April 27, 2017 | Author: Maika Quiroz A | Category: N/A
N AT I O N A L G E O G R A P H I C . C O M . E S
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ESPAÑA
SANTORINI
LA ISLA DE FUEGO
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ÁRTICO IGNOTO: LA TIERRA DE FRANCISCO JOSÉ CRISTALES DE HIELO
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SALOPEK: VIAJES DE PEREGRINACIÓN LOS RETOS DE LA IMPRESIÓN 3D
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Los científicos recrean la erupción volcánica más devastadora de la historia
La Alhambra de Granada, el valor de la tradición artesanal i algún monumento artístico de nuestra geografía nos cautiva de forma especial por su belleza y espectacularidad, este monumento es, sin ningún género de dudas, la Alhambra de Granada. El palacio fortaleza andalusí, más de ochocientos años después de su construcción, sigue sorprendiéndonos por la solidez de su arquitectura, su absoluta integración en el paisaje granadino y la exquisita decoración de sus interiores, verdaderas obras maestras del arte musulmán. Fueron los monarcas de la dinastía nazarí quienes ordenaron que los más prestigiosos y hábiles artesanos del reino acudieran a Granada para impregnar de poesía los
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muros, las estancias, los patios y los jardines de la más hermosa residencia palaciega jamás concebida. Mosaicos y estucos, mocárabes y artesonados, celosías y mármoles contribuyen a la ornamentación de un espacio arquitectónico único. La decoración geométrica y de motivos vegetales, la intrincada epigrafía con textos poéticos y de carácter religioso se integran en un conjunto excepcional que recoge lo mejor de la tradición artesanal de la época. Una tradición que ha perdurado a lo largo de la historia y sigue viva en la expresión cultural y artística de toda una ciudad. Y es que lo artesanal, hoy más que nunca, es un valor al alza.
publi-información ARTE POR DESCUBRIR
ALHAMBRA RESERVA 1925 Magia, sentimiento y emoción encerrados en una botella. Como un tesoro que pasa de boca en boca, que traspasa fronteras y épocas, que no entiende de modas porque perdura en el tiempo, como las cosas que se han hecho artesanalmente, con mimo, respetando las tradiciones, con materias primas de calidad... Por eso, bajo el manto seductor y misterioso de La Alhambra e inspirándose en la receta original de 1925, Cervezas Alhambra creó una cerveza excepcional y única. Con cuerpo, perfectamente equilibrada, pero llena de sutiles matices, saborearla es un placer similar a atrapar un instante de felicidad. Una pequeña obra artística, cuya botella, inspirada en el arte nazarí, es capaz de combinar el lujo más elegante con la sencillez de las cosas que dan sentido a la vida.
Cervezas Alhambra recomienda el uso responsable, 6,4o
VOL. 35 • NÚM. 6
FOTO: SALVOV / GETTY IMAGES
El Etna no ha dejado nunca de escupir fuego y lava, pero el poder destructivo del volcán siciliano es muy inferior al que durante la Edad del Bronce arrasó la isla cíclada de Thera y aniquiló todo rastro de vida a su alrededor.
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Por Hans-Joachim Löwer Reconstrucciones digitales de 7reasons Fotografías de Marc Steinmetz
Por Paul Salopek Fotografías John Stanmeyer
Santorini, la isla de fuego Hace unos 3.600 años, una de las mayores erupciones volcánicas de la historia destruyó Thera, la isla del mar Egeo que hoy conocemos como Santorini. Un equipo científico armado con georradares y escáneres láser estudia el yacimiento de Akrotiri, en el sur de la isla, y consigue hacer una reconstrucción virtual de la vida cotidiana en aquella próspera civilización que algunos investigadores relacionan con el mito de la Atlántida.
Viajes de peregrinación El explorador y periodista Paul Salopek emprende un nuevo tramo de su «Caminata Más Allá del Edén», el viaje alrededor del mundo en el que recorre, paso a paso, el camino de la expansión de nuestros antepasados. Ahora el autor atraviesa el valle del Jordán hasta Jerusalén y Cisjordania, una tierra ancestral disputada por las tres religiones monoteístas más importantes del mundo.
R E V I S TA O F I C I A L D E N A T I O N A L G E O G R A P H I C S O C I E T Y
Diciembre 2014 Secciones Carta del presidente Forum Tu foto
VISIONES Miradas Kacper Kowalski
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La Tierra de Francisco José En el Ártico ruso, el archipiélago más septentrional del planeta atesora un paisaje prístino. Una expedición científica recala en este desolado territorio para estudiar la salud del ecosistema y analizar los cambios que está causando la fusión del hielo. Por David Quammen Fotografías de Cory Richards
EXPLORA ANTIGUAS CIVILIZACIONES
Los colores de Augusto ALIMENTACIÓN
Abran paso al mijo VIDA SALVAJE
Unos monos muy minis SOCIEDAD
La tregua de Navidad Instinto básico Esto suena a romance En televisión
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Los retos de la impresión 3D Orejas biónicas, pizzas, pistolas y hasta viviendas y tejidos orgánicos. Son algunos de los últimos ejemplos de ensayos con impresoras 3D, una tecnología revolucionaria que pronto podría formar parte de nuestra vida cotidiana. Por Roff Smith Fotografías de Robert Clark
Editorial Índice 2014 Próximo número
En portada Una pequeña capilla ortodoxa corona la caldera volcánica de Santorini en el pueblo de Oia, con el mar Egeo al fondo. Fotografía de Mikael Damkier / Shutterstock.
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Cristales de hielo Parecen flores de otro mundo, y fascinan desde hace siglos a artistas y científicos. Kenneth Libbrecht, físico del Instituto de Tecnología de California, nos desvela con sus fotografías los secretos de estos efímeros prodigios de la naturaleza. Por Eva van den Berg Fotografías de Kenneth Libbrecht
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Carta del presidente
Siempre aprendiendo Llevo en National Geographic Society casi un año y estoy más convencido que nunca: no hay maestro más eficiente en el planeta que los medios de comunicación. Durante 20 años trabajé en Sesame Workshop –la empresa que creó la serie Barrio Sésamo–, centrado en el papel que desempeñan los medios en la educación. A continuación dirigí la National Public Radio, una cadena radiofónica de noticias internacional. Llegué a mi puesto actual siguiendo la progresión natural de mi especialización en periodismo y educación. Es más, bajo mi punto de vista, el periodismo y el oficio de narrar «son» educación pura y dura. Este año hemos reorganizado la plantilla para cumplir mejor nuestra tarea de inspirar, concienciar y enseñar a través de todas nuestras plataformas. Hemos renovado también nuestro compromiso con el objetivo de los fundadores de la Sociedad: divulgar en materia de ciencia, de exploración y de medio ambiente valiéndonos de los medios de comunicación. La pasión de nuestros profesionales me conmueve, y también vosotros, los miembros de la Sociedad, los millones de personas que integráis la comunidad mundial de National Geographic, que leéis nuestras revistas y libros, asistís a nuestras exposiciones y actos y os comunicáis con nosotros a través de una pantalla, ya sea de móvil, tablet u ordenador. Y os tenemos preparado mucho más. A lo largo del año ampliaremos nuestro ámbito de alcance a todas las edades. Confío en que proseguiréis con National Geographic este viaje en el que jamás dejamos de aprender.
Gary E. Knell, presidente y director ejecutivo
FOTO: MARK THIESSEN, NGM
FORUM
Diciembre
El plástico amenaza el océano Después de leer el artículo sobre la brutal proliferación de residuos plásticos en los océanos (noviembre), me pregunto por qué este material imperecedero no ha sido sustituido hace ya un montón de años por otro menos contaminante. Existen múltiples propuestas posibles y no encuentro razón evidente u oculta para no haber iniciado ya la era del consumo responsable, un término que va mucho más allá de la utilización de materiales biodegradables. Sin duda, la frivolidad con la que nos tomamos la conservación del medio ambiente desde OHJLWVYSVTLUVZ\UWHYKLZPNSVZUVZWHZHYmMHJ[\YH`HSÄUHSZLYmT\JOxZPTVTmZJHYVLSYLTLKPVX\LSVX\L nos hubiera costado la prevención. Es difícil comprender por qué el ser humano actúa con tanta inconsciencia cuando es evidente que la cuestión no reside en ser o no ser «ecológicos» o «respetuosos con el medio». De lo que se trata es de entender, de una vez por todas, que nosotros también somos el medio ambiente. ÚRSULA REQUESENS, Banyoles
Sherpas, crónica de una tragedia en el Everest La noticia de la muerte de más de 40 senderistas en el Himalaya el pasado mes de octubre me sobrecogió pocos días antes de adquirir el número de noviembre de National Geographic, cuyo tema de portada rememora la tragedia vivida esta primavera en el monte Everest (noviembre). Las primeras conclusiones del incidente del Anapurna apuntan a una mala preparación de los montañeros, quienes, mal aconsejados y confiados en que esas semanas eran las más favorables para su incursión, emprendieron tamaña gesta sin el equipo necesario, viéndose obligados a caminar durante horas expuestos a las ventiscas provocadas por el ciclón Hubhub, uno de los peores que se recuerdan en la región. Una vez concluidas las labores de rescate, la Asociación de Agencias de Trekking de Nepal (TAAN) concluyó que como consecuencia de la tragedia era necesario revisar
las normas para las expediciones de montañeros a partir de 2015, entre ellas la obligatoriedad de contratar guías con licencia y de llevar dispositivos GPS que faciliten la localización de los excursionistas. Me pregunto cuántas muertes hacen falta para que nos demos cuenta de una vez por todas de la necesidad de regular la práctica de deportes de riesgo en el techo del mundo. JESÚS SÁNCHEZ Madrid
Cómo alimentar a 9.000 millones Valoro el hecho de que Jonathan Foley haya centrado su artículo (mayo) en investigar cómo podremos dar de comer a los 9.000 millones de personas que habitarán nuestro planeta a mediados de este siglo. Sin embargo, para mí el problema es que cada año más de tres millones de niños menores de cinco años mueren por causas relacionadas con la nutrición. Muchos millones más crecen
con problemas físicos derivados de una mala alimentación. Si ahora no somos capaces de solucionar esas desigualdades, ¿cómo vamos a alimentar a otros 2.000 millones más de bocas en el futuro? Los ciudadanos deberíamos presionar a nuestros representantes políticos para llamar su atención sobre este hecho. Alimento hay de sobra, otra cosa es que todo el mundo reciba suficiente para sobrevivir. WILLIE DICKERSON Snohomish, Washington
Los conejos se reproducen como conejos y no ponen objeciones si la lechuga está mustia, pero las tiendas de alimentación y los restaurantes de Estados Unidos desechan toneladas de productos que podrían alimentar a legiones de conejos y otras muchas fuentes de proteína animal que no se encuentran en las mesas de los estadounidenses. El capitán William Bligh, al mando de la Bounty, y su tripulación descubrieron que el fruto del pan era nutritivo y sabroso,
CARTAS PARA FORUM National Geographic España: Diagonal 189 - 08018 Barcelona FAX 932 17 73 78 E-MAIL
[email protected]. Las cartas deben incluir nombre, dirección y teléfono del remitente. Por razones de claridad o de espacio, pueden ser editadas o resumidas por la Redacción de la revista.
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FORUM
Diciembre
por lo que se les encomendó la misión de traer especímenes de árbol del pan desde Tahití para que sus compatriotas pudiesen cultivarlo, pero, ¿cuándo fue la última vez que encontró fruta del pan en un supermercado local? Las palomas son una plaga en todo el mundo, pero ningún restaurante sirve pastel de paloma. En lugar de ofrecer una carne nutritiva y a la vez económica, los comedores sociales de Estados Unidos trabajan con alimentos que no hacen sino enriquecer aún más a las grandes industrias cárnicas. El país tiene recursos naturales en abundancia, pero lo que hace falta es algo de sentido común.
Hace 50 años, cuando estudiaba en la universidad, mi mujer redactó un ensayo titulado «¡A comer vaca sagrada!» en el que propugnaba la prohibición de los terrenos con césped, los campos de golf, los cementerios, las instalaciones deportivas y demás usos espurios de la tierra cultivable alegando que toda esa superficie de terreno se podría destinar a la producción de alimentos. En la actualidad vivimos en una propiedad de una hectárea que está catalogada como zona de uso agrícola. Ni un solo centímetro está destinado a cultivos, porque es mucho más fácil llenar el depósito de gasolina e ir al supermercado.
RICO LEFFANTA Honolulu, Hawai
EARL MCMILLIN Merritt Island, Florida
París y el Sena Este reportaje (mayo) me ha traído recuerdos tristes. A mi esposa Janet le encantaba viajar por todo el mundo, y París era su ciudad favorita. Visitamos la Ciudad de la Luz en varias ocasiones a lo largo de los años, y pasear por las márgenes del Sena fue siempre algo muy especial. En 2008, cuando se cumplió un año de su fallecimiento (después de 56 años de matrimonio), mis hijas y yo entregamos sus cenizas al Sena al pie de Notre Dame. Cuando la pausada corriente comenzó a llevárselas, pude ver la silueta de su cuerpo llevada por el río que tanto amaba. DICK ABERLEY Roseville, California
VISIONES
Tu foto
Nuestra selección Doce al día De todas las imágenes enviadas a través de la web, elegimos 12 fotos cada día. Estas son nuestras favoritas del mes. Para ver más imágenes, entra en YourShot.ngm.com.
NOTA DEL EDITOR
«A veces fotografías muy diferentes pueden combinar a la perfección. Lo que tienen en común estas dos es la técnica. Ambas instantáneas parecen espontáneas, casi naturales, pero son fruto de una gran habilidad.» —Jeanne Modderman, editora gráfica de National Geographic
Peter Mather Whitehorse, Canadá Peter montó una cámara cerca de un nido de carpinteros escapularios en el Yukón canadiense. Utilizando un disparador remoto, tomó fotos de una de las aves en distintos momentos del día, mientras esta buscaba alimento y lo llevaba al nido.
Doug Stremel Lawrence, Kansas En un rancho de Kansas, Doug Stremel presenció cómo una quema controlada abrasaba la tierra. «Fue una de esas veces en las que sabes que vas a sacar una buena foto, no importa lo que fotografíes», dice. Al arrodillarse, se le quemó el pantalón.
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Nuevo Hyundai Genesis
Experimenta lo inesperado. Imagina abrir las puertas al lujo m䟏s exclusivo y encontrarte un invitado inesperado: es el nuevo Genesis y es de Hyundai. Abre tu mente a la 䟤ltima tecnolog䟚a de m䟏ximo nivel. S䟚, es posible tener 315 cv, transmisi䟟n autom䟏tica de 8 velocidades, tracci䟟n integral HTRAC, sistema de alta fidelidad Lexicon de 900W, proyecci䟟n de datos sobre el parabrisas y control de crucero adaptativo. El nuevo Hyundai Genesis ha llegado sin avisar. Ahora te toca saber qu䟖 se siente.
Genesis: Emisiones CO2 (gr/km): 270. Consumo mixto (l/100km): 11,6. Garant䟚a sin l䟚mite de km. A䟃OS
VISIONES
Tu foto
El poder de una sonrisa Tema del mes Pedimos a nuestros lectores imágenes que sintetizasen la expresión más universal de la vida. Conoce el tema del próximo mes en YourShot.ngm.com.
NOTA DEL EDITOR
«Una foto normal puede volverse única cuando estudias hasta el último detalle. La luz, las nubes, una expresión genuina de júbilo sobre una bici. Es casi perfecta.» —Marie McGrory, editora gráfica adjunta Chris Minihane Great Falls, Virginia En Kenya no hay muchas bicicletas, pero Chris quería retratar a un lugareño montando en una. Compró una bici e intentó enseñar a varios chicos a montar. «Se caían todo el rato» cuenta. Por fin uno logró mantener el equilibrio.
Steven Chou Beijing, China Steven caminaba por un sendero de Sichuan cuando se topó con una mujer que acababa de concluir su jornada de trabajo en el campo. Charló con ella unos minutos y la fotografió. Su sonrisa, explica, parecía sincera.
Amir Hamja Chittagong, Bangladesh En una explotación arrocera al norte de su ciudad, Amir vio dos niños que corrían y jugaban con una cometa. Le atrajo la transparencia borrosa del material del juguete, por eso les pidió que parasen un momento y sonriesen.
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VISIONES
Japón Una joven franquea la entrada «caleidoscópica» del centro comercial Tokyu Plaza Omotesando Harajuku de Tokyo subiendo por la escalera mecánica. Tras ella, los espejos reflejan las imágenes de la gente en uno de los distritos más de moda de la metrópoli nipona. FOTO: DINA LITOVSKY, POLARIS
Indonesia En un matadero de Kertasura, las serpientes ya muertas se enrollan para ponerlas a la venta. La gente las compra como alimento o para usos medicinales. Los lugareños cazan los reptiles para aumentar sus ingresos, alimentando así el multimillonario comercio de ofidios. FOTO: NURCHOLIS ANHARI LUBIS, GETTY IMAGES
O Encuentra todas las fotografías de la sección Visiones de la Tierra en nationalgeographic.com.es.
India
Unas novias con las manos pintadas con alheña aguardan a que empiece su boda colectiva. Treinta y cinco parejas de Mumbai participaron en la ceremonia, orquestada por una organización social musulmana con el objetivo de ahorrar gastos a las familias sin recursos económicos. FOTO: DANISH SIDDIQUI, REUTERS
MIRADAS
Kacper Kowalski
Cerca de mi casa, situada en Gdynia, un puerto de la costa báltica de Polonia, hay extensas masas forestales. Me gusta observar cómo cambian a lo largo del año. Esta imagen fue tomada en Kashubia durante el otoño, cuando los colores son más espectaculares.
A vista de pájaro Se suponía que iba para arquitecto. Es lo que estudié durante cinco años y en lo que trabajé otros cuatro. Pero no era lo mío y decidí probar suerte con lo que de verdad me motiva: la fotografía y volar, algo que ya hacía en mis ratos libres. Así que di el salto y convertí mi afición en profesión. Hoy soy ambas cosas, piloto y fotógrafo, lo que me permite controlar absolutamente cada una de mis tomas. Me encanta captar perspectivas que resultan inalcanzables cuando uno tiene los pies en el suelo. Desde el aire, tanto en mi Polonia natal como en cualquier otra parte del mundo, analizo los paisajes más diversos, naturales o urbanos. Y los convierto en imágenes abstractas, en grafismos repletos de mensajes subliminales que hablan del rastro de la presencia humana en la Tierra. Grafismos que podrían ser obra de un diseñador empeñado en reproducir mosaicos que la naturaleza y el ser humano han creado de forma interactiva. Desde el aire no puedo relacionarme con las personas del mismo modo que lo haría mediante la fotografía clásica. No puedo participar en lo que está sucediendo porque estoy muy lejos. Pero puedo provocar emociones en la gente a través de lugares comunes y simbólicos mostrados mediante una estética muy radical. Una belleza quizá controvertida, pero que les ayuda a comprender lo que ven. national geo graphic • diciembre
EL FOTÓGRAFO
Kacper Kowalski nació en 1977 en Gdynia, Polonia. Sus fotografías aéreas han recibido premios importantes, entre ellos, dos galardones del World Press Photo (2009 y 2014) y el Premio Mundial de Fotografía Sony (2014). Su primer libro, Side Effects («Efectos secundarios»), se publicó a principios de 2014 y su trabajo actual, Waving («Ondulación»), es un proyecto fotográfico centrado en un espacio natural que el fotógrafo conoce muy bien: la playa. Más información en: www.kacperkowalski.pl
FOTOS: KACPER KOWALSKI / PANOS PICTURES / CONTACTO
PRISCILLA P RISCILLA Y G GASTÓN ASTÓN LIBERTAD LIBE LI BERT BE RTAD RT AD A P PEDIR EDIR ED IR DE D E BO BOCA CA
‘LA SUERTE NO EXISTE
LA GENERAS'
PRISCILLA Y GASTÓN CAMBIARON EL MENÚ DE SU VIDA Y ELIGIERON A LA CARTA: HOY VIVEN EL SUEÑO DE TENER UN FOODTRUCK. Y TÚ, ¿TIENES UNA HISTORIA COMO ESTA? CUÉNTANOSLA EN SOLESPIRITULIBRE.ES #solespiritulibre
twitter.com/Sol_ES
facebook.com/solbeer
Alc. 4,5º Vol. Sol® recomienda el consumo responsable.
MIRADAS
Kacper Kowalski
En una central térmica de Turek, en la Polonia central, las cenizas resultantes de la combustión de lignito se mezclan con agua y se canalizan hasta una mina abandonada, donde forman una especie de delta. Un impacto difícil de interpretar si no es desde el aire.
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MIRADAS
Kacper Kowalski
En Sandomierz, un parque infantil permanece inundado tras la crecida del río Vistula que obligó a la evacuación total de esta localidad polaca (arriba). En la foto inferior, dos máquinas en una planta procesadora de sal de Inowroclaw, en el norte del país.
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MIRADAS
Kacper Kowalski
El invierno arrecia en Gdynia y cubre de nieve el paisaje de una granja (arriba), donde las balas de heno y las roderas de un tractor evidencian signos de actividad. Abajo, los vehículos de un aparcamiento de la misma ciudad destacan en el níveo paisaje.
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Respuestas
PUBLIRREPORTAJE
para la
movilidad del futuro
Vivimos en un mundo inmerso en un proceso de grandes cambios. El crecimiento de las grandes urbes, el calentamiento global y la dependencia de unos combustibles fósiles, contaminantes y escasos han forzado un cambio de paradigma en muchas áreas. Por ello Audi se ha involucrado en el avance de la movilidad del futuro: la e-movilidad. Un reto que afronta para fomentar que esa gran transformación necesaria pueda hacerse en el momento presente, sin cambiar nuestros hábitos diarios. A la vanguardia de la técnica
Cambia el mundo, no el día a día
AUMENTAN LAS GRANDES CIUDADES ESCASEZ DE RECURSOS
CALENTAMIENTO GLOBAL
Más de la mitad de la población mundial vive hoy en ciudades, y la cosa va a más. Las grandes urbes proliferan, y también la contaminación debida al transporte y la correspondiente emisión de CO2. La implantación de la e-movilidad es sin duda una necesidad ineludible.
Es un problema que afecta a todo el planeta, causado por el exceso de CO2 generado por una amplia gama de actividades humanas. Las iniciativas destinadas a implementar la e-movilidad constituyen uno de los pilares básicos para disminuir y mitigar el cambio climático y progresar.
La energía consumida por el transporte se obtiene básicamente del petróleo. Un combustible fósil caro, contaminante y cada vez más escaso. Sin embargo, es indudable que seguiremos necesitando trasladarnos de un sitio a otro. Necesitamos nuevas propuestas, como las de Audi e-tron.
¿Qué significa Audi tron? La tecnología Audi tron da respuestas a los retos sobre la movilidad del futuro y avanza hacia la movilidad neutra en CO2. Audi tron engloba nuevas y eficientes tecnologías de propulsión y se compromete a poner a disposición del público fuentes de energía sostenible. A LA VANGUARDIA DE LA TÉCNICA
UN FUTURO MÁS SOSTENIBLE
El lema de Audi sintetiza su firme compromiso en el desarrollo de una tecnología puntera dirigida a crear los vehículos dinámicos y deportivos de un futuro que ya está aquí. Conjugar el respeto con el medio ambiente y el confort es posible con los vehículos fabricados con tecnología Audi tron.
Nuestra meta es fomentar una sociedad que sea respetuosa con el planeta. Por ello, Audi ofrece con sus vehículos múltiples opciones para alcanzar una tasa de emisiones cero, como el eléctrico A3 Sportback e-tron o el A3 Sportback g-tron, que utiliza gas natural.
para más información entra en www.audi.es/tron
PUBLIRREPORTAJE
Audi apuesta por ese cambio ineludible porque cree que un futuro mejor es posible
desde la sostenibilidad. Quiere abordar ese reto con las oportunidades que nos brinda el desarrollo de una tecnología puntera que ha posicionado a Audi al frente de la revolución de la movilidad eléctrica. Desea que ese sea su buque insignia, para avanzar hacia un mundo que no dependa de los combustibles fósiles. Un mundo que, lejos de detenerse, avance hacia la auténtica modernidad.
MÁS ENERGÍAS RENOVABLES
PROMOVER LA E-MOVILIDAD
NUEVAS PRIORIDADES SOCIALES
Para Audi, la movilidad sostenible no se limita solo a la electromovilidad. A los vehículos innovadores y sistemas de propulsión alternativa, se suma la producción de fuentes de energía sostenibles. La movilidad totalmente libre de emisiones está basada en energía eólica, solar o hidroeléctrica.
Para implementar la movilidad del futuro, Audi apuesta no solo por los vehículos eléctricos, sino por experimentar nuevos conceptos de movilidad que permitan una conducción deportiva, con bajas emisiones, sin renunciar al confort ni a las prestaciones de un vehículo de alta gama.
Audi Attitudes, creado en el 2000, surge del compromiso social de Audi para fomentar una movilidad responsable. Promueve una conducción segura y sostenible y sensibiliza a la sociedad sobre la importancia de reflexionar acerca de nuestro comportamiento en materia de tráfico y seguridad vial.
e-tron, la propulsión del mañana
para más información entra en www.audi.es/tron
PUBLIRREPORTAJE
El término Audi e-tron hace referencia a vehículos con motor eléctrico que pueden funcionar solo con electricidad o con sistemas híbridos. Desde 1989, año en que se lanzó el Audi duo, el primer híbrido de Audi, la marca alemana se ha situado a la vanguardia del desarrollo de innovadoras tecnologías destinadas a una movilidad sostenible.
Audi tron: una apuesta por una movilidad sostenible sin compromisos
HÍBRIDO ENCHUFABLE PHEV
El A3 Sportback e-tron es el primer híbrido enchufable Plug-in Hybrid Electric Vehicle de la marca. Incluye un motor de combustión, un motor eléctrico y un sistema de transmisión situados en el mismo eje y es una apuesta por la propulsión híbrida, la más adecuada a día de hoy.
g-tron, el gas verde El Audi A3 Sportback g-tron es el vehículo de la marca propulsado por un gas natural sintético producido por energías renovables. Alcanza valores óptimos en cuanto a emisiones de CO2. El próximo año llegará a España. GAS NATURAL Y METANO
DOS DEPÓSITOS DE GAS
El motor del A3 Sportback g-tron puede funcionar con gas natural o gasolina y admite el e-gas, un combustible sintético idéntico al gas natural compuesto principalmente por metano producido a partir de energías renovables en la localidad alemana de Wertle.
El A3 Sportback g-tron consta de un depósito de gasolina y dos de gas natural. Estos últimos están alojados bajo el maletero y pueden almacenar hasta siete kilos de gas cada uno. El vehículo prioriza la alimentación del motor con gas natural al uso de gasolina.
EXPLORA Antiguas civilizaciones
En Roma, el emperador lucía colores vivos que resaltaban las exquisitas sedas de sus vestimentas. Sobre todo utilizaba el púrpura, un tono que nadie más osaba exhibir a riesgo de ser considerado un conspirador del Estado.
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Los colores de Augusto Buscar la policromía perdida del Augusto de Prima Porta fue el reto que asumieron los restauradores Emma Zahonero y Jesús Mendiola, del taller MV Arte y Restauración. Porque, aunque en nuestro imaginario asociamos las esculturas de la Roma imperial con la ausencia de color, nada más lejos de la realidad. El color predominaba en el mundo clásico, inundaba sus edificios y sus obras de arte. Pero el paso del tiempo hizo que la policromía se desvaneciera, y las intervenciones de limpieza posteriores acabaron de despojarlas casi por completo de su decoración cromática. Esto es lo que le sucedió a la estatua de mármol que representa al emperador Augusto, cuyo original se encuentra en los Museos Vaticanos (derecha). El festival de divulgación histórica Tarraco Viva encargó a MV Arte y Restauración una réplica de la famosa escultura que el dictador Benito Mussolini regaló a la ciudad de Tarragona en el año 1934. El objetivo: investigar el oficio de policromador en la antigua Roma y proponer una nueva hipótesis sobre el aspecto original de la obra. «Partiendo de los análisis que los especialistas de los Museos Vaticanos habían realizado sobre el original, aplicamos los mismos procedimientos que se utilizaron hace 2.000 años», explica Zahonero. El resultado es excepcional. El emperador, vestido con su coraza y sus mejores galas (izquierda), parece mirarnos satisfecho en el año en que se conmemora el bimilenario de su muerte.
FOTOS: ARALDO DE LUCA (SUPERIOR, DERECHA); RAFAEL LÓPEZ MONNE (RESTO)
EXPLORA
Alimentación
Abran paso al mijo Junto con el trigo sarraceno y la quinoa, el mijo es uno de los cereales clave de la antigüedad, pero mucha gente sigue asociándolo con una sola cosa: comida de pájaros. Cierto es que en Estados Unidos y Europa se destina casi en exclusiva a pienso para animales, pero en algunas regiones de China, India y África, el mijo –un alimento muy proteico cuyo cultivo requiere poca agua– es una importante fuente de nutrición. También podría ser clave para alimentar a una población mundial al alza. Resiste la sequía y el calor extremo, lo que lo convierte en un cultivo idóneo para un clima cambiante, opina el agrónomo Hari Upadhyaya. Es más, su sabroso grano crece rápido y resiste las plagas. Todo lo que esta joya alimentaria necesita es que se divulguen sus ventajas, afirma Jim Larsen, portavoz de los productores de mijo de Colorado. Aunque introducir el consumo de un alimento siempre cuesta un gran esfuerzo, el mijo podría beneficiarse de una moda dietética muy en boga: no contiene gluten.
FOTO: REBECCA HALE, NGM. CENTAVO MOSTRADO COMO REFERENCIA DE TAMAÑO
FASHIONFILM
SOLO EN
EXPLORA
Planeta Tierra
Baches celestes Las turbulencias pueden convertir algunos vuelos en una pesadilla. En febrero un vuelo de United Airlines entró en una zona tan movida que un bebé salió despedido (aunque indemne), una mujer abolló el techo con la cabeza y cinco pasajeros acabaron en el hospital. Debido al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos que causan las turbulencias «podrían hacerse más frecuentes o más intensos», según un estudio de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos. «Los planes de vuelo evitan las regiones en las que se sabe que hay turbulencias severas, pero estas zonas son móviles, y es difícil predecir dónde van a producirse», dice Sanjiva Lele, del Centro Stanford-NASA para la Investigación de Turbulencias. Ya se han empezado a tomar medidas: hace unos meses una línea aérea estadounidense incorporó detectores que se valen de un radar especial para predecir el nivel y la localización de las turbulencias.
TURBULENCIA DE AIRE CLARO
ONDAS DE GRAVEDAD
Este movimiento, que constituye la forma de turbulencia más común, suele asociarse con los bordes de las corrientes en chorro, un patrón de movimiento atmosférico persistente en el hemisferio Norte.
Cuando el aire se ve obligado a ascender –por encima de las montañas o de las tormentas, por ejemplo–, genera ondas de gravedad. Sobre las montañas suelen formarse turbulencias cuando colisionan dos grandes masas de aire diferentes.
METEOROLOGÍA ADVERSA
ESTELAS DE OTROS AVIONES
Cuando un avión atraviesa tormentas, o después de la lluvia (cuando se mezclan aire frío y aire caliente), el vuelo suele ser movido. Los aviones intentan sobrevolar estos fenómenos, pero la mayoría no puede superar los 14.000 metros.
Igual que la estela de un barco afecta a otras naves, los aviones pueden sufrir una pérdida importante de control o de altitud por las turbulencias de estelas. Para evitarlo, el control aéreo programa los despegues y los aterrizajes.
UNA ROCA ALTERNATIVA
En la playa Kamilo de Hawai están apareciendo objetos extraños. Parecen trozos de basura, pero son los pedazos de un tipo de piedra recién identificada: son «plastiglomerados». Se forman cuando los restos de plástico se funden al calor de los fuegos de campamento y se mezclan con arena, fragmentos de basalto, madera y otros residuos. La sedimentóloga Patricia Corcoran dice que en el futuro registro geológico de la Tierra estas piedras podrían delatar en qué momento de la civilización empezamos a usar (y desechar) plástico a gran escala. FOTO: REBECCA HALE, NGM. ILUSTRACIONES: SAMANTHA WELKER FUENTE: SANJIVA LELE, UNIVERSIDAD STANFORD
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Ciencia
Revolución sobre ruedas
Se calcula que en los países en vías de desarrollo unos 20 millones de personas necesitan moverse en silla de ruedas, pero los modelos estándar –a menudo donados– no están diseñados para rodar sobre vías pedregosas ni para salvar bordillos. Por eso, un equipo del MIT ha creado la Leveraged Freedom Chair (LFC), un híbrido de silla de ruedas y triciclo todoterreno. El sistema de transmisión de la LFC se fabrica con piezas de bicicleta económicas y reemplazables que pueden conseguirse hasta en las poblaciones más remotas. Sus inventores han creado una start-up que ya está fabricando las sillas y vendiéndolas a agencias gubernamentales, fundaciones y ONG que las distribuyen gratuitamente.
CÓMO FUNCIONA Al tirar de la parte inferior de la palanca, aumenta la velocidad angular y la rueda gira más con cada impulso.
Al tirar de la parte superior, aumenta el par de fuerzas y se alivia el esfuerzo.
FOTO: GLOBAL RESEARCH INNOVATION AND TECHNOLOGY. NGM ART FUENTES: AMOS G. WINTER, GRIT; SOCIEDAD ESTADOUNIDENSE DE INGENIEROS MECÁNICOS
“Qué bien sabe una Mahou SIN en tu bar de siempre”
Con Mahou Sin, Qué bien sabe ser de Mahou.
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Vida salvaje
Unos monos muy minis Establecer prioridades para la conservación de los primates es esencial en los archipiélagos del Sudeste Asiático, donde las tasas de destrucción del hábitat figuran entre las más altas del mundo. El tarsero de Filipinas (Carlito syrichta) y el tarsero de Selayar (Tarsius tarsier), en la foto, son especies emblemáticas que resultan útiles para promover la conciencia ambiental y el ecoturismo, pero la falta de un conocimiento detallado de dichas especies y de su taxonomía dificultan la elaboración de campañas de conservación adecuadas y, por tanto, efectivas. Por este motivo, un equipo científico de la Universidad de Kansas ha llevado a cabo un estudio en la zona para dilucidar los distintos linajes genéticos de algunos de estos primates con el objetivo de proponer medidas eficaces para su preservación. Joan de la Malla los acompañó para fotografiar a los protagonistas de esta historia in situ.
DESPLAZADAS POR EL CLIMA
El presidente de Butterfly Conservation Europe, Miguel Munguira, afirma que el cambio climático fuerza a las mariposas a desplazarse de sus áreas de distribución habituales, tanto en altitud como en latitud. Las poblaciones se trasladan más al norte y, cuando pueden, a cotas más elevadas. «Pero a veces el calentamiento global las empuja a ir más allá de la cima –explica el entomólogo Albert Masó–, lo que supone que se queden sin hábitat y desaparezcan de determinados lugares. Y eso es lo que parece haberle sucedido a la mariposa apolo (Parnassius apollo) en la sierra almeriense de Gábor.» Allí, la especie ha sido borrada del mapa. No queda ni una. national geo graphic • Diciembre
FOTOS: JOAN DE LA MALLA (SUPERIOR); ALBERT MASÓ
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Sociedad
Durante la tregua de Navidad, soldados alemanes y británicos se fotografiaron juntos en las inmediaciones de Ploegsteert, en Bélgica.
La tregua de Navidad
R.U. BÉLGICA
Ploegsteert
FRANCIA 0 km 50
Bruselas
Frente
Canal de la Mancha
París
O
rient al 1 91 4
En diciembre de 1914 alemanes y aliados batallaban en los frentes de Bélgica y Francia. Desde sus trincheras anegadas, los soldados intercambiaban disparos sobre una franja de tierra de nadie en la que camaradas heridos y muertos yacían esparcidos. Pero al llegar la Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental los alemanes colocaron árboles iluminados en los parapetos de las trincheras y los aliados se les unieron en un alto el fuego espontáneo: fue la tregua de Navidad de la Primera Guerra Mundial, de la que este mes se cumplen cien años. La tregua «surgió entre la tropa» pese a los edictos «anticonfraternización», dice el historiador Stanley Weintraub, en cuyo libro Silent Night cuenta la historia. Tras vocear promesas como «Tú no disparar, nosotros no disparar», algunos de los hasta entonces enemigos se deleitaron mutuamente cantando villancicos. Otros salieron de las trincheras para estrecharse la mano y fumarse un pitillo juntos. Muchos acordaron que la tregua seguiría en vigor el día de Navidad, para poder verse de nuevo y enterrar a los muertos. Cada bando ayudó al contrario a cavar tumbas y celebrar ceremonias en memoria de los caídos, incluso en una de ellas un capellán escocés hizo una lectura bilingüe de un salmo. Los soldados intercambiaron comida y regalos que les habían enviado desde sus casas, y botones del uniforme para guardarlos de recuerdo, y jugaron a fútbol. «Nadie quería seguir con la guerra», asegura Weintraub. Pero los superiores sí, y amenazaron con castigar a quien desobedeciese. Con el año nuevo ambos bandos «reanudaron su actividad», dice el historiador. Pero en sus cartas y diarios los soldados reflejaron el grato recuerdo de la tregua: «Qué maravilloso –escribió un combatiente alemán–, y qué extraño al mismo tiempo».
national geo graphic • Diciembre
FOTO: CHRONICLE / ALAMY. NGM MAPS
DISPONIBILE EN:
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D AV I D C A S T E E L Foto: David Casteel
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Tecnología
Nueva luz para la Capilla Sixtina
La creación de Adán, uno de los frescos centrales del techo de la Capilla Sixtina, ilustra el momento en que Dios dio vida al primer hombre, según la tradición bíblica.
national geo graphic • Diciembre
Un total de 7.000 leds conforman el nuevo sistema de iluminación de la Capilla Sixtina. Miguel Ángel alucinaría si pudiera ver cómo lucen hoy sus frescos bajo el efecto de estos diodos emisores de luz, la fuente luminosa más moderna y sostenible. Gracias a este nuevo sistema, los colores de las pinturas se aprecian mucho mejor y el consumo de energía es un 60 % inferior en comparación a la instalación anterior, como también es mucho menor su tasa de emisión de CO2. Este cambio radical en el sistema de iluminación del que es uno de los mayores tesoros artísticos del Renacimiento se ha llevado a cabo en el marco del programa de la Unión Europea (UE) LED4Art, en el que participan el Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC), la empresa Osram, la empresa italiana Fabertechnica, la universidad húngara de Pannonia y la Ciudad del Vaticano. En la misma línea, la UE financia también el proyecto Illuminate, concebido de igual manera para promover el uso de leds en los edificios públicos. No hay duda: la nueva era de la iluminación ya ha llegado. FOTOS: ALESSANDRA BENEDETTI / CORBIS (AMBAS)
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Antiguas civilizaciones
Oro regio
Esta lámina de oro es una de las cerca de cien piezas que están siendo estudiadas. Los operarios usaban una bandeja de madera para exhumar los objetos de la tumba.
Cuando Tutankamón recibió sepultura en Egipto en torno al año 1322 a.C., entre los tesoros que llenaban su tumba se depositaron dos carros dorados de una ornamentación excepcional. Estos vehículos eran las limusinas de la época, y estaban reservados para desfiles y eventos especiales. Poco después de que el arqueólogo Howard Carter encontrase en 1922 la última morada del faraón adolescente, los carros se expusieron al público en el Museo Egipcio de El Cairo, pero las piezas de oro que decoraban las guarniciones de cuero acabaron en un almacén. Después de tantos años en el olvido, por fin se presta atención a estas piezas, que están siendo estudiadas y restauradas en el marco de un proyecto germano-egipcio. Los expertos trabajan en el oro y el cuero para desentrañar el significado de los grabados. En esta pieza (izquierda) –probablemente procedente de la tapa del estuche de un arco– se distinguen un perro y un mítico animal alado que atacan un íbice. «No es un motivo muy habitual en Egipto», dice Christian Eckman, experto en metales del proyecto. Él y sus colegas buscan pistas que delaten dónde se fabricó; tal vez en la región de Siria, donde estos diseños eran comunes, o quizás en el mismo Egipto, sobre diseños importados. FOTOS: CHRISTIAN ECKMANN, RÖMISCH-GERMANISCHES ZENTRALMUSEUM, MAINZ, ALEMANIA (SUPERIOR); LONDON TIMES / NEW YORK TIMES / REDUX / NATIONAL GEOGRAPHIC CREATIVE
Instinto básico Breves disquisiciones acerca del amor y el deseo en el reino animal
Esto suena a romance El plumaje brillante e iridiscente es la herramienta que la evolución ha otorgado al macho de pavo real para fascinar al sexo contrario. Pero cuando no hay chicas a la vista, podría ser que las atrajera con un sonido inconfundible: el grito que emite durante la cópula, aunque en ese momento no esté en ello. Roslyn Dakin dedicó cuatro años a estudiar cómo las hembras de pavo real eligen pareja. La investigadora explica que en el lek, o «arena», el escenario del cortejo donde los machos se pavonean, la mayoría de las hembras opta por aparearse siempre con los mismos pavos, aquellos cuyos colores de la cola y los ocelos los hacen más atractivos. En el momento del éxtasis, los machos emiten un grito inconfundible, y Dakin quedó muy sorprendida al descubrir que algunos hacían ese mismo sonido aunque estuviesen solos. Cuando comprobó que inmediatamente después del grito llegaban hembras al lek, pensó que «quizá se guiasen por aquel sonido» para identificar a los machos más resultones. Para verificar su hipótesis, Dakin grabó gritos copulatorios tanto reales como simulados y reprodujo las grabaciones en el lek: las hembras hacían de nuevo acto de presencia. A falta de nuevas investigaciones, no puede afirmar que los machos que ella llama «faroleros» sean conscientes de que el sonido convoca a posibles parejas. Lo que sí puede decir es que «no es un método infalible para atraer a una hembra, pero siempre será mejor que nada». —Patricia Edmonds
HÁBITAT
Originario de la India y Sri Lanka ESTATUS
No amenazado DATOS FASCINANTES
En el cortejo, un pavo real agita las plumas caudales a un ritmo de 25 sacudidas por segundo.
Las hembras «quizá se guiasen por aquel sonido» para identificar a los machos más atractivos. Este pavo real común (Pavo cristatus) fue fotografiado en el Zoo Infantil de Lincoln, en Nebraska. FOTO: JOEL SARTORE
national geo graphic • DICiembre
EN TELEVISIÓN
National Geographic Channel
Aeropuerto de Dubai II Por el Aeropuerto Internacional de Dubai pasan al día 180.000 pasajeros rumbo a 260 destinos, y casi 2,4 toneladas de mercancías al año. En sus pistas despegan o aterrizan hasta 39 vuelos cada hora. National Geographic Channel viaja de nuevo al emirato árabe en la segunda temporada de la famosa serie dedicada al complejo funcionamiento de uno de los aeropuertos con mayor circulación del mundo, en el que trabaja una plantilla de 90.000 personas. Los servicios aeroportuarios buscan a un niño que se ha perdido minutos antes del despegue de su vuelo y van a contrarreloj para que los viajeros en tránsito embarquen en el menor tiempo posible. Los agentes de aduanas identifican comportamientos y equipajes sospechosos, una tarea que culmina con el hallazgo de 24 kilos de heroína, uno de los mayores alijos interceptados en el aeropuerto en los últimos diez años. Mientras tanto, los ingenieros de guardia trabajan las 24 horas reparando las averías de los aviones y realizando tareas de mantenimiento en dos pistas que nunca dejan de funcionar. Aeropuerto de Dubai vuelve a las pantallas con diez nuevos capítulos que reflejan la frenética actividad de este centro de conexión internacional. Los nuevos episodios se emitirán todos los miércoles de diciembre a partir del día 10 a las 23.30 horas. national geo graphic • diciembre
Bajo control Martes 16 de diciembre a las 23.30 horas En esta nueva serie de National Geographic Channel, un experto en control mental logra cambiar los hábitos de comportamiento de miles de personas mediante divertidos experimentos.
NG CHANNEL Emite 24 horas al día en: Telecable (Dial 25) Digital + (31) ONO (98) R (50) Movistar+ (71)
FOTOS: ©NATIONAL GEOGRAPHIC CHANNELS (AMBAS)
«Despertando el interés por proteger el planeta»
National Geographic Society fue fundada en Washington, D.C., como una institución científica y educativa sin fines lucrativos. Desde 1888 la Sociedad ha dado su apoyo a más de 9.000 exploraciones y proyectos de investigación, contribuyendo al conocimiento de la tierra, el mar y el espacio. Gary E. Knell • TEACH SCIENCE AND EXPLORATION: Terry D. Garcia MEDIA: Declan Moore EDUCATION: Melina Gerosa Bellows PRESIDENT AND CEO
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EDITORIAL
Caminata Más Állá del Edén
El viaje continúa
Paul Salopek hace un alto en el valle del Cedrón, en Cisjordania.
Los hombres nunca piden indicaciones para llegar a un lugar. Por lo menos los que yo conozco. Paul Salopek es la excepción que confirma la regla: en su largo viaje –siete años, 34.000 kilómetros, 30 millones de pasos– Paul es un hombre dispuesto a preguntar para alcanzar su destino. «Quiero mezclarme con las culturas locales», me dijo hace poco, mientras recorríamos una zona remota, tórrida y polvorienta del sur de Turquía, justo al norte de la frontera con Siria. Pedir una dirección, preguntar por un lugar, entiende él, no sirve únicamente para llegar donde quieres, sino que además da pie a revelaciones más profundas. «Da a las personas a quienes preguntas la oportunidad de hablarte de su ciudad, de su historia. Ellos saben más de lo que tú podrás saber jamás.» Compartir relatos sustanciosos y contextualizados es precisamente su objetivo. Paul ha emprendido una andadura en solitario (con la única excepción de una mínima comitiva de guías, camellos, mulas y algún acompañante esporádico) que recrea el camino seguido por los primeros humanos hace 60.000 años, desde el yacimiento de Herto Bouri en Etiopía hasta la Tierra del Fuego, en el extremo más austral de América del Sur, el último confín de los continentes colonizados por nuestros ancestros. En esta era en que las noticias se diseminan por todo el planeta a la velocidad de la luz, el empeño de Paul Salopek por cultivar lo que él denomina «reporterismo pausado» constituye un notable experimento periodístico para unos tiempos vertiginosos. Paul, con la compañía intermitente del fotógrafo John Stanmeyer, documenta su viaje con rumbo fijo hacia el este en las páginas de la Geographic, incluyendo su paso por Tierra Santa recogido en el número de este mes, y nos pone al día de su periplo con nuevos textos, fotografías propias, vídeos y archivos de audio que publica regularmente en la página web outofedenwalk.nationalgeographic.com. En el camino se topa con refugiados paupérrimos que huyen de las guerras, peregrinos acaudalados en busca de la salvación, gente de negocios, nómadas, granjeros… Salopek se detiene para pedir indicaciones, para hablar, para escuchar, para sintetizar la información. Y después de todo eso se sienta a escribir. Cuando leas este texto, él llevará en camino casi dos años, destilando lo mejor de las formas más antigua y más moderna de narrar. «Muchas veces, en esta caminata larga, lenta, inverosímil, me viene a la mente el éxtasis de san Agustín –dice–: ¡Tarde te amé, belleza, tan antigua y tan nueva!» Es un honor acompañar a Paul en esta empresa épic
Susan Goldberg, directora
FOTO: JOHN STANMEYER
EL
supervolcán
El Etna no ha dejado nunca de escupir fuego y lava. Pero el poder destructivo del volcán siciliano es mucho menor que el de la isla cíclada de Santorini, 900 kilómetros más al este, cuya erupción de hace más de tres milenios aniquiló toda forma de vida a su alrededor. FOTO: SALVOV / GETTY IMAGES
Fue una de las mayores erupciones de todos los tiempos. Hace alrededor de 3.600 años un volcán destruyó Thera, la isla del mar Egeo que hoy conocemos como Santorini. La ciudad de Akrotiri, en el extremo meridional de la isla, quedó sepultada bajo un metro de cenizas y piedra pómez. Hace años que es objeto de investigaciones arqueológicas, pero hoy, por vez primera, los investigadores han creado una representación virtual de la vida cotidiana en aquella floreciente civilización. Para algunos de ellos, Thera fue la mítica Atlántida.
Santorini quedó envuelta en una nube de cenizas que se elevó más de 30 kilómetros en el cielo. Si alguien logró salvarse, fue huyendo en barco (como se muestra en esta simulación digital). Pero los arqueólogos dudan que nadie sobreviviese a la erupción.
Fue una catástrofe anunciada: semanas antes, un seísmo había castigado la ciudad de Akrotiri (en la imagen, la Casa Oeste, con el famoso fresco de los Barcos sobre el dintel). Esta reconstrucción digital se basa en mediciones por escáner láser y en las últimas investigaciones.
Texto: Hans-Joachim Löwer
S
Reconstrucciones digitales: 7reasons
Fotos: Marc Steinmetz
abían que se enfrentaban a un poder invisible, inimaginable, incontenible, que emanaba de las profundidades del mar y dominaba las alturas. Desatado por una fuerza misteriosa, un inquietante viento del norte solía azotar la isla. Con frecuencia, los habitantes de Thera sentían que el suelo temblaba bajo sus pies, como si un monstruo subterráneo quisiera anunciar su llegada.
Quienes habitaban aquel pequeño rincón del mar Egeo ignoraban todavía el poder de destrucción de aquellas fuerzas desconocidas. Pero en algún momento cercano al año 1600 a.C. la actividad sísmica dio paso a un fuerte terremoto que destrozó numerosas viviendas de la isla. Los habitantes del puerto de Akrotiri lograron salir a tiempo a la calle. Durante unos días debieron de verse obligados a acampar al raso, mientras retiraban escombros e iniciaban la tarea de reconstrucción. Sin embargo, aquel seísmo no fue sino el amargo preludio de lo que vendría un par de semanas después: el volcán entró en erupción. Situada en el llamado arco Helénico, Santorini se encuentra en una zona de gran actividad sísmica. Entre 150 y 170 kilómetros por debajo de la isla, la placa Africana se hunde por debajo de la Euroasiática. Como consecuencia de este proceso de subducción, en la corteza terrestre se va acumulando magma. En aquella ocasión la acumulación fue tal, que la presión abrió las puertas del infierno. Aquel día apocalíptico de poco les serviría a las gentes del Mediterráneo todo el conocimiento acumulado a lo largo de su historia sobre las fuerzas primigenias que dominaban su mundo.
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FOTO: JOHN HIOS / AKG-IMAGES / ALBUM; MAPA: RALF BITTER, NGD
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En Thera se cultivó un arte refinado y de gran expresividad. El fresco de los Niños Boxeadores, tal vez una alegoría de la lucha por dominar la naturaleza, revela una prosperidad nacida de la intensa actividad comercial con Creta, a unos 120 kilómetros al sur.
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Todo comenzó con un rugido sordo y una oscura nube gris, casi negra, que se elevaba desde la profunda caldera abierta unos 20.000 años antes por otra erupción volcánica en la parte occidental de la que hasta entonces había sido una isla redonda. Sobre Akrotiri empezó a caer una lluvia de ceniza y piedra pómez. Quien pudo agarró atropelladamente unas pocas pertenencias antes de emprender la huida. Entonces se produjo un estruendo ensordecedor. Una columna de cenizas y rocas volcánicas de más de 30 kilómetros de altura se elevó hacia el cielo. Flujos piroclásticos candentes barrieron la isla, y la cámara magmática se vació en un abrir y cerrar de ojos. Como consecuencia, el techo del volcán se vino abajo y se formó una caldera de hasta 400 metros de profundidad. El mar que bañaba la isla –de pronto falciforme– empezó a bullir como un cazo de leche a punto de desbordarse. La enorme cantidad de material volcánico eyectado formó depósitos de hasta 60 metros de grosor, tal y como hoy puede apreciarse en los actuales acantilados de Santorini, que son las paredes de la antigua caldera. Todo quedó sepultado: personas, edificios y prácticamente todo ser vivo. Es posible que algunos isleños lograsen escapar en barco, pero a Christos Doumas, arqueólogo griego que lleva casi medio siglo invesTURQUÍA tigando el lugar, le cuesta creerlo. «Seguramente no hubo supervivienSantorini tes. Es probable que el camino del (Thera) puerto sea un rosario de cadáveres 100 0 enterrados bajo la ceniza volcánica.»
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Creta
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SANTORINI
Fue una de las mayores catástrofes volcánicas de las que tenemos noticia, lo que hoy llamamos una erupción supervolcánica, mucho más violenta que la del Vesubio en el año 79 de nuestra era y similar a la del Krakatoa indonesio en 1883. Los investigadores intentan hacerse una idea de lo que ocurrió a continuación en el Mediterráneo. Los científicos creen que el estruendo debió de oírse en lugares tan distantes como Escandinavia. A 400 kilómetros a la redonda reinó la oscuridad durante días enteros. Thera se quebró en tres partes y emergieron las islas menores de Therasia y Aspronisi. La flora y la fauna fueron aniquiladas, escribe el geólogo Walter L. Friedrich, de la Universidad de Århus (Dinamarca); solo sobrevivieron al cataclismo un par de especies de caracol y algunos lagartos, serpientes e insectos que habitaban la cota más elevada de la isla, el monte Profitis Ilias, de 565 metros de altitud. Ríos y manantiales quedaron envenenados; el suelo, yermo durante generaciones. Akrotiri, una de las primeras ciudades de Europa, casi 17 siglos anterior a Pompeya y con una civilización altamente desarrollada, desapareció bajo el manto de ceniza y piedra pómez. El viento de poniente llevó la nube de cenizas hasta Asia Menor, que quedó cubierta por una capa de diez centímetros de grosor. Las olas de más de diez metros generadas por el consecuente tsunami azotaron las otras islas del Egeo. Durante meses la ceniza volcánica y la piedra pómez flotaron en el mar, empujadas por la corriente hacia el sudeste. La navegación y el comercio marítimo se paralizaron. Transcurrieron siglos hasta que Thera volvió a ser habitable. La creencia de que era posible convivir con fuerzas sobrenaturales quedó profundamente maltrecha. Es probable que el horror ante la desaparición de Thera acabara cristalizando en la creación de un mito que se extendería desde Egipto hasta Grecia. Más de 1.200 años después del cataclismo, Platón lo recogería en sus diálogos Timeo y Critias. Desde entonces la leyenda de la Atlántida ha cautivado por igual a investigadores, literatos y buscadores de quimeras. Y la ausencia de datos constatables se ha visto suplida a menudo por su poder de fascinación.
national geo graphic • DICIEMBRE
Poseidón, el dios del mar –así empieza el mito–, creó una isla redonda para su amada Clito. Ella le dio cinco pares de gemelos. El primogénito, Atlas, se convirtió en el primer monarca de un reino de fabulosa belleza, cuyo centro se llamó Atlántida en su honor. Era más grande que el norte de África y Asia juntos (o lo que entonces se conocía de ellas). Poseidón dotó la isla de dos fuentes, una de agua fría y otra de agua caliente. El suelo era tan fértil que nadie pasaba hambre. En honor a su creador, la capital
¿Hasta dónde llegaba Akrotiri? Investigadores vieneses (en la imagen, Klaus Löcker) tratan de averiguarlo con radares como este, sin tener que dañar el yacimiento con excavaciones físicas. Mediante este sistema han localizado plantas de viviendas prehistóricas en la Montaña Roja.
erigió un templo de 180 metros de largo y 60 de ancho. La Atlántida se convirtió en la mayor potencia naval de su época. Un código prohibía que los gobernantes se enfrentasen jamás con armas y los obligaba a hacerse aconsejar por diez sabios. Sus habitantes vivían en paz y prosperidad. Entonces llegó la decadencia moral. La naturaleza divina de sus gentes empezó a desvanecerse cuando dieron en mezclarse con mortales. Se dejaron llevar por el ansia de poder e iniciaron guerras. El castigo llegó de manos del padre
de todos los dioses, Zeus, quien, según el relato platónico, envió «grandes temblores de tierra e inundaciones». El mar engulló la Atlántida.
L
os mitos tienen la peculiaridad de existir al margen de demostraciones empíricas y pruebas irrefutables. Algunos investigadores afirman haber localizado la Atlántida: en Creta, en Sicilia y Cerdeña, en Malta, en las islas Canarias, frente a Túnez, en Asia Menor y los Balcanes, en Irlanda y en la Bretaña francesa. SANTORINI
Santorini está ubicada en una zona de intensa actividad sísmica. Sus violentísimas erupciones hicieron pedazos la isla y crearon una caldera de más de 400 metros de profundidad.
Un peligro constante
TECTÓNICA DE PLACAS
A unos 170 kilómetros por debajo del mar Egeo, la placa continental Africana se desliza bajo la Euroasiática. Hace 3.600 años se produjeron en Thera varios terremotos y una erupción volcánica cataclísmica que no solo cambiaron la morfología de la isla, sino que prácticamente aniquilaron todo rastro de vida. No es descartable la posibilidad de que se produzca otra erupción: a pocos kilómetros al nordeste de Santorini, el peligroso volcán Kolumbo aguarda bajo el agua. Y bajo la propia isla egea se acumula nuevo magma y emerge la isla de Kameni en medio de la caldera.
l nta ne nti tica o c ca siá P l aE u r o a ca Ro ida a d u fun n ag ae ric
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Probablemente así era la isla de Thera antes de la última erupción volcánica, que los investigadores sitúan entre los años 1600 y 1623 a.C. A esa época corresponde una rama de olivo localizada entre la ceniza volcánica. RECONSTRUCCIÓN VIRTUAL BASADA EN LAS INVESTIGACIONES DE WALTER L. FRIEDRICH
Antes de 1600 a.C.
Justo después de la erupción
Hoy
FUERZA MODELADORA Therasia 500 m
Nea Kameni m
3 00 m
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Diversas erupciones volcánicas modificaron la forma de Santorini y determinaron su morfología actual (extremo derecha). Tras la erupción de hace 3.600 años una nube de cenizas alcanzó Asia Menor y cubrió gran parte del Mediterráneo oriental. Un tsunami llegó a las costas de Creta.
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Palea Kameni Aspronisi
Santorini (Thera)
Akrotiri Yacimientos ´ arqueologicos 0 km
FUENTE: WALTER L. FRIEDRICH
Thira
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Muchos más en Santorini, la antigua Thera, por su originaria forma circular y su larga historia de vulcanismo. Entre quienes otorgaban a la leyenda de la Atlántida una base histórica se contaba otro arqueólogo griego, Spyridon Marinatos, quien desde 1967 se empleó, pala en mano, en el estrato volcánico que desde hace 3.600 años sepulta la antigua Akrotiri. A 200 metros de la actual línea de costa localizó, ya en la primera jornada de excavaciones, vasijas de la Edad del Bronce. En años subsiguientes desenterraría las estructuras completas de tres viviendas y parte de otras diez. Cuando en 1974 falleció Marinatos, su ayudante Christos Doumas quedó al mando de las excavaciones. Él reorganizó la zona para permitir el acceso a los visitantes. Levantó una cubierta de protección para la que hubo que clavar 95 postes en la tierra sin dañar el yacimiento. Bajo su dirección se ahondó más de 20 metros en el suelo: 15 metros de estratos de cenizas y piedra pómez y otros siete de roca volcánica. Al hacerlo, identificaron más viviendas –entre 20 y 25–, pero sin desenterrarlas. «Debemos preservar lo que tenemos –advierte Doumas–. Si siguiésemos excavando, deterioraríamos la capa protectora.»
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adie sabe tanto sobre la antigua Akrotiri como este arqueólogo nacido hace años en Atenas. Cuando habla de ella, devuelve a la vida aquel mundo sepultado. Si bien es cierto que hasta la fecha no se ha encontrado ni un solo esqueleto humano, los frescos, reconstruidos meticulosamente a partir de fragmentos, hacen gala de una plástica y una fuerza expresiva sin parangón en la Europa de la Edad del Bronce. «No sabemos en qué creían estas personas –dice Doumas–, pero no cabe la menor duda de que manejaban los conceptos de la muerte y del Más Allá.» A todas luces estaban convencidos de que debían hacer ofrendas a los dioses para que continuasen prestándoles amparo frente a las inclemencias meteorológicas y los seísmos. En las paredes de sus casas pintaban escenas de carácter religioso; un mural muestra una mujer, posiblemente una sacerdotisa, con los labios carmesíes y un mechón de cabello en forma de
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serpiente. Sostiene un incensario. Hay otras mujeres, con el cráneo rapado a excepción de un rizo en la frente y una cola de caballo, que recogen para ella flores de azafrán. Un mono y un grifo flanquean la figura femenina, erguida sobre un pedestal cual señora de los elementos. ¿Se plasmaba en alegorías artísticas la pugna perenne entre el hombre y la naturaleza? En otro fresco se representa a dos niños, sin más atavío que un guante y un cinturón, enfrentados en combate. La escena parece un duelo ritual. «La cultura era una respuesta a los elementos y a las duras pruebas del entorno», dice Doumas. Los isleños también eran arquitectos competentes. Los cimientos de sus edificios se asentaban sobre un estrato de piedras volcánicas que atenuaba los temblores. Como avezados navegantes que eran, construían naves de 20 metros de eslora capaces de salvar en una singladura los 120 kilómetros que los separaban de Creta. Y eran activos comerciantes que llevaban preciados metales a las principales ciudades de la civilización minoica, tan pujante como pobre en materias primas: cobre de Chipre, obsidiana de Milos, plomo y plata de Sifnos. Regresaban cargados de maderas, verduras y cereales, que en Creta se daban mucho mejor que en su isla volcánica. Así, a mediados del II milenio a.C. los habitantes de las Cícladas dominaban el Mediterráneo oriental. Llegaron hasta las costas de Asia Menor y del Levante mediterráneo. Se han hallado pruebas de que su cerámica viajó hasta Marsella y Menorca, y de que llevaron ámbar del Báltico al Mediterráneo oriental a través de su extensa red comercial. Probablemente incluso hasta la corte de los faraones. La erupción volcánica acabó de golpe con ese comercio, pero la civilización que floreció en Thera durante la Edad del Bronce todavía ejerce una gran fascinación. Unos 170.000 turistas se pasean todos los años por los 12.000 metros cuadrados de la estructura que cubre el yacimiento arqueológico de Akrotiri. Para evitar grandes fluctuaciones térmicas en el interior, el techo está revestido por una fina capa de tierra y hierba, que junto con las superficies acristaladas se integra armónicamente en el entorno. Cuando en
Es probable que el horror ante la catástrofe engendrara el mito de la Atlántida: la leyenda de una isla que halló la perdición en su decadencia moral. verano el calor del interior resulta insoportable, las ventanas se abren automáticamente, y unos ventiladores invisibles aportan refrigeración.
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ecorro el yacimiento en compañía de Immo Trinks, del Instituto Ludwig Boltzmann de Prospección Arqueológica y Arqueología Virtual, ubicado en Viena. Este geofísico alemán de años inició un proyecto cuyo objetivo era documentar la antigua Akrotiri. Su equipo ha medido el yacimiento con un escáner láser en puntos distintos. «Así hemos generado una vasta nube de puntos fotorrealista», explica: una modelización milimétrica de la ciudad. Nos dejamos cautivar por los detalles que revelan el esplendor y la inventiva que aquí se dieron cita hace más de 3.600 años. Reconocemos vestigios de conducciones para las aguas pluviales y residuales, canalizadas desde las viviendas por debajo de la calle; vemos despensas con recipientes para frutas, verduras y harina. Doumas y los otros arqueólogos han descubierto que un molino distribuía el cereal molido a los vecinos. Las casas tenían junto a la puerta de entrada ventanas que inundaban de luz todas las estancias. Contemplamos paredes que parecen de marfil pulido. Una letrina, con la pared revocada hasta la altura del asiento. Y moldes de yeso de camas y otros muebles, obtenidos por vaciado, que los habitantes de la ciudad dejaron abandonados cuando huyeron de aquel infierno. Los callejones empedrados que discurrían entre las viviendas eran tan angostos que dos mulas de carga que se cruzasen habrían pasado con dificultad. Las casas disponían de escaleras de madera y de piedra apoyadas sobre vigas de madera y pilones de barro, para disminuir así el riesgo de que las paredes se viniesen abajo arrastradas por la escalera en caso de seísmo. De pronto nos topamos con un hoyo oscuro y me doy cuenta de que debemos de estar caminando por la parte alta de las casas: el nivel alcanzado por las excavaciones de Doumas. «Lo que vemos ahí abajo son muros antiguos –apunta Trinks–. Probablemente este sea el tercer piso de una vivienda. ¿Qué otra civilización de la Edad del Bronce levantaba edificios como este?»
Immo Trinks y Doumas dirigen un equipo internacional, del que forman parte Andreas Vlachopoulos, arqueólogo de la Universidad de Ioánnina (Grecia), y Maurizio Forte, experto en arqueología virtual de la Universidad Duke (Estados Unidos). La reconstrucción digital generada por el Instituto Ludwig Boltzmann en colaboración con la empresa 7reasons, también austríaca, no se limita a las edificaciones: también recrea la vida cotidiana de la ciudad añadiendo personas, animales o escenas festivas. Los rigurosos datos científicos se enriquecen con interpretaciones artísticas, siempre sobre la base de los hechos. «Queremos que el público se forme una idea lo más aproximada posible de cómo era este lugar en aquel momento», explica Trinks. Además de escáneres láser, los científicos emplean otros instrumentos de medición. En una zona contigua al yacimiento se puede observar estos días un panorama curioso: un hombre empuja por el asfalto una especie de cortacésped, mientras a 30 metros de altura vuela una cometa con cámara incorporada. El cortacésped resulta ser un georradar con el que los investigadores buscan vestigios de asentamientos en el subsuelo. La cámara de la cometa genera imágenes aéreas a partir de las cuales se crean modelos digitales del terreno. La combinación de unos y otros datos culmina en descubrimientos arqueológicos sin haber retirado una sola palada de arena.
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s hora de cenar en el campamento, y en las mesas comparten espacio los ordenadores portátiles y el puchero de judías. Arqueólogos y técnicos recogen la cosecha de datos de la jornada. Al cabo de un rato de trabajo, a Klaus Löcker se le ilumina la mirada. «Mire estas líneas negras: ¡son estructuras de muros! –exclama el arqueólogo del Instituto Ludwig Boltzmann–. Por fin sabemos cómo era este lugar hace . años.» Las ruinas están –quién lo diría– a apenas medio metro por debajo del asfalto. Al día siguiente nos desplazamos a Potamós, un antiguo valle fluvial prácticamente seco, a seis kilómetros al este del sitio arqueológico de Akrotiri. Recorremos la roca parda, a veces rojiza, otras grisácea; huele a orégano, aquí muy abundante. SANTORINI
Los restauradores Litsa Kalampouki y Nikos Sepetzoglou (derecha) recomponen los frescos procedentes de Akrotiri pieza por pieza, juntando los fragmentos previamente numerados y clasificados: un rompecabezas que les llevará años de trabajo.
Dos ciudades, un viaje por mar.
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Mario Wallner, el experto en mapas y planos del equipo, conduce al grupo sobre los pasos del arqueólogo alemán Robert Zahn, quien en 1899 desenterró en algún punto de la zona restos de redes de pesca, una cadena de oro y fragmentos de vidrio. Con ayuda de una foto de la época debería ser capaz de identificar el lugar. ¿Hasta dónde se extendía la antigua Akrotiri? En la margen del río distinguimos una serie de oquedades cavernosas. Wallner se introduce en una de ellas. «El techo no tiene ni 80 centímetros de grosor», dice desde dentro. ¿Es una sepultura de una época muy anterior? Ya en el exterior, el científico señala en la piedra unos surcos finísimos. «Podrían ser marcas de cincel. Con unos techos tan frágiles, sería bien fácil horadarlos.» ¿Se utilizó en algún momento una necrópolis antigua como cantera de la que extraer material de construcción? Es demasiado pronto para afirmarlo. Los investigadores deben antes escanear el lugar y hacer mediciones exactas y exhaustivas. Sin embargo, en menos de una hora el grupo ha encontrado el lugar exacto de la fotografía de Zahn. Ahora saben dónde excavó. Fue en la otra orilla, en una zona que hoy se ha convertido en campos de patatas dispuestos en terrazas. ¿Era el río el límite de la ciudad? Pasamos por delante de una casa de labranza. Un anciano campesino se acerca a nosotros, descalzo. «Aquí hay cascotes de cerámica por todas partes», nos dice.
S El llamado fresco de los Barcos (izquierda), de 390 centímetros de largo por 44 de alto, muestra dos ciudades y un viaje por mar de una a otra, y nos transporta a la Akrotiri de la Edad del Bronce. Arriba, un fragmento ampliado: la colina de la izquierda podría ser la Montaña Roja, en la que se han hallado vestigios de un asentamiento. FOTOS: ERICH LESSING / ALBUM (ARRIBA); JOHN HIOS / AKG-IMAGES / ALBUM
ubo con Trinks la «Montaña Roja», que descuella unos metros sobre el yacimiento. Desde lo alto se domina gran parte de Santorini. Con buen tiempo llegan a adivinarse en el horizonte los montes de Creta. Tengo en mente el famoso fresco de los Barcos, cuyos fragmentos se hallaron en la planta superior de la Casa Oeste, una obra de arte que se conserva en un almacén del Museo de Prehistoria de la Isla de Thera porque no hay espacio para exponerla. En la composición se han representado ocho embarcaciones que navegan de una ciudad, pintada en el margen izquierdo, a otra que aparece en el margen derecho. Leones o tal vez guepardos adornan los costados de las naves. SANTORINI
La Plaza Triangular del yacimiento de Akrotiri al anochecer. Las excavaciones han sacado a la luz una ciudad con un avanzado nivel de desarrollo, comparable a Pompeya –también destruida por una erupción volcánica– pero 1.700 años anterior.
Mediante una simulación digital 3D la Plaza Triangular de Akrotiri cobra vida. La representación de las viviendas (a la izquierda, la Casa Oeste) se basa en estudios arquitectónicos y arqueológicos. El atuendo de los habitantes y la ambientación se inspiran en las pinturas de los frescos.
Akrotiri debe documentarse con la máxima precisión posible. Con escáneres, los científicos modelizan al milímetro esta ciudad de la Edad del Bronce. Entre los barcos, los delfines quiebran el agua con sus saltos. En tierra se ven personas subidas a altozanos y azoteas. Una procesión de jóvenes atraviesa una de las puertas de la ciudad. En el fresco también figura la representación de un río sinuoso, con una detallada descripción de la naturaleza circundante, en una de cuyas riberas un gato montés y un grifo persiguen su presa. ¿Es una regata? ¿Un ritual? ¿Una fiesta náutica? ¿Alguien se casa? ¿Alguien regresa de la guerra? Doumas opina que se trata de la autorrepresentación de un mercader acaudalado. Parece plausible que se tratase de un armador de éxito. «Quería demostrar que tenía contactos en el mundo exterior –aventura–. La gente de entonces tampoco hacía ascos a un poco de autobombo.» El paisaje que hoy contemplamos es muy parecido al del fresco. La población representada a la derecha podría ser Akrotiri. Es muy posible que en su día hubiese dos puertos naturales. Trinks se acuclilla y toma un puñado de fragmentos de yeso, minúsculos, coloridos. «Son restos de murales de la Edad del Bronce. Es increíble que estén aquí, al alcance de la mano.» Spyridon Marinatos, que excavó en esta colina hace 50 años, encontró «imponentes muros, signo de prosperidad». El equipo de Trinks acaba de localizar con el georradar dos estructuras, quizá conectadas por un muro. ¿Una era de trilla no demasiado antigua? ¿O una atalaya de la Antigüedad? «Todavía no tenemos explicaciones para todo», dice el geofísico. Pero por el momento aquí no habrá excavaciones. Entiendo por qué cuando visito el taller de frescos del yacimiento, donde encuentro a los restauradores Litsa Kalampouki y Nikos Sepetzoglou concentrados en su tarea, un verdadero trabajo de Sísifo. Hasta el último pedacito de mural localizado en las ruinas se guarda en el almacén: más de 1.000 cajas con cientos de miles de piezas. Se limpian con acetona, se fijan con adhesivo, se agrupan y numeran. Luego se Q Proyecto NGS El proyecto de medición y reconstrucción digital del yacimiento de Akrotiri dirigido por Immo Trinks ha sido financiado en parte por National Geographic Society.
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colocan sobre un lecho de grava y se componen en un marco conforme a un bosquejo de la pared. El taller cerámico es más de lo mismo. La sala está atestada de cerámica reconstruida: magníficas ollas y vasijas, recipientes que rondan la altura de una persona, una bañera policromada, un molde de hornear y una colmena de cerámica. Los restauradores lo tienen todo meticulosamente inventariado. Van por la pieza número 12.463. Pero no hay fondos para exponerlo todo. Ni siquiera para pagar a los restauradores. Con la premisa de reducir las intervenciones arqueológicas al mínimo, los científicos del Instituto Ludwig Boltzmann se proponen preservar por la vía de la digitalización este pedazo de historia de la civilización, cuyo estudio ha sido el trabajo y la pasión de Marinatos, Doumas y otros arqueólogos. Hacen bien en apresurarse: todo cuanto sucede en Akrotiri sigue estando a merced de las fuerzas de la naturaleza. Santorini se encuentra en una de las zonas tectónicas más agitadas del mundo. La isla de Nea Kameni, enclavada en plena caldera, emergió en 1707 fruto de nuevas emisiones de lava. Entre 2011 y 2012 se ha elevado 15 centímetros. A siete kilómetros de la costa nororiental de Santorini, el volcán submarino Kolumbo se agazapa bajo las aguas. Su cráter se abre a tan solo 12 metros de la superficie. Desde hace años se registra en sus inmediaciones la mayor actividad sísmica de la región. Los datos científicos indican que podría dar un nuevo zarpazo a Santorini. Bob Ballard, Explorador Residente de National Geographic especializado en las profundidades submarinas, ha investigado el Kolumbo y las fuentes hidrotermales de su entorno. «No podemos olvidarnos de este volcán –advierte–. La probabilidad de que entre en erupción es mucho más alta que en la propia Santorini.» ¿Habrá una nueva erupción? ¿Un gran terremoto? ¿O, como hace 3.600 años, ambas cosas? «El riesgo existe –admite Trinks–. Bastaría un par de temblores de tierra para echar abajo todos los muros excavados.» Hoy la antigua Akrotiri está a salvo bajo tierra, protegida por el estrato volcánico, pero también lo estará en el disco duro de un ordenador. j
Ahora en 3D LA CASA OESTE, RECONSTRUIDA Con tecnología informática de vanguardia, los expertos de la empresa vienesa 7reasons reconstruyen las casas de la ciudad de Akrotiri. Muchas yacen todavía bajo el manto protector de las cenizas volcánicas que cubren las plantas bajas, igual que sucede en Pompeya y Herculano. A partir de los planos de planta y alzado, y con ayuda de las primeras modelizaciones tridimensionales generadas fotogramétricamente (arriba), se inicia la preservación digital de la arquitectura que ha llegado a nuestros días; en la imagen, la Casa Oeste de la Plaza Triangular. Con detallados datos 3D obtenidos con tecnología de escaneado láser, se generan por ordenador copias digitales de los edificios (centro). Los elementos perdidos –pisos superiores, puertas y ventanas, vigas y escaleras– se añaden virtualmente (abajo) a partir del cuerpo íntegro de datos arqueológicos y arquitectónicos y se modelizan como objetos digitales tridimensionales. El siguiente paso consiste en texturizar la modelización virtual superponiendo fotografías y elementos constructivos digitales coloreados a mano. Finalmente se inserta la modelización de la vivienda en su entorno original y se ilumina tal y como se muestra en la página 22.
Santorini al atardecer. Los acantilados y las pintorescas casas de Thera hacen de la isla un destino turístico muy popular, pero no tan idílico como parece: los sismólogos no descartan la posibilidad de nuevos terremotos e incluso una erupción volcánica. FOTO: PATRICK FRILET / HEMIS / GTRES
CAMINATA MÁS ALLÁ DEL EDÉN TERCERA PARTE
Bendita.
Maldita. Disputada. A PIE POR UNA TIERRA SAGRADA
Cristianos árabes de Jordania suben la pendiente para rezar al pie de una cruz durante la semana de la Epifanía en las riberas del río Jordán.
Entre tazas de té y caladas de narguile, estos guías turísticos beduinos rememoran el pasado en el desierto jordano. En un teléfono móvil se ve la imagen de Auda Abu Tayi, aliado legendario de Lawrence de Arabia.
Por Paul Salopek Fotografías de John Stanmeyer
Jerusalén no es una ciudad de guerra. Avner Goren lo sostiene categóricamente. Viajamos a pie, caminando bajo un cielo sin nubes en el Levante mediterráneo y siguiendo un curso de aguas residuales sin tratar que discurren veloces (45.000 metros cúbicos al día) y espumean desde que nacen en Jerusalén Este, un vertido hediondo que recorre 36 kilómetros hasta desembocar en el mar Muerto. Seguimos el río de residuos como si fuese un camino de peregrinaje. Goren, uno de los arqueólogos más insignes de Israel, así lo concibe. «Aquí ha habido 700 conflictos desde la fundación de Jerusalén –dice, mientras se abre paso como buenamente puede entre las masas de turistas religiosos que atestan la Ciudad Vieja de Jerusalén–. Pero también hubo largos períodos sin guerra. Y la población convivía en paz.» Somos tres. Goren: nacido en Jerusalén, intelectual, cabellos alborotados, ojos azules de mirada soñadora, y judío. Bassam Almohor: amigo y fotógrafo palestino, guía de senderismo infatigable, de Cisjordania. Me uno a ambos tras 381 días de andadura rumbo al norte desde África, un viaje que me ha llevado desde la cuna biológica de la humanidad en el Rift Valley etíope hasta el lugar donde surgió la agricultura, donde se inventó la escritura, donde nacieron las deidades supremas: el Creciente Fértil. Mi viaje forma parte del proyecto Caminata Más Allá del Edén, cuyo objetivo es recorrer de nuevo, paso a paso, los caminos que siguieron nuestros antepasados de la Edad de Piedra en su descubrimiento del mundo. Siete años caminando hasta el último confín de la Tierra alcanzado por nuestra especie: el extremo más austral de América del Sur. Cuando describo mi trayectoria a Goren, me responde: «Vienes del sur, como Abraham».
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Traje oscuro y barba es la norma en Mea Shearim, un barrio del norte de Jerusalén fundado en 1874 por judíos ultraortodoxos. Aquí la separación de sexos se mantiene en muchas actividades públicas, desde comer hasta rezar.
más all á del edén, tercera parte
Damasco Damascco Da
LLÍBANO LÍ BA ANO NO Nabatiye ye et-Tahta et-T et-Tahta ht ht
Al-Qunaytirah Al-Q Al l-Q Qun unaay ayti t raah S I R I A
Rosh HaNiqra HaNiqra Rosh ASIA EUROPA Planeado
14 de marzo, 2014
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Completado
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Durante casi dos años, el proyecto Caminata Más Allá del Edén, que traza el camino de la expansión de los primeros humanos por el planeta, ha llevado a Paul Salopek desde el Gran Rift Valley africano hasta Oriente Próximo, cuna de las ciudades y la agricultura.
Port Said
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J O R DA N I A
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En este tramo de su viaje, Salopek dejó atrás las «vistas oceánicas de Arabia» para recorrer el antiguo corredor del valle del río Jordán hasta Jerusalén y Cisjordania, una ruta que desde tiempos ancestrales ha sido objeto de conquistas y conversiones.
Nuestro peregrinaje siguiendo el río de aguas residuales –metáfora magistral de Goren– es tan fascinante como excéntrico: el arqueólogo quiere limpiarlo (Alemania ha prometido ayudar en la instalación de una planta depuradora) y habilitar kilómetros de sendas «verdes» a través del valle legendario donde hace 5.000 años se fundó Jerusalén. Las rutas de senderismo que imagina nacerían en la Ciudad Vieja de Jerusalén y atravesarían el desierto bíblico, donde rezuma la contaminación bajo un sol abrasador. Como las aguas fecales cruzan la barrera que separa Israel y Cisjordania, la ruta tendería un puente entre las vidas de palestinos e israelíes. El río purificado, al arrastrar en su árida cuenca tanto lo sagrado
As-Safi As Saff As At-Tafilah At Taaff ah
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AMÉRICA DEL NORTE
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ARABIA S AU D Í
como lo profano, contribuiría a consolidar la paz entre los dos archienemigos de Oriente Próximo. «Esta peregrinación será distinta en muchos sentidos –dice Goren–. Sigue un corredor de enorme importancia cultural y religiosa, cierto, pero además establece entre palestinos e israelíes una conexión real, tangible. Por no hablar del beneficio que supone limpiar las aguas.» Partimos de los santuarios de las tres fes de Abraham: la Cúpula de la Roca, la iglesia del Santo Sepulcro y el Muro de las Lamentaciones, cuyas piedras están cuajadas de plegarias escritas en papel. Sudamos al recorrer las calles insoladas de los barrios palestinos. Seguimos la corriente por colinas yermas, en una de las cuales rodea RYAN MORRIS, NGM
De camino a Belén, en Cisjordania, la valla de un pastor obliga a Salopek a dar un rodeo. Aparte de puestos de control y fronteras, es una de las primeras barreras humanas que ha encontrado en los cerca de 3.700 kilómetros recorridos desde que partió de Etiopía.
un monasterio del siglo vi cual foso fétido. El río atraviesa un campo militar de tiro. En las gargantas donde no corre el aire respiramos por la boca para atenuar el hedor. Dos días después llegamos al final: el mar de sal que separa Israel de Jordania. «Estamos en la cuna del monoteísmo –me dice Goren desde lo alto de una colina que domina la masa de agua del color del hierro–. Una vez inventamos la agricultura, ya no necesitamos una ninfa en cada manantial. Los antiguos dioses de la madre naturaleza quedaron obsoletos.» Y tras de sí solo dejaron misterios infinitos. El sueño de Goren parece tan imposible, tan inviable, tan ingenuo. (Semanas más tarde habría un nuevo enfrentamiento entre palestinos e israelíes. Los misiles surcarían el cielo. Israel invadiría la vecina Gaza. «Esto me retrasará dos años –diría Goren con un suspiro–. En fin, tendré que esperar.») Seguramente así fue cómo
debimos de avanzar los humanos, en los albores de nuestra especie, por el mundo. Contra todo pronóstico. A lo largo de 2.500 generaciones de contratiempos, angustias, reveses, crisis de fe. Pero sin duda lo importante es la búsqueda. Caminamos hacia el norte, Hamoudi Alweijah al-Bedul y yo, desde la frontera de Arabia Saudí. Ascendemos el Gran Rift Valley que los geógrafos musulmanes llaman la «ceja de Siria». Paul Salopek, Fellow de National Geographic, fue redactor de la revista y corresponsal en el extranjero del Chicago Tribune. Para leer sus informes desde el camino, visita nationalgeographic.com/edenwalk. Síguelo también en Twitter: @outofedenwalk. El fotógrafo John Stanmeyer, veterano colaborador de la Geographic, documenta para la revista algunos tramos del viaje a pie de Salopek. más all á del edén, tercera parte
Unos jóvenes exploran las ruinas romanas de Samaria-Sebaste, un yacimiento arqueológico de Cisjordania parte del cual está controlado por Israel y otra parte, por Palestina. De la ciudad romana precristiana sobreviven un foro y un templo a Augusto.
Estos estilizados grabados de dromedarios, uno de ellos montado (a la izquierda), figuran entre los miles de petroglifos e inscripciones dejados por los viajeros a lo largo de 2.500 años, si no más, en Uadi Hafir, un cañón angosto y pedregoso del sur de Jordania.
¿Qué es la ceja de Siria? Una muralla de roca, un colosal nudillo de arenisca que se eleva como un puño desde Hisma, las pálidas llanuras fronterizas del sur de Jordania. Los cartógrafos árabes de la Edad Media presentaban esta alta barrera como un linde, un confín. Al sur, los vastos desiertos de los nómadas árabes, un reducto de vientos impredecibles, de espacio abierto, de movimiento incesante y monturas de cuero: la tierra de las indómitas tribus beduinas. Al norte, los territorios más fértiles y codiciados de los pueblos sedentarios, de civilizaciones amuralladas, de fronteras superpuestas dibujadas y tachadas: el intrincado corazón del Levante mediterráneo. Nuestros pasos nos llevan al Creciente Fértil, incubadora primigenia de la transformación humana. Reñidero de imperios. Palimpsesto de rutas comerciales. Hogar de dioses celosos. La primera tierra de promisión.
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Hamoudi, mi guía, canta durante el ascenso. Conduce una mula de carga, encorvado frente al viento gélido. Su kufiya de colores desvaídos flamea como una bandera. Yo voy por delante, tirando de otra mula cargada. Hamoudi también me guía a mí, como si formase parte de la recua. «¡Izquierda!», exclama en árabe. «¡Derecha!» Y: «¡No, no, no, recto!». En tres días de caminata, mi compañero beduino y yo dejamos atrás toros neolíticos grabados a tamaño natural en la roca de Uadi Rum, un legendario corredor de arenas anaranjadas, primordial válvula de migración humana que T. E. Lawrence llamó «camino procesional que supera la imaginación». Acariciamos con los dedos inscripciones dejadas hace 2.000 años por mercaderes de incienso nabateos y pastores nómadas. Perdemos pie sobre escombros de fuertes romanos. Acampamos junto a las ruinas de iglesias de Bizancio, el imperio
cristiano oriental. Por doquier vemos oraciones grabadas por peregrinos musulmanes que hace siglos caminaron rumbo al sur, hacia La Meca. La tormenta nos alcanza al borde del valle del Jordán. El viento racheado lanza puñales de tierra. Las mulas gimen. Desquiciado por los relámpagos, un dromedario pasa trotando junto a nosotros y se pierde en la penumbra. Las beduinas rehúsan darnos cobijo. En el crepúsculo violeta, gritan objeciones desde el interior de sus tiendas. Cae la noche. Continuamos camino. «Palestina», dice Hamoudi a los tres ovejeros enjutos, barbudos y mugrientos que por fin nos acogen. Tan buen destino como cualquier otro. Los pastores atizan las brasas encarnadas del hogar. Con suma cortesía se interesan por nuestro estado. Dan gracias a Dios de que estemos bien. Tengo los pies helados. Hamoudi me guiña un ojo y sonríe. Dormirá con su puñal sobre una alfombra de arena. Mañana es Navidad. La humanidad hizo un alto en el camino al pasar por Oriente Próximo. Famélicas bandas de cazadores-recolectores, fatigados después de vagar durante 200.000 años, se asentaron en los valles blanquecinos del Levante mediterráneo.
se produjo hace entre 9.000 y 11.000 años. Surgió de forma independiente en las primeras sociedades agrícolas de China, Mesoamérica y Melanesia, pero el primer brote germinó en las arrugadas colinas parduscas y las frondosas márgenes fluviales de la ruta que estamos siguiendo desde que partimos de África. O eso dicen los libros de texto. Hamoudi y yo caminamos 480 kilómetros hacia el norte, una ardua marcha por las sombras de color malva de los montes de Transjordania. Tiramos de las mulas testarudas por los senderos turísticos de Petra, la fabulosa capital nabatea tallada en la roca. Caminamos junto a necrópolis de la Edad del Bronce, como Fayfa y Bab edhDhra, los osarios que algunos eruditos relacionan con las ciudades destruidas del Génesis, Sodoma y Gomorra. Menos famosa es Uadi Faynan 16. Descubierto en 1996, este yacimiento descansa en la cima de una inaccesible terraza de grava sobre el desolado y polvoriento valle del río Jordán. Es un enigma, una paradoja. Contradice el relato habitual del progreso humano. Viviendas circulares, muelas, industria lítica: los vestigios del poblado datan, asombrosamente, de hace 12.000 años, en plena Edad de Piedra nómada.
Hamoudi conduce una mula de carga, encorvado frente al viento gélido. También me guía a mí, como si formase parte de la recua. «¡Izquierda!», exclama en árabe. Buscaron manantiales fiables de agua dulce. Aprendieron a sembrar plantas silvestres: cebada, escanda, lino… Domesticaron bueyes salvajes, cuyos cuernos tenían una envergadura de 1,80 metros. El imperativo nómada de la caza quedó relegado para siempre. En vez de cazar, los recién convertidos en sedentarios empezaron a colocar piedra sobre piedra, y construyeron así las primeras aldeas, ciudades, urbes. Llegó la fundición de metales. También el comercio y el ejército. Todo un mundo completamente nuevo bulló, prosperó, se expandió, el mundo que hoy seguimos habitando. Esta «revolución neolítica»
Quienes aquí se asentaron no eran agricultores ni ganaderos. Eran cazadores. Y sin embargo levantaron un gran anfiteatro de adobe, una plataforma cuidadosamente acanalada para conducir líquido, puede que sangre. Aparentemente acudían para asistir a algún tipo de ritual. Para rezar. Y al igual que el Göbekli Tepe de Turquía, otro antiquísimo escenario de culto hoy conocido en el mundo entero, Uadi Faynan 16 sugiere que quizás haya sido la religión organizada –un hambre espiritual, no la del estómago vacío– lo que puso punto final a nuestra vida errante, encendió la llama del urbanismo, nos modernizó. más all á del edén, tercera parte
Miembros de la cristiana Iglesia Ortodoxa Etíope reciben con gusto una ducha de agua bendita durante la Semana Santa en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Más de 100.000 judíos etíopes han emigrado a Israel desde 1948.
«El anfiteatro parece haber sido diseñado para la adoración comunitaria –dice Mohammad Dafalla, guía arqueológico que participó en las excavaciones de Faynan 16–. Aquí se puso fin a algo antiquísimo y nació algo nuevo.» Hamoudi apaña unas ramitas para encender una fogata. A nuestros pies se abre el valle del Jordán: una ruta vasta y yerma hollada por profetas. Por Abraham y Moisés. Por Jesús y Juan el
Una milagrosa lluvia en el desierto. Calados hasta los huesos, avanzando a duras penas, caminamos hasta As-Safi. Conducimos las empapadas mulas por las calles mojadas. Nos dirigimos al único punto de interés de la ciudad jordana: el «museo a menor altitud del mundo». El edificio encalado está junto al mar Muerto, exactamente a 405 metros bajo el nivel del mar. En la sala de exposiciones, tras una cristalera,
En los campos de regadío de As-Safi, los refugiados sirios sobreviven con lo mínimo, recogiendo tomates por menos de 10 euros al día. Bautista. Los primeros humanos lo atravesaron al abandonar África hace al menos dos millones de años. Los hipopótamos, hoy extinguidos, pacían en los pantanos también hoy desaparecidos del valle. Hasta el último centímetro de este paisaje inmemorial ha sido disputado, bendecido, maldecido, reclamado en nombre de una u otra divinidad. Es una tierra gastada como la moneda que ha pasado por incontables manos. Hamoudi pone a hervir la tetera. Con los ojos entornados contra el tórrido viento del desierto, desde la primera casa de dios contemplamos la novedosa idea de la tierra santa: el hogar.
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en un laboratorio inundado de luz blanca, un equipo de restauradores trabaja en un antiguo suelo bizantino: 37 metros cuadrados de fragmentos de piedra. El suelo data del siglo v y contiene 300.000 teselas de tonos rojos, marrones, amarillos, oliváceos y blancos. Expertos griegos, australianos y jordanos se han dado cita aquí para recomponer el rompecabezas. Llevan en ello 14 años. Stefania Chlouveraki, directora del proyecto, está de pie ante una larga mesa de clasificación. Gira una y otra vez los fragmentos. Coloca cada uno en su lugar: un magnífico cuadro de leones, cruces, granados.
Los rezos llenan el aire en los 38 metros de la sección masculina del Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del judaísmo. Estas piedras son lo único que queda del segundo Templo de Jerusalén, destruido por los romanos en el año 70.
Esta tenaz conservadora arqueológica ha recuperado piezas antiguas de todo Oriente Próximo, un lugar rebosante de historia, repleto de objetos que es obligado preservar, documentar, rescatar. Ella siente predilección por Siria. Tiene muchos amigos en la antigua ciudad de Hama, importante encrucijada cultural. Está preocupada por su seguridad. Buena parte de la ciudad ha sido destruida por la dictadura de Assad en la brutal guerra civil que asola el país. Duda incluso de que jamás vuelva a ver Hama. Se equivoca, pues Hama la rodea por doquier. Cientos de miles de sirios se refugian en Jordania bajo protección de la ONU. En los campos de regadío de As-Safi, esos refugiados sobreviven con lo mínimo, recogiendo tomates por menos de 10 euros al día. Hamoudi y yo hemos estado con ellos casi todas las noches. Todos proceden de Hama. Una ciudad entera ha huido del apocalipsis, cruzando fronteras, pasando puertos de montaña, para desperdigarse por el valle del Jordán. Las mujeres sacan delicados juegos de té rescatados de las casas bombardeadas. Cuelgan finos bordados sirios, llamados sarma, en el interior de sus tiendas polvorientas para recordar el hogar. Sus rostros, al pensar en sus muertos, se iluminan de pura tristeza. He aquí el mosaico más profundo del Levante mediterráneo. En este lugar, hace una eternidad, inventamos las ciudades. En este lugar, hoy,
volvemos a dispersarnos huyendo de la guerra, como teselas rotas, y regresamos al nomadismo. Tierra Santa es un territorio codiciado. Está profundamente amurallado. Pocos extranjeros comprenden hasta qué punto. A unos kilómetros de Ammán, en las orillas del Jordán, donde el río marca la frontera entre Jordania y la Cisjordania ocupada por Israel, la gente se reúne para celebrar la Epifanía. Es un rito de Año Nuevo que celebran los cristianos ortodoxos. Acuden al río sagrado para entonar cantos, para rebautizarse. También para hablarse a voces, separados por cinco metros de aguas turbias. «¿Qué tal la tía?» «¡Levanta al bebé!» y «¡Di a Mariam que esta noche la llamamos!». Son familias árabes cristianas, divididas por la guerra que en 1967 enfrentó a Israel y sus vecinos árabes. Una vara metálica, casi al alcance de la mano desde cualquiera de las riberas, asoma del agua marcando la frontera. Si a alguien se le ocurriese vadear el río, soldados israelíes y policías jordanos intervendrían al instante. Unos días más tarde atravieso el Jordán en autobús: está terminantemente prohibido cruzar a pie el puesto de control del puente de Allenby. «Puestos de control. Puestos de control –me dice Bassam Almohor–. Tenemos puestos de control hasta en la mente. Si nos diesen libertad de movimiento, ya no sabríamos cómo actuar.» más all á del edén, tercera parte
Musulmanes de la India rezan junto a judíos en la tumba del rey David, en el monte Sion de Jerusalén, uno de los pocos sitios de Israel donde conviven las dos fes. Una sinagoga, una mezquita y una iglesia de los cruzados han ocupado el lugar a lo largo de la historia.
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Almohor, de mediana edad, es un narrador de historias. También un paseante compulsivo. Un palestino que espera lo peor de la vida para así llevarse gratas sorpresas: un amante de la ironía. En el transcurso de dos abrasadoras jornadas caminando por Cisjordania, serpenteamos por una maraña de fronteras visibles e imaginarias, vallas, muros, barreras, zonas vedadas. Después de un año sumido en las vistas infinitas de Arabia, de África, semejante partición del paisaje me causa vértigo. Con una superficie de solo 5.860 kilómetros cuadrados y atestada con 2,7 millones de habitantes, la Cisjordania ocupada, el corazón del propuesto estado palestino, está dividida en virtud de los Acuerdos de Oslo en zonas de control palestino y zonas de control israelí: las zonas A, B y C. Cada una tiene sus propias restricciones, directivas, normativas. El mapa político del territorio parece una radiografía: un corazón enfermo, coagulado, vaciado. Pasamos junto al palacio de Hisham, en Jericó, un tesoro poco conocido del arte islámico del siglo viii (zona A). Bajo un sol de justicia, escalamos el yermo escarpe oriental del Gran Rift Valley (zona B), esquivando los asentamientos israelíes cercados con alambre de espino (zona C). Tras 42 duros kilómetros por una reserva natural y un campo de artillería israelí (de nuevo zona C), llegamos destrozados a Belén (de vuelta a la zona A). En nuestro hotel, una fila de relojes da la hora de Lagos, Bucarest, Kiev: las capitales de los peregrinos que vienen a hincarse de rodillas en el lugar de nacimiento de Cristo. En realidad el mundo entero pasa en fila india por la basílica de la Natividad. Almohor y yo nos sumamos a las largas colas de argentinos, rusos, estadounidenses, franceses. Entre nubes de incienso, posan las manos sobre piedras pulidas de tanto tocarlas, allí donde el Altísimo apareció sobre la Tierra. Un templo medieval de la Iglesia Ortodoxa Griega controla el acceso a la gruta del pesebre. La iglesia católica romana anexa, de construcción posterior, se conforma con una mirilla. Los visitantes católicos acercan el ojo al orificio para ver la luz amarillenta del escenario de la santa natividad. He aquí un clásico arreglo cisjordano: un Acuerdo de Oslo celestial. más all á del edén, tercera parte
Unas cristianas ortodoxas procedentes de Europa del Este asisten en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén al milagro anual de la Vigilia Pascual, cuando en sus velas prende la «santa luz» que emana de la tumba de Jesús.
En su caminata, Salopek llegó a las inmediaciones de las grutas de Rosh HaNiqra, en el norte de Israel, justo en la frontera con Líbano. Desde aquí viajará al norte y luego al este para adentrarse en Eurasia, como en su día hicieron los primeros humanos.
Hombres danzando. Con los brazos sobre los hombros de los compañeros, levantando los pies al frente para luego golpear el suelo mientras giran en una gran rueda, agitando botellas de vino. Echan atrás la cabeza. Risas al cielo. Están felices. Dan tumbos por la calle. Hacen eses entre el tráfico que los recibe con bocinazos. Por las aceras van los niños, con su extraño indumento: un carnaval de soldados en miniatura, ninjas, geishas, centuriones romanos. «Todo lo que odiamos», explica un hombre en un inglés rudimentario. Se refiere al pecado. Carcajeándose, sigue bailando. Es jaredí, integrante de la comunidad judía conservadora que rechaza la cultura seglar moderna. Bene Beraq –satélite ultraortodoxo y económicamente deprimido de Tel Aviv– se abrasa en la planicie mediterránea de Israel. Los hombres
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visten como cuervos: traje grueso de color negro, sombrero negro, largas barbas los abuelos y peot (los largos tirabuzones laterales de los piadosos) los chicos. Las mujeres, pálidas, miran en silencio bajo el sol. Falda insulsa, calzado anodino, pañuelo en el pelo. El jolgorio etílico es una nota discordante. Una verbena de cuáqueros. Una jarana de imanes. Una bacanal de menonitas. Estas gentes pías… ¿Han perdido la cabeza? No. Es muy sencillo: después de atravesar a pie los trillados confines de África, he entrado en un laberinto intrincado, una enmarañada encrucijada del mundo donde en cada punto del paisaje se lee un sacramento, un maremágnum de fes llamado Oriente Próximo. El extraño entusiasmo de Bene Beraq es el festejo de la alegría, de la supervivencia: son los Purim. Conmemoran que hace casi 2.500 años los judíos se libraron
de un genocidio a manos de los persas. Tramada por el cortesano Amán, la masacre fue frustrada por dos judíos valientes, Ester y su padre adoptivo, Mardoqueo. Cada decimocuarto día del mes de adar los judíos celebran que siguen vivos. Se hacen regalos. Beben hasta estar «fragrantes de vino». Una fiesta de lo más apetecible. Me sumo a ella. Desaliñado, con la ropa raída, zapatos agujereados y curtido por el sol, mi disfraz es permanente: voy de viajero, de forastero. Mi caminata es una danza. El antropólogo Melvin Konner escribe que los maestros del num (una danza ceremonial de los bosquimanos !kung), chamanes del Kalahari
frontera exterior de nuestro conocimiento del cosmos. Entro en las cuevas en plena tormenta. Las autoridades han colocado maniquíes en el interior de estos abrigos: cavernícolas de escayola vestidos con pieles que miran hacia el Mediterráneo, hacia el mar de Homero, hacia el pasillo que desemboca en la modernidad. Pero en el recuerdo, el verdadero colofón a mi andadura por Oriente Próximo ya ha tenido lugar. Meses atrás había acampado a orillas del mar Muerto con una familia beduina. El padre, Ali Salam, era pobre. Recogía latas en la cuneta de la carretera. Su esposa adolescente, Fatimah, tímida y sonriente, acunaba a su bebé
Después de atravesar a pie los trillados confines de África, he entrado en un laberinto intrincado donde en cada punto del paisaje se lee un sacramento. y miembros del que podría ser el pueblo más antiguo del planeta, inducen un trance espiritual bailando durante horas en torno a una hoguera. En este arduo ritual, cada paso se traduce en una sacudida rítmica en la base del cráneo, y son hasta 60.000 –el número de pisadas de un día de viaje a pie–. El resultado, dice Konner, es un estado psicológico que todos buscamos desde los albores de nuestra especie, «ese sentimiento “oceánico” de unidad con el mundo». Esto puede explicar la neurología del éxtasis. Pero, ¿cómo explicar su búsqueda? Saldré del crisol del Levante mediterráneo por el puerto israelí de Haifa. Adquiero un pasaje en un mercante que me llevará hasta Chipre esquivando el matadero en que se ha convertido Siria. De Chipre pasaré a Turquía. Al sur de Haifa, a un día de camino a pie para llegar a ese destino, abren sus fauces las cuevas del monte Carmelo, cuyas entrañas albergan huesos de Homo sapiens de hace 100.000 años. Este famoso yacimiento arqueológico marca el punto más lejano desde África que alcanzó la migración humana en el paleolítico medio, la
enfermo bajo una lona de plástico. Cocinaba unos tomates robados de los huertos. Al otro lado del asfalto, a menos de 200 metros, brillaba en la noche un complejo hotelero de lujo. Imaginé a otra pareja que quizá también perdiese la mirada en la oscuridad tras unos ventanales, sosteniendo una copa del minibar. ¿Distinguirían nuestra fogata? ¿Oirían la tos pertinaz del bebé? Claro que no. Intenté odiarlos. Pero no eran malas personas, la pareja de la habitación bien iluminada. Ni mejores ni peores que los demás viajeros que recorrían aquella solitaria carretera del desierto. Esa era la única teología del camino. Los beduinos. Los huéspedes del hotel. La carretera que los separaba y los unía. j MÁS ONLINE
Un viaje por tierras santas
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La pasión y la fortaleza de quienes aquí viven los une mucho más de lo que ellos creen. —PAUL SALOPEK BRUNO PEROUSSE / HEMIS / GTRES
más all á del edén, tercera parte
TIERRA DE FRANCISCO JOSÉ EL SIGNIFICADO DEL NORTE
Un oso polar monta guardia en la isla del Príncipe Rodolfo, parte del archipiélago ruso de la Tierra de Francisco José, donde el verano de 2013 recaló una expedición científica multidisciplinar.
Un grupo de morsas se acerca a uno de los botes de la expedición cerca de la isla Hooker. En verano, cuando el hielo marino se reduce, estos mamíferos se congregan en la costa, donde el alimento escasea y las crías corren el riesgo de morir aplastadas.
La escarpa vertical de la Roca Rubini, una formación rocosa de la isla Hooker, acoge a miles de parejas de aves marinas nidificadoras. Gaviotas tridáctilas, mérgulos atlánticos, gaviones hiperbóreos, araos de Brünnich y fulmares boreales llegan todos los veranos para criar. TI ERR A D E FR A NC I SC O J OSÉ
POR DAVID QUAMMEN FOTOGRAFÍAS DE CORY RICHARDS
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eodor Romanenko alza los brazos. «Queridos colegas», anuncia en inglés con su habitual sonrisa pícara, y a continuación se pasa al francés, que habla con acento ruso. «Queridos colegas» no son las únicas palabras que sabe decir en inglés, pero a todas luces sí sus favoritas, útiles para granjearse la atención de un grupo internacional tan variopinto como el nuestro. Queridos colegas, propongo que ahora subamos por ahí, dice, señalando hacia un pedregal empinado e inestable. Queridos colegas, ¡a comer! Disfrutemos del almuerzo en lo alto de este cerro antes de que empiece el vendaval y llegue la próxima ventisca. Queridos colegas, se pavonea con entusiasmo cuando nos reunimos al anochecer, hoy mi grupo ha hecho cinco hallazgos asombrosos, ¡entre ellos dos tipos de basalto! ¡Y unos sedimentos mesozoicos! ¡Y pruebas de una desglaciación reciente! Romanenko es un geomorfólogo de la Universidad Estatal de Moscú, y pese a tener a sus espaldas 28 campañas en las costas e islas del océano Ártico, sigue haciendo gala de un entusiasmo adolescente. Mientras avanza por el duro paisaje del norte, irradia la alegría contagiosa que le inspira el trabajo de campo: observar de cerca, identificar patrones, recopilar datos que ayuden a aclarar, entre otros misterios, la cuestión del hielo. Con él nos hemos adentrado en el alto Ártico ruso hasta llegar a un archipiélago conocido como la Tierra de Francisco José, y aunque este no es nuestro objetivo principal, la cuestión del hielo subyace a gran parte de la misión que nos ha traído hasta aquí. En realidad las cuestiones son tres: ¿por qué se está derritiendo el hielo permanente? ¿Hasta dónde llegará ese deshielo? ¿Y cuáles serán las consecuencias ecológicas?
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Cuando se organiza una expedición biológica a las altas regiones polares –árticas o antárticas– en estos tiempos de cambio climático, la cuestión del hielo siempre es importante, ya sea objeto de estudio directo o indirecto. Nuestro enfoque es indirecto. Después de zarpar de Múrmansk y cruzar el mar de Barents, los casi 40 integrantes de la Expedición Mares Prístinos 2013 a la Tierra de Francisco José hemos llegado a este archipiélago remoto con el propósito de estudiarlo desde diversos prismas: el de la botánica, la microbiología, la ictiología y la ornitología, entre otros. La Tierra de Francisco José comprende 192 islas, la mayoría de ellas formadas por sedimentos mesozoicos cubiertos de basalto columnar, y su superficie es tan plana que, vistas sin hielo (algo cada vez más frecuente), recuerdan a las mesas o cerros testigo de Arizona. No tuvieron población humana permanente hasta que los soviéticos instalaron estaciones de investigación y bases militares en unas cuantas islas. Esa presencia quedó reducida a un remanente testimonial en la década de 1990, pero en la actualidad el aumento del deshielo, las nuevas rutas marítimas y el factor económico están poniendo de nuevo el archipiélago en el punto de mira del Gobierno ruso. Durante un mes zigzagueamos de isla en isla, recalando aquí y allá atraídos por las oportunidades que nos brinda cada lugar y condicionados por la meteorología, huyendo de los vientos que empujan los fragmentos de hielo flotante y los témpanos, desembarcando cuando los osos polares nos lo permiten, admirando morsas, gaviotas marfileñas y ballenas de Groenlandia, recopilando datos en lugares de los que apenas se sabe nada. Estamos a 800 millas náuticas (1.481 kilómetros) al norte del círculo polar Ártico a bordo del
Daria Martínova, de la Academia de Ciencias Rusa, toma muestras de la columna de agua para monitorizar la diversidad de los copépodos, minúsculos crustáceos fundamentales en las redes tróficas del Ártico.
Polaris, un barco turístico reconvertido: armarios transformados en laboratorios, microscopios instalados sobre las mesas de la cafetería y un salón entero abarrotado de material de buceo, que incluye trajes secos para proteger a nuestros buzos de unas aguas que rondan un grado bajo cero. Integran el equipo rusos, estadounidenses, españoles, británicos, un australiano y un par de franceses. Todos los días unos cuantos expedicionarios desembarcamos en la isla frente a la cual hemos echado el ancla y nos dedicamos a hacer transectos, anillar aves, cuantificar morsas o recoger plantas, mientras los demás se sumergen en las aguas gélidas para inventariar algas, microbios, invertebrados y peces marinos. A veces los días de trabajo en tierra se hacen largos,
pero siempre regresamos a bordo antes de que se haga de noche, porque aquí nunca anochece. El sol no se pone; gira y gira sin decidirse en el cielo boreal. Las inmersiones son breves, pero heladoras. La actitud de Romanenko es importante para el resto del grupo, no solo por lo que aporta a la ciencia sino también porque, con su combinación de geología y brío, levanta la moral. El atuendo de Feodor no es tan futurista como el de los buzos. Con su gorra de orejeras, chaleco naranja iridiscente, pantalones de goma y escopeta en mano, tiene la pinta de un afable cazador de patos de algún pueblo de Minnesota. La otra pieza fundamental de su equipación es una pala de jardinero. Katerina Garánkina, una de sus doctorandas en la Universidad Estatal de Moscú, TI ERR A D E FR A NC I SC O J OSÉ
Nuestro guarda lleva una escopeta automática Saiga-12 con el cargador bien surtido. Por nada del mundo querríamos recurrir a ella.
pelirroja y curtida en el trabajo de campo, lo ayuda a trazar cortes geomorfológicos de las islas. Michael Fay, encargado de la botánica, es presencia habitual en los desembarcos diarios porque, al igual que Romanenko, es un caminante insaciable. Su épica caminata por los bosques de África central («Megatransect», octubre de 2000, y otros dos reportajes posteriores) no fue ni la primera ni la última de sus expediciones a pie, y ahora, a sus 58 años, con una vida a caballo entre una cabaña en Alaska y un trabajo de conservación para el Gobierno de Gabón, sigue anhelando con la impaciencia de siempre recorrer a pie los lugares más salvajes. Apenas tiene experiencia con la flora ártica, pero la primera tarde que desembarcamos en la Tierra de Francisco José fui testigo de cómo identificaba el género de una docena de angiospermas, y eso que los especímenes no eran más que una delicada mata de hojas que asomaban entre las rocas y los musgos, con unos tallos rematados por minúsculas flores amarillas o rojas. Ahora, nueve días más tarde, Fay vuelve a estar de cuatro patas en el suelo de una isla llamada Payer, escudriñando, contando pétalos y carpelos, tomando fotos. Para cuando Romanenko y Garánkina terminan de medir las antiguas terrazas marinas que ascienden desde la playa, él tiene ya 12 especies en el cuaderno. Esas antiguas terrazas marinas se encuentran en Payer y en todo el archipiélago porque la
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Tierra de Francisco José experimentó a finales del pleistoceno y en milenios recientes una serie de episodios de levantamiento tectónico que en algunas zonas supusieron más de 90 metros de elevación. Las islas, situadas en la cuña más septentrional de la placa Euroasiática, están ahora a mayor altura respecto al nivel del mar. Esos levantamientos son consecuencia de las fuerzas tectónicas y, en cierta medida, del deshielo. A medida que los glaciares se funden y van perdiendo masa y peso, el terreno sobre el que se asientan tiende a elevarse, como cuando nos levantamos del sofá y el hueco que dejamos vuelve a rellenarse. En otras palabras, la propia morfología del paisaje –por no hablar del ecosistema al que da soporte– queda determinada en parte por la presencia o la ausencia de hielo. Desde que desembarcamos en Payer he estado deleitándome con las flores y las anotaciones de Fay, hasta que de pronto Romanenko llama nuestra atención: la silueta, enorme y hermosa, de un oso polar se recorta sobre una cresta hacia el oeste. Parece que no ha reparado en nosotros, pero sabemos que no nos conviene correr riesgos. Mientras camina, la pequeña cabeza se adelanta sobre los músculos ondulantes de su largo cuello. Nuestro guarda, un joven llamado Denis Mennikov, lleva una escopeta automática Saiga-12 con el cargador bien surtido, pero por nada del mundo querríamos recurrir a ella. El deshielo también dificulta la existencia de los osos, quizás hasta el punto de desquiciarlos. Queridos colegas, les ruego que estén alerta. La naturaleza dinámica del hielo es uno de los factores que en su día hicieron del Ártico, y concretamente de la Tierra de Francisco José, un lugar tan difícil de explorar y a la vez tan tentador. Fridtjof Nansen es el más famoso de una larga nómina de exploradores que pisaron el archipiélago en el transcurso de alguna expedición polar tan sobrada de audacia como de penurias. Hoy las cosas son un poco más llevaderas –aunque para nada fáciles– que cuando Nansen vivaqueó a la desesperada en el invierno de 1895-1896. En la expedición de Mares Prístinos llevamos mejores mapas, ambiciones más
modestas, tecnología GPS y un barco mucho más cómodo. También tenemos un líder dotado de más aplomo que algunos de los tozudos jefes de otrora: Enric Sala, Explorador Residente de National Geographic, el ecólogo marino que con inteligencia ha concitado esta compleja iniciativa internacional –una de las últimas de sus Expediciones Mares Prístinos– con el apoyo de la Sociedad y otros patrocinadores. No hace muchos años Sala era profesor del Instituto Scripps de Oceanografía, donde impartía asignaturas de posgrado sobre redes tróficas y conservación marina, pero no estaba satisfecho con su contribución al mundo. «Tenía la sensación de estar perfeccionando la necrológica de la naturaleza con una precisión cada vez mayor», me cuenta mientras charlamos a bordo del Polaris. Consternado por las tendencias imparables de degradación de los ecosistemas y extinción de especies, tanto en el reino marino como en el terrestre, decidió abandonar el mundo académico. «Quería intentar solucionar el problema», dice. Por eso, en 2005 reunió un equipo multidisciplinar de científicos de élite (expertos en microbiología marina, algas, invertebrados y peces) y juntos pusieron rumbo a las Espóradas Ecuatoriales del Norte, un rosario de afloramientos coralinos en el Pacífico situado a unas 1.000 millas náuticas (1.850 kilómetros) al sur de Hawai. Al bucear por los arrecifes y estudiarlos, hicieron como mínimo un descubrimiento importante: los depredadores, sobre todo tiburones, constituían en torno al 85 % de la biomasa local. Aquello no tenía sentido: la ciencia ecológica convencional postulaba una ratio de unas diez presas por cada depredador en cada eslabón de una cadena trófica. En consecuencia, el equipo de Enric Sala etiquetó aquella situación de pirámide de biomasa invertida. En aparente ausencia de masas de presas, ¿de qué se alimentaría una población tan numerosa de tiburones? La respuesta era que en realidad sí había masas de presas: se producían continuamente y en gran número, en forma de peces pequeños con elevadas tasas de reproducción, crecimiento, maduración sexual y relevo, pero los depredadores daban cuenta de ellas a tal velocidad que casi no
se apreciaba su presencia. Es lo que los ecólogos llaman regulación de arriba abajo, un dato crucial a la hora de describir un ecosistema dado. Cuatro años después Enric Sala estuvo presente cuando el presidente saliente George W. Bush firmó la ley por la cual se establecía el Monumento Nacional Marino de las Islas Remotas del Pacífico, una ley que incluía el mandato de preservar la pirámide invertida de biomasa. Con el apoyo continuado de National Geographic Society, Sala trasladó su modelo del proyecto Mares Prístinos a otros ecosistemas oceánicos remotos, todos ellos tropicales, donde las aguas son cálidas, fecundas, biodiversas y cristalinas. Después desvió su atención hacia el archipiélago más septentrional del mundo, la Tierra de Francisco José. La Tierra de Francisco José es un zakáznik (un área natural protegida) administrado como parte del Parque Nacional del Ártico Ruso, de modo que Enric Sala firmó un proyecto de colaboración con el parque y con la Sociedad Geográfica Rusa. Para coliderar la expedición reclutó a la subdirectora científica del parque, la bióloga especializada en aves marinas árticas María Gavrilo. Volvió a convocar a algunos de los avezados investigadores que lo acompañaron en anteriores iniciativas (como el ecólogo experto en virus Forest Rohwer, el ecólogo especializado en pesquerías Alan Friedlander, el experto en algas Kike Ballesteros, y Mike Fay) y volvió a confiar en los submarinistas profesionales de anteriores proyectos. También dio la bienvenida a una docena de colegas rusos además de a Gavrilo. Y reclutó a Paul Rose, de la Royal Geographical Society de Londres, por su experiencia en escalada y buceo en regiones polares, su capacidad de resolución de problemas y su inquebrantable buen humor. A tan distinguido grupo nos sumamos unos cuantos profesionales de los medios de comunicación. A finales de julio de 2013 zarpamos todos juntos hacia la Tierra de Francisco José, cuyas aguas tienen tan poco de cálidas como de cristalinas y donde el mar se ha mantenido casi prístino porque durante la mayor parte del año permanece –o permanecía hasta hace bien poco tiempo– congelado. TI ERR A D E FR A NC I SC O J OSÉ
Tierra del Rey Óscar 0 km 250
Polo Norte
G RO E N L A N D I A
EL REMOTO NORTE RUSO 50°
(DINAMARCA)
O C É A NO ÁRTICO
80°
La Tierra de Francisco José es en realidad un archipiélago de 192 islas, el más septentrional del planeta. Sus más de 16.000 kilómetros cuadrados están prácticamente deshabitados, cubiertos de hielo y rodeados por un mar helado durante buena parte del año. Fue descubierto en 1873 por la Expedición Austrohúngara al Polo Norte. La Unión Soviética lo reivindicó en 1926 y Rusia lo convirtió en zakáznik (reserva natural) en 1994. Hoy alberga una única estación meteorológica, pero Rusia, deseosa de encontrar petróleo y gas y de vigilar las vías marítimas, proyecta reabrir las bases militares árticas.
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ISLAS IMAGINARIAS Los mapas levantados por la expedición austrohúngara de 1873 muestran la Tierra del Rey Óscar (izquierda) y la Tierra de Petermann (fuera del mapa). Ambas resultaron ser espejismos.
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Posición de Nansen, 3 de agosto, 1895
De regreso a Noruega tras fracasar en su intento de alcanzar el polo Norte, los exploradores Fridtjof Nansen y Hjalmar Johansen pasaron el invierno de 1895-1896 en una cabaña improvisada en la isla Jackson.
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I. Freeden
ESTACIÓN METEOROLÓGICA Abandonada en 1995
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Entre la fauna de este gélido archipiélago se cuentan ballenas de Groenlandia y morsas del Atlántico, además de una nutrida población de aves marinas. Colonia de mérgulos atlánticos Lugar de alimentación de las ballenas de Groenlandia Colonia de morsas
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CABAÑA DE INVIERNO no DE NANSEN lia 26 de agosto, 1895Ita l 18 de mayo, 1896 a
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BASE MILITAR DE SEVERNOYE Abandonada en 1994
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MARTIN GAMACHE Y LAUREN E. JAMES, NGM FUENTES: MARÍA GAVRILO, PARQUE NACIONAL DEL ÁRTICO RUSO; INSTITUTO ÁRTICO Y ANTÁRTICO; WWF RUSIA; IMAGICO; GLIMS; IHS
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Los mérgulos atlánticos anidan en acantilados o entre las rocas de laderas pedregosas. Los de esta imagen, que sobrevuelan la parte de atrás de la Roca Rubini, describen a veces vuelos elípticos sobre sus colonias. Se ignora el motivo de este comportamiento.
Gusano poliqueto polinoide
Ángel de mar
LA VIDA BAJO EL ÁRTICO A la búsqueda de vida en las gélidas aguas del océano Ártico, los buzos de la expedición vieron pocos peces pero sí una nutrida gama de invertebrados, representantes de cinco filos diferentes. Los lectores, huelga decirlo, no encontrarán ninguno de estos ejemplares en las charcas de su pueblo. ANDREY KAMENEV (TODAS)
Estrella de mar
Berberecho de Groenlandia
Gusano poliqueto verde
Caracola rosada boreal
Camarón de dientes de sierra
Erizo de mar
Cápsulas ovígeras de una caracola
Cnidario hidroide en fase de pólipo
Colonia de briozoos
Los dos franceses del grupo, David Grémillet y Jérôme Fort, tienen la misión de estudiar el mérgulo atlántico (Alle alle), un ave blanquinegra que anida en acantilados y pedregales, desde donde se lanza en picado hacia las aguas gélidas en busca de alimento. El mérgulo sigue abundando en todo el Ártico, con una población estimada de más de 40 millones de ejemplares, lo que lo convierte en una de las aves marinas más numerosas del mundo. Sin embargo, su parentesco con el alca gigante, una especie emblemática de las extinciones causadas por el hombre (la última pareja fue abatida en 1844 en la costa de Islandia para obsequiar a un coleccionista), nos recuerda que no hay especie inmune al atropello de los humanos. Grémillet y Fort se centran en el mérgulo también por otro motivo: es un ave minúscula para lo que suele ser habitual entre las marinas (la penúltima en menor tamaño de la familia de los álcidos), con unas alas diminutas que le permiten nadar bajo el agua además de volar. Presenta una tasa metabólica y un gasto energético elevados. Esto significa, me explica Grémillet, que ante cualquier modificación del entorno, el mérgulo atlántico quizá sufra más que otras especies. Y esa transformación medioambiental ya es un hecho: las temperaturas medias más recientes del Ártico son las más altas de los últimos 2.000 años. Un estudio de las tendencias árticas prevé incrementos de hasta 7,7 °C para fines del siglo xxi. El mérgulo atlántico se alimenta sobre todo de copépodos, unos crustáceos minúsculos que constituyen el componente principal del zooplancton ártico. Cada ave necesita ingerir miles de ellos para alimentarse en condiciones. «Y los copépodos tienen unas preferencias muy específicas en lo que a temperatura se refiere –dice Grémillet–. Por eso podemos predecir que si las comunidades de copépodos varían como consecuencia del cambio climático en el Ártico, los efectos sobre el mérgulo serán muy significativos.» ¿Cómo pueden cambiar las comunidades de copépodos? Una de las especies más grandes y más ricas en lípidos, Calanus glacialis, depende de aguas muy frías y del hielo marino, debajo del cual crecen las algas de las que se alimenta. TI ERR A D E FR A NC I SC O J OSÉ
Un oso avanza hacia nosotros. De pronto tengo la sensación de que no somos más que tres trozos de carne oscura en un plato blanquísimo.
Otra especie más pequeña y magra, Calanus finmarchicus, es común en el Atlántico Norte y a menudo llega al Ártico arrastrada por las corrientes, pero allí no prospera. Sin embargo, en cuanto el océano Ártico se caliente unos pocos grados, el equilibrio competitivo podría alterarse. Una mayor temperatura y una disminución del hielo marino podrían propiciar que los copépodos pequeños y poco nutritivos reemplazasen a los grandes y más nutritivos, en perjuicio de los mérgulos atlánticos y de otras criaturas. El bacalao ártico, el arenque y diversas aves marinas se alimentan de copépodos, e incluso mamíferos como la foca anillada y la beluga dependen de los peces que a su vez dependen de los copépodos. Por todo ello la ciencia considera a Calanus glacialis una especie clave para el Ártico. Para capturar mérgulos, Grémillet y Fort tienden una trampa de lazo múltiple en la que las aves quedan atrapadas por las patas. Acto seguido pesan, tallan y anillan cada individuo, y en algunos casos también le colocan un registrador de profundidad y tiempo (TDR) o un geolocalizador, dispositivos miniaturizados que se fijan en la pata o en las plumas del pecho para recabar datos. Los geolocalizadores registrarán las rutas migratorias hacia el sur después de que las aves Esta Expedición Mares Prístinos contó con el generoso apoyo de Blancpain, Davidoff Cool Water y las cuotas de los miembros de la Sociedad.
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hayan criado. Los TDR revelarán la profundidad a la que se ha sumergido el ejemplar, cuánto tiempo ha durado cada inmersión y cuántas horas al día ha dedicado a tan laboriosa obtención de alimento. A partir de trabajos previos en Groenlandia y Spitsbergen, Grémillet y Fort saben que durante el invierno los mérgulos que solo disponen de Calanus finmarchicus pasan hasta diez horas al día buscando comida para cubrir sus necesidades energéticas. ¿Cuánto peor será si en verano, ya con polluelos que alimentar e incubar, solo tienen esa trabajosa fuente de alimento? Hasta ahora los mérgulos han demostrado una flexibilidad admirable frente a los cambios crecientes, pero la cuestión es, según Fort, si esa flexibilidad tiene mucho más recorrido. Un lunes de finales de agosto, después de dos intentos fallidos, logramos alcanzar el cabo de Fligely, en la costa norte de la isla del Príncipe Rodolfo, la más septentrional del archipiélago. Mientras los demás están a lo suyo, Paul Rose y yo nos escapamos a tierra para ascender a lo más alto del glaciar. Subimos desde la playa con mucha cautela porque anoche se dejaron ver por aquí dos osos polares, y esta mañana, uno. Pero parece que no hay moros en la costa. Como siempre, nos acompaña un agente de seguridad: otro joven ruso, Alexei Kabanihin, equipado con bengalas, radio y una Saiga-12 con las primeras rondas del cargador vacías. Hace un sol espléndido. Desde el cabo occidental en el que hemos desembarcado, un grandioso domo de hielo asciende y se interna lentamente. Más abajo, flotando en el agua azul acero, aguarda el Polaris. Con crampones y piolets, Paul y yo empezamos a subir por la pendiente, que cruje a cada paso; Kabanihin nos sigue, algo retrasado. El hielo es blando en la superficie y firme por abajo; el pie se afianza bien. Después de haber pasado la víspera encerrados a bordo, Paul y yo estamos exultantes con esta escapada. Pero cuando nos aproximamos a la cima, en la radio de Kabanihin se oye una voz que nos cambia el ánimo. Es María Gavrilo: «Paul, el oso polar os está oliendo. Y va hacia vosotros. Glaciar arriba. Yo de vosotros bajaría».
Nos miramos. «Recibido, María –dice Paul–. Entendido.» Apaga la radio. Ignoramos que nuestra interlocutora tiene una situación complicada entre manos: hemos desembarcado demasiadas personas a la vez, nos hemos dispersado, no hacemos caso de las advertencias y hay osos campando por la isla. ¿Podemos seguir aunque sea un poquito?, pregunta Paul a Kabanihin, quien niega con la cabeza y hace un gesto con los brazos cruzados: absolutamente niet. Pero nosotros somos más partidarios del da. «Solo un minuto, anda», insiste mi compañero. Cuando el pobre muchacho empieza a sucumbir a la duda, Paul y yo salimos corriendo. Con una edad que entre los dos suma 126 años pero con un corazón adolescente, nos alejamos, imparables, de la autoridad y el sentido común hacia el que casi es –o quizá sin casi– el punto más elevado de la tierra más septentrional de Eurasia. Paul canta la lectura del GPS: 81 grados, 50,428 minutos Norte. Altitud: 174 metros. Lo anoto en el cuaderno. Datos. Luego volvemos corriendo hasta Kabanihin, que parece descontento, aunque no tanto como lo estará enseguida. Cuando descendemos, vemos un oso polar que se interpone entre nosotros y el barco, y otro a nuestra izquierda. El que tenemos en frente sube hacia nosotros. El otro está sentado, pero gira la cabeza siguiendo nuestros movimientos. Comprendo que la situación es muy peliaguda cuando Kabanihin me tiende una bengala. Seguimos avanzando, arrastrando los pies sobre el hielo. Silencio, indica Kabanihin con un gesto. No nos separemos. Parece muy nervioso. El glaciar es grande, una superficie abierta, y es territorio de osos. Intentamos colarnos entre los dos animales, pero el que tenemos delante nos cierra el paso cuando echa a andar hacia nosotros con decisión. De pronto tengo la sensación de que no somos más que tres trozos de carne oscura en un plato blanquísimo. Kabanihin deja la escopeta en el hielo. Coge la bengala que me había dado, desenrosca la tapa y la dispara hacia –que no contra– el oso que tenemos delante. Una luz roja se desliza sobre el hielo. Cuando el animal se aleja unos pasos a la izquierda, se abre ante nosotros una vía de escape.
Hemos tenido suerte. Morir sobre el terreno, o tener que matar un oso, nos recuerda Sala a nuestro regreso, habría arruinado la expedición. En la costa nororiental de la isla Hayes, casi en el centro del archipiélago, se yergue lo que queda de un puesto meteorológico conocido como Estación Krenkel, que en la época soviética era un hervidero de actividad. Abierta en 1957, llegó a contar con varias antenas sujetas con cables, una plataforma de lanzamiento para pequeños cohetes de investigación, una vía férrea en miniatura para trasladar suministros y equipos, y decenas de edificaciones. En su mejor momento vivían y trabajaban en Krenkel 200 personas. Ahora no pasan de media docena, acompañados de dos perros que nos saludan con curiosidad en la playa cuando Romanenko, Garánkina, Fay y yo desembarcamos de un salto. Nuestra presencia ha sido autorizada por el director de la estación, quien nos permite recorrer a placer su pequeño feudo de ruinas y escombros. La estación funcionó a pleno rendimiento entre 1967 y 1987, aproximadamente. En otras partes de la Tierra de Francisco José, una base aérea soviética daba apoyo a los bombarderos de largo alcance que sobrevolaban el Ártico, siempre listos para entrar en acción, igual que los de las bases estadounidenses. Pero la Estación Krenkel no formaba parte de aquella estrategia: sus objetivos eran científicos y, hasta cierto punto, internacionalistas, a través de un acuerdo de colaboración con meteorólogos franceses que lanzaban cohetes de investigación similares desde otros puntos. Entonces llegaron los grandes cambios de principios de la década de 1990, cuando comenzó la disolución de la Unión Soviética. MÁS ONLINE
Naturaleza virgen
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Explora la Tierra de Francisco José codo a codo con los protagonistas de la expedición y escucha sus testimonios sobre la importancia de preservar este ecosistema intacto. ANDY MANN
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Los osos polares se alimentan sobre todo de focas anilladas y barbadas, que cazan en el hielo marino. En tierra firme gorronean aves marinas, huevos y hierba. Este estuvo varios días pastando al pie de la Roca Rubini… y mordisqueó la cámara con control remoto.
Desde que en 1873 arribara a las islas una expedición austrohúngara, más de un imperio ha caído y más de una suposición ha sido refutada.
Quienes no vivimos aquello a duras penas podemos imaginar lo que fue: años de estrés, confusión y preocupación –así como de gran ilusión para muchos ciudadanos soviéticos–, y sin duda especialmente difíciles para quienes vivían en los confines de la URSS y asistían desde la distancia a la radical metamorfosis del Gobierno central. Y la Tierra de Francisco José es, literalmente, el confín más remoto. Para agravar la situación, un incendio arrasó en 2001 la Estación Krenkel. El personal fue evacuado, y nunca reemplazado. Abandonaron las casas, el centro recreativo y la biblioteca y se subieron a barcos y a helicópteros que los devolvieron al continente. Se diría que Romanenko repasa toda esa historia en su mente mientras recorremos las ruinas de esta pequeña estación polar. «C’est la fin de l’empire», comenta, absteniéndose de complicarse con el pretérito francés. El fin del imperio. Él tiene edad para recordarlo. Desde que en 1873 arribara a las islas una expedición austrohúngara, más de un imperio ha caído. Más de una bandera ha ondeado aquí y ha sido arriada. Más de una suposición geofísica, como la existencia de un continente ártico, ha sido refutada. El polo Norte es real, como punto determinable, si bien invisible, pero los primeros exploradores, como Nansen, que llegaron y partieron a través de este archipiélago con sus trineos de perros y sus embarcaciones capaces de navegar por el hielo, no llegaron a
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alcanzarlo. La Tierra de Francisco José ha sido un hito memorable en la gloriosa ruta polar hacia la frustración y la desilusión. Sus solitarias islas dan fe de que por obstinado, competente e intrépido que pueda ser el hombre, la naturaleza es mucho más compleja y poderosa. Las ruinas de la antigua Estación Krenkel atemperan ese testimonio de la primacía de la naturaleza de una forma ambivalente, y muy suya: con cientos de toneladas de basura industrial y tenues vestigios de las personas que lucharon por sobrevivir aquí. Como la estación está en la Tierra de Francisco José, que forma parte del ámbito administrativo del Parque Nacional del Ártico Ruso (aunque aún no goza de protección integral), la dirección del parque ha emprendido unas operaciones de limpieza en Krenkel. Proyectan integrar la estación en un muzei pod otkrtm nebom, o gran museo al aire libre. Pero se enfrentarán a cuestiones delicadas a la hora de decidir dónde termina la labor de restauración y dónde empieza la de preservación. Cuando un lugar acaba en el vertedero de basuras de la historia, ¿cómo sabemos qué parte es historia y qué parte es basura? Más delicadas aún, y de consecuencias mucho más trascendentales, serán las decisiones de Moscú acerca del papel del Ártico en los nuevos planes del ejército ruso. A principios de noviembre de 2013, apenas dos meses después del final de nuestra expedición, el ministro de Defensa Serguéi Shoigú anunció el destacamento de un escuadrón de buques de guerra con capacidad de rompehielos para proteger las nuevas rutas marítimas transárticas y los posibles depósitos de petróleo y gas. Según la agencia de noticias rusa Novosti, desde 2011 el 95 % de las reservas de gas natural y el 60 % de las de crudo se hallan en la región ártica, aunque la mayoría están bajo los mares de Barents y Kara, más cerca de la masa continental. El descubrimiento de esos depósitos sumado al calentamiento climático hacen que Rusia ponga sus miras más al norte. El anuncio de Shoigú hablaba incluso de reabrir la base aérea de la Tierra de Francisco José. Si este afán de recuperación territorial cristaliza, ¿será compatible con la protección de los ecosistemas árticos?
Enric Sala cree que sí. Al fin y al cabo, se dice que el propio Vladímir Putin simpatiza con el conservacionismo. ¿Pero quién sabe, tratándose de Putin? Sala confía en que la Tierra de Francisco José pronto reciba protección integral como parque nacional y cree que el fortalecimiento de la presencia militar «incluso puede contribuir a que se respete ese estatus». La cuestión del hielo que subyace a todos estos asuntos no se aclarará en una sola expedición. Podemos hacer mediciones, tomar fotografías, establecer comparaciones entre la capa de hielo actual y la que vieron los primeros exploradores, pero las relaciones causa efecto son ingentes y complejas. Los científicos de este equipo hacen lo que siempre hace un buen científico de campo: recopilar observaciones cuantitativas de aspectos concretos. Encadenando una inmersión tras otra en las aguas heladas, Alan Friedlander identifica 16 especies de peces árticos de aguas someras y empieza a preguntarse la razón de que la diversidad parezca ser tan reducida. Kike Ballesteros, que también se pasa el día en traje de buzo, con los dedos entumecidos y las mejillas enrojecidas, hace un inventario exhaustivo y una evaluación de la biomasa de algas marinas, una tarea sin precedentes. María Gavrilo y su equipo crean un censo de gaviotas marfileñas, gaviotas tridáctilas, araos de Brünnich, mérgulos atlánticos, eíderes comunes y gaviones hiperbóreos; los miden, pesan, anillan y ponen geolocalizadores a algunos. Forest Rohwer y su doctorando Steven Quistad capturan miles de millones de virus de diversos medios propicios a estos organismos, como cieno de playa y guano, para, a su regreso al laboratorio de Estados Unidos, secuenciar el ADN y extraer conclusiones. Mike Fay identifica y recoge más de 30 especies de angiospermas. Daria Martínova toma muestras de la columna de agua en busca de copépodos para cuantificar la penetración de la especie noratlántica Calanus finmarchicus en el reino ártico de Calanus glacialis. Estas labores y el resto de las observaciones reunidas en el marco de la expedición ayudarán a responder las preguntas específicas que subyacen a la cuestión general.
¿Está cambiando la comunidad planctónica? ¿Han perdido capacidad reproductiva las gaviotas tridáctilas y los araos de Brünnich? ¿Se han visto afectadas la fauna bentónica o la flora terrestre por las tendencias de cambio de la temperatura? ¿Se han concentrado más en las islas los osos polares, atrapados en ellas ahora que el hielo marino desaparece de la Tierra de Francisco José en los meses de verano? Y si en efecto se están produciendo cambios en el plancton, ¿ejercen alguna influencia detectable en la población del mérgulo atlántico? Esto es ecología en estado puro: todo interconectado. En los próximos meses, el corpus completo de datos y análisis se cohesionará en un informe compendiado bajo la supervisión editorial de Enric Sala. Al final de nuestro viaje y tras su conclusión, invade mi memoria el recuerdo vívido de un episodio de los primeros días, cuando desembarqué en la isla Hooker con los franceses. Tras pasar una tarde con las trampas en posición, solo habían capturado y estudiado tres mérgulos. Cuando recogíamos el equipo para marcharnos, Grémillet distinguió un ejemplar adulto entre las rocas, donde anida la especie. Lo atrapó, y al hacerlo se topó con un polluelo. Atrapó también esa cría y vino hacia nosotros. Para tallar y anillar un ave hacen falta dos manos; para hacer una extracción de sangre, cuatro. Por eso, Grémillet me entregó el polluelo. Lo tomé, formando un cuenco con mis manos, consciente de ese privilegio, e intenté protegerlo del viento. Los mérgulos atlánticos son longevos –pueden vivir hasta 20 años– y de reproducción lenta –a un ritmo de un pollo por año–, por lo que cada cría es un tesoro. Desde que eclosiona hasta que emplumece, el período más vulnerable de toda su vida, pasan unos 25 días. Aquel pollo acababa de salir del cascarón. Era una bola de plumón negro del tamaño de una ciruela. Inocente y desvalido. Al cabo de un rato se lo pasé con cuidado a Grémillet, que lo devolvió al nido. Al recordar ese momento me pregunto dónde estará ahora aquella ave, si habrá sobrevivido a sus 25 días en las rocas, cambiado su plumaje y abandonado la Tierra de Francisco José para pasar el invierno en algún otro lugar. j TI ERR A D E FR A NC I SC O J OSÉ
PULSA IMPRIMIR, Y LISTO TAN REVOLUCIONARIA COMO LA IMPRENTA DE GUTENBERG, LA IMPRESIÓN 3D ESTÁ DANDO NUEVA FORMA AL FUTURO.
Esta oreja biónica impresa en la Universidad de Princeton utiliza «tintas» de silicona y condrocitos (células productoras de cartílago). La espiral de metal recibe y transmite impulsos eléctricos que podrían estimular el nervio auditivo, como hace un implante coclear. FOTO: FRANK WOJCIECHOWSKI FUENTE: MICHAEL MCALPINE, UNIVERSIDAD DE PRINCETON
Esta réplica a tamaño natural de Tutankamón (derecha) se imprimió en un polímero transparente a partir de tomografías computarizadas de la momia original; a continuación se esculpió y se pintó para darle un aspecto de carne desecada. La NASA utiliza un simulador de traje espacial (extremo derecha) confeccionado en parte con moldes impresos en 3D para ensayar diseños de un sistema de soporte vital portátil. FUENTE: PREMIER EXHIBITIONS (DERECHA)
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Tras 15 horas en la impresora 3D surge esta réplica de un cráneo de Homo habilis de hace 1,9 millones de años fabricada con una resina polimérica. El Instituto de la Cuenca de Turkana y los Museos Nacionales de Kenya se han asociado con una empresa de software para crear africanfossils.org, un escaparate público donde se exhiben muchos de los fósiles emblemáticos descubiertos en el África oriental. Desde la página pueden descargarse los archivos necesarios para imprimir copias en 3D como material docente. CRÁNEO DIGITALIZADO E IMPRESO POR AUTODESK
Por Roff Smith Fotografías de Robert Clark
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iezas de motor de cohete, figuritas de chocolate, réplicas de pistolas que disparan de verdad, una típica casa de canal holandesa, gafas de sol de diseño, un automóvil biplaza increíblemente rápido, un bote de remos, un prototipo de oreja biónica, pizzas… Apenas transcurre una semana sin que la tecnología de impresión tridimensional nos depare una sorpresa. Aunque parezca salida de Star Trek (el replicador de materia de la nave espacial sintetizaba cualquier cosa), cada día que pasa la impresión 3D es más una realidad. De hecho, la NASA está haciendo ensayos con una impresora 3D en la Estación Espacial Internacional para ver si puede fabricar raciones de comida, herramientas y piezas de repuesto durante las misiones prolongadas. Aquí en la Tierra la perspectiva de futuros negocios no se hace esperar. Airbus prevé que en 2050 construirá aviones enteros con piezas impresas en 3D. GE ya está imprimiendo el interior de las boquillas de los surtidores que inyectan el combustible en los reactores. Y las grandes empresas no son los únicas interesadas.
El arquitecto Hans Vermeulen (derecha, abajo) posa subido a la piedra angular impresa en 3D de una casa frente a un canal de Amsterdam (arriba, interpretación artística). Los bloques con los que se construirá la vivienda, de 13 habitaciones, se imprimirán con un compuesto bioplástico, el 80 % del cual será aceite vegetal. En los tres años que durará el proceso se experimentará con otros materiales imprimibles, entre ellos mármol pulverizado para cuartos de baño. DUS ARCHITECTS (ARRIBA)
«Hay consenso en que la impresión D va a tener un papel importantísimo en el futuro», dice Hedwig Heinsman, una de las socias de DUS, el estudio de arquitectura holandés que está imprimiendo una casa a orillas del canal Buiksloter de Amsterdam. En un plazo de tres años, una impresora de seis metros de alto –la KamerMaker («creadora de habitaciones»)– fabricará muros, cornisas y estancias, experimentando con materiales, diseños y conceptos. «Llegará el día en que uno podrá escoger y descargar planos de viviendas como quien se compra algo en iTunes, personalizarlos con un par de clics en el teclado, encargar que le pongan una impresora en su solar y fabricar la casa», añade Heinsman. La fabricación aditiva –otra manera de llamar a la impresión 3D– existe desde hace unos 30 años. Si últimamente se habla tanto de ella y se hacen predicciones tan ambiciosas y epatantes es porque su tecnología avanza a un ritmo de vértigo. Sin embargo, existe una diferencia abismal –y acaso insalvable– entre las capacidades de las supersofisticadas impresoras 3D comerciales y lo que uno puede hacer con una modesta impresora doméstica.
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Con un disparo que resonó en el mundo entero, el activista político Cody Wilson sobresaltó a las fuerzas de seguridad en 2013 cuando probó con éxito su Liberator monotiro del calibre 38, pero estas pistolas de impresión 3D no siempre funcionan (arriba). Desde entonces se han ensayado otros diseños de pistolas de plástico, y una empresa ha llegado a imprimir en metal una Browning modelo 1911 del calibre 45 totalmente operativa.
3 MANERAS DE IMPRIMIR EN 3D El término «impresión 3D» engloba varias tecnologías distintas, aunque todas ellas se basan en el mismo principio: fabricar un objeto superponiendo capas de material. Cada método –con diferentes costes, velocidades, grados de precisión y materiales– tiene sus ventajas.
Cabezal de impresión
Depósito de polvo
Láser
Láser Resina líquida
Estructura de soporte
Lecho de impresión Modelado por deposición fundida Se carga en la impresora un filamento plástico, se funde y se va depositando en capas, que se endurecen. Puede usarse en una oficina, con lo cual es la tecnología ideal para las impresoras de sobremesa.
Sinterizado selectivo por láser Se deposita un polvo fino –de metal o de plástico, por ejemplo– y se barre con un láser que va fundiéndolo de forma selectiva a la capa inferior. Permite usar una gran variedad de materiales de impresión.
Estereolitografía Se expone una resina líquida fotosensible a un láser o a una luz ultravioleta, que la endurece. Es un método rápido que permite crear formas de alta resolución, pero los objetos tienen poca resistencia material.
MATTHEW TWOMBLY Y ALEXANDER STEGMAIER, NGM. FUENTE: HOD LIPSON, UNIVERSIDAD CORNELL
El funcionamiento de una impresora 3D es muy similar al de una impresora de sobremesa, solo que, en vez de usar tinta, «imprime» en plástico, cera, resina, madera, hormigón, oro, titanio, fibra de carbono, chocolate… y hasta tejido orgánico. Los inyectores de una impresora 3D van depositando capas sucesivas del material elegido, sea en líquido, en pasta o en polvo. Algunos se endurecen sin más; otros necesitan calor o luz para fundirse.
Esta silla de una sola pieza que imita el aspecto esponjoso del tejido óseo humano se imprimió en epoxi (derecha, arriba). Una maqueta muestra una placa de titanio bajo el rostro de un paciente que perdió el pómulo, la mandíbula superior y el ojo derecho a causa de un cáncer (abajo). Los ingenieros creadores del implante se basaron en escáneres digitales del lado sano del rostro y trabajaron con una impresora 3D. FUENTES: MATHIAS BENGTSSON STUDIO (SILLA); MATERIALISE (IMPRESIÓN DEL IMPLANTE); JAN DE CUBBER
El elevado coste de mecanizar una fábrica siempre ha supuesto una barrera para el desarrollo de productos superespecializados, pero hoy basta con tener una idea y algo de capital para poner en marcha una fabricación a pequeña escala: con un ordenador y un software de diseño se crea el plano tridimensional del objeto deseado, y una empresa de impresión 3D hace el resto. Dado que las especificaciones del producto se pueden modificar desde un simple teclado, esta tecnología es perfecta para series limitadas, prototipos o creaciones únicas, como la maqueta a escala 1:3 de un Aston Martin DB5 de 1964 que se imprimió para hacerla volar por los aires en la película de James Bond Skyfall. Y como las impresoras 3D fabrican los objetos poco a poco, poniendo material solo donde se necesita, pueden crear objetos de geometrías muy complejas que no es posible obtener mediante la inyección de material en moldes; además, a menudo son mucho más ligeros e igual de resistentes. También pueden producir objetos de formas muy intrincadas en una sola pieza, como las boquillas de titanio que fabrica GE para los surtidores de combustible, que de otro modo habría que hacer ensamblando al menos 20 piezas.
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La modelo Devon Windsor se prepara para salir a la pasarela en el desfile de moda prêt-à-porter de la Ciudad de la Moda y del Diseño de París. El vestido que lleva, producto de la colaboración entre una diseñadora de moda y una arquitecta, se confeccionó en una impresora 3D. IRIS VAN HERPEN (DISEÑADORA); JULIA KOERNER (ARQUITECTA). MANUFACTURADO EN COLABORACIÓN CON MATERIALISE
Este «andamio» (derecha, arriba) que brilla bajo la luz de una lámpara ultravioleta se fabricó en un laboratorio de la Universidad Harvard que utilizó un método similar para imprimir en 3D tejido orgánico vascularizado con tintas biológicas. Los investigadores esperan que con el tiempo existan tejidos imprimibles para ensayar fármacos, regenerar zonas del cuerpo y, a la larga, trasplantar órganos. También crearon la batería de ion litio más pequeña del mundo (abajo), de tan solo un milímetro de ancho, que podría proveer de energía a los implantes médicos. FUENTE: EQUIPO DE LEWIS, UNIVERSIDAD HARVARD (AMBAS)
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Una impresión prehistórica Observa cómo de una impresora 3D emerge un cráneo de Homo habilis: un proceso de varias horas reducido a unos minutos gracias a la fotografía time-lapse.
Esa superprecisión que permite la creación de piezas complejas y ligeras es la que hace posible que ya se estén fabricando cosas antes inimaginables. Unos investigadores de Harvard han imprimido tejido orgánico vascularizado, un paso crucial en el camino hacia el trasplante de órganos humanos impresos a partir de las propias células del paciente. «Es el objetivo último de la bioimpresión 3D», dice Jennifer Lewis, directora de la investigación. La fabricación aditiva es mucho más lenta que la tradicional, aunque quizá no por mucho tiempo, preconiza Hod Lipson, profesor de la Universidad Cornell con una larga carrera en la investigación de la impresión 3D. «Asistimos a avances en la velocidad, la resolución y los materiales de impresión; además están desarrollándose impresoras capaces de imprimir con múltiples materiales y de crear objetos con piezas funcionales y circuitos activos», afirma Lipson. Su equipo imprimió una réplica del telégrafo de Samuel Morse. En un guiño a la historia, lo probaron telegrafiando el mismo mensaje que Morse envió en 1844: «What hath God wrought?» (algo así como «¡Qué maravilla ha creado Dios!»). tal vez Dios creara los principios, pero el ser humano está pulsando los botones. En mayo de 2013 un activista político llamado Cody Wilson saltó a los titulares al anunciar que había disparado la primera pistola impresa en 3D: la Liberator, del calibre 38 y monotiro, fabricada con plástico por valor de 60 dólares. No obstante, fabricar un arma que funcione no es tan sencillo, ni tan barato. Cuando una empresa de California, Solid Concepts, imprimió una edición limitada de cien pistolas Browning modelo 1911 del calibre 45, lo hizo con una impresora y unas instalaciones cuyo valor ronda el millón de dólares. «A los criminales les resulta más fácil comprar o robar un arma que empezar a hacer experimentos con una impresora 3D, para acabar encontrándose con una masa informe de plástico o, aún peor, algo que les explote en las manos», dice Jonathan Rowley, de la empresa londinense de impresión 3D Digits2Widgets. Pocos de nosotros sufriremos una decepción por no poder imprimir en 3D una pistola barata, pero muchos podemos quedar defraudados al comprobar que en vez de un objeto perfecto obtenemos una masa amorfa. «La gente lee sobre las maravillas que se están fabricando con tecnología de impresión 3D, lo cual les induce a creer que pueden hacerlo ellos mismos en su casa y conseguir verdaderas obras maestras –dice Rowley–, pero no será así.» Quizás en el futuro las impresoras domésticas nos permitan fabricar lo que nos plazca, pero mientras llega ese día Rowley predice una revolución en nuestra sociedad, una sociedad en la que las impresoras 3D comerciales posibilitarán a la gente que ensaye ideas que en otro tiempo no habrían pasado de ser un mero boceto en una servilleta de papel. j
national geo graphic • diciembre
No parecen de este planeta, pero los cristales de hielo son efímeros prodigios cien por cien terrestres que fascinan desde hace siglos a científicos y artistas.
Por Eva van den Berg Fotografías de Kenneth Libbrecht
l astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler, célebre por sus leyes sobre el movimiento de los planetas, publicó por primera vez en 1611 un folleto sobre la fascinante arquitectura geométrica de los copos de nieve, y el fotógrafo estadounidense Wilson A. Bentley fue, a mediados del siglo xx, pionero en retratar su simétrico esplendor. «A través del microscopio descubrí que los copos de nieve eran portentos de belleza y me pareció una pena que esa belleza no pudiera ser apreciada por los demás –dijo en 1925–. Cada cristal de hielo es una obra maestra del diseño, y ninguno se repite jamás. Cuando un cristal se derrite, ese diseño se pierde para siempre. Cuánta belleza perdida sin dejar ni un solo rastro.» Por ello este artista, apodado Snowflake, se esforzó en captar la magnificencia única de estos cristales, que cuando se aglomeran forman los copos de nieve, reuniendo hasta 5.000 fotografías distintas. Algunas de ellas aún se pueden ver en el museo que lleva su nombre, ubicado en Jericho, Vermont. Gracias al trabajo de Bentley se pudieron hacer las primeras clasificaciones de las formas de los cristales de hielo, como las que estableció en 1951 la Asociación Internacional de Ciencias Criosféricas (IACS por sus siglas en inglés), diez patrones básicos que hoy siguen vigentes. U otras mucho más complejas y numerosas, como las de los geofísicos Choji Magono y Chung Woo, de la Universidad de Hokkaido, en Japón, quienes en 1966 describieron hasta 80 patrones diferentes. Pero esos modelos solo muestran las generalidades que comparten la infinidad de cristales de hielo distintos. Y es que es extremadamente difícil, aunque no imposible, encontrar dos iguales. «Estas diminutas joyas se originan a partir de microscópicas gotas de agua al borde de la congelación que se hallan en las nubes y que cristalizan sobre las partículas suspendidas en la atmósfera –explica Kenneth Libbrecht, físico del Instituto de Tecnología de California y autor de las imágenes de este reportaje–. Cuando se precipitan, los cristales se aglutinan, adoptando una u otra forma dependiendo de las circunstancias ambientales, siempre a temperaturas bajo cero.» El tamaño de los cristales puede ir desde unos centenares de micras de diámetro hasta los cinco milímetros. Un proceso en el que se ven involucradas una ingente cantidad de moléculas de agua capaces de ordenarse de infinitas maneras distintas pero siempre respetando una simetría radial construida en torno a una matriz hexagonal. «Cuando una molécula de agua se congela, los dos átomos de hidrógeno y el de oxígeno que la forman se enlazan siempre formando redes hexagonales», explica Libbrecht. Autor de varios libros de fotografías destinadas a divulgar los secretos de estos preciosos cristales, lo de este físico se ha convertido en una auténtica pasión. «Me encanta encontrar y fotografiar los cristales de nieve más excepcionales, e incluso me divierto fabricándolos en mi laboratorio», nos cuenta. No es broma, en su página web explica cómo se hace. ¿Alguien se anima? Solo hay que clicar en snowcrystals.com. j
national geo graphic • DICIEMBRE
En invierno, cuando las gélidas temperaturas se adueñan de la región de los Grandes Lagos, la nieve llega hasta las orillas del lago Ontario (derecha). El físico Kenneth Libbrecht ha fotografiado en este lugar algunos de los cristales de hielo que ilustran este reportaje. Como la imagen de la página 88, en la que se aprecian alargados cristales dendríticos de escarcha sobre una rama. «Las plantas que crecen expuestas a los elementos cerca de los lagos y ríos sin helar ofrecen la mejor base para fotografiar escarcha», dice Libbrecht.
RON ERWIN / ALL CANADA PHOTOS / AGE FOTOSTOCK
En ciertas condiciones extremas, como unas temperaturas muy bajas o una presión atmosférica altísima, los cristales de hielo pueden adoptar una estructura cúbica. Pero la mayoría de las veces presentan una estructura hexagonal que se inicia con un simple prisma. A medida que el cristal crece, desarrolla seis ramas cuyo diseño dependerá de la temperatura y la humedad.
national geo graphic • DICIEMBRE
Dendrita estrellada
Dendrita estrellada
cristales de HIEL O
Dendrita estrellada Dendrita estrellada con forma de helecho
national geo graphic • DICIEMBRE
Dendrita estrellada con forma de helecho Prisma simple
Placa estrellada Cristal triangular
Dendrita estrellada Copo de nieve de doce lados
cristales de HIEL O
Dos dendritas radiadas con forma de helecho
TOUS, EL REGALO PERFECTO PARA ESTAS NAVIDADES
HERO4, LA CÁMARA GOPRO CON MÁS PRESTACIONES DEL MERCADO
La famosa marca de joyería, accesorios y perfumes presenta una gama de productos especialmente indicada para estas fiestas. La firma ofrece ediciones especiales de algunos de sus artículos, como los perfumes femeninos TOUS Touch y TOUS Love o la fragancia masculina TOUS MAN INTENSE. www.tous.com
Los creadores de la revolucionaria cámara de fotografía y vídeo GoPro presentan ahora Hero4, una nueva versión con más velocidad y prestaciones. Disponible en dos ediciones (Black y Silver), Hero4 ofrece un rendimiento dos veces superior que el del modelo anterior, además de una calidad de imagen de cine a 30 frames por segundo (fps), un sistema de audio de alta fidelidad y fotografías de 12 megapíxeles. www.kpsport-camera.com
LUXOR CINEMA: LA EMOCIÓN DEL CINE Y LA MÚSICA SIN SALIR DE CASA
SUBARU FORESTER, LA TECNOLOGÍA AL SERVICIO DEL MOTOR
Luxor pone a disposición de sus clientes un servicio integral de vídeo y audio en el interior del hogar. La empresa ofrece además asesoramiento de especialistas en tecnología e interiorismo, así como la instalación de televisores led, pantallas de plasma de 100 pulgadas, proyectores y revolucionarios equipos de música. www.luxorcinema.com
Desde su lanzamiento en 1997, Subaru Forester ha hecho de la tecnología su mayor baza. El sistema All Wheel Drive (AWD), el corazón tecnológico de la firma, se ha convertido en la pieza clave de un modelo que hoy se renueva con motores dotados de un sensor que controla el nivel de aceite y el sistema hidráulico. www.subaru.es
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ÍNDICE
2014
ENERO 2 Nuestro primer viaje 30 Érase una vez un dragón 44 Escalada en Omán 58 El último tornado 80 El legado de exploradores y científicos
ABRIL 2 Viaje al interior del cerebro 26 Historia de dos atolones 40 Un barco romano en el Ródano 58 Un universo nunca visto 74 El caballo y el Nuevo Mundo
JULIO 2 Vida más allá de la Tierra 22 La odisea del atún rojo 44 Fotografiando orquídeas 58 Historia de los números 70 África, ¿futuro granero del mundo? 92 Gigantes de un continente perdido
FEBRERO 2 Los últimos guardianes Desplegable: de una tierra virgen Interrogantes cósmicos 28 El Libro de los AGOSTO Muertos de Djehuty MAYO 46 Yukón, el salvaje 2 El corazón neolítico Oeste de Canadá de Escocia 2 Cómo alimentar 66 La mayor 24 Cuevas gigantes a 9.000 millones peregrinación de China 30 El golfo de del mundo 46 Por qué desperdiciamos San Lorenzo 82 Morsas tanta comida 48 Iqer, el arquero 58 Ecos de la 60 París y el Sena MARZO Gran Guerra 78 Murciélagos 72 Jane Goodall 2 La cúpula de en Gombe JUNIO Brunelleschi 86 Fractales 2 El volcán Ijen y 26 Nueva Zelanda, el misterio de las paisajes de jade SEPTIEMBRE llamas azules 38 El regreso del puma 2 La cara oculta 16 Bajo el volcán 54 Agujeros negros de Nerón 24 Una tumba real 66 Emigrantes en 24 ¿Hacia dónde intacta en Perú el golfo Pérsico evoluciona 48 Acuicultura nuestra dieta? 68 Cuando el frailecillo Desplegable: 54 Un mundo aparte regresa a casa La catedral de Florencia / 64 A pie por Arabia 82 Desguazadores Grandes estructuras 88 La proporción áurea de barcos arquitectónicas
national geo graphic • diciembre
OCTUBRE 2 En busca de Spinosaurus 16 El río que escapó del Paraíso 30 La nueva revolución verde 54 Svaneti, regreso a la Edad Media 76 ¿Es Dios un matemático? NOVIEMBRE 2 Sherpas, crónica de una tragedia en el Everest 28 Los zombis invaden la naturaleza 48 Toledo y El Greco 68 Macacos de Berbería 78 El plástico amenaza el océano DICIEMBRE 2 Santorini, la isla de fuego 28 Viajes de peregrinación 50 La Tierra de Francisco José 72 Los retos de la impresión 3D 88 Cristales de hielo EDICIONES ESPECIALES Einstein, la teoría de la relatividad Heisenberg, el principio de incertidumbre Newton, la ley de la gravedad
PRÓXIMO NÚMERO
Enero 2015
Unos científicos toman muestras en la sala de policromos de la cueva de Altamira para datar las célebres pinturas del paleolítico superior.
Los primeros artistas La mayor innovación en la historia de la humanidad, el pensamiento simbólico, hizo que surgieran las primeras representaciones artísticas de nuestros ancestros.
La huella En la cueva cántabra de Las Chimeneas, el fotógrafo Pedro Saura descubre las huellas dactilares de un artista prehistórico, las más antiguas halladas hasta hoy.
El universo oculto Lo que vemos es solo una pequeña fracción de lo que existe. Para comprender el universo oculto, los científicos tienen que indagar en la materia y la energía oscuras.
Gauchos de la Patagonia En los confines más remotos de la Patagonia, un grupo de gauchos bagualeros, vaqueros de ganado cimarrón, se enfrenta a las reses más peligrosas.
El primer año del cerebro Durante su primer año de vida, el cerebro humano es una increíble máquina de aprender. Su desarrollo adecuado dependerá sobre todo del estímulo y el afecto que el bebé reciba del mundo exterior y de sus cuidadores.
Los primeros americanos Los nuevos descubrimientos genéticos y hallazgos arqueológicos revolucionan el conocimiento que hasta ahora teníamos de los primeros pobladores americanos.
national geo graphic • DICiembre
FOTO: MUSEO DE ALTAMIRA
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Passat Advance 1.6 TDI 120 CV/ 88 kW; consumo medio (l/100 km): 4,0. Emisión de CO2 (g/km): 105. Passat Variant Advance 1.6 TDI 120 CV/ 88 kW; consumo medio (l/100 km): 4,1. Emisión de CO2 (g/km): 107.
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conduces y se anticipe a cualquier imprevisto en el camino. Ya lo tienes. ¿Qué será lo siguiente? Sea lo que sea, cuenta con ello.
Soñabas con lo impensable. Primero con un copiloto que aparcase por ti y que también estuviera atento a la carretera. Que se preocupara por tu seguridad y la de todos. Ahora, también sueñas con alguien que te ayude en los atascos, que se conecte con el mundo mientras
Nuevo Passat. Tan avanzado como quien lo conduce.
Querías viajar al futuro. Queríamos ir contigo.
www.nuevopassat.es