Mujer Sexo Fuerte La Otra Mirada

February 26, 2017 | Author: Sandra Marin | Category: N/A
Share Embed Donate


Short Description

Mujer sexo fuerte...

Description

Rodrigo Forés Vega

MUJER

SEXO FUERTE La otra mirada

Mujer sexo fuerte

RIL editores bibliodiversidad

Rodrigo Forés Vega

Mujer sexo fuerte

La otra mirada

612.6 F

Forés Vega, Rodrigo Mujer, sexo fuerte. La otra mirada / Rodrigo Forés Vega. – – Santiago : RIL editores, 2010. 130 p. ; 21 cm. ISBN: 978-956-284-731-5 conducta sexual de la mujer. 2 salud de la mujer.

1

Mujer, sexo fuerte La otra mirada Primera edición: mayo de 2010 © Rodrigo Forés Vega, 2010

© RIL® editores, 2010 Alférez Real 1464 750-0960 Providencia Santiago de Chile Tel. (56-2) 2238100ÊUÊ>ÝÊ2254269 ÀˆJÀˆi`ˆÌœÀiðVœ“ÊUÊÜÜÜ°Àˆi`ˆÌœÀiðVœ“ Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores

“«ÀiÜÊi˜Ê …ˆiÊUÊPrinted in Chile ISBN 978-956-284-731-5 Derechos reservados.

Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Capítulo I La mujer sana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Mujer: el sexo fuerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 El verdadero sexo fuerte: solo cuando la mujer está sana . . . . . . . . . 22 Aspectos que definen a la mujer sana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 Historia de avances y descubrimientos de la mujer como sexo fuerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Capítulo II La producción hormonal, eje de vida de la mujer sana . . . . . . . . . . 39 Desórdenes hormonales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 Nociones mínimas del aparato genital femenino . . . . . . . . . . . . . . . 42 Ovario y hormonas, una relación fundamental. . . . . . . . . . . . . . . . . 46 Capítulo III Falla Ovárica Parcial (F. O . P.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 Definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Clasificación de síntomas según edad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58 Dificultades para interpretar f.o.p. y otra forma de observarla . . . . . 65 Cómo evaluar la presencia de f.o.p. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Experiencias reales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Capítulo IV En busca de una sexualidad femenina plena a través de la producción normal de hormonas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Frenación hormonal o anovulación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 Compensación hormonal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

Dificultades de las mujeres con f.o.p. frente al sexo y la vida . . . . . 93 Cuadros infecciosos en la infancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Las mamas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96 La menstruación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 La menopausia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 ¿Es lo recurrente característica de sanidad? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Conductas de la mujer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 En camino a la sexualidad plena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 Dos consecuencias ineludibles a propósito de la cura de f.o.p.: la mujer sana y el mundo laboral . . . . . . . . . . . . . . 113 Violencia intrafamiliar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

Capítulo V Experiencias para compartir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 Mitos que dificultan el tratamiento de f.o.p. . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Cambiando la vida: historias destacadas de pacientes . . . . . . . . . . 119 Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Esta es una nueva forma de mirar a la mujer en su totalidad, definiendo lo que significa ser mujer y las enfermedades más frecuentes que las hacen perder sus condiciones innatas. Es para mí un enfoque de amor, admiración y respeto por todas ellas. Avanzar en este conocimiento ha sido mi misión a lo largo de toda una vida profesional. Rodrigo Forés Vega

Introducción ste libro es fruto de mis reflexiones con respecto a la salud de la mujer contemporánea y las consecuencias de perderla. Esta circunstancia afecta tres aspectos centrales de su vida:

E

1. 2. 3.

El equilibrio emocional. La maternidad. La sexualidad.

Después de más de treinta años de experiencia en el campo de la ginecología y la sexología, siento la imperiosa necesidad de compartir este conocimiento, en especial con las mujeres; aquellos seres fantásticos que permiten la vida. Creo también, que además de poner nuestra existencia al servicio de nuestros semejantes, venimos a aprender, y si esto lo hacemos con pasión, disciplina sin duda progresamos y sentimos la urgencia de compartir lo que hemos aprendido. ¿Existe alguien que no se alegre cuando se ha reparado algo que funcionaba mal? ¿Existe algún enfermo que no se alegre al recuperar la salud? ¿Existe alguna persona que no disfrute sintiéndose bien física y emocionalmente? Como el fenómeno de observar depende naturalmente de cada observador, lo que haré es mostrar mi punto de vista médico respecto de la mujer.

11

mujer, sexo fuerte

Desde muy temprano aprendí a dudar de lo que me dijeron mis profesores. Comencé a cuestionarme y a formular mis propias preguntas. Estas me llevaron más tarde a las primeras grandes dudas sobre lo que hasta hoy ha tratado la medicina de la mujer. Por esta razón, hoy propongo una mirada distinta con respecto a la manera tradicional de observar la salud de la mujer. A continuación presento el fruto de dichas observaciones tras décadas de trabajo en el ámbito de la ginecología, y la sexología. Esta investigación plantea los trastornos de la mujer desde su infancia y ofrece las soluciones a problemas de salud, físicos y mentales, propone que debido al desconocimiento del origen de los trastornos sufridos por ellas se llega a un clima de desencuentro entre hombres y mujeres; se altera la vida en pareja, la vida familiar y laboral, y se frustran las legítimas aspiraciones de bienestar y salud de las personas. Profundizaremos en los trastornos que sufren muchas mujeres, los que no logran ser explicados ni tratados adecuadamente con los métodos conocidos. Nos centraremos en el ovario y la producción hormonal como las fuentes más importantes de la salud de la mujer. Introduciremos los conceptos de «mujer sana» y el de «Falla Ovárica Parcial» (f.o.p). Sin duda, los medios de comunicación han tratado de avanzar en un concepto tan loable como es el de sexualidad plena. Los estímulos frente a lo sexual son de alguna manera despiadados y muy fuertes para hombres y mujeres sanos; pero tibios y débiles para mujeres enfermas y hombres estigmatizados. Hay muchachas que dicen, si esto es tan fabuloso ¿Por qué gasto mi vida sin probarlo? Pero si están enfermas, las pruebas se transforman en búsqueda, y la búsqueda en promiscuidad. En esas circunstancias lo más probable es que, si está enferma,

12

introducción

no logre la sexualidad plena, y en cambio sí pueda adquirir una disfunción sexual. De mis observaciones surgen muchos cuestionamientos: ¿Qué cantidad de mujeres que inician la vida sexual están enfermas y no lo saben? õ ¿Qué consecuencias tendrá esta situación en su vida futura? õ ¿Cuántas mujeres no inician su vida sexual por estar enfermas? õ ¿Cuántas consultas a distintos especialistas en áreas relacionadas con la psiquiatría, sicología, sexología, medicina en general, o cuánta búsqueda en disciplinas esotéricas, místicas y otras, se realizan por no conocer lo que voy a desarrollar en estas paginas. õ

La cantidad de preguntas que uno puede formularse desde este conocimiento escapa sin duda a la magnitud de este trabajo. Es realmente apasionante echar a volar la imaginación para tratar de visualizar cuántos problemas de la sociedad moderna tienen su fundamento en el desconocimiento de esta nueva mirada de la mujer que propongo. Y lo más importante, ¿cuántas mujeres, hoy enfermas, y no conscientes de ello, recibirían una respuesta desde esta mirada? ¿Cómo cambiaría nuestra sociedad si un número importante de mujeres enfermas fueran diagnosticadas y tratadas con esta nueva propuesta terapéutica? En un comienzo puede que este libro resulte demasiado árido o técnico para algunos; sin embargo, a medida que avanza se va manifestando su contenido simple y accesible a todos los lectores.

13

Capítulo I La mujer sana

Mujer: el sexo fuerte egún mi experiencia clínica, el sexo femenino es sin lugar a dudas el verdadero sexo fuerte. Una mujer sana está más adaptada al mundo que cualquier hombre. Tiene la fuerza y posee la capacidad de resolver todos los problemas que enfrenta, y manifiesta un comportamiento excelente en cualquier función que desempeñe. La mujer sana es la que permite que se genere y se perpetúe la vida. Es el pilar fundamental en la relación familiar y de pareja, permitiendo que esta se desarrolle en forma plena. Basta observar el destino de la mayoría de los hombres solos para darse cuenta de la diferencia en este punto. Además, desde una perspectiva netamente biológica e instintiva la mujer lleva la delantera. La mujer es la que manda en la relación sexual. Ella es la que determina los tiempos y las frecuencias. La mujer, en el período de plena producción de hormonas, entre la pubertad y la menopausia es indiscutiblemente más fuerte que su compañero. Hay múltiples estadísticas que demuestran que la mortalidad por infartos de corazón, cerebrales, muertes por cánceres y otras patologías es mucho más frecuente en hombres que en mujeres en esta etapa de la vida. Posterior a la etapa de la menopausia, y en mujeres que no son tratadas con hormonas, estas cifras tienden a equipararse. En cualquier reunión de gente de tercera edad, el número de mujeres es siempre más del doble del número de hombres. La mujer tiene más sobrevida que el hombre en relación al tiempo de vida de ambos sexos.

S

17

mujer, sexo fuerte

Es innegable que en la naturaleza, mientras más aprendemos de ella más comprobamos que las cosas están bien hechas y nadie podría pensar que es más duro lo que se le ha asignado al hombre como género, que lo que le toca vivir a la mujer. Lo que observaba en el hospital y en mi consulta, después de examinar y conocer las trayectorias personales de tantas mujeres, me indicaba que la mujer era el sexo fuerte, pero… ¿es realmente el sexo fuerte? Pronto mis observaciones me dieron una respuesta afirmativa a tal cuestionamiento. He aquí algunos de los puntos en que reparé para concluir que definitivamente la mujer es el sexo fuerte. Más longevas. El primer dato objetivo, incuestionable, que tomé en cuenta es que la mujer es más longeva. Eso era indiscutible. Casi no había necesidad de demostrarlo. Pero por si alguien necesitaba pruebas, una estadística que circulaba entonces por las aulas me indicó que nueve de cada diez personas que llegan a los 100 años son mujeres. Más capacidad de sobrevivencia. No sólo cumplen más años que los hombres cuando a ambos les llega la vejez. Cuando nacen también son más fuertes. Una investigación realizada en Estados Unidos estudió a 6.500 bebés nacidos prematuramente y, por consiguientes, con bajo peso. A los 3 días los varones estaban mucho más complicados que las niñas. Sus pulmones, por ejemplo, eran más débiles y necesitaban ayuda para respirar. Cuatro meses después, uno de cada cuatro varones había muerto. Sin embargo, sólo una de cada siete niñas había tenido un desenlace fatal. No me hacía falta recurrir a estadísticas tan lejanas y rigurosas para darme cuenta de la mayor capacidad de sobrevi-

18

capítulo i: la mujer sana

vencia de las bebés sobre los niños. Mi experiencia hospitalaria diaria me indicaba que los varones tenían una tasa de mortalidad superior a la de las niñas.

Más capacidades prácticas y sociales que el hombre Llegué a la conclusión, en coincidencia con aquellos que sostienen que la mujer domina mejor que el hombre la agresividad, que tiene más desarrollada la sociabilidad y que su resistencia al estrés es mayor. Además, las mujeres son mejores comunicadoras, tienen mejor audición, más destrezas con las manos, pueden realizar más de una tarea en forma simultánea, tienen más desarrollada la inteligencia emocional, mejor vista periférica, perciben mejor el lenguaje corporal, los mensajes no verbales y tienen mucha más capacidad que los hombres para captar los detalles. Hasta estoy de acuerdo con aquellos que dicen que la mujer es mejor empresaria que el hombre. También pienso que la maternidad hace mejorar a las mujeres el tacto, el olfato, la memoria y su capacidad de aprendizaje, colocándolas en todas estas materias sobre el hombre. Tienen más capacidad sexual. La mujer no necesita descansar entre cada acto sexual. El hombre sí. La mujer puede tener orgasmos múltiples. El hombre no. Además, la mujer es capaz, en este terreno, de usar «artimañas» con el macho con tal de conseguir el fin de la maternidad. Es también la que regula el ritmo y la frecuencia sexual en una pareja. Ella, normalmente, tiene la llave y el dominio en esta materia.

19

mujer, sexo fuerte

Poseen la fortaleza del instinto maternal, poderoso e incuestionable Poseer este don maravilloso, vigoroso, y hasta heroico, significa que todo el organismo femenino se manifiesta en función de ese regalo de la naturaleza. Y cuando digo que es todo el organismo, incluyo tanto los aspectos físicos como los psicológicos. Por eso, la mujer está reforzada de poderes extras en todos los planos. El cerebro, la emotividad, la parte sicológica y todos sus órganos físicos reciben dosis extra de beneficios, de asistencia y de apoyo, lo que hace a la mujer más fuerte y más importante. Tan constituida, tan preparada, tan «confeccionada» está la mujer para la maternidad que la oxitocina, una hormona producida por las neuronas encargadas de ello para facilitar el parto, no sólo cumple con esa función, sino que desencadena múltiples beneficios que posteriormente van a influir en la conducta materna. Capacidades como las sensaciones de euforia y recompensa que le producen los hijos, así como inhibición a la capacidad de crítica a sus retoños y el amor incondicional hacia ellos, tienen una base cerebral y ahí la oxitocina juega un rol decisivo.

Citas y refranes que refuerzan a la mujer como sexo fuerte Hay citas y refranes que recuerdo con mucho cariño, porque de una manera divertida, ingeniosa y hasta pedagógica, reflejan y confirman que en materias realmente importantes para el curso de la humanidad son las mujeres las que llevan las riendas.

20

capítulo i: la mujer sana

Algunas de ellas son: õ õ õ õ

õ õ

«En mi casa mando yo, pero mi mujer toma las decisiones». «El hombre reina y la mujer gobierna». «Casa sin mujer y barco sin timón lo mismo son». «Dios hizo a la mujer frágil para el hombre, pero fuerte para la vida, e hizo al hombre fuerte para la mujer pero frágil para la vida». «Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella una mujer no será humana». «La naturaleza ha preparado mejor a las mujeres para ser madres y esposas que a los hombres para ser padres y maridos» (los hombres tienen que improvisar).

¿Por qué era tan importante precisar que la mujer es el sexo fuerte? ¿Por qué este punto era tan decisivo, tan determinante para el nuevo enfoque, para la nueva mirada que a partir de mi práctica iba teniendo sobre la medicina? Porque, si por alguna circunstancia una mujer dejaba de ser el sexo fuerte, significaba que algo decisivo andaba mal en ella. Que una mujer no ejercitara, que no profesara, que no hiciera uso de su fortaleza natural podía ser muy revelador. Podía ser síntoma manifiesto de una enfermedad.

21

mujer, sexo fuerte

El verdadero sexo fuerte: solo cuando la mujer está sana Por años, las observaciones me decían que si una mujer no ejercía de mujer, otorgándole a ese vocablo su más hondo significado y su más largo alcance, quería decir que estaba enferma y debía someterse a un tratamiento clínico. Llegué a la conclusión de que si bien es cierto que algunas de estas mujeres podían presentar problemas psicológicos u otros síntomas, que daban para mil diagnósticos diferentes, no se sacaba nada con tratar la manifestación última del mal. Había que ir al origen de todo ese desarreglo para mejorar las demás manifestaciones. Y el origen está en un órgano que es el motor de todas las mujeres, que cuando está dañado, repercute en la capacidad de rendimiento de ellas. Reparado el mal, corregida la insuficiencia, subsanado el problema, los demás síntomas desaparecen como en un efecto dominó. En el epicentro del cuerpo femenino residían unos órganos que eran su verdadero motor. Lo curioso era, que siendo tan importantes los ovarios pasaban un tanto inadvertidos. Medio ocultos, algo inaccesibles, aparentando modestia, calladamente camuflaban y enmascaraban infecciones que no se detectaban. Una vez especificado que la mujer es el sexo fuerte, comencé a darle vueltas a otro concepto: definir qué se entiende por mujer sana. Tan importante es el tema que si me tocara ser maestro de estudiantes de medicina, partiría precisando esta noción. En la primera clase comenzaría diciendo: «muchachos y muchachas, jóvenes estudiantes, futuros médicos vamos a establecer las características que debe tener una mujer para ser considerada

22

capítulo i: la mujer sana

plenamente sana. Posteriormente iremos analizando las causas que consiguen sacarla de ese estado. Luego describiremos las enfermedades. Si no determinamos esto, nunca podremos tener una claridad precisa de lo que es una mujer sana y una mujer enferma». Construir este concepto -el de mujer sana– me costó bastante. Fué muy difícil establecerlo, ya que el tema no sólo compromete las causas de algunas enfermedades ocultas, indocumentadas, que afectan a la mujer y también las consecuencias que esto trae. Además cómo esas consecuencias son interpretadas a la luz de las enfermedades, por las distintas disciplinas de la medicina. Para mí era importante definir el concepto de mujer sana, que es muy diferente a lo que se ha considerado por siglos.

Mujer sana Yo pienso que históricamente se ha considerado sanas a mujeres que no lo estaban y que, de esta manera, se les ha exigido rendimiento de sanas, sin saber que estaban enfermas, a mujeres que no tenían esa condición. Por lo tanto, no podían rendir como mujeres sanas, ni menos cumplir con los roles propios. En el nuevo concepto de mujer sana reuní las potencialidades que le son propias a todas las mujeres que gozan de ese estado, que no son pocas, y por las que, como hombre, no pude dejar de sentir más que admiración, ya que como se ha señalado antes, ellas fueron abundantemente dotadas de condiciones extraordinarias para cumplir a cabalidad los roles que les fueron asignados. El tema fundamental para mí siempre fue rescatar la importancia del ovario para la mujer y cómo podía avanzar en el 23

mujer, sexo fuerte

proceso de conocimiento íntimo de su función. El ovario que funciona mal se transforma en el protagonista fundamental de la gran cantidad de enfermedades de nombres diversos, que afectan la función femenina en numerosos aspectos, relacionados con los roles propios de la mujer, y que se ven comprometidos en mayor o menor grado cuando su funcionamiento no es adecuado. Es notable la cantidad de mujeres enfermas que sin saberlo se «camuflan» con las realmente sanas. Ellas están siendo estigmatizadas con una serie de condiciones propias de la mujer normal, pero la verdad no es así. Cuando tuve la oportunidad y después la osadía, de mejorar a alguna de mis pacientes, todos aquellos síntomas de la mujer tradicional desaparecieron por arte de magia. Es una paradoja, la mujer sana es la que no cuadra, porque la mujer en general es vista siempre con inestabilidades de todo tipo, y la mujer sana pasa desapercibida. En todo caso, toda mujer, en algún momento de su vida, en mayor o menor medida, presenta síntomas de alteraciones hormonales porque está expuesta a muchos cambios durante su vida, la crisis neonatal, puberal, a la crisis de cada uno de sus embarazos y a la crisis menopáusica, que son propias de la mujer. Y a esto se agregan los desórdenes hormonales que, sin ser propios, son muy frecuentes. Así, es fundamental tener claramente definida a la mujer sana, para diferenciarla de los distintos niveles o grados de enfermedad. Mi trabajo de años me llevó ha definir a la mujer sana y distinguirla de aquellas que no lo están. Ahora, ¿cuándo una mujer está sana? ¿Se podrán establecer parámetros objetivos y universales para diagnosticar que una mujer está sana? ¿Se podrá considerar al aparato reproductor de la mujer como un todo, como una unidad y no como se

24

capítulo i: la mujer sana

está haciendo, que se le «desposta» por piezas? ¿No habrá un hilo conductor entre lo fisiológico y lo psicológico? ¿No estarán directamente relacionados los órganos sexuales con la sexualidad? ¿No estarán mucho más conectados de lo que se piensa los ovarios y las mamas, por ejemplo? Establecer entonces qué era una mujer sana o cuándo una mujer era sana me pareció fundamental. Decisivo. Precisar qué era una mujer sana era una de las Madres de todas las Batallas que había que ganar, porque me di cuenta tempranamente que la luz que arrojaría la definición de este concepto impediría las confusiones y alumbraría las zonas que permanecían oscuras. Mi experiencia profesional me indicaba que no todas las mujeres rendían sexualmente igual, y sin embargo a todas se les exigía lo mismo. Pero ¿por qué no todas rendían igual? ¿Sería que unas estaban sanas y las otras no? Detrás de estas interrogantes, como un telón de fondo cada vez más visible, más invasivo y más molesto, surgía el cuestionamiento a la medicina que yo y los demás médicos aplicábamos. ¿Se estaban solucionando los problemas en forma completa o solo se estaban dando respuestas muy sintomáticas a los motivos de las consultas? Reparé en la importancia que implicaba establecer que la mujer es el sexo fuerte, porque así podía continuar avanzando en mis observaciones sobre el organismo de la mujer. Me daba sentido, descifraba y hacía coherentes muchos de los conocimientos nuevos que me iban apareciendo. Era el puntapié inicial para romper con una inercia paralizante. Sin tener desarrollado este concepto de sexo fuerte, era claro que el camino se enredaría. Entraría pronto en mí una nueva visión clínica en una zona repleta de curvas y de señalizaciones

25

mujer, sexo fuerte

contradictorias. No tendría una explicación científica a una serie de fenómenos que sólo se producen en la mujer, sobre todo en la época que es fértil. Sin embargo, se esclarecía la posibilidad de que la naturaleza hubiese dotado a la mujer de un sitial preponderante, único, que le trasmite una fuerza interna descomunal y unas propiedades portentosas, casi milagrosas. Una serie de manifestaciones que yo iba detectando en el cuerpo de las mujeres aparecían con mucha nitidez. No sólo eso. Además, un campo rico, amplio y abierto se abriría para seguir explorando. La misión, no menor, sino al contrario gigantesca de conservar la especie, necesariamente la tenía que dotar, por parte de la naturaleza, de condiciones muy superiores o muy diferentes a las del macho. Tenía que ser necesariamente el sexo más fuerte o el más preparado para la misión más importante que tiene cualquier especie animal: la reproducción. Y si era el sexo más fuerte porque estaba llamada a perpetuar o a conservar la especie, entonces muchos principios que se aplicaban en la medicina con respecto a la mujer debían variar radicalmente. Uno de ellos, fundamental para avanzar en una nueva mirada clínica, era que a la mujer no se la podía «trozar por piezas», era una unidad. Todo funcionaba interconectado para cumplir su fin. No se podían examinar aisladamente sus órganos como si no tuvieran nada que ver el uno con el otro. Que si uno de ellos se enfermaba, no necesariamente la solución estaba en tratar sólo a ese órgano dañado. Había que ir a las causas de esa complicación y no a las consecuencias.

26

capítulo i: la mujer sana

Aspectos que definen a la mujer sana Para definir mujer sana recurriré a tres aspectos, a mi juicio, relevantes de las potencialidades propias de las mujeres y su relación en el transcurso del tiempo. Ella está sometida a múltiples crisis hormonales, propias de su ser que llevan a potenciar o complicar estos tres aspectos. Al nacer la mujer, por venir de otra mujer, viene muy impregnada de hormonas femeninas, que le serán propias durante toda la vida y que son la causa de la crisis hormonal neonatal. Posteriormente, el ovario entra en un ciclo de calma, que se vuelve a activar con la pubertad, la que una vez realizada logra los cambios que la acompañaran durante su vida. Posteriormente es sometida a niveles hormonales cambiantes y estabilizantes durante los ciclos menstruales, si estos son normales; para volver a cambiar con la crisis hormonal de cada uno de sus embarazos (sin considerar en esta relación los cambios que podrían agregar las enfermedades, que alteran la función del ovario y su producción hormonal), para terminar en la menopausia, su última crisis, cuando paulatinamente irá disminuyendo en forma permanente la producción de hormonas. Es difícil pensar que la mujer, por estar sometida a estos cambios, no tenga los mecanismos de regulación que le permitan de alguna manera balancear estos desequilibrios hormonales. Es esta suma de múltiples variables lo que complica el concepto que quiero presentar. Los tres aspectos que definen a mujer sana son: 1. 2. 3.

Estabilidad emocional a toda prueba. Maternidad plena. Sexualidad plena. 27

mujer, sexo fuerte

1. Estabilidad emocional: quien la posee cumple en forma natural con todo lo que significa ser mujer en cualquiera de las etapas de su vida. La mayor dificultad para comprender este concepto de estabilidad emocional radica en que las que hacen más ruido con toda la sintomatología de inestabilidad son las que están más enfermas. Tienen múltiples consultas con diferentes especialistas y, por el hecho de que no están verdaderamente identificadas las sanas de las enfermas, consideran la inestabilidad emocional como inherente a todas las mujeres. Resultó una experiencia importantísima poder recoger los dichos de mis propias pacientes, quienes manifestaban que cuando, después de tratadas hormonalmente funcionaban bien y todas las cosas que sentían antes de tratarse, se transformaron de inestabilidad «tan propia de las mujeres» en la estabilidad emocional real. Lo más común es escuchar que las mujeres son difíciles de entender y «que sólo hay que quererlas», lo cual revela el pensamiento generalizado: que ser inestable es propio del ser mujer. Existe bastante literatura al respecto. En los libros actuales, donde se profundiza en las características psicológicas de la mujer y las dificultades que experimenta para poder realizarse en la relación de pareja, reiteradamente se analiza lo importante que es para la mujer el aspecto emocional, los sentimientos. El clima del encuentro y la gran cantidad de requisitos que necesita una mujer para estar dispuesta a una relación sexual, requisitos que, a veces, parecen imposibles de satisfacer por un mortal común y corriente. Sin embargo, creo que poco se menciona la importancia de los desórdenes hormonales como causa fundamental de los trastornos femeninos, y la incapacidad para enfrentar una relación sexual plena. Entonces pienso que lo que deberíamos eva-

28

capítulo i: la mujer sana

luar primeramente es el funcionamiento del ovario, ya que en mi experiencia, después de tratar mujeres con serios desequilibrios emocionales, trastornos de pareja y profundos trastornos de personalidad, estos desaparecieron después de tratar su función ovárica alterada, cuya causa generalmente era la falta de deseo sexual que motivaba un clima de tensión en la pareja y se transmitía a la familia. Luego del tratamiento todo mejoraba como por magia. Tremenda fue mi sorpresa cuando descubrí que aquellas teorías de la mujer como ser en extremo inestable no eran inherentes al ser mujer. Por el contrario, como me referiré más adelante con los testimonios de ciertas pacientes, las mujeres con niveles hormonales correctos, propios de una buena función ovárica, eran tremendamente estables, fuertes y sólidas. Todos hemos admirado a mujeres que tienen estas características, y aunque no sean mayoría, no significa que esta no sea su condición normal. 2. Maternidad: Maternidad es poder ser madre y desarrollar, sin dedicación exclusiva a los hijos, sus otros roles, en el trabajo, como pareja, en la red social y en todo lo que le toca participar. La mujer posee una energía envidiable. Puede estar en distintos planos y con la misma motivación y entrega. Mientras más sana se encuentre, mejor será su desempeño. Sucede, por el contrario, que cuando la mujer posee algún grado de enfermedad , f.o.p., su energía positiva es poca, se concentra en uno de sus roles quedando los demás rezagados y expuestos a sus cambios de humor, con las nefastas consecuencias para los seres que forman su círculo de relaciones, sean éstos pareja, hijos, parientes, amistades, colegas, etc. Los cambios hormonales propios de la sobreproducción hormonal que trae el embarazo preparan a la mujer fisiológica,

29

mujer, sexo fuerte

afectiva y psicológicamente para cumplir el rol que la naturaleza le asigna. Por lo tanto, ya sea sana o enferma, la mujer cumplirá este rol. El embarazo más la producción de hormonas placentarias, son garantes de esta situación. Al salir la placenta en el parto, la mujer termina con la abundancia hormonal. Debido a esta situación, las que se embarazan con problemas de carencia hormonal suelen caer en depresiones post-parto. Algunas acuden a sexólogos y comentan que durante el embarazo han logrado sus primeros orgasmos, lo que es una clara constatación de f.o.p.; puesto que la suma en la producción hormonal del ovario y la placenta logran lo que el ovario enfermo no había logrado con anterioridad. Sucede muchas veces en mujeres enfermas que, cuando llega el primer hijo, la relación matrimonial se deteriora. Comienza a surgir una relación enfermiza con el hijo. Esta relación se vuelve tan absorbente que deja de lado sus demás roles. 3. Sexualidad plena: Sexualidad plena es disfrutar completamente y sin restricciones de esta función básica, estimulante y gratificante del ser humano. Es imposible negar la importancia que tiene para la pareja una vida en común con una sexualidad plena. Por supuesto, considerando los altos y bajos por los que atraviesan las personas en sus relaciones sexuales. Este es un asunto que no se puede cuantificar; sin embargo, cuando se hace el balance, es importante que este sea satisfactorio para ambos; pues se trata de una energía necesaria para el cabal funcionamiento de la pareja. La sabiduría popular tiene un dicho difícil de refutar: «Todos los problemas de pareja se solucionan en la cama».

30

capítulo i: la mujer sana

La sexualidad es la forma más completa de comunicación entre los seres humanos: involucra un compromiso de performance con la pareja que lleva implícito los recuerdos, el respeto a los tiempos de cada uno, gestos y movimientos, gustos personales, experiencias anteriores, caricias y otros que logran la común-unión entre ambos. Yo creo que esta es la única forma de valorizar la sexualidad correctamente. La pareja que disfruta sexualidad plena garantiza la fidelidad, el crecimiento personal, el afecto y hasta la dependencia mutua, otorgándole solidez al vínculo. Evidentemente, la mujer que no está hormonalmente sana, no puede cumplir con este rol, pues su organismo no se lo permite. El placer se convertirá en dolor, y/o frustración, puesto que fallará la lubricación, el adecuado tamaño de la vagina, la impregnación hormonal cerebral, el deseo, la sensibilidad de la piel y sus órganos genitales. Es muy difícil, por no decir imposible, que una mujer con f.o.p. pueda cumplir con este rol. La mayor dificultad que encontré en las miles de consultas sobre sexualidad, me hizo ver que nadie tenía claro qué era una sexualidad plena. Muchas mujeres en su primera consulta, cuando les preguntaba sobre deseo y placer en sus relaciones sexuales, me confesaban que eran normales, pero después de tratadas, cambiaban y me decían que antes de tratadas lo pasaban mal o más o menos, pero creían que así debía ser. Con el fin de ilustrar las situaciones, las clasifiqué en cuatro categorías. 1. 2. 3.

La que generalmente decía que no y si aceptaba lo pasaba muy mal. La que decía «bueno ya», y no lo pasaba tan mal. La que decía «bueno ya y lo pasaba más o menos.

31

mujer, sexo fuerte

4.

La que «pellizcaba la fruta». En otras palabras, la que tomaba la iniciativa y lo pasa de miedo.

Claramente, después de las confidencias de numerosas pacientes, las sanas son sólo las que «pellizcan la fruta». El problema en la sexualidad era generalmente la falta crónica de deseo que motivaba un clima de tensión en la pareja y se transmitía a la familia. Mejoradas, los problemas se acababan y ellas cambiaban de categoría. Debo recalcar también que si bien Freud abrió una gran ventana para estudiar las causas de las enfermedades mentales de las mujeres en general, en mi opinión hasta la fecha hemos pasado por alto el verdadero origen de las enfermedades que han padecido las mujeres, creyendo que la respuesta está en la psiquis, sin saber que el problema inicialmente ha sido siempre orgánico; es decir, un déficit de producción hormonal. La mujer que se aleja de estas tres premisas fundamentales, o no puede cumplir con ellas, o manifiesta algún grado de dificultad en alguna, o en todas, es una mujer que debe ser considerada como enferma, puesto que no puede cumplir con lo esencial de ser sana. Por distintos motivos o intereses, de tipo religioso, moral, económico, educacional o laboral, se puede posponer maternidad y sexualidad, aunque la mujer esté potencialmente apta. En muchas mujeres surgen dudas que las atormentan seriamente y se preguntan si serán capaces en su momento de cumplir con sexualidad y maternidad, ya que la estabilidad emocional sencillamente la tienen o no la tienen. Todo esto me lleva a pensar que la mujer, para estar sana, debe cumplir estos roles a su completa satisfacción, y en forma interrelacionada, puesto que es difícil

32

capítulo i: la mujer sana

pensar que una mujer sea una buena madre si tiene trastornos en su estabilidad emocional. Incluso pudo haber sido madre por accidente, graficando una niña con terribles irregularidades menstruales, con serios trastornos en su desarrollo personal y nula sexualidad, o que haya sido hasta violada y fecundada, y haya continuado adelante con su embarazo; es difícil que en estos casos pueda cumplir a cabalidad con todos sus roles. El desconocimiento del concepto f.o.p., que describiré más adelante, impide ver a la mujer sana, y ha provocado que muchas mujeres hayan vivido la vida pensando o creyéndose sanas, estando, no obstante, enfermas, y han recurrido a todas sus reservas físicas, morales, religiosas y económicas para sobrevivir, tratando de cumplir los roles que entienden como propios, con la tremenda dificultad de no tener desarrolladas las facultades para ello, por estar sin una producción hormonal completa. Es difícil pensar, dada la maravilla de la naturaleza, que el género femenino, en una gran mayoría, fue condenado a vivir con desórdenes hormonales. Esto involucra una serie de síntomas y signos que, por ser frecuentes las mujeres, prácticamente los han asumido como parte natural de su condición de mujer, y han convivido cotidianamente con ellos. Además, en este mundo globalizado y exigente tienen el consuelo de que muchas padecen los mismos males, y terminan por aceptar aquellos síntomas como inherentes a su condición de ser, y piensan que los nuevos tratamientos que surgen en el mundo les asegurarán respuestas definitivas y eficaces a sus trastornos «normales». Después de haber tratado por años a muchas mujeres que estaban enfermas, y luego de haber escuchado los cambios que conseguían después de mejoradas, he podido cambiar el concepto para evaluar a estas mismas mujeres, pero desde una

33

mujer, sexo fuerte

perspectiva diferente, pues ellas mismas me han ido mostrando con qué facilidad pueden cumplir plenamente estos roles que hoy uso para definir a la mujer realmente sana. Por otra parte, las mujeres enfermas desconocen los estándares de bienestar que pueden dar cuenta de una mujer sana, pero cuando son experimentados, luego de ser sometidas a tratamiento, ellas logran esos niveles de bienestar en su estabilidad emocional, en su maternidad y sexualidad. Doy gracias a las pacientes que me han mostrado lo que hoy describo, quienes a su vez no se cansan de agradecer lo que se ha hecho en su favor. Las afirmaciones más frecuentes que escucho son: «doctor, me cambió la vida», «qué habría sido de nosotros sin usted», y otras del mismo estilo.

Historia de avances y descubrimientos de la mujer como sexo fuerte Pronto en mi carrera surgieron interrogantes médicos que se convertirían inmediatamente en apasionantes desafíos. Me empezaba a incomodar el tradicional enfoque que de manera más o menos general estaba aplicando la medicina. Por ello, empecé la búsqueda de soluciones más globales, duraderas y efectivas, y no sólo a contentarme con atacar y solucionar los síntomas que planteaban mis pacientes. Reducirse sólo a eliminar los síntomas no erradicaba el problema, no mejoraba de verdad a las pacientes; sus alivios eran momentáneos. Reaparecían los mismos síntomas anteriores una vez que el tratamiento se suspendía, generalmente, más temprano que tarde. Lo que había que hacer era investigar la causa que provocaba esas molestias. 34

capítulo i: la mujer sana

Así, para eliminar así la raíz del problema, empecé a distanciarme de los parámetros que se estaban usando para evaluar a las enfermas y comencé a buscar instrumentos más mensurables, más tangibles y más sólidos. Fui descubriendo que había que aumentar el universo de síntomas y así ocupar una mayor cantidad de variables que estuvieran más en consonancia con el complejo funcionamiento que tiene una mujer. Empezaría la exploración de caminos nuevos y novedosos para resolver problemas que, hasta ese momento, ni siquiera eran tratados como tales. Comenzaría a descubrir materias que nunca me enseñaron. Es más, que ni siquiera me las insinuaron. Aplicaría un ejercicio de replanteamientos constantes para no estacionarme, para no quedarme dormido. La dificultad para analizar el comportamiento de los seres humanos a pesar del desarrollo tecnológico alcanzado, y dada la complejidad del ser humano, nos obliga a involucrar aún más nuestro compromiso científico. Con estas premisas, y por ser ginecólogo dedicado a la sexualidad femenina, y manteniendo la inquietud de mis primeros años de ejercicio profesional, me fui cuestionando en forma permanente, «por qué esto», «por qué aquello», «por qué lo otro», tanto así que en mi época de estudiante de medicina, un querido profesor me catalogó de ecléctico y me dio las nociones, que junto a mis valores, hicieron que me dedicara, sin mucha pasión en un comienzo a ésta, hoy, muy querida especialidad. Me concentré entonces en los trastornos hormonales. Las interrogantes que me surgían desde el ejercicio profesional y que en un principio no encontraba respuesta eran entre otras, las siguientes:

35

mujer, sexo fuerte

õ õ

õ õ õ õ õ õ õ

õ õ õ õ õ õ

¿Por qué nadie se inquieta por un papanicolau inflamatorio inespecífico? ¿Por qué a nadie le preocupa que haya pacientes que pierden líquido vaginal permanentemente y que se acepte como algo natural o normal? ¿Qué pasa con la mujer que le diagnostican un trastorno hormonal y queda sin respuesta médica? ¿Qué hace una mujer después que le diagnostican que tiene hipoplacia genital o «útero infantil?». ¿Que pasa con una mujer que tiene ausencia de deseo sexual y le dicen que es lo más complicado y difícil de tratar? ¿Qué explicación tiene una frigidez, anorgasmia, vaginismo o dolor en el acto sexual, en el momento o al día siguiente? ¿Qué consecuencias tiene para la mujer el exceso o falta de tamaño de sus mamas? ¿Qué pasa con aquella mujer de la que ya nos acostumbramos a decir «no la pesques, anda idiota»? ¿Qué pasa con aquella creencia que justifica un comportamiento inadecuado de la mujer debido a su período menstrual, síndrome premenstrual, crisis puberal o menopáusica? ¿O un desarrollo tardío? ¿O una pubertad precoz? ¿O una menopausia precoz? ¿Qué hace cuando le comunican que tiene un ovario poliquístico? ¿O un síndrome premenstrual? ¿Que le pasa a una mujer joven que es sometida a salpingoligadura o ligadura de trompas, por haber tenido tres cesáreas, y por ese solo motivo es condenada? Todos tenía-

36

capítulo i: la mujer sana

mos claro que iba a presentar trastornos hormonales y, tal vez, una menopausia precoz, con todo lo que eso significa, etc…, etc. A partir del diagnóstico comienza un peregrinar que se inicia en la primera intoxicación con fármacos, ya que no tiene claro, ni nadie le ha aclarado tampoco, qué va a pasar con su futuro. ¿Será madre? ¿Será amante? ¿Será inmadura? ¿Será histérica? Con una sola palabra le habrán comprometido su vida. Apartándonos del contexto físico, en el plano psicológico quedaban otras preguntas sin respuesta que se me presentaban constantemente en las pacientes con problemas de tipo hormonal. Tras observar la relación entre estabilidad emocional y trastorno hormonal, iba comprobando que lo que en un principio fue sorpresa, sospecha o intuición, debían tener una explicación. Surgieron así las preguntas constantes: ¿Qué relación existe entre madurez o estabilidad emocional y producción hormonal adecuada? õ ¿Qué relación guardan las crisis hormonales propias de la mujer con trastornos psicológicos, como por ejemplo crisis puberales, depresiones post parto, y las relacionadas con la menopausia? õ ¿Qué relación existe en mujeres jóvenes con desordenes hormonales severos y anorexia y bulimia? õ

En general, todos nombres lapidarios que comprometían, además de lo físico, la psiquis de las mujeres que consultaban, quedaban con este estigma de por vida. A ellas, normalmente sólo se les ofrecen soluciones paliativas, que les impiden aban-

37

mujer, sexo fuerte

donar el tratamiento y crean una forma de dependencia con alguna terapia o fármaco. Finalmente, todas estas interrogantes se remiten siempre a las preguntas fundamentales: ¿Quién sabe cuál es la mujer sana? õ ¿Qué caracteriza a la mujer sana? õ

38

Capítulo II La producción hormonal, eje de vida de la mujer sana

Desórdenes hormonales l concepto básico de mi teoría es la producción hormonal. Una secreción hormonal correcta va a significar todo un mundo de bondades para la mujer. La premisa fundamental, y absolutamente clara, por ser lo más evidente y que constato por las pacientes, es que un aparato genital femenino convenientemente estimulado e impregnado por hormonas en secreción correcta, responderá al estímulo correcto para su función normal. Por el contrario, es prácticamente imposible lograr respuestas correctas en un aparato genital insuficientemente estimulado y no impregnado por las hormonas sexuales femeninas. La mujer no es solo su aparato genital, sus funciones involucran sin ninguna duda cuerpo y mente. La complejidad y la imposibilidad, a pesar de los avances tecnológicos, de aclarar las causas más frecuentes de las fallas de la función del ovario, nos han mantenido durante los últimos 50 años en una actitud pasiva. Pienso que no hemos realizado los esfuerzos suficientes para solucionar los conflictos de salud que afectan a la mitad de la población mundial, las mujeres. También creo que no nos hemos hecho cargo de sus sufrimientos en forma responsable. Y esto nos pasa la cuenta, ya que las mujeres con trastornos hormonales de causa desconocida, o provocados por acciones terapéuticas, son las encargadas en la mayoría de los casos de la educación de nuestros hijos. Lo que trae consecuencias negativas porque le estamos exigiendo a una mujer enferma un desempeño normal; es decir, le pedimos

E

41

mujer, sexo fuerte

que rinda plenamente en todos los ámbitos: laboral, familiar, sexual, interpersonal y moral, cuando debido a su enfermedad no puede sino errar en su comportamiento.

Nociones mínimas del aparato genital femenino El aparato genital femenino esta compuesto por vulva, labios menores, mayores, clítoris, glándulas anexas, vagina, útero, trompas y ovarios. Cada uno de estos órganos tiene funciones propias y están sometidos a cambios hormonales. Esto les permite crecer para cumplir cada uno de ellos con su función específica.

La vulva La vulva comprende los labios mayores, menores, el clítoris, el vestíbulo y las glándulas anexas. Con sus estructuras es la puerta principal en la sexualidad, por esto es necesario que deba tener buenas condiciones de tonicidad, textura, sensibilidad, consistencia, temperatura, humedad y lubricación, entre otros requisitos para una óptima relación sexual. Pero en el momento del parto debe de tener otras condiciones. En ese trance debe tener la capacidad de poder distenderse a su máxima potencialidad. Ambas funciones tan opuestas deben ser cumplidas por el mismo órgano y esa potencialidad o esa capacidad para cumplir papeles tan opuestos dependen fundamentalmente del momento hormonal en que se encuentra la mujer. Esto descrito para la vulva es igualmente válido

42

capítulo ii: la producción hormonal

para el resto del aparato genital femenino y para la mujer en su totalidad. Una idea central que sostengo es que las hormonas generadas por el ovario en cualquier momento de la vida de la mujer, no sólo actúan en el aparato genital de ésta, sino que en todo el organismo femenino. Por esto, al comprometer de alguna manera su producción, lo que se enferma no es sólo el aparato genital, sino la mujer. Dadas las múltiples funciones que realizan las hormonas en los distintos órganos, pequeños trastornos de producción de éstas provocarán cambios significativos en el comportamiento de las mujeres. Una mujer que sufra una alteración en su fabricación de hormonas ya no será la misma. El problema es que no a todas las mujeres les afecta de la misma manera este cambio hormonal. No a todas les afecta el mismo órgano. Como consecuencia de esto, se piensa que estas mujeres tienen diversos males, según el órgano que se ve dañado. Y estos diferentes males reciben diversos nombres de enfermedades. Y estos distintos nombres de enfermedades suelen ser tratados y tutelados por diversos especialistas.

Labios menores y mayores Le dan forma a la puerta de entrada de la vagina, para cumplir con la sensibilidad de la sexualidad. En la maternidad, más precisamente en el momento del parto, son dilatados al máximo. Además, son barrera para la infección, protegen a la mujer de contaminación rectal y general.

43

mujer, sexo fuerte

Clítoris Es un órgano análogo al pene masculino, que proporciona, por su gran cantidad de terminaciones nerviosas, mucha sensibilidad en esa zona genital. En el momento de la estimulación sexual se erecta, aumentando la superficie de sensibilidad.

Las glándulas anexas Proporcionan la lubricación en el momento del estímulo sexual.

La vagina También cumple un rol muy importante en la sexualidad al desempeñar dos funciones trascendentales al acatar la orden de la acción hormonal: sexualidad plena y vía de paso del feto en el parto. El cumplimiento exitoso de ambas capacidades es propio de una mujer sana. Por lo tanto, un vaginismo, una anorgasmia, una sequedad vaginal, una dispareunia (dolores vaginales en el acto sexual), una dificultad para percibir las sensaciones propias del órgano y muchas otras patologías sexuales corresponden a trastornos de la impregnación propia del órgano con relación a las hormonas. Es difícil pensar que el órgano normalmente estimulado por acción de las hormonas sea incapaz de cumplir con su función propia, con relación a lo sexual. Con relación a la vía del parto, también es difícil pensar que no la puede cumplir. Calificar a algunas mujeres de «estrechas» es una ligereza, así como catalogar a alguien por sus manifestaciones también lo es, sin determinar qué ocasiona esas

44

capítulo ii: la producción hormonal

manifestaciones. De la misma forma, no es conveniente por esto preferir la operación cesárea a la vía natural.

Útero Órgano blanco principal. Recibe por excelencia la acción de las hormonas femeninas, lo que se expresa por la regla (que es la respuesta del útero a la acción de las hormonas). El útero ha sido, por la facilidad de su observación y por la evidencia de la menstruación, el que ha recibido, desde siempre, el protagonismo para definir los conceptos de mujer sana o enferma. Esto lo determinan sus reglas. Si son regulares o no. Si hay faltas o no. Si hay algún tipo de anormalidad o no. Desde el punto de vista sexual cumple funciones que facilitan el orgasmo. A través de su gran movilidad permite la secreción de las prostaglandinas, que son las que participan en las contracciones musculares propias del orgasmo. Con relación al embarazo, permite la nidación y el crecimiento del feto. Para cumplir con estos propósitos debe encontrarse con la impregnación hormonal adecuada previa al embarazo. Si esto no fuera así, surgirán distintas dificultades de nidación, conservación y crecimiento adecuado del feto, exceptuando las mal formaciones propias de cualquier órgano.

Trompas de falopio La función de las trompas en la relación sexual tiene que ver con la participación, probablemente, con sus secreciones en la facilitación del acto sexual y luego en la fecundación, lubricando el trayecto que debe recorrer el espermio depositado en la vagina al encuentro con el óvulo. 45

mujer, sexo fuerte

En la maternidad permiten la conexión entre el útero y el ovario, para que el óvulo y el espermio se encuentren y comience el proceso de fecundación.

Ovario El ovario cumple con la compleja función denominada ovulación. Esta consiste en la selección y crecimiento de un folículo que termina en la producción del óvulo y su transformación en cuerpo lúteo, es decir es una masa que se forma en el ovario al producirse la ovulación, siendo la responsable de la producción de progesterona. Esta masa desaparece lentamente dejando una cicatriz en el ovario, si se produce embarazo crece el cuerpo lúteo hasta el comienzo del tercer mes de gestación.

Ovario y hormonas, una relación fundamental Las hormonas son agentes químicos producidos por células o tejidos endocrinos específicos llamados glándulas. Provocan grandes cambios en determinadas células o sistemas, a pesar de su accionar en cantidades pequeñas. Los ovarios se encuentran ubicados a cada lado de la pelvis. Representan la fuente más importante de producción de estrógenos y progesteronas. Son dos cuerpos con forma similar al de una castaña. Cada ovario contiene dos tipos distintos de estructura glandular: los folículos de Graaf, que secretan estrógeno, y el cuerpo lúteo, que secreta progesterona y algo de estrógeno. Los estrógenos y la progesterona son responsables del desarrollo de los caracteres secundarios, que marcan las diferencias entre el hombre y la

46

capítulo ii: la producción hormonal

mujer; es decir, la contextura física, la grasa corporal, el timbre de voz y la distribución del vello, entre otras. En forma específica, el estrógeno influye en el desarrollo de los caracteres y en la maduración de los órganos femeninos. La correcta producción de hormonas se encarga de mantener a ese órgano estimulado en plena función. Basta con mirar lo que sucede con la menopausia cuando en forma natural se producen los cambios de todos conocidos. El estradiol es el estrógeno principal encargado del desarrollo de los cambios observados en el cuerpo de la mujer, tanto en la pubertad como en la edad adulta, como también del desarrollo de los órganos diana o fundamentales del sistema reproductor: mamas, útero; del ensanchamiento de la pelvis, de la distribución y crecimiento del vello y la iniciación del ciclo menstrual. La progesterona influye en el desarrollo de las glándulas mamarias y prepara el útero para la implantación del óvulo. Desde el día catorce del ciclo menstrual aumenta sus niveles e induce en el útero cambios fundamentales para la implantación del óvulo si este ha sido fecundado. En el embarazo actúa en la preparación de las mamas para la lactancia. La compleja función del ovario, que es la selección y crecimiento de un folículo que termina en la producción del óvulo, y su transformación en cuerpo lúteo, es el fenómeno conocido como ovulación, responsable de la íntima relación en la producción de hormonas femeninas. En otras palabras, ovulación y puesta hormonal son fisiológicamente un solo fenómeno que la enseñanza de la biología ha separado en dos para su mejor descripción. Estos dos fenómenos íntimamente relacionados, que no tienen independencia propia, y que dependen de múltiples factores, son las causas de un gran número de enfermedades, donde tenemos claro qué sucede, pero no podemos determinar

47

mujer, sexo fuerte

cuál ha sido el proceso que ha fallado. Y hablamos de desórdenes o desequilibrios hormonales, sin ponerle un apellido determinado. El avance de la ultrasonografía ha permitido observar el fenómeno de la ovulación y otros fenómenos en el ovario. Con estas imágenes no podemos, sin embargo, calificar por ejemplo, si un ovario poliquístico, un cuerpo lúteo persistente, un folículo lutenizado, un quiste folicular u otros, son entidades que tienen una base propia correspondiente a una enfermedad determinada, o no son más que muestras de una falla de función del ovario en un ciclo determinado o en ciclos sucesivos. Esta producción inadecuada de hormonas ha sido, en el transcurso del tiempo, muy difícil de cuantificar, ya que al no ser parte del conocimiento médico el concepto de mujer sana que quiero presentar, todas las mujeres han sido consideradas sanas, sin poder discriminar a las enfermas de este universo. De estas mujeres no discriminadas han surgido las curvas hormonales y sus resultados, que son los que hoy utilizamos como medida de la función ovárica. A mi juicio, estos resultados sólo nos permiten determinar diferencias extremas, como menopausia establecida, pubertad no realizada o cualquiera de las otras patologías extremas. En cambio, las pequeñas variaciones hormonales responsables de grandes trastornos funcionales, no podrán ser cuantificadas con este procedimiento hasta no establecer nuevas curvas, donde se evalúe a partir de discriminar, entre mujer sana y mujer enferma y así construir nuevas curvas para sanas y otras para enfermas Además, no contamos con un medio que nos permita cuantificar la función del ovario; ya que sólo podemos ver los resultados de su producción, que terminan por traducirse en términos simples, según mi propuesta, en una mujer feliz o una

48

capítulo ii: la producción hormonal

infeliz. Nuestra misión a futuro debería ser conocer el ovario para lograr una evaluación exhaustiva, y así determinar la magnitud exacta de su producción hormonal, para definir entonces las posibles patologías. El ovario es el gran productor de hormonas en la mujer, y por esto es importante que se encuentre en óptimas condiciones para cumplir con la función que les es propia. Pero como toda función compleja, tiene infinitas posibilidades de fallar y no realizarse en plenitud. El ejercicio por el momento, para evaluar el ovario en sus distintas falencias de producción hormonal, es intentar unir los distintos síntomas con las fallas correspondientes, y de esta apreciación es posible dar una interpretación a los distintos cuadros que llevan a una conclusión diferente, pero siempre relacionada con «a mayor falla, mayor cantidad de síntomas». Para poder avanzar deberíamos dar una nueva interpretación más acabada de los síntomas que se producen por fallas hormonales. En mi época de estudiante se daba la máxima importancia a la regulación de la función del ovario a través de las estimulinas, generadas en la hipófisis y los núcleos del túber en el hipotálamo, sin pensar que el gran protagonista no era el sistema de regulación sino el ovario, que podía responder bien o mal, modificando, si no había respuesta, con aumento de estimulinas, y si la respuesta era excesiva, disminuyendo la estimulación. Con esta visión particular, pienso que marginábamos el protagonismo fundamental que tiene el ovario en la producción hormonal según su propio momento funcional. En otras palabras, poco o nada pueden hacer las estimulinas con estas modificaciones en su producción, si el ovario, por algún motivo desconocido, no es capaz de responder a estos cambios.

49

mujer, sexo fuerte

Esto instituyó una serie muy compleja de explicaciones con relación a los cambios que hacía tremendamente difícil la comprensión del funcionamiento ovárico. Me di cuenta de que era muy obvio cómo el ovario que se expresaba en forma deficiente tenía consecuencias sobre órganos anexos hormonodependientes. Estos se manifestaban de manera visible, es decir, con falta de regla, períodos alargados o más cortos, aumento de flujo menstrual o su disminución. Con la aparición de los anticonceptivos hormonales anovulatorios se encontró una herramienta muy efectiva para hacer desaparecer la producción hormonal anormal que provocaba trastornos en una mujer determinada. Con una simple toma de pastillas lográbamos inhibir absolutamente la producción hormonal inadecuada, mediante lo cual disminuían o desaparecían los síntomas que molestaban a la mujer. Pero esta receta no constituye de ninguna manera un tratamiento, sólo atenúa síntomas mientras la mujer sigue enferma. Yo pienso que esto fue una respuesta fácil, ya que la solución efectista puede ser conservada mientras se mantiene la frenación o anovulación con el uso y abuso de estas píldoras. La mujer no consultaba nuevamente y el problema parecía solucionado. La verdadera pregunta es, ¿qué trastorno tiene ese ovario que no puede expresarse con normalidad? ¿Qué consecuencias tendrá para las mujeres que se desconozca cómo se expresa un ovario sano? No es mi intención plantearme en contra de un descubrimiento que significó para la mujer un control en su vida reproductiva, sino solamente establecer que el uso de la píldora frente a mujeres que no sabemos si están sanas o enfermas frenó o nubló el conocimiento mas profundo de la función del ovario.

50

Capítulo III Falla Ovárica Parcial (F. O . P.)

Definición orresponde a una producción inadecuada de hormonas por el ovario, que es muy difícil de cuantificar con los elementos habituales de la clínica ginecológica. Lamentablemente al no integrar el concepto propuesto «mujer sana», no puede discriminar a cabalidad quién es quién, y se confunden sanas y enfermas.

C

Sintomatología de F. O . P. Los síntomas más relevantes los clasifico en: centrales, locales y generales: Los síntomas centrales: son trastornos que afectan a la psiquis y los centros reguladores centrales, provocando depresión, irritabilidad, agresividad e intolerancia y cansancio intenso. En el centro regulador de la temperatura provocan una inestabilidad frente al frío o al calor, que las vuelve muy friolentas o acaloradas, sin la regulación correcta frente a los cambios propios del clima. Además, es muy frecuente un dolor de cabeza persistente y muy intenso que es inclusive invalidante. Los síntomas locales: se presentan en forma de tensión y dolor mamario, distensión abdominal, dolor de piernas, cola y espalda. También se manifiestan trastornos en la piel, como edemas, característicos en las zonas delicadas, como la parte baja de los párpados, dando origen a las ojeras, manchas y granos en la piel, con caída del pelo y fractura de uñas.

53

mujer, sexo fuerte

Los síntomas generales: fundamentalmente se presenta una adinamia, falta de ganas de hacer las cosas habituales mínimas, y además una incapacidad o torpeza frente a lo que cotidianamente realizan. Es como si se paralizaran y no fueran capaces de coordinar con precisión tareas habituales. Mis sugerencias siempre han sido que no tomen decisiones importantes bajo estas condiciones, puesto que seguramente se arrepentirán. Estos síntomas se confunden con un síndrome nuevo llamado fatiga fácil, que está muy de moda, y tiene muchos elementos comunes con f.o.p. Otra sintomatología, que involucra a todos los niveles, es una disfunción sexual severa, que guarda relación con la incapacidad para realizar con plenitud el acto sexual. Esta disfunción involucra: trastorno del deseo sexual, anorgasmia, frigidez, dolor en el acto mismo o al día siguiente, con una sensación de pesadez, que muchas veces escuché en mi consulta, como una desproporción entre la experiencia sexual y el daño o costo al día siguiente, descrito como «quedar machucada». Lo que acentúa la falta de deseo. Otro síntoma general está relacionado con la asimilación alterada de los alimentos de respuesta energética inmediata, que les produce actitud compulsiva de consumir dulces, chocolates, masas, lo que les puede provocar, cuando es frecuente y en casos extremos, dos cuadros dramáticos: las conocidas bulimia y anorexia. La incapacidad de tolerar la problemática de la vida, hace que las mujeres enfermas reaccionen en forma desproporcionada a los estímulos. Por esto, se las puede «etiquetar» de perseguidas, compulsivas, incluso histéricas o, como ellas mismas relatan, que «todo me supera».

54

capítulo iii: falla ovárica parcial

f.o.p. es una enfermedad compleja que tiene distintos grados de manifestación, dependiendo del estado del ovario. Dicho de otro modo, a mayor dificultad del ovario para cumplir con su producción hormonal, más manifestaciones de f.o.p.; porque un ovario que tiene grandes dificultades para responder genera más desequilibrio hormonal, de tal manera que los signos se desplazan del premenstrual y son evidentes durante todo el ciclo; o si la falla del ovario es pequeña, se mantendrá con características premenstruales, más o menos intensas. Sin embargo, existe, entre estos dos extremos, una gran cantidad de estados intermedios, donde incidirá la duración de la falla del ovario, otorgando connotaciones distintas a la sintomatología. Hay mujeres en edad reproductiva o fértil que tienen dificultades para producir las hormonas en cantidades adecuadas para un correcto funcionamiento de su organismo. Esta situación es la responsable de muchos trastornos difíciles de cuantificar o calificar, que observamos en muchas mujeres en cualquier momento de sus vidas y que les impiden cumplir sus roles. De alguna manera, este ovario no hace lo que debe, sino sólo lo que puede, desde el punto de vista de la producción hormonal. El desconocimiento del concepto f.o.p. ha impedido avanzar en el estudio del concepto mujer sana, y de las enfermedades relacionadas con él. Hasta el momento, la ginecología se ha referido a «desórdenes hormonales», sin dar mayor importancia ni acotar en detalles, por qué o a qué corresponde este amplio capítulo de la salud de la mujer. El primer aspecto que ha dificultado el progreso en el conocimiento del ovario ha sido el Síndrome Premenstrual, descrito por Robert Frank en la década del 30 del siglo pasado. Frank no encuentra explicación para una serie de alteraciones femeni-

55

mujer, sexo fuerte

nas, que se traducen en múltiples síntomas y signos que con el tiempo se fueron haciendo propios de la mujer. A nadie molestó el hecho de que en algunos casos lo premenstrual fuera anecdótico, ya que se manifestaba durante todo el ciclo o después del ciclo o en pleno período de ovulación. El clásico síndrome premenstrual por todos conocido, durante muchos años ha sido el protagonista de múltiples trastornos de la mujer, que lo ha asumido como algo propio o normal. Incluso, en mis primeros años de ejercicio profesional fue una gran complicación, ya que sólo podía dar respuestas sintomáticas. Con el transcurrir del tiempo, y al comenzar a elaborar y definir el concepto de f.o.p., junto a la respuesta que con el tratamiento obtenía, dejó de ser un problema, porque el síndrome premenstrual dejó de existir para mí. Otro gran obstáculo ha sido el tratamiento de Compensación Hormonal: ya sea suministrando las hormonas o modificando su producción. Se suministra lo que falta en forma separada o en conjunto. Otra forma es mediante estimulinas o antagonistas de la acción hormonal, lo que modifica la producción y utilización de las hormonas propias. Con esto se logran resultados efectivos, que tienen la particularidad de ser dependientes del tratamiento por un tiempo determinado, y desaparece su efecto al suspender el tratamiento y retomar el ovario su función alterada en ciclos sucesivos. Finalmente, el último obstáculo que ha impedido la comprensión de la f.o.p. ha sido la frenación hormonal, que se logra fácilmente con el uso de anovulatorios que además tienen el beneficio de controlar la fertilidad. Por lo tanto, su uso ha sido indiscriminado, porque tiene la ventaja de controlar un desorden hormonal y regular la fertilidad. Lamentablemente,

56

capítulo iii: falla ovárica parcial

provoca gran tranquilidad ya que esconde funciones ováricas anormales o f.o.p. durante su uso. Esta práctica ha ocultado la real falla de ese ovario, que ha sido violentado y se le ha impedido su expresión anormal. Frenación hormonal y compensación hormonal serán descritos en los capítulos siguientes. Si tuviera que jerarquizar entre los tres caminos que ocultan el concepto de f.o.p.: síndrome pre-menstrual, compensación hormonal y frenación ovárica o uso de anovulatorio, yo diría que el que más ha cegado una nueva visión para rescatar el protagonismo del ovario ha sido el síndrome premenstrual. Este ha trabado las investigaciones para avanzar en una búsqueda de esquemas alternativos que superen esta problemática tan frecuente. Al no existir una causa clara en las múltiples hipótesis sobre el origen del síndrome, se ha justificado su presencia en un grupo de mujeres «especiales», como un hecho real, por lo tanto normal. Desde el punto de vista de las mujeres es tremendamente traumático ser clasificada como portadora de síndrome premenstrual, ya que al desconocer su causa no es sometida a un tratamiento específico, y sólo recibirá, dependiendo de la magnitud, paliativos psicológicos o medicamentos sintomáticos que, supuestamente, le ayudarán a soportar su condición de enferma. Al diagnosticar y tratar f.o.p. a muchas mujeres que consultaban por síndrome premenstrual en distintos grados de intensidad, pude comprobar que desaparecían los trastornos sintomatológicos. Por lo tanto concluyo que este síndrome nos ha mantenido ciegos, paralizados e inmovilizados para buscar una respuesta curativa.

57

mujer, sexo fuerte

Clasificación de síntomas según edad Las inquietudes de las pacientes en la consulta varían según la edad. De ahí que resulte interesante presentar una clasificación al respecto: 1.

2.

3.

Las niñas entre 8 y 10 años, cuyas madres las llevan porque presentan secreciones de distinto aspecto, consistencia y olor, manchando la ropa interior. Traen normalmente dos o tres estudios de secreciones donde lo único que aparece son gérmenes de la flora habitual de la vagina. Luego de indagar, surge una clara historia de infección crónica y frecuente del tracto respiratorio. Generalmente ya tienen una inflamación pelviana que va ser causa de problemas en el desarrollo puberal y de una vida llena de trastornos para los cuales no tendrán explicación. La mayoría de estas niñas son hijas de pacientes que yo he tratado, que están muy sensibles y alertas a los síntomas de f.o.p., y que por ese motivo no quieren que sus hijas pasen por lo mismo. Aquellas muchachas en proceso puberal que ya tienen desarrollo del vello púbico. Han iniciando el desarrollo de sus mamas. El síntoma es el mismo del caso 1. A la madre le sorprende que pierda líquido vaginal con color y olor. Luego viene la muchacha en plena pubertad, a la que además de la pérdida de líquido se le han agregado algunos trastornos propios de una producción hormonal alterada por la f.o.p. Tiene reglas irregulares o muy abundantes o muy dolorosas, con exceso o falta de desarrollo mamario, y presenta en forma inicial algunos trastornos de la f.o.p.

58

capítulo iii: falla ovárica parcial

descritos anteriormente. Muchas han tenido consultas previas y algunas se encuentran en tratamiento con frenación de la función de los ovarios, ya sea con anticonceptivos o con los nuevos preparados con ciproterona, derivado de la progesterona con fuertes efectos antiandrógenos, que ayuda a disminuir el exceso de vello por el cuerpo, a menudo cuadros de acne y/o seborrea. Al detener la función ovárica más la acción de la ciproterona como antiandrógeno, logran hacer desaparecer completamente la expresión anormal del ovario que ahora «deja de gritar para enmudecer». Lo más dramático es que las personas piensan que con este tratamiento han logrado solucionar el problema. Algunas lo toman por años, pero en algún momento por diversos motivos lo suspenden. Al tiempo comprueban que la sintomatología, lejos de desaparecer, se vuelve más evidente, y, por lo tanto, más difícil de comprender. Entonces experimentan una sensación de impotencia frente a lo que pensaban superado, y lamentablemente comprueban que están bajo una sintomatología exacerbada. Sucedió que durante el proceso de frenación el cuadro de base tuvo tiempo de evolucionar para empeorar y terminar manifestándose con un daño mayor, por no haberse diagnosticado la enfermedad en el momento inicial. El privar a la mujer de la expresión de sus secreciones hormonales anómalas del ovario por ese tiempo impidió la real manifestación de los síntomas. Estos se esconden al ser frenados con el preparado. De igual manera los anticonceptivos son un statu quo para todo el aparato genital y los órganos blancos, que son responsables de los caracteres sexuales femeninos secundarios (voz aguda, glándulas mamarias, caderas

59

mujer, sexo fuerte

4.

5.

anchas, piel con escasa pilosidad, etc.), en una frase: para todo el organismo. Otro grupo de pacientes que inician en forma precoz sus problemas de producción hormonal no logran hacer una pubertad completa, y sólo presentan características parciales de ella, dando la imagen de ser más pequeñas que las de su edad; aunque cronológicamente no sea así. Por este desarrollo puberal retrasado e incompleto, sus características mentales y físicas son extemporáneas. Estas niñas tienen «carita de guagua», se ven siempre más jóvenes que sus homólogas que han hecho la pubertad con normalidad. Este factor influye con tal relevancia en sus vidas que las vuelve más tímidas e inseguras; más sensibles y con menor interés por el sexo opuesto. Muchas se dedican con intensidad al estudio, a las normas, la religión y a la ayuda social. Ponen allí toda su fuerza, porque se ven desmejoradas o debilitadas. Esto sucede porque los adolescentes son muy críticos y claros en ver sus debilidades en relación a sus pares, pues están en un proceso de formación de su identidad. Esta situación es complicada porque, ayudar a los demás, desarrollar acciones de solidaridad, destacar en los estudios o en algún deporte, tienen un alto valor social, pero si son las únicas actividades a las que las jóvenes se dedican los padres deben poner atención, porque hay altas probabilidades de que esas muchachitas que presentan alteraciones en su menstruación puedan esconder f.o.p. Posteriormente, la consulta es por mujeres adultas que presentan francos trastornos de la respuesta hormonal; ya sea menstruaciones largas, dolorosas, pérdida de líquido vaginal, menstruaciones escasas, teñidas de negro, como la

60

capítulo iii: falla ovárica parcial

6.

borra del café, con espacios de tiempo más prolongados o sin menstruación, incluso con falta absoluta de regla. En el desarrollo corporal tienen mamas muy grandes, o muy pequeñas, les duelen en forma importante, y sus menstruaciones son verdaderos partos. Caen en la cama con náuseas, mareos, vómitos, dolor de cabeza: un cuadro bastante llamativo y espectacular, que se va haciendo cada vez más prolongado. En el plano del equilibrio emocional son francamente moralistas, estudiosas, tratando de afirmar su personalidad en uno o dos puntos a los que le han dado tremenda importancia. Son todas muy irritables, depresivas y agresivas. Se enfrascan con facilidad en amores platónicos o imposibles; pero frente a las sugerencias de sexualidad por parte de sus parejas son tremendamente poco consentidoras. Juegan con fuego pero nunca se queman, porque no sienten la necesidad de quemarse. Generalmente, después de muchos años en una relación ceden a la sexualidad. Este hecho les resulta tremendamente traumático, puesto que no están preparadas desde el punto de vista hormonal ni cerebral, y aún no está preparado su aparato genital. Los ovarios enfermos les provocan estragos en la madurez de su cerebro. Existe también un pequeño grupo de pacientes en que la enfermedad exacerba su sexualidad. Estas mujeres han sido nombradas históricamente como ninfómanas, portadoras de «fiebre uterina», o «livianas de casco» por nuestras abuelas. Me ha tocado tratar a estas mujeres de la misma manera como trato a las descritas anteriormente con resultados absolutamente satisfactorios, logrando la estabilidad emocional, sexual, y la maternidad, que son como

61

mujer, sexo fuerte

7.

he descrito, propias de la mujer sana. Ellas intentan, porque piensan que están sanas, ir cumpliendo uno a uno sus roles en la vida, pero se dan cuenta de que tienen un grado de dificultad mucho mayor que otras mujeres para cumplir adecuadamente con estos desempeños. Otro grupo es el de mujeres cuya historia es la de una adolescente normal que inició precozmente la sexualidad. Estas mujeres llevan varios años utilizando anticonceptivos orales y han tenido varias parejas sexuales. Este abuso de anticonceptivos ha logrado debilitar su calidad de vida y ha provocado tardíamente una f.o.p., de la cual se dan cuenta sólo después de suspenderlos por algún motivo extraordinario. En ese momento se percatan de que han perdido calidad y regularidad de sus menstruaciones. Entonces aparece la sintomatología que es propia de la mujer enferma. El drama de estas mujeres es mayor, porque ellas eran mujeres sanas y ahora se encuentran sin saber por qué ni cómo en un estado especial. Ha disminuido o perdido mucho en su sexualidad, pero piensa que es un problema psicológico extraño. Como se está cuidando con medidas de barrera o naturales, ella atribuye sus falencias a la falta de seguridad, por eso la falta de deseo sexual y el retroseso de su sexualidad. Sin embargo, con el correr del tiempo se da cuenta que ha perdido mucho más, y el placer sexual comienza a ser ocasional. Le cuesta un mundo lograr orgasmos; estos se vuelven infrecuentes o imposibles, incluso ve extinguirse el deseo sexual, situación incompatible en parejas estables con una buena relación sexual. La mujer en ese momento empieza a buscar caminos para recuperar lo perdido. Es más, muchas de ellas realizan un sin número de consultas

62

capítulo iii: falla ovárica parcial

8.

9.

a distintas especialistas. Utilizan antidepresivos, tranquilizantes, y escuchan múltiples consejos para soportar su nuevo estado. Las mujeres maduras corresponden al grupo que ha recurrido a planificación familiar, o que han sido madres o se encuentran en plena lactancia. Tienen dos o más hijos y desean asegurar un control efectivo de su fertilidad. Con el tiempo, han ido percatándose de que su sexualidad se ha estancado o deteriorado. Al estudiarlas, la gran mayoría cuenta con algún estudio de pap inflamatorio inespecífico, que en el mejor de los casos ha sido tratado con óvulos, sin otorgar la importancia requerida a la inflamación del aparato genital, que seguramente terminará afectado progresivamente en su función. Es necesario mencionar que cualquier germen que ataque a un sistema avanzará desde afuera hacia adentro, hasta comprometer finalmente las partes más profundas del aparato genital, a no ser que se trate eficientemente. Por nuestra condición bípeda, y por la poca importancia que le damos a la secreción vaginal, nos cuesta tanto entender que el aparato genital es susceptible de infectarse como cualquier otro órgano, puesto que tiene una puerta de entrada y componentes internos. A manera de ejemplo: aparato urinario, digestivo, respiratorio, auditivo, etc. Luego tenemos el grupo de mujeres que han estado enfermas toda su vida desde antes de la pubertad. Se acercan a los cuarenta o cincuenta años, se han pasado la vida padeciendo distintos males y mientras pasan los años la vida se les vuelve más dramática, porque no han podido concretar sus planes o los han concretado a medias, pero su vida

63

mujer, sexo fuerte

siempre ha sido insatisfactoria. Esta mujer generalmente no llega con esperanzas a la consulta; y si se entera de una mujer que le ha cambiado la vida por el tratamiento, duda de esos resultados, por lo que resulta una paciente poco receptiva. Es difícil dialogar con ella, porque se resiste frente a algo distinto, novedoso y no exento de crítica. La dificultad para entender radica en que ha pasado la mitad de su vida en esa condición, por lo tanto «ella es así». Lo que le queda por vivir es menos, y por eso hay una resistencia natural a aceptar la posibilidad de cambio, y porque tiene que reconocer que lo que vendrá con el tratamiento será desconocido. Es posible que muchas mujeres en estas condiciones piensen que sería mejor no prestar oídos al tratamiento. Pensando que han hecho su vida en función a la maternidad y sexualidad incompletas, no existe interés ni visualizan que puede mejorar otras condiciones propias de la mujer sana. Además, estas mujeres en su gran mayoría se encuentran solas, separadas o viudas, y creen que los tres roles de mujer sana, no son importantes en esta etapa de su vida, no sospechando que el tratamiento mejora su desempeño porque cambia su calidad de vida, mejorando condiciones que antes eran desconocidas, como la memoria, atención, concentración, grado de tolerancia, capacidad de aceptar las frustraciones, regulación correcta de la temperatura corporal, y disminución de cuadros de infecciones respiratorias y urinarios reiterados, etc. La experiencia de haber mejorado a muchas de estas mujeres indica que es importante que cambien su opinión con respecto al tratamiento; puesto que en todas las mejoradas ha

64

capítulo iii: falla ovárica parcial

reaparecido el deseo sexual y la búsqueda de sexualidad. Además, han logrado que se ordenen con claridad sus pensamientos y sentimientos, logrando estabilidad emocional, desconocida para ellas anteriormente. Incluso vi casos en que recuperaron el cariño de sus hijos y a veces hasta el de sus maridos. La diferencia entre la mujer sana y la enferma se vuelve abismante. Pero lo dramático de esto reside en que ellas no saben que la dificultad se debe a una enfermedad que padecen. Entonces tratan de alcanzar estándares demasiado exigentes, imposibles de lograr debido a su enfermedad. Por lo tanto, caen en el círculo vicioso de depresión por falta de rendimiento. Ninguna de estas pacientes debe sentir todos los síntomas para considerarse enferma; puesto que la enfermedad tiene distintos grados, y según los grados y la edad presentarán los diferentes cuadros descritos con anterioridad.

Dificultades para interpretar f.o.p. y otra forma de observarla Como la f.o.p. es un concepto nuevo, no se tiene claro la asociación de los síntomas con otras enfermedades, ni menos un diagnóstico diferencial con otras patologías. f.o.p. es recién un proyecto para nombrar una complejísima enfermedad de importancia relevante. Las opiniones poco calificadas son tremendamente perjudiciales, puesto que representan una percepción errada que afecta la calidad de vida de un tercero, quien ni siquiera sabe por qué está pasando, pero ve las consecuencias en su ser de una manera determinista, algo así como su fatal destino. Este planteamiento transforma a la f.o.p. en un factor determinante, pues de su profundo conocimiento 65

mujer, sexo fuerte

y de su diagnóstico se puede influir en la calidad de vida de las personas, de las familias, de los grupos humanos en general. La paciente no tiene idea de que se encuentra enferma. Entonces le es indiferente que sus síntomas sean tratados cada uno en forma independiente o en forma integral. En otras palabras, si tiene depresión intentará terminar con la enfermedad, pero los otros síntomas propios del cuadro probablemente no van a ser tratados y seguirán manifestándose con intensidad, provocando que la depresión sólo sea mitigada, porque su verdadero padecer corresponde a una causa orgánica. Lo mismo sucede con el colon irritado, o irritable, que es tan frecuente y pareciera corresponder a una paciente especialmente reactiva o proclive a este tipo de patologías, propias de mujeres neuróticas. La patología ginecológica no diagnosticada (f.o.p.) es en sí misma capaz también de provocar un colon irritado. Pero cuando la f.o.p. es tratada, la enfermedad desaparece inmediatamente. Repetiremos el leit motiv de este libro. Qué difícil es para una mujer, por desconocer lo recién descrito, vivir plenamente la vida; pues encuentra en sus labores un grado mayor de dificultad. Cuando su aparato genital está débilmente impregnado de hormonas, no puede tener el comportamiento de una mujer cuyo aparato genital está en condiciones óptimas. A las dos se les va a exigir un rendimiento similar, y muchas veces nadie será capaz de valorar el diferente comportamiento, porque nadie sabe diferenciar a la mujer sana de la enferma. Por eso, la f.o.p. es fundamental en las relaciones interpersonales. La mujer con baja impregnación hormonal manifestará un comportamiento deficiente con su pareja, con sus hijos, con su madre, con sus amigos, colegas de trabajo, etc. Este se manifestará a través de irritabilidad, agresividad, enojo,

66

capítulo iii: falla ovárica parcial

depresión, desgano y falta de motivación para desarrollar sus labores cotidianas. Ciertos comerciales le otorgan credibilidad a la sintomatología y poderes curativos a algunos medicamentos que mejoran el comportamiento de la mujer en su período premenstrual, o una protección segura durante el día. Situaciones que no hacen más que dificultar el planteamiento del verdadero origen del problema que es la f.o.p. Estas informaciones están bien presentadas y festinadas, de manera que cualquier persona puede sentirse interpretada y puede concluir que son normales, como esencia de la mujer. Por lo tanto, plantear f.o.p. como enfermedad es casi un atentado contra la condición esencial de ser mujer, mujer que padece estos síntomas como normales y de los cuales sólo se liberará una vez tratada desde el método que propongo. El desconocimiento del concepto f.o.p. como enfermedad tiene dificultades para lograr resultados positivos con las pacientes. La mujer por años ha aceptado, y considerado propios de su condición, los dolores menstruales, dolores de ovulación, líquidos vaginales, dolores mamarios y algunos trastornos del carácter, por desconocer los otros síntomas que acompañan a la enfermedad, y que son más serios en sí, como colon irritado, disfunciones sexuales, disfunciones menstruales, nódulos o quistes mamarios, trastornos de la piel, hirsutismo, depresión, somnolencia, agotamiento fácil, tendencia a engordar, o dificultad para mantener el peso; compulsión por dulces o chocolates, entre otros. Qué distinto sería para la mujer si reconociera los síntomas y tomara conciencia de su estado. Se daría cuenta de que ha

67

mujer, sexo fuerte

vivido como sana, pero que en verdad estaba enferma. Y, si se tratara adecuadamente, le cambiaría la vida. A la imposibilidad de establecer fallas en la función del ovario que nos permitan clarificar la relación entre función incompleta y las consecuencias en la mujer, se suman también numerosas variables en la manera como falla el ovario. Comenzando desde la falta casi total de producción hormonal hasta una completa producción, o incluso una producción aumentada. Existen infinidad de grados en la producción hormonal. Intentar cuantificar estos infinitos puntos en una curva de producción hormonal es una tarea titánica que seguramente se logrará realizar en el futuro. Mientras tanto, no podemos desconocer las consecuencias que tienen estas fallas sobre las mujeres que las padecen. Entonces es válido tratar por medio de los síntomas que sufren las pacientes; definir producciones hormonales mínimas, medias, casi completas y completas, para de esta manera establecer resultados de acuerdo a la mayor o menor intensidad con que las pacientes sufren los síntomas. Al observar en la vida de la mujer el período peri-menopáusico, no nos quedan dudas que el ovario de alguna manera va fallando paulatinamente en su producción hormonal, para terminar en una falencia que se hace evidente al suspender las menstruaciones en forma definitiva con la menopausia. Esta observación, que la viven y la aceptan todas las mujeres como un hecho absolutamente propio y real, es la lección de la naturaleza, parte del envejecimiento natural. Si se produce un fenómeno similar por otros factores en cualquier otro momento de la vida, debe ser considerada una enfermedad: f.o.p. Esta falla presenta múltiples y variadas sintomatologías que tienen relación con la intensidad de los síntomas, como es su presentación

68

capítulo iii: falla ovárica parcial

en el ciclo menstrual; desde unas discretas molestias algunos días del mes a fuertes molestias que la invalidan durante todo el mes. Le sucede al ovario en la elección de sus folículos en el curso de la vida, lo mismo que a la mujer que va a la feria: si va temprano en la mañana tiene toda la opción de elegir los mejores productos, aunque sea a un precio más alto. Si va más tarde, seguramente el precio bajará, pero disminuye también la posibilidad de elegir buenos productos. Y si va a última hora, ya no hay posibilidades de elección, aunque el precio sea bajo.

Cómo evaluar la presencia de f.o.p. En niñas pequeñas: infecciones reiteradas sin causa justificada En los primeros años de vida es muy importante observar el comportamiento de la niña en respuesta a enfermedades de tipo infecciosas; ya sea del tipo oído-nariz-garganta, como infecciones urinarias, cuadros respiratorios frecuentes, infecciones de la piel, mucosas, o también como conjuntivitis y gingivitis, ojos, e incluso uñas. Hay niñas que a pesar de estar expuestas a inclemencias climáticas, abusos de orden deportivo, exigencias sobre el organismo, no se enferman de males infecciosos, y hay otras que tomando todas las precauciones presentan frecuentes enfermedades de este tipo. Es esta última niña la candidata a presentar f.o.p. en cualquier etapa de su vida. Cuando veo una paciente con una f.o.p., e indago sobre su historial de niñez, normalmente la madre relata infecciones como las antes descritas, e incluso es muy frecuente que le hayan extirpado las amíg-

69

mujer, sexo fuerte

dalas en los primeros años de vida, o han debido ser operadas de adenoides por las mismas razones.

Preadolescentes: presencia de flores blancas más infecciones frecuentes En esta etapa de la vida se agregan generalmente las inflamaciones de la mucosa vaginal, producto de las primeras secreciones hormonales en la etapa que inicia el desarrollo de caracteres sexuales secundarios. La mucosa vaginal se impregna con estas hormonas y aumenta la capacidad de responder a las agresiones de tipo inflamatorio. Las niñas comienzan a presentar secreciones vaginales manchando con frecuencia la ropa interior, hecho al que normalmente no se le otorga importancia. Existen dichos populares que las nombran como «flores blancas». Se piensa que no hay nada más propio de la mujercita como este hecho previo a la pubertad. Incluso puede ser motivo de celebración, en un rango menos que las celebraciones de la primera regla. Sorprendentemente se celebra una enfermedad. Estas preadolescentes, si aún no tienen una f.o.p. son seguras candidatas. Ellas, dependiendo del grado de infección, tendrán más o menos dificultades para realizar su primera menstruación, la que será más o menos violenta, dependiendo del tipo de infección que presenten en su aparato genital.

En la pubertad: importancia de una menstruación normal sin grandes manifestaciones asociadas Hay niñas que se transforman en mujeres sin grandes trastornos e inician sus reglas en total normalidad durante algunos años. Posteriormente comienzan con aumento del volumen

70

capítulo iii: falla ovárica parcial

menstrual, o con irregularidad, o con dolores perimenstruales que van aumentando en intensidad. Estos síntomas son característicos del inicio de un proceso inflamatorio genital, que impide que las respuestas propias del desarrollo se expresen como tales y surjan desde pequeños a grandes trastornos en su proceso, los que dependerán del mayor o menor grado de compromiso de su aparato genital. Otras muchachas presentan desde el comienzo los mismos síntomas que describimos para las puberales, pero que se manifiestan desde las primeras menstruaciones, no logrando un estado de madurez sexual secundaria plena. Quedan a mitad de camino en su desarrollo, presentando poco vello pubiano, caderas poco femeninas, muslos delgados y mamas pequeñas. Este fenómeno se atribuye con frecuencia a las características genéticas, porque no falta la tía que tiene esas mismas características, y como se asocia con facilidad, la muchacha dirá «salí a la fulanita» y con ello se cierra la posibilidad de tener una enfermedad (f.o.p.). Lo grave de esta asociación es que se esconde un proceso que si es diagnosticado precozmente resulta muy simple de solucionar y, por el contrario, si no es solucionado, cambiará su vida completamente. Esto es así porque el desarrollo hormonal normal es un hito fundamental y de éste dependerá el futuro de esa joven. A partir de aquel estado habrá tenido una existencia desastrosa. Su organismo no logrará el nivel de desarrollo necesario; en otras palabras, «no se graduará de mujer». El medio le pedirá que ejerza como tal y no podrá responder, porque no logró las características propias de su género. Como el medio no conoce su estado real, ni la propia afectada se da cuenta de qué le sucede, es víctima de descalificaciones pro-

71

mujer, sexo fuerte

ducto de su incapacidad para cumplir con sus roles. Todo esto crea una compleja carga social y emocional que le complica su desarrollo, ya no sólo corporal, sino además psíquico y social. Es importante destacar que las madres fijen su atención en las niñas que presentan síntomas de f.o.p. cercanas a la pubertad, porque con ello pueden evitar futuras disfunciones sexuales, como el lesbianismo que las podría afectar al intentar sexualizar en condiciones inadecuadas, producto de su falta de desarrollo físico y psíquico por déficit hormonal. Efectivamente un gran porcentaje de conductas lésbicas tienen como base una f.o.p. en su manifestación inicial y, por lo tanto, al ser diagnosticada y tratada en una etapa temprana pude curarse sin secuelas.

Post adolescencia, pubertad y adultez: cuidado con la dificultad para realizar las actividades diarias En la medida en que transcurren los años, las cosas ya no son tan simples como las descritas en los cuidados que se debe tener en las primeras etapas de la vida. Porque en tanto que a los eventos iniciales se le sumen tratamientos anticonceptivos, sexualidad, maternidad, infecciones, controles ginecológicos con distintos tratamientos, se torna imposible caracterizar en forma clara y precisa cómo se hizo en las etapas anteriores. La sumatoria de distintos componentes o eventos en la vida de cada mujer van a marcar en forma diferente a la f.o.p. presente en ella. A manera de ejemplo, la que fue madre precozmente va a tener estigmas muy diferentes a la que fue tardíamente, o a la que no pudo serlo. La preocupación fundamental de la primera será la planificación a ultranza, incluso sin pensar en las consecuencias de esta decisión. Difiere el caso con la mujer que no ha 72

capítulo iii: falla ovárica parcial

podido ser madre a pesar de múltiples tratamientos. Ella carga junto a su pareja el problema de la esterilidad. Es importante que toda mujer que note que pierde características que son propias de su género, en forma temporal o permanente, comprenda que ha perdido algo importante, y no trate de justificarlo por cualquier medio como decir por ejemplo: «estoy vieja», «he dejado de querer a mi marido», «perdí el entusiasmo de los primeros años», «todo es rutina», «no tengo ganas de hacer nada», «tengo jaqueca», «me bajó la presión», «me dormiría y no despertaría más». Podríamos continuar diciendo mucho más; todas, sin embargo, manifiestan un inconformismo. Lo correcto sería pensar que una vez alcanzado el desarrollo pleno, la mujer disfrute la vida, y esto no debe cambiar hasta que ella cambie de estado; y el cambio de estado se produce con la menopausia, donde gracias a los adelantos de las terapias de reemplazo hormonal se puede prolongar incluso por muchos años el estado de bienestar, que es condición propia y especial de todas y cada una de las mujeres en estado de sanidad.

Caso frecuente: «mina fraude», cuidado con las que parecen y no lo son, o como dice el refrán popular «la suerte de la fea la bonita la desea» Se trata de mujeres con un excelente físico, que cumplen con los cánones de belleza establecidos por la sociedad, con mamas de buen tamaño y forma, y además un buen desarrollo pelviano, de piernas gruesas y contorneadas; pero presentan una severa disfunción sexual y actitudes inmaduras para su edad. 73

mujer, sexo fuerte

Es factible que después de una pubertad completa hayan adquirido una f.o.p., y comiencen a despintar de hormonas sus órganos blancos, en distintos grados, dependiendo de la intensidad de la f.o.p.; de tal manera que lucen estupendas, pero funcionan poco o nada en todos sus roles. Las mujeres que se encuentran en esta situación no entienden lo que les sucede; y menos las personas que las rodean, puesto que no son para nada lo que aparentan ser. Han sido por años clasificadas como «bonitas-huecas», «déspotas», «infantiles», «minas pá’ lucir», o como las nombro yo, «minas fraude». Estas mujeres tienen múltiples posibilidades, debido a su belleza física, de ser acosadas y de corresponder a estos acosos. Sus experiencias pueden ser numerosas pero todas son insatisfactorias o traumáticas. Esta insatisfacción, impotencia y dolor hacen que ellas de alguna manera le otorguen una importancia superlativa al cuerpo, convirtiéndose en esclavas de éste. Se someten a fuertes sesiones de ejercicios y a regímenes alimenticios estrictos, operaciones estéticas para resaltar sus atributos físicos, que pueden incluso comprometer aún más el sistema inmunológico, en último término, responsable directo de la situación que las aqueja. De esta manera se crea un círculo vicioso: entre más daño del ovario, menos respuesta; pero siempre luciendo estupenda.

Experiencias reales Con el tiempo y a partir de mi práctica como médico, comencé a darme cuenta de que si una mujer no estaba en lo más alto de la jerarquía de los sexos, entonces lisa y llanamente estaba enferma. Si carecía de la fuerza descomunal que le regaló la 74

capítulo iii: falla ovárica parcial

creación estaba enferma. Si ponía impedimentos para cumplir con su fin, estaba enferma. Si eludía, se sustraía o era indiferente para encarar su rol, estaba enferma. Si estaba desabastecida de todos o de algunos de los atributos que la convertían en un baluarte, en una fortificación de la especie, estaba enferma. Si se escapaba, se excusaba y no se lanzaba con todo a cumplir con esa suerte de mandato o de vocación que le entregó la naturaleza, estaba enferma. Si usaba subterfugios, de cualquier índole, para no hacer uso de las potencialidades de su cuerpo, estaba enferma. Si subordinaba su poderío para darle más categoría a otros intereses, estaba enferma. Si esa pujanza, ese ímpetu, ese nervio descomunal otorgado por la naturaleza estaba desteñido, extraviado o errado, entonces, otra vez, el diagnóstico era concluyente: esa mujer estaba enferma.

Francisca, 28 años Este es uno de los casos más recordados. Francisca llegó a mi consulta por pérdida de líquido vaginal. Anteriormente había sido tratada por distintos especialistas durante varios años. El cuadro mejoraba temporalmente, pero meses después volvía a presentar la misma sintomatología. Esta era tratada con óvulos, cremas y, en ocasiones, con comprimidos. Paralelamente se trataba a su pareja. En los controles de papanicolau siempre aparecía inflamatorio inespecífico. Esta situación la impulsó a pedir una opinión más, y así llegó a mi consulta. Al examen físico destacaba una gran inflamación vulvar y perianal, con enrojecimiento, y un tejido muy delicado que se rompía con facilidad frente a cualquier manipulación, como el simple acto de introducir un espéculo vaginal. Además, sus mamas presentaban gran cantidad de nódulos. Al indagar con 75

mujer, sexo fuerte

detalle, confesaba una clara historia de molestias en otros órganos. Se deprimía fácilmente, era muy irritable y agresiva. Con frecuencia sufría de dolores de cabeza y tenía dificultad para regular la temperatura, siendo extremadamente friolenta. Sus mamas le dolían en forma cíclica. Tenía muy claro que diez días antes de su menstruación estaba de «míramelas, y no me las toques», tanto así que dormía con sostén deportivo, puesto que el solo acto de darse vuelta en la cama le provocaba un terrible dolor, que la despertaba. Contaba además con trastornos difusos de tipo digestivo que habían sido diagnosticados como colon irritable, y tratados intermitentemente. Como antecedente, era madre de dos hijos, de 5 y 3 años. Se había iniciado sexualmente a los 16 años. Había compartido con 3 varones su vida sexual, y su última relación llevaba 7 años, con deseos y placer normales, según ella, con una frecuencia de 4 veces por semana. Al preguntarle por su desempeño se consideraba «t.o.p.», y recalcaba que en eso no tenía problemas. Sus reglas eran regulares durante el uso de los anticonceptivos, y un antecedente de reglas de tipo 28 a 35 días de intervalo, y entre 4 a 7 días de hemorragia abundante y dolorosa, anterior al uso de los anticonceptivos. Con los anticonceptivos los intervalos eran de 28 días y 3 días de duración de la regla, situación que la mantenía contenta. La historia mostraba un consumo de alrededor de 10 años de anticonceptivos orales, interrumpido por los embarazos. Se veía un poco mayor de 28 años, con pelo pajizo, que aseguraba caérsele con facilidad. Tenía algunas espinillas en el rostro. Sus mamas eran tensas y sensibles, multinodulares, típicas de una mastopatía fibroquística. El examen abdominal mostraba una clara distensión en la zona, con percusión propia de contenido aéreo. Al examen genital,

76

capítulo iii: falla ovárica parcial

llamaba la atención la gran cantidad de secreción vaginal de color blanco-amarillento, maloliente, con la irritación propia de la vulva y zonas perianales, un cuello uterino pequeño, con signos evidentes de inflamación, y secreción que venía desde el cuerpo por el conducto que se hacía evidente al comprimir el cuello con el espéculo, pues aumentaba el flujo. El cuerpo uterino era pequeño, con sensibilidad a la movilización, y el anexo izquierdo parecía estar aumentado de tamaño. Le solicité un cultivo endometrial y endocervical que diagnosticó un estreptococo sensible a prácticamente todos los antibióticos. Se inició el tratamiento con antibióticos y antiinflamatorios, y le pedí terminar con el ciclo de anticonceptivos, además de cuidarse con preservativos. Al mes se apreció una clara mejoría en su estado de ánimo. Una disminución de la tensión mamaria y de su distensión abdominal. Al examen físico, muestra una disminución de las lesiones vulvares y perianales, como también una merma de la cantidad de secreción a la espéculoscopía. Sigue el tratamiento y se controla al mes siguiente: nuevamente destaca la mejoría de su estado anímico, además de la desaparición de la sintomatología genital. Continúa en control y tratamiento mensual. A los cinco meses, en forma espontánea y entre risas, me dice que «ahora sí disfruta la sexualidad, y que en ese plano tiene ahora, dos post grados en el extranjero», y está buscando el tercero, ya que cuando empezó a tratarse no sabía que estaba en «el jardín infantil». Esta historia resume una gran cantidad de interrogantes que yo venía observando en pacientes que trataba por pap inflamatorio inespecífico, con antibióticos y antiinflamatorios, logrando la mejoría del papanicolau; sin embargo, nunca fue tan evidente la relación con las otras patologías asociadas. Es-

77

mujer, sexo fuerte

tas observaciones me hicieron cuestionar una gran cantidad de dogmas en la especialidad relacionados con temas de consulta frecuente, como la patología mamaria, la sexualidad, las leucorreas rebeldes y estabilidad emocional.

Marta, 32 años Hace bastantes años fui sorprendido por un caso especial. Marta me confesaba muy acongojada su problema. Era ninfómana. Me contaba que tenía una necesidad imperiosa de tener y tener relaciones sexuales. A pesar de esto le resultaba difícil lograr orgasmos. Debido a sus deseos sexuales exacerbados, sus compañeros en principio se mostraban felices, pero al poco tiempo se aburrían y la abandonaban. Había compartido experiencias con numerosos «partners», pero no había logrado consolidar una relación estable. Además, por formación cultural, no participaba en sus relaciones más que con un hombre a la vez, situación que la complicaba, ya que necesitaba más. Le expliqué que nunca había tratado a una paciente con esas características, pues lo usual era absolutamente el caso contrario. Lo más cercano que había escuchado al respecto era la frase popular mencionada por mi abuela: «esa fulanita tiene fiebre uterina». Marta poseía síntomas que habitualmente se aprecian en las mujeres que consultan por disfunciones sexuales «en menos». Y claros síntomas de inflamación de su aparato genital, con pérdida de líquido, que ella describía como reflejo de estar «siempre lista» para la sexualidad. Sin embargo, se trataba de una secreción propia de la inflamación y no la secreción cristalina que se expele en el momento del estímulo sexual por las glándulas anexas propias de la función. A pesar de mi 78

capítulo iii: falla ovárica parcial

nula experiencia en este caso de hiperactividad sexual, por las características inflamatorias de su aparato genital, le propuse emplear mi método para tratarla. Lo conversamos largamente. Sin garantizarle una respuesta positiva dimos inicio al tratamiento que consistió en antibióticos y aspirina. En unos meses comenzó a describir un interés normal por la sexualidad, paralelamente empezó a experimentar sus primeros orgasmos. Al tiempo, cuando estos mejoraron y se hacían múltiples, terminamos el tratamiento. Posteriormente he tenido más de cincuenta casos que corresponden a la misma patología, que por alguna razón funcionan de manera distinta, pero que luego del tratamiento se mejoran y por lo tanto, existe mayor tranquilidad para tratarlas.

Carolina, 19 años, una joven con anorexia A pesar de sus 19 años, Carolina era una niña. Tenía reglas irregulares, muy dolorosas y abundantes, con frecuencias entre 60 y 120 días. Nunca tuvo una crisis puberal con mayores cambios en su cuerpo y en su mente. Unas pocas espinillas, y la regla escandalosa que nunca se reguló. Era de aspecto infantil y bastante delgada de cuerpo, donde el desarrollo mamario era incipiente. Sus caderas eran pequeñas, como de varón. Tenía serios conflictos de interrelación con sus compañeras, y ni qué hablar con sus compañeros, características que terminaban de retratarla. Todos estos factores le impedían tener un buen rendimiento escolar. Se transformó en un problema familiar por su inmadurez e inestabilidad. Era impredecible, con crisis depresivas y trastornos de adaptación, muy rebelde. Su mayor preocupación era la falta de desarrollo físico. Aparentaba ser «la flaca del cur79

mujer, sexo fuerte

so», y se esforzaba para no comer y seguir lo más flaca posible, así sus atributos de mujer pasaban a segundo plano. Es una situación grave, pues no se trata de la clásica pubertad retrasada, sino de una f.o.p., que por ser muy precoz impide la justa producción de hormonas y no desencadena la crisis puberal en su totalidad. Así, uno puede definir: crisis puberales mínimas, intermedias y completas. Después de comprobar en Carolina que su hipoplasia genital, y de todo su cuerpo, era consecuencia de una f.o.p., fue tratada. Su madre percibió con sorpresa cómo Carolina se desarrollaba; se llenaba de espinillas, hecho que se convirtió en la mayor preocupación para madre e hija, despreciando lo que evidentemente sucedía en su cuerpo y en su mente. Pero aquel es un sentir inevitable para una paciente seriamente angustiada y dañada por la enfermedad. Por esas espinillas estuvo a punto de suspender el tratamiento, a pesar de destacarle en cada control que lo importante era advertir cómo había subido de talla en el sostén y en los pantalones, y sin engordar, teniendo el cuerpo de una linda muchacha. Carolina felizmente terminó el tratamiento y siguió en controles, superó sus depresiones, su anorexia, sin otro tratamiento que el realizado para controlar su f.o.p. Muchas de estas niñas transitan entre la anorexia y la bulimia creando inquietudes en el seno familiar. Dada la gravedad de estas enfermedades, estas pacientes pueden detener el crecimiento personal por largo períodos, deteriorar su calidad de vida e incluso llevarlas a la muerte en algunos casos. En un futuro próximo, considero importante dedicarme a describir todas mis experiencias puntualmente en estos casos,

80

capítulo iii: falla ovárica parcial

por la alta frecuencia con que se ve en la actualidad y las dificultades que hoy encuentran en sus tratamientos.

Claudia, 20 años La situación de Claudia se presentaba diametralmente opuesta a la de Carolina. Ella había realizado su crisis puberal completa a los 11 años. Era la niña símbolo de su colegio; la presidenta del centro de alumnas, poseía una madurez envidiable, además de ser reconocida por sus pares y profesoras como modelo dentro del alumnado. Ingresó a la Universidad con las mejores calificaciones y a la carrera que siempre quiso, en la Universidad de su elección. Al cursar su segundo año comienzan las inseguridades, depresión, irritabilidad, trastornos bulímicos, irregularidades menstruales, reglas abundantes, dolorosas, posteriores a un intenso síndrome premenstrual. Luego de consultar con varios especialistas llega a mi consulta. Diagnostico una f.o.p., que evidentemente había presentado con posterioridad a una pubertad completa, pues todas sus características físicas eran normales y propias del desarrollo. Sin embargo, por la f.o.p., la producción de hormonas era inadecuada. Esto se traducía en un desequilibrio hormonal causante de su enfermedad. Inmediatamente inicié el tratamiento correspondiente a f.o.p., y en unos cuantos meses normalizó por completo su situación conductual; se cambió de carrera y se transformó en una mujer feliz y sana, superando incluso su exceso de peso. Como ginecólogos sabemos que las carencias hormonales, si son reemplazadas en forma cíclica, remedando un ciclo de producción hormonal normal, vamos a lograr, en el caso de Carolina, que realice su pubertad; y en el caso de Claudia, que 81

mujer, sexo fuerte

se recupere, pero si no reparamos la función ovárica propia, será imposible mantener los beneficios logrados; puesto que el ovario enfermo continuará expresándose en forma inadecuada al suspender la frenación o la compensación.

Magdalena, 52 años Se presentó a mi consulta por una severa depresión, que se inicia inmediatamente después de su menopausia, con intento de suicidio e inmersa en una crisis familiar. Había sido tratada con terapia de remplazo hormonal, con resultados desastrosos, ya que intensificaron sus molestias y sin mayor respuesta en el cuadro depresivo. Fue derivada a tratamiento psiquiátrico sin tener respuesta, a pesar de los fármacos utilizados. Ella llega a mi consulta acompañada de su marido en estas condiciones, ambos desesperados por no encontrar respuestas. A Magdalena le diagnostico una f.o.p., que una vez tratada, sí se pudo iniciar terapia de remplazo hormonal sin mayores complicaciones, recuperando su condición de normalidad y pudo en forma progresiva ir disminuyendo los medicamentos para su cuadro psiquiátrico. Posteriormente mantuvo el tratamiento de reemplazo por varios años, hasta los 59 años en que voluntariamente decide suspender por encontrarse viuda. Realizo en forma normal la transición desde la terapia a quedar sin hormonas de reemplazo, tolerando los cambios propios de la ausencia de hormonas como cualquier mujer que llega a la menopausia sana.

82

Capítulo IV En busca de una sexualidad femenina plena a través de la producción normal de hormonas

Frenación hormonal o anovulación Anticonceptivos y sexualidad esde el descubrimiento de las hormonas, estas se han usado «a ojo de buen cubero», es decir, «pongo un poco si falta», «compenso un poco si sobra». A no ser que se trate de trastornos extremos evidentes, donde se realiza un ciclo artificial completo logrando el resultado de una menstruación. En este paraíso caímos todos cuando la anovulación propia los anticonceptivos orales, nos dio un arma trascendental para frenar al ovario definitivamente. Para mí, esto fue el entierro prematuro de la glándula madre de la mujer, el ovario, ya que al tenerlo sometido a anovulatorios, controlábamos su maternidad y «regulábamos» su funcionamiento. A mi parecer este ha sido el más grave error de la ginecología contemporánea. Puedo atestiguar, como dato anecdótico, que hace más de treinta años que no lo prescribo en mi ejercicio profesional. La verdad, lo que hemos hecho es anular la función del ovario, la producción hormonal y la ovulación; fenómenos íntimamente relacionados, procesos propios de la adecuada producción hormonal y que son en sí mismos la base del bienestar físico y psíquico de la mujer. La armonía de la mujer depende de sus secreciones hormonales. Si la frenamos debemos hacernos cargo de las consecuencias. Sin embargo, por años este no ha sido el caso. Lo hemos hecho en forma inocente y con impunidad. Pero al realizar este «inocente» cambio, las mujeres sufren las consecuencias y se quejan de los múltiples trastornos que padecen. No todas. Puesto que si tenemos la suerte de frenar un ovario con anticonceptivo de dosis altas, en una mujer que tenía un nivel hormonal

D

85

mujer, sexo fuerte

muy bajo, ella se va a sentir mejor; pero si esa mujer tenía un nivel hormonal normal, y la frenamos con dosis bajas, va a sentir que le cortamos las alas, y rápidamente aparecerán signos propios del déficit hormonal. En otras palabras, sacrifican su sexualidad, su felicidad, su vida, sin saberlo por tener control de su fertilidad. El no haber profundizado en el estudio del ovario, nos pasa una cuenta difícil de pagar, ya que entramos en un espiral que no tiene fin, donde vamos cambiando un anticonceptivo por otro, y al final es la mujer quien termina cambiando al doctor por otro, que le va a ofrecer más de lo mismo. Me resulta tremendamente curioso que casi nadie se cuestione esta problemática fundamental para la mujer. Además nos dejamos seducir por los cientos de nuevos productos anticonceptivos, anovulatorios, que ha desarrollado la industria farmacéutica en los últimos cuarenta años. Siempre nos están presentando el cambio adecuado que se trasformará en la solución a los problemas que observamos en nuestras pacientes. Lo que en un momento fue para nosotros la panacea, hoy es para mí y para algunos pocos, un triste capítulo en la historia de la ginecología que nos debe llevar a reflexionar. En los primeros años de experiencia profesional me tocó la suerte de controlar a una gran cantidad de trabajadoras sexuales. Gracias a ellas pude conversar y aprender bastante sobre la sexualidad femenina. Muchas, por el uso frecuente de anticonceptivos se quejaban de problemas para seguir con su desempeño en el comercio sexual. Al examinarlas, me llamaba la atención que luego de cierto tiempo de uso de anticonceptivos se manifestaba un cuello y un útero pequeño, una vagina sin buenas condiciones de lubricación, sensible y, en muchos casos,

86

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

inflamada y dolorosa. Además, era muy frecuente encontrar en los controles de papanicolau el diagnóstico de «inflamatorio inespecífico». Al consultar a mis profesores la respuesta era: «Qué otra cosa puedes encontrar en ese grupo de mujeres». Curiosamente, el papanicolau inflamatorio también era bastante frecuente en mis pacientes privadas, en mujeres con conducta sexual monogámica, lo que era evidente es que ambas tomaban anovulatorios, y esto se transformaba en una fuerte contradicción con respecto a las sentencias de los maestros. La coincidencia entre los casos se explicaba por la razón del uso generalizado de anticonceptivos, y para mí eso era digno de aclarar. Sin duda, al usar anticonceptivos por tiempos prolongados, en dosis constantes, estábamos provocando un nivel hormonal constante, ya que por frenar la producción hormonal propia, que es esencialmente cambiante, las sometíamos a un traumatismo que involucraba la acción hormonal en los órganos blancos que constituyen todo el organismo femenino. Esta acción tiene consecuencias de variados tipos. Era frecuente que manifestaran que la menstruación se había acortado en cantidad y calidad, o que por el contrario había aumentado, o que presentaban sangramientos anormales con relación al ciclo. Esto es lo que evidenciaban las pacientes, y la relación con la frenación era que le exigíamos al aparato genital un comportamiento normal sin estar impregnado hormonalmente debido a esta frenación. Entonces, era absolutamente lógico que los órganos sexuales perdieran su condición de normalidad, ya que los niveles correctos dependían del tipo de pastillas. Además, era muy claro que esta regulación fija representara la causa del resultado de mis observaciones.

87

mujer, sexo fuerte

Siendo consecuentes con las necesidades, le dábamos hormonas anticonceptivas con mayor concentración porque evidentemente los hechos así lo requerían. En algunas pacientes aparecían signos de exceso hormonal en las mamas, con aumento de tamaño, sensibilidad excesiva y aumento del tejido fibroso, lo cual, a poco andar, era motivo de otras críticas a la actuación médica por parte de las pacientes. Qué difícil era para mí adoptar una posición profesional ante ellas, donde quedaba claro que la naturaleza era mucho más precisa que nuestro tratamiento, pues resulta imposible regular las funciones naturales del organismo mediante la administración de hormonas en forma fija, sin causar daño. Entonces recordé la fisiopatología de los mamíferos inferiores, que tienen respuestas ovulatorias en relación al coito. Clásicamente la coneja ovula en relación al coito, a lo que se debe su alta taza de fecundidad. De alguna manera existía una gran cantidad de estímulos que desconocíamos con respecto a la mujer, que también debían ser fundamentales en la regulación de la producción hormonal; al tratar de manejarlos mediante los anticonceptivos lográbamos manejar la fertilidad, pero no podíamos controlar los efectos secundarios, situación que iba en desmedro absoluto de la paciente. Flaco favor le estábamos haciendo a esas mujeres que por tener maternidad responsable entregaban su sexualidad y su estabilidad emocional cargando con la responsabilidad de la paternidad sobre sus hombros, dándole absoluta tranquilidad al varón y desligándolo de las secuelas, mientras ellas padecían y asumían las nefastas consecuencias del tratamiento.

88

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

No faltó el varón desinformado que se quejaba por el comportamiento sexual de su mujer, y en su ignorancia le echaba la culpa a cualquier cosa. Algunos llegaban a pensar que estaban siendo engañados y se imaginaban que ellas con «el otro» sí disfrutaban. Intentaban cualquier maniobra para aumentar la estimulación de un aparato genital refractario producto de su débil impregnación hormonal, debido al abuso de anticonceptivos. Sin embargo, es preciso mencionar que lo contrario también es válido, puesto que mujeres con pobre producción hormonal, al usar anticonceptivos en dosis altas, tienen mejores respuestas sexuales. Un fenómeno que me causaba sorpresa y estupor, y que me convenció de escribir estas líneas, fue el tratamiento de mujeres triunfadoras en el ámbito económico, social, familiar y profesional, pero con problemas sexuales generados por el abuso de anticonceptivos. Mujeres, además, fieles defensoras de la liberación de la mujer, con profundas convicciones feministas. Esto era para mí el festín de las contradicciones. En el ejercicio profesional nos encontramos con variados trastornos de la función del ovario. Es obvio que si yo trato de frenar irracionalmente ese ovario enfermo, no le voy a permitir expresarse naturalmente; por lo tanto, no me voy a enterar sobre qué está pasando con él. Como no puedo estudiarlo en profundidad, y en cambio puedo mantenerlo inhibido o frenado, es preciso que me cuestione por las consecuencias de este proceder: ¿Se solucionará el problema por sí solo? ¿Se sanará ese ovario dejándolo descansar por medio de la frenación como inmovilizamos una fractura mediante el yeso? Lo habitual es que luego de suspender un largo tratamiento de frenación, los síntomas reaparezcan en toda su magnitud e incluso se agraven.

89

mujer, sexo fuerte

Esta diferencia entre una fractura y la función ovárica es para mí trascendental, puesto que con la frenación el ovario no se repara, reparación que sí ocurre en otros órganos mediante la inactividad. Es así como se ha instituido frenar un ovario poliquístico, seguirlo con ecografías periódicas y observar cómo desaparecen los quistes en el transcurso del tiempo, y pensar que ese ovario ha sanado, suspender entonces el tratamiento, y observar en dos o tres ciclos sucesivos que ese ovario vuelve a presentar los mismos problemas. Sin duda, no conocemos la causa que obliga al ovario a funcionar en forma deficiente, y da la sensación de que no nos preocupa, o es sencillamente inalcanzable resolver el problema con la tecnología actual. Lo preocupante es comprobar que hay pacientes a las que les sugieren que se embaracen rápidamente después del tratamiento anovulatorio y tengan un hijo, ya que se olvidan de la mujer en su integridad. Y si logran un embarazo, no hay duda de que el momento hormonal es pobre, y no es de extrañar, entonces, las complicaciones que se producen, como sangramientos, dolores, útero irritable, síntomas de aborto, placentas bajas, incluso retardo de crecimiento fetal, etc., los que suceden debido a las precarias condiciones hormonales iniciales.

Compensación hormonal Dada la frecuencia de los trastornos hormonales que involucran de manera fundamental o complementaria gran parte de las patologías que vive la mujer en el curso de la vida, los ginecólogos hemos tenido en las hormonas un elemento clave de nuestro arsenal terapéutico; y en la medida 90

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

en que fuimos conociendo los efectos de las principales hormonas femeninas, estrógenos y progesterona, fuimos, en los últimos cincuenta años, usando estos productos para resolver gran parte de las patologías propias de la mujer. Recuerdo, de mis tiempos de estudiante, la prueba de la progesterona, mediante la cual podíamos asegurar que una mujer que tenía una falta de regla, correspondía a un déficit de producción de esta hormona. Si al dársela por unos días lográbamos la tan ansiada regla se despejaba la duda del embarazo, y lo que en verdad padecía era un desorden hormonal, que aún hoy permanece sin explicación clara. Sin embargo, nosotros lográbamos mitigarlo en forma empírica, frente a un síntoma de aborto, dando progesterona, pues suponíamos que la causa del síntoma era la falta de dicha hormona. Con el correr de los años observamos que las dosis altas de progesterona habían provocado daño a algunas recién nacidas. En una mastopatía fibroquística de la mama suponíamos la falta de progesterona, y la agregábamos en la mitad del ciclo para lograr reparar la falla: la respuesta duraba exactamente lo que demoraban en reaparecer los síntomas al suspender la droga, dependiendo de las dosis, tiempo de uso y el tipo de preparación progestatínica. En los ciclos sucesivos de ese ovario enfermo los síntomas se reinstalaban con más o menos violencia, dependiendo del daño original del ovario. Otro de los tratamientos para las mujeres con falta de libido, como suministrar hormonas masculinas para activar el deseo y la respuesta sexual, en general pobre, duraba exactamente lo que el tratamiento y les dejaba secuelas en todo el organismo. Si el tratamiento era prolongado, o con grandes dosis, provo-

91

mujer, sexo fuerte

caba aumento de la cantidad y espesor de los vellos del cuerpo, cambios en la voz, modificaciones de las mamas, calvicie frontal, distribución de grasa tipo masculino, etc. Tempranamente me sorprendió que estos tratamientos tuvieran tantos adeptos y nadie se preguntara «qué estoy realmente haciendo». Y me cuestioné las consecuencias de estos tratamientos con hormonas masculinas. También mis pacientes, sorprendidas muchas veces, me sugirieron reflexionar sobre sus preguntas: «Doctor, ¿por qué tengo la voz ahora más ronca? ¿Por qué me salen más vellos y más gruesos?». Volvamos a una mujer que sufre, busca ayuda y es tratada con hormonas masculinas. Ella se da cuenta que es diferente, que no puede compartir placenteramente con su pareja, que hasta le salen pelos donde no deben, y se le caen donde no quiere, además de otros cambios en la corporalidad. A ella es difícil tranquilizarla y validar un tratamiento que la daña de tal manera. Por intentar reparar un problema, que obviamente tiene su origen en una f.o.p., ha sido tratada con hormonas que no eran propias de su género. Vamos ahora al caso de compensar con hormonas propias del género. Pretender influir sobre los mecanismos reguladores, receptores hormonales, con una regulación «al ojo», lo encuentro un poco presuntuoso, por decir lo menos. ¿Por qué no dirigir nuestros esfuerzos a encontrar las causas del sufrimiento de la mujer por un desorden hormonal debido a la producción inadecuada de hormonas? La causa difícilmente podría encontrarse en otro lugar que no fuese en el ovario: el gran productor de hormonas femeninas. Nos hemos pasado los últimos años pensando que los orígenes de una inadecuada producción de hormonas se encuen-

92

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

tran en los sistemas reguladores, en el mecanismo de retroalimentación, en una inadecuada respuesta de los receptores hormonales. Hemos creado sustancias capaces de estimular más aún la función del ovario o de engañar a los receptores hormonales, ocupando sus espacios para impedir que esta producción inadecuada se manifieste. Hoy no puedo aceptar que una producción inadecuada de hormonas no sea consecuencia del trabajo anormal del ovario.

Dificultades de las mujeres con f.o.p. frente al sexo y la vida No tengo el ánimo de estigmatizar a nadie. Mis observaciones surgen de los cambios que han experimentado las pacientes que he tratado durante años; cambios que ellas mismas han vivenciado y relatado luego del tratamiento. Estos han sido benéficos para sus cuerpos, para sus mentes y para sus relaciones con los demás. Estos cambios han beneficiado a mujeres en las siguientes opciones sexuales y vivenciales: 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Aquellas con falta absoluta de interés o desaparición completa de necesidad sexual. Las que derivaron en conductas lésbicas. Aquellas que experimentaron ninfomanía. Las que experimentaron anorexia y/o bulimia. Las que sufrieron violencia física y psicológica en su vida. Mujeres predispuestas a la depresión y otros trastornos mentales.

93

mujer, sexo fuerte

También es factible que con una f.o.p. en etapas precoces de la vida no alcance a desarrollar el interés por el sexo opuesto y quede suspendido el desarrollo físico y mental en una etapa pre-puberal, con algunas características sexuales secundarias incipientes. Como no siente atractivo hacia el sexo opuesto ni a la sexualidad, por falta de desarrollo, es posible que dedique su vida a cumplir otros roles, que pueden ser muy altruistas y bien evaluados por la sociedad, pero que con el correr del tiempo le harán sentir que padece algo, y sea entonces catalogada como enferma del sistema nervioso central, o incluso que tiene una hipoplasia genital, útero infantil, pubertad retrasada o la serie de trastornos que se relacionan con esta falta de desarrollo.

Cuadros infecciosos en la infancia Hay una relación evidente entre tener problemas hormonales durante la vida adulta, o desde el momento que el ovario inicia la producción de hormonas, con la facilidad de haber presentado cuadros de tipo infeccioso en la primera infancia, especialmente cuando estos son de una frecuencia no habitual. Constantemente me toca observar pacientes que en sus primeros años de vida visitaron al pediatra en numerosas oportunidades porque sufrieron infinidad de infecciones del tracto respiratorio incluso muchas terminaron operadas de amígdalas o de adenoides, como solución a sus infecciones repetitivas. Entonces, es frecuente constatar que las pacientes que consultan por trastornos en la producción de hormonas en algún momento de sus vidas han presentado múltiples infecciones: respiratorias, urinarias, con infinidad de consultas a otorrinos laringólogos, bronco pulmonares, urólogos, etc. 94

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

En general, estas mujeres tienen una condición de debilidad frente a los agentes infecciosos, que sin dudas es consecuencia de su débil sistema inmunológico, que permite que estas infecciones ocurran con frecuencia. Así como algunas pacientes sufren de resfríos repetidas veces, y a pesar de ser tratadas terminan con sinusitis, bronquitis o amigdalitis; y a otras pacientes se les acaban los resfríos sin ningún tipo de tratamiento, así también hay personas que enfrentan mal las agresiones habituales de tipo infecciosas, frente a otras que las superan sin mayores problemas. ¿Cuál es el elemento que permite estas diferencias? Creo que la pregunta es fundamental para dirimir por qué hay pacientes que son presa fácil de infecciones y otras que no presentan nunca estos problemas. Por cultura general, una madre sabe bien que todos sus hijos no son iguales; algunos requieren más cuidados que otros. Pero cuando el problema persiste, a pesar de los cuidados, nos enfrentamos a una persona que reacciona diferente a las situaciones cotidianas. Lo que realmente tiene valor es la prevención de las enfermedades. Lo correcto sería tratar de una manera más completa y radical estas pequeñas y grandes infecciones, que nos deberían alertar para decidir qué hacer con estas pacientes que manifiestan diferencias desde una etapa temprana en la vida. Esta situación puntual de algunas niñas se constituye a mi juicio en la señal o elemento clave. Resfriarse puede ser banal o incluso normal, pero la reiteración de estos cuadros que además se complican con infecciones más serias, saca de contexto al resfrío común, pues ya no es el resfrío, sino la facilidad con que la paciente se resfría una y otra vez. Sin embargo, el cuadro no se detiene ahí, la mayoría de las veces se compli-

95

mujer, sexo fuerte

ca con enfermedades más delicadas, como sinusitis, bronquitis, amigdalitis, otitis, conjuntivitis, etc., todas éstas con características crónicas, constituyéndose en un problema que nos invita a investigar. Por tanto, el alerta hacia las madres debe ser con la hija, que tiene frecuentes infecciones de un órgano en particular o de diferentes órganos, ya que esa hija probablemente tendrá una f.o.p.. Como f.o.p. es una enfermedad desconocida, nos encontramos con distintas respuestas por parte de las mujeres que la padecen, dependiendo de las enfermedades concomitantes que pueden afectar las respuestas inmunes: resfríos, situaciones de stress, infecciones urinarias, infecciones respiratorias, otitis, sinusitis, etc. Como las pacientes recibirán con frecuencia tratamientos médicos con antibióticos, estas situaciones son las que multiplican y complican las respuestas del ovario al infinito.

Las mamas La mama es un órgano relacionado con la sexualidad y la maternidad por las modificaciones que presenta en su función. Por ser un órgano con clara acción hormonal, pero externo y llamativo, que define la belleza femenina, es normalmente sobre valorado por los varones y por las propias mujeres, puesto que significa un porcentaje importante del éxito de la feminidad. Este factor ha motivado todo tipo de intervenciones para que luzca en medidas óptimas de tamaño, consistencia y formas, emulando un prototipo de belleza. De esta manera, se le otorga una importancia que escapa a sus funciones fundamentales: participar, debido a su sensibilidad, en la sexualidad y en la 96

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

alimentación de la cría en el post parto; y para ello debe tener algunas características que le permitan cumplir estas funciones. Muchas mamas lucen espectaculares pero no se pueden tocar porque están extremadamente sensibles. Hay otras que lucen en óptimas condiciones de forma y tamaño, pero no logran saciar el apetito del bebé, porque de alguna manera la mujer está con una deficiente función del ovario, lo cual le impide una lactancia adecuada o como muchas dicen: «soy puro envase», pues el niño queda con hambre y deben darle relleno. Lo normal es que la glándula mamaria inicie su desarrollo con las primeras secreciones hormonales al inicio de la pubertad y antes de la menarquia; y complete el desarrollo con la maduración hormonal propia de la mujer. En este momento pueden suceder trastornos propios de f.o.p., que tienen que ver con producción hormonal inadecuada y que se traducirán en pechos poco desarrollados, o de gran desarrollo, respetando el componente hereditario, siempre y cuando la madre, o sus parientes mujeres, no hayan tenido los mismos problemas que presenta la adolescente. Cuando el ciclo ovárico es normal, la producción de estrógenos y progesteronas son perfectas, una vez logrado el desarrollo, la mama tiene un ciclo propio que acompaña al ovario y que termina con la menstruación en condiciones de absoluta regularidad. Su consistencia es muy similar al «flan de la abuela» y debe reflejar la sensibilidad inherente, que es parte del estímulo sexual. Estas características suelen perderse por producción inadecuada de hormonas, provocando mamas que, por exceso de estrógenos o déficit de progesteronas, no tienen un equilibrio perfecto, propio de la mujer sana. Se transforma entonces en una mama que tiene tendencia a fluctuar en demasía

97

mujer, sexo fuerte

durante el ciclo menstrual, y no quedar en equilibrio al presentarse la menstruación. De manera que va acumulando en los ciclos anormales elementos fibrosos o quísticos que le dan mayor consistencia, y al mismo tiempo hipersensibilidad, que en casos extremos llega al dolor espontáneo. Así, es muy frecuente que las mujeres vayan cambiando el tipo de prenda interior. Los sostenes deportivos son usados porque son más firmes, y de alguna manera les calman las molestias, puesto que fijan la mama a la parrilla costal, también recurren a ellos las pacientes a las que, producto de sus desórdenes hormonales cíclicos, les han crecido las mamas de tal manera que se acomplejan. Vestidas con esta prenda disimulan el volumen. En casos extremos, hay pacientes que los usan para dormir, porque es tanto el dolor que se despiertan al moverse en la cama. Esta enfermedad es conocida con el nombre de mastopatía fibroquística, displasia mamaria, mama reactiva, mama fibrosa, etc. En realidad es parte de un mismo problema: secreción inadecuada de hormonas, producida por una incapacidad del ovario para hacer su trabajo; en el fondo, es una secreción incorrecta de hormonas que daña no solo la mama sino también a cada uno de los órganos blancos hormono-sensibles, hormonodependientes, su cuerpo y su mente . Existe la creencia cultural que una mama densa o dura es una mama joven, apetecible e incluso cómoda porque hasta puede prescindir del sostén, pero esta creencia dificulta aceptar que tras esa belleza hay una nueva enfermedad: f.o.p.

98

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

La menstruación Ha sido clásico llamar a la menstruación «regla», porque se entiende que su presencia o ausencia define de alguna manera sanidad o enfermedad. La presencia de regla es en general sinónimo de mujer sana. Al no presentar problemas en su regularidad no se duda de que esa mujer en particular esté sana. Sin embargo, la regla per se va acompañada de una cantidad de fenómenos que le son propios y, en último término, de una producción adecuada de hormonas por el ovario, que influyen en la mujer desde el cabello a las uñas del pie. En todos estos efectores de hormonas, u órganos hormono-dependientes, se presentan signos y síntomas cuando la producción de hormonas no es la correcta. Considero el colmo que lograr una regla con anticonceptivos sea considerado como el máximo éxito en una mujer que era irregular o carecía de reglas, mientras no se ha solucionado el problema fundamental que es su f.o.p. El mayor problema es que, culturalmente, para la mujer tener la regla como sea, en este caso lograda con anovulatorio, es apreciado como signo de sanidad. Por esta situación, si sólo miramos la regla, dejamos fuera una gran cantidad de elementos de diagnóstico, de signos más o menos complejos que acompañan al «fenómeno regla», y que son también importantes, ya que la única forma de llegar a una evaluación plena del proceso hormonal femenino, es evaluando como un todo la mayor cantidad de señales que siguen la producción hormonal del ciclo menstrual. La ausencia de regla, en oposición a lo anterior, ¿quién duda que no esté relacionada con una enfermedad, o por lo menos, con un embarazo? Esta evidencia simplista del concepto 99

mujer, sexo fuerte

menstruación, que es además, por su evidencia, muy fácil de evaluar, nos ha confundido simplificando la observación y, en último término, nos ha impedido mirar de manera global otro tipo de factores para evaluar sanidad. Pienso que no son sólo la falta de regla o la presencia de esta las únicas consideraciones fundamentales para cuantificar funciones. Mi accionar se orientó a la evaluación de las modificaciones que se producen en los órganos blancos. Especialmente puse atención en el útero y las mamas, en la forma tradicional, con palpación, observación y además con ultrasonografía. De esta forma pude disponer de elementos que ayudaran a una mejor comprensión de las modificaciones que sufren estos blancos hormonales y su relación con las distintas enfermedades que pueden padecer las mujeres. Esto me permitió incorporar más elementos y avanzar más allá de los síntomas, para incrementar el conocimiento de las enfermedades del sexo femenino.

La menopausia La menopausia es un proceso normal en la vida de la mujer, que merece un capítulo aparte y que se caracteriza por el término de la producción de óvulos por el ovario, por ausencia de folículos. Es el fin de las menstruaciones. Como proceso normal, es vivido en forma diferente por la mujer sana, quien no presenta grandes síntomas y va poco a poco perdiendo las condiciones propias producto de la secreción hormonal. Distinta es la situación de la mujer que llega a la menopausia con un historial de múltiples falencias, o en algún momento de ella, a causa de f.o.p. Estas mujeres han pasado más de la mitad de sus vidas enfermas. El problema es grave para la mujer 100

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

que ve irse sus últimas menstruaciones y acabarse toda expectativa, porque de alguna manera entiende que con esta situación, si no hubo respuestas antes, ahora la cosa es aún peor, pues se terminan todas sus posibilidades. Entra en la menopausia consciente del significado de esta etapa, en la que decaerán todas sus funciones. Algunas de estas mujeres no completaron su realización en maternidad o en sexualidad, o en estabilidad emocional. La situación inherente al cambio de vida producido por la menopausia se vuelve hasta terrorífica, por la falta de realizaciones. Ellas caen en una menopausia, por decir lo menos, tormentosa. Al intentar ser compensadas hormonalmente, por lo general exacerban sus problemas, y por último dicen que tienen intolerancia a las hormonas, aumentando el sufrimiento. No obstante, cuando estas pacientes son correctamente diagnosticadas y tratadas de su f.o.p., no tienen problema alguno para someterse a un tratamiento de reemplazo hormonal. Su tolerancia a las hormonas se transforma en respuestas absolutamente normales, que logran finalmente cambiar su calidad de vida. Se debe hacer terapias secuenciales con estrógenos y progesteronas, lo más parecido a su ciclo hormonal natural, y así obtener reglas que no tengan mayores síntomas. En estos casos, tampoco se manifiestan los problemas que se presentaban antes de la menopausia. Después del tratamiento las mujeres se sienten rejuvenecidas, es casi como si volvieran a nacer o como un «re-vivir». Actualmente, con los progresos de la medicina, el avance de la ciencia y la tecnología, las expectativas de vida sin producción de hormonas son cada día mayores, pueden ser de 30 o más años; por lo tanto, creo que esta visión es de gran importancia.

101

mujer, sexo fuerte

La mujer que hace una menopausia tormentosa, porque llega a esta etapa de la vida enferma, no es candidata a terapia de reemplazo hormonal, ya que lo único que conseguirá es acentuar la sintomatología que estuvo presente durante su vida hasta ese momento. Si se trata y se mejora de la f.o.p., será posible mejorar su calidad de vida haciendo una terapia de reemplazo hormonal, adecuada a sus carencias, con dosis que deben ser probadas en cada paciente hasta obtener los resultados buscados. Lo expuesto también deja abierta la posibilidad para la mujer de conocer y disfrutar una sexualidad plena, en una edad avanzada, y darse cuenta que puede ser beneficiosa para ella y su pareja; puesto que el hombre también ha recibido distintos tratamientos para mantener su sexualidad activa, pudiendo ambos compartirla y disfrutarla a plenitud. Además, los avances en estabilidad emocional le permiten mejorar su calidad de vida y la maternidad, en el sentido de mejorar la relación de la madre con los hijos. Hay tres grandes dificultades para tratar a este grupo de mujeres con f.o.p.: 1.

2.

Lo único que valora la mujer enferma que tiene la menopausia es que terminará el sufrimiento que le provoca la regla. La dificultad mayor con este grupo de mujeres se presenta porque hasta hoy los ginecólogos hemos dado terapia de reemplazo hormonal con las bondades que ello tiene, sin discriminar entre mujer sana y mujer enferma, lo cual ha traído consecuencias evidentes, que han llevado a despres-

102

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

3.

tigiar el uso de hormonas, que en el grupo de las enfermas de f.o.p. causan estragos. Como tener regla después de la menopausia es vivido como incómodo, o desagradable, y han esperado llegar a la menopausia para gozar el beneficio de no tenerla, las mujeres que optan por la terapia de reemplazo hormonal y exigen una terapia continua antinatural para no tener regla, alteran lo que era su producción hormonal normal, lo que aporta beneficios, claro que evidentemente trae más riesgos.

Estas tres dificultades tienen un trasfondo ético, porque a las consultas llegan las mujeres solicitando ayuda a sus diversos malestares. Entonces el facultativo se convierte en administrador de los gustos y preferencias de las consumidoras de hormonas, desconociendo que no es lo mismo prolongar una función que cambiar una función a la pinta propia, de otra manera, con o sin regla.

¿Es lo recurrente característica de sanidad? Los líquidos o secreciones que muchas mujeres expelen a través de la vagina, y que suelen tener variadas características, ya que suelen cambiar en cuanto a consistencia y también en cuanto a olores, han sido considerados normales. Algunos llegan a ser muy fuertes. Usar, por esto, permanentemente los distintos protectores que ofrece el mercado a casi nadie le parece una anomalía. A mí no me parece correcto. Es un fenómeno que no debe ocurrir. Pienso que no es ni normal ni natural que una mujer tenga esta perdida de líquidos, porque creo que un 103

mujer, sexo fuerte

aparato genital sano no debe tener secreciones de ningún tipo. Sólo puede haber secreciones cuando estas responden a estímulos sexuales o durante la ovulación con el fin de fecundarse, y deben tener características muy precisas: transparentes, cristalinas, incoloras e inodoras. Es tanta la falta de conocimientos que hay en este tema concreto que muchas mujeres, en mi consulta, relatan no tener problemas de lubricación relacionados con su sexualidad. Al insistir en el tema, e intentar aclarar si esa secreción sólo se les produce frente al estímulo sexual y después desaparece, o, si por el contrario, es una secreción que las acompaña siempre y que las obliga a usar protectores todos los días, ellas reconocen que es una secreción permanente y algunas incluso bromean y dicen que están «siempre listas» para el acto sexual. Ante esto, debo explicarles que esas secreciones equivalen a las bronquiales, esas que normalmente se eliminan por la boca y que revelan que tienen un resfrío o un cuadro respiratorio más profundo. Cuando acuden a mi consulta pacientes con este tipo de problemas, que piensan que es algo normal y natural, yo les realizo las siguientes preguntas: Si anduviera moquillenta por varios días o por varias semanas, para qué decir meses, se preocuparía y consultaría un médico, ¿verdad? Y si ese médico no le resuelve el problema, ¿iría a otro, no? ¿Quedaría conforme si le dijeran que la solución es comprarse cientos de pañuelos desechables al mes? ¿No pensaría que es anormal tener tanta flema? ¿No pensaría que algo está dañado en su aparato respiratorio? ¿Y que si ese mal se prolonga en el tiempo le puede acarrear consecuencias imprevistas y peligrosas?

104

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

Por otro lado, ¿qué pasaría si consultara a un médico, debido a que padece una incontinencia de orina por esfuerzo y éste le dijera que la solución es usar permanentemente pañales? ¿O aceptaría, si tuviera una hipersecreción de saliva debido a alguna irritación de las glándulas salivales, que le recomendaran el uso del babero de forma permanente y definitiva? Pienso que a la pérdida de líquido vaginal no se le ha dado el verdadero valor que tiene por parte de las mujeres; quizás por una situación cultural. Como ha sido trasmitido de generación a generación como algo normal, se ha aceptado el hecho como algo «propio de las mujeres». Creo que también es posible que el pudor haya jugado en contra para que este padecimiento no haya tenido más trascendencia. Lo otro ha sido la incapacidad para conversarlo. Aunque conversarlo la mayoría de las veces tampoco sirve, porque la respuesta ante esta inquietud es la misma: «pero niña, si eso es lo más normal» o «eso viene con el desarrollo». Otro factor que a las pacientes les lleva a subvalorar esta anomalía es el complejo funcionamiento del aparato genital femenino. El que cumpla varias funciones de las que destaco: la maternidad y la sexualidad, lleva a confusión a muchas mujeres. Claro, porque tanto la maternidad como la sexualidad, de alguna manera tienen ciclos que les son propios, y ambos se acompañan de secreciones transparentes y cristalinas. En un caso para facilitar la fecundación, coincidiendo con la ovulación, y en el otro caso para facilitar el acto sexual coincidiendo con la excitación. Estas secreciones son propias de la fisiología femenina, pero han desorientado a las mujeres, lo que las ha llevado a hacer una mezcolanza o un revoltijo entre una situa-

105

mujer, sexo fuerte

ción verdaderamente normal y sana y otra que no tiene nada de normal y menos de sana. Al descubrir f.o.p. me di cuenta que las secreciones tenían causas más profundas. Este mal ha permanecido tan anónimo, tan subterráneo y tan inadvertido, a pesar de que al examinar a la paciente y observar la vagina y el cuello uterino se suele ver en estos casos que hay inflamaciones. Entonces, tradicionalmente se suele recurrir a un tratamiento local con algún óvulo o alguna crema o, en el mejor de los casos, a algún comprimido, ya sea para la afectada o para la pareja si el caso se hace refractario. Lo que no se suele hacer es la pregunta que para mí es vital, ¿cómo está el ovario?

Conductas de la mujer Algunos casos de lesbianismo El lesbianismo es una de las posibilidades donde una mujer enferma puede emigrar al no tener satisfacciones sexuales con un varón, o al tener relaciones que le son dolorosas. Aquí no hay que equivocarse. El problema no es psicológico, como piensan muchos. El problema es solamente físico. Si a esa mujer se le sana, abandona automáticamente el reino de Lesbos y vuelve a heterosexualidad, en el caso de que la motivación de su origen sea ligada a f.o.p. Y esta opinión viene avalada por los resultados que he tenido en esta materia. Son muchas las mujeres que han llegado a mi consulta declarando tener parejas del mismo sexo y que después de ser tratadas han roto con ellas para emparejarse con varones.

106

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

¿Por qué estas mujeres derivaron hacia el lesbianismo y por qué, posteriormente, llegaron a la heterosexualidad? Porque antes su cuerpo, su mente y su aparato genital no estaban preparados para la sexualidad y después, tras el tratamiento, sí. Así de sencillo. La experiencia amorosa le resulta muy traumática a la muchacha que inicia la actividad sexual y no está suficientemente impregnada de hormonas. Antes, cuando el aparato genital no estaba apto, las relaciones con un hombre resultaban dolorosas y, por tanto, traumáticas. Se optaba entonces por relaciones en que el goce se obtenía, no por la penetración, sino por el roce, por la fricción y por la masturbación mutua. Al sanar a esa mujer, al mejorarla de sus infecciones, que son al final la causa de esos inconvenientes, se deja su aparato genital curado permitiéndole no sólo no tener molestias con la introducción del pene, sino grandes satisfacciones al ser penetrada. Esa mujer, que al estar enferma también tenía su estabilidad emocional dañada, deja entonces de tener interés en personas de su mismo sexo y comienza a buscar pareja en el sexo contrario. El desconocimiento de la situación de sanidad de la mujer puede ser causa de desorientaciones de todo tipo. Puedo describir pacientes sodomitas, lesbianas y ninfomaníacas, que con el adecuado tratamiento han recuperado su sanidad y han logrado una sexualidad plena. Incluso mujeres que en algún minuto en la entrevista previa señalaron que tenían una sexualidad muy buena, después de ser tratadas no lograban comprender su nuevo estado, al ser mucho mejor de lo experimentado antes del tratamiento.

107

mujer, sexo fuerte

Este tema es tremendamente conflictivo, complejo y difícil de tratar, porque las personas que de alguna manera han padecido estos trastornos tienen el estigma de haber sido clasificadas con un apelativo violento, que cambió la percepción de sí mismas y de su vida. Sólo la experiencia de haber conseguido cambiar a muchas mujeres que habían hecho en su vida lo que su estado de salud les posibilitó, es decir, la experiencia del lesbianismo, permite tener claridad para comprender adecuadamente este costoso estigma que llevan. Por no tener una solución a su problema, aceptan una incompleta que las satisface, pero que nunca va a ser comparable a la respuesta natural. Es muy frecuente, en el caso de las lesbianas, que tengan experiencias sexuales con varones. Éstas son muy traumáticas porque su aparato genital no está adecuado para la sexualidad. Han aceptado la relación sodomita con sus parejas estables, y algunas se han quedado en esta situación, y han soportado la sexualidad vaginal sólo para concebir hijos y no deteriorar la relación familiar. Otras han alternado contactos homosexuales en los que no haya introducción ni molestias; además, estos contactos pueden ser causa y consecuencia de una relación con otra mujer también enferma de f.o.p., lo que no les trae más plenitud que masturbación mutua logrando orgasmos o multiorgasmos cuando prolongan los estímulos ad infinitum. Las respuestas pueden ser satisfactorias, pero siempre dentro de los límites de un acto de masturbación, que no se puede comparar con una respuesta heterosexual plena, para la que su organismo no está apto antes del tratamiento.

108

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

Mujeres ninfomaníacas Al haber tratado por años pacientes ninfomaníacas, tengo la tranquilidad de saber que sus males corresponden a una forma de f.o.p., que de alguna manera exacerba el deseo en estas mujeres, que en su mayoría logran orgasmos incompletos muy superficiales. Incluso algunas que son multiorgásmicas, después de ser tratadas y mejoradas, comparan las nuevas repuestas en forma tremendamente satisfactoria, y esa búsqueda de algo que no encuentran, y que por fin logran, las libera totalmente y se acaba su enfermedad.

En camino a la sexualidad plena Al definir a la mujer sana establecí entre los requisitos que ella fuera capaz de disfrutar en todo su esplendor y magnitud la sexualidad plena. Pienso que es muy difícil suponer que en forma arbitraria, o porque sí, a algunas mujeres se les ha marginado de este don. Que de manera aleatoria, a muchas mujeres se les ha notificado que ellas no están hechas para gozar de los privilegios del sexo. Que la naturaleza caprichosamente ha repartido el apetito sexual y la accesibilidad a los orgasmos sin dificultad y de manera expedita, como quien reparte un naipe, y que a algunas les han tocado las cartas buenas y a otras las malas. Me niego a pensar que las cosas puedan suceder de este modo. Sobre todo en aspectos tan fundamentales, tan decisivos, tan amarrados con el núcleo y el motor más cardinal de la persona, la humanidad, el reino animal y de toda la creación.

109

mujer, sexo fuerte

Desde mi punto de vista, respaldada esta por cientos de casos que me ha tocado tratar, cada vez que una mujer me ha consultado por problemas sexuales me he encontrado con una mujer enferma. Una mujer que está enferma porque produce hormonas de manera inadecuada. Una vez solucionada la complicación, esa mujer, que de alguna manera estaba mutilada, transforma su sexualidad en un hecho normal y pleno. Un aparato genital femenino convenientemente estimulado, con hormonas en secreción correcta y adecuada no tendría por qué no sentir ni responder a todo el gozo sexual que la naturaleza tiene reservada a la mujer. Dicho al revés, es prácticamente imposible lograr respuestas correctas en un aparato genital insuficientemente estimulado por las hormonas sexuales, por lo tanto, poco desarrollado y, por ello, no apto para cumplir su rol. Un aparato genital de esas características, con desequilibrios hormonales, significa que está enfermo y si está enfermo tendrá muchas dificultades para disfrutar a plenitud del sexo. En el correcto desempeño hormonal está el verdadero secreto del disfrute sexual que deben de tener las mujeres. No creo en traumas o «trancas» psicológicas. Mis años de experiencia profesional me han demostrado una y otra vez, que una paciente que acude a la consulta con desequilibrios hormonales, seguro que no disfruta del sexo, y que una vez que se le resuelve el problema de los desequilibrios hormonales el apetito sexual y los orgasmos comienzan a fluir con naturalidad. A la mujer con problemas sexuales se la ha rotulado de muchas maneras. Entre otras de anorgásmica, frígida, infantil, portadora de vaginismo o heredera de una educación castrante. El problema de asignar tal variedad de apelativos para unos

110

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

síntomas cuya causa es una sola no es inocuo y tiene, a mi parecer, una trascendencia lamentable para ellas. Claro, porque según el apelativo con que las timbren así será el carril por el que serán conducidas. Un carril tendrá un letrero que diga «frías», otro «herederas de una educación castrante», y así sucesivamente. Al final de cada recorrido estará esperándolas alguien que se supone especialista en ese «alias» determinado. Al tratarlas, intentarán corregir los síntomas sin ir a las causas de esos trastornos. Al no lograr mejoría, a esa paciente, en otra consulta, le darán otro apelativo y la conducirán por un nuevo carril con resultados que serán similares a la vez anterior. Y así el peregrinaje de esa mujer de consulta en consulta y de carril en carril continuará de manera desesperada, onerosa y agotadora, sin lograr nunca la mejoría. Cuando una mujer sufre de problemas sexuales no sólo ella recibe denominaciones que se parecen a estigmas. Su pareja también las sufre. A los hombres se les suele acusar de poco viriles, o de impotentes, o de eyaculadores precoces, de poco atentos o de ir «directo a la papa», sin preámbulos; o de «conejito», «upa chalupa», etc. Todas estas etiquetas, que más parecen cargos y acusaciones que nombres de enfermedades, desaparecen en mi consulta una vez que se logra mejorar la función ovárica y con eso la impregnación hormonal adecuada. Con ello se borran de un plumazo todos los calificativos anteriores. Una vez que la mujer sana se produce algo muy curioso. Esa mujer anorgásmica, pareja de un eyaculador precoz, se transforma, de repente, por arte de birlibirloque, en multiorgásmica, y él en un ejemplo de virilidad. Esa pareja, antes, lo había intentado todo según las indicaciones de diferentes especialistas

111

mujer, sexo fuerte

pero sin resultados positivos. Ellos habían fomentado las caricias en la etapa inicial del proceso erótico, habían ejercitado la contención del varón y otros recursos más, sin obtener nunca resultados verdaderamente satisfactorios. El motivo por lo que esa pareja no obtenía mejorías definitivas era porque al desconocer la causa del problema no se atacaba la raíz del mismo. La causa del problema no era la pareja. No era la duración de la erección del varón. El problema lo llevaba ella: las infecciones ováricas que le ocasionaban desequilibrios hormonales. Una vez que esa mujer logró participar en el juego amoroso en condiciones de sanidad, todo cambió, todo mejoró. Ciento por ciento. El desconocimiento de f.o.p. trae consecuencias graves por la falta de respuesta a los tratamientos tradicionales. Es por eso que muchas mujeres, pensando que su insatisfacción sexual es causa de su pareja, deciden buscar otra, aniquilando de esa manera una familia, con las consecuencias dramáticas que eso tiene. Los beneficios de una pareja estable y, por extensión, de una familia estable, no sólo son rentables, en términos emocionales y hasta económicos, para los miembros de esa familia sino que para todo el país. Otro dividendo que se gana cuando una pareja logra la plenitud sexual lo recibe directamente la mujer, ya que se evita la posibilidad de un peregrinar en la búsqueda de lo que nunca encuentra, esclavizándola a una rueda que gira y gira pero que no llega a ninguna parte. Este tema, vital para la realización personal, ha sido largamente debatido en cientos de trabajos científicos. Como los conceptos que propongo de mujer sana y f.o.p. no se han incorporado a la literatura, los esfuerzos para solucionar el pro-

112

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

blema no han dado en el blanco, porque sólo consiguen que la mujer que sufre termine por aceptar lo inaceptable, que es «creer que es por naturaleza así».

Dos consecuencias ineludibles a propósito de la cura de f.o.p.: la mujer sana y el mundo laboral Ya hemos destacado la relevancia que tiene la mujer sana en las relaciones familiares. Cómo cambia el ambiente cuando la mujer se siente bien y entrega lo mejor de sí misma a su pareja, a sus hijos y a sus cercanos. Y hemos visto que la causa de las enfermedades del sexo femenino generalmente se encuentra en su ovario y en una producción inadecuada de hormonas. Entonces también podemos afirmar que una mujer sana, con su ovario y sus hormonas funcionando de buena forma, también se reflejará en el mundo laboral. Con sorpresa me fui dando cuenta, al tratar mujeres con f.o.p., que no podían con su vida y todo las superaba. Después de ser tratadas y mejoradas, entre risas contaban con qué facilidad podían cumplir muy bien los tres roles que definen a una mujer sana y además cómo mejoraba su rendimiento laboral en general. f.o.p. ha negado a las mujeres, por estar enfermas, una serie de competencias laborales, y ha provocado que sean catalogadas de ineptas para ciertos desempeños donde se requiere estabilidad emocional, cuando lo que en realidad sucede es que están enfermas. ¿Cuántas veces entramos a ciertas oficinas y nos topamos con funcionarias que no pueden desempeñar bien su función? 113

mujer, sexo fuerte

¿Cuán frustrante puede ser para las personas un ambiente laboral conflictivo, donde las cosas se enredan por situaciones poco explicables? Si en una organización se pudiera detectar a las mujeres que tienen f.o.p., luego tratarlas y mejorarlas, estoy seguro de que la productividad y el desarrollo económico de dicha organización tendría un salto cualitativo, ya que mejoraría no sólo la productividad de esas mujeres, sino también la de sus parejas, a quienes transmiten toda su carga emocional. Con el tiempo sería necesario realizar estudios estadísticos para discriminar qué consecuencias tiene para el mundo laboral el hecho de contar con mujeres sanas y enfermas revueltas, contrastadas con grupos de enfermas ya tratadas. ¿Qué importancia cuantificable en el rendimiento y en la producción tiene para una nación el hecho de poder contar con una definición de mujer sana? Quizás la discriminación de sueldos y salarios no sea sólo la conservación de tradiciones culturales sino la existencia de una enfermedad hasta hoy desconocida, donde por las mujeres enfermas se ha definido a todo el género, y por ellas todas las mujeres han recibido históricamente salarios menores frente a la misma labor. Este desequilibrio entre sueldos lógicamente se ha construido en la oscuridad del conocimiento de f.o.p., es lógico pensar que una vez resuelto este problema la mujer, «el sexo fuerte», va ha tener por lo menos salarios iguales o mayores que el hombre.

114

capítulo iv: en busca de una sexualidad femenina plena

Violencia intrafamiliar En mi consulta he recibido cientos de parejas con experiencias de maltrato y violencia intrafamiliar. Al tratar a la mujer con f.o.p., pude comprobar por sus testimonios y relatos, que las cosas son ahora más fáciles, que empiezan a tener respuestas más normales, que se suaviza la relación y se facilita la convivencia. En el plano sexual también relatan cambios significativos, porque la mujer empieza ahora a tener deseo, que antes no existía. Y a pesar de los múltiples problemas como golpes, insultos, negación de dinero, borracheras, infidelidades conocidas por ella, le resulta más fácil satisfacer el deseo con su compañero de siempre, porque comprende que ella era la causa y consecuencia de lo que de alguna manera ella verbaliza como «yo lo obligué». Aunque parezca inaceptable lo antes dicho, multiples experiencias con parejas me han demostrado que la violencia entre ellos se genera en el desconocimiento de que esa mujer se encuentra con f.o.p., es decir está enferma y tiene tratamiento. Al tomar conocimiento los consultantes de la situación, la mayoría de los hombres en ese instante tienen una reacción de acogida, manifestándolo con acciones como, dándoles un beso, tomándoles la mano, la abrazan con ternura y hasta lloran juntos. No faltan lo más osados que exclaman con alivio, «¡luz al final del túnel!». Y ven que existe la posibilidad de tratar y revertir lo que les está pasando. Después de tantos testimonios con el mismo desenlace, o parecidos con pequeñas variantes, no tengo duda que existe una relación innegable entre f.o.p. y algunos tipos de violencia intrafamiliar de diversas expresiones. Hay antecedentes jurídicos de no haber condenado un crimen ejecutado por una mujer bajo síndrome premenstrual. Lo 115

mujer, sexo fuerte

más seguro es que esa mujer tenía f.o.p. Esto revela en extremo cómo no tener conocimiento de esta nueva patología: f.o.p. oculta y nubla la causa orgánica del desorden mental desde donde se invalida la justicia. Hoy, parte de la violencia intrafamiliar puede explicarse por enfermas de f.o.p., ya que se genera un círculo vicioso intolerable, en el que se van sumando maltratos, abusos de alcohol, drogas , incesto, etc., provocando una escalada de violencia que puede terminar en casos extremos, como en el asesinato. Como una forma de avanzar, sería interesante investigar, especialmente para este problema de violencia, en la sexualidad de esas mujeres, y esto no porque estabilidad emocional y maternidad plena no sean importantes sino porque la sexualidad sería un aspecto más fácil de abordar con el simple hecho de consultar la frecuencia sexual de la pareja, con encuestas o entrevistas personales. En mi experiencia clínica, cuando la frecuencia es de tres veces por semana o más, y deseada por la mujer, no exciten problemas de violencia; al contrario, cuando es menos frecuente y generalmente forzada, sí se genera violencia intrafamiliar. La mayoría de las mujeres tratadas en mi consulta por la ausencia de deseo llegaban a una «actitud de cumplir» para conservar la pareja, lo cual cada vez se hacía más difícil, por el dolor que sentían y la ausencia de placer.

116

Capítulo V Experiencias para compartir

Mitos que dificultan el tratamiento de f.o.p. 1. 2. 3. 4. 5. 6.

7.

8.

Pechos duros: «es mama sana y bella». Secreción vaginal permanente: «estoy siempre lista». La regla regular: «sinónimo de sanidad». Tener síndrome premenstrual: «igual a ser mujer». La mujer sana que funciona con plenitud sexual en la cultura popular es castigada como «enferma de caliente». Como las espinillas no son, ni han sido, signos de belleza alguna, atentan contra el tratamiento, cuya presencia indica camino hacia la sanidad, porque al brotar espinillas, esto implica que se está cumpliendo el proceso de crecimiento o maduración hormonal, que nunca se había hecho. Una mujer que no se ha desarrollado generalmente tiene «carita de guagua», representando menos edad de la que tiene, lo cual es socialmente muy valorado, pero nadie sospecha que tras esa carita de guagua no hay una mujer, hay una niña enferma. Las curvas hormonales aceptadas como normales por todos, después de los conceptos expuestos que nos obligaran a obtener nuevas discriminando sanas / enfermas, pierden sin duda valor.

Cambiando la vida: historias destacadas de pacientes Con mis primeras pacientes comenzaron a suceder hechos impactantes, que me mostraron que yo no sabía nada de las mujeres y que todos los mitos que decían que eran débiles, inestables,

119

mujer, sexo fuerte

hasta incapaces, eran un mal cuento, porque tratadas me mostraron la tremenda fuerza que les dio la naturaleza para cumplir y disfrutar sus roles. Con este conocimiento llegué a concluir los tres roles con que definí a la mujer sana en el capítulo 1, gracias a la sorpresa que me dieron las mujeres tratadas. Actualmente ellas continúan agradeciendo este cambio de vida, que se relaciona con la recuperación integral de sus capacidades naturales para poder cumplir con los roles propios de una mujer. Hoy tengo muy claro lo que sucede con el ovario, y esto se debe también a la oportunidad de escuchar y observar cómo la intervención en este produce cambios, que las pacientes empezaron a expresar y que se manifiestan hasta hoy. No faltaron los maridos, novios, parejas que llegaban con un regalo, como forma de expresar su satisfacción por los cambios en su compañera. Por este motivo, en un primer momento, al mejorar el desorden hormonal se producen en cadena: embarazos, mejores respuestas sexuales y mejor calidad de vida familiar, producto de la estabilidad emocional de aquellas mujeres, efecto sin duda del tratamiento realizado. Quiero relatar aquellos casos extremos y dramáticos que me impresionaron. Estos casos, por sus características, me llevaron a las primeras reflexiones y observaciones sobre el desempeño del ovario en condiciones normales, y cómo un ovario enfermo, que no desarrolla su función, puede modificar la vida de la mujer.

Un caso especial El caso que más recuerdo fue el primero que me mostró que existían relaciones entre fallas de la función del ovario y los roles descritos. Se trataba de una paciente religiosa. Ella pade120

capítulo v: conclusiones y experiencias para compartir

cía de severas hemorragias y se encontraba en tratamiento por su anemia. Un médico internista le recomendó que me visitara. En la primera consulta, en que fui descubriendo claros síntomas de f.o.p., y luego de practicarle un examen de rutina la sometí a tratamiento. En controles sucesivos ella me confidenció que estaba bastante cambiada y que no podía controlar el despertar de sus impulsos sexuales. Al tiempo se casó con un viudo. Le atendí dos partos y posteriormente perdí contacto con ella.

Una mujer virgen Otra interesante experiencia ocurrió en 1983. Traté a una profesional muy eficiente, que a los 33 años, soltera, era virgen. Su única preocupación consistía en ser la mejor en el trabajo. Para lograr este objetivo hacía uso de sus escasas fuerzas. Después del tratamiento se embarazó de un joven bastante menor que ella. El galán desapareció y tuvo que asumir la maternidad sin pareja. Mejoró ostensiblemente su calidad de vida, y no se hizo mayores problemas con respecto a su situación, en tiempos que no era usual ni bien visto quedar embarazada y no casarse. Es interesante observar de qué manera esa mujer, que hasta los 33 años había sido una fiel conservadora, con ciertos valores que pasaban a ser banderas de lucha en su existencia, con una intervención a nivel orgánico quiebra de un solo golpe todo aquel mundo construido a partir de su desorden hormonal y comienza una nueva vida.

Matrimonio no consumado Otro caso relevante fue el de una mujer de 26 años que llevaba tres de casada. En esos tres años le había sido imposible 121

mujer, sexo fuerte

consumar el acto sexual. Todo el contexto de la joven pareja era un infierno. El marido estaba transformado prácticamente en un ser indefinido que dudaba de su potencia sexual. Ellos habían consultado a urólogos, asumiendo que el problema era del varón. Nunca pensaron que el problema era de ella. Buscando respuestas visitaron ginecólogos, psicólogos y psiquiatras antes de confirmarles que el problema era de la mujer. Tenía múltiples síntomas que podían catalogarse como desorden hormonal con irregularidad menstrual, caracterizado por falta de reglas que se habían ausentado hasta por ciento ochenta días. Se le diagnosticó un vaginismo extremo que impedía el acto sexual. Al llegar a mi consulta era imposible realizarle el examen rectal, ya que la mujer no lo aceptaba bajo ninguna condición. Mostraba pocas características femeninas, con mamas pequeñas, escaso vello púbico y una vulva poco desarrollada. Le diagnostico f.o.p. y la trato, logrando a los seis meses un cambio notable en su apariencia externa y en sus caracteres sexuales secundarios. Alrededor del año post tratamiento la pareja logra un embarazo. Atendí su parto por vía vaginal, sin presentar problemas de ningún tipo en los controles posteriores. Es interesante este caso, puesto que al focalizar de alguna manera el problema nos encontramos que la paciente había realizado una pubertad muy incompleta, casi imperceptible, sin presentar los cambios propios de esa época, continuando así por años. Aunque presentaba menstruaciones intermitentes, no lograba modificaciones de su físico, las que pudo lograr al terminar el tratamiento. Junto a esas respuestas viene el cambio conductual y de calidad de vida. Este caso extremo me permitió considerar otro gran número de pacientes que antes no conseguía apreciar, donde las mujeres lograron cambios puberales insuficientes.

122

capítulo v: conclusiones y experiencias para compartir

Una joven peculiar Recuerdo el caso de una jovencita de 18 años; estudiante universitaria, muy buena alumna, pero de aspecto singular: su pelo era corto erizado y rojo intenso, teñido, además mostraba tatuajes y piercing en su cuerpo (boca, ombligo, nariz, orejas, etc.), vestía con atuendos poco usuales, incluso para sus pares. Además, al examinarla llamaba la atención su delgadez y la falta de desarrollo mamario, como también el poco interés por el sexo opuesto. Este caso es muy frecuente entre las jovencitas que padecen f.o.p. y manifiestan en distintos grados e intensidad los siguientes síntomas: dificultades para relacionarse en todos los ámbitos de su vida, actitudes estrafalarias para llamar la atención o para conseguir aceptación y valoración de su entorno. Estas muchachitas expresan actitudes límites que les pueden provocar anorexia o bulimia; practican deportes extremos, manifiestan conductas extravagantes, sufren depresiones y cuadros conductuales más serios. Si se comparan con sus pares se dan cuenta de que algo está fallando, pero nunca podrán saber lo que realmente les sucede. En realidad están compitiendo en desigualdad de condiciones frente a sus pares. Esta desigualdad es producto de una impregnación hormonal inadecuada de los órganos blancos hormono-dependientes que, como reciben un nivel hormonal menor al correspondiente, no logran la estabilidad necesaria. Así, uno se encuentra con pacientes incompletamente desarrolladas a distintas edades. Si es a los 15 años, no hay grandes secuelas; pero si se descubre recién a los 20 años hay secuelas, y a medida que pasan los años se hacen más serias. Sin embargo, el concepto básico, aquel que nos debe permitir cambiar nuestras conductas, y que no debemos perder de vista, son las carac123

mujer, sexo fuerte

terísticas físico-psicológicas de la «niña-mujer», quien siempre tendrá un aspecto muy juvenil y un comportamiento inadecuado con relación a su edad. Otra situación frecuente se da en la mujer que ha presentado una pubertad completa, que posteriormente se enferma del ovario y desarrolla una f.o.p. Esta situación manifiesta diversos síntomas similares a los de la menopausia. Por tratarse de una falla parcial, continúa con reglas y cumpliendo sus roles femeninos, donde aparecen ciertas dificultades para cumplirlos, puesto que la producción inadecuada de hormonas no alcanza para mantener los resultados alcanzados en su crisis puberal. Ella va distinguiendo un progresivo deterioro en sus funciones. La cantidad de síntomas y signos son los mismos de una mujer en período menopáusico, más algunos cambios que son más tenues y que dependen directamente del grado de falla que presente el ovario. Si es una falla muy importante, incluso puede llegar a establecer una menopausia prematura; pero si la falla en la producción hormonal es pequeña, sólo va a presentar síntomas menos llamativos, como percepción inadecuada al frío o al calor, dolor de mamas, trastornos del carácter, trastornos de personalidad, del deseo y placer sexual, además de algunas actitudes para llamar la atención. Hoy tengo la certeza absoluta que cuando el ovario no realiza la crisis puberal completa, esas mujeres van por el mundo con sus falencias y trastornos hormonales, con diferentes intensidades, viviendo una existencia que no es más que una caricatura de su real potencial, para desempeñar los roles básicos antes mencionados de la condición de mujer sana: estabilidad emocional, maternidad y sexualidad plenas.

124

capítulo v: conclusiones y experiencias para compartir

Estoy totalmente convencido de la importancia que tiene para la mujer realizar una crisis hormonal a plenitud; puesto que muchos de los problemas que afectan a la mujer en el curso de su vida tienen como base esta patología que significa tener mujeres a medias, a cuartos o a octavos de su potencialidad. Estas mujeres presentan serios problemas de adaptación a sus condiciones de estudiante, amiga, pareja, hija, en síntesis, de persona.

125

Conclusiones Esta nueva mirada que hoy propongo: la definición de mujer sana y f.o.p., abre una gran oportunidad y un desafío a la práctica médica, por un lado, y a las mujeres que hoy padecen múltiples dolencias y que aún no encuentran respuesta. Muchas mujeres han vivido sus vidas sin saber en qué consistían sus males. En este libro he dado a conocer mi experiencia, las distintas disfunciones y he identificado dónde se encuentra la falla. Esta nueva visión invita a todos los que quieran involucrarse, especialmente a los médicos y a las nuevas generaciones, para que confirmen, refuten o amplíen las afirmaciones que aquí planteo. Este breve trabajo sobre la definición de la «mujer sana» y f.o.p. significa para mí poner al mundo de pie y comprender que la sanidad de la mujer va desde el ovario al cerebro y a todo su cuerpo, magnificando toda la potencialidad de su género, del que la humanidad poco conoce. El día que conozcamos a la mujer será cuando hayamos puesto al ovario en el sitial que se merece, para devolver la sanidad a la mujer enferma, la que le otorga una vida plena. Con los dos conceptos a los que he llegado, mujer sana y f.o.p., se simplifican totalmente una gran cantidad de patologías, que han sido por años grandes problemas para el bienestar de la mujer.

127

mujer, sexo fuerte

Por otra parte, esta interpretación de mujer sana abre un mundo de interrogantes, como las siguientes: ¿Qué sucedería, al nivel de salud pública, si mujeres enfermas, que desconocen su estado, son diagnosticadas y tratadas, y por lo tanto, encaminadas a superar otras dolencias? õ ¿Será igual la salud de un niño o niña, nacidos de una mujer que padece f.o.p., que si nacen de una mujer sana? õ ¿Cuál será la consecuencia, para el mundo laboral, que mujeres diagnosticadas con f.o.p. y tratadas irrumpan con su fuerza original? õ

La cantidad de preguntas que se pueden hacer, antes y después de lo expuesto, sin duda escapa a la magnitud de esta exposición. Mis observaciones han sido posibles gracias a los relatos de tantas mujeres que confiaron en mi visón y en mi tratamiento, y que con su fidelidad ayudaron a este descubrimiento.

128

Este libro se terminó de imprimir en los talleres digitales de

RIL® editores Teléfono: 225-4269 / [email protected] Santiago de Chile, mayo de 2010 Se utilizó tecnología de última generación que reduce el impacto medioambiental, pues ocupa estrictamente el papel necesario para su producción, y se aplicaron altos estándares para la gestión y reciclaje de desechos en toda la cadena de producción.

Rodrigo Forés Vega

MUJER SEXO FUERTE

Esta es una nueva forma de mirar a la mujer como totalidad, definiendo las enfermedades más frecuentes que la empujan a perder sus condiciones innatas. Desde un enfoque novedoso, basado en la ginecología y la sexología, Forés Vega presenta algunos problemas femeninos recurrentes y aporta algunas claves de solución. Además, se trata de un planteo basado en el amor, la admiración y el respeto hacia el género que, para el autor, está en el origen de la vida y la felicidad.

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF