Mundos en Colisión
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Dos visiones del mundo alternas están en competencia para conducir el Mormonismo de hoy: el enfoque exitoso, racional y secular de la visión mecanicista, frente a la visión fundamentalista, reaccionario, teocéntrica. Sin embargo, prefiero la visión homocéntrica que era bastante buena para José Smith.
Mundos en Colisión Por Karl C. Sandberg
MUCHOS EN LA COMUNIDAD MORMONA sienten algo de agitación, y muchos que experimentaron el mormonismo durante las décadas de 1940 y 50 sienten que el suelo cambia. Pero son incapaces de decir cuáles son los cambios, qué forma están tomando, o hasta dónde llegarán. Los cambios pueden ser superficiales o pueden ser estructurales; incluso pueden moverse hacia una redefinición de lo que es ser mormón. El cambio es dolor, así que dejemos la década de 1990 y deslicémonos en la última fila de una conferencia especial realizada en Farmington, Utah, en 1877. El Hermano Brigham apremia a los Santos para que no caigan en la trampa de ir a las colinas a buscar minerales. Deben permanecer en casa, atender sus campos y rebaños, edificar el reino, y no perder su fe por correr tras las riquezas. Encuentren una mina de oro si pueden, dice, “¿saben cómo encontrar esa mina? KARL C. SANDBERG era Profesor Emérito DeWitt Wallace de francés y humanidades en el Macalester College, St. Paul, Minnesota. Hasta su muerte el año pasado, era participante frecuente en los foros de Sunstone. Las primeras versiones de este artículo se presentaron en el Simposio de 1991
No, no saben. Estos tesoros que hay en la tierra son vigilados cuidadosamente… pueden ser movidos de un lugar a otro de acuerdo con la buena voluntad de Aquel que los hizo. Él tiene sus mensajeros a su servicio, y es igual de fácil para un ángel mover los minerales de cualquier parte de una de estas montañas a otra, como lo es para ti y para mí a caminar arriba y abajo de esta sala.” Como evidencia, cita la experiencia de Orrin Porter Rockwell, quien había encontrado una veta de oro en Cottonwood Canyon y luego regresó para buscarla y no pudo encontrarla. Y Rockwell es alguien que debería saber cómo funcionan estas cosas, porque en alguna ocasión anduvo con un grupo de buscadores de tesoros en el área de Palmyra, que en efecto encontraron un cofre enterrado, pero no pudieron obtenerlo –a pesar de sus esfuerzos, el cofre se deslizaba de nuevo al banco de tierra, haciendo un ruido retumbante cuando se iba.1 En este punto, si somos del tipo que se inclina sobre el banco y le susurro a un vecino que esta no es la manera que la geología se enseña en la década de 1990, veremos que cambios inmensos ya han tenido *’worldvision’ se traducirá como ‘visión del mundo’ y como ‘cosmovisión’ de modo indistinto. N. del T. 1
Journal of Discourses, 19:3&37
lugar en el mundo mormón, y si estamos preocupados por mantener un cuerpo de creencias de la fe mormona, sin desviación, o una pureza de doctrina, por así decirlo, hemos llegado demasiado tarde a la feria. D. Michael Quinn había mantenido esta disonancia cuando escribió Early Mormonism and the Magic World View,2 porque describe a José Smith, su familia, y a eminentes fundadores del mormonismo, incluso Oliver Cowdery, Brigham Young, Wilford, Woodruff, Heber C. Kimball, y Orson Pratt, como personas que participaron durante toda su vida en varias prácticas mágicas, como búsqueda de tesoros y el uso de varas adivinadoras, piedras videntes, amuletos, astrología, pergaminos mágicos, talismanes, y objetos sanadores. Estos líderes de la generación fundadora del mormonismo tenían así una visión del mundo* que permitía la posibilidad de la magia, lo cual es embarazoso y escandaloso para muchos mormones contemporáneos, porque la visión de las generaciones subsecuentes cambió a otra cosa.3 El libro de Quinn causó conmoción y fue enérgicamente comentado en la prensa mormona.4 Pero cuando la conmoción amainó y se presentaron otros temas, las implicaciones del libro quedaron pendientes. Ahora, son precisamente estas implicaciones las que son interesantes. Quinn prudentemente limitó su estudio a una descripción de las prácticas y actitudes en el mormonismo temprano, sin relacionarlas a las corrientes mayores en la cultura occidental y sin seguir la pista de su posterior desarrollo. Pero si la cosmovisión mágica se disipó gradualmente y murió, como dice Quinn que ocurrió, ¿a qué clase de cosmovisión cambió y cómo se relaciona con las grandes corrientes de occidente? ¿Sigue cambiando la 2
D. Michael Quinn, Early Mormonism and the Magic World View (Salt Lake City: Signature Books, 1987; second ed., rev., 1998). Los siguientes números de página se refieren a la primera edición. 3 Quinn, 192-224. 4 Los comentaristas en general concedían que Quinn había documentado la existencia de una cosmovisión mágica en el medio de José Smith y que por lo tanto podría haber sido posible que José y otros a participaran en prácticas mágicas, pero se esforzaron para evitar aceptar que José, el hombre desacreditara a José el icono. José, mientras se movía y vivía en el siglo XIX, no se podía permitir diferir de la forma en que es visto a través los ojos del siglo XX. Vea Stephen D. Ricks and Daniel C. Peterson, "The Mormon as Magus," SUNSTONE, Jan. 1988, 38-39; Stephen Robinson's review in Studies, 27:4 (fall 1987). 88-95; Alan Taylor, "Mormon Magic," Dialogue, 21:2 (summer 1988), 157-159; William A. Wilson, BYU Studies (fall 1987), 96-104.
cosmovisión del mormonismo? Si es así, ¿de qué manera y cuánto? ¿El mormonismo ahora, una vez más, se refunde en un nuevo molde? Y, por cierto, ¿qué debemos entender por "visión del mundo"? Estas preguntas nos ayudan a ver con un contexto más amplio y pensar en un nivel más profundo sobre las tensiones y cambios actuales del mormonismo. Me parece que lo que sucede hoy en la cultura mayor y dentro del mormonismo es una colisión de cosmovisiones [“visión del mundo” N.T.], y entre mejor comprendamos la rivalidad entre las cosmovisiones, más claro podremos ver el cuadro completo del cambio del mormonismo. En la siguiente sección, defino la cosmovisión y explico cómo funciona en relación a la cultura y el paradigma. Después, exploro la naturaleza de tres cosmovisiones antiguas que van desde el mormonismo actual: la visión homocéntrica, la visión primaria de José Smith y la Restauración; la visión teocéntrica, el impulso detrás del fundamentalismo religioso; y la visión mecanicista, el cimiento de la sociedad secular de Estados Unidos. Para comprender las implicaciones de adoptar cada cosmovisión, proporciono ejemplos de sus aplicaciones en la historia. La meta es tomar las suposiciones de cada visión y las consecuencias para que podamos tener buena coherencia de los cambios actuales del mormonismo. PARADIGMA, CULTURA Y COSMOVISIÓN El mundo nunca es tan simple o armónico como nuestras suposiciones más profundas nos dicen que debe ser. Podemos adquirir la noción de “cosmovisión” al compararla con dos términos relacionados: “paradigma” y “cultura.” “Paradigma” fue popularizado hace unos cuarenta años por Thomas S. Kuhn como un medio para describir la naturaleza de las revoluciones científicas.5 Un “paradigma” es un modelo implícito establecido por un trabajo tan eminente, como lo es Principia Mathematica de Isaac Newton en la segunda mitad del siglo diecisiete, que proporciona un conjunto de supuestos para posterior investigación que determina que clase de preguntas se harán y qué clase de procedimientos se usarán por otros en el campo. Un 5
Thomas S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, 2nd ed., 1970, in International Encyclopedia of United Science, vol. 11, no. 2 (Chicago: University of Chicago Press [first edition, 19621). Vea especialmente 92-135.
paradigma nunca es total o definitivo, pero no obstante dominará un campo de la exploración hasta que la gente encuentre problemas que no pueda resolver, momento en el que el paradigma se cambiará. Por ejemplo, la física era guiada por el paradigma de la obra de Newton hasta finales del siglo diecinueve. Cuando la física encontró problemas para los que el modelo newtoniano no era suficiente, hubo un cambio de paradigma cuando los físicos desarrollaron nuevas suposiciones en la forma de la mecánica cuántica que resolvía los problemas. “Cultura,” como es usada comúnmente en antropología, es un término más general que el paradigma. Incluye todas las suposiciones por las que la gente organiza su sociedad y su trabajo; es decir, las reglas de lo que está y no está permitido, cómo las personas se relacionan entre sí, lo que se valora, y quién hace qué. Estas normas culturales suelen ser desarticuladas, invisibles, y sin examinar. Así como la gente puede ser capaz de utilizar su propio idioma, sin ser capaz de describir su gramática, viven y se mueven dentro de su cultura, sin ser capaz de describirla. Dos físicos, uno japonés y uno francés, por ejemplo, podrían trabajar juntos y se entenderían perfectamente dentro del paradigma científico mismo, pero tienen muchas concepciones diferentes acerca de las normas sociales y los imperativos de la familia dictados por la cultura. “Cosmovisión” está en un nivel aún más general que lo que está contenido en paradigma y cultura. Desarrolla un arreglo de suposiciones tácitas e inicialmente no identificadas que absorbemos inconscientemente durante nuestra infancia y que forman la base de nuestra lógica privada y comunitaria. De este modo la cosmovisión consiste del arreglo total de nuestras expectativas de cómo se comportará y se moverá el mundo. Desde dentro, una cosmovisión parece perfectamente integrada, inevitable, pero siempre cambia para contener contradicciones, inconsistencias, o insuficiencias que parecen obvias, incluso extrañas o bizarras desde fuera. ¿Por qué una cultura, por ejemplo, deja expuestos a sus muertos, como carroña, sobre una montaña alta, otros los embalsaman, otros los creman, y otros los sepultan en la tierra, en lotes familiares del cementerio? Simplemente debido a las expectativas tácitas que cada uno tiene sobre la larga marcha del cosmos. Para identificar estas suposiciones tácitas, tenemos que hurgar bajo la superficie, lo cual podemos hacer
preguntando sobre cinco aspectos de las expectativas de la gente: 1. ¿Qué se ve como la quintaesencia del universo? ¿Qué hace que el mundo se mueva? ¿Es personal o impersonal? ¿Uno o muchos? 2. ¿Cómo se ve la humanidad en relación con el cosmos? ¿Cuál es el lugar de la humanidad en él; y, por ejemplo, cómo debemos pensar de la posibilidad y la naturaleza de una vida futura? 3. ¿Cómo se conoce el mundo? ¿Sobre qué descansa la mente? 4. ¿Cuál es el origen y fundamento de las normas morales? 5. ¿Cómo debemos pensar del mal? ¿Qué forma toma, y cuáles son sus orígenes y ubicación? Tres cosmovisiones han sido prominentes en el pensamiento Occidental desde la antigüedad: el teocéntrico, el mecanicista, y el homocéntrico. Esta triada no es exhaustiva, y aun más, estas tres visiones del mundo no son fijas, estáticas, o selladas herméticamente. Es posible encontrar individuos que ejemplifican solo una de las visiones casi como un esquema, pero es más común encontrar que los tres se traslapan en individuos o en movimientos, de maneras que proporcionan un arreglo de contradicciones internas, que no se notan hasta que se abren camino a la superficie bajo la presión de las circunstancias. Estas cosmovisiones pueden visualizarse por medio de un diagrama de Venn, como sigue:
El área sombreada representa las veces cuando las cosmovisiones chocan, y a la luz de las nuevas condiciones se vuelven visibles sus insuficiencias. Debido a que las cosmovisiones generalmente son asimiladas de manera inconsciente junto con la propia cultura, raramente cambian dentro de una generación. Newton publicó su Principia Mathematica en 1647, que llegó a ser la base de una visión mecanicista y determinista del universo dos generaciones después en el siglo dieciocho, pero el mismo Sir Isaac estaba fascinado con las ciencias ocultas y llevó a cabo experimentos alquímicos en fecha tan tardía como
1690. Cuando se producen los cambios, se llevan a cabo en nuestras suposiciones más profundas, que en consecuencia determinan qué preguntas vamos a hacer, lo que vamos a creer que es posible o imposible, lo que esperamos del mundo, y lo que vamos a aceptar como prueba. Políticamente, fue un gran cambio en la conciencia, cuando la mayoría de la población en el siglo XVIII dejó de creer en el derecho divino de los reyes y comenzó a creer en un contrato social (por 1760-1780), pero este cambio fue preparado por un cambio aún más fundamental sobre los puntos de vista acerca de Dios y de la revelación y la naturaleza y el lugar del hombre (por 1680-1720). El derrocamiento y el cambio de un sistema de gobierno es un mero acto político, los cambios en la visión del mundo y las formas concomitantes de pensamiento son las verdaderas revoluciones. TEOCENTRISMO Todo en el mundo es obra de Dios. HISTÓRICAMENTE las visiones teocéntricas han sido más frecuentemente encontradas entre pueblos que reclaman la revelación directa, notablemente el islam y ciertas corrientes del judaísmo y cristianismo. Dentro del cristianismo, Agustín, Calvino, Lutero, y los jansenistas del siglo diecisiete en Francia, son ejemplos eminentes. Quien sostiene una cosmovisión teocéntrica tiene una prominente percepción acerca de la majestad, grandiosidad y omnipotencia de Dios. El mundo proviene de la creación divina y se mueve de acuerdo a la voluntad de Dios, que interviene en el mundo y dirige sus asuntos. Por lo tanto, nada sucede por accidente, nada es al azar. Un ejemplo del islam: Durante la reciente revolución en Irán, un profesor de matemáticas se disponía a dar una conferencia sobre la teoría de la probabilidad y levantó un dado para ilustrar la probabilidad y la aleatoriedad. Un estudiante fundamentalista islámico gritó: “¡Un artefacto satánico!” y el profesor perdió su empleo y casi su vida. No hay lugar para la probabilidad en un cosmos donde Dios constantemente está consciente de todas las cosas pasadas, presentes y futuras y a la postre es la causa de todo lo que es.6 El mundo es conocido a través de la revelación de la palabra de Dios, la cual es inmutable, absoluta, y definitiva. El Corán, por ejemplo, consiste de las 6
Heinz R. Pagels, The Cosmic Code: Quantum Physics as the Language of Nature (New York: Bantam Books, 1982), 90.
palabras que Dios habló de manera audible, en el mejor árabe. Cuando la gente con una visión teocéntrica teologiza, tiende a interpretar literalmente la escritura y a tratar con absolutos. De esta manera, proponen una teología dogmática y objetiva que arroja la última piedra, que afirma verdades inmutables e interpretaciones finales, y que establece credos. Las nociones de “herejía” y “ortodoxia” requieren de suposiciones absolutistas que puedan establecer distinciones infalibles entre creencias correctas e incorrectas. El teocentrismo tiende también a establecer jerarquías, desde que el que media la palabra de Dios está de hecho en el lugar de Dios y es por lo tanto uno arriba. El Obispo Bossuet dijo en la Francia del siglo diecisiete: “El hereje es uno que tiene una opinión. Eso es lo que la palabra misma significa. Y, ¿qué es tener una opinión? Es seguir el pensamiento y los sentimientos propios. Pero el católico es católico, es decir, universal, y sin tener ningún punto de vista personal, sin duda sigue el de la Iglesia.”7 Entiende que la revelación es la conexión a tierra para la moralidad: ciertas acciones son correctas porque Dios las ha mandado, y los demás están equivocados porque él las ha prohibido. El mundo existe para Dios, y por lo tanto las personas no son objetivos en sí mismos, sino medios. Depende de la voluntad de Dios, quien ya ha decretado, o en todo caso conoce, su destino y futuro. De este modo, la posición apropiada de la humanidad es la obediencia, la aceptación, y la humildad. Para Martín Lutero, la idea del Renacimiento de un estatus casi divino de la humanidad pervirtió la verdadera doctrina del cristianismo que podemos aparecer ante Dios solo como mendigos de la gracia y la misericordia divinas. De hecho, supuestamente las últimas palabras de Lutero fueron, “Todos somos mendigos, esta es la verdad.” Juan Calvino sostenía una visión similar: la vida cristiana verdadera debe estar totalmente enfocada en lo divino. “"No hay una parte de nuestra vida", escribió, "y ninguna acción tan pequeña que no deba ser dirigida a la gloria de Dios... Nada peor puede pasar al ser humano que no vivir para Dios.”8 Para ambos reformadores, el cielo estaba igualmente centrado en Dios y consistía en la 7
Citado en Paul Hazard, La crise de la conscience europeene (Paris: Librairie Artheme Fayard, 19611, 183. 8 Cited in Colleen McDannell and Bernhard Lang, Heaven, a History (New Haven: Yale University Press, 1988), 147.
contemplación de la esencia de Dios. Al ver a Dios, los benditos están pasivos mientras Dios está totalmente activo. Pero incluso en el cielo, Dios mantiene su distancia, dice Calvino, y "nuestra gloria no será tan perfecta como para permitir que nuestra visión comprenda completamente al Señor... Siempre habrá una amplia distancia entre Él y nosotros." La teología de la Reforma sostenía que las criaturas humanas nunca podrían invadir el cielo, acercarse a Dios como a un amigo, o esperar diferentes grados de intimidad.9 Decía Calvino, “Estar en el Paraíso y vivir con Dios no es hablar uno con otro, sino solamente gozar de Dios, sentir Su buena voluntad, y descansar en Él.”10 Cuando se les preguntaba sobre la presencia del mal en el mundo, los teocentristas del Renacimiento estaban muy presionados, pero los más fuertes no vacilaron en tomar literalmente las palabras de Isaías: “Yo soy el Señor, y no hay otro… hago la paz y creo la adversidad…” (Isa. 45:6-7). Para Calvino, realmente fue Dios quien endureció el corazón de Faraón (Éxodo 7:3). En la Biblia, no tenemos mejor ejemplo de la visión teocéntrica que los primeros tres capítulos del libro de Job. Job es un hombre perfecto y justo, uno que hace todo lo que se supone que haga y nada de lo que se supone que no haga. Reconoce al Señor en todas las cosas –cuando prospera, su prosperidad viene del Señor; cuando pierde sus posesiones y a sus hijos, reconoce que es la prerrogativa del Señor llevárselos. “Jehová dio y Jehová quitó: ¡Bendito sea el nombre de Jehová!” (Job 1:21). Cuando falla su salud y es mortificado con dolor constante, su esposa pregunta: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.” Pero Job contesta, “¿Recibiremos de Dios el bien y el mal no lo recibiremos?” (2:10). Porque es Dios quien envía tanto el bien como el mal. Y en todo esto, Job no pecó con sus labios (1:22); es decir, siguió manteniendo la visión teocéntrica que sostuvo toda su vida. Entonces Job pasa por siete días y siete noches de silencio, y cuando habla de nuevo, algo dentro de él ha cambiado. La muerte es mejor que la vida: “¡Oh, que pesasen bien mi queja y mi tormento, y que se alzasen igualmente en la balanza!” (6:2). Sus tres amigos, que no han pasado por los siete días y siete noches de silencio, tratan de confortarlo repitiéndole incesantemente los argumentos, incluso las palabras 9
McDannell and Lang, 150. McDannell and Lang, 155.
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que Job mismo ofreció a otras personas, pero las palabras se han quedado sin sentido. El resto del libro lucha con el problema del mal, y Job se convierte en la voz de todos aquellos cuyas calamidades y sufrimientos han llegado a ser mayores que su visión de lo que los males son posibles. No responde nada para invocar la presencia de Satanás como la causa del mal, y nadie en el libro lo hace, porque Satanás, el adversario, el que pierde tiempo en la prueba, funciona solamente con el permiso y dentro de los límites establecidos por el Señor, por lo tanto acaba como responsable del sufrimiento y el mal del inocente. De hecho, el diablo ha sido una vergüenza para los sistemas teocéntricos cada vez que han sido empujados a sus conclusiones lógicas, a las que el pastor holandés reformista del siglo diecisiete, Balthazar Bekker, se comprometió a llevar a cabo en 1692.11 Decidido a demostrar que el poder popularmente atribuido al diablo vino de falsas nociones paganas que había encontrado su lugar en el cristianismo a través de prácticas papistas corruptas, sostuvo que la obra de la Reforma era purgarlas.12 La humanidad irredenta era en sí misma una fuente lo suficientemente rica para contar los males del mundo, sin violar la soberanía de Dios y dándola al diablo. MECANICISMO La creencia en la ley fundamental engendra optimismo en el progreso humano, pero quita el “propósito” del universo. AUNQUE el teocentrismo no ha desaparecido del cristianismo, y más de ochocientos musulmanes lo profesan alrededor del mundo, es la cosmovisión mecanicista la base de la ciencia moderna y la que ha llegado a ser dominante en Europa y los Estados Unidos en los últimos doscientos cincuenta años. Como el teocentrismo, las fuentes del mecanicismo están en la antigüedad. Encontramos versiones de él en Demócrito, un contemporáneo de Platón (por 460-370 A. C.), en Epicuro (341-270 A. C.), y en Lucrecio (96-55 A. C.). fue desempolvado en el Renacimiento y fue la base del materialismo filosófico de los enciclopedistas franceses de siglo
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Balthazar Bekker, De Betoeverde Werld, Amsterdam, 1692, 4 vols. La obra fue traducida al francés como Le Monde enchanté y al inglés como The World Bewitch’d. 12 Bekker, unpaginated introduction to Book I
dieciocho (es decir, Diderot, D’Holbach, La Mettrie).13 La física de Newton era mecanicista y llegó a ser el modelo para todas las ciencias nuevas (esto es, química, biología, geología). Las doctrinas biológicas de Darwin, las doctrinas sociales de Marx, y las doctrinas psicológicas de Freud, todas fueron fundadas sobre los supuestos del mecanicismo. Cuando vemos al mundo desde una perspectiva mecanicista, somos más conscientes del extremo último de las obras de la ley, y el mundo mira y actúa como una gran máquina. Su funcionamiento es para ser captado, en la medida de lo posible, por la experiencia, la experimentación, la descripción precisa de los elementos, y la elaboración de las teorías que muestran sus conexiones. El cosmos es regular y se mueve en modelos de causa y efecto. La naturaleza es la misma en todas partes y en todas sus partes. Si miramos la tierra, por ejemplo, vemos que cambia por un proceso regular y lento que es igual en todas partes. Vemos las culturas o su historia, vemos que se mueven en patrones de causa y efecto. Si vemos los idiomas, vemos que también cambian al paso del tiempo de acuerdo a patrones perceptibles. Debido a que es inerte, la naturaleza se convierte en un objeto que se puede describir y manipular. Por tanto, el conocimiento es objetivo y la ciencia posible. Cuando la gente ve así el mundo, creen, junto con René Descartes en Discurso sobre el Método (1637), que podemos llegar a ser los “amos y dueños de la naturaleza.” El conocimiento es posible –la tecnología del mundo moderno surge de una ciencia basada en el concepto del mundo como una máquina –pero el conocimiento último está escondido de nosotros.14 Es verdad, las ortodoxias científicas brotan, pero nunca son definitivas, ya que sus hallazgos y postulados siempre están abiertos al reto sobre la base de nueva evidencia. El término “Dios” no necesariamente está proscrito, pero cambia de carácter. Lo que anima la fe del buscador científico no es el esfuerzo para hacer contacto con una Persona interventora, divina, sino más bien, a la manera de Heisenberg, el esfuerzo para penetrar al “orden central,”15 o, como es descrito por 13
La Mettrie's work L'Homme machine, 1747, fue el manifiesto del materialism.
Ultimacy, en inglés, tiene como significado ‘ultimidad’ en español. Es decir el extremo último, aunque sea redundante. N. de. T.
Heinz Pagels, leer el “código cósmico.”16 En términos prácticos, el universo es en última instancia impersonal, y la cuestión de los cielos es discutible, puesto que los seres humanos no son reciclables sino biodegradables. Bajo estas circunstancias, la profecía, por ejemplo, no es la opinión de hechos futuros pregrabados previstos por y para llevarse a cabo por una deidad interventora, sino que es la predicción del futuro basada en nuestro conocimiento de la causa y efecto universal: “si A, entonces B.” Dado que no se puede cerrar la brecha entre lo que es y lo que debería ser, una visión mecanicista del mundo está en aprietos para establecer una base para la moralidad. Por medio de sus métodos el mecanismo copia (describe) la naturaleza, sin embargo nunca me he encontrado un científico, con inclinación mecanicista, que acepte que la moralidad debe copiar la naturaleza, donde los débiles perecen simplemente porque son débiles. La fuente mecanicista de la moralidad puede estar, por ejemplo, en el hábito y la costumbre (como en Hume), en los efectos pragmáticos de las acciones (como en William James), o, como postula Bronowski, en el ejercicio del “hábito de la verdad,” que implica un código de conducta, pero en ninguna parte la moralidad surge como un imperativo.17 Parecería que una cosmovisión que hace al hombre el “amo y dueño de la naturaleza” colocaría al hombre en el centro de las cosas, pero de hecho se produjo lo opuesto. Es verdad, la visión mecanicista ha producido optimismo, ya que ha hecho hincapié en la razón humana, como con la visión del siglo dieciocho del progreso ilimitado en reserva para la raza humana. Pero, cuando es empujado a sus conclusiones lógicas, el mecanicismo ha producido pesimismo, pesimismo profundo, al tratar de absorber la creencia de que el universo es en última instancia, carente de personalidad y sin la intencionalidad con respecto a nosotros. El mecanismo deja a la humanidad en un universo sin perspectiva. Al hablar de este punto de vista, el antropólogo francés Levi-Strauss resumió su carrera diciendo: “el mundo comenzó sin el hombre y terminará sin él. Las instituciones, costumbres y hábitos que he pasado mi vida haciendo inventario y comprendiendo son una eflorescencia pasajera en una creación en relación con los que no tienen ningún significado, excepto quizá que permiten que la
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Pagels, 67. Wemer Heisenberg, Physics and Beyond (New York: Harper and Row, 1971), 10-11,214-215.
Pagels, 307-313. J. Bronowski, Science and Human Values (New York: Harper and Row, 1956).
humanidad pueda desempeñar su función.”18 El papel del hombre no le da una posición de privilegio o lugar independiente en el esquema de las cosas, ni impone sobre él el oponerse o luchar contra la desintegración general. La humanidad más bien parece una máquina altamente desarrollada y perfeccionada, contribuyendo al movimiento general hacia la inercia. Dentro de la visión mecanicista, el mal es un gran enigma como lo es para el teocentrismo. No es contra de la marcha de las cosas que algunas especies deben fluir de entrada y otras fluir de salida, que los peces grandes deban comerse a los pequeños, o que los fuertes deban sobrevivir y los débiles perecer. Esa destrucción debe ser intencional en un universo por demás sin intención, o que algunas personas deban elegir padecer las injusticias en lugar de cometerlas, estos son ejemplos supremos de lo extraño de los seres humanos. El problema del mal en un universo mecanicista es explorado por Albert Camus en su novela La peste. En la ciudad norafricana de Orán, la peste bubónica explota misteriosamente. No existe una vacuna y ninguna cura conocida. La ciudad está en cuarentena: no se puede salir, sino por la muerte. La plaga parece afectar al azar y se lleva a sus víctimas hasta la muerte sin tener en cuenta sus méritos o crímenes, golpeando al niño inocente y el culpable de edad. Algunos responden con fatalismo por medio de fiestas y placeres, ya que dentro de un día podrían estar muertos. Otros recurren a la oración y la religión, en el supuesto de que la peste es un castigo enviado por Dios para convertir a la gente de sus pecados. Otros se vuelven contra la plaga, negándose a aceptarla, dándose cuenta que no la entienden y no tienen ningún poder para devolverla, no obstante luchan contra ella, consiguiendo de esta manera una dignidad humana en un universo de lo contrario carente de sentido. Pero el mal, la plaga, es persistente. Se aleja y desaparece tan misteriosamente como llegó, dejando sólo la expectativa que algún día aparezca de nuevo. HOMOCENTRISMO El mundo físico es un microcosmos del mundo espiritual. COMO las dos cosmovisiones anteriores, el homocentrismo apareció temprano en la antigüedad,
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Claude Levi-Strauss, Tristes Tropiques (Paris: Plon, 1955). 478
como en el cristianismo gnóstico primitivo.19 Otros ejemplos incluyen: la antigua Kabalá judía,20 con su contraparte cristiana renacentista, los alquimistas de periodo medieval: los Herméticos21 y ciertos humanistas del Renacimiento, como Paracelso (el fundador germánico de la medicina moderna); el filósofo y místico sueco del siglo dieciocho, Emanuel Swedenborg; el gran poeta alemán Goethe, y varios románticos del siglo diecinueve, como Víctor Hugo y Charles Baudelaire; y en el siglo veinte, la corriente derivada del psicólogo suizo Carl Jung. La base de la visión homocéntrica es la suposición que el hombre es un microcosmos. Lo visible es la imagen de lo invisible, la materia en la imagen de lo espiritual. Para ilustrar, podemos preguntar, con relación a la historia de Navidad, ¿qué hacía sabios a los Sabios? Debe haber habido otras diez mil personas en el Cercano Oriente que se percataron de una estrella brillante en el cielo nocturno. ¿Por qué sólo tres se muestran en Jerusalén, y no diez mil? Bien, los Sabios fueron sabios porque podían leer las estrellas –la tierra es pues un microcosmos del cielo –y todos los eventos de la tierra son discernibles en las configuraciones de las estrellas. No solamente la tierra, sino que todo individuo es un microcosmos. Cualquiera que pueda leer lo suficientemente profundo en las estrellas puede leer los secretos escondidos de los cielos y la tierra y los individuos que viven. También importante para visión homocéntrica es el sentido que el universo es numinoso, esto es, vivo. Hay algo afuera que se menea. El universo está lleno de energías vitales, seres que no se ven, o fuerzas vivientes tanto buenas como malas, con las que las personas pueden conectarse. Ya sea que el universo sea uno o muchos, es personal, y actúa con propósito e intencionalidad hacia nosotros. Los seres humanos son, de hecho, el centro de las intenciones del universo. Cuando Lutero vio a los humanos desde una visión teocéntrica, vio mendigos. Cuando el antropólogo del siglo veinte, Lévi-Strauss les miró desde una perspectiva mecanicista, vio una especie transitoria y accidental. Cuando las personas 19
Vea por ejemplo, Hans Jonas, The Gnostic Religion, (Boston: Beason Press, 1958) and Giovanni Filoramo, A History of Gnosticism, trans. Anthon Alcock (Cambridge, Mass.: Blackwell, 1990 20 Vea Gershom Scholem, Origins of the Kaballah, trans. Allan Arkush (Princeton: Princeton University Press, 1987). 21 Frances A. Yates, Giordano Bruno and the Hermetic Tradition (Chicago: University of Chicago Press, 1964).
con visión homocéntrica miran a los humanos, ven dioses en embrión, como expresó el filósofo francés Henri Bergson: "La humanidad gime bajo el peso del ‘progreso’ que ha hecho.... Nos corresponde a nosotros ver si nos limitamos a vivir o hacemos el esfuerzo necesario para que en nuestro planeta refractario se cumpla el propósito del universo, que es una máquina para la fabricación de Dioses."22 Uno contemplando las posibilidades homocéntricas de los seres humanos ve el mundo como un lugar de concurso y elección y es consciente de los poderes humanos innatos y la libertad. En contraste, los extremos, tanto del teocentrismo como del mecanicismo, de negar la libertad humana. Un teocentrismo riguroso ve a los humanos como predestinados, defectuosos, e incapaces de escoger su futuro.23 “La humanidad es un burro,” dijo Lutero, “y ya sea Dios o el Diablo está en la montura.” Un mecanismo exhaustivo también ve a las personas como predeterminadas, pero por la carga pesada de la herencia y el medio ambiente, e igualmente incapaces de dar forma a su futuro. Si tienen alguna libertad, es de la autonomía que ganan a través de la razón. Aquellos en medio de la posición homocéntrica ven la libertad máxima; ven a todas las personas como moralmente capaces de todas las cosas y partícipes potenciales de la vida divina. Además, puesto que es la persona que está en contacto directo y vivencial con las fuerzas invisibles del cosmos, el homocentrismo no se presta a las formas de autoridad y jerarquía. Y ¿dónde encajan el mal y el diablo en la visión homocéntrica? En la gran libertad de la visión homocéntrica, el mal es el material con el que se produce el crecimiento humano. Al final del Paraíso Perdido de Milton (1667), Adán ve que de lo malo, Dios ha creado un bien mayor (libro 12, 470-478). En Fausto de Goethe (publicado en 1832), en un momento determinado, Fausto le pregunta a Mefistófeles: “En todo caso, ¿quién eres?” Mefistófeles contesta: “Soy ese espíritu nunca comprendido / Que siempre quiere el mal y siempre obra el bien” (Fausto, parte 1, 1335-36). Por otra parte, es solamente bajo una visión homocéntrica donde encontramos la brujería y la magia.
Magia y religión sugieren diferentes enfoques de los poderes del mundo invisible MAGIA, que en la versión popular es el juego de manos, el engaño, o la superstición –es decir, una atribución errónea de la causa, depende para su significado de los supuestos tácitos de la propia visión del mundo. En una forma, la "alta magia" está marcada por un intento de ver en las obras de la naturaleza con el fin de conocer el futuro. Es este aspecto, que se asemeja íntimamente con la ciencia. Pero en la definición usada por Michael Quinn y los diccionarios modernos, la magia también implica la intención de controlar la naturaleza por medio de la ayuda de seres invisibles y sobrenaturales: hay poderes para el bien con los que las personas pueden aliarse y por lo tanto elevarse, y hay fuerzas del mal con la que pueden aliarse y hundirse, de acuerdo a su elección. Por lo tanto la magia encaja sólo bajo una visión homocéntrica que ve el mundo, un ejemplo es el navajo en lucha con el mal –mal genuino que tiene existencia real en seres invisibles que hacen valer el poder sobre el mundo natural. En palabras de Jeffrey Burton Russel: “La esencia de la visión del mundo mágico es la creencia en un universo homocéntrico. El hombre es literalmente el microcosmos que refleja el macrocosmos, así que el macrocosmos es a su vez una proyección del hombre. Por lo tanto todas las cosas – las estrellas, las hierbas, las piedras, los metales, los planetas, los elementos y los elementales –engranan con el hombre, sus anhelos, su lujuria, sus deseos, sus temores, e incluso su apariencia física y la salud.” Cada objeto natural tiene una influencia sobre algún aspecto del cuerpo y de la psique del hombre, y la acción del hombre puede a su vez afectar a los elementos. Todas las cosas se hacen para y sobre el modelo del hombre. Por lo tanto, la magia como doctrina exalta más al hombre que la ciencia o la religión. Para el hombre, los cometas aparecen (Shakespeare) y los espíritus que le sirven (el Faustus de Marlow). "No hay nada tan profundo o tan lejos o tan grande," escribe Russel, "que el mago no pueda alcanzarlo, y ninguna fuerza que no puede esperar para obligar.”24 Por otra parte, la brujería, por definición, implica la realización de un pacto personal con el
22
Henri Bergson, Les Deux Sources de la morale et de la religion, ed. 217 (Paris: Presses Universitaires de France, 1982), 338. First published 1932. 23 G. Delassault, La Pensee janstniste en dehors de Pascal (Paris: Editions Buchet-Chastel, 1963).
24
Jeffrey Burton Russel, Witchcraft in the Middle Ages (Ithaca: Comell University Press, 1972), 5,6.
diablo, por el cual a los individuos sobre la tierra se les delega el poder para hacer el mal.25 Estos componentes de la cosmovisión homocéntrica hacen que sea posible distinguir entre una visión mágica y una religiosa. Los titulares de cualquier punto de vista creen que los símbolos se cargan con poder y que de hecho son conductos de poder. Una persona que sostiene la cosmovisión mágica, sin embargo, ve a los símbolos (ya sean palabras, ceremonias o acciones) trabajar directamente sobre el objeto en una relación de causa y efecto, y el agente se convierte así en el amo del objeto. El hombre que orina en una zanja mientras canta un hechizo, se cree que causa la lluvia. O el agente puede ser sobrenatural: la bruja, que operan a través del poder diabólico delegado, hace caer el granizo sobre el campo de trigo del vecino, o hace que los animales de los vecinos aborten sus crías. En cualquier caso, el cambio es en el mundo físico, dejando sin cambio al agente. La raíz etimológica de "religión" es "lo que une". Podemos llamar "religioso," entonces, los cambios que los símbolos obran dentro de los agentes para traerlos a una relación de cooperación con Dios. Para un junguiano, un ejemplo es la pintura navajo de arena. Una persona se enferma de bronquitis y va a consultar al curandero, quien comienza a hacer una pintura de arena. Un inadvertido positivista viendo las actuaciones desde una visión mecanicista supondría que el curandero se propone trabajar directamente sobre los síntomas por medio de la pintura de arena y, por tanto, llamar a la pintura un ejemplo de magia y superstición. Visto desde adentro de la cultura, sin embargo, el propósito de la pintura de arena es traer al individuo a la armonía con la naturaleza de modo que las fuerzas naturales puedan efectuar la sanación.26 Una inyección de penicilina, que aliviaría los síntomas pero dejaría al individuo sin cambio en su vida interior, no es religiosa. La pintura de arena, por otra parte, si cambia y restaura al individuo a la armonía con el orden mayor, es religiosa. 25
Russel, 18-19. Vea también los otros 4 libros de Russel: The Devil (Ithaca: Cornell University Press, 1977); Lucifer, the Devil in the Middle Ages (Cornell University Press, 1984); Mephistopheles, the Devil in the Modern World (Cornell University Press, 1986); y Satan, the Early Christian Tradition (Cornell University Press, 1981). Vea también Brian FI Levack, The Witch-hunt in Early Modern Europe, (London and New York: Longman, 1987), 25-34. 26 M. L. von Franz, "The Process of Individuation,” en Man and His Symbols, ed. Carl Jung, (New York: Dell Publishing Co., 1964), 157322, especialmente 23.
En los diarios de William Clayton, cuando registraba las actitudes acerca de la recientemente establecida ceremonia de investidura en Nauvoo, podemos ver ejemplos del mormonismo temprano inclinándose tanto a lo “religioso” como a lo “mágico.” Para algunos, las señas y signos eran vistos como un principio unificador, dar a conocer la forma correcta de acercarse a Dios en oración. Decía el Apóstol George A. Smith en una reunión del templo el 21 de diciembre de 1845, "Cuando oramos al Señor, debemos unirnos vestido con ropa adecuada, y cuando lo hacemos, y unimos nuestros corazones y nuestras manos, y actuamos como una sola mente, y el Señor nos oirá y contestará nuestras oraciones.” El valor de los garments estaba en su preparación para las oraciones, porque “si tenemos nuestros garments sobre nosotros todo el tiempo, en cualquier momento podemos ofrecer las señas.”27 Dijo que cuando él y Wilford Woodruff estaban en la misión en Michigan, ellos en cada oportunidad se retiraban al desierto o en una habitación superior para ofrecer las señales, y sus oraciones fueron contestadas siempre.28 En estos ejemplos, el enfoque parece estar en el cambio que estos símbolos provocaban en los individuos, y por tanto su efecto puede ser descrito como “religioso” y no “mágico.” En contraste, es evidente que desde el principio muchos Santos adoptaron la noción de que el garment de la ceremonia tenía en sí mismo la virtud de ser una protección física. En la reunión mencionada, George Miller contó cómo le dispararon pero se escapó porque estaba vestido con su garment, mientras que el centinela junto a él fue asesinado. El Apóstol Heber C. Kimball habló entonces de cómo Willard Richards había sido protegido durante el asalto de la turba sobre la Cárcel de Carthage porque tenía puesta su “ropa,” pero José, Hyrum, y John Taylor no usaban las suyas fueron “acribillados.”29 John Taylor confirmó que los tres no usaban sus ropas en la cárcel, pero no fue por miedo. De acuerdo a un comentario de W. W. Phelps, José había dejado sus ropas “debido al clima caluroso.”30 Evidentemente otros veían mayor eficacia en el garment que José, y las creencias y prácticas con respecto a ello lo que parece haber sido moldeadas 27
William Clayton, "An Intimate Chronicle: The Journals of William Clayton," ed. George D. Smith (Salt Lake City: Signature Books, 1991), 221. 28 Clayton, 221 29 Clayton, 223 30 Clayton, 224
tanto por los seguidores y discípulos como por el iniciador. En la medida en que el garment en sí, con sus marcas especiales, parecía obligar a las fuerzas de la naturaleza, la visión puede ser descrita como mágica. La visión homocéntrica puede ser ilustrada por varios conceptos de la figura del Renacimiento, Paracelso (1493-1541). Para Paracelso los humanos no pueden hablar de Dios de manera definitiva, ya que Dios es infinito y por lo tanto más profundo que nuestra capacidad de comprensión. Lo que podemos decir es que Dios nunca descansa. “Todas las cosas en absoluto están inquietas… Dios nos creó como somos y por ello se privó de reposo.”31 Buscamos a Dios a través de la “Naturaleza,” que es más que las manifestaciones físicas que usualmente llamamos naturaleza, e incluso más que sus formas subyacentes. La naturaleza es, sobre todo, una fuerza viva que es para siempre variante y diversa, produciendo nuevos seres y cambiando los antiguos, según el tiempo o el lugar.32 Estando viva, la naturaleza se manifiesta así a través de la creación continua de la sorpresa y lo inesperado y desbordamientos de los surcos de la predicción racional. El centro de toda la actividad creativa de la naturaleza es el hombre, que es el recipiente a través del cual algo más grande que el hombre se hace sentir y conocer y se incrementa.33 El mundo en el que vivimos está lleno de defectos y deficiencias: “La naturaleza no nos da nada en un estado terminado,” declara Paracelso, “y el hombre nace para transformar el mundo y traerlo a un estado más perfecto.”34 El mundo es, pues, un lugar de contienda y lucha35 en donde siempre algo nuevo se está creando.36 Para Paracelso, el mundo es doble. Está el mundo visible lleno de señales que apuntan hacia el mundo invisible, un mundo espiritual. Perseguimos el conocimiento de los dos, de acuerdo a métodos adecuados para cada uno.37 Porque hay dos clases de luz en el hombre: primero, la luz espiritual, el Espíritu Santo; y la segunda, la luz natural; y estas dos están
31
Lucien Braun, Paracelse (Lucerne: Editions Rene Coeckelberghs, 1988), 112-113 32 Braun, 41-42 33 Braun, 112, 113 34 Braun, 83 35 Braun, 100 36 Braun, 41 37 Braun, 66-67
unidas dentro de él, como esposo y esposa.38 Porque el hombre es un ciudadano de los tres reinos. Alcanza y conoce su dignidad primero a través de la luz natural que hay en él, el conocimiento que la naturaleza toma de sí misma a través de él. Logra su segunda dignidad al participar en la realidad divina a través de su cuerpo espiritual, que no muere, sino sigue siendo recipiente de la recompensa o el castigo. Pero la suprema dignidad y gratificación es el conocimiento de Dios a los que somos guiados por el espíritu de Dios que está en nosotros.39 Porque Dios habló a través de las escrituras, pero ninguna la revelación está jamás completa, y Dios sigue hablando a través de los procesos de la naturaleza.40 LA COSMOVISIÓN DEL MORMONISMO INICIAL Todas y ninguna de las anteriores. ¿EN CUÁL de estas tres categorías de cosmovisiones cabe limpiamente en mormonismo temprano? No encaja limpiamente en ninguna. El mormonismo no es, y nunca lo ha sido, un monolito. Desde sus primeros tiempos, ha sido una religión homocéntrica, sujeta repetidamente a las tensiones, jaloneos, y tentaciones del teocentrismo y el mecanicismo. En sus primeras etapas (1830-33), reflejaba algunos aspectos de la cultura calvinista teocéntrica, que fue su semillero. En el Libro de Mormón, por ejemplo, el primer documento del mormonismo, las profecías están hechas de eventos detallados unos seiscientos años antes del hecho, incluso el nombre de las personas, lo cual presupone que Dios está en control total, sin dejar nada humano al azar, a la iniciativa, o la desgracia. (1Ne. 12-14). ¿Qué es la historia sino la profecía a la inversa? El futuro está tan determinado y pre-grabado que Dios puede mostrar una parte de una secuencia de eventos a un individuo y reservar otra parte de la misma secuencia para ser mostrada a otra persona unos seiscientos años más tarde. Además, la humanidad es un desorden –el “hombre natural es enemigo de Dios” y continuará así a menos que permita que Dios le tome de la mano y le dé una naturaleza nueva (Mosíah 3:19). Los Discursos sobre la Fe, que eran la parte doctrinal de Doctrina y Convenios de 1835, hablaban de Dios como un ser 38
Braun, 63 Braun, 112 40 Braun, 86. 39
omnipotente, omnisciente, y eternamente inmutable (discurso 4, especialmente), todo lo cual parece ladearse hacia la doctrina del teocentrismo. Al mismo tiempo, otros conceptos señalan hacia el universo mecanicista. En una de las primeras revelaciones de José Smith (1832), el orden de un universo moviéndose de acuerdo a la ley llegó a ser prominente: “A todos los reinos se les ha dado una ley; y… no hay espacio en el cual no haya reino… Y a cada reino se le ha dado una ley; y para cada ley también hay ciertos límites y condiciones. Todos los seres que no se sujetan a esas condiciones no son justificados” (D&C 88:36-39). Este tema se reiteró en 1843: “Hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan; y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa” D&C 130:20-21). No obstante, el abrumador movimiento del mormonismo inicial, verdaderamente, hasta 1890, era hacia la elaboración de un universo homocéntrico. Incluso en el Libro de Mormón, hay pasajes notables que señalan hacia el homocentrismo, los seres humanos son un microcosmos, es decir, seres con un cuerpo espiritual en la imagen del cuerpo físico (Éter 3:16). Lo terrenal es a imagen de lo espiritual. En su primera explicación de los inicios del mundo, José Smith daba el relato de dos creaciones: “Porque yo, Dios el Señor, creé espiritualmente todas las cosas de que he hablado, antes que existiesen físicamente sobre la faz de la tierra… Todas las cosas fueron creadas; pero fueron creadas espiritualmente” (Moisés 3:5, 7). “Espíritu” no es lo opuesto de materia, como sostiene el cristianismo tradicional, sino más bien una forma de materia más sutil y refinada (D&C 131:7-8). La visión homocéntrica fundamenta la explicación de la doctrina mormona de la deidad, la primera etapa de la cual puede verse en la imagen de Dios planteada en el Libro de Moisés. Dios es el creador de mundos sin fin, y el propósito que guía a esta creación continua, infinita, en expansión, es el mejoramiento de su gloria. Pero la gloria de Dios se mejora en la medida que lo hace la humanidad. La humanidad está en el centro de su atención: “Esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39), lo cual es una explicación natural de lo dicho en el Libro de Mormón: “Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo” (2Ne. 2:25).
Para ver cuánto se separa el mormonismo inicial de la soberanía teocéntrica de Dios, necesitamos considerar el surgimiento de la enseñanza mormona acerca de la naturaleza de los humanos y su lugar en el cosmos: “También el hombre fue en el principio con Dios. La inteligencia, o sea, la luz de la verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser” (D&C 93:29). De hecho, hay algo en cada individuo que no fue creado, por lo que no debe su existencia a Dios. Se acabó la inmensa diferencia entre Dios y el hombre, por la cual la gente no podría ser más que mendigos: "Os llamaré mis amigos" (D&C 93:45). ¿Y cómo es visto el diablo en el cosmos mormón? Las primeras experiencias de José parecen haber sido marcadas por el encuentro con la realidad del diablo. El mal, como el bien, es una fuerza viviente para enfrentar en el mundo, como relata José en el relato de 1838 de su primera visión: "Se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo.... densa obscuridad se formó alrededor de mí, y me pareció durante un tiempo como si estuviera condenado a la destrucción repentina" (JS-H 2:15). Satanás hace la guerra a los Santos (D&C 76:29) haciéndoles negar la verdad y desafiar a Dios, pero son las personas las que deciden dejarse vencer (D&C 76:31). Finalmente, Satanás será atado y perderá todos sus dominios excepto sobre los pocos que llegarán a ser hijos de perdición (D&C 76:35). Si Satanás va a ser atado, como indican todas las referencias al reino milenario (por ej. D&C 84:100; 88:110; 43:31; 45:55), el orden actual tendrá que ser transformado en algo… inimaginable. Pero por ahora, el propósito de la existencia mortal es poner a prueba a los humanos, para ver “si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare” (Abr. 3:25). Por lo tanto, Satanás es el perno central de la aventura mortal. Si no hay Satanás, no hay prueba. Si no hay prueba, no hay crecimiento, no hay progreso. Como una vez observó Goethe: el mundo es “un gran órgano en el que Dios tocas mientras el Diablo bombea los fuelles.” Más aún, Satanás es un hermano mayor (un hermano que salió malo, es verdad), y como el otro hermano, Jesús, es uno de la familia. La implicación es que los seres humanos contienen el potencial de ambos. Y la prueba no es solamente para ver cómo responderá la gente a sus mandatos, sino para ver lo que harán por su cuenta en medio de la maldad y las oportunidades del mundo, "porque he aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas... porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes" (D&C 58:26, 28). El poder que está en ellos
es que, mediante su obediencia, puedan alcanzar el sacerdocio según el orden de Enoc, y “todo aquel que fuese ordenado según este orden y llamamiento, tendría poder, por medio de la fe, para derribar montañas, para dividir los mares, para secar las aguas, para desviarlas de su curso; para desafiar los ejércitos de naciones, para romper toda ligadura, para estar en la presencia de Dios” (TJS Gen. 14:30-31). El destino final de las transformaciones por las que atraviesa la gente es la divinidad misma: “Entonces serán dioses, porque tendrán todo poder, y los ángeles estarán sujetos a ellos” (D&C 132:20). Esta idea de Dios es llevada a su máxima expresión en el discurso de King Follett, que José predicó unas semanas antes de su muerte: Dios una vez fue un hombre y llegó a ser Dios por medio de una serie de transformaciones a través del tiempo.41 Como el hombre es, Dios una vez fue. Como Dios es, el hombre puede llegar a ser. Satanás es también un componente necesario de la magia como sucede en el Libro de Mormón. Aunque Stephen Robinson, en una enérgica crítica del libro de Quinn, sostenía que “la enorme colección de escritos e ideas que salieron realmente de la mente y pluma de José Smith en 1829 y después, son un terreno absolutamente árido en lo concerniente a cualquier conexión con la magia y lo oculto,”42 esta afirmación resulta no ser así. El Libro de Mormón está lejos de ser despojado de la magia, y el narrador del libro muestra una visión del mundo que sostiene que la brujería magia y hechicería son posibles. Lo interesante es que cuando la magia, per se, es mencionada, es condenada como una de las formas de iniquidad. En el libro de Alma, por ejemplo, encontramos una condena de aquellos que se entregaban a la hechicería, la idolatría, el ocio, etc. (1:32). En 3Nefi, al profetizar la gran purga de los gentiles no arrepentidos en los últimos días, Jesús incluye entre las prácticas que serían exterminadas las hechicerías y la adivinación (21:16-19). Cuando Mormón describe a los nefitas hundiéndose en la iniquidad, cita como evidencia que “hubo sortilegios y hechicerías, y encantamientos; y el poder del maligno se extendió por toda la faz de la tierra” (Mormón 1:19). Los nefitas comenzaron a arrepentirse porque “nadie podía conservar lo que era suyo, por motivo de los ladrones, y los bandidos y los asesinos, y las artes mágicas, y
las brujerías que había en la tierra” (Mormón 2:10). Estos eran los tesoros que se volvían escurridizos, no sólo en el sentido de que una maleta sin vigilancia en la Gran Estación Central se vuelve escurridiza, sino por el arte de la magia y la brujería que se movía sobre ellos. En pocas palabras, el narrador en el Libro de Mormón parece creer que la magia y la brujería son reales, pero condena su práctica perversa. ¿Cómo lo sabemos? En el mormonismo, ha habido una tensión desde el principio entre conocimiento revelado que se transmite a través de la jerarquía y el conocimiento que llega directamente a los individuos. ¿Cómo sabemos sobre el mundo visible? Al tomar ventaja de todas las formas en que las personas han conocido sobre el mundo natural, las cosas en los cielos y en la tierra, y sobre las perplejidades de las naciones. ¿Cuál es el carácter de la palabra de Dios? Se deriva de una revelación para el individuo y es autenticado no por una autoridad allá afuera, sino más bien por el efecto aquí dentro, siguiendo la luz que hay en cada persona en el mundo, que es el poder de Dios y que, en un sentido, es Dios (D. y C. 88: 5-15). CUANDO LAS COSMOVISIONES CHOCAN Podemos entender muchos cambios en la Iglesia como batallas entre estas tres visiones del mundo Si el mormonismo era esencialmente homocéntrico en su cosmovisión del siglo diecinueve, ¿Cómo está en la apertura del siglo veintiuno? La magnitud de los cambios que ocurrieron en el mormonismo, durante las décadas alrededor de 1900, es asombrosa. El mormonismo perdió el reino temporal, con su sistema económico, su sistema judicial, su sistema político, y su sistema del matrimonio, rediseñó sus programas y organizaciones, puso énfasis en las conductas individuales, e hizo reajustes teológicos mayores.43 No obstante, la pregunta principal es, ¿cambió la manera y la base de creer? Si es así, ¿de qué manera? Y ¿los cambios fueron grandes o pequeños? Creo que un choque de lo viejo y lo nuevo se señala en los diarios de John Henry Smith, apóstol y consejero de la Primera Presidencia desde 1880 hasta 1911. Dos anotaciones advierten los eventos dramáticos que indican el cambio subyacente. Su anotación del 28 de marzo de 1911 hace notar que el
41
Varias versions del discurso King Follett están en The Words of Joseph Smlth, ed. Andrew E. Ehat and Lyndon W Cook (Provo, Utah: Religious Studies Center, BYU, 19801,340-362. 42 Robinson, 93.
43
John Henry Smith, Church State and Politics: The Diaries of John Henry Smith, ed. Jean Bickmore White (Salt Lake City: Signature Books, 19901, 668.
Apóstol John W. Taylor fue excomulgado por “insubordinación.”43 John W. Taylor fue la última autoridad general que se negó a ceder o comprometerse y abandonar el matrimonio plural. Fue la fase final del concepto del reino de Dios en el siglo diecinueve. La anotación del 11 de febrero de 1911, en el diario del Presidente Smith, se refiere a “algunas ideas locas" acerca de la evolución orgánica y la alta crítica bíblica que "está entrando en la Universidad Brigham Young en Provo."44 Estas eran las ideas darwinianas de un universo mecanicista en el que, como hemos visto, hay perspectiva sombría para la aventura humana. A pesar del importante trabajo histórico.45 Los eruditos mormones todavía están lejos de entender cómo sus cambios coinciden con el Tercer Gran Despertar en la cultura estadounidense, un momento cuando el cristianismo protestante encontró la modernidad en la forma del Darwinismo, esto es, un modelo de pensamiento mecanicista. En respuesta, el protestantismo liberal aceptó el evangelio social homocéntrico, y el protestantismo conservador se atrincheró en el fundamentalismo, en un mundo teocéntrico donde Dios todavía estaba en control. Este atrincheramiento se efectuó al rechazar la ciencia y el rompimiento con la infalibilidad del texto bíblico y su interpretación literal. Cuando el mormonismo se movió hacia la corriente principal estadounidense en el siglo veinte, estas dos respuestas se reflejaron dentro de la organización. Los adherentes del mormonismo homocéntrico indefinido estaban tipificados por las obras del Setenta B. H. Roberts, y los Apóstoles James E. Talmage, John A. Widtsoe, y Joseph F. Merril. Hicieron todo lo posible para acomodar toda la verdad científica dentro del amplio seno del mormonismo. El esfuerzo más ambicioso a lo largo de estas líneas fue The Truth, the Way, the Life, del Élder B. H. Roberts.46 El contrapeso fue dirigido por el Apóstol Joseph Fielding Smith. Rechazaba todo en la ciencia que no coincidía con una interpretación literal del texto 44
John Henry Smith, 665. Thomas G. Alexander, Mormonism in Transition: A History of the Latter-day Saints 1890-1930 (Urbana and Chicago: University of Illinois Press, 1986). 46 Hay dos ediciones de la obra magna de B. H Roberts: The Truth, The Way, The Life, An Elementary Treatise on Theology: The Masterwork of B. H. Roberts, ed. Stan Larson (San Francisco: Smith Research Associates, 1994); y The Truth, The Way, The Llfe: An Elementary Treatise on Theology, ed. John W Welch (Provo: BYU Studies, 1994).
bíblico, y así comenzó el atrincheramiento SUD en la visión teocéntrica del mundo. Pero hay más afectando al mormonismo que el jaloneo interno de la guerra homocéntrico-teocéntrico. A lo largo del siglo, la cosmovisión de la sociedad estadounidense ha cambiado fundamentalmente hacia una visión mecanicista. La física newtoniana con su causa-y-efecto, inclinación determinista, informó y ciñó todas las ciencias naturales y sociales en su fundamentación y desarrollo. Sólo recientemente la física cuántica y la psicología Junguiana comenzaron a convertirse en fuerzas importantes en la sociedad en general. Como resultado, la mayoría de los estadounidenses y europeos modernos, incluyendo a los mormones, han asimilado las premisas de Darwin en la biología y Freud en la psicología, y se conectan a su mundo principalmente a través de una cosmovisión mecanicista. No es de extrañar que el José Smith homocéntrico suene raro a los oídos modernos de los Santos de los Últimos Días. En relación con esto, podríamos reflexionar en qué medida la burocratización ha hecho que la Iglesia parezca y actúe como la gran máquina de la sociedad secular. Al crear procedimientos administrativos, hasta qué medida hemos adoptado la ética mecanicista del mundo corporativo. Sin embargo, como la cultura en general se volvió mecanicista, durante la última mitad del siglo la teología Mormona cambió un poco hacia la "neoortodoxia", que atribuye mucho más a Dios y mucho menos al hombre.47 Las prominentes enseñanzas de los Apóstoles Joseph Fielding Smith y Bruce R. McConkie enfatizaron la soberanía absoluta de Dios y la necesidad absoluta de una caída para que hubiera una redención. Y en una carta circulada ampliamente, el Élder McConkie reprobó a un estimado académico mormón por publicar las enseñanzas de Brigham Young que Dios aún progresa en conocimiento y por no reflejar solo los puntos de vista de los apóstoles.48 Es evidente que la tentación más constante en los últimos tiempos ha sido la de abandonar el carácter abierto del mormonismo y remplazarlo con una ortodoxia. Un buen ejemplo es el etiquetado del Élder
45
47
Kendall 0. White Jr., Mormon Neo-Orthodoxy: A Crisis Theology (Salt Lake Cay: Signature Books), 89-157. 48 Elder Bruce R. McConkie to Eugene England, 19 Feb. 1981. Fotocopia de la carta en mi poder.
McConkie de "siete herejías mortales.”49 Pero en una religión homocéntrica ideal, el canon nunca está cerrado, y por lo tanto, ni una teología dogmática ni una herejía es posible. A la luz del artículo de fe décimo tercero, la expansiva admonición para creer y esperar todas las cosas y buscar algo virtuoso, bello, de buena reputación, o digno de alabanza, tendríamos que entender que los credos mencionados en la Primera Visión de José eran abominables no debido a que fueran credos falsos, sino simplemente a que eran credos. Con este ensayo, espero proporcionar un marco para el cambio crítico dentro del mormonismo. Termino con una declaración personal: La cosmovisión homocéntrica ha sido un escándalo tanto para el empírico inflexible y como para el teocéntrico dogmático. Es desordenada, llena de tentaciones, y se encuentra a menudo con la necesidad de corrección. Sin embargo, es la única cosmovisión que deja el mundo abierto y lleno de posibilidades y, además, es una fuente principal de vitalidad y de fe religiosa. Digo, pues, que el mundo sea múltiple, y que el escándalo prospere.
Traducción: Max Ruiz M. Octubre 2012
49
Elder Bruce R. McConkie", The Seven Deadly Heresies," 1980 Devotional Speeches of the Year (Provo: Brigham Young University Press, 19811, 74430.
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