NUEVAS_FORMAS_PODER.pdf

July 23, 2017 | Author: Paul Ponce | Category: Catholic Church, Salvation, Bible, Priest, Protestantism
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Junto a las bendiciones que recibimos como iglesias evangélicas, me preocupa el “clericalismo evangélico” y el “romanticismo del poder” que aparecen en algunas prácticas distorsionadas y teologías equivocadas. Freddy y Yattenciy, una nueva generación de teólogos y biblistas, se adentran en el tema del poder en relación con el ministerio y nos desafían a discernir los fundamentos bíblicos de la pastoral. Cuando crecen juntas el “trigo y la cizaña” recomendamos esta obra por su lucidez, valentía y pertinencia. Una contribución a la misión de la iglesia en América Latina. ISRAEL BATISTA El aporte que hace Freddy Guerrero es oportuno, pertinente y muy relevante para el momento histórico que vive nuestro continente. Desde su pastoral comprometida e informada se atreve a cuestionar una moda que puede hacer mucho daño a la tarea del Reino de Dios. Sin negar la necesidad de un espíritu eclesial apostólico, necesario para la evangelización integral mundial, nos dibuja con maestría el apostolado de servicio y cuestiona con firmeza profética las posturas frívolas y oportunistas de un liderazgo que no representa los valores más puros de las Sagradas Escrituras ni el aporte de la tradición cristiana. De la misma manera Yattenciy Bonilla hace una apología concisa, concreta y fundamentada sobre las sectas mesiánicas contemporáneas que buscan la desintegración del pueblo de Dios. DAVID E. RAMÍREZ ISBN 9978-91-059-X

9 789978 910597

Freddy Guerrero Fariño | Yattenciy Bonilla Cerquera

JUAN STAM

Nuevas formas de poder Movimientos apostólicos y mesianismos “evangélicos”

Nuevas formas de poder

YATTENCIY BONILLA CERQUERA Nacido en Colombia, en la ciudad de Neiva, Departamento de Huila; hijo de padres religiosos, ingresa a la edad de doce años al convento de San Pablo, Bogotá. Por doce años estudia en diversas instituciones teológicas como el Seminario Mayor de San José, Bogotá; en la Universidad Javeriana de Colombia y en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, obteniendo los grados de Licenciatura en Filosofía, una Maestría en Biblia, y posteriormente egresó de un Programa Doctoral en Biblia. Recientemente, obtuvo una Licenciatura en Teología y Ciencias Religiosas en la Universidad Autónoma de Quito y un Doctorado en Teología en la Vision International University. Se especializó por tanto en “Idiomas Bíblicos” (arameo, hebreo, griego y latín). Luego es ordenado Diácono Católico, a pocos días de esta ordenación se convierte al pentecostalismo.

En la iglesia evangélica de hoy, hay una gran confusión y un serio problema en cuanto al poder. Hay pastores que pretenden ser dictadores y dominar la vida entera de sus feligreses. Abundan los predicadores y maestros que pontifican con más autoritarismo, y menos criticidad, que el mismo papa en Roma con toda su curia. Freddy y Yatency han hecho muy bien en interpretar el actual movimiento apostólico y mesiánico desde la perspectiva del problema del poder. Este nuevo libro merece una lectura cuidadosa, y sin duda hará un valioso aporte al debate sobre el ministerio apostólico y mesiánico hoy.

Freddy Guerrero Fariño | Yattenciy Bonilla Cerquera

FREDDY GUERRERO FARIÑO Es pastor, educador, administrador y líder interdenominacional. Está casado con Grace, con quien ha procreado cuatro hijos/as. Es presbítero (pastor ordenado) de la Iglesia del Nazareno, en la cual ha servido desde 1987. En la actualidd es pastor de la Iglesia Bíblica Familiar en Quito, organización asociada a la Oriental Mission Society (OMS). Es director de la Fundación Latinoamericana de Estudios (FLET, Ecuador). Ha servido en varios países de América Latina como docente en diversos programas de educación teológica en seminarios y universidades, tales como: UNAZA-UNELA de Costa Rica, FATELA, Director de la Escuela de Teología de la Universidad Cristiana Latinoamericana (UCL), Seminario Nazareno (Ecuador-Argentina), Alianza, SEMISUD, entre otros. Además, ha servido en ministerios ínterdenominacionales en calidad de: Tesorero y Vice-presidente de la Confraternidad Evangélica Ecuatoriana, Director de la Fundación Centro Integral de la Familia (CIF), Coordinador Nacional del Proyecto “Mi Esperanza”, Ecuador, Festival de la Esperanza; Coordinador de TOPIC de los países andinos y Coordinador nacional de la FTL, Ecuador. Hizo sus estudios con la Universidad Nazarena de Costa Rica donde obtuvo su Bachillerato y Licenciatura en Administración de los Recursos Eclesiásticos y Maestría en Ciencias de la Religión con mención en Biblia y Teología. Además, cursó estudios en Ciencias Sico-Sociales en la Universidad Estatal de Guayaquil. Es profesor normalista. Actualmente cursa un Doctorado en Teología (P.hD.) con especialidad en Misiología en PRODOLA asociado a la Universidad Evangélica de las Américas. Ha escrito el libro Misión integral: Modelos bíblicos y desafíos (1996), Identidad protestante y misión en Latinoamérica (2005 en edición) y más de una veintena de artículos de corte pastoral y misiológico.

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© 2 0 0 5 - F reddy Guerre ro Fa riño, Ya t tenciy Bonilla Cerqu e ra E d i to rial FLEREC/FLET/CLA I Re g i s t rodere cho auto ral 023363 ISBN-9978-91-059-x

P roducido por el Departa m e n to de Comunicaciones del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) I n gl a te rra N32-113 y Av. Mariana de Jesús Teléfonos: (593-2) 255-3996 / 252-9933 Fax: (593-2) 250-4377 Casilla 17-08-8522 E-mail: [email protected] www.clai.org.ec www.semisud.edu.ec

Revisión de Tex to : Daniel Oliva Morel, Verónica Aguilar Diseño de Po rtada: Iván Balarezo D i a gramación y Coordinación Edito rial: Amp a ro Salazar Chacón Q u i to, nov i e m b re 2005

P rohibida toda reproducción parcial o comp l e ta sin auto rización del autor y/o de los responsables de la edición en español.

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P ri m e ra Parte

EL MOVIMIENTO APOSTÓLICO CONTEMPORÁNEO: UNA LECTURA NEOTESTAMENTARIA DESDE LA CLAVE DEL “PODER” Freddy Guerrero Fariño

Segunda Parte

MESIANISMO Yattenciy Bonilla Cerquera

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Tabla de contenido

Presentación. Rev. Israel Batista P re facio. Rev. Carlos Van Engen

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PRIMERA PA RT E EL MOVIMIENTO APOSTÓLICO CONTEMPORÁNEO: U NA LECTURA NEOTESTAMENTARIA DESDE LA CLAVE DEL “PODER” Freddy Guerrero Fa ri ñ o Glosario de Términos Introducción CA P Í T U LO 1 U NA LECTURA DE LAS TENDENCIAS ECLESIALES LAT I NOAMERICA NA S A. Diez tendencias B. L e c t u ra del mov i m i e n to apostólico desde la clave del “poder” C. El “poder” en el apostolado paulino CA P Í T U LO 2 LECTURA DE LA REALIDAD LAT I NOAMERICA NA DESDE LA CLAVE DEL “PODER” Introducción A. L e c t u ra de la realidad latinoamericana desde la clave del “poder global”

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B. La clave del “poder global” y sus efe c tos (pobreza y riqueza)

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CA P Í T U LO 3 ¿ U NA NUEVA REFORMA ECLESIAL? LA CUESTIÓN APOSTÓLICA EN EL NUEVO TESTAMENTO A. Jesús, el apóstol por exc e l e n c i a B. Los 12 apóstoles: La comunidad apostólica D i re c t rices apostó l i c a s C. Pablo, el apóstol a los gentiles E l e m e n tos cardinales del apostolado paulino

33 33 38 39 42 42

CA P Í T U LO 4 PERSPECTIVAS SOBRE LA APOSTOLICIDAD: IGLESIA Y MINIST E R I O A. Pe rs p e c t i va católica B. Pe rs p e c t i va prote s ta n te - eva n gé l i c a C. Pe rs p e c t i va desde las redes de congre gaciones y líderes apostólicos

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CA P Í T U LO 5 APUNTES PARA UNA TEOLOGÍA N E OT E STAMENTARIA DE LO APOSTÓLICO A. Misión, apostolicidad y ministe rio B. Au to ridad y poder en el ministe rio apostó l i c o C. Fo rmación discipular del liderazgo apostólico D. ¿Una nueva eclesiología apostólica? E. Pe rs p e c t i vas católica, prote s ta n te y carismática s o b re lo apostólico

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CA P Í T U LO 6 PROPOSICIONES TEOLÓ G I CO-PASTORALES SOBRE EL MOVIMIENTO APOSTÓ L I CO CONTEMPORÁNEO

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BIBLIOGRAFÍA

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SEGUNDA PARTE MESIANISMO Ya t tenciy Bonilla Cerquera CA P Í T U LO 1 ¿QUÉ ES EL MOVIMIENTO MESIÁNICO ? Introducción A. Origen del mesianismo en la histo ria de Israel B. D i ve rsos mov i m i e n tos mesiánicos en la histo ria del cristianismo C. El mesianismo actual

83 83 84 88 89

CA P Í T U LO 2 D E F E N SA DE LA FE EN CONTRA DE LAS ENSEÑANZAS DEL MESIANISMO A. Cri s to Dios B. El sacerdocio de Cri s to en la línea de Melqu i s e d e c C. El uso del hebreo en la liturg i a D. Significado de “Jeshúa”

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CO NC LUSIÓN LIBERTAD EN CRISTO CONTRA LAS TRADICIONES MESIÁNICAS IMPUESTAS

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BIBLIOGRAFÍA CO NC LUSIÓN FINAL

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ANEXO VIGENCIA Y DESAFÍOS DEL MINISTERIO APOSTÓ L I CO Apuntes para la discusión en la actual coyuntura eclesial ecuatoriana 119

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A las iglesias que han sido afe c tas por estos mov i m i e n tos. En especial, a la Iglesia “Amor Frate rnal” quien enfrentó con éxito estos mov i m i e n tos, aunqu e sufrieran en el camino. A la Iglesia de Dios por servir de inspiración en la realización de este libro. A PRODOLA que fa c i l i tó los espacios para la producción de este material.

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Agradecimientos

A Grace de Guerrero y sus hijos Andrea, Andrés, Melanie y Re b e c a . A Fanny de Bonilla y sus hijos Claudia y Lu i s . A la Confra te rnidad Evangélica Ecuato riana y el Cuerpo de Pa s to res de Quito por reflejar las inquietudes y necesidades de la pastoral. Al CLAI, SEMISUD, FLET y PRODOLA, por brindar los marcos académicos y las oportunidades para este libro; y por contribuir activamente a las necesidades del liderazgo latinoamericano.

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Presentación

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l re c o rrer las páginas de la histo ria de la iglesia, con dolor somos testigos de mov i m i e n tos, doctrinas y pensamiento s teológicos que cre a ron confusiones y hasta divisiones que dañaro n la calidad y sentido de la misión. Jesús fue muy claro cuando se enfre n tó a los que querían promover tensiones ante el ministe ri o que Él desarrollaba: "El que no está de mi parte, está contra mí; y el que conmigo no re c o ge, divide". (Lucas 11:23). La iglesia eva n gélica está en un proceso de crecimiento, de mad u rez. Damos gracias a Dios porque Él nos ha bendecido. Pe ro este desarrollo muestra también signos de debilidad y fragilidad. Nos hemos multiplicado, pero no siempre hemos podido profundizar en la naturaleza y alcances de la misión a la cual Dios nos llama. Dice un proverbio popular: "A río revuelto, ganancia de pescadores". En los últimos tiempos hemos estado ex p u e s tos a doctrinas, p e n s a m i e n tos y propuestas "ministe riales" no siemp re enraizadas en los fundamentos bíblicos ni en la inte gridad del Eva n gelio. Hay tres corri e n tes, entre éstas, que han fo m e n tado confusiones, tensiones y hasta adulteraciones del Eva n gelio. Una, la corri e n te de la teología de la pro s p e ridad, que olvidando la dimensión de la gracia tra n s fo rma la fe en una mercancía religiosa. Dos, la "guerra espiritual", que no solamente nos conduce a un lenguaje de violencia, emp o d e ra al diablo por sobre el poder de la cru z de Cri s to y pro m u eve dualismos teológicos, sino que olvida los val o res de una espiritualidad misionera y mística. Tres, lo re l a c i o n ado con el apostolado que no solamente olvida los fundamentos bí-

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PRESENTACIÓN

blicos del papel del apóstol en la Iglesia Pri m i t i va, sino que tiene la tendencia a tra n s fo rmar el servicio de la vocación ministe rial en poder. El libro que ahora con mucho placer presentamos aborda dos temas que están creando tensiones en la vida de nuestras igl e s i a s : el mov i m i e n to apostólico y el mesianismo. Por su actualidad y el e n fo que bíblico que comp a rte, este libro se conv i e rte en un instrum e n to de tra b ajo útil para nuestros ministe rios. Nu e s t ras iglesias han sido un testimonio maravilloso de lo qu e ha significado un ministe rio de servicio y amor junto a nuestros pueblos. Con sencillez, pero con lealtad a Jesucri s to, hemos compartido un Eva n gelio que le ha dado sentido de vida a nuestra ge nte. No negamos que a veces algunos de estos nuevos mov i m i e ntos, que pre tenden ser novedosos, nos desafían, pero igualmente ponen en peligro la naturaleza y la vocación misma del ministe rio que en estos años se ha ido construyendo en las iglesias latinoamericanas. Las preocupaciones con estas nuevas formas de liderazgo nos conducen a afi rmar algunos imaginarios que son centrales en la vocación pasto ral eva n gé l i c a : • Es la imagen del siervo que ministra con amor y no del autócrata o empre s a rio con poder, la que anima nuestros ministerios. • Es la ex p e riencia del sacerdocio unive rsal de los creyentes, todos somos llamados a ser sacerdote s / m i n i s t ros de Dios. Es difícil aceptar un nuevo clericalismo eva n gélico que nunca hemos aceptado de la tradición católica romana. • La congre gación local que se acerca a las necesidades cot idianas de los que nos rodean ofreciendo sentido de vida y c reando lazos afe c t i vos de amor y de solidaridad. No hablamos de cifras, sino de hombres y mujeres que tra n s fo rm a n sus vidas por el poder del Espíritu Santo. Fomentamos comunidades de gracia y salvación.

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• Es la ri queza de nuestras dive rsidades en la que nos unimos p a ra fortalecer nuestros ministe rios y no para mostrar autoridades individuales que se ejercen desde el sitial del poder. • Es la ética de la ve rdad y no el lenguaje de la eficiencia y del éxito. Con el pro p ó s i to de contribuir a afirmar un ministerio eva ngélico que continue dando frutos y siendo de bendición para n u e s t ros pueblos, la Fundación Latinoamericana de Estudios (FLET), el Seminario Sudamericano (SEMISUD) y el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) nos unimos para pre s e n tar al pueblo eva n gélico este libro que estamos seguros fo rta l e c e rá la vocación ministerial de nuestros líderes. Nos ayudará a continuar p rofundizando en temas que a veces nos confro n tan. Pro p i c i a rá el diálogo en medio de nuestras dive rs i d a d e s . Como aporte a la necesidad de continuar enfatizando la fo rm ación, parte de los beneficios que resulten de la venta de esta publicación, serán utilizados para un fondo de becas de estudio en la FLET para pasto res eva n gélicos ecuato rianos. Freddy y Yattenciy, teólogo y biblista de nueva promoción, comparten con nosot ros nuevas visiones y pers p e c t i vas. Nos alienta ver nuevos ro s t ros en la producción bíblica y teológica con capacidad para desafi a rnos e inspirarnos. Felicitamos a ambos hermanos porque con valentía nos ayudan a caminar en medio de "aguas agitadas". Les agradecemos que nos ayuden a reflexionar con clara identidad eva n gélica enraizada en nuestras realidades como iglesia y como pueblo latinoamericano. No es una lectura para curiosos. Es una lectura para junto s aprender, desafi a rnos y profundizar en la naturaleza de la vo c ación a la cual hemos sido llamados por nuestro Señor Jesucri s to . I s rael Batista Secretario General del CLAI Q u i to, octubre 2005

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l pre s e n te libro es inquieta n te, desafiante, y penetrante en el análisis y cuestionamientos que se plantean, concern i e ntes a la eclesiología y la cri s tología, acerca de dos nuevos mov im i e n tos religiosos en América Latina: la “nueva refo rma apostólica” y los mov i m i e n tos “mesiánicos”. Dichos mov i m i e n tos han de pre ocuparnos a todos los que amamos a Cri s to y a su Iglesia en nuest ro continente. Los auto res, reconocidos pasto res y destacados eru d i tos, comp rometidos con la Iglesia de Jesucri s toy su misión, nos dicen qu e su pro p ó s i to en escribir este libro “ha sido proveer al liderazgo y a la Iglesia en general una sólida base para pre s e n tar una apología, una defensa de la fe crist i a n a ”. Con este libro, sus auto res desean “fom e n tar el diálogo, la reflexión, la oración y los consensos necesarios que faciliten el adecuado tra ta m i e n to de todas las problemáticas, para preservar la unidad del pueblo evangélico y prevenir las atomizaciones que fragmenten la unidad de la iglesia evangé l i c a ”. E s te libro no es un puro análisis frío, desinteresado, técnico o d e s l i gado de la vida diaria de la Iglesia. Al contrario, con voces de p ro fe ta, corazones de pasto r, plumas de maestros y mentes cent radas en la Biblia, los auto res de este volumen nos envían algo así como una carta pastoral. El pre s e n te tex to proviene de una profunda preocupación por la iglesia y nos ofrece, al decir de los autores, “una voz concienzuda para ori e n tar la vida de la Iglesia. Por

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ello, con la única pretensión de servir a la edificación del Cuerpo de C ri sto emitimos esta opinión a modo de apuntes para una teología de lo apostólico (y su cristología)”. Para cumplir este pro p ó s i to, basados en un análisis agudo y penetra n te, los autores nos ofrecen una serie de pre g u n tas y cuestiones realmente preocupantes que nos c o n l l evan a la refl exión y la auto - c ritica en relación a dos mov im i e n tos recientes: la “nueva re fo rma apostólica” y los movimientos “mesiánicos”. Desde los primeros siglos de su ex i s tencia, en su auto-estima, la Iglesia Cristiana se ha considerado ser una, santa, unive rs a l y apostólica. Y por más de dieciocho siglos esas cuatro palabras han definido la naturaleza de la Iglesia. En paralelo con esta reflexión eclesiológica, la Iglesia ha venido cuestionando y discutiendo la fo rma en que ella entiende la naturaleza de Jesucri s to . Tomando la histo ria de la iglesia a largos rasgos, podemos apreciar que la palabra apostólica se ha usado en por la menos cinco sentidos. El primer uso de la palabra, comúnmente visto en el Nu evo Testa m e n to, es el sentido misionero que deriva del gri e g o apostelo, env i a d o, como claramente lo señala, en este volumen, el hermano Freddy Guerre ro. Este es el sentido más básico y fundamental de la palabra, un significado reconocido por todas las tradiciones Cristianas hasta hoy: la Iglesia apostólica es la Iglesia enviada por Jesucri s to al mundo a proclamar en palabras y hechos el Eva n gelio del Reino de Dios, que Jesucri s to es el único Señor y Salva d o r. Y, como nos enseña el hermano Ya t tenciy Bonilla, dicho envío se desprende en el Nuevo Testa m e n to de unas pers p e c t i va s cri s tológicas que se deri van del mesianismo del Antiguo Testa m e nto y se tra n s fo rman en las enseñanzas radicales de Jesucri s to , quien se auto-denominó igualmente ta n to “Hijo de Hombre” como “Hijo de Dios”. En el primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles encontramos indicios de un segundo significado que se le dio a la palabra apósto l. En la iglesia primitiva y durante las décadas subsiguientes

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después de Cri s to, se usaba la palabra para señalar a aquellos te stigos oculare s que anduvieron con Cri s to y, a su vez, a los seguid o res personales de los apóstoles que aprendieron de ellos. Este uso de la palabra fo rtaleció una serie de decisiones; por ejemplo, dete rm i n a ron el “canon”, el cri te rio a partir del cual se aceptó o se re chazó cada libro que inte graría el Nu evo Testa m e n to. Si el lib ro fue escrito por un “apóstol” o uno que aprendió y anduvo con un apóstol, fue incluido. La base, y los límites, de la auto ridad de estos testigos oculares se encontraba en la cri s tología de la Iglesia pri m i t i va: Jesús el Cri s to (Mesías), es el Señor y “en ningún ot ro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” ( H e ch. 4:12). A partir de la era de Constantino, en el siglo IV, surgió un te rcer uso de la palabra. Con el progresivo fortalecimiento del obispado de Roma hasta llegar a ser reconocido como el Papa (el prim e ro entre iguales), la palabra apóstol comenzó a ser entendida en un sentido histó rico. Se consideraba que el Papa de Roma ejercía su liderazgo por gozar de una sucesión apostó l i c a, cuya autoridad eclesial y espiritual, se decía, venía en línea histó rica irrompible desde el obispado del apóstol Pe d ro en Roma. Dura n te estos mismos siglos, con importa n tes ante c e d e n tes histó ricos, la Iglesia discutió muy cuidadosamente el asunto de la naturaleza de Jesucri sto, su humanidad y su Deidad, llegando a la conclusión de qu e “Jesucristo es verdadero hombre de verdadero hombre y verd a d e ro Dios de verd a d e ro Dios”, en una unión perfe c ta aunque miste riosa. Esta cri s tología ha sido fundamental, hasta hoy, para toda la Iglesia Cristiana en todo el mundo, aunque siemp re bajo continua discusión por tratar de entender este miste rio en cada nueva situación h i s tó rica y contextual. En el siglo XVI surgió un cuarto uso de la palabra apósto l. Los líderes de la Re fo rma Prote s tante querían enfatizar la centralidad de la Biblia en la vida y la re flexión teológica de la Iglesia. Así qu e ellos clamaron porque la Iglesia fuera fiel a las enseñanzas de los

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a p ó stoles en el Nu evo Testa m e n to. Ellos consideraban que la Igl esia era apostólica cuando se mantenía fiel a los escri tos de los apóstoles en el Nu evo Testa m e n to. Mantenían que todo creye n te tenía la libertad, el privilegio y el deber de examinar la Biblia y juzgar si aquello que los líderes y pasto res decían era verdad. Y la ve rdad se encontraba en solus Cristus (la salvación únicamente en Cri s to ) , sola Scri pt u ra (la revelación dada unicamente en la Biblia), sola Gratia (la conve rsión alcanzada unicamente por la gracia de Dios) y sola Fide (la salvación y la vida cristiana se vive n ú n i c a m e n te por medio de la fe que da el Espíritu Santo). Todas las tradiciones Protestantes, hasta la actualidad, consideran como fundamentales estas “solas” de la Re fo rma Protestante del siglo XVI. Y la base, el fundamento, de esta pers p e c t i va teológica consiste en la fidelidad a las enseñanzas de los primeros apóstoles, las enseñanzas que se e n c u e n t ran únicamente en la Biblia. En la segunda parte de este volumen, el Dr. Ya t tenciy Bonilla nos invita a examinar cuidadosamente las pers p e c t i vas de los nuevos mov i m i e n tos denominados “mesiánicos” y lo que ellos implican acerca de la cri s tología. Ne gar la deidad de Jesucri s to es negar la clara enseñanza de la Biblia, pero también es negar el énfasis tan acertado de la Re fo rma Protestante acerca de que todo lo qu e sabemos acerca de Dios y de la salvación proviene de Jesucri s to el único Señor y Salva d o r, Dios con nosot ros. Desde las alturas imp o n e n tes del Ecuador, en una fo rma apasionada y punzante, los auto res del pre s e n te volumen nos invitan a la reflexión y la auto-crítica, a re examinar nuestro momento histó rico en el cual se ha creado un quinto sentido de la palabra apóstol. Durante los pasados veinte años, a nivel mundial hemos visto s u rgir un nuevo mov i m i e n to cristiano que pre tende ofrecernos una nueva fo rma de ser iglesia. Este nuevo mov i m i e n to se ha autodenominado como Nu eva Re fo rma Apostó l i c a.Paralelo con este análisis, el hermano Bonilla nos llama a discernir los espíri t u s en cuanto a mov i m i e n tos mesiánicos sectarios que insisten en usar palabras prove n i e n tesdel hebreo (en algunos casos i n c o rrectamente

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usadas), como si el uso de las mismas, las cuales el pueblo latinoamericano no entiende, tuviera alguna eficacia espiritual. Re c o rd emos que antes del Concilio Vaticano II, hace más de cuarenta años, en todo el continente la misa era llevada a cabo en latín – y la Iglesia latinoamericana de ese entonces mostró su deseo porqu e el Eva n gelio fuera contextualizado y comp rensible para el pueblo latinoamericano. ¿Por qué ahora crear y usar ot ro idioma ex t ra nj e ro que los miembros no puedan entender? ¿Será que esta prá ctica, por parte de los líderes de estos mov i m i e n tos, revela más de un deseo de controlar y manipular al pueblo que de glorificar a Jesucri s to nuestro único Mesías, Salvador y Señor? En su mayoría, los nuevos mov i m i e n tos teológicos y eclesiales que se han desarrollado a través de la histo ria, han surgido porqu e en la vida de la Iglesia, y en su teología, hubo un vacío, una debilidad, un hueco teológico y pasto ral. Ambos auto res de este libro nos invitan a una auto-crítica, una nueva reflexión teológica y misiológica, para estudiar más concienzuda y cuidadosamente nuest ras propias iglesias, nuestras propias mot i vaciones y actividades en relación con la eclesiología, la revelación, los asuntos de liderazgo, nuestro comp romiso con una cri s tología ve rdaderamente bíblica, el uso –o abuso– del poder, y nuestra tendencia humana de querer manipular y controlar al pueblo creye n te. Con ese fin, los a u to res nos ofrecen unas exc e l e n tes sugerencias para continuar el análisis y la reflexión. C u a l qu i e ra que lea este libro se dará cuenta que necesitamos un estudio minucioso y cuidadoso de muchos pasajes bíblicos relacionados al tema, empezando por Efesios 4:11 y la lista de los “ministe rios”. Necesitamos que alguien en nuestro presente contex to latinoamericano y en este momento histó rico haga un nuevo análisis hermenéutico de este y ot ros pasajes. Considerando este tex to, por ejemplo, queda claro que solamente porque la palab ra “apóstol” aparece pri m e ro en la lista no significa, en ningún sentido, que ese ministe rio tiene una mayor llamado o una mayor

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a u to ridad que todos los demás ministe rios y dones; hay más de ve i n te dones y ministe rios en el Nuevo Testa m e n to. Por el contrario, la eclesiología paulina, en la carta a los Efesios, no es en ningún sentido jerárquica, sino colectiva, orgánica y comunal, ex p resada en metá fo ras tales como familia, cuerpo y nueva humanidad. Guerrero nos invita a cuestionar la base de la auto ridad y el poder que detentan los pasto res y líderes de nuestra iglesias. Sabemos que todo sistema eclesiástico puede utilizarse para abusar del poder y llevar a la iglesia hacia la herejía, lejos de Cri s to, apaga ndo al Espíritu Santo, apartándonos de Dios. Guerrero y Bonilla nos desafían a examinar “la viga” en nuestro propio ojo (Mateo 7:4). Guerrero escribe, “prevemos a futura una crisis relacional entre el movimiento apostólico y las denominaciones. Ninguna cederán gratuitamente espacios de “auto ridad” (en realidad poder). ¿Cuál será el mejor camino para organizarnos y cumplir nuestra ta rea misional? ¡Esto está por descubrirse!”. Es mi esperanza que miles de pasto res y líderes cristianos en toda la América Latina lean este libro y perm i tan que el agudo análisis que aquí se encuentra nos impulse a todos a una nueva refl exión bíblica, teológica, contextual, pasto ral y misiológica.

Rev. Carlos Van Engen, Ph.D. Los Ángeles, California 31 de octubre de 2005 Día de la Re fo rm a

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Primera Parte

EL MOVIMIENTO APOSTÓLICO CONTEMPORÁNEO: UNA LECTURA NEOTESTAMENTARIA DESDE LA CLAVE DEL “PODER” Freddy Guerrero Fariño

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Glosario de Términos

Apóstol La palabra viene del griego a p ó stolos, que a su vez proviene del verbo aposté l l o. Significa “enviar con un pro p ó s i to en particular o con una comisión específi c a . . .” (von Eicken & Linder, 1975: 127). Es un ministro del Eva n gelio. La palabra “apóstol” aparece 79 veces en el NT, y de ellas, 68 veces aparece en los escri tos paulinos y en los escri tos lucanos. No obsta n te, aunque no se menciona ni una sola vez en Juan, es inte resante que describe el papel particular de los apóstoles después de la muerte de Cri s to (Nelson, 1974: 42). De ahí la razón de la escogencia de esta clave hermenéutica para el análisis bíblico de la temática en cuestión. Nelson señala que “invo l u c ra la idea de ser enviado con un prop ó s i to especial o con auto rización oficial” (1974: 41). En el NT se usa esta palabra de tres maneras distintas: (1) enviado, delegado o mensaj e ro; (2) un miembro del grupo de los Doce; y (3) en su sentido ge n e ral designa maestros y misioneros destacados (1974: 4142). También puede tra d u c i rse como “despedir o despachar” (SBU, 1975: 23). No se debe pasar por alto el hecho de que el aposto l ado es un don divino. No obsta n te, el principal problema que se presenta alrededor de este don y ministe rio es el alcance de su autoridad.1 1 Pe ter Wagner dice, en su definición, que a ellos se les ha concedido una “auto ridad extraordinaria” (Wagner, 1994: 231). Sin embargo, tenemos que preguntarnos cual es el límite de la misma. ¿O acaso es una autoridad omnímoda?

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Movimientos o redes apostólicas Los mov i m i e n tos apostólicos o redes apostó l i c a s2 son un nuevo sistema de agrupación info rm a l (Wagner, 2000: 6), donde se asocian libre m e n te personas que afi rman tener vocación o ministe rio apostólico. Los miembros provienen en su mayoría del sector cari s m á t i c o .3 Tienen por pro p ó s i to proveer cobertura apostólica ( p a storeo a apóstoles por parte de un apóstol cabeza o ve rtical); capac i tación apostólica para el desarrollo de su ministerio y dirección para el ejercicio de la auto ridad que facilite la construcción de la teocracia en su ámbito de acción. Por su parte, una voz auto rizada del mov i m i e n to apostó l i c o afirma que las características comunes de las redes apostólicas son las siguientes: translocales; se basan en relaciones; tienen un “líder”; fluyen de abajo hacia arriba; sirven; no son controladoras; añaden valor al liderazgo de la iglesia local (Wagner, 2000: 130135). Según David Barre t t ,4 en 1996 tenía en su base de datos info rmación de aproximadamente 1.000 redes apostólicas que agl u t inan a unos 100 millones de seguidores del mov i m i e n to(Barrett en Wagner, 2000: 49). Clave: Poder global C l ave es una guía que sirve como paradigma y por ende ori e nta el análisis de un fenómeno. En este caso se usará la fi g u ra del poder que se estru c t u ra a escala inte rnacional y regional en los ámb i tos seculares y religiosos. En particular, entendemos que el poder está vinculado a una tendencia globalizante, neoliberal y omnímoda que no acepta cuestionamientos, pues se autoconcibe co2 También ha sido osadamente llamada “Nu eva Re fo rma Prote s ta n te”. En opinión del auto r, e s te es un título demasiado grande para calificar a este mov i m i e n to; de todos modos, esta es sólo una cuestión de apreciación. 3 Según Wagner, el 80% de iglesias miembros a estas redes en Estados Unidos son del secto r carismático (2000: 41). 4 D avid Barrett es editor de World Chri stian Encyclopedia.

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mo la única opción de vida para organizar el nuevo orden mundial. En el ámbito religioso, este poder tiene que ver con la propuesta teocrática.

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Introducción

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a Nu eva Re fo rma Apostólica es el movimiento de tinte evangélico de moda. Este ha fo rmulado desafíos que cuestionan la vigencia de las denominaciones y sus formas tradicionales de organización. Además, desde su pragmatismo ha planteado una misionología asociada a las mega - i glesias, con una nueva estru c t ura, forma de organización y liderazgo. En esta introducción planteamos la problemática en estudio así como también las presuposiciones centrales de la inve s t i gación y la definición de los té rminos fundamentales que son imprescindibles para la claridad conceptual de los lecto res. Finalmente, planteamos el pro c e d i m i e n to metodológico a seguir en el desarro l l o del trabajo. LA PROBLEMÁTICA EN ESTUDIO En el pre s e n te estudio nos interesa analizar bíblicamente la cuestión apostólica, para ori e n tar la vida y ex p resión del mov im i e n to apostólico contemporáneo. Asimismo, afirmar lo positivo y corregir lo defectuoso del mismo, en ta n to representa una nueva corri e n te misionológica que está bregando por espacio en el concierto eva n gélico en América Latina. Además, buscamos sensibilizar y suscitar la refl exión en las iglesias de los secto res eva n gélico-prote s tante sobre la propia crisis inte rna de nuestras iglesias en mate ria eclesiológica.

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PRESUPOSICIONES CENTRALES Nos acercamos al tema desde las siguientes presuposiciones: a) El ministe rio apostólico es una fi g u ra bíblica con una función definida y sujeta a la Missio Dei con una agenda de fondo y fo rma definida por Dios, el Pa d re . b) El autor cree en la vigencia de todos los ministe rios y dones, incluyendo el apostólico. De hecho reconoce que en la práctica ex i s ten apóstoles5 que, sin llamarse así o negándose a ser reconocidos como tales, realizan un ministe rio apostólico, deslindado su accionar de aspiraciones de poder o megalomanía. Son fundadores de iglesias, fo rm a d o res de líderes y mento res de los mismos.6 c) Su posición a la cabeza de la lista del ministe rio quíntuple, presentado en Efesios 4:11ss, no es base para sostener su auto ridad por encima de los demás ministe rios. Creemos en el ministerio colegiado (equipo de mutua sumisión) y sujeto a la auto ridad de Dios, re c o n o c i m i e n todel pueblo de Dios, así como a la rendición de cuentas a la comunidad local. d) Los mov i m i e n tos apostólicos intentan re p resentar un nivel de o rganización y auto ridad eclesiástica que suscita sospecha. Parece que tienen un fuerte interés en el poder, soslayado bajo el d i s c u rso espiritual o religioso. Los cuestionamientos son visto s como irreverencia al “siervo de Dios” y, por ende, “rebeldía contra Dios”. Bien le haría a las redes apostólicas aceptar la observación de Evely cuando afirma que: “una sociedad sin crítica es lo más débil y esclerotizado que pueda concebirs e ” ( E ve ly, Louis, 1976: 12). 5 En esto coincidimos con Wagner (cf. 2000: 107). 6 E j e mplo de ello es el re c o n o c i m i e n toque hacemos, sin re s e rvas, del nombramiento del Pa stor Zenón Rivera quien ha fundado la Iglesia “Cord e ro de Dios” en Quito, Ecuador, la cual cuenta con cerca de tres mil asiste n tes. Asimismo, ha fo rmado un Instituto Bíblico para la prep a ración de obre ros pasto rales, con quienes ha fundado poco más de 30 nuevas congre ga c i ones a lo largo de cuatro décadas. Al pre s e n te, el Pa s tor Rive ra sirve como mentor de los pasto res de todas estas nuevas congre gaciones. Por lo ex p resado debemos dife renciar a los verd ad e ros apoóstoles de los que hacen ficción apostólica o son reconocidos como apóstoles “truchos” (diálogo personal sostenido con Pablo Alberto Deiros).

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Va rias de estas redes reclaman el re c o n o c i m i e n to supra-estru ct u ral de su auto ridad. De ahí su fuerte énfasis en la pérdida de la auto ridad y espacio de las estru c t u ras denominacionales. Por ello, se alude con más fuerza que al inte rior del mov i m i e n to eva n gélico las denominaciones están en crisis, declinación7 o en su ocaso (Wagner, 2000: 11-13, 20-33; Deiros, 2004: 15-16). Por ta n to, se vive en una nueva era, la post-denominacional. No obsta n te, no se desconoce que las denominaciones han relegado su función pasto ral hacia sus pastores. Reconocemos la necesidad de profundos cambios al inte rior de las actuales estru c t u ras denominacionales. La iglesia precisa ser re fo rmada conforme al principio re fo rm a d o . e) La Biblia es la fuente de definición de la misión y de los roles y enfo ques para cualquier ministe rio, inclusive el apostó l i c o . Esta debe ser correcta m e n te inte rp re tada a la luz de un claro e n fo que hermenéutico contextual. Los resultados de una inve st i gación seria están por encima de cualquier escri tor de moda. PLANTEAMIENTO METODOLÓ G I CO El pre s e n te tra b ajo se guía por el proceso de construcción de teología bíblica contextual bajo el enfoque hermenéutico conocido como “contextual”.8 E s te consiste en: (1) la descripción de la re alidad o problema que interesa al inve s t i ga d o r; (2) el plante a m i e nto de las presuposiciones centrales con las que se acerca al tema; (3) la comp rensión de la problemática antes indicada desde una p e rs p e c t i va bíblica y (4) la teologización en sí.

7 Según Wagner ex i s ten siete fa c tores que han causado y perpetuado tal declinación. Estos son: (1) la negación de la ex i s tencia de un serio problema inte rno; (2) el liberalismo teológico; (3) el exceso de to l e rancia, que sacri fica lo fundamental; (4) un mayor énfasis en el mandato cult u ral que en el eva n ge l i z a d o r; (5) la ave rsión hacia la eva n gelización; (6) la suspicacia sobre el crecimiento de ciertas iglesias; y (7) la desconfianza sobre el liderazgo carismático (Wagner, 2000: 24-29). 8 Ver Juan Stam. La Biblia, el lector y su contexto histó ri c o. FTL. Boletín Teológico No. 10-11. 19 8 3 .

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Pa ra esta ta rea, se echa mano de los resultados de la ex é gesis bíblica. En este paso del proceso se usan los aportes de difere n te s escuelas de inte rp re tación bíblica; se incorporan, especialmente, los aportes de los métodos histó rico-críticos. Privilegiamos el uso de la “filología” pero bajo la premisa de la “Biblia en ta n to Pa l ab ra de Dios”.9 Previo pasaremos rev i s ta al contex to para reconocer las te n d e ncias actuales de la iglesia y de la sociedad a la luz de la clave del poder. Luego rev i s a remos en el Nuevo Testa m e n tofi g u ras apostólicas clave que nos pueden proveer luces para lograr dilucidar la p roblemática en estudio. Por ello, estudiaremos a Jesús, el apósto l por excelencia; a los 12 apóstoles como la primera comunidad a p o s tólica; a Pablo, el apóstol a los gentiles; y fi n a l m e n te pasaremos rev i s ta a las pers p e c t i vas católica, eva n gé l i c o - p rotestante y de las redes apostólicas sobre la Iglesia y el ministe rio apostólico. Basados en estos análisis, procuraremos esbozar un inte n to de te o l ogía contextual sobre la cuestión apostólica.

9 E s te es el enunciado Barthiano que define el acerc a m i e n to del autor a las Escri t u ras.

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UNA LECTURA DE LAS TENDENCIAS ECLESIALES LATINOAMERICANAS

Intentar esbozar las tendencias en la Iglesia Latinoamericana es un tra b ajo complejo que no se puede resumir seri a m e n te en un t ra b ajo breve. Lars Dunberg pre s e n tó recientemente una confere ncia sobre las tendencias del nuevo milenio, donde presenta los siguientes tres ejes de articulación: (1) lo que está ocurriendo en el mundo; (2) en la iglesia; y (3) el futuro de las misiones mundiales. Ante este interesante tra b ajo, hemos escogido la opción de delimitar el tema de la siguiente manera: (a) ubicar las pri n c i p a l e s tendencias eclesiales latinoamericanas; (b) presentar un esbozo global del contex to inte rnacional y regional, pues de lo contrario no entenderíamos de donde proceden tales tendencias;10 y (c) analizar una tendencia en particular, la cual a nuestro juicio es una de las más imp o rta n tes y descuidadas en la Iglesia Latinoamericana. La razón de tal selección se debe a la trascendencia que este te m a está alcanzando, además de que poco se ha dicho de ella. Nos refe rimos al mov i m i e n to apostólico contemporáneo,11 de cuño neopentecostal. 10 Esta lectura se hará desde un enfo que socio-teológico. 11 También se la conoce como “Red apostólica”. Vale señalar que este es un fenómeno creciente que agrupa a más de 10 mil apóstoles alrededor del mundo.

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Por lo ex p u e s to, dejamos constancia que al escribir este trabajo12 nos confesamos identificados y comp rometidos con la Misión de Dios (Missio Dei), la Biblia, la tradición eva n gélica, América Latina peri fé rica y pobre,13 y un serio y constru c t i vo espíritu crítico f re n te a cualquier tipo de mov i m i e n to hegemónico y auto rita ri o . Nos mot i va la autocrítica, necesaria para aquellos que provenimos de iglesias denominacionales. Por ello ra t i ficamos nuestro comp romiso con nuestra iglesia eva n gélica dive rsa, con virtudes y defe ctos. Sin embargo, lo hacemos esperando suscitar refl exión y autocrítica para contribuir al desarrollo de la misión de la Iglesia de Jesucri s to en nuestra amada América Latina. De ot ro lado, precisamos pre g u n tarnos ¿qué rumbos está tomando la Iglesia Eva n gélica Latinoamericana en el ejercicio de su misión?, ¿cuáles son algunos de sus principales énfa s i s? Estas preguntas nos ay u d a rán a ubicar la dirección que está tomando nuest ra Iglesia. Para esto, visualizaremos algunos campos o te n d e n c i a s , sin pre tender cubrir toda la realidad o tener la última y más completa palabra sobre el particular. Estos campos o tendencias están fo rmulados en diez tendencias: A. DIEZ TENDENCIAS 1. El post-denominacionalismo y la concomita n te aparición de iglesias independientes fru to de constantes divisiones y debilitamiento del liderazgo denominacional. 2. La incorporación de los va l o res de la postmodernidad en la lit u rgia (la pentecostalización litúrgica) y en la vida de la iglesia en ge n e ral. A la vez, el relaj a m i e n to de los estándares morales 12 El pre s e n te tra b ajo ha sido escri to en fo rm a to de ensayo. Por ello, el autor pro c u ra reflejar su pensamiento que es fru to del saber cultivado en su proceso de fo rmación, ministe rio pasto ral y promoción de la unidad del pueblo eva n gélico ecuato riano y latinoamericano. Ad e m á s , esta es la razón por la que no se nota una dependencia en ideas de ot ros auto res, aunque cuando las usa es para clari ficar su propio pensamiento. 13 Au n que los indicadores “macroeconómicos” parecen indicar que vamos bien, que estamos en el camino del desarrollo. Este es el caso de Ecuador. Sin embargo, lo que no se dice y qu e ocultan tales indicadores es que Ecuador tiene un 80% de pobre s .

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que ot ro ra identificaban a las iglesias como re s e rvas morales en medio de una sociedad corrupta o pecadora. Ejemplo patético de ello es la teología y práctica de la prosperidad. La creciente incursión en la política nacional, mayo rm e n te de c a rá c ter part i d i s ta. La adopción del lenguaje y práctica holística (misión inte gral) como respuesta a un contex to cara c te rizado por la pobreza. De allí la consta n te aparición de instituciones de servicio a la comunidad, tales como fundaciones, escuelas, centros médicos, hospitales, hoga res para el cuidado de grupos marginados (niños/as, jóvenes con adicciones, prostitutas, ex presidiarios, entre ot ros). Sin embargo, continúa en vigencia una filosofía de cará cter asiste n c i a l i s ta, sin incidencia en el campo de la transform ación social. La masificación de las personas mediante el fenómeno “megaiglesias” como fru to del cre c i m i e n to de las iglesias locales. A la vez, el aumento del porcentaje de eva n gélicos en dete rminados países de Latinoamérica. Así como el cre c i m i e n to de ministerios especializados para tratar de alcanzar a grupos de pro fe s i onales, empresarios o grupos de las élites sociales. De esta fo rma, la propuesta eva n gélica ya no es exclusivamente una re l igión del vulgo sino que está alcanzando su sitial de honor en los círculos sociales. El aumento de la participación latinoamericana en la obra mis i o n e ra tra n s c u l t u ral. En especial, se puede destacar el enfo qu e m i s i o n e ro en la llamada “Ventana 10/40”. La pérdida de espacios de los líderes y organizaciones nacionales e inte rnacionales que en el pasado fueron re fe re n tes de la iglesia eva n gélica. Vale recordar que el fin de la Guerra Fría dete rmina la culminación de la razón que legitimaba la ex i s te n c i a de va rias de ellas. De allí la necesidad de reinte rp re tar los signos de los tiempos y encontrar “nichos” propios que legitimen su vida institucional. Para l e l a m e n te,asistimos a la aparición de una nueva fo rma de organización eclesial y, especialmente, pastoral, a través del fo rta l e c i m i e n tode los cuerpos pasto rales de

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ciudades, provincias y estados para tra b ajar por los derechos, i n te reses y necesidades del gremio pasto ra l . 8. La pérdida de la centralidad de la Biblia y de su poderosa y erudita proclamación. Esto ha llevado a las congre gaciones y liderazgos a engrosar las filas de los analfa b e tos bíblicos y te o l ó g icos, debido a la poca enseñanza bíblica y fa l ta de un adecuado e n fo que en un discipulado tra n s fo rmacional, el cual es una tarea ineludible por las cara c terísticas del contex to latinoameri c ano. Al mismo tiempo se fo rtalece el enfo que en la vida cúltica de las iglesias eva n gélicas como un mecanismo de fuga ante el encarc e l a m i e n to ideológico de las iglesias conserva d o ras. De allí que las iglesias hayan apostado por el mov i m i e n todenominado “guerra espiritual”, aunque vale señalar que éste se está debilitando, ¿tal vez, porque ya está pasando de moda? 9. La permanencia de un espíritu anti-ecuménico sin conocimiento de causa, aunque paralelo al fo rta l e c i m i e n tode una actitud te n d i e n te al diálogo y coopera c i ó n . 10.El crecimiento de las redes apostólicas como consecuencia del vacío dejado por las denominaciones y la apetencia de “cobert u ra” (acomp a ñ a m i e n to pastora l - a p o s tólico) de los siervos de Dios. La lista es larga y aún fa l tan por incorp o rar ot ros elementos a la misma. No obsta n te, se observa como consta n te la contradicción ideológica y misionológica. Pero a la vez aparece la espera nza de un futuro mejor para la iglesia eva n gélica latinoamericana. A este contex to eclesial debemos agre ga rle un esbozo herm enéutico para leer un fenómeno eclesial desde la clave de “poder”. En especial, deseamos que esta aproximación nos arroje pistas para entender a la Iglesia Latinoamericana que se presenta con ri b etes posmodernos; en especial deseamos entender al mov i m i e n to a p o s tólico contemporáneo, que al parecer se constituye en una n u eva forma de organizar la Iglesia y que entraña manifestaciones de poder, similares a ot ros campo de la vida, tales como el militar, económico y mediático-cultural, entre ot ros.

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B. LECTURA DEL MOVIMIENTO APOSTÓLICO DESDE LA CLAVE DEL “PODER” En una re c i e n tereunión de líderes eclesiales y pensadores eva ngélicos de distintas nacionalidades llevada a cabo en Ecuador fuimos inqu i e tados a dialogar sobre “El movimiento o red apostólica”. Vale señalar que esta ex p resión neo-eva n gélica tiene matices qu e van desde ser una re s p u e s ta a un vacío dejado por las denominaciones en el campo de su responsabilidad pasto ral hacia sus minist ros hasta convertirse en un mov i m i e n to auto ri tario, que en nomb re del reesta b l e c i m i e n to del “gobierno teocrático” se atribuye el poder y la voz de Dios. Luego de un tiempo de compartir dive rsas imp resiones sobre el mov i m i e n to se concluyó que: • El mov i m i e n to apostólico surge como una especie de “ s egunda refo rma prote sta n te” según lo ex p resa Pe ter Wagner. Vale recordar que esta “re fo rma” está antecedida por el mov i m i e n to episcopal eva n gélico latinoamericano, por medio del cual se adoptó la política de la Iglesia Católica Romana de nombrar “obispos”. Sin embargo, con respeto y honestidad nos preguntamos si este fenómeno no es ot ra moda eva n gélica más a las que estamos acostumbrados, que se i n s t i t u ye para acompañar los procesos de iglecre c i m i e n to. • El mov i m i e n to apostólico toma prestado una categoría bíblica establecida por el Señor denominada “ministerios” (Ef. 4:12). La dife renciación se establece en la carga semántica que se hace ev i d e n te en la actual práctica apostólica. Lo a p o s tólico en la Biblia está re fe rido a roles de servicio igualitarios a los demás ministe rios. Nada tiene que ver con la posición de privilegios, ni mucho menos con el uso y abuso de poder. Ante ello, es preciso inqu i rir con mayor profundidad en el estudio de los casos apostólicos en la Biblia. Es ineludible que el apostólico es un ministe rio imp o rta n te p a ra la expansión de la Iglesia, pero también lo son en la misma medida los ot ros cuatros ministe rios. Este no es un ministe rio supra o por encima de los demás; es un comp l em e n to que se debe ejercer con cará c ter hori z o n tal para le-

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va n tar el nombre de Cri s to y no la fama y popularidad de a quellos que tienen hambre y sed de poder. • El mov i m i e n to o red apostólica encuentra su justificación en la propuesta de igl e c re c i m i e n to. Una razón fundamental es el supuesto de la “auto ridad” o, en realidad, “la instrumentalización del poder”. De ello se sostiene que el movimiento lleva implícita la mediación del “poder”, como una ex p resión paralela a la práctica episcopal de la Iglesia Católica Ro m ana. Es un signo de auto ri ta rismo religioso. Por ta n to, resulta pre o c u p a n te que este fenómeno se construya basado en la v i s tosidad del poder mediante ex p resiones “sobrenaturales de poder de los ungidos” o autodenominados “apóstoles”. De este modo se olvida, o se pasa por alto, que todo carisma es dado por Dios para facilitar el servicio a Él y a los necesitados y no para estimular el culto a la personalidad. Sin emb a rgo, se ha trocado la noción fundamental de carisma para el servicio por el poder o estatus de una posición pri v i l e g i ada propia de “ungidos”. Así llegan a ser considerados como parte de una categoría ministe rial supra especial. Ante ello, es preciso cuestionarnos acerca de los fa c to res que determ inan esta categoría, la cual parece estar reñida con las enseñanzas de Jesús acerca del servicio (cf. Mr. 10:45). El diálogo del cual surg i e ron las observaciones pre c e d e n tes, sumado a una serie de entrev i s tas realizadas a distintos pensadores eva n gélicos latinoamericanos, nos perm i ten establecer de manera temporal los siguientes plante a m i e n tos hipotéticos: • El movimiento apostólico conte mporáneo, o red apostólica, incorpora cierto estilo del liderazgo eclesial que guarda íntima relación con el paradigma del “poder global” (mundialización), el cual se a rticula desde la espiritualidad de las iglesias neopente c o stales con matices verticales y jerárquicos. Trasciende a los sistemas denominacionales institucionalizados que privilegian la dimensión administra t i va de su misión por encima de la ate nción a las “personas”. Sin embargo, esta nueva pro p u e s ta organizativa te rmina siendo una fo rma enajenante y opresiva,

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pues al final de cuentas sólo re p resenta un cambio de actores que usan el poder con matices y ri b e tes de carisma s upra espiritual. De ot ro lado, tenemos que reconocer que este estilo no es exc l u s i vo de algunos mov i m i e n tos aposólicos, sino también de los liderazgos denominacionales. Especialmente, de las estru c t u ras misioneras que según Van Engen ejerc i e ron un “ l i d e razgo de control y poder (machismo o caciquismo) en l u gar de un ministe rio servicial” (2000:186). • El movimiento apostólico conte mporáneo, o red apostólica, es un eje transve rsal que atraviesa el movimiento evangélico de cuño neopentecostal, mesiánico, rabínico y escasamente a algunos grupos de tendencia evangélica.14 Estas corri e n tes están creciendo aceleradamente, entre ot ras razones gracias al contex to socio-espiritual, político y económico en el cual han apare c ido; la crisis de identidad y orga n i z a t i va de las iglesias tra d icionales; el poderoso influjo del post-modernismo; y el postdenominacionalismo. Estas razones han cuestionado el sentido de auto ridad y poder, y se han erigido como la nueva alte rn a t i va de poder para organizar la Iglesia y su misión exp a n s i va en el mundo. Es un hecho que el mov i m i e n to apostólico contemporáneo, o red apostólica, es cuestionable desde la lectura del poder para el servicio. Mas aún cuando se encuentran coincidencias entre el paradigma de poder global con el paradigma apostólico, que al fi n a l de cuentas es lo mismo sólo que ejercido en el ámbito religioso evangélico. Por ello, para fundamentar nuestra clave de aprox i m ación revisaremos lo que la Biblia nos plantea sobre el particular. C. EL “PODER” EN EL APOSTOLADO PAULINO La palabra “poder” traduce los té rminos griegos dynamis y exo usía que significan auto ridad derivada o confe rida. El poder al qu e 14 En este tra b ajo nos limita remos a analizar el mov i m i e n to de cuño neopente c o s ta l .

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Pablo se refiere proviene de Dios. Este es dado a los creye n tes, según Hechos 1:8, para que el discípulo sea un testigo a carta cabal de Cri s to, y que asuma su testimonio de vida con cará c ter sacrificial, pues tal poder lo capacita para ser un mártir del eva n gelio. Ad e m á s , ... denota concreta m e n te al portador de la auto ridad en la tierra (Ro. 13:1-3), o en el mundo de los espíritus (Col. 1:16). Dynamis significa habilidad (2 Co. 8:3) o fuerza (Ef. 3:16), o puede s i g n i ficar acto poderoso (Hch. 2:22) o espíritu poderoso (Ro. 8:38).... En Hechos vemos el poder del Espíritu en funcionamiento en la vida de la iglesia (4:7, 33; 6:8; cf. 10:38). Pablo vuelve la mirada hacia la re s u rrección como la prueba principal del poder de Dios (Ro. 1:4; Ef. 1:19-20; Fil. 3:10), y ve en el eva n gelio el medio por el cual ese poder obra en la vida de los hombres (Ro. 1:16; 1 Co. 1:18).15 La ante rior re fe rencia nos plantea siete aspectos que cara c te rizan el uso del “poder” en los escri tos paulinos. Estos son: 1. Es auto ridad derivada de Dios y tra n s fe rida a sus siervos. Sin e m b a rgo, vale recordar que el poder es comp a rtido con sus servidores para colaborar con Dios en el desarrollo de su misión. E n tonces es preciso pre g u n ta rnos: ¿Por qué algunos predicadores de esta tendencia apostólica hacen gala de poder y “unción” y lo reparten a otros como si proviniese de ellos? El uso del poder en los eve n tos masivos, por supuesto, es muy sutil; allí se evidencia que este es administrado a cri te rio personal y se lo reparte bajo las mismas consideraciones. 2. El portador de tal auto ridad en la tierra o mundo espiritual lo ha de usar para gl o ri ficar exclusivamente a Cri sto. Por tanto, debe ev i tar a toda costa usarlo para reconocimiento personal e i mpedir que sus seguidores hagan de él un semi-dios, como con15 Douglas, J. D. Nuevo Diccionario Bíblico Certe z a. Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito. Ediciones Certeza. 2000. c1982.

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secuencia de las demostraciones maravillosas de Dios para re spaldar su Palabra y la acción de ministe rio de sus siervos. El poder es la fuerza y habilidad dotada por Dios para acompañar y cert i ficar la acción ministe rial de sus servidores. Esta se ha de usar contra toda hueste de maldad que se estru c t u ra en el mundo te rreno y espiritual. Este poder nos lleva a ser te stigos de Cri s to en medio de una sociedad globalizada, exc l uye n te y pauperizadota, con el mensaje de salvación, justicia y amor. Pero, además, nos provee de los re c u rsos para enfrentar los embates de Satanás en todas las esferas de la vida humana. El poder de Dios se manifi e sta a través de actos y por medio de Su Espíritu poderoso. Por supuesto, no hay límites en la acción y eficacia del mismo. El poder activa la vida de la igl e s i a . La capacita para ejercer un testimonio eficaz en el mundo. El poder de Dios tiene como prueba principal la re s u rrección de Jesucri sto. La mayor demostración del poder de Dios qu eda evidenciado en la realización de actos milagrosos de resurrección, pero también de sanidades, entre ot ros eve n tos qu e s u p e ran las leyes de la naturaleza. El ev a n gelio es el medio por el cual ese poder obra en la vida de los seres humanos. De allí la necesidad de comp a rtir el E va n gelio para propiciar tra n s fo rmaciones en la vida humana y de las sociedades.

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LECTURA DE LA REALIDAD LATINOA M E R I CANA DESDE LA CLAVE DEL “PODER” Los neocarismáticos responden posmodernamente con sus meta - relatos religiosos a una iglesia éticamente posmoderna, la cual, ante su incapacidad para enfre n tar a éstos sin recurrir a la satanización, los tolera como una inte rp retación más del Evangelio. Los mismos que en el pasado libra ron la lucha contra la teología de la liberación, por cataloga rla como una herejía muy peligrosa, pronto se cegarían ante la introducción simultánea de nuevas concepciones, que a todas luces repre s e n ta una “herejía” mayor como algunas de las doctrinas de esta “religión de apóstoles y profetas”. La razón de esta tolerancia tiene que ver con el temor a emitir cri te rios contra la corri e n te religiosa que implique algún comp romiso o riesgo (Art u ro Piedra, 2003: 47-48).

INTRODUCCIÓN La lectura del doble contex to (fo rma de organización del poder en Latinoamérica con sus re s p e c t i vos ejes constructores –económico, militar entre otros– y el mov i m i e n to o red apostólica conte mp o ránea como nueva fo rma de organización eclesiástica) será la fo rma de aprox i m a rnos al tema planteado. Este acercamiento lo haremos desde la clave hermenéutica del “poder”. Pa ra ello, nos va l d remos de un par de plante a m i e n tos hipotéticos para orientar la inve s t i gación.

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Además, procuraremos incorporar en el desarrollo de este trab ajo la hermenéutica contextual con la producción teológica contextual. De tal modo que no separa remos la refl exión del análisis bíblico. Por el contra rio, a más de establecer el contex to latinoamericano y andino sobre la “clave del poder” como cri te rio de lect u ra, lo combinaremos con el estudio del movimiento apostólico conte mporáneo, o red apostólica, para mostrar cómo el mismo encarn a esta clave en su ser y qu e h a c e r. Por ta n to, desarrollaremos este capítulo en dos secciones principales: (a) una lectura de la realidad latinoamericana desde la clave de poder global, y sus efe c tos; y (b) un análisis del mov i m i e n to apostólico contemporáneo desde la misma clave, para mostrar cómo este paradigma ha sido incorp orado en va rias iglesias, y sigue creciendo en fo rma vertiginosa. A. LECTURA DE LA REALIDAD LATINOA M E R I CANA DESDE LA CLAVE DEL “PODER GLOBAL”16 América Latina ha ex p e rimentado una serie de cambios ve rt i g inosos e imp o rta n tes en los dive rsos ámbitos de la sociedad, y con ellos, la iglesia se ha visto desafiada a contextualizar su fe y misión en este mundo cambiante. Por supuesto, muchos de esto s cambios están vinculados al nuevo sistema y filosofía de vida y orden inte rnacional; nos re fe rimos a la globalización. Pero, además, en mucho está condicionada por la doctrina económica neoliberal que tiene como puntales de articulación: el libre mercado (liberalización), la modernización y los planes de ajustes estru c t u ra l e s (PAE´s). Para ello cuenta con el auxilio de elementos mediadores que construyen no solo un nuevo imaginario colectivo de vida, sino que organiza y norma a la misma. Por ello, quienes desean vivir en este contex to inte rnacional tienen la “obligación” y “única” 16 El autor considera que un efe c to dire c to de esta fo rma de organización mundial tiene como consecuencia directa, el acrecenta m i e n to de la bre cha entre ricos y pobres. El “poder gl obal” hace más pobres a las mayorías y enri quece a unos pocos. De hecho, debemos pre g u ntarnos si este estilo de liderazgo está produciendo los mismos efe c tos al inte rior de las igl e s i a s eva n gélicas que han adoptado este sistema de organización para el ejercicio de su misión en el mundo. Por ejemplo, en la práctica de la Teología de la Prosperidad.

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opción de ajusta rse a ella; “no hay ot ro camino”. De continuo se nos dice que es la “única alte rn a t i va”. Esto es parte del siste m a unipolar. Sin embargo, nuestra fe nos llama a cuestionar todo tipo de absolutismos, sean estos políticos, económicos, culturales o aún religiosos. Los cristianos solo aceptamos como único absoluto al Kyrios de la histo ria, Jesucri s to el Señor. La realidad mundial y latinoamericana está viciada de todo tipo de abusos de poder. La nuestra es una histo ria de consta n te s a t ropellos y vasallajes. Por ello, haremos a continuación una lectura de la realidad desde la clave del poder para reconocer las fo rm a s en que el poder se organiza, y cómo estos modelos se re p i ten en el ámbito religioso y, particularmente, en el mov i m i e n to apostó l ico contemporáneo. Al proceder a realizar una lectura de nuestra realidad afi rmamos que esta es una ta rea compleja y siemp re en proceso. Por ello, no se puede hablar con absoluta certeza pues los escenarios son c a m b i a n tes.No obstante, sí podemos intentar acerc a m i e n tos a dichas realidades desde paradigmas que no necesari a m e n te son las teorías tradicionales.17 Pa ra ello, proponemos acercarnos a la re a l idad latinoamericana utilizando como claves de inte rp re tación el c o n c e pto “poder global” (mundialización) y el contraste “pobreza y riqu e z a ”, los cuales son pro d u c tos dire c tos del ante ri o r. De hech o , tal es la imp o rtancia de este concepto en la confi g u ración de est ra tegias para la promoción del desarrollo mundial qu e ...Los líderes de todo el mundo reunidos en la sede de las Naciones Unidas, en Nu eva York, con ocasión de la histó rica Cumbre del Milenio, no sólo se comprometieron a lograr que la mundialización sea más inclusiva, sino que apro b aron ex p re s a m e n te un conjunto de metas y datos básicos de re fe rencia para la medición del pro greso en cuanto a abordar la pobreza, la enfe rmedad, el hambre, y ot ros re tos fundamentales del desarrollo. Y la Declaración del Milenio, en que se establecieron esas metas, también planteó una am17 Por ejemplo: la confl i c t i va estructural-funcionalista o de la dependencia.

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plia visión de la manera de lograrlas: haciendo mayor hincapié en los dere chos humanos, la gobernabilidad eficaz y la democracia, a fin de contribuir a oto rgar a los pobres la voz, la protección y las oportunidades que posibiliten una vida mejor para sí mismos y sus familias...” (Brown, Info rme 2003). La declaración de Brown re p re s e n ta, a la vez, una promesa y una frustración. ¿Por qué? Porque no representa más que eso: promesas incumplidas. Los gobiernos habitualmente fi rman acuerdos y declara to rias que casi nunca se cumplen. Además, dichos planes trabajan con los síntomas de la pobreza y no con los verdaderos causales. ¿No será que los causales están imp l í c i tos en: (a) la fi l osofía de vida del nuevo orden mundial; (b) la doctrina neolibera l ; y (c) la forma de ejercicio del poder de fines del siglo pasado y el nuevo milenio? E x i s ten dive rsas aproximaciones e inte rp re taciones al fe n ó m eno de la pobreza y la ri queza. Estas dependen de la ori e n tación teórica de quienes hacen el ejercicio intelectual de concebir en pal a b ras los fenómenos sociales y económicos que confi g u ran el imaginario colectivo denominado “realidad de los pueblos latinoamericanos”, en especial de los andinos. Así también, ex i s ten manera s de presentar o maquillar la realidad de conformidad a los intereses de quienes ex p o n gan la situación de uno u ot ro país. La te n tación frecuente a la hora de hacer tal ejercicio es absolutizar un análisis porque responde adecuadamente a ciertos constru c tos teóricos y legitima los plante a m i e n tos o posiciones de ciertos secto res o grupos de la sociedad y el mundo. No obstante, pers i s te la necesidad de definir nuestra aproximación y posición fre n te a la pobreza desde una óptica pasto ral interd i s c i p l i n a ria. Pe rs o n a l m e n te, creo que los modelos de desarrollo economicistas care n tes de un ro s t ro humano no son la respuesta para la erradicación de la pobreza. Sobre el particular, El manual para capacitadores en la autoge stión comunita ri a afirma que: “…los modelos de desarrollo imp u e s tos en los países pobres no só-

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lo han sido incapaces de enfre n tar la pobreza, sino que han dem o s t rado ser su causa principal. Crecer sin definir lo que se hará con el pro d u c to de ese crecimiento, sólo conduce a hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres”.18 Por ot ro lado, hemos escogido como metodología de tra b ajo el análisis de los procesos que ge n e ran ri queza o pobreza desde una visión de contex to global y regional. El tema en cuestión es de tal importancia que ha copado la agenda de diversos organismos internacionales. La Organización de las Naciones Unidas ha mantenido por años el Programa para el Desarrollo (PNUD). Desde 1990 sus “Informes sobre Desarrollo Humano” han tratado tópicos vinculados al desarrollo y la pobreza. En 1997 emitió un informe titulado, “Desarrollo humano para erradicar la pobreza”. Luego, en el 2001, publicó su informe anual bajo el título “Alianza contra la pobreza”.19 De igual forma, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha elaborado una pro p u e s ta para la reducción de la pobreza, qu e no es más ni menos que la potenciación de un grupo humano para favo recer el consumo entre los mismos, a efectos de mante n e r el sistema de consumo y mercado. Vale destacar que según el BID: ...en la mayoría de los países de la región la pobreza es, en té rminos relativos, un fenómeno ru ral. Más del 60% de los p o b res en México, América Central y los países andinos viven en zonas rurales y su pobreza es más ex t rema en las zonas urbanas. La magnitud y heterogeneidad de las situaciones de pobreza ru ral difi c u l tan en muchos casos entender sus causas y las posibles soluciones.20 Sin embargo, cuando se analizan los niveles de inve rsión del BID en dichos secto res, sus afi rmaciones resultan ridículas. Pues 18 Ver Manual para capacita d o res en la autogestión comunita ri a. 19 E s te info rme se lo puede encontrar en el sitio web: www.undp.org. 20 Ver documento “ E st rategia para la reducción de la pobreza rura l ”, del Banco Inte ramericano de Desarrollo, en: www.iadb.org/sds/publication_139_s.htm

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en los últimos 30 años, según el documento re fe rido, se han inve rtido alrededor de dos mil millones de dólares en 40 proye c tos. Si se considera esta suma en relación con las ganancias netas de las emp resas transnacionales y los intereses obtenidos ilícita m e n te por la deuda ex te rna los reflujos de capitales para la inve rsión en el sector ru ral no son en nada comp a rables. En realidad, son poco menos que paliativos intrascendentes. B. LA CLAVE DEL “PODER GLO BA L” Y SUS EFECTOS (POBREZA Y RIQUEZA) Au n que se considere imp o rtante la ubicación doctrinaria-teórica para el análisis y la imp o rtancia de tener un marco re fe re ncial más o menos fidedigno a la realidad en estudio, deseamos dejar constancia de que nuestra aproximación a la realidad latinoamericana y andina es a partir de nuestra vivencia de cri s t i anos comp rometidos y pensadores desde la fe . Los elementos que constituyen los pilares para nuestro acerc am i e n to están dete rminados por: (a) el análisis del contex to gl o b a l que se articula a través de los“ p o d e res” desde un enfoque de re s i stencia a la postura del neoliberalismo; (b) la pers p e c t i va del “re alismo bíblico”, que usa dive rsas teorías de análisis de las ciencias sociales, desde un enfo que ecléctico; y (c) la teologización contextual como un esfuerzo por construir un camino en favor de la vida, la dignidad y la justicia social. 1. A p roximación a la organización del poder en el contexto internacional La filosofía o doctrina que organiza y regula la vida de los países del mundo es la “globalización”. Es preciso decir que esta pal a b ra es ambigua y no comunica adecuada y ve ra z m e n te los prop ó s i tos y bajos instintos que la articulan. Como tal, la globalización re p resenta una forma de vida inspirada en el modelo de “vida consumista” de los países desarrollados. De hecho, quienes sostienen e imponen esta forma de organización mundial son los países mas desarrollados del mundo.

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La globalización se fundamenta en “poderes”, que son instrumentales para los fines de los grupos de poder. De allí que, al menos, usa dos poderes tangibles: el poder económico, militar y mediático. En relación con el poder económico, y en el ámbito mundial, el “Grupo de los 8” (G-8) es quien dictamina las políticas económicas para todas las naciones en vías de desarrollo. Su pri n c ipal doctrina es el neoliberalismo. Su accionar se fundamenta en el l i b re mercado, la modernización, la privatización y la competitividad,21 e n t re ot ros.22 Pa ra este efecto, la globalización dispone de b razos articuladores que regulan la economía mundial. Estos son los organismos inte rnacionales, tales como el Fondo Monetario Inte rnacional (FMI), el Banco Intera m e ricano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial (BM), junto con más de 200 emp resas transnacionales. Estos organismos fi n a n c i e ros inte rnacionales nacieron para colaborar en el mejoramiento de las condiciones de vida de las naciones que habían quedado desbastadas después de la II Guerra Mundial. Sin e m b a rgo, hoy ya no cumplen ese rol, pues han asumido el papel de ser medios para la ex p l otación y usura inmiseri c o rde de las naciones en vías de desarrollo. Por ello, hemos de afirmar con Joseph Stilght, Premio Nóbel de Economía, que “si tales organismos no c u mplen los pro p ó s i tos para los cuales fueron creados, será necesario empezar a pensar en ot ras opciones que sí cumplan o satisfa gan las necesidades de las naciones”.23 21 La promoción de esta línea estra tégica de tra b ajo en la región andina ha estado a cargo de la Corp o ración Andina de Fo m e n to (CAF). El proye c to se está desarrollando desde 1999 en c o nvenio con la Un i ve rsidad de Harva rd. Uno de sus plante a m i e n tos fundamentales es “que el fracaso económico y social heredado del pasado ha dejado un legado de desigualdades, pob reza y dete rioro ambiental que necesita cambiarse. Pero este cambio debe darse en el pro c eso de inte gración a la economía mundial y reconociendo los desafíos que ella plantea” (Ver www.caf.com/español_old/05c04.asp). 22 Notas de la confe rencia “La realidad latinoamericana en el marco de la globalización”, pre s e ntada por el Dr. Rodrigo Borja Cevallos, ex pre s i d e n te del Ecuador, al seminario “Lecturas interdisciplinarias de la realidad latinoamericana”, organizado por el Pro grama en Misión y Desarrollo de la UNELA-CEE-AFLET, en convenio con la FTL, en octubre del 2001. 23 Ver “Lo que aprendí de la crisis....”. E s te artículo circuló en el Inte rnet a pro p ó s i to de la crisis de Argentina con ocasión de la visita del Premio Nóbel de Economía a Ecuador.

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El ot ro poder es el milita r. Su principal medio es la OTAN y la fuerza inte rnacional que se concita en ocasión de establecer el poderío de las naciones desarrolladas en regiones donde tienen intereses comunes. A fines del siglo XX y principio del XXI fuimos testigos oculares de tales atropellos, a través de los medios de comunicación. Un ejemplo patético es la incursión en cadena de varios de los países aliados de Occidente en el mundo árabe, a través de la guerra contra Irak y Afga n i s tán. Estas guerras, como ot ras, tienen como consta n te “la lucha por la justicia”.24 La pre g u nta es ¿cuál justicia?, ¿qué cri te rios dete rminan la verd a d e ra justicia? Es preciso re a fi rmar que dichas incursiones no obedecen a la “ l u cha por la justicia”25 por lo acontecido el 11 de sept i e m b re del 2001 en Nu eva York, sino a la lucha por el petróleo y ot ros intereses. No olvidemos que en el mundo árabe se encuentra el 48% de las reservas petroleras a nivel mundial. Tampoco olvidemos que las naciones árabes, como Afganistán, no han permitido la posesión de sus reservas a naciones y empresas de Occidente. América Latina tan sólo tiene el 12% de la reserva mundial de petróleo.26 D icho sea de paso, ya no tienen más que colonizar y ex p l otar en n u e s t ra región, pues ya son part i c i p a n tes de por vida del petró l e o que se ex t ra i ga. Varias empresas son propietarias de facturaciones anticipadas que fueron adqu i ridas vía acuerdos iniciales para la exp l o ración de los pozos de petróleo o por la comp ra de ve n tas anticipadas de los gobiernos para paliar sus exiguas economías o para financiar el déficit de algunos de los estados latinoameri c a n o s .

24 Esta frase re fleja del complejo mesiánico de los Estados Unidos. De paso, no olvidemos qu e en el siglo XX, desde la década de los 70 y hasta la de los 90, esa fue la frase que distinguió a esta nación a través de fi g u ra de “Superman” [el Súper- h o m b re]. Por ot ro lado, esta lucha a menudo fue articulada utilizando, a modo de pre tex to, alguna coyuntura para legitimar las incursiones milita re s . 25 Re c o rdemos que la última incursión de Estados Unidos en Afga n i s tán fue realizada en nomb re de una “justicia infinita”. 26 Ver El cíclope ciego, del Dr. Pablo Celi, pro fesor de Economía Política de la Un i ve rsidad Cent ral del Ecuador.

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Por ot ro lado, resulta risible la declara toria antite rro ri s ta qu e usan Estados Unidos y su coalición. No han sido capaces de conc e ptuar sus acciones como “te rro rismo de Estado” pero sí han legitimado lo ocurrido en Nu eva York como un “te rro rismo de fa cto” que debe ser ex te rminado. Sobre el part i c u l a r, Aníbal Quijano, p restigioso sociólogo peruano afirma que “...Estados Unidos tiene una larga traye c to ria de te rrorismo de Estado. Ejemplo: Granada, Panamá, Colombia, Irak, Afga n i s tán...”27 En síntesis, parece ser que la doctrina política “maquiavélica” sigue en vigencia. “El fin sí justifica los medios”, aunque en nuest ros tiempos se pre s e n te con ot ros matices e instru m e n tos operat i vos. En este sentido la política como arte de gobierno tiene como ejes articuladores: la economía de mercado y el ejercicio del poder militar para asegurar el establecimiento y vigencia de los ve rticalismos de las naciones desarrolladas o de los estados nacionales serviles a los poderes inte rnacionales, acompañados de una i n tensa y pers u a s i va campaña o cruzada mediática. 2. Aproximación a la organización del poder en el contexto andino A h o ra bien, si usamos los mismos elementos de análisis en la región andina encontra remos, sorp re n d e n te m e n te, la misma estru c t u ra en el uso de los poderes. Se está estableciendo en las naciones de América Latina un sistema económico de libre comercio, denominado ALCA (Ac u e rdo de Libre Comercio de las Américas). El sustento teórico básico es que “...las economías libres han crecido más rápido y han alcanzado un mayor nivel de ingresos que las economías menos libres”.28 Desde luego, esto encubre una realidad innegable y es que las economías para crecer necesitan de va rios elementos a su favo r, tales como tecnología, educación, economía para financiar el desarrollo e inve rsión social para estimular el desarrollo, entre ot ros. De modo que el desarrollo no 27 Ver artículo “Las torres de NY”, de Aníbal Quijano. 28 Ver “Libre comercio y libertad económica en América Latina” de James Gwa rt n ey e Ian Vásquez. En www.elcato.org/libamlat_vasquezgwart.htm

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es pro d u c todel libre comercio o mercado, sino el resultado de una serie de fa c to res que hoy les son negados a los países en vías de desarrollo. Ecuador ha servido como cabeza de turco para este efecto, en ta nto se le delegó la responsabilidad de la presidencia en su primera etapa.29 De hecho, ya han afi rmado sus estacas a través del proye c to de la dolarización. Otros países que han asumido tal moneda son Panamá, Ecuador y El Salvador; en los próximos años se espera que la lista de naciones que usen esta moneda vayan en aumento. Vale indicar que sus argumentos no son comp l e ta m e n te certe ros. Por ejemplo, Ecuador no ha logrado controlar su inflación como se decía al inicio de la dolarización. El costo de vida se ha visto desmesuradamente encarecido, debilitando así su competitividad en el mercado. Por ot ro lado, se aplica el poderío militar a través de una coyuntura especial, que faculta a las naciones poderosas a esta b l e c e rse en los difere n tes países por medio de una estra tegia geopolítica regional. Nos re fe rimos, entre ot ros ejemplos, al actual “Plan Colombia” y en otro ra a la participación en la ex te rminación de grupos subve rs i vos, tales como “Sendero Luminoso” en Perú, “A l fa ro Vi ve Carajo” en Ecuador, el inte n to de golpe de Estado al pre s idente Hugo Chávez en Venezuela.30 De modo que no ex i s te nación de la región donde los imp e rios no hayan dejado sus huellas. Parece ser que uno de los problemas de la población andina es la amnesia histó rica. Por ello se fi rman convenios de cooperación inte rnacional de una manera a-histó rica, y en contrasentido con la mínima razón. El “Plan Colombia” es un plan militar. Los niveles de inversión fi n a n c i e ra apuntan mayo ri tari a m e n te a mantener la guerra y no a construir la paz. Son inve rsiones para comp rar armas. Es para qu e 29 En este sentido Ecuador es una especie de “to n to útil”, pues ni siqu i e ra ha sabido aprovechar la posición para fomentar un desarrollo sostenido como nación. Al contrario, sus gobern a n tes han sido socios serviles, que no velan por los inte reses de su pueblo. 30 Dejamos asentado que aunque no justificamos el “te rro rismo de fa c to”, tampoco legitimamos el “te rro rismo de Estado”. En defi n i t i va, nuestra posición es que el pri m e ro es consecuencia del segundo.

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se sigan matando a individuos inocentes y desangrando a nuestros hermanos y hermanas colombianos y colombianas. Es para seguir desplazando población y re-ubicarla donde se re qu i e ra mano de o b ra bara ta o donde no repre s e n te amenaza alguna. Es para mantener el ambiente de guerra que es, a final de cuentas, el entretenimiento de los milita res quienes necesitan de la guerra para sob revivir y legitimar su ex i s te n c i a . En función de este breve análisis del contex to inte rnacional y regional andino, es obvio que lo que produce ri queza está vinculado a un nuevo orden inte rnacional que se amp a ra en el poder económico, militar y mediático para organizar y regular la vida de las naciones.31 I n fe l i z m e n te, la distribución de la ri queza no es equita t i va. Algunos auto res han afi rmado que, dependiendo de la nación, la ganancia neta de las transnacionales llega hasta un 400%.32 El otro modo de medir tal inequidad es la bre cha ga l o p a nte entre ricos y pobres. En algunas naciones de la región los pob res son ya el 80% de la población.33 Dicho de ot ra manera, mientras se siga aplicando una política geopolítica globalizadora y neoliberal, que responda a los intereses de los imp e rios económicos y de los países más ricos del planeta y no a los de los países latinoamericanos y del tercer mundo, la bre cha entre ricos y pobres seguirá en aumento. Será una pequeña minoría la que se enri qu e c e rá en cada nación andina, m i e n t ras que las mayorías seguirán la ruta de la pauperización.

31 E s te análisis pudiera ser incomp l e to si no se indica que la globalización se articula a través del poder económico y militar, pero que usa, además, ot ros vehículos que no son del todo perc e ptibles para el promedio de los ciudadanos Nos re fe rimos a la cultura difundida a través de los medios de comunicación. En esta sección delibera d a m e n te hemos qu e rido tra tar los fa c tores tangibles, por ser los que están a la vista y pueden conducir a un análisis más de fondo, que aún hemos de realizar los eva n gélicos desde nuestra pers p e c t i va de fe . 32 E s ta es la opinión de escri to res vinculados a la prestigiosa Fundación Esquel de Ecuador. 33 Ecuador es un ejemplo patético de tal proceso de emp o b recimiento. Au n que el Dr. Gustavo Noboa, entonces pre s i d e n te de la república, afi rmó que en el 2001 hemos crecido más que todos los países de la región, sin embargo, cuanto se contra s ta con los cri te rios de desarro l l o humano, Ecuador no ha crecido como parecen indicar los fa c to res macro-económicos.

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En síntesis, el ejercicio del poder es una realidad pre s e n te en todos los campos de la actividad humana. El mismo se ejerce a escala inte rnacional y regional con modus operandis similares para lograr sus objetivos fundamentales. Por lo ge n e ral, estos producen ri queza para unos pocos y reparte miseria y pobreza para las mayorías. A h o ra bien, ?qué tiene que ver el análisis del ejercicio del poder de América Latina con el Mov i m i e n to Apostólico? ¿Cuáles son sus vínculos? Algunos mov i m i e n tos construyen su poderío sobre va l o res absolutistas y megalómanos. Se ven a sí mismos, como la opción unipolar y exclusiva que gobernará el mundo por medio de una pro p u e s ta te o c rática. Metodológicamente, se valen del poder mediático; usando medios masivos, e iconos posmodern o s que legitiman su poder y vigencia. También usan el poder económico basados en estra tegias de mercado como las que están implícitas en la Teología de la Pro s p e ridad. Lamenta b l e m e n te son pocos los que se enri quecen mientras las mayorías siguen en estado de pobreza. Finalmente, aunque no usan el poder bélico es ev i d e n te que varios de estos “apóstoles” usan un lenguaje que insentiva a la guerra y belige rancia legitimado en el discurso ve te rote s tamentario del dios de la guerra, perdiendo de vista al dios de la reconciliación. Además, son sujetos incuestionables que tienen a su disposición toda una maqu i n a ria para controlar el discurso y a sus adherentes. Al pare c e r, los procedimientos son similares a los analizados en este capítulo. ¿La similitud de estos procedimientos hablan de un ejercicio de poder parecido al Apóstol de los apóstoles? ¿Qué nos enseña el Nuevo Testa m e n to sobre el uso del poder¿

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¿UNA NUEVA REFORMA ECLESIAL? LA CUESTIÓN APOST Ó L I CA EN EL NUEVO TESTAMENTO

La revisión de la perspectiva del Nuevo Testa m e n tonos ay u d ará a entender el fenómeno apostólico en su contex to original. Ad emás, nos perm i t i rá rescatar lo que fue la intención original en el esta b l e c i m i e n to de esta fi g u ra de “servicio”. Por ello, a continuación consideraremos a Jesús, la pri m e ra comunidad apostólica, los 12 apóstoles y el ministe rio apostólico paulino. A. JESÚS, EL APÓSTOL POR EXCELENCIA E s te es el caso de un ve rd a d e roapóstol que sin auto titularse o h a c e rse reconocer, como tal, ejerció la función apostólica y sus actos reve l a ron su vocación apostólica. Es decir, Jesús ta n to en su “ser” como en su “hacer” d e n ota con coherencia la fi g u ra de un apóstol. Pa rtiendo de la consideración de apóstol como un “enviado” analizaremos en el Eva n gelio de Juan 17 y 20:21 algunas pistas que tipifican y cara c te rizan a Jesús como el apóstol in excelsius. Jesús afi rmó: “Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo” (Jn. 17:18, Biblia de Jerusalén). La ex p resión fundamental es “enviar” (apestéila/s que proviene del verbo apostéllo).

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Por otro lado, la ex p resión “tú me has enviado” aparece cinco veces en el capítulo 17 (cf. 3, 8, 18, 23 y 25), y tan sólo una ve z “yo los he enviado...” (cf. 18). Al parecer, esta re i te ración de la nat u raleza de su procedencia muestra no sólo lo divino de su comisionador sino también su auto ridad oficial en tanto enviado. Jesús es enviado del Pa d re con una comisión “ . . . l l evar a cabo la obra que me encomendaste realizar” (17:4). Jesús tiene por comisión la que el Pa d re le asignó. De aquí se deri va una importante pista herm e n é utica: el apóstol no tiene una misión y asignación en sí mismo, ni s i qu i e ra tiene derecho a definir su agenda en fondo y fo rma, pues ésta es definida por el Pa d re. De ahí la necesidad de pre g u nta rse ¿cuál es la encomienda apostólica de Jesús? Y en consecuencia ¿cuál debería ser la agenda de los “apóstoles” actuales? La labor apostólica de Jesús tiene dos aspectos imp o rtantes: de fondo y fo rma. El primer eje es de fo n d o. Se refi e re a la misión global de Jesús en su calidad de apóstol. Esta es comp a rtir “vida ete rn a ”. En el tex to griego ex i s ten dos té rminos que se usan para traducir “ete rno”. Uno es el susta n t i vo masculino “ a i ó n ”, que significa un “tiempo sin fin”, como clásicamente hemos traducido la frase “vida ete rna”. El segundo té rmino es el adjetivo calificativo “a i ónios”34, y se refi e re a la cualidad, calidad y perfe c c i o n a m i e n to de la vida. De aquí se deriva el té rmino “digno”, del griego “ a i oxos” o “adsios”, que significa “algo digno”,35 que vive la justicia y re c ibe la justicia; y mejora la calidad de la ex i s tencia de la vida. En conclusión, la palabra “aiónios” se refi e re a la dignificación de la ex i s tencia humana. Una ex i s tencia plenamente desarrollada y dignificada (Jn. 17:2).36 Por su parte Jn. 17:3 nos muestra en qué consiste “la vida ete rna”.37 Esta consiste en el “conocimiento del Padre y de Jesús como 34 Cf. SBU, 1975: 6. 35 Ver Jn. 1:27. 36 Traducción semántica: “Confo rme dio en Él, auto ridad sobre toda carne, a fin de que todo lo que dio, dé en ellos una calidad, dignificación y desarrollo de toda vida humana”. Este es el significado de “ete rno” desde la pers p e c t i va del biblista latinoamericano Ya t tenciy Bonilla. 39 Traducción semántica: “Pero esta es una vida ete rna, es una calidad de la ex i stencia a fin de que intime y reproduzca en su ser y en sus actos a Dios y a Cri sto”.

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enviado” en su máxima ex p resión de intimidad (Jn. 17:2-3). El té rmino que se traduce como “conocimiento” es “guinósko”, que significa pri m e ro “intimidad sexual” y luego “intimar en la óptica de re p roducir el objeto de mi conocimiento en mi ser y hacer ( o b rar)”. O sea, que la “vida ete rna” es re p roducir a Dios y a Cri sto como enviado en mi ser y obrar. Por ta n to, un apóstol es aquel que se comp ro m e te con la difusión de esta calidad de vida y con la re p roducción del enviado (Cri s to) en su propio ser y obra r. El a p ó s tol irradia y muestra a Cri s to en su vida. ¡Tremenda re s p o nsabilidad y desafío! Por tanto, un apóstol es aquel que se comp romete con la vida, la dignificación y el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas a quienes sirve. Además, el apósto l siemp re estará en contra de las estru c t u ras de muerte de cualqu i e r tipo, ta n to económicas, sociales o culturales. Y será, a la vez, un p ro m otor y facilitador incansable de la vida abundante y de to d a ex p resión de la misma. El segundo eje es de fo rm a . En él se muestran t res enfoques fundamentales de la labor apostó l i c a : la proclamación, el cuidado y pastoreo de los líderes, y la fo rmación ética. Jesús, en la oración sacerd otal, pone un acento inicial en la proclamación o revelación del Dios encarn a d o . El tex to dice: “He manifesta d o tu nombre a los que me diste” (discípulos) (Jn. 17:6, 26).38 Además, la idea se extiende en ot ros ve rsos con similar sentido: “...las palabras que tú me diste se las he dado a ellos” (vv. 8, 14). El té rmino que se usa para “manifestar” viene del griego “faneróo” que significa “revelar”, secundari a m e n te se puede traducir como “mostrar” o “manifestar”. El té rmino “faneróo” se usa en el griego ático en un sentido encarnacional o de identificación. En Jn. 17:6 el pro p ó s i to de este verbo es resaltar que Cri s to encarnó el nombre del Pa d re “en los hombres”. En la gramática gri e ga, el ve rsículo 6 se considera como una “frase de identidad”, porque no h ay un comp l e m e n to dire c to que reciba la acción del verbo, sino que hay un comp l e m e n to de identidad y siemp re se enuncia en 38 Traducción semántica: “He encarnado tu nombre en los hombres viviendo con ellos, de los cuales me los diste en el mundo. Ellos estaban en el mundo y han guardado tu Palabra”.

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caso dativo. Ahora sí, podemos entender la ex p resión “tois antróp o i s ”. El apóstol es una persona que se encarna y vive en la misma fo rma de aquellos a quienes sirve. Desde su forma de vida revela al Cri sto encarn a d o . Por ta n to, es mucho más que pro c l amar ve r b a l m e n te el nombre del Pa d re, es la proclamación de las Buenas Nu evas del Eva n gelio y el proye c to histó rico y misional de Dios. Es un estilo de vida y entre ga encarnacional. Va más allá de la cultura del ch a rlatán; tiene que ver con la vida que se vive en medio de los seres humanos. O t ro enfo que imp o rtante es el cuidado y pasto reo de los líderes en potencia, que estaba formando. Este se manife s taba mediante la intercesión ( o ración o ruego) por razón de la natura l e z a de su pertenencia, “...son tuyos” (v. 9). Inclusive el alcance de su i n te rcesión cubre a “...los que han de creer...” (v. 20). Además, tal cuidado (cf. 11,15) tiene un pro p ó s i to: “. . . que sean uno” (vv. 11, 20, 21, 22, 23). Es por ello que Él había “...velado por ellos [para que] ninguno se pierda” (v. 12). En particular, se destaca que su interc esión apostólica pro c u ra el mante n i m i e n to de la santidad de vida (cf. v. 12). Toda la oración de este capítulo apunta a una doble unidad: la unidad de los miembros con Dios y de estos entre sí. Es decir, la unidad eclesial. Así como Cri s to velaba por la unidad de la Iglesia pri m i ge n i a , un auténtico apóstol vela por la unidad de la Igl e s i a . Dividirla es a te n tar contra ella; es un pecado dividir el Cuerpo de Cri s to. Es tan malo como cualquier ot ro pecado del que nos escandalizamos en las iglesias cristianas. Finalmente, el tex to da cuenta de un tercer enfo que. La fo rm ación ética del liderazgo apostólico. Su énfasis ético se denota mediante la expresión “Santifícalos en tu verdad; tu Palabra es verdad” (v. 17). De hecho, el Señor mismo dijo: “...me santifico a mí mismo...” (v. 19). En el pensamiento judío y de la iglesia pri m i t i va, la santidad es eminentemente ética y no abstra c ta. En el v. 17 se usa la palabra “santifícalos”,39 la cual viene del verbo griego “jaguiád39 Traducción semántica: “Condúzcalos a ellos en una coherencia de vida. La Palabra (el Logos enc a rnado) es coherencia (ve rd a d ) ”.

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s o ”, que significa “apartar, conducir y separar”. En el griego jónico, el énfasis de este té rmino es conducir a va l o res nuevos. En este dialecto, “la santidad se va construyendo y contex t u a l i z a n d o ” . En cambio para el dialecto ático, santidad es “apartar o separar de lo que lo contamina”. Para completar la ex é gesis, bueno es qu e analicemos el significado de la palabra “ve rdad”40 (a l eth é i a ). Desde la visión fi l o s ó fica gri e ga, de la escuela estoica, “ve rdad” es “la confo rmidad de la mente (nous) con la realidad, es decir, la coherencia de vida”. La ex p resión “santificado”, siguiendo el griego jónico de Juan, es un “conducir a...” y queda completado con el té rmino “ve rdad” en la mejor definición estoica (confo rmidad de la mente con la re a l id a d ). De modo que la “santificación” que se propone en la oración sacerd otal, no es una santificación abstra c ta, sino una santificación en relación a una coherencia de vida. Esto es creer y demost ra rlo en la vida cotidiana. Es por esto que la segunda parte dice: “la Pa l a b ra es ve rdad”. Dando a entender que Cri s to es el acto de c o h e rencia más grande en la histo ria de la humanidad. Dios creyó en el amor y solidaridad, y lo demostró en la práctica encarnándose. En esto se funda la alethéia de Juan. Por ta n to, ¡la ve rdad es coherencia, es práctica! En el ve rsículo 19 se aplica ot ra cara c terística de la santidad: es relacional.41 Cuando Jesús dice “...Y por ellos yo me santifi c o . . .”42, está argumentando que la santidad no es individual sino comunitaria. Tiene una connotación social y de responsabilidad por los ot ros. Los apóstoles te n d rán que ser responsables por la santidad de los demás y no sólo por la suya. Han de construir un estilo de vida personal y comunitaria cohere n te y relacional. Los apóstoles no 40 “Verdad” no es una definición episte m o l ó g i c a m e n te científica al estilo de Descartes, sino eminente m e n te ética y prá c t i c a . 41 Traducción semántica: “Y por ellos me santifico consta n te m e n te, para que ellos sean santifi c a d o s en una coherencia de vida (la ve rdad)”. De modo que la santidad es dar y recibir. Esto re fleja el sentido semita de la comunidad de fe. 42 Ver similar pensamiento en el Padre Nu e s t ro (Mt. 6:5-15)

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pueden ser santos aisladamente. Su condición de “santos” depende de Dios y de la comunidad; de la inspiración santifi c a d o ra del pueblo de Dios. Esto pone de manifi e s to que los apóstoles no son s a n tos sin la santificación de Dios y del pueblo. Dependen de ambos; no son llaneros solitarios. En conclusión, la ética como conjunto de va l o res se desprende de una santidad práctica al estilo de la oración sacerd otal re g i s t rada en el Eva n gelio de Juan. B. LOS 12 APÓSTOLES: LA COMUNIDAD APOST Ó L I CA En el análisis de esta sección mantendremos la clave de lectura que califica lo apostólico como “enviado”. Mateo 10:1 y 5 señala que “Jesús reunió a sus doce discípulos...” y que “Jesús envió a doce con (…) instrucciones...”.43 En este caso, la clave hermenéutica nos habla de un nuevo actor que recibe tal designación. Esta es una comunidad. Primero es constituida por discípulos44, y luego son comisionados en calidad de apóstoles. En la vida y pro n u n c i a m i e n tos de Jesús es obvio que la pri o ridad es la realización de procesos de formación discipular. Esta es crucial para asegurar una posterior encomienda (Mt. 28: 16-20). De ahí la necesidad de que en las actuales “ redes apostólicas” refl exionen y articulen procesos serios de discipulado del liderazgo que se adhiere a ellas. El que sean pasto res, a p ó s toles o que hayan hecho estudios en un seminario teológico o universidad bíblica no es ga rantía de que hayan sido discipulados.45 A n te ello, surgen una serie de preguntas: ¿han sido discipulados 43 La palabra “enviar”, o su variante “vayan”, también se la encuentra en los ve rsos 5, 6, 7, 11, 16 con igual significación. 44 Au n que al parecer el té rmino es común en el lenguaje eva n gélico conte mp o ráneo no necesariamente significa que se lo entiende y práctica en la fo rma bíblica. Suge rimos ver el análisis comp a ra t i vo realizado por Juan Stam en Costas (1979: 47-48). De ello se desprende que el discipulado es: (a) una fo rmación práctica que abarca la fo rma de la vida; (b) se suste n ta en una relación íntima; (c) demanda un comp romiso absoluto; y (d) se constru ye en el marco de una realidad comunita ria con sentido tra n s fo rmacional (Guerre ro, 2004: 8). 45 Au n que el dato ecuato riano no pre tende ser genera l i z a n te, el Proye c to “Mi Esperanza, Ecuad o r ”, en el que part i c i p a ron más tres mil congre gaciones, reveló que el 90% de los pasto res de Ecuador jamás habían realizado un proceso serio y comp l e to de discipulado. ¿Será igual en ot ros países?

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nuestros actuales apóstoles, pro fe tas, eva n gelistas, pasto res y maestros?, ¿tienen clara su labor según la “comisión” dada por Jesús?, ¿cuáles son las instrucciones recibidas por la comunidad apostó l ica pri m i genia que podrían ori e n tar a los actuales apóstoles? La importancia del discipulado es tal que Costas afi rmó: “La misión, para ser congruente con su naturaleza abarc a n te, debe conducir a una labor que los eva n gelios... describen como fo rm ación de discípulos. Por lo ta n to, una misión en anch u ra debe ir a c o mpañada de una misión en profundidad” (1979: 45-46). Ad emás, la imp o rtancia del discipulado tra n s fo rmacional radica en: (a) la provisión de profundidad y madurez a la iglesia y su liderazgo p a ra enfrentar los desafíos contemp o ráneos y responder a la altura de Cri s to como colaborador de su misión; (b) la posibilidad de influir en todas las áreas de la ex i s tencia humana y para toda la vida de la nueva ge n e ración de discípulos que asuman con decisión la tra n s fo rmación de la sociedad; y (c) la obediencia a un m a n d a toy metodología segura para pastorear al pueblo de Dios y p otenciarlo en Cri s to, para el desarrollo sin igual de su misión transformacional. A h o ra bien, luego de superar este primer e importa n te tramo, los discípulos esta rán meri d i a n a m e n te en condiciones de asumir las instrucciones para desarrollar su ministe rio apostólico. Por ta nto, a continuación procederemos a re s c a tar las directrices de Jesús a sus Doce, y por ende, las ori e n taciones necesarias para el actual m ov i m i e n to apostólico. Mateo 10:5ss presenta un conjunto de instrucciones categorizadas en cinco áreas fundamentales para el ejercicio apostólico de los Doce. Estas son: la visión eva n gelística sob re el grupo meta; el discurso a difundir (mensaje/acción); las medidas de superv i vencia y seguridad; el esta b l e c i m i e n to de va l o re s p a ra ori e n tar la vida y el ministe rio apostólico. D i re c t rices apostólicas 1. Mantener la visión ev a n ge l í stica sobre el grupo meta. Los a p ó s toles debían tener una comprensión de la pri m e ra fase de la misión global de Jesús. Esta tenía como grupo meta a los ju-

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díos “...las ovejas perdidas de Israel” (Mt.10:6) y luego a los ge ntiles, pri n c i p a l m e n te a través del ministe rio del apóstol a los gentiles, Pablo (Hch. 1:8). Vale recordar que la visión era, y aún es, compartir aquello que Jesús definió como “vida ete rn a ”.46 (Jn. 17:3; Mt. 4:17; Mt. 3:2). 2. Predicar el ke rigma ev a n gélico acompañado de las señales del Reino de Dios. El discurso central es “...el Reino de los cielos está cerca” (Mt. 10:7). Las señales representan el inte rés de Dios por el total bienestar de los seres humanos. Por ello pone un acento especial en la salud física y psico-espiritual del gé n e ro humano. Estas son: sanen a los enfe rmos, re s u c i ten a los muertos, limpien a los leprosos, expulsen a los demonios (Mt. 10:8). 3. Observar ciertas medidas de supervivencia. E s to incluye proceder de conformidad a las instrucciones o sistema de suste ntación normado por Jesús (Mt. 10:10). Además, provee instru cción sobre el hospedaje (vv. 11-15). Al re s p e c to, la D i d a ché recogió similar norma en la parte pert i n e n te a “los falsos pro fetas”. Según Justo González: Los capítulos 11 al 13 se ocupan del problema que crean los falsos pro fe tas. ¿Cómo pueden distinguirse los falsos pro fetas de los ve rd a d e ros? A esto la D i d a ché [ve rsión Giorgiana] responde... que al pro feta se le conoce por su actuación. Si un profeta pide dinero, si manda que le coloque una mesa para de ella comer, o si no practica lo que enseña es un falso profeta y un “traficante de Cri sto ”. Por ot ra parte, los profetas verd a d eros son merecedores de su suste n to y la comunidad debe p rove é rselo (González, Justo, 1992: 69). El capítulo 11, artículo 12 de la D i d a ché dice: “...pero, al que dice... dame dinero, o cualquier ot ra cosa, no le prestéis oído...”. Además, en el capítulo 11, artículo 6 agrega: “... el apóstol... si pide dinero, es un falso profeta...” (Didache en B Stanley, s.f.: 5). Tenemos la imp resión que si usamos esta norm a t i va en las 46 Ver análisis ante rior sobre “vida eterna”.

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iglesias “saca plata”, muchos “ministros del Eva n gelio” caerían al suelo como un castillo de naipes. 4. Se incluyen ciertas medidas de seguridad. La primera era de c a rá c ter actitudinal: “sean astutos... y sencillos...” (v. 16). Pero además, debían tomar “...cuidados con la ge n te” (Mt. 10:17), en especial con las fi g u ras públicas y políticas. No obstante, debían recordar que toda persecución y acoso, fruto de su acción a p o s tólica era para “...dar testimonio a ellos y a los gentiles” (vv. 18, 20). Al enfrentar estos embates debían mostrar su dependencia del Espíritu del Señor (vv. 19, 20), pues Él les acompañaría en tal situación. Finalmente, aunque tal vez fuera más d o l o roso que el sufrimiento físico, debían estar preparados para enfrentar la crisis relacional en el ámbito familiar (v. 21). Ante las presiones de la persecución y acoso, debían “huir” c u a ndo fuera pertinente para salvar sus vidas (v. 23). Esto va en cont ra del poste rior estilo de vida difundido, el mart i ri o en ta n to una cuasi moda. 5. Vivir y minist rar cohere n te m e n te conforme a los valores de Jesús. En el pasaje se da cuenta de al menos cuatro va l o res qu e han de orientar la vida y ministe rio de la comunidad de los Doce. Estos son: (a) Va l o r; en tres ocasiones les ex h o rta a “no tener miedo” (vv. 26, 28, 31); también les recomienda “ reconocer al Señor en la adversidad...” (Mt. 10:32). Para los que vivan hero i c a m e n te conforme a este valor se les pro m e te consuelo y re c o n o c imiento ante Dios (vv. 32, 33); (b) La búsqueda de la auténtica paz, que es la justicia, puede gen e rar conflictos (espada) familiares y hasta con la sociedad (vv. 34-36); (c) Amor absoluto a Dios, por encima de los propios familiares (v. 37); (d) Disposición sacri ficial en el seguimiento de Jesús47, representado en la cruz (vv. 38, 39). 47 Entendido como “discipulado”.

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S o b re este particular vale mencionar que es posible que los min i s t ros, incluyendo los apóstoles, no se comprometan con la construcción de la paz48, cuyo contenido es la justicia. Fundamenta lm e n te esto es así, debido a los riesgos que conlleva el ve rd a d e ro ministe rio apostólico a favor de la vida, ve rdad y proclamación del a u téntico Eva n gelio. De ahí que algunos prefi e ran seguir los estilos mundanos y mercantilistas. C. PABLO, EL APÓSTOL A LOS GENTILES A continuación considera remos, desde la hermenéutica y exégesis bíblica, el caso del ministe rio apostólico de Pablo de Ta rs o . I n s p i rado en un estudio bíblico de Elsa Támez49 a n a l i z a remos el caso desde la acera de enfre n te de la histo ria del ministe rio, desde el contex to de ministros que no aceptamos la hegemonía de “papas eva n gélicos”, la supremacía de unos pocos sobre las mayorías, sea en ámbitos religiosos, sociales o políticos, pero que sí reconocemos a Jesucri s to como la máxima auto ridad, el Sumo Po ntífice, Apóstol, Pro fe ta. Por ello se usa, a pro p ó s i to, un tex to qu e cuestiona el apostolado de Pablo y nos perm i te descubrir algunas ve tas de la revelación divina acerca de este necesario e importa nte ministe rio de la iglesia. E l e m e n tos cardinales del apostolado paulino ¿Cuáles son los elementos cara c terísticos de un apóstol y de su labor apostólica?, ¿qué dete rmina la calidad de apóstol? Estas son algunas preguntas que inte n taremos contestar en la pre s e n te inve stigación.

48 El Shalom que viene de shalem, ínte gro . 49 E s te estudio es una lectura de la histo ria de la salvación desde el ot ro lado de la inte rp retación. Esto es un estudio desde la óptica de Agar. Este tipo de estudio no es común pues hemos sido enseñados a leer y estudiar la Biblia desde el paradigma u óptica sionista.

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1. Su condición de enviado para predicar el evangelio del Reino bajo la autoridad y comisión de Cristo con el poder de su Es píritu La apostolicidad paulina está dete rminada, en pri m e ra insta ncia, por la proximidad o cercanía a Cri s to para delinear la interpretación de la ve rdad revelada, pues de esta parten las poste ri o res inte rp re taciones de la Biblia. A ello se suma el sentido comunitario imp l í c i to en el cierre del canon. De modo que el apostolado no descansa en la auto ridad exclusiva de personas part i c u l a res sino en el cri te rio de la comunidad inte rp re ta t i va. Hay que decir cate gó ricamente que no hay evidencia inte rna en la revelación que soste nga la auto ridad exc l u s i va y omnímoda de los apóstoles. De hecho, el mismo apóstol Pablo argumenta su apostolado en función de este cri te rio (cf. 1 Co. 9). Pablo es considerado apósto l de Cri s to por haber estado en conta c to con Cri s to y ser comisionado por Él. El verbo griego “a p ó sto l o s ”, de donde deriva “apóstol”, significa fundamentalmente “enviar”, palabra que a su vez se traduce al latín como “e nv i a re” y es la que poste riorm e n te se traduce al español como “misión”. Sobre el particular, vale señalar que: El té rmino gr. apóstolos aparece más de ochenta veces en el NT, pri n c i p a l m e n te en los escri tos de Lucas y Pablo. Deri va de un verbo muy común, aposté l l o, enviar, pero en el gr. no cristiano, después de Hero d oto en el s. V a.C., se registran pocos casos de su uso con el significado de “persona env i ada” y en ge n e ral significa “flota” o quizás ocasionalmente “ a l m i ra n te”. El sentido de “enviado, mensaj e ro” puede haber perd u rado en el lenguaje popular; por lo menos casos aislados en la LXX y Josefo sugieren que este significado se a c e ptaba en círculos judíos. Sólo con el adve n i m i e n to de la litera t u ra cristiana, sin embargo, adqu i rió importancia. En el NT se lo aplica a Jesús como el enviado de Dios (He. 3.1), a los enviados por Dios a predicar a Israel (Lc. 11.49), y a los que fueron enviados por las iglesias (2 Co. 8.23; Fil 2.25); pero por encima de todo, se lo aplica en forma abso-

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luta al grupo de hombres que mantuvo la suprema dignidad en la iglesia pri m i t i va. Como apostéllo p a rece significar con f recuencia “enviar con un pro p ó s i to dete rminado”, a diferencia del neutro pémpo (exc e pto en los escri tos joaninos, en los que ambos té rminos son sinónimos), la fuerza de a p ó stolos probablemente sea “alguien que es comisionado” (por Cri s to, se entiende).50 A p ó stolos es más fiel al uso bíblico frecuente que la voz judía s a l î a h. Este té rmino es el que guarda relación con el uso conte mp o ráneo de apósto l : … un representante acreditado con auto ridad religiosa, al que se le confiaban mensajes y dinero, y que estaba facultado para actuar en nombre de la auto ridad (para esta idea, cf. Hch. 9.2); además, Gregory Dix y ot ros han aplicado ideas y ex p resiones relacionadas con el concepto de salîah\ (p. ej. “el salîah de un hombre es como si fuera él mismo”) al apostolado y, fi n a l m e n te, al episcopado moderno. Un p ro c e d i m i e n to de este tipo está lleno de peligros, especialm e n te porque no hay claras indicaciones de que se usara el vocablo salîah\ en este sentido hasta épocas posapostó l i c a s . En realidad, apóstolos bien puede ser más pri m i t i vo como té rmino técnico, y sería más seguro buscar su significado en el apostéllou y tomando como base los contex tos en qu e aparece en el NT.51 En virtud de esto, permanece la pregunta acerca de si los promotores de este mov i m i e n to o red apostólica están basando, consc i e n te o inconscientemente, su ministe rio en esta fundamentación bíblica. Es obvio que salîah en ta n to signo de revelación (repre s e nta n te de un mensaje) y administrador de dinero habla de cierto es50 Douglas, J. D. Nu evo Diccionario Bíblico Certe z a. Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza. 2000. c1982. 51 Ibid.

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tatus civil-religioso. No obsta n te, so pena de ser re i te ra t i vos, es p reciso reafirmar que la designación del rol apostólico, como el de la iglesia en ge n e ral, encuentra su razón de ser en tanto está vinculado a una misión (citado en Van Engen, 1999: 32). Tan imp o rta n te es tener clara esta pers p e c t i va que Emil Brunner dijo: “La Iglesia ex i s te por causa de la misión”.52 Tal vez es tiempo de pregunta rnos ¿cuál es esa misión?, ¿qué entendemos por misión de Dios?, ¿cuál es la misión del apóstol? Estas pre g u n tas las consideraremos a la luz del ministe rio apostólico de Pablo y los escri tos producidos en el desarrollo del mismo. Por ello, es necesario mencionar lo que se asume como Missio D e i.53 E s te concepto implica que la misión pertenece a Dios y, por ta n to, la iglesia no tiene una misión en sí misma, sino que llega a tenerla en la medida en que es colaboradora de Dios en su proye cto histó rico de reconciliación y recreación de todo lo existe n te (Ef. 1:10; Col. 1:15-20). Esto, en la práctica, involucra la restauración de las relaciones del ser humano con Dios, el prójimo y su ento rno de vida (ecosistema). De estas tres relaciones, tal vez la más descuidada es la reconciliación del ser con la creación de Dios que, según Pablo, “espera con ansia la manifestación de los hijos de Dios…”, que han adoptado unilate ral y cómodamente una parte de la misión y no el todo de la misma (Ro. 8:19). En síntesis, nuestra misión en el actual contex to de crisis existencial del mundo, ha de promover una reconciliación espiritual, humana y ecológica. En este marco misionológico ha de move rse la obra apostólica contemporánea si qu i e re ser fiel al Eva n gelio de Jesucri s to y a n u e s t ro legado apostólico paulino. Además, es necesario recuperar la herencia ministe rial cuádruple que caracte rizó su ministe rio. A s a b e r:

52 B runner citado en Van Engen. Povo missionário, povo de Deus. Brasil. Edições Vida Nova. 1999. p. 32. 53 Dos de los principales pro p o n e n tes de esta teoría misionológica, entre ot ros, fueron Johannes Verkul y George Vicendom.

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(1) “ O c u p a rse en… la oración y el ministerio de la palabra” (ver H e chos 6:4). En efe c to, las dive rsas cartas de Pablo dan cuenta que luego de predicar había convertidos que era necesario cuidar en comunidades de fe, llamadas iglesia. En particular, esto ocurrió a partir del desarrollo del esfuerzo m i s i o n e ro de Pablo y el respaldo de su base eclesial de Ant i o quía que, a la ve rdad, fue el epicentro para sus misiones en la Cuenca del Medite rráneo. En especial, se produce una expansión desde Antioquía de Siria (sureste de Asia) hasta Roma (suroeste de Europa). (2) “Fundar iglesias para asegurar el cuidado pasto ral de los nuevos creye n tes” (cf. Hch. 13-28). (3) “Fo rmar líderes (ancianos, pastores)” p a ra el cuidado de esas n u evas congregaciones, una nueva acción apostólica adicional ge n e rada por la ta rea ante ri o r; y, fi n a l m e n te, (4) “Animar y supervisar el desarrollo de la obra, o aún corregir lo defectuoso en la vida de las congregaciones que el apóstol Pablo había fundado”; en los escritos de Hechos se menciona que los dos últimos viajes apostólicos fueron dedicados a esta tarea. E n tonces, si la labor apostólica tiene que ver con las cuatro tareas recién indicadas surgen las siguientes preguntas: • ¿Cómo se puede legitimar el ministe rio o red apostólica contemporánea que enfoca su atención en el uso del poder y la manipulación, para el lucro y subsistencia de cierto estatus de vida de sus proponentes? • ¿La red o mov i m i e n to apostólico conte mp o ráneo centra su atención en la tarea cuádruple o está dedicada a establecer una nueva onda cara c terística del mov i m i e n to neopentecostal? • ¿Las iglesias que están fundando están compuestas de nuevos creye n tes o son creyentes reciclados, o “turistas”, qu e deambulan por dive rsas congregaciones?

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• ¿Qué tipo de líderes están fo rmando? • ¿ E s tos líderes han sido fo rmados en función de la visión y c o mp romiso con la Missio Dei? • ¿En qué fo rma su ministe rio apostólico provee animación y supervisión al desarrollo de la obra de Dios en la pers p e c t iva bíblica antes mencionada? Lamentamos que el lector más que recibir respuestas sea inquietado con esta serie de preguntas.

2. La validación ofrecida por las personas a quienes el apóstol ha ministrado Su legitimidad apostólica está dete rminada por los resultados de su ministe rio. Ellos, la comunidad, son re fe rentes de validación. Por ta n to, el apóstol está sujeto al acomp a ñ a m i e n to y –¿por qué no?– a la supervisión de la misma. De tal modo, que no es sufi c i e n te ser reconocido como apóstol, se precisa el reconocimiento de las personas y comunidades ministradas. Tal es así que, mediante arg umentaciones retóricas, a través de preguntas divididas en secciones, el apóstol Pablo plantea, como defensa de su ministe rio, lo siguiente: “¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?”. Y concluye con una afi rmación final: “Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo s oy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor” (1 Co. 9:1, 2). Ante esto es preciso vo lver a preguntarnos: ¿quién es un legítimo apóstol de Cri s to?, ¿qué elementos dete rminan la legitimidad a p o s tólica?, ¿qué nos aportan estas consideraciones bíblicas para la ori e n tación del mov i m i e n to apostólico contemporáneo, de cuño eva n gélico y de ex p resiones religiosas conexa s ? En efe c to, el contex to de 1 Co. 9 nos muestra una realidad de cuestionamientoal apostolado de Pablo. En apariencia, esta es una situación nega t i va. Pero si lo pensamos bien, sí se necesita una c u ota de prudente y respetuoso cuestionamiento que esté cerca

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del “espíritu bereano”.54 Los apóstoles, al igual que los pasto res, m a e s t ros, eva n ge l i s tas o pro fe tas, no son intocables; necesitan el apoyo y cuidado de su comunidad. No hacerlo es exponerlos irre sp o n s a b l e m e n te al fracaso. Recordemos que no son dioses; son hombres de Dios, pero al final hombres como los demás, sujeto s a tentaciones y seducciones como cualquier ot ro, con recursos esp i rituales para enfrenta rlas, pero, siguen siendo seres humanos suj e tos a la seducción de los tres enemigos básicos del cristiano: el mundo, el diablo y la carn e. Por tanto, mal hacemos “deifi c á n d olos”. Les hacemos daño. No es responsable por parte de la comunidad endiosarlos y quitarles, con ello, el cuidado y acomp a ñ am i e n to de los ancianos y diáconos de las iglesias. Re c o rdemos que ot ra de las tentaciones fundamentales que experimentan los líderes de Dios es la seducción del poder. Quien no lo asume se expone innecesariamente a la tentación de desarrollar carisma y posición sin servicio, olvidando la enseñanza fundamental de Jesús: “Yo no he venido a ser servido, sino a servir y dar mi vida en rescate por muchos” (Mr. 10:45). Cuidado, por favo r, con esta llamada “segunda re fo rma”, que si bien está abierta a la acción del Espíritu no establece los cuidados necesarios para aseg u rar la continuidad de Su obra, y descansa mayoritariamente en la acción humana y en la posibilidad de incorporar mucho del p ropio líder y poco del Espíritu. Este riesgo se presenta por el hecho de soslayar el reconocimiento de aquello que en realidad responde a la obra de la propia naturaleza humana mot i vada por el hambre y sed de poder, y asignarlo al Espíritu.

3. El sostenimiento y los recursos financieros En la segunda sección de la argumentación paulina, el apósto l continúa con el mismo tenor mediante preguntas re tó ricas. Esta vez, plantea el problema directamente: 54 H ch. 17:10-15 re l a ta la llegada de Pablo y Silas a Berea. El v. 11 dice que los hermanos de esta ciudad “… recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escri t u ras para ver si estas cosas eran así…”.

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Contra los que me acusan, esta es mi defensa... ¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber?, ¿No tenemos dere cho a llevar a una hermana con nosotros por esposa, como hacen también los otros apóstoles...? ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho a trabajar? ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fru to? ¿Quién apacienta el rebaño y no toma leche del re b año? ¿Digo esto solo como hombre? ¿No dice esto también la ley?... ¿Se preocupa Dios por los bueyes o lo dice ente ram e n te por nosotros?… ¿Será mucho pedir que cosech e m o s de vo s otros lo mate rial? Si otros participan en este dere ch o sobre nosotros, ¿cuánto mas vosotros? ¿No sabéis que los que tra b ajan en las cosas sagradas comen del Templo, y qu e los que sirven del altar, del altar participan? (1 Co. 9:3-13) Es de cardinal importancia preguntarnos acerca del sentido del uso de los re c u rsos para la digna subsistencia ve rsus la gala u opulencia cara c terística de algunos apóstoles conte mp o ráneos. ¿No será mejor que como Pablo adopten la decisión de renunciar a su derecho y tra b ajen con sus manos para ev i tar seguir la moda de los o p u l e n tos y vividores del eva n gelio? Aunque, por supuesto, to d o m i n i s t ro del eva n gelio tiene derecho a una digna suste n tación como fruto de la naturaleza de su ministe rio. De ahí la contundente afirmación: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” ( v. 14 ). Aunque también, pueden vo l u n tariamente renunciar a la misma, para no ser gravosos y servir con libertad y ad honorem al Señor y a su iglesia. Por ot ro lado, vale la pena pre g u n ta rnos: ¿por qué en algunas iglesias que tienen presencia de estos “apóstoles” y ministe rios, como RAMCU55, siemp re tiene que haber una fuerte mediación eco55 cf. www. ro nych ave s . o rg / ramcu/ramcu-4.php. En este espacio se da cuenta de dive rsos niveles de relación con RAMCU. Estos son: (1) Relación de comp a ñ e rismo; y (2) Relación de sociedad. La cuota para nacionales (Ticos) es c/2.000 y c/ 5.000 para ex t ranjeros. (3) De su lado, la relación del nivel cobert u ra y pacto es el diezmo ministe rial; y (4) Pacto, el nivel más e l evado de relación es igualmente el diezmo ministe rial. Diezmo que en las denominaciones

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nómica?, ¿por qué a la hora de re c o ger las ofrendas y los diezmos en los cultos se realiza “un nuevo culto” mediante el cual se enfatiza re i te radamente la contribución fi n a n c i e ra de los fieles? Sobre este particular, es digno de mencionar un artículo aparecido en el “El Comercio”, diario ecuato riano de amplia cobert u ra nacional; en el mismo se narra una escena propia de este tipo de congregaciones, refiriéndose específi c a m e n te a las iglesias “Pare de sufri r ” y “Dios es Amor”. En medio del servicio religioso se hace una pausa pro l o n gada para que el predicador de turno haga “ot ro servicio dentro del mismo” y solicite donativos a los asiste n tes, comenzando con la suma de $ 30.00 (dólares) hasta llegar a $ 5.00. Finalm e n te cuando no hay más donantes de tales sumas, plantea la posibilidad de ofrecer donaciones de $ 1.00 o $ 2.00 (cf. El Comercio, 2 de mayo del 2004). No negamos la necesidad de que cada creye n te aporte para el s o s te n i m i e n to responsable de la obra del Señor. Pero, a la vez, tenemos que ser claros. Estas contribuciones son para financiar el desarrollo y expansión de las iglesias, así como para el digno suste n to de sus ministros. Por ta n to, es preciso señalar que este énfasis economisista no está bien, pues contribuye a sostener un status quo que es ajeno a la realidad de las naciones de la peri fe ria y que riñe con el estilo de vida sencillo que es cara c terístico de Cri sto y que a su tiempo la consulta “Hacia un estilo de vida sencillo”56 recogió como una pro p u e s ta para los cristianos del Primer Mundo. Pare c i e ra que los cristianos de la peri fe ria, y especialmente los asociados a estas redes apostólicas, desearían vivir a la American Way en la peri fe ria. Por supuesto que es preciso re a fi rmar que todos y todas merecemos vivir dignamente, pero como fru to de t radicionales se lo consigna a la te s o rería de la denominación o a la iglesia local. Al leer esto tengo la imp resión de estar vo lviendo a la relación que establecían los rabinos judíos con sus discípulos. Había una mediación económica. 56 La International Consultation on Simple Life-style se realizó en Hoddesdon, Ingl a te rra, 17-21 de marzo de 1980, con el auspicio del Lausanne Committee on Wo rld Eva n gelization’s Theology and Education Working Group y el World Eva n gelical Fe l l owship’s Theological Commiss i o n’s Unit on Ethics and Society. La declaración final de la consulta lleva el título de “An Evangelical Commitment to Simple Life-style”, Laussane Ocassional Paper n° 20, y su ve rsión electrónica está disponible en http://www.lausanne.org/Brix?pageID=14737.

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n u e s t ro tra b aj o57 y no de la manipulación, propia de este desmedido enfo que en lo económico. Tenemos derecho a vivir bien e igual que los mismos países del Primer Mundo, pero no con un espíritu consumista y depredando los re c u rsos naturales. Esto es así por la simple razón de ser seres humanos creados a la image n de Dios. Pero no olvidemos el plural: “todos tenemos dere chos” y no sólo los “privilegiados” y “ungidos”. Por ello, fre n te a una propuesta de subsistencia apostólica basada en la teología de la pro speridad, pre fe rimos tra b ajar con nuestras manos, porque nos daría ve rgüenza ganar el dinero a través de la manipulación o por o f recer “cobertura espiritual”.

57 La ética prote s ta n te nos enseñó la imp o rtancia del tra b ajo para lograr el desarrollo pers onal y colectivo. Este no es fru to del azar y la manipulación. De hecho, Max Weber reconoce que imp l í c i to en el espíritu y ética prote s ta n te subyacen las bases para el desarrollo de las naciones que emerg i e ron en la modern i d a d .

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PERSPECTIVAS SOBRE LA APOSTOLICIDAD: IGLESIA Y MINISTERIO58

A continuación pro c u ra remos realizar un acercamiento a las dive rsas posiciones sobre la apostolicidad de la Iglesia y al ministerio o don de apóstol. En especial, rev i s a remos las pers p e c t i vas católica, protestante y de las redes o mov i m i e n toapostólico conte mp o ráneo. Luego, intentaremos articular una posición ecléctica, renovada y enri quecida por los aportes de las dive rsas pers p e c t i va s de nuestra tradición cri s t i a n a . A. PERSPECTIVA CATÓLICA La Iglesia Católica establece una relación entre el apostolado y el ministe rio de los obispos. El P. François Varillón, citando a la Lumen Gentium o “Constitución de la Iglesia” (LG), señala que: “A los Doce les fue dado el nombre de apóstoles. Los obispos serán sus sucesores, apóstoles en todo el sentido del té rmino con la misión del apostolado de la Iglesia” (1986:218). Esto es lo que dice el artículo 20 de la LG :

58 Nos re fe rimos al ministe rio o don de apósto l .

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Esta divina comisión confiada por Cri s to a los Apóstoles ha de durar hasta el fin del mundo (Cfr. Mt. 28:20), puesto qu e el Eva n gelio que ellos deben pro p a gar es, en todo tiemp o , el principio de toda la vida para la Iglesia. Por eso los A p ó stoles se cuidaron de establecer sucesores en esta sociedad jerárqu ic a m e n te orga n i z a d a. En efecto, no sólo tuvieron dive rsos colaboradores en el ministe rio (Cfr. Hch 6, 2-6), sino que, a fin de que la misión a ellos confiada se continúe después de su muerte, dejaron a modo de testa m e n to, el encargo de acabar y consolidar la obra comenzada por ellos, encomendándoles que atendieran a toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo los había puesto para apacentar la Iglesia de Dios (Cfr. Hch. 20,28)... entre los va rios ministe rios qu e desde los pri m e ros tiempos se viene ejerciendo en la Iglesia, según el testimonio de la Tradición, ocupa el primer lugar el o ficio de aquellos que, ordenados Obispos por una sucesión que se remonta a los mismos orígenes, conservan la semilla a p o s tólica” (LG 20 citado en Va rillón, 1986: 218-219). Por ot ro lado, establecen una relación orgánica entre aposto l i c idad y jerarqu í a. Vale señalar que inte rp retan jerarqu í a como poder sagrado y a p o stolicidad como continuidad. Además, según la inte rp re tación del Concilio Vaticano II, los apóstoles fueron instituidos a modo de “Colegio Apostólico”, lo que es lo mismo que un grupo perm a n e n te del cual Pedro es cabeza (Jn. 21:15-17) y sus sucesores los obispos instituidos por la Iglesia Católica.59 Basado en ello se infiere que la función o ministe rio apostólico tiene por pri oridad la continuidad de la Iglesia, en ta n to pro p a gación de la misma, bajo esta jera rquía que es perm a n e n te (cf. Varillón, 1986: 355356). Dicho sea de paso, tal es la magnitud de la auto ridad delegada de Cri s to que les asiste la capacidad de enseñar, santificar y gobernar. Por ende, están investidos de la capacidad para legislar, 59 Esta práctica se fundamenta sobre la creencia lege n d a ria de que Pe d ro había ejercido la función de Obispo de Roma hacia el ocaso de su vida. Su suste n tación era la fábula de los escritos llamados Pseudo Clementinas (cf. Quaste, J. 1961: 51, 67 s s . )

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juzgar y castigar (Varillón 1986: 357-538). Asimismo, se constituye en un fa c tor de unidad de “...todos los cristianos en una sola Iglesia y la unidad de esta Iglesia con su Jefe invisible y activa m e nte pre s e n te, Jesucri s to” (1986: 360). Por último, la cuestión ministe rial (apostólica) es vista como una vocación que debe asistir a los ministros y laicos de la Iglesia. De ahí el uso fre c u e n te de la designación, por ejemplo, al hablar de “apostolado” de los niños, jóvenes, indígenas, etc. En su sentido estri c to el apostolado de los laicos implica “la cooperación... al a p o s tolado jerárquico” (Lerc a ro, s.f.: 47). Además, el Cardenal Lerc a ro agrega que las principales áreas para el desarrollo del apostolado laical son: la eva n gelización, la instrucción religiosa y cate qu ética en el marco de las misiones, y doctrinal a través de los medios de comunicación. Sin embargo, con sufi c i e n tefirmeza él mismo declara qu e : ...es necesario que, al ejercer este apostolado, el laico dem u e s t resuficiente formación y una subordinación sin comp romisos a la jera rquía, única que tiene en la Iglesia la re sponsabilidad del magiste rio, única compete n te en la enseñanza de la doctrina del Señor y de conducir los fieles por los caminos de salvación ete rna (s.f.: 49). De tal afirmación categó rica queda claro que su papel depende de los espacios demarcados por la jerarquía y que ésta es la única con auto ridad última para el ejercicio de tal oficio. A su vez, resulta inte resante el acento en la fo rmación de los laicos para el apoyo en las labores apostólicas de la jerarquía. B. PERSPECTIVA PROTESTANTE-EVANGÉLICA Las iglesias de la cristiandad primitiva eran ve rd a d e ra m e n te apostólicas.60 Su designación y re c o n o c i m i e n to deviene de su fundamentación y validación de la auto ridad apostólica que las regía. 60 Su apostolicidad estaba dada por su pro p a gación misionera y dependencia en los escri to s apostólicos.

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Javier Gonzaga, pro l ijo estudioso de los Concilios de la Iglesia, señala que: E sta auto ridad fue ejercida pers o n a l m e n te en vida de los apóstoles y luego por medio de sus escri tos, pre s e rvados en el Nu evo Testamento para ser norma exclusiva de fe y práctica61 para la Iglesia de todos los sigl o s. Este es el significado profundo de las Escrituras cristianas: todas las Iglesias del Imperio, y las de más allá de sus fro n te ras, fueron reconociendo gradual y unánimemente los Escri tos que el Espíritu Santo inspiró a sus siervos para que ejerc i e ran la misma autoridad que los del Antiguo Testa m e n to habían ejercido en la antigua dispensación. Es así como la Iglesia Pri m i t i va conservó su apostolicidad. Fue una Iglesia apostólica porque tra tó de someterse a la enseñanza de los apóstoles (1965: 16-17). Por ta n to, en la perspectiva prote sta n te la apostolicidad está dada por su sujeción a los escri tos de los apóstoles. De hecho, la cristiandad de todas las épocas ha encontrado en las Escrituras, la fuente de su auto ridad y el hálito de vida renovador (cf. Grau, 1999: 51). Además, podemos decir que la Iglesia es apostólica en ta n to: (1) reconoce su identidad fundamental con la iglesia apostólica, tal como se presenta en el Nu evo Testa m e n to; (2) da testimonio de la fe apostólica, proclamando el Eva n gelio e inte rpretando fidedignam e n te las Escri t u ras bajo la guía del Espíritu Santo y en sujeción a lo credos pri m i t i vos; (3) celebra las ordenanzas (o sacra m e n to s ) instituidos por Cri s to y practicados por los apóstoles; (4) reconoce la continuidad del ministeri o, inicialmente asumido por los apósto61 Wagner señala que la Nu eva Re fo rma Prote s ta n te es sólo una re fo rma de cará c ter “prá c t ica”. Teóri c a m e n te esta separación no tiene fundamento sólido porque en inicio, la práctica es fru to de una teoría. Además, Gonzaga plantea que la apostolicidad está normada en mate ri a de fe y práctica por los escri tos apostólicos. Por ello, empieza a preocupar la aparición de escri tos apostólicos con distintivos neo-reve l a torios (p.e., las cartas apostólicas de los gurúes de esta tendencia). Además, ot ros auto res ya reconocen que tales iglesias han desafiado el pensamiento teológico y las prácticas tradicionales de las Iglesias cristiano-eva n gélicas (cf. Gálvez, Rigoberto, 2002: 60).

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les, en el servicio a Cri s to; (5) es una iglesia misionera que manifiesta su unidad y comunión en la oración, el amor, el gozo y el sufrimiento; (6) s i rve a través de los dones y ministe rios concedidos por el Señor a los más débiles y necesitados del mundo, y (7) v ive un estilo de vida santo y sencillo, al estilo de Jesús. A h o ra bien, se concibe el ministe rio apostólico en el contex to de la misión de Dios y de la Iglesia como pueblo de Dios en su c o n j u n to. Los apóstoles son enviados a “hacer discípulos a todas las naciones”. Cri s to resucitado pro m e te estar con ellos en esta misión “hasta el fin del mundo” (Mt. 28:19-20). La misión a la que fuero n llamados los apóstoles continúa siendo la misión de toda la Igl esia a lo largo de la histo ria. Entonces, en la medida en que esta misión da fo rma a la Iglesia, es acertado que se denomine apostólica a la Igl e s i a . Desde la vivencia de la primera iglesia y del apostolado paulino, se deduce que el ministro llamado apóstol desarrolla una tarea o ministerio cuádruple: (1) la oración y el ministe rio de la palab ra (Hch. 6:4); (2) el fundar iglesias para asegurar el cuidado pastoral de los nuevos creye n tes (Hch. 13-28); (3) la fo rmación de líderes (ancianos, pastores) para el cuidado de esas nuevas congregaciones; y (4) el animar y supervisar el desarrollo de la obra, o aún corregir lo defectuoso en la vida de las congregaciones. Re s p e c to de su l i d e razgo y carácter orga n i z a t i vo las Iglesias apostólicas pri m i t i vas eran “...independientes, cada una estaba gobernada por sus propios obispos o ancianos, pero se hallaba vivo un sentimiento de mutua obligación que les impedía olvidar la unidad que les ligaba a todas juntamente a Cri sto” (Bruce, F.F., 1958: 188-189). Tomando como base lo ante rior, reconocemos que el “Mov im i e n to Apostólico Conte mp o ráneo” parece incorporar el sentido o rganizativo cara c terístico de los “mov i m i e n tos cristianos pri m i t ivos”. En especial, el de una forma de organización funcional y prá ct i c a. Sin embargo, no era jerá rquica al estilo de la Iglesia Cató l i c a o como lo que se aspira en el Mov i m i e n to Apostólico Conte mp oráneo. Por tanto se debe tener sumo cuidado de no institucionalizar “fi g u ras” que ejerzan la misma posición jerárquica que se cues-

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tiona a la Iglesia Católica Romana, la cual “copió las fo rmas de gobierno de la administración imp e rial” (Gonzaga, 1965: 17-18). Así mismo, vale para las Iglesias denominacionales institucionalizadas, que son un canto a la centralización de la auto ridad, estru c t u ra exa ge rada, burocracia, ri tos, re glas organizacionales, unifo rm i z ación de prácticas que asfixian la creatividad de un mov i m i e n to (cf. Wagner, 2000: 133,136,137, 140). Por su lado, las redes apostólicas precisan estar concientes qu e también están expuestas a los vicios de las Iglesias mencionadas. Sobre el particular, Donald Miller, basado en la teoría de la “organización social y económica” de Weber, desarrolló el principio denominado “el carisma se vuelve rutina [institucionaliza]” (ver Miller en Wagner, 2000: 137). Esta teoría le sirve de base para afirmar que: “...no hay manera [en]... que las redes apostólicas ev i ten a la l a rga conve rt i rse en denominaciones” (2000: 137). Y, como cita Smith, su liderazgo termine siendo “...personas orientadas al poder... y una vez que llegan a una posición de poder, se conviertan en prote c to res y qu i e ran protege rse a sí mismos en esa posición de poder” (Smith en Miller, 1997: 32). Por ello, es preciso recordar el adagio popular “Nunca digas de esta agua no he de beber”. Por sup u e s to, aún por encima del optimismo receta rio de Wagner (2000:144-152). A ello se suma la necesidad de articular una eclesiología bíblica que sea amp l i a m e n teaceptada en los ámbitos eva ngélicos internacionales, que visualice a la Iglesia como “...comunidad del pueblo de Dios, más que una institución y no debe identifi c a rse con una cultura, sistema social o político o ideología humana particular” (cf. Pa c to de Lausana en Arana: 1987: 36). C. PERSPECTIVA DE LAS REDES DE CONG R E GACIONES Y LÍDERES APOSTÓLICOS La calificación de “refo rma apostólica” se aplica a las iglesias m i e m b ros de este mov i m i e n to. George Hunter62 fue quien incor62 Es un imp o rtante líder y académico del mundo eva n gélico norte a m e ricano. Es decano de la Escuela E. Sta n l ey Jones de Misión y Evangelización Mundial del Seminario Teológico Au s b u ry.

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p o ró en sus escritos tal designación en 1996 (2000: 36). Además, como él bien señala, la influencia de Lyle Schaller fue muy imp o rta n te: “más que cualquier otra cosa, esto me ayudó a decidir usar la palabra refo rm a ”63 (2000: 37). También, este uso tiene el pro p ó s i to de distinguir a estas iglesias de ot ras que han usado histó ri c a m e nte el califi c a t i vo de “apostólicas” (2000: 45). En esencia lo que esta “Nu eva Refo rma Apostólica”64 está planteando es una re fo rma de la práctica y no ta n to de la fe. A decir de Wagner, “...los principios teológicos esenciales de la Re fo rm a quedan inta c tos” (2000: 38). Sin embargo, igual que Gálvez, cre emos que las iglesias carismáticas, y especialmente las iglesias neopentecostales, sí está planteando desafíos teológicos serios, tales como, entre ot ros aspectos: la revelación y una nueva reve l a c i ó n , fruto de visiones o subjetividades pers o n a l e s65 y la teología de la Pa l a b ra. El verd a d e rosignificado de lo apostólico que Wagner connota en su posición es para refe ri rse a: (a) un acerc a m i e n to contextual al estilo de iglesias según se relata en el Nu evo Testa m e n to; (b) t i enen un gran interés por alcanzar a la población “precristiana” o que no asisten a las iglesias eva n gélicas; y (c) reconocen el ofi c i o neotestamentario de apóstol como vivo y activo en las iglesias de hoy... (Wagner, 2000: 46-48). Vale decir que este último es el asp e c to de mayor discusión y debate al pre s e n te. En nuestra opinión debemos analizar el momento histó rico en que esto se propone y a las pretensiones de poder que se soslayan bajo la intencionalidad de la resta u ración del gobierno teocrático o el establecimien-

63 Se refiere a la inspiración recibida a través del libro de Lyle Schaller ¡El mañana llegó ayer!. 64 Según Wagner es tan sólo un título de sus cursos y libros. Tal declaración es desprolija y superficial, pues es más que un mero título. Wagner tiene una signifi c a t i vainfluencia en la articulación de esta nueva tendencia de moda; sí tiene mucho que ver en la confi g u ración de los postulados y enfo ques de este nuevo mov i m i e n to. 65 En la síntesis del libro C h u rch quake de Wagner citando a Bill Hamon, señala que “el llamado apostólico viene después de haber recibido una revelación de parte de Dios”. Esto en sí no re p resenta un problema. Lo es cuando afi rman subjetivamente que para reconocer a un apóstol le preguntan “si tienen una Palabra de parte de Dios” (cf. Wagner, 1999: 7).

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to del Reino venidero a través del gobierno de la Iglesia66 (cf. ICA y Cannistraci, 1996: 29). El liderazgo de estas agrupaciones apostólicas, según Wagner, califica a líderes que están impulsados por una visión de futuro y ciertos va l o res distintivos. Re s p e c to de su posición en la histo ri a , son personas que la aprecian, viven su pre s e n te y anhelan el futuro. No obstante, cabe pregunta rse ¿qué tan insertos viven en la realidad confo rme al análisis ex e gético realizado ante ri o rmente? Similar cuestionamiento nos lo debemos fo rmular todos los líderes de las diferentes facciones cristianas. Además se dice que “...son personas que han sido llamadas a apoderarse del te rritorio y no... a resguardarlo...” (2000: 61). Este lenguaje imp e ri a l i s ta habla de la esencia de su epistemología misionológica. El mundo se reduce a conquista d o res y conqu i s tados, por sup u e s to, sobre la base de un discurso y lenguaje espiritualista o alus i vo al mundo de los espíritus. Vale recordar a los misionólogos norteamericanos, y en ge n e ral anglosajones, que ya no vivimos en la era misionera imperialista. Las iglesias de las naciones que antes eran campo de misión han madurado y se han independizado de las potencias misioneras e ideológicas. Los valores que distinguen a estos líderes son signifi c a t i vos. Se dice que son personas con una teología que cree en absolutos; pero h ay que dife renciar lo teológico de lo cultural anglosajón. Han desarrollado una eclesiología para el mundo (iglesia para el mundo). De este modo, han desarrollado un fuerte énfasis eva n gelístico. De ahí, que su escatología tienda a ser opt i m i s ta. Por ello, ponen un 66 Según la ICA (Inte rnational Coalition of Apostles - Coalición Inte rnacional de Apósto l e s ) : “an apostle is a Christian leader gifted, taught, commissioned, and sent by God with the auth ority to establish the foundational gove rnment of the ch u rch within an assigned sphere of ministry by hearing what the Spirit is saying to the ch u rches and by setting things in order accord i n gly for the growth and maturity of the ch u rch” [“un apóstol es un líder capacitado, enseñado, comisionado, y enviado por Dios con la auto ridad para establecer el gobierno fundamental de la iglesia d e n t ro de una esfe ra asignada del ministe rio, por medio del escuchar lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias y por el hacer cosas en función del cre c i m i e n to y maduración de la iglesia”] (ver esta definición y ot ros detalles en http://www.globalharvest.org/index.asp?act i o n = i c a faq). Esta es una definición muy ambigua y ge n e ral que no descubre la totalidad de sus verdaderas inte n c i o n e s .

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fuerte énfasis en el destino que les espera a los perdidos (cielo o infierno). Pero, ¿qué de la responsabilidad de pensar y actuar en el “ya” de nuestra creación, desde nuestro enfoque de Missio Dei? Para este efe c to, se han organizado en redes que se fundamentan en las relaciones de confianza y amistad, lo cual es supre m a m e n te valioso en un mundo postmoderno deshumanizante (Wagner 2000: 66-82). Finalmente, su eclesiología aún está en proceso de elaboración. No obsta n te, ya se empiezan a ver algunas aristas de su concepción y práctica. Se perciben a sí mismas como iglesias de ciudades, naciones y continente s. Los linderos de su misión son el mundo. Han dejado de lado el énfasis parro quial que, en antaño, cara c terizó a las denominaciones. La megalomanía es el tamaño deseable y el orden del día. Asimismo son iglesias con una gran capacidad de adaptación cultural, para asegurar una ex i tosa comunicación con sus grupos metas, “la ge n te no cristiana”. Las iglesias de las redes apostólicas descansan en un concepto de auto ridad y gobierno episcopal y ve rt i c a l i s ta, enmarcado dentro de ri b e tes de espiritualidad. Podemos decir que aún están en proceso de definir su identidad. En el siguiente capítulo re a l i z a remos algunas puntualizaciones teológicas basadas en los capítulos ante riores: definimos un acerc a m i e n to hermenéutico a la Iglesia y al contex to Latinoamericano desde la clave del poder, para comprender el fenómeno en estudio; pasamos por un análisis de lo que el Nuevo Testa m e n to presenta sobre el tema y, fi n a l m e n te, vimos los acerc a m i e n tos al tema desde el mundo católico, eva n gé l i c o - p rotestante y del mismo s e c tor neo-pentecostal que articula la pro p u e s ta de las redes o Mov i m i e n toApostólico Contemporáneo. Ahora, procura remos trazar unas pinceladas para elaborar una teología de lo apostólico.

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APUNTES PARA UNA TEOLOGÍA NEOTESTAMENTARIA DE LO APOSTÓLICO

La teología en ta n to reflexión crítica sobre la práctica (misión de la Iglesia) nos plantea la necesidad de ser pert i n e n tes y oport unos, so pena de cometer erro res de apreciación en el cronos te o l ógico. Será en el kairos de Dios donde se confi rm a rán las posiciones. No obstante, ello no nos exime de la responsabilidad te o l ó g ico-profética de leva n tar una voz concienzuda para orientar la vida de la Iglesia. Por ello, con la única pretensión de servir a la edificación del Cuerpo de Cri s to, emitimos esta opinión a modo de apuntes para una teología de lo apostó l i c o. A. MISIÓN, APOST O L I C I DAD Y MINISTERIO El marco global de toda teología, si qu i e re ser auténtica te o l ogía cristiana, ha de tener como re fe re n te la “Misión de Dios”. Esta es la dire c t riz que articula el pensamiento y la acción de las igl esias. De ahí la re i te ración de nuestra afi rmación: Todo ministro, incluyendo el “apóstol” no tiene una misión y asignación en sí mismo, ni siqu i e ra tiene dere cho a definir su agenda en fondo y fo rma, pues esta es definida por el Pa d re.

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Ante lo dicho, es de suprema imp o rtancia destacar que su misión apostólica depende de Jesús, quien le da norte a la misión de cualquier ministro del Eva n gelio. El ministe rio de un apóstol ha de estar orientado por los perfiles, enfo ques, directrices y pers p e c t i vas del ministe rio histó ri c am e n te desarrolladas por las iglesias cristianas en su ve rsión cató l ica, eva n gé l i c o - p rotestante y cari s m á t i c a . En esencia, esto supone que un apóstol es un enviado de Dios p a ra la difusión de un nuevo estilo de vida, centrado en el ideal de una vida digna, una ex i s tencia plenamente desarrollada y dignificada (vida etern a ). Pa ra ello: (a) Usa el enfoque encarnacional. Vi ve una fo rma de vida que revela al Cri s to encarnado, mediante un estilo de vida y ent re ga encarnacional; (b) Tiene por pri o ridad en su agenda la pastoral de unidad del Cuerpo de Cri s to; y (c) Asume como prioritaria la o ri e n tación del pueblo hacia la sant i fi c a c i ó n, entendida como coherencia de vida que se va construyendo en la práctica cotidiana y es doblemente relacional. Enseña a los creye n tes a vivir en armonía con Dios y los semejantes. Las dire c t rices cardinales de la ta rea apostólica están demarc adas por Jesús. Basados en las dire c t rices dadas a los Doce y el ejercicio apostólico de Pablo se infi e re que las principales son: (a) El apóstol es un enviado para proclamar el Evangelio del Reino de Dios con una clara orientación hacia la evangelización de los que están separados de Dios, a fin de compartir y construir con ellos una vida de calidad, plena y abundante. Su proclamación ha de estar acompañada de las señales del Reino como expresión de coherencia con esta calidad de vida que busca el bienestar integral de sus ministrados;

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(b) Los apóstoles son validados por la comunidad de fe a la qu e sirven; su re c o n o c i m i e n toviene de ella. Por tanto, son ellas las que confirman tal designación de Dios. Además, esto supone que se deben a las mismas. Si bien no están por encima de ellas, tampoco son sus empleados. Tienen un rol importa n te y por ende su luga r; (c) La ética apostólica demanda de ellos claridad sobre su sistema de soste n i m i e n toy fi n a n c i a m i e n to. Pa ra nada han de ser gravosos, manipuladores o ex p l otadores, a fin de obte n e r del pueblo lo necesario para su digno fi n a n c i a m i e n to. Han de observar estrictas medidas de supervivencia. También han de incorporar principios axiológicos a su ministe rio, tales como el “valor”; asumir los riesgos del “conflicto” como dialéctica fa m i l i a r; “amor absoluto a Dios”, y “disposición sacrificial” en el seguimiento a Dios; (d) Las actividades apostólicas son en esencia cuatro: ( a ) la oración y el ministe rio de la palabra (Hch. 6:4); ( b ) fundar igl esias para asegurar el cuidado pastoral de los nuevos creye ntes (Hch. 13-28); (c) fo rmación de líderes (ancianos, pastores) para el cuidado de esas nuevas congregaciones; y (d) animar y supervisar el desarrollo de la obra o aún corregir lo defectuoso en la vida de las congregaciones. B. AUTORIDAD Y PODER EN EL MINISTERIO APOSTÓLICO El mov i m i e n to apostólico afi rma que sus apóstoles han recibido de Dios la auto ridad (el poder) para ejercer tal don. Tal afi rmación no hace mucha diferencia cuando se reconoce que todos los ministros reciben igual auto ridad de parte de Dios. El problema radica cuando se afi rma que han recibido “mayor auto ridad”, por sobre los otros ministros. De su lado, la Iglesia Católica se sabe a sí misma como la “única y directa heredera de tal auto ridad” (poder) a través de sus obispos por la línea sucesoria petrina y, por ende, papal. ¿Quién tiene la verdadera auto ridad delegada por Dios?, ¿los obispos católicos o los apóstoles eva n gélicos?, ¿los supervisores o d i ri ge n tes denominacionales?, ¿quién es quién?, ¿por qué tanta lu-

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cha de poder? Esta lucha de poder y espacios encubre la ve rdadera realidad humana en su afán por lograr el poder. Parece que nos hemos olvidado de la máxima de Jesús acerca del “servicio” (cf. Mr. 10:45). Tenemos que record a rnos el adagio popular que dice “Quien no vive para serv i r, no sirve para vivir”. Llama la atención la propuesta del mov i m i e n toapostólico contemporáneo, de cuño carismático, debido a su contenido y estru ct u ra organizacional para el desarrollo de su proye c to misional. Esta consiste en organizar sistemas supra denominacionales (sistema h ijo de la cristiandad eva n gélica) a partir de un sistema de a l i a nzas apostólicas interdenominacionales b ajo la auto ridad de un apóstol67 ( que está sujeto a un compañerismo apostólico o concilio de la ciudad), y pasto res cuyas comunidades apostólicas se mueve n en ámbitos locales. Esto supone el cambio estru c t u ral de las fo rmas de organización de las Iglesias eva n gélicas en las diferentes naciones; y tal vez, el fin de las formas clásicas de organización denominacional. Preveemos a futuro una crisis relacional entre el mov i m i e n to a p o s tólico y las denominaciones. Ninguna de las partes cederá gratuita m e n te espacios de “auto ridad” (en realidad, de poder). ¿Cuál será el mejor camino para organizarnos y cumplir nuestra tarea misional? ¡Esto to d avía está por descubri rse! De ahí, la necesidad de abrirnos a la acción del Espíritu y a la lógica organizacional funcional. C. FORMACIÓN DISCIPULAR DEL LIDERAZGO APOSTÓLICO El requisito previo para el ejercicio apostólico es la formación discipular. Este aprendizaje se realiza en el marco de una comunidad de aprendizaje. En la vida y pro n u n c i a m i e n tos de Jesús, es ob67 Según Wagner la ex p e riencia, capacidades y dones los califican para ser apóstoles te rri to ri ales. “Wagner hypothesizes that the most extensive pool for identifying apostles of the city is among the mega-church pasto rs ” [“Wagner pre s e n ta la hipótesis que la más amplia cante ra para la identificación de los apóstoles en la ciudad está entre los pasto res de mega-igl e s i a s ”] (Wagner, citado en Arise Magazine, 2000: 5). Sí y no. No se puede aseve rar que, desde el pragmatismo de su funcionalidad, tienen necesari a m e n te los dones pert i n e n tes para tal ofi c i o .

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vio que la prioridad es la realización de procesos de formación discipular. Esta es crucial para asegurar una poste rior encomienda (Mt. 28:16-20); de lo contra rio, es muy riesgoso encargar cualqu i e r ministe rio a neófi tos. Esto pone en riesgo cualquier mov i m i e n to de Dios en la histo ria. Ejemplo de ello son los av i a m i e n tos que te rm i n a ron muy rápido por falta de seguimiento y formación discipular (p.e., Principado de Gales, Chile, Islas Timor en Indonesia, e n t re ot ros). De igual fo rma, los mov i m i e n tos apostólicos genuinos están en peligro de ser desechados por causa de los improv isados y arrivistas68. El discipulado, por su parte, será el que provea profundidad y m a d u rez a la iglesia y a su liderazgo para enfrentar los desafíos contemporáneos y responder a la altura de Cri s to como colaborador de su misión. A su vez, por medio de él, los mentores podrán influir en todas las áreas de la ex i s tencia humana y para toda la vida de la nueva ge n e ración de discípulos-apóstoles que asuman con decisión la tra n s fo rmación de la sociedad. Además, el discipulado facilitará una manera segura de pasto rear al pueblo de Dios y p otenciarlo en Cri s to para el desarrollo sin igual de su misión transformacional. D. ¿UNA NUEVA ECLESIOLOGÍA APOST Ó L I CA? La eclesiología de los mov i m i e n tos apostólicos aún está en proceso de fo rmulación. Sin embargo, ya en Churchqu a ke Wagner anticipa un inte n to de plante a m i e n to teológico. Las proposiciones básicas re fo rmulan: (a) la estru c t u ra de auto ridad tradicional; (b) n u evos estilos de liderazgo; (c) nuevos enfo ques o énfasis ministeriales; (d) nuevos estilos de adoración; (e) nuevas fo rmas de oración- intercesión; (f) nuevas fo rmas de fi n a n c i a m i e n to y subsiste ncia; (g) nuevos enfo ques sobre misiones, con re fe rencia a los más necesitados; (h) una nueva orientación sobre el poder del Espíri t u S a n to en tanto tra n s formador del corazón (1998: 3-7).69 68 Diálogo personal con el Dr. Pablo Deiro s . 69 E s ta es la síntesis del libro The New Apostolic Churches [Las Nu evas Iglesias Apostólicas] de Pe ter Wagner, que aparece en www.globalharve s t . o rg

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Al parecer, no se cita nada respecto a su teología de la reve l ación70, que es crucial para sostener sus nuevas doctrinas seudoa p o s tólicas, pues lo verd a d e ra m e n te apostólico es aquello que está confo rmado a la revelación plasmada en los escri tos apostó l icos. El abrir “el canon” los posiciona como sujetos con capacidad de articular nuevas revelaciones y, por tanto, nuevas doctrinas. Por ende, con justa razón Art u ro Piedra denomina a este mov i m i e n to como “la religión apostólica” (Piedra: 2003: 58). Son las religiones que se articulan sobre un escri to sagrado y establecen sus códigos hermenéuticos; en este caso, el código de la inte rp re tación postmoderna y existencialista. No olvidemos que es la Pa l a b ra la qu e da fo rma al discurso religioso y, por ende, a las prá c t i c a s . Finalmente, esta nueva eclesiología “apostólica” es más pragmática que teológicamente cohere n te. Desde una lectura fe n o m enológica están en condiciones de ser instituidos como apóstoles terri to riales los pasto res de mega - i glesias, por la mera observa c i ó n de sus capacidades ejecutivas. Sin embargo, ¿qué del perfil, dire ctrices y roles que bíblicamente se establece para este don y ministe rio?, ¿por qué no se toma en cuenta estos aspectos para tal definición? E. PERSPECTIVAS CAT Ó L I CA, PRO T E STANTE Y CARISMÁT I CA SOBRE LO APOSTÓLICO E x i s te un paralelo intere s a n te entre el sentido jerá rquico de la Iglesia Católica y la proposición te rri to rial del Mov i m i e n toAposólico Conte mp o ráneo. Tal parece que –conciente o inconscientem e n te– esta último está simulando tal estilo jerárquico. Ad e m á s , p a rece que ex i s te una relación entre el contex to socio-político de las naciones imp e ri a l i s tas con el formato ideológico-político qu e a d o ptan tales mov i m i e n tos. En el capítulo 2 mostramos las similitudes de estos estilos de liderazgo en los ámbitos político, económico y militar. ¿No será que en ambas ex p resiones religiosas (ca70 Según Eckhardt [los apóstoles] “ f recuente m e n te son los primeros en predicar ciertas revelaciones que Dios está entregando a la Iglesia...”. Además, están en capacidad de “ . . . e stablecer una nueva revelación” (Eckhardt citado en De León, www.digits.com).

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tólica y apostólica) se están reproduciendo ciertos articulados ideológicos bajo un discurso religioso, estilos de liderazgo que son h ijos de un sistema imp e ri a l ? C u a l quier mov i m i e n to cristiano que se llama a sí mismo eva ngé l i c o - p rotestante ha de ceñirse a los postulados que le dieron vida a la facción cristiana que re fo rmó a la Iglesia Católica en el siglo XVI. La sujeción ha de darse en teología, doctrina y pasto ral. C u a l quier alejamiento de estos postulados, con justa razón, es visto con sospecha. Además, los linderos para el ejercicio de todos los ministe rios están definidos en las Escri t u ras. De modo que el e j e rcicio del ministe rio fuera del marco bíblico ha de ser debidam e n te cuestionado con espíritu bereano. Las Iglesias y sus te ó l ogos han de hacerlo en un marco de re s p e to pero con la libertad que nos asiste como seres pensantes y dependientes de Dios y de su pueblo, características que se observa ron en la mayoría de los Concilios ecuménicos a lo largo de la histo ria del cristianismo. No obsta n te a todo lo ex p resado, el Movimiento Aposólico ha h e cho una contribución signifi c a t i va al mundo eva n gélico-prote sta n te: lo ha cuestionado y desafiado a mirar hacia adentro, para analizar sus falencias y descuidos. En especial, ha leva n tado cuestionamientos relacionados a temas tales como: el cuidado de sus m i n i s t ros y su capacitación, el desarrollo de procesos organizacionales funcionales y no ta n tos burocráticos y, fi n a l m e n te, la rev i talización de la confianza y amistad entre sus ministros. Hemos llegado al final de un recorrido, donde… (a) Estudiamos, en los capítulos 1 y 2, las fo rmas en que se articula el paradigma del poder global en los ámbitos políticos (inte rnacional y nacional) y religioso eva n gélico (el mov imiento apostólico contemporáneo), (b) Revisamos, en los capítulos 3 y 4, la cuestión apostólica en el Nuevo Testa m e n to y algunas pers p e c t i vas sobre la iglesia y ministe rio en el espectro cristiano actual. (c) Presentamos, en el capítulo 5, algunos apuntes para una te ología neotestamentaria de lo apostó l i c o .

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Sin embargo, nos queda la pregunta: “¿Y ahora qué?”. ¿Qué haremos en adelante? En virtud de ello, en el próximo capítulo nos permitiremos proponer ciertas pautas para el tra ta m i e n to de este fenómeno que representa una tendencia creciente en la Igl esia Eva n gélica Latinoameri c a n a .

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PROPOSICIONES TEOLÓGICO-PASTORALES SOBRE EL MOVIMIENTO APOSTÓLICO CONTEMPORÁNEO

Nos interesa, por vocación pasto ral, que la Iglesia desarrolle posiciones teológicas que le ayuden a conducirse y ejecutar su misión. Por ello, a continuación presentamos algunas propuestas para este efe c to en su acerc a m i e n to al mov i m i e n to apostólico contemporáneo: 1. P recisamos clari ficar lo que re a l m e n tees apostólico y sus tareas en la Biblia. Desde la teología de misión propuesta ( M i ssio Dei), la labor de un apóstol debe estar circunscrita en el m a rco de ser un colaborador de Dios en el desarrollo de su misión; es un facilitador para el desarrollo de la ta rea misionológica de la iglesia.71 Por tanto, vale aclarar que al igual que el profe ta, el eva n gelista, el pastor y el maestro, tiene igual responsabilidad en su ta rea misionológica. Pero además precisamos recordar que no se le oto rgó posición jerá rquica sobre los demás m i n i s t ros citados en Efesios 4:11; se nombra al principio al 71 E s te es el arg u m e n to de Pablo Deiros que se incorp o ró en la disertación docto ral pre s e n tada por In Sin Hong para obtener su docto rado en ISEDET. Ver “Iglesia posmodern a ”, publicado por Ediciones Kairos.

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a p ó s tol, pero esto no habla de posición de auto ridad o pri v i l egio. Al contrario, lo que sí se destaca es que los cinco ministerios tienen la misma responsabilidad, pero en su ámbito ministe rial específico. Esto es, mientras hace labor apostólica, eva ngelística, pasto ral u ot ra “capacita al pueblo de Dios para qu e ellos hagan el ministe rio” que Dios ha asignado a cada cual. Es decir, que el apóstol capacite al pueblo para el cump l i m i e n to de la labor apostólica, y así haga cada uno de los ministerios. Insistimos: Efesios 4:11ss señala roles y no posiciones jerárqu icas, ministe rio y no poder omnímodo. 2. La misión de la iglesia es la misión de Dios y no ot ra en particular. Dado que la misión de Dios se cara c te riza por su alcance global (toda la creación), la nuestra ha de tener los mismos alcances. Opera t i va m e n te, en lo tocante a lo apostólico esto se puede articular desde la filosofía holística o inte gral. Usando la articulación prov i s ta por Orlando Costas, requ e rimos de la labor apostólica bíblicamente concebida para la proyección mis i o n e ra - evangelística de la iglesia en los luga res donde aun no se conoce el eva n gelio de Jesucri s to. Pero, además, re qu e rimos de este ministe rio para ge n e rar procesos de cuidado pastoraleclesial de los nuevos creye n tes, para lo cual es insustituible la fo rmación de líderes que cuiden a la grey del Señor. Y, el pastoreo de pasto res y sus familias que de alguna manera las organizaciones denominacionales descuidaron. 3. Los cinco ministe rios, incluyendo el apostólico, reciben poder de Dios para el te stimonio y cump l i m i e n to de su ministe rio, (capacitar al pueblo de Dios para que cumpla su labor apostólica, ev a n ge l í stica, diaconal y docente ) . Esta es una dotación especial de Dios para proveernos de los dones y ministe rios desde una óptica comunitaria para el servicio a Jesucri s to y la sociedad. Lo que se confiere es poder para el servicio (cf. Hechos 1:8), y no poder para el esta b l e c i m i e n to de jerarquías72 o en aras de establecer un gobierno teocrático, para posicionars e 72 Cf. Los cinco niveles de RAMCU (www.ronych avez.org).

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como los nuevos líderes político-religiosos. De hecho, aunqu e suene irrevere n te cuestionar lo “sagrado y súper espiritual” qu e p re tende encarnar el mov i m i e n to apostólico, estamos mora lm e n te obligados por la Biblia a declarar que el poder fue dado p a ra el servicio a Dios y a los demás. De lo antes dicho surge la necesidad de buscar pistas para la c o mp rensión de los fenómenos que aparecen de modo perm an e n te en las filas eva n gélicas, y que tienden a distraer a las igl esias de Jesucri s to de su misión y, por ende, a desubicarla con n u evas modas o tendencias. Tenemos que poder orientar a las mismas hacia el seguimiento radical de Jesús y su Misión en medio del imp e rio neoliberal en América Latina, para establecer la fe y la esperanza de un presente y mañana digno y equ ita t i vo para todos los seres humanos. Dicho de ot ro modo, nos corresponde cuestionar todo aquello que se eri ge en el campo político, económico, militar, cultural y aun religioso como abs o l u to y detentador de un poder omnímodo, aun cuando se p re tenda hacerlo en nombre de Cri s to. La razón para ello, es evitar que nos deslicemos de las enseñanzas de Jesús. S o b re este aspecto, Mr. 10:45 y Lc. 9:35 plantean requ e ri m i e ntos categó ricos sobre el carácter de los servidores: (a) han de tener un estilo de vida sacri ficial por su pueblo, y (b) ser pers onas sin poses, sin fi g u raciones ni protagonismos. Esto contra d ice, por supuesto, lo que vemos en parte del liderazgo conte mp o ráneo. Por ta n to, recordemos una vez más que el Espíri t u S a n to y su poder fueron dados para el cumplimiento de la misión de Dios. Las ex p resiones carismáticas de poder confi rman el poder ex t ra o rd i n a rio del Señor, pero de ninguna manera establecen ministe rios de primera, segunda o tercera categoría. Todos los dones y ministe rios operan singularm e n te en el marco de la comunidad para su edificación y no para establecer élites de poder similares a las que vemos, entre ot ros, en los ámb i tos político o militar. De allí que no hay sustento para legitimar el abuso de poder, la revelación y acción ministe rial ex t ra bíblica o, que pre tendiendo ser tal, inte rp re ta ahistó rica o intui-

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t i va m e n te las Escri t u ras, para hacer decir a éstas lo que soste nga o legitime las posiciones particulares de aquellos que están s e d i e n tos de poder. 4. El pueblo de Dios precisa asumir un rol verdadera m e n te profético en to rno a la variedad de movimientos evangélico-postmodernos que absolutizan el poder en un grupo de elegidos. Desde luego, la radicalidad esta rá mediada por la re s i s tencia de las comunidades cristianas a los plante a m i e n tos de muerte del n u evo orden mundial, de su proye c to neoliberal y de todas las ex p resiones de liderazgo en los dive rsos campos de la vida humana que sacralizan el poder en manos de unos pocos, aun si son los considerados “ungidos”. Pa ra asumir la resistencia es necesario privilegiar la concienciación, la oración y la acción de n u e s t ras comunidades a través de la labor docente, de tal fo rma que ponga en evidencia a los sistemas y poderes que organizan a la sociedad global y local, incluyendo a las organizaciones religiosas. Por ta n to es preciso ev i tar la seducción del poder humano que se oculta tras el velo religioso, que lo soslaya , y resistir cualquier fo rma de poderío, sean estos políticos, militares y aún religiosos. Al ejercer dicha tarea pro fética, se precisa una gran dependencia del Espíritu Santo y del estudio que fa c i l i teel discern i m i e n to espiritual e histó rico. Es necesario distinguir lo bueno y malo de cada movimiento y conducirlos, guiarlos, por la senda del eva ngelio bíblico. 5. Las denominaciones e iglesias tradicionales precisan recuperar la responsabilidad de acompañar pasto ra l m e n te a sus min i st ros, ev i tando la típica re p resión fre n te a sus deficiencias o deslices y el inte rés pura m e n te pro fesional (eclesial), y prestar más atención a las necesidades inte grales o humanas de los mismos. La concentración en los aspectos administrativos y ministe riales de las iglesias ha provocado la marginalización de las dimensiones humanas y relacionales de los pasto res y sus familias. Ante este contex to, cada vez más común, los tales buscan instancias alte rn a t i vas donde encontrar “cobertura”,

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a c o mp a ñ a m i e n to espiritual y humano, y capacitación73. Las organizaciones a las que se pertenecen deberían bri n d a rles esto s servicios. Por otro lado, tales organizaciones precisan recuperar su espacio y fo rtalecer su liderazgo en el concierto eclesiástico y social. Si estamos viviendo una etapa post denominacional se debe justam e n te a dichos descuidos. Sin embargo, aún hay tiempo para recuperar los espacios perdidos en los ámbitos posdenominacionales y neutralizar las fuerzas de mov i m i e n tos exógenos. 6. Las iglesias locales han de proveer el cuidado pasto ral a sus p a stores. Las iglesias locales deben crear condiciones favo rables que ev i ten la concentración administra t i va, el manejo del dinero y el abuso de poder, ta n to de los pasto res como de los integrantes de las juntas administra t i vas de las iglesias, para asegurar el equ i l i b rio y buen desarrollo ministe rial de las mismas. Tal p roposición incluyen a los apóstoles contemporáneos. 7. Las alianzas o confra te rnidades ev a n gélicas nacionales y latinoamericanas han de crear espacios de encuentro para fomentar diálogos, reflexión, oración y consensos, que faciliten el adecuado trata m i e n to de problemáticas como la analizada en este caso. También han de ge n e rar opciones alte rn a t i vas qu e ayuden a preservar la unidad del pueblo eva n gélico en cada uno de los países y prevenir las atomizaciones de movimientos o grupos que fragmenten la unidad de la iglesia eva n gélica. Por lo ex p resado, es recomendable que el tema sea tra ta d o abierta m e n te en un espíritu eva n gélico y dialogal. Además, persiste la necesidad de establecer una ori e n tación pasto ral med i a n te un fo ro con los principales líderes denominacionales y de cuerpos pasto rales en los respectivos países latinoameri c a73 En el Magno Encuentro de CO N E LA (Panamá, 19 al 22 de mayo del 2004), un dire c t i vo de AMANECER Venezuela info rmó que las inve s t i gaciones de AMANECER en varios países de América Latina muestran que el 70% del gremio pasto ral no tiene educación fo rmal. ¿Qué esfuerzos serios están realizando las denominaciones para fo rmar a su pasto ral? Así mismo, vale reconocer con igual honestidad la preocupación del mov i m i e n to apostólico por prove e r capacitación a sus apóstoles y títulos fo rmales validando su ex p e riencia ministe rial ante ri o r. Por su puesto, deberíamos analizar la seriedad de tales pro gramas.

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nos, donde a la vez se tra te con caridad cristiana pero con fi rmeza “bereana” esta situación. Inclusive es recomendable qu e se emitan cartas pasto rales que fomenten el estudio del fe n ómeno y sus resultados en los países donde se hayan esta b l e c ido estas redes o movimientos apostólicos contemporáneos. Esto se haría no para fomentar las discusiones o divisiones sino p a ra orientar, situar la problemática y juntos proponer los cambios que se precisen realizar en todos los estamentos que hacen parte de la Iglesia de Jesucristo. No olvidemos que este es un p roblema sistémico; por ta n to, todos debemos hacer aj u s tes y cambios que nos perm i tan cumplir con nuestra misión. 8. Las redes apostólicas bien harían con repensar su enfo que min i ste rial a la luz de la cuádruple función de un apóstol y reorientar, a partir de ella, su misión. A la vez, bien les haría una seria autocrítica sobre sus principales postulados de fe, gobierno, finanzas y organización. Es preciso ubicarse histó ri c a m e n te en las realidades te rrenas y part i c u l a rm e n te visualizar los campos en que se han incorp o rado los anti-va l o res de las sociedades postmodernas, tales como, entre otros, el hedonismo, el culto a la personalidad, el exceso de interés en lo estético (narcisismo religioso), el amor al dinero y el pragmatismo. Sin obstar lo antes dicho, dejamos constancia de nuestro comp romiso con esta Iglesia amada, la de Jesucri s to. Aquella que con sus virtudes y defe c tos es sujeto del amor de Dios y tiene un papel re l evante en la Missio Dei. Por ello estamos obligados, en el Señor, a ser un Iglesia en constante re fo rma y auto d e p u ración. Confiamos que su Espíritu nos acomp a ñ a rá a todos y todas para discernir y re fo rmar aquello que se sale de la senda del Eva n gelio o abandona, consciente o inconsciente, su ta rea o enfoque pri m o rdial. De ahí que ta n to, las iglesias denominacionales como los Mov i m i e n tos Apostólicos Conte mp o ráneos tenemos que hacer nuest ra propia auto evaluación y crítica inte rna para mejorar y tra n s fo rmar lo disfuncional.

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Bibliogra f í a74

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Bibliografía Electró n i c a En los siguientes sitios web se puede encontrar info rmación sobre el mov i m i e n to apostólico en dife re n tes idiomas: http://www. ro nych ave z . o rg http://www.home.home.inreach.com/bsanteley/sdidache.htm http://www. p roye c to p u e n te.com http://www.restaurate.net/ramr.htm http://www.shekinah.org.br http://www.globalharvest.org (ICA) http://www.apostolic.net/ http://www.goodpreaching.com/ http://www.gl o b a l awakening.com http://www.mannachurch.org/ http://www.mielrd.americas.tripod.com

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¿QUÉ ES EL MOVIMIENTO MESIÁNICO?

INTRODUCCIÓN Con seguridad muchos han oído o leído sobre el mov i m i e n to mesiánico; es imp o rtante conocer un poco sobre qué es este mov i m i e n to, qué es lo que creen y cuál es el peligro del mesianismo en la iglesia cristiana eva n gélica, y de qué fo rma la Iglesia debe estar pre p a rada para contrarrestar las malas enseñanzas del mismo. Es difícil definir al mov i m i e n to mesiánico porque hay va rias i glesias que se consideran parte del mismo pero tienen diferencias fundamentales entre sí. Por ejemplo, algunos mesiánicos fe s te j a n la Pascua judía en sus celebraciones, ot ros comp a rten la Santa Cena pero incluyen algunas oraciones de la M i s h n á,75 específicamente del tratado del Pesajim (los panes sin leva d u ra). Otras igl e s i a s mesiánicas incorp o ran, en fo rma ex t rema, el idioma hebreo en su l i t u rgia mientras que algunas iglesias pentecostales mesiánicas solamente utilizan algunas palabras de este idioma. Hay iglesias mesiánicas que niegan la divinidad de Jesús junto a ot ras que la afi r-

75 La M i s h n á es un libro que contiene todas las tradiciones judías litúrgicas y fe s t i vas (además de las estipuladas en el Antiguo Testa m e n to), que fueron recopiladas hacia el s. II d.C. por el rabí Judá el Santo. Este libro aún tiene vigencia para los judíos.

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man. En fin, este mov i m i e n to es muy dive rso y complejo en su funcionamiento. El mov i m i e n to mesiánico puede ser definido diciendo que es una corri e n te teológica que impone un pensamiento judío, basado en el Antiguo Testa m e n to y en la litera t u ra rabínica, combinado con algunas doctrinas cristianas. A pesar de sus diferencias, hay un elemento que une a las igl esias del mov i m i e n to mesiánico en su teología y liturgia, y es prec i s a m e n te la imp o rtancia que oto rgan a la función sacerd otal (en la línea del sacerdocio aarónita-levita). E s te mov i m i e n to ha tenido aceptación básicamente en las igl esias de corte pietista y fundamentalista; en los últimos diez años el auge del mesianismo en Latinoamérica se ha dado. Pa ra alcanzar una mejor apreciación de este mov i m i e n to, que puede ser considerado una s e c ta, se deben mirar sus orígenes y desarrollo hasta confundirse con el cristianismo. A. ORIGEN DEL MESIANISMO EN LA HISTORIA DE ISRAEL El tema del mesianismo ta mpoco es algo que se deba obv i a r, por una simple razón: es un tema neta m e n te bíblico. El Mesías fue esperado en la histo ria del pueblo de Israel; esto puede ve rse en la l i te ra t u ra rabínica judía, por ejemplo en los Midrashim,76 donde se hacen comentarios y alusiones a esta fi g u ra escatológica, el Mesías, que para nosotros, los cristianos, habría de ser Jesucri s to . El mesianismo tiene su fundamento, aunque no tan marcado, en el Antiguo Testamento. El tex to bíblico que origina el mesianismo teológico es 2 Samuel 7:1-16: el pro fe ta le dice a David que su descendencia seguirá gobernando. Ese es un punto fundamental para entender el ori gen del mesianismo en el Antiguo Testamento.

76 La palabra Midrashim es el plural de Midra s h, té rmino que viene del verbo hebreo dara s h, que significa “comentar”, “inve s t i gar” y “contextualizar”. Es un conjunto de tra tados doctrinales, muchos de ellos de corte legislativo que contextualizan la To rá oral (la Ley oral) prove n i e nte del Sinaí.

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Ac o n teció que cuando ya el rey habitaba en su casa, después que Jehová le había dado reposo de todos sus enemigos en derredor, 2dijo el rey al pro fe ta Natán: Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas. 3Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo. 4 Ac o n teció aquella noche, que vino palabra de Jehová a Natán, diciendo: 5Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more? 6Ciertam e n te no he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo. 7Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿Por qué no me habéis edificado casa de cedro? 8A h o ra, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejérc i tos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; 9y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra. 10Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al pri n c i p i o , 11desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa. 12Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo leva n ta ré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afi rm a ré su reino. 13El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siemp re el trono de su reino. 14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castiga ré con va ra de hombres, y con azotes de hijos de hombre s ; 15pero mi miseri c o rdia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual qu i té de delante de ti.

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Y será afi rmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu ro s t ro, y tu trono será estable ete rn a m e n te . (2 Sam. 7:116, RVR60)

En este tex to se menciona la pro fecía de Natán a David: su descendencia seguiría gobernando. De hecho, esto se cumplió; cuando se dividió el pueblo judío, las tribus del sur siguieron con la línea davídica, no así las tribus del norte. Entonces, este tex to puede ser considerado como el ori gen de un mesianismo que se seg u i rá tra b ajando te n u e m e n te en el Antiguo Testamento. Hay que hacer una diferencia técnica: no es lo mismo leer el Antiguo Testa m e n to en hebreo que leerlo en la ve rsión gri e ga. En el tex to hebreo la alusión al mesianismo no es tan pronunciada, debido a la imp o rtancia que se le dio a las instituciones del sacerdocio y el profetismo. En la traducción que se hizo del hebreo al griego, conocida como Sept u a g i n ta,77 se aprove cha la polisemia del lenguaje para incluir los matices del mesianismo. Un ejemplo de e s to se encuentra en los cuatro cánticos del Siervo Sufriente donde se puede detectar la línea mesiánica. En Isaías 52:13, en hebreo se usan los verbos en plural colectivo, dando a entender que el re sto de Israel es quien asume la fi g u ra de Siervo Redentor; en la Septuaginta se usan los verbos en singular, haciendo re fe rencia a un personaje escato l ó g i c o que en la lectura cristiana ha sido identifi c ado, e inte rpretado, con Jesucri s to . Esta observación vale ya que, ateniéndose al tex to hebreo, podemos decir que el mesianismo no tiene un énfasis tan fuerte. Pero también hay que considerar que el Antiguo Testa m e n to describe va rios tipos de mesianismo, y no es algo unifo rme; la fi g u ra mesiánica no es tan directa y clara, ya que el tex to veterotesta m e ntario presenta cuatro modelos.

77 La Sept u a g i n ta o Ve rsión de los LXX es una traducción del Antiguo Te s ta m e n to en idioma h e b reo al idioma griego. Fue realizada aproximadamente entre los siglos III y II a.C., en la época del rey griego Ptolomeo II Filadelfo .

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1. El Mesías sufri e n te Es mencionado por el pro fe ta Isaías en cuatro cánticos (Is. 42:17; 49:4-11; 50:1-11; 52:13 - 5 3 : 12); el Mesías ocupa el lugar del siervo que sufre y tiene una muerte vicaria, una muerte sustituta por los pecados del pueblo. Este modelo es enfatizado por la ve rsión gri e ga del Antiguo Testamento. 2. El mesianismo colectivo I s rael ocupa el lugar del Mesías, el Israel próspero, el Israel estable económica, política y teológicamente. Este modelo es enfa t izado por el tex to hebreo del Antiguo Testamento. 3. El mesianismo sacerdota l Esta corri e n te tiene su ori gen en el sacerdocio aarónico lev i ta; e s te tema será desarrollado más adelante. Es pre c i s a m e n te esta línea la que utiliza el mov i m i e n tomesiánico cristiano para legitimar su pensamiento . 4. El mesianismo real La litera t u ra rabínica inte rp re tó que 2 Samuel 7 hacía re fe rencia a un mesianismo político, y se esperaba que el Mesías fuera un revo l u c i o n a rio. Este modelo de mesianismo fue el que más imp a ctó y que tuvo mayor aceptación en ciertas sectas del judaísmo contemp o ráneo en la época de Jesucri s to, especialmente en el mov i m i e n toguerri l l e ro llamado zelotes, quienes esperaban un Mesías que desenfundara la espada y los libera ra política y socialmente. De manera que al hablar del ori gen del mesianismo en la histo ria de Israel, debe remarc a rse que el Antiguo Testa m e n to presenta cuatro modelos de mesianismo, distintos entre sí, por lo ta n to no se puede decir “ E sta era la única figura mesiánica en el Antiguo Testamento y en la época de Jesús”.

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B. DIVERSOS MOVIMIENTOS MESIÁNICOS EN LA HISTORIA DEL CRISTIANISMO Cuando se fundó la primera iglesia cristiana en Jerusalén, que estaba confo rmada por judeocristianos, desde donde Mateo escribió su eva n gelio, empezó a form a rse un cristianismo mesiánico que tomó fuerza y se desarrolló a lo largo de la histo ria. Debido al énfasis en sus tradiciones judías, estos cristianos comenzaron a estorbar la obra misionera del apóstol Pablo. Cuando é s te realizó su primer viaje misionero a Galacia del Sur, que abarca las ciudades de Antioquía de Pisidia, Derbe, Iconio y Listra, su p rimer inconve n i e n te fue con los judaizantes cristianos que trataban de imponer las tradiciones y costumbres judías al cristianismo. Pablo fue el primero que los combatió de fo rma frontal, inclusive usando sarcasmos; testimonio de esto es la carta a los Gálatas. El Apóstol muestra que es un teólogo misionero magistral y enseña que para ser misionero se debe ser un antropólogo cultural. ¡Qué linda enseñanza hallamos en esta carta! Al tratar de describir cuál era el punto débil de los galos apela a su origen. Él sabía que esos hombres que habitaban en la región de Galacia (llamada así en honor a los galos), procedían de la actual Francia. A los galos les encantaba la libertad, no les gustaba s o m e te rse a ningún rey humano; eran tribus muy libres. Pablo esc ribió una carta hablando de la libertad en Cri s to Jesús, es decir, tomó el tema de la libertad y lo cristianizó. Ese fue un golpe bajo a los cristianos judaizantes, pero siguieron molestando en va rias i glesias donde Pablo iniciaba misiones. Cuando desapare c i e ron los apóstoles, la labor misionera fue continuada por sus discípulos; también ellos se enfrenta ron con el tema de los judaizantes. Encontramos a Ignacio de Antioquia camino al mart i rio en Roma, en el año 113 d. C., atravesando to d a Asia Menor. Ignacio escribió siete cartas desde Esmirna y Troas; y uno de los temas que trató fue pre c i s a m e n te los judaizantes cri stianos. O sea que seguían siendo un estorbo, y no solamente para Ignacio. Encontramos alusiones al caso en Ireneo e inclusive en el mismo Concilio de Nicea, convocado por el emperador Cons-

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tantino y llevado a cabo en el año 325 d.C. En este Concilio se tra tó la herejía arriana, la cual tomó de la teología de los judaizantes cristianos. Arrio fue un pre s b í te ro de Alejandría que soste n í a que Cri s to fue enge n d rado, eso significaba que tuvo un comienzo. Y si Cri s to tuvo un comienzo, se concluía que Cri s to no es Dios, porque Dios lo declaró Hijo suyo. Hay que tener en cuenta que ya en los siglos II-III d.C., antes del Concilio de Nicea existieron dos tipos de judaizantes cri s t i anos: los moderados y los radicales. Los cri stianos judaizantes modera d o s, que eran mesiánicos, decían que los cristianos judíos debían observar la ley de Moisés y las tradiciones, pero no obligaban a que los gentiles lo hicieran. Por otra parte, los cristianos judaizantes radicales, conocidos como ebionitas,78 sostenían que el cristianismo debía somete rse a las costumbres judías, especialmente a dos: la observancia del sábado y la circuncisión. Los ebionitas observa b a n la Ley oral y escrita. No hay que perder de vista que los judaizantes eran cristianos, pero el punto central de los ebionitas era que negaban la divinidad de Jesucri s to y solamente enfatizaban su humanidad. Ellos decían que Jesucri s to simp l e m e n te era un pro fe ta que vino a mot ivar al mundo para que cumpla con la Ley; reducían la función de C ri s to al ámbito pro fético. Le qu i taban a Cri s to lo fundamental, que es la esencia de la fe cristiana: su obra salvífica pascual, su m u e rte ex p i a to ria. También cuestionaban su re s u rrección como parte de la gl o ri ficación. Este mov i m i e n to inspiró a Arrio para su elaboración cri s tológica herética que afirmaba la humanidad de C ri s to, negando su divinidad. C. EL MESIANISMO ACTUAL En América Latina ex i s ten va rias ex p resiones mesiánicas, como ya hemos mencionado en la introducción, pero el mov i m i e n to puede re s u m i rse en cinco ve rt i e n tes o líneas. 78 El té rmino e b i o n i ta proviene del susta n t i vo hebreo ebión, que significa “pobre”, “humilde” o “limosnero ” .

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1. Mesianismo moderado Esta línea sostiene la divinidad de Cri s to y su redención ex p i ato ria. La liturgia no tiene connotaciones exc l u s i va m e n tejudías, sólo se usan ciertas ex p resiones, y se reemplaza el nombre “Jesús” por “Jeshúa”. Lo que hace mesiánico a este mov i m i e n to es el hecho de pre s e n tar a Cri s to en su función de rey y sacerd ote, elaborando una promesa escatológica de que la Iglesia va a ejercer un poder político (de reinado) en un futuro escatológico sobre las naciones. También celebran la Santa Cena, pero no incluyen la Pascua judía. Otra de sus cara c terísticas es el bautismo de niños. Este tipo de mesianismo se ha desarrollado inte n s a m e n te en el Ecuador, específi c a m e n te en la región de la costa. 2. Mesianismo con énfasis en la Pascua Esta corri e n te fundamenta su liturgia en la Pascua judía, que incluye el sacrificio de un cordero. Rige el calendario litúrgico anual. La fo rma de comer la Pascua es tomada de la M i s h n á, en la cual se usan los cinco pasos y se incluyen las cuatro copas de vino y los dos platos, tanto las hierbas amargas como el cord e ro pascual. 3. Mesianismo con énfasis en el lenguaje hebreo en la liturg i a Esta corri e n teno incluye el cordero pascual ni tampoco la Santa Cena. Utilizan un lenguaje litúrgico hebreo, copiado de los lib ros de oraciones judías; uno de ellos el Qadish. También este mov i m i e n to menciona que a Jesús hay que llamarlo “J e s h ú a ”. 4. Mesianismo que exige la circuncisión E s te es uno de los más populares en América Latina, sobre todo en Centroamérica. Su cara c terística específica es la ex i gencia de la circuncisión a los nuevos creye n tes. También incluyen la Pascua judía en sus celebraciones litúrg i c a s .

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5. Mesianismo sacerdota l Se enfatiza la fi g u ra del sacerdocio aarónita-levita. Au n que ta mbién los ante riores tipos de mesianismo ya lo incluían, ésta línea e n fatiza mucho el ritual sacerd otal veterotestamenta rio de la expiación una vez al año, reproduciéndolo hasta la exa ge ración. Los elementos de sus templos son iguales a los elementos que tenían las antiguas sinagogas. Este mov i m i e n to no cree en la divinidad de Jesucri s to, sino sólo en su humanidad. Niegan la vigencia del Nu evo Testa m e n to, enfatizando las leyes del Antiguo. Hay que reconocer que las cuatro primeras líneas del mesianismo no le dan imp o rtancia al Nu evo Testa m e n to, pero tampoco lo niegan; en cambio el mesianismo sacerdota l niega tota l m e n te su inspiración y reduce a Jesucri s to al rol de profe ta y maestro que enseña la Ley judía. Otro punto en común de las cinco líneas del mov i m i e n to es la imp o rtancia del idioma hebreo en la función litúrgica. Enseñan que es incorrecto usar el nombre “Jesús”, y lo reemplazan por “J e sh ú a”; trataremos este tema será tra tado en el capítulo 2.

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DEFENSA DE LA FE EN CONTRA DE LAS ENSEÑANZAS DEL MESIANISMO

A. C R I STO DIOS Los padres de la Iglesia dicen que el pasaje que Arrio citó para s o s tener su herejía de que Jesucri s to no era Dios, fue Romanos 1:4: “… que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíri t u de santidad, por la re s u rrección de entre los muertos…” (Ro. 1:4) La herejía de Arrio, como se mencionaba ante ri o rm e n te, se inspiró en el ebionismo, el cual sostenía que Jesucri s to no era Dios. El tex to de Romanos puede ser polémico pues dice “fue declarado Hijo de Dios”. Sin embargo, aquí hay un problema de tra d u cción que ha afectado la comp rensión de Cri s to como Dios. Por eso es necesario analizar este pasaje y tener pre s e n te los siguientes elementos para elaborar una defensa de la divinidad de Jesucri s to ante los mesiánicos modernos que la niega n . El verbo griego usado en el ve rsículo cuatro que se ha tra d u c ido como “se ha declara d o ”, es el ve r b o o+rivsqento, joríste n to s, el cual viene de joriso y puede traducir “señalar” o “declarar”. Pero “señalar” no significa “escoger” en el sentido de alguien que recién

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está siendo escogido, que es el sentido que se le dio en la herejía a rriana, del siglo IV, sino que debe ente n d e rse como “aquí está”, alguien que ya ex i s te. Se refiere simp l e m e n te a hacer más público lo que ya ex i s te. Podría traducirse “del que está constantemente señalado”. En la gramática gri e ga joristé n to s es un verbo en modo participio activo, te rminación ento s, y los participios activos significan acción constante. O sea, que la mejor traducción sería “del que siempre ha sido señalado Hijo de Dios”, para rescatar así, en la traducción española, el participio activo del idioma griego. Por ot ro lado, hay que llamar la atención sobre el té rmino “hijo”. Ta n to los mesiánicos como los Testigos de Jehová lo usan mucho. Ellos dicen que Cri s to fue un hombre, que nunca fue Dios porque es hijo y todo hijo es fecundado. En ese sentido tienen razón, todo hijo es fecundado, pero eso es así únicamente según nuestra mentalidad occidental. En el tex to griego del Nuevo Te sta m e n to ex i s ten dos té rminos que se traducen al español como “hijo”, pero esos dos té rminos griegos son difere n tes entre sí. El t e v k n o n, té k n o n, se refi e re a “hijo fecundado”, heredero, alguien que tuvo un principio biológico porque fue fecundado; téknon se usa mucho en el Nuevo Testa m e n to para hablar de los cristianos convertidos, que no fueron siemp re cristianos sino que su cri s t i anismo tuvo un ori gen. Este té rmino lo usa Juan en su Eva n gelio: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios… (Jn. 1:12) La frase final de este ve rso en griego es tevkna tou: qeou:, té kna to ú teoú (en plural), “hijos (fecundados) de Dios”. Pero cuando se habla de “ H ijo de Dios” o “Hijo del Hombre ”, en re fe rencia a Cri s to, se usa otro té rmino, dife rente al que se usa para los hombres. Se usa el término uio$ß, juíos, que significa “hijo por obediencia”, pero con el mismo rango de auto ridad. Ese es el té rmino que usan los apóstoles o los escri to res del Nuevo Testamento para llamar a Jesucri s to. O sea que el hecho de que se traduzca “Hijo de Dios” no hay que ente n d e rlo occidentalmente, co-

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mo que se re fiere a alguien fecundado, sino que se usa un té rmino exclusivo que implica que el Hijo tiene la misma esencia que el Padre y, como dirían después los santos padres, es consusta ncial al Pa d re, pues decidió somete rse por su propia voluntad. El acto ge n e roso de Cri s to de entre ga rse por la humanidad se ex p resa usando el té rmino j u i o s, que se traduce como “hijo” al español, pero siempre debe te n e rse presente que el sentido no significa que Jesucri s to fue fecundado, sino que recibió el status de Hijo porque él mismo decidió somete rse a la auto ridad del Pa d re. Parafraseando el tan polémico ve rsículo de Ro. 1:4, podría leerse de la siguiente fo rma: “… del que siempre ha sido señalado Hijo de Dios por obediencia al Padre”. De esta forma se quitan los arg umentos a los mesiánicos que usaban el té rmino “hijo” o algunas ex p resiones de Pablo mal traducidas, para decir que Cri s to fue escogido o fecundado, y por lo tanto no es Dios. En el siglo XIX Strauss, en su famoso libro “La Vida de Jesús” publicado en 1835, sostenía que Cri s to como Dios era un mito y c i tó la misma ex p resión de Pablo mal traducida. Aún va rios te ó l ogos liberales siguen usando este argumento. Uno de los puntos más peligrosos del ebionismo mesiánico fue pre c i s a m e n tenegar la divinidad de Jesucri s to y reducirlo a un simple maestro o pro fe ta, cuya misión era hacer cumplir la Ley. Pero e s to choca frontalmente contra la teología paulina, e inclusive con la misma concepción de Jesús sobre sí mismo, quien tuvo conciencia mesiánica y se consideraba juios de Dios. B. EL SACERDOCIO DE CRISTO EN LA LÍNEA DE MELQUISEDEC El sacerdocio fue una institución fundamental en el Antiguo Testa m e n to. Se originó con el sacerdocio de Aa rón y la part i c i p ación de los lev i tas, pero antes de esa fundamentación ya Dios había declarado a Israel como un pueblo de sacerd otes y de santos: Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. E s tas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. (Ex. 19:6)

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El autor del tex to une el sacerdocio con la santidad, y declara que todos en el pueblo eran sacerdotes, un tema que va a pro f u ndizar la Carta a los Hebreos. El libro de Éxodo instituye y funda una institución sacerd otal, d i rigida por Aarón y sus hijos: 1 H a rás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerd otes; a Aa rón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aa ró n . 2Y harás ve s t i d u ras sagradas a Aarón tu hermano, p a ra honra y herm o s u ra . 3Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aa rón, para consagra rle para que sea mi sacerd ote . 4 Las ve s t i d u ras que harán son estas: el pecto ral, el efod, el m a n to, la túnica bordada, la mitra y el cinturón. Hagan, pues, las ve s t i d u ras sagradas para Aa rón tu hermano, y para sus hijos, para que sean mis sacerdotes. (Ex. 28:1-4) Hay que reconocer que el sacerdocio aaro n i ta fue fundado por el mismo Dios; después se unieron los levitas, que eran los acólitos, quienes ayudaban a los sacerd otes con los sacri ficios. 5 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 6Haz que se acerque la t ribu de Leví, y hazla estar delante del sacerdote Aarón, para que le sirva n , 7y desempeñen el encargo de él, y el encargo de toda la congregación delante del tabernáculo de re unión para servir en el ministe rio del tabernáculo; 8y guarden todos los utensilios del ta b e rnáculo de reunión, y todo lo encargado a ellos por los hijos de Israel, y ministren en el servicio del tabernáculo. 9Y darás los lev i tas a Aa rón y a sus hijos; le son entera m e n te dados de entre los hijos de Israel. 10 Y constituirás a Aa rón y a sus hijos para que ejerzan su sacerdocio; y el ex t raño que se acerc a re, morirá. (Nm. 3:5-10)

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La costumbre de los lev i tas permaneció hasta la época de Jesuc ri s to, donde había aproximadamente entre 8.000 y 10.000 lev i tas en toda Palestina. Además de ser los ayudantes de los sacerd otes en los holocaustos, sacri ficios y otros servicios del te mplo, era n también los policías, los age n tes del orden, del santuario de Jerusalén. Po s i b l e m e n te, los lev i tas fueron quienes apre n d i e ron a Jesús. El sumo sacerdocio se instituyó con Aa rón, y la tarea más imp o rtante que se le concedió era entrar una vez al año al lugar santísimo del tabernáculo para expiar los pecados del pueblo. 1 Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y muri e ro n . 2Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del pro p i c i a to rio que está sobre el arca, para que no m u e ra; porque yo apare c e ré en la nube sobre el pro p i c i a tori o . 3Con esto entra rá Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carn e ro para holocausto. (Lv. 16:1-3) El libro de Levítico también menciona cuáles son los sucesores del sumo sacerdocio: serán los hijos del Sumo Sacerd ote, pues es una sucesión por herencia. 10 Y el sumo sacerd ote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubri rá su cabeza, ni ra sga rá sus vestidos, 11ni entra rá donde haya alguna pers o n a m u e rta; ni por su padre ni por su madre se contaminará. 12 Ni saldrá del santuario, ni pro fa n a rá el santuario de su Dios; porque la consagración por el aceite de la unción de su Dios está sobre él. Yo Jehová . 13 Tomará por esposa a una mujer virgen. 14No tomará viuda, ni repudiada, ni infame ni ramera, sino tomará de su pueblo una virgen por mujer, 15para que no profane su descendencia en sus pueblos; porque yo Jehová soy el que los santifico. (Lv. 21:10-15)

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Ya se encuentra constituido el sacerdocio aaronita-levita. Pe ro el Antiguo Testa m e n to da sorp resas, pues mientras el tex to bíblico elabora un sacerdocio a partir del sumo sacerdocio de Aarón y su descendencia, originado e instituido, resulta que al mismo tiemp o se elabora también otro sumo sacerdocio, dife re n te, de ori gen no judío. Y el segundo sacerdocio es mesiánico, pues une dos títulos: el sacerdocio con el título de rey. Es el sacerdocio que se originó alrededor de Melquisedec, el famoso rey y sacerdote de Salem: 17 Cuando vo lvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a re c i b i rlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18E n tonces Melqu i s edec, rey de Salem y sacerd ote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19y le bendijo, diciendo: Bendito sea Ab ram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Ab ram los diezmos de todo. (Gn. 14:17-20) Ab raham dio sus diezmos a un gentil, y la tradición del sacerdocio de Melquisedec se vo lvió ot ra institución imp o rta n te en el mundo judío. El Salmo 110:1-4 presenta el jura m e n to a Melqu i s edec. 1 J e h ová dijo a mi Señor: Siénta te a mi diestra , Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 2 J e h ová enviará desde Sion la va ra de tu poder; Domina en medio de tus enemigos. 3 Tu pueblo se te ofrecerá voluntari a m e n teen el día de tu poder, En la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora Tienes tú el rocío de tu juventud. 4 J u ró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerd ote para siemp re Según el orden de Melquisedec. (Sal. 110:1-4)

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“Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”, a quí se aparta del sacerdocio aaro n i ta-levita que tenía que renova rse constantemente por medio de la descendencia, a la muerte del p a d re lo heredaba su hijo y así sucesiva m e n te. En cambio el sacerdocio de Melquisedec es para siempre. De acuerdo con el Antiguo Testa m e n to, ex i s ten entonces dos sacerdocios. Los mesiánicos siguen la tradición del sacerdocio aaronita-levita; con esa tradición obligan a que la gente se circ u n c ide y a ciertos tipos de liturgias sacerdotales del Antiguo Testamento, como ofrendas de palomas, trigos o granos; algunos obligan a las mujeres a usar velos de túnica cubriendo sus cabezas. Inclusive los más radicales usan la sangre de un cord e ro una vez al año p a ra expiar al grupo mesiánico. Puede ve rse que hay una te n d e ncia a cumplir con liturgias que eran muy normales en el sacerd ocio aaronita-levita del Antiguo Testa m e n to. Jesucri s to es visto como un gran hombre, pero no se enfatiza a Cri s to como sacerdote según el orden de Melquisedec, sino según el antiguo sacerdocio aaronita-levita. A h o ra bien, si en la tradición mesiánica es fundamental el sacerdocio aaronita-levita, ?cuál sería la respuesta teológica apologética cristiana? La apologética está en la Carta a los Hebreos. El autor de esta carta conocía profundamente las Escrituras y las costumbres judías, y la hipótesis de muchos biblistas y ex é ge tas es que posiblemente fue un sacerd ote conve rtido a Cri s to. La Carta a los Hebreos elabora un paralelismo, comp a rando el sacerdocio de Cri s to con el sacerdocio aaronita-levita, y utiliza diez veces el tema del “Sumo sacerd ote Jesús”, identificándolo como el nuevo Sumo Sacerdote. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser miseri c o rdioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. (He. 2:17) Por tanto, hermanos santos, part i c i p a n tes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cri s to Jesús… (He. 3:1)

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Nuestra fe y sus razones

Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, re te n gamos nuestra profesión. (He. 4:14) Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda comp ad e c e rse de nuestras debilidades, sino uno que fue te n tado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (He. 4:15) Así ta mpoco Cri s to se gl o rificó a sí mismo haciéndose s umo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he enge n d rado hoy.79 (He. 5:5) …. y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. (He. 5:10) … donde Jesús entró por nosot ros como pre c u rs o r, hech o sumo sacerdote p a ra siempre según el orden de Melquisedec. (He. 6:20) Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin m a n cha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos… (He. 7:26) A h o ra bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos… (He. 8:1) Pero estando ya pre s e n te Cri s to, sumo sacerdote de los bienes ve n i d e ros, por el más amplio y más perfe c to tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación… (He. 9:11) Diez veces se usa la ex p resión “sumo sacerdote ” en relación con C ri s to. El autor comp a ra el sumo sacerdocio de Jesucri s to con el 79 E s te ve rsículo también fue incorrectamente utilizado para negar la divinidad de Jesús. Por un lado, aquí se usa el té rmino juios, pero además la traducción es imp recisa con la palabra “enge n d rado”, gueneté n a i, pues este té rmino está acompañado por un pro n o m b re refl ex i vo, jeautó n, que significa “a sí mismo”. Una posible traducción sería “a sí mismo se engendró ”, haciendo re fe rencia a que Cri s to mismo se sometió voluntariamente a ser “Hijo de Dios”. Enge ndrar tiene la connotación de “ e n c a rn a rs e ”.

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sumo sacerdocio aaronita-levita; pueden nota rse seis puntos en los que se muestra que Jesús, como Sumo Sacerd ote según el orden de Melquisedec, es superior al sacerdocio aaronita-levita. 1. El sumo sacerdocio de Jesucri sto empatiza con las debilidades del pueblo, pero sin pecar 14 Por ta n to, teniendo un gran sumo sacerd ote que tra s p a s ó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, re te n gamos nuestra pro fesión. 15Porque no tenemos un sumo sacerd ote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (He. 4:14, 15) Tenemos un Sumo Sacerd ote que siente hasta la te n tación, pero no peca, y también empatiza con la desgracia del hombre, es solidario. En cambio los sumos sacerd otes aaronita-levitas no empatizaban con las necesidades del pueblo; se les debía recordar que ellos también eran hombres “rodeados de debilidad”. 1 Porque todo sumo sacerd ote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refi e re, para que pre s e n te ofrendas y sacri ficios por los pecados; 2p a ra que se muestre paciente con los ignora n tes y ex t raviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; 3y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, ta nto por sí mismo como también por el pueblo. (He. 5:1-3) 26 Porque tal sumo sacerd ote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27que no tiene necesidad cada día, como a quellos sumos sacerdotes, de ofrecer pri m e ro sacri ficios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque e s to lo hizo una vez para siemp re, ofreciéndose a sí mismo. (He. 7:26-27)

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El sacerdocio de Jesucri s to fue superior al aaronita-levita al ser sensible y solidario con la ge n te, empatizando, encarnándose en su desgracia, estando con ellos. Desde allí Cri s to ejerció el mejor sacerdocio, al servicio del pueblo. Este es el problema con los mesiánicos que tratan de fundamentar un sacerdocio jerá rquico y va n tomando distancia del pueblo, y la parte pastoral se va perdiendo. E s te es un peligro perm a n e n te, seguir los pasos del sacerdocio de Aarón cuando uno se aparta de la ge n te y quiere pasto rear por teléfono o Internet. 2. El sumo sacerdocio de Jesucri sto es continuo y perm a n e n te Jesucri s to fue ga ra n te de un nuevo pacto, bajo el jura m e n to de M e l quisedec. La iglesia pri m i t i va cristianizó el Salmo 110, lo leyó desde una pers p e c t i va cristocéntrica: Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerd ote para siempre según el orden de Melquisedec. (Sal. 110:4) 21 …porque los ot ros cierta m e n te sin jura m e n to fueron hechos sacerd otes; pero éste, con el jura m e n to del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerd ote para siemp re, Según el orden de Melquisedec. 22 Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. (He. 7:21, 22) El sacerdocio de Jesús siemp re será perpetuo, no se tiene que renovar una vez al año porque la muerte no lo inte rru mpe. Cri sto, con su resurrección, sigue siendo Sumo Sacerdote aún después de su muerte. A través de este sacerdocio perpetuo podemos estar con Dios y contemplarlo a Él. 23 Y los otros sacerdotes llega ron a ser muchos, debido a qu e por la muerte no podían continuar; 24mas éste, por cuanto p e rmanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; 25por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

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Porque tal sumo sacerd ote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27que no tiene necesidad cada día, como a quellos sumos sacerdotes, de ofrecer pri m e ro sacri ficios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque e s to lo hizo una vez para siemp re, ofreciéndose a sí mismo. 28 Porque la ley constituye sumos sacerd otes a débiles homb res; pero la palabra del jura m e n to, poste rior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siemp re. (He. 7:23-28) En cambio, los mesiánicos necesitan re n ovar su sacerdocio y tener, para los ri tos, sacerd otes continuamente. 3. El sumo sacerdocio de Jesucri sto tiene un santuario celest i a l Jesucri s to no necesita un santuario hecho por manos humanas pues tiene un santuario celestial. El lugar de propiciación de Jesús es uno hecho por el mismo Dios. 1 A h o ra bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, 2ministro del santuario, y de aquel verd a d e ro ta b e rnáculo que leva n tó el Señor, y no el hombre. 3Porque todo sumo sacerd ote está constituido para presentar ofrendas y sacri ficios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer. 4 Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siqu i e ra sería sacerd ote, habiendo aún sacerd otes que presentan las ofrendas según la ley; 5los cuales sirven a lo que es fi g u ra y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el ta b e rnáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. (He. 8:1-5) 1 A h o ra bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario te rrenal. 2Porque el ta b e rnáculo estaba disp u e s to así: en la primera parte, llamada el Lu gar Santo, es-

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taban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del ta b e rnáculo llamada el Lu gar Santísimo, 4el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la va ra de Aarón que reve rdeció, y las tablas del pacto ; 5y sobre ella los qu e rubines de gl o ria que cubrían el pro p i c i a to rio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. 6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cump l i r los oficios del culto; 7pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerd ote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; 8d a ndo el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lu gar Santísimo, entre tanto que la primera parte del ta b e rnáculo estuviese en pie. 9Lo cual es símbolo para el tiempo pre s e n te, según el cual se presentan ofrendas y sacri ficios que no pueden hacer perfe c to , en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto , 10ya que c o n s i s te sólo de comidas y bebidas, de dive rsas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiemp o de re fo rmar las cosas. 11 Pe ro estando ya presente Cri s to, sumo sacerd ote de los bienes ve n i d e ros, por el más amplio y más perfe c to tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siemp re en el Lu gar Santísimo, habiendo obtenido ete rna redención. (He. 9:1-12 ) 3

4. El sumo sacerdocio de Jesucri sto supera el antiguo pacto de Israel El Nu evo Pa c to de Dios con la humanidad se da en la encarnación y en la obra redentora de la cruz. Con la sangre de C ri s to se le da al hombre la esperanza de una vida ete rna qu e se fundamenta en el perdón de los pecados, por Su amor y

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misericordia. A cambio de esto debemos vivir una vida de fe y de entre ga, pero ya no es necesario cumplir leyes rituales para renovar diari a m e n te este pacto de salvación. Cri s to es el Nu evo Pacto. 6 Pe ro ahora ta n to mejor ministe rio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores pro m esas. 7Porque si aquel pri m e ro hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera pro c u rado lugar para el segundo. 8 Porque re p rendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un n u evo pacto ; 9 No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no perm a n e c i e ron en mi pacto , Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. 10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escri b i ré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; 11 Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. 12 Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniqu i d ades. 13 Al decir: Nu evo pacto, ha dado por viejo al pri m e ro; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. (He. 8:6-13)

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El sumo sacerdocio de Jesús superó al de Israel porque el pacto en Cri s to Jesús nos libra de tradiciones religiosas, de sacri ficios y liturgias imp u e s tas. Los mesiánicos qu i e ren fundamentar su mov i m i e n tocon las tradiciones judías: el santuario, el ta b e rnáculo, las costumbres, la comida y los sacrificios. Eso ya está superado; con C ri s to somos libres y tratar de reducir el cristianismo a un sacerdocio aaronita-levita es dañar la obra redentora de Cri s to Jesús, que no solamente nos libra del pecado, sino también de tra d i c i ones y de ritos. 5. El sumo sacerdocio de Jesucri sto no necesita renovación El sacrificio de Jesús fue hecho una vez y para siemp re, un sac ri ficio que no se tiene que re n ovar cada año con expiaciones, ya que fue perfe c to . 27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer pri m e ro sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siemp re, ofreciéndose a sí mismo. (He. 7:27) 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lu ga r Santísimo, habiendo obtenido ete rna redención. (He. 9:12) 25 y no para ofre c e rse muchas veces, como entra el sumo sacerd ote en el Lu gar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De ot ra manera le hubiera sido necesario padecer much a s veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se pre s e n tóuna vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. (He. 9:25, 26) 10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucri s to hecha una vez para siemp re. (He. 10:10)

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El mesianismo trata de imponer el sacerdocio aaro n i ta-levita, pero el cristianismo, según la elección hecha por el propio Señor Jesucri s to, sigue el sacerdocio según el orden de Melqu i s e d e c . 6. El sumo sacerdocio de Jesucri sto puri fica y s a n t i fica las conciencias de los creye n te s La sangre de Cri s to limpia nuestras conciencias. No necesitamos sacrificios, ni circuncisión, ni ofrenda de palomas, ni liturg i a s judías rabínicas; solamente necesitamos el amor de Cri s to en nuestras vidas, en su perfe c to sacri ficio de amor. ¿Pa ra qué más carga ? , como diría el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas. 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacri ficios que no pueden hacer perfe c to, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 10ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de dive rs a s abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, imp u e s tas hasta el tiempo de re fo rmar las cosas. 11 Pero estando ya presente Cri s to, sumo sacerd ote de los bienes ve n i d e ros, por el más amplio y más perfe c to tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siemp re en el Lu gar Santísimo, habiendo obtenido ete rna redención. 13Porque si la sangre de los to ros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la puri ficación de la carne, 14¿ c u á n to más la sangre de Cri s to, el cual mediante el Espíritu ete rno se ofreció a sí mismo sin m a n cha a Dios, limp i a rá vuestras conciencias de obras m u e rtas para que sirváis al Dios vivo? (He. 9:9-14) 1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfe c tos a los que se acerc a n . 2De ot ra manera cesarían de ofre c e rse, pues los que tri b u tan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. 3Pero en es-

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tos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede qu i tar los pecados. (He. 10:1-4)

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C. EL USO DEL HEBREO EN LA LITURGIA Los mesiánicos cristianos qu i e ren imponer el hebreo como un idioma sagrado, como la lengua de Dios, el único apto en la liturgia. Por ejemplo, entre ot ras ex p resiones hebreas, obligan a saludar diciendo “Shalom”. Sostienen que el Antiguo Testa m e n to fue inspirado en ese idioma. Pero aquí se presenta un serio problema, ¿ese hebreo que ellos enseñan realmente es el hebreo bíblico? La respuesta es: ¡no! E n tonces, si quieren usar el hebreo bíblico deben usar el p a l e o h e b reo antiguo, que era el cananeo, porque el hebreo moderno tiene estru c t u ras lingüísticas muy difere n tes al paleoheb reo antiguo que inspiró gran parte de la Toráh o del Penta teuco. Los que han estudiado lenguas bíblicas saben que el hebreo tuvo va rias etapas: el paleohebreo (cananeo), el hebreo arameizado, el hebreo masorético y el hebreo moderno. • Primera etapa. Es el paleohebreo o hebreo antiguo (cananeo); era una lengua semítica. Se llama así en honor a Sem, hijo de Noé. Se hablaba en casi todo el Ori e n te próximo, en la Mesopotamia, Palestina, Arabia, África, y en Asia Menor en lo que actualmente es Turquía, entre ot ros te rri to ri o s más. Las lenguas semíticas tenían va rias familias; básicamente se dividían en dos: ori e n tales y occidentales. Las lenguas semíticas o ri e n ta l e s se hablaron en la Mesopotamia, siendo la más imp o rta n te el acadio, que posiblemente fue la lengua que aprendió Ab raham en la Mesopotamia. Las lenguas semíticas occidentales eran dos: las meridionales (el árabe y el etiope, que se hablaban en la península arábiga y en Áfri c a ) y las septentrionales (el cananeo y el arameo). El cananeo lo hablaban los fenicios, los hebreos, los cananeos y los moabitas. El paleohebreo (cananeo) usaba un alfa b e to cuyas

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veintidós letras representaban fi g u ras de animales o de fenómenos naturales. Hay que entender que una lengua es la expresión mental de una cultura y es única porque ex p resa la i n tencionalidad de la cultura. Como éstas eran culturas tan antiguas donde no había Inte rnet, ni aviones, ni cohete s … su lenguaje ex p resaba un mundo natural. Por eso, el alfa b eto paleohebreo (cananeo) re p re s e n ta fi g u ras de animales o fenómenos naturales. Mencionemos algunos ejemplos. La letra alef s i g n i fica “toro”, y se la dibujaba como la cabeza de un to ro, con hocico y un par de cuernos. La bet significaba “casa” y se dibujaba, pre c i s a m e n te, como una casa. La guímel significaba “camello” y se escribía como la joroba de un camello, como una montañita. La d a l et era “puerta” y se dibujaba como una puerta de un ta b e rnáculo o de una tienda, en fo rma de triángulo. Otra letra, la ay i n, significaba “ojo” y se dibujaba la pupila de un ojo. La ka f significa “palma de la mano” y se escribía como la palma de una mano abierta. La nin s i gnificaba najash, “ s e rp i e n te”, y se dibujaba como una serp i e n te lista para el ata que. La mayin significa “agua”, se dibujaba como las ondas del agua. Ese fue el alfa b e to con que se escribió parte del Antiguo Testa m e n to. Si los mesiánicos qu i e ren ser bíblicos, entonces deben aprender el paleoheb re o . El paleohebreo también era hablado por los fenicios, quienes lleva ron el alfa b e to cananeo o paleohebreo al mundo griego. Los griegos fa b ri c a ron su alfa b e to sobre la base del cananeo, con la escri t u ra de los fenicios, que era la misma escritura cananea. O sea que si algo se acerca más a la escritura hebrea bíblica es la escri t u ra gri e ga del Nu evo Testam e n to y de la Sept u a g i n ta. • Segunda etapa. Con poste ri o ridad, el paleohebreo se fusionó con el arameo, que era la otra lengua semítica septentrional. Los judíos aprendieron el arameo en el exilio y el heb reo fue dejando las letras del cananeo; el nuevo hebreo co-

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menzó a usar letras del arameo, y llegó a ser lo que se llama el hebreo aramaico. E s d ras, el gran secre tario de la Ley, tradujo parte de las Esc ri t u ras que estaban en cananeo al hebreo aramaico. El texto de Esdras tuvo mucha autoridad. • Tercera etapa. El hebreo masorético consistió en colocar vocales (puntos y rayas) intra y supra lineales, es decir, debajo y arriba de las consonantes. Es bueno recordar que el idioma hebreo se escribe sólo con consonantes; ori g i n a ri am e n te existían cuatro letras que funcionaban también como vocales: la a l e f, la h e i, la yod y la vav. Las vocales fueron colocadas por los masoretas, custodios del tex to bíblico, entre los siglos VI al X d.C. Los masoreta s re c i b i e ron este nombre porque trabajaron la Masorá, la cual era una colección de tradiciones y comentarios sobre el tex to sagrado que colocaron al lado del tex to bíblico. El aporte de los masore tas fue de mucho valor porque tomaron el tex to sagrado y lo perfe c c i o n a ron sin cambiar el sentido de la Escritura. Inventa ron los signos de puntuación que ay u d a ron a separar las ideas, ya que esto no existía en el hebreo antiguo, y se escribía “todo de corrido”. Le dieron sonoridad y buscaron asegurar la correcta pro n u nciación del idioma hebreo ya que con el paso del tiempo se c o rría el riesgo de perder no sólo la pronunciación, sino también los significados correctos. • C u a rta etapa. Es el hebreo moderno, tal y como se habla a c t u a l m e n te en Israel. Ta mpoco se usan las vocales, sin embargo la estru c t u ra lingüística es la masorética, difere n te de la del hebreo bíblico. Por lo antes ex p u e s to, podemos decir que si los mesiánicos ex igen el uso del hebreo en sus liturgias porque “éste se usó para inspirar el Antiguo Testamento ”, entonces deben usar el propio hebreo

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bíblico, o sea el paleohebreo (cananeo). Los mesiánicos usan act u a l m e n teun hebreo moderno, dife re n te al hebreo bíblico o paleohebreo; inclusive re chazan el griego del Nu evo Testa m e n to por considerarlo una lengua pagana, ignorando que el idioma griego nace del paleohebreo y por lo ta n to se acerca más a esta lengua. D. S I G N I F I CADO DE “JESHÚA” Los mesiánicos dicen que a Jesucri s to hay que llamarle “Jeshúa” porque “Jesús” significa “cabeza de ch a n ch o ”, lo cual consta en varios de sus escri tos; sin embargo esta afi rmación no tiene ningún f u n d a m e n to académico ni lingüístico. El té rmino Jeshúa significa “el que salva”, y está emp a rentado con la palabra “salvación”. Es un deri vado del tet ragrámaton, las cuatro letras sagradas que los judíos inve n taron para llamar a Dios. Jeshúa se tradujo al idioma griego como IhsouÆß (Iesoús), y al pasar el té rmino al latín se simplificó el diptongo “ou” y se colocó la “u”; y la “i” se tra n s c ribió como “J”. O sea que la palabra c a s tellana “Jesús” es deri vada del latín, el latín deri va del griego y el griego deri va del hebreo. En conclusión, la transliteración del hebreo Jeshúa al idioma c a s tellano es J e s ú s; es exa c ta m e n te lo mismo. Es como decir “Peter” en inglés y “Pe d ro” en español. Por lo ta n to, los mesiánicos no deben despreciar el nombre de Jesús diciendo que es un nomb re pagano que significa “cabeza de ch a n cho”, ya que éste es una ex p resión transliterada al español del hebreo J e s h ú a, que significa “el que salva”. Aquí los mesiánicos demuestran dos características: P ri m e ro, qu i e ren imponer el idioma hebreo, y específi c a m e n te el té rmino Jeshúa t ra tando de borrar la ex p resión latina Jesús para conve rtir el culto cristiano en un ritualismo hebraico. Segundo, muestran una gran ignorancia en los conocimientos básicos de lingüística.

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CONCLUSIÓN

L I B E RTAD EN CRISTO CONTRA LAS TRADICIONES MESIÁNICAS IMPUESTAS El movimiento mesiánico tiene bases bíblicas; ya revisamos los cuatro modelos del Antiguo Testamento. El problema radica en que los m ov i m i e n tos mesiánicos cri st i a n o s qu i e ren mezclar las doctrinas eva n gélicas con una estru c t u ra teológica y litúrgica judía, y para esto procuran desauto rizar el Nu evo Testamento y su nueva figura mesiánica en Cri s to Jesús, la cual supera las figuras mesiánicas ve te rotestamenta rias. Es importante recalcar que Jesucri s to, como símbolo y signo del Nuevo Pacto, supera todo ritualismo y tradición del Antiguo Testamento. Cri s to funda un mov i m i e n to que se consolida en el perdón de los pecados, y se cara c te riza por vivir un estilo de vida en pro de la santidad y la justicia. El mov i m i e n to mesiánico no es unifo rme, sin embargo, una de las principales bases teológicas de las dive rsas líneas del mesianismo consiste en la primacía del sacerdocio aaronita-levita. La Igl esia Eva n gélica, siguiendo el ejemplo del Señor Jesucri s to, sigue la línea del sacerdocio según el orden de Melquisedec. La carta a los Hebreos menciona la contundente superioridad de este sacerdocio sobre el modelo del sacerdocio aaronita-levita, pues el sumo sacerdocio de Jesucri s to: • E mpatiza con las debilidades del pueblo pero sin pecar. • Es continuo y permanente. • Tiene un santuario celestial.

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• S u p e ra el antiguo pacto de Israel. • No necesita renovación. • Purifica y santifica las conciencias de los creyentes. Ciertas imposiciones del mesianismo, tal como dejar de pronunciar el nombre de “Jesús” y reemplazarlo por la transliteración hebrea “J e s h ú a”, no tienen argumentación académica de ningún tipo y responde únicamente a un deseo de poder absoluto sobre las p e rsonas, y para lograr esto los mesiánicos necesitan hacer aparecer la tradición eva n gélica como errónea e ineficaz. La sangre de Jesucri s to limpia al hombre de pecados; no hay nada que el hombre deba o pueda hacer para merecer este acto de amor de parte de Dios. Se recibe y se conserva por gracia, no por o b ras humanas. La vida en santidad exigida al cristiano no es causa sino consecuencia de su respuesta al amor divino.

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Conclusión Final

Como se mencionaba en la introducción, el pro p ó s i to de estos dos documentos, “El movimiento apostólico contemporáneo: Una lectura neote stamenta ria desde la clave del poder” y “Mesianismo”, ha sido proveer al liderazgo y a la Iglesia en ge n e ral de una sólida base para pre s e n tar una apología, una defensa, de la fe cristiana. A manera de resumen, destacamos las siguientes conclusiones: • Los ve rd a d e ros apóstoles del Eva n gelio pro m u even la unidad. No hay ninguna auto ridad dada por el Señor Jesucri sto que permita a ciertos hombres o mujeres maltratar, menospreciar o abusar de sus hermanos y hermanas. • Es imp o rtante que la Iglesia considere hasta qué punto ha sido partícipe de la pro p a gación de las ambiciones e inte reses de ciertos líderes inescrupulosos. Es difícil decirlo, pero si éstos líderes no tuvieran seguidores su imp a c to y daño sería menor, o aún pasaría desapercibido. ¿Hasta qué punto todos fuimos “te rreno fé rtil”, prestando oído, apoyando sus eve n tos, asistiendo a sus reuniones y hasta aportando econ ó m i c a m e n te al mante n i m i e n to de estos mov i m i e n tos? • Cada uno de quienes hacemos parte del Cuerpo de Cri s to debemos mantener vivo nuestro rol apostólico. Cierto es que el Señor, en Su gracia, ha oto rgado a hombres y mujeres específicos el don del apostolado, pero no es menos cierto que la Iglesia toda tiene una misión apostólica, entendiendo esta como el comp romiso con la reproducción de la

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vida de Cri s to, haciendo llegar su amor a aquellos que no le conocen y nutriendo la vida de la Iglesia. • El mesianismo sostiene que el ve rdadero cristianismo sólo puede vivirse a través de la cultura judía, pero esta imp o s ición cultural debe desafi a rnos a va l o rar las culturas en las que el Señor, en su soberano designio, nos ha hecho nacer. El pueblo latinoamericano vive la constante tentación de s e n t i rse infe ri o r, pero la vida de Jesucri s to es un ejemplo de va l o rización de las culturas, pues Él siendo Dios se encarn ó en la realidad humana. La Iglesia de Cri s to no necesita imposiciones culturales judías que legitimen su adoración al Dios Verd a d e ro. La legitimidad está en el testimonio individual y comunitario de quienes han decidido aceptar el privilegio y desafío de ex tender el Reino de Dios. • La Iglesia no debe olvidar jamás la ex h o rtación que el Señor d i rigió a sus discípulos, pero que hoy está más vige n te que nunca: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mt. 7:15). A lo largo de la histo ria ha habido mov i m i e n tos, grupos y sectas con ve rdades “distintas” a las presentadas por el Señor Jesucri s to; la Iglesia no debe ser indifere n te o mantener un silencio que te rmina siendo cómplice, sino aceptar la recomendación del apóstol Pe d ro: “ E stad siempre preparados para pre s e n tar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vo s otros;… Porque esta es la vo l u n tad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretex to para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 P. 3:15; 2:15-16).

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ANEXO

VIGENCIA Y DESAFÍOS DEL MINISTERIO APOSTÓLICO Apuntes para la discusión en la actual coy u n t u ra eclesial ecuatoriana80 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a ot ros, pro fetas; a ot ros, evange l i stas; a ot ros, pasto res y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de C ri sto, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un va rón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cri sto…” (Ef. 4:11-13 – RVR60)

INTRODUCCIÓN Preocupados e interesados por la aparición en nuestro medio de enseñanzas prove n i e n tes del ex t ra n j e ro, hemos visto como se ha comenzado a hablar en el ambiente eclesial ecuato riano de una “Nu eva Re fo rma Apostó l i c a ”. Estas enseñanzas, promovidas por p e rsonas de innegable auto ridad académica y de liderazgo eclesial,

80 En la construcción de esta declaración part i c i p a ron Ya t tenciy Bonilla y Freddy Guerre ro; además se recibió un gran aporte de Daniel Oliva y ot ros destacados teólogos y pasto res ecuato rianos. La misma es el resultado de un serio proceso auspiciado por la Confra te rnidad Eva ngélica Ecuato riana, en el cual se estudió y analizó el tema de las redes o mov i m i e n to apostólico contemporáneo, ante algunas situaciones surgidas en el medio eclesial eva n gélico ecuato ri a n o .

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afirman que desde finales de la década de los ‘90ss, Dios mismo ha restaurado el ministe rio apostólico dentro de las iglesias eva ngélicas y prote s ta n tes mundiales. Esto ha llevado a usar otra vez el té rmino “apóstol” como una identificación ministe rial vige n te . Estamos viviendo una era de cambios acelerados, que afectan las comp rensiones tradicionales en muchas áreas de la vida, tanto de las personas como de las instituciones. La Iglesia, y sus relaciones con el mundo, no está ajena a estos cambios. Estos cambios se han ge n e rado a partir de la confluencia de va rios fa c to res, entre ellos: (1) la postmodernidad, (2) el postdenominacionalismo, (3) la masificación de las personas como fruto del cre c i m i e n to de las iglesias locales (por ejemplo, a través del fenómeno “mega - i glesias”), (4) el cre c i m i e n to de ministe rios especializados, (5) la pérdida de re fe re n tes de la iglesia eva n gélica, (6) la pérdida de la centralidad de la Biblia y de su poderosa y eru d ita proclamación, y (7) la concentración en la vida cúltica de las iglesias. En este contex to, la Confra te rnidad Eva n gélica Ecuato riana (CEE), en su cará c ter de organismo representativo de la amplia exp e riencia cristiana eva n gélica y prote s ta n te del Ecuador, y con profundo sentido pasto ral, ante la imp o rtancia del tema pro p u e s to, se ha visto abocada al estudio de la “Nu eva Re fo rma Apostólica”, y qu i e re comp a rtir las siguientes refl exiones con todas las iglesias, ministros y creye n tes eva n gélicos y prote s ta n tes del país, así como todos los compatriotas que con buena intención y sana preocupación se nos han acercado. 1. ALGUNAS AFIRMACIONES BÁ S I CA S 1.1. Una Iglesia Apostólica La iglesia de Jesucri s to está llamada a ser una Iglesia apostó l ica. Junto con unidad, santidad y unive rsalidad, la apostolicidad es uno de los cuatro conceptos tradicionalmente refe ridos como marcas de las cualidades esenciales de la iglesia. Todas las iglesias reclaman ser apostólicas en el sentido amplio de la palabra.

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Podemos decir que la Iglesia es apostólica en cuanto : (1) reconoce su identidad fundamental con la iglesia apostó l ica, tal como se presenta en el Nu evo Testa m e n to (Ef. 4:1113); (2) da testimonio de la fe apostólica, proclamando el Eva n gelio e inte rp re tando fi d e d i g n a m e n te las Escrituras bajo la guía del Espíritu Santo y en sujeción a lo credos pri m i t i vos (Hch . 2:14-36); (3) celebra las ordenanzas (o sacra m e n tos) instituidos por Cri sto y practicados por los apóstoles (1 Co. 11:23-26; He. 6:12); (4) reconoce la continuidad del ministe rio, inicialmente asumido por los apóstoles, en el servicio a Cri s to (Ef. 4:11-13); (5) es una iglesia misionera que manifi e s ta su unidad y comunión en la oración, la celebración, el amor que sirve, el gozo y el sufrimiento (Hch. 2:37-47); (6) sirve a través de los dones y ministe rios concedidos por el Señor a los más débiles y necesitados del mundo (1 Co. 1214); (7) vive un estilo de vida santo y sencillo, al estilo de Jesús (Mt. 5:48; 8:20; Fil. 2:5-11). 1.2. Un Ministe rio Apostólico De la misma manera como la Iglesia participa de Cri s to y re c ibe las bendiciones de su justicia, así también participa en la misión de Cri s to, quien es enviado por el Pa d re y el Espíritu Santo. C ri s to envía a sus discípulos así como él fue enviado (Jn. 20:21). La iglesia está llamada a proclamar la reconciliación y el amor sanador de Dios a un mundo herido por la persecución, la opre s i ó n y la injusticia, poniendo de manifi e s to el miste rio del amor de Dios, la presencia de Dios y su reino (2 Co. 5:20). Los ministe ri o s – todos sin excepción, incluido el apostolado - deben colocarse en el contex to de esta misión de la Iglesia como pueblo de Dios en su conjunto .

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Los apóstoles son enviados a “hacer discípulos a todas las nacion e s ”. Cri s to resucitado promete estar con ellos en esta misión “hasta el fin del mundo” (Mt. 28:19-20). La misión a la que fueron llamados los apóstoles continúa siendo la misión de toda la Igl esia a lo largo de la histo ria. En la medida en que esta misión da fo rma a la Iglesia, es acertado que se la denomine apostó l i c a . Desde la vivencia de la pri m e ra iglesia, podemos deducir que el ministe rio apostólico desarrolla una tarea cuádruple: (1) la oración y el ministe rio de la Pa l a b ra (Mt. 6:5-15; Hch. 6:4); (2) fundación de iglesias para asegurar el cuidado pasto ral de los nuevo s creye n tes (Hch. 13-28); (3) formación de líderes (ancianos, pastores) para el cuidado de esas nuevas congre gaciones; (4) animación y supervisión del desarrollo de la obra o aun corregir lo defe c t u oso en la vida de las congre gaciones fundadas; y (5) ser imitadores de Cri s to . 2. UN PARADIGMA BÍBLICO: EL APOST O LADO PAULINO En la revisión de los modelos bíblicos de apostolado, consideramos que el apóstol Pablo se constituye en un paradigma a tener en cuenta en la discusión de cuáles son las cara c terísticas esperables de un ministe rio apostólico que sea fiel al corazón de Dios. En consecuencia, podemos establecer los siguientes elementos cardinales del apostolado paulino: (1) Su condición de enviado para predicar el evangelio del Re ino bajo la auto ridad y comisión de Cri s to con el poder de su Espíritu: la apostolicidad paulina está dete rminada en prim e ra instancia por la proximidad o cercanía a Cri s to para delinear la inte rpretación de la ve rdad revelada, pues de esta parten las poste ri o res inte rpretaciones de la Biblia, junto con el sentido comunita rio imp l í c i to en el cierre del canon. La auto ridad inte rp reta t i va no descansa sobre personas particulares, sino en el cri te rio de la comunidad inte rp re tativa. Hay que decir categó ri c a m e n te que no hay evidencia interna en las Escri t u ras que soste n ga la auto ridad exclusiva y omnímoda de los apósto l e s .

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(2) La validación ofrecida por las personas ministradas: la legitimidad apostólica está dete rminada por los resultados de su ministe rio. La comunidad es re fe re n te de validación; por tanto, el apóstol está sujeto al acomp a ñ a m i e n to y a la supervisión de la misma. No es sufi c i e n te ser investido como a p ó s tol, sino que se precisa el reconocimiento de los ministrados (Hch. 13:1-2; 1 Co. 9:1-2). (3) El sostenimiento ministe rial y los re c u rsos fi n a n c i e ros: es n e c e s a rio preguntarnos sobre el sentido del uso de los re c u rsos para la digna subsistencia ve rsus la gala u opulencia. El modelo paulino establece como válido el renunciar a los dere chos y tra b ajar con sus manos para no seguir la moda de los opulentos de este siglo. Si bien todo ministro del eva ngelio tiene derecho a un suste n to digno como fru to de la nat u raleza de su ministe rio, como indica Pablo que qu i e n anuncia el eva n gelio viva del eva n gelio (1 Co. 9:14), bien puede vo l u n ta ri a m e n te renunciar a la misma y ad honorem servir al Señor y a su iglesia (1 Ts. 2:9). 3. LA AUTORIDAD Y EL PODER EN LA IGLESIA 3.1. La Autoridad Una de las preocupaciones centrales de la “Nu eva Re fo rma Apostólica” es la resta u ración de la auto ridad. Ante esto, podemos decir que la auto ridad de los ministros se halla enraizada en Jesuc ri s to, quien la ha recibido del Pa d re (Mt. 28:18), y la confi e re por el Espíritu Santo a través del acto de ordenación en la comunión eclesial. La ordenación es sencillamente apartar a alguien luego de haber orado para discernir la vo l u n tad del Espíritu Santo; la autoridad de la persona ordenada no debe ser entendida como una posesión personal sino como un don para la continua edificación del Cuerpo de Cri s to. La auto ridad tiene el cará c ter de responsabilidad ante Dios y es ejerc i tada con la cooperación de toda la comunidad. La auto ridad es deri vada de Dios y tra n s fe rida a sus siervos. Sin e m b a rgo, vale recordar que esta es compartida con sus servidores

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p a ra colaborar con Dios en el desarrollo de su misión. El portador de tal auto ridad, en la tierra o mundo de los espíritus, la ha de usar para gl o rificar exclusivamente a Cri s to. Por ta n to, debe evitar a toda costa usarla para gloria personal e impedir que sus seguidores hagan de él o ella el centro de atención, como consecuencia de las demostraciones maravillosas de Dios para respaldar su Pa l ab ra y la acción de ministe rio de sus siervo s . La auto ridad debe ser manifestada y ejercida en la forma en que Cri s to mismo reveló al mundo la auto ridad de Dios, comp rometiendo su vida por la comunidad. Su auto ridad es única. Hablaba como uno que tiene auto ridad (Mt. 7:29). Fue sostenida por el amor hacia aquellas personas “que andaban como ovejas sin pastor” (Mt. 9:36). Fue confi rmada por su vida de servicio y por su m u e rte y re s u rrección. La auto ridad de Cri s to es la única auto ridad auténtica y el modelo al cual se debe confo rmar toda auto ridad en la iglesia. Por lo ta n to, las personas en auto ridad (entiéndase cualquier p e rsona que desarrolla un ministe rio dentro de la Iglesia, en serv icio a Cri s to y al mundo, especialmente los pasto res y apósto l e s ) , no deben ser autó c ra tas o funcionarios imp e rsonales. Están llamados a ejercer sabia y amoro s a m e n te el liderazgo sobre las bases de la Pa l a b ra de Dios, unidos por lazos de fidelidad, interdependencia y re c i p rocidad. Sólo cuando reconocen a la comunidad, su auto ridad puede ser protegida de las distorsiones del aislamiento, la dominación y los abusos de poder. 3.2. El Poder Otra de las preocupaciones de la “Nu eva re fo rma Apostó l i c a ” es la demostración de poder en el ministe rio apostólico. Ante esto, podemos decir que el poder de Dios tiene como prueba pri ncipal la resurrección de Jesucri s to. La mayor demostración del poder de Dios queda evidenciada en la realización de actos milagrosos de re s u rrección, pero también de sanidades, entre ot ros que superan las leyes de la naturaleza. El Eva n gelio es el medio por el cual ese poder obra en la vida de los hombres y las mujeres. De

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allí la necesidad de compartir el eva n gelio para propiciar transformaciones en la vida humana y en las sociedades. El poder activa la vida de la iglesia, y la capacita para ejercer un testimonio eficaz en el mundo (Hch. 1:8). El poder es la fuerza y habilidad dotada por Dios para acompañar y certificar la acción misional de sus servidores. Por lo ta n to se ha de usar contra toda clase de mal que se estru c t u ra en el mundo te rreno y espiritual. Este poder nos lleva a ser testigos de Cri s to en medio de una sociedad globalizada, excluye n te y pauperi z a d o ra, y anunciadores del mensaje de salvación, justicia y amor. Pero además, provee los re c u rsos para enfrentar los embates de Satanás en todas las esferas de la vida humana. 4. RECOMENDACIONES Dentro del espíritu pasto ral que nos inspira, creemos necesari o analizar, por todas las partes invo l u c radas en esta coyuntura eclesial tan particular, los siguientes temas, reconociendo que “en la multitud del consejo abunda la sabiduría” (Pr. 11:14). 4.1. Inv i tación al diálogo fraterno, re s p etuoso y amplio. Sentimos que cada vez es más necesario reconocernos, todas las tradiciones y manifestaciones eclesiales presentes en nuestro país, como iguales y necesarios, como partes de la única Iglesia de Jesuc ri s to. Es necesario respetar las posiciones ajenas, sin caer en arg um e n tos excluye n tes para defender nuestras posiciones particulares, reconociendo la histo ria de la Iglesia y el cómo y por qué han surgido las familias denominacionales de las cuales todos, en mayor o menor medida, nos deri vamos y dependemos. Las alianzas o confraternidades eva n gélicas regionales y nacionales han de crear espacios de encuentro para fomentar el diálogo, la refl exión, la oración y los consensos necesarios que fa c i l i ten el adecuado tratamiento de todas las problemáticas, para preservar la unidad del pueblo eva n gélico y prevenir las atomizaciones que fra g m e n ten la unidad de la iglesia eva n gélica.

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4.2. Con un verd a d e ro espíritu bereano, es preciso escudriñar las Escrituras y la histo ria de la Iglesia para clari ficar lo que realmente es apostólico, las reglas para su reconocimiento y sus ta reas en la Biblia. Desde la teología de la misión (Missio Dei), la labor de un a p ó s tol debe estar circunscrita en el marco de un colaborador de Dios en el desarrollo de su misión. Precisamos recordar que el a p o s tolado no rev i s te una posición jerárquica por sobre los demás ministerios eclesiales, teniendo todos la misma responsabilidad. 4.3. Desarrollar una ética apostólica. Esta ética apostólica debería ser una continuidad de la manife stada por el apóstol Pablo, quien no quería edificar sobre fundamentos ajenos. Por lo ta n to, en esta coy u n t u ra eclesial es deseable ver cómo los nuevos ministe rios apostólicos respetan los trabajos ya ex i s tentes en nuestro país, ev i tando ro mper la auto ridad y los distintos modelos de ord e n a m i e n toque cada tradición, denominación, iglesia local y aún organismos que agrupan o confederan a las iglesias y ministros del país, han decidido asumir, según su leal saber y ente n d e r. 4.4. Reenfocar la misión de las redes apostólicas en favor de los más pobres de nuest ra tierra. Es preciso ubicarse histó ri c a m e n te en las realidades te rrenas y visualizar los campos en que el devenir de la Iglesia ha incorp o rado los anti-va l o res de las sociedades postmodernas (por ejemp l o , el hedonismo, el culto a la personalidad, el exceso de inte rés en lo e s tético, el amor al dinero y el pragmatismo). En contex tos sociales, políticos y económicos como el ecuato riano, es necesario repensar cuál modelo de tra b ajo apostólico, de toda la Iglesia, es más pert i n e n te; ¿qué tenemos por decir y hacer, como “Igl e s i a a p o s tólica”, ante la corrupción, la violencia institucionalizada y el abuso a que las clases trabaj a d o ras son sometidas? Estamos convencidos que un diálogo abierto ante las problemáticas que vive

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nuestra sociedad, cada vez más pauperizada, servirán para delinear m u chas de las acciones pastorales de una Iglesia apostó l i c a . Mas vo s ot ros no habéis aprendido así a Cri s to, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, confo rme a la ve rdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de v u e s t ra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la ve rdad. (Ef. 4:20-23 – RVR95).

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Esta edición de Nu evas Fo rmas de Poder: Movimientos Apostólicos y Mesianismos “Evangélicos” se te rminó de imp rimir y encuadern a r en el mes de noviembre de 2005 en Imprenta Tecnoprint, Domingo Espinar 25-79 y Munibe. Telf.: (593-2) 25554 34, Quito , Ecuador.

Se realizó en tipografía Schneidler y se imp ri m i e ron 1.500 ejemplares.

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