Nacimiento Del Otro - Rosine & Robert Lefort
March 25, 2017 | Author: Fernando De Gott | Category: N/A
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Nacimiento Del Otro - Rosine & Robert Lefort...
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tSCUHA fiEUDIANA DE BUENOS AJRES
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Título original: ·Naissance de l'Autre. Deux psychanalyses: Nadia (13 mois): . Marie-FranfOÍSe (30 mois) Publicado en francés por Éditions du Seuil, París
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INDICE Traducción de Marta Vasallo Revisión técnica de Fernando de Vicente Cubierta de Mario Eskenazi
C~lección dirigida por Jacques-Alain y Judith Miller
Prefacio
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1.• edición, 1983 1.• reimpresión, 1995 Quedan rigurosameme prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares dd "Copyright", bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obro por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos:
© 1980 by Éditions du Seuil, Paris © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Pa.idós Ibérica, S.A., Mariano Cubí, 92- 08021 Barcelona y Editorial Pa.idós, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN: 84-7509-174-1 Depósito legal: B-33.399/1995 Impreso en Hurope, S.L. Recaredo, 2 - 08005 Barcelona
l.
El pequciío otro (8-15 de octubre)
1.3
2.
El gran Otro (16 de: octubtc:-7 de noviembre)
23
3.
La pulsi6n c:sc6pica (9, 10 y 12 de noviembre)
33
4.
La primera identificación (13 de noviembre-S de diciembre)
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41
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5. El fantasma fundamental
57
{10 de diciembre)
6.
Lo ·pre-especular
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(11 de dicic:rribre-3 de enero)
7.
El pequeño otro: la muñeca (4-16 de enero)
93
8.
El espejo I: n\}estra imagen (17-31 de · enero)
109
9.
El espejo II: el retorno ( 1-8 de febrero)
151
El espejo III: el tc:rcc:r término (9 de febrero-1.0 de marzo)
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1O. Impreso en España - Printed in Spa.in
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11.
El cuerpo perforado, tórico · (4 ·de marzo-23 de abril)
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12.
El intercambio (25 de abril-8 de mayo)
215
13.
La vida
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(mayo-septiembre)
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II. - MARIE-FRAN: ver a un adulto .que se ocupa de un niño. Es un espectáculo habitual para ella en su yida de internada. En la escena anterior, aunque se trate de comida, para Nadia el objeto no es oral¡ es .no objeto escópico, el de la .envidia. No podemos dejar de 1 evocar aqtÚ el pasaje que Lacan dedica. a la invidia. «lnvidia viene de videre: Para nuestros analistas, la invidia más ejemplar es la que hace mucho destaqué en Agustín para darle toda su suerte, la del niñito que mira ·a su ·hermano prendido del seno de su madre, lo mira amare cpnspectu, con mirada amarga, visión que lo descompone y tiene sobre él el efecto de un veneno. »Para comprender lo que es la invidia en su función de mirada no hay que confundirla con los celos. Lo que el niño pequeño, _o cualquier otro, envidia no es necesariamente, como suele entenderse de manera impropia, aquello que podría codiciar. ¿Quién dice . que l. Séminaire, livrc: XI, Les Quatre concepts fondamentaux. de la psychanalyse, Éd. du Seuil, págs. 105-106. (Paidós, próxima edición.)
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EL PEQUEf-lO OTRO
NADIA O EL ESPEJO
el niño que mira a su hermanito necesita realmente succionar.. el pecho? Todos sabemos que la envidia suele estar motivada por.la posesión de bienes que no serían de ninguna utilidad a quien envidia, y cuya verdadera naturaleza ni siquiera sospecha. ~sa es la verdadera envidia . . »¿Ante qué hace palidecer al sujeto? Ante la imagen de algo acabado que se cierra sobre sí mismo, del hecho de que el·!' a", el~ a" separado del que está pendiente, pueda ser para otro la posesión que lo satisface, la Befriedigung.» · Cierto que para Nadia no se trata de ·u n objeto tan e~peó:fico como el seno materno -más adelante ésa será la cuestión; todavía se trata solamente del alimento aparentemente banal que a la hora de la comida es distribuido a todos los niños, por turno, para alimentarlos y ~atisfacer sus necesidades. Ahora bien, la reacción de .Nadia instaura ese alimento en un registro que no es el de lo .Real ,de saciedad. Así como el niño ante su -hermanito que mama, no aceptaría que en un impulso de ternura ante su turbación la madre le diera el pecho a él, tampoco Nadia acepta esa comida que viene a aplastar su m9vimiento -de envidia ante lo que aparece como la imagen de.Ia pleriifud del . otro y su satisfacción antes que como el objeto-comida en cuanto. tal;. En· este divtlrcio entre el objeto··· y la :imagen que despierta su eíividia, se pone en evidencia con toda claridad que a pesar del hasta" entonces permanente "ahogo de su demanda, llevada al nivel de satisfacción de una necesidad, Nadia ha salvaguardado una dimensión de su ·relación con el objeto-comida que implica no solamente al adulto sino al otro niño, poniendo entre paréntesis lo Real del objeto. Es lo que define precisamente a la inviáia, que sólo puede manifestarse en el campo escópico y que ·sella la persistencia ·del. deseo de Nadia. Su deseo está en esa relación peculiar con un· objeto que sólo excita su codicia cuando es objeto de otro niño, y que en ningún caso puede satisfacerla. Este objeto en relación con otro y que debe mantener a distancia, ¿no es ya el objeto "a", el del deseo, del que:habla Lacan? · Este distanciamiento del objeto aparece con toda claridad en Na oral, hundiendo la tetina en el gollete. Ya no se trata de chupar a quien engaña. Su desolación se transforma en violencia contra el objeto que me representa¡ repetición de una violencia que no está tan lejos y que ella ha conocido entre el primer y el segundo espejo, éuando su .destructividad era la consecuencia de mi ausencia de imagen en el espejo. Por otra parte, esta violencia era la repetición de la violencia pre-especular que apareció después que Nadia se bebió el biberón el 12 de diciembre.
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Sen las premisas de lo que buscará en el espejo nueve. Allí acepta nuestra imagen, ella en mis brazos, y hace la experiencia de uru su mejilla a la mía, sin olvidar sin embargo, al -final, una relación física más directa, en que hunde su cabeza en mi cuello. Cierto que · algo queda por ~cular de este orden, dado que en seguida me lleva a la ventana para mirar afuera. ¿Se trata del resto de la violencia que en ocasión del octavo espejo le había impedido aceptar la imagen especular y la había obligado a volver los objetos? p~enamente
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Ahora no pedirá el espejo hasta el 9 de febrero. Lo que domina las cinco sesiones subsiguientes -tal vez en relación con la .fragilidad que tiene para Nadia la imagen especular, sobre todo la .mía, que experimentó el 31 de enero, en ocasión del tercer espejo- es cierto retomo a la cuchara y su función metonímica. En un primer momento la cuchara, en tanto significante que la representa, se asocia con la muñeca, representación mucho más figurativa de ella misma. El 4 de febrero esa muñeca reemplazará a la cuchara en el fondo del arca; pero como Nadia no consigue hacerla entrar en el arca coloca en ella la cuchara. Aunque malograda, esta sustitución señala sin embargo con cla163
NADIA O EL ESPEJO
EL ESPEJO JI: EL RETORNO
rielad el . tránsito siempre posible de un representante metonímico a un representante metatórico, y hasta 1~ posibilidad que tiene UÍl sujeto de otorgar a un representante metonímico una dimensión metafórica; El resto de la sesión señala que se trata de un ·intento así. En .efecto, Nadia vuelve por un instante al biberón, al que incluso se lleva fugazmente a la b-oca antes 'de arrojarlo. Después me pide que lahaga saltar en mis rodillas, reencontrando el placer físico del comienzo del análisis. A continuación pasa a la exploración de la pared, después de la ventana desde ·donde mira hacia fuera, cosa que bará en varias oportunidades en el curso de estas· sesiones: es decir, vuelve a lo que ha hech0 el 1. de febrero delante del cuarto espejo, antes del momento en que el-agujero se integra en la superficie del espejo, como si ella quisiera encon" trar detrás del vidrio lo Real de los objetos . ¿Qué es -del vidrio en rela-· ción con el espejo? Es una pr¡;gunta que cobrará toda su dimensión en la c:Ura de Marie-Fran~oise . Pero el dinamismo de Nadia y la libertad de su estilo testimonian ya que se trata más. 'de una interrogación que de una regresi~n. Por otra parte lo dice el 6 de febrero, cuando después ·de volcar el biberón lanzando un «a-ga» imperioso, se apoya 'en el vidrio y se complace en golpearlo con ·la cuchara. La continuación de su balbuceo, sus «mamá» acompañados de ternura en mis brazos, O 'ComQ- llamada de SOCOrtO cuando se asusta de los rmás grandes después de la sesión del 6 de febrero son expresión de que su trayectoria sigue y prepara otros espejos. · Otros espejos porque ·el espejo se transforma en el único .lugar de su imagen: el 4 de febrero ·por última vez me quita las gafas, y esa vez me toca largo rato solamente un ojo. A Nadia ya sele ha planteado la cuestión del sentido de este desdoblamiento -a propósito del pie que me tendió el 10 de diciémbre y del zapato después~. o mejÓr dicho de la reducción de un objeto físico duplicado a la unidad cuando .ese objeto entra ·en el discurso en tanto que significante, y pierde su carácter de atributo de los cUerpos, del c:Uerpo portador de objetos o de imágenes . De modo que es-la última vez que Nadia. toca la superfiCie de mis ojos, o más·· bien de mi ojo: esa singularidad es una referencia que tiene que ver con el lenguaje. Además mis gafas cambiarán ahora de condición y se convertirá11 en un sigriificante que me representa. En efecto, el 6 de febreró Nadia: lo demuestra claramente, cuando coloca en el arca que ha vaciado, .una junto a: otra, mis gafas y la cuchara; reencontrando lo que ya hab!a al-
canzado por anticipación al final de la sesión del 10 de diciembre, esto es, que un significante representa un sujeto para otro significante . Para ella esa arca que contiene mis gafas y su cuchara es también un tesoro que ella estrecha contra su corazón. Esta realización significante instaura el espacio en el cual Nadia se sitúa, esto es, un espacio cerrado de tres dimensiones , con un fondo del que se asegura palpándolo. Si esos objetos han perdido todo carácter (identificable) de lo que metonímkamente representan en tanto que significantes (el campo de la Vorstellung), el vínculo entre ellos y lo que son como representantes (reprasentam:) persiste sin embargo por intermedio de esta dimensión espacial; porque es también la dimensión de la habitación donde nos encontramos las dos , y que ella quiere explorar a continuación con ostensible felicidad .
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EL ESPEJO III: EL TERCER TERMINO EL NOMBRE-DEL-PADRE; EL IDEAL DEL YO
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El 9 de febrero encuentro a Nadia de pie, sosteniéndose en una cama. En cuanto me ve se agita violentamente, después sacude la éama. · Siento que está violenta. Me acerco a ella~ sigue ·agitándose y me mira furiosa: está resentida conmigo, por lo de ayer y porque acaba de oírme hablar en el pasillo con otra niña ·á quien estoy tratando. Yo había escuchado que la enfermera decía: «¡no salir!», cerrando la puerta. Cuando entro, un niño llora: es Nadiá. Le digo que me ha oído;· pero que la puerta estaba cerrada, y que comprendo que .esté decepci~nada. . . . .Sigue .sacudiendo la cama por un momento, después me tiende los brazos pero conserva ·su expresión enfurecida. . Durante toda la s~sión se muestra violenta. No eS la violencia de hace u~ mes, que !e dirir,ía a los objetQs, y al mundo· exterior; entonces se distendía cuando la única en cuestión era yo, y manifestaba un negativismo violento contra todo lo qile n.o era yo: liquidaba el pasado gracias a la relación que había establecido. La violencia de hoy se dirige contra mí, · la provoco yo. Si todavía la expresa a través de los. objetos ya no es con la misma tonalidad, su rostro y sus actitudes se dirigen especialmente a mí. La he hecho nacer: de nuevo tiene emociones, y yo la hago sufrir . En el arca se interesa por un potecito de plástico. Lo arroja una vez, después no se separa más de él hasta el final de ·la sesión. Lo chupa, lo mordisquea, simula beber en él y hunde la mano a 167
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NADIA O EL ESPEJO
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EL ESPEJO III: EL TFf.RCER TERMINO
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O O menudo. Saca del arca la tacita y el plato, pero los tira y no vuelve a ocuparse de ellos. Viene a mis. rodillas, se baja, patalea, lame la cuchara del plato · de papilla, tira el chocolate, vuelve a mis rodillas con un bizcocho. Come un trocito y me h~ce comer a mí, vuelve a comer ella, vUelve a bajar sosteniéndolo siempre. Saca el muñeco del arca, lo vuelve a poner y vuelve a tirar los cubos. Se sienta con su potecito de plástico y después de hundir la mano en él hac~ como que bebe; rio está conforme. Le digo que está vacío, lo mismo que la taza y el platito, pero que hay leche en el biberón y papilla en el plato. Por toda respuesta, Nadia toma el biberón, y poniéndolo con la tetina hacia abajo lo sacude para que la leche se derrame por el suelo, después vuelve a ponerlo derecho, sosteniéndolo por la tetina. · Vuelve a mis brazos, se alarga en ellos, siempre furiosa, se baja para acercarse al arca, de · donde sáca un autito .que quiere coiocar en el orinal: lo coloca dentro, pero retira lá mano ,volcando el pote, lo que hace que el auto caig~; sin e!llbargo, p~r dos veces ella deja el pote bien apoyado y lo agita, fascinada, con el auto dentro, al que en~onces recupera con la mano. . . . Quiere ir a la cama; arroj~ el po'tecito, po~e sus brazos alrededor de mi cuello; 'muy apretados, para que la saque de la cama, . y se queda en mis br~os. . . . La llevo a su habitación: está en mis brazos y quiere que me detenga ante el espejo. Apoya su mejillá contra mi boca ·y sigue intensamente en el espejo tos besos ·que le doi Entonces vuelve la cabeia, coloca su boca ;obre mi rnejill~, lent(zmente y' por largo rdio, tal como viO úi' ~l espejq que bada yo aliúmpo que ella sentía el 'h'eso. Escena sorprendente, sobre todo por la e.i:noción
profunda que se manüiesta en su expresión. La separación de~pués se hace muy difícil, tanto más cuanto que Nadia ha visto a un niño llorando las rodillas de una enfermera y há apartado vivamente la cabeza de ese espectáculo, estrechando con fuerza mi cuello con till brazo y mostrándome la puerta con el otro. La tranquilizo un poco, pero sigue llorando cmndo me voy.
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'. En medio de este juego tiene un breve momento de cólero: pie. Vuel vo después de esparcir las perlas muy lejos orina cambiarla y ella vuelve a las perlas. En el curso del juego hace algunos altos , para que: Ir dé un
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NADIA O EL ESPEJO
O O poco de arroz con leche o para acurrucarse en mis rodillas balbuciendo con ternura. Cuando después de cuarenta y cinco mínutos de sesión consigo llevarla a su habitación se tiende hacia la habitación de la que venimos como para volver a ella. Cuando la pongo en la cama está muy bien. El 30 de abril Nadia maniflest:i\ una gran alegría cuando vengo a buscarla : hace cábriolas en .la cama, balbucea y trata de bajar de la cama para hacer más rápido. Se tiende riendo hacia la habitación de las -sesiones, cuya puerta está abierta. Baja de mis rodillas para chupar un bombón, después, de pie ante la mesa, me pide que le dé un poco. de papilla . Mientras come aproximadamente la mitad del plato empuja la caja por el suelo, recoge los objetos y vuelve a ponerlos riendo en la caja. Manipula un momento las perlas en la caldera, después vuelca la caldera celebrando con carcajadas la dispersión de las perlas. Apoya el libro en mis rodillas, da vuelta a las páginas, ri~n dose ante las imágenes y acariciándolas. Después de pedirme un poco de papilla vuelve a las perlas. Juega a recoger una o dos y a arrojarlas diciendo «caca ... cu»; se muestra muy dinámica y se divierte de veras . En medio de este juego se orina; no la cambio porque advierto qu:e ella no me lo pide cuando se trata de orina, contrariamente a lo que hace con la caca: diferencia entre el pis agresivo y la caca regalo. Sin embargo no se trata todavía del don anal; se lo digo, añadiendo que es muy divertido esparcir las perlas delante de mí . diciendo «caca», le digo que ella no quiere dar porque yo no estoy siempre allí, y que está resentida conmigo, como lo estaba .con su mamá por no estar junto a ella y darle de mamar para que Nadia pudiera llenarse de ella. Reanuda su juego con las perlas y lanza un pedo sonoro que la· hace reír. Después se si:!nta en "el suelo con la locomotora, le imprime un movimiento de vaivén sin soltarla, después la suelta y la locomotora llega hasta mí; yo se la envío a ella, Nadia se ríe a carcajadas y reanuda su juego varias veces. Viene a pedirme algunas cucharadas de papilla volcando la caldera de leche. Le gusta ver caer la leche gota a gota sobre 218
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EL INTERCAMBIO
O O el suelo, pero no le gusta que su mano se moje y me la tiende para que se la seque. Balbuciendo imperiosamente se dirige a meter la locomotora en el orinal; la coloca allí, la saca, la hace rodar hasta mí para que yo se la envíe de vuelta como hace un rato. Gran alegría. Vuelve a comer, y entre una cucharada y otra tiene gestos de te mura adorables: inclina sonriendo la cabeza y viene a que la nime. Deambula a través de h habitación, volviendo a me~ nudo para acurrucarse en mis rodillas, pero se mantiene de pie, libre para volver a alejarse. Cuando la llevo a la habitación está muy bien. Se aferra a mi blusa, y no quiere dejarme partir. No está angustiada, peto quisiera que la llevara de nuevo arriba. 0
El 1. de mayo, mientras busco los zapatos de Nadia, la enfermera se empeña en cambiarle el pañal que está mojado. Nadía tolera muy mal que no sea yo quien la cambie estando allí, y llora. En cuanto termina la operación, se abalanza en mis brazos y la visto. No solamente ayuda, sino que llega a tenderme un zapato al mismo tiempo que su pie. . Pero el hecho de que la hayan cambiado ante mí y que no la haya cambiado yo, repercutirá en la sesión. No hay huella de angu~tia. Come todo como de costumbre, pero se interesa casi exclusivamente en las perlas, que esparce encolerizada. Se hace mimar más que de costumbre, y sobre todo se acuesta en el suelo para que yo la levante; entonces se ríe con ternura. Cuando la llevo a la habitaci6n ha comenzado la cena; su. rostro se crispa, pero no llora. · El 3 de mayo Nadia está de pie; le pongo su abrigo y en su pancarta veo que por fin ha alcanzado los 1O kilos de peso para su estatura de 80 cm ..· fu la sesi6n come primero algunas cucharadas de papilla, tendida en mis brazos. Baja a tomar un pastel y quiere que le cambie el pañal; había defecado. Entonces la tonalidad emocional de la sesión cambia; creo que este cambio se debe a la correspondencia entre el color de la caca en el pañal que le quité y el de la papilla -hecha de 219
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NADIA O EL ESPEJO
O O bizcochos aplastados con leche concentrada- que además tiene una consistencia parecida. El desarrollo posterior de la sesión me da la impresión de que Nadia cree que le haga volver a ingerir su caca, lo que ella hizo en .un momento del tratamiento. Quiere sólo una cucharada de papilla, la escupe y hunde el dedo en lo -que ha escupido, pero no se lo chupa. Entonces va a jugar con el orinal; termina por poner en él un bombón que welve a sacar .para chuparlo, arrojando violentamente el orinal lejo~ .de ella. La llevo a la h.abitación muy · relajada, pero la sesión ha tenido que ser breve. En el curso de esta sesión hizo en dos oportuttidades una torre . d~ .tres cubos. Hasta entonces arrojaba los cubos o .se desinteresaba de ellos.
El 6 de mayo llego durante la. cena, que Nadia concluye sin problemas .mientras y.o preparo sus cosas. No le pongo-los. zapatos porque la enfermera me dice que Nadia tiene ·.Una ampolla .en el pie. El hecho de que esté en calcetines abreviará la sesión, porque caminar sin zapatos sobre las perlas · desperdigada.s le hará daño. .En la sesión quiere comer compota, no con .cuchara sirio con mis dedos, que hu,nde profundamente en ·su boca para chuparlos, aun · después de haber .absorbido la compota . .Así crea la ilusión de absorberme, cosa que ella necesita para poder darme después. Mientras le doy de comer le hablo de todo esto. Va a esparcir. las perlas y vuelve para que le cambie el pa· ñal, pero orinará dos veces más en el pa,ñal limpio. Creo que esta agresividad proviene del hecho de que N adia no quisiera que yo le ponga un pañal limpio. Para ella esto significaría un rechazo de mi .parte al don de su caca que .me hace, y eso la vuelve agresiva. Pienso c;so porque cuando le ato el pañal limpio está muy agitada, hace todo lo que puede para di.ficultarme la tarea; y también porque entre un cambio de pañal y otro se empeña en arrojar lejos las perlas. Después quninar ·sobre ellas le hace daño. Veré mañana. La llevo a la habitación. El 7 de mayo vengo por la mañana, por primera vez des220
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EL INTERCAMBIO O O pués de mucho tiempo. La encuentro sentada en el orinal, lo rni~ mo que otrs cuatro niños. Todos lloren salvo Nadia que mir muy interesada a los demás, al acecho de qué juguete podrE. atrapar Como está de espaldas a la puerta no me ha visto, y le pido a la enfermera que la vista: en la fase actual no se trata de que yo la levante del orinal. Cuando vuelvo está dispuesta. La enfermera me dice que está muy avispada y muy despierta. Por otra parte, en toda .su conducta se percibe una adaptación lo menos mutiladora posible a la vida diaria de la institución. En la sesión después de tomar unas cucharadas quiere que le quite el pañal. Pero hoy me muestra con mucha nitidez que no quiere que le ponga un pañallimp1o, porque eso significaría que rechazo su regalo. Sin pañal, su caca cobrará todo su valor de don hecho por un ser distinto, y libre de dar o negar, ya que no tendrá que pedirme que le quite el pañal. Como le pongo uno, orina dos veces por resentimiento, y señala este sentido esparciendo las perlas y caminándoles por encima . Toda la sesión consiste en eso. Pero Nadia hace algo nuevo: en determinado momento choca con la mesa, y un conejo cae y queda tumbado sobre la mesa; con una gran precisión en sus movimientos, Nadia vuelve a ponerlo derecho tomándolo de una oreja, como muchas veces me ha visto hacer a mí. Es conciente de ·ello, porque se vuelve a mí radiante y viene a estrecharse •iernamente en mis rodillas. El 8 de mayo llego en el momento de la comida. Me siento a esperar que Nadia haya terminado, lo que no le ocasiona ningún problema. La llevo muy bien a la sesión. Nadia comienza la sesión haciéndose alimentar primero un poco en mis brazos; después de haberme hecho volcar las perlas hace que le quite · el pañal. No le pongo otro, le muestro que sobre mis rodillas tengo un pañal limpio: está allí a su disposición, pendiente de su deseo, · no para obedecer a las normas de la vida cotidiana que yo representaría .si le pusiera un puñal limpio de oficio; cosa que ella interpretaría en el sentido en qnc lo hizo en la sesión anterior. Se aventura un poco por la lwhi · tacióri, muy contenta de tener el trasero désnudo delante de mf. 221
NADIA O EL ESPEJO
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EL INTERCAMBIO
Después del periodo anterior, en que Nadia ha estructwado su cuerpo y los orificios de su cuerpo, desde el 25 de abril hasta el 8 de mayo vuelve a planteársele el problema del objeto en tanto valor de intercambio entre ella y yo. Ahora se trata de la condición del objeto anal. · El establecimiento de esa condición pasa en primer lugar por un intercambio oral. Hemos visto que -se trata de los bombones que chupa después de hacé.rrnelos chupar a mí, y que participan del cambio a través del acto de quitarles el papel que los envuelve. Entonces ella puede pasar al objeto anal, que representará alternativamente con las perlas y con una pequeña locomotora que introduce en el orinal. En cuanto a las perlas, el 25 de abril puede darme una ·balbuciendo con excitación «caca-caca»; pero si las hace caer, · las recoge y vuelve a ponerlas en la caldera, es decir, no en el ormal; sino en un recipiente oral. Si coloca la pequeña locomotora en el orinal es úni-
camente para hacerla caer volcando el orinal, y eso varias veces consecutivas. Por simbólico que sea, este juego no está menos conectado en ese momento con su cuerpo, puesto que defeca en el pañal al mismo tiempo que se pone violenta y esparce .las perlas volviéndome la espalda, y sólo al final de la sesión me pide que la cambie. Hay allí un fracaso momentáneo del intercambio, que confirma yendo a depositar la locomotora en la cuna de la que saca al bebé teniéndolo por el pañal; pero con miedo. En lugar de un intercambio conmigo a través Cle un objeto ajeno a la dimensión de objeto corporal como las perlas, Nadia se ha conectado con una sucesión de equivalentes metafóricos: caca, locomotora, bebé. Lo que le hace señas, lo que le da miedo, probablemente sea un retorno de lo reprimido, lo Unheimlich: las perlas hacían de la caca un objeto metonímico, la caca en d pañal es r.emitida a su dimensión de embadurnamiento del cuerpo, como antes del espejo, en d momento en que el cuerpo no era más que una superficie. No podemos dejar de evocar aquí el sitio del niño anal en la estructura: una extensión sobre la piel; y hasta evocar el sitio del niño autista para su madre: sobre la piel de ella, en tanto superficie sin agujeros. En el curso de las sesiones posteriores, Nadia encuentra el camino del intercambio conmigo, con los bombones y la comida primero, que inducen después el camino del intercambio con la locomotora: la hace rodar hasta mí y se ríe a carcajadas cuando se la devuelvo. En cuanto a las perlas, hasta la orlminación del intercambio anal el 8 de mayo, Nadia juega mucho con ellas, las esparce, las transvasa balbuciendo «caca-cu, caca-cu», pero se niega a dármelas, a convertirlas en objeto de intercambio. Su juego con ellas es siempre variado y continuamente acompañado de balbuceo, pero también da lugar a movimientos de ira en que las esparce y se orina de pie en el pañal. Acepta que le quite el pañal, pero no se presta a que le ponga otro limpio, por el contrario se resiste; escribí que parecía interpretar el pañal limpio que yo le ponía como un rechazo de mi parte al acto de ella de donarme su caca, lo que la ponía agresiva. Terminé por comprender; el 7 de mayo le quité un pañal pero no le puse otro; el 8 de mayo, con el trasero desnudo, Nadia orina primero en el suelo con satisfacción antes de esparcir las perlas diciendo «Caca» y «pocaca». Entonces concluye en una síntesis asombrosa: me da una per-
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Entonces me pide que le haga comer la mitad de la papilla. Viene a mi lado para mirar el pañal que tengo sobre las rodillas, y disconforme va a dispersar las perlas y a orinar en el suelo, lo que me exhibe con satisfacción. Interpreto. Va a jugar con las perlas diciendo «caca, caca», y después «po-caca». Repito lo que ella dice. Viene a ponerse frente a mí, mira el orinal, después a mí, y espera repitiendo «caca-caca, pocaca» . Quiere que la siente sobre el orinal, y una vez instal2da allí me dirige una sonrisa radiante y tierna. Sentada en el orinal, se desplaza para ir a jugar con las perlas. Recoge una y me la da precisamente en el momento en que hace caca. Viene a que la levante del orinal, resplandeciente, Entonces, sentada a mis pies, reanuda riéndose el juego con la locomotora, interrumpiéndose para ofrecerme expresiones variadas de ternwa o para que le dé una cucharada. Cuando se levanta para traerme el libro; le pongo un pciñal para que se dé cuenta de q_ue he comprendido que ella me ha hecho un regalo y de que el pañal ya no es señal de un rechazo por mi parte. Se la vez muy feliz, y la llevo a la habitación.
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NADIA O EL ESPEJO la en el momento en que hace caca en el orinal, con expresión radiante . Me ha dado el objeto metonímico del objeto real del cuerpo. ¿Cuál es el sentido de oriD.ar en la sesión -cosa que por ·otra parte ya no volverá hacer- sino el de una protesta fálica imaginaria ante lo-que ella consideraba un rechazo mío a pedirle su caca cuando ie ponía el pañal? Tal vez tardé un poco en ~emprender lo que ella terminó haciéndome entender: Pero pensándolo bien ¿no es p-referible que mi demanda llegara en esas condiciones a minima, para desprenderla de todo compromiso con ese Real sin Otro ·que Nadia había conocido siempre? El largo trabajo · de renuncia al ·. obíeto corporal desde el · punto de vista oral me había hecho prudente~ Gracias a ese trabajo logrado desde el punto de vista oral Nadia ·logró la culminación metonímica delTdon anal; acoplando lo ·Real con el significante.
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LA VIDA
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C~ando llego el 14 de mayo la cena no ha terminad
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