Monografia de Platon
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CARATULA
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO
INDICE
INTRODUCCIÓN Platón quiso dar a conocer sus ideas en el mundo, él fue un filósofo que desarrolló una intensa e interesante actividad intelectual, con la feliz coincidencia de que fue el primero y de quien se conserva toda su obra: 34 diálogos y 13 cartas. Platón tuvo mayor influencia en su trayectoria y el destino del pensamiento occidental nació en Atenas el año 428 a.C. Viajo por Megara y conoció al sabio Euclides, se dedicó a viajar ya que se sintió muy afectado por la muerte de Sócrates. Cuatro son las tendencias filosóficas más importantes que encontramos en la obra de platón: la de Heráclito, la de los pitagóricos, los eleatas y, por supuesto, la de Sócrates. Para resolver el problema político, así entiende platón, se hace necesaria la garantía de un conocimiento que supere las pasiones y los intereses particulares, es decir, que se coloque por encima de la opinión. Uno de los más importantes temas sobre su obra es La teoría de la reminiscencia y la inmortalidad del alma es que si el hombre permaneciera en la sensibilidad es como si no existiera, o estuviera en estado de sueño, prisionero de su cuerpo. Es más, el cuerpo es el sepulcro del alma; en cambio, cuando el hombre se distancia de la corporalidad y de su limitaciones, alejándose a la vez de los sentidos, comienza a dialogar con el alma; entonces logra encontrar en su alma aquellas ideas que le permite conocer. La dialéctica es considerada por platón como el arte de conversar destinado a lograr conocimientos verdaderos. Por medio de ella se convierte la simple conversación en una verdadera ciencia, estos son solo algún adelanto de los temas que quiso dar a conocer platón y que en el contenido del trabajo serán desarrollados con más claridad.
PLATÓN, VIDA – OBRA Y
SUS APORTES A LA HUMANIDAD
Platón (c. 428-c. 347 a.C.), fue un filósofo griego y uno de los pensadores más originales e influyentes en toda la historia de la filosofía occidental. La figura de Platón resulta indispensable para la comprensión de la historia del pensamiento occidental. El objetivo de la filosofía, así como la propia esencia del filósofo en el sistema platónico, son los temas que aborda Emile Bréhier en el siguiente texto. Lo que constituye la unidad de todas estas formas, lo que, de algún modo, las necesita, es el deseo de determinar el puesto del filósofo en la ciudad y su misión moral y social. En la Grecia de aquel entonces, el filósofo no se definió jamás por comparación con los demás tipos de especulación, científicos o religiosos, sino más bien por su relación y sus diferencias con el orador, el sofista y el político. La filosofía es el descubrimiento de una nueva forma de vida intelectual que, por lo demás, no puede separarse de la vida social. Los diálogos nos describen esa vida y, con ella, los dramas y comedias que de ella han surgido. En ciertos aspectos, esa filosofía chocaba con las costumbres sólidamente implantadas en la Grecia de la época, y era inevitable que se produjesen conflictos, cuya consecuencia trágica fue la muerte de Sócrates. ¿Qué es el filósofo? Platón ofrece muchas descripciones. En el Fedón (64 e ss.) es el hombre que se ha purificado de las taras del cuerpo, que no vive más que para el alma y no teme a la muerte, puesto que, ya en esta vida, su alma está separada del cuerpo. En el Teeteto (172 c-177 c) es el hombre torpe y poco diestro en sus relaciones con los hombres, que no encontrará nunca su puesto en la sociedad humana y carecerá de influencia en la ciudad. En la República, es el jefe de la ciudad y es precisamente él quien, en las Leyes (X, 909 a), se convierte en esa especie de inquisidor que, deseando «la salvación del alma» de los ciudadanos, impone a los habitantes de la ciudad la creencia en los dioses
de la misma bajo la amenaza de prisión perpetua. Es, por fin, el entusiasta e inspirado del Fedro (224 a ss.) y del Banquete (210 a). En esas descripciones sucesivas hay dos rasgos dominantes que parecen contradecirse; por una parte, el filósofo debe «huir de aquí», purificarse, vivir en contacto con realidades que el sofista o el político ignoran; por otra parte, debe construir la ciudad justa, cuyas relaciones sociales reflejen las relaciones exactas y rigurosas que constituyen el objeto de la ciencia. El filósofo es, por una parte, el sabio retirado del mundo y, por otra, el sabio y justo, el verdadero político que da leyes a la ciudad. El propio Platón ¿no fue, a la vez, fundador de la Academia, amigo de los matemáticos y astrónomos y, por otra parte, consejero de Dión y de Dionisio, el tirano? Además, si como filósofo fue el inventor o promotor de una lógica rigurosa, también fue el inspirado cuyo espíritu permanecería estéril sin el impulso de Eros, y que no podría engendrar sino en lo bello; la discusión razonada se desdobla en una dialéctica del amor que se traduce en efusiones líricas y contemplaciones místicas. Sabio y místico, filósofo y político, son rasgos generalmente separados y que no volveremos a encontrar unidos, a través de esta historia, sino en algunos grandes reformadores del siglo XIX. Por eso es importantísimo comprender bien lo que constituye su vínculo de unión.
1. Vida Originalmente llamado Aristocles, Platón (apodo que recibió por el significado de este término en griego, ‘el de anchas espaldas’) nació en el seno de una familia aristocrática en Atenas. Su padre, Aristón, era, al parecer, descendiente de los primeros reyes de Atenas, mientras que su madre, Perictione, descendía de Dropides, perteneciente a la familia del legislador del siglo VI a.C. Solón. Su padre falleció cuando él era aún un niño y su madre se volvió a casar con Pirilampes, colaborador del estadista Pericles. De joven, Platón tuvo ambiciones políticas pero se desilusionó con los gobernantes de Atenas. Más tarde fue discípulo de Sócrates,
aceptó su filosofía y su forma dialéctica de debate: la obtención de la verdad mediante preguntas, respuestas y más preguntas. Aunque se trata de un episodio muy discutido, que algunos estudiosos consideran una metáfora literaria sobre el poder, Platón fue testigo de la muerte de Sócrates durante el régimen democrático ateniense en el año 399 a.C. Temiendo tal vez por su vida, abandonó Atenas algún tiempo y viajó a Megara y Siracusa. En el 387 a.C. Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo considerada como la primera universidad europea. Ofrecía un amplio plan de estudios, que incluía materias como Astronomía, Biología, Matemáticas, Teoría Política y Filosofía. Aristóteles fue su alumno más destacado. Con la intención de conjugar la filosofía y la posibilidad de aplicar reformas políticas viajó a Sicilia en el año 367 a.C., para convertirse en tutor del nuevo tirano de Siracusa, Dionisio II el Joven. El experimento fracasó. Platón todavía realizó un tercer viaje a Siracusa en el 361 a.C., pero una vez más su participación en los acontecimientos sicilianos tuvo poco éxito. Pasó los últimos años de su vida impartiendo conferencias en la Academia y escribiendo. Falleció en Atenas a una edad próxima a los 80 años, posiblemente en el año 348 o 347 a.C.
2. Obra La obra de Platón. Agrupación en bloques de las principales obras. El conjunto de la obra que ha llegado hasta nosotros bajo el nombre de Platón comprende 41 diálogos, la Defensa de Sócrates, 13 cartas, y las Definiciones. Tan vasta producción ha sido clasificada en diversas ocasiones siguiendo variados criterios: Diógenes Laercio distinguió entre diálogos especulativos, prácticos, ejercitativos, polémicos,etc. Aristófanes de Bizancio los agrupó en cinco trilogías. Trásilo los distribuye en nueve tetralogías. En época moderna las divisiones se basan en criterios de anterioridad o
posterioridad a la fundación de la Academia, en diálogos socráticos y postsocráticos, etc. Sin embargo no todas estas obras pertenecen a Platón, hay algunas apócrifas y otras que parecen no ser auténticas: teniendo en cuenta criterios internos, como la coincidencia del contenido de la obra con la concepción filosófica de Platón, igualdad de estilo, etc, y externos, como la atribución de la obra por varios autores, o su cita en otra obra del mismo Platón, se consideran apócrifos varios de los diálogos del corpus platonicum y las Definiciones. En cuanto a las cartas se admite la VII como suya. Queda por resolver el problema de la cronología de los diálogos. Los criterios de contenido, léxicos, estilométricos, edad de los personajes, etc, solo han conducido a clasificaciones globales de época inicial, de madurez y tardía del filósofo, que no precisan la cronología entre los diálogos de cada grupo.
Tomando
como
referencia
los
distintos
viajes
a
Sicilia,
FRIEDLÄNDER establece la siguiente sucesión:
Entre la muerte de Sócrates y su primer viaje a Sicilia: Laques, Cármides, Eutifrón, Lisis, Protágoras, Hipias Menor, Ión, Hipias Mayor, Apología, Critón y Gorgias.
Entre el primer y segundo viajes: Menón, Crátilo, Eutidemo, Menéxeno, Banquete, Fedón, República, Fedro, Parménides y Teeteto.
Entre el segundo y tercer viajes: El Sofista y El Político.
Posteriores al tercer viaje: Filebo, Timeo, Crítias y Las Leyes. También la carta VII.
La influencia de Platón a través de la historia de la filosofía ha sido inmensa. Su Academia existió hasta el año 529, en que fue cerrada por orden del emperador bizantino Justiniano I, que se oponía a la difusión de sus enseñanzas paganas. El impacto de Platón en el pensamiento judío es obvio
en la obra del filósofo alejandrino del siglo I Filón de Alejandría. El neoplatonismo, fundado en el siglo III por el filósofo Plotino, supuso un importante desarrollo posterior de las ideas de Platón. Los teólogos Clemente de Alejandría, Orígenes y san Agustín de Hipona fueron los primeros exponentes cristianos de una perspectiva platónica. Las ideas platónicas tuvieron un papel crucial en el desarrollo del cristianismo y también en el pensamiento islámico medieval. Durante el renacimiento, el primer centro de influencia platónica fue la Academia Florentina, fundada en el siglo XV cerca de Florencia. Bajo la dirección de Marsilio Ficino, sus miembros estudiaron a Platón en griego antiguo. En Inglaterra, el platonismo fue recuperado en el siglo XVII por Ralph Cudworth y otros que se dieron a conocer como la Escuela de Cambridge. La influencia de Platón ha llegado hasta el siglo XX de la mano de pensadores como Alfred North Whitehead, que una vez le rindió tributo al describir la filosofía como una simple “serie de anotaciones de Platón”. Los escritos de Platón adoptaban la forma de diálogos, a través de las cuales se exponían, se discutían y se criticaban ideas filosóficas en el contexto de una conversación o un debate en el que participaban dos o más interlocutores. El primer grupo de escritos de Platón incluye 35 diálogos y 13 cartas. Se ha cuestionado la autenticidad de algunos diálogos y de la mayoría de las cartas. 2.1. Los primeros diálogos: Los diálogos platónicos pueden ser divididos en cuatro etapas de composición. La primera representa el intento de Platón de comunicar la filosofía y el estilo dialéctico de Sócrates. Algunos de esos diálogos tienen el mismo argumento. Sócrates se encuentra con alguien que dice saber mucho, él manifiesta ser ignorante y pide ayuda al que afirma saber. Sin embargo, conforme Sócrates empieza a hacer preguntas, se hace patente que quien se dice sabio realmente no sabe lo que afirma saber y que Sócrates aparece como el más sabio de los dos personajes porque, por lo menos, él sabe que no sabe nada. Ese conocimiento, por supuesto, es el principio de la sabiduría. Dentro de este
grupo de diálogos se encuentran Eutifrón (una consideración sobre la naturaleza de la piedad y la religión), Laques (una búsqueda del significado del valor), Cármides (un intento por definir la templanza), la Apología de Sócrates (donde narra la defensa que de sí mismo ejerció Sócrates en el juicio que le condujo a la muerte) y Protágoras (una defensa de la tesis de que la virtud es conocimiento y que es posible aprenderla). 2.2. Diálogos de transición, madurez y vejez. Los diálogos de los periodos intermedio y último de la vida de Platón reflejan su propia evolución filosófica. Las ideas de esas obras se atribuyen al propio Platón, aunque Sócrates sigue siendo el personaje principal en muchas de ellas. Los escritos del periodo de transición abarcan, entre otros diálogos, Gorgias (una reflexión sobre distintas cuestiones éticas), Menón (una discusión sobre la naturaleza del conocimiento), Lisis (una discusión sobre la amistad) y el libro I de La República (una discusión sobre la justicia). Entre sus diálogos de madurez cabe citar El Banquete (destacada realización dramática de Platón que contiene varios discursos sobre la belleza y el amor), Crátilo (sobre el lenguaje), Fedón (escena de la muerte de Sócrates, en la que discute sobre la teoría de las ideas, la naturaleza del alma y la cuestión de la inmortalidad), Fedro (sobre la belleza y el amor) y los libros II al X de La República (que constituyen una detallada discusión sobre la naturaleza de la justicia). Entre los trabajos del periodo de vejez se encuentran Teeteto (una negación de que el conocimiento tiene que ser identificado con el sentido de percepción), Parménides (una evaluación crítica de la teoría de las ideas), El Sofista (una reflexión posterior sobre las ideas o las formas), Filebo (discusión sobre la relación entre el placer y el bien), Timeo (ideas de Platón sobre las ciencias naturales y la cosmología) y Las Leyes (un análisis más práctico de las cuestiones políticas y sociales). 3. Teoría de las ideas
El centro de la filosofía de Platón lo constituye su teoría de las formas o de las ideas. En el fondo, su idea del conocimiento, su teoría ética, su psicología, su concepto del Estado y su concepción del arte deben ser entendidos a partir de dicha perspectiva. 3.1. Teoría del conocimiento La teoría de las ideas de Platón y su teoría del conocimiento están tan interrelacionadas que deben ser tratadas de forma conjunta. Influido por Sócrates, Platón estaba persuadido de que el conocimiento se puede alcanzar. También estaba convencido de dos características esenciales del conocimiento. Primera, el conocimiento debe ser certero e infalible. Segunda, el conocimiento debe tener como objeto lo que es en verdad real, en contraste con lo que lo es sólo en apariencia. Ya que para Platón lo que es real tiene que ser fijo, permanente e inmutable, identificó lo real con la esfera ideal de la existencia en oposición al mundo físico del devenir. Una consecuencia de este planteamiento fue su rechazo del empirismo, la afirmación de que todo conocimiento se deriva de la experiencia. Pensaba que las proposiciones derivadas de la experiencia tienen, a lo sumo, un grado de probabilidad. No son ciertas. Más aun, los objetos de la experiencia son fenómenos cambiantes del mundo físico, por lo tanto los objetos de la experiencia no son objetos propios del conocimiento. La teoría del conocimiento de Platón quedó expuesta principalmente en La República, en concreto en su discusión sobre la imagen de la línea divisible y el mito de la caverna. En la primera, Platón distingue entre dos niveles de saber: opinión y conocimiento. Las declaraciones o afirmaciones sobre el mundo físico o visible, incluyendo las observaciones y proposiciones de la ciencia, son sólo opinión. Algunas de estas opiniones están bien fundamentadas y otras no, pero ninguna de ellas debe ser entendida como conocimiento verdadero. El punto más alto del saber es el conocimiento, porque concierne a la razón en vez de a la experiencia. La razón, utilizada de la forma debida, conduce a ideas que son ciertas y los
objetos de esas ideas racionales son los universales verdaderos, las formas eternas o sustancias que constituyen el mundo real. El mito de la caverna describe a personas encadenadas en la parte más profunda de una caverna. Atados de cara a la pared, su visión está limitada y por lo tanto no pueden distinguir a nadie. Lo único que se ve es la pared de la caverna sobre la que se reflejan modelos o estatuas de animales y objetos que pasan delante de una gran hoguera resplandeciente. Uno de los individuos huye y sale a la luz del día. Con la ayuda del Sol, esta persona ve por primera vez el mundo real y regresa a la caverna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta ese momento son sombras y apariencias y que el mundo real les espera en el exterior si quieren liberarse de sus ataduras. El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo físico de las apariencias. La escapada al mundo soleado que se encuentra en el exterior de la caverna simboliza la transición hacia el mundo real, el universo de la existencia plena y perfecta, que es el objeto propio del conocimiento. 3.2. Naturaleza de las ideas La teoría de las ideas se puede entender mejor en términos de entidades matemáticas. Un círculo, por ejemplo, se define como una figura plana compuesta por una serie de puntos, todos equidistantes de un mismo lugar. Sin embargo, nadie ha visto en realidad esa figura. Lo que la gente ha visto son figuras trazadas que resultan aproximaciones más o menos acertadas del círculo ideal. De hecho, cuando los matemáticos definen un círculo, los puntos mencionados no son espaciales, sino lógicos. No ocupan espacio. No obstante, aunque la forma de un círculo no se ha visto nunca —y no se podrá ver jamás— los matemáticos y otros sí saben lo que es. Para Platón, por lo tanto, la forma de círculo existe, pero no en el mundo físico del espacio y del tiempo. Existe como un objeto inmutable en el ámbito de las ideas, que sólo puede ser conocido mediante la razón. Las ideas tienen mayor entidad que los
objetos en el mundo físico tanto por su perfección y estabilidad como por el hecho de ser modelos, semejanzas que dan a los objetos físicos comunes lo que tienen de realidad. Las formas circular, cuadrada y triangular son excelentes ejemplos de lo que Platón entiende por idea. Un objeto que existe en el mundo físico puede ser llamado círculo, cuadrado o triángulo porque se parece (“participa de” en palabras de Platón) a la idea de círculo, cuadrado o triángulo. Platón hizo extensiva su teoría más allá del campo de las matemáticas. En realidad, estaba más interesado en su aplicación en la esfera de la ética social. La teoría era su forma de explicar cómo el mismo término universal puede referirse a muchas cosas o acontecimientos particulares. La palabra justicia, por ejemplo, puede aplicarse a centenares de acciones concretas porque esos actos tienen algo en común, se parecen a, participan de, la idea de justicia. Una persona es humana porque se parece a, o participa de, la idea de humanidad. Si humanidad se define en términos de ser un animal racional, entonces una persona es humana porque es racional. Un acto particular puede considerarse valeroso o cobarde porque participa de esa idea. Un objeto es bonito porque participa de la idea, o forma, de belleza. Por lo tanto, cada cosa en el mundo del espacio y el tiempo es lo que es en virtud de su parecido con su idea universal. La habilidad para definir el término universal es la prueba de que se ha conseguido dominar la idea a la que ese universal hace referencia. Platón concibió las ideas de manera jerárquica: la idea suprema es la de Dios que, como el Sol en el mito de la caverna, ilumina todas las demás ideas. La idea de Dios representa el paso de Platón en la dirección de un principio último de explicación. En el fondo, la teoría de las ideas está destinada a explicar el camino por el que uno alcanza el conocimiento y también cómo las cosas han llegado a ser lo que son. En lenguaje filosófico, la teoría de las ideas de Platón es tanto una tesis epistemológica (teoría del conocimiento) como una tesis ontológica (teoría del ser). 4. Teoría política
La República, la mayor obra política de Platón, trata de la cuestión de la justicia y por lo tanto de las preguntas ¿qué es un Estado justo? y ¿quién es un individuo justo? El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases. La estructura económica del Estado reposa en la clase de los comerciantes. La seguridad, en los militares, y el liderazgo político es asumido por los reyesfilósofos. La clase de una persona viene determinada por un proceso educativo que empieza en el nacimiento y continúa hasta que esa persona ha alcanzado el máximo grado de educación compatible con sus intereses y habilidades. Los que completan todo el proceso educacional se convierten en reyes-filósofos. Son aquellos cuyas mentes se han desarrollado tanto que son capaces de entender las ideas y, por lo tanto, toman las decisiones más sabias. En realidad, el sistema educacional ideal de Platón está, ante todo, estructurado para producir reyes-filósofos. Asoció las virtudes tradicionales griegas con la estructura de clase del Estado ideal. La templanza es la única virtud de la clase artesana, el valor es la virtud de la clase militar y la sabiduría caracteriza a los gobernantes. La justicia, la cuarta virtud, caracteriza a la sociedad en su conjunto. El Estado justo es aquel en el que cada clase debe llevar a cabo su propia función sin entrar en las actividades de las demás clases. Platón aplicó al análisis del alma humana un esquema semejante: la racional, la voluntad y los apetitos. Una persona justa es aquella cuyo elemento racional, ayudado por la voluntad, controla los apetitos. Existe una evidente analogía con la estructura del Estado anterior, en la que los reyes-filósofos, ayudados por los soldados, gobiernan al resto de la sociedad. La política platónica no ignora la realidad empírica ni se propone destruirla, sino que quiere asumirla, sólo que para ponerla en contra de ella misma. Lo decisivo del proyecto metafísico es la posición de un lugar fundante ‘por encima’ de lo dado. Los ámbitos de la realidad – physis, pólis- que se habían
presentado al pensamiento –los presocráticos, los sofistas, los trágicos- con toda su densidad ontológica y preñados de movimiento, diferencias y contradicciones, ya no dan cuenta de sí y tienen que ser sostenidos desde otro lugar. Platón sabe perfectamente que no hay otro lugar para la política que la polis empírica, pero le niega toda creatividad genuina. Su espontaneidad se convierte en el crecimiento de la multiplicidad y la apariencia. Ésta es la pesada herencia del platonismo (esto es, de la metafísica), que descalifica de entrada cualquier posibilidad de que lo dado pueda jugar desde sí, y le impone ser moldeado desde otro lado. La verdad tiene que ser encontrada en un lugar ‘más arriba’ y desde allí debe ser organizado lo inmediato. No importa la propuesta política concreta, el verdadero contenido es el establecimiento de estos planos. Con ellos se establece un horizonte ‘autoritario’ o ‘totalitario’ que pretende disolver toda particularidad y toda finitud positiva colectiva o individual. Dentro de ese horizonte no puede haber juegos de amor y lucha, ni crecimiento orgánico, ni deliberación y elección de fines finitos y múltiples, ni atención a la oportunidad (al kairós, clave de la política sofística). El dios, y no el hombre, es la medida de todas las cosas (Leyes 716c). Por supuesto, lo dado, lo sensible, lo empírico, el cuerpo, la ciudad de los hombres, es un dato primario e imposible de suprimir, y Platón lo sabe. Política platónica: el hombre es un ser social que solo alcanza su perfección en la ciudad, de modo comunitario. El Estado es el único capaz de armonizar y dar consistencia a las virtudes individuales. Platón diseña la estructura de su República ideal compuesta de tres clases sociales: los filósofos, los guerreros y los artesanos. Los primeros tienen el mando y gobierno general, pues su virtud es la sabiduría, los guerreros velan por el orden y la defensa (su virtud es la fortaleza), y los artesanos, pueblo llano, son dirigidos por la templanza, virtud que ha de ser común a todos 5. Ética
La teoría ética de Platón descansa en la suposición de que la virtud es conocimiento y que éste puede ser aprendido. Dicha doctrina debe entenderse en el conjunto de su teoría de las ideas. Como ya se ha dicho, la idea última para Platón es la idea de Dios, y el conocimiento de esa idea es la guía en el trance de adoptar una decisión moral. Mantenía que conocer a Dios es hacer el bien. La consecuencia de esto es que aquel que se comporta de forma inmoral lo hace desde la ignorancia. Esta conclusión se deriva de su certidumbre de que una persona virtuosa es realmente feliz y como los individuos siempre desean su propia felicidad, siempre ansían hacer aquello que es moral. 6. Arte Platón tenía una idea antagónica del arte y del artista aunque aprobara algunos tipos de arte religioso y moralista. Su enfoque tiene que ver una vez más con su teoría de las ideas. Una flor bonita, por ejemplo, es una copia o imitación de las ideas universales de flor y belleza. La flor física es una reproducción de la realidad, es decir, de las ideas. Un cuadro de la flor es, por lo tanto, una reproducción secundaria de la realidad. Esto también significa que el artista es una reproducción de segundo orden del conocimiento y, en realidad, la crítica frecuente de Platón hacia los artistas era que carecían de un conocimiento verdadero de lo que estaban haciendo. La creación artística, observó, parecía tener sus raíces en una inspirada locura. 7. Influencia La influencia de Platón a través de la historia de la filosofía ha sido inmensa. Su Academia existió hasta el año 529, en que fue cerrada por orden del emperador bizantino Justiniano I, que se oponía a la difusión de sus enseñanzas paganas. El impacto de Platón en el pensamiento judío es obvio en la obra del filósofo alejandrino del siglo I Filón de Alejandría. El neoplatonismo, fundado en el siglo III por el filósofo Plotino, supuso un importante desarrollo posterior de las ideas de Platón. Los teólogos
Clemente de Alejandría, Orígenes y san Agustín de Hipona fueron los primeros exponentes cristianos de una perspectiva platónica. Las ideas platónicas tuvieron un papel crucial en el desarrollo del cristianismo y también en el pensamiento islámico medieval. Durante el renacimiento, el primer centro de influencia platónica fue la Academia Florentina, fundada en el siglo XV cerca de Florencia. Bajo la dirección de Marsilio Ficino, sus miembros estudiaron a Platón en griego antiguo. En Inglaterra, el platonismo fue recuperado en el siglo XVII por Ralph Cudworth y otros que se dieron a conocer como la Escuela de Cambridge. La influencia de Platón ha llegado hasta el siglo XX de la mano de pensadores como Alfred North Whitehead, que una vez le rindió tributo al describir la filosofía como una simple “serie de anotaciones de Platón”. 7.1. Influencia de la Filosofía Política de Platón y Aristóteles Los condicionantes internos y externos de la filosofía política. Aunque la presunción en la que se basaba la obra de Platón -que las relaciones humanas pueden ser objeto de estudio racional y ser sometidas a una dirección inteligente- o los principios éticos más generales de la teoría política de Aristóteles -la convicción de que el estado debe ser una relación entre ciudadanos libres moralmente iguales, mantenida con arreglo a la ley y basada en el consentimiento y la discusión más que en la fuerza- no han desaparecido nunca de la filosofía política europea. No obstante, la filosofía griega no ejerció influencia inmediata ni en el terreno práctico ni en el teórico. Las ideas de Platón y Aristóteles se vinculaban estrechamente con el destino de la ciudad-estado. Cuando la polis fue sustituida por los más vastos imperios de Macedonia y Roma, quedaron al descubierto las premisas parroquiales de sus ideas: Entre ellas cabe destacar: - de la homogeneidad racial de la población;
- la magnitud óptima de la comunidad política; - y una estructura social que ofreciera a una parte reducida de la población tiempo disponible para los asuntos políticos. La asociación en que pensaban era "política" por diversas razones: - Llenaba necesidades que ninguna otra asociación podía colmar; - Reflejaba una parte de la vida del individuo que éste vivía en común con otros hombres; - Era un todo compuesto por contribuciones mensurables efectuadas por sus miembros. Platón y Aristóteles eran conscientes de que ninguna ciudad griega había realizado los ideales que ellos creían implícitos en la ciudad-estado. De no haber tenido presente con toda claridad en sus pensamientos la necesidad de crítica y corrección, nunca habrían intentado analizar la sociedad en que vivían, ni distinguir sus perversiones de sus éxitos. Pero aunque el planteo fuese crítico, seguían creyendo que en la ciudad-estado se daban en cierta medida las condiciones necesarias para una vida buena. En consecuencia, su crítica era fundamentalmente amistosa. La asociación, en suma era política porque se relacionaba con temas de interés común, y porque todos los integrantes tomaban parte en una vida común (la vida buena implicaba la participación en la vida del estado). La ciudad estado estaba concebida como moralmente autárquica. Pero el miedo y la desconfianza a lo "externo" eran el acompañamiento psicológico de una incapacidad de pensar políticamente en términos de un área más vasta que la polis. No obstante, se intentaron establecer ciertos procedimientos para adaptar la vida de la polis a las nuevas circunstancias, tales como el ordenamiento "isopolítico", donde el ciudadano de una ciudad gozaba de ciudadanía en todas las ciudades miembros; la forma conocida como "simpolítica", donde el ciudadano de cada ciudad lo era, además, de la
unión federal. De todos modos la práctica del federalismo exigía un conocimiento de técnicas de difícil aplicación, como es el caso de la aplicación de una política exterior que representara a varios estados en lugar de uno sólo, qué patrón utilizar para asignar representantes ante los organismos deliberativos y ejecutivos, cómo distribuir los impuestos y administrar un tesoro común. La identificación de la actividad política con la paideia -es decir, con la educación moral y cultural de los integrantes de la sociedad, y su corolario, la creencia de que la extensión de la polis significaba la destrucción de la única dimensión en la cual era posible profundizar la paideia de aquellos- fue puesta a prueba en el curso del siglo IV, cuando, debido a las presiones persas y macedónicas, los griegos comenzaron a advertir que las guerras intestinas entre ciudades griegas exponían a todo el mundo helénico a la dominación extranjera. Políticos como Gorgias, Isócrates y Demóstenes intentaron alertar a los griegos respecto de la urgente necesidad de superar las rivalidades surgidas del particularismo de la ciudad estado (el título helenos se aplica a quienes comparten nuestra cultura). El sentimiento pan-helénico se basaba fundamentalmente en el temor hacia los bárbaros persas y se puso de manifiesto en cómo más tarde Isócrates imploraría a Filipo de Macedonia a que se elevara hasta el sentido de lo griego (338 a.C.). Las clases acomodadas estaban por lo general al lado de Macedonia, y ésta es una razón importante de por qué los elementos más prósperos tendían a ver con complacencia el auge del poder de Filipo. Los grupos democráticos tenían mayor patriotismo local. El auge de Macedonia obligó a reconocer dos hechos que ya existían, pero que Platón y Aristóteles habían pasado por algo en gran parte. Uno de ellos era el de que la ciudad-estado era demasiado pequeña y belicosa para gobernar aún el mundo griego y que ningún perfeccionamiento posible hubiera sido capaz de hacerla congruente con la economía del mundo en que vivía. El segundo hecho era el de que, dadas las relaciones económicas y culturales que habían existido desde
hacía mucho tiempo entre las ciudades griegas y su hinterland asiático, la supuesta superioridad política de los griegos sobre los bárbaros no era viable en el Mediterráneo oriental. El surgimiento del Imperio Macedónico en el siglo IV a.C. inauguró una era de organización en gran escala, que alcanzó más tarde su más plena expresión en el estado mundial romano. Así, la polis ya no era el núcleo político significativo, eclipsada por formas estatales gigantescas, carentes de los atributos de sociedades vigorosamente políticas. La creciente disparidad entre las nuevas realidades de la vida política y los criterios políticos del pensamiento griego clásico, provocaron una crisis intelectual que persistió hasta el advenimiento del cristianismo. A partir de la época helenística, se intentó repetidamente adaptar las categorías del pensamiento clásico a una situación sin precedentes, en la cual masas de hombres, dispersos a grandes distancias y de diferentes razas y culturas, habían sido reunidos en una única sociedad y eran gobernados por una única autoridad. En el terreno de la filosofía política el desdén y la oposición comenzó a manifestarse de un modo más o menos vertebrado. La forma común adoptada por esas diversas filosofías de protesta o indiferencia -y su significación alarmante en los siglos IV y III a.C.- sólo puede ser comprendida teniendo presente la presunción ética que había tras de todo lo que Platón y Aristóteles escribieron acerca del estado. Y esa presunción consistía en que una vida buena implica la participación en la vida del estado. Por consiguiente, la esencia de la protesta consistió en negar dicha presunción. La autarquía que Platón y Aristóteles habían concebido como atributo del estado, pasa a serlo del ser humano considerado como individuo. El bien se convierte en algo que no es estrictamente concebible dentro de los confines de la ciudad-estado -un bien de intimidad y retraimiento-. Aunque la vida de las ciudades griegas siguió siendo activa mucho después de la conquista macedónica del siglo IV a.C., las realidades de la existencia exigían repensar por entero la naturaleza de lo político. Aunque el
vocabulario griego subsumiera la diminuta polis y las ligas de ciudades desparramadas bajo una palabra única: koinon, no se podía dejar de advertir que la ciudad denotaba una asociación intensamente política, en tanto que las ligas, monarquías e imperios subsiguientes a la declinación de la polis eran organizaciones esencialmente apolíticas. En consecuencia, mientras que la teoría política griega había tenido como tarea histórica descubrir y definir la naturaleza de la vida política, tocó al pensamiento helenístico y romano posterior redescubrir el significado que podía tener la dimensión política de la existencia en una era imperial. La expansión de Roma, desde una ciudad-estado típicamente pequeña hasta un enorme imperio, se llevó a cabo primordialmente durante el período de la república. El intento de gobernar este enorme espacio conservando los valores e instituciones de una pequeña comunidad política impuso al sistema graves presiones. Al mismo tiempo, las exigencias de espacio y los objetivos institucionales era acompañada por una intensificación del conflicto y la rivalidad políticos. Antes la lealtad provenía de un sentimiento de participación común; ahora debía centrarse en una común reverencia hacia el poder personificado. La persona del gobernante servía de meta para las lealtades, de centro común que vinculaba las partes dispersas del imperio. Esto se conseguía transformando la monarquía en un culto y rodeándolo con un complicado sistema de signos, símbolos y devoción. La "actividad política visual" de una época anterior, cuando los hombres podían ver y sentir las formas de la acción pública y establecer comparaciones significativas con su propia existencia, daba paso a la "actividad política abstracta", la actividad política desde la distancia, en que los hombres eran informados acerca de acciones públicas poco o nada semejantes a la economía doméstica ni a los problemas de mercado. En este sentido, los símbolos eran indicadores esenciales de la existencia de una autoridad. La megalópolis había desplazado a la polis; y en esta nueva dimensión espacial resultaba
anacrónica la antigua concepción de la asociación política, tal como la mantenida mediante una amistad entre familiares. Es lógico que el ocaso de la ciudad-estado pondría de manifiesto sentimientos de rechazo. Una actitud derrotista, una desilusión y una tendencia a apartarse de la vida pública y crearse una vida privada en la que los intereses públicos tuviesen un papel pequeño y aún negativo, se tradujo en que una carrera política pasó a resultar algo indiferente o incluso una desgracia real. El fracaso obligó por primera vez a los hombres a crear ideales de carácter personal y de felicidad privada de un tipo tal que un griego educado en los ideales de la ciudad-estado difícilmente podría considerar como una renuncia. Dentro de estas corrientes se destacan, los epicúreos, los cínicos y los estoicos. La importancia de su vida en la formación de su pensamiento político fue capital, porque siempre estuvo encaminada a la implantación de su Estado Ideal, cosa que intento sin conseguirlo, donde los ideales de justicia, solidaridad, orden, moderación, virtud y leyes ecuánimes imperaran. Además, siguiendo los pasos de su maestro Sócrates, fundó la Academia para dedicarse a la enseñanza de sus teorías. Por último decir que la muerte de Sócrates, víctima de resentimientos reaccionarios, hizo comprender a Platón que la política de su ciudad estaba separada de su criterio personal.
CONCLUSIONES
1.
En conclusión, me parece que las Ideas que Platón nos plantea resulta bastante cierta ya que todo lo que existe a nuestro alrededor surge de un molde, y esto lo podemos distinguir de manera muy interesante, por ejemplo, en el caso del Arte, porque lo que captan nuestros sentidos “artísticos” es diferente a lo que notan los demás.
2.
De cierto modo, el mundo de las ideas del cual tanto habló Platón, está escondido detrás de todo lo que observamos, pero hace falta prestar más atención para que nuestra alma inmortal, la cual no está interesada por las cosas materiales, recuerde lo que ya ha vivido y experimentado con diferentes seres.
3.
El idealismo platónico se ha repetido a lo largo de la historia. La actitud idealista de Platón expresa una actitud humana ante la vida. Muchos hombres se han identificado con esa actitud.
4.
La ciencia de hoy sigue el camino establecido por Platón: al conocimiento se llega pasando por las matemáticas
5.
Las ciencias tuvieron que oponerse a las ideas aristotélicas para poder ampliar sus logros. Es inestimable la deuda de los empiristas ya que valoró la experiencia en el proceso de aprendizaje.
6.
La preocupación por el conocimiento sigue vigente hoy día, pues muchas puertas de éste aún no están abiertas. El ser humano siente ansia por conocer, pues de esta forma se progresa en todos los campos del saber
Bibliografía
Cornford, F. M. La teoría platónica del conocimiento. Barcelona: Ediciones Paidos Ibérica, 1982. Útil análisis de la teoría de las ideas de Platón, con especial atención a su epistemología. Eggers, Conrado. Introducción histórica al estudio de Platón. Buenos Aires: EUDEBA, 1974. Introducción general al estudio de Platón. Friedländer, Paul. Platón, verdad del ser y realidad de la vida. Madrid: Editorial Tecnos, 1989. Importante obra clásica que estudia el conjunto de la obra de Platón. Grube, G. M. A. El pensamiento de Platón. Madrid: Editorial Gredos, 1973. Obra clásica que analiza algunos temas esenciales del pensamiento platónico. Nuño, Juan A. El pensamiento de Platón. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1963. Presentación rigurosa de los temas fundamentales de la filosofía de Platón, con referencia a los diálogos más importantes. Vallejo Campos, Álvaro. Platón, el filósofo de Atenas. Barcelona: Montesinos Editor, 1996. Presentación de la figura de Platón y su pensamiento en relación con su entorno histórico.
ANEXOS Adicionales: período, clasificación y obras
PERIODO
CLASIFICACIÓN Y OBRAS
399-390
Obras de juventud. Diálogos socráticos Hipias menor Eutifrón Ion Laques Cármides Apología de Sócrates Critón Protágoras
390-385
Obras de transición Gorgias Menón Hipias mayor Eutidemo Lisis Menexeno La República I
385-370
Diálogos de madurez El Banquete Crátilo Fedón La República II-X Fedro
370-347
Obras de vejez. Diálogos dialécticos Teeteto Parménides El Sofista El Político Timeo Critias Filebo Las Leyes I-XII Cartas VII y VIII Diálogos apócrifos o de origen incierto Alcibíades I Mino Epinomis Cartas Alcibíades II Hiparco Los rivales Teages Cleitofón Sísifo Alcíone Sobre lo justo Sobre la virtud Definiciones
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