Ott Jonathan - Pharmacophilia

September 13, 2017 | Author: mikeouno | Category: Morphine, Drugs, Foods, Cocaine, Nutrition
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JONATHAN OTT

PHARMACOPHILIA O LOS PARAÍSOS NATURALES

Amanita pantherina (Dc. ex FR.) SECR., o tengu–take, hongo enteogénico pangéico. Dibujado por Tim Girvin, Olympia, WA, 1977

Les Paradis Naturels

En vez de crear un Prix Monthyon para recompensar la virtud, preferiría... otorgar un bello premio al hombre que inventase un nuevo placer; pues el goce me parece la finalidad de la vida, y la única cosa útil del mundo. Dios así lo quiso. Él, que creó a las mujeres, los perfumes y la luz... Que, por decirlo brevemente, nos confirió en exclusiva el triple y glorioso privilegio de beber sin sed, de encender luz, y hacer el amor en toda estación. Théophile Gautier, Mademoiselle de Maupin (1835)

En París, a finales de mayo de 1860, el inmortal poeta francés Charles Pierre Baudelaire publicó su obra más conocida, Les paradis artifciels (Los paraisos artificiales),1 bajo cuyo título incluyó las ebriedades provocadas por hashish y opio. Destinado a ilustrar a la filosofía y la jurisprudencia occidental en materia de ebriedad, 2 este breve libro reúne dos ensayos ya publicados; el De l'ideal artificial–Le haschisch (Sobre el ideal artificial –Hashish [1858]) y Enchanternenis et torttíres d´un mangeur d´opium (Raptos y torturas de un comedor de

opio), un híbrido de recensión y traducción parcial de las Confesiones de un inglés comedor de opio, la imperecedera obra que Thomas De Quincey publica en 1822, y su continuación de 1845, Suspiria de profundis y otros escritos. 3 Ya en 1851 Baudelaire había publicado un artículo sobre hashish y vino, e incluyó dos poemas sobre el opio –y cinco sobre el vino– en su obra maldita Les fleurs du mal (Las flores del mal).4 Más tarde escribió dos poemas en prosa sobre embriagantes en su obra póstuma Petit poémes en prose (Pequeños poemas en prosa [1869], citada algunas veces como Le spleen de Raris, título bajo el cual se publicaron algunas partes en Le Figaro durante el año de 1864).5,6,7 Aunque reconozco que Les paradis artificiels está escrito de modo hermoso y a veces poético, y profeso profundo respeto y admiración por el Baudelaire poeta, pondré en cuestión su engañoso concepto de las ebriedades farmacológicas como Paraísos artificiales, demostrando que más bien se trata de paraísos naturales y que, en realidad, forman parte de los únicos paraísos naturales disponibles. Antes de continuar definiré estos términos clave, usando sentidos relevantes proporcionados por el Diccionario de la Lengua Española,8 pues todas esas palabras castellanas son equivalentes en significado a sus parientes francesas [págs. 204, 1428, 1526]: ARTIFICIAL: Hecho por mano o arte del hombre. No natural, falso. NATURAL: Perteneciente a la naturaleza o conforme a la cualidad o propiedad de las cosas. Hecho con verdad, sin artificio, mezcla ni composición alguna. PARAÍSO: En el Antiguo Testamento, jardín de delicias donde Dios colocó a Adán y Eva. Cualquier sitio o lugar muy ameno. Imaginaciones alegres conque cada uno se finge a su arbitrio conveniencias o gustos. Por HASHISH (que primero transcribió por hashish, para luego usar haschisch) Baudelaire entendía extractos concentrados o preparaciones de resina de las especies de Cannabis (que, según sabemos ahora, contienen diversos principios psicoactivos, básicamente 1–3,4–trans–tetrahidrocannabinol e isómeros [Merck Index 12: 9349]; y cannabidiol [Merck Index I2: 17921); por OPIO se refería al exhudado seco de cápsulas inmaduras de la amapola del opio, Papaver somniferum L. (que en el comercio farmacéutico pasa por contener aproximadamente un 10% de morfina como principal componente narcótico [Merck Index 12: 6359], con cantidades inferiores de más de 40 alcaloides); por VINO podemos entender algún jugo frutal fermentado, generalmente de vid, que suele contener aproximadamente un 12% de alcohol (alcohol etílico o

etanol, CH3CH2OH [Merck Index 12: 3806]). Como De Quincey y Baudelaire ingirieron su opio en forma de láudano o una tintura alcohólica, los efectos descritos son potencialmente una amalgama entre los del opio/morfina y los del alcohol, al menos en las dosis heroicas absorbidas por el primero, punto sobre el que volveremos. 9 Así pues, artifcial y natural son antónimos, y al caracterizar las ebriedades producidas por drogas como paraísos naturales –en contraste con los artificiales de Baudelaire –quiero, en realidad, decir que el gran escritor francés lo entendió completamente al revés; que respecto a esto no podía estar más equivocado: su concepto es engañoso. En el CAPÍTULO DOS argumentaré análogamente que las religiones y las experiencias religiosas basadas en drogas enteogénicas son, de hecho, naturales e innegablemente auténticas, y para nada «formas inferiores de misticismo»,10 mientras lo generalmente considerado hoy como religión, y diversos caminos hacia un pretendido éxtasis o iluminación religiosa sin drogas, son decididamente artificiales, y de dudosa autenticidad en sí mismas, al revés de lo usualmente supuesto. Para empezar, debo subrayar que Baudelaire no era ningún puritano farmacológico; en su ensayo de 1851, sobre el vino y el hashish, expresa al comienzo [Parte II]: En cuanto al vino, reincide todos los días. Todos los días repite sus favores. Eso explica sin duda el encarnizamiento de los moralistas contra él. Cuando digo moralistas aludo a pseudo–moralistas fariseos. Aún reconociendo que los «crímenes del vino son tantos como sus virtudes», y a riesgo de ser acusado de «idealizar el libertinaje» [Parte II], Baudelaire continúa: ¿No es razonable pensar que las personas que nunca beben vino, por ingenuidad o por sistema, son imbéciles o hipócritas? Imbéciles, es decir, hombres que no conocen ni la humanidad ni la naturaleza, artistas que rechazan los medios tradicionales del arte; obreros que blasfeman contra la mecánica; hipócritas, es decir, glotones vergonzantes, fanfarrones de sobriedad que beben a escondidas y que tienen algún vino oculto? Un hombre que sólo bebe agua tiene un secreto que esconder a sus semejantes. [la cursiva es mía; Parte II] Nueve afros después, en la dedicatoria a Los paraísos artificiales, Baudelaire admitió de inmediato que «la verdadera realidad sólo existe en sueños», comentando: ¡Ay! Los vicios del hombre, por más horrorosos que los supongamos, contienen la prueba (aunque ésta no fuese otra que su infinita expansión) de su gusto por el infinito; sólo que

es un gusto que se equivoca a menudo de ruta. [Sección I, Le goút de l´infini, «El gusto del infinito»] Sin embargo, a pesar de reconocer astutamente un deseo innato de ebriedad en la especie humana, comparó desfavorablemente el hashish con el vino, como un tal gusto del infinito, un «medio para incrementar la individualidad»: Aquí tenéis un licor que activa la digestión, fortifica los músculos y enriquece la sangre. Incluso tomado en gran cantidad, no causa más que desórdenes bastante breves. Ahí tenéis una sustancia que interrumpe las funciones digestivas, que debilita los miembros y que puede causar una ebriedad de veinticuatro horas. El vino exalta la voluntad, el hashish la aniquila. El vino es un soporte físico, el hashish es un arma para el suicidio. El vino le vuelve a uno bueno y social. El hashish es aislante. Uno es, por así decirlo, laborioso, el otro esencialmente perezoso. En efecto, ¿para qué trabajar, labrar, escribir, fabricar, lo que sea, cuando uno puede apoderarse del paraíso de un solo golpe? Finalmente, el vino es para el pueblo que trabaja y merece beberlo. El hashish pertenece a la clase de las alegrías solitarias; está hecho para los miserables ociosos. El vino es util, produce resultados fructíferos. El hashish es inútil y peligroso. [Sección VI] Por consiguiente Baudelaire era un chauvinista farmacológico, cualquier cosa menos un puritano, él que tan poéticamente exaltó la ebriedad: Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es el único problema. [...] Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como gustéis. Pero embriagaros. [Enivrez–vous, I'etits poénies XXXIII] ¡Baudelaire era simplemente intolerante con respecto a las opciones embriagantes!; Qué hay del amor, qué hay del opio del que era incapaz de prescindir en su higiene diaria, durante el período más productivo de su vida, cuando escribió todo lo que aquí nos ocupa? El suyo era un chauvinismo farmacológico enmascarado de filosofía moralizante, donde Gustave Flaubert [I82L–1880] denunció «un fermento de catolicismo».11 En sus notas para disertar en Bélgica en 1864, Baudelaire escribió: Pero yo quiero hacer un libro no de fisiología pura, sino sobre todo de moral. Quiero probar que los buscadores de paraísos hacen su infierno, lo preparan, lo ahondan con un éxito cuya previsión quizá les aterraría. [Exordio y notas para las confěrencias dadas]

El «Poema del hashish, de ese libro, Les paradis artiiciels, llega a la sigu¡ente conclusión moralizante: Pero el hombre no está tan abandonado, tan privado de medios honestos para ganar el cielo que se vea obligado a invocar a la farmacia y a la brujería; no hay necesidad de vender su alma para pagar las caricias enervantes y la amistad de las huríes. ¿Qué es un paraíso que se compra al precio de la salvación eterna? [Sección V] En ésta, y en muchas otras afirmaciones, 12 Baudelaire subrayó su actitud sermoneadora hacia ebriedades no vinosas, llamando Morale, «Moralidad», a la última sección [v] de la primera parte de Les paradis artificiels. Sin embargo, al comenzar la moraleja de su historia, la mañana siguiente a la crápula, escribe: Pero ¡el día siguiente! ¡El terrible día siguiente! Todos los órganos relajados, fatigados, los nervios distendidos, los titilantes deseos de llorar, la imposibilidad de aplicarse a un trabajo continuado, os enseñan cruelmente que habéis jugado a un juego prohibido. Quien reciba esto fuera de contexto quedará estupefacto, comprensiblemente, al saber ¡que hablaba de hashish, y no de vino! Habiendo centrado su indignación moral sobre la renuncia a la voluntad implícita en rendir el dominio sobre uno mismo a una droga, observando cómo este concepto mismo repugnaba al gran escritor Honoré de Balzac [1799–1850] una velada de diciembre de 1845 en Le Club des Hachichins del Hótel Pinlodan de la parisina ¡le Saint– Lotris,13,14 Baudelaire puso en guardia ante «otro peligro terrible, fatal, que es el de todos los hábitos» [cursiva en el original]: Todos se transforman pronto en necesidades. El que recurra a un veneno para pensar pronto no podrá ya pensar sin veneno. ¿Os figuráis el destino horrible de un hombre cuya imaginación paralizada no pudiese funcionar más sin la ayuda del hashish o del opio? ¡Comenzaremos visualizando el horrible destino del escritor, cuya imaginación paralizada no puede funcionar sin ayuda del alcohol?: Pronto me encontré a mí mismo, sentado en mi escritorio en medio de mis mil palabras, esperando a ese coctel de las once y media... Pero surgió una nueva y muy diabólica

complicación. El trabajo se negaba a ser hecho sin bebida... Tenía que beber para hacerlo... Mi cerebro no podía tener los pensamientos adecuados porque continuamente estaba obsesionado con la sola idea de que al otro lado de la habitación, junto al mueble bar, se hallaba John Barleycom. Estas son las palabras de un escritor bebedor, Jack London, en John Barleycorn; o, recuerdos alcohólicos, escrito en 1913, 53 años después de Les paradis artificiels, y tres años antes de que se quitase la vida a la joven edad de 40. Aunque Baudelaire describió este peligro como «el de todos los hábitos», lo utiliza luego inexplicablemente de un modo selectivo, para condenar el hashish a expensas del vino. Esto es sofisma, indigno de este gran escritor, chauvinismo farmacológico. La denigración del hashish hecha por Baudelaire trascendió el reino de lo poético para invadir el de lo melo dramático, rayando en lo histriónico: «arma para el suicidio», «imaginación paralizada», «vender su alma», «juego prohibido». Claramente, Baudelaire no era ningún abstemio en lo que al vino se refiere; no menos claramente, consideró el hashish como un vicio extranjero, decadente y afeminado, y algunos mantienen que disertó en su contra, ¡sin haberlo siquiera probado! Pero ¿qué hay del opio, que ocupa casi dos tercios de Les paradis artificiels? No hay duda de que Baudelaire estaba íntimamente familiarizado con los efectos del láudano, y la opinión general es que comenzó tomándolo como anodino para los dolores de la sífilis en 1847, un uso diario que aparentemente continuó durante el resto de su vida. Por otra parte, en una carta a su madre, fechada el 4 de diciembre de ese año, el todavía desconocido escritor culpaba de sus fracasos el hecho de haber tomado vino y láudano durante los 6 años previos, lo cual significa que empezó a usar láudano alrededor de 1841, cuando tenía 20 años. Sea como fuere, como en el caso del hashish, Baudelaire no describe abiertamente ninguna experiencia personal con opio, y la segunda parte de Les paradis artificiels, «Un mangeur d'opium» («Un comedor de opio»), es una especie de traducción cum recensión de Thomas De Quincey,3 y la mayor parte de lo que dice sobre esa materia sale de la pluma del gran escritor, de su lanza lívida por el láudano. Incluso la última sección [IX], titulada Conclusión, está en su mayor parte entregada a De Quincey, y termina con una bella floritura poética sobre la repentina finalidad de la muerte, sin extraer conclusión ninguna sobre el comedor de opio o su bálsamo. No obstante, sería justo decir que Baudelaire extrajo sobre el opio iguales conclusiones que sobre el hashish. A pesar de ella, en el poema XLV [XLIX en el canon ampliado] de Les fleurs du mal, había cantado:

Agranda el opio aquello que no tolera límites, Lo ilimitado alarga, El tiempo profundiza, los deleites ahonda, Y de placer triste y oscuro, Anega y colma al alma rebasada. El poema se titulaba Le poison (El veneno), y allí englobaba opio y hashish como socorros para una imaginación paralizada, como venenos utilizados para el pensamiento vides upra. Más aún, al comienzo de Les paradis artificiels, Baudelaire había expresado bastante llanamente [la cursiva es mía]: Entre las drogas más idonéas para crear lo que denomino el Ideal Artificial, dejado a un lado los licores, que empujan rápidamente al furor material y abaten la fuerza espiritual... están el hashish y el opio. El análisis de los efectos misteriosos y los goces mórbidos que pueden engendrar estas drogas, de los inevitables castigos que resultan de su uso prolongado y, finalmente, de la inmoralidad misma implicada en esa persecución de un falso ideal, constituye el tema del presente estudio. No queda claro si Baudelaire consideró el alcohol como un «ideal artificial» –nótese que vuelve a eximirlo de censura moral– pero no hay duda de que tenía al hashish y al opio por drogas afines, «rameras de ojos enjoyados de la imaginación» (con perdón de James Joyce), fantasmagóricos pájaros de una bandada, engañosas huríes, sea cual fuere la finura de su plumaje. Pero ¿qué hay de su noción de que sus farmaco paraísos son artificiales? Asombrosamente, el propio Baudelaire contradijo repetidamente esta idea: una vez en «Du vin et du hahish» y al menos media docena de veces en Les paradis artificiels. En la sección IV de la primera, Le hashish, dijo de esa droga: No consuela como el vino; no hace más que desarrollar hasta el exceso la personalidad humana en las circunstancias actuales en que se encuentra. En Les paradis artificiels, III, Le théátre de Séraphin15 nuevamente refiere al lector:

En la ebriedad del hashish... No saldremos del sueño natural. La ebriedad... conservará siempre la tonalidad particular del individuo. [... ] El ocioso se ha ingeniado para introducir artificialmente lo sobrenatural en su vida y en su pensamiento; pero después de todo, y pese a la energía accidental de sus sensaciones, no es otra cosa que el mismo hombre aumentado, el mismo número elevado a muy alta potencia. Nótese que negó la artificialidad de este intento, declarando en el próximo párrafo: Que las gentes del mundo y los ignorantes, curiosos por conocer goces excepcionales, sepan, pues, que no encontrarán en el hashish nada milagroso, absolutamente nada más que lo natural en exceso. El cerebro y el organismo sobre los que el hashish opera, no provocarán sino fenómenos cotidianos... para las impresiones y los pensamientos familiares del hombre, será un espejo de aumento, pero un puro espejo. Hacia el final de esta tercera sección, describiendo las visiones de hashish, reitera: La alucinación es un género bastardo y extrae su raison d´etre del espectáculo exterior; el espíritu no es más que un espejo en que el medio circundante se refleja, transformado de modo exagerado. En la sección IV, l´Homme–Dies («El hombre–Dios»), Baudelaire comentó del opio: En sus Confesiones, De Quincey afirma con razón que el opio, en lugar de adormecer al hombre, lo excita, pero que no lo excita más que en su via natural... Retornando al hashish, se nos dice que su ebriedad ilumina la percepción inteligente: El hashish se extiende entonces a toda la vida como un barniz mágico; la colorea de solemnidad e ilumina toda su profundidad. Finalmente, en las moralizaciones de la sección v, respondió a su pregunta retórica:

¿Y si al precio de su dignidad, de su honestidad y de su libre albedrío, pudiese el hombre sacar del hashish grandes beneficios espirituales, volverse una especie de máquina de pensar, un instrumento fecundo? ... Por de pronto, como ampliamente he explicado, el hashish no revela al individuo nada más que el individuo mismo. En lugar de intentar demostrar su concepto de las ebriedades inducidas por drogas como paraísos artificiales, Baudelaire pareció dar esto por sentado, aunque repetidamente insistiese en que son naturales –sólo ensoñación natural, lo natural en exceso, que nos excita de una forma natural, reflejando el pensamiento y sus alrededores en «un espejo de aumento, pero un puro espejo». Basándome en la evidencia ¡ntrínseca, sin desviarme de lo escrito por Baudelaire, podría jactarme de que disparó sobre su propio pie, cambiarle audazmente el título del libro por Les paradis naturels, y reclamar quod erat demonstrandum. Pero eso sería impropio y prematuro; además, tengo alimentos más importantes que cocinar. En 1975 el mundo científico fue conmocionado por el descubrimiento de que el tejido cerebral contiene péptidos naturales endógenos semejantes al opio. Estos «péptidos opiáceos» del cerebro (cortas cadenas lineales de aminoácidos, en este caso cada una de cinco), generalmente denominados endorfinas (endógenas morfinas) o, con más precisión, «compuestos endógenos opiáceos» (endopiáceos; actualmente se conocen más de media docena)16 luego se demostró que producían «tolerancia cruzada»17 cuando se suministraban a ratas con dependencia de morfina; esto es, que podían sustituir a la morfina. Igual que la morfina, los endopiáceos podían provocar tolerancia y síndromes de abstinencia tras una administración prolongada a animales de laboratorio– distintivos del hábito a drogas opiáceas –síndromes que pueden precipitarse, como en el caso de animales adictos a la morfina, dando a los animales adictos a endopiáceos el especifico «narcótico antagonista» (un «antiopiáceo), llamado naloxona ® o Narcan® (Noloxone®) [Merck Index 12: 6449. Resumiendo, se descubrió que cerebros mamíferos (y otros) producían de forma natural su propia «morfina», su propia «droga» analgésico–eufórica, y dos años antes fueron aislados en cerebros mamíferos los primeros «receptores opiáceos» endógenos (actualmente se conocen al menos tres clases de receptores opiáceos,18 para los cuales los endopiáceos son ligadores, siendo los receptores «blancos» para esas «drogas» naturales), a los que se ligarían tanto endopiáceos y morfina como otros alcaloides opiáceos. Es decir, la morfina del opio «funciona» como un analgésico euforizante porque «casa» con nuestros receptores naturales para nuestra «morfina» natural. F¡nalmente, poniendo la guinda psicotrópica en el pastel, se descubrió que la propia morfina ¡era un componente normal del fluido cerebro/espinal humano; y de la leche,

tanto humana como bovina!19 Así pues, el opio o mejor dicho, su principal alcaloide y mayor «principio activo», la morfina, «funciona» como un embriagante psicotropico porque puede insertarse limpiamente en nuestro propio sistema de analgesia (y quizá incluso euforia). En realidad, la euforia que sigue al ejercicio extenuante–el llamado «subidón de los corredores» –resulta mediado por endopiáceos que el cuerpo produce para mitigar el dolor muscular de semejante estrés físico. En una palabra, el paraíso farmacológico del opio/morfina no puede ser más natural, y la morfina «funciona» precisamente porque posee una afinidad estructural suficiente con los endopiáceos naturales (¡siendo idéntica a la morfina auténtica de nuestros cuerpos!) para adecuar sus receptores naturales en nuestros cerebros. Es como una «llave» que entra en una «cerradura» abierta de forma natural por las morfinas de nuestros propios cerebros, una llave para abrir una puerta a lo más profundo de nosotros mismos, tras la cual yace nuestro paraíso natural de euforia, en el sedante abrazo de Morfeo. Así pues, en toda la extensión de la palabra, las «caricias enervantes» de la «hurí» opio son paraísos naturales; y de ninguna manera puede la ebriedad de opio ser considerada un paraíso artificial. A pesar de que la evidencia no es tan inequívoca, por ser reciente e incompleta, lo mismo podría decirse del hashish y su mayor principio activo, el Tetrahidrocannabinol (THC). En 1988 fue identificado en Estados Unidos el «receptor cannabinoide» natural del cerebro. Dos años después, el gen de este receptor fue hallado y clonado (biosintetizado artificialmente), y en 1992, el endógeno ligador natural [vide supra] de este receptor en el cerebro fue descubierto y denominado anandamida.20 Por lo tanto, el THC del hashish/Cannabis se vincula con el receptor natural de nuestros cerebros debido a una sustancia neuroquímica natural, la anandamida, habiéndose demostrado su capacidad para duplicar algunos de los efectos conocidos del THC. Aunque el propio THC no haya sido identificado; hasta el momento, como sustancia neuroquímica natural de los mamíferos, está dentro de lo posible, y no sería más sorprendente que descubrir que los mamíferos pueden biosintetizar morfina. 19 Tal como la morfina/opio, también el THC/hashish «funciona» en nosotros como embriagante precisamente porque también se adecua como una llave a la cerradura de nuestros propios cerebros, abiertos de forma natural por el «hashish» natural de nuestros propios cerebros, la anandamida; en este caso, abriendo la puerta a nuestro nirvana más interior, ese fragante jardín de júbilo ante los pies de «perfumado loto» del Buda. Una vez más, la neurociencia ha demostrado lo intuido y argumentado por Baudelaire, a pesar de

su título –que el paraíso farmacológico del hashish es otro paraíso natural en todos los sentidos; todo menos un paraíso artificial. Por lo que respecta al alcohol (alcohol etílico o etanol), pocos indicios hay de que exista un «receptor de etanol» en el tejido cerebral, y los mamíferos no pueden biosintetizar alcohol, que se produce como material de desecho por levaduras y bacterias. 21 Los farmacólogos clasifican el alcohol como «anestésico general», utilizando un término acuñado por Oliver Wendell Holmes para describir anestesia quirurgica producida por inhalación de disolventes volátiles como éter (o éter dietílico, CH3CH2OCH2CH3 [Merck Index 12: 38521) o cloroformo (CHCL3 [Merck Index 12: 2193]).22 Aunque el alcohol es relativamente ineficaz, y rara vez se ha utilizado en anestesia quirúrgica, sus propiedades farmacológicas como depresor del sistema nervioso central se explican en términos de teorías físicas complejas, que desbordan el horizonte de este libro. A pesar de que la farmacología de estos gases y disolventes se comprende mal, y existen teorías que compiten, y al riesgo de simplificar exageradamente, se piensa que el alcohol y otros anestésicos generales deprimen el sistema nervioso central disolviéndose o concentrándose en las capas lípidas (o grasas) de las membranas celulares, especialmente de células nerviosas, alterando de ese modo su permeabilidad o sus propiedades conductivas. A diferencia de los endopiaceos/ morfina o de la anandamida/THC, en los cuales la precisa geometría molecular de la «llave» o compuesto neurotransmisor/droga abre una «cerradura» o neuroreceptor específico engastado en la membrana celular nerviosa, alterando así su permeabilidad o conductividad, la acción de los anestésicos generales es estructuralmente inespecífica, es decir, no depende de una geometría molecular precisa, sino de propiedades físicas generales (tales como solubilidad, carga, tamaño molecular, etc.). En esencia, a diferencia de la morfina y el THC, que se interponen en sistemas naturales de control neural exquisitamente sensibles, el alcohol provoca una disrupción global inespecífica de las membranas celulares, que se manifiesta en el sistema nervioso como sedación, anestesia y pérdida de equilibrio y coordinación, sin olvidar la euforia y un montón de otros síntomas que sin duda resultan familiares a la mayor parte de mis lectores. En cuanto a la evidencia neuroquímica, uno puede extraer la conclusión de que –en contraste con los paraísos naturales debidos a ebriedad de opio y hashish –la intoxicación por alcohol,23 que es un envenenamiento general del sistema, debería ser caracterizada como un paraíso artificial. Ciertamente, de las tres drogas examinadas poética y filosóficamente por Baudelaire, alcohol y vino son las que pueden aspirar a este epíteto con mayor fundamento.

Pero hay otras consideraciones, aparte de la neuroquímica. Como la adormidera del opio, y el cáñamo o planta de marihuana, el alcohol es natural, «perteneciente a la naturaleza» [vide supra], y –como el opio y el hashish–vinos y cervezas con contenido alcohólico han sido consumidos por la humanidad como embriagantes desde tiempos inmemoriales.24 Es más, frutos fermentados ricos en alcohol se producen espontánea y naturalmente, y se consumen abundantemente como embriagantes por muchos animales no humanos.25 Aunque los seres humanos produzcan brebajes alcohólicos artificialmente, mediante habilidad constructiva, y no espontáneamente, eso demuestra que los paraísos farmacológicos asociados a ellos son, decididamente, paraísos naturales. Otros tipos de drogas también nos conducen a paraísos naturales. Aunque fuese descubierto mediante un proceso de síntesis al azar y ensayos con innumerables compuestos, se comprobó más tarde que el famoso sedante Valium ® o diazepam [Merck Index 12: 30421 es un producto natural, aislado a partir del cerebro de ratas, y la identificación de un receptor de Valium en cerebros lleva a conjeturar si el diazepam no será nuestro sedante endógeno.26 Entre las muchas drogas psicotrópicas cuyo descubrimiento por parte de la humanidad se atribuye tradicionalmente a la observación de sus efectos embriagantes en animales domésticos, se encuentran los estimulantes: café (Coffea arabica L., que contiene cafeína [Merck Index 12: 1674]), qat (o khat, Catha edulis [Vahl] Forskal, rico en catinona [Merck Index 12: 19541) y coca (Erythroxylum coca Lamarck y E. novogranatense [Morris] Hieron., que contienen cocaína [Merck Index 12: 25171).27 Como en el caso del alcohol, aunque las propiedades farmacológicas de estos estimulantes son atribuidas a algunas disrupciones globales del funcionamiento neural, en lugar de atribuirse al nexo con un receptor especifico,28 el hecho de que sean productos naturales, derivados de plantas «pertenecientes a la naturaleza», que se usan arcaicamente en etnomedicina, y también se emplean como embriagantes por animales no humanos, nos obliga a categorizar sus éxtasis de Excitantia como paraísos naturales. Incluso los enteógenos,10 cuya neuroquímica resulta tan misteriosa como sus ebriedades extáticas, son consumidos por miembros no humanos del reino animal,» además de catolizar una capacidad humana innata para el trance y el éxtasis religioso (que examinaremos detalladamente en el CAPíTULO DOS) –adicionales sendas farmacológicas hacia nirvanas naturales, prodigiosos y pletóricos paraísos naturales. Por tanto, no hay nada exclusivamente humano ni remotamente artificial en cuanto a la ebriedad per se, siendo éste un fenómeno bien natural, observable en incontables otras especies animales. La

ebriedad es en realidad, como observó Nietzsche, «el juego de la Naturaleza con el ser humano»,2 o mejor «el juego de la Naturaleza con el reino animal». Ernst Jünger lo expresó hermosamente en su maravilloso diario de bitácora sobre paraísos psiconáuticos: Lo mismo que Goethe consideraba que los colores eran una especie de aventura de luz, igual podemos contemplar a los embriagantes como la marcha triunfal de las plantas por la psyche. [Annäherungen, «Plantas como poderes autónomos», 31]30 La marcha triunfal de la adormidera, la planta de marihuana, las uvas y levaduras por la psyche... sí, esos son decididamente paraísos naturales. En Les paradis artificiels de Baudelaire, exquisitamente encantadores pero lógicamente defectuosos, y básicamente prejuiciados, los únicos paraísos artificiales que marchan triunfalmente por la afinada psyche del lector... ¡son la poesía y la filosofía apasionada de Baudelaire! Quienes sean lo bastante afortunados para transportarse a paraísos mediante una poesía sublime como la suya debemos admitir que son artificiales, decididamente «hechos por mano o arte del hombre», por el artificio poético y las habilidades artisticas de Baudelaire, innegablemente paraísos artificiales. Estos paraísos poéticos son tan efímeros, tenues y artificiales que –a diferencia de cualquier paraíso natural producido por drogas visionarias y de otro tipo, abiertos casi a cualquiera que tenga «el valor de tragarlos» (como dijo Baudelaire de la felicidad, en su famosa dedicatoria a Les paradis artificiels)– pueden ser divisados y deglutidos, digeridos y deleitados únicamente por una minoría; e inventados o concebidos por menos todavía.31 Esos sí que son verdaderamente paraísos artificiales, insustanciales, inmateriales; espejismos rielantes, milagrosos fatas murganas de la mente, evanescentes, efímeros, diáfanos... a la vez ahí... y no ahí. Siendo naturales, los robustos farmacoparaisos resultan asequibles por igual para cabras y llamas, monos, visones y ratas almizcleras; tanto asimismo lo son los paraísos naturales aliados al dormir, esa fantasmagoría cotidiana de la psyche que sueña. Lo mismo puede decirse de los paraísos naturales de éxtasis erótico, que alcanzan tal vez su manifestación más sublime en nuestra concupiscente especie humana, aunque engastada a conciencia en la matriz animal y natural de apareamiento/ reproducción, evolución de genotipos. Si no me equivoco, los reinos oníricos de fantasías y romance; el éxtasis etéreo, terreno y terrenal de Eros, la lascivia de Venus y la prodigiosa plétora de paraísos farmacológicos agotan la provisión de paraísos naturales puestos a nuestra disposición. Todo el resto son artificiales.

Retomaremos en el capítulo siguiente el hilo sedoso de Ariadna, ambrosial y «amritoso», hacia el paraíso mismo, y los paraísos artificiales de la religión. Alguno me acusará de sofisma, de jugar con las palabras... de que todo esto está muy bien, pero que cualquier como sabe que lo crucial del asunto es la ingesta... Diga lo que diga, los paraísos de la religión, la poesía y la filosofía son accesibles de forma natural, inmaterial, sin ingerir ninguna sustancia extraña; los farmacoparaísos, en cambio, deben depender forzosamente de algunos estímulos externos, únicamente accesibles metiendo algo extraño en el organismo; en ese respecto, los primeros son naturales, los siguientes artificiales. No obstante, si uno ha de alcanzar el paraíso leyendo poesía, o contemplando cualquier otro arte visual, los ojos de la persona habrán de ingerir fotones, «partículas» de luz que mientras tanto impresionan células fotosensibles de la retina, y, por consiguiente, poniendo en movimiento eventos neuroquímicos precisamente análogos a aquellos iniciados por la «ingesta» de moléculas de morfina o THC mediante sus respectivos neuroreceptores en el cerebro (y en algunos casos, tejido retinal, ya que hay drogas psicoactivas capaces de actuar directamente sobre la retina). Por el mismo motivo, si hubiese que ganarse el paraíso oyendo poesía oral, música u otras artes auditivas, esas compresiones y rarefacciones que forman ondas sonoras en el aire estarán materialmente impactando en el tímpano del oyente, finalmente estimulando células neurales sensibles a la presión, y de nuevo desencadenando una cascada de eventos neuroquímicos, en ningún modo diferentes de los provocados por el «impacto» de morfina o THC en sus respectivos neuroreceptores. Incluso hablamos metafóricamente sobre la propensión de uno a «tragarse» un argumento; los más dados a la credulidad, «fácilmente creen» o «tragan» (gullible en inglés). Además, aunque Baudelaire solamente admitiese el tragar como camino hacia los farmacoparaísos, estaba de nuevo haciendo un ejercicio de colosal estrechez mental con respecto a las opciones de ingestión.32 Esto está bien lejos de circunloquios sofísticos, o de cualquier prestidigitación filosófica; «ningún hombre es una isla, llena de sí» todas las criaturas vivientes somos ecosistemas abiertos, en un constante intercambio de materia con el universo; los átomos que constituyen nuestro cuerpo circulan y se entrelazan eternamente a través de nuestra sangre, huesos y fibra, nuestros tejidos mismos, hilados y rehilados al estilo de Penélope en cada instante; introduciendo materia a través de nuestros gaznates, pieles y pulmones; devolviéndola a través de nuestras pieles, pulmones y órganos excretorios. Debemos ingerir continuamente –oxígeno y agua a través de nuestras pieles y pulmones, agua, proteínas ricas en nitrógeno y diversos carbohidratos (así como varios minerales y

vitaminas) a través de nuestro sistema digestivo –mientras con no menos prontitud nuestros sentidos «ingieren» directamente fotones, calor, presión e incluso moléculas orgánicas vía los neuroreceptores de nuestro sistema gustativo y olfativo. Verdaderamente, si uno resulta transportado a algún paraíso estético oliendo una rosa (gracias a moléculas orgánicas volátiles de la rosa que se difunden en el aire, para tropezar con neuroreceptores olfativos, y evocar de este modo procesos neuroquímicos en nuestro sistema nervioso)... ¿en qué modo difiere eso esencialmente de, digamos, inhalar cualquier compuesto psicoactivo volatilizado como el THC? Quizá valga la pena mencionar también que se ha comprobado que algunas plantas pueden ejercer efectos psicoactivos simplemente por el hecho de ser olidas cuando están frescas, faltando cualquier artificio humano para fumárselas de un modo u otro.33 Desarrollando aún más esta idea, ¿cuál es, en realidad, la diferencia entre un «alimento» y una «droga»? ¿Es el alcohol una droga, porque manifiestamente puede alterar nuestros ánimos, hacer que nos tambaleemos, incluso provocar el estado comatoso de anestesia general; o es un alimento, un carbohidrato que nuestro sistema digestivo procesa convirtiéndolo en energía para el organismo, agua y dióxido de carbono? ¿Es la hoja de coca una droga por contener cocaína, que puede estimular nuestro sistema nervioso mientras provoca anestesia local en nuestras mejillas y encías, o es un alimento rico en vitaminas y minerales? ¿Es el café una droga estimulante rica en cafeína, o un alimento rico en potasio y niacina? ¿Es el cacao/chocolate un alimento nutritivo o una droga estimulante, rica en teobromina? Tendemos a considerar droga a la coca (pero ¿qué hay de su extendidisimo uso como aromatizante en la Coca– Cola?), al café como brebaje, y al chocolate como un producto alimenticio exquisito, pero la coca resulta ser también uno de los vegetales más nutritivos disponibles en las dietas andinas, y tanto el café como el chocolate son drogas psicoactivas.34 Todo el mundo mantiene que la leche es un alimento nutritivo, y la lactancia materna humana el alimento más natural, al menos para infantes. Pero hemos visto que las leches bovinas y humanas contienen morfina, igual que opio19 –una vez, más, ¿es la leche materna un alimento o una droga?35 Nuestras clasificaciones de las sustancias como alimentos o drogas tienen más que ver con nuestras leyes, tradiciones y prejuicios que con cualquier criterio objetivo. Hipócrates [circa a.c. 469–399] y Galeno [circa 129–199] observaron que un «alimento» era vencido y asimilado por el cuerpo; mientras que una «droga» podría vencer al cuerpo. Pero ya hemos visto que al ser «vencido» o embriagado por una

droga psicoactiva el organismo debe metabolizarla, y puede extraer en ese proceso su valor nutritivo, que quizá sea considerable. As¡ pues, ¿es la mescalina una droga, porque «vence» al cuerpo, y se excreta en gran medida inalterada?; y ¿es el alcohol mas bien un alimento, ya que el cuerpo lo «vence» y extrae su valor calórico, como con cualquier carbohidrato? Aún más, físicamente, incluso productos alimenticios manifiestamente desprovistos de cualquier componente de «droga» psicoactivo,36 podrían ser, sin embargo, alteradores de ánimos o psicotrópicos. Entre mis lectores ¿quien no está familiarizado con el arrebolamiento que produce estar saciado por una buena comida, cuya intensidad aumenta en proporción a la duración y fuerza del hambre previa? Todo el mundo conoce los reales padecimientos del hambre, y la forma de aliviarlos mediante la comida; quizá nuestro cuerpo indica su necesidad de alimento vía alguna «droga» endógena causante de dolor (Sustancia P o análoga), mientras sabemos que los dolores producidos por ayuno y hambre influyen profundamente en nuestros niveles de endopiaceos. ¿Quien puede negar que cualquier alimento, cuando se come para superar los dolores del hambre, es también una droga, un anodino alimenticio, por así decirlo? 37 En consecuencia, ¿qué son las drogas psicoactivas, sino alimentos más o menos nutritivos para el cuerpo y, simultáneamente, alimentos especiales para el cerebro o el espíritu? Como tan acertadamente dijo Gottfried Benn [1886–1956], el médico poeta alemán, en su crítica a la prohibición de drogas, el racismo eugenésico y los programas de distribución de leche humana entonces puestos en práctica por el gobierno nazi: Sin embargo, los cerebros potentes no se fortalecen con la leche, sino con alcaloides. [Provoziertes Leben (Vida provocada), pág. 341]38 Así pues, la ebriedad es un fenómeno natural, los farmacoparaísos son decididamente naturales en términos neuroquímicos y zoofarmacognósticos, por tanto, las drogas pueden ser también alimentos... y los alimentos también drogas; nuestra percepción sensorial ordinaria vinculada a la «ingesta» de partículas, ondas y moléculas orgánicas es fundamentalmente semejante a la ingesta de drogas, que realmente no son sino un tipo especial de alimentos; y sin alimento no podemos vivir. Me parece que la agitación y el malestar en torno a las drogas embriagantes proviene de que pueden producir placer; que buscar placer puede ser la motivación principal subyacente a su consumo. Pero la comida también produce placer, así como la aventura erótica... La ética calvinista puritana según la cual el placer es intrínsecamente pecaminoso, ¡ha desacreditado por

igual el éxtasis erótico, el deleite gustativo y la ebriedade 9 En realidad, es la naturaleza muy natural, animal, de nuestros paraísos naturales de erotismo, apetito de comida y embriagantes –que son apetitos animales, beatitudes bestiales –lo que conlleva al púdico a desconfiar de ellos. Para el lascivamente pudico sólo es satisfactorio un paraíso artificial, sólo puede ser verdaderamente santo o sagrado lo irreal, lo ideal, la ficción del artificio humano (inaccesible a cualesquiera otros animales) beatíficamente enemistado con el apetito animal, con los placeres sibaritas o voluptuosos de la carne. William Blake describe despectivamente esta patética abnegación de nuestra verdadera naturaleza como: «pálida lascivia religiosa... ¡que desea pero no actúa! Pues todo lo que vive es sagrado». En cuanto a Baudelaire, hemos visto que Flaubert denunció el fermento de catolicismo en sus homilías moralistas contras las ebriedades no vinosas.11 Si bien el puritanismo y el calvinismo son eminentemente protestantes, desde luego, corrientes de la «Reforma» frente a la Iglesia Católica, la ética antiplacer es innata en un grado menor a facciones del catolicismo, y especialmente a la monástica; aunque alguien podría alegar que la diferencia se basa más en grado de hipocresía que en práctica. Sea como fuere, puede decirse en justicia que Baudelaire se liberó a duras penas de represiones moralizantes por consentirse la ebriedad alcohólica (después de todo, para el catolicismo el vino es un sacramento), si bien su santurronería moralizante contra el hashish y el opio pone de manifiesto que no tolera ningún otro farmacoparaíso, ¡ninguna ebriedad distinta de la poesía, la virtud y la filosofía! Como vimos en la Nota 12, condenó la «prodigalidad impía» del comedor de hashish, tal como «el poeta afligido» sintió condescendiente lástima por «esos pobres diablos que no han ayunado ni rezado», y que «buscan en la magia negra los medios para elevarse hacia una existencia sobrenatural». Mientras tanto, «nosotros, poetas y filósofos, hemos renovado nuestra alma con el trabajo continuado y la contemplación». En el universo moral de Baudelaire, sólo los paraísos artificiales del poeta y filósofo pueden aspirar «al único milagro para el que Dios nos ha otorgado licencia». ¿Cuál era, pues, la naturaleza de este milagro, del paraíso poético de Baudelaire? En su hermosa y extraña dedicatoria a Les paradis artificiales, el poeta había admitido:

En cuanto a mí, siento tan poco gusto por el mundo vivo que – como esas mujeres sensibles y desocupadas que envían por correo, según se dice, sus confidencias a amigos imaginarios– de buena gana sólo escribiría para los muertos.

En Petits poémes en prose [Enivrez–vous, mocln], había aconsejado la ebriedad eterna: Para no sufrir la miserable carga del tiempo que te rompe los hombros y te inclina hacia el suelo [...1 Para no ser esclavos martirizados por el Tiempo... Partiendo del No. V, La chambre double (La habitación doble), es evidente que Baudelaire buscó en la ebriedad refugio de una existencia miserable, personificación de lo sombrío: ¡Horror! ¡Lo recuerdo! ¡Lo recuerdo! ¡Sí! ¡Este tugurio, esta sede de eterno hastío, es lo mío! Aquí están los muebles necios, polvorientos, descantillados: la chimenea sin llama y sin brasa, mancillada de escupitajos; las tristes ventanas donde la lluvia ha trazado surcos en el polvo; [...] En este mundo estrecho pero tan lleno de repugnancia, un solo objeto me sonríe: el frasco de láudano; vieja y terrible amiga; como todas las amigas, ¡ay!, fecunda en caricias y traiciones. Por ambivalente que fuese su actitud hacia el opio, cuando menos aquí Baudelaire admitió haberse refugiado en el. ¡Pobre Baudelaire! En el Nº. XLVIII, Any Where Out of the World (N´importe ou hors du monde; título original en inglés), su alma torturada exclamó: La vida es un hospital donde cada paciente está poseído por el deseo de cambiar de cama. [...] Finalmente mi alma estalló y gritó sagazmente: «¡No importa dónde! [...] ¡Con tal de que sea fuera de este mundo!» Los farmacoparaísos naturales de este mundo eran todos demasiado reales para el atormentado espíritu de Baudelaire, que en un proyecto de prefacio a Les fleurs du mal había hecho, al fin, la siguiente confidencia: Cantor de las locas voluptuosidades del vino y del opio, mi sed no es sino de un licor desconocido en la tierra, y que ni siquiera podría ofrecerme la Farmacia celestial; de un licor que no contuviese ni la vitalidad, ni la muerte, ni la excitación, ni la nada. No saber nada, enseñar nada, descarnada, sentir nada, dormir y dormir más todavía ...40 Dos décadas después de morir Baudelaire, la «farmacia celestial» irrumpió en el panorama europeo con el redescubrimiento científico de

enteógenos, Únicas cosas capaces de haber aplacado la sed abrasadora del poeta triste. Ese es el tema del siguiente capítulo.

Farmacia Celestial

Los profetas describen lo que vieron en Visiones... con sus órganos imaginativos y mortales... Un Espíritu y una Visión no son, como supone la filosofía moderna, un nuboso vapor, o una nada: se hallan organizadas y articuladas meticulosamente, más allá de lo que pueda producir la naturaleza mortal y perecedera. Quien no imagina rasgos más fuertes y mejores, y bajo una luz más fuerte y mejor que la de su ojo perecedero, no imagina en absoluto. William Blake Un catálogo descriptivo de cuadros [1809] Mientras Baudelaire moralizase –poética pero no científicamente– sobre el tema de los embriagantes, en Escocia y Alemania se sentaban los cimientos de una ciencia sobre plantas psicotrópicas, y finalmente para la «farmacia celestial» que e l había invocado. En 1855, cuatro años después de publicarse Du vin et du hashish, y cinco años antes de Les paradis artificiels, apareció en Edimburgo el último fascículo de la obra precursora de James F. Johnston, The Chemistry of Common Lifé, seguida en breve por Die Narkotischen Genufmittel und der Mensch (Las delicias narcóticas y el hombre) de Ernst Frei herr von Bibra, en Nuremberg. Johnston [1796–1855], un químico, no vivió para ver el extraordinario éxito de su libro, que tuvo al menos una docena de ediciones y dos revisiones/ampliaciones, además de ser traducido al alemán. El libro de von Bibra [18o6–1878], acaudalado científico amateur, estaba más bien destinado a la oscuridad, aunque fue rescatado de ella por una traducción inglesa reciente.41 El segundo volumen del tratado general de bioquímica de Johnston trataba en extenso Los NARCÓTICOS QUE NOS CONSENTIMOS, y además de opio, hashish y otros describe varios «narcóticos menores»–enteógenos – incluyendo la Amanita muscaria, el hongo maravilloso hiperbóreo. 29 El libro del barón von Bibra abordaba casi exclusivamente drogas

psicoacrivas con 17 capítulos, dedicados principalmente a plantas estimulantes, pero incluyendo también opio, hashish y –entre los enteógenos –nuestro hongo siberiano. En 186o, el mismo año que se publicaron Les paradis artificiels en París, el micólogo británico Mordecui Cubitt Cooke [1825–1913] publicó en Londres The Seven Sisters of Sleep, dedicado enteramente–igual que el libro de von Bibra–a drogas psicotrópicas, de nuevo con capítulos sobre opio y hashish, así como sobre Amanita muscaría.También admite mención en este contexto el escritor estadounidense Fitz Hugh Ludlow [1836–18701, cuyo The Hasheesh Eater –primer libro usano42 sobrela materia –dio excelente tratamiento literario a la ebriedad de hashish, como había hecho su mentor De Quincey con el opio.43 Como Baudelaire, el pionero psicofarmacognosista escocés adoptó una postura moralizante hacia lo que describió como «narcóticos». 44 Johnston señaló el «consumo extendido», la «importancia agrícola y comercial» y la «maravillosa acción» de los fitoembriagantes, y admitió «cuán deficiente» era el conocimiento de entonces, que no permitía ni la más rudimentaria conjetura en cuanto a cualquier mecanismo de sus acciones. Ello no le disuadió de emparentarlas drogoebriedades con psicopatología, «como delirios, meras burlas, que engañan a nuestros sentidos enfermos o afectados por droga» [pág. i 59] y bajo la rúbrica NUESTRA DEBILIDAD HUMANA, resumió: No podemos sorprendernos de que el hombre... a veces, deba ser cautivado por el fulgor deslumbrante de esta felicidad corpórea, y deba entregarse a hábitos –si bien resultan exquisitamente deleitosos al principio –finalmente le conduce a la tortura del cuerpo como al sufrimiento mental… Somos en verdad criaturas débiles… cuando en verdad un grano de hashish puede vencernos, o unas pocas gotas de láudeano postrarnos; pero cuánto mucho más débiles de mente, cuando al saber los males a que nos conducen, ¡somos incapaces de resistir las tentaciones fascinantes de estas insidiosas drogas! [Capítulo XXII, pág. 165]. ¿Quiso decir que se le podían perdonar al «salvaje» sus apetitos bestiales sobre la base de su débil entendimiento, aunque nosotros– con las ventajas de una ciencia sobre drogas –deberíamos sentirnos avergonzados? ¿Es que nunca se le ocurrió a Johnston que la ebriedad no era necesariamente mala, o que las drogas podían tener beneficios superiores a sus déficits? Afortunadamente, von Bibra terminó su libro con una opinión mucho más indulgente sobre la ebriedad:

En conclusión: ¿es este amplio uso de narcóticos afortunado o desafortunado para la humanidad? ¿Debería aprobarse, o desaprobarse, partiendo de fundamentos morales? Estamos absolutamente convencidos de lo primero. [...] La experiencia nos ha enseñado también que incluso las medidas más severas serían incapaces de suprimir el uso de narcóticos, una vez conocidos ya por un pueblo. [...] Por lo mismo, sólo un hipócrita descarriado condenaría la copa vinosa del viejo padre Noé, debido a que algunos borrachos singulares no conocen su límite. [Sehluf págs. 396–397; 221–222 de la traducción] También Cooke formó una opinión tolerante y liberal con respecto a los embriagantes. Recordando a sus lectores ingleses su afición al alcohol y al tabaco, observó: El tabaco termina en humo. [...] Algunas personas no tienen más que una visión humeante o neblinosa de la vida.., viven en una bruma, y mueren sin que se les eche de menos. [...] ¿Imaginas, tú, pobre de espíritu, miembro del club anti–rapé y anti–tabaco, que el oscuro apóstol que está ante nosotros predicará con menos fuerza, menos devoción y menos elocuencia persuasiva porque aspira droga sobre el libro de los salmos y fuma en la sacristía, entre el servicio marinal y el vespertino? ¿Acaso su piedad rezuma de su pipa, o su formalidad acaba en humo? [Capítulo XXVI, pág. 347] La incipiente ciencia de la ebriedad no hizo más progresos en tiempos de Baudelaire, ¡pero seguramente habría sacado provecho leyendo a Johnston, von Bibra, Ludlow o Cooke. Apenas veintiún años después de la muerte de Baudelaire, el 3 de agosto de 1867, los primeros relámpagos de su «farmacia celestial» cayeron sobre Europa a la velocidad del rayo. El 10 de febrero de 1888, el botánico alemán Paul E. Hennings leyó un trabajo en el congreso botánico de Berlín, describiendo lo que a su juicio era una nueva especie de cacto mejicano, al que llamó Anhalonium lewinii Hennings, en honor de su «descubridor» Louis Lewin. Lewin [1850–1929], farmacólogo prusiano, había obtenido el material deshidratado del cacto, un año antes, de Parke, Davis & Co., una firma farmacéutica de Detroit, durante su prolongada estancia en los Estados Unidos. Aunque famoso como embriagante chamánico en México desde el siglo XVI, bajo el nombre náhuatl de peyotl o peyote, fue el texto de Lewin de 1888 sobre un alcaloide extraído del cacto, Anhalonin, lo que excitó el interés científico hacia este tipo hasta entonces recóndito de embriagante,41 que culminó nueve años después con el primer aislamiento –y el primer bioensayo psiconáutico– de un compuesto enteogénico purificado. Así, nacía la farmacia celestial. Aunque Lewin sistematizase más tarde la novel ciencia psicofarmacológica, e introdujo el péyotl en la ciencia europea, fue

más bien su compatriota y encarnizado rival Arthur Heffter [1860– 1 925] quien hizo el primer gran descubrimiento en enteognosia. Lewin recibe merecido reconocimiento como descubridor de alcaloides en cactos, pero su Anhalonin se considera una mezcla impura de alcaloides, y fue Hefftet quien aisló más tarde cuatro alcaloides puros del cacto péyotl (hoy llamado Lophophora williamsii2)–Anhalonin, Anhalonidin, Lophophorin y Mezcalin –a la vez que aislaba el sedante Pellotin de la Ladiffusa, especie emparentada aunque por entonces confundida con el peyotl auténtico. Además, Heffter se aventuró en lo que se consideraba «autoexperimentos heroicos» u «horripilantes» con la planta entera, ensayando la totalidad de sus alcaloides, y finalmente con los alcaloides uno a uno, que culminaron el 23 de noviembre de 1897 al ingerir 150 mg. del clorhidrato de Mezcalin, gracias a lo cual determinó: La Mezcalin es exclusivamente responsable de los principales síntomas del envenenamiento por peyote (mescal). Esto es aplicable especialmente a sus singulares visiones. 46 A la vez que Heffter resolvía el enigma químico sobre la fuente de las visiones con péyotl, haciendo el primer «viaje» enteogenico del mundo con un compuesto químico purificado, los médicos usanos D.W. Prentiss y Francis P. Morgan publicaban el primer informe de la literatura médica sobre los efectos del cacto peyotl, y al año siguiente su colega médico usano S. Weir Mitchell describía sus autoexperimentos con el cacto visionario, así como los de un compañero. Fueron también importantes en este contexto los informes de 1897–18982 sobre «un saturnal de los sentidos específicos, y ante todo una orgía de visión», notificados por el psicólogo inglés Havelock Ellis durante su único bioensayo psiconáutico con la droga en estado crudo.47 ¡Ahora nuestra incipiente ciencia de la farmacia celestial se cocinaba con gas! Lewin pudo haber sido adelantado por su rival Heffter en la fitoquímica del péyotl, pero sentaría la etnofarmacognosia de los embriagantes sobre una base científica sólida en 1924, cinco años antes de su muerte, con la publicación de su decisiva obra Phantastica, que tuvo dos ediciones en Alemania, y fue traducida al francés, al italiano y al inglés.48 Lewin subdividió las drogas psicoactivas en cinco categorías: EUPHORICA (opio y opiáceos artificiales como la heroína); PHANTASTICA (enteógenos del tipo péyotl); INEBRIANTIA (alcohol y otros anestésicos generales); HYPNOTICA (sedantes artificiales y la droga vegetal kava o Piper methysticum Forster fil.)49; y EXCITANTIA (estimulantes como las plantas de la cafeína). Investigaciones científicas posteriores han corroborado las clasificaciones de Lewin en casi todos los aspectos, y su precursor libro

es considerado, en general, como la primera reflexión comprensiva tanto de psicofarmacología como de etnofarmacognosia. 50 Es significativo que Lewin eligiese los PHANTASTICA o «agentes de ilusiones sensoriales» como título de su libro en conjunto, y en la primera edición sólo los EXCITANTIA ocupaban más espacio (aunque con nueve subdivisiones químico/botánicas, frente a cuatro de los PHANTASTICA péyotl, Cannabis, Amanita muscaria y diversas plantas solanáceas; incluyendo estas últimas también «hierbas locas» y Banisteria caapi o ayahuasca). la farmacia celestial, PHANTASTICA, era claramente una cuestión entrañable para él, y Lewin publicó una monografía importante sobre ayahuasca en 1929, el año de su muerte, a los 79. 51 Sin embargo, no hay evidencia de que emprendiese bioensayos psiconáuticos con PHANTASTICA, y aunque fuese mucho menos moralizante que Baudelaire o Johnston parecía considerar la ebriedad como intoxicación y sus ilusiones sensoriales como irreales, incluso cuando sean «superiores a la realidad», y mostraba una actitud condescendiente hacia «percepciones primitivas», mencionando que el péyotl «inducirá incluso en el cerebro de un indio la idea de que es una encarnación de Dios» (la cursiva es mía), a diferencia del «europeo culto, que es incluso capaz de analizar el estado [ebrio]». Con todo, Lewin alegó: Considerado subjetivamente, ¿no son las «visiones interiores» sucesos reales considerados completamente auténticos por la persona que experimenta las visiones y percepciones internas? [...] En otras palabras, ¿pueden las alucinaciones y las visiones–que aquí se incluyen– tener una causa material? ¡Sí, en mi opinión! [...] Los estados visionarios generalmente también ocasionan... sustancias que surgen en el interior del cuerpo, provocando realidades subjetivas, con respecto a lo que la persona en cuestión no tacha de falsedad o fraude. [págs. 79–82] Al mismo tiempo, persiste la ecuación de Johnston entre visión inducida por drogas y delirio enfermizo, alucinación: Las siguientes observaciones demostrarán cómo los Phantastica, incluso en tanto que agentes milagrosos combinados con creencias religiosas y nociones supersticiosas, han sido apreciados y consumidos por muchas gentes desde tiempos inmemoriales; y todavía lo son hoy. [...] Se oyen vibraciones armoniosas que sobrepasan toda experiencia humana, aparecen fantasmas como si fuesen reales, siempre codiciados y nunca obtenidos, ofreciéndose a los hombres como otorgados por alguna deidad. [cursivas mías; págs. 84–85] Tal vez, la ambivalencia de Lewin, en este punto, no se debiese a un fermento de catolicismo, sino de judaísrno–cuando sugirió la realidad subjetiva de las «visiones interiores», utilizó al profeta Ezequiel como ejemplo de persona con visiones «que no podemos llamar patológica».

Pero como el poeta visionario inglés William Blake 1757–1827 había poetizado su propia visión, del mismo profeta Ezequiel: Los profetas Isaías y Ezequiel cenaron conmigo. Y les pregunté como osaban afirmar tan rotundamente que Dios les había hablado; y que si no pensaban al tiempo que iban a ser mal interpretados, siendo por consiguiente la causa de la imposición. Isaías contestó: no vi ni oí a ningún Dios, en una percepción orgánica finita; pero mis sentidos descubrieron el infinito en cada cosa... Tampoco Blake puede llamarse patológico, y regresaremos a su visión asombrosa, intuitiva y poética de circa 1 790.52 Al tiempo que Lewin sistematizaba la joven c¡encía de la farmacia celestial, se sintetizaban la Mezcalin o mescalina de Hefrer, probando su estructura, y ahora no sólo era posible comprobar el éxtasis enteogénico con un compuesto purificado, ¡sino con uno sintetizado en laboratorio! 53 La marcha triunfal de las plantas a través de la psyche cedía lentamente terreno a una marcha triunfal de la ciencia por el jardín zarcilloso de temicxoch de Nezahualcóyotl,54 desde su fantasmagórico «sueño floral» a nuestra fantástica fitoquímica; desde los viajeros que cuentan historias de diabólicos tragos delirantes, hasta daltones y datos etnofarmacognósticos. Transcurrieron siete décadas desde los dos tendenciosos volúmenes de Johnston en 1855 –cuando Baudelaire alcanzaba su apogeo artístico–hasta el psicóptico Phantastica de Lewin en 1924, nacido de la mano de von Bibra, Cooke, Kraepelin y Harwich; desde la lamentación judeocristiana de Johnston hasta una etnografía de la ebriedad; desde las caricias enervantes de las hurte hasta el heurismo hikurino de Heffter; desde el atontamiento a la mescalina; desde los espectros especulativos a los alcaloides amritosos, joyas sintéticas que cristalizan en un laboratorio alemán; bajando ese sendero, tortuoso y serpenteado, ¡hacia la ciencía celestial de la psicofarmacia! Mientras nuestros pioneros farmacéuticos celestiales diferían en su tolerancia con respecto a ebriedades exóticas, y pese a que su interés se centraba en los aspecto hedonistas –el gusto humano por las exquisiteces narcóticas, o drogas de placer– no pudieron evitar advertir que los «pueblos primitivos» proyectaban divinidad o cierras plantas especiales, una apoteosis botánica, una epifanía ebria. Johnston comentó sobre los indios andinos: El fruto de la planta [Brugmansia sanguinea (Ruiz et Pavón) Don]. es la parte empleada, y con el los indios

preparan una bebida narcótica fuerte, a la que llaman Tonga. Consurniendo esta bebida creen que entran en comunicación con los espíritus de sus antepasados. [... ] En tiempos pasados, los sacerdotes indios, cuando aparentaban transportarse a la presencia de sus deidades, bebían el jugo de este estramonio, a fin de provocarse un estado de éxtasis. [Capítulo XXI, págs. 137–138] Tánto von Bibra como Cooke repitieron esencialmente esta observación clave de las plantas enteogénicas como oráculos o embriagantes cbamanicos, en contraposición a drogas de placer, así como la siguiente extrapolación de Johnston acerca de los oráculos de la antigua Grecia: Según varios autores, éstas [semillas] también han sido utilizadas por los sacerdotes del templo délfico en la antigua Grecia, para producir esos desvaríos frenéticos que entonces llamaban profecías. [...] Ya es bastante extraño hasta qué punto los sacerdotes de casi todas las religiones falsas de la antigüedad utilizaban rnodos y medios de imposición similares, con el propósito de embaucar a sus crédulos paisanos. Pero es verdaderamente notable que en las montañas de Grecia... la misma planta silvestre podría haber sido empleada por los sacerdotes de Apolo para engañar a los reflexivos griegos, y al mismo tiempo era utilizada diariamente por los sacerdotes del sol para engañar a los indios toscos y crédulos, en las ntuy distantes montañas de los Andes. [Capítulo X X I , págs. 138–139] Lejos de ser tan desdeñosos como Johnston, tanto von Bibra como Cooke adoptaron una actitud condescendiente hacia esta ebriedad profética; el primero, destacando aquella idea peculiar de los indios, de que pueden tener comunicación con los espíritus de sus ancestros» [Pág.141; 78 de la traducción]; el segundo, despreciando como eso jugase «una parte prominente en las supersticiones de los nativos» [pág. 326]. En realidad, lo que Johnston, von Bibra y Cooke tenían en común con su prole científica– Lewin, Heffter, Kraepelin y otros– era una tendencia a igualar visión con alucinación, profecía con patología: «delirios, meras burlas, que engañan a nuestros sentirlos enfěrmos o afectaďos por droga», como Johnston expresó contundentemente [pág. 159; el subrayado es mío]. En general, todos coincidían en despreciar cualquier uso religioso de embriagantes como superstición; y cualquier religión no judeocristiana como un derivado espúreo de ilusiones delirantes de «indios toscos y crédulos». Los paraísos

artificiales de Baudelaire reinaban supremos, y de la química de la vida común habíamos pasado... ¡a la psicopatología de la profecía! Este punto de vista fue llevado a sus extremos ilógicos con Poisons sacrés, invresses divines (Venenos sagrados, ebriedades divinas10), libro de Philippe de Pélice publicado en 1936– De Félice habría hecho mejor omitiendo la oximorónica primera parte del título; Ebriedades divinas habría sido suficiente; pero su subtítulo lo decía todo: ¡Ensayo sobre algunas formas inferiores de misticismo! Citando repetidamente la traducción francesa de Phantastica (que como vimos en la Nota 2–incluso se había apropiado del titulo de Baudelaire, «Les paradis artiftciels»), de Félice compiló una reseña enciclopédica sobre ebriedad religiosa, con una bibliografía de 138 fuentes. Además de opio, hashish, coca y péyotl, reseñó tabaco, qat, ayahuasca, Brugmansia, kawa [vide supra] y bebidas alcohólicas. Su libro terminaba con especulaciones sobre el soma, antiguo enteógeno ario del RgVeda,55 la ebriedad dionisíaca y las bacanales,56 y los embriagantes celtas y germanos. Sin embargo, ese extraño libro está repleto de «toxicomanías» y «venenos místicos», imbuido por el concepto de paraisos artificiales, «sucedáneos» de la «auténtica espiritualidad cristiana», describiendo la psicopatología de la profecía con minuciosa condescendencia. Dos años después de la filípica de de Félice sobre la toxicomanía del teísmo, un joven químico farmacéutico alumbró en Suiza el coup de gráce de la moderna ciencia de la farmacia celestial, al sintetizar un amritoso alcaloide artificial, i5000 veces más potente que la mescalina de Heffter como droga engendradora de visiones! En la infructuosa búsqueda de un analéptico o estimulante circulatorio modelado a partir de la Coramina, dietilamida del ácido nicotínico, Albert Hofmann sintetizó el 16 de Noviembre de 1938 la dietilamida de ácido lisérgico en los laboratorios farmacéutico Sandoz, de Basilea. Aunque se desechó inmediatamente, al ser considerado inservible por los farmacólogos de la firma, a Hofmann le «gustó la estructura química» del nuevo compuesto, y tuvo el «curioso presentimiento» de que poseía un interés farmacológico pasado por alto en la investigación preliminar. Este pálpito, que es recordado como una de las grandes intuiciones en la historia de la investigación científica, indujo a Hofmann a violar la política de la compañía y preparar una segunda hornada del compuesto, que el había designado con la clave LSD–25 (Lyserg säute Diätylamid–25). El viernes 16 de abril de 1943, al finalizar la síntesis, fue «sobrecogido por un estado de conciencia muy extraño», que después de fin de semana desasosegado le indujo a ingerir un cuarto de miligramo (mg.) de la nueva sustancia el siguiente lunes 19 de abril, dosis que resultó ser varias veces superior a la activa visionaria, poco más o menos, equivalente a un gramo (g.) y cuarto de la mescalina y

se desencadenaba así el primer «viaje» enteogénico del planeta con un compuesto artificial, descubierto por investigación hasta cierto punto rutinaria de una compañia farmacéutica, separada tan solo por el río Rin de la Alemania nazi. Ahora, pues, farmacia celestial ya no se cocinaba con gas simplemente; sin duda, ¡iba a todo gas! El resto, como dice el refrán, es historia, y remito al lector a mi Pharmacotheon33 para el relato de cómo huyó la farmacia celestial del laboratorio.58 Hofmann ha destacado la extraña circunstancia de que los efectos de la LSD fueran descubiertos cuatro meses y medio después de verificarse la primera reacción nuclear en cadena controlada, el 2 de diciembre de 1942, en la «pila atómica» montada por Enrico Fermi en una pista de squash de la University of Chicago; y mientras Hofmann y sus colegas de Sandoz exploraban las consecuencias de su descubrimiento serendípico (es decir, que él descubrió el LSD mientras buscase otra cosa), Fermi y otros físicos en los estados de New México, Tennessee y Washington–transformaban ese reactor nuclear crudo en explosivos nucleares igualmente crudos. A unos dos años y cuarto de la detonación psíquica en el cerebro de Albert Hofmann de un enteogeno nuevo, 5000 veces más potente que cualquier conocido hasta entonces partiendo del mundo natural, tres dispositivos nucleares explosivos fueron detonados sobre Álamo gordo, New México; Hiroshima y Nagasaki, Japón, utilizando materiales fisionables que también eran unas 5000 veces más potentes que cualquier explosivo químico conocido hasta entonces. ¡Esa farmacia infernal de los humanicidas avanzaba, así, al mismo paso aterrador... que la farmacia celestial de los enteógenos! Doce años después de este primer bioensayo psiconáutico con LSD–25, las diversas hebras hiladas por Johnston, ven Bibra y Cooke, Lewin, Heffter y Hofmann, fueron tejidas en un tapiz asombroso dentro del cerebro extático de un banquero de New York que estaba «de vacaciones» en México, y descubrió en la farmacia celestial nada menos que una «teoría de campo unificado» sobre la cultura humana. La noche del 29 al 30 de junio de 1955, en la aldea de Huautla de Jiménez, Oaxaca, R. Gordon Wasson [1898–1986] fue introducido a la ebriedad divina por una chamana india mazateca, María Sabina [1894– 1986].59 Wasson, que había venido a México «rastreando un misterio antiguo y sagrado», como un peregrino «buscando el Grial», se encontró cara a cara con ese Misterio disfrazado de lo que su mentor mazateca llamaba el hongo «derrumbe», Psilocybe caerulescens Murrill, representativo de sus «queridos niñitos que brotara», a partir del cual Hofmann, descubridor de la LSD, aislará un nuevo alcaloide amritoso, la psilocibina,30 dos años después.60 María, lejos de ser a los ojos de Wasson una «india tosca y crédula», era más bien:

La chamana, foco para los infortunios y anhelos de la humanidad previa, anterior desde la Edad de Piedra hasta Siberia. Era la Religión Encarnada. Era el hierofante, el taumaturgo, el psicopompos, en quien los problemas y aspiraciones de incontables generaciones de la familia de humanidad han encontrado, todavía encontraban, su consuelo. Wasson vio claramente el oráculo fúngico de María Sabina como una encarnación de la religión arcaica, como si revelase el secreto del soma de los arios, del antiguo kykeon, poción de los Misterios eleusinos55,60 sintió que bebía de «la auténtica fuente de la idea religiosa». Como manifestó dos años después, el 13 de mayo de 1957, en las páginas de la revista Life, una de las publicaciones de mayor tirada del mundo: Estaba viendo los arquetipos, las ideas platónicas... El pensamiento cruzó mi mente: podrían los hongos divinos ser el secreto que está detrás de los antiguos Misterios? [...] Esto era el hongo hablando a través de ella, palabras de Dios... Esto era el Oráculo. [...] En el pasado evolutivo del hombre... hubo de haber un momento donde descubrió el secreto de los hongos alucinógenos. A mi entender, su efecto sobre él sólo pudo haber sido profundo, un detonador para nuevas ideas. [...] Cuando tenemos presente la sensación beatífica de temor reverencial y éxtasis y caritas engendrada por los hongos divinos, uno se envalentona hasta el punto de preguntarse si no habrán implantado en el hombre primitivo la idea misma de un dios. 61 Ahora, esto estaba a gran distancia de la psicopatología de la profecía; los «desvaríos frenéticos que entonces llamaban profecías» de la «falsa religión» de Johnston, o los «venenos sagrados» oximorónicos, sucedáneos baratos, esas «formas inferiores dd misticismo» de de Félice. En Mushrooms Russia and History, de Gordon y Valentina Pavlovna Wasson 1901–1958, obra maestra de edición limitada (512 copias) que fue; publicada simultáneamente al artículo de Lifě, Cordon Wasson no dejó sombra de duda sobre su visión reveladora, blakeana del éxtasis fúngico: Para el mundo nuestras visiones fueron y deben seguir siendo «alucinaciones». Pero para nosotros no fueron sugestiones falsas o inconsistentes de las cosas reales, figuraciones de una imaginación trastornada. Sabíamos

que lo que veíamos era la única realidad, cuyas réplicas cotidianas son simples presagios imperfectos. [...] Cualquiera que sea su procedencia, la realidad contundente y pasmosa es que nuestras visiones se percibían con más claridad, eran superiores en todos sus atributos, tenían más autoridad para nosotros que las experimentábamos, que cuanto pasa por realidad mundana.62 Entre el encuentro fúngico de Wasson con María Sabina en junio de 1955, y junio 1855 cuando von Bibra publica Die Narcund der Mensch mittel otischen Genu en Nuremberg, pisándole los talones a The Chemistry of Common Life de Johnston, hay exactamente un siglo. Desde las «supersticiones» y la «falsa religión» hemos cumplido un ciclo completo; desde la químiea de la vida común y la toxicomanía del teísmo a la química común de la cultura y la religión; desde los delirios engañosos y vanos inducidos por drogas, a los alcaloides anaritosos y celestiales que brotan, ofrecidos por el Arbol de la Vida; Othrörir manando del «pozo del agua de la vida, en sus raices... el Pozo de Mimir brotando milagrosamente. Pese a ser, en principio, «renuente a auspiciar abiertamente el concepto de un hongo divino entre nuestros propios arcestros», Wasson, como hiciese Charles Darwin [1809–1882] antes que él, perdió progresivametlte esa reticencia a desafiar la fe oficial, y se retiró de su banco y de una década practicando enteobotánica mesoamericana, para seguir el rastro del hongo divino de la inmortalidad–«Amrita» muscaria –en el Viejo Mundo o Paleogea. 63 Después de pasar algunos años en Oriente, en una búsqueda ulterior de este Grial, Wasson publicó Soma: Dívine Mushroom of Immortality. Además de demostrar incontrovertiblemente que el soma del antiguo sacramento ario era un enteógeno, y casi con seguridad un hongo enteogénico, expuso un argumento sólido, que todavía está por refutar o debatir –con seriedad, para el soma como Amanita muscaria. 29,55,64 5s.sa Como fue el caso con Mushrooms Russia and History, la teoría de Wasson sobre los orígenes enteogenicos de la religión y la cultura era el tema subyacente del libro, del cual aproximadamente dos tercios se dedicaban a la enteobotánica del hongo divino euroasiático. Wasson utilizaba argumentos lingüísticos para establecer la extrema antigüedad del consumo chamánico del «hongo matamoscas» en Siberia, y reunió como exhibiciones alrededor de 30 relatos históricos sobre consumo siberiano lúdico y chamánico. En el último capírtulo, EUROPA Y EL HONGO MATAMOSCAS, y en el Epílogo ÁRBOL DE LA

VIDA Y LA HIERBA MARAVILLOSA, resumió su teoría del campo unificado enteogénico de la religión humana, de la «protohistoria de nuestra propia cultura indoeuropea». El estudio de las palabras como fósiles lingüísticos o artefactos orales, detallado en Mushrooms Russia and History y que condujo los Wasson al redescubrimiento de los hongos divinos en México, descubrió vestigios del hongo divino en Eurasia, como en húngaro bolond gomba o en alemán Narrenschwamm, «hongo de arlequin», el eslovaco salené huby o el francés antiguo mijoulo folho, «hongo loco». Expresiones arcaicas asociaban a los hongos con comportamiento extraño, como la austríaca er hat verrückte Schwammerl gegessen – «ha comido hongos locos» –o la catalana estar tocat del bolet– «tocado por la Amanita». La palabra inglesa toadstool (silla de sapo) y alemana Fliegenpilz Amanita muscaria– vinculan el hongo ineluctablemente al sapo y la mosca, espíritus ctónicos similares, esta última asociada especialmente con locura y ebriedad en innumerables expresiones europeas, que incluyen moscas o insectos en el cerebro o la cabeza. 64 En el CAPíTULO UNO vimos que la ebriedad es un fenómeno ordinario en el reino animal, y que los embriagantes sagrados –como los hongos siberianos –también son ingeridos por animales no humanos, a quienes a menudo se atribuye su descubrimiento.29 Como Wasson conjeturó en 1959:62 El reino animal no conoce a Dios; no tiene concepción de la idea religiosa. [...] Debió haber un momento donde el hombre, emergiendo de su pasado bestial, comprendió por primera vez estas posibilidades, vaga, dubitativamente; donde por primera vez conociese el temor reverencial que acompaña a la idea de Dios. [...] Yo les sugiero que mientras nuestros más prim¡tivos ancestros buscaban afanosamente su alimento, se encontraron con nuestros hongos psicotrópicos, o quizá con otras plantas de las mismas propiedades, y se las comieron, conociendo así el milagro del temor reverencial en presencia de Dios. [Pág– 333] Los paraísos naturales de la farmacia celestial, y sus más antiguas manifestaciones humanas en el chamanismo, catolizaron de ese modo el desarrollo de la cultura, sugiriendo la idea misma de otro mundo espiritual y sus habitantes, sean plantas/espíritu, almas humanas ancestrales o divinidades creadoras. Los antropólogos usanos Weston La Barre y Peter T. Furst ambos expertos en etnografía enteogénica abrazaron entusiásticamente la visión de Wasson. Furst describió el chamanism extático como Ur Religion en Hallucinogens and Culture, una exploración pangéica sobre farmacia celestial de la cultura

humana; La Barre, más tarde, destacó en «Shamanic origins of religion and medicine»: El chamanismo no es sólo la más antigua de las religiones historicamente, sino, con arreglo a la sobria facticidad psicológica, la fuente de todas las religiones sobrenaturales, incluso de las más modernas, ya que la revelación es la fuente de todas las religiones. [...] El chamanismo visionario es la fuente de todas las revelaciones religiosas. Pero un número sorprendente de revelaciones se derivan del consumo chamánico de alucinógenos... Peter Furst y yo creemos que la sociedad chamán/droga puede ser firmemente retrotraido a los horizontes culturales del Mesolítico. Wasson vio el chamanismo siberiano –no el monoteísmo del Oriente Próximo como cuna de la civilización, y La Barre y Furst investigaron el modo en que su complejo enteogénico–chamánico sediseminó por el Nuevo Mundo o Neogea fundamentalmente intacto, para redescubrirse en Oaxaca, en 1955. 66 Ahora sabemos lo que Wasson tan sólo sospechaba: que el consumo chamánico siberiano de Amanita muscaria sobrevive hasta el día de hoy.67 Su hierba maravillosa, fruto del Árbol de la Vida, el hongo divino de la inmortalidad 68 fue llevado por los arios al subcontinente índico como soma, dando origen al hinduismo; y al levante como haoma, de donde brotan la fe zoroástrica y la maniquea.69 El monoteísmo del Oriente Próximo judeo/cristiano e islámico– se convirtió más bien en el ataúd donde las religiones naturales basadas en el éxtasis, en experiencias religiosas personales canalizadas por la ingestión sacramental de embriagantes sagrados, habrían de ser enterradas, sepultadas bajo un grandioso edificio de religión artificial, basado en nada más sustancial que la fe; fe en la transubstanciación de un sacramento placebo como lo auténtico: farmacia celestial que cedía a prestidigitación clerical; ¡éxtasis enteogénico... a un nostrum nebuloso y numinoso! Como podemos documentar historicamente, lo que Wasson llegó a llamar Edad de los Enteógenos sucumbió ante lo que denominé Inquisición Farmacrática;70 los arcaicos y auténticos sacramentos –los enteógenos– fueron reprimidos brutalmente; sus paraísos naturales de farmacia celestial, esa innegable religión natural, fueron reemplazados por religiones artificiales que confían en fórmulas mágicas y transubstanciaciones, con todos sus adornos de oración y meditación, ayuno y flagelación, fe y temor. Comparando las religiones artificiales cristianas con las naturales ligadas a hongos, Wasson observó en 1959:

La ceremonia a que asistimos en el sur de México era un verdadero ágape, una fiesta de amor fraterno, una Santa Cena, en la cual todos sentimos la presencia de Dios, en la cual el Elemento llevaba su propia convicción en los milagros que cumplía en nuestro interior. Los creyentes no estaban obligados a aceptar el dogma de la Transubstanciación para saber que habían participado en el cuerpo de Cristo. [...] ¿No pudo haber sido el hongo sagrado, o algún otro alucinógeno natural, el elemento original de todas las Santas Cenas del mundo, que fue gradualmente reemplazado por Elementos inocuos para suavizar el sobrecogedor sacramento original? [págs. 333–334] Lo único que subsiste de religión natural en la cristiandad son símbolos, el Árbol de la Vida chamánico y el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, con sus frutos mágicos. Jehová prohibe a Adán y Eva la fruta del segundo, «diciéndoles moriréis con certeza si la coméis» [GÉNESIS 2:17].

Como en Siberia, la serpiente guardiana del Árbol, dice a Eva que Jehová ha mentido, que en lugar de muerte la fruta conferirá conocimiento divino [GÉNESIS 3:4–5]. La serpiente dijo la verdad, Jehová no, pues al corner la fruta Adán y Eva no murieron, sino que alcanzaron conciencia de sí. Jehová, admitió este hecho, diciendo que «discernir el bien y el mal convierte al hombre en uno de nosotros», y expulsó a sus hijos de su jardín del Edén, para que no pudiesen también comer del Árbol de la Vida, «y vivir para siempre» [GÉNESIS 3:22]. No hace falta una especial perspicacia para reconocer en este relato al primer hongo entogénico eurasiático, que doraba de conocimiento divino a los chamanes, y más tarde adquirió la reputación de conferir la inmortalidad, incluso de resucitar a los muertos. ¡Cuán cur¡oso resulta que la inmemorial búsqueda del conocimiento divino sean declarada exorbitante por una deidad que mintió celosamente a fin de monopolizar la conciencia espiritual! Así, las escrituras judeocristianas empiezan con un repudio, de la fuente misma de su inspiración. Como dijo Friedrich Nietzsche [1844–1900] en Der Antichrist (1888): La moralidad consiste en esto solo. «No conocerás»–«el resto; se sigue». En Persephone´s Quest,71 su libro póstumo, Wasson perdió su renuencia al situar el hongo divino en nuestro propio pasado espiritual, delineando claramente sus desvanecidas huellas en la Biblia, tras concluir su Soma como sigue:

Y Ponce de León, a principios del siglo XVI, todavía buscaba en Florida el pozo de agua viva que podía haber descubierto en la taiga siberiana, el pozo donde Gilgarnesh finalmente encontró su Hierba de la Inmortalidad m¡les de años antes, sólo para volver a perderla en beneficio de la Serpiente, que era más sutil que cualquier otra bestia del campo, la misma Serpiente que cautivó a Eva con su agradable conversación, cuya morada está en las raices del imponente abedul siberiano. [pags. 221–222] Hemos visto que el chamanismo constituye una especie de Ur– Religión pangéica cuya esencia son las revelaciones visionarias– catolizadas original y naturalmente por comunión pangéica con plantas visionarias que esta herencia cultural espiritu de la Edad de los Enteógenos (todavía vigente en Amazonia y otros lugares) cedíó paso en tiempos históricos a las diversas religiones que hoy conocemos, las cual suelen conservar vestigios simbólicos de sus orígenes chamánicos. Comunion puramente formularias, con sacramentos placebo o simbólicos, reemplazaron al éxtasis chamánico, a las experiencias religiosas personales de lo divino, que experiencialmente habían transforrnado a los mystai o iniciados de las antiguas religiones griegas nustéricas en epoptai, aquellos que habían visto lo sagrado. El éxtasis, fuente de toda fe, fue suprimido y reprimido; fe ciega es todo lo que quedó; fe en que palabras latinas masculladas frente a pan y vino podrían transubstanciarlos en sacramentos viv¡entes; fe ciega en Otro mundo invisible y sus moradores. Esto es religión artíficial, y su utópico jardín del Edén, no es sino un paraíso artificial. Si bien hay poca o ninguna controversia entre especialistas sobre el estatus del chamanismo como Ur–Religion primordial, la importancia de los enteógenos para el chamanismo ha sido minimizada por puritanos farmacológicos. Este prejuicio antiebriedad data de 1951, cuando el pionero experto en chamanismo Mircea Eliade [1908–1986] publicó Le chamanisme et les techniques archaïques de l'extase. Aunque el libro sea muy respetado como un excelente análisis del chamanismo asiático, dicho prejuicio moralista ciega a Eliade y le hace perder los papeles en lo concerniente a la antigüedad y significado de los enteógenos para el chamanismo, comete así el grave anacronismo de agrupar a la Arnanita muscaria primordial con alcohol destilado y tabaco –ambos introducidos en Siberia en el siglo XVII –como si fuese una «innovación reciente» que constituye «decadencia en técnica chamánica», concluyendo:

«los narcóticos son solamente un sustituto vulgar del trance «puro»». En su Soma, de 1968, Wasson dedicó 8 páginas a este concepto de Eliade, poniendo en claro que era un error colosal, que viciaba el valor de ese estudio enciclopédico, y al final de su vida Eliade comenzó a admitir de mala gana la importancia espiritual de los embriagantes.72 Por errado y engañoso que fuese el concepto de Eliade, resultaba correcto a ojos farmacopuritanos tediosos, que continuaron adoptando posiciones indefendibles análogas. Aunque pueda sin duda sobrevivir el chamanismo, como los pobres simulacros de religión que reinan actualmente, alejado del consumo de embriagantes, no hay duda tampoco de que esa falta de consumo de entegqénos es la «inmovación reciente», que potencialmente constituye una «decadencia en técnica chamánica», y finalmente se admite que el más antiguo arte rupestre conocido de hecho, llamado «arte primitivo» en general –es de inspiración chamánica y vis¡onaria, en muchos casos vinculado ineluctablemente a la ebriedad enteogénica.73 Por la misma razón, algunos «pensadores espirituales» contemporáneos –que quizá merecen el sobriquet de Baudelaire, de «Fanfarrones de sobriedad» (o tal vez «fanfarrones de espiritualidad»)– parecen histéricamente propensos a den¡grar la ebriedad sagrada como experiencia religiosa «ilegítima» (uno de ellos hasta declaró «Nunca jamás he tomado ninguna droga», lo cual demuestra o falta de honradez o un equívoco ingenuamente selectivo en cuanto a droga). En muchos casos inmaculados (y desinformados) por emociones ilegítimas semejantes (nunca, jamás), estos modelos de ortodoxia espiritual se equivocan al clasificar tediosamente a los enteógenos como drogas, en sentido político y lúdico, en contraste de lo que son, sacramentos; luego, apilando insulto sobre injuria (o imprecisión sobre ignorancia), ¡los descartan bajo la rúbrica de psiquedélicos, término pseudocientífico y erróneo, en el mejor de los casos aplicable a usos contemporáneos, no tradicionales, seculares y especialmente médicos de LSD y productos artificiales o naturales extraídos de la ciencia indiscutiblemente moderna de la farmacia celestial!74 ¡Esto equivale a descartar la Biblia debido a las bufonadas asesinatos de Charles Manson! ¡Que los santos nos protejan de una «espiritualidad» parejamente atolondrada, ignorante y prejuiciada!. Aclaremos una cosa, y en seguida: es indudable que los paraísos naturales de los enteógenos promueven experiencias religiosas auténticas, y constituyen una especie de religión natural (pace Blake, quien dijo dos veces que no existía tal cosa, pero él no tenía el beneficio de conocer la farmacia celestial; no sabía que su

«temperamento Poético o Profético» estaba en realidad inspirado por alguna religión natural). La religión y otros aspectos de la cultura humana tienen sin duda su origen en este pozo de aguaviva al pie del Árbol de la Vida, de dónde nuestras primeras madres bebieron directamente su cultura y espiritualidad... ¡directamente del Pozo de Mimir! ¿Negarán luego quienes proponen sobriedad espiritual el papel primordial de los enteógenos en la religión? Incluso Eliade dio indirectamente la razón a Wasson, comentando la Inquisición Farmacrática hindú, que condujo al abandono del soma hace 3000 años: Muy probablemente tales experiencias estaban reservadas a los sacerdotes... [...] La revelación de una existencia plena y beatífica, en comunión con los dioses, continuó obsesionando a la espiritualidad hindú mucho después de desaparecer de la bebida original. Se hizo por eso un intento de alcanzar semejante existencia con la ayuda de otros medios: ascetismo o excesos orgiásticos [sic], meditación, las técnicas del Yoga, devoción mística... Hemos visto los rastros supervivientes de la hierba maravillosa que produce el Árbol de la Vida en nuestra propia Biblia, que comienza con la consagración de la Inquisición Farmacrática y su fruto amargo de duplicidad divina. Hay, también vestigios claros de la antigua senda enteogénica hacia la iluminación en el budismo, 75 por no mencionar las religiones Mistéricas de nuestros cultos antepasados griegos. Estos fanfarrones de sobriedad espiritual ¿seguirán arrastrando ascéticamente su decrépita carreta delante del caballo, poniendo «la carroza de Medea delante de su tiro de serpientes», como lo expresó Mary Barnard, y anteponiendo «el deseo de una vida tras la muerte y la creencia en un néctar imaginario de inmortalidad a la experiencia con plantas y bebidas reales, consumidas en comunión ceremonial con los dioses o los ancestros»? 76 No, las «patentes de antiguo linaje y nobleza» espiritual corresponden a los sacramentos enteogénicos, ¡es allí donde se encuentra la religión primigenia, genuina, religión natural!77 Pero ¿qué hay de quienes conceden la autenticidad espiritual de los sacramentos enteogénicos, pero sostienen que sus éxtasis embriagadores son meras «formas inferiores de misticismo», limitarías y depauperadas como supuso de Félice? Eliade continuó la referencia antes citada alegando: En suma, la búsqueda de libertad absoluta produjo toda una serie de métodos y philosophournena, que en último análisis

abrieron nuevas perspectivas y vistas, insospechadas en el período védico. Desde luego, estoy dispuesto a admitir esta posibilidad, pero necesitaremos algo distinto a la convicción puritana de que sufrir y esforzarse es intrínsecamente virtuoso; algo más que un prejuiciado odio a las «drogas», para aceptarlo como cierto o siquiera probable. Como escribió William Blake en una carta fechada el 7 de octubre de 1803: Algunos dicen que la Felicidad no es Buena para los Mortales, & se les deberá responder que la Tristeza no casa con los Inmortales & es rabiosamente inútil para cualquiera; una plaga nunca es buena para un árbol, & si una plaga no mata un árbol y todavía produce fruto, que nadie diga que el fruto se debió a la plaga. [carta a su benefactor, el popular poeta inglés William Hayley]78 Las cosas no están en su lugar. Incumbe más bien a quienes proponen caminos derivados, artificiales, hacia experiencias religiosas–productos de artificio humano, inspirados por lo que Baudelaire apropiadamente llamó nuestro «gusto por el infinito, un gusto adquirido bebiendo del Pozo de Mimir, que fue sepultado bajo un moribundo mausoleo de religión– ¡demostrar que sus artificiales tecnologías espirituales pueden conducir a auténticas experiencias religiosas! Sí, quizá resulte que en el aspecto espiritual, como en algunos de la tecnología material, la humanidad se ha anticipado a Nuestra Señora Gea (aunque sospecho que esa «alta tecnología» orientada espiritualmente, debería buscarse mejor en el laboratorio de Albert Hofmann que en el ashram de Ramakrishna; en la ingeniería psicofarmacológica de alcaloides amritosos, mejor que vertiendo calumnias sobre la ambrosía). Tal vea las tecnologías espirituales fomentadas por la Inquisición Farmacrática, forzosamente constituyan progresos para lo auténtico, en esa genuina «Religión de Antaño» que son los sacramentos enteogénicos. Ahora que la Reforma Enteogénica está metiendo la directa, por así decirlo, y está aquí para quedarse, logrando atrasar el reloj un par de milenios, el experimento indispensable para responder a esta pregunta está en marcha. El tiempo lo dirá... pero el dinero inteligente ya está apostando por la Reforma Enteogénica.79

Idiosincrasia y Pharmacophilia Sin embargo, los cerebros potentes no se fortalecen con la leche, sino con alcaloides. Un órgano de tamaño tan pequeño y gran vulnerabilidad, que no sólo se acercó a pirámides y rayos gama, leones e icebergs, sino que los creó e inventó, no puede regarse como un nomeolvides, descubrirá sus propios víveres. […] El cerebro es el órgano mutante par excellence, Su naturaleza siempre fue forma, no contenido; sus medios la expansión, sus necesidades los estímulos. Gottfried Benn Provoziertes Leben [1941] La fisiología, la medicina y la farmacología en el mundo clásico – especialmente durante el apogeo del Imperio Romano, pero en realidad durante toda la Edad Media, hasta surgir una ciencia de la medicina– fueron inspiradas por el concepto de humores corporales, o humores cardirnales, básicamente cuatro, cada uno correspondiente a su elemento o sustancia física fundamental, subyaciendo a toda materia. Aunque generalmente se atribuye a Hipócrates de Cos, como el famoso juramento Hipocrático, la filosofía y la vida de este gran pionero, que vivió en el siglo V a.c., nos es conocida indirectamente, a través de los escritos de su progenie intelectual, y especialmente de Galeno de Pérgamo, que clasificó los humores cardinales, y sus correspondientes elementos, como: SANGRE (AIRE); FLEMA (AGUA); CÓLERA (FUEGO); y MELANCOLíA (TIERRA); los dos últimos se mencionan algunas veces como BILIS AMARILLA y BILIS NEGRA. Según este sistema, que dominaría la medicina occidental durante dos milenios, la salud estaba vinculada al mantenimiento del equilibrio entre estos principios elementales contrastantes; la enfermedad consistía en ciertos desequilíbrios patológicos, y las plantas curativas eran clasificadas según la proporción de uno u otro de estos elementos/humores, que debían reforzar o suplementar en el paciente. Los humores y elementos eran dicotomizados como CALIENTES–FRÍO y HÚMEDO–SECO, de la siguiente forma: SANGRE/AIRE era CALIENTE y HÚMEDO;

FLEMA/AGUA, FRíO y HÚMEDO; CÓLERA/FUEGO, CALIENTE y SECO; MELANCOLÍA/TIERRA, FRÍO y SECO. Ese sistema es conocido en general como galenismo o galénico, aunque se basase en los llamados cuatro Humores Hipocráticos.80 En este esquema es de particular interés su subdivisión de los seres humanos en cuatro subtipos físicos básicos, de nuevo con arreglo al supuesto predominio constitucional de uno u otro humor cardinal. Estos cuatro tipos, y sus concomitantes humores, son: SANGUÍNEO (SANGRE), FLEMÁTICO (FLEMA), COLÉRICO (CÓLERA) MELANCÓLICO (MELANCOLÍA). La persona sanguínea, de complexión robusta, era considerada valiente, confiada, cariñosa; la flemática, de complexión acuosa, indolente, apática, tranquila; la colérica, de aspecto bilioso, se consideraba irascible„ apasionada, veleidosa; y la melancólica de semblante oscuro, hosca, sombría y depresiva. La palabra complexión, que para nosotros tiene solamente un significado: físicamente descriptivo y superficial, se refiere de hecho al temperamento, a la combinación o «complexión» de los cuatro humores dentro de un cuerpo dado, produciendo un cierto tipo corporal característico y su correspondiente personalidad. Todavía conservamos este sentido original cuando decimos que alguien es «bienhumorado»o «malhumorado», es decir, de temperamento agradable o iracundo; y las personas todavía pueden usualmente caracterizarse como melancólicas, o mucho menos usalmente como sanguíneas; pero describir hoy a una persona como flemática o colérica es arriesgarse a la incomprensión. 81 Este sistema galénico de humores cardinales, complementado por la famosa Materia Medica de Pedanius Dioscórides [circa siglo I d.c.] que enumera unos 700 plantas, reinó indiscutidamente en toda Europa y el mundo árabe, donde fue defendido por Avicena o Abu'Ali al–Husayn ibn–Sina [980–1037], hasta que Paracelsus3 inmoló públicamente los venerados tratados médicos de Galeno y Avicena en Basilea, en 1527. Aunque condenado al destierro por las autoridades médicas ortodoxas de Basilea, debido a este incendio iconoclasta, Paracelsus eficazmente publicitó su credo, seguir el cual la medicina debe basarse en la experimentación científica, no en antiguos dogmas inverificados, transmitidos como sagradas escrituras y como sacrosantos de la primera letra a la ultima. Era el período de la Reforma, y Paracelsus representaba en todos los aspectos el heraldo del Renacimiento que amanecia. Dos años después de su muerte en 1541, a los 48 años, llegó el punto sin retorno para la Revolución cientifica que había presagiado: en 1543 aparece la primera traducción de los tratados físicos y matemáticos de Arquímedes [circa a.c. 287–211], el tratado anatómico de Andrews Vesalius [1514–1564], De Humani Corporis

Fabrica, y el «revolucionario» De Revolutionibus Orbium Celestium de Nicolaus Copernicus [1473–1543]. Aunque fuese vilipendiado por algunos como el prototípico médico charlatan y embaucador, Paracelsus es justamente venerado como padre de la medicina científica; un hereje heroico que osó desafiar la corriente dogmática vinculada a una hagiarquía de la curación. 82 No obstante, Paracelsus introdujo su propio dogma en las artes curativas, promoviendo la «Doctrina de las Signaturas», en cuya virtud «los aspectos y cualidades externas de las cosas» –de las plantas curativas–traicionaban «sus virtudes internas que Dios puso en ellas para uso del hombre». Esta teleología terapéutica basada en la suposición de que la humanidad era el coronamiento de la creación, y el resto existía para su beneficio, fue elaborada ulteriormente por Giovanni Battista Della Porla [1538–1615], llevada de lo ridículo a lo sublíme en combinaciones con la astrología, y continúa pisando los talones de la fitomedicina de nuestro propio tiempo. Así, la anatomía superficial de las plantas, opuesta a sus hipotéticas dotaciones de humores cardinales, fue de crucial importancia. Al igual que la teoría de los Humores Hipocráticos, la Doctrina de las Signaturas giró en torno a una fijación superficial en anatomía grosera, ya sea del paciente o de la supuesta panacea, y ha habido repetidas iteraciones de eso en la larga historia de la curación, que todavía sigue siendo tanto arte como ciencia. La llamada –más bien pomposamente– «ciencia mental» de la frenología, inventada a comienzos del siglo XIX, se basaba en minuciosos exámenes y mediciones del cráneo humano, y en el siglo XX la clásica somatulogía o anatomía de Vesalius dio lugar a «somatotipificar», clasificando cuerpos humanos (y temperamentos) mediante un sistema con tres «somatotipos» primarios, con arreglo a un supuesto predominio de tipos de tejido fetal: el somatotipo «ectomórfico», el «endomórfico» y el «mesomórfico». Nuestro universo moderno es considerablemente más complejo que el de los filósofos clásicos, construido simplemente por cuatro elementos. Actualmente reconocemos 90 elementos naturales en el universo: el AIRE de los filósofos está compuesto por varios (principalmente nitrógeno y oxígeno); el AGUA por dos (oxígeno e hidrógeno); la TIERRA por el grueso de los elementos; en tanto que para nosotros el FUEGO no es un elemento o substancia per se, sino la energía radiante de la oxidación de gases. Cuerpos vivos como los nuestros, y sus semejantes botánicos, están compuestos por unos 25 elementos – básicamente carbono, oxígeno, nitrógeno e hidrógeno– que participan en las reacciones metabólicas de la bioquímica, y pueden secuestrar otros elementos como plomo, mercurio y cadmio, que no toman parte activa en la química de la vida. Si bien la «filosofía natural» de la antigüedad nos parece ingenua y simplista a la luz de nuestra ciencia

contemporánea, dado que ilumina una visión mucho más detallada de nuestros cerebros y sistemas nerviosos, esto proporciona cada vez más verosimilitud a las concepciones antiguas sobre temperamento y constitución innata, aunque revelando complicaciones infinitamente mayores que las permitidas por las «complexiones, de sólo cuatro humores cardinales. Por otra parte, podemos estar seguros de que los fundamentales «fenotipos conductuales» humanos superan con mucho el número de cuatro. A riesgo de alborotar el avispero de la controversia «naturaleza versus crianza», y repudiando desde el principio cualesquiera generalizaciones raciales y concepciones eugenésicas extrapolables a este respecto, quiero examinar los aspectos genéticos de la individualidad bioquímica humana, particularmente individualidad neuroquímica, pues atañe a la Farmacología de los embriagantes. Eso iluminará considerablemente la amplia diversidad en gustos por los embriagantes, y demostrará que nuestra engañosa clasificación de drogas en «buenas» o «malas», «duras» o «blandas», es igual de simplista como ese universo arcaico construido sobre cuatro elementos, o la farmacología clásica basada en cuatro humores cardinales. En realidad, descubriremos que cualquier embriagante, lícito o ilícito, ortodoxo o heterodoxo, «duro» o «blando», puede ser, de hecho, una «droga de inteligencia» o «droga lista» para alguien, y también al contrario. Para cualquiera persona perspicaz, resulta evidente que hay infinitud de variaciones anatómicas superficiales en las caras y cuerpos humanos, y los cirujanos son bien conscientes de que semejante diversidad anatómica externa tiene su contrapartida en anatomía interna. Sin embargo, incluso la ciencia médica está apenas comenzando a apreciar la individualidad bioquímica humana y sus manifestaciones como idiosincrasia en reacciones farmacológicas. Investigaciones de indiosincrasias humanas con respecto a requerimientos nutritivos de ocho aminoácidos esenciales revelan un margen de 2 a 7 veces mayor, de mínimo a máximo, en necesidades de cualquier aminoácido particular, simplemente al examinar de dos a cinco docenas de individuos. En un estudio que comprende sólo 19 sujetos humanos, se encontró un margen próximo al quíntuplo en requerimientos de calcio. Experimentos animales muestran una variabilidad general similar en los requerimientos de animales singulares en respecto a varias vitaminas. Es bien sabido que algunas personas tienen «deficiencias de lactasa», o una poca capacidad para digerir lactosa o azúcar de leche, y el marge humano «normal» de lactasa –así como de las enzimas sucrasa y maltasa en la mucosa intestinal– varia dentro de un margen entre 10 y 20 veces mayor. En estudios que incluyen la pepsina (enzima digestiva) y niveles de ácido

clorhídrico en estómagos de miles de individuos «normales», se encontró un margen de variación entre 100 y 200 veces mayor. 83 De modo nada sorprendente, los seres humanos singulares varían también cuanto al metabolismo de drogas. En un sencillo estudio con 10 voluntarios humanos, cada uno de los cuales inhaló el vapor de una cantidad normal de cocaína base (imitando, así, el acto de «fumar» el llamado crack), hubo un margen de variación del quíntuplo en las máximas concentraciones de cocaína en plasma que cada persona alcanzó (es decir, la cantidad máxima que pudo ser detectada en análisis periódicos de la sangre de los sujetos). En estudios paralelos, que comprenden el consumo de marihuana, se encontraron variaciones de igual medida en los niveles máximos del principio activo, r thc, en plasma. El famoso analgésico opiáceo codeína (metiléter de morfina 36), es metabolizado por nuestros cuerpos transfórmándose en morfína, factor causante de de la analgesia, pero en Estados Unidos, entre el 5 y el 10% la población caucásica carece de una enzima hepática que cataliza esta transformación, y para tales individuos la codeína tiene únicamente propiedades analsegicas de tipo placeba. 84 Por la acción de cierta enzima, la desidrogenasa de etanol, nuestros cuerpos metabolizan etanol o alcohol etílico convirtiéndolo en acetaldehido, y se sabe que el 50% de los asiáticos y los aborígenes americanos tienen niveles sustancialmente más bajos de esa enzima que los típicos individuos de descendencia africana o europea, siendo por ello rnás susceptibles a los efectos del alcolhol. Por supuesto, dentro de cualquier grupo racial dado hay igualmente considerable variable en este rasgo, o sensibilidad al alcohol (etanol).85 Incluso se ha especulado en torno a la existencia de un específico «gen del alcoholismo» o defecto genénetico hereditario, que predispone a las personas al llamado «alcoholismo». Aunque parece haber un componente genético para la susceptibilidad a la habiruación de alcohol, es improbable que el defecto de un solo gen explique esto. Generalmente, la conexión genética entre efecto de las drogas y habituación es relacionada con tres fenómenos: sensibilidad aguda a propiedades Psicotropicas; reacciones de adaptación a la administración crónica (tolerancia y síndrome de abstinencra); y recompensa o placer atendiendo a efectos psicotrópicos (o, a la inversa, aversión/disforia hacia ellos)." Los conocimientos actuales de la neurofármacología [vide supra págs. 19– 22 y Notas 16– 20 y 26] han llevado a conjeturar que las diversas reacciones a las drogas basadas en genética pueden derivar de una o

varias perturbaciones en los siguientes factores neuruquímicos: I) n¡veles de enzimas implicadas en la síntesis y descomposición de compuestos neurotransmisores (por lo tanto los niveles de estos neurotransmisores); 2) los mismos receptores–proteínas de los neurotransminores; 18 3) los transportadores o «bombas de recaptura» Para varios neurotransmisores;28 y 4) los canales iónicos en las membranas de neuronas que directa o indirectamente son influidas por estos neurotransmisores. 87 Hay modelos animales para la mayor parte de estos mecanismos neurofarmacologico la observación de reacciones divergentes a drogas en diferentes cepas puras de animales de laboratorio condujo a una cría selectiva de esos rasgos. En el caso de Sensibilidad a una droga, aquí al etanol, los llamados ratones de sueño Largo (SL) y no corto (SC) varían marcadamente en sensibilidad a dicha sustancia, igual que otros depresores del SNC, cono benzodiacepinas y anestésicos generales. Las ¡nvestigaciones demostraron que estas cepas difieren en el efecto del etanol sobre los receptores inhihidores del ácido –aminobutírico (GABA), debido a variación basada en genes en una parte de la estructura proteínica de este receptor/canal iónico87. En ratones SL, el etanol activó el canal fónico, pero no lo hizo en ratones SC, mediando la mayor sensibilidad a las propiedades sedantes del etanol en los primeros. Una cepa pura de ratones, la CXBK, es genéricamente deficiente en receptores  de endopiáceos en el cerebro, pero no en receptores endopiáceos .18 Se descubrió que estos ratones eran insensibles al efecto analgésico, depresivo locomotor y respiratorio de la morfina (también a los efectos analgésicos de la acupuntura, facilitados por los endopiáceos), cuyo sitio de ligadura primario es ese receptor . La sensibilidad a la nicotina resultó ser una función de densidad de sitios de ligadura de nicotina, para 19 cepas puras de ratones que presentan reacciones muy variables a esa droga.88 Con respecto a la neuroadaptación de la administración crónica de droga, en este caso del etanol, hay los llamados ratones Propensos a Ataques Abstinenciale (PAA) y los Resistentes (RAA); los primeros son un orden de magnitud más sensibles al síndrome abstinencias del etanol (aunque criados buscando estos rasgos, los ratones PAA mostraron una sensibilidad paralela a benzodiacepinas y anestésicos generales, ¡hasta el punto de presentar síntomas abstitienciales tras una sola dosis!). Aunque este efecto se entiende mal, una diferencia notable en adaptación cerebral a una administración crónica de etanol consistió en el incremento relativamente mayor (la llamada «regulación ascendente») de los canales iónicos del calcio en los cerebros de los PAA en contraste con los ratones RAA; respecto a los PAA, los animales

habituados al etanol mostraron un incremento menor en tales canales, comparados con sus semejantes no habituados.89 Se sabe menos de los mecanismos que constituyen el trasfondo en los aspectos genéticos de recompensa/aversión relacionados con drogas. La variabilidad de gustos humanos por los embriagantes es manifiesta, como ilustró un famoso experimento donde algunos sujetos humanos sin experiencia previa consideraron que una inyección de heroína era sumamente agradable (recompensante), mientras otros la encontraron bastante nauseabunda (aversiva). Los tests que exponen a animales de entre dos drogas, o a la posibilidad de recibir una droga como respuesta alguna acción, revelan considerables diferencias de gusto hacia toda la gama de drogas eufóricas para el ser humano, en cepas genéticamente distintas de ratones y ratas de laboratorico. 90 Si bien nadie discutiría la variación manifiestamente diversa y ecléctica en los gustos humanos por drogas de placer, y hemos visto que ya existen modelos animales para diversos rasgos neurofisiológicos sutiles que influyen en la psicofarmacología de los embriagantes, ¿qué datos hay sobre cualquier paralelismo humano? La farmacogenética humana per se continúa poco investigada, salvo intentos prematuros de atribuir el alcoholismo al defecto en un gen singular, que supuestamente implica a un receptor de dopamina (DRD 2 ),u observaciones de variacíones raciales con respecto a enzimas cruciales para el metabolismo de embriagantes, como la deshidrogenasa de etanol y el citocrome P450IID6. No obstante, hay al menos tres ejemplos bien documentados sobre variaciones genéticas humanas (llamadas «polimorfismos») de relieve neurofarmacológico. Recientemente, se ha comunicado que el «neuroticismo» y las características de personalidad relacionadas con ansiedad se asocian con una entre dos variantes de un gen humano que codifica el transportador de serotonina (esto es, una proteína de la membrana que sirve para reabsorber al neurotransmisor de serotonina proveniente de una sinapsis, donde asedia transmisión de una neurona a otra, «volviendo a poner en hora» así el mecanismo de señalización).28 En una muestra de 505 individuos, el 57% tenía el «alelo Largo» (1.) en el gen del transportador de serotonina; el 43% un correspondiente «alelo corro» (c). En el primer caso, estos sujetos mostraban mayor «expresión,, (es decir, más biosíntesis del producto de la proteína del gen, el transportador de serotonina) y, por tanto, más transportadores de serotonina en sus neuronas, lo cual desemboca en –a grandes rasgos– una doble recaptura de serotonina proveniente de la sinapsis, en contraste con quienes tienen el gen del tipo c. En comparación con sus compañeros del tipo c, estos individuos exhiben niveles significativamente inferiores de «neuroticismo» y ansiedad, cosa atribuible, al menos en parte, a su más eficiente evacuación de

serotonina proveniente de la sinopsis. Aunque ese no sea un efecto farmacogenético en sí mismo, este transportador de serotonina es un blanco importante para los medicamentos psicotrópicos «antidepresión» y «antiansiedad», como el famoso Prozac® o fluoxetina [Merck Inder 12: 4222], que es un IRS o «Inhibidor de Recaptura de serotonina» –es decir, un inhibidor de este transportador de serotonina.92 Nuestro segundo ejemplo humano implica a la enzima MonoAmlno oxidasa (MAO). A diferencia del transportador de serotonina, la MAO metaboliza neurotransmisores como la serotonina dentro de terminales nerviosos (en este caso degradándolos), y ayudando, también, a mantenerla señalización «conectada». Recientemente se ha descrito un fenotipo conductual humano relacionado con un gen defectuoso para la MonoAmino oxidasa A (MAOA), en el cual una sola mutación condujo a un cambio estructural en la enzima MAOA destruyendo completamente su actividad, de degradar la serotonina y norepinefrina. Los varones de familias que son portadoras de este gen exhiben una «deficiencia total de MAOA»: aunque sus cuerpos pueden producir esta enzima vital, la mutación hace que no sea funcional. Por otra parte, este defecto genético se asocia con «un fenotipo conductual reconocible», «limítrofe con retraso mental y conducta anormal», que incluye «agresión, incendio premeditado, intento de violación y exhibicionismo». Posteriormente se crió una línea de ratones transgénicos, para obtener una deficiencia paralela de MAO, y los animales mostraron un incremento del 900% en los niveles de serotonina cerebral, mientras los adultos manifestaron «un síndrome conductual notable, que incluía agresividad acrecentada en los machos». Una vez más, no se trata exactamente de un fenómeno farmacogenético, pero los inhibidores de MAO (IMAO) son una categoría importante de drogas psicotrópicas utilizadas en el tratamiento de la depresión y otros desórdenes mentales, y los IMAO naturales figuran en la psicofarmacología de la amrta amazónica, la ayahuasca. 51,92 Nuestro tercer ejemplo humano incluye un polimorfismo genético relacionado con un defecto neurológico hereditario asociado a la esquizofrenia, que se ha descubierto hace poco y todavía se comprende pobremente. En este caso, un desorden neurológico que implica deterioro en la capacidad para discriminar reacciones a estímulos aud¡t¡vos se relacionó con el cromosoma humano 15, y parece implicar al gen para un neuroreceptor «nicotínico–colinérgico– o de nicotina– del cerebro humano (nominalmente para el neurotransmisor acetilcolina [Merck Index 12: 881) Evidentemente la nicotina del tabaco compensa provisionalmente las sequela

, este defecto en el receptor, a que se atribuye la extremada habituación al tabaco que se observa usualmente en los esquizofrénicos. 93 Hay otros candidatos genéticos a fenotipos conductuales humanos, que implican serotonina como para dopamina. Sin duda se ¡dent¡ficaran neuroreceptores tanto para variantes que comprenden también las enzimas para sintetizar ncurotransmisores y otras proteínas de la membrana como canales iónicos. En el caso de peptidos neuroquímicos, como los endopiáceos, 16 hay una posib¡l¡dad de mutac¡ones genét¡cas que afecten la secuencia aminoácido de los propios neurotransmisores y, por tanto su actividad. Los intentos de localizar genéticamente entre estos rasgos en cepas de roedores, que desembocan en distintas reacciones a embriagantes, han implicado a toda la gama de genes para los diferentes receptores, canales iónicos neurotransmisores peptídicos, transportadores de neurotransmisores y enzimas, tanto para las sintesis como para la degradación de neurotransmisores. 94 He atravesado tantas dificultades para elucidar estas minutia enteramente neuroquímicas, a riesgo además de agotar la paciencia de mis sufridos lectores, para subrayar la diaból¡ca complejidad de la neurofisiología, y las posibilidades casi ilimitadas de las sutiles diferencias constitucionales –idiosincrasias – que interfiere la psicofarmacología. Verdaderamente, si lo que para un ser humano es al¡mento pueda ser veneno para otro; entonces, el colocón de uno será sin duda la resaca de otro... esa droga asiduamente lista para Laura, será forzosamente alguna dilatoria droga tonta para Tomás... ¡farmacológicamente desnudando de productividad a un santo... para vestir de prodigalidad a otro! Quizá sea pertinente destacar que con arreglo a nuestra teoría clásica de los humores cardinales, se creía que al menos un humor –la FLEMA–se originaba en el cerebro, y los neurotransmisores se denominaban anteriormente neurohumores. La simplificación claramente excesiva de cuatro humores y cuatro temperamentos correspondientes (aunque Praxágoras de Cos postuló hasta una docena de humores, un siglo después de Hipócrates), oscurece el hecho de que los antiguos estaban básicainerte en lo cierto con respecto a sus percepciones sobre temperamentos humanos innatos. Ya no podemos decir que las personas son flemáticas (excepto en el sentido de excrecencia o effluvium emuntoria), pero puede que pronto llegue reconozcamos un temperamento «hipoendopiáceo», o un carácter «hiperserotonínico » ¡tal vez incluso un «trastorno depresivo disdopaniínico»!

En realidad, podemos estar seguros de que los seres humanos mostrarán al menos tanta variabilidad genética con respecto a reacciones hacia los embriagantes, como sus parientes los roedores. Ya hemos visto que hay fenotipos conductuales humanos asociados a «polimorfismos» genéticos y mutaciones en genes para proteínas claves en neuroquímica básica. Es de esperar que, tanto en seres humanos como en roedores, se encuentren las variaciones genéticas que afectan las enzimas para la síntesis y degradación de neurotransmisores, sus sitios de recepción, junto con variaciones genéticas en canales iónicos de membrana neuronal y otros elementos de la compleja maquinaria neuroquímica del pensamiento y, la conciencia. Identificar y elucidar polimorfismos genéticos humanos, que conducen a reacciones idiosincráticas hacia los embriagantes, no requiere descubrimientos científicos o nueva tecnología, sino simplemente continuar la actual investigación sobre conducta y genética molecular en cepas puras de roedores, con extrapolación al genoma humano. En realidad, esta labor se simplifica progresivamente en proporción al incremento inexorable del nivel de detalle de los trazos genéticos humanos y de los animales de laboratorio, como resultado del Proyecto Genoma Humano e investigaciones genómicas conexas. Una vez que las variaciones genéticas correspondientes a rasgos de sensibilidad a drogas específicas, o sensibilidad a la abstinencia de drogas, se retrotraigan a los cromosomas humanos, y se describan sus mutaciones, sería igualmente un asunto de aplicar la tecnología existente a diseñar simples ensayos biomédicos, para identificarlas mediante procedimientos médicos rutinarios de exámenes físicos. Análisis biomédicos, de sangre u otros tejidos, podrían desarrollarse fácilmente para detectar estos Polimorfismos, directamente o en algunos casos indirecta mente, cuantificando las enzimas adecuadas, u otros bioquímicos peptídicos o no peptídicos humano y la de otros animales. Aun sospechando que las genéticas y otras pruebas biomédicas demostrarán ser la aproximación más fructífera a fenotipología de idiosincrasia con respecto a embriagantes, es probable que la experimentación psicológica directa, con instrumentos psicométricos existentes, demuestre su valor como auxiliar o complemento de aquellos. Se sabe desde hace tiempo que personas fácilmente diferenciadas psicométricamente, como introvertidos o extrovertidos, tienen reacciones variables, de características predecibles, con los embriagantes. Aunque los extrovertidos son generalmente mucho más sensibles a los efectos de sedantes como el alcohol que los introvertidos, sucede al contrario con estimulantes como cocaína o anfetaminas–siendo los introvertidos, por regla general, más susceptibles, que los extrovertidos a sustaricias

enervantes. Incluso es posible utilizar simples exámenes «psicométricos» (es decir, conductuales), para predecir la vulnerabilidad animales individuales de laboratorio a embriagantes particulares, y pruebas psicométricas en seres humanos también han podido detectar, indirectamente, variacion genéticas que afectan el metabolismo de los embriagantes.95 Hay una creciente evidencia científica, con alguna pretensión de ser concluyente relativa a un «sendero de recompensa común» o «circuito de recompensa» en nuestros cerebros, que constituye un sustrato fundamental de dependencia a las drogas, a despecho de la gran diferencia farmacológica entre drogas (sedantes, estimulantes etc.). Desde que se demostró, en 1984, que los aspectos de recompensa en la ebriedad narcótica eran separables de los fenómenos de dependencia física, la distinción artificial entre la llamada adicción «física», y la, psicológica» ha desaparecido. La investigación en curso se concentra mucho más sobre la recompensa o «refuerzo positivo como motor de la habituación a drogas, en contraposición al refuerzo negativo modelo antes dominante, según el cual la aversión –o evitación del dolor/disforia producido por la abstinencia de una droga causadora de dependencia física– sería la fuerza impulsora. Este «cambio de paradigma» proviene en parte de la demostración de «centros de placer» en el cerebro, dispuestos a aceptar estimulación eléctrica directa, y al reconocimiento de que estimulantes como cocaína y nicotina –refuerzadores positivos clásicos, que prácticamente no revelan fenómenos de dependencia física/abstinencia –estaban entre las más «adictivas» o creadoras de hábito de todas las drogas. A medida que este nuevo modelo fue irrumpiendo y la ciencia proporcionó un detalle neuroanatómico, neurofisiológico y neurofarmacológico mucho mayor, las investigaciones sobre neurobiología de la adicción se concentraron cada vez más en el sistema de circuitos de recompensa del neurotransmisor dopamina, recientemente bautizado como «la molécula maestra de la adicción»»96 La dopamina28,86 es un neurotransmisor importante del «sistema mesolímbico» cerebral, que actualmente se considera un lugar primario del sendero de recompesa. Las neuronas dopaminérgicas, que se originan en el área de «tegmento vectral» del cerebro medio, especialmente las que conectan con el «núcleo accumbens» en el área basal del lóbulo Frontal, se consideran hoy el sustrato principal de este sistema de circuitos de recompensa, común a hábitos de distintas drogas. Hemos visto que la cocaína y las anfetaminas actúan bloqueando el transportador de dopamina, causando acumulación de dopamina en la

sinapsis;28 los opiáceos provocan una liberación incrementada de dopamina en el núcleo accumbens inhibiendo las neuronas GABA– ergicas que ordinariamente inhiben las neuronas dopaminérgicas conexas;87 tanto el etanol como los cannabinoides pueden provocar niveles de dopamina incrementados en el núcleo accumbens; y receptores nicotínicos de células dopaminérgicas en el núcleo accumbens admiten nicotina directamente para estimular estas células. En todos los casos, la dopamina figura en una «senda final común» de recompensa, y por eso se supone que a la retirada de droga sigue la «depresión consecuente» de este sistema de recompensa dopamínico, tanto si va acompañada por un síndrome abstinencia¡ físico como si no.97 También hemos visto que el polimorfismo de un gen del receptor de dopamina (el llamado DRD 2), ha sido relacionado con el alcoholismo, alegando que se trata de un «gen del alcoholismo».86 De igual manera, este polimorfismo del gen DRD 2 ha dado muestras de una «asociación modesta, significante» con el «póliabuso de sustancias», o consumo de múltiples drogas embriagantes además de alcohol. En un análisis de tres variantes genéticas del receptor–proteína de DRD 2 expresado en células de mamíferos, se descubrió que dos de estos proteínas–receptores anormales tenían una afinidad dos veces menor para fijar la dopamina que el proteína–receptor del «tipo salvaje». Por la misma razón, las variaciones basadas en genes de la proteína del transportador de dopamina28 mostraron estar relacionadas con una predisposición a la paranoia inducida por droga entre los usuarios de cocaína blancos, pero no entre los negros. Sin duda estos estudios siguen siendo preliminares, y cualesquiera conclusiones son altamente especulativas, pero dada la importancia de las neuronas dopamínicas en la farmacología del placer, y en el sustrato neural de los senderos de recompensa, sería lógico que las variaciones genéticas que afectan a los receptores de dopamina, y a los propios transportadores de dopamina, pudiesen resultar significativas para la idiosincrasia sobre sensibilidad y susceptibilidad a embriagantes. 98 Se piensa que el sendero de recompensa del cerebro es un antiguo rasgo evolutivo de los animales, subordinado a conductas orientadas a la supervivencia como buscar alimento y sexo. Pero en contraste con el placer/recompensa gustativo o sexual: Las drogas de abuso [sic] pueden preferirse a otros reforzantes naturales como alimento y agua en una situación de libre elección, porque proporcionan una activación de este sistema de recompensa más robusta y duradera. [M.T Bardo et al¡¡, 1996, pág. 24; las cursivas son mías] 99

Esta astuta observación es compatible con el hecho de que la ebriedad –como vimos en el primer capítulo– está engastada en nuestra matriz. animal natural de alimentación y reproducción y debe tomarse en cuenta en cualquier teoría evolutiva de gran alcance. Los embriagantes proporcionan una recompensa más robusta incluso que el alimento o quizá también que el sexo; así pues, esa conducta buscadora de droga es potencialmente más gratificante que conductas buscadoras de alimento o a arcamiento; robusta... sí, ciertamente. Antes de leer este artículo arriba citado, también había yo descrito los farmacoparaísos naturales como robustos [vide supra, Pág, 31. Sólo una vaga línea distingue alimentos de drogas–cuyos límites se borran y desaparecen cuanto más nos aproximamos– sino que resulta que sus respect¡vas recompensas y placeres son idénticos; emanantivas, rebosantes, desde todo ego Epicúreo; efiuvio extático de la esencia eflorescente de Eros; son hermanos cerebrales sibaritas; ese vinculum vibrante y vital, voluptuoso, entre deseo ensoñador, destino y acción; requisito vigoroso para alcanzar la realización rapaz; robusto, rubicundo. Siendo este el caso, qué es pharmacophilia, la satanizada «conducta buscadora de drogas», sino un asunto biológico básico en detalle, búsqueda del más puro placer per se, una danza coqueta con el destilado del deseo, un cortejo de anhelo cristalino? La búsqueda de placer es una parte tan destacada en nuesura herencia biológica como la búsqueda de felicidad en nuestra herencia política. Lejos de ser patológico es natural y saludable que los animales orienten sus pasos hacia activadores exógeno para senderos de recompensa cerebrales innatos –ya sean los activadores otros organismos comidos como alimentos, erotizados como pareja, o ingeridos como embriagantes. Después de todo, estos circuitos de recompensa son la matriz milenaria de la motivación, motores existenciales de evolución, animas arcaico de cada animal Aunque el paradigma predominante entre los neurocientíficos está cambiando tendiendo cada vez más a considerar los embriagantes como un imperativo Biológico básico, y otorgando cada vez menos verosimilitud a los planteamientos policial –de drogodisidencia como conducta criminal, ese modelo desastroso y, decadente de drogodesviación está siendo reemplazado por una teoría igualmente viciada, sobre patología farmacológica. Destacadas autoridades en habituación se entregan a declaraciones osadas corno... «la adicción puede ser considerada una enfermedad como tal», y «la adicción es un trastorno del cerebro, que no difiere de otras formas de enferntedad mental». Pasemos por alto la confusión semiótica de esta última declaración –que un «trastorno cerebral» no sea descrito en términos neurológicos sino metafóricamente, como «enfermedad» mental –esto es Puritanismo farmacológico par excellence, y equivale a diagnosticar

que prácticamente todo ser humano está «mentalmente enfermo»; ¡esto añade la patología del placer a la toxicomanía del teísmo! Porque la pharmacophilia trasciende límites de raza, religión, cultura, período histórico, incluso de especies; está tan cerca de lo universal como casi cualquier aspecto de la conducta humana. El placer piadosamente postulado como pecado es suficientemente perverso... pero el placer como patologia –la debilitante enfermedad del deseo en sí mismo– ¡es sobrecogedorl De hecho, en Estados Unidos 9 de cada 10 adultos están habituados a la cafeína, más de la mitad buscan poner fin a preocupariones con la ebriedad etanólica; casi una de cada tres necesita asistencia nicotínica durante el día. Aunque la atención es centrada exageradamente en los embriagantes ilícitos, únicamente el Cannabis puede reclamar más de 1 devoto entre 20 adultos usanos, siendo el resto de los embriagantes ilíciros decididamente actores secundar¡os. Al menos la hipocresía de separar artificialmente los embriagantes lícitos de sus opuestos ilícitos está siendo finalmente superada, y un artículo recientemente aparecido en Time96 concedía lugar de honor al alcohol, tabaco, Cannabis y heroína como emblemas de las drogadicciones, destacando así tres de las cuatro drogas principales, en términos de número de habituados. La cafeína y la cocaína brillaron por su ausencia, pero el artículo dejaba claro el estrecho parentesco entre nicotina y los otros estimulantes; incluso reconocía lo común entre el hábito de estos embriagantes infames y «el juego, el chocolate e incluso el sexo». 100 Sin duda, mucho pensamiento confuso sigue enturbiando este controvertido asunto. Un destacado médico, experto en adicciones, calculó que había entre 30 y 40 millones de «individuos químicamente dependientes» en Estados Unidos, tirando en el siguiente párrafo «cocaína, heroína, tabaco v otras drogas», y subrayando que el tabaco se añade para contrarrestar la idea de que... la medicina de la adicción se refiere solamente a drogas ilícitas». ¡Pero el artículo antes citado de Time calculó que hay 61 millones de usanos con hábito de nicotina tan sólo! Sí, algo tan corriente y casi universal como la búsqueda del placer, básico para la biología, no puede ser descartado por disfunción, ni tampoco puede argumentarse que la conducta buscadora de drogas implique el «abuso» de senderos de recompensa destinados a otras empresas, dado nuestro conocimiento de zoofarmacognosia. Nuestro ímpetus innato hacia la ebriedad es parte esencial de los impulsos biológicos orientados a la supervivencia –alimentación y reproducción– y se concibe óptimamente, como he dicho, como otro tipo de alimentación. Por otra parte, para nada niego que existan expresiones patológicas de impulsos intrínsecos, ya sean perversiones sexuales violentas y lesivas en el instinto de aparcamiento, adicciones al ayuno o hábitos aliment¡c¡os extremos e insalubres, o, por supuesto,

fijaciones malsanas en materia de ebriedad. Pero el impulso subyacente a tales manifestaciones patológicas no es patológico en sí mismo: difícilmente podríamos existir sin comida y sexo, y consentirse ebriedades placenteras y saludables no revela más problema médico que el impulso a tener éxito en los negocio o a triunfar en el deporte. En cuanto a mí, soy un farmacófilo inveterado, pero debería reconocer que la habituación que más gobierna; mi vida es una adicción vitalicia a los libros: ¡leerlos, escribirlos, incluso manosearlos y olerlos! Algunos pueden sublevarse ante este concepto de «adicción a los libros» pero, en realidad, uno de los primeros usos de esta palabra en inglés (1675), fue «Su propia Industria y Adicción a los Libros», y pasó un siglo antes de que adicción fuese utilizada en materia de drogas refiriéndose al tabaco la primera vez. Como escribí hace 14 afros, en un libro sobre oti adicción al chocolate,20 que trataba nuestras actitudes provincianas y prejuiciadas sobre háb¡tos de drogas con juguetona ligereza: Todos somos adictos a una u otra ocupación, y la gran mayoría de nosotros a una u otra droga. [The Cacahuatl Eater, Capítulo 1, pág. 7] En 1985, un psiquiatra usano sacudió el campo del «abuso de drogas», al exponer que llamaba la «hipótesis de automedicación en trastornos adictivos», proponiendo que los adictos a la heroína/cocaína sufrían una «psicopatología grave y significativa»: En lugar de buscar simplemente evasión, euforia o autodestrucción, los adictos están intentando medicarse a sí mismos para una serie de problemas psiquiátricos y estados emocionales adictivos. [E.J. Khantzian, pág. 1263]101 Naturalmente, esto puede ser cierto en algunos casos, por ejemplo entre los 11 millones de habituados problemáticos al alcohol en Estados Unidos. Sin embargo, la gran mayoría de los consumidores de embriagantes, como los 95 millones de usanos bebedores de etanol controlados y moderados, se conciben mejor como personas que buscan euforia y placer en la ebriedad, al igual lo hacen vía una amplia gama de otras cgnductas recompensadoras. Además, para el aproximadamente 10% cae en la llamada categoría de «abusador», «adicto» o «alcohólico», seguramente resultarla mucho más provechoso que sus «trastornos adictivos» fuesen examinados en el contexto de individualidad b¡oquímica–idiosincrasia embriagante –que el de la enfermedad. Aceptamos incuestionablemente la diversificación en gustos

alimentarios, admitiendo incluso que algunas viandas no son saludables en exceso; e incluso reconociendo que algunas personas no pueden controlar su alimentación, y a consecuencia de ello sufren un quebranto. ¿Por qué ha de ser todo diferente con los cmhriagantes, por qué hemos de mirar despectivamente a los que tienen otros gustos con respecto a embriagantes? Igual que varían nuestras papilas gustativas, también varían nuestros neuroreceptores. La belleza está en los ojos del espectador, y el placer reside en el sendero de recompensa de cada individuo –buscando placeres de maneras particulares, quizá incluso peculiares. Los neurocientíficos harían bien abandonando todas sus nociones de la ebriedad como patología, concentrándose a cambio en identificar la fluctuación máxima de variaciones genéticas humanas que interfieren en neurofisiología básica, y en el metabolismo de varias clases de embriagantes. Como ya se ha mencionado, está dentro de nuestras capacidades identificar y trazar estos «polimorfismos», y desarrollar análisis biomédicos rutinarios para identificarlos en el ser humano individual. Aunque somos innegablemente producto de la interacción entre nuestros genes y su medio ambiente, y el genotipo no es destino absoluto, disponemos ya de pruebas contundentes sobre el grado en que la individualidad bioquímica basada en genes puede determinar la sensibilidad a embriagantes particulares, así como la susceptibilidad al consumo compulsivo o incontrolado o al hábito a ellos. Comprender las bases neuroquímicas de la indiosincrasia embriagante conduciría inmediatamente a terapias para aquellos consumidores problemáticos que las necesiten y deseen, y facilitaría la prevención de usos destructivos e insalubres. Ser consciente de las debilidades constitucionales con respecto a un determinado tipo de embriagante – ya sea derivado de alguna enzima, receptor; transportador de proteína o canal iónico defectuoso– puede disuadir a un individuo de buscar placer por sendas patológicas, y permitiría a otro distinguir un potencial paliativo de un posible veneno. Los aventureros entre nosotros podrían ensayar los diversos embriagantes en sus cuerpos y sistemas nerviosos, y con diligencia identificar los que no concuerdan con ellos, aunque corran a la vez el riesgo de descubrir una susceptibilidad al uso compulsivo de alguna droga determinada, ¡al hallarse incómodos en su poder! Puede ocurrir que algunos habituados a drogas se vean esclavizados a cierta droga en un intento de tratar estados emocionales aflictivos; seguramente, otros ansían una droga concreta, para aliviar farmacológicarnente alguna deficiencia metabólica innata, como sucede con el fuerte consumo de nicotina en algunos esquizofrénicos. Hemos visto que la falta de una enzima implicada en la biosíntesis de morfina y en el metabolismo de muchas drogas, un defecto congénito

que padecen entre el 5 y el 10% de los norteamericanos caucásicos, hace que sus víctimas sean más sensibles al dolor.84 Como quienes heredan muchas otras deficiencias congénitas hipotéticas en el sistema endopiáceo de analgesia endógena, tales individuos probablemente mostrarán más interés en ingerir opiáceos que sus semejantes memos sensibles al dolor. Si hay individuos que soportan una sobreproducción constitucional de los ligadores causantes de ansiedad del receptor benzodiacepínico, 26 probablemente desarrollarán un gusto por drogas ansiolíticas como el Valium, y así suces¡vamente, para las diversas clases de embriagantes que hemos examinado. ¡Hasta se ha supuesto un «síndrome deficitario de la recompensa» como correlato del hábito de drogas, ligado a alguna deficiencia en el propio sendero dopamínico de recompensa! Quizá los polimorfismos genéticos más drogoespecíficos fijan el gusto con respecto a diversos tipos de embriagantes, y sólo al combinarse con algún defecto en el propio sendero de recompensa, pueden predisponer al consumo compulsivo de tales compuestos En todo caso, nos corresponde ciertamente sujetar con firmeza al bebé mientras vaciamos el agua de su baño, pues ya no tiene más sentido concluir que el impetus hacia la ebriedad implica flaqueza –dado que algunas personas no pueden controlar sus expresiones– como considerar que el apetito alimenticio es aberrante a priori ya que algunos comensales sucumben a la obesidad o a la anorexia nervosa! Consentirse embriagantes, tanto lúdicas como sagradas, es común a todas las razas, culturas y edades humanas; y si quisiéramos hablar de conducta anormal o aberrante en lo tocante a drogas de placer, ¡antes nos vendrán a la mente los raros abstemios que cualquier jaranero ronco! De hecho, en el mundo clásico quienes rechazaban categóricamente la ebriedad eran repudiados por disfuncionales y antisociales, negarse a «relajar el alma», quitarse las máscaras, y mostrar sus verdaderas naturalezas internas. Como Baudelaire expresa francamente [vide supra, pág. 131: Un hombre que sólo bebe agua tiene un secreto que esconder a sus semejantes. [«Du vin et du hachish», Parte II] Aquí, en México, hay situaciones sociales donde rechazar una oferta de bebída es cometer una grave ofensa, incluso invitar a la violencia. Debemos aceptar nuestros impulsos a la ebriedad como algo dado, y haríamos bien cultivando una tolerancia razonable con respecto a gustos y hábitos de los demás. Aunque las víctimas de háb¡tos incontrolados a drogas merecen compasión antes que desprecio, nuestra descendencia gratuita es injustificada e impropia. Si cierto

paciente de cáncer, debe tomar opiáceos diariamente para soportar dolores agudísimos, es digno nuestra misericordia, ¿por qué debemos menospreciar a otra persona que toma opiáceos para superar una hipersensibilidad habitual al dolor? Si mujeres de negocios o amos de casa excesivarnente ansiosos encuentran alivio autorizado en el Valium ¿tan difícil es de entender que el alcohol o el Cannabis disipen la frustración de otros? El descanso para tomar café es una costumbre indisociable de nuesrras jornadas laborales occidentales; el consumo diario de cafeína en alguna de sus formas es casi universal entre los adultos usanos. No nos molesta que un cotrabajador elija té en lugar de café o algún «refresco» cafeinado ¿Por qué ha de trastornarnos que la coca rica en cocaína sirva como estimulante para la jornada laboral en Perú y Bolivia; o cat rico en catinona en Yemen y Somalia? Las bebidas alcohólicas constituyen un embriagante legal, principal en los Estados Unidos; ¿qué importa si alguna otra cultura contracultura pueda preferir la morféica rnansetud del opio a las beatitudes bibrones de Baco? Después de todo, la ebriedad alcohólica escasamente carece de problemas, y algo como uno de cada diez consumidores usanos sucumbe al llamado uso» o «adicción » al alcoholismo. El alcohol causa muerte prematura a un 0,1% de la población usana anualmente, además de ser la droga preeminente de la violencia, los accidentes, el absentismo y el crimen. 102 Además, hay pruebas crecientes de que los animales individuales dados a buscar ebriedad con más avidez pueden ser los más inquisitivos, audaces e inteligentes; cualquier cosa menos los «gorrones» o los «arruinados». En la Nota 95 vimos que ratas más dadas a explorar activamente un entorno nuevo son también las más dadas al consumo de anfetaminas, y se ha sugerido que son animales «generalmente mas capaces para el aprendizaje de cualquier tipo» – es decir, más inteligentes– igualmente son más aptas para la autoadministración de embriagantes. Un artículo reciente 99 examinaba los múltiples paralelismos entre la conducta buscadora de drogas y la «buscadora de novedades», que también se considera activante para el sendero recompensador del sistema límbico. En animales experimentales, las drogas que antagonizan los efectos de la dopamina inhiben tanto la conducta buscadora drogas como la buscadora de novedades. En animales y seres humanos analiza s, los de «respuesta extrema a la novedad» son al mismo tiempo más sensibles y muestran más interés por los embriagantes, y a esto se asocian muchos indicios biouímicos, por ejemplo, niveles inferiores de plaqueta: MAO,51,92 lo cual se considera relacionado con niveles elevados de dopamina en los circuitos cerebrales de recompensa. ¿Qué es esta marcada conducta buscadora de novedades sino

inteligencia aactitud abierta y curiosa hacia la novedad, lo desconocido? Que búsqueda de verdades deba activar antiguos senderos de recompensa atestigua su importancia evolutiva, y no es difícil imaginar cómo, dentro de una especie dada que se adapta costreñimiento de su nicho en un ecosistema, la marcada conducta buscadora de novedades –o una actitud progresiva, val¡ente, curiosa y expansiva –debe ser gratificante, incluso otorgar ventajas de adaptación. Si bien, quizá algunas veces por la boca muere el pez, es innegable que la curiosidad ha prestado buen servicio a nuestra especie; una especie única, emblemática por dar prioridad a la evolución de la inteligencia. Incluso R.G.Wasson conjeturó en 1957 [vide supra, págs. 39–41]61,63 que los amritosos alcaloides de las plantas enteogénicas funcionaban como kairomonas33 para nuestros ancestros protohumanos hace milenios, «¡limitando la imaginación de aquellos primeros hombres que los comieron, avivando su curiosidad y sus facultades especulativas», de hecho funcionando como: [Un] verdadero detonador para su alma, que despertó en él sentimientos de temor y reverencia, y dulzura y amor, hasta el punto máximo que la humanidad es capaz de alcanzar, todos esos sentimientos y virtudes que la humanidad siempre ha considerado el máximo atributo de su especie. Le hizo ver aquello que sus ojos mortales y perecederos: no pueden ver. [1961, pág. 157] Asumiendo que sea aguda la visión asombrosa de Wasson, no sólo debemos nuestras religiones y otros atributos de cultura a caleidoscópicos kykennes kairontonales, sino también la hipertrofia misma de nuestro cortex cerebral que los engendró; sí, a l a conducta buscadora de drogas y novedades; que se ha conjeturado como explicación a las más antiguas migraciones hurnanas hacia Neogea, ¡ese Nuevo Mundo bravo, bárbaro y tentador!103 Sea como fuere, la pharmacophilia no es nada nuevo, n¡ exclusivamente humano, ni insignificante; tampoco es perjudicial, ni necesariamente negativo, sean cualesquiera los problemas que pueda causar a algunos. Incumbe a los neurocientificos no intentar curar lo incurable–«¿Cómo mejor exasperar a un enfermo de júbilo sino intentando curarlo?»104 como preguntó Baudelaire –sino diseñar la euforia optimizar la farmacología del placer; sí, ¡crear embriagantes mejores y más ¡nocuos!. Los antiembriagantes pueden ser las «balas mágicas» indicadas para adicción de algunas personas, pero la gran mayoría suspira básicamente por éxtasis más exquisitos; la prodigiosa y paradisíaca promesa de la ingeniería psicofarmacológica

Ingenieria Psicofarmacológica Lo único que justificaría la proh¡bición sería el éxito. Pero no tiene éxito y, dada la naturaleza de las cosas, tampoco puede tenerlo. La forma de evitar que la gente beba demasiado alcohol, o se haga adicta a la morfina o a la cocaína, cons¡ste en sum¡nistrarle un sustituto eficiente pero sano de estos venenos deliciosos y (en el actual mundo imperfecto) necesarios. El hombre que invente dicha sustancia se contará entre los benefactores más insignes de la humanidad Aldous Huxley Un tratado sobre drogas [1931] En la conferencia nacional de la Amer¡can Chemical Society, celebrada en M¡ami en 1989, un funcionario del National Institute on Drug Abuse (NIDA) de los Estados Unidos anunció la formación del Programa para Desarrollo de Medicaciones de su Agencia –«para desarrollar medicaciones que puedan interferir en conductas de drogas.., necesitamos un surtido de med¡cac¡ones: para bloquear el subidón para bloquear el anhelo, para bloquear los síntomas abstinenc¡ales». La revista Science cacareó: «NIDA pretende combatir las drogas con drogas», refiriéndose a «las balas mágicas para la adicción», y un miembro de la conferencia, sin duda inconsciente de cualquier ironía implícita, se extendió a propósito de esas metáforas bélicas, bautizando este programa como «el Proyecto Manhattan para químicos en la Guerra contra las drogas». Significa esto que la guerra contra las drogas se intensificará hasta el punto de intentar «nuclear» a los yonquis del vecindario, o quizá basta atacar los guetos con napalm? Desde luego, la extravagante idea de fármacoterapía para adicciones a drogas –combatir las drogas con drogas– es apenas novedosa, campañas quimioterapeudcas contra la drogadicción como se han emprendido ya en cuatro frentes; 1) tratamientos alternativos, donde una droga habituadora se sustituye por un enmbr¡a gante similar, cuyo ejemplo más destacado es la sustitución de heroína por metadona; 2) antagonistas de drogas o «antiembriagantes» que bloquean la diana de los receptores de drogas sin producir euforia o placer, como el antagonista opiáceo naltrexona ®

[Merck Index 12: 6450]; 3) terapias avers¡vas, «disforiantes de drogas» que catalizan unas reacciones disfóricas en caso de ser ingerida la droga en cuestión, como el Antabus utilizado para el alcoholismo;84 y 4) el anhelo compuestos para controlar el anhelo, que supuestamente suprimen la conducta buscadora de drogas, probablemente actuando sobre el sendero de recompensa del sistema lírnbico, cuyo prototipo es la ansiolítica buspirona o Buspar® (Narol) [Merck Index 12: 1528].105 ¡Así pues, el propósito es desarrollar «medicaciones» (también llamadas drogas) para «interferir en ... la conducta tomadora de drogas», es decir, para hacer que la gente deje de tomar drogas (también llamada automedicación)! O, como expone Science, con refrescante candor: «combatir las drogas con drogas», o sea, combatir drogas (autoadministradas, aprobadas o no, pero habituadoras) con drogas (médicamente prescritas, aprobadas, posiblemente habituadoras). Observemos que el propósito no es necesariamente hacer que la gente deje de tomar drogas, pues algunas de las farmacoterapias antiadicción antes mencionadas presuponen consumo cotidiano de «medicación» para «curar» el consumo diario de «droga». Entonces, de lo que realmente hablamos es de interferir en conductas tomadoras de drogas, impidiendo que las personas ingieran las drogas que quieren tomar, «medicándolas» con sustancías prescritas, o con sustancias nocivas que les enfermarán caso de perseguir petulante y protervamente placeres farmacológicos personales. Después tenemos los antiembriagantes, drogas que harán todo por los habituados menos proporcionar el placer que originalmente buscaban en las drogas, por no mencionar el siniestro espectro de los «supresores de anhelo», también aptos para disipar impulsos sexuales y alimenticios, o al menos los placeres que acompañan su satisfacción, mientras acá con cualquier deseo de tomar drogas. Además de no ser exactamente un cuadro bonito, difícilmente puede set la tierra prometida farmacológica. Sin coacción, y en la excepción de la estrategia alternativa, es difícil imaginar multitudes de «pacientes» ansiosos de tragar esos amargos brebajes–¡cambiando los dulces deleites de las drogas, por disforias dispepticas! Por otra parte, no niego la existencia de pacientes potenciales para estas «antidrogas», «drogodisforiantes», y quizá incluso también para los temidos «destructores del deseo» o «aniquiladores del anhelo». La industria farmacéutica debe proseguir estas vías de investigación, y si se descubren agentes inocuos y efectivos deben estar disponibles para un uso médico, eontractual y no coercitivo, por parte de quienes los deseen. Drásticas terapias semejantes podrían justificarse para la pequeña minoría de habituados problemáticos a embriagantes particulares, como el casi 10% usanos usuarios de alcohol que sufren

graves sequela por su drogohábito– pues pueden dañarse o destruirse matrimonios, carreras, incluso vidas. Quizá sea mejor vivir con el deseo disminuido que desear no vivir, disminuido por las drogas. No obstante, suprimidas las penalidades legales, económicas y de salud públ¡ca asociadas al consumo de drogas ilícitas, de manera que el consumo controlado de opiáceos, estimulantes no cafeínicos, Cannabis y otras drogas estuviese acompañado de consecuencias legales y económicas no superiores a que el consumo habitual controlado de alcohol, cafeína y tabaco, ni agravado por los problemas médicos causados por la prohibición, 106 además de los efectos secundarios intrínsecos de cualquier droga en sí, la gran mayoría de presuntos pacientes para farmacoterapia de la farmacotimia desaparecerían. Más bien estarían automedicándose sus hábitos, y no estarían en el mercado de tratamientos médicos más que la gran masa de nosotros, que ahora automedicamos nuesrros hábitos de cafeína, alcohol y tabaco. Para aquellos que quisieran ayuda a la hora de abandonar un hábito, por supuesto, la terapia debería y podría estar disponible. Los neurocientíficos y especialistas en drogohabituación harían bien concentrándose en el modelo alternativo o sustitutorio de farmacoterapia para la adicción, y sin duda no necesito aconsejar a los ejecutivos de las compañías farmacéuticas sobre donde podrían encontrar las más provechosas avenidas de aproximación a la lucha contra las drogas con drogas. ¡No obstante, creo que ya es hora de descartar la absurda equivocación de que la euforia o las sensaciones de placer constituyen ipso facto efectos secundarios adversos de las drogas! Comentando estudios sobre estructura –actividad–relación de analgésicos opiáceas, W.C. White, presidente del Committee en Drug Addiction del Narional Research Council de Estados Unidos señaló: El propósito de estos estudios es encontrar, si fuese posible, ciertos medios para reducir o corregir los males de la drogadicción. [...] Aunque sólo una proporción relativamente pequeña de los que reciben morfina por diversas razones desarrollen adicción, parece como si en ciertos individuos debiese haber un receptor que despierta una sensación de euforia cuando se combina con un elemento químico, como por ejemplo la molécula de morfina. La mayor parte quienes reciben morfina por diversas razones no alcanzan esta sensación de euforia, y por eso no se sienten tentados a buscar una repetición de su administración, ni convertirse en adictos de su consumo. [ ...] En consecuencia,

se decidió a proceder siguiendo la línea de separar químicamente, si posible, la propiedad adictiva de la morfina de sus otros atributos más benéficos. [...] Una de las dificultades químicas de esta investigación ha sido suministrar drogas que prolonguen el factor que controla dolor, para reducir la necesidad de dosis reiteradas y al mismo tiempo eliminarla fracción responsable de euforia. [Studie son Drug Addiction, «Introducción», págs. III–IV]107 Suena raro que un científico hable del mal, pero uno acaba acostumbrándose a ello en el campo del «abuso de drogas». Hay que decir que hasta ahora este intento quijotesco por separar químicamente las propiedades analgésicas de las eufóricas en los opiáceos ha resultado singularmente infructuoso, y que el Comité sobre Drogadicción del gobierno de los Estados Unidos abandonó finalmente la búsqueda, tras más de una década de esfuerzo combinado. Pero hay más de una forma de despellejar a un gato (con perdón de mis gatos y de los gatos de cualesquiera lectores, a quienes no pretendía ofender), y sugiero que una reformulación del problema en el contexto de la neurociencia contemporánea seria procedente. Hemos visto96 que al menos los aspectos de recompensa (eufórico) y dependencia física de los opiáceos resultará ser neurológicamente separables, manteniendo la esperanza de que en principio lo mismo se demuestre cierto para sus aspectos de recompensa y analgesia. En mi opi nión, deberíamos más bien intentar «proporcionar drogas que prolonguen el factor eufórico a fin de reducir la necesidad de dosis reiteradas, y al mismo tiempo eliminar la fracción responsable de «analgesia». En resumen, abandonar la búsqueda misantrópica de una analgesia no eufórica, en favor de ciertos euforizantes no analgésico – dirigir los estudios sobre estructura –actividad–relación en materia de opiáceos, ¡no con miras a eliminar la euforia, sino más bien a maximizarla! Esta idea no es nueva; fue propuesta por el escritor inglés Aldous Huxley [1894–1963] hace 68 años: Por lo que veo, el único nuevo placer posible sería el derivado de la invención de una nueva droga, de un sucedáneo del alcohol y la cocaína, más eficaz y menos dañino. Si yo fuese millonario, financiaría a un equipo de investigadores para que buscasen el embriagante ideal. Si pudiésemos aspirar o ingerir algo que aboliese diariamente nuestra soledad individual durante cinco o seis horas, algo que nos reconciliase con nuestros

semejantes en una ardiente exaltación de afecto y que hiciese que la vida nos pareciese no sólo digna de ser vivida en todos sus aspectos, sino divinamente bella y transcendente, y si esta droga celestial, transfiguradora del mundo, fuese de naturaleza tal que a la mañana siguiente pudiésemos despertarnos con la cabeza despejada y el organismo indemne... entonces, creo, todos nuestros problemas (y no sólo el problema minúsculo de descubrir un placer novedoso) quedarían totalmente resueltos y la tierra se convertiría en un paraíso. [Se busca: Un nuevo placer]108 Huxley, ¡lástima!, nunca se hizo millonario, y su embriagante ideal «transfigurador del mundo», su «tónico hiperhedónico» solo fue elaborado en sus novelas.109 Hoy podemos disponer de los hiperhedónicos huxleyanos, por medio de lo que llamo ingeniería psicofarmacológica; vía estudios de estructura–actividad–relación sobre farmacología del placer, una especie de hedonología o farmacohedonología apl¡cada; hedonofarmacología, si lo desean. Siendo más precisos, necesitamos ingeniería farmacológica para cada categoría principal de embriagante, y no solamente de opiáceos: la de anestésicas generales y otros sedantes; de psicoestimulantes, desde cafeína a cocaína, desde anfetaminas a nicotina; de los enteógenos, ¡cabezudos catalizadores hiperhedónicos del mismo cielo! Es probable que esta farmacohedonología dependa inexorablemente de potenciar los circuitos de recompensa subyacentes al placer per se –reforzadores de recompensa materializados; panpotenciadores del placer purificado, euforia epitomizada, parangones farmacéuticos de excitación eléctrica directa de centros cerebrales: ¡la proteica, prototípica Piedra Filosofal! Puede que tengamos efectivamente balas mágicas para la adicción, pero sin duda no son los antiembriagantes ni los drogodisforiantes– municiones tales sólo pueden herir o matar el deseo y deleite. No, esas balas mágicas para la adicción deben ser por fuerza embriagantes perfeccionadas– ¡tónicos hiperhedónicos más específicos y eufóricos, de más larga duración, menos tóxicos! Quienes consideren que la ingeniería psicofarmacológica o la farmacohedonología son una idea extravagante pueden sorprenderse al saber que ya se ha hecho mucho progreso en este campo parcialmente involuntario– aunque sea vacilante e incoordinado. Nuestro ejemplo más antiguo nos lo proporciona el consumo de estimulantes y esteroides para incrementar

el rendimiento militar y atlético, aunque comprende fundamentalmente efectos físicos, en contraposición a los mentales. En 1883 el médico militar alemán Theodor Aschenbrandt probó la cocaína en maniobras con soldados bávaros, dando parte de sus ventajosas propiedades antifatiga, y durante la II Guerra Mundial los estimulantes– especialmente anfetaminasfueron consumidas rutinariamente por la Luftwaffe y la Wehrmacht de la Alemania nazi, así como por su contrapartida japonesa. Aunque el uso militar por parte de los soldados aliados –especialmente pilotos– estaba supuestamente prohibido, «nuestros aviadores contrabandeaban anfetaminas para reducir la fatiga y promover la vigilia». En general los estudios de posguerra confirman el valor de los psicoestimulantes para incrementar el rendimiento físico, tanto en contexto militar como atlético, pero se limitaban a evaluar drogas existentes, principalmente anfetaminas y cafeína, en contraposición a las perfeccionadas mediante ingeniería. Las ventajas atléticas de las anfetaminas fueron tan dramáticas que en 1962 fueron prohibidas por el Comité Olímpico Internacional. Los primeros indicios de drogoingeniería en relación con el rendimiento atlético aparecieron en la antigua Alemania Oriental, donde un programa secreto de alto nivel, que incluía ¡500 científicos, médicos y entrenadores, estaba dedicado a desarrollar esteroides más activos. Uno de los resultados fue un nebulizador nasal que contenía un precursor de la testosterona, cuyo uso era obligatorio para muchos miembros del equipo nacional enviados a las Olimpiadas de Seúl en 1988. Este compuesto era psicotrópico, y un atleta describió sus efectos como «similares a una erupción volcánica». Estoy bastante de acuerdo con cualquiera que sostenga que se trata una aplicación más bien perversa de la farmacotecnología: ¡sin duda podemos hacer los mejores! En el caso de los opiáceos, ha habido cierta cantidad de ingeniería involutaria mientras se buscaba un analgésico no eufórico. Después de todo, la heroína – más potente y considerada más eufórica por los habitués que su compuesto matriz, la morfina– fue ocasionalmente empleada como cura para el hábito de morfina. Además, el químico británico K.W. Bentley sintetizó una larga serie de análogos la morfina de extraordinaria potencia, generalmente conocidos como «compuestos Bentley», de los cuales el más famoso es la etorfina [Merck Index 12: 3932], que resultó 500 veces más potente que la morfina, ¡produciendo euforia en dosis de 25 mcg.! Incluso el mercado negro de los Estados Unidos ha hecho contribuciones a la ingeniería de opiáceos, cuando un químico anónimo hizo una serie de derivados del opiáceo artificial fentanil [Merck Index 12: 4043], incluyendo el –metil–fentanil [Merck Index 12: 6150], también activo en dosis de microgramos, ¡y unas 3000 veces más potente que la morfina! Así pues, nos hallamos bien encaminados

hacia opiáceos más potentes y específicos; falta trabajar en el perfeccionamiento de duración y propiedades eufóricas, al tiempo que reduciendo al mínimo los efectos secundarios adversos. En cuanto a la nicotina–alcaloide más estimulante y habituador de los cigarrillos de tabaco comerciales –que se ha descrito como «la sustancia de abuso más adictiva y con mucho la más perniciosa», hay pruebas de que las compañías de tabaco han llevado a cabo en secreto un trabajo considerable en su ingeniería farmacológica, reacias a admitir públicamente que la nicotina es una droga, y mucho menos una droga adictiva. Actualmente todo esto está cambiando bajo la presión pública y gubernamental, y en un testimonio reciente ante el Congreso usano cierto farmacólogo –que antes trabajaba para una de las principales compañías tabaquera de Estados Unidos–mencionó que investigaciones hechas en 1983 mostraron que las ratas reaccionaban a dos análogos de la nicotina como al componente matriz, y que se autoadministraban los tres alegremente. Estos análogos, 2'–metil– y4´–metil–nicotina, mostraron menor toxicidad al no estimular el tejido muscular cardiaco vascular, sugiriendo que podrían carecer de algunos de sus efectos deletéreos sobre el corazón y la presión sanguínea. Sin duda se han llevado a cabo muchas más investigaciones parecidas, posiblemente también examinando los dos análogos naturales de la nicotina, nornicotina [Merck índex 12: 6807] y, anabasina [Merck lndex 12: 661],y dadas las consecuencias desastrosas para lasalud que afectan a un tercio de nuestra población adulta consumidora de tabaco; 102 la ingeniería sobre nicotina claramente podría ser bastante lucrativa. 112 Parecería que hasta ahora los enteógenos son quienes han sido sometidos a una ingeniería más concertada. Tras el descubrimiento serendípico de la Fántastica potencia visionaria de la LSD,52 Albert Hofmann probó personalmente varios isómeros y algunos análogos en busca de efecto s psicotrópicos, pero no consiguió aumentar potencia del prototipo. Posteriores trabajos han conducido recientemente a la identificación de un par de análogos de la LSD que parecen ser el doble de potentes. Con respecto al enteógeno prototípico, la mescalina,46 el químico usano Alexander T. Shulgin [nacido en 1925], ha explorado durante cuatro décadas sistemáticamente las relaciones de estructura–actividad en este tipo de compuestos, y publicado recientemente PIHKAL, un compendia monumental y personal de sus investigaciones pioneras con su mujer Ann Shulgin, que incluye datos sobre síntesis

y bioensayos psiconáuticos con casi 200 nuevos compuestos. Finalmente, a lo largo de las cuatro décadas pasadas diversos científicos han desarrollado investigaciones similares sobre triptaminas smlples como la DMT51 y sus análogos psilocina/psilocibina,60 a¡sladas por Hofmann a partir de los hongos mejicanos de María Sabina y Gordon Wasson. Los Shulgin acaban de publicar TIHKAL, una secuela de PI¡¡KAL, que resume estudios sobre relación entre estructura– actividad en triptaminas visionarias.113 Aún careciendo de cualquier financiación significativa para las investigaciones o de esfuerzos coordinados, y desafiando a una investigación organizada bien financiada, de signo filosófico opuesto, la ingeniería psicofarmacológica está viva, y activa y promete progresar a grandes pasos, mientras se investigan sistemáticamente sendas de recompensa recientemente identificadas. A medida que se disecciona y desnuda la neurofisiología del placer, resulta cada vez más obvio que la búsqueda de placer es el ¡mpulsuso fundamental, por diferentes y sinuosos que sean aquellos cam¡nos que divagan en su dirección. En realidad, algunos encuentran en el trabajo de su vida la recompensa última, y las sociedades tienden a valorar incluso fijaciones laborales obsesivas, que bien pueden ser claramente consideradas «trabajomanía» (workaholism). Para otros la satisfacción última es la conquista sexual, que puede ser altamente considerada, dependiendo de las ópticas culturales o contraculturales de las que se mire. Por supuesto, la comida es la recompens par excellence de muchisimas personas, y demasiados obtienen su satisfacción de adquirir poder sobre otros, expresado en jerarquía socioeconómica, canalizado sistematicamente a través del deporte y actividades militares/policiales, o en la dinámica infinita de las relaciones interpersonales. Y luego tenemos a los farmacófilos, para quienes los placeres superiores son farmacológicos. Todas estas actividades diversas tiene en común placer y la recompensa, son medios semejantes para alcanzar el mismo fin; todas son tan altamente adictivas como pueden ser eficaces para cierto individuo en la producción de placer, recompensa; y también son motivacionales en proporción directa a su eficacia eufórica. Inmediatamente tropezamos con problemas cuando emitimos juicios de valor hacia los placeres de otras personas. Hablando desde una perspectiva estrictamente biológica, podemos decir que el placer es «bueno», el dolor «malo», y de ahí que los circuitos de recompensa de placer nos motiven. Como criaturas sociales, conscientes, consideraciones éticas ulteriores nos dictan que los placeres obtenidos a expensas del dolor de otro son ipso facto «malos», y podríamos argumentar que los placeres alcanzados vía explotación económica, sexual o política de otros carecen de escrúpulos. Dejando aparte tales

actividades, todo compás moral pierde rápidamente su rumbo. Debemos comer para vivir y, no siendo autótrofos, comer a expensas de otros organismos, lo cual es un imperativo biológico. Comer en favor del instinto de supervivencia es biológicamente bueno, pero las personas pueden comer en exceso, llevándose a una muerte prematura. De igual manera, mediante el trabajo nos ganamos el pan de cada día, pero algunas personas literalmente se matan a trabajar, durante el proceso pueden influir adversamente en la felicidad de sus familias. El descanso para tomar café o fumar puede aumentar nuestra productividad econónomica, cocteles y canutos lubrican y facilitan interacciones sociales gratificantes, pero algunas personas arruinan sus pulmones e hígados tempranamente, fumando y bebiendo hasta una prematura sepultura. Por otra parte, tal como los «trabajómanos» privan a su familia de un cónyuge o progenitor y, por tanto, perjudican a otros; los consumidores de drogas pueden lastimar a otros además de a si mismos, como sucede con el fumador cuyo «humo de segunda mano» puede causar enfermedades pulmonares a un hijo o cónyuge,112 o como quien se inyecta drogas perteneciente al mercado negro puede contraer Sida o hepatitis, y posteriormente infectar a otros a falta de moderación o la sobre especialización en la búsqueda de placeres puede claramente conducir a excesos destructivos y antihigiénicos, en detrimento de nuestra salud y felicidad, y la de otros; pero, igual de claramente, el disfrute moderados y católico de los placeres de la vida no sólo conduce a la salud y la felicidad, y no sólo hace que valga la pena vivir la vida, sino que es, en sentido real, la veradera finalidad de la vida, o al menos, como decía Théophile Gautier al principio, «la Única cosa útil del mundo». Como animales, es el placer lo que nos motiva, lo que hace girara nuestro mundo. Incluso en las enrarecidas esferas mentales del científico o el poeta, simplemente encontrarnos senderos de placer más abstrusos. Como señaló el poeta William Wordsworth [1770– 1850], en su Lyrical Ballads [Prefacio, 1802]: No tenemos conocimiento... fuera del creado por el placer, y existe en nosostros solamente por placer... El conocimiento, tanto del Poeta como del Hombre de Ciencia, es placer. Habitualmente desdeñamos los placeres del farmacófilo, al menos los de quienes rinden pleitesía a drogas que no acostumbramos a tomar, mientras aceptamos tácitamente, e incluso admiramos secretamente, los placeres de los «trabajómanos», que quizá adquirieron más

merecimientos económicos que nosotros, y disfrutamos o envidiamos a un lúbrico Don Juan sus conquistas concupiscentes, si son pusilánimes. Pero no es necesario apresurarse demasiado en el menosprecio de deleites divergentes, no sea que pasemos por alto algo importante. Hemos visto que la ebriedad es parte de nuestra herencia biológica natural, e indudablemente ha desempeñado un papel crucial en nuestra evolución cultural, si no biológica; que los embriagantes pueden en realidad proporcionar un placer «más robusto y duradero» que la alimentación o el apareamiento. Me parece que el farmacófilo, lejos de deambular por el mal camino, corrompiendo peligrosamente circuitos de placer robados –desatando tumultos con sus recompensas renegadas– está abriendo atajos más directos hacia placeres prístinos y poderosos, no abstraídos artificialmente vía complejos sistemas sociales, políticos o económicos, ni teóricamente dependientes de otros, cuyos caprichos pudiesen frustrar nuestros designios. En ausencia de cualquier perjuicio para otros, y de autodestrucción tanto corporal como socioeconómica, ¿qué problema concebible podemos tener con los placenteros pecadillos de otros? ¿Osamos menospreciar farmacófilo, desesperados por encontrar sendas más directas hacia placeres más puros de lo que nos permiten nuestro pudor, prudencia, pusilanimidad o prejuicio? Las personas buscarán sus placeres en los embriagantes, nos guste o no; la gran mayoría de nosotros lo hacemos ahora, por lo que sabemos siempre ha sido así, v espero que lo siga siendo siempre. La prohibición sólo puede distorsionar y pervertir la continua expresión de este impulso animal básico; como dijo Huxley, la única Justificación posible podría ser el éxito, pero su manifiesta falta de éxito es obvia para cualquiera que preste atención, aunque siga atrayendo a quienes derivan sus placeres de tratar de controlar y manipular a otros, probablemente devotos de los embriagantes legales. La búsqueda de placeres farmacológicos es algo dado, y el mejor servicio que la ciencia puede prestar en este aspecto es hacer que esta búsqueda resulte más segura y placentera. Bien puede ser que algunas personas necesiten desesperadamente antiembriagantes, drogodisforiantes y, el resto de ese arsenal militar de balas, mágicas para la adicción, que pueden resultar tablas de salvación para ellos, hasta el extremo de aclamar a sus descubridores como mesías suyos. Pero la gran mayoría quienes se consienten ebriedades no están fuera de control, con lo cual no sufre que estén entregados a este comportamiento por la simple razón de ser agradable, en realidad mitiga algunas de las anomias inherentes a la vida. Como señaló Huxley quien ofrezca algún sustituto «eficiente pero sano» para los

imperfectos embriagantes actuales, sin duda «se contará entre los benefactores más insignes de la hum¡dad sufriente». Además, es innegable que los embriagantes pueden potencialmente proporcionar gratificaciones rnás allá del placer y el goce. Después de todo, los estimulantes y esteroides se han prohibido en cl atletismo organizado porque claramente incrementa el rendimiento. Si no mejorasen el rendimiento, si en lugar de eso redujese la capacidad atlética, que atleta que se precie cargarla con este handicap, y por qué iba a ser considerado necesario prohibir su consumo? 114 Por lo que respecta a la producción intelectual o artística, vimos en la página 13 que Baudelaire veía en la ebriedad vinosa «el medio tradicional del arte», y que el arte más antiguo de todos –el rupestres de inspiración chamámca, cuya esencia extática es la ebriedad visionaria. 73 A que a algunos les parecerá sofisticada la opción personal y el chauvinismo feroz de Baudelaire, el entusiasmo de los artistas por los embriagantes es legendario. Por otra parte, no hay duda de que los índices mensurables de rendimiento mental o cognoscitivo humano son susceptibles de aumento farmacológico, y los llamados nootrópicos o «drogas listas» tienen sus ávidos adeptos, a pesar de las dificultades manifiesta a la hora de medir objetivamente la inteligencia básica. En cuanto a los embriagantes clásicos, resulta evidente que cuando menos los estimulantes pueden incrementar el rendimiento mental o intelectual, dramáticamente, en algunas personas. 115 Además afirmaría, como sugerí en la página 50, que cualquier droga psicoactiva puede ser una «droga lista» para alguien, y al mismo tiempo ser potencialmente lo inverso para otra; es decir, de igual modo casi cualquier droga psicotrópica puede ser una «droga tonta» para alguien. Mientras algunos individuos son claramente capaces de extremas adicciones a la anfetamina, que llevan a la ruina funcional vidas y carreras, otros, según vimos, pueden ser transformados como por encanto, pasando de diablillos hiperactivos incorregibles – deficientes para el aprendizaje e ¡neducables –a estudiantes con capacidad e inteligencia ordinaria. ¿Quien puede negar que la misma categoría de drogas embriagantes –las anfetaminas– funciona por una parte como drogas tontas destructivas, y por la otra, como drogras listas supererogatorias? Por la misma razón, se estima que el 5% de la población mundial padece depresión, lo cual puede ser una desventaja frustrante. Algunos tipos de depresión responden bien a anfetaminas, otros a opiáceos; en realidad, algunos casos intratables de depresión no mejoran con la terapia antidepresiva convencional, pero pueden tratarse con opiáceos. Opiáceos similares muestran ser adictivos e ¡ncapacitanles en si para una pequeña minoría de usuarios; decididamente, su droga tonta. Aunque no hablamos en términos de inteligencia per se, si los opiáceos o las anfetaminas pueden ayudar a

superar la depresión, potencialmente devastadora, Y capacitar a algunas personas deprimidas para funcionar más o menos normalmente, sin duda representan drogas listas para esos individuos.116 Se estima que entre el 5 y el 10% de la población mundial padece ansiedad grave, lo cual también puede comprometer o impedir dramáticamente cualquier funcionamiento socioeconómico ordinario. El tratamiento más común para la ansiedad clínica es la terapia ansiolítica con benzodiacepinas,26 cuyo consumo está tan extendido que en 1975 se determinó que un 15% de la población usana las había tomado en un momento u otro –100 millones de prescripciones, contribuyeron a vender 500$ millones de Valium® sólo ese año. Las benzodiacepinas se consideran «drogas de abuso» y bien pueden ser drgas tontas para algunas personas, pero para aquellos cuya ansiedad tiende más a la angustia y el terror abyecto que al desasosiego, pueden ser la diferencia entre acurrucarse en un rincón y tener una carrera de éxito, drogas listas aliviantes. Ya hemos visto que hay concomitancias neuroquímicas significativas entre estas benzodiacepinas y el alcohol. 89 El alcohol es sin duda una droga tonta devastadora para aproximadamente el 10% de consumidores que se habitúan excesivamente a su uso, pero es innegable que un gran número de sus consumidores controlados están automedicandose satisfactoriamente su ansiedad vía alcohol, que bien podría ser una droga lista para ellos. 117 Naturalmente, oimos un montón de críticas sobre la medicalización de las aflicciones y tribulaciones cotidianas de la vida misma, ya que para algunos cierto grado de ansiedad no es una enfermedad sino una respuesta saludable, de hecho razonable a amenazas y problemas reales. Algunos han llegado a afirmar que el dolor y el sufrimiento son inherentemente buenos y virtuosos, o al menos imprimen carácter v fortaleza; así pues, escudando farmacológicamente a las personas de las «hondas Y flechas de la atroz Fortuna», estamos privándoles forzosamente de oportunidades para adquirir o demostrar fibra moral –aunque tiendo a comulgar con los sentimientos de Blake expresados en la página 45. Además ¿qué derecho tiene alguien a desestimar tan alegremente las calamidades de otro, que, por supuesto, invariablemente serán tan insignificantes como ajenas sean a la propia experiencia? Comprendemos sin dificultad, incluso consentimos y protegemos, la incapacidad que congénita o adquirida, aunque contemplamos la incapacidad psicológica con desconfianza, refractándola a través de lentes moralizantes, que tienden a considerar inhibición o incapacidad como indolencia. Quizá alguna «medicación» con Valium® constituya poco más que una muleta farmacológica, ¡por no mencionar la

automedicación con alcohol!. Algunas personas necesitan muletas, ¿qué diantres hay de malo en ello? Nunca juzgaremos a una persona moralmente débil porque necesita gafas para ver el mundo con claridad; ¿por qué, entonces, debemos moralizar sobre si otro depende de alcohol o Valium® para ver el mundo tranquilamen con optimismo y buen ánimo? Un libro reciente91 ha examinado por extenso la llamada «psicofarmacología cosmética», con el consumo de drogas «abrillantadoras del ánimo»» como el Prozac® tanto orientado a medicar trastornos clínicos claramente definidos, como a la que personas tenidas por sanas con arreglo a los criterios actuales se sientan normales; e incluso, en algunos casos, a sentirse mejor que bien. Aún admitiendo que «paciente anhedónico» que toma Prozac® y el usuario automedicado de cocaína están tratando ambos de «compensar capacidades hedónicas disminuidas», y reconociendo que la petición de esta droga por parte de un paciente «normal» equivalente a pedir «cocaína legalizada», el psiquiatra Peter D. Kramer, autor del libro, efectúa una prestidigitación filosófica, en un intento por marcar la diferencia entre ambas. Al final censura blandamente los embriagantes ordinarios, precisamente por cortocircuitar el «proceso hedónico», por ir directamente a la fuente de placer por no llegar a ella tortuosamente, vía acciones indirectamente placenteras; mientras da por bueno el Prozac®, que más bien «proporciona a las personas anhedónicas acceso a placeres idénticos a los disfrutados por otras personas normales en sus actividades sociales ordinarias». A mi entender, esto es un circunloquio sofístico... basta observar que, como ya vimos, la mayoría de las personas «normales» concede un lugar de honor a los embriagantes, entre las «actividades sociales ordinarias» disfrutables. Un «farmacógrafo» lo expresó mucho más llanamente: «La diferencia entre Prozac y el Éxtasis es fundamentalmente una cuestión de marketing». No, como Kramer observa correctamente, el quid de ese asunto es: «hedonismo –¿debemos consumir drogas por placer?». Está metiendo el dedo justo en la llaga cuando comenta: «entramos en una época donde la medicación puede utilizarse para incrementar el funcionamiento de la mente normal». La cuestión no es tanto distinguir el incrementador médicamente prescrito de cualquier sucedáneo autoadministrado, sino diferenciar enfermedad y disfunción de gusto e indiosincrasia; distinguir anormalidad y el anticipable amplio margen de la individualidad neuroquímica humana, donde puede concebiblemente no haber norma.118 En el último capítulo vimos que la incipiente ciencia farmacogenética proporciona innumerables ejemplos de «polimorfismos» o mutaciones/variaciones genéticas en las proteínas del sistema

nervioso–enzimas clave, neuroreceptores, transportadores, etc. –que son cruciales para el funcionamiento cerebral y pueden influir drásticamente en el metabolismo y la sensibilidad de ciertos individuos a drogas embriagantes particulares, así como ordenar susceptibilidades idiosincráticas a las caricias enervantes de diversas clases de euforizantes. La otra cara de la moneda de la ingeniería psicofarmacológica, como comentamos_en el último capítulo, es dilucidarlos polimorfismos genéticos humanos que interfieren con el funcionamiento neural básico, y conducen a gustos y susceptibilidades variables en relación con los embriagantes, para desarrollar tecnologías biornédicas que pueden identificarlos en análisis de sangre y otros exámenes médicos rutinarios. Comprender las indiosincrasias en materia de embriagantes indicará las mejores terapias para quienes sucumben a adicciones incontroladas, y permitirá advertir a las personas sobre potenciales debilidades constitucionales en relación con ciertas drogas, pudiendo así optar por evitarlas, antes de que «viajen allí y frecuenten a la Chusma Equivocada». Inexorablemente se sigue, por supuesto, que tal como ciertas personas pueden padecer debilidades constitucionales congénitas con respecto a cierta clase de drogas embriagantes, podrían tener debilidades constitucionales congénitas que podrían compensarse, o incluso superarse, mediante un euforizante lúdico u otro. Ya hemos examinado un caso extremo en relación con esto [vide supra, pág. 53]93 –el fuerte consumo de tabaco de los esquizofrénicos– que se ha mostrado relacionado con cierta mutación particular en el gen de un neuroreceptor colinérgico «nicotínico». Como en un modelo animal la nicotina del tabaco temporalmente normaliza o supera una consecuencia neurológica de este defecto –que constituye un síntoma de esquizofrenia– no puede negarse que ese fuerte consumo de tabaco típico en los esquizofrénicos representa su intento satisfactorio de «automedicar» este rasgo neurológico congénito particular. 119 Por el mismo motivo, algunas personas son inherentemente hipersensibles al dolor, quizá debido a un gen defectuoso para una enzima clave en la síntesis de opiáceos endógenos.84 Es lógico que este defecto esté relacionado con un gusto por los opiáceos, y una susceptibilidad a su consumo habitual; pero incluso esa ingesta de opiáceos puede representar una «automedicacion» razonable de dicho rasgo, útil para «normalizar» el metabolismo del m¡smo modo que la insulina exógena normaliza el del diabético. Las anfetaminas son claramente drogas listas para las víctimas de «trastorno de hiperactividad con déficit de atención», 115 y ayudan dramáticamente a la concentración «afinando» de alguna manera sus cerebros. Seguramente, algunas personas que toman anfetaminas sin receta médica están tratándose el mismo trastorno o uno similar, utilizando

la droga para compensar su déficit neuroquimico, tal como el coctel podría servir como Valium®del hombre pobre. Tanto los opiáceos como las anfetaminas tratan satisfactoriamente algunas formas de depresión,116 y podemos estar seguros de que algunas personas se los autoadministran por esa razón. ¿Quien sería tan desconsiderado, como para atreverse a tildar de vicio lo que puede ser una terapia eficaz, una respuesta racional al debilitador sufrimiento? Si duda, tal «automedicación» apenas superará el lenitivo, pero no hay pruebas convincentes de que las terapias antidepresivas, ansioliticas y antiesquizofrénicas116,117,119, sean sino paliativas, y está por saber si estas terapias convencionales son más eficaces o económicas, en casos dados –para algunas personas, son decididamente menos accesibles. La mayoría estará de acuerdo en que la esquizofrenia es un defecto, que es razonable tratarla con drogas, incluso aunque solamente se alívien sus síntomas, y pocos escatimarían al esquizofrénico un chute de nicotina, que después de todo es legal, Podría esperarse una tolerancia algo menor hacia una automedicación opiada la hipersensibilidad al dolor, admitiéndose una laxitud mucho mayor para quienes pueden pagar consultas médicas y recetas de codeína. Disolver los problemas de uno en alcohol es un remedio casero poco menos que universal, y hemos visto que el curso al Valium ® ha sido rampante. Pero supongamos que el trastorno que ha de ser tratado profesionalmente o automedicado es lo que Kramer denomina anhedonia o «capacidades hedónicas disminuidas», ¿qué diríamos entonces? Aquí se debate la intensificación del placer, no la medicación de alguna enfermedad, y en real¡dad no importa que el tónico hiperhedonico sea el Prozac® medicantente prescrito o la cocaína autoadministrada. Quienes rechazan perentoriamente todo placer farmacológico deben forzosamente repudiar ambas cosas; viceversa, quienes en principio aceptan las drogas de placer, las aceptarán por igual. No es mi intención evaluar si los paliativos farmacéuticos puediesen o no ser superiores a sus sustitutos profanos: clorpromacina contra cocaína; Prozac® opuesto a porros; vodka versus Valium®. Más bien propondría que no necesitamos como diagnósticos de enfermedades imaginarias, como la «anhedonia», para justicar el incremento de placer farmacológico: la mayoría, diaria y resonantemente, lanza a favor de ello los votos cristalinamente claros de sus hábitos de cafeína, alcohol tabaco, marihuana e innumerables análogos. Nada podría ser más «normal» que la búsqueda farmacológica del placer, aunque consentírselo inmoderadamente pueda conducir a algunas personas dd placer a la perd¡ción. Bien podríamos definir cualquier hábito

exagerado como patología, como cierto tipo de obsesión, pero la gran mayoría se consiente los euforizantes por el placer que proporcionan, y la individualidad neuroquímica que predestina nuestros gustos y tendencias divergentes hacia drogas particulares no es más patológica que la individualidad gustativa, que ordena gustos multifarios con respecto a alimentos. Más allá del principio de placer, ciertos embriagantes funcionan ulteriormente para muchas personas como drogas listas, que ayudan a superar alguna deficiencia neuroquímica inherente, y capacita para ser más felices, más productivos, para sentirse mejor. No se trata de que la ciencia médica deba aún descubrirla naturaleza dañina de sus trastornos, y etiquetarlos como entidades clínicas con quimioterapias apropiadas. Según creo, se comprobará que, en la gran mayoría de los casos, no está implicada ninguna patología auténtica, sino sólo sutiles variaciones en un sistema increíblemente complejo, con miles de millones de células cerebrales interconectadas vía quizá 100 neurotransmisores, muchos con múltiples subtipos de receptores, siendo el conjunto un sólo órgano dentro de un organismo complicado y sujeto a control hormonal, al medio nutritivo interno, y al medio externo, etc. Las posibilidades de indiosincrasia neuroquímica, de fenotipos conductuales, quizá están solamente limitadas por el número absoluto de animales humanos existentes, todos únicos; a este respecto podría resultar que no hay individuo «normal» que contrastar cualquier individuo anormal, y mucho menos los gustos de ella o él.120 Más allá de muchas patologías definidas, creo que la neurociencia nos revelará cada vez más nuestra asombrosa o, mejor aún, ilimitada diversidad –como en rostros o huellas dactilares– quizá con características raciales, configuraciones familiares o rasgos prominentes, pero cada uno de nosostros único y especial, cada cual de cierta índole; nuestra infinita intrincación e idiosincrasia, no obstante, injertada en ese cerebro arcaico, «reptiliano»... entramado de circuitos cerebrales tableados... matriz milenaria de motivación mesencefálica... rinencéfalon reptiliano recompensador... senderos de placer primigenios... leche del Paraíso: Llamar a esto animalístico es estar equivocado: este proceso está muy por debajo de los animales, por debajo de los reflejos, está cerca de las raíces, la tiza y la piedra. Esto no es la apatía de una raza agonizante, no es degeneración... es algo más primordial... [Gottfried Benn, Provoziertes Leben (Vida provocada), pág. 334; 48–49 de la traducción]38

Debemos aprender a deleitarnos con la diversidad, a no demonizarla, y a nuestros; congéneres les debemos cuando menos liberal tolerancia para con sus fútiles flaquezas; compasión católica por cada fatídica debilidad que constituye la herencia de la carne humana –porque tan diferentes somos en cada fragmento como semenjantes somos. Las balas mágicas para la adicción son santas y buenas, siempre que su consumo sea voluntario,121 pero la neurociencia prestará mucho mejor servicio a la humanidad con un programa práctico de ingeniería psicofarmacológica. Nuestras arbitrarias y punitivas «Leyes de Salud Pública» están pervirtiendo y patologizando pasatiempos primarios impermeables a la legislación, y hora es de acometer un verdadero cambio de política en salud pública, hora de que la política pública refleje la predilección privada, reconociendo en el disfrute de los euforizantes esa senda bien trillada en la perenne búsqueda de la felicidad que nuestro gobierno ha jurado proteger. Protección, no persecución, la política pragmática es nuestro derecho, no más sermoneo, santurrón y cínico, ni fantasías fetichistas sobre una «América libre de droga»122 que jamás ha existido ni existirá; eso no es más que un placebo político. Los placeres farmacológicos están aquí para quedarse, y debemos aceptarlo para ser capaces de fundar las políticas en prevención y protección, y no sobre prevarización y propaganda. Si las drogas con las que nos deleitamos causan perjuicio, suavizemos sus toxicidades, desactivemos sus peligros... si las personas quieren disfrutar de euforizantes, que obtengan los placeres más puros, los éxtasis más exquisitos que la farmacología pueda proporcionar. Sólo la farmacohedonología puede llevarnos desde nuestra parálisis actual al paraíso psiconáutico.

Psiconáutica y Farmacohedonología Naturalmente, alguien inmediatamente mencionará la noción de perjuicio, individual y racial. Drogas, intoxicaciones, éxtasis, exhibicionismo espiritual –todo esto suena infernal a la mayor parte de la gente. [...] Pero... un estado que lanza guerras donde mueren tres millones de hombres en tres años difícilmente está en una posición para poder hablar

de perjuicio... El asunto no es el perjuicio, sino los principios, y el tipo que uno desea adoptar. Gonfried Benn Provoziertes Leben [1941] Los farmacopuritanos sin duda persistirán en su perentorio rechazo de todos los placeres farmacológicos –al menos los de otras personas– mientras muchos médicos interpretan que la terapia es una incumbencia exclusiva de la farmacología, aunque no sean nada reacios a diagnosticar como patología incluso la falta de placer. Para muchos, un interés demasiado vigoroso por el placer es ipso facto patológico; una busqueda demasiado ávida y directa es pervertida. Algunos pueden estar dispuestos a perdonar las drogas psicoactivas como compensación de déficits neurológicos, siempre y cuando sean tratados como enfermedades y disfunciones–Valium® para la ansiedad, Ritalin® para trastornos en el aprendizaje. Pero ¿qué hay sobre la «farmacopotenciación» de la capacidad personal, la optimización del rendimiento, el uso de la medicación «para incrementar el funcionamiento de la mente (y el cuerpo) normal?» ¿Admitirá la medicina moderna esta «psicofarmacologla cosmética»? No olvidemos que todo el armamentárium de la tecnología médica ha estado largo tiempo al servicio de la «cirugía cosmética», y que la «farmacología cosmética» ya existe –prueba de ella son el minoxidil o Rogaine ® [Merck Index 12: 6290] para retrasar el calvicie, y el ácido retinóico o Retin–A® [Merck Index 12: 8333] para borrar las arrugas. Décadas antes del Prozac® había florecido ampliamente una especie de farrnacopotenciación, por el hipotensor propranolol o Inderal® (Sumial®) [Merck Index 12: 8025], muy favorecido por músicos y otros ejecutantes, para automedicar la (para ellos) potencialmente paralizadora enfermedad... ¡del miedo escénico! 123 En esta época de «potencial humano» obsesionada por ejercicio y dieta, suplementos nutritivos, drogas listas, drogas y tecnologías de «extensión vital» o antienvejecimiento, regímenes de culturismo e inyecciones reforzadoras de hormonaesteroide–denigradas como «bricolage corporal»–donde la tecnología farmacéutica y otras trabajan escrupulosamente para favorecer el crecimiento personal y la Autorrealización; ¿hay alguna incoherencia en demandar euforizantes superiores y más seguros, nuevas y pletóricas prótesis farmacológicas, ópticas correctoras cristalinas, lentes límbicas lenitivas para reducir cualesquiera insuficiencias latentes o inescrutables ocultas en el sistema nervioso humano? La propia civilización es un proceso que favorece las potenciales humanas, el conocimiento y la tecnología incesantemente extendidos, que amplían nuestro lapso vital, mejoran nuestra salud y nutrición, ofreciendo constantemente posibilidades que

ningún profeta presagió en períodos pasados. Incluso el filósofo yanqui Henry Thoreau [1817–1862], uno d los críticos más caústicos del «progreso», concedió que la civilización constituía: «un verdadero avance en la condición del hombre», aunque añadiese al respecto: «sólo los sabios aprovechan sus ventajas». Lo mismo acontece con la farnacopotenciación de la capacidad personal –sólo los sabios aprovecharán de las ventajas que pueda conferir. Una profusión de senderos penitenciales hacia la prodigalidad– patéticos pretextos para la perdición personal– tal vez sea el horizonte farmacológico aquellos cuya propensión es malgastar oportunidad y potencial. 124 Los defensores de los potenciadores recetados, paliativos farmacéuticos como Prozac® han intentado diferenciarlos de potenciadores proscritos como la coca¡ y las anfetaminas, alegando que, a diferencia de los segundos, los primeros contrarrestan cierta «conservación del humor» –decretando que todo incremento o potenciación debe inevitablemente ser reembolsado con intereses, mediante un correspondiente «derrumbe, o depresión y debilitación [vide supra, pág. 76]92 aparente analogía con el principio termodinámico de «conservación de energía» que ni se crea ni se destruye –es tan ridícula como es manifiestamente espuria. ¿Se argumentará que la felicidad del hoy forzosamente habrá de ser compensada a la tristeza del mañana, o es que esa «conservación del humor» rige tan sólo para alteraciones farmacológicas del humor (que, como ya hemos visto, son por la regla general naturales y no artificiales, suscitando la inevitable cuestión: ¿que razón de ser neurofarmacológica explica la hegemonía de la «conservación del humor» en casos de farmacoactivación exógena de circuitos cerebrales de recompensa, en contraposición a la farmacoactivación generada endógenamente; y como puede ser el Prozac® aplicado exógenamente esté exento de su jurisdicción?)? Naturalmemente no hay «conservación del humor», fuera de ilógicas especulaciones, cogidas por los pelos, mal concebidas y a medio guisar, hechas por dilettanti descosidos, disimuladores disyuntivos de drogas. Sin duda, el consumo inmoderado o pródigo de euforizantes, especialmente de los más tóxicos, como el alcohol, puede provocar resacas, que pagan la diversión de la larga noche con miseria la mañana siguienre. Por otra parte, la euforia etanólica sobreviene con prontitud tras un consumo moderado, y devuelve rápidamente a disforia cuando el usuario se consiente más cantidad. Superar el límite de uno –la intoxicación –es ese sobreconsentirse que provoca vértigo, náusea y entorpecimiento, que engendra resacas. El bebedor moderado sabe cuando parar, sabe que el ardiente beborrotear es contra placentero, y puede disfrutar de la euforia etanólica con

impunidad. Lo que disipa el deleite en disforia es el propio despilfarro del bebedor; una perpetuación del humor –el mal uso de medianoche fabrica el malestar de mañana. Tampoco se puede argumentar que enervación procede de los efectos energizantes de la cafeína; 125 y los grandes consumidores de tabaco están tanto más agotados a la mañana siguiente que los consumidores moderados o los abstemios. Debemos tener presente que el alcohol se cuenta entre los euforizantes más tóxicos que existen cancerigeno, teratogénico, neurotóxico y hepatotóxico– y que esas bearitudes báquicas son corpóreamente estrepitosas, cargadas de efectos secundarios que van desde los desagradables hasta los incapacitantes. Hemos aceptado una de las drogas más «inmundas» con los brazos abiertos, pero no debemos proyectar sus tendencias tóxicas a otras delicias menos venenosas. Sin embargo, hemos visto que 9 de cada 10 consumidores de etanol han hecho las paces con esta droga, y la engullen para que produzca placer en lugar de dolor. Incluso hay evidencias de que beber con moderación, al menos vino, supone beneficios para la salud, indudablemente relacionados con su capacidad para aliviar estrés y tensión, agentes patógenos de la civilización, produciendo de este modo placer, que es el más saludable de todos los humores. Necesitamos desesperadamente una ciencia imparcial, no doctrinaria, de la farmacohedonología, que comience investigando la farmacología del placer desde sus raíces, nuestras sendas cerebrales de recompensa. Esta investigación básica en farmacohedonología está ya en camino, aunque infestada por la perversa ideología de la farmacopatología. La divulgación actual de la quintaesencia del deseo debe combinarse con una disección farmacogenética de los mecanismos de la idiosincrasia embriagante, al servicio del descubrimiento de la droga tonta y la selección de la droga lista individual. Mientras tanto, esta ciencia básica debe complementarse con investigación farmacohedonológica aplicada, con Ingeniería psicofarmacológica de euforizantes más específicos y menos tóxicos. Sólo entonces podremos presumir de entender la farmacología del placer; aspirar a una ciencia sobre drogas de placer basada en parsimonia farmacológica; a un eudemonismo de euforizantes. Un elemento esencial de esta farmacohedonología aplicada es la Posología psiconáutica–una investigación minuciosa sobre medios óptimos para ingetir embriagantes optimizados. Por tanto la farmacohedonología es una ciencia cuatripartita: investigaciones científicas básicas sobre farmacología del placer y farmacogenética de la idiosincrasia embriagante, combinadas con las ciencias aplicadas de la ingeniería psicofarmacológica y la posología psiconáutica.

Ya hemos discutido con cierto detalle todo menos esos aspectos posológicos pero antes de proceder a este asunto son pertinentes algunas observaciones sobre la ética de las pruebas genéticas. Se ha expresado mucha preocupación sobre el posible mal empleo de información derivada de pruebas genéticas, por ejemplo en discriminación ocupacional o de otro tipo, basada en rasgos «indeseables». Es innegable que en este punto existen riesgos reales, y hay ya leyes sobre los usos de información genética. 126 Claramente, las pruebas genéticas que divulguen cualquier predilección innata hacia el hábito alcohólico, o de otras drogas, pueden ser injustamente utilizadas para negar empleo o contrato de seguros. Por consiguiente, es imperativo que esta tecnología sea desarrollada en forma de productos de consumo, como equipos de análisis caseros análogos a los de análisis de embarazo o nivel de azúcar en sangre que actualmente están a disposición del consumidor. Esto permitiría a las personas mantener privadamente, como debe ser, esa información útil pero íntima. Además, esta estrategia militaría en favor de la autoconfianza y la responsabilidad personal, y contra la creciente ola de tecno– impotencia, particularmente en cuestiones médicas. Ya es hora de que reafirmemos hegemonía sobre nuestras mentes y cuerpos; de que pongamos coto a hierofantes higiénicos y sus secuaces en el gobierno, que obfuscan y disimulan con tecnología y jerga; que monopolizan la firma y osan decretar qué medicinas y euforizantes están permitidos en su perversa farmacracia, su dictadura duplícita de drogas. Aquello que con toda razón Thomas Szasz ha condenado por infantilizacion psiquiátrico/médica del ciudadano, a indudablemente su cenit cuando burócratas arrogantes deciden por nosotros podemos y qué no podemos ingerir o inyectarnos, tanto si nuestra meta es la terap¡a, el placer –o ambos.127 Sometiéndonos cobardemente a la tiranía de «Zares de la Droga» no electos, los ciudadanos de los Estados Unidos consentimos degradantes asaltos a la dignidad humana –orinálisis en el trabajo, «pesquisas de cavidades corporales» en aduanas –no envilecida y deshonrada por las drogas, sino por nuestra obsequiosidad. Como era de esperar, hoy está de moda que los fumadores cun cáncer pongan pleitos a las compañías tabaqueras, como si hubiesen sido forzados a ingerir sus productos como tantos indefensos animales de laboratorio –¡el macho «Hombre de Marlboro» patéticamente transmutado en un canijo lloriqueante, incapaz de resistir humeantes cantos de sirena! Cuando no asumimos responsabilidad por las drogas que consumimos, los gobiernos nos despojan condigname de nuestras libertades y nuestra dignidad, como quitándole el caramelo a los bebés que nos hemos convertido. Ya es hora de que maduremos, mientras haya tiempo.

La habituación al tabaco/nicotina servirá admirablemente como cinosura en un examen sobre posología psiconáutica. Hemos visto gue el tabaco era la prototípica droga «adictiva», que es una de las habituaciones más extendidas, que sojuzga a un tercio de los adultos usanos, y que el tabaco en forma de cigarrillos es considerado la droga más adictiva y mortífera [vides supra, págs. 59 y 70]100,112 Como señaló el «drogabusólogo» usano F. Leavitt, definir nuestro «abuso de drogas» por consecuencias, antes de por decreto político, significaría que: Muchos entre los 68 millones de usanos que han probado la marihuana ya no seran clasificados como drogoabusadores; pero prácticamente la totalidad de los 55 millones de fumadores usanos de cigarrillos en la actualidad sí lo serán. [Drugs oj Behavior, pág. 188] Quienes consideran que la proscripción y un mercado negro son concomitantes indispensables de la «drogadicción» se sorprenderán al saber que incluso sin prohibición, algo como el 30% del consumo mundial de cigarrillos proviene de venta en mercado negro, y que el prototipo de «guerra a las drogas» –repleto de purgas a oficiales de aduanas corruptos e informantes encubiertos– ¡fue el control británico del siglo XVIII sobre la importación de tabaco! Finalmente, para quienes ilógicamente se niegan a reconocer como «drogas» al tabaco y la nicotina, vale la pena mencionar que los expertos consideran que la neurofarmacología de la nicotina es extraordinariamente similar a la de la cocaína, y que sujetos experimentados a quienes se suministró inyecciones intravenosas de nicotina, invitados después a identificar la sustancia en una lista de drogas psicoactivas, ¡pensaron en la mayoría que habían sido Inyectados con cocaína o anfetaminas!, 128 Un principio posológico crucial a establecer, de vital importancia en el caso de , tabaco/nicotina como de muchas otras drogas, es que la forma cruda (planta) de la droga puede ser más tóxica que algún principio activo purificado. En su libro pionero The Natural Mind23 que puede justificadamente considerarse como Biblia del movimiento «organófilo», el popular ensayista médico Andrew Weil defendió como primera regla general práctica: «consumir las drogas naturales de forma natural» manteniendo que sería más seguro y más saludable consumir opio en lugar de heroína; coca antes de cocaína; cerveza y vino en vez de licores. Si bien puedo estar de acuerdo con Weil en estos casos particulares,34,35 estoy en franco desacuerdo con elevar esto a regla general, y decididamente es del todo falso en el caso del tabaco. La nicotina aislada y purificada de las hojas de tabaco

cultivado revela una toxicidad aguda extrema (se considera que incluso 1–2 gotas de aceite de nicotina puro, o 60–120 mg., aplicadas en la piel, sería suficiente para matar a un ser humano adulto vía paro respiratorio, pero en el uso chamánico se toleran dosis extremadamente altas de tabaco, y la toxicidad crónica del consumo lúdico repetitivo y diario de nicotina per se parece ser nominal, comparada con las toxicidades de otros componentes del tabaco típicamente ingerido. Aunque la contribución de la nicotina a la toxicidad cardiovascular del hábito al tabaco permanece oscura, una reseña reciente alegaba «escaso riesgo cardiovascular» por administración de nicotina pura en individu sanos, y la principal secuela adversa para la salud por hábito al tabaco–cáncer de pulmón y enfisema–claramente resulta de fumar tabaco, y. se ha adscrito a innumerables subproductos de la combustión del llamado alquitrán del tabaco, no a nicotina en sí misma. Puesto que se piensa que la nicotina es el elemento «adictivo principal del tabaco, e indudablemente explica su extendido consumo como embriagante chamánico, considerables esfuerzos se han orientado hacia estrategias «sustitución de nicotina» o haciendo que la nicotina pura resulte asequible como alternativa al tabaco. Además, se ha descubierto recientemente que en realidad la nicotina en sí posee cierta utilidad terapéutica.129 Por otra parte, la sustitución de nicotina en general se ha defendido como estrategia a corto plazo para desacostumbrar a las personas del tabaco, y más también de la nicotina, comulgando con la ideología de la farmacopatología misántropica, descarriada y predestinada al fracaso. Una propuesta mucho más sensata sería diseñar sustitutos para la nicotina más seguros y eufóricos [vide supra, pág.70], tiempo que se desarrollan medios más saludables y eficientes de suministro de la droga. El deber de la ciencia es eliminar la toxicidad del hábito al tabaco, no intentar de manera poco realista, privar a la humanidad de sus placeres. Últimamente, unas voces científicas se han alzado en defensa de las delicadezas nepénticas de la nicotina, pero quizá nadie lo expresó mejor que el escandaloso actor y poeta irlandés Oscar Wilde [né Fingal O'Flahertie Wills, 1854–1900]:7 «Un cigarrillo es el tipo perfecto de un placer perfecto. Es exquisito, y le deja a uno insatisfecho. ¿Qué más puede uno desear?, [vide supra The Picture of Dorian Gray, publicado original en 1891]. El inglés Michael A.H. Russell, experto en tabaco y adicción, resumió optimamente la situación, observando: 130 Lo que mata son las impurezas del tabaco y su humo, mientras que la nicotina proporciona la mayor parte del placer, estimulación y alivio del estrés. Aquello

que merece la más seria consideración no es tanto el potencial de formas más puras de nicotina como ayuda temporal para dejar de fumar, si no sus potenciales usos para la autoadministración a largo plazo. Los productos convencionales del tabaco pueden ser en el futuro tan arcaicos como ahora resulta el uso no refinado de alcaloides en medicina popular, en comparación con los productos modernos de la industria farmacéutica. El principio para todas las drogas ha sido purificarlas tanto como sea posible. Si la industria del tabaco no hace esto con su droga, lo hará la industria farmacéutica. Si bien fumar ofrece la ventaja indudable de una rápida y eficaz suministro de droga al cerebro, es bastante obvio que se trata de una de las vías de admistración menos saludables, que puede provocar incendios y otros accidentes, y tiene el correlato poco ético de exponer potencialmente a otros a drogas que quizá no quieran ingerir. Ha habido un número considerable de investigaciones sobre posología psiconáutica de nicotina, y ya se han desarrollado varias alternativas prometedoras para su suministro. Desgraciadamente la industria tabaquera y los fumadores se han fijado en los llamados cigarrillos «bajos en nicotina» como alternativas posológicas presuntamente más seguras, lo cual es contraproducente. En primer lugar, la industria tabaquera ha logrado ingeniosamente reducir los contenidos de alquitrán y nicotina, iprincipalmente mediante reducir la cantidad de tabaco por cigarrillo! Mientras antes de la II Guerra Mundial una libra de tabaco producía por término medio 324 cigarrillos (o 1,4 g. tabaco/cigarrillo) ¡hacia 1970 el término medio era 467/libra; y 523/libra en 1980 (o 0,87 g. por cigarrillo)! Esta brillante estratagema de marketing se logró empleando la llamada «sábana de tabaco», o restos de tabaco reconstituidos y prensados, en vez de hoja desmenuzada; más el llamado «soplado» de tal hoja. Así pues, ¡parece que en cada lado del cigarrillo industrial hay un «soplado» considerable! ¡Sin duda, esto es el epítome del astuto ingenio yanqui para el marketing! A medida en que los fabricantes de cigarrillos «soplan» sus productos, los fumadores se ven obligados a chupar trás de ellos –entre chupópteros anda el ' juego– y como era de prever, los datos indican que, enfrentados con unos productos bajos en nicotina, los compensan fumando más cigarrillos, o tornando más y más profundas caladas por unidad, y cosas por el estilo. Desde una perspectiva de salud pública naturalmente, tendría más sentido proporciornar cigarrillos altos en nicotina, que los fumadores no

podrían consumir vorazmente, ¡so pena de caer en trances adivinatorios ¡como tantos tabaco–chamanes warao! Ni por asomo la ingesta de tabaco implica tener que fumar, ni el cigarrillo es la modalidad definitiva de ingerir de tabaco. En realidad, hacia 1900 el mascar tabaco era con mucho el modo de ingesta preferido de los usanos, representando un 44% del consumo; sólo en 1941 se convirtieron los cigarrillos en la forma mayoritaria del consumo de tabaco en Estados Unidos en algunos paises europeos los cigarrillos no alcanzaron el estatus mayoritario hasta la década de 1970.131 Aunque sea discutible si mascar o inhalar constituyen medios más saludables de ingerir tabaco que fumar, nadie pone en duda las saludables ventajas de ingerir nicotina pura, en lugar de hacerlo a través de productos del tabaco; que ha conducido al desarrollo y refinamiento de formas de dosificar de nicotina pura, sans tabaco. Los primeros pasos en esta prometedora dirección fueron perfilados en un libro reciente, Nicotine Replacemenl. La alternativa más conocida es el chicle de mascar Nicorette® 112 que contiene 2 o 4 mg de polacrilexo de nicotina por pieza, pero mucho más prometedor es el Favor ®, un «cigarrillo sin humo», y la variante prototípico «casi sin humo» de R. J. Reynolds, Eclipse®. También hay un producto híbrido entre chicle y tabaco de mascar llamado – Masterpiece Tobac®, y la nicotina también está disponible en forma de parches adhesivos para absorción transdérmica, Nicoderm® y últimamente también como atomizador nasal, Nicotro®. En el caso del Nicorette®, la nicotina se comprime en una base de chicle masticable y se absorbe vía la mucosa bucal; mientras los parches Nicoderm® (disponibles en dosis de 10, 20 y 30 mg.) liberan nicotina gradualmente, que se absorbe percutáneamente sin dificultad. El ingenioso Favor® libera vapor de nicotina volatilizado, al chupar aire sin humo, calentado por una punta de carbón encendido, a través de un sustrato saturado de nicotina; y el Eclipse® implica, de forma similar, chupando aire caliente a través del propio tabaco. Actuando la bomba manual del atomizador de Nicotrol® (10 mg. Nicotina/1o ml.) suministra una neblina fina con 0,5 mg. de nicotina. La posología psiconáutica de algunos métodos alternativos para suministrar la nicotina se ha examinado, comparándose tanto con cigarrillos de tabaco como con la aspiración del tabaco en rapé. El chicle de nicotina es con mucho la alternativa mejor estudiada, y se descubrió que de una pieza de 2 mg., una media de 0,86 mg. de nicotina podía llegar al riego sanguíneo (1,2 mg. Por pieza de 4 mg.); mientras se ha dicho que los fumadores absorben 1,0 mg. de nicotina al fumar un cigarrillo típico, que contenga 1,4 mg. de la droga. Se supone que el período de vida media fisiológica (el tiempo para que el 50% de la droga absorbida sea metabolizada) de la

nicotina es de 2 horas. Aunque los parches de 20 y 30 mg. nicotina podrían producir niveles de nicotina en sangre equivalente o superiores a los de fumar cigarrillos, lo hacen mas lentamente, privando al consumidor del rápido y satisfactorio «flash» de placer. Únicaménte la administración de 2 mg. de nicotina en solución intranasal puede competir con la rapidez y «flash» de los cigarrillos – en ambos casos, los niveles máxirrros en sangre se alcanzaban en 7,5 minutos, aunque en el caso de la solución, eran algo inferiores a los producidos por los cigarrillos (14 contra 25 ng./ml. de nicotina). Presumiblemente, serían recomendables algunos ajustes de la dosificación intranasal (pero nótese que el Nicotrol® está calibrado para una dosificación total de 1mg., 0,5 mg. por ventana de nariz, cuando debería de suministrar una doble o triple cantidad), y se subrayó que esta forma de dosificación, a diferencia del chicle de nicotina (que requiere 30 minutos para alcanzar los niveles máximos en sangre; mientras las tres dosis de parches requerían 3, 6 y 8 horas, respectivamente), produciría «el «zumbido» nicotínico, una sensación «cabezona» o «vertiginosa» tipo droga, experimentada por los fumadores durante su primer cigarrillo del día». Vamos... ¿«tipo– droga»? ¡Llamemos al pan pan y al vino vino! Por lo que respecto a Favor®, se insinuó que la mayor parte del vapor de nicotina estaba siendo absorbido por las vías respiratorias superiores, en vez de por los pulmones, y aunque podían alcanzarse niveles en sangre adecuados con «caladas máximas», tomó 35 minutos para llegar al tope, lo cual es excesivamente lento. El tabaco de rapé era más o menos equivalente a fumar cigarrillos, en términos de farmacodinamica de la nicotina. 132 Sin embargo, debemos tener presente que solamente hay datos preliminares sobre formas de dosificación prototípicas, y que claramente hay esperanzas considerables tanto en la vía intranasal como en la estrategia del vapor de nicotina, si la dosificación y los parámetros físicos pueden manipularse para que permiten un suministro eficiente a los pulmones. No obstante, y curiosamente, la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos clasificó Favor® como un «dispositivo de suministro de drogas», sujeto a una experimentación y un escrutinio ruinosamente costosas, que desalientaron el ulterior desarrollo de esta prometedora iniciativa, ¡bajo la rúbrica de protección al consumidor! Ahora que las compañías tabaqueras pueden verse obligadas a acatar la regulación de la FDA en cualquier caso, quizá esto pueda seguir, y seguirá. La nicotina también podría suministrarse vía algún tipo de dispositivo inhalador, semejante a los utilizados para administrar medicamentos antiasma, e investigaciones recientes establecieron la viabilidad de un drogo–suministro vía «grandes partículas porosas».Tanto la hormona

peptídica insulina, de alto peso molecular, como la hormona esteroide testosterona, de bajo peso molecular, se administraban eficientemente con esta técnica, que seguramente también funcionaría con la nicotina. Además, la «liberación prolongada» controlada de tales drogas a través de los pulmones resultó prometedor.133 Si bien el suministro de nicotina presenta un mercado potencial vasto, sumada a perspectivas de mejorar un problema de salud pública importante, huelga decir que las nuevas tecnologías de drogo–suministro son aplicables a otros euforizantes, de tipo opiáceo –como heroína y morfina– y estimulante –como cocaína y anfetaminas–sin desdeñar el THC de la marihuana, que fumado puede acarrear problemas de salud similares a los de fumar tabaco. También en estos casos, alguna forma de dosificación intranasal o de inhalación podría resultar ventajosa, prosiguiendo la investigación sobre posología psiconáutica aplicada a cada compuesto individual, o a sustancias congéneres psicofarmacológicamente diseñadas. Otro terreno donde esta posología psiconáutica podría adelantar la farmacohedonología es investigando fenómenos de drogo–tolerancia. En lugar de aceptar tal cosa como inevitable, concomitante a la administración crónica de drogas, o esforzarse neciamente por incrementar artificialmente la drogo tolerancia, como vía la mal concebida «vacuna de cocaína», 121 existen evidencias de que –al menos en el caso de los opiáceos– la tolerancia a sus efectos analgésicos y eufóricos puede ser parcial o completamente contrarrestada farmacológicamente, inhibiendo el antagonista narcótico endógeno ColeCistoQuina (CCQ), y/o administrando anticuerpos anti–CCQ– o una suerte de «vacuna para la tolerancia a opiáceos».116 Ya hemos visto que existen ligadores ansiogénicos del receptor de benzodiacepina, 26 cuya inhibición podría militar contra la tolerancia a drogas ansiolíticas, y es probable que produzcamos algunos antagonistas endógenos para nuestro hashish natural, la anandamida,20 que podrían ser blancos potenciales para el antimitridatismo de la marihuana. 134 El quid de la cuestión es simplemente que no necesitamos delimitar nuestros horizontes psiconáuticos por el apremio de la costumbre o la tradición establecida, que no necesitamos botar a nuestros bebés psiconáuticos, con el agua sucia de baño posológico! El hecho de que fumar tabaco tenga consecuencias desastrosas para la salud en ningún modo disminuye el valor de la nicotina como euforizante, sino que más bien argumenta en favor de medios mayores y más seguros de ingerirla. Por la misma razón, el hecho de que la inyección intravenosa de heroína adulterada y contaminada se asocie con sida y

hepatitis en modo alguno define los riesgos de ésta, y otros opiáceos afines; tan sólo subraya los peligros de introducir sustancias no esteriles en el riego sanguíneo. Ni en un caso, ni en el otro, tiene sentido describir el hábito de drogas en relación a un método de suministro, particularmente infeliz; especialmente en el último caso, donde las calamitosas «leyes de salud pública» han fomentado una posología tan peligrosa: ¡la prohibición piadosamente pervierte un potencial inmunoestimulante, convirtiéndolo así en un vector de enfermedad! Suponiendo que algún opiáceo optimizado, alguna neonicotina nonpareil, superior en todos los sentidos a prototipos vegetales –más eufórica, más duradera, menos tóxica– llegase a estar disponible en prácticos aerosoles inhaladores o en dispositivos viables de suministro de vapor... ¿cuantos habituados persistirían en sus antiguas costumbres, a riesgo innecesario de SIDA y hepatitis, cáncer de pulmón y enfisema? Naturalmente, aquí el punto clave es ofrecer alternativas viables, para lo cual es necesario incorporar mejoras significativas allí donde importa, en eficacia eufórica, en reducción de efectos secundarios nocivos. Hablo de placeres más puros, no de sustitutos y recursos provisionales escasamente adecuados, como el chicle de nicotina y la metadona. No existen obstáculos científicos o técnicos que entorpezcan nuestro progreso, ni misterios ontológicos recónditos... ¡sólo puritanismo contrario al placer, y obstinada gazmoñería farmacológica! En lo cual, por supuesto, estriba la diferencia entre PHARMACOPHILIA y otros estudios del «problema de drogas», porque soy un sibarita, todo menos contrario al placer. He sido perspícuamente lógico y concienzudo, pero me parece axiomático e incotrovertible que las personas buscarán asiduamente placer donde puedan encontrarlo, y las drogas euforizantes son demostrablemente uno de los senderos más eficazes y eficientes hacia ese placer. Quien se niegue a reconocer este aspecto fundamental de la naturaleza humana y animal revela un entendimiento tan mezquino de la historia y la ciencia, y es sospechoso de ser tan pobre de espíritu y misantrópico, tan santurronamente siniestro, ¡que merece ser inhabilitado para ejercer toda influencia sobre política pública, mucho menos sobre moralidad! Si interponerse entre otros y sus placeres no es obtusamente misantrópico, ¿entonces qué lo es? A mi juicio, también es manifiesto que las personas tienen todo derecho a buscar sus placeres donde quieran, mientras no perjudiquen o usurpen los derechos de otros al hacerlo. Salvo que el habitué a drogas obligue de alguna manera a otros a ingerir una droga involuotariamente, no ha causado daño alguno a los derechos de otros –aunque no podamos decir lo mismo del piadoso prohibicionista, ¡que puede infringir, e infringe, los derechos de otros a ingerir las drogas de su elección!

Quienes derivan sus placeres de ejercer control sobre otros participan inmoralmente en deleites inescrupulosos, probando frutos prohibidos. En otras palabras, nuestro «problema de drogas» más peligroso es más bien un «problema de prohibición», que erosiona nuestros derechos humanos y pervierte nuestra Constitución, con ruinosos costes para los fondos públicos, maximizando v exacerbando todo ese tiempo los riesgos personales, sociales y de salud pública que pudiesen acompañar a la imprudente complacencia en embriagantes. En lugar de procurar facilitar y mejorar una persecución de la felicidad farmacológica por parte de sus ciudadanos, los gobiernos pervierten y deforman la ciencia médica, en una grotesca parodia de protección –al–consumidor, magnificando monstruosamente cualquier malignidad medicinal, intrínseca o fabricada; repito: un perfecto ejercicio cínico de política procrusteanay policíaca, a años luz de una profilaxis supuestamente benéfica y fundada en salud pública. Gobiernos que prefieren castigo a protección, propaganda farmacológica a pragmatismo, pietismo puritano a salud pública... ¿pueden seguir a largo plazo cobrando –o más bien mereciendo– nuestro respeto? Esta es una cuestión abierta en un país como Estados Unidos, donde una mayoría de los ciudadanos admite haber experimentado con drogas ilícitas; es bastante más pertinente preguntarse cuánto tiempo podrá prevalecer el puritanismo ante el desastre de la prohibición, mientras las ciencias sondean la pangéica ubicuidad del principio de placer como motif milenario de la motivación; una evocadora energía de evolución.135 Parecería la preempción prometéica de sendas farmacológicas dirigidas directamente al placer –sin deambular oblicua y des¡nteresadamente en sus inmediaciones, y desprovistas de todo sufrimiento y esfuerzo estoico –cosa ofensiva para los prohibicionistas puritanos. Sus ideas perversas sobre la masturbación como polución corporal y autoabuso se aplican a la masturbación medicinal del drogoabuso: ¡el placer perseguido en y por sí, y sin especial coste o lucha, equivale al pecado! Como astutamente señaló Antonio Escohotado, Baudelaire fue el «verdadero profeta del proh¡bicionismo», pues repudió el hashish precisamente porque sus paraísos –a diferencia de los del alcohol– evidentemente no imponían ningún peaje fisiológico:, En otras palabras, hay según Baudelaire una droga tan sublime po éticamente, y tan poco tóxica, que resulta pecado tomarla. Semejante pecado farmacológico se capitalizarla y potenciaría en la medida en que la farmacohedonología pueda suministrarnos placeres más puros, y medios óptimos para ingerir euforizantes optimizados, con pocos efectos secundarios adversos, o con ninguno. ¿Y si el placer pudiese obtenerse sin coste farmacológico alguno,

simplemente estimulando eléctrodos implantados en nuestros circuitos de placer, poco más o menos como la estimulación cerebral eléctrica que actualmente se utiliza para tratar el parkinsonismo? Hace cuatro décadas, Robert de Ropp había respondido esta pregunta, respecto a ratas que estimulaban sus circuitos de placer demasiado ávidamente: ¡Asombroso descubrimiento! Qué curiosas perspectivas de depravación se despliegan ante nuestros ojos. Vaya «abismo de goce divino», por apropiarme la frase de De Quincey, se abre aquí ante nosotros. [...] ¿Es posible que esos neurofisiólogos hayan logrado aquello que incluso el diablo fue incapaz de hacer en todos sus siglos de experiencia? ¿Podría ser que, en realidad, hayan inventado una nueva forma de pecado? [Drugs and the Mind, pág. 13] 136 No, simplemente habían inventado una nueva forma de placer, ¡y no hay nada pecaminosa en el placer per se! Tenemos una «industria del entretenimiento inmensa y en crecimiento –vídeo–juegos, música, películas, deportes, televisión, revistas que ofrece frenéricamente placeres preempaquetados; sin embargo damos la espalda a la ingeniería psicofarmacológica sobre drogas de placer, ¡nuestro verificado sendero recto hacia los deleites más profundos! Qué irónico, en un sistema sicofántico de sondeos y encuestas, grupos piloto y estudios de mercado, donde se ganan y se pierden fortunas anticipando o malinterpretando tendencias en los gustos del consumidor, que el desarrollo de la totalidad de una clase de productos –los psicofármacos–se vea delimitado por la exigencia antitética de que... ¡más les vale a los consumidores no apreciarlos en demasía! Pero las drogas, alterego de los imperios montados sobre el entretenimiento, no desaparecerán ni serán barridas bajo alguna alfombra recreativa, y PHARMACOPHILIA respeta, en realidad se deleita, con aquello que a su cuenta y riesgo ignoran los expertos y prohibicionistas: que el eudemonismo de los euforizantes está aquí para quedarse, que es venerable, pangéica, panhistórica, todo menos marginal, contracultural, patológica. ¡Mientras no lleguemos a un acuerdo sobre este hecho fundamental de la vida, nuestros pertinaces, pueriles y patéticos parches políticos de proscripción seguirían exacerbando los mismos problemas que se propagandearon prevenir! El poeta opiómano francés Jean Cocteau [1891–1963] captó la quintaesencia de PHATMACOPHILIA:

El opio sigue siendo único, su euforia es superior a la sobria. Le debo mis horas perfectas. Es una lástima que, en lugar de perfecc¡onar su desintoxicación, la medicina no intente hacerlo inocuo. [...] Es imperioso que descubramos un medio de convertir en inofensivas esas benéficas sustancias... algún día consumiremos sustancias apaciguadoras sin peligro, sin adicción; y nos reiremos del coco de las Drogas, y el opio domesticado aliviaría el mal de aldeas donde los árboles una vez murieron erguidos. [Opium, págs. 25, 45–46] Concuerdo de todo corazón con el optimismo lírico de Cocteau, o quizá con su opioísmo, y no debemos olvidar que PHARMACOPHILIA apenas se restringe a los placeres más puros, pues abarca farmacopotenciación, mejoras en el rendimiento, en la vida; es la vida provocada (Provoziertes Leben) de Benn: Lo que falta es algún esfuerzo educativo sistemático dirigido al incremento consciente de la vitalidad, ya que este período en conjunto carece de cualquier principio fundamental. De no ser esto así, alguien podría proporcionar a nuestra raza una corriente de intuiciones espirituales capaces de desembocar en una nueva era creativa –digamos, aumentando los estados visionarios con mescalina o hashish. [...] En lugar de dar Pervitin® [el clorhidrato de metanfetamina] a pilotos de bombarderos y exploradores, podría ser inteligentemente utilizado en institutos y universidades para inducir oscilaciones cerebrales. 38 La prohibición, el farmacoódio, se refiere al pecado, no a la ciencia; a la política policial, no a la salud pública; y es una manifestación moderna de la milenaria Inquisición Farmacrática [vide supra, págs. 42–46],70,71 alebrado tras un camouflage secular. Por desesperadamente que necesitemos una ciencia de la farmacohedonología, la farmacia celestial es más bien un asunto de vida o muerte; para reconciliar el cuerpo con el espíritu, la materia con la energía, el mysterium sernpiternum, afilado por exigencia ecológica; todos somos psiconautas, de nuestra Vía Láctea, transportados por Anaconda–Canoa sobre este Amazónas de los Eones, Ahpikondiá, río lácteo de estrellas; trirremes mecidos por el tiempo, alcanzando puertas celestiales, de fondo estrellado [viďe el Epílogo Phytomphalos].137 Notas Bibliográficas

«Necesito tiempo para ultimar mi visión global, que en forma esquemática se basa ya en una aseveración: Dios es una sustancia». Dios es una sustancia, una droga. Una sustancia productora de ebriedad afín al cerebro humano. Esto es ciertamente posible y, en cualquier caso, más probable que la alternativa de cierta máquina administradora de electrochoques... Gonfried Benn Provoziertes Leben [1941] 1 Les paradis articiels: opium et haschisch, se publicó en mayo de 1860, y fue registrado como propiedad intelectual el 2 de junio [Poulet–Malassis et De Broise, París]. «De l'idéal artihciel –le haschisch» (que se convirtió en la primera parte del libro, «le poeme du haschisch»), apareció por primera vez el 10 de septiembre de 1858 en un número de Revue Contemporaine et Atherereum Francais. «Enchantements et tortures d'un mangeur d'opium», (que se convirtió en la segunda parte del libro, «Un mangeur d'opium») apareció en los números del 15 y el 31 de enero de 1860 del mismo periódico. El póstumo (Euvres completes de Clrarles Baudelaire [Obras completas de Charles Baudelaire, Michel Lévy Frenes, París, 1869] colocó Les paradis artificiel en su tomo IV, con Petits poěmes en prosee y otros trabajos. Me he atenido a la edición de Claude Pichois de Les paradis artificiel [Éditions Gallimard, París, 1961], que contiene también «Du vin et du hashish», así como las obras de Théophile Gautier, «La pipe d'opium» [La Presse 27 de septiembre de 1838], «Le hachich» [Ibid. 10 de julio de 1843] y su fantasmagórico «Le club des hachichins» [Revue des Deux Mondes 1 de febrero de 1846]. A Gautier [1811–1872], «el impecable poeta... mago perfecto de las letras francesas... mi muy querido y altamente estimado maestro y amigo», dedicó Baudelaire su venerado libro de poesía, Les fleurs du mal.4 2 Cuando se publicó en una traducción francesa, de 1928, el pionero tratado sobre drogas psicoactivas del farmacólogo Louis Lewin, [Phantastica: Die Betäubendenr und Errengenden Genzzfmittel, Verlag ven Georg Stilke, Berlín, 1924], ¡los editores no tuvieron escrúpulos en cuanto a usar el título de Baudelaire: Les «paradis artificiels» [Payot, París, 1928]! En realidad, ya el gran psicólogo británico Havelock Ellis había tonado prestada la definición de Baudelaire en un artículo que describía sus bioensayos psiconáuticos con péyotl, un

cacto rico en mescalina [Merck Index 12: 5965], conocido como Lophophora williamsii (Lem.) Coult.: Mescal [sic]: A new artificial paradise» [Contemporary Review 73: 130–141,1898]; repetido en 1898, Smithsonianh Istitution Annual Report for 1897 [Smidlsonian Institution, Washington, nc; págs. 537–548] –El poeta francés Henr¡ Michaux, relatando sus experiencias habitualmente malas con mescalina y otras drogas, aludió repetidamente a les paradis artificiels de Baudelaire, apuntando en la introducción a su Miserable miracle: la mescaline [Miserable milagro: la mescalina, Editions du Rocher, Monaco,19561: «Tal cosa está en el precio de este paraíso!». Su desolado relato Connaissance par les gouffres [Conocimiento a través de los abismos, Gallimard, París, 1961], abre diciendo «las drogas nos aburren con sus paraísos», tras haber apuntado previamente «la fatiga es mi droga». Lo único que puedo decir a eso es «¡pobre colega!» prefiriendo ver la ebriedad como la veía Friedrich Nietzsche, como «un juego de la Naturaleza con el ser humano» [Die Geburt der Tragödie (El nacimiento de la tragedia), 1872], en el cual no todos pueden o quieren jugar, y menos aún ganar, aunque muchos se atrevan a aventurarse en el casino caleidoscópico de la Naturaleza. 3 En el número de septiembre de 1821 del London Magazine, Thomas De Quincey, que entonces tenía 36 años, conmocionó a la sociedad inglesa e hizo añicos la tradicional flema británica al publicar sus personales e incluso íntimas «Confessions of an Opium–Eater, being an Extract from the Life of a Scholar», primero de los 150 artículos que escribiría. Esta sensacional pieza de 20 páginas le proporcionó inmediata reputación, tanto por su escandaloso contenido como por su calidad literaria, y fue seguida en 1822 por Confessions of an English Opium–Eater [Taylor & Hessey, London], que contenía y aumentaba en gran medida dicho artículo. El relato que De Quincey hace de «un extraordinario periodo de mi vida», narra la historia de su prolongado y disoluto hábito de láudano (tintura de opio que contiene alrededor de un 40% de alcohol, cuya invención se atribuye generalmente a Paracelsus [Philip Theophrastus Bombasí von Hollenllcin,1493–1541], al químico suizo fundador de la medicina científica en el siglo XVI; si bien el láudano de Paracelsus se presentaba en forma de pastillas o píldoras de opio). Las Confesiones de De Quincey, además de ser generalmente consideradas como una gran obra maestra de la literatura inglesa, son el punto de partida para un género especializado de literatura sobre drogas, y un trabajo significativo en los anales de la rnedicina científica, al inaugurar el estudio de lo que hoy podría llamarse fisiología adictiva. En 1845 el libro fue seguido, y en cierto sentido completado, por Suspiria de

Profundis (publicado originalmente en cuatro partes por la revista de New York Blackwood´s, y añadido a la edición de las Confesiones hecha por Ticknor & Fields en 1859 en Boston). Actuando de modo parecido a su predecesor francés, Alfred de Musset (que publicó en 1828 lAnglais mangeur d´ópium, una especie de adaptación a De Quincey), Baudelaire alternó, tanto en su artículo sobre el opio de 1860 como en Les paradis artificiels, traducciones ocasionalmente largas de De Quincey con comentarios y análisis propios, y no vaciló en añadir algunas palabras suyas entrecomilladas como si fuesen de De Quincey, ni en tomarlas prestadas directamente de De Quincey en sus comentarios, sin preocuparse por pagar dichas deudas literarias con el uso de comillas. Sólo alguien íntimamente familiarizado con De Quincey puede saber con certeza si es el maestro quien habla o es el amanuense. En la segunda parte de Les paradis artificiels Baudelaire hizo también un similar comentario/traducción de Suspiria de Profundis y–especialmente– de la sublimemente lúgubre obra maestra que es Levana: And Our Ladies of Sorrow. 4 El primer escrito publicado por Baudelaire sobre vehículos de ebriedad fue «Du vin et du hashish: compares comme moyens de multiplication de l'individualité» («Sobre el vino y el hashish: comparados como medios para potenciar la individualidad»), que se publicó en cuatro partes en los números del 7, 8, 11 y 12. de marzo de 1851 de Le Messager de l´Assemblée, en París. Al principio fueron versiones en prosa de dos poemas (Les vins des chiffonniers o Los vinos del trapero y l´Ame du vin o El alma del vino, este último escrito muy precozmente, en 1844) incluídos en Les fleurs des mal (Las flores del mal), ese hito de la poesía contemporánea publicado en 1857 [Pouleo– Malassis et De Broise, París]. Una sección de esta obra maestra, que originalmente contenía 100 poemas, es Le vin (El vino), que incluye cinco poemas sobre el vino (los ya mencionados y Le vin de l´assassin o El vino del asesino, Le vin du solitaire o El vino del solitario, y Le vín des amants o El vino de los amantes, corresponden a los números XCIII–XCVII). La primera sección, Spleen et idéal (Spleen e ideal) contiene, como número XLV, un poema titulado Le poison (El veneno), y la versión ampliada de 1861 se cerraba con Le voyage (el viaje, CXXVI), que aparentemente se refiere al opio o a la ebriedad producida por otra droga. Había aquí referencias al «Circe tiránica de los peligrosos perfumes», al «inmenso opio», al «perfumado Loto», a «frutos milagrosos» y a «ti, veneno que puede consolarnos». Desde su publicación (el 25 de junio) causó inmediata sensación y escándalo, debido a sus supuestos delitos «contra la moral religiosa», y «contra la moral publica», que desembocaron en un juicio por obscenidad

celebrado el 20 de agosto ante la Sala sexta de lo penal de París. Se pronunció sentencia al día siguiente, siendo declarados los acusados, autor y editores, inocentes del delito «contra la moral religiosa», pero culpables del delito de «ultraje a la moral pública» (outrage á la morale publique), siendo multado el autor con 300 francos y los editores con 100, además de ordenarse la expurgación de los poemas XX, XXX, XXXIX, LXXX, LXXXI y LXXXVII (Les bijoux [Las joyas]; Le Léthé [El Leteo]; A celle qui est trop gaie [Para la que es demasiado alegre]; Lesbos [Lesbos]; Fěmmes damnées [Mujeres condenadas]; y Les métamotphoses du vampire [Las metamorfosis del varnpiro]). La segunda edición, publ¡cada en 1861, omitió obedientemente los 6 poemas «obscenos», pero añadió 35 nuevos. En febrero de 1866, las poemas suprimidos fueron publicados en Bélgica como parte de una colección de 23 poemas titulada Les épaves [Los desechos; Poulet– Malassis, Bruselas; tras haber aparecido dos años antes en Parnasse satyrique du dix–neuvieme siécle]; por entonces Baudelaire sufrió una apoplejía, presagio de su muerte en agosto del año siguiente, con 46 años. Curiosamente, el nombre de este gran genio de las letras francesas sólo serla revindicado bastante después de muerto. El 31 de mayo de 1949, un día antes de que yo viniese a este mundo, y casi 82 años después de que él lo abandonase, gracias a una legislación especial de 1946 que abrió la posibilidad de revisar este particular caso, un Tribunal de Apelación francés revocó solemnemente el juicio de 1857, rehabilitando a Baudelaire y a sus editores del «delito» de obscenidad ¡92 años después de que ocurriese! Las ediciones actuales de Les fleurs du mal [yo me he basado en la de Claude Pichois, Éditions Gall¡mard, París, 1996] incluyen los 126 poemas del canon, más los 23 de Les épaves y los 14 añadidos a la tercera edición de 1868 [Michel Lévy Fréres, París], hasta llegar a un total de 163. Hay innumerables traducciones, individuales y colectivas, al castellano, inglés y a otras lenguas. 5 Bajo el título Le spleen de París (El spleen de Parls), Baudelaire publicó diversos poemas en prosa (los más precoces son de 1855) en los números del 7 y el 14 de febrero de 1864 de Le Fígaro. Una colección extensa de 50 poemas,fue publicada como Petits poémes en prose [Pequeños poemas en prosa, Michel Lévy Freres París, 1869]. El quinto poema, La Chambre double [La habitación doble; publicado originalmente en La Presse el 26 de agosto de 1862], versa sobre una ensoñación opiácea (láudano); el poema número 33, Enivrez–vous (Embriáguese; de la colección de Le Figaro), es una verdadera oda a la ebriedad [vid– infra, pág. 14]. Drogas o ebriedad aparecen en muchos

otros poemas en prosa; por ejemplo, en el poema número XLVI: «¡Tú, embebedor de quintaesencia.! ¡Tü, comedor de ambrosía!. 6 Baudelaire fue un gran admirador, crítico y traductor del famoso poeta usano42 Edgar Allan Poe [1809–1849], en quien veía a su «alma gemela», confesando con orgullo que la obra de Poe contenía «frases enteras» que se le habían ocurrido a él independientemente, por inspiración de la misma musa. En un extenso análisis, «Edgar Allan Poe, sa vie et son travaux» [Edgar Allan Poe, su vida y obra», Revue de Paris, números de marzo y abril de 1852], Baudelaire se refirió a la legendaria dipsomanía de Poe: «Al final, Poe se evadió de todo –vértigo cara al infinito, problemas conyugales, las pequeñeces de la pobreza– en la negrura de la ebriedad como en la negrura de la tumba; porque no bebió con glotonería, sino con barbarie; le bastaba que el alcohol humedeciese sus labios para que se plantase en el bar y apurase trago tras trago, hasta haber ahogado a su buen ángel y aniquilado sus facultades». Si bien Baudelaire y otros dieron por hecho que Poe también había sido un habitué al opio [por ejemplo: A. Hayter, Opium and the Romantic Irnagination, Faber y Faber, Londres, 1968], Poe fue, decididamente, un alcohólico inveterado que expiró en Baltimore entre ataques de delirium tremens, apenas tres meses antes de cumplir 41 años. Baudelaire, por ejemplo, escribió en la cuarta sección del «Le poéme du haschisch„: „...pero ¿en cuantos maravillosos pasajes de Edgar Poe, ese poeta incomparable. ese filósofo irrefutable, que siempre ha de ser citado sobre las misteriosas enfermedades del espíritu, no se describen los sombríos y fascinantes esplendores del opio?». 7 Baudelaire también conoció en profundidad la peculiar ebriedad producida por la absenta (un licor hecho destilando alcohólicamente hojas maceradas de ajenjo, Arternisia absinthium L.. y otras hierbas), llamada La fée verte, «El hada verde». Esta potente libación (68– 85% de alcohol) era también rica en el volátil monoterpenoide psicoactivo tujona (sin. absintol, salvanol, salviol, tanacetona, 3– tujanona [Merck Index 12: 9533]), que, según algunos, tiene un efecto similar al de marihuana rica en THC.9 La prohibición de la absenta debido a su presunta neurotoxicidad en las primeras dos décadas de este siglo fue el prototipo para la actual «guerra» a las drogas. Si bien Baudelaire no incluyó la absenta en sus ensayos sobre la ebriedad (o, quizá, la incluyó tácitamente como bebida alcohólica análoga, bajo el concepto amplio de «vino»), esta bebida

había influido mucho más que el opio o el hashish en su predecesor Alfred de Musset,3 y lo mismo ocurrió con su progenie poética: Paul Marie Verlaine, Arthur Rimbaud (el primero fue encarcelado en una ocasión por haber disparado sobre éste último en un ataque de celos, sin duda azuzado por su habitual borrachera de absenta), Oscar Wilde, Ernest Dowson y otros. Por supuesto, El hada verde se asoció íntimamente con el movimiento artístico del impresionismo parisino, empezando, por el amigo de Baudelaire, Édouard Manet, y su controvertido lienzo de 1859, l´Absintheur (El bebedor de absenta). La absenta y sus bebedores fueron temas habituales del arte impresionista. El cuadro más famoso sobre la absenta fue probablemente, la obra maestra de Edgar Degas, l´Absinthe, de 1876, y este tema sería retomado por Paul Gauguin, Vincent Van Gogh, Henri M. de Toulouse–Lautrec y otras figuras menores del movimiento; posteriormente fue hábilmente explotado por el joven Pablo Picasso y, entrando ya en el siglo XX, la absenta se asoció especialmente con el dramaturgo surrealista Alfred Jarry. Una fascinante exposición del arte relacionado con la absenta puede encontrarse en el libro de Barnaby Conrad III, Absinthe: History in a Bottle [Chronicle Books, San Francisco, 1988]. 8 Los números de página provienen de la vigésima primera edición del Diccionario de la lengua española [Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1992 (dos volúmenes numerados 1–1077 y 1079–2133)] 9 La obra clásica sobre fitoquímica del opio es la de Lindón F Small y Robert E. Lurz, Chemistry of the Opium Alkaloids [Suplemento num. 103 a los Public Health Reports, us Government Printing Office, Washington, 1932], Un informe más actualizado pero mucho menos detallado puede encontrarse en el libro de L.D. Kapoor, Opium poppy: Bptany, Chemistry, and Pharmacology [The Haxorth Press, Binghamton, 1995]. El láudano y otros preparados opiáceos tipicos del siglo XIX son descritos en The Practice of Pharmacy, de J.P Remingron [publicado originalmente en 1885; he utilizado la tercera edición Lippincott, Londres, 1894], Para el análisis de la química y la farmacología del Cannabis, vide: R. Mechoulam (Ed.),. Marijuana: Chemistry, Pharmacology, Metabolism [Academic Press, New York y Londres, 1973]; Marijuana Chemistry: Genetics Proresting, dI'oteney, de Michael Stacks [Room Publishing, Inc., Berkeley, CA, 1990]. 10

ENTEÓGENO nov. verb. Sacramentos vegetales o embriagantes chamánicos que evocan éxtasis religioso o visionario, utilizados habitualmente en el mundo antiguo para trances adivinatorios en curación chamánica y en Sagrada Comunión, por ejemplo durante la iniciación a los Misterios de Eleusis o en el sacrificio del soma védico. Literalmente: devenirse divino por dentro. De aquí: La Edad de los Enteógenos nov. verb., Enteogénico nov. verb. [The Age of Entheogens, The Angel´s Dictionary, Natural Products Co., Kennewick, WA, 1995 págs. 88–89]. El neologismo fue acuñado a instancias del difunto R.Gordon Wasson partiendo del término griego que define la inspiración divina, (entheos), por un comité ad hoc que contó con los filólogos clásicos Carl A. P Ruck y Danny Staples y, como enteobotánicos, con Jeremy Bigwood y yo mismo [C.A.P Ruck et alii, «Entheogens» journal of Psychedelic Drugs II: (1–2):145–146,1979; J. Ott, «Entheogens II: On entheology and entheobotany» ¡bid 28(2): 205–209, 1996; que incluye el articulo original como apéndice]. Aunque nuestro neologismo es a veces mal interpretado, como si fuese sinónimo de psiquedélico o alucinógeno, en realidad se trata de un término más amplio que carece de los referentes farmacológicos implícitos en esos controvertidos y peyorativos epítetos; se refiere más al contexto cultural de uso que a las propiedades farmacológicas. Exploraremos con profundidad el verdadero contexto cultural en el CAPÍTULO DOS, «Farmacia Celestial». También vale la pena apuntar que muchos térm¡nos científicos acuñados para describir los efectos visionarios de los embriagantes chamánicos están tácitamente imbuidos por el concepto baudelairiano de arrificialidad, especialmente alucinógeno, «que produce percepciones falsas o de ilusiones», psicotomimético «que simula psicosis» (síntoma de la cual son las alucinaciones), psicodisléptťco «que causa disfunción mental», delusionógeno, delirante, etc. [L. Grinspoon y J.B. Bakalar, Psychedelic Drugs Reconsidered, Basic Books, New York, 19791. En lo que fue un tratado pionero en el campo de la enteobotánica, el historiador francés de la religión Philippe de Félice publicó, en 1936, Poisons sacrés ťvresses divines: essať sur quelques formes imférieures de la mystique [ Venenos sagrados, ebriedades divinas: ensayo sobre algunas formas infěriores de la mistica, Éditions Albin Michel, París; facsímil por la misma firma en 1970; editado en italiano, Le droghe degli de¡ , veleni sacri, estas¡ divine, sets, Génova, Italia, 1990]. A pesar de que subrayó el nexus entre religión y ebriedad, la caracterización que de Félice hace de esta últinta como una «forma inferior de la mística» es lamentablemente infundada, tal como demostraré en el CAPÍTULO DOS. 11

Flaubert desaprobó el «Espíritu del mal» (l´Esprit du mal) de Baudelaire en Les paradis artificiels, advirtiendo sobre tonos católicos. Igualmente, lamentó que Baudelaire censurase el hashish y el opio, apuntando proféticamente: «¿No te das cuenta de lo que puede ocurrir en un futuro?» [A. Castoldi, El texto drogado, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1997]. 12 Vacilando entre la indignación moral y la censura de los voluptuosos e irresolutos que se rendirán a la seducción de las drogas, Baudelaire hace repetidas afirmaciones de naturaleza moralizante o sermoneadora: «Este es el castigo por la impía prodigalidad con la que has desperdiciado tu fluido nervioso. Has lanzado tu personalidad a los cuatro vientos del cielo y, ahora, ¡qué esfuerio te costará reunirla y concentrarla de nuevo!» (Sec. ut, Le théátre de.Vraphin, «El teatro seráfico»); «En efecto, al hombre le está prohibido, bajo pena de pérdida y muerte intelectual, violentar las condiciones esenciales de su existencia y romper el equilibrio de sus facultades con el escenario en el cual está destinado a actuar; en una palabra, perturbar y reemplazar su destino con una fatalidad de nuevo cuño,. (Set. v, Morale); «El hombre se habría convertido en Dios, pero en virtud de una ley moral incontrolable cae pronto por debajo incluso de su verdadera naturaleza. La suya es un alma vendida a trozos» [Ibid.]; «Tras todas estas consideraciones, es superfluo insistir en el carácter inmoral del hashish, He de compararlo al suicidio, a un lento suicidio, a un arma siempre ensangrentada y siempre afilada, ningún espíritu razonable lo pondrá en duda». [ibid l; «Si llamamos estafador al jugador que ha encontrado un medio para jugar sin riesgo, ¿cómo debemos llamar al hombre capaz de comprar, por un poco de dinero, felicidad y genio?» [Ibid.; y finalmente «Yel afligido poeta reflexiona: «Esos pobres diablos que no han ayunado ni rezado, y que rechazan la redención del trabajo, buscan en la magia negra los medios para elevarse hacia una existencia sobrenatural de un solo golpe. La magia los seduce y alumbra para ellos una falsa felicidad y una falsa luz; mientras nosotros, poetas y filósofos, hemos renovado nuestra alma con el trabajo continuado y la contemplación; por el ejercicio habitual de nuestro albedrío, y la constante nobleza de propósito, hemos creado para nuestro uso un jardín de belleza auténtica. Creyendo en la máxima de que la fe puede mover montañas, ¡hemos alcanzado al único milagro para el que Dios nos ha otorgado licencia!» [ibid.] 13 En su discurso de la sección V, sobre la supositicia inmoralidad del hashish, Baudelaire cuenta que ofrecieron a Balzac un producto

elaborado con hashish llamado dawamesk, hacia el cual mostró considerable curiosidad. Pero, según se afirma, no se dignó catarlo, supuestamente porque «la idea de pensar incluso sin querer le ofendía profundamente». En cualquier caso, resulta evidente, tras consultar la correspondencia de Balzac del 23 de diciembre de 1845, que en realidad sí cató la droga. [Correspondances, Classiques Garnier, París; Vol. v, P. 711. Ello ocurrió indudablemente en el Hótel Pimodan, en el famoso Club des Hachichins.14 Irónicamente, al menos según Gautier, ¡fue más bien Baudelaire quien no ingirió el hashish, al menos durante las sesiones del Club des Hachichins, aunque residiera en el Hótel Pimodan desde octubre de 1843 hasta septiembre de 1845! 14 «Le club des hachichins» de Théophile Gautier inmortalizó el famoso club literario que él mismo había fundado, y que se reunía en el Hótel Pimodan, en la lle Saint–Louis, sobre el Sena. Un miembro clave del club fue el médico Jacques–Joseph Moreau [de Tours, 1804–1884], el doctor que en la historia de Gautier dispensa el preparado de hashish con las famosas palabras: «Esto se les descontará de su parte del paraíso». A Moreau se le considera un pionero de la quimioterapia psiquiátrica; publicó el tratado primario Du hachisch et de l´áliénation mentale [Sobre el hashish y la alienación mental, Librairie de Fonin Masson et Cie., París, 1845; reimpreso en facsímil, Collection «Esquirol», París, 1970]. Además de Balzac, es sabido que Víctor Marie Hugo [1802–1885] asistió a las reuniones. Otro famoso hachichin fue Gérard de Nerval (né Labrunie), que vivió en Oriente Próximo y cuya narración de viajes Voyage en Orient (Viaje a Oriente) detalla el uso de hashish fumado – Nerval se suicidó ahorcándose en enero de 1855, a la edad de 46 años. 15 Este subtítulo lo tomó prestado el dramaturgo surrealista francés Antonin Artaud [18961948], fundador del llamado «teatro de la crueldad», para un artículo escrito en México en abril de 1936. Artaud revolucionó el teatro mejicano durante su breve estancia, en Dance, conocido por sus artículos sobre el péyotl2 y sobre los indios tarahumara [The Peyote Dance. Farrar, Straus y Giroux, New York,1976; México y viaje al país de los Tarahumaras, Fondo de Cultura Económica, México, 1984]. Antes, en 1925, Artaud publicó un acta de acusación contra la prohibición de las drogas, especialmente en cuanto al opio, promulgando «su ley del fruto prohibido», [J. Stratisbaugh y D. Blaise (Eds.), The Drug User. Documents: 1840–1960, Blast Books, New York, 1991; págs. 50–52]. Cuando volvió a Europa, tras apenas

nueve meses en México, Artaud consumió el grueso de los días que le quedaban en diversas instituciones mentales. 16 El descubrinliento original de endopiáceos se produjo en Escocia, al aislar los pentapéptidos Leu5–encefalina y Met5–encefalina. Posteriormente, se descubrió que la estructura de este último se encuentra en la hormona de la pituitaria –lipotropina que, además, produjo como fragmentos tres endopiáceos adicionales: –endorfina, – endorfina y –endorfina [Merck Index 12: 3613]. Más adelante se descubrieron formas extendidas de Leu 5–encefalina, conocidos como dinorfina A y dinorfina B [(Merck Index 12 :3528) para un excelente análisis de los endopiáceos vide J.R. Cooper et alii, The Biochemical Basis of Neuropharmacology, Oxford University Press, New York, 1991 (sexta edición; publicado originalmente en 1970)]. Asombrosamente, el descubrimiento fue anticipado 275 años (en 1700) por el médico británico John Jones, en su histórico The Mysteries of Opium Reveal´d Richard Snaith, Londres], donde apuntó: «llevamos naturalmente un Opiáceo dentro de nosotros». Jones basó su extraordinaria intuición en la cualidad subjetivamente natural de la ebriedad producida por el opio. 17 Esto significa sencillamente que un animal experimentado y con tolerancia a los efectos de una droga A –con lo cual necesitará dosis cada vez mayores para conseguir el mismo electo– será tolerante también a una droga B análoga, que mantenga tolerancia cruzada con dicha droga A. Análogamente, el «síndrome de abstinencia» , causado por la retirada súbita de la droga A puede suavizarse suministrando la droga B. 18 En 1973, partiendo del tejido cerebral porcino, investigadores usanos42 aislaron los primeros «receptores opiácea». Son de tipo enzimático, proteínas cerebrales naturales normalmente incrustadas en membranas celulares, dentro de las cuales mensajeros químicos de otras células –en este caso los endopiáceos– se intercalan o ligan, conduciendo a un cambio de conformación en la membrana que es fundamental para la transmisión del mensaje por la célula receptora. Así, los endopiáceos resultan ser neurotransmisores, y los «receptores opiáceos" encontrados en el cerebro y otros tejidos nerviosos parecen ser sus receptores de neurotransmisor, flechas y dianas bioquímicas que median en la transmisión de impulsos nerviosos desde una célula a otra. Actualmente conocemos al menos tres clases de estos receptores opiáceos: 1) MU (), activado por la

morfina, la –endorfina y las encefálinas; 2) DELTA (), activado por las encefalinas; y 3) KAPPA (), activado por las dinorfinas. Existe también un receptor putativo SIGMA () y un receptor ÉPSILON (), activado este último por la [–endorfina, pero tan sólo conocido a partir de tejido vas deferens (canales seminales macho), todavía no a partir de tejido cerebral [S.H. Snyder y S. Matthysse, Opiate Receptor Mechanisms, MIT Press, Cambridge, nu, 1975 J.R. Cooper et al¡i The Biochemical Basis of Neuropharmacology16]. 19 Seis años después de que los endopiáceos fuesen descubiertos, su historia dio un giro extraño e inesperado: se encontró morfina en bajas concentraciones (200–500 ng./l.) en leche humana y bovina. Faltaban pruebas de que este complejo alcaloide fuese biosintetizado en tejidos de mamíferos, y se descubrió también que la morfina estaba «presente en diversos vegetales, como el heno y la lechuga (de 2 a 70 ng. por gramo, peso en seco)», lo que condujo a la hipótesis de que ese compuesto «podía ser un integrante ubicuo de los alimentos derivados de vegetales» simplemente secuestrado por el cuerpo y luego secretado en la leche [E. Hazum et alii, Morphine in con and human milk: Could dietary morphine constitute a ligand for specific morphine (p) receptors? , » Science u3: 1010–1012,; 1981 J. De todos modos, cinco años antes se había aislado un componente «similar a la morfina», en el cerebro de mamíferos [A.R. (Gintzler et alii, «Antibodies asa means of isolating? and characterizing biologically active substances: Presence of a non–peptide, morphine– like compound in the central nervous system„ Proceedings of the National Academy of a sciences 73(6): 2132–2136, 1976; A.J. Blume et alii, «Binding of the endogenous nonpepdde morphine–like compound to opiate receptors„ ibid. 74(11): 4927–4931,1977] ¡Posteriormente se halló morfina y codeína (metiléter de morfina) en el fluido cerebroespinal en concentraciones comparables a las de otros endopiáceos! [e.g. 2–339 fmol./ml.; G.J. Cardinale et alii «Morphine and codeine are endogenous components of hurnan cerebro–sp¡nal fluid Life Sciences 40: 301–306, 1987], y se ha aislado morfina en la piel del sapo [K. Oká et alii, Isolation of morphine from toad skin» Proceedings of the National Academy of Sciencies 82,: 1852–1854, 1985], en el cerebro y en la glándula suprarrenal bovina [A. Goldstein et alii, (Morphine and other opiates from beef bra ¡n and adrenal ibid. 82: 5203–5207, 19851 y en el cerebro de ratas [C.J. Weitz et alii, «Morphine and codeine from mammalian brain, ¡bid. 82: 9784– 9788,1986]

Además, se ha demostrado después que los tejidos de los mamíferos pueden sintetizar tanto morfina como codeína [J. Donnerer et alii (Presence and formation of codeine and morphine in the man, ¡bid, 83: 4566–4567, 1986], y parece que la biosíntesis mamífera de estos opiáceos sigue un camino sim¡lar al conocido en la adormidera [H. Kotlaira et alii, «ldentification of the convulsant opiate thebaine in mammalian brain, ¡bid. 86: 776–719,1989; (J. Kcitz et alii, «Synthesis of che skeleton of the morphine molecule by mammalian liven» Nature 330: 674–677, 1987]. Dado que tal biosíntesis tiene su origen en la condensación de dos moléculas del aminoácido tirosina, ha llegado a suponerse que la morfina representa «un dipéptido [opiáceo] modificado» [B. Max, «This and that: Deception and the stuff of dreams Trends in Pharmacologiral Science 9:198 – 200,19881. Hay, por tanto, muchas posibilidades de que la morfina sea en sí misma, al menos en algunas regiones del cerebro de vertebrados e invertebrado, ligadura natural para los receptores opiáceos 20 El nombre de la anandamida proviene de la palabra sánscrita ananda, que significa «beatitud„ [en realidad, ananda significa tanto placer físico cómo felicidad espiritual, que el budismo reconoce como dos caras de una misma moneda; histór¡camente, Ananda fue primo y discipulo de Gautama el Buda; vide A K Coomaraswmy Budadha and the Gospel and Buddhism, Harrap & Co., Londres, 1916].76 La estructura del componente es conocida: una larga cadena de un ácido graso con una sustituyente amina (un átomo de nitrógeno), conocido químicamente como araquidoniletanolamida (C22H37NO2; técnicamente es 5,8,11,14–eicosatetraenamida, [N–2–hidroxietil]– [todos–z]). El compuesto ha sido sintetizado y está disponible comercialmente [WA. Devane et alii, «Isolation and structure of a brain constituent that binds to the cannabinoid receptor,, Science 258:19461949, 1992; Z. Vogel et alii, «Anandamide, a brain endogenous compound, interacts speci ficall y with cannabinoid receptors and in hibits adenylate cyclase» Journal of Neurochemistry 61: 352–355,1993]. El putativo neurotransmisor nuevo dio señales dc actividad fárrnacológica de tipo cannabínico en ratones [E. Fride y R. Mechoulant, Pharmacological activity of the cannabinoid receptor agonise, anandamide, a brain constituent» European Journal Pharmacology 231: 313–314• 1993]. Se ha encontrado anandamida en cerebros humanos, sintetizada por una enzima específica, la amidohidrolasa de anandamida [D.G. Deutsch y S.A. Chin, «Enzymatic síntesis and degradation of anandanide, «cannabinoid

receptor agonisn» Biochemical Pharmacology 46(5): 791–796, 1993; WA. Devane y J. Axelrod, «Enzymatic synthesis of anandamide, an endogenous ligand for the cannabinoid receptor, by brain membranes» Proceedings of the National Academy of Sciences 91: 6698–6701, 1994; V. Di Marzo et alii, «Formation and inactivation of endogenous cannabinoid anandam¡de in central neurons» Nature 372: 686–691, 1994]. Este probable neurotransmisor, además, es un constituyente natural del chocolate y el polvo de cacao (producto de las semillas del Theobroma cacao L.), junto a los compuestos afines N–oleodetanolamina y N–linoleoiletanolamina, que no activan el receptor cannabinoide, pero inhiben la enzima que rompe la anandamida [E. di Tumaso et alii Brain cannabinoidis ¡n chocolate» Nature 382: 677678, 1996]. Se supone que estos compuestos contribuyen al bien conocido síndrome adictivo del chocolate, en que también se ve involucrada la teobromina, alcaloide de tipo xantina [Merck Index 12: 9418] y que se ha atribuido (erróneamente) a la –fenetilamina [(Merck index 12: 7371]; para un tratamiento farmacognóstico de chocolate, vide mi The Cacahuatl Eater: Ruminations of an Unabashed Chocolate Addict, Natural Products Co., Vashon, wA, 1985]. 21 El alcohol etílico es producto de la fermentación que hacen microorganismos de carbohidratos, especialmente de levaduras en zonas templadas de la tierra. Aunque Lottis Jacques Thénard sugirió en 1803 que los microorganismos producían alcohol al actuar sobre los azúcares, la idea fue objeto de burla durante cierto tiempo, hasta que su compatriota Louis Pasteur lo probó experimentalmente décadas más tarde [F. J. Moore y W E Hall, A History of Chemistry, McGraw–Hill Book Co., Newlórk, 1939]. Los organismos fermentativos excretan etanol como un desecho de su digestión de azúcares, y cuando su concentración alcanza del 12% al 14% de etanol comienzan a morir o dejan de metabolizar, imponiendo así un límite máximo a las concentraciones alcohólicas alcanzables por proceso natural. En los ecosistemas tropicales la fermentación alcohólica es a menudo efectuada por bacterias (antes que por levaduras) del tipo de la Pseudomonas lindneri Kluyver (=Thermobacterium mobile Lindner), aislada en 1924 por el microbiólogo alemán Paul Lindner en el pulque, vino mejicano del Agave en cuya fermentación se ven implicadas alrededor de 30 especies bacterianas de 14 géneros, jugando la levadura un papel secundario [O. Gonzalves de Lima, El maguey y el pulque en los códices mexicanos, Fondo de Cultura Económica, México, 1978 (segunda edición; publicado originalmente en 1956)].

22 Evidentemente Paracelsuss 3,82 experimentó con las propiedades anestésicas del éter, aunque no comenzó a ser u t i l izado como anestésico quirúrgico hasta 1840. El gran químico inglés Humphrey Davy [1778–1829] descubrió en 1799 las propiedades anestésicas del óxido nitroso N 2O [Merck Index 12: 6751]) y sugirió su uso con ese fin, pero la anestesia no comenzó a establecerse en medicina hasta que el dentista usano 42 Williarn Thomas Green Morton [1819– 1868] demostró públicamente, el 16 de octubre de 1846, las propiedades anestésicas del letheon (éter). Un año después, la anestesia por cloroformo fue utilizada por primera vez. por el obstétrico escocés James Young Simpson [1811–1870], que además fue un campeón en la lucha contra las objeciones religiosas al uso de anestesia en obstetricia ¡el sufrimiento de las mujeres al dar a luz se consideraba voluntad divina, como castigo del llamado pecado original! [B. Holmstedt y G. Liljestrand (Eds.), Readings in Pharmacology, The Macmillan Co., New York, 1963]. Oliver Wendell Holmes [1841–1933] acabó siendo magistrado del Supremo de los Estados Unidos y apoyó a la mayoría que ¡nterpretó la Harrison Narcotic Act (HR 6282; aprobada el 14 de diciembre de 1914) como una norma que otorgaba poderes represivos a la autoridad federal en materia de drogas, en el crucial caso U.S. v. Doremus [249 u.s. 86, 3 de marzo de 1919; D.F. Musto, The American Disease: Origins of Narcotic Control, Yale University Press, New Haven, CT, 1973]. 23 A pesar de que ambas palabras se utilizan para describir estados alcohólicos y casi como si fuesen sinónimas, intoxicación y ebriedad tienen significados distintos. La pnmera proviene del vocablo latino toxicum y significa literalmente «acción de envenenar», o «volverse estúpido, insensible o desordenado mentalmente por el efecto de una droga o un licor alcohólico». Por el contrario, una de las más antiguas acepciones inglesas de la segunda (de 1497, hallarse ebrio), dice: «Pedro como hombre está ebrio en la gloria de dios», y el primer uso inglés de la palabra ebrieďad, en 1526, es: «Esta ebriedad o celestial borrachera del espíritu» [Oxford English Dictionary, Compact Edition; págs. y 1472]. Parece, así, que ebriedad tuvo inicialmente un sentido decididamente espiritual, refiriéndose a la ebriedad divina a través del culto, originalmente vía un pharmacotheon o enteógeno [vide CAPíTULO DOS],10 y que perdió ese significado cuando el mundo occidental perdió los en teógenos, debido a mil años de la Inquisición Farmacrática cuyo resultado fue sumergir a Europa en el oscurantismo [vide mi The Age of

Entheogens o The Angel´s Dictionary].10,70 Los parientes de inebriation son: 1) el castellano ebriedad (también embriaguez); 2) el italiano ebrezza (y ubriachezza); 3) el francés ébriété (también ivresse, enivrement); 4) el catalán ebrietat (y embriagues,); y 5) el portugués inebriaçao (y embriaguez). El equivalente sin parentesco en alemán sería Bausch. Al igual que en inglés, esas palabras actualmente se utilizan como si fuesen sinónimos de intoxicación, pero en castellano embriagar se define con las palabras enajenar y embelesar, «extasiar), o causar «mucho placer o felicidad tanto como para, hacer perder a alguien la serenidad». Embelesar proviene de beleño, nombre de la planta enteogénica Hyoscyamus niger L. [M. Moliner, Diccionario de Uso del Español, Editorial Gredos, Madrid, 1988; págs. 1072, 1076, 1091]. En francés, enivrement tiene el sentido de euforia, placer; e ivresse de transporte, éxtasis, rapto. Parece indiscutible que, originalmente, esas palabras definitor ias de ebriedad se referían a la ebriedad divina, en contraposición con la maligna intoxicación alcohólica. Está fuera de duda que la peyorativa palabra intoxicación es apropiada para la desorganización sistemática que causa el alcohol. Algunos podrían argumentar que el opio es también un intoxicante, pero ha disfrutado largo tiempo de un papel espiritual en el Islam [R. Gelpke, Um Rausch in Orierit and Okzident, Ernsi Klett Uerlag, Stuttgart, 1966]. El hashish sería clasificado por la mayoria como un vehículo a la ebriedad visionaria, que queda atestiguado por su inmemorial uso espiritual en el mundo islámico y el hindú, además, un reciente estudio sobre la enteobotánica del Cannabis ha apuntado como posible su uso enteogénico entre los antiguos hebreos, egipcios, persas y otros [C. Bennett et alii, Green Gold The Tree of Life: Marijuana in Magic Religion, Access Unlimited, Frazier Park, cA , [995].24 A despecho de la propensión de Baudelaire hacia el alcohol, la ciencia médica contemporánea lo clasifica entre las drogas de placer más tóxicas; es neurotóxico, hepatotóxico, cancerígeno y teratogénico; en cambio, el Cannabis es tma de las drogas menos tóxicas, sin que se conozca una sola muerte humana por sobredosis. Aunque la sobredosis de opiáceos puede matar por insuficiencia respiratoria, el único problema médico asociado a su uso continuado (prescindiendo de las enfermedades infecciosas secundarias asociadas con la inyección, y al uso de muestras contaminadas y adulteradas procedentes del mercado negro) ¡es el estreñimiento! Para un examen de la toxicidad relativa de estas drogas, vide A. Weil, The Natural Mind An Investigation into Drugs and Higher Consciousness [Houghton–Mif in, Boston, 1994 (edición revisada, publicado originalmente en 1972)]. Puede ser oportuno comentar que Baudelaire murió a los 46 años, y su héroe dipsómano Edgar Allan Poe a los 40 (la misma edad a la que se suicidó el

alcohólico Jack London), mientras el libertino opiófago De Quincey (cuyo hábito ascendía a unas 8.000 gotas o 400 ml. de láudano por día, equivalente a unos 120 g. de opio o 2 g. de morfina!) alcanzó la madura edad de 75 años, y Moreau y Gautier, coetáneos de Baudelaire y comedores de hashish, vivieron 80 y 61 años respectivamente. A propósito del hábito de De Quince y, debe apuntarse que su ingesta diaria de 400 ml. de láudano implicaba necesariamente ingerir casi 400 ml. de licores destilados, que en general contenían un 4o% de alcohol, 3,9 y eran por eso equivalentes a ginebra o vodka. De ahí que el opiófago inglés debiese padecer un hábito considerable al alcohol, además de la relativa al opio, pues ;bebía casi un litro cada dos días! Menciono esto en relación con los terroríficos sueños alucinatorios que ocuparon un lugar central en «los dolores del opio», y que tanto destacó Baudelaire en Les paradis artificiels (dramatizando los «dolores de De Quincey como «torturas», que tienen más de delirium tremens alcohólicos que de ensoñaciones opiáceas. La «ansiedad profundamente arraiga da y la melancolía oscura» de esas alucinaciones mórbidas, su «monstruoso escenario» de «feos pájaros, o serpientes, o cocodrilos», especialmente , «el maldito cocodrilo... la abominable cabeza del cocodrilo y sus impádidos ojos... multiplicados en mil repeticiones» son claramente moradores de los terroríficos reinos alucinatorios de los delirium tremens, producto del hábito de alcohol que De Quincey arrastraba paralelamente a su hábito de opio. Ese tipo de monstruos no frecuenta los mundos oníricos de los habitués al opio y, segu ramente, tenían su origen en la intoxicación alcohólica crónica, quizá modificada por la ebriedad opiácea... No, fue De Quincey, el bebedor inglés de ginebra –y no el comedor inglés de opio– quien «despertó entre luchas y gritó– «¡Nunca más volveré a dormir!» («Los dolores del opio»). 24 El cáñamo o planta de marihuana se considera entre los cultivados más antiguos de la humanidad, «que casi se remonta al origen de la agricultura en el mundo antiguo» y es por eso «sin duda, uno de los más antiguos psicotomiméticos [sic] utilizados por el honlbre» [R.E. Schultes y A. Hofmann, The Botanny and Chemisny of Hallucinogeris, C.C. Thomas, Springfield, rc, 1980 (segunda edición ampliada; publicado originalmente en r973); C. Bennettetafi, Green Gold the Tree of Life 31. Una planta que compite con el cáñamo como uno de los cultivados más antiguos es la adormidera, pues se sabe que fue cultivada en Europa hace al menos 4.500 años, y fue muy utilizada en el mundo clásico [para la historia etnofarmacognóstica del opio, vide: R.S. Nlerrillees, «Opium trade in the Bronze Age Levann»

Antiquity 36 :287–292,1962; R Kritikos y S.P. Papadalci, «The history of the poppy and of opium and their expansion antiquity in the eastern Mediterranean area» Bulletin on Narcotics 19(3): 17– 38;19(4) 5–10,1967; M.D. Merlin, On The Trail of the Arecient Opium Poppy, Associated University Presscs, Londres, 19841 , Oriente Próximo ha estado haciendo vinos desde hace 6 u 8.000 años, cervezas 6 a 5.000 años [P.E. McGovern etalíi, «Neolithic resinated wine» Aiture 381: 480–481; C. Rátsch, Urbock: Bier Jenieits van Hopfen 1 and Mtiz, A7 Uerlag, Aaratl, Suiza, 1996]. El uso de bebidas fermentadas intoxicantes es pangéico y transcultoral [para un análisis, video. Gongalves de Lima, Pulque, balchéy pa– 1 jauaru en la emobiología de las bebidas y de los alimentos fermentadas, Fondo de Cultura Económica, México, 1990 (el original en portugués es de 1975)]. Hay cierta controversia sobre el descubrimiento de la destilación alcohólica, que probablemente tuvo lugar por primera vez en el área actual de Manchuria/Corea, aproximadamente en el siglo VIII. En cualquier caso, los europeos descubrieron la destilación alcohólica del vino circa el 1100 d.c. en Italia [R.]. Forbes, Short History of the Art of Distillattion, E.J. Brill, Leiden, 1948]. 25 La tradición mejicana sostiene que los seres humanos aprendieron a hacer pulque (vino de Agave) de una especie de roedor que vaciaba los tallos de la planta y después volvía para beber la savia fermentada allí disponible, y en México el pulque se asocia especialmente con los conejos [O. Comalves de Lima, El maguey y el pulque en los códices mexicanos]. 21 Los pájaros carpinteros norteamericanos bebedores de savia hacen, de modo similar, agu jeros en los árboles que llenan con savia que fermenta, y se sabe que otros pájaros y ardillas se intoxican igualmente. Los elefantes africanos buscan frutos fermentados y se intoxican con ellos, como hacen sus primos asiáticos. Los elefantes y otros animales en cautiverio se adaptan fácilmente al alcohol cuando se les suministra [para un estudio interesante sobre intoxicaciones animales con alcohol, y ebriedades con muchas otras drogas, vi R.K. Siegel,Intoxicratiore: Life in Pursuitof Artificiai Paradise (Intoxicación: la vida en busca del paraíso artificial, E.P. Dutton, New York, 1989)]. Aunque Siegel pase revista a una extensa documentación sobre la cualidad natural de la ebriedad en el mundo animal, inexplicablemenie imita luego a los Paraísos artificiales de Baudelaire en su subtítulo–¿podría sugerir que cualquier edición futura se retitule, más apropiadamente, Ebriedad: la vida en busca del paraíso natural?

26 El Valium® o diazepam fue sintetizado en 1961 y puesto a la venta como calmante en 1963. Pertenece a una clase de calmantes o ansiolíticos llamada benzodiacepinas [M. Lader, «Benzodiazepines – The opium of the musses?» Neuroscience 3:159–165, 1978; M.C. Smith, A Social History of the Winor Tranquilizers, Pharmaceutical Products Press, Binghamton, Ny, 1991]. En 1977 se identificó un llamado «receptor benzodiacepínico» en el cerebro de mamíferos, y se han aislado al menos dos ligadores endógenos. Uno de ellos, llamado «péptido de la ansiedad» o «inhibidor de vínculo Diacepínico> (IVD), enlaza con su receptor pero provoca ansiedad en vez de aliviarla [P. Ferrero et al¡¡, «A brain octadecaneuropeptide generated by trypiic digestion of DBI (Diazepam Binding inhibitor) functions as a proconflier ligand of benzodiazepine recognition sites» Nuztropharmacology 23(11): r359–1362, 1984]. El otro, un compuesto –carbolínico, ha sido aislado en la leche y el cerebro de mamíferos y es igualmente ansiogénico [C. Braestrup et alii, «Urinary and brain ( –carboline–3–carboxylates as potent inhibitors of brain benzodiazepine receptors» Proceedings of the Nation Academy of Sciences 77(4): 2288–2292,1980]. De nuevo, la naturaleza se guardaba algunas sorpresas, y en 1986 se descubrió diazepam (y su metabolito activo desmetildiazepam) en el cerebro de vacas y ratas [L. Sangameswaran et alii, «Purificarion of a benzodiazepine from bovine brain and detection of benzodiazepine–like imnlunoreaetivity inhuman brain., ¡bid. 83: 9236–9240, 1986; J. Wildrnann et alii, «Diazepam and vdesmethyldiazepam are found in rat brain and adrenal and may be of plant origin» Journal of Neural Transmission 70:(3–4): 383–398, 19871. Del mismo modo que al encontrar morfina en leche bovina y humana,19 se supuso que el origen de estos compuestos estaba en los vegetales [J. H. Medina et alíi, «Presence of benzodiazepine–like molecules in mammalian brain and milk» Biochemical and Biophysical Research Communications 152(2): 534–539,19881, y éstas y otras benzodiazepinas se encontraron en el trigo y la patata [J. Wildrnann et alíi, «Occurrence of pharmacologically active benzodiazepines in trace arnotmts in wheat and potato» Biochemical Pharmacology 37(t9): 3549–3559, 1988] y, más adelante, en la soja, el arroz y en hongos Agaricus cultivadas [E. Unseld et alii, «Detection of desnaethyldiazepam and diazepam in brain of differclu species and plants« ibid. 38(16): 2473–2478,1989]. El análisis de algunas plantas utilizadas como sedantes en etnobotánica sugirió la presencia de benzodiacepinas en la Tilia sp. y en la Passiflora caerulea L., pero no en la Valeriana officinalis L. [J.H. Medina et al¡¡, «Benzodiazepine–like molecules, as well as other molecules for the brain benzodiazepine receptors, are relatively common constituents of

plants» Biochemical and Biophysical Research Commrenications 165(2): 547553,1989]. Las ínfimas concentraciones encontradas en estas plantas despiertan dudas sobre su trascendencia farmacológica, y la P. caerulea también contiene crisina, un agonista de receptor benzodiazepínico comprobado [ibid. «Chrysin (5,7–dihydroxy–flavone), a naturally– occurring ligand for benzodiazepine receptors, with anticonvulsant properties» Biocbentical Phannacol OD 40(10): 2227– 2231,1990; C.Wolfman et alii, «Possible anxiolytic effects of chrysin, a central benzodiazepine receptor ligand isolated from Passiflora Caerulea» Pharmacology Biochernistry and Behavior 47: 1–4 1994]. Estos hallazgos apoyan la hipótesis del origen vegetal dc las benzodiacepinas localizadas en tejidos animales, aunque sigue siendo posible que los mamíferos puedan sintetizar el diazepam, que quizá, sea. un ligador endógeno ansiolitico del receptor benzodiacepínico. Pendiente de una investigación definitiva, el diazepam o su metabolito activo sigue siendo nuestro mejor candidato como hipotético ligador endógeno ansiolítico del receptor benzodiacepínico. 27 Según una tradición, un cabrero etíope descubrió el café tras observar que los frutos del arbusto espabilaban a sus cabras. Igualmente, en Yemen, se supone que otro despierto cabrero descubrió las propiedades estimulantes de la planta de qat al observar el efecto que tenía sobre sus animales. Del mismo modo, en los Andes se afirma que la humanidad descubrió las milagrosas propiedades de las hojas de coca al observar cómo sus llamas las comían [RK. Siegel, Intoxication. Life in Pursuit of Artificial Paradise's J.G. Kennedy, The Flower of Paradie: The Institutionalized Use of the Drug Qat in Earth Yemen, D. Reidel Publishing Co., Dordrecht,1987]. Son comunes las historias sobre el descubrimiento de drogas con la ayuda de animales.29 29 Como en el caso del alcohol, la farmacología de la cocaína o de la anfetamina no depende primariamente de una actividad de tipo neurotransmisor, si bien se ha sugerido que esta última puede actuar como «agonista parcial» (o activante) de los neuroreceprores para la norepinefrina [Merck Index 12: 6788], que es un neurotransmisor muy común. Aunque la neuruquímica de los estimulantes sigue comprendiéndose poco, pruebas recientes sugieren con fuerza que los efectos sobre el neurotransmisor dopamina [Merck Index 12: 3479] son la clave de las propiedades estimulantes de la cocaína [S.J. Mule (Ed.), Cocaine: Chemlcal, Biological, Clinical Social and Treatment Aspects, CRC Press, Cleveland, OH, 1977; RC. Petersen y RC. Stillman (Eds.), Cocaine: 1977, MIDA Research Monograph 13, National Institute on

Drug Abuse, Rockville, MD, 1977] y de las anfetaminas [las más importantes y mejor estudiadas son la metanfetamina (Merck Index 12: 6015), y la –anfetamina o dextroanfetamina (Merck Index 1: 2996), ambas homólogos artificiales de la efedrina (Merck Index 12: 3645), que es un estimulante natural procedente de las especies Ephedra; vide el anticuado, pero exhaustivo libro de C. Leake, The Amphetamines: Their Actions and Uses, C.C. Thomas, Springfield, II, 1958; J. Caldwell (Ed.), Amphetamines and Related Stimulams: Chemical, Biological, Clinical, and Sociological Apects, cae Press, Boca Ratón, FL, 1979; A. Cho y D. Segal (Eds.), Amphetamine and it Analogs, Academic Press, New York, 1994]. Ambas bloquean el transportador de dopamina (y los transportadores análogos de norepinefrina y serotonina [Merck Index 12: 8607]), una bomba de readmisión para la dopamina al señalar neuronas «presinápticas» (las sinápsis son uniones entre neuronas, a través de las cuales se difunden neurotransmisores), que liberan dopamina para elegir como blanco neuroreceprores de neuronas «postsinápticas». La función de lcu transportadores de dopamina es reabsorber la dopamina de las sinapsis, «recomponiendo» así el «conectador» la cocaína y las anfetaminas impiden que el transportador reabsorba la dopamina, de modo que queda en sinapsis, prolongando la estimulación de las neuronas postsinápticas. Recientemente, investigadores usanos42 lograron ratones «noqueados» desprovistos del gen requerido para el transportador de dopamina, y esos animales no sólo resultaban extremadamente hiperactivos (constantemente estimulados), sino insensibles a cocaína y anfetaminas [B. Giros et alii, «Hyperlocomotion and indifference to cocaine and amphetamines in mice lacking the dopamine transporter» Nature 379: 606–6t2,1996]. Experimentando con personas, luego se mostró que la euforia provocada par cocaína intravenosa se relaciona directamente con el bloqueo de los transportadores de dopamina en los sujetos [N.D. Uolkow et al¡¡, «Relationship berween subjective effects ofcocaine and doparnine transporteroccupancy» Nature 386:827–830,1997]. Por lo mismo, la acción estimulante de estas drogas no parece ajustarse primariamente a neuroreceprores específicos, como ocurre con la morfina y el THC, que consiguientemente actúan como neurorransmisores, y más bien supone un cese total en las funciones normales de neurotransmisión de la dopamina (y norepinefrina, y serotonina) al impedir la liberación normal de los neurotransmisores a partir de las sinapsis, haciendo más bien que se acumulen allí, y prolonguen la estimulación de la neurona receptora. La cafeína y las metilxantinas afines (compuestos purínicos, químicamente afines a las partes base de los nucleótidos del ADN, como la adenina [Merck Index I2: 150]), parecen ejercer su efecto estimulante al bloquear los neuroreceptores de la adenosina ([MerckIndex 12: 152] o el ribósido de

adenina, la base de azúcar purínico del ADN). Puesto que la adenosina parece funcionar en el sistema nervioso como una especie de neurotransmisor inhibitorio (más bien como un «desconectador»), cuando la cafeína bloquea esa señal inhibitoria provoca, indirectamente, estimulación [S.H. Snyder et alii, «Adenosine receptors and behavioral actions of nacthylxanthines» Proceedings of the Nationai Academy of Scienees78(01326 0–3264, 1981]. Así, todos estos estimulantes ejercen primariamente efectos indirectos sobre la neurotransmisión, en contraste con las acciones directas de tipo neurotransmisor que caracterizan al THC y la morfina: algo más sutilmente que los bloqueos globales en las membranas de células nerviosas causados por el alcohol, pero de una naturaleza intoxicante similar. 16,18,20 29 En Siberia, donde se ha probado sobradamente el uso histórico chamánico generalizado del hongo enteogénico Amanita muscaria (I.. ex Fr.) Pers. ex Gray, cuya utilización puede remontarse arqueológicarnente 3.000 años al menos, y más aún lingúísticamente,72 es bien sabido que los renos salvajes y domésticos son adeptos apasionados de ese hongo, así como de la ebriedad que produce. Se dice incluso que la humanidad aprendió originalmente las propiedades del hongo observando a los renos, e incluso tras embriagarse al comer la carne de un reno que acababa de consumirlo [R.G. Wasson, Soma Divine Mushroom of Immortalitv, Mouton and Co. , La Haya,1968]. También se ha observado que el caribú canadiense ingiere Amamita muscaria, y en Africa ecuatorial occidental se dice que los seres humanos aprendieron las virtudes enteogénicas de las raíces de cierto arbusto, la ¡boga (Tabernanthe ¡boga Baillon, que contienen ibogaína [Merck Index 12: 4920]), al observar que jabalíes, puerco espines y gorilas se embriagaban con ellas [H.G. Pope, Jr., «Tabernanthe ¡boga: An African narcotic plant of social importance Economic Botany 23(2): 174–184, 1969; RK. Siegel, Intoxication: Life irv Pursuit of Artificial Paradise]. 25,70 30 Padre del neologismo psiconauta, el gran escritor alemán Ernst Jünger [1895–1998] publicó un detallado cuaderno de bitácora narrando sus bioensayos psiconáuticos con alcohol, opio, hashish, mescalina, LSD [Merck Index 12: 5665] y psilocibina [Merck Index 12: 81]. Los bioensayos de LSD y psilocibina se llevaron a cabo en colaboración con el químico suizo Albert Hofmann (que nació en 1906 y se mantiene aún vigoroso ¡a sus 93 años!), amigo íntimo de Jünger y primero en sintetizar la LSD, en 1938, y en aislar y sintetizar la psilocibina, en 1957. Es trágico que la traducción al inglés del libro seminal de Jünger

siga sin estar disponible, y lo mismo pasa con la mayor parte de la obra de este prolífico escritor. Vide E. Jünger,Annäherungen: Drogen und Rausch [Acercamientos: diogas y ebriedad, Ernst Kleit Verlag, Sttugart,1970]; A. Hofmann, LSD: My Problem Child [McGraw–Hill, New York, 1980 (publicado originalmente en alemán en 1979)]; E. Ocaña, El dioniso moderno y la farmacia utópica [Anagrama, Barcelona, 1993]. 31 De hecho, de la pequeña minoría de animales humanos transportables en principio a los paraísos artificiales poéticos de tipo baudelairiano, sólo una minoría aún más reducida, cuyos cerebros han sido preprogramados artificialrnentecon el sistema operativo 18.6. o de la Lingua Franca Française o, al menos, con un compilador de tal en sus «sistemas operativos lingüísticos» activos, logrará extraer sentido semántico a tal poesía y, menos aún, ser aerotransportados a los paraísos artificiales en sus sutiles alas de la metáfora, la rima u otros recursos poéticos. Por otro lado, no niego que la poesía aliterada de música lingüistica que, de cualquier modo, no era el fuerte de Baudelaire –sea capaz de conmover hasta las almas de aquellos que no captan ni comprenden sus palabras, como muestra la lectura de cualquier página del extraño Finnegans Wake de James Joyce [Viking Press, New York,1958 (publicado originalmente en 1939)], escrito en su propio y anificial sistema lingüístico. Sugiero a la atención del lector también el postfacio exquisitamente bello al libro de V .P. y R.G. Wasson Mushrooms Russia and History, «Vale», –sobre las palabras como artefactos orales– con una «evocación emocional» no semántica, como un musical «repertorio de trinos silvestres, si ajustamos nuestro tono a la leve melodía que de ellos nos llega». Vide el Epílogo y también vide infra, mis comentarios adicionales sobre música y poesía oral. 32 Los etnofarmacognosistas saben bien que es posible acceder a los farmacoparaisos naturales sin recurrir a la deglución y digestión. Vías alternativas tradicionales de acceso a los farmacoparaísos son: 1) aspiración nasal de drogas en polvo o sus extractos secos o líquidos [P A.G. M. De Strict, «A multidisciplinary overview of intoxicating snuff teals in the western ltemisphere journal of Etnopharmacology 13(1):3– 49=1985]; 2) fumarlas o inhalar sus vapores [J. Wilbert, Tobacco and Shamanim in South America], Yale University Press, New Haven, CT, 1987]; 3) inserción intrarrectal de drogas en polvo o en líquidos [PA.G.M. Dc Smet, «A multidisciplinary, overview of intoxicating enema rituals in the western hemisphere journal of Ethnopharmacology 9

(2,3): 129–166,1983]; 4) absorción cutánea de embrocaciones o ungüentos a base de drogas M.J. Hamer, Hallucinogens and Sharnanisnt, Oxford University Press, Londres, 1973; Págs. 125–1501, e incluso; 5) aplicación intraocular directa de extractos de drogas [G. Samorini, «Colliri visionari– Eleusis 5: 27–32, 1996]; a los cuales debemos, por supuesto, añadir el uso moderno de la inyección hipodérmica sea subcutánea. intramuscular, intraventricular, intravertebral o intravenosa –introducida a gran escala a mediados del siglo diecinueve, principalmente para el uso de morfina, y ¡nventada en 1656 por Cristopher Wren [1632–1723], que inyectó infusiones de opio y vino a un perro con una vejiga y una pluma. Su invención se olvidó, para ser redescubierta por Alexander Wood en Escocia en 1843, que inyectó morfina subcutáneamente [D. Latimer y. J. Goldberg, Flowers in the Blood: The Story Opium, Franklin Watts, New York, 1981]. El espléndido libro de Wilbert sobre chamanismo del tabaco (vide supra, que trata principalmente las propiedades de la nicotina [Merck Index 12: 66II]) detalla tres variantes de ingestión oral, además de fumarlo, aspirarlo, insertarlo mediante enema y aplicarlo ¡otraocularmente, refiriéndose tan sólo al tabaco, y exclusivamente en Sudamérica, 33 A pesar de que el acoma de las flores de las especies de Brugmansia, ricas en alcaloides tropánicos (sobre todo escopolamina [Merck Index 12: 8550]) y muy utilizadas en el chamanismo sudamericano, es supuestamente un vehículo de ebriedad, los estudios recientes no han logrado detectar esos alcaloides en los effluvia de las flores o de las hojas [G.C. Kite Y C. León, «Volatile compounds emitred from flowers and leaves of Brugmansia candida (Solanacea)» Plrytochemistry 40(4):1093–1095, 1995]. Por otro lado, la planta de rapé psicoactivo, aún desconocida químicamente, Tanac¡um nocturnum (Barb. Rodr.) Bur. et K. Shum. (llamada koribó por los indios brasileños paumarí y usada con tabaco para un polvo al que llaman koribó–nafuni), hizo que un etnobotánico brasileño se sintiese «tan mareado que hubo de salir gateando» de una habitación donde había una gran cantidad de parras bignoniáceas recién recolectadas y de penetrante olor, tras sentarse junto a ellas durante sólo media hora [G.E Prance et alii, «The ethnobotany of the Paumirí lndians» Economic Botany 31(2):129– 139,1977] De cualquier modo, dicho efecto pudo ser debido a la emisión de cianuro de hidrógeno, que los indios eliminan al tostar las hojas antes de su consumo. Las hojas de la salvia culinaria, Salvia officinalis L., ricas en tujonas psicoactivas volátiles que son el vehículo de ebriedad en la absenta y otras especies de Artemisas, 7 pueden «causar intoxicación y vértigo» si son «olidas durante cierto tiempo– [J.A. Duke, Living Liqueurs, Quarterman Publications, Lincoln,

mA,1987]. De modo similar, varios usos etnomédicos de las especies Artemisa, ricas en tujona, implican la inhalación del vapor de las plantas, que a veces se calientan sobre piedras, por ejemplo en saunas [vide mi Pharmacotheon: drogas enteógenas, sus fuentes vegetales y su historia, Los Libros de la Liebre de Marzo Barcelona, 1996 (edición usana43 original en 1993)], lo que trae a la memoria el uso tradicional norteamericano de la salvia en ceremonias análogas. La mayoría quienes aman a los gatos conocen la psicoactividad en gatos de la hierba gatera o Nepeta cataria L., producida principalmente por la nepetalactona volátil psicoactiva [Merck Index 12: 6556] y otras lactonas afines localizadas en varias hierbas gateras psicoactivas [vide supra, Pharmacotheom, para repasar este área (lela zoofarmacognosia psicoact¡va]. Aunque los gatos a veces mordisquean esas plantas, salta a la vista que se embriagan con sólo olerlas. Por supuesto, muchos anestésicos generales, –iucluyendo el alcohol, son activos con sólo inhalar sus vapores volátiles. En un interesante repaso a los fumatorios, Christian Rätsch sugirió que los inciensos podrían ser psicoactivos vía mecanismos distintos a las usuales interacciones receptor–membrana de las drogas psicoactivas. Advirtió que ciertos aromas, especialmente los de aceites volátiles habituales en plantas, y particularmente en sus terminaciones florales, pueden tener efectos neuroquímicos potentes, que quizá conducen a alteraciones de la conciencia [para este aspecto de la llamada aromaterapia, vide J. Steele, The anthropology of smell and scents» en S. Van Toller y G.H. Dodd (Ecls.), Fragrance:The Psychology and Biology of Perfume, Elsevier, Londres]. Efectivamente, se sabe que algunos aceites volátiles, como la tujona [vide supra, son psicoactivos. Rätsch sugirió además las feromonas animales (con su probado efecto de atracción sexual) o sus congéneres en plantas, como una ruta de alteración de la conciencia mediante aromas vegetales [C. Rätsch, Rüucherstoff: Der Aterra des Drachen (Purgatorios: El aliento del dragón), A ' 1 Uerlag, Aarau, Suiza, 1961]. Aunque Rätsch da una definición muy restrictiva de las feromonas, limitada a sustancias sexualmente atractivas, existen otras muchas clases, como: feromonas de alarma en el veneno de las abejas (que enfurecen y excitan a otras abejas a atacar y picar); feromonas que marcan territorio y caminos en hormigas y otras especies; y todo tipo de feromonas de ordenación social y reconocimiento en insectos sociales como hormigas y abejas. Las feromonas son, por regla, compuestos volátiles que se difunden a través del aire o el agua para ser «olidos» por el animal receptor, un miembro de la misma especie que el emisor. De cualquier modo, las feromonas no son más que una pieza del rompecabezas mucho mayor de la aleloquímica, que incluye las interacciones químicas entre diferentes especies vegetales y/o animales. Hay dos grandes categorías de aleloquímicos: las alomonas, sustancias que confieren ventajas

adaptativas o evolutivas al organismo emisor, como venenos animales, compuestos vegetales secundarios que son pesticidas naturales, etc.; y las kairomanas, compuestos que otorgan ventajas adaptativas al organismo receptor, como el aroma de la presa o de la planta comestible que percibe el depredador o el herbívoro, etc. [R.FL Whittaker y P.P. Feeny, «Allelochemics: Chemical interactions beta seen species» Science 171: 757–770,1971] . Esta es un área diabólicamente complicada de la coevolución, y hay interacciones aleloquímicas que benefician a ambos organismos, como la producción de atrayentes de tipo feromónico en los néctares florales, a través del cual el polinizador (murciélago, pájaro o insecto) recibe alimento, y la planta autopolinización o polinización cruzada [en esto pudiese haber aleloquimica secundaria neutra para el polinizador pero beneficiosa para la planta, como la presencia de alcaloides que refrenen a marníferos polinizadores –murciélagos–pero no a insectos, con lo cual la planta favorece a una clase de polinizador, que puede por ello preferir alimentarse con una sola fuente de néctar a la vez, sobre otra quizá no tan discriminativa; vide D. F. Rhoades y J.C. Berghadi. «Adaptive significante of toxic nectar» The Arnerican Naturalist 117: 798–803, 1981]. Hay casos aún más extraños de «propaganda química», donde animales o plantas depredadoras (como las planťas carnívoras) producen falsas feromonas sexualmente atractivas para seducir a la presa, e incluso una «mistificación química», mediante la cual una especie de avispa social parasitiza el nido de otra especie de avispa gracias al control feromónico de sus trabajadoras [A.–G– Bagnéres et al¡i «Chemical usurpation of a nest by paper wasp parasites» Science 272: 889–89z, 1996]. La clave está aquí en que las interacciones feromónicas son básicamente olfativas en su naturaleza, y la sugestiva conjetura de Rätsch sobre la existencia de una alteración feromónica de la conciencia a través del olfato, debería extenderse más allá de su my restringido examen sobre feromonas sexualmente atractivas. 34 Si bien W Golden Mortimer argumentó en 1901 [Perú: History of Coca: «The Divine Plant» o The Incas, J.H. Va¡¡ and Co., New York] que «la coca no es sólo teórica sino prácticamente un alimento», se ha insistido en considerar el uso de la coca andina como una consecuencia de la malnutrición, para suprimir los dolores causados por el hambre, y a la vez, como una causa de la malnutrición, debido a los efectos anoréxicos que llevan al «adicto» a preferir la coca a la comida [C. Gutiérrez Noriega, «El hábito de la coca en el Perú» América Indígena 9(2): 143– 182, 1949], y, esa lógica circular fue aceptada por la Comisión de Naciones Unidas de 1949, que recomendó mejorar la nutrición y sustituir

la coca por el cultivo de alimentos, en un programa que pretendía erradicar un hábito «indeseable» [l. Cagliano, Coca Prohibition in Perú: The Historical Debates, University of Atizona Press, Tucson, 1994]. Aún así, estudios llevados a cabo por el Ministerio de Agricultura usano 42 sobre la coca boliviana demostraron que sus hojas no sólo eran nutritivas, sino que contenían más calorías, proteínas, carbohidratos, fibra, ceniza, calcio, fósforo, hierro, vitam i n a A y ribofiavina (B2) que la media de 50 vegetales latinoamericanos; ¡y que la ingestión de 100 g. bastaba para cumplir la dicta diaria de calcio, hierro, fósforo, vitarninas A , B y E recomendada por los Estados Unidos [J.A. Duke et alii, «Nutritional value of coca, Botanica Museum Leaflets, Harvard Universky 24(6):113–119, 1975] ¡Puesto que por regla general los consumidores de coca de las tierras altas no se tragan las hojas, sino que las chupan durante casi una hora, sería conveniente estudiar los jugos ingeridos. Por otro lado, los consumidores amazónicos de coca ipadú (Erythroxylum coca Lam. var. Ipadú Plowman) pulverizan e ingieren las hojas. A este respecto, el grupo de Duke comentó: «en términos nutritivos, no hay ninguna diferencia esencial entre el uso de la coca y el consumo directo de alimentos». Un análisis médico de 28 «coqueros crónicos» en Argentina concluyó afirmando que su consumo «no produce alteraciones físicas o mentales», ni «causa malnutrición», ni demostró ninguna «adicción a las drogas, ni dependencia física, ni dependencia psíquica ni síndrome de abstinencia» [J. A. Cornejo et alii, La historia de la coca, Círculo Médicas de Salta, Salta, 1984]. Con todo, el gobierno de los Estados Unidos impone una erradicación de la coca en Perú y Bolivia que, además de ser contraria a la ecología y a la economía, es racista e imperialista [E. Morales, Cocaine. White Gold Rush in Peru, University of Arizona Press, Tucson, 1989; para la respuesta indígena, vide J. Ba¡ldó Aliment et alii, La coca andina: Visión indígena de una. planta satanizada, Instituto Indigenista Interamericano, Coyoacán, México, 1986; E. Agreda, Mujeres cocaleras, Comité Coordinador de las Cinco Federaciones del Trópico de Cochabamba, Cochabamba, Bolivia, 1996]. Aunque generalmente clasificamos el cacao y el chocolate entre los alimentos, la etnobotánica precolombina del cacao o cacáhuatl sugiere que debería más bien caracterizarse como psicofármaco, y es sabido que el cacao contiene abundante teobromina y alcaloides xantinas estimulantes afines, así como nuestro «hashish» endógeno, la anandamida.20,28 35 Como vimos en la Nota 19, la morfina no sólo está presente en la leche de vaca y la materna, sino en varias plantas utilizadas como alimento bovino y humano. Además, es tradición etnomédica inmemorial en Europa el uso del opio como sedante infantil, que en ocasiones se

añadía a la leche: «Algunos administran polvo de amapola [adormidera] mezclado con leche a los niños para que duerman mejor» [F. Bindoni, Erbolario volgare, Venecia, 1536; vide infra, Camporesi]. En un inquietante libro [Bread of Drearms: Food and Fantasy in Early Moderm Europe, University of Chicago Press,1989], el historiador italiano Piero Camporesi apunta: «La costumbre de administrar una infusión de amapola [adormidera] absorbido en agua a niños ligeramente inquietos sobrevivió en el campo italiano al menos hasta finales del siglo XVIII. También en Francia estaba rnuy extendida esta costumbre...». En la Inglaterra victoriana, el láudano se utilizaba comúnmente para tranquilizar a los niños: «Habla una auténtica y extendida creencia de que el opio era bueno para un bebé„ [M. Kohn, Aarcomania: On Heroin, Faber y Faber, Londres, 19R7] y, con la industrialización de la memedicina, los jarabes para «cólico infantil» y «dentición», que contenían opio, morfina y, posteriormente, heroína o diacetilmorfina, se convirtieron en pilares del comercio nostrum de medicinas patentadas [B. Drake, The Cultivator and book of Marijuana, Agrarian Reform Co., Eugene, OR,1970] Hoy consideramos que tal «dopaje» de las criaturas es reprensible –un abuso infantil torpe, ignorante, cruel– pero apenas existen pruebas de que sea dañino en dosis apropiadas. Después de todo, hasta la propia leche materna contiene morfina; acaso no es éste un ejemplo de sabiduría tradicional presente e intuitiva, a la cual la ciencia moderna ha añadido verosimilitud? De hecho, en el mundo clásico se mantenía que el opio era un preventivo universal para cualquier dolencia, una theriacum o triaca, y ciertas evidencias sugieren que puede ser inmunoestimulaute, ¡en dramática contradicción con aquello creído por los prohibicionistas opiófobos! La theriacum estaba originalmente compuesta por serpientes venenosas y/o sus venenos, y su nombre deriva de ello, pero el opio era un ingrediente tan importante en la antigua Roma que se convirtió en la quintaesencia de la triaca, y en ciertas lenguas de Oriente Próximo triaca ha venido a significar simplemente «opio» [R Gelpke, hom Ransch ¡ni Orient and Occident].23 No sólo los romanos consideraban el opio como una panacea y los europeos como algo bueno para los niños, sino que el folklore entre los habitués contemporáneos a opiáceos sostiene normalmente que su consumo previene enfermedades, especialmente los resfriados y la gripe [J. Cocteau, Opium: journal de úne désintoxication, Librairie Stock, París, 1930; W.S. Burroughs, The Naked Luncb, The Olympia Press, París, 1959]. La noción médica de que los opiáceos son inmunodepresivos se sostiene más en la observación de inyectantes crónicos pobres y mal nutridos –normalmente heroinómanos que suelen tener diversas infecciones por inyectarse muestras adulteradas e impuras del mercado negro con jeringuillas no estériles– –que en evidencias experimentales.

Los habitués de larga duración a la metadona [o Dolophina® [Merck Index 12: 6008] por vía oral no manifiestan las disfunciones inmunológicas características de los inyectantes de larga duración de heroína procedente del mercado negro, lo cual viene a sugerir que tales efectos sobre el sistema inmunológico tienen más que ver con la inyección crónica de cuerpos extraños en la corriente sanguínea que con la acción directa de los opiáceos sobre el sistema inmunológieo [D.N..A. Novick et al¡¡, «Natural killer cell activity arad lymphocyte subsets in parenteral heroin abusers arad long–term methadone maintcnance patients» The journal Of Pharmacology and Experimental Therapeutics 250 (2): 606–610, 1989]. Dado que los endopiáceos pueden de hecho estimular el sistema inmunológico, y que se ha demostrado una inmunoestimulación similar en la morfina exógena [J. Wybran, «Enkephalins arad endorphins as modifiers of the immune system: Presentarad futuro>, Fěderatiórz Proceedings 44: 9z–94, 1985], es imperativo hacer estudios controlados que investiguen en profundidad las potenciales propiedades inmunoestimulantes del opio oral y los opiáceos. Despues de todo, tanto la sabiduría ernobotánica arcaica como el folklore con temporáneo y victoriano apuntan al opio ingerido oralrnente como medicina preventiva, como una triaca. Tambien vale la pena comentar que al comienzo de la alta Edad Moderna europea, y en la Inglaterra victoriana, antes de que se introdujeran los antibióticos y otras terapias químicas contra las enfermedades, la medicina ortodoxa era realmente charlatanismo supersticioso, y que los pacientes adinerados sufrían el adicional quebranto de sangrías y purgaciones «heroicas» [HW Haggard, Devi, DrMZs, ara Doctors. The Story o the Science of Healirtgorre Medicine, Blue Rilrbon Books, Inc, New York, 1929], mientras el opio resultaba incuestionablemente eficaz, al menos como analgésico. Necesitamos investigaciones imparciales sobre esas claves etnomédicas a posibles propiedades inmunoestimulantes de los opiáceos, y también sobre el fenómeno de la estimulación inmunológica en sí. 36 No es sólo que muchos alimentos contengan drogas [S L. Rice et alii, «Biologically active amine in food: A review» Journal Milk Food Technology 39(5):353–358,1976], sino que debernos recordar que los vegetales psicoactivos se preparan a menudo en (o como) alimentos [C. Rärsch, 1001 Genu: Psychotrope Wirkstoffe in der Nahrung» Diät+Information 2: 39–43,1995]. Es sabido que las semillas de adormidera contienen niveles bajos de alcaloides opiáceos «ligados» (unidos a moléculas mayores), incluyendo la psicoactiva codeína (metiléter de morfina [Merck Index 12: 2525]), lo cual no impide que se sigan utilizando frecuentemente en panadería, siendo tradicionales

los pasteles y panes con semilla de amapola en Europa y Oriente Próximo. Camporesi35 describió el consumo en Italia del pane papaverino o pan de semilla de adormidera hecho a partír de harina de grano molido, apuntando que «la amapola [adormidera] se cultivó en vastas áreas de Europa de un modo que hoy podría llamarse industrial» en la baja Edad Media y a comienzos de la Edad Moderna. Cabe detectar morfina en la orina de seres humanos entre 3 y 15 horas después de ingerir un solo pastel sueco de semillas de amapola [K. Bjerver et, alii, «Morphine intake from poppy seed food» Journal Pharmacy and Pharmacology 34: 798–801, 1982], Y se han encontrado tanto codeína como morfina en sangre y orina de seres humanos que habían comido 25 g. de semillas de amapola compradas en supermercados usanos42 [LW: Hayes et alii, «Concentrations of morphine and codeine in serum arad orine after ingestion of poppy seeds» Clinical Chernistry 33(6): 806–807, 1987]. Utilizando métodos rutinarios de análisis de orina en busca de drogas, pudo detectarse morfina a las 5 horas de haber comido un solo bollo hecho con semillas de amapola [J.L. Abelson, «Urine drug testing– ¡Watch what you eat!» Journal of the American Medical Association 266(22,):3130–3131, 1991]. Además, cuando digerimos las proteínas de diferentes alimentos se producen fragmentos de péptidos opiáceos en nuestro aparato digestivo; los más conocidos son las casomorfinas, que se producen al digerir las proteínas de la leche [Caseína Morfinas; vide: J. Svedberg et alii, «Demonstration of –casomorphin immunot active materials in invitro digests of bovine milk and in small intestine contents after bovine milk ingestion in adult humans» Peptides 6: 825–830, 1985]. Es probable que esas «exorfinas» se liguen con los receptores opiáceos intestinales, y puede que incluso lleguen al cerebro [B. Max, «This and that: An artef actual alkaloid and its peptide analogs» Trends in Pharmacological Science 13:341–345,1992]. Los comedores de hashish contemporáneos de Baudelaire, de Le Club des Hachichins, solían consumir su ambrosía bajo la forma de electuario árabe dawamesk, descrito por Moreau14 madjound o majoon es un dulce indio análogo hecho a partir de Cannabis [M.C. Cooke, The Seven Sisten of Sleep. Popular History of the Seven Prevailing Narcotics of the World, James Blackwood, Londres, 1860 (facsímil en 1989, Quarterman Publications, Lincoln, MA)]. Camporesi también describió la elaboración en Europa de pan con harina de marihuana que causaba una «pérdida de la razón». Estas drogas presentes en los alimentos y las plantas–droga o sus extractos preparados y consumidos como alimentos, conspiran para empañar nuestra distinción habitual entre alimentos y drogas. 37

De nuevo, lo dicho está lejos de ser una extravagancia oratoria, pues es tan cierto que la ciencia médica acepta el concepto de «abuso de comida» como que acepta el de «abuso de drogas», y tanto el de «adicción a comidas» como el de «adicción a drogas». Tal como algunos defienden que las intervenciones quirúrgicas pueden ser una «cura» para el «abuso de drogas», las intervenciones quirúrgicas se practican como «cura» a la «alimentomanía». Para comidas como drogas, «persecuciones rituales» y «abusos» de ambas, vide: T.S. Szasz, Ceremoníal Chernistry: The Ritual Persecution of Drugs, Addicts, and Pushers [Doubleday/ Anchor, New York, 1974]. Además, aparte de los ejemplos arriba mencionados de drogas que forman parte de alimentos o que son alimentos en sí,36 se ha demostrado que cl ayuno o la privación de comida pone en funcionamiento los sistemas endopiáceos naturales de analgesia. Ratas sometidas a 24 horas de ayuno entraron en un estado de analgesia que sin duda fue causado por los endopiáceus, pues podía revocarse administrando el antagonista opiáceo naloxona [vide supra, página 19], y ayunos sucesivos provocaron tolerancia tanto a endopiáceos como a morfina [T.L. Davidson et al¡¡, «Development of tolerance to endogenous opiates activated by z4–h fcod deprivation» Appetite 19: 1–13, 1992]. Los animales, en otras palabras, adquirieron la tolerancia a opiáceos, que es el prototipo de la adicción a narcóticos, lo cual podría explicar cómo pueden los seres humanos habituarse al ayuno, como sucede en el caso de la anorexia nervosa. Me he referido ya a las propiedades adictivas de los endopiáceos [E. Wei y H. Lolr, «Physical dependence on opiata– like peptides» Science 193: 1262–1263, 1976], y a cómo en el llamado «subidón de los corredores» producido por el ejercicio extenuante, median los endopiáceos [vide supra, página 19]. Es bien sabido que algunas personas se habitúan a ese tipo de ejercicio extremo en el mismo modo que las ratas al ayuno –se han hecho tolerantes, y luego ¡adictos a las drogas narcóticas producidas por sus propios cuerpos!. Este tipo de «adicción atlética» puede llegar a ser tan dramática que hay casos de individuos jóvenes con defectos cardíacos congénitos a quienes el médico había prohibido el ejercicio extenuante, si bien eran tan adictos a los «ejerendopiáceos» que no lo pudieron dejar, ¡como el más inveterado habitué al tabaco o a la heroína! En un caso del este tipo, un corredor–maratón de 22 años literalmente ¡corrió hasta morir! [J. Partanen et alii, «Noncritical aortic stenosis in two oren unable to quit running marathons–Well, one quit» Journal of the American Medical Association 267(4): 51, 1992]. Es innegable que, al menos en estos casos, las drogas proporcionan una ruta más segura a la euforia opiácea. 38

Vide Gottfried Benn, «Provoziertes Leben» Ausdruckswelt, Essays y und Aphorismen 1949; traducido al inglés por Ralph Mermar, Provoked life: An essay (Eds.), The Psychedelic Reader. University Books, New e w York, 19(5, págs. 39–401. 39 La antigua ética Puritana antiplacer se alzaba contra todas y cada una de sus formas; con el tiempo, la «iluminación científica» ha despuntado su filo. En algunas órdenes monásticas, especialmente durante la contrarreforma del siglo XVI (respuesta católica a la Reforma), se imponía a los devotos una economía espartana en la alimentación, siendo la norma tomar una comida al día, preferiblemente pan y agua. Los indios mesoamericanos, que no contaban con tales principios antiplacer, quedaron asombradosy atónitos ante el comportamiento de los frailes franciscanos que llegaron a –«evangelizalos» una década después de la conquista de México (en 1521). Fray Martín de Valencia, que formaba parte de la avanzadilla de esta invasión esp¡ritual. cuando fue oblígado a comer por necesidad física, ¡espolvoreó cenizas sobre su comida.. para privarse incluso del placer de saborearla! [S. Corcancera, El fraile, el indio y el pulque. Fondo de Cultura Económica, México, 1991] Hoy eso se consideraría una obsesión extrema, por no decir insana, y podría etiquetarse como un caso grave de anorexia nervosa (acaso condenada como adicción opiácea endógena), pues aparte de las necesidades nutritivas del cuerpo consideramos conveniente si no necesario para una digestión efectiva y, para la salud psicológica, el tranquilo disfrute de la comida. Las órdenes mendicantes eran en teoría célibes, como han de ser codos los curas católicos, pero algunas iglesias reformadas llegaron al extremo de condenar la naturaleza pecaminosa de todos los placeres eróticos, afirmando que el sexo es ipso facto pecaminoso si no está comprometido con el expreso proposito de la concepción (siendo invariablemente pecaminosa la masturbación, las relaciones homosexuales, el sexo oral, etc. . Es innecesario recordar a lector que tales creencias no son ignotas en estos Estados Unidos del siglo XX! También vale la pena apuntar que los «siete pecados capitales», de los católicos incluyen la lujuria o la gula, pero no la ebriedad (una falta de moderación aquí podría subsumirse en el «pecado» de gula, si bien hoy en día parece que la llamada «adicción a drogas» ha sido elevada a un octavo pecado capital). Aunque la «sexología» moderna racionalice científicamente una vida sexual activa y placentera como elemento esencial de la salud física y psicológica, hasta el siglo XIX se acusaba a la masturbación de causar enfermedades mentales, y la clitorectomía y la circuncisión se empleaban como «tratamientos» bárbaros [T.S. Szasz, The

Manufacture of Madnesr: A Compurative Study of the Mental Healt. Quedamos así con las drogas, que a pesar de aceptar los opiáceos para usos «estrictamente medicinales» se condena su empleo con fines hedonistas. De este modo, nos enfrentamos al absurdo espectáculo de una búsqueda específica de drogas que no gusten a la gente, ¡considerando absurdo que la euforía es un efecto secundario negativo! Si no me equivoco, y con la posible excepción de las armas, éste es el único producto de las economías capitalistas ¡donde la satisfacción del consumidor no reina de modo absoluto, sino que se evita activamente! Vemos ya racionalizaciones médicas sobre los aspectos positivos de las bebidas alcohólicas (¡con moderación, por supuesto!). Es sólo cuestión de tiempo que la ciencia médica comience a aceptar con moderada indulgencia los aspectos naturales y saludables de otros vehículos de ebriedad, o a justificarlos como terapia (con receta, desde luego), lo cual será examinado en los CAPÍTULOS TRES y CUATRO. 40 Compárese la «farmacia celestial» del «licor desconocido» baudelairiano con «ese limpio vino» que de una jarra inmaterial «bebieron los ángeles» del poeta persa sufí del siglo XIV, Mahmud Shabestari [circa 1250–1320]. Anticipándose a Baudelaire unos 550 años, en el fragmento The Spilled Cup (La copa derramada), Shabestari cantó este himno: «El universo: Su bodega;/el corazón del átomo: Su copa de medida./El intelecto está borracho, la tierra borracha, el cielo borracho/el paraíso está perplejo con Él, buscando sin descanso,/ Amor en su corazón, esperando al menos/una siniple vaharada de la fragancia/de ese vino, ese limpio vino que bebieron los ángeles/de esa jarra inmaterial, un sorbo de los sedimentos/el resto servido sobre el polvo:/un sorbo, los Elementos giran en una danza de ebrios/ora caen al agua, ora sobre el fuego abrasador./Y del olor de esa copa vert¡da/surge el hombre del polvo y se eleva hacia el cielo». Vide PL. Wilson y N. Pourjavady (traducción y comentario), The Drunken Universe: An Anthology of Persian Sufi Poetry [Phanes Press, Grand Rapids, MI, 1987; págs. 39; 140–1411. El rítulo del libro deriva del de Janialoddin Salman Savaji; [circa 1300–1376] The Drunken Universe, con «el secreto escondido/del tarro/servido/en la boca/de Todos» [¡bid., págs. 37–39;. 41 Los «narcóticos» tratados en The Chem¡stry of Common Life [he utilizado la novena edición usana;42 D. Appleton y Co., New York, 1857; las primeras cuatro ediciones aparecieron en 1855] fueron: tabaco (Nicotiana spp., que contiene nicotina);32 lúpulo (Humulus lupulu L., con sedantes como 2–metil–3–buten–2–ol); opio; hashish; betel (Areta

catechu L., con el estimulante arecolina [Merck Index 12–: 815]); coca; Amanita muscaria (ahora se sabe que contiene ácido iboténico [Merck Index 12: 4922]/muscimol [Merck Index 12: 6391] como principios de ebriedad); y varias solanáceas que contienen alcaloides tropánicos. 39 Con la excepción del lúpulo, todos ellos se examinan, generalmente con mayor detalle, en Die Narkotischen [Verlagvon Wilhelm Schmid, Nuremberg; reedición facsímil sin fecha de Reprint Uerlag, Leipzig: traducción usana42 Plant Intoxicants, Healing Arts Press, Rochester, vr, 1995]; que también se ocupa de plantas estimulantes como el café y el qat [vide supra]. Aunque Johnston fuese el químico, von Bibra escribió mucho más extensamente sobre los aspectos químicos, especialmente sobre los alcaloides del opio, de los cuales ya se conocían los más importantes, pues la ciencia fitoquímica había sido fundada por Friedrich Wilhelm Adam Serrúrner [1783–1841], que fue el primero, en 1803–1805, en aislar la morfina del opio [para su biografía y reediciones de sus escritos precursores, vide Friedrich W¡lh. Serrúrner, dar Entdecker des Morphiums, Uerlag von Gustav Fischer, Jena, 1925]. Aunque se discute la prioridad de este descubrimiento clave, generalmente se atribuye a Sertúrner, que hizo los primeros bioensayos psiconáuticos de este primer principio activo aislado de una planta, llevando a cabo el crucial descubrimiento químico de su naturaleza «alcaloide» o «tipo álcali». En comparación, la cocaína sólo se aisló de la coca en 1860, el THC del hashish en 1964 y el ácido iboténico y el muscimol entre 1964–1965 [vide supra Plant intoxicants, para reférencias]. En consecuencia, los puntales científicos de la psicofarmacología eran todavía rudimentarios aunques, habían dado los primeros pasos para fundar una ciencia de la ebriedad. Debe mencionarse aquí la tesis de uno de los estudiantes de Linnaeus [né Carl von Linné, 1707–1778] Olof Reinhold Alander [1739–1810], que describió la etnoboiánica del opio, el hashish, el tabaco, las bebidas alcohólicas, varias solanáceas embriagantes y otras drogas. Su tesis publicada en latín, siendo más un estudio breve que un libro y [O. R. Alander, Inebriantia,Universidad de Uppsala, 1761(2)]. Recientemente ha aparecido una traducción al inglés de este estudio precursor [B. Holmstedt y R. E. Sechultes, «Inebriant¡a: An early interdisciplinary consideration of inloxicants and their eftécts on man» Botanical Journal linnean Society 101: 181–198, 1989]. 42 Los sudamericanos centroamericanos, los aborígenes de América del Norte y otros nortearnerícanos (e.g. canadienses y mejicanos) se han opuesto con razón a que los nativos de los Estados Unidos de América (U.S.A.) se arroguen el adjetivo americano

para caracterizarse a sí mismos. En el castellano de los mejicanos, los norteamericanos no canadiense del norte del río Bravo (río Grande) pueden ser llamados estadounidenses (variante: estadunidenses), evitando de ese modo el uso de nortearnericanos, que incorpora imprecisamente a los canadienses, y ignora que los mejicanos, también, son norteamericanos– Desasfortunadamente, en inglés, Unitedstatesians es un nombre kilométrico y muy feo, así que propongo que nos definamos a nosotros mismos usanos, una contracción de esa palabra traducida del castellano. Ocurre que este neologismo fue caprichosamente acuñado por el antropólogo usano Weston La Barre, en una parodia burlona de las pretensiones científicas e inclinaciones innatas de los etnógrafos. Vide su pseudóuimo anagramatical (de Tarnel O'Beawes) «Profesor Widjojo's field trip to the Usans»» en Three Contrabuiort. La Barre hizo su comentario perverso «sobre la etimología apropiada del nombre tribal. Los lingüistas normativos... lo construyen como *U.S.A.–[a]ns (con alfs–ecdisiásmo). Pero los liugüi.stas descriptivps... lo tienen como US– ans, una caso–forma oblicua de We–uns (cf. Fundir you–all y youse como plurales redundantes). Los usanos, de todos modos, se suelen confundir con sus caso–formas (e.g., «Who did you see?» y «It´s me» Usan[o] Es claramente distinguible de usancelunsanr, habit[ualJ, acostumbrado» [Oxford English Dictionary Compact Ed.; pág. 35731, fácilmente deletreable y pronunciable, y de significado claro. 41 En The Seven Sister of Sleep,36 había capítulos sobre tabaco, opio, hashish betel, coca, las Plantas solanáceas productoras de ebriedad, Aman¡ta muscaria; mucha más detallados etnobotánicamente que los de sus predecesores, aunque entrase en menos detalles químicos que von Bibra. Cooke, además, conectó correctamente las especies solánaceas Atropa, Brugmansia (como «Floripondio» [sic]), Datura, Hyoscyamus y Solanum, se sabe que todas ellas contienen alcaloides tropánicos productores de ebriedad. 33 The Hasheesh Eater [Harper the Bros., New York, 1857; ha sido reeditado seis veces, y reimpreso recientemente en facsímil por Level Press, San Francisco, 1975] es una fantasmagoríca literaria que puede ser favorablemente comparada con las Confesiones de De Quincey.3 Aunque se trata de literatura y difícilmente puede considerarse un trabajo científico, lo incluyo aquí por su importancia y por ser contemporáneo de Baudelaire, Johnston, von Bibra y Cooke. Ludlow colaboró extensamente en otro libro sobre vehiculos de ebriedad: The Opium Habit, with Sugestion as to the Remedy [H. Day (Ed.), Harper &

Bros— New York, 1868], que ¡ncluía un capitulo sobre su supositicia «cura del opio», en la que figuraba su amado cáñamo. Johnston, von Bibra y Cooke usaron la palabra narcótico para definir las plantas–droga, un término toscamente equivalente en significado a embriagante, o a plantas o drogas psicoactivas o psicotrópicas. Partiendo del griego  «entorpecer, crear estupor», este término es apropiado para drogas cuyo efecto sea ése, pero muy inapropiado para plantas estimulantes como la coca, de farmacología opuesta, u para los enteógenos, que también suelen ser estimulantes. Actualmente, el término narcótico suele restringirse a las drogas opiáceas50 [para terminología moderna sobre drogas psicoactivas, vide Nota 10]. 45 Lo descrito por Hennings como Anhalonium lewinii resultó ser péyotl auténtico, ahora conocido como Lophophora williamsii (Lemaire) Coulter [P.E. Hennings, «Eme giftige Kakree, Anhalonium lewini¡n. sp.» Garterflora 37: 410–412, 1888]. Los primeros trabajos químicos estuvieron perseguidos por una confusión taxonómica con la llamada Anhalonium williams¡i Rümpler. Parece que este nombre se utilizó a veces para la especie ancestral Lophophora diffusa (Croizat) Bravo, que contiene relativamente más del alcaloide Pellotin y menos Mezcalin [para un análisis de esta confusión, vide J.G. Brulm y B. Holmstedt, «Early peyote research: An interdisciplinary study» 28 (4): 353–390,1974; para un estudio mult¡disciplinar minucioso, vide E.F. Anderson, Peyote: The Div¡ne Cactus, University of Arizona Press, Tucson, 1980 (edición revisada publicada en 1996)]. El pionero escrito de Lewin sobre el aislamiento de la Anhalonin a partir de la A. lewinii de Hennings apareció poco después [L. Lewin, Phamakologie 24: 401– 411, 1888; ¡bid., «Anhalonium Lewinii» The Therapeutic Gazette 1v, No. 4, 16 de abril de 1888]. Es una extraña coincidencia que este último y precursor escrito de Lewin sobre el redescubrimiento de los enteógenos, se publicase justamente 55 años antes de que Albert Hofmann descubriese serendipitosamente (es decir, mientras buscase otra cosa) las propiedades visionarias de la dietilamida del ácido d– lisérgico, o LSD–15.50 Curiusamente, el gran explorador (de las fuentes del Nilo) y erudito arabista británico (nraductor de Las mil y una noches, El jardín perfumado y otros títulos exótico/eróticos), Richard Francis Burton [1821–1890], relacionó sagazmente el «Exilio siberiano» de Cooke–Amanita muscaria43 –y el cacto norteamericano de péyotl, al describir en un libro publicado en 1862 su viaje de 1860 a través de los Estados Unidos [R.F. Burton, The Look of the Wesh 1860– Across the Platns to California, Londres; reeditado por Universiy of Nebraska Press, Lincoln, r963]. Fue una observación importante por

parte de Burton, que había escrito tanto sobre el hashish como sobre el qat [vide supra], demostrando así que aún en la época de Baudelaire, mentes más abiertas captaban a grandes rasgos los perfiles de su farmacia celestial. 46 Aunque Heffter publicó varios escritos preliminares, su escrito definitivo sobre los alcaloides de la Lophophora williamsii y la L. diffusa45 apareció en 1896 [«Ueber Cacteenalkaloide. (ti. Mi ttheilung.) » Berichte der Deutscl en Chemisehen Gesellschaft 29: 216–227, 1896]; y dos años después resumió sus bioensayos psiconáuticos definitivos con los alcaloides [«Ueber Pellote. Beitráge zur chemischen pharmakologischen Kenntnis der (:acteen. ZWCite Mittheilung» Archiv für Frperimentel, Pathologie und Pharmakologie 4o: 385–429,1898]. Heffter bautizó equivocadamente al principal principio visionario como Mezcalin (ahora mescalina), debido a la ignorancia de parte de los científicos europeos a la nomenclatura mejicana de la planta, confundida inextricablemente con otras dos. El médico usano John Raleigh Briggs [1851–1907] realizó un autoexperimento con lo que llamó botones de muscal [sic] –es probable que no lo identificase correctamente– y publicó un escrito pionero [««Muscale buttons»– Physiological effěcts–Personal experience» The Mdual Register 1: 1276–277, 1887; reeditado como «Muscale buttons–Physiological action–AMexican fruit with possible medicinal virtues» The Druggats Bulletin 1(5):78,1887]. Prentiss y Morgan 47 al menos deletrearon correctamente la denominación errónea–botones de mescal –pero Lewin adoptó la ortografía de Briggs en sus escritos pioneros (fue Briggs quien envió a Parke, Davis & Co. el material que, en parte, llegó también hasta Lewin y Hennings). Heffer también designó péyotl cómo «Botones de Mescal», pero observó correctamente que se trataba de una corrupción de la palabra castellana «Mezcál» [sic], que define el «licor de las especies de Agave». Ahora bien; la palabra mezcál, que define el destilado del zumo fermentado de las especies de Agave, proviene de la palabra náhuatl para esas especies, mexcálmetl, a partir de las cualesse preparaba un vino en tiempos precolombinos, que entonces se conocía como octli, y hoy como pulque [O. Goncalves de Lima, El maguey y el pulque en los códices mexicanos]21 El nombre que normalmente se usa hoy en México para las especies Agave, maguéy, se considera derivado del taíno, lo mismo que la palabra maíz y las palabras, canoa e incluso barbacoa [B.P. Reko, «De los nombres botánicos aztecas» El México Antiguo 1(5): 123–157. 1919; traducido recientemente por mí: 011 Aztec Botanical Mames, vwB, Berlín, 1996]. De ahí la palabra mescal/muscal, pero los científicos a menudo confundieron el cacto con las llamadas judías de

mescal, que son semillas de Sophora secundiflora (Ortega) Lagasca ex de Candolle, una droga putativa arcaica y visionaria, rica en el alcaloide tóxico citisina [Merck Index 12: 2858]. Para el alegado consumo de estos judías de mescal como enteógenos, vide J.M. Adovasio y G.F. Fry, «Prehistoric psychotropic drug use in northeastern Mexico and trans–Pecos Texas» [Economic Botany 30(1): 94–96, 1976]. La primera monografía en lengua inglesa sobre péyotl y mescalina se tituló triste y equivocadamente Mescal [H. Müver, Mercal, Kegan Paul, Londres, 1928], y Carlos Castañeda, en sus novelas fantásticas sobre el chamanismo mejicano–engañando a incautos e ignorantes como si se tratase de antropología verídica –llegó al dislate de afirmar que su brujo [sic] mejicano Don Juan creía que el «espíritu» del péyotl era Mescalito, ¡cómo si algún chamán mejicano participase en esa confusión de la Europa decimonónica, o confundiese el diminuto y desprovisto de espinas cacto visionario –llamado hikuri en México septentrional— con las gigantescas y espinosas especies de Agave (Amaryllidacex), o con las semillas rojo intenso de un árbol leguminoso! Mientras Sertürner, pionero en fitoquímica y psicofarmacología,41 90 años antes, fue el primero en realizar bioensayos psiconáuticos con un componente vegetal purificado, la morfina, Heffter fue el primero en hacer bioensayos priconáuticos para guiar la búsqueda fitoquímica de un principio activo específico, en este caso la escalina. De acuerdo con ello, ese proceso de bioensayo humano, que es el más eficaz, y el único bioensayo éticamente aceptable en el caso de fármacos visionarios, vino a llamarse «Técnica Hefften) [vide mi The Age of Entheogens of The Angel's Dictionary].10 Existe además un INSTITUTO HEFFTER DE INVESTIGACIÓN, así llamado en honor de este gran pionero alemán en enteognosia psiconáutica. 47 Prentiss y Morgan formaban parte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Columbla en New York, y citaron a Lewin y a Henning [sic], así como el trabajo preliminar de Heffter [DW Prentiss y F.P. Morgan, «Anhalnnium Lewinii (Mescal Buttons). A study of the drug, with especial reférence its physiological action upon man, with report of expcritnents» The Therapeutic Gazettei 9(9): 577–585, 1895] El bioensayo de S.Weir Mitchell, con un extracto de peyotl que le proporcionó Prentiss, tuvo lugar el 24 de mayo de 1896 [S W. Mitchel], «Remares en the effects of Anheloniunn (sic) Lewinii (the mescal button), The British Medical Journal, edición del 5 de diciembre, 1625–1629, 1896]. Mitchell caracterizó el péyotl como una «droga engendradora de visiones», describiendo que «un abrupto asalto de incontables puntos de luz blanca barrió el campo

de visión, como si los imperceptibles millones de la Vía láctea alimentasen un centelleante río ante los ojos. [...] Entonces empecé a ver líneas zigzagueantes de colores muy vivos, como los que se ven en algunas migrañas. [...] Cualquier color que jamás haya contemplado es pálido en comparación con aquellos». Es interesante que comparase las visiones de la mescalina con las de la migraña. Al año siguiente, el famoso psicólogo británico Havelock Ellis, citando a sus predecesores usanos Prentiss, Morgan y Nlitchell, ingirió una infusión hecha con tres botones de péyotl en Londres, en un Viernes Santo [H. Ellis, «A note on the phenomena of mescal intoxicatiom, The Lancet 1: 1540–1542, 1897; vimos en Nota 2, cómo los escritos de Ellis describieron la ebriedad como paraíso artificial baudelairiano]. Heffter 46 apuntó luego que creía poco probable un éxito notable del péyotl «entre la gente culta como droga intoxicante», debido a sus «pronunciados» efectos secundarios; Mitchell había descrito un dolor de cabeza resacoso tras sus impresionantes visiones, observando: «Estos espectáculos son caros. [...] De todos modos, la experiencia compensó un dolor de cabeza y una indigestión, pero no un segundo». Por otro lado, Ellis sacó esta presciente conclusión de su «orgía de visión»: «con toda probabilidad, el mescal tendrá éxito. Sin duda tiene un gran futuro entre quienes cultivan las drogas engendradoras de visiones [aquí utilizó el término de Mitchell]. Además, resulta interesante para fisiólogos y psicólogos»'. Ellis estaba vindicado, aunque la rnescalina no reclamaría su «gran futuro» hasta los años 50. 48 Se publicó originalmente en alemán [L.Lewin, Phantastica: Die Betiiubenden zínd Frregenden Genufmittel Fiir Arzte und Vichtürzte, Verlag von Georg Súlke, Berlín, 1924], y fue seguido en 1927 por una segunda edición ampliada de la misma editorial. El año siguiente aparecieron traducciones en francés [Les «paradis artificiels»12 e italiano [Gli stupefacenti (Pantastika), Vallardi, Milán, 1927; tres volúmenes]. Pasaron tres años más hasta que apareció la traducción al inglés [Phantaiticrt Narcotic and Stimuntting Drugs, Rotaledge sc Kegan Paul Lid., Londres, 1931; la traducción fue reeditada por F.P. Dutton & Co., New York, 1964]. La segunda edición alemana está aún imprimiéndose en facsímil [Volksverlag, Linden, 1981]. En realidad, el subtítulo debería traducirse Delicadezas narcóticas y estimulantes: para médicos y no–médicos. La reedición usana de la traducción inglesa de 1931 añadió un subtítulo secundario y gratuito: Their Use and Abuse [sic], e incluyó un excelente prefacio histórico de Bo Holmsiedt, páginas IX–XIV. El interesante título de Lewin fue asimismo utilizado en la mayor oferta de libros de

anticuario sobre drogas y ebriedad, Phantastica. Rare e Important Psychoactive Drug Literature: 1,700 to the Present [William y Victoria Dailey, Los Ángeles, 19791. Este estupendo catálogo fue editado por Michael Horowitz, que redactó una introducción de dos páginas e incluyó un prefacio de dos páginas del pionero enteomicólogo usano R. Gordon Wasson [sin paginación; vide infra]. 49 Kava, prototipo botánico de la categoría HYPNOTICA de Lewin, es una poción de todo el Pacifico productora de ebriedad, hecha a partir de una solución acuosa de rizomas del arbusto Piper methysticum. La investigación fitoquímica ha puesto en evidencia que el kava debe sus propiedades sedantes a una clase de kava–pironas o kava– lactonas (ésteres cíclicos no nitrogenados), de las cuales las más importantes son la meristicina [ Merck lndex 12: 6181 y la kavaína [Merck Index 12: 5299], esta ultima aislada el mismo año en que se publicaron Les paradis artificiels: 1866. Aunque se emplee principalmente como «delicadeza narcótica» o droga lúdica –una especie de coctel sans resaca– hay pruebas de su uso ritual tradicional o oracular, por ejemplo entre los chamanes hawaianos o kahunas. Para un excelente estudio multidisciplinar sobre la etnofarmacognosia, química y farmacología del kava, vide V Lebot et alii, Káva: The Pacifc Drug [Yale University Press, New Haven, CT, 1992]. Sobre los usos etnomédicos hawaianos del kava (llamado awa en hawaiano; tambien conocido como kava–kava; y en Fidji como yaqona o yagona), viďe ítem B.I I. Krauss, Plant in Hawaiían Culture [University of Hawaii Press, Honolulu, 1993]. 50 También debe ser mencionado aquí el farmacéutico alemán Carl Hartwich [1851–1917], cuyo enciclopédico, elegante e ilustrado volumen [24 láminas en color y 168 ilustraciones de texto] sobre la historia y etnografía de las drogas psicoactivas puede compararse al Phantastica cíe Lewin, aunque no tuviese tanta repercusión [C. Hartwich, Die Menscbliclgen Génzzffmittel: Ihre Herkunft,Verbreitung Geschichte, Anwendung Bestandteile and Wiirkung (Delicadezas humanas: origen, distribución, historia, consumo, constitutivos y efectos), Chr. llerm.Tauchnitz, Lcipzig,1911]. Aspectos enteobotánicos aparte, no quisiera dejar de señalar la importancia de Emil Kraepelin [1856–1926], un psiquiatra alemán pionero en psicofarmacología que analizó el estado de los conocimientos sobre la farmacología de las drogas psicoactivas en el cambio de siglo [E. Kraepelin, Ueberdie Beeirtflufs'ung Einfacher

Aychischer üorgange durclh einige Arzneirnittel (Sobre la influencia que algunos medicamentos ejercen sobre los procesos mentales básicos), Verlag von Gustav Fischer, Jena,1892]. Por lo que se refiere al sistema de clasificación de Lewin, sólo Sus HYPNOTICA se han mantenido en la nomenclatura moderna (como hipnóticos); los EUPHORICA se conocen hoy como narcótiios; los PHANTASTICA como enteógenos, alucinógenos o psiquedélicos;10 los INEBRIANTIA como anestésicos generales; 22 y EXCITANTIA como estimulantes o analépticos. La investigación fitoquímica posterior corrobora en general la adscripción que hace Lewin de embriagantes específicos a las respectivas categorías, con unas pocas excepciones. Aunque clasificó el polvo de rapé llamado paricá como estimulante, cosa claramente cierta, el paricá se encuadra mejor entre los PHANTASTICA. Esta droga sudamericana y caribeña, elaborada a partir de las semillas de Anadenanthera peregrina (L.) Spegazzini, como el cebil, su afín aspirable del sur de los Andes, hecho a partir de A. colubrina (Velloso) Brenan var. cebil (Grisebach) ven Reis [Altschul], es un embriagante chamánico que debe sus efectos visionarios a las triptaminas, especialmente a la bufotenina [(Merck Index l2: 1502) vide mi Pharmacotheon]33 De modo similar, el tabaco debería haber sido transferido de los EXCITANTIA a los PHANTASTICA, basándose en su uso panamericano como embriagante chamánico [J. Wilbert, Tobacco and Shamanism in South American. Finalmente, la coca y la cocaína no deben encuadrarse con los opiáceos en los EUPHORICA, sino más bien con los EXCITANTIA, junto a las plantas cafeínicas. Es extraño que Lewin cometiese ese error obvio, especialmente teniendo en cuenta que antes él había criticado al joven Sigmund Freud [1856–1939] por sugerir [S. Freud, «Ueber coca» Centralblatt fiir die Gesamntte Therapie 2:289– 314,1884; traducido parcialmente al ¡nglés por J. Straus baugh y D. Blaise, The Drug User]15 que la cocaína podría utilizarse para apartar a los adictos a la morfina de su hábito. Lewin apuntó correctamente: «la coca no puede en ningún caso sustituir a la morfina, porque el verdadero adicto a la morfina busca el efecto específico que ésta produce, y puede distinguir perfectamente la euforia producida por otras substancias» [L. Lewin, «Referat: Pharmakologic und lhxikologie» Berliner Klinischer Wochenschrift22: 311–321, 1885; para más detalles sobre esta disputa y sobre la historia de la etnofarmacognosia, vide B. Holmstedt, «Historical survey» en D.H. Efron et alii (Eds.), Ethnopharmacologic Véarclr for Aychoactive Drugs, us Government Printing Office, Washington, 1967, págs. 3–32]. Freud, posteriormente, dejó de considerar la cocaína como una droga milagrosa, sin duda influido por la «psicosis cocaínica» que sufrió su amigo Ernst von Fleiscfl–Marxow cuando Freud trató de

«curan» su morfinismo con cocaína. Para reediciones de los escritos freudianos sobre la cocaína, vide A.K. Donoghue y J. Hillman (Eds.), The Cocaine I'apers: Sigmund Freud [Dunquin Press, Viena, 1963]. En este asunto Lewin estuvo sin duda influido por los prohibicionistas usanos, que consiguieron «controlar» legalmente opio/opiáceos, y coca/cocaína, clasificados como «narcóticos» por la Harrison Narcotic Act de 1914.22 Más adelante, Albert Hofmann sugirió expandir el sistema lewiniano añadiendo una sexta categoría donde tuviesen cabida los sedantes neurolépticos, con el prototipo botánico de la Rauvolfia serpentina Benth. ex Kurtz. (origen de la reserpina [Merck Index 12: 8314]), y yo propuse subsiguientemente que se designasen NEUROLEPTICA. Aunque Hofmann fue el primero en aislar la reserpina, ¡los farmacólogos de Sandoz consideraron que carecía de valor comercial! 51 Ayahuasca, «la liana de los espíritus» es el nombre quechua para un complejo panamazónico – de pociones visionarias, preparado a partir de los extractos acuosos de los tallos de la liana ayahuasca, Banisteriopsis caapi (Spruce ex Grisebach) Morton, que contiene alcaloides carbolínicos inhibidores de la monoamino oxidasa, especialmente harmina [Merck Index 12: 4647]; además de numerosos aditivos vegetales, principalmente la Psychotria viriďis Ruiz et Pavón, que contiene el alcaloide visionario DiMetilTriptamina o DMT [Merck Index 12:3311]. Aunque la DMT sea inactiva por vía oral, ¡los indios amazónicos descubrieron que se podía activar mediante una ingestión simultánea de los inhibidores enzimáticos de la liana de ayahuasca! Para un análisis moderno de la literatura científica sobre la enteobotánica de la ayahuasca, vide mi Ayabuasca Analogues: Pangaan Entbeogens [Natural Products Co., Kennewick, vaA, 1994]. Para la etnofarmacognosia tradicional de la ayahuasca, vide L.E. Luna y P. Amaringo, Ayahuasca Visions: The Religious Iconography of a Peruvian Shaman [North Atlantic Books, Berkeley, cA, 1991]. El canto del cisne lewiniano sobre la ayahuasca enteogénica fue: Banisteria Caapi: Eirt Neues Rauschgift and Heilmittel [Banisteriopsis caapi: un nuevo narcótico y medicamento, Verlag von Georg Stilke, Berlín, 1829; reeditado recientemente en facsímil con el mismo título, express Edition, Berlín, 1986; con una introducción «Die Erforschung des dlélepathin» («La investigación de la «telepatina,» [telepatina = harmina, vide supra]) hecha por Christian Ráisch, págs. VIIX]. 52

Este extracto corresponde al segundo (de cinco en total) de «Una fantasía memorable» en el inmortal poema de William Blake El matrimonio del cielo.y de la tierra, grabado a mano en 27 planchas de cobre y compuesto probablemente entre 1789 y 1790. La. selección que aquí se cita corresponde a la plancha número 12 (la cita de Blake de la página 2–6 proviene de la conclusión del poema, de la plancha número 27). Se cree que Blake sólo produjo nueve copias originales de este poema (que se encuentran entre los objetos más valiosos de la Tíerra) y el poema, de significativa relevancia filosófica, suele considerarse entre los mejores de la lengua inglesa. Se trata, fundamentalmente, de una sátira de largo alcance sobre los trabajos del teólogo sueco Emanuel Swedenborg [né Sveciberg, 1688–1772], especialmente Cielo y tierra y sus maravillas, tal como fueron vistos por el autor, un ataque salvaje a lo que podría llamarse «materialismo espiritual», que inspiraría luego a pioneros de la enteobotánica como Aldous Huxley (cuyo título Las puertas de la percepción proviene de la plancha número 14 de este poema) 74,108,109 y R. Gordon Wasson, tal como veremos. Para una edición facsímil, vide G. Keynes (Ed.), The Marriage aI Heaven and Hell [Oxford Universiry Press, Oxford,1975]: para la obra completa de Blake: ibid., The (Implete Writings «W iliiam Blake: With AY the Variant Readings [The Nonesuch Press, Londres, 1957]. 23 Justo 23 años después de que Heffter publicase que había aislado la mescalina del péyotl, su colega Ernst Späth verificó que la estructura de la mescalina era 3,4,5–trimetoxi––fenetilamina, al sintetizar con éxito el compuesto [E. Späth, «Uber die Anhalonium–Alkaloide. Anhalin and Mezcalin» Moriatrhefte fu>r Chemie 40:129–154,1919]. El nuevo enteógeno podía ya conseguirse barato en el laboratorio. Aunque antes se habían realizado estudios con mescalina aislada a partir del péyotl [A. Knauer y WJ.M.A Maloney, «A preliminary note on the psychic action ofmescaline with special referente to the mechanismofvisual hallucinations» The journal of Nervous and Mental Disease 40:425–438, 1913], la mayor disponibilidad del material sintético facilitó la investigación ulterior. Klet Beringer [1893–1949] realizó un estudio importante y precoz sobre la mescalina en los seres humanos, Der Meskalin rausch: Seine Gesc hichte tind ñřsclbeinungsweise [Ebriedad mescalfizica: su historia y sintomatologfa, llLonograplien aus dent Gesarntgebiete der Neurologie and Aychiatrie 49: 35–89; 119–315,1917; reeditado por Julio Springer, Berlín, 1927; de nuevo por Springer Verlag, New York, 1969], El farmacólogo francés Alexandre Rouhier también publicó un importante libro multidisciplinar sobre el péyotl, incluyendo datos

farmacológicos relativos sobre todo a la ingestión de la planta en sí misma [La plante que fait les yeux émerveillés: le péyotl (Echinocactus Williamsii Lem.) (La planta que maravilla los ojos: el péyotl), Gasten Doin et Cie., París, 1927]. 54 Acolmiztli Nezahualcóyotl [1402–1472], gobernador de Acolhuacan en el Valle de México dos generaciones antes de la conquista, fue un temido guerrero que recuperó el trono usurpado a su asesinado padre; y también un renombrado poeta– de los cerca de 200 poemas precolombinos náhuatl que se conservan, 36 se atribuyen al «coyote hambriento fuerte como un león» –cuyo hijo Nezahualpilli también alcanzó ser un célebre poeta [J. L. Martínez, Nezahualcóyoti: vida y obra, Fondo de Cultura Económica, México, 1972]. Muchos de sus poemas se refieren a los etneógenos o «flores» (xóchitl), «flores embriagadoras», y el fragmento de uno de ellos, junto al fiero rostro de Nezahualcóyotl, adorna el actual billete mejicano de 100 pesos. Se mantiene también que Nezahualcóyotl creó los primeros jardines botánicos [P. Máynez (Ed.), La botánica entre los nahuas y otros estudios, Francisco del Paso y Troncoso, str, México, 1988] que incluían colecciones de plantas medicinales, entre las cuales las más apreciadas eran las plantas enteogénicas. Quienes hablaban náhuatl se referían a los estados visionarios enteogénicos como temicxoch, o el «sueño florido», representado visualmente como flores adornadas con «ojos desincorporados», de los cuales manan «colirios desincorporados» [R.G.Wasson, The Wondrous Mushroom: Mycolatry in Mesoamerica, McGraw–Hilo, New York, 1980]. 55 El RgVeda es el más antiguo [circa 1500 a.c.] de los cuatro Vedas, epopeyas orales en sánscrito de los arios, que provenientes del norte invadieron la India septentrional en el segundo milenio a.c., y es la escritura sagrada más antigua de¡ hinduísmo. Buena parte del RgVeda es un elaborado himno a un dios–planta extático, soma, conocido como haoma en el posterior Avesta de los iranios, también descendientes de los arios. De Félice observó con presciencia que soma no era una bebida alcohólica, como creían muchos de sus contemporáneos, aunque no ofreció teoría alguna sobre la identidad botánica de la planta «tóxica» original. El estudio más completo sobre el soma, con la argumentación más detallada sobre su identidad, es el trascendental libro de R. Gordon Wasson Soma: Divine Mushroom of Immortality,–donde argumenra de forma bastante convincente, y en varios frentes, que la planta sagrada original era el hongo enteogénico

hiperbóreo Amanita Muscaria.29 Lo esencial en la novedosa hipótesis de Wasson –que soma era un enteógeno– se ha aceptado por lo general, aunque se haya alegado también que soma/haoma era en realidad Peganum harmala L., un sustituto de la planta original, en el área irania [DS. Flattery y Martin Schwartz, Haoma and Harmaline: The Botanical Identity of the Indo–Iranian Sctcred Hallucinogen (sic) «Soma» and ¡ts Legay in Religion, language, and Middle Eastern hblklore, University of California Press, Berkeley, 1989], o un hongo que contuviese psilocibina30 [R.F. Schroeder y G. Guzmán, «A new psychotropic fungus in Nepal» Mycotaxon 13(2): 346–348, 1981]; o bien un parásito fungoide de los cereales similar al cornezuelo o ergot, que contenía ergina (la amida del ácido lisérgico [Merck lndex 12: 5663]) u otro alcaloide ergolínico similar al LSD30 [M.T. Greene, Natural …… Johns Hopkins University Press, Baltimore, M D , 1992]. Para un minucioso estudio de la etnofarmacognosa del soma, vide mi «La historia de la planta del «soma» después de R. Gordon Wasson» en J.M. Fericgla (Ed.), Plantas, chamanismo y estados de consciencia [sic] [Liebre de Marzo, Barcelona, 1994 págs. 117–150; inglés: Eleusis 1 1 : 9–37, 1998], y Pharmacotheon)33 56 Dioniso o Baco fue el dios griego de los embriagantes, y se dice que introdujo el vino de Asia Menor en la antigua Grecia. Aunque hoy se sostiene que fue el dios de la ebriedad vinosa –alcohólica– Dioniso fue más bien el señor de la ebriedad en general, y especialmente de la ebriedad sagrada o enteogénica. William Emboden argumentó que Dioniso representaba la tradición chamánica preagrícola de la ebriedad oracular [«Dionysus as a shaman and wine as a magical drug» Journal of Pychedelic Drugs 9(3): 187–192, 1977], y Carl A.P. Ruck, eminente experto en ernofarmacognosia clásica, le vio como símbolo del aspecto «salvaje» o animal de la humanidad, que los griegos contrastaban con el «cultivado» [«The wild and the cultivared: Wine in Euripides Baccho» Journal of Ethnopharmacology 5(3):231-270, 1982; reeditado en R.G.Wasson et alii, Persephone Quest Entheogens and the Origins of Religion, Yale University Press, Nevv Haven, en,1986; págs. 179–223]. Baccho de Eurípides narran el mito de Dioniso y la historia del origen del vino, describiendo los delirantes ritos orgiásticas de las bacantes o ménades, mujeres devotas a Dioniso que se abandonaban a la ebriedad extática, danzando desnudas y frenéticas en el bosque. En la obra, el rey Penreo se disfraza de mujer para espiar a las ménades, que tomándole por un león le despedazan, y su propia madre, Agave, alza su cabeza como trofeo. Las bacanales fueron una festividad importante de la antigua Roma, que acabó con la famosa persecución de las bacantes en el 186 a. c., donde el filósofo español Antonio

Escohotado ha visto el prototipo de nuestra actual guerra contra las drogas, repleta de monstruosas búsquedas de chivos expiatorios y testigos pagados por los perseguidores [historia general de las drogas, Alianza Editorial, Madrid, 1989]. Aunque las bacantes sin duda bebían vino, se ha apuntado que los vinos griegos clásicos eran potentes infusiones de varios fitoembriagantes, y era necesario diluirlos en agua para poderlos beber sin peligro. Había elaborados rituales para el symposion o «fiesta de la bebida», y cuencos especiales llamados krateres en los que se diluía y mezclaba el vino. Como los griegos no conocían la técnica de la destilación, sus vinos tenían un límite de concentración alcohólica de un 12 a un 14%, 21,24 siendo obvio que no los rebajaban así por su alta concentración: alcohólica. Dioscórides describió una infusión de vino con mandrágora (Mandragora officinarum L., rica en alcaloides tropánicos, especialmente hiosciamina [Merck Index 12:4907]),33 tan soporífera que resultaba eficaz como anestésico quirúrgico; ciertos vinos, como el que Odiseo dio sin diluir al gigante Polifemo para drogarle, debían diluirse en 20 partes de agua, y Plutarco describió un vino alucinatorio que era consumido en un festival dionisíaco llamado Anthesteria [C.A.P. Ruck, «Documentation, en R.G. Wasson et al¡¡, The Road to Eleusis. En ese tipo de vinos, que en general estaban presentes por todo el mundo arcaico, el alcohol obviamente servía más como conservante que como principio de ebriedad psicoactiva. Los vinos griegos o [w]oinoi, eran llamados entheos por los griegos, «divino adentro», pues contentan un «espíritu» visionario de su deidad Dioniso en forma de alcaloides u otros principios psicoacrivos, y éstos provenían de distintos fitoembriaganres [C.A.P, Ruck y D. Staples, The World of Classical Myth: Gods and Goďdesse, Heroines and Heroes, Carolina Academic Press, Durhant, 1994]. Del término entheos deriva nuestra palabra común entusiasmo, «inspirado divinamente», que se refería originalmente a la ebriedad poética u oracular mediante fármacos celestiales, también llamada por los griegos pharmacotheon, «medicina divina» y por eso acusamos nuestro neologismo enteógeno.10 támbién es evidente que las cervezas arcaicas eran equivalentes funcionales a los [w]oinoi Enteogénicos de la aruigua Grecia, pues en el mundo antiguo también se les añadían ¡nnumerables embriagantes sagrados a las cervezas, como ha documentado recientemente Christian Rätsch, en Urbock. Bier jenseits von Hopfen und Maíz [La cerveza más allá del lúpulo y malta, Ar Verlag, Aarau, Suiza, 1996]. En los países nórdicos había hidromieles y cervezas enteogénicas, como el Othrörir (aloja de la inmortalidad de Odín) y la mágica hidromiel de la sabiduría que manaba del Pozo de Mimir, en la base del Árbol Mundial escandinavo Yggdrasil. De modo similar, en el Nuevo Mundo o Neogea, los

mesoamericanos preparaban un xochioctli especial o «pulque enteogénico», enriquecido con fitoembriagantes. 21,24,25,46. Un ejemplo moderno de vino enriquecido es el famoso Vin Mariani del siglo XIX, que era una infusión de un buen vino de Burdeos con hojas estimulantes de coca [A. !Mariani, Coca and its Therapeutic Application, J.N. Jaros, New York, 1890]34 Hasta los licores destilados han sido en ocasiones base. de principios embriagantes no alcohólicos, como los licores de absenta en el siglo XIX y principios del XX, que contenían Tujona. 7 57 Hofmann cuenta la historia de su descubrimiento de la LSD que fue distribuida por Sandoz como medicamento experimental, bajo el nombre comercial Delysid,® en su autobiográfico LSD: My Problern Child3° y recientemente ofreció ulteriores revelaciones en «LSD: Completely personal» [Maps Bulletin VI(3): 46–52,1996]. Los detalles científicos de la extensa investigación sobre los alcaloides del cornezuelo o Claviceps purpurea (Fries) Tulasne, pueden encontrarse en su monografía técnica Die Mutterkornalkaloide [Los alcaloides del cornezuelo, Ferdinand Enke Verlag, Stuttgart, 1964]. Para los múltiples aspectos filosóficos y las implicaciones de su larga carrera en la farmacia celestial, vide Einsichten Ausblicke [Sphinx Verlag, Basilea,1986; traducido al castellano como Mundo interior mundo exterior. Los Libros de la Liebre de Marzo, Barcelona, 1997]; Naturwifenschaft und Mystische Welterfahrung [Ciencia y experiencia mistica del mundo, Medienxperimente, Löhrbach, y Nachtschatten Verlag, Solothurn, 1995]. Aunque la LSD se sintetizó primero como un derivado art¡final de los alcaloides naturales del cornezuelo (ergot), casi seguramente un día se demostrará que es en realidad un producto natural, presente en alguna planta.60 58 Quien desee conocer detalles sobre el nacimiento de la llamada «Era Psiquedélica», vide MA. Lee y B. Shlain, Acid Dreams: The CIA, LSD and the Sixties Rebellion [Grove Press, New York, 1985]; J. Stevens, Storming Heaven: LSD and the American Dream [Atlantic Monthly Press, New York, 1987]. Para algunos de los aspectos políticos más oscuros, vide J. Marks, The Search for the Manchurian Candidate,: The CIA and Mind Góntrol [Times Books, New York, í979]. Para unos detalles enteradas, vide T. Leary, High Priest [The World Publishing Co., New York, 1968; reeditado por Ronin, Berkeley, cA, 1995].

59 La biografía de María Sabina fue escrita por su aldeano Álvaro Estrada, Vida de María Sabina [Siglo XXI Editores, México, 1977]; hoy va por la octava impresión y cuenta con una «presentación» de R.G. Wasson en las páginas 9 a 22. El libro se tradujo al inglés por Henry Munn, María Sabina: Her Life and Chants [Ross–Erikson, Inc., Santa Bárbara, cA, 1981]; al francés, Autobiograpbie de María Sabina: la sage aux cbampignons sacrés [Éditions du Seuil, París, 1979]; al portugués, A vida de María Sabina, a sabia dos cogurnelos [Livraria Martins Fontes Editóra Ltda., Sáo Paulo, 1984]; y al alemán, Maria Sabina: Botin derheil¡gen P¡lze [Medienxperimente, Löhrbach, y Nachtschatten Verlag, Solotlntrn, 1996]. Estrada publicó recientemente una continuación, Huzutla en tiempo de hippies [Editorial Grijalbo, México, 1996]. René de Solier publicó otro libro sobre Sabina, Curandera: les champignons hallucinogénes [Jean– Jacques Pauvert, Montreuil,1965]. Wasson y su esposa/colaboradora Valentina Pavlovna, pusieron en circulación la grabación fonográfica de un ritual micólatro en que participaron junto a Sabina, la noche del 21 al 22 de julio de t956, Mushroom Ceremony of the Mazatec Indiana of Mexico, repleta de notas paralelas [Folkways Records, New York, 1957]– Finalmente, Wasson y colaboradores publicaron María Sabina and her Mazatec Mushroom Velada [Harcourt Brace Jovanovich, New York, 1974], una completa transcripción/trasliteración, que incluía traducciones paralelas al inglés y al castellano–todas clavadas a cuatro grabaciones fonográficas (casetes en una edición popular) –de otra ceremonia micólatra grabada la noche del 12 al 13 de julio de 1958. 60 La investigación científica de Wasson sobre los hongos visionarios mejicanos, en colaboración con el mitólogo francés Roger Heim, está resumida en su libro Les champignons hallucinogénes du Mexique [Archives du Muséum National d´Histoire Naturelle, Séric 7, Tome VU, París, 1958(9)]. Cuando varios colaboradores químicos fueron incapaces de resolver el problema del principio visionario de los hongos, Heim acudió a Hofmann, en Basilea, enviándole 100 gramos secos de Psilocybe mexicana Heim, que cultivaba en París. Utilizando la Técnica Heffter de bioensayos psiconáuticos como guía del trabajo químico, Hofmann pronto aisló la psilocibina y su forma activa, la psilocina [Merck Lndex 12: 8110], probando por síntesis que su estructura era 4–fosforiloxl–dimetil-triptamina y 4–hidroxi–dimetiltriptanlina, respectivamente [A. Hofmann et alii, «Psilocybin, ein psychotroper Wirkstoff aus denl mexikanischen Rauschpilz Psilocybe mexicana Heim» Experientia 14(3):107–109, 1901. Hofmann y

Wasson, entonces un director del subsidiario usano de Sandoz, se hicieron pronto amigos, colaborando así en la resolución química de otro par de embriagantes mejicanos chamánico–tradicionales, el ololiuhqui y el tlitliltzin, semillas de los dondiegos de día Turbina corymbosa (L.) Rafinesque e Ipomea violacea L. En los veranos de 1959 y 1960, Wasson recogió para Hofmann cantidades considerables de ambas semillas, y éste (utilizando de nuevo la Técnica Heffter) determinó rápidamente que el principio activo principal de ambas semillas era la ergina o amida del ácido d–lisérgico,31 acompañada de otros alcaloides del cornezuelo íntimamente relacionados con la LSD, que originalmente le había introducido en este campo de investigación, cerrando así lo que él posteriormente llamó un «círculo mágico» [A. Hofmann y H. Tscherter, dsolierung von LysergsáureAlkaloide aus den mexikanischen Zauberdroge Ololiuqui (Rivea corymbrosa [L.] Hallier fil.)» Experientia 1 6(0414, 1960]. Dos décadas después, Wasson y Hofmann colaboraron con el filólogo clásico usano Carl A.P. Ruck en la resolución del «secreto» de las religiones mistéricas de la Grecia clásica, entre las cuales estaban los célebres Misterios de Eleusis. Varios miles de mystai o neófitos se reunían anualmente para una iniciación durante el otoño, en el santuario o telesterion de Eleusis, cerca de Atenas. Tras beber la pócima de Démeter, el kykeon, estos mystai contemplarían una visión luminosa en el oscurecido telesterion, que era «nueva, asombrosa, inaccesible al conocimiento racional» (como afirmó Arístides el Retor, en el siglo II d.c.) y que les transformaba en epoptai: quienes han visto ta hiera, «lo sagrado». Aunque los Misterios de Eleusis se celebraron durante casi dos milenios, hasta que el rey godo Alarico saqueó el templo en el 395 d. c., era un delito capital divulgar lo que se revelaba en la iniciación, y los detalles de la liturgia desaparecieron con el telesterion. En 1955, inmediatamente después de experimentar los efectos extáticos del oráculo fungico de María Sabina, Wasson se dio cuenta de que había desvelado el secreto perdido de los misterios: que el kykeon era un enteógeno catalizador de la visión luminosa. En 1978 comentó que durante su primera experiencia de éxtasis mitológico, «en seguida me dí cuenta de que tenía que existir un denominador común entre el Misterio mejicano de los hongos y los Misterios de Eleusis», y lo propuso en público por primera vez el 15 de noviembre de 1956, en debate que siguió a su lectura de un escrito breve ante la Sociedad Filosófica Americana de New York [vide The Road to Eleusis, págs. 12 y 17; 56 el escrito de 1956 fue posteriormente publicado: «The divine mushroom: Primit¡ve religion and hallucinatory ageuts» Proceedings of the American Philosophical Society 101(3): 221–223, 1958]; Wasson profundizó y desarrolló esta idea en un escrito que hizo época, «The hallucinogen¡e fungi of Mexico: An inquiry into the

origins of the religious idea atrlung primitive peoples» [Botanical Museum eaflets, Harvard University 19(7):137–162.,1961], donde afirmaba audazmente: «predigo que el secreto de los misterios se encontrará en los indólicos» (la psilocibina > la ergina y la LSD son alcaloides «indólicos»). Apoyándose en la pericia quírnica de Hofmann, y en los conocimientos filológicos de Ruck, Wasson ofreció entonces una solución convincente al «secreto», de los misterios eleusinos de Démerer, que consagraba el cultivo de cebada: que el kykeon (cuya composición a base de cebada, agua y una menta llamada glechon se conocía gracias al Himno homérico a Démeter, del siglo VII a.c.) era un extracto acuoso del cornezuelo parásito de la cebada de Démeter, proveniente de la meseta rariana, que contenía alcaloides ergotínicos visionarios, similares a la ergina del Ololiuhqui [R.G.Wasson et alii, The Road to Elesuis: Unveiling the Secret of the Mysteries 56 Aunque algunos han puesto en duda que las propiedades visionarias de la ergina justifiquen el dramatismo de las visiones eleusinas, no hay duda de que son la clave de las propiedades psicotrópicas del ololiuhqui mesoamericano, y hay pruebas del consumo de hierbas infectadas con cornezuelo como embriagantes chamánicos [D.C. Pal y S.K. Jain, «Notes on Lodha medicine in Midnapur District, West Bengal, India» Economic Botany 43(4) 464–470,1989].Además, se dan considerables variaciones en alcaloides producidos por cada cornezuelo, que pueden incluir ergonovina visionaria [Merck Index 12.: 3694] y al menos otras dos ergolinas conocidas cuya actividad visionaria es casi segura aunque todavía no se hayan probado en seres humanos: la elimoclavina y la amida del ácido–N–(I-hidroxietil) lisérgico. La primera, de conocida presencia en las semillas de ololiuhqui, provocó estimulación en experimentos animales [T. Yui y Y. lákeo, «Neuropharmacological studies of a new series of ergot alkaloids» Japanese journal of Pharnacology 7:157–161, 1958], y se ha sabido que es el alcaloide principal de un enteógeno africano [C. Costa et al¡¡, [«Indole alkaloids from the roots of an African plant Securidaca longzpedunculata» journal of Heterocyclic Chemisny 2.9: 1641–1647, 1992]. La segunda, que también se encontró en el ololiuhqui y en semillas afines D. C róger, «Über die Vorkommen von Ergolinderivate in Ipomwa–Arten» Flora 153: 373–382,71963], provocó igualmente estimulación animal [A. Glásser, «Sume pharmacological actions ofd–lysergic acid methyl carbinolamide» Nature l89:313–314, 1969], y se conoce a partir del (Claviceps paspali Stevens et alli, que parasitiza el Paspalum dútichum L., donde puede convertirse en ergina sin dificultad [P. Arcamone et alii, «Production of lysergic acid derivatives by a strain of Clavicepspaspali Srevens and Hall in submerged cultures„ Nature

187: 238–239, 1960]. Además, se ha demostrado que algunas cepas de C. paspali en cultivos saprofíticos son capaces de transformar esta hidroxietilamida del ácido lisérgico en su pariente próximo, la amida o ergina [F. Arcamone et alii, «Production of a new lysergic acid derivative in submerged culture by a strain of Claviceps prupali Stevens and Hall, Proceedings of the Royal Society 155a: z6– 54.1961]. Por todo ello, parece probable que haya cepas de cornezuelo productoras de la propia LSD, y que eventualmente sea descubierto como producto natural. Dado que hay una media docena de alcaloides visionarios, probados o putativos, en los cornezuelos, implicados en la farmacología de una de las plantas chamánicas más importantes de Mesoamérica, y dado que los propios cornezuelos se usan como embriagantes tradicionales, no hay base farmacológica contraria a la tesis enteogénica Wasson/Hofmann/Ruck [R.G. Wasson, «Notes on the present status of ololiuhqui and the ocher hallucinogens of Mexico» y A. Hofmann, «The active principles of the seeds of Rivea corymbasa and lpomea violacea» Botanical Museum Leaflets Harvard Universit y 20(6): 161–193; 194–212.,1963; ambos reimpresos en The Pscchedelic Review i(3): 175–304 302–316, 1964; el primero en Tlie Psychedelic Reader38]. 61 El artículo que Wasson publicó en Life, tercero de la serie «Great Adventures», se tituló «Seeking the magic mushroom», y la cita corresponde a las páginas 109 y 114 [número de life del 13 de mayo de 1957; págs. 100–107; 109–111; 113–114;117–118;120; («En busca del hongo mágico»), 3 de junio de 1957, pág. 38 et seq]. Lo que precede entrecomillado viene de página 28 de The Wondrous Mushroom.5 4 Los comentarios de Wasson acerca de su «peregrinaje» mej¡cano en busca del «Grial» provienen de la página 147 de su trascendental escrito de 1961 The hallucinogenic fungi of Mexico: An inquiry into the origins of the religious idea among primitive peoples»60 Este escrito extraordinario y poéticamente emocionante se ha republicado ya media docena de veces [vide m¡ Pharmacotheon33 para referencias]. 62 Mushrooms Russia and History, cuyo primer autor fue Valentina – Pavlovna Wasson, se publicó en una edición limitada de 512 copias, en una caja con dos volúmenes muy grandes cuyo precio original, 125$, se dobló poco después de su puesta en circulación. El libro, impreso con SU tipografía DANTE por Giovanni Mardersteig en su

Stamperia Valdonega de Verona, Italia, era una ganga incluso por 250$–¡posteriormente se ha llegado a pagar desde 2.000 a 6.500$ [Pantheon Books, New York, 1957]! La cita larga proviene de la pág. 194, y el comentario sobre la «fuente de la idea religiosa» de la página 369. Además del artículo de R. Gordon Wasson en Life,61 para promocionar el libro, Valentina publicó « I ate the sacred mushroom» [This Week Magazine, número del 19 de mayo de 1957; págs. 8–10, 36]; y apareció en la portada de ese suplemento dominical de periódico vestida con su bata blanca de médico. El artículo de Valentina fue reimpreso por Cynthia Palmer y Michael Horowitz (Eds.), Shaman Winzan, Mainline Lady: Women's Writingsn the Drug Experience [William Morrow and Co., New York, 1982; págs,183–186; traducción al alemán, Tdnzerinrzen zwischen Himuoel und Hďlle, Medienxperimente, Liihrbach, r9go; «leh as die heiligen Pilze» reimprí mido en ZauberPilze, Nachtschatten Verlag, Solothurn y Medierixperintente, L6hrbach,1993; págs. 127–1301. El argumento implícito que discurre a lo largo del libro de Wasson postula que los orígenes de las religiones y las culturas humanas están en el uso chamánico de enteógenos, como los hongos de María Sabina, idea que también se desarrolla en un importante escrito de R. Gordon Wasson, «The hallucinogenic mushrooms of Mexico: An adventure in ethnomycological exploration» [Transactions of the New York Academy of Sciences, Series n, 21(4):325–339, 1959; que se presentó originalmente como conferencia en la citada Academia el 23 de enero de 19S9]. 63 Más tarde Wasson comentó del inaugural libro de 1957 «ahí expresamos nuestra [«conjetura impetuosa» vacilantemente, más por deducción que de modo directo, y ni un solo crítico la captó. Todavía estábamos renuentes a auspiciar abiertamente el concepto de un hongo divino entre nuestros propios ancestros» [R.G. Wasson, Soma: Divine Mushroom of Immortality; página 174].9 Entre aquellos críticos estaban el famoso Edmund Wilson [«Mushrooms, Russia and the Wassons» The Nation,16 de noviembre de 1957, págs. 364-370]; Richard Evans Schultes [Natural History 67(1): 4–5; 46–49,1958], numerosos profesionales de la micología y críticos anónimos de la Audubon Magazine [59(4): 188, 1571, del New Yorker [18 de mayo de 1957, págs. 25–27 y 27 de julio de 1957, págs, 21–26] y del Times Literary Supplement [19 de diciembre de ¡958]. Un par de años después de mi encuentro con R. Gordon Wasson en 1974, y una vez aceptado por él como .su «discípulo», como a veces me llamaba, me dijo que había sido el primero en interesarse específicamente por la «conjetura impetuosa» que con tanta astucia

escribió entre las líneas de Mushrooms Russia and History, y el primero en preguntarle lo que él mismo se había cuestionado. Quizá fui aceptado como «discípulo» ¡por haber resuelto el enigma! Tras su muerte, llamé a Wasson «un Darwin del siglo XX» [TJ. Riccilinger (Ed.), The Sacred Mushroom Seeker. Essays for R. Gordon Wasson, Dioscorides Press, Portland, OR,1990; Págs. 183–191]: al igual que Darwin, provenía de una familia religiosa; Darwin dudó en exponer su teoría de la evolución por el mecanismo de selección natural, siendo consciente de cuanto provocaría la fe cristiana ciega; Wasson fue cauteloso en exponer La Teoría Wasson sobre génesis de las religiones y otros aspectos de la cultura en el uso primordial de enteógenos, precisamente por la misma razón. Hemos visto como mencionó por primera vez el asunto en el artículo de Life, que catalizaría el llamado recrudecimiento de la comunión con los antiguos sacramentos en la Edad Psiquedélica [M. Horowitz, «Just say knovv: Gordon Wasson and the psychedelic revolutiom lntegration: Zeitschrifrfür Geutbewegende Pflanzenund Kulturr. 5–6, 1991], y como este tema se «bosquejaba apocadamente en Mushrooms Russia and History», ¡tanto fue así, que ninguno de los críticos profesionales reparó en ello! No obstante, Wasson apuntó en el GAPíTULO 15, EL ÁGAPE FÚNGICO: «Nuestros hongos divinos... pueden haber desempeñado un papel en los orígenes de la cultura humana ¡Cuánto debe haber conmovido el alma de cada hombre la extraña virtud de esas criaturas del relámpago! [...] Sí, nuestros hongos debieron desperezar la imaginación de aquellos primeros hombres que los comieron, estimulando su curiosidad y sus facultades especulativas. Nuestros hongos pudieron avivar en ellos la verdadera idea de Dios». Wasson concluyó con una comparación directa del teonanácatl, el «hongo maravilloso», y la Hostia: «el indio mejicano con su teonanácatl, no necesita Transubstanciación, porque su hongo habla por sí mismo. El Elemento del ágape cristiano palidece en comparación con el hongo. El hongo tiene la llave de una unión mística con Dios, mientras sólo almas excepcionales pueden alcanzar un éxtasis similar y una comunión divina contemplando intensivamente el milagro de la Misa». Hemos visto que en la exposición y el escrito que dirigió a la New York Academy of Sciences en 1959,60 Wasson expuso con mayor claridad su teoría, aunque hasta su conferencia del 30 de agosto de 1960 ante la Psycological Society of America, en Stifwater, OlKahoma (publicada el año siguiente), 60 Wasson no se embarcó en «una investigación sobre los orígenes de la idea religiosa entre los pueblos primitivos», que concluyó poéticamente: «Hace miles de años, cuando el hombre emergió de su embrutecido pasado, hubo una etapa en la evolución de su conocimiento en que la existencia de un hongo... con propiedades milagrosas, fue para él una revelación, un verdadero detonador para

su alma, que despertó en él sentimientos de temor y reverencia, y dulzura y amor, hasta el punto máximo que la humanidad es capaz de alcanzar, todos esos sentimientos y virtudes que la humanidad siempre ha considerado el máximo atributo de su especie. Le hizo ver aquello que sus ojos mortales y perecederos no pueden ver. ¡Cuán en lo cierto estuvieron los griegos cercando este Misterio, este tragar la poción, con secreto y vigilancia! Lo que hoy se reduce a una mera droga, una triptamina o un derivado del ácido lisérgico, era para él un milagro prodigioso que le inspiraba poesía, filosofía y religión. Con todo nuestro conocimiento moderno, quizá no necesitemos ya el hongo divino. ¿O acaso lo necesitamos más que nunca? A algunos les asombra que la Llave de la religión se reduzca a una simple droga. Por otro lado, la droga es tan misteriosa como siempre fue...» [págs. 157– 158]. 64 Además de Soma: Divine Mushroom of lrnmortality; 29 que apareció en 1968 como una edición en caja, limitada a 680 copias, y a un precio de 200$, se publicó una edición facsímil encuadernada (a 15$, con un estuche de cartón, en 1971) y otra como libro de bolsillo (tres ediciones, a 7,50$). Contestando a un análisis crítico de John Brough [«Soma and Amanita muscaria» Bulletin of The School of Oriental and Afiican Studies 34(2): 331–362,1971], Wasson publicó una escueta continuación, Soma and the Fly–Agaric: Mr. Wasson´s Rejoin der to Professor Brough [Botanical Museum of Harvard University, Cambridge, ra v,1972;1000 copias a 3$], más tarde actualizada con «Soma brought up–to–date» [Botanical Museum Leafets Harvard University 26(6): 2n–223, 1978; reimpreso en Journal of the American Oriental Society 99(1): ¡00–105, 1979]. Wasson anticipó su teoría en una conferencia de 1976, «Fly agaric and man» [D.H. Efron et a1ü (Eds.), EthnopharmacologiralSenrch for Psychoactive Drugs, us Government Printing Office, Washington, 1967; págs. 405–414]; y en «Soma: The divine mushroom of immortality» [Discovery 3(1): 41– 48,1967]. Vide mi reseña55 para referencias acerca de análisis y publicaciones adicionales de Wasson (y otros) sobre soma. 65 Los Wasson mostraron convincentemente que la mosca del «hongo matamoscas» no tenía absolutamente nada que ver con el supuesto uso de Amanita muscaria como insecticida, sino que más bien se refería al vuelo de la locura cerebral o a la posesión, al «estar mosqueado» o «tener algo metido entre ceja y ceja», afligiendo al

viejo borrachín de la canción infantil: «se fue a la cama con un bicho en la cabeza, y por la mañana no se pudo levantar». Esta frase familiar tiene equivalente en prácticamente todas las lenguas europeas. Gordon Wasson situó el origen de ese concepto en la curación chamánica, donde el chamán chupa objetos y particularmente insectos del cuerpo del paciente, especialmente de la cabeza. Sugirió un origen naturalista de esta curiosa creencia: los pueblos siberianos, que viven en estrecha simbiosis con los renos, observaron que sus animales se, «volvían locos» periódicamente y espontáneamente se curaban, cuando insectos cuyas larvas, tras gestarse en las fosas nasales de sus anfitriones animales, enfurecían a las pobres criaturas– brotaban de sus narices. Por supuesto, como vimos en la Nota 29, los siberianos también se dieron cuenta de que sus renos se «volvían locos» tras comer el hongo matamoscas, mukhomor. En el mundo judeocristiano la mosca representa todo lo diabólico, o las deidades de otros pueblos– el Antiguo Testamento [II Reyes 1:2] dice que los ecronitas, rivales de los israelitas, adoraban a Belzebú (o Beëzelbub), «señor de las moscas», y en el Paradise Lost de John Milton [1608– 1674], Beëlzebub es el jefe de los ángeles caídos [BOOK 1: 79–811, que antes había sido pintado por Hieronymus Bosch [né van Aken, circa 1450–1516] en su famoso tríptico Hay Wain [Museo del prado, Madrid] transformándose en varios insectos voladores mientras caen por el aíre. 66 El libro de Furst Hallucinogens and Culture [Chandler & Sharp, Novato, CA, 1976; castellano: Fondo de Cultura Económica, México, 1980], siguió a la edición de una antología pionera, Flesh of the Gods: The Ritual Use of Hallucinogens [Praeger Publishers, New York, 1972], que incluía los escritos de Wasson sobre los hongos enteogénicos y uno de La Barre sobre enteógenos y chamanismo. La cita proviene de un escrito presentado por La Barre en una conferencia que yo organicé en San Francisco (Hallucinogens in Native American Shamanism and Modern Life, del 28 de septiembre al 1 de octubre de 1972), y se publicó en las actas que edité como número doble del Journal of Psychedelic Drugs [11(1–2): 1–149, 1979; La Barre: págs. 7–111. Wasson también participó en la conferencia y en las actas, que incluyeron además nuestro escrito breve acuñando el neologismo enteógeno.10 La Barre exploró con mucha más profundidad el nexus entre enteógenos y chamanismo en su enciclopédico The Ghost Dance. The Origins of Religion [Doubleday & Co., New York, 1970].

67 Tras el colapso de la censura soviética que siguió a la glasnost, el micólogo estonio Maret Saar relató que el uso tradicional de Amanita muscaria continuaba entre los khanty u ostiácos del área siberiana del río Ob, y entre los habitantes de la península de Kamchatka, sobre el mar de Bering [M. Saar, «Ethnomycological data from Siberia and northeast Asia on the effects of Amanita muscaria» jourrial of Etbriopharmacology 31(2): 157–173, 1991]. Recientemente, un grupo de micólogos y micoaficionados usanos viajó a Kamchatka para documentar la supervivencia del uso chamánico del mukhomor [E. Salzman et al¡¡, «In search of mukhomor, the mushroom of immortality» Shaman´s Drum 41: 36–47, 1996]. Hubo un somero estudio del uso chamánico de Amanita muscaria entre los indios dogrib de área del lago Great Slave en los Northwest Territories canadiense [S. Larsen, The Shaman´s Doorway: Opening the Mythic Imagination to Contemporary Consciousness, Harper el Rovv, New York, 197 (11, y en la conferencia antes mencionada de 197866 Wasson y el antropólogo Reid W Kaplan, junto a la chamana Keewaydinoquay [M. Peschel] de los Ojibway o Ahnishinaubeg, documentaron el uso chamánico tradicional entre sus gentes de este hongo, al que llaman miskwedo [R.G. Wasson, «Traditional use in North America of Amanita muscaria for divinatory purposes» y Keewaydinoquay, «the legend of miskwedo» Journal of Psychedelic Drugs 11(1–2): 25–z8; 29–31, 1979]. La documentación completa no está disponible hasta el año 2020, cuando las tres copias de un libro de Wasson, Kaplan y Keewaydinoquay sean desveladas por la Houghton Rare Book Library de Harvard. Kaplan documentó antes el alcance del culto fúngico en la Escandinavia arcaica, basándose en motivos fúngicos arqueológicos [R W Kaplan, «The sacred mushroom in Scandinavia» Man10(1): 72– 79,1975]. Recientes datos arqueológicos [P T Furst, Mushrooms: Psychedelic Fungi, Chelsea House Publishers, New York, 1986], lingüísticos [M..G. Elizondo, «Ethnobotany of the Southern Tépehuan of Durango, Mexico: i. Edible mushrooms» Journal of Ethnobiology 11(2): 165–173,1991] y etnobotánicos [T Knab, «Minor Mexican pharmacogens: Context and effects» manuscrito no publicado, 1976– 1978; C. Rätsch, Indianische Heilkrduter, Eugen Diederichs Verlag, Múnich, 1992] documentaron el uso tradicional de Amanita muscaria en Mesoamérica, y, probablemente fue el enteógeno preferido por los antiguos mayas, conocido como kakuljá hurakan (el «no–nacido unípede») en el Popol huh quiché y pintado en los códices mayas [B. Lowy, «Mushroom symbolism in Mayan codices» y «Amanita muscaria and the thunderbolt legend in Guatemala and Mexico». Psycologia 64(4): 816–821,1972; 66(1): 188–191, 1974; D. Tedlock (Tr.), Popol Vuh: The Mayan Book of the Dawn of Life, Simon & Sehuster, New

York, 1985; R.G. Wasson et al¡¡, Persephone´s Quests56]. En Paleogea, el uso chamánico de la Amanita muscaria sobrevivió bien entrados los tiempos históricos en Japón, donde este hongo y sus entcógenos afines se conocen como tengu–take, «hongos Téngu», asociados a los Téngu, una raza de duendes traviesos que según la leyenda se embriagan comiendo hongos [R. Imazeki, «Japanese mushroom names, The Transactions of the Asiatic Society of Japan Third Series, 11: 26–90, 1973], y hay numerosas referencias chinas a Hsiao– ch´un, «los hongos de la risa, [H.L. Li, «Hallucinogenic plants in Chinese herbals» Botanical, Vaaeiim Leaflets Harvard Universiry z5(6): 161–181,1977]. Hay noticias sobre el uso del hongo matamoscas en el Hindu Kush de Afganistán [S,C. Mochtar y H. Geerken, «Die Halluzinogene Muscarin and Ibotensáure irte lnioleren Hindulcusc» Afganistán Journal 6(2); 63–6s,1979]; se cita un manuscrito inédito de 1980 referido al uso enteógenico de la Amariita muscaria, llamada ampacao, por el pueblo igorot de Luzón, Filipinas [C. Rätsch, The Dictionary of Sacred and Magical Punts, Prism Press, Briciport, 1992 (publicado originalmente en alemán, 1988)]. 68 Los micólogos saben hoy que la Amanita muscaria es un hongo micorrizo; es decir, crece en relación simbiótica con las raíces de ciertos árboles, lo cual es para el hongo una simbiosis obligada, y que este hongo nunca ha podido cultivarse. En Siberia los simbiontes principales son abedules, y los secundarios pinos; el abedul es el preeminente Árbol del Mundo o Árbol de la Vida en el chamanismo siberiano, cuyo espíritu es una mujer que ofrece leche fortificante al chamán, «leche fúngica» que surge de sus pechos, del Lago de leche o del Agua de la Vida que se halla en la base del Árbol de la Vida [U. Holmberg, «The Tree of Life» en J.A. McCulloch (Ed.), Mytho Gi(: Reyes, Vol. tv, Archxological Institute of America, Boston, mA,1927]. Evidentemente, como apuntó Wasson, ese Lago de Leche o Agua de la Vida que se encuentra en la base del Árbol de la Vida es Amanita muscaria, la «fruta» del Árbol de la Vida que confiere conocimiento divino y poder al chamán. En su Soma, Wasson hipotetizó una difusión mitológica de la «hierba maravillosa, de los bosques siberianos y los Vedas hindúes a los linq–chih u «hongos divinos de la inmortalidad» de la China taoísta, a quienes en el primer milenio se atribuía revivir a los muertos. También una leyenda contemporánea, proveniente del poema épico persa Shanahmeh de Firdousi, atribuye poderes fantásticos semejantes a una planta india «brillante como el raso de Bizancio», es decir: al ya legendario hongo soma indio. Incluso en la india, donde el verdadero soma se abandonó hace unos 3000 años,

una leyenda de los Puranas hablaba igualmente de una hierba capaz de revivir a los muertos. Uno de los textos escritos más antiguos que tenemos (se cree que fue compuesto circa 2000 a.c. y grabado en tablillas cuneiformes en el siglo VII a.c. o anteriores), la Epopeya de Gilgamesh, narra cómo su héroe busca la «hierba de la inmortalidad», que es roja, se asocia con el agua y está custodiada por una serpiente. Se han encontrado muchos paralelismos entre esta antigua epopeya y el Antiguo Testamento hebreo, especialmente en lo que se refiere a ideas sobre la muerte y la inmortalidad, y en el relato del Diluvio, que establecen una «relación genética» entre la totalidad de los escritos cuneiformes babilonios y asirios y el posterior Antigua Testamento [A. Heidel, The Gilgamesh Epic and Old Testament Parallels, Universiry of Chicago Press, 1946]. 69 Como ya se mencionó, el soma del RgVeda era llamado haoma en el Avesta iraní, un cuerpo de textos compuestos durante el primer milenio a.c. y atribuido en parte al profeta y supuesto «psicopompo» Zoroastro o Zaratustra, que se cree vivió entre los siglos V y VI a.c. Tres capítulos del Avesta, Yasna 9–II, conocidos como Hom Yasht, mencionan repetidamente el haoma. Se piensa que los textos del haoma están entre las interpolaciones más recientes del Avesta, fechándose entre el 140 a.c. y el 50 d.č., unos 1500 años después del RgVeda. 55 En la actualidad el zoroastrismo o mazdeísmo se asocia especialmente a los parsis de Bombay, en India; en Irán dio lugar a varias religiones, entre las que destaca el maniqueísmo, fundado por el profeta Mani [216–276 d.c.]. Hay razones para aventurar que los maniqueos practicaban una comunión sacramental con Amanita muscaria enteogénica, cuyo uso ritual, como haoma/soma, quizá sobrevivía aún en Irán, o fue observado por Mani durante su estancia en India. San Agustín [354–430], un apóstata del maniqueísmo, denunció a los maniqueos, entre otras cosas, por comer Amanitas (utilizó la palabra latina para las Amanitas, boletos), en su De Moribus Manicheorum (Sobre las costumbres de las maniqueos, 386 d.c.). Casi un milenio más tarde, y casi 500 años después de que el maniqueísmo fuera introducido en China, un funcionario chino llamado Lu Yu [1125–1209] denunció también a los maniqueos por comer hongos rojos. Los chinos no solían ser micófobos, y debía haber algo especial en aquellos hongos rojos; del mismo modo, los italianos comen grandes cantidades de la comestible Arnanita casare« (Fríes) Schweinitz, y Agustín ¡dificilmente hubiese separado a los maniqueos, y mucho menos con afán de censura, por permitirse una delicadeza tan popular! El

maniqueísmo se diseminó ampliamente en Europa, y llegó a ser uno de los rivales más poderosos e importantes del catolicismo, sobre todo en el sur de Francia. Allí se hizo fuerte en torno a Toulouse, que era la ciudad mas grande y rica de Francia a principios del siglo XIII, y la segunda de toda Europa, después de Roma. La in fluencia y popularidad de esta secta maniquea, más conocida por Cátaros (cataranos o cataristas, del latín cathari, «los puros») o Albigenses (por la ciudad de Albi, al NE de Toulouse), llevó a los papas Alejandro III e Inocencio [sic] III a decretar la primera cruzada ¡nterior de la cristiandad, la llamada Cruzada Albigense, que comenzó en 1181, aunque no cometiese su principal matanza hasta 1209, mediante un nutrido ejército de esclavos levantado por Inocencio. Se calcula que cerca de un millón de personas murier on durante los primeros 20 años de esta cruzada, que liquidó eficazmente el maniqueísmo europeo. Las cruzadas católicas eliminaron todos los detalles de la secta rival y, sin duda, hubiesen enterrado todo vestigio de sacramento enteogénico. No obstante, un pequeño libro ilustrado maniqueo que representa el festival de Bema, muestra junto a Man¡ una «mesa de Dios» central, rodeada por fieles, donde reposa una cesta con pan blanco y «fruta sagrada» que es roja con puntos blancos, como la Amanita muscaria [K. Rudolph, Gnosis: The Nature and History oF Gnosticism, Harper San Francisco, New York,1987]. Puede ser significativo que el consumo lúdico tradicional de Amanita muscaria sobreviva en Catalunya, sólo separada por los Pirineos de las plazas fuertes del maniqueísmo en el sur de Francia. El etnógrafo catalán Josep Maria Fericgla ha documentado tal consumo entre sus paisanos de los pueblos de Berga y Ripoll, en las faldas de los Pirineos, cerca de la frontera francesa [J.M. Fericgla, «Las supervivencias culturales y el consumo actual de Amanita muscaria en Cataluña» Supplemento agli Annali de¡ Musei Civici di Rovereto 8: 245–256, 1992(3)]. 70 He dividido la historia en tres amplios períodos: la EDAD DE LOS ENTEÓGENOS wassonlana, la INQUISICIÓN FARMACRÁTICA (que. en Paleogea comenzó a finales del siglo IV siendo simbólicamente su punto de partida la destrucción del santuario de Eleusis en el año 395 d. c.; en Neogea comenzó brutalmente con la conquista de México, en 1521); y la REFORMA ENTEOGÉNICA, con el nacimiento de religiones sincréticas en cuyos rituales de comunión un enteógeno genuino toma el lugar de la Hostia. Un ejemplo de éstas últimas es la Native American Church of North America, [NAC] que surgió a

finales del siglo XIX sobre las ruinas de la cultura india de las praderas, y en la que se usa péyotl como sacramento en ritos nominalmente cristianos. Con más de 250.000 miembros procedentes de numerosas tribus, su consumo de péyotl, que es una «sustancia» controlada, fue legalizado formalmente por el gobierno de los Estados Unidos en 1994 [W La Barre, The Peyote Cult, Yale University Press, New Haven, CT, 1938; O.C. Stewaru Peyote Religion: History, University of Olkahoma Press, Norman, OK,1987]. La REFORMA ENTEOGÉNICA comenzó más o menos contemporáneamente en el Afica ecuatorial occidental, cuando en iglesias cristianas como la Buiti se comenzaron a urilizar como sacramento las raíces pulverizadas del arbusto enteogénico ¡boga 29 [J .W. Fernández, Bsuiti: An Pthnography of the Religious Imagination in Afrua, Princeton University Press, Princeton, Ni, 1982; G. Samorini, «The Buiti religion and the psychoactive plant Tabernanthe ¡boga (Equatorial Africa)» Integration: Zeitschrift für (ieistbewegende l'flanzen und Rultur 5: 105–114, 1995]. Remontándonos a los años 30 de este siglo XX, aparecen varias iglesias cristianas ayahuasqueras 51 en Brasil, también emblemáticas de la REFORMA ENTEOGÉNICA [Anónimo, Unido do Vegetal Hoatsca: fundamentos e objetivos, Centro de Memoria e Documentatáo, Brasília, 1989; E. MacRae, Guiado pela lua: xamanismo e uso ritual da ayahuasca no culto do Santo Daime, Editora Brasiliense, Sáo Paulo, [19921]. El artículo de Wasson de 1957 en Life sobre el éxtasis fúngico dio el pistoletazo de salida a la llamada Era Psiquedélica en nuestro mundo científico, y produjo un interés renovado por el chamanismo, que es la manifestación de la REEORMA ENTEOGÉNICA entre neopaganos no cristianos del mundo industrializado. Vide mi The Age of Entheogens The Angel´s Dictionary10 para detalles ulteriores sobre esta perspectiva salvajemente iconoclasta sobre historia religiosa y teocrática. 71 Wasson, en su libro póstumo Persephone´s Quest, 56 examina por fin abiertamente la presencia de enteógenos en la Biblia. En una extensa recapitulación, dividida en 16 apartados, de NUESTROS DESCUBRIMIENTOS (precedida por LA BÚSQUEDA y Un INTERLUDIO que expllca la palabra enteógeno; y seguido por el EPÍLOGO: LA EDAD DE LOS ENTEÓGENOS), Wasson resumió toda su trayectoria, reservando la última sección a EL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL. En contraste con la cautelosa desgana de Wasson, el filólogo John M. Allegro [1923–1988] publicó The Sacred Mushroom and the Cross [Hodder & Stoughton, Londres, 1970]. Claramente

inspirado por el trabajo de Wasson, trata de demostrar, mediante recónditos argumentos lingüísticos, que ¡el Muevo Testamento fue escrito en una especie de código para ocultar a los romanos un culto cristiano secreto con Amanita muscaria! «Dirigido principalmente» al «lector común», este «controvertido bestseller» se publicó originalmente por entregas en el tabloide británico The News of the World, y aunque cargado con casi tantas páginas de «datos técnicos» como de texto, es significativo que Allegro nunca hiciese alguna presentación académica de la teoría ante sus colegas, y que declinase cartearse con Wasson. Ningún lingüista profesional dio crédito alguno a las fantasiosas especulaciones de Allegro. Como dijo Wasson: «Creo que llegó a conclusiones dudosas, basándose en pruebas insuficientes. Y un error tan garrafal como emparentar la lengua hebrea y la griega con el sumerio resulta inaceptable para cualquier lingüista. El sumerio no tiene relación con ninguna otra lengua, y nadie conoce su origen». [R. Forte, «A conversation with R. Gordon Wasson (1898–1986)», Religion 10(4): 13–30, 1988; para los análisis de filólogos profesionales: T Jacobsen y C.C. Richardson, «Mr. Allegro among the mushrooms» ilnion Seminary Quarterly Review 26(3): 1 et seq 1971]. Si bien Allegro contaba al menos con una formación lingüística, así con otros trabajos dignos de crédito reseñables, no puede decirse lo mismo de Andrija Puharich, que publicó un libro completamente fantasioso donde pretende localizar un uso ritual de la Amanita muscaria en el antiguo Egipto ¡gracias a los trances hipnóticos de supositicios «psíquicos»! [The Sacred Mushroom: Key to the Door of Eternity, Doubleday & Co., Garden City, NY, 1959]. Inspirado por un encuentro con Wasson a mediados de los años 50, Puharich no hizo ninguna contribución sustancial a la etnomicología. Un volumen reciente, mucho más sustancial que los de Allegro o Puharich, pero reconocidamente «especulativo» (y algunas veces incluso más que eso), trata de demostrar que la Amanita muscaria no sólo fue el soma y la fruta bíblica, sino, literalmente, el Santo Grial y el Piedra Elixir o Piedra Filosofal alquímica [C. Heinrich, Strange Fruit. Alchemy, Religion and Magical Foods: A. Specislative History, Bloomsbury Publishing, Londres, 1995]. Heinrich da a entender que el rechazo de sus colegas a las teorías de Allegro se basa más en política y fe religiosa, que cn su manifiesta falta de mérito y en su obvio sensacionalismo dirigido a convencer al gran público, pero sabiamente «se apoya en la teoría wassoniana del Soma», no en las insustanciales arenas movedizas de The Sacred Mushroom and the Cross, y. con igual sabiduría, ignora completamente a las fantasías de Puharich. 72

Le chamanisme et les techniques archaiques de l´éxtase se publicó en francés por primera vez en 1951, y posteriormente fue traducido al inglés [Pantheon Books, New York, 19641. Eliade hizo comentarios similares sobre los «narcóticos» en una especie de continuación, Le yoga: Immortalité et liberté [Yaga: Immortality and Freedom, Pantheon Books, New York, 1958; original francés de 1954]. Aunque tabaco y alcohol fueron introducidos en Siberia tras la invasión de Yermak circa 1580, ciertos petroglifos con 3.000 años de antigüedad en el río Pegtymel; territorio actual de los pueblos chukotka, consumidores históricos de Amanita muscaria, documentan la importancia ritual arcaica de los hongos en Siberia [N.N. Dikov, Naskainuie Sagadki Drevniei Ciukotki (Pietroglřfui Pegtirnelzá), Nauka, MOSCÚ, 1971]. Wasson dedicó una sección de Soma a presentar una serie de convincentes pruebas lingüísticas de que la ebriedad fúngica en Siberia se remonta cuando menos a 6 u 8 mil años. Las palabras que definen la ebriedad en varias lenguas samoyedas y finougrias tienen un antecedente común en urálico, y derivan de la palabra para la Amanita muscaria, , cuyo significado literal es «estar fungizado». Mientras a los siberianos les asombraba tanto ver que los rusos se «fungizaban» bebiendo aguardiente, ¡los rusos quedaron no menos perplejos, viendo a los siberianos «en sus copas» tras comer hongos! 73 Petroglifos con 7 a 9 milenios de antigüedad hallados en Africa septentrional, documentan claramente el uso chamánico de hongos enteogénicos, y reflejan motivos también hallados en petroglifos siberianos,72 y en el arte precolombino mesoamericano [G. Samorini, «The oldest representations of hallucinogenic mushrooms in the world (Sahara Desert, 9000–7000 B.P,)»,1999]. El fantasmagórico arte en piedra de los indios chumash de California, parte del cual alcanza los 5.000 años de antigüedad [C. Grant, The Rock Paintings of the Chunzasb, Universit, of California Press, Berkeley, 1965], representa indudablemente visiones chamán tras producidas por las especies Dcztura [K.F. Wellman, «North American Indian rock art and hallucinogenic drugs» Journal of the American Medical 239: 1524– 1527, 1978]. De modo similar, se piensa también que el arte arcaico en piedra del bajo río Pecos, en Téxas, en cuyas excavaciones se han hallado algunos de los restos más antiguos de plantas enteogénicas, representa visiones chamánicas [Furst, a Shamanism, the cesta experience, and Lower Pecos art». Shafer y J. Pintgraff, Ancient Texas Rock Artand Life ways power Pecos, Texas Monthly Press, San Antonio, 1986; págs. 210–225; J. Tintgraff y S.A. Turpin, Pecos River

Rock Art, S. Mcherson Publishing Co., San Antonio, Tx, 1991]. Me he referido ya a la documentación que Reid W Kaplanfir aportó sobre los motivos fángicos en el arte sueco sobre roca de Åby. Recientemente se ha sugerido que los motivos abstractos de las pinturas rupestres paleolíticas en Europa, como las de Trois Fréres y Lascaux en Francia (que se remontan a un período comprendido entre los 13.000 y los 34.000 años), son representaciones de visiones chamánicas enteogénicas, dada su similitud con los llamados fosfenos o fenómenos visuales entópticos, observables bajo la influencia de LSD y mescalina en experimentos de laboratorio, o por estimulación eléctrica [D. Lewis–Williams y L.A. Dowson, «The signs of all times: Entoptic phenomena in Upper Palxolithic aro» 29(2): 201–245, 1988]. Aunque citaron los trabajos del difunto Gerardo Reichel–Dolmatoff con los indios amazónicos tukana, que también usan modelos fosfénicos para representar sus visiones con ayahuascas51 [Beyond the Milky Way. Hallucinatory Imagery of the Tukano Indians, ucLa Latin American Center Publications, University of California, Los Ángeles, 1978], estos autores no estaban al corriente de que R.G. Wasson había propuesto independientemente un nexus entre enteógenos y motivos decorativos abstractos y geométricos precolombinos, y entre aquellos y varios otros motivos fosfénicos similares que adornan las amphora griegas [The Wondrous Mushroom.54 Un libro reciente analiza la inspiración visionaria chamánica en el arte rupestre de diversos lugares de Norteamérica [S.A. Turpin (Ed.), Shamanism and Rock Art in North America, Rock Art Foundation, San Antonio, TX, 1994]. 74 Como vimos en la nota 10, el neologismo enteógeno/enteogénico proviene de una arcaica palabra griega para embriagantes sagrados, y su significado literal es «volverse divino por dentro». Por otro lado, psiquedélico es un término moderno de los años 50, que hace referencia al consumo contemporáneo y no tradicional de LSD y mescalina. Aunque sus defensores suelen interpretar que significa «manifestador de la mente» su significado literal es «deidad en la psyche», siendo, por tanto, una recensión bastardizada de enteógeno. Para un análisis sobre los méritos relativos de ambos términos, vide mi «Entheogensn». 10 Mientras enteógeno, el término mucho más amplio, se refiere al contexto cultural de uso, psiquedélico se utiliza generalmente como término farmacológico referido a unos efectos parecidos al de la LSD, y la combinación terapia psiquedélica se refiere a un uso específico de drogas del tipo LSD en psicoterapia [B. Aaronson y H. Osmond, Psychedelics: The Uses and Implications of Hallucinogenic Drugs, Doubleday Anchos,

Carden City, NY, 1970]. La psiquedélica tendencia moderna a concentrarse en los efectos mentales de estos embriagantes, especialmente en su potencial psicoterapéutico, ha contribuido a crear confusión sobre sus posibilidades enteogénicos o espirituales. Dado que nuestras «autoridades espirituales» parecen ignorar completamente la historia enteogénica de estos embriagantes, y que la escasa información que sobre ellos tienen proviene de la literatura psiquedélica moderna, tienden a desvirtuar el alcance de sus propiedades potenciales. Como sugiere la definición psiquedélico, el estudio científico contemporáneo se ha centrado en efectos mentales, en psicología, en neuroquímica. Más allá de «manifestar la mente», las ciencias mentales interpretan que estos vehículos de ebriedad son «expansores de la mente», y subrayan sus propiedades visionarias, especialmente las psicópticas, como demuestra el término científico alternativo, alucinógeno. Puesto que algunas disciplinas espirituales llevan aparejadas técnicas para detener o someter a la mente, a quienes desconocen los embriagantes chamánicos les resulta difícil imaginar como esos estimulantes aparentemente mentales podrían resultar cosa distinta de una distracción. De nuevo, insisto en que esas nociones provienen de una literatura moderna que se centra en los usos seculares, científicos y no tradicionales, muy diferentes del inmemorial empleo sacramental de enteógenos; una literatura obsesionada por sus efectos mentales, por explotar una novedosa herramienta psicológica. Una de las objeciones más a considerar, entre las muchas y muy significativas que se pueden oponer al mal empleo de la palabra psiquedélico para definir los embriagantes chamánicos, es que en realidad, en el uso chamánico psiconáutico tradicional, como en el inmemorial uso comunal, sacramental, estas «plantas– maestro» no se emplean para manifestar o expandir la mente o la conciencia, ni en general tampoco para lograr algún efecto mental particular; eso es una fijación moderna de psicólogos y neurocientíficos. Por el contrario, estos embriagantes sagrados se emplean para contraer la mente, para acallarla, si se prefiere; no para expandir la conciencia, sino para someterla o anularla. Describiría las propiedades espirituales que busco en los enteógenos como un «dejar fuera de combate» la mente racional y su espíritu tutelar, el ego; aventurarse más allá del pensamiento y la razón, de las etiquetas lingüisticas y sus correspondientes conceptos; anhelar reinos translingüistícos de percepción directa y desnuda; lo inefable más allá de palabras, que Platón describió acertadamente como arquetipos o ideas tras las construcciones mentales determinadas por nuestra programación lingüística. Con ayuda de los enteógenos la mente puede someterse, y así superar este materialismo que pone

nombre al universo y lo cosifica, para así percibir, en palabras del Isaías de Blake «lo infinito en todo». Por ello precisamente eligió Aldous Huxley estas Puertas de la percepción de Blake para describir los efectos de la mescalina. Como apuntó el gran visionario en El matrimonio del cielo y la tierra: 52 «If The doors of perception were cleansed every thing would appear to man as it is: Infinite. For man has closed himself up, till he sees all things thro' narrow ch inks of bis cavern». («Si las puertas de la percepción se depuriesen, el hombre vería todo como es en realidad: Infinito. Porque el hombre se ha encerrado, hasta ver todo a través de las estrechas grietas de su caverna»). ¿Saben algo nuestras autoridades espirituales sobre los sacramentos enteogénicos, y su rol espiritual inmemorial? ¿Saben que no tienen nada que ver con los productos psicoterapéuticos de moda, que se producen en los laboratorios farmacéuticos? Si en vez de esgrimir prejuicios irreflexivos contra las «drogas» contemporáneas, tuviesen la más mínima idea de la importancia pangéiea de los enteógenos en la génesis de las tecnologías espirituales, y de los conceptos por los que tan fervientemente se abogan, dudo de que predicasen tan histérica y absurdamente contra «misticismo químico» o «iluminación instantánea» 75 Siddhattha Gautama, el Buda [circa 563–483 a.c.], fue un príncipe sakya (pequeño reino donde hoy está Nepal) que renunció a su vida mundana para convertirse en asceta peripatético, y luego alcanzó la iluminación y fundó uno de los mayores movimientos religiosos de Oriente, el budismo [A.K. Coomaraswamy Buddha and the Gospel of Buddhesm].20 Se dice que durante los seis años anteriores a su iluminación subsistió alimentándose con sólo una semilla al día – según algunos de arroz, de sésamo, o de Cannabis. De cualquier modo, el Cannabis continua jugando un papel preeminente como ayuda a la meditación en algunas corrientes del budismo y el hinduísmo, y hay pruebas que demuestran la supervivencia de la poción de amrta o soma en la alquimia budista, especialmente en las tradiciones tibetanas [S. Hajicek–Robberston, «Soma sidd has and alchemical enlighten ment: Psychedelic mushrooms in Buddhist tradition» journal of Etbnopharmacology 48(2): 9g–118, 1995; J.A. Ardussi, «The Doha tradition in Tibet» journal of the American Oriental Society 97(2)= 115–124, 1977; M. Crowley, «The god who drank urine» en el libro de S. Moore (Ed.), Fortean Studies, 1996; Vol. 111; C. Watkins, «Let its now praise famous grains» Proceedings of the American Philosophical Society 122(1): 9–17, 1978]. Wasson, en una de sus últimas publicaciones, discutió las extrañas

circunstancias que rodearon la muerte del Buda, que se produjo tras consumir un hongo, evidentemente el hongo putka/putika, sustituto primario del soma en los rituales védicos, tras abandonarse el enteógeno original [«The last meal of the Buddha» Journal of the American Oriental Society 102(4): 591–603, 1982; reimpreso en Botanical Museum Leaflets Harvard University 29(3): 219–249, 1981]. 76 Para el enésimo cambio de opinión de Eliade, vide The History of Religions Ideas [3 Tomos, The University of Chicago Press, Chicago, 1t, 1978, 1981, 1985; Tomo I, pág. 2121. Los trabajos de Blake a los que me refiero, ambos titulados There is No Natural Religion, fueron grabados al aguafuerte circa 1788. La cita de Mary Barnard proviene de su «The god in the Flowerpot» [The American Scholar 32(4) : 578–586, 1963; reimpreso en The Psychedelic Review 1(2): 244–251, 1963]. 77 Como subrayé en la página 22, los enteógenos son simplemente catalizadores para una capacidad humana innata de trance y éxtasis religioso. Alexander T Shulgin destacó que dichos embriagantes: «En realidad no hacen nada. Los psiquedélicos permiten que pasen cosas. [...] Todo este poder mágico sólo existe en un sitio. En tí. En tu alma. En tu mente». [«El arte de ver» En J.M. Fericgla (Ed.), Plantas chamanismo y estados de consciencia [sicj, págs. 19–24]55 Los paraísos naturales de la iluminación espiritual, los nirvana, samadbi, satori, yacen dentro de nosotros, como una posibilidad intrínseca de la conciencia humana. Los ejercicios espirituales o la farmacia celestial sólo sirven como ayudas, o llaves, para acceder o traer a la superficie lo que ya está ahí, latente, lo que siempre «hemos sabido» En cualquier caso, aunque uno alcance reinos visionarios a través del ayuno, altera necesariamente su bioquímica, tanto –si bien con mayor peligro– como si ingiriese algún embriagante chamánico. 37 Las plantas chamánicas, según vimos en la Nota 29, no sólo están engastadas en nuestra matriz natural animal de alimentación y ebriedad, sino que hay pruebas claras –al menos en el caso de la LSD– de que los estados visionarios a los que podemos acceder con ayuda botánica son potenciales innatos, naturales. Aunque normalmente los efectos visionarios de una dosis generosa de LSD no se manifiestan completamente hasta por lo menos una hora después de su ingestión, y pueden durar de 6 a 8, los experimentos muestran que la máxima

concentración de LSD en los tejidos se produce durante 1o–15 minutos, y que a partir de ahí desciende rápidamente. Se ha calculado que tras ingerir una dosis visionaria de LSD sólo entran en el cerebro 0,02 mcg. [2 x 10-8 g.], unos 3,7 millones de moléculas, para entrar en posible contacto con nuestros 12.000 millones de células cerebrales, pero durante un tiempo mínimo, pues son eliminadas en la primera hora, antes de que el «viaje» visionario haya comenzado [S. Cohen, The Beyond Within: The LSD Story, Athencum, New York, 1964]. Por ello, no son moléculas de LSD operando sobre neuroreceptores la «causa» de los efectos visionarios, pues la droga ha sido ya metabolizada. Evidentemente, el compuesto puede catalizar procesos cerebrales que persistan tras su excreción. Dado que en ocasiones se alcanzan estados similares de conciencia espontáneamente, y que se puede acceder a ellos vía otras «llaves», quizá hoy consideradas ortodoxas por nuestras autoridades espirituales, debemos asumir que el estado extático es en sí mismo un aspecto preexistente del potencial humano, y que no está causado por una droga, por la meditación, por alguna deidad, por un mantram, por el ayuno o por cualquier otra cosa. Las drogas enteogénicas son sólo una entre tantas tecnologías espirituales utilizadas como ayudas de entrenamiento o facilitadores que coadyudan a desaprender objetivización y conceptualización mentales, racionales, los hábitos mentales que mantienen sometido al éxtasis, encarcelado dentro de nosotros, permitiendo así una experiencia del mundo más como energía (o espíritu) que como materia. Denigrar el uso espiritual de los enteógenos basándose en que se trata de una sustancia externa, una materia, una mera droga de la que se depende para inducir experiencias religiosas, es materialismo espiritual, es otorgar poderes espirituales a la materia –es dar al César lo que es divino. No, los enteógenos no son más que una llave, como la liturgia, las enseñanzas tradicionales, o cualquier aspecto de tecnología espiritual... que ayuda a olvidarlos malos hábitos de la mente, a redescubrir dentro de uno lo que siempre se ha sabido que estaba allí. Los enteógenos son sin duda la ayuda espiritual más eficaz, arcaica, tradicional y pangéica de las conocidas. Todas las demás, en realidad artificiales, producto del ingenio humano, derivan de los enteógenos, e intentan recapturar, como apuntó Eliade, los paraísos naturales del éxtasis enteogénico; provincia natural de jabalíes, puerco espines y gorilas, renos siberianos y de nuestros propios ancestros protohumanos, pintores rupestres hace decenas de milenios. 78

Se me ocurre que parte de la predisposición contemporánea contra los enteógenos, dejando de lado su tergiversación como drogas mentales para la psicoterapia, deriva de nociones erróneas sobre la «iluminación instantánea»74 El trabajo espiritual no «debe» ser fácil, y la idea de que alguien pueda alcanzar en un santiamén estados que habitualmente sólo comienzan a vislumbrarse tras años de ardiente disciplina repugna y perturba a devotos espiritualistas. De todos modos, vale la pena apuntar que hay una profunda diferencia entre tener experiencias religiosas o espirituales, y alcanzar la vida espiritual o religiosa. Aunque no enteógeno pueda permitirle a uno echar un vistazo rápido a la tierra prometida, por así decirlo, la vida espiritual a la que cabe aspirar continúa tan distante de la realidad cotidiana como siempre; sigue requiriendo disciplina, sacrificio y sometimiento de la mente caprichosa y el ego despótico. La «iluminación instantánea» sólo existe cuando se produce espontáneamente, sin ayuda de drogas o disciplinas. Los enteógenos pueden proporcionar una revelación más o menos fácil y comparativamente rápida, de lo que podría ser la iluminación, y servir, por tanto, como estímulo o incentivo para buscarla o perseguirla; pero quien los considere un atajo en el terreno espiritual es un iluso, o está mal informado. Puede haber algo cierto en la idea de que, si bien algunas disciplinas espirituales requieren años de práctica diligente –exigen disciplina– si uno alcanza su objetivo a través de ellos, adquiere en el proceso la disciplina debida, sello auténtico de la vida espiritual. Por otro lado, al confundir enteógenos con drogas, y éxtasis con placer, quienes desdeñan las fármacoparaísos naturales no se dan cuenta de que su uso espiritual también exige disciplina. Como Wasson escribió en 1961: «En el habla común, entre los muchos que no lo han experimentado, el éxtasis es divertido, y a menudo me preguntan por qué no voy por hongos todas las noches. Pero el éxtasis no es divertido. El alma es raptada y sacudida hasta que se estremece. Después de todo, ¿quién eligiría sentir el temor reverencial en forma pura, o atravesar flotando esa puerta que llega, allá a lo lejos, hasta la Presencia Divina? Vulgar e inconcientemente se abusa de la palabra, y debemos recuperar su sentido completo y aterrador...». Tengo el mayor respeto por chamanes tradicionales como María Sabina, o sus colegas ayahuasqueros de la Amazonia, que llegan a tornar dosis masivas de enteógenos varias veces por semana, año tras año, en humilde ejercicio de su oficio. No es un camino fácil. No hablamos de tonterías, yacusis, grupis o circuitos de gurues. Por lo mismo, ¡me asombra como algunos de mis prójirnos del mundo sobredesarrolado osan arrogarse el título de chamán! 79

En verdad, uno puede cavar su tumba con las manos desnudas, o con una cucharilla, o con un pico y una pala. En cualquier caso, habrá que desplazar la misma masa de tierra del agujero. Cualquier instrumento constructivo puede también utilizarse destructivamente, incluso como un arma asesina. Los sabios experimentan y hacen un uso eficiente de aquellos instrumentos que pueden tener a su disposición. Es una cuestión de tecnología apropiada, sea material o espiritual. 80 El sistema de los cuatro elementos (literalmente: «miembros de una serie») se atribuye a Empédocles [circa 492–437 a.c.] de Acragas, Sicilia, aunque se cree que combinó y sintetizó ideas anteriores sobre los principios unitarios fundamentales, a los que añadió la TIERRA. Tales de Mileto [639–544 a.c.], de quien se dice que fue el primero en predecir un eclipse de sol, en el año 585 a.c., propuso el AGUA por primera vez como arche o primer principio; Anaxímenes, también de Mileto [570–S00 a.c.], sugirió el aro AIRE en su lugar; mientras Heráclito de Éfeso [556–460 a.c.] propuso el FUEGO. Heráclito es más conocido por introducir el logos (razón o pensamiento) como principio fundamental que, junto al FUEGO, su elemento básico, animaba la psyche o «alma». Aplicar a la cura estos principios filosóficos elementales, y sus humores cardinales correspondientes, sentó las bases para la fundación racional de la medicina, que en el mundo griego había sido principalmente una función religiosa asociada en particular con el culto al semidios Asclepio (Æsculapius en el mundo romano), héroe de la Iliada de quien luego se dijo que era hijo de Apolo, y a sus hijas Hygieia y Panacæa. Como en el mundo chamánico arcaico, diagnosis y prognosis se basaban en la adivinación, que normalmente se alcanzaba mediante incubación o «acto de yacer» concretamente durmiendo en un templo de Asclepio, yaciendo sobre un stibas o lecho natural de palos o pieles de animales, esperando una revelación divina por vía onírica. Los griegos reconocieron cinco tipos de sueños, dos de los cuales no eran predictivos: enhypnia, que se consideraba formado por detritus puramente cotidiano, y phantasmata, que supuestamente sólo contenían visiones deformadas del crepusculum entre sueño y vigilia. Los tres tipos de sueños predictivos eran: oneiroi, o sueños simbólicos que necesitaban interpretación; boramata, o las verdaderas visiones proféticas; y chrematismata, consejo directo de una divinidad. En el mundo chamánico, aunque los sueños sean importantes, la adivinación se alcanza normalmente mediante la ingestión por el chamán de plantas enteogénicas, para obtener revelaciones o informaciones sobre el estado del paciente. Además, este proceso sin duda jugó un papel

en el mundo clásico, y sabemos que la incubación sobre el sobas también fue característica de los Misterios báquicos, consagrados a Dioniso, dios de la ebriedad sagrada. «Vide S. Hornblower y A. Spawforth (Eds.), The Oxford Classical Dictionary [Oxford Universiry Press, Oxford, 1996 (tercera edición; publicado originalmente en 1949)]; G. Sonnedecker (Ed.), Krernerand Urdangs Lippincott Co., Philadelphia, PA, 1963 (tercera edición; publicado originalmente en 1940). 81 Como Geoffrey Chaucer [circe 1343–1400] presentó al caballero rural entre sus peregrinos al Canterbury del siglo XIV: « Of his complexioun he was sangwyn» [«De su complexión era sanguíneo», PRÓLOGO 333]. Después elescribió así, al «fiscal» entre sus peregrinos: «The Reve was a sclendre colerik man» [«El Reve era un hombre delgado, colérico», PRÓLOGO 587]. Que Chaucer hubiese descrito dos personajes como SANGUÍNEO y COLÉRICO, atestigua la importancia de semejantes rasgos en simbolizar la persona, y no cabe duda de que complexión se refería para Chaucer a los humores cardenales. Vide R.A. Pratt (Ed.), Selections fotu che Tales of Canterbury and Short Poems [Houghton–Mifflin, Boston, MA,1966]. 82 Hijo de un Médito y nacido en Zurich, Suiza, Páracelsus 3,22 pasó su juventud en Einsiedeln, donde aprendió minería y metalurgia, es decir, todo lo que podía saberse en sus días sobre la ciencia química. Fue famoso como químico y como médico peripatético, y salvó milagrosamente la pierna (y quizá la vida) del prominente impresor protestante Johann Frobenius [circa 146o–1527], apóstol y editor del gran humanista Desiderius Erasmus [de Rotterdam; né Geert Geerts, 1466–1536], en Basilea en 1527. Como muestra de gratitud por haber superado a los médicos ortodoxos de Basilea, el gobierno de la ciudad le aseguró una plaza de profesor en la Universidad, pese a la oposición de sus rivales. Adoptó el nombre de «Paracelsus», «mejor que Celsus» (Aulus Cornelius Celsus, que vivió durante el siglo I en Roma y escribió los 8 volúmenes del De Medicina, que estuvo muy de moda en la Europa del siglo XVI), mostrando así su desprecio por la medicina arcaica. Al dar sus clases en alemán, en vez de latín, ridiculizó continuamente a la ortodoxia médica. En 1527, en estado ebrio, «relajó» las escrituras sanativas de Galeno y Avicena –y para colmo, también una bula papal–echándolas al fuego purificador y ¡se autoproclamó nuevo soberano de la medicina! Obviamente, sus

colegas se negaron a concederle la cátedra, por lo que se vio obligado a reanudar su vida itinerante en 1528, expirando finalmente en Salzburgo (Austria) en 1541; según algunos, fue asesinado por orden de sus indignados colegas. A Paracelsus no sólo se le recuerda por su iconoclastia y su defensa de la ciencia contra el dogma. Fue el primer científico en identificar la vida como proceso químico, urgiendo a los alquimistas a aplicar su incipiente tecnología en lo que hoy llamamos química medicinal la quinta esencia como principio activo. Él mismo hizo tinturas y extractos medicinales (como se mencionó en la Nota 3, inventó el láudano o la tinrura de opio), y también introdujo el uso terapéutico de aceites volátiles y sales inorgánicas. Paracelsus adoptó el término árabe alcohol (o al–kohl, nombre original de la stibnita o trisulfuro de antimonio, SB2S3) como nombre para el etanol, y hay pruebas de que realizó experimentos animales utilizando éter como anestésico, y quizá también en quimioterapia. 22 Por otro lado, sus escritos están imbuidos por un misticismo que influiría en los teósofos; postulaba algún tipo de fuerza vital, archeus, tras la química vital, y sugirió el concepto de homeopatía, que luego inspiraría a C.F. Samuel Hahnemann [1755–1843]. Finalmente, inmortalizó el celebrado dictmum: «Si nos contentamos con explicar cada veneno ¿qué hay que no sea veneno? Todo es veneno y nada hay sin veneno: sólo la dosis hace que algo no sea veneno» (Wenn ihr jedes Gifft recht wolt ausslegen / wats ist das nit Gifft ¡st? alíe ding sind Cifft/ und nichts ohn Gifft / allein die Dosis macht /das ein ding kein Gifft ist.). Vide E J. Moore y W.T. Hall, A History of Chemistry;21 B. Holmstedt y G. Liljestrand (Eds.), Readings ¡n Pharmacology;22 D. Larimer y J. Goldberg, Flowers in the Blood;32 G. Sonnedecker (Ed.), Kremer and Urdang´s History of Pharmacy;80 J. Bronowski, The Ascent of Man, [Little Brown and Co., Boston, mA, 1973]; J. Jacobi (Ed.) Paracelso: textos esenciales [Siruela, Madrid, 1995]. 83 Los seres humanos no pueden biosintetizar los ocho aminoácidos «esenciales» (fenilalanina, isoleucina, leucina, lisina, rnetionina, treonina, triptófano y valina), y deben ingerirlos como elementos nutricionales mediante la digestión de proteínas. Nuestros cuerpos sintetizan enzimas, endopiáceos, neuroreceptores y una miríada de otras proteínas o polipéptidos (cadenas de aminoácidos), a partir de estos ocho, y de otra docena de «aminoácidos comunes» que somos capaces de sintetizar en caso de necesidad. Entre adultos, las cantidades requeridas de estos aminoácidos esenciales llegan a variar 2,1 veces para la valina (375–800 mg./día; 48 sujetos) hasta 7 veces para la lisina (400–2.800 mg./día; 55 sujetos), y si se hiciesen pruebas de

mayor espectro sin duda se conocerían variaciones aún mayores [R.J. Williams, Physicians Handbook of Nutritional Science, C.C. Thomas, Springfield, IL, 1975]. En un ensayo con 19 personas, las necesidades de calcio variaron por encima de 4,6 veces (222–1018 mg./día) [F.R. Steggerda y H.H. Mitchell, «Variability of calcium metabolism and calcium requirements of adult human su bjects» journal of Nutrition 31: 407, 1946). En ratas de laboratorio, las necesidades de vitamina A variaron igualmente hasta 40 veces [R. J. Williams, Biochemical Individuality, University of Texas Press, Austin, 1973], y en un experimento con 100 conejillos de Indias se observó una variación de 20 veces en las necesidades individuales de vitamina C [R. J. Williams y. G. Deason, «Individuality in vitamin C needs» Proceedings of the National Academy of Scences 57:1638–1641,1967]. En tan solo 100 individuos se observó una variación de 10 a 20 veces en los niveles de enzimas intestinales que digieren los carbohidratos [A.D. Newcomery D.B. McGill, «Disaccharidase activity in small intestine: Prevalence of lactase deficiency in 100 healthy subjects» Gastroenterology 5;:881,1967], y cuando se examinó a miles de sujetos para analizar sus niveles de pepsina y de ácido clorhídrico en los jugos gástricos, el alcance de la variación fue 10 veces mayor [A.E. Osterberg et al¡¡, «Pepsin in human gastric juice III: Physiologic aspects] American journal of Digestive Disease 3: 35, 1936]. Estos datos muestran incontrovertiblemente que funciones básicas fundamentales para toda vida animal, como la digestión y la absorción de nutrientes, varían considerablemente, incluso en experimentos con pocos animales, y que tal idiosincrasia o individualidad bioquímica puede moverse entre porcentajes extremadamente amplios si se examinan muchos más sujetos. 84 Para los estudios sobre concentraciones máximas de cocaína en plasma tras inhalar base vaporizada, vide R. Jones, «The pharmacology of cocaine smoking in humans» [en C.N. Chiang y R.L. Hawks (Eds.), Research Findins on Smoking of Abused Substances, NIDA Research Monograph 99, National Institute on Drug Abuse, Rockville, mD, 1990; págs. 30–41]. Para datos similares sobre concentraciones máximas en plasma de THC tras fumar marihuana, vide M. Pérez–Reyes, «Marijuana smoking: Factors that influence the bioavailability of tetrahydrocannabinol» [¡bid, págs. 42–62]. En estudios realizados sobre la droga hipotensiva Tendor® o debrisoquina [Merck Index r2: 2901], se descubrió que del 5 al 10% de los pacientes caucásicos norteamericanos eran «metabolizadores pobres» de la droga, que metabolizaban hasta 200 veces menos que los

«metabolizadores extensivos» [F.]. González et al¡¡, «Characterization of the common genetic defect in humans deficient indebrisoquine metabolism» Nature 331: 442–446, 1988]. Se demostró que esta deficiencia también impedía la o–desmetilización de la codeína en morfina, y que causaba además una disminución en la respuesta a más de dos docenas de fármacos. Es opinión generalizada que la codeína per se carece de actividad opiácea, y que es una «predroga» que ha de ser metabolizada en morfina [N. Nomof et alii, «Actions and metabolism of codeine (methylmorphine) administration by continuous intravenous infusion to humans, Clinical Toxicology 1r (5): 517–529. 1977] J. F. Rogers et alii, «Codeine disposition in smokers and nonsmokers» Clinical Chemistry 32(2): 218–227,1982; Z.R. Chen et alii, «Morphine formation from codeine in rat brain: A possible mechanism of codeine analgesia» Life Sciences 46(15): 1067–1074, 1990; J.C. Shah y W.D. Mason, «Plasma codeine and morphine concentrations after a single oral dose of codeine hosplate» journal of Clinical Pharmacology 30: 764–766, 1990]. Como se ha demostrado a través de investigaciones, la causa de dicha deficiencia genética es la carencia de una enzima hepática llamada citocrome P450IID6, atribuible a mutaciones en su gen, llamado CYP2D6 [M. Kagimoto et ali¡, «Multiple mutations of the human cytochrome P450IID6 gene (CYP2D6) in poor metabolizers of debrisoquine» The journal of Biological Chemistry 265(28): 17209– 17214, 1990; A. Gaedigk et alii, «Deletion of the entire cytochrome P450CYPD6 gene as a cause of impaired drug metabolism in poor metabolizers of the debrisoquine/sparteine polymorphism» American journal of Human Genetic 48: 943–950, 1991] Tras administrarse dosis orales de codeína, no se pudo detectar morfina en la sangre de los «metabolizadores pobres» que, en consecuencia, no obtuvieron efectos analgésicos, al contrario de lo ocurrido con los «metabolizadorcs extensivos»; y se descubrió que, aparte de los tratamientos con codeína. los primeros tenían un umbral de tolerancia al dolor más bajo que los últimos [S.H. Sindlup et alii, «Codeine increases pain thres holds to copper vapor laser stimuli in extensive but not poor metabolizers of spartcine» Clinical Phamacology and Therapeutics 49(6): 686–693,1991; ¡bid, «Are poor metabolizers of sparteine/debrisoquine less pain tolerant than extensive metabolizers?» Pain 53: 335–339, 1993). Se ha supuesto que la deficiencia concomitante de biosíntesis de morfina endógena, que también depende de la enzima ausente,19 podria explicar la mayor sensibilidad al dolor intrínseca en los merabolizadores deficientes. También se descubrió que una enzima citocrome P450 tiene una influencia vital en la biosíntesis de morfina en los hígados de mamíferos [T. Amann y M.H. Zenk, «Formation of the morplilne precursor salutaridine is catalyzed by a cytochrome P450 enzyme in

mammalian liven) Tetrabedron Letters 32(30): 3675–3678,1991]. Posteriormente se demostró que este defecto genético también impedía la desmetilización del analgésico opiáceo hidrocodinona [Merck Index 12: 48261 en su forma activa, la hidromorfinona o Dilaudid® [(Merck Index 12: 4847); S.V. Otton et alii, «CYP2D6 Phenotype determines the rnetabolic conversion of hydrocodone to hydromorphine» Clinical Pharmacology and Therapeutics 54(5): 463– 472, 1993]. Recientemente se han discutido algo las consecuencias médicas y científicas de esta deficiencia genética relativamente común [11.M. Reidenberg, «Clinical pharmacology» journal o the American Medical Association 273(21): 1664–1665, 1995]. La mayor sensibilidad congénita al dolor de las personas carentes de esta enzima es de particular interés, y sugiere que la morfina endógena, de la que presumiblemente carecen, puede ser de importancia para establecer umbrales de tolerancia al dolor. Todavia tiene que determinarse si este particular defecto genético, y los umbrales de tolerancia al dolor anormalmente bajas en general, pueden predisponer a los seres humanos a la automedicación con drogas opiáceas, o incluso constituir una tendencia innata al consumo y dependencia de opiáceos. Ello parece probable, y además se ha demostrado que se puede aumentar el nivel de morfina endógena en ratas mediante la administración de cierto dipéptido [P. Horak et alii, «Endogenous morphine and codeine in mice. Effect of muramyl dipeptide» Life Sciences 52: 255– 260,1993], y que tal incremento de los niveles de morfina endógena puede atenuar el síndrome de abstinencia de la morfina [I.D. Munjal et al¡¡, «Role of endogenous morphine in the attenuation of opiate with drawal syndrome by Nacetylmuramyl–L–alanine–D–isoglutamine (MDP)» Neuropsycíbopharmacology 15: 99–103, 1996]. De modo similar, se demostró que las excreciones de los pacientes de parkinsonismo bajo terapia de L–DOPA (levodopa, 3,4–dihidroxifenil– L–alanina [Merck Index 12:5490]) tenían niveles elevados de morfina, tetrahidropapaverolina y codeína, lo que sugiere que la biosíntesis de la morfina en los mamíferos sigue la misma ruta que en la adormideras [K. Matsubam et alii, «Increased urinary morphine, codeine and tetrahydropapaveroline in Parkinsonian pacient undergoing L–3,4–dihydroxyphenylalanine therapy: A possible biosynthetic pathway of morphine from L–3,4–dihydroxyphenylalanine in humans» The Journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics 260(3): 974–978, 1992].

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Para la metabolización enzimática del alcohol etílico o etanol vía deshidrogenasa de etanol a acetaldehido (de ahí a ácido acético vía deshidrogenasa de aldehido), y de los distintos factores genéticos y secundarios que modifican esto, vide D.M. Perrinc, The Chemistry of Mind–Altering Drugs [American Chemical Sncicty, Washington, DC, 1996]. Se ha establecido también que las mujeres son intrínsecamente más sensibles a los efectos del etanol, pues prácticamente carecen de la deshidrogenasa gástrica de etanol, que en los hombres metaboliza algo de etanol antes de que pueda ser absorbido [M. Frezza et alii, «High blood alcohol levels in women: The role of decreased gastric alcohol dehydrogenase activity and first–pass metabolism» The New England journal of Medicine 322(2): 95–99, 1990]. También se ha descubierto que los hombres alcohólicos tienen unos niveles menores de la enzima en su mucosa gástrica que los no alcohólicos, lo que puede sugerir que la deficiencia de esta enzima sea un factor inherente que predispone a la habituación alcohólica. Una de las «terapias», aversivas de la habituación alcohólica consiste en la administración de Antabus® o disulfiramo [Merck Index 12: 3428], que inhibe la deshidrogenasa de aldehido y causa, si luego se ingiere alcohol, síntomas de intoxicación debido a la acumulación de acetaldehido. Curiosamente, hay hongos–no tóxicos en sí–que provocan el llamado «síndrome de la Antabus®» si se ingiere alcohol dentro de los tres días de haberlos comido. Se conocen al menos cuatro especies de Coprinus, especialmente el C. atramentarius Fries, que provocan este síndrome, causado por la coprina, un compuesto ciclopropanónico nuevo que se metaboliza en I-aminociclopropanol, inhibidor en sí de la deshidrogenasa de aldehido [G.M. Hatfield y J.P. Schaulnberg, «Isolation and structural studies of coprine, the disulfiram–like constituent of Coprinus atramentarius» Lloydia 38(6): 489–496. 1975; P. Lindberg et alii, «isolation and structure of coprine, the in vivo aldehyde dehydrogenaseinhibitor in Gprinucatrarrnentariw: Synthesis of coprine and related cyclopropanone derivatives» journal of the Cherrtťcal Society, Perkins Transactions 1: 684–691, 1977] 86 El infame «gen del alcoholismo», que en realidad es el gen del llamado receptor D2 (DRD2 ) del neurotransmisor dopamina 28 (K. Blum et alii, «Allelic association of human dopamine o, receptor gene in alcoholism» Journal of the American Medical Association 263: 20552060, 1990], ha sido descartado por muchos expertos en genética del alcoholismo, pero quienes proponen esta teoría alegan que se trata fundamentalmente de un «gen recompensa», de importancia en el «centro del placer» cerebral, pudiendo incluso mediar como un camino

común de recompensa o refuerzo hacia determinados aspectos de la habituación a drogas [C. Holden, «A cautionary genetic tale: The sobering story of 13,11 Science 264: 1696–1697,1994]. En efecto, se piensa que los circuitos cerebrales de la dopamina son comunes a cualesquiera aspectos de recompensa/refuerzo –en una palabra, al placer –tengan que ver o no con una droga, 97 y que el fenómeno de la recompensa, junto con todos los fenómenos asociados tanto a una sensibilidad agudizada hacia las drogas como a la tolerancia que conlleva su administración crónica, se caracteriza por una individualidad genéticamente basada, y hay muchos modelos «farmacogenéticos» específicos de animales de laboratorio que confirman tales idiosincrasias relacionadas con drogas [J.C. Crabbe et alii, «Genetic animal models of alcohol and drug abuse» Science 264: 1715–1723, 1994]

87 La conductancia bioelectrica de impulsos nerviosos es una función de propagación ondulatoria de una despolarización de membranas neuronales efectuada por flujos de iones (partículas cargadas; en este caso, átomos de calcio [Ca], cloro [Cl.], potasio [K] o sodio [Na] con electrones desemparejados, conducentes a carga: positiva o catiónica en los casos de ca++ K+ y Na+; y negativa o aniónica en el caso de Cl). Una enzima llamada «bomba de sodio» mantiene en el interior de las membranas concentraciones bajas de Na+ y altas de K+ y lo inverso en el exterior, logrando el efecto neto de un potencial eléctrico de 50–100 mV El impulso nervioso o potencial de acción, se caracteriza por la apertura gradual de canales con «puertas de voltaje» para iones de Na+; que se desplaza secuencialmente por la membrana de la célula nerviosa. Al producirse un rápido influjo de Na+ se rompe temporalmente el desequilibrio de iones tras ella, «despolarizando» así esa membrana. Cuando esa onda de despolarización alcanza el final de la fibra nerviosa, o axón, puede producir la liberación de neurotransmisores en una sinopsis o hueco entre esa célula y cualquier célula adyacente o postsináptica, donde al ligarse las moléculas del neurotransmisor a sus respectivos receptores puede iniciarse una onda de despolarización que se propague a lo largo de la neurona postsináptica.18,28 Obviamente, esta es una burda simplificación, y hoy se sabe que las membranas neuronales tienen canales iónicos para todos los iones implicados en potenciales: de acción y descanso. En el caso de un neurotransmisor inhibitorio, que sirve más para inhibir que para estimular la célula postsináptica, la membrana celular postsináptica puede resultar hiperpolarizada (con su base o potencial

de reserva incrementado por encima de 50–100 mV) abriendo los canales iónicos de Cl- u K+. Me he referido ya en la Nota 28 a la adenosina como transmisor inhibitorio de este tipo, y en este contexto se conoce bien la GABA o ácido –aminobutírico [Merck Index 12: 450]. El principal receptor de tipo GABA (GABA A) controla un tal canal iónico (CL-), y el receptor benzodiacepínico26 es parte de este complejo de canal iónico/receptor. Muchas sutilezas de este campo de la neuroquímica, que cada vez se complica más, pueden clarificarse consultando el manual The Biochemical Basis of Neuropharmacology por J.R. Cooper et ali¡.16 88 En el caso de los ratones SL y SC, la investigación probó que el etanol aumentaba la admisión de CL- vía el receptor GABAA87 en el primero, pero no en el segundo; posteriormente se demostró que este efecto implicaba mutaciones en el código genético de una de las subunidades proteínicas del canal iónico/receptor [A.M. Allan y R.A. Harris, «Gamma–aminobutyric acid and alcohol actions: Neurochemical studies of long sleep and shorr sleep mice» Lijé Sciences 39: 2005– 2015, 1986; K.A. Wafford et al¡i «Genetic differences in the ethanol sensitivity of cABA receptors expressed in Aenopus ocytes» Science 249: 291–293, 1990]. La sensibilidad divergente al síndrome de abstinencia alcohólico 89 y una presunta susceptibilidad al hábito alcohólico en cepas puras de ratones, se han relacionado con la abundancia de canales ¡ónicos de Ca++ en las membranas cerebrales [C.H. Brennan et alii, «Genetic regulation of dihydropyridine–sensitive calcium channels in brain may determine susceptibility to physical dependence on alcohol» Neuropharmacology 29(5): 419–431, 1990]. Para obtener datos sobre la relativa insensibilidad a la analgesia morfinica en ratones CXBK con falta de receptores  de opiáceos, vide H.R. Frischknecht etalii, «Op¡o¡ds ancibehavior: Genetic aspects» [Experientia 44: 473–481,1988]; G.1. Elmer et alii, «Opioid operant self–administration, analgesia, stimulation and respiratory depression in P–deficient mice» [Psychopharmacology 117: 23–31, 1995]; y L. Schuster, Pharmacogenetics of drugs of abuse» [Annals of the New York Academy of Sciences 562: 56–73,1989]. Cuando se inyectó nicotina en 19 «cepas puras de ratones», la densidad de sitios de ligadura nicotínica «pronosticó sensibilidad a los efectos nicotínicos sobre la temperatura corporal y actividad locomotora» con «marcadas diferencias genéticas» entre las cepas [L.L. Miner y A.C. Collins, «Strain comparison of nicotine–induced seizure sensitivity and nicotinic receptors» Pharmacology Biochemistry and Bebavior 33: 469–

475, 1989; M.J. Marks et alii, «Variation of nicotinic binding sites among inbred strains» ¡bid. 33: 679–689, 1989].

89 Las diferentes familias de roedores de laboratorio varían mucho en cuanto se refiere a sensibilidad y gravedad de los síndromes abstinenciales asociados a etanol, opiáceos, benzodiacepinas y barbitúricos [sedantes medicinales como el fenobarbital (Merck Index 12: 7386); A. Kosobud y J.C. Crabbe, « Ethanol withdrawal induce bred to be genetically journal of Pharmacolagy and Exper¡mental Therapeutics 138: 170–177, 1986]. La neuroadaptación de los ratones PAA y RAA, tras administraciones prolongadas de etanol, supuso incrementar el número de canales iónicos de calcio 87 en las membranas de las neuronas cerebrales. Este fenómeno, caracterizado por incrementar dinámicamente los sitios de ligadura o canales iónicos como respuesta a una administración crónica de drogas, se conoce como «regulación ascendente», y su inverso, o «regulación descendente», también puede acontecer. En este caso, la diferencia genética entre los ratones PAA y los RAA tenía su origen en que estos últimos, al adaptarse a la administración prolongada de etanol, «incrementaron mucho menos» que los primeros los canales iónicos de calcio. Es decir, los ratones RAA eran comparativamente resistentes al síndrome de dependencia del etanol, hasta tal punto que sus cerebros sufrieron menor cambio estructural al tratar de compensar las distorsiones neuroquímicas que provocó la presencia continuada de etanol y/o sus metabolitos [C.H. Brennan et al¡¡, «Genetic regulation of dillydropyridine –sensitive calcium channels in brain may determine susceptibility to physical dependence en alcohol»].88 Del mismo modo que la diferente sensibilidad al etanol en los ratones SL y SC se correspondía con una sensibilidad paralela a benzodiacepinas, barbitúricos y anestésicos generales, las diferentes susceptibilidades a la retirada del etanol en los ratones PAA y RAA reflejó una disparidad similar respecto a la retirada de estos tipos de sedantes químicamente distintos [J.K. Belknap et alii, «Ethanol and nitrous oxide produce withdrawal–induced convulsions by similar rnechanisrns in mico» L¡fe Sciences 41(17): 2033–2040, 1987; ¡bid., «Ethanol and diazepam withdrawal convulsiona are extensively codetermi ned in wsp and wse n1ice» ibid. 44(26): 2075–1080, 1989]. Estos descubrimientos aumentan la posibilidad de que haya rasgos comunes significativos en los mecanismos farmacológicos de sedación del SNC y en su control y variación genética, tanto si es efectuada por medio del etanol o de otros anestésicos generales afines, 22 como si se efectúa mediante

benzodiacepinas como el Valium®26 [J.C. Crabbe et alii, «Acute dependence on depressant drugs is determined by common genes in mice» The Journal of Pharmacology and Esperimental Therapeutic 257(2): 663–667, 1991]. De hecho, de igual modo que los ratones SL y SC, los animales PAA y RAA parecieron tener algunas diferencias genéticas en el receptor GABAA. Ya observé que el receptor benzodiacepínico forma parte del complejo receptor del GABAA, hacia donde se dirigen también los barbitúricos.87 Resulta interesante que también el kava, un fitosedante rico en pironas49 haya demostrado ejercer efectos farmacológicos sobre el canal iónico/receptor GABA. [A. Jussofie et alii, «Kavapyrone enriched extract from Piper methysticum as modulator of the GABA binding site in different regions of rat brain Psychophamacalogy 116: 469–474, 1994]. De modo sim¡lar, un diterpeno de quinona, la miltirona, ha resultado ser un potente «agonista parcial» (activador) de los receptores benzodiacepínicos. La miltirona, que se encuentra en las raíces de la Salvia miltiorrhiza Bunge, utilizada en etnomedicina china, produjo efectos sedantes en los ratones, aunque carece del típico efecto de relajación muscular que producen las benzodiacepinas [C.–M. Lee et alii, «Miltirone, a central benzodiazepine receptor partial agonist from a Chinese medicinal herb Salvia Miltiorrhiza» Neuroscience Letters 127: 237–241, 1991].

90 Quienes temen la heroína por ser una droga peligrosa, que seduce a incautos y embelesa automáticamente a quienquiera se deje apresar por las enervantes caricias de su abrazo morfinico, harían bien en consultar la literatura que describe los efectos vomitivos y profundamente aversivos que produce en la mayoría de las personas [L Lasagna et al¡¡, «Drug–induced mood changes in man I. Observations on healthy subjects, chronicallyill patients and «postaddicts»» Journal of the American Medical Association 157(12): 1020,1955]. En experimentos de autosuministro que miden las preferencias de los animales en materia de drogas, permitiéndoles elegir entre varias o entrenándoles para que hagan algo a cambio de una droga, las diferentes familias genéticas de ratones y ratas mostraron tener unos gustos propios muy diferentes hacia etanol, opiáceos y cocaína [G.1. Elmer et al¡¡, «A fixed ratio analysis of oral ethanol reinforced behavior i n inbred mouse strains» Psycbopharnutcology 96: 431–436, 1988; P. Hyyatiá y J.D. Sinclair, «Oral etonitazerte and cocaine consumption by AA, aNA and Wistar rats» ¡bici. 111: 409–414,1993; J.K. Belknap etalii, «Voluntary consumption of morphine in 15 inbred mouse strains» ¡bid. 112: 352358, 1993 T. Suzuki etalii, «Differential establishment and

maintenance of oral ethanol rei nforcecl behavior in Lewis a nd Fiscller 344 in bred rat strains» 7hejourrutlof Pharmacology andExperimentalTberapeutics245(1):164–170, r988;T. Suzuki etalii, «Etonitazenedelivcredorally serves as a reinforces for Lew is b ut nor F isch er 344 rats» Las investigaciones preliminares han puesto en relación las variaciones en avidez por la íngesta de etanol entre distintas cepas puras de ratones, con sus diferenciasen los niveles de serotonina y dopamina en áreas clave del cerebro [J.M. Murphy et alii, «Contents of monoamines in forebrain regions of alcohol–preferring (1) and non–preferring (NP) lines of rars» ¡bid. 26: 389–392,1987J. Cuando se trata de embriagantes, lo que para uno es alimento bien podría representar veneno para otro. 91 Los alelos C y L del gen humano para el transportador de serotonina se distinguen en que la forma L tiene la inserción de una secuencia codificando para 44 aminoácidos en la sección regulatoria del gen (parte de algunos genes es estructural [o sea, especifica la estructura secuencial de aminoácidos del producto proteín¡co] mientras que otras partes pueden ser reguladoras, controlando la expresión o traducción del gen en su producto), lo que conduce a una transcripción más eficiente del gen a la proteína (hasta 1,4 a 1,7 veces mas mARN o «mensajero», ARN, que es el intermediario entre el ADN del gen y la proteína, el transportador de serotonina). La absorción de serotonina radiactiva por células de tipo L fue 1,9–2,2 veces superior a la de las células tipo C. Utilizando varios tests psicológicos se puso en evidencia que las personas con alelo C despliegan mayor «neuroticismo» y «rasgos de personalidad con tendencia a la ansiedad» [K.–P. Lesch et ali¡, «Association of anxieryrelated traits with a polymorphism in the serotonin transporter gene regulatory region» Science 274:137– 153,1996 D. Coldman. «High anxiety», ibid.274:1483,1996]. También el autismo, un defecto neurológico de fuerte componente genético, se ha relacionado igualmente con algunos «alelos cortos» (un 16% de la población general) del gen para el transportador de serotonina [C. Holden, «A gene is linked to autism» Science 276: 9o5, 1997]. He examinado ya la importancia del transportador dopamínico en farmacología de la cocaína y las anfetaminas, apuntando que estos estimulantes también pueden bloquear el transportador serotonínico– los ratones desprovistos del gen para el transportador dopamínico eran hiperactivos e insensibles a la cocaína y a las anfetaminas [B. Giros etaN, «Hyperlocomotion and indifference to cocaine and amphetamine in mico lacking the dopamine transporten»; N.D. Volkow et alii, «Relation ship between subjective effects of cocaine and

dopamine transponer occupancy»].28 Resulta lógico que quienes tienen niveles bajos de estas proteínas transportadoras –como el 43% que en el estudio arriba mencionado tenía el alelo C –sean más o menos sensibles a la cocaína y a las anfetaminas que quienes tienen una tendencia genética a unos niveles mayores de estos transportadores de neurotransmisores. El enorme incremento en consumo de inhibidores de reabsorción de serotonina, como el Prozac® y el Zoloft® [Merck lndex 12:8612], en cuanto antidepresivos, atestigua la importancia del transportador serotonínico en la regulación del ánimo. El Prozac® ha demostrado ser particularmente útil en el tratamiento de compulsiones y otros síntomas neuróticos. Algunos han criticado que se recete excesivamente de esta droga, como si fuese «psicofarmacologíacosmética», pues puede utilizarse no como tratamiento contra un trastorno específico, sino como un «sintonizador» del ánimo o de las relaciones sociales, ayudando a la gente a «sentirse normal». Para un exámen sobre este tema, vide P.D. Kramer, Listeningto Prozac [Viking Penguin, New York, 19931; también, vide página 76 y Nota 118, para más detalles sobre el Prozac® o fluoxetina.

92 La cohorte familiar holandesa padecía una mutación puntual (alteración de un nucleósido base del ADN) en un gen estructural para la enzima MAOA, que transformó un codón glutamínico (los codones son secuencias de tres bases que especifican un aminoácido determinado, en este caso la glutamina) en un codón de paro (una secuencia de tres bases que informa a la maquinaria celular «lectora» del gen que debe parar al final de la secuencia codificadora). De acuerdo con esto, se terminaría prematuramente la copia del gen en proteína, resultando una proteína truncada que carecería de actividad enzimática. El análisis de las historias médicas de esta «gran familia» reveló que «varios machos sufren un síndrome que bordea el retraso mental y muestran un comportamiento anormal, incluyendo una regulación trastornada de la agresión impulsiva», mientras «los portadores hembra de esa familia tienen una inteligencia y un comportamiento normal». Vide H.G. Brunner et alii, «Abnormal behavior associated with a point mutation in the structural gene for monoamine oxidase A [Science 26,2: 578–580, 1993], En el modelo animal de este trastorno congénito, un gen extraño se intercaló con el gen MAOA resultando de nuevo una carencia de la MAO A funcional. Se observó un gran incremento en los niveles cerebrales de serotonina en los cerebros de cachorros, y una agresividad anormal que acompañaba

a otras patologías en machos adultos, paralelamente a los casos humanos previamente descritos [O. Cases et alii, «Aggressive behavior and altered amounts of brain serotonin and norepinephri ne in mico lacking MAOA» Science 268:1763–1766,1995]. Se sabe que las poblaciones humanas «normales» varían mucho en cuanto a la actividad de la MAOA y se piensa que la deficiencia congénita en la actividad, tanto de la MAOA como de la MAOB, tiene que ver con «un retraso mental grave en algunos pacientes con la enfermedad de Norrie». En estudios sobre la MAO de las plaquetas sanguíneas (que se piensa paralelo a la MAO cerebral), se descubrió que los llamados alcohólicos del Tipo II (con antecedentes familiares de alcoholismo, y que presentan síntomas más tempranamente en su vida que los alcohólicos del Tipo 1) tenían niveles de MAOA inferiores a los alcohólicos del Tipo i, que, por su parte, tenfan niveles inferiores que los no alcohólicos [A. von Klorringetafi, «Platelet monoamine oxidase activity in type 1 and type 2 alcoholism» Alcohol and Alcoholism 26: 409–416,1991]; lo que también es válido para la actividad de la MAO, plaquetas [E j. Devor et alii, «Platelet mito activity in type 1 and rype 2 alcoholism» Annals of the New York Academy of Sciences 708: 119– 128, 1994]. Como en el caso del transportador de serotonina, 91 la MAO es un objetivo preferente de los medicamentos antidepresivos, cuyo origen es un descubrimiento serendípico. Se había observado que un antibiótico contra la tuberculosis, la iproniacida o Marsilid® [Merck Index 12: 5094], elevaba el ánimo de algunos pacientes, efecto luego correlacionado con su actividad como un IMAO. Subsiguientemente se desarrollaron IMAO más eficaces, y los anteriores inhibidores irreversibles están siendo desplazados en la actualidad por tnhibidores Reversibles de la MonoAmino oxidasa (a veces llamados IRMA), como la moclobemida o Aurorix® [Merck Index 12: 6309], que son inhibidores específicos y reversibles de la MAO. Además de afectar el funcionamiento mental, una ruptura congénita o farmacológica de la actividad de la MAO puede alterar dramáticamente la metabolización de las drogas, como ilustra el afamado efecto de la ayahuasca, donde las triptaminas (normalmente inactivas per oral) pueden hacerse psicoactivas vía esta ruta. Es probable que las triptaminas fuesen activas por vía oral para los machos de familias holandesas que carecen de actividad MAOA, un potencial al que he apodado congenihuasca. Recientemente se ha probado que los fumadores de tabaco muestran una reducción de un 40% en el nivel cerebral de MAOA, y se ha sugerido que puede jugar un papel en la adicción al tabaco vía influencias sobre la concentración de neurotransmisores, especialmente de dopamina [J.S. Powler et a1ii, «Inhibition of monoamine oxidase B in the brains of smokers» Nature 379: 733– 736, 1996]. Resulta significativo que el tabaco sea uno de los aditivos

o cohortes más comunes en las pociones amazónicas de ayahuasca [vide mi Ayahuasca Analogues]51 El antidepresivo «organófilo» actualmente en vogue [S. Miller, «Depressed? A natural mood booster» Newsweek, edición latinoamericana del 5 de mayo de 1997, págs. 6o–61], hipérico o Hyper¡cum perforatum L., parece deber su actividad antidepresiva a compuestos xantona y flavonoide con propiedades inhibidoras de la MAO [J. 130: 367, 1990; ¡bid., !Tinta Medica 55: 643, 1989; VE. Tyler, The Honest Herbal, Pharmaceutical Products Press, Bingharmon, NY, 1993 (tercera edición, originalmente publicado en 1982)].

93 Este defecto neurológico afecta la capacidad del individuo para responder a estímulos sonoros, espedficanlente a estímulos sonoros pareados, de los cuales el primero produce una típica respuesta excitadora, a la vez que activa mecanismos inhibitorios que calman o atenúan la excitación obtenida por el segundo estímulo, la llamada «respuesta P50». En los esquizofrénicos se da una inhibición disminuida al segundo estímulo, es decir, una discapacidad para discriminar, relacionándose este rasgo con una falta de habilidad para mantener la atención, y una capacidad disminuida en las pruebas de reconocimiento de palabras. Las investigaciones pusieron en evidencia que este defecto neurológico mensurable está correlacionado con un polimorfismo que implica pares de nucleósidos base 91,92 en el cromosoma 15q13–14, a cual lugar se ha trazado el gen de un neuroreceptor nicotínico 7. Se logró un modelo de rata con este desarreglo vía lesiones específicas en el cerebro de los animales. Y se dernostró que la nicotina podía normalizar las respuestas P50 en esa rata modelo, y que en los an¡lnalcs normales la –bungarotoxina [Merck índex 1 2 :1513] podía modelar la disfunción. Esta proteína, presente en el veneno de una serpiente [la krait de múltiples bandas, Bungarus multicintus; S.A. Mituon, y M.R. Minion, Venonaoars Reptiles, Charles Scribner's Sons, NewYork,198o (edici(n revisada, original de 1969)] es específica para el receptor nicotínico 7 [JW. Kebabian y J.L. Neumeyer (Eds.), The RBI Handbook of Receptor Classifacation, Research Bioclacnlicals International, Natick, "A,1994]. Se ha sugerido que los esquizofrénicos automedicaban su defecto con la nicotina procedente del tabaco, dada su «bien conocida dependencia a la nicotina» y parece que también la benzodiacepina atípica clozapina o Clozarile® [Merck lndex 12:1484] alivia transitoriamente este déficit neurológico; los pacientes esquizofrénicos medicados con esta droga fumaron menos cigarrillos. Se piensa que las neuronas colinérgicas

(que responden al neurotransmisor acetilcolina) con receptores de la nicotina funcionan de acuerdo con las neuronas GABA-érgicas,87 lo cual explicaría que las benzodiacepinas mejoren este síndrome. Finalmente, se han docurnentado varias correlaciones raciales entre los polimorfismos en cl punto genético del receptor nicotínico 7 y la psicosis o esquizofrenia. Vide R. Freedman et al¡¡, «Linkage of a neurophysiological deficit in schizophrenia to a chronaosorne locus» [Proceedings of the National Acaderny of Scienccs 94: 587–592,1997]. 94 Usando técnicas sofisticadas para retrotraer los genes a cromosomas (están diseñándose mapas genéticos cada vez más exactos de seres humanos, ratones y otros organismos de importancia científica), se retrotraen puntos genéticos implicados en respuestas variables de cepas puras de ratones a embriagantes a los cromosomas del ratón, tratando de correlacionar rasgos con genes conocidos situados sobre esos cromosomas. Un análisis sobre modelos genéticos de murina referidos a actividad de drogas, centrado en cuatro categorías de embriagantes - 1) etanol; 2) otros sedantes; 3) cocaína y metanfetamina; y 4) morfina –reunió una larga lista de genes candidatos para explicar las diferentes respuestas de distintas cepas genéticas de ratones a esas drogas. Se incluyeron genes para: 1 ) proteínas receptoras (con varios receptores de dopamina, GABA y serotonina; más el receptor opiáceo y otros); 2) canales iónicos (calcio y sodio); 3) enzimas para síntesis de neurotransmisores (para la dopamina y la norepinefrina); 4) enzimas degradantes de los neurotransmisores (y deshidrogenasa de etanol); 5) el transportador de dopamina; y 6) péptidos endopiáceos. Esta investigación se dirige a la clonación y caracterización de los genes involucrados y sus mutaciones o polimorfismos, para poder extrapolar estos datos al genoma humano que, mientras tanto, está siendo trazado y secuenciado. Ello permitirá identificar las variaciones genéticas humanas que pueden influir en nuestra sensibilidad y susceptibilidad hacia las drogas embriagantes [J.C. Crabbe et alii, «Geneticanimal models of alcohol and drug abuse»;86 ¡bid., «Genetic determinants of ethanol reinforcemeno, Annals of the New York Academy of Sciences 654:302– 310, 1992; J.K. Belknap y J.C. Crabbe, «Chromosome mapping of gene loci acting morphine and amphetamine responses in Bu recombinant lnbred mice,, ¡bid. 654: 311–323, 1992]. 95

Los resultados de la serie de extensos experimentos clásicos que realizó Hans Eysenck no dejan lugar a dudas sobre la profunda influencia de la personalidad en los efectos de las drogas embriagantes. Es tan dramática la diferencia de respuesta en introvertidos y extrovertidos hacia los sedantes, que una dosis de un determ¡nado sedante que basta para sedar al 95% de las personas consideradas extrovertidas en pruebas psicométricas, sólo conseguirá un efecto equivalente en apenas 10% de sus colegas introvertidos. Con los estimulantes se obtiene una disparidad parecida, pero en este caso los introvertidos son mucho más.sensihles a las «caricias analépticas» de Mama Coca y sus seductoras hermanas. Para un résumé de esta sugerente investigación, vide H J. Eysenck, The Biological Basis of Personality [C.C. Thomas, Springfaeld, 11,1967]; ¡bid., «Drugs as research coals in psychology: Experiments with drugs in persona l¡tyresearch» [Neuropsycho biologyc: 29–43,1983]. En experimentos con ratas que se autoadministran d–anfetamina (los animales enjaulados fueron entrenados para autoadministrarse sulfato de d–anfetamina28 por vía intravenosa, mediante una jeringuilla conectada por un lado a una bomba, por otra a cannula implantadas, como respuesta a un comportamiento específico–en este caso la aparición de un «hocicazo» en un determinado hueco de su jaula – para inyectarse 1 0 mcg. de la droga), se pudo observar que algunos animales tenían mayor apetencia por las dosis de una determinada droga que otros. Los investigadores diseñaron un simple test de cribado «psicológico» para ratas (m¡diendo su reactividad, o el alcance de su movilidad, al ser expuestas a un medio nuevo), que las dividía en dos grupos: las de Respuesta Baja (RB) al medio nuevo, y las de Respuesta Alta (RA), que eran mucho más activas físicamente una vez introducidas en el medio nuevo y extraño. Cuando se implantó unas cannula intravenosa a esas ratas, permitiéndolas así adquirir el hábito de autoadministrarse sulfato de anfetamina, se descubrió que las ratas RA se habituaban a la droga mucho más fácilmente. De ese modo, se hizo posible predecir la vulnerabilidad de cada animal a la adicción anfetamínica con una simple prueba «psicométrica„ [P.V Piazza etalii, «Factors that predica individual vul nerab il iry to amphetamine self– administration» Sc¡ence 245:1511–1513,1989]. Es posible que las ratas RA –al explorar activamente su entorno– correspondan a los humanimales extrovertidos, y que sean menos sensibles a los estimulantes que sus compañeras de celda, por lo cual se autoadministratan mayor cantidad. Por lo mismo, en los seres humanos una sensibilidad básica baja con respecto a los efectos del etanol podría correlacionarse con una vulnerabilidad al hábito de etanol [M.A. Schuckit, «Low level of response to alcohol as a predictor of future alcoholism» American journal of Psychiatry 151(2):184–

189,1994; M.A. Schuckit y T. L. Smith, «An 8–year follow–up of 450 sons of alcoholic and control subjects» Archives nfGeneral Psychiatry 53: 202–910, 1996]. En estudios paralelos a largo plazo, una respuesta disminuida al etanol, medida por encefalograma, se correlacionó igualmente con una susceptibilidad al hábito de etanol una década después [J. Volavka et al¡¡, «The electroencephalogram after alcohol administration in high–risk men and the development of alcohol use disorders lo years later» ¡bid. 53: 258–263, 1996]. También se demostró que las personas con un historia familiar de «alto riesgo de alcoholismo» presentaban niveles anormalmente altos de endopiáceos en sangre tras la administración de etanol; esto constituye otro índice potencial de susceptibilidad congénita al hábito de etanol [C. Gianoulakis et alii, «Enhanced sensitivity of pituitary p– endorphin to ethanol in subjects at high risk of alcoholism,, ibid. 53: 250–257,1996]. Estos descubrimientos fueron acompañados por un editorial que exploró su importancia como «intervenciones preventivas» [E.. Gordis, «Alcohol research: At the cutting edge» ¡bid. 53: 199–201, 1996]. He examinado un defecto genético común que causa la ausencia de una enzima hepática fundamental implicada en la metabolización y biosíntesis de los opiáceos y de otras muchas drogas;84 como se ha demostrado recientemente, las pruebas psicométricas que analizan los rasgos fundamentales de la personalidad podrían detectar este polimorfismo genético [L. Bertilsson et alii, «Debrisoquine hydroxylation polymorphism and personality» The Lancet 1989: 555, 1989]. 96 En un experimento clásico, se entrenó a ratas para que pulsasen un resorte que les hacia recibir inyecciones de morfina directamente en el área ventral tegmental de sus cerebros. No hubo síndrome de abstinencia físico cuando se les administró el antagonista narcótico naloxona, ni siquiera tras una prolongada infusión de morfina directamente en ese área clave del sendero de recompensa. 97 Sin embargo, la infusión de morfina en la región periventricular del cerebro de los animales dio como resultado dependencia física, mostrando que las propiedades recompensadoras de la morfina eran independientes de las propiedades causantes de dependencia [M.A. Bozarth y R.A.Wise, «Anatomically distinct opiate receptor fields mediate reward anca physical dependence» Scienee 224: 516–517, 1984]. Tres décadas antes se había demostrado que la estimulación eléctrica directa del sistema limbico del cerebro de los animales de laboratorio producía placer, es decir, era reforzador del mismo modo que las drogas embriagantes, pues esos animales pulsaban el resorte

repetidamente para recibir tal estimmlación, hasta 100 veces por minuto [J. Olds y P.M. Milner, «Positive reinforcement produced byelectrical stimulation of septa] areas and other regions of rat brain» Journal of Comparative Physiology and Psychology 47: 419– 427,1954]. Esto mismo se ha probado con seres humanos, que tuvieron sensaciones de euforia y placer sexual. ¡Un sujeto hembra experimentó repetidos orgasmos tras una estimulación electrica de 5– 10 minutos sobre los «centros de placer» de su cerebro [M. Gossop, Living witb Drugs, Arena/Ashgate Publishing Co., Brookfield, 1996 (cuarta edición, publicado originalmente en 1982,)]! El hecho de que animales sanos y no adictos fuesen recompensados mediante estimulación cerebral, y que lo solicitaran activamente, mostró que la motivación para buscar el placer podía existir con independencia de cualquier aversión/evitación de dolor, o a la disforia debida al síndrome abstinencia] de drogas. La coronación de la dopamina como «molécula maestra» de la adicción se hizo en una sensacionalista portada de la revista usana Time [J.M. Nash et al¡¡, «Adelicted» Time, edición usana del 5 de mayo de 1997, págs. 68– 761. 97 Los contornos de este circuito de recompensa no se bosquejaron hasta finales de la década de los 80, al centrarse en el sistema limbico y en las neuronas del área del tegmento ventral con conexiones en el núcleo accumbens [G.F. Koob y E.E. Bloom, «Cellular and mólecular mechanisms of drug dependence» .Science 242: 715–723,1988; R.A. Wise y P.–P. Rompre, «Brain dopamine and reward» Annual Review of Psychology 40:191–225, 1989]. El sistema limbico o cerebro medio separa el cerebro interno de la corteza cerebral, y se asocia especialmente con la regulación del comportamiento emocional [S.H. Syder, Drugs and the Brain, Scientific American Books, New York, 1986]. Al conocerse cada vez con mayor detalle, se fortaleció la hipótesis del sistema de circuitos de dopamina como «senda común final» en adicción a drogas [C.F. Koob, «Drugs of abuse: Anatomy, pharmacology and function of reward pathways» Trends in Pbarntacological.Science 13: 177–183, 1992; R.A. Wise, «Neurobiology of addiction» Garrent Opirciora in Neurobiology 6: 243– 251,1996] J. Atlman et alii, The biological, social and clínical bases of drug addiction: Commentary and debate» Psychopharmaco 125: 285– 345,1996]. Aunque sobrepasa el alcance de este libro, debo mencionar que se ha progresado considerablemente en el conocimiento de los mecanismos intracelulares de adicción a drogas –es decir, en lo que ocurre dentro de las neuronas tras ligarse los neurotransmisores a los

receptores. Ahora se sabe que tal ligadura desencadena una «cascada bioquímica» de «mensajeros secundarios» intracelulares (como las «G–proteínas» y el CAMP o «monofósfato cíclico de adenosina», etc.) que influye prácticamente sobre todos los aspectos del metabolismo neuronal, incluyendo aún la expresión genética [E.J. Nestler, «Molecularneurobiologyof drug addiction» Neuropsychol, pharmacology 11(2): 77–87,1994; S. E. Hyman, «Shaking our the cause of addiction» Science 273: 61r61z,1996]. El papel de estos mensajeros intracelulares en los circuitos de recompensa del núcleo accumbens y en la neuroadaptación a la administración crónica de drogas, coincide la hipótesis dopamina/recompensa de refuerzo positivo [DW Self y E.]. Nestler, «Molecular mechanisnis of drug reinforce ment and addiction» Annual Review of Neuro science 18: 463–495, 1995]. Para una explicación a profanos sobre los circuitos de recompensa, vide J.M. Nash, «Addicted» 96 98 Para un análisis profundo de la hipótesis de la dopamina en relación con la farmacología de la cocaína, vide M.J. Kuhar et alii, «The dopamine hypothesis of the reinforcing properties of cocaine» [Trends in Pharmacological Science 14(7): 2,99–302, 1991]; D.C. Mash y J.K. Staley, «The dopamine transporter in human brain en M.E.A. Reith (Ed.), Neurotransmitter Transporters: Structure, Function and Tulation, [Humana Press Inc., Totowa, 1996, págs. 315–343]28 Para el estudio de los polimorfismos DRD 2, en 224 sujetos que practicaban el llamado «poliabuso de sustancias», vide S.S. Smith et alii, «Genetic vulnerability to drug abuse: Then, dopamine receptor Taq 1 B1 restriction fragment length polymorphism appears more frequently in polysubstance abusers» [Archives of General Psychiatry 49:72–3– 727,1992]. En el sugestivo estudio sobre la ligadura de doparnina a «variantes de mal sentido» en el propio receptor DRD2 resultó que la sustitución de la valina–>alanina en la posición 96, y la sustitución de la setina– cistina en la posición 311 de la proteína receptora, mostraron una afinidad dos veces menor para capturar la dopamina que el receptor normal o de –«tipo salvaje». Esta última mutación llega a darse en un 16% de los americanos nativos pima, en un 3% de los caucásicos y en un 2,3% de los japoneses [A. Cravchik et alii, «Functional analysis of the human D doparninc receptor missense variants» The journal of Biological Chemistry 271(12–): 26013– 26017,1996]. En el estudio sobre la paranoia inducida por cocaína y su relación con variaciones en el gen del transportador de dopamina, fueron examinados 103 consum¡dores, 58 blancos y 45 negros. Aunque esto no sea aplicable a los sujetos negros, se halló una

relación significativa entre una particular variación del gen y una susceptibilidad a paranoia inducida por cocaína en sujetos blancos [J. Gelernter et alii, «Genetic association between dopamine transporter alleles and cocaine–induced paranoia» Neuropsychopharmacology 1 1 : 195–200, 1994]. Aunque estos estudios son preliminares y apenas concluyentes, es probable que la investigación ulterior demuestre la importancia de los polimorfismos en los genes del receptor de dopamina, y de su transportador, para las idiosincrasias en materia de drogas embriagantes. 91

99 Para esta sugestiva hipótesis, vide M T. Bardo et alii, «Psychobiology of novelty seekingand drug seeking behavior» [Behavioural Brain Pesearch 77: 2–3–43, 1996].

100 Aunque resulta difícil obtener información sólida y fidedigna sobre el consumo de embriagantes, especialmente en el caso de los ilícitos, el gobierno federal usano llevó a cabo un estudio en 1985 que puede considerarse rnás o menos fiable por lo que concierne a las drogas legales, y bastante conservador en lo que respecta a las ¡lícitas. De 198 millones de adultos (12– años o más), 178 millones eran usuarios de cafeína (un 90%, en un cálculo probablemente conservador); 106 millones eran usuarios de alcohol (un 54%); 64 millones usuarios de tabaco (un 32%); 12 millones usuarios de Cannabis (un 6%); 3,4 millones usuarios de cocaína (un 2%) y 1,9 millones de consumidores de heroína (un 1 % ) . Vide A. Goldstein y H. Kalant, «Drug policy: Striking the right balance» [Science 249: 1513–1521, 1990]. Datos más recientes, y quizá menos rigurosos, aparecidos en la edición de 5 de mayo de 1997 de Time,96 sobre consumidores usanos en el mes anterior, sugieren los siguientes números (mis porcentajes se basan en una población de 200 millones de adultos): 130 millones de bebedores de café (un 65%), sin incluir en la estadística otros consumidores de cafeína; 1 1 millones de «abusadores» de alcohol (un 5,5%), sin indicación respecto al total de bebedores; 61 millones de consumidores de tabaco (un 31%);10 millones de consumidores de Cannabis (un 5%); 1.5 millones de consumidores de cocaína (un 0,75%) y sólo 200.000 consumidores de heroína (un 0,1%). Resulta imposible establecer comparaciones útiles entre estos dos estudios. En cualquier caso, vale la pena señalar que los sondeos de amplio

espectro demuestran que el consumo de heroína en los Estados Unidos se ha mantenido más o menos estable en porcentajes a lo largo de los años, a pesar de la perenne histeria (alimentada por los alarmistas y la prensa amarilla) desatada por una supuesta «plaga de heroína en expansión,.. Vide también la Nota 122 sobre drogas usanas.

101 La teoría de la adicción a drogas como automedicación frente a patologías psiquiátricas fue presentada por primera vez por el psiquiatra usano Edward J. Khantzian [«The self medication hypothesis of addictive disorders: Focos on heroin and cocaine depertdence» The American journal of Psychiatry 142(t1): 1259–1264, 1985]. Esta noción farmacopsicopatológica parece estar triunfando, como ilustra la primera página del número de Time dedicado a la adicción, 96 con su hincapié en la fraseología patológica, refiriéndose a los: «trastornos en el proceso mental que marcan el abuso crónico de drogas [sic], y a «un serio trastorno de conducta», «un trastorno cerebral que no se diferencia de otras formas de enfermedad [sic] mental» y a una supositicia «crisis médica y de salud pública». 102 Además de ser una droga adictiva que provoca la gran mayoría de casos de consumo compulsivo y problemático de embriagantes en Estados Unidos, el alcohol es una de las drogas embriagantes más tóxicas: es neurotóxico, hepatotóxico, cancerígeno y teratogénico (causa defectos fetales si se consume inapropiadamente durante el embarazo.23 Más de la mitad del total de criminales encarcelados por cometer crímenes violentos en 1983 había consumido alcohol inmediatamente antes de cometerlos; el alcohol fue un «elemento coadyuvante, en el 40% de los 46.000 muertos por accidentes de tráfico, y en el 40% del total de suicidios de escaño; además de estar implicado en el 10% de los accidentes laborales en 1986 [An., Totvarda Nacional Plan to combat Alcohol Abuse and Alcoholism: A Report to the United Statet Congress Department of Health and Human Services, Washington, 1986]. En dramático contraste con su horrible reputación, la heroina seda y pacifica a sus habituales y, decididamente, no les incita a la violencia. Más aún, heroína y opiáceos afines, al contrario que el alcohol, no son neurotóxicos, hepatotóxicos, cancerígenos o teratogénicos; como vimos en la Nota 23, el estreñimiento es el problema médico más serio que resulta de su uso crónico; y como vimos en la Nota 35, se cree que el consumo

oral de opiáceos es inmunoestimulate. Finalmente, unos 320.000 usanos consumidores de tabaco mueren premamrarnenre cada año por consecuencias directas, y el alcohol causa unas 200.000 muertes prematuras. En contraposición, todas las drogas ¡licitas juntas apenas ascienden a 3–4.000 muertes intempestivas por año en E.E.U.U., y la mayor parte de ellas son causadas directa o indirectamente por la prohibición, antes que por la toxicidad intrínseca de las drogas [para las estadísticas, vide E.A. Nader mann, «Drug prohibirion in the United States: Costs, consequences and alternativas» Science 245: 939– 947,1989]. 103 En mi Pharmacotheon 33 comenté recientes pruebas dendrocronológicas halladas en Beringia (área que engloba los territorios situados entre Siberia oriental y Alaska), que muestran la aparición allí de los primeros árboles hace 14–12.000 años, antes de lo cual se considera imposible la existencia de asentamientos humanos estables, debido a la falta de combustible, caza y forraje. De hecho, los primeros asentamientos humanos incontrovertidos en Beringia preceden en un siglo al menos a los asentamientos humanos más antiguos generalmente aceptados en cualquier otro lugar del Nuevo Mundo o Neogea [J.F. Hoffecker et alii, «The colonization of Beringia and the peopling of che New World„ Science 259: 46–53, 1993]. La primera especie arbórea en colonizar Beringia fue el abedul enano, Betula nana L., simbionte primario de la Amanita muscaria, enteógeno preeminente del chamanismo siberiano 65,67,68 que siempre ha sido muy escasa y así apreciada en Siberia. Hay noticias de que a principios del siglo XIX los koriácos de Kanrchatka «a menudo pagaban un reno a cambio de un solo hongo seco» [R.G. Wasson, Soma]. 29 Dado que el inapreciable enteógeno debió ser, junto a su anfitrión simbiótico Betula nana, un colonizador pionero de la «tierra puente» beringia, he supuesto que la súbita aparición del poco común y reverenciado enteógeno–cuyo uso lúdico también ha sido ampliamente documentado en Siberia en tiempos históricos –llevó a la humanidad a explorar el nuevo e inhóspito medio, conduciéndola inexorablemente a poblar las vastas extensiones de las Américas. En fin ¡podríamos deber las primeras migraciones humanas hacia Neogea a una conducta buscadora de drogas, sí, a la portentosa pharmacophilia de nuestros ancestros primigenios! 104

La cita corresponde a la Parte IV de Le hachish, «Du vin et du hashish: comparés comme moyens de multiplication de l´individualité», 4 en el famoso episodio donde un «célebre músico» – sobrio–acompañado por un grupo ebrio de hashish, encuentra molesta, pueril y digna de mofa la estridente hilaridad de los hachichins; pero cuando intenta salir no puede, porque la puerta está cerrada con llave... consiguiendo los hachichins al fin con vencerle para que toque su violín. Alarmado ante las exageradas respuestas emotivas de su embriagado público, perdido en cielos de hashish, deja de tocar y pregunta a uno de los beatíficos su fridores qué puede hacer para socorrerle: «El paciente, con éxtasis en los ojos, le contempla con innombrable desdén; su orgullo le ahorra mayores perjuicios. En efecto, ¿cómo mejor exasperar a un enfermo de júbilo, sino intentando curarlo?». 105 Para el mencionado informe sobre la 198º conferencia internacional de la ACS, vide M.M. WaldrOp, «NIDA Aims to fight drugs with drugs» [Science 245: 1443–1414, 1989], incluyendo el sidebar «Magic bullets for addiction?». Para informarse sobre la controvertida terapia de sustitución, manteniendo a los habitués de heroína con el potente opiáceo artificial metadona, vide V.P. Dole, «Addictive behavion, [Scientific American 243: 138–154, 1980]; ¡bid, y M.E. Nyswander, «methadone maintenance treatment: A ten– year perspective» [Journal of the American Medical Association 235(19): 2117–2119,1976]; T D'Aunno y T.E. Vaughn, «Variations in methadone treatment practices» [¡bid. 267(2): 253–258, 1992]. El escritor usano William S. Burroughs, que se autodescribió como «maestro en la adicción a drogas peligrosas», abogó por el «Mantenimiento en heroína», alegando que la metadona era «sin duda tan adictiva como la heroína, y causa una adicción aún más difícil de superar» [New Tirnes, edición del 11 de noviembre de 1977, págs. 59–61]. Por supuesto, esto se ha intentado con éxito en Gran Bretaña, donde la heroína, 35 bajo el nombre comercial D¡amorph¡ne® se utiliza legalmente en medicina, y hasta los consumidores inveterados e intensos pueden estabilizarse con heroína, si tienen acceso a productos farmacéuticos esterilizados a precio real de mercado [M.Gossop, Living with Umgs].96 Burroughs probablemente no se equivoca al observar que la metadona es aún más tóxica y adictiva que la heroína, pero si la alternativa de la heroína incluye comprar en el mercado negro un producto contaminado y adulterado cuyo precio es descaradamente alto, compartir jeringuillas y todo lo demás, resulta obvio que la

metadona por vía oral sí tiene sus ventajas. Estos adictos podrían en realidad estar aprovechándose de los putativos beneficios inmunoestimulantes de los opiáceos, en lugar de sobrecargar rutinariamente sus sistemas inmunológicos con proteín as extrañas35 Por otra parte, la metadona –al contrario que la heroína– presenta la clara ventaja de tener una vida media farmacológica muy prolongada, lo que permite hacer dosis diarias. Los anti– embriagantes más conocidos son opiáceos «antagonistas» del tipo naltrexona y naloxona [vide supra, pág. 19]. Se trata de congéneres artificiales de la morfina, que se ligan a los receptores cerebrales de opiáceos sin producir euforia ni analgesia. Su supuesta utilidad en terapia de la adicción radica en que, al «bloquear» los receptor es, impiden que el paciente obtenga placer de la heroína o de otros opiáceos eufóricos. Recientemente la prensa ha publicado que la naltrexona, bajo el nombre ReVia® se está utilizando en España, Israel y México para acelerar la deshabituación de habitués a opiáceos hospitalizados y fuertemente sedados [G. Cowley et alii, «A new assault on acidiction» Newsweek, 30 de enero de 1995, edición latinoamericana, pág. 49]. Hemos analizado antes 85 la terapia aversiva contra el alcoholismo a base de Antabus® que –inhibiendo la enzima desintoxicadora del metabolíto mayor del etanol– causa síntomas de toxicidad al beber cantidades incluso pequeñas de alcohol. Aunque los intentos farmacológicos de bloquear el anhelo son una novedad –pues el circuito de recompensa es un descubrimiento reciente–hay posibilidades de que el ansiolítico no benzodiacepínico buspirona bloquee el ansia de alcohol en alcohólicos crónicos. Este compuesto bloquea parcialmente los receptores cerebrales de serotonina (5–HT1 ). Recientemente, la naltrexona ha mostrado cierta actividad para bloquear el ansia abstinencial en habitués de alcohol, y ya hemos visto que el sistema endopiáceo parece estar involucrado en la habituación alcohólicas 95 Cumpliendo el concepto del hábito de drogas como psicopatología, – se han realizado numerosos estudios con enteógenos en un contexto psicoterapéutico para tratar alcoholismo y dependencia a otras drogas, con distintos resultados [para los análisis, vide L. Grinspoon y J.B. Balcalar, Psychedelie Drugr Reconsidered; 10 J.H. Halpern, a The use of hallucinogens in the treatment of addiction» Addic tion Research 4(2): 177–189,1996]. En años recientes, el enteógeno amazónico ayahuasca 51 se ha empleado en un contexto chamánico para tratar la adicción a drogas [J. Mabit et alii, «Takiwasi: The use of Amazonian shamanism to rehabilitate drug addicts» Jahrbuch für Traru kulturelle Mediz¡n und Aychotherapie, Berlín, 1996» págs. 257– 285]; el uso ritual del péyotl 45,47 también combate el alcoholismo. Para concluir, mucho se ha investigado recientemente sobre el uso

de la ibogaína 29 enteogénica como «interruptor de la adicción», y este sugestivo componente parece combinar elementos de terapia de sustitución (tiene algunas propiedades agonistas de los opiáceos) y efectos antianhelo de larga duración (potencia la rotación de la dopamina en el núcleo accumbens); además de ser un potente visionario de posible valor en psicoterapia [J.R. Sánchez–Ramos y D.C. Mash, «Pharmacotherapy of drug–dependence with ibogaine» ibid, Págs. 353–367]– Patentada como Endabuse® para terapia de adicción, y a pesar de su estatus de ilicitud en los Estados Unidos, este enteógeno está ya disponible en clínicas de tratamiento para la adicción de varios países [sobre un análisis de la farmacología de la ibogaína, vide P. Popik et al¡i, «100 Years of ibogaine: Neurochemical and pharmacological actions of a putative antiaddictive drug» Pharmacological Reviews 47(2): 235–253,1995; P. De Rienzo et al¡¡, The Ibogaine Story, Autonomedia, Brooklyn, NY, 1997], 106 La mayoría de problemas de salud asociados al uso ilícito de drogas inyectables no son inherentes a las drogas en sí, sino consecuencias de la prohibición. La propagación de enfermedades infecciosas como el SIDA y la hepatitis, los abscesos cutáneos y la sobrecarga inmunológica general de los habitués a la heroína, son resultado de la inyección con jeringuillas sin esterilizar usando muestras adulteradas y contaminadas del mercado negro, cosa que decididamente constituye un efecto de la prohibición. La inyección medicinal común de narcóticos farmacéuticamente puros no tiene tales complicaciones. Incluso se han dado episodios trágicos de envenenamiento por error de los químicos clandestinos al sintetizar químicamente los productos. Varios habitués jóvenes a opiáceos contrajeron parkinsonismo debido a los efectos neurotóxicos de un contaminante, la MPTP [Merck Index 12: 6376], que se encontraba en muestras del mercado negro de MPPP, un análogo del opiáceo medicinal meperidina o Demerol® [Merck Index 12: 5894]. Se descubrió que el compuesto (en realidad un metabolito llamado MPP+) era una potente neurotoxina que destruía las células cerebrales en la substantia nigra 119 «Aunque trágico, ello representó un importante descubrimiento científico y un avance en la posible etiología del parkinsonimo [J W Langston eta[¡¡, «Chronic Parkinsonism in humans due to a product of meperidine analog synthesis» Science 219: 979–980,1983; ¡bid., « Pargyl¡ne prevents MPTP–induced Parkinsonism in primates» ¡bid. 225: 1480–1482, 1984]. Este descubrimiento clave condujo a la identificación de la MPTP como un potencial peligro laboral [i bid, « Parkinson's disease

in a chemist working with 1–methyl–4–phenyl–1,2,5,6– tctrahydropyridine» !he New England Journal of Medicine 309, 1983].

107 Esta investigación, coordinada por el National Research Council, supuso especialmente una colaboración entre químicos del Cobb Chemical Laboratory de la University of Virginia y farmacólogos de la facultad de farmacología de la University of Michigan. Los estudios sobre la relación entre estructura y actividad incluyen el alterar químicamente de alguna molécula madre, en este caso morfina, para después probar sistemáticamente la farmacología de esos análogos, y así determinar la relación entre aspectos de su estructura química y de su actividad farmacológica. Este proyecto supuso un gran avance en nuestro conocimiento de la química y la farmacología de opiáceos, y el gobierno de los Estados Unidos editó muchas publicaciones importantes que detallaban esa investigación. Buena parte de este trabajo fue resumida en publicaciones del Public Health Service, notablemente: L.F. Small et al¡¡, Studies on Drug Addiction: With Special Refrence to Chemical Structure of 0p¡um D. rivatives and Allied Synthesic Substances and I heir Physiological Action [Supplement No. 138 to the Public Health Reports, os Government pr¡ming Ofce, Washington, De, 1938]. Otra inapreciable publicación de esta serie es: L.F. Small y R.E. Lutz, Chemistry of the Opium Alkaloids [Supplement No. 103, 1932]. 9 108 El epigrama de Huxley que aparece al comienzo de este capítulo proviene de «A treatise on Drugs» [The Chicago Herald and Examines, 14 de octubre de 1931], inspirándose en la lectura de la traducción inglesa del libro pionero de L. Lewin, Phantastica, publicado ese año en Londres; Huxley lo describió como «¡legible».48 La cita más larga, proveniente de «Wanted, a new pleasure» [Musicai Vight, and (the Essays, Chatto sc Windus, Londres, 1931, págs. 248–257], probablemente fue escrita en la misma época, cuando Huxley vivía en la Riviera francesa. Ambos ensayos han sido reeditados en una antología reciente [M. Horowitz y C. Palmer (Eds.), Aldous Huxley. Moksha: Writings on Aychedelics artd the Visionary Experience (1931– 1963), Stonehill Publishing Co., NewYork, 19, 7; como Capítulo 1, págs. 3–5 y como Capítulo 2, págs. 6–10; versión castellana: Edhasa, Barcelona, 1982].

109 Huxley escribió sus ensayos breves sobre embriagantes 108 mientras trabajaba en su novela más famosa, Un mundo feliz [Harper, NewYork,1932], donde introdujo una concepción preliminar del embriagante ideal, soma, «con tres efectos diferentes: eufórico, alucinógeno o sedante» que luego desecharía por resultar una «combinación imposible». Por supuesto, su droga tomó el nombre del antiguo enteógeno del RgVedas que casi con certeza era una poción elaborada a partir de un hongo enteogénico. Huxley, poco antes de morir, introdujo en su última novela La Isla (publicada 9 años después de haber ingerido mescalina enteogénico en Los Ángeles el 6 de mayo de 1953), 46 la medicina moksha, «reveladora de la realidad, píldora de la verdad y de la belleza», (moksha quiere decir «liberación» en sánscrito), un hongo cultivable diseñado a partir de los hongos psilocíbicos mejicanos. 60 Huxley, basándose en sus propias experiencias, pasó de una forma glorificada de alcoho l a un enteógeno, cosa que también detalló en dos ensayos, Las puertas de la percepción [Harper, New York, 1954]52 y una secuela breve, Cielo e infierno [Chatto & Windus, Londres, 1956]. Como estaba muriendo de cáncer cuando la escribió, La isla se centra especialmente en el uso de la medicina moksha en el ars moriendi o arte de saber morir, practicado por el propio Huxley en su lecho de muerte el mismo día en que John F. Kennedy fue asesinado, al inyectarse dos veces LSD para facilitar la gran transición [L.A. Huxley, This Timeless Moment: A Personal View of Aldous Huxley, Farrar, Straus t£ Giroux, New York,1968]. Curiosamente, la compañía farmacéutica usana Wallace Laboratories, sin duda inspirada en el famoso Un mundo feliz de Huxley, designó a su relajante muscular carisoprodol [Merck Index 12: 1889] Soma® ofreciendo también un Soma Compound® que contenía cafeína, ¡y aún otra variante que además de cafeína contenía codeína! Refiriéndose al entonces desconocido principio activo de los hongos mejicanos, Valentina P. Wasson fue la primera en proponer la utilización de enteógenos como apoyo a la terapia agónica [«I ate the sacred mushrooms»]; 62 y resultó profético, pues la LSD pronto probó ser valiosa a este respecto, al tener efectos liberadores de ansiedad e inesperadas propiedades analgésicas de duración prolongada [E.C. Kast, «The analgesic action of lysergic acid compared with dihydromorphinone and nleperidine» Bulletin on Drug Addiction and Narcotice 27: 3517, 1963; ¡bid. y VJ. Collins, «A study of lysergic acid diethylamide as an analgesic agent» Analgesia Current Research 43: 285–291, 1964]. Este aspecto psicofarmacológico del art moriendi ha sido analizado en detalle por

Stanislav Grof y Joan Halifax en: The Human Encounter with Death [E.P. Dmton, New York, 1977]. Vide el retrospectivo de A. Huxley, «Brave New World revisited» [Esquite Magazine, edición de julio de 1956, págs. 31–32].

110 Para el informe sobre la primera investigación militar de la cocaína, vide T. Ascltenbrandt, «Die physiologische Wirkung and die Bedeutung des Cocains» [Deutsche Medizinische Wochenschrift 50: 730–732, 1883]; y para comentarios sobre el uso militar de anfetaminas en la II Guerra Mundial, vide M. Gossop, Living with Drugs;96 C.D. Leake, The Arnphetamines.28 «Antes, en el siglo XIII, parece ser que el médico árabe Naguib Ad–Din estimulaba a sus soldados con qat, lo cual le convierte en el pionero militar [vide supra, pág. 21; vide A.J. Giannini et al¡¡, «Khat: Another drug of abuse» Journal of Psychoactive Drugs 18(2): 155–158, 1986]. Los estudios de posguerra sobre estimulantes y aumento del rendimiento han sido analizados por B. Weiss y V.G. Laties, «Enhancement of human performance by caffeine and the amphetamines» [Pharmacological Reviews 14: 1–36,1962]. La extraña historia sobre el «programa de choque» farmacológico de la antigua Alemania Oriental para aumentar el rendimiento atlético ha sido detallada por S. Dickman: «East Germany: Science in the disservice of the state» [Science 254: z6–27, 1991]. Es obvio que los esteroides, como los estimulantes, pueden aumentar el rendimiento atlético, como demostró el desproporcionado éxito obtenido porel equipo olímpico de Alemania Oriental. Últimamente los atletas utilizan incluso productos biotecnológicos como la hormona del crecimiento Humano [hCH o hGH; Merck Index 12: 8864] y la Eritropoietina [EPO; Merck Index 12: 37291 [J. Hodgson, «Black–market biotechnology: Athletes abuse EPO and hGH» Biotechnology 9:1050–1053,1991]. Desorganizada y subrepticiamente, los atletas están contribuyendo a la ingeniería de drogas que aumentan el rendimiento. Parte de la ingeniería psicofarmacológica de las anfetaminas ha pasado inadvertida; en ella se ha tratado de separar sus efectos eufóricos y estimulantes de los anoréxicos. Como es bien sabido, las anfetaminas se han prescrito muy a menudo como coadyuvantes en los regímenes de pérdida de peso, y varias firmas farmacéuticas llevaron a cabo investigaciones en este área. Una de las anfetaminas producidas fue el metilfenidato o Ritalin® [Merck lndex 12: 6186], cuyas propiedades anoréxicas se encuentran considerablemente reducidas; otra fue la fenfluramina o Pondinil® [Merck Index 17: 40151] con propiedades anoréxicas pero

desprovisto de las estimulantes. Dado que el aspecto estimulante parece ser tan importante como el anoréxico para perder peso, la fenfluramina a menudo se combina con fentermina o řastin ® [Merck Index 12: 7415], un estimulante marginalmente eufórico, como el famoso duo dietético «phen–fen» [S.H. Snyder, Drugs and the Brain.97 La fenilpropanolamina o Dexatrim ® [Merck Index 12: 7461] es otra anfetamina anórexica ampliamente utilizada, y con propiedades estimulantes sólo nominales. Antes de que las anfetaminas de «amplio espectro» (estimulante, eufórico y anoréxico) adquiriesen mala fama, y fuesen reemplazadas por los mencionados sucedáneos, se desarrolló un buen número de ellas, y en el anticuado libro de C.D. Leake, The Amphetamines;28 se catalogó la farmacologia de unas dos docenas, con distinta potencia y duración. Siempre dispuesto a hacer su contribución, el mercado negro ha producido hace poco un derivado fácilmente sintetizable de la catinona, anfetamina natural del qat, de breve efecto [vide supra, pág. 21]; cat, metilcatinona [Merck Index 12: 6033; vide U. Fester, Secrets of Methamphetamine Manufacture, Loompanics Unlimited, Pon Townsend, wA, 1994], Estos diversos éxitos menores indican que el porvenir en la ingeniería de las anfetaminas es excelente, y su inagotado y vasto potencial económico está muy b¡en documentado.

111 La historia temprana de la heroína, puesta originalmente en circulación por F. Bayer como sustitutivo de la codeína en medicamentos para la tos, se ha analizado hace poco [M. de Ridder, «Heroin: New facts about an old myth» Journal of Psychoactive Drugs 26(1): 6568,1994]. Como ha ocurrido con posteriores productos opiáceos de la industria farmacéutica, en ocasiones se sostuvo que la heroína no era adictiva, presentándola incluso como una «cura» para la adicción a la morfina. Para la farmacología humana de la etorfina, vide D.R. Jasinski et aiii, «Etorphine in man. I. Subjective effects and suppression of morphine abstinence» [Clinical Pharmacology and Therapeutics 17(3):267– 272,1975]. Para la historia de los derivados del fentanil procedentes del mercado negro, vide R.M. Baum, «New variety of street drugs poses growing problems>, [Chemical and Engineering News, edición de 9 de septiembre de 1985, págs. 7–16]; y para la farmacología del –metil–fentanil, de la heroína y de ulteriores opiáceos legales e ilegales, vide R. Seymour y D.E. Smith, The Physician Guide to Aycboactive Drugs [The Haworth Press, New York, 1987].

112 Hace siete años apareció un revolucionario artículo en la revista Science, que empezó a contrarrestar la absurda negación (fomentada por la propaganda tabaquera) de la naturaleza adictiva de la nicotina y el tabaco [TC. Schelling, «Acidictive drugs: The cigarette experience» Seience 2551430–433, 1992]. Cuatro años antes, la revista Science había citado la declaración del entonces Cirujano General, C.E. Koop: «dos procesos farmacológicos y de comportamiento que determinan la adicción al tabaco son similares a los que determinan la adicción a drogas como heroína y cocaína» [G. Byrne, «Nicotine likened to cocaine, heroin» Seience 240:1143, 1988]; y tres años antes el entonces director del NIDA, W Pollin, afirmó que la adicción al tabaco: «no es diferente a la de heroína o cocaína» [C. Holden, «ADAMHA Funding pressed» Science 227:147–149, 1985] . Ya por entonces la compañía Marion Merrell Dow, Inc. anunciaba Nicorette® su chicle de mascar con nicotina, refiriéndose a «la adicción de su cuerpo a la nicotina». Ya en 1994 las compañías tabaqueras tuvieron que defenderse ante un subcomité de salud del Congreso, donde el farmacólogo Víctor DeNoble testificó sobre la investigación que su antiguo empresario había llevado a cabo sobre la adicción a la nicotina en experimentos con animales, y sobre la ingeniería psicofarmacológica de análogos de la nicotina [R. Nowak, «Key study unveiled– 11 years late, Science 264: 196–197, 1994; ibid., «Was safer cigarette research snuffed? Science 264: 766-767, 19941]. Estos artículos fueron parte de una serie que incluyó: ibid., «Nicotine scrutinized as FDA seeks ro regulate cigarettes» [Science 263: 1555–1556 1994]; y de R. Stone, «Stud y implicares second–hand smoke» [Science 264:30, 1994]. Aunque algunos apologistas protestaron vehementemente, se preparó el camino para el reciente artículo de Time que, como vimos en la página 59, destacó las drogas licitas nicotina y alcohol –en todo sentido las drogas adictivas más importantes– al lado de las ilícitas heroína y Cannabis. 113 Para un resumen de los bioensayos psiconáuticos pioneros de Albert Hofmann con los isómeros de LSD y algunos análogos, véanse sus memorias, LSD: My Problem Child.30,57 El trabajo más reciente, particularmente el realizado por el químico usano David E. Nichols [R. Oberlender et alii, «Stereoselective LSD–like activity in d–lysergic acid amides of (R)and (S)–2–aminobutane» Journal of Medicinal Chemistry 35 (2): 203–211,1992; A.P. Monte et alii, «Stereoselective LSD–like activity in a series of d–lysergic acid amides of (R)–and (S)2–

aminoalkanes» ibid. 38(6): 958–966, 1995], ha deparado compuestos nuevos. Los más prometedores son el EHLAD, N (6)–etil–LSD, que parece doblar la potencia de la LSD [P. Jacob III y A T Shulgin, «Structure–activity relationships of the classic hallucinogens and their analogs» en G.C. Lin y R.A. Glennon (Eds.), Hallucinogens: An Update, NIDA Research Monograph 146, National Institute on Drug Abuse, Rockville, NaD, 1994, págs. 74911 y el ALLYLAD, N(6)–alil–LSD, cuyos tests con animales sugieren una potencia aún mayor [R.C. Pfaff et alii, «Lysergamides revisited» ibid. págs. 52–731. Jacob III y Shulgin también han analizado los estudios de la relación estructura–actividad en análogos de la mescalina o –fenetilaminas, además de los análogos triptamínicos de la DMT y la psilocina. Con mucho, el estudio más exhaustivo y detallado sobre los análogos de la mescalina es el monumental PIHKAL: A Chemical Lave Story, autoeditado por Alexander T y Ann Shulgin [Transform Press, Berkeley, cA, 1991], que no sólo perfila síntesis y farmacología humana sobre casi 200 de esos análogos –la gran mayoría sintetizados por primera vez por Shulgin– sino que ofrece detalles íntimos de su larga investigación autofinanciada, conducida al margen de la empresa científica organizada. El matrirnonio Shulgin acaba de publicar su largamente esperada secuela sobre triptaminas, TIHKAL: The Continuation [Transform Press, Berkeley, cA, 1997]. Este libro resume un considerable cuerpo de estudios sobre la relación de estructura– actividad en las triptaminas. Dichas investigaciones comenzaron con el trabajo sobre análogos de la DMT realizado en Budapest [S.I. Szára, «Dimethyltryptamin: Irs metabolism in man; the relation of its psychotic effect to the serotonin metabol¡sm» Experientia 15(6):441–442,1956; Z. Bószórményiy S.I. Szára, « Dimethyltryptarnine experiments with psychotics» Journal of Mental Science 104:445–453, 1958; Z. Bószórményi et al¡¡, Mbservations on the psychotogenic effect of N–N diethyltryptamine, a new tryptamine derivative» ¡bid. 105: 171–18r, 1959]. Fue también Hofmann, el famoso descubridor de la psilocina, quien inició los estudios sobre la relación estructura–actividad de este compuesto, que condujeron señaladamente al descubrimiento de un dietil–derivado de acción más breve, el 4–OH–DET o CZ–74 [F. Troxler et alii, «Abwandlungs produktevon Psilocybin and Psilocin» Helvetica ChimicaActa 42: 2073–2103,1959; H. Leuner y G. Baer, of wo new short–acting hallucinogens of the psilocybin group» en D. Bente y P.B. Bradley (Eds.), Neum–Psychopharmacology, Elsevier, Amsterdam, 1965; págs. 471–474]. El trabajo con las triptaminas ha sido tranquilamente continuado por el químico usano David B. Repke [D.B. Repke et al¡¡, «Psilocin analogs. i. Synthesis of 3–(2– [dialkylamino]ethy1)– and 3–(2[cycloalkylamino]ethyl)indol–4–ols»

Journal ol Heterocyclic Chentásiry 14: 71–74, 1977; ibid– «Psilocin analogs n. Synthesis of 3–(2–[dialkylamino]ethyl)–, 3–(2–[N– methyl–N–alkylam¡no]ethy1)–, and 3–(2– [cycloalkylamino]ethyl)indol–4–ols» ¡bid. 18: 175–179, 19S1; ¡bid, «Psilocin analogs. ira. Synthesis of 5–methoxy– and 5–hydroxy– 1,2,3,4–tetrahydro9H–pyrido(3,4–b)indoles» ¡bid.19: 845–848, 1982]. Se han publicado pocos datos farmacológicos humanos con estos compuestos [D.B. Repke et alii, «Psychotomimetic N–methylN–isopropyltryptamines. Effects of variation of aromatic oxygen substituents» Journal of Medicinal Chemistry 28(7): 892–896,1985]. Debe apuntarse que parte de este trabajo se ha realizado dentro de la industria farmacéutica (viz. Hofmann en Sandoz, LTD.), pero en su mayoría ha sido realizado por investigadores independientes, autofinanciados. Alexander T Shulgin, que ha impulsado más que nadie esta importante investigación, es cualquier cosa menos millonario. A pesar de la falta de subvenciones a la investigación, estorbados por trabas burocráticas relacionadas con el hecho de que la LSD, DMT, psilocina y mescalina son sustancias controladas de la Lista 1, y arrostrando el oprobio científico derivado de la tenebrosa reputación que ha caído sobre estos enteógenos a raíz de su erróne a clasificación legal. grandes pioneros como Shulgin, trabajando principalmente en su rural laboratorio doméstico, han logrado proseguir la ingeniería psicofarmacológica de enteógenos. Ade más, como detallé en la Nota 77, el hecho de que enteógenos extremadamente potentes y específicos como la LSD puedan canalizar capacidades espirituales inherentes al sistema nervioso humano, vía un mecanismo en gran parte oscuro, permite esperar que un estudio cuidadoso de los correlatos neuroquímicos de tales intensificadores prodigiosos de la conciencia humana nos abra una entrée al eterno problema científico y filosófico– ¡la bioquímica de la conciencia en sí! No es exagerado decir que la Piedra Filosofal está al alcance de nuestra mano, y me resulta incomprensible que el «establishment» científico vuelva la espalda al mayor desafío de todos los tiempos: ¡han decidido «simplemente decir no» a la enteofarmacología! Es sabido que LSD, mescalina y otros enteógenos interactuan con nuestros receptores de serotonina, y ciertas pistas apuntan la posible importancia del subtipo 5–HT2A [R.A. Newton et alii, «Characterisation of human 5–hydioxytryptamine 2A and 5– hydroxytryptarn¡ne 2C receptors expressed in the human neuroblastoma cell line SH-SY5Y: Comparative stimulation by hallucinogenic drugs>Journal of Neteroehemistry 67(6): 2521–2531, 1996].También se sabe que algunas drogas seroionérgicas como la Auoxetina o Prozac ® pueden inhibir algunos efectos de los

enteógenos [R.J. Strassman, «human hallucinogenic interactions with drugs affecting serotonergic neurotransmission» Neuropsychopharniacolaf 7(3): 241–243, 19921]; mientras otras como el pindolol o Visken® [Merck Index 12: 75971 pueden intensificarlos [¡bid., «Up date on University of New Mexico studies» MAPS v(1): 32–33,19941. Se ha trabajado considerablemente sobre rělación estructura actividad de los cannabinoides» del Cannabis, de nuevo intentando separar los «indeseables» efectos cannabimiméticos (psicotrópicos) de cualquier prop¡edad medic¡nal potencialmente valiosa, especialmente: la propiedad anti–emética, para tratar las náuseas que produce la quimioterapia del cáncer; la capacidad para reducir la presión intraocular en terapia del glaucoma; y la anticonvulsiva,para el tratamiento de ataques epileptiformes [L. Grinspoon y J.B. Bakalar, Marihuana: The Forbidden Medicine, Yale University Press, New Haven, CT, 1993; R.S. Rapaka y A. Makriyannis (Eds.), Structure–Activity Relationsbips of the Cannabinoid, NiDA Research Monograph 79, National Instiruteon Drug Abuse, Rockville, MD, 1987]. Se ha logrado separar las propiedades amiconvulsivas de las psicotrópicas con cierto éxito [para referencias, vide NiDA Research Monograph 79:A.R. Martin et alii, «Structurc anticonvulsant activity relations hips of cannabidiol analogs» págs. 48–58; R. Karler y S. A. Tilrkanis, «Different cannabinoids exhibit differen t pharmacological and toxicological properties» págs. 96–1071]. Sin embargo, el gobierno usano accedió de mala gana a la comercialización del principal cannabinoide psicoactivo, el THC, como producto farmacéutico llamado Marinol® Estas pistas, que derivan de la avanzada ingeniería psicofarmacológica de los enteógenos, deberían combinarse con tecnología neurocientífica moderna y, sobre todo, con bioensayos psiconáuticos humanos, en una investigación coordinada sobre los correlatos neuroquímicos de la conciencia. 114 Esta prohibición se justifica recurriendo a argumentos éticos. Dado que el consumo de drogas se considera una polución antihigiénica del templo corpóreo, que viola cierto ideal de castidad corpórea al cual ha consagrado ostensiblemente su vida el noble atleta, permitir el uso de drogas potenciadoras del rendimiento equivaldría a obligar inmoralmente a los castos de cuerpo a usar drogas para continuar siendo competitivos. Y entonces nos encontramos con el hipócrita espectáculo del campeón escarmentado, que –tras ser sorprendido haciendo trampas o disfrutando de placeres prohibidos– exhorta piadosamente a sus jóvenes admiradores a decir no a las drogas, sí

a la vida, al deporte, ¡al epítome de la vitalidad viril! El problema de esta línea de pensamiento, sin duda, es que el deporte de competición, especialmente en el enrarecido mundo de la «élite mundial», rara vez resulta un esfuerzo saludable y, generalmente, requiere cierto grado de sacrificio de la vida y los miembros para garantizar el éxito. Nadie niega la naturaleza físicamente destructiva del boxeo, y el fútbol usano le sigue en número de víctimas y lesiones permanentes. Incluso deportes sin contacto y muy estéticos, como la gimnasia femenina, causan traumas considerables y son manifiestamente insanos; se piensa que el entrenamiento riguroso de mujeres adolescentes para competiciones de «amateurs» perturba su metabolismo hasta el punto de retrasar la madurez sexual y la fertilidad. ¿Qué porcentaje de atletas profesionales evita el bisturí del cirujano? ¿Cuantos pagan la gloria del hoy con la agonía del mañana? Además, todas las pruebas apuntan a que la mayoría de los «deportistas de élite» están tan obsesionados con aumentar su rendimiento que no dudarían en valerse de cualguier medio para incrementarlo. Cuando el Comité Olímpico realizó pruebas sorpresa en 1984 y 1985, era típico descubrir que la mitad de los atletas estaba utilizando esteroides. En los Estados Unidos aproximadamente un 7% de los atletas varones de instituto usa esteroides [G.C. Lin y L. Erinoff, Anabolic Steroid Abuse, NiDA Research Monograph toz, National Institute en DrugAbuse, Rockville, MD,1990]. Hemos visto que los atletas están utilizando productos farmacéuticos no probados, como la hormona del crecimiento humano y la eritropoietina. 110 Esta última incrementa considerablemente la producción de glóbulos rojos portadores de oxígeno, y es particularmente utilizada por ciclistas y corredores. De cualquier modo, su sangre puede alcanzar un punto de viscosidad que provoque fallos cardíacos, y se cree que eso explica la reciente muerte de 18 ciclistas belgas y holandeses [G. Cowley et alii, «Doped to perfection» edición latinoamericana de Newsweek del 22, de julio de 1996, págs. 21–22]. Se sabe incluso que algunos atletas guardan su sangre para transfusiones de último minuto antes de la competición, de nuevo para incrementar su capacidad de portar oxígeno. Obviamente, los atletas no se aventurarían a esos extremos, ni asumirían tales riesgos, si no lograsen avanzar en su firme empeño por mejorar los rendimientos en un contexto determinado. Se han realizado algunos estudios controlados sobre estimulantes y rendimiento deportivo que muestran claramente los beneficios. Pruebas hechas con atletas universitarios mostraron que nadadores, corredores y lanzadores de peso mejoraban consistente y significativamente su rendimiento a las dos horas de recibir 14 mg. de sulfato de anfetamina por cada 70 kg. de peso, comparados con individuos que habían recibido un placebo– ¡los lanzadores de peso

mejoraron sus marcas en más de un 4% [G.M. Smith y H.K. Beecher, «Amphetamine sulfate and athletic performance. 1. Objective effects» Journal of the American Medical Association 170: 542, 1959]! El famoso caso del afro–canadiense Ben Johnson es bien ilustrativo. Tras hacer morder el polvo al legendario todoterreno Carl Lewis y a otros, y lograr el récord mundial de los 100 metros con un tiempo de 9,79 segundos en las Olimpíadas de Seúl de 1988, Johnson fue ignominiosamente despojado de su medalla de oro por dar positivo en la prueba de esteroides. Como se apunta en el mencionado artículo de Newsweek, al abjurar altletismo amplificado anabólicamente, Johnson no ha vuelto a romper la barrera de los 10 segundos. Sin duda, los esteroides ayudaron a que un Johnson mediocre se transformase en magnífico. Ya que el deporte de competición tiene como tenaz propósito alcanzar objetivos estrechamente definidos en una carrera despiadada, que perjudica claramente la salud e incluso puede costar la vida, sugiero abolir la hipócrita prohibición de drogas potenciadoras del rendimiento. Un útil término medio podría ser mantener los controles, pero diferenciando entre marcas de atletas potenciados farmacológicamente y no potenciados farmacológicamente, tal como hoy se hace con las competiciones de interior y exterior, en las que se destacan los tiempos donde ha habido «ayuda del viento». Así comprobaríamos rápidamente cuantos atletas abstemios aceptarán la condición de segundones a cambio de una apariencia de pureza. Vale la pena observar que una investigación ha demostrado que 9 mg. de cafeína por kg. de peso, suministrada a corredores de maratón, puede aumentar hasta un 70% sus tiempos de aguante en una banda de andar, sin signos de toxicidad y con concentraciones punta de la droga en sangre aún inferiores al nivel de 12 mcg/ml., considerado aceptable por el Comité Olímpico Internacional [T. Graham y L. Spriet, «Performance and metabolic responses to a high caíféine dose during prolonged exercise» Joumal of Applied Physiology71(6): 2292–2298, 1991]. Parece probable, por tanto, que muchos atletas estén ya potenciando su rendimiento mediante una permisible estimulación con cafeína. 115 Una de las prototípicas «drogas listas», la arecolina, 41 principal alcaloide estimulante procedente del betel, entre los estimulantes de mayor consumo mundial [D.F. Rooney Betel Chewing Traditions in South–East Asia, Oxford University Press, Oxford, 1993], ha demostrado potenciar considerablemente el aprendizaje humano en serie, probablemente debido a que influye sobre la neurotransmisión de la acerilcolina cerebral [N. Sitaram et al¡¡, «Human serial learning:

Enhancement with arecholine and choline and impairmenc with scopolamine» Science zo1: 274–276,1978]. Se ha comprobado que la escopolamina,33 un importante embriagante visionario, más bien inhibe el aprendizaje en serie; mientras el estimulante sudamericano guaraná [Paullinia eupana Mart. var. sorbilis Mart; vide M. van Stratten, Guaraná: The Energy feeds and Herbs of the Amazon Rainforest, (:W Daniel Co., Essex,1994], que contiene cafeína, resultó capaz de revertir la amnesia inducida por escopolamina, «mostrando un efecto positivo en la adquisición de memoria» [E.B. Espinola et al¡¡, «Pharmacological activity of Guaraná (Paullinia eupana Mart.) in laboratory animals» Journal of Ethnopharmacology 55(3): 223–229, 1997]. He aquí un grupo de estimulantes naturales enormemente populares que ofrecen sugerentes posibilidades para potenciar el aprendizaje o la inteligencia, y que indican buenas perspectivas para la ingeniería de estimulantes que –además de potenciar el aprendizaje– sean eufóricos. Muchas de las llamadas drogas nootrópicas, como el bien conocido piracetam o Nootropile® [Merck Index 12: 76411, parecen potenciar el aprendizaje, actuando como la arecolina sobre la neurotransmisión de la acerilcolina [W Dcan y J. Morgenthaler, Smart Drugs Nutrienn, Health Freedom Publications, Menlo Park, cA, 1990]. La acetilcolina es uno de los principales transmisores del cortex cerebral, «y se considera especialmente importante en la asimilación de información [S.H. Snyder, Drugs and the Brain]97 y no debe sorprender que drogas como la arecolina, capaces de potenciar el sistema colinérgico, puedan también mejorar el aprendizaje; ni que drogas como la escopolamina, que bloquean los receptores de acetilcolina, puedan inhibirlo. Aunque muchos alegan que la cafeína y las anfetaminas no suelen aumentar notablemente el rendimiento intelectual, varios estudios analizados por Weiss y Laties 110 establecieron claramente potenciación en algunas tareas, mas evidentemente una general habilidad benéfica de mejorar funciones degradadas por la fatiga y/o el aburrimiento. Es más, la anfetamina Ritalin®110 está siendo ampliamente utilizada como potenciador del aprendizaje en niños que padecen el llamado «síndrome Hiperactivo de Pérdida de Atención» [SHPA], que en casos extremos puede hacer imposible la educación de niños de inteligencia normal o superior. Algunos consideran paradójico este efecto farmacológico, en cuya virtud una droga que estimula a los adultos más bien calma a los niños. De cualquier modo, en realidad las anfetaminas estimulan tanto a niños como a adultos; potencian la atención de unos y otros, mejorando su capacidad de concentración, y son igualmente efectivas para tratar el SHPA de los adultos. Aproximadamente 1 de cada 20 chicos usanos y 1 de cada 50 chicas toman actualmente Ritalin, ® «y según algunos estimaciones ¡1 de cada 10 podría mejorar con su uso

[D.M. Perrine, The Chemistry of Mind Altering Drugs]!83 No discutiría con quien argumentase que esta anfetamina en realidad no aumenta la inteligencia, pero clara y dramáticamente mejora la capacidad de aprender, cosa no menos importante, que hace de ella una «droga lista» de utilidad potencial para ¡hasta un 10% de los escolares usanos! Aunque a algunos les gustaría correr un tupido velo sobre la realidad de que el Ritalin® es una anfetamina, o argumentar que no tiene efectos eufóricos, la verdad es que en ocasiones se consume o inyecta con propósitos lúdicos [T .V Parran, Jt. y D.R. Jasinski, «Intravenous methylphenidate abuse. Pro totypc for prescription drug abuse» Archives of lnternal Medicine 151: 781–783,1991], y se ha demostrado que tiene un perfil farmacológico virtualmente idéntico al de la cocaína [N.D. Volkow et alii, «ls methylphen¡date like cocaine?» Archives of General Psychiatry 52: 456–463, 1995]. Hace poco se realizó un importante y sugerente experimento, en el que tras suministrar bien un placebo o bien 0,25 mg. de d–anfetamina por kg. de peso a sujetos humanos, su actividad neuronal –m¡entras realizaban diferentes tareas cognitivas–fue observada vía un escáner Tomográfico de Emisión de Positrones (TEP), descubriéndose que la anfetamina incrementaba selectivamente la actividad neuronal, según el área cerebral que se utilizase en la tarea especifica. Los investigadores comentaron que la anfetamina era por tanto capaz de «sintonizar» o «enfocar» el cerebro hacia una labor específica, según se necesitase, potenciando la proporción señal–ruido en circuitos específicos, lo cual podría explicar su demostrada capacidad para ayudar a quienes padecen de concentración cognitiva defectuosa por SHPA [VS. Manay et al¡¡, «Dextroamphetamine enhances «neural nerworkspecific» physiological signals: Apositron–emission roniography rc.BE study> The journal of Néuroscience 16(15): 4816– 4822, 1996]. Sólo el ideólogo más recalcitrante continuaría negando que las anfetaminas pueden ser «drogas listas». Mientras el alcohol, estéticamente hablando, parecía ayudar a Baudelaire, una Erato etanólica inspiraba siniestramente a Poe 6 y una Calíope de coctel acudía a la llamada de Jack London [vide supra, pág. 15], fue más bien una musa morfínica la que en una ensoñación opiácea, durante el verano de 1797, motivó al gran Samuel Taylor Coleridge [1772–1834] a preguntarse al hilo de su poema más conocido, Kubla Khan [vide infra, pág. 207]: «si cabe llamar composición a una situación donde las imágenes aparecen ante uno como cosas, a la vez que surgen las expresiones correspondientes, sin ninguna sensación o conciencia de esfuerzo» [J. Miller y R. Koral (Eds.), White Rabbit. A Psychedelic Reader, Chronide Books, San Francisco, 1995]. El lirismo del láudano –de los opiáceos– constituyó el animas estético del movimiento romántico [A. Hayter, Opium and the Romantic imagination]6

cediendo–mientras avanzaba el siglo XIX– su papel impulsor de la imaginería etérea a la absenta; aunque extendió su influencia hasta bien entrado el siglo actual, especialmente en los trabajos de Jean Cocteau y William S. Burroughs.35 Hemos visto que La fée verte, «El hada verde», fomentó fecundamente las fantasías enfebrecidas de los impresionistas parisinos, y de sus sucesores surrealistas: Por otro lado, el hashish aumentó los poderes mentales de Fitz Hugh Ludlow, Gérard de Nerval y Théophile Gautier,1,14,43 mientras los enteógenos excitaron las facultades esotéricas de Antonio Artaud, Aldous Huxley, Ernst Jünger y Henri Michaux. 2,15,30,108,109 La prodigiosa fantasmagoría de los «psiquedélicos» presagiaba forzosamente el desarrollo de la música contemporárica y otras formas artísticas, cuya primacía ha sido llevada al panegírico por Christian Rätsch Naclitschatten Verlag, Solothurn, Suiza y Medienxperimente, Lührbach, Alemania, 1993]; y la borrosa huella de «psiquedélicos» sobre las artes gráficas ha sido estudiada por R.E.L. Masters y J. Houston en su Phychedelic Art [trove Press, New York, 1968]. Lo que para un hombre o mujer puede ser alimento, para otro/a puede ser veneno; ¡pero el sufrimiento mefistofélico de un artista... revela quizá la musa mercurial de otro esteta!

116 La llamada terapia antidepresiva en ocasiones se denomina terapia – timoléptica»– literalmente, que actúa sobre el timus, retrotrayendo a los humores cardinales clásicos,80,81 y sugiriendo la posibilidad de alterar el temperamento o la personalidad farmacológicamente, vía ajustes neuroquímicos. Los primeros antidepresivos fueron los inhibidores de la monOAmino oxidasa (IMAO), como iproniacida. 92 Tras ellos se desarrollaron los llamados ,antidepresivos tricíclicos», cuyo prototipo es la imipramina o Tofranil® [Merck Index 12: 4955] la llamada «hipótesis amina» sobre la depresión ofreció eventualmente una teoría coherente sobre la neurofarmacología de estos diferentes productos farmacéuticos. El IMAO, como hemos visto [vide supra, págs. 53–54]51,92 inhibe una enz¡ma que degrada los neurotransmisores serotonina y norepinefrina, elevando así su concentración en el cerebro. De modo similar, los antidepresivos tricíclicos bloquean los transportadores de serotonina y norepinefrina [vide supra, pág. 53],91 impidiendo así la retirada normal de esos neurotransmisores de las sinapsis, donde se acumulan. En ambos casos, pero vía mecanismos diferentes, estas dos clases de antidepresivos aumentan la neurotransmisión cerebral de serotonina y norepinefrina. Antidepresivos más modernos, como el Prozac ®91 son

más selectivos y bloquean sólo el transportador de serotonina, y el elemento litio ejerce también efectos antidepresivos, aunque por mecanismos recónditos [S.H. Snyder, Drugs and the Braint].97 Ahora bien, hemos visto28 que la cocaína y las anfetaminas, como los derivados tricíclicos, bloquean transportadores de neurotransmisores – afectan principalmente a dopamina, pero secundariamente a serotonina y norepinefrina. Por ello, no debe sorprender que anfetaminas como Ritalin® puedan tratar con éxito algunas formas de depresión [M.E. Thase y A.J. Rush, «Treatment–resistanr depressiorn en F.E. Bloom y D.J. Kupfer (Eds.), Aychopharmacology: 1 burth Generation of Progress, Raven Press, New York, 1995, págs. 1081– 1097]. Antes de surgir nuestra moderna terapia timoléptica, opio y opiáceos se utilizaban con éxito en el tratamiento de la depresión, y algunos datos indican que ciertos tipos de depresión pueden tratarse con endopiáceos como la –endorfina, lo cual sugiere que deficiencias en el metabolismo endopiáceo pueden estar en la etiología de la depresión. Más específicamente, hay pruebas de que subyace a la depresión algún defecto en concentración o conformación de los receptores opiáceos [I. Extein et alii, «A possible opioid receptor dysfunction in some depressive disorders» Annals of the New York Academy of Sciences 398: 113–119,1982]. Se ha demostrado que un opiáceo mixto de agonista y antagonista, la buprenorfina o Temgesic ® (Buprex®) [Merck Index 1 1 : 1522], alivia algunos casos de la depresión, especialmente en aquellos que no responden a la terapia convencional y cuyo último remedio sería el electrochoque, que también influye en el sistema endopiáceo [H.M. Emrich et alii, «Possible antidepressive effects of opioids: Action of buprenorphine» ibid. 398:108–112,1982; J.A. Bodkin et alii, «Buprenorphine treatment of refractory depression» Journal of clinical Aychopharmacology 15: 49–57, 1995]. como agonista/antagonista mixto, la buprenorfina tiene algunas propiedades opiáceo–analgésicas, pero también bloquea algunos receptores opiáceos como los clásicos antagonistas naloxona y naltrexona [vide supra, págs. 19 y 65]. Puedo mencionar que la hormona peptídica colecistoquina [Merck Index 12: 2253], involucrada en la regulación del páncreas y en apetito/saciedad, parece funcionar también como antagonista endopiáceo natural, como una especie de control por realimentación del sistema analgésico endógeno [L. Stanfa et alii, «Cllolecystokinin and morphine analgesia: Variation sonacheme» Trends in Pharmacological Science 15: 65–66, 1994]134 Extrañamente, se ha alabado a la buprenorfina como una de las «balas mágicas» contra la adicción,105 y en los Estados Unidos se dice habitualmente que carece de propiedades eufóricas, que está «desprovista de efectos psicotomiméticos», que tiene «un bajísimo potencial de abuso». Sin embargo, este potentísimo opiáceo tiene una

gran demanda entre los habitués a la heroína en España. A mí me parece probable que la buprenorfina actúe en algunas personas más como agonista que como antagonista –más como eufórico que como disfórico– y, en ese sentido, puede ser muy efectivo (al igual que la metadona) como sustitutivo oral o sublingual de la heroína en regímenes de mantenimiento. Por otro lado, también se presenta como terapia contra la adicción a la cocaína, lo que parecería involucrar interacciones entre opiáceos y neuronas dopaminérgicas en el núcleo accumbens [vide supra, pág. 57]. Sea como fuere, cada vez aparecen más pruebas de que hay ciertas perturbaciones en el sistema endopiáceo en determinados casos de depresión que, poco sorprendentemente, responden bien a la terapia opiácea. Por todo ello, parece probable que –al menos en algunos casos– los habitués a opiáceos se estén automedicando contra la depresión, como sugirió Khantzian hace 14 años.101

117 La primera farmacoterapia de la ansiedad incluía sedantes, especialmente barbitúricos, de los cuales el más conocido es el fenobarbital o Luminal.®89 Esto, en cualquier caso, era farmacológicamente como matar moscas a cañonazos, dada la naturaleza sedante/hipnótica y habituadora de los barbitúricos, y en 1955 se introdujo un llamado «tranquilizante menor», el meprobamato o Mliltown® [Merck Index 12: 5908]. Pero este avance fue pequeño, pues resultó ser tan sedante y habituador como los barbitúricos, y la verdadera terapia ansiolítica hubo de esperar a la introducción de benzodiacepinas, como el diazepam o Valium®26,87,89 Ya hemos visto que hay un receptor específico para las benzodiacepinas, que estos compuestos son en realidad naturales, y que el diazepam o su metabolito bien pueden representar el ligador ansiolítico endógeno de ese receptor. También hemos analizado que hay elementos comunes entre el alcohol y las benzodiacepinas, y considerando el cálculo que un 5–10% de la población mundial padece ansiedad, poco puedo dudar de que ciertos habitués al alcohol seguramente están automedicando su ansiedad, mientras algunos de sus colegas más ricos prefieren dedicarse a las benzodiacepinas que les receta el médico. Para cifras sobre la incidencia de la ansiedad, y sobre la extensión del uso y ventas del Valium ® vide S.H. Snyder, Drugs and the Brain;97 para barbitúricos y benzodiacepinas como «drogas de abuso», vide R. Seymour y D.E. Smith, The Physician's Guide to Psychoactive Drugs.III Para más información sobre esta «plaga» moderna de ansiedad, vide M.C. Smith, A Social History of the 1Vlinor

Tranquilizers; y, V. Lader, «Benzodiazepines– The opium of the masses?».26 He mencionado otros sedantes tranquilizantes, especialmente algunos naturales con utilización tradicional en la etnomedicina.49,92

118 El auto–designado «farmacógrafo» es David Lenson, un profesor de literatura comparada que afirmó con franqueza que había elegido escribir sobre drogas «precisamente porque no estoy cualificado para ello». El resultado fue un análisis sobre varias drogas y sus efectos, inusualmente honesto, imparcial y libre de prejuicios, más desde la perspectiva del usuario que desde la del «experto». Lenson, como yo, no se dejó persuadir por las maquinaciones de Kramer cuando trata de diferenciar el Prozac® recetado a pacientes supuestamente sanos, pero «anhedónicos», de la cocaína autoadtninistrada por «drogabusadores», similarmente «anhedónicos» pero supuestantente patológicos. A mí me parece que Lenson dio en el clavo cuando apuntó: «la competencia entre MDMA (Éxtasis) y Prozac ilustra también la nueva competencia entre corporaciones farmacéuticas y químicos ilegales». Vide D. Lenson, On Drugs [University of Minnesota Press, Minneapolis, MN,1995]. El éxtasis o MDMA [Merck Index 12: 58o6] es el famoso derivado anfetamínico del mercado negro, íntimamente relacionado con el medio «rave» [N. Saunders y R. Doblin, Extasy: Dance, Trance & Transfórmation, Quick American Archives, Oakland, ca, 1996; J. Beck y M. Rosenbaum, Pursuit of Extasy: The MDMA Experience, State University of New York Press, Albany,1994]. Antes de ser prohibido, el MDMA mostró evidentes posibilidades como coadyuvante farmacológico en psicoterapia [G. Greer y Rlirlbert, «Subjective reports of the effects of MDMA in a clinical setting» Journal of Psychoactive Drugs 1 R (4):319–327,1986; R. Leverant, «MDMA Reconsidered» ¡bid,18(4): 373–379» 1986], y actualmente se está probando en ensayos clínicos de Fase 1 en Estados Unidos [C.S. Grob et alii, «Psychohiological efFects of 3,4– methylenedioxymethamphetamine in hunrans: Methodological considerations and preliminary observations» Behnvioural Brain Pesearch 73: roa–107, 1996; J. Camí, Farmacología y toxicidad de MDMA (Éxtasis), Eds. en Neurociencias, Barcelona, 1995]. 119 Aunque hay gran controversia sobre diagnóstico y tratamiento de la esquizofrenia caracterizada originalmente como la enfermedad

dementia præcox por el gran psiquiatra alemán Emil Kraepelin50 –la mayoría de los psiquiatras la acepta como entidad clínica válida, y se cree que es padecida de modo debilitante por un 1% de la población mundial, calculándose que un 2–3%, o hasta un 5–6%, de la población sufre síntomas esquizofrénicos más leves. El hecho de que haya un fuerte componente genético en este trastorno (los hijos de padres esquizofrénicos tienen de un 40 aun 70% de posibilidades de padecer esquizofrenia), alimenta la sospecha de que bajo este síndrome hay una base de mutación genética con significado neurológico, aunque haya pruebas de que los factores ambientales también tienen su importancia las primeras drogas antiesquizofrenia o «neurolépticas» fueron la reserpina 50 y la clorpronlacina o Thorazineg® [Merck Index 12: 22381], una antihistamina fracasada. Estudios sobre estas dos drogas químicamente diferentes que, sin embargo, mejoraban síntomas de la esquizofrenia, condujeron eventualmente a descubrir que las drogas neurolépticas actuaban bloqueando los receptores de dopamina, particularmente el receptor subtipo D2.86 Los circuitos específicos de dopamina afectados resultaron ser aquellos con neuronas de cuerpo celular en la substantia nigra y conexiones con el cuerpo estriado, así como los de circuitos de recompensa que conectan el área de tegmento ventral con el núcleo accumbens.97 El núcleo accumbens forma parte del cuerpo estriado, y el área de tegmento véntral forma, junto con la substantia nigra, el llamado «cerebro medio». Se sabía desde hacía mucho tiempo que tanto la reserpina como la clorpromacina en dosis altas producían síntomas parecidos a los de la enfermedad de Parkinson, y hemos visto antes que la neurotoxicidad en substantia nigra produjo esta enfermedad geriátrica en jóvenes,106 mientras que la neurodegeneración progresiva del camino «nigrostriatal» es el signo distintivo de esta enfermedad [S.H. Snyder, Dmgsand the Brain]97 Los esquizofrénicos fumadores parecían tener en un receptor de la acetilcolina, no de la dopamina, un defecto que pudo ser compensado temporalmente con nicotina." En cualquier caso, hemos visto que hay receptores nicotínicos en las células dopaminérgicas del núcleo accumbens [vide supra, pág. 571], a través de los cuales la nicotina estimula directamente las células dopaminérgicas del circuito de recompensa.

120 Como apunté en la página 51, las variaciones genéticas que determinan respuestas idiosincráticas a los embriagantes pueden implicar: enzimas que metabolizan drogas individuales o influyen en el nivel de neurotransmisores (enzimas que se dedican tanto a su

biosíntesis como a su degradación); proteínas Transportadoras de varios neurotransmisores; numerosas proteínas receptoras; y canales iónicos que controlan la polarización y despolarización de la membrana. Recapitulando, hemos analizado ejemplos específicos de idiosincrasias en la ebriedad relacionadas con polimorfismos genéticos en: A) enzimas que degradan drogas: ausencia del citocrome humano P450IID6 que influye en el metabolismo opiáceo [vide pág. 51] 84 y niveles humanos variables de deshidrogenasa de etanol, lo cual perturba el metabolismo del alcohol [vide página 51]; 85 B) enzimas que degradan neurotransmisores: MonoAmino oxidasa (MAO): una MAOA defectuosa provoca retraso y agresividad, y su modelo animal presenta un aumento por 9 veces en los niveles cerebrales de serotonina, con agresividad incrementada [vide, pág. 541;92 más la observación de que los alcohólicos del Tipo II tienen niveles mayores de MAO de plaquetas que los de Tipo 1, que a su vez tienen niveles más altos que los controles;92 C) niveles de neurotransmisores: se han asociado en las ratas los niveles variables de dopamina y serotonina en el lóbulo frontal con su avidez por el consumo de etanol, 10 y correlación en seres humanos de niveles altos de endopiáceos y riesgo de alcoholismo;95 D) transportadores de neurotransmisores: el alelo–L humano del gen para el transportador de serotonina produce más transportadores y una absorción 2 veces mayor de serotonina, lo cual se asocia con niveles menores de ansiedad y «neuroticismo» que en sujetos de alelo–C también se ha asociado otro alelo corto del gen de transportador de la serotonina con el autismo [vide pág. 53];91 los ratones noqueados sin el gen del transportador de dopamina, con insensibilidad concomitante a cocaína y anfetaminas; 28 E) proteínas receptoras: polimorfismos en el gen humano receptor DRD2 de dopamina, que se asocian con el alcoholismo [vide pág. 51];86 y con el «poliabuso de sustancias» y las sustituciones de aminoácidos humanos en las posiciones 96 y 311 de esta proteína receptora, que mostraron una afinidad 2 veces menor para ligar la dopamina [vide pág. 57];98 la correlación entre densidad de receptores colinérgicos nicotínicos en ratones y sensibilidad a nicotina [vide pág. 52] 88 y la mutación en el gen receptor nicotínico humano 7, que se asocia con la respuesta P50 en los esquizofrénicos y con su elevado consumo de nicotina [vide pág. 54]91 insensibilidad relativa a la morfina en ratones CXBK con falta de receptores opiáceos  [vide pág. 52];88 y F) proteínas de los canales iónicos: donde el etanol provoca en ratones SL (con un tipo variante del receptor/canál iónico GASA A) una permeabilidad mayor al CL, haciéndolos más sensibles a sus efectos que los ratones SC, que no ven alterado su flujo de iones por el etanol [vide pág. 52]88 y relaciones parecidas entre la densidad de los canales Ca ++ en ratones y sensibilidad al síndrome de abstinencia del etanol [vide pág. 52]88,89

También vimos94 que retrotraer rasgos idiosincráticos de la ebriedad morfina a las cromosomas ha involucrado: genes de la deshidrogenasa de etanol, y enzimas para la degradación y síntesis de la dopamina y la norepinefrina; para los receptores de dopamina, GABA, serotonina y endopiáceos; para canales iónicos Ca ++ y Na+ y el transportador de dopamina; e igualmente para los propios endopiáceos. De acuerdo con esto, hay abundantes pruebas de que existe una serie impresionante de polimorfismos genéticos humanos y animales que imponen una variación significativa en neurofisiología y neuroanatomía, que además influyen profundamente en la sensibilidad y susceptibilidad individual a los efectos principales de los distintos embriagantes, y en la adaptación y tolerancia a los mismos. 121 Un ejemplo de farmacoterapia para farmacotimia, cuyo uso generalmente no será voluntario, sino coercitivo, es la llamada «vacuna de cocaína» que actualmente se halla en vías de desarrollo. Siguiendo investigaciones previas con monos, donde los anticuerpos opuestos a opiáceos bloquearon parcialmente los efectos recompensantes de la heroína, se han creado los llamados «anticuerpos catalíticos» contra cocaína. Se trata de híbridos de anticuerpos y una enzima que metaboliza la droga, descomponiéndola en ácido benzóico y metiléster de ecgonina, más o menos del mismo modo que el cuerpo metaboliza normalmente la cocaína. Al ser enzimas, estos anticuerpos catalíticos no son destruidos en la reacción, por lo que pueden atacar continuamente más moléculas de la droga [V Morell, «Enzyme may blunt cocaine's action» Science 259: 1828, 1993; D. W. Landry et al¡¡, «Antibody–catalyzed degradation of cocaine –Science 259:1899–1901,1993]. Las pruebas hechas en ratas con una «vacuna» prototipo sugirieron que los animales podían ser «inmunizados» contra la cocaína, cuya subsiguiente administración dio como resultado una reducción en los efectos estimulantes, y en las concentraciones cerebrales de esta droga [D W Sclf, «Cocaine ahuse takes a shot» [Vature 378: 666–667,1995; M.R.A. Carrera el alíi, ibid. 378: 727–730, 1993]. Los problemas de esta aproximación perversa son muchos y fundamentales, aunque en principio pueda conseguirse que funcione en seres humanos. Para empezar, un individuo «inmunizado» contra la cocaína puede fácilmente satisfacer su anhelo de estimulantes ingiriendo anfetaminas, que no serían degradadas por anticuerpos de la cocaína. Más significativo aún es que lo máximo que se puede esperar de tal «vacuna» es una reducción importante de la sensibilidad individual a la cocaína, por lo cual dosis suficientemente altas de la droga podrían eventualmente superar a los

anticuerpos, y producir estimulación y euforia. Es decir, los decididos a experimentar la euforia cocaínica se verían empujados a administrarse dosis cada vez más altas, incrementándose así la probabilidad de efectos secundarios adversos. Además, como hemos visto, 95 cualquier sensibilidad intrínsecamente baja a los efectos principales de los embriagantes suele correlacionarse con una susceptibilidad alta al hábito, quizá por requerirse necesariamente dosis más fuertes. Así, la inyección de anticuerpos catalíticos contra la cocaína podría en realidad ¡conducir a un mayor uso de la droga, y a un mayor riesgo de adicción a la cocaína! Thomas S. Szasz, en un tratado pionero sobre la prohibición de las drogas, atacó los abusos sistemáticos que se producen en el lenguaje referido a las drogas y las adicciones, y el uso incorrecto de metáforas médicas que pueden llegar a adquirir una vida propia. Szasz dirigió nuestra atención al hecho de que: «aquí un profesor de una escuela de medicina afirma que la adicción a la heroína es como la malaria, la heroína como un parásito y la persona que vende heroína como un mosquito. Conversión del ser humano en sabandija... »; y habló sobre «las consecuencias que una metáfora equivocada tiene sobre su objeto. La adicción ha dejado de ser como una plaga; es una plaga. Una droga administrada compulsivamente a los adictos ya no es como una vacuna; es una vacuna.» [Ceremonial Chemistry].37 Poco podían imaginarse Szasz y sus lectores, hace venticinco años, que un destacado experto en adicciones describiría la adicción en una de las principales revistas científicas usanas como «una enfermedad mental», justificando la estrategia de «tratar la cocaína como un invasor patógeno, y vacunar al cuerpo contra la droga». Parece poco probable que alguien desee ser «vacunado» de ese modo, si no es bajo coacción, y esta «vacuna para la cocaína» tiene claramente mucho más de poder político que de promesa farmacológica, y sin duda es antes un ejercicio arbitrario de autoridad que algo profiláctico. Como Szasz profetizó, este nostrum «ha dejado de ser como una vacuna; es una vacuna». Dejemos una cosa clara: esta «vacuna de la cocaína» no es una vacuna; ¡ni siquiera es como una vacuna! Una vacuna real, por supuesto, es una suspensión oral o inyectable de patógenos muertos o atenuados, incapaz de iniciar una infección, pero capaz de estimular el sistema inmunológico del anfitrión para que reaccione a ella, movilizándolo inmunológicamente, especialmente para que secrete, de sus linfócitos o glóbulos blancos especializados, anticuerpos específicos a ese organismo en cuestión, capaces de «reconocer» e inmovilizar al agente patógeno, ligándose a su superficie. La vacuna «inmuniza» activamente al anfitrión, estimulando en él una «inmunización» nativa total o parcial frente al patógeno involucrado, análoga (pero seguramente no idéntica) a la inmunidad natural y más robusta que seguiría a una infección real. Ese

anfitrión, «inmunizado activamente» contra el agente patógeno, cuenta así con una ayuda para combatir la infección si ésta llegase a entrar en el cuerpo, pues tiene ya anticuerpos suero (en la sangre) contra ella. En efecto, suministrar la vacuna es análogo a producir una infección iatrogénica (o causada por el médico) controlada, con la esperanza de provocar una respuesta inmunológico suficiente, en todo caso, para inmunizar al anfitrión contra la enfermedad. Por supuesto, en ciertos casos las vacunas vivas pueden por sí mismas producir la enfermedad en cuestión. Puedo añadir que, al hilo de la aparición de la biotecnología, hay actualmente vacunas incapaces de iniciar una infección, pues no contienen organismos vivos ni atenuados, sino sólo una proteína u otra molécula característica de la membrana superficial del patógeno; también en este caso puede lograrse inmunización activa, estimulando los anticuerpos contra esa molécula, de modo que en teoría también reconocerán al agente patógeno, cuya superficie está recubierta por ellas. Obviamente, la inyección de cocaína no produce en sí misma anticuerpos. Las moléculas de cocaína son demasiado pequeñas para activar el sistema inmunológico; no son antigénicas. Esta «vacuna para cocaína» en realidad no puede activar la inmunización como una vacuna; consiste más bien en anticuerpos monoclónicos de murina producidos por hibridomas –una especie de híbrido entre mieloma, o células cancerígenas del sistema inmunológico, y linfocitos seleccionados para la producción de un tipo particular de anticuerpo. Tales hibridomas son inmortales–pueden cultivarse in vitro como las células cancerígenas–y poseen la capacidad de los linfocitos para producir y secretar anticuerpos contra un antígeno determinado. En el presente caso, ratones vivos fueron activamente inmunizados vía la inyección de una molécula análoga estructuralmente al «estado de transición» o intermedio en la descomposición metabólica de la cocaína, que se unió a una «proteína portadora» suficientemente grande como para ser antigénica, y así estimular la producción de anticuerpos. En este caso, podemos decir que la parte análoga a la cocaína en este complejo droga–proteína inyectado fue un hápten, y que cuando los ratones fueron así desafiados inmunológicalnente, sus linfocitos resultaron aislados y seleccionados para aquellas células secretoras de anticuerpos que reconocían la porción análoga a cocaína del antígeno artificial. Los linfocitos fueron entonces fundidos con células mieloma, para crear hibridomas que secretan anticuerpos capaces de reconocer y ligar este intermedio de la cocaína, y alterarlo catalíticamente, descomponiéndolo después en ácido benzóico y metiléster de ecgonina, como las enzimas naturales del cuerpo. Por consiguiente, esta estrategia requiere administraciones repetidas de estos anticuerpos catalíticos murinos (repárese en que el prototipo ensayado

en ratas sólo fue efectivo durante algunas semanas) en el anfitrión (un desventurado joven, convicto, inmigrante o parado). De nuevo, esto no puede considerarse en ningún sentido análogo a la inmunización activa de cualquier vacuna, sino que más bien corresponde a un inmunoestímulo pasivo similar a la inyección de –globulinas [Merck Index 12: 4967], o de anticuerpos en grandes cantidades para ayudar al sistema inmunológico a luchar contra una infección activa. Por otro lado, bien podría probarse que esta «vacuna de la cocaína» en realidad estimula la inmunización activa, provocando que el anfitrión produzca anticuerpos contra las proteínas de la «vacuna», dirigiendo contra ellas las defensas corporales, ¡y seguramente habrá casos potencialmente fatales de anafilaxis o de hipersensibilidad inmunológico desencadenada por el uso de cocaína en las desafortunadas víctimas «inmunizadas» contra ella! Adenda: las frases «las hondas y flechas de la atroz Fortuna» y «la herencia de la carne», de las págs. 75 y 80, son por supuesto del lamento lírico del Hamlet shakespeariano, en la primera escena del tercer acto de su obra epónima: «¡Ser o no ser: he ahí la cuestión! ¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir las hondas y flechas de la atroz Fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? ¡Morir... dormir; no más! ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir... dormir! ¡Dormir!... íTal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! ¡Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida!». La frase sobre la «Chusma Equivocada» de la pág. 77 es del «Post Script... Woudn't you?» a la introducción «Deposition: Testimony concening a sickness» en la obra de William S. Burroughs The Naked Lunch? » 122 Probablemente ni siquiera los ciudadanos usanos expatriados y/o no aficionados a la televisión hayan podido evitar ver alguno de los histriónicos anuncios anti–«droga», como el del famoso huevo frito: «eso le ocurre a su cerebro bajo los efectos de la droga», producidos por la agencia no lucrativa «fartnersh ip for a Drug–Free America» (Sociedad para una América libre de drogas). Quizá sorprenda a algunos saber que más de la mitad de los fondos de la fundación provinieron de la competencia –de los productores de específicos farmacéuticos, alcoholes y tabaco [C. Cotts, «Hard sell in Clic drug wan, The Nation, edición de 9 de marzo de 1992, págs, 300–302].

Presumiblemente, en ese utópico país «libre de drogas», ¡a uno se le seguiría permitiendo disfrutar de una copa/un cigarrillo, sin mencionar «medicarse» la anhedonia o ansiedad con Prozac® y Valium®! Para ilustrar cuán lejos están los Estados Unidos de ser un país libre de drogas, repárese en que teniendo apenas un 4% de la población mundial ¡el país consume un 34% de los 214 millones de kg. que produce la industria farmacéutica global, cifra 8 veces superior a la media per capita [A. Albert, Xenobiosis: Foods, Drugs, and Poisons in the Human Body, Chapman & Hall, New York,1987]! Aunque por consumo per capita de alcohol la población usana está más o menos en la media, hay un consumo de 620 mil millones de cigarrillos por año, un sexto de la producción mundial o 4 veces la media per capita; por no mencionar las 800 toneladas o 52% (13 veces la media mundial) de las 1.550 toneladas de opio convertidas en opiáceos legales como codeína. Aunque resulte difícil obtener datos fiables, DEA usana estima que se producen unas 1.200 toneladas al año de cocaína ilegal, de las cuales un 70% se consume en los Estados Unidos, 17 veces la media mundial, si bien en 1991 las autoridades sólo lograron capturar 134 toneladas, el 12% de la producción ¡legal [T Marnell (Ed.), Drug Identifcation Bible, Drug Ideuification Bible, Denver, co, 1995 (segunda edición; original de 1993)]. Un reciente National Comorbid¡ty Survey sobre consumo de drogas ilegales en Estados Unidos ha mostrado que el 51% de la población había probado al menos una vez alguna droga ilegal, y un 15% admitió haberlo hecho en el último mes [L.A. Warner et alii, «Prevalence and correlates of drug use and dependence in the United States» Archives of General Psychiatry 52: 219–229, 1995]. Considerando también los datos presentados en la Nota 100, y dejando de lado la definición selectiva y tendenciosa de droga que uno pueda inventarse, los Estados Unidos no podrían estar rnás lejos cíe un país «libre de drogas», acercándose mucho más a la etiqueta «una América anegada de droga». Sin embargo, visto como prevalece la propaganda histérica e hipócrita, quizá «una América enloquecida por la droga» o «una América aterrorizada por la droga» defina mejor la realidad del caso. 123 Resulta significativo que la cirugía cosmética se presente a menudo como una especie de psicoterapia que aumenta la autoestima de los pacientes, haciéndoles parecer o sentirse más atractivos y, por supuesto, sirve a menudo como coadyuvante al tratamiento quirúrgico de traumas mayores. Del mismo modo, la calvicie masculina se retrasa ya con Rogaine,® y contra la aparición de arrugas se utiliza Retira–A;® acudiendo así a la Fuente de la Juventud farmacológica,

que al retrasar los signos de envejecimiento y la pérdida de atractivo se convierte en una forma de psicoterapia. Lo mismo puede decirse de cualquier droga que ayude a compensar alguna deficiencia neurológica productora de ansiedad, depresión, falta de amor propio o de seguridad en uno mismo. De hecho, el uso psiquiátrico de ansiolíticos, drogas antidepresivas y antiesquizofrénicas, 116,117,119 claramente más paliativas que verdaderamente terapéuticas –muletas químicas– puede justificarse del mismo modo, como si fuesen francamente terapériticas. El propranolol o Inderal® (Sumial®) es un medicamento hipotensivo, un llamado «–bloqueador», que bloquea los receptores (–adrenoreceptores) de adrenalina [Merck Index 12: 3656](o epinefrina) y norepinefrina (o nuradrenalina). Como la hormona adrenalina media nuestra «respuesta de lucha o huída» de emergencia, que eleva las pulsaciones del corazón y la presión sanguínea, al bloquear sus receptores en el sistema vascular se reduce la presión sanguínea [J. R. Cooper et alii, The Biochemical Basis of Neuropharrnacology].16 Dado que la adrenalina mediatiza el miedo, y que la ansiedad es una forma de miedo crónico, los –bloqueadores también sirven para calmar ansiedades como el miedo escénico, a falta de cualquier actividad sedante, y en vez de afectar a la destreza pueden servir para contrarrestar temblores acompañantes del miedo escénico, capaces de representar un serio problema para los músicos. En una encuesta sobre 2.122 asistentes a una Conferencia Internacional de Músicos Sinfónicos y de Opera, se descubrió que ¡el 279/0 empleaba [–bloqueadores; un 19% los empleaba a diario! Sin duda, no es posible que una cuarta parte de todos los músicos sinfónicos padezca hipertensión, pero de algún modo esa proporción persuade a sus médicos para que les receten drogas hipotensivas, que emplean para mejorar u optimizar sus realizaciones artísticas –como farmacopotenciadores [A. Loch–wood, «Medical problems of musicians» The Mrw England Journal of Medicine 120: 221–126, 1989]. Algunos atletas –en particular los golfistas profesionales– evidentemente emplean también estos –bloqueadores que, coleo en el caso de los tan populares estimulantes y esteroides, no se emplearían en el mundo deportivo 110,114 si no mejorasen claramente los rendimientos.

124 He citado antes un popular libro, actualmente en su séptima reimpresión, sobre nootrópic;os o «drogas listas»115 al cual ha seguido una continuación [W Dean etalii, Smart Drugs II, Health Freedom Publications, Menlo Park, CA, 1991]. Hace diecisiete años, un grueso

volumen sobre drogas y tecnologías «potenciadoras de la longevidad» se convirtió en un superventas [D. Pearson y S. Shaw, Life Extension: A Practical Scientific Approach, Warner Books, New York, 1982]. Recientemente se ha producido un gran aumento en la autoprescripción de suplementos hormonales, sin duda para retrasar el envejecimiento, particularmente vía la hormona pineal melatonina [Merck Index 12: 5857] y la hormona adrenal DesHidroEpiAndrosterona o DHEA [Merck Index 12: 7891]. Las publicaciones sobre nutrición y regímenes resultan demasiado numerosas para ser reseñadas aquí, y los complementos nutritivos y los llamados «alimentos integrales» se han convertido en una gran industria. Lo mismo puede decirse de la musculación y su pléyade de libros y revistas, equipo para ejercicios, fórmulas de musculación y esteroides. Buena parte de los comercios dedicados a «alimentos integrales» abastecen tanto a culturistas como a aficionados a suplementos. El comentario sobre el bricolage corporal (literalmente «reparación», provincia del sano factótum) proviene de un libro sobre droga y literatura: «Sin la metáfora paternalista como nexo de unión, uno se convierte en artesano del propio cuerpo, trapicheando, experimentando, creando partes nuevas o tratando la psique como un órgano, como un órgano enfermo. Uno se convierte en un bricoleur maníaco de su propio cuerpo». [A. Ronell, Crack Wars, Universiry of Nebraska Press, Lincoln, 1992]. Para una interesante discusión sobre «Sexo, drogas, tecnología y el cuerpo», que incluye «teleconsoladores» computerizados basados en tecnología erótica de realidad virtual, y formacopotenciaciones, legales e ilegales, véase el capítulo 15 del libro de D. Lenson, On Drugs,118 Para los comentarios de Thorean, vide Walden or, Life in the Woods, Capítulo 1, «Economy» [The New American Library, Inc., New York, 1960; pág. 25 (publicado originalmente en 1854)]. 125 La producción mundial de cafeína como café, té, cola y una miríada de estimulantes menores se estima en 100.000 toneladas o 100 millones de kg. Partiendo de dosis de 100 mg., correspon de a un billón de dosis por año. Dado que hay unos 5.000 millones de consumidores (el 50% de los más de 6.000 millones de habitantes del planeta), equivale a 200 dosis de cafeína por año para ocho de cada diez seres humanos [S.B. Karch, The Pathology of Drug Abuse, CRC Press, Boca Ratón, FL, 1993]. Al hilo de la «América anegada de drogas» la investigación del NiDA de 1988 consideró conservador el cálculo de que un 90% de la población mayor de 12 años (178/198

millones) era consumidora habitual de cafeína [A. Goldstein y H. Kalant, «Drug policy: Striking the right balance»].100

126 Para un examen sobre la bioética de las pruebas genéticas, vide W Allen y H. Ostrer, «Anticipating un fair uses of genetic information» [American joumal of Human Genetics 53:1621,1993]; para los aspectos legales, vide G. Cowley, «How the gene tests can affect your insurance» [Newsweek, 13 de enero de 1997, edición latinoamericana, págs. 48–50] y E. Marshall, «Clinton backs broad genetic safeguards» [Science 277: 308–309, 1997]. 127 Szasz ha expuesto con valor los aspectos politicos y éticos de la psiquiatría institucionalizada y la farmacracia en más de 20 libros. Los siguientes son representativos, y tienen relación con lo que antecede: The Myth of Mental Illness: Foundations of a Theory of Personal Conduct [Hoeber–Harper, New York,1961]; The Manufacture of Madness: A Comparative Study of the Inquisition and the Mental Health Movement;39 Ceremonial Chemistry: the Ritual Persecution of Drugs, Addicts, and Pushers;37 y Our Right to Drugs: The Case for a Free Market [Praeger, Westport, cl, 1992]; y también la antología Friedman or Szsaz on Liberty and Drugs: Essays on the Free Market and Prohibition (A.S. Trebach y K. B. Zeese (Eds.), The Drug Policy Foundation Press, Washington, Dc, 1992].

128 El libro de texto de Leavitt sobre drogas y adicciones, sorprendentemente imparcial, está en su tercera edición [Sage Publications, Thousand Oaks, CA, 1995], y ofrece una magnífica bibliografía de 87 páginas. Para las cifras sobre cigarrillos del mercado negro, que en algunos paises llegan a copar 2/3 del mercado, vide M. Gossop, Livingwith Drugs,96 y para el estudio de la prototípica guerra británica contra el tabaco, vide J. Goodman, Tobacco in History: The Cultures of Inpendence [Rourledge, Londres, 1993]. Para el informe sobre experimentos con nicotina inyectada por vía intravenosa, vide J.E. Henningfield et alii, «Abuse fiability and pharmacodynamic characteristics of intravenous and inhaled nicot -

inc» [journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics 234: 1– 12, 1985]. 129 Aparte de su probado potencial paliativo para esquizofrénicos, 93 la nicotina resultó ser una eficaz quimioterapia para la colitis ulcerosa [R.D. Pullan et alii, «Transdermal nicotine for active ulcerative colitis» The New England journal of Medicine 330: 811–3315, 1994], y posee actividad profiláctica tanto contra el parkinsonismo como contra la enfermedad de Alzheimer –además de valor terapéutico en los casos de síndrome de Tourette [M. Jarvik, «Beneficial effects of nicotine» British Journal of Addiction 86: 571–575,1991]. Para la nicotina como clave en el uso del tabaco en el chamanismo, vide j. Wilbert, «Does pharmacology corroborate the nicotine therapy and practices of South American shamanism?» [Journal of Ethnopharmacology 32(1–3): 179–186, 1991]32

130 Para el sagaz comentario de Russell, vide «Nicotine in take and its regulation by smokers» en WR. Martin et alii (Eds.), Tobacco Smoking and Nicotine. A Neurobiological Approach [Plenum Press, New York, 1987, 095. 25–50]. M. Jarvik, comentando la capacidad de la nicotina para –hacer que la gente se sienta bien... sin perjudicar la capacidad de pensar o de realizar actividades», apuntó: «si se lograse disociar esa propiedad de los efectos dañinos del tabaco, podría ser una droga ideal» [«Beneficial effects of nicotine»]. 129 Un científico británico empleado en una compañia tabaquera no se ahorró poesía al decir que «esta droga extraordinaria y benéfica no sólo ayuda al cuerpo a resistir las presiones externas, sino que además muestra un pronunciado efecto tranquilizador» [C. Ellis, documentos internos sustraídos y publicados en el New York Times del 16 de junio de 1994; vide D.M. Perrine, The Chemistry of Mind– Altering Drugs].85

131 Para una fascinante historia del tabaco, incluyendo datos sobre la cantidad de tabaco por cigarrillo y el advenimiento del cigarrillo industrial como modalidad predominante de dosificación del tabaco, vide Tobacco in History: The Cultures of Dependence, de J. Good-

man;128 y el incremento en el consumo que se produce como compensación para el uso de cigarrillos bajos en nicotina se discute en el libro de D.M. Perrine The Chemistry of Mind Altering Drugs] a, En Nicotine Replacement: A Critical Evaluation [Pharmaceutical Products Press, Binghatnton, NY, 1992], de O. F. Pomerleau y C. S. Pomerleau (Eds.), pueden encontrarse unos 13 artículos sobre posología de la nicotina.

132 Estos datos sobre farmacocinética de artefactos tradicionales y recientes para el consumo de nicotina se encuentran en: M.A.H. Russell, –Nicotine replacement: The role of blood nicotine levels, their rate of change, and nicotine tolerance,) [en O.F. y C.S. Pomerleau (Eds.), Nicoline Replacement; vide supra, págs. 63–94];131 y en N.L. Benowitz, «Toxicity of nicotine: Implications with regard to nicotine replacement therapy» [ibid.; págs. 187-217]131 La cita, incisiva y pertinente, proviene del artículo de Russell, pá9. 78

133 Mediante esta interesante técnica se encapsuló insulina [Merck Index 12: 5011] y testosterona [Merck Index 12: 9322] en partículas porosas de poli(ácido láctico–co–ácido glicólico) o PLGA (50:50), demasiado grandes (5–20 mcm.) para que pudiesen ser eliminadas fácilmente de los pulmones, y se dosificó a ratas como aerosol inhalado. Tras una sola dosis, y a pesar de tener una vida media de 11 minutos, se mantuvieron niveles altos de insulina en sangre durante 96 horas; 12–24 horas en el caso de la testosterona, cuya vida media sistémica es de 10–20 minutos [D.A. Edwards et alii «Large porous particles for pulmonary drug delivery» Science 276:1868–1874 1997]. Las partículas pueden formarse fácilmente al secarse con atomizador, y esta técnica sin duda podría producir la liberación prolongada sistémica, tanto de drogas de alto y bajo peso molecular, como de lípido e hidrosolubles.

134 Frente a lo que ocurre con la inmunización pasiva contra la cocaína – en la Nota 111 se mostró cómo la llamada «vacuna de la cocaína» es más de Procusto que profiláctica–hay esperanzas de lograr una

inmunización pasiva contra la tolerancia a la morfina y otros opiáceos, una «vacuna contra la tolerancia a opiáceos» que podría, de hecho, resultar una valiosa profilaxis para consumidores habituales de opiáceos, contra los efectos nocivos que produce la medicación cotidiana, como una aparición de tolerancia a la analgesia y a otras propiedades útiles de los opiáceos. Esa tolerancia puede llevar a un aumento continuado de la dosis, y a los problemas que ello conlleva. Como vimos en la nota 116, la hormona intestinal colecistoQuina (CCQ) funciona en el sistema nervioso como antagonista de la analgesia y, otros efectos de endopiáceos–como antagonista opiáceo endógeno análogo a la naloxona y naltrexona [vide supra, págs. 19 y 65]. Desde hace mucho tiempo se sabe que el antagonista de la CCQ proglumida o Promid® [Merck Index 12:7958] podría potenciar mucho la analgesia producida por morfina y otros endopiáceos, tanto en seres humanos como en roedores, y a la vez impedir o reducir la tolerancia opiácea inducida por su administración repetida [D.D. Price et alii «Potentiation of systemic morphine analgesia ¡n humans [sic] by proglumide, a cholecystokiniu antagonist» Azzestlresia and Analgesia 64: 801806, 1985; J. Lang et al¡i «proglumide prevents and currais acote tolerante co morphine in rats» Neuropharrnacology 23:715–718, 1984: L.R. Watkins et al¡¡, «Potentiation of opiate analgesia and apparent reversal of morphine tolerante by proglumide» Science 224: 395–396,1984 ibid. «Cholecystokinin antagonists selectively potentiate analgesia induced by endogenous opiates» Brain Research 327:181– 190, 1985] , Otros antagonistas de la CCQ, como el benzotripto, pueden igualmente potenciar los opiáceos y antagonizar la tolerancia a sus efectos, y se cree que las propiedades antianalgésicas de la CCQ son fundamentales para el desarrollo de tolerancia opiácea; en intentos de lograr homeostasis mediante administración repetida de opiáceos, los organismos vivos regulan al alza el sistema CCQ; aumentando la liberación de CCQ, el número y sensibilidad de los receptores, etc. [E.P. Wiertelak et alii, «Cholecystokinin antianalgesia: Safety cues abolish morphine analgesia» Science 256: 830–833, 1992]. Del mismo modo, se ha demostrado que los anticuerpos contra la CCQ potencian la analgesia morfinica en roedores [PI Faris, «Opiate antagonistic function of cholecystokinin in analgesia and energy balance systems» Annals of the New York Academy of Sciences 448: 437–447,1985 S. N. Suberg et alii, « Effect of anticholccystokinin antibody (AS) en morphine (110R) induced suppression of spir aI noccoltivc transmission»Society of Neuroscience Abstracts 11: 285,1985]. Dado que la CCQ es un péptido, es a la vez antigénica, y podrían producirse baratos anticuerpos monoclónicos anti–CCQ,121 haciendo así asequible una forrna de inmunización pasiva contra la tolerancia originada por la administración continuada de opiáceos,

que, además, potenciaría sus efectos más destacados. Tal «vacuna contra la tolerancia opiácea», en solitario o en combinación con antagonistas a la CCQ como la proglumida (que es eficaz por vía oral en los seres humanos, carece de toxicidad, es económica y, además, ha sido probada y comercializada en algunos paises como fármaco anti-úlcera), representaría un gran adelanto para enfermos de cáncer u otros que sufran dolor crónico, para personas hipersensibles al dolor y para individuos constitucionalmente anhedónicos que se automedican habitualmente con opiáceos. Al contar con claras ventajas de tipo económico y toxicológico (pues se partiría de dosis inferiores, cuyo incremento se obviaría o disminuiría en la misma proporción en que la tolerancia se aboliría o minimizaría), los fármacos anti–CCQ suministrados juntamente con la medicación opiácea reducirían substancialmente uno de los efectos secundarios más importantes y perjudiciales de los opiáceos, tomando así ese aspecto de su toxicidad. 135 Incluso quienes proponen fantasías románticas, sobre robots inteligentes que evolucionan, son concientes de la necesidad fundamental de que en éstos haya circuitos robóticos de recompensa/refuerzo, como motor motivacional para la imaginaria evolución de máquinas inteligentes. El experto robótico Hans Moravec apuntó: «El éxito o fracaso dependerá de programas separados que dirijan las acciones y generen señales internas de castigo y recompensa, confirmando así su carácter: qué prefiere hacer y qué prefiere no hacer» [C. Platt, Super humanism» iWred 3.10: 144–149, 202, 204, 201, 208; 1995], No perdamos el tiempo con ensoñaciones libres de drogas ligadas al dominium alto tecnológico... Hasta los robots realmente requieren recompensas... drogas para los droides. 136 Para las observaciones de Escohotado, vide Historia general de las drogas, Vol. II [Págs. 219-220]56 C. Holden ha descrito la estimulación cerebral como tratamiento para el parkinsonismo: «Shock therapy for Parkinson's pacients» [Science 276:1651, 1997]. Para las observaciones de de Ropp sobre «un nuevo tipo de pecado», vide Drugs and the Mind [Sc. Martin's Press, New York, 1957].

137

Tracé los perfiles de esta Inquisición Farmacrática en The Age of Entheogen, the Pharmacratic Inquisition, The Entheogenic Reformation, en mi libro The Age of Entheogens The Angels Dictionary,10 y me acerqué por primera vez a esta materia en el Proemio a Pharmacotheon: Entheogenic Drugs, Their Plant Sources and History. 33 Fueron precursores importantes el libro de Thomas S. Szasz Ceremonial Chemistry: The Rizual Persecution of Drugs, Addicts, and Pushers 37 y el de Antonio Escohotado, Historia general de las drogas.56 Para el trabajo de G. Reichel–Dolmatoff entre los indios tukano y su encantadora mitología de Pamurf Gahslru o Anaconda–Canoa yAhpikondiá, nuestro desventurado río lácteo, víde Arnazonian Cosmos: The Séxual and Religious Symbolism of the Tukano Indians [The University of Chicago Press,1971]; The Shaman and the jaguar: A Study of Narcotic Drugs Among the Indians of Colombia [Témple University Press, Philadelphia, A, 1975]; Beyond the Milky Way. Hallucinatory Imagery of the Tukano Indians; The Forest Within: The World View of theTukano Amazonian Indians [Themis Books, Tornes, Devon, 1996]; y Yunzpara. Studies of an Amazonian Foundation Myth [Harvard University Press, Cambridge, hra, 1996]. Estos dos últimos libros de Reichel–Dolmatoff se publicaron póstumamente.

INDICE ANALÍTICO

Recientemente el gobierno instituyó un programa anti–narcótico, y sus biólogos se creen progresista. Sería difícil explicarles que su programa tiene la misma relación a los problemas humanos que tiene el cartero a gobierno mundial. Además, fisiólogos oficiales activamente estudian posibilidades de ayudar con drogas a alpinistas a altitudes extremas, mientras no estudian en lo más mínimo la posibilidad de realzar nuestras funciones formales y estéticas. Gottfried Benn Provoziertes Leben [1941] abedules [Betula spp.] absenta [A. absinthium]

absintol [tujona de absinthe]– abstemios [del alcohol]– abstinencia, síndrome de a drogas abuso de drogas [sic]– acetaldehido, metabolita de alcohol– acetilcolina, neurotransmisor.– ácido acético, metabolita de alcohol– ácido clorxídrico [HCL], gástrico– ácido iboténico [de Amanita muscaria]– ácido lisérgico, amida de [ergina]– ácido lisérgico–N–hidroxictilamida– acupuntura, endopiáceos y– Adán, «primer hombre» [sic] bíblico– Ad–Din, A., qat pionero militar– Adenina / adenosina– adicción– adivinación, técnica diagnóstica– ADN [Ácido DesoxiriboNucléico]– adormidera, semillas, y droga–orinálisis– adrenalina [o epinefrina]– –adrenoreceptores [de adrenalina]– afflatus divino– ágape [fiesta de amor comunal]– Agaricus spp., hongos comestibles– Agave spp., fuente de pulque– agua [no] elemento Agua de la Vida, enteógeno primal– Agustín, santo católico– ahnishinaubeg [ojibway], indios– Ahpikondiá, río de leche– aire [ær] como elemento primal– ajenjo [Artemisia absinthium]– Alander, O.R., botánico sueco– Alarico, rey godo rapaz– Albigenses [Cátaros, cathari]– alcaloides– alcohol– alcohol etílico, etanol– alcoholismo– Alejandro III, [¿?–1181] Papa de Cruzada– aleloquímica / alomonas–N(6)–alíl–LSD [ALLYLAD]– alimentos– al–kohl [trisulfuro de antimonio, Sb2S3]– Allegro, J.M., lingüista británico–

alojas, libaciones de miel fermentada– alquitrán del humo de tabaco– alucinaciones, visiones y– alucinógenos [sic]– Alzheimer, enfermedad de, nicotina y– Amanita caesarea, hongo comestible– Amanita Muscaria– Amanita pantherina [tengu–take]– Amazónas de los Eones– Amazon[ia]– ambrosía [amrta]– América libre de drogas [sic]– American chemical society [ACS]– aminoácido– ampacao [Amanita muscaria igorot]– amrta– anabasina, el alcaloide de tabaco– Anaconda–Canoa–Anadenanthera colubrina / A. peregrina– analgésicos [o estimulantes]– analgésicos– Ananda / ananda [beatitud sánscrital– anandamida– anatomía humana y botánica– Anaxímenes de Mileto– Andes, los indios de– anestésicos generales– anestésicos locales [cocaína como]– anfetaminas– Anhalonidin /Anhalonin– Anhalonium lewinii /A. williamsii– anhedonia [sic]– anhelo, supresores de anhelo anodinos [drogas analgésicas]– anorexia nervosa– Antabus® [disulfiramo]– Anthesteria, festival dionisíaco– antiadicción, agentes de– antiasmáticos, agentes– anticonvulsivos, agentes– antidepresivos– antidrogas «medicinales»– antiembriagantes–antiesquizofrénicos– antimitridatismo de la marihuana– ansiedad– ansiogenicos–

ansiolíticos– Apolo, dios solar griego– araquidoniletanolamida [anandamida]– Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, Árbol de la Vida bíblico– Árbol de la Vida– Árbol del Mundo [o Árbol de la Vida]– archæus, fuerza vital según Paracelsus– arche, elemento de Tales de Mileto– área basal del lóbulo frontal cerebral– Areca catechu [betel] /arecolina– Ariadna, hilo laberíntico de– arios [indo–]– Arístides el Retor, orador griego– aromaterapia, supuest. psicoactiva– Arquímedes, filósofo griego– ars moriendi [arte arcaica de morir]– Artaud, A., dramaturgo francés– arte / artistas– arte rupestre [arcaica]– Artemisia absinthium [absenta]– artificial, definido por Dicc. de RAE– Aschenbrandt, T., médico alemán– Asclepio [Æsculapius], dios sanador– astrología, método de adivinación astral– atletismo– Atropa belladonna [belladona]– Aurorix® [moclobemida IMAO/IRMA]– autismo, defecto congénito– automedicación–automedicación, hipótesis de– aversión a droga– Avesta de Zoroastro– Avicena [ibn Sina, A.A. al–H.]– `awa [pócima de kava hawaiana]– ayahuasca– ayahuasca, iglesias de [UDV, Daime]– ayunar– bacanales / bacantes– Baco / Baccha [de Eurípides]– bacteria de fermentación– balas mágicas, adicción– Balzac, Honoré de, escritor francés– Banisteria caapi [liana de ayahuasca]– Banisteriopsis caapi [liana, ayahuasca]– barbitúricos, sedantes prototípicos–

Barnard, M., filóloga usana– Baudelaire, C., poeta francés– beleño [Hyoscyamus niger L., henbane]– Belzebú [bíblico dios–mosca ecronita] Bema, festival maniqueo de– Benn, G., médico / escritor alemán– Berttley, K.W / los compuestos Betuley–benzodiacepinas– benzotripto [antagonista de CCQ]– Beringer, K.[1893–1949],farm. alemán– betel [Areca catechu masticatorio]– Betula nana [abedul enano siber.]– Biblia, escrito judeo/cristiano Bibra, E.F. von– Bigwood, J.E., enteobotánico inglés–99 Blake,W– boletos [latín para Amanita]– bolond gomba [hongo de arlequin]– Bosch, H., artista flametlco bricolage corporal, «trapicheando,– Briggs, J. R., médico usano– Brough, J., vedista británico– Brugmansia sanguinea, B. spp. Buda / budismo– bufotenina [5–hidroxi–DMT]– huir¡ [religión fang de ¡boga]– –bungarotoxina / Bungarus multicinctus–154 buprenorfina, HCL [Témgesic®]– Burroughs, W S., autor usano– Burton, R.E, erudito británico– Buspar® / buspirona, HCL / Narol®– caapi [Banisteriopsis caapi, ayahuasca]– Caapi Woman [Gahpí Mahsó]– cabras, descubridores de drogas– cacáhuatl [poción de T cacao]– cacao [habas de Theobroma cacao]– café [Coffea spp.]– cafeína– calcio [ca++]– calvinismo farmacológico– Camporesi, P., historiador italiano– campo unificado, teoría [Wasson]– canales iónicos– cáncer– cannabidiol [Cannabis terpenoide]–

cannabinoide, neuroreceptores– cannabinoides [cáñamo terpenoides]– Cannabis spp.– cáñamo [Cannabis sativa L. fibrosa]– carbohidratos– –carbolinas [ansiogénicas y IMAO]– carbono [c] dióxido de carbono [CO 2]– caribú como descubridores de drogas– carisoprodol [Soma® de Wallace Labs.]– casomorfinas [exorfinas de cafeína]– cassava [mandioca, Manihot esculenta]– Castañeda, C., novelista peruano– Cátaros [cathari, Albigenses]– Catha edulis [hoja estimulante qat]– catinona [anfetamina de qat]– catolicismo romano– cebil [rapé de Anadenanthera colubrina]– Celsus, A.C. [autor de De Medicina]– cervezas– CiaNuro de Hidrógeno [HCN] y koribó– cigarrillos– cirugía cosmética– citisina [alcaloide tóxico cíe Sophora]– citocrome P450IID6, enzima– Claviceps paspali [cornezuelo]– Claviceps purpurea [cornezuelo]– clorina [CL-] neuroquímico de– cloroformo [CHCL3 anestésico]– clorpromacina, HCL [Tharazine®]– Clozaril® [clozapina, benzodiacepina]– coca [Erythroxylum spp.]– Coca–Cola® [«gaseoso» de coca y cola]– cocaína [alcaloide de coca]– cocaína, «vacuna» contra [sic]– cocoa [polvo de Theobroma cacao]– Cocteau, J., poeta opioísta francés– cocteles [libaciones]– codeína– Coffea arabica [estimulante, el café]– cola [Cola nitida, estimulante, cafeína]– colecistoQuina [hormona CCQ]– colérico, humor/temperamento– Coleridge, ST, poeta inglés– colinérgicos, receptores–

colirios enteogénicos– Comité Olímpico Internacional– Committee on Drug Addiction, US– complexión [humores cardinales]– comunión sagrada– cond. Buscadora de droga– cond. buscadora de novedades– conservación del humor [sic]– contrarreforma católica– Cooke, M.C., mic. inglés– Copernicus, N., astrónomo danés– coprina [ciclopropanona de Coprinus]– Coprinus atramentarius [hongo]– Coramine® [ácido nicotinico dietilamida]– cornezuelo [Claviceps purpurea]– corto, alelo [C], serotonina tr.– Cosmic [o World] Tree, Axis Mundi– crack [base–libre cruda de] cocaína– crecimiento humano, Horm. [hCH]– crisina [5,7–dihidroxi–flavona]– Cristo / cristianismo– cuerpo estriado, región cerebral– CXBX, ratones «noqueados»– chamanismo– Chaucer, G., poeta inglés– chauvinismo farmacológico– chocolate [Theobroma cacao]– Chronos, dios temporal griego– chukotka, pueblo siberiano– chunlash, indios de norteamérica– Darwin, C., evolucionista inglés– Datura spp. [Solanacea visionarias]– Davy, H., químico inglés– dawamesk [confite de Cannabis]– debrisoquina, sulfato de [Tendor®]– Degas, E. [1834–1917], artista francés– Delfos, oráculo de Apolo en– delirantes [mal nombre, enteógenos]– delirium tremens alcohólicos– delusiones / delusionógenos– Delysid® [tartrato de LSD de Sandoz]– dementia pracox [esquizofrenia]– Demerol® [meperidina, HCL opiáceo)– Démeter, deidad agrícola griega–

DeNoble, V, farmacólogo usano– dependencia [o habituación a droga]– dependencia física a drogas– dependencia psicológica a drogas– depresión– depresivos [o sedantes]– De Quincey, T. desana, indios de Amazonia–DesHidroEpiAndrosterona [DHEA]– deshidrogenása, etanol–deshidrogenasa de aldehido, enzima– destilación, tecnología de– Dexatrim® [fenilpropanolamina, HCL]–dextroanfetamina [danfetamina]– diabetes mellitus [deficiencia insulínica]– Diamorphine® [heroína, HCL]– diazepam / desmetildiazepam–Dietilamida del Acido Lisérgico [LSD]– dietilamida, ác. nicotínico [Coramine®]– 3,4-dihidroxifenil–L–alanina [DOPA]– Dilaudid® [hidromorfinona, HCL]– dinorfinas A y B [–endopiáceos]– Dioniso, dios griego– Dioscórides, Pedanius– disforiantes [o aversivos]– disulfiramo [Antabus®]– DMT [N,N–DiMetilTrlptamina]– Doctrina de las Signaturas, Paracelsus– dogrib, indios de norteamérica– Dolophine® [metadona, HCL]– dolor– L–Dora [3,4–Dihidroxifenil–L–Alanina]– dopamina– dopamina / DRD2 receptores de dopamina, dopamina, transp.– Dowson, E.C. [1867–1900], poeta inglés– drogas– drogas tontas [o estúpidas]– drogas visionarias– Eclipse® [cigarrillo «casi sin humo»]– ectomórfico [somatotipo de Sheldon]– Edad de los Enteógenos– Edad Media, de oscurantismo– Edén, paraíso artificial bíblico– eficacia eufórica, de embriagantes– egipcios arcaicos– elementos fundamentales–

Elementos sagrados– Eliade, M., historiador–elimoclavina [alcaloide del cornezuelo]– Ellis, H., psicólogo británico– Emboden, Jr., WA., botánico usano– embriagantes– embriagantes chamánicos– embriaguez farmacológica– Empédocles de Acragas– encefalinas, Leu, y Mer'– Endabuse® [ibogaína, HcL]– endomórfico [somarotipo de Shcldon]– endopiáceos– endorfinas / –endorfina– enemas, clísteres visionarios– enfisema, enfermedad de fumadores– enteobotánica– enteógenos– enteognosia [enteobotánica]– entretenimiento y embriagantes– Ephedra spp. 1 efedrina– epoptai, visionarios eleusinos– Erasmus, D., «humanista» holandés– ergina [amida de ácido lisérgico]– ergonovina [propanolamida ác. Lisé.– EritroPoietina [EPO, hormona] Eros, deidad griega del erotismo– Erythroxylum coca [coca, pl. de cocaína]– Erythroxylum novogranatense [coca]– Escohotado, A. [filós. español]– escopolamina [Solanacea ale.]– espiritualidad– esquizofrénicos– esteroides– estimulantes– Estrada, Á., etnógrafo mejicano– estramonio [Brugmansia sanguínea]– estructura–actividad–relación, estudios de– etanol– éter [CH3CH2OCH2CH3]– éter dietilico, anestésico general– etnofarmacognosia– N(6)–etil–LSD [EHLAD]– etorfina, HCL [M–99 opiáceo]– eudemonismo, eudaimonia– euforia– eufóricos–

eugenesia, política racista nazi– Euphorica [eufóricos de Lewin]– Eurípides, [ca. 480–400] dramaturgo– Eva, «primera mujer„ [sic] bíblica– evolución– Excitantia [estimulantes de Lewin]– exorfinas [casomorfinas]– explosivos nucleares [o humanicidas]– éxtasis– Éxtasis [MDMA, HCL, empatógeno]– extensión vital, tecnologías para– extrovertidos, drogas y– Eysenck, H., Psicólogo– Ezequiel, profeta bíblico– farmacia celestial baudelairiana–farmacogenética– farmacohedonología– Farmacología cosmética– farmacoódio [o prohibición de drogas]– farmacoparaísos– farmacopatología– farmacopotenciación [vida provocada]– farmacotimia [habituación a drogas]– farmacracia [dictadura de drogas]– Fastin® [fentermina, HCL, anoréxico]– Fatiga como droga y drogas contra– Favor® [cigarrillo «sin humo»]– fe ciega, creencias religiosas– Félice, P. de, historiador –fen[il]etilaminas– fenfluramina, HCL [Pondinil® artoréx.]– fenilpropanolamina, HCL [Dexatrim®]– fenobarbital [Luminal®/ Dormileno]– fenotipos conductuales– fentanil, citrato [Sublimaze ® opiác.]– fentermina, HCL [Fast¡n® anoréxico]– Fericgla, J.M., etnógrafo catalán– fermentación alcohólica– Fermi, E., físico nuclear italiano– feromonas, clase aleloquímica– filosofía / filósofos– Finnegans Wake [novela de J. Joyce]– Firdousi, poeta persa del Shanahmeh– fitoquímica flagelación, senda a paraíso artificial– Flaubert, G., escritor francés–

flavonoides [Flypericum IMAO]– Fleischl–Marxow, E. von, y S. Freud– flemático, humor/temperamento– Fliegenpilz [Amanita muscaria]– fluoxetina, HCL [Prozac® IRS]– Food and Drug Administration [FDA]– fosfenos [visiones entópticas]– fósforo, coca como fuente de– frenología [ersatz «ciencia mental»]– Freud, S., pionero psicoanalítico– Frobenius, J., editor protestante suizo– fuego, elemento de Heráclito– Fuente de la Juventud farmacéutica fumar, las drogas y– fumatorios [materia fumable]– Furst, P.T, etnógrafo usano– GABA [Ác. –AninoButírico]– GABAA neuroreceptor, subtipo– Gahpí Mahsó [Caapi Woman tukana]– galenismo / galénico– Galeno de Pérgamo– Ganga Yamuna River [río Ganges]– Gauguin, f. [1848–1903], art. holandés– Gautier. T, esc. francés– Gilgamesh, Epopeya babilónica de– ginebra [licor destilado de juniperus]– glechon [kykeon Mentha pulegium]– –globulinas [inmunoestimulantes]– Goethe, J.W. von [1749–1832], poeta– Grial, Santo, enteógenos y– Grof, S., LSD–psicoterapeuta– guaraná [Paullinia cupana estimulante]– guerra a las drogas, prototipos– habituación– habitués de droga– Hachichins, Le Club des– Hahnemann, C.F.S., homeópato– Halifax, J., etnógrafa usana– hambre, dolor y anodinos alimenticios– haoma, soma de la Avesta– harmina [ayahuasca, harmel alcaloide]– Harrison Narcotic Act de 1914, US– Hartwich, C., farmacéutico alemán– hashish–

Hayley, W, poeta cojo inglés– hedonismo / hedonología– hedonofarmacología, ciencia del placer–, Heffter, A., quím. alero.– Heffter, Técnica de, psiconáutico– Heim, R. [1900–1979], micól. francés– Hennings, P.E., botánico alemán– hepatitis, uso i.v. de drogas y– Heráclito de Éfeso– heroína, HCL [Diamorphine®]– hidrocodinona, bitartrato [Dicodid ®]– Hidrógeno [H2], elemento de agua– hidromorfinona, HCL [Dilaudid®]– hidroxi–dietiltriptamina [CZ–74]– Hierba de Inmortalidad [enteógeno]– híkuri [cacto péyotl huichol]– hinduísmo, paraíso artificial– hiosciamina [alcaloide de Solanacea]– hiperactividad, síndrome de– hiperbóreos y la Amanita Muscaria– hipérico [Hypercum perforatum]– hiperserotonínico, el carácter– Hipócrates de Cos, «humorista»– hipoendopiáceo, el temperamento– Hofmann, A., químico suizo, desc. de LSD– Holmes, OW, jurista usano– Holmstedt, B., químico sueco– Hombre Marlboro, imagen machista– homeopatía de (U.S. Halmernann– Hom Yasht [himnos Avesta de haoma]– hongos– Horowitz, M., escritor usano– Hostia [sacramento católico]– Houston, J., psicóloga usana– Hsiao–ch´un [«hongo de risa» chino]–135 Huautla de Jiménez, Oaxaca, México– Hugo, V.M., escritor francés– humanicidas [explosivos nucleares]– humores cardinales– Humores Hipocráticos– Humulus lupuius [lúpulo de cervezas]– Huxley, A., escritor inglés– Hygieia, semidiosa griega sanadora– Hyoscyamus spp. [beleño, henbane]–

Hypericurn perforaturn L. [hipérico]– Hypnotica [hipnóticos de Lewin]– ibn–Sina, A.A. al–H. [Avicena]– ¡boga [raíz de Tabernanthe ¡boga]– ibogaína [alcaloide de T. ¡boga]– ¡caro [ayahuasva melodías sanadoras]– ideal artificial de Baudelaire– idiosincrasia– igorot, pueblo de las Filipinas– iluminación espiritual– imipramina, HCL [Tofranil®]– impresionistas, artistas del siglo XIX– incubación, rito sanatorio de Asclepio– Inderal® [propranolol HCL/ Sumial®]– individualidad bioquímica– Inebriantia [anestésicos de Lewin]– ingeniería psicofarmacológica– Inhibidor, Recapt. de serotonina– Inhibidor de vínculo Diacepínico [IVD]– inhibidores, MAO [IMAO]– inmunodepresivos, drogas como– inmunoestimulantes, drogas como– Inocencio [sic] III, Papa rapaz– Inquisición Farmacrática– insulina, hormona hipoglicernica– intoxicación– introvertidos, drogas y– inyección de droga– ipadú [polvo amazónico de coca]– Ipomea violacea [enteógeno tlitliltzin]– iproniazida, fosfato de [Marsilid®]– Isaías, profeta israelita bíblico– Islam, paraíso artificial musulmán– israelitas [o hebreos] – Jacob III, P., químico usano– Jarry, A. [1873–1906], dramatur. Francés– Jehová, dios bíblico duplícito– Johnson, B., corredor canadiense– Johnton, J.F., quím. escocés– Jones, J., opiólogo británico– Jordan, Biblical River of Milk– Joyce, ]. [1882–1941], esc. irlandés– judaísmo, religión israelita [o hebrea]– judeocristianismo, religión– juego, adicción a [o ludopatíaJ–

Jünger, E., psiconauta alemán– Juramento Hipocrático de los médicos– kahunas [chamanes hawaianos]– kairomonas, clase aleloquímica– kakuljá hurakan [Amanita muscaria]– Kaplan, R.W., etnógrafo usano– katzenjammers [o resacas]– kava [Piper methysticum]– kavaína [kava–lactona o kava–pirona]– Keewaydinoquay, chamán ojibway– Kennedy, J.F. [1917–1963], Presidente– khanty [ostiácos], pueblo de Siberia– Khantzian, E.J., psiquiatra usano– Koop, C.E., Cirujano General usano– koriácos, de Kamchatka, Siberia – koribó–nafuni [rapé de Tanacium]– Kraepelin, E., psiqui. alemán– Kramer, P.D., psiquiatra usano– krateres, vasos para pócima eleusina– kykeon, enteógeno eleusino– La Barre, W, etnógr. usano– lactasa gástrica/lactosa [azúcar de leche]– Lago de Leche, enteógeno siberiano– Largo, alelo [L] serotonina trans.– láudano– Leavitt, F., drogabusólogo usano– lenitivas [o paliativas]– Lenson, D., farmacógrafo usano– letheon [éter dietllico como anestésico]– levaduras de fermentación– Lewin, L., quím. alemán– Lewis, C., corredor olímpico usano– licores alcohólicos– Life Magazine usana– Lindner, P., microbiólogo alemán– ling chih [hongo Ganoderma lueidum]– lingüística– Linnxus [Carl von Linné], botánico– N–linoleoiletanolamina [de T cacao]– [b–lipotropina, hormona pituitaria– Litio [LI+] / carbonato de litio– Logos, de Heráclito de Éfeso– London, J., escritor usano– Lophophora diffusa [péyotl aliado] –

Lophophora williamsii [péyotl]– Lophophorin [péyotl alcaloide]– LSD–25 [Ác. Lisérgico, Dietilamida]– Ludlow, F.H., hachichin– Luftwaffe, fuerza aérea alemana nazi– Luminal® [fenobarbital, Dormileno®]– llamas, descubridores de drogas– rnadjound / majoon, Cannabis cónfite– maguey [Agave spp. para pulque/actli]– maltasa gástrica, idiosincrasia en– rnandrágora [Mandragora oficinarum]– Mandragora oficinarum [mandrágora]– Manet, É. [1832–1883], artista francés– Mani, profeta persa– maniqueísmo, religión de Mani– Manson, C., asesino cúltico usano– mantram, senda a paraíso artificial– MAOA / MAOB [enzimas]–Mardersteig, G., impresor italiano– marihuana [Cannabis spp.]– Marinol® [THC farmacéutico]– Marsilid® [iproniacida, fosfato de]– Martín de Valencia, fraile franciscano– Masterpiece Tobac® [chicle/tabaco]– Masters, R.E.L., médico usano– masturbación, pecado de autoabuso– matamoscas [A. muscaria]– Materia Medica de P. Dioscérides– mazatecos, indios mesoamericanos– MDMA, HCL [Éxtasis, Adam, XTC]– Medea, deidad griega de hechicería– medicina moksha [enteógeno de Huxleyj– medicinas patentadas, opiáceos y– meditación, paraíso artificial– melancólico, humor/temperam.– melatonina, hormona «reloj» pineal– ménades [o bacantes de Dioniso]– mensajero, ARN [Ácido RiboNucléico]– Meperidina, HCL [Demerol® opiáceo]– meprobamato [Miltown® sedante]– mescal [mal nombre de péyotl]– mescal, botones [mal nombre de péyotl]– mescalina [alcaloide de péyotl]– Mescalito [sic], ficción de Castañeda– mesolímbico, dopamina y–

mesolímbico, sistema del cerebro– mesomórfico [somatotipo de Sheldon]– metadona, HCL [opiáceo Dolaphine]– metanfetamina, HCL [Pervitin ®]– metilcatinona, HCL [estim. artificial cat]– metilfenidato, HCL [Ritalin®]– –metil–fentanil [«China White»j– 2–metil–nicotina [análogo de nicotina]– 4–metil–nicotina [análogo de nicotina]– metisticina [kava–lactona o pirona]– mexcálmetl / mezcál [de Agave spp.]– Mezcalin [mescalina de péyotl]– Michaux, H. [1899–1984], poeta fr.– mijoulo folho [hongo loco francés]– miltirona [Salvia miltiorrhiza quinona]– Milton, J., poeta paradisíaco inglés– Miltown® [meprobamato sedante]– minoxidil [Rogaine® anticalvicie]– rniskwedo [Amanita muscaria ojibway]– Mississippi River de norteamérica– Misterios arcaicos– Misterios eleusinos– misticismo– Mitchell, SW, médico usano– Moclobemida [IMAO/IRMA Aurorix ®]– MonoAmino oxidasa [MAO]– monoteísmo del Oriente Próximo – Moravec, H., experto «robótico» usano– Morcau, J. .J., psiquiatra francés– Morfeo, dios soñoliento griego– morfina– morfina, metiléter de [codeína]– Morgan, EP, médico usano– Mortimer, WG., médico usano– Morton, WTG., dentista de letheon– moscas [de posesión «demónica»]– MPPP / MPTP / MPP + [opioide y toxina]– mukhomor [A. muscaria rusa]– Mimo, H., etnógrafo usano– muscale, botones [péyotl mal nombre]– muscimol [Amanita muscaria alcal.]– Mushrooms Rusia & History– música y músicos– Musset,A. de [1810–1857], escritor fr.–

mystai, neófitos eleusinos– mysterium sempíternum– naloxona, HCL [antagonista opiácea (narcótica) Narcan®]– naltrexona, HCL [ReVia®]– Narcan® [naloxona, HCL [ Naloxone®]– Narcóticos– narcóticos [o opiáceos], antagonistas de– Narrenschwamm [hongo de arlequín]– National institute on Drug Abuse– Native American [péyotl] Church– natural, definido por Diccionario RAE– nazis [partido alemán NSDAP]– néctar [de inmortalidad y tóxico]– Neogea [o Nuevo Mundo]– Nepeta catarla L. [hierba gatera]– nepetalactonas [de .Nepeta catarla L.]– Nerval, C. de [1808–18S5], escritor fr– neuroadaptación a las drogas– neurofarmacología– neurohumores [neurotransmisores]– neurolépticos / Neuroleptica– neuronas– neuroreceptores– neuroquímica– «neuroticismo» y la ansiedad– neurotransmisores– neurotransmisores, transportadores de– Nezahualcóyotl, Acolmiztli, poeta– niacina [ácido nicotínico, vitamina B6]– Nichols, D.E., químico usano– Nicoderm® [parche dérmico de nicotina]– Nicorette® [chicle de nicotina]– Nicotiana tabacum [planta del tabaco]– nicotina– nicotina, chicle de [Nicorerte ®]– nicotina, parches de [Nicoderm®]– nicotina, solución intranasal de– nicotina, sustitución de– nicotínicos, los neuroreceptores– Nicotrol® [nebulizador de nicotina]– Nietzsche, F.W, filósofo alemán– nirvana, paraíso meditativo– Nitrógeno [N2], elemento del aire– nootrópicos [o drogas listas]–

Nootropil® [piracetam, Genogr¡s®]– norepinefrina– nornicotina, el alcaloide del tabaco– nostrum numinosa medicinal– núcleo accumbens– nutrición– Nyí, Rock of, de la Amazonia– obesidad, adicción alimenticia– octli [vino de Agave mesoamer., pulque]–121 Odín, dios chamánico nórdico– oinoi [vinos griegos fortificados]– ojibway [ahnishinaubeg], indios– ojos desincorporados, glifos visionarios– N–oleoiletanolamina [de T. cacao]– ololiuhqui [seco. De T. corymbosa]– opiáceos, [neuro] receptores– opiáceos / opioides– opio [de Papaver somniférum]– oración, senda a paraíso artificial– oráculos adivinatorios– orinálisis, pruebas de drogas– ostiácos [khanty], pueblo de Siberia– Othrörir [amrta nórdica, ambrosía]– Otro mundo, fe ciega en– óxido nitroso [N2O], anestésico– oxígeno [O 2], elemento del aire– Paleogea [o el Mundo Viejo]– paliativos [lenitivos]– Palmer, C., escritora usana– Parreurí–Gahsíru [Anaconda–Canoa]– Panacea, semidiosa griega sanadora– Pangea/éica [Tierra]– panx [Amanita muscaria siberiana]– Papaver somniferum L. [adormidera]– Paracelsus, químico suizo– paraísos– paraísos artificiales– paraísos estéticos, naturales– paraísos naturales– paranoia inducida por la cocaína– paricá [Anadenanthera peregrina rapé]– Parke, Davis & Co., farmacéutica– parkinsonismo– Parnassos, Axis Mundi délfico–

parsimonia farmacológica– Paspalum distichum, hierba silvestre– Passiflora arrulea [fitosedante]– Pasteur, L. [1822–1895], químico fr.— Paullinia cupana [estimul. guaraná]– pecado, placer como [sic]– Peganum harmala [planta de harmel]– Pellotin [alcaloide de Péyotl]– Penélope [personaje homérico, Odisea]– Penteo [personaje, Eurípides, Baccha]– pepsina gástrica, idiosincrasia en– péptidos neuroquím.– persas [indoarios]– Pervitin® [metanfetamina, HCL]– pesquizas de cavidades corporales– péyotl [Lophophora williamsii]– Phantastica [de Lewin]– pharmacophilia– pharmacotheon– Picasso, P. [1881–1973], artista español– Pichois, C., editor de Baudelaire– Piedra Elixir [o «Filosofal»]– Piedra Filosofal [o «Elixir»]– Pimodan, Hotel de París– pindolol [Visken®] y los enteógenos– Piper methyscum [kava, ´awa]– piracetam [«droga lista» Nootropil®]– Pira–paraná River, río de la Amazonia– placebo, sacramentos [inactivos)– placebo, sustituto de droga– placer– placer, centros neurales de– placer, drogas de– placeres más puros– plantas–espíritu / –maestra– Platón [427–347], Fílósofo griego– Plutarco [46–120], escritor griego Poe, E.A., poeta usano morboso– poesía– poliabuso [sic] de las sustancias– polimorfrsmos genéticos– Pollin, W, ex–director del NIDA usano– Ponce de León, J., conquistador español– Pondinil® [fenfluramina, HCL anorex.]–

Popol Vuh [texto maya quiché]– Porta, G.B. Della, erudito italiano– posología psiconáutica potasio [K+] en café y en las neuronas– Pozo de Mimir de Odín– Praxágoras de Cos y los humores– Prentiss, DW., médico usano– profecía, psicopatología [sic] de– prohibición de la droga– Promid® [proglumida anti–úlcera]– Propensos a Ataques Abstinenciales [PAA], ratones– propranolol, HCL [Inderal® /Sumial®]– protestantismo, Reforma cristiana Prousr, M. [1871–1922], autor francés– Proyecto Genoma Humano– Prozac® [IRS fluoxetina ect]– pruebas genéticas, bioética de– Pseudomonas lindneri, pulque bacteria– psicodislépticos [enteógenos (tic)]– psicofarmacia, ciencia celestial de– psicofarmacología– psicofarmacología cosmética– psiconiétricas, pruebas– psiconautas– psiconáuticos, bioensayos– psicopatología– psicopompos– psicoterapia– psicotomiméticos [sic]– psilocibina– psilocina [enteógeno 4–OH–DMT]– Psilocybe caerulescens Mur. [teonanácatl]– Psilocybe mexicana Heim [ teonanácatl]– psiquedélico [psicodélico]– psyche o alma, griego arcaico– Psychotria viridis [ayahuasca DMT–hoja]– Puharich, A., médico usano– pulque [vino de Agave, octli]– Puranas, leyendas hindúes de la India– puritanismo farmacológico– putka / putika [hongo] y la soma védica– qat [Catha edulis]–

quiché, indios mayas de centroamérica–135 quintaesencia, miscelánea– Ramakrislina, santo de la India rapés, drogas y– Rätsch, C., psiconauta alemán– Rauvola serpentina [snakeroot]– reactor nuclear, «pila atómica„ de Fermi– receptores, neuro– recompensa, el circuito de– recompensa de drogas– recompensa, síndrome deficitario de– Reforma Enteogénica– Reforma protestante– refreno negativo [o aversión]– refuerzo positivo– Reichel–Dolmatoff, G. [1912–1994]– religiones– religiones artificiales– religiones naturales [extáticas]– Renacimiento, Paracelsus como heraldo– renos, descub. de drogas– Repke, D.B., químico usano– resacas [o katzenjammers]– reserpina [prototipo tranquilizadorl– Resistentes a Ataques Abstinenciales [RAA], ratones– Retin–A® ác. retinóico [vit. A–ácido]– retraso mental– ReVia® [naltrexona, HCL]– Reynolds, R.J., tabaquera usana– RgVeda, epopeya indoario–Rimbaud, A. [1854–1891], poeta francés– Ritalin® [metilfenidato, HCL]– River of Milk [Ahpikondiá amazónico]– Rogaine® [minoxidil anticalvicie]– Romano, Imperio– Ropp, R.S. de, farmacólogo usano– Rouhier, A., péyotlista francés– Rock, C.A.P., filólogo usano– Russell, A.H., experto en tabaco– Saar, M., mitólogo estonio– Sabina, M., chamana mazateca– sacramentos– salené huby [«hongo loco» eslovaco]– Salman Savaji, J., poeta sufi– salud pública, embriagantes y–

Salud Pública [antidroga/ Leyes de [sic]– salvanol / salviol [tujona visionaria]– Salvia miltiorrhiza [salvia sedante]– Salvia ofcinalis [salvia culinaria]– samadhi /satori, paraísos meditativos– Sandoz LTD.,farmacéutica–sangúineo, humor/temperamento– Santa Cena [Santa Comunión]– sapos [anuranos or anfibios tóxicos]– Saryanavat, montaña paradisíaca india– Schultes, R. E., ecobotánico usano– Science, de AAAS, revista usana– Seattle, jefe indio de norteamérica– sedantes– serotonina [5–Hldroxl–Triptamina o 5–HT] serotonina, transportador– serpiente, espíritu ctónico– sertrallna, HCL [IRS Zoloft®]– Sertürner, F.WA., químico alemán– sexo– Shabescari, M., poeta sufi– Shakespeare, W [1564–1616], poeta br— Sbanabmeh de Firdousi, epopeya persa– Shulgin, A., escritora neozelandesa– Shulgin, AT, químico usano– SIDA e inyección ¡.v. de drogas– Siegel, R.K., médico usano– Simpson, J.Y, obstétrico escocés– síndrome de Tourettc, nicotina y– sistema límbico, cerebro– sodio [Na+] y neurotransmisión– Solanum spp. [género de Solanacea]– Soma [enteógeno indoario]– Soma® [carisoprodol sedante]– somatotipificar, de WH. Sheldon– Sophora secundrllora [mescal (sic) haba]– soplando, procesamiento de tabaco– Späth, E., químico mescalínico alemán– Staples, D., filólogo usano– stibas [lecho de la incubación]– subidón del corredor [endopiáceo]– substantia nigra cerebral– sucrasa gástrica, idiosincrasia en– sueño corto [Sc], ratones– Sueño largo [SL], ratones–

sueños– supersticiones [sic] religiosas– Sustancias, droga endógena del dolor– Swedenborg, E., teólogo sueco– symposion, fiesta griega de embriaguez– synapsis neurales– Szasz, T, médico usano– tabaco [Nicotiana spp.]–tabaco masticable, uso usano– tabaco, sábana de [restos prensados]– Tabernanthe ¡boga [planta ¡boga fang]– Tales de Mileto y agua como elemento– tanacetona [tujona visionaria, absinthe]– Tanacium nocturum [planta de rapé]– taoistas y su hongo fabuloso ling chih]– tarahumaras, indios de mesoamérica– té [Camellia sinensis, planta, cafeína]– tegmentoventral, área cerebral– teleología, «Doctrina de las Signaturas»– telepatina [harmina de la ayahusca]– telesterion [templo eleusino]– Temgesic® [buprenorfina, HCL /Bupre®]– temicxoch [sueño enteogénico]– temperamento intrínseco Tendor® [debrisoquina, sulfato de]– Tengu / hongo tengu–take– teobromina [alcaloide del cacao]– teonanácatl, hongos visionarios– Teoría Wasson [de religiones]– teósofos, Paracelsus y– testosterona, hormona de sexo– THC–20– Thénard, L.J., científico francés – Theobroma cacao [planta del chocolate]– theriacum inmuno estimulante– Thermobacterium mobile, y pulque– Thorazine® [clorpromacina, HCL]– Thoreau, H.D., escrir. usano– tierra como elemento primal– Tilia spp., benzodiacepinas en– Time Magazine, revista usana– tlitliltzin [semillas de Ipomea violacea]– toadstool [Amanita muscaria inglesa]– tocat del bolet [tocado por la Amanita]– Tofranil® [imipramina, HCL]–

tolerancia a las drogas– tolerancia cruzada a drogas aliadas– tolerancia opiácea, vacuna contra– Tonga [poción, Brugmansia sanguínea]– tónico hiperhedónico de Huxley– Toulouse–Lautrec, H. de [1864–1901]– toxicomanía [drogohabituación]– trabajomanía [adicción al trabajo]– trance, los narcóticos [sic] de Eliade y– tranquilizantes [sedantes medicin.]– 1–3,4–trans–TetraHidroCannabinol [THC]– transubstanciación, sacramentos– trastorno depresivo disdopamínico– Trinity botánica de los indios tukano– triptaminas visionarias– trisulfuro de antimonio [Sb2S3]– tropanos [Solanacea]– tujona [3–tujanona de absinnthe]– tukanos, indios amazónicos– Turbina corymbosa [ololiuhqui fuente]– ungüentos, pomadas visionarias– Ur–Religion, chamanismo como– usanos, definido [UnitedstatesiANS]– U.S. v. Doremus caso de Corte Suprema– vacunas [inmunoestimul.]– Valeriana oficinalis [sedante valeriana]– Valium® [diazepam]– Valium® receptor– Van Gogh, V [1853–1890], artista holan.– Vedas indoarias– Venus, diosa romana concupiscente– Verlaine, PM. [1844–1896], poeta franc.— verrückte Schwammerl [hongo de locura]– Vesalius, A., anatomista italiano– Vía Láctea, galaxia– Vin Mariani® [coca/vino de Burdeos]– vinos– visiones enteogénicas–Visken® [pindolol] y enteógenos– vitamina A [todo–trans–retinol]– vitamina B2 [riboflavina, lactoflavina]– vitamina C [ácido–L–ascórblco]– vitamina E [–tocoferol]– vitaminas en la alimentación– vodka [licor de patata destilado]–

warao, indios sudamericanos– Wasson, R.G.– Wasson, V.P, etnomicóloga rusa– Wehrmacht, ejército alemán nazi– Weil, A.T, médico organófilo usano– White, WC., cientifico de opio usano– Wilbert, J., etnógrafo alemán– Wilde, O. [F.O. Wills], escritor inglés– Wilson, E., crítico literario usano– Wood, A., médico escocés– Wordsworth, W, poeta británico– Wren, C., arquitecto británico– xantina, alcaloides de– santonas [IMAOS de Hypericum]– xochioctli [octli o pulque enteogénico]– xóchitl [«flor» enteógeno en náhuatl]– yagana / yagana [poción kava de Fidji]– Yerrnak, conquistador de Siberia– Yggdrasil, Árbol del Mundo nórdico– yoga, senda a paraíso artificial– Yu, Lu, oficial chino– Zoloft® [IRS sertralina, HCL]– zoofarmacognosia– zoroastrismo / mazdeísmo de Avesta– Zoroastro / Zaratustra [ca. VI s. a.c.]–

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