Novena a Santa Ana

November 13, 2016 | Author: luisillorod | Category: N/A
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Novena a Santa Ana...

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DEVOCIÓN A LA GLORIOSÍSIMA

Señora Santa Ana para rezarla los Martes de cada semana

Y DIA VEITISEIS DE CADA MES

En honor y gloria de la misma soberana Señora.

Si dedicamos nuestra fe en honor de la Augustísima Madre de la soberana del cielo y madre de los pecadores, la purísima Virgen María, estamos practicando la más sublime de las Devociones de que necesita un hogar católico. El hogar y el corazón de todo cristiano, estarían vacios si no hubiera en ellos la Luz de la fe Divina que unida a la bendición de nuestra Santa Abuelita Señora Santa Ana es la felicidad eterna. Tomado de el mas antiguo Devocionario del Papa Benedicto III. Gran siervo de Dios y devoto Mariano.

LOS MARTES A:

SRA. SANTA ANA Señora Santa Ana, una limosna te pido, y por tu Nieto querido dame para mi semana.

Se suplica a la persona que no pueda practicar estos días Martes de cada semana, la dé a otra para que ésta lo haga. ORACION ¡Oh dichosísima y felicísima Señora Santa Ana, que mereciste ser escogida, enriquecida y coronada de virtudes por el Altísimo Señor Nuestro, tal cual se requería a la que había de ser Madre de María Santísima, dignísima

Madre de Dios, que desde tu santo vientre heredó tus santas virtudes; que fueron sello, idea y dechado, de las que como heredera tuya gozó y heredó nuestra Purísima y Santa Señora. Yo te ofrezco estos tres Padre nuestros y tres Ave Marías, hoy Martes día de tu nacimiento y tránsito, en memoria y reverencia de las tres divinas personas de la Santísima Trinidad que fué quien enriqueció de dones y privilegios a tu Santísima y venerable familia, Jesús, María y José, Joaquín y Ana. Yo adoro tan Soberano Misterio, reverencio y agradezco con humildad de corazón, tan maravillosas obras; y asimismo te ofrezco, Santa mía, Señora Santa Ana, la luz de esta antorcha encendida y te pido merezca por tu intercesión, la luz divina a mi entendimiento para amar y servir a tu Santísimo Nieto, del cual me alcances, Santa mía, la gracia de no ofenderlo

LA MARGNÍFICA Glorifica mi alma al Señor y mi espíritu se llena de gozo al contemplar la bondad de Dios mi Salvador. Porque ha puesto la mirada en la humilde sierva suya; y ved aquí el motivo por qué me tendrán por dichosa y feliz todas las generaciones, pues ha hecho en mi favor cosas grandes y maravillosas el que es Todopoderoso y su nombre infinitamente Santo. Cuya misericordia se extiende de generación en generación a todos cuantos le temen. Extendió el brazo de su poder y disipó el orgullo de los soberbios, trastornando sus designios. Desposeyó a los poderosos y elevó a los humildes. A los necesitados los llenó de bienes y a los ricos los dejó sin cosa alguna. Exaltó a Israel su siervo acordándose de Él por su gran misericordia y bondad. Asi como lo había prometido a nuestro padre Abraham y a toda su descendencia, por los siglos de los siglos. AMEN.

Se suplica a las personas que recen ésta, hagan una deprecación por quien la da.

particularmente en materia grave y me alcances, Santa Abogada mía, el fuego del amor divino, poniéndome en perfecta caridad para con mis prójimos. Te pido, Santa mía, por la salud temporal y espiritual de mis padres, hermanos y deudos, como todos aquellos que han sido en contra mía en cualquier materia o quebranto; asimismo te pido por nuestra Santa Iglesia, por nuestros católicos gobernantes y por todos mis superiores que de mí tienen dominio; finalmente, Santa mía, el perdón de mis culpas, el amor a la virtud y la gracia de conseguir por tu medio una buena y dichosa muerte para gozar la bienaventuranza. Amén. ORACION

(Con aprobación eclesiástica)

Gloriosísima Señora Santa Ana, arca milagrosa en donde se deposito por la divina Omnipotencia, la joya más preciosa, María, que produjo, la rosa más delicada del paraíso, Cristo Jesus. Felicísima Señora Santa Ana, concha inmejorable que encerró la margarita

más hermosa, la Madre de Dios, a ti bendicen eternamente los ángeles, por el dichoso momento de que después de tu larga esterilidad concebiste a tu agraciada niña, que para rescate del mundo dió a luz nuestro Redentor, Yo en unión de los angélicos magnifico y alabo al Todopoderoso, por los grados de perfección a que te sublimó, y te pido humildemente enciendas mi devoción en tu culto y me asistas a la hora de mi muerte. Amén. Tres Padre nuestros y Ave Marías y Gloria Patri, en reverencia de la Santísima Trinidad. Gloriosa Señora Santa Ana, por la gracia de tu Divino Nieto dadme protección eterna y el pan para este Semana. Dios te salve, Ana divina, que tuviste en tu vientre, perla de tan gran oriente, graciosísima y muy fina. Gloriosa Señora Santa Ana, etc.

O RACION Amabilísima Virgen María, Reina y Señora de los ángeles, para comparecer en tu presencia no tengo más mérito que ser un pobre de los muchos que pedían limosna a las puertas de la casa santa de Nazaret. Tú, Señora, muchísimas veces por tus manos las repartiste. A ti, por el siglo de tus padres te la pidieron. Ea, pues, niña de mis ojos, una limosna por el Señor San Joaquín, que te dió el ser que tienes, después de Dios: un socorro por las entrañas y pechos de Señora Santa Ana, una gota de miel que me haga la muerte dulce, y antes de ella una migaja de aquel Pan que Tú misma amasaste en tu purísimo vientre y así Dios te conceda que todos se derritan en la devoción de tu madre. Por último, te ruego, que como a ella le cerraste los ojos en su felicísimo tránsito, a todos los que la amemos nos los cierres desde ahora para disponernos así a gozar eternamente de tu hermosura. Amén.

Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri.

O RACION

A ti concha peregrina, hoy te pido, mujer fuerte: y pues he de merecerte sagrada patrona mía, que con Jesús y María vos me asistais en mi muerte.

¡Poderosísima Señora Santa Ana, madre de María, abuela dignísima del Redentor del mundo! Desde esta hora para la de mi muerte; te elijo por mi especial abogada, y te ruego por aquel respeto y admiración, con que los serafines cerraron tu castísimo vientre al dár a luz a la verdadera Madre del sol de justicia; por aquellos sagrados éxtasis que padeció tu espíritu cuando te hallaste con ella entre los brazos; por aquellos dulces con que te embelezaba al ministrarle tú la leche de tus pechos: que pues estás mirando en la gloria lo mucho que pierde quien pierde a Dios, empeñes todo lo que vales para que nuestra alma salga en paz de esta vida, y el favor que ahora te pido, si ha de ser para gloria de Dios, honra tuya y provecho mío. Amén.

Gloriosa Señora Santa Ana, etc. Pues eres, ¡oh, Santa mía! de Cristo abuela dichosa, dame el pan de cada día y una muerte venturosa.

Aquí alentando la confianza cuanto se pueda, hace cada uno su petición especial a Santa Ana.

Gloriosa Señora Santa Ana, etc.

Ana que por tu constancia eres la mejor aurora, alcánzame gran Señora el dón de perseverancia.

Gloriosa Señora Santa Ana, etc. Inmensa fué la alegría, que a tu alma bella inundó cuando el ángel te anunció la Concepción de María. Y que fuiste tan dichosa Santa y Abogada mía.

Margarita eres preciosa, joya de inmensa valía, mujer que Dios bendecía con su diestra poderosa, por dicha tan portentosa, que en vida te poseía. Gloriosa Señora Santa Ana, etc. Eres la planta frondosa que en su fruto nos daría el de más grata ambrosía la Madre de Dios piadosa. Por gracia tan asombrosa que el Criador te concedía. Gloriosa Señora Santa Ana, etc. Sé en mis pesares consuelo en mi vida norte y guía, fuerte apoyo en mi agonía, mi protección, mi anhelo. Y pues eres prodigiosa a ti clamo con fe pía. Gloriosa Señora Santa Ana, etc.

DIA VEINTISEIS DE CADA MES DEDICADO A LA GLORIOSÍSIMA

SEÑORA SANTA ANA En memoria y reverencia de su felicísima muerte.

Delante de alguna estampa o hechura de la Señora Santa Ana, se hará el ejercicio que sigue.

¡Oh Trinidad Beatísima, en quien creo, en quien espero, a quien adoro, amo y deseo servir con todas mis fuerzas! Infinitas gracias te den todas tus criaturas, porque después de haber elegido entre millares a mi Señora Santa Ana para teatro y paraíso de tus mayores deleites, dispuso tu misericordia que con el caudal de su continuo llanto, nos negociase un tesoro de tanta monta, como María, y en ella la vida y el consuelo a los que gemimos en este valle de lágrimas. Suplícote humildemente, que para no desmerecer su patrocinio al tiempo de morir, no cesen nuestros ojos de llorar nuestras culpas.

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