 -1 9 7 ? , IV , p. 96.

p ia r u m

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era la teoría num érica : consistía en que todas las cosas son número o están formadas por números, ya sea el cuerpo, el alma o los astros, concediéndosele gran im­ portancia para todas las ciencias. El principio de los números era el número por esencia, el verdadero núme­ ro, el cual daba la armonía, la belleza, la verdad y, por lo tanto, el ser. Todo número pertenecía a una-de estas dos categorías: par o impar. El número par era ili­ mitado y se consideraba imperfecto, porque divisiona­ riamente no tenía fin. El número impar tenía propie­ dades contrarias al par: era limitado, perfecto y divi­ sionariamente tenía fin. La armonía resultaba de poner límite a lo ilimitado, de unificar la multiplicidad. El número uno (la unidad) encerraba al par y al impar. El número diez era lo sumo, los números que le siguen son únicamente reproducción de sus anteriores. “La década, decían, es la fuente de todo, es el principio y la reina de la vida divina, celestial, humana.” II. Más que la complicada concepción cósmica, im­ portaba a los pitagóricos una determinada m ística as­ tral , que llevaba a conectar los movimientos de los astros con las distintas etapas o cambios de la vida hu­ mana, vinculándolos estrechamente con la actividad espiritual: había que tender a los astros, pues eran inmortales, dejando la impureza del cuerpo. El alma entonces podría alcanzar la perfección y la dicha, y giraría en el concierto grandioso de las esferas celestes. III. El mundo para los pitagóricos era eterno, pues a los períodos de destrucción seguían otros de renova­ ción, o retorno a los mismos fenómenos. Según Carco­ pino, la creencia en el rejuvenecimiento periódico del XXIV

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viejo universo, o rotación de las edades, era un dogma fundamental de los neopitagóricos ;45 por eso, muchos esperaban con ansia la edad de oro , que era posible determinar por medio de la matemática, ciencia celo­ samente guardada, cuyo sistema complicado se atri­ buía al mismo Pitágoras. IV. El pitagorismo hacía suya la doctrina oriental de la m etem psicosis , según la cual, el alma para alcan­ zar la perfección ha de sufrir una serie de reencarna­ ciones. La vida era un período de prueba, de expia­ ción, y, por lo mismo, no era lícito privarse de ella, sino alargarla lo más posible. V. En la vida real, los pitagóricos se guiaban por una filosofía práctica, o virtud moral, que preparaba al conocimiento de la verdad. Esta filosofía, orientada a purificar la vida y conducirla a su fin, quedó escrita en Los versos áureos que, se supone, fueron redactados por un discípulo de Pitágoras o, a más tardar, en el renacimiento del pitagorismo (siglo iv a. C. ) ; pero cuyas verdades se transmitieron en forma oral desde Pitágoras, sin cambiar sustancialmente su contenido, gracias al sagrado respeto hacia el maestro y hacia la doctrina por él enseñada. El neopitagorismo debía su origen a las luchas doc­ trinales habidas entre estoicos y epicúreos, escépticos y dogmáticos (siglos m y i i a. C.), que desacreditaron en forma indudable la filosofía griega. Las variadas tendencias trataban de hallar infructuosamente la cer­ 45 Carcopino, Virgile et le mystère de la IV e Egloge. Paris, 1943, pp. 30-37. XXV

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teza y la felicidad. En el siglo i a. C., varios hombres, cansados de esta búsqueda por el medio ordinario de la pura especulación filosófica, intentaron conseguir esos dos fines supremos de la actividad mental por medio de la religión y comunicación directa con Dios. Los indujo a ello, sin duda, el carácter religioso y as­ cético de las filosofías orientales, cuyas doctrinas reso­ naban, hacía tiempo, en la Academia Alejandrina, de donde se esparcieron por el imperio romano. Nada se les prestaba mejor para la solución de tales problemas apremiantes que la escuela de Pitágoras, mezcla de re­ ligión, filosofía y ciencia. La fusión del pitagorismo con otros sistemas, como el estoicismo, el epicureismo, amén de las filosofías orientales, dio origen al neopitagorismo, que no era otra cosa que el credo pitagórico un poco remozado; mas no tanto que no perdurasen en él los viejos dogmas del anciano de Samos. PIT AG O R ISM O

DE OVIDIO, SE G U N

CARCO PIN O

Para Carcopino,*8 el pitagorismo de Ovidio se de­ muestra : 1 ) observando cómo a tres obras del poeta : Phaenom ena (hoy perdida), M etam orfosis y Fastos , las vincula “una conexión espiritual, a pesar de la aparente diversidad de temas: la doctrina astrológi­ ca de que se alimentaba la fe de los neopitagóricos de su época”. Como principio de esta nueva orienta­ ción, dice, dejó los dísticos de su poesía amorosa para adoptar el hexámetro, tanto en los P haenom ena como 46 Id.., “El destierro de O v i d i o ...” , pp. 53-69. XXVI

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en Las M etam orfosis ; pero en Los Fastos, obra en que íi primera vista Ovidio procuraba armonizar su poesía con los designios del emperador: celebrar la antigua religión de la patria, volvió a los dísticos, dándoles una nueva cadencia. 2) Examinando la infinidad de digre­ siones astrales que dejó en tales obras, prueba de que s Id., 126 Id., Id.,

I, i, 13-14. III, i, 13 -16. III, ii, 19.

V , i, 5. CIV

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llanto se humedeció la letra”,128 situación recordada por la misma epístola: “Llorando aun me escribió”,129 porque el poeta considera que no debe haber medida para éstas: “ninguna medida deben tener mis lágri­ mas”.1310 Cuando está por marchar al destierro, “en la casa todo ángulo tiene lágrimas” ; él mismo las de­ rrama, y su esposa llora muy fuertemente;13,1 de esas lágrimas de su dueño necesitará el poeta, si muere en el destierro, para alargar sus tiempos;182 y para ambos que lloran sus desgracias, “llorar es cierto de­ leite ;/se completa y se acaba el dolor con lágrimas”.133 Cruel será para el poeta quien impida desahogar el dolor con lágrimas, pues “el dolor encerrado ahoga y bulle por dentro.”134 Además, los males que producen el dolor del poeta son muy grandes, y “ante ellos pue­ den lágrimas dar las fieras” ;135 por esto, sus amigos conmovidos por la desgracia, vertieron lágrimas,136 humedeciéndole el pecho.137 Quien se afrentó de la amistad del poeta, obtuvo reproche, porque “otros. .. no unidos a mí por vínculo alguno, signos del alma suya, vertieron lágrimas” ;138 pero el amigo desleal, si 128 129

Id., Id.,

IV , I, 95-96. V , iv, 5.

130 I d . ,

I, ix ,

m 132

38.

134

Id.,

I, n i, 24, 80, 17-18, I l l , i i i , 4 1-4 2 . IV , n i , 37-38. V , i , 5 5 -56.

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id.,

V ,

Id., Id.,

133 I d . ,

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'136 id ., III, y, 1 1 -1 4 . 137 id ., V , I V , 40. 138 I d . ,

I,

V I II ,

2 7 -2 8 .

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llora, alcanzará perdón: “y con tus lágrimas tardías se vencerá mi clemencia5’,139 y hasta será posible que sus colegas, al recordarlo, no puedan contener el llan­ to: “Y alguno de vosotros, habiendo de Nasón dicho el nombre,/mezcladas con sus lágrimas ponga ante sí las copas.”140 Creemos también que las repeticiones no abruman ni disgustan al. lector, si éste trata de comprender, ún poco, la obra, y no admitimos que la abundancia sea superlativa. Pensamos que los frecuentes lamentos del poeta se deben a los males sufridos en el destierro, puesto que su vida muelle extrañaba poderosamente las comodidades proporcionadas por su fortuna, en ver­ dad no escasa. En Las T ristes , serie de cincuenta ele­ gías, sólo siete veces numera y compara la cifra de sus males, para él infinita: cuatro en el libro quinto,141 dos en el libro cuarto142 y una en el libro primero.143 Si el poeta pide el perdón o, al menos, el cambio de lugar de exilio, no llena de atributos al César para lograrlo: le atribuye cuatro veces suavidad ,114 una, poderío ,145 otra, grandeza ,146 y otra, justicia,1*1 No ol­ vidamos tampoco, en relación con las repeticiones, lo Id., Id ., Id., Id ., Id ., Id., Id ., 14 pues, aunque a ella es par, con el tiempo creció, aumentánNi me fueron, como son, tan conocidos mis males; [dose. por ser más conocidos, más por ello hoy me pesan. No nada es también aportar fuerzas recientes, ni estar preconsumido por los del tiempo, males. 30. En la arena amarilla el nuevo luchador es más fuerte que quien por tardo tiempo tiene cansados brazos. El gladiador entero, es m ejor entre nítidas armas que quien ha, por su sangre teñidas, lanzas rojas. La nave recién hecha sufre bien las procelas que caen; 35.

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quamlibet exiguo solvitur imbre vetus, nos quoque quae ferimus, tulimus patientius ante quam mala sunt longa multiplicata die! credite, deficio, nostroque a corpore quantum auguror, accedunt tempora parva malis, nam neque sunt vires, nec qui color esse solebat: vix habeo tenuem, quae tegat ossa, cutem, corpore sed mens est aegro magis aegra, malique in circumspectu stat sine fine sui. urbis abest facies, absunt, mea cura, sodales, et, qua nulla mihi carior, uxor abest, vulgus adest Scythicum bracataque turba Getarum : sic me quae video non videoque movent, una tamen spes est quae me soletur in istis, haec fore morte mea non diuturna mala. VII

Bis me sol adiit gelidae post frigora brumae, bisque suum tacto Pisce peregit iter, tempore tam longo cur non tua dextera versus quamlibet in paucos officiosa fuit? cur tua cessavit pietas, scribentibus illis, exiguus nobis cum quibus usus erat? cur, quotiens alicui chartae sua vincula dempsi, illam speravi nomen habere tuum? , di faciant ut saepe tua sit epistula dextra scripta, sed e multis reddita nulla mihi, quod precor, esse liquet, creadam prius ora Medusae Gorgonis anguineis cincta fuisse comis, esse canes utero sub virginis, esse Chimaeram, a truce quae flammis separet angue leam, quadrupedesque hominis cum pectore pectora iunctos, tergeminumque virum tergeminumque canem,

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se rompe por doquier la vieja con lluvia exigua. Yo también lo que sufro, antes lo sufrí más paciente: ¡ cuán multiplicados por largo día están mis males ! Creed, desfallezco, y por mi cuerpo es cuanto auguro, se añaden a mis males pequeños tiempos. 40 Porque ni tengo fuerzas, ni el color que solía tener: tengo apenas delgada piel que mis huesos cubra. Pero más que el cuerpo enfermo está enferma la mente, y sin· está en la observación de la desgracia suya. [término La faz de la urbe está lejos, lejos los colegas, miafecto, 45. y aun mi esposa, que ésta ninguna a mí inás cara. Cerca está escítico vulgo y la bragada turba de getas: de este modo lo que veo y no veo agítame. Una esperanza hay, empero, que en esto me trae consuelo: no serán, por mi muerte, durables estos males. 50-

VII Dos veces vino a mí el sol después de los fríos de gélida bruma, y dos, tocado Piscis, cumplió su viaje. En tiempo tan largo, ¿por qué tu diestra no ha sido oficiosa de cualquier modo en pocos versos? ¿ Por qué cesó tu piedad, escribiéndome aquellos & con los cuales yo tenía trato exiguo? ¿Por qué, cuantas veces quité a alguna carta sus vínculos, esperé que ella tuviera el nombre tuyo? Plagan los dioses que muchas veces una carta haya escrito tu diestra, mas de muchas ninguna a mí entregada. 10. Lo que oro, claro es qué es. Creeré antes que la sien de Medusa Gorgona ciñóse con viperinas crines, que hay canes bajo el vientre de una virgen, que existe Quimera,. que aparta a leona, con flamas, de atroz serpiente, y que hay cuadrúpedos que unen con pecho de un hombre i5. y un varón triplicado, y un triplicado perro, [sus pechos,,

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Sphingaque et Harpyias serpentipedesque Gigantes, centimanumque Gyan semibovemque virum, haec ego cuncta prius, quam te, carissime, credam mutatum curam deposuisse mei. innumeri montes inter me teque viaeque fJuminaque et campi nec freta pauca iacent. mille potest causis a te quae littera saepe missa sit in nostras rara venire manus; mille tamen causas scribendo vince frequenter, excusem ne te semper, amice, mihi. V III Iam mea cycneas imitantur tempora plumas, inficit et nigras alba senecta comas, iam subeunt anni fragiles et inertior aetas, iamque parum firm o me mihi ferre grave est. nunc erat, ut posito deberem fine laborum vivere, me nullo sollicitante metu, quaeque meae semper placuerunt otia menti carpere et in studiis molliter esse meis, et parvam celebrare domum veteresque Penates et quae nunc domino rura paterna carent, inque sinu dominae carisque sodalibus inque securus patria consenuisse mea. haec mea sic quondam peragi speraverat aetas: hos ego sic annos ponere dignus eram, non ita dis visum est, qui me terraque marique actum Sarmaticis exposuere locis, in cava ducuntur quassae navalia puppes, ne temere in mediis dissoluantur aquis, ne cadat et multas palmas inhonestet adeptus, languidus in pratis gramina carpit equus, miles ubi emeritis non est satis utilis annis,

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y Esfinge, y Harpías, y Gigantes con pies sierpiformes, y Gías centimano, y hombre mitad de toro. Yo antes creeré todas estas cosas que tú hayas depuesto, mudado, de mí la solicitud, carísimo. Entre tú y yo innúmeros montes, y rutas, y ríos, y campos, y no pocos estrechos yacen. Por mil causas la carta que ha sido por ti muchas veces enviada, llegar rara vez a mis manos puede; las mil causas, no obstante, a menudo escribiéndome, vence, para que no siempre te excuse, amigo.

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V III Ya mis sienes imitan las plumas del cisne, y la alba senectud tiñe las crines negras. Y a se acercan los años frágiles y la edad más inerte, y ya para mí, poco firme, moverme es grave. Era hoy cuando debería vivir, puesto el fin de labores, sin que yo estuviese por miedo ninguno inquieto, y acometer los ocios que siempre a mi mente agradaron y estar muellemente en los estudios míos, y celebrar mi casa pequeña y mis viejos Penates, y los que hoy carecen de dueño, paternos campos, 10 y en el regazo de mi dueño y de mis queridos colegas, y seguro haberme hecho viejo en la patria mía. Otrora, que esto acabase así había esperado mi vida: yo era digno de gastar así estos años. No así pareció a los dioses, quien, por m ar y tierra ir, me abandonaron en el lugar sarmático. [llevándome, Las naves maltrechas llévanse a cóncavos diques, porque en medio del agua no se deshagan fácil. Porque no caiga y las que logró muchas palmas deshonre, el caballo agotado grama en los prados pace. so El soldado al no ser muy útil, hechos los años de oficio,

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ponit ad antiquos, quae tulit, arma Lares, sic igitur, tarda vires minuente senecta, me quoque donari iam rude tempus erat, tempus erat nec me peregrinum ducere caelum, nec siccam Getico fonte levare sitim, sed modo, quos habui, vacuos secedere in hortos, nunc, hominum visu rursus et urbe frui. sic animo quondam non divinante futura optabam placide vivere posse senex, fata repugnarunt, quae, cum mihi tempora prima mollia praebuerint, posteriora gravant, iamque decem lustris omni sine labe peractis, parte premor vitae deteriore meae; nec procul a metis, quas paene tenere videbar, curriculo gravis est facta ruina meo. ergo illum demens in me saevire coëgi, mitius inmensus quo nihil orbis habet? ipsaque delictis victa est clementia nostris, nec tamen errori vita negata meo est? vita procul patria peragenda sub axe Boreo, qua maris Euxini terra sinistra iaeet. hoc mihi si Delphi Dodonaque diceret ipsa, esse videretur vanus uterquc locus, nil adeo validum est, adamas licet alliget illud, ut maneat rapido firmius igne Iovis; nil ita sublime est supraque pericula tendit non sit ut inferius suppositumque deo. nam quamquam vitio pars est contracta malorum, plus tamen exitii numinis ira dedit, at vos admoniti nostris quoque casibus este, aequantem superos emeruisse virum.

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las armas que llevó, a Lares antiguos dona. Asi, pues, en la tarda senectud que disminuye mis fuerzas, ya era tiempo de haberme dado también la vara. Y 110 era tiempo de llevarme a un clima extranjero, 2» ni de aliviar en gética fuente mi sed reseca; mas de retirarm e ahora a los huertos extensos que tuve, de hoy gozar otra vez del aspecto de hombres y urbe. Así, en otro tiempo, mi alma no adivinaba el futuro, yo ansiaba poder vivir plácidamente, anciano. 30 Se opusieron los hados que, aunque los tiempos primeros me concedieron muelles, los posteriores grávanme. Y ya, cumplidos diez lustros, sin mancha ninguna, en la parte peor de mi vida oprimido estoy; y no lejos de las metas que casi tener parecíame, 35 en mi carrillo se hizo una grave ruina. ¿Es decir que demente obligué a aquél a ensañarse conmigo, más suave que el cual nada tiene el inmenso mundo? ¿Fue vencida también por mis delitos la misma clemencia, ni por mi error tampoco se me negó la vida? 40 Lejos de patria ha de acabar mi vida, so el carro del Bóreas, do yace la siniestra tierra del m ar Euxino. Si esto me hubiese dicho Delfos y la misma Dodona, me pareciera que ambos eran lugares vanos. Nada es tan robusto, aunque lo ligue el diamante, 45 que tan firme quede al de Júpiter fuego rápido; nada es tan sublime y sobre los peligros transite que al dios no inferior y subordinado sea. Pues, aunque parte de mis males fue con mi vicio traída, no obstante la ira del numen me dio más ruina. 50 Mas vosotros también con mis desgracias estad avisados que un varón, que a supremos iguala, dioles término.

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Si licet et pateris, nomen facinusque tacebo, et tua Lethaeis acta dabuntur aquis, nostraque vincetur lacrimis clementia seris, fac modo te pateat paenituisse tui; fac modo te damnes cupiasque eradere vitae tempora, si possis, Tisiphonea tuae, sin minus, et flagrant odio tua pectora nostro, induet infelix arma coacta dolor, sim licet extremum, sicut sum, missus in orbem, nostra suas istinc porriget ira manus, omnia, si nescis, Caesar mihi iura reliquit, et sola est patria poena carere mea. et patriam, modo sit sospes, speramus ab illo: saepe Iovis telo quercus adusta viret, denique vindictae si sit mihi nulla facultas, Pierides vires et sua tela dabunt, quod Scythicis habitem longe summotus in oris, siccaque sint oculis proxima signa meis, nostra per inmensas ibunt praeconia gentes, quodque querar notum qua patet orbis erit, ibit ad occasum quicquid dicemus ab ortu, testis et Hesperiae vocis Eous erit, trans ego tellurem, trans altas audiar undas, et gemitus vox est magna futura mei, nec tua te sontem tantummodo saecula norint: perpetuae crimen posteritatis eris, iam feror in pugnas et nondum cornua sumpsi, nec mihi sumendi causa sit ulla velim. Circus adhuc cessat; spargit iam torvus harenam taurus et infesto iam pede pulsat humum. hoc quoque, quam volui, plus est, cane, Musa, receptus, dum licet huic nomen dissimulare suum.

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IX Si es lícito y accedes, callaré tu nombre y delito, y entregaré tus actos a las leteas aguas, y con tus tardías lágrimas se vencerá mi clemencia, haz sólo constar que de ti vergüenza has tenido; haz sólo, que te condenas y borrar de tu vida s deseas, si puedes, los tisifoneos tiempos. Si, por el contrario, en mi odio también se abrasa tu pecho, vestirá mi infeliz dolor violentas armas. Aunque esté, como estoy, enviado al extremo del orbe, desde allá mi cólera extenderá sus manos. 1C César todos los derechos me dejó, si no sabes, y carecer de mi patria es la sola pena.. Y con que sea feliz, de aquél la patria espero: quemado por dardo de Júpiter verdece el roble a veces. En fin, si ninguna facultad de venganza tuviese, 1D me darán las Piérides fuerzas y dardos suyos. Aunque lejos habite, apartado en escíticas playas, y a mis ojos, próximos estén los signos secos, mis anuncios irán a través de inmensas naciones, y de lo que me queje, por donde el orbe extiéndase, 2o se sabrá. Cualquier cosa que diga irá del orto al ocaso, y de mi voz testigo de Hesperia habrá y de Aurora. Me oirán más allá de la tierra, más allá de altas ondas, y grande será la voz del gemido mío, ni tan sólo te habrán conocido culpable tus siglos: 25 serás un criminal de posteridad perpetua. Y a soy llevado a las luchas y aún no he tomado los cuernos, ni de tomarlos tener quisiera alguna causa. Aún descansa el Circo; ya el torvo toro esparce la arena y ya golpea con pata hostil el suelo. 30 Esto es también más de lo que quise. Canta, Musa, el retiro, mientras disimularle a éste su nombre es lícito.

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Ille ego qui fuerim, tenerorum lusor amorum, quem legis, ut noris, accipe posteritas. Sulmo mihi patria est, gelidis uberrimus undis, milia qui novies distat ab urbe decem. editus hic ego sum, nec non, ut tempora noris, cum cecidit fato consul uterque pari: si quid id est, usque a proavis vetus ordinis heres non modo fortunae munere factus eques, ncc stirps prima fu i; genito sum fratre creatus, qui tribus ante quater mensibus ortus erat. Lucifer amborum natalibus affuit idem: una celebrata est per duo liba dies; haec est armiferae festis de quinque Minervae, quae fieri pugna prima cruenta solet, protinus excolimur teneri curaque parentis imus ad insignes urbis ab arte viros, frater ad eloquium viridi tendebat ab aevo, fortia verbosi natus ad arma fori; at mihi iam puero caelestia sacra placebant, inque suum furtim Musa trahebat opus. saepe pater dixit “studium quid inutile temptas? Maeonides nullas ipse reliquit opes.” motus eram dictis, totoque Helicone relicto scribere temptabam verba soluta modis. sponte sua carmen numeros veniebat ad aptos, et quod temptabam scribere versus erat, interea tacito passu labentibus annis liberior fratri sumpta mihique toga est, induiturque umeris cum lato purpura clavo, et studium nobis, quod fuit ante, manet, iamque decem vitae frater geminaverat annos, cum perit, et coepi parte carere mei.

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X Y, a quien lees, soy el cantor aquél de los tiernos amores, para que sepas quién fui, posteridad, recíbeme. Tengo por patria a Sulmona, ubérrima en gélidas ondas, que nueve veces diez millas de la urbe dista. Yo aquí fui dado a luz, además, porque conozcas los tiempos, 5 cuando uno y otro cónsul por hado igual cayeron: si algo esto es, desde mis bisabuelos fui viejo heredero del gremio, no hoy por don de la fortuna hecho équité. Ni fui el primer brote; me engendraron ya nacido mi hermano, que antes cuatro veces tres meses surgido había. J0 A natalicios de ambos la propia Lucifer presentóse: se festejaba por dos panes un solo día; éste es, de los cinco festivos a M inerva la armígera, el primero que suele ser, por la pugna, cruento. Tiernos, pronto tuvimos cultivo y por afán de mi padre ]5 a varones de la urbe por su arte insigne fuimos. Mi hermano desde la verde edad a la elocuencia tendía, para fuertes armas del foro locuaz, nacido; a mí, al contrario, ya niño, agradaba lo sacro celeste, y me arrastraba mi Musa en secreto a su obra. 20 Dijo a menudo mi padre: “¿por qué estudio inútil intentas? No dejó el Meónida mismo ningunos bienes.” Movíanme los dichos, y el Helicón entero dejado, intentaba sueltas de ritmo escribir palabras. Por su voluntad el canto venía en números aptos, 25 y era lo que intentaba dejar escrito, verso. En tanto, deslizándose los años con tácito paso, la toga más libre mi hermano y yo tomamos, y por nuestros hombros vistióse con laticlavo la púrpura, y en nosotros queda el estudio que antes hubo. 30 Y ya mi hermano había duplicado diez años de vida, al morir, y empecé a no tener de mí una parte.

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cepimus et tenerae primos aetatis honores, eque viris quondam pars tribus una fui. curia restabat: clavi mensura coacta est; maius erat nostri viribus illud onus, nec patiens corpus, nec mens fuit apta labori, sollicitaeque fugax ambitionis eram, et petere Aoniae suadebant tuta sorores otia, iudicio semper amata meo. temporis illius colui fovique poëtas, quoique aderant vates, rebar adesse deos, saepe suas volucres legit mihi grandior aevo, quaeque nocet serpens, quae iuvat herba, Macer, saepe suos solitus recitare Propertius ignes, iure sodalicii, quo mihi iunctus erat. Ponticus heroo, Bassus quoque clarus iambis dulcia convictus membra fuere mei. et tenuit nostras numerosus Horatius aures, dum ferit Ausonia carmina culta lyra. Vergilium vidi tantum: nec avara Tibullo tempus amicitiae fata dedere meae, successor fuit hic tibi, Galle, Propertius illi; quartus ab his serie temporis ipse fui. utque ego maiores, sic me coluere minores, notaque non tarde facta Thalia mea est. carmina cum primum populo iuvenalia legi, barba resecta mihi bisve semelve fuit, moverat ingenium totam cantata per urbem nomine non vero dicta Corinna mihi, m ulta quidem scripsi, sed, quae vitiosa putavi, emendaturis ignibus ipse dedi, tunc quoque, cum fugerem, quaedam placitura cremavi, iratus studio carminibusque meis, molle Cupidineis nec inexpugnabile telis cor mihi, quodque levis causa moveret, erat.

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De tierna edad obtuve también los primeros honores, y otrora una parte fui de los tres varones. Quedaba la curia: se redujo la medida del clavo; 35 mayor que mis fuerzas era la carga aquélla. Ni el cuerpo paciente, ni apta fue para el trabajo la mente, y era fugitivo de una ambición solícita, y las hermanas aonias a seguir persuadíanme ocios seguros, por mi juicio queridos siempre. 40 Estimé y aplaudí los de aquel tiempo poetas, y cuantos vates vivían pensaba que eran dioses. Mácer más grande en edad me leyó muchas veces sus aves, y qué serpiente daña, qué hierba ayuda. Muchas veces solió recitarme Propercio sus fuegos, i5 por derecho de amistad que a mí le había unido. Póntico en el heroico, Baso también preclaro en los yambos de mi convivencia miembros amables fueron. Y el armonioso Horacio deleitó mis oídos, mientras forjaba cármenes cultos con lira ausonia. r>o Vi, tan sólo, a Virgilio: ni a Tibulo le dieron para mi amistad los hados avaros tiempo. Galo, éste de ti fue sucesor; del otro, Propercio; de éstos, yo mismo fui en la serie del tiempo, cuarto. Y cual yo a los mayores, me estimaron así los menores, 5G y mi Talía no tarde sabida se hizo. La primera vez que leí mis juveniles cantos al pueblo, me había una o dos veces cortado yo la barba. La cantada por toda la urbe había movido mi ingenio, llamada por mí con nombre irreal Gorina. 6o Muchas cosas, por ceirto, escribí; mas di yo mismo a los fuegos, porque las enmendasen, las que juzgué viciadas. Entonces también, cuando hui, quemé algunas que habrían de agradar, airado por mi estudio y los cantos míos. Blando, ni a dardos de Cupido inexpugnable, tenía r>s el corazón, y al cual movía leve causa.

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cum tamen hic essem minimoque accenderer igni, nomine sub nostro fabula nulla fuit, paene mihi puero nec digna nec utilis uxor est data, quae tempus per breve nupta fuit, illi successit, quamvis sine crimine coniunx, non tamen in nostro firm a futura toro, ultima, quae mecum seros permansit in annos, sustinuit coniunx exulis esse viri. filia me mea bis prima fecunda iuventa, sed non ex uno coniuge, fecit avum, ct iam complerat genitor sua fata novemque addiderat lustris altera lustra novem, non aliter flevi, quam me fleturus ademptum ille fuit, matri proxima busta tuli, felices ambo tempestiveque sepulti, ante diem poenae quod periere meae! me quoque felicem, quod non viventibus illis sum miser, et de me quod doluere nihil! si tamen extinctis aliquid nisi nomina restat, et gracilis structos effugit umbra rogos, fama, parentales, si vos mea contigit, umbrae, et sunt in Stygio crimina nostra foro, scite, precor, causam (nec vos mihi fallere fas est) errorem iussae, non scelus; esse fugae. Manibus hoc satis est: ad vos, studiosa, revertor, pectora, quae vitae quaeritis acta meae, iam mihi canities pulsis melioribus annis venerat, antiquas miscueratque comas, postque meos ortus Pisaea vinctus oliva abstulerat deciens praemia victor eques, cum maris Euxini positos ad laeva Tomitas quaerere me laesi principis ira iubet. causa meae cunctis nimium quoque nota ruinae indicio non est testificanda meo.

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No obstante, aunque tal fuese y me encendiese al mínimo no existió bajo mi nombre ninguna hablilla. [fuego, ( '.asi niño una esposa me dieron, ni digna ni útil, (|ue por breve tiempo a mí desposada estuvo. 70 La sucedió, aunque sin distinción, otra cónyuge; con todo, no habría de ser en mi lecho, estable. La. última que conmigo permaneció en los años tardíos, del marido exiliado sostuvo ser la cónyuge. Mi hija en su prim era juventud dos veces fecunda, 75 pero no de un solo cónyuge, me hizo abuelo. También ya mi padre había colmado sus hados, y a nueve lustros otros nueve añadido había. No de otro modo lloré, como habría él de llorarme arrancado. A próximas tumbas llevé a mi madre. 80 ¡ Felices ambos y sepultados en tiempo oportuno, porque del día de mi pena murieron antes! ¡ Feliz también de mí, porque no soy, estando ellos vivos, miserable, y porque nada de mí doliéronse! Con todo, si algo, a no ser los nombres, queda a los muertos, sr, y huye una grácil sombra las construidas piras, si a vosotros, sombras de mis padres, alcanza mi fama, y están mis crímenes en el estigio foro, sabed, ruego, que la causa (y honesto no me es engañaros) de mi exilio dispuesto es un error, no un crimen. 90 Basta esto a los Manes: a vosotros me vuelvo, estudiosos pedios, que de mi vida indagáis los actos. Y a la canicie me había llegado, lanzados los años mejores, y había mezclado antiguas crines, y el vencedor jinete con oliva de Pisa ceñido, 95 tras mi orto, diez veces los premios ganado había, cuando buscar tomitanos, del m ar Euxino a la izquierda puestos, me ordena la ira del lastimado príncipe. También la causa de mi ruina, muy conocida por todos, no debe por mi indicio testificada estar. 100

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quid referam comitumque nefas famulosque nocentes? ipsa multa tuli non leviora fuga, indignata malis mens est succumbere seque praestitit invictam viribus usa suis; oblitusque mei ductaeque per otia vitae insolita cepi temporis arma manu; totque tuli terra casus pelagoque quot inter occultum stellae conspicuumque polum, tacta mihi tandem longis erroribus acto iuncta pharetratis Sarmatis ora Getis. hic ego, finitimis quamvis circumsoner armis, tristia, quo possum, carmine fata levo, quod quamvis nemo est, cuius referatur ad aures, sic tamen absumo decipioque diem. ergo quod vivo durisque laboribus obsto, nec me sollicitae taedia lucis habent, gratia, Musa, tibi: nam tu solacia praebes, tu curae requies, tu medicina venis, tu dux et comes^ es, tu nos abducis ab Histro, in medioque mihi das Helicone locum; tu mihi, quod rarum est, vivo sublime dedisti nomen, ab exequiis quod dare fam a solet, nec, qui detractat praesentia, Livor iniquo ullum de nostris dente momordit opus. nam tulerint magnos cum saecula nostra poetas, non fuit ingenio fam a maligna meo, cumquc ego praeponam multos mihi, non minor illis dicor et in toto plurimus orbe legor, si quid habent igitur vatum praesagia veri, protinus ut moriar, non ero, terra, tuus, sive favore tuli, sive ego carmine famam, iure tibi grates, candide lector, ago.

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LIBER Q U A R TU S

,ιΛ qué referirme al crimen de socios y a siervos dañinos? Mucho sufrí no más leve que el mismo exilio. La mente se indignó de someterse por males y, usando de sus fuerzas, permaneció invencible; y olvidado de mí y de la vida guiada por ocios, 105 tomé las armas del tiempo con mano insólita; y tantas desgracias sufrí por tierra y por piélago, cuantas estrellas entre oculto y conspicuo polo existen. Por fin, llevado por largas andanzas, toqué de los sármatas la playa, unida a los aljabados Getas. 110 Yo aquí, aunque en redor me resuenan las armas vecinas, mis hados tristes con carmen que puedo alivio. l’orque, aunque no hay nadie a cuyos oídos los narre, así, empero, gasto y engaño el día. Pues, porque vivo y me opongo a los duros trabajos, l tr> ni me tienen los tedios de la intranquila vida, gracias a ti Musa: porque tú me das los solaces; tú, cual paz de cuidado; tú, cual remedio, vienes. Tú eres mi guía y compañera, tú me apartas del Istro, tú me das en medio del Helicón un sitio; r20 en vida tú me diste, lo que es raro, un nombre sublime, que desde las exequias suele donar la fama. Ni la Envidia, que detracta las cosas presentes, ninguna de mis obras mordió con diente inicuo. Porque, llevando mis siglos grandes poetas, 125 para mi ingenio no hubo maligna fama, y aunque yo muchos me anteponga, no menor ellos me llaman, y muchísimo soy leído en todo el orbe. Pues, si los presagios de los vates, de verdad tienen algo, no seré, cuando muera, tuyo al instante, tierra. 130 Si por tu favor, o si llevé por mi canto esta fama, por justicia, cándido lector, te doy las gracias.

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Liber quintus

Hunc quoque de Getico, nostri studiose, libellum litore praemissis quattuor adde meis, hic quoque talis erit, qualis fortuna poetae: invenies toto carmine dulce nihil, flebilis ut noster status est, ita flebile carmen, materiae scripto conveniente suae, integer et laetus laeta et iuvenalia lusi: illa tamen nunc me composuisse piget, ut cecidi, subiti perago praeconia casus, sumque argumenti conditor ipse mei. utque iacens ripa deflere Caystrius ales dictiur ore suam deficiente necem, sic ego, Sarmaticas longe proiectus in oras, efficio tacitum ne mihi funus eat. delicias siquis lascivaque carmina quaerit3 praemoneo, non est scripta quod ista legat, aptior huic Gallus blandique Propertius oris, aptior, ingenium come, Tibullus erit, atque utinam numero non nos essemus in isto! ei mihi, cur umquam M usa iocata mea est? sed dedimus poenas, Scythicique in finibus Histri ille pharetrati lusor Amoris abest, quod superest, animos ad publica carmina flexi, et memores iussi nominis esse mei. si tamen e vobis aliquis tam multa requiret, unde dolencia canam, m ulta dolenda tuli, non haec ingenio, non haec componimus arte: materia est propriis ingeniosa malis.

Libro quinto

Junta, estudioso de mí, este librillo, también de la gética playa, a los cuatro míos enviados antes. Tal será también éste, cual del poeta es la fortuna: no encontrarás nada dulce en el canto entero. Como es lloroso mi estado, así es mi canto lloroso, conviniendo lo escrito a la m ateria suya. íntegro y alegre, canté cosas joviales y alegres: pero haberlas compuesto me da pesar ahora. Luego que caí, de mi súbita caída elogios anuncio, y 'soy yo mismo el autor del argumento mío. Y como dicen que el ave del Caistro, yaciendo en la orilla, llora su muerte con deficiente canto, así yo, arrojado lejos, a las costas sarmáticas, hago que mi funeral no se me vaya tácito. Si alguno delicias y lascivos cármenes busca, le anticipo, no hay por qué estos escritos lea. Para éste, más apto Galo, y Propercio de blando lenguaje; más apto será Tibulo, ingenio afable. ¡Y ojalá que no quede en medio yo de este número! ¡A y de mí! ¿Por qué alguna vez bromeó mi Musa? Mas sufrí las penas, y aquel cantor del Amor aljabado, lejos, en los confines está del Istro escítico. Por lo demás, incliné mi alma a los cármenes públicos, y les mandé que de mi nombre memoria hiciesen. Si alguien de vosotros pregunta, empero, de dónde he cantado tantas cosas dolientes, muchas sufrí dolientes. No éstas con ingenio, no éstas compuse con arte: la materia a mis propios males está conforme.

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et quota fortunae pars est in carmine nostrae? felix, qui patitur quae numerare potest! quot frutices silvae, quot flavas Thybris harenas, mollia quot M artis gramina campus habet, tot mala pertulimus, quorum medicina quiesque nulla nisi in studio est Pieridumque mora. “quis tibi, Naso, modus lacrimosi carminis?” inquis: idem, fortunae qui modus huius erit, quod querar, illa mihi pleno de fonte ministrat, nec mea sunt, fati verba sed ista mei. at mihi si cara patriam cum coniuge reddas, sint vultus hilares, simque quod ante fui. lenior invicti si sit mihi Caesaris ira, carmina laetitiae iam tibi plena dabo, nec tamen ut lusit, rursus mea littera ludet: sit semel illa ioco luxuriata meo. quod probet ipse, canam, poenae modo parte levata barbariam rigidos effugiamque Getas, interea nostri quid agant, nisi triste, libelli? tibia funeribus convenit ista meis. “at poteras” inquis “melius m ala ferre silendo, et tacitus casus dissimulare tuos.” exigis ut nulli gemitus tormenta sequantur, acceptoque gravi vulnere flere vetas? ipse Perilleo Phalaris permisit in aere edere mugitus et bovis ore queri. cum Priami lacrimis offensus non sit Achilles, tu fletus inhibes, durior hoste, meos? cum faceret Nioben orbam Latonia proles, non tamen et siccas iussit habere genas, est aliquid, fatale malum per verba levare: hoc querulam Procnen Halcyonenque facit, hoc erat," in gelido quare Poeantius antro voce fatigaret Lemnia saxa sua.

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¿ Y qué parte de mi fortuna hay en mi carmen? ¡Feliz quien numerar las cosas que sufre puede! 30 (lomo arbustos las selvas, como flavas arenas el Tiber, como hierbas muelles el campo de M arte tiene, tantos males sufrí, cuyo remedio y descanso ninguno hay, sino en el estudio y detención de Piérides. “Nasón, ¿qué amplitud tendrás del lacrimoso carm en?”, S5 La misma amplitud que de esta fortuna tenga. [preguntas. De qué me queje, ella me sirve de fuente repleta, ni mías, sino estas palabras son de mi hado. Mas si la patria me volvieses con la cónyuge cara, tendría alegres rostros y lo que antes fui sería. 40 Si más leve me fuese la ira del César invicto, ya cantos te daría de regocijo llenos. Ni empero como jugué, jugará mi letra de nuevo: que ella en mi juego una vez abundase, baste. Lo que él mismo apruebe, cantaré, con tal que, en parte Λ5 mi pena, la barbarie huya y los duros getas. [aliviada En tanto, ¿qué, si no tristeza, tratarán mis librillos? Conviene esta flauta a los funerales míos. “Mas podías, dices, llevar m ejor en silencio los males, y tus desgracias disimular callado.” 50 ¿Exiges que no sigan a los tormentos ningunos gemidos y, recibido un grave golpe, llorar prohíbes? El mismo Falaris permitió en el bronce períleo dar mugidos y con la voz del buey quejarse. Cuando no se ofendió con las lágrimas de Príamo, Aquiles, 55 ¿tú mis lloros, más cruel que enemigo, estorbas? Aunque la prole latonia privase de hijos a Niobe, no le mandó, empero, tener mejillas secas. Es algo aliviar un mal fatal a través de palabras: esto quejosas a Proene y Alcione vuelve. G0 Esto era, por lo cual el Peántida en gélida gruta molestaba con su voz los peñascos lemnios.

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strangulat inclusus dolor atque exaestuat intus, cogitur et vires multiplicare suas, da veniam potius, vel totos tolle libellos, si mihi quod prodest hoc tibi, lector, obest. sed neque obesse potest, ulli nec scripta fuerunt nostra nisi auctori perniciosa suo. “at mala sunt.” fateor, quis te m ala sumere cogit? aut quis deceptum ponere sumpta vetat? ipse nec emendo, sed ut hic deducta legantur; non sunt illa suo barbariora loco, nec me Roma suis debet conferre poetis: inter Sauromatas ingeniosus eram, denique nulla mihi captatur gloria, quaeque ingeniis stimulos subdere fam a solet, nolumus assiduis animum tabescere curis, quae tamen inrumpunt quoque vetantur eunt, cur scribam, docui, cur mittam, quaeritis, isto? vobiscum cupio quolibet esse modo.

II Ecquid ubi e Ponto nova venit epistula, palles, et tibi sollicita solvitur illa manu? pone metum, valeo; corpusque, quod ante laborum inpatiens nobis invalidumque fuit, sufficit, atque ipso vexatum induruit usu. an magis infirmo non vacat esse mihi? mens tamen aegra iacet, nec tempore robora sumpsit, affectusque animi, qui fuit ante, manet, quaeque mora spatioque suo coitura putavi vulnera non aliter quam modo facta dolent, scilicet exiguis prodest annosa vetustas; grandibus accedunt tempore damna malis.

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l'il dolor encerrado ahoga y bulle por dentro, y está obligado a m ultiplicar sus fuerzas. I )¡une perdón, más bien, o todos mis librillos destruye, 65 si lo que me sirve, eso a ti, lector, te daña. I ’ero ni puede dañar, ni mis escritos, excepto a su autor, perniciosos para ninguno fueron. “ Mas son malos.” Confieso. ¿Q uién a admitir los malos te obliga? ¿O , admitidos, dejarlos, burlado, quién te impide? 76 Ni yo los enmiendo, mas léanse como aquí están compuestos; ellos más bárbaros no son que el sitio suyo. Y Roma con sus poetas comparar no me debe: entre saurómatas era conforme a ellos. Ι'ΐη fin, gloria ninguna es perseguida por mí, y cuya fama, 75 inyectar estímulos a los ingenios suele. No quiero consumir mi alma con asiduos cuidados que, empero, irrumpen y van a donde ir les vedo. Os mostré por qué escribo. ¿Preguntáis por qué allí me dirijo? Con vosotros deseo estar de modo alguno. 80 II ¿A l llegar del Ponto nueva epístola, quizá palideces, y ella es suelta por ti con agitada mano? Deja el miedo, estoy sano; y el cuerpo que antes no tolerante de los trabajos fue para mí y enfermo, se sometió y se endureció por el mismo trato, vejado. 5 ¿Es que para estar más débil no tengo espacio? Yace empero enferma la mente, y no tomó fuerzas del tiempo, y me queda el estado de alma que tuve antes. Y heridas que en el lapso de su espacio juzgué se unirían, 110 de otro modo que como hechas hoy, me duelen. 10 Sin duda la añosa antigüedad sirve a los males exiguos; con el tiempo a los grandes se les agregan daños.

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paene decem totis aluit Poeantius annis pestiferum tumido vulnus ab angue datum, Telephus aeterna consumptus tabe perisset, si non, quae nocuit, dextra tulisset opem, et mea, si facinus nullum commisimus, opto, vulnera qui fecit, facta levare velit, contentusque mei iam tandem parte doloris exiguum pleno de mare demat aquae. detrahat ut multum, multum restabit acerbi, parsque meae poenae totius instar erit, litora quot conchas, quot amoena rosaria flores, quotve soporiferum grana papaver habet, silva feras quot alit, quot piscibus unda natatur, quot tenerum pennis aëra pulsat avis, tot premor adversis: quae si comprendere coner, Icariae numerum dicere coner aquae, utque viae casus, ut am ara pericula ponti, ut taceam strictas in mea fata manus, ^ barbara me tellus orbisque novissima magni sustinet et saevo cinctus ab hoste locus, hinc ego traicerer — neque enim mea culpa cruenta est— esset, quae debet, si tibi cura mei. ille deus, bene quo Romana potentia nixa est, saepe suo victor lenis in hoste fuit, quid dubitas et tuta times? accede rogaque: Caesare nil ingens mitius orbis habet, me miserum! quid agam, si proxima quaeque relinquunt? subtrahis effracto tu quoque colla iugo? quo ferar? unde petam lassis solacia rebus? ancora iam nostram non tenet ulla ratem, videris! ipse sacram, quamvis invisus, ad aram confugiam: nullas summovet ara manus.

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Alimentó el Peántida casi por diez años enteros su llaga pestilente, hecha por sierpe inflada. Télefo hubiese perecido por podre eterna acabado, J5 si diestra que le dañó no le llevase ayuda. Y mis heridas, si no cometí ningún crimen, deseo que, hechas, quien las hizo, aliviarlas quiera, y en fin, con una parte de mi dolor ya contento, quite un poco de agua del m ar repleto. 20 Aunque mucho quite, quedará mucho de acerbo, y la parte de mí castigo tendrá el valor del todo. Cuantas conchas las playas, cuantas flores los gratos rosales, o amapola somnífera cuantas semillas tiene, cuantas fieras nutre la selva, cuanto pez nada la onda, 25 con cuantas plumas el ave golpea el aire tierno, tantos infortunios me oprimen: que si intentase abarcarlos, intentaría el número decir del agua icaria. Aunque desgracias del viaje, aunque amargos peligros del ponto, aunque manos armadas contra mis hados calle, 30 bárbara tierra me sostiene y del orbe magno la última, y un sitio rodeado por enemigo fiero. De aquí yo fuera transportado — y pues no es cruenta mi si el cuidado que se debe de mí tuvieses. [culpa— Aquel dios en el cual bien se apoyó la potencia romana, 35 vencedor, fue a menudo con su enemigo, blando. ¿Por qué dudas y lo seguro temes? Acércate y ruega: nada el orbe ingente más suave que el César tiene/ ¡Miserable de mí! ¿Qué haré, si me deja todo lo próximo? ¿También tú sustraes el cuello al quebrado yugo? 40 ¿A dónde iré? ¿De dónde alivios para las cosas difíciles pediré? Y a ninguna ancla mi nave tiene. ¡V erás!, aunque odioso, yo mismo al ara sagrada me acogeré: ningunas manos aparta el ara.

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Adloquor en absens absentia numina supplex, si fas est homini cum love posse loqui, arbiter imperii, quo certum est sospite cunctos Ausoniae curam gentis habere deos, o decus, o patriae per te florentis imago, o vir non ipso, quem regis, orbe minor — sic habites terras et te desideret aether, sic ad pacta tibi sidera tardus eas— parce, precor, minimamque tuo de fulmine partem deme! satis poenae, quod superabit, erit. ira quidem moderata tua est, vitamque dedisti, nec mihi ius civis nec mihi nomen abest, nec mea concessa est aliis fortuna, nec exui edicti verbis nominor ipse tui. omniaque haec timui, quia me meruisse videbam; sed tua peccato lenior ira meo est. arva relegatum iussisti visere Ponti, et Scythicum profuga scindere puppe fretum, iussus ad Euxini deformia litora veni aequoris — haec gelido terra sub axe iacet— nec me tam cruciat numquam sine frigore caelum, glaebaque canenti semper obusta geJu, nesciaque est vocis quod barbara lingua Latinae, Graecaque quod Getico victa loquella sono est, quam quod finitimo cinctus premor undique Marte, vixque brevis tutum murus ab hoste facit. pax tamen interdum est, pacis fiducia numquam: sic hic nunc patitur nunc timet arma locus, hinc ego dum muter, vel me Zanclaea Charybdis devoret atque suis ad Styga m ittat aquis, vel rapidae flammis urar patienter in Aetnae, vel freta Leucadii m ittar in alta dei.

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I Ic aquí que ausente, suplicante a ausentes númenes hablo, 45 si es permitido al hombre poder hablar con Júpiter. Juez del imperio, que estando incólume es cierto que todos los dioses cuidado tienen de gente ausonia; olí decoro, oh imagen de la patria por ti floreciente, oh varón, no menor que el mismo, que riges, orbe 50 así habites las tierras y el éter te anhele, tardo así a los astros a ti prometidos vayas— , ¡ perdóname, ruego, y de tu rayo la mínima parte quita! Lo que ha de sobrar será bastante pena. Es moderada, por cierto, tu ira, y la vida me diste, 55 ni el derecho ni el nombre de ciudadano fáltame, ni a otros concedida mi fortuna fue, ni exiliado a mí mismo llaman las voces de edicto tuyo. Todo esto temí, pues me parecía esto haber merecido; pero es más suave que mi pecado, tu ira. c0 Me mandaste, relegado, visitar los campos del Ponto, y surcar con prófuga popa el estrecho escítico. Vine mandado a las playas deformes de Euxina llanura —esta tierra bajo el gélido carro yace— ni tanto me atormentan el clima, nunca sin frío, y la gleba siempre por hielo albeante ardida, y d que a la voz latina la ignore bárbara lengua, y el que al habla griega la venza el sonido gético, cuanto el que cercado por doquier me oprime M arte vecino, y apenas del hoste me salva un breve muro. 70 No obstante, a veces hay paz; fe de paz, nunca:así,este lugar ora sufre las’ armas, ora temor les tiene. Con tal que me mude de aquí que o Caribdis zanclea me devore y por sus aguas me mande a Estigia, o del Etna voraz pacientemente me quemen las llamas, 75 o me manden a estrechos hondos del dios leucadio.

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quod petimus, poena est: neque enim miser esse recuso, sed precor ut possim tutius esse miser. III

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Illa dies haec est, qua te celebrare poetae, si modo non fallunt tempora, Bacche, solent, festaque odoratis innectunt tempora sertis, et dicunt laudes ad tua vina tuas. inter quos, memini, dum me mea fata sinebant, non invisa tibi pars ego saepe fui, ' quem nunc suppositum stellis Cynosuridos Ursae iuncta tenet crudis Sarmatis ora Getis, quique prius mollem vacuamque laboribus egi in studiis vitam Pieridumque choro, nunc procul a patria Geticis circumsonor armis, m ulta prius pelago multaque passus humo, sive mihi casus sive hoc dedit ira deorum, nubila nascenti seu mihi Parca fuit, tu tamen e sacris hederae cultoribus unum numine debueras sustinuisse tuo. an dominae fati quicquid cecinere sorores, omne sub arbitrio desinit esse dei? ipse quoque aetherias meritis invectus es arces, quo non exiguo facta labore via est. nec patria est habitata tibi, sed adusque nivosum Strymona venisti Marticolamque Geten, Persidaque et lato spatiantem flumine Gangen, et quascumque bibit decolor Indus aquas. scilicet hanc legem nentes fatalia Parcae stamina bis genito bis cecinere tibi, me quoque, si fas est exemplis ire deorum, ferrea sors vitae difficilisque premit, illo nec levius cecidi, quem magna locutum

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l,o que pido está en la pena: ni rehúso, pues, ser miserable, sino que infeliz pueda ser más seguro, ruego. III íisle es el día aquél, Baco, si es que no me engañan lostiempos, en que los poetas a ti celebrarte suelen, y enlazan sus sienes festivas con olorosas guirnaldas, y dicen tus loas ante los vinos tuyos, lintre éstos, me acuerdo, mientras ser me permitían los hados, 5 muchas veces parte yo fui para ti no odiosa, (¡lie puesto hoy bajo estrellas de cinosúrida Osa, tiene la costa sármata, junta a los crueles getas. Y yo que antes, en medio de estudios y el coro de Piérides, muelle y de labores libre pasé la vida3 10 lejos hoy de la patria en mi redor suenan géticasarmas, antes mucho por piélago y mucho sufrí por tierra. O el acaso, o esto me dio de los dioses la cólera, o tuve al nacer una contraria Parca; tú, empero, a uno de entre los sacros cultores de hiedra i5 deberías con tu numen haber guardado. ¿Acaso lo que auguraron las hermanas, dueñas del hado, completo deja de estar bajo el de un dios arbitrio? Fuiste aun tú mismo a etéreas mansiones guiado por méritos, porque no el paso abriósete por un trabajo exiguo. 2o Ni habitaste tu patria, sino que hasta el nevoso Estrimón llegaste y al geta cultor de Marte, y a Persia, y al Ganges que se extiende con ancha corriente, y a todas las aguas que el indio descolorido bebe. Cierto, hilando las Parcas los estambres fatales, dos veces 25 nacido tú, esta ley dos veces a ti auguraron. Me oprime a mí también, si es lícito ir a ejemplos de dioses, de la vida la férrea y difícil suerte. Ni más levemente caí que aquel que, hablando grandezas,

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reppulit a Thebis Iuppiter igne suo. ut tamen audisti percussum fulmine vatem, admonitu matris condoluisse potes, et potes aspiciens circum tua sacra poëtas “nescio quis nostri” dicere “cultor abest.” fer, bone Liber, opem: sic altera degravet ulmum vitis et incluso plena sit uva mero, sic tibi cum Bacchis Satyrorum gnava iuventus adsit, et attonito non taceare sono, ossa bipenniferi sic sint male pressa Lycurgi, impia nec poena Pentheos umbra vacet, sic micet aeternum vicinaque sidera vincat coniugis in caelo clara corona tuae: huc ades et casus releves, pulcherrime, nostros, unum de numero me memor esse tuo. sunt dis inter se commercia, flectere tempta Caesareum numen numine, Bacche, tuo. vos quoque, consortes studii, pia turba, poëtae, haec eadem sumpto quisque rogate mero, atque aliquis vestrum, Nasonis nomine dicto, opponat lacrimis pocula mixta suis, admonitusque mei, cum circumspexerit omnes, dicat “ubi est nostri pars modo Naso chori?” idque ita, si vestrum merui candore favorem, nullaque iudicio littera laesa meo est, si, veterum digne veneror cum scripta virorum, proxima non illis esse minora reor. sic igitur dextro faciatis Apolline carmen: quod licet, inter vos nomen habete meum. IV Litore ab Euxino Nasonis epistula veni, lassaque facta mari lassaque facta via,

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Júpiter con su fuego arrojó de Tebas. Kmpero al oír que un vate fue herido por rayo, en recuerdo (1(‘ tu madre puedes haber sufrido mucho, y puedes, mirando a los poetas en torno a tus ritos, decir: “no sé quién, cultor de mí, está ausente.” I);une ayuda, buen Líber: así la vid cargue al olmo y llena esté la uva del encerrado vino, así te asista la activa juventud de los Sátiros con Bacantes, y no te callen por grito extático; así estén mal oprimidos los huesos de hachero Licurgo, ni de Penteo impía sombra sin pena quede, así brille por siempre en el cielo la clara corona de tu cónyuge y a los astros vecinos venza: ;icá llega, hermosísimo, y mis desgracias alivia, que de tu número uno yo soy, acuérdate. Kntre sí tienen comercios los dioses. El numen cesáreo, Baco, con el numen tuyo doblar intenta. Aun vosotros, colegas de estudio, pía turba, poetas, cada uno rogad esto mismo, tomando el vino. Y alguno de vosotros, habiendo de Nasón dicho el nombre, mezcladas con sus lágrimas, ponga ante sí las copas. Y acordándose de mí, cuando a todos en torno mirase, diga: “¿dónde es hoy Nasón, parte de nuestro coro?” Y esto así se haga; si por candor merecí vuestro aplauso, y ninguna letra vuestra dañó mi juicio, ya que al honrar dignamente escritos de antiguos varones, juzgo que no menores que aquéllos son los próximos. Así pues, haced un carmen, siendo Apolo propicio: entre vosotros, lo que es legal, tened mi nombre. IV Epístola de Nasón, desde el litoral Euxino he venido, hecha débil por m ar y hecha por vía, débil,

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qui mihi flens dixit “tu, cui licet, aspice Romam, heu quanto melior sors tua sorte mea est!” flens quoque me scripsit, nec qua signabar, ad os est ante, sed ad madidas gemma relata genas, tristitiae causain siquis cognoscere quaerit, ostendi solem postulat ille sibi, nec frondem in silvis, nec aperto mollia prato gramina, nec pleno flumine cernit aquam; quid Priamus doleat, mirabitur, Hectore rapto, quidve Philoctetes ictus ab angue gemat, di facerent utinam talis status esset in illo, ut non tristitiae causa dolenda foret! fert tamen, ut debet, casus patienter amaros, more nec indomiti frena recusat equi, nec fore perpetuam sperat sibi numinis iram, conscius in culpa non scelus esse sua. saepe refert, sit quanta dei clementia, cuius se quoque in exemplis adnumerare solet: nam, quod opes teneat patrias, quod nomina civis, denique quod vivat, munus habere dei. te tamen (o, si quid credis mihi, carior illi omnibus) in toto pectore semper habet; teque Menoetiaden, te, qui comitatus Oresten, te vocat Aegiden Euryalumque suum, nec patriam magis ille suam desiderat et quae plurima cum patria sentit abesse sibi, quam vultus oculosque tuos, o dulcior illo meile, quod in ceris Attica ponit apis. saepe etiam maerens tempus reminiscitur illud, quod non praeventum morte fuisse dolet; cumque alii fugerent subitae contagia cladis, nec vellent istae limen adire domus, te sibi cum paucis meminit mansisse fidelem, si paucos aliquis tresve duosve vocat.

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V Versos

i A n n u u s . . . n a t a l i s . . . Se sobreentiende dies. Lin gua favens. . . Cf. III, χ ιπ , 18, n. Adsit. . . Se sobreentiende mihi. e L o q u i . . . Cf. I, i, 96, n. R elativo que precede a su antecedente vestis. 7 Quae. . . Focos. . . Es sinécdoque. 10 5

CLVII

LA S T R IST E S DE OVIDIO V

Natalis. . . Cf. v. 1, η. Malis. . . Abl. causal. Q u o d su perest. . . Se sobreentiende itineris. D iu tu rn a . . . Es catacresis. Nostros. . . Se refiere a annos. 32-33 Consilio. . . A dv. — F ia t. . . Pres, histórico. 13 16 is 24 25

d i s c o r s . .. Aposición de i p s a . . . atra favilla. 39 C u m . . . Causal. — Non stultus. . . Es catacresis. Equivaldría a consilio del v. 32. — A r c t o . . . Cf. I, π, 29, η. 43 H a e c . . . Se sobreentiende lux. — Heroisin. . . D at. pl. griego, seguido de n eufónica. 44 Quis = Quibus. 47 S e d . . . Se sobreentiende nati sunt. 48 V i d u o . . . t o r o . . . Cf. C at., V I, 6. 51-52 Infesti. . . Gen. partitivo. — Ulixes,/Penelope . . . Nom. griegos. — Foret = Esset. 53 Victor. . . Apuesto de vir. 54 E u a d n e n . . . Ac. griego. — Nosset = Novisset. Es síncopa. 55 C u m . . . Concesivo. 58 L a u d a m ia . . . Es un posible error tipográfico. Debe leer­ se, como en la m ayoría de otras ediciones, Laodamia n i h i l . . . etc., de otro modo el verso resulta im perfecto: L audam ia nihil//, o hay diástole en da. 61 D i . . . Cf. I, i i , 1, n. — ■ A c c e s u r e . . . V oc. del part, futuro. 62 Aequarint = Aequaverint. Es síncopa. 63 Meruisse. . . Se sobreentiende me. 64 Dolore d o l e t . . . Es reiteración. 35-36

GLVIII

N O T A S AL TEXTO LATINO

VI Versos ! N ostrarum . . . fiducia r e r u m ... Frase apositiva de tu. 2 M ih i. . . D at. ético. 3 Suscepti cu ra m . . . amici = Susceptam curam amici. Es hipálage. 8 Ne fu g e . . . Construcción a la griega en vez de ne fugeris. Cf. I, i, 5 9 -60, η. i i r i 2 N um quam . . . n o n . . . Es litote. 13 Turpius e ic it u r .. . etc. Este v. equivale a la expresión turpius est ejicere quam non adm ittere hospem. 16 S e r v a . . . Es zeugma. No se justifica su sentido con indi­ cium . . . tuum. 17 T u a m q u e ... L a conj. indica que debe sobreentenderse si modo ne. 23 Non adeo t o t i . . . Es catacresis. 26 Pyladen. . . Ac. griego. 35 N ostrorum . . . Se sobreentiende m alorum . 42 V e r o . . . minor = M inor quam verum. 43 H is. . . Se sobreentiende malis.

V II Versos j T ibi. . .

D at. ético. etc. Este verso parece la perífrasis de la acos­ tum brada frase inicial en las cartas fam iliares, que por brevedad se indicaba con las siglas S (si) V (vales) B (bene) E (est). 4 C a n d id a ... p a r s . . . E (ego) Q (quidem ) V (valeo). Expresión conclusiva de las siglas del verso anterior. 10 M o r e s .. . Se sobreentiende incolarum. 15 In quibus. . . Pl. lógico cuyo antecedente se halla expre­ sado en gentis. 3 Si t ib i...

CLIX

LAS T R IST E S DE OVIDIO V

— Coryton et a r c u m . . . Voces: una griega y otra latina para v a ria r la m ención de dos objetos unidos en el uso. 19 D a r e . . . C onstrucción a la griega, en vez del gerundio abl. con in. 21 H is. . . Se sobreentiende barbaris. 28 In plausus. . . Ac. de finalidad. go O r a . . . Se sobreentiende Romana. 31 Quae = Quia. Sentido causal. 35-36 Quaeque m o d o . . . etc. Segundo térm ino de Ja consecu­ ción expresada en sequor. 37-38 Vigilo curamque futuri/nominis

— Vigilo curateque futu­ rum nomen. Es catacresis. — Curamque = N e c curam. — Q u o d latuisset. . . Prótasis que sobreentiende si, después de quod. 40 Dare verba. . . Cf. I I , 500, n. 45 Sive homines. . . P erdura specto. 46 S a e v a e . . . feritatis. . . Gen. partitivo. 49 Pellibus et l a x i s . . . bracis = Pellibus laxis et bracis. Cf. I I I , x,

19.

50 H o r r id a . . . Es catacresis. 51 In p a u c i s . . . Perdura homines. — Rem an en t = Etiam manent. eo Barbara. . . P erdura verba. 62 P a tr io . . . son o. . . Abl. de lim itación. 65 T r a h o . . . Es zeugma. Sentido justifcado sólo con ani­ mum.

VIII Versos 1 Abiectus. .. Es catacresis. 8 N um en... Concierne tanto a Fortunae como a exosae deae, puesto que Némesis detestaba y castigaba precisa­ mente las palabras soberbias. La mayoría de los traducCLX

N O T A S AL TEXTO LATINO

tores hacen a verba com plem ento de metuis; debe serlo de exosae, como advierte Andrés Bello ( Tristium libri V. Jacobopoli, 18 4 7 . p. 1 7 7 ) . M asera ( Tristia libro quinto, p. 1 1 3 ) , inventando, dice que exosae tiene valor pasivo, y traduce el verso 8 así: “e le irrevocabili de­ cisioni dell’ ab orrita dea” . E t — Nec. 14 M e n d i c a t o . . . c i b o . . . S uj. agente. i 6 i3 6 T e n a x . . . t r i s t i s . . . Son catacresis. 30 Plura roganda. . . Debe preferirse con M asera, op. cit., p. 1 1 5 , la lectura plura rogata, propuesta por Owen, a despecho de que aquélla sea la más común. M asera ar­ gum enta con m ucha lógica que: “el concepto de acción pasada me parece más de acuerdo con el verbo dare·. se concede, en efecto, lo que h a sido pedido no lo que se puede pedir” . Parecidas razones tenía el humanista Andrés Bello, op. cit., p. 178, que decía debía leerse plura rogata. Para hacerle justicia, lo hizo cuarenta años antes que lo propusiera Owen. m e o s . . . Es sinécdoque. 3 5 -3 7 V u l t u s . . . U t . . . Completivos de fieri.

IX Versos

i Si s i n e r e s . .. etc. Cf. IV , v, 13 -14. 2 11>20

14

15

18

19

Fores = Esses. Q u o d . . . Explicativo. Facis. . . posse fru i. . . Construcción a la griega en vez de facis con ut y subj. Perhorruerit. . . Instransitivo usado transitivam ente. Pars m axim a. . . Se sobreentiende amicorum meorum. Freta = Aestuosa aequora. N a n t i . . . Se sobreentiende mihi. Es síncopa. S e m in ec e m . . . Se sobreentiende me. GLXI

LAS T R IST E S DE OVIDIO V

22

31 34

Potui. . . Perf. lógico. Vincta atque inclusa — Vincta incluse. Es endíadis. Parce tim ere. . . Cf. I, π, 2, η.

X

Versos 3 13

14

19

22

36 38 45 49

61

M i h i . . . D at. ético. Q u e m . . . Su antecedente se halla im plícito en v ita e . . . meae = vitae mei. Euxini mendax cognomine litus — Euxini m endaci cogno­ mine litus. Es hipálage. Scythici vere terra sinistra freti = Scythici vere terra sinistri freti. Es hipálage. Aves. . . Se ju stifica el plural, por el colectivo usado en el término com parativo: densissimus hostis. L e g i m u s . . . Se tra ta del poeta y de los habitantes que se hallan dentro de los muros de la ciudad. Per g e stu m . . . El asíndeton sustituye la adversativa at. R i d e n t . . . Usado como transitivo. Lachesin. . . Ac. griego exclam ativo. T a m e n . . . Lógicam ente debería ir en la proposición si­ guiente. D em ens. . . Es catacresis.

XI

Versos 4

5 12 16

Q u i. . . R eferido al pron. ego, im plícito en el posesivo m ea = mei del verso anterior. Cui minime vellem. . . Se sobreentiende esse. M i h i . . . Dat. de daño. Q u i. . . Su antecedente es mihi. GLXII

N O T A S AL TEXTO LATINO

19 E s t . . . Cf. I, ix, 110, 26 C o m p re c o r... En vez ción con el pueblo en 27 In mare flu m in a. . . Se

η. de precor, por la idea de asocia­ el v. siguiente. sobreentiende solent currere.

X II Versos 2jl7 e 9 17 —·

Pectora nostra. . . oblivia. . . Son sinécdoques, Nec u lla — N ulla. Se sobreentiende sors. V id eor. . . Se sobreentiende tibi. U t v e n ia n t... Se sobreentiende oblivia. V estri. . . Pl. mayestático. L a elegía es una respuesta p er­ sonal. 39 Nominis et f a m a e ... fulgore = Nominis fam a fulgore. Es endiadis. 44 Scribere. . . Inf. usado a la griega en vez del subj. con ut p ara evitar repetir éste seguidamente. 45 Dixisse. . . Pasado en vez de près, p ara d ar una m ayor eficacia descriptiva, casi anticipándose al efecto. 47 Iustas. . . Se sobreentiende poenas. 51 Dem ens. . . Es catacresis. 63 Et cu p io. . . Debe entenderse con función parentética. — Non n u llo s ... Es pleonasmo. 68 Foret — Esset.

ΧΤΙΙ Versos t 4 10 n 15

G etico. . . Se sobreentiende litote. L ib e r a ... v a c e t ... Es pleonasmo. C aput — V ita. Es m etonimia y sinécdoque, Q uod. . . causal. P lu rib w ;. . . Se sobreentiende verbis.

CLXIÜ

LAS T R IST E S DE OVIDIO V

1G T a m e n ... C onj. con valor concesivo. culpae/crim ina = Falsa culpae crimina. Es hipálage. 29 T acitas. . . Es catacresis. 31-32 Q u ° d .. . R elativo de enlace. — S i t . . . s a t is ... Se sobreentiende ut. — Adm onuisse. . . Pasado en vez de près, p ara anticiparse al efecto. 34 U t. . . O ptativo. 25-26 P a^sae · · ·

X IV Versos 5

D um . . . Condicional, A liquas. . . Se sobreentiende mulieres, g C u m ... Causal. 13 I d q u e ... Se sobreentiende munus. 17 Q u o d .. . Subsiste el régimen de adde, en el v. 15. 19 Q u ae. . . Su antecedente es indiciis. — P e rs ta .. . Se sobreentiende his. 20 S erv a meque . . . fidem = Serva mihi fidem . Es endíadis. 23 De n ostra. . .ru in a . . . Abl. causal y no tem poral, como quiere M asera, op. cit., p. 15 5, pues le obstruyen nunc y el perfecto facta est. — T ib i. . . Suj. agente.

g

26 N u p ta . . . Part, pasado con uso personal de sustantivo. 30 F u g it. . . Se sobreentiende eam. 41 Opus est. . . Se sobreentiende tibi.

GLXIV

Notas al texto español Libro primero

Versos j Parvo li b r o ... Apóstrofe que se volverá personificación. Irá descuidado, sin cultivo. Cf. w . sigs.

3 In culto. . .

5 Jacintos. .. Es posible que no sea la plan ta que hoy co­ nocemos con tal nombre, puesto que producía o flores muy encarnadas com parables al color que se usaba en los bordes de los rollos, volumina, o ciertas bayas de color negruzco, de donde se extraía dicha tintura. Cf. Pl., N. H., X V I , 31. 7 Ni el título. . . El libro de papiro, charta, era un rollo al cual se unía el titulus o index, donde se indicaba el contenido de aquél. — M inio. . . El color escarlata extraído de este polvo ser­ vía p ara escribir los títulos de las obras. — Cedro. . . El reverso de los papiros se acostumbraba re­ cubrir con cedrus, aceite o exudación del enebro común, que tenía un color am arillento, p ara perfum arlos y pre­ servarlos de la corrupción. Es sinécdoque. g Cándidos c u e rn o s... Los extremos del cilindro: umbi­ licus, donde se enrollaban los libros, se adornaban fre­ cuentemente con unos como botones: cornua, que por lo general eran de m arfil, de allí candida. — F rente negra. . . Los extremos del rollo se llam aban fron­ tes, que se acostumbraba teñir de ro jo : simbólicamente el autor los teñiría de negro p ara m ostrar el luto que debe guardársele como m uerto a la vid a social de Roma. 1]L Ni con la pómez . . . Para igualar el rollo se pulim enta­ ban sus extremos.

CLXV

LAS T R IST E S DE OVIDIO I

13 Ni te avergüences de m a n c h a s .. . Prefiero esta traduc­ ción, que ni te avergüencen las m anchas> porque ex­ presa m ejor la construcción latina. 16 Con pie p erm itid o. . . Con el pie m étrico de los cantos, pues el poeta se hacía la promesa de en viar a R om a sus obras de exilio. 30 E l C ésar, . . Es Augusto, prim er em perador romano, quien desterró al poeta. 42 M e agita in v ie r n o ... Era el invierno del año 8 d. C., cuando el poeta m archaba al destierro. Cf. xx, 3. 43-44

47

51 55-56

57 fí7

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70 75-78

79

Imagino/que una espada. . . M uchas veces el poeta tuvo el tem or de m orir asesinado durante el viaje. Cf. xi, 2728 y III, ii, 25-26. M e ó n id a ... Gentilicio de Homero, pues muchos supo­ nen que su p atria fue M eonia, por otro nombre, Lidia. L a F ortu na. . . D ivinidad alegórica de los romanos. Baste si ah ora. . . etc. U n a de las obras del poeta oca­ sionó en parte su destierro. Hoy día ya no se cree en el Ars amandi, excusa oficial, se piensa en Las M eta­ morfosis, con más razón. Rom a . . . Fundada p or Róm ulo y Rem o, capital prim e­ ro del Lacio, posteriorm ente de toda Italia y del imperio. D el amor el m aestro. . . El poeta se llam a a sí mismo “m aestro del am or”, porque Venus le había encomen­ dado (A rs, I, 7) que sirviera de maestro al tierno Am or. Altos Palacios. . . Se trata de las mansiones m andadas construir p or Augusto para que sirvieran de albergue a la fam ilia im perial. César .. . Cf. v. 30, n. L a palom a· . . la c o r d e r a .. . Bellas m etáforas, donde el poeta es el símbolo de la inocencia misma, sin medios de defensa; y Augusto no sólo el de la crueldad, sino el de la fuerza expresada de modo tan salvaje y p ri­ m itivo. F a etó n . . . Nació de los amores clandestinos de Apolo, dios del sol, y de Clim ene, esposa de M érope. Quiso te­ ner de su verdadero padre un testimonio de su origen, GLXVI

N O T A S AL TEXTO E SPA Ñ O L

y obtuvo, por un solo día, conducir el carro del sol. Por su inexperiencia no pudo d ar la vu elta al universo, y Jú p iter disgustado lo fulm inó, precipitándolo en el río Eridano. Cf. M et., II, 1-366. 81 Jú p ite r. . . Padre de los dioses y dios del rayo. En esta obra se utiliza, casi siempre, como m etáfora p ara designar a Augusto. 83 C afarea . . . Es aquí, la región donde se hallaba el pro­ m ontorio C afareo, sobre la costa m eridional de la isla de Eubea. L a arm ada griega encalló cerca de este p ro­ m ontorio, porque el rey Nauplio había hecho encender fuegos en la cumbre p ara vengarse de los griegos, que injustam ente habían m atado a su hijo Palamedes. — A rgolica. . . De la Argólide, región del Peloponeso, en G recia, cuya capital era Argos. Es sinécdoque. — E scuadra. . . Se trata de la arm ada griega que vo lvía a su país, después del incendio de Troya. 84 E u b o ic as.. . De Eubea, isla del m ar Egeo. 90 í c a r o . . . H ijo del arquitecto Dédalo. Estando aprisiona­ do con su padre, éste confeccionó alas p a ra ambos, gra­ cias a las cuales lograron escapar; pero íc a ro se remontó m uy alto y el sol derritió la cera con que se unían las alas, y cayó en una parte del m ar Egeo que, desde en­ tonces, se llam ó m ar Icario. Cf. M et., V I I I , 1 8 3 -2 3 9 ; V irg ., Επ., V I , 3 1 ; Hor., Od., I, i, 15. 93 S i a él no ocupado. . . Se refiere a Augusto. 100

A q u ile s ... H ijo de la ninfa Tetis y de Peleo. Personaje central de L a Iliad a. Fue célebre su amistad por Pa­ troclo.

— A l m o d o ... Aquiles hirió a Télefo, y lo sanó, aplicando sobre la llaga la herrum bre de la lanza con que lo hi­ rió : sólo Augusto puede levan tar el castigo del poeta. Cf. V , xi, 15, n. 102 M enor mi esperanza . . . etc. Es m ayor el tem or del poe­ ta de ser dañado por su librillo, que la esperanza de ser ayudado por él en algo. CLXVII

LAS T R IST E S DE OVIDIO I

107 Tus herm anos. . . El poeta señala al librillo sus obras anteriores: Am ores, Heroides, A rs am andi, Rem edia amoris y, acaso también. M etamorfosis. 111 Tres que se o cu lta n . . . Los tres libros del A rs amandi. 114 Edipos y Telégonos. . . Para el poeta, los tres libros del A rs am andi son causa accidental del exilio, si es que por ellos lo desterraron, y los asesinos que le dieron una m uerte civil, pues los com para con Edipo, que m ató a su padre Layo involuntariam ente, por no haberlo re­ conocido, y con Telégono, que enviado por Circe, su m adre, en busca de Ulises, ham briento y sin saber que éste era su padre, le dio muerte. 117 De form a cam biada tres veces cinco volúm enes. . . Pe­ rífrasis p ara designar los quince libros de Las M etam or­ fosis. 118 De las exequias m ías. . . Desterrado, el poeta se consi­ dera m uerto p a ra la vida de Roma. 119 Entre los cuerpos cam biados. . . En los libros de Las M etamorfosis. 125 M e sube. . . A la mente.

II Versos 1Dioses del m ar y del c i e lo ... Invocación de un gran efecto, pues transporta al lector en medio del m ar tem ­ pestuoso. 3 C é s a r ... Cf. i, 30, n. 4 A m e n u d o ... Pondrá como ejem plo el papel que ju e ­ gan los dioses en tres obras famosas entonces conocidas: La Ilíada, L a Odisea, L a Eneida. 5 M ú lcib er. . . Sobrenom bre de V ulcano, dios del fuego, que ayudado p or los Cíclopes fundía y fo rjab a los me­ tales en su antro, situado bajo el Etna. Estuvo contra T roya, porque, a petición de Tetis, accedió a fo rja r las arm as de Aquiles. CLXVIII

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•— T ro ya . . . L a legendaria Ilion, situada en las costas del Asia menor, en la orilla oriental del Helesponto, que fue destruida por los griegos p ara vengar el rapto de Helena por Paris, h ijo de Príamo, rey troyano. — A p o lo ... L lam ado también Febo, era h ijo de Jú p iter y hermano gemelo de Diana, y dios del sol. Estuvo por Troya, según cuenta Homero, pues, por vengar a su sacerdote Grises, cuya h ija Criseida fue arrebatada por Agamemnón, quien rehusaba devolverla, bajó, semejante a la noche, y con dardos invisibles hirió a los griegos y a los caballos, y sembró el cam pam ento de gran peste, m ientras el jefe micenio no devolviese la doncella. i6}S V e n u s ... Diosa del amor y la belleza, causa indirecta de la guerra de T roya, pues ayudó a Paris en el rapto de Helena, y lo protegió después en su combate contra M enelao. 6 Teucros. . . Son los troyanos, pues Teucer fue el p ri­ m er rey de la Tróade, región donde se hallaba Troya. — P a la s .. . Atenea, diosa de la guerra, a quien los rom a­ nos llam aron M inerva, era h ija de Júpiter. Tetis acudía a ella para buscar protección a su h ijo Aquiles. 7 T u rn o . . . R ey de los rútulos, a quien Eneas hizo la gue­ rra. Cf. V irg ., En., V I I - X lI passim. — L a S atu rn ia . . . Es Juno, h ija de Saturno y de Rea, es­ posa de Jú p iter, favoreció a T urno en su rivalidad con Eneas, no sólo en la guerra, sino también para que in­ tentase lograr el am or de Lavinia, h ija del rey Latino. •— E n e a s .. . H ijo de Venus y Anquises. H éroe troyano que, huyendo del desastre de Troya, llegó a las costas de Italia. Personaje central de L a E neida, favorecido por su m adre en su rivalidad con Turno. g N e p tu n o ... Dios del m ar, célebre, en L a Odisea, por las emboscadas que tendía a Ulises, de las cuales siem­ pre lo libraba M inerva. ■ — U lis e s .. . R ey de ítaca, esposo de Penélope, jefe griego que estuvo en la guerra de T roya y personaje central de L a Odisea. CLXIX

LAS T R IST E S DE OVIDIO I

10 M in e rv a . . . L a Palas A tenea de los griegos. Era nieta de Neptuno, herm ano de Jú p iter. Cf. v. 6, n. 1X A q u é llo s ... Los héroes citados: Aquiles, Eneas, Ulises. 15)30 El N oto. . . V ien to del m ediodía que viene del sur. En las regiones de que habla el poeta, ocasiona la llu via y enfurece el m ar. 20-22 Piensa. . . Con este im perativo, el poeta no sólo im pre­ siona sensiblemente al lector, sino que lo hace p artici­ par, poniéndolo a im aginar el cuadro que intenta des­ cribirle. — ■ T á r ta r o s ... Según la creencia de los antiguos, el T á r­ taro se encontraba en lo más profundo de los infiernos. Es sinécdoque. 23 E l a ire . . . Según los antiguos, era la región inferior de la atmósfera, puesto que el éter era la superior. 27 El Euro . . . V ien to que llega del oriente : del “orto p u r­ púreo” . 28 El C éfiro . . . V ien to tibio que llega del occidente : del “ tardo ocaso” . 2Í) Osa. . . L a Osa m ayor, que señala el norte. — S e c a . . . Porque no desciende jam ás por debajo del ho­ rizonte m editerráneo ni toca el m ar. — El Bóreas. . . V ien to helado del norte. 41 ¡A h , bien. . . Expresión afectiva. 50 Posterior a n o v e n a . . . etc. Perífrasis de oculta signifi­ cación. 53 O por su hado o el h ie rro . . . Por su m uerte natural o por asesinato. H ierro. V a le aquí p or espada. Es sinéc­ doque. 50 Verdes d io s e s ... Son los dioses del m ar: verdes, por eí color del agua m arina. 65 Ondas estigias. . . L a laguna Estigia, que estaba, según creían los antiguos, en los infiernos. Es m etonim ia y si­ nécdoque. 66 C ésa r. . . Cf. i, 30, n. 77 A te n a s ... C iudad de Grecia, célebre p or su cultura y sus maestros. A q u í alude el poeta al via je que hizo a CLXX

N O TA S AL TEXTO E SPA Ñ O L

ella p ara com pletar sus estudios literarios y jurídicos. No a ciudades de A sia . . . El poeta, después de haber vivido en Atenas, visitó en com pañía de M ácer el Asia M enor y A lejan d ría. C f. Ex Pont., II, x, 21-28. 7 9 Ciudad de A le ja n d r o ... Es A lejan d ría, ciudad de Egip­ to, fundada por A lejan d ro M agno, fam osa por sus lujos y placeres. 80 N ilo . . R ío m uy conocido de Egipto. El poeta hace alusión a las fiestas espléndidas que se daban sobre aq u él; de allí la alegría bulliciosa personificada en la corriente. ■82 Sárm alas. . . H abitantes de la Sarm acia, provincia muy vasta, situada al norte del Ponto Euxino, y posiblemen­ te abarcaba lo que antes era la Escitia. Cf. ni, 6 1, n. Ponto izquierdo . . . las fieras o rilla s . . . Conser­ S 3 Del vo la hipálage del autor. En el Ponto Euxino, a la iz­ quierda del poeta, de acuerdo con la ruta de la nave, quedaba la Escitia inferior, a cuya región pertenecía T o­ mis, ciudad de exilio de Nasón; pero podría ser que éste estuviese haciendo también un juego de palabras con el significado de Euxino. Cf. III, x iil, 27, η. H abitantes de Tomis, ciudad del destie­ •85 T o m ita n o s... rro del poeta. Se cree que se hallaba situada en el lugar de la actual Constanza, en la desembocadura del D a­ nubio. Los tom itanos lindaban al sur con los tracios, al norte con los sárrnatas y escitas, y al este y oeste con los getas. De Ausonia, con cuyo nombre se designa ■92 Ausonios. . . toda Italia. Ausonia fue el país de los auruncos, ausones, en la Cam pania. Se les llam ó así a causa de Ausón, h ijo de Ulises y Calipso, establecido en dicha región. Es sinécdoque. 93>104 C é s a r .. . Cf. i, 30, n. 94 Póntica tie rra . . . L a tierra que se hallaba a orillas del Ponto Euxino, a donde el poeta iba exiliado. A u g u s to ... Es O ctavio, el prim er em perador romano.· 102 104 C ésares. . . Son los nietos e hijos adoptivos de Augusto, a quien se adoraba también como dioses. '78

CLXXI

.LAS T R IST E S DE OVIDIO I

109 B ajo condición reclam ados. . . El poeta llam a ahora a! los dioses como testigos de que dice verdad. D e no ser por esto, quizá no los hubiera invocado otra vez, pues· los juzga impotentes ante el poder del César, y quizá menores a él, lo cual im plica un problem a de fe : Iosdioses son ya p ara el poeta meras figuras convenciona­ les: no cree en ellos. Hasta el verso 60 hay la súplicaretórica, pidiendo la liberación del naufragio y la calma> de la tempestad.

III Versos x M e s u b e ... Cf. i, 125, n. — De aquella n och e. . . Aquí v a a recordar el poeta la te­ rrible noche de su p artid a de Rom a, cercana a los Idusde noviembre. ¡5 Luz. . . V a le aquí por día. Es sinécdoque. 6 A u s o n ia ... Cf. i i , 92, n . 1X J ú p i t e r ... Cf. i, 8 1, n. 17 L a amante e s p o s a ... Es Fabia, su tercer desposada. 19

— 26 29

30j43

33

L a h ija . . . Se tra ta de la hijastra del poeta, h ija deFabia. Estuvo casada en segundas nupcias, según Sé­ neca, con Fidus Cornelius, gobernador de la provinciade Á frica. L ib ia. . . Región costera al norte de África. Es sinécdo­ que. T ro y a . . . Cf. n , 5, n. C apitolios. . . El C apitolio com prendía la fortaleza y e ! tem plo de Jú p iter en Rom a, situados en el monte C a­ pitolio. Es sinécdoque. Lares . . . Los dioses protectores del hogar. Eran dos, se­ gún la leyenda, hijos de la ninfa L ara y de M ercurio. Aquí valen por hogar. Es m etonimia y sinécdoque. C iudad de Quirino . . . Es Rom a, cf. i, 57, n., porque R ó­ CLXXII

N O TA S AL TEXTO ESPA Ñ O L

mulo, uno de sus fundadores, fue llam ado Q uirino, des­ pués de m uerto. 37-40 Celeste varón. . . el dios. . . Ambas denominaciones, igual que la del v. 12 de la anterior elegía, van referidas a C ésar Augusto. L a apoteosis, obra, al fin, del propio em perador, más que del pueblo, hacía largo tiempo que estaba consum ada: sirviéndose del Senado, se había autonombrado Augustus. Los poetas, m uy a tono con las pretensiones del potente, se encargaron de propalarla y cim entarla con sus escritos. 4559s P ena-tes. . .

Es otro nombre de los Lares. Cf. v. 30, n. 48 L a Osa p a rra sia . . . Es la constelación de la Osa mayor. Parrasia era una ciudad de la Arcadia, región donde nació Calisto, h ija de A tlante, p ara algunos, o de Licaón, para otros. (El poeta utiliza las dos versiones, dentro de la obra.) Siendo am ada de Jú p iter, Juno, por celos, la convirtió en osa, y el padre de los dioses tuvo que transportarla al cielo, en medio de constelaciones, cerca del polo norte. 61 E scitia. . . Fue originalm ente la región com prendida desde el Danubio al Don, pero en el tiempo del poeta los escitas, tribus nómadas, habían sido suplantados por los sármatas y otras tribus; por ello, O vidio usa indistinta­ m ente Sarm acia o Escitia p ara designar la región de su exilio. 66 L ealtad te s e a ... Teseo, famoso héroe griego, hijo de Egeo, rey de Atenas. Dio m uerte al m inotauro y fue célebre su amistad con Piritoo, rey de los lapitas, a la que se hace referencia aquí. 72 L u c ife r . . . Es el planeta Venus, llam ado popularm ente “estrella de la m añ an a”, pues precede la salida del sol. 75 M e t o ... (o M eció) Fufecio, general albano que, ven­ cido por Tulio Hostilio, se declaró aliado de R om a; pero habiendo violado el pacto, al ponerse de parte de los fidenates, con quien R om a hacía la guerra, fue cap­ turado y condenado al descuartizam iento : cuatro caba­ llos tiraron de él en direcciones contrarias. GLXXIII

LAS T R IST E S DE OVIDIO I

84 Pequeño peso a la nave p ró fu g a. . . Conservo la endíadis del autor. 85-80 C é s a r ... Cf. i, 30, n.

IV Versos lm2 E rim ántida O sa. . . Es la constelación de la Osa m a­ yor. Erim anto era un m onte de Arcadia, región donde nació Calisto. Cf. ni, 48, n. — El guard ián . . . con su lucero t u r b a ... Es la constela­ ción del Boyero, cuya brillantísim a estrella, A rtu ro, era m uy tem ida de los navegantes, porque creían que, al nacer y ponerse, suscitaba grandes tempestades. Desapa­ rece en el horizonte el mes de diciembre, época del viaje del poeta al destierro. 3 M a r J ó n ic o ... Parte del m ar Egeo que se h alla entre Sicilia y Grecia, Pintados dioses. Se trata de los dioses que pintaban o, más bien, esculpían los antiguos en la m adera de la proa y popa de las embarcaciones p a ra que fuesen pro­ tegidas por ellos. Cf. x , 1-2. 9 Las tram as de p in o . . . Se em pleaba la m adera de pino p ara construir las naves. Es sinécdoque.

g

..

13-14 Caballo/de rígida

cerviz . . . etc. Bella imagen de la nave. 17 E o lo . . Di os de los vientos. 10 L a llir ia . . . Antigua com arca situada al suroeste de Eu­ ropa. El m ar Adriático, por donde navegaba el poeta, m ediaba entre lliria e Italia. 20 I ta lia . . . País europeo, p atria del poeta, cuya capital fue la Rom a de los Césares. 22 M agno d io s ... Es C ésar Augusto. Cf. m, 37-40, n. 26 J ú p i t e r . . . Cf. i, 8 1 , n.

GLXXIV

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V Versos S i esta n a v e . . . Es m etáfora. P ir it o o ... H ijo de Ixión que viajó a los infiernos para rap ta r a Proserpina, esposa de Plutón, Teseo lo acom­ p a ñ ó ; pero ambos fracasaron en la empresa y quedaron prisioneros en el T ártaro. Hércules rescató a Teseo y Proserpina a Piritoo. T e s e o ... Cf. m , 66, n. 21 Orestes. . . H ijo de Agam em nón y C litem nestra; dio m uer­ te a su m adre p ara vengar la de su padre. Perseguido por las Furias, Pílades lo acom pañó siempre, a pesar de reci­ bir muchas veces insultos. El F ó c id a ... Es Pílades, hijo de Estrofio rey de la Fócide, región de G recia entre Beocia y Etolia. H abitantes del antiguo Lacio. 2 3 -2 4 R ú tu lo s .. . E nríalo y N iso el IIirtá c id a . . . Fueron compañeros de Eneas. Euríalo, intentando atravesar de noche y por sorpresa el cam pam ento enemigo, cayó en manos de los rútulos, sin poder llev a r a Eneas la advertencia de que corría peligro. Niso, h ijo de H írtaco, trató de salvarlo y ambos fueron muertos. Cf. V irg., Επ., V y V I. 2 7 -8 4 L a F o r t u n a ... Cf. i, 5 1 , n. 3 8 -4 4 E l dios. . . numen. . . Cf. i i i , 37-40, n. C ésar. . . Cf. i, 30, n. 57 M is males, doctos poetas. . . etc. De aquí al verso 8 4 hay un b rillante y apropiado paralelo. Jefe n ericio . . . Es Ulises. Cf. n, 9, n. N érito era un mon­ te de ítaca. 60 I lía c a s ... D e Ilion: T roya. Cf. n, 5, n. D uliquias. . . De Duliquio, isla vecina de ítaca, que for­ maba, con ésta, parte del reino de Ulises. 62 G eta. . . Era la región de los getas, tribus establecidas a orillas del Danubio. S a r m a c ia ... Cf. n, 82, n. 17

19

CLXXV

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D u liq u io ... Cf. v. 60, n. í t a c a . . . Isla donde Ulises residía. Sam os. . . Isla del m ar Egeo, parte también del reiho de Ulises. co Rom a .. . Cf. i, 57, n. dios h e r id o ... Es César Augusto Cf. m, 7 5)84 Un d i o s . . . 37-40, n. 76 L a guerrera diosa. . . Es M inerva. Cf. ii, 10, n. 7 7 -7 8 J ú p ite r. . . Cf. i, 8 1 , n. N eptuno. . . Cf. π, 9, n. 83 Penates . . . Cf. m, 45, n.

VI V ersos

i L id é . . . Esposa del poeta griego Antím aco, m uy cele­

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20

brada por éste. Poeta de C la r o s ... Es Antím aco (//. S. V I a .C .), na­ cido en Colofón3 ciudad de Jon ia, situada cerca del bosque sagrado de Claros. El suyo de Cos. . . Es Filetas, poeta alejandrino que na­ ció en Cos, isla del m ar Egeo. B itis. . . O Batis, doncella de Cos, celebraba en los v e r­ sos de Filetas. Las tablas de mi n a u fra g io ... Los escasos bienes de un náufrago. Es m etáfora. L a esposa de H é c to r ... Es Andróm aca quien, m uerto su m arido a manos de Aquiles, rehusaba volver a ca­ sarse. H é c to r ... H ijo de Príamo y herm ano de París. L aodam ia. . . Esposa de Protesilao. C uando supo la m uerte de su m arido, pidió a los dioses poder abrazar la sombra de éste, le fue concedido; pero m urió en aquel abrazo. Cf. Hom., II., II, 6 9 8 ; H eroid., X I I I ; V irg ., En., V I, 44 7. V ate m eonio. . . Es Homero. Cf. i, 47, n. CLXXVI

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22 Penélope. . . Esposa de Ulises. Su fidelidad, durante los veinte años de ausencia de su m arido, fue inm ortalizada por Homero en L a Odisea. 24 L u z .. . V a le aquí por nacimiento. Es metonimia. 25 L a p rincesa. . . Es L ivia, esposa de Augusto, pues cuan­ do el poeta escribió Las Tristes, el príncipe no era otro que O ctavio, y así es llam ado en varios lugares. C f i, 33. ,o Las heroínas virtuosas. . . Son las m encionadas en los v. 19-22.

VIÍ Versos x Rostro en im agen. . . El poeta se dirige prim ero a quien posea algún retrato le él, como bustos coronados, ima­ go, que era adorno común de las bibliotecas; a p artir del v. 5 se dirige al destinatario de la epístola. 2 H iedras, guirnaldas báquicas .. . Para celebrar las fies­ tas de Baco, solían los poetas coronarse de hiedra, sím­ bolo de la poesía elegiaca. 7 M i efigie. . . Se tenía la costumbre de hacer grabar el rostro de un ser querido en el oro de un anillo o en la piedra preciosa engastada en el oro : de esto se trata aquí, según el v. anterior. 10 N asón. . . Cognomen del poeta. 13 Cantos que n a rra n . . . etc. Perífrasis p a ra designar Las M etamorfosis. 15-iG

'm ism o... puse en el fuego/con mi m a n o ... Estos versos recuerdan el gesto de V irgilio, cuando quiso des­ tru ir La Eneida, por no considerarla acabada. En O vidio es sólo recurso literario y m otivo m eram ente simbólico de su arrepentim iento por haber escrito algo que pare­ ció im propio al em perador, como lo confirm an los vv. sigs. 17 T é s tid a ... Es A ltea, h ija de Testio, rey de la Etolia, la i GLXXVII

LAS T R IST E S DE OVIDIO I

21

29 33

38

cual, para vengar a sus dos hermanos, muertos por su hijo M eleagro, a rrojó al fuego la v a ra a la que estaba vinculado el destino y la vida de su h ijo : fue m ejor herm ana que m adre. Cf. M et., V I I I , 4-62-64. M usas. . . Nueve diosas, según los antiguos, que patro­ cinaban el desarrollo de la poesía, la música y las artes liberales. A ellas debía el poeta, según él, parte de sus crím enes: ¿q u é obra lo hizo verdaderam ente culpable? ¿E l A rs am an d i? ¿L as M etam orfosis? De los yunques quitada. . . Es m etáfora. F re n te .. . Cf. r. 8, n. Funeral de su amo. . .* Cf. r, 1 1 8 , n.

V II I Versos A trás, a su f u e n t e ... etc. Versos que expresan un h er­ moso imposible. Cf. V irg., Bue., I, 6 0 -64, un motivo parecido. 14 E x e q u ia s ... Cf. i, 11 8 , n. 36 Leteas. . . Del Lete, río del infierno, cuyas aguas te­ nían el don de hacer olvidar. Es m etonimia. 33 R o m a ... C f. i, 57, n. 37 Urbe q u ir in a ... Cf. m , 33, n. 39 O rilla del Ponto s in ie s tro ... Cf. ir, 83, n. 40 E s c itia ... Cf. rrr, 6 1 , n. — Sarm acia. . . Cf. n, 82, n.

IX Versos 13 L a F ortuna. . .

Cf. r, 5 1 , n.

20 Las cautas espaldas d ieron . . .

autor. G LX X V IU

Conservo la endíadis del

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C ésar. . . Cf. i, 30, n. A rg á lic o . . . Cf. i, 83, n. O re ste s / ... P íla d e s ... Cf. v. 2 1, notas. T o a n te ... R ey de la T áuride, hoy península de Crim ea, quiso m atar a Orestes. Pílades, por salvar a su amigo, afirm aba que él era O restes; por su parte éste sostenía que él mismo era. Descubierta la verdad, aquel feroz tirano alabó el gesto heroico de Pílades. E l A c t ó r id a ... Es Patroclo, nieto de Actor. D urante el asedio de T roya, fue m uerto por H éctor. La m uerte del amigo hizo reflexionar a Aquiles, que decidió volver a la lucha para vengarlo, y m ató en singular combate a Héctor. A quiles. . . Cf. r, 100, n. H éctor. . . Cf. vi, 19, n. Teseo . . . C f. ni, 66, n. Los Manes. . . Cf. III, m, 64, n. A q u í designa los in­ fiernos, lugar donde se hallaban los dioses manes o dio­ ses inferiores. Es metonimia. Su amigo . . . Es Piritoo. Cf. v, 19, n. Dios del T ártaro. . . Es Plutón, dios de los infiernos. Cf. n, 20-22, n. T u rn o . . . Cf. ir, 7, n. Enríalo y Niso. . . Cf. v, 23-24, n. C u a n d o ... menos au ra llevaba esta b a r c a ... Es m etá­ fora. No esto me d ijo . . . etc. Estos versos resumen las diver­ sas formas de predecir el futuro. El trueno de izquierda. . . En la observación de los fe­ nómenos atmosféricos, el trueno venido por la izquierda era considerado como un feliz o desgraciado augurio, según las circunstancias en que se produjera. Entrañas de o v e ja .. . El sacerdote encargado de exam i­ nar las entrañas de las víctim as p ara hacer los augurios era llam ado arúspice. O la lengua, o la plum a. . . El que predecía el futuro CLXXIX

LA S T R IST E S DE OVIDIO I

por el canto o el vuelo de las aves se llam aba augur. Es metonimia. 57 Las artes severas. . . Filosofía, derecho y retórica. 58 D iferentes a ellas. . . Se trata del arte de escribir versos ligeros, sobre todo haber escrito el A rs amandi, cf. v. 6 1 ; pero intencionalm ente el poeta usa la ambigüedad.

X Versos lyl3 M inerva. . . Cf. n, 10, n. 2 Pintado y e lm o ... L a nave en que viajab a el poeta al destierro, llevaba pintado el yelmo de la liosa arm ífera. 9 Cencreas corínticas. . . El poeta dejó su prim er navio en un puerto del golfo de Gorinto y cruzó a pie el ist­ mo p ara tom ar en Cencreas, ciudad-puerto de la costa sudoriental del istmo, el navio a que se refiere en esta elegía. Cf. x i, 5-6. 12 Paladio. . . D e Palas. C f. π, 6, n. 13 Del. . . Ponto las p u e rta s .. . Designan al Helesponto que se consideraba la puerta de entrada al Ponto Euxino. 14 G ética. . . De los getas. Cf. v, 62, n. 15 M a r de la eólica H ele. . . Es el Helesponto, hoy estre­ cho de los D ardanelos, entre Asia y Europa. Hele fue h ija de A tam an to, rey de Tebas, ciudad de B eoda, y nieta de Eolo. H uyendo a Cólquide con su hermano Frixo, p ara librarse del odio de su m adrastra Tno, quiso atravezar el estrecho en un carnero con vellón áureo, que le había regalado Jú p ite r; pero sacudida por el miedo cayó al m ar: de allí H elesponto o m ar de Hele. 18 T ierra del Im bros. . . Es la isla de Imbros, situada al oeste del Helesponto, en el m ar Egeo. — L a urbe de H é c t o r ... Es Troya. Cf. n , 5, n. H é c t o r ... Cf. vi, 19, n. 19 Z e rin tia s ... De Zerinto, ciudad de Sam otracia. CLXXX

N O T A S AL TEXTO E SPA Ñ O L

20 S a m o s ... de T r a c i a ... Isla-ciudad del Egeo., pegada a la T racia, también se llam a Sam otracia. 21 T em p ira. . . G uarnición m ilitar en el tiempo del poeta, sobre la costa de Tracia. 22 E lla. . . L a nave. 23)48 Bistonios. . . bistonias. . . De Bistonia, nombre antiguo de T racia, dado p or causa de Bistón, h ijo de M arte y C aliroc, que habitó dicha comarca. C f. II, 226, n. 24 H elesponto. . . C f. v. 15, n. 25 D ardan ia. . . C iudad fundada por D árdano a orillas del Helesponto, no lejos de Troya. Se la confunde con ésta en III, v, 38. 26 Lám psaco. . . C iudad sobre la costa asiática del Helesponto. — E l dios la b ra d o r. . . Es Príapo, hijo de Baco y Venus, dios de los jardines y los viñedos, símbolo de la energía generadora. Según parece recibía culto en Lámpsaco. 27 O ndas. . . V a le aquí por m ar, y se refiere al Helespon­ to. Es m etonim ia y sinécdoque. — L a virgen m al conducida. . . Es Hele. Cf. v. 15, n. 28 Sestos. . . C iudad de la T racia, en el Helesponto, la cual se hallaba frente a Abidos. — L a urbe a b id ia ... Es Abidos, ciudad en la costa asiáti­ ca del Helesponto, que fuera p a tria de Hero, la am an­ te de Leandro. 29-30 C íc ic o ...



— —

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C iudad sobre la costa de' Asia, en la Propon­ tide. P ropóntidas. . . De la Propóntide, parte del Helesponto que se ensancha: hoy m ar de M árm ara, entre el Egeo y el Ponto Euxino. O bra noble de una fam ilia. . . Conservo la hipálage del autor. Cícico fue fundada por Eneo, argonauta hemonio. H em onia. . . Así se llam aba también a Tesalia, región septentrional de G recia, de donde era originario A q u i­ les, a causa del m onte Hemo que a llí se encuentra. B iz a n c ia s ... De Bizancio, ciudad sobre el estrecho del Bosforo, el cual une la Propóntide con el Ponto Euxino. GLXXXI

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Fue engrandecida por el em perador Constantino y la llam ó C onstantinopla: hoy es Estambul. Ponto. . . El Ponto Euxino o m ar Negro. M a r g e m e lo ... Son el m ar Egeo y el m ar Negro. A u s tro s .. . V ientos que llegan del sur. Cianeas. . . Dos islotes de escollos a la entrada del Pon­ to Euxino. Inestables, porque se decía que flotaban y mudaban de sitio, lo cierto es que por ser tan estrecho el paso entre ellas, las olas hacían muchas veces que allí chocaran las naves. Se les llam aba también Simplégadas.

35 G o lfo s .. . Es sinécdoque. — T in ía c o s.. . De T in ia o Bitinia, país de Asía menor ba­ ñado por la Propóntide y el m ar Negro. — La urbe de A p o lo ... Es Apolonia, ciudad de la Tracia, a orillas del Ponto Euxino, hoy Sodsopol, Bulgaria. Hu­ bo aquí una célebre estatua de Apolo que fue llevada a R om a durante la segunda guerra contra M itrídates. S6 A n q u ia lo ... Pequeña ciudad sobre la misma costa del Ponto Euxino, que fue colonia de la ciudad de Apolo. 37 M esem brios. . . De M esembria, ciudad-puerto del Euxi­ no, que fue colonia de M egara. — O desa. . . Ciudad sobre la orilla del Ponto Euxino, en B ulgaria, hoy V arn a. 3 S Urbes con tu n o m b r e ... Posiblemente se trata de Dionisiópolis, una antigua ciudad en las orillas del Ponto Euxino. — Baco . . . Llam ado p or los griegos Δ ιό ν ίσ ο ς , era el dios del vino, h ijo de Jú p iter y Semele. 39 Los muros de A lc á to o . . . Es M egara, pues Alcátoo, hijo de Pélope, reinó allí. 40 F u n d a ro n . . . Algunos creen que esta colonia de M ega­ ra fue Bizone, otros, Calatis. — L a r. . . Cf. m, 30, n. 41 M ilétid a u r b e ... Es Tomis, colonia de M ileto, que ha­ bría de ser el destino final del poeta. Cf. n , 85, n. i2 Un dios h e r id o ... C f. i i i , 37-40, n. GLXXXII

N O TA S AL TEXTO ESPA Ñ O L

43 U na o v e ja .. . Las posibilidades económicas del poeta, al llegar al destierro, eran semejantes a las de personas de medianas riquezas en Roma. Cf. V irg ., Bue., I, 8. 45 T indáridas herm anos. . . Son Gástor y Pólux, hijos de Jú p iter y de Leda, esposa de T índaro, eran protectores de los navegantes. Cf. Gat., IV , 2 6 -2 7 ; H or., Od., I, 3, 2 ; 12, 2 5 ; IV , 8, 3 1. — Esta is la . . . Es Sam otracia, p atria de C ástor y Pólux, donde el poeta tal vez escribió parte de esta elegía. Cf. v. 20, n. 46 L a doble ru ta . . . El recorrido de T racia, por el lado del Egeo, a la Propóntide, y de allí a Tomis. 47 Pop a. . . V a le aquí p or nave. Es sinécdoque. — Sim plegadas. . . Son las Cianeas. Cf. v. 34, n. 4S Apartados lugares. . . El lugar de su exilio. Es sinécdo­ que.

XI Versos 3 En e l . . . mes de d ic ie m b re ... Cf. i, 42, n. 4 El A d riá tic o . . . M a r que baña las costas occidentales de Ita lia y se une con el m ar Jónico. 5 Istm o. . . de dos m ares. . . Es el istmo de Corinto, que se h alla entre el m ar Jónico y el Egeo. Cicladas eg eas. . Islas del m ar Egeo que form an círcu­ lo alrededor de la isla de Délos. 13 Lluviosas Cabrillas. . . Son las Pléyades, siete estrellas visibles de la constelación de Tauro, propicias a desen­ cadenar tempestades en el mar. 14 E stérope. . . H ija de A tlante, convertida en una de las Pléyades. 15 El g u a rd ián . . . Es la constelación del Boyero. Cf. iv, 1-2, n. — A tlán tid a Osa. . . Es la Osa mayor. Cf. m 48, n.

g

.

GLXXXIII

LAS TR IST E S DE OVIDIO II

1G El A u stro. . . Cf. x, 33, n. — Las Hiad.es. . . Fueron hijas de A tlan te y hermanas de Hías, metaformoseadas en estrellas. Se las llam a también Cabrillas o Pléyades. Cf. v. 13, n. —- De aguas tardas. . . El poeta supone, según creencia de su tiempo, que son las que hacían llover en diciembre. 19 A q u iló n .. . V iento helado del norte, a quien los grie­ gos llam aban Bóreas. ai B árbara parte es la izquierda. . . Es la Escitia inferior, en la parte izquierda del Ponto Euxino, de acuerdo con la ru ta que seguía la nave del poeta. 44 É ste. . . El invierno.

Libro Segundo V ersos 3 M usas. . . Cf. I, vu , 21, n. — Proscritas. . . Parece que el poeta, además de estar exi­ liado, no debía escribir. Cf. V , i, 49-50, 6 A causa de mi presagio infausto. . . El A rs am andi sirvió de presagio desdichado al poeta. 8 ,2 3,27 C ésa r. . . Cf. I, 30 , n. g M i A r t e . . . El Ars am andi que Augusto dio como p re­ texto p ara desterrar al poeta, dejando encubierta la verd a­ dera causa.

— Se mandó q u ita r .. . Parece qué el poeta se enteró que el A rs amandi fue retirado de las bibliotecas públicas de Rom a, aunque el rum or y el texto sean inciertos. X1 Vigilantes labores. . . Conservo la hipálage del autor. 1S D octas herm anas. . . Son las Musas. Cf. I, vn, 2 1, n. Aquí, y en otros muchos lugares, el poeta las culpa de su des­ tierro. 18 P op a. . . Cf. I, x, 47 , n. 19 A l que. . . tenía los reinos teu tran tes. . . Es Teléfono, que CLXXXIV

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llegó a ser rey de M isia, pues casado con Argíope, h ija de T eutrante, rey de la región, poseyó tales reinos. Así una misma cosa. . . etc. C f. I, i, 100, n. M u sa. . . Cf. I. vu , 2 1, n. V a le aquí por cantos. Es me­ tonim ia y sinécdoque. Ausonias. . . De Ausonia. Cf. I, i i , 92, η. L a turrigera O p e. . . O pe o Cibeles, llam ada también con otros varios nombres, era la diosa de la fertilidad : se la representaba con una corona de torres. Augusto le h a­ bía instituido fiestas anuales. Febo = Apolo. Cf. I, i i , 5, n.

J ueS os Que una vez s° la un siglo m ira. . . Son losjuegos seculares, que se celebraban cada 1 1 0 años, por quinta vez bajo el reinado de Augusto, y que el poeta debió presenciar, en ellos fue cantado el Carm en secularis de Horacio. 40 Dios que tiene tu mismo nom bre. . . Augusto tiene el nombre de Jú p iter de la tierra y así su nombre es igual al del padre de los dioses. 45-46 Vi a muchos. . . etc. Puede contarse entre ellos C iña (C neo Cornelio M ag no ), del partido de M a rio : Augusto lo perdonó e hizo cónsul. 26

46,io 2 Cabeza. . . V a le aquí por vida. Es sinécdoque. 51-52 Las armas contrarias/. . . ni las hostiles tropas. . . El poeta se refiere a que no tomó parte activa en grupos contrarios a Augusto, ni se alió a tropas que le hicieran oposición, como las com andadas por Antonio. 53 El numen tercero . . . Es el éter. Para los antiguos el m un­ do estaba form ado por la tierra, el m ar y el éter, con­ siderados divinidades. 63 L a obra m ayor. . . Son Las M etamorfosis, p ara cuya m en­ ción utiliza la bella perífrasis: In non credendos corpora versa modos. 69j i 44 Ju p iter, Cf. I, ι, 8 1 , n. 71 De los G ig a n te s ... g u e r r a ... Se trata de la Gigantom aquia, lucha que Jú p iter sostuvo contra los Gigantes, hijos del Cielo y de la T ierra, que tenían los pies en forma CLXXXV

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de serpiente, ellos quisieron arrebatarle el p od er; pero los derribó con su rayo. H ay con este nom bre un poema de C laudiano que, aunque im perfecto, ha llegado a noso­ tros. 7 7.78 M ás cruel e n e m ig o ... cualquiera. . . El poeta disculpa a Augusto suponiendo que un enemigo personal le leyó su A rs am andi con la intención de restarle simpatías acaso existentes. 89-M P ero> recuerdo. . . etc. A lude el poeta a la procesión anual

que el rango de los caballeros, al que pertenecía, reali­ zaba frente al em perador. D ar el caballo era reconocer a alguien como caballero. Cf. v. 542. 94 Los diez veces diez varones. . . Perífrasis que designa a los centunviros, jueces de las causas públicas; eran 105, porque se escogían 3 de cada una de las 35 tribus. El poeta form ó un tiempo parte de ellos. 03 F ortuna y pleito de reos. . . Conservo la endíadis del autor. 95 Juez sin crim en. . . El poeta fue miem bro también de los triunviros, jueces de causas privadas. Cf. IV , x, 34. Cuando desempeñó tal cargo nadie pudo acusarlo de algún delito. 99-102 U na procela su m e rg e / ... la n a v e . . . no me dañó parte pequeña del m a r . . . Son metáforas. 103 ¿P o r qué v i, . . etc. M uchas son las veces que el poeta culpa a sus ojos del castigo que p adece; pero se ignora aún qué fue lo que realm ente vio, no obstante él consi­ dera que involuntariam ente se hizo culpable. — Iíice culpables mis lum bres. , . Conservo la endíadis del autor. — Lum bres. . . V a le aquí por ojos. Es m etonimia. 105 A c t e ó n ... H ijo de Aristeo y Autone, nieto de Cadmo. Célebre cazador que, habiendo visto casualm ente a D iana, bañándose, fue convertido en ciervo por la diosa y sus propios perros de caza lo devoraron. — D ia n a ... H ija de Jú p iter y de L atona, herm ana de Apolo, diosa de la caza. CLXXXVI

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É q u ité. . . L a fam ilia del poeta pertenecía al rango de los caballeros. Cf. IV , x , 7-8. N a s ó n .. . Cf. I, v u , 10, n. Se a tre v e . . . Conservo el pres. histórico. Musas . . . Cf. I, vu, 21, n. C ésar. . . Cf. I, i, 30, n. Se madurase la ira . . . Es m etáfora. Júntanse adem ás. . . Estos versos resumen las condiciones de la relegación a que fue condenado el poeta: exilio tem poral, prom ulgado por un edicto del em perador, que dispensaba debates jurídicos, y sin la aprobación del Senado. No tienen los v ie n to s ... rabia y . . . f u r i a . . . Es m etá­ fora. N o m b re ... V a le aquí por todo aquello que constituye e instituye un nombre, como la gloria, la fam a, la tra ­ dición, las costumbres, las instituciones, la historia, etc. Es ^metonimia. R om ano. . . De Rom a Cf. I, i, 57, n. L i v i a .. . Se trata de L ivia D rusila, m ujer de Tiberio C laudio Nerón, m adre de T iberio y de Druso. Augusto repudió a Escribonia p ara hacer su esposa a Livia. Tu h i j o . . . Es Tiberio, hijo de L ivia y de su prim er m arido. Entenado de Augusto. Tus nietos. . . Se tra ta de Druso el joven y de G erm á­ nico: el prim ero, h ijo de Tiberio, el segundo, sobrino e hijo adoptivo del mismo. Por esto el poeta llam a

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a

Tiberio p ad re de los dos, siendo así nietos de Augusto. A sí. . . etc. Versos que son una bellísima imagen. L a V ic t o r ia ... Considerada como diosa. J e fe . . . Se tra ta de Tiberio com andante por entonces del ejército romano. A usonia. . . Cf. I, π, 92, η. Salidas del séptuplo I s t r o . .. Conservo la hipálage del autor. Is tro . . . Nombre antiguo del río GLXXXVII

Danubio, que desem­

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boca en el Ponto Euxino por siete bocas. Cf. v. 192. τι. L a virgen p a r r a s ia ... Es Calisto. Cf. I, ni, 48, n. El carro gélido. . . L a constelación de la Osa m ayor. Cizigos. . . O jáziges, pueblos de la Sarm acia europea, cerca del Danubio y de los getas. H orda terétea. . . Sin duda, el poeta se refiere a un pueblo o tribu cercana a la orilla opuesta delDanubio, en relación con Tomis. El término es totalm ente desco­ nocido. En algunos mss. se lee turba m eterea; pero el resultado es el mismo, pues sólo se conoce la referencia del poeta. Coicos. . . Pueblos de la costa asiática, de donde fue originaria M edea. Posiblemente algunas tribus de ellos se establecieron al oeste del Ponto Euxinio, después que M edea, para h u ir de su padre, m ató en ese sitio a su hermano, según cuenta el poeta en III, ix, tratando de explicar el origen de la palabra Tomis. G etas. . . Cf. I, v, 62, n. D a n u b io ... R ío de Alem ania que, luego de recorrer gran parte de Europa, desemboca en el Ponto Euxino por el territorio de Rum ania, m uy cerca de donde se hallaba Tomis. Parte romana del Euxino siniestro. . . C onservo la hipálage del autor. Cf. I, π, 83, n. R o m a n a ... D e R om a. Cf. I, i, 57, n. Bastemos. . . Raza de bárbaros, según parece, de origen germánico o céltico, que habitaron en el tiempo del poeta cerca del Danubio, desde los C árpatos al m ar Negro. Sauróm atas — Sárm atas. C f. I, π, 82, n. I s t r o . . . Cf. v. 18 9, n. L a t i n a ... Del Lacio, pequeña región de Italia, donde se hallaba Roma. Es sinécdoque. Los C é sa re s .. . Cf. I, π , 104, n. Dos crímenes me p e r d ie r o n ... debí callar la c u lp a ... Es difícil explicar en su contenido real estos versos. CLXXXVIII

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carmen torpe. . . preceptor del adulterio. . . Así fue juzgado el poeta a causa de su A rs amandi. Pechos celestes. . . Los de Augusto. Cf. I, m , 37-40, n. Es sinécdoque. Jú p ite r. . . Cf. I, i, 8 1, n. L a Panonia. . . Región com prendida en lo que hoy es Hungría. I l i r i a . . . Cf. I, iv , 18, n. R éticas. . . De Recia, distrito norte de V eron a, desde los Alpes a B aviera, que la lim ita al n o rte; H elvecia por el oeste y A u stria por el este. T r a d a s ... De T racia, región que se extiende desde M a ­ cedonia al Ponto Euxino, y desde el Danubio a la Pro­ pontide. El arm enio. . . H abitante de Arm enia, región de Asia entre los montes T au ro y Cáucaso. E l .. . parto . . . H abitante de la P artía región de Asia. A larga los arcos y capturados signos. . . Los partos en­ tregaron, sin com batir, las armas y pendones que h a­ bían quitado a Craso, y Augusto los depositó en el templo de M arte Vengador. Entre los éxitos del em ­ perador ninguno le lisonjeó tanto como éste.

229 Tu p r o le ... Se tra ta aquí de Tiberio. Cf. v. 165, n. — G erm ania. . . L a actual Alem ania. — El C ésar. . . Es T iberio que por entonces llevaba el peso de la guerra. 230 El gran C ésar. . . Es Augusto. Cf. I, i, 30, n. 233 L a urbe. . . te cansa y la guarda de tus. . . leyes. . . Conservo la endíadis del autor. — Tus costum bres. . . Porque tú se las diste. 238 M is ju e g o s ... Poesías amorosas, escritas por juego. 240^251 A rte. . . Es el A rs amandi. 243 M andatos de leyes. . . Conservo la endíadis del autor. 247 Vendas s u tile s .. . Se tra ta de una especie de tocado, com­ puesto de una gaza fina, del que pendían por detrás dos cintas, vittae. L o usaban las doncellas como señal de don­ cellez; pero las cortesanas tenían vedado usarlo. CLXXXIX

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2i8 A ncha f r a n j a . . . E ra una banda am plia que rodeaba por abajo las túnicas de las m atronas, con el fin de alargarlas. Tam bién se prohibía su uso a las cortesanas. 252 E stola. . . E ra la túnica usada por las matronas. — V e n d a ... Era el tocado de las doncellas. Cf. v. 247, n. 253-254 M as la m atrona. . . etc. En esta prolepsis, el poeta se defiende de una objeción que pudiera venirle del· propio em perador. 255-256 Q ue n ada lea. . . etc. Respuesta con que deshace la ob­ jeción anterior. 259 Los A nales. . . Probablemente se tra ta de la obra de Enio, ya que en el verso 4 2 4 h ay un juicio semejante sobre este viejo poeta, aún no perfecto en el arte m é­ trica. 260 I l i a . . . Es R ea Silvia, sacerdotisa de Vesta, que fue am ada por M arte, del cual procreó los mellizos Róm ulo y Remo. 261 Do prim eras Aeneadum genetrix. . . Se tra ta de la obra de Lucrecio, De rerum natura. Con tales palabras inició el poeta su obra, invocando el favor de Venus, m adre de los romanos, pues de los amores de esta diosa con Anquises nació Eneas, considerado el padre de la raza latina. 262 E n é a d e s ... Los descendientes de Eneas: los romanos. — Venus. . . Cf. I, ir, 6, n. 264 Toda clase de canto. . . etc. D esarrollo filosófico, cotejado por algunos con Quaest. N at., V , 18, de Séneca: el hom ­ bre abusa de todo. 267 T e c h o s ... V a le aquí por casas. Es sinécdoque. 275 M i carmen. . . Es el A rs amandi. 277 M as p u e d e ... etc. N ueva prolepsis. 279 Empero, aunque. . . etc. Es una concesión. — Los juegos. . . Se refiere a los juegos del circo. 280 Los teatros. . . Son aquellos que servían p ara el circo, de los cuales no sólo gozaba R om a con su C irco M áximo, sino también las más notables ciudades del imperio. 282 La arena. . . Para los combates entre gladiadores, o bien GXC

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de gladiadores con fieras, se cubría de arena el piso del circo. — M a rcia l. . . D e M arte, dios de la guerra y las batallas. Aquí es metomimia. 283 El C irc o . . . El poeta se refiere tanto al Circo M áxim o, que se hallaba entre el m onte Palatino y el Aventino, usado p ara espectáculos y carreras, como al circo en sí, en su conjunto de espectáculos. 289j 333 J u p it e r .. . Cf. I, i, 8 1 , η. 291 Ju n o . . . Cf. I, i i , 7, η. 292 M uchas r iv a le s . . . Son las am adas por Jú p iter, entre otras : Europa, lo , Calisto, L e d a . . . etc. 293 P alas. . . C f. I, n, 6, n. Erictonio. . . V u lcan o deseó casarse con Palas A tenea y Jú p ite r accedió a ello ; pero no la diosa que despreció a V ulcano, éste quiso entonces violarla, sin embargo ella quedó virgen. En la lucha, que ambos sostuvieron, cayó el semen de V ulcano a la tierra, y de allí nació el defor­ me Erictonio que fue educado secretamente por Palas en su santuario. Prim itivam ente se le confundió con Erecteo, legendario rey de Atenas. 294 L a v irg en . . . Es Palas Atenea. 295 T em p lo. . . obsequio tu yo . . . Es el templo que Augusto m andó construir, sobre el foro de su nombre, a M arte vengador, después de la batalla de Accio, donde fueron vencidos Bruto y Casio, asesinos de Ju lio César, su padre adoptivo. M a rte . . . Cf. v. 282, n. 296 J u n t a . . . tié n e s e ... Probablemente, el poeta se refiere en este verso a las estatuas de V enus m adre y de M arte, esculpidas p or Arcesilao, que fueron puestas en el tem­ plo del dios. — V engador. . . n. — Hombre a totalm ente y colocada nidades se

Epíteto dado a M arte. Cf. v. 282 y 295,

la entrada. . . La diosa Venus fue representada vestida, quizá con una arm adura de guerrero, a la entrada del tem plo. Entre las dos divi­ representó a Cupido deslizándose lentam ente: CXCI

LAS T R IST E S DE OVIDIO II

siendo hijo de ambos, servía de vínculo amoroso entre ellos. 296^299 Venus. . . Cf. Ij II, 6 , n. 297 Isis. . . D ivinidad egipcia, cuyo culto se extendió a Roma. Se decía que era la ninfa lo , am ada de Jú p iter, con­ vertid a en tern era por la celosa Juno. Atravesando con­ tinentes y mares, por huir la cólera de la m adre de los dioses, llegó a Egipto, donde recobró su form a y fue adorada bajo este nommbre. Cf. M et., I, 2 6 8 -2 8 9 ; V irg. Georg., I l l , 153. — La S atu rn ia . . . Cf. I, i i , 7, η. 298 J ó n ic o ... m a r . . . Cf. I, iv, 3, n. — M a r bosforio. . . Del Bosforo, estrecho que separa a Euro­ pa de Asia y une la Propontide con el Ponto Euxino. Se le dio tal nom bre por haberlo pasado lo , según la tra ­ dición, bajo la form a de ternera. 299 Anquises. . . Príncipe troyano que fue amado por Venus. Es el padre de Eneas. 300 Luna . . . Es D iana Cf. v. 105, n. — El héroe latm io. . . Es Endimión, am ado por la Luna. Jú p iter lo ahuyentó del cielo y lo condenó a un sueño perpetuo en una gruta del m onte Latm os, en la C aria. A llí, cada noche, venía a visitarlo la diosa. Cf. Platón, Phaed., 72b. — Ceres. . . Diosa latin a de la agricultura, h ija de Saturno y de Ope o Cibeles, y m adre de Proserpina. — ■ Yasio. . . H ijo de Jú p iter y Electra, que fue amado por Ceres. Cf. Horn., Odis., V , 125. 303 A r t e . . . Es el A rs amandi. 505-300 Cualquiera que . . . etc. L a argum entación no adm ite ré­ plica, pues, si el sacerdote no ad virtiera que determinados sitios del santuario no pueden ser transpuestos por las mujeres, y alguna los transpusiese, la responsabilidad de la culpa caería en el sacerdote; pero una vez hecha .la ad­ vertencia, el sacerdote queda liberado de la culpa por la infractora y ésta se convierte en culpable. De este modo, si alguna, p ara quien no se escribió el A rs am andi, lo lee, CXCII

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la culpa de que la dañe, si es que la daña, no recaerá en el poeta, que advirtió para quien estaba escrito, sino en la que se atrevió a leerlo, sabiendo que no era para ella. Nos adm ira la sagacidad del poeta, por haber es­ crito los cuatro versos de advertencia y tener con ellos una posible coartada, que no le vale m ucho como defensa, pero sí como medio publicitario, pues al prohibirlo para algunas, a viva la curiosidad. 30s No ha de hacerse . . . Esto es, no h a de leerse. 309-310 A u n la m atron a. . .

etc. Estos versos parecen referirse a las fiestas de Flora, o Juegos florales, que se efectuaban al finalizar abril. Las noches ilum inadas con leves resplan­ dores de an torcha perm itían el m ayor lib ertin aje de las cortesanas. — A m or. . . V a le aquí por placer amoroso. Es metonimia. 311 Los ojos vestales, los cuerpos m eretrices. . . Conservo las endíadis del autor. — V e s ta le s ... Eran 6 doncellas vírgenes que guardaban el fuego sacro, depositado en el tem plo de Vesta, llam ada también Ope, Cibeles, T ierra, M adre de los dioses, etc. 3 1 3 M u s a ... Cf. I, vu , 2 1, n. V a le aquí por canto. Es m e­ tonimia.

315 Sólo el p e c a d o .. . etc. Con tal razón, el poeta evade res­ ponder por qué su Ars am andi resulta tan injustam ente p erju d icial; no lo sería, sin duda, de no haber otras cau­ sas más graves para su condena; pero, puesto que es la única culpa evidente, m anifiesta en el edicto de su exilio, debe defenderse, y el poeta ahoga su tristeza en ironía, al arrepentirse de su talento. ¿ P ° r Qué - · · etc· Versos con que el poeta mismo se objeta no haber escrito una segunda litad a. — T ro y a . . . Cf. I, n, 5, n. — A rgólicas. . . De la Argólide. C f. I, i, 83, n. 3 1 9 -3 2 0 ¿ P ° r Qué c a l l é . . . etc. El poeta sigue objetándose no ha­ ber intentado, al menos, el tema de los Siete contra Te­ bas, de Esquilo, que -también inspiró a Séneca, Estacio v Racine. 3 17-3 18

CXCIII

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— Tebas. . . C ap ital de Beocia, p atria de Edipo. — Los herm anos. . . Son Eteocles y Polinice, hijos de Edipo y Yocasta. A l retirarse Edipo voluntariam ente del reino, los hermanos disputaron el poder. Polinice quedó ven­ cido y se retiró a Argos, donde se casó con la h ija del rey del lugar, el cual lo animó a que disputase nueva­ m ente el reino. Polinice sitió a Tebas con otros 6 gene­ rales : en singular combate ambos hermanos se dieron m uerte. 321 R om a. . . Cf. I, i, 57, n. 323?335 Cesar . . . Cf. I. x, 30, n.

327 Por mí, tenue campo es arado. . . M etáfora con que el poeta se disculpa de em prender la obra de la grandeza de R om a y los triunfos de Augusto. 328 L a obra aquélla. . . L a que se dedicase a cantar a Augusto o a Roma. 329-330 N o . . .

al p iélago. . . etc. M etáforas p ara confirm ar lo an­

terior. 349 Delicias y cármenes m uelles. . . autor.

Conservo la endíadis del

3 52 M i v i c io ...

Es el A rs am andi, considerado por el poeta como su m ancha o su vicio. Es m etáfora.

354 j 364 M u sa. . . Cf. I, V il, 2 1, n. V a le

aquí p or inspiración o

p or obra. Es m etonimia. 359-360 F uere. . . etc. Estos versos son la conclusión de la condi­

ción “si esto no es verdad ero” , im plícita en los dos ante­ riores. — A ccio. . . Es el poeta Lucio Accio (1 7 0 -9 4 a. C .), célebre p or sus tragedias, en que destacan episodios crueles. De sus escritos sólo quedan algunos fragmentos. — T eren cio. . . Es el conocido comediógrafo latino Publio Terencio A fer (1 8 5 o 19 5 -5 9 a. C .). Sus comedias rela­ tan a menudo banquetes. 364 T eia. . . De Teos, ciudad de Jonia, p atria de Anacreonte. — Anciano lír i c o .. . Es Anacreonte, poeta griego (ca, 57048 5 a. C .), famoso por sus breves poemas epicureístas. CXCIV

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S a f o . . . Poetisa griega (f l. 60 0 a. C .), n atural de Lesbos, cuyos poemas amorosos son m uy admirados. L esb ia. . . De Lesbos, isla del m ar Egeo. A q u él. . . Anacreonte. Batíades. . . Sobrenom bre de Calim aco, poeta erótico griego (ca. 3 1 0 -2 4 0 a. C .), que se decía h ijo o descen­ diente de Bato, el fundador de C irene, ciudad de una provincia africana. M en an d ro . . . C om ediógrafo griego, nacido en Atenas (ca. 24 2-29 2 a. C .), considerado como el más grande re­ presentante de la “com edia nueva” . L a Ilía d a . . . Adm irable epopeya de H omero que canta la destrucción de T roya, causada por el rap to de H ele­ na, y que más bien que m ostrar lo que el poeta enum era en los versos siguientes, m uestra el heroísmo griego de los tiempos míticos, su grandeza m oral y religiosa. A m a n t e ... Es París, h ijo de Príam o, el rey de Troya, que rap tó a Helena. Esposo. . . Es M enelao, rey de Esparta, esposo de He­ lena. B riseida. . . H ija de Briseo que fue cautiva de Aquiles, como su padre. Agamcm nón, alegando derechos sobre ella, la arrebató a su poseedor. Aquiles entonces montó en cólera y decidió no volver a luchar a favor de los griegos. Cf. H eroíd., III. L a joven / rap tad a. . . Es Briseida. Los je f e s .. . Son Agamem nón y Aquiles. La Odisea. . . L a otra epopeya de Homero, que n arra las peripecias de Ulises para regresar a su patria, Itaca, y los ardides de Penélope p ara ah uyentar el asedio de sus pretendientes, que hacían m uerto al héroe. Una m u je r ... Es Penélope. Cf. I, vi, 22, n. M e ó n id a ... Cf. I, r, 47, n. Venus. . . Cf. I, π, 6, n. M a rte . . . Cf. v. 282, n. Sus c u e rp o s ... etc. En el libro V I I I de L a Odisea el aedo Demódoco canta a V ulcano sorprendiendo a su es-

cxcv

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posa V enus acostada con M arte, de donde posiblemente el poeta tomó el pasaje p ara reproducirlo en M et., IV , 17 1-1 8 6 . 379 H om ero. . . El gran épico griego, autor de L a lita d a y L a Odisea. 380 Dos diosas. . . Calipso y Circe, que estuvieron enam ora■ das de Ulises y lo retuvieron en su viaje de regreso a Itaca. Cf. Horn., Odis., IV , V y X . M et., X I V . — A rdieron por el am or. . . Es m etáfora. — H u é s p e d ... Es Ulises. Cf. I, π, 9, n. 383 H ip ó lito ... H ijo espurio de Teseo, título de una tra ­ gedia de Eurípides. Cf. H eroid., IV . — L la m a .. . V ale aquí por am or pasional. Es metonimia. — Ciega m adrastra. . . Es Fedra, esposa de Teseo, enamo­ rada de su hijastro Hipólito. 384 Cánace . . . H ija de Eolo, amó a su herm ano M acareo, de quien tuvo un hijo. Es el tem a de la tragedia Eolo de Eurípides. Cf. H eroid., X I. 383 T antálida ebúrneo. . . Es Pélope, hijo de T ántalo, rey de Frigia. Convidados los dioses a la mesa del rey, éste hizo cocer a su hijo p a ra servirlo en el banquete. J ú ­ p iter le volvió la v id a ; pero tuvo que ponerle un hom ­ bro de m arfil, que Ceres, ignorándolo, había comido. — Agitando el c a rro . . . Pélope tuvo que com petir en ca­ rreras de carro con Enomao, rey de la Élide y, habién­ dolo vencido, obtuvo la mano de H ipodamia, h ija del rey, según estaba pactado. — C up id o . . . Dios del amor, hijo de M arte y Venus. La referencia puede interpretarse directam ente o bien como una metonimia. 3S6 L a P is e a ... Es H ipodamia, h ija de Enomao, rey de la Élide, uno de cuyos distritos era Pisa. Posteriormente H ipodamia fue esposa de Pélope. — Frigios. . . De Frigia, región de Asia m enor, donde se en­ contraba Troya. 388 L a m ad re. . . Es M edea, h ija de Aetes, rey de los Coicos, que, enam orada de Jasón, le ayudó con sus artes mágiGXCVI

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cas a la conquista del vellocino de oro; pero, traicionada p or éste, m ató los hijos que con él había procreado. Cf. Eurip., M e d e a ; Séneca, Idem,; H er oíd., X I I ; M et., V II. — H ierro. .. V a le aquí por espada. Es sinécdoque. 389 R e y . . . Es Tereo, rey de T racia, esposo de Proene. — S u am an te. . . Es Filomela que, deseando visitar a su herm ana Proene, fue confiada por su padre a Tereo p a ra que la condujera. Éste abusó de la confianza y violó por el camino a su cuñada, a pesar de la resistencia y lágrimas de aquélla. No contento con ello, le cortó la' lengua p ara que no revelase el delito, y llegando a su palacio la encerró, después contó a Proene que Filomela había m uerto en el camino. Filom ela logró, en tanto, b ordar una tela, contando el hecho, y la hizo llegar a su herm ana con un esclavo; ésta disimuló no estar en­ terada del hecho. M editada la venganza, Proene m ató a su hijo Itis y lo sirvió de com ida a su esposo. — Súbitos pájaros. . . Los dioses, horrorizados por estos crí­ menes, transform aron a Tereo en búho, a Filom ela en ruiseñor, a Proene en golondrina y a Itis en faisán. Cf. M et., V I, 4 1 2 -6 7 5 . 390 Esta m a d r e ... Es Proene, esposa de Tereo. — Itis. . . H ijo de Procne y Tereo. 391 E l criminoso h erm an o. . . Es Tiestes, hermano de Atreo. — Aerope. . . Esposa de A treo, rey de Micenas. Fue sedu­ cida por Tiestes, con quien procreó dos hijos. A treo m ató a los infantes y los hizo servir en un banquete a su hermano. 392 Los potros del S o l . . . Para no ver estos crímenes, se cuen­ ta que el sol retrocedió horrorizado. 3 93 Coturnos. . . Calzado alto usado por los actores de tra ­ gedia y símbolo de la misma. Es metonimia. — Escita. . . H ija de Niso, rey de M egara, que, engañada con promesas amorosas por Minos, rey de C reta, cortó la cabellera de su padre, a la que estaba vinculada la suerte de M egara, y la entregó a M inos, quien pudo así apoderarse de la ciudad. Escila, en recompensa de su CXCVII

LAS T R IST E S DE OVIDIO II

traición, recibió el más absoluto desprecio, y desesperada se arrojó dede lo alto de la ciudadela. Fue transform ada en alondra y su padre, en gavilán. Cf. M et., V I I I , 1 - 1 5 1 ; V irg., Georg., I, 4 0 4 -4 0 9 ; Ciris, en App. V er g. 394 P a d r e .., Es Niso. 395 E le c t r a ... H ija de Agamem non y tamente con su herm ano Orestes, asesino de su padre, y aun a su tragedias escritas con este asunto, Orestiada, trilogía de Esquilo. — ■ O re s te s ... Cf. I, v, 21, η.

Glitem nestra que, ju n ­ dio m uerte a Egisto, madre. Hubo muchas la más famosa es la

306 L a T in d â rid a .. . Es Glitem nestra, h ija de T índaro, como Cástor, Pólux y Helena, y esposa de Agamem nón. En com pañía de su am ante Egisto, dio m uerte a su esposo, cuando éste regresaba de Troya. — E gisto. . . El seductor de Clitem nestra. 397 E l domador d e . . . Es Belerofonte, héroe griego que domó a Q uim era, monstruo terrible. — ■ Q uim era. . . M ontaña de Licia que arrojab a fuego. En su cima habitaban leones, en su m itad, cabras, y en sus laderas, serpientes. De allí nació la fáb u la de que era un monstruo que vom itaba llam as y que tenía la cabeza de león, el vientre de cabra y la cola de dragón. Cf. Hor., Od., IV , η, 1 6 ; M et., IX , 646. 898 Huésped d o lo s a ... Es A ntea o Estenobea, m u jer de Preto, rey de Argos. Siéndole huésped Belerofonte, se atre­ vió a desdeñarla. Ésta lo acusó ante su esposo de haberle faltado, lo que casi le valió la muerte. C f. Hom., II., V I, 1 7 9 ; Hes., Teog., 325. 399 H e rm io n e ... H ija de M enelao y Helena, prom etida a su prim o Orestes; pero dada en m atrim onio al hijo de Aquiles. Posiblemente O vidio piensa en la tragedia Andróm aca de Eurípides. —

Esquéneia virgen. . . Es A talan ta, h ija de Esqueneo, rey de la isla Esciros. Era diestrísima en conducir el carro y ofreció su m ano a quien la venciese. Hipómenes se presentó y desafió a la doncella: venció con a rd id : du­ CXCVIII

N O TA S AL TEXTO E SPA Ñ O L

rante la carrera dejó caer tres manzanas de oro que A ta la n ta se detuvo a recoger, y este atraso la hizo perder ■loo

la carrera. F é b a d e ... Es C asandra, h ija de Príamo. Habiendo sido am ada por Apolo (Febo), éste le dio el don de profecía

y con él pronosticó la caída de Troya. Después del desas­ tre de su ciudad fue parte del botín de Agamemnon, como cautiva y amante. — Jefe micenio. . . Es Agamem nón, rey de Micenas, esposo de C litem nestra y padre de Orestes y Electra. 401 D ánae. . . H ija de Acrisio, rey de Argos. Temeroso su padre de que se cum pliera el oráculo, de que sería m uer­ to por un nieto, la encerró en una to rre ; pero Jú p iter, transform ado en llu via de oro, la poseyó, dándole a Perseo quien cumplió el oráculo. — L a nuera danaica. . . Es Andróm eda, esposa de Perseo, nuera de Dánae. Cf. M et., V , 1-236, — M adre de L íe o . . . Es Semele m adre de Baco, h ija de Gadmo, rey de Tebas. — Líeo. . . Sobrenom bre de Baco. Cf. I, x , 38, n. 402 Iíem ó n. . . Am ante y prom etido de Antigona, h ija de Edipo, que se m ató sobre el cadáver de ésta, cuando su padre Creonte, rey de Tebas, condenó a m uerte a la doncella, por haber contravenido sus disposiciones: no d ar sepultura a Polinice. A ntigona de Sófocles.

Es el asunto de la tragedia

— Para quien dos noches. . . Se trata de Alcm ena, es­ posa de A nfitrión. Jú p iter al poseerla, dobló la duración de esa noche. Fue m adre de Hércules. 403 El yerno de Pelias. . . Es Adm eto, que llegó a ser rey de Tesalia y m arido de Alcestes. Favorecido por Apolo, pudo conducir su carro tirado por un león y un tigre, según condición puesta por Pelias a quien desease tener por m ujer a Alcestes. Cuando las Parcas decretaron que Adm eto debía m orir, su esposa se ofreció, y en vez de él m urió ella. Hércules, conmovido por el supremo am or CXCIX

LAS T R IST E S DE OVIDIO II

de Alcestes, la rescató del reino de las sombras y la juntó de nuevo con su m arido. — Pelias. . . R ey m uy cruel de Tesalia, padre de Alcestes. — Teseo. . . Cf. I, i i i , 66, n. El poeta se refiere aquí al m omento en que Teseo se llevó a A riadna, h ija de M i­ nos, y la abandonó en la isla de Naxos. Cf. C at., L X I V . 50-253. H eroid., X . — El P e la s g o ... Es Protesilao, esposo de Laodam ia, jefe de los tesálicos en la tom a de Troya. Los pelasgos fueron los pobladores de Pelasgia, nombre antiguo del Peloponeso griego. Es sinécdoque. 404 Prim er que desde un barco tocó . . . H abía un oráculo que vaticinaba la m uerte del prim er griego que tocase la tierra de Troya. Protesilao lo desafió y desembarcó el prim ero; mas H éctor le dio muerte. — I lí a c a . . . De Ilion = Troya. Cf. I, i i , 5, n. 405 Io la . . . H ija de Eurito, cautiva y am ante de Hércules. — L a m adre de P i r r o . . . Es Deidam ia, h ija de Licomedes, rey de la isla Esciros, y am ada de Aquiles. — P i r r o . . . H ijo de Aquiles y Deidam ia. — L a esposa de H ércules. . , Es D eyanira que, habiendo causado, por celos, la m uerte de su esposo, se suicidó. Es el asunto de la tragedia Las Traquinias de Sófocles. — H é rc u le s ... H ijo de Jú p iter y Alcm ena, célebre p or sus hazañas. 406 H ilas. . . Joven hermoso, com pañero de Hércules. A cau­ sa de su belleza fue robado por las ninfas, cuando los argonautas desem barcaron cerca del río Ascanio. — El niño i lía c o ... Es Ganimedes, h ijo de Tros, rey de T roya. Zeus enam orado de su belleza, tomó form a de águila y lo llevó al O lim po p ara que le sirviera de copero y, cuando al dios le plugiese, com partiera su lecho. 407 F u e g o s ... V a le aquí por amores. Es m etonimia. 409 M e z c la d a ... la t r a g e d ia ... Aquí, el poeta confunde vo­ luntariam ente la tragedia con el dram a satírico para apo­ ya r m ejor su argum entación. 410 Pudor que cállase. . . El espectador y las autoridades to· CG

N O T A S AL TEXTO E SPA Ñ O L

leraban sin protestar muchas frases ofensivas al pudor. 411 A u tor que afem inado h iz o ... El au tor ha quedado des­ conocido. El tem a probablem ente haya sido “el am or de Aquiles a P atroclo” . — Aquiles. . . Cf. I, i, 10 0, n. 413-414 A r is tid e s ... Poeta griego (//. S. II I o II a. C .), nacido en M ileto, ciudad disoluta, cuyas costumbres practicó y luego retrató en sus Historias milesias. Sólo quedan es­ casos fragm entos de su obra en la versión latin a de Sisena. 415 E u b io. . . Escritor del que sólo se conocen los datos mencionados por el p oeta: describió métodos abortivos. 416 Q ue se destruyen. . . etc. Perífrasis p a ra designar el aborto. 417 Quien compuso. . . Probablemente sea H emiteón de Síbaris, a quien m enciona Luciano en A d v . Indoct., 23, como autor de una obra sobre Síbaris. — L a Sibarítica. . . Posiblemente es la obra de Hemiteón sobre las costumbres disolutas de Síbaris, ciudad italiana de C alabria, que aven tajab a en mucho la fam a de M ileto, por sus desórdenes y lujos. 418 Quienes no callaron. . . Se cree que, además de otros, sean Philoenis y Elephantis, mencionados por Ateneo (V I I I , 13) y Suetonio [Tib.. X L I I I ) , como autores que escribieron poesías obscenas. 419-420 éstas se m ezclan. . . por dones de j e f e s . . . Se alude a las bibliotecas públicas de la época del poeta, que los romanos debían a la generosidad de los generales : Paulo Emilio, Sila, Lúculo, Polión y el mismo Augusto. 422 L i b r o ... V a le aquí por literatu ra. Es sinécdoque. — ■ R o m a n o ... D e R om a. Cf. I, i, 57, n. 423-424 Enio. · ■ Q uinto Enio ( ca. 2 4 0 -16 9 a. C .), uno de los prim eros poetas im portantes de Rom a, a quien se atri­ buyen los Annales. — M a r t e .. . Cf. v. 282, ti. 425 L u c r e c io ...

T ito Lucrecio C aro (ca. 9 6 -52 a. C .), poeta latino autor de la obra De rerurri natura. 426 L a obra triple ha de c a e r . . . Lucrecio expuso en su obra CCI

LAS T R IST E S DE OVIDIO II

que el fuego, cuarto elemento, habría de consumir algún día los otros tres de que, pensaban los antiguos, se for­ m aba el m undo: m ar, cielo y tierra. ,127 C a t u lo ... Cayo V alerio C atulo (ca. 8 7 -5 4 a. C .), poeta latino, gran adm irador de los poetas alejandrinos, en cuya obra algunos poemas tienden a la procacidad. 42S Su hem bra. . . Es decir, Lesbia. — Lesbia. . . Nombre que dio C atulo a una de sus amantes favoritas. Se cree, generalm ente, que se llam aba en la realidad Clodia. Cf. C at., V , 1, et passim. 431 C a lv o . . . Cornelio Licinio C alvo fue un célebre oradoi latino, de pequeña estatura, rival de Cicerón y poeta neotérico amigo de C atulo, que hizo elegías en loor de Q uintilla. Cf. Suet., /. Caesar, X L I X ; C at., X I V , 2 ; L U I, 3 ; X C V I, 2. ,J 3 3 T icidas. . . Poeta erótico del tiempo de C atulo, compuso elegías a su am ante M etela, bajo el nombre de Perila. — M e m io ... Es probablem ente C. Memmius, pretor en el año 58 a. C. y gobernador de Bitinia el año siguiente, a quien Lucrecio dedicó su poema. C atulo lo acom pañó en su viaje a Bitinia. Fue orador y poeta. Cf. C at., X X V I I I , 9. 4;ίΓ( Ciña . . . Posiblemente sea Cayo Helvio C iña, poeta ci­ salpino de la escuela nueva, amigo de C atulo y autor del poema Sm yrna. Cf. C at., X , 3 0 ; X C V , 1 ; C X II I, 1 ; V irg., Bue., IX , 35. — A n ser. . . Poeta asalariado de Antonio, a quien Cicerón ridiculizó en su Filípica tercera, V , y, posiblemente, V ir ­ gilio, en Bue., IX , 36. •136 C o rn ificio . . . Poeta neotérico, amigo de C atulo, de quien M acrobio, Satur., V , nos cita unos versos; fue amigo tam ­ bién de Cicerón, quien le dirigió algunas cartas: Epist., lib. X II. Cf. H ieronym ., S. A. 1 9 7 6 = 41 a. C .; C at., X X X V I I I , 1. — C atón ica. . . De C atón. Es el célebre gram ático latino Publio V alerio C atón (n. ca. 90 a. C .), paisano de C a­ tulo. Expresó el disgusto de abandonar su p atria y su CCII

N O TA S AL TEXTO E SPA Ñ O L

amante Lidia en el poema D irae. que se ha conservado. Cf. Cat., L V I, 1. En los libros de éstos. . . Por razón del m etro o por el honor de estos poetas, calla O vidio los nombres de al­ gunos, ya antes mencionados, que cantaron a M etela: entre ellos, Tícidas. Cf. Apul., Apol., 10. Perila. . . Bajo este nombre se encubría a M etela. -138 Con tu nombre, M etelo. . . El nombre de M etelo era dado a una ram a de la fam ilia C ecilia; aquí designa el poeta a M etela, celebrada prostituta rom ana del tiempo de C atulo, a quien muchos poetas de m enor categoría cantaron en sus poemas. 439 El q u e ... Posiblemente es Publio T erencio V a rró n A ta ­ cino (8 1 -1 3 a. C .), Que escribió una Argonautica, v e r­ tiendo librem ente a Apolonio de Rodas, y que también celebró sus amores con Leocadia. A rgos. . . La nave en que viajaron los argonautas, Fasíacas. . . Del Fasis, río que se hallaba en la Cólquide. Cf. C at., L X I V , 3 ; Apolon., II, 1280. •110 Venus. . . Cf. I, π, 5, n. V a le aquí por amor. Es me­ tonimia. 411 H o rte n s io ... Es el famoso orador rival de Cicerón, que era también aficionado a escribir poemas eróticos. Cf. C at., X C V , 3. 412 S e r v io ... Probablemente, algún poeta erótico del pe­ ríodo de la república. 443 Sisena. . . H istoriador romano de los más antiguos, fue contem opránco de M ario y Sila. Prácticam ente vertió a Aristides. A r is tid e s ... Cf. v. 4 1 3 -4 1 4 , η. A q u él. . . Es Sisena.

414 445

Torpe historia. . . Son las H istorias milesias de Aristides. C a l o . . . Es el poeta elegiaco Cayo Cornelio Galo (6926 a. C .), amigo de V irgilio. Llegó a ser gobernador de Egipto y fue obligado a suicidarse, según algunos, porque Augusto sometió a juicio su conducta, a causa de haber saqueado a Tebas; según otros, porque ofendió con diCCIII

LAS T R IST E S DE OVIDIO II

chos mordaces al em perador, y éste le confiscó sus bienes y le quitó su favor. O vidio alude aquí a lo segundo, aunque pudieron ocurrir ambas cosas, pues lo segundo se­ ría consecuencia de lo prim ero o viceversa. Cf. V irg., Bue., X . — Licoris. . . L a am ada de Galo. L iberta del senador Pu­ blio Volum nio, se la llamó Volum nia. Como actriz, fue conocida bajo el nombre de Citeris. Fue también amante de Antonio y abandonó a Galo por un oficial del ejér­ cito de A g rip a en el Rin, Cf. V irg., Bue., X , 2. a.17 C reer a la que j u r a . . . De aquí al verso 4 6 0 el poeta parafrasea partes de T ibulo: cf. I, v y vi, en que tal poeta es víctim a en manos de su fiel D elia, de los m u­ chos engaños que le enseñó. — T ib u lo ... Es el poeta elegiaco Albio Tibulo a. C .), m uy adm irado por Ovidio.

(ca. 5 4 -19

,151 L a gema o el s ig n o ... Los anillos usados en las manos, entonces como ahora, llevaban grabada una señal o sím­ bolo, o engastada en ellos alguna piedra preciosa. 458 É l. . . Tibulo. 459 Sabe a q u ie n ...

etc. Tibulo fue un experto p ara detec­ tar la presencia de algún rival.

1G3 Tibulo. . . Cf. v. 44 7 , η. E ra n o ta b le . .. C erca del año 26 a. C.

4 4

ϋ4 G5 Preceptos

del blando P ro p e rc io ...

Conservo la hipálage

del autor. — P ro p e rc io ... Es el poeta Sexto A urelio Propercio {ca. 4 9 -ca. 15 a. C .), uno de los grandes elegiacos romanos y a quien O vidio considera su inm ediato predecesor. 466 Herido — Criticado. 4 A é s to s . .. A Galo, Tibulo y Propercio.

67

460· ,470 Tantas barcas. . . etc. Es m etáfora. 4

71 A r t e s ...

con que se juega la s u e r t e ... Los juegos de azar (proscritos por las leyes Cornelia, Publicia y Titia) fueron vistos por los antiguos romanos como deshonrosos. De allí el interés del poeta en hacerlo n otar al emperaCCIV

N O T A S AL TEXTO E SPA Ñ O L

dor, muy aficionado a ellos, según lo atestigua Suetonio. Cf. nota 106 de la Introducción. 4 - 3 - 17.1 Q u¿

valgan . . . Los versos 47 3-48 3 son obscuros, porque el poeta, escribiendo p ara lectores fam iliarizados con el asunto, usa voces técnicas y da sólo una o dos insinua­ ciones para señalar cada juego. A u n con la ayuda evi­ dente que representan los libros de M a rq u ard t: Privatleben der R óm er, y de Becker-G oll: Gallus, esos juegos están lejos de ser com pletamente conocidos. Por otra p a r­ te, los versos 4 7 4 -4 7 9 se han juzgado como no m uy se­ guros.

— Los talos. . . Especie de dados hechos de hueso o de otros m ateriales. T enían cuatro caras oblongas: dos de ellas más anchas: 1 (u n ió ), 3 (ternio) ; las otras más estre­ chas: 4 (q u atern io ), 6 (senio). Se jugaba con cuatro talos. — Lo mucho/más fija r . . . El m ejor lance con los talos era m arcar números diferentes: 1, 3, 4, 6, y se le llam aba Venus, laetu s venereus o Basiliscus. — De los canes. . . huyas. . . Canes, Caniculae o vulturii se llam aba al peor lance de los talos:, consistía en m arcar el mismo núm ero en los cuatro. 475 L a tésera. . . Se componía de tres dados, como los nues­ tros, de seis caras. Algunos han creído que se tratab a de algún juego sobre tablero en que los lances de los dados hacían avanzar o retroceder las piezas, pero es más se­ guro que se refiriese solamente al juego que se obtenía con el valor o significado de los números de la tésera. — Llam ado el d istan te. . . Esta expresión ha dado origen a muchas conjeturas y no es fácil decir a qué se atribuid, pues se ignora a qué etapa del juego correspondía. Si era en los lances p ara ocupar determ inado lugar en la mesa de juego, puede ser el lugar contrario del jugador a quien se quería g an ar; si era dentro del juego, pedir p ara sí, gritando, como se hace ahora, la m ayor jugada posible; o ante el número alcanzado por otro jügador. CCV

LAS TRISTES DE OVIDIO II

pedir uno m ayor, o tal vez aquella jugada que ocurre con m enor frecuencia. ,)7(. M eterlos. . . Es meterlos en el cubilete, llam ado pyrgum.. — C ó m o ... d a r lo s ... El lance más afortunado en la tésera era m arcar tres seises, el peor, tres ases. .177 -iso Cómo el s o ld a d o ... etc. Era un juego semejante al a je ­ drez, quizá el ludus latrunculorum . Se jugaba con piedrecillas de varios colores, llam adas soldados, que se lle­ vaban por la orilla del tablero, porque, si una era a tra ­ pada entre dos enemigas, perecía. El interés estaba en saberlas m anejar de tal suerte que nunca se d ejara una, ya sea avanzando o retrocediendo, sin compañía. — C á lc u lo ... llas.

Los

soldados se representaban por piedreci-

4iS, Cómo esté la tab lilla. . . etc. Era un juego de tablero, parecido a un juego de reclutam iento; se jugaba entre pocos jugadores. C ada jugador tenía tres piedrecillas. Ganaba el que lograba ponerlas en línea, sin interrupción. — Piedrecillas en ternas. . . Conservo la endíadis del autor. El del aro enseña. . . El aro, generalm ente, era de hierro o cobre, provisto de anillos que sonaban cuando se hacía rodar por los niños. 487 O t r o s ... los a fe ite s ... Entre ellos O vidio, de quien se conserva un fragm ento del poema De m edicamine faciei.

.18ü ,1 8 8

49]

49 3

49(. ·1ΰ CCXXVII

LAS T R IST E S DE OVIDIO III

Boca del e s tre c h o ... L a entrada a la Propóntide. P rop on tid e. . . Cf. I, x, 29 -30, n. Cf. I, i i , 15, n. 42 N o t o ... César. . . Cf. I, i, 30, n. -4 5j53 4G Ju p ite r. . . C f. I, I , 8 1 , n. El Jú p iter venerado en el Capitolino. 47 G erm ania. . . Cf. II, 229, η. general. . . Se refiere a Tiberio, quien tomó el 48 G ran mando contra los germanos después de la · derrota de V aro , el año 9 d. C. 51 N a s ó n ... Cf. I, vir, 10, n. E s c ític o ... De Escitia, Cf. I, ni, 6 1 , n. L ar — hogar,. Es metonimia. Cf. I, n i, 30, n. 41

X III

Versos

11)27 11

17

24

25 27

El dios de mi n a talicio . . . Los romanos ofrecían sacri­ ficios el día de su cumpleaños a este dios o genio: ge­ nius natalis, que era considerado como un doble espiri­ tual del individuo. P o n t o ... Cf. ii, 8, n. C ésa r. . . Cf. I, i, 30, n. Panes. . . El día del cumpleaños, se ofrendaba al genius natalis con panes hechos de harina, queso, huevo, aceite y miel. M e s u b e n ... Cf. I, i, 125, n. Luz. . . V a le aquí por día. Es metonimia. Dicho con falso nombre el E uxino. . . Prim itivam ente el Ponto Euxino fue llam ado por los griegos ’'Αξενος = inospitalario, a causa no sólo de los peligros que en­ trañaba navegarlo, sino por la fiereza am biental de sus costas. Posteriormente, por eufonía y antífrasis, lo llam a­ ron Εύξενος = hospitaliario. Cf. IV , iv , 55-56.

CCXXVIII

N O T A S AL TEXTO E SPA Ñ O L

X IV Versos t C ultor s a n t o ... Algunos pretenden que esta elegía fue dirigida a H iginio, prefecto de la biblioteca im perial, sobre todo por el sentido del v. 5 ; pero, si también lo señalan como destinatario de la x i de este mismo libro, el poeta resultaría no sólo contradictorio, sino ajeno total­ m ente a la rectitud que lo gobierna. Por oti'a parte, las palabras cultor y antistes serían desproporcionadas, apli­ cándolas al bibliotecario que, aunque persona culta, no era más que un tercerillo, como hom bre de letras. 5 A r t e s .. . Los tres libros del A rs amandi. j 3 Palas. . . Cf. I, n, 6, n. Nació adulta y arm ada de la cabeza de Jú p iter, sin pasar por la gestación m aterna, por ello fue considerada la diosa del saber. 17 Tres hijos. . . Los tres libros del A rs amandi. 19 De form a cam biada tres veces cinco volúm enes. . . Cf. I, i, 11 7 , n. 4υ,48 G e t a s ... g é tic o s ... Cf. I, v, 62, η. 47 T r a c ia ... Cf. II, 226, n. — Escitia. . . Cf. I, n i, 6 1 , n. ,J8 M etros. . . M uchas veces el poeta dejó de hacer poe­ mas que él solo entendiera. Aprendió el dialecto gético y compuso poemas que leyó a los habitantes de la co­ m arca de su exilio. Nos asegura que compuso en len ­ guaje y medidas géticas un libro que envió a Rom a, el cual se perdió. Cf. Ex. Pont., IV , xir, 19-22. 49 L atinas. . . Cf. II, 205, n. 50 Pónticas. . . Del Ponto. Cf. n, 8, n.

CCXXIX

LAS T R IST E S DE OVIDIO IV

Libro Cuarto

I Versos El m in e ro ... Los esclavos condenados a las minas solían ser encadenados con grillos para evitar que huyeran. 7 -8 Canta in clin ad o. . . etc. Se trata de los esclavos que re­ molcaban las naves a la orilla, por medio de un cable, o que, en partes poco profundas de los ríos, donde no se podían m eter los remos, las jalab an contra la corriente. 0 - 10 Aun el que al p a r. . . etc. A menudo se usó la flauta, entre los griegos y los romanos, p a ra m arcar el ritmo a que debían rem ar los galeotes. 35 L im é sida. . . Es Briseida, nacida en Lirneso, ciudad de la Tróade. Cf. II, 373, n. A q u ile s ... Cf. I, i, 100, n. ie H e m o n ia ... Cf. I, x, 29-30, n. Fue un legendario poeta de T racia, hijo de 17 O r f e o ... Apolo y de Calíope. 18

19?S7 19)45 21

2S

Dos veces perdió a su cónyuge. . . L a ninfa Eurídicc, esposa de O rfeo, m urió por una picadura de serpiente. O rfeo bajó a los infiernos y embelesó con su lira a los monstruos que defendían la entrada, así como a Plutón y a Proserpina, quienes le perm itieron que la sacase de allí, devolviéndole la vida, a condición de que no la mirase, m ientras no saliese del reino de las sombras. O rfeo, vencido por el amor, desatendió la condición y perdió por segunda vez a su esposa. M usa . . . Cf. I, i, vu, 2 1, n. Ponto. . . Cf. I, x, 31, n. M ilite s ín tic o ... El imperio rom ano reforzaba sus g u a r­ niciones con soldados asalariados que se traían ex p ro ­ feso de las regiones conquistadas. Los sínticos eran una tribu de la T racia, que habitaron cerca del río Estrimón. Piérides. . . Cf. III, ii , 3, η. CCXXX

N O T A S AL TEXTO E SPA Ñ O L

81 L o to . . . Á rbol africano parecido al azufaifo y de m a­ dera m uy dura, cuyo fruto tenía la virtu d de hacer olvid ar la p atria a quien lo comía. C f. Horn., Odis., I X ; P 1.3 X I I I , 1 7 ; Sil. It., I l l , 3 10. — Con p a la d a r ... g u s ta d o ... Los compañeros de Ulises comieron el loto y olvidaron que tenían que regresar a su patria. — D uliquio. . . Cf. I, v, 60, n. 41 Bacante no sien te. . . Las bacantes eran las sacerdotisas de Baco y celebraban sus orgías con tal entusiasmo que caían en el éxtasis y el delirio, hasta el grado de no sentir las heridas. 42 Ideos. . . Del Ida, m ontaña de C reta, donde se estable­ cieron los ritos de Cibeles, cuyos himnos parece que también se entonaban a Baco. — M e tr o s ... V a le aquí por cantos. Es sinécdoque. 43 T ir s o ... Baco y las bacantes fueron representados por­ tando el tirso, que era un bastón term inado en una piña y enredado con pámpanos y hiedras, y usado a me' nudo como símbolo de la inspiración poética. 45 E scítico.. . De Escitia. Cf. I, ni, 6 1, n. 47 L e te . . . Cf. I, vin, 36, n. 49 Las diosas que alivian . . . etc. Son las Musas.Cf. I, vu, • 21, n. 50 H elicón. . . M onte de Beocia, tenido como una de las m oradas favoritas de las Musas y de Apolo. 54 C é s a r .. . Cf. I, i, 30, n. 60 Izquierdas costas de E u xin o. . . Conservo la hipálage del autor. Cf. I, ir, 83, n. 67 Bessos. . . Cf. I l l , x, 5, η. 67,94 G etas. . . Cf. Γ, v, 62, η. 71-72 J°v e n hui de la m ilic ia ... etc. El autor, por su tem­ peram ento de poeta, no prestó servicio en el ejército, cuando jo v e n ; estos versos prueban que tampoco lo hizo, pues no sabía m anejarlas, cuando acom pañó a V arrón (como supuestamente se pretende en una biogragía), en su via je por Asia. CGXXXI

LA S T R IST E S DE OVIDIO IV

90 L a tin a s ... Cf. II, 205, n. 94 Sárm atas. . . Cf. I, π, 82, n. 100 M e s u b e ... Cf. I, 12 5 , n. 105 R om a. . . C f. I, r, 57, n. II Versos i j 43 G erm ania. . . C f. II, 229, η. 1 Vencida por C ésares. . . Tiberio fue enviado por Augusto a G erm ania p a ra vengar la m uerte de V a ro , acaecida el año 9 d. C. El poeta sabía de esta misión, que duró dos años, y presume que los vencedores, como de hecho lo fueron, serían los Césares. Cf. II, 2 2 9 ; III, xn , 47 -48. 2 Con doblada r o d illa ... Es prosopopeya. a A ltos palacios. . . Cf. I, i, 69, n. 7 Y uno y otro C ésar. . . Augusto y Tiberio. Los jó ven es . .. Druso, hijo de Tiberio, y Germánico. Cf. II, 1 6 7 -16 8 , n. — C esáreo. . . De César. Cf. I, i, 30, n. H ijo f e li z .. . Es Tiberio. C f. II, 16 5, n. — Buenas nueras. . . Son L ivila, herm ana de Germ ánico y esposa de Druso, y Agripina, h ija de Ju lio Agripa, nieta de Augusto y esposa de Germ ánico. — L i v i a . . . Cf. II, 1 6 1 , n. 13-14 Sin crimen los castos/fuegos c o n s e rv a n ... Perífrasis para designar a las Vestales. Cf. II, 3 1 1 , n. 10 Yo, é q u it é ... Cf. II, 8 9 -90, η. 19 Todo el p u e b lo ... D e aquí hasta el verso 5 6 hallamos, a la vez que la descripción exacta de una victoria en la época de Augusto, una bella alegoría del triunfo. — T ítulos. . . Los nombres de los pueblos vencidos y de las ciudades conquistadas se escribían en cuadros de m ade­ ra, y aun se trazaban en ellos los croquis de las regiones subyugadas, que los romanos portaban en la procesión triunfal.

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al Los coronados c a b a llo s .. . Son los cuatro caballos blan­ cos de la carroza triunfal, que iban coronados de laurel. 25 De é s to s .. . De los que pasan. — ■ P a rte. . . Parte del pueblo. 27 P úrpura s id o n ia ... L a ciudad de Sidón, en Fenicia, fue en la antigüedad un gran centro productivo de púrpura. Es sinécdoque. 28 El próximo al je f e . . . Es decir, el segundo en el mando, el lugarteniente. S4 Pérfido, en la tr a m p a ... Parece que el poeta se refiere a Arm inio, jefe germ ano que a tra jo a V a ro a lugares pantanosos y allí destruyó su ejército. Cf. Suét., Tib., X V III y X X . 37 Tal la g o ... etc. C f. v. 19, n. referente a títulos. 39 D r u s o ... sus a p o d o s ... Se trata del herm ano de T ibe­ rio que, hacia el año 15 a. G.} había hecho cuatro expe­ diciones a la G erm ania y en la últim a perdió la vida. A causa de las victorias que allí alcanzó, fue el prim ero a quien se apodó el Germánico. 40 Progenie d ig n a ... Druso era hijo de Tiberio Claudio Nerón. Cf. II, 1 6 1 , n. 42 R in . . . Conocido río de Alem ania. 45 R om ana. . . De Roma. Cf. I, i, 57, n. 47 C ésar. . . C f. I, i, 30, n. 51 Febeo. . . D e Febo o Apolo. Cf. I3 n , 5, n. ■ —■ L au rel. . . Este árbol estaba consagrado a Apolo. 54 Cuadrigales p o t r o s ... Los caballos que tiran de la cua­ driga im perial. 55 De a l l í . . . L a m archa triunfal comenzaba en el Campo de M arte, se dirigía, a través de la v ía de los triunfos, hasta la p u erta triun fal y de allí, por las principales plazas y santuarios públicos, term inaba en el Capitolio, m encionado por el poeta sólo como arcem. Cf. I, ni, 29, n. se J ú p ite r . . . Cf. 1, i, 8 1 , n. — Votos láureos. . . El vencedor llevab a ceñida la cabeza, CCXXXIII

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como el Jú p iter capitalino, con una corona de laurel, la1 cual depositaba allí como ofrenda. 69 L a c io . . . Cf. II, 20 5, n.

III Versos α G rande y m enor fi e r a s .. . Son la Osa m ayor y la Osa menor. — Regís una las. . . Los navegantes griegos se guiaban por· la Osa m ayor, llam ada también Hélice. — G r ie g a s ... De Grecia. Cf. III, ix, 1, n. 2 O tra las naves. . . Los fenicios se guiaban por la Osa menor, llam ada también Cinosura. C f. V , n, 7, n. — Sidonias. . . De Sidón. Cf. ir, 27, n. — Am bas secas. . . Estas constelaciones no se ocultan en ef horizonte ni en el m ar, a la latitud de R om a, mucho· menos a la de Tomis. C f. III, x, 3-4, n. 7_8 M urallas que Rem o el l l í a d e . . . etc. Rem o, hijo de' Ilia y hermano de R óm ulo, cf. II, 260, n., saltó, desobe­ deciendo la orden de su hermano, los incipientes muros· de Rom a y éste lo m ató, ju ran d o que h aría lo mismocon quien imitase a su hermano. Cf. Fastos, IV , 8 4 9 y sigs. 15 F la m a s .. . V ale aquí p or astros. Es sinécdoque. 23 Te s u b e n ... Cf. I, i, 12 5, n. 29 L a T e b a n a ... Es Andróm aca, cf. I, vi., 19, n., que nació en Tebas. 30 C a r r o ... El carro de Aquiles, donde H éctor fue arras­ trado en torno a los muros de Troya. — T e s á lic o ... De Tesalia. Cf. I, x , 29-30, n. 30j7C H éctor. . . Cf. I, v i, 19, n. L u m b re s .. . V a le aquí por ojos. Es metonimia. 63 Capaneo el tem erario. . . Capaneo fue uno de los siete generales que sitiaron a Tebas, acom pañando al rebelde CCXXXIV

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Polinice. H abiendo escalado el m uro, desafió a Jú p iter a defenderlo, y al instante el dios lo fulm inó, precipi­ tándolo. Cf. V , ni, 29-30. E v a d n e ... H ija de M arte y esposa de Capaneo, se a rro ­ jó a la p ira fu n eraria de su m arido p ara ser consumida ju n to con él. C f. V , v, 53-54. E l rey del m u n d o ... Es Jú p iter, cf. I, i, 81, n., que p ara contener los desbocados caballos del sol fulm inó a Faetón. F a e t ó n ... Cf. I, i, 79, n. Los suyos. . . Las hermanas de Faetón fueron a llo ra r al lu gar donde éste cayó, quedando convertidas en álamos. Cf. I l l , IV, 29 -30 y Ex Pont., I, n , 3 1-3 2 . A m b ic io s a ... S e m e le ... Am ada de Jú p iter, fue m adre de Baco, pero pidió ver al padre de los dioses en todo su esplendor, y m urió a causa de ello. C ad m o. . . R ey de Tiro, herm ano de Europa y padre de Semele. J ú p i t e r ... Cf. I, i, 8 1 , n. T r o y a ... Cf. I, n, 5, n. T ifis. . . Piloto de la nave de los argonautas. Cf. V irg., Bue., IV , 3 4 ; Ex Pont., I, iv, 37.

..

Febo. O tro nombre de Apolo, dios de la m edicina, ciencia que enseñó a su h ijo Esculapio. Cf. III, m, 10, n. y Ex Pont., I, m , 21.

IV Versos 6 12 15 17 19

L a t in o ... C f. II, 205, n. El p rín cip e. . . Cf. I, vi, 25, n. C é s a r .. . Cf. I, i, 30, n. Jú p ite r. . . Cf. I, i, 8 1 , n. Dos suprem os. . . Jú p ite r y Augusto. É ste. . . Jú p iter. N CCXXXV

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A q u él. . .

Augusto.

21 Este c r im e n ... El de haberle escrito. 53 55 56

A u g u s to ... Cf. I, π, 102, n. Ponto E uxino. . . El M a r negro. Véase la nota siguiente. A xeno . . . Del gr. ’Ά ξ ε ν ο ς = inhospitalario. Cf. III, xm , 27, n.

C arro de un mismo lucero. . . El carro de la Osa mayor. El ara tá u ric a . . . El templo dedicado a D iana en Táuride, hoy península de Crim ea. L a aljabada diosa. . . Es Diana. Cf. II, 105, n. Se la re­ presentaba portando u n a aljaba. 66 T o a n te ... Cf. I, ix, 27-28, n.
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