MENTE y CEREBRO
y MENTE CEREBRO
n.o 33/2008 6,50 €
INAPETENCIA
SEXUAL ¿Por qué el amor necesita del misterio? ¿Cuáles son las raíces cerebrales del deseo?
Sincronizacion y epilepsia El poder y los peligros de la intuicion
RETROSPECTIVA
Jose Maria Esquerdo Zaragoza
9 771695 088703
NOVIEMBRE/DICIEMBRE 2008
Terapia sinergetica
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Citas a traves de Internet
SUMARIO
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22 12 Sincronizacion y epilepsia: el bueno, el malo y el patologico
Liset Menendez de la Prida Los estudios recientes sobre la epilepsia del lóbulo temporal están abriendo nuevas vías en la investigación biomédica de esta enfermedad neurológica. Aspectos como la inhibición, la sincronización neuronal y las oscilaciones cerebrales comienzan a ser reinterpretados a la luz de los nuevos y extraordinarios avances científicos y técnicos.
22 El poder y los peligros de la intuicion David G. Myers ¿Cuál es la naturaleza de nuestros instintos viscerales?
Noviembre / Diciembre de 2008 Nº 33
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30 citas a traves de internet
52 Jovenes, atractivos, asexuales
Robert Epstein
Peter Fiedler
Se ha impuesto la moda. El tráfico amoroso constituye uno de los caudales más abundantes. Pese a los riesgos que entraña, su futuro parece prometedor.
Nunca el sexo ha estado tan omnipresente como ahora y, sin embargo, son cada vez más las personas que renuncian a él. ¿Por qué puede desaparecer el deseo en nuestro mundo sin tabúes?
38 Terapia sinergetica
58 La pérdida del deseo.
Günther Schiepek y Vinzenz Schönfelder
Serge Stoléru y Jérôme Redouté
¿Es osado describir la psique humana con matemática abstracta? Con los instrumentos de la sinergética, los terapeutas pueden interpretar y dirigir el éxito de diversos métodos de tratamiento.
62 Un conmutador que elimina la depresion David Dobbs Helen Mayberg puede haber descubierto el conmutador que apaga la depresión y enciende el auténtico vínculo que media entre pensamiento y emoción.
52 68 Tras los bastidores de la mente
74 Dinamica del pensamiento
Lutz Jäncke
Lydia Lange
La neuropsicología es una disciplina de breve historia y larga prehistoria. Desde hace siglos, el hombre se ha esforzado por localizar lo mental en lo corporal. Pero sólo en fecha reciente hemos comenzado a ahondar en el conocimiento del cerebro.
En la década de los sesenta la psicología académica redescubrió la conciencia. Los procesos mentales superiores, tales como el pensamiento y la capacidad de comprensión, volvieron a estar en el punto de mira de la investigación. Este “movimiento cognitivo” dio lugar además a una nueva visión del ser humano.
Friedrich T. Sommer
9 Retrospectiva
88 Ilusiones
80 Teorias policromas para celulas grises Nuevos conceptos y modelos de cálculo aportan vigor a la neurología, al tiempo que la liberan de modelos obsoletos.
SECCIONES 5 Encefaloscopio Llamadas que desvelan. Misa atractiva. Un hemisferio, dos manos. El bebé en el cerebro. ¿Qué son las ideas?
José María Esquerdo Zaragoza (1842-1912)
45 Entrevista Hermann Haken: El cerebro como piedra de toque
Lo alto, arriba
91 Syllabus Eritrofobia
94 Libros
La canción del ratón.
48 Mente, cerebro y sociedad
Semejanza odorífica.
Traumatismo craneoencefálico. De los cultivos al cerebro: El efecto de los pesticidas.
Mente
MENTE y CEREBRO COLABORADORES DE ESTE NUMERO
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Bruno Moreno: El poder y los peligros de la intuición, Encefaloscopio; Marián beltrán: Citas a través de Internet; I. Nadal: Terapia sinergética, Teorías polícromas para células grises, Entrevista; M.a Dolores Escarabajal: De los cultivos al cerebro: El efecto de los pesticidas; Ignacio Navascués: Jóvenes, atractivos, asexuales; La pérdida del deseo; Luis Bou: Un conmutador que elimina la depresión, Encefaloscopio, Ilusiones; Angel González de Pablo: Tras los bastidores de la mente, Dinámica del pensamiento; F. Asensi: Syllabus
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ENCEFALOSCOPIO Llamadas que desvelan Usar un teléfono móvil antes de acostarse provoca insomnio muchos de nosotros nos gusta con versar con alguna persona querida, pero ausente, a la hora de acostarnos. Pero conforme van siendo más quienes truecan por móviles sus teléfonos fijos, tal vez descubran que estas conversaciones tardías pueden tener inconvenientes. Al parecer, las señales del móvil alteran las ondas cerebrales y pueden, en razón de ello, desvelarnos por la noche. Rodney Croft y su equipo, de la Universidad Politécnica de Swinburne, sujetaron un teléfono móvil Nokia 6110 a las cabezas de 120 personas de ambos sexos y examinaron sus ondas cerebrales. Cuando los investigadores encendieron el teléfono sin que los probandos lo advirtieran, observaron un súbito refuerzo de la potencia en las ondas cerebrales alfa de estos voluntarios. De ordinario, las ondas alfa surgen cuando la mente se desconecta del mundo exterior y devana pensamientos internos.
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Croft opina que la intensificación de las ondas alfa es reflejo de la concentración adicional que ha de efectuar la mente para vencer interferencias eléctricas
en circuitos cerebrales provocadas por la radiación pulsante de microondas emitida por los teléfonos móviles. En un estudio diferente de investigación del sueño, realizado en la Universidad Loughborough, sin relación con el anterior, se descubrió que tras una exposición de 30 minutos a señales de teléfono en modalidad de conversación, los probandos tardaban el doble en dormirse que cuando el teléfono había estado apagado o en espera. Se cree que este efecto es reflejo del tiempo que necesita el cerebro para relajarse después de haber sido agitado por los campos eléctricos del teléfono. James Horne, uno de los autores del estudio, advierte que estos efectos son inocuos y que perturban el sueño menos que media taza de café. No obstante, se pregunta si con diferentes dosis, duraciones u otros aparatos, los efectos serían más acusados. —R. Douglas Fields
Misa atractiva El poder antidepresivo del incienso e viene quemando incienso en las ceremonias religiosas desde la An tigüedad. Su fragante presencia puede no ser meramente simbólica. De acuerdo con un estudio reciente, uno de los compuestos que contiene mejora el estado de ánimo. Raphael Mechoulam y su equipo, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, inyectaron en ratones acetato de incensol, uno de los componentes de la resina de la planta Boswellia. Esta resina es un ingrediente del franquincienso, el más utilizado en el Medio Oriente. El incensol redujo la ansiedad y los síntomas de depresión en los ratones. Así, en el test de ansiedad, los animales inyectados se mostraban menos asustados que los ratones inyectados con un placebo. El acetato de incensol, una droga suave, ha resultado diez veces menos potente que el Valium en cuanto a reducción de la ansiedad, afirma Mechoulam. Pero añade que es probable que durante las ceremonias religiosas sean los oficiantes que lo queman y quienes más inhalan de su humo, los únicos que sientan sus efectos. El acetato de incensol podría generar nuevos tratamientos de la ansiedad y la depresión si resultase posible sintetizarlo en variantes más potentes y si mejorase el estado de ánimo en ensayos con humanos. —Aimee Cunningham
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Un hemisferio, dos manos Mediante una prótesis, un solo hemisferio cerebral podría controlar ambos lados del cuerpo ntre lo primero que aprenden los estudiantes de neurología es que el hemisferio derecho del cerebro controla el lado izquierdo del cuerpo, y viceversa. Las interfases entre cerebros y ordenadores, que se valen de señales cerebrales para controlar dispositivos externos, como un brazo robótico o una silla de ruedas, toman también las señales del lado contrario. Por ello, dichas técnicas no pueden ayudar a las víctimas de un ictus o de traumatismos cerebrales en los que un hemisferio sufre lesiones tan graves, que no permite utilizarlo para la emisión de órdenes motrices. Se piensa ahora que tal vez se pueda esquivar esa limitación. Por investigaciones recientes se cree que, además de controlar el lado del cuerpo contrario al suyo, cada hemisferio dedica entre un 10 y un 15 por ciento de sus neuronas a controlar su mismo lado. Un equipo dirigido por Eric Leuthardt, de la facultad de medicina de la Universidad de Washington en San Luis, acaba de de-
mostrar que estas señales homolaterales pueden ser recogidas por una interfaz cerebro-ordenador y utilizadas para controlar un dispositivo externo. El grupo de Leuthardt trabajó con varios pacientes epilépticos a quienes se les habían implantado matrices de sensores neuronales al objeto de localizar el origen de sus ataques, lo que proporcionaba a los investigadores una oportunidad excepcional para supervisar la actividad cerebral. Tres de ellos aprendieron a utilizar señales neuronales asociadas a movimientos homolaterales y a controlar con ellos un cursor en una pantalla para actuar en un videojuego. Leuthardt confía en que algún día será posible desarrollar una prótesis que aproveche tales señales para mejorar el control motriz de un miembro disfuncional, lo que permitiría que el hemisferio sano del paciente de un accidente vascular cerebral controlase ambos lados de su cuerpo. —Sara Goudarzi © FOTOLIA / Vladyslav Makarov
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El bebé en el cerebro Los rostros infantiles suscitan una reacción de recompensa en los adultos
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ofletes, ojitos brillantes... Se cree que estas características del rostro del bebé provocan en los adultos conductas cariñosas y de nutrición. Al parecer, una región de recompensa del cerebro es la desencadenante de esa respuesta conductual. Morten L. Kringelbach, de la Universidad de Oxford, y colegas le solicitaron a 12 adultos, ninguno de ellos sin hijos, que realizasen en un ordenador una cierta tarea, mientras en la pantalla les eran presentados durante un instante rostros infantiles y adultos, equiparables en expresión y atractivo. Los investigadores capturaron las respuestas neuronales de los participantes mediante magne-
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toencefalografía, una técnica que detecta directamente la actividad cerebral en milésimas de segundo. (En cambio, el caballo de tiro entre las técnicas de formación de imágenes, la resonancia magnética funcional, mide cambios en el flujo sanguíneo, lo que proporciona una indicación indirecta de la actividad cerebral, y requiere segundos.) Aunque los probandos acabaron de procesar los rostros mediante las regiones cerebrales que se ocupan de esas tareas, todos los participantes mostraron una respuesta pronta y nítida sólo ante los rostros infantiles. En el plazo de un séptimo de segundo, se apreció un pico de actividad en la corteza ór-
bito-frontal medial, una región situada sobre las cuencas oculares, vinculada a la detección de estímulos de recompensa. Kringelbach opina que la actividad mencionada parece denotar que los rostros infantiles constituyen algo especial. El estudio ofrece indicios del motivo de que las madres con depresión post parto presten menor atención a sus bebés, añade Kringelbach, quien conjetura que la madre deprimida no “recibe esta señal especial” de la corteza órbito-frontal medial, debido a que halla conectada con otra región cerebral implicada en la depresión. —Aimee Cunningham
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¿Qué son las ideas?
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uando una idea viene a la mente, no se trata, por lo común, de un hecho aislado en el cerebro. (Nada que se parezca a La imagen popular de la bombilla encendida de pronto sobre nuestra cabeza.) No existe ninguna área concreta del cerebro que sea centro del pensamiento, la fuente exclusiva de donde broten las ideas. La inspiración musical puede comenzar en un área distinta de la correspondiente a un concepto matemático o a un pensamiento sobre qué cenar. Cada idea, como el pensamiento en general, surge, a buen seguro, de una cascada de episodios neuronales; episodios que deberíamos ser capaces de detectar mediante técnicas científicas. Poder detectar un pensamiento o una idea deter-
minada es el sueño de la investigación del cerebro cognitivo: saber, a partir de datos físicos (neuronas en particular excitadas y cuándo), qué pasa por la mente de una persona. Aunque en teoría posible, leer así la mente constituye una proeza formidable. Algo hemos avanzado con las técnicas de formación de imágenes. Por ejemplo, al analizar la actividad cerebral de una persona que está viendo un vídeo, podemos conocer el sentido general del contenido del vídeo. Por impresionante que parezca, esta hazaña está todavía lejos de poder identificar un pensamiento espontáneo específico, distinguiéndolo de la cacofonía constante de miles de millones de neuronas en excitación o relajación al
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El largo camino en la búsqueda de su origen
Cada idea surge, a buen seguro, de una cascada de episodios neuronales; episodios que deberíamos ser capaces de detectar
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mediante técnicas científicas.
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azar y con patrones dinámicos. ¿Cuántas neuronas deben excitarse para crear una idea? ¿Dónde están situadas esas neuronas? ¿Requiere una persona más neuronas que otra para formar una idea? ¿Por qué determinadas personas tienen más o mejores ideas que otras? Si tuviéramos respuesta siquiera para algunas de estas preguntas, podríamos descifrar los misterios de la creatividad y de la inteligencia. Mis colegas y yo estamos trabajando para identificar las áreas del cerebro cuyas estructuras y funciones guardan correlación con la inteligencia. En un futuro cercano, esta investigación
evolucionará hacia estudios experimentales en los que se manipularán áreas, redes y sistemas neurotransmisores específicos del cerebro, mediante medios químicos, eléctricos o magnéticos. Nos proponemos con ello facilitar el aprendizaje y la memoria, potenciar la creatividad y aumentar la inteligencia. Esta posibilidad de manipulación cognitiva es la razón de que haya un interés y un entusiasmo crecientes, junto con algunas reservas, con respecto a estas ideas sobre la naturaleza de las ideas. Richard J. Haier Facultad de Medicina, Universidad de California en Irvine
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La canción del ratón
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asi todo el mundo, al oír el chillido de un ratón, piensa en comprar una ratonera. Para algunos investigadores significa mucho más. Los sonidos emitidos por los ratones dan indicación de ciertos estados mentales; el estudio de sus sonidos podría proporcionarnos enseñanzas sobre la emoción, la búsqueda de recompensas y la comunicación. Los ratones, además de chillidos audibles, generan también ruidos ultrasónicos, de tan elevada frecuencia que los humanos no alcanzamos a oírlos. Los machos entonan un complejo cantar durante el acoplamiento y chillan cuando se les hacen cosquillas; las hembras gorjean en
torno a otras hembras, y las crías chillan desesperados cuando sus madres les abandonan. Estas vocalizaciones se transforman con la situación: los machos chillan con mayor frecuencia cuando se acercan a la eyaculación; las ratonas montan alborotos cuando el aliento de sus compañeras de juego huele a chocolate. Científicos de las Universidades de Toronto, de la Universidad Noroccidental y del norteamericano Instituto Nacional de la Salud han conjeturado que esos sonidos y sus intensidades se hallan vinculados a la activación de dopamina, un neurotransmisor cerebral que interviene en las sensaciones placenteras y en la búsqueda
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Los sonidos que emiten los ratones aportan claves sobre el placer y las emociones en el cerebro
de recompensa. En consecuencia, han criado ratones que carecen de ciertos aspectos de la función de la dopamina y han examinado las chácharas resultantes. Como era de esperar, los ratones deficientes en dopamina se mostraron más tranquilos en todos los aspectos, lo que sugiere que los chillidos guardan relación con la experiencia placentera y con el deseo de obtenerla. Los ratones especialmente criados pueden enseñar mucho, tanto sobre el comportamiento de estos múridos como en relación con el
cerebro humano. “Dado que los genes del ratón son muy parecidos a muchos de los humanos, se dispone de una vía de estudio de los genes correspondientes a comportamientos complejos”, afirma John Yeomans, de la Universidad de Toronto y director del estudio. En los laboratorios están empezando a utilizar ratones para estudiar el desarrollo del lenguaje, los vínculos sociales y las enfermedades cuyos síntomas guardan relación con la comunicación, entre ellas, la esquizofrenia y el autismo. —Melinda Wenner
Semejanza odorífica Un nuevo mapa desembrolla las complejidades de la comparación de moléculas aromáticas
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o hay dificultad en ver que el rojo se asemeja más al rosa que al azul, pero la comparación de olores resulta más difícil. ¿A qué se parece el
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olor de las almendras, al de las rosas o al de los plátanos? De acuerdo con un nuevo “mapa de olores” creado por investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias, las almendras huelen como las rosas y ambos aromas suscitan actividades neuronales parejas. El equipo, dirigido por Rafi Haddad, empezó por identificar 40 rasgos definitorios en los olores, entre ellos, la forma y estructura de sus moléculas. Tradujeron después los perfiles correspondientes a 450 aromas en puntos de un mapa trazado en un hiperespacio. Al igual que los colores parecidos se encuentran más próximos en el arco iris, los olores similares se encuentran mutuamente próximos en su modelo matemático, que se vale de un espacio de 32 dimensiones. La ubicación del aroma en el mapa per-
mite también pronosticar la actividad cerebral que se suscita al olerlo: investigaciones anteriores en una variedad de animales, como moscas de la fruta, abejas melíferas, ratones, ratas y renacuajos hicieron ver que los aromas vecinos en el mapa provocan pautas similares de actividad neuronal. Basándose en estas pautas, se pronosticó con precisión la signatura neuronal de aromas no ensayados hasta ahora. Estos hallazgos podrían contribuir a esclarecer las leyes que presiden nuestro sentido del olfato, en gran parte desconocidas y de difícil estudio. La carta de olores podría también contribuir al estudio y predicción de la conducta animal y mostrarnos qué aromas considera un animal que le son buenos o malos. —Susan Cosier
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RETROSPECTIVA
Jose Maria Esquerdo Zaragoza (1842-1912) La asistencia médica a los enfermos mentales Jose Maria Lopez Piñero
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osé María Esquerdo Zaragoza nació en Villajoyosa y comenzó a estudiar medicina en la Facultad de Valencia, pero continuó en la de Madrid, ciudad en la que residió y desarrolló sus actividades hasta su fallecimiento. Como estudiante, le influyó principalmente el magisterio de Pedro Mata, lo que explica su temprana inclinación a la psiquiatría y su preocupación de los problemas jurídicos planteados por los enfermos mentales. Al acabar la licenciatura ganó una plaza de médico en el Hospital General de Madrid y cuando, tras la revolución de 1868, se impuso la completa libertad de enseñanza, cuya expresión normativa fue el decreto de 1868 firmado por Manuel Ruiz Zorrilla como ministro de Fomento, fue uno de los organizadores de la “Escuela Teórico-Práctica de Medicina y Cirugía” de la Beneficencia Provincial de Madrid. Este centro destacó por dos razones: la docencia clínica que impartió Ezequiel Martín de Pedro, principal introductor en España de la nueva fisiopatología experimentalista, y el amplio desarrollo que en su plan de estudios tuvieron las especialidades. Alcanzaron altura la dermatología, la pediatría y la psiquiatría que enseñaron respectivamente José Eugenio de Olavide, Mariano Benavente y el propio Esquerdo, quien para ampliar su preparación viajó por varios países europeos y se relacionó con Jean Martín Charcot, Cesare Lombroso y otros importantes neurocientíficos. En la “Escuela Teórico-Práctica de Medicina y Cirugía” de la Beneficencia Provincial de Madrid se formaron personalidades tan significativas como Carlos MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
1. Retrato de Jose Maria Esquerdo Zaragoza. Xilografía a contrafibra dibujada por Angel Pulido Fernández, que figura en su libro De la medicina y los médicos (1883).
María Cortezo y Antonio Espina Capo. Las Notas del viaje de mi vida (1926-1929) de Espina Capo constituyen una fuente ina preciable, no sólo para el estudio de los inicios de la cardiología en España, sino también de la psiquiatría: “Tuve la suer-
te de que para el estudio de las clínicas me alcanzara la libertad de enseñanza, e ingresé en la Escuela Teórico-Práctica de Medicina y Cirugía fundada por los profesores del Cuerpo facultativo de la Beneficencia Provincial de Madrid... Además
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2. Ejemplo de los medios coercitivos con los que los enfermos mentales eran tratados en los manicomios. Grabado de Ambroise Tardieu al aguafuerte y buril en Des maladies mentales considérées sous les rapports médical, hygiénique et médico-légal (1838) de Jean Étienne Dominique Esquirol. José María Esquerdo los eliminó en el que fundó en Carabanchel (1877), sustituyéndolos con una asistencia a cargo de numerosos médicos y enfermeros debidamente instruidos.
de las especialidades de enfermedades de la piel se establecieron la de enfermedades de vías urinarias, la de obstetricia, la de enfermedades de niños, la de oftalmología y las enfermedades mentales,
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en la que se reveló José María Esquerdo, que simultaneaba esta enseñanza con la de patología general y su clínica, en la que actué como alumno y ayudante desde las primeras lecciones dadas por
este frenópata, siguiendo su amistad y cariño hasta la hora de su muerte y conservando todavía paternal amistad con sus hijos y los nietos”. Dice también que era experimentalista, “introduciendo como de contrabando las nuevas ideas médicas”. Esquerdo colaboró también en la “Escuela Práctica Libre de Medicina y Cirugía” que instaló el cirujano Pedro González de Velasco en el Museo Antropológico que fundó en Madrid con la cuantiosa fortuna que había reunido con su prestigioso ejercicio profesional, tras visitar los más importantes de Europa. En esta Escuela dio unas lecciones que fueron publicadas el año 1878, con el título “Conferencias sobre las enfermedades mentales”, en el sexto volumen de la revista El Anfiteatro Anatómico Español, también fundada por González de Velasco, y en el segundo de la Revista de Medicina y Cirugía Prácticas. No se interesó demasiado por los aspectos teóricos de la psiquiatría, sobre los que únicamente se ocupó en dichas lecciones, en el artículo “Importancia de la frenopatía, bosquejo histórico de la misma y concepto de la locura” (1882) y en su prólogo a la tesis de Jaime Vera Parálisis general progresiva de los enajenados (1880). Se dedicó casi exclusivamente a la asistencia de los enfermos mentales y a los problemas jurídicos que plantean. El año 1877 fundó en Carabanchel un manicomio, donde eliminó la degradación en la que habían caído casi todos, tratando a los pacientes con medios coercitivos extremados, como en las peores cárceles. Los sustituyó con una asistencia a cargo de numerosos médicos y enfermeros debidamente instruidos. A Gonzalo Rodríguez Lafora le impresionaban las representaciones teatrales que se organizaban en Carabanchel entre enfermos y cuidadores. Como Esquerdo era valenciano, tuvo noticia de cómo había funcionado realmente el Hospital de “Ignoscents, Folls e Orats” en sus mejores tiempos, seguramente a través de fuentes literarias como El peregrino en su patria (1604) y Los locos de Valencia (1620) de Lope de Vega, que dicen cosas como la siguiente: “Tiene Valencia un hospital famoso/ adonde los frenéticos se curan/ MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
con gran limpieza y celo cuidadoso... por una de las siete maravillas/ que la piedad en este mundo ha hecho”. Su trayectoria posterior no había sido siempre, desde luego, satisfactoria. En la época de Esquerdo, José María Escuder presentó al I Congreso Médico-Farmacéutico Regional de Valencia (1891) una comunicación en la que describió la terrible situación en la que entonces se encontraba, afirmando: “Para buscar otro peor se necesita salirse de Europa”. Es muy significativo el título del único artículo que Esquerdo publicó sobre este tema: “La cárcel o el manicomio” (1888). Como es sabido, el movimiento “antipsiquiátrico” de los años setenta del siglo xx condujo al cierre de los hospitales públicos para enfermos mentales porque más que asistidos estaban encarcelados, en lugar de organizar instituciones adecuadas, igual que
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Esquerdo. Suele decirse que un político tan conservador como el presidente norteamericano Ronald Reagan es el que mejor cumplió los objetivos de ese movimiento supuestamente “progresista”: junto a los que fallecen de hambre o de frío en las calles, las alcantarillas y los despoblados, hay enfermos mentales muy peligrosos, especialmente los que padecen esquizofrenia o sadismo. Un gran avance moral de la psiquiatría forense del siglo xix fue imponer el concepto de responsabilidad penal, que los libró de la pena de muerte. En España lo encabezó Esquerdo, con su informe en la causa de Garayo “el Sacamantecas”, autor de numerosos crímenes (1880). Aunque no era muy inclinado a publicar, su texto “Locos que no lo parecen. Garayo el Sacamantecas” apareció en nueve revistas durante el mismo 1880 y el año siguiente. Poco después se sumó a este decisivo
avance moral Luis Simarro Lacabra, con el caso del psicópata Cayetano Galeote, asesino del obispo de Madrid (1886). El retroceso actual tiene dos polos opuestos: ajusticiarlos sin tener en cuenta su enfermedad, como se hace en los Estados Unidos, sobre todo si son negros o “hispanos”, y dejarlos en “libertad provisional” aunque hayan realizado los más terribles actos de violencia, práctica habitual de muchos jueces españoles. Los medios de comunicación dedican diariamente amplios espacios a la “violencia de género” y al “acoso escolar”, pintorescas expresiones que impiden difundir, entre otros hechos, que casi siempre se trata de enfermos mentales. Conocer la historia de la psiquiatría en España, desde el Hospital de “Ignoscents, Folls e Orats” (1409) hasta las contribuciones de Esquerdo y Simarro no se reduce a una “curiosidad erudita”.
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Sincronización y epilepsia:
el bueno, el malo y el patológico Los estudios recientes sobre la epilepsia del lóbulo temporal están abriendo nuevas vías en la investigación biomédica de esta enfermedad neurológica. Aspectos como la inhibición, la sincronización neuronal y las oscilaciones cerebrales comienzan a ser reinterpretados a la luz de los nuevos y extraordinarios avances científicos y técnicos Liset Menendez de la Prida
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edro tiene epilepsia. Lo sabe desde hace cinco años y ahora convive con su enfermedad. Intenta hacer una vida normal, como cualquiera de sus amigos; lee, va y viene de la universidad, sueña o imagina que sueña, y trata de planificarse sin tomar mucho en cuenta eso que le sucede a ratos. Lo que le sucede a ratos es que pierde la conciencia y su cuerpo se estremece con movimientos automáticos y desproporcionados. Justo antes, en ocasiones,
Pedro percibe sensaciones extrañas en su estómago. No le resulta fácil explicar qué es. Son las auras, que muchas veces preceden a sus crisis epilépticas. La crisis pasa, y Pedro queda confuso. Se incorpora. El paso del tiempo lo devuelve a la realidad y echa a andar. Está probando un nuevo fármaco; ya es el tercero, pero las crisis son cada vez más frecuentes. Su neurólogo le ha dicho que, si no consiguen controlarlas, habrá que pensar en la cirugía. Pedro sigue su marcha. Sólo
puede ir hacia delante y esperar que su cerebro epiléptico pueda ser dominado.
Epilepsia del lóbulo temporal Pedro sufre de epilepsia del lóbulo temporal (ELT). Esta es una de las formas de epilepsia farmacorresistente más común en adultos y, probablemente, aquella a la que se le ha dedicado mayor atención investigadora en la pasada década. En los pacientes de ELT, las crisis se originan en estructuras de la región temporal.
RESUMEN
Las caras de la sincronización neuronal
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El bueno: El cerebro sano produce ondas eléctricas resultantes de la actividad sincronizada de grupos de neuronas dominadas por un equilibrio entre la inhibición y la excitación.
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El malo: Bajo determinadas condiciones este equilibrio se rompe en sitios puntuales del cerebro, produciendo descargas anormales de actividad eléctrica sin manifestación clínica alguna.
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El patológico: En el cerebro epiléptico, los circuitos han sufrido un proceso de reorganización y generan patrones alterados de actividad sincronizada que son responsables de las crisis epilépticas.
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todas las ilustraciones de este articulo: cortesia del autor
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Justo detrás de las sienes, se hallan las regiones afectadas: hipocampo, amígLóbulo temporal e hipocampo esclerótico dala y corteza temporal lateral (véase el recuadro “Lóbulo temporal e hipocampo Lóbulo Lóbulo parietal esclerótico”). frontal Resonancia magnética El estudio de electroencefalografía nuclear (RMN) (EEG) externa practicado a Pedro eviLóbulo denció en su momento claros signos de occipital Plano RMN alteración funcional en los electrodos que cubren la zona de su sien izquierda. La característica principal del EEG en Lóbulo temporal pacientes de ELT es la presencia de unos Cerebelo eventos rápidos anormales, llamados puntas, que sugieren la existencia de una actividad neuronal alterada en los circuitos cerebrales subyacentes. La imagen por resonancia Lóbulo magnética de su cerebro Análisis Lóbulo La epilepsia del lóbulo temporal (ELT) designa confirmaparietal la sospecha. Hay una atrofia anatomopatológico frontal magnética una de las Resonancia formas de epilepsia farmacorresistente en la región temporal izquierda (véase nuclear (RMN) más común en adultos. Las crisis se originan en la CA1 el recuadro “Lóbulo temporal e hipoLóbulo CA2 Giro región del lóbulo temporal, donde se encuentran campo occipitalesclerótico”). Su hipocampo, esa Plano RMN dentado el hipocampo, la amígdala y la corteza temporal estructura en forma de caballito de mar lateral. La imagen por resonancia muestra una relacionada con algunos tipos específicos CA3 señal característica, propia de la atrofia de hipode memoria, se encuentra disminuido si Lóbulo hilio temporal campo (flecha). En los pacientes que son interse leCerebelo compara con el del otro hemisferio, CA4 venidos quirúrgicamente, se extraen las partes que parece normal. El diagnóstico es, por del lóbulo temporal donde se localiza el foco tanto, de esclerosis mesial. epiléptico, que comprende el hipocampo atrofiaLa esclerosis mesial constituye el subsdo. El estudio anatomopatológico de este tejido trato histológico más común en la ELT. Se subículo evidencia zonas de muerte neuronal en el hipocaracteriza macroscópicamente por una campo (englobadas por líneas discontinuas), que reducción del volumen del hipocampo confirman el diagnóstico de esclerosis mesial. Se afectado y de las estructuras adyacentes. muestra un corte de hipocampo esclerótico teñido La confirmación de este diagnóstico sólo con una técnica histológica que permite visualizar llegará si Pedro se somete a intervención los cuerpos celulares. Se señalan las regiones de quirúrgica y se le extraen fragmentos de muerte neuronal: CA4, CA3 y CA1, así como el hila región más anterior del hipocampo, lio. En el giro dentado, la región CA2 y el subículo la amígdala y parte de la corteza lateral la muerte de neuronas es menos acusada. temporal. El análisis anatomopatológico permitirá confirmar entonces la pérdida neuronal selectiva característica de la esclerosis en regiones específicas del nes, estas descargas involucran a una durante la cirugía, nos están permitienhipocampo (véase el recuadro “Lóbulo población extensa, de miles de células do comprender cuáles son las bases de contenidas en aproximadamente 5 cm2 esta sincronización anormal de la actitemporal e hipocampo esclerótico”). Pero, ¿cómo puede una región cere- de corteza. En estas circunstancias, se vidad eléctrica. El disparo sincrónico de bral tan pequeña dominar la conducta generan potenciales eléctricos extrace- grupos de neuronas es una parte esencial lulares muy rápidos y de gran amplitud del funcionamiento del cerebro. Casi tode todo el organismo? que son registrados por el EEG como das las funciones que realiza este órgaEl foco de los problemas puntas. Las puntas del EEG reflejan, pues, no, desde las más simples en apariencia, Los pacientes de ELT sufren crisis que una sincronización patológica, muy bre- como la percepción de un estímulo, hasta tienen un origen focal. Antes de que se ve, de grupos de neuronas, aunque no la elaboración de complejas estrategias produzca una crisis, cientos de neuronas provocan ningún efecto visible en el de movimiento o la conciencia, hacen en el foco epiléptico comienzan a dispa- paciente. uso de esa propiedad de los circuitos rar de manera coordinada y sincrónica Estudios realizados en los laboratorios neuronales. Un cerebro sano gestiona la en ráfagas. Hablamos de las descargas de investigación con ratas epilépticas, o capacidad sincronizadora de sus circuiparoxísticas despolarizantes. En ocasio- en los propios pacientes de ELT antes y tos para integrar los distintos aspectos
Descargas paroxísticas, puntas y foco epiléptico EEG Punta
Registros intracelulares Descarga paroxística
Célula líder
Células excitadoras
Σ excitación
Células inhibidoras
Σ inhibición
Utilizando técnicas de registro intracelular, que permiten introducir electrodos en el interior de las células, se han explorado las bases neuronales de las descargas paroxísticas. Estas descargas son el resultado de un proceso de reclutamiento neuronal iniciado por el disparo de un grupo de neuronas excitadoras del foco o la región irritativa (neuronas verdes). Las células desencadenantes lideran el reclutamiento de otras neuronas excitadoras y de las interneuronas GABAérgicas inhibidoras (neuronas rojas). En el esquema aparecen ilustrados los disparos de un grupo de células del foco epiléptico. Las flechas verdes indican el sentido del reclutamiento, iniciado por la célula líder. En algunos casos, la activación de las interneuronas puede ser suficiente para frenar el frente de excitación (flecha roja). En otros, el control inhibidor falla y el reclutamiento neuronal se masifica, generando disparos sincrónicos que conforman las descargas paroxísticas.
de la realidad a procesar, así como para generar los códigos internos que le van a permitir actuar ¿Qué falla entonces en la epilepsia? Cuando un grupo de neuronas con capacidad de excitar eléctricamente a sus vecinas comienzan a disparar, aumenta el nivel de actividad en el circuito. Esta activación neuronal viene mediada por la acción de un complejo sistema de señalización eléctrica que implica la intervención de las sinapsis (o puntos de contacto entre neuronas), los neurotransmisores, que se liberan al espacio sináptico desde la neurona activa o presináptica, y los receptores de estos mensajeros químicos en la membrana postsináptica de las neuronas diana [véase “Modulación de la transmisión sináptica”, por Alvaro Duque; M ente y cerebro, n.o 26]. Dependiendo de la naturaleza del neurotrans-
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misor, de las características del receptor y del medio intracelular en la neurona diana, la señal eléctrica originada en la primera neurona provocará la activación de la segunda (excitación) o su silenciamiento (inhibición). Utilizando sofisticadas herramientas de registro intracelular, se ha descrito lo que parece ser una propiedad general de los circuitos. En la corteza cerebral, hay un grupo de neuronas excitadoras con cierta capacidad de reclutar eficientemente el disparo de sus células diana. Estas neuronas, que liberan el neurotransmisor glutamato, actúan como líderes, iniciando un frente de excitación que se propaga por el circuito y va reclutando a otras células excitadoras, que a su vez refuerzan el efecto global (véase el recuadro “Descargas paroxísticas, puntas y foco epiléptico”).
En general, las neuronas líderes poseen la propiedad de disparar en ráfagas, en contraposición con la mayoría de las neuronas corticales, que suelen disparar de manera aislada. Este patrón de disparo en ráfagas resulta muy eficiente para la transmisión sináptica. Las células líderes, además de proyectar a regiones más distantes dentro del cerebro, se encuentran profusamente conectadas dentro de su circuito, de modo que captan de manera muy eficaz el más mínimo incremento de actividad eléctrica. Sin embargo, cerca del 20 % de las neuronas de la corteza cerebral ejercen un efecto contrario. En lugar de glutamato, su maquinaria intracelular está diseñada para fabricar el neurotransmisor GABA, que, al ser liberado, se acopla a receptores que provocan la inhibición eléctrica de las células diana. Estas células inhibidoras, denominadas interneuronas GABAérgicas, no suelen proyectar a regiones distantes, sino que limitan sus contactos sinápticos al interior de su propio circuito. Las interneuronas son activadas también por el frente de excitación iniciado por las células líderes y como resultado comienzan a liberar GABA sobre sus vecinas, inhibiéndolas. En contraposición a las células excitadoras, que suelen disparar aisladamente o en ráfagas, las interneuronas GABAérgicas disparan a muy alta frecuencia (hasta los 300 Hz) cuando son estimuladas mediante los propios electrodos de registro intracelular (véase el recuadro “Neuronas excitadoras e inhibidoras”). En el cerebro normal, la excitación y la inhibición están finamente ajustadas. El diseño de los circuitos neuronales determina que un incremento transitorio de la actividad de un grupo de neuronas excitadoras induzca la activación de interneuronas GABAérgicas, que comenzarán a ejercer su efecto inhibidor con cierto retraso sobre la excitación. Esta brevísima demora, de apenas unas decenas de milisegundos, habilita una ventana temporal en la que puede intervenir la excitación antes de ser contrarrestada por la inhibición. Se ha visto que ambos efectos se relacionan linealmente: a mayor excitación, mayor inhibición MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Neuronas excitadoras e inhibidoras En la corteza cerebral hay dos grupos fundamentales de neuronas: las piramidales, que liberan glutamato en la sinapsis y promueven la excitación consiguiente de sus células diana, y las interneuronas, que liberan GABA, principal neurotransmisor inhibidor. La mayoría de las interneuronas GABAérgicas disparan a gran frecuencia cuando son estimuladas por un electrodo intracelular. A ese patrón se le denomina de disparo rápido. La mayoría de las células piramidales, así llamadas por la forma de su cuerpo, disparan de manera regular y a menos frecuencia que las interneuronas. Sin embargo, algunas células piramidales disparan ráfagas de potenciales de acción, un tipo de patrón de disparo muy eficaz para el reclutamiento sináptico de grupos de células.
interneurona (inhibidora) Modificado de Neuroreport, vol. 13, pags. 1421-1425, 2002
y, por tanto, el resultado global queda compensado. Durante el breve tiempo en el que domina la excitación, grupos aislados de células se sincronizan para procesar la información neuronal. La inhibición modula este efecto, permitiendo incluso que se formen diferentes agregados funcionales de neuronas activas, lo que multiplica la capacidad de procesamiento del circuito. Se trata, pues, de una sincronización funcional parcial; en ella participan grupos de células, pequeños y dispersos, que se coordinan durante instantes breves de tiempo. En el cerebro epiléptico, sin embargo, se produce una ruptura del equilibrio entre la excitación y la inhibición. En el caso de la ELT, esa ruptura tiene lugar probablemente en regiones concretas del hipocampo que constituyen el foco y en la denominada zona irritativa, donde se registra la actividad paroxística. Los mecanismos que desatan un frente de excitación parecen ser similares en los casos normal y epiléptico. Sin embargo, el control inhibidor falla y el reclutamiento de grupos de neuronas se masifica dentro del foco, generando disparos que conforman descargas paroxísticas de unas cuantas decenas de milisegundos. Esta actividad paroxística, localizada en el foco y detectable como puntas en el EEG, se corresponde con la marca funcional del cerebro epiléptico entre crisis. Se trata de una sincronización anormal, si bien parece dominada por los mecanismos de control del propio cerebro. Pero la actividad paroxística no siempre está provocada por un desequilibrio excitación-inhibición a favor de la primera. En registros sobre pacientes operados de ELT se ha visto que el aumento de la excitación provoca a veces una mayor inhibición, vinculado posiblemente con un mecanismo compensatorio intrínseco. Aunque no sabemos aún comprender del todo este fenómeno, es posible que refleje la existencia de diferencias en la inhibición GABAérgica entre las regiones focales y de proyección. Por otro lado, en estudios realizados con tejido de rata se ha visto que bajo determinadas condiciones la actividad GABAérgica masiva,
célula piramidal (excitadora)
200 ms Disparo rápido
30 mV
Disparo en ráfagas
Disparo regular
al sincronizar la inhibición de grupos de células, puede generar rebotes de hiperexcitabilidad. El cuadro real, por tanto, es complejo y trasciende un simple desequilibrio; en la actualidad prefiere hablarse de una reorganización excitación-inhibición.
La parte sumergida del iceberg ¿Por qué se produce la reorganización entre la excitación y la inhibición en el foco epiléptico? En la mayoría de los casos de ELT, el desencadenante del proceso tuvo lugar mucho tiempo atrás,
relacionado con algún episodio de crisis epilépticas durante la infancia. Esas crisis iniciales, ocasionadas quizá por una fiebre muy alta o por una infección del sistema nervioso, se continúan con un largo período de normalidad que puede durar años. Sin embargo, aunque no existen manifestaciones externas, algo en el cerebro de los afectados está cambiando. Un día, sin avisar, emerge la primera crisis. Las crisis no son más que la punta del iceberg de una plétora de eventos que tienen lugar en los circuitos neurona-
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les afectados. Es la manifestación más terrible del problema. Lo irremediable está oculto bajo el agua. Sólo el estudio con modelos de animales epilépticos nos está permitiendo abordar las bases de un fenómeno que, por razones obvias, difícilmente pueda ser estudiado en el hombre. Durante el proceso de epileptogénesis tiene lugar una serie de cambios a largo plazo en la conectividad sináptica y en la expresión de diferentes canales iónicos de la membrana neuronal. Uno de los cambios más conocidos es la reestructuración de los circuitos. En el caso de la esclerosis del hipocampo, por ejemplo, la muerte de grupos específicos de neuronas motivada por las crisis iniciales desencadena un proceso de reinervación. En el curso del mismo, las células glutamatérgicas que han perdido sus dianas se reconectan de manera anormal y descompensan el fino equilibrio entre
la excitación y la inhibición. Tales cambios se acompañan de una activación de las células gliales y de una reducción del espacio extracelular, asociado con la expansión de los ventrículos, que deriva en atrofia macroscópica. La reinervación sináptica genera circuitos aberrantes en los que la actividad eléctrica comienza a recircular creando bucles activos que favorecen la hiperexcitabilidad. Se han descrito también cambios en la expresión de diferentes tipos de receptores glutamatérgicos y GABAérgicos, así como incrementos en la excitabilidad neuronal provocados por alteraciones en la expresión de canales iónicos (canalopatías) (véase el recuadro “Proceso de epileptogénesis”). Recientemente, el análisis del hipocampo extraído tras la cirugía en pacientes de ELT ha destapado un fenónemo hasta ahora desconocido. El efecto inhibidor de parte de la neurotransmisión GABAér-
Proceso de epileptogénesis Crisis
0
Epileptogénesis
5
Muerte neuronal
1ª crisis
10
Atrofia
...crisis...
15
Reinervación
epilepsia
20
Hiperexcitabilidad
años
Expresión génica y proteica
Después de algún episodio de crisis epilépticas durante la infancia (producidas por una fiebre alta, una infección del sistema nervioso u otras), suele haber un período de normalidad clínica que dura incluso varios años. Las primeras crisis se presentan, por lo general, en la adolescencia. Durante el período de tiempo libre de crisis, tienen lugar numerosos cambios celulares, moleculares y electrofisiológicos en los circuitos cerebrales afectados. Por razones obvias, estos procesos han sido mejor estudiados sobre animales de experimentación que en el hombre. Las crisis iniciales provocan la muerte neuronal por excitotoxicidad en regiones específicas del hipocampo y la región parahipocampal. Este proceso guarda una estrecha relación con la expansión de los ventrículos y la atrofia del hipocampo (flechas) y demás estructuras cercanas estudiado por resonancia. La muerte de grupos específicos de neuronas desencadena procesos de reinervación, generándose circuitos aberrantes que favorecen la hiperexcitabilidad subclínica. En el proceso de epileptogénesis se observan también alteraciones de la expresión génica y proteica, que derivan en cambios en la expresión de receptores sinápticos o canales iónicos.
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gica está determinado por la existencia de una baja concentración intracelular de cloruro. La concentración de este ion dentro de la neurona está dominada por la acción de dos bombas de membrana que operan como cotransportadores, extrayendo e introduciendo iones a favor y en contra de sus gradientes de concentración. El resultado final es que las neuronas adultas poseen pocos iones Cl– en su interior, lo que garantiza el efecto inhibidor del GABA. Hasta ahora se pensaba que el efecto inhibidor del GABA estaba preservado en el foco epiléptico, y de hecho una parte de las estrategias farmacológicas consiste en diseñar drogas antiepilépticas que potencien la acción GABAérgica. Sin embargo, hace muy poco se ha descrito la existencia de incrementos anormales en la concentración intracelular de Cl– en un grupo de neuronas del hipocampo esclerótico. Estos incrementos, provocados por alteraciones en la expresión de los cotransportadores de membrana, determinan que el efecto GABAérgico se vuelve despolarizante y presumiblemente excitador (véase el recuadro “Alteraciones de la neurotransmisión inhibidora gabaérgica en la ELT”). Así que puede ser que, sin darnos cuenta, hayamos estado interpretando el sistema al revés. Esto no quiere decir que toda la acción GABAérgica en el foco epiléptico se haya revertido, pero sí replantea las concepciones más clásicas con relación a su papel y sugiere una posible explicación para la ineficacia de algunas drogas antiepilépticas basadas en la potenciación de la acción del GABA. En resumen, todos los cambios que se detectan en el foco epiléptico conforman una compleja red de eventos moleculares, neuroquímicos y celulares cuya consecuencia es la reorganización de la excitación y la inhibición. Ante esta pérdida de los mecanismos de control, los circuitos se muestran incapaces de mantener niveles operativos de actividad eléctrica. Se producen entonces patrones alterados de disparo, como las descargas paroxísticas, constituyéndose un foco epiléptico que comenzará a afectar la función de otros circuitos dentro de su área de proyección. MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
K+ Cl−
3 Na+
KCC2
2 K+
ATP
Registrando la actividad epiléptica a diferentes escalas Los neurofisiólogos de la epilepsia tienen ante sí el reto de encontrar marcadores electrográficos de los circuitos epilépticos. Lograrlo permitiría monitorizar la evolución del proceso de epileptogénesis cuando no han aparecido todavía manifestaciones clínicas. Se ha venido suponiendo que el marcador fundamental del carácter epileptógeno de una región cerebral eran las puntas detectadas en el EEG de superficie. Sin embargo, para ser detectadas por un sistema de electroencefalografía externo, tales episodios deben ser de gran amplitud, lo que implica la participación de un número de neuronas notable, o bien el foco de origen debe hallarse en regiones superficiales del cerebro (donde la distancia al cuero cabelludo es suficientemente corta para compensar el efecto de atenuación del campo eléctrico por la piel, el hueso y las meninges). El EEG registra ondas eléctricas que circulan por la corteza como resultado de la actividad cerebral. Estas ondas cerebrales están compuestas por diferentes tipos de ritmos y oscilaciones a frecuencias específicas a las que se les asigna una relación funcional con determinados estados. Por ejemplo, durante ciertas fases del sueño, el EEG normal se caracteriza por la presencia de oscilaciones de baja frecuencia que se conocen como ondas delta en el rango de 0,5 a 4 Hz. Estas ondas de actividad oscilatoria resultan de la interacción sináptica entre las neuronas de la corteza cerebral y el tálamo; además, dependen de la activación de corrientes iónicas específicas y de la configuración del circuito tálamo-cortical. Si quisiéramos, pues, comprender los mecanismos que determinan la generación de las ondas delta sería necesario acceder a las regiones profundas del cerebro donde se generan, aun cuando sean visibles parcialmente en el EEG. De manera similar, el estudio del EEG externo nos aporta una información muy limitada sobre las propiedades eléctricas de los circuitos epilépticos. Esto resulta aún más apremiante en el caso de la ELT, donde el foco se encuentra en estructuras alejadas de los puntos de registro enMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Sinapsis Alteraciones de la neurotransmisión GABAérgica inhibidora GABAérgica en la ELT
Na/K ATPasa
Cl−
GABAa
NEUROTRANSMISION NORMAL
K+ Cl
−
Hiperpolarización
KCC2
2 Cl− 2 K+
ATP
Sinapsis GABAérgica Inhibición
Na+/K+
3 Na+ NKCC1
Na/K ATPasa Cl− GABAa Na+/K+
NKCC1
2 Cl−
Hiperpolarización
Inhibición
EPILEPSIA 3 Na+
KCC2 ATP Sinapsis GABAérgica
2 K+ Na/K ATPasa
Cl−
EPILEPSIA
GABAa
KCC2
Despolarización Sinapsis GABAérgica Excitación
Na+/K+ NKCC1 3 Na+ 2+Cl− 2K ATP Na/K ATPasa
Cl− GABAa
La investigación ha sacado a la luz la existencia de alteraciones en la homeostasis + Na+/Kse de la concentración intracelular de cloruro en la ELT. En el cerebro normal, cuando NKCC1 − 2 Cl activan las sinapsis GABAérgicas, la inhibición mediada por los receptores GABAa inDespolarización duce la entrada de iones cloruro a través de un canal iónico. Esta entrada de iones se desarrolla a favor del gradiente de concentración. La concentración intracelular de cloruro está determinada por la acción de dos bombas de membrana: la KCC2, que extrae de la neurona el ion, y la NKCC1, que lo introduce en su interior. El juego entre estas dos Excitación bombas de membrana, junto a la acción de la bomba Na/K-ATPasa, es responsable de mantener una baja concentración de cloruro dentro de las neuronas. El cloruro, dotado de carga negativa, penetra en la neurona y provoca una hiperpolarización que puede resultar en la inhibición eléctrica. En el hipocampo extraído de pacientes de ELT se ha detectado una disminución en la expresión de KCC2. Al fallar el mecanismo de extrusión de cloruro, las neuronas se sobrecargan de este ion. En tales circunstancias, cuando las sinapsis GABAérgicas son activadas, el cloruro fluye a favor del gradiente y sale de la neurona. Este flujo de cargas negativas despolariza la membrana neuronal y provoca la excitación eléctrica de la misma.
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Técnicas de registro electroencefalográfico invasivo Manta subdural
Electrodo profundo
Modificado de Clin Neurophysiol, vol. 117, pags. 2604-2614, 2006
Electrodos de foramen oval
Modificado de Epilepsia, vol. 49, pags. 269-280, 2008
Mantas subdurales
Las técnicas de EEG invasivo permiten utilizar electrodos introducidos en el cerebro guiados por complejos sistemas de navegación espacial. Ocurre así con los electrodos profundos, que permiten acceder al hipocampo y la región parahipocampal para estudiar la actividad epiléptica in situ con una mejor resolución temporal. En la imagen por resonancia de la izquierda, se muestra el caso de un paciente con uno de estos electrodos implantados; penetró por la parte trasera del cráneo y está orientado longitudinalmente con el hipocampo. Se señala la posición del último contacto (flecha). En este mismo paciente, se implantó también una manta subdural, que cubría la parte lateral y anterior del lóbulo temporal. Esta técnica, conocida como electrocorticografía, nos permite estudiar aspectos espaciales de la extensión de la actividad epiléptica. La imagen del centro muestra una manta subdural que abarca la corteza lateral temporal, durante la intervención quirúrgica. En otros casos, los electrodos pueden ser introducidos a través de los agujeros naturales en el cráneo, como los electrodos que se implantan a través del foramen oval. Abajo se ofrece una imagen de fluoroscopia de la localización de dos electrodos de foramen oval de 6 contactos.
cefalográfico. Con todo, el hecho de que gran parte de los enfermos de ELT tengan que someterse a tratamiento quirúrgico ha favorecido el desarrollo de técnicas invasivas de registro electrofisiológico que permiten introducir electrodos dentro del cerebro y estudiar, a diferentes escalas, la función del foco epiléptico. Gran parte de los avances recientes en la comprensión de los mecanismos subyacentes a la ELT han surgido, en buena medida, del estudio de la actividad eléctrica mediante el EEG invasivo. Esta técnica consiste en la utilización de electrodos que son introducidos dentro del cráneo. En unos casos se trata de agujas de tungsteno o platino, con uno o varios contactos y que se introducen directamente en el cerebro hasta alcanzar la estructura que se desea registrar (electrodos profundos). En otros casos, los electrodos son introducidos a través de agujeros naturales que existen en el
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cráneo, como el foramen oval en la mejilla, quedando intracranealmente, aunque sin alcanzar el interior cerebral. En este segundo caso hablamos de técnicas semiinvasivas. Los electrodos del foramen oval se plantan adyacentes al hipocampo y la región parahipocampal, permitiendo un registro directo de la actividad de dichas estructuras. Los electrodos de uso agudo, implantados con sistemas avanzados de localización espacial, permiten el registro de la actividad durante decenas de minutos solamente. En otras situaciones, es posible implantar microelectrodos durante días o semanas y combinarlos con registros de EEG de superficie, para así acometer el estudio simultáneo de los eventos eléctricos asociados a la actividad entre crisis o a las propias crisis. A veces, sobre todo en varios tipos de epilepsia extratemporal, se utilizan mantas de electrodos, organizados en retícula, que se
colocan por debajo de la duramadre. Esta técnica de electrocorticografía se utiliza para la localización del foco a extirpar (véase el recuadro “Técnicas de registro electroencefalográfico invasivo”).
El dedo en la llaga Con una combinación de estas herramientas de registro podemos abordar los cambios en el potencial de campo, que es una medida de la actividad sináptica promediada de varios cientos de miles de neuronas, situadas a diferentes escalas espaciales. Así, cuando un grupo de neuronas del foco epiléptico generan descargas paroxísticas, el registro in situ del potencial de campo por EEG invasivo muestra deflexiones rápidas, que se correlacionan con el registro macroscópico de puntas en el EEG de superficie o en las mantas. Nos es permitido así establecer la correlación entre la dinámica del foco y la microorganización de las diferentes zonas implicadas en la generación de eventos epilépticos. Para este propósito, las mantas subdurales han resultado especialmente eficaces. Cubren varios centímetros de corteza y posibilitan la exploración de la distribución espacial de la actividad epiléptica. Merced a las mantas se ha demostrado que la distribución de la actividad paroxística no es uniforme, sino que guarda una relación muy estrecha con las alteraciones estructurales subyacentes en los circuitos afectados. De estos estudios se desprende que, en la práctica y a pesar de la variabilidad interindividual en pacientes, no existe un foco único, sino que la actividad paroxística se encuentra distribuida. En la propia corteza temporal de pacientes de ELT, se han observado zonas de intensa actividad epiléptica, rodeadas de regiones de aparente normalidad electrocorticográfica. Utilizando varias configuraciones de mantas, se ha abordado el estudio del lóbulo temporal. Para este propósito, se suelen combinar mantas sobre la corteza lateral, con otras colocadas en la cara mesial del lóbulo temporal. Estos registros simultáneos de varios electrodos se someten a refinados análisis matemáticos idóneos para investigar la sincronización y organización espacio-temporal MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Estudios de sincronización en el lóbulo temporal Mapa de sincronización Corteza lateral
Matriz de sincronización Corteza temporal lateral 1
0
Corteza mesial
Corteza mesial
Corteza mesial
Corteza temporal lateral
de la actividad. Estos estudios demuestran que en la emergencia de la actividad paroxística interviene la sincronización dinámica entre diferentes poblaciones neuronales, situadas en la zona parahipocampal y la región cortical temporal (véase el recuadro “Estudios de sincronización en el lóbulo temporal”). Aprovechando la necesidad de introducir electrodos profundos para el diagnóstico clínico, se ha comenzado a emplear microelectrodos fabricados con alambres muy finos y que registran la actividad eléctrica de entornos de unas 100-200 micras. Con estos microelectrodos es posible recabar información adicional de la dinámica neuronal. Utilizando técnicas de análisis, se puede aislar, de entre toda la señal eléctrica, el disparo individual de diferentes neuronas y estudiar su relación con diferentes fases de los eventos epilépticos registrados a diferentes escalas espaciales. Este enfoque de ordenación del disparo (spike sorting) permite comprender la dinámica de interacción entre grupos de neuronas y, con ello, reconstruir circuitos funcionales en los que se puede establecer la relación entre el orden de disparo de diferentes células dentro del foco epiléptico (véase el recuadro “Registro extracelular de disparos neuronales”). Mediante la técnica de ordenación del disparo aplicada a pacientes de ELT, se ha comprobado que las neuronas localizadas en las regiones de actividad paroxística muestran mayores tasas de disparo y una mayor sincronización si se comparan con las neuronas registradas en áreas no epileptógenas. Estas células, cuya naturaleza se presume excitadora, están liderando el disparo del circuito. Sin embargo, la proporción de neuronas del área epileptógena que muestran individualmente descargas paroxísticas despolarizantes parece ser menor de lo que se pensaba y no llega al 10 %. Además, como ya ha sido comentado, algunas neuronas de regiones no epileptógenas pueden generar ráfagas de actividad que recuerdan en ciertos aspectos a las descargas paroxísticas ¿Cómo diferenciar entonces qué tipo de actividad es anormal y qué tipo es fisiológico utilizando los registros de EEG profundo?
Utilizando herramientas de análisis matemático se han estudiado las propiedades espacio-temporales de la actividad paroxística registrada en el lóbulo temporal. Para ello se combinan diferentes configuraciones de mantas que cubren la corteza lateral y la cara mesial. La imagen central muestra una matriz de sincronización calculada a partir del registro combinado de una manta de 20 electrodos en la corteza lateral y una tira de 8 electrodos en la corteza mesial. Con esta matriz las interacciones entre diferentes electrodos se cuantifican de acuerdo con un código de colores, según una escala numérica normalizada, donde 1 corresponde al máximo de sincronización. El análisis facilita la localización de las zonas con mayor actividad sincronizada, que pueden ser representadas en un mapa de sincronización (izquierda). En esta representación, las líneas de distinto grosor unen los electrodos que muestran diferentes grados de interacción.
Rizando el rizo El avance en los sistemas de registro y análisis aplicado al estudio de modelos animales de epilepsia y en pacientes de ELT está revelando nuevas pistas sobre la dinámica neuronal epiléptica. Además de intentar comprender las complejas bases de la reorganización excitacióninhibición que subyace a la generación de eventos epilépticos, otras piezas del rompecabezas comienzan a encajar. Tradicionalmente, los estudios de EEG empleaban filtros que cortan el registro de la actividad más lenta que 0,5 Hz y más rápida que 50-70 Hz. Puesto que las
ráfagas normales y las descargas paroxísticas comportan disparos de alta frecuencia, quedaba eliminada una parte esencial de la información. Además, durante las crisis o incluso previamente a ellas, se producen oscilaciones eléctricas por debajo de los 0,5 Hz, fruto de cambios operados en la composición iónica extracelular y cuyo impacto en la actividad neuronal es significativo. Pero en el transcurso de los últimos 10 años la aplicación combinada del EEG invasivo con filtros de banda ancha ha permitido el análisis simultáneo de todos (o casi todos) los componentes de
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Registro extracelular de disparos neuronales Con la aplicación de microelectrodos de múltiples contactos podemos aislar, de entre toda la señal registrada, los disparos provocados por células muy próximas a los puntos de registro. En el esquema de la izquierda se muestran dos microelectrodos con 5 contactos (en negro), introducidos dentro del circuito cortical. Los disparos generados por las células coloreadas son detectados por los contactos más próximos y aparecen mezclados entre toda la señal electrográfica (trazos negros, abajo). El uso de herramientas de análisis computacional nos permite aislar los disparos y asignarlos a neuronas individuales (azul, rojo y verde), una técnica conocida como ordenación del disparo. Una vez aislados, la señal original se somete a un segundo análisis; los puntos en los que cada neurona disparó son marcados según el código de colores. Este tipo de representación permite detectar sincronizaciones entre células en diferentes instantes de tiempo (líneas discontinuas), cuya cuantificación se consigue mediante la función de correlación y otras herramientas matemáticas, y así facilitar la detección de circuitos funcionales (derecha). Señal mezclada
250µV 25ms
Disparos aislados
Reanálisis de la señal
frecuencia. Se acaba de demostrar, por ejemplo, que las zonas epileptógenas del lóbulo temporal generan episodios de actividad rítmica de más de 400 Hz de frecuencia, frente a los 100-200 Hz registrados en las zonas electrográficamente normales del hipocampo y la región parahipocampal. Este tipo de actividad normal rápida, denominados rizos (ripples), parece deberse a la sincronización parcial de los disparos de pequeños grupos de
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Correlaciones
neuronas, aunque los mecanismos de generación están aún en estudio. En el caso de la zona irritativa, sin embargo, se han registrado rizos mucho más rápidos, que no podrían haberse percibido con los filtros habituales de los registros clásicos de EEG (véase el recuadro “Actividad paroxística de alta frecuencia”). Los rizos son oscilaciones normales del circuito hipocampal, que se registran con microelectrodos durante cier-
tas etapas del sueño o en situaciones de inmovilidad durante la vigilia en rata. En fechas recientes se ha descrito también su presencia en las áreas electrocorticográficamente normales de pacientes de ELT. Constituyen, se presume, el evento neurofisiológico que subyace a la formación de determinados tipos de memoria y son responsables de la transferencia de ésta desde el hipocampo hacia la corteza cerebral, para su consolidación y almacenaje. Sin embargo, la presencia de componentes de frecuencia más altos en las zonas epileptógenas del hipocampo de ratas epilépticas y en pacientes de ELT, sorprendió a los investigadores. ¿Acaso las neuronas del foco epiléptico disparan a mayor frecuencia durante las descargas paroxísticas? ¿Será éste el marcador electrográfico que buscamos? El descubrimiento de los rizos rápidos ha removido el campo de la investigación sobre la ELT. En algunos casos se ha podido encontrar una pequeñísima población de neuronas del foco que disparan ráfagas a alta frecuencia, por lo que se propuso que su hipersincronización podía ser responsable de los rizos rápidos registrados por medio de EEG profundo. No obstante, parece difícil que una pequeña población de neuronas pueda generar potenciales de campo tan grandes y ni siquiera en todos los modelos de epilepsia estudiados se ha podido detectar ese grupo celular. Recientemente, se ha propuesto que un fallo en la alineación de ráfagas normales generadas por poblaciones distantes de neuronas en la zona irritativa podía resultar en la emergencia de los rizos rápidos en el potencial de campo. De acuerdo con tal hipótesis, los rizos rápidos se deberían a la desorganización de los rizos; de hecho, parece posible el restablecimiento de los rizos normales con fármacos que operen sobre los mecanismos que determinan la alineación de las ráfagas. El debate permanece aún abierto. La aplicación de registros de EEG profundo de banda ancha ha sacado también a la luz la existencia de una interacción compleja entre diferentes tipos de actividad oscilatoria de las regiones epilepMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Actividad paroxística de alta frecuencia 0,5 mV 25 ms
Registro banda ancha (0,1 Hz - 10.000 Hz)
1000
Análisis wavelet
Frecuencia (hertz)
Liset Menéndez de la Prida es científica titular del Instituto Cajal del CSIC, donde dirige el Laboratorio de Circuitos Neuronales. Física de formación y doctora en neurociencias, sus estudios se centran en comprender los mecanismos que utilizan los circuitos neuronales para generar diferentes formas de actividad eléctrica, como las oscilaciones cerebrales y la epilepsia.
100
Registro banda ancha (0,1 Hz - 10.000 Hz)
Cola gamma
Rizos rápidos
Bibliografia complementaria A dvances in Understanding the Process
Puntas
of
Filtro convencional (0,1 Hz - 70 Hz)
Epileptogenesis Based on Patient Ma-
terial:
What Can the Patient Tell Us?
J. Engel, C. Wilson y A. Bragin en Epilepsia, vol. 44, supl. 12, págs. 60-71;
El análisis matemático de descargas paroxísticas registradas con microelectrodos ha evidenciado que muestran complejas interacciones entre los diferentes componentes de frecuencia, sobre todo en la banda de los 100-500 Hz. En la imagen se representa la potencia de la señal en cada banda de frecuencia según un código de color de mínimo (negro) a máximo (rojo). Esta aproximación saca a la luz un tipo de actividad oscilatoria que acompaña a las descargas y que exhibe componentes de frecuencia que alcanzan los 500 Hz. En la parte inferior de la figura se muestra el registro de banda ancha, donde se aprecia una actividad muy rápida; debajo, el mismo registro según se vería si se utilizaran los filtros del EEG acostumbrados. Con el filtro se elimina toda la actividad rápida que va asociada a las puntas. Este tipo de actividad oscilatoria de alta frecuencia asociada a las puntas se conoce como rizos rápidos (ampliado a la derecha). Las oscilaciones en la banda gamma (30-40 Hz), conocidas como colas gamma, pueden registrarse con microelectrodos.
2003. H istopathology and Reorganization of Chandelier Cells in the Human Epileptic Sclerotic Hippocampus. J. I. Arellano, A. Muñoz, I. Ballesteros-Yáñez, R. G. Sola y J. DeFelipe en Brain, vol. 127, págs. 45-64; enero 2004. Bases Fisiopatológicas de la Epilepsia del Lóbulo Temporal: Estudios en Humanos y
A nimales. J. Pastor, Y. G. Uzcátegui,
B. Gal, G. J. Ortega, R. G. Sola, L. Menéndez de la Prida en Revista de Neurología,
tógenas en la ELT. Se ha observado que a las descargas paroxísticas en la zona irritativa suelen seguirles ondas lentas que se registran tanto en las regiones que inician las crisis como en sus homólogas en el hemisferio contralateral normal. Asimismo, se ha detectado la presencia de oscilaciones de entre 30 y 50 Hz, que se corresponden con la banda gamma de actividad electroencefalográfica, organizadas en colas que suceden a episodios de rizos rápidos. En este caso, no han sido los filtros de banda ancha los que han facilitado su detección, pues estos ritmos están en el rango de los filtros convencionales, sino el uso de registros de EEG profundo, que han permitido colocar electrodos dentro del foco. Al parecer, este tipo de complejo electrográfico se asocia, de preferencia, con las zonas desde las que se inician las crisis (véase el recuadro “Actividad paroxística de alta frecuencia”). MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Continuará... Pedro fue operado en abril del año pasado. Los neurocirujanos accedieron a su lóbulo temporal izquierdo y le extirparon porciones de la corteza temporal lateral, la amígdala y la región más anterior del hipocampo. La evolución seguida es esperanzadora. Se halla en ese 75 % de casos en los que se logra dominar las crisis y previsiblemente dejará pronto la medicación. Para el grupo restante tendremos que seguir investigando. A buen seguro, muchos de los avances aquí descritos impulsarán nuevas tendencias en la clínica de la ELT en los próximos años. Sólo el trabajo combinado entre científicos básicos y clínicos, médicos y pacientes puede ayudarnos a empujar mucho más los límites de nuestra comprensión de una de las enfermedades neurológicas más frecuentes en el hombre.
vol. 42, n.o 11, págs. 663-667; 2006. R educed Spike-timing R eliability Correlates with the ples in the
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R at Epileptic H ippocampus.
G. Foffani, Y. G. Uzcátegui, B. Gal, L. Menéndez de la Prida en Neuron, vol. 55, págs. 930-941; 2007. A nalysis of D ynamic B rain O scill a tions:
M ethodological A dvances . M.
Le Van Quyen y A. Bragin en Trends in Neurosciences, vol. 30, n.o 7, págs. 365-373; julio de 2007. Synchronization Clusters of I nterictal
A ctivit y in the L ateral Temporal
Cortex of Epileptic Patients: I ntraope rative sis .
E lectrocorticographic A naly-
G. J. Ortega, L. Menéndez de la
Prida, R. G. Sola y J. Pastor en Epilepsia, vol. 49, págs. 269-280; 2008
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El poder y los peligros de la
intuicion
¿Cuál es la naturaleza de nuestros instintos viscerales? David G. Myers
U
na mañana de abril de 2001, Chris topher Bono, un adolescente pulcro y educado de 16 años, se acercó a Jackie Larsen en Grand Marais, en el estado de Minnessota. El coche del chico había sufrido una avería y necesitaba que alguien le llevara para así reunirse con unos amigos en Thunder Bay. Mientras hablaba con él, Larsen sintió que algo no iba bien. “Yo soy madre y tengo que hablarte como una madre”, dijo. “Por tus modales está claro que tienes una madre que te quiere.” A lo que Bono respondió: “No sé dónde está mi madre”. Después de despedirse del chico, Larsen llamó a la policía y sugirió que rastreasen su matrícula. El primero de julio de 2002, el piloto de un reactor de las Bashkirian Airlines de
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Rusia recibió la orden de ascender, dictada por el sistema anticolisiones de la nave. Orden que vino instada ante la súbita presencia de un avión correo de DHL en el espacio aéreo sobre Alemania meridional, sometido a control suizo. Pero, casi a la vez, desde la torre de control, cuyo sistema informático había sufrido una avería, el responsable tomó una decisión personal: “¡baje!”. El piloto ruso anuló el software y el avión tomó ángulo de descenso. La intuición de Larsen fue premonitoria. La policía siguió el rastro del coche hasta la madre de Bono. Acudió a su apartamento y encontraron su cuerpo brutalmente golpeado, dentro de la bañera. Bono fue acusado de asesinato en primer grado. El instinto del piloto también fue
crucial, pero con resultados trágicos. Los dos aviones colisionaron, provocando la muerte de 71 personas. Ante historias de ese tipo, resulta obligado preguntarse: ¿Cuándo representa la intuición una poderosa ayuda? ¿Cuándo es peligrosa? ¿Cuál es la razón de estas diferencias? “Enterrada en lo más profundo de cada uno de nosotros, yace una consciencia instintiva y sincera que nos ofrece, si nosotros se lo permitimos, la guía más segura”, ha afirmado el príncipe Carlos de Gran Bretaña. Pero, por muy brillante que pueda ser el personaje, puede equivocarse si se deja guiar por su intuición. “Soy un jugador visceral. Confío en mi instinto”, explicó el presidente George W. Bush a MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
© fotolia / Gilles Cohen (ojo); INVESTIGACION Y CIENCIA (fotomontaje)
Bob Woodward, del Washington Post, a propósito de la declaración de guerra contra Irak. Tal como nos incitan algunos libros de masas sobre “sanación intuitiva”, “aprendizaje intuitivo”, “dirección intuitiva” y “negociación intuitiva”, ¿deberíamos prestar más atención a nuestra “voz intuitiva” y ejercitar nuestra intuición? ¿O deberíamos, por contra, recordar la sabiduría del rey Salomón: “Necio es el que confía en su propio corazón”? Estas cuestiones, profundas y prácticas, llegan hasta el mismo núcleo de nuestra comprensión de la mente humana. Y las respuestas podrían proporcionarnos una valiosa guía en nuestra vida diaria a la hora de decidir si seguimos nuestra intuición o un razonamiento basado en MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
los hechos; por ejemplo, cuando entrevistamos a candidatos para un puesto de trabajo, invertimos dinero o ponderamos la honradez de alguien. Como han confirmado diversos estudios en los últimos diez años, nuestro cerebro funciona con una vasta mente inconsciente, que ni siquiera Freud pudo imaginar. Una buena parte del procesamiento de la información se desarrolla por debajo del umbral de la conciencia; por así decir, entre bambalinas, fuera del campo de visión. El grado en el que “los procesos inconscientes y automáticos afectan a todos los aspectos de la vida mental y social” es una verdad difícil de aceptar para la gente, afirma John Bargh, de la Universidad de Yale. Nuestra cons-
ciencia asume, de forma natural, que sus propias intenciones y decisiones rigen nuestra vida. Pero la consciencia sobrevalora su propia capacidad de control. En realidad, en el vuelo de la vida casi siempre estamos utilizando el piloto automático. Así como Galileo despojó a la Tierra de su privilegiada posición en el centro del universo, Bargh defiende que la investigación sobre el pensamiento automático despoja a la consciencia de su posición privilegiada. Estudiando las fuerzas que conforman nuestras intuiciones, se ha puesto de manifiesto la forma en la que esta parte escondida de la mente alimenta no sólo nuestra perspicacia y creatividad, sino también nuestros prejuicios implícitos y nuestros miedos irracionales.
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1. Intuicion:
Getty Images / ADRIAN WEINBRECHT
¿es o no digno de confianza?
¿Qué es la intuición?
RESUMEN
El doble filo de la intuición
1
La ciencia del conocimiento revela una mente humana de dos vías, diferenciando entre una “autopista” analítica y premeditada, y una “carretera secundaria” automática e intuitiva.
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En el curso de la vida, ganamos destreza intuitiva y aprendemos asociaciones que emergen en superficie constituidas en sentimientos intuitivos.
3
Como ilustran los estudios sobre los prejuicios implícitos y los temores mal ubicados, los sentimientos viscerales incontrolados pueden hacer que nos extraviemos.
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Consideremos la mente de dos vías revelada por la moderna ciencia cognitiva. En su conferencia de aceptación del premio Nobel de 2002, Daniel Kahneman apuntó que la Vía (o el “Sistema”) 1 —nuestra mente oculta e intuitiva— es rápida, automática, no requiere esfuerzo, es asociativa e implícita o no accesible por introspección y, frecuentemente, está cargada de emoción. La Vía 2 —nuestra mente familiar, consciente o explícita— es discursiva, secuencial y racional y requiere un esfuerzo para que funcione. Se cree que existen dos fenómenos que conforman el proceso que lleva a cabo la Vía 1. Kahnemen y el que fue su colaborador, Amos Tversky, propusieron la existencia de una primera influencia. Teorizaron que los humanos han desarrollado atajos mentales, llamados heurísticos, que les capacitan para juicios rápidos y eficientes. Los procesos heurísticos, “rápidos y frugales”, vienen a ser indicios perceptivos que habitualmente funcionan bien, aunque, en ocasiones, pueden desencadenar ilusiones o falsas percepciones. Asumimos intuitivamente que los objetos de aspecto borroso están más alejados que los nítidos y, generalmente, así es. Sin embargo, en una mañana de niebla, ese coche que tenemos delante puede estar más cerca de lo que parece. Una segunda influencia sobre nuestras intuiciones proviene de las asociaciones aprendidas, que automáticamente aparecen en la superficie constituidos en sentimientos que guían nuestros juicios. Nuestra historia vital nos proporciona un amplio repertorio de experiencias que conforman nuestras acciones. Si un extraño
se parece a alguien que antaño nos perjudicó o representó una amenaza para nosotros, podemos reaccionar con desconfianza, sin que recordemos conscientemente la experiencia del pasado. En un experimento dirigido en 1985 por Pawel Lewicki, de la Universidad de Tulsa, un grupo de estudiantes se dividió en dos partes más o menos iguales a la hora de estimar cuál de dos fotografías de mujer les parecía más amigable. Otros estudiantes, que habían tratado previamente con una experimentadora de trato cálido y sociable que se parecía a una de las mujeres, eligieron a esa persona en una proporción de seis a uno (véase la figura 2). En una continuación del ensayo, la experimentadora actuó de manera no amistosa con la mitad de los sujetos. Cuando, más tarde, éstos hubieron de volver a elegir entre las dos fotografías, evitaron en casi todos los casos la que se asemejaba a la experimentadora poco amistosa.
Los poderes de la intuición Nuestra mente explícita interactúa con nuestra mente implícita. Cuando hablamos, por ejemplo, comunicamos el significado deseado con sartas de palabras organizadas instantáneamente y que surgen sin esfuerzo de nuestra boca. Simplemente sabemos, sin saber cómo lo sabemos, pronunciar la palabra “pan” en vez de decir “par” o que debemos decir “un coche rojo” en vez de “un rojo coche”. Los estudios sobre “procesamiento automático”, “cebado subliminal”, “memoria implícita” y emociones instantáneas descubren nuestras capacidades intuitivas. MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
A
b
c
2. Despues de tratar con una amable experimentadora, los voluntarios preferían intuitivamente a alguien que se parecía a ella (persona A). Sin embargo, si la experimentadora había tenido una acti-
CORTESIA DE PAWEL LEWICKI
tud poco amistosa, evitaban a la persona A.
MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Universidad de Harvard, y Robert Rosenthal, de la Universidad de California en Riverside, demostraron que a menudo nos formamos impresiones positivas o negativas de la gente en un mero “abrir y cerrar de ojos”, en un instante. Después de que los voluntarios de cierto ensayo observaran tres secuencias de vídeo de dos segundos cada una que mostraban a profesores enseñando, sus calificaciones de los profesores predijeron las calificaciones reales concedidas por sus propios alumnos al final del trimestre. Los investigadores hallaron que, para tener una idea de la energía y calidez de alguien, a menudo bastaba con sólo seis segundos. Los microinstantes de tiempo pueden ser reveladores. Lo ha comprobado Bargh en el trabajo que viene desarrollando desde finales de la década de los ochenta. Cuando mostraba la imagen de una cara o un objeto durante dos décimas de segundo, la gente la evaluaba instantáneamente. “Observamos que cualquier cosa se evalúa como buena o mala en menos de un cuarto de segundo”, afirmó Bargh en 1998. Gracias a las vías aferentes directas del ojo a los centros de respuesta rápida emocional del cerebro —obviando la corteza— no es infrecuente que sintamos antes de analizar. Hay razones biológicas, cabe presumir, para tales sentimientos instantáneos. Cuando nuestros antepasados se encontraban con extraños, quienes discriminaban con rapidez y eficacia entre enfado, tristeza, temor y felicidad tenían más probabilidades de sobrevivir y dejar descendencia. Y parece que existe fundamento en la presunción de que las mujeres actuales, como promedio, superan ligeramente a los varones en la rápida lectura de las emociones ajenas, afirma Judith Hall, de la Universidad del Nordeste, basándose en el análisis de 125 estudios. Por ejemplo, al mostrar un vídeo sin sonido, de dos segundos de duración, de una
3. Percibimos conscientemente una cara ilusoria que sobresale de una máscara que es realmente cóncava. Sin embargo, su mano “sabe” lo que la mente consciente no percibe y se introduce en la máscara para sacudir una mota en la cara. THE VISUAL BRAIN IN ACTION. SEGUNDA EDICION. A. D. MILNER Y. A. GOODALE. OXFORD UNIVERSITY PRESS, 2006
Visión ciega. Podemos encontrar un ejemplo llamativo de las dos vías de nuestra mente en los estudios que se realizaron sobre D.F., una mujer que había sufrido daños cerebrales por monóxido de carbono. La dejaron incapaz de reconocer objetos. Melvyn Goodale, de la Universidad de Ontario Occidental y David Milner, de la Universidad de Dirham, encontraron que, desde una perspectiva funcional, D.F. era ciega sólo en parte. Cuando se le solicitaba que insertara una tarjeta postal en una ranura vertical u horizontal de buzón, lo hacía intuitivamente sin error. Aunque era incapaz de estimar el espesor de un bloque de tarjetas que tenía delante, sí podía asirlo entre sus dedos índice y pulgar separados con la distancia correcta. Gracias a su “vista ciega”, actúa como si tuviera un “zombi interior”, afirman Goodale y Milner. Solemos considerar que nuestra visión es un sistema que controla las acciones guiadas por nuestro sentido de la vista. En realidad, la visión consta de dos sistemas, cada uno con su centro cerebral propio. Una “vía de percepciones visuales” nos capacita, en palabras de Goodale y Milner, para “crear el equipamiento mental que nos permite reflexionar sobre el mundo”, es decir, reconocer cosas y planear acciones. Una “vía de acciones visuales” guía nuestras acciones momento a momento. En ocasiones especiales, las dos pueden entrar en conflicto. Por ejemplo, de forma consciente percibimos una cara en altorrelieve en la “ilusión de la cara hueca” (en la cual una cara cóncava parece convexa). Al mismo tiempo, nuestra mano, guiada por el subconsciente, no dudará en introducirse dentro de la cavidad de la máscara cuando nos pidan que espantemos al insecto que tenemos en la cara (véase la figura 3). Lectura de “instantes”. En sus estudios ampliamente difundidos desde principios de la década de los noventa, Nalini Ambady, a la sazón en la
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corbis
4. Los maestros del ajedrez (que pueden tener 50.000 configuraciones almacenadas en su memoria) parecen elegir intuitivamente los movimientos adecuados.
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mujer enojada, las mujeres intuían que estaba discutiendo su divorcio y no criticando a alguien; acertaban más que los voluntarios varones. Las mujeres les superan también a la hora de detectar mentiras y de discernir si un hombre y una mujer se quieren de verdad o es una pareja fingida que está posando. Destreza intuitiva. Si la experiencia conforma nuestra intuición, entonces, mientras vamos aprendiendo a asociar indicios con sentimientos particulares, muchos juicios deberían hacerse automáticos. La conducción de un coche requiere concentración, pero con la práctica se convierte en una segunda naturaleza; nuestras manos y pies se desenvuelven con automatismo, mientras la consciencia atiende a otros asuntos. Los estudios sobre la destreza profesional aprendida revelan un automatismo también adquirido. En vez de dirigir sus pasos a través de un proceso ordenado de decisiones dendriforme, los mecánicos y médicos experimentados, después de escuchar brevemente y de una rápida ojeada, suelen encontrar el problema. Tras un vistazo sobre el tablero, los maestros de ajedrez (que pueden tener 50.000 configuraciones memorizadas) pueden jugar partidas de “ajedrez rápido” sin merma en su rendimiento. Los sexadores de pollo japoneses utilizan complicadas configuraciones de reconocimiento para separar hembras de machos, muy parecidos, hasta un millar de recién salidos del cascarón por hora, con una exactitud casi perfecta. Pero los expertos encuentran siempre muy difícil explicar la razón de su hazaña. La in-
tuición, dice el premio Nobel Herbert Simon, “es, simple y llanamente, reconocimiento”. Los experimentos demuestran que todos somos capaces de ese “aprendizaje inconsciente”. En la investigación de Lewicki, los voluntarios aprendieron a anticipar el cuadrante de la pantalla del ordenador donde iba a aparecer el carácter siguiente, antes incluso de mostrarse capaces de identificar la regla que gobernaba dicha aparición. En experimentos recientes desarrollados en la Universidad de Erfurt, el grupo de Tilmann Betsch, de la Universidad de Heidelberg, inundaron a los voluntarios con información sobre el comportamiento de varios valores de la bolsa a través del tiempo. Aunque los participantes eran incapaces de recordar después las distribuciones de ganancias, su sentimiento intuitivo acerca de cada uno de esos valores bursátiles “revelaba un notable grado de sensibilidad” a su comportamiento. A veces, el corazón tiene sus razones. Durante los años ochenta y noventa, Timothy D. Wilson, de la Universidad de Virginia, comprobó que los sentimientos viscerales habían predicho, mejor que las preferencias explicadas racionalmente, el futuro de las relaciones románticas de la gente y su satisfacción con láminas de obras de arte. Ap Dijksterhuis y su equipo, de la Universidad de Amsterdam, confirmaron los sorprendentes poderes del pensamiento inconsciente en experimentos en los que se ofrecía una compleja información acerca de posibles apartamentos, compañeros de habitación o láminas de obras de arte. Los investigadores invitaban a algunos participantes a manifestar sus preferencias tras leer, por ejemplo, una docena de datos informativos sobre cada uno de cuatro apartamentos. Los participantes de un segundo grupo, a los que se habían concedido varios minutos para analizar conscientemente la situación, mostraron una tendencia a tomar decisiones ligeramente más inteligentes. Pero los más acertados de todos, ensayo tras ensayo, fueron los de un tercer grupo cuya atención se distrajo durante un rato, permitiendo así que sus mentes procesaran la información inconscientemente y elaborasen juicios más organizados y decantados, con resultados más satisfactorios. No hay consejo mejor para quien se enfrenta con decisiones complejas, con implicación de factores múltiples, que tomarse el tiempo necesario. “Consultarlo con la almohada” y esperar al resultado intuitivo de nuestro procesamiento inconsciente. MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Los riesgos de la intuición Así pues, simplemente por vivir, adquirimos una destreza intuitiva que nos permite realizar acciones y juicios rápidos y sin esfuerzo. Sin embargo, la ciencia psicológica está repleta de ejemplos de individuos inteligentes que cometen errores intuitivos predecibles y, algunas veces, muy costosos. Estos errores se producen cuando nuestra experiencia nos conduce a una situación atípica o cuando un proceso heurístico rápido y algo turbio nos lleva por un camino equivocado. Tras contemplar la victoria apabullante de un equipo de baloncesto sobre unos débiles oponentes y pensando que el equipo es invencible, nos sorprenderemos si cae ante otro oponente, más fuerte. Podemos hacer un juicio instantáneo con el experimento siguiente: en los vocablos ingleses, ¿la letra k aparece con más frecuencia en la primera o en la tercera letra? Para la mayoría que sepa inglés, las palabras que comienzan por k se rebuscan en la memoria de forma inmediata. Así, utilizando la “disponibilidad heurística”, se asume que la k predomina en la primera posición, cuando, en realidad, la k aparece con doble o triple frecuencia en tercera posición.
Prejuicio intuitivo. Tras la diatriba antisemita del actor Mel Gibson durante un arresto por conducir en estado de ebriedad, luego de la vil respuesta racista del comediante Michael Richards a un negro que le increpaba y después de que, en dos incidentes diferentes, agentes de policía municipal de Nueva York acribillaran a residentes negros desarmados, todos los que perpetraron esas acciones aseguraron con énfasis que no eran racistas. En el nivel consciente de actitudes explícitas, pudieran tener razón. Pero sus actitudes inconscientes implícitas, y las nuestras, que manifiestan típicamente un recelo hacia los extraños o hacia los que nos recuerdan a gentes con las que en el pasado hemos tenido asociaciones negativas, podrían no estar de acuerdo. Tales sujetos exhiben una antipatía o un recelo primitivos y automáticos hacia personas a las que afirman profesar un sincero respeto y aprecio. Y mientras que nuestras actitudes explícitas pueden predecir nuestras acciones deliberadas e intencionales, nuestras actitudes implícitas, más remisas a cambiar, pueden entrar en erupción en forma de sentimientos espontáneos y exabruptos.
La intuición es poderosa, a menudo sabia y a veces peligrosa, en particular cuando sentimos en exceso y no pensamos lo suficiente.
Prejuicio automático
© PROJECT IMPLICIT/ANTHONY G. GREENWALD, MAHZARIN R. BANAJI Y BRIAN NOSEK
El Test de las Asociaciones Implícitas, desarrollado por Anthony G. Greenwald, de la Universidad de Washington, y Mahzarin R. Banaji, de la Universidad de Harvard, mide la velocidad con que los participantes emparejan palabras y categorías de personas; pulsan una tecla para indicar si la cara o la palabra está asociada con una categoría que aparece en la parte superior izquierda o derecha. Los emparejamientos más fáciles (respuestas más rápidas) reflejan asociaciones implícitas más fuertes (intuiciones) en la memoria. Por ejemplo, la gente
Negro o Bueno
Blanco o Malo
asocia una palabra tal como “agradable” con las flores antes que con los insectos. Las puntuaciones de los prejuicios implícitos (hacia los negros, los homosexuales, los musulmanes, los ancianos, los obesos, y otros) se correlacionan sólo modestamente con sus puntuaciones de los prejuicios explícitos. Existen indicios de que las áreas cerebrales asociadas con el temor intervienen en los prejuicios automáticos; las áreas asociadas con el pensamiento racional intervienen en las actitudes conscientes y controladas.
Negro o Bueno
Blanco o Malo
Alegría
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FUENTE: L. MOSCA, W. K. JONES, K. B. KING, P. OUYANG, R. F. REDBERG Y M. N. HILLIN en ARCHIVES OF FAMILY MEDICINE, VOL. 9, N.º 6; JUNIO 2000
Las mayores amenazas contra la salud percibidas en las mujeres (porcentaje)
0
10
20
30
40
Número real de muertes anuales entre las mujeres (en millares)
0
50
100
150
200
250
Enfermedades cardiacas Ictus n Cáncer de mama
5. Los temores intuitivos no se ajustan a la realidad. Se corroboró en una encuesta, realizada en 1997, entre 1000 mujeres norteamericanas de 25 o más años.
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En diversos experimentos se han mostrado, durante un breve instante, palabras o caras que “ceban” (activan automáticamente) estereotipos de algunos grupos raciales, de género o de edad. El Proyecto Implícito, una colaboración entre investigadores de Harvard, la Universidad de Virginia y la Universidad de Washington, ha analizado los resultados. Sin que los participantes sean conscientes de ello, sus estereotipos activados provocan que, a menudo, manifiesten una conducta sectaria. Cuando el cebado se hace con una cara negra, en vez de una blanca, los sujetos pueden reaccionar con mayor hostilidad hacia una petición molesta del experimentador. Y piensan con más frecuencia en armas: reconocen antes un arma o confunden una herramienta, como una llave inglesa, con una pistola. Incluso a las personas blancas en apariencia tolerantes e igualitarias tardarán más en identificar vocablos agradables (“paz” o “paraíso”) como “buenos” cuando se asocian con caras negras en vez de blancas. Si se percataran de la diferencia entre cómo deberían sentirse y cómo se sienten intuitivamente, el individuo inseguro de sí mismo podría intentar inhibir sus respuestas automáticas. No es fácil sobreponerse a lo que Patricia G. Devine, de la Universidad de Wisconsin en Madison, llama “el hábito de los prejuicios”. Si nos damos cuenta de que reaccionamos con suposiciones o sentimientos reflejos, no deberíamos desesperarnos, aconseja. No hay en ello ningún misterio. Lo que importa es lo que
hacemos en cuanto nos percatamos. ¿Permitimos que esos sentimientos dominen nuestra conducta? ¿Los compensamos, vigilando y corrigiendo nuestra conducta? Miedos intuitivos. A menudo tenemos miedo a cosas equivocadas. Con las imborrables imágenes del 11-S en la mente, mucha gente experimentó una intensa ansiedad si debía tomar un avión. Un miedo que se ajustaba a los datos empíricos. Según información del Consejo Nacional de Seguridad, de 2001 a 2003, los norteamericanos contaron con 37 veces más probabilidades de morir en un autobús interurbano que en un vuelo comercial, a igualdad de kilómetros recorridos. Para la mayoría de los usuarios del avión, los recorridos más peligrosos son los desplazamientos en automóvil hasta el aeropuerto y desde el mismo. En un estudio realizado a finales del año 2001, calculé que si los norteamericanos volaran un 20 por ciento menos y, en su lugar, viajasen en coche la mitad de esos kilómetros no volados, el número de personas fallecidas en accidentes de tráfico durante el siguiente año aumentaría en unos 800 muertos. En un artículo complementario, Gerd Gigerenzer, del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano de Berlín, confirmaba que en los últimos tres meses del año 2001 se produjo un aumento de 353 víctimas mortales en accidentes de tráfico en los Estados Unidos. Desde sus tumbas, los terroristas del 11-S seguían causando muertes. Y siguen alimentando el miedo. “Estamos golpeando a los terroristas en el extranjero para no tener que enfrentarnos a ellos en nuestra casa”, dijo Bush en una visita a Holland, mi patria chica en el estado de Michigan. “Los terroristas pueden atacar en cualquier lugar, en cualquier momento y con cualquier arma”, recalcó el departamento de Seguridad Interior. Veamos lo que sucede. En una encuesta de Gallup en 2006, el 45 por ciento de los nor teamericanos se confesaban “muy” preocupados o “algo” preocupados ante la posibilidad de que ellos o sus familias fueran víctimas de atentados. Sin embargo, la probabilidad de que el lector o yo estemos entre las víctimas de la próxima acción terrorista es infinitesimal. Incluso en 2001, el año en que más de 2900 personas perecieron en los ataques al World Trade Center y al Pentágono, el norteamericano medio estuvo sujeto a una probabilidad diez veces mayor de morir en un accidente de tráfico y a una probabilidad 100 veces mayor de sufrir una muerte lenta relacionada con el tabaco. MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
¿Por qué tememos tan a menudo las cosas que no deberíamos temer? ¿Por qué tantos fumadores (cuyo hábito acorta sus vidas en cinco años como promedio) sienten miedo a emprender un vuelo (que acorta nuestras vidas en una media de un día)? ¿Por qué tememos un ataque violento más que a la obesidad o la obstrucción arterial? ¿Por qué la mayoría de las mujeres han temido más al cáncer de mama que a las enfermedades cardiacas, de mayor carácter letal (véase la figura 5)? ¿Por qué tememos a los actos terroristas, trágicos pero aislados, más que a la omnipresente arma de destrucción masiva del futuro: el cambio climático? En pocas palabras, ¿por qué nos inquietamos por posibilidades remotas ignorando probabilidades mayores? La ciencia psicológica ha identificado cuatro factores que alimentan nuestras intuiciones de riesgo: • Tememos lo que nuestra historia ancestral nos ha preparado para temer. Con nuestro viejo cerebro que vive en un mundo nuevo, estamos dispuestos a temer el confinamiento y las alturas, las serpientes y las arañas, y a los humanos que no pertenecen a nuestra tribu. • Tememos lo que no podemos controlar. Sentimos que tenemos el control ante el volante de nuestro coche, pero no en el asiento 17B de un avión. • Tememos lo que es inmediato. La mortalidad por el tabaco y las amenazas de la elevación del nivel del agua del mar y los climas extremos pertenecen a un futuro lejano. El despegue del avión ocurre ahora mismo. • Tememos las amenazas rápidamente disponibles en la memoria. Si un cohete tierra-aire derriba a un avión de línea, las consecuencias serán traumáticas para la industria del transporte aéreo. Dada la dificultad de imaginar la probabilidad infinitesimal de que ocurra (entre 11 millones de vuelos comerciales anuales) precisamente en el avión en el que nos encontramos, la teoría de probabilidades no nos convence. Los temores intuitivos dominarán la mente racional. Por estas razones, apenas si experimentamos temor ante aquellos fenómenos que se cobran vidas de forma poco dramática (el tabaquismo mata silenciosamente a 400.000 norteamericanos cada año) y tememos en demasía los fenómenos que matan en grupos más espectaculares. Comparando nuestros temores intuitivos con los hechos reales, con pleno entendimienMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
to de cómo mueren las personas, podremos prepararnos para los mayores peligros del mañana y privar a los terroristas de su arma principal: el miedo exagerado. En un experimento presentado en la reunión de 2007 de la Sociedad Norteamericana para el Avance de las Ciencias, Paul Slovic, de la Universidad de Oregón, observó una tendencia paralela a sentir proporcionalmente poca preocupación por las numerosas víctimas de los genocidios y mayor preocupación moral por las víctimas individuales dibujadas con tintes dramáticos. En colaboración con Deborah Small, de la Universidad de Pennsylvania, y George Loewen stein, de la Universidad Carnegie Mellon, Slovic encontró también que el individuo se hallaba mejor dispuesto para contribuir con dinero en la ayuda a una niña famélica en concreto que a dar su óbolo por muchos de esos niños. Más aún, las donaciones disminuyeron notablemente cuando la imagen de la niña estaba acompañada de un resumen estadístico de los millones de niños necesitados. “Los números parecían bloquear los sentimientos de compasión de la gente hacia la joven víctima”, comentó Slovic. Aunque puede ser verdad que “el signo distintivo de un humano civilizado es la capacidad para sollozar cuando lee una columna de números” (como dicen que afirmó Bertrand Russell), la mente de la Vía lógica número 2 queda anulada por la mente de la Vía 1 basada en los sentimientos. La Madre Teresa hablaba por la mayoría de la gente: “Si miro a la multitud, nunca actuaré. Si miro a uno, sí lo haré”. De esta forma, la intuición —pensamientos y sentimientos rápidos, automáticos, sin la criba del raciocinio— cosecha nuestra experiencia y guía nuestras vidas. La intuición es poderosa, sabia a menudo y peligrosa en ocasiones, especialmente cuando sentimos en exceso y no pensamos lo suficiente. La ciencia actual del conocimiento refuerza nuestra apreciación de la intuición, pero también nos recuerda que la confrontemos con la realidad. El pensamiento inteligente y crítico comienza a menudo cuando escuchamos los murmullos de nuestra mente oculta y se va conformando a medida que evaluamos los hechos, ponemos a prueba las conclusiones y planeamos el futuro.
Bibliografia complementaria I ndividual D ifferences in R e asoning : I mplications for the bate?
R ationalit y D e -
K. E. Stanovich y
R. F. West en Heuristics and Biases. Dirigido por T. Gilovich, D. Griffin y D. Kahneman. Cambridge University Press, 2002. I ntuition: I ts P owers and P erils . D. G. Myers. Yale University Press, 2002. Strangers to O urselves : D iscovering the A daptive Unconscious. T. D. Wilson. Belknap Press, 2002. A P erspective on J udg ment and ping
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M. A. Goodale y A. D. Milner. Oxford University Press, 2005. I ntuition in J udgment and
David G. Myers ocupa la cátedra John Dirk Werkman de psicología en el Hope College. Su investigación en psicología social, financiada por ayudas de la Fundación Nacional de la Ciencia, y recompensada con el premio Gordon Allport, ha aparecido en revistas especializadas.
D ecision M aking. Dirigido por H. Plessner, C. Betsch y T. Bet sch. Erlbaum, 2007.
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toda s
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las ilu l stracion es de este articulo: gehirn & geist / ute kneise
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Se ha impuesto la moda. El tráfico amoroso constituye uno de los caudales más abundantes. Pese a los riesgos que entraña, su futuro parece prometedor Robert Epstein
1. BUSCADOR DE FELICIDAD. Millones de personas buscan en Internet su gran amor. Pero hay que andarse con ojo: a menudo, los príncipes y princesas soñados se transforman en la realidad en sapos.
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H Quienes se citan a través de la red se arrepienten a menudo de decir la verdad; consideran que demasiada sinceridad crea una mala impresión.
ará un par de años concerté, a través de Internet, una cita para tomar café con una mujer. Llegué temprano y me senté en una mesa bien visible. Unos minutos después, una mujer se acercó a mí, se sentó y con una amplia sonrisa dijo: “¡Hola, soy Chris!”. Pero Chris no era la mujer que aparecía en las fotos. No se trataba de que tuviera una edad diferente o hubiera cambiado de peinado; ante mí había una mujer completamente distinta. Chris trabajaba en marketing. Lo que significa que, para ella, era una cuestión estratégica rutinaria colgar fotografías que pudieran atraer al mayor número de “clientes” potenciales. Lo pasé bien charlando y tomando algo sin mencionar ni una palabra sobre las fotos. Unas semanas después me di cuenta de que Chris había sustituido de nuevo las fotos por las de otra mujer. Sólo en Estados Unidos se cuentan por decenas de millones las personas que cada día buscan pareja a través de Internet. ¿Qué grado de veracidad tienen los anuncios que encuentran? ¿Cuánto éxito alcanza el método cibernético de citas comparado con el tradicional? Ante la necesidad de contestar a estas y otras preguntas, se han prodigado las investigaciones realizadas por científicos sociales. Con los primeros resultados han aparecido numerosas sorpresas sobre el nuevo mundo de las citas y algunas de las conclusiones podrían ser de gran valor para millones de personas que actualmente se conectan a Internet deseosas de cariño.
Engaño a paso lento Experiencias como las que tuve con Chris se multiplican por miles: algunos mienten en Internet sobre su edad, estado civil, progenie, apariencia física, sueldo o profesión. Existen incluso sitios en la red, como www.DontDateHimGirl.com (ChicaNoQuedesConEl) en los que el usuario entra para quejarse. Hay ya pretendientes contrariados que han demandado a empresas de servicios en red. Para situarnos en contexto, recuérdese que el engaño ha desempeñado siempre un papel en el cortejo. Uno podría incluso afirmar que el engaño es algo necesario para atraer a una pareja potencial (“¡Sí, me encantan los deportes!”), incluso para conseguir relaciones satisfactorias duraderas (“¡No, ese vestido no te hace gorda en absoluto!”).
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Pero el ciberespacio ofrece un amplio abanico de nuevas posibilidades. Un sondeo llevado a cabo por Jeana Frost, de la Universidad de Boston y del Instituto de Tecnología de Massachusetts, sugiere que alrededor de un 20 por ciento de los que se citan a través de la red admiten que engañan. Si se les pregunta sobre si otras personas engañan —una táctica de entrevista que probablemente se acerca más a la realidad—, el porcentaje sube hasta el 90 por ciento. Como la información que ofrece uno mismo puede no ser fiable, especialmente la de aquellos a quienes se les pide que confiesen algo malo sobre sí mismos, varios investigadores han buscado formas objetivas de cuantificar el engaño en ese medio. Jefferey Hancock, de la Universidad de Cornell, y Nicole Ellison, de la Universidad estatal de Michigan, llevan los voluntarios a un laboratorio y les miden la estatura y el peso, para después compararlos con las medidas que aparecen en sus propios perfiles en la red. Los datos preliminares sugieren que, en promedio, en los perfiles de la red las personas reducen su peso casi dos kilos y medio y añaden algo más de dos centímetros y medio a su estatura. Según Ellison, aunque el engaño “es bastante común, las mentiras son de escasa entidad”. Por otro lado, afirma que cuanto más bajas y más gruesas son las personas, mayores son las mentiras. En otro intento por recoger datos objetivos sobre ese tipo de engaño, Guenter Hitsch y Ali Hortaçsu, de la Universidad de Chicago, y Dan Ariely, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, compararon la estatura y el peso de quienes se citaban en la red con las estadísticas obtenidas de los datos del censo nacional sobre esas mismas variables. Al igual que Hancock y Ellison, descubrieron que tanto hombres y mujeres exageran su altura en Internet en alrededor de dos centímetros y medio, pero que las mujeres parecen rebajar el peso a medida que avanzan en edad: alrededor de dos kilos y medio las veinteañeras, ocho kilos las treintañeras y unos nueve kilos las cuarentonas. Las facetas que más falsean los varones en Internet son el nivel de estudios, los ingresos económicos, la estatura, la edad y el estado civil; por los menos un 13 por ciento de los pretendientes masculinos de Internet están casados. Las facetas que más falsean las mujeres son el
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Decálogo de los enamorados a través de la red 1. Sea impreciso. Cuanta más información proporcione, peor impresión creará, como muestra la investigación realizada por Michael I. Norton, de la Universidad de Harvard, Jeana Frost, de la Universidad de Boston y del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y Dan Ariely, del MIT. La gente confunde la imprecisión con el atractivo y rellena, de acorde con sus propios sueños, los detalles que faltan. 2. Sea entusiasta. Larry D. Rosen, de la Universidad estatal de California en Dominguez Hills, pidió a un grupo de mujeres que eligieran entre varones que habían enviado mensajes electrónicos neutros (“Me gusta mi trabajo”) y hombres cuyos mensajes eran entusiastas (“Me encanta mi trabajo”); tres de cada cuatro mujeres prefirieron a los últimos. 3. Tómese un café. Si cree que existe alguna posibilidad de llegar a una relación, dé el paso para quedar en un encuentro corto, seguro y cara a cara. La cantidad de información que consigue en cada cita real en sólo unos minutos invalida rápidamente cualquier otra impresión que se pueda haber creado en múltiples mensajes de correo electrónico o incluso en conversaciones telefónicas.
6. No se enganche. El mundo de las citas a través de la red es vastísimo. Uno se pasa varias horas al día enviando mensajes, contestando los que recibe y buscando perfiles. Por desgracia, esta actividad casi nunca desemboca en una relación, ni siquiera en una llamada telefónica. Intente limitar a unos minutos al día el tiempo que dedica a esas citas; y no se olvide de las alternativas del mundo real: hágase miembro de algún club o apúntese a unas clases. 7. Sea sincero. Aunque cualquier cita amorosa conlleva cierta dosis de engaño, la falta de sinceridad al final fracasa. Importa presentarse a sí mismo de la manera más honesta posible, aunque tampoco hay que excederse. 8. Establezca contacto. La investigación realizada por Andrew Fiore, de la Universidad de California en Berkeley, muestra que lo que mejor predice cuántos mensajes de correo electrónico recibe la gente es cuántos envía. Si usted realmente quiere encontrar a alguien, no se quede de brazos cruzados. Inicie el contacto y responda a los mensajes interesantes que reciba.
4. No pague. Evite tarifas mensuales altas —en realidad, cualquier tipo de tarifa— buscando suscripciones gratis, o apúntese a una de las redes sociales gratuitas. Cuídese de los sitios virtuales que anuncian “pague por responder”, ya que le permiten apuntarse sin pagar pero le cobran antes de que pueda responder a cualquier mensaje de correo electrónico.
9. Implique a sus amigos. Busque servicios en red que permitan a sus amigos y familiares conectarse con usted —preferiblemente gratuitos— y deje que le ayuden a encontrar a su pareja. Para evitar problemas, el encuentro real nunca debe darse en lugares aislados.
5. Olvídese de los cuestionarios. Hasta que los cuestionarios de afinidad disponibles en Internet adquieran validación científica, no pierda tiempo ni dinero en los sitios que le ofrecen encontrar su pareja ideal por medio de cuestionarios. Hoy en día nadie sabe cómo se consigue esa afinidad. Aun cuando en algún momento se validaran estos cuestionarios, recuerde el problema de los “falsos negativos”: el cuestionario puede erróneamente alejarle de su pareja ideal.
10. Sea paciente. Con anuncios que hacen promesas exageradas y millones de personas disponibles a un click del ratón, sus expectativas necesariamente tienen que ser altas. Pero la cita cibernética es una experiencia lenta y frustrante para la mayoría. Calcule que pasará por los menos de tres a seis meses, e incluso mucho más, buscando a alguien compatible. —R.E.
peso, la apariencia física y la edad. Todos los estudios de interés muestran la importancia de la apariencia física para ambos sexos. Quienes se citan a través de la red interpretan la falta de fotos algo negativo. Según un reciente sondeo, los perfiles de hombres sin foto reciben una cuarta parte de las respuestas de los que tienen foto, y los perfiles de mujeres sin foto reciben solamente una sexta parte de las respuestas de los que sí la ofrecen. Según un estudio, solamente el uno por ciento de quienes se citan en la red definen su apariencia como “peor que la media”.
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Las razones de la falsedad ¿A qué se debe tanta inexactitud? Según una hipótesis avanzada a finales de los años ochenta y principios de los noventa por Sara Kiesler y sus colegas de la Universidad Carnegie Mellon, la comunicación transmitida por ordenador desinhibe, por su propia naturaleza, y provoca que las personas digan cualquier cosa que les pase por la mente. Como generalmente se utilizan pseudónimos en vez de nombres reales, las divagaciones son anónimas y, por lo tanto, no están sujetas a las normas sociales. Tampoco hay consecuencias o manifestacio-
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En las citas virtuales no hay que preocuparse por la seguridad, un problema que impide a menudo el encuentro personal reservado.
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nes físicas —no hay comunicación gesticular visible, arqueo de cejas, muecas, etc.— que hagan que la gente reprima su comportamiento. Como resultado, quienes se citan en ese medio tienden a construir lo que Ellison y sus colegas Jennifer Gibbs, de la Universidad de Rutgers, y Rebecca Heino, de la Universidad de Georgetown, llaman un “yo ideal”, sustituto del yo real. Un estudio publicado recientemente por Ellison y sus colegas sugiere incluso que quienes se citan a través de la red se arrepienten a menudo de decir la verdad, consideran que demasiada sinceridad, especialmente en lo que se refiere a los rasgos negativos, crea una mala impresión. También existen razones prácticas para mentir. Un estudio reciente muestra que los hombres que declaran que sus sueldos superan los 250.000 dólares reciben el 151 por ciento más de respuestas que los que declaran ganar menos de 50.000. Muchas mujeres no tienen reparo en anunciarse más jóvenes de lo que reseña el carné de identidad; en sus perfiles a menudo aparece una edad muy inferior a su edad real para asegurarse de no quedar fuera en la búsqueda. (Como los hombres acotan sus búsquedas, las mujeres que se anuncian con edades que superan esa acotación nunca aparecerán en pantalla.) Con mi ayudante de investigación, Rachel Greenberg, examiné la cuestión de la edad trazando un histograma de edades de 1000 hombres y 1000 mujeres seleccionadas al azar de la base de datos nacional de Match.com, posiblemente la empresa de servicios de búsqueda de pareja más importante. Inferimos que después de los 29 años —en nuestra cultura tendemos a volvernos sensibles a hacernos mayores a partir de esta edad— podemos ver algunos patrones distintivos en la distribución por edades.
En los hombres aparecía un pico discreto en la distribución a los 32 años y otro más pronunciado a los 36. El número de varones que declaran 36 años era espectacularmente más alto que la frecuencia media de hombres de edades entre 37 y 41 años. En las mujeres descubrimos tres picos de edad claros: a los 29, a los 35 y a los 44. La diferencia entre el número de mujeres que declara 29 y la frecuencia media de las que confiesan entre 30 y 34 superaba casi ocho veces lo que esperaríamos por azar. Aparentemente, las mujeres a ciertas edades rehúsan revelarlas; y existen otras edades especialmente atrayentes, presumiblemente porque se estigmatizan menos en nuestra cultura.
Cuestionarios que fallan Llevo investigando aproximadamente 30 años, casi la mitad de ese tiempo diseñando cuestionarios. Cuando veo anuncios insólitos de cuestionarios informáticos que prometen encontrarle al usuario su pareja ideal, no puedo menos que preguntarme “¿Cómo podría crearse un cuestionario así?”. Lo cierto es que no existe. Para que los científicos tomen en serio una evaluación psicométrica, el cuestionario debe superar dos obstáculos. Ha de demostrar su fiabilidad, lo que significa que puedes contar con él para conseguir resultados sólidos. Y ha de demostrar que es una medida válida de lo que se supone que se está midiendo. La validez de un cuestionario capaz de encontrar una pareja compatible se establecería revelando que la unión romántica resultante tiene de verdad éxito. Los criterios para establecer la fiabilidad de los cuestionarios son bastante rigurosos. Una vez reunidos los datos relevantes, los resulta-
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dos se someten al examen de la comunidad científica y finalmente se publican en una revista académica en forma de artículo sujeto a “revisión por pares” (la que efectúan investigadores reconocidos del mismo campo). Varios servicios de la red se sustentan sobre la afirmación de que tienen cuestionarios de afinidad “científicos”, poderosos y efectivos; en particular eHarmony.com, promovido por Neil Warren; PerfectMatch.com, promovido por Peper Schwartz, de la Universidad de Washington; y Chemistry.com (un producto derivado de Match.com), promovido por Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers. Pero ninguno de los cuestionarios que ofrecen ha sido sometido al tipo de verificación científica externa expuesto aquí. ¿Por qué una gran empresa como eHarmony, que alardea de sus más de 12 millones de usuarios, no somete su cuestionario “científico, de 29 dimensiones”, al proceso de validación
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científica? En 2004 el personal de eHarmony presentó un trabajo en un congreso en el que afirmaba que las parejas casadas que se habían conocido a través de eHarmony eran más felices que las que se habían conocido por otras vías. Un trabajo de esa índole acostumbra presentarse anteriormente, para su posible publicación, en una revista sujeta a revisión por pares. No ha aparecido todavía, sin duda debido a sus evidentes errores. De ellos, el más criticable es que los matrimonios del estudio de eHarmony eran recientes (llevaban casados una media de 6 meses), mientras que las parejas del grupo de control (que se habían conocido por otras vías) habían pasado con creces el período de luna de miel (llevaban casados una media de
2. EL YO IDEAL. También los hombres engañan en las citas por ordenador, no tanto en cuanto a su aspecto, como en cuanto a sus ingresos y nivel académico. Con éxito: con los “ricos” se conectan muchas más pretendientes.
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es posible que un cuestionario de la red pueda decidir si una persona debe emparejarse con alguien parecido, con alguien diferente o con alguna mezcla mágica? Aun cuando los cuestionarios de afinidad se validaran y aparecieran en Internet, ¿cómo podrían pronosticar lo que sentirán dos personas cuando se encuentren, cuando esa “química” que es fundamental entre en acción? Curiosamente, eHarmony no pregunta por sus cualidades somáticas a los usuarios, a pesar de que las investigaciones muestran inequívocamente que la apariencia física tiene importancia tanto para varones como para mujeres. Pero el mayor problema de tales cuestionarios reside en el “problema del falso negativo”. Un cuestionario que decide con anterioridad con quién puedes quedar y con quién nunca vas a quedar, cierra la posibilidad de que lleguen a conocerse ciertas personas que quizá podrían adorarse. La buena noticia es, sin embargo, que según Larry D. Rosen, de la Universidad estatal de California en Dominguez Hills, “en nuestro estudio solamente el 30 por ciento de la gente dice que los utilizan [los cuestionarios de la red] alguna vez, y la mayoría de ellos los considera ridículos”. 3. VERDE ES LA ESPERANZA. Hay que besar a muchas ranas antes de dar con un príncipe. Estadísticamente: sólo con 346 citas por Internet se llega a tener una probabilidad del 50 por ciento de llegar a casarse.
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2,1 años). (Solicitamos una entrevista para este artículo al personal de eHarmony, entre ellos a su fundador, Neil Warren, pero no recibimos respuesta.) En 2005, utilizando las propias estadísticas de eHarmony, un equipo de expertos —entre ellos Philip Zimbardo, ex presidente de la Asociación Norteamericana de Psicología— concluía en un libro blanco en red: “Cuando eHarmony recomienda a alguien como pareja compatible, existe una posibilidad entre 500 de que lleguen a casarse... Dado que eHarmony despacha alrededor de 1,5 parejas al mes, si usted saliera con todas ellas, le llevaría 346 citas y 19 años alcanzar [un] 50 % de oportunidades de casarse”. El equipo también hizo la aplastante observación de que “no existen pruebas de que... la psicología científica sea capaz de emparejar individuos que disfrutarán de matrimonios felices y duraderos”. Piense lo difícil que es una tarea así. La mayoría de los emparejamientos a través de la red se hacen uniendo a personas que son “parecidas” en varios aspectos. Pero no hace falta irse muy lejos. Si nos fijamos en nuestra propia familia y en los amigos, la similitud no siempre pronostica el éxito de una relación. Algunas veces los opuestos se atraen. ¿Cómo
Muchas esperanzas y pocas posibilidades La publicidad de las empresas más importantes de servicios de citas por Internet —Match, eHarmony, True.com y Yahoo! Personals— anuncia que más de 50 millones de norteamericanos utilizan este tipo de servicios en la actualidad (suponiendo que existe un solapamiento de los usuarios relativamente bajo) y que los niveles de satisfacción son altos. Pero en recientes estudios independientes se sugiere que a finales de 2005 sólo 16 millones de norteamericanos utilizaban los servicios de citas en red y que los niveles de satisfacción eran bajos. Basándose en un sondeo telefónico realizado a más de 2000 personas, Jupiter Research afirma que “apenas la cuarta parte de los usuarios declaraba estar muy satisfecho o satisfecho con los sitios web de relaciones personales”. Otro extenso sondeo realizado por Pew Internet&American Life Projects sugiere que el 66 por ciento de los usuarios de Internet cree que esas citas son una “actividad peligrosa”. Según Trish McDermott, durante mucho tiempo portavoz de Match y actualmente ejecutivo de Engage.com, la confusión sobre el número de usuarios resulta del hecho siMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
guiente: aunque una empresa importante como Match anuncie que tiene 15 millones de usuarios, menos de un millón son clientes que realmente pagan. Los demás tienen colgados sus perfiles completos en Internet —una buena estrategia de marketing—, pero no pueden responder a los mensajes de correo electrónico. Esta es una de las numerosas razones, según McDermott, por las que muchos usuarios que pagan se frustran por la falta de respuesta a sus mensajes de correo electrónico; la mayoría de los que aparecen en los perfiles, no puede responder. Una de mis mayores inquietudes sobre las citas en red guarda relación con “el problema del click”. En EE.UU. hay dificultades para mantener un compromiso; ésta es una de las muchas razones por las que aproximadamente la mitad de los matrimonios primerizos y alrededor de dos terceras partes de los que se casan por segunda vez, terminan en divorcio. El sistema de citas en red empeora las cosas. No importa el mensaje que recibamos de Hollywood, para mantener una relación duradera se requiere paciencia, habilidad y esfuerzo. En el ciberespacio, la oferta es tan amplia y se funciona tan rápido, que hay pocas personas dispuestas a soportar siquiera la más mínima imperfección en una pareja potencial. Si alguien no tiene la estatura adecuada, no calza los zapatos adecuados o no cuenta el tipo de chiste adecuado, queda desestimado al instante. Después de todo, es muy sencillo volver a llenar ese vacío ya que hay decenas de miles de parejas potenciales al alcance de un click.
Citas virtuales y más A pesar de todos estos problemas, las citas vía red y la búsqueda de parejas compatibles parecen tener un futuro brillante. El interés aumenta con presteza y la competencia obliga a ir renovando los tipos de servicios que se ofrecen. El modelo de citas está evolucionando con rapidez. La fase uno —la amplia oferta— es la que utilizan empresas como Match, True y Yahoo! Personals. La fase dos —el cuestionario largo— es el pan de cada día de empresas como eHarmony y PerfectMatch. La fase tres se halla todavía en desarrollo. Engage, por ejemplo, permite que los amigos y familiares de los usuarios puedan conectarse con ellos, recorrer los perfiles, examinar a las personas y buscarles parejas compatibles. Los usuarios pueden también opinar sobre lo educadas que son sus citas, así como sobre la MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
veracidad de sus perfiles. Este es el nuevo enfoque “de comunidad” en la búsqueda de pareja compatible, una forma de correctivo naturalista y social para el engaño, que es la plaga del ciberespacio. El enfoque de comunidad se manifiesta con nitidez en los nuevos sitios web de redes sociales que crecen sin control como Facebook, Friendster y MySpace. Sólo MySpace tiene más de 100 millones de usuarios. Aunque los sitios de redes sociales atraen, sobre todo, a los usuarios jóvenes y no son estrictamente de citas, remiten a la comunidad a las citas que se generan en ellos. En los grandes enclaves de citas como eHarmony y Match, las parejas se encuentran en lugares aislados, algo que preocupa enormemente a Ellison y a otros investigadores de este campo. Se ha dado ya el siguiente paso en el campo de las citas por red: las citas virtuales. Frost y Ariely, y Michael I. Norton, de la Universidad de Harvard, han anunciado recientemente que, utilizando un software especial, desarrollado por el laboratorio de medios de comunicación del MIT, personas que habían tenido la oportunidad de relacionarse (solamente a través del ordenador) en un tour virtual en un museo, posteriormente tuvieron más éxito en los encuentros cara a cara que aquellos que sólo habían accedido a los perfiles. Existe también una gran ventaja: en las citas virtuales no hay que preocuparse por la seguridad, un problema que impide a menudo el encuentro personal reservado. Tome esto sólo como un pequeño adelanto: gente que queda y charla en un café virtual de los Campos Elíseos de París, viéndose y escuchándose a través de Internet, relacionándose en un escenario agradable. Andrew Fiore, doctorando de la Universidad de California en Berkeley, que estudia el mundo de las citas cibernéticas, sugiere que en unos pocos años estaremos capacitados para añadir componentes psicológicos a la experiencia; ¿el sonido de los latidos del corazón, quizá? Si a la búsqueda de parejas compatibles basada en comunidades añadimos las citas virtuales enriquecidas, habremos convertido Internet en la alcahueta mayor que jamás ha conocido el mundo.
Bibliografia complementaria M e e t i n g , M at i n g a n d Cheating: S ex , L ove, and the
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Robert Epstein, doctor por la Universidad de Harvard, trabajó como asesor para Engage.com. Acaba de publicar The Case against Adolescence: Rediscovering the Adult in Every Teen (2007).
D i s p o n i b l e e n w w w. p e w i n t e r n e t .o r g / p d f s / PIP_Online_Dating.pdf.
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Terapia sinergética ¿Es osado describir la psique humana con matemática abstracta? Con los instrumentos de la sinergética, los terapeutas pueden interpretar y dirigir el éxito de diversos métodos de tratamiento Günther Schiepek y Vinzenz Schönfelder
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gehirn & geist / moritz vahrmeyer
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esde hace años, Cristóbal Arrúa, démosle ese pseudónimo, tiene un pánico cerval, irreprimible, a la suciedad y a los gérmenes nocivos. Cuando sobreviene la crisis, se lava una y otra vez las manos. Aunque sabe que sus rituales lavatorios no son normales, no puede cortarlos. Un caso inequívoco de “trastorno compulsivo”, diagnostica el psicólogo. En razón del mismo, Arrúa ha perdido la flexibilidad que suelen exhibir las personas sanas. Algo similar observan también los terapeutas en otros trastornos psíquicos. Los pacientes se muestran cautivos de sus pautas de pensamiento y acción. Todas las conversaciones y medidas terapéuticas suelen cambiar poco a la larga; después, basta un suceso, marginal quizá, para que, de repente, el paciente haga progresos meteóricos. Los investigadores se esfuerzan en captar esa dinámica, difícil de calcular, mediante conceptos generales para comprenderla así mejor. Se valen de las ideas de la sinergética. Así, MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
consideran al hombre un sistema que se rige por principios matemáticos. No importa tanto comprender el concierto de los miles de millones de neuronas que están en la base de los fenómenos psíquicos cuanto pronosticar el comportamiento de sistemas complejos, incluso cuando se desconocen los detalles. De hecho, las observaciones clínicas y diversos estudios confirman que, con ayuda de la sinergética, los psicoterapeutas pueden describir procesos de tratamiento y, hasta cierto punto, guiarlos. La sinergética, “doctrina de la cooperación” (del griego “syn”, con, y “ergon”, obra, trabajo) nació como una teoría física. Hermann Haken la desarrolló, a finales de los sesenta del siglo pasado, para explicar el modo de funcionar del láser. Sabemos, desde hace tiempo, que puede aplicarse a muchos otros sistemas de la biología y la sociología. Es central el fenómeno de la autoorganización: acumulaciones de muchos elementos interactuantes entre sí configuran espontáneamente un modelo.
1. VIVIR Y NO SUFRIR. Los trastornos psíquicos atormentan a muchas personas. La teoría de la sinergética colabora a explicar bajo qué condiciones se liberan algunas pautas de conducta enfermizas.
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gehirn & geist / vinzenz schönfelder
2. BALLET CON LOS DEDOS. En un experimento del investigador Scott Kelso los probandos tenían que mover los dedos índices de ambas manos unas veces siguiendo una simetría especular (arriba) y otras en paralelo (abajo). Al acelerar el ejercicio tendían espontáneamente a la variante de la simetría especular.
3. UNIVOCO — AMBIGUO. ¿Una copa o el perfil de dos personas? Cada dos segundos la figura “bascula” en nuestra percepción entre ambas interpretaciones.
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La sinergética se plantea cuestiones del tenor siguiente: ¿De qué modo los modelos naturales mencionados dependen de las condiciones externas e internas? ¿Cómo y cuándo pasan los sistemas físicos o biológicos de un estado de orden al siguiente? Haken demostró que un número grande de grados de libertad de los sistemas desordenados disminuye drásticamente bajo determinadas condiciones y aparecen inevitablemente modelos ordenados. Matemáticamente se puede describir, por medio de un restringido número de variables, los organizadores, el comportamiento de cada elemento del sistema. Y adelantar qué modelo se impone, por ejemplo, si un láser empieza a emitir. También la psique humana puede considerarse un sistema muy complejo que se organiza a sí misma. Wolfgang Metzger (1899-1979), psicólogo de la Gestalt, postulaba en 1940: “El orden puede surgir, en algunas circunstancias, por sí mismo, sin la intervención de una mente ordenadora”. Una formación flexible de modelos y procesos de orden entrarían en acción, por ejemplo, en la formación de la memoria, en el control del movimiento y en la percepción. A principios de los años ochenta del siglo pasado, se logró demostrar esa conjetura con modelos matemáticos procedentes de la sinergética. En aquella época, Scott Kelso, neurólogo de la Universidad de Connecticut, estudió la coordinación motora de los humanos. Pidió a los probandos que movieran de un lado para otro los dedos índices estirados de ambas manos, bien en paralelo o bien con simetría especular (véase la figura 2). Los tránsitos de estado se presentaron tal como predecía la sinergética: a un ritmo lento los probandos podían realizar sin problemas ambos movimientos de los dedos. Pero cuanto más rápido movían los dedos las personas del experimento, tanto más difícil les resultaba el modelo paralelo. A partir de una velocidad crítica, todos empezaban instintivamente con el movimiento de simetría especular. Por debajo mismo de esa frecuencia crítica, las mínimas perturbaciones provocaban la zozobra de los modelos del movimiento. Estas modulaciones se podrían predecir con precisión matemática. El resultado de Kelso supuso un cambio de paradigma en la investigación de la motricidad; lejos de la idea de un programa central que dirige la conducta, hacia la idea de la autoorganización. Existe una diferencia nítida entre los sistemas neuronales y los físicos; la acción recípro-
ca entre las neuronas del cerebro no es rígida, sino que varía constantemente. Además, en las redes neuronales puede originarse un amplio espectro de estados de orden estables; por el contrario, en los sistemas físicos se da sólo un número pequeño de soluciones discretas: el cerebro genera modelos de conducta y de percepción flexibles, pero un láser no genera más que luz de una longitud de onda fija. Los parámetros de control sinergéticos son difíciles de determinar en el hombre. En parte, no se muestran en las manifestaciones externas, sino que se ocultan en el interior de la persona. Por eso, la conducta humana cambia sin solución de continuidad, incluso en ausencia de influjos externos, mientras que las transiciones en los sistemas físicos acontecen después de intervenciones exteriores bien calculadas. Pero que las conductas humanas, como el caso de los ejercicios de dedos de Kelso, cuadren con tanta exactitud con las predicciones de la sinergética, sorprendió incluso al propio Hermann Haken. Por su parte, los psicólogos han aplicado con éxito la teoría de Haken a otros campos, tal el de las figuras oscilantes: representaciones ambivalentes que el cerebro puede interpretar de dos maneras. Con independencia de cuáles sean los procesos que se desarrollan en las neuronas, su interacción produce estados ordenados. Y al igual que en los estados físicos, también aquí son muy pocos los modelos estables. Con la sinergética se puede modelar matemáticamente con qué frecuencia aparecen los fenómenos oscilantes y cuánto duran.
Modelos matemáticos en la psicoterapia Más reciente es la aplicación de la sinergética a las funciones cognitivas superiores y a los trastornos psíquicos. De unos años a esta parte, investigadores de las universidades de Bamberg y Klagenfurt, dirigidos por Günter Schiepek, vienen ensayando su utilidad en la psicoterapia. El nuevo enfoque debe explicar, sobre bases científicas, los procesos de transformación. Volvamos a Arrúa. Su caso puede interpretarse desde una perspectiva sinergética: Arrúa se halla en un estado de organización estable, pero enfermizo, que, junto a su conducta compulsiva, determina también el trato con su compañera de muchos años. El desencadenante del problema fue una enfermedad contagiosa de la mujer, por lo que evitaba las prendas que MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
ella había llevado y los objetos que había tocado; posteriormente transfirió esa obsesión a la casa entera. Su situación, desesperada, requirió tratamiento clínico. La curación en la variante sinergética es el paso de un estado de organización patológico a otro estado de organización con una sana conducta flexible. Una mejoría duradera no se puede producir por una presión externa transitoria, sino sólo por una transformación en el seno del sistema. Corresponde a la psicoterapia establecer las condiciones previas para ello, desde el nivel de la neurobiología hasta el entorno social. Para formar un nuevo orden, los sistemas que se organizan a sí mismos deben, ante todo, salir del equilibrio. La energía requerida para ello proviene en la terapia, en la mayoría de los casos, del sufrimiento del paciente y del deseo de un cambio positivo. Arrúa también había desarrollado un fuerte deseo de deshacerse de su angustia. Por eso decidió someterse a un tratamiento clínico. Un presupuesto para el éxito de la terapia es que se encuentre en un entorno seguro y agradable, donde pueda tener una buena relación con el terapeuta (“condiciones marginales estables”, en la terminología de la sinergética). Después de cuatro semanas de tratamiento relativamente infructuoso, una sesión de pareja dio a Arrúa por fin el impulso decisivo: su compañera se retiró de la sala a mitad de la sesión, y él, preocupado, corrió tras ella. En la conversación final con la terapeuta se percató de lo mucho que dependía de su compañera para todo, a costa de su propia autonomía. Reconoció que los problemas en la relación eran una causa esencial de su trastorno compulsivo y resolvió separarse. Con esta decisión disminuyó de golpe el miedo a la suciedad y a los gérmenes patógenos; de forma paulatina volvió a tener emociones tanto positivas como negativas. El trastorno compulsivo de Arrúa puede describirse con la imagen de una esfera que está fija en una vaguada profunda de una región montañosa. Con gran esfuerzo se podría sacar la bola de su posición fija; pero se correría el peligro de que, de un momento a otro, volviera a rodar. Es mejor configurar el terreno de suerte tal, que los valles se allanen y la esfera sea algo más móvil; es decir, que el paciente pueda actuar con flexibilidad. No se trata, pues, de forzar desde fuera fobias y compulsiones, sino de diluirlos por alteracioMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Glosario: Conceptos básicos de la sinergética Autoorganización Constitución espontánea de formas espaciales, temporales o disposiciones funcionales en sistemas complejos sin intervención directa eterna.
Fluctuación Mide la oscilación de los registros dentro de un determinado período de tiempo. En comparación con las mediciones constantes o que tienen un incremento lineal, los rumbos en zigzag arrojan valores más altos.
Grados de libertad Precisan cuántas posibilidades tiene un sistema de cambiar su disposición. En general, los sistemas complejos tienen muchos grados de libertad. Puesto que un sistema ordenado sólo puede modificarse dentro de ciertos límites, la autoorganización se encuentra siempre ligada a una disminución de los grados de libertad.
Inestabilidad Estados de un sistema en los que pequeñas injerencias pueden provocar un efecto poderoso, como la formación de un nuevo orden. En los puntos de inestabilidad hay una reducción drástica de los grados de libertad; sólo aparecen pocos factores de orden, que determinen el comportamiento colectivo de las partes del sistema (“principio de esclavización”). Así se puede describir la conducta de los sistemas autoorganizadores con poco esfuerzo, aun cuando los detalles microscópicos no son comprensibles.
No lineales Todas aquellas relaciones que no se pueden representar por medio de una ley lineal (por ejemplo, la ley de la resistencia eléctrica de Ohm), como las dependencias exponenciales o discontinuas.
Orden (también: parámetro de organización) Mide con cuánta solidez se ha impuesto un determinado orden. El número de los ordenadores-organizadores es igual al número de los grados de libertad del sistema.
Parámetros de control Describen tanto la influencia del entorno en el sistema —por ejemplo, el transporte de energía en un láser— como también los influjos provenientes del interior del propio sistema. Los parámetros de control determinan las condiciones marginales de los procesos de orden. Con ello, controlan indirectamente la formación de pautas o modelos.
Sistema Estructura aislada del exterior, cuyas partes actúan entre sí. Los sistemas complejos constan de muchos elementos, que están acoplados unos con otros a través de diversas interacciones, en parte no lineales. La sinergética trata siempre con sistemas abiertos que intercambian energía o materia con el entorno.
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clinica universitaria de psiquiatria de la universidad ludwig maximilians de munich / centro de sistemas complejos
Día 8
Día 32
Día 59
4. EXITO TERAPEUTICO VISIBLE. Imágenes de la actividad cerebral del paciente Cristóbal Arrúa tomadas con resonancia magnética funcional al inicio, mediada y al final del tratamiento. La reacción al contemplar imágenes desencadenantes de trastornos personales (en comparación con otras que provocan repugnancia) disminuyó, sobre todo en la primera mitad de la terapia.
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nes internas (la transformación del terreno). Por eso, cada intervención debe armonizarse con los deseos y necesidades del afectado. En este contexto, la sinergética habla de resonancia. Para fomentar la motivación del paciente, el tratamiento debía ser, además, transparente, plausible y ajustado en el tiempo, pues las intervenciones en los sistemas sinergéticos sólo son eficaces, si se encuentran ya en un estado inestable. La sinergética da una respuesta negativa a los planes fijos de tratamiento médico. Por ejemplo, durante una entrevista el terapeuta se ha de dejar guiar por el paciente. En total concordancia con el principio de resonancia los terapeutas de Arrúa empezaron, por expreso deseo del paciente, con sesiones de avalancha, con un enfrentamiento ante estímulos desencadenantes de la compulsión: prendas de vestir, supuestamente infectadas con gérmenes patógenos de su compañera. La avalancha mostró pronto su eficacia. Ni siquiera ante estímulos potentes Arrúa sentía el pánico acostumbrado. Los procesos de disposición que se autoorganizan no se desarrollan de forma continua. Proceden a saltos. La mejora decisiva se manifiesta en estos casos a los pocos días (después de que el paciente haya sufrido durante años el trastorno compulsivo). Las mediciones con tomografía funcional confirmaban también este resultado: poco después de su ingreso en la clínica, las imágenes estimuladoras (comparadas con otras que provocan repugnancia o representaciones neutrales como pan enmohecido o una estantería de libros relucientes) desencadenan una actividad cerebral considerable y ampliamente repartida. Una medición tomada al poco de la separación de su compañera mostró una reacción cerebral notablemente menor. En ese momento, había tenido lugar la transformación interior decisiva, pues en un tercer escaneo, antes de darlo de alta, se podían percibir, en comparación con el anterior, unos cambios mínimos. Estas observaciones terapéuticas con formación de imágenes funcional se están ahora llevando a cabo en el marco de una cooperación entre varias clínicas e instituciones investigadoras. En el curso de una psicoterapia se suele modificar drásticamente el estado de ánimo del paciente. Se puede cuantificar hasta cierto grado. Desde hace tiempo se emplean en las investigaciones terapéuticas unos cuestionarios en los que los afectados fijan su pensar, sentir
y actuar. Varios estudios han mostrado que el paciente valora mejor el progreso y la relación con el que le atiende que el propio terapeuta. Un primer estudio cuantitativo con enfoque sinergético lo realizó el equipo de Günter Schiepek de 1998 a 2003 en la clínica universitaria de Aquisgrán. Durante su tiempo de internamiento hospitalario se pidió a 91 pacientes con trastornos psíquicos diversos que hicieran una autoevaluación diaria. Para documentar su estado de salud corporal y mental, sus progresos terapéuticos y su relación con los terapeutas y el resto de los pacientes, contestaban cada tarde a unas 50 preguntas cortas. Las respuestas servían de medida del estado psíquico del paciente y de la situación terapéutica del momento.
Las fluctuaciones anuncian un cambio Podemos afirmar que, en líneas generales, las inestabilidades de procesos que se autoorganizan se anuncian por fuertes oscilaciones del estado del sistema. En ello se fundaron para examinar el curso de las entradas del cuestionario y evaluar las fluctuaciones (una medida de la variación de un valor en un período de tiempo). Aunque los pacientes fueron tratados desde enfoques muy diversos (desde la psicología profunda pasando por terapias de grupo, de distensión y musicales hasta terapia familiar), los desarrollos de los tratamientos mostraron un parecido muy estrecho en punto a autoorganización: la mayoría del tiempo los valores registrados permanecían estables. Sólo aparecían fluctuaciones algo más intensas dentro de un intervalo temporal de días y siempre concernían simultáneamente a varios parámetros de medida. Estas fases de la inestabilidad aparecían en diversas etapas del tratamiento; y, sobre todo, en las terapias que tenían éxito. Iban acompañadas, además, de una disminución de las quejas; cuanto más pronunciadas eran las fluctuaciones, tanto mayor era el éxito final de la terapia. Para sacarle partido a los medios de la sinergética también en la praxis, el equipo de Schiepek desarrolló un sistema de monitorización en tiempo real que registrara los procesos terapéuticos. A semejanza de los estudios de Aquisgrán, se basaba en la autoevaluación diaria de los pacientes, que éstos registraban en un PC o en un portátil. Esta técnica permite, incluso durante la terapia, una comprensión continua del progreso del tratamiento: ¿en qué estado se halla el paciente? MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Con el sistema sinergético de navegación (SNS, un software desarrollado bajo la dirección de Günter Schiepek) los pacientes comprueban regularmente su estado de salud y su situación terapéutica. Unos 50 enunciados sobre siete aspectos vitales (“intensidad de las cargas problemáticas”, “calidad de relaciones”, etcétera) aparecen en orden aleatorio y se evalúan en una escala numérica; por ejemplo, el paciente pone un “0”, si el enunciado no corresponde a su situación del momento, y un “6”, si la coincidencia es máxima. Los afectados valoran su estado anímico (alegría, tristeza, rabia, miedo, curiosidad) por medio de reguladores móviles continuos, que se han acreditado como más adecuados en el estudio de los enunciados.
Ejemplos: Hoy me he sentido desamparado, abandonado a mis problemas 0 — 1 — 2 — 3 — 4 — 5 nada
gehirn & geist / vinzenz schönfelder
Control del tratamiento: ¿Cómo me va hoy?
INTERPELACIONES EN EL ORDENADOR.
— 6 mucho
Un paciente en la clínica psicosomática de Eggenburg informa, a golpe de ratón de ordenador,
Hoy me he aproximado a la solución de mis problemas 0 — 1 — 2 — 3 — 4 nada
—
5
— 6 mucho
Me siento a gusto en mi relación con el terapeuta 0 — 1 — 2 — 3 — 4 nada
—
5
— 6 mucho
sobre su estado de salud.
PROCESO TERAPEUTICO VISUALIZADO. En la evaluación las columnas
Puedo ser abierto y sincero con los otros pacientes 0 — 1 — 2 — 3 — 4 nada
verticales indican las inestabi-
—
5
— 6 mucho
lidades simultáneas en varios sectores vitales (I-VII). Cada línea corresponde a una pregunta; las
Hoy he sentido disgusto/rabia
cuadrículas grises y negras indican la superación de los valores
nada
mucho
críticos de superación en un período de siete días.
Hoy he sentido dolores y molestias mucho
De momento el SNS se utiliza, entre otros hospitales, en la clínica psicosomática de Windach, en el dispensario de Múnich-Westand, en el centro psicosomático de Waldviertel y en la clínica psiquiátrica de la facultad de medicina de Viena. Los pacientes participantes sufren problemas psíquicos diversos, tales como angustia, trastornos alimentarios o compulsivos, secuelas de adicciones y traumas o depresiones.
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centro de sistemas complejos
Por medio de variados métodos de análisis el programa visualiza los resultados e identifica unas oscilaciones características (fluctuaciones), así como conexiones entre distintos registros (correlaciones). Ello permite al terapeuta captar, con un golpe de vista, si varía notablemente el estado del paciente.
Preguntas agrupadas por ámbitos vitales
nada
Campo de fluctuaciones críticas Duración de la terapia (en días)
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por medio del Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale (Y-BOC, escala de compulsión obsesiva de Yale-Brown).
10
0,1
0,0
Hospitalización
D y n a m i c Pat t er ns : Th e Self-Organization of Brain and
B ehavior . J. S. Kelso.
MIT Press; Boston, 1997. Synergetik in der P sychologie :
S elbstorganisation
verstehen und gestalten .
H. Haken, G. Schiepek. H ogrefe; 2006.
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Göttingen,
gehirn & geist / emde-grafik
0 Días de
0
Bibliografia complementaria
Y-BOCS (valor de la sintomática compulsiva)
sivos. El terapeuta los establece
3. Medición de la RMNf
nución de los síntomas compul-
0,2
2. Medición de la RMNf
tratamiento anuncia una dismi-
n
poco antes del vigésimo día de
CS
uació
nes de los valores de medida)
O Y- B
20
Fluc t
(una escala de las oscilacio-
1. Medición de la RMNf
El incremento de la fluctuación
0,3
Fluctuación (media de todas las mediciones)
5. INDICIOS DEL CAMBIO.
10
20
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Sesión de terapia en pareja
¿Sufre, está resignado o seguro de sí mismo? ¿Se encuentra estable su psique o a punto de perder el equilibrio? El terapeuta puede reconocer de inmediato cuándo tienen las intervenciones mayores posibilidades de éxito. Hasta el propio paciente puede configurar activamente la terapia sobre la base de estos datos. El caso de Arrúa también fue diseñado con este sistema. El tránsito crítico de pensamiento, sentimiento y conducta tras la separación se anunciaba por una creciente inestabilidad de su estado de salud; los registros de la autoestima fluctuaban, cada vez con más intensidad, de un día para otro. Precisamente antes del retroceso drástico de la sintomática compulsiva monotemática, la curva alcanzó su punto álgido. La sinergética declara que la inestabilidad crítica del sistema anunciaba un tránsito versátil del orden. Por otra parte, cuando, pasados dos meses, Arrúa salió de la clínica, había dejado los rituales compulsivos y había superado la necesidad de regresar con su ex compañera. Su psique había alcanzado un estado de organización sano. Los conocimientos derivados de la sinergética respaldan una idea de Paracelso: un tratamiento sólo ofrece el marco para los procesos naturales de curación del propio organismo. Qué medios y qué medidas producen mejor un cambio depende del paciente, de la situación y de la capacidad del terapeuta. Críticos con este enfoque, muchos discuten cuál es la “más eficaz”. Saul Rosenzweig, pionero de la investigación psicoterapéutica, sospechaba ya que las técnicas por separado —terapia conductual, procedimientos de psicología profunda o psicoanálisis— no tenían
50
60 tratamiento
Salida
en sí mismas ninguna ventaja manifiesta. Su eficacia se fundaría más bien en factores que son comunes a todas las tendencias. Esta es la idea central de la Common Factors Theory (teoría de los factores comunes). En el sentido de la sinergética todos los métodos psicoterapéuticos que influyen en la formación organizativa de la psique pueden contribuir. Muchos principios sinergéticos satisfacen los factores activos genéricos, que desde los años sesenta del pasado siglo eran discutidos por los investigadores de la psicoterapia. Entre ellos: difuminan las pautas de vida y de conducta solidificados y el paciente desarrolla seguridad, predisposición a los cambios, así como una relación emocional con el terapeuta. La aplicación de la sinergética en la psicología no ofrece ningún enfoque fundamentalmente nuevo de tratamiento, ni siquiera una nueva escuela terapéutica. Su valor estriba en integrar resultados y teorías parciales de la psicoterapia. Además, aligera la documentación sistemática y la evaluación cuantitativa del proceso terapéutico. E identifica los momentos más oportunos para las intervenciones terapéuticas precisas. Cuanto mejor entendamos la contribución de los diferentes valores en el sistema “ser humano”, tanto más eficazmente ayudarán los psicoterapeutas a los pacientes a librarse de sus pautas de conducta enfermizas. Günter Schiepek, profesor extraordinario de la Universidad de Bamberg, dirige el centro de investigación de sistemas dinámicos en el Instituto de psicología de la Universidad de Klagenfurt. Vinzenz Schönfelder ha estudiado física en Zúrich con especial dedicación a las neurociencias. MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
ENTREVISTA
El cerebro como piedra de toque Hermann Haken es el iniciador de la sinergética. Desde los años sesenta este físico teórico viene investigando el fenómeno de la autoorganización. Su teoría matemática permite incluso describir fenómenos psicológicos
¿Qué tiene de especial que se origine orden? El segundo principio de la termodinámica, uno de los axiomas fundamentales de la física, afirma que los sistemas aislados tienden al estado de máximo desorden. Físicos y biólogos hace tiempo que han de habérselas con ello: ¿en razón de qué pueden surgir estructuras como los organismos vivos? A lo que debe responderse: de entrada, no se trata de estructuras aisladas, sino siempre de sistemas abiertos, que constantemente reciben e irradian energía. En segundo lugar, tomando como ejemplo el láser, hemos mostrado matemáticamente que, bajo determinadas condiciones, aparecen estructuras ordenadas, piedra angular de la sinergética. Observaciones en otros muchos campos confirmaron más tarde mi sospecha de que se trata de un principio general de la naturaleza. ¿Qué observaciones eran éstas en concreto? Wolfgang Weidlich, físico y colega, se ocupó de la revuelta estudiantil de París del año 1968 desde un punto de vista sociológico. También allí aparecían deterMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
gehirn & geist / vinzenz schönfelder
Doctor Haken, hace más de 40 años usted fundó la sinergética. ¿Qué le impulsó a ello? En aquellos tiempos yo me ocupaba de los láseres y vi que allí surgía, con toda espontaneidad, un orden del desorden. Bastaba con incrementar el aporte de energía para que, a partir de un determinado valor límite, surgiera de repente una onda lumínica muy ordenada: todos los fotones tienen la misma longitud de onda y se mueven en una dirección.
minadas fases de conducta con cambios cualitativos: tras un primer período de aparente quietud y escasas manifestaciones, se suscitó espontáneamente una gran ola de agitaciones estudiantiles, que amenazó con subvertir el estado. Manfred Eigen, bioquímico, investigó la autoorganización de las biomoléculas y los primeros pasos presumibles de la evolución. En nuestro Instituto estudiábamos la dinámica de fluidos; piénsese, a modo de ejemplo, en la configuración de formaciones de nubes o la inestabilidad de Bénard calentando una fina capa de líquido (véase la figura 2). Si se juntan determinados productos químicos y se mezclan homogéneamente, empiezan unas reacciones químicas que forman modelos cromáticos complicados, como
1. HERMANN HAKEN en su despacho de Stuttgart. Desde hace casi 50 años este físico, nacido en Leipzig (1927), examina la formación espontánea de modelos en la naturaleza, el cerebro y la sociedad.
espirales o círculos. Por lo demás, los mismos mecanismos pueden aplicarse también a los pelajes de los animales o a las plantas. ¿Por qué amplió su investigación al sistema nervioso? Porque me interesaba la cuestión de si el cerebro también cumplía los principios sinergéticos. Por eso organicé en 1983 un congreso internacional en Elmau (Baviera), dedicado a “sinergética del cerebro”,
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2. INESTABILIDAD DE BENARD. Si se calienta una fina capa de un líquido desde abajo, se van formando, poco a poco, figuras hexagonales. En el centro del hexágono se levanta el flujo; en los bordes se hunde. Se puede reproducir el experimento en la cocina de casa, con aceite en una sartén.
en el que participaron neurocientíficos solventes. En mi discurso inaugural puse como ejemplo de efecto sinergético, entre otros, el paso del trote al galope de un caballo. Ese mismo año recibimos en nuestro laboratorio a Scott Kelso, estudioso del movimiento, que conocía nuestros trabajos. Realizó experimentos en los que los probandos tenían que mover de un lado para otro los dedos índices de ambas manos. A la situación relativa de los dedos durante el ejercicio (en paralelo o en simetría especular) la denominó “fase”. A partir de una velocidad determinada se llega a una transición notable. Nosotros también nos ocupábamos entonces de “transiciones de fases”, pero nos referíamos a algo totalmente distinto; por ejemplo, del tipo de cambio de un estado de agregación líquido a otro sólido. Sin embargo, de este malentendido surgió una fructífera colaboración. ¿Qué investiga usted ahora? La actividad de las neuronas. ¿Por qué se disparan en sincronía grandes agrupaciones? Peter Tass, del Centro de Investigación Jülich, se propone influir en las neuronas con electrodos implantados directamente en el cerebro, de manera que pueda regularse esa actividad ordenada, y simultánea, y, llegado el caso, neutralizarla. Este marcapaso cerebral podría mitigar muy eficazmente los síntomas de los enfermos de parkinson.
cortesia de manuel g. velarde
¿Con tanta facilidad se pueden transferir unos conocimientos de la física a los cerebros y a los trastornos neurológicos? Cierto que yo he desarrollado los métodos de la sinergética en física, pero expresan relaciones lógicas abstractas que son válidas en campos muy diversos, cerebro incluido. Aunque en las cerca de 100.000 millones de células nerviosas, entreconectadas entre sí, de nuestro encéfalo nos las habemos con un sistema extremadamente complejo, sin embargo el comportamiento de las neuronas sigue
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las reglas de la lógica. Me pareció evidente que la sinergética nos puede ayudar a avanzar también en este campo, por ejemplo, para entender mejor cómo se pueden controlar los movimientos. Por lo demás, creo que nunca comprenderemos plenamente el cerebro. ¿Dónde sitúa usted los mayores obstáculos? Hasta en los ordenadores más refinados se presentan asuntos que, en principio, no podían ser previsibles. Dejando aparte esto, la cualidad subjetiva de los contenidos de la sensación (lo que los filósofos denominan qualia) seguirá siendo terra incognita, un terreno desconocido. Sólo podemos establecer correlaciones: si uno ve un color determinado, entonces se disparan en el cerebro ciertas neuronas. La investigación no revela por qué se percibe precisamente ese color. Hay, pues, un hiato entre los procesos cerebrales y la percepción subjetiva. ¿No hace ello imposible articular una psicología científica? Yo no lo veo así. Nosotros podemos describir los procesos sólo por correlaciones, es decir, por relaciones probadas estadísticamente; así es como leemos la temperatura por el nivel del mercurio. En las ciencias exactas, como la física, solemos proceder de la misma forma. Hasta las partículas elementales las podemos estudiar sólo indirectamente. Decimos: “El electrón se comporta como si...”; pero no conocemos su verdadera naturaleza. Me temo que los psicólogos ponen a menudo demasiadas esperanzas en el método de las ciencias de la naturaleza. Por supuesto que nos gustaría reducirlo todo a un factor o a una ley, pero hasta en la física, incluso en la matemática, se dan, en principio, límites de conocimiento. ¿Es la rígida lógica matemática adecuada para estudiar los fenómenos psicológicos? MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
“Deberíamos inventar una nueva matemática. Antes en biología y ahora en psicología se presentan asuntos que no se pueden comprender ‘con métodos rígidos’, sino sólo con conceptos blandos y fluidos.”
Deberíamos inventar una nueva matemática. Antes en biología y ahora en psicología se presentan asuntos que no se pueden comprender “con métodos rígidos”, sino sólo con conceptos blandos y fluidos. Pero la sinergética se basa en la matemática clásica. ¿Podemos salir adelante con esas herramientas? Creo que sí. Consideremos la siguiente analogía: un borracho se arrastra a la luz de una farola que está delante de su casa buscando la llave que ha perdido. Pasa un conocido y le pregunta: “¿Cómo es que buscas la llave precisamente junto a la farola?” El borracho contesta: “Porque es el único sitio donde puedo ver algo”. En la ciencia sólo podemos emplear los medios de que disponemos. Por eso partimos, la mayoría de las veces, de regularidades, aunque siempre tienen una validez limitada. ¿En dónde están los límites de la sinergética? Cuando investigamos temas tan complejos como la conducta humana, sólo podemos aplicar las estrategias de la sinergética y ver si funcionan. Si no funcionan, nos preguntamos si tal vez partimos de presupuestos falsos, si hemos pasado por alto factores decisivos e importantes. En los humanos suelen confluir factores múltiples. El cerebro constituye una especie de piedra de toque de la sinergética. A ser posible hemos de seguir desarrollándola o modificarla por completo.
susceptibles de ser abordados mediante ecuaciones matemáticas. Pero en aquel tiempo nadie había pensado en la psicología. A nosotros mismos nos sorprendió que se adecuara tan bien al experimento de Kelso, pues el control del movimiento es una cuestión muy complicada. Por otra parte, la sinergética se ocupa de un problema nuclear en ciencia: ¿cómo describir sistemas complejos con modelos simplificados sin desatender a aspectos decisivos? Pero en el mundo académico la sinergética sigue ocupando un lugar marginal. ¿Por qué? Cierto que entre nosotros, en occidente, se la trata con cierto distanciamiento; probablemente porque cae en medio de las disciplinas tradicionales. En América del Norte ni siquiera se ha introducido aún la palabra “sinergética”; sí se la ha reducido allí a un subcampo del “estudio de la complejidad”. En cambio en China, Japón e incluso en Rusia se dan potentes flujos en esa dirección. Los científicos orientales están más abiertos a la sinergética porque es más cercano a su filosofía considerar las cosas en su totalidad. Entrevista realizada por Vinzenz Schönfelder.
Bibliografia complementaria Erfolgsgeheimnisse der Wahrnehmung. Synergetik als S chlüssel zum G ehirn . H. Haken, M. Haken-Krell. Ullstein; Berlín, 1994.
Cuando mira hacia atrás, ¿se sorprende de en cuántas cuestiones prácticas se emplea su enfoque? Era obvio que con él pudieran describirse procesos físicos y químicos, MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Erfolgsgeheimnisse der N atur . Syner getik :
D ie L ehre von Z usamenwirken .
H. Haken. Rowohlt; Reinbek, 1995.
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MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD Traumatismo craneoencefalico Secuelas cognitivas Silvia Rios Romenets
“De todas las cosas que he perdido, la que más echo de menos es mi mente” Ozzi Osbourne
as secuelas del traumatismo craneoencefá lico (TCE) pueden manifestarse de diversas maneras y producir alteraciones cognitivas, conductuales, emocionales y sensitivomotoras de distinta consideración. Los déficit cognitivos son las secuelas más discapacitantes y persistentes tras un TCE moderado o grave. Dependen de la localización y extensión de la lesión, de la presencia de complicaciones secundarias y de las condiciones del sujeto. Las secuelas cognitivas pueden aparecer solas o combinadas. El déficit de atención se considera una de las alteraciones más frecuentes y persistentes tras un TCE. Y repercute en otras funciones cognitivas, como la memoria. Se han descrito trastornos en distintas esferas de la atención: atención selectiva o focalizada, atención dividida y atención sostenida.
1. Tomografia axial computarizada (TAC) del cráneo simple Paciente de 80 años de edad, quien sufre trauma craneoencefálico por caída. Se observa zona de mayor densidad en el lóbulo frontal derecho, compatible con contusión hemorrágica. Hay además engrosamiento de los tejidos blandos epicraneanos por hematoma.
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Tras un episodio de TCE pueden presentarse tres grandes déficit en la memoria: déficit en la capacidad de procesamiento de la información, déficit en la capacidad de almacenar información en la memoria a largo plazo y déficit en la capacidad de recuperar la información almacenada. En el paciente con TCE disminuye la velocidad con que el cerebro procesa de forma eficaz las distintas informaciones recibidas, lo que repercute en todos los demás procesos cognitivos. Pueden presentarse alteraciones del lenguaje, como la anomia (olvido de los nombres de los objetos) o falta de iniciativa para hablar, debido a lesiones focales de predominio anterior, o bien un mutismo por lesiones difusas, que posteriormente evolucionan hacia una reducción del material lingüístico, aumento de las repeticiones y contenido inadecuado. La
distaría, frecuente en los TCE, se caracteriza por la lentitud, imprecisión e incoordinación de los músculos implicados en esa función. Debido al TCE los pacientes con afectación de las funciones ejecutivas tienen alterada la capacidad de formular objetivos, planificar y organizar las etapas y medios necesarios para conseguir un propósito, su realización y control. Todas las funciones mencionadas desempeñan una función primordial en el desenvolvimiento diario del individuo. Su persistencia en el tiempo puede llevar a un deterioro en la independencia y la funcionalidad. Las secuelas cognitivas pueden adquirir tal gravedad, que generen una demencia postraumática, en un estado de dependencia e invalidez.
Bases neurobiológicas El TCE desencadena una compleja cascada de daños cerebrales cuyo alcance desconocemos todavía. Nos limitaremos aquí al daño citotóxico, excitotoxicidad neurotransmisora, daño axonal difuso y contusiones focales. Los daños citotóxicos consisten en la disregulacion de la homeostasis de calcio y magnesio y el estrés oxidativo, que, a su vez, inducen fallos cerebrales en la función mitocondrial. La lesión axonal difusa es más evidente en las proyecciones ascendentes y descendentes del tronco encefálico, en la sustancia blanca parasagital, en el cuerpo calloso y en la unión de las sustancias gris y blanca en la corteza cerebral. Origina déficit en atención, concentración, disminución de la velocidad para procesar la información y alteraciones de memoria. Las contusiones focales producen importantes déficit cognitivos si afectan a los lóbulos frontales y temporales; serán causantes de trastornos del lenguaje, memoria y aprendizaje. MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
todas las NEUROIMAGENES SON Cortesia de Antonio Jaller (Clinica Soma)
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2. TAC del cráneo simple Paciente de 17 años de edad, quien sufrió trauma craneoencefálico en accidente de tránsito. Se observan algunas zonas hiperdensas en el lóbulo frontal derecho por contusión hemorrágica y hemorragia subaracnoidea postraumática. Obsérvese en la ventana para hueso fractura de hueso frontal derecho.
Según los estudios realizados en animales y humanos, además de los efectos mecánicos y citotóxicos debidos al TCE, el estiramiento y la torsión neuronal producen un efecto neurotóxico secundario al exceso cerebral de neurotransmisores durante la primera semana del traumatismo. Este exceso de neurotransmisores (glutamato, acetilcolina y catecolaminas) es destructivo, particularmente en el mesencéfalo, hipocampo, estriado y corteza frontal. Produce alteraciones de las funciones cognitivas determinadas por
3. Tac del cráneo simple Paciente de 57 años de edad, quien sufrió trauma craneoencefálico. Se obser va la presencia de hematoma de localización epidural en la región frontal izquierda; su baja densidad sugiere que es crónico. Este hematoma produce efecto de masa sobre el cerebro adyacente y comprime de manera secundaria el sistema ventricular.
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dichas áreas. Semanas después del impacto traumático se establece un déficit crónico en el sistema colinérgico cerebral y posiblemente también en el sistema catecolaminérgico, que causa las alteraciones cognitivas características del TCE.
Los principios básicos del tratamiento Una amplia evaluación neuropsicológica, fundamental para la detección de las secuelas cognitivas, describirlas y cuantificarlas, cons-
tituirá el punto de partida para el tratamiento. A pesar de la corta historia de la rehabilitación neuropsicológica y de la etapa inicial de la neuromodulación farmacológica se utilizan ya conjuntamente en el tratamiento de las secuelas cognitivas secundarias al TCE. Aunque ningún medicamento ha recibido todavía la aprobación de la entidad oficial norteamericana que entiende de fármacos y bromatología (la FDA), la información sobre la neuroquímica de la cognición y las bases de las alteraciones cognitivas debidas al TCE sugieren que la estimulación de las funciones catecolaminérgicas y colinérgicas es el principal objetivo neuroquímico en la intervención farmacológica. Unos pacientes podrían responder mejor a los agentes catecolaminérgicos, otros a los inhibidores de la colinesterasa, otros a la combinación de los agentes mencionados y otros no responder a ninguno de los grupos mencionados. Hasta ahora, el tratamiento de las secuelas cognitivas secundarias al TCE se basa en el juicio clínico y empírico del médico. La ausencia de la evidencia no necesariamente significa ausencia de la eficacia del tratamiento neurofarmacológico en la rehabilitación de las funciones cognitivas secundarias al TCE. Silvia Ríos Romenets Grupo de Neurociencias. Universidad de Antioquia Medellín, Colombia
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De los cultivos al cerebro: El efecto de los pesticidas El desarrollo de la agricultura intensiva de invernaderos ha traído aparejado el uso y abuso de pesticidas y el escaso control de las medidas de prevención. Una de las consecuencias son las secuelas funcionales del sistema nervioso central M.a Dolores Roldan Tapia
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egún la Organización Mundial de la Salud, unas 100.000 personas mueren al año por el uso de pesticidas y 200.000 sufren intoxicaciones agudas por su aplicación en agricultura y ganadería. De los afectados, 10.000 son niños. El uso de pesticidas se difundió extensamente a partir de la segunda guerra mundial. Con su aplicación se multiplicó la productividad de la agricultura. Su principal representante, el DDT, introducido en el decenio de los cuarenta, fue presentado al mundo como la solución para todas las plagas. Le siguieron otros compuestos orgánicos sintéticos y, entre ellos, los primeros organofosforados (OP). Vinieron luego los carbamatos. Ambos grupos se usan todavía en agricultura y en ganadería, debido a su baja volatilidad, alta estabilidad y poder insecticida. Los riesgos por exposición a estos compuestos, OP y carbamatos, en la población general, a través del consumo de productos agrícolas, son muy bajos, siempre que se cumplan las condiciones de aplicación de los insecticidas y eliminación de los residuos. Sin embargo, la exposición es muy común entre los agricultores, especialmente en el tercer mundo y en regiones dedicadas al cultivo intensivo, causando una importante morbilidad y mortalidad.
Aunque los datos disponibles no nos permiten cuantificar la extensión del problema, se cifra en tres millones de envenenamientos agudos severos cada año. Unidos a los procedentes de su uso como agentes químicos de guerra, han causado múltiples secuelas físicas y neurocognitivas. Un ejemplo representativo es el de la zona del poniente de la provincia de Almería (España), donde el desarrollo económico y social ha ido de la mano del desarrollo del cultivo intensivo en invernaderos (véase la figura 2). En estos invernaderos, las altas temperaturas y la humedad obligan a un constante control de plagas y, por tanto, al uso masivo de OP y carbamatos. No es, pues, de extrañar el elevado número de intoxicaciones accidentales que se producen por el uso inadecuado de los sistemas de protección. En un envenenamiento, la toxicidad aguda de los OP y carbamatos está asociada con la acumulación de acetilcolina en las terminales nerviosas, debido a la inhibición de las enzimas colinesterasas. Esta acumulación del neurotransmisor insta la sobreestimulación de los receptores colinérgicos muscarínicos y nicotínicos en el sistema nervioso central, sistema nervioso periférico y sistema nervioso autónomo (figura 1).
Impulso nervioso
1. Liberacion de la acetilcolina en el espacio sináptico y la hidrólisis a través de la acción de las colinesterasas. La acción de estas enzimas es inhibida por la acción de los plaguicidas organofosforados y carbamatos.
Colina Hidrólisis del transmisor AC* Complejo AC-ACE
AC*
Receptores
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ACE**
Espacio sináptico
Acido acético Organofosforado
*AC Acetilcolina **ACE Acetilcolinesterasa
Además de inactivar la acetilcolina, las colinesterasas desempeñan funciones esenciales para el desarrollo normal de los circuitos nerviosos y sus sinapsis; intervienen también en la remodelación plástica de las sinapsis en respuesta a la actividad funcional, de donde su participación en los procesos de memoria y aprendizaje. Existe una estrecha correlación entre la actividad neuronal y la liberación de la acetilcolinesterasa (AChE), lo que hace probable que esta enzima sirva como señal de actividad celular. Por otra parte, la colina liberada potencia a los receptores de glutamato, receptores que se hallan a su vez comprometidos también en los fenómenos de aprendizaje, memoria y plasticidad sináptica, de manera que la AChE reforzaría las sinapsis activas. En relación con las intoxicaciones, cuando se produce este síndrome hipercolinérgico, se presentan signos de toxicidad: secreción excesiva de las glándulas salivares y lacrimales, micción e inhibición de la respuesta pupilar, movimientos repetitivos de boca y mandíbula, temblor y convulsiones, fasciculación muscular, decremento en la actividad motora, depresión respiratoria y síntomas centrales como dolor de cabeza, anorexia, agitación y en casos más graves coma o convulsiones. Nuestro grupo de investigación ha llevado a cabo evaluaciones de los posibles déficit cognitivos generados por estas intoxicaciones. Nos hemos centrado en la evaluación neuropsicológica, una de las herramientas menos invasivas y más útiles para la medición de las alteraciones funcionales del sistema nervioso central. La evaluación puede ser general o específica. La evaluación neuropsicológica general abarca la exploración de los procesos de atención, memoria, procesamiento visoespacial y visomotor, funciones de programación del movimiento y lenguaje; nos servimos de tests y pruebas estandarizadas y baremadas que reflejan el nivel de funcionamiento y trabajo de distintas áreas cerebrales. Pedro Mártir, llamémosle así, varón de 35 años, sufrió siete intoxicaciones documentadas MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Dalias
El Ejido
Roquetas de Mar La Mojonera Campo de Dalias
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Almerimar Punta Entinas-Sabinar
Enero de 1974 Dalias
El Ejido
Roquetas de Mar La Mojonera Campo de Dalias
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Almerimar Abril de 1987
Punta Entinas-Sabinar
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El Ejido
Roquetas de Mar La Mojonera Campo de Dalias
Balerma
Almerimar Punta Entinas-Sabinar
Abril de 2000 Dalias
El Ejido
Roquetas de Mar La Mojonera Campo de Dalias
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Almerimar Julio de 2004
Punta Entinas-Sabinar
2. Fotos de satelite que muestran la evolucion desde los años setenta de la agricultura intensiva en el poniente almeriense.
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por pesticidas en un intervalo de 24 meses. Todas, al parecer, por no usar equipos de protección adecuados. Se le diagnosticó en cada episodio “síndrome hipercolinérgico”; presentaba salivación excesiva, cefalalgia, dolor abdominal, fasciculaciones, mareos y problemas respiratorios, entre otros síntomas colinérgicos. En el momento de la exploración, tres meses después de la última intoxicación, el paciente evidenciaba pérdidas de memoria: no recordaba bien números de teléfono, direcciones y eventos recientemente acaecidos. La exploración neuropsicológica reveló la existencia de un decremento en el procesamiento visoespacial, déficit de memoria espacial a corto plazo, de la memoria lógica y alteraciones en la programación motora. Este perfil mostrado por nuestro paciente se repite sin grandes variaciones en todos los intoxicados, mostrándose con más crudeza en aquellos de edad más avanzada o de menor nivel educativo. ¿Qué ocurre con los trabajadores expuestos continuamente a pesticidas? Al menos cuando se trata de OP y carbamatos, y sin intoxicaciones previas registradas, parece ser determinante el tiempo de exposición. A partir de 10 años de exposición continuada y frecuente, los trabajadores presentan alteraciones en el aprendizaje verbal, en la velocidad de procesamiento y en las habilidades constructivas, visoperceptivas y visomotoras, o lo que es lo mismo, un perfil bastante similar al de los intoxicados. Aunque se han postulado varias hipótesis para explicar los efectos neurotóxicos encontrados, no acabamos de identificar el mecanismo básico. De entrada, se desconoce el mecanismo por el que se producen los cambios neuroconductuales/neurológicos crónicos. Se cuestiona su relación con la inhibición de la acetilcolinesterasa (AchE) o con la inhibición de la esterasa neuropática NTE. Con respecto a las colinesterasas, muy pocos estudios han establecido una correlación entre las secuelas cognitivas y psicológicas halladas y los valores de las enzimas. Algunas interpretaciones señalan que no hemos de limitarnos a los mecanismos colinérgicos: el proceso de inhibición de las colinesterasas podría implicar a sistemas de segundos mensajeros o a otros sistemas de transmisión (GABA o neuropéptidos). M. D. Roldán Tapia Universidad de Almería
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Jovenes, atractivos -
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- asexuales Nunca el sexo ha estado tan omnipresente como ahora y, sin embargo, son cada vez más las personas que renuncian a él. ¿Por qué puede desaparecer el deseo en nuestro mundo sin tabúes? Peter Fiedler
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l mundo irradia, tal parece, erotismo y placer. Dondequiera fijemos la mirada, en el periódico, en la televisión, en la parada de autobús o el anuncio de la carretera surgen imágenes eróticas con el mismo mensaje: el sexo te da fortuna y felicidad. El sexo es un objeto de consumo. El sexo lo es todo.
“Simplemente no me interesa el sexo y me encuentro bien así.” (Entrada en el foro de Internet asexuality.org)
1. GENERACION INAPETENTE. El número de parejas que practican la abstinencia sexual en Alemania ha aumentado desde hace unos 20 años, según los investigadores.
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¿Se corresponde semejante despliegue con la realidad? Según las estimaciones de muchos expertos, la actividad sexual de los alemanes ha descendido de manera incesante desde los años ochenta del siglo pasado. Así lo reflejan los datos de un estudio de la Universidad de Gotinga de 2005, en el que se encuestó a 13.483 varones y mujeres que vivían unidos: el 17 % no había tenido ninguna relación sexual durante el período examinado de cuatro semanas. La mayoría de las parejas (57 %) confesó haber tenido relaciones una sola vez durante ese mes. Sólo aproximadamente una de cada cuatro mantenía relaciones sexuales regulares entre una y dos veces por semana. Los solteros se relacionan menos todavía. De acuerdo con una investigación de Gunter Schmidt, acometida en 2002 sobre 800 resi-
dentes de Hamburgo y Leipzig, las parejas sesentonas mantenían, por término medio, una actividad sexual mayor que la de los solteros treintañeros. La fundación de la comunidad internética AVEN (de “Asexual Visibility and Education Network”) resulta sintomática de la nueva abstinencia: en 2001, David Jay, que entonces contaba con 21 años, abrió el primer foro para “asexuales”, es decir, personas que no necesitan del sexo; el foro se ha extendido por todo el mundo. En sus pocos años, www.asexuality. org dispone de más de 10.000 miembros. En Alemania, cerca de 3200 personas comparten regularmente sus opiniones acerca de cómo vivir sin tener ningún apetito sexual y sin sufrir por ello. “Asexual. No sexual. Antisexual. Célibe. Da igual cómo lo defina, mi ‘estado’ se puede resumir de forma óptima con una frase: no quiero tener ninguna relación sexual. Así de simple”, escribe un miembro de AVEN, que hace propaganda pública de la aceptación de la pérdida del deseo carnal. “No me alejo del sexo por miedo, ni como consecuencia de una supuesta obligación moral, ni por rechazo a fundar una familia. Simplemente no me interesa el sexo y me encuentro bien así.” Los seguidores de AVEN no se sienten en absoluto enfermos, ni desde el punto de vista psíquico ni desde el somático, sino personas totalmente sanas, cuya orientación no es ni heterosexual, ni homosexual ni bisexual, sino simplemente asexual. El revuelo público que
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ha provocado la iniciativa demuestra cómo, en una época en la que los deseos sexuales apenas se sujetan a yugos sociales o religiosos, parece existir un único tabú: no apetecer el sexo.
En una época en la que los deseos sexuales apenas se sujetan a yugos sociales o religiosos, parece existir un único tabú: no apetecer el sexo.
RESUMEN
Cambio del deseo sexual
1
A pesar de la omnipresencia de estímulos eróticos, la actividad sexual de los alemanes, solteros o casados, ha disminuido desde hace unos 20 años.
2
La masturbación se ha erigido en una forma propia de sexualidad vivida. Son cada vez más las personas que entienden la autosatisfacción como complemento de las relaciones sexuales con su pareja.
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Al mismo tiempo, los valores tradicionales de fidelidad y compromiso permanente vuelven a cobrar auge entre los adultos jóvenes. A pesar de ello, los matrimonios concertados en los últimos 10 años sólo duran, por término medio, cinco años.
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Siempre ha existido un amplio margen en la intensidad con la que se vive el deseo y en su realización. Por eso, resulta difícil establecer límites claros entre la “normalidad” y la “desviación”. Los casos limítrofes suscitan discusiones públicas recurrentes sobre la conveniencia o la inconveniencia de determinados hábitos sexuales. En la Antigüedad, entreverada de mitos, y en la Edad Media las cosas no eran muy distintas, por más que hoy sea el rechazo de las relaciones sexuales el que se enfrenta a la incomprensión. El concepto de “sexualidad” existe desde hace unos 200 años. A comienzos del siglo xix, el botánico August Henschel introdujo este término en un estudio sobre la reproducción de las plantas. La “sexualidad” se convirtió enseguida en materia de diversas disciplinas. A los biólogos siguieron los médicos y luego los filósofos y, ya a finales del siglo xix, la sexología se estableció como disciplina propia. Si la Iglesia y el Estado se responsabilizaban por entonces de la moral sexual social, los humanistas trataban de otorgarle un fundamento empírico. Pero el neologismo sexualidad contribuyó más a la creación de un tabú que a la liberación sexual. Cuanto se discutía y publicaba en aquel momento solía referirse como “carencia”, “desviación”, “enfermedad” o “perversión”. Todo lo que los médicos definían como enfermedad se asignaba de inmediato al ámbito de la psiquiatría, una ciencia asimismo joven. Iglesia y neurólogos del siglo xix pensaban, en su mayoría, que un desarrollo sano de la personalidad presuponía, conforme a la naturaleza, el ejercicio de la sexualidad mediante relaciones heterosexuales. Un reflejo de ello es la “psiquiatrización” progresiva de la homosexualidad con el comienzo del siglo xx.
Magnus Hirschfeld (1868-1935) y Sigmund Freud (1856-1939), entre otros pioneros de la sexología, habían prevenido sin ningún éxito contra la clasificación precipitada de la homosexualidad como trastorno psíquico. La mayoría de los clínicos de aquella época se mostraban partidarios del estudio Psychopathia sexualis, presentado en numerosos lugares del mundo, sobre las “aberraciones de la vida sexual”, de Richard Freiherr con Kraft-Ebing, de 1886. Tras la publicación de este libro y hasta bien entrado el siglo xx , muchos psiquiatras declaraban que prácticamente todo aquello que se desviaba del “coito correcto” suponía un indicio potencial de un trastorno psíquico manifiesto o latente. En particular, la homosexualidad, considerada pecado desde el punto de vista de la teología moral, se erigió en prototipo de un trastorno psíquico, que precisaba curación o que, como mínimo, no podía practicarse, pues la castidad se contemplaba una virtud encomiable y no la desviación antinatural que muchos suponen hoy. Estas concepciones de la psiquiatría legitimaron la condena social de orientaciones y prácticas sexuales como la masturbación, que se desviaban de la norma, y justificaron durante largo tiempo la aplicación de leyes y acciones jurídicas de persecución y humillación a millones de personas por su comportamiento sexual que han pervivido hasta hace poco. Así ocurrió en Alemania, en lo que a la homosexualidad respecta, hasta los años sesenta.
Amor libre para ciudadanos libres Cuando los jóvenes empezaron a rebelarse contra la opresión y las estructuras “represivas” sociales —las revueltas estudiantiles—, el proceso comportó también una “liberación de la sexualidad”. Los dos grandes estudios sobre el comportamiento sexual de los norteamericanos, dados a conocer poco después de la Segunda Guerra Mundial, causaron auténtico revuelo. Bajo la dirección de Alfred Kinsey, investigadores del Instituto para la Investigación del Sexo (hoy Instituto Kinsey) de la Universidad de Indiana en Bloomington, fundado en 1947, efectuaron, hasta 1953, entrevistas personales a 18.000 norteamericanos de todas las edades preguntándoles por sus preferencias sexuales. Los resultados del “comportamiento sexual masculino” fueron publicados por Kinsey y MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Hace unos 200 años, la masturbación representaba para Benjamin Rush (1745-1813), de los Estados Unidos, y Henry Maudsley (18351918) de Inglaterra, con otros pioneros de la psiquiatría, la causa fundamental de muchas enfermedades psíquicas y males somáticos. Bastaba con preguntar al paciente si se masturbaba para reconocer la raíz del problema. La teología moral consideraba pecado la masturbación. La mayor necesidad fisiológica de autosatisfacción, sobre todo durante la pubertad, unida a esta doctrina, deparó a los adolescentes una angustia y sentimiento de culpa. A quien se masturbaba a edades avanzadas se le reputaba irrecuperable. A falta de otros métodos terapéuticos se procuraba descubrir cuanto antes “la patología” y prevenirla. A los padres se les recomendaba que ataran las manos de sus hijos a la cama o que las cubrieran con manoplas. Los vendajes y los “cinturones de castidad” debían impedir el contacto con los genitales propios. Si nada de esto surtía efecto, se recomendaba incluso alguna intervención quirúrgica, como la colocación de un anillo
akg berlin
La “enfermedad” de la masturbación
metálico para impedir la erección (infibulación) o la extirpación del clítoris. En los tratados de medicina se podía leer, hasta los años ochenta del siglo xx , que la masturbación era una forma inmadura de sexualidad, tomada por patológica en la edad adulta.
MATADESEOS. Ejemplo de un vendaje contra el onanismo tomado de Das neue Naturheilverfahren de S. E. Bilz, Leipzig, 1901. El cinturón con una canastilla de alambre debía frenar la masturbación de los jóvenes.
sus colaboradores en 1948 y los del femenino en 1953. Los datos revelaban una variedad asombrosa de comportamientos sexuales de todos los grupos de edad y evidenciaban que la legislación en materia sexual distaba mucho de la situación real, y no sólo en los Estados Unidos. Las estadísticas mostraban que casi el 50 % de los varones y el 20 % de las mujeres se habían implicado en algún tipo de experiencia sexual con alguien del mismo sexo antes de alcanzar la madurez. Pese a que los resultados concretos se relativizaron en las investigaciones posteriores, el mensaje nuclear permanecía intacto: existe una variedad extraordinaria de estadios intermedios bisexuales entre la heterosexualidad y la homosexualidad. Lo mismo ocurría con otras costumbres y preferencias sexuales; por ejemplo, la masturbación o el fetichismo. Los movimientos estudiantiles, feministas y homosexuales contribuyeron de manera decisiMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
va a uno de los objetivos comunes, la liberación sexual, es decir, la emancipación de amplias capas de la población de la restricción ancestral en la materia mediante la erradicación de los tabúes sexuales. La aparición de la píldora anticonceptiva en los años sesenta supuso un apoyo importante para vivir la nueva libertad sexual. Al desaparecer el riesgo de embarazo, las mujeres empezaron a cuestionarse también la necesidad de fidelidad. El movimiento homosexual se enfrentó en los años setenta a médicos, psicólogos y teólogos. Y exigió un lugar en la sociedad. Para sorpresa general, la manifestación pública del “rol diferente” recibió el apoyo público, incluso cuando, años más tarde, cabía esperar lo contrario ante el riesgo del sida. Los homosexuales han ganado la batalla de su integración y de la erradicación de los tabúes asociados a su comportamiento sexual. Mirado en retrospectiva, ¿ha satisfecho la “liberación sexual” las expectativas que se
Aproximadamente la mitad de los alemanes tiene menos de una relación sexual por semana.
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La sexualidad juvenil hoy La primera vez
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La primera relación sexual ocurre, en Alemania, hacia los 15 o 16 años por término medio. Las muchachas tienen más experiencias que los muchachos. Además, la iniciativa para el acto sexual nace cada vez más de ellas. Sólo alrededor del 30 % de las chicas tiene la primera relación sexual por “amor a su pareja” (en los años sesenta, la cifra rondaba el 90 %). Hoy, prevalece la diversión del sexo.
Explicación Los padres desempeñan la función más importante en la educación sexual: el 42 % de los muchachos y hasta el 63 % de las muchachas se confían, en materia sexual, a la madre. El padre posee importancia sobre todo para los muchachos (34 %; muchachas: 11 %). Hoy, los adolescentes confían bastante más en sus padres que los jóvenes de los años ochenta. Otros interlocutores relevantes son los compañeros y los profesores. Sin embargo, en bastantes ocasiones los conocimientos sobre el sexo provienen de las revistas, la televisión e Internet. Los ginecólogos revisten también gran importancia para las muchachas.
Prevención El 15 % de los chicos y el 9 % de las chicas no toman ninguna precaución la primera vez. En los años ochenta, la cifra era casi del doble. ¿Por qué todavía algunos muchachos no toman ninguna cautela? Son cada vez más, sobre todo los muchachos (37 %), los que desean sorprenderse con el primer encuentro. La mayoría de los adolescentes previenen el embarazo con la píldora y, en segundo lugar, con los preservativos. La conciencia del riesgo de sida ha disminuido, en comparación con los años noventa, pero se ha acrecentado de nuevo en relación con el año 2001.
CON MANO FIRME. Para muchos adolescentes, el amor y la relación de pareja son más importantes que la simple diversión.
Miedos Para dos de cada tres muchachas y para más de la mitad de los muchachos de entre 14 y 17 años, el embarazo supondría “una catástrofe”. El miedo al embarazo no deseado se ha incrementado en los últimos 12 años en un 19 % entre los adolescentes de ambos sexos.
Sueños Los chicos y las chicas sueñan por igual con una relación firme de pareja y exigen fidelidad. El 68 % de las muchachas desearía tener alguna vez hijos frente al 7 % que rechaza esta posibilidad. La postura de los muchachos es algo más negativa (el 9 % dice “No”) pero menos determinante: el 40 % no está seguro de sí querría ser padre alguna vez.
(Central Federal de Investigación Sanitaria, estudios de la sexualidad juvenil de 2001 y 2006.)
Experiencias sexuales... ... de las muchachas 100
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... y de los muchachos
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Caricias Caricias Caricias en el pecho genitales genitales con él activo con ella activa 14 años 15 años 16 años 17 años
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Estado: 2006
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Caricias Caricias Caricias en el pecho genitales genitales con él activo con ella activa 14 años 15 años 16 años 17 años
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habían puesto en ella? El comportamiento sexual de los jóvenes alemanes de entre 11 y 30 años ha sido investigado periódicamente hasta el comienzo del siglo xxi por los grupos de Volkmar Sigusch, Ulrich Clement y Gunter Schmidt. La masturbación desempeña una función mayor que en los decenios anteriores. Es cada vez más practicada y de una “satisfacción alternativa” ha pasado a constituir una forma propia de la sexualidad, confesada incluso por adultos, con independencia de la frecuencia y calidad de sus parejas sexuales. Esta autosatisfacción no entraña ninguna repercusión negativa según se ha podido comprobar hasta la fecha; antes bien, las personas que se han masturbado alguna vez en su vida dicen sentirse más felices con su sexualidad de pareja.
do de aumentar desde los años setenta. Según los datos de la Oficina Estadística Federal, un matrimonio concertado en los 10 últimos años dura sólo cinco años por término medio. El número de divorcios tardíos se ha disparado, asimismo. La separación suele ocurrir cuando los hijos se independizan. Al parecer, muchas parejas no saben cómo afrontar la vida sin las tareas educativas.
El avance del poder femenino
Casi al mismo tiempo, los sexólogos observan una abstinencia sexual creciente, incluso entre parejas consolidadas. Los estudios de larga duración revelan que la vida sexual entre varones y mujeres ha decaído: la mitad de las personas encuestadas pertenecientes a sociedades occidentales mantienen menos de una relación sexual por semana. La cifra de personas sexualmente inactivas es considerable. La desinhibición pública en torno a la sexualidad no ha hecho que se multiplique la libido y la pasión, sino al contrario: en la medida en que la moral sexual tradicional con sus prohibiciones, sanciones y sentimientos de culpa ha ido desapareciendo, se ha instaurado el aburrimiento. Parece claro que los deseos sexuales insatisfechos, a menudo prohibidos o constitutivos de materia de tabú, poseían una enorme fuerza motriz. La sexualidad culturalmente sancionada o sólo ejercitable en el matrimonio contribuyó notablemente a la atracción mutua y constituyó, no sin razón, un elemento nuclear irrenunciable de cualquier obra estética de literatura, opereta u ópera. Es como si los tabúes resultaran un requisito imprescindible para la “cultura del deseo sexual”. Entregarse juntos a lo desconocido o a lo prohibido genera complicidad. Las fronteras, que se traspasan de manera conjunta, fomentan no sólo la sexualización, sino también la unión. Hoy, en cambio, todo es posible en cuestión de sexo y todo se tolera. Las representaciones públicas permanentes y, en ocasiones, banales, de la sexualidad en todos
La forma cada vez más abierta de hablar y vivir la sexualidad repercute en otros ámbitos. En los últimos 20 años se redujo en unos tres años, por término medio, la edad, a la que los adolescentes empiezan a citarse, besarse, acariciarse y mantener relaciones sexuales, para situarse entre los 15 y los 16. Cerca de un tercio de los adolescentes alemanes ha tenido, ya con 15 años, alguna experiencia de coito. Además, la iniciativa para la relación sexual parte hoy cada vez más de la mujer. En este sentido, los esfuerzos del movimiento feminista por la igualdad sexual han dado frutos evidentes. Al propio tiempo, las concepciones básicas de los valores revelan cierto cambio de orientación. Nos referimos a la “monogamia seriada”, según un atinado lema sobre el comportamiento de las parejas del siglo xxi. Los adultos jóvenes no son tan partidarios de las relaciones sexuales ocasionales y desinhibidas, sino de una relación sólida con un voto recíproco de fidelidad, si fuera posible hasta que la muerte los separase. En el camino, la mayoría experimenta relaciones con sucesivas parejas. Hoy, el sexo parece ligarse al amor y a la fidelidad, más que hace una generación. Los muchachos adolescentes, aunque menos románticos que las muchachas, conceden un gran valor al entendimiento y la confianza mutuos. El fenómeno de la monogamia sucesiva se da también en las relaciones matrimoniales. La tasa de divorcios en Alemania no ha cesaMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Los adultos jóvenes no son tan partidarios de las relaciones sexuales ocasionales y desinhibidas, sino de una relación sólida con un voto recíproco de fidelidad, si fuera posible hasta que la muerte los separase.
El 32 % de las mujeres y el 10 % de los hombres alemanes tienen muy poco interés por el sexo, según una encuesta representativa.
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La pérdida del deseo Lo que revela un escáner cerebral Serge Stoléru y Jérôme Redouté
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1. LOS ESTIMULOS EROTICOS inhiben la actividad del giro recto izquierdo, pero sólo de los varones sanos. Este probando padecía un trastorno del apetito sexual y, en su caso, la zona correspondiente muestra más actividad (en amarillo).
ingún deseo sexual más, ninguna fantasía erótica, ningún incentivo: de repente, han desaparecido las ganas. “Hacerlo” no me interesa. Ni siquiera pensar en ello tiene sentido. Quien experimenta una carencia o la pérdida completa del deseo sexual sin una causa médica reconocible, sufre un trastorno del apetito sexual. Alrededor del 5 % de los varones alemanes y hasta el 10 % de las mujeres alemanas presentan esta alteración. Algunas personas han sido siempre así y otras pierden el deseo de repente. Los síntomas suelen remontarse a unos meses o incluso unos años antes y revisten consecuencias graves para las relaciones maritales, la convivencia y la autoestima de las personas afectadas. Aproximadamente la mitad de los varones declara, además, trastornos de erección. Cuando no hay una enfermedad, ni administración medicamentosa, ni drogadicción, ni otro trastorno psíquico, como una depresión, los afectados se de sesperan por encontrar una explicación. La mayoría de los sexólogos habla de posibles causas psíquicas, sobre todo de problemas de relación y miedo al con-
tacto sexual, como huida ante el fracaso o incluso como consecuencia de experiencias traumáticas. Helen Kaplan, de la Universidad estatal de Nueva York, cree, por el contrario, que estas personas dirigen de forma inconsciente su atención hacia aspectos corporales negativos o características adversas de sus posibles parejas y, de esa manera, mitigan el deseo. Cabe, pues, que se oculte también una causa somática, como sospecha Kaplan: los afectados podrían tener alterados los procesos cerebrales que regulan el deseo. Para comprobar la hipótesis, comparamos en el Instituto Médico “Inserm” de París a siete personas afectadas con ocho probandos sanos, todos varones heterosexuales, de 20 a 50 años, que no tomaban medicamentos, ni drogas, ni padecían ningún (otro) trastorno psíquico. Por medio de la tomografía de emisión de positrones (PET), que visualiza los procesos fisiológicos del cerebro con una sustancia marcada débilmente radiactiva, examinamos qué sucedía en el interior de los voluntarios. ¿Reaccionarían en verdad sus cerebros de forma diferente ante los estímulos sexuales?
© fotolia / Danilo Ascione
La libido femenina, una cuestión cultural
2. DESEO VISIBLE. La contemplación de imágenes sexuales estimulantes por probandos masculinos sanos incrementa la actividad del giro cingular.
Muchas mujeres pierden el apetito sexual con el envejecimiento. Tal merma les molesta menos que en la juventud. Así se señaló en 2007 en el estudio de Richard D. Hayes, de la Universidad de Melbourne, cuyo equipo encuestó a cerca de 3500 mujeres de entre 20 y 70 años. En Europa, el porcentaje de mujeres con apetito sexual escaso se eleva de forma constante desde un 11 % entre los 20 y los 29 años hasta un 53 % entre los 60 y los 70. La situación en los Estados Unidos parte de unas cifras más altas: 22 % en el grupo más joven pero sólo 32 % en el de mayor edad. Alrededor de dos tercios de las jóvenes afectadas en uno y otro continente sufren también por la pérdida. Sin embargo, entre los 60 y los 70 años, sólo una de cada cinco mujeres europeas, y apenas algo más de una de cada tres estadounidenses, se sienten molestas por la falta de interés sexual. Un posible motivo del mayor deseo de las mujeres estadounidenses podría ser el tratamiento de sustitución hormonal. En los Estados Unidos, el tratamiento farmacológico de las molestias somáticas, como los sofocos de calor durante el climaterio, se encuentra muy difundido, incluso como hábito de vida. Fertility and Sterility, vol. 87, n.o 1, pág. 107-112; 2007.
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3. PATRON EXCITATORIO. Los probandos sanos sin in-
Area motora complementaria Porción inferior del lóbulo parietal
Giro cingular
terés por el sexo difieren, en sus imágenes cerebrales, por la actividad de las zonas resaltadas: cuando un varón sano contempla imágenes eróticas, disminuye la actividad del giro recto, pero se intensifica la de la porción inferior del lóbulo parietal y la de las regiones motora complementaria y premotora. El comportamiento de los probandos con un trastorno del apetito sexual es el
Giro recto
Area premotora ventral
A cada participante le ofrecimos tres vídeos consecutivos: un varón y una mujer durante el acto sexual, una situación cotidiana neutra y una escena humorística. En otra sesión le mostramos tres tipos de fotografías: mujeres con un atuendo comercial, modelos con indumentaria normal y mujeres jóvenes (casi) desnudas. Al mismo tiempo, registramos la actividad cerebral y medimos la excitación corporal con un pletismógrafo peneano, un anillo elástico que detecta el grado de erección en función del perímetro del pene. Además, los probandos evaluaron, después de cada representación, la intensidad de la excitación sexual alcanzada con las películas o las fotografías. Resultado: cuando los varones sanos contemplaron un vídeo o una fotografía de contenido sexual, la perfusión de una zona del lóbulo frontal izquierdo, situada encima de la órbita, disminuyó (región de la corteza orbitofrontal, véase la figura superior izquierda), hecho que no sucedió entre quienes presentaban un trastorno del apetito sexual. La región afectada, el giro recto, podría participar en la activación, cohibiendo el deseo y la excitación. Se observó una conducta antagónica en otras cuatro regiones: en este caso, la tomografía de los probandos sanos reveló más actividad. Se sabe que tres de estas regiones, las áreas premotoras y el giro cingular, preparan los movimientos. La MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
pour la science
contrario.
cuarta región, situada en la porción inferior del lóbulo parietal izquierdo, se activa cuando nos imaginamos una acción sin llegar a ejecutarla; por ejemplo, durante una fantasía sexual. De hecho, los voluntarios con una alteración del apetito sexual señalaron que no pensaron en su propio cuerpo, ni en actos sexuales durante la exposición a los estímulos eróticos. Por eso, inferimos la existencia de dos defectos cerebrales que al parecer se relacionan con la falta de deseo sexual: por un lado, una inhibición excesiva que nace en la parte inferior del lóbulo frontal, y, por el otro, la falta de una fuerza representativa erótica, reflejada en la menor actividad de la porción inferior del lóbulo parietal y de las regiones premotoras. Eso no significa necesariamente que estos defectos determinen la falta de deseo sexual, ni tampoco que el trastorno sólo pueda combatirse con medicamentos, ya que la psicoterapia también determina modificaciones cerebrales. Además, en el ámbito de la sexualidad, el cuerpo y la psique son dos caras de la misma moneda.
Bibliografia complementaria The S e xua l D esi re D is o r d er s .
Dysfunctional
R eg u l at i o n O f S e x ua l M otivation. H. S. Kaplan. Brunner/Mazel; Londres, 1995. Brain Processing Of Visual Sexual Stimuli In Men With H ypoactive Sexual D esire D isorder. S. Stoléru et al.
Serge Stoléru, psiquiatra, investiga en el Instituto Médico Inserm de París. Jérôme Redouté, neurocientífico, trabaja en el Centro de Investigación Multimodal y Pluridisciplinar de Bron, al lado de Lyon.
en Psychiatry Research: Neuroimaging, vol. 124, págs. 67–86; 2003.
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suelen tener, por término medio, más actividad sexual que los solteros de 30.
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Las parejas sesentonas
los medios de comunicación indican la desaparición de un elemento esencial del deseo y apetito sexuales. Dicho con otras palabras, la sexualidad ha perdido buena parte de su poder subversivo en la medida en que se ha convertido en una forma permanente de comunicación entre las personas. No es de extrañar, por ello, que se busquen nuevos mundos de fantasía, lugares íntimos y supuestas zonas tabú. Hoy prosperan formas anónimas de la sexualidad, en las que se rechaza explícitamente el contacto íntimo corporal; algunos ejemplos ilustrativos son los espectáculos para mirones, las cabinas de vídeo, el sexo telefónico, el sexo a través de Internet o el cibersexo. La ausencia de zonas sexuales prohibidas podría también explicar que no se hayan derribado aún las formas destructivas de la sexualidad: pornografía degradante de la mujer, carga sexual en el trabajo, sexismo cotidiano, abusos sexuales y violencia sexual. Si hace 200 años la visión del tobillo desnudo de una dama suponía un escándalo para la moral pública, en los años sesenta lo era enseñar el pecho en el cine; hoy, para retener a los espectadores, apenas se exhibe una película de intriga en la que no se expongan emociones y prácticas sexuales destructivas. Por supuesto, las prevenciones morales que rodeaban antaño a la sexualidad no han desaparecido del todo. A primera vista da la impresión de que sólo se ha individualizado la sexualidad. Con la emancipación sexual, el poder decisorio se ha desplazado a la persona
que, ahora, puede decidir por sí misma qué debe o qué desea hacer. Sin embargo, ésta es sólo una cara de la moneda, pues la nueva moral sexual individual no es ajena a las imágenes y representaciones públicas, ni tampoco a los requisitos de una sexualidad vivida de manera positiva. En este momento, la sexualidad se contempla certeramente como la expresión de un sentimiento sano de autoestima y de un elevado rendimiento. Dicho con las palabras recientes de Matthias Horx en su estudio Sexstyles 2010 para la corporación Beate Uhse: hoy para una buena relación de pareja es imprescindible una vida sexual equilibrada. La escenificación y la presentación majestuosa de las facultades propias constituyen algunos de los componentes esenciales de la vida amorosa.
Del “tipo espectacular” al “gourmet del sexo” Horx augura también cómo será el amante ideal de cualquier edad en el siglo xxi: en primer lugar, se encuentran los jóvenes de entre 20 y 30 años, aficionados a explorar, que disfrutan del sexo sin obligaciones y que alientan sus relaciones con vivencias sexuales arriesgadas. A continuación, siguen las mujeres treintañeras seguras de sí mismas que, con un tipo espectacular, consiguen todos los hombres que se proponen. Luego, hay que contar con las personas “sin compromiso” de entre 30 y 50 años que, obsesionadas con un aspecto perfecto y con la juventud, además del gimnasio ejercitan de forma regular otra afición: un buen MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
2. EL EROTISMO EN EL CURSO DEL TIEMPO. El fresco del margen izquierdo pintado en el siglo i a.C. decoraba la casa de un centurión romano en Pompeya. El jardín del amor (segundo cuadro) procede de un libro italiano de 1480, que se suponía un motivo favorito de la pintura erótica de la Edad Media. Las piernas desnudas de la condesa di Castiglione fueron retratadas como tema erótico por un fotógrafo hacia 1860. El cuadro de la derecha es una toma del documental Woodstock: Three Days of Love and Music sobre el festival de música
akg berlin
de culto de 1969.
coito. Y las “señoras extravagantes” de más de 40 años que, desde una espléndida posición profesional, se permiten toda clase de licencias eróticas, incluidos los amantes jóvenes. No hay que olvidar por último a los “gourmets del sexo” mayores de 50 años, cuya madurez y experiencia hacen del amor un juego apacible y rico en matices. La propagación de este tipo de ideales genera expectativas a uno mismo y a la pareja. Cuando la realidad difiere, se instaura un sentimiento de fracaso. No es casual que, con motivo de la liberalización, haya aumentado el número de trastornos de la función sexual. En una de las encuestas más amplias y representativas de los últimos años, efectuada por el equipo de Edward Laumann, de la Universidad de Chicago, el 32 % de las mujeres confesaba no sentir ningún interés por el sexo, el 26 % refería trastornos del orgasmo y el 21 % indicaba dificultades de lubricación, mostrando el 16 % de estas últimas dolores durante el coito. El número de alteraciones sexuales masculinas resultó sólo ligeramente menor. El trastorno más frecuente fueron las dificultades motivadas por la eyaculación precoz (31 %), seguidas de cerca por la angustia al fracaso y los problemas de erección durante el acto sexual. Apenas el 10 % de los varones encuestados confesó una disminución del apetito sexual. En una palabra, un tercio de la población tiene problemas con su vida sexual. Cuando los matrimonios acuden a psicoterapia por conflictos crecientes de la convivencia, en tres cuartas partes de los casos se MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
señalan los problemas sexuales como tema de disputa permanente, resume Kurt Hahlweg, de la Universidad Técnica de Braunschweig. Sin embargo, entre las parejas que no consultan con ningún experto, estos problemas representan también el principal punto de desencuentro. Aunque los condicionamientos externos hayan desaparecido, persisten los internos, que cada sujeto erige en su esfera privada. A pesar de estas cifras, ¿ha tenido la liberación sexual alguna repercusión positiva? Sí, gracias a ella, las personas hoy no son discriminadas en función de su orientación sexual. Otro efecto saludable, desde luego, es que las parejas rotas ya no tienen que convivir hasta finales cada vez más amargos. La liberación sexual ha contribuido a que la iniciativa sexual sea tomada con los mismos derechos por ambos, a diferencia de lo que sucedía hace algunos decenios. Muchas mujeres disfrutan de la nueva libertad y deciden cómo dar forma a sus relaciones sexuales íntimas. La mayoría de los varones lo ha comprendido. Las encuestas representativas señalan que casi todas las mujeres se sienten hoy respetadas por los hombres. Por último, hay que recordar que dos tercios de la población, el grupo más amplio, no se queja de ningún problema sexual en las encuestas, mantenga relaciones dos, una o ninguna vez por semana.
Bibliografia complementaria J ugendsexualität — V e ränderungen In Den Letzten
Jahrzehnten. V. Sigusch en Deutsches Ärzteblatt, vol. 95, n.o 20, págs. A-1240– A-1243; 1998. Sexuelle Orientierung U nd S e x u e l l e A bw e i ch u n g . P. Fiedler, Beltz; Wein heim, 2005. S pätmoderne B eziehungs welten.
R eport Ü ber Part
nerschaft
U nd Sexualität
I n D r e i G e n e r at i o n e n . G. Schmidt et al. VS Verlag; Wiesbaden, 2006. Sexstyles 2010. M. Horx. Zukunftsstudie im Auftrag d e r B e a te U hs e AG ,
Peter Fiedler es docente de psicología clínica y psicoterapia en la Universidad de Heidelberg.
2007.
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Un conmutador que elimina la depresión Helen Mayberg puede haber descubierto el conmutador que apaga la depresión y enciende el auténtico vínculo que media entre pensamiento y emoción David Dobbs
D
ada su curiosidad y por su historia fami liar, cabría pensar que Helen Mayberg, desde niña, estaba destinada a su profesión actual. Su padre era médico de familia en el condado de Los Angeles. Su tío utilizaba equipos de rayos X y de medicina nuclear en investigaciones bioquímicas. Hoy, Helen May berg atisba, en el interior del cerebro, redes neuronales asociadas al estado de ánimo. Ha realizado un experimento asombroso que ha transformado el tratamiento de la depresión. Y al mismo tiempo, conjugando una dedicación a sus pacientes como la de su padre con la perfección técnica de su tío, está logrando que cambien las teorías sobre la interacción entre pensamiento y estado de ánimo. Mayberg, al igual que tantos investigadores, sentía la ilusión de hacer progresar su disciplina. Soñaba con hacerlo del modo habitual, por acreción progresiva de resultados que acabasen por modificar el panorama. Ahora, profesora de psiquiatría y neurología en la Universidad Emory de Atlanta, lo ha conseguido. En 2005 no sólo hizo ya reformas en el paisaje, sino que levantó una cumbre sobre la llanura, cuando ella y otros dos colaboradores explicaron cómo lograron curar a ocho de 12 pacientes con depresiones profundas, individuos prácticamente catatónicos a pesar de años de terapia verbal, fármacos e incluso electrochoque. Lo consiguieron insertando unos electrodos similares a los de un marcapasos en una región profunda de la corteza, el área 25. Mayberg había detectado diez años antes que el área 25 constituía un nexo fundamental para el tráfico de señales nerviosas entre la corteza frontal, “pensante”, y la región límbica central, donde brotan las emociones, que aparecieron antes en nuestro desarrollo evolutivo.
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Posteriormente descubriría que por el área 25 de las personas melancólicas o deprimidas “pasa quien quiere” —”como por una cancela que se ha dejado abierta”—, lo que permite que las emociones negativas abrumen el pensamiento y el estado de ánimo. La inserción de los electrodos cerró esa cancela y alivió la depresión en dos de cada tres pacientes del ensayo. Ese trabajo le reportó fama inmediata. “Mayberg está empezando a hacer para la depresión lo que nosotros para el cáncer hace 25 años”, declara Thomas Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. “Todavía es pronto. Pero se puede afirmar sin temor que el trabajo de Mayberg nos ha mostrado nuevas vías para entender y tratar la depresión.” Aunque su dedicación y su interés está “en el esquema de conexiones” cerebral, ha logrado uno de los descubrimientos más importantes en el dominio de la depresión, el problema psiquiátrico más frecuente y escurridizo. Su hallazgo podría obligarnos a redefinir la relación entre pensamiento razonado y emoción no razonada.
El área 25: el secreto escondido Vivaracha, con sus grandes ojos y sonrisa pronta, Mayberg exuda el entusiasmo de una recién graduada rebosante de ilusionada inspiración y lo combina con la apreciación de la historia propia de una veterana de cincuenta años. “Siempre me ha gustado trastear con los aparatos”, recuerda. “En los veranos solía pasarme horas en el laboratorio de mi tío en Berkeley, en la Universidad de California. Los trabajos de mi tío eran de los primeros en cartografía de la dinámica cerebral de la tirosina. Solíamos charlar sobre la forma de trazar el mapa, que siempre me ha parecido fascinante, y él me encargaba
1. UN “CLIC” ES SUFICIENTE. Los pacientes depresivos sueñan con poder suprimir los sentimientos de melancolía y desesperación que les abruman. En investigaciones recientes, esta utopía lleva camino de hacerse realidad.
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gehirn & geist / gina gorny
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RESUMEN
Interruptores de la felicidad
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Gracias a la estimula ción del área 25, por electrodos implantados, se ha conseguido liberar a pacientes depresivos de su afección.
2
Esa región de las pro fundidades del cerebro media en el flujo de infor mación entre los centros de los sentimientos y las zonas que participan en el pensamiento y el control del comportamiento.
3
Se requieren más es tudios para descubrir los procesos neuronales que intervienen la cura y para determinar si puede generalizarse el método en cuestión.
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pequeñas tareas en el laboratorio. Yo adoraba el laboratorio, con su lógica, sus aparatos, sus contadores Geiger. Medir para disipar enigmas.” Ingresó en la facultad de medicina de la Universidad de California en Los Angeles, con la idea de hacerse psiquiatra. Pero ya en los últimos cursos, cuando hubo de realizar los turnos de residencia, hace casi 30 años, se encontró con que apenas había aparatos y la parvedad de medición cuantitativa. “En aquella época no existía la tomografía computarizada; mucho menos, la formación de imágenes por TEP (tomografía por emisión de positrones) o la resonancia magnética funcional (RMf). Por otra parte, los psiquiatras, en su mayoría, no acababan de aceptar que los trastornos de la mente tuvieran base biológica”, evoca Mayberg. Se consideraba que la esquizofrenia —que hoy se cree consecuencia de causas genéticas y nerviosas subyacentes— consistía fundamentalmente en una reacción provocada por abandono materno o por abusos sexuales. En 1980, Mayberg, ya en el último curso de licenciatura, comenzó a trabajar con Norman Geschwind, neurólogo del Hospital Beth Israel de la Universidad de Harvard. Geschwind llevaba cuarenta años promoviendo su idea de que el cerebro opera como un sistema de funciones coordinadas que surgen desde distintas regiones, en lugar de hacerlo en una sola pieza. La disfunción es consecuencia de fallos o deficiencias en la coordinación entre regiones. La clarividencia de Geschwind, apuntalada y sostenida por sus investigaciones y sus análisis de casos conocidos de la bibliografía neurológica, hizo que la psiquiatría fuera abandonando la imagen monolítica del cerebro, dominante durante la primera mitad del siglo xx. Cuando Mayberg empezaba a estudiar con Geschwind, el modelo reticular, entonces en gestación, se estaba confirmando por una explosión de descubrimientos sobre la forma en que hormonas y neurotransmisores portan mensajes de unas áreas cerebrales a otras. Mayberg, que veía a Geschw ind aplicar tales modelos a los pacientes de las salas de neurología del Hospital Beth Israel, se encontró con una teoría del cerebro mucho más atractiva que la ofrecida por la psiquiatría. Terminada la carrera, aceptó una plaza de residente de neurología en la Universidad de Columbia, donde investigó la depresión en víctimas de ictus, con la esperanza de localizar las redes neuronales implicadas. Pero los accidentes cerebrovasculares de los pacientes eran tan diversos
en ubicación y sintomatología, que le resultó imposible acotar regularidades sistemáticas. Aquel proyecto, no obstante, afinó su interés. A la conclusión de su contrato de residente, se incorporó en un programa posdoctoral de la Universidad Johns Hopkins, donde comenzó a estudiar la depresión en enfermos de Parkinson. Este mal prometía hacer menos difícil la individualización de redes neuronales, porque es consecuencia de lesiones en el globus pallidus, una estructura bien definida del cerebro profundo, que es crucial para el movimiento. Johns Hopkins era a la sazón el centro de referencia en la investigación sobre neurotransmisores; allí se desbrozaban nuevos campos sobre las funciones de la dopamina y la serotonina casi todos los meses. Mayberg comenzó tratando de hallar anomalías neuroquímicas en los pacientes. Pero la neuroquímica no le resolvía mucho más que la psiquiatría. “En psiquiatría”, explica, “el cerebro se considera en su totalidad, una resolución, para mi trabajo, demasiado burda. Y descubrí, por otra parte, que la resolución de la química —la acción de los neurotransmisores a escala celular— era excesivamente fina. Yo quería ver el funcionamiento conjunto de las piezas”. Y así, Mayberg, aplicando las técnicas de medicina nuclear de su tío, desarrolló un nuevo proyecto en los primeros años noventa. Ella y algunos colaboradores efectuaron escáneres de 60 pacientes de parkinson, unos deprimidos y otros no, mediante tomografía por emisión de positrones (TEP). Buscaban diferencias en la actividad de las regiones frontal y paralímbica, entre la corteza “pensante”, situada detrás de la frente, y la corteza paralímbica, más interior y “ancestral”, que rodea los centros límbicos correspondientes a las emociones, la memoria y el aprendizaje. El grupo observó que los pacientes deprimidos exhibían una actividad mucho menor en ambas regiones corticales. En los dos o tres años siguientes, Mayberg acometió investigaciones similares para comparar pacientes deprimidos y no deprimidos que hubieran sufrido ictus, epilepsia o las enfermedades de Huntington o de Alzheimer. En todos estos estudios, los pacientes deprimidos presentaban la misma reducción de la actividad frontal y paralímbica. Mayberg descubrió también otra peculiaridad: en los individuos deprimidos había cierto segmento de la corteza evolutivamente más antigua que se mostraba sumamente activa. Tratábase de la región denominada “área 25”. Otro MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Hipocampo
Electrodos Corteza frontal Area 25
gehirn & geist / siganim
cortesia de helen mayberg
Amígdala
Radiografía tras la operación
investigador, Wayne Drevets, de la Universidad de Washington, trabajando independientemente, había señalado también esta hiperactividad. Un fenómeno llamativo: en la depresión, que se caracteriza por hipoactividad cerebral, resultaba observable una red local hiperactiva. El área 25 demostraba establecer vigorosas conexiones entre los centros de la emoción y la memoria del sistema límbico, y con los centros de pensamiento de la corteza frontal. No estaba clara la forma exacta en la que el área 25 modulaba el tráfico entre esos distritos cerebrales, pero sí lo estaba que la región exhibía una clara hiperactividad en casos de depresión grave. Tal vez laborara con ahínco en un empeño por atemperar un bucle depresivo establecido entre los centros emotivos y los pensantes. O tal vez estuviera provocando el problema al posibilitar que los bucles depresivos se impusieran. En cualquier caso, refiere Mayberg, “considerábamos que el área 25 era importante”. Evocaba una pauta, una regularidad, algo fundamental en la depresión. Mayberg publicó en 1997 un extenso artículo doctrinal, donde exponía los hallazgos que respaldaban dicha pauta. Los psiquiatras apenas le prestaron atención. “Con toda franqueza”, recuerda, “nadie estuvo especialmente interesado. Les estaba pidiendo que examinasen un montón de regiones cerebrales y que concibieran la depresión de un modo nuevo. No estaban preparados para ello.” Dado que la mayoría de sus estudios habían sido realizados sobre personas que sufrían otras MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
dolencias neurológicas, como el mal de Parkinson o la epilepsia, sus colegas dijeron que tales enfermos padecían “depresión secundaria” y no “depresión primaria” (la común). Sus síntomas eran consecuencia inevitable —y en esencia, sin importancia— de la dolencia principal. “Así que decían, ‘¡Ah, usted se dedica a eso de la depresión neurológica! Un trabajo muy bonito’. Y yo les contestaba, ‘¡No, no, de ninguna manera! Me ocupo de toda la depresión’. Pero lo único que conseguía era aburrirles o ponerlos de mal humor”.
2. TREPANACION A FONDO. El área 25 es un nudo de comunicación entre la corteza frontal y el sistema límbico, al que pertenecen el hipocampo y la amígdala. Helen Mayberg implantó microelectrodos en el cerebro de enfermos con depresión profunda y estimuló el área 25 mediante una corriente eléctrica de pequeño voltaje. Un cable subdérmico conecta-
Atónita
ba los electrodos a un “marca-
Pero el fastidio se trocó en atención en el cambio de siglo. Mayberg revalidó sus afirmaciones con estudios cada vez más concluyentes. Pidió a probandos sanos que pensaran en cosas muy tristes, y los escaneó mientras se les saltaban las lágrimas por la emoción. Las imágenes dejaron ver una actividad frontal deprimida y un área 25 hiperactiva. Pero superada la tristeza, el área frontal se reactivó y el área 25 se encalmó. Escaneó a pacientes deprimidos, tratados unos con Paxil y otros con placebo. En ambos grupos, los individuos que se recobraron exhibieron un aumento de la actividad frontal y un área 25 más calmada. Parecía que, con independencia de la causa, la depresión amortiguaba la actividad frontal y, o bien causaba la hiperactividad del área 25, o bien emanaba de ella. En los afligidos por la depresión, tales efectos se invertían en quienes se curaban. A principios de 2004, Mayberg publicó un estudio muy comentado. Ella misma se asom-
pasos cerebral” instalado cerca de la clavícula.
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erik s. lesser
3. LA MELANCOLIA, EN PANTALLA. Helen Mayberg compara, mediante tomografías, la actividad cerebral de individuos deprimidos con la de personas no deprimidas. Las diferencias le indican qué regiones cerebrales presentan una actividad excesiva o demasiado escasa, debido a la depresión. En los depresivos, la actividad de las áreas frontales (en la parte superior de cada uno de los cortes cerebrales) es acusadamente más lenta.
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braba de sus resultados. Había escaneado a dos grupos de pacientes deprimidos que se encontraban en tratamiento, uno de ellos con Paxil, y el otro, con terapia conductual cognitiva (TCC), que busca la curación por medio de la palabra y el consejo. Los pacientes con Paxil presentaron la misma pauta observada en estudios anteriores. Sin embargo, los tratados con TCC exhibían una dinámica nueva y desconcertante: cuando el tratamiento TCC resultaba eficaz, el área 25 se frenaba, como sería de esperar, pero las áreas frontales exhibían menos actividad; pasaron de una actividad intensificada a otra más reducida, y no al contrario, como en todos los demás grupos. Estupefacta ante semejante observación, dejó dormir el problema algún tiempo. ¿Por qué decaía la actividad frontal de los pacientes con TCC cuando mejoraban, en vez de aumentar? Tras discutirlo y reflexionarlo, acabó por entender lo que pasaba. Los pacientes en los que la TCC resultaba eficaz tenían que presentar esta pauta casi por definición. En el tratamiento de TCC, los pacientes aprenden a identificar y corregir las pautas de pensamiento que, de no hacerlo, les deprimirían. Para lograr que la TCC funcionase se requería la intervención de un área frontal activa. Los pacientes que respondieron a TCC lo hicieron debido a que, o bien eran pensadores activos (y por ello, más susceptibles a la TCC) o porque ingresaron en el estudio tratando de imaginar la forma en que podrían salir de su depresión. Las imágenes obtenidas que mostraban altos niveles iniciales de actividad frontal, explica Mayberg, “corres-
pondían a imágenes del tira y afloja entre la depresión y los esfuerzos de los pacientes para corregirla por sí mismos”. Cuando tal esfuerzo tenía éxito, las áreas frontales podían relajarse, y las escanografías revelaban la reducción de actividad. Este resultado anómalo contenía valiosas sugerencias sobre el tipo de pacientes que podrían responder mejor a la TCC que a la farmacoterapia. Ponía de relieve un descubrimiento central que unificaba los diversos estudios: incluso quienes respondían a la TCC exhibían un área 25 hiperactiva que se estabilizaba al ir actuando la terapia y mejorar el estado de ánimo. El área 25 se hallaba hiperactiva en todos los tipos de depresión y quedaba encalmada en todas las terapias eficaces.
Alivio instantáneo Mayberg disponía ahora de pruebas sólidas del papel fundamental que el área 25 desempeñaba en la depresión. Una conclusión que encajaba de pleno con los descubrimientos de otros investigadores en la dinámica del miedo, la ansiedad, el estrés o el estado anímico. Joseph E. LeDoux, de la Universidad de Nueva York, y Bruce McEwen, de la Universidad Rockefeller, habían demostrado que los trastornos del estado de ánimo resultan de un estrés continuado o de un estrés muy agudo, bien por la dureza del ambiente o por una experiencia traumática, que provocan que los centros de ansiedad o temor hayan de emplearse a fondo. Los sistemas de supervivencia (respuestas nerviosas y hormonales exacerbadas en el caso MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
de amenazas graves) nos resultan corrosivos cuando ciertos recuerdos y pensamientos persistentes los activan sin cesar. Las pruebas que respaldan esta dinámica son robustas. Pero los puntos cruciales de conmutación del circuito seguían sin estar claros. Pudiera ser —comenzó a pensar Mayberg— que el área 25 fuese uno de tales conmutadores y que al actuar en ella se pudiera desactivar el circuito de alarma y reponerlo a situación normal. Aproximadamente por entonces, Mayberg aceptó una cátedra en la Universidad de Toronto, en cuyo claustro coincidió con Sidney Kennedy, psiquiatra, y Andrés Lozano, neurocirujano. Kennedy estaba interesado en explorar los modelos neurológicos de la depresión y Lozano había adquirido notoriedad modulando otra red neuronal desmandada, la responsable del mal de Parkinson. Hace veinticinco años era habitual tratar quirúrgicamente los casos graves de Parkinson por extirpación del globus pallidus, acumulación de neuronas que actúa de pasarela en circuitos que controlan los movimientos. Su hiperactividad, por alguna causa, desequilibraba la neurología del movimiento, provocando los temblores y la rigidez que afligen a los pacientes de Parkinson. La ablación del globus pallidus parecía reducir estas complicaciones. Lozano era uno de los pocos neurocirujanos que no recurría a la supresión del globus pallidus, sino que optaba por la inserción, junto al mismo, de un microelectrodo de bajo voltaje. La técnica, denominada estimulación cerebral profunda, parecía regular la actividad del globus pallidus y restablecer el movimiento hasta los niveles de normalidad. ¿Sería posible que la inserción de tales electrodos a lo largo del área 25 la encalmase? Mayberg, Lozano y Kennedy decidieron hacer la prueba. En 2003 el equipo comenzó a implantar microelectrodos en el área 25 de una docena de personas que padecían depresiones graves. Lozano trepanaba un par de aberturas del tamaño de una moneda de un euro en lo alto del cráneo, insertaba un par de microelectrodos y finos conductores hasta el área 25, los conectaba a un marcapasos diminuto y cosido debajo de la clavícula; y lo ponía en marcha. El marcapasos enviaba una corriente continua de 4 volt al área 25. Los resultados fueron espectaculares. Algunos pacientes experimentaron un profundo alivio en cuanto Lozano activó los electrodos; dos de cada tres retornaron a un estado aníMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
mico y funcional esencialmente normal en un plazo de meses. Veían mejor, pensaban mejor, se sentían mejor. Decían sentirse como si caminasen entre flores, que “el ruido” cesaba, de haberse quitado de encima una losa. Los efectos secundarios eran casi despreciables. “Todavía no entendemos por qué se produce tal efecto al calmar el área 25”, confiesa Mayberg. “Habrá que esperar. Lo evidente es que, cuando el área 25 es hiperactiva, provoca depresión, y que al calmarla se obtiene alivio.” Los resultados, desde luego, eliminaron todas las dudas. El conjunto de trabajos de Mayberg, y este último experimento en particular, habían demostrado que el modelo circuital del estado de ánimo que estábase gestando permitía identificar y modular puntos clave de conmutación. Los resultados confirmaron rotundamente el modelo de organización reticular del cerebro. La razón y la pasión, el pensamiento y la emoción estaban vinculados en un bucle, no apilados en una jerarquía. Ninguna era esclava de la otra. Se imbrican en una conversación, que para ser saludable ha de ser equilibrada y rica en contenido.
En cuanto se activaron los electrodos, los enfermos vieron mejor, pensaron mejor, se sintieron mejor.
Averiguar por qué El experimento de estimulación cerebral profunda le dio fama a Mayberg. No cree, sin embargo, haber resuelto las grandes cuestiones del estado de ánimo y la salud mental. Confía en hallar nuevos instrumentos y modelos funcionales para rastrear y tratar la compleja red que vincula el pensamiento y el estado de ánimo —las regiones corticales y las límbicas— cuyo funcionamiento, cuando es deficiente, nos hunde en la depresión. Esta búsqueda supone, en lo más inmediato, detallar cómo desempeña el área 25 un papel tan crucial. “Quiero averiguar cómo elaborar mejor esta área. Quisiera definir mejor la red neuronal, el verdadero esquema de conexionado, por así decirlo. Quisiera cartografiar más detalladamente los aspectos neuroquímicos. Quiero el esquema genético. ¿Qué nos dirá todo ello sobre la naturaleza de la depresión? ¿Podemos hallar diferencias más fiables entre los distintos tipos de depresión? ¿Por qué hay personas que responden a los fármacos y otras, en cambio, a la terapia conductual cognitiva?”
Bibliografia complementaria M odulation of Cortical– L imbic Pathways in M ajor D epression . K. Goldapple et al. en Archives of General Psychiatry, vol. 61, págs. 34-41; enero, 2004. D eep B r ai n St imul at ion for
Treatment –R esistant
D epression. H. S. Mayberg et al. en Neuron, vol. 45,
David Dobbs es autor de Reef Madness: Charles Darwin, Alexander Agassiz, and the Meaning of Coral (Pantheon Books, 2005).
n.o 5, págs. 651-660; 3 de marzo, 2005.
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Tras los bastidores de la mente La neuropsicología es una disciplina de breve historia y larga prehistoria. Desde hace siglos, el hombre se ha esforzado por localizar lo mental en lo corporal. Pero sólo en fecha reciente hemos comenzado a ahondar en el conocimiento del cerebro Lutz Jäncke
¿D
e dónde sabemos nosotros que pensa mos con la cabeza y no, por ejemplo, con el diafragma, con el corazón o con... la rodilla izquierda? Vaya pregunta absurda, dirá el lector. ¿Absurda? ¿Cómo podemos estar tan seguros de lo primero? Cierto, podemos herirnos la rodilla y —aunque sintamos dolor— no sentir merma en nuestras facultades mentales. Aunque es verdad que el diafragma o el corazón pueden condicionar la sensación subjetiva, ¿nos atreveríamos a considerarlos refugio de la mente? En cualquier caso, con la sola reflexión no podemos dar cumplida respuesta a la pregunta. Desde siempre, el hombre ha experimentado el apremio de situar los fenómenos mentales —todas las impresiones sensoriales, recuerdos, deseos, pensamientos y sensaciones (aun cuando las atribuya a un poder divino)— en algún lugar del cuerpo. En la búsqueda de la sede del alma pusieron su afán filósofos e investigadores durante milenios. Sólo muy tardíamente se reparó en el cerebro. Para Aristóteles (384-322 a.C.), por ejemplo, el cerebro constituía una suerte de elemento refrigerador de la sangre recalentada por el cuerpo. El órgano central y definidor del ser humano era el corazón. Tal enfoque ejerció una poderosa influencia en el pensamiento a lo largo de la historia y ha dejado su sello en nuestro lenguaje cotidiano. Así, inglés, francés y alemán, aprender algo de memoria se dice “aprender de corazón”. Con el Renacimiento se empezó a prestar mayor atención al cerebro. Una de las expre-
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siones más acabadas del nuevo planteamiento la encontramos en la obra de Andreas Vesalio (1514-1564). Siendo catedrático de cirugía en la Universidad de Padua, Vesalio escribió su famosa De humani corporis fabrica” (“Sobre el edificio del cuerpo humano”), texto de anatomía impreso por Johannes Oporinus en Basilea en 1543. La obra de Vesalio incluía unos dibujos fascinantes que ejemplificaban la teoría de los ventrículos cerebrales, tan de moda por entonces, según la cual el “pneuma” circulaba por dichos espacios huecos del cerebro y desde aquí se extendía por todo el cuerpo y le animaba. Los diversos ventrículos —tres en total— cumplían funciones específicas. Así, el primero (no identificarlo con lo que hoy denominamos primer ventrículo cerebral) albergaba la fantasía y la capacidad de imaginar, en el segundo surgía el pensamiento y el tercero era el encargado de la memoria. En el marco de esa concepción, la masa cerebral se limitaba a una tarea protectora de los ventrículos y de las funciones que en ellos se desempeñaban. Hubo que esperar hasta el siglo xviii para que apareciera la idea de asociar al tejido nervioso nuestras capacidades mentales. En esa concepción militó la teoría frenológica, que contó con numerosos seguidores. Sus protagonistas, el médico y anatomista Franz Gall (1758-1828) y su discípulo Johann Spurzheim (1776-1832), sostenían que las irregularidades que se observaban al tacto en la superficie craneana reflejaban la constitución anatómica del tejido nervioso subyacente. MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
El destierro de los chichones
BRUTALMENTE CONECTADO. Cuantos más electrodos cubren el cuero cabelludo del voluntario, más exactos resultan los datos del electroencefalograma (EEG), como en el caso de la contemplación de una escena
vision photos / rainer klostermeier
violenta.
Todas las facultades y talentos psíquicos —desde el genio y la locura hasta la laboriosidad y la fuerza de voluntad— Gall los atribuía a las particularidades individuales de la anatomía cerebral de cada sujeto. A partir de ella deducía la dotación psíquica de la persona en cuestión. La memoria, por ejemplo, se asentaba detrás de las cuencas oculares; por ello, los individuos de prominentes globos oculares eran auténticos virtuosos de los recuerdos. Desde el punto de vista actual, la interpretación de los “chichones” del cráneo nos parece pseudociencia. Lo que no significa que se haya desvanecido nuestro deseo de asignar a las funciones mentales determinados campos cerebrales. Las descripciones de casos clínicos realizadas por Paul Broca (1824-1880) y Carl Wernicke (1848-1905) marcaron el primer paso serio en
esa dirección. Ambos mostraron, a mediados del siglo xix, que la capacidad de producir el lenguaje y de comprenderlo dependía de áreas circunscritas de la corteza cerebral izquierda. Si esas zonas se dañaban, se producían unos trastornos del lenguaje muy típicos: en un primer grupo de casos (hoy conocido por afasia de Broca) los pacientes sólo podían articular retazos de frases o frases de una sola palabra, pero entendían perfectamente las expresiones verbales de los otros. En un segundo grupo de casos —debido a lesiones en el área de Wernicke— los pacientes podían expresarse perfectamente, pero eran incapaces de entender las frases más simples. La investigación de síndromes específicos relacionados con lesiones cerebrales (que sólo podían ser diagnosticadas post mortem) avanzó con el advenimiento del nuevo siglo, hasta
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corbis / er productions ag. focus / spl / hank morgan
Investigación con método: el cerebro en el punto de mira
UN CASO CLASICO El ferroviario Phineas Gage sufrió en 1848 un terrible accidente: en una explosión una barra de hierro le atravesó el cráneo (véase la reconstrucción en el dibujo). Gage sobrevivió al
DE: PETER RATIU Y J.F. TALOS, NEW ENGLAND JOURNAL OF MEDICINE, VOL. 351, N.º 23: E21, FIG. 1.
accidente milagrosamente. Pero el que otrora fue un trabajador responsable se convirtió en un violento pendenciero. Su caso fue uno de los precedentes más tempranos de los estudios neuropsicológicos relacionados con las lesiones.
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Casi todo el mundo las conoce: las imágenes con manchas cromáticas llamativas del cerebro obtenidas por el tomógrafo resultan impresionantes tanto para los legos como para los investigadores. Los procedimientos técnicos representados en estas imágenes despiertan, por un lado, una gran fascinación, porque hacen visible la actividad del cerebro vivo. Pero, por otro, generan cierto escepticismo, pues pueden dar la impresión errónea de que la excitación de determinada áreas produce sentimientos, pensamientos o convicciones religiosas. Métodos como la encefalografía magnética (EGM; imagen izquierda) o la resonancia magnética funcional (RMf; imagen central) miden la actividad cerebral mediante distintos parámetros: en el primer
convertirse en un método estándar de los neurólogos y de los psiquiatras. No tardaron, sin embargo, en proliferar las voces críticas: Karl Spencer Lashley (1890-1958) rebatió la teoría de la localización en Brain Mechanisms and Intelligence (“Mecanismos cerebrales e inteligencia”). Publicado en 1939, se declaraba allí que muchas de las funciones mentales no eran dependientes de estructuras cerebrales específicas, sino que surgían debido a la conjunción dinámica de todo el cerebro o de una parte extensa del mismo. Otro enfoque igualmente holístico fue el sostenido por Donald Olding Hebb (1904-1985). En un artículo titulado What Psycholgy is about? (“¿De qué va la psicología?”), atribuyó los procesos psíquicos a una capacidad integradora conjunta del cerebro. Según Hebb, a través de una red neuronal cambiante se pondrían continuamente en mutuo contacto muchos centros nerviosos, muy alejados unos de otros. Postuló, además, que las modificaciones en las sinapsis, diminutos espacios de unión entre neuronas consecutivas, constituían el fundamento de los procesos de aprendizaje. Tendrían que pasar bastantes años para que tal afirmación recibiera respaldo experimental. Las tesis de Lashley y Hebb representaron piedras miliares en el camino de la neurolo-
gía moderna. No se limitaban a escudriñar áreas supuestamente competentes en uno u otro proceso psíquico determinado. Antes bien, les interesaba la interacción entre módulos para alcanzar rendimientos complejos: la percepción, el pensamiento o el sentimiento. El conocimiento del ciclo de trabajo cerebral habría de ayudar a entender mejor los fenómenos psíquicos. Los casos clínicos clásicos, con los que Roger Wolkott Sperry (1913-1994) despertó el interés general en los años cincuenta, permitieron aclarar la cuestión. Sperry investigó sobre pacientes “con cerebro escindido”, que eran en su mayoría epilépticos graves cuya descarga productora de los ataques pasaba de un hemisferio a otro del cerebro. Los médicos de entonces no conocían otro método curativo para tales pacientes que la sección quirúrgica del cuerpo calloso, las fibras nerviosas que forman la unión entre ambos hemisferios cerebrales. Tras la operación, los pacientes se curaban frecuentemente de la epilepsia y no mostraban ningún daño colateral... hasta que Sperry llevó a cabo con ellos sus tests en el laboratorio. En uno de sus experimentos que, andando el tiempo, se tornaría clásico, el voluntario se sentaba ante una mesa sobre la que había diversos objetos (tijeras, una manzana, un zapato y unas MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
ag. focus / spl / universidad de durham, simon fraser
EN LA JUNGLA DE LAS DISCIPLINAS
Neurociencias: Concepto general para todos los campos y enfoques metodológicos que se ocupan del cerebro y
caso se registra el potencial de campo magnético que va unido a las corrientes eléctricas cerebrales; en el segundo se mide el incremento regional de flujo sanguíneo mediante el alineamiento de protones en un campo magnético generado artificialmente. Pero los investigadores pueden mandar también señales al cerebro: por medio de la estimulación magnética transcraneal (EMT; imagen de la derecha) se estimulan de forma precisa o “apagan” de forma transitoria partes de la corteza cerebral. De las consecuencias de estos procedimientos sobre la experiencia y la conducta de los voluntarios se puede inferir el grado de implicación de las redes que toman parte en los distintos rendimientos.
de sus capacidades.
Parte de la medicina que trata del diagnóstico y del tratamiento de las enfermedades cerebrales y de las deficiencias aparecidas con ellas.
gafas). Sperry mostraba entonces al sujeto una imagen del objeto que el voluntario debía tomar con su mano izquierda, una manzana por ejemplo. Si Sperry presentaba la imagen muy a derecha de la cara del sujeto, de tal manera que sólo pudiera proyectarlo en la mitad cerebral izquierda, el paciente no podía agarrar el objeto correspondiente de la mesa. Pero cuando Sperry le mostraba el dibujo por la izquierda, el voluntario no tenía ninguna dificultad para coger con la mano el objeto solicitado.
La manzana de la discordia La explicación no entraña secreto alguno: para coger con la mano izquierda el objeto correcto, el concepto “manzana” tiene que ser transferido al hemisferio derecho, que controla la parte corporal izquierda. Pero esta transferencia resulta imposible cuando el cuerpo calloso está escindido. Sperry recibió en 1981 el premio Nobel de fisiología y medicina por sus experimentos con el cerebro escindido. Estudios de este tenor acometidos en sujetos lesionados, es decir, la investigación de deficiencias aparecidas tras daños accidentales en el cerebro de humanos y animales, así como resultantes de enfermedades o de intervenciones quirúrgicas, han supuesto una importante columna de la neuropsicología. Otra columna MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
fundamental, que ha terminado por prevalecer en la percepción pública de la especialidad, ha surgido con los procedimientos de neuroimagen desde los años setenta. Bajo el concepto general de neuroimagen se engloban toda una serie de medios técnicos de laboratorio que posibilitan la observación del cerebro en funcionamiento durante la resolución de tareas. Para ello se mide la excitación de neuronas o de determinadas regiones cerebrales, de acuerdo con distintos parámetros indirectos: la corriente eléctrica cerebral, la distribución de marcadores previamente inyectados en el sujeto o la concentración de oxígeno en sangre. El incensante refinamiento de los procedimientos de neuroimagen ha dado lugar a un “movimiento neurológico” dentro de la psicología. En este sentido, se ha conseguido aumentar la resolución temporal y espacial de las técnicas. Así, mediante la resonancia magnética funcional (RMf) podemos ya reconocer la actividad neuronal hasta con un milímetro de exactitud, si bien no conviene perder de vista que un milímetro cúbico de tejido nervioso hay alrededor de un millón de neuronas. Podemos ya cuantificar el nivel de actividad de pequeños grupos neuronales e incluso de neuronas individuales, aunque en la mayoría de los casos esto sólo puede llevarse a cabo en
Neurología:
Neuropsicología: Se ocupa de los fundamentos neuronales de la experiencia y de la conducta del hombre, lo mismo en individuos sanos que en pacientes con lesiones cerebrales.
Psicofisiología: Se ocupa de los procesos fisiológicos cerebrales que tienen un efecto psicológico. La manipulación experimental se desarrolla en el cuerpo. La neuropsicología va en la dirección contraria: describe en primer lugar las manifestaciones en el pensamiento, en los sentimientos y en la conducta. Y persigue sus causas neuronales.
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¡¿ES TODO NEURO O QUÉ?! Entre los psicólogos se asiste a un debate enconado sobre la aportación de la psicología en comparación con la información inferida a partir de las manchas cromáticas de las imágenes cerebrales.
animales de experimentación, en razón de la agresividad que encierra contra el cerebro. Los procedimientos de neuroimagen han puesto de manifiesto con mayor claridad que nunca cuán entreverados se hallan los procesos fisiológicos y psicológicos. Aunque las personas suelen mostrarse reacias a que el cerebro sea el único responsable de nuestros sentimientos y pensamientos. Sienten que el yo, la conciencia y la propia existencia humana singular se hallan amenazados por la investigación neurológica, prestos a ser reducidos a un órgano de apenas kilo y medio de peso. El clásico problema mente-cuerpo de los filósofos dista mucho, sin embargo, de haber quedado ya resuelto. Su momentánea popularidad no convierte necesariamente en perennes a las explicaciones neurológicas. También la ciencia tiene sus corrientes y modas. Cuando amaine el entusiasmo por las “imágenes cerebrales coloreadas” se recordará de nuevo que la mera actividad de determinadas áreas del cerebro no basta para dar razón de la mayoría de los procesos psíquicos. La realidad es en la mayoría de los casos mucho más compleja.
El tabú se convirtió en moda: el inconsciente
© fotolia / Ma
rio
Un ejemplo nos ayudará a describir el fenómeno de la “percepción inconsciente”. Este concepto, tabú hace alrededor de 15 años para la psicología experimental, pasó a primer plano en 1998, cuando Paul Whalen, de la facultad de medicina de Harvard en Boston, publicó un estudio realizado mediante RMf. Whalen mostró que la presentación inesperada de imágenes con rostros angustiados originaba un fuerte incremento de la circulación sanguínea en la amígdala cerebral. A esta área cerebral corresponde la elaboración de las informaciones emocionales, de las negativas en particular (angustia o ira), así como del reconocimiento inconsciente de los rostros. Como se deduce del trabajo de Whalen, los estímulos visuales análogos alcanzan los centros cerebrales emocionales correspondientes, sin que nos percatemos de ello. Probablemente, muchas actividades intelectuales dependen de la asimilación de tales estímulos inconscientes. De hecho, se sabe que en casi todas las tareas de aprendizaje se desarrollan procesos inconscientes que participan en la consolidación de las informaciones mnémicas. Las ilusiones ópticas, las alucinaciones, la experiencia de déjà-vu y las ensoñaciones
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diurnas constituyen ejemplos arquetípicos de percepciones humanas que han sido explicadas parapsicológicamente con cierta asiduidad. La moderna neuropsicología elimina lo suprasensorial de esos fenómenos, para encuadrarlos entre las excitaciones neuronales “normales”. Nuestro cerebro puede generar determinados contenidos perceptivos (y la consiguiente activación cerebral que va unida a ellos) de forma autónoma. En la experiencia, semejante actividad autónoma se muestra a menudo como ilusiones perceptivas, fantasías o imágenes oníricas. Hoy sabemos que nuestro cerebro construye sin cesar asociaciones espontáneas. Cuando percibimos de forma aislada estímulos visuales que acostumbran ir acoplados con informaciones acústicas —un vídeo de una cascada de agua al que se le quita el sonido—, persiste la estimulación de la corteza auditiva. Las asociaciones producidas son dependientes de la experiencia de cada sujeto, razón por la cual difieren en su forma de un individuo a otro. La investigación neuropsicológica ofrece pruebas innumerables de la plasticidad del cerebro. Hace 10 o 20 años resultaba punto menos que impensable que el cerebro humano adulto pudiera modificarse de forma tan intensa por las influencias externas. Ahora, los métodos de exploración recién incorporados han puesto de manifiesto que el aprendizaje no sólo modifica la conducta, sino también el propio cerebro. Los músicos profesionales, por ejemplo, disponen de áreas sensitivas y motoras engrosadas. Y con tanta mayor intensidad, cuanto más largo y profundo ha sido su proceso de formación. La parte posterior del hipocampo, que interviene en la memoria espacial, aparece más engrosada en los taxistas londinenses que en el común de los ciudadanos. Según otro estudio, basta un entrenamiento con juegos malabares de sólo tres meses para incrementar la densidad de la sustancia gris en un área denominada MT, importante para la percepción del movimiento. Amén de tales cambios cerebrales debidos a distintas experiencias, los neurofisiólogos han ido ahondando en el proceso de maduración natural del cerebro. Así, se ha comprobado que el cerebro frontal, la instancia de control más elevada de nuestro actuar consciente, experimenta cambios sustanciales durante las dos primeras décadas de nuestra vida. Este hecho podría explicar por qué los adolescentes tienen MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
tablas vi y vii del papiro de edwin smith; sala de libros raros, academia de medicina de nueva york; dominio publico
INVESTIGACION CEREBRAL ANCESTRAL El texto más antiguo conocido que trata sobre el cerebro procede de alrededor del 1700 a.C. Corresponde a un escrito del antiguo Egipto: el Papiro de Edwin Smith. En este documento se describen 48 casos médicos, entre los cuales se encuentran 27 de daños cerebrales. Los arqueólogos creen además que el papiro que ha llegado hasta nosotros es una copia de otro mucho más antiguo, que podría haber sido redactado en torno al 2500 a.C.
tantos problemas para controlar su humor y sus impulsos. También les resulta muy difícil disciplinarse, motivarse o ponerse en el lugar de los demás, todo lo cual sea quizá consecuencia de un cerebro frontal inmaduro.
La psique lee en el cerebro Múltiples fenómenos psíquicos pueden “ser leídos” en el cerebro. Desde hace algunos años hay varios grupos de investigación trabajando en la confección de un diálogo directo entre el hombre y la máquina: las interfaces cerebrocomputador, que aprovechan la actividad neuronal para controlar aparatos técnicos o robots o para crear realidades virtuales. El principio que lo sustenta establece que determinadas señales motoras, imaginaciones o pensamientos se encuentran ligados con modelos de excitación cerebral. Si una persona se imagina que cierra la mano derecha hasta formar un puño (sin hacerlo realmente), la señal unida a este movimiento puede registrarse y, a continuación, puede ser reconocida por un ordenador y transformada en una orden que controle el brazo artificial. Se han cosechado ya algunos éxitos. Un equipo de investigación encabezado por John Donoghue, de la Universidad Brown en Providence, implantó a un paralítico 96 minielectrodos en el área cerebral motriz de la mano a fin de registrar continuamente en este campo la actividad de las células nerviosas. El paciente aprendió, con el uso exclusivo de su pensaMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
miento, a generar distintos patrones de señales y manejar un ordenador, descargarse correos electrónicos e incluso accionar un brazo-robot [véase “Neuroprótesis interactivas”, por Frank W. Ohl y Henning Scheich; M ente y cerebro, n.O 25]. Carece de sentido que la neuropsicología y las neurociencias vayan por caminos separados cuando se trata de investigar el cerebro sano y el enfermo. La actuación conjunta garantiza mejores diagnósticos y fórmulas de rehabilitación para los pacientes, así como nuevos modelos de aprendizaje para los pedagogos. Además podrían avalar las respuestas que se den a las cuestiones de carácter fundamental para la existencia humana: ¿Qué es la conciencia? ¿Existe el libre albedrío? ¿Cómo se puede mejorar el funcionamiento del cerebro? Para seguir avanzando se necesitan tanto los modelos psicológicos como los procedimientos de neuroimagen. Parece llegada la hora de la cooperación entre neurólogos y psicólogos. Los modelos y los métodos de la psicología son los que hacen posible la puesta en práctica de forma acertada de los procedimientos de las neurociencias, como es el caso de los escáneres cerebrales. A fin de cuentas, se debe saber qué es lo que se está buscando para poder escudriñar hábilmente el cerebro.
Bibliografia complementaria M ethoden der B ildgebung in der
wissenschaften .
N eu ro L. Jänke.
Kohlhammer; Stuttgart, 2005. Einführung N europsycho logie.
Lutz Jäncke profesa neuropsicología en la Universidad de Zúrich.
P sychologie und
den kog n i t i v en
E. Kasten. Reinhardt
UTB; Múnich, 2007.
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1. HOMBRE MECANICO. A mediados del siglo xx el campo de la informática, recién aparecido, sirvió de inspiración a los psicólogos cognitivos para la creación de nuevas teorías
© FOTOLIA / ROBERT FORI
sobre la mente.
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Dinámica del pensamiento En la década de los sesenta la psicología académica redescubrió la conciencia. Los procesos mentales superiores, tales como el pensamiento y la capacidad de comprensión, volvieron a estar en el punto de mira de la investigación. Este “movimiento cognitivo” dio lugar además a una nueva visión del ser humano Lydia Lange
“P
roblemas psicológicos de la sexualidad”, así rezaba el título de un curso exclusivo de la Universidad californiana de Stanford en el año 1959. A algunas estudiantes de primer semestre se les ofreció la oportunidad de participar, con la única condición de cumplimentar antes un test relacionado con su desenvoltura sexual. En la prueba de marras, las muchachas, en presencia de los directores del curso —varones—, deben leer en voz alta doce palabras sexuales consideradas tabú, así como dos títulos de novelas eróticas contemporáneas. Esto, que hoy desarrollaría cualquier alumna con absoluta impavidez, a las universitarias de entonces les suponía un esfuerzo más que mediano. Sólo cuando superaran con éxito la prueba se les permitió acceder a la primera ronda de discusiones del curso y conocer, por tanto, al resto de los participantes. Esa primera sesión giraba en torno a un libro determinado. Quien no lo había leído todavía, debía limitarse a escuchar a sus compañeros. Aquel día el tema parecía harto pacato: “vida sexual de los insectos”. Las estudiantes admitidas al curso tras la prueba inicial hubieron de juzgar el grado de interés que les había despertado la discusión en grupo y qué les habían parecido las otras participantes. Todas ellas respondieron de forma casi idéntica: las discusiones habían sido sumamente interesantes y sus compañeras habían sido muy amables. ¿Habrían considerado las jóvenes universitarias la discusión sobre la vida amorosa de los
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abejorros y de los escarabajos tan interesante, si no se hubieran sometido al test de admisión? Para responder a esta pregunta, Elliot Aronson y Judson Mills acometieron el experimento. De eso se trata, en realidad, el curso. Ambos psicólogos se proponían comprobar su teoría sobre la repercusión de los ritos iniciáticos. Cuanto más dificultades establece una comunidad para pertenecer a ella, tanto más atractiva resulta. La encuesta realizada a los dos grupos de control verificó la hipótesis. No todas las estudiantes que se habían apuntado al seminario en torno a los problemas psicológicos del comportamiento sexual tenían que pasar el penoso test de admisión. Los otros dos grupos de muchachas, elegidas y distribuidas al azar, o bien no necesitaron pasar ninguna prueba previa o bien sólo pasaron un test de admisión que, en comparación con el seguido por el primer grupo, era inocuo. A partir de ahí, el experimento transcurrió igual para los tres grupos. Todas las estudiantes que no habían pasado por el test de admisión encontraron banales y aburridos los debates. Las del grupo con test de admisión inocuo no los consideraron tan estimulantes como las compañeras del test de admisión penoso. El segundo grupo de control —el del test inocuo— valoró los debates mejor que el grupo de control primero, pero nunca los ponderó tanto como las estudiantes que habían sido sometidas al test de admisión estricto.
RECOMENDACION
L a nueva ciencia de la mente. Historia de la revolución cognitiva.
H. Gardner. Paidós,
Barcelona, 2002. Howard Gardner, psicólogo de la Universidad de Harvard, contó exhaustivamente y de una forma fácil de comprender la historia de la revolución mental, desencadenante del “movimiento cognitivo” de los años los cincuenta y sesenta.
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AP PFOTO
2. LEON FESTINGER (1919-1989), con Teoría de la disonancia cognitiva, de 1957, revolucionó la psicología social.
“La teoría de la disonancia cognitiva ofrece explicaciones inteligentes para conductas inexplicables.”
El experimento se apoyaba en la teoría de la disonancia cognitiva, propuesta por Leon Festinger (1919-1989). El concepto de cognición abarca los procesos psicológicos que tradicionalmente pertenecen al dominio de lo “mental”: percibir, deducir, recordar, pensar, hablar, solucionar problemas y decidir. Festinger se propuso demostrar que los humanos —y otros organismos— no se limitan a reaccionar sin más ante estímulos objetivos pensando en las consecuencias de sus actos, según sostenía el conductismo, muy difundido en su tiempo. Antes bien, declaraba Festinger que las personas interpretaban la realidad de forma subjetiva y acorde con el conocimiento de que disponían. A partir de las informaciones que un individuo posee, el sujeto construye una visión del mundo particular y se comporta adecuadamente con ella; al menos eso es lo que sucede con las reacciones consonantes. (Más adelante se detallará la naturaleza de éstas.) Al propio tiempo, Festinger y otros teóricos de la disonancia observaron que las personas actuaban, una y otra vez, en sentido contrario al que indicaban sus ideas y convicciones:
muchos sujetos a los que les importa su salud fuman, pese a conocer sus efectos perjudiciales. De igual forma, las estudiantes del experimento se quedaron en su aburrido grupo de debate en vez de optar por aprovechar mejor el tiempo en otra tarea.
Actuar de forma contraria a lo que dicta el conocimiento Quienes se muestran escépticos ante estos comportamientos paradójicos, deberían recordar con qué frecuencia han defendido a posteriori conductas suyas absurdas o han mantenido estrategias que no conducían a ninguna parte y menos a la meta para la que se idearon. Quien haya estado en un casino sabe por propia experiencia por qué se queda uno prisionero del juego: aun cuando las leyes de la probabilidad le estén diciendo “deja de apostar”, su razón le fragua al mismo tiempo argumentaciones para seguir jugando, del tipo: “no puedo dejarlo porque me toca ganar ya”. En nuestro experimento las jóvenes tampoco actuaban de una manera coherente. El test de admisión exigido no servía para nada
La teoría de la disonancia cognitiva según Leon Festinger Fumar es insano
yo fumo
Elliot Aronson, psicólogo social y discípulo de Leon Festinger
Disonancia
Mi abuelo fue fumador empedernido y llegó a los 93 años
Sigo fumando
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Las contradicciones en el pensamiento causan tensión desagradable (disonancia). Para solucionarlas, interpretamos los hechos de tal manera que nuestra conducta parece no tener sentido alguno.
Las investigaciones han mostrado que el consumo de cigarrillos perjudica la salud
Quiero dejar de fumar
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opiniones tanto más cuanto más escasa le parece la recompensa por la conducta discrepante con sus ideas. Veamos la aplicación del paradigma con un ejemplo. En 1959 Festinger y su colaborador Carlsmith pidieron a unos voluntarios que les hicieran un favor a cambio de una retribución. Debían contar, a los otros voluntarios que estaban esperando su participación en el ensayo, que el experimento les había resultado muy interesante, aunque no lo había sido en absoluto. Un grupo recibió un dólar por este favor y el otro veinte. Los que tenían la magra recompensa de un dólar fueron mucho más expresivos en sus afirmaciones sobre el marcado interés del experimento que aquellos otros que habían sido recompensados mucho más espléndidamente. La razón de tal diferencia estribaba en que los que sacaban un buen provecho de la mentira consideraban la discrepancia entre ideas y conducta como menos mala, pues a la postre habían sacado un beneficio de su falso testimonio. Pero los escasamente recompensados superaban el malestar que les causaba el haber mentido por sólo un dólar adaptando sus convencimientos; llegaron incluso a creer, andando el tiempo, que el experimento les había divertido.
fotografia de la universidad / universidad de CORNELL
y, pese a ello, alabaron, por encima de la media, el valor de los debates. Para predecir científicamente estas reacciones ilógicas deben tenerse en cuenta los contenidos del pensamiento del sujeto, es decir, sus cogniciones. En su Teoría de la disonancia cognitiva, publicada en 1957, Festinger expuso, desde una óptica novedosa, las relaciones entre contenidos del pensamiento y motivos. Por elementos cognitivos, el autor señalaba las convicciones, los argumentos o el conocimiento de su propio proceder. De la relación entre estos elementos puede resultar una motivación específica: la disonancia cognitiva. Existen tres variantes relacionales posibles entre las cogniciones; a saber, la consonante, la disonante y la irrelevante. Un ejemplo de una relación consonante podía ser el caso de una persona que quiere perder peso y, por ello, reduce su aporte de calorías sistemáticamente durante un tiempo determinado. Relevantes para el estado emocional de disonancia cognitiva son únicamente las relaciones disonantes. El pensamiento “me he esforzado y he superado mis sentimientos de vergüenza” constituye un elemento cognitivo. Y el pensar “el debate es exasperantemente aburrido” es otro. Entre ambos elementos existe una relación negativa, pues no se supera la propia vergüenza para acabar asistiendo a un estúpido seminario. Una relación cognitiva negativa de este tipo tiene, según Festinger, consecuencias emocionales: se vive como algo molesto y, por ello, se intenta obviar. Tal objetivo lo habrían podido alcanzar las estudiantes del experimento de Aronson y Mills de dos maneras contrapuestas. Una solución habría sido decir: “me he equivocado; no merece la pena tomar parte en este seminario”. Y otra, la de maquillar el seminario: “Sí, fue muy interesante.” ¿Por qué eligieron las muchachas la segunda posibilidad? Porque con la primera habrían tenido que admitir que haberse sometido al “test de admisión” había sido una tontería, lo cual habría reforzado el sentimiento de malestar, al menos de una manera transitoria. Junto al llamado paradigma de conformidad inducida, como el que se puede ver en el experimento con las estudiantes de Stanford, los investigadores han estudiado otros. Por mor de muestra, el paradigma de la recompensa insuficiente, a tenor del cual la persona que ha actuado una vez en contra de sus principios, se halla dispuesta a cambiar sus
3. ULRIC NEISSER (n. 1928). Su Psicología cognitiva de 1967 sigue considerado un hito en la investigación de los procesos cognitivos.
Los valores dejan huella La noción clave para la adecuación conductual mediante la disonancia cognitiva se llama información. El organismo tiene un saber determinado sobre una situación o un acontecimiento y se comporta conforme a su propia interpretación. Este saber, según Festinger y otros protagonistas del movimiento cognitivo, se compone de valoraciones, opiniones y convicciones. Se trata, por tanto, de una información que construye el mismo sujeto. Los procesos cognitivos no son necesariamente el resultado de una conciencia racional y autónoma. Pueden desencadenarse de forma automática. Todas las personas valoran inicialmente una situación de manera espontánea, pues las primeras valoraciones están ya generadas o reclamadas antes de que la información alcance la corteza cerebral, en donde se desarrolla la elaboración cognitiva. Muy a menudo, tales informaciones son de naturaleza social. Y psicólogos sociales fueron los primeros representantes del movimiento cognitivo. Junto a Festinger, apuntalaron esa línea de investigación James S. Bruner (n. 1915),
“La manipulación psicológica de la conducta está condenada al fracaso.” Ulric Neisser, catedrático emérito de la Universidad de Cornell
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Conducta paradójica
Filosofía Psicología
Lingüística
Inteligencia artificial
Antropología
Neurociencias
CIENCIA COGNITIVA El “movimiento cognitivo” impulsó una reorientación del mundo académico. Distintos campos reconocieron que, para desentrañar el pensamiento humano, había que trabajar juntos. De este movimiento surgió la ciencia cognitiva como disciplina.
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En septiembre de 1950 le llegaron a Leon Festinger rumores de una nueva secta en Lake City. El acontecimiento representaba una oportunidad que no podía escapársele a aquel joven psicólogo de 31 años, docente en la Universidad de Minnesota. Los seguidores de Marian Keech esperaban que se produjera una diluvio universal que aniquilaría a una gran parte de la humanidad la noche del 21 de diciembre de 1950. Tal era lo que había transmitido el extraterrestre Sandana a su médium Keech, un ama de casa de Lake City. Sólo se salvarían los creyentes en la profecía. Aunque Keech evitaba los medios de comunicación, su mensaje caló. Se multiplicaron sus adeptos en pocas semanas. Festinger introdujo de contrabando algunos voluntarios. ¿Qué pasaría si en aquella noche señalada no aparecía ninguna nave espacial y no se producía el anegamiento general? La noche del 21 de diciembre los miembros de la secta y los investigadores infiltrados se reunieron en el salón de la casa de Keech. La mayoría de los adeptos de Keech habían dejado sus trabajos y desprendido de sus bienes. En un determinado momento sonó el teléfono: “Hola, mi cuarto de baño de baño está inundado. ¿Queréis venir aquí para celebrarlo conmigo?”, preguntó el comunicante. ¡Un signo oculto!, pensó el grupo alegremente, sin pasárseles por la cabeza que pudiera tratarse de una broma. Poco antes de medianoche alguien encontró un trocito de estaño en la alfombra. ¡Otro signo! Presas de pánico, los creyentes se despojaron de todos los aditamentos metálicos de sus vestidos, ya que en unos pocos minutos estarían subiendo a la nave espacial. El reloj del salón marcaba los segundos transcurridos desde la hora fijada, luego los minutos y finalmente las horas. No apareció ninguna nave espacial. Ni inundación gigantesca. Pero se produjo un fenómeno llamativo. En vez de dudar de la profecía y abandonarla, la secta optó por la huida hacia delante. Si hasta entonces habían rechazado categóricamente todas las entrevistas que les habían propuesto, desde ese instante pasaron a intentar convencer a la opinión pública de la verdad de su fe. Se servían de cualquier asidero que les permitiera sortear el abismo entre convicción y realidad. Así, un terremoto en Italia ocurrido la misma noche del 21 de diciembre fue tomado de inmediato como un indicio de la verdad de la profecía. Esta conducta contradecía lo que intuitivamente cabía esperar que hicieran: los creyentes, decepcionados, deberían haberse apartado de la profecía del fin del mundo de Keech al no cumplirse las predicciones. Sin embargo, como Festiger había supuesto, la mayoría de los seguidores creyeron con mayor firmeza en los mensajes de Sandana, pues es lo se correspondía con su teoría de la disonancia cognitiva.
Fritz Heider (1896-1988) y Robert P. Abelson (1928-2005). Hay una segunda dirección del movimiento cognitivo, representada por Ulric Neisser (n. 1928). También Neisser ve, en las cogniciones, unos constructos que dejan huella tras de sí en el organismo. Se trataría de procesos conscientes y, por tanto, estaciones de control de la conducta humana. A diferencia de los investigadores de tendencia sociocognitiva, Neisser y sus colegas abordaron el pensamiento, la decisión, la percepción, la memoria y el recuerdo, sin ceder el primer plano al contexto social en el que surgían. Discrepaba del conductista Burrhus F. Skinner (1904-1990), para quien con los refuerzos adecuados se podía conformar la conducta de los sujetos a voluntad. En cambio, Niesser subrayaba en 1979: “El hecho de la cognición significa que la manipulación psicológica de
la conducta está condenada al fracaso.” Con otras palabras: yo me doy cuenta de lo que los otros hacen conmigo —si me premian o me castigan— y ello reviste mayor importancia que el propio estímulo. La expresión “psicología cognitiva” adquirió carta de ciudadanía tras una serie de trabajos que investigaron la captación, almacenamiento, reproducción y aplicación de la información en las personas. Para predecir conductas y dar cuenta de ellas, hemos de empezar por investigar los procesos y los mecanismos de la elaboración de la información, que sigue reglas determinadas en el cerebro. La terminología usada por la psicología cognitiva refleja su inspiración en la informática, en pleno apogeo entonces. Neisser, en la estela de Festinger, reiteraba que las personas interaccionaban con el medio de forma muy activa y reflexiva. Pero se alejaban en la cuestión de la motivación. Festinger MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
y otros investigadores de la corriente sociopsicológica consideraban también las intenciones y las necesidades. Los experimentos emprendidos por la teoría de la disonancia constituyen pruebas muy claras de que el análisis conductual de los behavioristas toca techo cuando las informaciones entran en juego. Los ensayos en cuestión mostraron que también las concepciones y los valores internos determinan el comportamiento humano. Ni que decir tiene que ni el interés por la conciencia ni por sus contenidos apareció en los años cincuenta y sesenta. El “movimiento cognitivo” o “giro cognitivo” no conoció ninguna revolución científica, sino un replanteamiento novedoso.
La tradición de pensamiento alemana La psicología del pensamiento alemana, que hasta finales del siglo xix y comienzos del siguiente había estado en la vanguardia, pasó a un segundo plano científico durante los años treinta y cuarenta. Sus figuras más representativas habían tenido que huir de los nazis o murieron a sus manos. A los primeros pertenece Karl Bühler (1879-1963), creador de una teoría del lenguaje; a los segundos, Otto Selz (1881-1943), que investigó el curso ordenado de los procesos del pensamiento. Con todo, sus postulados innovadores no perduraron mucho tiempo frente al conductismo dominante en los EE.UU. No resulta sorprendente, por tanto, que muchos de los primeros psicólogos cognitivos mo-
dernos estuvieran influidos por predecesores pertenecientes al área lingüística alemana. Leon Festinger era discípulo de Kurt Lewin (1890-1947). Ulric Neisser, nacido Kieler, emigró con su familia en 1931, siendo un niño, a los Estados Unidos, para relacionarse luego con psicólogos germanohablantes. En los EE.UU., el cognitivismo fue en un primer momento un asunto de lingüistas, filósofos e informáticos. Pero, a medida que la informática adquirió predominio creciente, los enfoques cognitivos se fueron introduciendo en las facultades de psicología, hasta entonces sometidas al conductismo. En Alemania, el cognitivismo contaba con una larga tradición en cuanto psicología de la mente y, por tanto, no se produjo allí ningún giro cognitivo; nunca se había abandonado. Con todo, aunque algunos de sus enfoques se encuentran hoy en entredicho, al redescubrimiento de la cognición debe agradecérsele una simple pero decisiva observación: las personas no reaccionan ante la realidad objetivamente descriptible, sino ante lo que ellos subjetivamente se figuran. En los años cuarenta y cincuenta se allanó el camino para la investigación sistemática de esos procesos cognitivos. Hoy se considera a la investigación cognitiva como una corriente principal de la psicología. Lydia Lance, psicóloga, trabajó hasta el curso 2004 en el Instituto Max Planck de Investigaciones Educativas.
El hombre, una maquina
Bibliografia complementaria A Theory of Cognitive Dis sonance.
L. Festinger. Pe-
terson; Evanston, Illinois,
En la primera mitad del siglo xvii, René Descartes (1596-1650) comparó por primera vez el organismo humano con una máquina. La idea resultaba tan revolucionaria, que, temeroso de la Inquisición, no permitió publicar sus escritos —y además parcialmente— hasta poco antes de su muerte. Descartes se imaginaba la percepción visual humana como la que ocurre en una cámara oscura: los rayos de luz provocan en el ojo una imagen que se transmite a la glándula pineal (la epífisis). La pineal, en su opinión, constituía el punto genuino de unión entre el cuerpo y el espíritu o la mente; allí, los estímulos externos se traducían en actos voluntarios, como el movimiento de la mano. Para Descartes, el pensamiento y la conciencia eran la misma cosa: cogito ergo sum (pienso, luego existo). La corriente de la moderna psicología cognitiva, desde Festinger y otros, considera también los procesos inconscientes como la percepción, como pertenecientes a las cogniciones. Las reflexiones cartesianas, como las interrelaciones entre organismo, pensamiento y conciencia, apuntalaron las bases para una reflexión del hombre sobre sí mismo. Desde entonces, todas las épocas han encontrado sus propias analogías: el reloj, la máquina de vapor, el ordenador y, por último, la red neuronal. Pese a ello, el enigma de la conciencia está todavía lejos de ser desentrañado definitivamente.
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1957. The E ffects of S everit y of
I n i t i at i o n o n L ik i ng
for a
G roup. E. Aronson
y J. Mills en Journal of Abnormal and Social Psy chology, vol. 59, págs. 177-181; 1959. Kognition und W irklich keit.
Prinzipien und Implika
tionen der chologie.
Kognitive P sy
U. Neisser. Ernst
Klett; Stuttgart, 1979.
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Teorías polícromas para células grises Nuevos conceptos y modelos de cálculo aportan vigor a la neurología, al tiempo que la liberan de modelos obsoletos Friedrich T. Sommer
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ag. focus / spl
ada viernes, de 2002 a 2005, solían reunir se ingenieros, científicos, estudiosos por libre y empresarios en tertulia de sobremesa en el Instituto Redwood de Neurociencias (RNI) de Menlo Park. ¿De qué se hablaba en esas conversaciones, que se hicieron famosas y a las que algunas de las cabezas más brillantes de Silicon Valley sacrificaban de buen grado su pausa de mediodía? Sin descartar las nuevas técnicas, los allí congregados debatían de preferencia en torno a una de las cuestiones no resueltas de la investigación básica: ¿cómo funciona el cerebro? A los neurocientíficos invitados les asaeteaban a menudo con reflexiones y razonamientos para los que estaban poco preparados. El RNI, en los aledaños de San Francisco, constituía un centro singular de investigación del cerebro. Jeff Hawkins, creador del miniordenador Palm, había fundado, en agosto del 2002, el Instituto, para indagar los principios funcionales del cerebro. En julio de 2005 el RNI se trasladó al campus de la Universidad de California en Berkeley y, desde ese momento, se denomina Centro Redwood de Neurociencia Teórica. El trabajo en el RNI no se basa en la experimentación. Antes bien, busca hacer comprensibles los resultados experimentales por medio de modelos matemáticos y de relacionarlos con los desarrollos del procesamiento técnico de la información que se vayan produciendo. En qué medida se puede dilucidar la función del cerebro por medio de principios formales constituye un tema de intenso debate en neurociencia. Lo fue en las tertulias mencionadas, cuyas discusiones solían proseguir en el cercano café Borrone, una lonja de información del Silicon Valley. Bien es verdad que los problemas del cerebro y del alma han fascinado siempre a los teóricos, desde el filósofo Aristóteles hasta el matemático John von Neumann, pasando por el físico Ernst Mach. Pero el milenio recién incoado se inauguró con posibilidades hasta ahora insospechadas. En ello han resultado determinantes el RNI y otros centros de investigación, con equipos de
orientación teórica que estudian los principios por los que se rige nuestro encéfalo. Algunas de las cuestiones cruciales que nos proponemos dilucidar en el Centro Redwood son del tenor siguiente: ¿Cómo nos podemos mover, con facilidad, en una animada zona de peatones y reconocer, al mismo tiempo, caras familiares? ¿Qué función desempeñan evolución y aprendizaje en el dominio y resolución de tareas hasta ahora insolubles para los ordenadores?
Mucho ayuda mucho Las respuestas hay que buscarlas en la corteza cerebral. En el curso de la evolución, el volumen del córtex se ha venido incrementando en comparación con el resto de las estructuras cerebrales. En el hombre, la corteza cerebral alcanza una dimensión que impone una estructura característica de pliegues en el limitado espacio de la caja craneana. Con el tamaño creciente del córtex, se desarrollan importantes características conductuales típicas; por ejemplo, la capacidad de encontrar el camino de vuelta en entornos desconocidos. Aparece también la capacidad para la interacción social y para la conciencia del yo. De acuerdo con un principio de trabajo del cerebro, a regiones corticales distintas, funciones diferentes. En esta dirección apuntaba ya la frenología de Franz Joseph Gall (1757-1828), que declaraba inferir la manifestación de las facultades mentales a partir de la forma del cráneo. Cierto que la teoría de Gall se mostró insostenible. Sin pretenderlo, dio no obstante en la diana con la localización de las funciones mentales. Los científicos comprobaron, a través del estudio de determinadas secuelas de lesiones cerebrales, que las funciones mentales no se hallaban difundidas por la corteza entera, sino localizadas en zonas determinadas. Merced a modernos procedimientos experimentales —pensemos en la tomografía funcional de resonancia magnética (RMf)— los expertos pueden acercarse ahora al cerebro en funcionamiento sin agredirlo, y elaborar
RESUMEN
El cerebro desde un punto de vista matemático
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Entre los cultivadores de la neurociencia, los teóricos tratan de explicar la función del cerebro por medio de modelos matemáticos.
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Cuanto mayor es la frecuencia con que se excitan simultáneamente dos neuronas, tanto más intenso es el vínculo entre ellas. Los grupos de células que se disparan juntas forman las llamadas agrupaciones celulares.
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Las neuronas codifican las señales sensoriales para así reducir al mínimo la redundancia. El aprendizaje sináptico adecua las respuestas neuronales a las propiedades estadísticas del input de los sentidos.
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Un modelo computacional, recientemente desarrollado, del córtex visual reacciona a los tipos de estímulos específicos de forma similar al órgano del cerebro.
1. OBJETO DE CURIOSIDAD. La corteza cerebral (en la imagen, un corte transversal en tinción con el método Golgi-Fox) se considera sede de funciones mentales superiores (inteligencia o conciencia del yo). En ella se centra el interés de los neurocientíficos.
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superbild / bsip
2. UNA DE MUCHAS. La corteza cerebral está configurada por millardos de células nerviosas (en la imagen, una de estas células teñida de azul), que se asocian unas con otras para formar una tupida red de conexiones (fibras marrones).
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mapas funcionales del córtex. Algunas áreas exhiben una extraordinaria actividad durante funciones cerebrales específicas, como percepciones sensoriales visuales, acústicas, táctiles u olfativas, así como cuando los voluntarios deben retener o planificar, tomar decisiones, hablar o moverse. Además, los procedimientos funcionales de formación de imágenes revelan ahora que las diferencias de capacidad cognitiva entre individuos van acompañadas de desviaciones mensurables de la estructura cerebral. Por botón de muestra: el área que gobierna el movimiento de los dedos es notablemente mayor en un pianista experto que en el resto de los mortales. De ello cabe inferir que el alumno sólo podrá deleitar a los oyentes con la sonata Claro de Luna, si, tras innumerables ejercicios, ha transformado su “mapa del córtex”. Otros principios centrales de organización del cerebro sólo se descubren a través del microscopio. Hace un siglo largo, Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) descubrió que el cerebro consta de neuronas, que se comunican entre sí a través de lugares singulares de contacto (las sinapsis). Al microscopio, las neuronas aparecen casi incoloras y agrupadas unas con otras; apenas pueden reconocerse los límites
de cada célula. Cajal logró su descubrimiento aplicando la técnica de tinción de Golgi, procedimiento que, por razones todavía sin aclarar, sólo tiñe químicamente muy pocas células nerviosas y permite así una visión nítida de las formas y prolongaciones de las mismas. Cajal descubrió, además, un principio estructural general. En la práctica, vale para el conjunto de la superficie del córtex. Reza así: la corteza cerebral consta de seis estratos paralelos, que se caracterizan por sus respectivos tipos de células y revestimientos fibrilares. En uno de estos estratos terminan preferentemente fibras nerviosas de regiones cerebrales en parte muy lejanas. Por otro lado, otras capas del córtex contienen células nerviosas, que, a través de largos recorridos, envían señales a otras áreas. Cajal y sus discípulos fijaron estas observaciones en primorosos diseños, que muestran modelos de comportamiento muy específico entre diferentes tipos de células en distintas estructuras del cerebro, análogas a un diagrama de circuito eléctrico. Por estéticos que resulten ser tales diseños, no bastan para abrirnos el funcionamiento del cerebro. Supongamos que el lector fija la mirada sucesivamente en dos cuadros distintos, en la Mona Lisa y en Micky Mouse. ¿Cómo MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
difieren los modelos de actividad neuronal en las redes nerviosas descritas por Cajal? En los años cincuenta del siglo pasado, David Hubel y Thorsten Wiesel descubrieron que ciertas neuronas individuales de la corteza visual primaria reaccionaban ante propiedades muy específicas de las imágenes: que una neurona se excite o no, dependía de si en un lugar del cuadro había una arista o borde de contraste con una orientación muy determinada (por ejemplo, el extremo de la oreja de Micky Mouse). Puesto que este tipo de respuesta al estímulo es fácil de entender, Hubel y Wiesel llamaron células simples a las neuronas en cuestión. Se realizaron estudios similares en otros sistemas sensoriales. Vernon Mountcastle, de la Universidad Johns Hopkins, igual que los dos anteriores, comprobó que las neuronas del córtex somatosensorial (que se ocupa de las sensaciones en la superficie de los cuerpos) responden de acuerdo con un patrón arquetípico. Especializadas en los estímulos de temperatura, presión o dolor de la piel, tales células sólo responden cuando el estímulo adecuado tiene lugar en un punto muy determinado. Mountcastle descubrió la existencia de neuronas, en capas del córtex superpuestas, que reaccionaban al mismo tipo de estímulo. Había descubierto, pues, junto a la distribución en capas, el segundo principio estructural de la corteza cerebral: el de la “columna funcional”, pequeñas redes microscópicas con un diámetro entre 30 y 200 micrometros cuyas neuronas tienen cualidades de respuesta semejantes.
Neurona libre busca contacto sináptico Pero, ¿cómo sabe una neurona sensorial a qué estímulo ha de responder? El que una célula se active y con qué intensidad (es decir, cuántos pulsos produce) depende, ante todo, de cuánto sea excitada por otras neuronas. Resulta decisivo con qué otras establece contacto, a través de las sinapsis, y cuán fuertes son, en cada caso, las conexiones tendidas. Cajal había ya sospechado que, durante el desarrollo de un individuo, el crecimiento de las fibras nerviosas viene guiado en determinadas direcciones por señales químicas. Por ese medio se fijarían, al menos aproximadamente, qué neuronas entran en contacto unas con otras. A la cuestión sobre qué determina la intensidad de las conexiones sinápticas, Donald Hebb (1904-1985) dio la siguiente respuesta: una sinapsis entre dos neuronas será tanto más tenaz, MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
cuanto con más frecuencia ambas neuronas se exciten simultáneamente, de acuerdo con el principio de que lo que se excita conjuntamente, se cablea a la vez (“What fires together, wires together”). La investigación experimental ha confirmado la regla sináptica de Hebb. Hebb conjeturó, además, que el mecanismo que lleva su nombre, insta la formación de grupos celulares, asociaciones de neuronas que se excitan recíprocamente y, por tanto, se manifiestan activas al unísono. Supuso que tales grupos de células creaban una suerte de léxico cerebral de la comunicación. Si se contempla una reproducción de la Mona Lisa, se activarían de inmediato en el cerebro los grupos de células que reaccionasen a detalles de la impresión visual como también a aquellos que expresan aspectos totalmente independientes del estímulo; por ejemplo, que el cuadro origi-
Con precisión física: las ecuaciones de Hodgkin-Huxley A comienzos de los cincuenta del siglo pasado, Alan Hodgkin y Andrew Huxley desarrollaron un modelo físico de una neurona, hazaña que les valió el premio Nobel en 1963. Describe la formación y despliegue de los potenciales de acción (las señales eléctricas de los nervios) en muy buena armonía con las observaciones experimentales. La formulación matemática del modelo Hodgkin-Huxley satisface el teorema de las ecuaciones diferenciales, cuya solución predice el desarrollo temporal de la diferencia de potencial (Vm) entre el interior de la célula y el mundo exterior. La ecuación principal (sin tener en cuenta las pérdidas de potencial) reza: Cm
dVm = −gNam3 h(Vm − V Na) − g K n4(Vm − V k) dt
Describe la interacción de los componentes celulares semejante al de un circuito eléctrico sencillo: en la membrana celular hay un condensador (Cm): los canales iónicos de sodio y potasio se presentan como resistencias variables (g Na, g K ) y las diferencias de concentración de iones como baterías (V Na, V K ). Pero, a diferencia de un circuito eléctrico clásico, el comportamiento de los canales iónicos está sujeto al azar, al que Hodgkin y Huxley, por razón de resultados experimentales, tuvieron en cuenta con variables (m, h, n) adicionales. El modelo Hodgkin-Huxley forma parte del catecismo de la neurología. Mientras que se adecua bien a la descripción de neuronas individuales, los teóricos utilizan la mayoría de las veces modelos neuronales más simples para redes nerviosas.
gNa
gK
Vm VNa
+
VK
+
Cm
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3. CABLEADO COMPLICADO. de physiology of the nervous system, j. f. fulton, (coord.) oxford university press, 1949
Este dibujo de Rafael Lorente de No, discípulo de Cajal, muestra la disposición de la corteza cerebral en seis niveles o capas, amén de las típicas formas celulares. Las cifras, del 1 al 17, señalan los diversos tipos de células y sus prolongaciones fibrilares. Las fibras nerviosas llegan desde los órganos sensoriales, a través del tálamo, hasta el córtex (a, b). Estas fibras de entrada prefieren los niveles intermedios (IV y la parte inferior del III). Las fibras nerviosas aferentes desde otras regiones cerebrales evitan las capas intermedias (c-f).
nal está en el Louvre de París y que fue pintado por Leonardo da Vinci. Pero estos bosquejos apenas si bastan para comprender el mecanismo de operación del cerebro. No explican de qué modo cooperan las diversas áreas del encéfalo en la contemplación de cuadros, para llevar a cabo con absoluta suavidad tareas en las que la técnica actual sigue fracasando; verbigracia, reconocer la cara de la Mona Lisa en una escena de una calle concurrida. En este punto pueden ayudar los modelos matemáticos. Desde hace tiempo, los físicos vienen empleándolos para describir datos empíricos y hacer patentes conexiones ocultas. Pero, en las neurociencias el empeño de apresar en modelos matemáticos las ideas está todavía en sus inicios. En los años ochenta, Valentino Braitenberg, del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica de Tübingen, comparó la investigación actual del cerebro con la astronomía de Johannes Kepler (1571-1630): un cúmulo de observaciones empíricas sin modelos unificadores. En aquel entonces, la mayoría de los expertos pensaban que la neurociencia era una disciplina empírica y, en consecuencia, rehusaban una forma de proceder teórica. Pero, en los últimos 20 años ha variado la posición ante los planteamientos matemáticos, gracias, no en última instancia, a recientes técnicas de experimentación, que hacen necesarios los análisis de conjuntos de datos cada vez más complejos. En nuestros días, los neurocientíficos parten de tres supuestos básicos centrales:
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• El cerebro sigue las leyes físicas. • La conducta es el resultado del procesamiento cerebral de información. • Esta elaboración de la información se apoya en los correspondientes procesos físicos. Para tomar en consideración el trío de supuestos, una descripción matemática del cerebro habrá de abarcar dos tipos de modelos. En primer lugar, un modelo físico que ofrezca descripciones simplificadas de los procesos fisiológicos en las redes neuronales. En segundo lugar, un modelo de cálculo con un repertorio compacto de operaciones que haga comprensible la elaboración de la información por las redes neuronales. El primero de estos modelos de ordenador lo presentaron en 1943 Walter Pitts y Warren McCulloch. Mediante una red de elementos de conexión demostraron que el cerebro ha de estar, en principio, en situación de efectuar cualesquiera operaciones lógicas. Con todo, sólo si estas unidades elementales de cálculo se encuentran adecuadamente conectadas entre sí, puede el cerebro gobernar las tareas de la rutina diaria. Tales conexiones nerviosas se asientan con el aprendizaje.
Se elimina lo redundante Horace Barlow (bisnieto de Charles Darwin), de la Universidad de Cambridge, se ocupó a mediados del siglo xx de una cuestión capital: ¿Sigue el sistema nervioso una regla general? Recurrió a los trabajos de Claude Shannon, quien, a partir de 1941, desarrolló en los Laboratorios Bell estrategias eficaces para transmitir MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
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conceptos matemáticos y características estadísticas de las imágenes naturales. Sin embargo, se considera inverosímil que la sola cuota de disparo de una neurona represente el código neuronal con el que el cerebro ejecute internamente un estímulo. Las respuestas ante estímulos sensoriales idénticos suelen variar ampliamente. En estos tipos de experimentos, sólo pueden deducirse, en la mayoría de los casos, las cualidades de los estímulos tras múltiples mediciones. Pero en su actividad rutinaria el cerebro debe percatarse en seguida de la aparición excepcional de un estímulo. Siguen siendo cuestiones abiertas qué significado encierran las respuestas distintas a estímulos idénticos; por qué muchas neuronas visuales, por ejemplo, raras veces se disparan y ante qué estímulos reaccionan las células de las áreas superiores. Cabe que determinadas informaciones de relevancia se hallen ligadas a la actividad conjunta de un grupo entero de células, las agrupaciones celulares. Los resultados obtenidos por Valentino Braitenberg y Almut Schüz, del Max Planck de Tübingen, aportaron dos pruebas de esta hipótesis: en primer lugar, cada neurona del córtex recibe las señales de miles de otras, pero sólo muy pocas mantienen conexión directa con un órgano sensorial. Si estas células se dispararan independientemente unas de otras, tendrían dificultades en dejarse oír en el griterío. Sólo si se reúnen en coros en la estructura de agrupaciones celulares, pueden ejercer un influjo directo en la actividad del córtex.
4. BELLA COLUMNATA. Las columnas funcionales son verticales, zonas del córtex que atraviesan todos los niveles, en los que las células reaccionan a características similares del estímulo. En la figura se han resaltado dos de estas columnas del córtex visual. Las neuronas que se hallan en las columnas eran sensibles a bordes de diferente orientación (roja: 45 grados; verde: 135 grados).
Retroalimentación En segundo lugar, la mayoría de las vías nerviosas del córtex constituyen nudos de acoplamiento o retroalimentación. Una neurona cortical, que recibe una información sensorial, experimenta además el influjo de otras neuronas del córtex. Para comprender lo que la actividad de una de estas células expresa sobre el estímulo, hemos de atender al estado de las neuronas implicadas. Técnicas modernas de medición registran la actividad de muchas neuronas a la vez. Muy pronto podrán comprobar directa y experimentalmente las agrupaciones celulares, si no es demasiado elevado el número de neuronas de estos grupos celulares. Junto con Günther Palm, de la Universidad de Ulm, pude valorar el mejor aprovechamiento de la capacidad de las sinapsis de Hebb por pequeñas agrupaciones celulares; nos valimos para ello de modelos
friedrich t. sommer
noticias a través de la línea telefónica y, más tarde, extendió sus resultados en una teoría general de la información. Tras intensas investigaciones en el sistema visual de ranas, Barlow estableció en 1961 que las neuronas codifican de tal manera la información sensorial que eliminan, en la mayor parte posible, la redundancia que contienen. La redundancia (es decir, la estructura de señales sin valor informativo) es ubicua en las señales sensoriales. Los puntos vecinos de una escena visual comparten, cuando menos, algunas características: claridad, color u otras. En la descripción de un cuadro es lícito eliminar la redundancia, agrupando dichas características; por el contrario, resultaría ineficaz del todo procesar puntos de la imagen independientes unos de otros. Imaginémonos un camarero que, en un menú de tres opciones, escribe uno a uno los pedidos de 100 clientes. Se ahorraría mucho trabajo, si pusiera una raya en una pauta listada para cada menú. Pero el camarero ha de tener siempre en cuenta, en su organización, la “estadística”: para 2000 menús o sólo dos huéspedes recurrirá a otras estrategias mejores de codificación. Eso mismo sucede en el cerebro. Según el convencimiento de Barlow, el aprendizaje sináptico no es otra cosa que un ajuste de la respuesta neuronal a las características estadísticas de la información sensorial, es decir, a la estructura de los datos entrantes. Objetivo supremo: eliminar redundancia. Entretanto, la teoría de Barlow se confirmó para las áreas sensitivas primarias del córtex. Para investigar cómo procesa las imágenes naturales el sistema visual, Tony Bell, hoy en el Centro Redwood, y Terry Sejnowski, del Instituto Salk en La Jolla, desarrollaron en 1977 un modelo informático muy simplificado de una red neuronal biológica. El principio matemático del análisis del componente independiente, en el que se basa este modelo, desempeña una función en muchas aplicaciones técnicas; así, en la separación de señales lingüísticas entreveradas en un cóctel. Bell y Sejnowski demostraron que el principio de reducción de redundancia de Barlow en el procesamiento de las imágenes naturales conducía a una respuesta de las neuronas ante las aristas o cantos lo mismo que las células simples descubiertas por Hubel y Wiesel. De ese modo, los teóricos podían explicar el mecanismo de operación de estas neuronas mediante
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martin rehn y friedrich t. sommer / springer science & business media, llc. 2007
El modelo y la neurona
Las neuronas de la corteza cerebral visual primaria reaccionan ante determinados patrones de contraste. Cada una de las casillas cuadradas en la imagen del centro muestra las características de la respuesta de una sola neurona del córtex de un macaco, tal como las ha medido Dario Ringach, de la Universidad de California en Los Angeles. Bruno Olshausen y David Field desarrollaron en 1996 un modelo matemático, llamado Sparsenet, para simular el comportamiento de estas células nerviosas. Las neuronas artificiales, producto del entrenamiento con imágenes naturales, reaccionan a los bordes locales de
contraste (imagen izquierda), semejante a muchas células nerviosas biológicas. El modelo SSC —Sparse Set Coding— (imagen derecha) desarrollado en el Centro Redwood de Neurociencias forma códigos neuronales, que no sólo tenían en cuenta la estadística de las imágenes naturales, sino que podían además procesar eficientemente con sinapsis de Hebb. Las propiedades de respuesta resultantes de las neuronas reflejan con mayor precisión la variedad natural de formas; por eso se originan manchas sin orientación (arriba) y modelos localizados de rejillas (abajo).
sencillos de redes corticales acopladas. En el Centro Redwood, utilizamos después este resultado para crear un modelo del córtex visual primario. El modelo tiene en cuenta no sólo el principio de Barlow, sino también el aprovechamiento eficaz de las sinapsis de Hebb, al activar sólo un número de neuronas restringido. Después de que la red fuera “entrenada” con imágenes naturales (por ejemplo, de paisajes) cada neurona virtual reaccionaba a modelos específicos de estímulos —bordes, líneas pa-
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ralelas o manchas sin orientación determinada— y simultáneamente entablaba relaciones con otras neuronas de parecidas preferencias de estímulos. A diferencia de modelos precedentes (los de Bruno Olshansen, del Centro Redwood, y David Field, de la Universidad Cornell de Ithaca, o los de Bell y Sejnowski, que se limitaban a reaccionar ante cantos o bordes), nuestro modelo computacional explica la variedad de las neuronas en el córtex visual primario por las propiedaMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
des estadísticas de los estímulos aferentes. La armonía entre teoría y experimento confirma nuestra sospecha de que en el córtex visual primario existen agrupaciones celulares. Las teorías matemáticas del cerebro no sólo ayudan a comprender qué hace tan variada, flexible y robusta la conducta de los organismos. La técnica puede también beneficiarse de estas reflexiones. Hasta organismos de la sencillez de los insectos superan la habilidad de los ingenieros, como se pone de manifiesto en el aterrizaje al milímetro de una mariquita sobre una brizna de hierba. En colaboración con investigadores experimentales, los teóricos pueden explorar e imitar estrategias biológicas de solución. Nuestro modelo del córtex visual primario se asemeja —desde un punto de vista matemático— a un proceso óptimo de codificación técnica. Algún día podría implantarse en sistemas miniaturizados de procesamiento de imágenes. Y a la inversa, los actuales enfoques de optimación técnica privilegian la investigación del cerebro. La evolución parece haber empleado estrategias que ahora aplican nuestros ingenieros. El mayor freno de la investigación del cerebro deberían ser, junto a la complejidad del sistema nervioso, los modelos obsoletos de pensamiento. Muchos expertos siguen acometiendo experimentos sencillos del tipo estímulo-respuesta en situaciones de laboratorio artificiosas: estimular el sistema visual con cuadrículas y rejas. Las respuestas neuronales a los estímulos son, en este caso, fácilmente analizables, pero irreales. Los nuevos modelos matemáticos posibilitan ensayos con estímulos naturales, aunque continúan realizándose en el marco del paradigma tradicional estímulo-respuesta. Para superarlo, los neurocientíficos teóricos buscan los principios por los que se rigen los sistemas sensores “activos”: nuestros órganos de los sentidos raras veces están inactivos y, con sus propios movimientos, influyen a su vez en las señales. Puesto que aquí la información sensorial no depende sólo del mundo exterior, se ha de ampliar el principio de Barlow o sustituirlo. Sólo así comprenderemos de qué modo logra el cerebro que podamos explorar ambientes desconocidos, conducir un coche o tocar un instrumento.
Bibliografia complementaria D ie Z ukunf t der I ntelli genz.
J. Hawkins. Rowohlt;
Reinbek, 2006. A N etwork that Uses Few Active N eurones to Code V isual I nput P redicts the Diverse Shapes of Cortical R eceptive F ields . M. Rehn y F. T. Sommer en Journal of Computational Neu-
Friedrich T. Sommer es doctor en física y catedrático de neurociencias en la Universidad de California en Berkeley. MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
roscience, vol. 22, n.o 2, págs. 135-146; 2007.
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ILUSIONES
Lo alto, arriba La investigación sobre la percepción nos trae a primer plano la importancia de la postura erguida Vilanayur S. Ramachandran y Diane Rogers-Ramachandran
unque el cristalino del ojo proyecta sobre la retina una imagen invertida, vemos el mundo con la orientación debida. Suele afirmarse que la imagen del globo ocular vuelve a ser invertida en el cerebro, para restaurar la orientación original, pero tal declaración es errónea. No se produce ese giro de 180 grados porque el cerebro no dispone de una copia de la imagen retiniana: cuenta sólo con pautas de impulsos nerviosos, que codifican la imagen de modo que resulte correctamente percibida. El cerebro no imprime giro alguno a los impulsos nerviosos. Dejado aparte ese error común, la visión de las cosas en la orientación correcta reviste harto mayor complejidad de lo que cabría imaginar, según señaló con nitidez hace unos 30 años Irvin Rock, investigador de la percepción de la Universidad Rutgers.
a
b
c Con la cabeza ladeada Veamos de sondear tales complejidades mediante algunos experimentos sencillos. Para empezar, ladee la cabeza 90 grados manteniendo la mirada fija en los objetos de la habitación. Los objetos en cuestión (mesas, sillas, personas) se siguen viendo con la orientación que tenían; no parecen haberse inclinado de pronto. Supongamos que ahora se vuelca una mesa sobre uno de sus costados, haciéndola girar 90 grados. La veremos tumbada, como tendría que ser. Sabemos que la correcta percepción de la mesa al ladear la cabeza no se debe al “recuerdo” de la posición habitual; el efecto funciona
igualmente bien para esculturas abstractas de una galería de arte. Tampoco el ambiente circundante da la solución: una mesa luminosa situada en una habitación a oscuras seguiría viéndose derecha, aunque la mirásemos ladeando la cabeza. El cerebro determina dónde es arriba y dónde abajo, basándose en señales de realimentación que el sistema vestibular del oído (que indica el grado de inclinación de la cabeza) envía a las áreas visuales; dicho de otro modo, el cerebro, cuando interpreta la orientación de la mesa, tiene en cuenta el ladeo de la ca-
El cerebro tiene en cuenta la inclinación de la cabeza cuando interpreta la orientación de un objeto. 88
beza. La perífrasis “tiene en cuenta” se ajusta mucho más a la realidad que “hace girar” la imagen de la mesa tumbada. No hay en el cerebro una imagen que “girar”, y, aun cuando la hubiera, ¿quién sería la “personita” que mirase en el cerebro la imagen girada? En el resto de este ensayo no se dirá “girar,” sino “reinterpretar” o “corregir.” Aunque no sean muy precisos, estos términos servirán, por brevedad. La corrección vestibular tiene limitaciones claras. Resulta bastante difícil leer textos que estén vueltos hacia abajo. Pruebe, si no, con esta revista. Ahora, si gusta, dóblese hacia adelante por la cintura, y con la cabeza hacia abajo, apuntando al suelo, trate de leer la página por entre las piernas, con el texto orientado hacia arriba. La lectura sigue resultando difícil, a pesar de que la información vestibular indica sin ambages que la página y el texto correspondiente se hallan orientados hacia arriba en el mundo, al contrario que la cabeza. Las letras resultan, perceptivamente, demasiado tupidas y diminutas para que la corrección vestibular sirva de gran cosa, a pesar de que la orientación global de la página haya sido corregida. scientific american mind (a, b, c, d, e, g y h); tania lombrozo (f)
A
d MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
A pesar de la impecable unidad de la percepción, el cerebro analiza la figura por partes. Examinemos estos fenómenos más de cerca. Mire el cuadrado de a. Si lo hacemos girar físicamente 45 grados, veremos un rombo. Pero si lo que hacemos es inclinar la cabeza 45 grados, el cuadrado sigue pareciendo un cuadrado, a pesar de que su proyección en la retina (el tejido fotosensible que recubre el fondo del ojo) sea un rombo. Ha vuelto a actuar la corrección vestibular.
f
La imagen de conjunto Fijémonos ahora en los dos rombos centrales rojos de las figuras b y c. El rombo de b tiene aspecto de rombo, mientras que el de c parece ser un cuadrado, a pesar de que mantenemos la cabeza erguida y no existe, obviamente, corrección vestibular. Esta sencilla demostración pone de manifiesto los poderosos efectos del eje general de la figura “de conjunto” compuesta por los cuadrados (o rombos) pequeños. Sería engañoso hablar de “contexto” en este efecto, porque en d —un cuadrado rodeado por caras inclinadas a 45 gra-
e MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
g dos— el cuadrado sigue pareciendo un cuadrado (aunque tal vez no tanto como si está aislado). Se pueden, asimismo, examinar los efectos de la atención visual. La figura de e es un compuesto. En este caso, la figura roja central es ambigua. Si se presta atención a la columna vertical, parece ser un rombo; si se la mira como miembro del grupo alineado oblicuamente, semeja un cuadrado. Todavía más vigorosa resulta la ilusión “George W. Bush”, una variante de la ilusión “Margaret Thatcher” ideada por Peter Thompson, de la Universidad de York. Al mirar las fotos invertidas del rostro de Bush de esta página ( f) no se aprecia nada raro (aparte de su expresión anodina habitual). Pero al girar la página, para verlas en posición normal, se apreciará lo grotesco de su aspecto. ¿A qué se debe dicho efecto? La razón es que a pesar de la aparente unidad de percepción, el análisis de la imagen por el cerebro avanza por piezas. En este caso, la percepción de un rostro depende en buena medida de las posiciones relativas de los rasgos fisonómicos (ojos, nariz y boca). Por eso el rostro de Bush es percibido como un rostro (aunque sea un rostro que está cabeza abajo), exactamente lo mismo que una silla vuelta patas arriba es inmediatamente
reconocida como una silla. En cambio, la expresión que aportan los rasgos faciales depende en exclusiva de su orientación (comisuras de los labios vueltas hacia abajo, distorsión de las cejas), con independencia de cómo se perciba la orientación general de la cabeza, vale decir, del “contexto”. Nuestro cerebro no puede efectuar la corrección de los rasgos; no son debidamente reinterpretados, a diferencia de la imagen global del rostro, que sí lo es. La identificación de ciertos rasgos (comisuras labiales vueltas hacia abajo, cejas, etc.) es primitiva, desde un punto de vista evolutivo; es posible, sin más, que no haya evolucionado la destreza computacional que la reinterpretación exige. Por otra parte, en el caso del reconocimiento general de un rostro como un mero rostro, el sistema podría ser más “tolerante” con respecto al tiempo de cómputo adicional requerido. Esta hipótesis explicaría por qué la segunda cara vuelta hacia abajo parece normal, en lugar de grotesca: los rasgos faciales son dominantes mientras no se invierte la orientación del rostro. Este mismo efecto queda ilustrado en los rostros de la viñeta (g). Resulta difícil captar su expresión cuando están vueltos hacia abajo, aunque todavía
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reconozcamos que son caras. (Podemos deducir, por razonamiento lógico, cuál sonríe y cuál está ceñuda, pero eso no resultaría de la percepción.) Al invertir su orientación, sin embargo, sus expresiones son identificadas en el acto, como por magia. Por último, si nos doblamos hacia adelante y miramos a f por entre las piernas, la expresión de las caras quedará asombrosamente clara, pero las caras seguirán estando cabeza abajo. Ello se debe a que la corrección vestibular se aplica selectivamente a la cara, pero no afecta a la percepción de los rasgos faciales (que ahora están orientados hacia arriba en la retina). Lo que importa es la forma de los rasgos en la retina —con independencia de la corrección vestibular— y las coordenadas “centradas en el mundo” que tales correcciones le permiten al cerebro computar.
tales sendas “heurísticas” —estos atajos— hagan al sistema susceptible de errores en casos excepcionales. La percepción es fiable, pero no infalible; es un “saco de trucos”.
Cabezas en vaivén
h
Indicaciones de profundidad Tampoco se da la corrección vestibular en la percepción de la forma (y la profundidad) basada en indicios suministrados por sombras. En h vemos un conjunto de “huevos” convexos repartidos al azar entre cavidades. Los centros cerebrales implicados en la computación de sombras formulan la presunción razonable —que el Sol normalmente ilumina desde arriba— por lo que las prominencias brillarán en lo alto y los huecos, en su parte inferior. Al darle la vuelta a la página, los huevos y los alvéolos truecan instantáneamente sus papeles.
De súbito, las cabezas y los hombros de los paseantes suben y bajan mientras caminan. 90
Se puede comprobar este efecto repitiendo el experimento de mirar por entre las piernas con la página orientada hacia arriba. Lo mismo que antes, huevos y alvéolos se intercambian los lugares. A pesar de que el mundo como un todo ofrece aspecto normal y derecho (a causa de la corrección vestibular), los módulos cerebrales que extraen formas basándose en las sombras no pueden utilizar la corrección vestibular; sencillamente, no conectan con ella. Evolutivamente, este fenómeno es lógico, pues no vamos por el mundo cabeza abajo, y podemos permitirnos eludir la sobrecarga computacional de tener en cuenta la posición de la cabeza cada vez que se interpretasen imágenes con sombras. La evolución biológica no se orienta hacia la perfección absoluta de la maquinaria perceptiva; busca tan sólo hacerla estadísticamente fiable con la frecuencia y rapidez suficientes para que lleguemos a tener progenie, aunque la adopción de
Una última observación: la próxima vez que se tumbe en la hierba, fíjese en las personas que pasan cerca. Las verá erguidas y andando normalmente, claro está. Pero mírelas estando usted cabeza abajo; por ejemplo, haciendo el pino. O bien échese sobre un costado, con la cara descansando en el suelo. Seguirá viendo a la gente andar erguida, pero ahora le dará la impresión de que sus cabezas y hombros suben y bajan, en vaivén. Este movimiento tiene una explicación inmediata: después de muchos años de ver a los demás desde una postura derecha, hemos aprendido a eliminar la oscilación de sus cabezas y hombros. Lo mismo que antes, la realimentación vestibular no dispone de corrección para este vaivén de la cabeza, aunque sí suministra la suficiente para hacernos ver erguidos a los demás. Es posible que para comprender todo esto deba el lector doblarse por la cintura hacia atrás, pero nos parece que tal esfuerzo vale la pena. Vilanayur S. Ramachandran y Diane RogersRamachandran están en el Centro de Cerebro y Conocimiento de la Universidad de California en San Diego.
Bibliografia complementaria O rientation and F orm. Irvin Rock. Academic Press, 1973. M argaret Thatcher : A N ew I llusion . Peter Thompson en Perception, vol. 9, págs. 483-484; 1980.
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SYLLABUS
Eritrofobia “Que ahora no me sonroje...” Por desgracia, la mayoría de las veces ese deseo no se ve cumplido y provoca el efecto contrario. Pero el rubor tiene también sus ventajas Katja Gaschler
GEHIRN & GEIST / GINA GORNY
“M
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ás de una vez he pensado en sui cidarme. ¿Qué hubiera pasado? En dos ocasiones tuve el cuchillo preparado... ¿Habrá mayor castigo que soportar toda la vida la tendencia a ruborizarme?” Desde los doce años Rufus, hoy adulto, sufre un profundo temor a sonrojarse. Los especialistas denominan a este trastorno psíquico “eritrofobia”. Para alguien que rara vez se sonroja resulta difícil de entender una ansiedad que a él le atormenta. De niño sufrió crueles burlas de sus compañeros de clase, que no dejaban de vejarle con expresiones con insultos como “gusanito rojo” y otros. En la edad adulta, el problema parece amortiguado: “bueno... sonrojarse, ¿qué tiene de malo?”. La tendencia al sonrojo puede suponer un grave problema psíquico. Por miedo a volver a ruborizarse, niños y adolescentes van a disgusto al colegio y se repliegan sobre sí mismos. De adultos, los eritrofóbicos reducen al mínimo el contacto con sus compañeros de trabajo, cuando no abandonan la profesión, incapaces de soportar la convivencia social que exige la vida diaria. Algunos afectados no hablan con nadie de su problema; otros cifran sus esperanzas en una intervención quirúrgica que les libere del sonrojo. No son pocos quienes han pensado en el suicidio, al menos en algunas épocas de su vida. Al final resulta imprescindible someterse a un tratamiento.
ME PONGO ROJO, ¿Y QUE? Quien quiera verse libre del temor a sonrojarse lo primero que ha de hacer es aceptar su tendencia al rubor.
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Pero hemos de evitar cualquier malentendido. El rubor, de suyo, no es ninguna enfermedad. Ruborizarse forma parte del espectro normal de reacciones corporales. No por ruborizarse con inusitada frecuencia o intensidad se requiere un tratamiento. Sólo cuando alguien sufre pánico a sonrojarse o no puede llevar una vida cotidiana normal, debemos hablar de eritrofobia. La ciencia reconoce la raíz del trastorno en el exagerado temor a dar mala impresión ante los demás. Por esa razón en los manuales de diagnóstico el miedo al rubor figura como un subtipo de las fobias sociales. ¿Son los temores sociales los desencadenantes del rubor o, por el contrario, es primero el rubor? No es fácil responder. Tal vez aquí la verdad se halle en un término medio. Al menos la intensidad con que el rubor se manifiesta, depende mucho de las cualidades individuales de la piel, es decir, de un factor congénito. Hay muchas personas que ante situaciones de sorpresa, timidez o vergüenza sienten un “gran calor” en la cara. En todo caso, el grado en que se manifiesta el aumento de aporte sanguíneo varía mucho de una persona a otra. En las personas con piel clara se nota mucho más: cuanto más fina sea la epidermis y más gruesos los vasos sanguíneos de la dermis subyacente, con mayor facilidad se revelará. Y en última instancia, la responsabilidad recae en el sistema nervioso simpático, que actúa
Miedo a sonrojarse
“Sonrojo” es el término que expresa un rubor de origen psíquico. Se trata de una reacción fisiológica provocada por sensaciones de vergüenza, temor o sorpresa.
Sólo necesitan ayuda profesional aquellas personas que padecen un temor extremo a sonrojarse, una “eritrofobia”.
La mayoría de los autores consideran que la eritrofobia es una forma de fobia social. Alrededor del 70 % de quienes padecen fobia social tienen eritrofobia.
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dilatando los capilares de la cara. Para desgracia para todos los eritrofóbicos, la operación del sistema nervioso simpático está fuera del control de la voluntad.
La causa, una suma de factores Las personas que se sonrojan, experimentan en determinadas situaciones adversas un rápido aflujo de sangre al rostro. ¿Seguro? En 2007, Peter Drummond, de la Universidad Murdoch en Perth, realizó un experimento en el que colocó a personas en situaciones comprometidas (por ejemplo, haciéndoles hablar de pie en público sobre sus preferencias personales). Al propio tiempo, les medía la irrigación sanguínea de la piel de la cara y comprobó que aumentaba lo mismo en quienes se sonrojaban que en quienes no manifestaban rubor alguno. Sin embargo, en aquellas personas que temían sonrojarse, el intervalo hasta que los vasos volvían a constreñirse se prolongaba más, con lo cual el enrojecimiento se hacía más evidente. Es probable que el rubor en los afectados llame más la atención por la sencilla razón de que tardan más en tranquilizarse. Lo que está demostrado es que el rubor no es un trastorno que sólo afecte a unas pocas personas. Se trata de un fenómeno muy extendido que cumple un importante papel en el trato humano. Suponga por un momento que tropieza con alguien y de repente usted “se pone rojo”. Para la persona agredida es un síntoma inequívoco de que lamenta sinceramente lo ocurrido, por lo que le quita importancia al lance y usted se tranquiliza. El mecanismo se ratifica en experimentos ad hoc. Mediante varias series de ensayos psicológicos realizados en los últimos años, Peter de Jong, de la Universidad de Gröningen, ha comprobado la “función rehabilitadora” del rubor. Una cara sonrojada calma más al afectado que todas las disculpas que puedan intentar darse. Hay muchas personas que se sonrojan también sin haber cometido ningún daño, por el mero temor de resultar sospechoso: “¡si ahora me pongo rojo todos creerán que he sido yo!”, preocupación que no deja de tener su fundamento. En 2003 De Jong examinó los efectos del rubor en situaciones de sospecha. “Supon-
ga que está sentado en un tren y viene el revisor. ¿Qué piensa de su compañero de asiento si empieza a sonrojarse?” Está claro que, ante un suceso que va en contra de las normas sociales, el rubor actúa como atenuante, mientras que en un contexto en que se puede quedar en entredicho despierta desconfianza. La propia metavaloración (“¿qué pueden pensar los demás que ahora estoy pensando?”) es un buen argumento para explicar por qué a nadie le gusta sonrojarse. Pero tal razonamiento no justifica la eritrofobia genuina de algunos. Hay afectados que atribuyen la culpa de muchas adversidades a su rubor: “¡si no me sonrojara por cualquier minucia, mi vida sería otra!” Muchos podrían fijar el día exacto en que empezó su drama: “La profesora de biología me miró y esperaba mi respuesta, no la sabía y sentí que un calor me subía por el rostro. De pronto, alguien se mofó a mi espalda: ¡se está poniendo rojo!”. Stephan no sabía que se sonrojaba en tales circunstancias. Desde ese instante, entró en un círculo vicioso: en el momento en que notaba calor en la cara temía que estaba sonrojándose y eso es lo que más le enojaba, con lo cual aumentaba su excitación y empeoraba el problema. ¿Era inevitable que Stephan desarrollara una eritrofobia? No todos los niños se toman tan en serio los vituperios de sus compañeros. La intensidad con que se reacciona a las expectativas de los demás varía de una persona a otra. Los investigadores entienden que forma parte de la estructura de la personalidad, en parte dependiente de los genes y en parte de la educación recibida. Si los padres conceden mucha importancia a la opinión que merecen de los demás, sus hijos adoptarán rápidamente la misma postura. Y si un niño no tiene una sólida autoestima resultará vulnerable a las bromas de sus compañeros.
La psique decide De acuerdo con las investigaciones realizadas en 2005 por Peter de Jong y Madelon Peters, de la Universidad de Maastricht, a lo que más temen los eritrofóbicos es a ser injustificadamente tomados por delincuentes. La posibilidad de levantar MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
Un fenomeno universal En un estudio promovido por la Universidad de Braunschweig se comparó la frecuencia con que se presenta el rubor intenso en ocho países. Encabeza la lista Japón, seguido de Corea, España, Alemania, Australia, Canadá y los Países Bajos. El país donde menos se presentó el miedo a sonrojarse es Estados Unidos. Nina Heinrichs, psicóloga de la Universidad de Bielefeld
sospechas de haber cometido una acción reprobable les resulta a ellos particularmente opresiva. Por otra parte, en situaciones ambiguas temen con pavor que se les adjudique una mala intención. Alexander Gerlach, de la Universidad de Münster, insiste en que en la aparición de una eritrofobia intervienen diversos factores psíquicos junto a una facilidad fisiológica para el rubor. En un estudio que realizó en 2001 demostró que los pacientes que tenían fobias sociales se sonrojaron más que las personas normales tomadas como grupo de control, incluso aunque el rubor no les supusiera ningún problema. Esto pone de manifiesto que los temores sociales favorecen el rubor, pero el hecho de que este rubor se convierta o no en una carga para el sujeto depende de cómo éste se lo tome y valore. Para estas personas el lema debiera ser: “permanecer fríos”. Pero no es lo mismo decirlo que hacerlo. El temor a sonrojarse aparece espontáneo. En 2003 Peter Drummond lo demostró con un sencillo experimento: tras someter a los voluntarios a un primer test, escogió a un grupo con escasa tendencia a sonrojarse y les espetó: “¡Vaya, cómo se han sonrojado!” Cuando luego les propuso un ejercicio de mediana dificultad, tales probandos se sintieron mucho más incómodos y temieron volver a sonrojarse. Drummond sospecha que hay señales sociales procedentes de otras personas que mantienen el miedo a sonrojarse y refuerzan el rubor. El entorno influye, sin duda. Mas, sea cual sea la causa del temor al sonrojo, lo importante es que el afectado lo afronte. Algunos lo consiguen sin ayuda terapéutica. Los consejos de libros MENTE Y CEREBRO 33 / 2008
especializados y la confianza en los amigos constituyen dos formas adecuadas de encontrar ayuda. Si se trata de un temor intenso y persistente, habrá que pensar en una terapia conductista cognitiva. Lo importante en este caso es la sintonía con el terapeuta; si el paciente no se siente a gusto con él, debe cambiar. Susan M. Bögels, de la Universidad de Maastricht, combina la terapia cognitiva con “ejercicios de adiestramiento en la concentración”. Su éxito a lo largo de los años se basa en el hecho de que los eritrofóbicos centran toda su atención en un síntoma corporal: el sonrojo. Cuando inician una conversación desagradable, se cierran sobre sí mismos para descubrir los primeros síntomas de rubor. Tal vez luego, utilizando cualquier método, podrían intentar afrontar el problema. Concentrándose en sí mismo, resulta difícil prestar atención al interlocutor. “No suelo mantener conversaciones de sobremesa y cuando lo hago apenas participo. De lo único que me percato es del constante ir y venir del calor a mi cara”, cuenta Rufus. En los ejercicios, lo primero que aprenden los participantes es, en situaciones banales, a dirigir su atención hacia el exterior. Como práctica se les invita a dar un paseo por el bosque y captar los estímulos que les llegan a todos los sentidos. Una tarea a realizar en casa podría consistir en escuchar las noticias y resumirlas. Sólo en una fase posterior se ejercita la “tarea social”. Los participantes, que se encuentran en situaciones para ellos comprometidas, se acostumbran a fijar la atención en el exterior, olvidándose de sí mismos. Junto al tratamiento psicoterapéutico, hay que plantearse la opción medicamentosa y la intervención quirúrgica. Los bloqueantes de los beta-receptores atenúan el efecto activador del simpático. Se dispone todavía de pocos datos sobre sus efectos específicos en los eritrofóbicos. Los psiquiatras pueden prescribir ansiolíticos o antidepresivos cuando no se tiene éxito con otras medidas. Unicamente el curso del tratamiento comprobará si alcanzan el efecto deseado. Muy controvertidas resultan las intervenciones quirúrgicas. El sonrojo puede
Claves para padres y amigos No decir nunca: “mira, te estás sonrojando” o “quien se ruboriza es que miente”. Tomar el problema en serio y ayudarle, fortalecer su autoestima. Tener claro que la opinión de los demás no es más importante que la propia.
Angst vorm Erröten, por C. Dieme (véase la Bibliografía complementaria)
tratarse mediante la sección o pinzamiento bilateral del nervio simpático. Para algunos es el método preferido, no obstante los efectos secundarios potenciales. En muchos pacientes (los datos oscilan entre el 44 y el 86 %) se presentan crisis de sudoración como reacción compensatoria. Para Peter de Jong, la intervención parte de un supuesto falso: “Seccionar el simpático es como si se tratara un paciente con enfermedad de Parkinson extirpándole el corazón”. Katja Gaschler es bióloga.
Bibliografia complementaria K eine A ngst vor dem Erröten. D. Wolf. Pal; Mannheim, 1998. A ngst vorm Erröten? E rythrophobie: H intergründe, A uswege und Erfolgs berichte
B etroffener . C. Dieme. Still-
wasser; Bielefeld, 2004.
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LIBROS
Mente Una idea esquiva coetánea con el hombre
Per una Storia del Concetto di Mente. Vol. I-II.
Dirigido por Eugenio Canone. Leo S. Olschki Editore; Florencia, 2005-2007. Mind, Cognition and Representation. The Tradition of Commentaries on Aristotle´s De anima.
Edición preparada por Paul J. J. M. Bakker y Johannes M. M. H. Thijssen. Ashgate; Aldershot, 2007.
L
a naturaleza de la mente pertenece a esa gavilla de cuestiones que han preocupado al hombre desde que tuvo capacidad reflexiva. Del pensamiento arcaico a los presocráticos, de Aristóteles al Renacimiento, de la ciencia moderna a las técnicas de formación de imágenes cerebrales, el hombre ha venido inquiriendo sobre la psiché, pneuma, anima, mens, monas y demás conceptos amparados en una denominación variante (Per una Storia del Concetto di Mente. Vol. I-II). La etimología nos lleva a las raíces griegas mao (tengo en el ánimo, medito) y menos (que indica el principio vital, con significado de “fuerza”, aunque también el principio de la voluntad, el “impulso”). Entre el mundo de la poesía y la irrupción del pensamiento racional desprovisto de mitos, entre Homero y Platón, Jenófanes nos muestra la transformación semántica de noein, que él entiende como la acción de comprender una situación, de percatarse de ella, y
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distinto de idein, o ver en general, y de gignoskein, ver con identificación de un objeto. Con Teeteto ahonda Platón en la capacidad humana de conocer. En ese diálogo Sócrates desempolva la mayéutica para resolver las aporías, mientras va conduciendo al pupilo hasta admitir que el alma no necesita de los sentidos para pensar los koiná, las propiedades comunes que atribuimos a los objetos. Alejándose de la tesis heraclítea que reducía el hombre a un mero agregado de órganos de los sentidos y a un conjunto de sensaciones continuamente mutables, propone un solo principio perceptivo, permanente y capaz de coordinar y unificar las funciones cognitivas. Es Sócrates quien ve y siente en el mismo momento, y no dos Sócrates distintos. En otro diálogo, Cratilo, se trae a colación una etimología que liga el nombre de Cronos a la noción de nous: la raíz sería Koros tou nou, indicadora de pureza de mente. Platón completa la
idea en las Leyes: el reino de Cronos es el reino del orden y de la regularidad, características propias de un principio racional. Será Aristóteles quien abra el surco por donde discurrirán en adelante las concepciones sobre la mente e ideas afines (Mind, Cognition and Representation. The Tradition of Commentaries on Aristotle’s De anima). Aristóteles introduce De anima con un conjunto de reflexiones sobre la naturaleza del objeto, el alma (psiché) y principios del ser vivo (arché) y sobre el método que debemos seguir en su investigación. Para Aristóteles, alma es lo que da forma al cuerpo, lo que le da ser, lo que lo “actualiza”. Tras darle la vida, el segundo considerando de interés concierne a las operaciones ulteriores (movimiento, percepción y pensamiento). En ese marco, la mente es parte componente de la actualización más básica, pero no la única; han de sumarse las capacidades nutritivas y sensoriales. Aristóteles plantea una seMENTE Y CEREBRO 33 / 2008
rie de cuestiones que parecen minar la viabilidad de la investigación científica sobre el alma: dudas sobre la metodología a emplear, sobre el género al que hemos de adscribir el alma, sobre su divisibilidad o indivisibilidad, sobre la unicidad o pluralidad de almas, sobre si es exclusivo del alma el pensar o sobre si existen emociones y pasiones que no comparta con el cuerpo. Con la entrada en escena de los estoicos, el concepto de “mente” se imbrica no sólo en las cuestiones de psicología y teoría del conocimiento, sino también asociado a la cosmología y la teología. Mente cumple en psicología y epistemología una función directiva, hegemónica. Para la Stoa el alma es una entidad corpórea y monista, vale decir, sin operaciones propias e independientes. Cada función psíquica es la expresión de la intervención de un pneuma inteligente
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que llega a los distintos órganos. Los estoicos admitían ocho fuerzas o dinameis, a saber: la mente, los cinco sentidos, el lenguaje y la capacidad reproductiva. No son, empero, facultades autónomas, sino manifestaciones del hegemónico en una zona del cuerpo indicada para el desarrollo de una determinada actividad. Medievo y Renacimiento dedican un magno esfuerzo a comentar el De anima de Aristóteles. Una atención que se adentra incluso en la Edad Moderna. La pléyade de autores que someten a glosa o crítica la doctrina del estagirita abarcaba desde Averroes hasta Thomas Hobbes, pasando por Alberto Magno, Tomás de Aquino, Siger de Brabant, Jacobo de Douai, Radulfo Brito, Guillermo de Ockham, Juan de Buridan, Nicolás de Oresme, Nicolás de Amsterdam, Agostino Nifo, Pietro Pomponazzi, Marcantonio Genua,
Francisco de Toledo, Francisco Suárez, Girolamo Fracastoro, Jacopo Zabarella y René Descartes. Los libros de historia de la filosofía suelen explayarse en la teoría del entendimiento de Averroes y la polémica que suscitó. Sépase también que la gnoseología medieval debía ya mucho a Alkindi, Alfarabi y Avicena. Utilizaba este último dos términos discriminantes fundamentales: aql (entendimiento) y dihn (mente). El vocablo aql es voz coránica. En el Corán, aql se aplica exclusivamente al entendimiento. La palabra aql es la traducción principal de nous. De aql como de noein e intelligere derivan los nombres de las diversas formas y modalidades que interesan al conocimiento: el sujeto, el objeto y el acto de la intelección. El término árabe aql se vertió sistemáticamente al latín por intellectus, cuando indicaba la facultad o potencia
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intelectual humana, y por intelligentia, cuando designaba inteligencias celestes. Por su parte, el término dihn designa la mente, definida como nuestra capacidad de conocer, memoria incluida. No es término coránico. En la segunda mitad del siglo x ii adquiere cierto protagonismo la doctrina sobre la inmortalidad del alma. Dominicus Gundissalinus y Guillermo de Auvergne escribieron sendos tratados sobre la inmortalidad. Alejandro Neckham, Felipe el Canciller, Juan de La Rochelle, Alejandro de Hales y Alberto Magno fundaron esa propiedad en razones filosóficas. Tomás de Aquino, intérprete seguidor de Aristóteles, declara que la naturaleza del alma es ser forma del cuerpo, con el que constituye una sola substancia. Influido por el dominico, Jacobo de Douai compuso, hacia 1277, unas “Quaestiones super libros De anima” donde da cabida a temas escasamente abordados hasta entonces: “si el entendimiento tiene un órgano” o “si el entendimiento es algo antes de entender algo”. Niega que el entendimiento pueda generarse, puesto que no puede producirse a partir de la potencia de la materia. Dos siglos más tarde, Nicolas de Amsterdam, autor de otras “Quaestiones De anima”, retomará la postura de Alejandro de Afrodisias, y sostendrá que la mente emerge de la materia. Hasta cierto punto innovadora es también la postura de Juan de Buridan, quien asimila el pensamiento al lenguaje. Distingue tres niveles distintos de lenguaje —escrito, oral y mental—, jerarquizados y dotados de la misma estructura. El escrito se basa en el hablado y el hablado en el mental. Cada uno es un lenguaje completo, constituido por dos tipos de signos, categoremáticos y sincategoremáticos. Los signos categoremáticos significan objetos; los sincategoremáticos se combinan con los categoremáticos para formar frases. Sobre la inmortalidad del alma se vuelve con particular intensidad durante el período humanista y alcanza su cenit en 1516, cuando Pietro Pomponazzi, aristotélico de observancia, publicó De immortalitate animae. La atención cam-
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bia de centro en Marsilio Ficino, para quien la mens se insiere ahora en la doctrina del alma entendida como elemento central de la escala de los seres. La mens se configura aquí como la facultad más trascendente del alma. Mientras que la ratio es la función argumentadora de la lógica, la mens es la función vinculada a la intuición, a la especulación, a la contemplación. Avanzada esa centuria Girolamo Cardano afirma que la mens es substancia individual y unidad irreductible que acusa los cambios sufridos a lo largo del tiempo. Hacia ella convergen todos los actos. Distanciándose de Aristóteles, Cardano insiste en el profundo ligamen que une el intelecto a la voluntad. Con los aristotélicos rompe René Descartes. Rechaza atribuir alma a plantas y animales. Identifica mente y alma: “No considero la mente como parte del alma, sino como el alma entera que piensa”. Pocas nociones de la historia de la filosofía persisten con mayor tenacidad que la noción de mente, instalada por Descartes en la senda por la que hoy discurre. El término mens aparece en una larga serie metonímica como la primera de las equivalencias para res cogitans. Para Descartes, el hecho de que la mente sea realmente distinta de la res extensa, del cuerpo, no significa que no se hallen estrechamente unidos y en permanente interacción mutua. Mente y cuerpo forman un todo único. En la Ethica de Baruch Spinoza, filósofo cuyo propósito intelectual fue “ocuparse sólo de la mente humana”, la palabra mens aparece en 553 ocasiones. Su pluralidad de acepciones, sin embargo, provoca interpretaciones muy dispares. En lo más nuclear, la mente es así la idea corporis, en el sentido de que cuerpo y mente no se dan por separado, sino que constituyen una sola sustancia que se explicita ora como cuerpo ora como mente. Todo lo que conocemos pasa por la corporeidad. Immnuel Kant vincula la cuestión del yo a la conciencia de sí mismo (apercepción). Distingue entre las ideas transcendentales y categorías, si bien ambas
son notiones que no tienen origen en la experiencia, sino en la mente. Las categorías pertenecen al entendimiento (son notiones intellectuales) y pueden tener, en determinadas condiciones, una referencia objetiva. Las ideas trascendentales conciernen a la razón (son notiones rationales) y no tienen un objeto correspondiente en la experiencia. Kant se declara dualista en el problema de alma y cuerpo. El término mens se presenta mayoritariamente en los escritos latinos y en dos ocasiones sólo en los textos en alemán.El latino mens indicado en paréntesis después del término alemán, en este caso Geist, refleja, de acuerdo con la costumbre kantiana, que le concede un carácter técnico. Entre los filósofos de nuestros días conviven múltiples y dispares concepciones de la mente. En los libros de cabecera se concede particular espacio al funcionalismo, cuyos promotores Hilary Putnam y Jerry Fodor, aunque se alejan del dualismo cartesiano, sostienen que lo mental difiere de lo somático. “Lo mental, subraya con énfasis Putnam, es una característica real y autónoma de nuestro mundo”. La autonomía implica que “cualquiera que fuese nuestro funcionamiento mental, no parece existir ninguna razón de peso para que pueda explicarse mediante la física o la química”. Aun cuando no tengamos claro cuáles serían los perfiles de una teoría psicológica exhaustiva, prosigue, sabemos lo suficiente para distinguir entre una potencial teoría psicológica del ser humano y una descripción física y química. Podemos declarar, por consiguiente, que nuestros estados mentales no pueden ser idénticos a ningún estado físico o químico. Para Fodor, “nosotros tenemos acceso al mundo sólo a través de los modos en que lo representamos”. La mente es un órgano cuya función estriba en la manipulación de las representaciones y éstas, a su vez, constituyen el dominio de los procesos mentales y los objetos (inmediatos) de los estados mentales. El conocimiento se basa en nuestras representaciones, donde por representaciones se entienden las ideas. Luis A lonso MENTE Y CEREBRO 33 / 2008