Okasha. Filosofia de La Ciencia.

July 24, 2017 | Author: Castor Ywea | Category: Inductive Reasoning, David Hume, Science, Physics & Mathematics, Physics
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Samir Okasha

FILOSOFÍA DE LA CIENCIA Una Introducción Muy Breve

Traducción de Ricardo García Valdivia

PROBACH

Samir Okasha FILOSOFÍA DE LA CIENCIA 1

Una Introducción Muy Breve

Traducción de Ricardo García Valdivia

PROBACH

Traducción: Ricardo García Valdivia** Editado por el Programa de Bachillerato y Licenciatura en Educación, Facultad de Educación, UNMSM. Lima, Perú, 2005 Título del original en inglés : Philosophy of science. A very short introduction, Oxford University Press, New York, 2002

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Encargado del control de calidad de los textos autoinstructivos de los Programas de Bachillerato y Licenciatura en Educación de la UNMSM, Lima, Perú.

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ÍNDICE 1 ¿Qué es la ciencia?............................................................. 5 Los orígenes de la ciencia moderna…………… ¿Qué es la filosofía de la ciencia?...................... Ciencia y pseudociencia……………….

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El razonamiento científico............................................... 14 Deducción e inducción…………………… El problema de Hume………………… La inferencia de la mejor explicación…………. Probabilidad e inducción………………………… 3 La explicación en la ciencia............................................. 46 El modelo de explicación de la ley de cobertura de Hempel… El problema de la simetría…………………. El problema de la irrelevancia……………………. Explicación y causalidad……………………… ¿Puede la ciencia explicarlo todo?........................ Explicación y reducción……………………..… 3

4 Realismo y anti-realismo................................................. 69 Realismo y anti-realismo cientificos……………… El argumento del no “milagro”………………………… La distinción observable/no observable………………. El argumento de la infradeterminación…………………. 5 Cambios científicos y revoluciones científicas................91 Filosofía de la ciencia del positivismo lógico……. La estructura de las revoluciones científicas……….. La inconmensurabilidad y la carga teórica de los datos…….. Kuhn y la racionalidad de la ciencia…… El legado de Kuhn………………

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Problemas filosóficos en física, biología y psicología.............................113 El espacio absoluto: Leibniz contra Newton…… El problema de la clasificación biológica…………….. ¿Es la mente modular?................................................. 7 La ciencia y sus críticos ................................................ 141 Cientificismo……………………………. Ciencia y religión………………………… ¿Está la ciencia libre de valores? 8

Lectura recomendada.................................................... 159

Capítulo 1 ¿Qué es la ciencia? ¿Qué es la ciencia?, esta pregunta parece fácil de responder: Todos sabemos que materias como física, química y biología constituyen la ciencia, a diferencia de materias como arte, música y teología que, claramente, no forman parte de la ciencia. Pero cuando preguntamos como filósofos ¿Qué es la ciencia?, esta no es la clase de respuesta que esperamos. No estamos preguntando por una mera lista de actividades llamadas ciencias. Más bien estamos inquiriendo por las características comunes de las cosas que forman esa lista, es decir, lo que hace que una cosa sea ciencia. Vista de este modo nuestra pregunta no es tan trivial. Pero usted puede seguir pensando que la cuestión es relativamente sencilla. Seguramente la ciencia es el intento de entender, explicar y predecir el mundo en que vivimos. Ciertamente, esta es una respuesta razonable. Pero, ¿Ese es todo el asunto? Después de todo, las diferentes religiones también tratan de entender y explicar el mundo, pero la religión no es usualmente reconocida como una rama de la ciencia. Similarmente la astrología y la adivinación de la suerte están interesadas en predecir el futuro, pero la mayoría de las personas no describirían estas actividades como ciencias. O consideremos la historia. Los historiadores tratan de entender y explicar que sucedió en el pasado, pero la historia es usualmente clasificada más como una disciplina humanística que científica. Como muchas preguntas filosóficas, la pregunta ‘¿Qué es la ciencia?’ se vuelve más ardua de lo que parecía a primera vista. Muchas personas consideran que las características que distinguen a la ciencia descansan sobre todo en los particulares métodos científicos usados para investigar el mundo. Esta sugerencia es muy plausible. Las diferentes ciencias emplean métodos de investigación distintivos que no se encuentran en las disciplinas no4

científicas. Un ejemplo obvio es el uso de experimentos, el cual marca históricamente un punto de viraje en el desarrollo de la ciencia moderna. No todas las ciencias son experimentales. Los astrónomos obviamente no pueden hacer experimentos en los cielos, en vez de eso se contentan con hacer observaciones cuidadosas. Lo mismo es verdad para las diferentes ciencias sociales. Otra característica importante de la ciencia es la construcción de teorías. Los científicos no solo registran los resultados de sus experimentos y observaciones en un libro de notas, por lo general ellos desean explicar esos resultados en términos de una teoría general. Esto no siempre es fácil de hacer, pero se han logrado algunos éxitos relevantes. Uno de los problemas clave en la filosofía de la ciencia es entender de que manera procedimientos tales como la experimentación, la observación y la construcción de teorías han habilitado a los científicos para revelar muchos secretos de la naturaleza.

Los orígenes de la ciencia moderna En las escuelas y universidades actuales la ciencia es enseñada de una manera acusadamente ahistórica. Lo libros de texto presentan las principales ideas científicas en ciertas formas convenientes, con muy poca mención del largo y a menudo tortuoso proceso que ha conducido a su descubrimiento. Como estrategia pedagógica puede tener sentido. Pero, algún conocimiento de la historia de las ideas científicas es de mucha ayuda para entender los tópicos que interesan a los filósofos de la ciencia. Realmente, como veremos en el Capitulo 5, se ha sostenido que un atento acercamiento a la historia de la ciencia es indispensable para hacer buena filosofía de la ciencia. Los orígenes de la ciencia moderna descansan en un periodo de rápido desarrollo científico que ocurrió en Europa entre los años 1500 y 1750, al cual nos referimos ahora como la revolución científica. De hecho, investigaciones científicas fueron realizadas también en tiempos antiguos y medievales – La revolución científica no surgió de la nada. En estos periodos tempranos, predomino la visión aristotélica del mundo, llamada así en nombre del antiguo filosofo griego Aristóteles, quien propuso detalladas teorías en física, biología, astronomía, y cosmología. Pero las ideas de Aristóteles le parecerían muy extrañas a un científico moderno, lo mismo que sus métodos de investigación. Por señalar un ejemplo, el creía que todos los cuerpos terrestres están compuestos de solamente cuatro elementos: tierra, fuego, aire y agua. Esta visión obviamente esta reñida con lo que nos dice la moderna química. El primer paso crucial en el desarrollo de la visión científica moderna del mundo fue la revolución Copernicana. En 1542 el astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543) publicó un libro en el cual atacaba el modelo geocéntrico del universo, el cual colocaba la tierra estacionaria en el centro del universo con los planetas y el sol orbitando alrededor de ella. La astronomía geocéntrica, conocida también como astronomía Ptolemaica en nombre del antiguo astrónomo griego Ptolomeo, es hija directa de la visión aristotélica del mundo y prevaleció sin disputa durante 1800 años. Copérnico sugirió una alternativa: el sol es el centro fijo del universo, y los planetas, incluida la tierra, están en órbita alrededor del sol. En este modelo heliocéntrico la tierra es considerada solamente como un planeta mas, perdiendo de esta manera el estatus especial que la tradición le había conferido La teoría de Copérnico encontró inicialmente mucha resistencia, sobre todo de la Iglesia Católica que la acusó de contravenir las Sagradas Escrituras y en 1616 condenó el libro por su enseñanza del movimiento de la tierra. Sin embargo en 100 años el Copernicanismo logró establecerse como ortodoxia científica. La innovación de Copérnico no condujo solamente a una mejor astronomía, indirectamente, condujo al desarrollo de la física a través del trabajo de Johannes Kepler (1571-1630) y Galileo Galilei (1564-1642). Kepler descubrió que los planetas no se movían en orbitas circulares alrededor del sol, como pensaba Copérnico, sino mas bien en elipses. Esta fue su crucial “primera ley” del movimiento planetario; sus segunda y tercera leyes especifican las velocidades a las cuales los planetas orbitan el sol. 5

Tomadas juntas, las leyes de Kepler proporcionaban una teoría planetaria largamente superior a cuanto se había logrado antes, resolviendo problemas que habían confundido a los astrónomos durante siglos. Galileo fue un permanente defensor del Copernicanismo y uno de los pioneros del telescopio. Cuando dirigió su telescopio a los cielos hizo una riqueza de sorprendentes descubrimientos incluyendo montañas en la luna, un vasto arsenal de estrellas, manchas solares y las lunas de Júpiter. Estos descubrimientos estaban en abierto conflicto con la cosmología Aristotélica y jugaron el rol de pivote en la conversión de la comunidad científica al Copernicanismo. Sin embargo, la contribución mas perdurable de Galileo no fue en astronomía sino en mecánica , donde refutó la tesis aristotélica de que los cuerpos pesados caen mas rápido que los cuerpos ligeros. En lugar de esta teoría, Galileo hizo la sugerencia contraintuitiva de que todos los cuerpos caen hacia la tierra en el mismo tiempo, independientemente de su peso. (De hecho, en la practica, si usted deja caer una pluma de ave y una bala de cañón desde la misma altura, la bala de cañón llegará al suelo primero, Galileo argumento que esto se debía simplemente a la resistencia del aire – en el vacío ambas llegarían al suelo juntas.) Adicionalmente, sostuvo que los cuerpos en caída libre se aceleran uniformemente, es decir, ganan iguales incrementos de velocidad en iguales tiempos; esto es conocido como la ley de Galileo de la caída libre: Galileo proporciono evidencia persuasiva aunque no totalmente concluyente para esta ley, la cual es la pieza central de su teoría de la mecánica. Galileo es considerado generalmente como el primer físico moderno. Fue el primero en mostrar que el lenguaje de las matemáticas podría ser usado para describir el comportamiento de los objetos reales en el mundo material : cuerpos que caen, proyectiles, etc. Para nosotros esto parece obvio – las teorías científicas actuales son normalmente formuladas en lenguaje matemático, no solo en las ciencias físicas sino también en biología y en economía. Pero en los días de Galileo esto no era obvio: se reconocía ampliamente que las matemáticas trataban con entidades puramente abstractas y por lo tanto eran inaplicables a la realidad física. Otro aspecto innovador de la obra de Galileo fue su énfasis en la importancia de probar las hipótesis experimentalmente. Para los científicos modernos esto puede parecer nuevamente obvio. Pero en el tiempo en que trabajaba Galileo, la experimentación no era generalmente considerada como un medio confiable de obtener conocimiento. El énfasis de Galileo en la prueba experimental marca el inicio de una aproximación empírica al estudio de la naturaleza que continua hasta hoy. El periodo que siguió a la muerte de Galileo presenció como la revolución científica ganaba rápidamente en fuerza. El filosofo, matemático y científico francés Rene Descartes (1596-1650) desarrolló una filosofía mecánica radicalmente nueva. De acuerdo a esta, el mundo físico consiste simplemente en partículas inertes de materia interactuando y colisionando entre ellas. Descartes creía que las leyes que gobiernan el movimiento de estas partículas o corpúsculos nos darían la clave para entender la estructura del universo copernicano. La filosofía mecánica prometía explicar todos los fenómenos observables en términos del movimiento de estas partículas inertes e insensibles y rápidamente se convirtió en la visión científica dominante de la segunda mitad del siglo XVII. Para algunos esta se extiende hasta los tiempos actuales. La filosofía mecánica fue expuesta en las versiones de Huygens, Gassendi, Hooke, Boyle y otros; Su amplia aceptación marcó el derrumbe final de la visión aristotélica del mundo. La revolución científica culminó en la obra de Isaac Newton (1643-1727), cuyos logros permanecen sin paralelo en la historia de la ciencia. La obra maestra de Newton fue su Principios Matemáticos de Filosofía Natural, publicada en 1687. Newton estaba de acuerdo con la filosofía mecánica, en que el universo consistía simplemente en partículas en movimiento pero no con la idea cartesiana de leyes del movimiento y reglas de colisión. El resultado fue una teoría mecánica y dinámica de gran poder explicativo, basada en las tres leyes de Newton del movimiento y en su famoso principio de la gravitación universal. De acuerdo con este principio, cada cuerpo del universo ejerce una atracción gravitacional sobre cada otro cuerpo; la fuerza de la atracción entre dos cuerpos depende del producto de sus masas y del cuadrado de la distancia que los separa. Luego las leyes del movimiento especifican como esta fuerza gravitacional afecta el movimiento de los cuerpos. Newton elaboro su teoría con gran precisión y rigor matemáticos, inventando la técnica matemática conocida ahora como cálculo infinitesimal. Exitosamente, Newton fue capaz de demostrar que las leyes de Kepler del movimiento planetario y la ley de Galileo de la caída libre (ambas con ligeras 6

modificaciones) eran consecuencia lógica de sus leyes del movimiento y de la gravitación. En otras palabras, las mismas leyes podían explicar los movimientos de los cuerpos tanto en el dominio terrestre como en el celestial y fueron formuladas por Newton en una precisa forma cuantitativa. La física newtoniana proporciono el modelo para la ciencia en los siguientes doscientos años, reemplazando rápidamente a la física cartesiana. La confianza en la ciencia creció rápidamente en este periodo, debido sobre todo a los éxitos de la teoría de Newton, de la cual se creyó que revelaba los verdaderos secretos de la naturaleza y que era capaz de explicar todos los fenómenos naturales. Se realizaron intentos detallados de extender el modelo newtoniano de explicación a más y más fenómenos. Los siglos XVIII y XIX vieron notables avances científicos, particularmente en el estudio de la química, óptica, energía, termodinámica y electromagnetismo. Pero para la mayor parte estos desarrollos eran frutos de una amplia concepción newtoniana del universo. Los científicos aceptaron la concepción de Newton como esencialmente correcta; lo que quedaba por hacer era completarla en sus detalles. La confianza en el modelo newtoniano fue sacudida en los primeros años del siglo XX, gracias a dos nuevos desarrollos revolucionarios en física : la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. La teoría de la relatividad, descubierta por Einstein, mostró que la mecánica newtoniana no da resultados correctos cuando se aplica a objetos muy masivos o a objetos que se mueven a muy altas velocidades. Inversamente, la mecánica cuántica muestra que la teoría newtoniana no funciona cuando se aplica, en una escala muy pequeña, a las partículas subatómicas. La teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, especialmente esta última, son teorías muy extrañas y radicales y hacen afirmaciones acerca de la naturaleza de la realidad que mucha gente encuentra difícil de aceptar o incluso de entender. Su aparición causó considerable agitación en la física, la cual continua hasta hoy. Tanto como lo permite este breve recuento de la historia de la ciencia, ha sido enfocado principalmente en la física. Esto no es accidental, la física es históricamente muy importante y en un sentido la mas fundamental de las disciplinas científicas. Porque los objetos de las otras ciencias están hechos, ellos mismos, de entidades físicas. Por ejemplo, considere la botánica. Los botánicos estudian las plantas, las cuales están compuestas de moléculas y átomos, que son partículas físicas. Así que, la botánica es obviamente menos fundamental que la física – aunque esto no significa decir que es menos importante. Este es un punto al cual retornaremos en el Capitulo 3. Pero incluso una breve descripción de los orígenes de la ciencia moderna seria incompleta sin alguna mención de las ciencias no-físicas. En biología el evento sobresaliente es el descubrimiento, por Charles Darwin, de la evolución por selección natural, publicado en El Origen de la especies, en 1859. Hasta entonces era ampliamente creído que las diferentes especies de seres vivos habían sido creadas en forma separada por Dios, como enseña el libro del Génesis. Pero Darwin afirmó que las especies actuales realmente han evolucionado a partir de formas ancestrales a través de un proceso conocido como selección natural. La selección natural ocurre cuando algunos organismos dejan mas descendientes que otros, dependiendo de sus características físicas; si estas características son heredadas por sus descendientes, con el tiempo la población se adaptara cada vez mejor a su ambiente. Aunque es un proceso simple, después de muchas generaciones puede causar que una especie determinada evolucione hacia otra totalmente nueva, argumentó Darwin. Tan persuasiva fue la evidencia que Darwin adujo para su teoría que, al iniciarse el siglo XX había sido aceptada como ortodoxia científica a despecho de la considerable oposición teológica. Posteriores trabajos han proporcionado sólida confirmación de la teoría de Darwin, la cual constituye la pieza central de la moderna visión biológica del mundo. El siglo XX presenció otra revolución en la biología, que aun no ha sido completada: el surgimiento de la biología molecular, en particular la genética molecular. En 1953 Watson y Crick descubrieron la estructura del ADN, el material hereditario que constituye los genes en las células de las criaturas vivientes. El descubrimiento de Watson y Crick explicó como la información genética puede ser copiada de una célula a otra, y de esta manera, pasar de los padres a sus descendientes, explicando de tal modo el porqué los hijos tienden a parecerse a sus padres. Su descubrimiento impulsó el surgimiento de una nueva e interesante área de investigación biológica. En los 50 años posteriores al trabajo de Watson y Crick, la biología molecular ha crecido rápidamente transformando nuestra comprensión de la herencia y de cómo los genes construyen 7

organismos. El reciente intento de proporcionar una descripción a nivel molecular del conjunto completo de genes en los seres humanos, conocido como el Proyecto Genoma Humano, es una demostración de lo lejos que ha llegado la biología molecular. El siglo XX vera mas desarrollos importantes en este campo. Más recursos han sido dedicados a la investigación científica en los últimos cien años que en ninguna época del pasado. Entre otros resultados esta la explosión de nuevas disciplinas científicas: ciencia de la computación, inteligencia artificial, lingüística y neurociencia. Posiblemente el evento mas significativo de los últimos 30 años es el nacimiento de la ciencia cognitiva, la cual estudia diferentes aspectos de la cognición humana como percepción, memoria, aprendizaje y razonamiento y ha transformado la psicología tradicional. Mucho del ímpetu de la ciencia cognitiva viene de la idea de que la mente humana es en varios aspectos similar a una computadora y por lo tanto los procesos mentales humanos pueden ser comprendidos comparándolos con las operaciones que realiza la computadora. La ciencia cognitiva esta aun en su infancia, pero promete revelar mucho acerca del trabajo de la mente. Las ciencias sociales, especialmente la economía y la sociología, también han florecido en el siglo XX, aunque muchas personas las consideran rezagadas respecto de las ciencias naturales en cuanto a rigor y sofisticación.

¿Qué es la filosofía de la ciencia? El principal objetivo de la filosofía de la ciencia es analizar los métodos de investigación utilizados en las diferentes ciencias. Usted puede preguntar porque este objetivo debería ser asumido por los filósofos mas que por los mismos científicos. Esta es una buena pregunta. Parte de la respuesta es que mirar la ciencia desde una perspectiva filosófica nos permite analizarla mas profundamente y llegar al nivel de las ideas encubiertas que están implícitas en la practica científica, pero que los científicos no discuten explícitamente. A modo de ilustración considere la experimentación científica. Suponga que un científico hace un experimento y consigue un resultado particular. Repite el experimento unas cuantas veces y obtiene el mismo resultado. Es muy probable que después que se detenga, confíe en que si el repite el experimento, exactamente bajo las mismas condiciones, continuara obteniendo los mismos resultados. Esta suposición puede parecer obvia, pero como filósofos deseamos cuestionarla. ¿Por qué asumir que futuras repeticiones del experimento darán el mismo resultado? ¿Cómo sabemos que esto es verdad? El científico no esta muy dispuesto a derrochar su tiempo en estas cuestiones tan peliagudas: probablemente tiene mejores cosas que hacer. Estas preguntas son esencialmente filosóficas, y volveremos a ellas mas adelante. Así que el trabajo de la filosofía de la ciencia es problematizar las suposiciones que los científicos toman como garantizadas. Pero seria erróneo implicar que los científicos nunca discuten temas filosóficos. En realidad, históricamente, muchos científicos han jugado un rol importante en el desarrollo de la filosofía de la ciencia. Descartes, Newton y Einstein son ejemplos prominentes. Ellos estaban profundamente interesados en preguntas filosóficas acerca de cómo debería proceder la ciencia, que métodos de investigación debería usar, cuanta confianza deberíamos depositar en estos métodos, cuales son los limites del método científico, etc. Como veremos, estas cuestiones siguen estando aun en el corazón de la actual filosofía de la ciencia, entonces, los temas que interesan a los filósofos de la ciencia no son “meramente filosóficos”; por el contrario, ellos han captado la atención de los mas grandes científicos de todos los tiempos. Como ha sido dicho, muchos científicos actuales tienen poco interés en la filosofía de la ciencia y tienen de ella un conocimiento exiguo. Aunque esto es lamentable, no es una indicación de que los temas filosóficos carezcan de importancia. Mas bien, esto es una consecuencia del incremento de la especialización en las ciencias y de la polarización entre las ciencias y las humanidades que caracteriza el sistema educativo moderno. Después de todo, usted podría seguir preguntando, que es realmente la filosofía de la ciencia. Porque decir que ‘estudia los métodos de la ciencia’, como dijimos arriba, no es decir mucho. En vez de tratar de proporcionar una definición mas informativa, procederemos directamente a considerar un problema típico de la filosofía de la ciencia.

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Ciencia y Pseudo-ciencia Recordemos la pregunta con la cual empezamos: ¿Qué es la ciencia?, Karl Popper, un influyente filósofo de la ciencia del siglo XX, pensaba que la característica fundamental de una teoría científica es que esta debería ser falsable. Llamar a una teoría falsable no significa decir que es falsa. Mas bien, esto significa que la teoría hace algunas predicciones definidas, y que estas predicciones pueden ser probadas experimentalmente. Si estas resultan ser erróneas, entonces la teoría ha sido falsada o desaprobada. Así, una teoría falsable es aquélla de la cual podríamos descubrir que es falsa. Popper pensaba que algunas teorías supuestamente científicas no satisfacen esta condición y por lo tanto no merecen ser llamadas ciencias; en vez de eso, ellas serían meramente pseudo-ciencias. La teoría psicoanalítica de Freud fue, para Popper, un ejemplo favorito de pseudo-ciencia. Según Popper, la teoría de Freud podría ser reconciliada con un hallazgo empírico cualquiera. Cualquiera que sea el comportamiento del paciente, los freudianos podrían encontrar una explicación de este en términos de su teoría – ellos nunca admitirían que su teoría se ha equivocado. Popper ilustra el punto con el siguiente ejemplo. Imagine a un hombre arrojando un niño a un río con la intención de asesinarlo, y otro hombre que sacrifica su vida para salvar al niño. Los freudianos pueden explicar ambos comportamientos con igual facilidad: el primer hombre estaba reprimido y el segundo ha conseguido la sublimación. Popper señala que por medio del uso de conceptos tales como represión, sublimación y deseos inconscientes, la teoría de Freud podría ser compatible con un dato clínico cualquiera y, por la tanto, no es falsable. Lo mismo es cierto de la teoría de la historia de Marx, afirmaba Popper. Marx señaló que en las sociedades industrializadas del mundo, el capitalismo daría paso al socialismo y finalmente al comunismo. Pero cuando esto no sucedió, en vez de admitir que la teoría de Marx estaba equivocada, los marxistas inventaron una explicación ad hoc por la cual lo sucedido estaba realmente en perfecto acuerdo con su teoría. Por ejemplo, ellos podrían decir que el progreso inevitable hacia el comunismo ha sido temporalmente retardado por el surgimiento del estado de bienestar, el cual ‘suaviza’ al proletariado y debilita su celo revolucionario. De suerte que la teoría de Marx podría ser compatible con cualquier posible curso de los hechos, igual que la de Freud. Podemos concluir entonces que, de acuerdo con el criterio de Popper, ninguna de estas dos teorías califica como genuinamente científica. Popper contrasta las teorías de Freud y Marx con la teoría de la gravitación de Einstein, conocida también como relatividad general. A diferencia de las teorías de Marx y Freud, la teoría de Einstein hace una predicción definida: que los rayos de luz de las estrellas lejanas deberían ser curvados por el campo gravitacional del sol. Normalmente este efecto sería imposible de observar – excepto durante un eclipse solar. En 1919 el astrofísico ingles Sir Arthur Eddington organizo dos expediciones para observar dos eclipses solares, uno en Brasil y el otro en la Isla del Príncipe en la costa atlántica de África, con la finalidad de probar las predicciones de Einstein. Las expediciones comprobaron que la luz de las estrellas es realmente curvada por el sol en una cantidad que era casi exactamente la predicha por Einstein. Esto impresionó mucho a Popper,. La teoría de Einstein había hecho una predicción definida y precisa que había sido confirmada por las observaciones. Si hubiera sucedido que la luz de las estrellas no fuera curvada por el sol, esto habría demostrado que Einstein estaba equivocado. Por lo tanto la teoría de Einstein satisface el criterio de falsabilidad. Intuitivamente, el intento de Popper de establecer una demarcación entre la ciencia y la pseudo-ciencia es bastante plausible. Hay ciertamente algo insatisfactorio en una teoría que puede hacer encajar en ella cualquier dato empírico. Pero algunos filósofos señalan que el criterio de Popper es demasiado simplista. Popper critica a los freudianos y a los marxistas por explicar cualquier dato que aparece en conflicto con sus teorías, en lugar de aceptar que sus teorías han sido refutadas. Ciertamente, este parece un procedimiento sospechoso. Sin embargo, hay alguna evidencia de que este procedimiento es comúnmente usado por científicos ‘respetables’ – a quienes Popper no desearía acusar de practicar pseudo-ciencia – y que ha conducido a importantes descubrimientos científicos.

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Un ejemplo astronómico puede ser ilustrativo al respecto. La teoría gravitacional de Newton, que hemos encontrado antes, hacía predicciones sobre las trayectorias que los planetas deberían seguir mientras orbitan el sol. Para la mayor parte de planetas, estas predicciones eran confirmadas por la observación. Sin embargo la orbita observada de Urano difería significativamente de lo que predecía la teoría de Newton. Este enigma fue resuelto en 1846 por dos científicos, Adams en Inglaterra y Leverrier en Francia, trabajando independientemente. Ellos sugirieron que había otro planeta (aunque todavía no descubierto) ejerciendo una fuerza gravitacional adicional sobre Urano. Adams y Leverrier fueron capaces de calcular la masa y la posición que este planeta debería tener, si su influjo gravitacional fuera realmente el responsable del extraño comportamiento de Urano. Poco tiempo después fue descubierto el planeta Neptuno casi exactamente donde Adams y Leverrier lo habían predicho. Es claro que nosotros no deberíamos criticar el comportamiento de Adams y Leverrier como ‘acientífico’ – después de todo, este condujo al descubrimiento de un nuevo planeta. Pero ellos hicieron precisamente lo que Popper criticaba a los marxistas por hacer. Ellos empezaron con una teoría – La teoría de Newton de la gravitación – que hacia una predicción incorrecta acerca de la orbita de Urano. En vez de concluir que la teoría de Newton estaba equivocada, ellos apostaron por la teoría e intentaron explicar las observaciones conflictivas postulando un nuevo planeta. Similarmente, cuando el capitalismo no muestra signos de dar paso al comunismo, los marxistas no concluyen que la teoría de Marx debe estar equivocada, mas bien, mantienen la teoría y tratan de explicar las observaciones conflictivas de otras maneras. Por lo tanto, no es correcto acusar a los marxistas de hacer pseudo-ciencia y decir al mismo tiempo que lo que hicieron Adams y Leverrier fue ciencia buena y realmente hasta ejemplar. Esto sugiere que el intento de Popper de demarcar la ciencia de la pseudo-ciencia no puede ser completamente correcto a despecho de su inicial plausibilidad. Porque el ejemplo Adams/Leverrier no es atípico. En general, los científicos no abandonan sus teorías cuando estas entran en conflicto con los datos observacionales. Usualmente ellos buscan formas de eliminar el conflicto sin tener que abandonar sus teorías. Aquí es relevante recordar que virtualmente toda teoría científica encuentra conflicto con algunas observaciones – encontrar una teoría que encaje perfectamente con todos los datos es extremadamente difícil. Obviamente si una teoría entra en conflicto con mas y mas datos y no encuentra formas plausibles de explicar estos conflictos, eventualmente será refutada . Pero poco será el progreso que se logre si los científicos simplemente abandonan sus teorías al primer signo de dificultad. La falla del criterio de demarcación de Popper nos conduce a una pregunta importante. ¿Es realmente posible encontrar algunas características comunes compartidas por todas las cosa que llamamos ‘ciencia’ y no compartidas por otras cosas?. Popper asumió que la respuesta a esta pregunta es si. El afirmó que las teorías de Freud y de Max eran claramente acientíficas, así que debe haber características de las que estas carecen y que las genuinas teorías científicas deben poseer. Pero sea que aceptemos o no el enjuiciamiento negativo de Popper hacia Freud y Marx, su posición de que la ciencia tiene una ‘naturaleza esencial’ es cuestionable. Después de todo la ciencia es una actividad heterogénea, abarcando un amplio rango de diferentes disciplinas y teorías. Puede ser que ellas compartan algún conjunto fijo de características que definan lo que es una ciencia, pero puede ser que no. El filosofo Ludwig Wittgenstein afirmó que no hay un conjunto fijo de características que definan lo que es un ‘juego’. Mas bien, hay un racimo flojo de características, la mayoría de las cuales son poseídas por la mayoría de los juegos. Pero algún juego particular puede carecer de alguna de las características del racimo y seguir siendo un juego. Lo mismo puede ser verdadero para la ciencia. Si es así, un simple criterio para demarcar la ciencia de la pseudociencia seria muy difícil, por no decir inverosímil, de encontrar.

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Capítulo 2 El razonamiento científico A menudo los científicos nos dicen cosas acerca del mundo que de otra manera nunca habríamos creído. Por ejemplo, los biólogos nos dicen que somos parientes cercanos de los chimpancés, los geólogos nos dicen que África y América del Sur formaron un solo continente, y los cosmólogos nos dicen que el universo se esta expandiendo. Pero, ¿Cómo alcanzaron los científicos estas conclusiones que suenan tan extrañas? Después de todo, nadie ha visto que una especie evolucione hacia otra, o que un continente se parta en dos, o que el universo se este agrandando. La respuesta, de hecho, es que los científicos arriban a estas creencias mediante un proceso de razonamiento o inferencia. Pero seria interesante saber más sobre este proceso. ¿Cuál es exactamente la naturaleza del razonamiento científico? Y ¿Cuánta confianza debemos depositar en las inferencias que hacen los científicos? Estos son los tópicos del presente capítulo. Deducción e inducción Los lógicos hacen una importante distinción entre los patrones deductivo e inductivo de razonamiento. Un ejemplo de razonamiento deductivo o inferencia deductiva es el siguiente: Todos los franceses gustan del vino rojo Pierre es francés ________________________________ Por lo tanto, Pierre gusta del vino rojo Las dos primeras proposiciones son llamadas las premisas de la inferencia, mientras que la tercera proposición es llamada la conclusión. Esta inferencia es deductiva porque tiene la siguiente propiedad: Si las premisas son verdaderas, entonces también la conclusión debe ser verdadera. En otras palabras, si es cierto que todos los franceses gustan del vino rojo, y si es cierto que Pierre es francés, de esto se sigue que Pierre realmente gusta del vino rojo. Esto se expresa algunas veces diciendo que las premisas de la inferencia implican la conclusión. De hecho las premisas de esta inferencia no son ni cercanamente verdaderas – existen franceses a los que no les gusta el vino rojo. Pero ese no es el punto. Lo que hace que una inferencia 11

sea deductiva es una relación apropiada entre las premisas y la conclusión, a saber, que si las premisas son verdaderas, la conclusión también debe ser verdadera. El que las premisas sean realmente verdaderas es un asunto diferente que no afecta el estatus de la inferencia como deductiva. No todas las inferencias son deductivas. Considere el siguiente ejemplo: Los primeros cinco huevos en la caja estaban podridos Todos los huevos tienen el sello de fecha límite de consumo ________________________________________________ Por lo tanto, el sexto huevo también estará podrido Este ejemplo de razonamiento parece claramente perfecto. Sin embargo no es deductivo, porque las premisas no implican la conclusión. Incluso si los primeros cinco huevos estuvieran realmente podridos, e incluso si todos los huevos tienen la misma fecha limite de consumo, esto no garantiza que el sexto huevo también estará podrido. Es completamente concebible que el sexto huevo este perfectamente bien. En otras palabras, es lógicamente posible que las premisas de esta inferencia sean verdaderas y sin embargo la conclusión sea falsa, luego la inferencia no es deductiva. En vez de eso es conocida como inferencia inductiva. En la inferencia inductiva, o razonamiento inductivo, nos movemos desde premisas acerca de objetos que hemos examinado hacia conclusiones sobre objetos que no hemos examinado – en este ejemplo, los huevos. El razonamiento deductivo es una actividad mucho mas segura que el razonamiento inductivo. Cuando razonamos deductivamente, podemos estar seguros que si empezamos con premisas verdaderas, terminaremos con una conclusión verdadera. Pero no se puede sostener lo mismo para el razonamiento inductivo. Por el contrario, el razonamiento inductivo es bastante capaz de conducirnos de premisas verdaderas a una conclusión falsa. Pero, a despecho de este defecto, nosotros parecemos confiar en el razonamiento inductivo a lo largo de nuestras vidas, muchas veces incluso sin darnos cuenta. Por ejemplo, cuando usted enciende su computadora en la mañana, usted confía en que esta no explotará en su cara. e esta no explotará en su cara. ido su computadora cada mañana y hasta ahora nunca ha explotado en su cara. Pero la inferencia desde ‘hasta ahora mi computadora no ha explotado cuando la he encendido’ a ‘mi computadora no explotara cuando la encienda esta vez’ es inductiva, no deductiva. La premisa de esta inferencia no implica la conclusión . Es lógicamente posible que su computadora explote esta vez, incluso aunque nunca lo haya hecho anteriormente. Otros ejemplos de razonamiento inductivo en la vida cotidiana pueden ser hallados fácilmente. Cuando usted gira el timón de su carro en sentido antihorario, usted asume que el carro ira hacia la izquierda, no a la derecha. Donde sea que usted maneje, la seguridad de su vida descansa en esta convicción. Pero, ¿qué hace de que usted este seguro de la verdad de lo asumido? ¿Qué contestaría a alguien que le pida justificar su convicción? A menos que sea usted mecánico, responderá: ‘cada vez que en el pasado he girado el timón en sentido antihorario, el carro ha ido hacia la izquierda. Por lo tanto, lo mismo sucederá esta vez si giro el timón en sentido antihorario’. Otra vez, esta es una inferencia inductiva, no una deductiva. El razonamiento inductivo parece ser una parte indispensable de la vida cotidiana. ¿Usan también los científicos el razonamiento deductivo? La respuesta parece ser si. Considere la enfermedad genética conocida como el síndrome de Down (para abreviar, DS). Los genetistas nos dicen que las victimas de DS tienen un cromosoma adicional – ellas tienen 47 en vez de los normales 46. ¿Cómo es que ellos saben esto? La respuesta, de hecho, es que ellos examinaron un gran numero de victimas de DS y encontraron que cada una tenia un cromosoma adicional. Luego, razonando inductivamente llegaron a la conclusión de que todas las victimas de DS, incluidas las que no han sido examinadas, tienen un cromosoma adicional. Es fácil darse cuenta que esta inferencia es inductiva. El hecho de que las victimas de DS en la muestra estudiada tenían 47 cromosomas no prueba que todas las victimas de DS los tengan. Es posible, aunque poco verosímil, que la muestra no fuera representativa. 12

Este ejemplo no es infrecuente. En efecto, los científicos utilizan el razonamiento inductivo siempre que se mueven desde datos limitados hacia conclusiones mas generales. Ellos lo hacen todo el tiempo. Considere, por ejemplo, el principio de la gravitación universal de Newton, visto en el capitulo anterior, el cual dice que cada cuerpo en el universo ejerce una atracción gravitacional sobre cada otro cuerpo. Es obvio que Newton no arribó a este principio examinado todos los cuerpos del universo- el no tenía posibilidad de hacerlo. En vez de eso, el observó que el principio era verdadero para los planetas y el sol, y para objetos diversos moviéndose cerca de la superficie de la tierra. De estos datos, el infirió que era verdadero para todos los cuerpos . De nuevo, esta inferencia era obviamente del tipo inductivo: el hecho de que el principio de Newton sea verdadero para algunos cuerpos no garantiza que sea verdadero para todos los cuerpos. El rol central que la inducción tiene en la ciencia es oscurecido algunas veces por nuestra manera de hablar. Por ejemplo, usted podría leer un reporte periodístico que diga que los científicos tienen ‘prueba experimental’ de que el maíz modificado genéticamente es seguro para los humanos. Esto significa que los científicos han examinado el maíz en un gran numero de seres humanos y ninguno ha sufrido daño. Pero, hablando estrictamente esto no prueba que el maíz es seguro, en el sentido, digamos, en que los matemáticos pueden probar el teorema de Pitágoras. Porque la inferencia desde ‘el maíz no causó daño en la gente que ha sido examinada’ a ‘el maíz no dañará a nadie’ es inductiva, no deductiva. El reporte periodístico debería haber dicho que los científicos han encontrado evidencia extremadamente buena de que el maíz es seguro para los seres humanos. Estrictamente, la palabra ‘prueba’ solamente debería usarse cuando estamos tratando con inferencias deductivas. En este estricto sentido de la palabra, raramente pueden, si acaso, ser probadas verdaderas por los datos. La mayoría de los filósofos piensan que es obvio que la ciencia confía fuertemente en el razonamiento inductivo, realmente es tan obvio que difícilmente necesita argumentarse. Pero esto fue notablemente negado por el filosofo Karl Popper, a quien conocimos en el capitulo anterior. Popper afirmaba que los científicos solo necesitan usar inferencias deductivas. Seria bonito que esto fuese verdadero porque, como hemos visto, las inferencias deductivas son mas seguras que las inductivas. El argumento básico de Popper es este: aunque no es posible probar que una teoría científica es verdadera a partir de una muestra limitada de datos, si es posible probar que una teoría es falsa. Suponga que un científico esta considerando la teoría de que todas las piezas de metal conducen electricidad. Incluso si todas las piezas de metal que el examina, conducen la electricidad, esto no prueba que la teoría sea verdadera, por las razones que ya hemos visto. Pero si el encuentra una pieza de metal que no conduce electricidad, esto prueba que la teoría es falsa. Porque la inferencia desde ‘esta pieza de metal no conduce electricidad’ hasta ‘es falso que todas las piezas de metal conduzcan electricidad’ es una inferencia deductiva – las premisas implican la conclusión. Así que, si un científico esta interesado solamente en demostrar que una teoría es falsa, puede lograr su objetivo sin tener que usar inferencias inductivas. La debilidad del argumento de Popper es obvia. Porque los científicos no están interesados solamente en mostrar que ciertas teorías son falsas. Cuando un científico recolecta datos experimentales, su finalidad podría ser demostrar que una teoría particular – quizá una teoría archí-rival – es falsa. Pero, mucho mas que eso, el esta tratando de convencer a la gente de que su propia teoría es verdadera. Y con la finalidad de lograrlo el recurrirá a algún tipo de razonamiento inductivo. Fracasa entonces el intento de Popper de mostrar que la ciencia puede prescindir de la inducción.

El problema de Hume Aunque el razonamiento inductivo no es lógicamente concluyente, parece sin embargo una manera perfectamente sensible de formar creencias acerca del mundo. El hecho de que el sol, hasta ahora ha salido todos los días, no prueba que saldrá mañana, pero seguramente nos da una muy buena razón para pensarlo. Si usted se encuentra con alguien que profesa ser enteramente agnóstico acerca de si el sol saldrá mañana, usted lo señalaría como alguien realmente muy extraño, por no decir irracional. 13

¿Pero qué justifica esta fe que ponemos en la inducción? ¿Cómo deberíamos convencer a quienes rechazan la razón inductiva, de que están equivocados? El filosofo escocés del siglo XVIII, David Hume (1711-1776), dio una respuesta simple pero radical a esta pregunta. El afirmó que el uso de la inducción no puede ser justificado racionalmente. Hume admitió que nosotros utilizamos la inducción todo el tiempo, en la vida cotidiana y en la ciencia, pero insistió en que esto es meramente un asunto de habito animal bruto. Pensaba que si intentamos proporcionar una buena razón para el uso de la inducción, fracasaremos en dar una respuesta satisfactoria. ¿Cómo arribó Hume a esta sorprendente conclusión? El empezó notando que siempre que hacemos inferencias inductivas, parecemos presuponer lo que el llamó ‘la uniformidad de la naturaleza’ (UN). Para entender lo que Hume quiso decir, recordemos algunas de las inferencias inductivas de la sección anterior. Nosotros teníamos las inferencias de ‘mi computadora no ha explotado hasta ahora’ a ‘mi computadora no explotara hoy’; de ‘todas las victimas de Síndrome de Down (SD) examinadas tienen un cromosoma extra’ a ‘todas las victimas de SD tienen un cromosoma extra’; de ‘todos los cuerpos observados obedecen la ley de la gravitación de Newton’ a ‘todos los cuerpos obedecen la ley de la gravitación de Newton’, y así por el estilo. En cada uno de estos casos, nuestro razonamiento parece depender de la convicción de que los objetos que no hemos examinado serán similares, en sus aspectos relevantes, a los objetos de la misma clase que ya hemos examinado. Esta convicción es lo que Hume llama la uniformidad de la naturaleza. ¿Pero cómo sabemos nosotros que la convicción en la UN es realmente verdadera? ¿Podemos quizá probar de alguna manera, su verdad (en el sentido estricto de prueba)?. No, dice Hume, no podemos. Porque es fácil imaginar un universo donde la naturaleza no es uniforme, sino que de hecho cambia azarosamente de día en día. En tal universo, las computadoras explotarían a veces sin alguna razón, el agua potable ocasionalmente podría intoxicarnos, las bolas de billar podrían a veces detenerse luego de haber colisionado, y así por el estilo. Si un Universo no-uniforme es concebible se sigue entonces que no podemos probar estrictamente la verdad de la UN. Porque si pudiéramos probar que la UN es verdadera, entonces un universo no-uniforme seria lógicamente imposible. Establecido que no podemos probar la uniformidad de la naturaleza, podríamos, sin embargo, esperar encontrar buena evidencia empírica para su verdad. Después de todo, si la uniformidad de la naturaleza se ha sostenido verdadera hasta ahora, esto es seguramente una buena razón para pensar que ella es verdadera. ¡Pero esto justamente lo que queremos probar!, dice Hume. Porque es en si mismo un argumento inductivo y depende de la creencia en la UN. Un argumento que asume la UN desde el principio, no puede ser empleado para mostrar que la UN es verdadera. Para ponerlo en otras palabras, es un hecho cierto y establecido que la naturaleza ha tenido hasta ahora un comportamiento largamente uniforme. Pero nosotros no podemos apelar a este hecho para argüir que la naturaleza continuara siendo uniforme, porque esto es asumir que lo que sucedió en el pasado es una guía confiable para saber lo que sucederá en el futuro – lo cual es precisamente la creencia en la uniformidad de la naturaleza. Si tratamos de argumentar a favor de la UN sobre bases empíricas, terminaremos razonando en circulo. La fuerza del argumento de Hume puede ser apreciada si imaginamos como deberíamos persuadir a alguien que no confía en el razonamiento inductivo de que si debería hacerlo. Usted probablemente diría: ‘mire, el razonamiento inductivo ha trabajado muy bien hasta ahora. Usando la inducción lo científicos han dividido el átomo, han enviado hombres a la luna, han inventado las computadoras, etc. Cuando las personas no han tenido en cuenta la inducción sufrieron muertes horribles. Ellas ingirieron arsénico creyendo que las alimentaría, se arrojaron desde altos edificios creyendo que volarían, etc., por lo tanto todo esto abona en favor de la razón inductiva’. Pero de hecho esto no convencería al escéptico. Porque argüir que la inducción es confiable a causa de ha trabajado muy bien hasta ahora, es razonar de una manera inductiva. Tal argumento no tiene peso para quien no ha confiado ya en la inducción. Este es el punto fundamental de Hume. Las posición es esta: Hume señala que nuestras inferencias inductivas se apoyan en la convicción en la UN. Pero no podemos probar que la UN es verdadera y no podemos producir evidencia empírica para su verdad sin basarnos en lo que queremos probar (situación denominada en lógica ‘petición de principio’). Así que 14

nuestras inferencias inductivas descansan en una convicción acerca del mundo para la cual no tenemos buenas bases. Hume concluye que nuestra confianza en la inducción es únicamente fe ciega, es decir, no admite justificación racional. Este intrigante argumento ha ejercido una poderosa influencia en la filosofía de la ciencia, y continua haciéndolo hasta hoy (El fracasado intento de Popper demostrar que los científicos necesitan usar solamente inferencias deductivas fue motivado porque consideraba que Hume había mostrado la completa irracionalidad del razonamiento inductivo). No es difícil entender la influencia del argumento de Hume. Normalmente pensamos en la ciencia como el sumo paradigma de la investigación racional. Depositamos gran fe en lo que nos dicen los científicos acerca del mundo. Cada vez que viajamos en avión, ponemos nuestras vidas en las manos de los científicos que han diseñado el avión. Pero la ciencia se basa en la inducción, y el argumento de Hume parece mostrar que la inducción no puede ser justificada racionalmente. Si Hume está en lo correcto, los fundamentos sobre los cuales se ha construido la ciencia no parecen tan sólidos como podríamos haber esperado. Este caso desconcertante es conocido como el problema de Hume. Los filósofos han respondidos al problema de Hume de muchas diferentes maneras. Esta sigue siendo hasta hoy una activa área de investigación. Algunas personas creen que la clave del asunto descansa en el concepto de probabilidad. Esta sugerencia es bastante plausible. Porque es natural pensar que aunque las premisas de una inferencia inductiva no garantizan la verdad de la conclusión, si la hacen bastante probable. Aunque el conocimiento científico no produzca certidumbre, puede, sin embargo, ser altamente probable. Pero esta respuesta al problema de Hume genera sus propias dificultades y no es aceptada universalmente, volveremos a ella más adelante. Una respuesta popular es la que admite que la inducción no puede ser justificada racionalmente, pero, arguye, después de todo esto no es tan problemático. ¿Cómo podría defender alguien semejante posición? Algunos filósofos han señalado que la inducción es tan fundamental para nuestros modos de pensar y razonar, que no es la clase de cosa que podría ser justificada. Peter Strawson, un influyente filosofo contemporáneo defiende de esta posición con la siguiente analogía: Si algunas personas están preocupadas por la legalidad de una acción particular, ellas podrían consultar el código legal y comparar la acción con lo que el código legal establece. Pero, suponga que alguien está preocupado en que si la ley misma es legal. Esta situación es realmente extraña. Por que la ley es el parámetro con el cual juzgamos la legalidad de otras cosas, y no tiene sentido investigar si el parámetro mismo es legal. Lo mismo se aplica a la inducción, arguye Strawson, la inducción es uno de los parámetros con el que decididos si determinada afirmación sobre el mundo está justificada. Por ejemplo, nosotros usamos la inducción para decidir si las afirmaciones de un laboratorio farmacéutico, acerca de los extraordinarios beneficios de una nueva droga, son justificadas. Y tiene muy poco sentido interrogar si la misma inducción está justificada. ¿Ha tenido éxito Strawson en desactivar el problema de Hume?. Algunos filósofos dicen si, otros dicen no. Pero la mayoría de las personas coinciden en que es muy difícil ver como podría ser justificada satisfactoriamente la inducción, (Frank Ramsey, un filosofo de Cambridge de 1920, dijo que preguntar por una justificación de la inducción era ‘llorar por la luna’). Si esto es algo que debería preocuparnos o hacer tambalear nuestra fe en la ciencia, es una cuestión difícil que usted debería responder por si mismo.

Inferir la mejor explicación Todas las inferencias inductivas que hemos examinado hasta ahora tienen esencialmente la misma estructura. En cada caso, las premisas de la inferencia tienen la forma ‘todas las x examinadas hasta ahora han sido y’, y la conclusión ha tenido la forma ‘las siguientes x que examinemos serán y’, o también ‘todas las x son y’. En otras palabras, estas inferencias nos conducen de instancias examinadas a instancias no examinadas, de un tipo particular.

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Como hemos visto, estas inferencias son ampliamente utilizadas en la vida cotidiana y en la ciencia. Sin embargo, hay otro conocido tipo de inferencia no deductiva que no encaja en este sencillo patrón. Considere el siguiente ejemplo: El queso en la alacena ha desaparecido, quedando unos cuantos restos Anoche se escucharon sonidos de rasguños, provenientes de la alacena __________________________________________________ Por lo tanto, el queso fue devorado por un ratón Es obvio que esta inferencia no es deductiva: las premisas no implican la conclusión. Porque el queso podría haber sido cogido por la mucama, quien astutamente dejo unos restos de queso para hacer creer que el causante fue un ratón. Y los sonidos de rasguño podrían haber sido causados por diferentes medios –quizá provinieron de la estufa sobrecalentada. Sin embargo la inferencia es claramente razonable. Porque la hipótesis de que un ratón se comió el queso parece proporcionar una mejor explicación de los datos que otras explicaciones alternativas. Después de todo, usualmente las mucamas no hurtan el queso y las estufas modernas no tienden a sobrecalentarse. Mientras que los ratones se comen el queso cuando tienen la oportunidad y tienden a hacer ruidos de rasguños, Así que, aunque no podamos asegurar que la hipótesis del ratón es verdadera, en un balance parece bastante plausible: es la mejor manera de explicar los datos disponibles. El razonamiento de esta clase se llama ‘inferir la mejor explicación’, por razones obvias, o IME para abreviar. Ciertas confusiones terminológicas rodean a la relación entre la IME y la inducción. Algunos filósofos describen a la IME como un tipo de inferencia inductiva; en efecto ellos usan ‘inferencia inductiva’ para significar ‘cualquier inferencia que no es deductiva’. Otros contrastan la IME con la inferencia inductiva, como hemos hecho nosotros. En esta manera de cortar el pastel ‘inferencia inductiva’ esta reservado para inferencias de instancias examinadas a no examinadas de un cierto tipo, como las que hemos visto antes; La IME y la inferencia inductiva son entonces dos tipos diferentes de inferencias no-deductivas. Cualquier terminología que escojamos, lo debemos hacer consistentemente. Los científicos usan frecuentemente la IME. Por ejemplo, Darwin argumentó para su teoría de la evolución llamando la atención acerca de varios hechos del mundo viviente que son muy difíciles de explicar si asumimos que las actuales especies fueron creadas separadamente, pero que encajan magníficamente si estas han descendido de ancestros comunes, como sostiene su teoría. Por ejemplo hay mucha similaridad anatómica entre las patas de los caballos y las de las cebras. ¿Cómo podemos explicar esto, si Dios creo los caballos y las cebras separadamente? Presumiblemente el podría haber hecho sus patas tan diferentes como le hubiese placido. Pero si ambos, caballos y cebras, descienden de un ancestro común reciente, esto provee una explicación obvia de su similaridad anatómica. Darwin arguyó que la bondad de su teoría para explicar hechos de esta y otras muchas clases, constituían fuerte evidencia de su verdad. Otro ejemplo de IME es el famoso trabajo de Einstein sobre el movimiento Browniano. El movimiento Browniano se refiere al movimiento caótico, en zig-zag, de partículas suspendidas en un líquido o en gas. Este fue descubierto en 1827 por el botánico escocés Robert Brown (1713-1858) mientras examinaba granos de polen flotando en agua. Varios intentos de explicación de movimiento Browniano fueron propuestos en el siglo XIX. Una de las teorías atribuía el movimiento a la atracción eléctrica entre las partículas, otra a la agitación del entorno y otra a las corrientes de convección en el fluido. La explicación correcta se basa en la teoría cinética de la materia, la cual dice que los líquidos y los gases están compuestos de átomos o moléculas en movimiento. Las partículas suspendidas son colisionadas por las moléculas circundantes, provocándose de esta manera el movimiento errático y azaroso que Brown observo por primera vez. Esta teoría fue propuesta en las postrimerías del siglo XIX pero no tuvo una aceptación mayoritaria, sobre todo porque muchos científicos no creían que los átomos y las moléculas 16

fuesen entidades físicas reales. Pero, en 1905, Einstein proporcionó un ingenioso tratamiento matemático del movimiento Browniano, haciendo un número preciso de predicciones cuantitativas que fueron confirmadas experimentalmente. Después del trabajo Einstein, hubo un rápido acuerdo en aceptar que la teoría cinética proporcionaba una mejor explicación del movimiento Browniano que cualquier otra teoría alternativa, y el escepticismo acerca de la existencia de los átomos y las moléculas disminuyó rápidamente. Una pregunta interesante es: ¿Cuál de los dos patrones de inferencia es más fundamental, la IME ó la inducción ordinaria? El filosofo Gilbert Harman señala que la IME es mas fundamental. De acuerdo con este punto de vista, siempre que hacemos una inferencia inductiva ordinaria, como ejemplo, ‘todas las piezas de metal examinadas hasta ahora conducen la electricidad, por lo tanto, todas las piezas de metal conducen la electricidad’, estamos apelando implícitamente a consideraciones explicatorias. Nosotros asumimos que la explicación correcta (cualquiera que sea) del porque las piezas de metal de nuestra muestra han conducido electricidad implica que todas las piezas de metal conducirán electricidad; esto nos autoriza a hacer la inferencia inductiva. Pero si hubiésemos creído, por ejemplo, que la explicación del porque las piezas de metal de nuestra muestra condujeron electricidad, fue que un laboratorio técnico había amañado y ‘arreglado’ las piezas de la muestra, no habríamos inferido que todas las piezas de metal conducen electricidad. Los proponentes de este punto de vista no se limitan a decir que hay diferencia (aquí muy clara) entre la IME y la inducción ordinaria. Más bien, ellos piensan que la inducción ordinaria depende básicamente de la IME. Sin embargo, otros filósofos sostienen contrariamente que la IME es en si misma parasitaria de la inducción ordinaria. Para examinar las bases de este punto de vista, regresemos al ejemplo del queso en la alacena, ¿Porqué reconocemos que la hipótesis del ratón es una mejor explicación de los datos que la hipótesis de la mucama?, presumiblemente porque sabemos que normalmente las mucamas no hurtan el queso, mientras que los ratones si lo hacen. Pero este es un conocimiento que hemos obtenido por medio del razonamiento inductivo ordinario, basado en nuestras observaciones previas del comportamiento de ratones y mucamas. De acuerdo con este punto de vista, cuando tratamos de decidir entre un grupo de hipótesis rivales, cual de ellas proporciona la mejor explicación de nuestros datos, apelaremos invariablemente al conocimiento obtenido por medio de la inducción ordinaria. Es incorrecto, por lo tanto, señalar a la IME como un modo mas fundamental de inferencia. Cualquiera que sea el punto de vista que apoyemos, hay un asunto que demanda mayor atención. Si deseamos usar la IME, necesitamos algún modo de decidir cual de las hipótesis rivales proporciona la mejor explicación de los datos. ¿Cuál podría ser este criterio? Una conocida respuesta es que la mejor explicación es la mas simple o la más económica. Considere otra vez el ejemplo del queso en la alacena: hay dos grupos de datos que necesitan explicación: la ausencia del queso y los ruidos de rasguño. La hipótesis del ratón postula una sola causa -un ratón- para explicar ambos grupos de datos. Pero la hipótesis de la mucama postula dos causas -una mucama deshonesta y una estufa sobrecalentada- para explicar los mismos datos. La hipótesis del ratón es más económica, y por lo tanto, mejor. El ejemplo de Darwin es similar. La teoría de Darwin podía explicar un rango muy diverso de hechos del mundo viviente y no solo las similaridades anatómicas entre las especies. Darwin sabía que cada uno de estos hechos podía ser explicado de otras maneras. Pero la teoría de Darwin explicaba todos los hechos con una hipótesis -lo que hizo que fuera la mejor explicación de los datos. La idea de que la simplicidad o economía es la marca de una buena explicación es bastante atractiva y ciertamente le da solidez a la idea de la IME. Pero si los científicos usan la simplicidad como guía de la inferencia, se origina un problema. Porque ¿cómo sabemos nosotros que el universo es simple en vez de complejo?. Parece aceptable preferir una teoría que explica los datos en términos del menor número de causas. Pero ¿hay alguna razón objetiva para pensar que tal teoría es mas verdadera que una teoría menos simple? Los filósofos de la ciencia no están de acuerdo en la respuesta a esta difícil cuestión. 17

Probabilidad e inducción El concepto de probabilidad es filosóficamente problemático. Parte del problema es que la palabra ‘probabilidad’ parece tener más de un significado. Si usted ha leído que la probabilidad de que un mujer inglesa viva 100 años es de 1 sobre 10, quizá entienda que un décimo de la población de mujeres inglesas vive hasta la edad de 100 años. Similarmente, si usted ha leído que la probabilidad de que un varón fumador desarrolle cáncer pulmonar es de 1 sobre 4, se vería llevado a pensar que un cuarto de la población de varones fumadores desarrollan cáncer pulmonar. Esta es la interpretación frecuente de la probabilidad: compara probabilidades con proporciones o frecuencias. Pero, ¿Qué sucede si usted lee que la probabilidad de encontrar vida en Marte es de 1 sobre 1000? ¿Significa que uno de cada mil planetas de nuestro sistema solar contiene vida? Ciertamente que no. En realidad hay solamente nueve planetas en nuestro sistema solar. Seguramente se debe estar aplicando aquí una diferente noción de probabilidad. Una interpretación de la afirmación ‘la probabilidad de vida en Marte es de 1 sobre 1000’ es que la personas que la hacen están simplemente reportando un hecho acerca de ellas mismas – ellas nos están diciendo lo que piensan acerca de la vida en Marte. Esta es la interpretación subjetiva de la probabilidad. Se maneja la probabilidad como una medida de la firmeza de nuestras opiniones personales. Ciertamente, nosotros sostenemos algunas opiniones con mas fuerza que otras. Yo estoy muy seguro que Brasil ganará la Copa Mundial, razonablemente seguro que Jesucristo existió, y algo menos seguro de que el desastre ambiental global puede ser evitado. Esto podría ser expresado diciendo que asigno una alta probabilidad a la afirmación ‘Brasil ganará la Copa Mundial’, una probabilidad bastante alta a ‘Jesucristo existió’, y una baja probabilidad a ‘el desastre global ambiental global puede ser evitado’. De hecho, poner un numero exacto a la fuerza de mi convicción en estas afirmaciones sería muy difícil, pero basándonos en la interpretación subjetiva reconocemos esto como una limitación meramente práctica. Algunas personas nos dicen que, en principio, deberíamos ser capaces de asignar una probabilidad numérica precisa a cada una de las afirmaciones (acerca de las cuales tenemos opiniones), evidenciando así cuan fuertemente creemos o descreemos en ellas. La interpretación subjetiva de la probabilidad implica que no hay hechos objetivos concernientes a la probabilidad, sino solo lo que la gente cree. Si yo digo que la probabilidad de encontrar vida en Marte es alta y usted dice que es muy baja, ninguno de los dos esta acertado o equivocado –simplemente estamos estableciendo la fuerza con la cual apoyamos la afirmación en cuestión. Por supuesto, es un hecho objetivo el que haya o no haya vida en Marte; pero no hay un hecho objetivo acerca de cuan probable es que haya vida en Marte, nos dice la interpretación subjetiva. La interpretación lógica de la probabilidad rechaza esta posición. Sostiene que una afirmación como ‘la probabilidad de vida en Marte es alta’ es objetivamente verdadera o falsa, en relación a un cuerpo especifico de evidencia. Desde este punto de vista, la probabilidad de una afirmación es la medida de la fuerza de evidencia que tiene a su favor. Basándose en la interpretación lógica se piensa que para dos afirmaciones en nuestro lenguaje, podemos, en principio, descubrir la probabilidad de una, considerando la otra como evidencia. Por ejemplo, nosotros podríamos desear descubrir la probabilidad de que haya una edad de hielo dentro de 10,000 años considerando la tasa actual de calentamiento global. Si usted ha estudiado probabilidad o estadística, puede estar intrigado cuando se habla de interpretaciones diferentes de la probabilidad. ¿Cómo se relacionan estas interpretaciones con lo que usted ha aprendido. La respuesta es que el estudio matemático de la probabilidad no nos dice por si mismo lo que significa la probabilidad, que es precisamente lo que hemos estado examinando en las anteriores líneas. La mayoría de los estadísticos favorecerían, de hecho la interpretación frecuencial, pero el problema de cómo interpretar la probabilidad, como la mayoría de los problemas filosóficos, no puede ser resuelto matemáticamente. Cualquiera sea la interpretación que adoptemos, las formulas matemáticas empleadas en probabilidad permanecen igual.

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Los filósofos de la ciencia están interesados en la probabilidad por dos razones principales. La primera es que en varias ramas de la ciencia, especialmente física y biología, encontramos leyes y teorías que están formuladas usando la noción de probabilidad. Considere, por ejemplo, la teoría conocida como genética mendeliana, la cual trata de la transmisión de genes de una generación a otra durante la reproducción sexual de las poblaciones. Uno de los principios mas importantes de la genética mendeliana es que cada gene en un organismo tiene una oportunidad de 50% de participar en uno de los gametos del organismo (espermatozoide u óvulo). De aquí que hay un 50% de oportunidad de que cualquier gene encontrado en su madre este también en usted, y de la misma manera con los genes de su padre. Usando este principio y otros, los genetistas pueden proporcionar explicaciones detalladas de porque algunas características particulares (por ejemplo, el color de los ojos) están distribuidas a través de las generaciones de una familia de una determinada manera, ahora bien, ‘oportunidad’ es solo otra palabra para probabilidad, esto es tan obvio que nuestro principio mendeliano hace un uso esencial del concepto de probabilidad. Se pueden dar otros ejemplos de leyes y principios científicos que están expresados en términos de probabilidad. La necesidad de entender estas leyes y principios es una importante motivación para el estudio filosófico de la probabilidad. La segunda razón por la cual los filósofos de la ciencia están interesados en el concepto de probabilidad es la esperanza de que esta podría arrojar alguna luz sobre la inferencia inductiva, en particular sobre el problema de Hume.. En la raíz del problema de Hume esta el hecho de que las premisas de una inferencia inductiva no garantizan la verdad de la conclusión. Pero hay la tentación de sugerir que las premisas de una inferencia inductiva típica hacen altamente probable la conclusión. Aunque el hecho de que todos los objetos examinados hasta ahora obedecen la ley de Newton de la gravitación no prueba que todos los objetos lo hacen, seguramente si lo hace muy probable. ¿Quiere decir esto, que después de todo hay una repuesta fácil para el problema de Hume?. Sin embargo el asunto no es tan simple. Primero debemos preguntar que tipo de interpretación de la probabilidad estamos asumiendo para responder a Hume. En la interpretación frecuencial, decir que es altamente probable que todos los objetos obedezcan la ley de Newton es decir que una alta proporción de todos los objetos obedecen la ley de Newton. ¡Pero no hay manera de que podamos saber esto a menos que utilicemos la inducción¡. Porque nosotros hemos examinado solo una minúscula fracción de objetos del Universo. Por lo tanto, el problema de Hume permanece. Hay otra manera de ver el asunto: Nosotros empezamos con la inferencia ‘todos los objetos examinados obedecen la ley de Newton’ y llegamos a ‘todos los objetos obedecen la ley de Newton. En respuesta a la preocupación de Hume de que las premisas de la inferencia no garantizan la verdad de la conclusión, sugerimos que la podrían hacer, sin embargo, altamente probable. Pero la inferencia desde ‘todos los objetos examinados obedecen la ley de Newton’ hasta ‘es altamente probable que todos los objetos obedezcan la ley de Newton’ sigue siendo una inferencia inductiva dado que el significado de la ultima ‘una muy alta proporción de todos los objetos obedecen la ley de Newton’ esta de acuerdo con la interpretación como frecuencia. Así que apelar al concepto de probabilidad no nos libra del argumento de Hume si adoptamos la interpretación de la probabilidad como frecuencia. Resulta que el conocimiento mismo de la probabilidad depende de la inducción. La interpretación subjetiva de la probabilidad es también impotente para resolver el problema de Hume, aunque por una razón diferente. Suponga que Juan cree que el sol saldrá mañana y que Pedro no lo cree. Ambos aceptan la evidencia de que el sol ha salido todos los días en el pasado. Intuitivamente, nosotros deseamos decir que Juan es racional y que Pedro no lo es, porque la evidencia hace la creencia de Juan mas probable. Pero si la probabilidad es simplemente un asunto de opinión subjetiva, no podemos afirmar lo anterior. Todo lo que podemos decir es que Juan asigna una alta probabilidad a ‘el sol saldrá mañana’ mientras que Pedro no lo hace.. Si no hay hechos objetivos acerca de la probabilidad, entonces no podemos decir que las conclusiones de las inferencias inductivas son objetivamente probables. Así, no podemos explicar porque Pedro, al declinar usar la inducción, es irracional. Pero el problema de Hume es precisamente la demanda de alguna explicación. La interpretación lógica de la probabilidad promete una respuesta mas satisfactoria a Hume. Suponga que hay un hecho objetivo acerca de la probabilidad de que el sol salga mañana, dado que ha salido todos los días en el pasado. Suponga que esta probabilidad es muy alta. Entonces nosotros tenemos una explicación de 19

porque Juan es racional y Pedro no. Porque Juan y Pedro aceptan la evidencia de que el sol ha salido todos los días en el pasado, pero Pedro no se da cuenta que esta evidencia hace altamente probable que el sol salga mañana, mientras que Juan si lo nota. Reconocer la probabilidad de una afirmación como una medida de la evidencia a su favor, como recomienda la interpretación lógica, encaja mejor con nuestro sentimiento intuitivo de que las premisas de una inferencia inductiva pueden hacer la conclusión altamente probable, aun cuando no puedan garantizar su verdad. No sorprende, entonces, que algunos filósofos que ha tratado de resolver el problema de Hume, vía el concepto de probabilidad, hayan tendido a favorecer la interpretación lógica. (Uno ellos fue el famoso economista John Maynard Keynes, cuyos intereses iniciales estuvieron en lógica y filosofía). Desafortunadamente, muchas personas creen actualmente que la interpretación lógica de la probabilidad presenta dificultades muy serias ya que todos los intentos de trabajar con la interpretación lógica de la probabilidad han estado acompañados de problemas matemáticos y filosóficos. Como resultado de esto, muchos filósofos actuales se inclinan a negar rotundamente las convicciones subyacentes de la interpretación lógica – como el que haya hechos objetivos acerca de la probabilidad de una afirmación, dada otra. Rechazar esta convicción conduce naturalmente a la interpretación subjetiva de la probabilidad, la cual como hemos visto, ofrece escasas esperanzas de dar una respuesta satisfactoria a Hume. Incluso si el problema de Hume es definitivamente insoluble, como puede parecer, su reflexión sigue siendo un ejercicio valioso. Porque reflexionar sobre el problema de la inducción nos conduce a interesantes cuestiones sobre la estructura del razonamiento científico, la naturaleza de la racionalidad, el grado apropiado de confianza a depositar en la ciencia, la interpretación de la probabilidad, y otras cuestiones más. Como la mayoría de las preguntas filosóficas, esta que hemos visto probablemente no admita respuesta final, pero enfrentados con ellas profundizamos nuestro conocimiento de la naturaleza y los limites del conocimiento científico.

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Capítulo 3 La explicación en la ciencia Uno de los objetivos más importantes de la ciencia es tratar de explicar lo que sucede en el mundo en el que vivimos. Algunas veces buscamos explicaciones para fines prácticos. Por ejemplo, nosotros podríamos desear saber porque la capa de ozono se esta agotando rápidamente, con la finalidad de hacer algo al respecto. En otros casos buscamos explicaciones científicas simplemente para satisfacer nuestra curiosidad intelectual – deseamos aumentar nuestra comprensión del funcionamiento del mundo. Históricamente, la búsqueda de explicaciones científicas ha estado motivada por ambas finalidades. Muy a menudo, la ciencia moderna ha tenido éxito en su afán de proporcionar explicaciones. Por ejemplo, los químicos pueden explicar porque el sodio al ser quemado se vuelve amarillo. Los astrónomos pueden explicar porque ocurren los eclipses solares. Los economistas pueden explicar porque el yen se devaluó en la década de 1980. Los genetistas pueden explicar porque la calvicie masculina tiende a ser hereditaria. Los neurofisiólogos pueden explicar porque la deprivación extrema de oxigeno resulta en daño cerebral. Usted, probablemente, puede tener en mente muchos otros ejemplos de explicaciones científicas exitosas. Pero, ¿Qué es exactamente una explicación científica?. ¿Qué queremos significar cuando decimos que un fenómeno puede ser explicado?. Esta es una pregunta que han hecho los filósofos comenzando con Aristóteles, pero nuestro punto de partida será una famosa propuesta sobre explicación científica hecha en la década de 1950 por el filosofo estadounidense Carl Hempel. La propuesta de Hempel es conocida como modelo de explicación de cobertura legal*, por razones que pasaremos a esclarecer.

El modelo de explicación de cobertura legal de Hempel La idea básica detrás del modelo de cobertura legal es muy clara. Hempel observó que las explicaciones científicas se dan usualmente en respuesta a lo que el llamó ‘pregunta en busca de explicación’ Estas son preguntas como ¿Porqué la tierra no es perfectamente esférica?, ¿Porqué las mujeres viven más que los hombres?, y así por estilo – ellas exigen una explicación. Entonces, dar una explicación científica es proporcionar una respuesta satisfactoria a una pregunta en busca de explicación. Si pudiéramos determinar las características esenciales que tal respuesta debe tener, sabríamos lo que es una explicación científica.

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En este caso, legal se refiere a ley científica y no a ley jurídica. (N. del T.)

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Hempel sugirió que las explicaciones científicas tienen típicamente la estructura lógica de un argumento, es decir, un conjunto de premisas seguido de una conclusión. La conclusión establece que el fenómeno que requiere explicación realmente ocurre, y las premisas nos dicen porque la conclusión es verdadera. Supongamos que alguien pregunta porque el azúcar se disuelve en el agua. Esta es una pregunta en busca de explicación. Para responderla dice Hempel, debemos construir un argumento cuya conclusión es “el azúcar se disuelve en el agua” y cuyas premisas nos digan porque esta conclusión es verdadera. La tarea de proporcionar una explicación científica se convierte entonces en la tarea de caracterizar con precisión la relación que debe haber entre un conjunto de premisas y una conclusión, con la finalidad de que las primeras cuenten como una explicación de la última. Este fue el problema propuesto por Hempel. La respuesta del Hempel al problema tenía tres características: primeramente, las premisas deberían implicar la conclusión, es decir, el argumento debería ser deductivo. Segundo, todas las premisas deberían ser verdaderas. Tercero, por lo menos una de las premisas debería consistir en una ley general. Las leyes generales son proposiciones como “todos los metales conducen electricidad”, “la aceleración de un cuerpo varía inversamente con su masa”, “todas las plantas contienen clorofila”, y así por el estilo; estas contrastan con hechos particulares como “esta pieza de metal conduce electricidad”, “la planta sobre mi escritorio contiene clorofila, y así por el estilo. Las leyes generales son llamadas algunas veces “leyes de la naturaleza”. Hempel concedía que una explicación científica debería apelar tanto a hechos particulares como a leyes generales, pero sostenía que siempre era esencial, al menos, una ley general. Por lo tanto, explicar un fenómeno, en la concepción de Hempel, era mostrar que su ocurrencia se seguía deductivamente de una ley general complementada quizá por otras leyes y/o hechos particulares, todos los cuales deben ser verdaderos. A modo de ilustración, supongamos que estoy tratando de explicar porque ha muerto la planta sobre mi escritorio. Yo podría ofrecer la siguiente explicación. Debido a la pobre iluminación de mi estudio, a la planta no le llegaba la luz del sol. Pero la luz del sol es necesaria para que una planta realice la fotosíntesis; y sin fotosíntesis una planta no puede hacer los carbohidratos que necesita para sobrevivir, y en consecuencia morirá. A causa de esto mi planta murió. Esta explicación encaja exactamente en el modelo de Hempel, explica la muerte de la planta deduciéndola de dos leyes verdaderas - la luz del sol es necesaria para la fotosíntesis y la fotosíntesis es necesaria para la sobrevivencia - y un hecho particular - la planta no estaba obteniendo luz del sol. Dada la verdad de las dos leyes y el hecho particular, la muerte de la planta tenía que ocurrir. Se puede decir, entonces, que estas premisas constituyen una buena explicación de la conclusión. Esquemáticamente, el modelo de explicación de Hempel tiene la siguiente forma: Leyes Generales Hechos Particulares

→ Fenómeno a ser explicado El fenómeno a ser explicado es llamado el explanandum, y las leyes generales y los hechos particulares que lo explican son llamados los explanans. El explanandum mismo puede ser un hecho particular o un ley general. En el ejemplo anterior, este fue un hecho particular - la muerte de mi planta. Pero a veces deseamos explicar cosas generales. Por ejemplo, nosotros podríamos desear explicar porque la exposición al sol produce cáncer de la piel. Esto no es un hecho particular sino una ley general. Para explicarlo necesitaríamos deducirlo de leyes aún más fundamentales - presumiblemente, leyes acerca del impacto de la radiación sobre las células de la piel, combinadas con hechos particulares acerca de la cantidad de radiación que contiene luz solar. Así, la estructura de una explicación científica es siempre la misma, aunque el explanandum, es decir, la cosa que estamos tratando de explicar, sea particular o general. Es fácil darse cuenta del porque el modelo de Hempel es llamado modelo de explicación de cobertura legal. De acuerdo a este modelo, la esencia de la explicación es mostrar que el fenómeno a ser explicado es 22

“cubierto” por alguna ley general de la naturaleza. Ciertamente, hay algo atractivo en esta idea. Porque mostrar que un fenómeno es consecuencia de una ley general, le quita misterio - lo vuelve mas comprensible. Y, de hecho, a menudo las explicaciones científicas encajan en el modelo descrito por Hempel. Por ejemplo, Newton explicó porque los planetas se mueven en elipses alrededor del sol mostrando que este podía ser deducido de su ley de la gravitación universal junto con otras hipótesis adicionales menores. La explicación de Newton encaja exactamente en el modelo de Hempel: un fenómeno es explicado mostrando que tenía que suceder dadas las leyes de la naturaleza más algunos hechos adicionales. Después de Newton, ya no hubo misterio en el hecho de que las órbitas planetarias sean elípticas. Hempel fue consciente de que no todas las explicaciones científicas encajaban en su modelo. Por ejemplo, si usted pregunta porque Atenas esta siempre tan llena de smog, probablemente se le responda diciendo “por la contaminación de los carros viejos”. Esta es una explicación científica perfectamente aceptable, aunque no envuelve la mención de alguna ley. Pero Hempel diría que si la explicación fuera expresada detalladamente, las leyes entrarían en el cuadro. Presumiblemente haya una ley que diga algo como “si el monóxido de carbono se deposita en la atmósfera terrestre en suficiente concentración, se forman nubes de smog”. La explicación completa de porque Atenas esta bañada en smog citaría esta ley junto con el hecho de que los carros viejos contienen monóxido de carbono y Atenas tiene muchos carros. En la práctica no haríamos una explicación tan detallada, a menos que queramos ser pedantes. Pero si lo hiciéramos, esta explicación correspondería bastante bien al modelo de cobertura legal. Hempel señalo una interesante consecuencia filosófica de su modelo acerca de la relación entre explicación y predicción. El afirmó que ambas son las dos caras de la misma moneda. Siempre que damos una explicación de cobertura legal de un fenómeno, las leyes y los hechos particulares a que apelamos, deberían ser capaces de predecir la ocurrencia del fenómeno, si es que nosotros no lo conocíamos. Para ilustrar, consideremos nuevamente la explicación de Newton del porque las órbitas planetarias son elípticas. Este hecho era conocido mucho antes de que Newton lo explicara utilizando su teoría de la gravitación - fue descubierto por Kepler. Pero, en el supuesto caso de no haber sido conocido, Newton hubiera sido capaz de predecirlo a partir de su teoría de la gravitación, porque esta teoría implica que las órbitas planetarias son elípticas, dadas unas hipótesis adicionales menores. Hempel expresó esto diciendo que cada explicación científica es potencialmente una predicción - habría servido para predecir el fenómeno en cuestión, sino era ya conocido. Hempel pensaba que lo inverso también era verdadero: cada predicción confiable es potencialmente una explicación. A modo de ilustración, supongamos que los científicos predicen que los gorilas montañeses se extinguirán alrededor del 2010. Basados en información acerca de la destrucción de su hábitat, supongamos que los científicos aciertan. De acuerdo con Hempel, la información que usaron para predecir la extinción de los gorilas, antes de que ocurriera, servirá de explicación después de ocurrida la extinción. La explicación y la predicción son estructuralmente simétricas. Aunque la estructura de muchas explicaciones científicas reales encaje muy bien en el modelo de cobertura legal, también cuenta con un incómodo número de contraejemplos. Estos contraejemplos son de dos clases. Por un lado, hay casos de genuinas explicaciones científicas que no encajan en el modelo de cobertura legal, ni siquiera aproximadamente. Estos casos sugieren que el modelo de Hempel es demasiado estricto. Por otro lado hay cosas que encajan en el modelo de cobertura legal, pero evidentemente no pueden ser consideradas genuinas explicaciones científicas. Estos casos sugieren que el modelo de Hempel es demasiado liberal - permite casos que deberían ser excluidos. Pasaremos a enfocar contraejemplos de la segunda clase.

El problema de la simetría Suponga que usted esta descansando en la playa en un día soleado y observa que un poste de bandera proyecta una sombra de 20 metros a lo largo de la arena.

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Alguien le pregunta a usted que le explique porque la sombra mide 20 metros. Esta es una pregunta en busca de explicación. Una respuesta plausible podría ser la siguiente: ‘los rayos solares son obstaculizados por un poste de bandera de 15 metros de altura. El ángulo de elevación del sol es 37°. Como la luz viaja en línea recta, un simple calculo trigonométrico (tan 37° = 15/20) muestra que el poste de bandera proyecta una sombra de 20 metros de longitud. Esta parece ser una perfecta explicación científica, y redactándola de acuerdo con el esquema de Hempel podemos ver que encaja en el modelo de cobertura legal: Leyes generales

La luz viaja en línea recta Leyes trigonométricas

Hechos particulares

El ángulo de elevación del sol es 37° El poste de bandera mide 15 metros

→ Fenómeno a ser explicado

La sombra tiene 20 metros de longitud

La longitud de la sombra es deducida de la altura del poste y del ángulo de elevación del sol, junto con la ley óptica que dice que la luz viaja en línea recta, y las leyes trigonométricas. Como estas leyes son verdaderas y el poste mide realmente 15 metros la explicación satisface con precisión los requerimientos de Hempel. Hasta aquí todo va bien. El problema surge en la siguiente situación. Supongamos que intercambiamos el explanandum – que la sombra tiene 20 metros de longitud – con el hecho particular de que el poste tiene 15 metros de altura. El resultado es este: Leyes generales

La luz viaja en línea recta Leyes trigonométricas

Hechos particulares

El ángulo de elevación del sol es 37° La sombra tiene 20 metros de longitud

→ Fenómeno a ser explicado

El poste de bandera mide 15 Metros

Esta ‘explicación’ también encaja en el modelo de cobertura legal. La altura del poste de bandera es deducida de la longitud de la sombra y del ángulo de elevación del sol junto cono de elevación del sol junto conuz viaja en línea recta y las leyes trigonométricas. Pero parece bastante raro reconocerla como una explicación de porque el poste de bandera tiene 15 metros de altura. Presumiblemente la explicación real de porque el poste mide 15 metros, es que un carpintero deliberadamente lo hizo así y no tiene nada que ver con la longitud de la sombra que proyecta el mismo poste. Entonces el modelo de Hempel es demasiado liberal: permite que algo aparezca como una explicación científica cuando obviamente no lo es. 24

La moraleja del ejemplo del poste de bandera es que el concepto de explicación exhibe una importante asimetría. La altura del poste explica la longitud de la sombra, dadas las leyes pertinentes y los hechos adicionales, pero no viceversa. En general, si x explica y, dados las leyes y hechos adicionales relevantes, entonces no será verdadero que y explique x dados los mismos hechos y leyes. Esto se expresa algunas veces diciendo que la explicación es una relación asimétrica. El modelo de cobertura legal de Hempel no respeta esta asimetría. Así como podemos deducir la longitud de la sombra de la altura del poste dados las leyes y hechos adicionales, también podemos deducir la altura del poste de la longitud de la sombra. En otras palabras, el modelo de cobertura legal implica que la explicación debería ser una relación simétrica, pero de hecho esta es asimétrica. Por lo tanto el modelo de Hempel fracasa en captar completamente lo que es una explicación científica. El caso de la sombra y el poste proporciona también un contra-ejemplo a la tesis de Hempel de que la explicación y la predicción son las dos caras de una misma moneda. La razón es obvia, Suponga que usted no sabia cuan alto era el poste. Si alguien le dijo que este estaba proyectando una sombra de 20 metros y que el ángulo de elevación del sol era 37°, usted seria capaz de predecir la altura del poste, dado que usted conocía las leyes ópticas y trigonométricas relevantes. Pero como ya hemos visto claramente, esta información no explica la altura del poste. Así, en este ejemplo la predicción y la explicación difieren. La información que sirve para predecir un hecho antes que lo conozcamos no sirve para explicar el mismo hecho después de conocerlo, lo cual contradice la tesis de Hempel.

El problema de la irrelevancia Imagine a un niño que esta en la sala de mujeres embarazadas de un hospital. El niño observa que solo una persona en la sala – un hombre llamado Juan – no esta embarazada y le pregunta la razón al doctor. El doctor responde: ‘Juan ha estado tomando píldoras anticonceptivas de manera regular durante los últimos años. Las personas que toman píldoras anticonceptivas regularmente, nunca se embarazan. Por lo tanto Juan no se ha embarazado’. Supongamos, a favor del argumento, que lo que dice el doctor es verdadero – Juan esta enfermo mentalmente y ha estado tomando píldoras anticonceptivas creyendo que lo ayudarían, Pero aun así, la respuesta que el doctor le da al niño no es una ayuda para este. La explicación correcta de que Juan no este embarazado es, obviamente, que el es un varón, y los varones nunca se embarazan. Sin embargo, la explicación que el doctor le da al niño encaja perfectamente en el modelo de cobertura legal. El doctor deduce el fenómeno a ser explicado - que Juan no está embarazado - de la ley general que dice que las personas que toman píldoras anticonceptivas no se llegan a embarazar y el hecho particular de que Juan ha estado tomando píldoras anticonceptivas. Como la ley general y el hecho particular son verdaderos y realmente implican el explanandum, entonces, de acuerdo con el modelo de cobertura legal el doctor ha dado una explicación perfectamente adecuada del hecho de que Juan no esta embarazado. Pero esto es evidentemente falso. Otra vez, el modelo de cobertura legal es demasiado permisivo: permite considerar como explicaciones científicas a cosas que evidentemente no lo son. La moraleja es que una buena explicación de un fenómeno debería contener información relevante para la ocurrencia del fenómeno. Es en este punto donde la respuesta del doctor al niño esta equivocada. Aunque lo que dice el doctor es perfectamente verdadero, el hecho de que Juan haya estado tomando píldoras anticonceptivas es irrelevante para que no este embarazado, porque incluso sin haberlas tomado tampoco habría quedado embarazado. Por esto, la respuesta del doctor a la pregunta del niño, no es buena. El modelo de Hempel no respeta esta importantísima característica de nuestra idea de la explicación.

Explicación y causalidad 25

Ya que el modelo de cobertura legal presenta varios problemas, es natural buscar una forma alternativa de entender la explicación científica. Algunos filósofos creen que la clave reside en el concepto de causalidad. Esta es una sugerencia bastante atractiva. Porque en muchos casos, explicar un fenómeno es mencionar su causa. Por ejemplo, si un investigador de accidentes esta tratando de explicar porque se estrelló un avión, obviamente el está buscando la causa de que se haya estrellado. Realmente, las preguntas ‘¿Porqué se estrelló el avión?’ y ‘¿Cuál fue la causa de que el avión se estrellara?’ son prácticamente sinónimas. Similarmente, si un ecologista está tratando de explicar porque hay ahora menos biodiversidad en los bosques tropicales de la que solía haber antes, claramente el esta buscando la causa de la reducción de la biodiversidad. El vínculo entre los conceptos de explicación y causalidad es muy intimo. Impresionados por este vínculo varios filósofos han abandonado la explicación basada en la ley de cobertura a favor de una basada en la causalidad. Los detalles varían, pero la idea básica detrás de estas propuestas es que explicar un fenómeno es simplemente mencionar su causa. En algunos casos la diferencia entre la ley de cobertura y la ley causal, realmente es muy pequeña, porque deducir la ocurrencia de un fenómeno de una ley general, es, muy a menudo, evidenciar su causa. Por ejemplo, mencionemos otra vez la explicación de Newton de las trayectorias elípticas de los planetas. Vimos que esta explicación encaja en el modelo de cobertura legal – porque Newton dedujo la forma de las órbitas planetarias de su ley de la gravitación más algunos hechos adicionales. Pero la explicación de Newton también fue causal ya que las órbitas planetarias elípticas son causadas por la atracción gravitacional entre los planetas y el sol. Sin embargo, los modelos de ley de cobertura y el causal no son completamente equivalentes – en algunos casos difieren. En realidad muchos filósofos prefieren la propuesta causal porque piensan que evita las dificultades que presenta el modelo de cobertura legal. Recordemos el problema del poste de bandera. ¿Porqué nos dice nuestra intuición que la altura de poste de bandera explica la longitud de la sombra pero no viceversa? Plausiblemente, porque la altura del postre es la causa de que la sombra tenga 20 metros de longitud, pero el que la longitud de la sombra sea 20 metros no es la causa de que el poste tenga una altura de 15 metros. A diferencia del modelo de cobertura legal la propuesta causal de explicación da la respuesta ‘correcta’ en el caso del poste de bandera - respeta nuestra intuición: no podemos explicar la altura del poste refiriéndonos a la longitud de la sombra que este proyecta. La moraleja del problema del poste de bandera es que el modelo de cobertura legal no respeta el hecho de que la explicación es una relación asimétrica. Ahora bien, la causalidad es también una relación asimétrica: si X es la causa de Y, entonces Y no es la causa de X. Por ejemplo, si un corto circuito provoca un incendio, entonces, evidentemente, el incendio no causó el cortocircuito. De aquí que es muy plausible sugerir que la asimetría de la explicación deriva de la asimetría de la causalidad. Si explicar un fenómeno es mencionar su causa y siendo la causalidad asimétrica, deberíamos esperar que la explicación también sea asimétrica- como realmente lo es. Precisamente, el modelo de cobertura legal fracasa en el problema del poste de bandera porque trata de analizar el concepto de explicación científica sin referencia a la causalidad. Lo mismo es verdadero para el caso de las píldoras anticonceptivas. El que Juan tome píldoras anticonceptivas no explica que este embarazado, porque las píldoras anticonceptivas no son la causa de que no esté embarazado. En vez de eso, el género de Juan es la causa de que no este embarazado. Por eso es que pensamos que la respuesta correcta a la pregunta ‘¿Porqué no esta embarazado Juan?’ es ‘porque el es un hombre, y los hombres nunca se embarazan’ en vez de la respuesta que da el doctor. La respuesta del doctor satisface el modelo de cobertura legal, pero desde que este no identifica correctamente la causa del fenómeno que deseamos explicar, no constituye una genuina explicación. La moraleja que extrajimos del ejemplo de las píldoras anticonceptivas fue que una genuina explicación científica debe contener información que es relevante al explanandum. En efecto, esta es otra manera de decir que la explicación debería señalarse la causa del explanandum. La propuesta de explicación científica basada en la causalidad evita el problema de la irrelevancia. Es fácil criticar a Hempel por fracasar respecto a la estructura relación entre la causalidad y explicación, y muchas personas lo han hechos. En cierto sentido, esta crítica es un poco injusta. Porque Hempel se suscribía a una doctrina filosófica conocida como empirismo, y tradicionalmente los empiristas han sido 26

muy suspicaces con el concepto de causalidad. Los empiristas afirman que todo nuestro conocimiento provienen de la experiencia. David Hume, a quién conocimos en el capitulo anterior, fue un connotado empirista, y afirmó que es imposible tener experiencia de las relaciones causales. De aquí el concluyó que estas no existen - ¡La causalidad es un producto de nuestra imaginación!. Esta es una conclusión muy difícil de aceptar. Seguramente es un hecho objetivo que el dejar caer los vasos de vidrio cause que estos se rompan. Pero nuestra idea de la causalidad implica algo más. Incluye la idea de un vínculo causal entre la caída y la rotura, es decir, que la primera produce la segunda. De acuerdo con Hume, ningún vinculo puede ser encontrado en la experiencia: todo lo que vemos es un vaso cayendo y un momento después romperse. No experimentamos relación causal alguna entre el primer evento y el segundo. Por lo tanto, la causalidades una ficción. Muchos empiristas no aceptan tan sorprendente conclusión. Pero como resultado del trabajo de Hume, han tendido a tratar el concepto de causalidad con gran precaución. Por lo tanto, la idea de analizar el concepto de explicación científica en términos del concepto de causalidad, le podría parecer a un empirista, poco recomendable. Si nuestra meta es clarificar el concepto de explicación científica, como intento Hempel, hay poco tino en usar nociones que están igualmente necesitaras de clarificación. Y para los empiristas, la causalidad esta definitivamente necesidad a de clarificación filosófica. No es una mero descuido de Hempel, por lo tanto, el hecho de que el modelo de cobertura legal no mencione la causalidad. La popularidad del empirismo ha disminuido algo en los últimos años. De todas maneras, muchos filósofos han llegado a la conclusión de que el concepto de causalidad, aunque filosóficamente problemático es indispensable para nuestra comprensión del mundo. De aquí que la idea de fundamentar la explicación científica en la causalidad, ahora parezca más aceptable que en los días de Hempel. Ciertamente la propuesta de explicación científica basada en la causalidad en cada bastante bien con la estructura de muchas explicaciones científicas reales, pero, ¿se agota aquí el asunto? Muchos filósofos responden negativamente basándose en que ciertas explicaciones científicas no parecen ser causales. Un tipo de ejemplo proviene de las que son llamadas, en la ciencia, ‘identificaciones teóricas’. Las identificaciones teóricas envuelven la identificación de un concepto con otro, sacado usualmente de una rama diferente de la ciencia. Dos ejemplos son ‘el agua es H2O, explicaron lo que es el agua. Similarmente cuando los físicos descubrieron que la temperatura de un cuerpo es el promedio d la energía cinética de sus moléculas, explicaron lo que es la temperatura. Pero ninguna de estas explicaciones es causal. Estar hecha de H2O no es la causa de que una sustancia sea agua, es solamente ser agua. Tener un cierto promedio de energía cinética molecular no es la causa de tener esa temperatura, es solamente tener es temperatura. Si estos ejemplos son considerados como explicaciones científicas legítimas, cabría sugerir, entonces, que la propuesta de explicación basada en la causalidad no agota el tema.

¿Puede la ciencia explicarlo todo? La ciencia moderna puede explicar muchos fenómenos de nuestro mundo. Pero hay muchos hechos que no han sido explicarnos por la ciencia, o al menos, no han sido completamente explicados. Un ejemplo es el origen de la vida. Sabemos que hace unos y billones de años aparecieron en el caldo primigenio moléculas con la capacidad de reproducirse, es decir, de hacer copias de si mismas, luego la vida evolución. Pero no entendemos como aparecieron estas moléculas auto-replicantes. Otro ejemplo es el hecho de la tendencia a poseer una excelente memoria en los niños autistas. Este hecho ha sido confirmado por numerosos estudios, pero aun no se ha logrado explicar con éxito. Muchas personas creen que, en definitiva, la ciencia será capaz de explicar hechos de esta clase. Esta es una idea muy plausible. Los biólogos moleculares están trabajando arduamente en el problema del origen de la vida y silo un pesimista diría que no lograran resolverlo. Decididamente, el problema no es sencillo, entre otras cosas, porque es muy difícil saber cuales eran las condiciones en la tierra hace cuatro billones de años. No obstante, no hay razón para pensar que el origen de la vida no será explicado. Lo mismo puede ocurrir con la memoria excepcional que poseen los niños autistas. La ciencia de la memoria aun esta en su infancia y todavía hay mucho que describir acerca de las bases neurofisiológicas del autismo. Obviamente, no 27

podemos garantizar totalmente que se encintrara una explicación, pero dado el numero de explicaciones exitosas que la ciencia ha proporcionado no es vana la confianza en que muchos hechos actualmente inexplicados, eventualmente podrán ser explicados en el futuro. Pero, ¿significa esto que, en principio, la ciencia lo puede explicar todo? o, ¿ hay algunos fenómenos que eludirán para siempre la explicación científica?. Esta pregunta no es fácil de responder. Por un lado, parece una arrogancia afirmar que la ciencia puede explicarlo todo; por otro lado, parece una miopía afirmar que algún fenómeno particular nunca será explicado científicamente. La ciencia cambia y se desarrolla rápidamente y un fenómeno que parece completamente inexplicable desde el punto de vista actual podría ser fácilmente explicado mañana. Para algunos filósofos la ciencia nunca será capaz de explicarlo todo, por una razón puramente lógica. Con la finalidad de explicar algo, cualquiera que sea, necesitamos invocar alguna otra cosa, pero, ¿Cómo explicamos esta segunda cosa?. A modo de ilustración, recordemos que Newton explico un amplio rango de fenómenos usando su ley de la gravedad, pero ¿Cómo explicamos la misma ley de la gravedad? Si alguien pregunta porque todos los objetos ejercen recíprocamente una atracción gravitacional ¿cómo deberíamos responder?. Newton no tenia respuesta para esta pregunta. En la ciencia newtoniana la ley de la gravedad era un principio fundamental: este explicaba otras cosas, pero el mismo no podía ser explicado. La moraleja es generalizable. Todo lo que la ciencia del futuro pueda explicar tendrá que hacerlo en base a ciertos principios y leyes fundamentales. Como nada puede explicarse a si mismo, se sigue en ultimo termino, que algunos de esto principios y leyes permanecerán ellos mismos sin explicar. Es innegable que este argumento, cualquier uso que se haga de el, es muy abstracto. Este pretende demostrar que algunas cosas nunca serán explicadas, pero no nos dice cuales son. Sin embargo, algunos filósofos han hecho sugerencias concretas acerca de fenómenos que, según ellos, la ciencia nunca podrá explicar. Un ejemplo es la conciencia – la característica distintiva de criaturas pensantes y sensibles, como nosotros mismos y otros animales superiores. Se ha investigado mucho ( y se continua haciéndolo ) sobre la naturaleza de la conciencia por parte de los científicos del cerebro, psicólogos y otros. Pero algunos filósofos recientes afirman que, comoquiera que se investigue, nunca se podrá explicar completamente la naturaleza de la conciencia. Ellos señalan que hay algo intrínsecamente misterioso acerca del fenómeno de la conciencia, que ninguna cantidad de investigación científica puede eliminar. ¿Cuál es el fundamento de este punto de vista?. El argumento básico es que las experiencias concientes son radicalmente diferentes a cualquier otras cosa en el mundo, en que ellas tienen un ‘aspecto subjetivo’. Considere, por ejemplo, la experiencia de ver una película de terror. Esta es una experiencia con una ‘sensación muy peculiar’. En el futuro, los neurocientíficos podrían ser capaces de dar una descripción detallada de los complejos fenómenos cerebrales que produce nuestra sensación de terror. Pero, ¿explicara esto porque el mirar una película de terror nos produce determinada sensación y no alguna otra?. Muchas personas creen que no. Desde este punto de vista, lo mas que nos pueden decir los estudios científicos del cerebro es que procesos cerebrales están correlacionados con determinadas experiencias concientes. Ciertamente esta es una información interesante y valiosa. Sin embargo, esto no nos dice porque experiencias con ‘sensaciones’ subjetivas peculiares deberían resultar de fenómenos puramente físicos en el cerebro. De aquí que la conciencia, o al menos un importante aspecto de ella, sea inexplicable científicamente. Aunque muy contundente, este argumento es muy controversial y no aceptado por todos los filósofos, dejando aparte a los neurocientíficos. De hecho, un conocido libro, publicado en 1991 por el filosofo Daniel Dennet tiene un titulo desafiante: La conciencia explicada. Quienes piensan que la conciencia es inexplicable científicamente, algunas veces son acusados de carencia de imaginación. Incluso si es verdad que la ciencia del cerebro, tal como es practicada actualmente no puede explicar los aspectos subjetivos de la experiencia conciente ¿No podemos imaginar el surgimiento de un tipo radicalmente diferente de ciencia cerebral con técnicas explicatorios radicalmente diferentes que nos explique porque nuestra sensación de las experiencias se presenta en su forma característica? Hay una larga tradición de filósofos tratando de decirles a los científicos lo que es y no es posible y posteriores desarrollos científicos han probado a menudo que los 28

filósofos estaban equivocados. Solo el tiempo nos dirá si el mismo destino aguarda a los que afirman que la conciencia eludirá siempre la explicación científica.

Explicación y reducción Las diferentes disciplinas científicas están diseñadas para explicar diferentes tipos de fenómenos. Explicar porque el caucho no conduce electricidad es una tarea para físicos, explicar porque las tortugas tienen vida larga es una tarea para biólogos, explicar porque las tasas de interés altas reducen la inflación es una tarea para economistas, y así por el estilo. Abreviando, hay una división del trabajo entre las diferentes ciencias: cada una se especializa en explicar su propio conjunto particular de fenómenos. Esto explica el que las ciencias usualmente no compitan entre ellas – a ello se debe que los biólogos, por ejemplo, no se preocupen de que los físicos y los economistas puedan invadir su territorio. No obstante, generalmente se acepta que las diferentes ramas de la ciencia no están a la par: algunas son más fundamentales que otras. La física es usualmente reconocida como la más fundamental de todas las ciencias. ¿Por qué? Porque los objetos estudiados por las otras ciencias están compuestos en último término por partículas físicas. Considere los organismos vivientes, por ejemplo. Los organismos vivientes están formados por células, las cuales a su vez están compuestas de agua, ácidos nucleicos (como el ADN), proteínas, azúcares y lípidos (grasas), todos los cuales consisten en moléculas o en la unión de largas cadenas de moléculas. Ahora bien, las moléculas están compuestas de átomos, los cuales son partículas físicas. Así, en último término, los objetos estudiados por los biólogos son solamente entidades físicas muy complejas. Lo mismo se aplica a las otras ciencias, incluso a las ciencias sociales. Por ejemplo, consideremos la economía. La economía estudia el comportamiento de empresas y consumidores en el mercado, así como las consecuencias de este comportamiento. Pero los consumidores son seres humanos y las empresas están formadas por seres humanos; los seres humanos son organismos vivientes y, por lo tanto, entidades físicas. ¿Significa esto que la física puede subsumir a las demás ciencias de alto nivel *? Como todas las cosas están formadas por partículas físicas. Si tuviéramos una física completa que nos permitiera predecir perfectamente el comportamiento de cada partícula física del Universo, ¿Las demás ciencias serían superfluas? Muchos filósofos se oponen a esta línea de pensamiento. Después de todo, parece insensato sugerir que algún día la física podría explicar las cosas que son explicadas por la biología y la economía. El proyecto de deducir las leyes de la biología y la economía directamente de las leyes de la física parece muy remoto. Como quiera que sea la física del futuro, es bastante improbable que sea capaz de predecir las crisis económicas. Lejos de ser reducibles a la física, ciencias como la biología y la economía son fuertemente autónomas. Esto conduce a una dificultad filosófica. ¿Por qué una ciencia que estudia entidades que son en último termino físicas, no es reducible a la física? Establecido que las ciencias de alto nivel son de hecho independientes de la física, ¿Cómo es posible esta situación?. De acuerdo con algunos filósofos, la respuesta se basa en el hecho de que los objetos estudiados por las ciencias de nivel alto son ‘realizaciones múltiples’ en el nivel físico. Para ilustrar la idea de una ‘realización múltiple’, imagine una colección de ceniceros. Obviamente cada cenicero individual es una entidad física, como toda cosa del universo. Pero la composición física de los ceniceros podría ser muy diferente – algunos podrían ser de vidrio, otros de plástico, etc. También es probable que difieran en medida, forma y peso. Virtualmente no hay límite para el rango de propiedades físicas diferentes que puede tener un cenicero. De aquí que es imposible definir el concepto de ‘cenicero’ en términos puramente físicos. No podemos encontrar una afirmación verdadera de la forma ‘x es un cenicero si y solo si x es....’ en la cual los puntos suspensivos estén rellenados con una expresión tomada del lenguaje de la física. Esto significa que los ceniceros son realizaciones múltiples en el nivel físico.

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Este nivel se refiere al grado de complejidad de los objetos que estudian las diferentes ciencias. La física estudia el nivel mas fundamental (bajo), y la biología y la economía el nivel mas complejo (alto). (N. del T.)

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Los filósofos han invocado a menudo las realizaciones múltiples para explicar porque la psicología no puede ser reducida a la física o a la química, pero, en principio la explicación se aplica también a las ciencias de alto nivel. Considere por ejemplo el hecho biológico de que las células nerviosas tienen vida mas larga que las células de la piel. Las células son entidades físicas, así que uno podría pensar que este hecho será explicado algún día por la física. Sin embargo, las células son mayormente realizaciones múltiples en el nivel microscópico. Las células están formadas, en último termino, por átomos pero los arreglos precisos de átomos pueden diferir grandemente en las diferentes células. Entonces, el concepto ‘célula’ no puede ser definido con términos derivados de la física fundamental. No hay una proposición verdadera de la forma ‘x es una célula si y solo si x es.....’ donde los puntos suspensivos sean rellenados utilizando una expresión del lenguaje de le microfísica. Si esto es correcto, significa que la física fundamental nunca será capaz de explicar porque las células nerviosas viven mas tiempo que las células de la piel, u algún otro hecho referente a las células. El vocabulario de la biología celular y el vocabulario de la física no son equivalentes en la forma que seria requerida. Con esto tenemos una explicación de porque la biología celular no puede ser reducida a la física, no obstante el hecho de que las células sean entidades físicas. No todos los filósofos están contentos con la doctrina de la realización múltiple, pero esta promete proporcionar una explicación clara de la independencia de las ciencias de alto nivel respecto de la física y también entre ellas.

Capítulo 4 Realismo y anti-realismo Hay en la filosofía un debate muy antiguo entre dos escuelas rivales de pensamiento llamadas realismo e idealismo. El realismo sostiene que el mundo físico existe independientemente del pensamiento y percepción humanos. El idealismo rechaza esto y afirma que el mundo físico es dependiente, en alguna forma, de la actividad consciente de los humanos. Para la mayoría de las personas el realismo parece ser más plausible que el idealismo. Se dice que el realismo encaja adecuadamente con la visión del sentido común de que los hechos acerca del mundo están “allí afuera” esperando ser descubiertos por nosotros. Esto es negado por el idealismo. En verdad, en una primera mirada el idealismo puede parecer completamente descabellado. Dado que las rocas y los árboles presumiblemente continuarían existiendo incluso si la raza humana se extinguiera, ¿En qué sentido su existencia depende de las mentes humanas? De hecho, el asunto es un poco más sutil que esto y continua siendo discutido por los filósofos en la actualidad. Aunque el tradicional tema realismo/idealismo pertenece a un área filosófica denominada metafísica, realmente tiene poco que ver con la ciencia. En este capítulo nos referiremos a un debate más moderno, referente específicamente a la ciencia, que es de alguna manera análogo al debate tradicional. El debate se da entre una posición conocida como realismo científico y su rival conocida como anti-realismo o instrumentalismo. En adelante la palabra ‘realismo’ significará realismo científico, y ‘realista’ significará científico realista.

Realismo científico y anti-realismo cientifico Como muchas cuestiones filosóficas, el realismo científico se presenta es diferentes versiones, de aquí que no se pueda definir con total precisión, pero su idea básica es sencilla. Los realistas sostienen que el objetivo de la ciencia es proporcionar una descripción verdadera del mundo. Esta doctrina puede parecer inocua. Seguramente nadie piensa que la ciencia esta tratando de producir una descripción falsa del mundo. Pero 30

esto no es lo que piensan los anti-realistas. Lo que sostienen los anti-realistas es que el objetivo de la ciencia es proporcionar una descripción verdadera de cierta parte del mundo – la parte ‘observable’. De acuerdo con los anti-realistas, el hecho de que haya una parte ‘no observable’ del mundo hace muy poco probable que lo que la ciencia dice sea cierto o no. ¿Qué quieren significar exactamente los anti-realistas con ‘parte observable del mundo’?. Ellos se refieren al mundo cotidiano de mesas y sillas, árboles y animales, tubos de ensayo y mecheros de Bunsen, tormentas y nevadas, etc. Estas cosas pueden ser directamente percibidas por los seres humanos – este es el significado de lo que ellos llaman observable. Algunas ciencias tratan exclusivamente con objetos que son observables. Un ejemplo es la paleontología, el estudio de los fósiles. Los fósiles son fácilmente observables – cualquier persona con visión normal puede verlos. Pero otras ciencias hacen afirmaciones sobre la región no observable de la realidad. La física es un ejemplo obvio. Los físicos proponen teorías acerca de átomos, electrones, quarks, leptones y otras partículas extrañas, ninguna de las cuales puede ser observada en el sentido usual de la palabra. Las entidades de esta clase yacen más allá de los poderes humanos de observación. Con respecto a ciencias como la paleontología, realistas y anti-realistas no están en desacuerdo. Como los fósiles son observables, la tesis realista de que la ciencia busca una descripción verdadera del mundo y la tesis anti-realista de que la ciencia busca una descripción verdadera del mundo observable, obviamente coinciden en lo referente al estudio de los fósiles. Pero en ciencias como la física, los realistas y antirealistas están en desacuerdo. Los realistas dicen que cuando los físicos proponen teorías referentes a los electrones y los quarks, estos están tratando de proporcionar una descripción verdadera del mundo subatómico, de la misma manera como los paleontólogos están tratando de proporcionar una descripción verdadera del mundo de los fósiles. Los anti-realistas objetan: hay una diferencia fundamental entre las teorías de la física y las de la paleontología. ¿Qué piensan los realistas que los físicos dan a entender cuando hablan sobre entidades no observables? De manera típica, ellos señalan que estas entidades son meramente ficciones convenientes, introducidas por los físicos como ayudas para predecir fenómenos observables. Para ilustrar, considere la teoría cinética de los gases, la cual dice que cualquier volumen de gas contiene un número muy grande de entidades pequeñas en movimiento. Estas entidades – moléculas - son no observables. A partir de la teoría cinética, podemos deducir varias consecuencias sobre el comportamiento observable de los gases, como por ejemplo que el calentar una muestra de gas provoca que este se expanda, si la presión permanece constante, lo cual puede ser verificado experimentalmente. De acuerdo con los anti-realistas, el único propósito de postular entidades no-observables en la teoría cinética es deducir consecuencias de este tipo. Si los gases contienen realmente moléculas en movimiento, no es relevante; el cometido de la teoría cinética no es una descripción verdadera de hechos ocultos, sino solamente proporcionar una manera conveniente de predecir observaciones. Podemos ver ahora porque el anti-realismo es algunas veces llamado ‘instrumentalismo’ - reconoce a las teorías científicas como instrumentos para ayudarnos a predecir fenómenos observables, y no como intentos de describir la naturaleza subyacente de la realidad. Como el debate realismo/anti-realismo concierne al objetivo de la ciencia, uno podría pensar en resolverlo de una manera simple interrogando a los mismos científicos. ¿Por qué no hacer una encuesta entre los científicos preguntándoles acerca de sus objetivos?. Esta sugerencia elude el punto - toma la expresión ‘el objetivo de la ciencia’ demasiado literalmente. Cuando preguntamos por el objetivo de la ciencia, no estamos inquiriendo por los objetivos de los científicos individuales. En vez de eso, estamos inquiriendo por el sentido de lo que los científicos dicen y hacen – queremos interpretar la empresa científica. Los realistas piensan que deberíamos interpretar todas las teorías científicas como intentos de describir la realidad; los anti-realistas piensan que esta interpretación es inapropiada para teorías que hablan de entidades y procesos no observables. Aunque seria interesante conocer los puntos de vista de los propios científicos sobre el debate realismo/anti-realismo, la cuestión es, en ultima instancia, filosófica. Mucha de la motivación del anti-realismo proviene de la creencia de que realmente no podemos obtener conocimiento de la parte no observable de la realidad – está mas allá de la capacidad humana. Desde este 31

punto de vista, los limites del conocimiento científico están establecidos por nuestros poderes de observación. Así, la ciencia puede darnos conocimiento de fósiles, árboles y cristales de azúcar, pero no de átomos, electrones y quarks – porque estos últimos son no observables. Esta idea no es del todo implausible. Nadie podría dudar seriamente de la existencia de fósiles y árboles, pero lo mismo no es verdad para átomos y electrones. Como vimos en el ultimo capitulo, a finales del siglo XIX muchos científicos notables dudaron de la existencia de los átomos. Alguien que acepte tal punto de vista, debe, obviamente, dar alguna explicación de porque los científicos proponen teorías sobre entidades no observables, si el conocimiento científico esta limitado a lo que puede ser observado. La explicación que dan los anti-realistas es que estas son ficciones convenientes, diseñadas para ayudarnos a predecir el comportamiento de objetos en el mundo observable. Los realistas no aceptan que el conocimiento científico este limitado por nuestros poderes de observación. Por el contrario, ellos creen que ya poseemos conocimiento sustancial de la realidad no observable. Hay toda la razón para creer que nuestras mejores teorías científicas son verdaderas , y estas hablan de entidades no observables. Considere, por ejemplo la teoría atómica de la materia, la cual dice que toda la materia esta compuesta de átomos. La teoría atómica es capaz de explicar un amplio rango de hechos acerca del mundo. Según los realistas, esta es una buena evidencia de que la teoría es verdadera, es decir, que la materia realmente esta compuesta de átomos que se comportan como dice la teoría. De hecho, la teoría podría ser falsa, a despecho de la aparente evidencia a su favor, como sucede con cualquier teoría. El que los átomos no sean observables no es razón para interpretar la teoría atómica como cualquier cosa y no como una descripción de la realidad – y muy exitosa, por cierto. Nosotros deberíamos distinguir estrictamente entre dos tipos de anti-realismo. De acuerdo al primer tipo hablar de entidades no observables no debe ser entendido demasiado literalmente. Así, cuando los científicos proponen una teoría sobre los electrones, por ejemplo, no deberíamos tomarla como una afirmación de la existencia de unas entidades llamadas ‘electrones’. Mas bien, este hablar de electrones es metafórico. Esta forma de anti-realismo fue popular en la primera mitad del siglo XX, pero pocas personas la invocan actualmente. Fue fundamentalmente motivada por una doctrina de la filosofía del lenguaje, de acuerdo con la cual no es posible hacer afirmaciones significativas acerca de cosas que, en principio, no pueden ser observadas, una doctrina que pocos filósofos contemporáneos aceptan. El segundo tipo de anti-realismo acepta que hablar de entidades no observables debería ser considerado en su valor de evidencia: si una teoría dice que los electrones están cargados negativamente, esto es verdadero si los electrones existen y están cargados negativamente, pero falso en caso contrario. Pero nunca podremos averiguarlo, dicen los antirealistas. Por lo tanto, la actitud correcta hacia las afirmaciones que hacen los científicos, sobre una realidad no observable, es una de total agnosticismo. Estas son verdaderas o falsas, pero nosotros somos incapaces de averiguarlo. El anti-realismo moderno es mayormente de este segundo tipo.

El argumento del ‘no milagro’ Muchas teorías que postulan entidades no observables son empíricamente exitosas – hacen excelentes predicciones sobre el comportamiento de objetos del mundo observable. La teoría cinética de los gases, mencionada antes, es un ejemplo entre muchos otros. Además, tales teorías tienen a menudo importantes aplicaciones tecnológicas. Por ejemplo, la tecnología del láser esta basada en una teoría sobre lo que sucede cuando los electrones en un átomo se mueven de altos a bajos niveles de energía. Los láser son útiles – permiten corregir nuestra visión, atacan a nuestros enemigos con proyectiles dirigidos y muchas cosas mas. Por lo tanto la teoría que sostiene la tecnología láser es exitosa empíricamente en alto grado. El éxito empírico de teorías que postulan entidades no observables es la base de uno de los argumentos más fuertes del realismo científico, llamado el argumento del ‘no milagro’. Según este argumento, seria una extraordinaria coincidencia que una teoría que habla sobre electrones y átomos haga predicciones exactas acerca del mundo observable – a menos que realmente existan los electrones y los átomos. Si no hay átomos ni electrones, ¿Cómo explicar que la teoría encaje adecuadamente con los datos observacionales? Similarmente, ¿cómo explicamos el avance tecnológico a que nos han conducido nuestras teorías, a menos 32

que supongamos que estas son verdaderas? Si átomos y electrones solo son ‘ficciones convenientes’, como sostienen los anti-realistas, entonces ¿Por qué los láser son útiles? Desde este punto de vista, ser un antirealista es algo semejante a creer en milagros. Obviamente, como es mejor no creer en milagros si hay disponible una alternativa no milagrosa, deberíamos ser realistas y no anti-realistas. Este argumento no intenta probar que el realismo es correcto y que el anti-realismo esta equivocado, más bien, es un argumento plausible - inferir la mejor explicación. El fenómeno a ser explicado es el hecho de que muchas teorías que postulan entidades no observables disfrutan de un alto nivel de éxito empírico. La mejor explicación de este hecho, invocando el argumento del ‘no milagro’ es que la teorías son verdaderas las entidades en cuestión realmente existen, y se comportan como dice la teoría. A menos que aceptemos esta explicación, el éxito empírico de nuestras teorías es un misterio inexplicable. Los anti-realistas han respondido al argumento del ‘no milagro’ de varias maneras. Una respuesta apela a ciertos hechos de la historia de la ciencia. Históricamente, hay muchos casos de teorías que ahora creemos que son falsas pero que fueron muy exitosas empíricamente en sus días. En un artículo muy conocido el epistemólogo estadounidense Larry Laudan menciona una lista de mas de 30 de tales teorías, tomadas de un rango de diferentes disciplinas científicas y diferentes épocas. La teoría del flogisto es un ejemplo. Esta teoría, que fue ampliamente aceptada hasta finales del siglo XVIII, sostenía que cuando un objeto entra en combustión libera una sustancia llamada ‘flogisto’, que se esparce en la atmósfera. La química moderna enseña que esto es falso: no hay tal sustancia llamada flogisto. Mas bien, la combustión ocurre cuando los cuerpos reaccionan con el oxigeno del aire. Pero a despecho de la inexistencia del flogisto, la teoría del flogisto fue bastante exitosa empíricamente: encajaba razonablemente bien con los datos observaciones disponibles en la época. Ejemplos de este tipo sugieren que el argumento del ‘no milagro’, sostenido por el realismo científico, peca de apresuramiento. Los proponentes de este argumento señalan el éxito empírico de las teorías científicas actuales como evidencia de su verdad. Pero la historia de la ciencia muestra no pocos casos de teorías empíricamente exitosas que luego se volvieron falsas. Así que ¿Cómo sabemos si el mismo destino no aguarda a las teorías actuales? ¿Cómo sabemos si la teoría atómica de la materia, por ejemplo, no correrá la misma suerte que la teoría del flogisto? Los anti-realistas dicen que una vez que hemos puesto nuestra atención en la historia de la ciencia, vemos que inferir verdades teóricas de éxitos empíricos es muy inseguro. Entonces, la actitud racional hacia la teoría atómica es una de agnosticismo - puede ser o no ser verdadera. No lo podemos saber, dicen los anti-realistas. Esta es una poderosa respuesta contra el argumento del ‘no milagro’, pero no es completamente decisiva. Algunos realistas han respondido modificando ligeramente el argumento. De acuerdo a la versión modificada, el éxito empírico de una teoría es una evidencia de que lo que dice la teoría acerca del mundo no observable es aproximadamente verdadero, en vez que totalmente verdadero. Esta afirmación atenuada es menos vulnerable a los contra-ejemplos de la historia de la ciencia. Es también mas modesta: permite a los realistas admitir que las teorías actuales pueden no ser correctas en sus mínimos detalles, aunque si en sus grandes líneas. Otra manera de modificar el argumento es afinar la noción de éxito empírico. Algunos realistas sostienen que el éxito empírico no solo es asunto de encajar datos observacionales conocidos, sino mas bien, permitirnos predecir fenómenos observacionales que previamente desconocíamos. En relación a este criterio mas restringido de éxito empírico, es menos fácil encontrar ejemplos históricos de teorías empíricamente exitosas que luego se volvieron falsas. Es discutible que estos afinamientos puedan realmente salvar el argumento del ‘no milagro’. Ciertamente, ellos reducen el número de contra-ejemplos históricos, pero no los anulan. Un ejemplo que permanece es la teoría ondulatoria de la luz, propuesta por primera vez por Christian Huygens en 1690. Según esta teoría, la luz consiste en vibraciones ondulatorias en un medio invisible llamado éter, en el cual se suponía que estaba sumergido el universo entero. (La rival de la teoría ondulatoria fue la teoría corpuscular de la luz, apoyada por Newton, la cual sostenía que la luz consiste en corpúsculos muy pequeños emitidos por una fuente luminosa). La teoría ondulatoria no fue ampliamente aceptada hasta que el físico francés Auguste Fresnel la formuló en una versión matemática en 1815, y la usó para predecir algunos fenómenos ópticos nuevos y 33

sorprendentes. Los experimentos ópticos confirmaron las predicciones de Fresnel convenciendo a muchos científicos del siglo XIX de que la teoría ondulatoria de la luz debía ser verdadera. Pero los físicos modernos nos dicen que esta teoría no es verdadera: no existe cosa alguna como el éter, entonces la luz no consiste en vibraciones en este. Otra vez, tenemos un ejemplo de una teoría falsa, pero empíricamente exitosa. La característica importante de este ejemplo es que habla incluso contra la versión modificada del argumento del ‘no milagro’. La teoría de Fresnel hizo predicciones novedosas, así que califica como empíricamente exitosa incluso con relación a una noción estricta de éxito empírico. Pero es difícil aceptar que la teoría de Fresnel pueda ser llamada ‘aproximadamente verdadera’, dado que esta basada en la idea del éter, el cual no existe. Sea lo que sea que signifique exactamente decir que una teoría es aproximadamente verdadera, esta debe cumplir con la condición necesaria de que las entidades que menciona la teoría deben existir realmente. Resumiendo, la teoría de Fresnel fue empíricamente exitosa, incluso en un sentido estricto de esta noción, pero no era ni siquiera aproximadamente verdadera. La moraleja de la historia, dicen los anti-realistas, es que no deberíamos asumir las modernas teorías científicas, ni siquiera en sus grandes líneas, solo por su gran éxito empírico. Por lo tanto, el argumento del ‘no milagro’, invocado por el realismo científico, es una cuestión abierta. Por una parte, el argumento enfrenta serías objeciones, como hemos visto. Por otra parte, nuestra intuición nos dice que hay algo convincente en el argumento. Es realmente difícil aceptar que los átomos y los electrones podrían no existir, si consideramos los sorprendentes éxitos de las teorías que postulan estas entidades. Pero como muestra la historia de la ciencia deberíamos ser muy cautos antes de asumir que nuestras teorías científicas actuales son verdaderas, aunque encajen muy bien con los datos. Muchas personas lo asumieron en el pasado y después se probó que estaban equivocadas.

La distinción observable/no observable La distinción entre cosas observables y cosas que no lo son es central en el debate entre realismo y antirealismo. Por lo general, hemos simplificado esta distinción descuidando su real significado - las mesas y las sillas son observables, los átomos y los electrones no lo son. Pero, de hecho, la distinción es filosóficamente bastante problemática. Realmente, uno de los principales argumentos del realismo científico dice que no es posible trazar la distinción observable/no observable de una manera categórica. ¿Por qué debería ser esta decisión un argumento a favor del realismo científico? Porque la coherencia del anti-realismo depende crucialmente de exista una clara distinción entre lo observable y lo no observable. Recordemos que los anti-realistas invocan diferentes actitudes hacia las afirmaciones de la ciencia dependiendo de si se refieren a las partes observables o no-observables de la realidad - deberíamos ser agnósticos respecto a las segundas pero no a las primeras. El anti-realismo presupone que nosotros podemos dividir las afirmaciones científicas en dos clases: aquellas que se refieren a procesos y entidades observables y aquellas que no. Si esta división no se puede establecer de manera satisfactoria, entonces es obvio que el anti-realismo está en un serio problema, y fracasa por este incumplimiento. Esto explica el que los realistas apunten a menudo a enfatizar los problemas asociados con la distinción observable/no observable. Uno de tales problemas concierne a la relación entre observación y detección. Entidades como los electrones obviamente no son observables en sentido ordinario, pero su presencia puede ser detectada usando aparatos especiales llamados detectores de partículas. El más simple de estos detectores es la cámara de niebla, que consiste en un recipiente hermético lleno de aire saturado con vapor de agua. Cuando partículas cargadas, como los electrones, atraviesan la cámara chocan con los átomos neutros del aire, convirtiéndolos en iones; el vapor del agua se condensa alrededor de estos iones formando gotas que pueden ser vistas directamente por el ojo. Nosotros podemos seguir la ruta de un electrón a través de la cámara de niebla observando el trazo formado por las gotas. ¿Significa esto que, después de todo, los electrones pueden ser observados? La mayoría de los filósofos responderían que no: Las cámaras de niebla nos permiten detectar electrones, no observarlos directamente. Casi de la misma manera, los jets de alta velocidad pueden ser detectados por los 34

rastros de vapor que dejan tras de si, pero mirar estos rastros no es observar el jet. Pero, ¿es siempre fácil distinguir la observación de la detección? Si no es así, la posición anti-realista estaría en problemas. En una conocida defensa del realismo científico, de comienzos de la década de 1960, el filósofo estadounidense Grover Maxwell propuso el siguiente problema al anti-realista, considere la siguiente secuencia de eventos: mirar algo directamente con el ojo, mirar algo a través de una ventana, mirar algo a través de unos lentes gruesos, mirar algo a través de unos binoculares, mirar algo a través de un microscopio de bajo poder, mirar algo a través de un microscopio de alto poder, y así por el estilo. Maxwell señala que estos eventos descansan en una serie continua. ¿Cómo decidimos lo que es observación y lo que no lo es? ¿Puede un biólogo observar micro-organismos con un microscopio de alto poder o solamente puede detectar su presencia, de la misma manera en que los físicos pueden detectar la presencia de electrones en una cámara de niebla? ¿Si algo solo puede ser visto con la ayuda de instrumentos científicos sofisticados, cuenta como observable o no observable? ¿Cuan sofisticada debe ser la instrumentación para decidir que estamos ante un caso de detección y no de observación? Maxwell señalo que no hay manera categórica de responder estas preguntas, por lo tanto el intento anti-realista de clasificar las entidades como observables o no observables, esta condenado al fracaso. El argumento de Maxwell esta respaldado por el hecho de que los científicos mismos se refieren a partículas que son ‘observadas’ con la ayuda de aparatos sofisticados. En la literatura filosófica, los electrones son usualmente tomados como ejemplo paradigmático de entidades no observables, aunque los científicos a menudo están satisfechos de hablar de electrones ‘observados’ usando detectores de partículas. De hecho esto no prueba que los filósofos estén equivocados y que los electrones, después de todo sean observables ; quizá sea mejor reconocerla como una ‘manera de hablar’. Similarmente, el hecho de que los científicos se refieran a tener ‘prueba experimental’ de una teoría no significa que los experimentos realmente prueben que las teorías son verdaderas, como vimos en el Capitulo 2. No obstante, si hay realmente una distinción filosófica importante observable/no observable, como sostienen los anti-realistas, es improbable que corresponda tan inadecuadamente con la manera de hablar de los científicos. El argumento de Maxwell es poderoso, pero esto no significa que sea completamente decisivo. Bas van Fraassen, un destacado anti-realista contemporáneo, afirma que el argumento de Maxwell solamente muestra que ‘observable’ es un concepto vago. Un concepto vago es aquel que tiene casos fronterizos – casos que no pueden incluidos o excluidos de manera categórica. Calvo, es un ejemplo obvio. Como la caída del cabello es gradual, hay muchos hombres de los cuales es difícil decir si son o no calvos. Pero van Fraassen resalta que los conceptos vagos son perfectamente utilizables y pueden marcar genuinas distinciones en el mundo. (De hecho, la mayoría de los conceptos son, en alguna extensión, vagos). Nadie sostendría que la distinción entre calvo e hirsuto es irreal o sin importancia, simplemente porque ‘calvo’ es vago. Ciertamente, si intentamos trazar una división precisa entre hombres calvos e hirsutos, esta será arbitraria. Pero, como hay casos precisos de hombres que son calvos y casos precisos de hombres que no lo son, la imposibilidad de trazar una línea de división precisa no es importante. A despecho de su vaguedad, el concepto es perfectamente utilizable. Según van Fraassen, lo mismo se puede aplicar a ‘observable’. Hay casos precisos de entidades que pueden ser observadas, como las sillas, y casos precisos de entidades que no, como los electrones. El argumento de Maxwell resalta el hecho de que también hay casos fronterizos, donde no estamos seguros de que las entidades en cuestión puedan ser observadas o solo detectadas. Así que si tratamos de trazar una línea precisa de división entre entidades observables y no observables, esta será inevitablemente arbitraria. Como en el caso de ‘calvicie’, esto no muestra que la distinción observable/no observable es de alguna manera irreal o sin importancia, ya que hay casos precisos en cada lado. Por lo tanto, la vaguedad del termino ‘observable’ no es ninguna vergüenza para los anti-realistas, dice van Fraseen. Solo se necesita establecer un limite superior a la precisión con que esta pueda ser formulada. ¿Cuánta fuerza tiene este argumento? Ciertamente, van Fraseen acierta en señalar que la existencia de casos fronterizos y la consiguiente imposibilidad de trazar un limite preciso sin arbitrariedad, no implica que la distinción observable/no observable sea irreal. Hasta aquí, su argumento contra Maxwell triunfa. Sin 35

embargo, una cosa es mostrar que hay una distinción real entre entidades observables y no observables, y otra mostrar que la distinción tiene el peso filosófico que los anti-realistas le quieren dar. Recordemos que los anti-realistas invocan una actitud de completo agnosticismo hacia las afirmaciones referentes a la parte no observable de la realidad – ellos dicen que no tenemos manera de saber si son o no verdaderas. Incluso si concedemos a van Fraseen que hay casos precisos de entidades no observables y que esto es suficiente para el anti-realista, todavía debe proporcionarnos argumentos adicionales para que creamos que el conocimiento de la realidad no observable es imposible

El argumento de la infradeterminación Un argumento del anti-realismo se centra en la relación entre los datos observacionales y las afirmaciones teóricas de los científicos. Los anti-realistas enfatizan que los datos últimos a los cuales responden las teorías científicas son siempre de carácter observacional (Muchos realistas estarían de acuerdo con esta afirmación.) Para ilustrar, considere otra vez la teoría cinética de los gases, que dice que cualquier muestra de gas consiste en moléculas en movimiento. Como estas moléculas no son observables, obviamente no podemos probar la teoría observando directamente varias muestras de gas. En vez de eso, necesitamos deducir de la teoría algunas proposiciones que puedan someterse a prueba directamente, la cual invariablemente trata con entidades observables. Como vimos, la teoría cinética afirma que una muestra de gas se expandirá cuando es calentada, si la presión permanece constante. Esta proposición puede ser probada directamente, haciendo lecturas en las partes pertinentes de aparatos de laboratorio. Este ejemplo ilustra una verdad general: los datos observacionales constituyen la evidencia última para las afirmaciones sobre entidades no observables. Entonces, sostienen los anti-realistas, los datos observacionales ‘infradeterminan’ las teorías científicas propuestas en base a ellos. ¿Qué significa esto? Significa que, en principio, los datos pueden ser explicados por varias teorías diferentes y mutuamente incompatibles. En el caso de la teoría cinética, los anti-realistas dirán que una posible explicación de los datos observacionales es que los gases contienen grandes números de moléculas en movimiento, como dice la teoría cinética. Pero insistirán en que también hay otras explicaciones posibles, en conflicto con la teoría cinética. Por lo tanto, dicen los anti-realistas, las teorías científicas que postulan entidades no observables son infradeterminadas por los datos observacionales habrá siempre un número de teorías competidoras que puedan acoger los datos igualmente bien. Es fácil ver porque el argumento de la infradeterminación apoya una visión anti-realista de la ciencia. Si las teorías siempre son infradeterminandas por los datos observacionales ¿Cómo podemos tener razón en creer que una teoría particular es verdadera? Suponga que un científico aboga por una teoría referente a entidades no observables, sobre la base de que esta puede explicar un amplio rango de datos observacionales. Un antirealista viene y sostiene que, de hecho, los datos pueden ser explicados por varias teorías alternativas. Si el anti-realista está en lo cierto, se sigue que la confianza de los científicos en sus teorías es equivocada. ¿Por qué razón los científicos tienen que escoger determinada teoría y no una de las alternativas? En tal situación ¿Deberían admitir los científicos que no saben cuál teoría es verdadera? La infradeterminación conduce naturalmente a la conclusión anti-realista de que el agnosticismo es la actitud correcta hacia las afirmaciones que se refieren a la región no observable de la realidad. Pero, ¿Es realmente cierto que dado un conjunto de datos observacionales, pueda siempre ser explicado por diferentes teorías, como sostienen los anti-realistas? Los realistas usualmente responden al argumento de la infradeterminación insistiendo que esta afirmación es verdadera solo en un sentido trivial y poco interesante. En principio, habrá siempre más de una explicación para un grupo de observaciones. Pero, dicen los realistas, no se sigue de aquí que todas estas posibles explicaciones sean igual de buenas. El hecho de que dos teorías puedan explicar nuestros datos observacionales no significa que no se pueda escoger entre ellas. Porque una de las teorías podría ser más simple que la otra, por ejemplo, o podría explicar los datos en una forma intuitivamente más plausible, o podría postular menos causas ocultas, etc. Una vez que reconocemos que hay criterios para elegir teorías en adición a su compatibilidad con los datos observacionales, el problema de la infradeterminación desaparece. No todas las posibles explicaciones de nuestros datos 36

observacionales son igual de buenas. Incluso si los datos que explica la teoría cinética pueden, en principio, ser explicados por teorías alternativas, no se sigue de aquí que estas alternativas puedan explicarlos tan bien como lo hace la teoría cinética. Esta respuesta al argumento de la infradeterminación es apoyada por el hecho de que hay relativamente pocos casos de infradeterminación en la historia de la ciencia. Si los datos observacionales pueden siempre ser explicados por varias teorías, como sostienen los anti-realistas, seguramente deberíamos esperar encontrar a los científicos en un casi perpetuo desacuerdo entre ellos. Pero no es esto lo que encontramos. Realmente, cuando inspeccionamos el registro histórico, la situación es casi exactamente la contraria de lo que el argumento de la infradeterminación nos llevaría a esperar. En vez de que los científicos se encuentren enfrentados a un gran número de explicaciones alternativas de sus datos observacionales, ellos tiene a menudo dificultades para encontrar incluso una sola teoría que encaje adecuadamente con los datos. Esto presta apoyo a la idea realista de que la infradeterminación es meramente una preocupación filosófica, con poca relación con la práctica científica real. Los anti-realistas, probablemente, no se impresionen con esta respuesta. Después de todo, las preocupaciones filosóficas siguen siendo genuinas, incluso si sus aplicaciones practicas son escasas. La filosofía no puede cambiar el mundo, pero esto no significa que no sea importante y la sugerencia de que un criterio como la simplicidad puede ser usado para elegir entre teorías competidoras invita inmediatamente a preguntar ¿Por qué se debería pensar que las teorías mas simples se acercan más a la verdad? Nosotros tocamos este tema en el capitulo 2. Típicamente, los anti-realistas conceden que el problema de la infradeterminación puede ser eliminado en la práctica usando un criterio como la simplicidad para discriminar entre diferentes explicaciones de nuestros datos observacionales. Pero ellos niegan que tal criterio sea un indicador confiable de la verdad. Las teorías simples pueden ser más convenientes para la práctica, pero ello no las hace intrínsecamente mas probables que las complejas. Por lo tanto el argumento de la infradeterminación permanece: siempre hay múltiples explicaciones de nuestros datos y no tenemos manera de saber cual de ellas es verdadera, por lo tanto, no se puede tener conocimiento de la realidad no observable. Sin embargo, la historia no termina aquí; los realistas vuelven a la carga. Estos acusan a los anti-realistas de aplicar el argumento de la infradeterminación selectivamente. Si el argumento es aplicado consistentemente, este descarta no solo el conocimiento del mundo no observable, sino también mucho del conocimiento del mundo observable, dice los realistas. Para entender porque los realistas dicen esto, note que muchas cosas que son observables, realmente nunca han sido observadas. Por ejemplo, la vasta mayoría de organismos vivientes de nuestro planeta nunca ha sido observada por seres humanos, aunque ellos son claramente observables. Piense en un gran meteorito cayendo a la tierra. No hay testigos de tal suceso, aunque este es claramente observable. Sucede simplemente que ningún ser humano ha estado en el lugar correcto a la hora correcta. Realmente sólo se consigue observar una pequeña fracción de lo que es observable. El punto clave es este: los anti-realistas afirman que la parte no observable de la realidad descansa más allá de los límites del conocimiento científico. Ellos conceden que podemos tener conocimiento de objetos y eventos que son observables pero no observados. Pero las teorías sobre objetos y eventos no observados están tan infradeterminadas por nuestros datos como lo están las teorías sobre objetos y eventos no observables. Por ejemplo, suponga que un científico propone la hipótesis de que un meteorito colisionó con la luna en 1987. Él cita varios datos observacionales en apoyo de su hipótesis, por ejemplo, que las fotografías satelitales de la luna muestran un gran cráter, que no estaba allí antes de 1987. Sin embargo, este dato puede ser explicado, en principio, por varias hipótesis alternativas - quizá una erupción volcánica causó el cráter, o un terremoto. O quizá la cámara que tomo la fotografía satelital, estaba fallando y no hay cráter alguno. Así, las hipótesis científicas están infradeterminadas por los datos, incluso aunque las hipótesis se refieran a eventos perfectamente observables – como un meteorito colisionando la luna. Si aplicamos el argumento de la infradeterminación consistentemente, sostienen lo realistas, nos veremos forzados a concluir que solo podemos adquirir conocimiento de cosas que han sido realmente observadas.

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Esta conclusión es bastante implausible, y seria difícil de aceptar por algún filosofo de la ciencia. Mucho de lo que los científicos nos dicen se refiere a cosas que no han sido observadas – piense en la era glacial, los dinosaurios, la deriva continental, etc. Decir que el conocimiento de lo no observado es imposible es afirmar que la mayor parte de lo que pasa por conocimiento científico no es realmente conocimiento. De hecho, lo científicos realistas no aceptan esta conclusión y, en vez de ello, la toman como evidencia de que el argumento de la infradeterminación debe estar equivocado. Si es claro que la ciencia nos da conocimiento de lo no observado, a despecho del hecho de que las teorías acerca de lo no observado esten infradeterminadas por nuestros datos, se sigue entonces que la infradeterminación no es un obstáculo para el conocimiento. Por lo tanto, el hecho de que nuestras teorías acerca de lo no observable estén también infradeterminadas por nuestros datos no significa que la ciencia no pueda proporcionarnos conocimiento de la región no observable del mundo. En efecto, al sostener esto, los realistas están diciendo que el problema originado por el argumento de la infradeterminacón es simplemente una versión sofisticada del problema de la inducción. Decir que una teoría esta infradeterminada por los datos es decir que hay teorías alternativas que pueden encajar con los mismos datos. Pero esta es otra forma de decir que los datos no implican la teoría: la inferencia desde los datos a la teoría es no-deductiva. No hay diferencia en que la teoría sea acerca de entidades no observables o entidades observables pero no observadas – la lógica de la situación es la misma en ambos casos. Por supuesto, mostrar que el argumento de la infradeterminacion es solo una versión del problema de la inducción no significa que pueda ser ignorado. Hay poco consenso sobre como debería ser abordado el problema de la inducción, como vimos en el capitulo 2. Pero esto no significa que haya una dificultad especial acerca de las entidades no observables. Por lo tanto, dicen los realistas, la posición de los antirealistas es, en ultima instancia, arbitraria. Los problemas que hay para comprender la manera en que la ciencia nos proporciona conocimiento de átomos y electrones son similares a los problemas que hay para comprender la manera en que la ciencia nos proporciona conocimiento de objetos de tamaño ordinario.

Capítulo 5 Cambio científico y revoluciones científicas Las ideas científicas cambian rápidamente. Escoja la disciplina científica que guste, y usted puede estar seguro que las teorías vigentes en esta disciplina serán muy diferentes de las de hace 50 años y extremadamente diferentes de las de hace 100 años. Comparada con otras áreas de actividad intelectual, como la filosofía y las artes, la ciencia es una actividad rápidamente cambiante. Varias cuestiones filosóficas interesantes se centran en el tema del cambio científico. ¿ Se puede discernir un patrón en la forma en que cambian las ideas científicas a lo largo del tiempo? ¿Cómo deberíamos explicar el hecho de que los científicos abandonen las teorías existentes a favor de una nueva? ¿Las teorías científicas actuales son objetivamente mejores que las antiguas? ¿Tiene un sentido claro el concepto de objetividad? 38

La mayor parte de la discusión moderna de estas cuestiones fue provocada por el trabajo del filósofo e historiador de la ciencia Thomas Kuhn (EE.UU.) En 1963 Kuhn publicó un libro titulado La Estructura de las Revoluciones Científicas, incuestionablemente el más influyente trabajo de filosofía de la ciencia en los últimos 50 años. El impacto de las ideas de Kuhn se ha sentido también en otras disciplinas académicas, como la sociología y la antropología, y, largamente, en la cultura intelectual general de nuestro tiempo. (El prestigioso diario The Guardian incluyó La Estructura de la Revoluciones Científicas en su lista de los 100 libros más influyentes del siglo XX) Para entender por que las ideas de Kuhn causaron tal revuelo, necesitamos dar una breve mirada al estado de la filosofía de la ciencia que precedió a la publicación de su libro.

La filosofía de la ciencia del positivismo lógico El movimiento filosófico dominante en el mundo de habla inglesa durante el periodo de la post-guerra fue el positivismo lógico. Los primeros positivistas lógicos fueron un grupo informal de filósofos y científicos, quienes se reunían en Viena en la década de 1920 y los primeros años de la década de 1930, bajo la conducción de Moritz Schlick. (Carl Hempel, a quien encontramos en el capitulo 3 estuvo estrechamente asociado con los positivistas, al igual que Karl Popper) Huyendo de la persecución de los nazis, la mayoría de los positivistas emigraron a los Estados Unidos, donde ellos y sus seguidores ejercieron una poderosa influencia sobre la filosofía académica hasta mediados de la década de 1960 aproximadamente, en que el movimiento comenzó a desintegrarse. El positivismo lógico tuvo un reconocimiento muy notable de parte de las ciencias naturales, y también de las matemáticas y la lógica. Los primeros años del siglo XX fueron testigos de sorprendentes avances científicos, particularmente en la física, que impresionaron fuertemente a los positivistas. Uno de sus objetivos fue hacer que la misma filosofía fuera más científica, con la esperanza de que esto permitiría hacer avances similares en esta. Lo que impresiono particularmente a los positivistas fue la aparente objetividad de la ciencia. Ellos creían que a diferencia de otros campos, donde casi todo gira sobre la opinión subjetiva, las cuestiones científicas podrían ser tratadas de una manera completamente objetiva. Técnicas tales como la prueba experimental, permiten a los científicos comparar directamente sus teorías con los hechos, y luego proporcionar una decisión documentada e imparcial sobre los méritos de la teoría. Así, para los positivistas la ciencia era una actividad paradigmáticamente racional. La ruta más segura que hay hacia la verdad. A despecho de la alta estima en que los positivistas tenían a la ciencia, ellos prestaron poca atención a la historia de la ciencia. En realidad, ellos pensaban que los filósofos tenían poco que aprender del estudio de la historia de la ciencia. Esto se debió a que ellos establecieron una distinción nítida entre lo que llamaron el ‘contexto de descubrimiento’ y el ‘contexto de justificación’. El contexto de descubrimiento se refiere al proceso histórico real por el cual los científicos arriban a una determinada teoría. El contexto de justificación se refiere a los medios por los cuales el científico trata de justificar su teoría una vez que ha sido propuesta – lo cual incluye probar la teoría, buscar evidencia relevante, etc. Los positivistas creyeron que el primero era un proceso psicológico subjetivo que no estaba gobernado por reglas precisas, mientras que el segundo era un asunto objetivo de lógica. Sostuvieron que los filósofos de la ciencia deberían confinarse a si mismos al estudio del segundo. Un ejemplo puede ayudar a clarificar esta idea. En 1865 el científico belga Kekule descubrió que la molécula de benceno tenia una estructura hexagonal. Aparentemente, el llego a la hipótesis de una estructura hexagonal para el benceno después de un sueño en el cual vio una serpiente tratando de morder su propia cola. De hecho, Kekule tuvo que probar científicamente su hipótesis, y realmente lo hizo. Este es un ejemplo extremo, pero muestra las extrañas maneras en que se puede arribar a las hipótesis científicas – no siempre son el producto de pensamiento sistemático y cuidadoso. Los positivistas señalarían que no hace gran diferencia el como se arribe inicialmente a una hipótesis. Lo que importa es como será probada una vez que ha sido propuesta – esto es lo que hace de la ciencia una actividad racional. La manera en que Kekule arribo a su hipótesis fue irrelevante; lo que importó fue como la justificó. 39

Esta distinción tajante entre descubrimiento y justificación, y la creencia de que el primero es ‘subjetivo’ y ‘psicológico’ mientras que la segunda no, explica porque el enfoque positivista de la filosofía de la ciencia fue tan ahistórico. El proceso histórico real por el cual cambian las ideas científicas reside ampliamente en el contexto de descubrimiento, no en el contexto de justificación. Según los positivistas, este proceso podría ser de interés para los historiadores o los psicólogos, pero no tenía nada que enseñar a los filósofos de la ciencia. Otro tema importante en la filosofía de la ciencia del positivismo fue la distinción entre teorías y hechos observacionales; esta se relaciona con la distinción observable/no observable discutida en el capitulo previo. Los positivistas creían que las disputas entre teorías científicas rivales podría resolverse de una manera perfectamente objetiva comparando directamente las teorías con los hechos observacionales ‘neutros’, la cual podría ser aceptada por todos los bandos. Los positivistas estaban en desacuerdo entre ellos mismos sobre como debería ser exactamente caracterizado este conjunto de hechos neutrales, pero estaban seguros de la existencia de estos. Sin una clara distinción entre teorías y hechos observacionales, la racionalidad y la objetividad de la ciencia estarían comprometidas, y los positivistas estaban resueltos en su creencia que la ciencia era real y objetiva.

La estructura de las revoluciones científicas Kuhn fue por su formación historiador de la ciencia y estaba firmemente convencido de que los filósofos tenían mucho que aprender del estudio de la historia de la ciencia. Una insuficiente atención hacia la historia de la ciencia había llevado a los positivistas a formarse un cuadro inexacto y simplista de la empresa científica, sostenía Kuhn. Como indica el titulo de su libro, Kuhn estaba especialmente interesado en las revoluciones científicas – periodos de gran agitación, durante los cuales las ideas científicas existentes son reemplazadas por otras radicalmente nuevas. Ejemplos de revoluciones científicas son la revolución copernicana en astronomía, la revolución einsteniana en física y la revolución darwiniana en biología. Cada una de estas revoluciones condujo a cambios fundamentales en la visión científica del mundo – el derrocamiento de un grupo de ideas existentes por otro completamente diferente. Realmente, las revoluciones científicas son relativamente infrecuentes - ninguna ciencia está en estado permanente de revolución. Kuhn acuño el termino ‘ciencia normal’ para describir las actividades cotidianas ordinarias en que están ocupados los científicos cuando su disciplina no sufre un cambio revolucionario. En la propuesta de Kuhn de ciencia normal, es fundamental el concepto de paradigma. Un paradigma consiste en dos principales componentes: Primero, un conjunto de supuestos teóricos fundamentales que todos los miembros de una comunidad científica aceptan en un tiempo determinado; segundo, un conjunto de problemas científicos ‘ejemplares’ o específicos que han sido resueltos por medio de aquellos supuestos teóricos y que aparecen en los libros de texto de la disciplina en cuestión. Pero un paradigma es más que solo una teoría (aunque algunas veces Kuhn hace uso intercambiable de estos términos) Cuando los científicos comparten un paradigma, no solo están de acuerdo en ciertas proposiciones científicas, también están de acuerdo en como debería proceder la futura investigación científica en su campo, que problemas son pertinentes de abordar, cuales son los métodos apropiados para resolver estos problemas, como sería una solución aceptable de los problemas, etc. En resumen, un paradigma es una perspectiva científica integral una constelación de supuestos, creencias y valores compartidos que cohesionan a una comunidad científica y permiten que la ciencia normal tenga lugar. ¿Qué involucra exactamente la ciencia normal? Según Kuhn esta es primariamente un asunto de solución de enigmas. Sea cual sea el éxito de un paradigma, este encontrara siempre ciertos problemas-fenómenos que no pueden ser fácilmente asimilados, desacuerdos entre las predicciones de la teoría y los hechos experimentales, etc. El trabajo de los científicos normales es tratar de eliminar estas complicaciones menores haciendo los menos cambios posibles en el paradigma. Así, la ciencia normal es una actividad fuertemente conservadora - sus practicantes no están tratando de descubrir resquebrajaduras, sino mas bien desarrollar y extender el paradigma existente. En palabras de Kuhn, ‘la ciencia normal no busca novedades fácticas o teóricas y su triunfo depende de no encontrarlas’. Sobre todo, Kuhn enfatiza que los científicos normales no están tratando de probar el paradigma. Al contrario, ellos aceptan el paradigma incuestionablemente, y 40

conducen sus investigaciones dentro de los límites establecidos por él. Si un científico normal consigue un resultado experimental que contradice al paradigma, usualmente el asumirá que su técnica experimental es defectuosa, y no que el paradigma este equivocado. El paradigma en si mismo no es negociable. Típicamente, un perdido de ciencia normal dura varias décadas, a veces incluso siglos. Durante este tiempo, los científicos articulan gradualmente el paradigma - poniendolo a punto, completando sus detalles, resolviendo más y más problemas, extendiendo su rango de aplicación, etc. Pero llega el tiempo en que se descubren anomalías - fenómenos que simplemente no pueden ser reconciliados con los supuestos teóricos del paradigma, aunque los científicos normales la intenten arduamente. Cuando las anomalías son pocas, se tiende a ignorarlas. Pero cuando se acumulan más y más anomalías, un sentido agudo de crisis afecta a la comunidad científica. Se resquebraja la confianza en un paradigma existente y el proceso de la ciencia normal se frena temporalmente. Esto marca, el comienzo de un período de ‘ciencia revolucionaria’, como la llama Kuhn. Durante tales periodos, las ideas científicas fundamentales son cuestionadas. Se proponen una variedad de alternativas al paradigma establecido. Se requiere de aproximadamente una generación antes de que todos los miembros de la comunidad científica sean ganados por el nuevo paradigma - un suceso que marca la culminación de una revolución científica. Por lo tanto, la esencia de una revolución científica es el cambio de un viejo paradigma por uno nuevo. La caracterización que hace Kuhn de la historia de la ciencia como largos períodos de ciencia normal interrumpidos por revoluciones científica ocasionales, es aceptada por muchos filósofos e historiadores de la ciencia. Varios ejemplos de la historia de la ciencia encajan bastante bien en el modelo de Kuhn. Por ejemplo cuando examinamos la transición de la astronomía ptolemaica a la copernicana, o de la física newtoniana a la einsteniana, están presentes muchas de las características que describe Kuhn. Los astrónomos ptolemaicos compartieron realmente un paradigma basado en la idea de que la tierra es estacionaria y se encuentra en el centro del universo, la cual forma el telón de fondo incuestionable de sus investigaciones. Lo mismo es cierto para los físicos newtonianos en los siglos XVIII y XIX, cuyo paradigma estaba basado en la teoría de la mecánica y la gravitación de Newton. Y en ambos casos, la propuesta de Kuhn acerca de cómo un viejo paradigma es reemplazado por uno nuevo se aplica casi con exactitud. Hay también revoluciones científicas que no encajan tan pulcramente en el modelo de Kuhn - un ejemplo es la reciente revolución molecular en la biología. Sin embargo, la mayoría de personas están de acuerdo en que la descripción que hace Kuhn de la historia de la ciencia contiene mucho de valioso. ¿Porqué las ideas de Kuhn causaron tal tormenta? Porque en adición a sus afirmaciones puramente descriptivas sobre la historia de la ciencia, Kuhn propuso algunas filosóficamente muy controversiales. Ordinariamente nosotros asumimos que cuando los científicos reemplazan su teoría existente por una nueva, lo hacen sobre la base por evidencia objetiva. Pero Kuhn sostuvo que aceptar un nuevo paradigma envuelve algo parecido a un acto de fe de parte de los científicos. El concedía que un científico podía tener buenas razones para abandonar un viejo paradigma por uno nuevo, pero insistía en que las razones solas nunca producen un cambio de paradigma; ‘transferir la fidelidad de un paradigma a otro’, escribió Kuhn, ‘es una experiencia de conversión y no puede ser forzada’. Ademas, explicando porque un nuevo paradigma gana rápidamente aceptación en la comunidad científica, Kuhn enfatizó la presión de los pares entre los científicos. Si un paradigma dado tiene defensores poderosos, es muy probable que gane amplia aceptación. Muchos de los críticos de Kuhn se horrorizaron ante estas afirmaciones. Porque si un cambio de paradigma sucede tal como dice Kuhn, es difícil ver como puede ser reconocida la ciencia como una actividad racional cabal. ¿Es seguro que los científicos basen sus creencias en la evidencia y la razón, y no en la fe y la presión de los padres? ¿Es seguro que los científicos, enfrentados a dos paradigmas rivales, harán una comparación objetiva para determinar cual tiene más evidencia a su favor? Tener una experiencia de conversión o permitir uno mismo ser persuadido por los colegas científicos mas poderosos, difícilmente parece un comportamiento racional. La propuesta de Kuhn sobre los cambios de paradigma parece difícil de reconciliar con la imagen positivista familiar de la ciencia como una actividad racional y objetiva. Un crítico escribió que la propuesta de Kuhn de la elección de teorías en la ciencia era ‘un tema para la psicología de las multitudes’. 41

Kuhn hizo también algunas afirmaciones controversiales acerca de la dirección general del cambio científico. De acuerdo a una idea ampliamente sostenida, la ciencia progresa hacia la verdad de una manera lineal, en la cual las antiguas ideas incorrectas son reemplazadas por otras nuevas que son correctas. Por lo tanto las teorías actuales son objetivamente mejores que las antiguas. Esta concepción ‘acumulativa’ de la ciencia es popular entre legos y científicos con mentalidad parecida, pero Kuhn sostuvo que esto es históricamente inexacto y filosóficamente ingenuo. El señalo, por ejemplo, que la teoría de la relatividad de Einstein es más similar en algunos aspectos a la teoría aristotélica que a la newtoniana-la historia de la mecánica no es simplemente una progresión lineal de equivocado a correcto. Además, Kuhn cuestionó que el concepto de verdad objetiva tenga realmente un sentido inequívoco. El creia que la idea de que hay un conjunto fijo de hechos acerca del mundo, independiente de cualquier paradigma, era de dudosa coherencia. Kuhn sugirió una alternativa radical: Los hechos relativos al mundo son relativos a un paradigma y cambian, por lo tanto, cuando cambia el paradigma. Si esta sugerencia es correcta, entonces no tiene sentido preguntar si una teoría dada corresponde a los hechos ‘tal como realmente son’, ni tampoco preguntar si una teoría es objetivamente verdadera. La verdad misma viene a ser relativa a un paradigma.

La inconmensurabilidad y la carga teórica de los datos Kuhn tenía dos argumentos filosóficos importantes para respaldar estas afirmaciones. Primero, el sostuvo que los paradigmas rivales son ‘inconmensurables’ entre si. Para entender esta idea, debemos recordar que para Kuhn un paradigma determina completamente la visión que los científicos tienen del mundo. Ellos lo ven todo a través de los lentes del paradigma. Así, cuando en una revolución científica un paradigma existente es reemplazado por uno nuevo, los científicos tienen que abandonar completamente el marco conceptual que utilizan para darle sentido al mundo. Kuhn incluso llegó a afirmar, obviamente algo metafóricamente, que antes y después de un cambio de paradigma los científicos ‘viven en mundos diferentes. La inconmensurabilidad es la idea de que dos paradigmas pueden ser tan diferentes que se hace imposible cualquier comparación directa entre ellos – no hay un lenguaje común al cual puedan ser traducidos ambos. Como resultado, los proponentes de diferentes paradigmas ‘no pueden establecer un contacto completo entre sus puntos de vista’, afirmó Kuhn. Esta es una idea interesante aunque algo vaga. La doctrina de la inconmensurabilidad deriva fundamentalmente de la idea de Kuhn de que los conceptos científicos obtienen su significado de la teoría en la cual juegan un rol. Así, para entender el concepto newtoniano de masa, por ejemplo, necesitamos entender la teoría de Newton completa – los conceptos no pueden ser explicados independientemente de las teorías en las cuales están insertados. Esta idea, llamada a veces ‘holismo’, fue tomada muy en serio por Kuhn. El sostuvo que el termino ‘masa’ realmente significó algo diferente para Newton y Einstein, ya que las teorias en las cuales estaba insertado el término eran diferentes. Esto implica que Newton y Einstein estaban, en efecto, hablando lenguajes diferentes, lo cual obviamente complica el intento de elegir entre sus teorías. Si un físico newtoniano y uno einsteniano intentaran de tener una discusión racional, terminarían hablando cosas que ambos no entenderían. Kuhn usó la tesis de la inconmensurabilidad para refutar la idea de que los cambios de paradigmas son completamente ‘objetivos’, y para reforzar su cuadro no acumulativo de la historia de la ciencia. La filosofía tradicional de la ciencia no vio mayor dificultad en escoger entre teorías rivales – usted simplemente hace una comparación objetiva entre ellas, a la luz de la evidencia disponible, y decide cual es la mejor. Pero esto presupone claramente que hay un lenguaje común en el cual se pueden expresar ambas teorías. Si, como afirma Kuhn, los proponentes de los paradigmas antiguo y nuevo están, casi literalmente, hablando de cosas que ambos no entienden, no puede ser correcta una propuesta simplista de elección de paradigma. La inconmensurabilidad es igualmente problemática para la tradicional imagen ‘lineal’ de la historia científica. Si los antiguos y nuevos paradigmas son inconmensurables, entonces no puede ser correcto pensar en las revoluciones científicas como el reemplazo de ideas ‘equivocadas’ por otras ‘correctas’. Porque llamar a una idea correcta y a otra equivocada implica la existencia de un marco común con el cual evaluarlas, que es precisamente lo que niega Kuhn. La inconmensurabilidad implica que el cambio científico, lejos de ser una 42

progresión directa hacia la verdad, no tiene una dirección definida: los paradigmas actuales no son mejores que los antiguos, solo son diferentes. Pocos filósofos fueron convencidos por la tesis de Kuhn de la inconmensurabilidad. Parte del problema fue que Kuhn también afirmó que el paradigma antiguo y el nuevo son incompatibles. Esta afirmaciones muy plausible, porque si el antiguo y el nuevo paradigma no fueran incompatibles no habría necesidad de elegir entre ellos. En muchos casos la incompatibilidad es obvia - la afirmación ptolemaica de que los planetas se mueven alrededor de la tierra es obviamente incompatible con la afirmación copernicana de que ellos se mueven alrededor del sol. Pero, como los críticos de Kuhn rápidamente señalaron, si dos cosas son inconmensurables, entonces no pueden ser incompatibles. Para ver porque, considere la proposición de que la masa de un objeto depende de su velocidad. La teoría de Einstein dice que esta proposición es verdadera mientras que la teoría de Newton dice que es falsa. Pero si la doctrina de la inconmensurabilidad es correcta, entonces realmente aquí no hay desacuerdo entre Newton y Einstein, porque la proposición tiene un significado diferente para cada uno de ellos. Sólo si la proposición tiene el mismo significado en ambas teorías, es decir sólo si no hay inconmensurabilidad, hay un conflicto genuino entre las dos. Como todos (incluidos Kuhn) están de acuerdo en que las teorías de Newton y de Einstein están en conflicto, hay una fuerte razón para sospechar de la tesis de la inconmensurabilidad. En respuesta a este tipo de objeciones, Kuhn moderó algo su tesis de la inconmensurabilidad. Insistió en que incluso si dos paradigmas son inconmensurables, esto no significa que sea imposible compararlos, sólo hace que la comparación sea más difícil. Kuhn sostuvo que se podía lograr una traducción parcial entre paradigmas diferentes, y así, los proponentes de los paradigmas antiguo y nuevo podían comunicarse hasta cierto grado: Ellos no siempre hablarían sin entenderse del todo. Pero Kuhn continuo sosteniendo que una elección completamente objetiva entre paradigmas era imposible. Porque además de la inconmensurabilidad que deriva de la ausencia de un lenguaje común hay también lo que el llamó ‘inconmensurabilidad de criterios’. Esta es la idea de que los proponentes de diferentes paradigmas pueden diferir acerca de los criterios para evaluar los paradigmas, acerca de que problemas debería resolver un buen paradigma, acerca de cómo sería una solución aceptable de esos problemas, etc. Así, incluso si ellos pueden comunicarse efectivamente, no serán capaces de llegar a un acuerdo acerca de la superioridad de alguno de los paradigmas en cuestión. En palabras de Kuhn, ‘cada paradigma satisfará sus propios criterios y muy poco de aquellos dictados por su oponente’. El segundo argumento filosófico de Kuhn estuvo basado en una idea conocida como la ‘carga teórica’ de los datos. Para asir esta idea, suponga que usted es un científico tratando de escoger entre dos teorías en conflicto. Es obvio que hay que buscar datos que nos ayuden a decidir entre las dos – justamente lo que recomienda la filosofía tradicional de la ciencia. Pero esto solo será posible si existen datos que son convenientemente independientes de las teorías, en el sentido de que un científico aceptaría los datos cualquiera que sea la teoría en que creyera. Como hemos visto, los positivistas lógicos creían en la existencia de tales datos teóricamente neutrales, los cuales proveerían una corte de apelación objetiva entre las teorías rivales. Pero Kuhn sostuvo que el ideal de neutralidad teórica es una ilusión – los datos están invariablemente contaminados pos suposiciones teóricas. Es imposible aislar un conjunto de datos ‘puros’ que todos los científicos aceptarían independientemente de sus convicciones teóricas. Para Kuhn, la carga teórica de los datos tuvo dos consecuencias importantes. Primera, esto significó que la elección entre paradigmas rivales no podía ser resuelta apelando simplemente a ‘los datos’ o los ‘hechos’, porque lo que para un científico cuenta como dato o hecho, dependerá del paradigma que él acepte. Por lo tanto, una elección perfectamente objetiva entre dos paradigmas es imposible: no hay un punto neutral ventajoso desde el cual examinar las proposiciones de cada uno. Segunda, la idea de verdad objetiva es cuestionada. Para ser objetivamente verdaderas nuestras teorías o creencias deben corresponder a los hechos, pero la idea de tal correspondencia tiene poco sentido si los hechos mismos están infectados por nuestras teorías. Esto llevo a Kuhn a la idea radical de que la verdad misma es relativa a un paradigma. ¿Porque pensó Kuhn que todos los datos estaban cargados de teoría? Sus escritos no son completamente claros en este punto, pero al menos dos líneas de argumentación son discernibles. La primera es la idea de 43

que la percepción esta fuertemente condicionada por creencias de fondo – lo que vemos depende parcialmente de lo que creemos. Así, un científico entrenado observando por medio de un sofisticado aparato de laboratorio mirara algo diferente a lo que miran los legos, obviamente por que el científico tiene varias creencias acerca del aparato que los legos no poseen. Hay varios experimentos psicológicos que supuestamente muestran que la percepción es sensible, de esta manera, a las creencias de fondo – aunque la interpretación correcta de esos experimentos es un asunto de discusión. Segunda, los reportes científicos experimentales y observacionales son presentados a menudo en un lenguaje altamente teórico. Por ejemplo, un científico podría reportar el resultado de un experimento diciendo ‘una corriente eléctrica esta fluyendo a través de una barra de cobre’. Pero este dato esta evidentemente cargado de una gran cantidad de teoría. Este no seria aceptado por un científico que no compartiera las creencias estandarizadas acerca de las corrientes eléctricas, y por lo tanto, no es teóricamente neutral. Los filósofos están divididos acerca de los meritos de estos argumentos. Por un lado, muchos coinciden con Kuhn en que la neutralidad teórica pura es un ideal inalcanzable. La idea positivista de un tipo de datos establecidos totalmente libres de cometidos teóricos, es rechazada por la mayoría de los filósofos contemporáneos – nadie ha logrado siquiera decir como se podría lograr esto. Pero no es muy claro que esto comprometa la objetividad del cambio integral de paradigma. Suponga, por ejemplo, que un astrónomo ptolomeico y uno copernicano están engarzados en un debate sobre cual teoría es superior. A fin de que el debate sea significativo, necesitan algunos datos astronómicos en los cuales ellos concuerden. Pero, ¿por qué esto debería ser un problema? Seguramente ellos pueden estar de acuerdo en la posición relativa de la tierra y la luna en noches sucesivas, por ejemplo, o el tiempo en el cual sale el sol. Obviamente, si el copernicano insiste en describir los datos en una forma que presuponga la verdad de la teoría heliocéntrica , el ptolomeico le objetará. Pero no hay razón para que el copernicano haga esto. Afirmaciones como ‘el 14 de mayo el sol salió a las 7.10 a.m.’ puede ser aceptada por un científico, sea que crea en la teoría geocéntrica o en la teoría heliocéntrica. Tales afirmaciones pueden no ser teóricamente neutrales de una manera total, pero están lo suficientemente libres de contaminación teórica para ser aceptadas por los proponentes de ambos paradigmas, que es lo que importa. También es obvio que la carga teórica de los datos nos fuerza a abandonar el concepto de verdad objetiva. Muchos filósofos aceptarían que la carga teórica de los datos hace difícil ver como el conocimiento de la verdad objetiva es posible, lo cual no quiere decir que el concepto mismo es incoherente. Parte del problema es que, como muchas personas que desconfían del concepto de verdad objetiva, Kuhn falló en encontrar una alternativa viable. La idea radical de que la verdad es relativa al paradigma tiene, en ultima instancia, muy poco sentido. Como todas las doctrinas relativistas, esta enfrenta un problema critico. Considere la siguiente cuestión: la afirmación misma de que la verdad es relativa al paradigma, ¿es objetivamente verdadera o no? Si los proponentes del relativismo responden ‘si’, entonces admiten que el concepto de verdad objetiva tiene sentido y caen en una contradicción. Si responden ‘no’, entonces ellos no tienen bases para discutir con quienes están en desacuerdo y que dicen que, en su opinión, la verdad no es relativa al paradigma. No todos los filósofos aceptarían que este argumento refuta al relativismo, pero si sugiere que abandonar el concepto de verdad objetiva es más fácil de decir que de hacer. Ciertamente, Kuhn levantó algunas objeciones a la visión tradicional de la historia de la ciencia como una simple progresión lineal hacia la verdad, pero la alternativa relativista que ofreció es bastante problemática.

Kuhn y la racionalidad de la ciencia La estructura de las revoluciones científicas está escrita en un tono bastante radical. Kuhn da toda la impresión de que espera reemplazar las ideas filosóficas tradicionales sobre el cambio de teorías científicas por una concepción totalmente nueva. Sus doctrinas de los cambios de paradigma, la inconmensurabilidad y la carga teórica de los datos parecen completamente reñidas con la visión positivista de la ciencia como una empresa racional, objetiva y acumulativa. Con mucha justificación, la mayoría de los primeros lectores de Kuhn tomaron de el la idea de que la ciencia es una actividad completamente irracional, caracterizada en tiempos normales por adherencia dogmática a un paradigma, y ‘experiencias de conversión’ repentinas en periodos revolucionarios. 44

Pero el mismo Kuhn estuvo descontento con esta interpretación de sus escritos. En un postscriptum a la segunda edición de La estructura de las revoluciones científicas publicada en 1970, y en escritos posteriores, Kuhn moderó considerablemente su tono – y acusó a algunos de su primeros lectores de una mala interpretación de sus intenciones. Sostuvo que su libro no fue un intento de establecer dudas sobre la racionalidad de la ciencia, sino mas bien ofrecer un cuadro más realista e históricamente exacto del desarrollo real de la ciencia. Por descuidar la historia de la ciencia, los positivistas habían sido llevados a una propuesta excesivamente simplista y realmente idealizada del trabajo de la ciencia, y la intención de Kuhn fue simplemente proporcionar un correctivo. El no estaba tratando de mostrar que la ciencia es irracional, sino de proporcionar una mejor propuesta de lo que envuelve la racionalidad científica. Algunos comentadores reconocieron el post-scriptum de Kuhn como un mero retroceso – una retractación de su posición original, más que una clarificación de esta. Si esta es una acusación justa es cosa que no veremos aquí. Pero el post-scriptum trajo a la luz un asunto importante. En refutación al cargo de que el había presentado los cambios de paradigma como irracionales, Kuhn hizo la famosa afirmación de que ‘no hay algoritmo’ para escoger entre teorías científicas. ¿Qué significa esto? Un algoritmo es un conjunto de reglas que nos permiten calcular la respuesta a una pregunta particular. Por ejemplo, un algoritmo para la multiplicación es un conjunto de reglas que cuando lo aplicamos a dos números cualesquiera nos proporciona su producto. (Cuando usted aprendió aritmética en la escuela primaria, aprendió, en efecto, algoritmos para la suma, la resta, la multiplicación y la división.) Por lo tanto, un algoritmo para elegir teorías es un conjunto de reglas que cuando se aplica a dos teorías rivales nos diría cual debemos escoger. La filosofía positivista de la ciencia estuvo grandemente confiada en la existencia de tal algoritmo. Los positivistas afirmaron a menudo que dados un conjunto de datos y dos teorías rivales, lo ‘principios del método científico’ podrían ser usados para determinar que teoría era superior. Esta idea estaba implícita en su creencia de que aunque el descubrimiento era un asunto de psicología, la justificación era un asunto de lógica. La insistencia de Kuhn en que no existe un algoritmo para la elección de teorías científicas es bastante correcto. Nadie ha tenido éxito en producir tal algoritmo. Muchos filósofos y científicos han hecho sugerencias plausibles sobre lo que hay que buscar en las teorías – simplicidad, amplitud de alcance, buen encaje con los datos, etc. Pero estas sugerencias están lejos de proporcionar un verdadero algoritmo, como lo sabía muy bien Kuhn. Para una de ellas podrían haber compensaciones: la teoría uno puede ser mas simple que la teoría dos, pero la teoría dos puede encajar mejor los datos. Así, un elemento de juicio subjetivo, o ‘sentido común científico’, será siempre necesario para decidir entre teorías rivales. Vista a esta luz, la sugerencia de Kuhn de que la adopción de un nuevo paradigma implica algo como un acto de fe, no parece ser tan radical, y asimismo su énfasis respecto de la persuasividad de la invocaciones que hace un paradigma para ganar la aceptación de la comunidad científica. La tesis de que no hay algoritmo para la elección de teorías presta apoyo a la idea de que la propuesta de cambios de paradigma de Kuhn no es un asalto a la racionalidad de la ciencia. Mas bien podemos leer que Kuhn rechaza una cierta concepción de la racionalidad. Los positivistas creían, en efecto, que debe existir un algoritmo para la elección de teorías, so pena de que el cambio científico sea irracional. Esta no es una idea absurda: muchos casos de paradigmas de acción racional involucran reglas o algoritmos. Por ejemplo, si usted quiere saber si un bien es más barato en Inglaterra o en Japón, usted aplica un algoritmo para convertir libras esterlinas a yenes; cualquier otra forma de hacerlo es irracional. Similarmente, si un científico esta tratando de decidir entre dos teorías rivales, hay la tentación de pensar que la única forma racional de proceder es aplicar un algoritmo para elegir teorías. Si, como hemos visto a su turno, no existe tal algoritmo, tenemos dos opciones. Podemos concluir que el cambio científico es irracional o que la concepción positivista de la racionalidad demanda demasiado. En el post-scriptum Kuhn sugiere que la segunda es la lectura correcta de su trabajo. La moraleja de la historia no es que los cambios de paradigma sean irracionales, pero lo que si se requiere, para que tengan sentido, es un concepto de racionalidad mas relajado y no algorítmico.

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El legado de Kuhn A despecho de su carácter controversial, las ideas de Kuhn han transformado la filosofía de la ciencia. Esto se dió, en parte, porque Kuhn cuestionó varios supuestos tradicionales que habían sido dados por sentados, obligando a los filósofos a examinarlos, y en parte porque llamó la atención hacia un rango de temas que la filosofía tradicional de la ciencia simplemente había ignorado. Después de Kuhn, la idea de que los filósofos podrían ignorar la historia de la ciencia se hizo cada vez más insostenible, así como la idea de una nítida dicotomía entre los contextos de descubrimiento y de justificación. Los filósofos contemporáneos de la ciencia ponen mucha más atención al desarrollo histórico de la ciencia de lo que lo hicieron sus antepasados pre-kuhnianos. Incluso quienes no simpatizan con las ideas más radicales de Kuhn, aceptarían que en estos temas su influencia ha sido positiva. Otro impacto importante del trabajo de Kuhn fue que se lograra enfocar la atención en el contexto social en el cual la ciencia se desarrolla, algo que la filosofía tradicional de la ciencia había ignorado. Para Kuhn la ciencia es una actividad intrínsecamente social: la existencia de una comunidad científica, cohesionada por la lealtad a un paradigma compartido, es un pre-requisito para la practica de la ciencia normal. Kuhn también prestó considerable atención a la manera en que la ciencia es enseñada en escuelas y universidades, la manera en que los científicos jóvenes son iniciados en la comunidad científica, las formas en que los científicos publican sus resultados, y otros temas ‘sociológicos’. No sorprende que las ideas de Kuhn hayan sido muy influyentes entre los sociólogos de la ciencia. En particular, un movimiento conocido como el ‘Programa fuerte’ en sociología de la ciencia, que surgió en Berlín en la década de 1970, le debe mucho a Kuhn. El programa fuerte estuvo basado en la idea de que la ciencia debería ser vista como un producto de la sociedad en la cual se lleva a cabo. Los sociólogos del programa fuerte tomaron esta idea demasiado literalmente: sostuvieron que las creencias científicas estaban, en gran parte, determinadas socialmente. Así, para explicar porque un científico acepta cierta teoría, por ejemplo, ellos citarían aspectos del trasfondo social y cultural del científico. Ellos sostenían que las razones que los mismos científicos aducían para aceptar una teoría, no explicaban mucho. El programa fuerte usufructuó varios de los temas de Kuhn, incluyendo la carga teórica de los datos, la idea de la ciencia como una empresa esencialmente social, y la idea de que no hay un algoritmo para la elección de teorías. Pero los sociólogos del programa fuerte fueron más radicales que Kuhn, y menos prudentes. Ellos rechazaron abiertamente las nociones de verdad objetiva y racionalidad, que reputaron como ideológicamente sospechosas y vieron la filosofía tradicional de la ciencia con gran desconfianza. Esto condujo a una cierta acumulación de tensión entre filósofos y sociólogos de la ciencia, situación que continua hasta hoy. Más adelante, el trabajo de Kuhn ha jugado un rol en el surgimiento del relativismo cultural en las humanidades y las ciencias sociales. El relativismo cultural no es precisamente una doctrina definida, pero la idea central es que no existe tal cosa como la verdad absoluta – la verdad es siempre relativa a una cultura particular. Podemos pensar que la ciencia occidental revela la verdad acerca del mundo, pero los relativistas radicales dirían que otras culturas y sociedades, por ejemplo los indígenas norteamericanos, tienen su propia verdad. Como hemos visto, realmente Kuhn no abrazó ideas relativistas. Sin embargo, hay realmente cierta ironía en que él haya influenciado en el relativismo cultural. Los relativistas culturales están normalmente en contra de la ciencia. Ellos objetan el elevado estatus que se le ha acordado a la ciencia en nuestra sociedad, manifestando que esto es discriminar a sistemas alternativos de creencia que son igualmente valiosos. Pero el mismo Kuhn estaba decididamente a favor de la ciencia. Como los positivistas, el reconocía a la ciencia moderna como un enorme e impresionante logro intelectual. Su doctrina de cambios de paradigma, de ciencia normal y revolucionaria, de inconmensurabilidad y carga teórica de los datos no fue un intento de minar y criticar la empresa científica, sino ayudarnos a entenderla mejor.

Capítulo 6 Problemas filosóficos en física, biología y psicología 46

Los temas que hemos estudiado hasta ahora - inducción, explicación, realismo y cambio científico pertenecen a la llamada ‘filosofía general de la ciencia’. Estos temas conciernen a la naturaleza de la investigación científica en general, y no son específicamente pertinentes a la química, por ejemplo, o a la geología. Sin embargo, también hay varias cuestiones filosóficas interesantes que son específicas de ciencias particulares - ellas pertenecen a la llamada ‘filosofía de las ciencias especiales’. Usualmente estas preguntas dependen en parte de consideraciones filosóficas y en parte de hechos empíricos, lo que las hace muy interesantes. En este capítulo examinaremos tres de tales cuestiones provenientes de la física, la biología y la psicología respectivamente.

El espacio absoluto: Leibniz contra Newton Nuestro primer tópico es un debate entre Gottfried Leibniz (1646-1716) e Isaac Newton (1642-1727), dos de los intelectos científicos más sobresalientes del siglo XVIII, concerniente a la naturaleza del espacio y el tiempo. Nos ocuparemos principalmente del espacio, pero el tema del tiempo es bastante análogo. En su famoso Principios de filosofía natural, Newton defendió una concepción del espacio llamada ‘absoluta’. Según esta el espacio tiene una existencia ‘absoluta’, más allá de las relaciones espaciales entre los objetos. Newton pensaba en el espacio como un recipiente tridimensional dentro del cual Dios había colocado el material universal de la creación. Esto implica que el espacio existió antes que cualquier objeto material, al igual que una caja de cereales existe antes de que alguna hojuela de cereal sea colocada dentro de ella. Según Newton la única diferencia entre el espacio y los recipientes ordinarios, como una caja cereales, es que esta tiene dimensiones finitas, mientras que el espacio se extiende infinitamente en todas las direcciones. Leibniz estaba en franco desacuerdo con la visión absolutista. Él sostuvo que el espacio consistía simplemente en la totalidad de las relaciones espaciales entre los objetos materiales. Ejemplos de relaciones espaciales son ‘encima’, ‘debajo’, ‘a la izquierda de’ y ‘a la derecha de’- estas son relaciones que los objetos materiales tienen entre si. Esta concepción ‘relacional’ del espacio implica que el espacio no existe antes que hayan objetos materiales. Leibinz creía que el espacio comenzó a existir cuando Dios creó el universo material; este no existía desde antes, esperando ser llenado con objetos materiales. Entonces, el espacio no es concebido como un recipiente, ni, realmente, como una entidad de algún tipo. La concepción de Leibniz puede ser entendida por medio de una analogía. Un contrato legal consiste en una relación entre dos partes el comprador y el vendedor de una casa, por ejemplo. Si una de las partes fallece, el contrato cesa de existir. Sería una locura decir que el contrato tiene una existencia independiente de la relación entre el comprador y el vendedor - el contrarto es justamente esta relación. Similarmente, el espacio no es alguna cosa aparte de las relaciones espaciales entre objetos. La principal razón de Newton para introducir el concepto de espacio absoluto fue distinguir entre el movimiento absoluto y el relativo. Movimiento relativo es el movimiento de un objeto con respecto a otro. Hasta donde concierne al movimiento relativo, no tiene sentido preguntar si un objeto esta ‘realmente’ en movimiento o no - solamente podemos preguntar si se esta moviendo respecto a algún otro objeto. Para ilustrar, imagine a dos personas corriendo en pareja lo largo de un camino recto. En relación a un observador parado en el camino, obviamente ambas personas están en movimiento: por el momento, se están alejando. Pero respecto a la relación entre ellos, los corredores no están en movimiento: sus posiciones relativas no varían, tanto como ellos sigan corriendo en la misma dirección y a la misma velocidad. Así, un objeto puede estar en movimiento relativo respecto a una cosa pero ser estacionario respecto de otra. Newton creía que así como había movimiento relativo, también había movimiento absoluto. El sentido común apoya esta idea. Intuitivamente, tiene sentido preguntar si un objeto esta ‘realmente’ en movimiento o no. Imagine dos objetos en movimiento relativo - digamos un piloto de ala delta y un observador en tierra. Aquí el movimiento relativo es simétrico: Así como el piloto de ala delta esta en movimiento relativo al observador en tierra, así el observador esta en movimiento relativo al piloto de ala delta. Ahora bien, ¿tiene sentido preguntar si el observador o el piloto de ala delta está ‘realmente’ en movimiento, o quizá ambos? Si es así, entonces necesitamos el concepto de movimiento absoluto. 47

Pero, ¿Qué es exactamente el movimiento absoluto? Según Newton, es el movimiento de un objeto con respecto al espacio absoluto mismo. Newton pensaba que en cualquier instante, todo objeto tiene una posición particular en el espacio absoluto. Si un objeto cambia su posición en el espacio absoluto de un instante a otro, entonces, este es un movimiento absoluto; de lo contrario, esta en reposo absoluto. Esto nos lleva a la necesidad de pensar en el espacio como una entidad absoluta, por encima de las relaciones entre los objetos materiales, si queremos distinguir el movimiento relativo del absoluto. Hay que notar que el razonamiento de Newton descansa en un importante supuesto. El asume, sin cuestionar, que todo movimiento tiene que ser relativo a algo. El movimiento relativo es un movimiento relativo a otros objetos materiales; el movimiento absoluto es un movimiento relativo al espacio absoluto mismo. Así, en cierto sentido, para Newton incluso el movimiento absoluto es ‘relativo’. En efecto, Newton está asumiendo que estar en movimiento, sea absoluto o relativo, no puede ser un ‘hecho bruto’ acerca de un objeto; puede solamente ser un hecho acerca de la relación del objeto con algún otro. Este algún otro puede ser otro objeto material, o puede ser el espacio absoluto. Leibniz aceptaba que había una diferencia entre el movimiento relativo y el absoluto, pero negaba que el segundo debería ser explicado como movimiento con respecto al espacio absoluto. Para él, el concepto de espacio absoluto era incoherente y tenía varios argumentos para esta idea, la mayoría de naturaleza teológica. Desde un punto de vista filosófico, el argumento mas interesante de Leibniz era que el espacio absoluto esta en conflicto con lo que él llamó el principio de identidad de los indiscernibles (PII). Como Leibniz reconocía en este principio una verdad indudable, rechazó el concepto de espacio absoluto. El PII dice que si dos objetos son indiscernibles, entonces son idénticos, es decir, ellos son realmente uno y el mismo objeto. ¿Qué significa decir que dos objetos son indiscernibles? Significa que no se puede encontrar alguna diferencia entre ellos - tienen exactamente los mimos atributos. Por lo tanto, si el PII es verdadero, cualquier par de objetos genuinamente distintos debe diferir al menos en uno de sus atributos - de lo contrario no serían dos sino uno. Intuitivamente, el PII es muy convincente. No es fácil encontrar un ejemplo de dos objetos distintos que compartan todos sus atributos. Incluso dos artículos producidos en serie y bien hechos diferirán en innumerables aspectos, a despecho de que las diferencias no puedan ser detectadas a simple vista. El que el PII sea una verdad general, es una compleja cuestión que los filósofos continúan debatiendo; en parte, la respuesta depende de lo que se entiende por ‘atributo’, y en parte de cuestiones difíciles de la mecánica cuántica. Nuestro interés, por el momento, es el uso que le dio Leibniz a este principio. Leibniz utilizó dos experimentos mentales para evidenciar un conflicto entre la teoría de Newton del espacio absoluto y el PII. Su estrategia argumentativa es indirecta: el asume, para conveniencia del argumento, que la teoría de Newton es correcta, luego trata de mostrar que esta suposición conduce a una contradicción; como las contradicciones no pueden ser verdaderas, Leibniz concluye que la teoría de Newton debe ser falsa. Recordemos que para Newton, en cualquier instante cada objeto del universo tiene una posición definida en el espacio absoluto. Leibniz nos pide que imaginemos dos universos diferentes conteniendo exactamente los mismos objetos. En el universo uno cada objeto ocupa una posición particular en el espacio absoluto. En el universo dos, cada objeto ha sido cambiado a una posición diferente en el espacio absoluto, dos kilómetros al este (por ejemplo). No habría manera de decir que esto universos difieren. Como Newton mismo admitía, no podemos observar la posición de un objeto en el espacio absoluto. Todo lo que podemos observar son las posiciones de unos objetos relativos a otros objetos, y estas permanecerían invariables para todos los objetos ha habido el mismo cambio. Ninguna observación o experimento podría revelarnos alguna vez si vivimos en el universo uno o en el dos. El segundo experimento mental es similar. Recuerde que para Newton algunos objetos están moviéndose a través del espacio absoluto mientras que otros están en reposo. Esto significa que en cada momento todo objeto tiene una velocidad absoluta definida. (la velocidad es la rapidez en una dirección determinada, por lo tanto la velocidad absoluta de un objeto es la rapidez a la cual se mueve a través del espacio absoluto en una dirección especifica. Los objetos en reposo absoluto tienen una velocidad absoluta cero. Ahora imagine dos universos diferentes, conteniendo ambos exactamente los mismos objetos. En el universo uno, cada objeto 48

tiene una velocidad absoluta particular. En el universo dos, la velocidad absoluta de cada objeto ha sido aumentada en una cantidad fija, digamos 300 kilómetros por hora, en una dirección especifica. Otra vez, nosotros nunca podríamos decir que hay dos universo diferentes. Porque es imposible observar cuan rápido se mueve un objeto con respecto al espacio absoluto como admitía el mismo Newton. Solo podemos observar cuan rápido se mueven los objetos en relación a otros objetos – y estas velocidades relativas permanecerían inalteradas, pues la velocidad de cada objeto ha aumentado exactamente en la misma cantidad. Ninguna observación o experimento podrían alguna vez revelar si vivimos en el universo uno o en el dos. En cada uno de estos experimentos mentales, Leibniz describe dos universos, los cuales, por la propia admisión de Newton, nunca podríamos distinguir – ellos son perfectamente indiscernibles. Pero por el PII, esto significa que los dos universos son realmente uno. Se sigue entonces que la teoría del espacio absoluto de Newton es falsa. Otra manera de ver el punto es esta: La teoría de Newton implica que hay una genuina diferencia entre el universo donde se esta en cierto lugar de espacio absoluto y el universo donde se ha cambiado a un lugar diferente del espacio absoluto. Pero Leibniz señala que esta diferencia seria totalmente indetectable ya que cada objeto ha cambiado de posición en la misma cantidad. Si no se detecta diferencia alguna entre los dos universos, entonces estos son indiscernibles, y el PII dice que son realmente el mismo universo. Por lo tanto la teoría de Newton tiene una consecuencia falsa: implica que hay dos cosas cuando realmente hay solo una. Así, el concepto de espacio absoluto esta en conflicto con el PII. La lógica del segundo experimento mental de Newton es idéntica. En efecto, Leibniz esta sosteniendo que el espacio absoluto es una noción vacía , porque no proporciona diferencias observacionales. Si, la posición de los objetos en el espacio absoluto y su velocidad con respecto al espacio absoluto, nunca pueden ser detectadas, ¿Por qué creer en el espacio absoluto? Leibniz esta apelando a un principio bastante razonable que dice que en la ciencia solo deberíamos postular entidades no observables si su existencia establece una diferencia que pueda ser detectada observacionalmente. Pero Newton pensó que él podría mostrar que el espacio absoluto tenia efectos observacionales. Este es el punto de su famoso argumento del ‘cubo rotante’. El nos pide imaginar un cubo lleno de agua suspendido de una cuerda desde un agujero practicado en su base. Inicialmente el agua esta en reposo respecto al cubo. Luego la cuerda es torcida varias veces y después se suelta. Como esta se desenrolla, el cubo empieza a rotar. Al comienzo el agua en el cubo permanece estática y su superficie plana; el cubo está entonces rotando en relación al agua. Pero después de un momento el cubo transmite su movimiento al agua, y el agua empieza a rotar a la par con el cubo; entonces, el cubo y el agua están nuevamente en reposo relativo entre si. La experiencia muestra que entonces el agua se curva hacia arriba como indica el diagrama. Newton preguntó ¿Qué es lo que causa que el agua se curve hacia arriba? Claramente esto es algo que tiene que ver con la rotación del agua. Ahora bien, la rotación es un tipo de movimiento, y para Newton el movimiento de un objeto es siempre relativo a otro. Por lo tanto debemos preguntar ¿en relación a qué está rotando el agua? Obviamente, no en relación al cubo, porque el cubo y el agua están rotando a la vez y están entonces en reposo relativo. Newton sostenía que el agua esta rotando en relación al espacio absoluto y que esto es la causa de que su superficie se curve hacia arriba. Así, de hecho, el espacio absoluto tiene efectos observacionales. Usted puede pensar que hay una brecha obvia en el argumento de Newton. Aceptado que el agua no está rotando en relación al cubo, pero ¿Por qué concluir que ella debe rotar en relación al espacio absoluto? El agua esta rotando en relación a la persona que realiza el experimento, y en relación a la superficie de la tierra, y en relación a las estrellas fijas. Alguno de estos movimientos podría ser el causante del levantamiento de la superficie. Newton tenia una simple respuesta para este movimiento. Imagine un universo conteniendo solamente el cubo rotante. En tal Universo no podríamos explicar la curva de la superficie del agua apelando a la rotación del agua en relación a otros objetos, porque no los hay y, como antes, el agua esta en reposo en relación al cubo. El espacio absoluto es la única cosa respecto de la cual el agua esta rotando. Por lo tanto, debemos creer en el espacio absoluto so pena de ser incapaces de explicar la curva de la superficie del agua. 49

En efecto, Newton esta diciendo que aunque la posición de un objeto en el espacio absoluto y su velocidad con respecto al espacio absoluto nunca pueden ser detectadas, si es posible decir cuando un objeto esta acelerando con respecto al espacio absoluto. Por definición, cuando un objeto esta rotando entonces esta acelerando, incluso si la tasa de rotación es constante. Esto es porque en física, la aceleración se define como la tasa de cambio de la velocidad, y la velocidad es la rapidez en una dirección fija. Como los objetos rotantes están cambiando constantemente la dirección de su movimiento, esto significa que su velocidad no es constante y por lo tanto están acelerando. La curva de la superficie del agua es un ejemplo de los llamados ‘efectos inerciales’ – efectos producidos por el movimiento acelerado. Otro ejemplo es la sensación de ser empujado hacia la parte posterior de su asiento que usted experimenta cuando un avión se pone en marcha. Newton creía que la única explicación posible de los efectos inerciales es la aceleración del objeto que experimenta estos efectos, con respecto al espacio absoluto. En un universo que contenga únicamente el objeto acelerado, el espacio absoluto seria la unica cosa a la que se podría referir la aceleración. El argumento de Newton es poderoso pero no concluyente. Porque ¿Cómo sabe Newton que la superficie del agua se curvaría hacia arriba, si el experimento del cubo rotante fuera hecho en un universo que no contiene otros objetos materiales? Simplemente, Newton asume que los efectos inerciales que encontramos en este mundo serían los mismos en un mundo carente de cualquier otra materia. Este es obviamente un supuesto fundamental y muchas personas han cuestionado que Newton este autorizado a hacerlo. Así, el argumento de Newton no prueba la existencia de espacio absoluto. En vez de esto, queda como un reto para que los defensores de Leibniz den una explicación alternativa de los efectos inerciales. Leibniz enfrenta también el reto de explicar la diferencia entre el movimiento absoluto y el relativo sin invocar el espacio absoluto. Sobre este problema, Leibniz escribió que un cuerpo está realmente en movimiento absoluto ‘cuando la causa inmediata del cambio está en el mismo cuerpo’. Recordemos el caso del piloto de ala delta y el observador en tierra, los cuales están en movimiento relativo entre si. Para determinar cual esta ‘realmente’ en movimiento , Leibniz diría que necesitamos decidir si la causa inmediata del cambio (es decir, del movimiento relativo) está en el piloto de ala delta, en el observador, o en ambos. Esta sugerencia para distinguir el movimiento absoluto del relativo evita toda referencia al espacio absoluto, pero no es muy clara. Leibniz nunca explico con propiedad el significado de ‘la causa inmediata del camnio’ esta en un objeto. Puede ser que haya intentado refutar la idea newtoniana de que el movimiento de un objeto, sea relativo o absoluto, solamente puede ser un hecho acerca de las relaciones del objeto con alguna otro. Uno de los aspectos extraños en la controversia absoluto/ relacional es que se resiste a desaparecer. La propuesta de Newton referente al espacio estaba íntimamente relacionada con su física, y las ideas de Leibniz fueron una reacción directa a las de Newton. Entonces, uno podría pensar que los avances que ha hecho la física desde el siglo XVII han logrado que la cuestión este actualmente resuelta, pero esto no ha sucedido. Aunque alguna vez se sostuvo que la teoría de la relatividad de Einstein había decidido el asunto en favor de Leibniz, esta idea ha recibido un progresivo ataque en años recientes. Más de trescientos años después del debate original Newton/Leibniz, la controversia sigue viva.

El problema de la clasificación biológica La clasificación o tipificación en clases generales de los objetos que estudian las ciencias cumple un papel en cada una de ellas. Los geólogos clasifican las rocas como ígneas, sedimentarias, o metamórficas, dependiendo de su proceso de formación. Los economistas clasifican los sistemas tributarios como proporcionales, progresivos o regresivos, dependiendo de cuan onerosos son. La principal función de la clasificación es transmitir información. Si un químico le dice que algo es un metal, le está diciendo mucho acerca de cómo se comporta este ‘algo’. La clasificación suscita algunos interesantes problemas filosóficos. Fundamentalmente esto se deriva del hecho de que dado cualquier grupo de objetos, estos pueden ser clasificados, en principio, de muchas maneras diferentes. Los químicos clasifican las sustancias por su 50

número atómico, dado por la tabla periódica de los elementos. Pero podrían igualmente clasificar las sustancias por su color, o su olor, o su densidad. Así ¿Cómo deberíamos escoger entre estas formas alternativas de clasificación? ¿Hay una forma ‘correcta’ de clasificar? o ¿Son arbitrarios, en última instancia, todos los esquemas clasificatorios? Estas preguntas son particularmente urgentes en el contexto de la clasificación biológica o taxonomía, de la cual trataremos aquí. Tradicionalmente los biólogos clasifican las plantas y los organismos usando el sistema linneano, en nombre del naturalista sueco del siglo XVIII Carl Linnaeus (1707-1778). Los elementos básicos del sistema linneano son claros y familiares para muchas personas. Primero que todo, los organismos individuales son asignados a las especies. Luego cada especie es asignada a un género, cada genero a una a una familia, cada familia a un orden, cada orden a una clase, cada clase a un phylum y cada phylum a un reino. Se reconocen algunos grados intermedios tales como subespecie, subfamilia y superfamilia. La especie es la unidad taxonómica básica; géneros, familias, ordenes y demás son conocidos como ‘grupos superiores’. El nombre latino estándar para una especie indica el género al cual pertenece la especie, pero no más. Por ejemplo, usted y yo pertenecemos a homo sapiens, la única especie sobreviviente en el género homo. Otras dos especies en este género son homo erectus y homo habilis, actualmente extintas. El género homo pertenece a la familia de los homínidos, la cual pertenece a la superfamilia de los hominoides, la cual pertenece al orden de los primates, el cual pertenece a la clase de los mamíferos, la cual pertenece al phylum de los cordados, el cual pertenece al reino animal. Observe que la forma linneana de clasificar organismos es jerárquica: varias especies son incluidas en un solo genero, varios géneros en una sola familia, varias familias en un solo orden, etc. A medida que ascendemos, encontramos menos grupos en cada nivel. En la parte más baja hay literalmente millones de especies, pero en la parte más alta hay solamente cinco reinos: animales, plantas, fungi, bacterias y protistas (algas, fitoplancton, etc). No todo sistema científico de clasificación es jerárquico. En química, la tabla periódica es un ejemplo de clasificación no jerárquica. Los diferentes elementos químicos no estas distribuidos dentro de grupos cada vez más inclusivos, como si lo están las especies en el sistema linneano. Una cuestión importante que debemos enfrentar es por que la clasificación biológica debe ser jerárquica. El sistema linneano ha servido bien a los naturalistas durante siglos, y continua siendo usado actualmente. Esto es sorprendente por varias razones, pues las teorías biológicas han cambiado grandemente en este período. La piedra fundamental de la moderna biología es la teoría de la evolución de Darwin, la cual nos dice que las especies contemporáneas has descendido de especies ancestrales; esta teoría constrasta con la visión más antigua, inspirada en la biblia, de que todas las especie fueron creadas separadamente por Dios. El Origen de las Especies de Darwin, fue publicado en 1859, pero no fue sino hasta mediados del siglo XX, que los biólogos empezaron a preguntar si la teoría de la evolución debería tienen algún impacto en la forma en que los organismos están clasificados. En la década de 1970 surgiendo dos escuelas taxonómicas rivales, ofreciendo respuestas diferentes para esta pregunta. Según los cladistas las clasificaciones biológicas deberían tratar de reflejar las relaciones evolucionarias entre las especies, de aquí que el conocimiento de la historia de la evolución sea indispensable para hacer buena taxonomía. Según los fenetistas esto no es así: la clasificación puede y debería ser totalmente independiente de consideraciones evolucionistas. Un tercer grupo conocido como taxonomistas evolucionarios, trata de combinar ambos puntos de vista. Para entender la disputa entre cladistas y fenetistas, debemos dividir en dos el problema de la clasificación biológica. En primer lugar, está el problema de como clasifica los organismos en especies, conocido como ‘el problema de las especies’. Este problema no ha sido resuelto por completo, pero en la práctica los biólogos pueden a menudo ponerse de acuerdo sobre como delimitar las especies, aunque haya casos difíciles Hablando ampliamente, los biólogos asignan organismos a una misma especie si ellos pueden procrear entre si, de lo contrario los asignan a especies diferentes. En segundo lugar, está el problema de organizar un grupo de especies en un nivel mas alto, lo cual obviamente presupone una solución al primer problema........los cladistas y los fenetistas divergen a menudo acerca del problema de las especies, pero su principal disputa concierne al nivel superior. Así que por el momento, ignoraremos el problema de las especies - asumiremos que los organismos han sido adjudicados a las especies de manera satisfactoria. La 51

pregunta es: ¿De allí adonde vamos? ¿Qué principios utilizaremos para clasificar estas especies dentro de un nivel más alto? Para enfocar el asunto, considere el siguiente ejemplo. Los humanos, los chimpancés, los gorilas, los bonobos, los orangutanes y los gibones son usualmente clasificados como miembros de la superfamilia hominoide. Pero los babuinos no son considerados como hominoides. ¿Por qué? ¿Cuál es la justificación para colocar a los humanos, chimpancés, gorilas, etc. en un grupo que no contiene también a los babuinos? De acuerdo con los fenetistas, la respuesta es que los primeros tienen algunas características que los babuinos no poseen, por ejemplo la falta de una cola. En este enfoque, los grupos taxonómicos deberían estar basados en la similaridad - deberían incluir especies que son similares es aspectos importantes, y dejar fuera las disímiles. Intuitivamente, esta es una idea razonable; porque encaja adecuadamente con la idea de que el propósito de la clasificación es proporcionar información. Si los grupos taxónomicos estan basados en la similaridad, entonces, sabiendo a que grupo pertenece un organismo, derivaremos mucha información acerca de sus características. Si usted dice que un organismo particular pertenece a la superfamilia hominoide, sabrá que no tiene cola. Más aun, muchos de los grupos reconocidos por la taxonomía tradicional parecen estar basados en la similaridad. Para citar un ejemplo obvio, las plantas poseen muchas características que los animales no tienen, de aquí que tenga mucho sentido para los fenetistas incluir a las plantas en un reino y a los animales en otro. No obstante, los cladistas insisten en que la similaridad no debería tenerse en cuenta para la clasificación. En vez de ello, lo que importa son las relaciones evolucionarias entre las especies- conocidas como relaciones filogenéticas. Los cladistas están de acuerdo en que los babuinos deberían ser excluidos del grupo que contiene a humanos, chimpaces, gorilas , etc. Pero la justificación para esto nada tiene que con las similaridades y diferencias entre las especies. Más bien, el punto es que las especies hominoides están mucho más relacionadas entre si que lo esta cualquiera de ellas con el babuino. ¿Qué significa exactamente esto? Significa que todas las especies hominoides comparten un ancestro común, que no es ancestro de los babuinos. Note que esto no significa que las especies hominoides y los babuinos carezcan en absoluto de un ancestro común. Al contrario, dos especies cualesquiera tienen un ancestro común, si usted retrocede lo suficiente en el tiempo evolucionario - se presume que toda la vida sobre la tierra tiene un solo origen. En vez de esto, el punto es que el ancestro común de las especies hominoides y los babuinos es también un ancestro común de otras especies, por ejemplo, de varias especies de macacos. Entonces, sostienen los cladistas, cualquier grupo taxonómico que contenga a las especies hominoides y a los babuinos debe contener también esas otras especies. Ningun grupo taxonómico pude contener solo a las especies hominoides y a los babuinos. La idea cladista clave es que todos los grupos taxonómicos, sean ellos géneros, familias, superfamilias, etc., deben ser monofiléticos. Un grupo monofilético es uno que contiene una especie ancestral y todas sus especies descendientes, pero ninguna otra. Los grupos monofiléticos se presentan en varios tamaños. En un extremo, todas las especies que han existido forman un grupo monofilético, presumiendo que la vida sobre la tierra se originó una sola vez. En el otro extremo, puede haber grupos monofiléticos con solo dos especies- si son los únicos descendientes de un ancestro común. El grupo que contiene sólo a las especies hominoides y a los babuinos no es monofilético porque, como hemos visto, el ancestro común de los especies hominoides y los babuinos, también en ancestro de los macacos. Así, según los cladistas, no es un genuino grupo taxonómico. Los grupos que no son monofiléticos no están permitidos en la taxonomía cladista, independientemente de cuan similares puedan ser sus miembros. Los cladistas reconocen tales grupos como completamente artificiales, en contraste con los grupos monofiléticos ‘naturales’. El concepto de monofilia se puede entender fácilmente de manera gráfica. Considere el siguiente diagrama conocido como cladograma- que muestra las relaciones filogenéticas entre seis especies contemporáneas, AF. Las seis especies tiene un ancestro común si retrocedemos lo suficiente en el tiempo, pero algunas están más estrechamente relacionadas que otras. Las especies E y F tiene un ancestro común muy reciente – sus ramas se interceptan en el pasado reciente. Por contraste, la especie A esta separada del resto del linaje por un pasado muy largo. Considere ahora el grupo (D,E,F), este es un grupo monofilético, ya que contiene a todos los descendientes de una especie ancestral (sin nombre) en un punto ‘x’. El grupo (C,D,E,F) también 52

es monofilético, así como el grupo (B,C,D,E,F). Pero el grupo (B,C,D,F) no es monofilético. Esto es porque el ancestro común de estas cuatro especies es también ancestro de la especie E. Todos los grupos monofiléticos en el diagrama están dentro de líneas puntuadas; cualquier otro grupo de especies no es monofilético. La disputa entre cladista y fenetistas no es puramente académica – hay muchos casos reales en los cuales ellos están en desacuerdo. Un ejemplo muy conocido concierne a la clase reptilia, o los reptiles. La taxonomía linneana tradicional considera a los lagartos y cocodrilos como miembros de reptilia, pero excluye a los pájaros, los cuales son colocados en una clase separada llamada aves. Los fenetistas están de acuerdo con esta clasificación tradicional, pues los pájaros tiene su propia anatomía y fisiológica, la cual es muy diferente de las de los lagartos, cocodrilos y otros reptiles. Pero los cladistas sostienen que reptilia no es un grupo taxonómico genuino, porque no es monofilético. Como muestra el siguiente cladograma, el ancestro común de los lagartos y los cocodrilos es tambien el ancestro de los pajaros; entonces, colocar a los lagartos y a los cocodrilos en en un grupo que excluye a los pajaros, viola los requerimientos de monofilia. Por lo tanto, los cladistas recomiendan que la taxonómia tradicional sera abandonada: los biologos no deberían hablar de reptiles porque es un grupo artificial, no natural. Esta es una recomendación bastante radical; incluso los biologos que simpatizan con el espíritu de cladismo, a menudo se resisten a abandonar las categorías taxonómicsa tradicionales que han servido por siglos a los naturalistas. Los cladistas sostienen que su manera de clasificar es ‘objetiva’ y que la fenetista no lo es. Hay algo de verdad en esta imputación. Los fenetistas basan sus clasificaciones en la similaridad entre las especies, y los juicios de similaridad son siempre parcialmente subjetivos. Cualesquiera dos especies son similares entre si en algunos aspectos, pero no en otros. Por ejemplo, dos especies de insectos podrían ser muy similares anatómicamente, pero muy diferentes en su hábitos alimenticios. ¿Cuál pesará más a la hora de hacer un juicio de similaridad? Los fenetistas esperan enfrentar este problema definiendo una medida de ‘similaridad global’, la cual se haría cargo de todas las características de las especies, permitiendo construir clasificaciones completamente objetivas. Pero aunque esta idea suene bien, tiene muchas dificultades, quiza no la menor, sea que no hay una forma obvia de tener en cuenta las caracteristicas. Muchas personas creen actualmente que la sola idea de ‘similaridad global’ es filosóficamente sospechosa. La clasificación fenetistas existe y es utilizada en la práctica, pero no es completamente objetiva. Diferentes juicios de similaridad conducen a diferentes clasificaciones fenéticas, y no hay forma obvia de escoger entre ellas. El cladismo enfrenta su propio conjunto de problemas. El más serio es que si queremos construir una clasificación de acuerdo a los principios cladistas, necesitamos descubrir las relaciones filogenéticas entre las especies que estamos tratando de clasificar, y esto esta lejos de ser fácil. Obviamente, estas relaciones no son descubribles con solo observar las especies - tienen que ser inferidas. Han sido desarrolladas una variedad de técnicas para inferir relaciones filogenéticas, pero no son infalibles. En realidad, cuanta mayor evidencia surge de la genética molecular, la hipótesis de las relaciones filogenéticas entre las especies recibe un rápido rechazo. No es facil poner realmente en la práctica las ideas cladistas. Esta muy bien decir que solo los grupos monofiléticos deben ser permitidos en taxonomía, pero esto es de utilidad muy limitada a menos que sepamos sin un grupo es monofilético o no. En efecto, la clasificación cladista es una hipótesis acerca de las relaciones filogenéticas entre las especies, y es por lo tanto, inherentemente conjetural. Los fenetistas sostienen que la clasificación no debería estar cargada de teoría de esta manera. Ellos arguyen que la taxonomía debería, ser antes que todo, independiente de las conjeturas acerca de la historia de evolución. A despecho de la dificultad de poner en práctica el cladismo y a despecho de que los cladistas recomienden a menudo revisiones radicales de las categorías taxonómicas tradicionales, cada vez mas biologos se están acercando al punto de vista cladista. Esto se da principalmente por que el cladismo esta libre de ambigüedad en un grado del cual el fenetismo y otros enfoques carecen - sus principios taxonómicos son perfectamente claros, aunque sean difíciles de implementar. También tiene mucha consistencia la idea de que los grupos monofiléticos de especies son ‘unidades naturales’ a diferencia de los otros grupos. Más aun, el cladismo proporciona una genuina justificación racional para el carácter jerárquico de la clasificación biológica. Como indica la figura anterior, los grupos monofiléticos siempre estan incluidos dentro de otros, así, si se sigue estrictamente el requerimiento de monofilia, la clasificación resultante será automáticamente 53

jerarquica. Clasificar en base a la similaridad también puede producir una clasificación jerárquica. Es muy extraño que los naturalistas hayan clasificado jerárquicamente a los organismos vivientes durante siglos, pero que las razones para hacerlo así, solo recientemente se estén aclarando.

¿Es modular la mente? Una de las principales labores de la psicología es comprender como pueden los seres humanos realizar sus actividades cognitivas. Con ‘actividades cognitivas’ no nos referimos únicamente a cosas como, por ejemplo, resolver crucigramas, si no también a actividades más cotidianas como cruzar la calle con seguridad, comprender lo que otras personas dicen, reconocer las caras de las personas, verificar el vuelto en una compra, etc. Es innegable que los humanos somos muy buenos en muchas de estas actividades - tan buenos, realmente, que las hacemos usualmente con rapidez y muy poco pensamiento consciente. Para apreciar con justicia lo remarcable de esto, considere el hecho de que nunca se ha podido construir un robot que siquiera remotamente se comporte como un ser humano en una situación de la vida real, a despecho de los considerables esfuerzos y gastos que se han hecho. Ningún robot puede resolver un crucigrama, o participar en una conversación con algo de la facilidad con que un humano promedio puede hacerlo. Como estas y otras, los humanos somos capaces de realizar complejas actividades cognitivas con mínimo esfuerzo. Tratar de entender como se da esto, es el problema explicatorio central de la disciplina conocida como psicología cognitiva. Nos centraremos en un debate antiguo pero aún en curso entre los psicólogos cognitivos concerniente a la arquitectura de la mente humana. Según uno de los puntos de vista, la mente humana es una ‘solucionador de problemas de propósito general’. Esto significa que la mente contiene un conjunto de destrezas para resolver problemas generales, o ‘inteligencia general’, que se aplica a un gran numero de tareas diferentes. Así, el mismo conjunto de capacidades cognitivas es empleado, sea que una persona cuente canicas, decida en que restaurant comer, o aprenda un idioma extranjero - estas tareas representan diferentes aplicaciones de la inteligencia general de los humanos. Según un punto de vista rival, la mente humana contiene un número de sub-sistemas especializados o módulos, cada uno de los cuales esta diseñado para realizar un rango muy limitado de tareas y no puede hacer otras. Esto es conocido como la hipótesis de la modularidad de la mente. Así, por ejemplo, es ampliamente aceptado que hay un módulo especial para la adquisición del lenguaje, una idea derivada del trabajo del lingüista Noam Chomsky. Chomsky insistió en que un niño no aprende a hablar escuchando la conversación de los adultos y usando luego su ‘inteligencia general’ para extraer las reglas del lenguaje hablado, en vez de esto, hay un ‘dispositivo específico de adquisición del lenguaje’ especifico que opera automáticamente en cada niño humano, y cuya sola función lo hace o la hace capaz de aprender un lenguaje, dadas las condiciones adecuadas. Chomsky proporcionó un surtido impresionante de evidencia para esta afirmación – incluyendo, por ejemplo, el hecho de que personas con ‘inteligencia general’ muy baja, a menudo pueden aprende a hablar perfectamente bien. Algunas de las evidencias mas convincentes para la hipótesis modular provienen del estudio de pacientes con daño cerebral, conocidos como ‘estudios de déficit’. Si la mente humana es un solucionador de problemas de propósito general, nosotros esperaríamos que los daños al cerebro afecten todas las capacidades cognitivas en grado muy parecido. Pero esto no es lo que encontramos. Por el contrario, usualmente el daño cerebral afecta alguna capacidades cognitivas pero deja otras indemnes. Por ejemplo, el daño de una parte del cerebro conocida como área de Wernicke, deja a los pacientes incapaces de comprender lo que se les dice, aunque siguen siendo capaces de producir fluidamente oraciones gramaticales. Esto sugiere fuertemente que hay módulos separados para la producción y comprensión de oraciones - sino, sería difícil explicar por que la pérdida de la segunda no implica la pérdida de la primera. Otros pacientes con daño cerebral pierden su memoria de largo plazo (amnesia), pero su memoria de corto plazo y su habilidad para hablar y comprender está completamente indemne. De nuevo, esto parece hablar a favor de la modularidad y en contra de la idea de que la mente es un solucionador de problemas de propósito general.

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Aunque convincente, este tipo de evidencia neurológica no decide el tema de la modularidad de una vez por todas. Hay que señalar que la evidencia es relativamente escasa - obviamente, no podemos dañar el cerebro de las personas para ver como son afectadas sus capacidades cognitivas. Aún más, como es usual en la ciencia, hay serios desacuerdos acerca de cómo deberían ser interpretados los datos. Algunas personas sostienen que el patrón observado de afecciones cognitivas en pacientes con daño cerebral no implica que la mente sea modular. Ellas sostienen que incluso si la mente fuera un solucionador de problemas de propósito general, o sea no modular, aún así es posible que las distintas capacidades cognitivas sean afectados diferentemente por el daño cerebral. Por lo tanto, no podemos establecer la arquitectura de la mente simplemente a partir de los estudios de déficit; a lo más, estos nos proporcionan evidencia falible para ella. Mucho del reciente interés por la modularidad proviene del trabajo de Jerry Fodor, un influyente filósofo y psicólogo estadounidense. En 1985 Fodor publicó un libro titulado la modularidad de la mente, que contenía una clara propuesta de lo que era exactamente un módulo y algunas hipótesis interesantes acerca de cuales de las capacidades cognitivas son modulares y cuales no. Fodor sostuvo que los módulos mentales tienen varias características distintivas, de las cuales las tres siguientes son las más importantes: (i) tienen dominios específicos (ii) sus operaciones son obligatorias (iii) son informacionálmente cerrados. Ninguna de estas características es poseída por los sistemas cognitivos no modulares. Fodor sostuvo que la mente humana es parcialmente modular, no totalmente: resolveremos algunas tareas cognitivas utilizando módulos especializados, otras utilizando nuestra ‘inteligencia general’. Decir que un sistema cognitivo tiene un dominio específico significa que este es especializado: realiza un conjunto de tareas limitado y precisamente circunscrito. El ‘dispositivo de adquisición de lenguaje’ postulado por Chomsky es un buen ejemplo de sistema de dominio especifico. La única función de este dispositivo es hacer que un niño sea capaz de aprender el lenguaje - no ayuda al niño a jugar ajedrez, a contar, o hacer otra cosa. El dispositivo simplemente ignora los inputs no lingüísticos. Decir que un sistema cognitivo es obligatorio significa que no esta en nuestro poder el poner o no poner en operación el sistema. La percepción del lenguaje proporciona un buen ejemplo. Si usted oye una oración pronunciada en su idioma, usted no puede ayudar sino solamente oír la pronunciación de la oración. Si alguien le pide que usted escuche la oración como ruido puro; usted no podría hacerlo por mas que trate. Fodor señala que no todos los procesos cognitivos son obligatorios en esta forma. El pensar, evidentemente no lo es. Si alguien la pide a usted que piense en el momento más angustioso de su vida, o que piense que es lo que mas la gustaría hacer si usted ganase la lotería, ciertamente usted no podría complacer su pedido. Así, el pensar y la percepción del lenguaje vienen a ser muy diferentes a este respecto. ¿ Qué hay acerca del cierre informacional, la tercera y la más crucial de las características de los módulos mentales?. Esta noción se ilustra mejor con un ejemplo. Observa las dos líneas de la figura siguiente:

* La ilusión de Muller-Lyer. Las líneas horizontales tienen igual longitud, pero la superior parece más larga. Para la mayoría de personas, la línea superior parece ligeramente mas larga que la inferior. Pero en realidad esta es una ilusión óptica, conocida como la ilusión de Muller-Lyer. Las líneas son realmente iguales en longitud. Para explicar porque la línea superior parece más larga se han sugerido varias explicaciones, pero aquí no nos conciernen. El punto crucial es este: las líneas continúan pareciendo de diferente longitud, incluso después de que usted sabe que es una ilusión óptica. Según Fodor, este hecho simple tiene 55

importantes implicaciones para comprender la arquitectura de la mente, porque muestra que la información de que las dos líneas tienen igual longitud está almacenada en una región de la mente cognitiva a la cual no tienen acceso nuestros mecanismos perceptuales. Esto significa que nuestros mecanismos perceptuales son informacionalmente cerrados. Ellos no tienen acceso a toda la información que poseemos. Si la percepción visual no fuera informacionalmente cerrada de esta forma, ella podría utilizar toda la información almacenada en la mente, y entonces la ilusión desaparecería tan pronto como usted escuchase que las líneas son realmente de igual longitud. Otro posible ejemplo de cierre informacional proviene del fenómeno de las fobias humanas. Considere por ejemplo la ofidiofobia, o miedo a las serpientes . Esta fobia está bastante extendida entre los humanos, y también en muchas especies primates. Esto es fácilmente entendible, las serpientes son muy peligrosas para los primates, así que un miedo instintivo a las serpiente podría haberse desarrollado fácilmente por selección natural. Pero cualquiera que sea la explicación de nuestro temor a las serpientes, el punto crucial es este: incluso si usted sabe que una serpiente particular no es peligrosa, por ejemplo porque usted ha escuchado que sus glándulas venenosas han sido extirpadas, usted continuará estando muy atemorizado por la serpiente y no deseará tocarla. De hecho, este tipo de fobia puede ser superado con entrenamiento, pero esto es asunto diferente. El punto relevante es que la información de que la serpiente no es peligrosa es inaccesible a la parte de su mente que produce en usted la reacción de temor cuando ve una serpiente. Este sugiere que puede haber un modulo de temor a las serpientes instalado e informacionalmente cerrado en cada ser humano. Usted puede extrañarse de que el tema de la modularidad de la mente sea filosófico. Seguramente es una cuestión netamente empírica el que la mente sea o no modular, aunque no sea fácil de averiguar. En realidad, esta sugerencia no es muy correcta. Un aspecto en el cual el debate de la modularidad de la mente es filosófico concierne a como deberíamos caracterizar las tareas y módulos cognitivos. Los defensores de la modularidad sostienen que la mente contiene módulos especializados para realizar diferentes tipos de tareas cognitivas; los oponentes de la modularidad niegan esto. ¿ Cómo decidimos si dos tareas son de la misma clase, o de clases diferentes? ¿ Es el reconocimiento facial una sola actividad cognitiva o está compuesta de dos tareas cognitivas diferentes: reconocimiento de rostros masculinos y reconocimientos de rostros femeninos? ¿Dividir y multiplicar son dos tareas cognitivas diferentes o ambas son parte de la tarea general de hacer aritmética? Preguntas de este tipo son conceptuales o filosóficas, no directamente empíricas, y son potencialmente cruciales en el debate de la modularidad. Suponga que un oponente de la modularidad produce alguna evidencia experimental para mostrar que nosotros usamos el mismo conjunto de capacidades cognitivas para realizar diferentes tipos de tareas cognitivas. Su rival podría aceptar los datos experimentales, pero sostener que las tareas cognitivas en cuestión son del mismo tipo, y, por lo tanto, que los datos son perfectamente compatibles con la modularidad. Así, al contrario de lo que pueda parecer al inicio, el debate de la modularidad de la mente esta inmerso hasta el cuelo en la discusión filosófica. Los defensores más entusiastas de la modularidad creen que la mente esta completamente compuesta de módulos, pero esta idea lo cuenta con amplia aceptación. El mismo Fodor sostiene que la percepción y el lenguaje son probablemente modulares, mientras que, casi con seguridad, el pensamiento y el razonamiento no lo son. Para ilustrar esto, suponga que usted es miembro de un jurado y está tratando de decidir entre un veredicto de culpable o inocente. ¿Cómo realizará su tarea? Un asunto importante que usted considerará es si la coartada del acusado es lógicamente consistente o no - ¿Es contradictoria? Y usted probablemente se preguntará si la evidencia disponible es meramente compatible con la culpa del acusado o es una prueba decisiva. Claramente, las habilidades de razonamiento que usted aplica aquí - prueba por consistencia lógica y examen de evidencia - son habilidades generales; no están diseñadas específicamente para ser usadas en la labor de jurado. Usted usa la misma habilidad en muchos campos. Por lo tanto, las capacidades cognitivas que usted emplea al deliberar sobre la culpa del acusado no tienen un dominio específico. Tampoco su operación es obligatoria - usted tiene que considerar conscientemente si el acusado es culpable, y puede dejar de hacerlo cuando usted desee, por ejemplo durante el almuerzo. Y, lo más importante, no hay alguna cerrazón informacional. Su tarea es decidir si el acusado es culpable considerando todas las cosas. Así, usted podría tener que resaltar algún punto en los antecedentes del caso si lo considera relevante. Por ejemplo, si el acusado se mueve nerviosamente cuando es interrogado y usted cree que los movimientos nerviosos son invariablemente signos de culpa, usted probablemente se basará en esta creencia para dar su 56

veredicto. Aquí no hay almacenamiento de información que sea inaccesible a los mecanismos cognitivos que usted emplea para alcanzar su veredicto (aunque el juez pueda decir que usted ignora algunas cosas). Abreviando, no hay un modulo para decidir si el acusado es culpable. Usted aborda este problema cognitivo usando su ‘inteligencia general’. La tesis de Fodor de que la mente es parcialmente modular parece bastante plausible. Pero, saber con precisión cuantos módulos son y como trabajan, son preguntas que no pueden ser respondidas dado el actual estado de la investigación. El mismo Fodor es bastante pesimista respecto a la posibilidad de que la psicología cognitiva explique alguna vez el funcionamiento de la mente humana. Él cree que solo los sistemas modulares pueden ser estudiados científicamente - los sistemas no modulares, al no ser informacionalmente cerrados, son mucho más difíciles de encuadrar. Según Fodor, la mejor estrategia a adoptar por los psicólogos cognitivos es centrarse en la percepción y el lenguaje, ignorando el pensamiento y el razonamiento. Pero este aspecto del pensamiento de Fodor es muy controversial. No todos los psicólogos concuerdan con él en cuales de las funciones de la mente son modulares y cuales no, y no todos concuerdan en que solo los sistemas modulares pueden ser estudiados científicamente.

Capitulo 7 La ciencia y sus críticos Por razones conocidas, muchas personas dan por sentado que la ciencia es una cosa buena. Después de todo, la ciencia nos ha dado electricidad, agua potable, penicilina, anticonceptivos, viajes aéreos, y mucho más todo lo cual ha beneficiado indudablemente a la humanidad. Pero a despecho de estas impresionantes contribuciones al bienestar humano, la ciencia no carece de críticos. Algunos sostienen que la sociedad invierte mucho dinero en la ciencia a expensas de las artes; otros señalan que la ciencia nos ha dado capacidades tecnológicas que sería mejor no tener, como la capacidad de producir armas de destrucción en masa. Algunas feministas sostienen que la ciencia es objetable porque es de tendencia inherentemente machista; algunas personas religiosas sienten a menudo que la ciencia amenaza su fe; y los antropólogos han acusado a la ciencia occidental de arrogancia, sobre la base de que esta asume fatuamente su superioridad frente a los conocimientos y creencias de las culturas indígenas del mundo. Esto no agota la lista de críticas de las cuales ha sido objeto la ciencia, pero en este capítulo enfocaremos nuestra atención en tres que son de particular interés filosófico.

Cientificismo Las palabras ‘ciencia’ y ‘científico’ han adquirido una connotación peculiar en los tiempos modernos. Si usted fuera señalado por algunas personas de comportarse ‘acientíficamente’, es casi seguro que lo están criticando. La conducta científica es sensible, racional y encomiable; la conducta acientífica es torpe, irracional y despreciable. No es tan seguro saber porqué la etiqueta ‘científico’ ha adquirido estas connotaciones, pero es probable que algo tengan que ver con el elevado estatus que tiene la ciencia en la sociedad moderna. La sociedad considera a los científicos como expertos cuyas opiniones en asuntos de importancia son muy solicitadas y aceptadas en su mayor parte sin discusión. De hecho, todos reconocen que los científicos a veces se equivocan - Por ejemplo, en 1990 los asesores científicos del gobierno británico declararon que ‘la enfermedad de las vacas locas’ no atacaba a los humanos, algo que después probó ser una trágica equivocación. No obstante, este tipo de traspiés ocasionales no tiende a debilitar la fe que el público tiene en la ciencia ni la estima en que son tenidos los científicos. En Occidente, por lo menos, 57

los científicos son vistos de forma muy parecida a como se veía antes a los líderes religiosos: poseedores de conocimiento especializado que es inaccesible para los legos. ‘Cientificismo’ es una etiqueta peyorativa usada por algunos filósofos para describir lo que ellos ven como sobreestimación de la ciencia – la exagerada reverencia hacia la ciencia, que se da en algunos círculos intelectuales. Los oponentes del cientificismo sostienen que la ciencia no es la única forma válida de actividad intelectual, ni la única ruta privilegiada hacia el conocimiento. Ellos siempre enfatizan que no están en contra de la ciencia en si misma; a lo que se oponen es al estatus privilegiado que se le ha dado a la ciencia, en particular a las ciencias naturales, en la sociedad moderna, y al supuesto de que los métodos de la ciencia son necesariamente aplicables a todo tema importante. Entonces, su finalidad no es atacar a la ciencia sino ponerla en su respectivo lugar – mostrar que la ciencia es simplemente una disciplina entre otras, y liberar a las otras disciplinas de la tiranía que supuestamente ejerce la ciencia sobre ellas. El cientificismo obviamente es una doctrina bastante vaga, y como se ha abusado del término, casi nadie admitiría tomarlo en serio. No obstante, algo así como una sobreestimación de la ciencia es una de las características más genuinas del paisaje intelectual de nuestro tiempo. Esto no es necesariamente una cosa mala – quizá la ciencia merezca ser sobreestimada. Pero ciertamente es un fenómeno real. Un campo que a menudo es acusado de sobreestimación de la ciencia es la filosofía anglo-americana contemporánea (de la cual la filosofía de la ciencia es una rama). Tradicionalmente, la filosofía ha sido reconocida, por buenas razones, como una materia humanística, a despecho de sus estrechos lazos con las matemáticas y las ciencias. Porque las cuestiones de la agenda filosófica incluyen la naturaleza del conocimiento, la moralidad, la racionalidad, el bienestar humano, y otras más, ninguna de las cuales parece solucionable por métodos científicos. Ninguna rama de la ciencia nos dice como deberíamos conducir nuestras vidas, lo que es el conocimiento, o lo que implica la felicidad humana; estas son preguntas esencialmente filosóficas. A despecho de la aparente imposibilidad de contestar preguntas filosóficas por medio de la ciencia, muchos filósofos contemporáneos creen que la ciencia es la única senda legítima hacia el conocimiento. Ellos sostienen que las preguntas que no pueden ser resueltas por medios científicos, no son preguntas genuinas. Esta idea se asocia a menudo con el ultimo Willard van Orman Quine, uno de los más importantes filósofos norteamericanos del siglo XX. Las bases de esta idea descansan en una doctrina llamada ‘naturalismo’, que enfatiza que nosotros los humanos somos una parcela del mundo natural, no algo aparte de él, como alguna vez se creyó. Como la ciencia estudia la totalidad del mundo natural, seguramente debería ser capaz de revelar la verdad completa acerca de la condición humana, sin dejar algo para la filosofía. Los adherentes a esta idea a veces agregan que innegablemente la ciencia progresa, mientras la filosofía parece discutir las mismas cuestiones por siglos e interminablemente. En tal concepción, no hay tal cosa como conocimiento distintivamente filosófico, porque todo conocimiento es conocimiento científico. Si hay algún rol para la filosofía, este consiste en ‘clarificar los conceptos científicos’ – pasarle el cepillo a los productos que los científicos consiguen con su trabajo. No sorprende que muchos filósofos rechacen esta subordinación de su disciplina a la ciencia; esta es una de las principales fuentes de oposición al cientificismo. Ellos sostienen que las investigaciones filosóficas revelan verdades acerca de un reino que la ciencia no puede alcanzar. Las preguntas filosóficas son incapaces de ser resueltas por medios científicos, pero no son peores por eso: la ciencia no es la única senda hacia la verdad. Los proponentes de esta idea pueden conceder que la filosofía debería intentar ser consistente con las ciencias en el sentido de no hacer afirmaciones que estén en conflicto con lo que la ciencia nos enseña. Y pueden conceder que la ciencia merece ser tratada con gran respeto. Lo que ellos rechazan es el imperialismo científico – la idea de que la ciencia es capaz de contestar todas las preguntas importantes acerca del hombre y su lugar en la naturaleza. Usualmente, los defensores de esta posición piensan también en si mismos como naturalistas. Normalmente, ellos no sostienen que nosotros los humanos estamos, de alguna manera, fuera del orden natural, y, por lo tanto, exentos del alcance de la ciencia. Ellos conceden que somos solamente otra especie biológica, y que nuestros cuerpos están compuestos en último término de partículas físicas, como todas las cosas del universo. Pero niegan que esto implique que los métodos científicos sean apropiados para encauzar toda cuestión de interés. 58

Un tema similar enfoca la atención en la relación entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. Así como los filósofos se quejan algunas veces de la ‘sobreestimación de la ciencia’, los científicos sociales se quejan de la ‘sobreestimación de la ciencia natural’. Es innegable que las ciencias naturales – la física, la química, la biología, etc. – están en un estado más avanzado que las ciencias sociales – la economía, la sociología, la antropología, etc. Muchas personas preguntan la razón de esto. No es fácil puesto que los científicos naturales son más circunspectos que los científicos sociales. Una respuesta posible es que los métodos de las ciencias naturales son superiores a los de las ciencias sociales. Si esto es correcto, lo que las ciencias sociales necesitan hacer es aplicar los métodos de las ciencias naturales. Y, en alguna medida, esto ha sucedido realmente. El uso creciente de las matemáticas en las ciencias sociales puede un resultado parcial de esta actitud. La física realizo un gran progreso cuando Galileo dio el paso de aplicar el lenguaje matemático a la descripción del movimiento; de aquí que es tentador pensar que se podría lograr un avance comparable en las ciencias sociales si se pudiera encontrar una manera análoga de ‘matematizar’ sus temas. Sin embargo, algunos científicos sociales se resisten fuertemente a la sugerencia de que ellos deberían considerar las ciencias naturales de este modo, así como los filósofos se resisten fuertemente a la idea de ellos deberían mirar a la ciencia como una totalidad. Ellos sostienen que los métodos de las ciencias naturales no son necesariamente apropiados para estudiar los fenómenos sociales. ¿Por qué las mismas técnicas que son útiles en astronomía, por ejemplo, deberían ser igualmente útiles para estudiar las sociedades? Aquellos que sostienen este punto de vista niegan que el estado mas avanzado de las ciencias naturales sea atribuible a los métodos particulares que emplean y por lo tanto no ve razón para extender estos métodos a las ciencias sociales. Ellos señalan a menudo que las ciencias sociales son mas jóvenes que las ciencias naturales, y que la naturaleza compleja de los fenómenos sociales hacen que el éxito en la ciencias sociales sea difícil de conseguir. Ni el tema del cientificismo ni el tema paralelo de las ciencias naturales y sociales son fáciles de resolver. En parte, esto es porque esta lejos de ser claro en que consisten realmente los ‘métodos de la ciencia’, o los ‘métodos de la ciencia natural’ – un punto que a menudo es pasado por alto por las dos partes del debate. Si deseamos saber si los métodos de la ciencia son aplicables a todo rema, o si son capaces de responder toda pregunta importante, obviamente necesitamos saber exactamente lo que estos métodos son. Pero como hemos visto en los capítulos previos, esta es una cuestión mucho menos clara de lo que parece a primera vista. Ciertamente conocemos algunas de las principales características de la investigación científica: inducción, prueba experimental, observación, construcción de teorías, inferir la mejor explicación, etc. Pero esta lista no proporciona una definición precisa del ‘método científico’. Ni siquiera es obvio que tal definición pueda ser proporcionada. La ciencia cambia mucho a través del tiempo, y por lo tanto no es nada seguro el supuesto de que hay un ‘método científico’ fijo y permanente, usado por todas las disciplinas científicas en todos los tiempos. Pero este supuesto esta implícito en la afirmación de que la ciencia es la única senda verdadera hacia el conocimiento y en la contra-afirmación de que algunas preguntas no pueden ser respondidas por métodos científicos . Esto sugiere que, al menos en cierta extensión, el debate acerca del cientificismo puede descansar en una suposición falsa.

Ciencia y religión La tensión entre la ciencia y la religión es antigua y está bien documentada. Quizás el ejemplo mejor conocido es el conflicto de Galileo con la Iglesia Católica. En 1633 la Inquisición obligó a Galileo a abjurar públicamente de sus ideas copernicanas, y lo condenó a permanecer los últimos años de su vida bajo arresto domiciliario en Florencia. La Iglesia objetaba la teoría copernicana porque, de hecho, contravenía las Sagradas Escrituras. En tiempos más recientes, el choque más prominente ciencia/religión ha sido la amarga disputa entre los darwinistas y los creacionistas en los Estados Unidos, de la cual nos ocuparemos aquí. Las oposiciones teológicas a la teoría de Darwin no son novedosas. Cuando El Origen de las Especies fue publicado en 1859, atrajo inmediatamente la critica de los sacerdotes en Inglaterra. La razón es obvia: La teoría de Darwin sostiene que todas las especies actuales, han descendido de ancestros comunes al cabo de un largo periodo de tiempo. Esta teoría contradice claramente el Libro del Génesis, el cual dice que Dios 59

creó a todas las criaturas vivientes en un periodo de seis días. Así, la elección parece radical: O usted cree en Darwin o usted cree en la Biblia, pero no en ambas. Sin embargo, varios darwinianos creyentes han encontrado formas de reconciliar su fe cristiana con la creencia en la evolución – incluyendo varios biólogos eminentes. Una forma es simplemente no pensar para nada en el conflicto. Otra forma, intelectualmente mas honesta, es sostener que el Libro del Génesis no debería ser interpretado literalmente – se reconocería a este como alegórico o simbólico. Porque después de todo, la teoría de Darwin es bastante compatible con la existencia de Dios, y con otros puntos del Cristianismo. Es solo la verdad literal de la historia bíblica de la creación lo que el darwinismo rechaza. Por lo tanto, una versión convenientemente atenuada del cristianismo puede llegar a ser compatible con el darwinismo. Comoquiera, en los Estados Unidos, particularmente en los estados sureños, muchos protestantes evangélicos se han opuesto a flexibilizar sus creencias religiosas para que encajen con los hallazgos científicos. Ellos insisten en que el relato bíblico de la creación es literalmente verdadero, y que la teoría de la evolución de Darwin esta completamente equivocada. Esta opinión es conocida como ‘creacionismo’, y es aceptada por cerca de 40% de la población adulta en los EE.UU., una proporción mucho mayor que en Gran Bretaña y Europa. El creacionismo es una poderosa fuerza política, y ha tenido considerable influencia sobre la enseñanza de la biología en las escuelas norteamericanas, para consternación de los científicos. En el famoso ‘ensayo del mono’ de la década de 1920, un profesor de una escuela de Tennessee fue convicto de enseñar la evolución a sus alumnos, en violación a la ley del estado. (La ley fue finalmente revocada por la Corte Suprema en 1967.) En parte por causa del ensayo del mono, el tema de la evolución fue omitido completamente del currículo de las escuelas secundarias de EE.UU. por varias décadas. Generaciones de adultos norteamericanos crecieron sin saber nada de Darwin. La situación empezó a cambiar en la década de 1960, encendiendose una nueva ronda de batallas entre creacionistas y darwinistas, y dando comienzo al movimiento llamado ‘ciencia de la creación’. Los creacionistas desean que los estudiantes de las escuelas secundarias aprendan la historia bíblica de la creación, exactamente como esta aparece en el Libro del Génesis. Pero la constitución norteamericana prohibe la enseñanza de la religión en las escuelas publicas. El concepto de ciencia de la creación fue diseñado para evitar esto. Sus inventores sostuvieron que el relato bíblico de la creación proporciona una mejor explicación científica de la vida sobre la tierra que la teoría de la evolución de Darwin. Así, la enseñanza bíblica de la creación no viola la interdicción constitucional, porque se presenta como ciencia, ¡no como religión! A través del Profundo Sur, se hicieron demandas para que la ciencia de la creación sea enseñada en las clases de biología, y estas fueron atendidas a menudo, En 1981 el estado de Arkansas dio una ley para que los profesores de biología dieran ‘igual tiempo’ para la evolución y para la ciencia de la creación, y otros estados siguieron el ejemplo. Aunque la ley de Arkansas fue calificada de inconstitucional por un juez federal en 1982, el llamamiento para ‘igual tiempo’ continua escuchándose en la actualidad. A menudo es presentado como un compromiso justo – habiendo un conflicto de dos conjuntos de creencias, ¿Qué podría ser mas justo que darle igual tiempo a cada una? Las encuestas de opiniones muestran que una abrumadora mayoría de norteamericanos adultos están de acuerdo: ellos desean que la ciencia de la creación sea enseñada junto con la evolución en las escuelas publicas. No obstante, virtualmente todos los biólogos profesionales ven a la ciencia de la creación como una impostura – un intento deshonesto y equivocado de promover creencias religiosas bajo el disfraz de ciencia, con consecuencias educacionales extremadamente dañinas. Para contrarrestar esta oposición, los científicos creacionistas han puesto gran esfuerzo en tratar de minar el darwinismo. Ellos sostienen que la evidencia a favor del darwinismo es poco concluyente, por lo tanto el darwinismo no es un hecho establecido sino solamente una teoría . Además, ellos han enfocado varias disputas internas entre los darwinianos, y han escogido unos cuantos comentarios imprudentes hechos por algunos biólogos, en un intento de mostrar que el desacuerdo con la teoría de la evolución es científicamente respetable. Ellos concluyen que, como el darwinismo es ‘solamente una teoría’ , los estudiantes deberían ser expuesto también a teorías alternativas – tales como una creacionista en que Dios hizo el mundo en seis días. En cierta forma, los creacionistas están perfectamente acertados en que el darwinismo es ‘solamente una teoría’ y no un hecho probado. Como vimos en el Capitulo 2, nunca es posible probar que una teoría 60

científica es verdadera, en el sentido estricto de prueba, porque la inferencia desde los datos a la teoría es invariablemente no-deductiva. Pero este es un punto general – que nada tiene que hacer con la teoría de la evolución per se. Por el mismo estilo, nosotros podríamos sostener de que ‘solamente es una teoría’ el que la tierra gire alrededor del sol, o que el agua este hecha de H2O, o que los objetos libres tiendan a caer, y debería presentarse a los estudiantes alternativas en cada uno de estos casos. Pero los científicos creacionistas no sostiene esto. Ellos no son escépticos respecto a toda la ciencia, sino a la teoría de la evolución en particular. Así, si su posición es defendible, no puede serlo simplemente sobre la base de que nuestros datos no garantizan la verdad de la teoría de Darwin. Porque lo mismo es cierto para toda teoría científica, y realmente también para la mayoría de las creencias del sentido común. Para ser justo con los científicos creacionistas, ellos ofrecen argumentos específicos de la teoría de la evolución. Uno de sus argumentos favoritos es que el registro fósil es extremadamente desigual, particularmente en lo que concierne a los supuestos ancestros del Homo sapiens. Hay algo de verdad en este cargo. Los evolucionistas tienen un gran enigma acerca de las brechas en el registro fósil. Un enigma persistente es que haya tan pocos ‘fósiles de transición’ – fósiles de criaturas intermedias entre dos especies. Si las especies actuales evolucionaron de otras más tempranas, seguramente esperaríamos que los fósiles de transición fueran muy abundantes. Los creacionistas señalan enigmas de este tipo para demostrar que la teoría de Darwin esta equivocada. Pero el argumento creacionista no es concluyente, a pesar de las dificultades reales para comprender el registro fósil. Los fósiles no son la única, ni incluso la principal, fuente de evidencia para la teoría de la evolución, como lo sabrían los creacionistas si hubieran leído El Origen de las Especies. La anatomía comparada es otra importante fuente de evidencia, así como también la embriología, la biogeografía y la genética. Considere, por ejemplo, el hecho de que los humanos y los chimpancés comparten el 98% de su ADN. Este y miles de hechos similares le dan sentido a la posible verdad de la teoría de la evolución, y constituyen por lo tanto, excelente evidencia a favor de la teoría. De hecho, los científicos creacionistas pueden explicar también tales hechos. Ellos pueden afirmar que Dios decidió hacer a los humanos y a los chimpancés genéticamente similares, por razones propias. Pero la posibilidad de dar ‘explicaciones’ de este tipo tiene que ver con el hecho de que la teoría de Darwin no es implicada lógicamente por los datos. Como hemos visto, lo mismo es cierto para toda teoría científica. Los creacionista han meramente resaltado el punto metodológico general de que los datos siempre pueden ser explicados en una multitud de formas. Este punto es verdadero, pero no muestra alguna cosa especial acerca del darwinismo. Aunque los argumentos de los científicos creacionistas son invariablemente falsos, la controversia creacionismo/darwinismo conlleva cuestiones importantes concernientes a la educacion. ¿Cómo debería ser tratado el conflicto entre la ciencia y la fe en un sistema de educacion secular? ¿Quién debería determinar el contenido de las clases de ciencias en la escuela secundaria? ¿Deberían tener los contribuyentes injerencia en los planes de estudio de las escuelas a las que contribuyen? ¿Deberían ser invalidados por el estado los padres que no desean que sus hijos aprendan la evolución o algunos otros temas científicos? Asuntos de política publica como estos normalmente son poco discutidos, pero el conflicto entre darwinistas y creacionistas lo ha traído a nuestra atención.

¿Está la ciencia libre de valores? Casi todos estarían de acuerdo en que algunas veces el conocimiento científico ha sido utilizado para fines no éticos – por ejemplo, en la manufactura de armas nucleares, biológicas y químicas. Pero estos casos no muestran que haya algo éticamente objetable respecto al conocimiento científico en si mismo. Porque la ciencia se refiere a hechos, y los hechos en si mismos no tienen significación ética. Es lo que hacemos con esos hecho lo que es correcto o incorrecto, moral o inmoral. De acuerdo con esta idea, la ciencia es esencialmente una actividad libre de valores – su única labor es proporcionar información acerca del mundo. Lo que la sociedad escoja hacer con esa información es otro asunto. No todos los filósofos aceptan este cuadro de la ciencia como una disciplina neutral con respecto a los asuntos de valor, ni la dicotomía subyacente hecho/valor sobre la cual descansa. Algunos sostienen que el 61

ideal de la neutralidad valorativa es inalcanzable – la investigación científica esta invariablemente cargada de juicios de valor. (Esto es análogo a la afirmación de que toda observación esta cargada de teoría, discutida en el Capitulo 4. Realmente, las dos afirmaciones a menudo se encuentran juntas.) Un argumento contra la posibilidad de que la ciencia esté libre de valores proviene del hecho obvio de que los científicos tienen que escoger lo que van a estudiar – no todo puede ser examinado a la vez. Así, los juicios acerca de la importancia relativa de posibles objetos diferentes de estudio tienen que ser llevados a cabo, y estos son juicios de valor, en un sentido atenuado. Otro argumento proviene del hecho, que para usted ahora debería ser familiar, de que cualquier grupo de datos puede ser explicado, en principio, de varias maneras. Por lo tanto, la elección teórica de un científico nunca estará determinada únicamente por sus datos. Algunos filósofos aprovechan esto para señalar que los valores están inevitablemente involucrados en la elección de teorías, y entonces, no es posible que la ciencia este libre de valores. Un tercer argumento es que el conocimiento científico no puede ser divorciado de sus previstas aplicaciones en la forma que exigiría la neutralidad valorativa. Visto así, es ingenuo presentar a los científicos haciendo investigación desinteresadamente, por sus propios motivos, sin pensar en sus aplicaciones practicas. El hecho de que mucha de la investigación científica actual esté patrocinada por empresas privadas, las cuales obviamente han impuesto sus intereses comerciales, presta alguna credibilidad a esta crítica. Aunque interesantes, estos argumentos son algo abstractos – ellos buscan mostrar, como una cuestión de principio, que la ciencia no puede estar libre de valores, más que identificar casos reales de intromisión de valores en la ciencia. Pero también han sido hechas algunas acusaciones especificas de carga de valores. Un caso concreto concierne a la disciplina llamada sociobiología humana, que generó una considerable controversia en las décadas de 1970 y 1980. La sociobiología humana es el intento de aplicar los principios de la teoría darwiniana al comportamiento humano. En un primer momento este proyecto suena perfectamente razonable. Los humanos son solo otra especie animal, y los biólogos están de acuerdo en que la teoría darwiniana puede explicar mucho del comportamiento animal. Por ejemplo, hay una obvia explicación darwiniana para el hecho de que los ratones usualmente huyen cuando ven gatos. En el pasado, los ratones que no se comportaron de esta manera tuvieron menos hijos que los que si lo hicieron, ya que fueron comidos; asumiendo que el comportamiento tiene base genética, y transmitiéndose, por lo tanto, de padres a hijos, después de muchas generaciones este se habría difundido entre la población. Esto explica por que los ratones actuales huyen de los gatos. Explicaciones de este tipo son llamadas explicaciones ‘darwinianas’ o ‘adaptativas’. Los sociobiólogos humanos (en adelante, simplemente sociobiólogos) creen que muchos rasgos comportamentales de los humanos pueden encajar en las explicaciones adaptativas. Uno de sus ejemplos favoritos es el rechazo del incesto. El incesto – o relaciones sexuales entre miembros de la misma familia – es reconocido como tabú, virtualmente en todas las sociedades humanas, y está sujeto a sanciones legales y morales en la mayoría. Este hecho es muy desconcertante, pues las costumbres sexuales son muy diversas en las diferentes sociedades humanas. ¿Por qué se prohíbe el incesto? Los sociobiólogos ofrecen la siguiente explicación: los hijos nacidos de relaciones incestuosas tienen a menudo serios defectos genéticos. En el pasado aquellos que practicaron el incesto tendieron a tener descendencia menos viable, que aquellos que no lo hicieron. Asumiendo que el comportamiento de rechazo al incesto tenía base genética , y transmitiéndose luego de padres a hijos, luego de muchas generaciones se habría difundido entre la población. Esto explica por que es tan raro encontrar el incesto en las sociedades humanas actuales. Comprensiblemente, muchas personas se encuentran insatisfechas con esta clase de explicación. En efecto, los sociobiólogos dicen que estamos programados genéticamente para rechazar el incesto. Esto está en conflicto con el punto de vista del sentido común de que nosotros rechazamos el incesto porque hemos aprendido que es un error, es decir, nuestro comportamiento tiene una explicación más cultural que biológica. El rechazo del incesto es realmente uno de los ejemplos menos controversiales. Otros comportamientos para los cuales los sociobiólogos ofrecen explicaciones adaptacionistas incluyen violación*, agresión, xenofobia y promiscuidad masculina. En cada caso el argumento es el mismo: los individuos que tuvieron el comportamiento se reprodujeron más que los individuos que no lo hicieron, y como el comportamiento estaba basado genéticamente, se transmitió de padres a hijos. Realmente, no todos *

Violación sexual.

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los humanos son agresivos, xenofóbicos o violadores. Pero esto no demuestra que los sociobiólogos estén equivocados. Sus argumentos solo requieren que esos comportamientos tengan un componente genético, es decir, que haya algún gene o genes que incrementen la probabilidad de que este tenga parte en el comportamiento. Esto es mucho más atenuado que decir que los comportamientos están completamente determinados genéticamente, lo cual, casi con seguridad, es falso. En otras palabras, la historia sociobiológica significa explicar por que hay una predisposición entre los humanos a ser agresivos, xenofóbicos o violadores – incluso si tales predisposiciones no se manifiestan con frecuencia. Así, el hecho de que la agresión, la xenofobia y la violación sean (felizmente) muy raras, no prueba en si mismo que los sociobiólogos estén equivocados. La sociobiología atrajo fuertes criticas de un amplio rango de estudiosos. Algunas de estas fueron estrictamente científicas. Los críticos señalaron que las hipótesis sociobiológicas eran extremadamente difíciles de someter a prueba, y deberían ser vistas, por lo tanto, como conjeturas interesantes, no como verdades establecidas. Otros críticos hicieron una objeción más fundamental: que el programa completo de investigación sociobiológica era sospechoso ideológicamente. Ellos vieron en esta un intento de justificar o excusar la conducta antisocial practicada por los hombres. Porque al sostener que la violación, por ejemplo, tiene un componente genético los sociobiólogos estaban implicando que esta era ‘natural’ y por lo tanto, que los violadores no eran realmente responsables de sus acciones – ellos simplemente obedecen sus impulsos genéticos. Parecía que los sociobiólogos estaban diciendo ‘¿Cómo podemos castigar a los violadores, si sus genes son los responsables de su comportamiento?’. Las explicaciones sociobiológicas de la xenofobia y la promiscuidad masculina fueron señaladas como igualmente perniciosas. Estas parecieron implicar que fenómenos como el racismo y la infidelidad matrimonial, que la mayoría considera como indeseables, eran naturales e inevitables – el producto de nuestra herencia genética. Resumiendo, los críticos acusaron a la sociobiologia de ser una ciencia cargada de valores, y los valores de los cuales estaba cargada eran muy discutibles. Quizá previsiblemente, entre estos críticos habían muchas feministas y científicos sociales. Una posible respuesta a este cargo es insistir en la distinción entre hechos y valores. Considere el caso de la violación. Presumiblemente, hay un gene que predispone a los hombres a la violación y ha sido difundido por la selección natural, o quizá no lo haya. Esta es una cuestión puramente científica, aunque no sea fácil de responder. Pero los hechos son una cosa y los valores otra. Incluso si existe tal gene, este no hace a la violación excusable o aceptable. No hace a los violadores menos responsables de sus acciones, porque nadie cree que tal gene obligaría literalmente a un hombre a violar. A lo mucho, el gene podría predisponer a los hombres a la violación, pero las predisposiciones innatas pueden ser superadas por aprendizaje cultural, y todos concuerdan en que la violación es un error. Lo mismo se aplica a la xenofobia, la agresión y la promiscuidad. Incluso si las explicaciones sociobiológicas de estas conductas son correctas, esto no tiene implicaciones respecto a como deberíamos gobernar la sociedad, o para otros asuntos de política o ética. La ética no puede ser deducida de la ciencia. Por lo tanto, no hay nada ideológicamente sospechoso respecto de la sociobiología. Como todas las ciencias, esta simplemente nos habla de los hechos del mundo. A veces los hechos son perturbadores, pero debemos aprender a vivir con ellos. Si esta respuesta es correcta, significa que deberíamos distinguir claramente las objeciones ‘científicas’ a la sociobiología de las objeciones ‘ideológicas’. Aunque esto suene razonable, hay un punto discutible: los defensores de la sociobiología han tendido a ser políticamente de la derecha, mientras que sus críticos han provenido usualmente de la izquierda política. Hay varias excepciones a esta generalización, especialmente en el primer grupo, pero pocos negarían la tendencia global. Si la sociobiología es solamente una investigación imparcial de los hechos ¿Cómo explicar estas tendencias? ¿Por qué debería haber una correlación entre las opiniones políticas y las actitudes hacia la sociobiologia? Esta es una pregunta difícil de responder. Pues, aunque algunos sociobiólogos puedan haber tenido ideas políticas ocultas, y aunque algunos de los críticos de la sociobiología hayan tenido ideas opuestas a su tendencia general, la correlación se extiende incluso a quienes debaten el tema en términos aparentemente científicos. Esto sugiere, aunque no prueba, después de todo, que no es fácil separar los temas ‘ideológicos’ de los ‘científicos’. Así, la cuestión de si la sociobiologia es una ciencia libre de valores es menos fácil de responder de lo que se había supuesto. 63

Para concluir, es inevitable que una empresa como la ciencia, que tiene un rol tan central en la sociedad moderna y maneja mucho dinero publico, deba encontrase a si misma sujeta a criticas provenientes de varias fuentes. Esto es algo positivo, porque la aceptación acrítica de todo lo que dice y hace la ciencia es insana y dogmática. Se puede predecir con seguridad que la ciencia del siglo XXI, por medio de sus aplicaciones tecnológicas, impactará en la vida diaria en un grado mucho mayor que el de ahora. Así, la pregunta ¿es la ciencia una cosa buena? será aun mas apremiante. La reflexión filosófica no puede producir una respuesta final e inequívoca a esta pregunta, pero puede ayudar a definir los temas principales y animar una discusión racional y balanceada de ellos.

Lectura recomendada* • Babini, José, Qué es la ciencia, Columbia, Buenos Aires, 1967. • Barriga Hernández, Carlos, Epistemología, CEPREDIM, UNMSM, Lima, 2005. *

La presente bibliografía está compuesta por la que recomienda el autor (disponible en español) y por otros textos considerados convenientes por su aceptación y disponibilidad. (N. del T.)

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• Barriga Hernández, Carlos, Temas de historia de la ciencia y la tecnología, CEPREDIM, UNMSM, Lima, 2005.

• Brown, Harold, La nueva filosofía de la ciencia, Tecnos, Madrid, 1984. • Bunge, Mario, La ciencia, su método y su filosofía, Siglo Veinte, Buenos Aires, 1985. • Bunge, Mario, Epistemología, Ariel, Barcelona, 1980. • Dampier, W. C., Historia de la ciencia y sus relaciones con la filosofía y la religión, Tecnos, Madrid, 1985.

• Diéguez, Antonio, Realismo científico. Una introducción al debate actual de la filosofia de la ciencia, Universidad de Málaga, Málaga, 1998.

• Fodor, Jerry, La modularidad de la mente, Morata, Madrid, 1986. • Hempel, Carl G., Filosofía de la ciencia natural, Alianza Editorial, Madrid, 1973. • Hempel, Carl G., La explicación científica, Paidós, Buenos Aires, 1979. • Hume, David, Investigación sobre el entendimiento humano, Alianza Editorial, Madrid, 1983. • Kuhn, Thomas S., La estructura de las revoluciones científicas, F.C.E., México, 1996. • Kuhn, Thomas S., El camino desde la estructura, Paidós, Barcelona, 2002. • Laudan, Larry, La ciencia y el relativismo, Alianza Editorial, Madrid, 1983. • Montagu, Ashley, Proceso a la sociobiología, Tres Tiempos, Buenos Aires, 1982. • Piscoya Hermoza, Luis, Tópicos en epistemología, UIGV, Lima, 2000. • Popper, Karl R., Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, 1982. • Popper, Karl R., La lógica de la investigación científica, Tecnos, Madrid, 1973. • Putnam, Hilary, Las mil caras del realismo, Paidós, Barcelona, 1994. • Rea Ravello, Bernardo, Filosofía de la ciencia, Ed. Amaru, Lima, 1982 • Rupert Hall, Alfred, La revolución científica 1500-1750, Crítica, Barcelona, 1985. • Van Fraseen, Bas, La imagen científica, Paidós, México, 1996. • Wilson, Edward O., Sociobiología, Omega, Barcelona, 1980. • Wilson, Edward O., Sobre la naturaleza humana, F.C.E., Madrid, 1983. 65

¿Qué es la ciencia? ¿Hay una diferencia real entre la ciencia y el mito? ¿Es objetiva la ciencia? ¿Puede explicarlo todo la ciencia? Esta ‘Introducción muy breve’ proporciona un panorama conciso de los principales temas de la filosofía contemporánea de la ciencia. Comenzando con una breve exposición de la historia de la ciencia, Samir Okasha se dirige luego a investigar la naturaleza del razonamiento científico, la explicación científica, las revoluciones en la ciencia, y teorías tales como el realismo y el anti-realismo. También examina temas filosóficos de las ciencias particulares, incluyendo el problema de la clasificación biológica, la naturaleza del espacio en la física y la modularidad de la mente. El capitulo final examina el cientificismo, el conflicto entre la ciencia y la religión y reflexiona sobre si la ciencia, en ultima instancia, es algo bueno.

Samir Okasha enseña actualmente en la Universidad de Bristol. Su interés primario es en filosofía de la ciencia, con especial referencia a la biología evolucionaria. También ha investigado en epistemología general y en metafísica.

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