Normativa Lingüística Española y Corrección de Textos - Zorrilla

March 10, 2017 | Author: ouroborges | Category: N/A
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Alicia María Zorrilla B IB L IO T E C A D E L T R A D U C T O R Y DEL CO RRECTO R DE TEXTOS

NORMATIVA LINGUISTICA ESPAÑOLA Y CORRECCIÓN DE TEXTOS I*

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FUNDACIÓN INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS LINGÜÍSTICOS Y LITERARIOS

LITTERAE

ALICIA MARÍA ZORRILLA

NORMATIVA LINGÜÍSTICA ESPAÑOLA Y CORRECCIÓN DE TEXTOS

L IT T E R A E FUNDACIÓN INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS LINGÜÍSTICOS Y LITERARIOS

BIBLIOTECA DEL TRADUCTOR Y DEL CORRECTOR DE TEXTOS Dirección-, Alicia María Zorrilla ES PROPIEDAD © ALICIA MARÍA ZORRILLA, 2004 Fundación Instituto Superior de Estudios Lingüísticos y Literarios LITTERAE Virrey Arredondo 2247 2.° “B” (1426) Buenos Aires - República Argentina Tel. 4784-9381 /4786-1127 Fax (54-11)4786-1127 Correo electrónico: fundlitterae@arnet. com. ar Página web: www.fundlitterae.org.ar ILUSTRACIÓN Una de las primeras representaciones gráficas de una librería, extraída de una obra de Ludovico Dolce, Venecia, G. Sessa, 1585.

Zorrilla, Alicia María Normativa Lingüística Española y Corrección de Textos 1.a ed. Buenos Aires, Fundación Instituto Superior de Estudios Lingüísticos y Literarios LITTERAE, 2004 160 p. 23x16 cm. ISBN 987-21104-1-7 1. Lingüística I. Título CDD 410

ISBN 987-21104-1-7

Al hombre le preocupa su lengua. [...] Está el hombre junto a su lengua, como en la margen de un agua en es­ tanque que tiene en el fondo joyas y pedrerías, misterioso tesoro celado. La mirada no suele pasar del haz del agua, donde se reflejan las aparien­ cias de la vida con belleza suficiente. Pero el que hunda la mano, más allá, más adentro, nunca la sacará sin premio. Pedro Salinas

PRÓLOGO

La lengua española es nuestra sangre y nuestra identidad. Con cada voz nombramos la belleza, pues Dios hizo las palabras para la alegría y para la paz, para que amanezca el bien en cada sílaba. Sabemos que las palabras acompañan nuestra vida y son nuestra vida. Con ellas, anhelamos perpetuar la Creación; buscamos incons­ cientemente la inmortalidad de nuestros caminos interiores y nos re­ creamos al decimos, y somos en la plenitud de la escritura. Cada vocablo es meta sublime de un largo viaje espiritual, sereno, de silencios sostenidos, de luces y de sombras. El tiempo que prepara el florecimiento de la palabra es ascético, tiempo interior, en que cada hombre aspira a albores, ocasos y paraísos. Hay, en cada verbo, voca­ ción de inmensidad e intensión1 de horizontes, y -por qué no-, cielo que ancla en la tierra virgen de la página sin alas o en el corazón que nos escucha para hacerse dueño de nuestro corazón. Imaginamos que las palabras viven en éxtasis, en una mañana perenne, pensativa, y allí esperan pacientes nuestro llamado para que sublimemos el mundo. Y aunque todos hablamos un español igual y, al mismo tiempo, diferente, a veces, creemos que, para muchas perso­ nas, esa mañana no existe por desidia o por impasibilidad, pues se comunican tristemente mediante despojos sintácticos y burdas inven­ ciones léxicas. Y no hablamos de perfección, porque ésta no cabe en la pequeñez del hombre, sino de esmero en el decir para evitar exce­ sos. El buen español, que recreamos cada día, no es sólo el que res­ ponde a los cánones de lo correcto, sino también el que revela preocu­ pación de claridad y de concisión por respeto a los demás, ese olvida­ do respeto a los demás, que es falta de amor, pues -como bien decía Juan Ramón Jiménez- sólo pensamos cuando amamos. ‘Esta palabra significa ‘intensidad’.

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¡Qué poco nos preocupa amar ardientemente estos mensajes del pensamiento y del sentimiento; gozar de los dolores entrañables de esa parición que tanto necesitamos! ¡Cómo asolamos las entrañas de los vocablos! Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a bastardearlos; más aún, si nuestra vida está en lo que hablamos o escribimos, ¡qué pobre vida tenemos, qué confusión consentida! Nos hemos vaciado de valores, o mejor, nos hemos desentendido lentamente de esos valores que sostienen el espíritu para que viva el intelecto una vida superior; las ansias desmedidas de progreso material los han desterrado a la oscuridad del desprecio. Preferimos olvidamos de la ética, de la estéti­ ca y del conocimiento, y andar huecos y cojos por las sendas de la nada representando un papel que, no pocas veces, raya en lo ridículo. Nos olvidamos voluntariamente de vivir para ser mejores y escandali­ zamos adrede, en todos los ámbitos, con palabras gastadas, envilecidas por la soberbia ultrajante de la indiferencia, carentes de ternura y de delicadeza. Reemplazamos las virtudes con la deslealtad a nuestra condición de hombres y profesamos el culto de la fugacidad o -como bien dijo Santiago Kovadloff- “la idolatría del instante”2. Escribió Pedro Henríquez Ureña que “nuestros enemigos, [...], son la falta de esfuerzo y la ausencia de disciplina, hijos de la pereza y la incultura, o la vida en perpetuo disturbio y mudanza”3. Esfuerzo, respeto, discipli­ na, en fin, belleza. “¡Nunca un poquito menos!”4. Ya no se comprenden las lecturas más sencillas, y el apellido del protagonista de un cuento puede significar para los lectores un pájaro o la marca de un utensilio de limpieza5. Se oyen los mensajes televisivos o radiales, pero no se escuchan, entonces, se uniforman todos los contenidos y se mezclan en una confusión perfecta. 2“La siembra de la ignorancia”, La Nación Revista, 10 de noviembre de 2002, pág. 31. ' 3“Seis ensayos en busca de nuestra expresión”, Obra crítica, 1.* reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1981, pág. 252. 4Juan Ramón JIMÉNEZ, Ideolojía (1897-1957), Barcelona, Anthropos, 1990, pág. 206. 3Esto ocurrió con el apellido “Recabarren”, protagonista del cuento “El fin”, de Jorge Luis Borges (Ficciones). El cuento comienza así: “Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco” (Obras Completas 1923-1949, Tomo I, Barcelona, EMECE, 1997, pág. 519).

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La publicidad despliega su interés material sin reparar en el signi­ ficado de las palabras.que usa .citando, por ejemplo, nos dice: Lipoescultura láser: Sin riesgo anestésico. En 1 hora elimine costado de caderas, abdomen, entrepiernas, rodillas. Sin internación.

¿Habrá buscado el especialista el significado exacto del verbo “eli­ minar” (‘quitar, prescindir de’) antes de publicar esta gacetilla y, sobre todo, su denotación médica de ‘expeler una sustancia’, o sólo estaría preocupado por no gastar mucho en la promoción? Nos preguntamos: ¿En qué se transformará una mujer después de ejecutadas las promesas de este anuncio? ¿Dónde está la mesura que deben guardar las palabras? ¿Dónde, su verdad, su precisión? ¿Por qué tanta indigencia léxica? Sin duda, las hemos abandonado, porque nos hemos olvidado de querer, de sentir y de pensar, y porque hemos perdido la afición al estudio y al aprendizaje. Ese descuido contribuye a nuestra degradación como perso­ nas. Alimentamos la rutina, la pereza y los índices de evaluación televisivos, v nos quedamos sin respuestas, es decir, sin palabras, Como no sabemos qué decir. ..decimos mal lo, que no sabemos. Baste este ejemplo tomado de la Internet sin una coma que lo defienda: Mi pregunta es: si hago cajones de crianza para cría intensiva de telgopor ¿les hará mal a los caracoles? Esa poquedad verbal nos impide encamar la belleza, que está con nosotros y no presentimos, esa sencilla belleza que tiene su paradigma en aquella breve oración que dijo Cristo a mío de los malhechores en la hora de la cruz: “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso”. ¿Habrá otra definición más bella? Este debe ser tiempo de meditación, de goce, de análisis, para evocar la esencia de la palabra, para renovamos de dentro hacia fuera. Tenemos heridas las alas -lo sabemos-, pero aún nos queda la espe­ ranza de otro vuelo para cambiar el mundo.

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Dijo el poeta español Luis Rosales: “En la lengua que habla se ve el rostro de un pueblo. Guarda todos sus rasgos y es igual que un espejo interno. Un espejo de adentro. Ahora bien, como la lengua no es sólo un medio de expresión, sino un sistema de instalación vital, si no la hablamos correctamente es porque no vivimos plenamente. Quien no habla bien su lengua no ha aprendido a vivir. Quien la habla mal, vive a traspiés”6. A

l ic ia

M

a r ía

Z o r r il l a

‘Premio Cervantes. Discurso de recepción, Premio Cervantes.com, “Luis Rosales (Es­ paña, 1910-1992)” [en línea]. Dirección URL: .

¿QUÉ ES LA NORMATIVA LINGÜÍSTICA ESPAÑOLA?

De acuerdo con el Diccionario académico, normativa es un sus­ tantivo colectivo que denota ‘conjunto de normas aplicables a detenninada materia o actividad’. Lo normativo es lo que sirve de norma. Ésta implica una distinción entre usos correctos e incorrectos. Es objeto de la Gramática normativa, preceptiva o prescriptiva, que es la que pres­ cribe una serie de normas o preceptos para hablar y escribir con co­ rrección, y suele basarse en una autoridad lingüística, por ejemplo, la Real Academia Española, respecto de España y de los países hispano­ americanos. La Normativa del español es el conjunto de normas que se aplican a nuestra lengua y que rigen su correcta expresión escrita y oral. Entre los niveles de lengua (lengua culta, lengua popular, lengua vulgar, lengua rural, etc.), la gramática normativa (la académica) elige uno y lo propone como lengua de prestigio (en España, la lengua culta). Aunque la lengua culta se basa en los principios etimológicos de la lengua, el uso, cuando se hace general, pasa a formar parte de la norma. “El uso lingüístico -según José Martínez de Sousa- está repre­ sentado por el conjunto de reglas gramaticales más o menos estabilizadas y empleadas por la mayoría de los usuarios de una lengua en una época dada y en un determinado medio social”.7 Según Eugenio Coseriu, la dicotomía de Ferdinand de Saussure es muy rígida, porque no permite saber cómo se pasa del sistema abstrac­ to (lengua) a las realizaciones concretas del habla. Entonces, introduce un nivel intermedio llamado norma, que define como la mediana de las realizaciones aceptadas en una comunidad de habla, es decir, en el sistema, existe la posibilidad de crear muchas formas. ''Diccionario de usos y dudas del español actual, Barcelona, Biblograf, 1996, pág. 17.

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En España y en el mundo hispanoamericano, sobre los que influye la Real Academia Española (fundada en 1713), la gramática normativa es la Gramática de la lengua española, publicada desde 1771 por esta institución con sede oficial en Madrid. El carácter fuertemente norma­ tivo de esta gramática, cuya última edición data de 1959 (reimpresión de la de 1931, con alguna adición), ha sido notablemente suavizado en el Esbozo de una nueva Gramática de la Lengua Española, publicado por la Academia en 1973, pero aún provisional por su carácter de “esbozo” o de “bosquejo inacabado”. En 1994, se publica la Gramática de la Lengua Española, de Emilio Alarcos Llorach, avalada por la Academia para iniciar la Co­ lección “Nebrija y Bello”. No es la Gramática oficial. En 1999, aparece la Gramática descriptiva de la Lengua Españo­ la, coordinada por Ignacio Bosque y Violeta Demonte, avalada tam­ bién por la Academia, y segunda obra de la Colección “Nebrija y Bello”. Tampoco es la Gramática oficial. ¿En qué se diferencia una gramática normativa de una gramática descriptiva? La primera nos dice cómo debemos usar bien nuestra lengua; la segunda analiza en constituyentes las oraciones que emiten los hablantes. Por ejemplo, si decimos: La niña lee un libro, la gramá­ tica descriptiva nos explicará que La niña es un constituyente, y que lee un libro es otro. Además, que en el constituyente La niña, La es artículo, y niña, sustantivo. En cambio, la gramática normativa nos enseña que no debemos decir *La niña lee a un libro, pues el objeto directo referido a cosas no se construye con la preposición “a”. La actitud prescriptiva es propia de las gramáticas normativas. Una gra­ mática es normativa, porque reúne reglas prácticas sobre el uso correc­ to de la lengua. No intenta modificar la conducta lingüística del ha­ blante mediante normas o reglas, sino actuar como guía para que se expresen los mensajes con cohesión y coherencia. En cambio, la acti­ tud descriptiva pretende presentar o exponer la conducta lingüística del hablante tal cual es. La norma nos ayuda a despejar dudas. Entendemos por duda la vacilación ante dos o más realidades lingüísticas necesarias para la

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comunicación. Por ejemplo, el hablante duda ante la palabra dilema. Suele usarla mal como sinónimo de “problema”, pero dilema (en grie­ go, ‘dos premisas’) denota ‘duda, disyuntiva’. Por supuesto, elegire­ mos la más correcta o usual. Existen tres clases de normas: la lingüística, la pragmática y la académica. La norma lingüística, ínsita en la lengua, histórica, permi­ te que los hablantes del español nos comuniquemos habitualmente unos con otros; es -según Eugenio Coseriu- la que seguimos necesa­ riamente para ser miembros de una comunidad lingüística8, porque es la norma ejemplar, «la realización “colectiva” del sistema»9. La norma pragmática, que nace del hablar concreto, conlleva la creatividad de cada persona, su ser individual, y, por ende, su libertad; es creación y repetición. De acuerdo con Coseriu, “la originalidad expresiva del individuo que no conoce o no obedece la norma puede ser tomada como modelo por otro individuo, puede ser imitada y volverse, por consiguiente, norma”10. Dentro de la norma pragmática, distinguimos usos normales y anormales; por ejemplo, el plural de “tórax” es “los tórax” (uso normal) y no, *toraxes, *toraces, *tóraxes o *tóraces (usos anormales). Cada comunidad tiene sus normas, que responden al entorno sociocultural. Hay, pues, una norma culta argentina, boliviana, chilena, colombiana, mejicana, peruana, venezolana, uruguaya, etcétera, pero un solo español. Y dentro de una misma comunidad lingüística, hay otras normas (lenguaje familiar, popular, elevado, vulgar, lengua literaria, et­ cétera) que se diferencian por el vocabulario, las formas gramaticales o la pronunciación11. Por ejemplo, en Méjico, era común el uso de la locución prepositiva “arriba de” con el significado de ‘encima de’: Dejé el libro arriba de la mesa. La Real Academia Española la registró como mejicanismo en la edición de 1992, de su Diccionario, pues no era propia de España con esa denotación. Sí, se emplea en otros países hispanoamericanos, como en el nuestro, pero no aparece como 8Op. cit., pág. 90.

’Ibidem, pág. 97. 10Ibídem, pág. 107. “Cfr. Eugenio COSERIU, op. cit., pág. 98.

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argentinismo. De acuerdo con esto, para los mejicanos, el empleo de “arriba de” por ‘encima de’ ya es norma académica. Respecto del léxi­ co, el anglicismo “chequear”, verbo transitivo, es españolizado e intro­ ducido en el Diccionario por su gran difusión en América con la acep­ ción de ‘examinar, verificar, controlar’ {Chequearemos esos paquetes) y como verbo pronominal, con la de ‘hacerse un chequeo’ (Se chequeará el viernes)-, y en América Central, con la de ‘rellenar un cheque’ (Por esta compra, deberé chequear). El verbo “regresar” es intransitivo en su acepción de ‘volver al lugar de donde se partió’ (,Regresaron a Chile), pero en algunos países hispanoamericanos, también se usa como prono­ minal con ese significado (Se regresaron a Chile) y como transitivo con la denotación de ‘devolver o restituir algo a su poseedor’ (Me regresó todas las revistas que le presté). La norma académica, prescriptiva, estudia la norma pragmática y la acredita, es decir, admite su validez al confirmar la difusión de su uso. Del cómo se dice al cómo se debe decir el camino es largo, y el proceso, lento. La norma pragmática, anterior a la norma académica, no se transforma inmediatamente en ésta; a veces, eso no sucede nun­ ca. Depende -repetimos- de la difusión de su empleo, de su aproba­ ción social. Además, el nacimiento de la norma académica debe ba­ sarse en los datos que aportan las investigaciones lingüísticas y sociolingüísticas (diferentes niveles de lengua: culto, medio, popu­ lar)12. Dice Ofelia Kovacci: “La realidad es que la Academia lleva a cabo una labor propia de disciplinas científicas como la lexicografía y la filología: observa y estudia los usos y sus peculiaridades vigentes en el transcurso del tiempo, y los recoge en léxicos y diccionarios como contribución al conocimiento de la lengua; no “autoriza” vocablos ni los “prohíbe”: sólo los registra”13. La norma académica, al señalar ,2Véase Luis Callos DÍAZ SALGADO, “El problema de las normas. El caso andaluz”, en Venezuela Analítica, Internet, Sevilla, marzo de 2000: “...la norma sociolingüística [...] determina con respecto a la lengua lo que socialmente es prestigioso o no: puesto que el enunciado se construye entre dos personas socialmente organizadas, siempre prefigura al interlocutor como integrante de un grupo social”. 13“Introducción. Borges en el Boletín de la Academia Argentina de Letras", en Anejos del Boletín de la Academia Argentina de Letras, Anejo I. Homenaje a Jorge Luis Borges, Buenos Aires, 1999, pág. 10.

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cómo debe decirse y cómo no debe decirse, distingue lo correcto de lo incorrecto, es decir, realiza una valoración. Daremos ejemplos: la lo­ cución prepositiva “luego de” es comúnmente usada en la escritura y en el coloquio: Se lo diré luego de guardar estos papeles. La Acade­ mia desestimaba su uso y recomendaba la locución prepositiva “des­ pués de”. La profusión de su empleo permitió que la institución espa­ ñola la incorporara en la vigésima segunda edición de su Diccionario (octubre de 2001) como argentinismo y mexicanismo. Uso y tradición lingüísticos son los pilares que sostienen lo que denominamos correcto, canónico o conforme a las reglas. Hay, sin duda, cierta aversión al verbo “corregir” y al adjetivo “correcto” por un temor oculto a lo perfectible. Algunas personas no quieren ser corregidas; prefieren los errores a que se las tilde de imper­ fectas. No es éste el camino. Es necesario un ideal de corrección. Es necesaria la norma académica como guía con todas las modificaciones que irá adoptando con el tiempo, con esos cambios saludables que nos dicen que la lengua vive, porque nosotros le damos vida. La norma académica no hace que la lengua se fosilice, es espejo de su constante creatividad. Dentro de la norma académica, distinguiremos: 1. Norma gráfica Gráfica (del griego, ‘lo escrito’). Comprende todo lo que se rela­ ciona con los signos de puntuación y con los signos auxiliares de puntuación; el uso de la tilde (acento escrito); de las mayúsculas, de las minúsculas, y de las letras en general (uso de b y de v, de h , d e c y de s, por ejemplo). 1. uso de los signos de puntuación ..."

^ Evaristó, mi loro ha muerto (Nos dirigimos a alguien que se llama Evaristo). .¡/ Oro *'’■/' Evaristo, mi loro, ha muerto (Evaristo es el nombre del loro).

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El juez llegó al país, detenido. El juez llegó al país detenido (Cambia el significado de la oración). El juez llegó detenido al país. Los soldados que cruzaron el puente son franceses (Algunos sol­ dados, sólo los franceses). Los soldados, que cruzaron el puente, son franceses (Todos los soldados franceses cruzaron el puente). 2. uso de la tilde período-periodo carácter-caracteres Zodíaco-Zodiaco (En España, se prefiere Zodiaco. La Real Acade­ mia Española no manifiesta preferencias). 3. uso de las mayúsculas y de las minúsculas Juana es *Sagitario (mayúscula incorrecta). Sagitario es el signo de Juana (mayúscula correcta). Juana es sagitario (minúscula correcta). Juana es una bella mujer sagitario (minúscula correcta). 4. uso de las letras en general (b, c, h, s, v, etc.) Además de las reglas ortográficas correspondientes, estudia las alografias (del griego, ‘otra escritura’). A continuación, las palabras subrayadas están registradas en el Diccionario académico, pero la Aca­ demia prefiere las que aparecen en cursiva: armonía - harmonía garaje (no, garage, pues ésta es grafía francesa) oscuro - obscuro

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pretensión (sólo con s por su etimología latina: praetensio-onis) pretencioso - pretensioso (doble grafía, porque procede del fran­ cés, prétentieux) psicología - sicología santaf^kjno - santafecino septiembre - setiembre séptimo - sétimo sunrvl - surubí La forma gráfica preferida por la Real Academia Española es la que lleva definición directa en el Diccionario', las aceptadas, pero no preferidas, se definen mediante referencia a aquélla. 5. cacografías o faltas ortográficas: • acentuaciones incorrectas (se presenta en cursiva la forma correcta) aimará por aimara alícuota por alícuota angioplastía por angioplastia di por di dió por dio estadio por estadio exámen por examen fué porfue fui por fui manicura por manicura périto por perito rectoscopía por rectoscopia síndrome por síndrome tí por ti vió por vio

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• añadir o suprimir letras ginda por guinda concencia por conciencia exhuberante por exuberante padastro por padrastro suscinto por sucinto ^ convalescencia por convalecencia • sustituir unas letras por otras ésito por éxito espúreo por espurio belar por velar tienpo por tiempo ideosincracia por idiosincrasia • trasponer letras en la palabra acnédota por anécdota crosta por costra chiquillas por cuclillas ^ naide por nadie enquencle por enclenque 2. Norma fónica Fónica (del griego, ‘lo referido al sonido’). Comprende la pronun­ ciación y la acentuación prosódica (acento no escrito). En este plano, se registra, por ejemplo, que es correcto doctor y no, *dotor; intervalo y no, *intérvalo; libido y no, *líbido; hayamos y no, *háyamos, vaya­ mos y no, *váyamos, etcétera.

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3. Norma morfosintáctica Morfosintáctica (morfología [del griego, ‘estudio de las formas de las palabras’]; sintaxis [del griego, ‘con orden, coordinación’]: par­ te de la Gramática, que enseña a coordinar y a unir las palabras para formar las oraciones y expresar conceptos). Por ejemplo, son correctas las expresiones haya, la sartén, dice que vendrá, cuentas por pagar, por eso lo digo, e incorrectas, *haiga, *el sartén, *dijo de que vendrá, ’"cuentas a pagar, *es por eso que lo digo. La norma morfosintáctica comprende: a) la construcción de estructuras sintácticas (oraciones, proposiciones, frases); b) el orden de las palabras en la oración; c) el paradigma verbal; d) el uso del gerundio; e) el uso del sustantivo y del adjetivo (género y número); f) el régimen preposicional; g) la concordancia; h) los casos de ambigüedad; etcétera. Por ejemplo, es correcta la oración Dijo que traerá la sartén y no, *Dijo de que traerá el sartén. Son ambiguas las oraciones: El burro de mi tío no quiere comer y La perra de mi vecina me observa siempre. Pueden resolverse así: El burro que tiene mi tío no quiere comer o Mi tío tiene un burro que no quiere comer; La perra que tiene mi vecina me observa siempre o Mi vecina tiene una perra que me observa siempre. Otros ejemplos: *Vendía pantalones para damas de terciopelo. Vendía pantalones de terciopelo para damas.

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Silvana encontró el papel doblado o Silvana encontró doblado el papel (ambigüedad pragmática). Esteban y yo escribimos una carta, (ambigüedad morfológica: ¿en el presente o en el pasado?) Creemos en la escuela (ambigüedad morfológica: ¿de creer o de crear!) Los casos de ambigüedad también lindan con la norma léxicosemántica. En cuanto a la concordancia, por ejemplo, debe decirse cuales quier asuntos y no, *cualquieras asuntos o *cualesquier asunto. Cuan­ do se usan los sustantivos con valor de adjetivos, en aposición especi­ ficativa, carecen de plural: ciudades satélite, horas clave, carros tan­ que, situaciones límite, ojos malva, rayos violeta, Estados miembro (Se admite el plural cuando estos sustantivos pueden transformarse en predicativos de un verbo copulativo: Los Estados son miembros; Estas horas son claves, por ejemplo. Entonces, también es correcto Estados miembros', horas claves). Cuando se quebrantan las leyes de la concordancia en el género o en el número de las palabras, se comete una silepsis (en griego, ‘com­ prensión’): *La mayor parte recibieron el diploma. La norma morfosintáctica nos indica también que son incorrectas las siguientes expresiones: *en base a o *bajo esta base por sobre la base de; *con base en esto por sobre la base de esto; *se ha enterado que por se ha enterado de que, etcétera. Otros problemas que resuelve la norma morfosintáctica: se presen­ tan inconvenientes cuando queremos emplear en plural el nombre de los números, de las letras o de las notas musicales: unos, doses, treses, cuatros, cincos, seises, sietes, ochos, nueves, dieces', aes, es, íes, oes, iíes; dos, res, mis, fas, soles, las, sis. O sustantivos como padrenuestro, avemaria, medialuna o casaquinta: padrenuestros, avemarias, media­ lunas, casaquintas o casas quintas, y no, *padresnuestros, *avesmarías, *mediaslunas, *casasquintas.

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4. Norma léxico-semántica Léxico-semántica (léxico: del griego, ‘lenguaje, palabra’; semánti­ ca [del griego, ‘significado’]: estudio del significado de los signos lingüísticos y de sus combinaciones). Trata cuestiones relacionadas con: a) el enriquecimiento del léxico; b) los fenómenos de sinonimia, antonimia, paronimia (homónimos, homógrafos, homófonos). La norma nos dice que podemos usar pelo como sinónimo de cabello (Tiene un hermoso pelo)', que el antónimo de verdad es mentira-, que incipiente14 e insipiente15son, en la Argentina, homófonos; c) la incorporación de barbarismos y de cultismos16. Enviriar&e.úen.Qi2L‘aficionarse con exceso a algo’. Nos enviciamos de incorrecciones. Y como nunca es ocioso recurrir a las etimologías, recordemos que vicio proviene del latín vitium, ‘defecto, falta, imper­ fección, deformidad, culpa’. Los errores que cometemos son, pues, defectos del lenguaje, es decir, barbarismos. La palabra proviene del latín barbarismus, y éste, del griego, ‘extranjero’. “Bárbaro” era un romano respecto de los griegos, y barbarismo, el modo de hablar vicioso al estilo de los extranjeros. Se cometen barbarismos cuando se pronuncian o se escriben mal los vocablos, o cuando se emplean voces impropias. Clasificación de los barbarismos a) Arcaísmos (del griego, ‘primitivismo’, ‘principio’): son voces o expresiones anticuadas (ansí, apriesa, cabe, digerecer, digestir, dij, escamar, galavardo, hemisfero, hombredad, pecatriz, so); u‘Que empieza’. í5‘FaIto de sabiduría o ciencia’; ‘falto de juicio’. 16Según el Diccionario académico, los cultismos son ‘palabras cultas, generalmente de origen grecolatino, usadas en la lengua intelectual, literaria y científica. Proceden de una lengua clásica y penetran por vía culta en una lengua moderna sin pasar por las transformacio­ nes fonéticas normales de las voces populares’. Conservan, pues, una forma muy semejante a

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b) Neologismos (del griego, ‘lenguaje nuevo’): son vocablos, acepciones o giros nuevos en una lengua (abaniquear, abrumamiento, abstémico, absurdidez, anexionamiento, apergaminamiento, apretitud, atractividad, atrapamiento, autosuicidio, dáñosidad, deletración, destapación, desteñimiento, disvalioso, emprolijar, experimencial, infraccional, inmemoriable, intermediamiento, permanenteado, premoldados, procedural, profesionabilidad, proyectación, recepcionar, registración, repitente, respondiente, satisfactoriedad, significancia, sumatoria, transferibilidad, transmisibilidad, vacunal, volcamiento)11. Jorge Luis Borges usa, como neologismos, el sustantivo apocrifidades (por “hechos apó­ crifos”) y la forma verbal negligen (por “ser negligentes”), términos no registrados en el Diccionario académico. Tambiéasa usan nalabras con un significado distinto del que poseen; son neologismos semánticos. A veces, la Real Academia Española los registra en su Diccionario: (énerv^ (‘debilitar, quitar las fuerzas’; ‘poneuiemosQ.!). La palabram w rara (‘detener y recogerú agua u otro líquido, de suerte que haga balsa’) comenzó a usarse con el sentido neológico de(r¿basdt (‘exceder de cierto límite’) y de rqjjgsar (‘derra­ marse un líquido por encima de los bordes de un recipiente en que no cabe’). Hoy la Academia la registra como sinónimo de ambos verbos18. Otros neologismos semánticos: desapercibido por inadvertido: detentar19por desempeñar, ejerg&r; dilema por problema; insumir tiempo (‘emplear, invertir dinero’) por ocupartiempo; suplantar20por reemplazar o remplazar. la que tenían en latín o en griego: advocación, agreste, alumno, ámbito, aperitivo, báculo, carótida, clave, clorofila, colocar, dinámico, efigie, egregio, encéfalo, epístola, erecto, exilio, fraterno, fumigar, inocular, microbio, nave, necrópolis, pavor, pedagogo, pictórico, plusvalía, pugna, silogismo, tácito, vínculo. 17Son neologismos léxicos. “Cfr. la segunda y la tercera acepción de rebalsar. 1,1Ejercer un cargo ilegítimamente’. “ ‘Falsificar un escrito’; ‘ocupar el lugar de otro con malas artes’.

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Antes de crear un neologismo, debe comprobarse que aquello que se trata de nombrar no tiene denominación en la lengua. Dice José Martínez de Sousa: “,La creación de neologismos no debe responder a jin-acta de-vnlnntad^sino.tLim actodejiecesidad... [...]. Sin embargo, a la hora de analizar los neologismos para establecer si son aceptables o no, hay que verificar si, además de necesarios, están bien formados...”21. c) Pleonasmos (del griego, ‘redundancia’): figura de construcción que consiste en emplear en las oraciones uno o más vocablos innecesarios para su recto y cabal sentido, pero con los cuales se da gracia o ^ o r alo que s e é La Real Academia Española reco­ mienda no abusar de los pleonasmos (apagón de luz, bajar abajo, brasas encendidas, divisa extranjera, doblar a muerto, entrar aden­ tro, erario público, exportar mercadería afuera, fruncir el cmoJr lluvicTcaida, lo releyó de nuevo, t¡igcedonia de frutas, ño lo haré tampoco yo, peluca postiza,, puño cerrado, salir afuera, subir arri­ ba, ver con los propios ojotú. d) Solecismos (del griego, So\j o Solos, ciudad de Cilicia, donde se hablaba mal el griego): son errores de sintaxis, faltas cometidas contra la exactitud o la pureza del idioma (*Dice de que viene¡ * Tiene la esperanza que gane; El libro, que su autor es alemán, se vende mucho). e) Vulgarismos (del latín vulgaris, ‘vulgar, ordinario, común, gene­ ral’): palabras o expresiones usadas por el vulgo (*abuja, *andé, *anque, *aúja, *aujero, *cabió, *cabo, *cocreta, *comisería, *cuatros paquetes, *dea, *dueble, *enderieza, *enrieda, *güevo, *haiga). f) Extranjerismos (del latín extranearius, de extraneus, ‘extraño’) son voces que tienen su origen en una lenguá extranjera (meraviglia, vrgiment, grassy, codea, Lohn). Se clasifican en: • xenismos: son los extranjerismos que.han entrado a formas parte de una- lengua, sin acomodarse a sus normas morfofonológicas, e& decir, manteniendo su grafía propia. Como no se han españolizado22, 21Diccionario de redacción y estilo, Madrid, Ediciones Pirámide, 1993, págs. 317 y 319. 12Españolizar o españolar es dar forma española a un vocablo o expresión de otro idioma.

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se Escriben con letra cursiva, jaara defender la lengua de destino (hall, software, tory, city, best seJíéj^re^M T ^ñ cin g ^Jíá ^i, 'JlasHback, rugby, coiffeur, tour, tournée, sale, suite, performance, marke­ ting)-, • préstamos: extranjerismos (anglicismos, arabismos, galicismos, germanismos, italianismos, lusismos, etc.) que se han integrado en el sistema de la lengua que los recibe mediante adaptación de la estiyetura fónica y morfológica (football se convierte en fútbol o en fútbol por adaptación de su estructura fónica; lo mismo sucede con basketball > basquetbol - básquet, en la Argentina y el Paraguay; buffet > bufé, bufete).Otros préstamos: adrede?, aeróbic o aerobicu, afiche15, agasa­ jar26, anaquel?, ancestro2*, anís29, aspa30, ataviar31, balcón32, batalla33. baúP4, bayoneta35, bazofia36, begum31, beis3*, béisbol39, bellotal, besamel o besamela41, bibelof2, biberón43, bidé44, bidón45, biomecánico46, biquini o bikini41, bisté o bistec49, bisturí49, bisutería50, bodrio51, bonsái52, brillar53, broche?4, brote?5, buzo56, campeón51, caramelo5*, casete?9, ca­ tre60, cederrón61, chalé62, chaqué63, chicle?4, chubasco65, clon o clown (‘payaso’)66, clósef1, croché?*, crol69, cruasán10, dandi11, debut11, dique13, disquete14, embestir15, escarnecer16, espía11, espríntern , espuela19, estarna®°, este% \ faencF, filinn , film o filme14, forastero85, fragata*6, 23{j^rmanismf>

24Anglicismo. “ Galicismo. “ Germanismo. 27Arabismo. “ Galicismo. 29Galicismo. ’“Germanismo. 31Germanismo. “ Italianismo. 33Galicismo. “ Galicismo. “ Galicismo. “ Italianismo. "Anglicismo. “ Galicismo. 39Anglicismo. 40Arabismo. 4lGalicismo.

“ Galicismo. "Galicismo. “ Galicismo. “ Galicismo. 46Galicismo. 47Nombre de un atolón de las Islas Marshall. 48Anglicismo. 4,Galicismo. 5“Galicismo. 5'Germanismo. S2Japonesismo. “ Italianismo. “ Galicismo. “ Germanismo. 56Lusismo o portuguesismo. "Italianismo. 5SLusismo o portuguesismo. 59Galicismo.

“ Lusismo o portuguesismo. 61Anglicismo. “ Galicismo. “ Galicismo. “ Nahuatlismo. “ Lusismo o portuguesismo. “ Anglicismo. En el ámbito científico, el sustantivo clon deriva del griego y denota ‘retofio’. 61Anglicismo. “ Galicismo. “ Anglicismo. ’“Galicismo. 71Anglicismo. 72Galicismo.

73Neerlandesismo. "Galicismo. 73Italíanismo. 76Germanismo. 77Germanismo. 78Anglicismo. 79Germanismo. '“Italianismo. *'Punto cardinal del horizonte. Proviene del francés a través del inglés. “ Catalanismo. “Anglicismo. “ Anglicismo. “ Catalanismo. “ Italianismo.

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galardón*1, ganar**, ganso*9, gánster90, guerra91, haraquiri12Joroba9*Joya9*, kárate o karate?5, katiuska96, kermés o quermés91, kiosco o quiosco9*, kamikaze", mánager100, mariachi o mariachis101, mascota102, mejillón103, mermelada104, morriña105, mostacho106, neerlandés101, norte10*, novela1™,oes­ te110, opereta111, ostra112, pagoda113, parqué114, paté115,poni o póney116, pós­ ter111, rapar11*, rico119, ropa120, sándwichm, suéterm, sur123, test124, tique12S, travestido126, ufano121, vermú o vermut12*, vigía129, virar130, yelmo131, yogui132, yogur133, yóquey o yoqui134, yudo135, zafar136, zar131, zarco13*, zarevich139, zen140. No se escriben con letra cursiva, sino en redonda. • calcos: extranjerismos que se han integrada .en. eisistem a-4e-la lengua que los recibe mediante traducción de la estructura semántica^) léxica (football > balompié; basketball > baloncesto; Kindergarten > jardín de infantes o jardín de infancia [los españoles lo llaman parvu­ lario]; crochet > ganchillo). Los préstamos y los calcos ya están registrados en el Diccionario académico. Los xenismos figuran en cursiva. Para evitar barbarismos en el uso de antropónimos o nombres de persona, y de topónimos o nombres geográficos, la norma recomienda: “’Germanismo. “'Germanismo. “’Germanismo. ’'’Anglicismo. ’'Germanismo. 92Japonesismo. 93Arabismo. 94Galicismo. 95Japonesismo. 96Rusismo. 97Del francés a través del neerlandés. 98Del francés a través del turco. "Japonesismo. 100Anglicismo. '“'Galicismo. ‘“ Galicismo.

‘“ Lusismo o portuguesismo. ‘“ Lusismo o portuguesismo. ■“ Galleguismo. '“ Italianismo. ‘“’Galicismo. ‘““Punto cardinal del horizonte. Del francés a través del inglés. '“ Italianismo. ““Punto cardinal del horizonte. Del francés a través del inglés. “ ‘Italianismo.

‘“ Anglicismo. 126Italianismo. 12’Germanismo. '“ Germanismo. '29Lusismo o portuguesismo. '30Lusismo o portuguesismo. “ StórSionism O . ^'Germanismo. ¡ismo. l32Del hindi. imo. l33Galicismo. l2‘Anglicis] '34Anglicismo. 122Anglicismo1. '35Japonesismo. 123Punto cardiná^del '“ Arabismo. horizonte. Del-, '37Rusismo. francés a través ael ‘“Arabismo. inglés. \ ‘39Rusismo. 124Anglicismo. ^Japonesismo.

"2Lusismo o portuguesismo. “3Lusismo o portuguesismo. ‘“Galicismo. “’Galicismo. 116Anglicismo. “’Anglicismo.

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• los nombres de persona clásicos deben adaptarse a la lengua que los usa: en español, se escribe Sócrates, Pericles, Eurípides, Aristóteles', • los nombres de persona modernos, de lenguas que usan el alfa­ beto latino, se escriben de acuerdo con la grafía de su lengua original: Charles de Gaulle, Wolfgang Amadeus Mozart, Richard Nixon; • los nombres de reyes, príncipes, princesas, etcétera, clásicos o modernos, se escriben según la lengua que los utiliza: en español, Isabel I de Inglaterra, Juan Pablo II, Carlomagno; • los topónimos mayores (nombres de continentes, páíses, capita­ les de-naciones, grandes ciudades, montes y ríos importantes) deben adaptarse a la grafía del español: África, Armenia, París, Washington; • los topónimos medios (ciudades de menor importancia, acciden­ tes geográficos poco conocidos, etc.) deben escribirse en español, si tienen nombre en él, de lo contrario, conservan su grafía original: Bursa (Turquía), Gusum (Suecia); • los topónimos menores (pequeñas pnh1ap,innes_-EÍQ&-^ esrasa extensión, montañas de poca altura, aldeas) deben escribirse en su lengua original, salvó que, por alguna razón histórica, sé los conozca en español; • los topónimos que corresponden a lenguas que no usan el alfabe­ to latino (rusos, búlgaros, árabes, chinos, japoneses, etc.) se escriben en español siguiendo la transcripción inglesa o francesa: Riyadh (Arabia); Varna, Plovdiv (Bulgaria); Pekín, Shanghai (China); Osaka, Tokio (Japón); Novgorod (Rusia). La norma léxico-semántica también enseña a evitar las etimolo­ gías populares, hipercorrecciones o ultracorrecciones: el hablante in­ terpreta como incorrecta una forma normal de la lengua y trata de corregirla por analogía con casos semejantes: *bacalado por bacalao; *Bilbado por Bilbao.

CADA “COSA” A SU TIEMPO

Hablamos continuamente de la riqueza de la lengua española y, en cambio, ponemos muy poco interés en aumentar nuestro vocabulario. Padecemos de una “abulia léxica perniciosa” que nos abisma en la irreflexiva creación de neologismos (concretación, destapación, didacta, dificultosidad, empetrolado, emprolijar, enfebrescida, expertizar, faunístico, genia, ídola, incompletar, marfilino, merituar, ostracista, registración, rumiación, saturamiento) o en el ábtiso insistente de una sola palabra, como cosa, a la que le asignamos distintos significados. Etimológicamente, este sustantivo proviene del latín, causa, ‘causa, motivo, asunto, tema, cuestión, razón, pleito judicial’. Por eso, escribe don Miguel de Unamuno: “...lo que no crea no existe, no es cosa, es nada. Que cosa quiere decir causa”141. En latín vulgar (siglo IV de nuestra era), según la circunstanciada investigación de Joan Coraminas142, se hizo sinónimo de res, ‘cosa’, partiendo del segundo significado (“motivo”). Martín Alonso, en su Diccionario Medieval Español143, registra el uso de cosa desde el siglo X hasta el XV. Por ejemplo, aparece en el Poema de Mió Cid (1140): “Tanto fallan desto que es cosa sobeiano”144. También la emplea Gonzalo de Berceo (h. 1185-d. de 1264), en su obra Milagros de Nuestra Señora, como sinónimo de “vida”: “Sepas que es tu cosa toda bien acabada”, o de “asunto, materia”: “Si guiarme quisiere a mí en esta cosa”. 14l“Cosa y causa”, Alrededor del estilo (1924), Obras completas, Tomo XI, Madrid, Afrodisio Aguado, 1958, pág. 812. ulDiccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Tomos I-VI, Madrid, Gredos, 1980 (Biblioteca Románica Hispánica). ,43Tomos I-II, Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca, 1986. 144“Tanto encuentran de esto que es cosa extremada”.

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Desde Alfonso X el Sabio (1221-1284) hasta Tirso de Molina (15717-1648), la palabra se utiliza como sinónimo de “nada”: “no valer cosa” significa “no valer nada”. El sacerdote toledano Sebastián de Covarrubias y Orozco (15391613) no la registra en su Tesoro de la Lengua Castellana o Española (1611)145, diccionario que se imprime entre el de Elio Antonio de Nebrija y el de Autoridades, de la Real Academia Española. Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) usa este sustantivo en su comedia Darlo todo y no dar nada (Jomada DI): “Su llanto es cosa de risa, / su risa, cosa de vicio, / su comer, cosa de juego, / su llorar, cosa de niños, / su dormir, cosa de locos, / y nada cosa de juicio”146. Duran­ te este Siglo de Oro, al que pertenece Calderón, cosa que tiene el sentido de ‘no sea que, no vaya a ser que’. Hoy la expresión cosa de tiene, vulgarmente, el valor de ‘para’: “No se lo digas, cosa de no asustarlo” (para no asustarlo). La vigésima segunda edición del Diccionario de la Lengua Espa­ ñolal47, de la Real Academia Española, presenta siete acepciones de esta palabra: 1. Todo lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, real o abstracta. 2. Objeto inanimado, por oposición a ser viviente. 3. En oraciones negativas, “nada”. 4. Asunto, tema o negocio. 5. En contraposición a persona o sujeto, objeto de las relaciones jurí­ dicas. En el régimen de esclavitud, el esclavo era una cosa.

’"Edición facsimilar, Madrid, Tumer, 1979. 146Cita extraída del Diccionario de Autoridades, edición facsimilar, Tomos I-III, Ma­ drid, Gredos, 1969. Cayetano Alberto de la Barrera y Leirado advierte en su Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español, desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVIII (Edición facsimilar, Madrid, Gredos, 1969 [Biblioteca Románica Hispánica]) que la comedia Darlo todo y no dar nada apareció en Barcelona (1677), en una publicación fürtiva que rechazó Calderón. De las diez comedias que contiene, dos no le pertenecen. l47Madrid, Espasa-Calpe, 2001.

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6. Objeto material, en oposición a los derechos creados sobre él y a las prestaciones personales. 7. Bien. Además, legaliza una serie de expresiones -algunas ya aparecen en el Diccionario de Autoridades (1726)-, entre ellas: COSA DE ENTIDAD (‘cosa de sustancia, de consideración, de valor’); COSA DE OÍR, COSA DE VER (‘cosa digna de ser oída o vista, que es capaz deiíam af Tálífeñción’); COSA JUZGADA (‘cosa que se da por resuelta e indiscutible, y de que es ocioso tratar’; ‘efecto de una resolución judicial fírme, que impide abrir un nuevo proceso sobre el mismo objeto’); COSA NO VISTA, COSA NUNCA VISTA (‘cosa muy extraña y sorprendente’); COSA PERDIDA (‘persona muy descuidada en sus obligaciones o incorregible en sus vicios y costumbres’); COSA RARA (‘admiración, extrañeza o novedad que causa algo’); POCA COSA o POQUITA COSA (dicho de una persona: ‘poco corpulenta, pusilánime o poco importante’; dicho de una cosa: ‘de escasa importancia o poco relevante’); COSAS DE ALGUIEN (‘para explicar o disimular las rarezas o ex­ travagancias de alguna persona, que ya no causan extrañeza por ser frecuentes en ella’); COSAS DEL MUNDO (‘alternativas y vicisitudes que ofrece la vida’); COMO QUIEN HACE OTRA COSA ( con disimulo ); COMO QUIEN NO QUIERE LA COSA ( con disimulo ); COMO SI TAL COSA (‘como si no hubiera pasado nada’); DEJANDO UNA COSA POR OTRA (‘mudando de conversación, variando sin propósito de sujeto o materia’); NO HABER TAL COSA (‘no ser así; ser falso lo que se dice’); NO PONÉRSELE A ALGUIEN COSA POR DELANTE (‘atropellar por todos los inconvenientes y miramientos que se ofrecen’);

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NO QUEDARLE A ALGUIEN OTRA COSA ( decir con franqueza cuanto sabe’); NO SEA COSA QUE (‘prevención o cautela’); NO SER COSA DEL OTRO MUNDO ( aquello de que se trata no es nada extraño ni sale de la esfera de lo usual y sabido’); ¿QUÉ COSA? (‘¿qué dice?; ¿qué hay?’); SER ALGO COSA DE ALGUIEN (‘ser de su aprecio, estimación, interés, etc.’); SER COSA DE (seguida de un infinitivo, expresa ‘la conveniencia de hacer lo que éste significa’). El refranero español148 es copiosa fuente dé ejemplos: Cosa bien negada nunca es bien probada. Cosa fea ni se haga ni se aprenda. Cosa mala nunca muere.

CosaM^LMesjMÉida Cosas hay que son mejores para hechas, que no para dichas. Cosa mal dicha no se olvida; o cosa mal dicha no cae en tierra. Cosa prometida es medio debida, y debida enteramente si quien promete no miente. Cosa que mal no puede hacer, no puede hacer bien. Cosa que no se venda nadie la siembra. Cosa que no ahoga, engorda. Cosa cumplida, sólo en la otra vida. No hay cosa segura en esta vida. Cada cosa a su tiempo, y los nabos en adviento. Quien las cosas mucho apura no tiene vida segura. No hay cosa de menos saber que así mesmo conocer. 148Cfr. Gonzalo CORREAS, Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras fó r­ mulas comunes de la lengua castellana en que van todos los impresos antes y otra gran copia, Madrid, Tip. De la “Rev. De Archivos, Bibliotecas y Museos”, 1924, y José María SBARBI, El Refranero General Español, Tomos I-X, Madrid, Imprenta de A. Gómez Fuentenebro, 1875.

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No hay cosa fírme ni estable en esta vida y mundo miserable. No hay cosa honesta que provechosa no sea. No hay cosa más dulce que el recibir ni más dura que el pedir. No hay cosa más perdida que azafrán de noche y candil de día. No hay cosa nueva que de contar sea. No hay cosa que fin no tenga, a la corta o a la luenga.

A pesar de que el uso de la palabra cosa está avalado por la Real Academia Española, no debe convertirse en comodín de nuestra po­ breza léxica. Tratemos de buscar el término específícoTel más adjcuaj&LaUema de nuestra conversación Esjdecir,pongamos en el habla el mismo esmero con que expresamos nuestro pensamientó~eñla escritura7 |^ j[en é sta -seamos sinceros-“-evitamos^lapakbra-compor-vacua. En la Argentina, suele oírse el italianismo coso“para salir del paso, como vocablo de significado indefinido. La conductora de un programa de televisión, por ejemplo, le da un manotón a su pequeño micrófono y dice: “¡Ay, me arranqué el coso!”. Si esta señora supiera la definición de la palabra coso, no volvería a emplearla como lo hizo: “Plaza, sitio o lugar cercado, donde se corren y lidian toros, y se celebran otras fiestas públicas. // Calle principal de algunas poblaciones. // Carcoma o insecto coleóptero muy pequeño y de color oscuro, cuya larva roe y taladra la madera, y produce, a veces, un ruido perceptible”. La palabra cosa sigue “soltera” y sin apuro de contraer nupcias. Su única familia está constituida por cosita y por cosilla, sus diminuti­ vos. De ahí que cometamos errores indisculpables si nos referimos al “coserío” (neologismo) o al “cosario” (‘cursado, frecuentado’; ‘hom­ bre que conduce personas o cosas de un pueblo a otro’; ‘cazador de oficio’) como “conjunto de cosas”, por analogía con otros sustantivos colectivos, como “caserío” o “poemario”; o bien, al “cosismo” (neolo­ gismo), para señalar el viejo vicio de usar constantemente la palabra cosa. Podemos presentar a otro pariente, muy lejano en cuanto al uso: el sustantivo femenino quisicosa (o cosicosa), contracción de la frase antigua “¿qué es cosa y cosa?” {qués y cosas y, luego, por asimilación vocálica, quisicosa), es decir, “¿qué significa esta cosa propuesta?”. El

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Diccionario de la Real Academia Española lo define así: “Enigma u objeto de pregunta muy dudosa y difícil de averiguar”. Hoy la llama­ ríamos “adivinanza”, pues quisicosa no es un término usual en nuestro vocabulario. Damos, a continuación, varios ejemplos del empleo del vocablo cosa149 ( o “coso”) en nuestra conversación diaria: Hay cosas que no deben decirse. Esas son cosas de mamá. ¡Son cosas de viejos! El gobierno ha perdido el control de la cosa económica. ¿Qué cosa dice usted? Me tiene loca con tantas cosas. ¿Cuál es tu cosa? La cosa es que no se vaya a descubrir. ¿A mí, con esas cosas? Me dijeron cosas lindas de tu hermana. Traiga la cosa esa que está junto a la cosa grande en la biblioteca. No encuentro el coso para colar la leche. Esas cosas, asi, de sorpresa, son las mejores. En cosa de segundos, volveremos. La cosa vale la pena. Si las cosas siguen así, el país no progresará jamás. ¡Qué cosa fea es el dolor de muelas! ¡Qué cosita linda! Parece el tío Cosa. Esto es cosa de hombres. Son cosas de chicos.

“’Leernos en Chaves, de Eduardo Mallea: “¡Cómo llenaba sus noches y sus días de inventos, motivos y temas, de cosas y cuestiones, de pretextos y de simulacros, de razones y de ficciones!” (Buenos Aires, Losada, 1953, págs. 35-36).

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El cosita que está sobre la repisa es mío. Está metido en la cosa política. ¡Cosas del amor! ¡Qué cosa extraña!, ¿no? “La cosa es ski”150 (aviso publicitario). Cierra bien, no sea cosa de que te roben. ¡Qué cosas tiene la vida! Cualquier cosa, hablamos después. ¡Cosa de no creer! ¡No te metas en mis cosas! Es una cosa que atrae. ¡Es tan poquita cosa! Es una cosita de nada. ¡Cosita de mamá! No es una cosa del otro mundo. ¡Tengo que hacer tantas cosas hoy! No creas en esas cosas. Se me ocurrieron otras cosas. ¡Qué cosa bárbara! ¡Son cosas del destino! Saca esa cosa de ahí. Empezamos a recordar cosas. ¡Qué cosa espantosa! Dile al coso ese que me devuelva el dinero que le presté.

'

(E&-cosa-d&iocosE~_~Zr.Z’IIZl,_„ La vida es cosa dura. ¿Qué cosa es la mujer? ¡No digas esas cosas! Voy a contarte una cosa. Háblame de tus cosas. ¡Qué cosa, che!

150La palabra española es esquí.

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No esperes cosa buena de ese señor. Esta revista no deja a un lado la cosa cultural. La cosa está poniéndose seria. Eso es cosa de supersticiosos. Hacer deportes es una cosa saludable. Se venden cosas de parrilla. Un lugar, para cada cosa, y cada cosa, en su lugar. Escribe sobre cosas del idioma. No vale gran cosa. No se lo digo porque me da cosa.

De acuerdo con estas citas, no siempre infringimos las normas académicas al usar el sustantivo cosa, pero debemos reconocer que éste es demasiado leal a nuestra peligrosa inercia léxica, a nuestro apuro por decir antes que pensar; está siempre a nuestro servicio -cosa lista para todo-, y, realmente, nos aprovechamos de su ductilidad. Esperamos, entonces, que este capítulo sea un llamado de atención para curar, gradualmente y sin padecimientos, nuestras cómodas incli­ naciones a hablar cada vez más y peor, pues -como dice el refrán- “El que malas mafias ha tarde o nunca las perderá”. Pero si el “medica­ mento” no surtiere un beneficioso efecto, no hay cosa como callar151.

,51Título de una comedia de Pedro Calderón de la Barca. Véase el Tomo II de las Obras Completas, 2.a edición, Madrid, Aguilar, 1973, pág. 1000.

EL QUID PRO QUO152

Curiosa manía la del quid pro quo) es decir, la de usar unapalabra con el significacLo de.jotra. ^ S á l es. la causa? .¿Incultura? ¿Inadverten­ cia? ¿Desatención? ¿Pereza para consultar un dicci6ñanó~demasiado a le ia d o ^ e n u ^ ttg ^ in ^ :¿ j< e p etició irir^ que dicen los demás? ¿Transformación continua de la lengua? Las respues­ tas pueden ser muchas, pero la realidad denuncia que el uso degenera en abuso, y éste engendra gazapos que atentan contra nuestra intención de gozar de buenas explicaderas o de sana verbosidad. Don Miguel de Unamuno, que censuraba la labor de la Real Aca­ demia Española153, escribe en su ensayo “Contra el purismo”154: “Hay que volver a levantar voz y bandera enfrente y en contra del purismo casticista, de esta tendencia que, mostrándose a las claras cual mero empeño de conservar la castidad de la lengua castellana, es, en reali­ dad, solapado instrumento de todo género de estancamiento espiritual y, lo que es peor aún, de reacción entera y verdadera”155. Recordemos que “purista” es el “que escribe o habla con pureza”, el que “al hablar o '"Expresión latina (‘algo a cambio de j jg o ’) registrada en el Diccionario académico. Con ella se da a entender qiie "Slléó se sustituye con otra cosa equivalente’. Como sustantivo masculino {el quid pro quo) denota ‘ error que consiste en tomar a alguien o algo por otra persona o cosa’. ‘“ Escribe don Miguel de Unamuno: “Por nuestra parte, dejamos a la Real Academia (hay que fijarse en esto de Real y en su íntimo consorcio con lo académico, pues esto ofrece una de las claves del misterio casticista); dejemos a la Real Academia que fije la lengua castellana, haciéndola hipoteca inmueble, y por nuestra parte, nosotros, los vivos heterodoxos, los que por favor de la Naturaleza no somos instituciones ni tiramos a serlo, ya que tenemos que servimos de esa lengua, procuremos en la medida de nuestras fuerzas cada uno, movili­ zarla, aunque para conseguirlo tengamos que ensuciarla algo y que quitarle algún esplendor” (“Contra el purismo”, En torno al casticismo, Obras completas, Tomo III, Madrid, Afrodisio Aguado, 1950, pág. 370). '54Ibídem, págs. 359-372. 155Ibídem, pág. 359.

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escribir evita consciente y afectadamente los extranjerismos y neologis­ mos que juzga innecesarios”, el “que defiende esta actitud”. No pone­ mos en tela de juicio la “tesis del antipurismo” del escritor vasco, pero reconocemos que las posiciones extremas empobrecen. Ni purismo está­ tico ni “antipurismo” irreverente. La lengua vive, crece, se transforma; las palabras nacen, florecen y, también, se aletargan y mueren eil las hojas del diccionario, pues el hablante va reemplazándolas con otras que se adecúan más a la altura de los nuevos tiempos. Lo mismo sucede, por ende, con sus significados156. El acezante vivir nos obliga a leer y a interpretar el mundo de manera diversa. Por ejemplo, el verbo cubrir tiene una acepción más en la vigésima primera edición (1992) del Diccionario académico: “Seguir de cerca un informador las incidencias de un acontecimiento para dar noti­ cia pública de ellas” (Esos periodistas cubrirán el viaje del señor Marín). Y también la tienen el sustantivo saneamiento (“Conjunto de técnicas, servicios, dispositivos y piezas destinados a favorecer las condiciones higiénicas en un edificio, comunidad, etc.”)157y el adjetivo fértil (“Apli­ cado a personas o animales, capaz de reproducirse”). Ha escrito Étienne Gilson: “...salvo en matemáticas, donde los signos no significan concepto alguno, los que constituyen el lenguaje no presentan nunca un sentido tal que no se pueda decir, de cualquiera de ellos, que significa además otra cosa. [...]. Y no es esto un defecto de la palabra: es su esencia misma, que, al ser un acto creador libre, no podría poner límites a su propia libertad creadora”158. El enriquecimiento del significado o de los significados de algunas palabras constituye una necesidad a medida que transcurre el tiempo, pero no debe ser arbitrario. No podemos inventar a cada momento una acepción para adecuarla a nuestros intereses inmediatos. Ymenos aún, 1!6Escribe Étienne Gilson: “En realidad, sentido y palabra nos vienen dados siempre juntos, puesto que la ausencia del uno o de la otra suprime todo enunciado inteligible” (“La palabra y el sentido”, Lingüistica y Filosofía. Ensayo sobre las constantes filosóficas del lenguaje. Versión española de Francisco Béjar Hurtado, Madrid, Gredos, 1974 (Biblioteca Hispánica de Filosofía), pág. 78. 1J7En la 22a. edición del Diccionario académico (2001), se registra la tercera acepción: ‘Conjunto de acciones para mejorar y corregir una situación económica’. 15,Op. cit., pág. 88.

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introducir con negligencia anárquica, en nuestros escritos o en nuestras conversaciones, vocablos con el significado específico de otros, pues estaríamos intercambiando “sus almas”, de acuerdo con la acertada ana­ logía de Gilson: “Lo mismo que el cuerpo es una materia, cuya forma es el alma (vegetal, animal o humana, da lo mismo), la palabra sería la materia, cuya forma es el sentido”159. Esta advertencia no responde a un concepto de purismo semántico, sino de corrección y de propiedad en el uso de la lengua. ¡No obremos como aquella señora que alababa el maravilloso “interlunio”160que había escuchado161 en el teatro! Leamos, pues, detenidamente las siguientes oraciones para corro­ borar el tema de nuestro capítulo: 1) Se abrogó el triunfo. a * ‘ v ^ ' 2) Se vale de acechanzas para comprometerlo. (X se c ^ a $ 3) Le acordaron el tercer premio. ec d ? r 0>? 4) Confesó su adición a la heroína. 5) Quiso airar la habitación. ° * ' &1 6) El niño fue operado de amígdalas. & ^ 7) Coloca un apóstrofe para indicar la elisióá de esa vocal. c- i 8) Siempre se apropincua de lo ajeno. ^ 9) Javier no es una persona asequible. h íf 10) En breves minutos, volveremos, p ^ 11) En 1880, se llevó a cabo la capitalización de la ciudad de Buenos .. t ; .{ Aires. 12) Celebraron el entierro del jefe. ..

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*{(. C ’ .-o' l59Ibídem, pág. 78. •‘“Tiempo de la conjunción en que no se ve la Luna. Por supuesto, la señora se refería a “interludio”, es decir, a una breve composición que se ejecuta como intermedio en la música instrumental. Otras palabras se emplean mal en español. Por ejemplo: Las sillas están aposta­ das a lo largo del salón (Corrección: Las sillas están colocadas a lo largo del salón)-, Una escuadrilla de albañiles inició la obra (Corrección: Una cuadrilla de albañiles inició la obra); El corazón bombea bien (Corrección: El corazón late bien). Invitamos a los lectores a buscar en el Diccionario el porqué de estos usos erróneos. l61Ha oído con atención.

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ALICIA MARÍA ZORRILLA

' , «r,

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13) No comentes,lo que te dije. 14) Eso no me compite. 15) Esta ley cojitertipla la libertad de prensa. c( - ' / " c 16) La joven camina contorneándose. r^ ^ 'f 17) Es creciente el aumento de los precios, c r.A *C 18) Don Esteban debé tener noventa años. 19) No defieren en sus gustos literarios, d ^
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