Nelson Manrique - Tiempo Del Miedo. La Violencia Política en El Perú 1980-1996

August 23, 2017 | Author: CarlaGL | Category: Left Wing Politics, Peru, Communism, Guerrilla Warfare, Democracy
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Descripción: Es un conjunto de ensayos escritos en los peores momentos del conflicto armado que sacudió al Perú, y que d...

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EL TIEMPO DEL MIEDO LA VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PERÚ 1980-1996

NELSON MANRIQUE

A Alberto Flores Ca/indo y Manija Martíne:z, mis amigos que se fueron demasiado pronto .

Biblfoteca del Congreso del Perú 303.6 M22

Manrique Gálvez, Nels.on

fl tiempo del miedo: lo violencia politica_en el Perú, 1980-1996 I Nelson Manrlque. lima: Fondo Editorial del Congreso del

aJ

u ·-e

e: ,_ 9 PRESENTACIÓN

Perú, 2002. 394 pp

13 INTRODUCCIÓN

ISBN: 9972-890-07-4

39 PRIMERA PARTE: LOS HECHOS

VIOLENCIAPOlÍTICA I DEUTOS POLÍTICOS /.GUERRA CIVIL l MATANZAS I SENDERO LUMINOSO I MRTA í TERRORISMO f RACISMÓ I CAMPESINOS I PERÚ

41

No una sino muchas crisis . .Los orígenes sociales de la violencia política en el Perú

65 Violencia, democr¡-¡cia y campesinado indígena en el Perú contemporáneo

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77 La década de la violencia

Nelson Manrique Gálvez EL TIEMPO DEL MIEQ,9,, I.A VIOLENCIA POLÍTICA EN El PERÚ, 1980-1996 PORTADA: ¿Dónde están? l 1997 j Acrílico sobre tela I Francisco Guerra-Garcia DISEÑO v DIAGRAMACIÓN: Francisco Guerra-García I Ángela Kuroiwa CORR ECClóN: Annle Gaime Le Vexier vda. de Ordóñez © Fondo Editorial del Congreso del Perú Teléfono: 311-7777 Telefax: 311-7735 Correo electrónico: [email protected] http://www.congreso.gob.pe Impreso en el Perú 2002

187 La guerra en la región central

227 La caída de la cuarta espada y los senderos que se --· --bifurcan 265 "El MRTA cosechaba tempestades de vientos sembrados por Sendero". Entrevista con Rodolfo Klein, Jefe Político Militar del MRTA. 285 SEGUNDA PARTE: SUEÑOS Y PESADILLAS. RACISMO Y VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PERÚ

al e�.el Perú contemporáneo 287 Violencia e imaginario soci. -..-r 321

Violencia política, etnicidad y racismo en el Perú del tiempo de la guerra

349 Sendero Luminoso, ese oscuro objeto del conoctmloi,to

Hecho el depósito legal 1501012001-1641 Fondo Editorial del Congreso del Perú Av. Abancay 251, Lima

359 Contrae/viento: el mito, el teatro, la vlolencla, 371 BIBLIOGRAFfA

PRESENTACIÓN

El tiempo del miedo. La violencia política en el Perú 1980-1996, de Nel­ son Manrique, abord� un� �;r;í2..s.2.�-�íodos más complejos de nuestra his­ toria; el de ura tra.gedi.� cuyas. consecuencias seguirán pes.ando por un lªrgo tiempo sQbre nue_stra vida como nación. Los ensayos que forman el libro fueron redactados paralelamente al desarrollo de los acontecimien­ tos, buscando respuestas para la violencia generalizada que estaba en cur­ so. Sin embargo, no se agotan en el análisis de la coyuntura sino que la trascienden, proponiendo explicaciones que nos remiten a la densa tra­ ma de múltiples causas que hunden sus raíces en nuestra formación co­ lonial. Nelson ManriqÚe usa su oficio de historiador para rastrear las raí­ ces de los conflictos de la sociedad peruana que se agitan tras el estalli­ do de la violencia política. Para el autor la violencia política es un síntoma de algo más pro­ u f ndo; es la manifestación de una-profunda a la .. . sacudió . .... . crisis social que ·--·---�.. ..-sociedad P.�Juan¡u�.n la déc_ada de lo_s ochenta. Una crisis que condensaba a su vez, múltiples crisis; las que, al encadenarse unas con otras, in­ crementaron exponencialmente su destructividad. Los resultados, en una primera evaluación hecha por el Ministerio de la Mujer y del Desarro­ llo Humano, serían de un millón· y medio a dos millones de personas afectadas por la violencia política, 30 mil muertos, 600 mil desplazados, 40 mil huérfanos, 20 mil viudas, 4 mil desaparecidos, 500 mil menores de 18 años con estrés postraumático y 43 5 comunidades arrasadas, entre 1980 y 1996. Diecisiete departamentos del país fueron afectados por la violencia política: 9 gravemente afectados (38% ), 4 medianamente afee-

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tados (17%) y otros 4 con baja afectación (17%)]'.{�glgª� �aterié!l�?--9�........ _2 5 mil millones d_e d�l_ares, un monto equivalente al total de la deuda ex­ terna p���an;'.Ño obstante los daños más profundos se sitúan en otra di­ mensión. Entender la naturaleza de la grave crisis social que subyace bajo la violencia obliga a volver sobre los viejos problemas históricos que la so­ ciedad peruana no ha resuelto y a su reactualización en un contexto mar­ cado por la crisis económica, el colapso del sistema político y el fracaso de los esfuerzos por cambiar la sociedad peruana por la vía de las refor­ mas desde arriba y del clientelismo populista. En este punto encontramos la contribución de Nelson Manrique. Como lo señala en uno de sus ensayos más reconocidos por la academia mundial, al lado de la secular exclusión de los pueblos indígenas de los beneficios del Estado moderno; de la pobreza y del olvido centralista de las provincias, sería la ideología del racismo y la respuesta a esta la que actuaría con mayor eficacia que las ideas de seguridad nacional y las del propio marxismo senderi_sta./ El comportamiento vesánico en ambos la­ dos estaría motivado por el secular desprecio etnocéntrico y racista an­ tiindígena y la respuesta habría sido posible por el hecho de que los cua­ dros intermedios de Sendero Luminoso no eran campesinos pobres sino mestizos ilustrados provenientes del campo y con una alta conciencia de derechos que abrazaron el llamado "pensamiento Gonzalo". Tras esta ideo­ logía, según el autor, estaría actuante la respuesta a la herida narcista pro­ vocada ,por el desprecio y la violencia racistas, la que se acentuó, dramá­ ticamente, en las incursiones militares en el campo andino y en los ras­ trillajes en los barrios populares de las ciudades principales del país. El tiempo del miedo articula el análisis histórico de la larga dura­ ción con el examen de la coyuntura presente, tanto en su dimensión po­ lítica cuanto en la cultural, �xplorando el mundo de las subjetividades en el que se construyen las r�presentaciones - ideologías, imaginarios, mentalidades- a través de las cuales los peruanos intentan apropiarse

de su historia. Más allá del discurso histórico oficial, fuertemente cues­ tionado luego de la súbita transformación de sus héroes en delincuentes 1 comunes, debido a su involucr_amiento en la red dé corrupción montada por Fujimori y Montesinos, existen múltiples relatos, discursos subal­ ternos, que construyen una memoria alternat_iva, marcada por las huellas de una prnfunda _fractura colonial. Tras el análisis de Manrique subyace ininterrumpidamente una opción por pensar la historia desde la perspec­ tiva de los de abajo, de los olvidados,' humillados y ofendidos, aquellos que sufren la historia. Los que no existen para la historia oficial. Luego de toda crisis social profunda, suele entablarse una áspera lucha ideológica por imponer una interpretación del proceso vivido. Es­ ta lucha es parte del conflicto social y expresa la voluntad de los sectores involucrados por legitimar sus hechos y, en consecuencia, deslegitimar los de sus adversarios en el imaginario colectivo. El sentido de los hechos es siempre producto de una interpretación; es una construcción que, por cierto, no es ajena a las relaciones de fuerzas existentes. En esa lucha por la apropiación del sentido se hace imprescindible revisar algunas de las categorías básicas de interpretación de la realidad peruana. Comprender la crisis d!é! las_ teorías dominantes sobre el poder en los �ndes, que hicie­ ron crisis ante el desafío senderista. Armarnos con herramientas nuevas para entender mejor nu�stro país, para pensar un futuro mejor para to­ dos !_os peruanos. El Fondo Editorial del Congreso ofrece la interpretación de uno de los más calificados y reconocidos académicos de nuestro país. Próxi­ mamente serán publicadas otras lecturas: todas dirigidas al esfuerzo por contribuir al conocimiento de las causas de la violencia, que nos permi­ ta, una vez reconocidas, actuar sobre ellas para consolidar la paz y en­ contrar las vías de la reconciliación nacional. MESA DIRECTIVA DEL CONGRESO

2001-2002

INTRODUCCIÓN

Mi corazón presenlia

a cada ins lante, aun en mis sueños, asaltándome, en el letargo a la mosca azul anunciadora de la muerte; dolor inacabable. 1\NÓNIMO, Apu lnka f\lawallfJCJ111C111

Escucharé a los muertos hablar para que el mundo no sea como es, pero debo besar un rostro vivo para vivir maiiana todavfa. WASHINGTON DELGADO, Para vivir ma1ic11w

Durante las dos últimas décadas del siglo XX el Perú afrontó una profu11da crisis, agravada por la generalización de la violencia política. Esta vio­ lencia fue tanto una consecuencia de la crisis cuanto un compo1�ente fundamental ele la misma. El rol decisivo en su gestación y desarrollo lo jugó. una pequeña organización política surgida en los Andes, a la que inicialmente muy poca gente prestó atención. Los orígenes de Sendero Luminoso se remontan a una escisión del Partido Comunista Peruano que tuvo lugar e11 196'!:Jcorno consecuencia ele la ruptura entre la Unión Soviética y la Chiefde Mao Tse Tung De esta ruptura surgió una corriente maoísta que obtuvo una significativa presencia en las zonas rurales de la sierra peruana, en particular en el dc­ partar'nento de Ayacucho. Ei1 la capital del departamento funciona la uni­ versidad San Cristóbal ele Huamanga, donde a comienzos de la década del 60 se instaló Abimael Guzmán Reynoso, un joven profesor de filoso­ fía, militante de esta fracción maoísta. Durante los años siguientes los

;\\'i)C)S maC)\S\a, C C)ntrn\\alC)\"\ \,acc:\C)nánc\.C),e e\"\ \leci,nefo., C)l'¡!;é\í\\"Lac:\C)ne,, :1ec· 1en\en,en\e secl:.aúas. l:'..n \ C)l '\ 1\\1,mé\e\ Cu2mán enca\1e26 \\\\a fü\e­ \J'él

esc1,16n, ue \a que nació una \)equeña oi:g,arú2ac,6n que se autoueno-

cú,'\, ecC)\,Óm1ca, (\\le CC)ntnmó a�p\/ánc\.C)se cl.\l,an\e \G, a\"\GS i\g,u\en\es, es\a\\6 en \CJlA '1 \a oí_)c\ón el.e\ g,o\:i\erno m\\11:.a,, í_)a,úcu\arnm,l:.e cl.mante \a seg,uncl.a tase de \a \\amac\a "Re\loluc\ón de \as Fuerns J\nnadas",

minaba Paüic\o Cornunista Peruano, pero era rnejor conocic\a por e\ le­

fue c\escarg,ar sus consecuencias sobre \os ttaba\ac\ores. J\ partir c\e \ 97 S

ma que exhibía su perióc\ico partidario·. "Por el Sendero Lun,inoso de Jo­ sé Carlos Mariátegui".

empezaron a imponerse draconianas medidas de ajuste eslrnctural; a las cuales el pueblo dio el nombre de "paquelazos", lo que obligó a un cre­ ciente endurecimiento represivo del régimen militar del general Francis­

TIEMPOS VIOLENTOS

co lVIorales Bermúdez. Se p isotearon los derechos de libertad personal, prensa, opinión, reunión y circulación, así como el de los trabajadores ele recurrir a medidas de lucha para defender sus conquistas. En 1976 se im­ puso el estado ele sitio y se implantó el toque ele queda nocturno en Li­ ma. Duró más de un año y dejó corno saldo decenas de civiles muertos, caídos bajo las balas ele las fuerzas de seguridad. Se suele olvidar que el espectáculo de las calles ele la capital patrulladas por soldados fuertemen­ te armados comenzó antes del inicio de la guerra senderista. En este contexto, la IL1cha popular, articulada gracias al trabajo de las decenas ele pequeñas y fragmentadas organizaciones de izquierda que habían venido formándose desde la década de los sesenta, jugó �m papel decisivo para obligar a los militares a abandonar el poder Una protesta popular que se inició en las provincias del interior fue creciendo incon­ teniblemente y convergió en Lima, culminando en el paro nacional del 19 ele julio ele 1977. La cabal magnitud de este movimiento sólo pudo ser conocida retrospectivamente. El paro no sólo comprometió a los tra­ bajadores de' la ciudad sino arrastró a millones de pobladores ele los cin­ turones de miseria que rodean las principales ciudades del país, en en­ frentamientos contra las fuerzas militares que ocupaban las C8lles. Los trabajadores del campo, por su parte, bloquearon las principales vías ele transporte del país y el esquema de seguridad global montado por las fuer­ zas armadas colapsó.l1) La ausencia de una alternativa articulada permi­ tió al gobierno retornar el control de la situación durante los días siguien­ _ tes, pero hizo evidente, a la vez, la necesidad de buscar una salida polí-

Sendero Luminoso impulsó una vigorosa política ele reclutamiento ele cua­ dros. En cierto momento Guzrnfo logró controlar la estratégica oficina ele recursos humanos, lo que le dio el poder ele decidir quiénes podían trabajar en la universidad. Él y otros dirigentes ele Sendero viajaron a la China para formarse como cuadros revolucionarios, con la idea ele em­ prender una guerra revolucionari� A su retorno, comenzaron a preparar la lucha armada. El 17 ele mayo del 980, una columna armada de Sendero Lumin_Q­ so_?cupóel pequefio poblado de Chu¡�-1�-i (A);;cucho), proce¿ie1�do.; des­ truir las ánforas en las cuales los campesinos de la localidad cleberíar, de­ positar.sus votos al día siguiente, en la primera elección general realiza­ da· cles¡;LÍ.Ú de doce" afias ele gobierno militar Irónicamente, era la prime­ ra oportunidad en que los campesinos quechuas, analfabetos en su mayo­ ría, hubieran podido votar, gracias a que la Constitución aprobada en 1979 había reconocido2 finalmente, el derecho de los analfabetos al voto. Así comenzó una guerra cuyo objetivo era derrocar al Estado peruano, como el primer paso de una revolución que liquidaría el sistema capitalista pa­ ra instaurar el comunismo a escala mundial La violencia política que esta11aba produjo reacciones encontradas, generando en especial una sensación de perplejidad tanto en la clase po­ lítica cuanto en el mundo académico. El Perú salía de u1Ú dictadura milit·ar que en sus dos fases se había extendido por doce años. Una severa

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tica al entrampamiento al que se dirigía el país. Apenas una semana des­ pués, el presidente Morales Berrnúdez anunció que las fuerzas armadas volverían a sus cuarteles, convocando a la elección ele representantes pa­

tr_ansición fJacífica al socialismo, recusaba la violencia. Esto no impidió

ra la instalación de una Asamblea Constituyente, como el primer paso ele un esquema de transferencia del poder a un gobierno civil.

cionario, PSR, organizado durante la segunda mitad de la década de los setenta por cuadros políticos que habían trabajado con el gobierno del ge­

El precio que el movimiento popular pagó por este triun fo fue muy elevado. Los cinco mil mejores dirigentes obreros del país fueron despe­

neral Juan_ \t'elasco_Alvarad� �e__escindió y una fracción importante de sus

didos y las luchas que se desplegaron durante los años siguientes por su · reposición fueron infructuosas. Este hecho tendría enormes repercusio­ nes en el desarrollo de los acontecimientos que se vivieron durante la dé­ cada de los ochenta/pues rompió el espinazo a la única fuerza social or­ ganizada que podría haber atajado el crecimiento de la violencia políti­ ca. Carente de alternativas, con una izquierda que sólo tenía corno hori­ zonte la realización ele nuevos "paros nacionales", cuya efectividad era cada vez menor pero que desgastaban continuamente sus fuerzas, la ra­ dicalidad popular terminó agotcínclose en una lucha sin perspectivas. La convocatoria a elecciones para la Asamblea Constituyente a ins­ talarse en julio ele 1979 provocó un fuerte desconcierto entre la atomiza­ da izquierda peruana. Un hecho que es importante considerar en cual­ quier ancílisis ele la violencia política de los ochenta, es que virtualmente la totalidad de las fuerzas de izquierda (que tenían una significativa in­ fluencia, pues hegemonizaban la reflexión intelectual sobre el país, te11 ían sólidos lazos con el movimiento popular y su importancia política fue creciendo aceleradamente a medida que las protestas sociales se mul­

tiplicaban, siendo la única fuerza que había venido trabajando cotidiana­ mente junto con los trabajadores) estaba convencida de que no había ma­ nera de solucionar los problemas del país si no era a través de la toma del poder por medio de la violencia armada. De medio centenar de organi­ zaciones políticas marxistas, genéricamente caracterizadas como clasistas, apenas una, el Partido Comunista Peruano, Unidad, alineado ideológica­ mente con las tesis del Partido Comunista de la Unión Soviética sobre la

que durante la década siguiente sectores juveniles del PC se incorpora­ ran a las organizaciones en armas. Inclusive el Partido Socialista Revolu­

militantes, nucleados en el PSR Marxista Leninista, optó por la lucha ar­ mada, participando en la fundación del Movimiento Revolucionario Tú­ pac Amaru (MRTA), que se sumó a la violencia armada en 1984. La convicción ele que la solución de los graneles problemas nacio­ nales sólo podría alcanzarse gracias a la violencia revolucionaria llevó,

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fines ele los setenta, a las organizaciones de izquierda a una situación di­ fícil. Por principio negaban la validez ele la vía parlamentaria y la recha­ zaban. Pero al mismo tiempo era evidente que la coyuntura abierta por la convocatoria a las elecciones para la Constituyente amenazaba con de­ jarlas fuera del juego político en un momento crucial, que varias de ellas caracterizaban corno una "situación revolucionaria": el momento en que el poder se ponía en juego. La decisión de entrar en el terreno ele la "democracia formal" (a la que se le oponía la "democracia real", cuyo fundamento es la igualdad económica) fue racionalizada con el argumento de que era necesario uti­ lizar al Parlamento como una "caja ele resonancia" para las luchas popu­ lares, ayudando así a preparar las condiciones para iniciar la lucha arma­ da, a la que ninguna organización de izquierda había renunciado. Pero, por otra parte, la escasa dimensión de los grupos, fruto de su gran disper­ sión, dificultaba su incorporación al juego parlamentario. Sin embargo, las coordinaciones establecidas durante las luchas del año anterior, y par­ ticularmente aquéllas desarrolladas para la preparación del paro nacil,­ nal de julio de 1977, sirvieron ele base para impulsar diversos niveles el unidad con el objeto de participar en las elecciones de 1978. La gran sor­ presa que éstas depararon fue que la izquierda recibió alrededor de un

reú,ta \1m c,ento ele \os \/otos en,1.úelos. \Jna ,2qu1.erela que \,asta enton­ ces _se rnovia en \os má,genes ele\ sistema po\íúco naciona\ se conveüia repentinarnente en una fuerza con un peso relativo mL1y tmportante -la izquierda legal más importante del continente-, con capacidad para convocar a manifestaciones a las que asistían decenas de miles de ad� herentes, lo que obligaba a revisar todos los esquemas vigentes. Para la izquierda, la transición del discurso de la guerra popular al ele la lucha por la ampliación ele la democracia no fue simple ni lineal. Organizaciones que habían recusado las elecciones del 78, caracterizan­ do a quienes participaron en ellas de "oportunistas" y "electoreros", de­ cidieron incorporarse a las elecciones generales convocadas para mayo de 1980 dejando muy en claro su voluntad de utilizar el "establo parla­ mentario" (la frase pertenece a Lenin1 como una simple escala en la pre­ paración ele la guerra popular. A�í, el acto simbólico culminante del mi­ tin de cierre de campaña ele la flamante Unión ele Izquierda Revolucio­ naria (UNIR), fue la entrega ele un fusil de madera a su canclicbto presi­ dencial, que éste agitó ante la entusiasmada concurrencia. El gesto era tanto una reafirmación ele una opción política por la violencia cuanto una seña de iclenticlacl, para distinguirse frente a los "reformistas" y los "revisionistas". Fue todavía algunos años después, cuando el crecimien­ to ele las acciones militares de Sendero Luminoso obligó a marcar distan­ cias, que el lema ele la principal fuerza política ele este frente, que repe­ tía el aforismo de Mao Tse Tung, "El poder nace del fusil", debió ser dis­ cretamente retirado de su vocero partidario. Preguntarse por qué Sendero Luminoso optó por la vía armada en oposición al resto de las organizaciones de izquierda confunde los térmi­ nos del problema; esa era la alternativa que reclamaban como propia la absoluta mayoría de las organizaciones radicales, y SL no hizo más que llevar a L1 practica enunciados que virtualmente todos compartían. Sien­ do la reivindicación de la lucha armada como el camino hacia el poder parte del sentido común izquierdista (y hay demasiados documentos que

\o acH:el1.tan \"lªrn ten,ei: C\Ue a\'E,u1.en i:ecuse es\.a afomaóón'), más que asom­ btai:se de que Senelern i:ecunieta a \a \/10\enóa \o que eleb1eta ex\)\icai:se es cuáles fuernn \as tazones que \\evaron a\ grneso de \a izquiei:da a mo­ clific.ar sus posiciones origina\es. i-E.stos antecedentes permiten entender mejor las reacciones que pro­ vocó el esta\\ido de las acciones armadas de Sendero Luminoso. La to­ ma ele Chuschi había sido precedida, durante los meses anteriores, por acciones de propaganda armada, corno el incendio del municipio ele] clis­ ttito limeño ele San Martín de Porras y la colgadura ele los caclcíveres de algunos infelices perros en unos cuantos postes en Lima, a los cuales se les colocó letreros que rezaban Deng Tsíao Ping, hijo de perra, como ex­ presión de la solidaridad senderista con "los Cuatro de Shangai" o la "Ban­ da ele los Cuatro", en quienes veían la continuación de la línea revolu­ ciornnia del presidente Mao Tse Tung, traicionada por la nueva jerarquía del PC chino.[21 Pero fue la.incursión guerrillera en el pequeño pobla­ clo,serrano de Chuschi el rn_arcador simbólico del inicio de la guerra. el 17 ele mayo pasó a constituirse en una efeméride fundamental del calen­ dario senderista: el día del Inicio ele la Lucha Armada, ILA. El desconcierto de la izquierda recién instalada en la escena polí­ tica formal ante el inicio de la guerra ele Sendero llevó a 8lgunos de sus líderes a denunciar al Servicio de Inteligencia de la Marina como autor ele estas acciones, creyendo que preparaba la represión de las organiza­ ciones populares y ele la izquierda incorporada a la legalidad. Pr1saron-va­ r._ios meses antes de que se reconociera que estos atentados realmente for­ maban parte del accionar de una organización política que había clecicli­ clo emprender el camino ele la guerra popular. La incorporación ele la izquierda a la escena oficial fue acompaña­ da, aclerncís, ele la mala conciencia de sentir que crecientemente iba a un acomodamiento en un juego que originalmente h;::ibía siclo definido co­ mo un medio circunstancial para preparar la lucha armada que ahora es­ tallaba, con una dirección y unas características que nadie esperaba. La

crueldad ele Sendero Luminoso, el carácter vertical de su propuesta, in­ clusive los golpes que dirigía contra los sectores populares eran interpre­ tados corno excesos ele una organización con una línea equivocada, que fo rmaba parte del pueblo y que debía ser ganada a las posiciones correc­

son síntomas ele la subsistencia de algunos grandes problemas del país Uno ele los más importantes_�.� la pe_r.üslencia. ..d_e.lns__¡:nejuicios étnicos-J'. rªciale2, s.oterrac)gs bajo un_dis...cm�guali.t
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