Instituto de Formación de Educadores de Jóvenes, Adolescentes y Niños Trabajadores de América Latina y el Caribe - IFEJANT Tomás Guido 257 Lince - Lima 14 Telefax: 265-5160 Teléfono: 266-1227 e-mail:
[email protected] web: www.ifejants.org Edición a cargo de Ifejant Responsable de al Edición: Elvira Figueroa Sempértegui Enrique Jaramillo García Diseño de Carátula: Lorenzo Talaverano Diagramación e Impresión: Editorial e Imprenta Diskcopy EIRL Hecho el depósito legal Nº 2006-11823 ISBN: 978-9972-9291-4-4 IS BN 997 2 -9291 -4 -0
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ÍNDICE PRÓLOGO
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EL DESCUBRIMIENTO D E LA IN FAN CIA EN EL PERÚ
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Percepciones e ideas, d e la Colonia a la Repú blica Ar istócrática. Samuel Villegas Páucar Perú
EL PROTAGONISMO DE LAS INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS . O lo qu e el enfoqu e de p rotección integral no reafi rm ó.
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Diego Silva Balerio Luis Pedernera Uruguay
SISTEMATIZACIÓN DE LA PROPUESTA DE CON STRUCC IÓN D E CON VIVEN CIA, PARTI CIPACION Y PROTAGONISMO A PARTIR DEL DEPORTE. El Con vifútb ol. Eduard o Rodríguez Beltrán. Colombia
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PROLOGO El IFEJANT presenta la presente compilación a consideración de educadores, cientificos sociales, trabajado res sociales interesad os en tem áticas referidas a la infancia. Se trata d e ensayos, y sistematizaci ones trab ajad os p or p rofesionales qu e están comp rometidos p or la vigenc ia real y sustantiva de los d erechos d el niño en el Perú y América Latina, en el marco de los postu lados d e la Conv ención sobre los Derechos del Niño y la corriente em ergente d el Protagon ismo Integral. E stos profesi onales que son críticos del pensamiento único de la globalización neoliberal. Sus trabajos son una vailosa contr ibución p ara el d ebate, la reflexión y la praxis social. Esta publicación contiene la selección de los tres trabajos más significativos del concurso qu e el IFEJAN T conv ocó en el mes d e febrero d el presente añ o gracias al ap oyo y au spicio d e Minka y la Junta Castill a La Mancha, de Españ a. El primer t exto cuyo título es: «El descubrimiento de laInfancia en el Perú, perce pciones e ideas , de la Colonia a la RepúblicaAristocrática», realizad o por Samuel Villegas Páu car, es una indagación historiográfica que desentraña el pensamiento social referido a la infancia pobre y excluida durante la larga noche de la Colonia y la República Aristocrat ica. Villegas, en ba se a d ocum entos bibliográ ficos d e los siglos XVIII y XIX hace la reconstru cción h istórica sobre las rep resentaci ones sociales que suby acían en las sub jetividad es de los clérigos, goberna ntes y ‘especialistas’ en infancia, qu e estaban anclados en la Doctri na d e la Situación Irregu lar; y el parad igma d e la peligrosidad del niño ind igena, que ad emás era considerad o como un ser incapa z, menor, exc luible; y po tan to objeto de p olíticas pú blicas d e corte pietista, asistenci alista; y correccionalista. El segund o texto, trabaj ado p or Diego Silva Balerio y Luis Pedernera, d el Urugu ay, que tiene como títu lo: «El protagonismo de las Infancias y Adolescencias, o loque el enfoque de protección integral no reafirmó». Es un a indagació n qu e nos presenta la c ru da realidad por1989 la que niños uru guayos, noIntegr obstante ap artir deld2el0 de N oviembre de seatravies inaguraan la los Doctrina d e Protección al yque el parad igma respeto al niño qu e le da d erecho a ser protegido p or el Estado p ara el goc e real y sustanti vo d e los derechos, civiles, políticos, economicos, sociales y cultur ales, pero qu e en la p ráctica social concreta de las autoridad es y operad ores del Estado en el Urugu ay no se cum ple, y todavía se sigue aplicando la decimonónica doctrina correcionalista en aras del Interes Sup erior del Niñ o. Silva Balero y Pedern era reivind ican el d erecho qu e todo niño tiene a la actoría soc ial, en su cond ición d e sujeto social de d erechos, sujeto económico y político, que la Doc trina d el Protagon ismo Integral l evanta d esde la década d e los años 70, del pasad o siglo XX. Ambos au tores levantan como av ance al conten ido d e la Convenci ón sobre ls o Derechos d el Niño y u na ban dera d e lucha p ara la organiza-
ción p rotagón ica d e los niños, niñas y ad olescentes en la forj a d e real dem ocracia que sea tolerante e incl uyente. El último texto es u na Sistematización dela propuesta deconstrucción deconvivenciaparticipación y protagonismo apartir del deporte. El Convifútbol, realizado p or Eduard o Rodríguez Beltrán de l a Fun dación Creciend o Unidos d e Colom bia, inst itu ción q u e tra baj con niños, ad oles centes y jóvenes trabaj ad ores exc luid os d elsistema edu cativo y d e la m isma soci edad colom biana. E stasi stemaqtización nos p resenta la estrategia de pr omoción y d efensa d e los d erec hos, del protagon ismo, la partici pa ción y todas las f orm as d e reconoci m iento yd ignif icación d e los niños, niñas, ad oles centes y jovenes trabajadores. Rodríguez Beltran nos propone una propuesta lúdica y ped agógic a qu e aporta elementos váli dos p ara el mej oramiento de la calid ad d e vida d e la i nfanci a trabaj ad ora, ge neran do u n p royec to dep ortivo que está ori entado a construir u na convivenc ia más hu man a y soli daria, a partir d e ls o intere ses y neces idad es d e lso NATs. Esta sistem atizaci ón es un ap orte a qu e poblaciones ex cluidas como en el presen te caso a p artir de n uevos ap rend izajes y nu evos c onoci m ientos col ectivos apu nten a l a transf ormaci ón de su reali d ad y elaboren nuevas prop uestas que se encaminen a la inc lusión en el d iálogo soc ial, en u n m un d o indolente qu e cad a vez más considera al ser humano insignificante, como bien decia Cornelius Castoriadis. Ad emás, hace un a revisi ón teórica y presenta u na p osición p olítica yfilosóf ica p ara reinv ind icar la d ignidad d e los N ATs. Los tres textos presentados develan las posiciones racistas, autoritarias y excluyentes que prom ueven los operad ores del E stado encargandos d e proteger a la Inf ancia y los decidores p oliticos en la m ayoría d e Estad os d e Lati noam éric a. Ad emás nos hacen ver qu e existe actua lmente el fácil argu m ento d e echar m ano a leyes p un itivas qu e cri m inali zan y pen alizan la p obreza y la p rotesta soc ial, en aras d e la ‘tran qu ilidad social’ y la ‘segurid ad ciu d ad ana’, no obstan te qu e los Estad os de la región f orm an p arte d e la Co nven ción sobre los De rechos del Niño desd e su aprobaci ón en Noviembre d e 1989. Para finalizar, e n nom bre d el colec tivo IF EJAN T quisiéramos ag rad ecer a to d os los edu cadores, ci entífi cos soc iales; y colaborad ores qu e p artici paron en este c oncurso por sus valiosos aportes para la forja de un nuevo pensamiento social y u nan u eva cultura d e infancia e n el Pe rú y A mérica L atina. Y d el mism o mod o un a vez m ás va nu est ro p rof un do agradeci miento y rec onoc imie nto a MInka y a la Jun ta Castil la La Man cha, s in cuyos ap ortes sol idarios nos h u bies e sido imp osibl e p resentar esta com p ilación. EQUIPO IFEJAN T Lima, N oviem bre del 2006
EL DESCUBRIMIENTO DE LA INFANCIA EN EL PERÚ Percepcion es e ide as, de la Colo nia a la Repúbl ica Ar isto crátic a. Sam u el A. Villegas Páu car Dedico esta obra a: Sebitas en el cielo, Miguelito en la tierra Y a todos los niños del mu nd o.
Sumilla En el si glo XVIII ya exis tían voces que p rop ug naban el amor y compr ensión en la instru cción d e los niños. S iemp re hu bo u na cie rta p reocup ación estatal por la instru cción a fi n d e repr od ucir la vida d e la burgu esía. Pero en la col onia el f in era otro y ésta d efinía el cómo: s e instru ía par a h acer d e los niños fi eles, sum isos y bu enos cristi anos. En la Repú blica la infancia es el material que al reci bir u na ad ecu ad a instru cción, perm ite l ograr ‘vi rtu osos y útiles ciud ad anos a la pa tria’ . La prim era m itad d el siglo XIX es el desper tar literario sobre el tema d el niño. Sur gen p eriódicos con nom bres li gad os a l a niñez, és tos prom u even la instrucción. S ur gen o bras teatrales sobre la niñez hu érfana. L os años ’50 testi m onian el sufrimiento d el niño ind ígena. E n esta ép oca l os aristóc ratas criol los man tienen el servic io dom ésti co infantil, s in imp edir q u e se levantaran el Código Civil Penal, l os reglamen tos de instru cción y las nor mas de h igiene esc olar, pana cea para resolver todos los pr oblemas d e la niñez. L a grav e crisi s económ ica y la gu erra cortaron las i nici ativas edu cati vas d e Pard o. Por otro lad o, las guerr as internas p rovocan m iles de m u ertos, la miseri a y el ham bre d espie rtan la sol idaridad de famili as disti ngu idas qu e ati end en y socorr en a los niñ os, entre estos p erson ajes desta ca Ju an a Alarco, artífi ce de la S ocied ad Au xiliad ora d e la Infanc ia. En este m ismo sentido en Europ a, las guerr as y las enfe rm eda des ur gen estu d ios mic robiológi cos, los congresos méd icos se suced en u no tras otro. E nton ces, Am éric a d el Sur h ará lo mismo. Médicos y ped agogos p erua nos orga nizan el Primer Con greso H igiénic o Escolar. E l Estado en Europ a crea todo u n sistema d e asi stenci a y p rotecc ión d e la i nfanci a, imitad a ráp id amen te en Am éric a Lati na p or la el ites gobernan tes.
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En el Perú y otros p aíse s se percibe l a confl u enci a d e los profesi onales en la construcc ión de u na n ueva identidad d el ni ño, a partir d e tres perspec tivas: ped agóg ica, méd ica y ju ríd ica. Los ‘esp ecialistas’ d e aqu ella época j u nto a l gobierno y a trav és de los congresos prop onen m edid as, qu e se convierten en p olíticas d e asiste ncia y p rotecc ión d e la infanci a. Con la r eali zaci ón d e la Primera Conferencia sobre el Niño Perua no en 192 2 y la creac ión d el Instituto d e la Infanci a en Montevid 930), se construye la instituci onalizac ión y conce p ción mod erna d e la niñez eo hoy(1vigente.
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EL DESCUBRIMIENTO DE LA INFANCIA EN EL PERÚ Percepciones e ideas, de la Colonia a la República Aristocrática. A pesar d e que los niños
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siemp re est uvieron m ás que p rese ntes en la vi da
social ad ulto y dnieñosla soson ciedad si n tem or aa equ arme m ar qudel e ellos, –los el últiperu m oana, esl abón d e un largaivoc cadena d peued olviodafi o dr-e un a soc ied ad adu ltocéntric a y disc riminadora. E n r ealidad los niños hoy aú n no son pa rtíc ipes d e los estud ios soc iales en los esp acios académ icos y en contextos socio históric os dom inad os por el e urocentrismo. Ac tua lmen te, los niños tod avía siguen m enosp reci ad os por la histori ografía. Es pr eciso rec onocer como u n h echo obj etivo qu e la historiogr afía actual ha sid o y es adu ltista, al marg en d e si los niños p ued an escribi r tam bién su pr opia h istoria. Felizmen te, e n v arios paíse s d e Latinoam érica ya ex isten c am bios esper anz ad ores en l as repr esentaciones soc iales referi d as a la i nfancia, a la que este ensayo d e historia pretend e sum arse, e n ese largo camino d e la reconstru cción h istori ográfic a r elati va a los rasgos sociales de la infan cia, y a la vez, los rasgo s «infan tiles» 2 d e la soc iedad . En este esfuerzo, espero poder sacar a la luz, aunque sea brevemente, las representaciones sociales sobre la infancia en el Perú; y motivar a quienes se p reocup an por la niñez, qu e ellos –los niños- históric am ente y e n d eterminad os m omen tos his tóric os también han sido p rotagonistas de un a trayec toria diversa. Asimismo, intentaré d evelar e l mo men to en qu e ap arecen l os niños trabaj ad ores, incluidos los niños sirvientes, niños abandonados, vagabundos, delincuentes, santos, esc olares, e sclavos, enfe rm os, jugu etones, héroes e ign orad os. Por ú ltimo: ¡Ha sta los niños «anorm ales », qu e plantea gr uesas d u d as sobre la e xistenci a d e éstos, y si efec tivamen te ha y «niños n orm ales »!
El niño de sde la Iglesia En esta l arga etap a d el proceso de evang elizaci ón en estas ti erras d e ultrama r fue el dom inic o Franc isco de la Cruz, mu erto en la hogu era 3 en 1578, qu ien tuv o la c onvicc ión milenaris ta d e qu e lo s indios eran el pu eblo e legi d o gu ard ad o en r eserva p ara el Mile nio, c u yo esc enario sería Am éric a, ya qu e la I glesi a d e Roma h abía caí d o en abom inaci ón y p erece ría por la vic toria tu rca. Este «i lum iHago hincapié de qu e al referirme a «los niños» o «los niños trabajadores» , incl uyo a las niñas. No es mi intención tocar el tema d el género, aunqu e como se verá el aporte d e la mujer en el encumbram iento de la infancia como instituc ión es más qu e signif icativo, resaltad o en los aportes científicos relativos al estud io de la mujer. E nton ces, a menos qu e me refiera a «l as niñas» o los niños varones, en los demás casos hablaremos de los dos. 2 Es evi dente qu e al decir «los rasgos i nfantile s» de nu estra soci edad , introducimos un a carga desvalorativa, co mo se acostumbra al emplear el término «infantil» e n n uestra vida diaria. 3 Murió en Lima, junto a otros importantes dominicos, que fueron culpados de herejía por la Santa Inquisición, de ser parte del movimiento de los «angelis tas» y de complotar un movimiento indígena. 1
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nado» 4, que había sido cura doctrinero en un pueblo indígena cerca del Lago Titicac a, consid erab a qu e los id ólatras, al olvid ar al ‘Dios V erd ad ero’, ha bían sido obli terad os sus virtud es varoniles con el uso de la esc ritura, retrotrayén dolos Dio s a un est ado d e niñez, en qu e apenas pod ían pec ar m ortal mente. En consec u enci a, debía tratá rsele s como n iños, ganarlos d e la idolatría a la verd ad era ón con ci erta tolerancia, d ejarles c antar y bailar danzas, peroreligi en letras cristianas, no imponerles ni la confesión al oído,susni eltaqu íes o 5 credo . Adem ás, era legí tima la c onqu ista por la f uerz a, dad o qu e era prioritario constitu ir con esos « infant es» la nu eva Iglesia. Pero visto en conju nto el pensam iento soci al sobre la infanci a en la Colonia, según la li teratura y dem ás docum entos revi sados, nos l leva a afirmar qu e la gen te ‘pensa nte’ y ‘letrad a’ d e la ép oca, iden tificaba tres categorías d e niños: el qu e ora, el qu e sirve o trabaja; y el niño aband onad o. De be co nsiderarse qu e en la literatu ra colonial , la carencia de inform ación sobre los niños es enten d ible, más si se trata de u na p oblac ión d ond e buen a p arte d e ella no sabí a lee r ni esc ribir. Y aun que suene u n tanto raro, l a poca atenc ión que le prest aron al niño los ‘pensantes’ y ‘letrados’ peru anos, lo que es equivalente a la m ayor aten ción intelec 6 tual que los propios europeos prestaron al tema . De mod o qu e si nos atenemos a las fuentes d e información, la i nterr ogan te, s obre ¿c uál era la conce pción d el niño en la institu ción eclesi ástica? , p resent a serias dific ultad es. En un a soci ed ad racista, estam enta l y asi métrica c om o fue la Colonia, el cielo estaba más cerc a d e la vida terren al, ad emás d e los p ersonaj es divinizad os (incluid os santos y santas), l os niños estuv ieron p resentes en cal idad d e ángeles en las diversas expresiones artís ticas, s obre tod o en la p intur a. Eviden temen te, l as carac terís ticas de tales queru bines c orresp ond ían a los d e raza blanca europ ea, vinculad o al f actor c ultu ral pred om inante y qu e caracteri za las ex pr esiones reli giosas d e aqu ellos ti emp os. Así , el niño en la Colonia f ue r epresentado de form a constante en la pintu ra n o sólo rel igi osa, princi pa lmente los rec ién nacidos d e 1 a 3 años de ed ad , en tanto d icha ed ad simboli zaba la pu reza y la i nocenci a angelic al, ind u d ablemente ajena a todo pecado, vista en su total o mediana desnudez; eran
Ver Marcel Bataillón: E rasmo y Españ a, FCE. México, 1982, pp. 515-5 48. También del m ismo, Estud ios sobre Bartolom é de las Casas, que in cluye su en sayo «La herejía de Fray Francisco de la Cru z y la reacción antilascasiana», pp . 353-367. 5 Ya era frecuente qu e en la confesi ón se facil itaran los actos sexuales, por ello tiene mucho asid ero que el Marqu és de Orop eza dijera que era lo m ismo sacar a un fraile de u n convento y en viarle a una d octrina, que sac ar u n caballo de una cabal leriza y sol tarle en un hato de yeguas. En cuanto al credo, a pesar que como en el bautizo, esta se hiciera por miles, de ninguna manera significaba la conversi ón d el indígena, muchas veces se recurría a ellos como medio d e mimetismo a la represión y extirpación d e idolatrías. 6 Mouse señala en su trabajo un ap reciable número d e fuentes sobre la niñez, donde d estac an los testi monios o recuerdos d e los adultos sobre sus p rimero s años. Mouse, Historia d e la infancia, 2000. 4
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an gelitos dotad os de alas que le s facultaba volar a l os lug ares más d istantes o elevad os. Estos son los queru bines a quienes má s había am ad o Jesucri sto, y au nqu e general mente ap arec en en las pintu ras ci rcund and o a los santos o personajes d e la S agrad a Famili a, o a las altas au toridad es terrenales, c onstituyen seres imp resc ind ibles para «pu rificar» o « elevar» la persona lid ad d e tale s person as (que quizás en verdad , de virtuosos tuvieran m uy p oco), ante los subord inados y la plebe ind ígena. Por tan to, l as rep resentaci ones artístic as d e los angeli tos en los c u ad ros d e p intur a, nu nca d ebían fal tar en la Igl esia y en la m isa. Estas rep resentaci ones, no sólo cum plieron fi nes decorativos, sino que contribuía a darle may or au toridad , y sacralizaba l a imagen d el per sonaj e centra l rep resentad o. Esta era un a form a de subord inar y oprimir a la plebe , ante el i nsufi ciente pod er d e los poderosos que emp leaban la fuerza d e las armas para cum plir c on su s designi os de op resi ón. Esta era u na form a subliminal d e doblegar las reac ciones d e los ind ígenas f rente al abu so y la inj usticia. Ent on ces, la pr esencia de la Iglesia en la soc ieda d colonial se ref orzó con estos m étodos y repr esentaci ones artísti cas, de p or sí subj etivas. E stos métod os eran u na form a d e enfi lar la atenci ón y esfuerzo d e la infancia p ara hacer obed ientes c risti anos a las gen eraci ones m ás jóvenes e inoce ntes. Es tas pr áctic as se c onstitu yeron en el f actor cl ave p ara la futu ra sobrev ivencia de la institu ción eclesiástic a. Asimismo, en esta época de osc u ran tismo p ara los i nd ios, a d iferencia de los santos qu e tenían n ombr e especí fico, los niños án gele s no eran n iños par ticu lares, ni m ucho m enos, t enían nom bres que los d istinguieran. L os rasgos generales que carac terizaban a estos serafi nes eran : el pr esentar tez blanca, c u erpecitos m u y bien al imen tad os, rostros d e serena feli cid ad , inocente desnu d ez, cabel los ond u lados y ru bios. Racial men te no había ángeles negros, ni i nd ígenas, au nqu e es posibl e qu e encontrem os raras exc epciones que se sale n d e esta regl a general. Por otra pa rte, es i mp ortante resaltar que en esta etapa d el d ominio col onial l a p iedad 7, el amor y la m iseric ord ia haci a los niños pobres d erivaban d e las diversas órden es rel igi osas. Estas órd enes tenían un a mirad a pietista de la infanc ia y estaban en la obligac ión d e p racti car la c aridad cri stiana con los semejantes, sobre tod o con los s eres má s desp oseídos. E s por ello, qu e encontram os dos v ersi ones ap arentem ente contrad ictorias en el trato que la igle sia d esplegó ha cia los niño s. La prim era sostiene que los rel igiosos fueron sum a-
Que p ara la gente comú n y corriente significa dar limosnas. El Merc urio Peru ano N ° 121 del 1 de m arzo d e 1792 dice: «el erudito Mu rillo, en el c. 1 6 del libro 9 de su Geografía históri ca con autoridad del Padre Calancha, asegura qu e no se conoce c iudad en el mun do, dond e no se repartan cada año tan tas limosnas co mo en Lima». 7
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m ente caritati vos y virtu osos en ofrec er lo poco qu e se poseía para los niños enferm os o h u érfanos; y la se gun da ase vera que por el contrari o hubo u na gran corrup ción; y que los curas ej erci eron d e forma abu siva su influencia sobre l as famil ias y se ap rovecharon d el se rvic io infantil p ara ben eficio prop io, sin m ayor escrú pu lo moral. Como un a dp erulos ebaniños fehaco niente este trato e la Iación gles iatom dio arem al la i os nfancia las bi ografías iñasdesantas. A cquontinu dos ejson emplos em blemátic os d e vidas ej emp lares, qu e refl ejan a su m od o la conc epción eclesiásti ca de la infancia y qu e intentarem os p reci sar. Una y otra tienen p areci d os y cas i similares rasgos, p ero a la misma vez gu ard an d iferencias sustan ciales. Así por eje mplo la vid a d e Santa Rosa de Lima y la de Fran cisco d e Pisc o, son diametralmente opu estas. En efecto, si hacem os un a breve reseñ a d e la vida d e Santa Rosa d e Lima 8. Ella nació en 15 86 y se la bau tizó el 2 5 de m ayo d e ese año. Fue hij a d e un a famili a d e 13 herm anos, vari os de los c uales mu rieron a mu y temp rana y corta edad . A los 3 meses de n acid a Ros a, se pr odu ce el famoso m ilagro d e la cu na, c ua nd o el ros tro d e la niña se tran sfigura en u na rosa. A los 5 años toma el voto de virginid ad per petu a y se corta l os cabell os en se ñal d e rec hazo a las vanid ad es del mu nd o 9; y del mun danal ruido d e su époc a. Existen más de 400 biografías sobre Rosa, algunas refieren que su madre, herm anos y d emás p arientes , intentaron apar tarla del c amino d e la virtud , incluso la mad re, s egú n esta bibli ogra fía, la ma ltrataba m ucho a f in d e hacerla desisti r de su prop ósito. D esde la edad d e 6 años, Rosa dio p rinc ipio al a yun o qu e si empr e obse rvó ha sta el último d ía de su vida. S e alimentaba sólo de pa n y agu a tres días de la semana. Entonces la madre la reprendía y reprochaba con injurias, calificánd ola de h om icida d e si m isma, orden ánd ole que comiera su ración, a l o cual obedecí a, pero a fi n d e que la comida n o fuera absorbi da por su organ ismo, se se ntaba en la mesa y m ezcl aba su s ali m entos con hierbas, ceniza o u n p oco de hiel. Como continua ba en su fi rm e voluntad d e no c onsu mir ali m entos, por consid erar qu e éstos e ran fuente d e corru pció n y d egradaci ón orgán ica al contac to con el organismo h u ma no. Ante esta firme y estoic a actitud , el conf esor d e Ros a le perm itió seguir con su ayu no, la c ual fue red oblada, c omiend o solamente 5 s emillas de naran ja, un p an sec o y un vaso de agua para n o sucumbir d e inanici ón.
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La Vida edificante de la Glor iosa Santa Rosa d e Lima, Patrona Un iversal de A mérica, Fil ipinas e Ind ias. Lima, 188 6. R. Mujica, Rosa lim ensis, 2001, p. 373.
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Cabe men cionar q ue en los prim eros años R osa c ub ría sus espaldas, pecho, brazos y muslos, con manojos de ortiga y de espinas, hasta que habiéndosele d ad o un silicio mu y rigur oso, luego se l a p uso d esde el c uello hasta las rod illas, acomod ó en sus cavidad es o c laros gran cantidad d e espinas y alf ileres, con tal firm eza, « qu e no qu eda ba nu d o qu e no fij ase bastante su arm ad ur a». Este si licio llevó la S anta, d ur ante m ucho tiemp o, hasta que sabiénd olo s u confesor, se lo proh ibió, por su d emasi ada rigi d ez y cruel dad , además d e otros to rmentos. Cuando su madre mandó a Rosa para que trajese una guirnalda de flores sobre su cabeza, l a niña le pu so a esc ond idas algun os alf ileres, qu e pen etraban las si enes d e Sant a Rosa 10 un a vez qu e se l a pu so. El rigor c on qu e atormentaba su cuerp ecito, e ran realmente escalof riantes, pu es se au toagred ía con azotes, si licios 11 y cadenas. E n las noches pase aba co n u na cruz mu y p esada sobre su frági l cuerpecito. Fueron tantas y tan repetidas las mortificaciones y disciplina que Rosa se infligía, que le resultaron llagas crueles, y la pusieron una noche en est ado d e agonía y al borde d e la mu erte . Su s confesores decí an q ue a los 1 2 años d e edad , Rosa había lograd o el más alt o grad o d e conte mp lación un iti va 12 sin perd er en tod a su vid a, la inoce ncia d e la graci a bau tismal. S u vocac ión fue reforzad a con la confi rm aci ón q u e le hizo S anto Tori bio de Mog rovej o, cu and o Rosa apen as fri saba los 1 2 años d e edad. La vida d e Santa Rosa en su n iñez, no es un a vid a exc epcional si se ti ene en cuenta qu e mu chas niñas y m ujeres ; buscaban d e diversas f ormas ll evar u na exi stenci a virtu osa y con el obj etivo de lograr gan ar la vid a y felicid ad eterna. Mu chas de las mu jeres de esta época practic aban el ayu no y estaba cl aro p ara ellas que la gu la o l a glotonerí a era u n p ecado mortal, de mod o qu e no era extraño que el ayuno fuera una práctica común y cotidiana de la época. Sin em barg o, la ru tina d e Rosa ll egaba a la p ractic a d e ejerci cios fí sico- espiritua les m uy d olorosos , qu e requerían d e un a gran fortaleza místi ca, imp osibl es de segu ir para la mayor ía de las mu jeres hábidas y ansios as de santidad . Sin embargo la debili d ad d el sex o fe men ino las hac ía prop ensa a caer en el pecad o en el m enor d esc uid o, y un a vez cometido d os o tres vec es l a fal ta, l a m u jer d ebía Según Mujica, en 159 8, una imagen del Ecc e Hom o lleva a Rosa a fabric arse un a diad ema d e espinas para emular el sufrimiento d e Cristo. Rosa limensis, 2001, p. 373. 11 Al no tenerse mayor referenc ia de la vid a de Rosa, salvo sus cartas y de u na sup uesta autobiografía perdid a, sus biógrafos e nfatizan sus p enitencias: c ad a silicio refieren lecturas qu e sustent an la pr áctica del sili cio, así por ejemplo, su cama d e barbacoas cond uce a San Francisco de Asís y su corona d e espina s a Santa Catalina de Siena. Mujica, R osa limensis, 200 1, p. 365. 12 Mujica se refi ere a las sofistic ada s técnicas de contemp lación y las experiencias místicas de Rosa, l ograd as med iante la pr áctica del recogi miento u or ación mental se sitúan d entro de la trad ición d erivada d e Santa Teresa de J esús y sus tres etapas o p eríodos de la vía místic a: la penitente o p urgativa; la iluminativa, ce ntrada en la oración contemplativa, y la u nitiva, que culmina con el «desposorio místico» de Rosa (cuando el Niño de la Virgen del Rosario, efigie de Jesús, cobra vida y le pide ser su esposa), o la «transformación total « d el Alma en el Am ado . Mujica, R osa limen sis, 2001, p. 36 4. 10
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resignarse en su interior a c onvivir c on su d ebilidad , aun qu e siemp re defe nd iendo su voc ación por la honrad ez y l a virtud ante lo s dem ás. En consec u enci a, Santa Rosa se c onv ierte en un a vid a arq u etíp ica, más bien d iríamos ‘ ejemp lar’, u na v ida santa e id eal de tod as las niñas bu enas, i d eal que no er a contraria a la instrucci ón, ni a las artes femen inas. S in em bargo, p ara la Iglesia lo resal tante,ven se rqued la búsqu d e un tod contacto conreza Diosc aarnal, travéstodo d e dolorosas pru ebas por elía acual aba eda desterrada a impu pecado espiri tual. C onvertido su cuerp o y m ente en temp lo s agrado d e Di os, incl u so la instru cción y las artes femeninas qu eda n relegad as a un espacio secundario. Por otra p arte, l a vida d el ni ño Franci sco d e Pisco, pu ede d arnos m ás luce s de la concepción ec lesial d e la niñez, d escrita en el te stimonio o «man u alito» d e Fray F ran cisco de Ochagav ía, en m emor ia de su «niño ad m irable» 13, pu blicado en 161 8. Este relato es desd e nu estro pu nto d e vista trasc end ental, s i se quiere conoc er cual era la ima gen, el i d eal de n iño qu e p reconizaba la Igl esia. Según refi ere el frai le Fran cisco d e Ochagav ía, e n la vill a y pu erto d e San Miguel d e Pisco, un vecino pobr e y honr ad o llam ad o Ju an d e Soto, c asad o con Mar ía de Carv ajal en matr imon io legíti mo, pasaron su s vidas inocentes en ayun os y ejercicios de caridad , bend ecidos p or Dios. Esta unión tuvo 35 hijos, 32 de todos ellos recibieron el bautismo, «con la gracia de traslad arse a la Gl oria a corto plazo» 14. De este número dos de ellos fallecidos; y fue u no llam ad o Francis co, o el N iño Santo. Desde su nacimiento, Franci sco fue pr otagonista d e frecuentes milagros sucedid os en su corta vid a. Estos milagros se inic iaron n i bien ha bía sal ido al mu nd o d el vi entre m aterno, pu es cua nd o par eció que había nacido mu erto, resucitó a la vi d a. Tan extraord inar ios ac ontecimientos, l igad os a la vida de Franci sco d e Asís , motivó se le pu siera el nom bre d e Franci sco. Dice la historia qu e a los 10 m eses F ran cisco h uy e d e su casa. Alarmad os lo bu scaron su s pad res y f u e hall ad o, «con ad m irac ión» en la I gles ia, ad oran d o de rod illas e l Santísimo S acramen to. Su ocu p ación continu a y p erm anen te, era hacer Altares y rezar c on tod a d evoci ón. L os niños de su edad venían a bu scarlo pa ra el j u ego, y «l o ha llaban en la oración». Franci sco fue h u milde y abstinente,
Fray Franc isco de Ochagavía, « Al niño d e Pisc o en el N ombre, en el Hábito y en la Hu mildad». S in datos d e lugar n i imprenta, Sala de Investigación, B. N. P., publicado aproximadamente en 1618. 14 Es decir, fallecieron a temprana edad. Ya en la República, según M. A. Fuentes, esta costumbre de tomar como gracia la muerte tempran a d e los niños, seguía practic ándose en el sigl o XIX, cuando las personas, fe licitaban al p adre p or la m uerte d el niño, pues decían que éste ya se encontraba con Dios. M. A. Fuentes, Lima, Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres. Imp. E. Moreno, Lima, 1925. p. 86. 13
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nu nca c omía fuera d e su casa; y en su hogar se al imentaba tan poco, que «parec ía manten erse de m ilagro». S us conversaci ones «eran d e Dios, o con Dios, s iemp re». Al igual que Santa Rosa, Francisco fue un niño tan penitente, que algunas horas d e la noche paseaba c on la c ruz en su h ombro, en la s ala de su hu milde casa. Terminado este ejercicio, salía a realizar el aseo de sus Altares, «cuyos ad ornos eran su desc anso y su rec reo» . El niño Franci sco sie mp re fue mu y obed iente a sus pad res; y d ebido a la fama gan ad a por su santida d y som etim iento a Di os, se hizo mu y famoso. El Arzobispo Bartolomé Lobo Gu errero tu vo conoci miento d e la ex istencia del niño Fran cisco, por lo que bu scaría diversas man eras de lle varlo y conservarlo e n su pa lacio. Aqu í p ued e perci birse sin mayor d ificu ltad cuales e ran los motivos par a qu e el Arzobis po tu vie ra d ichas intenc iones , que si n d ud a son p arte de u na p olítica de la Iglesi a d e aquellos tiemp os. N o sol o se t rataba d e un a insti tu ción u rgid a de vidas santas para santificarse ella misma ante los excesos que cometían en el proceso d e evangelizac ión. E nton ces era m ás importan te la legi timación y robu stecimiento d e la autor idad reli giosa ante los fi eles. Por tanto, los mil agros cum plieron y jugaron un pap el trasc end ental en la soc ied ad coloni al. Por consi gu iente, l a Igles ia bu scaba contr olar a q uien reali zaba los milagros, c omo en este caso el niño Fran cisco. Entonces, los milagros c om o fenóm eno «real» y m anifestac ión d ivina, ayud arían en la tarea de precisar el carácter de la sociedad colonial, por lo menos permitirían definir con mayor claridad la dimensión política de la Iglesia, al margen de valores c omo la p iedad y la bond ad enfa tiza d os por ell os mismos como su principio definitorio. En el caso del niño Francisco, siendo un niño santo, su valor rad ica en ser i nstru m ento d e Dios y man ifestac ión viva y c ontu nd ente de su pod er, que al ingresar e i ntegrarse c on los miembros de u na insti tución cuestionad a, transm ite dic ho p od er y la revitali za an te la vis ta d e la f eligresía colonial. Del mismo modo, el padre del niño Francisco, también era consciente del pod er que tenía s u h ijo, de ahí qu e, tomand o un conce pto d e Mouse, se pued e colegir la exi stenci a d e u na relac ión inversa, p u es entre los d os, pad re e h ijo, los roles pu eden llegar a invertirse, hac iendo qu e al i gu al que el arzobispo, también el padr e nec esite o dep end a d el ni ño. E llo sucede c uan do siend o ya m ás que notor io la intención d el Arzobispo d e llevárselo a su p alac io, ante este hecho el pad re se mu est ra tris te y p reoc up ado, a lo que el niño ad ivina la causa, y le consuela d iciénd ole que no se va a separ ar d e él y s iemp re lo ac omp añará. E ntonces se invierten las p osiciones, pu es vemos a un niño qu e consu ela a su p ad re como si f uera en realidad su h ijo. 15
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En esta histori a la mu erte de Francisc o, prevista p or el prop io Angeli to, es una d e las es cenas m ás sugesti vas y conmoved oras que p ud iera imaginarse, d igna de un análisis no sólo de carácter histórico, sino literario, pues la despedida del niño, de su pad re y del mu nd o no acarre a ningun a lágri ma, sal vo el de l a mad re. Antes de espirar du lcemente se despidió de su pad re y este seraf ín mu rió e n su s brazos, el 4 d e octubre d e 1618, a los 4 años y 3 meses d e edad . Tras su m uerte, ac ud ieron al trasl ado de su cuerp o mu cha gente d e la ple be, pero sobre tod o un gran nú mero d e autorid ad es eclesiást icas, entre ell as el arzobispo Lobo Guerrero, qu ien tanto h abía buscado retener al niño en su palaci o, sin conseguirlo f inalmen te. Se resol vió que el c uerp o se dep ositara en el Conv ento d e Santa Clara, « cuyas h ijas vieron tantos p ortentos» 15 cuand o Francis co es taba en vida. L a plebe y las autorid ad es trataron d e arrebatar de algun a man era el pod er m ilagroso qu e Fran cisco eman aba d e su ser, e s por ello, qu e un os robaron las flores que lo adorn aban, otros l o d espoj aron d e su rop a, hasta dej arlo desnud o. Luego qu e las reli giosas rec ibieran el cu erpo, lo vistie ron y tocaron sus p ies y m anos con r osquetes, bizc ochos y «varias col aciones», qu e d espu és fueron utili zad os en l os hospitales como «remed io d e males d eses per ad os». Concluyend o los of icios fú nebr es y religiosos , las m onjas entregar on a la cl erecí a, el cu erp o d el Angelito ric amen te ali ñad o. El niño Francis co, ad m irado en extremo p or las autorid ad es de la Igl esia 16, es el niño col onial en qu ien la I gles ia vio un ser ideal ex traord inario y sin embar go fue un niño real, en una sociedad donde también los milagros eran «reales» y hasta frec uen tes si se trataba d e personas consagrad as a servir y rend ir el culto y pleites ía cristi ana a Dios y a la Igl esia. ¿Qu é p od ía esti mu lar y cond u cir m ás a la vida reli giosa, a u na v ida h onesta, f iel y virtu osa qu e tener en d elante l a p raxis y resultado d e la santi d ad , corroborad a su apr obac ión y ele cción d ivina a través de los milagros? Sólo con observ ar y contem plar a ese niño Fran cisco proceden te de un hogar h um ilde, mu chas personas habrían senti do la influencia y el pod er de mirar su p asado y arrep enti rse de sus p ecados, c on la senti da prom esa de end erezar su cam ino por la send a del c risti anismo. De es ta m anera, también se ref orzaba la imagen o id ea de u n Dios, d e santos y niños án gele s vigil antes, tan ilustrativo p ara la gente com ú n y corrie nte. Es tas imágen es se p erci ben p or la ac titud y po sición ocup ad a d e aquellos s eres en l as Uno d e los varios portentos ref eridos en esta fuente es la e levac ión del niño en el aire dur ante un a misa, «travese ando con las manecitas, como que qu ería aprehend er alguna cosa con ellas , y pregun táronle despu és del rapto si eran ángeles, respondió. Muchos y muy hermosos...¿vosotros no tenéis ojos? ¿Por qué no miráis como yo?..» 16 Esta ad miració n es inevitable compararla a las conductas pecaminosas de los sac erdotes, que eran «cosa pú blica y notoria», l as vidas «tan licenciosas» de los frailes, o desempeños cuestionables de altas autoridades eclesiásticas como Lobo Guerrero. Las denuncias están en diversos autores como Am edeé Frézier, e n El Perú visto por viajeros. E stuardo Nú ñez compilador. Bi bliote ca Peruana, I, Lima, P EISA, 1973. p. 15. 15
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p intu ras c olonial es, qu e siemp re están obse rvan d o desd e arriba al noble personaje , con m irad a d e apr obaci ón y comp lacenci a. Esta vigil ancia plasmad a en la pintu ra se ex tendía a la vida coti diana d e cada ind ividu o en la ci ud ad. Por ell o, no p odía ser angel izado el niño i nd íge na y, menos el niño d e raza negra, pu es, ello signifi caba su bver tir u na im agen oficial, refle jo d e un ord en social estableci d o y basad o en lo arbitrario e inju sto, p ero qu e era presentad a como legí tima y verdadera. Al igual qu e en Santa Rosa, aquí tam bién con el niño Francisc o se expresa la cualidad y trascend encia del azote, del casti go y d el flagel o, que com o en Je sús, se le da fu nción pu rificad ora y rectora. El azote exi gía ac eptar el dolor y a través d e ella llegar a la pu reza d el cuerp o y la mente, vac iar el contenido p ecam inoso de las dos dimensiones, para recibir o llenarla con el licor y el verbo sagrado de Cristo, dan d o como resultad o el éxtasi s, el estado m ístico, la c onexión con Dios en el paraíso terrenal. La corta vid a d e Fran cisco, mostrad a en sus p árrafos más imp ortan tes, refl eja el es qu ema m ental pop ular, la c u ltura p opu lar, la mentalidad colectiva y las rep resentaci ones soc ial es de la ci ud ad d e la L ima col onial. Pero hag am os un a ad vertencia. ¡Cuá nto h u bieran qu erido los príncipes de la I gles ia que, c omo Franci sco, fu eran m iles l os niños qu e d edicaran a Dios, s u vida y contemp lación, su oraci ón y sil enci o!, y qu e tod as las dem ás cos as d e la vida estuvieran sup editados a lo pr imero, sin d ejar d e lado las vi rtud es de tod o niño, c omo la obed ienc ia a sus pad res y person as may ores. Y p or otro lad o, ¿cuántos frail es d e la Igl esi a estaban d ispu estos a seguir el ej emp lo de Franci sco y bu scar el encuentr o con Dios ?
Los ni ños catequi stas dur ante la Colon ia La I glesi a en la época d e la Colonia c onsideró imp resc ind ibl e e ind ispensable evangeli zar en las práctic as reli giosas a los i nd ígenas por qu e consi d eraba q u e las c reenci as d e éste gran sector poblaci onal eran contrarias a los m and am ientos c risti anos; es por ello, qu e imp u lsó l a cris tianizac ión d e los m ism os. La c risti anizaci ón r equería u na p revia instrucc ión qu e le perm iti era al i nd ígena p od er leer e l catecis m o, pero las difi cultad es en el idiom a, la reticencia y resiste ncia nativa, entre otra s causas, obli gó a qu e m uchas v eces la catequizaci ón fuera sólo verba lmente. Los obstác ulos e intereses p uestos en ju ego en aqu ell os tie m p os, d erivan en u na instr u cción basad a en el catec ismo y la d octri na cri sti ana. Al respecto el terc er Con cilio, cu and o se refi ere a la esc uela de los mu chachos ind ios, en el Capítulo 43 d ice lo siguiente: «Tengan p or m u y encomen d ad as las 17
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escuelas de los muchachos los curas de indios, y en ellas se enseñen a leer y escribi r y lo demás, y princi palm ente a entend er y hablar nu estra l engu a española. Y m iren los c ur as qu e con ocasi ón d e la esc u ela no se ap rovechen d el se rvici o y trabajo de los m uchachos, ni l es envíen a traer hierba o leña, pu es enc argan en esto sus concienc ias c on obli gaci ón d e restituir. E nseñen tam bién la d octri na cristiana 17 a los ni ños y n iñas y no los oc up en en su s aprovechamientos , más 18 y si rvan y ayu den a su s padespídan te mpgurano que vayan casas d res, a los los cuales ard penara respeto y obeda suiencs ia» .
Según Arm as 19, los niños r ecibieron u na instru cción religi osa basad a en la formación cí vica y cristiana; y má s intensa fu e la ed ucaci ón qu e reci bieron los adu ltos, más aú n cuan d o ll egaron los i ntegrantes de la Com pañ ía de J esús a la ciud ad d e los Reyes. El catec ismo se c onv irtió en el instru mento p rincipal d e esta formid able catequesis , ad emás d e diversos med ios qu e se ap licaron par a lograr u na ráp ida conversión al cris tianismo: c anciones, diálogos, etc. Util izaron p rem ios consi stentes en el regalo de imá genes, para estimu lar el ap rend izaje de los niños m ás ap licados. E sta forma d e actuar d e la Igl esia era d e entera satisf acción de los padres, quienes se preocupaban por el acercamiento de sus hijos a esta nu eva doctri na. Asimism o, los hij os d e los nobles i nd ígenas, reci bieron esp ecial atención d e parte d e las autori d ades reale s, por su obvia imp ortanci a en la comun idad ind ígena. Por ej emp lo, e l pr imer obisp o d el Perú, Fray Vi cente Valverde; y el propio gobernador Francisco Pizarro expresaron por escrito la necesidad de qu e ju nto a la igl esi a exi stie ra u na casa gran d e o esc u ela don d e los hij os d e los caciques sean ed u cados y enseñad os en la f e y c ostum bres c risti anas 20 por los religiosos. La Re al Cé du la de 3 de n ovie mbre d e 1536, mand a fund ar en el Perú, una cas a p ara la instru cción d e los hij os d e cac iques e ind ios principales; y otras d isposic iones posteriores i rán en el mismo sentid o. Al respecto F ernan d o d e Arm as Medina, sosti ene qu e la difusió n d e estos e mb rionarios c entros d e enseñan za en el Perú, qu ita a los reli giosos aquella e xclusividad qu e en los primeros años ten ían sobre la ed u cación d e los hij os d e los principales. La obli gaci ón d e la edu cación se amp lía a c u alquier d octri nar io regular o sec ular, y más aú n, Debe rec ordarse qu e las es cuelas de doctrina conf orma u n gru po ap arte de las de m isiones. L os primeros eran regentad os sobre todo por clérigos, los otros por frailes. Dos órd enes destacaron en las misiones, los f ranciscanos y los j esuitas, quienes se internar on en la selva y ceja de m ontaña. 18 Bartra, Tercer Concilio, 1982, p. 80. 19 Fernand o de Arm as Medina, Cristianización d el Perú, ver p. 28 1-291. También afirma qu e existí an escuelas en tod os los pueblos del Virrei nato, dond e junto, a u na ed ucaci ón cívic a y una enseñanza d e las primeras letras, l os escol ares recibí an u na intensa instrucci ón cristiana. No cabe dud a de lo último, sobre todo en Lima. 20 Armas Medina abu nda en documen tos vistos en el Archivo Ge neral de Indias en las que estos personaje s y otros vieron importante la instru cción d e los niños ind ígenas. Ver p. 281 -289. 17
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cuand o los i ncipientes c olegi os se diseminan p or tod o el territori o, abrie nd o sus p u ertas a los niños d e las c lase s inferi ores. E ste pr oce so se d a siemp re con especi al soli citu d d e aqu ellos j óvenes p erteneci entes a las c lase s m ás elevada s d e la soci eda d colonial. Este proyecto de la fund
aci ón d e casas de instru cción cobra gran imp
u lso
con el Gobi el V irrey Tol erno edo,dque Toledo ien pr evé r dpu os col egios retar , un aestos en el Cu zco y otraerno en Ld ima. E l gobi tamerigi poco d o conc col egios, po r la priorid ad qu e alc anz ó en aqu el m om ento h istóri co la creac ión d e la Universidad d e Lim a y u n colegi o d entro d e ell a. Este c olegi o, al c om ienzo trató d e real izar l a función proy ectad a por los gobernan tes, p ero en este p roces o los pa d res de la Comp añía de J esús pen saron en fun d ar varios c olegios de caci qu es, y reci én en 1583 logran fu nd ar u no en la doctrina d e Juli; y el otro en el Cerc ad o d e Li ma , a inic ios del sigl o XVII, contand o p ara este p rop ósito c on el ap oyo d el Virrey Prínci p e d e Esqu ilache. E n este col egio se i m pu so la f orm aci ón j esuita a l os pocos al u mn os que eran p rocedentes de d iversas provincias. Med ina tam bién se ref iere a l a d estac ad a actuación de los niños catequistas, luego qu e los p rimeros francis canos l os catequ izaran p ara qu e fu esen auxili ares en la tarea d e la c risti anizaci ón. Así por ej emp lo, un m isionero iba d e pu eblo en p u eblo (en Caj am arca) , acomp añad o de 50 mu chachos, qu e rezaban en alta voz las oraciones y la doctrina cristiana, lo cual estimulaba a los numerosos catec úmenos a recibi r el bautism o. En ese contexto pron to los pequ eños catequistas estaban en cond iciones de rezar la d octri na sin la pr esenci a d e los doctrineros, lo cua l acepta el Arzobispo d e Lim a en 154 5 y se repiten en los años p osteriores en las c on stituciones concil iares, d iocesan as y ord ena nz as civiles. Este p roced im iento f ue ad optad o por los mismos j esuitas. Arm as destaca el celo y ej emp lo que m ostraron los niños c atequ istas qu e a pesar d e su corta edad , de 9 o 7 años, al llamad o d e la c amp ana, reunían a los mu chac hos del barrio, a qu ienes le s ense ñaban la doctri na, c antand o y exhortan d o co n p alabras o ídas del Padre. He aqu í una d e las princi pales razones para comp rend er la es p ecial atención generad a en las autor idad es polít icas y reli giosas por favorec er a los niños catequistas.
Un jug uete para niñ os : el rigor y la palmeta Sabido es que en la esc u ela de aqu ella ép oca, el rigor y la pa lmeta eran cos a comú n; y nos qu edan algunas interrogantes con respec to al prece ptor o ayo. E n el presente caso contamos con una fuente notable, un curso imprescindible p ara el e stud iante era el Latí n, i d ioma qu e presentaba serías dif icu ltades par a 19
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su ap rend izaj e, que p ara m uchos ll egaba a ser sufribl e, una tortu ra, tal como lo señala E steban d e Orell ana, en su Instrucci ón d e la l engu a latina 21, pu bli cada en 1759. Este man ua l de gram átic a es notable p or su p rólogo o disertac ión, pu es e n ella ofrec e el tex to como «u n jugu ete par a n iños» , cuy o p rinci p al mérito es enseñar les losobre que tan a rd o es, yytan «por j u gu ete»te,. Ya Macera había atención este t uexto, es úqutil, e ef ectivamen Orel lana es un llauam torad moulay sugerente; se pregun ta cómo d e tantos niños que estud ian gramátic a, so n tan p ocos l os qu e saben el latí n al cabo d e 5 o 7 años. ¿Cuál es l a causa d e este pobre resultad o? Orel lana acusa el m étodo d e la enseñan za, c uestiona la gram átic a misma, al s eñalar que ningu na lengua se aprend e por oíd o, s ino por u so. Peor aú n, sucede q u e el niño, al no entend er el latí n, ll ega a abo rrecerl o, y si l ogra entend erlo, al sal ir de la esc uela no tiene d ond e usarlo, por lo que se cae en u n círcu lo vici oso e inacep table. En el aula, se condena al niño a hablar lo que no sabe y azotarlo por lo mismo. E l espaci o del niño se c onvierte e n u n m un d o don d e todo es osc ur idad , peligro y miedo. En es te ambiente totalmente ad verso emp u jad o por las difi cultad es ex tern as del curso, c om ete disp arates p ara «ll evar az otes» , y es o es l o qu e cualquiera ha p asad o por su n iñez. Al señalar l as nef astas c onsecuencias d e este s istema d e enseñanza, el autor d emu estra plena conc ienci a d el magro d esemp eño cum plido p or el pr eceptor, pero ll ega a más, qu e es la de l ograr el grado d e emp atía qu e adm ira Mouse, pu es se mu eve e n la d imensión psic ológi ca d el niño, se ubic a d entro d e él y recl ama qu e se ac ostum bre a los niños es tar sentad o por h oras, «en contra d e su natu raleza» , enred ar su p oco raci ocinio en empresas metafísicas, enseñarles a ser tímidos y desconfiados por la continua ince rtidu m bre sufrida en cad a pa labra qu e esc riben, c on el miedo inevitable a ser casti gad os. ¿Qué d ebía c am biar entonces? ¿Cómo enseñarles? A esto respon d e Orell ana, afirm and o qu e el halago y afabil idad son el medio m ás ef icaz qu e se contrapone, allí donde «el rigor es estorbo». No se trata por tanto de que el maestro pierd a autor idad y olvi d e el cas tigo, lo que se desea e s que no se ec he m ano d e estos m edios, sino c ua nd o ya no ha ya otro recurso qu e tomar; y entonces sea po r culpa conoci d a, y no p or d efectos natu rales a la ti erna ed ad . Qu e el niño ju egu e, enred e, no entiend a o ría, no m erece p ena, basta un a ad vertencia, y otra si prosi gue. ¿ Y cuán d o se pod rá azotar a u n n iño? Por lo regular, nu nca, porq ue
Instrucc ión de la lengua latina o arte d e adqu irirla por la traducción de los autores compuesta para la particular enseñanza de u nos niños. Po r don Estevan de Or ellana. Parte Pri mera en qu e se persuad e la preferenc ia de este método y se propone el mod o de reglarlo. Lima, Ofic ina d e los Niños H uér fanos, 175 9. Orellana tamb ién pu blicó L uga res Sele ctos de los au tores latinos, en Lima, 1759 . 21
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«la inocenci a n o p ued e ser casti gad a». Sólo la tenaci d ad infantil e n no ejecu tar lo que se l e man d a o en hacer lo que se l e proh íbe, es cu lpa qu e si merece pena. Aconsej a excitar su cur iosidad , tener los alegres, prem iar sus aci ertos, disculpar sus yerros, no hacerles muchas preguntas, inducirles con sagacidad a la respuesta, no presi onarles a pen sar mu cho, « porqu e es ta edad no es de p ensar, sino e mem e i mitar». criticariento el dunoroctratam iento e los niñosdeenoír, la etomar scu ela,dOrell anaoria d emu estra unAlp ensam onv enci onald(pero comp artido p or var ios otros c olegas) , pu es la m ayoría d e los pr ofesores no compartiría ni practicaría estas recomendaciones. Estas ideas no eran, ni mucho m enos, adelantad as a la época, ni c imentad as en sóli d as bases de refle xión fil osófi ca, salvo algun os cl ásic os como San Agu stín. Es evidente q u e el sustento d e sus ideas d eriva en gran p arte d e la experienc ia de haber en señad o el l atín, experienci a person al qu e lo diferenc ia de otros, y sobre todo d e su i nd u d able amor a los niños y la plena conci enci a d e las dif icultad es que atra vesaba el mismo en su aprendizaje. Orellana refle ja esta experiencia d e qu e los niños v enían a ser las reales víc timas d el desc onoci miento ad ulto, y que d ese ncadena sobre ell os su crueldad . Reconoció e n este c am po tod os los temores y d años cometid os contra el niño y n o d ud ó en cond enar a los directos respon sable s de esto, el ayo y el s iste m a mismo. Orel lana rep res enta si n d ud a a muchos pr ofesores que en la ex perienci a d iari a d e enseñar un curso como el l atín y rep arar en la difi cultad q ue les si gnifi caba tal curso a los niños, examinó las c au sas y c reyó encontrarlas no en el mu nd o del niño, sino en la d el ayo.
La leg isl ación sob re la I nf ancia Al abord ar la legi slac ión sobre la infanci a d u ran te la Col onia, descubrim os qu e es el resultad o de la recopil ación d e Leyes de I nd ias, y es e l prod ucto del trabajo conju nto d e varios ma gistrados 22, cuy os esfuerzos culm inaron en 168 0, cuand o fue pr omu lgada la rec opilac ión y comenzó a regir como cuerpo org ánic o en 168 1. De los 9 libros qu e com pren d e esta recopilaci ón , nos interesa esp ecialmente el prim ero, el sexto y e l séptimo. El Libro Prim ero, con 25 tí tu los, trata d e cuestion es religiosas o ecl esiástic as. Allí se af irma la imp ortan cia d e la conversión d e los i nd ios al c risti anismo; y la asignaci ón como m eta principal d e los fun cionar ios y m agistrad os, la ex tirpa-
En este proceso partic ipan Diego d e Zorrilla y Rodrigo de Agu iar y Acuña, los jurista s Antonio d e León Pinel o y Juan d e Solórzano Pereira. Aunque Pinelo reunió más de 10 mil leyes, la recopilación incluyó solo 6 377, distribuidas en 218 títulos, pertenecientes a 9 libros. 22
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ción d e idolatrías y el cum plimiento d e los prece p tos c risti anos. S e da n d isposiciones sobre perm isos para fun d aciones de catedrales y parroqu ias, recomend aciones p ara qu e los rel igiosos no se entrom etan en cosas del gobierno 23. Adem ás pr ohíbe la e ntra d a d e sac erd otes ex tran jeros, al régimen d e mon asterios y conventos, hosp icios y recogimientos d e h u érfanos, hospitales y cof rad ías, e tc. Esto ú ltimo correspond ería, s egún Basad re, a la hoy llam ad a Asistenc ia Social. El Libro Sexto se c ara cteriza p or lo qu e Basad re h a llama d o el Derecho S ocial d ad o por Es pañ a a nu estra Améric a, d ond e se prop ugn an u na seri e de obli gaci ones y mecanismos que buscaban generar un trato cristiano y corrector de los súbd itos i nd ígenas. Así por ej emp lo, encontram os le yes que p rohíben el trabaj o d e men ores de 18 años en cualquier c aso, y el de los mayores cuand o son trabaj os ru dos; fijan las horas d e traba jo, redu cidas a 8 hor as en el caso de las fortif icaciones y fábric as. F ijan el límite mínim o y la form a d e salario, d efend iendo la sal u d d e los trabaj ad ores; ord enand o la asist enci a en caso d e acc idente y repr imiendo con severidad el alc oholis mo.
La infancia inédita e invis ibiliz ada En esta et ap a d el largo p eríod o colonial a fines d el siglo X VIII (1781), sale publicado un documento llamado: El Celo Sacerdotal para con los niños no nacidos 24, d edicado p or el pad re F ran cisco González L agu na a los Obis p os y Arzobispos de América. Este clérigo al dirigirse a la jerarquía eclesiástica de aqu ella épo ca e n la «sol emn e apelaci ón qu e el s entimiento d e mi alma hace al tribun al» , y cu yo obj etivo era c u and o d e la i nfancia s e trataba «el am p aro d e un a causa qu e clama por su m ayor atenc ión. Se preoc up a sobre man era por los tiernos inf antes, que p eligran en el se no m aterno, y sin razón se les priva d el sacramento de su Regeneración, y de la vida temporal que pudiere conservárseles» 25. En sum a, E l Cel o Sac erd otal trata d el « justo sentimiento d e la Igl esi a p or la pérd ida d e los niños que se m alogran: y cuan to d eben ali viarla l os sac erdotes». La f alta d e observación y conocimiento, principalmen te en los sacerdotes, ha sido hasta aqu í, d ice González, la primera ra zón d e las pérd idas d e las almas infantil es y nu nca pod rá en tod a su extensión evitarse, «si los señores obis po s
Justamente, la ley 1 del título VI de este li bro, dispone qu e pertenece al Rey y a su Real Corona el patronazgo de tod as las Indias, por el hecho del descu brimien to y la colonización, así como por las concesiones hechas en las bu las de los S um os Pontífices, sobre tod o las 3 Bulas otorgadas por el Papa Alejandro VI en 1493, concediendo a los Reyes de Castilla una parte de las tierras de Indias y la otra par te a los Reyes de Portu gal («Cedular io» de Vasco de Pug a, tomo XVI , pp. 359- 60). 24 El Celo Sacerdotal para con los niños no nacidos. Por el P. Francisco González Laguna de los Clérigos Regulares Ministro de los Enfermos. Se ded ica a los obispos y arzobisp os de los reinos d e la América. Impren ta d e los Niños Expósitos, Lima, 1 781. 25 Refiere que en Buenos Aires, un cura, ante los ataqu es de los indios rebeldes que cortaban el vientre de los mu jeres embarazadas, procedió al bautizo, en medio d e la sangre d e ellos, muriendo en ese ac to. 23
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lo cu bren con su pr otec ción». P ara ocurr ir al rem edio d e los niños no n acid os, es nec esari o p ersuad irles a est a verd ad : «el que m uere sin bau tis mo se cond ena a las pen as eternas d el i nfie rno». Por consi gu iente, d eben los pár rocos decl amar contra el aborto y tomar precauciones para evitarlo. «La vulgar y falsa cre enc ia de qu e los niños que m ueren sin bau tiz ar no tienen en la eternidad; p ena n i gl oria, es com o se dij o lo que qu ita el horr or, para los abortos volun tarios se dispone p ara los i nvolu ntar alevos ios. Deben ecirleds que volu eclentario esy un hom icidio verdad eramente o e dindigno e laelcaborto omu nidad 26 siástica» . Es p or ell o, que en la c omu nid ad ecles iásti ca s e preocup an m u cho por el interés de los párv ulos; y p or tan to, defi end en el prov echo d e la operaci ón cesárea en las pr eñad as dif u ntas y, cómo deben p rom overla l os párrocos y s ace rd otes. En consecuencia, toda persona racional estaba obligada según sus fuerzas a hacer la op eraci ón cesárea, más la qu e fuere h ábil, y a falta d e estos, el párr oco o sace rd ote tenía l a obligac ión m oral y cri stiana d e intervenir p ara h ace r esta cesárea. T enían la creen cia qu e la anima ción d e los fetos se ha ce en el instan te d e la conc epción; y se deben bau tizar l os abortivos aun qu e se an éstos de m u y p ocos d ías. Asimismo, hací an hincapié qu e: «Los cate cismos comu nes no d eben tom arse por regla en el pu nto d el L imbo d e los niños; s ino los que se c onform an con la Es cri tur a y la Tradici ón según lo ex p uesto», dic e el autor , si n d ud ar en a tacar c iertos c ateci smos: « los que m ás han contribuido en estos ú lti mos tie mp os a extender la doctrina op uesta, son los c atec ismos d e Astete , Ripa lda y Reynoso. Es tos p ersonaj es, sin otra m isi ón, sin m ás au toridad p úb lica, sin otra r ecom end aci ón qu e la qu e ell os ll evan consi go m is m os, s e han hecho l os i nstrum entos de la ense ñanza p opu lar, y p ersuadido al comú n d e las gentes es te f als o d ogma, qu e inc autam ente abrazaron en el e stud io de su teología» 27 . Entonces, la i m por tancia del bau tis m o, no solo para los niños sobrevivientes, sino tam bién par a los niños que han mu erto si n ella, corres pon d ía al sac erd ote reali zar el ac to bau tismal, evitand o la pérd ida d el alma d el niño. Así, entre var ios ej em p los, se cita el caso oc u rrid o en Lima en 170 9, cuan d o na ció u n n iño bic ípite o d e 2 c abezas, « y h echa la c onsu lta pr escrita, no respon d ió el prelado p ara su bau tismo hasta los 4 d ías cum plidos, en que pa d eció gravís imo riesgo d e morir». Al hablar de los abortos voluntar ios , señala c omo u na d e las pr inci p ales c au sas, l a falta de incl usas, y resp ecto a la d e Li m a virreinal y cristi ana, 26 27
González, O p. Cit. P. 168. González, Op . Cit. P. 50 .
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afirmand o qu e «su p rese nte si tuaci ón es baldón d e nu est ra natu rale za, de nu estra reli gión y de n u estra Patria 28». Por otra parte, exhorta a los padres de familia «que al paso que celen las caíd as d e sus h ijas, s up riman el castigo» , ya qu e las reac ciones d e la embar azad a ante el temor d el castigo paterno p od ían ser fatal es. Cita el caso d e un a niña, «de las que,sey de llaman ó en u nmu d esliz, yo«abortó efec to ddisimu ló 8 m eses solo oí drelarecato» voz d e, quien su p adconcibi re, e n ocasión y crícu tica, e contad o, se susp end ieron los l oqu ios, se atabard illó y mu rió» . Del mismo modo, la práctica social de aquella época era de que cuando la mad re no p ued e dar de lac tar al niño, por motivos poderosos, es nec esari o un 29 gran cuidado en la elección de la Nutrís . Esta ha de estar sana y bien comp lexionad a, de lec he gastada o d elgad a y qu e tenga el pezón p equeño. E sta última circ un stanci a, cond uce m ucho a la mej or n utr ición, porqu e el i nfante chupa con faci lid ad y gu sto, lo que no su ced e cu and o es tos co y grueso. T am bién creí an qu e d e la lec he m antecos a y gru esa vienen las alf erec ías 30, «d el qu e vemos tan acosados los niños». Otra caracterí stica qu e se exi gía era q u e sea cariñosa y pru dente, para qu e con agrad o le adm ini stre l os pechos . Que no le c orten la función antes qu e esté s atisf echo p or qu e será precis o rep etirl a antes d e qu e esté digerida la primera leche, de la que provienen indigestiones muy peligrosas. Sobre todo qu e lo acostum bren a m ama r en determ inad os tiemp os, «con lo que no tendrá el llanto p or argu mento d e nec esid ad». Otra exigencia era que no sea glotona, ni destemplada, y mucho menos luj u riosa. Ad emás creí an q ue el ex ceso y diferenci a d e man jares engend ra hu m ores nocivos, encru d ecen el estómag o y deb ilitan el c alor nat u ral. El d u lce en demasía produce abundancia de cólera y damnifica la leche, lo que sucede tam bién con las fru tas exc esi vas, y m ás si son ácid as e ind iges tas. E nton ces la recomendación era que se sujete a un alimento sólido, substancioso, lo más senci llo qu e pu eda toma rse; por qu e las e specerí as, picantes y otros c ond imentos vehemen tes, m atan. Adem ás, qu e aquel se pr opor cione en tres ti emp os, y nad a m ás; por la mañan a, al med io día y en la noche c on la bebi da correspondiente, por que el agua repetida fuera d e est as oc asi ones engendra mu chos hu m ores c ru d os y acuosos, y la le che se deteriora. También d ecían qu e la l u ju-
«Por la desarreglada administración anterior, dice Laguna, se halla atajada de rentas, ruinosa y aun sin una puerta decente y prop orcio nada, d onde se pu edan y libremente y a cualquier hora dejar co n seguridad los Infantes». 29 ¿Cuándo se p rodu ce la fama de que las negras son bu enas amas de leche?. Según el texto y otros que iremos m encio nand o, existía una marcada p redilec ción por las amas de leche de raza negra. Evidentemente, esa f ama no indica de qu e realmente eran mejores amas que las d e cualquier otra r aza. Ver la refere ncia de esta obra de González Laguna, qu e hace Manuel Mu ñiz A.: «L a med icina legal en el Perú, d atos p ara su historia». En «La crónica Médica» d e Lima, año III, n 31 (31 de julio de 1886), p. 256 y n. 32 (3 1 de ag osto d e 1886), p. 302. 30 Enfermedad de la infancia ca racterizada por convu lsiones y pérd ida d el conoc imiento. 28
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ria perjud ica a la nu tric ión; y si la mu jer contrae algún emba razo, ésta c ontr ibuye a la extinción del f eto. Denun cia i nd ignado el aband ono a brazos merce narios de los ti ernos inf antes, y dice que «por cálculo raci onal, perece en esta capital más d e u na terce ra parte de crías de la gente distinguida». Señala qué causas son legítimas para evadir del que hacen mención los doctores. pad eceladlactancia, e alguna enfermed ad contagios a, que p ued aPrimero: trasc endsierlaalmadre hij o. Segund o: si es tan d ébil d e comp lexión, que con el ali m ento d el infante d esfallezca d emasiado, c on riesgo c onoci do d e su salud . Terc ero: cuan do por mu erte del pad re «c elebra la mad re segund o tálamo» . Recom ienda qu e las obstetras, comad rona s o p arteras, d eben ser i nstru idas, examinad as, ap robad as, jur am entad as en sufic iente nú mero; y ex cluid as del ofi cio baj o grav es pen as, l as qu e no lo fueren . «En nu estro pa ís no creo que falten algunas idóneas, pero sabe mos qu e son mu y p ocas, y m uchísi mas las que se hallan d ed icad as a p artear, si n m ás qu erer p or este ej erci cio p asar la vida. Con hab er pa rido u na m u jer 5 o 6 hijos ya se c ontem pla con tod a la c ienc ia que d em and a el arte; y con arm arse de u na sill a y p ar d e buen as bols as ll enas d e rel iqu ias o de cosa qu e lo parezca, ya pu eden en trar en cualqu ier casa, sin rec elar qu e du d en d e su d estreza y habili dad . Para e l mejor logro c orporal y espirit ual d e los niños no nacidos, es necesario que haya comadres hábiles en su oficio y p rop one el med io de c rearlos» 31. Estas, cuand o el pa rto viene irregular o los condu ctos no están m u y francos, laceran y rom p en sin c onsideración; y viend o el d año, se retiran con pr etexto d e que las llaman en otra parte, y dejan perecer a las desdichadas. Tal acaba de suceder con u na d e ellas, asistiend o a u na p obre: se consu mió sus fuerzas intempestivam ente, y habiendo roto u na d e las entrañ as por esforzar el pa rto, l a d ejó en aban d ono 6 días que le d u ró la batal la con las últimas ansias, sin haber p od ido lograrse ni au n el alma d el feto. « N o sabemos si la ind olenc ia, o la natu ral bland ura d e nuestras gente s da m ás libe rtad a estas intrusas; porqu e nadie se quej a, nad ie las acusa y ellas siguen». Deben instru irse en el arte y par a ello p rescribirl es un a cartil la o tratad o breve, y señalarles un cirujano hábil que cuide de su instrucción. Este les enseñaría cuand o hay p eligro o no de qu e el niño m uera al ti emp o d e nace r, a f in de bau tizarlo; y el mod o d e adm inistrar el bau tismo con la e spon ja o con un a jeringa recta o curva , según lo requiera el c aso. Otra téc nica a enseñar era el mod o d e hacer
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González, El celo.., Cap. XVI, P. 27.
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volver a los niños qu e apar ecen m u ertos por algu na asfi xia. Adem ás, los rem edios que d eben d arse a un niño, para qu e arroj e el mec onio o hece s detenidas. Cabe resal tar el band o del virrey de J áur egui, qu e es tá inserto en la obra de Laguna 32 cuando refiere la consulta del fiscal, a quien le ha llegado a sus m anos la obr a. Por ell o, el virrey exp ide el d ecreto d el 25 de sep tiembre d e 1781, par a qu eente «se pponga áct icaa». la operaci llamad par to afi c esáreo, pr omov nu evam or el en R . P.prLagun En dichoónban d o, elo virrey rm a hallarse bieidan informado «del desprecio con que hasta aquí se ha mirado la causa de los Inf antes inéditos» , omiti end o la expresada operación en las d ifun tas ma d res, y resi sti énd ola c on obstinaci ón, no sólo sus d eud os y p arientes, sino también los ciru janos, barberos y obstetras, que en algun os c asos han sido llamad os, por el errado concepto d e qu e aquell os niños, no están an imad os, o d e que se hallaran mu ertos, y lo que es más ci erto c on qu e la i gnoran cia d e lo s más ha mirad o un a op eraci ón tan útil y n ecesaria, e xcusán d ose a ella con frí volos y m ali ciosos pr etext os; enterad o asimismo d e la fac ilidad con qu e tales f acultativos rec etan y adm ini stran a las mad res medicamentos aborti vos y qu e si e stos produ cen su efecto, se arroj an los f etos si n r econocerlos ni procu rarles la vida q u e en m u chas ocas iones p u d iera fomentárseles ».
D e la Colonia a la nuev a Repúb lica En est e períod o d e transic ión el niño es d efinido p or d escarte y d e man era signific ativa, en tre 1726 y 17 37, (Di ccionar io d e la Leng u a Ca stellana 33) como «el niño pequeño qu e no tiene edad pa ra h ablar». Esta conce pción se ap lica a todos los que no h an lle gado a los 7 años d e edad , rec onoci end o qu e ti enen u n «com ún m od o d e hablar» y pocas experienc ias, qu e obran con poca refl exión y «se suele usar por d esprecio» cuand o se refi eren a la inf ancia. La palabra el párvulo se emplea metafóricamente, cuando se refiere al inocente, que sabe poco y es fácil de engañar. Predomina el concepto de la minoridad, que se exti end e desd e la niñez hasta la edad juv enil. En el Perú d e este p eríodo, se considera «men or» hasta la e d ad d e 21 años, para lu ego ingresar a la otra etapa d e la vida, la « m ayoría» d e edad , qu e perm ite a la persona acc eder a los derechos y obligaci ones establecidos p or ley.
El bando del virrey d e Jáuregui, inserto en la obra d e Laguna. dice: «por cuanto el señor fiscal ha presentado en este Superior Gobierno la consulta del tenor siguiente: «Excmo. Señor. El fiscal dice ha llegado a sus manos una obra que titula el Zelo sacerdotal...su Autor el R. P. Ex Prov. F. González Laguna, de los clérigos regulares de la Buena Muerte, en qu e trata d e diversas materias, que miran a la fel icidad eterna de los niños encerrados en el vientre de sus madres, que no pueden recibir el santo sacramento del bautismo, por el ningún uso que tiene en estas partes la operación cesárea. En cuya virtud he tenido por conveniente expedir el decreto siguiente: Lima, 25 de septiembre de 1781. En atención a lo que representa el señor fiscal e n su anterior consulta.. , se ponga en p ráctic a la op eraci ón llamado parto cesáreo, promovida nuevam ente por el R. P. Lagu na, en u na obr a Zelo... ». 32 33
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Ese desp reci o imp lícito en el uso d e la pa labra niño será reemp lazada p or otra m ás p rogresista, gracias a la i nfluencia de au tores como Rousseau . Es así cómo a fines del si glo X VIII se había pu bli cado en Esp aña u n p eriódic o p ara niños, ti tulad a Gace ta d e los Niños 34. Dicha ga ceta reflej aba la d ifusión y efecto de las nuevas ideas acerca de la instrucción de los niños, sobre todo de la intensa labor d esplegada por nu mer osos « sabios » o «m aestros» , a favor d e los niño s. Todo ello s u cedió a pesar d e las gu erras y las difi cultad es ec onóm icas d e aqu ella época. También cabe pr ecisar qu e algun os años an tes ( 1792), Lima contenía d entro d e sus m u ros a 52 ,627 per sonas 35. Un em p ad rona miento hecho baj o el gobierno d el virrey Av ilés, arroja un a p oblac ión d e 30,581 per sonas d e color, com puesta d e sirvientes libres, artesan os y 12, 349 esclavos. Los 1 8,232 restan tes form aban parte de la « gran g avill a d e vagos» , «abun d ante y sie mp re dañ osa en esta capital, d ond e es tan fác il subsistir s in tener ocup ación algu na». En este contexto, los españ oles se ded ican al comercio, al E stad o eclesiástic o, m ilitar, l a p olítica y Real H aciend a, a ser abog ad os, méd icos y escribanos. Por otra p arte, l os indios se d edican a las artes mecánic as, l a agricultura y en g eneral a los trabaj os rud os, aun que Lequand a reco noce que son m enos deli ncuentes que las dem ás castas i nferiores. Los negros y m ulatos libres son «gente d espierta», qu e hacen d e zap ateros, barberos y otros ofic ios. Entonces l am enta el funcionario qu e el hi jo d e un artes ano n o qu iera seguir la c arrera d e su p adre. E l profe sor de Med icina p ocas vece s incl ina al h ijo a esta ú til aplic ación, su cede lo m ismo con el escribano, el piloto, boticario, c iru jan o y otr os. En las ar tes liberales y mecán icas sucede igu al: el platero au nqu e tenga varios hij os, ningu no sigu e el ejercicio d e su p ad re, i gu al el c arp intero, barbero, albañil, sastre, zapatero, lo c u al «contribu ye al atraso y a la falta de ap rend ices». Asimismo, du ran te l a nu eva rep úb lica las mu jeres es p añolas viven al asi lo y pr otec ción d e los marid os, pa d res y parientes 36, mientras qu e el resto de las mujeres honestas procuran sostenerse de la costura, venta de mercancías y otras tarea s, (mu cho d e los ejerci cios seden tarios pr op ia de las mu jeres estaban en m anos d e lo s hombres) , siend o el mayor nú mero soste nidas p or la piedad, ya
Diccionar io de la Lengua Castellan a compu esta por la Real Academia Españ ola, Tomo I, que contiene las letras A y B, Mad rid, 1726 1737. Según esta, la ex pr esión «al niño y al mulo en el culo» es un r efrán qu e enseña qu e el castigo se debe ejec utar del mod o y cautela que sea escarmiento y no daño. Un referente es Solórzano y Pereira, (Política Indiana, libro 3, Cap. 6). 35 Gazeta de los Niños, o p rincipios ge nerales de mor al, ciencias y artes, ac omodad os a la inteligenc ia de la p rimera edad por Bernabé, D. Joseph y D., Año Primer o, Madrid , 1798. De este año pr imero, la pu blicaci ón contiene XI númer os o «periódicos», l lamad o así por los prop ios autores, con 395 páginas. 36 Según el Discurso sobre el destino que debe darse a la gente vaga que tiene Lima, escrito por J. Ignacio de Lequanda, Ministro Princi pal d e la Real Haci enda, en Mercurio Peru ano d e Historia, L iteratura y n oticias públicas que da a luz la Soci edad Académica de Aman tes de Lima y en su nom bre. D. Jacinto Calero y Mor eira, Impren ta Real de los Niños Expósitos, N° 326, 16 de febrero de 1794. 34
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en conven tos o en casas, s i bie n la reclusión d e las mu jeres « contribuye a conservar las buenas costumbres» pero existe un grueso sector que vive del asis tenci ali smo y el p ieti smo d e aqu ella ép oca. Por otra p arte, e n la R epú blica se arrastra como si f u ese un p esado lastre un a serie d e problemas más d om ésti cos, por ej emp lo cuand o se trata d e resolver éstos el e spañ rehúlato, sa elquservi domd erad ésti co, tomaínfima esta acy ba titud a n oñol p arearse con el,negro y elolmu e eracio consi a clase ja. par El espa ad ora el esplendor y la opulencia, mientras que el indio por inculto es considerado frugal y «arcai co». En cam bio el negro y las dem ás cas tas pr etend en imitar las formas d e vida d e la clase domina nte, por ej emp lo en el uso d e los trajes y ornatos. Dado qu e se ha p erdido la opu lencia de antes, ha qu edad o la c ostumbre d e continu ar con éstas pr ácti cas y « d esarraigar aqu ella, es c om o tod os los vi cios, mu y d ifícil» de consegu irlo. En cam bio, las i nd ias, neg ras, mestizas y m u latas, l ibres o esc lavas, tenían p or ej erci cio ad em ás del d om éstic o, el de lavan d eras, regaton as, c ociner as, s irvientes, e tc., que p rotegidas d e las c asas en qu e nacieron y sirvieron, alc anzan el estar sos tenida s de la piedad y d el cari ño con algun a ma yor esti ma ción qu e las es clavas. E n m edio d e esta si tu ación las españ olas honr ad as, s on «la par te que m ás pad ece y tole ra en el pun to d e la nec esid ad o indigenci a». Lequand a ve necesari o la separ aci ón labora l entre h om bres y m ujeres . Así , en la fábric a d e cigarros p od rían ocup ar a ell as o sus m ism as c riadas, que «regularm ente están ociosas» . Los tra bajos y ej ercic ios de los cord on eros, fl echad ores y o tros está n en m anos d e ind ios robu stos, pero estas l abores también p od rían hacerlo las señoras honrad as, « tal c omo se da en Europ a» 37. Ciertamente, L equ and a afi rm a refi riénd ose a aquellos p ersonaj es que han empobrecido en la sociedad, y los califica como «vagos por excelencia». Es d ecir, gente qu e sin d edicarse a ad qu irir l o neces ario par a ali viar sus u rgen cias, visten como su jetos d e comod idad es. E sta «polil la tan per jud icial a los es tad os» , har aganes qu e no m editan sino caen f ácilmente en enga ños y d elitos qu e per jud ican a la don cella, l a esposa y la viu d a sedu cid a, dej an sin r ecu rsos a las per sonas; y en la infamia se nota el oprobio en el vive el niño p obre. Los e xtranj eros qu e viaj an a l Perú tam bién reafi rm an lo an terior. Por ej emplo, Haen ke en su Descripci ón d el P erú 38, estan d o ya en la cap ital el añ o 1790,
«El principal patrimonio qu e consti tuye el esplendor y opulencia en la mujer, es triba en el dominio qu e disfruta comúnm ente sobre el varón». Pero también, « acostumbrada a recibir, ignoran lo qu e es trabajo, aba ndon adas cuand o su belleza acaba, termina en los oficios mas in decorosos. (Mercur io N° 326, 1 6 de febrero de 1794). 38 El autor reconoce lo difícil de aplicar su proyecto de eliminar la vagancia, Mercurio N° 328, del 23 de febrero de 1794. 37
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observa qu e el ocio es « na tu ral» y esti m a qu e «es ind ecible l o qu e gana ría Li m a con la sol a Provid enci a d e recoger a tanto ocios o y va go como se encuen tra a cada p aso, ap licand o a mu chos de ell os a gru m etes de los nav íos en las oc asiones d e levas» . El viaj ero encont raba g raves p erju icios a la niñez: « Todo h om bre sensato c onfie sa en Li m a, que en van o opon en los niños su ingenio natu ral a los vic ios de la ed ucaci ón», y peor: «l a p ernici osa cos tu mb re d e entregar a los niños a u nos h ombrmás es simales n instruquección, que baj a ouna el tíabsoluta tulo d e ayos, l os rigen y m al instruyen, causando los empuja ignorancia. Derramados otros por los conventos y casas particulares, no siguen en sus estudios un sistema fijo ni uniforme, y faltos de ser vigilados por personas instruidas, aprend en mu y poco o nada» 39. Ante esta ac titud otros no d u d an en cali ficarl os de por d iose ros holgazanes, «lad rones pú blicos» que pu d iend o soste ner con la l abor coti d iana su vid a, roban a los verd ad eros pobr es las limosna s que le pertenecen 40. Influenciados p or los nu evos postu lados d e la Ilustración f ran cesa y l os id eale s de la revolución bur guesa, la concepción colonial de la infancia criolla se ve desplazada por una nu eva más d e avanzad a, cuyos rasgos son expresadas en el Me rcurio Pe ruan o. La óptica c ientíf ica, por ejemp lo, ve los nacimientos d e niños an orm ales no como prod ucto de u na voluntad divina, s ino c omo extraños f enómenos d e la naturale za, que d ebían ser ex plicad as por los médicos. Sin emba rgo, debe reconocerse qu e a pesar de la ola racionalista, la cultura criolla no liquida la vigencia de los d ogm as ecl esiásti cos. Al lad o de estas si milares percepciones del hom bre comú n d e la Colonia ac erca de los adu ltos y j óvenes, el Mercurio Peru ano 41, en los años p revios a la i nd epend enc ia, y d esde sus pr imeros núm eros, tiene un a d istinta mirada d e la i nstitución eclesiástica, en relación a los niños. Ejemplo el 2 de enero de 1791, se d escribe l a contex tura anatóm ica d e un «monstruo», que u na n egra bozal esc lava parió un monstruo, que «carecía enteramente de cerebro» y venía con los dos sexos. El autor anónimo se preguntaba qué «principios o causas internas d eforman tes c oncurrirán en la Natu rale za d e es ta negra qu e el año p asado d e 1787 d io a luz otro m onstr uo». Existe el punto d e vista fi siológico y a los fi lósof os exigen u na p osibl e respu esta o expli cación a este hecho. Por ej emp lo casos c omo el de la notici a d e la ex trañ a d esfigura ción corp oral d e una niña, e l parto prolongad o y por partes del c uerp o de u n fet o, o el caso de Tadeo H aenke, Descripción d el Perú, Imp . El Lucero, Lima, 190 1. Consc iente de la imp ortanci a d e viaj ar en el desarroll o p ersonal, s eñala Haenke qu e la costumbre d e estar en un solo lugar enmohecen los resortes del espíritu, a pesar d e que el limeño tenga habilidades como el h acer infi nitas composic iones, que «ll evan a cada paso en cualqu ier certamen ». Haenke, Descripción d el Perú, 1901 , ver p. 7, 2 4 y 42. 41 Mercurio Peruano, N° 122, del 4 de marzo de 1792. 39 40
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un a niña que tení a el c uerp o salpic ado de man chas encarnadas, so n vis tas por el Mercurio como «enigma s» o fenóm enos d e la natur aleza. Un caso destacad o es el feto d e 9 meses que sacó un a m u jer p or el c ond u cto de la orina en 177 9; y qu e motivó un a seria disc usión de teólogos y canonistas sobre si sería váli d o el matrim onio en qu ien « no ten ía un vaso na tur al para el coito» , o si ésta se hací a p or crim inal nefand o, «como p lanteaban los moralistas ». Para resolver esta grave cuestión el parecer de los que respondieron en io unay «así ha consulta jjurídica u rad a.seEloyó dictamen perm itiócirujanos, a los c onsortes el matr imon d ad o a luz Franci sca varios hij os por el ano sin riesgo al gu no». Por otra pa rte se interrogaban : ¿Qu é ef ectos pod ía tener sobre el fe to si la ma d re ingirie ra cie rto tipo d e ali men tos? La respuesta es qu e el f eto nad a tiene d e com ú n con la ma d re; sus funciones s on ind epen d ientes d e el la, la única cosa que toma de su madre es el licor o la linfa nutritiva que filtra por la m atriz, y si está c ontam inad a, el hijo ad olec erá d e la misma en ferm eda d , así el m al venéreo en par tic u lar, se c om u nica. De este mod o, nad a tenía que ver en las c aracterí sti cas d e un feto el hec ho d e que la m ad re se hu biera i m pr esi onad o con la vis ta d e un sup licio, i m aginarse el rostro o l a fi gu ra d e un d iablo, antojos no satisf echos, «aun qu e ci ertos brebaje s si p od ían afec tar negativam ente al f eto» 42. Se disertaba tam bién sobre qué reglas eran convenientes a ser observad as por las mu jeres pr eñad as, d ond e nuevam ente l a natu raleza ju gaba un r ol ese ncial: «entre tod as las c osas no n atu rales, son m u y p ernici osas las graves p asiones d el ánimo, c on p artic ularidad la ira y el terror: la prim era, enrarec iend o los líqu idos, e s la causa más comú n d el aborto, y el segun d o, t u rband o los nervios y espíritus, en los primeros m ese s qu ita l a vida al f eto y en los últimos los pone epiléptic os» . Tam bién sugería qu e la sangría no conven ía a tod as las mu jeres preñadas 43. También afirmaba que una vez nacido el niño, era importante la dieta o la alimen taci ón d ad a. Se recogí a qu e los antigu os patr iarc as, a l a ed ad d e 20 o 15 años tod avía se hall aban en m antill as. En comp aración al ti emp o col onial, aqu í al año d ejan la m antill a, y a los 3 o 4 años ya tienen av anzad o las primeras letras, «form ánd ose c on esto la f alsa i d ea de qu e el niño tiene bu en enten d imiento y prod igiosidad ». Argum enta que el ord en de la Natu rale za ha d ecaído a med ida qu e se f u e acortand o el tie m po d e la lac tancia de los hij os. Por tanto, alargar la lactaci ón p ermitirí a, despu és de algun as generaci ones, que los hombres d ur asen tres y m ás sigl os, adem ás d e ser cas i gigantes. Mercurio Peru ano, tomo I, que comp rend e los meses de enero, febrero, marzo y abril de 1791. Ver Mercur io Peru ano, N ° 312, 29 de d iciembre d e 1793, N° 148 , 3 de jun io de 1793, N° 147 , 31 de may o d e 1792, N° 55, 1 4 de julio d e 1791. N° 1 del 2 de en ero d e 1791. 42 43
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Afirm a qu e la pobre alimen taci ón en m uchas fam ilias c onsiste s olo en cal d o d e chalona s (carne d e ovej a salpresa), lo cua l pod ía dar a los niños «adm irable anticipación de todas sus facultades», pero en constitución «era tan lánguida qu e yo l e com pad ezco». Los pa d res son en gran p arte responsables de esto, p ues por ver a sus hijos cuanto antes comer, con cualquier motivo ya los tienen destetados o separados del regazo a los dos años o al año y medio de edad, «persuadid os edeelqu e le vii gorizamos l a natu ayulo dán dole can». on alimentos m ás reci os qu néctar, ncluso m édicos de rale crédzaito ac onsej ¿ Qu e han logrado estos i nfel ices y tiernos niños con tal adelantam iento y pr ematu ra, si por los mismos p asos se atrasan en el vigor y se les ac orta la vid a? Recomienda que a la breve lactación que reciben los infantes, cortados de forma violenta y a pesar d e los llantos de los niños, debía reemp lazarse por u na lactaci ón d e 4 años, y si gu iendo a la na tur aleza que d ispone la d ilataci ón d e los térm inos de nu estras vidas, si no bastaba el pecho de la mad re par a satis facer al niño, había que agregar le leche d e cua d rú ped o, aconsej and o no mezclarlas 44. Otro sí ntom a d el dec aimiento o debil itamie nto d e la hum anidad es e l de los «ma ricones». Una carta d el Mercur io N° 118 , del 19 d e febrero d e 1792, refl exiona: «Un niño aband onad o en man os de su pr opia mad re ( la únic a de su p rimera ed ucaci ón) ap rend e p or imitac ión cuanto en ell a m ira, a su tie rneci ta alma se traslada u nas costum bres nad a conf orm es a s u cond ición». Por otra p arte, viciad a su n atu raleza entre el regalo y la c ontem placi ón, se c ría en un temp eram ento d ébil , sin robu stec er sus m iembros. Así cree necesari o u na v ida d elicada, se inclina a todo lo femenil, y «aun la reflexión de la edad posterior no es bastante p ara corregir los vi cios de la infanci a con qu e se ha connatu ralizado». Ad emás, d e darse un a mirad a notoriamente d istinta al tema d e la niñez c on respecto al si glo X VII, los mismos p ad res ya n otaban cambios qu e antes n o se d enu nciaron. E n el Mercurio N ° 298 d el 10 de nov iembre d e 1793, un pa d re au tod enom inad o El Bu en Vasal lo, enviaba u na carta esc rita a su h ijo españ ol en la qu e ad vierte el l iberti naje que se ap od eraba al interior d e las f am ilias « el hijo cree tener derecho d e sac u d irse d e la au toridad patern a, el pad re cree que la ú nica edu cación qu e d ebe da r a su s hij os, e s d ejarlas seguir tod as las i ncli naciones de la Naturaleza, la esposa, que su capricho es la regla de su obligación». E n gen eral ve qu e el l iberti naje y el d espreci o d e tod o yu go gobiernan a u na «espan tosa Re pú bli ca» d ond e la F e, la R eligión y las buen as c ostum bres, se han extingu ido d ramátic amente.
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Mercurio Peruano N° 45, 5 de junio de 1791.
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Era evidente q ue a l pu blicarse l a carta en el Mercurio, se buscaba expresar la semej anza de la si tua ción v ivida en el Perú . La d octri na d om éstica se conv ierte en un recurso m ás que ilustrati vo p ara expresar d e man era agu da el «caos». El Mercurio N° 5 del 16 de enero d e 1791 pu blica una carta esc rita por u n p ad re d e fam ilia, qu ien dice qu e al regresar d e un v iaje a la ciud ad del Cu zco luego de 6 meses, se sorpren dió de que tod as sus hij os le trataban d e tú, por lo c ual pr egun tó a la mad re qu é había con los principios anza q ue a,había dejado enecasa. La nres puesta fue pa qu sado e habían estad o en casdea dcrie Democraci la abu ela, qu es comú entodas las c lases de ci ud adan os, que tal cos tum bre era d e la mayor p arte de las mad res, tías y abuelas, qu e no solo s eguían esta p ráctic a d e hacerse tu tear d e los hijitos, sino que la patrocinaban y sostenían. Ante la i nd ignaci ón d el pa dre, la abu ela Democraci a respon de: «bien se conoce que vu estra merced no qu iere a sus hijos y qu e más bien es tirano con ell os, vu estra merced q ue q uiere enseñar a otros la buena crianza, debe saber primero q ue es m ucho atrevimiento el querer corregi r un a costumbre general y que aun que no lo f uera, es mi voluntad y basta para que sus hij os tuteen a qu ien les de la gana». Finalm ente este pa dre com pu ngid o pregu ntaba a las « mad am as» ¿Qué idea tienen d el respeto fi lial y de la sup erioridad paterna? ¿ Por qu é hemos d e acostumbrar a los hi jos a que h able n a su m adr e en el mismo tono qu e a su esc lava, y a qu e no d istinga a su p adr e de su calesero? El Mercur io N° 8 d el 27 de ener o d e 1791, pu blic a la carta del m ismo p ad re atorm entad o, quien d ejó a su h ija p or varios m eses par a viaj ar al Cuz co. Esta niña estaba toda vía mam and o, s u am a era un a negra criol la, qu ien sí al inic io era toda hu mildad , luego se ll evó un a sorpresa al regres ar, pu es vio que la negra n o sol o se tuteaba con la hij a y ésta la l lamaba m am á; tam bién dor m ía con ell a, c om ía y j ug aba, c on p referenc ia a sus herm anitas y aú n a la m ism a m ad re: «bi en se qu e lo mismo su ced e con casi todas las amas d e le che» , pero «esto inf luye m u cha baj eza en el mod o d e pen sar d e las cri atu ritas, y engr íe m ucho ma s a las nod rizas» . En efec to, « María es la que ma nd a en la c asa». El pad re se ve c onfun d ido con la maj ad ería de la « d ichosa suegr a Democraci a y tod o el parentesc o», qu e la apoyaba. El pad re a pesar de qu erer persuad ir a l a mad re de qu e es ta dichos a libertad d e las amas su ele s er fatal a la i nocenci a d e los niños, que la ralea d e d icha gente y sus m od ales groseros, s obre tod o en los bail es tan ind ecentes enseñad as a las mu chac hitas , que toda mad re honrad a d ebiera evi tar; la mad re esc ucha y respon d e qu e «así se esti la». Sin em bargo el colmo llegó c u and o la am a le pid e qu e el amo interce d a por un negro ladrón, y ante su negati va a gesti onar su libertad, sufre la f u erte rec riminación d e la ama d e leche, la es po sa y la suegra 45. Mercurio Peru ano, N° 64, 14 de agosto de 1791, Dr. Pedro N olasco Crespo. S obre lo dañ osa que p ued e ser a los niños, por las violentas convulsiones i ndom ables que prod ucen despu és de su ingesta en algun os caso s, no quita lo nutritivo y n ecesario al organismo, ve r N° 65, 18 de a gosto. 45
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Si durante 22 meses de ausencia se han producido tantos desarreglos en el sistema d e edu cación qu e el p ad re había estable cid o en casa se pregu nta: ¿ Qu é d esórden es habría en aqu ellas f am ilias no sól o d e Lima , sino d e todo el Perú y la Améric a? Esto era un indic ador que term inaba el s entimie nto d e un a época de ord en y respeto para d ar paso a la anarqu ía y e l caos total qu e fue comp artido por d iversas insti tuciones his pan as. Un encend ido sermón 46, en Mad rid d e 1816, con m de la fund d e escu«¿Cuál elas papodrá ra losser niños pobres, esque eloc u entetan en p reci sarotivo los males de losación revoltosos. el remedio sofoque p ernici osas máximas traída s por la nov eda d y el mal ej emp lo? Cuá l sino la erec ción d e escuelas en qu e apren d an los niños l a pied ad , en qu e se ac ostum bren a la virtud , aprec ien la gran d eza de la fe, adm ire n el poder d el al tísimo, apr endan la ju sticia, eviten la sup erstici ón , ejerciten la misericord ia, hu yan la hip ocresía, y observen los preceptos evan gélic os». Entonces las e scu elas d eberían ser l u gares do nd e se p rocl am e de continu o la obli gaci ón d e obedecer y servir al sobe ran o y a tod a su corte, el res peto d ebido a las leyes, el mérito y la fu nción resp ectiva d e los se ctores soci ales, los vínculos qu e los une a su s semej antes, etc . Como resu ltado d e ello, los niños c oncu rren tes, algun os llegarán al ministerio del s antu ario, a servir al m onar ca, a d efend er la patria, y otros a ejercer la magistratura. Quedarán así grabadas en sus tiernos corazones las m ás sól idas y benéfic as ideas, qu e prod ucirán en el f u tu ro abu nd antes frutos sazon ad os de h onor y recti tu d , florec erá el evangeli o, y en c onsecuencia, el Estado p rosp erará. Conocía el «piadoso m onar ca» qu e la base s egur a d e un reino catól ico es l a primera instrucción, sabía que debían los vasallos acostumbrarse a la virtud, desde la más tierna edad, principios cultivados en «los ánimos de los niños p obres». Ellos desc u brirán algú n d ía tal entos singulares, c u yas luces vend rán a ser la defe nsa d e la f e, d el hon or d e la buena literatura y m ur o en qu e se e strel len y caigan d errocados los asaltos de la malic ia y la inf idelidad . Por el lo la imp ortanci a d e un a esc uela para n iños pobres, d e don de su rgirí an m ás tarde héroes admirables: «¡cuantas guerras se ha ganado por estar al mando de un sabio gu errero, c uy os principios f uer on en p obreza y cuyo talento m ilitar se c u ltivó d esde la niñez p or u n establec imiento d e carida d e instru cción! ». Sin embargo la real idad era otra e inu nd aba los pensamientos de González: ¡Cuá n tr iste y dep lorable es p ectáculo, al lí se observan varios niños cu ya ú nica ocup ación es la venta d e géneros desprec iab les, que n ada pu eden p rodu cir p ara
En el Merc urio Peruano, N ° 18 del 3 de marzo de 179 1 se publica l a carta de un a mu jer quien se qu eja de qu e su mar ido tiene el c orral lleno de gallos, que ella y sus hijos no pu eden p isar ni el traspatio de la casa, lleno de gallos a los cuales él c uida con mayor esmero que a la edu cación de sus pr opios hij os. 46
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ali vio de sus p ad res; vagan d o todo el día por la p oblac ión, ad qu ieren sol o el abominable caudal de palabras indecorosas, de expresiones ofensivas a la piedad!. La peli grosidad d e vivir en las cal les hizo que varias instituci ones recogie ran a los niños expósitos. La R eal c asa o Rec ogimiento d e las Amp arad as d e la Concepci ón,tam no sólo o recogi ó47jóvenes p obres, as o an aband onad as, sino bié ningresó n iñas huérfanas , desamp aradasarrepentid que se recogí a vivir honestamente, con utilidad del público y provecho de las almas» (Mercurio Perua no N ° 132, del 8 de abr il d e 1792). Mu chas d e ell as eran m atrona s d esengañad as del mun do, pero edu cadas d esde su niñez en « las leyes de l a virtud y d el pu d or, y que han r esuelto perm anecer e n la c asa para conservar sin peli gro su inocencia». En este tránsito de la Colonia a la R epú blica Carrió de la Vand era 48, afi rm aba d iciendo: vivi r al margen d e los reglamentos, en l a informalidad o la movili d ad constante, era ser contrario a la d octri na cristiana o la v ida en p olicía. El d esempleo viene a ser lo mismo que la vagancia y esta a su vez del ocio. Propone colocarlos bajo la tu tela d e un p atrón , pagán d osele un salario reglamen tad o, a fin d e recup erarlos par a la I glesi a y el E stado. Afi rm a qu e en Li ma , a pesar qu e se hace el mayor servi cio p or negros, zambos y m ulatos de am bos sex os, raro es qu e u na casa no ten ga u na chola o cholo. Llegan d e la si erra con p iojos y and rajos a la casa d e la señora y al d ía si gu iente ya tie nen nu evo vestido, c am ita y cal zad os, qu e ni el las mismas se rec onocen al sentarse en la mesa en cali d ad d e sirvienta. La doctrina cris tiana la aborrecen y es molesti a gran d e p ara ellas el rezar, pero lo qu e no p ued en sufrir es pr ivarse de la c alle, por lo que hu yen sin motivo y «quieren m ás se rvir a un pobre p or un simp le cubierto que en la c asa más opu lenta con clausura» 49. Por otro lado, Carrió c onstata qu e los sac erd otes, a p esar de las orden anzas d el c oncil io li men se, rec u rren a la servid um bre ind ígena, sac an «infinitas i nd ias jóvenes» para qu e sirvan a sus p arientes y amigos, p ero «c on m ejor trato, m enos trabajo, má s aseo y m ejor alimento qu e la reci bida en su s chozas» . Sin embargo, no ll egan aú n a la edad nú bil y ya se entregan a la menor insinuación, con tanto desord en qu e mu eren en los hosp ital es entre agu d os dolores, o ni bi en
Sermón qu e en solemne acción de gracias, celebrada el 21 de abr il de 1816 por la Real J un ta de Carid ad, con motivo d e la fun dación de escuelas para los niños po bres, dicha en la I glesia parro quial de San Ginés, Madrid , por el Dr. F ran cisco González, S ecretario de la Real Academia Española. 48 El Mercurio Peru ano, N° 133 del 12 de ab ril de 1792 señala qu e en sus inicios la casa lle gó a ma nten er cerca de 400 personas «casi solamente con la piadosa liberalidad de los fieles». Hoy están 29 doncellas pobres y huérfanas, 15 arrepentidas, 50 educandas pensionarias, 1 1 recogi das volun tarias, 3 6 de castas entre ed ucandas y sirvientes , que comp onen el tod o d e 167 personas, s in contar las reclusas, cuya existencia no es permanente. 49 Alonso Carrió de la Vandera, Concolorcorvo, Reforma del Perú, UNMSM, Lima, 1966. 47
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llegan a los 1 5 años no p iensan m ás qu e en casarse, lo c ua l conv iene al c u ra, p u es ve aum entad o sus d erec hos en los c asamientos, bautizos y entierros. «Este es el fru to qu e sacan los señores eclesi ásticos de su s rectas intenciones». Y cuand o se refi ere al caso de los varon es afi rm a qu e cuand o chic os se «l lam an choli tos» , sigu en el desti no d e las hembr as, caminan a su r uina p or m edio draci e laónintem ncia. su jetan los españoles a slos railenos ap or y u n vpera est idil lo. Se Pasado u natiemp o buscansec a otrosu lares qu eylo suj fetan unlaa vida raci onal y crist iana, y se pon en a pintores y escultores, c ontentán d ose c on gana r u n r eal por d ía, sufic iente p ara «ll enar las barrigas» 50. De esta form a, los cholos d e ambos sexos qu e sol icitan ir a l as ciud ad es para m ejorar su fortun a en reali d ad se p ierden p ara sí, pa ra el rey y par a el p úb lico. Las omisi ones d el Merc ur io son expresivas de un a frontera soci al, en la qu e par eciera qu e el mu nd o d e la plebe no exi sti era sal vo p ara conden arla, o qu e en tod o caso l os problemas d e criminalidad no fueran d ignos de atención. Según los autos d e la Re al Au d ienc ia, c au sas c riminales, a par tir d e los años d e 1800 en adelante, graves crímenes acontecen en la capital y provincias. Abortos, rap tos, viol aciones, hom icidios, estupr o 51, etc , son d enu nciad os ante la j u stic ia y esto s in introd u cirnos en los dram as f am iliares, p rod ucidos p or el inmen so vací o dej ado p or la pérd ida de u na vida qu eri d a. El Merc ur io Peruano representa u n cam bio en la conc epci ón d e los niños, es la pun ta de avanzad a de u na nu eva mirada ci entí fica, que aun n o presc inde d e la expli cación fi losóf ica p ara r espon d er a las interrogantes sobre fenómen os a los cuales considera incógnitas de la naturaleza. La naturaleza es sabia y la niñez d ebe seguir su cauce. De be tenerse presente, si n em bargo, que el Mercurio Peruano era ap enas un grup o d e es tud iosos e i ntele ctuales que tení an lazos de vinculaci ón con los i ntereses d e la corona esp añola. Las omisi ones d el Merc ur io son expresivas de un a frontera soci al, en la qu e p areci era qu e el m u nd o de la p lebe no exis tiera, o qu e en tod o cas o los pr oblemas d e criminal idad no fueran d ignos de atenc ión. El pensamiento mod erno, observa Macera, era un entu sias m o de m inorías, con prolonga ciones sup erfi ciales e n el resto d el país. Au n así, el Mercurio comp artió tam bién el se ntim iento d e un a conc epción aristoc ratizante d e la cultura , a pesar d e estar i nfluidos p or el d espotismo Il ustra d o y haber ped ido la « edu cación del vulgo». La pr esión de las elites coloniales y la propia concepción aristocrática del Estado
En el mismo texto afirma que p asan de 30 los conventos qu e encierran «muchas cholas y cholos» . En ningu na ciudad de este virreinato y ni d e toda s jun tas se pierd en tan tas cholas como en Lima». Op. Cit. P. 52-53. 51 Carrió, Reforma d el Perú, p . 51-52. 50
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hicieron q u e los gastos p ú blicos d esti nad os a la edu cación, benef iciaran p rinci pa lmente a esa m inoría, m ientras se desc u idaba la instru cción d e la plebe. En su ma, sie mp re hu bo u na p reoc up ación est atal por la instrucc ión de los niños. Pero, du ran te la época col onial el f in era u no y ésta d efinía el c ómo : se instruía p ara h acer d e los niños fie les y bu enos cris tianos. Con la i nd epen d enci a ylalaim construcci e la nupeva Repúy blica, el gobie rno toma ncia por tanciaón de pr la ecaria instru d cción rimaria a través d e ella, valoraconcie la niñez. Lad e infanci a tiene un sen tido: s er la materia qu e al rec ibir u na ad ecu ad a instru cción, per mite lograr virtuosos y útiles ciud ad anos a la patria. E sta verd ad , constanci a traí d a d e Europa, imp ulsaron leye s peru anas qu e fueron p oco efi caces en su propósito.
Percepciones de l a Infanc ia en l a nueva Repúbl ica El Perú d e la prim era m itad d el siglo XIX, es la época del d espertar literario d e sectores soc iales que h abrían d e tener p rotagon ismo d ecisivo en el surg imiento de una concepción integral y moderna de la Infancia. Surgen periódicos con nom bres li gad os a la niñez, d edicados a p rom over la instrucci ón. S alen a la l uz obras teatrale s sobre l a niñez h uérfana y ab and onad a, influen ciados p or corri entes l iterarias eur opeas, qu e seguían alimentan d o cultura lmente a la eli te intel ectual criol la. Au nqu e la atenci ón d el pú blico es taba conce ntrad a en los s ucesos de la guerra p or la indep end enci a, se era consc iente de la imp ortancia de la instrucción p ara el pr ogreso de la n ación. Como bien se observa en El Aprend iz 52 (1813), periódico que refiere a dos protagonistas: el maestro Narciso y el Aprendiz Nicasio. La represen tación teatral confi rm ó la i nstr u cción como tem a capital. El 6 d e agosto d e 1829 se repr esentó por p rimera v ez en el T eatro d e Lima, l a obra d e Felipe Pard o y Aliaga, F ru tos d e la e d u cación 53, dond e aparece Manuel, esposo agobiado p or el c arácte r d e su m ujer, a l a qu e trata de hacer c omp rend er sobre el valor d e la e d u cación par a su h ija, s in éxi to algun o. Jua na recrimina a Man u el el no ver m ás mu jer qu e las d e Inglaterra y Franci a, mientras en Lima: « tod as las d e aquí son tontas, p uercas y mal e d ucad as» . Y aun qu e Jua na tom a por insu lto y agravio que acusen a su hija de tener malacrianza, lo es sobre todo por la
Archivo General de la Nación, RA, CC, véase Leg. 91, 1800, c1117, fjs. 27, causa seguida por aborto. Otro, Leg. 136, 1817, c1647, fjs. 76, auto s criminales seguid os por el h omicidio d e una meno r de 11 años d e edad . Otro, Leg, 136, 1817, c1656, fjs. 6, Autos segu idos p or el intento de filicidio contra u n n iño d e 5 años. Otro, Leg. 11 6, 1809, c1405, fjs. 76, autos segu idos p or el d elito de v iolación y estup ro en agra vio de u na men or. Otro, Leg. 130, 1815, c1586, fjs. 46, auto s seguido s contra un soldad o por ra pto y violación d e una h ija meno r legítima, etc. 53 El Apr end iz, N° 1, Lima, 1813, Imp renta d e los hu érfanos, por D. Bernar din o Ruiz. 52
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hu mill ación d e perd er a u n yerno extranj ero, retrac tado de su prom esa matrimonial. También se había prop iciado en Pard o y Aliaga el interés por la niñez aband onad a como p ersonaj e, e s así que se pu bli ca en 18 33, su obra cu yo título es: Una hu érfana en Ch orrill os, c omed ia que r efiere l as vic isitu d es de Flora, qu e en un d e lamentabl e pr est o, poc as esperanzas tendrá de d ejar la pobreza. Lrancho os ef ectos negativos qu e seigiprod u cen en la orfanda d d e Flora, hace ex clamar a su tío Ge naro «¿ Quién p odía haber d icho qu e de j uego en u na m esa, te había d e ver alternan d o, con tan tas gentes groseras, a l ances es cand alosos , a rep ug nan tes reyertas, a ind ecentes li bertad es y a m il insultos expu esta? ». En estos años las representaciones teatrales son diversas y populares. Las obr as d el es pañ ol Moratín (17 60-1828), sobr e tod o El sí de las niñas, tu vo m u cha repercusión. En 1833 se presenta La Huerfanita, luego El Maestro de la niña, d espu és Don Dieguito (de la obra srcinal d el mej icano Ma nu el Gorosti za), y El viejo y la n iña 54. Respecto a l o men cionad o, la tesi s de Ped ro Fernand o Oviedo 55 Estud io sobre F elipe Pard o y Aliaga ( 1913), afirm a qu e sus comed ias rec uerd an a Bretón d e los Her reros, Moratí n y su d iscípu lo Gorosti za. T am bién encuentr a simil itud es de la comed ia: Los f ru tos d e la edu cación, f rente a El señorito mim ad o, La señorita malcri ad a y El d on d e gentes, d e Tomá s de Iriarte. En cambio en o tra ob ra com o, Peregrina cion es de u na Pa ria (1 833-1834), d e Flora Tristán 56, inten ta infl u ir con su m ensaj e a las opiniones y p areceres que se tiene sobre l a m ujer en el Pe rú . Im pr esiona p or ej emp lo la leal tad d e las rabonas, que arrastran en su séquito « a un a mu ltitud de niños de toda ed ad» y el horror d e los ataqu es de las trop as enemigas, que c obran m uchas vid as en los niños. Asimismo, opina qu e la mu jer es generalm ente más alta y de consti tución más vigorosa qu e el hom bre. Por ej emp lo, afirm an qu e a los 12 años están c om p letam ente f orm ad as, «casi tod as se cas an a esa edad y son m uy fecund as» : comú nm ente tienen 6 o 7 hij os. T ienen em barazos felices, dan a luz fácilmen te y se restabl ecen m uy pr onto. L a m ayoría de ell as amam antan a sus h ijos, pero si empre con ayud a de u na nod riza, «quien sup le a la madre y ali menta tam bié n al niño». Ad emás cree que las mu jeres de Li ma gobiernan a los hombr es, por qu e «le son m u y sup eriores e n inteligenc ia y f uerz a m oral». Flora señala qu e esta s u perioriFrutos de la ed ucaci ón, Lima, 1 962. La obra fue prod ucido cuand o Pardo tenía 23 años de ed ad. Algun as fueron m uy criticadas como El hij o reconocido, («de las peores que hem os conocido en su clase»), según r efiere el periód ico El Meridian o, Lima, 1833 . 56 Tesis leí da por Ped ro Fernando Oviedo p ara optar el grado de Doctor en la Facultad de Filos ofía y Letras, UMS M. Estud io sobre Felipe Pard o y Aliaga , Lima, Septiembr e, 1913. 54 55
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d ad no se d ebe a la instrucci ón, si no a la inteli gencia que Dios le ha conc edid o y ha v esti d o, «qu e sin ella serí an d esgraci ad as». Las li m eñas n o tienen en general ningun a instrucc ión, no leen y p ermanece n extrañas a tod o cuanto ocurre en el mu nd o. Tienen compr ensión fác il, mem oria e intel igenc ia sorprend ente. De tod as las obras pu blicadas, destaca la percepci
ón d e los niños de fam ilias
57 acomod as, dond e impor ta elutesti io dereci Manu el Atanasio F uen atesmyuysubien Biografía del Murciélago . Aunq e pumon blicado én en 186 3, recuerd los pr imeros años de su vida . Los pa d res de Atanasio fueron casados por sacramento, sus abuelos fueron españoles de «honrosas profesiones». Nació en 1820 y asi stió a su m adr e, e ntre otras p ersonas , Ña Conce , «herm osa negra d e d ese nvu eltas c ad eras y la más afamada comad rona d e su tiempo». A es te niño le quema ron el ombligo, f ajaron, env olvi eron y le «dieron p aladeo».
A los 6 meses y m edio le sal ió el p rimer d iente, a los 7 le daban ma zam orra, al año le vac un aron, a los 1 8 le qu itaron el pecho y p ara qu e du rm iera bien, l e d aban p or la noche chocol ate frí o. A l os 2 años le d ieron p almad itas « p ara qu e me acostum brara a d ecir: ma m á ... KK!». A los 3 años y m edio le pu sieron en u na m iga ( esc uela) dirigi da por u na p rec eptora, que funci onaba en u na tienda. Cu and o concl u yó la tabli ta, l e comp raron un a cartil la, «com o ya esos eran estu d ios m ayores y el d ele tread o me fatigaba algo, recurrí al arbi trio de perd er tod os los d ías l a carti lla, e chánd ola en un a tina qu e tenía l a d irec tora d e la miga». En un a ocasi ón le vio la se ñora «y para qu itarme la man ía, com etió en m i minúscula perso na u no d e es os ataques que no m e ha hecho engord ar como a otros». Esta criatura al acabar la cartil la pa só a otr a am iga, es tablec ida tam bién en u na tiend a, «m e com pr aron u n Catón con S an Casiano, no esc ond ía yo e l Catón pero lo rompía y el San Casiano lo pegaba con hostias». La madre no estaba contenta d e «mis adel antos ni d e las ampollas y c ortadu ras que fre cuentem ente tení a yo en las manos» . Cuand o Manu el t uv o 3 años se e nam oró d e la hij a d e un zapatero, de su m isma edad . La pid ió e n m atrimonio « con la mayor formalidad posibl e, pero m i pretéri to suegro m e impu so c omo cond ición la d e aprend er su oficio; admití la condición y todas las tardes hacía vacas, para ir al taller», lo sup o su p adre y «vol vió a atentar c ontra m i persona» . Creyó su m ad re qu e «d ebía busc arm e un Primiti vo Call ejas» y le pu so entonces en la escuela 58 de Lorenzo Zegarra, hombre am argo y severo que actuaba,
Flora Tristán, Peregrina ciones de u na p aria, Ed. Ercil la, Santiag o de Ch ile, 1941. Esta breve biografí a fue escrita en respuesta al periód ico El Comercio, cuyo du eño, Manuel Amu nátegu i, tenía un serio enfrentamiento personal con Atanasio. 57 58
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chicote en un a man o y palm eta en la otra. Siemp re enoj ad o y ad usto casi tod os los d ías, menos el sábad o «en qu e barríamos la escuel a, íbamos a comp rarle el polvillo, y le dába mos la pitanza ». En casa del d óm ine, e ste tóma le cariño y gracias a eso, no le dio s ino un palmetazo un d ía que pisó a s u gato y d erramó u n tintero sobre s u pañ uelo y su tabaco. Los edad niños. dElemaestro bu ena familia i de banp arefe la esc u ela c on su s criaditos os, dy edela m isma atend ía renci a a la instrucc ión d elnegr señorito, las f altas que este cometiera, s e hacía respon sable el negrito, qu ien toma ba su s raciones de p almeta o «chicote », p ara q ue el ejemp lo del casti go, «s irviere al verd ad ero delincuen te de sufic iente c orrecci ón». Cuan do un d ía fusil arían a u n ladr ón en la Plaza de Li ma, todos los ni ños sali eron d e la esc uela en formación; se coloc aron en las grad as d e la c atedr al y p resenci aron la ejecu ción. Luego se ac ercaron al banq uillo por ord en su perior. Las herman as de la Caridad querían ap ropiarse del c adáver, del que se había abrazado un a m ujer, que ll oraba: «nos c onm ovimos y ac omp añam os nu est ras lágrimas a esa infe liz m ad re o m ujer del aj u sticiado». Al volver a la escuela, el m aestro encerró a un n ieto s u yo en u n altil lo, d espachó a su casa al hijo d e un señor n oble o ri co, cerró la p uer ta d e la ti end a y tras u n d iscur so sobre el robo y 59 sus consecuencias, aflojó látigo diciendo que eso se llamaba juicio : «saltábamos, brincábamos y g ritábam os, y qu ien sabe qu e el juicio hub iera si d o final, si el p obre vej ete, trop ezand o con u na ban ca, no h ub iera c aído d e bruces» . Entonces escapam os de la esc uela. « Cuan d o llegué a m i casa, dec laré que n o qu ería ni más escuela, ni m ás catones, ni m ás ju icios». La década d el 50 es sintom ático d e los nu evos tiemp os que se aveci nan . Mientras en Alemania surg ió un m ovimiento p sicológi co con Berthold Si gu ismu nd , qu ien en 185 8 pu blicó un trabajo sobre l a sic ologí a d el niño titulad o El niño y el mundo 60, en el Perú su rgían testimonios desgarrad ores del sufri miento d el niño ind ígena, en boca de los pr op ios du eños d el servici o d om éstico infantil. Los señores crioll os, aristocratizad os, man tenían el servic io do m éstic o infant il y ello si n imp edir qu e se l evantar an los Cód igos Ci vil, Penal y d e instrucci ón p ú blica, los reglamen tos de instru cción y las norm as de h igiene esc olar 61.
Existían en la ciudad ya tres tipos d e escuelas. Re fiere el «Murciélago» que un d irector de colegio de instrucción primar ia, había puesto en la pu erta esta leyenda: «aquí se educan niños y n iñas de los tres sexos »: afirmó mu y satisfec ho qu e tenía tres depar tament os: homb res, mujeres y otra m ezclados. 60 En aquellos solemnes días, e stand o el sentenciad o en la horca o sentad o en un ban quillo para recibir las 4 balas de plomo , salían todos los ayos con sus discípulos a la plaza mayor y al volver, el ayo cerraba la puerta d e call e para su p ropio «j uicio» . Al día siguiente se pregu ntaban los niños «¿Cómo te fue?» . Lima, apu ntes histórico s, descriptivos , estadísti cos y de costumbres, por Man uel Atanasio Fuentes. Lima, 1925. 61 Despu és salió la obra de Preyer , titulado El alma del niño. A éste se debe que los estudios d e la sicología del niño se erigiera en ciencia autónoma en 188 2, su libro es f und amental, c ausó gran inqu ietud al mu ndo d e la pedagogía. 59
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La obra Ag uinaldo para las señor es del Perú (1854), por Francis co Laso, París, es más que sorprendente. Su testimonio de lo vivido con la niña indígena Manu qu ita e s desgarrad or. Si en Man ongo expresa al ni ño engreído y m alcriado d e la clase soc ial qu e cond uce al país al barranco d e su d esti no, en Manu qu ita reivind ica el sufrimiento y d ram ático destino d e la niñez ind ígena. Todo comienza al haber tenido en su niñez un amigo o «protec tor» que le quitaba l a m ayor parte su fiambr 6 año s maymiserable or qu e él. Si el reclam amsufi igociente le recriminaba de einsu ltaba dee,h5 oam briento, y llorón, lo caba, u alsuera p ara luego p asar a recl amar su d ulce , que Laso « ya sea por hon rad ez o m ied o, rel igiosamente sie mp re cum plía» . Este amigo hurtó u n rosario y de su d esaparic ión f ue culpad a a Manu quita. Manu quita « era un m ueble o animal» que u n d iputad o o subprefec to había regal ado a su herman a. Fue d e una h aciend a que la arrancaron del s eno maternal, d ond e, y como en tod a haci enda, había adqu irido esa « enfe rmed ad» 62. El criado tom ó un rebenqu e, hizo que u n cholo c argara a su esp alda a la niña, y ante la negativa d e haber toma do el rosario, le dio u n r ebencazo. Sólo al cuarto chic otazo aceptó su culp a, y qu e lo había entregad o al p ulp ero. « Regand o las c alles con su s lágri mas» f ueron todos al pu lpero, quie n sorp rend ido y furioso, zarand eó a la niña p regun tand o ¿A mí me vend iste el rosario? . La niña, desesperad a bu scaba a qu ién acri m inar, y así, rep itiénd ose la misma situa ción, señaló a la frutera, al pa nad ero y al boti cari o. Fran cisco adm ite qu e «habr ía reventado p rimero antes d e confesar quién fue el lad rón». L a niña m ientras estuvo con ell os vivió c on el apod o d e ladron a. «A los 5 o 6 años, un a ngeli to tiene en p equeñ o la pr emed itac ión d e un amb icioso, el cálculo d el usurero y el disi mu lo de u n d iplomáti co. Cuand o la vi l ibre no sup e qu e d arle y p asé el res to d e la noche soll ozand o con ell a. Sólo a los 1 8 años ha sabi d o mi famil ia que Manu quita no r obó el ros ario» . Más ta rd e, Manu quita tu vo un h ijo. Luego Franci sco viaj ó y al regresar al Perú, sup o qu e Manu qu ita y su hij o había n m uerto. Por esos años, Atanasio pu blica Elementos d e Higiene Privad a 63 (1859), v e nece sario que «ya en las esc uelas de prim eras le tras d ebiera p onerse en m anos d e los niños, c artill as higiénic as acomod ad as a su edad e inteli gencia» . Ciertam ente, Espinosa ya antes había considerado la importancia de la higiene como la a ciencia de conservar la salud. La primera regla de higiene es el aseo, la 2 la a a temp eranci a, la 3 respirar un aire pur o, la 4 tener el anim o tran qu ilo. Si con esas Durante las décadas 60 y 7 0 se impulsa un a legisl ación y reglamentaci ón d e la instrucci ón p rimaria, panacea de todos los pr oblemas de la niñez. La grave crisis económica y la guerra propiciada por las exigencias chilenas cortaron sin más las iniciativas de Pardo. 63 Enfermedad «que los doctores llaman lapsus m anus, lo que signif ica elastic idad de br azos y creci mientos de uñas»: por ello se había apod erado d e 2 o 4 real es. 62
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cond iciones no se goza de bu ena salud , será por d efecto d e organizaci ón, o por acciden tes imp revistos. Ese mismo añ o qu e Atanasio pu blicaba su tratad o d e Higiene, el Cateci smo patriótico 64 (1859), d e Gonzá les Vigil expr esa la imp orta ncia del sentim iento p atriótic o como p rincipio d e la nación. E ste cateci smo fu e d estinad o oficialmen te al umás so de lasad esescuelas p ales cción imaria Callao y en las deciud de la Rmu epunici blica, pordele instru « mérito y l apr utili d ad ddeel dicho c atecismo, que p or sí mismo se recomienda ». A través d e varios diálogos entre la Mad re Patria y el Hij o, Gonzáles d efine qu é es la patria, asum e que es de interés recí pr oco cumplir los d eberes para con la p atria. E l amor a la p atria, e s el am or a u na gr an fam ilia, la patria p rep ara escuelas, levanta hosp itales. Pero reconoc e que si hay algo má s grand e y respetable que la Patria y la Am éric a, es el género hu ma no. Al referi rse sobre el soc orro y la limosna, afi rma que «la mend icidad es una afre nta d e los gob iernos y u na v ergonz osa angu stia par a la Patria». Para exti rp arla se encuen tran las man os opu lentas, formando asociaciones o protegiendo y auxiliando a los que existen y viven en la miseria. Con ese p rop ósito se prop orci ona y faci lita el trabaj o a los necesi tad os. Existen p ues, activida d es urgen tes en la vi d a d e aqu ella época, c om o es la de visi tar y c onsolar a los enfermos y afligid os. Cabe h acer referencia qu e el Di ccionar io de Esp inosa (18 55) inter esa no ta nto p or sus reglas de h igiene, si no p or la f orm a d e definir al infante, a través d e los sigu ientes consej os 65: Resp etad la infanci a si qu eréis u na bu ena soci eda d . N o corrom p áis su inocenci a. N o os f iéis: el niño ad ivina lo qu e no c om p rend e y ded u ce má s de lo que creí ais ocultarle baj o fórmu las c onven idas. N o lo degrad éis con cas tigos i nfam antes. No lo oprimáis por débil . N o lo d ejéis e n la ignoran cia. N o le enseñéis mentiras o errores ac red itados. N o le deis le cciones de en gañ ar. N o lo d ejéis vegetar en la oci osidad . N o le perm itáis juegos d e envite, ni codic ia, dolo o vici os. Los juegos d e hab ilidad y d estreza son los qu e le convienen.
Elementos de Higiene Privada, extract ados d e diversos autores p or Manu el Atanasio Fuentes, to mo p rimero, Li ma 1859 . Catecismo patr iótico, escrito por el Sr. Dr. Francisco de Pau la Gonzáles Vigil. Para el uso d e las esc uelas mu nicipales de la ciuda d del Callao. Callao, 1859 . 64 65
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Aconsej ad a l niño que ap rend a cosas nu evas y útiles , a hacer buñ uelos, m antequ illas. La juv entu d es el fruto d e la edu cación d e la i nfancia. Afirm a qu e los niños qu e se crían con m ás considera ción vienen a ser h om bres m ás fi nos y d e m ejor carácter, que aq u ellos criados con r igor. E stos, s uelen d esplegar toda la f eroc idad d e que es c ap az el hom bre inc ulto o maltratad o en su infancia, qu esido qu iere itarse o seuncree autor izad tandon cru or el qu conelos como lo han condesqu él. Al res pecto n iño c ede m oásaalser pun al riotros, gor, «todo está en tener un p oco d e pacie ncia para m anej arlo» . Es p reci so men cionar qu e el seman ario, Periódico para N iños 66 (1861) sa lió pu bli cado en u n contexto nacional c om plic ad o. Al res pecto Atanasio fue consciente d e que su periód ico no era el pr imero d edicado a los niños. Su pr ospect o per mite asegurar d e que ya exi stían an teceden tes, conf orm ad os por los periód icos señal ad os anteriormente y otros qu e seguram ente se perd ieron. S in embargo, de los que tenem os a la mano, el de Atanasio se distingue p or su én fas is e n ser un periódic o sólo p ara n iños. En su p rospecto, Atanasio qu iere « charlar» con los c hiqu illos y c hiqu illas, servir de p rovecho y p asatie m po a sus «am ad os hijos» , «gentec ita qu e aunq ue no encuen tre mu y divertida tod a mi c onver sación», no p od rá d ejar d e soltar oc asionalmente su «inocente risa» . Cree que el mejor mod o d e hacer agrad able l a lec tur a d e los «sujet itos de trom po y cometa»; es pr esentarles es cri tos variad os, envolver las materias serias en u n esti lo sencillo y comp rensible, d e tal mod o qu e no tr abaj en estéril m ente su «deli cado cerebro». El semanario tiene por objeto hacer que los niños de ambos sexos puedan tener un momento de descanso en las tareas escolásticas, aprovechado con la ad qu isición d e algu na idea. Comp rend e artíc u los d e literatura, mor al, reli gión, u rban idad , cienc ias, teatro y así, contribuir, aun qu e de m od o débil, a la i nstru cción y a la edu cación d e «nu estra tie rn a ju ventu d » tan favoreci d a po r la Di vina Provid encia, con sobresali entes d otes i ntelectuales. Ad vierte al periód ico cuan to tienda a p ervertir el gusto en m aterias l iterarias. El Rubí, S eman ario d e la J u ventu d 67 (1876 ), el 5 de m arz o, en su ed ición N ° 28 respon d ía a un a inqu ietud , ¿Para qu é si rve el R ub í?: «para Insp irar al niño/ por la l ectura es en sí/ la e mp resa que con c ariño/ tiene a su cargo el Rubí» . También tu vo u na corta d u ración, hasta 187 8. En el pr ospecto d el N ° 2, Man u el Atanasio Fuentes, pad re d el direct or d e la revista l e esc ribía: «Mi qu erido Ma-
Diccionar io p ara el pu eblo. Juan Espin osa, Lima, 1855 . P. 625-627. El semanario, Periódic o para Niños, editado p or Manu el Atanasio F uentes, Año 1°, Tomo 1° , salió publicado en su primer n úmero en 1861, Lima. 66 67
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nu el: tu inten tas a los 14 años, l o qu e tus h erman os intentaron a esa ed ad , poco más o menos, y lo que yo intenté cuando, no tan viejo como hoy, pensé en esc ribir un p eriódico desti nad o a los niños» . Poco pod rán d ar d e srcinal en el periódico, en esos «c erebros infantil es, como el tuy o y el d e tus colaborad ores» , el m érito c onsisti rá ú nicamente en la ele cción d e las materias e d ebenyinsp iraraa los lospreceptores ti ernos lec ytores, i d eas d e reli gión, moralidad, amor a qu sus padres, respeto ancianos, senti mientos d e am istad sincera a su s col egas. Es prec iso qu e «un periodista d e tus años, haga ver, a lo menos, que trabaj a y qu e emp rend e esa tare a», no p ara enseñar (pretensión tan rid ícula como absu rd a, en los ni ños) si no p ara estud iar y para aprender. En la década d el 60 se observa u na corriente li teraria qu e entre otros temas gira alrededor de la niñez idílica. En esa corriente, se ubica a Luis Benjamín Cisneros 68, en su abun da nte obra ofre ce Amor d e niño, j ugu ete román tico (1864). Es la h istori a d e Ri cardo, d e 7 años, oj os azu les y rostro p áli d o qu e a Virgi nia contemp la ex tasiada. La j oven besa al niño en la frente y se pr egun ta: «¿Qu é p asaba en ese instante en la m ente d el niño?. ..¿Os ac ord áis de vu estra infanci a? ¿Habéis si d o tímidos, rec oncentrad os y c ontem plativos, o uno d e esos chiquillos l ocos y atu rd idos? ¿ N o habéis amad o com o niños? i m pu lsados por la curiosi d ad n o fuisteis a toc ar sus vestidos c on vu estra prop ia mano, qu e vuestra mayor felicidad cuan do fuerai s hombr e, serí a la de p asar toda vu est ra vida al lado de esa aparición sobrehumana?, balbuceasteis tímidamente este pensamiento al oí d o d e un a antigua criada d e la c asa, que sonrió y se burló d e vuestra ingenuidad?». Entonces se ad op taron m edid as se veras par a ale jar tod o lo que ali m entara ese apasionado sentimiento. Pero es dema siad o tard e, Virginia ama a un joven d e su p rovincia, se c asan y pa rten a Truj illo. Los p ad res de Ric ard o ocultan el hecho al niño. L a noche en q ue al volver d el colegi o sup o d el matrimon io y su partida, el « llanto fue d ese sperado y sus gr itos de d olor no enco ntraron consuelo». Ese llanto se prolongó por varios días. El niño se volvió pensativo, de carác ter triste , su j ú bil o d esapareci ó, sus sonrisas tenían expresión d e am argu ra. R icard o comenzó a caer al suelo, repentinam ente, si n sentid o. En el delirio previo a la agonía, el nom bre d e Vi rginia rep iti ó el niño. Los méd icos decl araron qu e Ri card o había m uerto d e un a hipertrofi a al co razón. Con este fi nal, Cis ner os recuerd a hab er oído r epetir a su s amigos, en el c olegio, El Rubí, Semanario d e la Juv entu d: política, viaj es, variedad es, avisos, etc. Año I, Lima 4 de Nov iembre d e 1876, N° 2. Impren ta del Estado. 68
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que a los 7 u 8 años habí an estado m uy enamorad os. Se pregu nta si l a natu raleza, que p rese nta fe nóm enos de p recocidad en todo, no p odía presentar el de la pr ecocid ad d e sentimientos. «Hay n iños en qu e se ven m ilagros d e inteligenc ia prematura».
La instr ucc ión de lo s ni ños en la Repúbl ica En el Perú d el siglo XIX, más esp ecíficamen te el año 1840 fun cion aban en la capital 3 au las gratu itas de latinidad , 3 escu elas norm ales of iciales de p rimeras letras, 3 escuelas en las porterías d e conventos (de Santo Dom ingo, S an Agu stín y San Francisc o), 2 escuelas de hu érfanos de p rimeras letras: u na, la antigua d e Santa Cr uz d e Atoc ha p ara m ujeres y otra, de S an José, para var ones (regl am entad as en 18 34 y 1832 resp ectivam ente). Tamb ién hab ía un colegio de ed ucand as, el d el Espíritu Santo. De las escu elas p artic ulares imp ortan tes, 15 eran d e varon es y 9 d e mu jeres. Otras 2 0 más pequeñas eran p ara varones y un nú mero m enor para m ujeres. En alguna de ellas se enseñaba solo lectura, escritura, principios de aritmética y d octri na cristiana p or el métod o comú n (no el d e Lanc aster) , y en otras se lle gó a incluir orto logía pr áctic a, caligrafía, gra m ática c astellana, latina y fran cesa, m atemáticas pu ras, mú sica, geograf ía astronóm ica y d escriptiva y tened u ría de libros 69. El Reglamento General d e Instru cción Pú blica 70 (1855), se exp idió consid erán d ose que, ais lados los es tablec imientos de instru cción pú blica y aband onados a si mismos, se perpetuaban los abusos, se introducía el desorden en los estu d ios, se esteril izaban los sac rificios y solo l legaban a p ocos i nd ividu os «las luces que d ebe ex tend erse a toda la naci ón». L a reforma d e la i nstru cción, i ntentada en varias épocas , había qued ado «has ta hoy», s iemp re en p royec to, s in u n «siste ma qu e tienda a genera lizarla», sin conc iliar la li bertad d e la enseñanz a con la u nidad del pen samiento nac ional y l os buenos estud ios . En cuant o a la orientación ideológica, el gobierno expresa a tra vés de d iferentes docu men tos, que fi jad os los principios l iberale s qu e «deben r egir la i nstru cción p ública», se consegu irán d e inm ed iato las ventajas de la reforma , se facilita-
Obras comp letas de Luis B enjamín Cisneros, man dad as pu blicar por el gobierno d el Perú, Li ma, 1939. 3 tomos. E l I tomo contien e su obra literaria, en p oesía desta ca A mis h ijas (1879), En la m uert e de la niñita Adela Mitchell y Perla (1899 ) y Ad iós al colegio (18 87). En el tomo II, Prosa literaria, destaca Amor de n iño, Reminiscencia de colegio ( 1886). Sobre su mem oria y gu ía estadística, el 2 4 de febrero de 1876 C isneros dirige en calidad d e inspector de IN PRI, al presidente d el Concej o Departam ental el documento y la m emoria correspon dient e a Diciembre de 1875 a fin de qu e lo eleve al conocimiento d el concej o. 70 Las cifras de escuelas son de Basadre, 3. Respecto a la tenedu ría de libros o el arte de llevar cuen tas ord enad as y sujetas a si stema, el texto de tenedu ría de José A. Garc ía (1848), busca ayud ar a «desempeñar el más vasto comerci o con buen éxito y q ue p roporcionan a los que solo desean el poderla aprend er sin maestro». 69
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rá la formación d e un sistema, gracias a l a d ifu sión de las ideas y la c reaci ón d e los hábitos convenientes a la Re p úb lica. Según este regl am ento, la i nstru cción p ú blica ti ene 3 grad os: pop u lar, media y esp ecial 71. La instru cción p op ular comp rend erá Rel igión, Ortología, Caligrafí a, Gram ática Castellana, Nociones de Geom etría, de Fí sica, Quím ica e Historia N atu ral aplic adl,asMú a l sica as artes c om u nes y al c16 ultivo d es el cuelas cam p o, ría de pLiopbros, Dibu jo linea y Ped agog ía (Art. ). Las d Tened e instruucción u lar 72 son d e 4 ti p os: norm ales , de p rimeras letras, de artes y d e infanci a (Art. 14 ). Dichas escu elas se f acilitarán a tod os los ci u d ad anos. En la es cuela de p rimeras letras se dará en lo posible la instru cción po pu lar, abra zará n al m enos el catec ismo religioso y polític o, Lectura y Escritur a, Aritmética p rácti ca y noci ones d e Gramá tica Castel lana. A l a enseñan za acomp añar án «constan temen te» l as pr ácti cas piadosas y las man eras d ecentes d e conv ivenci a (Art . 17). Los pad res que no p ued an d ar en su casa o en esc uelas partic ulares l a instrucción p opu lar a sus h ijos, estarán obligad os a ma nd arles a l a esc uela na cionales d esde los 7 años. I gual obligac ión tie nen las guard ador es res pecto de su s pu pilos y los patr ones resp ecto d e sus sirvientes men ores d e 14 años. L os qu e faltan a este d eber pagarán un a m ulta d e 1 a 1 0 pesos y l os que n o p ued an satis facerla, trabajarán en p rop orci ón a la m u lta, e n benefi cio d e la esc u ela ( Art. 18 ). La edu cación h a d e ser m oral, i ntelectual, es tétic a y física. La edu cación m oral tend rá p or base la rel igión y su objeto es i nsp irar la piedad , el amor a la p atria, la fraternida d pa ra tod as las razas, el respeto a las le yes y autor idad es, la veraci d ad , la d ignidad p ersonal, l a firm eza d e carácter, los hábitos de trabaj o, el buen emp leo d el tiempo y la pu reza de las c ostum bres. Una d écada d espués de p ublic ado Am or d e Niños, aparece al go sobre una Ley de instru cción 73 (1874), de Pasap era, y junt o a esta obra , el Proyecto de u na ley d e edu cación, prop uestos por el au tor. E ste e s un o de los trabaj os más extensos sobre un tema relac ionado a la edu cación d e la niñez, « cosechad a con el sud or d e 14 años», d ond e esc ribe si n tener en cuenta a las personas, desd e un a p osición
Ramón Castilla, Presidente Prov isorio de la Re pú blica y Manu el Toribio Ureta expiden el Reglamento Gener al de Instru cción Pública, el 7 de abr il de 1855 . 72 La instrucc ión pop ular d ebe ser general y senci lla, la media simultánea y extensa, la es pecial l imitada a u n ram o y pr ofunda. No deberá u sarse exc lusivamente ningú n m étodo y se faci litará la instrucci ón con experimentos diversos, la vista de objetos e imágenes, cartas, láminas, maniquíes, etc. (Art. 67-69). La instrucción media se dará a los que puedan recibir una cultura liberal o iniciar las carreras científic as (Art. 1). 73Art. 15 . Las es cuelas normales están destinadas a ser el modelo d e las esc uelas de p rimeras letras y a formar buenos m aestros. S e establecerá en la Capital de la República. 71
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notoriamen te li beral. Obviamen te, el eje central d el estud io es l a bú squed a d e u n reglamento de instrucción con fuerza de ley, una vez reconocido el panorama edu cati vo d el pa ís. La posic ión d e Pasapera, sobre la e d ucaci ón d e las niñas es cl ara y rotu nd a, contrario a la edu cación mixta. Contiene su per cepci ón d e la mu jer cierto d espr ecio: buena en tanto buena La concepción del trabasería jo com o artelaymujer la i nstru cciónsepa comohacer p ráctic a d sopa. e subsistencia no es incomp atible con el carácter d e la edu cación : ésta ha d e ser mo ral, i nt electu al y fí sica. La pr imera tend rá por base la rel igión; y debe tend er a i nsp irar l a piedad , pu reza de costum bres, amor a la patr ia y al género h um ano. También respeto a la ley, a la au toridad y a la dignid ad person al; firm eza d e carácter y hábitos de trabaj o. La edu cación intelec tu al es la instru cción, dirigida al d esarroll o d e la inteli gencia y a la ad qu isición d e conocimiento s necesarios o út iles . La ed u cación físi ca o corpo ral te nd rá po r obj eto c onservar y p erfe ccionar los órgan os por u n bu en régimen, ejercicios gimnásticos y el cuidado de no dañar la salud con el cultivo pr ematu ro de las facu ltades mentales 74. El gobierno d e Manu el Pard o inic ia un cam bio i mp ortante en la instru cción pú blica, d ecreta la vigenci a d el Reglamento d e instrucc ión p rimar ia y de la instrucción pública. Se agrava la crisis económica, tramo final de un periodo de tur bu lenc ias y l uchas p olíticas. Tras l a gu erra, que p ued e ser i nterp retad a en sus consecuencias para la infancia de diversas formas, comienza el periodo de la Reconstru cción N acional, d el renacimiento d e víncu los soc iales, se ntimientos, también rencores, pero sobre todo la de los estudios médicos, que se tornará crucial a fines d el siglo X IX. Se realiza el Prim er Con greso d e H igiene Esc olar peru ano qu e expr esa una n ueva p reocupa ción sobre l a niñez esc olar y s us enfermed ad es. Comienza a n ivel i ntern acional u na seri e d e congresos, conf erenci as y eventos d e carácter ac ad émico que bu scan comu nicar y disc u tir l os alc ances de los d escub rimientos méd icos y ped agógicos , se rei mp u lsa la p edag ogía, ped iatría y otras cienci as que bu scan conocer a pro fund idad el m un d o inf antil. Por otra p arte, l os efectos d e la guerra , al mar gen d el d esastre ec onóm ico y los efectos en el ámbito p olítico, mili tar, edu cativo y otros, se dej aron sentir a n ivel de las organ izaci ones social es. Con resp ecto a los ef ectos sobre el espacio edu cativo, ésta no h a sido evalu ad a d ebidam ente, si bien la R econstru cción N acional incl u ye un a grad u al rec u pera ción d e las es cuelas y su fun cionam iento, en los hechos esto no se p rod u jo.
Algo sobre un a Ley de instrucci ón, o sea ap untaciones sobre los medios d e mejorar la Instrucci ón p ública del Perú (1874), de Man uel Pasapera. Ac ompañ a a esta obra el Proyecto de u na ley fund amental de educación e instrucc ión, c onformada por m ás de 249 artíc ulos, propuestos por el autor. Imprenta liberal de «El Correo del Perú», Lima, 1874. 74
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En los c u ad ros recogidos d e la Es tad ísti ca de 1890, pod emos ob servar cifras revelad oras: en el Perú d e aqu ell a ép oca había 844 esc u elas pú blic as (5 31 d e varones y 263 d e mu jeres) , si end o el dep artamen to d e Li ma la que contaba con el may or n ú m ero, 12 5 en total (6 9 de var ones, 45 d e mu jeres y 11 m ixtas) , el resto, salvo An cash, Arequ ipa y Cu zco, no llegaba a las 80 escuelas. En el sector de escuelas particulares, el país contaba con 333 locales (203 son de var deixtas) m u jeres). a higu abían 128 d e var ones 38 de m u ones jeres,y3872 m . VéaseEn quLie m hay ales c anescuelas tida d es( de58colegios p úyblic os y p articular es en Li m a en 189 0. Las e scu elas, con mu y p ocas ex cepci ones, no d aban la instrucci ón com p leta d el grad o a que correspon d ían. En algunos d ist ritos s olo habían esc u elas d el 2° o 3 ° grad o, c areci énd ose de 1° grad o. Este inconveniente d ebe pr evenirse dice , ordenan d o a los Conce jos que hagan ext ensiva la ense ñan za a los tres grad os. En cuanto al sostenimiento también n o es tan simp le. Mi entras en las esc uelas sostenidas p or los conce jos la instrucci ón es gratu ita ( lo mismo qu e las naci onales) , en las partic u lares hay 31 que reci ben u na su bvención m ód ica de su s respectivos Con cejos 75. Las d emás son excl usivas. En cuan to al tip o d e escuela, 8 10 local es 76 eran escu elas pú blic as, 4 50 arr endado a particulares, 296 eran de los municipios, 8 de comunidades, 6 del gobierno. Esto muestra una clara extensión de la escuela pública sobre la p artic u lar, a la vez que llama la atenci ón sobre la c ali d ad d e un a frente a l a otra. Sobre la matr ícu la y asi stenci a no p u ede d ecirse c on exacti tu d q u e porcentaje de la poblaci ón d el Perú correspon d e al nú m ero de n iños matriculados, porqu e careci énd ose de d atos rec ientes de este ti po 77, era riesgoso tomar po r base el censo ú ltimo d e 1876, en q u e se c on signa u n tot al de 2.7 00,945 ha bitan tes. A n ivel naci onal en las esc u elas pú bli cas habría 57 ,260 alum nos m atric ulad os (3 8, 548 varon es y 1 8,712 mu jeres). Lim a concentr aba la m ayor cantid ad de ellos: 10,176 alumnos (6040 varones y 4130 mujeres). Salvo Arequipa y Ancash, las dem ás no llegaban a los 6, 000 alum nos. En cuan to a la asis tenci a nacional, de 57,260 asisten 40,168 (26,548 varones y 18,620 mujeres). En el caso d e Li m a, asisten d e 10,176 m atriculad os 7, 411 alum nos (4, 320 varon es y 3,091 m u jeres). Pasapera, 1874, Art. 2, p. 508-509. Que ayu da a los regentes, y permite que la enseñanza no sea mu y costos a a los padres qu e, por falta de esc uelas públicas u «otras causas», deben abonar pensión en las particulares. Estadística de 1890, p. 5. 77 Los datos respecto a locales alquilad os para escuelas, la institución que las usa, posee o sostiene, así como el grado d e instrucción no son d el todo claras. L o cierto es que la gran mayo ría de locales alquilados son p ara escuelas pú blicas ( 844). De 1177 escuelasp rimarias, 813 la sostienen los Concejos, 3 33 son de p articulares y 31 per tenecen a inst ituciones d e Beneficencia, religiosas y literarias. 75 76
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En las e scu elas p artic u lares del país exi stían 14 ,175 alum nos m atric ulad os (9,908 varones y 4,267 mujeres). Lima concentraba a 5,059 del total nacional (2,721 varon es y 2,33 8 mu jeres). De los var on es asistían a clases 2,0 98 y d e las m ujeres 1, 882, m ientra s qu e a nivel naciona l en las es cuelas p articular es asistí an 6,916 var ones (de 9,908 d el m ismo sexo) y 3, 348 d e 4,267 mu jeres. Véase qu e los alumnos de escuelas públicas duplican a los particulares en Lima. Tanto de escuelas p úblic as como p artic u lares del padaís, uladmatr os 71icu ,435 no s: 48,456 var on es y solo 2 2,979 niñas, emestaban ás d e umnoatric s 3,984 ladalosum enescuelas de institu cion es. Un 70, 57% asistían a la esc uela. Sólo un a cuar ta p arte d el total e ran estu d iantes particulares. En gen eral, desd e 1890 ha sta 19 07 las cifras camb ian ha cia arriba con resp ecto a la situación d e las esc u elas y los al u mnos asistentes. En 19 08, con ocasión d el congreso chi leno, el e ncargado peru ano d el ramo d e Instruc ción y Culto pr esenta en gen eral las si gu ientes ci fras: Año
Número de escuelas y alumnos en el Perú
La Sociedad Au xiliado ra de la Infancia: ¿un en fo que p ietis ta y asis tencialista? Toda gu erra constituye u na tr aged ia, má s si s e observan los e fectos en la naci ón v enc ida. Pe ro en los peores mom entos pu eden surgir los ac tos hu manos m ás herm osos. Ciertamente n o fue fác il el rec onocimiento d e los mu ertos, heridos o desapareci dos, aquell os que p erdieron todo y qu edaron en la i nd igenci a o la miseria absol uta, qu e no d ebie ron ser p ocos . Ante este cuad ro era inevitabl e el floreci miento d e la s oli d aridad ind ivi d ua l y grup al. En 18 60 se había form ad o la prim era institu ción ob rera en Lim a, l a Socie d ad Artesan os d e Au xil ios Mut u os. E n 185 9 existí a en el Callao l a Soci ed ad Am iga d e las Artes. A fi nes d el si glo X IX, las guerr as intern as entr e los rivales políti cos nacionales p rovocan m iles de m uertos, la miseri a y h am bre d e los niños prod uce una cadena de soli dar idad en las f amili as disti ngu idas de la 48
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ciudad. Las señoras se encargan de atender y socorrer a los niños de sus m ales, d estac and o nítidam ente J ua na Alarco d e Dam m ert, artíf ice d e la S ocied ad Au xiliad ora d e la Inf ancia. La Soci ed ad Au xiliado ra d e la I nfan cia, surg ió en «l a p ostrim ería d e 1894, cuand o la guerra ci vil e nsangrentaba la tie rra p eruana, un sel ecto gru po d e dexi amas, quea nacional, no qu isodniesplegó pu d o sus perm anec er en esa d e laa, stenci energías eninac la f tivoorm a mépoca ás útilály aprgidaopiad asistiendo a los heridos y socorriendo a las familias desamparadas y más tard e, p aci ficada ya y en pleno resu rgimiento el país, no se resi gnar on aqu ellas d isti ngu idas señoras a q ue se p erd iera el esf u erzo inic ial , y transformaron la sociedad, bajo cuyos auspicios se instaló, hace 20 años, la Escuela Maternal. Sin embarg o, p ronto la decepci ón y d u ra reali d ad se imp onía: «la may or d e tod as las contrariedad es ha sido la no m uy m anifi esta protecc ión d el púb lico respecto a esta nu eva institución, de 60 0 inv itac iones lanzad as a los repr esentantes d e nu estra ma yor soci eda d , sól o 40 cabal leros c ontestaron , si end o ell os no p ocos extranjeros, no ciertamen te ex trañ os a rec onocer la buen a obra qu e rec omen dáb amos a su fil antrop ía y cari dad cri sti ana». C on esta red ucida col aboración qu e a veces mej oraba p ara lu ego hacerse más exigua e insu ficiente, la casa de Alarco pudo alimentar y vestir a 50 niños en la Escuela Materna l (esto en 189 8). Al gu nos fil ántr opos como el Dr. Pablo Patrón no eran ind iferentes a l a niñez aband onad a y atend ieron inc luso en la prop ia c asa del niño enfermo. Pero el amor y ternu ra hacia l a niñez surg ía a borbotones tambié n en otros m ed ios. El p eriód ico La i nfan cia 78 (1893) decía: «Cánd ida flor d e la infan cia/ Flore ce y d a tu fraganci a/ sea aroma oh fl or/ Doc ilidad y candor». A los niños confesaba: «a vosotros fl ores herm osas d el jard ín d e los hom bres, es a qu ienes vengo a consagrar el al iento de m i vi d a y el aroma d e mi amor». Con u n sentim iento d e añor anza d ice: es tan bella la i nocenci a d e la inf ancia, es tan d u lce la te rnu ra d e la i nocenci a qu e yo, ya siento el tiemp o qu e pasó y la época de m i vi da que p erdí. Cuan do niño era mu y fe liz, mi al ma no tenía el p eso de los p ecad os. Ahor a ya estoy grand e: ¿Qué es lo que he ganad o? He ganad o el veneno d el mu nd o que es el pecado d el alma. ¿ Qué es l o qu e he p erdid o? He perd ido la inoc enci a qu e es l a fl or d e las virtud es. H e perd ido la eda d d e la infanci a qu e era el d eli cioso para íso d e mi vida.
De 19 prov incias no se han recibido informes (Canta, Tacna, Amazonas y otras) y de 57 distritos, declaran los Concej os no tener fond os ni escuelas. También hay d istritos en que la desatención d e los padres llega a «ocultar a sus hijos para imped ir que reciban la instrucción», por el interés de apr ovechar los servic ios de los niños, o por otros motivos que «revel an ignoran cia». 78
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La edad d e los niños es l a alegría de Dios, tod o niño es u n án gel que el ci elo m and a a la ti erra como m ensaj ero d e su gloria. ¡Niñ os, u stedes son áng eles!... Ustedes nacen buenos, el mu nd o trata de p erd erlos y el d iabl o trata de gan arlos. No es posi ble que Uste des tan bellos, tan inoc entes y tan p uros h agan qu emar su s alas de oro en el fuego d el vicio y d el pecado.. . Es pr eciso pu es, niños qu eridos qu e siemp re esc uchéis la voz del corazón, por qu e este e s el eco d e Dios que nu nca engañ a, de este mod yo, amand o aaltod c ielo que conserva vu que estra a, queriendo a v uestros padres respetando os los hombres sonexvuistenci est ros hermanos d e la tie rra, habr éis l abrad o la eterna fel icidad qu e m i cariño os d esea. Finalmente, proclama: «dos cos as son capaces de entretenern os toda la vid a: ver correr el agua y ver j ugar a un niño. Un niño ti ene si emp re todo el enc anto d e un a esperan za. S i hu biera un ser a qu ien no le gu stasen los niños, ese se r d e fijo no sabría querer a su pr opia m ad re. Una cas a sin niños par ece un a fiesta si n flores ».
Los Códi go s d e 1852 y 18 62 en la Repú bli ca Aris tocrática En cuanto al Código Civil y de enjuiciamientos, ya desde 1825 se había pen sado en su form ación, l a que d ebió atravesar p or varios obstác ulos 79 antes d e que el nuevo Cód igo Ci vil 80 se prom u lgara el 2 9 de d iciembre d e 1851, p or el Presidente Con sti tu cional J osé Rufi no Echen ique y Bartolomé Herr era y, r igi ó d esd e el 29 d e ju lio d e 1852. Com pren d e 2,301 artíc ulos, «vigente en t od o excep to en lo relati vo a los esc lavos, s iervos y libertos, cuyas d isposic iones han qu ed ad o insu bsistentes desd e la aboli ción d e la esc lavitud ». En efe cto, este Código introd u ce m uchas n oved ad es con resp ecto a las l eyes es p añolas, dic e Garc ía 81, «se ha su pr imido la arr ogaci ón», s e ha q uitad o a los hij os en algu nos casos e l u sufru cto de su s bienes c astrenses y se ha estable cid o el Consej o d e Famili a y los R egistros del Es tad o Civil . Otras m od ificaciones sobre la ed ad d e la eman cip ación, p rem ió derechos y ob ligaci ones d e los guard ad ores, etc ., esto en el l ibro p rimer o. En el l ibro segun d o son casi nu evos las l eyes que arr eglan las sucesi ones d e los hij os ilegí timo s. Este nu evo Cód igo es el resultad o d e la aplic aci ón d e los nuevos conocimientos alc anzad os en la m edici na h u ma na, el d erec ho y considera los nuevos cambios soc iale s prod u cid os hasta enton ces. Por ej em plo, según el ap énd ice 13 d el te xto c onsu ltado, l a viabil idad en Med icina Le gal ex pr esa l a ap tit ud qu e un niño p resenta al nacer, p ara vivir c on ind epen d enci a d e la m ad re. E n Fi siol ogía , la viabi lidad del niño es determinada por el grad o d e perfe cción y de m adu La inf ancia, periódico cuyo propietario y director era Ramón Espinosa, publica su primer núm ero el 10 de junio de 1893, al valo r d e 2 centavos. 80 Una bu ena relación d e esta trayectoria la h ace el Di ccionario de Legislación Peruan a, por Fran cisco García Calderó n, Lima, 1 879, p. 455. 81 Diccionar io de Legislación Peru ana, p or Francisco García Calder ón, 1879 , p. 458. 79
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rez d e los órgan os, y «no en consideración al ti emp o d e la p reñez»: se consid era generalmente como viabl e, al niño qu e nace bastante desarrollado par a mover sus m iembr os, llorar y r espirar li bremen te. Sin embarg o, un feto de tiemp o natu ral pu ede n o ser viable , si nace af ectad o d e ciertas enfe rm edad es o de v icios de conformación. Ellas Código ha segado la fuente de los procesos a que lugar pru ebas de la vida extrauteri na d el ni dificilísimos ño, es tud iadas pordaban la Medic ina Legal, d and o a los j u eces un a regla po siti va, c om o en la mat eria de n acim ientos precoc es y tardíos . «Nad a importa que el niño haya naci do vivo y qu e haya respirado: d ebe haber vivi do cuand o m enos 2 4 horas» 82 (véase Mayor ía, en el ap énd ice 16). El Cód igo Civil del Perú 83 tiene tres libros con u n to tal d e 1,301artículos. E l Libro p rimero: de las p ersonas y su s d erec hos tiene 45 3 artíc u los. El segun d o: d e las c osas, d el m od o de ad qu iri rlas y de los d erec hos qu e las personas tienen sobre ellas. E l tercero: d e las obligaci ones y contra tos. El libro p rimero es el más imp ortante. Para em pezar , rec onoce lo s d erec hos d e naci d o, aunq u e imp one cond iciones a el y al pad re: el nacido y el que está p or nacer nece sitan, pa ra conservar y tran smitir sus derechos, qu e su nacimiento se verif ique p asad o 6 meses d e su conce pción; qu e vivan cuan d o men os 2 4 hor as y que tenga «f igura h um ana». Al que ha m uerto 305 d ías antes del nacimiento d e un niño, no se l e repu ta su p adr e (Art. 4 y 5) . Todo p ad re d e famil ia, en casa del c ua l se de un naci m iento, está obl igado a m anife star el hecho al gobernad or, para qu e se e xti end a la partid a y se ex pr ese en ella la fecha, el nombre del niño y de sus padres. La partida de un hijo legít imo será f irmada por el padre u otra persona qu e lo represe nte, parie ntes d el niño, o c ua lquiera qu e haya asisti d o al parto. L a mu erte del niño, antes de ser man ifestado, no exime d e la obli gaci ón d e pon er las ac tas c orrespon d ientes en los libros d e nacid os y d e d efun cion es (ver Art. 43 2-434). Se man tie ne la viej a d ivis ión d e dos gran d es etapas d e la vi d a: son m ayores las personas qu e han cum plido la e dad d e 21 años y menores 84 las que no la han cump lid o. Co n esto se determina cuánd o comie nza y termina la patria p otes -
Debo reconoc er que estos apéndices son útiles para examinar los avances en la legislac ión sobre el niño en el gobierno de Au gusto B. Leguía, más qu e en los años del gobierno d e Echenique. 83 Código del Per ú. Lima, M. A. Fuent es & B. Gil, E dit. 1910 . 84 Según el Art. 12. T ambién los incapaces por locura o fatuidad son repu tados m enores: no pu eden ejerce r, por sí, sus d erechos c iviles: no salen de la patria potestad; y m uerto el pad re, viven como menores bajo la protecc ión de su s guard adores. (Art. 2 6). 82
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tad : están baj o la potestad los hij os menor es, qu e dep end en d e sus pad res; los hu érf anos, que d epend en d e sus guard ad ores; entre otros ( Art. 2 3). Según este Código, p atria potestad es l a au toridad qu e las leyes reconoc en en los p ad res sobre la p erson a y bienes d e sus h ijos. L os hij os legíti m os, l egitimad os, natu rale s rec onoci dos y adop tivos está n suj etos a la autoridad d el padsobre re, yto en dsuosdsuefecto a lailegí de latimo mad s (Art. re. La2 patria potestad d s hij os 84-286).
e la mad re se e xtiend e
Son d erec hos d e la patria po testad: s ujetar, corregir y c astigar mod erad am ente a los hij os; ap rovechar d e su servic io; m anten erlos e n su p od er y recogerlos d el lugar d ond e es tuv ieren; exigir el au xilio de cualquiera au toridad pa ra recogerl os; ad min istrar los bi enes d e los hij os; hacer su yos los frutos d e los bienes de sus h ijos men ores mientras d ur e la patria p otestad; s in qu e se ex tie nd a este derecho de u sufru cto a lo que ad qu iera el hijo por su trabaj o, p rofes ión o ind ustria, e jerc ido con consenti m iento d e sus p ad res, ni a lo que gan e por sus serv icios c iviles, militar es o eclesiásticos (Art . 287). Los pad res pierden la patr ia potestad: si pr osti tuy en o tratan d e prostituir a la hij a; s i son crueles c on los hij os d e u no u otro sexo; si son cond enad os a pen as qu e pr od u zcan este ef ecto (Art. 291). Por otro lado, al menor y al ma yor inc apaz, qu e no est é baj o la patria p otes tad, se le nombrará guard ador 85, que cuide d e su p ersona y ad m inistre s u s bie nes (Art. 306). Siendo la u nión d e la p arej a, desencadena nte d e la eman cipa ción, esta depend e d e lo s pad res: los menores de ed ad , para contraer m atrimonio, nec esitan d el consentimiento d e sus p ad res, o al menos d el pad re (s egún el Art. 304, par a la e m ancipaci ón es i nd isp ensable que el m enor h aya cum plido 18 años, y que pr este s u consentim iento) . El pod er d e los pr ogenitores se ref uer za con varios requ isitos que han d e cu mp lir los m enores. Sólo pod rá n egarse el c onsen timiento p or «motivos gr aves»: la exi stenci a d e alguna p rohibic ión le gal que imp ida el matrimonio, una enfermed ad contagiosa; la c ond u cta desarreglad a e inm oral o algún vic io habitual; injur ias graves infe ridas a los pad res, la falta de m edios par a subsisti r, una g ran d iferenci a d e clase o c ond ición soc ial , haber sido cond enad o a p ena infama nte; y otros que hace pen sar qu e el matrim onio será d esgraci ad o (Art. 1 46 y 15 0). El Art. 33 ordena remover d el cargo de gu ardad or al que n o hizo inventario de los bienes del menor, no lo defendió en juici o o fuera de él, o si de cualquier otro mod o causó daños o perjuic ios al menor en su persona, educación, i ntereses y otros. T odos los guard adores están obligados a cuidar de la conservac ión, educació n, y su bsistencia del menor, d estinándolo a la cienci a, industria o arte que sean análogos a su cond ición per sonal. E l cargo de guard ador fenece por casarse el menor, haber llegado a los 21 años d e edad , emancipación y otros. 85
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Los hijos ilegítimos están comprendidos en estas disposiciones; pero no están obli gad os en ac red itar el consentimiento que correspon d a a la línea p aterna, c uan d o su pad re natu ral no los haya rec onoci d o (Art. 1 52). Por otro lad o, no tend rán d erec ho a ser d otadas p or sus p ad res l as hij as menores qu e se cas en sin consen timien to d e ellos ( Art. 154 ). trimonio bién: son se chonvierte la frontera e ddivie dmeatrimon la le giti mid ad d e laElilma egiti m idad tam infantil ijos legíen timos los qu qu e nacen io. Son ilegí timos l os que nacen de p ad res no matrimon iados o de m atrimonio nu lo (si ignoraban los p ad res o un o d e el los, la cau sa d e la nulidad ). Esta d isposic ión comprende a los hijos nacidos y a los concebidos antes de la sentencia que an u le el matr imon io (Art. 21 8-220). También son hijos ilegítimos los que «no están legitimados». Entre estos ilegítimos se c alif ica d e natu ral al hij o concebi d o en tiemp o en qu e el p ad re y la m ad re no tenían p ara casarse ningú n imp edim ento legal (ver Art. 2 35 y 236). Nu evamente, e l matrimonio entre el padre y la mad re d e un hijo natu ral, es el ú nico med io de legitimar a éste (Art. 2 64). En u na soc iedad don de abu nd aba los casos de il egi timidad , la heredad de bienes se r esolvió con ven tajas obv ias d e los h ijos legíti m os: l os h ijos ilegí timos no tienen ningún derecho a suceder en los bienes del padre, ni en el de los p arient es de este; excep to los natu rales reconocido s. Los hij os il egítimos serán hered eros fo rzosos de la mad re, si ésta no d ejare d escend ientes legí timos, aunqu e sobrev iven su s ascend ientes (Art. 8 91 y 896). Hered an los h ijos il egítimos sólo la quinta p arte 86 d e los bienes de su m ad re, c ua nd o este ti ene hij os o descend ientes legítim os (Art. 8 97). En la relac ión d el pad re o m ad re con el hij o, las obligac iones son d e carácter trad icional, no su rgen todav ía lo s d erec hos d el hij o: los pad res están obli gad os a ed ucar a su s hij os le gíti m os; instituirlos hered eros, prestar alimentos a tod a clase de h ijos. L os hij os están obligados a r espetar y obedecer a su s pad res; m ant enerlos, s i caen en p obreza ; asisti rlos en su vejez y en caso de enferm ed ad (Ar t. 244 y 245) . Alreded or d e la f am ilia, el Código estable ce una institu ción im p ortan te: el Consej o d e Famili a. Di cho consej o se comp ond rá d e los abuelos y abu elas, herm anos y herm anas, y de los tíos y tías d el men or. Correspon d e al Consej o: nom -
Cuan do p or ser el númer o de los hijos legítimos mayor qu e el de los i legítimos (c on d erecho al quinto), resultan los primeros con may or haber; se dividirá la herencia, de m anera qu e la porción correspondiente a cada h ijo ilegí timo, sea l as 4/ 5 partes de la d e cada legíti mo (Art. 902). 86
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brar guard adores dativos para l a persona y bi enes del menor; nom brar guard ad ores espec iales, cuidar d e que el menor sea bien tratad o, as isti d o y ali m entad o, y qu e reci ba u na edu cación ci vil y mora l conform e a su clase y ci rcun stanci as; otr as (Ar t. 363 y 395). Por el c ontr ario, el m arid o tiene ci ertas p u ertas d e esc ap e, segú n el Art. 22 2, el m arido qu e no se c rea pad re del hij o d e su m ujer, pu ede n egarlo en l os c asos siguientes: 1. Nacimie nto d el hijo antes de c um plidos 1 83 días de la c elebrac ión del matrimonio. 2. Ausenc ia o e nfe rmed ad del marido, u otro ac cidente, que haga imp osi ble la generación du ran te los 123 días prim eros de los 3 05 p rece d entes al día d el na cim iento d el hijo; 3. Separaci ón j ud icial de los c ónyu gues por más d e 305 días antes del naci m iento d el hij o; 4. Oculta ción del parto por la muj er. En c ua nto al Cód igo Penal, en 18 56 la Convención N acional nom bró u na comisi ón q ue r evise e l Código, si end o Presidente Migu el San Rom án. Fueron elec tos el Dr. J osé S imeón Tejad a, Dr. J osé Gálvez, entr e otros 5. Luego el Congreso nom bró el 18 d e ma yo d e 1861, un a comisi ón cod ificad ora qu e revisara los c ód igos expresad os. E llos fuero n: Manu el Macedo, J osé S ilva Santisteban y otros 5. El Congr eso, m edian te le y d el 23 de septiembr e d e 1862, ap robó los pr oyec tos d e los Código Penal y d e Enj uici amiento en materia p enal, revi sados por la comisi ón n ombrad a. Ramón Cast illa y R amón Ovie do ordenaron su cum p limiento el 1° Octub re 186 2. El Cód igo Penal 87 contiene 400 artículos en tres libros: el primero: de los d elitos, deli ncuen tes y p enas en general, c on 98 artíc u los. El segun d o: de los d elitos y su s p en as, 99 -371. El tercero: de las faltas y su s p ena s, 372-400. En est e código se e stablec e la eda d d e la respon sabil idad d el m enor en u n acto c riminal: l os exc eptu ad os d e la respon sabil idad cri minal (Art. 8 y 17 ), no lo están d e la c ivil , que se hará efectiva: por los menores d e 15 años resp ond erán el p ad re, la mad re o los guard ad ores ( Art. 1 9).
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El Código Pen al del Per ú, Edición oficial, Li ma, 1862 .
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Lo notable en este Cód igo es su aten ción y san ciones p or infantici d io, cometida por la mad re: la mu jer de buena fama qu e por oc ultar su d eshonra matare a su hijo en el mom ento d e nacer, s ufrirá cárc el en 5 ° grado 88. Si el delito fue se cometido p or los abuelos ma ternos, en las mismas ci rcun stancias , la p ena será p enitenciarí a en p rimer g rad o. Fu era d e estos c asos, e l infantici d io se rá castigad o con p eniten ciaría en tercer grad o (Art. 24 2). También se incide en el aborto. La mujer embarazada que de propósito causare su aborto o consi ntiere qu e otro lo cause, sufri rá reclusión en 4° grado. Si fu ere de bu ena fam a y cometiere el d elito obscec ad as por el te m or 89 de qu e se d escu bra su fragili d ad , se rebaj ará u n grad o la pen a. El qu e de p rop ósito ocasione 90 el aborto d e una m u jer, emp leand o viol enci as, bebidas u otros m edios, sufrirá cárcel en 4° grad o. Se rebaj ará u n gr ad o d e esta pena, si la mu jer hu biere soli citad o el aborto y d os grad os si oc asionase el aborto c on ma ltratos, bebidas u otr os med ios, qu e no hu bies en tenid o por ob jeto directo hacer abortar, si no p rod u cir otro m al men or (Art. 2 43 y 244). Se casti ga el es tup ro: el que estup re a u na v irgen m ayor d e 12 años y m enor d e 21, emp leand o solo l a sed ucci ón, será casti gad o con recl u sión en 3° grado (Art. 2 70). Asimism o, serí an san ciona d os con p ena d e cárcel e n 4° grad o el qu e con abuso d e autorid ad o confianza, prom oviese o faci litare la prostituci ón d e las persona s men ores de ed ad , p ara satisf acer l os deseos. Los m aestros o encargad os de la edu cación qu e resultaren cómp lices, serán casti gad os también como au tores d el es tup ro, violac ión o ra pto (Art. 2 80). No d ice nad a sobre v iol ación d e niños menores d e 12 años. La s ustracc ión de m enores de 9 años del poder d m ayor en 3° grad o (Art. 3 05).
e sus pad res, tend rá arresto
Por último, destaca l as sanci ones al aband ono d e niños: el qu e aband one a u n m enor d e 7 años qu e es té a s u cuid ad o, s ufrirá arresto mayor en 5° grad o. Si a consec u enci a d el aband ono m u ries e el menor, se aplic ará p enitenci aría en 1° grad o. El que tenie nd o a su cargo la c rianza o edu cación de u n m enor, l o pu siese en un hospici o p úblic o o lo entregare a al gu na p ersona pú blica, s in la anuen cia de sus p ad res o gu ard ad ores, o de la autorida d local o falta de un os y otros , será c astigada con u na m u lta de 5 0 a 500 pesos. El qu e enc ontra nd o perd ido o d esa mp arad o a u n m enor d e 7 años , no lo re cogie re o lo deposit are en lugar Cárcel en 5° grad o es 52 meses mínim o a 5 años máximo. 3° grad o, es 10 años mínimo a 12 años máximo. Juan Espinosa , Diccionario para el pueblo, 18 55. «La d eshonra, debe temerse más ésta qu e la pérd ida d e todos los bienes mun danales y aun la vida; sobre todo si la deshonra imp rime un a mancha ind elebl e ...pasa de generación en generación.. .» 90 Según el Art. 24 5, los médicos, ci ru janos, parteros o farm acéuticos, que abu sen de su a rte pa ra causar el abor to, sufrirán cárcel en 5° grado. Los que confecc ionen o expend an a sabiendas, bebi das d estinadas a causar abortos, sufrirán cárcel en 3° grado. 88 89
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seguro, d and o cuenta a los pad res o guard ad ores d el menor, o a l a autoridad , será castigad o con m u lta d e 25 a 20 0 pesos (Ar t. 311-314). La vigencia del Cód igo Penal se p rolong ó h asta inici os d el siglo XX. Enton ces Am éric a d el Su r se encontrab a en p lena efe rvesce ncia j u rídica por la niñez. En Argen tina, que en sep tiembre d e 1905 creaba su pr imera clí nica para el estud io d1920; el menor d elincuen la lelgaysusobre m enores N Pena ° 98, dl;ictad a en el Perú , el 29 d ete.juColombia lio de 192expide 4 pro mu nu evo Cód igo Méxic o, crea l os Tri bu nales par a Menor es en 19 26, conv irtie nd o en ley su magnífi co Código d e Menores, obra d el ilustre j u risc onsu lto y j uez d e men ores, Doc tor Mello Matto s, y Chile, el 1º de en ero d e 1929, pro mu lgaba a l respecto la ley N ° 4447.
Leg isl ación sob re la I nfancia A p artir d e la década d e 1890 comie nza a ingresar a las c iud ad es, sobre todo Lim a, nu evas ind u strias c om o la texti l, d e gaseosas, c onstr u cción, el ectric idad , etc . Siendo la m ás i m por tante la prim era. Por otro l ad o, res ur gía un nu evo sec tor ban cari o y finan ciero tras la gu erra con Chile , cu yos capitale s m ayoritarios estaban en ma nos d e extranj eros, por ejemp lo el B anco Itali ano, el B anco d e Perú y Lond res. L a n aci ente cl ase obrera se vincula a los trabaj ad ores d e los d ivers os gremios d e artesanos, su ap aric ión p rovocó diversos i ntentos p or controlar y evitar l os movim ientos s ociales qu e se habían p rod u cid o en E u rop a, sobre tod o el trabaj o d e la mu jer y d e los niños c obran interés espec ial . Al respecto Portocarrero 91 enumera al menos 10 leyes laborales dictadas entre 19 01 y 19 24, y otras que fueron p rop uestas p ero luego p ostergadas, debid o a la oposic ión d e los c onservad ores, ind ustriales, fabric antes y d ueñ os de tall eres afec tad os p or las n uev as leyes l aborales, é stas fueron : 1901.Reglam ento sobre el serv icio d om éstic o. El Reglamen to d e ofic ios, i nd u strias y p rofes iones d e Joaqu ín Cap elo ( 1901), fue p ostergad o, también el Descanso d om inic al d e Fel ipe La Torre (1 901) y d e Ind emn izac ión p or acci d entes d e trabajo , d e Rosend o Vid au rre, Teóf ilo N ú ñez y Gu illerm o Olano (19 03). 1911 Ley de a cciden tes d e trab ajo. 1916 Ley sobre salario mínim o d e los trabaj ad ores ind ígenas. L ey m od ificatoria y amp liad ora d e ac cid entes de trabaj o.
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Portocarrero. Historia del trabajo infantil, p. 49.
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1918 Ley sobre d escanso seman al y feriados. Le y sobre trabaj o d e m ujeres y menores. 1919 Ley sobre jornad a d e 8 horas. 1920 Ley d e conscripción vial. 1921 Reglamen to d e la l ey sobre trab ajo d e mu jeres y men ores. 1924.Ley d e va gan cia. Entre los impulsores de leyes laborales más justas, destacan Santiago Giraldo, Luis Miró Qu esada y José Matías Manzan illa. S egún Basad re, el prim ero si m bolizó u na aislada p osic ión soc iali sta, y defend ió entr e otras med idas, la responsabili d ad por accidentes d e trabaj o, l a li m itac ión d e las taras de m uje res y n iños, l a d ifu sión d e la asi stenci a p ú bli ca y la j ornad a d e las 8 horas 92. Miró Quesada le dio mayor su ste nto a su pr opu est a d e un a le gis lación obrera, como se d emu estra en su tesis d e Bachill er titulad a La mod erna crisis s ocial, y luego en 190 4 para su Doctorad o d e Cienc ias Pol íticas hace una síntesi s d e sus p rinci pa les p rop uestas, defendiend o entre otras cos as, la nec esi d ad d e le yes sobre d escanso d ominical , trabaj o d e m uje res, ni ños y otras. Para su d oct orad o en J ur ispr ud enci a trató sobre Derec ho d el Trabaj o. Fue m iembro d el Congreso Panam eric ano reu nido en Chile, d e la que luego h ablaremos. En el la presentó una ponencia sobre el socialismo intervencionista y su influencia en América. Frente a los argu men tos defensores d el sector emp resarial, qu e prop ug nan la defensa del Es tad o Liberal y no interven tor d e la e conomía, Mi ró Qu esada respond e que la intervenc ión del E stado d ebe s er mod erada. Adem ás, si bie n el nivel c ultu ral de los obreros p osibi lita u n m al uso d e los derechos a otorg ar, ese rie sgo se podía evitar nombran do a u n árbitro qu e evit e los ri esgo s aludid os. Por ú lti m o, s i bi en n o exi stí a u na estad íst ica ad ecua d a d el s ector obrero, qu e p erm itiera ap licar si n p roblemas la nu eva legi slac ión, el Estad o d ebía asum ir esa tarea. Debido a qu e sus pr op uestas iban a benefic iar a todos los trabaj ad ores, y por tanto incl uye a los menores d e edad , al menos m enci onam os las i nic iati vas m ás imp ortan tes: p rimero, la l imitac ión legal de la j orna d a d e trabaj o, a 8 hora s de
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Basad re, Jorge. Histor ia d e la Rep ública, 1983 , tomo VIII, p. 191-19 2.
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traba jo. Segu nd o, p rescribi r el descanso do m inic al y proh ibir e l trabaj o noctu rno. Con esto se garan tizaba n o sólo l a rep rod u cción fi siol ógica del obrero, sino d edicar un tiemp o a la f am ilia. Terc ero, l a obligac ión d el patrón d e pag ar los salari os en d inero y no en v ales , como ocurría en m uchas h aciend as. Cu arto, imp oner al patr ón la obli gaci ón d e respond er por los ac cid entes sufridos en el trabajo, así como establecer todas las seguridades necesarias en el local de trabajo. Destac a en sus p lanteam ientos la pr otecc ión al traba jo d e las mu jeres, el la es por natu raleza débil, mor al y fí sicamente, por ello necesi ta el amp aro d e la le y. Como m adr e, d ebe c um plir un rol f un d amental en la edu cación de su s hij os, por ell o debe d ispon er de u n tiempo p ara hacerl o, o torgado p or el patrón. E n cuan to al traba jo d e los niños y las niña s, se esgrime tam bién la nec esidad d e la p rotección legal, ellos tam bién son d ébiles m ora l y físicamen te. Se exigen con sid erar l a edad y la capacidad fís ica par a determinad os ti pos d e trabaj o de mod o que n o exc eda el lí mite de su capaci dad y lo perj ud ique, degenerando la raza. Así, el «mínimo d e edad p ara d edicarse al trabaj o ind u strial d eberá ser el qu e m arqu e el término d el desarrollo, es decir, d e los 1 6 años a los 18 años, m ás o menos» 93. Las niñas deberán tener como ed ad mínima p ara trabaj ar en la indu stria desd e los 16 a los 1 8 años, y d espu és de los 1 8 y hasta los 2 0 años no trabaj arían m ás de 6 horas. 94 En cuan to a Man zanil la, según vemos d e sus d iscursos parlamentarios , la reglamentación d el trabaj o femenino y d el niño (1 918) fue su má xim a p reocupa ción. Destacado cated rático de la UNM SM y m iembr o d el Congreso, J osé Matías Manz anill a, quien h abía asesorado la tesi s d e Miró Qu esada, reci bió el encargo d el gobie rn o en 190 4 de p rep arar 10 proyectos de legisl ación labora l, uno d e ellos sobre trabajo de los niños y de las mu jeres. Una vez red actados, el Pres iden te José Pard o los rem ite al Congr eso en 1 905, d ond e pasa a la comisi ón en la Cám ara d e Diputad os. L uego de varios tropie zos 95, la Ley N ° 1378, comp u esta d e 82 artículos, es expedid a p or los presiden tes de am bas cámaras el 31 d e d iciembre d e 1910, y p rom ulgad a p or el Presi d ente Leguía el 20 d e enero d e 1911.
Por otra p arte la Ley N° 28 51 d el 25 de n oviembr e d e 1916 sobre el trabajo de m ujeres y niños se carac teriza p or las exce pciones qu e se establec en r especto del trabajo mismo. Sin embargo, estas excepciones eran las más comunes o «No reglar el traba jo de la niñez es lo mismo qu e autor izar legalment e el infanticidio», con esta f rase enton ces conocida, se refiere que la ley suiza solo admite niño s en las f ábricas desd e los 14 años, y que d e esta edad h asta los 16 el trabajo debe alternar con la edu cación. 94 La reglament ación del tra bajo de la mu jer y el niño. Disc ur sos parlam entar ios de J. M. Manzan illa, Lima, 19 18, 95 La ley demoró 5 años en ser debatida, aprobad a y prom ulgada, a pesar d e la presión de Miró Quesada y Manzan illa, se ha se ñalado como obstáculos la falta de conocimien to sobre el tema d e los legis lador es, la falta de d atos estad ísticos, la oposición de sectores en el Congreso que p reveían los ef ectos negati vos para los industriales y dueñ os de talleres. 93
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signific ativas al men os, así , la ley no r egiría pa ra las labores qu e se realizaba n con la vigi lanci a d e los pa d res o tutores, generalmen te miemb ros d e fam ilia, y sin intervenci ón d e person as extrañas. De be recordarse tanto en fábric as como en talle res era c omú n qu e pad res e hij os trabaj aran jun tos o que los pequ eños tall eres f u esen prop iedad d e un a fam ilia, qu ienes pa rtic ipaban en conjunto en el trabaj o. Tam bién estaban fuera d e la norm a los que trab ajaban en servici o dinfantil omésti se co,daba c uanndo hemos Por vistoú que d e los c asos derequ abu iera so y el m alt en ellas. lti mmo, euchos n la agricultura q ue u sorato de maq uinaria, que imp lica examinar el grad o d e uso tecnoló gico en las hacie nd as que abastec ían d e prod uctos de pan llevar a la c iud ad d e Lima. Dicha ley d ispon e que los menor es es tán facultados p ara el trabaj o d espu és d e los 1 4 años. Por exc epción, l os m enores d e 14, pero m ayores d e 12 años, p od ían ser ad m itid os a trabajar si sabían leer, e scribir y contar, con un certifi cad o m édic o d e aptitud física para el trabaj o qu e debía reali zar. I nd ud able men te, esto apu ntaba a qu e el niño fuera al men os l ector d e las reglas d e su contrato laboral, si no con sciente d el mismo. Ad emá s, hasta el 5 d e diciembre d e 1905 la instru cción p rimar ia tomaba 3 años, desp ués d e esa f echa, serí a d e 5 años 96, lo cual dem uestra qu e tan un idos van los i ntentos p or arm onizar el trabaj o con la edu cación en un a suerte de conti nu idad , no de complementaci ón. La jorn ad a d e trabaj o no d ebía s er may or d e 6 hora s diarias, o 33 seman ales pa ra los menores d e 14 años d e edad ; y d e 8 horas diarias o 4 5 seman ales para los qu e fluctu aban entre 14 y 18 años. E n los orf elinatos y estable cim ientos d e ese tipo, don d e se c om binan la instru cción con labores manu ales , no se debía ex ced er las 3 hora s diarias. L a m ujeres y m enores no d ebían reali zar trab ajos subterráneos en m inas y c anteras, y tod o aqu ello que fuera p eligros o par a su salud y las buenas costum bres». Los men ores de 18 años n o pod ían reali zar traba jos de agili d ad , equili brio, f u erza en espectác ulos p ú blicos. Los m enores d e 10 años n o p odían ser cond uctores de vehículos. Ad emás, se d ispon ía que tanto las mu jeres como los m enores d ebían tener 2 hora s de d escanso d iario al med iodía, qu e las ind emn izac iones por accidentes d e trabajo s erían u n 25% m ás si l a vícti m a era m enor d e 18 años o mu jer. En caso de alum bram iento l a mu jer gozaría de varios d erec hos, c om o vacac iones antes y d espu és del p arto, así como fac ilidad es en su trabaj o, como salas para h ijos de las obreras du rante el primer año de ed ad del rec ién n acido y u na h ora diaria para d ar d e lactar al mis mo 97.
Dos de los cuales se dan en las escuelas elementales y los tres restantes en centros escol ares, dond e adem ás debían ap rend er un oficio. En esta legisl ación destaca el aporte d e M. Vicente Vill arán, catedrático sanmar quino y par lamentario civilis ta. 97 Aun que la ley permitía denu nciar las i nfracci ones a lo dispuesto, o bien se i ncump lieron en la reali dad laboral de mu chas trabajadoras, o se evitó c ontratar a trabajadores menor es de edad y mu jeres, sobre todo tras la disposición de la j ornad a laboral de las 8 horas. E ncima, esta ley luego fue mod ificada p or 2 leyes, un a el decreto del 25 de junio d e 1921 y otra, la le y del 26 de ma rzo d e 1921, que modifica lo dispu esto sobre el descanso en los días sábad o por la tard e. Jorge Basadre, Historia d e la República, tomo IX, P. 194-195 y p. 424 . 96
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El m ismo Portocarrero d a interesantes notas au tobiográfi cas 98 sobre como se realizaban las labores en esos años, cuando tenía 15 años de edad, aunque habían otros qu e tenían incl u so 1 3 años. Añad e también r eflexiones sobre dos controverti das leyes que afec taron d e alguna m anera a los menores de ed ad: u na la ley d e Conscri p ción Vial , prom u lgada el 10 de m ayo d e 1920 y la Ley de Vaganci a, que m erec e may or atención qu e la otra por sus imp licanci as. La ley N °4868, d el 11 de Enero d e 1924, ord ena q u e lo d ispu esto por la ley de vagancia aprobad a p or el Congreso se inserte en el Código Penal, sup rimiendo las qu e sobre el tema r efiera el pr oyecto elaborad o. La ley N° 48 91, del 18 d e Enero de 19 24, def ine que vago es tod o individu o qu e no ej erza ningu na p rofesión, arte u ofic io. Careciend o de bienes y ren tas, s in ejercer ningu na activida d lícita ni m edio d e subsistenc ia c onocido, o fi ngiend o tener bienes qu e eran d e p erson as aj ena s, el vago vivía d e la tol eran cia, com p lacenci a, sugestión , su jeción, tiran izaci ón o exp lotaci ón d el trabajo o bienes aj enos. Un a rtículo ad icional am p lia la d efinic ión y señ ala las pen as a ap licar, e s d ecir, l a expu lsión y el trabaj o en un a obra pú blica. De esta f orma, n ingún vago cali ficado d e p ernic ioso por las a utoridad es del orden pod ía util izar el rec ur so del hábeas c orpu s contra los arrestos, expu lsiones o trabaj o en obra pú bli ca que con resp ecto d e ellos fu eron d ecretad os 99. La oposic ión a esta le y se hizo c ad a vez m ás fuerte, ac u sand o a d icha ley d e red u cir a los hom bres a la condici ón d e esc lavos, d e besti as y forzarlos a trabajos forzad os, d enu nci and o que se l os azotaba a c uerp o desnu d o y que enviad os a luga res tan alej ad os como el Perené, no d iscriminaba incl u so a los niños, los cuales también eran enviados a colonizar las montañas y realizar obras viales 100 . Ciertam ente, l a ley no hací a m enci ón p reci sa de la edad d e los d etenidos y al no p asar p or u na J un ta cal ificad ora, qued aba a p otestad d e la poli cía d eterm inar las tareas que el detenido d ebía real izar. Áng ela R am os i nici ó un a campa ña en 19 28, u na camp aña contra esta l ey, emp leand o es tos argum entos. A ell a se ad hirió J osé Carlos Mariáte gu i, qu ien sustenta m edian te pr oce d imiento distinto el despropósito de dicha ley. Su rechazo no iba tanto por la po sibil idad d e qu e se arrestara a fals os vagos, ni qu e fuera d ifícil e stablec er la condici ón d e vagan cia. Era sobre tod o la si tua ción d el país l a qu e determ inaba las f all as d e la ley. Un pa ís de escas a cultu ra, atrasad a economía, si n estadística del trabajo, m ás au n, cuan d o las esc uelas d e artes y ofic ios y las granjas
Portocarr ero, Historia d el trabajo infantil, p. 59- 60. Basadre, J orge. H istoria d e la Repú blica, p. 43 0. Ramos refiere que se enviaro n a la selva niños de 16 años, en todo caso si se de Limon cillo, la pista d el Polígono d e Tiro, etc . 98 99
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constru yeron en Lima va rias obras, como el Mercadillo
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ati end en sól o un pequ eño nú mero d e bec ados, dond e la instrucc ión elemental no está al alc ance de tod a la poblaci ón infantil, cómo p od ría a un m enor d e 18 años d ejarlo es capar d e la d esoc up ación y h ace rlo un v ago siquiera temp oral? . Estas person as viven p u es en f orzoso nom ad ismo, res ignad os a la i nestabil id ad coti d iana, que la p olicía n o d ud aría en cali ficarl os d e vagos bajo sos pecha, qu e luego se c onv ertiría en convicc ión 101.
La mor talid ad infantil y los e ven tos científicos La d écad a d el 1 880 fue p rolíf ica en nu evos d escu brimientos científ icos eu rop eos. K och d escu bre al germ en d e la T u berculosis ( 1882), segu ido d el hallazgo d e las bacterias p atogén icas relacionad as con el cólera y la d ifteria (18 83), el tifus (1 884), y la peste bu bón ica (1894). Los d escubr imien tos d e Pasteu r y d e Lister en el c amp o d e la i nm un ologí a fueron m otivo de interés y disc usión p ara los c írculos m éd icos p eru an os entr e los años d e 1885 y 188 7. Por ejemp lo, la inqu ietud po r los estud ios bacteriol ógicos fue i m p u lsada p or Ri card o Flores, al traer d e Eu rop a en 18 87 u n m icroscopio y brind and o conf erenci as en la S ocied ad Méd ica Unión F ernand ina. El flagelo de las enferm edad es y las posibil idad es abiertas por la cie ncia de la higiene hici eron u rgen te la realizaci ón d el Prim er Cong reso H igiénic o Escolar Peru ano reali zad o en 1899. El gobierno d e Romañ a d ecreta la convocatori a, cuyo fin sería trata r las c on d iciones higién icas d e las clases, salas de estu d io, d orm itorios, comed ores, patios de j u ego y exc usad os d e los colegios y es cuelas. En reali d ad , este Congreso ex am inó todo s los aspectos d e la esc uela y au nqu e tuv o el apoyo d el gobi erno, un a d e sus fal las f ue el cae r en u n d etal lismo extrem o, qu e imp idió mayor efec tivi d ad en la aplic ación d e sus votos. La e xtensi ón e intensida d d e la l u cha no solo méd ica contra la mortalidad infantil se hizo paten te en d iversos Congresos. En el Segu nd o Congr eso I nterna ciona l de Got as d e Lec he y Protecci ón a la Prim era Infan cia (Bru selas, 1907), Morqu io af irmaba q ue «desde 18 87, un movim iento intenso d e carác ter u niversal s e dirige a c omba tir una d e las más gra nd es calamid ad es hum anas: l a exc esiva m ortalidad infantil ». Por ello, l os p rogram as ci entíf icos (de Pasteur, p or ejemp lo), el conoci m iento racional y exac to d e las c au sas d e las enfe rm ed ad es y la preocupación por el aumento poblacional, han despertado en médicos, filántrop os, au toridad es y pu eblos el interés pa ra concurrir a la l u cha c ontra d icha cal amidad .
José Carlos Mariátegu i, «La rep resión d e la vagan cia», Mund ial, Lima, 10 de febrero d e 1928. Temas d e Educación. Lima, Ed. Amauta , 1979, p. 137-140. 101
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En ese c ontexto, l a rep ercusión d e los descubrim ientos y la reali zaci ón d e los grand es eventos científ icos d e fi nes d el si glo X IX y p rimeras d écad as d el sigl o XX, sirvieron d e ejemp lo para inm ediatam ente p roceder a convocar las reun iones y ex aminar el proble ma de la salud y la higi ene en cada p aís , como se hizo en el Pe rú d u ran te el Cong reso Higiénico Escolar. De bido a la pr ecaried ad de los si ste mas gu bernamentales e n m ateri a d e sal ud y la gravedad expresada en las ci fras dequ m eortalidad , losicativa Congr seesos no era n sólo d emu carác nacional, sino de form a infantil mu y signif hic ya ieron am eric anos, ltipterli102 cánd ose en pocos años . Más tarde, un a vez pr od ucida la i nstituci onalizac ión mod erna d e la pr otec ción a la inf ancia a nivel del continente, se quiso averiguar qu é Es tad o fue el pr imero en crear un órgan o p rotector de la infanci a. El Boletí n d el Instituto Intern acional Am eric ano d e Protecc ión a la Infancia 103, afirma qu e Cuba es p ionera en el mu nd o al establ ecer un a entidad p rotectora e statal d e la infanc ia y qu e la Doctora J u lieta Lanteri f u e inic iador a d e los Congr esos Americanos pa ra estud iar l a niñez. E fectivam ente, L an teri f u e la imp u lsora del Primer Cong reso d el Niño en Argen tina en 19 13, y del Congreso Americano d el Niño en el mismo p aís en 191 6. El Segu nd o Con greso se r ealizó en Mon tevid eo (1 919) y el tercero fue en Río de Janeiro (1922). En el ámbito ed ucativo exi stí a u n á nim o semej ante. El Primer Con greso Intern aciona l de Ped agogía (B ru selas, 1911), p rovo ca un g ran interés en la comu nidad ped agógi ca, aunqu e lo s eventos re ali zados en el Perú gu ardan notable s d iferencias en su contenido, según las ac tas del Primer Con greso Pedag ógic o en Tru jillo 104 (1911) y el Primer Con greso Regi onal d e N orm alistas, e n Ar equ ipa d e es e mismo año. Por enton ces, com o m u chos, Luis I nfante veía u na d elicada situa ción económica en el país 105 . En 1906 la población peruana era de 2,250,000. Según el Cen so d e Lim a d e 1908, la p oblación a scend ía a 233 ,807 y la d el Callao a 52, 843. En 1908 se ocupaba 1,2 92 hectáreas d el hábitat limeño , cam ino a la tug urización. En 19 20, un a cantidad d e 63,073 person as residentes en Lima p roven ían d el interior, en 1931 llegó a 118,629 habitantes. El 77% de las personas en Lima
Algunos Congresos Americanos fueron: Primer Congreso Científico Latino-Americano (Buenos Aires, 1898), Primer Congreso Médico Latino- Americano (Chile, 1 901), Segund o Congr eso Latino- Americano (Montevid eo, 1901), Segun da Conferencia Internacional Americana (México, 1902), Segundo Congreso Médico Latino-Americano (Buenos Aires, 1904), Tercer Congreso Médico LatinoAmericano (Montevideo, 1907). 103 Boletín d el Instituto Inter nacional Am ericano d e Protección a la Infancia, T omo IV, N° 2, Montev ideo, Octubr e de 1930. Director: Dr. Luis Morquio. Consejo Internacional: delegados oficiales de los países adherentes. Presidente: Dr. Gregorio Aráoz Alfaro. 104 Primer Con greso Ped agógico Regional del Nor te, Actas de sesiones, tesi s, informes y conclusiones ap robad as, Tru jillo-Perú. 191 2. Imp. Jacobs, 148 p. 105 La escuela mod erna, Añ o IV, Lima, Octu bre d e 1914, N° 8 (38), Director: MacKnight. P. 241. 102
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vivían m al al ojad as, con p roblemas d e vivie nd a y h abitac ión. Habían 23 8 fu nd os alreded or d e Lima, au nqu e ya en el si glo XVIII, el cemen to y el asfal to ocup aban 456 hectáreas d e la c iud ad . Para 19 20 tenem os 20 0,000 habitan tes en Lima y 4 millones en el Perú. En 1931 sumaba 373,875 personas en Lima, y 70,141 en Callao 106. os d atos interesantes los se l o encontram os por p loAlgun en los emp leados, qu e sumd ane35, 436ctores en Lismociales a y 5, 829 en Callao, los empejemlead os d om éstic os eran 22,606 en Lima y 2,0 99 en el Callao. L a m ayor ía d e esta cantidad estaba conformad a p or m enores d e edad (63.79%) en Lima, y ( 36%) en el Cal lao. La clase al ta li m eña en 1895 estuvo comp u esta apr oxi m ad am ente d e 18,000 p erson as. L a n atalid ad en Lima d e 1885 a 1908 era d e 4 o 5 nacidos p or cada m il habitan tes. La el ite en 19 20 se va traslada nd o a los barrios d el s u r. Toda vía ese añ o, en Lima resid ían 20, 000 extranjeros, de los cu áles 3 ,000 eran italian os, los ingleses 1,0 00, chin os 5,0 00 y jap on eses m ás d e 9,000. 107 Las cifras d e la l lamad a aristoc raci a lim eña, o d e la ol igarqu ía son imp ortan tes para compr end er las c aracterí sticas e ncontrad as en el desarrollo de la Conferen cia En el aspecto soci al, segú n Flores y B urga , la oligarqu ía se c ara cteriza po r su m entalid ad católic a conserv ad ora. L a concep ción señor ial d e la sociedad aristocráti ca del antigu o régimen m antiene su s viej os códigos: el honor , la alcurn ia, el pr esti gio soc ial y la caball erosi d ad . El pa ternalismo está p resente en el Estado nacio nal, si n redu cirse el grado d e viole ncia y la represión contra aqu ellos que se op ongan al ord en soci al establ ecido. Es tá p resente u n r acismo n acionalista, la «su p eriori d ad raci al» del blanc o y la consideración d el ind io com o inferi or, la sum isión y fideli d ad d e los trabajadores al patrón o jefe. A es ta forma d e pen samiento Aníbal Quij ano d enomina la col onial idad del p oder. Por otro lado, la famili a es la cél u la c entral d e la soc iedad oli gárqu ica, pero es u na famil ia extensa (al ianza m atrimon ial ), caracterí stic a d e la oligarqu ía end ogám ica. E n su s m om entos libres , la aristocrac ia gu sta d e los es pectáculos artísti cos como el te atro, u otros luga res f am osos, p un to d e reun ión d e la e lite como el Palai s Concert ( d e la que es asidu o visi tante Abra ham Valdelomar ). Los grandes campos difieren de las rejas de las casas señoriales, ganados por el afán de tener segurid ad , sin perd er la privac idad , incl uso bu scand o lo c landestino, lo subterráneo presente en la vida oligárquica: siguieron naciendo los hijos «i legí timos» en abu nd ancia, fruto d e am oríos ex tra conyu gales. Perú. Ministerio d e Haciend a. Direcc ión de Estad ística. Resumen d el Censo de las Provincias de Lima y Callao, levantad o el 17 de diciembr e de 1920 . Lima, Impr enta Am ericana, 192 7. También Ca rlos Jiménez. Censo d e las provin cias de Lima y Callao, l evant ado el 13 de noviemb re de 1931. Lima, Imprent a Torres Agu irre, 19 32. 107 El texto Apogeo y crisis de la Repú blica Aristocrática, es critos por Manu el Burg a y Alberto Flores Galind o (1980.-1987), Editor ial Rikchay , Lima 1983. 106
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Los viej os pr incipios matr imon iales y d e clase l o encontr am os en el rec on ocimiento y p resti gio d e ci ertas p ersonalidad es, c on carac teríst icas p ersonales ejem p larizad os en el asceti smo d e José d e la R iva- Agü ero. Incl u so Ví ctor Raúl Ha ya d e la T orre, aun qu e no era d e la ol igarquía, guar d a la fe cri sti ana, obsesi va en su d iscur so, por end e odia la prostit uci ón y considera co mo mu chos qu e el amor comp rad o es vi leza. En lo ec onó m ico, los neg ocios y las emp resas eran d e cará cter familiar. L a oli garquía tenía un senti d o ext remad amente rígido y enclaustrado d e la vida. N o qu iere s ali r a comp etir en el mercad o exte rno. El temor , otro c omp onen te subterráneo d e la mentali dad oligárquic a, es agudizado du rante el once nio, d esde el miedo a los asaltantes y band idos, hasta el m iedo a los comu nistas y revolu cionar ios p obres. Por ell o, cua nd o la reali d ad soc ial palpable es dr am átic a o se hace imp osible negar la terrible situaci ón, es que se pr od u cen las reacc iones i ntenta nd o m od ificarla. E n Lima d e 19 22, la c ifra d e los nacimientos es ap roximad am ente de 35 por m il habitantes , muy alt a si s e toma en cuenta qu e en Europa algun os p aíses es de 21, 23 o 25 p or m il. Ru sia es d e 60 por m il, aun qu e su m ortalida d es muy alta, no muy distinta de nuestra ciudad. Sobre estas cifras, se levantan viejos pr oble mas n o m enos imp ortantes, aquell a qu e consi d era la le giti mid ad e ilegiti m idad d el niño. En Li m a se establec e qu e los naci mientos ilegí timos su peran el 50%, sólo superados por San Salvador que llega al 68%. Añadido al síntom a d el rac ismo, notarem os su refl ejo en las apreci aciones d e los exponentes de la Confe rencia del Niño Peru ano. En tal contexto, luego de un largo proceso de marchas y contramarchas, emp ujados p or la ol a incontenible d e congr esos y reu niones desarr oll ad as en todo el mu nd o, to das inspiradas y tendientes a pali ar los divers os problemas qu e azotaban la infanci a, e n Lima se prep ara fi nalm ente el p rimer evento d e imp ortancia en la cri stal izac ión d e la instituci onalizac ión d e la infanci a p erua na. La J un ta d e Def ensa d el Niño, el 11 d e may o d e 1922, prop one convocar a una Conferencia a fin de «rodear a la infancia» de los cuidados necesarios, presentand o u n proyect o d e regl amento orgán ico, aprobada por Reso luci ón Su pr ema. En los artículos 108 d e la resolu ción se especifi can los objeti vos. «Art. 1º. Se convoca a la Primera Conferencia Naci onal sobre el Niño Peru ano, a todos los qu e se interesen por la infancia desde su triple punto de vista físico, intelectual y moral. Art. 2º. La Conferencia tendrá por objeto condensar en forma práctica todo cuanto se tiene averiguad o sobre el niño peru ano y su cultura de acuerd o con las enseñanzas y experienci as modern as. Tratará sobre todo de crear una sólida concie ncia pú blica sobre cuan to necesita la infanci a nacional y las formas d e satisfac er sus n ecesidad es. Es fund amentalmen te un a obra d e cooperación intelec tual, de conformid ad y d e patriotismo. El Art. 3º . fija los temas: a.-La mortalidad infantil en el Perú y en Lima, sus causas y cifras. b. -La alimen tación de los niños. c.- Problemas relativo s a la madr e y que interesan al niño. d.-Protección de la matern idad . e.-Plan d e coordinación p ara la asistencia social de la infancia. f .-La infancia retardad a, degenerad a y criminal». Actas y trabajos de la Primera Conferencia Nacional sobre el Niño Peruano, Publicados por la Junta de Defensa de la Infancia, dirigido por el Dr. Carlos Enrique Paz Soldán, y el Dr. Pedro de Osm a, Presidente del evento. Lima, 19 22. 108
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Se entregar on m ás d e 1,500 com u nicac iones par a el evento, par ticiparon 50 concej os p rovinciales , 35 soc iedad es d e ben eficencia, 30 m iembro s p rotectores 109, 100 miembr os acti vos d e reconoci d a cultur a, todos consci entes d e la importan cia d e atender u n p ilar fund amental en la « Nu eva Patri a, firme y fe liz p or el amor y la piedad ». Los d iscu rsos ex pr esan op timismo y alaban zas a la patria, en esta «bel la cru zad a». En su d iscur so de ina ug u raci ón, Le gu ía se ñala: « nu estro le m a ha d elaform larseión e neestas perfe ccionar, no sustituir. reguex altar larizar i nmuigrac inyecpalabras: tar nu eva sangre a n uestro p ueblo,Antes e s unque d eber las potenc ialidad es lat entes de mu est ra p obl ación. Hemos inau gurad o el Patronato d e la R aza Indígena, c onvertido en p oder p úblic o, e n p rotec tor d e nu est ra infanci a. El Perú p od rá m irar d e frente al porven ir, segur o d e la ef icacia d e la asistencia social» 110. La máxima aspiraci ón d el Estado es la asiste ncia soc ial i ntegral, inspirad o en la obra de Oj eda y la del mu lato s acerd ote que fund ó un hosp icio, fruto d e generosas li mosn as y p ara d efensa d el niño, San M artín d e Porras. Al respecto Paz Soldán , profesor d e H igiene en la Facultad d e Medici na d e Lima expresa el obj etivo: «remed iar la seri e d e vic ios, d e miserias, d e lágrimas y d e d olores, qu e rod ean p or d esgrac ia todavía a los ni ños en el Perú» 111. Frente a esta corriente renov ad a p ro ind igenis ta y p rotecc ionista of icial, el pu nto d e vis ta mor al es tradici onal y afe cta d e man era indu d able al color d e piel . La ilegi timida d tiene un color: l os ind ígenas pr od u cen m ás il egíti m os, l uego los mestizos, después los blancos. Los indígenas son los mayores productores de legítimos e ilegíti mos 112. Mie ntra s el blanco pr od u ce pocos il egíti m os, l as otras parejas se forman al impulso del «amor clandestino». El blanco se respeta y respeta la soci ed ad a la que p ertenece, llena tod as las c ond iciones que asegu ran la buena prole 113. El carácte r d e la I Confe rencia del Niño Peru ano fue m édico, a tal pu nto qu e el estud io «La infancia es colar en el Perú y su s pr oblemas, su cultur a p síqu ica y
«los cuales apor tan a nu estra obra el auxilio de la fortuna y sobr e todo el óbolo moral inestimable de qu e las miserias de la i nfancia no les son in diferen tes», en 1° Conferencia, 1922 , p. XV. 110 Como d ato histórico, consi dera a Luis Oje da el padr e de la asiste ncia infantil e n el Perú, d efensor d el niño aband onado, qu ien procuró abrigo al niño agonizante de frío. La obra de Ojeda corresponde al concepto de asistencia, pero no implica a los niños anormales, pues «la sociedad en que vivió Ojeda, no pensaba, ni podía pensar en la infancia anormal», en 1°, Conferencia, 1922, p. LXXXVII. 111 1° Conferencia, 1922, p. CV. 112 La raza ind ígena es la más p rolíf ica, las razas inferiore s son las qu e «tienen descendencia más abun dante». La pareja indígena, que se forma sin los requ isitos exigi dos p or la m oral y la ley, tiene un carác ter d e perm anencia que se iguala a las un iones legí timas. Con su p articular sic ologí a, dada por su «cultura inferi or», l as formalidades de la unión legítima carece n d e importancia en la d uración de la pa reja, y bien le significa actuar d e un o u otro m odo, 1° Conferen cia, 1922, p. XXIII. 113 El blanco es el más culto, el que mejor cuida a sus n iños, que «menos mal» sabe del modo d e criar a sus hijos , se muestra más adicto a ellos, y más se preocupa p or el bie nestar d e su prole a pesar que tam bién le hace falta una buen a dosis de conocimiento en puericultur a, 1° Confer encia, 1922, p. XX VI. 109
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física», presentad o por el Doctor L. Galván , fue considera d o como no corresp ondiente 114 a la «í nd ole méd ica» de la conf erencia ( por ello sólo se pu blicaron las conc lusiones) , pero el tema edu cati vo fue inevitable en casi tod as las exposic iones d e la conferenci a. En la lógic a m éd ica, lo m ás nefasto r esulta ser el tra bajo i nfan til, es inaceptable ien debiend o prep ( léas e esotu d iar)aturam , pa ra enfrentar la vio d115a .en el futuroqu cuand o sea grande, se ararse ve enfre ntad prem ente al trabaj Fieles al credo o ficial, l a Con ferencia declarar á d e «necesi d ad na cion al» l a abo lición d el trabaj o d el niño 116, si bi en u no d e los pa rtic ipan tes termina p or reconocer que el problema de la infancia, antes de ser un problema concreto, el de la aparición de un niño, «es un problema esencialmente económico». Por eso, tod a legi slac ión soc ial bien encaminad a d ebe tend er a rod ear (al m atrimon io, al desarrollo individual de cada familia, a la economía privada), de todas las posibles garantías, «rodearlas d e la más am p lia p rotecc ión». Las ponencias de los doctores Herm ilio Valdizán y Hon orio F . Del gad o constituyen u na d e las pa rtes más signif icativas de la Conferenc ia del Niño Peru ano, «L a Infanci a an orm al, estado d el problem a en el Perú». S ostienen qu e en los tie mp os del pad re Oj eda n o fue vista c omo u n p roble ma a r esol ver porq ue simplem ente no p ensaban en ell a. La intenci ón d e los d os méd icos es m ostrar la anorm ali dad de m anera pan orámic a, «renu nci and o por end e a l os i nconvenientes d e la miope contemp lac ión sec torial e inspiran d o la i nsinu ación d e las m edid as que d eban cond u cirnos al establ ecimiento sobre sól idas bases, d e la asis tenci a p eru ana a la inf ancia anorm al. » 117. Para el Doc tor Botto, sie nd o los recursos económ icos limitados, las camp añas por la infancia debía dar prioridad a los niños normales, dejando a los anorm ale s, « por ahora», un lugar sec un dario, y p or aspiraci ón sup rema, la prevención. 118 Esta op inión no era aisl ad a n i fue efímera. Wil limn an en Mon tevideo, par a 1937 d ice: «un a norm al, incl uid os c iegos y s ord om ud os, d esplaza, en las i nstituciones del E stado, mu cho más espacio que u n n orm al» p or ell o «no d ebe exagerarse la atenci ón hacia la edu cación especial ». La edu cación d e anormales, discretamente extendida, debe conseguir lo más que pueda conseguirse de un anorm al, un a relat iva autonom ía e n su vid a d e rel ación. En
1° Conferencia, 1922, p. 105. «El trabajo de los niños, ventur osamente contemplado por nuestra legislac ión, cuenta con ru dos ad versarios, a la cabe za d e los cuales debe colocarse a Fuller, que se declara acérrimo partidario de la abolición. El niño no debe trabajar; el niño debe jugar; debe realizar aquella parte qu e a él le está d estinada en la obra educativa» Conferenc ia del N iño Peruano, p . XCVII. 116 Conferencia del Niño Peruano, p. CIII y CX.. 117 Conferencia d el Niñ o Peru ano, p . LXXXVIII. 118 Conferencia del Niño Peruano, p. CLV. 114 115
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cuanto ell a sea al canzad o con u n d eterminado alum no, « éste debe ser de inmed iato s ustituid o, p ara qu e es e se rvici o pú bli co sea bi en ap rovechad o» 119 . El asun to es c laro, e n op inión d e Valdizán y Delgado, los niños anorm ales d eben ser sep ara d os de los «norm ales» . Incluso, la marin a y el e jército, «debieran rec hazar sistemátic amen te al anorm al», pu es « todav ía si gu e sie nd o refugio ypsicológicos escuel a d e en aqutales ellosinstitutos». niños, debido seguen laram ente a la fdealta de servic Creer posibilidad hacer buenosiosa méd icopalos a la gente, hizo que la famil ia de u n an ormal rec urr a con esperanza d e salvac ión al ej érci to y la ma rina, co nsiderán d olas ambientes reformatorios p or excele ncia. En cuan to a la esc uela, « nu estros anorm ales perm anecen tod avía en la esc uela comú n, d e la c u al no reci ben ben eficio alguno y a cuya pob lación norm al amenazan con el grave riesgo del c ontagio m ental, habid a d e la congénita tend enci a infantil i mitativa» 120. Las e scuelas correc cionales c onstituyen otro refug io de la an orm ali d ad infantil . El resultado h a sido m uchas veces negativo d ad o qu e la labor de estas escu elas d ista mu cho de los ref orm atorios. S in emb argo, el cómo consegu ir entonces la higiene infantil no destierra por completo el cómo atender al niño anor m al. Vald izán y Delgado p rop onen tr es períodos: En l a pr imera, i nstituir los serv icios escolares 121 , la p rep araci ón (jun to al m édico esc olar) , de m aestros esc olares, encargad os d e sel eccionar ju nto a l méd ico, a los niños an orm ales y su tratam iento ap ropiado. S up erada la «grose ra p romisc uidad », se bri nd ará ed u cación esp ecializad a (tras las c alif icaciones, diagn ósticos y p sicom etrías), en Esc u elas Especial es, a fund arse d e acuerd o a u n censo d e anorm ales . Con este censo se c lasif icará las au las especiales p ara r etrasad os leves, falsos an orm ales, insu ficientes p or cond iciones ajenas a la oligofrenia, etc . Con respecto al pu nto d e vi sta j u rídico, E. Boza, tratan d o sobre algun os aspectos d e le gisl aci ón soci al sobre el niño, recomiend a a trav és de la Conferencia: 1º. La reforma d e la L ey Civil rel ativa a la p rotecci ón d e los hijos y al establec im iento d el hogar d e la f am ilia il egíti m a; la imp lantaci ón d el certif icad o d e salud, requisito indispensable para contraer matrimonio; la intervención activa d el Mi nisterio Pú blic o, en ci ertos casos, p ara cau telar el i nter és de los m enores, c on facultad d e pr esi d ir y convocar los Consej os de Fam ilia en esos casos.
119 120 121
La educación del Pueblo, Montevideo, 1937, p. 145. Conferencia del Niño Peruano, p. XCIX. Previa preparación de los profesi onales en la Fac ultad de Med icina, que debe contar p ara el efec to con su d epartamento y pábulo.
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2º. Incorp orar p receptos en la le gisl ación p enal tendientes a c asti gar a los pad res qu e no cum plan la obl igac ión d e ali m entar y ed u car a su hij os; así com o a los que ap rovec hen d el t rabaj o d e menores de edad . 3º. Amp liar el derecho adm inis trativo c on d isposi ciones ref erentes a l a ma tric u lación d e las nod rizas, s aneam iento e higienizac ión d e las esc uelas y casas d e habitaci pu dón iendo clausur arlopro o d emolerla de ser nec esario, edian er te el la mu nici paón,lizaci d e las viviendas; hibir la venta d e loterí as, esmtablec sistema d e col onias esc olares o de vacac iones en d iversos l u gares d el país. 122 La cienci a p enal d e entonces enseña qu e el delito es un proceso, los deli ncuen tes so n, en su may or nú mero, verd ad eros enf ermos; y l os Códigos Penale s tie nen mu cho de tratad o de terap éutica social, pu esto que su fi n p rimord ial es la represión d el delito y la readap taci ón d e los c riminales al ambiente soci al 123. Se par te de u na r eali d ad : el menor es ll evad o a las Comisarí as y cas tigado m uchas veces cruelmen te, se le cond u ce a pie, con c ad ena d e segurid ad po r los agentes u niformad os y se le c oloc a jun to a los ad u ltos en los c alabozos, no es revisado p or el méd ico, es juz gad o por ju eces com u nes en au d ienc ias pú blicas. En la Gran ja Esc uela d e Sur co, ú nico es tablec imiento en el país, s e les da u na instru cción corriente (s in su pon er la exi stenci a d e niños an orm ales), 124 como cualqu ier esc uela fisc al a los n iños nor m ales . Con la rep ercusión qu e tie nen los Congresos y las acciones gubern am entales eur opeas, el Perú y o tros países de nu estro c ontinen te ven la c onfluencia de tres sectores profesionales en la construcción de una nueva identidad del niño, a pa rtir d el triple pu nto d e vista: ped agógico, m édico y j u rídico, qu ienes j u nto al gobierno y a través de los congresos prop onen m edid as de d iverso ti po, las cuales se convierten en políticas d e asistenci a y p rotecc ión d e la infanci a. Con la realización de la Primera Conferencia Nacional sobre el niño peruano en 1922 y la creaci ón d el Institu to Intern acional de la Infan cia en M ontev ideo (19 30), se edifica la instituci onalizac ión y c oncepción mod erna d e la niñez p eru ana, pero tod o ello anclada en la Doctrina d e la Situaci ón Irregu lar del Niño ; y el parad igma d e la peli grosidad d el niño p obre consi d erado como obj eto exc luibl e, menor, d isminu ido que debería ser protegido.
Conferenc ia del N iño Peruano, p . 63. Conferenc ia del N iño Peruano, p . 56. En realidad, debido a lo d elicado d el tema, éste requiere un a los niños normales. 122 123 124
estudio d e antrop ologí a criminal juvenil , como cualquier escuel a fisc al
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EL PROTAG ON ISMO D E LAS IN FAN CIAS Y AD OLESCEN CIAS O lo qu e el enf oqu e d e pr otec ción integral no reaf irmó Diego S ilva B alerio y Luis Ped ern era Uruguay Sin standards de verdad y racionalidad universalmente obligatorios no podemos seguir hablando de error universal. Podemos hablar solamente de lo que parece o no parece apropiado cuando se considera desde un punto de vista particular y restringido; visiones diferent es darán lugar a juicios y métodos de acercamiento diferentes. Semejante epistemología anarquista… no sólo resulta preferible para mejorar el conocimiento o entendimient o de la historia. (Feyer abe nd , 1989: 12) … Han odiado al niño odiándose, le han pegado por su bien, le han educado en la impotencia para amar la vida en la que ellos se encontraban. Han propagado la idea de que el verdadero nacimiento era la muerte.(Van eige m, 2002: 42) … siempre me reconocí, ya setrate de la vida odel trabajo del pensamiento, en la figura del heredero, y cada vez más, de manera cada vez más asumida, con frecuencia feliz. A l explicarme de manera insistente sobre ese concepto o esa figura del legatario, llegué a pensar que, lejos de una comodidad garantizada que se asocia un poco rápido a dicha palabra, el heredero siempre debía responder a una suerte de doble exhortación, a una asignación contradictoria:primero hay que saber y saber reafirmar lo que viene «antes de nosotros», y que por tanto recibimos antes incluso de elegirlo, y comportarnos al respecto como sujetos libres. (Derr id a, 2003 : 10)
INTRODUCCIÓN La Conven ción sobr e los Derec hos d el Niño se acerca i nexorablemen te a la m ayoría de ed ad , estamos p róximos a s u s 17 años d e vigenc ia. Este tratad o de d erec hos hu man os que ha sido ind icad o como u n hito en el seno de las Naci ones Unid as por el ni vel de recepci ón qu e ha tenid o entre los E stados va llegand o a su ad ultez. P ero, ¿ Cuál es el sal d o d e este proce so d e apr opiac ión d el te xto por parte de los niños y adolescentes? ¿Qué impacto ha tenido en los dispositivos instituci onales exi stentes y en los mo ntad os a p artir d e su existe ncia? ¿Cuál ha sido el ef ecto d e la c onstru cción d iscur siva desarr ollad a a p artir d e ell a? Estas y otras i nterrogantes nos han ron d ado todo este ti emp o, e n el que d esde nu est ras acti vidad es hemos estado cerca de los temas d e la infanci a en nu estra región.
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Emil io Garcí a Mén d ez (1 998) un o d e los más conoc idos d ifu sores d e la Convención en Latinoam érica sostie ne qu e «… cualqu ier ad jetivo r esulta pequ eño comparado con el potencial transformador del tratado internacional sobre d erec hos hu man os que m ás consenso j ur ídic o y sobre todo soci al ha obtenido en toda la historia de la humanidad. Instrumento que, en lo inmediato lejos de d isminu ir parad ójicam ente ha au m entad o la vi sibi lid ad d e las viol aciones a los d erechos de la inf ancia. De igual forma qu e el term óm etro p one en evid encia l a fiebre y el satélite la quema de los bosques, la Convención ha aumentado notablem ente la visibi lid ad d e las viol aciones a los derechos d e la infanci a.» Este conv enci m iento ace rca del p otenci al transformad or d e la Convención tiene c ond iciones de reali d ad imp ortantes e n la med ida qu e ha cump lid o un a función d e dev elar l o qu e estaba oc ulto. Hoy ya casi nad ie d iscu te que los niños son p ortad ores de d erechos y al m ismo tiemp o son los más afec tad os en su eje rcicio. Asimismo la Conven ción tra jo apa rejad a la i lusión d e un a transform ación cultu ral d e las prá cticas y p olític as soci ales, lo qu e establecería l as cond iciones para su p lena aplic ación. Segú n García Ménd ez estos cambios c ulturales dep end en d e dos sup uestos: «a) la capacidad d e reprod ucir e n forma am pliada y coherente esta nu eva cultura sobre la infanci a, es deci r, la capaci d ad d e transforma r u na percepci ón en p olíticas para/ d e la inf ancia y b) l a cap acid ad qu e dem uestren los sujetos (gubernamentales y no gubernamentales) de esa política en superar el carácter corporativo restringido de sus demandas inmediatas, es decir, la capaci d ad d e vinc ular los problemas d e la i nfanci a con l os problemas m edu lares d e la d em ocracia. » (García Ménd ez, 19 98) Estas dos ideas resultan relevantes para p ensar la si tua ción actual, dad o qu e estas transformaciones aparecen vinculadas a funciones adultas, ¿Cuáles son las percepciones de (para) la infancia en las políticas públicas? ¿Cuánto se vinculan los temas d e infancia c on la agend a d e la d emocraci a? Im p lica desde esta persp ectiva la s u pera ción d e las p olíticas corp orativas ya qu e su rigidez e inamov ilidad son tal vez los el ementos explic ativos más relevantes en la m edid a qu e los niños y ad olescentes han sido p rescindibles para cualquier tema v inculad o con la d emocraci a. El enfoque d e protecc ión integral ha l ograd o impo rtan tes avan ces para qu e la socieda d tom ara concienci a acerca de las violac iones a los derechos d e la infanci a y ad olescencia. Colocar l os pr oblema s de la infancia ha sido u n logro sign ificativo, ya qu e imp licó sensi bilizar a am plios sec tores d e la p oblac ión sobre los p roblemas d e la pobreza e ind igenc ia, la mortalidad infantil , los pr oblemas d el desarroll o o d e los niños insti tucionalizados.
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Esa tarea está concluida, las posibil idad es de imp actar en la confi gu raci ón ciu d ad ana d e las infancias p arece estar agotad a d esde el e nfoqu e de p rotecc ión integral en l a med ida qu e su c entro se ubicaba e n la responsabili d ad estatal de proveer respuestas integrales a los problemas de la infancia. Aunque muchas vece s no se dife renci aba ad ecuad amen te ad jetivo y sustantivo ya q ue se pervivió la id ea d e la infanci a p roblema. Así c omo el enfoqu e tutelar n ació como resp uesta a p reocup aciones sobre la infancia (Platt, 1982), durante un período colocó temas en la agenda, mejoró ciertas cond iciones y se agotó. E l enfoque d e p rotecc ión integral h a tran sitado el m ism o cam ino, expand ió una id ea del niño como suj eto de d erec ho, visuali zó las violac iones de esos d erec hos y ma rcó l íneas de integrali d ad pa ra respon d er a esos problemas, pero actualmente está estancado en la medida que se transf ormó en u n disc urso técni co-adm ini strati vo exprop iado p or los adu ltos con esc asís imos m árgenes d e imp acto en los pr op ios niños y adolesc entes. El abogado argentino Eugenio Raúl Zaffaroni (2005), en un trabajo de investigac ión sobre los si stemas p enales ll ega a la concl usión q u e en su s años d e exi stenci a, ha h abido u na altern ancia de estru cturas d iscursivas ofi ciales y 1 estructuras discursivas críticas que han permitido su continuidad desde ap roximad am ente más d e 400 años. Zaf faroni ubic a com o un o de los p rimeros textos penales organizados sistemáticamente, a un libro de la inquisición que fue el man ual u tilizado p ara p erse guir a las/ os herej es. Este texto fue el «Malleus M alefi caru m » o «Martillo d e las B ru jas», es crito por dominicos y oficializado alrededor de la segunda mitad de 1400 como m anu al de la i nqu isición en Europ a. Pos teriormente nos enseña, surge el primer texto c ríti co a este ma nu al, e scrito p or je suitas. Y d esde ese m om ento la h istori a d el derec ho p enal, - palabras m ás o m enos- ha sido la d e la l ucha en tre el disc ur so oficial y el crítico. Prod ucto d e esta l u cha, l o qu e ha ocur rido es qu e el d iscurso criti co te rm ina siendo tomado por el oficial logrando una nueva (re)legitimación a partir de los el emen tos surg idos d e la c ritic a, si n alterar p ara n ad a el ej erci cio d e pod er d e los sistemas p enales. Algo de esto p od emos d ecir está i nstalad o a nivel d e la infanci a. El vie jo d iscu rso y las perim idas instituciones se han reap rop iado d el d iscu rso que las aggiorna a los nu evos ti emp os, pero la estructura se man tiene incólume.
Si bien Zaffaroni desarrolla una hipótesis de trabajo acerc a d el funcionamiento de las estructuras discursivas generadas en torno a la cuestió n p enal, nosotros lo c reemos útil en aqu ello qu e creemos c oinci de con n uestra percepción de cómo v iene operand o, desde las diferentes agencias, el discurso sobre los derechos del niño. 1
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Esta forma de operar se realiza más allá de las «buenas intenciones», sin dudas sobran los ejemplos de lo sutil del discurso aún cuando proviene de sectores d enom inad os pr ogresistas . Por ej emp lo, en n u estro país en el año 200 5 se instala un gobierno d e izquierda y con los mov imientos y remoci ón d e act ores en la esfe ra d e la ad min istración pú blica, comienzan a esbozarse los c am bios en las l íneas de acci ón y las norm as. En la educación pública las nuevas autoridades en un gesto político importante, derogan actas que regu laba n el comp ortamiento est ud ianti l para asociarse en gremios escolares y establecían sanciones que vulneraban entre otros el principio de legalidad. Esa vieja legislación represiva, denunciada permanentemente durante años y fuente de conflictos entre autoridades y estudiantes, f ue su stituid a p or u n n uevo «Estatuto d el Estud iante» qu e se i nspira en ele mentos d e la mej or d octrina de d erec hos hu man os y d erec hos d el ni ño. Pero reincide en la consideración de los adolescentes como objetos, pues éstos no h an p artic ipad o en el pr oceso de elaborac ión del nu evo reglamento y 2 al crear un nuevo Consejo Asesor en materia pedagógica , establece como mecanismo para conformarlo el electivo y la posibilidad de voto estudiantil. Hasta allí la iniciativa no tendría reparos, pero establece que los estudiantes votan a un d ocente que los represe nte y n o a u n p ar. E ntonces maquill amos las est ructuras, l e dam os un tamiz d emocrati zador, p ero en d efini tiva cuand o se trata d e hacer c arn e el artíc ulo 12 de la CDN q ue indica el derecho a ser escuchad o en los asun tos que los afe ctan, serán los adu ltos quienes ti enen la ú ltima palabra. Nos ha tocado debatir con autoridades de la educación sobre las formas de partic ipac ión que los e stud iantes secun d arios han adop tado p ara su lucha p or temas ed ucativos. De esos d ebates, nos llamaba d e form a pod erosa la ate nción, cómo las e struct ur as adu lta s d e partic ipac ión fuerte mente imp regnad as por la forma representati va- delegada, se ven acorrala d as ante m ovimie ntos genu inos srcinales qu e hacen de la representación un a cu esti ón qu e involu cra a todos y d e la que tod os son capaces d e reali zarla 3. Por eso le asis te razón al abogad o chil eno Juli o Cortés cuan d o expresa «…s i Migu el Cillero d ecía a inic ios de los 9 0 que u na característic a central per manen te Este nuevo Consejo denominado CAP (consejo asesor pedagógico), sustituye al COE (consejo de orientación educativa) que era designado por la direcci ón d el centro de estud ios entre los docentes mejor cal ificados. 3 Durante 1996, en Urug uay se realizó un a hu elga y ocupación de locales de estudios por estudiantes del secund ario. E llos rec lamaban ser parte y que prestaran atención a sus propuestas, en el proceso de reforma educativa impulsada por la administración de ese momento, pu esta en marcha con financiami ento de org anismos internaci onales. En determinad o momento las au toridades cortan el dialogo con los j óvenes, pues d enostaban las formas de autoorganización que h abían desarrollado los ad olescentes . Esta se basaba en una forma de ejercer la representac ión horizontal, todos eran capaces de ser p ortavoces de los rec lamos estudiantiles y por lo tanto cualquier adolesc ente era interlocutor con la prensa y con las autoridad es. Esa lógic a no cabe en lo instituido y los adultos trun caron experie ncias genuinas, c on u n v alor pedagógico valio sísimo, porque tienen el sabor de lo espontáneo e inédito, porque no se p lantearon en la lógica de repr esentac ión- delegada-ele gida-por–voto-s ecreto y en d efinitiva porqu e despr ecian tod o lo qu e venga d e alguien menor d e 18 años. 2
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en la evolución de la consideración jurídica de la infancia, es la tendencia al híbrido, entre la transacción y el inmovilismo, estos años no han hecho sino ratifi car d icha tend enci a…» 4.
2. LA CAL ID AD D E VID A D E N IÑ OS Y AD OLESCEN TES EN URUGU AY: O LOS EFECTOS D E SU IN EXISTEN CIA PO LÍTICA En los últimos sei s años se han r ealizad o un cúm ulo de investigaci ones acerc a de la infancia. La producción de conocimiento ha demostrado con datos emp íricos l a d ram átic a situación soc ial que viven niños, niñas y ad oles centes ur ugu ayos si end o los más d esfavorec idos d e la soc ied ad. Cu anto m ás joven es un uruguayo tiene más probabilidades de ser pobre o indigente. Ello es una constante en Latinoamér ica, los niños resultan ser los m ás postergad os por las p olíticas pú blicas y p or los presup u estos d e los gobiernos de la región. Edu ard o Bu stelo ( 2005), en u n reciente trab ajo nos alerta sobr e la confusión qu e pu ede generarn os los mu chos usos y la expansión qu e ha tenido el conc epto d e pobreza en los últimos ti emp os. Pero mu y a p esar de las f ormas d e d efini rla y medirla, lo innegable en nuestra región es que los niños son desproporcionad am ente los más p obres. E l 60% d e los niños d e 0 a 1 2 años vive en esa cond ición. S om os la regi ón con la peor d istri bu ción d el ingr eso per capita d el mundo. Los hogares con más niños son los más pobres, la población más casti gad a es la ind ígena, existen ap roximad am ente 20 millones de niños m enores de 15 años que trabajan en condiciones que atentan contra su dignidad y con escasas experienc ias de orga nizaci ón, má s d e 400 mil niños men ores d e 5 años mu eren anu almente por causas evi tabl es El año 1996 es relevante para analizar la situación uruguaya en la medida qu e en octub re se reci ben las concl u siones, observaci ones y r ecom end aciones del Comité de Derechos del Niño, ante el informe inicial presentado por el Estad o. Entre las observaciones el Comité decí a qu e veía c on p reocup ación la conce ntra ción d e la pobreza en los niños en esp ecial d e los m enores d e 5 años, la insuficiencia de recursos asignados, la mortalidad infantil y el embarazo ad oles cente. L a au senci a d e d atos desglosados sobre la situaci ón d e los niños y la supervivencia del enfoque de la situación irregular. Muchas de esas obse rvaci ones perd uran , cuan do ya han transc urrid o 10 años de formu ladas y la si tua ción lej os de m ejorar tiend e a estabil izarse o agud izarse en d eterioro de las c ond iciones de vida d e los niños y la vige ncia d e sus d erec hos fund amentales.
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Expresiones tomadas en
una entrevista que le realizáramos.
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El tema d e la pobreza concentrad o en los más p equ eños, ex plic ita l a brecha existente entre los derechos normativamente reconocidos su ejercicio y goce efectivo. L as ci fras ofi ciales rec ientes da n cuenta d e qu e la p obreza al igual q ue en todo el continente, afecta proporcionalmente a más niños que adultos. En 2003, casi el 31% de las p ersonas d el país eran p obres y p rom ediaban el 57% los d e m enos d e 6 años, el 50 % entre 6 y 12, e l 43% entr e 13 y 17, el 28% de ad u ltos y el 10% de personas en la tercera edad (INE, 2004). En 2004, el 32% de las per sonas d el país son pobr es y prom edian : el 57% d e men os de 6 años, el 54% entr e 6 y 12 , el 45% ent re 13 y 17 , el 29% d e ad ultos y el 11 % d e p erson as en la tercera ed ad . (IN E, 2004) Du ran te 2005 el Institu to d e Econom ía de la Fac ultad d e Cienci as Económ icas de la Universidad de la República y UNICEF, ratifican por medio de una investigación sobre cómo se realiza el gasto en infancia en Uruguay, que en todo este tie mp o el Estad o u ru gu ayo no h a revertido la si tuación. Y qu e la f orm a d e gastar y asi gnar los rec u rsos es «proad ulta». « de eval uar lalear i mpun ortanci a relati qu e tieón. neÉste en Urs eugu ay elcomo GPS d estiUna nad forma o a infancia es emp índ ice d e focvaalizaci d efine el cocient e entre la p articipación relativa d el gasto en infan cia en el GPS total y la partici pa ción d e la poblaci ón m enor d e 18 años en la poblaci ón total d el país [¼] Las esti maciones reali zad as da n cuen ta d e un GPS en n uestro p aís claramen te proa d u lto, c on u n índ ice d e focalizaci ón p ara el p eriod o 1999-2002 igu al al 6 5,6. Esto es consecuencia directa del hecho, ya mencionado, de que la seguridad social rep resen ta cerca d el 60% d el GPS .» (Grau , 2005)
Siend o el disc urso d e la CDN u n d iscurso qu e en p rimer término afi rma el rol del Estado en el desarrollo de políticas sociales y de afirmación de los ddisponga erechos ec onóm iales yexpr culturesa, ales …al má ximoqud eelos rec esta ur sos de qu e n…» (art.icos 4 desoc la CDN) l as«concl usiones arroja sinopsis d e la si tu ación, d e agrava m iento de la cond ición soci o-económ ica d e los niños es represe ntativa primero d e la c onsol idaci ón d e un mod elo qu e d iscrimina a partir de u na m atriz est ructural. Durante el año 2004 el Comité de seguimiento a la aplicación de la Conven ción sobre los Derec hos d el Niño d e Urug u ay, real izó un a investigac ión exploratoria sobre la disc riminación y la p erce p ción q u e tenían los niños sobre ella. En ese estudio se planteaban cuatro puntos sobre los que fundamenta la d iscriminación ofi cial del Es tad o u ru gu ayo sobre n iños y ad oles centes: 92
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1- «La reprod ucc ión biol ógic a d e la pobl ación de Uru guay est á a cargo de los sectores en situaci ón d e p obreza, d e los sec tores exc luidos d el ejerci cio d e sus d erec hos, c oncentrán d ose la pobreza en los niños, niñas y ad oles centes. S egún se expresa en el Informe del Comité de Derechos del Niño Uruguay, el crec imiento d e la poblaci ón se concentra en los barrios más p obres, en el mismo sentido en esa zonas se conce ntra el 50% d e la poblaci ón infantil, mientras qu e el las zon as d e altos ingresos sol o viven el 11% de los niños. 2- Niños y ad ole scentes l os más pobres de la s ociedad . Según inf ormación p ublicad a p or UN ICEF en el año 200 2 104.000 niñ os y niñ as d e 0 a 5 años «…no logran cu brir los c ostos de alimen tación y otros bienes y servic ios no alimentarios consider ad os básicos» . Los niñ os d e esta fran ja signific an el 8,5% de la p oblaci ón u ru gu aya, pero rep resenta el 16% del total d e pobr es. Respecto de la i nd igenci a «…en el año 2002 aproximadamente 12 mil niños, que representan un 5,4% viví an en hogares en los que no se pu eden cubrir los requerimie ntos mínimos d e nu tric ión. E l mismo ind icad or p ara el total d e la poblaci ón alcanza el 1,9%». La pobr eza d e los niños m enores d e 6 años d u rante el añ o 2002 fue d e 37,4%, en el 2001 38,3% y en el añ o 2002 de 46,5% . En el añ o 2003 la situa ción d e p obr eza d e los niños men ores de 6 años se profun d izó l legand o al 5 6,5% según d atos del INE. Si com p aram os esta i nform ación con la p obreza d e las personas d e 18 a 64 años la misma registro en 2003 el 27,8% y la de mayores de 65 años un 9,7%. Existe u na cl ara d iscriminación d e los niños y niñas más p equ eños en la med ida qu e absorbe n los mayores nivele s d e pobreza. Respecto d e los niños y niñ as d e 6-12 añ os en le 200 2 el 41,9% se encuen tra bajo la l ínea d e p obrez a y el 3.8 % bajo la línea d e ind igencia. E n el añ o 2000 la p obrez a fu e d el 32,2%, en el 200 1 d el 35,4%, en 200 2 41,9%, par a llegar a m ás d e la m itad d e los niño s y n iñas en esa fran ja en el 2003: 50,2%. En relación a los ad olesc entes d e 13 a 17 años d u ran te el año 2002 el 34,6% se encontraba bajo la lí nea d e pob reza, mientras qu e el 2 ,7% se ubic ó p or d ebaj o de la línea de indigencia. La pobreza se ha venido incrementando respecto de los año s an teriores q u e registra n en el año 2000 25,9%, en el 2 001 un 27,7%, en el 2002 un 34,6% y en el 2003 trep a a l 42,7%. Estos datos nos d escriben qu e en Uru gu ay la poblac ión men or d e 18 años es la que absorbe los mayores costos de la pobreza, ya que la relación entre la p obreza genera l y l a d e los niños es si emp re d esfavorab le p ara los niños, en general d u plic ánd ola. Por otro lado observan d o a la i ntern a d e la franj a d e 0 a 17 años se incrementan los porcentaj es de inci d enci a d e la pobreza en los grup os d e menor ed ad . Existe u na cl ara segmen taci ón d e la pobr eza por tram os etari os,
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cuanto más joven es un uruguayo más probabilidades tiene de ser pobre o indigente. 3- Au men to del c ontrol pen al sobre la infanci a y adolesc enci a: Desde 19 94 al año 2002 el control punitivo sobre la infancia y la adolescencia se ha incrementad o, ello se regis tra en los tres subsistemas qu e constru yen el c ontro l social las detenciones polic ialesy se o m ás d e u n 25%puennitivo el performal: íodo , siend o en u n 17% ilegales arbhan itrarincrementad ias; la ju d icialización d e niños, niña s y ad oles cente h a crec ido un 165%; y la aplic ación d e la p rivaci ón d e libertad au men tó u n 48% entre 19 99 al 2002. En el mismo sentid o se da u na escasa aplicación del principio de proporcionalidad, observándose que entre los años 19 94 al 2002 existe n en pr omed io más d e 70 ad oles centes qu e fueron pr ivados d e libertad p or infrac ciones que no r egistraron ningú n tipo de v iolenci a contra las personas (hur to y tentativa d e hu rto). Asimismo el i ncremen to d e las d etenci ones p oliciales no es l a ú nica ex p licación d el aum ento d e la privación de libertad , ya qu e inciden d iversi d ad d e criteri os com o la tom a d e deci siones d e los actores d el sistem a d e ju sticia. […] 4- Las f ormas d e partic ipaci ón d e lo s adolesc entes y l os regl amentos d e disciplina en la educación coartan derechos fundamentales como los de asoc iación, de libertad d e reu nión y d e expresión. Dura nte el 20 02 y 2003 se han mantenido estas situaciones de violación a los derechos consagrados en la Conven ción Intern acional d e los De rechos del N iño respecto a las posibil idad es de ejercer derechos civiles y políticos de los estudiantes de secundaria. Por ú ltimo, a pa rtir de la Consu lta Naci onal qu e reali zam os desd e el Comité d e los Derechos del Niño – Uruguay en abril del 2002 a casi 2300 adolescentes u ru gu ayos, obs ervam os que éstos no creen ni c onfían en los polí ticos, al ti emp o qu e un 86% d e las y los adolesce ntes consultad os consid eran qu e los gobernan tes no escuchan las opiniones de los niños, niñas y adolescentes sobre los temas que les importan y u n 80 % cree que los gobernantes no tomarían en cuenta sus opiniones y sugerencias, al tiempo que tienen múltiples respuestas al por qué el gobierno debería preguntarles e involucrar a los adolescentes al diseñar, d ecidir, i mp lementar y m onitorear el Pl an N acional d e Acción p ara la Infanci a.» (Pedr ow icz, Palu m mo, Silva B alerio, 20 04) Las concl usiones de este estudio son preocup antes ya qu e perviven p ercepci ones que dan cuenta de un país integrador y tolerante -especie de mito de la ur ug uay ez- mientras qu e esa opinión es c ontrarr estada con tes timonios de niños y adolescentes, y con datos de otras investigaciones que marcan tendencias asoc iadas a la fragmenta ción y d iscriminación soci al de los niños y a d oles centes pobres.
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No d ebemos sosl ayar qu e Urugu ay es un p aís qu e regi stra la má s baja tasa de crecimiento poblacional de la región con una conformación generacional fuertemente envej ecida (alta expec tativa d e vida y p ocos nacimientos) , por tanto los niños son un bien escaso para el país, siendo ellos justamente los que consti tuyen el porce ntaj e de p oblac ión más p obre d el conju nto d e los ur u gu ayos y donde se concentra el grueso de los nacimientos conformando un circuito p rácti camente cerrado q ue gen era exc lusión. Siendo que desde 1995 a la fecha las respuestas brindadas por los actores con respon sabil idad p olítica hacia l as person as men ores de 18 años h a tenido u na constan te com ún : ma yor rep resión. As í lo ind ican las investigac iones del Com ité de S egu imiento d e la Convención d e los De rechos del N iño (2 000) qu e en su aná lisis d el period o 1996-2000 concluía qu e las detenciones se d esplazar on d e adu lto s a niños en términos preoc up antes vulnerand o entre otras garantí as constitucionales, la exigencia de la flagrancia de estar cometiendo un hecho ilícito y la ord en escri ta d el juez al mom ento d e la deten ción. Dic ha tend enci a d ismin uye pa ra el period o post erior 20 00-2003, (Silva Balerio, Coh en, Ped row icz, 2003) pero si bi en los datos ind ican qu e dism inu ye la detención po licial, au menta la judicialización e institucionalización volviéndose un dato preocupante por su ap licación, en aqu ellos mo men tos d e cri sis e conómica 5. Ante la incap acid ad d e los ac tores p olíticos- l egis lati vos d e generar hechos d e trasc end encia s ocioeconóm ica en la vida d e los ur ug u ayos, e n los últimos 15 años, al a mp aro de campañ as de se gur idad ciudad ana han sid o los niños , niñas y ad ole scentes quienes han sentido m ayormente el impacto en sus vidas d e los mecanis mos m ás du ros de control soc io-penal. Con ca mp añas reprod uci d as y amplificadas por los medios de comunicación masiva, se ha demonizado a aquellos más jóvenes provenientes de sectores más desfavorecidos como los culpables d e la insegurid ad . Y no faltan actores políti cos c on respon sabil idad d e gobie rn o del si gno qu e sea, que con el argu m ento d e rec oger el «clamor» de la gente por estar m ás seguros tenga p ronto su proyecto de ley que imp lica –as í lo ind ica la ex per ienc ia- un a rebaj a d e los pocos bu enos estánd ares o garan tías lograd os desd e la exi stenci a d e la CDN. Los d atos sobre las c ond iciones en qu e nacen crec en y se d esarrollan los niños de nu estro margen , que los d iscursos tec nocráti cos y de la macroec onom ía ocultan o los vuelven un indic ador frío s in rostro ni hum anidad , es a l os que Edu ardo Bustelo den om ina «c ánd ida p rod u cción intele ctual» y sobre los que nos alerta p ara n o d isociarlo de la esf era d e la criti ca políti ca pu es nos d ice: «anali zar… la 2002 fue un año don de en Uru guay se vive una crisis e conómic a de las más du ras de su h istori a recie nte que golpeó d uram ente a la población. 5
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si tua ción n iño/ a, adolesc ente pobr e no relac ionánd olos a los pr oce sos económicos de c oncentra ción d e ing resos, riqu eza y pod er, es com o trabajar para su repr od ucci ón». ( Bu stel o, 2005) Entonces ¿ en qu e m edid a h emos d esarroll ad o nu estras ac ciones y p rogram as con niños d isociand o la c u esti ón p olítica d e los d erec hos hu man os del niño? Nos referi mos p or ejemp lo a l a cuesti ón d e la niñez qu e se encuen tra en la cal le y los progra ma s desarrollados d esde lo pú blico o pr os. Es en el momen to d eones abord el trabaj o con el los hacia uneen foque quivado e pon pgaara la ell m irada las condici sociar o-polí tico-económ icas qu generan estos niños y estas familias, propiciando o facilitando procesos de toma de conciencia y auto-organ ización p ara reclamar su s derechos y bu scar revertir estos fenómenos estructurales del sistema. Allí el margen de trabajo de las organ izac iones que vinculad os con estos se ctores , p osee u na p otenci alid ad q ue debe d esarrol lars e desde su s prop uestas. Para nosotros esto tiene que ver con la tensión inclusión-exclusión a que remite el filosofo italiano Giorgio Agamben, quien plantea que: «…la pareja cate gorial de la p olítica occ identa l no es la de am igo- enem igo, sino la de n u d a vida-existencia política, zô-bíos, exclusión-inclusión. Hay política porque el hom bre es un ser vivo qu e, en el l enguaj e; separa la prop ia nud a vida y la opone a sí mismo, y, al mismo tiem po, se man tiene en relaci ón con ella en un a exclusión inclusiva». (Agam ben , 2003a: 18) La ges tión p olítica d e la vi d a y la mu erte remite a u na form a d e relac ión con la infancia y adolescencia caracterizada por la desresponsabilización de los adultos decidores de políticas económicas, sociales y punitivas acerca de las m uer tes evi tables que p rovocan su s decis iones u om isiones. Y esas mu ertes son imp un es, no exis ten respon sables d e la mor tali d ad infantil , o d e las mu ertes e n institu cion es de reclusión o en las call es. Ello tiene p rofu nd as imp lican cias con las c ategorías d e nuda vida-existencia política, ya que los muertos (por los que no se com ete hom icidio) per tenecen , en la ma yor ía de los c asos, a se ctores soci ales sin voz pública, sin existencia desde el punto de vista político. (Silva Balerio, 2005). Como n os prop onen Du schatzky y Corea ( 2002) tomand o algunas ideas d e Agamben la hu man idad ya no es universal sino conti ngente en la medida qu e después de Auschwitz «…existe la paradójica experiencia humana de la deshumanización. El sobreviviente, entonces, se presenta como una figura ambivale nte de lo hum ano y lo i nhu man o: se pu ede sobrevi vir s in hu man idad , pura nuda vida, el viviente. O se puede sobrevivir a la experiencia de la aniqu ilación n o ya como p ur o viviente si no como suje to: esa es una experienci a d e subje tivaci ón.» E ste proceso de h um anizaci ón-d eshu m anizaci ón im p lica la construcc ión subj eti va d el lugar de h um ano-c iud adan o ya qu e se pu ede estar a 96
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merced de lo que acontezca, casi sin p osibilidad es de d ecir no, expuesto al arbitrio d e las circun stancias , ajeno a tod a p osibi lid ad d e decidir (Duschatzky - Corea, 2002); o se coloca un a m alla de sosten es (fácticos y discur sivos) que h acen p osible la construcc ión d e hum anidad . El pensamiento sobre las infancias en Latinoamérica implica un ejercicio dual, paradójico, «…lo contradictorio, oculto, excluido, maltratado, discriminado; peroimplica también es pensar lo creativo, lúdico, inteligentes, movilizado». (Cussiánovich-Silva Balerio, 2006) Es por ello que pensar la infanci a, no sólo rem ite a u na simbóli ca de los p roblemas, carenci as, ausencias o faltas; sino que imp lica ubic arn os en el terren o de la posibil idad d e prod ucción, d el ap orte d e los niños y ad oles centes, de su capacidad d e acción. Com o sostiene la fi losof a alema na, H ann ah Aren dt (1995) «…sin la capacidad d e comenzar algo nu evo y de ese mod o arti cular e l nuevo comie nzo qu e entra en el mu nd o co n el naci miento de cada ser hu man o, la vida d el hom bre, que se extiende desde el nacimiento a la muerte, sería condenada sin salvación. El p rop io lap so de vid a, en su carrera hacia l a mu erte, llevaría inevitabl emen te a tod o lo hu m ano a la ru ina y a la d estrucc ión. L a acc ión, c on tod as sus incertezas, es como u n recordatorio siemp re presente de que los hombres, aun qu e han d e morir, no han naci d o par a eso, sino p ara comenzar algo nu evo» .
3. AL GUN OS IMPAC TOS D E LA CON VEN CIÓN El reconocimiento j uríd ico qu e implicó la ap roba ción d e la Conv ención c om o ley naci onal Nº 16 .137, fue u n p aso que n o ha ten ido la c ontinu idad qu e requiere la modificación de la normativa local que viola la Convención y las trasformaciones insti tucionales que or ganicen formas d e relac ión d emocrátic as con l os niños, niñas y ad oles centes ur u gu ayos. El reconocimiento de los derechos para todos los niños parece estar consolidado en un nivel retórico. Muy pocos actores reniegan del uso del lenguaje inaugurado por la CDN en el Uruguay. La mayoría de los actores sociales, al menos públicamente, reconocen a la Convención como un instrumento legal imprescindible y ella es citada como fundamentación de iniciativas gu bern am entales y privad as, sólo excepcionalm ente ap arecen ac tores relevantes que públicamente fustigan este tratado. ¿Este aparente consenso responde a la valoración positiva de toda la Convención? ¿Cuáles son los aspectos que m ás nos si rven p ara acti var el pensam iento? ¿Qué d erec hos tienen p otenci a sinérgic a d e acti var la ci u d ad anía d e los niños y ad oles centes?
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Nos p arece imp ortante resaltar al gu nas d ebil idad es qu e ha tenido el pr oceso de ap ropiac ión del enfo que d e derechos : - Se to mó a la inf anc ia como un conc epto unive rsa l, únic o, sin tomar en cuenta a la infancia como una categoría viva, que interactúa con los demás agentes sociales imp actand o en ellos y sie nd o afec tad a. Como lo h a d estac ad o Franci sco Pilotti las fuertemente claves del desarrollo CDN ia. se encuentra marcado pconceptual or u nadel visimarco ón eu jurídico ropea d de e lalai nfanc Hem os si d o ingenu os al pensar q ue el sol o cambio legi slati vo seria l a p uerta para el cambio total. Al respecto Mary Beloff (2004) habla de tres situaciones ocurrid as en las l eyes a partir d e la C DN en Am éric a Lati na 1- La ratif icación no tuvo imp acto 2- Se adecuo formalmente y retóric
amente la legi slación
3- Adec uaci ón sust anc ial Pero aú n en los casos de ad ecu ación su stanci al d el tex to legal a los principios d e la CDN, e stos no han tenido u n n ecesario c orrelato a nivel del desarrollo de estructuras para la implementación de la norma. Esta imagen de la ley mod ificand o la reali d ad social no es sólo un a ilusión en el camp o d e los derec hos d e la infanci a, tamb ién en otr os sec tores ap arece l a ad ecu ación legi slati va com o panacea. Se d esarroll ó u n p ensam iento p rop agan d ístico, que u tilizó la descal ificación d el mod elo tutelar si n ser capaz d e creaci ón srcinal qu e tuv iera a l os niños y ad oles centes como actores soc iales, ubic ánd olos en la categoría de u suar ios o beneficiarios de las políticas, los proyectos y las profesiones. Ello en buen rom ance imp lica su cosificación, ya qu e «…la u tilizac ión d el termino ‘usu ario’ obtura la dimensión subjetiva porque reduce el sujeto a su relación con un ap arato institucional determ inad o. Es el objeto prod ucido p or ese disc ur so y, la más d e las ve ces, nom brad o p or el goc e que encarna; aunqu e de esta m anera se lo h aga m ás r esistente: ‘ fracaso escolar’ , ‘toxic óm an o’, ‘m altrato ’… La p ara d oja d e estos d ispositi vos es que, al funcionar así, pu eden tran sform ar al ‘ u suar io’ en el obj eto insoportab le que col ma la falla d el agente y del equ ipo, en lugar d e interrogarse para producir algo nuevo» (Tizio, 2003:181). Se ha procesado una remoción retórica de las institucionalidades sin consec u enci as p rácti cas, se cambian n om bres, se el iminan d e tod as las si glas la
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p alabra «menor », se la sustituy e por «niño y ad oles cente» y el lo parece tener un efecto d e expiación 6. La estrategia de divulgación de la Convención fue cupular en donde los técnicos, profesionales y autoridades se apropiaron del discurso pero poco de lo sustantivo d erram ó mod ificaciones en lo qu e «se hace» , prop one o p royecta p ara (con) l os niños y ad oles centes. Se ha enfatizado en la idea de sujeto de derecho sin darle contenidos y se utiliza el interés superior del niño como argumento para justificar cualquier tipo d e actu ación, incl u so las qu e flagrantem ente les ionan d erec hos. Las i nstituci ones y su relac ión con los niños ha sido u no d e los grand es temas ocultos, ni qu e hablar d e los niños qu e deben inci d ir sobre l as insti tu ciones qu e d isponen p rop u estas pa ra ell os. En tal sentido, es ta relac ión par ece imp actada por las señas de actualidad, por la caída del Estado como meta-institución reguladora y organizadora de la subjetividad. Como mencionáramos anteriorm ente la situación soci al d e la infanci a, los derechos m ancil lados q u e el Estado debe garantizar son un argumento potente para sostener el d esformam iento d el Estado, e n tanto totali dad organizadora y regu ladora d e las c iud ad anías. Como se expresa, « … la m u erte d el Estado Na ción consiste en su d esvanec imie nto como m arc o organizati vo d e la vida en sociedad , por otro la mu erte del E stado n o imp lica la exte nu ación d e todo tipo d e estatal idad , sino d e la desap aric ión del E stad o com o prá ctica d omin ante. L a mu erte del E stado N ación y la emergencia del Es tad o Téc nico- adm inis trativo son contemp oráneos d e otra var iación d ecisiva: s i el Estad o ya n o es lo que era, el mercado ta mp oco lo es. En otros términos, la destitución del Estado Nación acontece cuando el mercado d eja de ser u na institución regu lada…». (Lewk ow icz, Cantarelli , Gru po Doce, 2003) Así la desregu lación c obra sentid o y d a poten cia al mercado, ya qu e «…nada nos autoriza a pensar qu e el agotamiento del E stado N ación dará lugar a un a lógica totalizadora. […] la operatoria del mercado no necesita, para su fun cionam iento, l a p uesta en form a d e un a lógic a d e ese tipo. Más bie n, par eciera qu e le hace obstác ulo. […] la cris is actu al no es u n im passe entre d os formaciones sino la modalidad de una dinámica cuya forma es el devenir no reglado.» (Lewkowicz et.al, 2003).
Para el caso urugu ayo transitamos d esde un a institucio nalidad rectora que se den ominó inici almente Consej o del N iño en 1934 , al regreso a la democracia luego de 11 años de dictadura militar, se lo rebautizó como INAME (Instituto Nacional del Menor) y a medid os de 200 4 con el cambio del Código del Niño se lo pasó a d enominar INAU (Instituto del N iño y el Adolesc ente del Urugu ay) todo ello sin modific ar un pun to o una coma de las funciones his tóricas de una agencia que se encargó de perseguir a los niños pobres abandon ados o delincuentes. 6
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Esta desregulación indica que las muertes de los niños por desnutrición, enfermedades evitables, contaminación por sustancias toxicas, asesinados en las c alles o «suic idad os» en las c árcel es acontezc an sin qu e ningu na au torida d estatal se vea af ectad a, todo q ued a d ilu ido en justifi caciones le giti ma ntes d e la estatalidad vigente, incapaz de regular el mercado, incapaz de garantizar derechos y d esresponsabili zánd ose de las c onsecuencias de su om isión, imp ericia o fal ta d e pr evisi ón. Frente a esta situ ación las institu cion es, com o afirm a Lewk ow icz (2005), se han vuelto galpones: «Un galpón es un recinto a cuya materialidad no le sup onemos d igni d ad simbólic a. La m etáf ora d el gal pón nos p ermite nombrar una aglomeración de materia humana sin una tarea compartida, sin una signif icación colectiva, si n un a su bjetivi d ad capaz comú n. Un galpón es lo que queda de la institución cuando no hay sentido institucional: los lad rillos y un r eglamen to qu e está ahí, pero no se sabe si ord ena algo en el interior de esa materialidad. En definitiva, materia humana con algun as rutinas y el res to a ser i nven tad o por los agentes. Así como en tiemp os d el Estad o-naci ón p asábam os de instituci ón en institución, hoy, e n au senci a d e m arco i nstitucional previo, se perm anece e n el galpón h asta que n o se c onfigura acti vam ente un a situa ción. Pero e so ya no dep end e de las instituci ones si no d e sus agen tes. » Estam os según Lekow icz en la «fluidez», l a figura d el semejante fu e sustituid a po r la del « bien par a consum o» y l as relac iones entre l as person as se disponen en función de satisfacer una necesidad que se agota en ella misma. No hay proyecto y al no haber proyecto se desvanecen los vínculos que nos deberían hacer sentir como pertenecientes a determinada comunidad y con proyecto colectivo. «Vivimos una especie de anestesia social. No nos conmueve ver un niño d u rm iendo en la calle». Recientemente u na veci na d e u na zona comercial d e Montevi d eo en u na acti vidad d e d iscusi ón sobre los niños que se encuentran en la cal le nos narra ba «… m is vec inos se e stán eno jand o conmigo p orqu e estoy ayu d and o a d os chicos. Yo soy testi go d e maltratos hacia es tos niños p or ad u ltos y p olicías.» En ese relato se encuen tran las señales que el si stema d eja sobre los gestos de «c onm oción» sobre lo que le sucede al otro, l a ciu d ad es un gu eto y la lógica es d e enfren tam iento. (L ew kow icz, 2004) Frente a estas constataciones nos volvemos a preguntar ¿Qué de la CDN sirve para pensar las prácticas y las políticas desde un enfoque de derechos? ¿Cuáles s on las p istas que la Conven ción n os d eja p ara p ensar la actoría soc ial 100
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d e los ni ños? E llo nos rem ite a un a interrogan te ese ncial que d esarroll amos en el próximo ap artado ¿Qué p ued en los ni ños y ad olescentes ?
4. ¿QUÉ PUE D EN LOS N IÑ OS Y ADO LESCEN TES? Nos interesa pensar los postulados de la Convención leídos desde las potencias niño,movimiento niña o adolescente, desdedeellos desarrollo capacidady de acción, endetanto y afectación otros y de sussucontextos de profun d izac ión de la dem ocrac ia. Implica dimensionar al niño, como un cuerpo expuesto a la experiencia de relación con otros cuerpos, librado a la interacción social, a las relaciones, al ejerci cio d e fu erzas pr op ias que imp actan en el entorno. Dele u ze si gu iendo los trazos d e Baru ch d e Spinoz a, fi lósof o h oland és d el si glo X VII, nos pr esenta u n conjun to d e ideas que activan nu est ra capaci d ad de pensam iento en rel ación a las infancias y adolescentes. ¿Qué es un cuerpo se interroga Deleuze? «…Spinoza define un cuerpo cualquie ra si mu ltáneamente d e dos man eras. Por un lado, un cuerp o, por m uy pequ eño qu e sea, comp orta si emp re un a afinidad d e partículas: son las relac iones de reposo y movimiento, de velocidad y lentitud entre las partículas, las que d efinen el cuerp o, la ind ividu alid ad d el cuerp o. Por otro l ad o, un cuerp o afecta otros cuerpos distintos o es afectado por ellos; este poder de afectar o de ser afec tad o d efine tam bién u n cu erpo en su ind ividu alid ad ». (Del euze, 20 01: 150) Frente a este planteo nos preguntamos ¿Cuáles son las potencias de las infanci as? ¿Qu é pu eden los niños? ¿Cuál es s u capaci d ad d e afe ctac ión? Desde la tradición occidental aparecen diversas respuestas a estas interrogantes, una de las más típicas tienen que ver con concepciones que carac terizan a la infanci a como p rop iedad famili ar y como incap aces, d esigna nd o y regu land o jur ídic am ente esa i ncapa cid ad . A estas d os id eas s e agrega, para la infanci a p obre, e l carácter de p eligrosos par a la soc iedad fund am entalmen te en los c asos que n o aceptan las pau tas ad ultas u osan ej ercer li bertad es y sobrevivir en las call es. Estas ideas no nos h ablan d e un a p otenci a, del ej erci cio d e un a posibil idad , sino d e caracterizaciones ese nciali stas, hab lan d el ser, d e un a ontología d el niñ o, o del niño pobre. No nos interesa pensar desde esa lógica, que desconoce la d imensión relac ional, l a interacci ón social de los niños y ad oles centes con los ad ultos y las instituciones. La Conven ción en m uchos d e los 5 4 artíc u los hace referencias a aspectos que identificados con la capacidad de acción, con la 101
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poten cia d e la infancia. La denom inad a d octri na d e la protecc ión integral enfati zó en la i dea de su jeto de d erecho, pero se oc upó ap enas lateral mente de los aspect os acti vos, de las cond iciones de p osibi lid ad pa ra qu e niños y a d oles centes ej erzan y reivi nd iquen su s prop ios d erec hos, e n d efiniti va d el niño tam bién c omo actor social y polític o. El los 9 ysu10jeto se establecen ectos vinculad a la i d entid ad y al lugar d elartículos niño en 8, tanto acti vo d easp las rel aciones familiosares. …derecho del niño a pr eservar su identid ad , incluid os la naci onalidad , el nom bre y las relaciones fam iliares… (Art 8) … respetarán el derecho del niño que esté separado d e uno o d e ambos pad res a m anten er relac iones persona les y contacto directo c on am bos pa d res… (Art. 9) …El niño cuyos pad res res idan en Es tados d iferentes te nd rá d erec ho a m antener per iódicamente, salvo en circun stanci as exce p cionales, relac iones p ersonales y contactos directos c on am bos p ad res… ( Art.1 0) La potencia de goce, de disfrute de la vida aparece como inicial en la confi guració n hu man a d e los ni ños. … el niño mental o fí sicamente imp edido d eberá disf rutar de u na vid a p lena y decente en co nd iciones qu e aseguren su d igni dad , le perm ita n llegar a bastarse a sí mismo y faci liten la p articipación acti va d el niño en la comu nid ad … (Art.2 3) … derecho del niño al d isfru te del má s alto nivel po sible de salud y a servic ios par a el tratam iento d e las enf ermed ad es y la rehabili tación d e la salud … (Art.2 4) … todos los n iños tienen el d erec ho a ben eficiarse de la segurid ad social, inc luso d el segu ro social… ( Art.26) … el d erec ho d e todo niño a u n n ivel d e vida ad ecua d o par a su d esarroll o físico, m enta l, esp iritua l, mora l y soc ial… (Art.27 ) El ejercicio de las relaciones sociales, su interacción con el mundo, con la cultura es un a p otenc ia de la infanc ia en la med ida qu e implic a op inar en los asun tos qu e lo af ectan y afectan a otr os con su op inión. … derec ho d e expr esar su op inión li bremen te en tod os los asun tos que afec tan… (Art.12) … se dará en p artic ular al niño opor tu nid ad d e ser esc uchad o… (Art. 12) Asimismo el ej erci cio d e la li bertad d e p ensar, d e expresarse, de inscribi rse en la cultur a y d e asoc iarse y c onectarse c on otr os. E sta poten cia imp lica un a inscripción en la sociedad en pie de igualdad, de ciudadanía, de existencia política. 102
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…El niño tend rá d erecho a la l ibertad de expresión; ese derecho incluirá la l ibertad d e buscar, rec ibir y d ifund ir inform aciones e ideas de tod o tipo, si n consideración d e fronteras, ya sea oralmente, por escrito o imp resas, en form a artístic a o p or cualqu ier otro med io elegido p or el niño… ( Art.13 ) … derecho d el niño a la l ibertad d e pen samiento, d e concie ncia y de religi ón… (Art.14) … derechos del niño a la libertad de asociación y a la libertad de celebrar reuniones… (Art.15) Potencia de filiación simbólica a lo social por medio de la educación o de afec taci ón d e la natu raleza a p artir d el trabaj o. … el derecho del niño a la educación y, a fin de que se pueda ejercer progresivamente y en condic iones de igualdad de op ortunidad es es e derecho… (Art . 28) …derecho d el niño a estar p rotegido contra la ex p lotac ión económica y c ontra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su ed ucaci ón, o qu e sea noc ivo par a su salud o par a su d esarroll o físico, mental, esp iritua l, mora l o soci al… (Art.32) Ejerci tar el ocio c reativo es u na posibil idad p ara el d esarroll o d e la infanci a. … derecho d el niño al d escanso y el es p arci miento, al j uego y a las acti vida d es rec reati vas pr opias de su edad y a p arti cipar libremente en la vida cultural y en las artes… (Art.31) … derecho del niño a participar plenamente en la vida cultural y artística y propiciarán oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad, de p artic ipar en la vida cultural, artísti ca, rec reativa y d e espar cim iento… ( Art.3 1) Todos estos as pectos i mp lican pen sar al niño y ad oles cente interactuan d o, relac ionánd ose con sus p ares, c on los ad ultos y con lo soc ial. Im plic a d islocar la idea del mu nd o inf antil como p áramo ind epend iente, ya que «… el niño no es un Robinso n; l os niños no consti tuyen un a comu nidad ais lada, si no q ue son parte del pueblo y de la clase de la cual proceden. Así es que sus juguetes no d an tes timonio de u na vida autónom a, sino que son un m ud o diál ogo de se ñas ent re ellos y el p u eblo.» ( Benjamín , 1928) Asimismo esta i d ea nos remite a la potencia del protagon ismo como pr ácti ca ed ucativa, f orm ativa de los niños que tiene sus antecedentes en Latinoamérica desde hace 30 años con los movimientos de niños trabajadores, pero que pod emos remiti rnos también a planteos del ped agogo al emán Edw in Hoernle quien según Walter Benjamín (1932) ofrece «…suficientes ejemplos de 103
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organ izac iones infantil es revolucionarias, d e hu elgas es colares espon táneas, d e hu elgas d e niños en la cosecha d e la pap a, etc. Lo qu e disti ngu e su pen samiento aun del más since ro y m ejor d e la burgu esía es que tom a en seri o no solamente al niño, a su natu raleza, s ino tam bién su situaci ón social…». Se ha escri to sobre la i ncidencia oc cid ental/ eur opea en la conform ación d el texto la CDN (Pilottil ,a2000) y sumas escaso imp/ acto en p aíse s den el Su a pa rtir e esta. de Y tam bién sobre versión liberal ind ividu alista el rpeso d e dlos derechos enun ciados. P ero d ebemos hablar también d e la apr opiac ión y relec tura d e la CDN d esde estos márgen es y l as constru cciones teóri cas sur gidas a p artir 7 de las experiencias concretas en el terreno social de algunos conceptos qu e pod rían pr estars e para operar como en la lógica anterior. Pe ro p ued e ser también nuestra región la que revierta esta situación instalada, de palabras lindas sin efectos en las vid as. Nor berto B obbio (1 996) en u n trabajo ti tu lado el «F u tu ro d e la d emocraci a» d ecía que p ara h ablar d e «…proceso de d emocratizaci ón, este c onsiste no tanto, como erróneamente se dice, en el paso de la democracia representativa a la d emocracia directa, como en el p aso d e la dem ocraci a p olítica en sentid o estric to, a la d emocraci a soci al, o sea, en la extensi ón d el pod er asce nd ente, que h asta ahor a había ocup ad o cas i exclusivam ente el camp o de la gran socie dad política… al campo de la sociedad civil en sus diversas articulaciones, desde la escuela hasta la fabrica: hablo de escuela y fabrica para indicar simbólicamente los lugares donde se desarrolla la mayor parte de la vida de la mayoría de los miembros d e la soc ied ad mod erna.. ». La infancia desde esta persp ectiva no p uede verse separad a d el proces o social, los niños, e n el sentido am p lio del término, s on integran tes de un a com u nid ad d eterminad a y p or lo tanto actores po líticos rel evantes a ser tenido en cuenta. Allí resi d e otra d e las cuesti ones ce ntra les de la CDN , que en n u estros márgen es han su rgido d e manera p artic ular y es l a noci ón d e ciudad anía de la niñez c omo pr oceso de construcci ón su bjetiva en tanto pa rtic ipe d e un g ru po soci al 8 y ya no más como el momento –casi mágico- en que llegados a determinada edad estamos h abili tad os pa ra ser elegi bles y el ectores d e gobiernos y gob ernan tes. Desde otro sitio pero igualmente preocupado por la noción de ciudadanía excluyente de nuestras constituciones formales, Luigi Ferrajoli (1999), nos d esaf iaba a i nstituir un a «…ciu d ad anía un iversal » que sup rima d efiniti vam ente la acepci ón d e la m isma com o «status p rivil egiado» d e ciertos sec tores soci ales . Podemos d estac ar el concepto de interés sup erior y la elaboració n d octrinaria surgida a instanci as de Migu el Cil lero en Chile, o la extensi ón d el artíc ulo 12, 1 3 y 15 de la CDN que d e la mano de Alejandro Cu ssianovich y los movimientos d e niños trabajadores han instalado el tema de la participaci ón y el protagonismo infantil en nu estra región. 8 Esta fue la p rimera acepció n d el conc epto ciudad anía desarrollada p or Marshall y Bottomore en su célebre trabajo « Ciudad anía y clase social» 7
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La pr opu esta debe e ncaminarse a rec up erar la i dea del otro no como individu o y si c omo semej ante. Aún resuena en nu est ras mem orias l a frase de ese pad re aturd ido ante u n h ijo que le rec lamaba sus d erec hos aprend idos de m emoria en la esc uela «si está bárb aro qu e le enseñen los d erechos… mu chos derechos… pero y las obligac iones ¿? ...» y p u ed e pa recer un ejemp lo trivial, pero la experiencia se redujo a eso, recitar sin poder transmitir el sentido que adquiere el sabernos poseedores d e d erechos como p ersonas inse rtas en d eterminado contexto his tórico y socio c u ltural. A m ediad os de los 9 0´ el esfu erzo d octri nar io por h acer del i nterés sup erior u n conce p to garantista qu e desterrara las posibi lid ad es ciertas de qu e sigu iera op erand o a la ma nera d el conc epto «buen pa d re de famili a» de las legi slac iones tutelare s fue u n avan ce importante 9. Los m árgen es desarrollados p ara acotar el conce pto a un a interpretac ión que n o perd iera d e vis ta, que de lo qu e se trat aba, era de hacer efectivos los derechos humanos de la infancia ganó terreno. Hoy este nece sita un pa so má s y es la necesi d ad d e vincularlo con la exi stenci a cierta en d eterminad o contexto soc iocu ltural d e los niños. De nada nos ha servido desarrollar conceptos sin tenerlos a los niños participando en los procesos de aterrizaje de los mismos, y también de vincularlos con la pertenencia de estos en los diferentes espacios por donde transita su existencia (familia, escuela, calle, trabajo, etc.) Y allí sin dudas p rofun d izaríamos aún má s ese interés sup erior l igánd olo al proyecto c olectivo de la humanidad tal como lo enuncia desde Perú Alejandro Cussiánovich el pr incipio de interé s sup erior d el niño imp lica entend erlo «…como un a expresió n especí fica del mej or Interés d e la es pecie , del c onjunto d e la hu ma nid ad . Lo qu e hace más h u m anos a los suj etos hace bi en a los niños y n iñas; p ero tam bién lo qu e hace bien a la infanci a h ace mej or a la h u m anid ad .» (Cussi ánov ich, 20 05) La propuesta de este ensayo es reafirmar los derechos de las infancias y ad oles cencias no como u n d iscu rso legi timan te si no como u na p raxis social qu e conecta rec lamos, luchas y a cciones. E l agotam iento d el enfoque d e la pr otecc ión integral está dad o por su inefi cacia para tr ansform arse en mov imiento, en ac ción, en la medid a qu e qued ó como territori o oc up ado exc lusi vamente p or ad ultos. Los niños y adolescentes, actores protagonistas, quedaron sistemáticamente afuera de acciones y dentro como «usuarios», «beneficiarios» o «población objetivo» de p royectos adu ltos. Se instaló un a relaci ón vertic al d e p rotecc ión y promoción, pero no se habilitaron las vías para que los propios niños y adolescentes asumieran acción en defensa de sus propios derechos. Ello evidencia que la concepción que nos trajo la protección integral ha perdido 9
Debemos destacar los trabajos pioneros de Daniel O´Donnell y Miguel Cillero.
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potencia de cam bio, se c ristali zó en el nivel téc nico- ad ministrativo y se trasform ó en bestseller pa ra la elaborac ión d e p royect os, para p oblar las misi ones y v isiones institucionales. ¿Ello significa que la Convención esté agotada? Por el contrario, como refe ríamos en el tí tulo qu é pu eden los niños y ad olescentes la Convenci ón ofrec e inst ru mentos parahemos organizar la acc ión, imp lica u na la n ueva lectura, u na traducción de punotentes texto que leído en otras claves. Pensar infancia protagon ista, involu cra concebirl a en tan to com ienzo, naci miento d e algo i néd ito que inqu ieta, perturba, sorprend e aquell o qu e esperamos d e el la. Involucra u na lectura d el mu nd o en cl aves d iferencial es, imp lica en la l ínea de pensamiento de Heidegger que nos trae Larrosa (2003:491-508) una traducción: «Heidegger parece distinguir entre lectura y traducción o, mejor, entre dos fo rm as de le ctura. Habría por u n lado u na forma d e lectura en la qu e no se p one en cuestión el entendim iento d e lo que se le e. En esa forma d e lectur a, el te xto no necesi ta ser trad u cid o por qu e ya es c om pr esible, es deci r, porqu e ya se ad ap ta a n u estro m od o d e entend er». (Larrosa, 20 03:499) La verdadera lectura, continúa diciéndonos Larrosa es aquella «en la que tenemos qu e le er lo que no sabemos l eer, lo que se hu rta a n uestros es quem as previos de compresión […] que desafía nuestro saber leer, la estabilidad de nu estros mod os habituales de comp rensión… ». La tradu cción d e qu e nos esc ribe Larrosa c on p alabras de H eidegger exi ge «…un m od o de lec tu ra qu e sea capaz de d es-vel ar su v erdad en tanto qu e el desvela miento de esa verdad implic a el cuesti onam iento d e nu est ros mod os habituale s de entend er» . Parafraseand o a Larrosa-Heid egger la mirad a, la lectu ra, l a com pr ensión d e la infancia implica una traducción, en el sentido de cuestionar nuestras tradic ional es f ormas de entenderla, disl ocand o la forma d e p ensarl a, oc up and o espacios d e existencia política. (Cussiá no vich -Silva Balerio, 200 6) Reiteramos lo qu e expresará Wa lter B enjam ín ha ce más d e 80 años el niñ o no es un Robinson; los niños no constituyen una comunidad aislada, sino que son parte del pueblo y de la clase de la cual proceden . Esta idea es central en el planteo d e este ensayo en la med ida qu e el e nfoque d el protagonis mo ubic ar a los niños c omo actores sociales relevantes. La Convención, nos ofrece pistas para activar la capacidad de acción de los niños , lo qu e se tradu ce en la par ticipaci ón en la vid a cultural, artística, recreativa y de esparcimiento; en la libertad de celebrar reuniones, de asociarse para diversos fines; y la libertad de pensamiento, de expresión, de buscar, rec ibir y d ifun d ir inform aciones e i d eas de tod o tipo…
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Estos derechos, pu eden tran sform arse en poten cia d e acción, en d esarroll ar la capaci d ad r elac ional, d e imp actar en el m un d o soc ial. Todas estas f orm ulaci ones nos d an pistas c laras de cómo generar cond iciones p ara la actoría soc ial de la infanci a qu e, com o d ecía Amar tya Se n, d eben afirmar el desarrollo, extender las li bertad es, elim inand o los motivos que cond ucen a su falta, -pobreza, tiranía, privación sistemática, definitiva decidir que tipo de vida le social es importante, paraintoleranciaenriquecer yy en profun d izar l a d emocrac ia. En u n m omento h istóric o d eterminado y según lo indica n algun os es tud ios, la niñez formaba parte de la vida del conjunto de la sociedad, se encontraba incl u ida en la tram a soci al com o u no m ás, transitaba p or la call e; y la call e era el lugar d e aprend izaje. (Ari es, 1995) La m od ernid ad p rod u jo un corte en esa relac ión la calle fue evitada y hoy es un p eligro p ara los niños. Como afi rm a Benjam ín «…el niño n o juega solo hacer el c om erciante o el maestro sino tam bién el molino d e viento y la locomotora…» L o niño s imitaban a los obj etos c om o forma d e dom inar el mu nd o. (Bu ck-Morrs, 2 005) O como lo relata Si lvan a Ped row icz (1999) d e su exp eriencia de tra bajo c on niñ os en calle : ¿Quién no sabe que en la calesita se va sentado? Papá o mamá que seguramente van al lado nuestro- ellos sí parados- no tiene la culpa que allá que ir sentados. En definitiva, es lo que el señor que maneja la calesita pone como cond ición pa ra p od er and ar. E s «norm al. Así « d ebe ser» . Claro, la cales ita no es pa ra correr, para j u gar a la esc ond ida, par a d arle de comer a los c aballos , ni para d ormir debaj o de u no d e ellos. No está hec ha p ara es o, nos dirá mam á, papá o el «manejador» de calesitas. La calesita es para dar vueltas, siempre p ara el mismo lad o, vueltas y vueltas … y vu eltas . Sin embar go en la c alesi ta, siem pr e hay algún «nicho», algún escond ite secreto, algún m omen to en que el señor no mira y nos subimos m ientras est á and and o o sal tamos antes que termine la vuelta o nos escabullimos cuando ya está cerrada, dormimos allí y nos d espertamos al mediodía… » La responsabilidad estatal de garantizar los DD.HH. es incuestionable, de hecho el enfoque de protección integral focalizó en esta dimensión prod uciénd ose disc ursos i nstitucionales y pr ofesionales d e los derechos del niño. Sobre este aspecto hay que seguir trabajando en la medida que las cifras que m enci onam os nos marcan lo le jos que se es tá d e cum plir algunas m etas mínimas d e vigenci a d e derechos. Pero, un a d e las gran d es defi cienci as de este enfoque, al igual que del enfoque tutelar es el seguir desconociendo la capacidad de 107
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acción de los niños y adolescentes en tanto actores sociales. La Convención signif ica el reconoc imiento j u rídico de la ci u d ad anía d e los niños, e s u n m ínimo universal, es necesario que realicemos traducciones locales de contexto que am plíen los m arcos que n os ofrec e. La ciudad anía d e las i nfancias y adolesc encias imp lica incorp orar u n actor al j uego d emocrátic o, as í com o hace menos d e un siglo se incorporaron las mujeres y siguen luchando por hacerlo plenamente, en 198 9 se inició tiemp o d ede niños y adétnia, olesc entes. trata no d eimplica tiemp osuny esp acios compartidos con el otras luchas género, clase yS eedad, 10 esenci alismo d escalificador d e las luchas d el otro , sino la articulac ión p or u na acción justa . De los planteos d el filosof ó francés Gi lles Del euze sur gen a lgun as ideas q ue potencian nuestra forma de pensar las relaciones sociales de las infancias y ad oles cencias . Del euze sostiene qu e la estructura d el conocimiento no se deriva d esde u na lógic a soste nid a por u n conj un to de p rinci pios srci nar ios, sino que se construye con la articulación simultánea y recíproca de distintas conc eptu alizaci ones. El lo imp lica un a estru ctura rizomática, que n o es inestable per se, en la m edid a qu e la soli d ez y organ izac ión está f ijad a p or los nodos qu e le dan estabilidad. Tomand o algun os conceptos d e las c ienc ias natu rales, habla d e dos lógic as, la arbór ea d e crecimiento v ertical , locali zad a en ter ritorio, y la l ógica rizomá tica, de crecimiento horizontal como las hierbas, que avanza sobre el espacio y se imp lica en ejerci cios d e reterritorial izac ión. Esta segun d a form a d e pen sar conll eva a la c onexión d e nod os, la artic ulaci ón d e lo disperso, l a u nión d e otras formaciones que crec ían ind epen d ientes. Estas ideas nos si rven pa ra p ensar la idea de ciudadanía de los niños, en la medida que devenido actor social, la escena social será definitivamente afectada, dado que con palabra y acción afectará tod as las relac iones soc iales. Por ell o, el enfoque d el pr otagonism o n o es un discurso, sino una praxis social y política de democratización de la sociedad.
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Un ejemplo parad igmático es l a lucha d el Movimiento NATs del Perú q
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ue articulan accio nes con trabajadores, muje res e indígenas.
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Sobre calesitas y otras realidades… niñas, niños en situación de calle: (re)apropiación y (re)semantización del espacio público urbano.
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SISTE MA TIZACI ÓN D E LA PROPUE STA D E CON STRUCC IÓN D E CON VIVE N CIA, PART ICIPACIÓN Y PROTAG ON ISM O A PARTIR D EL D EPORTE. EL CON VIFÚTBOL Ed uard o Rodríguez B eltrán* Colombia Si yo no ardo Si t ú n o ardes Si nosotros no ardemos En tonces cómo podrán las tinieblas V olverse claridad
EDUARDO GALE AN O
RESUMEN Ant e el fenóm eno d el trabaj o infantil y las c onsecuen cias d el rec haz o escol ar por la cond ición d e extra ed ad y el c asti go soc ial por la labor qu e desemp eñan los niños, l as niñas y jóvenes trabaj ad ores, s e hace neces ario pr omov er y pr opon er estrategi as enfoc ad as a contribuir a la pr omoción y d efensa d e sus d erec hos, del protagonismo, la participación y todas las formas de reconocimiento y d ignifi cación d e los niños y l as niñas trabajador es. De es ta forma, esta prop u esta lúd ica y ped agógic a pretend e aportar herram ientas que contribuyan al mej oram iento d e la cal idad d e vida d e la inf ancia trabaj ad ora, generand o un pr oyec to deportivo d e la Fund ación Creci end o Unidos qu e está orientado a construir conviven cia, a part ir de las necesi d ad es, intereses y aspiraciones de los niños, l as niñas y adolescentes trabajadores, quienes compartir conocemosy como NATs, traen una serie de experiencias quea quieren socializar conyelquienes objetivo de erigi r n uevos ap rend izajes y n uevos conoci mientos col ectivos que ap un ten a transform ar su r ealidad y cimentar nu evas prop uestas que se enc aminen a la inclusión en el diálogo s ocial. Se hace una rev isión teórica y se presenta u na p osición políti ca y filosófi ca que inscribe a l os y las ac om paña ntes en u n m arco étic o y d e resp onsab ilidad es frente al traba jo con los N ATs. Palabras Claves: N A Ts, trabajo, propuesta, proyecto, aprendizaje, enseñanza, colectivo, convivencia, participación, formación, protagonismo, género, derechos, asamblea, convideportes, desescolarización. *
PSICÓLOGO C ASA ESCUELA
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol
INTRODUCCIÓN La pr esente e s un a pr opu esta de trabaj o orientada a p otenci ar las c omp etencias y destrezas deportivas, lúdicas y de socialización de los niños, las niñas y jóven es traba jad ores. Un sector d e la población c olomb iana qu e ha venid o siend o victi ma de la d iscrim inac ión, l a p ersec ución, l a vu lnerac ión d e sus d erec hos, el desplazamiento y el s eñalamiento por par te de las otras c apas d e la soc ied ad , no obstante su gran contri bu ción d esde el trabaj o y desd e su cultura. En Colomb ia traba jan alred ed or d e 2.500.000 niños, niñas y jóven es (a quienes nos referiremos como N ATS en ad elante), d e acuerd o a dato s oficiales. Cabe aclarar qu e no es un a cifra absol u ta y real, ya qu e no se tie nen en cuenta a qu ienes c uidan a sus h ermanos y h ermanas m enores , quie nes preparan alimentos par a tod a la f amili a, quienes ac omp añan al trabaj o a sus p ad res y mad res y, en ocasiones, a quienes laboran en las zonas rurales, lo que podría aumentar la cifra en un 70%. A la F un d ación Creci end o Unid os ll egan alreded or d e 500 NATs en el año, d e los c uales 70 pasan por la Casa E scu ela (con q uienes imp lementaremos n u estro proyecto), con el objetivo de nivelar su primaria y acceder a la educación formal, d e don d e fueron excluidos por en contrarse e n situaci ón d e extraedad . La situ ación socio- políti ca, los med ios masivos d e comu nicac ión, el mercado d e los c onsum os, l os apar atos represivos del Es tad o, la ideologí a d ominan te, e l conflicto armado, etc., son variables que afectan a las familias y los NATs que acceden a la Fund ación, por esta razón el equ ipo d e trabaj o se capaci ta constantemente orientando todos sus esfuerzos a la construcción de un mundo mejor para ellos, el las y su s familias. Con base en esta co yu ntu ra y los c onsec uen tes c omp ortamientos d e agresi vidad, ansiedad, baja autoestima, timidez e intolerancia, se ve la necesidad de crear estrategias y al tern ativas de form ación qu e pro yecten a l os NATs hacia la convivencia, el trabaj o en gr upo, la incl usión, l a p artici pación y el p rotago nism o, d e manera qu e se emp oderen y fortale zcan valore s. El d eporte, e n p artic ular el fútbol, d emu estra c onstantem ente s er un m edio de encuentro muy eficaz y un interés bastante común entre los NATs, de tal forma qu e se convierte en el pr etex to perfec to para cimentar n uestra p ropu esta.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol Es así que, el f ú tbol d e salón (c ono cid o en Colom bia como m icrofút bol) e s la base de la c onstru cción d e convivenci a, por lo qu e se ha d ad o en llamar CON VIFÚT BOL. Y p or las c aracterísti cas d e este d epor te y de n u estra pr op u esta, e stá orienta d o a f orta lec er la part icipación, la constru cción y el fortalec imiento d e valores, el p rotagon ismo y al gu nas formas d e organización. Es impor tenera penorcuenta q Coop ue, la prop uesta, lad Edu e trabaj o dPopu e la Cas Escuel a está mtante ediad los J uegos erativos cac ión lar ya la Pedagogía de la Ternura, todo ello enfocado a la construcción de una comun idad justa, transversali zad a p or los ej es de género, protagon is mo y p artici p aci ón, ecol ogía y d erechos. Así, har emo s un r ecorrido p or el contexto general de Colom bia, el contexto de la Fun d aci ón, la c aracterizaci ón d e la poblaci ón, u n m arco teóric o qu e nos ex plic a los principios fund amen tale s de la prop uesta d e la Fund ación y d el convifútbol y nos p rop one el obj etivo f inal, u na d esc ripción d el d esarrol lo del campeon ato, unos r esultados fi nales y u nas concl usiones. De la misma form a, i ncluirem os algun os testi m onios d e los y las partici pantes, que dan cuenta de su experiencia antes, durante y después del convif útbol y cerraremos con algun as sugerenci as qu e apu nten al p erf eccionam iento d e la prop uesta.
CONTEXTO GENERAL DE COLOMBIA Colombia está situado al noroccidente de Sudamérica, limita al norte con el mar Caribe; al este c on Venezu ela, al sureste con B rasil, al S u r con Perú y Ec u ad or, al occ iden te c on el Océ ano Pacíf ico y al norocci d ente en tod o el extremo con Pan am á, es d ecir c on Cen troam éric a, l o qu e lo convierte en u n país con u na u bic aci ón g eopolí tic a y geoec onóm ica imp ortante. Si a e sto se l e sum a su gr an r iqueza n atu ral: tiene dos océanos, su cl ima posee todos los ecosi stemas y hacemos parte d e toda la regi ón am azónic a, junto con Brasil, Ecuador y Perú, única en el mundo por su riqueza en oxi geno y biodiversi dad , adem ás d e contar con la regi ón de Chocó, haci a el Océ ano Pacíf ico, una d e las más ric as en biodiversidad en el mu nd o. Su sup erfi cie es d e 1. 141.748 Km 2, d istribuid o en 32 d epa rtam entos, su capital es S anta Fe de B ogotá y sus otr as ci u d ad es pr inci p ales son: Med ell ín, Calí, Barranquilla, Cartagena y Bucaramanga.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol
Su sistema político es presidencialista, con la existencia de los tres poderes (Legisl ativo, ej ecutivo y jud icial) y a p esar d e ser el ún ico p aís de Sud am érica qu e no h a vivido bajo dic tad ur as mili tares, carga en su histori a u n confl icto arm ad o d e más de 4 0 años y es par te de l a preocup ación d e la comu nidad internaci onal en materia de derechos hum anos y derecho i nternacional hu man itari o. Desde mediados del siglo XIX el poder del gobierno se reparte entre dos partid os trad icionales, el liberal y e l conservad or. Los últimos años y aún con una existencia de más de 60 años, los sectores de oposición o distintos a los pa rtidos trad icionales , han lograd o imp ortantes espaci os de repr esentac ión com o lo evidencia hoy las alc aldías d e las d os pr incipales ciud ad es, Bogotá y Med ellín y la Goberna ción d el terc er d epartam ento, el V alle d el Cauca. Su economía se centra en la producción de materias primas y de recursos naturales, casi todos ellos mediante contratos de asociación o concesiones de varios años, cuyas riquezas son f un d amen talmente dirigidas a l as grand es multinacionales, como en el caso d el petróleo y el c arbón . La apertu ra económica de los años 90 y los tratados d e libre comerci o qu e hoy se d iscuten con Estados Unid os, no han sign ificad o avances en el desarrollo y la 116
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol calidad d e vida d e la poblaci ón. Por el contrario, l os ind icad ores s eñalan u n d eteri oro c reciente d e la calidad d e las personas. Ha sido un a apertu ra para adentro y no para afuera. El principal sector afectado por estas decisiones macroeconómicas, ha sido el sector rural y agrícola, el mismo que soporta con fuerza s los esc enar ios y efectos d el confl icto arm ad o. Estud ios d e la Universid ad N acional y del PNUD, amb os por separad o, señalan que la pobreza en Colomb ia está en los niveles del 65% y los n iveles de ind igencia en el 33 %. CON TEXTO INS TITUCION AL DE LA FUN D ACIÓN CRECIEN D O UN IDO S
Los O ríge nes de la E xper ien cia de Cr eciend o Un ido s. La Fund ación Crec iend o Unidos es una organ izac ión no gubern amen tal sin ánimo d e lucro qu e nace a raí z d e la experie ncia qu e el ped agogo chil eno H ug o Fernán d ez, real izaba co n niños trabajadores d el Ce m enterio Central de la ciud ad d e Bogotá. Otros profe sionales se le un en a lo que i nicialmen te fue una labor de alfabetización, actividad que, desde una perspectiva social y política, bu scaba qu e los niños y jóven es traba jad ores del c emen terio se consci entizara n d e las si tuaciones i njustas qu e vivían en su espaci o d e trabaj o y se organizaran pa ra h acer frente a las m ismas y m od ificarlas. Los primer os trabaj os se realizan en el Cementer io Central de B ogotá, Hu go contó en ese entonce s con la col aboraci ón d e un gru po d e NATs un iversi tarios de las ciencias humanas interesados en la idea de trabajar con niños. Poco a poco, l a ard ua labor de H ug o emp ieza a tener reconoc imiento naci onal e internacio nal y es así co mo emp iezan a lle gar ap ortes ec onóm icos qu e perm iten la ad qu isición de ele men tos para d ar conti nu idad al trabaj o. En es te primer m omen to de n uestra histori a no se hace e xpli cito un conce pto sobre trab ajo e infanci a, los esf u erzos realizad os hasta en tonces tenían la intención de llegar a los niños de sectores populares, afectados por las condiciones sociales injustas, para que desde un trabajo de sensibilización de corte político se pr opici aran gru pos soci ales p ara el cambio. Gracias a los aportes económicos que fueron llegando, fundamentalmente d e Terres Des Hom mes d e Aleman ia, graci as al apoyo d e Ute S od eman qu ien le d io rec onoci miento a la labor que se desarrollaba, se logró amp liar la prop uesta de capacitación técnica abriendo los talleres de panadería, ornamentación, telares y ebanistería. Estos talleres plantean ya un objetivo claro frente al mejoram iento d e las cond iciones de trabaj o y d e vida d e los niños y j óvenes que se capacitaran en ellos. Es así como se plantea como objetivo general de La Casa Taller d el Menor Trab ajad or: 117
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol O bjet iv o General: Proyectar al niño trabajador/ra mediante el aprendizaje desde un área técnica, posibilitando mejores condiciones de trabajo a aquellos que propenden por un mejor desarrollo dentro del pensamiento de justicia y equidad social.
Fun d ación entonces, emp iezalos a plantear alte rnativas d e soluciobviaón concretas La a las dificultades que presentaban niños y jóvenes trabajadores, mente sin perder su fundamentación política y social, cosa que se hacia visible no sólo en la coti d ianidad d e la Casa Tal ler, si no tam bién haci end o p resenc ia en espaci os d e m ovil izac ión p olítica en d ías c omo el Pri mero d e Mayo, d ía Internacional del Trabajo; y el 8 de marzo, día Internacional de la Mujer. También se hicieron intercambios con otras organizaciones que trabajaban en favor de la infanci a com o La Plataforma d e Terre Des H om mes en d iferentes c iud ad es com o Med ellín, Popay án, Carta gena y Bogotá a fin d e da r a conocer la Casa T aller; y enriqu ecer nu estro qu ehacer con l a experiencia d e otras organ izaci ones. E n este período también se empiezan a consolidar espacios como la Red Juvenil de Medellín. Inherente a los p lanteamientos de la teol ogía de la liberac ión, s e d esprend e un a p ropu esta de carác ter políti co organizati va d e niños y j óvenes trabaj ad ores con miras a cambiar una sociedad injusta, que no garantiza el bienestar para todos y todas. En estos planteamientos es evidente la influencia de Hugo Fernández y de mu chas p ers onas que ap ortaron a la cons trucc ión de la p ropu esta de Casa Taller con unos ideales de transformación de las estructuras de la socied ad d esde la organ izac ión p ara la m ovil izac ión. Es de resaltar también que La Casa Taller del Menor Trabajador, implícitamen te planteaba atraer a los niños, niñas y jóvenes trabaj ad ores a los tal lere s de capacitaci ón q ue se of recían y d e algun a m aner a su stituir el trabaj o en la cal le o en cond iciones inj ustas, por el trabajo que se ofrec ía en los tal leres de capacitación. De ahí su rgen id eas c omo la soc ializac ión d e las un idad es prod uctivas, qu e consistí a en qu e los t alleres f un cionaban como un idad es prod uctivas organizadas en la elaboración de bienes de consumo, de allí un 50% de las ganancias correspondían para quienes participaban en el proceso, un 20% era destinado par a pag o de servic ios y el 30% res tante era destinado p ara u n fond o comú n. Es así, como se bu scaba que los niños y j óven es trabajadores d ejaran d e trabajar en la calle, para hacerlo en la Fundación en condiciones en las que sus d erec hos no eran vu lnerados. L a persp ectiva de trabaj o tenía c omo p royec ción d e los sujetos para la constru cción d e un a soci ed ad más ju sta, graci as al ac ceso a mejores opor tun idad es de trabaj o, por la capaci taci ón qu e se ofrec ía. 118
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol Al tiempo que se busca dignificar la situación laboral de los niños, niñas y jóvenes trabajadores y tomando en cuenta la experiencia dada por el trabajo realizado, se evidencia como problemática el poco acceso que tienen estos a la edu cación formal, marcada esta si tuación especi almente p or altos nivele s d e d eserci ón d e los niños, niñ as y jóven es trabaj ad ores d e la escu ela forma l, algu nas d e las causas enc ontrad as son: 1. Las d ificultad es económ icas de l as fam ilias. 2. El choque constante de los niños, niñas y j óvenes trabaj ad ores c on las f iguras d e autoridad de la e scuela. 3. La d ificultad d e adecuaci ón d e horarios al interior de la escuela f rente a l as nece sid ad es planteadas p or los NATs . 4. La d iscriminación dad a a los NATs en la escu ela por el hec ho d e ser trabaj adores. Tomand o en cuenta esta si tuación y las ref lexiones d ad as du rante este tie mpo en el e quipo su rge la nec esidad de p lantear un a p ropu esta edu cativa qu e se ajuste a las nec esid ad es de los NATs, d e tal manera se p lantea un a p rimera p ropu esta de refuer zo esc olar (c hiqu itall er) en l a cual se busca i nicialmen te apo yar con las tareas y motivar a los NATs para q ue no d eserten d e la esc uela. E s así qu e emp iezan a acerc arse a e sta prop uesta gru pos d e NATs que no sabían l eer y escribir y se encontrab an en situación d e extraeda d , lo cual los e xcluía d el sistem a edu cati vo form al. Viend o esta si tuación, s e plantea como neces idad la generaci ón d e pr ogramas educativos que suplieran esta problemática, por tanto se diseña una propu esta de alf abetizac ión y se ac oge la prop uesta d e nivel ación d e la primaria d el Minis teri o d e Edu cación Na cional auspici ad a p or Dividend o p or Colombia con la cua les se busca que los NATs ej erzan su d erec ho a la edu cación, pero ad emás qu e generen p roce sos de organ izac ión en los cuale s ellos y el las busqu en formar pr opu estas qu e dignif iquen sus condici ones de vida. Así, iniciamos u n p roce so que nos sum ergió en la ref lexión sobre el pap el de la edu cación e n nu estro país y nos l leva a plantear un a prop uesta edu cativa pa ra N ATs como respu esta a las nec esid ad es que ello s y ell as plantean constantemente. Surge la CASA ESCUELA com o un a prop uesta edu cativa qu e bu sca ofrec er a los NATs en par ticular y, l a niñez Col ombiana en general, una alternativa edu cativa que p ropen d a por el re conoc imiento de los niños y niñas c omo su jetos sociales de derechos, apor tand o elementos sobre un a nu eva vis ión f rente a l a cultura de la infancia. 119
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol
CARACTERIZACIÓN D E LA POBLACIÓN Durante los últimos años, la Fundación ha creado y fortalecido un equipo interdisciplinario de trabajo que pretende evaluar, diagnosticar, intervenir y abord ar las diferentes pr oblemá ticas, así com o po tenciar y f ortalecer l as diferentes habil idad es que p resentan las f amili as al i ngreso, organizand o d atos dem ográficos diagnósticas permiten unaydinámica intervenciy evaluaciones ón qu e apu nta a la disminuqueción d e las construir difi cultades el au mendeto de las potencialidades de los niños, las niñas y sus familias, posibilitando el mejoramiento d e la calidad de vid a, la d ignifi cación d el trabaj o infantil, la conv ivencia y el p rotagonismo infantil. La experienc ia de estos años nos h a p ermitido crec er ad emás en la intervención generan d o un a mirad a má s comp leja y completa a la vez, t eniendo en cuen ta los factores económ icos, dem ográfic os, soc io-cultur ales, bi ológic os y am bientale s, intentan d o hacer u na d escripci ón h olística y c onci enzu da d e todos y todas las partic ipantes, l o qu e se p ued e expresar como la valorac ión y la intervenci ón desde pedagogía, psicología, trabajo social, medicina, psicopedagogía, odontologí a y nu tric ión. Así, haremos un a mirad a a la poblac ión que p artic ipa en los diferentes programas de la Fundación Creciendo Unidos en los últimos años, percibi da con persp ectiva de género, te niend o en c uen ta que esta c ultu ra, como la cultu ra colo mb iana en general, l leva siglos c onstru yend o arqu etipos y este reotipos de mujeres y hombres, de manera que se asignan roles y comportamientos específicos a cada género rompiendo las fronteras del respeto, el reconocimiento y la conviven cia. Al ti emp o qu e la famil ia y, espec ialmen te, l as m ujeres han venido pa decie nd o las c onsecuen cias d e estas asi gn aciones, pu es con m u cha frec uencia l es toc a la peor p arte. La condu cta e stereot ipad a asoc iada al sex o (agres ión m ascu lina y pasividad femenina) procede, al menos parcialmente, de los roles aprendidos d uran te la i nfan cia: a los niños se l es enseña qu e «los hom bres no lloran » y se les regala pistol as y carros, mientras qu e las niñas j uegan con m uñ ecas y casi tas qu e les han r egalado p ara qu e pu edan imitar el rol « típic o» de la mu jer en el hogar. Aunque cada vez hay más niñas que juegan con juguetes asignados anteriormente a los niños, lo contrario todavía es poco común. Muchos niños y niñas tiend en a d estac ar sólo en aquellos campos d e estud io tradic ionalmente atribuid os a su género, l o que explic a en p arte el d ominio masculino en mu chas áreas como las cie ncias o la ingeniería y la acu ciosa p artici pa ción d e la mu jer en d isciplinas com o la Psicología y el Trabajo S ocial. Dado que los roles de género varían según la cultura, parece que muchas diferencias de conducta entre hombres y mujeres están causadas tanto por la 120
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol socialización como por las hormonas masculinas y femeninas y otros factores congénitos . A m edid a qu e m ás m ujeres occ identales trabaj an fuera d e cas a, la d ivisión de role s d e género va variand o, au nqu e d e forma pau lati na. No obstante, l os comp ortam ientos y cos tum bres que se vienen generand o en la población colombian a infantil y juven il siguen siend o afectad os por los med ios masivos d e comun icación, especi almente, en forma n egativa o qu e d esconoce nu estra c u ltura. Así, la Fund ación r ecibe en Ca sa Esc uela niños, niña s, jóven es y acud ientes qu e hacen p arte d e ese imag inario cultu ral, l o qu e hace ref erencia a f am ilias con d ificultades económ icas, edu cativas, soc iales y d e emp leo. Los niños y las niñas hacen parte de grupos familiares en los que no hay ingresos económicos y las necesidades básicas primarias no son cubiertas, ni siquiera en m enor escala, lo que d egener a en agresivid ad , tristeza, bajas expectativas de logro, proyec tos d e vida pobr es, baja au toesti ma, altos nivele s d e ansiedad y po ca resil ienci a frente a l as dific u ltades. En estos casos las mujeres suelen real izar ac tivi d ad es que van en d etrimento d e sus proyectos d e vida y su d ignidad (por ej emp lo la p rosti tución o la men d icidad ), las niñas se c onvierten en los objetos sexuales de los padres o parientes cercanos que no se sienten en capacidad de conocer y cortejar a una mujer, por lo que utilizan a las hijas o sobrinas, exigiendo ad emás qu e deben estar en la c asa c um pliendo las labores «prop ias d e la mu jer» o comp añera. Los niños, la otra c ara d e la mon eda, buscan alternativas en la c alle con sus am igos, emp iezan a realizar pequ eños robos para cambiar p or com ida y, en mu chas oc asiones, por alc ohol y c igarrillos . Por ser los « hom bres» de la c asa d eben ser respon sable s d e cubrir sus p rop ias nec esid ad es y deseos . El niño o la niña que pertenece a un grupo familiar donde existen algunos ingresos que cubren p arci almente la al imentaci ón y la vivie nd a, qued and o otras neces idad es bási cas primarias en total i ncerti d um bre, l os nivele s d e au toesti ma son baj os, l a vid a se p royec ta h acia conseguir el equivale nte a u na com ida d iaria, por lo men os, la sol u ción d e los problemas está med iada p or la agresivi d ad o la ind iferencia, se presenta consu mo de p sicoactivos y no hay toleran cia. En estos c asos, l as niñ as continú an siend o vícti mas d el abuso sexu al infantil, esclavas d e la c ocina y los queh aceres dom ésti cos, deben cuidar a los herman os menores, no pueden asistir a la escuela porque «no necesitan aprender nada más allá d e lo que se ap rend e en la cas a», por ignoranci a se enfrentan a em barazos no d eseados y e nfermed ad es d e transmisi ón sex ual. Los niños emp iezan el consum o de alc ohol y c igarril lo mu y temp rano (6 a 7 años de edad ), pu es deben ap rend er a «s er berracos como el pap á», perm anecen la mayor p arte d el tiemp o en la calle consum iend o p sicoactivos que les perm ita ol vidar su reali d ad o d arles f or121
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol tale za para robar , aum entan su s nivel es de agresi vidad como u na respu esta a la sup ervivenc ia y al imaginario d e «macho» . Obviamente, no tod os los niños y las niñas son víc timas d e tod os estos t ipos d e maltrato, s in embarg o se pu ede p ensar qu e el 95% de las personas qu e llegan a la Fund ación se encuen tran en situaci ón económ ica p recaria, de vu lnerabil idvida ad frente al abu so sexsituación ua l inf antil, d e viol enci a intrafamili ar, de pr pauperizados y en de vulnerabilidad frente al consumo deoyec tos d e psicoactivos. En este sentido, se debe tener en cuen ta qu e todas las famil ias que p artic ipan en la Fundación se encuentran estratificadas socio-económicamente en el nivel 0, 1 o 2, lo qu e a tod as luce s mu estra que los ingresos prom edio d e estas e s de 210.000 pesos m ensu ales, es d ecir 75 dó lares o lo qu e equ ivale a d ecir 2.5 d ólares d iari os p ara cubr ir sus n ecesid ad es bási cas primarias (al imentaci ón, vivienda, recreaci ón, salud , ed ucación, transp orte, etc .). En la ma yoría d e los casos, las responsables del aporte económico son las madres, en primera instancia, los pad res en se gu nd o lugar y, e n ocasi ones, los herm anos ma yores ayud an con la econom ía famili ar. N o obstante, los niñ os y las niñ as trabaj an p ara contribu ir a la econom ía famili ar y el mej oram iento d e su cal idad d e vida, pr oyec tánd ose un futu ro m enos i ncierto y empezand o a ser protagonis tas de su prop ia vi da desde mu y pequ eños, lo que no cambia l a d inámica f am iliar f rente a la autoridad d e la mam á o el pap á, pero sí e nfrenta p rinci palm ente a los niños y l as niñas c on los herm anos m ayores, pues n o d esean figuras au toritari as qu e los c asti gu en fí sica, verbal y psicológicamente. Es bu eno ten er en cuen ta qu e, los niños, las niñas y j óven es que acce d en a la Fundación son trabajadores, aunque no todos y todas reciban remuneración a cambio de su s labores . Algunos y algun as reali zan labores d oméstic as famil iares c omo el cu idad o d e herm anos m enores, e l ase o d e la c asa, e l lavad o d e los trastos, el lavad o d e rop as o la coc ción d e ali m entos; lo que m uchas p ersonas no consideran trabaj o d ebido a la au senc ia de retribución m onetaria. Por el contrario, algunos niños y niñas ej ercen activi d ad es d e p rosti tución, mendicidad, venta de drogas, lo que a todas luces no consideramos formas de trabaj o, si no form as d e explotac ión infantil qu e, además, están m ediad as por el consu mo d e psicoac tivos, el robo y la vida d e calle. El 25% de los n iños y niña s n o saben leer ni escribir; el 17% tienen conoci mientos básic os en m atem áticas, lectura y escritur a; el 40% no tienen su p rima ria comp leta; el 15% tiene secun d aria incom pleta; y sólo el 3% ti ene b achill erato completo. 122
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol A pesar de lo difícil de la situación, los niños, las niñas y jóvenes llegan a la Fund ación con el deseo de prep ararse de forma acad émic a, artí stica y/ o soc iolaboral para conseguir sus su eños, s us d eseo s y emp ezar a soli d ificar su s proyectos de vid a, generand o alternati vas d e resi stenc ia, ciud ad anía y qu e le mu estren al mu nd o qu e los niños y las niñas no son el futur o sino el presente.
MARCO TEÓRICO Aprendizaje El pr oceso de ap rend izaje es e l que p ermite que u na p ersona ad qu iera ci ertos conocimientos, a partir de la experiencia propia o la de las demás personas. Asim ismo, el apren d izaje p ermite poten cializar algu nas h abil idad es o competenci as o perm ite crear u nas nu evas, d e man era qu e se hace más fác il enfrentar el mu nd o de m anera que se pued a generar una p osición crí tica y que se busque transformar u na reali d ad coti d iana para m ejorarla.
Enseñanza La enseñanza es un proceso que se da desde la interacción con las demás persona s, es d ecir qu e la enseñanza, como el ap rend izaje, es un pr oceso c ircular y coti d iano qu e perm ite adqu irir y m ejorar comp etenc ias con la p artic ipaci ón d e otra p ersona y la experienci a qu e se obti ene en cad a interacc ión o en cada situación d e la vi d a cot idiana. L a enseñanza, d esde u n acomp añan te o docente, es un pr oceso que d ebe posibi litar la pu esta en mar cha d e difere ntes estrategi as qu e enam oren a sus NATs con l a prop uesta edu cati va que se pon e en m archa. Así, el docente o aco m pañ ante recrea l a p osibilidad de la interacc ión con él mismo o con los y las demás compañeras, a partir de situaciones reales y de contexto, para que los y las NATs entiendan las diferencias, tomen posiciones políticas, critiquen y tran sform en, desde su realidad y consideran d o la reali d ad d e los y las d emás.
Competencia Asum imos como comp etenc ia al logro si gnifi cati vo d e los apren d izajes ad qu iridos por los niños y niñas en un espacio y tiempo determinados y que están d irec tamen te conectados co n el d esarrol lo de acti tud es y capaci d ad es de forma exitosa. Po r tan to asum imos como comp etenc ia el s aber actuar en el contex to d e forma qu e se d esarrollen c ap acidad es específ icas en los N ATs a nivel ind ivid u al com o colectiva en los d iferentes espa cios en los cuales es te interactúa. Un N ATs es comp etente en la med ia en que este es c apa z d e resol ver u na situaci ón con base e n los aprend izajes adqu irid os o de los que tie ne p or ad qu irir, de m a123
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol nera qu e obtie ne u n resultado efi caz, para el mej oramiento d e sus cond iciones de vida y la s de su co mu nidad .
Ejes Transversales. Son aqu ellos contenid os que respond en d irectamen te a planteamientos que se vienen durante últimos años Fundacionón d e la Crec iendodando Un idos, e stoslos transversal izanen todlaaexperiencia la prop uestaded lae intervenci fundacion, por tanto dentro de la propuesta pedagógica estos trascienden los conteni dos de las áreas , aunqu e en mu chos c aso s pued an tener b uena p arte de su fund am entaci ón en estas . Es imp ortante señalar l a impor tanci a d e estos ya qu e respond en a n ecesid ad es y problemátic as tanto ind ivid uales y c olectivas de los NATs. Los contenidos transversale s d e esta pr opu esta son: a. Eje de trabaj o infantil y protagon ismo; Este eje se fun d am enta en e l pap el del trabaj o como form ad or y posibil itador de apren d izajes y d esarrol lo, transmisor d e valores y d e asum ir roles s ociales qu e han sid o invisi vilizados a lo largo de la historia. Enriqu eciend o las áreas curr iculares frente a la forma ción en Id entid ad , valoraci ón criti ca del trab ajo infantil y conocimiento critico de las políticas vigentes sobre trabajo infantil, promoviendo la participación pr otagónic a d e los NATs en sus pr oyec tos de vid a pr opios y en los proyectos de su comu nidad . b. Eje de derechos; este eje se fun d am enta en l a búsqu eda d el reconoci miento, pr omoción y defe nsa l os d erec hos f un d amen tale s, generánd ose pr ácti cas d e resi stenc ia organizativa y pr opositi va forjand o un a nu eva c ultur a de inf ancia d esde el pr otagonismo. «Los NATs no s omos el pr oble ma, somos parte de la solución», como su jetos soci ales de d erechos. c. Eje de Género : este s e fun dam enta en c onstruc ción d e un trabaj o solidari o, cooperativo y equitativo entre hombres y mujeres, partiendo de la invisibilización histórica del papel de la niña – joven- mujer y del papel repr esivo d el hombre a lo largo de la historia, buscand o sup erar, las rel aciones de inequ idad entre hom bres, mu jeres, niños, niñas y adu ltos y a entre cl ases sociales y cultur as. d . Ecologí a y med io amb iente, este se fun d am ente en c onsiderar lo e cológi co como la relaci ón holístic a entre lo natu ral, lo social y lo hu mano , como parte de la búsqu eda d el equil ibri o entre convivir consi go m ismo, con los otros y las otras, c on la natu raleza y el u niverso, en tanto somo s seres soc iale s interdep end ientes y compar timos un espaci o comú n.
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Jueg os Coopera tivos Objetivos Genera les De L os Juegos Coop erativos · ·
Jugar c olabo rando e ntre todos y todas las parti cipantes . Cre ar e n el grupo un clima dist endido y f avor abl e a la cooper ación.
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Desarrol titudes bás cación para Fomenta lar r laac parti cipac iónicas de topara dose ydu t odas c rea ndol ua so nalidaridad. se nsac ión de c omunidad.
Caracterís ticas de lo s Jueg os Coop erativos 1. Quie nes part icipan aspira n a una final idad común. 2. Todos ganan si s e consi gue la fi nali dad , to dos p ierden en cas o co ntrario , aunqu e vale l a p ena p ensar en lo que se gana con la sol a p artic ipaci ón. 3. No se e limina a ni ngún j ugador o j ugadora 4. Cada j ugad or y j ugad ora es responsabl e de l a se guridad y del bi enes tar de los otros jugadores. 5. Todo j ugad or te nd rá l a posi bilidad d e parti cipar en c ualquier mom ento. 6. Cada perso na parti cipa según sus c apac idad es. 7. Se pone más énf asis en d isfrutar qu e en el esfuerzo.
Valores y Ven tajas E ducativas · · · ·
Construc ción de una rel aciónsoli prosoc ial:afgeneran ortamie basad os en u nas r elaciones darias, ectivasc yomp p ositi vas. ntos prosoc iales La empatí a: la capac idad para si tuars e en l a posi ción de la ot ra pers ona para com pr end er su p un to de vista, sus p reoc up aciones, sus expec tativas, sus necesid ad es y s u r ealidad . La cooperac ión: nec esa ria para reso lve r proble mas y ta reas de fo rma conj un ta, a través de u nas relac iones bas ad as en la rec iproci d ad y no en el poder o el control. La comu nic ación: desarro llando la c apac idad para ex presar deli berada y autén ticam ente nu estro es tado d e ánimo, nu estras perc epci ones, nuestros c onoci mientos, nu estras emoci ones y nu estras perspecti vas.
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La partic ipac ión: en un a cultura sel ectiva y d iscriminat ori a lo s juegos c ooperativos persiguen como v alor y como d estreza l a p artic ipaci ón d e todos los miembros. El aprec io y autoc once pto posi tivo: desarrol land o una imagen pos itiva de si mismo y reconoci end o, ap reciando y expr esando la imp ortanci a d e las otras personas. La egr ía:d ad es dune todo objetivo educa tivocativo que noen se cpuede layarese la n tanto que un aalfinali pr oyec to edu ualqusos ier edad de formar persona s felices. En los j uegos coopera tivos, l a d esapa rición d el miedo al fracaso y al rec haz o, generalm ente asociado con los j uegos comp etiti vos, la f inalid ad última d e la al egría se d ebe revel ar con tod a nitidez. Cons trucc ionis mo: permiti endo la posi bilidad d e organi zar y desarrol lar nu evas f orm as de p artic ipaci ón soli d arias y nuevas alte rnativas de vid a y d e juego. Reflexión: permiti endo hace r una m ira da intros pect iva y ret rospec tiva, de tal f orm a qu e se p lantean obje tivos prosp ectivos .
Educación Pop ular Para comenzar, es imprescindible hacer una mirada, aunque fugaz y simplist a mu y dici ente, d e la edu cación tradici onal. Una ed ucaci ón qu e proviene de una mirada cartesiana, es decir enfocada a lo racional, lo reduccionista, lo positi vista, lo cond uctis ta, apu ntan d o a la form ación tecnológic a en d esmedr o d e la form ación hu man a. Una ed u cación qu e pretend ía ser autoritaria, d ond e el pr ofesor o p rofe sora eran los d ueñ os del saber y los y las es tud iantes se limitaban a ap rend er, el o la d ocente h ablaba y el o la estud iante esc uchaba, el o la d ocente ord enaba y el o l a estud iante obedecí a, una edu cación d e carácte r vertical e i mp ositiva qu e p retend ía desarrollar ce rebros (c omo dice Mark Lee) 1 para fun cionar en cam pos altamen te técnicos, abstractos, l ineales y mecanici stas, dond e la mem oria, el profesi ona lismo, la astucia y la autoaserción agr esiva c onstitu yen las mayores virtudes como garantía para el bienestar económico y de sobrevivencia. 2 La educación tradicional, en palabras de Gaston Bachelard , prese nta u nos obstáculos de orden epistemológico, conceptuales, actitudinales y operativos qu e imp iden tener en cuenta al s er hu ma no en su h olismo, e n su integralidad , en su hu man idad . Y pr etende, por end e, convertirlo en una botell a que hay qu e llenar d e conoci mientos (para fras eand o a Savater) 3 y no un fuego que hay que
Obedienci a a la v erdad no al maestro: en el destino indivisible de la educación. La formación d el espíritu científico. 3 El val or de ed ucar. 1 2
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol encender y avivar en su cotidianidad , un a ed ucaci ón ban cari a (como d ice Fre ire) qu e consigna y consi gna conoci mientos, para luego ser d evueltos en un a gran sum a d e che que eval uativo. De esta f orm a, pod ría argu men tarse el baj o interés de los y las es tud iantes por aprender, por leer o por investigar, pero también podría argumentarse la incapacidad la educación tradicional seres humanos ocríticos, pr opositi vosdey transformad ores de su r para eali formar d ad . Así, el Ministeri d e Ed ucaci ón Colombiano y al gu nas entidad es adsc ritas a él, pr eocup ad as por la búsqued a de una educación de mayor calidad, empiezan a construir unas alternativas que ap un tan a las c omp etenc ias de los y l as es tud iantes, pod emos intuir qu e con el objetivo de reconocer la otra parte del dualismo cartesino y la posible relación entre las res cogitans y la res extensa, de manera que los hombres y las mujeres tienen otros aspectos de su vida trascendentales en su actuar, su aprender, su humanidad. Esta m irada p arece no ser tan comp leta, en tanto se trae el l astre de la ed ucación tradicional, donde los tableros y las clases magistrales siguen siendo elem entos f un d amen tale s para ali men tar el saber de los y las estud iantes. Ad emás, la tec nología y el e speciali smo contin úan siend o pilares de la formación, f orm ación que muchas instituciones se ufanan de llamar integral, desconociendo la verdadera dimensión de la palabra o actuando en forma diferente al discurso integral. Apar ece, no ha ce pocos años, un a pr opu esta de trabaj o ped agógic o que, además, e s apropiada p or la F un daci ón y qu e pretende hace r u na m irada horizo ntal d e la constru cción d e sabe res. Es Paulo Fre ire quien nos da las herramientas m ás val iosas para consi derar q ue el proce so pedag ógic o debe d arse desde u na reevalu ación d e los saberes con qu e llega el o la estud iante, su contexto histórico, social, político y cultural y la posibilidad que dan a los educadores y las educadoras de aprender con ellos a partir de una relación intersubjetiva y de compartimiento de saberes, con el ánimo de construir un saber colectivo que perm ita inc idir y transformar nu estra reali d ad social, políti ca y económica. La prop uesta d e Edu cación Popu lar (E P), que hace F reire , est á inscri ta en un a interacción ética, donde todo acto educativo es político y todo acto político es edu cativo, d e man era qu e rec onoce al o tro como u n interloc utor váli d o, as í como sus saberes y su cultura. Apu nta a la f orm ación hu man a, vi sta en f orm a holí stica o integral ( como se ha d ad o en llamarla) , dond e, de acuerd o con Pi erre Granier 4, se pr etende qu e form ar al s er hu man o es buscar que ad qu iera la c onci enci a de sus 4
Principios generales de la planeación de actividades, SENA en materia de formación profesional.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol mú ltiples d eberes y respon sabil idad es en el seno d e sus respecti vas col ectivi d ad es, o freciénd ole l a p osibilidad d e alc anzar, gracias a sus cuali d ad es personales y a sus prop ios esfuerzos, dentro d e la mayor d ignidad , un a mejor calida d d e vida. Por otra par te, también es apu ntar, según Ví ctor Guéd ez 5, a que la d inámica generada por el círculo liberación-valoración-decisión, acción-transformaciónautotran ación la qu elimitaentaci el s ignif o d e laación praxis y es ahí don de se va a encsform ontrar u n es p un to dee dsedim ón d icad e la form integral, en tanto qu e la interpretaci ón d el hom bre, c omo sujeto d e p raxi s históri ca, es inc omp atible c on v isiones que frac tur en la u nidad d e su exis tenci a, de su sensi bilidad y d e su ed ucaci ón. En términos m uy generales , la EP es un a p osibilidad metod ológi ca (sin ser un a m etodología) de encuen tro con el otro, e n d ond e se constru yen saberes c olectivos a partir d el saber d e todos y tod as las partic ipantes d e d icho encuen tro, en d ond e se prop end e por la rel ación h orizontal, se rec onoce al otro como interlocutor válido, se reconoce el contexto histórico, social y cultural y donde se empoderan los seres humanos para hacer una mirada crítica y constructiva en aras de cambiar u na realidad qu e nos afe cta a tod os y a todas en cond iciones de exclusión, discriminación, abandono, empobrecimiento, desarraigo y olvido, espec ialmen te p or las cl ases dirigentes y goberna ntes d el país. Para lograr inscribirse en la Educación Popular y, dicho sea de paso, en la Pedagogía de la Ternura, se hace necesario superar los obstáculos de los que habla Bachelard y que son manejados de forma magistral por Arnobio Maya, así: Obstáculos epistemológicos:
Entendiend o la episte mología c omo la forma d e acced er al c onoci miento h um ano o , com o d ice Marisela R ojas, es l a ciencia qu e estud ia cómo se d esarrolla el ap rend izaje, la inteligencia y el conoci miento en el ser hu mano . Sin conocer el significado de la palabra y si no hay conocimiento epistemológico básico en el o la docente, dice Maya, no entendemos cómo él o ella no pueda caer en el accionar mecanicista y reproductivista de los conocimientos, c uan d o lo que tiene como visi ón y misió n fun d am entales , por el perfil pr ofesional que d ebe te ner, es ayu d ar a apren d er, a pen sar y a se ntir a sus es tu-
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Educación y proyecto histórico pedagógico.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol d iantes . Menos aún, pod rá comp rend er las dif erentes prop uestas, mod elos o enfoques edu cativos y d el aprend izaje. Para sup erar este obs táculo, dic e Maya, hay qu e hacer un esfu erzo por captar los conceptos científicos en efectivas síntesis psicológicas, vale decir, que síntesis psic ológic as p rogr esivas, establec iend o, respecto de cad a no ción, u na escala dotro. e conceptos, d o cómo u n concepto prod uce otro, ómoepistem se vincula c ona. Entonces mostran tend rá cierta posibili d ad d e apreciar u na eficcacia ológic Y d e inmed iato e l pensam iento se pr esentará como u na d ificu ltad vencida, c omo un obst áculo superad o. O bst ácu los con cept uale s:
Parece que este tipo de obstáculos surgen, entre otras cosas, de las creencias y pa rece qu e están relac ionados d e forma bilateral, en am bos sentidos. E stos obstáculos son m uy comu nes en la edu cación tradici onal, pu es partimos d e la idea de tener la verdad revelada y otros son quienes deben venir a aprehenderlas. Aquí vale la pena decir que, la EP se esfuerza por romper con esa posición pa rad igmátic a y reconoce e l sabe r qu e traen las otras personas qu e llegan a la escuela, sin desconocer en ningú n m om ento el saber d el o la do cente. Es inscribirnos en aprend er a l eer nuestra reali d ad y, sum and o nu estra c onstru cción his tóri co cul tural, hace r u na n ueva lec tura p ara u n cambio que pr omu eva un a nu eva soc ied ad . Obstáculos actitudinales:
Las ac titud es se c onvierten en un pilar d e la edu cación, e n tan to no existan actitud es positivas hacia el traba jo ped agóg ico, la edu cación no p arece se r p osible, d esde u n p u nto d e vista i ntegral, pu es caeríamos en el instrucc ionali smo, en lo simplista, e n lo li neal, en el red uccionismo o en el transm isionism o. De acu erd o con Maya, el al ma es al c u erpo como las ac titud es a la edu cación. Una m irada consec uen te con la ternu ra y la EP, en qu e se i nscri ben la Fund ación Creciendo Unidos, es que la actitud es una postura corporal en la que se m aterial iza y expresa la p ostura d el es píritu (Martín B aró) 6. Obviamente, estas acti tud es se deben p resentar desd e todas y tod os los ac tores del proce so ped agógico, en tan to «frente a la vid a, fren te a los obj etos, f rente a las d emá s person as reacc ionamos, asum imos p osiciones y es aquí d ond e se expli ca la acti tud , pero ésta no se d a d esde u n solo pu nto d e vist a, el cogni tivo, por ejemp lo, ella se da tam bién, d esde la explic ación afectiva y v oliti va» (Maya). 6
Acción e ideología.
Psicol ogía social desd e Centroam érica.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol O bstáculos operat iv os:
Estos se refi eren a lo qu e Freire ll am a la incoherencia entre el d iscurso y la p ráctica, pu es «lo imposible para m í es la falta d e coher encia, reconociend o la imposibilidad d e un a coherenc ia absol uta», por lo qu e si e l o la docente ti enen u na mirad a redu ccionis ta de la edu cación y d el ser hum ano y no u na visi ón integral, orientará esos sin importar se lo. man eje unsudpráctica iscu rso educativa d iferente,en más incmismos luyentetérminos, o m ás horizontal por queejemp La invitación es, enton ces, a circun scribirnos entor no a u na m isma d inám ica ped agógic a qu e perm ita que los y las estud iantes y l os y l as edu cadoras: · · · ·
Aprendamos a c onoc er, es dec ir, adquiri r lo s instr um ento s de l a comprensión. Aprendamos a hac er, para poder i nflui r sobre el propio ent orno. Aprendamos a vi vir juntos, para parti cipar y co opera r con la s demás pers onas en todas las acti vidad es hu man as. Aprendamos a s er, como proc eso fund amental que rec oge a los t res ante riores.
Una d inámica de la EP, vi sta hoy como un conjun to d e actore s, prácti cas y d iscurso qu e se i d entif ican en torno a: · · ·
Una o rient ación ét ica y pol ítica emanci padora. Un pos iciona mie nto crítico. Y la opc ión por se ctor es del movimi ent o popular y de c iud adanos y ciud adanas, ensanchando la conciencia y la subjetividad por el uso de métodos participativos, críticos, constructivos y transformadores.
Dinámica que p retende la Casa Es cuel a en la Fund ación Creci end o Unid os y que apunta a construir, de-construir y reconstruir el concepto de educación y emp ezar a c onstru ir, d esde ahí, un sujeto e mp od erado frente a un Estado opresor o un m odelo asf ixiante, d e man era qu e se ge neren alternativas de respeto y convivencia, qu e favorezc a el c abal cump limiento d e los derechos hu ma nos y la formaci ón d e sujetos au tónom os y autod eterminad os.
Pedagog ía de la Ter nura Partimos de un a prem isa fun d amen tal qu e es el reco noci miento y co mp rensión d e la condic ión hu man a y d e su par ticular comp ortam iento en el c ontexto d e las rel aciones históri cas que se viven en cuan to qu e éstas defi nen par ámetros
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol cada vez m ás comp lejos y retos cada vez m ayores al se r h um ano, co mo dice Carlos Medina. Dice Medina qu e, la hum anida d se entiend e como ese c omp lejo pr oceso de relac iones de ap rend izaje qu e d eterminan las posibi lid ad es de la ex istenci a p articular y soci al y nos condu cen en la búsqu eda d e un as relac iones de convivencia y bienestar qu e nos d ignifi qu en y n os haga n feli ces (de la man o con la E P). Es importante tener en cuenta que, para Maya, Restrepo y Medina, existe un a comp lejidad en el ser hum ano qu e no pu ede ser vi sta de f orma ind iscriminad a o p artic ularizada, sino de u na m anera gestálti ca en la qu e el todo h ace las pa rtes y las p artes hacen el todo, y es el ec osistema h um ano, el c ual está conformad o por ambientes físicos, culturales, sociológicos, afectivos y simbólicos, los que posibil itan el desarrollo del ser hu man o como ind ivid ual y colectivo. Dice Medina qu e, la es tabil idad y la riqueza d el ecosistema hu m ano d epend en d e la variedad d e oportu nidad es a las cu ales pu edan acceder y a los e sfuerzos que realicen los miembros de la comunidad para lograr lo que cada uno neces ita para su crec imiento en u nas cond iciones de equ ilibri o y ar mon ía comu nitaria. Es imp ortante tener en cuenta q ue som os ún icos e i rrepetible s, pero qu e también hacemos parte d e un colectivo que se ll ama comun idad , socied ad o un colectivo más grande que se llama humanidad. Que, como únicos y colectivos, necesitamos u n alimen to natu ral, cultur al y afec tivo, qu e es retroal imentad o d esde los nichos soc iales y nu estras c onstr ucciones c ultura les. Qu e, en tod o mom ento, estamos ávidos d e amor p ropio qu e debemos enriquece r y enaltec er para p oderlo ofrec er a las d emá s per sonas. Qu e, com o colectivos, necesi tam os d e los otr@ s, de su reconoci miento y sus afec tivi d ad es. Qu e, al i nterior d e nu estras c ultu ras, debemos insc ribi rnos en u nos valores fund acionales qu e van a d eterminar nu estra calidad d e vida y la de las d emás persona s, haci end o que se c onstituyan en u n fund amen to étic o en lo personal y m oral en lo col ectivo. F inalmente, que, a p artir de una anomia y construcción colectiva y cultural que nos provee la heteronomía, podemos empezar a construirnos como autónomos capaces de sobrevivir y articularnos a un nicho social. Es así que, según Medina, la sobrevivnc ia y el enriqueci miento d e la vida es el pr odu cto d e la artic u lación d e muchas comunidades distintas y seres singulares al interior de un ecosistema cuya estabilidad y riqueza dependen, ante todo, de la variedad de los individuos que alberga y de la conjunción de esfuerzos por lograr lo que cada uno neces ita para su crecimiento, en el marco d e un as relac iones de respeto, ayud a m utu a y convivenc ia democrátic a. 131
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol Para lograr inscri birnos en la Pedagogía d e la T ernu ra, c omo edu cadores y edu cadoras, c omo estu diantes, acomp añan tes, posibil itadores o profesoras y profesores, debemos tener en cuen ta sei s principios, qu e parecie ran fu nd am entales a la hora d e formar su jetos soc iales de d erechos, en forma integral y qu e, para Med ina y el proces o ed ucativo y formativo de la Casa Esc uela, parece n d ar cl aridad d el qu ehace r coti diano, ad emás d e ref orzar el co ncepto d e Edu cación Pop ular. Principio de identidad:
Una escuela que reconoce y valora a cada p ersona, c ontribuy e a elevar los niveles de autoestima, la seguridad en sí mism@ y pensarse con el afecto, de man era que p ued a aco mp añar a su s estud iante s desde u na cultura crí tica frat erna y constru ctiva y d e la autocrí tica sincera y transformad ora. Es fund amen tal reconocer lo qu e somos, el c onocernos, nuestras virtu d es y d efectos, nuestras potenciali d ad es y limitaciones; y lo que som os com o singu lares y c olectivos. Princ ipio de respeto por la difer encia:
Por ser par te de u n cole ctivo y ser, a la vez, s ingulares d ebemos saber qu e somos d iferentes a l as dem ás personas, pero qu e nece sitamos d e esas personas par a p odern os constituir c omo ú nicos y soc iales, lo que nos d a identidad y nos d ebe perm itir ser posibi litad ores de otras identidad es, d e otros disti ntos. Si no reconocemos l a dife renci a pod ríamos ll egar a c onstru ir un m un d o hom ogéneo qu e diría qu e todos y todas somos abs olutam ente i gu ales , d ond e la mon otonía y la invariabil idad h ubiese finiqu itado el un ivers o. Afirm ar nu estra i d entidad es actuar refl ejamen te sobre las dem ás persona s, es d ecir es af irmar la identidad d e los otros. Dice Medina, ell os como nosotros ven y sienten el mu nd o d e man era simil ar y d istinta a l a nu estra, tienen su s prop ios sueños y d eseos, pa decen sus pr opias angu stias, constru yen sus pu ntos de vista y s oluci onan d e man era particular s us pr oble ma s y confl ictos. Expr esan un conjun to de experienc ias d e vida qu e pu ed en ll egar a sernos mu y útiles . Al igual que nosotros también tienen virtudes y defectos y también, como nosotros, carenc ias i nfini tas y vací os que bu scan su perar . Mostrar a cada u no d e ellos nuestro p artic ular interés p or conoce rlos, en el m arco de un as relac iones de respeto profun d o por lo que son y pu eden lle gar a ser, nos ayud a a interactuar d e la mej or form a p osible , a mej orar la conv ivencia.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol Principio d e la comunicac ión:
El lengu aje sigu e siend o el instrum ento d e ma yores posibil idad es par a el crecimiento hu ma no y el desarroll o de la hum anid ad , en tanto verbal, e scrito, simbólico, imag inario, postu ral, e tc. De ahí qu e, como seres c olectivos y c om u nitarios neces itamos d e la comun icación con el otro p ara acentua r los pr incipios anteriores o paraparafraseando ac entuar n uestra hu mannos idad y el ecosistema um ano. Este disposi tivo cultural, a Medina, permite leer al otroh para entenderlo y constras tarlo si n agred irlo, si n d esconocer su pen samiento, si no valoránd olo en su justa d imensión. Cu and o somos capaces de comu nicarnos, e nriqu ecemos el c onfli cto en la búsqu eda d e sol uciones, apr end emos, i nstru imos, entend emos ese u niverso de conocimiento s, sentim ientos, afectos y emociones qu e tenemos los s eres hu man os. Princ ipi o de la reciprocidad:
«uno cosecha d e lo qu e sie m bra» es un a trad ición ancestral que n os expli ca, d e man era si mp le, lo que se busca c on este princi pio. No p od emos exi gir el respeto por u nos d erec hos si no respetam os los derechos de las d emás p ersonas; no p od emo s exigir af ecto si no som os afe ctuosos; no p od em os exigir c onsecuen cia, coherencia si no somos consecuentes y coherentes; no podemos exigir responsabilidad sí evadimos nuestras responsabilidades; no podemos exigir a la hu man idad su acto hu man o si, por el c ontrario, pasamos p or alto l a exi stenc ia d el ser hu man o o lo pisoteamos con el obj etivo d e lograr nu estros prop ósitos; o insc ribi rnos en u n m odelo ec onóm ico que nos enseña a comp etir, destruyend o al otro d e m i colectivo, par a lle gar a conseguir p od er o simp lemen te alc anzar un logro. Pr inc ipio de solidaridad creativ a:
Cuando nos inscribimos en la cultura, en una sociedad en particular, nos d ecimos colectivos, por lo tanto, e i nscritos en el principio anterior, no p od em os avan zar solos , sino que n ecesitamos d e las d emás p ersonas. Esta nece sid ad es d e todos y d e todas, por lo qu e sol amen te de forma solidaria logramos los obj etivos colec tivos y, p or con secuencia, l os obje tivos ind ividu ales. Ese sentimiento, dic e Res trepo, no está dirigido p or lo tanto a construir d ependencia, sino a reconstruir la dignidad y la grandeza de lo humano en un proceso en el que se reactiva la autonomía, capacidades y esfuerzos au togesti onarios. La solid aridad , cuan d o es creativa y auténtic a d ebe prop iciar emp oderam ientos personales y comu nitarios . 133
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol Y, de acuerd o a Med ina, en la es cuela l a soli d aridad es un a forma esp ecífica d e d emostrar nu estro afe cto por los que nos rod ean y p or lo que hacemos, construye relac iones pr ofund as y hor izontales, desde las cuales se garan tiza el é xito esc olar. La solid aridad es comp artir las preoc up aciones y ayu d ar a constru ir las sol uciones. Principio de armonía y equilibrio:
Para no extend ernos, en palabras d e Medina, la armon ía y el equili brio es una aspiraci ón qu e d ebe tener la instit u ción esc olar d irigida a construir atm ósferas de crecimiento y d esarrol lo hu ma no integrale s, en am bientes afec tuosos, f raternos y d em ocrátic os qu e garan ticen la conviven cia y p osibil iten el bi enestar y la felicidad.
Comun idad J usta Insc ritos en la Pedagogía d e la Te rnu ra y la Ed ucaci ón Pop ular, en la Casa Escuela de Creci end o Unid os aposta mos a la formación d e sujetos soc iales au tónom os de d erec hos qu e, a p artir de reconstruir, d e-constru ir y c onstru ir valore s hu ma nos como la sol idaridad , el res peto, la tole rancia, la responsabili d ad , fraternidad, convivencia, autenticidad, reciprocidad, etc., admiten la existencia de un a comu nida d justa, inc luyente, que reconoce a l os niños y las niñas trabajadoras y posibi lita su pr otagonismo y posibil idad d e transf orm ar su reali d ad . Los seres humanos llegamos al mundo en medio de una anomia que nos imp ide d esarrol lar nu estros sueños, deseos, potencial idad es, virtud es, etc., d e man era qu e nos hace, f rente a los dem ás seres del universo, s ociales por natu raleza, nec esitados d e otros par a pod er inse rtarnos en esa c ultur a. Esos o tros, may ores que nosotros, ya poseen u nos códigos c ultu rales qu e les ha perm itid o, en algún grad o ser autónomos, y es a sum a d e autonomías se c onvie rte en un a seri e de heteronomías qu e enriqu ecen al cachorro hu ma no. Con la au tonom ía d e las personas all egadas o personas qu e tie nen contacto c on ese nu evo ser ( esos que Vigotsky llama expertos), el niño o la niña empiezan a construir saberes, a construir lenguaje, a inscribirse en nichos sociales y culturales que le permiten su d esarrol lo y su p osibilidad d e crecimiento. En med io d e la heteronom ía, el niño o la niña empiezan a escoger (por decirlo de alguna manera) lo que es bu eno y lo qu e es malo par a ell os o pa ra ell as, ad emás d e las normas soci ales qu e le son imp uestas c omo bu enas y malas, d e man era que se emp ieza a construir como au tónomo o emp ieza a au todetermi narse c omo au tónomo. Ese d esarrol lo moral se d a d esde su s experie ncias, desde lo qu e esc ucha, d esd e lo que ve o d esde lo que le es imp u esto por la cultura. Y, d e acuerd o con su s 134
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol posibil idad es y su d esarrol lo psic ológi co, se empod era en algunas d eterminaci ones y asume otras, que en m uchos c asos no son d e su agrad o o van en contravía de su indep end enci a, como se hace más eviden te en la ad olescenci a. El objetivo d e la Casa Es cuela es f orm ar su jetos mor ales, enten d iénd ose con esto, la formación de sujetos que sean protagonistas de su libreto vital, que lo pu eden cambiar su lasantoj o, yp que son responsables oninmerso los proyectos d e vida pr opios y c on losa de demás ersonas. Así, debe ces tar en el respeto, la sol idaridad y tod os los val ores qu e le posibi litan llevar a cabo su r ol protagón ico y su inserc ión en l a raza hu man a. Ese desarrollo moral no se da d esde lo que los adu ltos y las adu ltas c onsideram os bueno o m alo, sino m ás bie n d esde la c onfrontaci ón constante con si tuaciones que le generan d ualidad y qu e le perm iten construir lo que es bueno o lo qu e es malo, l o qu e contribuye a su crecimiento y el de su s congéneres, lo que le posibil ita au men tar su au toesti ma y la d e sus c omp añeros y c omp añeras, l o que le perm ite s er singu lar y col ectivo, lo qu e lo inscribe en la ternu ra, el am or p ropio y el amor p or las d emás personas. Lo qu e le perm ite, pa ra nu estro caso, valorar el trabajo humano como personal y social y como componente de los pr ocesos de hu ma nizac ión d e la especi e, como d ice Ciss iánovic h, al tiemp o qu e le permite reconocer sus derechos fundamentales y económicos, sociales y cultu rales, por lo qu e exige no ser excl uido social , políti ca y cultur almen te. Un sujeto moral que pretende acabar con las miradas adultocentristas del niño y de la niña, eliminar la mirada piadosa y patológica que se tiene de los niños y las niñas trabaj ad oras, apun tar a la construcc ión de n iños y niñas trabajad ores que p artic ipan d e un a p osibilidad má s amp lia d e desarrollo f ísico, psicológic o y m otriz, qu e les perm ite tener identidad , aum entar su a utoestima, ganar en respon sabil idad , ganar en r espeto e inmisc uirse en la transformaci ón y el desarrol lo del mund o. Nos inscri bimos en el d iscu rso de Inés Aguerron d o 7 y su Escuela Inteligente, qu e no es ya un a organ izac ión rígida, vertic al, au toritaria, heterónom a y reacti va, c ontrolad a y end od irigi d a, que d esc onoce l os c am bios y turbu lencias externas, sino una organización flexible, autónoma, democrática, p roactiva y heterod irigi d a, que no solo ac epta el desafío d el entorn o, s ino qu e es cap az d e aprov echar se de él como moto r de la transforma ción institucional y d e la real idad . 7
La esc uela como org anización inteligente.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol Ap ostam os a la i nclusión d e los pad res, l as ma d res, l os veci nos, las vec inas y la comu nidad en general que, e n u nión co n estud iantes, edu cadores y ed ucadoras, se c onstituyen en los ac tores y actri ces d e la c omu nida d edu cati va, a p artir d e la formaci ón en d esarrol lo moral, en reconstrucc ión d e p rácti cas de crianza y en procesos de socialización que, a partir del diálogo de saberes, permite construir saberes colectivos, culturales y sociales que viabilizan la construcción de un a comu nidad justa. La comunidad justa es, entonces, la que está compuesta por sujetos sociales d e d erec hos con u n conj un to d e valores que los i d entif ican, qu e d efinen su carácte r y compor tamientos; val ores fund acionales que le perm iten ser él o ell a en relac ión consi go m ismo y con las dem ás personas: res pon sabil idad , amabili d ad , nobleza, honesti d ad , senc illez, hu mildad , sinceri d ad , pu ntu alida d , ju steza, s olid arid ad , toleran cia, pacienci a, rigor, delic ad eza, disc iplina, c um plim iento, etc . Valores qu e son p uestos e n p ráctic a en la coti d ianidad personal y soci al, como d ice Medina. Pero, deben ser aprend idos pero no d eben se r enseñados, s e aprenden porque están ahí como parte de la cotidianidad de la existencia humana y no p orqu e son una cátedra ad icional d e comp etenc ias o est ánd ares de c omp ortamiento humano (Medina). La com u nid ad ju sta se i nscribe en el s istema axiológic o d e la Fund ación Cr eciend o Unid os, e n tanto resp eto por la dife renci a e incl usión, no sólo de hom bres y mujeres, si no d e otra s raz as, creencias religi osas, opciones p olíti cas, e tc., de m anera que p ropend e por u na cons trucc ión en p ers pect iva de género dond e adm ite la equidad de gén ero c omo la p artic ipac ión de h ombres y m ujeres e i guald ad d e cond iciones no sólo en su ro l prota gón ico social, sino tam bién en el ac ceso a la insti tucional idad y la comu nidad como a su nicho soci al. Como se dijo en párrafos anteriores, el empoderamiento en derechos y pr otagonismo hace n p arte, también d e la comu nidad justa y pr etenden ser transversale s en la m edid a en q ue son los posibi litad ores real es de la construcc ión d e este ti po d e comu nidad y d e los y la s es tud iantes que queremos ayud ar a formar en la Casa Escuela. Asimismo, el trabaj o infantil c om o p osibi litador d e desar rollo y c om o acti vidad importante de los niños y las niñas que acuden a la Fundación, nos exige incluirnos en u na comu nidad justa, pu es a través de la histori a hem os vis to co mo se dignif ica la vida a p artir del trabaj o, porqu e, ad emás, es un d erec ho fun d amen tal inherente al ser hu man o qu e p osibilita la real izac ión ind ivid ual y colectiva y que constit uy e un and amio p ara la c onstru cción de valores, qu e identif ican al s ujeto mora l, pa rte de la comu nidad justa. 136
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol Por ú ltimo, nos inscribimos en la ecoedu cación (o ej e tran sversal d e ecología) con E d war d Clarck 8, que p iensa que la ec oedu cación está basada en el sup uesto d e que tod a la vi d a en la ti erra es ec ologí a y p or natu raleza. Lo qu e bási camente significa es que está organizada por y se manifiesta a través de los sistemas vivientes. La ecoedu cación parte d el sup uesto de qu e para d esarrol larse y apren d er, para lle nar las capaci d ad es de los e stud iantes , éstos ti enen qu e ser parte d e comun idad es denidad apren dde izaje (como esuna l a comun idad juecológi sta) . Yca, el mejor odelo d e una comu aprend izajeloes comu nidad por lom tanto, si entend emos cómo funciona un a comun idad ecológi ca, pod remos ap licar es e enten d imiento a la comu nid ad justa, a l as famili as, a l as organ izaciones, así com o a las escu elas. Hay algu nos principios fund amen tale s de organizaci ón qu e describen cómo f un cionan las c omu nidad es de aprend izaje. Estos s on p rinci pios ecológi cos f un d amen tale s d e organ izac ión qu e se ap lican a tod os los si stemas vivie ntes y qu e se ref ieren a la interdep end enci a, la diversi d ad , la cooperaci ón, la coevolución, la susten tabili d ad . Todos estos principios parecen tautologías d e los pr incipios de la Pedagogía de la Te rnu ra o d e los obstác ulos a vencer para la Edu cación Popu lar, as í como d e los valore s y p rinci pios qu e se co nstru yen para fund ar una c omu nidad j usta.
D ESA RROLLO D EL CON VIFÚTBOL OBJETIVOS: Objetivo General Crear u n espacio que perm ita bri nd arle al niño la posibi lid ad d e ser p rotagonista en la construcción de acuerdos y de convivencia, a través del deporte y las m anif estac iones dep ortivas ( par a este cas o el m icrofútbol) , de tal m anera qu e pu eda potenciar sus h abil idad es, par ticipaci ón, d erec hos y el manej o d e valores como el respeto, l a hon esti d ad , el re conoci miento, la dignidad , la iguald ad y el trab ajo en equ ipo. Este espacio y estos objetivos crean un cli ma adecu ad o par a trab ajar d esde la psicol ogía frente a l os altos niveles de ansied ad , el ref uerzo d e las com petencias s ociales y el sentid o d e perten encia. Ob jetivos Específi cos 1. 2. 3. 4. 8
Cons tr ui r acuer dos Gene ra r re spet o Gene rar rec onoc imie nto y respeto por la dif erenc ia Incluir el juego co mo p ropu esta pedagógic a y c omu nitari a
Ecoeducación: la vida como currículum.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol 5. Generar espac ios de ref lexión fre nte a las normas 6. Generar espac ios de buen trato dif ere ntes a l os ac adémic os 7. Generar el trab ajo en grupo 8. Generar c omunic ación asert iva 9. Mejorar las c omp etenc ias sociales de los y las partic ipantes 10. Bajar los niveles de an siedad 11. senti de pipaci ertenenci a a laa la F un d ación, 12. Crear Generar la pd oartic ón d e tod p oblac iónal gru po y al equ ipo ·
Fase 1: trabajo de clase en talleres y asambleas
A p artir de estos obj etivos, s e reun ieron los niños y niñas d e la F un d ación con el fi n d e prop oner, organizar y concertar l a cel ebraci ón d e un camp eonato d e m icrofúbol mixto que se llamará CON VIFÚTBOL, d ond e par ticiparán todas las personas qu e hacen p arte d e la Fund ación, es d ecir, Adm inis traci ón, Profe soras, Equip o Psic osoci al, Aulas d e Acel eración y p reacel eración, NATs (niños, niña s y ad olesc entes trab ajad ores en call e), Chiqu itall er, Panad ería y Pastelerí a y la Pre cooperativa. En es ta reun ión se hicieron gru pos qu e plantearon los s igu ientes ac uerd os: -
No da r pa tada s Respe tar a los de má s N o empujar No da r tapo na zos No de cir g ro serías Los más gra ndes no pe gar le a los más pe queño s Hac erle caso a los árb itros Cobra r faltas sin gr oserías No t ra tar ma l a los juga dor es No a gr edi r a l os compa ñe ros No pe lear po r juga r de pr ime ros No botar el balón No q ui tarse las cami setas Cumpl ir el ho ra rio de jueg o No da r can illazos No pe lear po r un gol Respe tar al ár bitro No agr edi r ver balment e a l os compañe r@s No agredi r al jue z No come ter faltas Cumpl ir el reglame nt o Respe tar los equi pos 138
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol -
No bus car pro blema s con l os otros equipo s Saber pe rde r No ha cer zan cadi llas Que no s de n 20 minut os de jueg o por c ada t iempo Qu e p ong an t ar jeta a zul Que ha yan camb ios
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Que nos dendas g aseosa en cada par@s rt ido No dar pata a l os compañe sin bal ón Respe tar e l pa rt ido Trabajar e n g ru po
Metodología A pa rtir de estas prop uestas y d el objetivo d e la prop uesta, que es l a conviven cia y la p artici pación, se instau ra el camp eonato d e CON VIFÚTBOL con la sigu iente reglamentaci ón: 1. Los e quipos deben est ar c omp uestos por 5 j ugad ores (3 hombres y dos muje res o 3 mujeres y dos hombres) cada uno, de tal forma que todos puedan ju gar tod o el partido 2. El camp eonato s e jugará en el parque d e Villa Javie r 3. Habrá un j uez por pa rti do ( Eduardo) 4. Habrá u na j un ta arbi tral que estará c omp uesta por los j uece s, la coordinadora d el área psic osoc ial, la Psic oped agoga, un a p rofe sora y u n jugad or d e cada equipo (se reunirán cada 2 d ías) 5. El juez u tilizará l as tarj etas amaril la y roj a ún icamen te 6. El autor de u na fal ta, s anci onada con cualquie r tarj eta, y el agre dido pod rán estar presentes du rante la j un ta arbitral 7. Las f alt as que m ere cen tarj eta amaril la s on: • Agresión ve rba l a un co mpañero (una so la ve z) • Agresión ve rba l al juez ( una so la ve z) • Agre sión f ísica leve a un c ompañero (una so la ve z) • Agres ión física leve a un compañ ero que no t enga el bal ón ( un a so la vez) • Botar e l bal ón después de habers e sanci onado alguna f alta (un a sola vez ) • Burl ar se de un c ompa ñe ro • Las demás que el juez c onsi dere f altas leve s Todas estas agresiones son sancionadas cuando se hacen a un compañero de otro equipo. Cualqu ier jug ad or o jug ad ora qu e incurra en alguna d e estas f altas en d os oc asiones será sancionad o con la tarj eta roja. 139
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol La sanció n con la tarj eta amar illa genera la suspen sión p or m edio tiempo d el sigu iente p artido en el que p artic ipe el equipo d el infrac tor. Si hay u na p ersona sanci onad a con u na tarje ta am aril la y su falta ameritaba tarjeta roj a, será c itad o o citad a a la j u nta a rbitral p ara a clarar la fal ta. 8. Las f alt as que m ere cen tarj eta roj a son: • Comete r una d e las faltas de tarj eta amaril las en dos oc asiones • Agr edi r físicament e a un co mpañer o en f orma grave • Agr edi r ve rba lment e a un co mpañer o en forma g rav e • Tene r dos tar jetas amari llas seguidas • Agre dir f ísica o ver bal mente al juez • Ag redi r a un c ompa ñe ro del mi smo e qui po • Fome nta r el des orden durant e el part ido • Agre dir ve rbal o físicamente a las barr as • Golpea r e n f or ma pre medi tada a un co mpañe ro • Todas l as demás q ue el juez c onsi dere f altas grave s Tod as es tas agresi ones serán sanci onad as cua nd o se cometan a un compañ ero d e otro equipo, pero serán espec ialmen te apli cadas c u and o se d en en contra d e un comp añero d el mismo equ ipo. El jug ad or o l a jug ad ora que sea sanci onad o con tarj eta roj a será suspend ido d e 1 a 3 partidos, de acuerdo con la graved ad d e la falta, lo que se deci d irá en la junta ar bitral. Si la falta es muy grav e el jugad or o la j ug ad ora será sanci onad o por el re sto del c amp eonato. Es imp ortante aclarar qu e en Colombia, e l juego d el mic rofútbol pr esenta en su reglamento el u so d e 3 tarj etas, la amarill a y la roj a qu e cum plen fun ciones similares a las de este c amp eonato; y l a tarj eta azu l, qu e cuand o es exhibi d a p or el juez genera qu e un j ug ad or sea c am biado p or otro i nm ediatamen te y de f orma obli gator ia. En nuestr o caso, la tarje ta azul no ex iste porqu e los equ ipos d eben respond er a l a prop uesta de convivenc ia y re sponsabili d ad q ue tiene c ad a integrante c on las dem ás personas de su equipo. En otras palabras, el equipo está conformado por 5 jugadores y si uno es sancionado con medio tiempo o más, es responsable de d ejar a su equ ipo con 4 j ug ad ores y las posibl es consecuenci as que esto ac arrea frente a un equ ipo qu e si está c omp leto. Luego la responsabili d ad por la partic ipaci ón y el protagon ismo d e todos y tod as las integrantes d e los equipos recae sobre c ad a par ticipante, l o qu e genera un compr omiso c on el gru po, un tr abaj o man comu nad o, solidaridad , frate rnid ad , honestid ad y la co nstru cción o fortal ecimiento de otros valores que p ermiten caminar haci a la c onstru cción d e un a comu nidad ju sta, par ticipativa y p rotagonista.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol · Fase 2: Reconoc imie nto de la nec esidad d e as um ir posi ción y d efini r trabaj o frente al tema de pr otagonismo, co nvivencia y p artic ipaci ón Dur ante el primer m es se reali zaron 5 reu niones, e n las qu e se l ograron consolidar y fortalecer las propuestas de los NATs y la propuesta de juego de la Fundación. Ha blar de u na form a d e asum ir el convif útbol, l a convivenci a, el pr otagonismo o la partic ipaci ón, sól o se pu ede d ar d esde el desarroll o m ismo d el camp eonato y/ o al f inal del mismo, de manera qu e reto maremos el te ma en la parte de logros. No obstante, el trabajo realizado en las aulas responde a la propuesta de marco teórico, teniendo en cuenta que es una propuesta educativa, tran sversalizad a po r los ejes de géner o, ecología, d erechos y par ticipación, don d e se apuesta a la f orm ación d e suj etos morales d esde cada p royect o o área de traba jo d e clase.
Logros El campeonato ha permitido que los y las estudiantes interioricen algunas nor mas básicas de conviven cia como el resp eto, l a toleran cia, la c oed u cación, la camaradería. También lo gra d esarrol lar un senti d o d e la al teridad y el res peto p or la dife renci a. De est a forma, se desarroll a u n n ivel d e conci enci a d eterminad o por el acercamiento al otro, d esde la posibil idad d e comp artir. Los y las es tud iantes romp en las barreras d e los i mag inarios c ultu rales machistas (presentes en toda la sociedad latinoamericana), descubriendo en las d emás p ersonas la posibi lid ad d e construir en colectivo si n d iscriminación. Los y las e stud iantes l ogran d esenm arañar la comp etenc ia y vuelc an su mirad a haci a los juegos coo perativos, d e man era que no h ay perd edores si no p articipantes, amigos y amigas. La posibil idad de constr uir en c olectivo le s perm ite af ianzar se y trabaj ar p ara lograr fi nes comun es, sin p ensar en u tilizar la f uerza par a vencer a otro o a otra, sino que es la solidaridad la que permite fraternizar y construir con los y las dem ás, sin imp ortar de qu é equipo haga parte.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol Se forja el carácter en la med ida qu e se fom enta acepta r el error p rop io y el error d el otro o de la otra sin agresivi d ad o intole rancia.
Debilidades Algunas p ersonas que ll egaron a los partidos y qu
e no conoc ían la prop ues-
ta, manifiestan o desacuerdo con invali d and o la alguna propu inconformidad esta de l os NATs y desc onoci endalgunas o el pr reglas, oyec to casi plantead o. A este respecto, se presen ta u n ejemp lo claro: Una volun taria que ll ega a la F un d ación en el mes d e mayo p artic ipa como espec tad ora de u n p artido en el qu e juega u n equ ipo de niños y niñas de 7 a 1 0 años con un equ ipo d e niños y niñas de 12 a 15 años. Cuan d o ella ve la dif erencia, especialmen te en estatu ra, el la rec lama, alegand o la posible ven taja qu e pu ed en tener los y l as más altas. Por sup uesto, e lla d esconoce l a p rop uesta y d esconoce l a idea d e utili zar el dep orte sól o como u n p retex to par a la c onstru cción de convivenci a, sin imp ortar el marcador d el partido o el ganad or en goles. Las cos tum bres arraigadas en la soc ied ad frente a la comp etitivi d ad genera ciertos desacuerdos y descontentos con la posibilidad de construir cooperativamente. Si se lograra am pliar el tie mp o d e convif útbol es p osible que se obtuv ieran más y mejores resultados, pues la propuesta de 4 meses parecería corta en la med ida qu e el com pr omiso c on la p artic ipaci ón y el pr otagonismo es de tod a la vida y la convivenc ia debe ser u n eje transversal de la vida y la rel ación con el otro y la otra.
UNA MIRADA GENERAL SOBRE LOS RESULTADOS Asamb lea de cier re Una vez term inad o el pr oceso de camp eonato, s e real izó una asamblea general en l a qu e partic iparon tod os y todas las integrantes del proces o. Esta asamblea s e presentó como u na forma d e eval uación del campeon ato, por lo que se esgri mieron d iferentes ideas, pregu ntas, inqu ietud es, dif icultad es, aprend izajes y crític as. N o obstante, se resu me en términ os generales que, si bien es cierto qu e el c onvifútbol no logró la total idad d e sus obj etivos y algu nos sólo en forma parcial , se logró inm iscuir a los y l as pa rtici pant es en el proceso de constru cción d e convivenci a, desde la mirada y la experienc ia de la F u nd ación. Ad emás, una gran parte del colectivo realizó preguntas de resignificación de la convivencia, por ejemp lo: ¿si nosotros es tábam os juga nd o tranqu ilamen te y en forma d iverti 142
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol da, c ómo p ued e ser qu e un comp añero o c omp añera c ruce por la mit ad d e la canc ha y nos d etenga e l par tido? Esta pregu nta, en partic ular, genera un a mirad a d iferente a lo que se pensaba era la convivenc ia, pu es la m ayoría pensaba qu e todo se reducía a no decir groserías (palabras soeces) y no golpear a los y las compañeras. convivenci es l se a forma d e emp caminaryhp artic acia ipaci la paz,ónc duan d o men elos en pLa arte p ues éstaano consigue sin laezar pr aesencia el Estado, gobierno y todos los habitantes. No obstante, val e la pen a pensar qu e al crear espacios que posibiliten una convivencia pacífica, participativa e interactiva, a partir de la construcción y el refuerzo de valores en sujetos sociales y educativos, se prom ueve el trabaj o en equ ipo y el protagon ism o infantil , como bases fund amen tale s de la autonom ía y d el sujeto moral. Por estas razones, l os espacios d e retroalimen tación que se generar on al f inal d e cada p artido y los enc u entros con la j un ta arbitral, perm itían la controversia y el debate qu e deconstruía y reconstruía la c onvivenci a, de m anera qu e si en alg un a oportu nidad se pensó que había suce dido un llamad o d e atenc ión inj usto, se reconstru ía la historia y se lograron consen sos. Un ejem plo particular de ello fue el reclamo p resentado p or u n juga d or qu e fue am onestado con tarj eta amaril la por haber agredido verbal mente a u na compañ era que h izo d ete ner el pa rtido argu men tand o su d eseo de no partic ipar más en el juego. Cabe aclarar qu e la agresi ón fue m ás con p alabras c on voz fuerte qu e con groserías. Una vez en la j un ta arbitral , el argu men to del niño f ue: · · · ·
Me enc ontra ba a celera do porque el parti do es tab a muy emoc ionante . Me di o rab ia pens ar que podía mos perder el parti do co n el ret iro de mi compañera. Pensé e n lo que dec ía el prof esor so bre l a res ponsabi lidad de ca da u no en el equipo y el obj etivo d e no d ejar tirad o el equipo. Final mente, nec esitábamos a todos l os jugad ores para log rar ganar e l partid o.
Una v ez esc uchad o, la junta a rbitral gener a refle xión frente a la respon sabili dad de cada m iembro d el equipo, l a nece sidad de actuar como un a sol a p ers ona pa ra lograr un m ejor desemp eño, la poca o ningun a importan cia del marcador en goles d el par tido y la posi bilidad d e ped ir un espacio d ur ante el par tido par a d ialogar con el equip o y tomar la mej or d ecisión, siemp re en gru po. Al te rm inar la ref lexión, el niño asum e su falta y convoca a la comp añera par a qu e ell a asu m a su respon sabil idad , par a finalizar c on u n abrazo y u na am istad m ás fortalecid a y frate rna. 143
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Resultados Du ran te el convifútbol, se presentar on tar jetas roj as a 3 niños y 1 niñ a, debid o a la utili zaci ón d e palabras soec es. No obstante, en ningú n caso se pr esentó la agresividad física, lo qu e pu ed e ser u na resp uesta al traba jo de sensibili zación en tall eres y as am bleas frente a sus p ropios ac uerd os y la propu esta de la F u ndación. Por otra p arte, se presentar on tar jetas ama rillas a 11 niño s y 8 niña s, qu ienes agred ieron verbalmente a c omp añeros o comp añeras de otros equipos. Es importante resaltar que (seguramente por la figura de poder) nunca se agredió física o verbalmente al árbitro d el partido. Se jug aron 30 par tidos en los que p artic iparon todos y tod as las i nscri tas generando una propuesta incluyente y fuertes expectativas frente al cambio de reglas o norm as. Una de las partes más interesantes del proceso se da hacia el final del convifútbol, d ond e los y l as par ticipantes no fueron obje to d e llama dos d e atención por parte del árbitro en ningún sentido, es decir que no se presentaron tarj etas amarill as o roj as, lo que pu ede respon d er a un emp oderam iento frente al convifútbol y a la prop uesta d e construcc ión d e convivenc ia y p artic ipaci ón, desde el dep orte . Aun qu e los res ultados c uan titati vos pu eden m ostrar una p oblac ión poco agresiva o con logros muy estimulantes, los resultados cualitativos permiten ampliar el espec tro d el pr oyec to, pu es perm iten observar comp ortam ientos agrad ables y conse cuentes c on u nos acuerdos p revios . Más al lá de la mitad d el cam peonato, los niños y las niñas logran empoderarse de la poca importancia del mar cador d e cad a partido y se ge neraliza un am biente de camarad ería, qu e permite un mejor d esemp eño en el aula y el trabaj o. Obviamente, no tod os y tod as logran los obj etivos, pu es es bu eno tener en cuenta su his toria d e vida personal y su cotidianidad . En algunas oportu nidad es, los y las partic ipantes ll egaban agobiados y ansioso s d ebid o a la persec ución d e la que fueron víctimas la tarde a nterior, por p arte d e la polic ía, en su s pu estos d e trabaj o; en otras ocasi ones, al gu nos y algun as no h abían d esayuna d o, por fal ta d e dinero, lo que hacía que ll egaran con p oca o ningu na d isposic ión par a el juego. No obstante, el fútbol ti ene la virtud de convocar mu ltitud es y de estar inmerso en nu estra cul tura, de m anera que ráp idamente entraban en la d inámica y olvidaban p or un m omen to sus dif icultad es.
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Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol El acomp añam iento d e los y l as d ocentes f ue m uy imp ortante y satisf acto rio pa ra los niños y l as niñas, pu es sentían apoyo, c onfi anza y respald o. Ad emás, los y l as d ocentes l ograron captar m uchos logros y cambios gratos e n el c omp ortamiento y ac titud d e mu chos pa rtic ipantes. Una p rofe sora rec onoce la poca pa rtic ipaci ón qu e habían m ostrado su s estud iantes al pr incipio del año, posibl em ente p or timidez, ansiedad , miedo al casti go soci al o poco interés, sin em bargo nota n cambio en la partic ipaci ón el agógico. grup o, no sól o en el au la,usino en lassustancial asamb leasyypeositivo n los espacios de traba jo pded Por otra parte, se deben tener en cuenta los logros a nivel del desarrollo psic omotor, don d e los niños y l as niñas l ograron av ances en late rali d ad , especialid ad , manej o corporal, e qu ilibri o y tem pora lid ad . Todos estos avances perm iten qu e el niño y la niña tengan u n m ejor d esem peñ o en todas su s tareas , lo qu e fortal ece su au toesti ma y gen era n uevas posibil idad es fre nte a su resi lienci a y forma d e abord ar las dif icultad es. Finalmente, los niños y las niñas p lantean la nece sida d d e seguir co nstru yend o convivenc ia desde el d eporte, l o qu e lleva al equipo d e la F un d ación a generar una propuesta de CONVIYERMIS, como una forma de dar continuidad al pr oceso del convif útbol. Reconoce, ad emás, qu e han logrado un a mirada m ás am plia d e la convivenc ia, la par ticipaci ón y el p rotagonismo y ven la nece sid ad d e ser protagon istas ac tivos y ac tivas no sól o d e su v ida, si no d e todos los espacios d e formaci ón y d el trabaj o, pu es est o les perm itirá tener más herram ientas pa ra lograr sus obj etivos y m ejorar su calidad d e vida.
TABLA D E PUN TAJES Y SEGU IMIEN TO
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GRÁ FICO D E TARJETAS AM ARILLAS Y ROJAS GU AN TE EL CONVIFÚTBOL
APRENDIZAJES Definiti vam ente, l os apren d izajes son equ iparables a los resultad os y son mu y imp ortantes en un pr oceso f orm ativo, d e man era qu e sol am ente l os enun ciaremos d e la s iguiente f orm a: Aprendizajes del equipo de trabajo · · ·
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Nec esidad de un pres upu esto mayo r y una pobl ación may or. Nec esidad de inc lusi ón d e los y l as prof esoras en el campeonato , de manera qu e no sean sól o observadores, además p orqu e generaba mayor expectati va el juego con su presencia. Nec esidad d e asumir una post ura más comprometi da, pu es para e llos era un juego y p ara los niños y las niñas se c onvirtió en u na n ecesida d y u n esp acio vital , dond e pod ían li berar energías negativas y co mp artir c on los amigos y las amigas. Existe la nec esidad d e pla ntear l a propu esta de f orma ex tensi va a l as aulas , es decir que el i mpacto de los l lama d os de aten ción, las ref lexiones y el d ebate sobre la c onvivenci a n o d ebe estar alre d edor d el convifútbol ún icamen te. El juego s igue repre sentando un eslabó n importante en el desar rol lo de lo s niños y las niñas. La partic ipac ión y el protagonis mo no se da ú nicamente e n el aula, los espacios de d ebate o la intervenc ión ince sante d e algun os niños y n iñas, también existen niños y niñas participativos y protagonistas en espacios diferentes y 146
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en form as d iferentes, lo que sucede es qu e m uchas v eces son invisi bilizados por las c ontinu as intervenci ones d e otros y otras. La comunidad j usta empie za a ser una rea lidad y d eja de s er una utopía . Encontra ron f ormas di fere ntes de parti cipac ión y protago nis mo. Resigni ficaron y ampli aron el conce pto de c onvive ncia y de re speto. Enco ntraron mej ores posib ilidades e n el juego c ooperati vo que e n la comp etencia. Emp ezaron a es cud riñar en lo s dil emas moral es y f orta leciero n algunos va lores , al tiem po ap rend ieron nu evas f orm as de relac ión.
Apr endiz ajes de lo s niño s y las niñas · · · · · · · · ·
Encont ra mos nue vo s a mi gos y a mi ga s. Ser buenos jugad ores hizo que mis comp añeros se fijaran más en mi s cuali dades. Aprendimos que no debe mos s er i rre spet uosos con l as o tras pers onas . Jugar f útbo l no s ay udó a ol vidar nues tro s pro blemas . Ahora que t ene mos más amig os y ami gas nos senti mos más acompañad os y protegidos. No importa c uántos g oles meti mos, sino c uántos a migo s conse guimos . Algunos no somos b uenos en mate máti cas pero c ontamos con c ompañeros d e equipo, que c reen en nu estras cuali d ad es de j ug ad ores y nos ayud an con nu estras t areas. Entendi mos l a imp ort anc ia de e scuchar y ser e scuchados . Cree mos que s i todo el país jugara c onvif útbol, se lograrí a la paz.
CONCLUSIONES El pr oceso d e Convifútbol c ontinu a siendo un a p roce so en construcc ión, el cual definitivamente se retroalimenta con la participación de los niños y las niñas, d el m ismo mod o se evidenci a en este , un p roce so qu e pr omu eve el pr otagonismo y la p artic ipaci ón d e los NATs. Esto evidenci ad o especi almente en la c onstru cción de acuerd os a través del dep orte. La prom oción d e la convivenci a es una d e las apu estas f uertes del Convif útb ol por tan to es ta se ha convertido en una h erram ienta qu e fortalec e proces os de au toest ima, lazos de soli d aridad , y en general p rom ueve factores de resi lienci a con m iras a la potenciac ión d e las c apa cidad es de los NATs. El d eporte se convirti ó en u na h erram ienta la cual favorec ió el d esarrol lo de competencias sociales, d e igu al form a se presento c omo u na h erramienta p ara 147
Sistematización de la prop uesta de constru cción de conviven cia, partici pación y protagonismo a partir d el deporte. E l Convif útbol expresar sentimientos, red ucir niveles de ansie dad y agresivi dad , así como f ortalecer p roce sos de orga nizac ión con m iras a lograr u n obje tivo c omú n. Por tanto y tomando en cuenta los resultados arrojados por el proceso se inicio un p roce so denom inado el convideportes el c ual bu sca p rom over y fortalecer la conviven cia a tr avés d e juegos trad icionales tales c om o: yerm is, baloncesto uales un idoscia cony las el fútbol buscaran sa ociales. través d e u n año fortalec er y prom los overc la conviven c om petencias Participación, derechos y el manejo de valores como el respeto, la honestid ad , el reconoci miento, l a d ignidad , la igualdad y el t rabaj o en equ ipo. Este espaci o y estos obj etivos crean u n clima ad ecuad o p ara trabajar d esde p sicología frente a los al tos niveles de an siedad , el refuerz o d e las c om petencias s ociales y el sentido d e p ertenenci a. · ·
ANEXOS Testimo nios
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