Obí-Oráculo de Santería Cubana
December 29, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Indice Agradecimientos…………………………………………….……………..
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Introducción: Más allá del pasaje medio………………………………..
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Capítulo 1: Para entender al orisha Obí………………………………..
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Capítulo 2: Principios para echar el Obí………………………………..
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Capítulo 3: Interpretacion del oráculo…………………………………..
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Capítulo 4: Interpretacion del oráculo: Apere ti, Obí…………………………………………………
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Capítulo 5: Cierre de la sesión de Obí…………………………………
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Glosario…………………………………………………………………..
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Lecturas sugeridas………………………………………………………
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Agradecimientos Cuando
se redacta un trabajo tan amplio como éste, ningún autor puede reivindicar como propios todos sus contenidos: las palabras son mías, el trabajo es mío o las interpretaciones son mías. Este libro representa incontables horas de escribir y reescribir, de sudores y preocupaciones. Pero la Santería es una fe oral y sus verdaderos secretos no se hallan en las miríadas de libros sobre este tema que podemos encontrar en el mercado; sus misterios se hallan en los corazones y en las almas de quienes practican esta religión. En cuanto a este libro, tengo contraída una gran deuda con mi padrino, Eshu'leri Bolafun (John Pilato), por su paciencia y sus instrucciones sistemáticas. Él no enseña con la boca sino con el corazón, y su amor por esta religión se refleja en todo lo que hace. También estoy en deuda con Naomi Alejandro, Christine Jaffe, Michael Cabrera, Akin Babatunde, Ogúndei (Evaristo Pérez) y muchos otros, por su gran conocimiento del ebó. No puedo dejar de dar las gracias a mi editor, Inner Traditions; quiero dar las gracias también a Jon Graham y Laura Schlivek, por sus incontables horas de duro trabajo con el fin de hacer que este manuscrito (y mi trabajo previo) pasasen de ser un sueño a convertirse en una realidad. M i correctora anterior, Susannah Noel, fue una tirana infatigable (lo digo con amor, por supuesto) que me hizo pulir mi anterior libro, The Secrets of Afro-Cuban Divination. Aprendí mucho trabajando con ella; ¿cómo podría agradecerle que haya llevado mis dotes de escritor hasta el límite? Doris Troy, la correctora de este libro (en su versión inglesa), ha sido igual de minuciosa, dando a Obi: Oráculo de Santería cubana los últimos retoques que lo convierten en la obra maestra que es. ¡Gracias, Doris! Por último, no practicaría esta religión si no fuera por Oyá, que guía mi vida; si debo algo a alguien, sin duda es a ella, que se lo debo todo. Ella me ha dado una vida cuando pensaba que no la tenía, y no hay mayor regalo que ése. Aché a todos vosotros.
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Introducción Más allá del pasaje medio Cuando tengo la cabeza sobre los hombros, los pies dentro del agua salada, y mis pensamientos se extienden más allá del horizonte, no me cabe duda de que estoy de pie frente al mar. Proverbio del diloggún, babá Eji Ogbe
Cuando
estoy en las orillas del océano Atlántico y miro a la espuma interminable del mar, siento paz y miedo. No hay otras palabras para describir los sentimientos que Olokun, el amargo mar, evoca en mí. Estoy de pie en la línea que separa la tierra del mar, donde las olas rompen incesantemente sobre la costa, absorbiendo hambrientas la arena hacia el mar antes de volver a lanzarla contra la orilla. Me quedo quieto mientras el agua lame mis pies. La marea recede lentamente y, sin embargo, las olas no cesan y las arenas se mueven constantemente. Pierdo apoyo; cambio el peso hacia atrás y a un lado para mantener el equilibrio. Poniéndome las manos sobre la frente para esquivar el sol de la mañana, mis ojos siguen la ruta de la burbujeante luz del sol sobre el agua en el horizonte; el hilo de luz acaba en el mar azul y en el cielo, más azul aún, formando una suave curva que desaparece de mi vista. En este momento estoy perdido, errante como la arena entre las olas espumosas. La eternidad habita aquí, en el océano, y yo vuelvo aquí una y otra vez para descansar, para meditar, para limpiarme, para recargarme. Anhelo fundirme con las fuerzas naturales como ellas mismas se funden y mezclan unas con otras. Hoy no he venido solo; me han traído mi madrina, Jackye, y su amiga Josephine. Ambas son santeras, sacerdotisas de la fe afrocubana conocida
9 como Santería, una religión que sobrevivió más de cuatrocientos años de esclavitud y persecuciones de los esclavistas blancos y españoles. Es una espiritualidad que ha nutrido las almas de los que han estado oprimidos por una única razón, la sedosa negrura de su piel. Arrancados de sus países de origen, vendidos y comprados como ganado, violados, abusados, golpeados y empaquetados en las sucias bodegas de carga de las naves esclavistas, los seguidores de los orishas (espíritus) llegaron al Nuevo Mundo sin otra cosa que el aché, el poder, de los orishas en sus cabezas. Los que tuvieron tiempo se tragaron las conchas sagradas de sus dioses, incorporando así sus formas físicas a sus cuerpos; así consiguieron ocultar a sus espíritus de sus captores. Inevitablemente, estas reliquias pasaron a través de sus cuerpos; y de nuevo volvieron a tragarlas y a guardarlas secretamente en sus vientres. Durante meses, los sacerdotes y sacerdotisas sufrieron en silencio, cargados de pesadas cadenas, mientras los marineros dirigían aquellas prisiones flotantes que surcaban el océano. Algunos se mutilaron mortalmente para escapar de sus grilletes, y sólo encontraron la paz y la liberación lanzándose sobre la quilla de la nave, ofreciendo sus vidas al helado abrazo del océano, el útero de Olokun. Los demás sufrieron dolores y tormentos agonizantes, rezando para que ella les diera fuerza, para que les liberara, para que el tránsito fuera seguro. De los cientos de negros apiñados en las angostas bodegas, sólo unos pocos sobrevivían al viaje: los determinados, los fuertes, los devotos. Los que morían eran lanzados por la borda por la tripulación de la nave sin el menor cuidado ni contemplación, condenados a hundirse en las frías profundidades saladas. Pero las mismas cualidades que permitieron sobrevivir a esos pocos, también permitieron sobrevivir a los orishas. Los sacerdotes del Cristo blanco trataron en vano de convertir a las almas africanas. Aunque no tenían ni la ética ni la fuerza necesarias para destruir el pecado de la esclavitud, calmaban su ponzoñosa culpabilidad bautizando a los negros «en el nombre de Jesús». Pero aunque los amos blancos podían forzar los cuerpos de sus sirvientes, no pudieron conquistar su espíritu yoruba. Los santos, según dicen algunos, miraban con pena y desesperación lo que su propia gente estaba haciendo; y los orishas, en su infinita sabiduría, hacían pasar a sus seguidores por los rigores de la esclavitud. En secreto, ocultamente, disfrazando a sus dioses detrás de las máscaras de los santos, los sacerdotes y sacerdotisas de los orishas continuaron alimentando los espíritus, y los orishas, a su vez, sustentaron a sus seguidores a lo largo de los siglos, ayudándoles a evolucionar, a crecer en una prisión que ellos no habían construido, en un mundo que ellos no querían. La historia es un tejido frágil, sus hilos se rompen fácilmente, sus patrones quedan desdibujados y se pierden en el pasado que la creó. La naturaleza es cruel y destruye lo que ha forjado con sus propias manos. Y el tiempo, incluso el tiempo devora a sus propios hijos. Sin embargo, los gritos de nuestros antepasados siguen resonando en el romper de las olas iracundas. Podemos oírlos, y recordar, si escuchamos. Debemos escuchar. Han pasado más de cuatro siglos desde que los primeros esclavos llegaron al Nuevo Mundo y, aunque la esclavitud ha sido abolida, sus descendientes siguen estando oprimidos por una sociedad que desaprueba el color de su piel y su espiritualidad. Estoy con mis mayores a la orilla del mar, más allá del
10 Pasaje Medio. Mi madrina, Jackye, es sacerdotisa de Obatalá, madre y padre de la tierra, el gran regente de las alturas enviado por Olódumare para crear sobre el vacío acuoso. Josephine, una anciana y santera puertorriqueña, es sacerdotisa de Yemayá, la orisha surgida de las profundidades de Olokun que Obatalá encadenó desde la tierra. Incapaz de resistir la sanción de la suprema autoridad, y demasiado vasta para ser retenida por las cadenas de Obatalá, Yemayá nació de la prisión de Olokun; se hizo dueña de las olas del mar y de toda el agua fresca que fluye sobre la tierra. Hemos venido a honrar a esta poderosa diosa, la reina del mundo. Josephine y Jackye han traído diversas ofrendas: sandías, cortezas de cerdo y melaza oscura, bocados exquisitos para los orishas. Sin que ellas lo sepan, he traído además mis esperanzas y mis miedos. Soy blanco y he pedido la entrada a una religión africana; y aunque mi madrina también es blanca, no podía evitar preguntarme si verdaderamente mi lugar está dentro de esta fe. He sentido un temor repentino ante el mar. Imaginaba las almas de los antepasados allí fuera, acogidas por el abrazo helado de Olokun. Podía imaginar su dolor, su terror, cuando eran lanzadas despiadadamente al abismo acuoso. Sentía un respeto reverente por ellas, por la vasta profundidad del océano, por su fuerza y sus poderes. Temblando, he retrocedido sobre mis pasos y he salido del agua. —Bonito —me ha llamado Josephine usando el nombre de su animal de compañía—, ¿qué te pasa? ¿Por qué tiemblas? Calladamente, para que Jackye no pudiera oír, he contado a la anciana mis pensamientos, mis miedos. Ella se ha reído. —Yo tampoco soy negra, Bonito; soy española. Déjame que te cuente la historia de la llegada de los orishas a estas tierras y de cómo llegaron a ser adorados por todo tipo de gente —dijo mientras ambos nos sentábamos en la cálida arena. Según me contó mi madrina, hace muchos siglos los orishas sólo vivían en África, la cuna de la civilización y la madre de todas nuestras razas. Pero llegaron los blancos, los españoles, al continente sagrado, trayendo con ellos los males de un mundo más moderno. Muchos de nuestros sacerdotes y sacerdotisas en la antigua Oyó se corrompieron al ver las riquezas que traían estos hombres, pues se les dijo que podían intercambiar el símbolo de sus orishas, el diloggún, por las riquezas y el oro. «Podemos volver a lavar nuestros espíritus —pensaron— y poseer las riquezas que estos hombres extraños traen, pues seguro que ésta es la voluntad de nuestros dioses». En su ignorancia, fueron a las naves y depositaron sus objetos sagrados, intercambiándolos por los metales preciosos que traían los comerciantes. Sin embargo, en lugar de recibir monedas de oro como se les había prometido, les cargaron de cadenas de hierro y les llevaron prisioneros al otro lado del mar. Nadie volvió a oír hablar de ellos. Más adelante, los señores esclavistas volvieron y ofrecieron a los jefes de los poblados intercambiar sus súbditos más fuertes y sanos por oro. Estos hombres y mujeres también fueron esclavizados y embarcados en las naves que cruzaban los amargos mares. Finalmente, habiendo debilitado a las tribus por su avaricia y pecado, los comerciantes volvieron una vez más y arrancaron lo que pudieron de los imperios, usando sus armas de guerra para obligar a someterse a los que no lograron salir huyendo. Así, la avaricia y las mentiras dieron comienzo al mal de la esclavitud, que se prolongó durante siglos.
11 Muchos de los orishas vinieron con sus sacerdotes, ocultos en su pelo o en sus vientres. Algunos podían navegar por sus elementos: Obatalá por el cielo, Shangó en la tormenta, Aganyú en el volcán. Otros ya estaban en Cuba: Orúnmila y Elegguá, que son todas las cosas y conocen todas las cosas, y Ogún, que descansa en lo profundo de la tierra, en el mineral de hierro. Pero hubo una orisha que no pudo acompañarles: Oshún, que vivía en las aguas dulces de los ríos africanos, intentó en vano seguir a su gente por el mar. No podía conseguirlo porque, cuando el río se encuentra con el mar, las aguas dulces se hacen saladas, y en ese medio ella no podía continuar el viaje. De modo que se presentó ante su hermana Yemayá y, llamándola, le rogó: —Hermana, ¿dónde va mi pueblo? ¿Por qué no puedo seguirlos? Y su rostro se llenó de lágrimas, lágrimas de tristeza y de ira. —Hermana —dijo Yemayá—, nuestra gente está siendo robada y transportada a un lugar llamado Cuba. Los que podemos ir con ellos vamos a acompañarlos en espíritu para protegerlos lo mejor que podamos. Algunos ya estamos allí, porque nuestros reinos se extienden hasta aquellos confines. Otros están siendo llevados en los cuerpos de sacerdotisas y sacerdotes, porque su fe en nosotros es grande. Pero tú, hermana, no puedes ir. Tus seguidores han intercambiado su diloggún por hierro porque codician el oro, y tu río acaba en el mar. Lo siento. Pero Oshún sabía que su hermana Yemayá, siendo la madre de todos los orishas, era muy poderosa. Y sabía que si realmente se lo pedía, su hermana encontraría el modo de llevarla a través del mar. —Hermana, estoy triste y estoy enfadada. Sin embargo, perdono a los que han traído estos males. Perdono a los que han actuado movidos por la avaricia. Quiero estar con ellos, protegerlos, dulcificar sus vidas. ¿Cómo puedo ir a Cuba? Yemayá pensó por un momento y después sonrió. — Tú eres agua fresca alimentada por mi lluvia. Viajarás conmigo a Cuba por el cielo, en la lluvia, con tu amante Shangó, y con las bendiciones de nuestro anciano Obatalá. Oshún volvió a derramar lágrimas, pero esta vez de alegría, y preguntó: —Hermana, ¿qué aspecto tiene la gente de Cuba? ¿Son como nosotros? ¿Tienen la piel oscura y el pelo rizado? —No, hermana, tienen la piel más clara que nosotros. Algunos son morenos y otros blancos. No se parecen a nosotros. —Tengo otro deseo, hermana. Quiero parecerme no sólo a nuestra gente sino también a la suya. Quiero enseñarles a todos ellos la belleza de los orishas y el mal que han causado a nuestra gente. Quiero mostrarles que toda la vida puede ser dulce, que puede haber armonía, que puede haber amor. Quiero mostrar a todos los que nos adoran los dones de Oshún. Yemayá sonrió mientras alisaba el pelo de Oshún y aclaraba el color de su piel. Oshún se convirtió en la más hermosa de las mulatas conservando sus rasgos africanos. Era voluptuosa, imponente. —Esto sólo es una ilusión, hermana mía. Los que admiren tu belleza verán un compendio de hermosuras y aprenderán que, a pesar de las dificultades y amarguras, la vida puede ser dulce si te honran y honran lo que representas: el amor a todos los pueblos y el amor por los orishas.
12 Con estas palabras, Yemayá tomó a Oshún sobre sí, en forma de lluvia, y juntas viajaron a Cuba para cuidar de la raza yoruba. Yemayá fue madre de los yoruba y los ayudó a adaptarse, a sobrevivir, a crecer, mientras Oshún les enseñaba que a pesar de las amarguras, en sus vidas cabía la dulzura. Así fue como todos los orishas vinieron finalmente al Nuevo Mundo, y así han sido adorados por todos(*1). Josephine me dio un suave codazo. —Los orishas son negros; nosotros adoramos a los dioses negros de la gente negra, y ellos nos aman tal como nosotros les amamos y honramos. Sin embargo, su amor tiene un precio. Hay quienes dicen que nuestras prácticas son bárbaras, paganas, primitivas. Buena parte de nuestra religión está fuera de la ley, e incluso ahora hay quienes siguen luchando batallas de persecución y de esclavitud espiritual en las cortes de «justicia». ¿No has oído hablar de los iyawós [iniciados] que envían a la cárcel? Son arrestados cuando están sobre el trono, durante lo que consideran el mejor momento de su vida. ____________________
(*1) Este patakis (leyenda) no procede de África; ningún practicante de la religión yoruba en Nigeria está familiarizado con ella. Es una historia destinada a ilustrar los principios universales de los orishas y cómo la religión de los lucumí llegó a ser practicada por otros pueblos diferentes de las tribus yoruba originales.
Para honrar a los dioses que amamos, a veces debemos escabullimos en las sombras o correr el riesgo de sufrir prisión por nuestras creencias. Aun debemos sufrir a manos de los católicos y cristianos, que se mofan esgrimiendo sus libros sagrados y diciendo que seguimos los caminos de Satán. Vemos a nuestros hermanos, hermanas y ancianos venir de Cuba y los agentes de aduanas les quitan sus orishas sagrados con la esperanza de borrar nuestro «mal» de la faz de la tierra. Aunque esto no es esclavitud, aunque los rigores no son comparables a los de nuestros antepasados, seguimos sufriendo. Sin embargo, todos trabajamos duro para que llegue el día en que podamos manifestarnos abiertamente, el día en que los negros reclamen con orgullo y sin prejuicios los orishas de sus antepasados, el día en que podamos trabajar codo con codo con ellos para sanar las heridas del pasado. Sufrimos por su amor, aunque Oshún endulza nuestro sufrimiento. Ella es verdaderamente la más dulce de las orishas. Pero estoy divagando, y ya es hora de que hagamos la ofrenda a Yemayá, madre nuestra. Josephine hizo un gesto para que Jackye trajera la cesta con las ofrendas para el océano. De pie ante nosotros, Josephine empezó a canturrear, a rezar en una antigua lengua llamada lucumí. Jackye y yo le cogimos de las manos porque vacilaba y se sentía un poco mareada al entrar en contacto con las fuerzas naturales de su madre orisha. La letanía estaba salpicada de palabras en español. Podía entender pequeños fragmentos de las oraciones que elevaba por mi madrina y por mí..., deseos de que disfrazáramos de salud física y espiritual. Invocó la fuerza de los antepasados y oró por su elevación y por nuestra protección. Había llegado el momento de realizar la ofrenda. Tiramos al mar los melones enteros y los observé caer a corta distancia, dando vueltas entre las olas espumosas. Josephine lanzó tres puñados de cortezas de cerdo para su madre, mientras Jackye dejaba que la melaza se derramara libremente sobre la espuma. Algunos niños vinieron
13 corriendo a la orilla del mar, sorprendidos de que los adultos estuviéramos lanzando alimentos al agua. — Pequeños Elegguás —dijo Josephine, inclinando la cabeza hacia ellos en reconocimiento. Ayudé a Josephine a volver a nuestras sillas de la playa y allí me esforcé por escuchar el rugir de las olas. Tronaban y resonaban, movidas por las invocaciones y plegarias que Josephine había entonado, mientras mi madrina recitaba sus oraciones en honor de Elegguá, el que abre los caminos y el mensajero de los orishas, del mar y de Yemayá. Josephine tenía tiras redondeadas de carne de coco en las manos y, mientras rezaba, iba partiéndolas en trocitos que tiraba al agua. Aplaudiendo con las manos, dejó caer las piezas y continuó cantando en voz baja mientras vertía los restos de melaza sobre las crestas de las olas; volvió a tomar trozos de coco y a tirarlos al agua con un rápido movimiento de muñeca. —Ejife —gritó sobre las rugientes olas—. El mundo está en equilibrio. Yemayá estaba contenta con sus ofrendas. Lentamente, Jackye se arrodilló en la arena para recoger el coco y hacer un último ruego. Una ola errante rompió en la playa, salpicándole con su espuma. Instintivamente giró la cabeza cuando el agua fría le recorrió la espalda. Volviéndose de nuevo para recoger las cuatro piezas, la mano de Jackye sólo tocó la arena. Yemayá había aceptado sus ofrendas. ¡Yemayá ya no diría nada más!
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Capítulo 1 Para entender al orisha Obi Entren los Yorubas hay un sistema básico de adivinación conocido como Obi.
Cada vez que se va a consultar el oráculo, se corta en pedazos una semilla del árbol cola (Cola acuminata), una especie africana muy abundante en aquel continente. Los yoruba creen que cada semilla es sagrada y simboliza la tierra, el cosmos y a Olódumare. Una vez abierta y cortada, una semilla perfectamente madura produce cuatro lóbulos. Dos de los lóbulos se llaman obí, y el oráculo mismo toma su nombre de estas piezas. Estos lóbulos obí tienen formas femeninas, son redondeados y bulbosos en un extremo; los otros dos lóbulos son alargados y tienen forma de falo. Se les considera las porciones masculinas y reciben el nombre de akó. Antes de abrirla, la semilla es una síntesis creativa, una fusión de las mitades masculina y femenina de la naturaleza, una unión perfecta que contiene el potencial de una nueva creación. Cuando el devoto orisha abre y trocea la semilla, simbólicamente su propio mundo se rompe en pedazos, y sólo volverá a reconstruirse bajo la dirección de su patrón orisha. Después de una oración solemne y una sentida invocación a los espíritus, unas manos ocultas lanzan al azar estas cuatro piezas. Así se revela la voluntad del orisha. Matemáticamente, cuatro piezas diferenciadas sólo pueden dar cinco patrones distintos, pero, separando cada uno de los cuatro lóbulos en dos piezas, masculina y femenina, el número de «letras» que pueden abrirse aumenta hasta un total de diez. Y teniendo en cuenta las diversas formas en que los lóbulos caen unos sobre otros, acaba creándose un número ilimitado de signos. Leyéndolos, los iniciados consiguen descifrar los deseos de los orishas. Los patrones básicos que se pueden presentar en el oráculo de la nuez de cola reciben los nombres siguientes: odí, alafia, obita, akita, yeye, aüashara, ejire, ayé, oyekun e iyala. Y lo que representan, respectivamente, es: impedimentos, frescura, bendiciones, infelicidad, victoria, debilidad, amistad, dinero, rigores y salud. Más allá de estos patrones básicos, y de los patrones dentro de los patrones, el iniciado africano tiene en su cabeza el aché (poder, gracia, vida, iniciación) necesario para adivinar el pleno significado del mándala
15 que se ha desplegado ante él. El orisha muestra sus letras en Obi ante el altar, pero permite al adivino interpretarlas de acuerdo a su propio conocimiento y experiencia. El signo objetivo (la letra del oráculo) se combina con el conocimiento subjetivo del sacerdote, y a partir de ambos se determinan los pronósticos del espíritu. Cuando las herejías católica y cristiana de la esclavitud llevó masivamente a los iniciados orishas al Nuevo Mundo, la religión se vio obligada a sufrir cambios evolutivos. En las áreas que después se convertirían en Estados Unidos, la esclavitud era tan dura, tan brutal, que las tradiciones orishas no consiguieron sobrevivir más allá de la primera generación. Los blancos dividían despiadadamente las familias y las unidades sociales. Madres y padres eran separados unos de otros y de sus hijos; familias enteras fueron destruidas mientras los crueles amos trataban de forzar la sumisión de sus esclavos. Los negros eran considerados animales y torturados para obligarles a obedecer, a trabajar, a producir para una raza demasiado perezosa como para producir por sí misma. Allí, en aquellas colonias fundadas originalmente para preservar la «libertad religiosa», murieron las religiones nativas de los africanos. No hubo evolución para los espíritus y para sus seguidores, sólo crueldad y muerte. Aunque pueda parecer paradójico, la esclavitud fue algo más amable entre los españoles, portugueses y los países predominantemente católicos. Aunque los esclavos seguían siendo tratados como bestias de carga, las unidades sociales africanas se mantuvieron intactas. Algunos esclavos pudieron disfrutar de tiempo libre y gracias a ellos sobrevivió esta tradición religiosa. Como el clima era más suave, muchas de las hierbas usadas en los rituales originales de los orishas no estaban disponibles, pero la adivinación permitió encontrar los sustitutos adecuados. Los que trabajaron en los campos de amos españoles pudieron recibir la iniciación y el aché para celebrar los rituales adivinatorios obí, pero la semilla de cola empleada en el oráculo no era fácil de encontrar. La adivinación permitió encontrar un sustituto. Algunos dicen que fue Obatalá quien aprobó el cambio; otros dicen que fue un decreto del mismísimo Olófin el que permitió cambiar de metodología religiosa. Independientemente del orisha que se considere responsable de este cambio, el sistema de adivinación se adaptó a las nuevas circunstancias. El coco (que también existe en África) se convirtió en la nueva herramienta oracular en sustitución de la semilla de cola. Este nuevo método siguió llamándose Obí, y tenía como patrón a Obí, un orisha un tanto oscuro del panteón yoruba considerado el creador del coco. Este sistema mítico y de adivinación es el que sigue floreciendo en toda Cuba y en el resto del Nuevo Mundo(*1). ____________________ (*1) A diferencia del método original de adivinación yoruba, el método del Nuevo Mundo tiene el nombre de un orisha, Obí. Se cree que el orisha mismo está encarnado en cada coco; por tanto, al referirse a la adivinación Obí en la diáspora, el nombre se escribe con mayúscula, ya que el orisha y el coco son un único ser.
El mito de Obi, el coco sagrado
(Este mito tiene su origen en Obara Osa, patrón 6-9, del diloggún.) De todas las creaciones mortales de Obatalá, Obi era perfecto, puro. Nacido con todas las bendiciones del cielo, llevaba una vida de caridad y servicio. Viéndose rodeado de pobreza, renunciaba a sus riquezas para socorrer a los necesitados, y era
16 amigo de los mendigos y vagabundos. Suyas eran las palabras de alivio en medio de la desesperación. Las palabras de Obi eran bondadosas y nunca las pronunciaba en vano. Su belleza interna era tal que su cuerpo se conformó a imagen de esa belleza. Su piel mortal era lisa, suave como el ónice; sus ojos, oscuros como manchas de tinta, reflejaban todo lo que le rodeaba. Ninguna mujer tenía una piel tan suave como la suya y, sin embargo, ningún hombre tenía una forma más masculina. El cuerpo de Obi era sólido, escultural y templado, pero cuando andaba su flexibilidad era sensual y rítmica, como la música. Obi estaba tan libre de vanidad y de mal que Olófin le bendijo otorgándole la vida eterna. Entonces la belleza interna de Obi, potenciada por el aché de Olófin, se reflejó todavía más externamente. Obi irradiaba blancura y pureza. Todos los orishas estaban de acuerdo en que no había nadie más radiante ni más hermoso que él. Para los nacidos después de la creación de los humanos, Obi era conocido como el coco, fruto de un blanco brillante y deslumbrante. Su piel era como el mármol, iridiscente como la nieve virgen; sus ropas, siempre inmaculadamente limpias y planchadas, reflejaban el resplandor del sol y de la luna. Sólo las ropas de Obatalá estaban más limpias que las suyas. Cuando Obi caminaba durante el día, cegaba la vista de los que le rodeaban y todos los orishas se maravillaban de su magnificencia. Aunque elevado por su humildad y su actitud respetuosa, el ego de Obi fue creciendo lentamente a lo largo de los siglos hasta que llegó a creer que no había nadie más bendito ni más importante que él. —Si la belleza es un don de Olódumare —musitaba Obi—, entonces soy el más dotado. Sin duda es por todas las buenas obras que he hecho sobre la tierra. Nadie merece la belleza y la elocuencia más que yo. Elegguá, que conoce todas las cosas, supo que la oscuridad crecía como un cáncer en el corazón de Obi. Muchas veces advirtió a Obatalá, pero cuando éste miraba al elevado mortal que había creado sólo veía en él la perfección. Elegguá llegó a presentarse ante Olófin, pero éste aún estaba cegado por su propia magia, que había elevado a Obi al estatus de un orisha. Su aché había conseguido que la luz interna del hombre irradiase al exterior; la belleza de su creación quedaba resaltada por su blancura, y ni siquiera el que era dios sobre la tierra pudo ver más allá. Como tantos otros, Olófin confundió la belleza física con la pureza espiritual. Y esa pureza había quedado manchada. Finalmente ocurrió que Olófin dio una gran fiesta para todos los orishas en su opulento palacio. Obi pasó muchas semanas preparándose para esa fiesta, encargando nuevos ropajes que debían ser confeccionados con las mejores telas, con lazos de blanco y resplandeciente terciopelo. Sólo se usaron los tejidos más puros, que fueron cosidos por los costureros de manos más limpias. Una vez acabados, los ropajes blancos contrastaban profundamente con su piel oscura. El poder de su aura reforzaba la blancura, y juntos brillaban y resplandecían tanto que parecía que Obi era la fuente de toda luz, que todo lo demás era un reflejo suyo. Se sintió satisfecho. Llegó el día de la fiesta y Obi asistió a ella, seguro de que no habría otro orisha mejor vestido ni más magnífico que él. Como había llegado pronto, Obi observó desde la distancia la llegada de los demás orishas: Yemayá en su vestido de espuma y conchas, del que colgaban piedras preciosas y perlas marinas; Oshún en sus terciopelos
17 amarillos más elegantes, y Shangó en sus llameantes pantalones rojos y su camisa blanca perfectamente planchada. Aunque todos se habían preparado durante muchos días para la fiesta, sus atuendos no tenían comparación con los de Obi. Parecía que él hubiera reunido toda la blancura y el frescor del mundo, tejiéndolo en un tapiz que resplandecía bajo el pálido brillo de la luna. Mientras pasaba por la puerta principal del palacio de Olófin, irradiando un brillo sin igual sobre sus espléndidas paredes, Obi vio un grupo de mendigos sucios y harapientos que se habían reunido en torno a la puerta de palacio para pedir limosna a los poderosos. Tenían las ropas sucias, llenas de barro y hojas secas; los harapos que vestían eran impropios incluso para los animales, y Obi se contrajo al acercarse a ellos. Atrás quedaban sus días mortales en los que había trabajado desinteresadamente por los demás; ahora era un orisha y merecía respeto. Los vagabundos le pidieron dinero pero Obi se hizo el sordo. Uno de ellos se le acercó y le dejó una pequeña mancha en su ropa que le hizo montar en cólera. —Déjame en paz —dijo enfadado y apretando los dientes—. ¡Vuestro lugar no está aquí, en el palacio de Olófin, sino en el bosque con los animales! Estaba tan enfurecido que los ropajes mágicos que llevaba se agitaron en torno a su figura, cortando el aire mientras levantaba el puño lleno de furia. Sorprendidos, los vagabundos no pudieron hacer otra cosa que echar a correr. Obi había pronunciado sus rugientes palabras con tanta fuerza que hasta Olófin se acercó cautelosamente a la puerta principal de palacio para averiguar la causa de aquella conmoción. Observó con tristeza cómo el que fuera humilde orisha ahora echaba a los mendigos reunidos frente a palacio. Cuando el último vagabundo hubo desaparecido de la vista, Olófin miró apenado a su hijo. Entonces recordó las advertencias de Elegguá, de que su elevado mortal se había vuelto superficial y severo, y sus únicas palabras fueron: —Entra, únete a la fiesta. Alejándose con tristeza en los ojos, Olófin no volvió a dirigir la palabra a Obi durante toda la noche. Sólo observó que el orisha se mezclaba con los invitados, riendo, comiendo y bebiendo, porque no sentía la menor preocupación. Obi pasó todo el día siguiente analizando lo sucedido. Decidió planear una fiesta todavía más elegante que la de Olófin, en la que él pudiera mostrar que era el más grácil de todos sus hijos. Seleccionó uno a uno a los invitados, convidando únicamente a los espíritus más importantes, entre los que incluyó a Olófin, padre de todos ellos. También advirtió a los mendigos y vagabundos que tenían prohibido presentarse ante su puerta. A esto le siguieron semanas de preparación en las que Obi obligó a sus sirvientes a hacer que su mansión fuera la más limpia, la más blanca y la más elegante de todas. Hizo que sus sastres y modistas tejieran y cosieran los tejidos más espectaculares de las lanas y algodones más blancos, añadiendo su propio aché a los tejidos que producían. La noche de la fiesta, a pesar de los minuciosos preparativos, sólo se presentaron unos pocos de los invitados de Obi. Habiendo asistido más por curiosidad que por sinceridad, los invitados intercambiaron miradas furtivas y conversaban a media voz. Obi estaba enfadado, porque aparte del mismísimo Olófin, no había nadie más grandioso que él. ¡Cómo se atrevían los demás a dejarle plantado! ¡Cómo se atrevían los asistentes a mostrar su ingratitud susurrando, riéndose disimuladamente y cuestionando sus motivos! Fueron
18 pasando las horas. El enfado se convirtió en rabia y Obi se convirtió en el más ingrato de los anfitriones. A última hora de la noche, cuando los orishas empezaban a retirarse, alguien llamó quedamente a la puerta. Obi, que aún tenía la esperanza de que fuera algún invitado que llegaba tarde, salió a abrir. Entonces la rabia se convirtió en cólera, porque sólo vio a un mendigo harapiento. Tenía el pelo seco y sin brillo, y las ropas sucias y desgarradas, y mientras Obi le miraba horrorizado, extendió su mano para pedir limosna. El orisha se puso a temblar cuando vio la alfombra inmaculadamente blanca que daba entrada a palacio manchada por las pisadas y el barro de los pies del mendigo. Entonces su cólera estalló: — ¡Cómo te atreves, sucio mendigo! —rugió Obi—. ¡Cómo te atreves a venir a ensuciar mi casa, vestido con harapos y apestando como un animal! Aléjate de mí y vete de esta casa. No quiero volver a verte más. Dando un portazo en la cara del mendigo, Obi se giró para ver a todos los orishas reunidos detrás de él con expresiones de incredulidad. Algunos temblaron de miedo o de rabia, pero Obi no pudo distinguirlo y tampoco le importaba. —¿Te has vuelto loco? —le preguntó Elegguá, el primero en recuperarse—. ¿Cómo puedes llamar a nuestro padre animal sucio y mugriento? Antes de que Obi pudiera calmarse y preguntar a Elegguá qué quería decir, volvieron a llamar a la puerta. Abriendo de repente, Obi volvió a montar en cólera al ver al anciano ante sí. Mientras abría la boca para dar rienda suelta a su furia, la figura empezó a cambiar y fundirse hasta que el mendigo desapareció y Obi pudo ver lo que veían los demás orishas, a Olófin mismo. Obi había despachado de su casa al verdadero señor del universo. Entonces el poderoso mostró todo su brillo y bondad. La habitación quedó bañada de luz blanca que blanqueaba las paredes de marfil de la mansión de Obi; todos quedaron cegados por su esplendor. Los orishas se postraron en foribale (saludo) ante este poderoso despliegue de aché, mientras Obi, sin parar de temblar, hincó las rodillas en tierra para pedir perdón. Pero no pudo decir nada porque la lengua se le soltó y cayó de su boca. Obi quedó en silencio para siempre. La furia se convirtió en miedo y el miedo se tornó en desesperación cuando Obi vio su lengua inservible en el suelo. Había sido humillado por un poder mayor que el suyo y se arrastraba ante los pies de su padre. Olófin, viendo la misma humildad que Obi había poseído cuando aún era humano, sintió compasión de él, y dijo: —Hijo mío, antes tenías el corazón puro, pero con el tiempo tu conducta hacia los demás se ha hecho maligna. De algún modo, de alguna manera, has perdido las virtudes de humildad y caridad para con mis hijos terrenales. Sin embargo, mi corazón quiere perdonarte. Por tus faltas, tu propio aché te ha retirado la capacidad de hablar, y no volverás a pronunciar una palabra con la boca; sin embargo, te devolveré la palabra de una manera diferente. Si alguna vez quieres comunicarte con alguien, en primer lugar tienes que tirarte al suelo como si me saludaras en foribale, entonces esa persona conocerá tu voluntad. »Y como por fuera eres muy brillante y hermoso, aunque por dentro eres oscuro, severo e hipócrita, cambiaré tu apariencia durante una eternidad; éste es el castigo que te impongo. Una gruesa corteza, como la que tienes en tu interior, ocultará a partir de ahora tu belleza física; sin embargo, el brillo seguirá escondido en el interior. Esta piel podrá apartarse y para ver tu brillo sólo
19 cuando seas llamado para servir a otros, porque en el servicio encontrarás tu salvación. Como tienes dos aspectos, eres bueno con los orishas y malo con los pobres, tendrás dos caras. Una mostrará el brillo de tu belleza, un regalo mío que no puedo retirar completamente, y la otra mostrará la oscuridad de tu hipocresía, un mal que te ha acontecido. A partir de este día, por sucios o viles que sean quienes te consulten, estás obligado, Obi, a poner siempre la verdad a sus pies con toda humildad. Siempre estarás a disposición de los demás orishas porque ellos nunca han dejado de dar limosna a mis hijos terrenales, a los pobres y deformes. Así, sus propias manos y las de su padre dieron castigo a Obi, que se vio obligado a una vida de servicio y verdad. Obi había sido un humano, un hombre puro y modesto cuya belleza había impresionado tanto a Olófin que hizo de él un orisha, un inmortal. Su belleza interna se expresó externamente gracias a la bendición de Olodumare; Obi irradiaba y era asombroso. Sin embargo, el orgullo y la vanidad habían crecido en su interior durante aquellos primeros siglos hasta que, por sus propios actos, Obi cayó de la gracia. Ya no volvería a vivir en un opulento palacio más allá del reino de los mortales. Ahora su nuevo hogar era la palmera cocotera, un árbol de altura modesta, aunque bien enraizado en la tierra. Ya no volvería a vestir ropas deslumbrantes. Su forma era dura y oscura; estaba rodeado por una gruesa corteza con una cubierta peluda. Su belleza, un don que le había sido otorgado, y que era equiparable a su pureza, quedó oculta por esta corteza y enmascarada otra vez por una piel gruesa y áspera nacida de su maldad. La voz musical de Obi quedó silenciada durante siglos: nadie le oía hablar, ni cantar, ni siquiera suspirar. Para poder comunicarse, el coco estaba condenado a ser lanzado al suelo en foribale y, a partir de ahí, se mostrarían las letras que darían a conocer su voluntad. Después de su caída de la gracia, Obatalá era el dueño de la nueva forma de Obi porque, además de ser el guardián de las cosas deformes, también es señor de la blancura. Como Olófin había decretado que Obi hablase en nombre de todos los orishas a medida que fuera desarrollándose la historia del mundo, Obatalá tuvo que distribuir este regalo entre todos ellos. Los espíritus fueron convocados debajo de uno de los árboles de Obi y allí, el rey del paño blanco(*2), extendió una semilla dividida en cinco partes, y dijo: —Por este medio, que es el oráculo de Obi, cada uno de vosotros hablaréis a nuestros hijos de la tierra. Aunque el aché de este árbol es mío, puedo compartirlo con todos vosotros. Habéis de saber que Obi nunca puede mentir, ni a vosotros ni en vuestro nombre, y tampoco puede mentir a los que le honran usando el oráculo. Obi sólo dirá la verdad tal como la conoce. Allí, debajo de la palmera cocotera, Obatalá enseñó los cinco signos secretos mediante los cuales Obi hace de intermediario entre los orishas y los mortales. Esto marcó el comienzo de su redención y el principio de nuestro oráculo en Cuba. Pero, con el tiempo, incluso el árbol que había traído a Obi a la tierra se vio cegado por la vanidad y el orgullo, hasta que Babaluaiye y Elegguá ____________________
(*2) «Rey del paño blanco» es una alabanza a Obatalá. Se dice que creó todas las cosas hilándolas de un «paño blanco».
20 volvieron a enseñarle humildad. Este cuento se titula La historia de la palmera cocotera y se relata en Owani Ofún (11-10) del diloggún (adivinación con conchas de cauri).
La historia de la palmera cocotera Érase una vez una palmera cocotera que creció en la tierra de los orishas. Tenía las hojas gruesas, fuertes y más verdes que las de los demás árboles. Estaba radiante bajo el rocío de la mañana y por la noche, bajo la pálida luz de la luna, despedía luminosidad. Las demás plantas y árboles la miraban envidiosos de su belleza. Pasó el tiempo y se llenó de cientos de cocos. Su peso era una carga pero los frutos, una bendición. Observándose arrogantemente, la palmera cocotera se negaba a hacer ebó (una ofrenda) en agradecimiento por su riqueza. —Debes devolver parte de tu prosperidad a la tierra —susurraban los demás árboles— si no quieres que te lance un rayo y reclame lo que es suyo. Pero la palmera cocotera no quería ni oír hablar de ello. — Soy grandiosa, la madre de toda bondad en el bosque — decía, autoengañándose—. Mis hijos, los cocos, disfrutan de buena salud. ¿Por qué habría de hacer ebó si ya he sido bendecida con belleza y abundantes frutos? Todos vosotros debéis hacer ebó para pareceros más a mí —les decía. Fue pasando el tiempo y, a medida que sus hijos maduraban, su orgullo se iba convirtiendo en vanidad. Y ocurrió que cuando más contenta estaba la palmera consigo misma, se le vantó un viento huracanado. Fuertes ráfagas soplaban por el bosque, y uno de sus muchos hijos cayó a tierra. Los árboles se quedaron quietos, asombrados ante lo que había ocurrido, y por un momento incluso la palmera cocotera sintió miedo. Pero engañándose a sí misma, dijo en voz alta mirando hacia los bosques: —No os preocupéis, no es una mala señal. Amigos míos, mi hijo ha madurado; es la semilla perfecta nacida de mi perfección. Con el tiempo, mi hijo crecerá hasta hacerse muy alto y hermoso, y se erguirá orgulloso al lado de su madre. Las bendiciones otorgadas al bosque se doblarán. Centrada de nuevo en sí misma y en sus cocos, reunió sus hojas para proteger el fruto caído de los elementos, para resguardarlo durante su crecimiento. Mientras se abanicaba y abanicaba su semilla, el poderoso orisha Babaluaiye vino atravesando el bosque con Elegguá a su lado. Con bondad, el padre de la tierra saludó al árbol porque sus hijos, los cocos, le daban la leche que tanto le gustaba. Cerrando los ojos, Babaluaiye hizo foribale a ella y al orisha que llevaba, pero no se dio cuenta de que ella no le devolvió el saludo. Su gesto de bondad no fue reconocido. —Padre —susurró Eshu (Elegguá), incrédulo — . Eres un orisha y, sin embargo, ¿estás reconociendo a un árbol? —Este árbol es la madre de nuestro Obi caído y es él, Elegguá, quien nos provee de la leche de coco que tanto me gusta. Merece todos nuestros respetos por ser madre de uno de nuestros espíritus. —Ella merece tanto respeto como tú, padre —dijo Eshu, interrumpiéndole—. Sin embargo, el árbol no te ha devuelto el saludo. Está ignorando tu bondadoso gesto y tu bendición. ¿No sabías que se ha vuelto orgulloso y vanidoso, que es tan vil que no nos ofrece el ebó a ninguno de
21 nosotros en gratitud por las bendiciones recibidas? Es una criatura egoísta y absorbida en sí misma, padre. Babaluaiye se dio cuenta de que Elegguá decía la verdad y observó el árbol, perdido en su ensueño, que sólo se tenía en cuenta a sí mismo. Él no había sido saludado y la palmera ni siquiera se había dado cuenta del saludo recibido. Enfadado, Babaluaiye levantó su mano, señaló con su dedo al árbol, y dijo: — Sólo el coco conoce el gusano que está en su interior. Y continuó caminando en silencio. Elegguá se quedó atrás, dubitativo. Observó el árbol un momento. Inesperadamente, uno de los cocos cayó al suelo. La palmera se sentía feliz hasta que se dio cuenta: «¡No está maduro!» Elegguá oyó su respiración entrecortada y se rió; entonces sopló sobre el árbol. Cayó otro coco sin madurar, y después otro, y otro... Muchos cocos llovieron sobre la tierra. El poderoso árbol tembló de ira y de miedo, lo que sólo hizo que un mayor número de sus hijos se soltaran de él. La ira se convirtió en horror cuando observó que la tierra que tenía debajo parecía hervir; estaba viva, algo se movía entre sus raíces. De la tierra hirviente comenzaron a salir gusanos, sintiendo que tenían una nueva fuente de alimento sobre sus guaridas, y el horror se convirtió en dolor cuando los gusanos, además de comerse a sus hijos, penetraron profundamente en su corteza. Habían venido con tanta rapidez que el orgulloso árbol, antes muy hermoso, quedó asolado por la enfermedad y cayó muerto sobre la tierra. Por la vanidad de la palmera, todos sufrieron el castigo de Babaluaiye, un cáncer terrible que surgió del suelo y atacó a toda la familia de los cocoteros. Elegguá se sintió complacido. La historia de la evolución y de la eventual devolución de Obi se cuenta mediante estos tres patakís: la pureza le otorgó la inmortalidad y la vanidad causó su caída. Incluso su nueva madre, la palmera cocotera, estaba destinada a caer con el tiempo a causa de su vanidad. Por sí mismo, el inmortal Obi no tenía aché, no tenía un propósito definido en el esquema de la creación. Quizás ésta sea la razón por la que, a lo largo de los siglos, su naturaleza cambió y dejó de ser puro, noble y desinteresado. Pero después de su caída se le dio un propósito: un método de redención y salvación. Una vez más se convirtió en un sirviente humilde, en la voz de los espíritus sobre la tierra para que sus seguidores pudieran plantear preguntas y realizar peticiones a las fuerzas que moldean el mundo.
Los orishas asociados con Obi Obi nos proporciona un vínculo con los poderosos; nos ofrece un canal mediante el cual preguntar, escuchar y llevar a cabo su voluntad en el mundo. Participamos ritualmente en la salvación de Obi cuando hacemos uso del oráculo. Él puede ponernos en conexión con cualquier orisha, pero vamos a hacer un repaso de aquellos con los que trabaja más habitualmente.
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Elegguá Elegguá es joven y anciano al mismo tiempo; en cualquier caso, bajo cualquier apariencia, está entre los más sabios de los orishas, pues conoce todas las cosas que existen en el cielo y en la tierra. Su adoración y propiciación son esenciales en la práctica de la Santería porque sin su buena voluntad no se puede hacer nada con los demás espíritus del panteón. Quienes practican la adivinación Obi normalmente dirigen la mayoría de las preguntas a este orisha antes de aproximarse a los demás y, aunque dirijamos la adivinación a otro espíritu, se sigue ofreciendo a Elegguá el debido culto y reverencia. Elegguá está presente en las grandes reuniones de niños; también está presente en los cruces de caminos y deambula libremente por los bosques. Controla el destino, las decisiones y todos los aspectos de la vida en los que el capricho o la casualidad son el factor decisivo. Sus colores sagrados son el rojo, el negro y el blanco; se dice que sus números son el tres, el siete y el veintiuno (algunas casas incluyen el número once). Cuando se le invoca para la adivinación Obi, la mayoría de los adivinos le llaman con cascabeles.
Ogún Ogún, hermano carnal de Elegguá, es otro de los orishas cuya adoración es esencial en la práctica de la Santería. También se le conoce como el espíritu del hierro, siendo el que controla los vastos depósitos de este mineral existentes debajo de la tierra y el que guía las manos de quienes lo usan y trabajan. Es un hábil artesano del metal, un excelente cazador y también es curandero (el patrón de los médicos y cirujanos, pues sus herramientas de curación están hechas de hierro). En esta religión hay pocos rituales que puedan ser realizados sin su ayuda. Todos los sacrificios que se hacen a los orishas se dirigen primero a Elegguá, pero los sacrificios sólo deben ofrecerse con las bendiciones de Ogún. Él es el cuchillo que quita la vida del animal, o la mano que lo guía, y cuando Elegguá o cualquier otro orisha va a comer debe ofrecer el primer bocado a Ogún. Aunque se dice que este orisha vagabundea por los bosques salvajes, también se le encuentra en zonas donde hay grandes depósitos de hierro o donde se usan grandes cantidades de este metal (como en las vías del tren). También está presente en cada ciudad, porque él es quien crea las bases de la civilización. Muchos atribuyen a este espíritu la transición evolutiva desde la fase cazadora recolectora a la etapa agrícola, ya que Ogún es quien crea todos los aperos y herramientas de labranza. El cambio de la sociedad agraria a la industrial también fue dirigido por las manos de Ogún, porque el hierro fue la base del proceso de industrialización. Se dice que los colores sagrados de Ogún son el verde, el negro y el blanco, y sus números son el tres, el siete y el veintiuno. La mayoría de los sacerdotes usan cascabeles para llamarle durante la ceremonia de adivinación Obi.
Ochosi Ochosi es el maestro de todas las ewe (hierbas) del bosque y de todos los animales que habitan en él. Aparte de Ogún, ningún otro orisha puede rivalizar con él en habilidad y destreza en las artes de la caza. Como es adepto
23 a la brujería (al uso de las hierbas), muchos practicantes de esta fe que se dedican a dicho arte confían en que Ochosi energetice y vitalice sus trabajos. Aunque este poderoso espíritu reside en el bosque, su verdadero hogar es la cárcel, el lugar donde se encierra a los delincuentes por sus delitos contra la humanidad. Ochosi es la justicia; sus flechas se clavan profundamente en los corazones de los criminales, y cuando se siente ofendido por las acciones de los mortales los castiga encarcelándolos. Muchos de sus eboses (ofrendas) se depositan a las puertas de las cárceles. Cuando no está allí, este orisha prefiere pasar el tiempo en el bosque, practicando la caza con su arco y sus flechas, un regalo otorgado por Obatalá, a quien Ochosi adora. Se dice que los colores sagrados de este orisha son el azul y el oro; sus números son el veintiuno, el siete y el tres. Cuando se le invoca para las prácticas adivinatorias, la mayoría de los adivinos le llaman con cascabeles. En el panteón lucumí, estos tres orishas son quizá los más importantes. Se dice que Elegguá, Ogún y Ochosi forman los cimientos de la fe. Su vínculo es tan intenso y su aché es tan importante para el devoto que la recepción de estos tres espíritus es obligatoria para los aleyos (no iniciados) en una iniciación conocida como la recepción de los guerreros. Durante este largo ritual, los orishas Elegguá, Ogún y Ochosi son preparados en una ceremonia denominada lavatorio. Usando ciertas hierbas especiales, se prepara un elixir llamado omiero. Estos tres espíritus y sus herramientas son lavados en él y, mediante rituales secretos, los padrinos de los aleyos les dan vida. Junto con ellos se lava también a un cuarto orisha llamado Ósun. Este espíritu no tiene voz propia y no habla a través de Obi ni de ningún otro oráculo religioso; su único propósito es vigilar el recipiente día y noche, poniéndose a su lado o haciendo sonar las campanas si se aproxima algún peligro. Las ceremonias natales son largas, pero la recepción es breve. El aleyo es presentado a los orishas, y tres días después del nacimiento de éstos se permite al aleyo llevárselos a casa. Veintiún días después del lavado inicial, se celebra el ritual de entrada de los guerreros en el hogar del devoto. Este ritual consiste en ofrecer una comida a los orishas: se les ofrece dos gallos y dos pichones. Una semana después se les ofrece una cesta de frutas frescas. Una vez hecho todo esto, los guerreros se asientan en la vida del devoto y éste puede comenzar su relación con ellos que durará toda la vida. Nota: Una vez que el aleyo ha recibido a los guerreros, técnicamente deja de ser un aleyo y pasa a ser un aborisha, el adorador de los orishas, aunque aún no ha sido coronado sacerdote. Elegguá, siendo el destino, el sino y el mensajero de todos los espíritus, es el más importante de los tres. Su adoración y propiciación son esenciales si el aborisha tiene esperanzas de progresar en la religión y en su vida. Ogún está inmediatamente detrás de Elegguá y es un poderoso guerrero preparado para abatir a los enemigos de los devotos; blandiendo su machete, Ogún lucha incansablemente, incesantemente, para erradicar los obstáculos que se anteponen a la evolución del devoto. No obstante, Ogún es indisciplinado y desenfrenado; es necesaria la sabiduría de Ochosi, el cazador y rastreador, para mostrar a Ogún dónde será más útil su fuerza. Bajo la dirección de Ochosi, la fuerza de Ogún puede ser usada para el bien superior, nunca para el mal. Con estos tres espíritus trabajando para el aborisha, prácticamente no hay
24 nada en la vida que no pueda conseguir mediante el trabajo duro y la perseverancia. Muchas veces, bajo los ojos observantes de sus padrinos, un aleyo necesitará usar el Obi para adivinar la voluntad de sus espíritus. Y aunque éste es un derecho que tienen todos los que han recibido a los orishas, no debe usarse a la ligera, y siempre debe hacerse bajo la experta guía de los ancianos. En cualquier caso, la recepción de los guerreros le da a uno el derecho de practicar la adivinación con esos espíritus a través del Obi. Los tres orishas siguientes que comentaré (los Ibeyi, Olokun y Babaluaiye) también son espíritus que pueden ser recibidos fuera de la iniciación conocida con el nombre de asiento. Así como los guerreros Ogún, Ochosi, Elegguá y Ósun forman el fundamento de la fe, estos tres orishas aumentan el aché del aborisha y a menudo le ofrecen también estabilidad, fuerza y progreso en la vida. Cada uno de ellos realiza una función específica siguiendo los designios de Olódumare; cada uno de ellos tiene su propio aché, y puede ser consultado mediante el Obi.
Los Ibeyi Los Ibeyi son una serie de siete espíritus sagrados, los hijos del nacimiento maravilloso, tal como les llaman los seguidores de los orishas. No obstante, este mismo término se aplica habitualmente a los dos primeros espíritus nacidos, los gemelos Taewó y Kaindé. En los patakís se aprende que ellos son los hijos ilegítimos de Shangó, nacidos del vientre de Oshún; sin embargo, fueron criados por Yemayá y bendecidos con grandes dones por el poderoso Obatalá. Antiguamente, el nacimiento de gemelos se consideraba un serio agravio en la cultura yoruba, pero cuando Shangó, el cuarto rey de Oyó, tuvo gemelos de una de sus esposas concubinas, éstos adquirieron renombre como heraldos de bendiciones y el culto de los Ibeyi ganó en importancia. Con todos los poderes de Obatalá, Yemayá, Oshún y Shangó combinados, su aché es tan fuerte que son capaces de obrar milagros en las situaciones más desesperadas. Sus colores sagrados son los mismos que los de sus padres: blanco, azul, amarillo y rojo. Todas las ofrendas que se les presenten deben ser dobles y exactamente iguales. Son los patrones de los niños, o de los gemelos, y de las madres de gemelos. Cuando se les invoca para la adivinación Obi, se les llama con cascabeles gemelos. En Santería, no es extraño que estos dos orishas sean recibidos por un aborisha. Una vez recibidos, incluso el aborisha sin ocha (espíritus) en su cabeza (consciencia) tiene el derecho de consultarles en adivinación por medio del Obi.
Olokun Olokun es una orisha temida, aunque también reverenciada. Ella (algunos le llaman él, porque Olokun es andrógino) vive en las profundidades del océano desde que el poderoso Obatalá la dejó encadenada allí. Antes de que la tierra fuera separada del mar, sólo había agua, un vasto abismo que cubría todas las cosas. Olokun regía todas las cosas que quedaban bajo sus aguas. Olódumare envió a Obatalá desde el cielo hasta un pico de tierra, Orisha Oke(*3), el único punto que Olokun no pudo cubrir. En este pequeño pináculo Obatalá tuvo espacio para poner una gallina, y esta gallina cavó con
25 tanto ahínco que envío tierra sobre el abismo acuático. Enfurecida, Olokun se dispuso a destruir la tierra que la gallina había creado, pero Obatalá le ofreció un regalo de Dios: una gran cadena dorada. ____________________ (*3) Orisha Oke es el espíritu de esta montaña y da su nombre a la montaña misma.
Momentáneamente apaciguada, Olokun se la puso; las cadenas se ciñeron a ella y, con su pesadez, la enviaron al fondo de su propio reino. Así nació la tierra, la gravedad y las aguas fueron obligadas a retroceder sobre sí mismas. Demasiado extensa como para ser retenida, pero incapaz de resistirse a la sanción impuesta por la deidad suprema, Olokun continuó rigiendo sobre vastas porciones de la tierra. El agua reina suprema, incluso en nuestros días, y la tierra sólo ocupa una pequeña parte de la superficie del planeta. Después del encadenamiento, las partes de su aché que eran demasiado fuertes como para estar contenidas huyeron, y Yemayá, la señora del agua dulce que llueve sobre la tierra, surgió de las olas. Esta orisha puede ser recibida por los aborishas que aún no han sido iniciados como sacerdotes y sacerdotisas; la adoración y propiciación de este poderoso espíritu crean una base firme y estable en la propia vida. Su color es el mismo que el de Yemayá, el azul. Su metal es el plomo, porque es el único mineral que no puede ser corroído por el agua de mar. Cuando se le llama para la adivinación Obi (sólo se le consulta cuando la necesidad es perentoria), se le invoca moviendo en círculo una maraca.
Babaluaiye También conocido como Asohano, este orisha es uno de los más temidos y amados del panteón lucumí. Sus adoradores saben que este espíritu es el padre de las enfermedades infecciosas, el señor de la viruela y de las enfermedades de la piel. La llegada del SIDA también se atribuye a este orisha. Aunque se le teme en África, es muy querido en Cuba y en Estados Unidos porque del mismo modo que puede causar la enfermedad, también puede curarla. Como fuerza de la naturaleza, Asohano trae la enfermedad y la muerte, los procesos naturales que destruyen a los débiles y ancianos para que pueda florecer nueva vida. Pero las enfermedades no son inevitables ni incurables; este orisha también trae la higiene y la sanidad, y promociona la medicina moderna. El uso de vacunas para vencer las enfermedades es uno de los milagros obrados por este espíritu: se inocula una variante debilitada de la enfermedad que hace reaccionar al organismo receptor y lo fortalece. Así, toda la raza se robustece y evoluciona. A diferencia de los demás orishas, cuyos rituales pueden practicarse a la luz del día, el culto de Babaluaiye sólo se realiza de noche, casi en la oscuridad. Él aborrece el agua, que sustituye por leche de coco. Entre sus sagrados atributos están los colores marrón, negro, violeta y amarillo, y su número el diecisiete. Durante la adivinación Obi se le invoca haciendo uso de un cencerro. Al igual que los Ibeyi y Olokun, que pueden ser recibidos por los aleyos, Babaluaiye también puede ser recibido por los que no son sacerdotes ni sacerdotisas. Su aché nos ayuda a conseguir y mantener el estado de buena salud. Los poseedores de este orisha a veces reciben el nombre de Lazareros
26 (un nombre derivado de San Lázaro, la máscara católica de Asohano) y tienen el derecho de consultar con él usando el Obi. Los siguientes orishas sólo pueden ser recibidos por quienes tienen hecho el ocha. Los primeros cinco — Obatalá, Yemayá, Oshún, Oyá y Shangó— son dados en el ritual conocido con el nombre de asiento. Ésta es la iniciación que confiere aché al aborisha, transformando a esa persona de no iniciado en iyawó, desposado/a de los espíritus. El orisha regente de esta persona es coronado en su cabeza y, a continuación, se dice que el iyawó es sacerdote o sacerdotisa de dicho espíritu. La ceremonia del asiento es larga y complicada: está compuesta por una serie de rituales que comienzan con el afeitado de la cabeza y la coronación del iniciado, y acaba varios días después cuando el iyawó emerge de la sala de iniciación para comenzar su relación vitalicia con los orishas. Durante un año, el nuevo iniciado pierde su nombre entre sus pares y es conocido exclusivamente por su título, iyawó. Durante este tiempo tiene que observar los tabúes más estrictos: su ropa, alimento, actividades de recreo y viajes están limitados y son severamente supervisados. Él (o ella) es considerado como un niño, un bebé dentro de la religión, y es tratado como tal hasta que se completa el año de restricciones. Aunque el iyawó tiene a los orishas en su casa, no puede practicar la adivinación y sólo puede trabajar con ellos bajo la más estricta supervisión de sus padrinos. Durante este periodo se aprenden la mayoría de las oraciones, costumbres y rituales de la religión.
Obatalá Aparte de Olóñn, Olorún y Olódumare, no hay orisha mayor que Obatalá. Su nombre puede traducirse como el «rey del paño blanco». Él (algunos le conocen como ella) fue el primero que vino a la tierra y se puso de pie sobre el único pico visible, el Orisha Oke (la montaña), encadenando a Olokun a las profundidades y creando la tierra. Fue él quien creó a los humanos usando arcilla. Fue él quien, junto con Yembo-Yemayá, dio a luz a todos los orishas que no pudieron descender por sí mismos de los cielos a la tierra. Es el dueño de las consciencias y de las mentes humanas, y todos los nacidos se consideran hijos suyos, pero sólo sus elegidos pueden ser iniciados a sus misterios. Los niños nacidos con deformidades se dice que pertenecen a Obatalá por derecho de nacimiento. Como es responsable de la condición humana, los que se quedan lisiados o heridos y los ancianos están bajo su cuidado. Obatalá reivindica como propios los colores blanco (aunque lo comparte libremente con los demás orishas), rojo, púrpura y verde; sus números son el ocho y el dieciséis (algunos también le atribuyen el cuatro). En cuanto a su instrumento musical, se le llama con el agogó, una campana de plata adornada con una pluma plateada de pichón. Se le consulta mediante el Obi sólo para asuntos de gran importancia, a menos que el suplicante sea hijo suyo; entonces responde amablemente a todas las preguntas.
Yemayá Quienes la conocen, saben que Yemayá es la dueña de toda el agua dulce de la tierra. Ella nació del encadenamiento de Olokun. La amplitud de los
27 océanos no podía estar contenida en un lugar, pero las cadenas doradas de Olódumare tampoco podían romperse. Parte de Olokun se separó, y Yemayá surgió de las olas espumosas como una de las primeras orishas. El la es la madre de todos, y nunca niega los ruegos de corazón de los que buscan su apoyo y consuelo. Sin embargo, no es una madre excesivamente cariñosa. Es vengativa e iracunda cuando se provoca su cólera. Puede encontrarse a Yemayá en los mares, los lagos y en la lluvia. Ella es quien llena la casa de su hermana, los ríos de Oshún, de agua fresca y vitalizante. Su color es el azul y entre sus atributos están el número siete, los metales plata y plomo, y las melazas dulces. Cuando se le llama para la adivinación Obi, se le invoca con un movimiento circular de la maraca.
Oshún Después de que todas las cosas hubieran sido creadas en el cielo y en la tierra, Olódumare miró su creación. Preocupado porque podría haber creado más cosas o debería haber más cosas que las que él estaba ofreciendo a los primeros mortales, creó a Oshún para encarnar toda la dulzura, la belleza y el amor que podría haberse olvidado. Y sucedió que muy pronto no hubo nadie tan impresionante como ella. Esta orisha representa el amor, la belleza, el erotismo, la fertilidad, la abundancia, la dulzura y todas las cosas que hacen que la vida merezca la pena vivirse. Ella es señora de la danza, de la magia y de la risa, y otorga sus bendiciones libremente a quienes le rinden culto. Entre sus numerosos atributos están los números cinco y veinticinco, y el color amarillo le pertenece exclusivamente. Sus metales son el oro y el latón. La miel, el perfume y los espejos le son ofrecidos por sus devotos. Para invocarla en los rituales de adivinación con el Obi, se tañe una campana de latón, que es su instrumento musical.
Oyá Oyá es una mujer con muchos talentos. Es una guerrera (y bajo ese disfraz muchos la conocen como la señora barbuda). Ella es la soberana del mercado, un símbolo que representa el mercado donde compramos productos, pero también el mundo en que vivimos. Además es la señora del tornado (título compartido con su hermana Ayaó, que es el tornado) y la anunciadora de la muerte. Mantiene la puerta del cementerio abierta o cerrada a voluntad (los muertos pasan por sus puertas a las manos de Oba y después de Yewá, que es la tumba. Allí, ella es la primera en alimentarse del cuerpo y después lo hace el Orisha Oko). Ella es concubina de Shangó, pero no es la amante de nadie. Oyá gobierna los vientos, las tormentas y los relámpagos que resplandecen en el cielo oscuro. Entre sus sagrados atributos están todos los colores (que hacen un total de nueve), el número nueve, el cobre y la vaina del árbol de la llama, usada para invocarla en la adivinación Obi. Los bumerán, molinetes y máscaras también son instrumentos suyos, y muchos de ellos pueden encontrarse en sus altares.
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Shangó
Shangó es un espíritu interesante entre los orishas. Se dice que en el siglo XI o XII fue un mortal, el cuarto rey que gobernó la ciudad-estado de Oyó. Aunque trajo paz y unidad a la nación yoruba, Shangó mismo se corrompió, lanzando a sus hermanos uno contra otro hasta que uno de ellos murió. Avergonzado, el hombre fue al bosque para acabar con su vida. La forma más común de ejecución entre los yoruba era la horca, y Shangó planeó acabar con su vida de esta manera. Sin embargo, la fuerza de sus buenos actos anteriores y sus propios esfuerzos por corregir sus errores movieron a compasión a los orishas, y se dice que el rey, en lugar de colgar por la fuerza de la gravedad, ascendió al cielo para convertirse en un orisha. Otras leyendas afirman que este orisha nació de Yemayá, cuando ella dio a luz a los inmortales en la tierra. La mayoría están de acuerdo en que Shangó es Irunmole mismo, uno de los orishas que nacieron primero y que encarnó entre los mortales para experimentar la vida. Sus colores sagrados son el rojo y el blanco; sus números son el cuatro, el seis y el doce. Cuando se le invoca para la adivinación Obi, la mayoría de los sacerdotes y sacerdotisas emplean los cascabeles como su instrumento sagrado.
Yewá
De todos los orishas, ésta es la única que no se casó nunca, nunca conoció el amor físico y nunca dio a luz a otro espíritu sobre la tierra. Esta hija de Obatalá era asombrosa; tenía tantos encantos que Shangó se enamoró de ella, aunque sabía que su padre esperaba que se mantuviera virgen y casta eternamente. Por el amor que sentía por ella, Shangó le regaló un ópalo precioso y su padre, Obatalá, le encontró con dicho regalo. Sabiendo que algo así sólo podía venir de Shangó, Obatalá separó eternamente a los dos orishas: Yewá fue enviada a vivir en el cementerio, entre los espíritus de los muertos, condenada a estar allí durante toda la eternidad, y Shangó, que temía a los muertos, no volvería a verla nunca más. No es muy común que una sacerdotisa reciba a esta orisha, porque su recepción garantiza que la mujer no volverá a amar. Yewá siente tanta amargura por las pérdidas sufridas que mantiene castos y puros a aquellos que guarda. Las mujeres esperan hasta estar en matrimonios muy consolidados, y mucho después de la menopausia, para recibir sus misterios. Los hombres casi nunca la reciben, porque ella tiende a sospechar de todos ellos. Aunque puede tomar su lugar en la cabeza de una iniciada (tiene un pequeño número de sacerdotisas), sólo lo hace en caso de que el iniciado sea mujer, y sólo una hija de Oshún o Yewá misma pueden realizar sus rituales. Muchos le hacen Obi en el cementerio (junto a una tumba) después de ofrecerle el ebó, y así determinan si la ofrenda ha sido aceptada. A menos que uno tenga a esta orisha viviendo en casa, es tabú acercarse a ella por cualquier razón.
Oba
Cuando Shangó y Yewá fueron separados, Obatalá decretó que Oba era la esposa legítima de Shangó. Se casaron y vivieron juntos durante muchos años. Durante ese tiempo Shangó se enamoró de Oshún y de Oyá, y mantuvo relaciones con ambas orishas. Oshún, celosa de Oba, le dijo en una ocasión que si quería conservar a su marido tenía que cortarse la oreja y servírsela a su
29 esposo en una sopa para poder tenerlo a su lado eternamente. Oba lo hizo, pero su marido se enfadó tanto que la maldijo, condenándola a vivir entre los muertos. Allí Oba creció física y espiritualmente, convirtiéndose en una de las mujeres más fuertes del panteón orisha. Después de muchos siglos, resurgió renovada y se convirtió en la mujer que castiga a los que hacen daño a las mujeres. También se hizo la patrona del hogar, de la educación, del aprendizaje y de la escritura. Cuando las mujeres buscan ayuda desesperadamente, cuando los escritores están desesperados por obtener inspiración, cuando alguien busca conocimientos arcanos o prohibidos, estas personas se dirigen a Oba, que aprendió toda su sabiduría de los muertos. Tiene un pequeño grupo de sacerdotes y, aunque dentro de la religión muchos discuten este punto, sólo las mujeres pueden ser sacerdotisas suyas; ella no puede entrar en la cabeza de un hombre sin cambiar radicalmente sus energías masculinas (algunos de los que se han hecho sacerdotes suyos se han convertido en transexuales).
Orisha Oko
Orisha Oko es un espíritu oscuro y misterioso; tiene sacerdotes, pero en número muy reducido. Los secretos para coronarlo en la cabeza están perdidos en la mayoría de las líneas de la fe fuera de Cuba. No obstante, es un espíritu vivo que goza de buena salud en el seno de esta religión, aunque normalmente es recibido como un orisha adimú, es decir, el que no es coronado en la cabeza sino recibido por los sacerdotes y sacerdotisas después de la iniciación del asiento. Se dice que espiritualmente Oko es un hijo de la tierra misma, nacido cuando se retiraron los océanos. En algunos patakís es el marido de Olokun; otros lo vinculan con Olosa (la laguna) o Yemayá. También se dice que es increíblemente hermoso durante el día y que su forma es igualmente horrible durante la noche; él encarna la fecundidad y el declinar de la tierra, y sus misterios abarcan todos los ciclos terrenales. Se cree que Oko encarnó físicamente entre los mortales en la antigua ciudad de Irawo. Fue su rey y gobernó sobre sus súbditos antes del descubrimiento de la agricultura. Durante su reinado en la tierra, Oko sufrió la lepra y fue desterrado por sus propios súbditos. La esposa del monarca le fue leal y acompañó a su marido en su vagar por los campos. Con el tiempo, a través de sueños, Oko descubrió los secretos relacionados con la plantación, los cultivos y las cosechas, y, a medida que dominaba estas habilidades, se fue curando de la lepra. Regresó a Irawo con estos nuevos secretos y recuperó su lugar como gobernante. A cambio, él enseñó a sus súbditos los secretos de la agricultura, y la ciudad se fortaleció y se enriqueció bajo su reinado. Muchas décadas después de su muerte, Oko llegó a ser conocido como Orisha Oko, el patrón de los granjeros, tanto en Irawo como en el resto de la nación yoruba. Este espíritu está asociado con los colores rosa y azul, y es recibido con la forma de un granjero que labra la tierra con un buey. Su ota (piedra sagrada) es blanca y se encuentra en los campos recién labrados. Su piedra ha de quedar expuesta, no cerrada dentro de una sopera, pero su diloggún se conserva dentro de una pequeña sopera junto a su altar. No hay ningún número que esté directamente asociado con él. Para la ceremonia de adivinación Obi se le invoca con una maraca de delicadas cuentas.
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Capítulo 2 Principios para echar el Obi LA
VIDA DE OBI, como las vidas de todos los demás Orishas, están registradas en el diloggún, una recopilación oral que comprende 256 odu (patrones). La historia comienza en Obara Osa (6-9); aquí uno aprende sobre un Obi mortal, que fue elevado al grado de inmortal por Olófin. Aunque siendo mortal era desinteresado y puro, muchos siglos de vida eterna le fueron cambiando. Su ego y su vanidad crecieron hasta que se le endureció el corazón. Las duras palabras que dirigió al padre de toda la creación le hicieron perder la lengua, que cayó de su boca cuando suplicaba perdón. La dureza del corazón de Obi le rodeó y le encerró como una concha. Su belleza externa quedó oculta en su interior, y Olófin le condenó a una eternidad de servicio. El brillante Obi fue transformado en coco, y así nació un nuevo sistema de adivinación. Para recuperar el discurso, Obi fue obligado a expresarse mediante cinco signos misteriosos. Y para encontrar su salvación, está obligado a servir a todos los habitantes de la Tierra. La tarea de distribuir el oráculo entre todos los espíritus celestiales le fue asignada a Obatalá, que debajo de una palmera cocotera mostró a los orishas los cinco patrones básicos mediante los cuales el espíritu caído podía comunicar sus deseos a los mortales. Pero quedaba otra tarea por hacer: la extensión de estos conocimientos a la raza humana; esta tarea también recayó sobre Obatalá, y la historia de los primeros adivinadores que usaron el coco se cuenta en el odu Oché Métanla (5-13) del diloggún.
Biague: el nacimiento de la adivinación con el coco Obi había caído, el antiguo inmortal ahora estaba encerrado en una dura cáscara oscura. Maldecido por su arrogancia y por sus pecados contra Olófin y la humanidad, fue obligado a servir o a permanecer eternamente en silencio.
31 Gracias a la sabiduría de Olófin fue inventado un sistema, una serie de cinco patrones básicos, que podían usar aquellos que conocieran los secretos del oráculo. Obatalá empezó por enseñar a los orishas las letras del Obi. Hecho esto, tuvo que afrontar otro desafío mayor: enseñar a los humanos a adivinar por medio del oráculo; ésta era una tarea que no sabía muy bien cómo llevar a cabo. La tierra rebosaba vida y el número de creyentes adoradores de los orishas aumentaba diariamente. Muchos podrían beneficiarse de tales conocimientos, pero Obatalá estaba solo ante esta tarea y había demasiados alumnos como para que él solo pudiera enseñarles. Mientras el espíritu ponderaba estos hechos, en una ciudad llamada lié Ilú un joven llamado Biague fue coronado sacerdote de Obatalá. Era un hombre sencillo que disfrutaba de los placeres simples y su ceremonia de iniciación (asiento) fue el momento más profundo de su vida. Pero los de la itá dijeron a este iyawó que los misterios de odu no eran suyos; nunca tendría el aché necesario para adivinar con las conchas. Apartado de la adivinación, el iyawó lamentó que su iniciación nunca beneficiaría a nadie más que a él mismo. No tenía modo de comunicar con lo divino, de aplacar a los orishas o de ofrecerles el ebó; no podría ayudar a nadie a encontrar su destino. Por la noche, el joven sacerdote rezaba a los espíritus: «Si pudiera adivinar. Si pudiera ayudar a los demás. Nada me parece más importante.» Obatalá se conmovió ante las plegarias del iyawó y, cuando terminó su año de purificación, el orisha se presentó a Biague y le enseñó los secretos del Obi. Pacientemente le fueron revelados los cinco signos y después los patrones más sutiles dentro de esos signos. Obatalá enseñó a Biague a rezar, a alabar y a aplacar a los orishas. Se trataba de un nuevo oráculo y como ningún otro mortal sobre la tierra poseía sus secretos, las capacidades del joven sacerdote pronto le dieron fama y fortuna. Viendo que poseía riquezas, Biague decidió casarse y formar una familia. Eligió esposa y pronto los dos tuvieron un hijo llamado Adiatoto. Cuando fue destetado, la pareja decidió tener otra criatura, pero la esposa de Biague murió en el parto y su hijo con ella. El amor de su esposo por ella era tan profundo que no volvió a casarse nunca, aunque su deseo de tener una familia era tan grande que empezó a adoptar huérfanos. Cada uno de ellos amaba tiernamente al adivino, porque les había salvado de una vida de pobreza y desesperación. Pero el tiempo pasado en las calles había endurecido sus corazones y aunque amaban a Biague, detestaban a Adiatoto, su hijo natural. Cuando no había nadie cerca que pudiera oírles, se portaban cruelmente con el niño y le provocaban, diciéndole: —Eres casi como nosotros porque no tienes madre. ¡Todos somos iguales! El anciano adivino estaba ciego a lo que pasaba; su corazón nunca llegó a curarse tras la muerte de su esposa y su trabajo le mantenía muy ocupado. Con el tiempo, Obi dijo a Biague que su vida tocaba a su fin. Y como no quería que los secretos del oráculo murieran con él, Biague decidió transmitir a su único hijo legítimo, Adiatoto, el conocimiento del oráculo. Ésta era su posesión más preciada y el secreto que le había hecho rico. Durante muchas semanas Biague se sentó pacientemente con su hijo, recordando el momento en que Obi y Obatalá le habían enseñado por primera vez los patrones secretos del oráculo. Lenta y laboriosamente, el padre reveló estos patrones a su hijo, mostrando a Adiatoto que el humilde espíritu Obi
32 siempre hablaba y ponía la verdad a los pies de quienes le consultaban. Estas conversaciones entre un humano y el orisha se basan en cinco patrones particulares, y dentro de esas letras existen patrones más sutiles que el muchacho se esforzó por dominar antes de poder echar el oráculo autónomamente. Tuvo que aprender oraciones, patakis y a recitar alabanzas. El hijo de Biague aprendió todo esto y más, porque era un alumno aventajado y brillante. Cuando las lecciones concluyeron, Biague se dio cuenta que el Obi había calado bien en su hijo. El muchacho había adquirido el aché para adivinar todas las cosas en el cielo y en la tierra. —Has sido bendecido por Olófin y por todos los orishas; Obi te ha concedido sus favores —dijo el padre con orgullo—. Conserva en tu corazón el aprecio por este regalo y respeta siempre al orisha Obi. Éste es un regalo que te doy a ti y solo ati, hijo mío. Poco después, Biague murió repentinamente de una enfermedad y los hermanos adoptivos de Adiatoto, celosos del regalo divino que su padre había otorgado al muchacho, le robaron todos sus bienes materiales porque él estaba en posesión de lo divino. —Te echamos de esta casa —dijeron—. El anciano te amaba más a ti y toda tu vida has sido un niño mimado. Ahora eres como nosotros, no tienes madre ni padre. Vete y aprende a valerte por ti mismo, como nosotros hemos tenido que hacer durante tantos años. Si alguna vez vuelves o tratas de robar lo que es nuestro, te mataremos. Los hijos adoptivos siguieron viviendo en las tierras de su padre mientras Adiatoto se vio obligado a vagabundear. Atemorizado, abandonó su ciudad natal de lié Ilú y se dio a la vida nómada en un pueblo cercano. Adiatoto vivió muchos años en la pobreza, ganándose la vida a duras penas con las artes adivinatorias. Obi le cubría las necesidades básicas de la vida y el joven se sentía agradecido por ello. Después de usar el oráculo innumerables veces, su práctica se fortaleció y la cantidad de información que podía obtener de aquellas cuatro piezas de coco crudo dejaba asombrados a sus clientes. Mientras tanto, sucedió que el rey del poblado quiso comprar tierras en Ilé Ilú para construirse un palacio más grande y opulento, y codiciaba los acres de tierra que habían pertenecido al padre de Adiatoto. El rey envió a sus guardias para negociar con el dueño legítimo de aquellas tierras y los avariciosos hermanos, que seguían viviendo en la finca, se prestaron a venderle la propiedad. En sus investigaciones, los guardias descubrieron que la tierra había pertenecido al famoso adivino Biague y que, aunque los hijos adoptivos vivían allí, nadie estaba seguro de quién era el propietario. Había rumores de que el verdadero hijo de Biague, Adiatoto, había desaparecido del lugar poco después de morir su padre. Algunos decían que había sido traicionado y otros pensaban que había desaparecido movido por el dolor que sentía. Oyendo todos estos rumores, el rey exigió a los hermanos que le presentasen pruebas de que la propiedad les pertenecía, pero ellos admitieron que no tenían ninguna. En el pueblo vecino, Adiatoto oyó hablar de los deseos del rey a uno de sus clientes, y decidió ir a palacio para presentar su caso y reclamar las tierras de su padre. Los guardias, que reconocieron su nombre inmediatamente, le escoltaron ante el rey. El monarca aún estaba exigiendo las pruebas de propiedad a sus hermanos adoptivos.
33 Humildemente, el joven adivino se presentó ante el monarca, y le dijo: — Su majestad, aunque no dispongo de pruebas, yo soy el legítimo heredero de mi padre; mis hermanos adoptivos me lo robaron todo y me dejaron en la más absoluta pobreza, obligándome a vagar por los campos. Aunque no tengo papeles legales, existe un modo de determinar quién es el verdadero dueño de la propiedad de Biague. —¿Y cuál podría ser? —preguntó el soberano. Los hermanos se pusieron nerviosos cuando Adiatoto explicó la profesión de su padre y los secretos que le había transmitido. — Nadie más que mi padre sabía adivinar mediante este oráculo —dijo el joven— y, de entre todos los adoradores de los orishas, sólo a mí me enseñó sus secretos . Adiatoto propuso poner a prueba el oráculo. Él permitiría al rey plantear cualquier pregunta al Obi, preguntas cuyas respuestas solo él conocía. Si el oráculo pasaba esta prueba, sería usado para determinar quién era el legítimo propietario de las pertenencias de Biague. Si el oráculo fallaba y resultaba ser fraudulento, Adiatoto renunciaría a reclamar su derecho sobre la tierra y el rey podría negociar con sus hermanos. Para poner a prueba el oráculo, el rey planteó no una, sino varias preguntas, y cada vez el oráculo respondió no sólo con un «sí» o con un «no», sino que, gracias a las expertas manos de Adiatoto, reveló también muchos secretos que el rey desconocía. Después de un largo interrogatorio, el poderoso monarca quedó satisfecho de su verdad. —El oráculo habla bien. Dejemos que decida quién es el verdadero dueño de la tierra de Biague para que yo pueda comprarla —dijo. Uno a uno, Adiatoto echó el oráculo a los pies de sus hermanos adoptivos y Obi descartó a cada uno de ellos. A continuación, Adiatoto se lo echó a sí mismo y Obi respondió que él era el verdadero dueño. Así, los hermanos perdieron sus derechos a la propiedad por su traición y Adiatoto negoció una venta que hizo de él un hombre muy rico. Impresionado por sus dotes de adivino, el rey contrató a Adiatoto como su consultor personal. De esta manera, Adiatoto dispuso de prosperidad y abundancia todos los días de su vida, porque todos los habitantes de la ciudad buscaban su ayuda para resolver sus problemas.
Preparación para usar el Obi Después de haber aprendido los patakís en que se basa este sistema de adivinación, ahora seguiremos el mismo camino que permitió a Adiatoto aprender este oráculo de su padre, Biague. Los movimientos, las oraciones y las alabanzas deben ser memorizados antes de echar el coco, porque echar un orisha al suelo fortuitamente es una falta de respeto y, aunque menor, Obi sigue siendo un orisha. Como en el caso de cualquier otra práctica religiosa, cuando uno se prepara para usar este oráculo se han de seguir reglas especiales. Date cuenta de que aunque un aleyo que haya recibido a un orisha puede plantear preguntas a dicho orisha con los cocos, primero debe plantear la pregunta a sus padrinos. Dependiendo de la naturaleza de la consulta, y también del orisha consultado, los diferentes patrones del oráculo tendrán distintos matices
34 en su significado, y estas sutilezas han de tenerse en cuenta. Si el adivinador no tiene experiencia con el oráculo y está planteando la pregunta a un orisha misterioso como Olokun, Orisha Oko o Nana Burukú, es posible que un padrino desee estar presente durante la consulta para ofrecer consejo. Segundo, uno debe estar limpio y puro antes de aproximarse a los orishas. Nunca abras un oráculo después de mantener relaciones sexuales; esto es una ofensa a los espíritus, porque encarnan fuerzas puras. Las energías sexuales, aunque son reflejos terrenales de la mecánica espiritual, degeneran rápidamente cuando se ha completado el coito. Las mujeres no deberían abrir el Obi mientras están menstruando, porque la sangre es vida espiritualmente caliente, y la adivinación requiere frescura para no provocar a las fuerzas que uno está tratando de pacificar. El coco mismo, que es una semilla fresca y trata de mantener esa frescura, quedaría abrumado por personas en esos estados energéticos. Cualquier persona con una esencia volátil debería bañarse cuidadosamente de la cabeza a los pies y, a continuación, puede abrirse el oráculo. Observando siempre estas importantes normas y prohibiciones, toma un coco y agítalo para comprobar que está fresco. Si la fruta está madura, oirás la leche en su interior. Cuando hayas dado con un coco fresco, sostén el fruto en la mano izquierda y un instrumento romo para golpearlo (como un martillo, por ejemplo) en l a mano derecha. Siendo Obi un orisha y la voz de los orishas, se le deben presentar los respetos adecuados. Pídele permiso para abrir la corteza. No pongas el coco en el suelo ni lo golpees contra una superficie dura; éstas son grandes ofensas a su espíritu. Pronuncia las palabras «Agó, Obi», antes de golpearlo, y después procura romper la cáscara con un golpe seco. Agó es la palabra lucumí que significa «con permiso». Pronunciándola, mostramos respeto por el coco. La leche fluirá libremente y algunos tratarán de recoger toda la que puedan para bañarse el orí (cabeza), llenándola de frescura. La leche debe usarse inmediatamente o prescindirse de ella , porque pronto se vuelve amarga y pierde su aché. Dejando los jugos a un lado para su posterior uso, examina el interior del coco. La frescura se hace evidente en la blancura firme, lisa y húmeda de su carne. Extra e las mayores piezas que puedas manteniendo intacta la piel negra que está en contacto con la corteza. Corta estas piezas en cinco trozos grandes y redondeados. Usarás cuatro de ellas en el proceso concreto de adivinación; guarda la quinta pieza por si se rompiera una de las otras cuatro. Recuerda que en ocasiones excepcionales Obi puede recalentarse. Cuando esto ocurra, las cinco piezas tendrán que ser untadas con aceite y sacadas a la calle para alejar las malas letras de la casa. Como su lengua fue destruida por las duras palabras que dirigió a Olófin, el discurso del orisha Obi es limitado. Si durante una sesión el adivinador no tiene el aché para determinar lo que están diciendo los espíritus, su frustración produce signos negativos que tendrán que ser purificados. Siempre se deben dejar en reserva unos cuantos cocos para este fin. El orisha debe ser refrescado, silenciado durante un tiempo para renovar así la frescura del oráculo. Habiendo cortado el coco, pon las cinco piezas en un plato blanco y redondo. En su centro colocarás un cuenco blanco de agua fresca. Ahora el oráculo está preparado para su uso. Hay un punto importante respecto al oráculo que debemos recordar: Obi no es una herramienta espiritual que pueda ser usada a capricho del
35 adivinador. Obi es un orisha, un dios, y debe ser tratado con el mayor respeto durante el proceso de adivinación. Uno consulta a este dios para plantear preguntas y hacer peticiones a dioses aún más poderosos; por tanto, debe evitarse la frivolidad. Como adivinador, debes recordar y tener en mente el punto central de esta sesión: la pregunta para la que pides respuesta. A continuación, examina la pregunta que vas a plantear. ¿Qué respuesta esperas? La pregunta debe plantearse de tal modo que pueda recibir la respuesta más positiva: «Sí, el mundo está en equilibrio», porque ejife, la letra más fuerte de este oráculo, significa simplemente eso: el mundo está en equilibrio. Si la pregunta no puede responderse así, entonces debe ser replanteada. Por ejemplo, si yo estuviera considerando la posibilidad de trasladarme fuera del Estado porque me ofrecen un puesto de trabajo en otra parte, la pregunta «¿Estaré cometiendo un error si me traslado para aceptar ese trabajo?» está mal planteada. En este caso, si el oráculo responde con el básico «Sí, todo está bien», habrá confusión. ¿Qué esta diciendo Obi: «Sí, es un error» o «Sí, el mundo está en equilibrio»? Asimismo, el «no» básico sería igualmente confuso, porque podría significar: «No, no te traslades» o «No, no sería bueno que te quedases ». La pregunta debe ser replanteada: «Quiero trasladarme porque me han ofrecido un trabajo [aquí el propósito de la adivinación queda planteado con claridad], ¿estará todo bien así?» Ahora se ha planteado la pregunta de modo que la respuesta más positiva sea «sí». O simplemente podrías preguntar: «¿Debería trasladarme para aceptar el nuevo trabajo que me han ofrecido?» Plantear la pregunta de modo que la respuesta más positiva sea un «sí» evita la confusión del Obi. El último punto que el novicio ha de considerar es éste: los orishas tienen personalidades y libre albedrío. Como los humanos, pueden mostrar su disgusto y expresar su enfado, aunque siempre lo hacen por una buena razón. Si vas a practicar la adivinación y crees que tienes algún asunto pendiente con el orisha consultado, no le consultes en ese momento. El orisha podría usar el oráculo para darte un castigo y, a través de él, producir el equilibrio. Por ejemplo: si en una ocasión prometí a Elegguá una cesta de fruta por darme una bendición concreta y no le ofrecí dicha cesta después de recibir lo que le había solicitado, él estará disgustado. Cualquier producto de la adivinación podría ser su modo de darme su castigo, de retirar su bendición o de conseguir la ofrenda votiva que merece. Aunque no es una práctica frecuente, algunos adivinos hacen una ofrenda al orisha pocas horas antes de la sesión de adivinación para aplacarlo, serenarlo y dulcificarlo. Las respuestas de Obi son más que réplicas, son aperturas para que las fuerzas espirituales entren en nuestras vidas, y dichas puertas, una vez abiertas, no pueden ser cerradas. Por esa causa, un adivino habilidoso nunca hará una pregunta mal planteada ni hará la misma pregunta dos veces: actuar así es mofarse y confundir a los poderes con los que trabajamos. Habiendo preparado el oráculo y observado estas reglas, ponte de pie frente al orisha al que vas a consultar. Toma cuatro piezas de coco redondeadas en la mano izquierda y con la otra mano vierte sobre ellas tres chorros de agua. Mientras ofreces esta libación para refrescar a los orishas, di: Omi tutu; ona tutu, aché tutu. Tutu ilé. Tutu Laroye. Tutu arikú babawa.
36 Agua fresca; refresca el camino, refresca mi poder. Refresca mi casa. Refresca a Elegguá [Eshu Laroye]. La frescura que no tiene fin, frescura para que no tengamos que ver una muerte temprana. Ofrecemos esta simple libación antes de orar a cualquier orisha para que nos refresque y traiga frescura a nuestros caminos, a nuestro aché, a nuestros hogares y a Eshu Laroye. El mundo es un lugar de calor y frío, de estancamiento y renovación, de crecimiento y declive. Pero cuando trabajamos con los orishas, nos ponemos en el lugar óptimo para evolucionar. Las cosas que tienden a recalentar y destruir son apartadas de nuestro camino. Mediante este gesto ritual honramos y refrescamos a Eshu Laroye, un sendero muy especial de Elegguá. Elegguá es el compañero de Oshún, la orisha que hace que la vida merezca la pena vivirse, y Eshu Laroye es uno de sus senderos más traviesos. Si deseamos que nuestras oraciones lleguen a los orishas, en primer lugar debemos honrar y refrescar a Elegguá para que favorezca la comunicación y no la impida. Este gesto sólo requiere un momento, aunque es uno de los puntos cruciales de nuestra invocación. Habiéndonos refrescado a nosotros mismos, a nuestras casas y a Eshu Laroye, comienza el ritual mojubando. Mientras cantas la mojaba (oración), usa el dedo pulgar de la mano derecha para romper pequeñas astillas del coco que sostienes en la mano izquierda. Guarda esas astillas de coco para usarlas posteriormente como ofrenda fresca al orisha que estás consultando. Aunque algunas casas prescriben que el número de astillas de coco debe ser igual a los números sagrados del orisha consultado, esto no es necesario. Lo único imprescindible es retirar al menos tres astillas de cada rebanada redondeada de coco, porque tres es el número de Elegguá, el que abre los caminos a lo divino. Mientras se canta la mojuba, otra persona puede tocar el instrumento sagrado del orisha para favorecer el proceso invocador. Mojuba Olófin. Mojuba Olorún. Mojuba Olódumare. Mojuba Olójoni. Oní odún mocuedun. Olorún alabosúdaye. Olorún alabosúnife. Olorún alayé. Olorún elemí. Olódumare oba aterere kaje. Olódumare, mojuba gbogbo ikú imbelese. Olódumare, ibaé, bayé tonú. Mojuba atijó ojo. Mojuba atiwó orún. Mojuba ayái odún, oní odún, odún ola. Mojuba orún. Mojuba oshúkua. Mojuba ile ogere a foko jerí. Rendimos homenaje a las partes de Dios más cercanas a la tierra. Rindo homenaje al Dios de los cielos, al Dios eterno que está por todas partes. Rindo homenaje al dueño de este día. ¡Hoy te saludo!, Olorún, tú que eres guardián y protector de la tierra. Olorún, el protector de la ciudad primera, la ciudad sagrada de Ifé. Olorún viviente, dueño de la tierra. Olorún, dueño de todos los espíritus. Olódumare,
37 el que abarca la totalidad del cosmos. Olódumare, rindo homenaje a todos los antepasados que ahora se sientan a tus pies. Alabo las fuerzas creativas y a los que han sacrificado sus propias vidas por la continuidad de la vida. Rindo homenaje al despertar del sol, al amanecer. Rindo homenaje al sol poniente, al atardecer. Rindo homenaje a toda la eternidad: ayer, hoy y mañana. Rindo homenaje al sol. Rindo homenaje a la luna. Rindo homenaje a la Madre Tierra. Para invocar una fuerza espiritual específica, en primer lugar has de alabar al poder mayor del que todo ha descendido. El ritual mojuba comienza dirigiéndose a estas tres entidades: Olófin, Olorún y Olodumare. En lucumí, la palabra Olófin es una contracción que significa «dueño del palacio». Es el nombre que se da al más anciano, Obatalá, que algunos consideran que es Dios en la tierra. La tierra es el palacio a la que se refiere la frase; es el lugar donde habitan las deidades, las fuerzas omnipresentes que crearon todas las cosas, y también el hogar de los orishas nacidos de Dios y de la tierra. Olorún es el segundo poder al que se elevan las alabanzas; este nombre también es una contracción que significa «dueño del cielo». Durante el día vemos a Olorún en el cielo. Él es el sol y aunque no adoramos al sol físico, le cantamos alabanzas como símbolo de Dios en la tierra. Finalmente se cantan alabanzas a Olodumare, cuyo nombre significa «dueño del útero» o «dueño de odu». Aunque se dice que Olodumare es andrógino, muchos han llegado a conocer esta fuerza como un principio maternal. Su esencia es nutricia y su acción es dar a luz. Habiendo rendido homenaje a estas fuerzas que desencadenaron la creación, el ritual mojuba continúa alabando a las primeras cosas sagradas que descendieron del útero de Olodumare y al principio de la sabiduría y del imperio yoruba. Después, la oración continúa reconociendo la influencia de los que han perpetuado las tradiciones espirituales de nuestra fe, de los ancianos que vivieron y murieron al servicio de Olodumare y de los orishas. Mojuba gbogbowan olodo araorún: Oluwo, Iyalocha, Babalosha, omo-kolaba egun imbelese Olodumare. Mojuba gbogbowan olodo araorún: Oluwo, Iyalocha, Babalosha, omo-kolaba egun Elelegba(*1) lagba lagba imbelese, timbelese Olódumare. Rindo homenaje a los que han cruzado el río y ahora son ciudadanos del cielo, a los sacerdotes y sacerdotisas muertos que descansan con Olódumare. Rindo homenaje a todos los Oluwos, Iyalochas, Babaloshas y Babalawos que están con Olófin, a los muertos que están a los pies de Dios. Rindo homenaje a los que han cruzado el río y ahora son ciudadanos del cielo: Oluwo, Iyalocha, Babalosha y
38 Babalawo que están con Olófin, y también a los muertos de Elegguá que ahora están a los pies de Dios. Después de haber rendido homenaje a los poderes de la creación, a los ancianos y a los sacerdotes y sacerdotisas fallecidos del orisha que se va a consultar, es importante hacer mojuba a los antepasados de las familias religiosa y de sangre. Se suele decir que nos elevamos a hombros de los que nos han precedido; estamos consultando a un orisha, pero no podríamos hacerlo si nuestros antepasados no nos hubieran parido física y espiritualmente. La siguiente parte del canto invoca su fuerza, su conocimiento y su aché antes de invocar las fuerzas macrocósmicas que conocemos como orisha. Ibaé bayen tonú gbogbo egun ara orún orí emi nani [el nombre que recibiste en el rito ocha o tu nombre de pila si aún no has realizado dicho rito]. ____________________
(*1) Es una contracción lucumí que significa «el sacerdote/sacerdotisa muerto de Elegguá». Para los demás orishas, añade la sílaba «Ol» u «Olo» directamente delante del nombre y pronúncialo como una única palabra. Ejemplos: Olobatala, Oloshum, Oloya, Ologun u Olochosi. Para los orishas que no están coronados en la cabeza, pero a los que se ofrece oro en Santo, se añade la palabra Orno, que significa «niño», con un guión. Ejemplos: Omo-Ibeyi, Omo-Aina, Omo-Babaluaiye u Omo-Inle. Para los muertos de Shangó y de Yemayá, la contracción adecuada es «Oniyemayá» y «Onishangó».
Rindo homenaje a todas las fuerzas ancestrales que me acompañan en mi viaje, yo que soy conocido con el nombre de ________ . Ibaé bayen tonú gbogbo egun ara orún orí iyá [o baba] tobi mi [nombre de tu padrino]. Ibaé bayen tonú gbogbo egun ara orún orí yubonna mi [nombre de tu yubonna]. Ibaé bayen tonú gbogbo egun ara orún orí igboro kale ile. Rindo homenaje y presento mis respetos a todos los antepasados que acompañan a los sacerdotes y sacerdotisas que visitan mi casa. Ibaé bayen tonú gbogbo egun, gbogbowan olodó, lagba lagba otokú Ara orún timbelaye, imbelese Olorún, Olódumare. Ofrezco mis respetos y rindo homenaje a todos los muertos, a todos los que han cruzado el río y ahora son mis antepasados
39 espirituales; rindo homenaje a todos aquellos que están en el cielo y se postran a los pies de Olódumare. Araorún, ibaé bayen tonú [nombre del sacerdote o sacerdotisa fallecidos] ibaé. A los que ahora viven en el cielo, ofrezco mis respetos a los que se fueron al país del cielo. [Nombre del sacerdote o sacerdotisa] ibaé. (Continúa hasta que todos los antepasados de la religión hayan sido nombrados.) Ibaé gbogo egun iyá mi, ________. Ofrezco mis respetos a los antepasados muertos de mi madre, _________ [en este espacio, di el nombre completo de tu madre]. Ibaé gbogo egun baba mi, ________. Ofrezco mis respetos a los antepasados muertos de mi padre, _________ [en este espacio, di el nombre completo de tu padre]. [Nombre del miembro de la familia fallecido, empezando por el más reciente] ibaé. Continúa nombrando a los familiares fallecidos hasta que todos tus antepasados de sangre hayan sido nombrados. Después de haber rendido honores a la creación y a los egun (antepasados o parientes fallecidos), el rito mojuba se convierte en una oración por la protección y salud de todos los sacerdotes y sacerdotisas que estén presentes en la casa en el momento de la consulta. Cuando se celebra un ritual ocha, sus energías se despliegan para incorporar a todos aquellos que podrían estar presentes, no sólo el adivinador y su cliente. Se espera que la información descubierta, además de mejorarles a ellos, mejore también a toda la ilé ocha, o familia de los orishas, de la que son parte. Y aunque no estén presentes, el adivinador pide permiso a sus padrinos y ancianos para seguir adelante con el ritual, porque aunque están físicamente alejados del espacio sagrado, las mentes que parieron al sacerdote siempre están presentes en él. A medida que se pronuncian los nombres para ser bendecidos, los presentes en la ceremonia responden «Aché» para dar fuerza a la oración que se está elevando y para dar gracias al adivino por las bendiciones recibidas.
40 Kinkanmaché iya/babá tobí mi [tu madrina/padrino]. Kinkanmaché ojigbona mi [tu ojigbona]. Kinkanmaché ________ [Oluwo, padrino en Ifá]. (Kinkanmaché es una frase con la que se pide protección, bendiciones y las cosas buenas de la vida. Nótese que en estas plegarias se debe usar el nombre africano recibido en la ceremonia ocha.)
Kinkanmaché [desde ahora hasta el final, continúas con todos los padrinos vivos, los abuelos en ocha, y posteriormente con los de tus padrinos; una vez hecho esto, nombra a los sacerdotes y sacerdotisas que podrían estar presentes]. Kinkanmaché orí, eleda emi nani ________ [tu nombre ocha, si es que has realizado dicha ceremonia]. Kinkanmaché gbogbo kaleno, igboro, abure, ashire, Oluwo, iyalocha, Babalosha kale ile. Para que nada malo pueda ocurrirles a los que están presentes en mi hogar: mis hermanos, hermanas, hijos, hijas, sacerdotes y sacerdotisas visitantes, sacerdotes de Ifá, las madres, los padres y los guardianes de los espíritus que han venido a mi casa. Completado el mojuba, es el momento de llamar al orisha entonando sus nombres y oraciones. La mayoría de las casas tienen largas listas de nombres que usan en sus ceremonias y rituales, y si el padrino ha recibido un orisha lo compartirá según lo considere necesario. Para dar ejemplos de las invocaciones a los orishas, a continuación incluyo las oraciones más típicas junto con algunas de las menos tradicionales. Si se practica la adivinación en solitario, es importante que el adivino, mientras reza, comience a tocar el instrumento sagrado para centrar la atención del orisha en la ceremonia en curso.
Para Elegguá Eshu Elegba olo gbogbo na mirin ita algbana baba mi unlo na buruku nitosi le shonsho. Kuelu kuikuo odi. Kosí ofo; kosí ejo; kosí aro, ni oruko mi gbogbo orno nile fu kuikuo. Adupe, baba mi Elegba.
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Dueño de las cuatro esquinas, anciano de los caminos, padre mío, aleja todo mal para que podamos caminar en plena salud. No permitas que haya enfermedad, no permitas que se produzcan pérdidas, no dejes que haya revoluciones, no dejes que haya muertes. En el nombre de todos los hijos de esta casa, te doy las gracias encarecidamente, Elegba, padre mío.
Para Ogún Ogún agbaniyé baba alagbede kuelu re le se na kife. Lai lai toni wiki nitosi gbogbo ni laye. Nitosi le onje. Olódumare ni na agbara ati, ni gbogbo na kishe bawo shishe odara ati buruku, baba Ogún mola balomi. Gran guerrero de sangre, padre guerrero que con tu poder haces tu voluntad eternamente. Antes de matar debemos decir: «Para que el guerrero pueda comer.» Deidad omnipotente, dios de todo lo que se hace para bien o para mal, Padre Guerrero, deidad de la muerte, cuida de mí.
Para Obatalá Obatalá okunrin ati obínrin ni laye eleda ni gbogbo na dará dará ati buruku oba ati ayaba, afin oga ni na bala ati gbogbo na shishe baba alaye alabo mi ati mi gbogbo na ejun, dará dará baba wa afin alano. Jekua baba mi, adupe. Gran deidad masculina y femenina, creador mundial de toda bondad, de toda salud, de toda maldad, del rey y de la reina, dueño albino de la pureza y de toda justicia, padre que escuda, gran protector de todo el mundo, protector mío y de todas las cosas buenas y sanas, piadoso padre albino, saludos, padre mío; gracias.
Para Shangó Shangó, baba mi, kawo ilemu fumi aleya. Tilanshani nitosi ki ko gbamu mi re oro niglati wa ibinu ki kigbo ni na orin ati gbogbo orno nijin gbodo wi kuelu kuikuo beru nitosi dilowo kawo kawo ile mi iwo bagbe
42 baba mi ki awa na kue ni okan nitosi kunle ni iwaye ne re elese ati wi Shangó alamu oba layo ni na ile ogbe o mi. Padre mío, dios del trueno, controla mi hogar. Concédeme tu radiante salvación para que tu palabra no caiga sobre mí cuando estés enfadado, tú que gritas en los cielos. Todos tus hijos aquí abajo te piden con respeto, para honrarte, controla nuestras casas. Recuerda, padre mío, que te invocamos de corazón, nos arrodillamos ante ti y te pedimos, dios del trueno, rey piadoso, felicidad en la tierra, protégenos.
Para Oyá Oyá Yegbe, iya misa oyó orun, afefe iku, lelebi oke, ayagba gbogbo loya, obínrin oga mi aro, oga mi gbogbo egun, orisha ni abaya oyu ewa, Oyansan oyeri jekua, iya mi obínrin ni kuikuo le fun olugba ni Olófin nitosi wa ayagba nikua, adupe. Oyá Yegbe, madre del día que estás en los cielos, viento de muerte, torbellino que viene de arriba, reina de todos los mercados, dueña de todos los espíritus, señora de todas las enfermedades, diosa que tienes marcas en su hermosa cara, hacedora de los vientos, entendedora de la vida, madre mía, mujer de gran poder, enviada por Dios para ser la Reina de la Muerte, gracias.
Para Oshún Oshún yeye mi oga, mi gbogbo ibu laye nibo, obgo mo orisha lo uwe nitosi gba ma abukon ni omi didun nitosi oni alafia ati ayo. Obínrin kuelu re aché, wiwo ati re maru asho gele nitosi yo ayaba ewa kuela re reri ati aye sugbon be toni sho nitosi ko mo nigbati wa ibinu. Obínrin iku, iko Olófin, adupe. Madre mía, dueña y señora de todos los ríos del mundo, donde todos los hijos de los orishas van a bañarse y a recibir las bendiciones del agua dulce, a sentir felicidad y alegría. Mujer de la falda y del baile de los cinco velos, hermosa reina de risa y alegría, pero hemos de ser cuidadosos porque no sabemos cuándo estás enfadada. Señora que
43 tratas con los muertos, mensajera de Olófin, gracias.
Para Yemayá Yemayá orisha obínrin dudu kuele remaye, abaya mi re oyu ayaba, ano rigba oki. Mi iya mayele, oga ni gbogbo okun, yeye, orno eya lojun. Oyina ni re ta gbogbo okun nibe iwo ni re olowo nitosi re orno teriba adupe iya mi. Diosa negra de las siete señales en la cara, reina adivina, acoge mi salvación. Te saludamos, madre, dueña de los mares, madre, hija de los peces. Allí abajo, muy lejos, está tu trono bajo el mar, donde guardas tus riquezas para tu hijo obediente. Gracias, madre mía. Después de haber invocado al orisha, es el momento de explicar el motivo de esta ceremonia de adivinación. Declara quién plantea la pregunta, por qué se plantea la pregunta y cuál es la pregunta. Sé específico, porque Obi es un espíritu con un vocabulario limitado, y aunque un adivino con talento puede determinar muchas cosas con sólo cuatro trozos de coco, si la pregunta se plantea de manera vaga las respuestas recibidas no serán específicas. Cuando hayas acabado con la explicación, eleva una ofrenda de coco para refrescar un poco al orisha y echa un chorrito de agua sobre cada pieza de la ofrenda, que habrás dispuesto sobre la vasija o la imagen del orisha, mientras pronuncias las tres líneas siguientes: Obi n'ibi ikú. Obi no anuncia la muerte. Obi n'ibi arún. Obi no anuncia enfermedades. Obi n'ibi ofo. Obi no anuncia pérdidas Cada trocito de coco rociado sobre el orisha es una ofrenda destinada a evitar la enfermedad, la muerte y la pérdida. Rezamos al orisha para que Obi no nos anuncie que nos van a ocurrir cosas malas y para que, más bien, nos ayude a evitarlas. Pronuncia una última frase mientras lavas las últimas piezas de coco sobre la vasija del orisha:
44 Obi n'ibi araye. Obi no anuncia tragedias producidas por el mundo. Una vez más, el mundo no siempre es un lugar seguro, y ofrecemos un puñado de trocitos de coco para que Obi y el orisha tengan la fuerza de ayudarnos a encontrar el modo de evitar cualquier tragedia que el mundo pudiera presentarnos. Aunque cada pequeña rebanada de coco parezca insignificante, los ancianos han dicho que cuando Elegguá eleva la ofrenda al cielo para presentarla ante los orishas, cada trocito se convierte en todo un coco. Una vez hechas las ofrendas, acabamos esta parte de la invocación con las palabras siguientes: Kosí ikú. Kosí ofo. Kosí ano. Kosí inya. Kosí fitibo. Kosí akopa. Kosí tiya tiya. Kosí araye. Kosí gbogbowan osogbo unlo. Fun iré owo. Iré orno. Iré arikú babáwa. Que la muerte deje de ser. Que desaparezca la pérdida. Que se borre la enfermedad. Que desaparezca la guerra. Que nada nos agobie. Que nada sea irrespetuoso. Que no haya discusiones. Que las discusiones y los chismes desaparezcan. Que desaparezcan las desgracias. Para que así podamos disfrutar las bendiciones del dinero. Para que así podamos disfrutar las bendiciones de los hijos. Para que así podamos disfrutar las bendiciones y no ver la muerte. Después de haber dicho y hecho lo anterior, toca el suelo con tu mano derecha y llévala hasta el coco que sostienes en la mano izquierda. Hazlo tres veces, diciendo en cada movimiento: Ile mokuo. La tierra es abundante. Los presentes responderán en cada ocasión: Akweye. Te invito a participar en el culto. Ahora cambia el coco a la otra mano. Haz el mismo gesto, esta vez extendiendo tu mano hasta el orisha que estás consultando y volviendo a llevarla al coco. Repítelo tres veces, diciendo en cada ocasión: [El orisha] mokuo.
45 [El orisha] es abundante. Los presentes responderán cada vez: Akweye. Te invito a participar en el culto. Usando la misma mano, indica el suelo y después el coco tres veces, diciendo: Akweye Owo. Te invito a participar en el culto para tener dinero, símbolo de bienestar y evolución. Akweye orno. Te invito a participar en el culto para tener hijos. Akweye arikú babáwa. Te invito a participar en el culto para que nunca sea vista una muerte temprana, para que no nos encontremos con nuestros padres inmortales antes de que nos llegue la hora. Si la adivinación con el coco es para uno mismo, haz una cruz para indicar los cuatro puntos cardinales del cuerpo, empezando por la cabeza. Si el ritual es para otra persona, tócale cada punto del cuerpo empezando por la cabeza, y pronuncia: Orí inu (la cabeza) Eshu ni pacuó (la parte posterior del cuello) Esika meji (los hombros) Okakan (el corazón) Inu (el estómago)
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Akwa meji (los brazos) Onukun meji (las rodillas) Elese meji (los pies) Owo osi owo otun ono wale (las manos) Una vez completados todos estos pasos, el adivino separa las cuatro piezas de coco, sosteniendo dos en cada mano. Los lados blancos señalan hacia arriba, hacia el cielo, simbolizando las esperanzas del adivino y sus oraciones para que todas las cosas sean bendecidas y refrescadas. Manten las manos, con las palmas hacia arriba, a ambos lados para mostrar a Olódumare que deseas que el mundo esté en equilibrio, sin luchas ni torbellinos, que sólo haya evolución. Las dos manos dibujan un círculo cada una alrededor de la otra y después se juntan para mostrar que todas las cosas deben unirse antes de que se pueda crear algo nuevo y mejor. Una vez realizados todos estos movimientos simbólicos, el adivino deja caer el Obi desde la altura de la cintura, dando a las piezas la oportunidad de moverse libremente y de responder de manera apropiada. Mientras se las deja caer, se pronuncian las palabras «Obíre Obi» («Coco, por el bien, para Obi»), y los presentes responderán, «Akwanya», que significa «Elijo realizar Obi». Sólo hay otra regla a seguir cuando el Obi cae por primera vez durante la adivinación: si se está consultando a egun (un espíritu ancestral), todas las mujeres que han pasado la pubertad y aún no han llegado a la menopausia no deben observar cuando Obi muestre su primera letra. La primera declaración de los muertos no debe ser observada por las mujeres que aún pueden tener hijos; los ancianos dicen que esto las haría estériles o incluso les provocaría abortos. Cuando las piezas de coco han caído al suelo, el adivinador debe comprobar que el patrón haya tomado forma. La primera declaración del Obi nos dirá si el orisha está presente para responder a nuestras preguntas y si está complacido con nosotros y dispuesto a respondernos. Recuerda que en el oráculo del coco sólo hay cinco patrones o letras básicos: alafia, cuando se muestran los cuatro lados blancos; etawa, que muestra tres lados blancos y uno negro; ejife, que muestra dos lados blancos y dos negros; okana, cuando caen tres lados negros y uno blanco, y oyekun, cuando se muestran los cuatro lados negros. Si cae alafia o ejife, es evidente que el orisha está presente y dispuesto a responder a la pregunta. La tirada alafia nos dice que el orisha está con nosotros y que nos da sus bendiciones para la adivinación. Ejife anuncia que esta sesión volverá a poner al consultante en equilibrio con su destino. Etawa es una letra complicada cuando cae en la primera tirada, porque nos dice que el orisha está presente, pero puede no estar muy dispuesto a responder preguntas. A menudo se dice: «No debes preguntar las cosas que
47 ya sabes.» Okana es el modo que tiene el Obi de decirnos que el orisha no está presente. Si cae esta letra, el adivinador debe volver a hacer sonar su instrumento sagrado, llamándole por sus nombres conocidos, y quizás entonando una canción. Si el Obi vuelve a responder okana, se dice que el orisha está en otra parte dedicado a un trabajo importante, haciendo algo por el adivino. Debe transcurrir al menos un día antes de repetir el ritual de adivinación y quizá se le debería hacer una ofrenda con anterioridad para ayudar al orisha a regresar a casa. La última letra, oyekun, puede ser complicada y a veces peligrosa. Si cae en la primera tirada, moja las cuatro piezas con agua de la jicara (una calabaza usada para libaciones) para refrescar el signo, dando la vuelta a cada pieza para que se puedan ver las partes blancas. Si hay un niño en la casa, haz que sea él quien levante las piezas del suelo. Los niños son inocentes por naturaleza y la inocencia es la cualidad necesaría para aplacar el corazón de oyekun. Si no hay niños presentes, la persona más joven de la casa debería levantar la letra del suelo. Ahora bien, muchos ilé ocha tienen opiniones divergentes respecto a cómo tratar la letra oyekun cuando sale en la primera tirada del Obi. Nuestra preferencia es retirar a oyekun de la casa, lanzando las piezas lejos, a la calle. Como el primer patrón determina si el orisha está presente y dispuesto a hablarnos, oyekun anuncia que el orisha no está dispuesto a hablar. Si el cliente insiste y quiere forzar la lectura, entonces se debe hacer la consulta con el oráculo diloggún para realizar una evaluación minuciosa. Otras casas consideran que el Obi en oyekun es una declaración de los muertos; para conocer detalles de cómo resolver esta situación, véase la sección sobre oyekun al final del capítulo 3. Habiendo determinado que el orisha está presente y bien dispuesto para responder a las preguntas, ahora el adivino puede retirar el oráculo del suelo y comenzar la sesión. Como se hacía durante el mojuba, el adivinador debe dirigirse directamente al espíritu ante su altar, diciendo el texto completo de la pregunta de un modo que no invite a la confusión ni permita respuestas ambiguas. Recuerda que has de decirlo de tal modo que la respuesta más positiva sea «Ejife», el mundo está en equilibrio y todo está bien. Una vez hecho esto, deben separarse los cocos, poniendo dos de ellos en cada mano; las partes blancas están vueltas hacia arriba (en este caso, se trata de atraer todas las bendiciones y bondades del cielo y Olódumare en el ritual). Las manos se separan y se vuelven a juntar en un movimiento amplio y circular mientras el adivino pronuncia las palabras: «Obíre el nombre del orisha.» A lo que todos responden «Akwanya», mientras el oráculo cae por el aire y aterriza dibujando su diseño final. La letra expuesta determina la respuesta del orisha a lo que se ha preguntado. El adivinador registra la letra y da comienzo a la serie de rituales y oraciones que completará la interpretación del oráculo.
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Capítulo 3
Interpretación del oráculo OBÍ ES UN ORÁCULO que tiene muchos niveles de interpretación. Hay quien
sólo lo conoce y lo usa como un sistema para obtener respuestas «sí-no» de los orishas. En esencia, la lectura del Obi comprende cinco letras o símbolos básicos que se revelan cuando los pedazos de coco blancos y negros adoptan la forma de un mándala. Aunque estos cinco patrones básicos representan diversos grados de respuestas que van desde el «sí» hasta el «no», cada uno de ellos también pueden tratar una serie de asuntos científicos, filosóficos, religiosos y metafísicos de forma muy parecida a como lo hace otro oráculo más complejo llamado diloggun. Además, hay otros dos principios que tenemos que mencionar. El primero es que los cinco odu básicos que salen en una tirada del Obi pueden pedir, bajo los auspicios de orishas específicos y en determinadas circunstancias, una segunda tirada que cree un meji o doble odu. A partir de estos cinco signos pueden obtenerse un total de quince dobles odu, ampliando los signos originales alafia, etawa, ejife, okana y oyekun a un total de veinte letras. Cada una de estas letras tendrán sus propios significados que amplían y prolongan las cinco letras madre de este oráculo. Finalmente, la manera que tengan de caer las piezas de coco también pueden indicar una variedad de iré (bendiciones) u osogbo (malos augurios), dependiendo de la situación relativa de las piezas. Si el adivinador tiene aché, puede obtener una increíble cantidad de información a partir de una simple tirada de cuatro piezas de coco. Nuestro sistema de interpretación básico parte de los cinco signos que pueden presentarse cuando se permite que las cuatro piezas de coco caigan libremente de las manos del adivinador ante el orisha consultado. El Obi desciende dando vueltas hasta caer humildemente a los pies, tanto del devoto como del orisha, revelando la respuesta de éste tal como se da a conocer y como se relaciona con la pregunta básica planteada por el consultante. Recuerda que cuando se consulta el Obi da su respuesta mostrando uno de los cinco signos siguientes: alafia, etawa, ejife, okana u oyekun. A partir de estos cinco signos básicos el adivinador comienza a interpretar las respuestas de los
49 orishas. El pleno significado de cada tirada dependerá no sólo del texto de la letra revelada, sino también del orisha al que se haya planteado la pregunta y de la posición relativa de las piezas. Los significados básicos de los cinco patrones y sus tiradas meji (si fueran necesarias) son los siguientes: alafia (cuando salen cuatro piezas blancas). Cuando el patrón muestra cuatro caras blancas, Obi trae alafia, bendiciones. Aunque en manos de un aleyo o santero (sacerdote) este oráculo no puede referenciar odu(*1), el patrón mismo hace alusión a baba Eji Ogbe, la primera letra de la creación desplegada por Olódumare. No tiene otra equivalencia posible. Para mostrar su respeto, el adivino debe agacharse sobre sus pies y orar: «Alafia orno. Alafia owo. Alafia Imale. Alafia ariku babáwa.» En lucumí, el adivino ha pedido que alafia venga con «paz y abundancia, que la paz se manifieste como abundancia de niños, con prosperidad y con el tipo de paz que no es posible disfrutar cuando se tiene una muerte prematura ». Éste es un mándala poderoso dentro de este oráculo, pero no es, de ningún modo, el más positivo. Hay veces que alafia, por sí solo, responde afirmativamente; otras veces alafia se convierte en meji, y en tal caso puede responder «sí» o «no». Puede oscilar, por lo que el adivinador debe ser cuidadoso con su interpretación.
____________________ (*1) Para referenciar odu con Obi, uno debe visualizar el coco como un opele (una cadena de adivinación de Babalawo). Sólo los sacerdotes de Ifá gozan de este derecho. Su grado de iniciación, además de las oraciones empleadas cuando lanzan el coco, hace que los sacerdotes de Ifá puedan leer los 256 odu en una sesión. Un aleyo o santero no tiene el aché necesario para esta tarea y aunque Obi caiga en un patrón que imite el odu, para él no es más que un suceso casual que no tiene ningún significado más allá de sí mismo. Odu no puede ser invocado por los que no tienen la iniciación adecuada; no se presentará a los que no pertenezcan al sacerdocio de Orúnmila. Sin embargo, hay quienes discuten este punto. Como en todo lo demás en Santería, éste es un asunto a tratar con los propios padrinos.
Si el Obi está siendo ofrecido a Obatalá, Shangó, Yemayá u Oshún, el patrón alafia es firme y la lectura oracular acaba aquí; la respuesta a la pregunta es «sí». Aunque estable, el iré de esta letra puede perderse si el cliente no escucha las señales de advertencia. En este caso, Obatalá se manifiesta con claridad. No emprendas ninguna acción hasta que los objetivos hayan sido visualizados y los planes estén firmemente establecidos. Shangó presenta este patrón cuando quiere advertir al consultante que en ese momento necesita vigor y fortaleza. No obstante, las batallas deben plantearse a la defensiva. No ataques nunca. La nobleza es una cualidad que debe favorecerse. Yemayá y su hermana Oshún aconsejan la acción pertinente de acuerdo con las tendencias naturales. Yemayá se mueve sin cesar; sus olas besan la orilla constantemente. Las tormentas arrecian sobre ella, sí, pero en lugar de destruirla le permiten una acción mayor. Los ríos de Oshún siempre fluyen en la misma dirección, igual que debería hacerlo el cliente, pues también ellos son alimentados por las tormentas de la vida; el mal tiempo da vigor a Yemayá y la hacen más fuerte. Cuando vengan los obstáculos —y es seguro que vendrán— ella los superará o los rodeará para acabar desgastándolos con sus aguas. Para saber cómo actuar en una situación dada, el cliente debe observar a los orishas de la naturaleza y, a continuación, decidirse por un curso de acción. Si este signo es el mensaje de un orisha que no es de rango real, entonces debe considerarse una advertencia y no una respuesta firme. Bajo la
50 influencia de dichos orishas, esta letra exige que se lance un doble odu para dar por terminado el oráculo. Elegguá, Yewá, Ogún, los Ibeyi, Ochosi, Asohano, Osain, etc., son ejemplos de espíritus que vacilan en este patrón. Bajo su dirección, alafia se convierte simultáneamente en un aviso y una recomendación. Nos avisa que vendrán pruebas y tribulaciones, situaciones que sacarán al cliente de su camino. Puede que pierda de vista sus objetivos. A esta persona se le recomienda prudencia, que planee bien todas sus acciones antes de avanzar en una dirección. Cualquier pensamiento o emoción que pueda «calentar» la cabeza debe ser evitado, porque sólo con tranquilidad y frescura podrán evitarse males mayores. Esta lectura anima a la paciencia. Vinculado a estos orishas, alafia nunca es un «sí», una respuesta positiva; el adivinador no debe suponerlo. Sólo es un primer consejo y el permiso del espíritu para continuar con la lectura. Adviértase que esta señal anuncia un breve periodo de iré, aunque la apertura de la letra doble puede acortar su duración. Cuando el orisha consultado exige una segunda tirada de alafia, las cinco combinaciones siguientes determinarán el veredicto final de la consulta. alafia-meji (cuatro piezas blancas seguidas de otras cuatro blancas). Alafia-meji es el primero de una serie de patrones que pueden caer cuando se hace necesario del doble odu. A la primera serie de cuatro caras blancas le sigue otra igual, de cuatro caras blancas. Recuerda que cuando uno consulta un espíritu caprichoso o variable (cualquiera de los considerados carentes de realeza) el oráculo sólo ha de lanzarse una segunda vez. La letra se ha repetido, haciendo hincapié en la naturaleza de alafia. Se garantiza que podrá obtenerse el resultado en paz siempre que se siga el consejo recibido, pero no es seguro que el camino hacia el éxito esté libre de peligros. Por otra parte, este signo tampoco promete al cliente que obtendrá exactamente aquello que desea. En algún punto del camino, los planes podrían cambiar y los orishas pueden enviarle algo más esencial para su evolución. En alafia, los orishas prometen trabajar para satisfacer las necesidades del consultante, pero no su avaricia. Alafia-meji es un augurio positivo, aunque todo lo que promete es recibir las bendiciones de este o aquel orisha si se siguen sus consejos. Nótese que ésta es la respuesta completa del espíritu y alafia-meji cierra completamente esta sesión con el oráculo. alafia-etawa (cuatro piezas blancas seguidas de tres blancas). Alafiaetawa es el segundo patrón que puede presentarse cuando se hace necesario un doble odu. A las cuatro piezas blancas les sigue una tirada de tres blancas y una negra. El cliente ha venido a los orishas porque desconocía algo y sólo obtiene el misterio por respuesta. La naturaleza del espíritu consultado es caprichosa y alafia nos advierte que procedamos éticamente, con cautela; pero la segunda señal dada por el espíritu no coincide con la primera. Aunque es casi igual a la propia alafia, etawa nos muestra algo de oscuridad en medio del bien que podría sucedemos. Habrá fuerzas que tratarán de superarnos; sin embargo, es posible que sean controladas por los tres pedazos blancos que hay en el suelo. Como la respuesta es vaga, el adivinador tiene que considerar cuidadosamente muchos aspectos. En primer lugar, esta letra podría indicar que el espíritu consultado se resiste a dar respuestas, que este orisha no
51 quiere participar. En tal caso, el adivinador tendrá que hacer la petición a otro espíritu(*2). Obi también podría estar señalando la falta de compromiso del cliente, que para conseguir sus objetivos debe enfocarse en lo que es importante. Hasta que el cliente no se comprometa a actuar dentro de sí mismo, sus esfuerzos no le conducirán a nada. A través de esta señal, los orishas podrían querer indicar que el cliente es perezoso. Sólo los esfuerzos intensos producen resultados, e incluso así, aunque se consiga un objetivo, podría no ser el deseado. Aunque no sea el signo más positivo dentro de este oráculo, alafia-etawa acaba esta sesión con Obi y una vez hecha la tirada, el oráculo se cierra. alafia-ejife (cuatro piezas blancas seguidas de dos blancas). Alafia-ejife es el tercer patrón que puede salir cuando se ha hecho necesario un doble odu. El signo inicial, alafia, es seguido por un mándala equilibrado que muestra dos caras blancas y dos negras. De todas las letras en esta familia, sólo ésta nos da un «sí» estable; el orisha nos está prometiendo la consecución de nuestros objetivos. Esta promesa es firme, pero está condicionada a las acciones del cliente. Debe seguirse el consejo de alafia para que el mundo de esa persona alcance el equilibrio. Aunque es posible que los resultados no vengan con facilidad, vendrán, y la persona tendrá lo que desea. Acabando con una letra positiva, el orisha que habla ha traído el cierre del oráculo. alafia-okana (cuatro piezas blancas seguidas de una blanca). Alafiaokana es el cuarto patrón que puede presentarse cuando se hace necesario el meji odu. A la señal inicial, alafia, le sigue un mándala con una pieza blanca y tres negras. Lo que el adivino debe aconsejar al cliente es lo siguiente: en primer lugar, se van a presentar grandes dificultades; esta persona está a punto de entrar en un periodo muy volátil en el que le puede ocurrir cualquier cosa negativa. Sólo el hecho de mantener la cabeza fría y la mente clara permitirá al consultante salir incólume de cualquier prueba o tribulación. En segundo lugar, se le debe decir al cliente que la respuesta a su pregunta es un «no» incondicional. E l orisha no titubeará ni cambiará esta respuesta y ningún ebó cambiará el sendero de esta persona. Cualquier cosa que el consultante intente en este sentido fracasará. Sólo el abandono y la modificación de la conducta pueden impedir ahora los peligros que se ciernen sobre él. El adivinador debe añadir que no es posible cerrar el oráculo con un signo tan negativo. Si se ha abierto la sesión con alafia-okana deben seguirse las instrucciones del capítulo 5, «Cierre de la sesión de Obi», para clausurar esta lectura de la manera apropiada. ____________________ (*2) Esta letra, a menudo, cae a los que no siguen adecuadamente el protocolo cuando usan el Obi. Es importante seguir los pasos del capítulo 2 para abrir el oráculo. De este modo, el adivino determina la disposición del orisha para responder a las cuestiones del cliente antes de que las pregunte.
alafia-oyekun(*3) (cuatro piezas blancas seguidas de cuatro negras). Alafia-oyekun es la quinta señal que puede presentarse cuando se hace necesaria una tirada meji. Cada parte del mándala está en oposición: cuatro piezas blancas seguidas de cuatro negras. La respuesta a la pregunta es invariablemente un «no»; no hay modo de aplacar o cambiar esta señal. Aunque el cliente sienta que un intenso esfuerzo y una exploración valiente
52 podría cambiar lo que los orishas han predicho, debe darse cuenta de que al final sólo obtendrá decepción y fracaso. Seguir la ruta planeada podría incluso traer la destrucción, la ruina o la muerte del cliente. Adviértase que, cuando cae esta letra, el adivino no puede asumir que el oráculo está cerrado. Debe humedecer las piezas negras con agua de la jicara, dándoles la vuelta para que se vean las caras blancas. Entonces levanta oyekun del suelo. Ahora debe pedir permiso para cerrar el oráculo con la pregunta: «¿Eboda?», que significa: «¿Está todo bien [respecto a esta lectura]?» La aparición de alafia, etawa o ejife muestra que el orisha ha dicho todo lo que tenía que decir y el oráculo está acabado. ____________________
(*3) Hay dos escuelas de pensamiento respecto a cómo gestionar una tirada meji del Obi que acabe en oyekun. El primer método para abordar esta situación es tratar oyekun como si hubiera caído por sí solo; se mojan las piezas negras con agua, se les da la vuelta para mostrar la parte blanca y se levantan ritualmente del suelo. El adivino trata la letra como si hubiera caído para los muertos. Para más información sobre este punto, véase página 58. La segunda escuela trata cada patrón meji como si fuera una letra en sí misma. Como el patrón comienza con alafia y termina con oyekun, el signo mismo es alafia-oyekun y pertenece a la familia de alafia. No se le trata como si fuera oyekun, sino más bien como un patrón de alafia. No obstante, si la letra no se cierra, deben investigarse las implicaciones del segundo signo, pues es bastante probable que los muertos estén mostrando este patrón para pedir ebó. Con respecto a cualquier información de este o de cualquier otro libro, consulta con los ancianos de la religión antes de tomar decisiones respecto a cómo gestionar estos patrones dentro del Obi.
Pero si la respuesta a la pregunta del adivino es okana, el oráculo no está cerrado. El orisha consultado no sólo nos dice que la respuesta es «no», sino que el consultante necesita ebó para protegerle de todo mal; el osogbo de oyekun está cerca. Para obtener instrucciones sobre cómo proceder en esta circunstancia, véase capítulo 5, «Cierre de la sesión de Obi». La última señal que puede venir en la respuesta a la pregunta «¿Eboda?» es oyekun. Cuando responde así, Obi anuncia que hay asuntos que resolver con los egun. Antes de afrontar dichos asuntos, deben realizarse una serie de acciones para retirar oyekun de la casa: las cuatro piezas negras deben ser untadas con aceite rojo de palma; a continuación, los cocos son regados con abundante agua de la jicara y se les da la vuelta, de modo que se vean las partes blancas de las piezas y, seguidamente, se introducen en la calabaza. Finalmente, la persona más joven en el hogar del adivino debe llevar la letra fuera de la casa, tirando los pedazos de coco a la calle. Allí, las piezas de coco se pudrirán, el agua se evaporará y la tierra limpiará lentamente la volátil esencia de oyekun. Es lo suficientemente grande como para afrontar esa tarea. Habiendo dado todos estos pasos para sacar a oyekun de la casa, vuelve a abrirse el Obi usando un coco fresco. Cuando el oráculo está preparado, el adivino, el cliente y las demás personas presentes se reúnen ante el altar de los egun. Vuelve a completarse todo el proceso de adivinación, empezando por las oraciones (mojubando) y acabando con la primera tirada del coco a Obi mismo. Recuerda, el patrón de esta primera tirada determina no sólo si los egun están presentes, sino si están dispuestos a responder a las preguntas. Ahora el adivino debe determinar qué piden los espíritus, si es que piden algo, y debe plantear la pregunta de modo que la respuesta más positiva sea ejife, es decir: «Sí, el mundo está en equilibrio.» Como el acto de mojubando es un ebó y un acto de culto en sí mismo (que cumple el deseo de los egun de ser reconocidos y adorados revelado por el patrón alafiaoyekun), el
53 adivino podría preguntar: «¿Están los egun de [nombre del cliente] satisfechos esta vez?» Al hacer la tirada del Obi, si sale alafia, etawa o ejife los espíritus están satisfechos. El oráculo se cierra; no hace falta nada más. Es importante que el cliente nunca más vuelva a ignorar a estos espíritus; hacerlo obstaculizaría su evolución. Si salen okana u oyekun, los egun no están satisfechos. Okana es un «no» más suave; los antepasados del cliente quieren que la oscuridad se disipe ante la luz. Sin embargo, como han sido ignorados durante tanto tiempo y están insatisfechos con la propiciación de sus descendientes, no tiene ni la fuerza ni el aché necesarios para ayudarle a evolucionar. Simplemente su presencia insatisfecha incrementa esta oscuridad espiritual. Oyekun es un «no» más peligroso. Este mándala nos da a conocer que han venido algunos de los antepasados más antiguos y olvidados, y exigen la reverencia y el culto que les es debido. Aunque no van en contra de su descendiente, su presencia está llena de necesidad, de hambre, y esto se acumula en torno a él como una oscuridad densa e impenetrable. Tanto con okana como con oyekun, el adivino debe seguir las instrucciones facilitadas en el capítulo 5, «Cierre de la sesión de Obi». Si esta propiciación vuelve a ser infructuosa (el oráculo no marcará ebó o no cerrará con ebó), las letras negativas deben ser frotadas con aceite, regadas con agua y sacadas a la calle. Sólo una sesión inmediata de diloggún apaciguará los asuntos espirituales de este cliente. etawa (se muestran tres caras blancas). Etawa es el segundo patrón que puede salir cuando se hace una tirada de Obi a un orisha. Es un mándala que muestra tres caras de los cocos blancas y una negra. El nombre mismo, etawa, es la contracción de una frase en lucumí que significa «Tres están ante nosotros», en la que el tres se refiere al número de piezas blancas. Aunque el poder que se ha manifestado ante nosotros es principalmente luminoso, la pieza negra presente simboliza la oscuridad que se cierne. Se presenta como señal, como una advertencia dirigida al consultante responsable de este ejercicio adivinatorio. Esta letra contiene osogbo, que pronto tendrá que ser enfrentado por el cliente. Las fuerzas se están reuniendo rápidamente para superarle, aunque todavía pueden ser aplacadas por las tres piezas blancas que están en el suelo. La letra misma representa una revolución, una sutil revuelta contra el iré que Obatalá y los orishas funfún (los orishas frescos) podrían traer a la vida de esta persona. Has de saber que aunque la oscuridad intenta vencer a la luz, ésta sigue estando presente. Las bendiciones siguen estando presentes, de momento. Pero esta letra no guarda relación alguna con la estabilidad, sólo implica lucha y esfuerzo. Para ayudar a mantener la oscuridad bajo control y dar estabilidad a este presagio, el adivino se pone de pie, elevándose sobre la letra, y reza la oración sagrada: «Etawa owo. Etawa orno. Etawa arikú babáwa. Obi kengyo!» En nuestro idioma, la oración dice: «Etawa tráenos la bendición de los hijos, del dinero, de una larga vida [esta oración va contra la oscuridad y acompaña a la blancura inherente del signo]. Obi, ¡dinos cosas buenas!» En casi todas las circunstancias, el signo etawa exigirá que el adivino presente, una vez más, una ofrenda de coco al orisha consultado. Los orishas que no tienen la consideración de guerreros permiten una segunda tirada: Shangó, Aganyú, Ochosi, Oyá, Yewá, Ayáguna (una senda guerrera de
54 Obatalá), Babaluaiye (la enfermedad y el malestar son sus armas) y Elegguá usan esta letra para indicar que se va a precipitar una guerra. Aunque es posible que la guerra esté silenciada en estos momentos, pronto se librará, y el cliente tendrá que luchar por las cosas que aprecia y valora. Los orishas tendentes a la frescura y serenidad usan esta letra para señalar el estado mental del cliente en este momento. A través de etawa, Obatalá dice que esta persona no está preparada para grandes logros: en primer lugar, crea un espacio de calma y, en segundo lugar, date cuenta que hay una oscuridad interna, casi una depresión, que se está levantando para envolver a esta persona. Yemayá podría usar etawa para mostrar que las incesantes mareas marinas están tratando de erosionar la estabilidad intrínseca de la vida. Finalmente, Oshún muestra que habrá obstáculos en el camino de la persona y puede que se necesite algún tiempo para que sus aguas sagradas aparten o pasen por encima de estos obstáculos. En todos estos casos, el adivino tendrá que rezar y recuperar los cocos del suelo para encontrar un signo más estable y la declaración final de los orishas. Existen ciertas condiciones bajo las cuales etawa es estable y representa la voluntad de los orishas en relación con la pregunta del cliente. Hay ciertos orishas que no hablan a través del diloggún y, sin embargo, ofrecen consejo a través de Obi (no usan su propia voz, sino los patrones del orisha Obi). Los Ibeyi, Ideu, Ayao, Inle, Olokun, Ainá y Abata dan etawa como declaración final. Cuando los mencionados orishas abren con esta letra, ya han dicho todo lo que tenían que decir y no quieren que se les vuelva a molestar. Ogún, que es más dado a la acción que a la palabra, completará su respuesta en etawa. L a naturaleza de estos espíritus tiende hacia el silencio y sus respuestas siempre son concisas. Debes saber que aunque para ellos etawa es un «sí» estable, también es un «sí» condicional, siendo la condición que el cliente proceda con cuidado en todos sus asuntos. Finalmente, si uno de los orishas está siendo cuestionado en su lugar natural y cae etawa, entonces se acepta como un «sí» estable (aunque condicional) y no vuelve a hacerse uso del oráculo. En cualquier otra circunstancia, el adivino debe levantar el Obi del suelo y hacer otra tirada para determinar la voluntad del orisha en relación con los problemas del cliente. Es imprescindible una letra doble para encontrar estabilidad cuando sale etawa. Éstas son las letras dobles de etawa. etawa-alafia (tres caras blancas seguidas de cuatro blancas). Éste es el primero de los patrones que pueden surgir cuando se hace una doble tirada de Obi para un orisha. La primera letra que ha salido es etawa, un mándala de una cara negra y tres blancas, seguido de alafia, el patrón con todas las caras blancas. Aunque éste es un signo positivo dentro del oráculo, esta letra no garantiza el éxito para el cliente. Indica un periodo de luchas, de esfuerzos, y envía señales de enemigos ocultos (tanto internos como externos, psicológicos y físicos) que producirán torbellinos. Pero la oscuridad será controlada y al final el cliente recibirá las bendiciones de los orishas. Puede que no consiga lo que quiere, pero conseguirá algo que necesita. Siguiendo este camino, la evolución está asegurada. Como ésta es una letra positiva, el oráculo queda cerrado. El orisha ha dicho todo lo que tenía que decir.
55 etawa-meji (tres caras blancas seguidas de otras tres blancas). Éste es el segundo patrón que puede caer en una doble tirada de Obi para un orisha. El primer signo, etawa, ha salido repetido; se ha doblado el patrón de una cara negra y tres blancas. Cuando cae esta letra, se suele decir que «uno no debería preguntar lo que ya se sabe». El orisha consultado está indicando que el cliente ya conoce la respuesta a lo que se le ha preguntado, y que al espíritu no le agrada que le molesten. No obstante, la respuesta es un «sí» inestable. Las cosas podrían cambiar a medida que el cliente se comprometa más con su propia evolución o pierda de vista su objetivo. Aunque éste no es el más fuerte de los signos de Obi, etawameji cierra la sesión. Además, el adivino debe tener presente que el signo mismo también indica la indiferencia del espíritu; no le agrada una o más de las personas reunidas en la habitación para la adivinación. etawa-ejife (tres caras blancas seguidas de dos blancas). Este es el tercer odu que puede caer cuando se hace necesaria una tirada meji dentro de esta familia. A etawa, el patrón con una cara negra y tres blancas, le sigue un mándala equilibrado con dos caras blancas y dos negras. Aunque etawa titubea, ejife es la más fuerte de todas las letras; es el augurio más estable de toda esta familia. La respuesta a la pregunta del cliente es siempre un «sí»; el mundo acabará estando en equilibrio. La oscuridad que está surgiendo en este momento en la vida de esa persona será equilibrada por la luz; habrá una mezcla adecuada de dulce y amargo, y el cliente prosperará hacia sus objetivos. La evolución llegará, aunque pueda necesitar mucho esfuerzo. Aconseja a esta persona que persevere, porque al final obtendrá el resultado deseado. etawa-okana (tres caras blancas seguidas por una blanca). Éste es el cuarto patrón que puede presentarse cuando se hace necesario lanzar el Obi una segunda vez. A las tres caras blancas les siguen las tres negras; el patrón es el inverso, e indica una inversión en la vida del cliente. Aunque siempre responde «no» a la cuestión inicial, este «no» es condicional. Si el adivino es diestro en su trabajo, es posible cambiar la respuesta del orisha y encontrar el modo de que el cliente consiga, al menos parcialmente, sus objetivos. Algo importante ha sido pasado por alto. Quizás el adivino haya expresado la pregunta incorrectamente. Se debe revisar el enunciado de apertura ante el orisha para detectar posibles fallos y, si es necesario, habrá que reordenarlo a fin de que la respuesta más positiva sea posible: «Sí, el mundo está en orden.» Quizás el cliente no haya pensado su pregunta con detenimiento; es posible que en realidad no sepa lo que quiere preguntar. Recuerda que en este oráculo la frivolidad, o las expresiones poco claras, confundirán a Obi, que sólo dispone de cinco signos básicos con los que responder. Considerando con cuidado esta letra, el proceso de adivinación y los problemas del cliente, la letra podría ser cambiada. Si se ha usado un procedimiento incorrecto, hay que introducir el oráculo dentro de la jicara de agua y arrojarlo a la calle. A continuación, debe abrirse un nuevo coco y empezar de nuevo toda la sesión. Como esta letra no cierra el oráculo automáticamente, el adivino, usando su propio aché, puede empezar a plantear una serie de preguntas para determinar qué es lo que falta en el procedimiento. Si el oráculo da continuamente respuestas negativas en tiradas consecutivas, el adivino debe
56 pedir permiso para cerrar la sesión y ponderar las respuestas con el cliente. Seguidamente debe reabrirse el oráculo con un nuevo coco esperando que esta vez todo vaya bien. Para atraer el éxito puede ser necesario un ritual, un ebó, o incluso un cambio de conducta. Estas opciones deben consultarse con Obi antes de pedir permiso para cerrar la sesión. etawa-oyekun (tres caras blancas seguidas de cuatro negras). Ésta es la última letra que puede abrirse en la familia etawa. La tirada inicial de una cara negra y tres caras blancas es seguida por una tirada con todas las caras negras. Éste es el «no» más contundente de todas las composiciones de etawa; la declaración es firme. Como oyekun es volátil, el adivino debe completar una breve serie de rituales para refrescar el signo: en primer lugar, se agacha hasta el suelo y moja las caras negras con agua de la jicara; a continuación, les da la vuelta para que puedan verse las caras blancas (en este caso, se recita una oración pidiendo paz y bendiciones, una plegaria que elevamos a los dioses no con palabras, sino mediante acciones y símbolos). Antes de hablar al cliente, el adivino debe ponerse de pie y, sosteniendo dos trozos de coco en cada mano, pregunta al espíritu: «¿Eboda?», antes de volver a tirar el Obi al suelo. Si los cuatro pedazos de coco forman alafia, etawa o ejife el oráculo está cerrado y el adivino debe dar el mensaje siguiente: «La respuesta a tu pregunta es "no", y no se puede hacer nada para cambiarla. Ahora mismo caminas en la luz, pero la oscuridad está allí y está tratando de dominarte. Si sigues por tu camino actual, lo conseguirá. Entrarás en un periodo de luchas, de esfuerzos; el resultado será la ruina y la muerte (física, emocional, mental o espiritual).» Este patrón requiere un ebó: una rogación (limpieza de la cabeza) ante Obatalá. Una vez realizada, depende del cliente apartarse de todas las personas vinculadas con la pregunta planteada. Este ebó y la modificación de conducta subsiguiente ahora son necesarios para evitar el osogbo. Si la respuesta a «¿Eboda?» es okana, la petición al orisha exige ebó. Aunque la respuesta de etawa-oyekun no cambia, la ofrenda descrita ayudará a preservar al cliente de peligros. El adivino tiene que seguir las instrucciones facilitadas en el capítulo 5, «Cierre de la sesión de Obi». Si en contestación a «¿Eboda?» sale oyekun, las respuestas de Obi están siendo oscurecidas por los muertos, que están pidiendo ofrendas y ayuda espiritual. Antes de determinar qué es lo que desean, oyekun debe ser retirado de la casa. Cada pieza negra es untada con epó (aceite rojo de palma) y refrescada con agua. Se les da la vuelta a todas ellas para que las caras blancas miren hacia arriba. Hecho todo esto, se ponen las cuatro piezas de coco dentro de la jicara de agua y la persona más joven de la casa tira tanto el agua como las piezas de coco a la calle. Una vez que oyekun ha sido retirado de la casa, se abre un coco nuevo y se pregunta a los egun ante su altar qué es lo que desean. ejife (se muestran dos caras blancas). Cuando el mándala que dibujan las piezas de coco está equilibrado, mostrando una serie de dos caras blancas y dos negras, sabemos que ejife ha venido a casa. La respuesta del orisha a la pregunta del cliente es simple: «Sí, el mundo está en equilibrio.» Ninguna pieza del Obi está fuera de lugar, no hay ninguna cortapisa a las bendiciones presagiadas. E l consejo de esta letra es simple: todo lo que el cliente necesita
57 para conseguir logros y evolucionar está presente o en camino, y un avance cauto garantiza su éxito. La estabilidad de este signo sólo se pierde cuando el cliente actúa alocadamente o de manera poco sabia. Como ésta es la letra más positiva, cuando sale se considera que el oráculo está cerrado. El orisha ha dicho todo lo que tenía que decir. Nota: Ejife nunca requiere una tirada meji. okana (se muestra una cara blanca). Okana es el cuarto patrón que puede salir cuando se hace una tirada de Obi ante un orisha. La palabra misma, okana, es una contracción en lengua lucumí que significa «sólo vemos una» (okán significa «uno»). Tenemos ante nosotros un mándala de tres caras negras y una blanca. La oscuridad supera a la luz, comprometiendo las bendiciones que Obatalá y los orishas frescos traerían a la vida del cliente. Es una señal, una advertencia de que la oscuridad y la retribución se ciernen ahora sobre la vida del cliente; esta advertencia no puede ser ignorada, no puede ser negada. La luz y la oscuridad están siempre en guerra, siempre tratando de equilibrarse y de desequilibrarse mutuamente. Las bendiciones siguen existiendo en pequeña cantidad, pero el cliente no está en el momento ni en el lugar de solicitarlas. En este odu sabemos que las fuerzas espirituales no están en el alineamiento adecuado. El cliente se ha puesto en una posición en la que la buena suerte no puede hallarle y, aunque lo hiciera, él no podría aceptarla. Sin embargo, tal como la luz ilumina el final de un túnel, la blancura de esa luz puede llevar a la persona a atravesar la oscuridad que le rodea. Se debe aconsejar al cliente que busque con cuidado ese resplandor, esa estrella brillante, que le alejará de todo osogbo. Esta letra pide un cambio rápido y una acción decidida, y cualquier fuerza que los apoye hablará en este signo. Oyá, Olokun, Ogún, Shangó, Elegguá y Aganyú pueden hablar aquí, como también pueden hacerlo los muertos. Para reducir los efectos negativos de este patrón sobre el adivino y su hogar, cuando cae esta letra se debe realizar un breve ritual para refrescar sus energías recalentadas. Quien esté echando el Obi debe empezar por mojar las puntas de sus dedos con agua fresca; agachándose ante el oráculo, a continuación moja las caras negras de Obi, y reza: «Leti okana, bata okana. lie okana. Kosí ikú. Kosí arún. Kosí eyo. Kosí araye», que significa: «Escucha a okana, porque okana está a nuestros pies. Okana está en nuestra casa; vigila para que no traiga la muerte, problemas, enfermedades o tragedias.» Habiendo ofrecido esta humilde oración, el adivino da la vuelta a las tres caras negras hasta que el mándala alafia esté ante él. Esta serie de acciones muestra a Obi, y al orisha invocado, que uno está realizando la adivinación para obtener bendiciones. Hecho esto, las cuatro piezas se recogen del suelo. El modo en que continúe la adivinación depende de la razón que haya movido a realizada. Cuando se hace Obi ante un orisha antes de completar el ritual, okana no siempre puede ser interpretado como un rechazo o un signo de insatisfacción con el sacrificio (que se está haciendo). Recuerda, hay seis orishas que hablan fuertemente en este signo, además de los egun. De estos seis, dos siempre responden afirmativamente a través de okana: Oyá y Olokun. En este patrón, Oyá está de pie, firme con su machete; ella lucha sin miedo por el cliente. En este signo Olokun habla de la oscuridad que ama, de la paz y de la soledad que encuentra en las profundidades del océano. Cuando estas dos orishas abren en okana, lo consideramos una respuesta afirmativa porque nos
58 asegura que están luchando contra la oscuridad en nombre del cliente. En el caso de estas dos orishas, okana nos dice que han aceptado el sacrificio tal cual es. La apertura en okana también nos dice que el aché de la ofrenda será usado para destruir todas aquellas cosas que bloquean el camino de la evolución del cliente. Para cualquier tipo de pregunta planteada a estos dos espíritus, la respuesta es positiva, porque okana pone al cliente bajo su protección espiritual. Los demás espíritus que hablan mediante okana dan respuestas similares con este signo. Ogún, Shangó, Elegguá, Aganyú y egun están cómodos en este mándala. Pero, a diferencia del caso de Olokun y Oyá, el adivino debe plantear otra pregunta para determinar lo que están diciendo estos orishas. Una vez que se ha recitado la plegaria de okana y se han levantado los cocos, la persona que los lanza debe preguntar: «¿Limpia este okana los caminos de [nombre del consultante]?» Si el espíritu responde con alafia, etawa o ejife es una buena señal; el orisha ha venido en okana para absorber la negatividad(*4) , y el ebó que se está haciendo ayudará al orisha a realizar esta tarea. Sin embargo, etawa sigue señalando la existencia de una dura pugna para el cliente. Si se repite okana o si sale oyekun, hay algo equivocado en el ebó. ____________________
(*4) Teniendo en cuenta que todas las preguntas deben plantearse de tal modo que se pueda dar la respuesta más positiva, «Sí, el mundo está en equilibrio», podemos asumir que el adivino ha preguntado: «¿Es aceptable este ebó?», «¿Está todo tal como lo deseas en este ebó?», o algo parecido.
Absorberá la negatividad, pero hace falta algo más para que se produzca la consumación. El adivino debe usar su propio aché para pronosticar qué falta, consultando cada elección al orisha a través de Obi hasta encontrar algo adecuado. Si este patrón u oyekun siguen repitiéndose a lo largo de esta línea de cuestionamiento, Obi se ha recalentado. Okana debe ser retirado de la casa y todo el ritual de adivinación debe empezar desde cero usando un nuevo coco. Para todos los orishas que no hemos comentado, si se presenta okana antes de completar el ebó, eso quiere decir que algo no está en su lugar. El adivino debe contemplar lo que se está ofreciendo y pensar en lo que puede añadirse o retirarse de la ceremonia. Usando su propio aché y conocimiento sobre el orisha a quien se presenta la ofrenda, el adivino debe aportar los elementos que completarán el ebó. Debe comprobarse cada elección haciendo una tirada Obi al orisha. Cuando un elemento haya sido aceptado, el adivino debe volver a preguntar: «¿Eboda?», para confirmar que todo está bien. Sólo cuando el orisha responda alafia, etawa o ejife a esta pregunta podrá considerarse que el ebó está completo. Si se ha lanzado el Obi para dar respuesta a la pregunta de un cliente sin hacer ebó, el adivino puede continuar de una de las dos maneras siguientes (adviértase que esto dependerá de la casa de ocha a la que pertenezca el adivino): o bien okana se acepta por su valor nominal —significa «no», y por tanto la respuesta a la pregunta del cliente es «no»—, o puede obtenerse un patrón meji para determinar por qué el orisha está respondiendo así y qué puede hacerse para aliviar el osogbo de esta letra. Veamos seguidamente las letras dobles de okana(*5).
59 ____________________
(*5) La naturaleza de okana es absorber la negatividad; éste es un punto que siempre debe recordarse durante la adivinación.
okana-alafia (una cara blanca seguida de cuatro blancas). Éste es el primer patrón okana que puede surgir cuando se lanza dos veces el Obi para el orisha. La primera señal revelada es okana, el mándala con una cara blanca y tres negras, seguido por alafia, el patrón con todas las caras blancas (ya estudiado en este texto). Cuando sale esta letra, el adivino debe decir a su cliente que aunque el objetivo parece casi imposible de alcanzar, aún puede conseguirse un éxito parcial. Es un momento de lucha y de energías duras; las herramientas para la evolución pueden estar ausentes u ocultas, y esta persona debe esforzarse por adquirirlas. Obatalá está presente, representado en okana por la pieza blanca que se mostró originalmente en el suelo. Si el cliente busca el bien inherente en todas las cosas y trata de permitir que la luz del orisha guíe su camino, finalmente obtendrá unas bendiciones iguales o mayores que las que buscaba originalmente. Debe entenderse que en este caso no está garantizado un éxito total; el osogbo de la vida es demasiado duro como para dar a la persona exactamente lo que desea. Esta letra determina que el cliente hallará bendiciones cuando haya recorrido su camino; todo acabará saliendo bien. Nótese que esta letra permite acabar con una nota positiva, por lo que se considera que cierra el oráculo. El orisha ya ha dicho todo lo necesario. okana-etawa (una cara blanca y tres negras seguidas de tres blancas y una negra). Éste es el segundo patrón que puede presentarse cuando el Obi se tira dos veces para un orisha. La primera señal, okana, es seguida por otra señal compuesta por tres caras blancas y una negra; el mándala está completamente invertido, es la imagen especular de sí mismo. La vida del cliente pronto reflejará esta inversión de energías. No obstante, es bastante dudoso que el cliente consiga los resultados deseados para la pregunta que ha planteado. No conseguirá la plena realización de sus objetivos; para este cliente, el resultado final será parcial, y puede resultar decepcionante. A menos que uno se haya acercado a los orishas con una pregunta «trascendental para su vida», sería sabio abandonar todo lo relacionado con esa cuestión. El odu predice dolor emocional, lágrimas y tormentos vinculados al resultado final y aunque los orishas no están prohibiendo que se siga ese camino, tampoco lo están apoyando. L a frase que se suele decir cuando cae esta letra es: «Los fines nunca justifican los medios.» A veces esta letra nos avisa de que las energías negativas externas pueden ser interiorizadas: el cliente podría absorber lo que está fuera de él, convirtiéndolo en una oscuridad «interna». Si el cliente está decidido a seguir ese camino, cuando empiece a cambiar su suerte y consiga parcialmente sus objetivos sería aconsejable que volviera a consultar a los orishas para ver adonde ir a partir de ese punto. Como etawa es una letra positiva, el oráculo está cerrado. El orisha ha dicho todo lo que quería decir. okana-ejife (una cara blanca seguida por dos blancas). Ésta es la tercera señal que puede abrirse dentro de la familia okana; el odu original de una cara blanca con tres negras ha sido seguido por un patrón perfectamente dividido y equilibrado. Advierte al cliente que próximamente hallará luchas y
60 batallas a su alrededor, anunciadas por la letra madre, okana. Dice también que estas tensiones están llevando su mundo al equilibrio. La respuesta a la pregunta planteada es un «sí»; la vida recuperará el equilibrio a medida que se vayan consiguiendo los objetivos. Adviértase que el ejife final de este doblete no aplaca de ningún modo el calor del signo madre. En cualquier caso, hay cosas por las que merece la pena luchar. Éste es el signo más positivo de la familia de okana y cierra la lectura del Obi. okana-meji (una cara blanca y tres negras seguidas por una blanca y tres negras). Éste es el cuarto patrón que puede revelarse en esta familia de odus. Es un signo volátil, que señala un aumento de las tensiones sin resolución ni final. Esta letra es un «no» definitivo a la pregunta que se ha planteado; sus energías son tan severas que el adivinador podría decir al cliente que el orisha consultado está prohibiendo cualquier acción relacionada con la pregunta. Seguir por la senda planeada equivale a llevar discusiones, chismes, guerras, traiciones y destrucción a la vida del cliente. Como estas energías se están desplegando actualmente en torno al consultante, y como la letra misma es tan negativa, el oráculo no está cerrado. Quien haya hecho la tirada debe seguir las instrucciones facilitadas en el capítulo 5, «Cierre de la sesión de Obi». Habitualmente este signo queda abierto hasta que el adivino haya asignado uno o más eboses para el orisha; de momento, la energía de okana tiene vía libre y está llevando lentamente al consultante a un osogbo aún más trágico. okana-oyekun (una cara blanca y tres negras seguidas por cuatro negras). Ésta es la última letra que puede abrirse en la familia okana cuando se ha necesitado un signo meji; también es la respuesta negativa más contundente que uno puede recibir en esta serie de odus. Además de que l a respuesta a la pregunta es «no», el cliente debe abandonar completamente esta línea de cuestionamiento y los planes asociados con ella. La guerra, aunque silenciosamente, se está librando. Los enemigos (espirituales y físicos, reales e imaginarios, internos y externos) se están reuniendo y pronto lanzarán su ataque. El único destello de esperanza e iluminación prometido por okana se perderá rápidamente; el cliente no tendrá oportunidad de obtener ninguna de las bendiciones que ha pedido en oración. Todo en esta letra es volátil y explosivo; debe ser limpiada inmediatamente de la habitación. El adivino debe arrodillarse y remojar los pedazos negros con agua de la jicara, dando l a vuelta a cada pieza hasta que se muestre el patrón alafia. Sólo entonces podrá levantarse este signo del suelo. Como este odu es exacto, aunque negativo, el adivino debe preguntar seguidamente al orisha si se puede dar la lectura por acabada. Entonces plantea la pregunta «¿Eboda?» al orisha, permitiendo que Obi presente un nuevo patrón. Si salen alafia, etawa o ejife en respuesta a esta pregunta, el oráculo se da por concluido; los espíritus no tienen nada más que decir. Si se presenta okana, el adivino debe seguir las instrucciones dadas en el capítulo 5, «Cierre de la sesión de Obi». Si Obi responde a la pregunta con oyekun, hay asuntos pendientes relacionados con los egun del cliente, que deben ser aplacados si éste quiere evitar el osogbo de la letra. La letra ha de ser untada con aceite: untamos cada una de las piezas que tenemos ante nosotros con epó (aceite
61 rojo de palma) y después la refrescamos con agua fresca de la jicara. Se debe dar la vuelta a los trozos de coco para mostrar su cara blanca (representan nuestra esperanza de alafia, bendiciones) y se introducen en la calabaza de agua. Finalmente, la persona más joven del hogar del adivino debe llevarse todo esto a la calle, lanzándolo tan lejos como pueda para que la tierra consuma y limpie esas energías. Hecho esto, se vuelve a abrir el Obi con un coco fresco ante el altar egun del adivino. Debe repetirse todo el ritual de adivinación, empezando con mojubando. Una vez abierto el oráculo, se plantea a los egun la pregunta siguiente: «¿Están los egun de [nombre del cliente] satisfechos esta vez?» Planteamos la pregunta de este modo porque la respuesta más deseable sería: «Sí, el mundo está en equilibrio.» Si el oráculo responde «sí» (alafia, etawa o ejife), las oraciones y la atención que los egun están recibiendo ahora mismo son suficientes para satisfacerles. No obstante, el cliente debe tratar de prestarles más atención en el futuro para que no vuelvan a obstaculizar su evolución. Si la respuesta a esta pregunta es «no» (okana u oyekun), se les debe ofrecer eboses hasta que se sientan satisfechos y permitan cerrar el oráculo (para ello, sigue las instrucciones facilitadas en el capítulo 5, «Cierre de la sesión de Obi»). Aunque Obi haya respondido con oyekun, deben seguirse las instrucciones de esa sección para ofrecer ebó. Si esta propiciación es infructuosa (el oráculo no indica ebó o señala ebó pero no se cierra), las letras negativas han de retirarse una vez más de la casa. Sólo una sesión de diloggún devolverá el alineamiento al cliente, sesión que debe celebrarse inmediatamente. oyekun (se muestran cuatro caras negras). Cuando caen las cuatro piezas exponiendo las caras negras, decimos que oyekun está en casa. En silencio, el adivino se inclina sobre la letra y moja los pedazos con agua fresca de la jicara. Si hay un niño en casa, debe ser llamado para levantar oyekun del suelo; los niños son inocentes y sólo la inocencia puede aplacar este signo(*6). Se debe dar la vuelta a las cuatro piezas del Obi para que se vean las caras blancas; a continuación, se levantan del suelo. Como hemos abierto con un mándala de oscuridad, además de saber que la respuesta a la pregunta del cliente es «no», vemos que algo no está en su lugar espiritualmente. Antes de continuar, el adivino debe determinar por qué ha venido oyekun. Si oyekun viene repetidamente durante esta investigación, además de mojar las piezas con agua de la jicara deben ser introducidas dentro de la calabaza. Oyekun debe sacarse a la calle y lanzarse todo lo lejos posible. Deben cortarse nuevas piezas de un coco fresco y reiniciar la sesión. ____________________ (*6) Si no hay ningún niño en la casa, entonces el adivino mismo debe realizar todas esas acciones.
Las implicaciones de oyekun pueden ser duras, aunque la cantidad de atención ritual que reciba ayuda a reducir su severidad. Esta letra hace que nos encontremos con los espíritus que presiden las regiones más misteriosas de la tierra y el mar, los orishas que participan de la vida y de la muerte. Éste es el terreno de Yewá, Oba, Oyá, Babaluaiye, Odua, Orisha Oko, Aganyú y Olokun. Si está siendo consultado alguno de ellos cuando cae la letra oyekun, las implicaciones son calamitosas. Generalmente, esta letra presagia una muerte inmediata, problemas imprevistos, tragedias, revoluciones y malas nuevas. Se producirán enfrentamientos y habrá irritación incontrolable entre aquéllos para
62 los que ha caído. Pero si el adivino es hábil, Obi puede mostrarnos cómo evitar lo que trae oyekun. Una vez retirado el Obi del suelo, el adivino debe dar comienzo a su interrogatorio determinando si oyekun representa la respuesta completa del orisha al cliente. Debe preguntar: «¿Eboda?» Cuando oyekun es seguido por alafia, etawa o ejife sólo ha sido una declaración severa del orisha preguntado. El oráculo está cerrado y el adivino puede empezar a aconsejar al cliente en función del resultado obtenido. Si la respuesta a «¿Eboda?» es okana u oyekun, este patrón sigue abierto y debe ser marcado y aplacado. Hay que tener en cuenta que oyekun puede venir para otra persona que no sea el cliente; el adivino o alguna persona presente en la habitación en el momento de caer oyekun puede ser el causante de su influencia. En primer lugar, debemos determinar para quién está hablando esta letra. La primera pregunta que el adivino debe plantearse es: «¿[nombre del orisha], cae este oyekun para [nombre del cliente]?» Si Obi responde «no», el adivino debe preguntar si oyekun es para él. Si Obi vuelve a responder que «no», el adivino debe plantear esta pregunta para cada uno de los presentes. Si se agotan todas las posibilidades y oyekun aún no ha sido asignado a nadie, el adivino puede preguntar: «¿Están los egun solicitando ebó?» Si ahora la respuesta es un «sí», los espíritus que sustentan toda la casa del adivino necesitan ofrendas. El adivino debe ofrecer ebó ante el altar de los egun usando cocos frescos. No obstante, si el adivino ha llegado hasta este punto del cuestionamiento y todas las respuestas han sido negativas, Obi está recalentado. Oyekun u okana deben ser untados con aceite, regados con agua y retirados de la casa. Se abre un nuevo coco para continuar con esta sesión y si los nuevos patrones que caen están más calmados, oyekun se ha ido de la casa y todo está bien. Si el adivino puede asignar oyekun a una persona determinada, la pregunta siguiente es: «¿Están los egun de [nombre de la persona] pidiendo ebó?» Uno intenta asignar este signo a las necesidades de los muertos porque, fundamentalmente, oyekun significa muerte. Como están hechos de oscuridad, los muertos de una persona hablan a través de esa oscuridad, conocida y olvidada, para reclamar las ofrendas y el culto debidos. Si Obi responde «sí» a esta pregunta, el adivino debe determinar sus necesidades mediante un interrogatorio cuidadoso y diligente. Debe marcarse ebó siguiendo las directrices del capítulo 5, apartado «Para determinar los ebó en el oráculo Obi». Es importante para los egun que el adivino comience con ofrendas frescas y simples y vaya progresando lentamente hacia eboses más complicados. Cuando algo ha sido ofrecido, el adivino debe preguntar: «¿Ke ebofin ke eboda?», que significa: «¿Ha sido aceptado el sacrificio ofrecido?» Si es así, se prescinde de los cocos para retirar el calor de la casa y se abren unos nuevos para poder abordar las cuestiones originales del cliente(*7). Finalmente, si oyekun cae sobre una persona y el adivino determina que no son los muertos los que están hablando, o si oyekun vuelve frecuentemente después de que hayan hablado los muertos, en este cliente están operando importantes fuerzas espirituales que deben ser limpiadas. La letra debe ser untada con aceite, regada con agua y retirada de la casa. El adivino debería aconsejar al cliente: «Oyekun indica muerte, trampas, traición y cataclismo. Su letra está caliente, y este calor está entrando en tu vida. Debe ser combatido.» En cuanto sea posible, este cliente debe tener una sesión con el diloggún para dilucidar las razones de la visita de oyekun.
63 Sólo así puede limpiarse este signo. ____________________
(*7) Aquí deben señalarse dos cosas. Aunque oyekun haya sido enviado por los muertos, muchas casas siguen considerando ese signo como un «no» a la pregunta original del cliente. Yo no lo considero así. Si el signo ha sido enviado por los muertos, o para otra persona presente en la habitación, ¿cómo puede responder al mismo tiempo a la pregunta del cliente? Si los muertos vuelven a interrumpir la segunda sesión, algo en el mundo espiritual está fuera de lugar; el cliente debe consultar inmediatamente mediante el diloggún.
Una nota especial respecto a esta letra. Cuando el patrón ha sido cerrado y retirado de la casa, si ha caído repetidamente, o si ha habido muchas respuestas negativas en esta sesión, todos los presentes deberían llamar inmediatamente a sus casas o llamar a un vecino para que eche una mirada a su vivienda. A veces, oyekun, por razones desconocidas, produce fuegos inesperados, accidentes y tragedias en el hogar, aunque la letra haya caído para otra persona o por otra razón. Los que hayan dejado niños pequeños o ancianos en casa son los que más deben preocuparse, pero ¿por qué dejaría alguien personas mayores o niños pequeños solos en casa?
Consideraciones adicionales respecto a los cinco patrones básicos La forma de caer de los cinco patrones básicos contiene mucha información sobre la pregunta planteada y el adivino debe recordar los presagios siguientes: ♦ A veces, una o más piezas blancas caerán tocándose entre sí y también habrá ocasiones en las que estén parcial o totalmente apiladas unas sobre otras. Cuando esto ocurre, Obi predice buena suerte (iré) para el cliente, y aunque la mayoría de los adivinos consideran que este iré está relacionado con las finanzas, en realidad no hay ningún límite al iré indicado por Obí. Si sólo dos piezas caen así, esto es signo de bendiciones generales; si son tres o cuatro, esto indica, además, que el cliente pronto recibirá una sorpresa. Las piezas montadas o conectadas deben ser levantadas cuidadosamente del suelo y se debe pedir al cliente que bese cada una de ellas; a continuación, se depositan en sus manos y el adivino pide al cliente que se meta las dos manos en los bolsillos para sellar el iré y hacerlo firme. ♦ Si una cara negra cae sobre una blanca, algo está bloqueando la buena suerte del individuo, quizá brujería inconsciente o magia malvada. Cuando ocurre a la inversa —una cara blanca cae sobre una negra— esto indica que habrá desgracias ocultas detrás de las bendiciones profetizadas por el patrón. ♦ Si dos o más de las piezas negras están montadas, esto sella la presencia de una de las siguientes circunstancias: muerte, traición, trampas o brujería. Las piezas, aunque sólo sean dos y en ejife, deben ser mojadas con agua de la jicara y separadas sobre el suelo antes de ser levantadas. Este simple ritual ayuda a destruir los obstáculos que el cliente tendría que afrontar.
64 ♦ Cuando la pieza de coco cae de pie y no muestra ninguna de sus caras, el adivino lee la letra en función de la cara del coco que él tenga delante de sí, blanca o negra. No obstante, se dice que los muertos están reclamando algo de esta lectura u ofrenda, o quizá que están interrumpiendo la ceremonia. Seguidamente el adivino debe investigar lo que los muertos están tratando de hacer. Si los cocos siguen cayendo de pie a lo largo de la lectura, es posible que los egun del adivino o del cliente estén intentando avisar al adivino de pretensiones fraudulentas o peligros potenciales para el cliente. La lectura debe llevarse a cabo con precaución y cerrarse rápidamente. ♦ Durante la adivinación, especialmente cuando Obi está respondiendo bien, si una pieza de coco se desprende, se le da al cliente para que la lleve dentro del bolso o del bolsillo durante veinticuatro horas en calidad de amuleto; es señal de buena suerte, y el cliente se lleva esa energía consigo una vez acabada la lectura. Si parte de una pieza negra se rompe y cae mostrando la cara blanca se hace lo mismo, porque indica que el cliente obtendrá algo positivo de sus esfuerzos. Si se separa un trozo de una pieza negra y sigue mostrando el lado negro, es una señal de mala suerte. La pieza negra debe mojarse con agua de la jicara, se le debe dar la vuelta para que muestre su lado claro y después debe tirarse a la calle para alejar el osogbo amenazante.
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Capítulo 4 Interpretación del oráculo: «Apere ti, Obi» LA
INTERPRETACIÓN DE LAS CINCO letras y sus composiciones es el primer paso para revelar las respuestas de Obi. Estos patrones deberían ser suficientes para la mayoría de las cuestiones planteadas a los orishas en este oráculo. Muchos ofrecerán Obi antes de poner un adimú o ebó ante el altar; otros preguntarán a sus espíritus antes de tomar decisiones menores que puedan afectar sus vidas de manera sutil. Las veinte letras formadas a partir de alafia, etawa, ejife, okana y oyekun son suficientes para estos propósitos. Sin embargo, hay ocasiones en las que uno eleva una petición a un orisha por algún asunto más serio, y también hay quienes consultan a sus orishas por este medio porque no tienen el conocimiento ni la habilidad necesarios para llevar a cabo las operaciones más meticulosas del oráculo conocido como diloggún.
«Apere ti, Obi» Cuando las preguntas planteadas mediante este sistema se hacen más complejas, o cuando los patrones básicos parecen demasiado crípticos, existe otra forma de interpretación conocida con el nombre de apere ti, Obi(*1). La palabra apere significa «símbolo» y hace alusión al dibujo geométrico que encontramos en una tirada de los cocos. Nótese que Obi nos permite consultar con todos los orishas, pero los aperes sólo se usan cuando se eleva una petición a Elegguá. En Santería, como su diloggún es el más consultado por los adivinos, el arte de apere le pertenece exclusivamente. Al hacer un apere frente a Elegguá, el adivino examina cuidadosamente la primera tirada asociada a la pregunta del cliente. Cuando las cuatro piezas de coco se asientan en el suelo, caen en uno de los diez patrones posibles.
67 Debe tenerse en cuenta que el apere no se abre en todas las lecturas. Elegguá debe responder a la pregunta planteada con uno de los cinco signos (alafia, etawa, ejife, okana u oyekun) y el apere sólo vendrá si otro orisha desea aconsejar al cliente en sus asuntos. Si en el patrón de Obi presenta un apere, el adivino debe marcarlo llamándolo por su nombre. Por ejemplo, si en la tirada ante Elegguá cae okana, pero los cocos caen en el apere de Ogún, el adivino debe anunciar «Okana apere Ogún» para sellar el signo. Adviértase también que si se necesita una tirada meji del Obi para completar una sesión, el apere no puede marcarse en la segunda tirada de cocos. Un verdadero apere sólo puede abrirse en la primera tirada. Teniendo en cuenta estas reglas, veamos a continuación los diez aperes y sus significados asociados con cada letra del Obi. ____________________ (*1) Una buena traducción a esta frase sería: «Tu símbolo, Obi».
Apere en Elegguá
Figura 1.—Apere Elegguá. El apere de Elegguá aparece cuando las cuatro piezas de coco forman una línea horizontal entre el orisha y el adivino.
alafia. Cuando la primera tirada del Obi viene en alafia y descansa en el apere de Elegguá, el orisha está ofreciendo paz y seguridad al cliente. Cualesquiera que sean los asuntos que han traído a esta persona ante los orishas, el camino por el que avanza es evolutivo. Aunque su fortuna se haya visto alterada drásticamente, todo lo que el cliente ha experimentado le ha traído hasta este momento, que cambiará el curso de su vida para mejor. Actualmente, el orí es claro: no está ni demasiado frío ni demasiado caliente. Cualquier obstáculo que se presente en este momento puede ser superado por el pensamiento claro y la acción serena; aconseja a esta persona que se asegure de que sus objetivos estén nítidamente delineados y bien planificados. El consejo de alafia es clave para que el progreso evolutivo tenga continuidad y como Elegguá suele pedir una segunda tirada, el consejo de esta letra es clave para cerrar en iré. Si el patrón que completa este meji es un signo negativo, el apere de Elegguá está señalando que esta persona está a punto de perder su iré: se le calentará la cabeza y no actuará de manera calmada y racional. Si salen los patrones okana u oyekun en la segunda tirada, tómalo como una advertencia y prescribe una rogación para mantener el orí tranquilo y fresco. El cliente también debe saber que alafia apere Elegguá promete que muchas personas visitarán su casa. La mayoría se presentarán sin ser invitados, pero la persona para la que ha sido lanzado el Obi también sentirá la
68 necesidad de invitar a otros. Cuando acoja a sus invitados, el cliente debe escuchar más que hablar. Alguien traerá noticias importantes, y otros identificarán el origen de episodios de traición y desesperación en su vida. Hay un ebó que acompaña a este apere. Cada viernes por la noche debe llenarse un vaso alto de cristal con cantidades iguales de agua y de ron. Sobre él se colocará un platillo invertido y, sosteniendo ambos firmemente, se les dará la vuelta. El vaso con el platillo deben ponerse detrás de la puerta principal de la casa. Sobre la parte superior del vaso invertido debe colocarse una vela, fundiendo un poco de cera sobre su superficie. Deben echarse nubes de humo de puro sobre este ebó mientras el cliente reza a Elegguá, para que proteja su hogar y todos los que habitan en él. El sábado por la mañana, cuando la vela se haya consumido, los restos del puro y el líquido que está dentro del vaso deben tirarse a la calle. Cualquier cosa que le sea enviada al cliente (chismes, traición, energías negativas) pronto serán absorbidas por el vaso y la tierra las reciclará, produciendo algo bueno. etawa. Este apere nunca se completa sin una segunda tirada. Cuando cae en etawa, Elegguá está dando una reprimenda al cliente, aunque sea leve. La oscuridad amenaza y, aunque aún es superada por la luz, es posible que la luz pronto abandone a la persona (el signo meji determinará todas las implicaciones). Podrían producirse revueltas y revoluciones, y puede perderse la propia estabilidad personal. Apere Elegguá en etawa nos dice que esto se debe a que los planes del cliente no están completos y sus objetivos no están bien visualizados. Esta persona necesita tiempo y reclusión para descansar, para pensar. Debe establecer firmemente sus objetivos y después planificar cómo lograrlos. Esta letra también marca a una persona empobrecida espiritualmente, cuya pobreza se manifiesta como pereza y desorden en el hogar. El ebó para corregir estas tendencias es complejo. En primer lugar, la casa debe limpiarse minuciosamente, retirando el polvo de los rincones: un hogar limpio y puro eleva el alma. Una vez que la casa de la persona está limpia, no debe permitirse que vuelva a reinar el desorden, porque eso sería invitar la ira del orisha: recuerda que en esta religión el hogar es nuestro templo. Finalmente, se debe ofrecer una rogación a los pies del orisha del padrino después de limpiar la casa, pues esto fortalecerá las defensas del cliente mientras encuentra su camino evolutivo. ejife. En Obi, decimos que ejife es el verdadero hogar de Elegguá. Tenemos ante nosotros un equilibrio entre las piezas blancas y las negras: luz y oscuridad, misterio y revelación, vida y muerte, ancestros y descendientes. El mundo está en equilibrio ante el orisha que crea ese equilibrio. No obstante, apere Elegguá en ejife exige algunas consideraciones específicas. El orisha está respondiendo con un «sí» a la pregunta inicial del cliente, pero está yendo más allá y señala cuestiones particulares. Aunque ahora todo está en orden, la intervención del orisha mediante el apere nos advierte de que hay intrigas, luchas y peligros que podrían venir de más allá del entorno inmediato del cliente. La advertencia es: «Ten cuidado con lo nuevo.» E n el plazo de un mes aproximadamente, esta persona no debe aventurarse por lugares que no le sean familiares, a menos que esos lugares poco comunes guarden relación con la cuestión planteada a Elegguá; no te aventures fuera de casa ni a primera
69 hora de la mañana ni a última de la noche; no conduzcas por carreteras desconocidas ni te adentres en vecindarios con los que no estás familiarizado; aléjate de los lugares que no hayas visitado antes (este no es un buen momento para irse de vacaciones o hacer un viaje de negocios); debes evitar el contacto con extraños, y no pongas en marcha nada nuevo. Sólo así el iré de este signo permanecerá con el cliente. Hay algunos eboses que deben realizarse cuando se presenta este patrón. Antes de que el cliente deje a Eshu, el adivino debe hacer tres paquetes marrones que contendrán maíz tostado, jutía (un roedor salvaje) y pescado ahumado; a continuación se da instrucciones al cliente para que se limpie desde la cabeza hasta los pies con cada uno de ellos, poniéndolos en el plato de cerámica de Elegguá. Esta limpieza es muy simple: el cliente se frota con los paquetes marrones briosamente por todo el cuerpo, asegurándose de no dejar sin frotar ninguno de sus apéndices. Seguidamente el adivino presiona con las piezas de coco sobre el corazón del cliente mientras eleva una oración a Eshu. A continuación se ponen las piezas de coco en el suelo ante el orisha, volviendo a mostrar el signo ejife. Al día siguiente debe ofrecérsele un adimú compuesto por ñame fresco y cinco bananas verdes o plátanos untados en miel. Debe darse al adivino un derecho (cuota ritual) de 3,21 euros, porque este ebó está ofreciéndose a su Elegguá. Una vez puesto este adimú, los paquetes marrones y las cuatro piezas de coco se levantan del suelo y se llevan a un cruce de caminos. Entonces el cliente estará protegido de los osobbos marcados por esta letra. Adviértase que las bananas deben quedarse ante Elegguá hasta que empiecen a ponerse de color marrón. El ñame se quedará con él indefinidamente y es posible que empiece a crecer una planta de él como signo de iré creciente. Pero si la raíz se pudre, la planta debe ser retirada y sustituida por otra, que se ofrecerá al orisha. Elegguá está usando este ebó para absorber la negatividad. okana. Cuando viene okana en el apere de Elegguá, puede ser un signo de buena o de mala fortuna, dependiendo de la letra que lo complete. Recuerda que aunque okana mismo es negativo, su aché es absorber la negatividad. El adivino debe lanzar una tirada meji; sólo así podrá evaluarse la plena influencia de okana. No obstante, mirando a este apere, es posible sacar algunas conclusiones sobre sus significados. El cliente ha entrado en un periodo de rápidos cambios a los pies de Eshu. Ahora está rodeado de oscuridad, pero hay una intensa chispa de luz. Si el cliente se enfoca en esa luz, en ese resplandor de esperanza, su fortuna se invertirá. Después de todo Elegguá es un espíritu de inversión. Los muertos también están presentes; los propios egun del cliente susurran desde la oscuridad. Le avisan que se aleje de la oscuridad y vaya hacia la luz, aunque también saben de la curiosidad de su descendiente. Se sentirá tentado a vagar por la oscuridad y a buscar los rostros que están detrás de las voces. Esto causará su caída. El adivino debe decir a su cliente que propicie a los egun ante su altar una vez al día, pero no con más frecuencia. También se le debe hacer una prohibición: si oye que alguien llama su nombre desde atrás, debe alejarse de la voz y no darse la vuelta para ver quién le ha llamado, así se alejará del peligro. Si la doble tirada de okana acaba en alafia, etawa o ejife la vida del cliente mejorará. La luz dominará y el cliente disfrutará de cierta medida de éxito en sus asuntos. Esto depende de la tirada exacta; el adivino debe estudiar
70 la letra para tenerlo todo en cuenta. Por otra parte, si la tirada se completa con okana u oyekun el éxito del cliente no está garantizado. El adivino debe seguir cuidadosamente los significados y rituales de estos signos. Independientemente de lo que se abra a continuación de este apere, hay varias cosas que deben recordarse para ayudar a esta persona a evitar osogbo. El adivino debe decir al cliente que está rodeado por personas de dos caras: una es la cara amistosa que el cliente conoce, pero la otra es la de un completo extraño, alguien vil y malvado que desea su caída. Abundan los celos y Elegguá dice que no debe confiarse en nadie hasta que haya dado pruebas de lealtad. Elegguá asegura al cliente que tiene aché necesario para distinguir entre la verdad y la mentira, y que debe hacer uso de él. Okana apere Elegguá también indica brujería o mala suerte en la puerta principal de la casa; esto es algo que debe tenerse en cuenta. Este patrón también requiere un ebó: se debe ofrecer un gallo joven a Elegguá. Transcurrida una semana desde el sacrificio, debe hacerse un adimú de frutas frescas para refrescar al orisha. Si el cliente no ha recibido a Elegguá, ahora está marcado para la recepción de los guerreros, y este ebó debe ofrecerse inmediatamente a los orishas del adivino. oyekun. Oyekun apere Elegguá es un signo volátil, está caliente y debe manejarse con cuidado. Hay asuntos pendientes entre el cliente y sus padrinos en ocha: un cisma, una gran división, ha surgido entre ellos y Elegguá dice que debe ser remediado. También hay asuntos pendientes entre esta persona y sus egun que están reclamando atención; se les debe ofrecer una serie de tres misas para explorar sus necesidades y deseos. También hay asuntos por resolver con Elegguá; si el cliente no lo tiene, debe recibirlo, y si ya está presente en la vida del cliente se le debe alimentar con un gallo. Ésta es la razón por la que oyekun ha caído en este apere y hasta que los eboses prescritos se completen, Elegguá no dará respuesta a las inquietudes del cliente. Incluso el más elevado de los orishas se ha cansado de esta persona y, para explorar más detenidamente la situación, el cliente debe recibir una sesión de diloggún cuanto antes. El adivino debe indicar al cliente que como todas sus protecciones son inestables, está en continuo peligro. Debe resolver sus problemas cuanto antes.
Apere en Ogún alafia. Este patrón es paradójico. Cuando cae ante Elegguá en el apere de Ogún, el adivino sabe que la vida del cliente hasta el momento presente ha estado llena de tensiones y torbellinos. Es posible que esté agotado, no duerma bien y se preocupe por cosas que no puede controlar. A veces, esta persona puede ser extraordinariamente perezosa; sin embargo, es una pereza surgida del deseo de descansar o incluso del deseo de rendirse. Hay momentos en los que el cliente batalla y trabaja duro, pero su anterior falta de iniciativa hace que muchos de los obstáculos sean insuperables. Los orishas saben lo duro que ha trabajado esta persona, conocen sus sueños y sus deseos. Ogún, el fiero y orgulloso guerrero que nunca descansa, está de su lado. Le ofrece su ayuda, su fuerza y su consejo. En alafia, este consejo es simple. El adivino debe decir al cliente: «Cuentas con las bendiciones de Elegguá. Tienes las bendiciones de Ogún. Pero ahora debes enfocarte en
71 averiguar lo que deseas. Debes seguir trabajando duro, pero ve más despacio. Recuerda que es imposible recuperarse del agotamiento total.»
Figura 2.—Apere Ogún. El apere de Ogún aparece cuando tres piezas de coco forman un triángulo isósceles, con un ángulo de 90° y dos de 45° mientras que la otra pieza de coco queda fuera del perímetro del triángulo.
En cualquier caso, este patrón no es una respuesta completa y con la ayuda de Ogún puede presagiar el éxito final. Ogún está aquí para avisar al cliente que debe tener cuidado en sus tratos, aunque la cobardía y el miedo nunca deben confundirse con la precaución. Ogún dice al cliente que no tenga miedo, porque permanecerá a su lado y luchará todas sus batallas. Debe dedicársele un ebó de siete puros y siete pequeñas botellas de ron, de esas con las que se sirve una sola copa. Cada día, a lo largo de siete días, se rocía una de las botellas de ron sobre Ogún y se le ofrece uno de los puros. Así se conserva el iré de este signo. Como se debe hacer una segunda tirada, pueden salir okana u oyekun. Si el signo final de esta lectura es okana, Elegguá está diciendo al cliente que la respuesta a la pregunta planteada es «no», pero Ogún (si se le hace ebó) abrirá oportunidades alternativas y librará a esta persona de peligros. Si oyekun completa la doble tirada, la respuesta sigue siendo «no». Se debe ofrecer adimú a los egun y el cliente debe cambiar de planes. Ogún y los egun trabajarán juntos para ofrecer nuevas oportunidades que reemplacen lo que se ha negado. etawa. Abriendo con este apere en etawa, Ogún está diciendo que la luz está amenazada por la oscuridad. Aunque el número de caras blancas es mayor que el de negras, la oscuridad de esa pieza negra es densa, casi impenetrable, y se cierne rápidamente sobre el cliente. Las bendiciones intentan llegar pero están siendo retenidas. Ogún dice que los pensamientos del cliente no son buenos; está dejando de lado algo importante, y eso supondrá su caída. El cliente está intentándolo con demasiado ahínco, poniendo demasiado empeño, y ésta debería haber sido la primera pista de que algo está fuera de lugar. Ogún está indicando que el cliente debe abrir los ojos a la intriga y a la traición de las que puede ser víctima. Se está librando una batalla secreta entre amigos. Muchos de los que están asociados con el cliente no desean lo mejor para él. Para salir de la situación sin el menor daño, el cliente debe hacer ebó a los guerreros. Debe ofrecer un gallo conjuntamente a Ogún y Elegguá, y después hacer una rogación. Esto ayudará a limpiar el osogbo de este signo. La respuesta final del orisha a la pregunta planteada quedará clara cuando se haga la segunda tirada.
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ejife. Esta letra siempre responde «Sí, todo está bien», pero cuando se abre en el apere de Ogún, él viene a ofrecer consejo y a indicar el ebó que sellará este buen iré. En primer lugar, Ogún dice que la respuesta a la pregunta del cliente debería haber quedado clara desde el principio. Si esta persona pusiera toda su fe en los orishas, pensando más en ellos que en sus actividades seculares, toda su vida alcanzaría el equilibrio. Ogún también trae un mensaje de precaución ante las mujeres y los chismes: no chismorrees con ellas y no confíes en ninguna mujer que tenga secretos. Con el tiempo, una mujer contará todo lo que le haya dicho el cliente. Como ebó para sellar el iré de esta letra, presenta una gran cesta de frutas frescas (ninguna de color rojo) a los guerreros durante siete días. Después, deja este ebó para Elegguá y Ogún en el bosque (lo mejor sería encontrar un lugar solitario, en la vía del tren y dentro de un bosque, para dejar allí este ebó). Si el cliente tiene que viajar más allá de su ciudad durante los veintiún días siguientes, debería repetir este ebó a los guerreros para que el viaje le salga bien. Ogún también hace una advertencia severa: ten cuidado al pasar por las cuatro esquinas o cuando cruces la calle, podría haber peligro. okana. Cuando Elegguá da okana en el apere de Ogún es un mal presagio. La oscuridad es agobiante, aunque la pieza blanca ofrece un atisbo de esperanza, una oportunidad de superar la adversidad si el cliente actúa sabiamente. Ogún se muestra fiero en esta letra, casi enfadado, y los egun del suplicante están detrás del orisha apoyando sus acciones. Ogún viene con este apere para decir al cliente que otros le desean algún mal diariamente y que, aunque no se le ha enviado un hechizo deliberado, la fuerza de esos pensamientos combinados es equiparable al poder de un hechizo. La incontinencia verbal, el orgullo y la vanidad del cliente han producido esta situación. Debe limpiarse su cabeza rápidamente con un gallo y, a continuación, ofrecer el animal a los guerreros(*2). Hecho esto, el cliente debe recibir una rogación ante su altar. Sólo así la cabeza (consciencia) del cliente tendrá la fuerza necesaria para luchar. Al día siguiente todos estos artículos deben dejarse en la vía del tren con un derecho de veintiún céntimos. Nota: En okana es imperativo seguir la línea de interrogación tradicional cuando se abre este apere; puede que sean necesarios más eboses para proteger al cliente de posibles daños. oyekun. Cuando cae oyekun ante Elegguá en el apere de Ogún, recae sobre el cliente. El adivino no necesita determinar la razón de su aparición. Di al consultante lo siguiente: Ogún está ocupándose de defenderte pero, al final, sólo Olófin te librará de la muerte. En este signo, la muerte está cerca; estás en un peligro muy real. No luches, no discutas, no lleves armas ni viajes con personas que las lleven; ten cuidado con los incendios y los aparatos eléctricos; no salgas de noche, y no estés en la calle a las tres, a las siete o a las nueve de la tarde o de la noche. Límpiate la cabeza inmediatamente con un pichón blanco, ofreciéndoselo seguidamente a Ogún; hecho este ebó, recibe una rogación. Finalmente, en cuanto sea posible, esta persona debe sentarse en diloggún para recibir una evaluación más detallada. Adviértase que nada de esto ha surgido de la pregunta original del cliente; ha surgido porque estas energías le rodean y deben ser resueltas. Realizadas estas advertencias, el
73 signo debe retirarse de la casa y debe abrirse un nuevo coco para dar respuesta a la cuestión original del cliente. Ogún ha interrumpido la tirada original para avisar a esta persona de cosas que no sabía. ____________________
(*2) Para limpiar la cabeza con un gallo, o con cualquier otra cosa, el elemento limpiador debe tocar la cabeza, dando vueltas en torno a ella muchas veces. Se cree que haciendo esto la energía negativa se transmite al elemento limpiador.
Apere en Ochosi alafia. Habiendo abierto ante Eshu en alafia apere Ochosi, la lectura ha tomado un giro interesante. Elegguá da sus bendiciones, ofrece su guía y da esperanzas al cliente de poder resolver sus inquietudes. Aunque normalmente es un patrón inestable, cuando se manifiesta en el apere de Ochosi esta letra se mantiene firme: el cliente no sólo esta bien enfocado hacia sus objetivos, sino que sabe cómo alcanzarlos. Cabe preguntarse por qué buscar consejo cuando el éxito es inminente. Aunque alafia es firme aquí, las reglas del Obi exigen una segunda tirada. Si el cliente realmente cree en sí mismo y en su trabajo, este patrón será seguido por alafia o ejife. Si duda de sí mismo se abrirá en etawa. Si okana u oyekun vienen después de alafia apere Ochosi, el cliente está en guerra dentro de sí mismo y cualesquiera de los eboses indicados por Obi ayudarán a apaciguar dicha guerra. En el caso de estas dos últimas letras, es imperativo que el adivino asegure a su cliente: «Elegguá te da sus bendiciones; te abre los caminos del éxito, y tienes a Ochosi guiándote hacia tu verdadero destino. ¿Cómo podrían ir las cosas mal? Debes creer en ti mismo y tener fe en los orishas. ¡No hay otro camino!»
Figura 3.— Apere Ochosi. El apere de Ochosi se forma cuando tres piezas de coco forman un triángulo equilátero y la pieza restante está en la bisectriz del ángulo recto. Esta línea corta el triángulo por la mitad y la figura resultante recuerda la forma de una flecha.
Es bueno que el cliente tenga a Ochosi como guía, porque hay abiertas sendas falsas en el mundo, pero de momento el cliente está siguiendo el camino adecuado. Debe seguir así. Alafia apere Ochosi advierte que, a medida que el cliente progrese, se producirán distracciones y podría perderse o desviarse si empieza a dudar de sí mismo. Ochosi quiere que esta persona se enfoque ahora en tres cosas: el orisha, el objetivo y ella misma. Otros intentarán darle consejos, pero no debe escucharlos. Ochosi dice que, de momento, tiene enemigos en su entorno. La consecución de las cosas que el
74 cliente desea molestará a los falsos amigos, y ellos lo saben. El cliente también lo sabía antes de que se abriera el oráculo. No debería olvidarlo. Este signo conlleva un ebó. Debe ofrecerse a cada uno de los guerreros una única «vela de siete días» de su color favorito. Para Ochosi debe hacerse un adimú extra: una botella de anís. etawa. Ante Elegguá hay un patrón de tres piezas blancas y una negra; etawa ha venido a casa. Aunque normalmente es un signo que anuncia lucha y revolución, en el apere de Ochosi presagia peligro. La luz rodea al cliente, pero está a su espalda, y él se dirige hacia la oscuridad. Existen bendiciones, pero esta persona no está en el momento ni en el lugar de poder atraer ninguna bondad, porque cuando empezó su viaje tenía un objetivo claramente delineado, pero en algún momento lo perdió de vista y se ha adentrado en una zona de peligro. Este apere dice al adivino que Ochosi está cerca; el consultante tiene su fuerza y protección a su disposición. Dependiendo del signo meji que salga a continuación, es muy posible que las necesite. Si salen alafia o etawa, el éxito no está garantizado, ni siquiera con ayuda de Ochosi. El cliente cuenta con sus bendiciones para continuar, y algo bueno acabará saliendo de la lucha, pero el resultado final no será el deseado. Okana y oyekun traen desastre y desesperación, y antes de que acabe esta sesión es muy posible que el cliente tenga muchos eboses que hacer. Sólo ejife puede traer evolución, y siempre dependiendo de la comprensión que tenga el cliente de lo que los orishas le han dicho que puede o no puede hacer. Debe prestar oídos al consejo de esta lectura si quiere evolucionar. Este signo tiene su ebó. Se debe ofrecer adimú a todos los guerreros, dando una atención especial a Ochosi. El cliente también debe recibir una rogación cada cuatro meses para mantener su cabeza limpia de osogbo. ejife. Ejife apere Ochosi es un presagio favorable para la mayoría de la gente; es un símbolo de equilibrio, no muy distinto de los platillos de la balanza, por los que se reconoce a Ochosi. Para los que son nobles y observan la ley, éste es un patrón de abundancia y realización. La persona cosecha lo que sembró. Sin embargo, no todos los que abran en este apere serán personas nobles y justas, y cuando Ochosi les habla en ejife les está señalando que han establecido vínculos equivocados. Antes de dar consejo alguno para este apere, el adivino debe preguntar: «¿Estás viviendo fuera de la ley? ¿Estás haciendo algo que pudiera llevarte ante los tribunales?» Si el cliente responde «sí», ha de saber que Ochosi puede imponerle un castigo rápidamente, que no será un castigo injusto considerando las acciones de esta persona. S i el cliente puede responder honestamente que vive dentro de los límites de la ley, Ochosi le ha traído una bendición. Para sellar el iré de este signo, el cliente debe ofrecer ebó: adimú a los pies de Ochosi. Después de que Ochosi haya sido aplacado, se debe dar algo a todos los guerreros en conjunto. Si el cliente no tiene sus propios guerreros, debe hacer la ofrenda a los orishas del adivino y recibir cuanto antes sus propios guerreros. okana. Cuando Elegguá da okana en el apere de Ochosi, se trata de un mal presagio. Las tres piezas negras que tenemos en el suelo ante nosotros indican desesperación, enemigos y mala suerte. La luz sigue estando presente, aunque es una sola pieza blanca contra las tres negras, y no es suficiente para
75 superar la agobiante oscuridad. Los muertos también están detrás de este signo; son los antepasados del cliente que han sido olvidados casi completamente y están muy próximos al enfado. La falta de oraciones y ofrendas provoca parte de su ira, pero aún están más airados porque su descendiente no está viviendo a la altura de su potencial. No está haciendo uso de los dones que le han sido otorgados, dones que forman parte de su herencia genética y espiritual. Si el cliente ha de afrontar audiencias ante los tribunales o arrestos debidos a sus actividades ilegales, este signo se vuelve todavía más duro, porque Ochosi no se siente feliz. Aún no está enfadado del todo, pero está observando a esta persona como un padre decepcionado, considerando qué castigo debe imponer a su hijo. Para reabrir los caminos que han quedado cerrados en este apere, el cliente debe volver cuanto antes a casa del adivino con un gallo para Elegguá; el cliente debe ser limpiado con el gallo, que a continuación será sacrificado al orisha. Después de este sacrificio, Ochosi también debe ser alimentado. Asegúrate de que una semana después del sacrificio se ofrezca a ambos orishas cestas de fruta fresca para refrescarlos, y Ochosi también debe recibir un adimú de algo dulce para cambiar sus sentimientos hacia el cliente. En cualquier caso, todas las ceremonias serán en vano a menos que el cliente cambie de conducta y transforme todo aquello que ha provocado la ira de Ochosi. Ochosi es la justicia y sólo se le puede aplacar hasta cierto punto antes de que emita su juicio. oyekun. Establecido frente a Elegguá en el apere de Ochosi, este patrón habla de muerte, de los muertos y de oscuridad. Ochosi dice que la mayoría de los problemas del consultante están producidos por los muertos y viene a mostrar al cliente cómo abrirse camino e ir más allá de esta oscuridad. En primer lugar, debe dar a los egun lo que desean: ebó. El cliente debe ofrecerles un gallo; si aún no tiene el opa ikú (bastón de los muertos), debe salir al bosque con su padrino para encontrarlo. El opa debe ser alimentado inmediatamente. A continuación, el cliente debe ofrecer una serie de misas a sus antepasados; las misas deben celebrarse tres noches consecutivas una vez ofrecido el opa a los egun. Inmediatamente después de la última misa, la cabeza del cliente debe ser limpiada por un pichón blanco ante el altar de Ochosi, lo que dará al orí la fuerza necesaria para avanzar por el camino que le ha señalado el orisha. A continuación, el cliente debe hacer una rogación ante el altar del orisha. Con los egun satisfechos y fortalecidos, y con la cabeza limpia y calmada, ahora el cliente puede mirar a su vida con renovado vigor y podrá superar los obstáculos que le impiden evolucionar.
Apere en Babaluaiye
Figura 4.—Apere Babaluaiye.
76 El apere de Babaluaiye se presenta cuando tres piezas de coco forman una linea relativamente recta, quedando la cuarta pieza por encima de la linea, tanto en la esquina superior izquierda como en la superior derecha.
alafia. Cuando el apere de Babaluaiye aparece ante Elegguá, alafia es su odu más deseado. En este caso decimos que Asohano ama a este cliente, y su amor es tal que sus mensajeros —mosquitos y perros— sentirán que el orisha está a su alrededor. Durante el día, los perros se acercarán a él con mucho amor y afecto; ellos son los fieles y constantes compañeros de Babaluaiye, y querrán estar más cerca de ese espíritu estando cerca del cliente. Los mosquitos, compañeros nocturnos del orisha, también sienten sus vibraciones y el cliente no debe aventurarse demasiado lejos después de oscurecer si no quiere verse rodeado por ellos. Esta letra nos advierte contra la costumbre de depositar nuestra fe en estatuas de escayola y de papel; si esta persona ha acumulado iconos religiosos de escayola o papel, deben ser destruidos. No deben tirarse ni darse a otras personas, porque el osogbo pasaría al nuevo dueño. Recuerda: aunque damos gracias a los santos por ayudarnos a preservar nuestra religión, nuestra devoción se dirige a los orishas y no a los iconos de nuestros captores. Alafia apere Babaluaiye indica que esta persona está preparada para recibir al orisha. Hasta que los rituales correspondientes puedan llevarse a cabo, el cliente debe hacer ebó al orisha y recibir su eleke. En este signo, el cliente toma una mazorca de maíz tostado untada con epó (aceite rojo de palma) y la ofrece sobre una pequeña rebanada de pan. Si este apere viene para alguien que ya ha recibido a Babaluaiye, indica que el orisha siente que está demasiado cerca de una puerta. Prefiere estar oculto de la vista en una esquina tranquila de la casa. etawa. Cuando el apere de Babaluaiye aparece ante Elegguá en etawa, es una advertencia. El cliente está tomando demasiadas medicinas para aliviar sus síntomas, sean reales o imaginarios. Esto debe acabar a menos que esté bajo supervisión médica. Muchas enfermedades menores son el medio que usa el cuerpo para limpiarse con ayuda de Asohano. Tomar cosas que reducen los síntomas mientras la enfermedad sigue su curso (que es lo que hacen casi todos los remedios sin receta) implica reducir la capacidad corporal de limpiarse y regenerarse de manera natural. Recuerda que lo que no nos mata nos hace más fuertes. Considera también que si uno reduce los síntomas de su enfermedad sin una intervención médica adecuada, podría evitar la detección de enfermedades más serias. Si en este momento el cliente no está tomando medicamentos sin receta, este apere en Asohano le advierte que cuando vuelva a enfermar debe ir directo al médico y no tomar nada que no le haya sido recetado por él. Este patrón tiene su ebó para ayudar al cliente a superar cualquier osogbo: debe vestir ropa interior de arpillera debajo de la ropa durante diecisiete días. Al final de ese periodo, debe ofrecer a Asohano un adimú (cualquier cosa que su corazón le dicte que es aceptable). ejife. Elegguá da esta letra para decir «sí» a la pregunta del cliente, mostrándole que su mundo está en equilibrio, pero Asohano interviene en este apere para ofrecer un mensaje muy importante. Este cliente ha nacido para ser
77 sacerdote o sacerdotisa, y si aún no ha determinado a qué orisha dedicará su sacerdocio, es muy posible que sea a él. Y aunque no sea así, Babaluaiye ama tiernamente al cliente y quiere participar más en su vida. En cuanto pueda, el cliente debe recibir al orisha, que no cesará de realizar milagros en su vida. También ha de tenerse en cuenta que esta persona puede tener antepasados que fueron iniciados a los misterios de los orishas o que estaban muy implicados en su culto y adoración. El cliente debe investigar a sus antepasados, dibujar su árbol genealógico y amar, adorar y propiciar continuamente a sus egun. okana. Cuando okana se abre ante Elegguá en el apere de Babaluaiye, ésta es una advertencia severa, aunque ofrecida con amor. Este orisha sonríe al cliente, cuidándole constantemente. Okana es profundo, oscuro y misterioso, y los Orishas que conocen los abismos oscuros de la existencia humana se encuentran en este signo. En el caso de Babaluaiye, este signo, además de advertir, absorbe: el orisha puede retirar todos los obstáculos del camino del cliente si éste escucha el consejo del espíritu. En primer lugar, Asohano exige, no suplica, que el cliente hable con más cuidado sobre sí mismo y los demás. De sus labios no debe surgir irreverencia alguna, ni siquiera susurrada, y esta persona debe dejar de blasfemar. Esto es válido no sólo para la religión de los orishas, la fe lucumí, sino también para las demás religiones. Di al cliente lo siguiente: «Hay verdad en todos los senderos que predican la bondad, y aunque sus seguidores no puedan hallarlas, la verdad y la bondad siguen estando ahí. No maldigas la luz a menos que quieras estar a solas en la oscuridad.» A veces el cliente es orgulloso, presumido y perezoso, y son estas cualidades las que alimentan la oscuridad. Pero, a pesar de todo, sigue habiendo en él un deseo de ser bueno, de hacer el bien y de conseguir cosas buenas mediante el trabajo duro; esto es lo que ha traído el pedazo de coco blanco y la pequeña chispa de luz, que puede crecer si se la alimenta. Como ebó, esta persona debe ponerse diariamente los elekes (collares de cuentas) de los orishas frescos. Si aún no los tiene, debe recibirlos: Obatalá, Yemayá, Oshún y Shangó deben acompañarle en todo momento. Esta persona también debe hacer una rogación ante el altar de este orisha y debe considerar las lecciones de humildad recibidas antes de recibir el permiso para abandonar la casa del adivino. oyekun. Oyekun es un signo peligroso en sí mismo, pero cuando se abre ante Elegguá en el apere de Babaluaiye es todavía más severo. Este cliente está en peligro de muerte, la enfermedad se cierne sobre él y le va lisiando lentamente; podría estar gestándose ahora mismo dentro de su pecho. La letra oyekun debe ser aplacada como se describió en el capítulo 3, debiéndose investigar también por qué ha caído. En cuanto se cierre este oráculo, las exigencias marcadas por los egun y por Obi deben satisfacerse inmediatamente. El hecho de que haya caído este odu también indica que el cliente debe hacer varios eboses en honor de Babaluaiye . En primer lugar , esta persona debe vestirse de arpillera y ponerse «ropa de mendigo » de vez en cuando ; debe salir a la calle a pedir limosna , dando todo el dinero que reciba a una persona verdaderamente necesitada . Hecho esto, debe ofrecer un cuenco de frutas frescas a todos los guerreros y un gallo a Babaluaiye . El
78 cliente debe limpiarse de la cabeza a los pies con ese gallo y después lo sacrificará al orisha . Como la enfermedad está tan cerca de esta persona, debe empezar a ahorrar dinero para hacer ocha . Con el tiempo, esa iniciación se convertirá en su salvación.
Apere en Aganyú
Figura 5.—Apere Aganyú. El apere de Aganyú aparece cuando tres de las piezas forman un triángulo equilátero y la cuarta pieza forma una línea recta con uno de los vértices del triángulo. La línea formada por la pieza separada y el vértice no intersecta con ninguna línea del triángulo, quedando fuera de su figura.
alafia. Cuando este apere se abre ante Elegguá en alafia, Aganyú se ha presentado en la lectura para advertir y acónsejar al cliente. En primer lugar, la persona que ha traído sus asuntos ante los orishas es tímida y apocada; si externamente parece vociferante y bulliciosa sólo es una máscara que lleva puesta. En cualquier caso, no sabe llevar la máscara bien, porque cuando los demás le presionan él se retira rápidamente dentro de sí. Aganyú dice a esta persona: «¡No seas tímido! ¡Siéntete orgulloso!» Esta información debe ser transmitida al cliente. El orisha es fuerte, poderoso y masculino, y su energía acompañará a esta persona durante sus movimientos habituales. Mientras el cliente le preste atención, todo saldrá bien. Como Aganyú va siempre acompañado de un gran calor espiritual, el cliente debe proteger su cabeza para no agobiarse ni recalentarse. También tiene que tener cuidado de no excederse en su esfuerzo hasta llegar al agotamiento, porque las corrientes espirituales que le impulsan hacia delante son muy poderosas. Como ebó, es importante que este cliente limpie su cabeza frecuentemente con dos cocos; una vez concluida la limpieza, los cocos deben ser ofrecidos a Aganyú para que sea él quien se encargue del calor en lugar del cliente. Evidentemente, si el cliente se siente abrumado debe ofrecer una rogación ante el altar de Aganyú, pues así el espíritu no le agobiará mientras trata de ayudarle a recorrer su camino. etawa. En este caso Aganyú viene a decir al cliente que tiene dificultades porque no va en línea recta hacia sus objetivos. Empieza a trabajar para conseguir algo y en cuanto avanza un poco por ese camino, se deja distraer por las cosas que ve a los lados. Vagabundea y se pierde antes de
79 volver a recuperar su camino. Esto es lo que nos está diciendo la oscuridad de etawa. En esta circunstancia la solución es muy simple: concéntrate en una sola cosa cada vez. La letra complementaria mostrará al adivino si el cliente conseguirá hacerlo o no; también le dirá si hay otras cosas que impiden su progreso, y si debe cambiar su actual objetivo por otro. Etawa apere Aganyú también recomienda que este cliente busque el consejo de sus ancianos para determinar sus objetivos en la vida; muchas de las cosas que busca son las mismas que ellos buscaron, y sus consejos le ayudarán a conseguirlas sin contratiempos. En cuanto a los eboses, esta letra indica que se debe empezar por ofrecer un gallo a los guerreros y después se debe dejar un adimú ante el altar de Aganyú para agradecerle su ayuda y sus consejos. ejife. Aunque ejife es el signo más positivo del Obi, y responde con un «sí» a la pregunta del cliente, cuando se abre en el apere de Aganyú indica que hay asuntos pendientes que deben resolverse. El adivino debe evaluar la relación del cliente con Ogún. Debe preguntarle: «¿Cómo es tu relación con Ogún? ¿Le rezas frecuentemente?» Este apere nos indica que el cliente hace más peticiones a Ogún de las que debería. Y se trata de un orisha poderoso que trabaja duro, pero prefiere hacerlo en solitario. El adivino debe decir a su cliente que no moleste a Ogún para nada, que el orisha conoce sus necesidades y se hará cargo de ellas. Esta persona debe concentrarse primero en Elegguá y después, en Aganyú; ellos son los que se ocuparán de las cosas de las que Ogún no puede o no quiere ocuparse. Este signo no prescribe un ebó concreto pero, para asegurarse la buena voluntad de Aganyú, se le debe ofrecer un adimú «de corazón». Como el cliente da algo al orisha de corazón, Aganyú también le devolverá algo de corazón. okana. Cuando okana se abre en el apere de Aganyú, el adivino sabe por qué la oscuridad rodea al cliente. Ante Elegguá, okana apere Aganyú es un símbolo de la guerra entre los sexos. Las mujeres causan problemas a los hombres y los hombres se apartan de su camino para causar problemas a las mujeres; no se puede confiar en que las personas del otro sexo deseen lo mejor para uno, y si el cliente tiene superiores del sexo opuesto, esto aún le complicará la vida mucho más. Para superar estos problemas, el cliente tiene que hacer algunos cambios drásticos. La respuesta a la pregunta es «no»; el cliente no puede tener éxito en lo que se ha propuesto. No obstante, si altera ligeramente su objetivo es posible que pueda salir adelante. El éxito del cliente dependerá de que se atenga a sus propias decisiones. Los propios sueños y deseos no deben discutirse con los demás. Adviértase que mientras Aganyú habla en este apere, es Elegguá quien debe recibir un ebó. E l sacrificio de un gallo a Eshu hará mucho por limpiar de osogbo la senda del cliente. oyekun. En este patrón, Aganyú es quien hace la advertencia, pero son los egun y Obatalá quienes reciben ebó. El orisha se presenta ante Elegguá para hacer una severa admonición: no te burles de nadie, especialmente de los ancianos y de los débiles. Obatalá se presentó una vez al cliente bajo este disfraz, con la forma de uno de sus hijos legítimos aunque no iniciados, y en
80 esa ocasión el cliente ofendió al orisha. Por eso no le van bien las cosas, por eso no puede evolucionar. Aganyú está aquí para hacerle esta advertencia porque Obatalá mismo está demasiado ofendido como para hacérsela personalmente, y no desea hablar al cliente o trabajar para él hasta que le pida perdón y le ofrezca ebó. En primer lugar, se debe hacer ebó a los egun. No han sido propiciados adecuadamente y exigen adimú antes de dejar que el cliente vuelva a presentarse ante los orishas. Hecho esto, el cliente debe limpiarse con un pichón blanco, que a continuación se sacrificará para alimentar a Obatalá. Se ofrecerá un segundo pichón al orisha para aplacarlo y se realizará una rogación ante su altar. Después de limpiarse, el cliente debe hacer foribale al orisha y rogar su perdón, prometiendo no volver a burlarse de los ancianos, de los débiles o de los deformes. Si el cliente reincide después de haber ofrecido estos eboses, cortará su camino evolutivo permanentemente.
Apere en Shangó
Figura 6.—Apere Shangó. El apere de Shangó aparece cuando tres piezas de coco forman un triángulo isósceles apuntado y la pieza de coco restante forma una línea recta con el ángulo menor del triángulo. La figura resultante imita la forma de una espada, el arma que Shangó usa en sus batallas.
alafia. Aunque alafia siempre es un buen presagio, cuando se abre ante Elegguá en el apere de Shangó anuncia claramente que el dios del trueno muestra su mejor cara. El poderoso Shangó ha observado de cerca a este cliente, protegiéndole de todo mal y dirigiéndole suavemente en su camino evolutivo. Siempre servicial pero sin interferir nunca, Shangó ha estudiado cómo se conduce esta persona y conoce los pensamientos más íntimos del cliente. Shangó está impresionado por lo que ha visto. El adivino debería decir al cliente: «Has traído tus asuntos ante Elegguá, pero es Shangó quien te ha respondido. Este orisha ha estado cerca, vigilándote y cuidando de ti , pero nunca se ha inmiscuido en tus acciones. Él está muy satisfecho con tus objetivos, tus ideales y los métodos que usas para conseguirlos. Shangó está contigo. Te da sus bendiciones. Mientras sigas haciendo el bien, Shangó te ayudará a evolucionar.» El adivino también debe decir al cliente que las decisiones importantes que toma en su vida tienen consecuencias mucho más allá de su entorno inmediato. Alafia apere Shangó requiere un ebó. En cuanto pueda, el cliente debe volver con una gran cesta de frutas frescas. Debe limpiarse con ellas y poner la
81 mitad a Shangó y la otra mitad a Obatalá; hecho esto, ambos orishas seguirán bendiciendo todo lo que esta persona haga en la vida. etawa. Cuando este apere caiga ante Elegguá en etawa, Shangó viene a decir que los cimientos del cliente no son todo lo fuertes que deberían ser. El orisha quiere ayudar, pero antes el cliente tendrá que ofrecer al menos tres eboses para despejar sus caminos. Para empezar, el cliente debe ofrecer a Shangó un racimo de plátanos verdes. Cada uno de ellos debe estar untado en abundante aceite de palma y después debe ponerse en un plato blanco con el borde rojo. Sobre ellos debe derramarse abundante miel. El adivino pone esta ofrenda en la batea de Shangó mientras el cliente hace foribale al orisha, rezando para obtener la fuerza y la evolución requeridas; hecho esto, debe encenderse una vela roja y otra blanca a Shangó. Después de este ebó, el adivino debe sentar al cliente para una rogación y a continuación, usando el Obi, el adivino debe preguntar al orisha dónde llevar los restos de estas ceremonias. A la mañana siguiente, el material usado para limpiar la cabeza se lleva al lugar indicado y cuando los plátanos empiecen a ponerse de color marrón, el cliente también debe llevarlos al mismo lugar. Cuando venga a retirar esta ofrenda, el cliente debe ofrecer al orisha del adivino un caballo de cerámica, blanco y nuevo, con un lazo rojo que dejará en el lugar de los plátanos. Una vez hechas todas estas cosas, Shangó luchará para limpiar la senda del aborisha. ejife. Cuando ejife apere Shangó se abre ante Elegguá, no puede haber seguridad mayor de que todo es como debe ser en la vida del consultante. Shangó ha venido con Eshu para asegurar que todo está bien; el mundo está en equilibrio y el cliente tiene todas las herramientas necesarias para su evolución, aunque esto no significa que todo vaya a ser dulzura y amor. Más bien, ejife promete un perfecto equilibrio entre luz y oscuridad, dulzura y amargura, evolución y destrucción. Este equilibrio de opuestos es lo que nos hace evolucionar, lo que nos impulsa a ser mejores. Ejife apere Shangó requiere un ebó: el cliente debe ofrecer al orisha una espada de madera con cuentas. Esta espada será ofrecida junto con un pequeño adimú de plátanos. Cuando Shangó tenga su espada, se asegurará de que ningún enemigo pueda dañar al cliente en su búsqueda de la felicidad. okana. Aunque habitualmente es un presagio poco favorable, cuando okana apere Shangó se abre ante Elegguá la letra brilla de esperanza y libertad si el cliente escucha con cuidado las palabras del orisha. El adivino debe decir al cliente: «Aunque es posible que veas esperanza y luz a tu alrededor, en realidad sólo hay oscuridad; pero Shangó está en camino para ofrecerte su ayuda. Quizá no lo sepas, pero las puertas se están cerrando y los viejos caminos ya están superados; tu evolución está bloqueada. Shangó puede salvarte. Sólo él puede alumbrar tu camino.» Cada pieza negra que está delante del adivino representa a un amigo y la traición que podría cometer. Adviértase que estas personas no son enemigos y no están destinados a serlo. Quienes rodean al cliente son una mala influencia sin ellos desearlo; son inocentes de sus acciones, aunque son los causantes de los torbellinos que asolan el camino del cliente. El adivino debe instruir a esta persona: «Tus objetivos, tus planes y tus sueños no te van demasiado bien porque otros
82 interfieren constantemente. Tus sueños te alejarán de tus seres queridos, y ellos te quieren cerca. Ésta es la verdadera razón por la que se inmiscuyen, aunque en realidad no desean retenerte. Enfócate, de momento, en Shangó.» Él es quien llevará al cliente a la victoria, el que retirará el osogbo de los falsos amigos para que esta persona pueda conseguir sus objetivos. Y cuando los haya conseguido, los que realmente sean amigos suyos seguirán estando ahí, esperando. Ellos le entenderán y le perdonarán por haber abandonado momentáneamente su círculo. El consejo de esta letra es simple: haz planes y mantenlos en secreto. Di a tus amigos que estás muy ocupado y distánciate de ellos mientras te esfuerzas por evolucionar. No cuentes a nadie esta lectura; deja que Shangó te muestre el camino. Este signo requiere varios eboses para aclarar los senderos del cliente, que deben realizarse cuanto antes. En primer lugar, el adivino debe limpiar al cliente con un pequeño gallo, sacrificándolo tanto a Elegguá como a Ogún; a esto le sigue una limpieza con un pichón, que se sacrifica únicamente a Ogún, y a continuación debe darse un adimú a Shangó consistente en dos cocos, doce velas, miel, aceite de coco, cascarilla (una hierba aromática), una espada de madera y una cuota de 6,25 euros. Completada esta ofrenda, el poderoso Shangó mantendrá la oscuridad a raya mientras el cliente trabaja duro en su evolución personal. Adviértase que la letra complementaria de este signo es la que determina si el cliente seguirá evolucionando. Si a continuación sale un patrón negativo, muestra que el cliente fracasará por su falta de fe. oyekun. Oyekun en el apere de Shangó es una advertencia muy severa: el entorno del cliente es volátil, está recalentado espiritualmente y muy pronto todo este calor podría manifestarse en forma de fuego. Deben hacerse muchas cosas cuando este patrón cae sobre la esterilla y todas ellas deben ser consideradas ebó. En primer lugar, deben dejar de usarse los aparatos eléctricos rotos; el cliente debe deshacerse inmediatamente de cualquier aparato que no funcione bien. Si algún aparato tiene los cordones raídos, no debe usarse hasta que sean sustituidos y si no pueden ser sustituidos, el aparato debe ser desechado. Es posible que buena parte del calor venga en forma de un exceso de electricidad en el hogar, de modo que no enchufes más de un aparato eléctrico en cada enchufe. El uso de cables alargadores es tabú porque meten el fuego de Shangó más dentro de la casa. Una vez que se ha tenido en cuenta todo lo anterior, el cliente debe limpiar su casa minuciosamente, retirando todas las basuras y papeles innecesarios. Finalmente, cuando la casa está limpia y los aparatos estropeados han sido retirados, la persona debe volverse hacia Shangó y ofrecerle un adimú de frutas frescas. Después de haber dado al cliente todos estos consejos, el adivino debe seguir el proceso habitual para oyekun tal como se detalla en el capítulo 3.
Apere en Obatalá
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Figura 7.— Apere Obatalá. El apere de Obatalá aparece cuando las cuatro piezas de coco caen formando una figura que recuerda un paralelogramo.
alafia. Cuando el apere de Obatalá se abre ante Elegguá en alafia, prescribe una serie de tabúes y eboses para asegurar que el cliente no se pierda las bendiciones de alafia. El adivino debe decir varias cosas a esta persona. El cliente tiene la cabeza grande (mucha consciencia) y debe recibir ocha: los orishas están esperando que esta persona sea coronada y hasta que eso ocurra, no podrá hallar la verdadera felicidad. El cliente debe evitar la suciedad en su vida; debe limpiarse a sí mismo, limpiar su casa y su coche y asegurarse de que se mantengan limpios. El hogar debe ser un refugio sereno ante el ajetreo de la vida cotidiana y no deben permitirse pugnas ni discusiones en él. El cliente debe limitar las visitas que recibe a sus amigos más íntimos, e incluso éstos no deben visitarle con mucha frecuencia. No debe consumir alimentos cocinados a la brasa, ni siquiera en un restaurante especializado. No debe comer alubias blancas, pichones ni alimentos de color blanco porque pertenecen a Obatalá y, de momento, él se los está retirando. Los perros y gatos también son tabú, y si el cliente no los tiene en su hogar no debe adoptarlos. Le traerían mala suerte. En este apere, el orisha quiere que el cliente sepa que escucha todas sus plegarias; Obatalá siempre escucha y observa. Sin embargo, el orisha necesita varios eboses si esta persona quiere que siga trabajando para ella. En primer lugar, como el cliente tiene la cabeza tan grande (mucha consciencia), debe limpiarla y mantenerla limpia. El adivino debe administrar una rogación mensual a esta persona en la cabeza hasta que haga ocha. Después de la rogación, el cliente debe limpiarse de la cabeza a los pies con dos cocos blancos, que seguidamente ofrecerá al orisha junto con dos velas blancas. Las limpiezas frecuentes son importantes para este cliente y debe aprender varias formas de hacerlas antes de irse de la casa del adivino. El color blanco es muy hermoso; el cliente debe vestir ropa blanca con más frecuencia y ponerse a menudo los elekes de Obatalá. El adivino también orienta a esta persona a adorar a los guerreros diariamente y si no los tiene, debe recibirlos. Finalmente, como el cliente está siendo seguido por habladurías y malas lenguas, debe hacer ebó a Shangó con una lengua de vaca. Empezará ofreciendo el ebó a Obatalá y después lo dejará ante Shangó. Shangó luchará todas las batallas de este cliente y evitará que le hieran las malas lenguas. etawa. Habiendo abierto ante Elegguá en el apere de Obatalá, este patrón avisa al cliente de que el desastre se cierne sobre él, aunque Obatalá mantendrá a raya el problema si el cliente le escucha. Ahora mismo, la vida de esta persona parece bien encaminada y estable, pero la oscuridad está en camino: un osogbo que busca revocar el iré concedido por Obatalá. El cliente afronta este periodo de retribución porque no ha meditado detenidamente sus
84 acciones: él visualiza sus objetivos y se esfuerza por conseguirlos, pero no presta atención a la senda por la que va caminando, es como si llevara puestas anteojeras. Aunque Obatalá se ha presentado para hacer estas advertencias al cliente, ahora debe pedir ayuda a los guerreros: Elegguá, Ogún, Ochosi y Ósun son los que mantendrán su camino despejado mientras el poderoso Obatalá lucha para llevar bendiciones a su vida. En primer lugar, si el cliente aún no ha recibido a los guerreros en su vida, debe recibirlos. En segundo lugar, como el cliente no tiene a los guerreros, los orishas del adivino deben ser alimentados con dos gallos y dos pichones para que tengan la fuerza de luchar las batallas de esta persona. Transcurrida una semana desde el primer sacrificio, debe ofrecerse una pequeña cesta de fruta a los guerreros para refrescarlos. Adviértase que si el cliente ya ha recibido a los guerreros, ofrecerá este ebó a sus orishas, alimentando simultáneamente a Elegguá, Ogún, Ochosi y Ósun. Como ya indicamos, si el cliente no ha recibido a los guerreros, debe ofrecer el sacrificio a los orishas del adivino; sin embargo, el Ósun del adivino no debe ser alimentado. El pichón que se ofrecería a Ósun se usa para limpiar la cabeza del aborisha, que seguidamente recibe una rogación ante el altar de Obatalá. El cliente sólo tendrá la fuerza necesaria para seguir su camino cuando se hayan celebrado estos rituales. ejife: Obatalá es equilibrio, ejife es equilibrio. Cuando este apere se abre ante Elegguá, Obatalá viene a decir que está contento con el cliente. Todas las sendas y caminos evolutivos están despejados; la cabeza está limpia y el corazón es puro. El orisha se eleva orgulloso sobre esta persona, bendiciendo sus metas en la vida de modo que, con el tiempo, podrá conseguir todo lo que se ha propuesto. Tanto es el amor del orisha que, cuando el cliente tenga una petición especial, debe acompañarla con un adimú, y entonces Obatalá removerá cielo y tierra para otorgarla. En este patrón se ofrece un ebó que el cliente puede usar cuando se sienta confuso o agobiado. El cliente debe limpiar su cabeza con dos cocos frescos y, a continuación, los presentará ante el orisha junto con dos velas blancas. Obatalá despejará la confusión y el torbellino para que el aborisha pueda ver las cosas como realmente son. okana. Cuando el apere de Obatalá se despliega ante Elegguá en okana, el orisha fresco trae una advertencia: la vida del cliente está entrando en una etapa volátil, un periodo en el que todo amor y toda esperanza podrían desaparecer de ella. Sin embargo, Obatalá se muestra fuerte y trabaja con la fiereza de un guerrero para devolver la luz a la vida de esta persona. El cliente debe fortalecerse y trabajar duro para superar la adversidad. Como está tan rodeada de hipocresía, esta persona no debe confiar en nadie, ni siquiera en su mejor amigo. Debe mostrase reservada y no hablar de sus planes, objetivos, sueños y deseos con los demás. La causa por la que okana se ha presentado en su vida es muy simple: este osogbo ha sido atraído por su propia indiscreción. Su naturaleza excesivamente confiada le ha llevado por el camino de la destrucción. El cliente debe ofrecer a Obatalá un ñame envuelto en papel marrón sobre el que escribirá su nombre y, a continuación, debe cubrirlo con abundante efun (una pasta blanca hecha de cáscara de huevo en polvo). Presentará esta ofrenda al orisha sobre un plato blanco y dejará crecer la
85 planta libremente hasta que la raíz empiece a pudrirse. De esta forma, Obatalá ayudará a esta persona a crecer y a superar el mal que le rodea. oyekun. Aunque oyekun nunca es un buen augurio, cuando Obatalá habla a través de esta letra es aún más terrible. Obatalá ha venido a decir al cliente que está caminando por el valle de las sombras, por el valle de la muerte; el mal le rodea por todas partes e incluso los muertos han venido a confundirle. El cliente puede sentir que es una víctima de las circunstancias, pero en realidad él mismo es el responsable de lo que le acontece. Para trasmitirle toda la severidad de este signo, el adivino debe decirle: «Oyekun se ha abierto en el apere de Obatalá; ni él, ni Elegguá, ni los difuntos están contentos. Tu propio descuido y tu falta de visión te han hecho transitar un camino que te lleva a la oscuridad total. Ahora la luz está tan lejos que no puedes verla. Del mismo modo que te has traído a este lugar, ahora debes esforzarte por sacarte de él. Los espíritus no te han abandonado, aunque pudiera parecer que es así. Más bien, tú los has abandonado a ellos, y ahora debes trabajar con ahínco para que vuelvan a tener un lugar en tu vida. En primer lugar, la cabeza del cliente necesita fuerza para superar la oscuridad, para ver con claridad donde la visión es prácticamente imposible. El cliente, vestido de blanco, debe sentarse ante el altar de Obatalá, donde recibirá una rogación. Hecho este ebó, el adivino no debe sorprenderse si las letras del Obi no salen bien. Después de la rogación, el cliente debería ofrecer un adimú al orisha (cualquier cosa que desee de corazón), y debe volver cada noche para hacer una rogación hasta que tanto Obatalá como Eshu ni pacuó estén de acuerdo en que la cabeza vuelve a estar en orden. Sólo los signos alafia o ejife podrán aceptarse como un aprobado. Cuando se obtengan estos signos, deben ofrecerse dos palomas o pichones blancos a Obatalá en agradecimiento. También se deben ofrecer sacrificios a los egun del cliente ante su altar y el cliente debería ofrecer una misa de algún tipo cada noche. Al final de cada misa, Obi debe ser ofrecido a los egun. Hasta que muestren su aceptación o complacencia mediante alafia o ejife, la misa debe repetirse cada noche. Cuando Obatalá y los egun están satisfechos, se debe alimentar a los guerreros con dos gallos y dos pichones: Elegguá, Ogún, Ochosi y Ósun necesitarán la fuerza de un sacrificio para volver a aclarar las rutas del cliente. Si el aborisha no ha recibido a estos guerreros, este sacrificio se ofrece a los espíritus del adivino. Sin embargo, no se alimentará al Ósun del adivino, y en lugar de ello se usará el pichón para alimentar la cabeza del cliente, que recibirá otra rogación ante el altar de Obatalá.
Apere en Oyá
86 Figura 8.— Apere Oyá. El apere de Oyá se forma cuando tres piezas de coco forman una línea recta y la cuarta forma otra línea que intersecta con la pieza central.
alafia. Cuando alafia apere Oyá se abre ante Elegguá, las bendiciones son inmensas, porque Elegguá es el sino y el destino; todas las cosas en el cielo y en la tierra son posibles con su permiso. Y del mismo modo que él maneja un gran poder, también lo hace Oyá. Ella es la señora del mercado, donde el mercader puede enriquecerse y el consumidor puede saciarse. En nuestra fe, el mundo es el mercado y Oyá, su reina suprema. Con sus bendiciones y con las de Eshu no hay nada en esta vida que no pueda conseguirse. Elegguá adapta el destino a los deseos del cliente, mientras que Oyá enseña a esta persona cómo ser al mismo tiempo mercader y consumidor. Ante una combinación tan poderosa, nada le puede ser negado. La señora del mercado está defendiendo a esta persona, pero también lo hacen los ejércitos de los muertos que están a sus órdenes. Vastas fuerzas espirituales se han reunido para llevar a este cliente hacia la luz. Las bendiciones acompañan a este signo, pero, aun así, Oyá tiene muchos consejos que dar. Para conservar la suerte que ella trae, esta persona no debe hacer promesas. Su vida pronto se convertirá en un caos: le van a suceder muchos cambios drásticos y al cliente le resultará imposible hacer las cosas que pensaba hacer por otros. No debe hacer muchas promesas y cuando las haga, no debe prometer algo muy grande. En el trabajo se comenten errores y esta persona tiende a ocultarlos, pero Oyá dice que eso no está bien. En lugar de ocultar sus errores, el cliente debe exponerlos, pedir perdón y esforzarse por corregirlos. Sus jefes estarán contentos. Alafia apere Oyá requiere un ebó. Para refrescarse, el cliente debe tomar un baño fresco, en el que arrojará los pétalos de nueve flores, todos de distintos colores. Después de bañarse, debe vestirse de blanco y cubrirse la cabeza con un sombrero. Inmediatamente antes del amanecer o del atardecer, y aún vestido de blanco, el cliente debe ir al cementerio más pobre, más viejo y más olvidado que pueda encontrar. Pidiendo permiso a Oyá en la puerta, debe deambular hasta que se sienta atraído por una tumba; allí dejará un ramillete de nueve flores de distintos colores. Después vuelve a la puerta y derrama su corazón sobre Oyá antes de irse. Ella le escuchará y bendecirá sus peticiones. etawa. Habiendo venido en el apere de Oyá, etawa es un patrón marcado por la oscuridad y la desesperación. La luz domina y las bendiciones están intentando llegar. La bondad existe en el entorno de esta persona, pero ella sólo ve oscuridad. El adivino debe mirar cuidadosamente al cliente: lleva puesta una máscara. Su rostro puede parecer agradable, esperanzado e incluso feliz, pero debajo de esa apariencia hay lágrimas e inquietud. Esta persona está deprimida y lo esconde del mundo. Se suele decir que los ojos son el espejo del alma y si el adivino mirara a los ojos de esta persona, vería lo cansada que está. El insomnio le acecha por la noche y cuando por fin llega el sueño, es inquieto, lleno de pesadillas e imágenes surrealistas. Oyá dice al cliente que le está ocurriendo esto porque trabaja demasiado, llegando al agotamiento; se preocupa demasiado y de cosas sobre las que no tiene ningún control. El cliente debe abandonar todas estas preocupaciones. Tanto Oyá como Elegguá quieren ayudarle, pero el consultante no está en el momento ni el lugar de poder aprovechar sus bendiciones.
87 Como ebó de este apere, el cliente debe recibir una rogación cada semana durante nueve semanas. Deben hacerse ante el altar de Oyá y el adivino debe señalar los nueve elementos que se usarán en ella. Esto ayudará al cliente a dormir mejor, y así podrá enfocarse en lo que es más importante para él. Nótese que si no escucha el consejo dado en la lectura, el cliente fracasará miserablemente a pesar de este ebó. ejife. Ejife apere Oyá ante Elegguá es un patrón cuyo consejo está dividido. Ante Elegguá, el patrón responde con un «sí» a la pregunta original del cliente, que se ha llevado a sí mismo a un momento y a un lugar de equilibrio donde todo es posible. Sin embargo, Oyá altera esta situación; ella se siente decepcionada con el cliente. Cuando su consejo sea escuchado, la fortuna de esta persona cambiará para mejor. En resumen, Oyá no está contenta. Todo lo que posee esta persona viene de ella, porque ella ha sido el fundamento de su vida. Los egun también han apoyado al cliente, pero no han recibido el reconocimiento que merecen. El cliente tiene miedo de Oyá y de las almas de los muertos que la acompañan; esto no la complace. Trae amor y apoyo, y sin embargo es recibida con miedo, aunque esta persona no tiene nada que temer de la poderosa reina. Uno de los dones de Oyá es producir cambios repentinos. El adivino debería decir a su cliente: «Piensa en todos los cambios por los que has pasado en tu vida: fueron rápidos, repentinos y tumultuosos; sin embargo, al final te trajeron un mayor iré. Lo viejo fue demolido para poder construir lo nuevo. ¡Éste es el trabajo de Oyá! Nunca vuelvas a tener miedo de estos cambios. Agradece a Oyá las bendiciones que te trae.» Adviértase, además, que el cliente tiene mucho aché con los sueños. A este respecto, el adivino debe decirle: «Mientras duermes, debes tener muchos sueños importantes que después no recuerdas. Algunos de ellos te dan miedo al recordarlos. Estos sueños proceden de Oyá y de los muertos. Ella te advierte de la muerte para que no acabes acompañando a los muertos antes de tiempo. Escucha los mensajes de los sueños.» Este patrón tiene su ebó. El cliente debe bordar un pañuelo para Oyá usando hilos de nueve colores; el color base debe ser el del vino tinto, que será resaltado por los otros ocho colores. Adorna el pañuelo con muchas conchas marinas. Cuando lo hayas acabado, debes llevárselo a la Oyá del adivino junto con un ramillete de flores multicolores. El adivino debe limpiar la cabeza del cliente con el pañuelo y cuando cubra a Oyá, ella retirará los últimos vestigios de osogbo. Las flores le son ofrecidas como adimú votivo. okana. E n sí mismo, okana nunca es un buen presagio; es un patrón en el que la oscuridad supera a la luz y aunque la luz sigue allí, es débil. En este caso es siniestro y constituye una advertencia de la que oscuridad y la retribución se ciernen sobre el cliente. Okana también puede traer evolución, pero para ello el cliente tendrá que trabajar duro. Tendrá que escuchar lo que le digan los orishas. Ahora es Oyá la que habla, y ella conoce bien los peligros que acompañan a okana. El osogbo no viene del cliente ni de sus acciones, viene de la mala intención de otros. Para evitar el mal presagiado por okana, esta persona debe pasar una temporada casi completamente retirada. Debe estar sola y buscar su propia compañía y consejo. Durante este tiempo puede que reciba varias invitaciones
88 para asistir a reuniones sociales, pero Oyá le prohíbe la asistencia. El cliente no debe ir en grupo a restaurantes, teatros, centros comerciales o fiestas, pues estarán llenos de habladurías, de traiciones y de malas intenciones. Como okana depende fuertemente de la tirada meji cuando abre ante Elegguá, la letra final determina lo bien que el cliente se adhiere a estas instrucciones. También da la respuesta final de Elegguá a la pregunta planteada. Okana apere Oyá requiere ebó. Antes de irse de casa del adivino, el cliente debe limpiarse con un coco, que a continuación se pondrá en una cesta y se dejará bajo agua corriente hasta que el cliente se haya ido. Una vez en casa, el cliente debe tomar nueve baños a lo largo de nueve noches consecutivas con nueve hierbas de Oyá; debe añadir pétalos de nueve flores al agua del baño. Al final de cada baño, el cliente debe limpiarse con un coco fresco, ofreciéndolo después a Elegguá. oyekun. Oyekun apere Oyá es muy específico en cuanto a la razón por la que se ha presentado oyekun: este cliente está siendo importunado por un espíritu maligno, un egun que no le pertenece y debe ser retirado. Este espíritu puede haber sido enviado al cliente, o se ha pegado a él, por haber ido donde no debía. En cualquier caso, el espíritu debe ser retirado. En cuanto el Obi se cierre, el cliente debe recibir una rogación con nueve elementos ante el altar de Oyá. Su cabeza debe tener l a fuerza necesaria de mantenerse limpia a pesar de este envío. Debe fortalecer sus propios egun con una serie de nueve misas, y se debe seguir con precisión cualquier prescripción dada por los espiritistas (médiums). Después de la novena misa, el cliente debe recibir otra rogación ante Oyá y, a continuación, debe limpiarse de la cabeza a los pies con un pichón. Permitiéndolo volar libremente desde la puerta de la casa del adivino, el pichón llevará el espíritu maligno al cielo, donde recibirá el trato que merece. Al día siguiente deben ponerse flores blancas en cada habitación de l a casa del cliente para mantenerla limpia.
Apere en Oshún
Figura 9.— Apere Oshún. El apere de Oshún aparece cuando las cuatro piezas de coco dibujan una curva.
alafia. Alafia es un signo que trae bendiciones y cuando se abre ante Elegguá en el apere de Oshún es, quizás, el más hermoso de los patrones. Los que conocen a Oshún saben que es la más joven de todas las criaturas de Olódumare; también es la más dulce y está entre los espíritus más poderosos, siendo sus dones el amor, la verdad, la belleza, la prosperidad y la dulzura. Cuando está bendecido por Oshún, un aborisha tiene a su alcance todo aquello por lo que merece la pena vivir. El adivino debería decir a su cliente: «Ante Elegguá recibes bendiciones, y él dice que provienen de Oshún. Maferefún [alabanzas a] Oshún, porque ella es el espíritu que hace que merezca la pena
89 vivir. Este patrón demuestra que ella te ama, y pronto tu vida reflejará ese amor. Hónrala, adórala, y ella derramará sus bendiciones sobre ti.» Puede que ahora la vida te resulte dura y que las cosas sean un poco amargas para ti, pero Oshún garantiza que si fluyes firmemente como el río, seguirás evolucionando y te elevarás por encima de todos los obstáculos. Para honrar a esta reina, el aborisha debería hacer el ebó de este signo. Con las sedas y terciopelos amarillos más caros que pueda permitirse, el cliente debe bordar un pañuelo para Oshún con sus propias manos. Debe adornarlo con lazos blancos y conchas marinas, y cada puntada que el cliente dé debe ser una oración que eleva en alabanza de la orisha. Cuando el pañuelo esté acabado, el aborisha debe volver ante la Oshún del adivino, presentándoselo junto con dos cocos y dos velas blancas. Ante su altar, el adivino debe limpiar al cliente con el pañuelo; cuando cubra su sopera, Oshún retirará los últimos vestigios de osogbo de la vida de esta persona. Seguidamente el cliente enciende las dos velas y reza por su evolución. Entonces conocerá su amor: todos los obstáculos de su vida serán retirados y reemplazados por dulzura. etawa. Cuando el apere de Oshún aparece ante Elegguá en etawa, tiene los mismos significados y se deben hacer las mismas consideraciones que en alafia; sin embargo, algo o alguien en la vida del cliente no está bien, y la oscuridad amenaza con abalanzarse sobre esta persona. Oshún no quiere que esto ocurra, pero el cliente debe hacer varios eboses para recibir su ayuda. En primer lugar, debe hacer el ebó de alafia apere Oshún y, junto al pañuelo, el cliente debe traer una pequeña calabaza, pescado ahumado, jutía, miel, maíz tostado, dos cocos y dos velas blancas. Los cocos y las velas deben presentarse sobre un plato blanco junto con un derecho para el adivino. Todo los elementos extra, a excepción de los cocos y las velas, se mezclan en la calabaza y a continuación se presentan a Oshún. El adivino limpia la cabeza del cliente con el pañuelo y después le da una rogación ante Oshún. A la mañana siguiente se retiran los artículos que queden sobre la cabeza del cliente, se introducen en la calabaza y se llevan a Oshún junto a un río. El cliente debe sentarse en la orilla y rezar a la reina, pidiéndole todas las cosas buenas que la vida puede ofrecer. Le irán viniendo con trabajo duro y perseverancia. Hay otros dos eboses que el cliente debe hacer cuando sale etawa apere Oshún. En primer lugar, debe comprar una escalera de madera de quince escalones en nombre de Oshún, que guardará detrás de la puerta delantera de su casa, apoyada contra la pared. Gracias a este ebó, Oshún ayudará al consultante a ascender por la escalera del éxito. A continuación, debe fabricarse un cojín blanco con un cisne amarillo para cada cama, sofá y silla de la casa. Esto traerá buena suerte al cliente y quienes le visiten se mostrarán amistosos durante su estancia. ejife. Cuando ejife apere Oshún se abre ante Elegguá, la hermosa reina ha venido a anunciar que está complacida con el cliente, que se ha llevado a sí mismo a un momento y a un lugar de equilibrio. La vida se está convirtiendo en la perfecta mezcla de dulzura y amargura, felicidad y tristeza, euforia y melancolía. Aunque es posible que esta persona no se dé cuenta, posee todo
90 aquello que hace que la vida merezca la pena y debe dar gracias a Oshún por sus múltiples bendiciones. Cuando responde en este apere, se deben ofrecer a Oshún los eboses siguientes: un rollo de tela amarilla, que se dejará ante ella durante cinco días. Si el cliente es mujer, al final de ese periodo tomará la cantidad de tela suficiente para hacer cinco piezas de ropa interior amarillas. Una vez cosidas, debe ponérselas a diario para que le traigan buena suerte. Además, debe ofrecer un adimú de cinco pasteles de miel y cinco frutas frescas en cuanto pueda. Esto sellará el iré del patrón. okana. Cuando abre en okana apere Oshún, la orisha viene a dar una reprimenda al cliente. Ella quiere que esta persona evolucione, que posea y disfrute de toda la dulzura que la vida puede ofrecer. El cliente no vive bien y por mucho que Oshún se esfuerza por llevarle hacia la luz, él se rodea de oscuridad. El adivino debe mostrarse firme con el cliente y decirle: «Oshún quiere bendecirte, pero estás viviendo de tal modo que te es imposible recibir bendiciones. Ella dice que dedicas demasiado tiempo a preocuparte. Se te ocurren malas ideas e intentas llevarlas a la práctica. Contemplas cosas viles y malvadas, hundiéndote así en la duda y en la preocupación. Oshún te dice que te enfoques en lo bueno, no en lo malo. Tienes que dedicar menos tiempo a reflexionar sobre las cosas y más tiempo a hacerlas. Sólo así superarás la adversidad.» Este apere conlleva un ebó que debe hacerse para levantar su osogbo. Debe limpiarse la cabeza del cliente con un pichón blanco ante el altar de Oshún. A continuación, el pichón se sacrifica a la reina. Después de la limpieza, el adivino debe dar al cliente una rogación. oyekun. Cuando el apere de Oshún cae en oyekun, la orisha muestra un enfado moderado con el cliente. El adivino debe decir al suplicante: «Oshún ha estado contigo durante muchos años. Te ha dado casi todo lo que querías pero, a cambio, ella ha recibido muy poco. Ahora te exige un pago, te pide ebó.» Debe confeccionarse el pañuelo descrito en alafia apere Oshún y el aborisha debe preparar una corona para la orisha. Si se trata de un aleyo que aún no ha hecho ocha, entonces debe hacer estas ofrendas a la Oshún del adivino. Si la Oshún del adivino ya tiene pañuelo y corona, el nuevo pañuelo y la corona deben ser mejores que los que tiene. Nótese que aquí los muertos también pueden estar manifestándose y el adivino debe determinar qué quieren antes de cerrar la lectura con éxito.
Apere en Yemayá
Figura 10.— Apere Yemayá. El apere de Yemayá se abre cuando las cuatro piezas de coco forman un dibujo que recuerda una ola marina.
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alafia. Cuando alafia abre ante Elegguá en el apere de Yemayá, esta letra es al mismo tiempo una bendición y una advertencia. Es una bendición porque ambos orishas han venido a dar su amor, su consejo y su ayuda. Alafia requiere una doble tirada ante Elegguá. Aunque el doble signo determina la respuesta final de Obi, el iré otorgado por estos espíritus no puede ser retirado, es su don. No obstante, Yemayá tiene mucho que contar a esta persona y el adivino debe decirle: «Antes tus aspiraciones eran puras, tu corazón era bueno y tenías intenciones nobles. Por eso Yemayá te quiere tanto. Sin embargo, has empezado a cambiar, y ella te quiere tal como eras. Te dice que tomes distancia, que mires tu vida en perspectiva y veas cómo afectas a los que te rodean. Yemayá te avisa para que no te endurezcas y te vuelvas egoísta. Debes mostrarte bondadoso y amoroso ante cualquier cosa que te suceda. Sé consciente de cómo tu vida afecta a las vidas de los que te rodean. Escucha su consejo y ella siempre te querrá, y moverá cielo y tierra para ayudarte a evolucionar.» El ebó de este patrón es que el cliente tome siete baños durante siete noches consecutivas usando siete de las hierbas de Yemayá. Debe presentar una cesta de fruta fresca ante su altar en casa del adivino y ofrecer otra cesta de fruta al océano. Así seguirá evolucionando en la vida. etawa. Cuando este apere abre en etawa ante Elegguá, Yemayá ha intervenido en la lectura para decir al cliente que la oscuridad está en camino y también para indicarle con exactitud de dónde viene. El pedazo de coco negro que está delante del adivino no representa una energía o un problema, sino una persona, quizás un amigo íntimo, que traerá la traición y el desastre a la vida del consultante. En etawa, incluso los amigos pueden convertirse en enemigos. Antes de acabar la sesión es imperativo que tanto el adivino como el cliente determinen quién es ese enemigo. Si se concluye que el cliente no tiene enemigos, debe descubrirse quién va a traicionarle sin tener intención de hacerlo. El cliente no debe dejar entrar a esa persona en su casa durante veintiún días y, si es posible, también debe esforzarse al máximo por evitarla en la calle para mantener a raya el osogbo de este signo. En este apere también hay deudas pendientes con Yemayá, que deben resolverse cuanto antes. Si el cliente no recuerda ninguna deuda con la orisha, debe consultar a Obi para determinar un ebó antes de dar por terminada la sesión. Además de lo que Obi determine como ebó, este apere presenta tres consideraciones que el cliente debe cumplir en cuanto pueda. Debe vestirse diariamente con guinga (especie de tela de algodón) de color azul en honor de Yemayá. La manera de vestir esta tela depende del cliente, pero debe llevarla puesta aunque sea como ropa interior. Debe ofrecer inmediatamente un adimú a la orisha: siete bolas de gofio hechas con melaza dulce. El adimú se quedará siete días ante Yemayá y, si es posible, cuando se retire de su altar debe ser arrojado al mar. Además, el cliente debe esconder una pieza de magnetita en algún lugar de su casa, pues le traerá suerte. ejife. Cuando el patrón de Yemayá abre ante Elegguá en ejife, trae grandes bendiciones. Si la vida del cliente aún no refleja el equilibrio, pronto lo hará. Ha trabajado duro y este trabajo pocas veces se queda sin recompensa.
92 En agradecimiento por sus bendiciones, el cliente debe ofrecer un adimú a los pies de Yemayá. Así el iré continuará creciendo. okana. Cuando okana se abre ante Elegguá en el apere de Yemayá, es una advertencia muy severa: osogbo y oscuridad se ciernen sobre la senda del consultante. Están tan cerca que son inevitables: mentiras, traición, habladurías y separación son algunas de las cosas que pueden estar en camino. Yemayá advierte al cliente que procure acercarse estrechamente a sus seres queridos: familiares, amigos y amantes podrían discutir y batallar. El cliente debe hacer ebó rápidamente: ofrecerá un gallo a los guerreros y también ha de alimentar a Yemayá; a continuación, el cliente llevará puesto los elekes de Yemayá durante siete días y también debería limpiarse mediante un baño en el mar. oyekun. Cuando oyekun se asienta ante Elegguá en el apere de Yemayá, señala varias cosas. En primer lugar, el cliente tiene muchas preguntas, y la planteada a Elegguá es muy superficial y apenas expresa todo lo que hierve en su interior. El adivino debe recordar al cliente que el oráculo de Obi tiene sus limitaciones y que, si quiere recibir respuesta a todas sus preguntas, debe acudir a una sesión de diloggún, pues de ese modo los orishas podrán hablar con más claridad sobre su vida. También están presentes los muertos, pero en lugar de poner obstáculos o de advertir al cliente han venido a ofrecer su ayuda. En cualquier caso, su ayuda tiene un precio. El cliente debe ofrecerles en su propia casa una serie de siete misas espirituales, una por semana, para que los muertos puedan acompañarle y aconsejarle. Después de haber ofrecido la última misa, el cliente debe volver a casa del adivino para ser limpiado ante los guerreros con coco, pescado ahumado, jutía y maíz tostado; también debe ser limpiado con un pichón blanco. Seguidamente, todos estos materiales se ofrecerán a los guerreros excepto el pichón, que debe de ser liberado ante la puerta principal de la casa del adivino.
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Capítulo 5 Cierre de la sesión de Obi EL SISTEMA DE OBÍ es único entre los oráculos: está diseñado para que la
sesión se cierre con una letra positiva, con algún tipo de bendición que garantice que se ha recibido ayuda. Después de tirar los cocos, si la respuesta a la pregunta del cliente acaba con alafia, etawa o ejife la sesión se da por concluida. No son necesarias nuevas preguntas porque Obí ha traído sus bendiciones. Si el patrón final del orisha es okana u oyekun la sesión no ha concluido. Estos patrones en sí mismos no traen iré pero, si se trabaja cuidadosamente con ellos, el cliente recibirá ayuda espiritual . Algo malo puede generar algo bueno si el cliente escucha lo que se le está diciendo. El adivino debe retirar las cuatro piezas de coco del suelo, dándoles la vuelta para que muestren las caras blancas. Sosteniendo dos piezas en cada mano, debe preguntar al orisha: «¿Eboda?», que significa: «¿Está todo bien [en esta lectura]?» Vuelve a tirar las piezas al suelo y permite que formen otro patrón. Si salen alafia, etawa o ejife el adivino dice: «¡Modupue [el nombre del orisha]!», que significa «gracias.» Cruza los brazos sobre el pecho y después los abre para poder besarse las yemas de los dedos. A continuación, toca el suelo con los dedos de ambas manos, completando así los requisitos rituales para esta sesión. Si como respuesta a «¿Eboda?» salen okana u oyekun, ya sabemos que hay más asuntos que solventar. El signo que haya caído nos da pistas sobre lo que podría estar fuera de lugar. Oyekun es el patrón relacionado con la muerte y los muertos; recuerda que habla de la oscuridad y de los propios antepasados. Recuerda, además, que algunos de los Orishas —Yewá, Oyá, Oba, Babaluaiye, Odua, Aganyú, Orisha Oko y Olokun— se sienten bien en la oscuridad de esta letra. Cualquiera de estos espíritus, e incluso los egun, podrían estar reclamando ebó antes de que el signo se cierre. Los asuntos relacionados con okana son diferentes de los de oyekun. Como es un mándala de tres piezas negras y una blanca, este símbolo susurra que aún hay una bendición que reclamar. En primer lugar, se debe hacer algo para superar el osogbo de las tres piezas negras.
95 Recuerda, una vez más, que para algunos espíritus este patrón es su hogar y están cómodos con sus energías: Oyá, Olokun, Ogún, Shangó, Elegguá y Aganyú pueden habitar en este mándala, y los muertos también podrían hablar a través de él. Cuando cae okana, cualquiera de los anteriores podría reclamar ebó. A fin de determinar qué se necesita para completar la sesión de Obi, el adivino debe usar como guía la siguiente lista de preguntas. Aunque algunos adivinos pueden tener otra opinión, para plantear estas preguntas no es necesario lanzar un odu compuesto. Los patrones alafia, etawa y ejife siempre significarán «sí» (recuerda los matices de este «sí»); los patrones okana y oyekun siempre significan «no». 1.
2.
La primera pregunta que debe plantearse es: «¿Abeku si?» («¿Falta algo?») Es posible que el adivino se haya dejado algo en la lectura y debe tenerlo en cuenta. Si la respuesta a «¿Abeku si?» es un «sí», el adivino debe considerar cuidadosamente y con detenimiento la pregunta del cliente y la respuesta del orisha. Es posible que no haya aconsejado a esta persona todo lo bien que debería. Si está satisfecho y cree que no ha olvidado nada, lo que falta es algún ebó. En tal caso el adivino debe prescribir algo que ayude a cerrar el patrón. La segunda pregunta que el adivino debe plantear es: «¿Ebó elese [nombre del orisha]?» Aunque okana y oyekun pueden sacar a la luz asuntos pendientes con los egun, lo primero que debe tenerse en cuenta es el orisha consultado mediante el Obi. Este espíritu tiene la opción prioritaria para reclamar algo del cliente. Si la respuesta a esta pregunta es un «sí», debe determinarse el ebó o los eboses adecuados. Adviértase que si el adivino ha usado el sistema de aperes en conjunción con Elegguá, tanto Elegguá como el orisha que habló a través del apere deben recibir ebó. Ahora plantea una serie de preguntas para asegurarse de que no haya errores en el proceso de adivinación: ♦ «¿Ebó elese Elegguá?» Si la respuesta es «sí», el orisha está satisfecho y debe determinarse un ebó. Si la respuesta es «no», se pasa a la pregunta siguiente. ♦ «¿Ebó elese [nombre del orisha que habló en apere]?» Si la respuesta a esta pregunta es «sí», el orisha está satisfecho y debe marcarse el ebó. Si la respuesta es «no», se planteará la pregunta siguiente. ♦ «¿Ebó elese Elegguá y [nombre del orisha que habló en el apere]?» Si la respuesta a esta pregunta es «sí», se debe ofrecer ebó a los dos orishas juntos; seguidamente se determina el ebó. Si la respuesta a todas estas preguntas es «no», el adivino debe seguir planteando las preguntas de esta lista.
3.
La siguiente pregunta que el adivino debe plantear es: «¿Ebó elese egun?» Aunque oyekun es el signo que cumple con las necesidades de los muertos, los egun también pueden presentarse a través de okana para reclamar ofrendas y adoración. Cuando se intenta cerrar una sesión de Obi, el adivino debe tener este hecho en cuenta. Los egun siempre deben tener la oportunidad de hablar. Si la respuesta a esta pregunta es «no», el adivino continúa con el siguiente punto de esta lista.
96 4.
Si ni el orisha consultado mediante el Obi ni los egun quieren tomar ebó, el adivino debe preguntar «¿Larishe si?» para ver si hay algún remedio para los osobbos que traen esta lectura. Si la respuesta a esta pregunta es «sí», el interrogatorio continúa por esta línea y se determina un ebó. Antes de determinar el tipo de ebó que debe ofrecerse, el adivino debe determinar a qué orisha se dirige el larishe (remedio). Lo hace planteando esta serie de preguntas: ♦ En primer lugar, el adivino pregunta: «¿Elese Elegguá?», porque él es el orisha que viene antes de todos los demás y puede prescribir larishe para todo tipo de situaciones. ♦ En segundo lugar, el adivino deber preguntar: «¿Elese Egun?», porque los egun siempre pueden hablar a través tanto de okana como de oyekun. Como Elegguá, los egun también pueden prescribir un larishe para todo tipo de situaciones. ♦ En tercer lugar, si se leyó un apere ante Elegguá, el orisha que habló en ese apere debe ser interrogado. El adivino pregunta: «¿Elese [nombre del orisha]?» Si éste es el espíritu que ofrece un larishe al signo, parte del larishe debe ir a Elegguá, pues ambos espíritus hablaron conjuntamente. También trabajarán conjuntamente en beneficio del consultante. ♦ Finalmente, el adivino debe plantear esta pregunta a los orishas que hayan hablado en el último signo que haya aparecido en la lectura, okana u oyekun. Debe preguntar a cada espíritu: «¿Elese [nombre del orisha]? » Si ninguno de ellos toma un larishe, decimos que el larishe está dentro de la propia cabeza del cliente. Debe recibir una rogación; si eso no cierra el oráculo, también se prescribirá eborí (dar alimento a la cabeza). Todo esto debe realizarse o bien a los pies del orisha que corona a esta persona, o bien a los pies de Obatalá si ese orisha es desconocido.
Si todo lo anterior no es suficiente para cerrar el oráculo, el adivino debe continuar buscando algo que lo cierre. Nota: Si ante la pregunta «¿Larishe si?» la respuesta es «sí», esto cambia las implicaciones del patrón final de Obi. Obviamente, uno está planteando esta serie de preguntas porque el oráculo no se ha cerrado con una nota positiva; el orisha consultado no ha prometido la plena consecución de lo demandado. Marcando un larishe, el orisha está diciendo al adivino que se podría conseguir algo más del objetivo del cliente. Esto es un remedio para el osogbo predicho y es algo que debe tenerse en cuenta. No promete un éxito completo, sólo promete mayores bendiciones y un resultado más satisfactorio. 5.
Si eso ha sido infructuoso, y si hay otros sacerdotes y sacerdotisas en la habitación, el adivino debe preguntar: «¿Igboro larishe?» Esta cuestión pregunta si hay un iniciado en la sala que tenga el remedio para la situación del cliente. Si sale que «sí», se pide a los asistentes que hablen, y después de que se hayan pronunciado y hayan dado sus recetas se debe volver a preguntar a Obi para hacer el cierre. Esto debe continuar hasta que Obi cierre o hasta que todos hayan tenido oportunidad de hablar. Si todos los sacerdotes y sacerdotisas que hay
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6.
7.
en la habitación han ofrecido su consejo y el oráculo aún no se ha cerrado, el adivino debe volver a empezar por el principio de esta lista. Si se ha llegado hasta estas alturas de la sesión sin poder cerrarla, ahora el adivino debe considerar los patrones que han respondido a la pregunta del cliente. Se debe dar ocasión a los espíritus que hablan a través de okana u oyekun de cerrar la sesión. Uno a uno, el adivino debe preguntar: «¿[nombre del orisha] onire?», que significa: «¿Dará [nombre del orisha] su bendición para cerrar este signo?» Cuando se encuentre a uno dispuesto a dar sus bendiciones al cliente, el oráculo está cerrado; sin embargo, el adivino, usando su propio aché, debe determinar varios eboses que se ofrecerán a este espíritu para que las bendiciones sean permanentes y no se pierdan. Si el adivino ha llegado hasta aquí y todas las letras del Obi siguen siendo negativas, entonces está recalentado y debe ser retirado de la casa. Las piezas de coco negro deben ser untadas con aceite, regadas con agua y echadas a la calle. Debe abrirse inmediatamente un nuevo coco y el adivino vuelve a rezar al orisha consultado en Obi. Le cuenta todo lo ocurrido durante la sesión y le pregunta si todo está bien. Si la respuesta es «sí», la sesión se cierra; Obi se lleva el calor de la lectura y el cliente queda claro, aunque debe recibir varios eboses limpiadores para asegurarse de que no se quede con nada. Si la letra no ha sido retirada (esto se sabe cuando Obi da otra respuesta negativa), el adivino debe volver a intentar determinar algo que cierre la sesión y traiga bendiciones. Si se producen nuevas negativas a cerrar la sesión, indican la existencia de asuntos espirituales serios que deben tratarse mediante el diloggún.
Para determinar los ebó en el oráculo Obi Cuando se determina que se necesita otro ebó antes de poder cerrar l a sesión, deben plantearse las preguntas siguientes en l a secuencia correcta. Junto con las preguntas indico el proceso a seguir por el adivino cuando l a respuesta es «sí» (véanse páginas 94-108 para eboses específicos). ¿Adimú? Un adimú es una ofrenda, a menudo de algo comestible, aunque también puede ser de algo no comestible. Si el orisha indica que la condición que falta es adimú, el adivino debe prescribir algo basándose en su conocimiento de lo que le gusta al orisha y teniendo en cuenta el estado espiritual del cliente. Una vez determinada la ofrenda, se vuelve a pedir permiso para cerrar el oráculo. ¿Eboshure? Una respuesta «sí» significa que el espíritu pide un ebó de cualquier cosa comestible. El adivino debe decir al cliente los alimentos que le gustan al orisha e indicarle que haga una ofrenda a ese espíritu. El alimento dejado en eboshure se queda ante el orisha hasta que empiece a echarse a perder. Cuando el adivino haya determinado la ofrenda a realizar, debe volver a pedir permiso al oráculo para cerrar.
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¿Ebó keun edun keun? Un «sí» significa que el cliente debe hacer una limpieza diaria ante el altar del orisha. Cada día usará algo diferente. El adivino debe usar su propio aché para determinar qué frutas, granos u otros artículos deben usarse en las limpiezas. Una vez determinadas las prescripciones, el adivino pide el cierre del oráculo. ¿Ebó misi? Un «sí» indica que el cliente debe tomar un baño espiritual. El adivino, usando su propio aché, determina los artículos que han de usarse y el número de veces que debe tomarse el baño. Después se solicita el cierre al oráculo. ¿Egún onire? Un «sí» determina que los egun retirarán el calor volátil de esta letra. El adivino debe determinar si piden algo a cambio de su ayuda (la pregunta que debe plantearse ahora es: «¿Ebó elese egun?»). Si no se requiere ebó alguno, decimos que estos espíritus aman al cliente gratuitamente, pero aun así se debe ofrecer un adimú simbólico. La propiciación de los egun es lo que permitirá cerrar el oráculo. No obstante, antes de cerrar el adivino debe preguntar: «¿Eboda?» ¿Igboro larishe? Un «sí» significa que el remedio vendrá de los sacerdotes o sacerdotisas presentes en la habitación. Se les debe permitir dar consejos al cliente e indicarle eboses. Cualquier ebó prescrito por un sacerdote o sacerdotisa presente en la habitación debe realizarse como si hubiera sido ordenado por los orishas mismos. Estos trabajos limpiarán el osogbo del signo que haya caído. A continuación, el adivino puede solicitar el cierre al oráculo. ¿Ebó kere? Ebó kere es un conjunto de ofrendas hermosas, aunque complicadas. Consiste en una serie de limpiezas espirituales que debe hacer el cliente. Un «sí» significa que el adivino, usando su propio aché, debe determinar las ofrendas que se han de usar en las limpiezas, el tiempo que deben durar y qué hacer con cada ofrenda cuando es reemplazada por la siguiente. Por ejemplo, consideremos que Yemayá ha pedido ebó y Obi declara que quiere ebó kere. Como su número es el siete, el adivino decide que cada ofrenda debe permanecer siete días ante ella, e indica los artículos siguientes para cubrir un periodo de cuatro semanas (un mes): una sandía, melaza, flores y una cesta de frutas. Después de describir las ofrendas, el adivino decide dónde se ha de llevar cada ofrenda cuando es retirada para ofrecer la siguiente. En este ejemplo, el adivino decide que las ofrendas se deben llevar a un lago, de modo que, cuando tenga que hacer una nueva ofrenda, el cliente tomará la ofrenda anterior y la llevará a ese lago. Esto completa el ebó kere y ya puede pedirse el cierre a Obi. ¿Sarayeye? Un «sí» indica que hace falta una limpieza. El adivino, usando su propio aché, determina con qué artículo debe limpiarse el cliente. A veces puede ser un animal. Sin embargo, en sarayeye, la costumbre es dejar libre al animal después de la limpieza, ya que el oráculo no ha dictado ningún sacrificio (si se necesita un sacrificio de sangre para la limpieza, el odu dictará que es necesario eyebale, «sacrificio »). Finalmente, también debe indicarse cómo disponer de los elementos rituales (si la limpieza se realiza con un
99 animal, el oráculo debe establecer dónde liberar al animal). Después de que todo esto haya sido explicado al cliente, se puede pedir el cierre al oráculo. ¿Koborí eledá? Un «sí» prescribe que hagamos un ebó a nuestro propio orí. Generalmente es una rogación (una limpieza de la cabeza), pero el adivino debe determinar qué es necesario usar en la rogación. Dependiendo de los problemas que tenga que afrontar el cliente y del patrón que haya caído, es posible que la rogación tenga que hacerse a los pies de un orisha específico. El oráculo indicará si esto es así. Este tipo de ofrenda no ordena alimentar al orí con un sacrificio; un ebó así vendría indicado por eyebale (sacrificio de un animal). Habiendo determinado estos puntos, el adivino pregunta si se puede cerrar el oráculo. ¿Kaure? Una respuesta «sí» indica que se ha de rezar a los egun o a algún orisha. Las oraciones deben ser dictadas al cliente. En kaure, existe la costumbre de que el cliente haga un adimú de fruta y una vela después de completar las oraciones. Una vez registrada toda esta información, puede pedirse el cierre al oráculo. Si el oráculo no acepta ninguna de estas alternativas, decimos que el larishe es eyebale, el sacrificio de un animal. Las ofrendas de sangre son muy calientes y volátiles; debe indicarse que este ebó siempre es el último recurso. La vida, a todos los niveles, es un regalo precioso y sólo debe tomarse reverentemente cuando no quede ninguna otra opción. Después de determinar que el ebó que necesita el orisha es eyebale, el adivino debe plantear el cierre a Obi preguntándole: «¿Eboda?» Si el oráculo no se cierra, el adivino vuelve a empezar todo el proceso.
Eboses para los orishas Cuando el adivino prescribe ebó sobre la base del oráculo Obi, su único límite es su propia imaginación y las cosas que sabe que les gustan a los orishas. Por tanto, esta lista no es exhaustiva; está hecha de ejemplos de los tipos de ofrendas que se pueden hacer a cada espíritu.
Ebó elese Elegguá (Ebó a los pies de Elegguá) ♦ Para obtener las bendiciones de Elegguá, se prepara el siguiente ebó. Se cocinan tres pescados frescos con abundante aceite epó. Se prepara también un plato de arroz amarillo, que se extenderá sobre una bandeja blanca. A continuación, se ponen los tres peces cocinados sobre una capa de arroz y se sirve todo ello a Elegguá, dejándolo a sus pies toda la noche. A la mañana siguiente se envuelve el ebó en papel marrón y se lleva a un cruce de caminos con un derecho de veintiún céntimos. ♦ Si Obi ordena una limpieza ante Elegguá, este ebó ayudará a disipar las energías negativas del cliente. Se compran tres huevos frescos en el mercado y se presentan a Elegguá junto con un recipiente de epó, una botella de ron y un puro. El cliente reza ante el altar de Elegguá para
100 verse libre del osogbo, untando entretanto los huevos en epó (aceite rojo de palma). Hecho esto, rocía cada huevo con una bocanada de ron y otra bocanada de humo del puro y pon cada uno de ellos dentro de una bolsa de papel marrón. De pie ante Eshu, el suplicante frota la bolsa sobre su piel, asegurándose de que el papel toque toda la superficie de su cuerpo. Debe repetir esto tres veces, y en cada pase debe rezar para que Eshu se lleve el osogbo anunciado por Obi. La bolsa se queda durante la noche a los pies de Elegguá y a la mañana siguiente se lleva a un cruce de caminos con un derecho de veintiún céntimos. Si el osogbo dado por Obi es severo, a la mañana siguiente el cliente tendrá que visitar tres cruces de caminos, dejando en cada uno de ellos veintiún céntimos y rompiendo un huevo de la bolsa en cada cruce. Una vez roto el último huevo, el cliente vuelve a limpiarse con la bolsa vacía, que dejará en el lugar. Debe regresar a casa por otra ruta. ♦ Si el osobbo predicho por Obi es severo, este ebó levantará algunas de esas energías negativas. Deben tomarse tres pequeñas bolsas de papel marrón y en cada una de ellas se introduce un céntimo junto con uno de los siguientes ingredientes: pescado ahumado, jutía y maíz tostado. Se vierte un poco de epó sobre ellos y se sellan las bolsas. Usando una bolsa cada vez, el cliente se limpia con ellas ante Elegguá y las deja en su compañía toda la noche; a la mañana siguiente las lleva a un cruce de caminos. ♦ Si la persona ha venido a consultar a los orishas por motivos económicos, este ebó a Elegguá le ayudará a mejorar y estabilizar sus finanzas. El cliente acudirá a casa del adivino con los artículos siguientes: maíz sin cocinar, pescado ahumado, jutía, epó, miel, un plato blanco y cuatro céntimos. El cliente reza frente a Elegguá pidiendo la prosperidad que necesita, y mientras reza debe mezclar el maíz, el pescado ahumado y la jutía en un gran cuenco. Vierte sobre él una cantidad generosa de epó y, a continuación, otra cantidad igualmente generosa de miel. Amasando los ingredientes con las manos forma una pasta densa con la que forma cuatro bolas. Seguidamente pone las bolas de maíz sobre el plato blanco e inserta un céntimo en cada una, rezando de nuevo por la abundancia que necesita. Deja las bolas ante Eshu toda l a noche y a la mañana siguiente pondrá una bola en cada esquina de la casa o apartamento donde vive, si es posible al aire libre. Volviendo a Elegguá, el suplicante le explicará que el adimú ha sido puesto alrededor de la casa para que todos los que la habitan puedan disfrutar l a bendición de su prosperidad.
Ebó elese Ogún (Ebó a los pies de Ogún) ♦ Si Ogún ha traído osogbo al cliente a través de Obi, el cliente necesita limpiarse, y puede hacer el ebó siguiente para retirar la negatividad: compra una libra de carne de buey y la pone sobre un gran cuenco, al que añadirá una cantidad generosa de epó y de ron; después de mezclar los ingredientes cuidadosamente, divide la pieza de carne en siete
101 partes iguales e introduce cada una de ellas en una bolsa de papel marrón; a continuación, el cliente se frota con una bolsa de la cabeza a los pies ante Ogún, rezando para que le proteja de todo mal. El ebó debe llevarse a la vía del tren, tirando la bolsa empleada para limpiarse en medio de los raíles. Hecho esto, se usan las seis bolsas restantes para frotar las cuatro llantas de las ruedas y los guardabarros delantero y trasero del coche que ha llevado al cliente a la vía del tren. Después de usar cada bolsa, se ofrece a Ogún lanzándola a los raíles. Mientras tanto, el cliente debe pedir al orisha que le libre de accidentes a él y a sus pasajeros. Si es necesario ofrecer ebó a Elegguá y Ogún, este ebó que hemos descrito se puede adaptar para ofrecerlo a ambos. El cliente divide la pieza de carne en ocho partes y empieza por limpiarse con una de ellas ante Eshu y con otra ante Ogún. Seguidamente, el cliente visita un cruce de caminos para dejar la bolsa de Elegguá, a la que añade un derecho de veintiún céntimos. El resto del ebó se hace en las vías del tren, que es donde se limpiará el coche. ♦ Si Obi ha señalado que existe algún peligro para la casa del cliente en una sesión con Ogún, este ebó le librará del desastre. Se sacrifica un gallo joven a Ogún detrás de la puerta principal de la casa. Parte de la sangre del sacrificio, mezclada con miel, debe extenderse sobre el marco de la puerta. Cuando se limpie a Ogún también se limpiará el marco de la puerta. Siete días después se ofrece una cesta de fruta fresca a Ogún y se unta el marco de la puerta con mantequilla de coco. Si el cliente realiza estos rituales, osogbo no visitará su casa. ♦ Si Ogún pide adimú a través de Obi, deben introducirse los artículos siguientes en una gran calabaza: maíz tostado, siete céntimos, pescado ahumado, jutía, miel, coco rallado y epó. Se presenta la calabaza a Ogún junto con dos velas verdes. Cuando las llamas hayan consumido las velas, la calabaza y sus contenidos se dejan en el bosque junto a la vía del tren. ♦ Cuando el cliente intenta pedir bendiciones a los pies de Okun, el ebó siguiente le resultará útil. Compra un ñame grande en nombre de Ogún y lo pone en el cuenco del orisha. El cliente escribe su nombre en un trozo de papel marrón. Hace un corte en la parte superior del ñame del tamaño justo para que quepa el trozo de papel. Se unta toda la raíz de ñame con epó y se usa para limpiar al cliente de la cabeza a los pies. El ebó se introduce en el caldero de Ogún y se deja indefinidamente hasta que empiece a pudrirse; cuando esto ocurra, se lleva a un paraje solitario, junto a las vías del tren, y rodeado de bosque. Si brota una planta del ebó mientras está ante Ogún, esto indica buena suerte.
Ebó elese Ochosi (Ebó a los pies de Ochosi) Hay momentos en los que Ochosi puede intervenir en una lectura para advertir al cliente de que un enemigo le va a hacer daño. Si es posible determinar el nombre del enemigo, o si se trata de un enemigo conocido, este ebó hará que su esfuerzo resulte inofensivo. El cliente debe escribir el nombre del enemigo en una pieza de papel marrón usando un lápiz de grafito, no un
102 bolígrafo ni una pluma de tinta. A continuación, unta las dos caras del papel con epó y dobla éste tres veces antes de ponerlo sobre la flecha de Ochosi. Rociando ron y el humo de un puro sobre el orisha, el cliente debe rezarle y pedir que las fuerzas de la justicia vuelvan inofensivo al enemigo nombrado. Para finalizar este ebó, se encienden dos velas blancas a Ochosi en nombre de la justicia; él protegerá al cliente de su enemigo. Si Ochosi se ha manifestado mediante Obi pidiendo un adimú, el plato siguiente le aplacará. Para este ebó, el cliente necesita dos libras de maíz en grano (del que se usa para alimentar a las gallinas), un coco fresco, tres cucharadas soperas de epó y una cebolla blanca grande. Se deja en remojo el maíz durante la noche para que se ablande. A la mañana siguiente, se abre el coco y se retira la piel negra de la carne; se raya la carne sobre un plato de arcilla hasta formar una capa de coco. Pon este ingrediente a un lado. En una gran sartén de hierro, funde el epó a fuego medio. Dora la cebolla, salteándola, hasta que empiece a estar translúcida. Cuando la cebolla esté bien salteada, añade el maíz por encima. Remueve la cebolla y el maíz continuamente para que no se quemen; continúa salteando los ingredientes hasta que estén totalmente cocinados. Retíralos del fuego y extiéndelos sobre la cama de coco. Sirve este plato a Ochosi y déjaselo toda la noche.
Ebó elese Babaluaiye (Ebó a los pies de Babaluaiye) ♦ Si Obi señala que es necesaria una limpieza ante el altar de Asohano, el baño siguiente retirará el osogbo que obstaculiza la evolución del cliente. Compra las hierbas romerillo, cundiamor y bledo blanco (disponibles en tiendas especializadas). Para completar este ritual también necesitarás varias mazorcas de maíz tostado, tela de arpillera, miel, epó, vino blanco seco, una bolsa de papel, un puro y diecisiete céntimos. Tritura las hierbas sobre un gran recipiente y déjalas toda la noche en remojo con agua fresca. Al día siguiente, escurre bien las hierbas hasta que el agua adquiera un color verde oscuro. Filtra el agua y retira los restos de las hierbas. Vierte el agua herbal en varios recipientes. El cliente debe bañarse durante siete noches con el líquido de uno de esos recipientes. Mientras se baña, debe frotarse con una mazorca de maíz. Acabado el baño, el maíz se deja en la bolsa de arpillera ante Babaluaiye. Después del séptimo baño, las siete mazorcas de maíz deben untarse con miel y epó. Rocíalas con vino y ponías en la bolsa de papel, que sellarás con el humo del puro. A la mañana siguiente deja todo esto a la puerta de un cementerio junto con diecisiete céntimos como derecho para Babaluaiye. ♦ Cuando el cliente acude al oráculo porque tiene problemas financieros, si Babaluaiye pide ebó, el adimú siguiente podría ayudar a resolver sus problemas. Se lleva ante el orisha dos velas blancas grandes, siete bollos de pan tierno, siete mazorcas de maíz asadas con epó, un plato blanco y un saco de tela. Antes de presentar el ebó, se encienden las velas y el cliente reza, en silencio, pidiendo l a abundancia que necesita.
103 Cuando haya acabado sus plegarias, el cliente pone los alimentos en el plato blanco, que deja encima de la tela de arpillera. El adimú se deja ante Babaluaiye mientras arden las velas. Cuando las velas estén consumidas, se envuelven los alimentos en la tela de arpillera junto con un derecho de diecisiete céntimos. Todo ello debe dejarse bajo un matorral en el bosque para que la tierra pueda consumir la ofrenda. ♦ Si una o más personas han sufrido enfermedades en casa del cliente, o si un miembro de su familia sufre una enfermedad crónica, este osogbo marcado por Babaluaiye podría indicar la necesidad de limpiar la casa de enfermedad. Es importante que, para comenzar este ebó, el cliente limpie su casa escrupulosamente y no deje rastro de suciedad en ningún rincón de la casa. Como el aire fresco y el sol son parte importante del proceso de desinfección físico y espiritual, abre completamente todas las puertas y ventanas. Hecho esto, llena una gran palangana de agua fresca y pon a remojar en ella cundiamor (una hierba sagrada para este orisha). Empieza por poner la palangana debajo de la cama del enfermo. Debes trasladarla cada día a otra habitación de la casa hasta que llegue, por último, ante la puerta principal. Entonces añade al agua diecisiete céntimos y al día siguiente tira el agua en el bosque. Reza a Asohano para que, junto con el agua, retire la enfermedad. Nota: Si Obi indica que hay que hacer ebó simultáneamente a Babaluaiye y Elegguá, el ebó debe ofrecerse a Afra, que es el Eshu recibido cuando se lava a Babaluaiye para un iniciado. La ofrenda no puede hacerse al Elegguá que estaba a los pies del sacerdote durante el ocha y tampoco al Elegguá del cliente si éste ha recibido la iniciación de los guerreros. Sólo Afra puede funcionar con Asohano.
Ebó elese Aganyú (Ebó a los pies de Aganyú) ♦ Si el cliente se está recuperando de una larga enfermedad y Aganyú se ha manifestado a través de Obi , una limpieza podría servir para limpiar el osogbo y cerrar la sesión. Para este baño, el cliente debe llevar los siguientes artículos a casa del adivino: una palangana blanca de gran tamaño, doce piezas de quimbombó finamente troceado, una barra de jabón Castile puro (también puede usarse jabón de manteca de coco), una muda completa de ropa blanca, dos velas blancas y un gran plato blanco. El adivino vierte agua muy caliente sobre la palangana y empapa en ella el quimbombó; después bate el agua vigorosamente hasta que espese. Mientras tanto, el sacerdote debe rezar a Aganyú para que retire el osobbo de la persona para la que se está preparando el baño. Hecho esto, el cliente prepara un baño caliente y se lava con el jabón que ha traído para el ebó; hunde este jabón en la mezcla de quimbombó espesada y después se frota cuidadosamente. No debe dejar ninguna parte del cuerpo sin lavar. Cuando esté limpio, se echa el agua del baño por los hombros y permanece en remojo hasta que el adivino venga a secarle y a vestirle con la
104 muda de ropa blanca. Seguidamente el consultante va ante el altar de Aganyú, donde enciende dos velas blancas, asentándolas sobre el plato blanco. Entonces reza pidiendo la recuperación de la salud y el fin de la enfermedad. Si el osogbo que el cliente afronta es severo, o si Obí no ha dado cierre a este ebó, podrían añadirse otros elementos. El adivino debe preguntar a Aganyú si desea una rogación ante su altar, y el baño podría repetirse durante nueve noches. Deben investigarse estas opciones antes de considerar que el ebó está completo. ♦ Cabe hacer peticiones especiales a Aganyú formando una torre para él. Para presentar este ebó, el cliente necesita los artículos siguientes: una libra de harina de maíz, quimbombó (limpio de semillas), miel, jutía, pescado ahumado, epó, un pañuelo o tela roja y una vela roja. Se cuecen juntos a fuego lento la harina de maíz y el quimbombó con una pequeña cantidad de agua. Remueve constantemente para que no se quemen hasta formar una pasta densa. Si es necesario, se puede añadir más agua mientras se cuecen los ingredientes. Cuando se haya formado una pasta densa, el maíz y el quimbombó se retiran del fuego. Añade y mezcla la miel, la jutía, el pescado y el epó. Cuando la mezcla se enfríe, forma una torre alta y cúbrela con la tela roja. El cliente presenta este adimú a Aganyú, encendiendo la vela roja y elevando su petición. Cuando la vela esté consumida, el cliente lleva la torre al bosque y la deja junto a un árbol alto. ♦ Aganyú es un orisha al que le gusta recibir grandes ofrendas de fruta. Para conseguir su favor, el cliente debe traerle plátanos untados con miel y epó, bananas, pinas, manzanas y platos de galletas crujientes sin sal rociadas con epó; todo ello sobre una base cubierta por una tela roja. La ofrenda se deja ante él hasta que la fruta empiece a perderse; entonces se retira todo y se lleva al pie de un gran árbol. Nota: Como Aganyú y Shangó son padre e hijo, cualquier ebó que puede ser ofrecido a uno también puede ser ofrecido al otro; a ambos les encantan las mismas cosas.
Ebó elese Shangó (Ebó a los pies de Shangó) ♦ Shangó es un orisha al que le gusta comer y cuando Obi indica que él quiere un adimú, el adivino debe pensar en prescribir alguno de sus platos cocinados favoritos. Uno de ellos es amala. Para prepararlo, el consultante debe llevar a casa del adivino los ingredientes siguientes: dos libras de harina de maíz amarillo, sal y tres cuartos de taza de epó. Quien prepare el epó debe saludar a Shangó, diciéndole que está preparando su plato favorito. También debe mencionar su necesidad espiritual del momento. ¡Y debe empezar los preparativos inmediatamente porque Shangó estará hambriento! Pon la harina de maíz junto con una pizca de sal en una sartén grande con ocho tazas de agua. Ponlo a fuego medio hasta que hierva, removiendo continuamente. Cuando empiece a hervir, baja el fuego y continúa removiendo
105 hasta que la mezcla esté muy espesa. Retírala de la cocina, añade el epó inmediatamente, extiende la mezcla en un gran recipiente de servir y ofréceselo a Shangó. Adviértase que si la persona quiere dulcificar a Shangó para que escuche sus deseos, puede añadir azúcar marrón y miel al amala antes de servirlo; como la ofrenda está dulcificada, Shangó será más dulce con el cliente. ♦ A Shangó le gustan las bananas casi tanto como el amala. Es posible combinar ambas comidas para ofrecer una dulce delicia al orisha, y con este plato se le puede persuadir para que levante casi cualquier osogbo que haya indicado. Además de los ingredientes señalados anteriormente para el amala dulce, el cliente necesitará seis bananas, abundante harina de maíz tostada, un rollo de papel de cera, más epó y un rodillo de amasar. Se prepara el amala dulce y se deja que se enfríe completamente. Se pelan las bananas y se extiende la harina de maíz tostada sobre un recipiente plano. Cuando el amala dulce se haya enfriado, toma seis porciones planas y enróllalas entre las piezas de papel de cera. Pon las bananas sobre las hojas de amala y enróllalas formando rollos apretados. Cepilla los rollos con epó fundido y recúbrelas con la harina de maíz tostada. Sirve el plato a Shangó mientras le enciendes dos velas rojas y le rezas pidiendo la evolución deseada. ♦ Finalmente, también hay un plato frío que puedes preparar y servir a Shangó. No requiere mucha cocción, pero, aun así, es uno de los favoritos del orisha. Para hacer este plato, conocido con el nombre de obeguede, debes trocear en pequeños dados una libra de quimbombó y ponerla en un cuenco junto con dos libras de harina de maíz. Añade un poco de agua y remueve. Continúa añadiendo agua poco a poco y removiendo bien hasta que se forme una pasta espesa. Forma seis bolas de pasta y sírveselas a Shangó sobre una bandeja roja. Si el cliente quiere endulzar al orisha para que escuche sus deseos, puede derramar miel sobre el obeguede mientras reza a Shangó. Una vez más, recuerda que cualquier ebó presentado a Shangó también puede presentarse a Aganyú. Como son padre e hijo, a ambos les gustan las mismas ofrendas.
Ebó elese Obatalá (Ebó a los pies de Obatalá) ♦ Si Obi ha indicado que la solución al osogbo del cliente es un baño ritual a los pies de Obatalá, las aguas hierbales curarán las aflicciones de esta persona. El cliente debe acudir a casa del adivino con las hierbas siguientes (que pueden adquirirse en comercios especializados): albahaca, artemisa, colonia, maravilla, malva, achicoria, altea y lirios blancos; además, debe llevar agua de Florida, agua bendita, leche de coco, un huevo y ocho jarras o recipientes. El adivino hervirá las hierbas en una gran cacerola de agua hasta extraer sus esencias. Seguidamente se deja enfriar la infusión y, a continuación, se escurren y se retiran las hierbas. Los restos de las hierbas deben devolverse a la tierra. Cuando
106 la infusión esté fría, se añade abundante agua de Florida, agua bendita y leche de coco. A esta mezcla sólo se le añade la clara del huevo, retirándose la yema. Cuando todo esté bien mezclado, se vierte la infusión en las ocho jarras; el cliente puede tomar los baños en su casa. Cada noche durante ocho noches seguidas, el cliente toma un baño con la infusión herbal, derramando el agua desde los hombros (no debe tocar la cabeza). A continuación, se limpia a conciencia, rezando a Obatalá para que su cuerpo quede refrescado y limpio de osogbo. Después del baño debe ponerse ropa blanca para dormir y durante el día también debe ir vestido de blanco. ♦ Para apaciguar a Obatalá antes de pedirle que remedie tus dificultades, haz lo siguiente: fríe siete peces pequeños en aceite de girasol (no les añadas sal; cocínalos sin aditivos). Mientras se fríe el pescado, prepara un puchero de arroz blanco sin sal. Toma un plato pequeño, cúbrelo con una capa de arroz blanco, pon un pescado sobre él y ofrece esa ración a Elegguá. Extiende el resto del arroz sobre una gran bandeja y pon los demás pescados encima. Pon esta ración mayor sobre la sopera de Obatalá con dos velas blancas encendidas. Este ebó debe estar cuatro días ante los orishas. Transcurrido ese tiempo, envuelve por separado las dos raciones con papel marrón. La porción de Elegguá debe llevarse a un cruce de caminos con un derecho de tres céntimos y la ración de Obatalá debe ir a una pequeña colina o a un árbol ceiba junto con un derecho de ocho céntimos. Cuando los adimús hayan sido retirados, el cliente enciende las dos velas blancas a Obatalá y puede rezar para que le sea concedida su petición. ♦ Otro ebó que se puede ofrecer para apaciguar al orisha está hecho de ñame hervido, arroz blanco, mantequilla de coco, leche de coco y cascarilla; también necesitaremos ocho céntimos. Para empezar hay que pelar y hervir el ñame hasta que se ablande. Bátelo hasta hacerlo puré en un recipiente adecuado. Añádele seguidamente el arroz blanco, la mantequilla de coco, la leche de coco y la cascarilla, y mézclalo todo hasta formar una pasta. Toma una gran bandeja de servir, cúbrela de algodón blanco y rocía sobre ella abundante cascarilla. Hecho esto, divide la mezcla de ñame en ocho porciones iguales y forma ocho bolas. Rueda cada bola sobre la cascarilla antes de ponerlas encima del algodón. Inserta un céntimo dentro de cada bola. Rocía todo el ebó una vez más con cascarilla y cúbrelo con más algodón blanco. A continuación, pon las bolas sobre la sopera de Obatalá con dos «velas de siete días» blancas, grandes y sin encender. Este ebó se deja durante cuatro días ante Obatalá; al final de ese periodo, usa el Obi para determinar si se han de descartar las bolas de ñame. Si la respuesta es «sí», han de llevarse al lugar determinado inmediatamente, envueltas en papel marrón. De vuelta a casa, el cliente puede encender las velas blancas y rezar pidiendo por su necesidad. Mientras las velas sigan ardiendo, el cliente debe dedicar un rato cada día a rezar a Obatalá. ♦ Finalmente, si el cliente aspira únicamente a su evolución personal (sea espiritual, financiera, emocional o física), debe tomar arroz blanco sin sal
107 y mantequilla de coco y hacer con ellos una torre alta y blanca. Se sirve a Obatalá sobre un plato blanco y se rocía cascarilla fina sobre todo el ebó hasta cubrirlo. Seguidamente se enciende una «vela de siete días»; cuando se haya agotado, se le debe preguntar al orisha mediante el Obi dónde desea que se deposite su ebó. Para asegurarse una evolución permanente, el cliente debe poner ñame fresco (toda la raíz, sin cocer ni pelar) cubierto de cascarilla sobre el plato blanco. De la raíz surgirá una rama y, cuando empiece a crecer, el cliente irá evolucionando. Esta raíz puede acabar echándose a perder después de haber absorbido toda la negatividad que impedía a esta persona conseguir sus objetivos. Se debe preguntar a Obatalá, mediante el Obi, dónde depositar el ñame y, a continuación, se le debe ofrecer otro nuevo.
Ebó elese Oyá (Ebó a los pies de Oyá) ♦ Como su amante Shangó, Oyá es una orisha a la que le encanta comer; adora la comida. Cuando Obi indica que es necesario presentar ebó a Oyá, el plato que presentamos a continuación satisfará su gusto. Se conoce como aguidí (también es uno de los favoritos de Aganyú y se puede preparar para él). El cliente debe volver a casa del adivino con los ingredientes siguientes: dos libras de harina de maíz amarillo, tres tazas de agua, tres cucharadas de vinagre, una naranja amarga, una taza de leche, taza y media de azúcar marrón, dos tazas de pasas, tres cucharaditas de extracto de vainilla, un palito de canela y el zumo de un limón. Pon la harina de maíz en un gran cuenco; añádele el agua, el vinagre y el zumo de una naranja amarga. Remuévelo bien y a continuación deja que se asiente, sin tapar, durante dos días para que la mezcla pueda fermentar. Al final del segundo día, se filtra el líquido y se añaden tres tazas de agua fresca. Pon una sartén a fuego mínimo. Remueve constantemente hasta que todo el líquido se evapore. A continuación, añade los ingredientes finales: la leche, el azúcar integral, las pasas, el extracto de vainilla, el palito de canela y el zumo de un limón. Continúa cociendo a fuego lento hasta que todos los líquidos se hayan evaporado y sólo quede una pasta espesa. Deja enfriar, forma con ella nueve bolas y sírveselas a Oyá en una bandeja. ♦ Otro plato cocinado que se puede servir a Oyá recibe el nombre de olelé. Para prepararlo, el cliente debe regresar a casa del adivino con los ingredientes siguientes: una libra de guisantes, dos huevos, azafrán, una cebolla mediana, un pimiento rojo, seis dientes de ajo, epó (aceite de coco), media taza de salsa de tomate, pimienta negra y rollo de papel de aluminio. Deja a remojo los guisantes durante la noche y a la mañana siguiente remuévelos para quitarles todas las peladuras. Aplástalos en un gran cuenco hasta que formen una pasta espesa; puedes añadir agua durante el proceso si fuera necesario. Añade los huevos y una pizca de azafrán al puré de guisantes. Pon la mezcla a un lado.
108 A continuación, trocea la cebolla, el pimiento y el ajo. Pon una sartén a fuego medio y funde tres cucharadas de epó, añadiendo seguidamente los ingredientes troceados. Cuando la cebolla esté transparente, añade la salsa de tomate y media cucharada de pimienta negra. Remuévelo durante unos cuatro minutos hasta que la salsa adquiera un color rojo brillante. Cuando saque ese color, añade la mezcla de guisantes y mézclalo bien. Retíralo del fuego. Corta nueve grandes cuadrados de papel de aluminio y divide la mezcla espesada en nueve partes iguales sobre ellos. Envuélvelos bien apretados, como los tamales, y ponlos a hervir en un puchero grande durante media hora. Escurre y deja enfriar. Desenvuélvelos cuando estén fríos y sírveselos a Oyá sobre una bandeja blanca. ♦ Si Obi ha indicado como ebó una limpieza a Oyá, lo que sigue retirará las energías que producen osogbo al cliente. Para hacer esta ofrenda, se deben llevar a casa del adivino los ingredientes siguientes: una berenjena, un plato blanco, nueve caramelos duros, nueve rodajas de coco fresco, nueve velas votivas blancas y una bolsa de papel marrón. Se corta la berenjena en nueve partes iguales, que se distribuyen sobre el plato blanco. También se ponen en el plato los caramelos duros, las piezas de coco y las velas votivas. El suplicante debe ofrecer foribale a Oyá una vez que el ebó esté preparado, pidiendo que le libere del osogbo. A continuación, se debe frotar minuciosamente el cuerpo con cada elemento del plato. Después de que el cliente se haya limpiado con las velas, se ponen sobre el plato y se encienden. Cada elemento, a excepción de las velas, se introduce en la bolsa de papel. La bolsa debe sellarse, y toda l a ofrenda debe dejarse a los pies de Oyá durante la noche. A la mañana siguiente se lleva todo a la puerta de un cementerio con un derecho de nueve céntimos.
Ebó elese Oshún (Ebó a los pies de Oshún) ♦ Cuando Obi indica que se ha de ofrecer un adimú a Oshún, se le deben presentar sus platos favoritos. Entre ellos están las natillas. Para prepararlas, el cliente debe llevar a casa del adivino los ingredientes siguientes: un bote de leche condensada, un poco de azúcar blanca, un palito de canela, sal, maicena, un huevo y un poco de extracto de vainilla. Toma un cuenco grande y mezcla tres cuartos de taza de leche condensada y un cuarto de taza de agua. Retira un cuarto de taza de la mezcla, dejándolo aparte en un pequeño cuenco. Combina en un gran cuenco, junto con el agua y la leche, los ingredientes siguientes: cucharada y media de azúcar, el palito de canela y una pizca de sal. Ponlo en el horno microondas a alta temperatura durante un minuto y veinticinco segundos. Mientras esto se calienta, añade a la leche con agua una cucharada y media de maicena y la yema de un huevo. Bátelo bien. Cuando esté caliente la mezcla del microondas, añádele la mezcla de maicena al líquido caliente, sin dejar de remover hasta que los ingredientes vayan espesando. Vuelve a
109 introducirlos en el microondas a temperatura media y déjalos durante dos minutos más (puede que necesiten un poco más de tiempo) hasta que la mezcla esté espesa. Remueve. Añade un cuarto de cucharada de extracto de vainilla y remueve; a continuación, sírveselo a Oshún en un recipiente atractivo. ♦ Las naranjas horneadas es otro plato exquisito preferido de Oshún. Para este ebó, el cliente debe volver a casa del adivino con los ingredientes siguientes: dos libras de ñames, cinco naranjas dulces de gran tamaño, mantequilla, azúcar, zumo de naranja, cuatro huevos y sal. Empieza por precalentar el horno. Lava y pela los ñames, córtalos en trozos pequeños y llévalos a ebullición. Déjalos hervir hasta que se ablanden. Mientras se cuecen los ñames, corta la parte superior de las naranjas, asegurándote de que el agujero sea lo suficientemente grande como para poder retirar la pulpa sin destruir la corteza (si se rompe la corteza, Oshún no tomará este ebó). Se retira la pulpa. Cuando los ñames están blandos, escurre el agua y haz un puré añadiéndoles mantequilla, azúcar, zumo de naranja, yemas de huevo (no uses las claras, guárdalas para el merengue que haremos a continuación) y sal. Bate hasta que todos los ingredientes estén bien mezclados. Divide la mezcla en cinco partes iguales y llena las peladuras de naranja vacías con ella. A continuación pon las peladuras rellenadas en una bandeja e introdúcelas en el horno durante quince minutos. Cuando estén hechas, retira, deja enfriar y sírveselas a Oshún en una hermosa bandeja amarilla. Si el suplicante quiere dulcificar a Oshún para que escuche sus deseos, añade miel y merengue en la parte superior de las naranjas después de pasarlas por el horno, cuando se hayan enfriado. Para preparar el merengue, añade colorante amarillo de cocina a las claras de los huevos, que habrás guardado. Pon la batidora a alta velocidad y bátelas hasta que empiecen a formar espuma. Una vez formada la espuma, ve añadiendo poco a poco cuatro cucharadas de azúcar mientras continúas batiendo hasta que las claras estén consistentes, blancas y brillantes. Deja enfriar las naranjas, glaséalas con miel y extiende el merengue por la parte superior de la peladura abierta. ♦ Si Obi ha determinado que el cliente debe tomar un baño en honor de Oshún para retirar el osogbo, esto es lo que se puede hacer: el cliente ha de volver a la casa del adivino con las hierbas siguientes: mirto, verbena, lechuga, lavanda y berro. También debe llevar vino rosado, miel, canela, cinco yemas de huevo, dos velas amarillas y una muda completa de ropa blanca. El adivino debe hervir las hierbas en un gran recipiente hasta que se oscurezca el agua; se filtran y escurren los restos de hierbas. A continuación se añade a ese líquido el vino, la miel, la canela y las yemas de huevo. El cliente es lavado desde los hombros hacia abajo y después se le permite bañarse libremente en ese agua. Tras una ducha rápida para retirar los restos, se le seca, se le viste de blanco y se le lleva ante Oshún. Después de saludarla, el cliente enciende las dos velas y reza para que se complete su limpieza. Si el osogbo de este signo es severo, este baño debe repetirse durante cinco noches seguidas.
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Ebó elese Yemayá (Ebó a los pies de Yemayá) ♦ Cuando un osogbo venga de Yemayá, dedicarle una limpieza ayudará a apartar esa negatividad. Para este ebó, el cliente debe encontrar sus ropas más viejas y ponérselas. También debe llevar consigo un tarro de melaza, siete céntimos y una muda completa de ropa blanca nueva. Vestido con su ropa vieja, el cliente va a la playa y se sitúa ante Yemayá, con la melaza en una mano y los siete céntimos en la otra. Entra en el mar caminando de lado hasta que el agua le cubra por la cintura (no más profundo) y vierte u n estrecho círculo de melaza dulce a su alrededor. Una vez trazado el círculo, mira hacia el horizonte y reza a Yemayá para que le libere de aquello que le impide progresar en la vida. Entonces debe esperar hasta que Yemayá le cubra con una ola; una vez que la ola le haya lavado la cabeza, suelta los céntimos en el agua y se quita la ropa. Desnudo y limpio, vuelve a la orilla y se viste de blanco de la cabeza a los pies. Nota: Es importante que el cliente no pierda el tarro vacío de melaza en el mar. Eso ofendería a la orisha. ♦ Cuando el cliente tenga siete oraciones que hayan ser respondidas, el ebó siguiente le ayudará a conseguir sus deseos. Para esta ofrenda necesitará una hoja grande de papel marrón, una sandía, siete céntimos, melaza, una tela azul, una bandeja azul y dos «velas de siete días» azules. Se corta el papel marrón en siete pedazos y el cliente debe escribir un deseo en cada uno de ellos. Se hacen siete agujeros en la sandía (guardando las cortezas) y se introduce un papel con el deseo en cada agujero. Sobre cada papel se coloca un céntimo y se vierte melaza sobre cada agujero. A continuación, se vuelven a poner las cortezas sobre los agujeros para sellarlos y se envuelve todo el ebó en la tela azul. Todo esto se presenta a Yemayá en la bandeja azul y se le enciende una vela azul a cada lado mientras el suplicante ora y solicita la realización de sus deseos. Cuando las velas se hayan consumido, se echa la sandía al mar. ♦ Si Yemayá ha pedido adimú a través de Obi, el plato siguiente debería satisfacer sus gustos. Se llama ekruaro y aunque sólo tiene dos ingredientes, es un poco complicado de preparar. El cliente debe procurarse una libra de guisantes de carete, dos huevos, un rollo de papel de aluminio e hilo de algodón. Se lavan los guisantes y se dejan en remojo durante la noche; al día siguiente se frotan bien hasta retirar todas las pieles. Aplástalos con un poco de agua hasta que se forme una pasta espesa. Sé muy cuidadoso a la hora de añadir agua; siempre se puede añadir más agua, pero si añades demasiada la pasta quedará inservible. Cuando hayas preparado esa pasta espesa, añade los huevos y continúa batiendo y mezclando bien. Debes cortar siete cuadros de papel de aluminio y dividir la mezcla sobre ellos a partes iguales. Pliega los cuadrados apretándolos bastante, como si fueran tamales, y a continuación átalos con el hilo de algodón para que no se abran. Cuécelos en un gran puchero de agua hirviendo durante treinta
111 minutos. Después retíralos, déjalos enfriar y desátalos. El ekru-aro debe presentarse a los pies de Yemayá sobre una fuente de servir de color azul. Nota: También se puede preparar una cama de arroz blanco o amarillo mientras el ekru-aro está hirviendo; no añadas sal al arroz. El arroz se extiende sobre la bandeja y, a continuación, se coloca el ekru-aro sobre él. También puede adornarse con hierbas frescas para hacer que el sacrificio sea más vistoso.
Ebó elese Egun (Ebó a los pies de los Egun) ♦ Cuando hay que hacer ebó a los egun, parece que prefieren el alimento a cualquier otro tipo de ofrenda; esto tiene sentido, pues nuestros egun estuvieron vivos en su día y les encantaba comer. Mi ebó favorito para ellos no es el tradicional . Es una receta distribuida a través de una red de contactos en la que participo y, usando el propio Obi, descubrí que este plato les encanta. Esta receta hace uso del quimbombó, un ingrediente con una historia interesante. Cuenta la leyenda que el quimbombó no es originario de América; fue traído a esta tierra por los esclavos que fueron obligados a soportar el Pasaje Medio. Las semillas fueron introducidas de contrabando en las naves por un pequeño grupo de mujeres africanas que las llevaban escondidas en su pelo; así, si los comerciantes las veían, pensaban que sólo era suciedad adherida a sus rizos. Cuando esas mujeres llegaron al Nuevo Mundo, plantaron las semillas de quimbombó para recordar sus tierras natales, y esta planta pronto se convirtió en un elemento importante de muchos eboses a los orishas, especialmente a Shangó, Aganyú y los egun. También se convirtió en una comida habitual en las Américas; cuando quiera que uno come quimbombó, o lo usa en una receta, debe recordar que puede disponer de él gracias a los antepasados. La receta que recibí se llama quimbombó frito con patatas; adapté la receta porque usaba sal, que es anatema para los egun, y aceite de oliva, que no es un producto usado tradicionalmente en el entorno de esta religión africana. También he añadido arroz amarillo a la receta original; el plato original era aceitoso y el arroz absorbe el aceite. Epó (el aceite que uso en lugar de aceite de oliva) en un poderoso ingrediente en los ebó que se presentan a los egun, y si se conserva en el plato en lugar de perderse, da más aché a la ofrenda. El arroz es un cereal del agrado de los egun y añade atractivo al ebó. Ésta es mi versión de la receta: necesitas arroz amarillo, una libra de quimbombó fresco, dos patatas grandes de asar, una cebolla blanca mediana, media taza de harina de maíz, un cuarto de cucharada de pimienta negra molida y un cuarto de taza de epó (aceite de coco). Cuece el arroz amarillo siguiendo las direcciones que vengan en el envase, pero no le añadas sal. Mientras se hace el arroz, prepara los tallos de quimbombó. Lávalos y córtalos en piezas de un centímetro. Teniendo en cuenta la leyenda que rodea a las semillas de quimbombó, debes apartarlas y ponerlas en un plato que dejarás en la bóveda (el altar de los egun) de la cocina en conmemoración de los
112 antepasados que trajeron esta religión, y la planta misma, desde África. Lava, pela y trocea las patatas en dados de un centímetro de lado. También has de lavar, pelar y cortar la cebolla en tiras finas. Cuando hayas acabado todos estos preparativos, pon las patatas, el quimbombó y la cebolla en un cuenco. Rocíalos con la harina de maíz y la pimienta, y agita bien. En una gran sartén de hierro fundido, pon el epó (aceite de coco) a fuego medio-alto. No debes permitir que humee; si empieza a humear, reduce un poco el fuego. La mezcla de patatas, quimbombó y cebolla debe depositarse cuidadosamente sobre el aceite para que no salte. Fríe, removiendo frecuentemente, hasta que la pasta adquiera color marrón (esto requerirá entre diez y quince minutos, dependiendo de lo caliente que esté el epó). Cuando la mezcla de patata y cebolla esté frita, retira la sartén del fuego. Vierte el arroz amarillo en una gran fuente de servir y extiende sobre él la fritura. Seguidamente, sirve el plato a los egun y déjaselo toda la noche. ♦ Oguidí es un caramelo hecho en casa. Es el favorito de los espíritus que conocemos con el nombre de egun y también es el favorito de Elegguá. Por tanto, cuando preparo este caramelo como ebó para los egun, también lo preparo para Elegguá: ambos trabajan muy juntos y siempre es aconsejable contar con la buena voluntad de Eshu cuando se está propiciando a los muertos. Pon el contenido de toda una caja de harina de maíz en un gran cuenco de agua fresca y déjalo a remojo durante tres días; así te aseguras que la harina de maíz comience a fermentar. Transcurridos esos tres días, añádele un palito de canela, una taza de azúcar marrón y una pizca de vainilla. Pon la mezcla a fuego lento en una sartén mediana y deja que se vaya haciendo, removiendo constantemente para que no se queme. Espera a que se evapore toda el agua de la mezcla. Hecho esto, extiéndela sobre dos cuadrados de papel de aluminio y haz dos tamales iguales (sigue las instrucciones dadas para la receta ekru-aro en la página 105), que a continuación hervirás en un gran puchero de agua durante quince minutos. Debes preparar dos bandejas. Primero, ofrece una bandeja con un tamale abierto a Elegguá, y pon la segunda bandeja ante los egun. Cubre el caramelo con miel y melaza ante sus altares respectivos mientras rezas para que vuelva la dulzura a tu vida. Estas ofrendas han de dejarse tres días ante los espíritus; después, cada una de ellas se envuelve en papel marrón y se lleva a un cementerio. ♦ Otro adimú que tanto los egun como Elegguá adoran es un plato llamado plátanos borrachos. Para prepararlo necesitas aceite rojo de palma, nueve plátanos maduros, una ramita de canela, media taza de semillas de anís, una taza de miel, media taza de sirope de azúcar de caña y una taza de vino tinto seco. (Nota: Cuando se cocina para los espíritus, nunca se usa sal.) Precalienta el horno a 180 °C. Unta ligeramente una bandeja o recipiente de hornear con aceite rojo de palma. Retira la piel de los plátanos y ponlos en la bandeja uno al lado de otro. En un recipiente aparte, machaca el palito de
113 canela y las semillas de anís, y añádeles la miel; a continuación, vierte la mezcla sobre los plátanos. Mezcla en un cuenco el sirope de azúcar de caña y el vino, después vierte también esta mezcla sobre los plátanos. Cubre el recipiente con papel de aluminio e introdúcelo en el horno durante cuarenta y cinco minutos. Transcurrido ese tiempo, retira el papel de aluminio y hornea otros cinco o diez minutos, o hasta que los jugos se espesen (ten cuidado de que los plátanos no se quemen). Retira del horno y deja que se enfríen. Elegguá debe ponerse al lado de los egun y se les debe servir el plato a la vez, dejándolo a sus pies tres días. Pasados esos tres días, envuelve la ofrenda en papel marrón y llévala a un cementerio. Nota: Este ebó también puede prepararse para Shangó y Aganyú; a los dos les encanta cualquier plato preparado con plátanos. ♦ Otro adimú que puede prepararse para los egun es arroz con leche. Para cocinar esta receta, el cliente debe adquirir los siguientes ingredientes: leche, arroz, palitos de canela, un limón, azúcar blanca y extracto de vainilla blanca. En un puchero grande, pon a hervir dos tazas de agua con un palito de canela y un poco de peladura de limón rallada. Cuando hierva, añádele media taza de arroz en grano. Después de añadir el arroz, baja el fuego al mínimo y remueve bien hasta que el agua deje de hervir. Cubre el puchero y deja que el arroz se vaya haciendo hasta que el grano esté blando. Mezcla en un pequeño cuenco media cucharada de extracto de vainilla blanca, siete cucharadas de azúcar y taza y media de leche. Bátelo todo bien. Cuando el arroz se haya reblandecido, añádele por encima la mezcla de leche; vuelve a subir el fuego y remueve vigorosamente hasta que empiece a hervir. Vuelve a reducir el fuego una vez más y continúa removiendo el arroz, destapado, hasta que vaya espesando. No permitas que hierva la leche ni que se queme el arroz. Harán falta otros quince minutos de remover y cocinar para que el arroz se espese; cuando lo haya hecho, el plato está cocinado. Debe servirse a los egun en un gran cuenco mientras aún está caliente y humeante.
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Glosario UNA NOTA RESPECTO A LOS TÉRMINOS de este glosario: los idiomas lucumí y yoruba del que procede, son lenguas tonales, como el chino. Como los afrocubanos no tuvieron ocasión de recibir educación formal durante la esclavitud, muchas de las palabras no tienen una escritura consistente. Aunque he intentado que mi ortografía sea consistente a lo largo de mi trabajo, difiere de la ortografía de otros autores; no obstante, la pronunciación de las palabras es similar. En cualquier término lucumí que no lleve acento ortográfico, el acento prosódico irá en la penúltima sílaba de la palabra. Para facilitar la pronunciación adecuada, he acentuado todas las palabras que no siguen esta norma. Los sonidos vocales son aproximadamente los mismos que en castellano. Adviértase también que en cada entrada del glosario puede haber una o más palabras en cursiva; esto indica que dichas palabras también están incluidas en el glosario. Cuando pronuncies las palabras, recuerda los puntos siguientes. ♦ El sonido ch se usa tanto en las palabras castellanas como en lucumí; el sonido sh no existe. ♦ La letra ñ no se usa en las palabras lucumí, de modo que he sustituido dicha letra por la y donde ha sido necesario. ♦ El sonido y en castellano se parece al sonido yoruba j. Donde ha sido posible he sustituido la y por j. aborisha: Palabra lucumí que denota que uno es adorador de los orishas. Aborisha es aquel que tiene al menos los elekes (los collares de Obatalá, Yemayá, Oshún y Shangó), aunque algunos sacerdotes y sacerdotisas reservan este término para aquellos que, como mínimo, han recibido a los guerreros (Elegguá, Ogún, Ochosi y Ósun). aché: Es una fuerza universal y muy dinámica. Esta palabra tiene muchos significados, entre los que se incluyen los siguientes: gracia, vida, destino, poder, talento y sabiduría, dependiendo en cada caso del uso
115 que se le dé. La mayoría de los santeros están de acuerdo en que la vida es aché y el aché es vida. Adiatoto: Una figura histórica-mitológica que vivió en África hace muchos siglos; fue el primer hijo de Biague. adimú: Cualquier tipo de ofrenda que no incluya eyebale, el sacrificio de un animal. Se suele prescribir adimú durante una sesión con el diloggún. adimú orisha: Un orisha que no puede ser coronado en la cabeza; un espíritu que no puede tener sacerdotes o sacerdotisas en el Nuevo Mundo. Olokun y los Ibeyi son ejemplos de orishas adimú. El término también hace referencia a cualquier orisha otorgado fuera del propio asiento. adivinación: El acto de descubrir la voluntad de los orishas, los deseos de los egun y las tendencias del futuro. En Santería, existen tres sistemas fundamentales de adivinación: Obi, diloggún e Ifá. Aganyú: El dueño de los volcanes, nacido de Oroina, el centro de la tierra que está en estado de fusión. También es el padre de Shangó. agó: Pedir permiso; permiso. ailashara: Palabra lucumí que significa «amistad»; también es una letra en el sistema africano de Obi. Ainá: Una de los siete Ibeyi o hijos del nacimiento milagroso. Ella es hija de Shangó y su constante compañera, porque es la orisha de la llama. Ajé Shaluga: Esta orisha controla todos los aspectos relacionados con el lujo y la riqueza. Su disfraz habitual es el de una mujer muy hermosa, pero cuando este espíritu quiere presentarse como un hombre, también lo hace. A menudo acompaña a Oshún en sus viajes. akita: Palabra lucumí que significa «victoria»; también es una letra en el sistema africano de Obi. akó: Término lucumí que designa los dos apéndices fálicos de la semilla de Cola acuminata, la especie de árbol de cola del que se deriva el oráculo africano Obi. alafia: Palabra lucumí que significa «paz» o «bendiciones»; también es una letra del sistema africano de Obi, que significa «frescor» cuando la respuesta es positiva. En la versión del Obi practicada en el Nuevo Mundo, alafia trae bendiciones, paz y frescor del poderoso orisha Obatalá. Se forma cuando las cuatro piezas de coco aterrizan con las partes blancas hacia arriba. alafia-ejife: Uno de los signos del Obi. Es la más positiva de las tiradas meji en la familia alafia, y siempre responde «sí» a la pregunta del cliente. Se
116 forma cuando la letra alafia es seguida por la letra ejife, que muestra dos caras blancas y dos negras. alafia-etawa: Uno de los signos del Obi. Es una respuesta positiva a la pregunta del cliente. Se forma cuando el patrón alafia es seguido por otro que muestra tres caras blancas y una negra. alafia-meji: Uno de los signos del Obi. Es una respuesta positiva a la pregunta del cliente. Se forma cuando se repite el patrón alafia. alafia-okana: Uno de los signos del Obi de la familia alafia. Es una respuesta negativa a la pregunta del cliente. Se forma cuando al patrón alafia es seguido por otro que muestra tres caras negras y una blanca. alafia-oyekun: Uno de los signos del Obi de la familia alafia. Es una respuesta negativa a la pregunta del cliente y, frecuentemente, este patrón tiene el objetivo de tratar asuntos relacionados con los propios egun. Se forma cuando el patrón alafia es seguido por otro que muestra las cuatro caras negras. aleyo: El que está en la Santería pero no es un sacerdote o sacerdotisa iniciado. amala: Alimento típico que se dedica al orisha Shangó; está hecho de quimbombó y harina de maíz. antepasados-espíritus ancestrales: También son conocidos colectivamente como los egun e incluyen los antepasados familiares y espirituales del adivino. En Santería se usan guías espirituales, espíritus congoleses, espíritus nativos americanos, etc.; sin embargo, éstos no son egun, ni tampoco son espíritus ancestrales (a menos que uno descienda de esos pueblos). ano: Palabra lucumí que significa «enfermedad». «Apere ti, Obi»: Frase que significa «Tu símbolo, Obi». arikú: Palabra lucumí que denota vitalidad, salud; también se usa para referirse a la inmortalidad del alma. Es uno de los muchos tipos de iré que pueden predecirse en el diloggún. Asheda: En la Tierra, éste fue el primer discípulo de Orúnmila, su primer sacerdote, y Babalawo. asiento: La principal ceremonia de iniciación a la Santería en la que el aleyo se convierte en iyawó. Asohano: Otro nombre del orisha Babaluaiye.
117 avatar: Muchos orishas, como Obatalá, Yemayá, Oshún y Elegguá, tienen diferentes avatares o senderos que están relacionados con sus numerosas reencarnaciones sobre la Tierra; muchos orishas han vivido vidas mortales entre los humanos. U n o de los grandes misterios del asiento es que cuando u n aleyo es coronado (cuando se le pone el orisha guardián en l a cabeza), esa persona se convierte en un iyawó (novia, desposada) y es, de algún modo, un avatar del orisha guardián encarnado. Sólo se recuerdan los avatares de notable importancia religiosa, histórica o política que se convierten en senderos de ese erisha. Nota: Aunque muchas casas de ocha están de acuerdo respecto a los orígenes de avatares específicos, el tema mismo es origen de controversia entre los eruditos ilé ocha. Ayáguna: Un avatar o senda de Obatalá. A diferencia de los demás avatares de Obatalá, éste es joven, de treinta y tres años de edad. Su temperamento y atributos son similares a los de Shangó. Ayaó: Puede verse a esta orisha en el mundo natural cuando un ciclón toca la tierra. Ella es una hermana de Oyá, muy joven y hermosa, que pasa su tiempo libre en el bosque con Osain. ayé: Término lucumí que significa «penuria». También es una letra del sistema africano de Obi. Cuando hace referencia al octavo ibó usado en el diloggún, significa cualquier tipo de concha marina alargada. Babalawo: Un iniciado de Orúnmila. Un Babalawo siempre es hombre porque sólo los hombres pueden penetrar en los misterios de Orúnmila. babalosha-babalorisha: Un «padre de los Espíritus», un santero que ha iniciado a otros sacerdotes y sacerdotisas. Babaluaiye: Este orisha no se originó en Nigeria, sino en la tierra de Arara, una zona de África. Es el padre de la viruela y de las enfermedades y afecciones de la piel. batea: La sopera de madera que alberga los secretos de Shangó. batie sode: Una frase lucumí que significa «retira la negatividad ». Bayanmi: Otro nombre del hermano de Shangó, Dada. Biague: El primer adivino que usó el sistema Obi en África. El segundo adivino fue Adiatoto, el hijo de Biague. Algunos dicen que sólo son personajes míticos, pero otros creen que vivieron en África hace muchos siglos. botánica: Ésta es la palabra castellana usada para designar los comercios de artículos religiosos necesarios para la práctica de la Santería en las comunidades latinoamericanas.
118 bóveda: Un altar establecido para honrar y propiciar a los muertos, los egun. Aunque más propiamente pertenece a la práctica conocida con el nombre de Espiritismo, ha sido integrado en la práctica de la Santería debido a la pérdida de los cultos egungun en el Nuevo Mundo. Se puede establecer una bóveda para honrar a cualquier espíritu, aunque ese egun no sea un espíritu ancestral de la familia del cliente. Cierto odu prescribirá este tipo de ebó. brujería: No debe confundirse con las prácticas realizadas en el Nuevo Mundo por los wiccanos o los practicantes de Palo Mayombe. Hace referencia a encantamientos populares destinados a influir en otros para bien o para mal, dependiendo de la intención de quien los lance. derecho: Tasa ritual que se paga a un sacerdote o sacerdotisa orisha por los servicios espirituales. diáspora (africana): Las áreas del Nuevo Mundo donde los negros arrancados de África fueron obligados a vivir en la esclavitud. Brasil, Cuba, el Caribe y Estados Unidos son zonas de la diáspora africana. diloggún: Sistema de adivinación con conchas de cauri por el que un sacerdote o sacerdotisa de los orishas transmite la voluntad de éstos. También hace referencia a las dieciocho conchas que contienen el espíritu, u orisha, del altar de un iniciado. El diloggún es de la mayor importancia para el santero o practicante de la Santería. ebó: Una de las ofrendas que es posible ofrecer a un orisha. ebó kere: Una complicada serie de limpiezas espirituales hechas sobre el cliente ante un orisha. Implica varios tipos de ofrendas, cada una de ellas diseñadas para limpiar al suplicante del mal. Pueden hacerse a lo largo de un periodo de horas, días, semanas o incluso meses. Los detalles específicos del ebó kere se obtienen del odu del diloggún. ebó keun edun keun: Uno de los muchos tipos de ebó que pueden prescribirse mediante el Obi. Es una limpieza diaria realizada frente al altar de un orisha. ebó misi: Uno de los muchos tipos de ebó que pueden prescribirse mediante Obi, una limpieza diaria realizada ante el altar de un orisha. eboda: Palabra lucumí que significa «está hecho» o «está bien». Esta pregunta suele plantearse para cerrar el diloggún. eborí: Contracción de dos palabras en lucumí: ebó (ofrenda) y orí (cabeza). Se usa para designar una ofrenda de sangre a la propia cabeza física y espiritual.
119 eboses: El plural de ebó que hemos usado a lo largo de este texto. Aunque los yoruba usan la palabra ebó, tanto para el singular como para el plural, en la Santería cubana se acepta el uso de esta palabra. eboshure: Un pequeño ebó ofrecido a un orisha. efun: Polvo hecho con cáscara de huevo molida y poco apretada. egun: Uno de los muchos espíritus ancestrales relacionados con el cliente por vínculo de sangre u ocha. Esta palabra se usa tanto para el singular como para el plural. egun onire: Una pregunta en lucumí que significa: «¿Darán los egun su bendición?» egungun: Indica que uno está poseído por egun, el espíritu ancestral; no obstante, en Cuba, esta palabra a menudo hace referencia al culto, ya desaparecido, de los egun: había sacerdotes y sacerdotisas que trataban únicamente con los espíritus ancestrales y no con los orishas. Eji Ogbe: Uno de los dieciséis odu del diloggún, formado por ocho bocas abiertas sobre la esterilla. ejife: La respuesta más contundente que uno puede recibir en el oráculo conocido como Obi. Está formada por dos piezas blancas y dos negras. En una sesión de adivinación, siempre significa una respuesta positiva: «Sí, el mundo está en equilibrio». ejire: Término lucumí que significa «dinero» o «riqueza». También es una letra usada en el sistema del Obi africano. Elegguá: También conocido por los nombres de Eshu y Elegbara. A menudo es retratado como el destino, como un niño joven y como un anciano. Elegguá es el mensajero de todos los orishas, y el primero y el último en recibir honores en cada ceremonia que se celebra. Sin su buena voluntad, no se puede hacer nada en la religión de la Santería. En Ifá se dice que hay 256 sendas de Elegguá, una por cada odu. Cada una de estas sendas se conoce con el nombre de Eshu Aye, Eshu Bi o Eshu Laroye. En ocha, hay 101 sendas de Elegguá (cada una también conocida como Eshu). En muchos ilé ocha, cuando un iniciado recibe a los guerreros, se le dice el nombre de Eshu al que está dedicado su altar Elegguá. elekes: Los collares de cuentas que se dan tanto a los aleyos como a los santeros. Los colores de las cuentas indican a qué orishas están consagradas y el sendero de ese orisha. En la iniciación de los elekes, un aleyo recibirá generalmente los de cuatro orishas —Obatalá, Yemayá, Oshún y Shangó— a menos que el diloggún especifique otra cosa. A veces también se da el eleke de Elegguá.
120 entrada: El ritual de entrada debe realizarse veintiún días después de que el aleyo lleve a casa a los guerreros. Detrás de la puerta principal de la casa se ofrecen dos gallos y dos pichones a Elegguá, Ogún, Ochosi y Ósun. Una semana después se les ofrece una cesta de frutas frescas. Es una fiesta de bienvenida y adaptación al hogar para los cuatro orishas, que hace que se asienten firmemente en la vida y en el hogar del aleyo. epó: Un aceite rojo, denso y viscoso de palmera usado para cocinar en África y también como ofrenda adimú para ciertos orishas: Elegguá, Ogún y Ochosi a menudo reciben aceite de palma rojo sobre sus piedras sagradas. Eshu, Esu: Nombres alternativos para el orisha generalmente conocido como Elegguá. Mientras que Ifá menciona un Eshu para cada uno de los 256 odu, ocha sólo tiene 101 senderos de Eshu. Algunos ejemplos de Eshu compartidos tanto por Ifá como por ocha son Eshu Aye, Eshu Laroye y Eshu Bi. Eshu Ayé: Se dice que este avatar de Elegguá camina por la orilla del mar, donde las olas acarician la arena. Este Eshu trabaja muy de cerca con el orisha Olokun. Eshu Bi: Este avatar de Elegguá es al mismo tiempo un muchacho joven y un anciano. Es fuerte y obstinado. Se dice que este Eshu camina con los dos primeros Ibeyi, los gemelos, que nacieron de Shangó y Oshún. Él es el protector de los gemelos y también de los niños pequeños. Eshu Eshun Irirke: Este avatar de Elegguá trabaja en estrecha colaboración con Osain y vive en los bosques con dicho orisha. Este Eshu es muy poco conocido y sólo se le menciona en un odu del diloggún, Ogbe Ejila (8-12). Eshu Laroye: Este avatar de Elegguá trabaja en estrecha asociación con Oshún y es su constante compañero. A veces se le denomina el «pequeño hablador». Es uno de los senderos más conocidos y populares de Elegguá, siendo invocado y refrescado antes de cualquier oración a los orishas. Espiritismo: Término que describe colectivamente las prácticas mediunímicas, o espiritualismo, comenzadas por Alien Kardec. En Santería, dichas prácticas forman parte de las muchas que tratan de sustituir la pérdida de los cultos egungun en el Nuevo Mundo. espiritista: Médium o practicante del Espiritismo. Se usa para los seguidores masculinos y femeninos. etawa: Contracción lucumí que significa «han venido tres»; hace referencia a la apertura del Obi en la letra que muestra tres caras blancas y una negra.
121 etawa-alafia: Uno de los patrones de la familia etawa del Obi. Se forma cuando el patrón conocido como etawa es seguido por otro con todas las caras blancas. Es positivo y responde «sí» a la pregunta del cliente. etawa-ejife: Uno de los patrones de la familia etawa del Obi. Se forma cuando el patrón conocido como etawa es seguido por otro con dos caras blancas y dos negras. Es la respuesta más positiva y siempre responde «sí» a l a cuestión planteada por el cliente. etawa-meji: Uno de los patrones de la familia etawa del Obi. Se forma cuando el patrón conocido como etawa se repite dos veces. No es la respuesta más positiva, pero puede considerarse como un «sí» a la pregunta del cliente. etawa-okana: Uno de los patrones de la familia etawa del Obi. Se forma cuando al patrón conocido como etawa le sigue otro con tres caras negras y una blanca. Es una respuesta negativa y responde «no» a la pregunta original del cliente. etawa-oyekun: Uno de los patrones de la familia etawa del Obi. Se forma cuando al patrón conocido como etawa le sigue otro con todas las caras negras. Es la respuesta más negativa. También puede señalar que hay asuntos pendientes con los egun que deben resolverse antes de que se pueda cerrar la sesión. ewe: Palabra lucumí que significa «hierba»; designa cualesquiera de las plantas, raíces o arbustos usados en la preparación de baños herbales, mezclas, medicinas u omiero. eyebale: Ofrenda que incluye el sacrificio de un animal. foribale: Uno de los dos métodos de salutación a un anciano o a un orisha; la forma de salutación depende de si el orisha guardián es masculino o femenino. funfún: Blanco, fresco. gofio: Harina tostada o harina de maíz. guerreros: Los tres orishas que se reciben juntos en una iniciación: Elegguá, Ogún y Osún. Con Ogún se recibe un simulacro de Ochosi en forma de ballesta de hierro. Ibeyi (los): Los hijos divinos de Shangó y Oshún. Hay siete Ibeyi, también conocidos como los hijos del nacimiento milagroso. Los dos primeros Ibeyi son los gemelos que Oshún dejó al cargo de su hermana Yemayá para que los criase. En Santería es costumbre referirse a estos dos primeros hermanos como «los Ibeyi». Son los patrones de los gemelos y de las madres de gemelos.
122 Ideu: El tercer Ibeyi, un hijo de Oshún. Es de género masculino y, sin embargo, siempre va acompañado de una muñeca vestida de niña pequeña. Ifá: El oráculo original de los yoruba del que se derivan ambas formas de adivinación diloggún: la africana y la afrocubana. Es un sistema que incluye 256 odu, revelados por Orúnmila a sus discípulos Asheda y Akoda (los primeros Babalowos). Sólo los sacerdotes de Orúnmila, los Babalowos, pueden leer Ifá. igboro larishe: Una pregunta lucumí que significa: «¿Tiene algún iniciado el remedio?» Ikú: La personificación lucumí de la muerte. lié Ifé: En la mitología yoruba, ésta es la primera ciudad sagrada que fue construida por el imperio. Fue fundada por Obatalá mismo y es la cuna de la que partió nuestra religión, la Santería. lié Ilú: Según la mitología lucumí, la ciudad en la que Biague vivió en África (en la zona que ahora se conoce como Nigeria). Es la ciudad en que se usó por primera vez la adivinación Obi. lie ocha: Término lucumí que se refiere a las casas espirituales de ocha dirigidas por cierto sacerdote o sacerdotisa. lié Olófin: Para los santeros que conservan su identidad católica, estas palabras hacen referencia a l a Iglesia católica; para aquellos cuyas creencias son puramente lucumí, este término hace referencia a la totalidad de la naturaleza, el verdadero hogar de Dios. Inle: Se le visualiza como un hermoso joven andrógino, el patrón de los pescadores y de los homosexuales. Por u n tiempo fue un mortal, pero Yemayá se quedó tan impresionada por su belleza que le hizo inmortal y se lo llevó al fondo del mar. Allí se cansó de él, aunque Inle aprendió todos los secretos de su amante. Yemayá le dejó sin habla cortándole la lengua y después le dejó mezclarse libremente con el resto de los orishas. Hasta el día de hoy, Inle sólo puede hablar a través de ella. También se le considera un gran médico, porque puede curar cualquier enfermedad con sus amplios conocimientos de los usos medicinales de todas las ewe del bosque. Irawo: Palabra lucumí que significa «estrella»; también es el nombre de una ciudad en l a que gobernó el Orisha Oko cuando era mortal y vivía en l a tierra. iré: Buena fortuna de cualquier tipo que puede acaecer al cliente que acude a una sesión de diloggún. Irunmole: El primer orisha nacido en el cielo de Olódumare y odu.
123 itá: Importante ceremonia adivinatoria dada a un iyawó antes del asiento o a un sacerdote o sacerdotisa que haya ofrecido como ebó a un orisha un animal de cuatro patas. El iniciado sigue las informaciones, los eboses y las prohibiciones dadas en itá durante el resto de su vida . iyala: Palabra yoruba que significa «salud»; también es una de las letras del sistema africano del Obi. iyalocha: Una santera, o sacerdotisa de la Santería, que ha iniciado al menos a otra persona a los misterios. iyawó: Término lucumí para el iniciado de un orisha. Literalmente significa «desposada» o «novia», cualquiera que sea el sexo del iniciado. Después del asiento, durante al menos un año, los demás iniciados de la casa se dirigirán al nuevo iniciado por este nombre. Jakuta: Anteriormente un poderoso orisha en el panteón yoruba, el «lanzador de piedras» y el que empuña el rayo. Con el florecimiento del culto a Shangó, el culto a Jakuta decayó. jicara: Calabaza seca que se abre mediante un corte y forma un recipiente parecido a un cuenco. Se usa para presentar ofrendas y verter libaciones a los orishas. jutía: Roedor africano de gran tamaño. Es la ofrenda habitual para muchos de los orishas guerreros, como Elegguá, Ogún y Ochosi. Kaindé: El segundo Ibeyi nacido de Oshún y Shangó; este Ibeyi es femenino y su nombre significa «el último en nacer». kaure: Uno de los muchos tipos de ebó prescrito mediante el Obi; son una serie de oraciones ofrecidas diariamente a los orishas. kawo kabiosile: Oración elevada a Shangó. Hace referencia al hecho de que el rey (Shangó) no se ahorcó (no se suicidó). Ascendió a los cielos antes de morir para convertirse en un orisha. kinkanmaché: Esta contracción lucumí pide protección, bendiciones y las cosas buenas de la vida. koborí eledá: Un ebó, generalmente una rogación, realizada al propio orí. Puede ser cualquier tipo de ofrenda o limpieza que no incluya un sacrificio animal. larishe: Uno de los cientos de remedios que puede prescribir cualquier odu para superar el osogbo y traer iré a la vida del cliente que ha venido a una sesión de diloggún.
124 lavado: Todos los orishas deben ser lavados y nacer en omiero. Cuando se recibe un orisha fuera del ritual del asiento se le conoce como santo lavado. lavatorio: Nacimiento de un orisha. En esta ceremonia los otanes (conchas) y utensilios de este nuevo orisha nacen de un orisha del padrino y son lavados en omiero. Véase también Osain. Lazareros: Aborishas o iniciados que han recibido la iniciación del orisha Babaluaiye. lucumí: Contracción de varias palabras yoruba que significa «amigo mío». Los lucumí son los descendentes físicos, y ahora espirituales, de los esclavos yoruba llevados a Cuba. Esta palabra también designa el dialecto de la lengua nativa yoruba actualmente usada en Santería. maferefún: Alabanzas a..., todo el poder a... mándala: Imagen o símbolo mágico. En el sistema Obi hace referencia a los patrones o letras que caen cuando se lanzan los cocos ante un orisha. meji: Gemelo, doble. misa: A veces llamada sesión; es un ritual espiritista que se realiza para honrar a los muertos. Contiene oraciones, ofrendas y posesiones mediunímicas. modupue: Término lucumí que significa «te doy las gracias». mojuba: Una oración que se recita para rendir homenaje a un orisha o egun. mojubando: E l acto de recitar una oración rindiendo homenaje a un orisha. mojubar: E l acto de alabar o rendir homenaje a un orisha o egun. mulato: Palabra que designa a la persona que tiene un padre de ascendencia caucásica y otro de ascendencia afroamericana. Nana Burukú: Según algunas mitologías, esta orisha nació de Yembo cuando ascendió mediante su propio aché al palacio de Olódumare; históricamente ella procede de la tierra de Arara, en África, y no es yoruba. Nanumé: Una anciana que es avatar de Babaluaiye. Está tan disociada de él que muchos no la consideran un aspecto de este orisha, sino su hermana, una entidad separada (mantienen una relación similar a la existente entre Yemayá y Yembo). Ella es la hija de Nana Burukú y los santeros mayores dicen que es la Luna del cielo nocturno. nuez de kola («Cola acuminata»): Nuez de una especie de árbol tropical que abunda en África pero es escaso en el Nuevo Mundo. Este árbol
125 proporciona la semilla empleada por los yoruba en su sistema adivinatorio Obi. ñame: Un tipo de raíz de uso culinario en Latinoamérica. Oba: Una orisha considerada como la única esposa oficial de Shangó; es una de sus tres amantes. Las otras dos fueron Oshún y Oyá. Obara Osa: Uno de los 256 patrones del diloggún, un oráculo más extenso usado en la fe lucumí. Obara Osa cuenta la historia de la caída de la gracia de Obi. Obatalá: Un orisha considerado el rey de todos los orishas y el creador de los humanos. Obi: El hombre que se convirtió en orisha y después cayó en desgracia por su orgullo, convirtiéndose en el coco usado durante la sesión de adivinación. A pesar de ello, Obi sigue siendo un orisha y es tratado con respeto en Santería. ocha: Abreviatura de la palabra orisha; también se usa, en ocasiones, para designar la Santería. Ochanlá: Uno de los avatares más viejos de Obatalá sobre la tierra. Ochosi: Un orisha; uno de los guerreros y se dice que es patrón de la caza. Ochúmaré: Un orisha andrógino nacido de Nana Burukú. Él (ella) es el arco iris, la corona de Yemayá. Algunos dicen que es el patrón de homosexuales, lesbianas y bisexuales. La mitad del año este orisha vive en lo profundo del río, sin tocar la tierra seca; durante la otra mitad vive en la tierra sin tocar en ningún momento el agua. Odí: Una de las dieciséis letras del diloggún; además, es uno de los diez signos del Obi africano. Odua: Un antiguo avatar de Obatalá. Muchos creen que este sendero es un avatar femenino del orisha. Oduduwa: El fundador del imperio yoruba. También es un guerrero orisha. Ogún: Uno de los muchos orishas del panteón lucumí. Es el espíritu del hierro y controla sus amplios yacimientos existentes debajo de la tierra. ojigbona: El asistente del propio padrino; también llamado yubonna. okana: Uno de los muchos patrones que pueden aparecer ante un orisha cuando se tira el Obi. Está compuesto por tres caras negras y una
126 blanca. Suele ser negativo, pero puede dar respuestas positivas en algunas circunstancias. okana-alafia: Una de las respuestas más positivas dentro de la familia okana. Se forma cuando a okana le sigue un patrón con las cuatro caras blancas. okana-ejife: La respuesta más positiva en la familia okana. Se forma cuando a okana le sigue un patrón con dos caras blancas y dos negras. okana-etawa: Una de las respuestas más positivas dentro de la familia okana. Se forma cuando a okana le sigue un patrón con tres caras blancas y una negra. okana-meji: Una de las respuestas más negativas dentro de la familia okana. Se forma cuando a okana le sigue un patrón con tres caras negras y una blanca. El patrón se ha doblado y por eso se le llama meji, gemelo. okana-oyekun: La respuesta más negativa en la familia okana; siempre significa un «no» a la pregunta del cliente; también puede indicar que tiene asuntos pendientes con sus egun. Se forma cuando okana va seguida por un patrón con todas las caras negras. Oké: Hace referencia al Orisha Oké. Es el espíritu de la montaña, el primer punto de tierra que surgió del dominio acuoso de Olokun. Orisha Oké es donde Obatalá vino a la tierra; es su fundamento y fuerza, y actúa como mensajero suyo entre el cielo y la tierra. Olocha: Contracción lucumí que significa que alguien tiene hecho el ocha, es decir, que está iniciado a la Santería. Olódumare: Contracción yoruba que significa «dueño del útero»; es la deidad suprema de los yoruba y de los lucumí. Olófin: Se dice entre los lucumí que Olófin es «dios sobre la tierra». Es el avatar más antiguo de Obatalá y sólo puede ser recibido por los sacerdotes de Orúnmila, los Babalawos. Olokun: El orisha andrógino que gobierna y posee las partes más profundas del mar. Olorún: Contracción lucumí de dos palabras: olo, «dueño», y orún, «el sol»; por tanto, significa «dueño del sol». Es el nombre de Dios, siendo su símbolo el sol físico que vemos durante el día. Olosa: Uno de los orishas menores, el espíritu de la laguna. Oluwo: Señor de awós, un Babalawo que hizo ocha antes de hacer Ifá.
127 omiero: Cualesquiera de las infusiones herbales preparadas por los iniciados en Santería; se usa para bañar a l iyawó y dar nacimiento a los orishas. orno: Niño. onire: Contracción lucumí que significa «[dar bendiciones para] retirar un signo». Opa ikú: Bastón de los muertos. Opele: Cadena de adivinación de los Babalawo. orí: Palabra yoruba que significa «cabeza-consciencia»; se usa para referirse a la cabeza espiritual del cliente. orisha: Contracción yoruba que significa «cabeza selecta»; designa a cualquiera de la miríada de espíritus del panteón de la Santería que son una extensión del aché de Olódumare. orisha guardián: El orisha que reclama u n aleyo, guiándole a realizar el ritual del asiento. Una vez que se h a dado ocha (la iniciación concedida), el aleyo se convierte en un iyawó (novia, desposada) del orisha guardián, y un año después se convierte en un santero (sacerdote) o santera (sacerdotisa). Orisha Oko: El orisha que controla la fecundidad de la tierra. Tiene dos formas: durante el día se le visualiza como un hermoso joven negro; de noche se convierte en una presencia terrorífica en la oscuridad. Tradicionalmente, este orisha vive en el hogar del santero durante los seis meses en que los campos están en barbecho y sale al exterior al principio de la estación de la plantación (en nuestra casa se le saca en el equinoccio de primavera y se le vuelve a meter en casa en el equinoccio de otoño). Oroina: Vive en el centro de la tierra; ella es el núcleo fundido. Dio a luz al orisha Aganyú. orún: Palabra lucumí para el sol. Orúnla: El orisha de los adivinos, los Babalawos. Sólo los hombres están llamados a este sacerdocio. También es conocido como Orúnmila. Orúnmila: Otro nombre de Orúnla. Osain: Uno de los orishas más misteriosos; Osain fue creado después que el resto de la creación. Surgió de la tierra al mismo tiempo que las primeras plantas verdes. Él es el señor del aché sobre la tierra, conocedor de todos los secretos de ewe. Sin Osain, ninguno de los orishas puede realizar su magia, los jóvenes no pueden ser iniciados y los orishas no pueden nacer sobre la tierra. Vivirá hasta que perezca la última planta
128 verde sobre la tierra. Se dice de cualquiera que nazca con seis dedos en las manos o en los pies que es un osainista de nacimiento. osainista: Un sacerdote o sacerdotisa del orisha Osain. Un osainista es reclamado por él en el diloggún o lo es por nacimiento (siendo su marca los seis dedos de las manos o de los pies). Oshún: La orisha que trae amor, dulzura, dinero, prosperidad, fertilidad, concepción y todas las cosas que hacen que la vida merezca la pena vivirse. Es hermana de Yemayá y una de las tres esposas de Shangó. osogbo: Cualesquiera de los males que se le pueden predecir a un cliente mediante el oráculo llamado diloggún. Ósun: En el Nuevo Mundo, algunos consideran a Ósun una orisha menor; sin embargo, hay muchos tipos de Ósuns que pueden darse en diferentes iniciaciones: la de los guerreros, Babaluaiye, Nana Burukú e Inle. Ósun es una orisha en un sentido específico: es la que evita peligros para el orí del cliente. Sin embargo, propiamente, Ósun es el bastón herbal de Osain, lleno de hierbas y secretos que el orisha da a su seguidor. otá-otanes: Las piedras sagradas que albergan el espíritu del orisha al que están consagradas. Su número y color dependerá del orisha encarnado. Otín: Un orisha cuyo único propósito es servir a Yemayá. Owani Ofún: Uno de los 256 patrones que se encuentran en el extenso oráculo conocido como diloggún; es el signo que habla de Biague y Adiatoto, los primeros adivinos que usaron el Obi. Oyá: Esta orisha es la patrona del «fuego del cielo» o de los rayos que no tocan la tierra. Ella es la guardiana del cementerio, la compañera de Shangó en la batalla y la señora del mercado. Algunos también ven su acción en el tornado. Es la tercera esposa de Shangó y su favorita, pues la prefiere incluso a Oshún. oyekun: Uno de los patrones Obi que puede caer cuando se lanzan los cocos ante los orishas. Siempre responde «no» a la pregunta del cliente. Este patrón puede indicar la existencia de asuntos pendientes con los propios egun. Se forma cuando se exponen cuatro caras negras ante el orisha cuestionado. Oyó: Ciudad de Nigeria en la que muchos sacerdotes y sacerdotisas orisha fueron condenados a la esclavitud. Hay dos tipos de referencia a Oyó en Santería. La primera es la antigua Oyó, la ciudad de la que fueron arrancados los esclavos por la fuerza. La vieja Oyó se extiende por toda la diáspora africana y es la Oyó en la que crecieron muchas de nuestras tradiciones. La vieja Oyó ya no es un lugar que pueda visitarse; se encuentra en los rostros y almas de los que practican la Santería. La nueva Oyó es la ciudad que permaneció en la madre patria y donde
129 evolucionaron una serie de nuevas costumbres que no se observan en el culto orisha del Nuevo Mundo. En la Santería cubana se observan los ritos de la antigua Oyó. padrinos: En Santería, los padrinos son los garantes de la persona en asuntos religiosos, los sacerdotes o sacerdotisas que dan las iniciaciones de los elekes, de los guerreros y del asiento. Son los guías espirituales del aspirante, tanto en la vida como en la religión, y se les consulta en todos los temas de importancia espiritual. pañuelo: Pañuelo decorativo que se extiende sobre la sopera de un orisha. patakís: Las numerosas historias y leyendas sagradas que se encuentran en el diloggún; algunas tratan de los orishas, mientras que otras tratan de seres humanos histórico-mitológicos que vivieron y murieron tanto en África como en Cuba. piedra de rayo: Las piedras oscuras, lisas y vítreas en las que se dice que reside Shangó. Son prácticamente indestructibles y se cree que se forman donde el rayo toca la tierra. rogación: Limpieza de la cabeza, el orí del cliente. El principal ingrediente empleado es coco rayado; también se usan una serie de plegarias para fortalecer y apoyar la cabeza. Los detalles específicos de cada rogación se dan en cada odu del düoggún. Santería: «Adoración de los santos», el nombre de la adoración orisha tal como se desarrolló en Cuba. Se le dio este nombre por la sincretización de los santos católicos y los orishas yoruba. santero-santera: Sacerdote-sacerdotisa de Santería. sarayeye: Uno de los muchos tipos de ebó que pueden marcarse con el Obi. Es una limpieza y a veces podría incluir el uso de un animal. Si se indica que ha de hacerse sarayeye con algún animal, éste queda libre al completar la limpieza. Si se requiere un sacrificio, el oráculo indicará que el ebó necesario para ayudar a evolucionar al cliente es eyebale. Shangó: Un orisha que vivió en la tierra y fue mortal. Fue el cuarto rey de Oyó e intentó castigarse por sus propios crímenes ahorcándose. Sin embargo, la fuerza de sus buenos actos anteriores no dejó que se completase el ahorcamiento, pues antes de morir ascendió (a los cielos) para convertirse en un orisha. sopera: El recipiente donde se guardan los otanes e instrumentos de los orishas. Taewó: El primer Ibeyi nacido de Osún y Shangó. Es un niño y su nombre significa «el primero en saborear la vida».
130 tambor: Festival sagrado de un orisha en el que se tocan los tambores y los participantes son poseídos por sus orishas. Yemayá: Nacida cuando Olokun fue encadenado al fondo del océano por Obatalá, Yemayá se elevó hasta convertirse en madre del mundo de los orishas. Es la patrona de la maternidad y de las aguas frescas del mundo. Yembo: Existe confusión en torno a quién es exactamente esta mujer orisha. Algunos dicen que es una antigua senda de Obatalá. Sin embargo, como antiguamente fue esposa de Obatalá, nuestra casa cree que es una Yemayá ancestral. Es la madre de los orishas y dio a luz todas las aguas del mundo. Nana Burukú nació después de que Yembo fuera raptada por Ogún. Yembo ascendió al palacio de Olódumare por su propia gracia y aché, creando la Luna y a Nana Burukú para vigilar a las mujeres y castigar a quienes cometan delitos contra ellas. Yewá-Yeguá: Una orisha muy joven y hermosa. Es la más casta de todas ellas y es virgen. Y eso es lo que exige a sus sacerdotisas (los hombres no pueden ser iniciados a sus misterios). Muchos la conocen como la devoradora de los muertos; ella descompone los cuerpos que yacen sobre la tierra. yeyé: Madre. yoruba: Los nativos de África que vivían originalmente en la zona sudoeste de la actual Nigeria. Sus deidades, los orishas, forman la base de la religión Santería. La voz yoruba también designa el idioma compartido por estos pueblos, la lengua nativa que mezclada con el español cubano se convirtió en el lucumí. yubonna: Título lucumí de los sacerdotes o sacerdotisas que ayudan a los padrinos en los rituales de los elekes, guerreros y asiento. Véase también ojigbona.
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Lecturas Sugeridas PARA QUIENES DESEAN más información general sobre la Santería y sus creencias básicas, recomendamos decididamente los libros siguientes:
CAÑIZARES, Raúl, Walking with the Night, Rochester.Vt, Destiny Books, 1993. Este libro es un maravilloso testamento del poder de la Santería, escrito por un hombre que, además de haber sido criado en ella, fue iniciado a una edad muy temprana. Está lleno de anécdotas e historias personales que ilustran la intervención de los orishas en su vida. Inspirador, es de lectura obligada para todos aquellos que tengan algún tipo de implicación con esta religión. FLORES, Ysamur, Santería Garments and Altars, Jackson, Miss., University Press of Mississippi, 1994. Este libro fue escrito en colaboración con Peña y Roberto J. Evenchuk. A diferencia de otros libros que prometen enseñar esta religión mediante una serie de fórmulas que acaban pareciendo un libro de recetas esotérico, este volumen instruye al lector sobre la fe de los orishas describiendo las diversas túnicas y trajes de coronación, junto con una gran variedad de altares de celebración y de aniversario preparados para los orishas. Ofrece una espléndida imagen de la religión y sus celebraciones. Es un libro encuadernado con abundantes láminas a todo color y fotografías; aunque es caro y un poco difícil de encontrar, el tiempo y el dinero dedicados a hacerse con él bien merecen la pena. GONZÁLEZ-WIPPLER, Migene, Introduction to Seashell Divination, Plainview, N.Y., Original Publications, 1992. —, Legends of Santería, St. Paul, Minn., Lewellyn Publications, 1994 —, Powers of the Orishas, Plainview, N.Y., Original Publications, 1992. —, Rituals and Spells of Santería, Nueva York, Original Publications, 1984.
133 —, Santería: African Magic in Latín América, Nueva York, Original Publications, 1973. —, The Santería Experience, St. Paul, Minn., Lewellyn Publications, 1994. — Santería, the Religión. St. Paul, Minn., Lewellyn Publications, 1994. Aunque muchos la han criticado por popularizar el lado mágico de la Santería y no dar la debida importancia a los elementos religiosos, González-Wippler ha corregido buena parte de su error en las reediciones de su trabajo, especialmente en las obras publicadas por Lewellyn Publications. Si no fuera por sus escritos, muchos de los que ahora están en la religión nunca habrían conocido la Santería. NEIMARK, Phillip John, The Sacred Ifá Oracle, Nueva York, HarperCollins, 1995. —, The Way of the Orisha, Nueva York, HarperCollins, 1993. Las descripciones de los orishas (Neimark escribe Orisa) y de sus atributos están entre las mejores que he leído; no obstante, no puedo evitar estar en desacuerdo con la idea de que Yemayá-Olokun es un mismo orisha. Soy un iniciado de la Santería y aunque a lo largo de mi vida he conocido a varios sacerdotes africanos, ninguno de ellos está de acuerdo con las ideas de Neimark sobre «cómo se hacen las cosas en África». Sin embargo, en conjunto, este libro es una maravillosa introducción a los orishas vistos a través de los ojos de un Babalawo recién iniciado. Para quienes deseen leer material adicional relacionado con la fe africana tal como se practica en Nigeria, o las formas africanas de adivinación, recomendamos los libros siguientes. BASCOM, William R., Ifá Divination, Bloomington, Ind., Indiana University Press, 1969. —, Shangó in the New World, Austin, Tex., University of Texas at Austin, 1972. —, Sixteen Cowries, Bloomington, Ind., Indiana University Press, 1970. William Bascom es la mayor autoridad americana sobre espiritualidad africana. Aunque ninguno de sus libros proporciona las instrucciones necesarias para echar los oráculos, sus escritos están llenos de información erudita sobre las tradiciones africanas. Sus dos libros sobre los oráculos, Sixteen Cowries e Ifá Divination, incluyen abundantes patakís para cada odu, y nuestros adivinos los consultan constantemente como fuente de información y clarificación. FATUNMBI, AWÓ Fa'Lokun, Awó: Ifá and the Theology of Orisha Divination, Nueva York, Original Publications, 1992. Aunque sus libros han sido a menudo criticados por los sacerdotes y sacerdotisas orisha por la innovación que supone lanzar cuatro conchas de cauri en lugar de cuatro piezas de coco para leer el oráculo Obi, también se le alaba por sus detalladas exposiciones metafísicas. Un libro controvertido que da mucho que pensar; lo recomiendo por su contenido provocador.
134 IDOWU, E . Bolaji, Olódumare: God in Yoruba Belief, Nueva York, Original Publications, 1995. Éste es el mejor libro disponible sobre la deidad suprema de la fe yoruba; también arroja luz sobre las prácticas originales que generaron la religión que ahora practicamos. Su lectura es esencial para los que practican nuestra fe o están a punto de entrar en ella.
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