Mmpi Manual Completo
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manual para aplicar el test psicológico de mmpi...
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Uso e interpretación del MMPI-2 en español
DRA. EMILIA LUCIO GÓMEZ-MAQUEO
Facult culta ad de Psicol Psicologí ogía a UNAM DRA. MARÍA IVONNE LEÓN GUZMÁN
Facultad de Psicología UNAM Editora responsable: Psic. Ma. Magdalena Ramos Tejeda Editorial El Manual Moderno
E d ito r ia lE lm a n u a lm o d e r n o méxico, D.F. - Santafé de Bogotá
Contenido
Prólogo
ix
.j. De las autoras .j.
xui
Agradecimientos
xv
Ca pí tu l o 1. Eva l ua c i ó n de de la perso erson nalid alidaad por medio edio del del MMP MM P I y MMPI - 2
1
Ante Antece cede dent ntes es del uso uso del M M P I en Mé xi co
4
La revisión del del M M P I
8
Difere Diferenci ncias as entre el M M P I y M M P I - 2
11
Bibliografía
12
Capí tul o 2. 2. Es Estudios de no rmal i za ci ón , confía bil ida d y valid validez ez del del MMPI-2 MMPI- 2 en Mé x i c o Normas Nor mas para estudiantes Las norm normas as de la po bl ac i ón general general mexicana mexic ana Estructura factorial factori al del instrumen instrumento to Estudios de conf co nfía ía bili bi li dad da d y vali dez de la prueba prueba Desarrollo de la Infrecuencia psiquiátrica para para Mé xi co Bibliografía
17 17 22 28 35 38 41
Ca pít ulo 3. Ap lic ac ión y calific ación del MMPI-2 Apl ic ac ió n de la prueb pruebaa
43 43
Aspectos éticos en la aplicación e interpretación del del MMP I- 2
50
Material Materiales es del del M M P I - 2
50
Elaboración del perfil y obtención de la clave clave en el M M P I - 2 Bibliografía
51 57
V
VIO Uso e interpretación del MM MMPIPI-2 2 en español
C a pí t u l o 4. I nt e rp re t a c i ó n de los indi indica cado dorres de vali valide dezz Pu nt ua ci ón No pued puedo o decir (?) (?) Escal a L Escal a F Escal a K Nuevos Nuevos indi indicad cador ores es de validez en el el M M P I - 2 : Fp, Fp, IN VAR , IN VE R
Otros Otros ín di ce s de inval idez de la prueba prueba Con fig ura ci ón de las las escal escalas as de vali dez Si mu l a ci ón en los inventarios de autor autorrep report ortee Bibliografía
Capítulo 5. Escal scalas as cl í ni ca s Aspectos generales de la interpretación de las escala escalass cl ín ic as Escal a 1 (Hipocondriasis, Hs) Escala 2 (De pre sió n, D) Escal a 3 (Histeria conversiva, Hi ) Escala 4 (Desv iaci ón psico páti ca, Dp) Escal a 5 (Masculinidad-femineidad, Mf ) Esca Es cala la 6 (Paranoia, Pa) Esc ala al a 7 (Psicastenia, (Psicastenia, Pt) Esc ala 8 (Esquizofren ia, Es) Escala 9 (Hi pom aní a, Ma) Escal a 0 (In tro ve rsi ón social , Is) Is) Bibliografía
(Contenido)
61 62 63 65 68 69
72 72 77 85
87 87 89 91 94 96 98 101 103 105 107 110 114
C a p í t u l o 6. Escala Escalass de con conten tenido ido del del MMP I - 2 Aspectos generales de la interpretación de las escalas de cont enido eni do Escalas Escala s de s í nt om a s internos internos Esca Es cala la s de tendencias tendenci as agresivas agresi vas externas Es ca la de autoconcepto autoconcepto negativo Escalas Escal as del ár ea de problemas general generales es Caso ilustrati ilust rativo vo Bibliografía
119 119 123 126 126 129 129 129 132 135
C a p í t u l o 7. Escalas Escalas suplem suplemen entar tarias ias
137
Ansie dad (A) Rep res ió n (R) Fuerza Fuer za del yo (Fyo) (Fyo ) Alcoholismo de MacAndrew-Rev MacAndrew-Revisada isada ( A - M A C ) Host ili dad reprimida (H R) Domi nanc ia (Do)
119
138 140 142 142 145 146 147
Contenido7 VII
Responsabil Respons abil idad soci al (Rs) Desajuste Desajuste profesi prof esional onal (Dpr) (Dp r) Gé ne ro masculino masculino (G M ) G é n e r o femenino femenino (G F) Desord Desorden en de est rés po st ra um át i co de Keane Keane ( E P K) Desord Desorden en de es tr és po st ra um át i co de Schlen Schlenger ger (EP S) Pr ed i sp os i ci ón a problem problemas as con las las adicciones adicciones (P PA ) Reconocimi Recon ocimi ento de las adicciones ( R A ) Des ada pta ció n matrimon matrimonial ial (D M) Reactivos Reacti vos significat ivos. Caso Cas o ilust il ustrat rativo ivo Bibliografía
pí t ul o 8. Tipos ipos de c ó d i g o Antecedentes Antecedentes del uso de esta esta estrate estrategia gia de i nt e rp re t ac i ón C ó d i g o s de dos escalas escalas Descriptores Descrip tores de tipo ti po de c ó d i g o de tres tres escalas Aspectos adicionales sobre la configuración d é l o s perfiles perfiles Bibliografía
148 149 149 150 150 151 152 153 153 153 154 158 164
167 167 171 186 189 190
C a pí t u l o 9. Uso del del MMPIMMPI - 2 en la e v a l u a c i ó n del del alco alcoho holi lism smoo Antecedentes Tipo s de perfil perf il de los pacien pacientes tes al co hó l i c os Escalas de alcoh olis mo desarr desarrolla ollada dass en el M M P I Escalas Esca las de abuso abuso de sustancias sustancias en M é x i c o Puntuacione Puntuacioness de corte corte para la po bl a c i ón mexi cana can a Otros análisis estadísticos con las escalas de abuso de sustan sustancia ciass en la po bl a ci ón mexicana mexi cana Casos ilustrat ivos Bibliografía
193 193 194 199 206 208 208
Ca pí t u l o 10. I nt e g ra c i ó n del del repor eporte te del del MMPI MMPI -2 Preguntas sugeridas para las interpretaciones
223
del MM PI - 2
Formatos de entrevist a Gu í a para para la el ab or ac i ón de un informe informe en el áre a laboral El uso uso del repo report rtee del M M P I - 2 en psicoterapia Epílogo Bibliografía
209 212 219
22 224 4
226 237 250 263 263
Prólogo
El libro "Uso e interpretación del MMPI-2 en español", que nos ofrecen las doctoras Emilia Lucio Gómez-Maqueo e Ivonne León, viene a llena r un hueco importa importante nte sobr sobree la co n s t r uc c i ó n, manejo manejo e interpretación de la escala de evaluación de la personalidad sin duda má s usa usada da en el mundo, mundo, el M M P I - 2 . Se trata de un instrumento que ha pasado las pruebas: a) del tiempo y, por tanto, de los avances del conocimiento sobre la psi c ol og í a humana y su ev a l ua c i ón , fu fue elaborado elaborado en 1939 1939 y se sigu siguee usando; b) de las revisiones, en 1982 1982 l a pri mer a versión deL deL MMP I fue revisada en forma sustancial, se buscaba modernizar los reactivos e i nc l ui r nuevas nuevas escala escalass para evaluar problemas no incor¬ porados en la primera versión, se modificaron alrededor de una quinta par parte te de los reactivos reactivos originales pero la prueba prueba co n s e r v ó su estr estru uctur cturaa básic a convi rti éndos e en el el M M P I - 2 ; c) de la cultura, se ha empleado en muchos pa í s e s del mundo, en culturas tan tan dife¬ dife¬ rentes a la estadounidense —de donde surge—, como la China en dond dondee se us ó una una t ra du cc i ón del ins instru trume mento nto y en la el ab or ac ió n de un inventario pro pio ut il iz ar on parte parte de los reactivos de la ver ver¬ ¬ si ón ori gi na l; d) de las las gran grande dess tra nsic ione s sociales como la revo l uc i ón sexual que que mod mo d i f i c ó sustan sustancialm cialmente ente la forma de conceptuar conceptuar el homosexuali smo y los roles roles de g é n e r o , a pesar pesar de las las modific a¬ ciones introd ucidas en la r e vi s i ó n de 1982 1982 es probablemente la escala más controvertida y menos consistente, aún así ha mostra¬ do utilidad para describir las diferencias de lo que se espera de hombres y mujeres en diferentes culturas. Su co n st r uc c i ón , a partir de cond conducta uctass observ observable abless en difer diferen en¬ ¬ tes grupos de enfermos y de rescatar lo que los pacientes tenían IX
X3 Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Prólogo)
que decir de sí mismos, trascendiendo así el diagnóstico basado solamente en el dictamen autorizado del especialista, y su validación a partir de mostrar valor predictivo para diferenciar a enfermos y sanos y entre diagnósticos, lo hacen un instrumento poco comprometido con una escala definida y, por tanto, útil para muchas ori entaciones. A pesar de estas virtudes, también se trata de un instrumento que en manos poco ilustradas resulta peligroso: un usuario poco experimentado en el trabajo clí¬ nico y con pocos antecedentes sobre las limitaciones de la interpretación de los puntajes, en culturas diferentes a la estadounidense y aún dentro de ésta, pueden decidir el futuro de un trabajador sobre bases poco válidas. La doctora Lucio Gómez-Maqueo entendió el potencial de esta escala y la necesidad de adaptarla y va li da rl a a M é x i c o , y se impus o el reto de realiza r la in¬ vestigación necesaria para superar los problemas de validez y de desarrollar las normas para su interpretación. El texto que nos ofrece la doctora L u c i o en c ol a bo r a c i ón co n una de sus alu mnas, Ivonne Le ó n, previene este mal uso. Junto con el Ma nu a l public ado por el la en 1995 se rá n una herramienta invaluable para la adecuada a pl i ca c i ón , ca li fi ca ci ón e interpretación.
El li bro recoge la i nv es ti ga ci ón realizada en Mé xi c o por la autora del texto y de diferentes investigadores, entre ell os, los doctores A m a d a Am p u d i a , Isabel Reyes, Roberto Navarro, Ofelia Rivera, Ignacio Núñez, por mencionar sólo a algunos y de mú l t i pl es tesis sobre el tema, la ma yo r í a de ellas realizadas bajo la di re cc ió n de la doctora
Lucio.
Ofrece, en su primer ca pí tu lo , un paseo por la historia del M M P I , desde su concepción hasta la elaboración de su segunda versión. En el segundo capítulo incluye los estudios sobre la nor mal iz ac ió n, la confiabilidad y validez del M M P I - 2 en Méx ico . Su apli caci ón y cal ificaci ón son objeto del tercer ca pí tul o; la interpre tación de los indicadores de validez del perfil se abordan en un capítulo completo. La calificación actuarial mediante códigos es también considerada en un capítulo espec ial, ofreciendo al aplicador una pos ib il id ad adic ion al para cal ificar e interpre¬ tar la combinación de calificaciones.
El texto aborda las características e interpretación de las scalas clínicas, las escalas de contenido y las escalas suplementarias en respecti vos ca pí t u l os , el terce¬ ro de éstos permite al lector tomar la decisión de incluir en su diagnóstico y reporte las escalas adicionales, de acuerdo con las necesidades del caso. La s autoras ofrecen un ca pí tu lo completo para el an ál is is de un probl ema singu lar, el alco holi smo, en el que describen los resultados de una in ve st ig ac ió n realizada en M é x i c o usando una de las escalas suplementarias. Ilustran as í los posibles usos de escalas como é sta para profundizar en el estudio de los temas posibles a evaluar. A
Concluy en el libro con un cap ítul o sobre la integr aci ón del reporte del M M P I -
2 y la r e t r oa l i me nt a c i ón a la persona que responde en inventario. Pone especial cui dado en alertar a los lectores sobre los aspectos ét i c os de su uso y el cuidado que debe observarse en su in t e r pr e t a c i ón y reporte, especialmente cuando el resultado se usa com o base para la s el e c c i ón de personal .
Prólogo O XI
Los capítulos se ilustran con resultados de diferentes estudios pertinentes a cada tema abordado, provenientes tanto de la literatura internacional como de los resultados de in ve st ig ac ió n realizados en M é x i c o , poniendo especial cuidado en ofrecer al lector la evidencia existente sobre los alcances y las limitaciones en la in te rp r et ac ió n de resultados cuando se trata de po bl a ci ón mexica na. El aplicador que sig a con cuid ado las recomendaciones de las autoras es t a r á en posib ili dades de hacer un uso exitoso de la prueba. Se r á sin duda un texto obligado de ps i c ól og o s dedicados a la cl ín ic a, a la edu¬ cación y al área laboralAtara alumnos, maestros e investigadores que ven en el MMPI-2 un instrumento útil para el diagnóstico clínico y la evaluación de las ca racterísticas de la personalidad.
DRA. MARÍA ELENA MEDINA-MORA Jefe del Departamento de Investigaciones Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Mi em br o del Panel de Expertos Asesores de la O M S , de la Academia Mexicana de Ciencias y de la Academia Nacional de Medicina
De las autoras
D r a . Emilia Lucio Góme z-M aqu eo La Dr a. L u c i o es profesor de tiempo completo del Posgrado de la Fac ul tad de Ps i co l og ía ; su experien cia profesional cubre diversas ár ea s como ev al ua ci ón de la personalidad y tratamiento a ni ñ o s , adolescentes y adul¬ tos. Ha obtenido los tí tu lo s de Licenci atur a, Mae s tr í a y Doctorado en Psicología en la U N A M y tiene estudios de especialización en Psico aná lisis . Fue estudiante especial en la Maes tr ía en Psic olo gía en la U n i
versidad de Queens en Ontario Canadá. Ha realizado in ve st ig ac ió n dentro del área de Ad ap ta ci ón y Estanda ri zac ió n de pruebas psi co ló gi ca s, así como en el campo de ev al ua ci ón de tratamientos psi co te ra pé ut ic os . Ha impartido t am bi én numerosos cursos y conferencias de act ua li za ci ón . Entre sus publicacion es se cuen¬ tan el Manua l para la apl ic aci ón y calif icac ión del Inventario Mul ti fás ico de la Personalidad-2 y el Ma nu al para la apl ic ac ió n y cali fi cac ió n del M M P I - A e n s u v e r si ó n e n e s p a ñ o l .
Es autora de los libros Psicodiagnóstico clínico del niño e Integración de estudios psicológicos. Algunos de sus trabajos han sido publicados en el extranjero, como algunos ca pí tu lo s en lib ros. Ta mb i é n es autora de diversos trabajos presentados en congresos nacionales e internaciona¬ les. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y ha coordinado diversos estudios en el áre a cl ín ic a.
XIII
XIV • Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(De las autoras)
Dra. María Ivonne León Guzmán Ivonne León es doctora en Psi co lo gí a por la Univers idad Naci ona l Au t ón om a de México, profesora de la Universidad de las Américas. Ha participado en diversos congresos internacionales y colaborado en publicaciones en revistas especializa¬ das nacionales e internacionales, como Revista de Psicopatología, Salud Mental, Journal of Cl i n i c a l Psychology. Es colaboradora en la inve st ig aci ón acerca de la adaptación y estandarización del Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota 2 y del Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota para Adolescentes. Posee experiencia en la ev al ua ci ón de la personalidad a ni ve l clí ni co y de selección de personal.
Agradecimientos
L a s autoras queremos agradecer el apoyo brindado por algunas perso¬ nas e instituciones, sin el cual no se hubieran logrado los resultados de in ves ti gac ión que se presentan en esta obra. En especial el C O N A C Y T , la Divisió n de Posgrado de la Facultad de Psicología de la U N A M ,
al
Dr. Juan José Sánch ez Sosa, la Dra. M a . Elena Medina -Mora , al Dr .
James N. Butcher, Dr. Yoseff S. Ben-Porath, y al Dr. John R. Graham. Asimismo, agradecemos la colaboración de algunas instituciones para poder llevar a cabo la recolección de los datos, como el Centro de Ay ud a al Al c oh ó l i co y sus Familiares del Instituto Na ci on al de Psiquia¬ tr ía Ram ó n de la Fuente, Centro De r ma t o l óg i c o Pascua, Centros de Re¬ ad apt aci ón Soc ia l, Sistema de Transporte Cole cti vo Metro, Univer sidad Au tó no ma de Tabasco, Universidad Au tó no ma de Yucatán, Hospital Fray
Bernardino Alvarez y todas aquellas otras que permitieron el acceso a poblaciones que forman parte de la muestra normativa general. No podemos dejar de mencionar la decidida participación en las investigaciones que se reportan en este trabajo, de maestros y alumnos de la Facultad de Psicología, como la Mtra. Consuelo Duran, Mtro. Luis Mo nz ón , Dra. Amada Ampu dia, M tr a. Blanca Barcelata,
Mtr a. Lourdes
Gallegos, Mtra. María Cristina Heredia, Mtra. Georgina Loza, así como
aquellos otros alumnos cuyos resultados de tesis se presentan en esta obra o que han colaborado en los diversos proyectos de investigación que condujeron a la publicación de este libro.
XV
XVI O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
Agradecimientos)
Queremos reconocer, también, la colaboración de la Mtra. Bertha GómezMaqueo, cuyo trabajo profesional no es del área de la Psicología, pero que sin su apoyo los resultados de este proyecto no hubieran podido concretarse. Lo mismo en el caso de la L i c . Magdalena Ramos, editora en psi co lo gí a de Manua l Moderno, cuyo interés en la publicación de esta obra es invaluable. Finalmente, agradecemos el apoyo y aliento incondicional que nos brindaron nuestros familiares y amigos, así como su paciencia por las horas de atención no brindadas por estar dedicadas a este libro.
Evaluación de la personalidad por medio del MMPI y MMPI-2 En la actualidad existe un gran interés por evaluar diferentes as¬ pectos de los individuos. La necesidad de demostrar la eficacia de los tratamientos psicológicos que se proporcionan a las personas es una de las razones que ha contribuido a un incremento en el desarrollo y va li da ci ón de instrumentos. Una prueba psicológica puede definirse como una serie de reac¬ tivos que miden características de los seres humanos que determi¬ nan su conducta (Kap la n y Sacuzzo, 1997). Dado que existen mu¬ chos tipos de conductas, existen también muchos tipos de pruebas ps i co l óg ic as : de habilidades, de aptitudes, de intereses, de inteli¬ gencia, de personalidad, entre otras. Un poco antes de la Segunda Guerra Mundial, las pruebas de la personalidad empezaron a experimentar un auge importante. Mientra s que las pruebas de inteligencia pr et en dí an medir habili ¬ dades o potencial, las pruebas de la personalidad intentaban medir características estables o rasgos. Los rasgos pueden ser definidos como disposiciones relativamente estables y duraderas, como ten¬ dencias a actuar, a pensar o a sentir que distinguen a una persona de otra. Las primeras pruebas de personalidad que se construyeron fueron de papel y lápiz, ya fuera de selección múltiple o de elec¬ ción forzada de falso-verdadero y, dado que estas pruebas tienen una estructura definida, son conocidas como pruebas objetivas estructuradas de personalidad. Las pruebas estructuradas de la personalidad pretenden eva¬ luar rasgos de personalidad, tipos de personalidad, estados de la personalidad y otros aspectos como la autoestima. De éstas, los inventarios de la personalidad son las más populares puesto que 1
2 O Uso e interpretación delMMPl-2 en español
(Capítulo I)
permiten evaluar diferentes aspectos de las diferentes facetas de un individuo y la. relaciónxualitativa de sus diversos rasgos. Una de las pruebas estructuradas de la personalidad mas ampliamente uti liz ada es el Inventario Mu lt if ás ic o de la Perso¬ nalidad Minnesota (MMPI). De acuerdo con Butche r y Wil l i a ms (1992), en 1939 Starke Hathaway y J. C. McKinley (1940), guiados por la simple frustración en su práctica clínica cotidia na, empezaron a investigar acerca de instrumentos útiles para trabajar con sus_pacientes lo que. con el tiempo, re su lt ó en la pub li ca ci ón del M M P I (Hathaway, 1965). Dic hos autores desarrollaron el M M P I como una ayuda en la tarea cotidiana de evaluar y diagnosticar a pacientes con trastornos mentales en los hospitales de la Universidad de Minnesota. Los inventarios —supuestamente objetivos— que se util izaba n en esa é po c a estaban demasiado sujetos a te or ía s ps i co l ó gi ca s de la es¬ tructura de la personalidad y se habían desarrollado con estudiantes universitarios, o medían variables no relacionadas con la psicopatología; por lo que resultaban poco úti le s para el trabajo de Hathaway en el se rvi cio ps i qu iá tr ic o para adultos. A pesar de sus orí ge ne s en un sencillo servicio ps iq ui át ri co en Minneso ta, el M M P I ll egó a ser el inventario de personalidad objetivo más ampliamente uti li za do e investigado en el mundo (L ub in , el al., 1984; Lubin, el ai. 1985; Pi ot ro wsk i y Lu b i n , 1990). Al poco tiempo de haberse desarrollado, su uso se ex t e nd i ó m á s all á de los hospitales de la Universidad de Minnesota a clí ni ca s psi qu iá tr ic as y hospita les de todo E U A em p l e á n d o s e con pacientes en diversos escenarios: medi cina ge¬ neral, con estudiantes, adolescentes internos de correccionales, personas en unida¬ des de tratamiento por problemas de drogadicción y alcoholismo, e incluso en la ev al ua ci ón de personal militar. Se apl ic ó ta mb ié n en escenarios laborales con indi¬ viduos que aspiraban a algún puesto específico, a mayores responsabilidades o a actividades estresantes como las de piloto aviador, oficial de policía u operador de plantas de ener gía nuclear. El M M P I llegó a ser ta mbi én la medida de psicop atol ogí a má s ampliamente usada en estudios psi co ló gi co s y ps iq ui át ri co s, as í como en in¬ vestigaciones m éd ic as . A fines del decenio de 1940-49 e i ni ci o del de 1950-59, el M M P I cr u zó los límites nacionales estadounidenses. Las primeras traducciones del inventario se desarrollaron en Italia, Al em ania y Puerto R i c o (Butcher, 1985) y en 1976 se dispo ní a ya de má s de 50 traducciones a lenguas extranjeras (Butcher y Pan che ri, 1976). Cheung (1985) y Cheung y Song (1989), en su trabajo sobre la versión china del M M P I , describieron las ventajas de usar el M M P I en lugares como Hong Ko ng o Beijing, donde existían pocos instrumentos chinos estandarizados para ayudar a los ps i có l og os cl ín ic os en su labor profesional, argumentando que qu iz á re su lt ar ía menos costoso adaptar un instrumento que desarrollar uno nuevo cuando los recur¬ sos, tanto profesionales como monetarios, eran restringidos. La ad op ci ón y ad ap ta ci ón de un instrumento bien fundamentado como el M M P I , fue posible por la existencia de trabajos teóricos anteriores e investigaciones sobre las propiedades p s i c o mé t r i c as de la prueba. Dad o que otras traducciones del M M P I ha bí an pasado el escrutinio me t o d o l ó g i c o transcultural (Butcher y Pancheri , 1976), Cheung (1985) se ñal ó que la adapt aci ón y vali daci ón del M M P I resultaba también
Evaluación de lapersonalidad... O 3
m á s eficiente que la co ns t r uc c i ón de huevos instrumentos nacionales. En algunos otros lugares se encontró lo mismo que en China, por lo que actualmente se cono cen más de 140 traducciones del M M P I en 46 pa ís es . A un en Ch ina , donde se cuenta ahora con un instrumento de m ed i c i ón de la personalidad propio (Cheun g, et ai, 1996), se tomaron reactivos del M M P I como parte del mis mo. Tales antecedentes llevan lógicamente a formular la pregunta ¿a qué se debe el éx it o notorio y la permanencia del M M P I ? Una de las respuestas obvias es que el M M P I provee de una téc ni ca útil y práctica en la evaluación de individuos que reportan problemas y síntomas de en¬ fermedad mental. Probablemente t a mb i é n, el gran nú m e r o de investigaciones que documentan la val id ez y con fi abi li dad del M M P I es un elemento importante para su éxi to . Debido a que la prueba suministra in for mac ión útil en la pr ed ic ci ón de problemas y conductas de las personas de manera eficiente y relativamente poco costosa, los cl ín ic os desean cooperar en proyectos de inv es ti ga ci ón con el M M P I : de hecho, frecuentemente contribuyen a la literatura sobre investigaciones con este instrumento. Starke Hathaway (1965) e nu me r ó varias car ac te rí st ic as estructurales del M M P I que, desde su punto de vista, agregadas a su validez, habían influido en su popula¬ ridad como los dispositivos para detectar algún tipo de respuestas indeseables o invalidadas, la detección de puntajes poco confiables debidos a problemas de lec¬ tura, el uso de lenguaje simple, la sencillez de sus procedimientos de administra¬ ción y calificación y. finalmente, la familiaridad clínica general con las variables de los perfiles. De hecho, en la actuali dad se piensa que una de las mayores virtu¬ des del M M P I es contar con las escalas de val id ez , mismas que hacen posible evaluar la credibilidad del autorreporte de una persona. Otras cualidades contribuyeron al prestigio del M M P I como un instrumento valioso de evaluación psicológica; por ejemplo, el hecho de que proveía evaluacio¬ nes confiables (es decir, que los puntajes resultaban ser consistentes a través de diferentes aplicaciones). Otra característica importante era que los puntajes de una persona en una escala del M M P I p od í an interpretarse dentro de un marco normati¬ vo, es decir, el in di vi duo en c o ns i de r a c i ón po d í a ser comparado con otras personas para determinar si sus puntajes eran bajos o altos, extremos comparados con las normas o si estaban dentro del patrón de un grupo conocido —como aquellos con trastornos depresivos o esquizofrénicos, normas con las que la mayoría de los inventarios de la época no contaban. El M M P I tuvo t a mb i én una ac ep ta ci ón importante dentro de la perspectiva del estudio transcultural de la ps i c op at ol og í a , dado que el estudiar con s ól o un grupo de criterios las alteraciones que se presentan en diferentes culturas, contribuyó a confirmar que hay alteraciones mayores —com o la de pr es i ón y la esquizofr enia— que se presentan universalmente. aunque la cultura influye en la tasa, las manifes¬ taciones y el desarrollo de los de s ó r de n e s mentales. En lo que se refiere a investiga ci ón transcultural acerca de la ps ic op at ol og í a. en un pr inc ipi o, és ta estuvo basada en pruebas proyectivas, pero más adelante aumentó el interés por investigar con pruebas objetivas de personalidad. La investigación transcultural con pruebas de
4 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo I)
personalidad ha demostrado que las pruebas de papel y láp iz, como el M M P I , pue¬ den proporcionar datos importantes si el contenido de los reactivos y los constructos medidos son apropiados o relevantes para la cultura estudiada. Lo s inventarios M M P I y M M P I - 2 son út iles , entre otras cosas, porque son de autorreporte y en la evalua¬ ción clínica de problemas es importante incorporar el punto de vista de la persona acerca de la ev al ua ci ón de su personalidad y sí n t o ma s (Butcher, 1996).
ANTECEDENTES DEL USO DEL MMPI EN MEXICO
Al final del decenio de 1960-69, cuando los investigadores en E U A ya criticaban la versió n original del inventario, el Dr. Rafael Núñe z publi có el M M P I en español para la po bl ac ió n mexicana. El Dr. N úñ e z co ns tr uy ó esta ve rs ió n a partir de una primera versión de las frases del inventario realizada en Cuba por los doctores A. Bernal y E. Fernández. El Dr. Abelar do Mena, egresado de la Universidad de Yucatán también colaboró con el Dr. Núñez para desarrollar la versión en español. Al mis¬ mo tiempo que la popularidad del instrumento aumentaba, los profesionales seña¬ laron también que había serios problemas lingüísticos y deficiencias culturales en la traducción mexicana, lo que produjo distorsiones y problemas en su interpreta¬ ción. Si n embargo, el M M P I contin uó util izánd ose en la práct ica clínica y laboral pues no se consideraba que existiera otro instrumento que pudiera sustituirlo, pues¬ to que el M M P I proporcionaba una in for ma ci ón integral y mult ifa cét ica sobre la persona, por lo que co ns t it uí a una herramienta val ios a para el clí ni co y t a mb i én en el campo educativo y para la sel ec ci ón de personal. Da do que si st em át ic am en te se usaron las normas estadounidenses para la e va l u ac i ó n e in t er pr et ac ió n del inventa¬ rio, por lo general los estudios efectuados en México mostraron que los mexicanos puntuaban significativamente m á s alto que los estadounidenses en las escalas 2 (D ) y 8 (Es) (Navarro 1971, Nú ñe z, 1987; River a y Amp ud ia , 1976; Riv er a 1991). La s estudiantes mexicanas universitarias obtenían puntuaciones elevadas en la escala de Masculinidad-femineidad (5) (Avila, et ai, 1970; Casabal, C. y Wengerman, A. 1974; Am pu di a, et al. 1977; Lu c i o y Labast ida, 1993), y las muestras normales frecuentemente produjeron índices psicopatológicos en las escalas clínicas (Ampudia, etal., 1977; Cá rden as 1987; Lu cio 1976; Navarro 1971; Nú ñez 1987). Debido a que el psicólogo clínico experimentado sabía que estas elevaciones no eran realmente exactas interpretaba la prueba haciendo una corrección automᬠtica a tales puntuaciones. Si n embargo, quienes ten ían poca experi enci a o tomaban rígidamente las puntuaciones, tomaron decisiones equivocadas con respecto a las personas que valoraron. Al gu no s estudios, inc lus o, in dicaban marcados ín di ce s de psicopatología en las poblaciones normalesmexicanas ( Ampudia, et al., 1977, Cá rd en as , 1987; Lu ci o, 1976, Navarro, 1971; Nú ñe z, 1987). El Dr . Nú ñ e z obtuvo algunas normas locales pero no de la po bl ac i ón ler al. A d e m á s estas normas no se obtuvieron siguiendo una me t od o l og í a lo SL ente-
Evaluación de la personalidad... O 5 \
mente estricta ya que, por ejemplo, las personas no contestaron en forma anónima como en E U A , por lo que no fue posible utilizarlas si st em át ic am en te con los diver¬ sos tipos de grupos de la po bl ac i ón mexicana. En el Departamento de Ps iq ui at rí a y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la U N A M se desarrollaron normas para la población de estudiantes, pero se usaban sólo para investigación comparati¬ va entre diversos grupos y no al evaluar individualmente a las personas. Algunas de las dificultades para obtener normas se deben a la falta de apoyo, tanto financiero como de las instituciones, para investigar con instrumentos de eva¬ luación clínica; existen casos en donde algunas instituciones a cambio de facilitar el acceso a algunas personas que puedan contestar el inventario solicitan los resul¬ tados de las pruebas, lo cual modifica los datos obtenidos, pues la única forma de estar seguros que el participante contestará de manera espontánea —y, por tanto, sin simular— es que pueda contestar si n que los resultados le afecten. P or otra parte, también hubo investigaciones valiosas que nunca se publicaron, lo que difi¬ culta evaluar cuidadosamente la validez y confiabilidad del inventario original en la po bl ac i ón mexicana. Ex is te, por ejemplo, una in ve st ig ac ió n sobre estudiantes de preparatoria en la que se obtuvieron normas amplias pero que nunca se publicaron ( A v i l a , et al., 1970). Consideramos importante señ al ar que la ma yo r í a de la inves¬ tigación realizada con este instrumento se limitó a tesis de licenciatura, algunas de las cuales proporcionaron datos valiosos que no pudieron ser conocidos, ni com¬ partidos por los usuarios del inventario en diferentes ámbitos. Los datos de otras tesis, en cambio, resultaron deficientes, dadas las limitaciones señaladas, debido principalmente a falta de los recursos necesarios en México para investigar con instrumentos de evaluación de la personalidad. Algunas de las limitaciones advertidas con el uso del inventario en la pobla¬ ció n mexicana ta mb ié n se observaron en la po bl ac ió n hispana de E U A . Hol la nd y Ni ch ol s (1964) y Ma c Creary y Pad il la (en Nú ñ e z , 1987) realizaron investigacio¬ nes en estudiantes mexico-estadounidenses en internados, encontrando puntuaciones significativamente bajas en las escalas de Histeri a (3), De s vi ac i ón ps i co pá ti ca (4), § Mascul ini dad-feminei dad (5) y Paranoia (6), as í como puntuaciones mas elevadas en la escala L, al igual que las investigaciones realizadas en México. Aunque el M M P I fue creado por Hathaway con una finalidad bás ic am en te cl ín ic a, en Mé x i c o su ce di ó lo mismo que en otros lugares del mundo, el inventario í e mp e z ó a utili zarse con objetivos distintos, como sele cc ión de estudiantes y de per¬ » sonal. Es to, aunque por una parte lle vó a un aumento de in fo rm ac ió n acerca de lo I que el instrumento med ía, ta mb ién condujo a abusos en el uso del mismo, pues | e mp e z ó a utilizarse en forma ind iscri minada , aun cuando no fuera adecuado para la población estudiada ya que, por ejemplo, se empleó con personas que no tenían el nivel de comprensión de lectura necesario para proporcionar datos útiles. Además de lo anterior, no era necesario util izar una prueba tan compleja como el M M P I - 2 B para puestos que no imp li caban mayores responsabilidades. Es importante mencionar también que, dados los problemas lingüísticos que se presentaban con la versión en español del instrumento y la dificultad de lectura que evidenciaba una buena parte de la po bl ac ió n se uti li zó , en la ma y or í a de los casos.
6 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
ICapítulo I)
solamente una forma corta que incluía 370 reactivos. Lo anterior no permitió inte¬ grar en el trabajo realizado con el instrumento en M é x i c o toda la in ve st ig ac i ón que se hi zo en E U A acerca de las escalas suplementarias que fueron surgiendo a lo largo del tiempo. Esta omisión no permite hacer comparaciones entre algunas es¬ calas suplementarias que resultaron bastante útiles en otros países, como la de Mac An dr ew y la nueva ve r si ón de és ta que existe ahora en la nueva ve rs i ón del instru¬ mento. De bi do a ell o se considera ahora muy importante, toda vez que sea posibl e, utilizar la versi ón
completa del M M P I - 2 , lo que pe rmi tir á establecer con mayor
detalle y fineza la vali dez y conf iab il ida d del instrumento en Mé x i c o . Aunqu e es difí cil combi nar las necesidades pr á ct i ca s con la inv es t ig ac i ón , debe buscarse este objetivo, pues ello nos permitirá tomar decisiones más adecuadas sobre las perso¬ nas a las que se aplica el instrumento ya que, dado que trabajamos con seres huma¬ nos, ni ng ún esfuerzo puede considerarse excesivo. A d e m á s , muchas de las ocasio¬ nes en las que se omitían los restantes reactivos del M M P I , se utilizaban otras pruebas que no aportaron una in fo rm ac ió n má s significativa que utiliz ar el Minnesota en su versión completa. En el trabajo de adapta ci ón del M M P I - 2 a la po bl ac ió n mexicana se tomaron en cuenta tanto las recomendaciones con respecto al uso del instrumento, la meto¬ do l og ía utili zada para su co ns tr uc ci ón y re vi si ón , así como la importante base de in ve st ig ac ió n llevada a cabo en E U A y la revi sió n de la literatura publicada en México acerca del inventario.
CONSTRUCCIÓN DEL INSTRUMENTO El M M P I se con str uy ó con un enfoque em pí ri co , por medio del cual se pr eten día
obtener grupos de escalas que diferenciaran entre diferentes grupos de pacientes. Este enfoque, que r e qu er í a determinar e m p í r i c a m e n t e reactivos que diferenciaran entre grupos diversos, es muy c o mú n ahora, pero co ns ti tu ía una i nn ov a ci ó n impor¬ tante en la época en que el instrumento fue construido. Hathaway y M c K i n l e y recopi laron un conjunto amp li o de posibles reactivos (alrededor de 1000). que eran en su mayoría, indicadores de síntomas de trastornos mentales o de otros problemas tratados en su servi cio p si qu i át r i co . No te ní an no¬ ción preconcebida de si un reactivo particular estaba relacionado con el constructo de in te r és —por ejemplo, con la esquizofrenia—. En cam bio, compararon em pí ri ¬ camente las respuestas de los individuos normales con las de los grupos de pacien¬ tes bien clasifi cados, a fin de determinar c uá l es reactivos ser ía n incl uid os en una escala particular. Su enfoque objetivo ha sido referido como "ciego o empi rismo de desecho", ya que se desechaban aquellos reactivos que no diferenciaban entre los diver sos grupos. Sin embargo, algo que a menudo es pasado por alto y que es necesario tener en cuenta, es que Hathaway y Mc K i n l e y tuvieron gran cuidado en la redacción inicial y la selección final de los reactivos, así como en la elección de
los grupos crite rio, por lo que estos aspectos del procedimient o de co ns t r u c c i ó n del inventario no pueden ser considerados "ciegos".
Evaluación
de
la personalidad
...
.17
s Lo s reactivos se formularon a partir de las historias cl ín i ca s de los pacientes del hospital psiquiátrico de Minnesota, así como de lo que los mismos pacientes decían acerca de sí mismos y de sus síntomas, ya que los autores de la prueba consideraban que desde el punto de vis ta cl í ni c o la mejor manera de saber lo que le sucede a una persona es pr e g u n t á r s e l o , aunque ta mb i é n es necesario considerar los síntomas que los demás observan en ellos. También utilizaron reactivos provenien¬ tes de otras escalas previamente publicadas, que se referían a actitudes personales y sociales, y de algunos libros de texto. Al final tuvi eron un grupo de 1000 reactivos de entre los que seleccionaron 504 que consideraron ser realmente independientes uno del otro. Lo anterior implic a que Hathaway y M c K i n l e y desarrollaron el M M P I sobre la base de la validez de reactivos y de escalas, esto es, que requirieron que cada uno de los reactivos fuera asignado a una escala sólo si objetivamente distinguía entre un grupo criteri o (p. ej., pacientes con d e pr e s i ó n y la muestra normativa constitui¬ da por visitantes supuestamente saludables de los hospitales de la Universidad de Minnesot a). Dentro de la muestra normativa se in cl uy ó ta mb ié n a personal del hospital como médicos, enfermeras y a grupos de estudiantes universitarios. La muestra clínica estuvo constituida por pacientes que presentaban las patologías mayores, di vi di do s en subgrupos crit erio de acuerdo con el di a g nó s t i c o que ha bí an re cib ido ; en los casos en que hubo dudas di ag nó s t i c as o que se les as i gn ó má s de un d i a gn ó s t i c o , el paciente no era in cl ui do en el estudio. Es importante mencionar que este enfoque está basado en considerar variables categóricas, más que variables continuas en la c o ns t r uc c i ón de la escala, pues un grupo crit erio es el que tiene una patología, mientras que un grupo normal es aquel que no la tiene. Los autores de la prueba eligieron para el inventario afirmaciones con las que el participante podría estar de acuerdo o en desacuerdo, de manera que se pudieran usar las respuestas "Verdadero" o "Falso". Este enfoque involucró una evidente tarea de au t oa pl i c a c i ó n de manera que el inventario po d í a ser contestado por i nd i viduos con un niv el a c a dé m i c o no muy elevado (6 grado) y en poco tiempo (gene ralmente una hora y media) . Hathaway y M c K i n l e y pensaban que los pacientes que o
resp ond ían al M M P I a los síntoma s o reactivos similares, tendrían un diagn ós tico
semejante. Por ejemplo, un individuo que marcaba muchos síntomas en relación con la depresión, probablemente se asemejaba más a los grupos de pacientes depri midos que a otros grupos cl ín i co s. As i mi s mo , se de bí a considerar como indi viduos con mayores problemas a quienes marcaban m á s s í nt om a s de un tipo particul ar que aquellos que reportaban menos síntomas. Los autores consideraron que el formato de respuesta Falso o Verdadero facilitaba a la persona responder al inventario, lo cual debe tenerse en cuenta considerando que se trataba de un inventario que debía ser contestado por personas con alteraciones emocionales. A fin de cuantificar la rel ac ió n entre la cantidad de sí nt om as ps i co ló gi co s y la sim il it ud del di ag nó st i co , desarrollaron escalas por medio de las cuales los in di vi ¬ duos podrían ser comparados con variables particulares. Un grupo de reactivos contestados en una di r e cc i ón def inida, constituye una escala. As í , las escalas del M M P I fueron concebidas como dimensiones cuantificables que reflejan problemas
8 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo I)
particulares como la de pr e s i ón o la hipocondria sis. De acuerdo con Graham (2000) se est ab le ci ó t a mb i é n la vali dez cruzada de cada escala cl ín ic a (p. ej., la escala de de pr e s i ón ) , para lo cual se ap l i có la escala a nuevos grupos de indivi duos normales, a pacientes con ese di a gn ós t i c o clí ni co y a personas con otros dia gn ós t i co s. Cuando se encontraban diferencias significativas entre los puntajes del grupo normal, el grupo cl ín ic o esp ec íf ic o y los sujetos de otros grupos clín ico s, la escala se considera ba con adecuada va li de z cruzada y, por tanto, li st a para ser empleada en el di ag nó s¬ tico difer encia l de nuevos pacientes cuyo di a g nó s t i c o fuera desconoci do. Poste¬ riormente, Hathaway y M c K i n l e y desarrollaron ta mb i én cuatro escalas denomina das "de val id ez ", c uyo pr o pó s i t o era detectar actitudes con las cuales el in di vi du o intentaba distorsionar sus respuestas al contestar el inventario.
LA REVISIÓ N DEL MMPI A pesar de que el M M P I hab ía sido el inventario más utilizado en la práct ica clí ni ca, no ca re cí a de problemas tanto en E U A como en Mé x i c o y en otros pa ís es pues, como Hathaway (1965, p. 462) señaló, podría ser criticado por "su perpetuación de la nos ol og ía di ag nó st ic a derivada de Kraepel in". Estos problemas se hicieron má s evidentes con los cambios en el di ag nó st ic o psi qu iá tr ic o, particularmente con las transformaciones en el Man ua l di a gn ós t i c o y es t ad í s t i co de los trastornos mentales ( D S M ; Ame ri ca n Psy cho lo gi cal Ass oci at io n, 1952; 1968; 1980; 1987). Este mis¬ mo autor (1965) también indicó que había algunos problemas con el método de se le cc ió n de reactivos para las escalas, pero no hizo ninguna ac la ra ci ón adi cion al. Co n el tiempo, otras personas se ña la ron problemas en el M M P I origi nal. Butcher (1972), junto c on otros autores com o Telle gen (But cher y Tel legen, 1966) y Owe n (Butcher y Owe n, 1978), con cluye ron que muchos reactivos del inventar io eran obsoletos o poco convenientes, y recomendaron que el instrumento fuera revisado para el imi nar estos reactivos y ampli ar el conjunto inc luye ndo temas c o n t e m p o r á neos. Ta mb i én se c ue st i on ó el uso de las normas originales. Butcher (1972) señ al ó que la muestra normativa sobre la que se basaron las escalas del instrumento origi¬ nal no era apropiada para muchas de las comparaciones c o n t e m p o r á n e a s , ya que se co mp on í a esencialmente de individuos ca uc ás i co s, campesinos de Minnesota, mien tras que el instrumento se usaba en todo E U A con una amp li a variedad de in d i v i duos. Tanto Colligan y colaboradores (1983) como Parkinson y Fishburne (1984) realizaron estudios que demostraban que las normas originales eran inapropiadas para utiliz arse en el decenio de 1980-89. Si bien en E U A exis tí a esta serie de dificultades, en otros paí se s como Mé xi c o los problemas eran mayores, pues si para E U A las normas eran inadecuadas, lo eran toda vía má s para Méx ic o se acentuaba la inc onveni enc ia de algunos de los reactivos, a lo que se agregaba el problema ya señalado del lenguaje. Otro de los contratiempos era el uso de las normas para los adolescentes, pues si las normas no A
Evaluación de lapersonalidad... £79
resultaban lo adecuado que se esperaría para la población mexicana en general, este problema se agudizaba en los adolescentes mexicanos. De hecho, hubo varios investigadores que en E U A desarrollaron normas es pe cí fi ca s para adolescentes. Sin embargo, dado que el inventario funcionaba razonablemente bien, espe¬ cialmente en el área clínica y que no había otro instrumento que lo sustituyera, el M M P I si gu ió siendo el cuestionario de personalidad má s ampliamente utiliza do tanto en la cl ín ic a como en la in ve st ig ac ió n. No obstante, por los problemas se ñ al ad os , en 1982 la edito rial de la Un i ve rs i dad de Mi nnes ot a representada por Bev er ly Kaemmer. se dio a la tarea de revisar el instrumento; para lo cual co ns ti tu yó un Co mi té de re es ta nd ar iz ac ió n en el que par ticip aron James N. Butcher de la Univ er si da d de Min nes ota y W. Grant Dahlstr Om de la Universidad de Carolina del Norte, quienes iniciaron esta tarea ese mismo añ o. En 1983 se les unió John R. Gra ham de la Uni ve rs id ad del Estado de Kent y posteriormente, en 1986. Au ke Tellegen de la Uni ver si dad de Minnes ota t a mb i é n se in co rp or ó al proyecto. La tarea del Proyecto de re es ta nd ar iz ac ió n era modificar el folleto de la prueba original y conducir las investigaciones para desarrollar nue¬ vas normas para el instrumento. Los fondos para el proyecto fueron proporciona¬ dos por la editorial de la Universidad de Minnesota con los ingresos de la venta tanto de los materiales del M M P I como de los servicios de cal if ic ac ió n e interpre tación. En el comité de reestandarización había dos posiciones, una conservadora que buscaba cierta continuidad entre el instrumento original y el nuevo, y otra más rad ica l, que p r et en dí a modifi car totalmente el inventario. Dado que uno de los usos más frecuentes del instrumento era, como ya se men¬ ci on ó, co n adolescentes, en el primer año del proyecto el co mi té d ec id ió desarrollar dos folletos experimentales por separado para usarlos en la recolección de datos, uno para adultos (Forma A E X ) y otro para adolescentes (Forma Ad o l E X ) . Cada folleto experimental inc lu ía todos los reactivos del M M P I , algunos con una ligera mejo rí a en la re da cc ió n (Butcher et al., 1989; Butcher y Wi l l i a ms , 1992). A ambos folletos experimentales se añ adier on reactivos que med ía n nuevos contenidos (p. ej., conduc¬ tas suicidas, di sp os ic ió n al tratamiento, conductas Tip o A. problemas en re la ci ón a l uso del alcohol y otras sustancias). Además, se agregaron los reactivos apropiados al desarrollo de cada uno de los folletos (p. ej., ada pt ac ió n laboral a la For ma A E X , y reactivos de ad ap t ac ió n escolar a la For ma A d o l E X ) . James Butcher, Grant Dahlstrom y John Graham, con as es or ía de otros expertos en el M M P I , redactaron los nuevos reactivos para la Forma A E X . A sim is mo , estos autores invitaron a Ca ro ly n Williams, experimentada en el trabajo con adolescentes, a participar con ellos en la re dac ci ón de reactivos para el folleto de la Forma A d o l E X . De acuerdo con Butcher y Will ia ms (1992), el Co mi té de ree st an da ri za ci ón del M M P I , esta ble ció varios objetivos principales: • . Revis ar y modernizar los reactivos del M M P I eliminando los que eran controvertibles, no funcionales u obsoletos, remplazándolos por aquellos di rigidos a problemas clín ic os y aplicaciones co nt em po rá ne as , incluyendo los de las escalas cl íni ca s y de vali dez originales en la primera parte del folleto.
10 a Uso e interpretación del MMPI-2 en español
•
•
(Capítulo I)
Asegurar la conti nuidad del instrumento or ig in al , manteniendo virtualmente intactas las escalas de validez normativas y algunas suplementarias. Los estudios demuestran que las versiones del M M P I - 2 de estas escalas son comparables a las versiones del M M P I ori gi na l y, por tanto, pueden ser consideradas como equivalentes (Ben-Porath y Butcher, 1989a; 1989b). Des ar roll ar nuevas escalas di ri gi das a problemas que no estaban cubiertos en el M M P I original.
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Reco le ct ar nuevas muestras de adultos y adolescentes, representativas de la po bl ac ió n de E U A , seleccionadas al azar, para desarrollar normas apro¬ piadas a la épo c a. Desar roll ar una nueva di st r ib uc ió n normativa para las escalas de adultos y adolescentes, que pudiera reflejar mejor los problemas cl í ni c os y resolver el punto de la falta de uniformidad en la clasificación percentil que ocurría con las escalas del M M P I original (p. ej., las puntuaciones T de un valor dado no eran equivalentes en los percentiles a través de las escalas). Reco lec tar un amp li o rango de datos c l í ni c os para evaluar los cambio s que se d e b í a n hacer en las escalas origi nales y val ida r las nuevas escalas.
Estos objetivos del proyecto de re es t an da r iz ac i ón de la prueba se consiguieron a través de una posición intermedia en la que se tomó en cuenta la visión conservadora de la modificación del instrumento, pero también la visión innovadora del comité. L os diferentes grupos que se inc luy er on en E U A para obtener la nueva ve rs ió n del M M P I - 2 fueron los siguientes: • • • • • • •• • •
La muestra nor mat iva que i n c l uy ó 2600 personas, de las cuales 1138 fue¬ ron hombres y 1462 mujeres. Un grupo de 901 mil ita res . 251 marinos. Un grupo de 220 personas de la Fue rz a A é r e a . Estudiantes universi tar ios, de los cuales 797 eran mujeres y 515 hombres. 271 candidatos a pi lo to aviador. 423 pacientes ps iq ui át ri co s. 502 pacientes con dolor crónico, de los cuales 268 eran hombres y 234 mujeres. 1174 a l c oh ó l i c os y co n a di c ci ón a sustancias, de los cuales 832 eran hom¬ bres y 342 eran mujeres.
La composición racial de la muestra normativa estadounidense fue la siguiente: 8 1% ca uc á s i c o s ; 12% afroamericanos; 3%hispanos; 3%indio s norteamericanos; 1 % estadounidenses de ori gen as i á t i c o. La edad de los participantes iba de 18 a 85 años (Media [M] = 41.04; desviación estándar [DE] =15.29), la educación formal
iba de 3 a 20 años (M = 14.72; DE =2.60). La m a y o r í a de los hombres (61.6%) y mujeres (61.2%) de la muestra estaban casados. Aproximadamente 32% de los hombres y 2 1 % de las mujeres te ní an una pos i c i ón profesional o de gerencia, y un 12% y 5% de hombres y mujeres eran trabajadores, respectivamente. El ingreso fa-
Evaluación de la personalidad^
11
mi liar promedio iba de $ 30 000 a $ 35 000 ( E U A ) para los varones y de $ 25 000 a $ 30 000 ( E U A ) para las mujeres. Aproximadament e 3% de los hombres y 6% de las mujeres de la muestra normativa estaban recibiendo tratamiento por problemas de salud mental al tiempo de su pa rt icipa ción en el estudio. Se int en tó hacer esta mues¬ tra equiparable a los datos del Censo de 1980, en algunas variables es pe cí fi ca s.
DIFERENCIAS ENTRE EL MMPI Y MMPI-2 Co mo resultado de este proceso de re e s t a nd a r i z a c i ón —que, como es evidente, no sól o tuvo objetivos muy amplio s en lo que se refiere a los pr op ós i t o s sino t a mb i é n a los diferentes grupos utilizados— se obtuvo un instrumento mejorado en algunos niveles y bastante diferente en otros. El trabajo de este grupo tuvo una duración aproximada de 7 años.
Aunque las escalas básicas se mantuvieron más o menos intactas, hubo cam¬ bios importantes en el ni ve l de los reactivos que se resumen en el cuadro 1-1; como se observa, alrededor de 100 de los reactivos de las escalas bá s i c a s sufrieron modi¬ ficaciones, lo cual indica que aunque exista continuidad entre las escalas básicas del M M P I ori gina l y la nueva ve rs ió n, de cualquier manera el instrumento difiere en muchos aspectos en las escalas tradi cionales. Estas modif ica cio nes hacen que el instrumento sea m á s f ác il me nt e comprensible y actuali zan el lenguaje empleado. En el cuadro 1-2 se señalan algunas de las semejanzas y diferencias entre la ver sión o riginal del M M P I y el M M P I - 2 . Es importante considerar que el instru¬
mento se ha mejorado considerablemente en diferentes aspectos; por ejemplo, el contar con un grupo normativo tan extenso y de diferentes regiones del país hace que las normas puedan ser má s útil es no sólo en E U A , sino tam bi én en otros pa í se s, pues esta muestra normativa estadounidense incluyó grupos étnicos muy diversos, cosa que no se lo gr ó con el instrumento or ig in al . Otra de las innovaciones significativas es la cali fi cación de las escalas bás icas y de contenido por medio de las T uniformes, que permite hacer una comparación más equitativa entre las diversas escalas que forman un perfi l. Estas calificaciones T unifor¬ mes requieren de procedimientos estadísticos mucho más complicados que el cálculo de las calificaciones T lineales. Fueron Tellegen y Ben-Porath quienes introdujeron este procedimiento novedoso, que permite t am bi én obtener tipos de có di go m á s exactos.
VENTAJAS DEL MMPI-2 Dadas las diferencias mencionadas entre ambas versiones de la prueba, es claro que el M M P I - 2 constituye un mejor instrumento y m á s adecuado para detectar problemas emocionales en las personas. Además, permite evaluar otras áreas que no se in cl uí an en el M M P I or ig in al . Po r otra parte las mejoras al lenguaje hacen
12 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
CUADRO
1-1.
Cambios y omisiones de reactivos y sus efectos en las escalas básicas b á
s i c
a s
Núm er o de Reactivos Escala
(Capitula 11
Omisión
L F
4
K
Tipos de cambios
Sin cambios Con cambio
A
B
15
2
1
1
60
12
1
5
30
1
1 1
Hs
1
32
5
D
3
57
2
Hi
60
9
Dp Mf
50
4
56
6
1
Pa
40
2
1
Pt
48
2
Es
78
13
Ma
46
7
4
1
D
6 3
1
4
2
3
2 2
1
1 2
1
1
1 1
4
c
2
1
1
7
5
1
69 1 6 3 2 1 Is 16 Ninguna en alguna 3 3 3 escala básica Nota: A = eliminación de posible lenguaje sexista; B • modernización del idioma y su uso; C = clarificación gramatical (tiempo, voz, adiciones y omisiones menores); D = simplificaciones. Reproducido con au toriza ción de a Facultad de Psicología d e la UNAM y Editorial El Manual M oderno de l Inven tario M ultifásico de la Personalidad M innesota-2 (MM PI-2), D. R. © 1995.
que la aplicación sea más fluida. El hecho de haber incluido las escalas suplemen¬ tarias en un perfil permite un uso que se a de c úa mejoren ambas medidas. En E U A existen diferentes formatos, como pasta gruesa, pasta delgada, cintas grabadas y versiones en computadora que facilitan la aplicación del instrumento. En la actua¬ lidad se está desarrollando en México una versión en audiocasetes que puede ser muy útil en la evaluación de poblaciones que tienen algunos problemas en el nivel de com pr en si ón de lectura como, por ejemplo, los pacientes psi qu iá tr ic os .
— BIBLIOGRAFÍA Ampudia, A . , Stilman, M . , Villanueva, E. (1977) Tendencia a la sotnatización en estu diantes de matemáticas (estudio comparativo entre estudiantes de matemáticas y medicina utilizando la prueba del MMPI). Tesis de licenciatura no publicada. Uni¬ versidad Nacional Autónoma de México. Avila M . Y.. Izaguirre. H . C . Sánchez. Q. C. (1970) Normas de calificación en adoles centes en la E.N.E.P. de la a.N.A.M. Tesis de licenciatura no publicada. Universi¬ dad Nacional Autónoma de México.
Evaluación de lapersonalidada
CUADRO
-2.
13
Com parac ión ent re el MM PI or igi na l y el MM PI- 2
MM PI ORIGINAL
MM PI-2
Incluye 566 reactivos Contiene 16 reactivos repetidos
Incluye 567 reactivos No tiene reactivos repetidos
Incluye varias áreas de contenido inconveniente: preferencia sexual, religión, funcionamiento intes tinal o urinario. El estilo del lenguaje de algunos reactivos es anticuado
Se eliminaron los reactivos inconvenientes y anti¬ cuados. Se mod e rn iz ó el lenguaje de alrededor de 14% de los reactivos
Numerosos reactivos no se puntuaban ni se utili zaban
Se e liminaron a quellos reactivos que no se utiliza¬ ban. Se sustituyeron con nuevos reactivos que se refieren a temas como suicidio, abuso de drogas y alcohol, la condu cta 'T ipo A y la dis po sic ión al tratamiento
Contien e 4 escalas de valide z: ?, L, F, K
Contie ne 7 escalas de valide z: ?, L, F, K, Fp y 2 escalas de Con sistencia de las respuestas INVAR eINVER
Contiene las 10 escalas básicas: Hs, D, Hi, Dp, Mf, Pa, Pt, Es, Ma e Is
Contiene 10 escalas básicas casi idénticas a las del MMPI original: Hs, D, Hi, Dp, Mf, Pa, Pt, Es, Ma e Is. La diferencia es que algunos reactivos con contenido poco conveniente fueron elimina¬ dos de las escalas F, Hs, D, M f e Is
La co rr e cci ón K se debe agregar a las escalas Hi, Dp, Pt, Es y Ma
La co rr e cc ió n K se agrega a las escalas Hs, Dp, Pt, Es y Ma
El rango de edad para la muestra normativa fue de 16 a 65 años
El rango de edad para la muestra normativa fue de 18 a 84 años
Evalúa problemas con relación al consumo de al cohol y drogas. Contiene la escala Mac, de 49 reactivos
Evalúa problemas con relación al consumo de al¬ cohol y drogas. Contiene la escala Mac revisada, de 49 reactivos. Se eliminaron 4 reactivos incon¬ venientes, que fueron sustituidos por 4 reactivos nuevos, los cuales diferencian empíricamente entre pacie ntes al co hóli co s y otros pacientes psi quiátricos. Se desarrollaron dos nuevos indica¬ dores de abuso de sustancias: la PPA (Propen¬ sió n a problemas con las adicciones) y la RA (es cala de Reconocimiento de adicción)
Cuando se analizan factorialmente las 13 escalas de Validez y Est ánd ar , por lo general emergen 4 factores: A, R, Mf, Is
Cuando se analizan factorialmente las escalas de Validez y Básicas del MMPI-2, emergen los mis¬ mos 4 factores y en igual magnitud: A, R, Mf, Is
Se dispone de las subescalas Harris-Lingoes, las cuales aportan hipótesis basadas en el contenido de los reactivos para la interpretación de las es calas clínicas
Se dispone de las subescalas Harris-Lingoes para el M MPI-2
Se dispone de las Subescalas Serkownek para la escala Si, las cuales sirven para de sarrollar hipó¬ tesis basadas en el contenido de los reactivos
Se dispone de nuevas subescalas para formular hipótesis acerca del contenido de los reactivos para la e scala Is
En el MMPI se dispone de frases significativas obtenidas empíricamente por Koss y Butcher
Las frases significativas de Koss-Butcher se con¬ servan práctica men te intactas en el M MPI-2. Ade-
14 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo I)
1 (Continu ación) MMPI ORIGINAL
MMPI -2
más a dos grupos de reactivos (Depresión-Sui¬ cidio y Alcohol-Crisis) se les agregaron 4 reacti¬ vos a cada uno, con base en nuevos análisis em píricos Las escalas de Con tenido de Wiggins constituyen una medida psicométricamente sólida del conte nido de las respuestas de los sujetos
Un nuevo grupo de 15 escalas de Contenido se desarrolló para evaluar las principales dimensio¬ nes de contenido de los reactivos en el MMPI-2. Estas escalas construidas con una base lógica y estadística poseen indicadores altamente confiables y válidos de las principales áreas de contenido en el MMPI-2
Las normas del MMPI original estuvieron basadas en 724 visitantes del hospital de la Universidad de Minnesota y algunos grupos especiales como, por ejemplo, los trabajadores del hospital de Minnesota
La muestra normativa del MMPI-2 fue obtenida aleatoriamente de varios E stado s: California, Minnesota, Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania, Virginia y Washington. Fueron incluidos un total de 1138 hombres y I462 mujeres
El nivel educativo promedio de la muestra origi nal era del octavo grado (2 año de secundaria en la población mexicana)
El nivel educativo promedio fue de 13 años, simi lar a los datos del censo d e E UA de 1980
La omisión de reactivos era permitida y, de he cho, promovida en la recolección de los datos del M MPI original, lo cual pro du cía puntajes ele ¬ vados de 'no puedo decir'. Esto provocaba puntajes promedio menores en el grupo norma¬ tivo original, comparados con las muestras más recientes, en las cuales se promueve no dejar reactivos sin responder
En el MMPI-2 se promueve que el participante responda a todos los reactivos. Los perfiles me¬ dios son menos afectados por la omisión de reactivos
Los puntajes T originales para el MMPI fueron puntajes T linea les. No se hiciero n esfuerzos para tener puntajes T equivalentes entre las escalas
Los puntajes T del MMPI-2 para las 8 escalas clí nicas y las 15 escalas de contenido son puntajes T uniformes basados en la d istri buc ión de puntajes en una única escala compuesta. Un determinado nivel de T es equivalente en té rm in os de rango percentilar a lo largo de las escalas clínicas bási¬ cas y de las de contenid o
Los rangos percentilares a lo largo de las escalas vanan para una determinada ele vac ión del pun taje T
El rango percentilar para un determinado puntaje T es uniforme a lo largo de las 8 escalas clínic as originales y las 15 escalas de conten ido
No se obtuvieron datos test-retest para el grupo normativo del MMPI original
Se dispon e de datos test-retest de una semana para una submuestra del grupo normativo del MMPI-2 (N = 82 hombres y 111 mujeres). La confiabilidad varió de .58 a .91. La mayoría de las escalas tuvieron una confiabilidad mayor a .75
Sólo se registraron los datos de edadty sexo de los individuos que conformaron la muestra nor¬ mativa original
Se obtuvo extensa información biográfica y de sucesos de vida para la muestra normativa esta¬ dounidense del MM PI-2
o
Evaluación de la personalidad a
CUADRO
1-2.
¡5
(Continuación) MMPI-2
MMPI ORIGINAL La muestraoriginal estuvocompuestaprincipal mente por hombres y mujeres caucásicos, resi dentes en una zona rural de Minnesota
Las claves de calificación e stán disponibles para lacalificaciónamanodelasescalasdelMMPI
Se dispone de una versión del MMPI con manual, hojas de respuesta, perfiles de escalas básicas y plantillas
La muestra del MMPI-2 fue más diversa en térmi nos del nivel soc i oeconó mi co, la pertenencia a gruposétnicosy ellugarderesidenciadelospar ticipantes Lasclavesdecalificaciónestándisponiblespara losusuariosdel MMPI-2
Se dispone de una versión del MMPI-2 con ma nual, hojas de lectora óptica para cal ificación ma nual y de computadora, perfiles para las escalas
clínicas básicas, de contenido y suplementarias, así comoplantillasparalostrestiposde escalas
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16 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 1}
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2 Estudios de normalización, contabilidad y validez del MMPI-2 en México fin de poder util iza r cualquier pr u« ba —y especialmente una tan compleja como el M M P I — en una pobl ació n diferente a aquella con la que se el ab or ó y e st a nd a r i z ó, se requiere de un proceso de ad ap ta ci ón asimismo complicado. Al gunos autores (Butcher, 1996) sugieren que el proceso de ad ap tación , dado el niv el de lectura que se requiere para comprender el inventario, puede iniciarse con estu¬ diantes universitarios, que ad e m á s son bastantes sinceros y e spont á neos al contestar el inventario. Es por ello que en Mé x i c o la prueba se ap l icó inici almente a un grupo de 1920 estudiantes de la Unive r¬ sidad Nacional Autóno ma de Méxi co ( U N A M ; Luci o y Reyes, 1994).
NORMAS PARA ESTUDIANTES Se s el ec ci on ó una muestra representativa de la pob la ci ón universita¬ ria, de las diversas carreras que ofrece la U N A M . L a muestra se obtuvo al azar, para lo cual resultaron sorteadas las facultades de Artes plásticas, Contaduría y Administración y Ciencias como re
presentativas de dicha po bl a c i ón . Originalme nte se seleccionaron 2246 estudiantes, equivalentes a 10%de la pob l a ci ón de ni ve l lic en ciatura de la U N A M al tiempo en que se realizó la inves tigació n. Se
excluyó a algunos participantes por diversas razones, como el que su edad no cayera en el rango de entre 17 y 36 añ os , el que los datos de id en ti fi ca ci ón del protocolo fueran incompletos, el no marcar el sexo o la edad, así com o no cu mp li r con los criter ios de val idez del
17
18 O Uso e interpretación delMMP1-2 en español ESCALAS
(Capítulo 2)
MMPI-2
Adicionales Additional Hostilidad O-H Overco ntro lled HR reprimida Hostility Do Dominancia Do Dominance ? No puedo decir ? Cannot Say Responsabilidad Re Social ResponRs Validity Scale s Escalas de validez social sability Desajuste College Dpr Mt L Mentira L Lie profesional Maladjustment F Infrecuencia F Infrecuency Gender-Role GM Géne ro masculino GM K Corrección K Correclion Scaes GF Géner o femenino GF Gender-Role Additional Adicionales Scaes BakF Infrecuencia Fp EPK Deso rd en d e e s PK Post Traumatic posterior trés postraumáti Stress Disorder VRIN Variable ResponINVAR Inconsistencia Scales co de Keane en las respuestas se inconsistency EPS Desorden de es PS Post Traumatic variables trés postraumaStress Disorder INVER Inconsistencia TRIN True Response tico de Scales en las respues Inconsistency Schlenger tas verdaderas alas de contenido Content Scales Escalas clínicas Escalas clínica s ANX Anxiety ANS Ansiedad 1 Hs Hypocondriasis Hipocondriasis Hs FRS Fears MIE Miedos 2 D Depression D Depresión OBS Obsessiveness OBS Obesividad DEP Depression Hi 3 Hy Conversión |DEP Depresión Histeria Hysteria SAU Preocupación por HEA Health Concerns la salud 4 Pd Psychopathic 4 Dp Desviación psicopática Bizarre Deviate DEL Pensamiento deli BIZ rante Mentation 5 Mf Masculinity5 Mf MasculinidadENJ Enojo ANG Anger femineidad Feminity CIN Cinismo CYN Cynicism 6 Pa Paranoia 6 Pa Paranoia PAS Practicas antiso ASP Antisocial 7 Pt Psicastena 7 Pt Psychastenia ciales Practices 8 Es Esquizofrenia 8 Se Schizofrenia PTA Personalidad tipo A TPA Type A 9 Ma Hipomanía 9 Ma Hypomania BAE Baja autoestima LSE Low Self-Esteem 0 Is Introversión 0 Si Social ISO Incomodd ad SOD Social social Introversión social Discomfort FAM Problemas FAM Famly Problems Escalas suplementarias Supplementary Scales familiares Traditional Tradicionales WRK Work InterferenDTR Dificultad en el trabajo ce A Ansiedad A Anxiety RTR Rechazo al TRT Nega tive TreatR Repression Represión R tratamiento ment Indicators Es Ego Strenght Fyo Fuerza del yo N.delaE.:Debidoaquegnaipartedelabbfcgrafiadeconsola MAC* MacAndrew A-MAC Alcoholismo sobre el MMPI2 se enajLnb'aen di mía nigés, proponicna^os Alcoholism de MacAndrew^•s nombres y sigas co >nes|* H xtiei «es^un rto con la traducán al revisada Scae-Revised español que usted ountrará en esteMliíti Sglas y nombres en español e inglés, correspondientes al empleo teór ico-pr áctico de las escalas del MM PI-2
A
Reproducdo con auorizaoón de la Faciiad de Psidlga de a UNAM y Editora El Mliunl moderno SA de C.V., del Sivrtario Mutfcrico de la Personal Mtaieota2 MMPI-2) DR © 1995.
Esludios de normalización,
confiabilidad19
protocolo. L os criterios de val idez que se consideraron fueron los sugeridos por Butcher y Williams (1992) y modificados por Lucio (1995), que son los siguientes: • • • • • • • •
ín di ce de Gou gh hasta 9. "Ci er to s" hasta 454 (80%). "Falsos" hasta 454 (80%). Sin respuesta hasta 29. I N V E R (Inconsistencia en las respuestas verdaderas) hasta 13. I N V A R (Inconsistencia en las respuestas variables) menor a 5 o mayor a 13. Fp (Infrecuencia posterior) hasta 11. F (Infrecuencia) hasta 20.
De la muestra seleccionada originalmente se eliminó a 254 individuos que no cum¬ plieron con alguno o varios de estos criterios, quedando ésta finalmente constituida por 1920 participantes: 813 de sexo mas cul ino y 1107 de sexo femenino. En los cuadros 2-1,2-2 y 2-3 pueden observarse la distribución de frecuencias de la muestra de estudiantes mexicanos por sexo, edatl turno, carrera y semestre. Para obtener la ve rs ió n mexicana en esp añ ol del M M P I - 2 se sig ui ó una metodolo¬ gía estricta en la que se tomaron en cuenta aspectos semánticos, gramaticales y culturales. Se tuvo especial cuidado con las expresiones idi om át i ca s que son difíc i les de traducir dado' que son peculiares a cada cultura y, por tanto, se trató de en¬ contrar expresiones que tuvieran significados similares en las dos culturas. El procedimiento seguido fue el siguiente: A
1) Se hizo una primera tr adu cci ón en cuya ver si ón colaboraron cuatro ps ic ól og os . Un o de ellos era de origen estadounidense y los otros tres mexicanos. Se tradu¬ je ro n todos los react ivos del M M P I - 2 , haciendo caso omis o de la tr aducción anterior al e spa ñol del M M P I original.
2) Esta versión fue afinada por las responsables del proyecto en unión a un tra¬ ductor experto, vigiland o los aspectos s em án ti co s , si nt ác ti co s, a sí como la re¬ levancia cultural y cl ín ic a de la tr ad uc ci ón . De esta manera se obtuvo una nue¬ va versión en español.
El traductor experto no sólo era bilingüe, sino
Distribución por edad y sexo de la muestra mexicana
ta mbi én bicultural, pues había vivido en E U A por más de 5 años.
3) La ve rs ió n así obtenida fue sometida a valida¬ ci ón por jueces extemos, expertos en el M M P I ,
obteniéndose acuerdos superiores a 90%. 4) Lo s comentarios y anᬠli si s productos de la va-
Edad
Hombre s
17-20 21-24 25-2 8 29 -32 33-3 6
343 393 60 9 8
Mu jeres 563 500 35 8 1
Total 906 893 95
17 9
47.00 46.00 6.00 0.98 0.02
Reproducido con autorización de a Facultad de Psicología de la UNAM y Editorial El Manual Moderno S.A de C.V., del Inventario Multifásico de la Personalidad Minnesota-2 (MMPI-2), D.R. © 1995.
20 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Cdpítiilo 2)
Distrib u ción de fre cu enc ias p or tu rn o escolar de la mu es tra mexicana Turno
Matutino Vespertino Total
Hombres
Mujeres
Total
415
709
1124
398
398
796
813
1107
1920
Reproducido con autorización de la Facultad de Psicología de a UNAM y Editorial El Manual Moderno SA de C.V., del Inventario Multifásico de la Personalidad Minnesota-2 (MMPI-2), D.R. © 1995. lidaci ón fueron considerados por el grupo de trabajo y se produjo la versión final del instrumento.
5) Se tradujo la ver si ón en español ahora al i ngl és por un traductor especializado que desconocía el instrumento. Al cotejarse las dos versiones en ingl és se obtu¬ vo de nuevo una alta correspondencia.
La aplicaci ón del instrumento a los estudiantes mexicanos se llevó a cabo en forma grupal. El promedio de tiempo empleado para contestar la prueba fue de dos horas.
Distribución de frec uenc ias po r car rer a y sem estr e de la mu estra de estu diantes mex icanos \ ,
Hombres
Mujeres
17
16
Total
-
Semestre
Hombres
Mujeres
Total
33
1
166
231
397
96
158
2
17
38
55
3
o
240
225
465
96
150
246
4
2
5
183
309
492
o
4
2
6
7
130
248
378
o
2
1
3
85
89
174
1
2
3
813
1107
1920
Artes plásticas
Artes visuales Diseño gráfico Comunicación gráfica Total
62
a
Ciencias
Actuarla Biología Física Matemáticas Total
o
o
o
66
63
36
69
105
30
6
36
49
21
70
181
159
Contaduría Contador público Administración pública Informática Total
o
129
340
Total 315
476
791
169
240
409
52
82
134
536
798
1334
6
o
8
10°
2
Reproducido con a uto riza ción de la Facultad de Psicología de la UNAM y Editorial El Manual Moderno S.A de C.V., del Inventario Multifásico de la Personalidad Minnesota-2 (MMPI-2), D.R. © 1995.
Esludios de normalización,
contabilidO21
Un a vez obtenidos los puntajes de cada alumno, por reactivo y por escala, se pr oc edi ó a sacar las medias y frecuencias de cada escala para, finalmente, obtener las normas. En esta in vest ig ació n se encontraron diferencias significativas est ad ís ti ca ment e entre los estudiantes mexicanos y la población estadounidense, pero menores a las que se encontraban con el M M P I original. L a mayoría de estas diferencias son pequeñas y poco relevantes, pues en ninguna de las escalas cl íni ca s la pob lac ión mexica na llega a presentar medias por arriba de T 55, ni mucho menos dentro de ni - veles ps ic op at ol óg ic os , como suce dí a con la primera vers ió n del instrumento, como fue seña la do por diversos autores. Esto fue cierto tanto en lo que se refiere a las escalas básicas, como a las de contenido y a las suplementarias. En lo referente a las escalas bá sicas en los hombres, las mayores diferencias entre mexicanos y estadounidenses se encontraron en las esca¬ las L (Mentira) y 8 (Esquizofrenia). En las mujeres las diferencias más amplias se encontraron t amb ién en la escala L y en la 5 (Masculinidad-femeinidad). En las escalas de contenido, las mayores diferencias se encuentran en los hom¬ bres en la escala de M i ed os en donde los mexicanos p un t úa n má s alto, en tanto que las mujeres mexicanas pu nt úa n má s bajo en la escala dAOb se si vid ad (O BS ) y m á s alto en las de Miedos (MI E) y Personalidad tipo A ( P T A ) . En las escalas suplementarias las diferencias más amplias se encontraron en el grupo masculino en las escalas de Re pr e si ón y Hos ti li dad repri mida. En el grupo femenino las mayores diferencias se encontraron en Represión (R) y Desajuste pro¬ fesional (Dpr) ( Am pu di a y L u c i o , 1994). La semejanza entre los tres tipos de perfiles de mexicanos y estadounidenses es mayor en los hombres que en las mujeres. Un hallazgo importante de este primer estudio fue que los perfiles de los estu¬ diantes mexicanos obtenidos con el M M P I - 2 tienden marcadamente a la no rm al i dad, lo que no sucede en los obtenidos con el M M P I or ig in al , lo cua l se debe tanto a la rev is ió n del instrumento realizado en E U A , como a que el mé t od o de traduc¬ ción y adaptación seguido en este estudio fue realmente estricto. Los estudios de validez desarrollados posteriormente (Duran, et ai, 1993) in¬ dican que la estructura factorial de las escalas básicas es semejante en los estudian¬ tes mexicanos y estadounidenses. En las escalas de contenido la semejanza parece menor (Páez , 1995) (Ap énd ic e A ) . Los coeficientes de confiabilidad alfa de Cronbach resultaron bastante altos en este grupo de la po b l a c i ó n mexica na estudiada tanto en las escalas bá si ca s como en las de contenido y suplementarias. Ampudia y colaboradores (1995) encontraron que en este grupo de estudiantes mexicanos las escalas tienen una aceptable con¬ sistencia interna, tanto en hombres como en mujeres, con una elevada conf ia bi li dad en algunas de las escalas. Estas autoras concluyen que las escalas suplementarias tienen una adecuada con fi abi li dad en la po bl a c i ó n mexicana , resultados que corro¬ boran estudios realizados en E U A (cuadros A - l , A - 2 y A - 3 , en el Ap én di ce A) A s i m i s m o , el instrumento di s c r i mi nó en forma adecuada entre los estudiantes y una muestra de pacientes psiquiátricos (Lucio, et al., 1999). Los datos de test retest indican también una confiabilidad adecuada (Apéndice A ) . L a mayoría de los datos reportados en estos estudios puede consultarse en el Manual de la prueba, publicado por Editorial El Manual Moderno.
22 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capitulo 2)
Es importante enfatizar que los resultados obtenidos en este primer estudio indicaron que el M M P I - 2 era más adecuado que el M M P I ori ginal para evaluar a la po bl a c i ón mexi cana, por lo menos a aquell a que te ní a un ni ve l de escolari dad de, al menos, preparatoria terminada. Como un paso posterior se consideró entonces ne cesario aplicar el M M P I - 2 a una muestra representativa de la po bl ac i ón mexicana general y lograr as í una mejor ad ap t ac i ón de l instrumento.
LAS NORMAS DE LA POBLACIÓN GENERAL MEXICANA Aun que las normas para estudiantes i ndic aban que era m á s adecuado emplear el instrumento revisado MM P I - 2 en la po bl ac ió n mexicana que el origina l, no se con¬ sideraba terminado el proceso de adaptación del instrumento hasta tener normas para la po bl ac ió n general, por lo que se lle vó a cabo un estudio de nor ma l i za c ió n con la ver si ón en es pa ñ ol para M é x i c o del instrumento en el grupo m á s ampl io que se pudo obtener de la población general, de diferentes regiones del país. Para realizar este estudio se ll ev ó a cabo un muestreo de tipo pr ob a bi l í st i co , multi et áp ic o, estratificado. Se em pl eó este mé t odo debido a que se clasi ficó a los ele¬ mentos de la po bl ac ió n en funci ón de algunas ca ra ct er ís ti ca s de tipo cualitativo, de acuerdo con las diferentes regiones de Mé x i c o donde po día aplicarse la prueba y el tipo de población al que puede administrarse el instrumento. Las variables consideradas fueron sexo, edad y escolaridad. Dadas las car ac terí stic as del instrumento y del paí s, la aplicación del instrumento se restringió a población urbana económicamente activa. Se ap licó el instrumento a 2077 indi vid uos, de los cuales fueron excluidos 330 (15.9%) de acuerdo con fot. criterios de in cl us ió n adaptados para Mé x i c o por L u c i o (1995). La muestra normativa fina l in cluyó a 1744 adultos voluntari os (860 hombres y 884 mujeres), de
19 a 80 añ os ; con una media de 31.4 año s y una de sv ia ció n están da r
de 13.1 para el grupo de hombres, una media de 31.6 años y una de sv ia ci ón est án da r de 14.0 para el grupo de mujeres. El nivel de educación de hombres y mujeres fue: secundaria 15.1 y 9.8%, bachil ler ato 30.9 y 44.6%, prof esional 47.4 y 39.2%, y posgrado 4.7 y 4.5%, respectivamente. De manera que se consideró esta muestra representativa de la pobl ación general de acuerdo con los datos del Ce nso de 1990. Lo s participantes pr ov en ía n de diferentes regiones de la Rep úb l i ca Mex ic an a. En este estudio fue seguido cuidadosamente el procedimiento utilizado para estan¬ darizar el MM P I - 2 en E U A (Butcher, J. N . , et al., 1989), pero hubo algunas diferencias metodol ógicas, como el hecho de que a los participantes estadounidenses se les dio una remuneración, en tanto que esto no se hizo con los mexicanos, no sólo por falta de recursos sino porque no se co ns ide ró conveniente dada la sit uaci ón social del país. Es importante señalar que en el proceso de obtener las normas no es posible aplicarse el inventario a personas a las cuales pudiera afectarles el resultado, por ejemplo, no deben obtenerse normas con individuos que se encuentran en situacio¬ nes de sel ecci ón de personal o educativa. Ad emá s, la persona sól o estar á s ra de que los resultados de la prueba no le afectarán si la contesta en forma Í. .ima.
Estudios de normalización, confiabilidad... Esto dificultó el acceso a algunas poblaciones, pues quienes estaban dispuestos a dar acceso a una in sti tución sol ici taban que se les dieran los resultados de cada uno de los participantes, lo cual af ec ta rí a el procedimi ento. S in embargo, en muchos de estos grupos lo que se hizo fue dar a la in st it uc ió n un perfil grupal —l o cual i m pl i có mayor tie mpo y recursos de lo que se ha b í a pensado en un pr i nc i pi o—; lo ante¬ rior es algo que debe tomarse en cuenta en este tipo de estudios, pues debe r et ri bu í rs el e algo al sujeto y a la in st i tu ci ón . Po r otra parte, dadas las condi cione s s o c i o e c o n ó m i c a s del pa ís (esto es. con un desempleo que iba en aumento) algunas personas no se sentían suficientemente seguras de que los resultados no iban a afectarles aú n contestando en forma a n ó n i m a . Otro aspecto importante a considerar en este tipo de estudios es el tiempo del que se dispone y las condiciones de aplicación pues, en ocasiones, ya fuera alguna persona o el grupo en general, no que r í a o no po dí a dedicar el tie mpo suficiente y la ap l i c ac i ón , a fin de obtener las normas, debe ser en una sola se si ón . Hubo diferencias importantes en cuanto al procedimiento de obtener las nor¬ mas de la población mexicana y las normas de la población estadounidense, por ejemplo, en E U A se c on ta ct ó a las personas por ví a te le fó ni ca y se les pagaba $10 ( E U A ) por partici par en el estudio, mientras que en Mé x i c o era menos apropiado hacer el contacto por vía telefónica y no era posible pagar a los participantes en el estudio, no sólo por falta de presupuesto sino también porque el manejo del dinero tiene una connotación diferente. Se desarrollaron programas de cómputo especiales para calificar la prueba y obtener las puntuaciones T u niformes que son utilizadas con el M M P I - 2 . En los cuadros 2- 4,2 -5, 2-6 ,2- 7 y 2-8, se presentan las ca ra ct er ís ti ca s so ci od em ogr áf ic as de la muestra normat iva de la p ob l a c i ón general. Se obtuvieron las medias y desviaciones estándar para la muestra normativa mexi cana de la po bl a c i ón general. Para obtener las normas se calc ular on las pun¬ tuaciones T uniformes del M M P I - 2 de la po bl ac ión mexicana siguiendo el procedi¬ miento uti li zad o por Tell egen y Ben-P ora th (1992) en la ob t e n c i ó n de las normas para el M M P I - 2 de l a po bl aci ón estadounidense. Se compararon a de má s los puntajes de la po bl ac ión normativa mexicana con la estadounidense. „ . _ _ _ „. . CU ADRO 2^4. T
Datos de edad de la muestra normativa mexicana de la po bl a c i ó n ,
general
Hombres
Edad
Mujeres
F
%
%
Censo
19-29
478
56
30.1
506
57.2
30.7
30-44
266
31
20.3
240
27.1
20.6
45-59
46
6
11.6
51
5.8
12.2
60-80
70
7
87
9.9
Censo
8.6
F
9.3
O 23
24 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2)
En el cuadro 2-9 se Composición p o r sexo de la mu estra presentan las medias, C U A D R O 2 -5. n o r m a t i v a m e x i c a n a d e l a p o b l a c i ó n general desviaciones estándar y la prueba t de las esca¬ F Sexo Censo % las de validez y clínicas 860 Hombres 42.3 47.6 del grupo de hombres, las diferencias má s notables Mujeres 884 50.7 52.4 se dieron en las escalas de Mentira (L), Hipocondriasis (Hs) y Masculinidad-femineidad (Mf)- En Mentira e Hipocondriasis, los hom¬ bres mexicanos pu nt úa n má s alto, mientras los estadounidenses lo hacen en Ma sc ulinidad-fe mineidad. La s mayores diferencias son en Ment ir a y Mas cul ini dad -f emi neidad. En el cuadro 2-10 se muestran las medias, desviaciones es tánd ar y la prueba t de las escalas de validez y clínicas del grupo de mujeres, las mayores diferencias entre ambos grupos son en las escalas Mascul ini dad-femi nei dad, Men ti ra , Infrecuencia —o de los problemas— (F), Hi poc ondriasis y Esquiz ofr eni a (Es). En todas las esca¬ las las mexicanas puntúan más alto. Es notorio que hay mayores diferencias entre las mujeres que entre los varones. Las mayores diferencias están en las escalas de vali¬ dez Me nt ir a e Infrecuencia, así como en Mascul inida d-fe mineid ad. El cuadro 2-11 presenta las medias, desviaciones e s t á ndar y prueba t de las escalas de contenido del grupo de hombres mexicanos en comparación con los estadounidenses. Los resultados obtenidos indican mayores diferencias en las es¬ calas Cinismo (CIN), Miedos y Dificultad en el trabajo (DTR); en las dos primeras los mexicanos obtienen una pu nt uac i ón mayor y menor en la tercera. El cuadro 2-12 muestra las medias, desviaciones estándar y la prueba t de las escalas de contenido del grupo de mujeres mexicanas, donde las mayores diferencias se encontraron en las escalas de Prá ct ic as antisociales ( PA S) , Mi ed os y Cin i sm o. En las tres escalas, las mexicanas obtienen una pu nt ua c i ó n mayor. El cuadro 2-13 presenta las medias, desviaciones estándar y la prueba t de las escalas suplementarias del grupo de hombres mexicanos, las diferencias más signifi¬ cativas se observan en las escalas Host il id ad repri mida ( HR ) y Rep r es ió n. En ambas escalas los mexicanos obtienen puntuaciones más elevadas. Las medias, desviacio¬ nes estándar y la prueba t de las escalas suplementarias para el grupo de mujeres mexicanas se observan en el cuadro 2-14. Las diferencias más significativas se
C U A D R O
2-6.
Datos de la región de procedencia de la muestra normativa mexicana de la población general
Sureste
D . F.
Frecuencia
Costa del Pacífico
Golfo
Total
%
Frecuencia
%
Frecuencia
7
33
4
142
16
860
4
84
9
160
18
884
Hombres
625
73
60
Mujeres
606
69
34
%
Frecuencia
%
Estudios
de normalización,
confiabilida25
CUADRO 2-7. 1 Escolaridad de la muestra normativa mexicana de la p obl a ci ón general Mujeres
Hombres
Nivel
F
Primaria
%
Censo
F
%
Censo
1.1 11.1
39.8 20.9
16
1.9
36.7
10
Secundaria
129
15.1
18.9
98
Bachillerato
270
31.2
9.2
265
44.3
6o
Profesional
405
33.7
9.3
472
39.0
6.0
Posgrado
40
4.7
1.0
39
4.5
.6
encuentran en las escalas Hos ti li da d repr imid a, Re pr e si ón e Infrecuencia posterior (Fp) , escalas en las que las mexicanas obtienen puntuaciones m á s elevadas. L o s resultados anteriores in di ca n que aunque las normas de ambas pobla ciones tienen semejanzas importantes t a m b i é n muestran diferencias que po dr í a n llevar , al utilizarse con un individuo en particular, a presentar un perfil elevado que no indi ca r ía una el ev ac i ón real con respecto a su grupo. En el cuadro A - l (en el Ap é n di c e A) s e presentan los coeficientes alfa de Cr on ba ch para las escalas bá s i c a s , de las muestras mex ic ana y estadounidense. Se observan coeficientes mayores a .70 en la mayoría de las escalas de la muestra mexicana comparados con los coeficientes obtenidos para la muestra estadouni¬ dense, los valores alfa fueron de .36 a .86 para las escalas bá s i c a s . El cuadro A - 2 muestra los coeficientes al fa de Cro nb ac h de las escalas de contenido; en este gru¬ po de escalas los coeficientes obtenidos estuvieron entre .67 y .85. En el cuadro A - 3 se observan los datos de consistencia interna de las escalas suplementarias; estos resultados ind ic an una adecuada consiste ncia interna en la ma y o r í a de las escalas
CUADRO 2-8. 1 Estado civil de la muestra normativa de la po bl ac i ó n general Mujeres
Hombres
Nivel F
%
Censo
F
%
Censo
Soltero
415
48.2
30.8
486
55.0
27.9
Casado
389
45.3
32.7
278
31.4
32.5
Unión libre
30
3.5
4.7
29
3.3
4.9
Divorciado
14
1.6
.4
27
3.1
1.2
Separado
7
.8
.5
23
2.6
1.6
Viudo
5
.6
11
41
4.6
4.9
26 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
C
U
A
D
R
O
2 - 9 .
Escala
¡Capítulo 2)
E s c al as d e v a l i d e z y c l í n i c a s : m e d i a s , d e s v i a c i o n e s e s t á n d a r y p r u e b a t p a r a la s m u e s t r a s n o r m a t i v a s m e x i c a n a y e s t a d o u n i d e n s e d e hombres
Mexicanos (n = 860) Media
DE
Estadounidense (n = 1138) Media
f DE
L
6.75
2.80
3.53
2.28
28.31*
F
5.47
3.53
4.53
3.24
6.18*
K
16.87
4.84
15.30
4.76
7.25*
Hs
14.89
4.33
12.78
3.86
11.48* a f.o' o.0
u
¿ U . I I
?n n
A Aft
Hi
21.10
4.93
20.87
4.37 4.73
Dp
23.41
4.30
22.65
4.67
3.73*
Mf
23.75
4.12
26.01
5.08
10.66*
Pa
9.21
3.09
10.10
2.87
6>.64*
Pt
27.37
4.69
26.43
5.00
4.27*
Es
28.51
588
26.40
5.92
7.91*
Ma
21.57
4.02
19.93
4.29
8.69*
Is
25.22
7.59
24.74
8.84
1.28
n
4.0U
I
O.Oí.
A
¿
U>6
' f > 309 p=001
Abreviaturas: D, Depresión; Dp, Desviación psicopática; Es, Esquzofrena; F, Infrecuencia; Hi, Histeria conversivaHs, Hipocondriasis; Is. Introversión social; K. Corrección; L, Mentira-, Ma, Hlpomanía; Mf, Masculinidad-feminei dad; Pa, Paranoia; Pt, Psicastwja.
del M M P I - 2 . La consistencia interna de la prueba en la pobl ac ió n mexicana es inc lu so may or en muchas de las escalas en r el ac i ón c on la que presenta la prueba en la población estadounidense. L o s resultados de este estudio en referencia a la p o b l a c i ó n general ind ic an que existen algunas diferencias entre los mexicanos y los estadounidenses, pero la ma¬ yoría de ellas subyacen en la actitud de los mexicanos frente al inventario, pues las puntuaciones de la población mexicana no indican índices de psicopatología ma¬ yores que en la po b l a c i ón estadounidense. Otras de las divergenc ias parecen deber¬ se a factores culturales. Las diferencias más significativas se encuentran en las escalas de validez, que indican que los mexicanos, tanto hombres como mujeres, contestan el inventario en form a má s defensiva, que los estadounidenses a pesar de que respondieron a la prueba en forma a n ó n i m a y voluntar ia. Por ejemplo, los hombres y mujeres mexicanos están más interesados en dar una buena imagen, pues admiten en una menor pr op o r c i ó n que los estadounidenses que " E n ocasiones siento deseos de malde ci r" y que " N o me agradan todas las personas que cono zc o" . La difere ncia en las escalas de gé n e r o entre la p o b l a c i ó n mex ica na y la estado¬ unidense ind ic a t a m b i é n diferencias culturales en cuanto a lo que es considerado
Esludios Esludios de normaliza normalización, ción, confiabili confiabilidad27 dad27
Escalas de validez y clínicas: medias, desviación estándar y prueba t para para las las muestras normativas normati vas mexicana mexicana y estadounidense de
mujeres
Escala
Mexicanos (n = 884)
Media
DE
Estadounidense (n = 1462)
Media
DE
f
L
6.06
2.58
3.56
2.08
25.72*
F
5.54
3.54
3.66
2.91 2.91
13.95*
K
16.21
4.70
15.03
4.58
5.99*
Hs
16.15
4.51
13.69
4.05
13.6-5*
D
22.38
4.84
20.14
4.97
10.68*
Hi
22.57
5.11
22. 22.08
4.72
2.36
Dp
23.30
4.39
22.21
4.53
5.71*
Mf
30.21
3.71
35.94
4.08
34.09*
Pa
9.87
3.14
10.23
2.97
2.78
Pt
28.50
4.99
27.70
5.10
3.71*
Es
29.37
604
26.25
5.97
12.21*
Ma
21.04
3.82
19.09
4.26 4.26
11.16*
Is
27.32
8.24
26.90
4.96
1.09
,
A
* f > 3.09p=.001
Abrevi Abreviaturas: aturas: D, Depre De pre sión ; Dp, De sviaci ón psicop ática; Es, Esquizofreni zofrenia; a; F, Infrecuenca; Infrecuenca; Hi, Hsteria Hsteria conversiva; va; Hs, Hs, Hipocondrias Hipocondriasis; is; Is, Is, Intr ove rsión social; K, Co rr ec ció n ; L, Mentira; Ma , Hipomanf Hipomanfa; a; Mf, Masculinidad-fem nidad-feminei inei dad ; Pa, Paranoa; Pt, Pscastena. Pscastena.
como mascul ino y femenino femenino en cada cada cultura. La po bl a c i ón femenina femenina mexicana se aleja más del rol tradicional femenino, mientras que los hombres mexicanos se aju ajustan stan m á s al ro l tradic ional ma sculi no (el cual enfatiza la fuerza fuerza fís ica , as í como la rudeza) que los estadounidenses, lo que indica que tienen una mayor tendencia hac ia las actitudes actitudes considerad consideradas as tradici onalmente cercanas cercanas al mac his mo. Las diferencias encontradas en las escalas de contenido y suplementarias tam¬ bién hacen referencia más a aspectos culturales y situaciones ambientales que a ps i co pa t ol og í a ya que, que, por por ejemplo, ejemplo, la el ev ac ió n en la escala de Miedo Mie doss pue puede de deber¬ se a las amenaz amenazas as de situaciones de desa desast stre re muy comunes en la p o b l a c i ó n mexi can a —p. ej., ej. , las amen amenazas azas consta constante ntess de terremotos—. terremotos—. La el e va c i ón en la escala de P r á c ticas antisociales antisociales en la pob l a c i ón mexican mex icanaa pare parece ce indicar indic ar que que hay diferencias diferencias cultu¬ cultu¬ rales en cuanto a lo que se considera antisocial entre ambos grupos. Los resultados obtenidos en este estudio indican que al utilizar las normas estadounidenses, algunas escalas se elevan probablemente debido a diferencias culturale cult urale s. En espe cial cia l en el grupo de las muje mujeres res se elevan algunas escalas relacio¬ rela cio¬ nad nadas con la ps i c op a t o l og í a , lo que que ind ic a que que al uti li za r las las norm normas as estadoun estadouniden iden ses algunos perfiles individuales podrían indicar una psicopatología que no es real
(Capítulo 2)
28 O Us Uso e in interpretación del MMPI-2 I-2 en en esp español
Escalas Escalas de validez y clínicas: medias, desvia ciones e stándar y pru eba CUADRO 2-11. f para las muestras normativas mexicana y estadounidense de hombres Mexicanos Mexicanos (n = 860)
Escala
Estadouni Estadounidense dense (n = 1138)
t
Media
DE
Media
ANS
6.07
4.27
5.53
4.17
2.84
MIE
5.31
3.63
3.80
2.96
10.23*
OBS
4.56
3.07
4.93
3.06
2.67 2.67
DEP
5.42
3.90
4.79
4.62
3.22*
SAU
6.63
4.50
5.29
3.91
7.10*
DEL
2.96
2.65
2.30
2.50
5.71*
ENJ
4.90
3.23
5.63
3.31
4.93*
CIN
12.32
5.28
9.50
5.35
11.73*
PAS
9.40
3.87
7.91
4.19
8.13*
PTA
8.50
3.65
8.08
3.68
2.53
BAE
4.21
3.33
4.25
3.69
0.25
ISO
6.94
401
7.65
4.77
3.52*
FAM
5.15
3.83
5.32
3.52
1.03
DTR
5.82
4.60
7.30
4.98
6.80*
RTR
4.42
3.44
4.70
3.71
1.72
DE
* í > 3.09p=.001
Abreviaturas: ANS, Ansiedad; BAE. Baja autoestima; CIN, Cinismo; DEL, Pensamiento delirante; DEP, Depresión; DTR, Dificultad en el trabajo; ENJ, Enojo; FAM, Problemas familiares; ISO. Incomodidad social; MIE, Miedos; OBS. Obsestvidad; PAS. Prácticas anfsodaes; PTA, Personalidad tipo A; RTR, Rechazo al tratamento; SAU. Preocupa ción por la salud.
en r elaci el aci ón con la l a pobl po bl aci ac i ón mexicana. Debido a ello recom recomendamos utili uti lizar zar las las
normas normas de la pobl po bl ac i ón mexicana que apa aparece recen en el Apén di ce B.
ESTRUCTURA FACTORIAL DEL INSTRUMENTO Otra forma forma de de validar la posibil posi bilidad idad de utili uti lizar zar un un instrumento ento de eval eva l uaci uac i ón en
una cultura cult ura diferen iferente te a aquella para para la que se co c o n s t r uyó uy ó es corr corroborar oborar si en la l a nueva nueva cultura cult ura conserva su estructu estructura ra factor fact orial ial.. Muchos uch os autores tores han han discutido el r ol del anál an ális is is factorial factor ial en la inves in vestt igac ig ació ión n de la personalidad personalidad en general, general, y en los estud estudios transculturales transculturales de la personalidad en particular. arti cular. Aunque est este e no es el úni c o mét mé t o do
Es Estudios de normalización, confiabilidad... ...
C U
A D
R O
2 - 1 2
Escala
E s c al a l as as d e c o n t e n i d o : m e d i a s , d e s v i a c i o n e s e s t á n d a r y p r u e b a t para las mu estra s norm ativas mex icana y esta dou nide nse de mujeres
Mexicanos (n = 884)
Estadounidense (n = 1462)
f
Media
DE
Media
ANS
7.25
4.54
6.53
4.51
3.74
MIE
8.70
4.60
6.59
3.60
12.30*
OBS
5.04
3.02
5.50
3.32
3.30*
DEP
6.49
4.15
5.86
5.02
3.14*
SAU
7.86
4.78
6.16
4.47
8.69*
DEL
2.86
2.57
2.21
2.49
3.93* 3.93*
ENJ
5.30
2.90
5.68
3.08
2.93
CIN
11.57
5.12
8.73
5.16
12.96*
PAS
8.39
3.53
6.17
3.70
14.33*
PTA
8.38
3.30
7.41 7.41
3.34
6.85*
BAE
4.65
3.50
5.16
4.24
3.13*
ISO
7.04 7.04
4.14
7.53 7.53
4.80
2.52
FAM
6.32
3.99
6.14
3.77
1.10
DTR
7.26
4.94
8.51
5.45
RTR
4.90 4.90
3.68
5.02 5.02
3.98
5.57* 0.73
DE
A
*f> 3.09 p = .001 Abreviaturas: ANS, Ansiedad; BAE, Baa autoestima; CIN, Cinismo; DEL, Pensamiento delirante; DEP, Depresión; DTR, Dificultad tad en el trabajo; ENJ, Enojo; FAM , Problemas Problemas familares; ISO, Incomodi Incomodidad dad social; MIE, Miedos; OB S, Obsesividad; PAS, Prácticas antisociales; PTA, Personalidad tipo A; RTR, Rechazo al tratamiento; SAU, Preocupa¬ ción por la salud.
para evaluar la invariabilidad de las medidas transculturales, indudablemente ha sido el m é t o d o de preferencia preferencia.. Brislin y colaboradores (1973) recomiendan la aplicación de los métodos confir matorios matori os m á s prometedo prometedores res de an ál i si s factorial fact orial en los estudios estudios trasculturales; Buss y Royce (1975) señalaron que las comunalidades (denominación técnica que recibe la varianza que comparten los factores) contra las diferencias transculturales pueden pueden ser ser dete detect ctad adas as por por medio del a ná li si s factorial . E l l o s consideran consideran esto esto cr uci al para establ establece ecerr los los lím it es de la invar iab il ida d factor ial, solam solament entee si la in va ri ab il idad estructur estructural al fuer fueraa demost demostrad rada, a, es me t o d o l ó g i c a m e n t e adecua adecuado do hacer hacer las las com¬ com¬ paraciones transculturales de los niveles factoriales. Butcher y Be mi s (1984 (1984)) sostienen sostienen que que una ap r o xi ma c i ón para val ida r un ins¬ ins¬ trumento de medición para ser adaptado en una nueva cultura, es su validación factorial, para asegurar que los reactivos y las escalas mantengan generalmente el
O 29 29
30 ¡y Uso e interpretació interpretación n del MMP MMPI-2 I-2 en español español
(Capítulo 2)
E s ccaa la la s s u p l e m e n t a r i a s : m e d i a s , d e s v i a c i o n e s e s t á n d a r y p r u e b a f p a r a la la s m u e s t r a s n o r m a t i v a s m e x i c a n a y e s t a d o u n i d e n s e d e hombres
Escala
Mexicanos (n = 860)
Estadounidense (n = 1138)
f
Media
DE
Media
DE
A
9.19
7.09
10.02
7.10
2.59
R
17.23
15.18
4.53
10.13*
Fyo
36.77
4.63
37.34
4.46
2.78
A-MAC
21.86
3.97 3.97
20.81
4.37
5.53
HR
15.20
3.03
12.51 12.51
2.94
19.98*
Do
15.68
291
16.62 16.62
2.95
7.09*
Rs
20.89
3.81
20.09
3.89
4.59*
Dpr
11.74
592
11.30
6.44
1.57
GM
35.57
4.89
37.87
4.87
10.43
GF
27.82
3.80
27.93
4.72
0.56
EPK
7.74
6.10
8.01
5.99
0.99
EPS
10.51
831
10.49
7.98
0.05
2.82
281 28 1
1.86 1.86
2.44
8.15*
FP
*í> 3.09 p=.001 Abrev iatura: A, A nsiedad; A -MA C. Alcoholismo smo de MacAndrew-re MacAndrew-revis visada; ada; D o, Dominanc Dominancia ia-, -, Dpr, Desajuste uste profe profe sional; EPK, D esorde esordenn de estrés e strés postraumá postrau mático tico de Keane; Keane; EPS, Desorden Desorden de estrés postraumátic postrau máticoo de Schelenger Schelenger;; Fp, Infrecuencia posterior; Fyo>Fuerza del yo GF, Género femenino; GM, Género masculino; HR, Hostilidad reprimida; mida; R, Rep R epres res ión ; Rs, Responsabi Responsabildad ldad ' social. ;
mismo sentid sentido o psi co ló gi co en la nuev nuevaa cultura. cultura. Discutie ndo la apl ic ac ión ió n transn transnacio acional nal de los tests p s i c o l ó g i c o s , But cher y G a r c í a (1978) (1978) enfatizan que que la equi val enc ia factorial transcultural no puede darse por sentada, debiendo más bien ser demos¬ trada trada por es este an ál is is . Lo s result resultado adoss de investigaci investigaciones ones realiza realizadas das con dos dos matrices matrices de in te rc or re la ci ón de las escala escalass bási bá si cas ca s del M M P I , con resp respec ecto to a aná lisi li siss factor factoriale ialess de com compo pone nente ntess principales princ ipales llevados a cabo en difere diferente ntess culturas culturas com o Italia It alia y Ja p ó n , son bas basta tant ntee consistent consistentes es con los estudios estudios previamente reportado reportadoss en E U A (Dahl str om, et al., 1975). Estos Estos anál isis is is han esta estable blecid cido o dos dos fact factor ores es mayo mayores res en el M M P I : Ideac Id eac ión ió n psicót psic ótic icaa y Preocupaciones neuróticas, y dos factores menores: Identificación de rol de género y De s ó r d e n e s de personalidad. S in embargo, embargo, hay algun algunas as diferen diferencias cias consid considerable erabless entre factores para hombres y mujeres, sugiriendo que algunos de los patrones del M M P I deben deben tener tener difere diferente ntess significados interpreta interpretativo tivoss para cada g é n e r o . A fin de corroborar la estructura del instrumento en México se realizó el análi¬ sis factoria l de la muestra muestra compuesta por los 1920 1920 estud estudian iantes tes universita rios. D i ¬ cho an ál i si s se re al i z ó tomando las escalas escalas que que componen el instrumento. instrumento.
Es Estudios de de normalización, confiabilidad>1
Escalas Escalas su ple me nta ria s: medi as, desviaciones estándar y prueb a normativas m e x i c a n a y e s t a d o u n i dense de mujeres
test-retest para p ara las mu estras
Mexicanos Mexicanos (n (n = 884)
Escala
Estadouni Estadounidens dense e (n = 11462)
t
Media
DE
Media
A
1147
7.27
11.64
7.90
R
18.76
3.97
16.34
3.81
14.67*
Fyo
34.17
521 21
34.37
4.90
0.94
A-MAC
20.11
3.55
18.85
3.69
8.13*
13 53
? 74
15.25*
HR
1
DE
0.52
J.\JO
Do
15.35
2.93
16.27
2.89
7.43*
Rs
21.95
3.33
21.02
3.36
6.52*
Dor
13.76
6.10
12 31
r
i A
6.99
5.10*
1 ¿O 1
GM
29.49
5.80
28.83
6.51
2.48
GF
35.39
3.30
37.68
3.88
14.64*
EPK
8.86
6.27
8.52
6.56
1.24
EPS
12.83
8.55
11.82
8.96
2.6 .69
2.9 .90
1.94
2.5 .58
12.06
Fp
3.33
* f>3.09p=.001
Abreviaturas: A, Ansiedad; A-MAC, Alcoholismo de MacAndrewrevsada Do, Dominancia; Dpr, Desajuste profe sional; EPK, Desord Desorden en de estrés postrau mático d e Keane; Keane; EPS, Desorde Desordenn de estrés postrau mático de Sche Schele lern rnge ger;r; Fp, Infrecuencia posterior; Fyo, Fuerza del yo GF, Género femenino; GM, Género masculino; HR, Hostilidad reprimida; R, Represión; Rs, Responsabilidad social. ;
-4 se presentan los valores eigen y los porcentajes de vari En el cuadro cuadro A -4 varianza anz a
§
explicada expli cada para cada uno de los 4 factores resultantes ntes del an a n á l i s i s factorial factorial realizado
|
con el M M P I - 2 en la muestra total de estud estudiantes universitarios mexicanos, y que
¡ |
son similares a los establecidos por Butcher Butc her y colaboradores (1989). En total estos explican 70.7% de la varianza. varianz a. El cuadro A a muestra las cargas factoriales factoriales de las escalas en en el el factor factor que A
I resu resultar ltaron on signific significativ ativas. as. En el factor factorI (deno (denom minado inado I d e a c i ó n p s i c ó t i c a por Butcher |
en 1989) se agruparon las escalas escalas:: Infrecuencia (F), Hipocon Hipocondri driasi asis s (Hs), Depr Depree-
|
s i ó n (D), (D), Histeria Histeria con conversiv versiva a (Hi), De s v i a c i ó n ps i c o pá t i c a (Dp) (Dp),, Paran Paranoia oia (Pa) (Pa),,
I
Psicastenia Psicastenia (Pt) y Esquizofrenia (Es) (Es).. En el facto factor r II (Preo (Preocu cupa pacio cione nes s ne u r ó t i c a s )
I
cargaron las escalas Mentira Menti ra (L) (L) y Corr Co rrec ecci ci ón —o de enfren enfrentamiento de problemas—
I
(K), a d e má s de Hister Histeria ia que es tá t a mb i é n en el fa fact ctor or I. En En el fa fact ctor or III (D e s ó r d e ne s de personalidad) personalidad) las escalas de Hipomanía (Ma), Introversión Social Soci al (Is) y Depresión, compartida a con el factor f actor 1. Finalmente Fi nalmente en el factor IV (Identificación esta última compartid con el rol ro l y el género) se sitúan las escalas de Masculinidad-femineidad (Mf) y
¡s |
§
Paranoi Paranoia a (Pa), (Pa), la cual es compartida comparti da por el factor I.
32 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2)
Como en todos los casos en que se utiliza el separada a los dos sexos, se presentan
M M P I se considera en forma a c o n t i n u a c i ó n los análisis factoriales corres
pondientes. En el cuadro A- 5 se presentan los valores eigen y los porcentajes de varianza explicada para cada uno de los tres factores resultantes del a ná l i s i s factorial realizado con el MMP I - 2 en la muestra de hombres. Estos explican 63.5% de la varianza. El cuadro A- 5a muestra las cargas factoriales de las escalas en el factor que resultaron significativas.
a)
En el factor I se encuentran las escalas Infrecuencia, Hipocondriasis, Depre
si ó n, Histeria conversiva, D e s v i a c i ó n p s i c op át i c a, Masculinidad-femineidad, Paranoia, Psicastenia y Esquizofrenia, mismas que c o n f o r ma r í a n el factor de I de ac i ó n ps i c ó t i c a. Estefactorincluye, enlos mexicanos, ad e má s de las esca¬ las esperadas, las de De p r e s i ó n e Histeria, así como la de Psicastenia, lo que
podría indicar
que en
M é x i c o estas escalas pueden estar asociadas con
pertur
baciones severas. Sorprende que aparezca \a escala de Masculinidad-feminei
dad, lo que p o drí a indicar que el rol masculino en Mé x i c o e s t á relacionado con perturbaciones de personalidad. b)
En el factor II, las escalas fueron Mentira, Co r r e c c i ó n e I nt r ove rs i ó n social. Dicho factor se identifica como Preocupaciones n e ur ó t i c as . Aq u í no aparecen De p r e s i ó n e Histeria conversiva, dado que se hallan asociadas con el factor I. La escala de Hi p o ma n í a cargaen forma negativa, lo cual q u i z á indique que el retraimiento e i nt r ov e r s i ó n pueden estar asociados con aspectos ne u r ó t i c o s de
la p o b l a c i ó n masculina mexicana. c)
En el factor III se agrupan H i p o ma n í a , que se presenta en forma negativa, y D e p r e s i ó n , compartido con el factor I en forma positiva, lo que le da confiabilidad a la es*Oala. Este factor es identificado como De s ó r d e n e s de per¬ sonalidad. Denuevola de p r e s i ó n seasociaahora cond e s ó r d e n e s depersonali¬ dad lo que, desde el punto de vista
clínico, indicaría que
la
depresión puede
llevar al mexicano a conductas un tanto ext r añ a s . Sin embargo, para establecer
cuáles
son los reactivos de esta escala asociados con este factor
habría que
hacer un an á l i s i s de reactivos. d)
El factor IV, no aparece en la p o b l a c i ó n masculina mexicana porque la escala de Masculindad-femineidad e s t á relacionada con el factor I.
El cuadro A- 6 muestra la estructura factorial del M MP I - 2 en varones estadouni¬ denses, la cual e s t á conformada por cuatro factores. (Recuerde el lector que los varones mexicanos s ó l o produjeron tres factores).
a)
E l factor I, denominado Ideaciones
psicóticas, está formado por las escalas Infrecuencia, Hipocondriasis, De s v i a c i ó n ps i c o pá t i c a , Paranoia y Esquizofrenia,
como en el caso de los mexicanos. Destaca el hecho de que H i p o ma n í a no aparece en el factor de los mexicanos, a pesar de que este es bastante amplio
puesto que incluye a d e m á s las escalas de D e p r e s i ó n , Histeria conversiva, Masculinidad-feminidad y Psicastenia. Tal diferencia q u i z á se deba al hecho de la
Estudios de normalización,
confiabilida33
cultura y ciertos problemas ne u r ó t i c o s en los mexicanos, con respecto al rol masculino, es p e c í f i c ame nt e identificado como "machismo".
b)
El factor II, Preocupaciones n e u r ó t i c a s , conformado por De p r e s i ó n , Psicastenia e I n t ro v e r s i ó n social con carga negativa, mismo que resulta muy diferente en c o mp a r a c i ó n con los mexicanos debido a que el factor II de los mexicanos es semejante al factor III de los estadounidenses. Las escalas que aparecen en los
mexicanos son Mentira, C o r r e c c i ó n , In t r o v e rs i ó n social en forma negativa e Histeria conversiva, la cual se comparte con el factor I. Esto po d r í a indicar que en los mexicanos los d e s ó r d e n e s de personalidad aparecen como un factormá s
importante del M MP I en c o mp a r a c i ó n con las preocupaciones ne u ró t i c a s , y que los factores de preocupaciones ne u r ó t i c a s y d e s ó r d e n e s de personalidad no es t á n bien delimitados en la cultura mexicana. c)
El factorIII, De s ó r d e n e s de personalidad, constituido por las escalas Mentira, C o r r e c c i ó n e Histeria conversiva, resulta diferente del de los mexicanos, puesto que para estos
ú l t i m o s el factor III incluye H i p o m a n í a y Depresión, presentán¬
dose én cargas contrarias, lo que representa mayor validez de la escala. Esto indica que la de p r e s i ó n puede constituirun sí nt orka determinante tanto en per sonalidades ne ur ó t i c as como en de s ó r d e n e s de personalidad, como ocurre con
los estadounidenses, es decir, que el factor II de estos
últimos equivale al factor
III de los mexicanos.
d)
El factor IV, la I d e nt i f i c a c i ó n con el rol y el gé n e r o , formado por la escala de Masculinidad- femineidad, difiere del grupo de mexicanos, porque en esta po¬
blación desaparece, u b i c á n d o s e esta escala en el factor I. Esto indica que el rol masculino de los hombres difiere marcadamente de una cultura a la otra. En el cuadro A- 7 se presentan los valores eigen y los porcentajes de varianza expli¬ cada para cada uno de los 4 factores en la muestra de mujeres mexicanas, los cuales explican 70.3% de la varianza. El cuadro A- 7a muestra las cargas factoriales de las escalas en el factor que resultaron significativas.
a)
E l factor I, Ideación
psicótica, contiene las escalas Infrecuencia, Hipocondriasis, Depresión, Histeria conversiva, Desviación psicopática, Paranoia, Psicastenia y Esquizofrenia. Este factor es el que incluye má s escalas del MM P I en las mujeres, de acuerdo con lo encontrado en otros estudios. Aparece asociada
también en este factor la escala de Psicastenia, lo que podría indicar que los rasgos obsesivos en las mexicanas es t á n t a mb i é n vinculados con perturbacio¬ nes má s serias.
b)
El factor II, Preocupaciones n e u r ó t i c a s , incluye Mentira, Co r r e c c i ó n e Intro v e r s i ó n social, a d e má s de Infrecuencia, la cual comparte con el factor I. L la ma la at e n c i ó n queen las mujeres mexicanas no aparecen las escalas de De p r e s i ó n y Psicastenia como componentes de este factor.
c)
El factor III, De s ó r d e n e s de personalidad, e s t á formado por las escalas de
Hipomanía, Introversión social y Depresión, las dos últimas compartidas con el factor I. Esto implica que en las mujeres mexicanas —al igual que en sus
34 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2l
contrapartes varones— la de p r e s i ó n es un factor determinante tanto de las pre
ocupaciones ne u ró t i c a s como de los d e s ó r d e n e s de personalidad, d) El factor IV, Id e nt i f i c a c i ó n con el rol y el gé ne r o , se encuentra conformado por las escalas de Masculinidad-femineidad y por la de Paranoia, que comparte
con el factor I. Llama la atención que en las mexicanas la identificación con el rol y el gé n e r o pudiera tener que ver con la desconfianza, lo que q u i z á se deba al rol tradicional de la mujer mexicana de ser relegada o devaluada.
El cuadro A- 8 incluye las cargas factoriales de las escalas en el factor que resulta¬ ron significativas, en la muestra de mujeres estadounidenses.
a)
E l factor I,
Ideación psicótica, formado por las escalas Hipocondriasis, Depre¬ s i ó n, Histeria conversiva. D e s v i a c i ó n ps i c op át i c a. Paranoia y Esquizofrenia, res ul t ó ser muy similar al del grupo de las mexicanas. Sin embargo, existen algunas diferencias por ser má s amplio
para este último grupo,
en quienes
incluye t a mb i é n las escalas Infrecuencia y Psicastenia; las cuales se relacionan con ansiedad, obsesividad, inseguridad y malestar interno, c arac t erí s t i c as con
las que po d rí a asociarse la id e a c i ó n ps i c ó t i c a en las mujeres mexicanas. b) El factor II, Preocupaciones ne u ró t i c a s , e s t á integrado por C o r r e c c i ó n , Intro¬ v e r s i ó n social y Psicastenia es muy semejante t a mb i é n con respecto al grupo de mexicanas, puesto que en ambos grupos se mantienen las dos primeras es¬ calas. Difieren en dos escalas, pues para el grupo de mexicanas incluye Mentira y para las estadounidenses Psicastenia. L o anterior quizá indique que en estas ú l t i ma s las preocupaciones ne ur ó t i c as se relacionan con inseguridad, en tanto que en las mujeres mexicanas se as oc i ar í an con la necesidad de dar una buena imagen ante los otros, lo cual i mplica factores culturales. c)
El factor III. De s ó r d e n e s de personalidad, es t á constituido por la escala de
H i p o m a n í a ,
al igual que en el grupo de las mexicanas; sin embargo, este
factor es diferente en las estadounidenses debido a que incluye una escala má s , la de Mentira. Sin embargo, en las mexicanas la escala de Hi p o ma n í a carga en sentido negativo, lo que i n di c a r í a que en las estadounidenses los d e s ó r d e n e s de personalidad se vinculan con hiperactividad y dificultad de a c e p t a c i ó n de las normas sociales, en tanto que en las mexicanas es t á n má s
d)
relacionados con apatía. El factor IV, I d e nt i f i c a c i ó n con el rol y el gé n e r o , lo conforma la escala de Masculinidad-feminei dad, factor que fue similar en ambos grupos. En las mexicanas parece ser un factor con un peso todavía mayor.
En c o n c l u s i ó n , con respecto al an ál i s i s factorial, se puede decir que el MMP I- 2 muestra factores semejantes en la po b l a c i ó n mexicana y estadounidense, lo que indica, por una parte, que es una prueba v á l i da para evaluar la personalidad de la
po bl a c i ó n mexicana y, por otra, que la t ra d u c c i ó n al es pa ñ o l realizada en Mé x i c o es adecuada. Las diferencias encontradas en la co n f o r ma c i ó n de los factores pare¬ cen deberse a factores culturales.
Estudios de normalización,
confiabilida45
ESTUDIOS DE CONFIABILIDAD
Y VALIDEZ DE LA PRUEBA
Se re al iz ó un estudio para determinar la conf iab ili dad test-retest del M M P I - 2 ver si ón al es p añ ol para Mé x i c o en una muestra de estudiantes universitarios (L uc i o, et al., 1997). L o s participantes de este estudio fueron 106 mujeres y 146 hombres de una universidad privada de la Ciudad de México. Se obtuvieron frecuencias, me dias y desviaciones estándar para las escalas básicas, de contenido y suplementa rias. Se calcul aron , el coeficiente de cor r el ac i ón de Pearson (r), y alfa de Cronbac h para probar la consistencia interna de las escalas. En E U A existen estudios con el M M P I - 2 , como los de Persinger (1991) y Whitley y colaboradores (1991), quienes obtuvieron datos que indican que el ins trumento es confiable. Otro estudio de confiabilidad del M M P I - 2 con el mé t od o test-retest, fue la inv es ti ga ci ón realizada por Butcher y colaboradores, (1989) en un grupo de 193 adultos (82 hombres, 111 mujeres); stos autores reportan que los coeficientes del retest m á s elevados se encontraron en la escala In tr ov er si ón so ci al , tanto en hombres (.92) como en mujeres (.91). En las escalas de contenido, las má s elevadas en los hombres son Ans ied ad ( A N S ) y Dif ic ul ta d en el trabajo (D T R ) , ambas con .91. En las escalas suplementarias la más elevada es Desorden de estrés po s tr au má t ic o de Schlenger (EP S; con .92) en los hombres y Ansi eda d (A) (.91) en las mujeres. Los resultados obtenidos mostraron un alto nivel de confiabilidad del instrumento. La confiabilidad test-retest del M M P I - 2 se cor ro bor ó tambi én transculturalmente en lenguas tan alejadas del inglés como la flamenca; un ejemplo es el estudio de Slore y colaboradores (1996), quienes realizaron una investigación con 83 hombres y 62 mujeres holandeses y encontraron altos coeficientes de co nf ia bi li da d en casi todas las escalas b á s i c a s y de contenido . El coeficiente de co rr el ac ió n má s alto co rr es po nd ió a la escala de Esquizofrenia en el grupo de mujeres (.88) y el má s bajo a la Paranoia en los varones (.43). Estos autores t a m b i é n obtuvi eron la consi stenci a interna del instrumento a tr av és del alfa de Cronbach y encontraron que la ma y o r í a de los valores de su estudio son de la mi sm a magni tud que los estadounidenses. El principal objetivo de este estudio de test-retest efectuado en México fue establecer pa r ám et ro s de confi abil idad de la nueva ve rs ió n de la prueba, en un grupo de 252 estudiantes universit arios: 146 hombres y 106 mujeres de la Ci uda d de Mé xi co . Se ca lc ul ó la media y desv ia ci ón es tá nd ar para cada una de las aplicaciones, el coeficiente de retest y el error estándar de medida para cada una de las escalas. Ta mb i én se obtuvo la prueba t de Student y se a na li zó la consistencia interna del instrumento a tr av és del alfa de Cronba ch de las escalas clí ni ca s bá s i ca s , de va li dez, contenido y suplementarias. Finalmen te, se obtuvi eron los perfiles de las escalas bá s i ca s para establecer las diferencias de las puntuaciones de la medi a, A
| § c 1 I •I
B | 1 I | ¡B | I 0
entre el test-retest.
36 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2)
Lo s resultados obtenidos indica n que en las escalas cl ín ic as b ás i c a s y de vali ¬ dez, el grupo de los hombres obtuvo coeficientes de correlación entre ambas apli¬ caciones de entre .79 y .90, siendo las más altas para las escalas de Mentira y 2 De pr e si ón , mientras que las m á s bajas se encontraron en las escalas 5 Ma s c u l i n i dad-femineidad y 7 Psicastenia (cuadro A - 9 ) . En relación a las escalas de contenido en el grupo de los hombres se observan correlaciones que van de .74 hasta .92. Los puntajes de las correlaciones mostraron que el puntaje más alto lo obtuvo la escala de Depresión y el más bajo fue Persona¬ lidad tipo A (cuadro A - 9 ) . A l obtener el coeficiente de correlación del test-retest, para el grupo masculino de las escalas suplementarias (cuadro A - 1 0 ) , se obtuvi eron correlaciones de entre .63 y .93 en donde la más elevada corresponde a las escalas de Ansiedad; Desorden de estrés postraumático de Keane (EPK) y Desorden de estrés postraumático de Schlenger (EPS) y la más baja fue para Fuerza del yo (Fyo). En las mujeres (cuadro A - l 1), los coeficientes de cor r el a ci ón de las esca¬ las clínicas fueron más bajos que en el grupo de los hombres ya que se encon¬ traron correlaciones de entre .60 y .82. entre el test y el retest. L a correlació n más alta para este grupo corresponde a Corrección, en tanto que la más baja a Paranoia. A l obtener el coeficiente de correlación del test-retest, para el grupo femenino con respecto a las escalas de contenido, se observa que fueron altas y significativas, e nc on t r á nd os e entre .72 y .86. Las escalas que obtuvieron la co rr el ac i ón más eleva¬ da fueron las de Mie do s, Dep re si ón ( DE P) , Prá ct ic as antisociales y Baja autoestima ( B A E ) ; el puntaje m á s bajo en las correlaciones fue en Pr e oc u pa c i ón por la salud ( S A U) (cuadro A- 11 ) . j En las escalas suplementarias (cuadro A -1 2), el grupo femenino obtuvo puntajes más bajos que el grupo de los hombres, obteniendo correlaciones entre .58 y .89 en donde la más elevada corresponde a la escala de Ansiedad (A) y la más baja fue para Gén er o femenino (GF ). Co mo segundo anál is is se obtuvo la consistencia interna del instrumento a tra¬ vés de la aplicación test-retest, se utilizó l a prueba alfa de Cronbach para saber si l a prueba tenía consistencia en cada una de las aplicaciones en el diseño test-retest, y así poder sustentar que los datos obtenidos en este estudio son válidos. En relación con la estimación de la consistencia interna (coeficiente alfa de Cronbach) del M M P I - 2 en las escalas cl ín ic as bás i ca s y de validez en hombres (cuadro A - l 3 ) , se ob se r vó que el puntaje má s bajo co r r es po nd i ó a la escala de Men ti ra , mientras que el má s alto co r r es po nd i ó a In tr ove rs ió n socia l. Las escalas que obtuvieron puntajes mayores a .80, lo cual es un indicativo de confiabilidad elevada, fueron Infrecuencia, Paranoia, Psicastenia, Esquiz ofre nia e In tr ov er si ón soc ial . L as puntuaciones obtenidas para las escalas cl í ni ca s bá si ca s y de val ide z en estudiantes universitarios de sexo masculino son estadísticamente significativas. En el grupo femenino se observó que el menor puntaje correspondió a Mentira, mientras que el puntaje mayor fue para Esquizofrenia, en el test-retest. Además, se en co nt ró que Infrecuencia, Psicastenia, Esquizofrenia e Int ro ve rs ió n social rebasa-
Estudios de normalización,
confiabilida
•
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Reproducido con autorizació n de la Facultad de Psico logía de la U N A M y Editorial El Manual Moderno del Inventario Multlfasico de la Personalidad Minnesota-2 (MMPI-2), D. H. O 19
114 & Uso e interpretación del MMPI-2 en español
{Capitulo5)
El Sr. Ortega relata que tiene frecuentes dolores de cabeza ademá s de otros sí nt omas como insomnio. El examinado lo atribuye a su trabajo, pues tiene un negocio en el que no le va muy bien y esto le preocupa. No parece aceptar que algunos de sus sínt omas pueden deberse a problemas ps icológico s que no quiere enfrentar, como su baja autoestima y su dificultad para lograr lo que se propone. En realidad él se dedica a este negocio por su familia, pues él siempre ha tenido incli¬ naciones ar tíst icas y quisiera dedicarse a otra cosa. Dice que su esposa se queja de que es agobiante para ella tener que trabajar fuera de la casa y hacerse cargo de los niño s y del trabajo domést ico, pero él no puede ayudarle porque su negocio es muy demandan le. El examinado piensa que su esposa se preocupa en exceso por sus hijos y que le exige mucho a él, considera tambi én que no hay mayor problema con la hija, y percibe que la dificult ad es más bien de la esposa. La esposa menciona en la entrevista que el Sr. Ortega a veces es irritable y que no le da import ancia a lo que le pasa a su hija, pero la Sra. Ortega piensa que la ansiedad y los miedos de su hija no son normales. Esto lo dice aparentemente con un poco de temor, pues su esposo parece querer tener la última palabra.
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6 Escalas de contenido del MMPI-2
ASPECTOS GENERALES DE LA INTERPRETACION DE LAS ESCALAS DE CONTENIDO
EL l uso de las escalas de contenido tiene un valor considerable para precisar o refinar el significado de las elevaciones en las escalas clínicas. Por ejemplo, una elevación en la escala 4, Desviación ps ic op át ic a (Dp), puede tener varias posibilidades de int er pr et aci ón: a) el individuo puede manifestar conducta antisocial, b) podría ser inmaduro y actuar impulsivamente sin mostrar rasgos antisociales, c) podría ser una persona inconforme y resistente a los roles más tradicionales, sin mostrar conducta antisocial o del ictiva , o d) el in¬ dividuo podría estar experimentando conflictos familiares o sentir enojo contra su pareja o parientes, aspecto que podría ser "situaci onal". Co n la co ns ide rac ión de las escalas de contenido, se pueden aclarar las razones de la pu nt uac ión elevada de la escala 4. Exa mi¬ nando la elevación relativa de la escala de contenido Prácticas antisociales (PAS) se puede deducir que el puntaje en Dp refleja prácticas o actitudes antisociales; por el contrario, si la escala Pro¬ blemas familiares ( F A M ) es la má s elevada y PA S baja, la el ev ac ió n en Dp dep en de rá má s bien de conflictos familiares. Si es tán eleva¬ das las dos, entonces ambas deben considerarse como importantes en el caso particular (Butcher, et ai, 1990). 779
120 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
6)
El valor de las escalas de contenido trasciende el sentido puramente suplemen¬ tario, pues estas escalas tienen significado teórico y poder predictivo, ya que han mostrado coeficientes de validez paralelos o aún superiores a las de las escalas clínicas más antiguas (Butcher et al. 1990). A tr avés de ellas se puede obtener información sobre el funcionamiento de la personalidad que no está disponible en otras escalas clínicas, apoyada en sus constructos homogéneos. Por ejemplo, una escala Enojo (ENJ) muy alta quizá refleje un patrón de conducta asociada con pérdida de control, y una puntuación elevada en Obsesividad (OBS) refleja proble¬ mas de procesamiento cognitivo, como indecisión, cavilaciones improductivas y aspectos similares. Hay escalas con contenido novedoso, como Rechazo al trata¬ miento ( RT R) o a la Personalidad tipo A (P T A ) . En la interpretación, basada en los contenidos, se considera que las respuestas de una persona a los reactivos son comunicaciones acerca de sus sentimientos, de sus características de personalidad y de sus problemas pasados o actuales. Una suposición importante acerca de la interpretación basada en el contenido es que el individuo desea revelar sus actitudes, creencias, ideas y problemas, por lo que coopera en la prueba aceptándolos con veracidad. La mayor parte de las personas que presentan la prueba en condiciones clínicas proporcionan información veraz acerca de su personalidad. No obstante, quienes contestan la prueba bajo presión (p. ej., cuando solicitan empleo) tal vez distorsionen sus respuestas para crear una impresión particular. En estos casos las puntuaciones de las escalas de contenido aparecen relativamente sumergidas, indicando una imagen sin problemas, de modo que no resultan tan válidas como las puntuaciones de aquellos que cooperan; por tanto, las escalas de contenido son mas útiles en la evaluación clínica que en ambientes laborales. Sin embargo, se ha observado que aún en situaciones de selección de personal las esca¬ las de contenido son de utili dad, tomando en co ns i de ra ci ón la el ev ac ió n relativa de las escalas, de tal manera que el pico del perfil indica aquellas características de personalidad más sobresalientes de la persona y las escalas sumergidas apuntan hacia los rasgos que la persona se esfuerza por negar. Como se mencionó en el capítulo 5, el contenido de los reactivos fue básica¬ mente ignorado en el desarrollo de las escalas clínicas, mismas que se construye¬ ron con una me t o do l o gí a em pí ri ca . Si n embargo, diversos autores (Graham, e t al., 1971; Pepper y Strong, 1958) insistieron en que no debería ignorarse el contenido de los reactivos de las escalas del M M P I . Wig gi ns (1966) des ar ro ll ó una serie de escalas de contenido como un intento sistemático de examinar las respuestas de las personas al contenido de los reactivos; este autor desarrolló sus escalas de conteni¬ do en estudiantes universitarios y las validó en otros grupos normativos y en un grupo ps iq ui át ri co . S in embargo, varias de las escalas de contenido in cl uí an reactivos poco convenientes que fueron eliminados del M M P I - 2 , por lo que estas escalas fueron alteradas en la revisión de la prueba, resultando algunas de ellas demasiado cortas como para hacer predicciones clínicas confiables. Dado que el comité de re es ta nd ar iz ac ió n de ci di ó in cl ui r nuevas escalas de contenido desarrolladas con métodos sofisticados y en las que se cubren nuevas áreas de contenido, se decidió
Escalas de contenido del MMPl-2 CJ ¡21
omitir de la versión mexicana las escalas de Wiggins y utilizar sólo las nuevas escalas de contenido desarrolladas por Butcher y colaboradores (1990). Nichols (1987) proporciona una gu ía para la in te rp r et ac ió n de las escalas de contenido de Wiggins.
Las escalas de contenido del M M P I - 2 se desarrollaron siguiendo una estrate gia para co ns t ru cc i ón de escalas de tipo mu l t i mé t od o y en multietapas. Inicial mente las dimensiones de contenido se establecieron a partir de los 704 reactivos que se emplearon para la reestandarización del M M P I (Forma A E x ) . Para conseguir este pr opó sit o los reactivos del M M P I - 2 se agruparon en 26 cate gor ías y se escrib ió una
def ini ció n para cada una de ellas; tres ps i có lo go s cl ín ic os fungieron como jueces y asignaron los reactivos a estas ca t eg o r ía s . Estos jueces po dí an agregar ca te go r í as o asignar los reactivos a más de una categoría; los reactivos asignados por dos o más jueces a la mi sm a c ategoría se l oc al izab an dentro de las escalas prov isional es. Se discutieron los desacuerdos hasta que había una total conformidad acerca de a cuál categoría pertenecía cada reactivo. Una de las categorías iniciales se eliminó por¬ que no hubo suficientes reactivos que pertenecieran a ella. De s pu é s se aplicaron procedimientos ps i co mé t ri co s e intuitivos para finalmen¬ te contar con 13 dimensiones relacionadas con el contenido de los reactivos. Lue ¬ go, estos grupos de reactivos se depuraron e s t ad í s t i ca me n t e , utili zand o las correla¬ ciones de los reactivos entre sí dentro de cada escala, con muestras de personas normales (alumnos universitarios y personal militar) y muestras clínicas. La mues¬ tra de rees tan dar izac ión del MM P I - 2 (N = 2 600) se empl eó só lo para desarrollar
las normas correspondientes en las últimas etapas del desarrollo de las escalas. Las dimensiones de los reactivos se depuraron eliminando aquellos reactivos que no se correlacionaban con la pu n t u a c i ó n total de la escala. Se obtuvieron reactivos adi¬ cionales evaluando las correlaci ones de los 704 reactivos del inventario con la pun¬ tu ac ió n total de las dimensiones definidas. Entonces se revisaron l ó gi ca me n t e las dimensiones ya examinadas (escalas de contenido) para asegurarse de que los reactivos adicionales cubrían el criterio de con¬ tenido homogéneo. Se calcularon los coeficientes alfa para asegurarse de que todos los reactivos de una escala en particular contribuían realmente a que la escala fuera homogénea, es decir, que estos elementos aumentaban el nivel alfa de la escala. La última etapa psicométrica consistió en reducir las escalas, y en la mayor parte de los casos eli mina r los reactivos que se rep et ía n, qu itán dol os de las escalas en que la correlación era menor. En otras palabras, se mantenía un reactivo en una escala únicamente si tenía una correlación alta con dicha escala. Se permitió la repetición
de algunos reactivos en las escalas que evaluaban problemas generales, por ejem¬ pl o. D if ic ul ta d en el trabajo (D T R ) y Rechazo al tratamiento (R T R) . Estos procedimientos mu l t i mé t o do y mu lt ie tá pi co permitieron contar con una serie de 15 escalas que poseen una elevada consis tencia interna, son relativamente independientes y representan dimensiones de contenido importantes desde el pun¬ to de vista clínico.
Finalmente, se construyeron las normas utilizando la muestra normativa de la po¬ bl ac ió n estadounidense que se usó para el M M P I - 2 . El enfoque de las puntuaciones T
122 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
6)
uniformes que se ado ptó para la re estandar izació n del M MP I - 2 en lo que se refiere a las escalas bá si cas, ta mb ién se empl eó en el desarrollo de las puntuaciones T de las escalas de contenido para que ambos tipos de escalas pudieran compararse. En México se obtuvieron puntuaciones T uniformes tanto para los estudiantes como para la po bl a c i ón general. La s puntuaciones T uniformes para la po b l a c i ón general aparecen en el a pé n di c e B. La s escalas de contenido del M M P I - 2 desarrolladas por Butc her y colaborado¬ res (1990) tienen coeficientes de consistencia interna que van de .68 a .86 en la muestra normativa estadounidense. Algunos estudios han encontrado correlaciones externas importantes para algunas de las escalas de contenido, especialmente para F A M y P A S (Hjemboe y Butcher. 1991: Egeland, et ai, 1991, Lilienfeld, 1996). Boone (1994) en c o n t r ó que los puntajes de la escala de De pr e s i ón ( DE P ) correla¬ cionaron con otras medidas de autorreporte de depresión. Un estudio de Keller y Butcher (1991) demostró que los pacientes con dolores cróni cos pueden distinguirse emp ír ic ament e de la muestra normativa del M MP I - 2 uti lizando la escala Preocupación por la salud (SAU). Schill y Wang (1990) encontraron que la escala E N J se correlacionaba significativamente con otras medidas del enojo. El papel de las escalas de contenido del MM P I - 2 en di ag nó st ic os diferenciales se ha evaluado en dos investigaciones recientes. Uno de los estudios en el que se ut iliza ron pacientes ps iq ui át ri co s hospitalizados (Ben-Porath, et ai, 1991) mo s t r ó que las escalas Pensamiento delirante ( D E L ) y D E P di st in gu ían a los pacientes hospitaliza¬ dos con de pr es ió n má s efectivamente de los pacientes esq ui zo fr én ic os que las esca¬ las cl ín ic as D (2) y Es (8) del M M P I - 2 . En otro estudio, Walsh y colaboradores (1991) encontraron que las escalas de contenido del M M P I - 2 resultaban superiores a las escalas cl íni ca s para diferenciar entre los grupos que abusaban del a lc ohol . El estudio de validación más amplio que correlaciona variables externas con las escalas de contenido es el que Graham y colaboradores (1999) llevaron a cabo con un grupo de pacientes de un centro de salud mental. Este estudio obtuvo una vali dez importante para la may or í a de las escalas de contenido del M M P I - 2 . Las escalas de contenido pueden ser interpretadas aplicando los significados particulares de cada el ev ac ió n que se observe en ellas, mediante ellas se ev al úa n cuatro área s cl íni cas generales: 1) sí nt oma s o tensiones internas, 2) tendencias agre¬ sivas externas. 3) autoconcepciones negativas y 4) área de problemas generales (Butcher, et ai, 1990). Estas escalas se detallan a c on t i nu a c i ón . Estos cuatro grupos de escalas están situados en diferentes partes del perfil, por lo que con sól o ver la gr áf ic a uno puede situar si las alteraciones del i nd iv id uo tienen que ver bá s i c a me nt e con lo que experimenta hac ia adentro, cuando la eleva¬ ci ón se s it úa en el extremo izq uie rdo : hacia el control de impul sos y manejo de su ag re si ón hacia lo externo, cuando la ele va ci ón se si túa en la izquie rda má s cercana a la parte central; ha cia la a ut o c on c e p c i ó n negativa que tiene de sí mism o, cuando la e l e vac i ón se sitú a en la parte medi a: o tiene que ver con diversos tipos de proble¬ mas generales si la elevación se sitúa en la parte derecha de la gráfica. A veces lo que le ocurre a la persona tiene que ver tanto con lo que le sucede hacia adentro, como con lo que le ocurre hacia afuera.
Escalas de contenido del MMPI-2 O 123
ESCALAS DESÍNTOMAS INTERNOS Este grupo comprende seis escalas A N S , M I E , OB S , D E P , S A U y D E L , que se dirigen a sí nt om as y percepciones de de sa da pt ac ió n que el indivi duo pudiera estar percibiendo. Cuando se observan elevaciones en este grupo de escalas es factible encontrar indicios con relación a síntomas internos, alteraciones cognitivas —como creencias equivocadas y otras alteraciones de l pensamiento—. Estas escalas se re¬ fieren a alteraciones que la persona experimenta internamente.
ANSIEDAD (ANS) Esta escala incluye 23 reactivos como "Casi todo el tiempo me siento preocupado por algo o por alg ui en " y " M e preocupo mucho por posibles desgracias", contesta¬ dos como Verdadero. Los reactivos de esta escala tienen un contenido que se refie¬ re directamente a ansiedad o tensión. Las personas con puntuaciones altas en A N S reportan s ínt oma s de ansiedad, inclu yendo te ns ió n, problemas so má t i c o s (p. ej., palpitaciones cardiacas o falta de aire), dificultades para dormir, preocupaciones y falta de concentración. Tienen miedo de perder el j u i c i o , sienten te ns ió n constante en la vi da y experimentan dificultad para tomar decisiones. Algunas de estas personas sienten que la vida es difícil y se muestran pesimistas acerca de que las cosas puedan mejorar. Se mues¬ tran conscientes de estos síntomas y problemas. A N S obtuvo un coeficiente alfa de Cr onb ach de .80 en los hombres y en las mujeres de la muestra normat iva mexicana, por lo que es una de las má s confiables. La escala de A N S se e n c o n t r ó elevada en un grupo de hombres y mujeres que presentaban problemas de dermatitis. Se ob s e r vó , ad e má s , una co rr el ac ió n signif i¬ cativa entre esta escala y el reportar problemas familiares (Lucio, Duran, Gallegos, y Jurado, 1999). T amb i én se en co nt r ó moderadamente elevada en pacientes con problemas de col on irritable (Ga rc ía , 1997).
MIEDOS (ME) M I E contiene 23 reactivos como " M e pongo nervioso(a) y preocupado(a) cuando tengo que salir de casa para hacer un viaje corto" y "Me da miedo estar solo(a) en la oscuridad" contestados como Verdadero. A diferencia de la escala A N S , la cual se refiere a ansiedad generalizada, las puntuaciones elevadas en M I E indica n presencia de miedos esp ec íf ic os , que incl u¬ yen ver sangre; estar en lugares altos; manejo del dinero: temor a animales como las serpientes, ratones o arañas. Implica también temor de dejar el hogar, miedo al fuego, las tormentas y desastres naturales. El contenido de los reactivos está dirigi¬ do también hacia miedo al agua, a la oscuridad, a estar encerrado y a la suciedad.
124 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 6)
M I E obtuvo un alfa de Cronba ch de .72 en los hombres y .81 en las mujeres de la muestra normativa mexicana, superior a la obtenida en población estadounidense. En el estudio de parejas realizado por Butcher se encontró que las mujeres que tenían calificaciones elevadas en esta escala eran vistas por sus parejas como desadaptadas, nerviosas y preocupadas acerca de la muerte. Se en co nt ró que M I E se elevaba significativamente en la pob la ci ón normativa mexicana en c om pa r a ci ón con la p ob la ci ón normativa estadounidense, debido pro¬ bablemente a que hay una mayor desprotección frente a los desastres naturales o al momento de la aplicación de la prueba, que fue poco después de una importante crisis económica. Esta escala se en con tró marcadamente elevada en el estudio de reclusos de Ram írez y Vil la tor o (1998) probablemente por un miedo es pe cí fi co a ser castigados.
OBSESMDAD (OBS) "Algunas veces me vienen a la mente pensamientos sin importancia que me moles¬ tan por días" y "Me molesta mucho pensar en hacer cambios en mi vida", contesta dos como Verdadero, son algunos de los 16 reactivos que se encuentran en O B S . La s personas que pu nt úa n alto en O B S presentan dificultades para tomar de cií siones, y meditan excesivamente acerca de sus asuntos y problemas, provocando que los otros se impacienten. Tener que llevar a cabo cambios los llena de tensión, y pueden manifestarse algunas conductas compulsivas, como contar o guardar co¬ sas si n importancia. Estas personas tienden a preocuparse en exceso, lo que con ( frecuencia puede llevarlos a sentirse abrumados por sus propios pensamientos. La escala de O B S obtuvo un alfa de Cron bac h de .75 en los hombres y .72 en las mujeres de la población normativa mexicana; este nivel de confiabilidad es adecuado, aunque en estas últimas resulta un poco menos elevado que el hallado en la po bl a ci ón estadounidense. Los varones del estudio de parejas de Butcher que obtuvieron calificaciones altas en esta escala, fueron descritos por sus parejas como desinteresados en las cosas y faltos de confianza en sí mismos. Las mujeres fueron descritas por sus parejas como poco realistas acerca de sus habilidades, exageradamente autocríti¬ cas y con tendencia a culparse a sí mismas.
DEPRESIÓN (DEP) Esta escala consta de 33 reactivos como "Creo que mis pecados son imperdona¬ bles" y "Me parece tener un porvenir sin esperanzas" contestados como Verdadero. Los puntajes altos en esta escala indican pensamientos depresivos significati¬ vos; además, quizá involucran sentimientos de tristeza, incertidumbre acerca del futuro y de si nt er és por la propia vid a. Lo s indiv iduos que pu nt úa n alto en D E P tienden a la ca vi la ci ón , manifiestan infel icid ad, llor an fá ci lm en te , y expresan sen-
Escalas de contenido del MMPI-2 O 125
timientos de desesperanza y vacío interior. Quizá verbalicen ideas suicidas o de¬ seos de morir; pueden llegar a creer que están condenados o que han cometido pecados imperdonables. Estos sujetos perciben a las demás personas como carentes de int er és en ellos e incapaces de apoyarlos. Mientras m á s alta es la pu nt ua ci ón en D E P , má s acentuadas son las ca r ac t er ís t i ca s depresivas de la persona. D E P obtuvo un coeficiente alfa de Cr onb ac h de .77 en hombres y mujeres de la po b l a c i ón normati va mexicana, que es menor al obtenido para la po bl a c i ón estado¬ unidense, pero que se considera bastante alto. En el estudio de parejas de la muestra normativa estadounidense se obtuvieron diferencias de género. Se encontró que las mujeres que obtuvieron puntuaciones elevadas tenían problemas más amplios y serios que los hombres. Ambos tenían dificultades de a da pt a c i ón, un estado de án i m o bajo y un concepto inadecuado de sí mismos. A los varones con calificaciones altas en esta escala se les consideraba como faltos de energía y de interés en las cosas, además de sensibles al rechazo, indecisos y poco efectivos para enfrentar los retos cotidianos. A algunos de ellos sus esposas los consideraban como tensos, pasivos, preocupados por problemas de salud y por el futuro. Mie ntra s que a las mujeres con puntuaciones altas en D E P , sus esposos las consideraban como desadaptadas, depresivas, temperamentales y con dificultades de control; asimismo, eran irritables, enojonas, con poca confian¬ za en sí mismas, demandantes y resentidas. En México esta escala se encontró moderadamente elevada en un grupo de pacientes con lupus, lo que po dr í a indic ar una c or r el a ci ón entre problemas depresi¬ vos y esta enfermedad.
PREOCUPACIÓN PORLA SALUD(SAU) Esta escala consta de 36 reactivos como " Ca s i nunca tengo calambres o contraccio¬ nes musculares" y " Nunc a he vomitado ni escupido sangre" contestados como Fals o. Lo s puntajes altos en S A U se presentan en personas con sí nt om a s fí si cos en diversos ór ga no s corporales. Se incluye n sín to ma s gastrointestinales (es tr eñ im ie n to, náuseas y vómito, problemas estomacales, etc.), problemas neurológicos (con vulsiones, mareos, desmayos y parálisis), problemas en la piel, dolor (p. ej., de cabeza, de rodillas), problemas respiratorios (tos, fiebre del heno o asma). Estos individuos se preocupan por su salud y se sienten más enfermos que el resto de las personas. S A U pr e s e nt ó un alfa de Cronb ach de .71 para los hombres y .70 para las mujeres que, aunque se considera dentro de un rango aceptable, es menor a la obtenida por la po b l a c i ó n estadounidense. Keller y Butcher (1991) encontraron que las personas con problemas de dolor cr ón i co, p un t úa n significativamente má s alto en esta escala que aquellos de la mues¬ tra normativa estadounidense, lo cual podría indicar que. en general, es probable que quienes tienen problemas de salud reales presenten puntuaciones elevadas en esta escala.
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I Capítulo 6)
En Mé x i c o , S A U se en co nt r ó significativamente elevada en pacientes con lupus y con el padecimiento de colon irritable, lo que corrobora la validez de la escala.
PENSAMIENTO DELIRANTE (DEL) D E L tiene 24 reactivos como "Oi go cosas ex tr añ as cuando estoy solo(a)" y " A l guien controla mi mente" contestados como Verdadero. Los pensamientos delirantes que se manifiestan en las personas con puntuacio¬ nes elevadas en D E L son ca ra ct er ís ti co s de los procesos ps ic ót ic os de pensamien¬ to. Estos indivi duos qu iz á manifiesten ta mb ié n alucinaciones auditivas, visuales u olfativas, además de reconocer que los pensamientos propios son extraños y pecu¬ liares. La elevación de esta escala tal vez implique también ideas paranoides (como la creencia de que es tán conspirando contra ellos). Estas personas pueden creer que tienen una misión o poderes especiales. D E L obtuvo un alfa de Cronbach de .69 en los hombres y .67 en las mujeres de la muestra normativa mexicana de la población general, significativamente meno¬ res a los obtenidos en la población normativa estadounidense. Este coeficiente es uno de los más bajos que se obtuvieron en las diversas escalas de la prueba y probablemente indica que, al menos en la población mexicana, hay reactivos que tienen que ver con otra dimensión que no sea delirante, quizá algunos relacionados con aspectos religiosos y místicos, lo cual debe tenerse en cuenta cuando se inter¬ preta esta escala. En Méx ic o, D E L se en co nt ró significativamente alta en pacientes ps iq ui át ri co s psicóticos que presentaban delirios y alucinaciones (Lucio, et ai, 1999), lo que confirma su vali dez para explorar delirio s.
ESCALAS DE TENDENCIAS AGRESIVAS EXTERNAS
ENOJO (ENJ) E N J comprende 16 reactivos como " Me han dicho con frecuencia que tengo mal genio" y "Frecuentemente me siento apenado por ser tan irritable y gruñón", con¬ testados como Verdadero. Las personas con puntajes altos en esta escala presentan problemas de control del enojo, se consideran a sí mismas como irritables y gr u ñ o n a s , a de má s de impa¬ cientes, temperamentales y tercas. A veces sienten deseos de maldecir o destrozar cosas. Pueden perder el autocontrol y dañar físicamente a la gente o a objetos. Mientras más alta esté la escala, más fácil es que la persona pierda el control y se muestre abiertamente agresiva.
Escalas de contenido del MMPI-2 O 127
E N J pr e s e n t ó una alfa de Cronba ch de .77 para los hombres y .71 para las mujeres, los cuales son adecuados y muy semejantes a los obtenidos en la pobla¬ ción estadounidense. En el estudio de las parejas de la muestra de re es t a nd ar i z ac i ón los hombres con puntuaciones elevadas en E N J , fueron descritos por sus parejas como desagrada¬ bles, tercos, con problemas en sus relaciones interpersonales, enojones y con arre¬ batos agresivos. Las mujeres presentaban estas mismas características, pero ade¬ más se entr is te cí an fáci lme nte y se le dificultaba salir de ese estado.
CINISMO (CIN) " M i forma de hacer las cosas tiende a ser ma l interpretada por otros" y "Es m á s seguro no confiar en nadie", con respuesta de Verdadero, son algunos de los 23 reactivos que conforman esta escala.. Quienes presentan puntajes altos en esta escala manifiestan ideas m i s a nt r óp i c a s ; estas personas suponen motivaciones ocultas y negativas detrás de las acciones de los demás, quizá crean, por ejemplo, que la mayor parte de gente es honesta sólo por miedo a ser descubierta. Creen que los demás no son confiables, debido a que se uti li za n unos a otros y son amigables só lo por razones e go í st a s . Posiblemente mantengan actitudes negativas hacia las personas cercanas, incluyendo compañe¬ ros de trabajo, familiares y amigos; en general son poco amigables y no ayudan a los otros. Al gu na s de estas personas tienen poca mo t i va c i ón de logr o. Si las puntua¬ ciones son muy elevadas tal vez se observen ideas de tipo paranoide. C I N obtuvo en la pobl ac ión normativa mexicana un coeficiente alfa de Cronbach de .84 para los hombres y .83 para las mujeres, muy semejante al obtenido en la muestra normativa estadounidense, por tanto, es una de las escalas con un mayor coeficiente de con fi abi lid ad. En esta escala hombres y mujeres mexicanos tienden a presentar puntuaciones más elevadas que los estadounidenses, quizá debido a la dificultad para confiar en los otros, por la inseguri dad tanto a ni ve l personal como en el trabajo —mi sma que se vivía en el tiempo en el que se recolectaron los datos de la muestra normativa. En un estudio reali zado con delincuentes (R a m í r e z y Vi l la to r o, 1998) se en¬ c on t r ó esta escala elevada, siendo el grupo de homic idas el que pr e s e nt ó las ca li fi ¬ caciones más altas.
PRÁCTICAS ANTISOCIALES (PAS) P A S consta de 22 reactivos del tipo de " N o culpo a la persona que se aprovecha de otra, si esta úl t i ma se expone a que ocurra tal cosa " y " L a m a y o r í a de la gente ut il iz ar ía medios, de alguna manera discutibles, para mejorar su si tu ac ió n de vi da " contestadas como Verdadero. Lo s puntajes elevados en P A S indic an, a de má s de actitudes mi s an t r óp i c as si¬ milares a las de C I N , problemas de conducta durante los a ñ os escolares, y pr ác t i ca s
128 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Cap itu lo 6)
antisociales como robar o hurtar en supermercados, lo que puede dar lugar a pro¬ blemas con la ley. Las personas que obtienen puntuaciones altas en esta escala manifiestan disfrutar con las ar t i ma ñ a s de los crimi nale s y. aunque no incurran en conducta il eg al , creen que no est á mal evitar el cumpli mie nto de la ley; son poco confiables y deshonestas. Esta escala obtuvo un coeficiente alfa de Cronbac h de .73 para los hombres y .70 para las mujeres en la muestra normativa mexicana, el c ual se considera adecuado, aunque es un poco menor al obtenido en E U A . L as mujeres mexicanas obtuvi eron puntuaciones mayores en P A S en c o m p a r a c i ó n con las estadounidenses. Butcher y colaboradores (1990) establecieron correlat os conductuales para esta escala a través de su estudio de parejas. Tanto los hombres como las mujeres que obtuvieron puntuaciones elevadas en PA S fueron descritos por sus parejas como que habían incurrido en prácticas antisociales. Los varones que obtuvieron califi¬ caciones elevadas en esta escala fueron descritos como muy demandantes, indivi¬ duos que abusaban de sustancias y algunos habían tenido problemas con la ley; por su parte, las mujeres calificadas con altas puntuaciones fueron descritas como men¬ tirosas, amenazantes con las personas que discrepaban de sus opiniones, poco cons¬ tructivas y no dispuestas a recib ir ayuda, y con poca clar idad de j u i c i o . Esta es una escala que debe tenerse en cuenta en los casos de selección de persona l, dado que se ha demostrado que cal if ic ac io nes elevadas en P A S sugie¬ ren que la persona no es confiable y tiene dificultades para aceptar las reglas. Esto puede ser así aun cuando la puntuación no esté elevada pero sea el pico del perfil.
PERSONALIDADTIPOA (PTA) P T A consta de 19 reactivos como "A menudo me he encontrado co n personas que envidi an mis ideas, s ól o porque a ellas no se les ocurri eron pri mer o" y " C o n fre cuencia me esfuerzo por superar a alguien que me ha llevado la contraria", contes¬ tados como Verdadero. Las personas con puntuaciones elevadas en esta escala son muy trabajadoras, activas y orientadas hacia el trabajo; frecuentemente se muestran impacientes, irritables y tensas. Para ellos, no hay suficiente tiempo en el día para terminar sus tareas, por lo que no les gusta esperar o ser interrumpidos . Son directos y pueden ser desagradables en sus relaciones con los otros, a quienes presionan mediante su agresividad. Suelen ser hostiles y se enojan con facilidad. P T A obtuvo un alfa de Cr onba ch de .74 y .65 en hombres y mujeres, respecti¬ vamente: tales valores son muy semejantes a los obtenidos en la población estado¬ unidense. El hecho de que el coeficiente alfa sea menor en las mujeres que en los hombres indica que no es una medida tan homogénea en las primeras y que, por tanto, su valor diagnóstico es menor en ellas que en los varones: parece ser que en las mujeres es más bien una medida de desadaptación. Las mujeres que tienen puntuaciones altas en esta escala son consideradas también como suspicaces.
Escalas de contenido del MMPI-2 O129
Los correlatos conductuales de esta escala se refieren a expresiones de enojo y competencia. Las esposas de los hombres que obtuvieron puntuaciones elevadas en esta escala los de s cr i bí a n como mandones, c r í t ic os , enojones y tensos.
ESCALA DE AUTOCONCEPTO NEGATIVO En este rubro se incluye sólo a la escala de Baja autoestima, que se refiere a los j ui cios negativos que la persona hace de sí m is ma .
BAJA AUTOESTIMA (BAE) B A E inclu ye 24 reactivos como " N o me siento capaz de planear mi futuro" y "So y torpe y poco hábil", contestados como Verdadero Las personas con puntajes elevados en esta escala tienen una opinión pobre de ellas mismas. Creen que no les agradan a los de m á s y que no son importantes para los otros. Mantienen actitudes negativas hacia sí mismos, incluyendo pensamien¬ tos como el no ser atractivos, considerarse torpes, incapaces e i nú tiles, y percibirse como una carga para los d e m á s . Ti enen poc a confianz a en sí mismos y encuentran difí ci l aceptar cumpli dos de otros. Se sienten abrumados por los defectos que ven en su persona. Se comparan en forma desfavorable con los demás y tienden a ser pasivos en las relaciones interpersonales. B A E obtuvo un alfa de Cr onb ac h de .73 para los hombres y .75 para las muje¬ res mexicanos que, aunque son valores adecuados, son menores a los obtenidos en la población estadounidense. Los correlatos conductuales que obtuvieron Butcher y colaboradores (1990) en el estudio de parejas indicaron que los cónyuges de estos individuos los descri¬ bían como personas que se dan por vencidas con facilidad, susceptibles al rechazo y con poca confianza en sí mismo s. Son personas que experimentan difi cul tad para tomar decisiones, se preocupan demasiado y tienen miedo de muchas cosas.
ESCALAS DEL ÁREA DE PROBLEMAS GENERALES En esta área se ubican cuatro escalas que tienen que ver con diversos problemas del tipo de qu é tan in c ó m o d a se siente la persona en situaciones sociales, si tiene dif i¬ cultades con su familia o en su trabajo y, finalmente, cuan dispuesta está o no a recibir ayuda.
130 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
•(Capítulo 6)
INCOMODIDAD SOCIAL (ISO) ISO tiene 24 reactivos del tipo de "No me gusta tener gente a mi alrededor", con testado como Verdadero y "Me gustan las fiestas y reuniones sociales", respondido como Falso. A los individuos con puntuaciones elevadas en ISO les cuesta trabajo relacio¬ narse con los demás y prefieren estar solos. Es probable que en situaciones sociales se sientan aislados y poco integrados al grupo. Se consideran a sí mismos como tímidos y no les agradan las fiestas u otras reuniones sociales. Algunas de las per¬ sonas que obtienen puntuaciones elevadas en ISO tienen perturbaciones del sueño y preocupaciones co n respecto a su salud. Graham (2000) informa que en escena¬ rios clínicos a las personas que presentan elevaciones en esta escala frecuentemen¬ te se les diagnostica con desorden de depresión. ISO obtuvo un alfa de Cronbach de .63 en los hombres y .67 en las mujeres de la muestra normativa mexicana, por lo que es una de las escalas que tiene una confiabilidad más baja, lo cual debe tenerse en cuenta en su interpretación. Las personas que obtuvieron calificaciones elevadas en esta escala fueron des¬ critas por sus parejas como tímidas, tranquilas, poco amigables e incapaces de disfrutar de las fiestas y de la convivencia con los amigos. Esta escala se encontró más elevada en la población normativa mexicana que en la estadounidense y tiende a elevarse más en algunos grupos de la provincia mexicana.
PROBLEMAS FAMILIARES (FAM) Esta escala incluye 25 reactivos como "Me enojo cuando mi familia o amigos me aconsejan sobre cómo vivir mi vida" y "Algunas veces he tenido pensamientos terribles acerca de mi familia", contestados como Verdadero. Lo s ind ividuos con puntuaciones elevadas en F A M manifiestan desavenencias y pleitos importantes; describen a los miembros de su familia como desagradables y poco afectuosos. Incluso quizá sientan odio por su familia. Recuerdan haber su¬ frido abusos en su infancia y consideran sus matrimonios como infelices y faltos de afecto. Alg unas de las personas que obtienen puntuaciones altas en F A M probable¬ mente tengan historias de abuso físico. F A M obtuvo un alfa de Cronbac h de .78 y .77 para hombres y mujeres, respec tivamente, el cual es elevado y mayor al obtenido por la po bl ac i ón de E U A . Tanto los hombres como las mujeres que obtuvieron una puntuación elevada en esta esca¬ la fueron considerados por sus parejas como personas que tenían muchos proble¬ mas y características negativas de personalidad. Los varones fueron considerados por sus parejas como desadaptados, hostiles y antisociales, en tanto que las muje¬ res eran percibidas como desadaptadas, hostiles, hiperactivas, antisociales y poco confiables o responsables.
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DIFICULTAD EN EL TRABAJO (DTR) D T R contiene contiene 33 reactivos reactivos como " M e rindo fá ci lm en te cuando cuando las cosas cosas van mal " y "Me atemorizo ante las crisis o dificultades", contestados como Verdadero. Las puntuaciones elevadas en esta escala indican conductas o actitudes que pro¬ vocan un desempeño laboral pobre. Algunos de los problemas de estas personas se relacionan con poca confianza en sí mismos, falta falta de co nc en tr ac i ón , obsesividad y t e ns i ón , así a sí como di fic ult ad para tomar decisiones. Otros se se refieren refieren a falta de apoyo fam ili ar en la el ec c i ón de su carrer car reraa cuestionamiento cuestionamientoss perso personale naless sobre sobre esta esta e l e cc i ón y actitudes negativas hacia los compañeros de trabajo. Algunas de estas personas manifiestan ansiedad y preocupación excesiva; otras refieren síntomas depresivos. D T R obtuvo un alfa al fa de Cro nbac nb ac h de .80 en los hombres y .76 en las mujeres, mujeres, que se consideran adecuados; en los primeros el coeficiente de confiabilidad es mayor que en la población estadounidense, mientras que en las mujeres es menor. Butcher y colaboradores (1990) realizaron un estudio comparando a cuatro grupos grupos de perso personas: nas: pilotos aviadores, personal mi li ta r activo que que se of re ci ó vo l un tari tariam amen ente te a participa participarr en el estudio estudio,, al co hó l ic os y pacie pacient ntes es psi qu iá t ri co s. Encon¬ traron que los militares no mostraban puntuaciones elevadas en esta escala, lo que indicaba que no tenían problemas con respecto a su trabajo, mientras que los pa¬ cien ciente tess ps iq ui át ri co s y los los alc ohó li co s obtuv obtuvieron ieron alto altoss índic es en D T R . Los rasgos más sobresalientes que sus parejas adjudicaron a las personas que obt en ía n calificaciones ele eleva vada dass en D T R fue fuero ron n una una de sa da pt ac i ón generaliz generalizada ada;; los pe r c ib í an , asimi smo, como poco amigables y cooperado cooperadores, res, a d e m á s de dista distan¬ n¬ tes de los otros. En México, los pacientes psiquiátricos (Lucio et ai, 1999 1999)) obtuvie obtu vieron ron pun¬ pun¬ tuaciones elevadas en esta escala, al igual que un grupo de pacientes alcohólicos (León, 1999). La escala esca la D T R debe debe tomarse tomarse en cuenta en la s el e cc i ón de personal, pues se ha encontrado que las personas con puntuaciones elevadas en ella tienen dificultades de a d a p t a c i ón a su trabajo. trabajo. Lo anterior ocurre ocurre aunque aunque la escala no es té marcada marcadamen mente te elevada, pero sí que sea el pico del perfil.
RECHAZO AL TRATAMIENTO (RTR) Esta escala consta de 26 reactivos como "Me siento incapaz de contarle a alguien todo acerca de mf y "Odio ir al doctor, aun cuando estoy enfermo(a)", contestados como co mo Verdade ro. La s persona personass con puntuaciones el avad avadas as en R T R manifiestan manifi estan ac¬ ac¬ titudes negativas hacia los médicos y el tratamiento de salud mental. No creen que alguien pueda pueda comprenderlos comprenderlos ni ayudarlos. L es resulta muy i n c ó m o d o tra tratar tar con alguien más sus asuntos o problemas personales. Quizá deseen que todo permanez¬ ca igual en su vida y probablemente crean que un cambio es imposible. Prefieren pasar pasar por alto una cr isis is is o dif ic ulta ul tad d que que enfrentarl enfrentarla: a: con co n frecuencia reportan reportan sín to¬ mas
somáticos.
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(Capítulo 6)
R T R obtuvo un coeficiente a lfa de Cr onba on ba ch de .73 para los hombres y .75 .75 para las mujeres que son un poco menos elevados que los obtenidos para la población estadounidense.
CASO ILUSTRATIVO A co nt in ua ci ón se prese present ntaa un caso caso para ejemplificar la in te rp re ta ci ón de las las esc escala alass de contenido. A q u í se interpreta interpretan n tanto tanto las escalas escalas bá s i c a s y las las de contenido porque porque esto esto i l us t r a r á la manera en que se comple tan los datos datos provenien provenientes tes de las escalas. escalas. El Sr. Vega es un hombre de 35 años de edad que se presenta a consulta a instancias de su esposa, quien lo ve muy ansioso, y que es enviado a realizar un estudio estudio ps i c ol óg i c o por un psiquiatra psiquiatra que que le ha bí a prescrito prescrito medicamentos. medicamentos. El Sr. Sr. Vega obtu obtuvo vo una una punt uac ión T en I N V A R de 54 y en en I N V E R de 47, 47, lo cua l in di ca que que sus sus resp respues uestas tas fueron fueron consistentes. consistentes. Ant e la prueba prueba se mo s t r ó relati¬ vame vament ntee abierto, abierto, mostrand mostrando o un equ il ibr io ent entre re au t op r ot e c ci ón y ac ep t ac i ón de sus sus fallas; consi dera no contar contar con los recursos recursos suficien suficientes tes para para resolver su p r ob l e má ¬ tica tica (L, F, K ) . El Sr. Vega no está satisfecho con su situación de vida ni con él mismo, aunque quizá no lo reconoce. Probablemente esto sea un estado crónico, lo que ha dado lugar a que que se ada adapt ptee a esta esta si tu ac i ón de ins at is f ac ci ón de mucho tiempo (2, T 54). Se encuentra notablemente ansioso e informa alteraciones cognitivas debido a su niv el elevado de ansiedad. ansiedad. Se preocupa demasiado y es tá muy tenso tenso y nervi oso; esto estoss s í nt om as son son claros tant tanto o para para él como para para los los de m á s . Ta mb i é n pre prese sent ntaa síntomas físicos como taquicardia, le falta la respiración, así como dificultades para dorm ir, preocupaciones excesivas y problemas para concent concentrarse rarse ( A N S ; ár ea de síntomas internos). La si t ua ci ón que que vi ve le produce produce enojo, por lo que que en ocasiones ocasiones se manifiesta como beligerante, rebelde, resentido por las normas y reglas. En general muestra hostilidad hacia las figuras de autoridad, aunque no lo hace directamente sino a través de una resistencia pasiva (4, T 68). Acepta que actualmente se muestra tem¬ peramental , ir rit able abl e y en oj ó n por po r lo que que puede puede ll egar ega r a mostrar su enojo enojo con agre agre¬ ¬ si ón fís ic a ( E N J ; ár e a de conductas conductas agresiva agresivass externas externas). ). Reporta una serie de conductas que generalmente se encuentran en personas con personalidad tipo A, como ser impaciente y temperamental. Se siente presio¬ nado y tenso tenso en su traba trabajo jo ( P T A ; á r ea de conductas agresivas externas). Es posible que tenga tenga inte interes reses es es t é t i c os y sea relativamente relativamente pasi vo. Enfrenta en forma pasiva los conflictos egodistónicos que experimenta y se siente impotente para encontrar soluciones aceptables para los problemas situacionales por los que está pasando (5, T 73). Por otra parte, parte, en cuant cuanto o a sus sus activida des, es di n á m i c o , emprende emprendedor, dor, de de modo que es posible que en relación con su trabajo se muestre independiente y confiado
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Es Escalas de contenido del MMPI-2 I-2 O 135
en ocasiones. Las restricciones externas a sus actividades le molestan, lo que da lugar a que que su in s at i sf ac ci ón aumente; aumente; esto esto t a m b i é n se debe debe a que que tiende tiende a la fan fanta ta¬ ¬ sía y se propone algunas metas imposibles de lograr (9). Aunq Au nque ue no muestra resistencia resis tencia abierta al tratamiento, tratamiento, su pr o n ó s t i c o no no es bue bue¬ ¬ no, dada dada la naturaleza naturaleza c a r a c t e r ol óg i c a de de sus sus problemas, problemas, su pasiv idad ante ante ellos y su espe esperanz ranzaa en una so l uc i ón de naturaleza naturaleza probable probablemen mente te m á g i c a . Como se observa en este caso, los resultados de las escalas de contenido com¬ plementan en forma importante las observaciones que se desprenden de las escalas b á s i c a s ; esto esto es eviden evidente te aun aun cuando cuando la el ev ac ió n de las primeras es moderada. moderada. Estos resultados resultan congruentes con el motivo de consulta de esta perso¬ na, quien ac ud i ó con el psiquiatra porq porque ue sa li ó fue fuera ra de M é x i c o por cuestio cuestiones nes de traba trabajo jo y se sin s in ti ó muy mal . Su malestar malestar l l eg ó a tal grado que que fue fue necesario ll evar ev arlo lo a un hospital, pues pues afirmaba que que no po d í a respirar respirar y t e ní a taquicar dia; los m é d i c o s dijeron que sólo tema ansiedad y que debía irse a su casa. El paciente considera que este malestar surgió a raíz de que tuvo ciertos pro¬ blemas de trabajo, mismos que terminaron en una demanda; su socio le hizo mane¬ ja j a r las cosas de una manera en la que él no estaba estaba de acuerdo y al final fin al las cosas resultaron resultaron mal . A raí z de la oc a s i ón que que fue fue ll evado al ho spital, spit al, estuvo consultando a difere diferent ntes es m é d i c o s , quienes quienes le daban daban expli caci ones contradictorias. En ocasiones ocasiones se le sube sube la p r e s i ó n , pero le han dicho dic ho que que esto esto se debe debe al e st r és de l trabaj trabajo, o, a angustia y no a una causa orgánica, de modo que le han prescrito calmantes; su esposa le ha dicho que no desea desea que que los tome. En estos estos dí a s es t á por nacer nacer su tercer hij o. El paciente comenta que en realidad se siente muy mal, tanto que no desea ni siquiera salir de su casa. Con frecuencia el paciente piensa que se va a morir, como su padre que murió muy jov en . D eb id o a que que su padre padre mu r i ó , el Sr. V eg a tuvo que que traba trabajar jar desd desdee los 18 años. Comenta que su miedo es tal que, por ejemplo, cierta ocasión en que tenía que llevar a su esposa al médico fue su suegro quien tuvo que hacerlo, pues él no se at re ví a a salir. El relato relato que que hace hace el Sr. Vega da la i mp r e si ón de que que su espos esposaa toma algunas decisiones por él, lo que da lugar a cierto enojo con ella, mismo que quizá só lo expresa expresa en forma indire cta. Co mo es evidente, evidente, los dato datoss prov provenie enientes ntes de la i nt er pr et ac i ón del perf il aclaran aclaran los motivos de c onsulta de la persona y su p o s i c i ó n infa ntil nt il y pasiva pas iva ant antee su proble¬ proble¬ mática. Es notorio que a pesar de estar tomando calmantes su ansiedad es muy fuerte, las escalas de contenido aclaran la razón por la cual la escala 2 no se en¬ cuentra elevada, pues en realidad el cuadro no es de depresión sino de ansiedad e impoten impo tencia cia ante ante una si t ua c i ón en la que que se ve inmerso debido a que que no le es es posible hacer valer sus opiniones y enfrentar los problemas en forma madura.
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Escalas suplementarias
Desde la aparición del M M P I original, se
desarrollaron cientos de escalas especiales. Dahls trom y colaboradores (1972, 1975, ci¬ tados en Graham, 2000) reportaron más de 450 escalas suplemen¬ tarias, cuyos nombres variaban de té rmi nos tradicionales como "D o mina nci a" y "Susp icac ia", hasta otros má s inusuales como "É xi to en el béisbol". Estas escalas se diferenciaban en varios aspectos, como el objetivo por el cual fueron construidas, el constructo que pretendían evaluar, sus propiedades psicométricas (confiabilidad, validez), la disponibilidad de datos normativos y la forma en la que fueron validadas, así como la frecuencia en que fueron usadas en ambientes cl ín ic os y de inv es ti ga ci ón . Muc has de estas escalas sólo fueron usadas por quienes las desarrollaron, mientras que otras fueron ampliamente utilizadas tanto para propósitos de investiga¬ ci ón, como para la int erp ret aci ón clí nic a. La s escalas especiales y suplementarias para el M M P I se de sarrollaron con un pr o pó s i t o bastante es pe cí fi co (p. ej., evaluar la hostilidad, problemas de abuso de alcohol o desajuste profesio¬ nal). Su ap lica ci ón suele ser má s escasa y limi tad a que las escalas bá si ca s o as escalas de contenido del M M P I - 2 . Algunas de las escalas fueron incluidas en el perfil de escalas suplementarias del M M P I - 2 y pueden utilizarse para complemen¬ tar la in te rp re ta ci ón de las escalas bás ic as del instrumento. El cri¬ terio para mantener las escalas suplementarias del M M P I ori gi na l en el M M P I - 2 fue que la in ve st ig ac ió n realizada con ellas propor¬ ci on ó datos acerca de su confi abil ida d y vali dez, así como infor¬ ma ci ón acerca de los criterios de in te rp re ta ci ón . 137
138 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 7)
El grupo de escalas suplementarias propuesto por Butcher (Butcher y Williams, 1992), proporciona información adicional en la elaboración del perfil completo de una persona, utilizando el MMPI-2. Las puntuaciones en este grupo de escalas tienen mayor capacidad interpretativa cuando las puntuaciones li mí tr of es esp ecí fi ¬ cas son muy elevadas o muy bajas, de tal forma que se identifiquen rasgos de personalidad diferentes dependiendo de su elevación. En algunas de estas escalas se dispone de mayores elementos de interpreta¬ ci ón , en co mp a r ac i ó n con otras má s novedosas, debido al gran n úm e r o de investi¬ gaciones realizadas con cada una de ellas; así, resulta que las escalas de Ansiedad, Represión, o Alcoholismo de MacAndrew, por citar sólo algunas, han sido muy utilizad as en diversos estudios, por lo que se ha obtenido su valid ez y con fia bil ida d, así como los diversos elementos de int er pr et ac ió n; en cambio. Hosti li dad reprimi¬ da o Desajuste profesional, entre otras, han sido poco utilizadas en la i nv es t ig ac ió n, por lo que se dispone de escasos elementos para identificar rasgos de personalidad específicos. Es importante tomar en co n s i de r a ci ón que la ma y o r í a de las escalas suplemen¬ tarias sólo pueden calificarse e interpretarse si se aplican los 567 reactivos del M M P I - 2 . Este grupo de escalas est á conformado por: A R Fyo A-MAC HR
Do Rs Dpr GM GF EPK
EPS
Isl Is2 Is3
Ansiedad PPA Predis posici ón a problemas con las adicciones Repres ió n RA Reconocimiento de las adicciones Fuerza del yo DM Desadapia ció n matrimonial Alcoholismo de MacAndrew Hostilidad reprimida Dominancia Responsabilidad social Desajuste profesional Género masculino Género femenino Desorden de estrés postraumático de Kcanc Desorden de estrés post raumát ico de Schlenger Timidez/autoconcepto Evitación social Enajen aci ón de sí mismo y de otros
A co nt in ua ci ón se describen cada una de las escalas suplementarias del M M P I - 2 .
ANSIEDAD (A) Wel sh (1956) des a rr o l ló esta escala de ansiedad para evaluar la primer a d i me n s i ó n que surge cuando las escalas de vali dez y las cl íni ca s se analizan factorialmente;
E scalas su plem entarias
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de tal forma que se reduzcan a sus denominadores más comunes. De acuerdo con los resultados obtenidos mediante el aná li si s factorial (p. ej., Bl oc k, 1965; Ei ch ma n, 1961.1962; We lsh, 1956), se presentan, de manera consistente, dos dimensiones bá sicas, ansiedad y re pr es ió n. We ls h de sa r ro l ló entonces las escalas de An si ed ad ( A) y Represión (R) para evaluar esas dos dimensiones básicas. Inicialmente, Welsh iden tifi có el primer factor al que de no mi nó "in ad ap ta ci ón general", nombre que se s us ti tu yó posteriormente por el de escala de Ans ie da d ( A ) , que tiene 39 reactivos tanto en el M M P I origi nal como en la ve rs ió n del M M P I - 2 . El objetivo de esta escala es evaluar el factor de ansiedad identificando los reactivos que se relacionaban de un modo elevado con és te . Esta escala or ig in al se ap li có a nuevos grupos de pacientes psi qu iá tr ic os y se de pu r ó utilizand o procedi¬ mientos de consistencia interna. L os 39 reactivos que se identificaron est adí st ic a¬ mente con este método constituyen la forma final de la escala A. Los reactivos son codificados de manera que las puntuaciones altas en esta escala se asocian con una psi copa tol ogí a mayor. La información proporcionada por la escala A se puede obtener también, a tr av és de otras medidas del M M P I - 2 , especialmente a tr av és de la escala Pt, la cual se corre lacion a de manera sign ifi cati va con la escala A. El contenido de los reactivos de A se puede agrupar en una de cuatro catego¬ rías: a) pensamiento y procesos de pensamiento, b) tono emocional negativo y disforia, c) falta de energía y pesimismo e d) ideación maligna. Los individuos que obtienen puntuaciones elevadas en la escala de Ansiedad, es tá n avalando reactivos que indic an sí n t o ma s de ansiedad, te ns ió n, falta de habil i¬ dad para funcionar, falta de eficiencia en el manejo de situaciones cotidianas y por lo tanto admiten tener numerosos s í nt o ma s ps i c ol ó g i co s . Son personas que se ca¬ racterizan por sentirse ansiosas e in c ó m o d a s , son pesimistas y ap át i ca s , por lo que generalmente se alejan de las personas que las rodean, debido a que son temerosas y les falta confianza en sus capacidades; tienden a ser muy cautelosas, y dudan para tomar decisiones; se dejan influir por sentimientos personales difusos; además se inclinan a racionalizar acerca de sus dificultades y llegan a lastimar a otros; son personas sumisas, complacientes, sugestionables y conformistas, por lo que acep¬ tan de manera abierta la autoridad de otros; en situaciones estresantes llegan a sentirse confundidos, se desorganizan y no logran adaptarse a las circunstancias. Las personas que obtienen puntuaciones elevadas en esta escala en ambientes psi¬ qu i át ri co s , tienden a ser diagnosticadas como n eu r ó t i ca s , desadaptadas, sumisas y excesivamente controladas. Debido a su malestar, estas personas usualmente se sienten muy motivadas para acudir a sesiones de consejería o psicoterapia. Por el contrario, la in te r pr et ac ió n de las puntuaciones bajas de A, es indi cat iva de que el individuo no se siente ansioso o incómodo, más bien se percibe activo, vigoroso, expresivo, animado, con fluidez verbal, franco, abierto, amistoso, socia¬ ble, amable, info rmal ; asume un papel preponderante en la re l ac ió n con los de m á s . Es persuasivo, exhibicionista y eficiente, capaz de expresar ideas claras, versátil, ingenios o, confiado en sí mis mo, comp etit ivo; co n un alto val or del éx it o y logros, interesado en el poder, la posición y el reconocimiento. Por otra parte, manipula a
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(Capítulo 7)
las demás personas, y es incapaz de demorar la satisfacción de sus impulsos, gene¬ ralmente actúa antes de reflexionar, sin considerar las consecuencias de sus actos. A d e m á s los puntajes bajos reflejan ausencia de angustia emo cional. Estas personas tienden a ser e n ér g i ca s , competitivas y socialmente extrovertidas. Pue¬ den ser incapaces de tolerar la frustración y usualmente prefieren la acción a la reflexión. En resumen, el individuo que obtiene puntuaciones bajas en la escala A se caracteriza como extrovertido, competente, confiado y algo impulsivo. Aunque no es probable que experimente un trastorno psicológico grave, puede tener o no pro¬ blemas de ad ap ta ci ón .
REPRESIÓN (R) Welsh sugiere la interpretación conjunta de las escalas A y R, con el fin de dar un di ag nó st i co más completo de un indi vidu o en particular. Wel sh (1956) con st ru yó la escala R, para medir la segunda dimensión preponderante que emerge cuando las escalas de validez es tá nd ar y cl ín ic a del M M P I se analizan factorial mente. Un procedimiento similar al utilizado para desarrollar la escala A se empleó también con la escala R, resultando una escala final con 40 reactivos, para el M M P I ori gi¬ nal. La ve rs ió n de R del M M P I - 2 contiene 37 reactivos; esta escala ev al úa la ten¬ dencia a negar los problemas o s ín t om as fí si co s, emotivid ad, vi ol en ci a, reacciones sociales desagradables, sentimientos de ad ap t ac ió n, do min io socia l e in te ré s en la apariencia personal. Welsh sugirió las siguientes categorías de acuerdo con el contenido de los reac¬ tivos de la escala R: a) salud y síntomas físicos, b) sensibilidad, violencia y acti¬ vidad, c) reacciones hacia otras personas en situaciones sociales, d) dominancia social, sentimientos de adecuación personal y apariencia personal, e e) intereses personales y vocacionales. Por otra parte, R también mide la tendencia general de algunos individuos a responder Falso a todo, a pesar de que incluye algunos reactivos neutros como "Pienso que me gustaría trabajar como guardabosque" o " Me gusta la ciencia". El contenido de esta escala se encuentra t a mb i én en la escala D (D ep r es i ón , 10 frases) e Is (Introversión social, 9 frases), y se refiere a negación de síntomas físi¬ cos , emotividad y violencia. Señala también reacciones sociales agradables, senti•Beatos de adapt aci ón, dom ini o social e int erés en la apariencia personal. Lewinsohn (1965), encontró que sólo se percibían pequeños cambios en las puntuaciones R durante la ho sp it al iz ac ió n ps iq ui át ri ca . Welsh (1956), me n c i o n ó que los datos proporcionados por Gough indicaban que en una muestra de partici¬ pantes normales, las puntuaciones de R se correlacionaban positivamente con las escalas L, K. Hs y D del M M P I , y negativamente con Ma . Duc kwor th y Duc kwor th (1975) describen a los que obtienen puntuaciones elevadas en R como rechazantes.
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racionalizadores y carentes de insight sobre sí mismos. Bl oc k y Bail ey (1955) indi¬ caron correlaciones con in forma ci ón externa a la prueba de las puntuaciones altas y bajas de la escala R. Los individuos que puntúan alto en R parecen carecer de insight, son sobrecontrolados e inhibidos socialmente, debido a que generalmente reportan pocos problemas psicológicos y tienden a verse a ellos mismos como libres de problemas en comparación con las demás personas, también se perciben a sí mismos y son percibidos por los demás como convencionales y reservados en sentido emocional, amables y poco espontáneos. Tienden a evitar los conflictos en vez de tratarlos directamente, debido que suelen ser sumisos y cautelosos. Otros los ven como demasiado conservadores en su conducta y acciones. Además, se caracterizan por mostrar un pensamiento claro, ser lentos en sus acciones y muy meticulosos. La int er pr et ac ió n de puntuaciones elevadas de la escala de Rep r es i ón es indi¬ cativa de un individuo formal, de ideas claras, cuidadoso; en resumen, quien obtiene puntuaciones R altas integra un estilo de vida bastante cuidadoso y cauteloso. La puntuación baja en esta escala se encuentra en personas emotivas, desinhibidas verbales, entusiastas, atrevidas y alegres. También son generosas, impu lsivas, agresivas, sa rcá sti ca s, informales y autoindulgentes, pueden ser astu¬ tas, perspicaces, listas, sutiles, engañosas y mentirosas. Además son extrovertidas, emotivas, espontáneas y su estilo de vida es dominante en sus relaciones interpersonales. Aparecen como enérgicas, expresivas e informales. La interpreta¬ ción de las puntuaciones bajas es indicativa de un individuo que es sociable, abier¬ to, parlanchín, arriesgado, atrevido, vigoroso, jovial y valeroso. Además es man¬ dón, le gusta discutir, es egoísta, autoindulgente, perspicaz, precavido; en resumen, quien obtiene puntuaciones R bajas es más bien sociable, emocional y espontáneo en su estilo de vida, y adopta un papel preponderante en las relaciones inter¬ personales. Hathaway y Br ig gs (1957), y Wels h y Dahlstr om (1956) realizaron un aná li si s detallado de estas escalas. Welsh hizo un estudio minucioso de las escalas clínicas y obtuvo las escalas de Ansiedad y Represión; Welsh (1956) encontró estos dos factores de las escalas clínicas y señaló que A se encuentra en las puntuaciones elevadas de las escalas Pt y Es , y en la pu ntu ació n baja de la escala K. El factor A refleja ansiedad y de sadapt ac i ón. Durante 10 añ os se ha discutido esta escala espe cial (Jackson, 1967; Tyler, 1951; Edwards, 1977; Dahlstrom, et ai, 1975) y la mayo¬ ría de los investigadores llega a la conclusión de que este factor debe interpretarse como una ca ra ct er ís ti ca de la personalidad. El segundo factor, R, no ca usó tanta controversia; por medio del an ál is is factorial, Welsh encontró que la represión medida mediante R se encuentra en las cargas positivas de las escalas D, H i , Mf y Pa, y en la carga moderadamente negativa de M a ; asimis mo, ide nti fi có este factor como una ca ra ct er ís ti ca de la personalidad y lo denominó represión. Duckworth y Duckworth (1975) informaron que no habían encontrado muy precisas las descripciones de cl as if ic aci ón de Wels h para bachilleres que asis tí an a or ie nt ac ió n, con exc ep ci ón de la in te rp re ta ci ón para A y R elevadas.
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(Capítulo 7)
Welsh (1956) mostró datos de confiabilidad para las escalas A y R. Para 108 universitarios no graduados los coeficientes medios de confiabilidad para A y R fueron .88 y .48 respectivamente. Cuando se les dieron las escalas A y R a 60 estudiantes universitarios de segundo año en dos ocasiones, después de cuatro me¬ ses, los coeficientes de confiabilidad test-retest para A y R fueron .70 y .74, respec tivamente. Go ck a (1965) me n c i o n ó valores Kuder- Rich ard son 21 (consistencia in¬ terna) de .94 y .72 para las escalas A y R, respectivamente, para 200 pacientes ps iq ui át ri co s varones de la Veterans Adminis trat ion. Se ha discutido bastante acerca de la pertinencia de la interpretación de estas escalas y algunos opinan que son má s út il es para in ve st ig ac ió n que para interpretarse clínicamente.
FUERZA DEL YO (Fyo) Esta escala fue desarrollada por Barr on en 1953, para evaluar la capacidad de un individuo para beneficiarse de una psicoterapia, individual o grupal, y para prede¬ ci r la respuesta de pacientes neur ót ico s a la psicoterapia ind iv id ua l. Fyo se desarro¬ lló para comparar grupos de pacientes exitosos y no exitosos en psicoterapia: los reactivos se califican en la dirección elegida con mayor frecuencia por los pacien¬ tes exitosos. La escala contenía originalmente 68 reactivos, de los cuales en la versión del MMPI-2 se incluyeron 52. Fyo evalúa aspectos como funcionamiento físico, aislamiento, postura mo¬ ral, adaptación personal, habilidad de enfrentamiento, fobias y ansiedades. En el M M P I - 2 , se incluye como una medida de a da pt ac ió n, de fortaleza, de recursos personales y de funcionamiento eficiente, además de ser un buen indicador gene¬ ral de salud mental. Barron describe su escala como una medida de "fuerza latente del yo" y de la "capacidad de integración personal"; este autor cree que la escala provee una "es¬ ti ma ci ón de la adaptabilidad y potencialidades personales", y una medida del "fun¬ cionamiento personal efectivo". Basados en sus descripciones, podría esperarse que las personas que puntúan alto en Fyo tengan un estilo de afrontamiento carac¬ terizado por tomar gran responsabilidad personal para resolver sus problemas, y sean más efectivas al resolverlos en comparación con quienes obtienen puntuacio¬ nes bajas en esta escala. Barron (1953) validó de manera cruzada la escala Fyo usando tres muestras diferentes de pacientes neuróticos para los que los índices de mejoría se encontra¬ ban mejor durante la psicoterapia breve, de orientación psicoanalítica. Debido a que las puntuaciones anteriores a la terapia se relacionaban positivamente con la tasa de mejoría para la totalidad de las tres muestras, Barron concluyó que esta escala es útil para predecir el cambio de la personalidad durante la psicoterapia. También informó que la confiabilidad por mitades de la escala para una muestra de
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126 pacientes fue de .76 yque la confiabilidad t e s t r e t e s t , uti li zan do un intervalo de tres meses entre los e x á m e n e s , fue de .72 en una muestra de 30 casos. G o c k a (1965) m o s t r ó el valor Kuder -Ri ch ar dso n 21 (consistencia interna) de .78 de la escala F y o para 220 pacientes ps i qu i át r ic os varones de la Veterans Adm in is tr at io n. La puntuación de la escala Fyo correlaciona en forma positiva con el nivel de int eli genc ia y con la escola ridad. En re la ci ón con la variable de sexo, se observa que los hombres ofrecen una puntuación más elevada que las mujeres, aunque esto tal vez se debe a que la mujer admite sus problemas con mayor espontaneidad. Muchas de las investigaciones con la escala Fyo sugieren que mide la habili¬ dad para resistir el es tr és , má s que el potencial para el éxi to te r ap éu ti co . En gene¬ ral, las personas que obtienen puntuaciones elevadas en esta escala tienen grandes posi bil ida des de logr ar un cambio de personali dad, sobre todo si se trata de pacien¬ tes ne u r ót i c o s que acuden a psicoterapia ind iv id ua l tradi cion al. Se debe tener cau¬ tela al interpretarla cuando los protocolos sugieren que el evaluado se mostró de¬ fensivo ante la e val ua ci ón, no obstante los resultados obtenidos en las investigacio¬ nes realizadas con esta escala, ya que en estos casos las puntuaciones pudieron elevarse de manera artificial, lo que no permite que sea un predictor confiable de respuesta positiva a la terapia. Quienes obtienen puntuaciones elevadas en Fyo tienden a estar mejor adapta das ps i c o l ó g i c a m e n t e y muestran má s habilidades para enfrentarse a los problemas y situaciones estresantes. Tienden a ser más estables y responsables en sus activi¬ dades, lo cual los hace confiables ante los demás; además son persistentes, inteli¬ gentes e independientes, por lo que producen una pri mer a i mpr e s i ó n favorable en quienes los rodean; sin embargo, pueden llegar a ser oportunistas y manipuladores para lograr sus objetivos, debido a que han desarrollado fuertes intereses y se mues¬ tran competitivos. Asimismo, quizá sean hostiles y rebeldes hacia la autoridad, especialmente por su gran confianza en sí mismos, de modo que llegan a ser sarcá st i co s y cí ni c os ante los de m á s . L os hombres con puntuaciones elevadas tienen un apropiado estilo de conducta masculino. En ambientes no psiquiátricos, es muy probable que las personas que obtienen puntuaciones elevadas en Fyo, no presenten problemas emocionales serios. Por el contrario, en personas con problemas emocionales, las puntuaciones altas en Fyo sugieren que los problemas son m á s situacionales que c r ón i c o s , y que los pacientes tienen recursos psicológicos que pueden ayudarles a enfrentar los problemas de manera eficaz, a d e má s el pr on ós t ic o es bueno para el cambio posit ivo en trata¬ miento psi cot era péut ico . Existen datos de investigaciones que indican que la escala Fyo puede verse como un indicador de la ad ap t ac i ón ps i co ló gi ca general. Las puntuaciones má s elevadas se asocian con niveles de adaptación más favorables que los evaluados con otros ín di c es del M M P I y criterios extraprueba. La s puntuaciones tienden a ser menores en pacientes psiquiátricos que en no pacientes y personas que reciben tratamiento ps i qu i á t r i co o ps i c ol ó gi c o , que para las que no (Gottesman, 1959: Himelstein, 1964; Kleinmuntz, 1960; Quay, 1955, Spiegel, 1969; Taft, 1957). Sin embargo, se informó que la escala Fyo no muestra diferencias entre adolescentes
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(Capítulo 7)
delincuentes, y tiende a elevarse más para los pacientes neuróticos que para los psicóticos; la escala no discrimina entre categorías diagnósticas más específicas (Tamkin, 1957; Tamkin y Klett, 1957 Hawkinson, 1961; Rosen, 1962). Ha y algunos datos que i ndi can que las puntuaciones Fy o se elevan como resul¬ tado de la psicoterapia y otros procedimientos de tratamiento. Lewinsohn (1965) in f or mó que los pacientes ps i qu i át r i co s muestran un incremento en el ni ve l de las puntuaciones desde su a d mi s i ón en el hospita l hasta que se daban de alta. Si n embargo, Barron y Leary (1955) encontraron que no cambian más para pacientes que reciben psicoterapia individual o de grupo que para quienes permanecen en list a de espera por un periodo simila r. Ta mb i é n inf or mó que los pacientes de psico terapia que se presentaron por sí mismos obtienen puntuaciones mayores que aque¬ ll os que fueron enviados por alguie n m á s (Himels te in , 1964), sugiri endo que los que obtienen puntuaciones altas están más conscientes de sus conflictos internos. Las puntuaciones de la escala Fyo se relacionan positivamente con la inteli¬ gencia (Wirt, 1955) y con la ed uc ac ió n formal (Tamkin y Kl ett , 1957). Su relaci ón con la edad no es muy clara. Ta mk in y Kl et t (1957) no encontraron r el aci ón entre ellas, pero Getter y Sundland (1962) mencionaron que las personas mayores tien¬ den a obtener puntuaciones menores en la escala Fyo. Se informaron diferencias consistentes con relación al sexo, en las que los hombres obtienen puntuaciones m á s elevadas (Taft, 1957, Di st le r y cois, 1964; Getter y Sundla nd, 1962). Esta dif e renci a sexual se int er pr et ó en un pri nc ip io como reflejo de una mayor voluntad de las mujeres para admi ti r los problemas y quejas (Getter y Sundland, 1962). Si n embargo, una exp l ic ac i ón m á s razonable de la diferencia sexual es que los hom¬ bres obtienen puntuaciones más altas por que la escala contiene varios reactivos que se relacionan con la id en ti fi ca ci ón del papel mascul ino (Holm es, 1967). S c hi l l y Tata (1988) investigaron la r el ac ión entre el estilo de afrontamiento y la escala de Fuerza del yo de Barr on, d icho estudio ev al uó la re la ci ón entre las puntua ciones de la escala de Fyo de Barron y el estilo personal de afrontamiento; los parti¬ cipantes fueron 66 hombres y 61 mujeres univer sit ari os voluntar ios de un curso introductorio de Ps i co l og í a que participaron para obtener cr éd i t os del curso. Eran básicamente estudiantes de segundo año, de 19 años como promedio. Los sujetos contestaron la escala Fy o de Barron y la medida de estilo de afrontamiento de Robbins y Tanck, para conocer como afrontaban sus sentimientos de te ns ión y de pr esión. La escala de Robb ins e va lúa siete diferentes estilos de afrontamiento, sol ic it ud de apoyo social , conducta disfuncional, ansiedad (narcotizante), reso lu ci ón de problemas, con fianza en profesionales, tolerancia a la incomodidad, y evasión. Las puntuaciones bajas en esta escala indican de alguna manera lo contrario que las puntuaciones elevadas. Las personas que tienen puntuaciones bajas tienden a presentar más problemas y más severos que las demás personas. Además tienen pocos recursos ps i c ol óg i c o s para enfrentarse al e st r és , por lo que su pr on ós t i c o con relación al cambio no es positivo. Butcher y colaboradores (1989) presenta nuevas tablas normativas para la escala Fyo basadas en una muestra normativa contemporánea de adultos norma¬ les, en la que observa cambios asociados a variables de edad y sexo. Aunque los
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ar tí cu lo s de Barro n (1953) acerca de la de ri va ci ón de una escala de Fuerza del yo a partir del M M P I aparecieron hace má s de 40 añ o s , dich a escala sigue siendo una de las m á s utilizadas dentro de las escalas suplementarias del M M P I (Grah am, 1977; Greene, 1980; Meyer, 1993; Newmark y Thibodeau, 1979), y en la actualidad en el MMPI-2.
Esta es una de las escalas cuya pu n t u a c i ó n disminuy e con la edad en la pobla¬ ción mexicana.(Ampudia, Lucio y Duran, 2000). En población mexicana se ha observado que esta escala tiene relación con la inteligencia. Fue una de las escalas má s bajas en el estudio realizado con delincuentes por Ra mí r e z y Vi l la to ro (19%). Est a escala fue la má s baja en pacientes con dermatitis (L uci o y cois ., 1999) y con co lón irritable ( Ga rcía, 1997), lo que nos muestra los pobres recursos que tienen este tipo de pacientes para enfrentar el estrés.
ALCOHOLISMO DE MACAN DREW-REVISADA (A-MAC) Ma c A n d r e w (1965) d es ar r ol l ó esta escala, usando dos diferentes grupos de partici¬ pantes. Se contrastaron las respuestas del grupo de individuos masculinos con his¬ toria conocida de alcohol ismo, con las de pacientes psi qu iá tr ic os masculinos sin historia conocida de alcoholismo. Ma cA nd r ew id en ti fi có , inicialment e, 51 reactivos que diferenciaban a estos dos grupos, los cuales se redujeron a 49, debido a que dos de los reactivos, que fueron elimi nados , te ní an un contenido ob vi o de abuso de alco hol . En la revis ión del M M P I , varios reactivos de la escala A - M A C se suprimieron por poseer contenidos poco convenientes, particularmente de naturaleza religiosa. Por lo que dichos reactivos fueron reemplazados con cuatro frases del banco de reactivos del nuevo M M P I - 2 . Originalmente Mac And re w r e c om e nd ó el empleo de una pun tu ac ió n de corte, en puntuación natural de 24 para hombres y 22 para mujeres como indicador de un potencial abuso del alcohol. Sin embargo, los profesionistas encontraron que un punto de corte, de 26 para hombres y de 24 para las mujeres es más efectivo. Las investigaciones sugieren que una puntuación elevada en la escala de Ma c A n d r e w se asocia con problemas de ad ic ci ón , de abuso de drogas y con juga¬ dores cr ó n i c o s (Graham y Strenger, 1988) pero no es úti l para diferenciar entre abuso de alcohol y abuso de otras drogas. L a escala A - M A C es recomendada como una medida de tendencia a la ad ic ci ón y rara vez como una escala de uso o abuso de alcohol. Lo s estudios reportados en la bib li og ra fí a, i ndi can que la escala no distingue a individuos alcohólicos de quienes no lo son, de tal manera que la escala no puede considerarse como una escala de tamizaje o de filtro efectiva. No obstante, existe evidencia de que puede diferenciar a tipos de al co hó l ic o s, cuyas cara ct erí st ic as de personalidad son fundamentalmente diferentes, además de ser independientes
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(Capítulo 7)
de la edad. En el ca pí t ul o 9 se exp lic a con mayo r detalle los resultados obtenidos en diversos estudios en los que se evalúa la efectividad de la escala, así como de las escalas P P A y R A , a de m á s de los resultados obtenidos en un estudio realizado en M é x i c o , con tales escalas. Los puntajes naturales arriba de 24 sugieren abuso de sustancias, ya sea alco¬ hol u otras drogas, mientras que puntajes crudos menores de 24 contraindican abu¬ so de sustancias. La el e va c i ón de la escala de Ma c An dr e w no sugiere el desarrollo de adicción a las sustancias ni indica la presencia de uso o abuso de sustancias. Solamente sugiere un desarrollo potencial de alcoholismo o posibles problemas de abuso de drogas. Los puntajes altos son ca r act e r í st i cos ta mb i é n de indi vi duos que son so ci al mente extrovertidos, exhibicionistas y que están dispuestos a correr riesgos, ade¬ más tienen problemas para concentrarse, pueden tener historias de problemas de conducta en la escuela o con la ley y disfrutan las competencias de cualquier tipo; por su parte, los puntajes bajos indican que el individuo tiende a ser introvertido, tímido y con falta de confianza en sí mismo.
HOSTILIDAD REPRIMIDA (HR) Megargee y colaboradores (1967) desarrollaron la escala de Hos ti li da d repr imi da ( HR ) con el fin de identif icar ind ividuos que manifestaban dificult ades para expre¬ sar abiertamente su enojo y que usualmente se comportaban en una manera sobrecontrolada, pero que en algunas situaciones habían actuado de manera hostil o extremadamente agresiva. La escala HR original incluye 31 reactivos y la vers ió n del MM P I - 2 contiene 28 reactivos. La HR puede ser hasta cierto punto valiosa para un clínico que trata de entender los posibles factores de personalidad que llevan a cometer actos vio¬ lentos, por lo que es necesario que el cl í ni co sea capaz de formular hi pó te si s acerca de la forma personal en la que el in di vi duo contr ola los conflictos previos al in ci ¬ dente y trate de identificarlos en todo el proceso de evaluación y tratamiento. Esta escala no es tan val ios a como una medida de pr e di cc i ón , tal y como se supo ní a que fuera, debido a que muchos indivi duo s obtienen puntuaciones altas en el rango mayor a T 65, pero muchos de ello s no pe r de r á n el contr ol en forma extre ma. A pesar de lo anterior, HR puede servir como una medida útil para entender los factores de personalidad que pueden influir para que una persona llegue a cometer un acto de viol en ci a. Las puntuaciones elevadas en HR se presentan en personas que tienden a res¬ ponder apropiadamente a la pr o vo c a c i ón , en la m a y o r í a de los casos, pero que en ocasiones manifiestan respuestas de agresión exagerada sin provocación aparente. Los individuos que obtienen puntuaciones altas en la escala HR (iguales o mayores a T 65) tienden a evitar la ex pr es i ón abierta de la agr es i ón , s in embargo, a
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menudo en momentos de extrema pr ov oc ac i ón , ac tú an de una manera muy vio le n ta y pueden reaccionar con conductas de acting out. Se ha encontrado que muchos individuos que aparentaban ser pasivos y que han cometido actos impulsivos y agresivos o crímenes violentos tienen una puntuación alta en la escala HR. Esta escala resultó la más elevada en el estudio de delincuentes realizado en institucio¬ nes del Distrito Federal (Ramí re z y Vil la toro, 1996). La s personas con puntuaciones elevadas en H R , tienden a no expresar senti¬ mientos de cólera, ni siquiera de manera verbal; son sociables y responsables y tienen una fuerte necesidad de sobresalir ante los d e má s ; no obstante, son depen¬ dientes y confiados. Suelen describir a sus familias de origen como c ál id as y fuentes de apoyo. En cuanto a las puntuaciones bajas en H R , no existen suficientes datos que permitan la interpretación adecuada, por lo que dichas puntuaciones pueden inter¬ pretarse de dos formas, ya que no se espera que presenten el síndrome de hostilidad sobrecontrolada, esto es, o son personas crónicamente agresivas o son individuos que expresan de manera bastante apropiada sus sentimientos de agresión. De cual¬ quier manera, se requiere mayor investigación para obtener más datos que permi¬ tan la interpretación adecuada de las puntuaciones altas y bajas en HR. Esta es una de las escalas en la que se observaron diferencias entre la población mexicana y la po bl ac ió n estadounidense, los mexicanos obtuvieron una pu nt ua ci ón m ás elevada (Lucio el al., 2001).
DOMINANCIA (Do) Gou gh y colaboradores (1951) desarrollaron l a escala Do para evaluar las cara ct er ís ¬ ticas de personalidad de dominancia social. Los autores definieron a los individuos con tendencias altas y bajas de dominancia, pidiendo a sus parejas que identifica¬ ran a los participantes como pasivos o dominantes en las relaciones sociales. Los autores apli caron un cuestionario de 150 reactivos a los dos grupos identificados como pasivos y dominantes, con el objetivo de realizar un análisis para identificar los reactivos que diferenciaban a los dos grupos. De este modo, los reactivos de Do evalúan diferentes áreas de contenido, como concentración, conductas obsesivocompulsivas, autoconfianza, incomodidad en situaciones sociales, interés acerca de la apariencia fís ica, perseverancia y opiniones po lí ti ca s. Además, Do mide aspectos de personalidad como el bienestar en las relaciones sociales, poseer opiniones sólidas, perseverancia en las tareas, así como la tenden¬ cia de un individuo a tener control sobre sus relaciones interpersonales. Do es ampliamente usada en evaluaciones de selección de personal, como se¬ lec ció n de oficiales de poli cí a, para evaluar si el indivi duo tiene ca ra ct er ís ti ca s de personalidad —como pas ivi dad— que pudieran interferir con su d e s e mp e ñ o labo¬ ral, especialmente cuando tienen personal a su cargo.
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(Capítulo 7)
L os puntajes altos en Do son asociados con equ il ib ri o, confianza, seguridad en sí mis mo, in ic ia ti va soci al , perseverancia, r es ol uc i ón y liderazgo de grupo; es de¬ cir, son características de personas consideradas generalmente como dominantes en situaciones sociales, que se consideran a sí mismos, y son considerados por los d e m á s capaces de enfrentar apropiadamente las situaciones personales, no se int imi dan fác ilme nt e y se sienten seguros. Suelen ser personas optimistas, eficien¬ tes, realistas y orientadas a las tareas que les son encomendadas, por lo que se muestran muy perseverantes y ecuánimes ante situaciones adversas. Las puntuaciones bajas en Do muestran a personas sumisas, poco enérgicas y fácilmente influenciables por otras personas, carecen de confianza en sí mismas y sienten que manejan sus problemas inadecuadamente.
RESPONSABILIDAD SOCIAL (Rs)
La escala de Rs fue creada por Gough y colaboradores (1952) com o una va lor ación del sentido de responsabilidad del in div idu o con re l ac ió n a otros. L os ind ivi duos identificados por sus compañeros o maestros como poco o muy "responsables", sir vier on como grupos crite rio. Se identificaron los reactivos que discr imina ban ambos grupos, los cuales fueron incluidos en la escala Rs. Originalmente, Rs estaba constituida por 32 reactivos del M M P I . En el M M P I 2, Rs contiene 30 reactivos; dos reactivos fueron suprimidos en la revi sión . El con¬ tenido de los reactivos de la escala Rs del M M P I - 2 eva l úa el in te ré s por aspectos sociales y morales, de s a pr ob a c i ón de pr iv il egi os y favores, én fa si s en los deberes y la autodisci plina, convencional ismo contra re be ld í a, verdad y confianza en el mun¬ do en general; y desenvoltura, aplomo y seguridad personal. Esta escala ha sido ampliamente usada como un ín di ce de ca ra ct er í st i ca s posi¬ tivas de personalidad en se l ec ci ón de personal. Duckwo rt h y Duc kwor th (1975), sugirieron que Rs mide la ac ep ta ci ón (p un tu ac ió n alta) o el rechazo (p un tu ac ió n baja) de un sistema de valores previamente establecido, por lo general, el de los padres. Las personas que tienen más de 25 años con puntuaciones altas tienden a aceptar su sistema de valores actual e intentan continuar utilizándolo, y quienes obtienen puntuaciones bajas pueden cuestionar su sistema de valores presente o rechazar los recién adquiridos. Para personas más jóvenes, las puntuaciones Rs altas indican que aceptan el sistema de valores de sus padres, mientras que las puntuaciones bajas indican el cuestionamiento o rechazo del sistema de valores de los padres. Puntuaciones altas en Rs sugieren que un individuo tiende a verse a sí mismo y a ser visto por otras personas como dispuesto a aceptar las consecuencias de su propia conducta y como responsable, asimi smo, se le considera digno de confi anza
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y persona íntegra, con sentido de responsabilidad para con el grupo: además, es probable que se encuentren en situaciones de lider azg o y toma de decisiones . — Puntuaciones altas (arriba de T 60) in dican un fuerte sentido de justici a y un alto sentido de las normas, indican también que la persona tiene confianza en sí mis ma, es digna de confianza y responsable, y que posee, ad e má s , un sentido de compr omiso s oci al. As i mi s mo , es tá n profundamente interesados en problemas éti¬ cos y morales; rechazan los privilegios y favores, y le dan un énfasis excesivo al cumplimiento de su parte correspondiente de cargas y deberes. Con respecto a esta interpretación es importante tomar en cuenta que cuando la escala L es muy alta, no es confiable esta interpretación, pues más que reflejar cómo es realmente la persona, puede estar reflejando la buena imagen que ésta intenta dar de sí misma. Quienes obtienen puntuaciones bajas en Rs (abajo de T 40) se caracterizan por no estar dispuestas a asumir responsabilidades y tal vez no hayan aceptado valores o normas sociales; por otra parte, no pueden ser vistos ni verse a sí mismos como dispuestos a aceptar la responsabilidad de su propio comportamiento; suelen ser poco dignos de confianza, faltos de integridad y con un pobre sentido de responsa¬ bi li da d para con el grupo.
DESAJUSTE PROFESIONAL (Dpr) Esta escala fue construida por Kleinmuntz (1961) para distinguir entre estudiantes universitarios emocionalmente adaptados y desadaptados. Los procedimientos de análisis de reactivos identificaron 43 reactivos que distinguieron a los dos grupos de estudiantes. La escala Dp r del M M P I - 2 inc luy e 41 reactivos, y las elevaciones en esta escala indican mayor des ad ap ta ci ón profesional. Las investigaciones sobre Dp r han demostrado que es útil en la id en ti fi ca ci ón de problemas emocionales entre estudiantes profesionistas, pero no muy útil para predecir dificultades futuras de adaptación. Las puntuaciones de la escala Dpr va¬ rían de un ambiente universitario a otro, incluso dentro de cada área o nivel de estudios en una misma universidad, por lo que se recomienda utilizar normas y puntos de corte para cada ambiente específico en el que se utilice esta escala; ade¬ más no es recomendable utilizarla en personas que no son estudiantes universita¬ rios. En un ambiente universitario específico, las personas que obtienen puntuacio¬ nes elevadas en esta escala pueden tener mayor desadaptación general. Las puntuaciones altas en Dpr indican que los individuos parecen estar poco adaptados; son ineficientes, generalmente pesimistas y angustiados; además, pue¬ den desarrollar sí n to ma s fí si cos durante los periodos de mayor est ré s y sentir que la vida los abruma la mayor parte del tiempo. Esta fue la escala más elevada en el grupo de pacientes con colon irritable estudiados en Mé x i c o (Ga r cía, 1997). P or otra parte, las personas con bajos puntajes tienden a estar bien adaptadas, son optimistas y conscientes.
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(Capítulo
7)
GÉNERO MASCULINO (GM) Peterson y Dahlstrom (1992) desarrollaron las escalas de Género masculino y Gé¬ nero femenino, como medidas separadas de componentes masculinos y femeninos en la escala estándar bipolar de Masculinidad-femineidad (Mf). Estas escalas se componen de descripciones de sí mismo, características tanto de un género como de otro, disponibles en un mismo reactivo. Los reactivos que fueron incluidos en la escala GM fueron aquellos reactivos que fueron avalados por la mayoría de los hombres de la muestra normativa del M M P I - 2 y aprobados en esa misma di re cc ión por menos de 10 % de las mujeres de la muestra normativa. Só lo 9 de los 47 reactivos de la escala GM aparecen tamb ién en la escala M f . El contenido de los reactivos de GM sugiere que evalúa aspectos como la nega¬ ció n de miedos, ansiedades y sí nt om as s om át ic os ; asimismo, mide el inte rés en actividades masculinas estereotipadas y con la negación de intereses femeninos estereotipados; negación de la manifestación excesiva de las emociones y la pre¬ sentación de sí mismo como independiente, decisivo y con autoconfianza. Debido a que existen datos limitados sobre la valide z de las escalas GM y G F , es difícil generar descriptores que puedan ser aplicados con confianza en la inter¬ pretación de puntuaciones altas y bajas. No obstante, los datos preliminares de Peterson y Dahl st ro m, sugieren que puntuaciones elevadas en G M , tanto en hom¬ bres como en mujeres, son características positivas, debido a que son personas que tienden a tener confianza en sí mismos, son libres de temores y preocupaciones. En el caso de los varones, GM se relaciona con una gran confianza en sí mismo, gran perseverancia y amplios intereses, además de la carencia de temores o sentimien¬ tos referentes a sí mismos. Para las mujeres, GM se vin cu la con una gran confianza en sí mismas, con la honestidad y la disp os ic ión para probar nuevas cosas, a dem ás de que indica la carencia de preocupaciones y sentimientos referidos a sí mismas.
GÉNERO FEMENINO (GF) Los reactivos que fueron incluidos en la escala GF fueron aquellos avalados por la ma yorí a de las mujeres de la muestra normativa del M M P I - 2 y aprobados en esa mis ma di rec ci ón por menos de 10% de los hombres de la muestra normativa. Só lo 16 de los 46 reactivos de la escala GM aparecen ta mb ién en la escala M f . El contenido de los reactivos de GF evalúa la negación de actos antisociales, como tener problemas escolares o con la ley, o excesivo uso de alcohol y otras drogas; además, mide el interés en actividades femeninas estereotipadas y falta de interés en actividades masculinas estereotipadas. Peterson y Dahlstrom sugieren la
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i nt e r pr e t a ci ón conjunta de las escalas. De esta forma puntuaciones elevadas en GM y bajas en GF indicarían masculinidad esterotipada; mientras que bajas puntuacio¬ nes en GM y elevadas en GF podrían indicar femineidad estereotipada; por otro lado, puntuaciones altas en ambas escalas in di ca rí a una or i en ta ci ón indiferenciada. No obstante, estas escalas deberían ser consideradas como escalas experimentales para ser utilizadas únicam ente con pro pós itos de i nve stiga ción .
DESORDEN DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO DE KEANE (EPK) Keane y colaboradores, en 1984, desarrollaro n la E P K para evaluar la presencia de s í nt om a s de est ré s po s t r a u má t i c o en veteranos de guerra. Lo s autores contrastaron las respuestas a los reactivos del M M P I de 60 combatientes varones de la guerra de Vietnam que habían sido diagnosticados con desorden de estrés postraumático, y 60 hombres veteranos de guerra que t e ní a n d i a g n ó s t i c o s diferentes. Se identifica¬ ron 49 reactivos que discr iminaron a los dos grupos; en la vers ió n del MM P I - 2 , se elimina ron tres reactivos que apa r ec ían dos veces en la escala ori gi na l y otro reactivo fue levemente reformulado con un lenguaje apropiado. La escala llegó a tener una certeza de 8 2% en la cl as if ic ac ió n del desajuste entre los veteranos, uti li zan do un punto de corte natural de 30. El contenido de los reactivos de la escala E P K sugiere una gran co nf us ió n emocional. Los reactivos evalúan ansiedad, preocupación y alteraciones en el sue¬ ñ o ; cul pa y d e p r e s i ó n ; pensamientos no deseados y perturbadores; falta de cont rol emoc iona l; y sentimientos de co nf us ió n y maltrato. Los veteranos de guerra y otras personas que hayan experimentado un evento ca ta st ró fi co y que obtengan puntuaciones altas en E P K , tienden a presentar sí nt o mas de trastorno por est ré s po st r au má t i c o, que incl uyen angustia emocional inten¬ sa, as í com o ansiedad y alteraciones del s u e ñ o ; sienten cul pa y de p r e s i ó n por sus experienc ias; presentan d e s ó r d e n e s emocionales y manifiestan tener pensamientos intr usivos no deseados; ad e m á s , sienten que han perdi do el co nt ro l sobre sus emo¬ ciones y pensamientos, expresan sentimientos de no ser comprendidos o conside¬ rados por los d e m á s , debido a las situaciones estresantes que han vi v i d o . L i t z y colaboradores (1992) realizar on un estudio de las diferencias y semejan zas entre aplicaciones del M M P I y el MM P I - 2 en la eval uaci ón del trastorno por estrés post rau mático . Se administró tanto el M M P I original como el M M P I - 2 , a 29
participantes con trastorno por es tr és p os t ra um át i co , 37 pacientes psi qui át ri co s ve¬ teranos mezclados, 64 pacientes que presentaban abuso de sustancias veteranos mezc lados , y 32 no veteranos normales. Se compararon los puntajes del M M P I y del M M P I - 2 en tér min os de grado de asoc iac ió n, congruencia del tipo de có di go ,
promed io de di a g n ó s t i c o acertado (cuando se comparaba con otras dos muestras cl ín ic as y una muestra normal) y la congruencia de la escala E P K . L os resultados
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(Capítulo
7)
revelan correlaciones significativamente significativamente elev elevada adass ent entre re las escala escalass bá s i ca s del M M P I y el M M P I - 2 par paraa la mues muestr traa con tras trasto torn rno o por por es tr és po st ra um át ic o, así como como con con¬ ¬ gruencia gruenc ia en los có c ó d i g o s de dos picos pic os comparables a estudios estudios previos (Honaker, (Honaker , 1990 1990). ). El M M P I - 2 iden ti fi có efec efecti tiva vame ment ntee a los indiv iduos con tra trast stor orno no por es tr és postraumático de los otros grupos. Los resultados también muestran un elevado grad grado o de asoc iac ión ent entre el M M P I y el M M P I - 2 en los los puntajes de la escala escala de E P K , no obstante que se encontraron diferencias menores en los puntajes brutos de las escalas E P K entre entre las dos pruebas. pruebas. E P K se en co nt r ó muy elevada elevada en el grupo grupo de pacie paciente ntess con colo n irritable irritable (G ar cí a, 1997 1997). ). Esta escala escala se en co nt r ó t a mb i é n elevada elevada en un grupo de pacien pacientes tes con dermatitis (Lucio, et al., 2000). Lo anterior indica el componente de la ansie¬ dad y el estrés en algunos síntomas somáticos.
DESORDEN DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO DE SCHLENGER (EPS) La escala EPS fue desarrollada por Schlenger y sus colaboradores (Schlenger, et 1989), ), aunqu aunquee no es considerada como una escala form al, es tá conformada por al., 1989 60 rea react ctiv ivos os en el el MM P I - 2 .
E P S , a diferencia de la E P K , se des ar ro l ló media mediante nte el con contra trast stee de un grupo grupo de veteranos vietnamitas sanos emocionalmente, con un grupo de veteranos que fue¬ ron identificados por padecer trastorno por estrés postraumático y un grupo de vete vetera rano noss con di ag nó st ic o psi qu iá tr ic o dif difer eren ente te a és te . L os reacti reactivos vos que que di sc ri mi naron ent entre re esto estoss grupos grupos fuero fueron n incl uido ui doss en E P S ; 45 de ell os son incl ui dos do s tam bié n en la esca escala la E P K . La escala EPS parece estar muy relacionada con los índices de ansiedad del M M P I , como ocurre ocurre con las esca escalas las Pt y A. No obs obsta tant nte, e, los 60 reactivos reactivos identifica dos como la escala E P S , no confor man realm realmente ente una escala, ya que que son consider a dos dos como reactiv reactivos os de E P K y otros otros reactiv reactivos os del M M P I - 2 que que fuero fueron n aprob aprobad ados os de manera diferencial entre los veteranos de guerra con y sin diagnóstico de trastorno por est rés po st ra um át i co ; por por est estaa ra zón se requ requie iere re mayo mayorr inve st ig ac ió n para para iden tificar la valid ez y confi abi lid ad de E P S que permitan permitan identificar descript descriptores ores para para la interpretación de las elevaciones en ella. EPS se encontró también muy elevada
en el grupo de paciente pacientess con co lo n irritab le (G ar cí a, 1997 1997)) y en el de pacientes pacientes con co n dermatitis (Lucio, et ai, 2000) lo que podría indicar que EPS tiende a elevarse en personas que presentan trastornos somáticos en los que la ansiedad es un compo¬ nente importante. La s esca escalas las P P A y RA RA son un complemento complemento de la escala de Ma c - An d r ew y han han mostrado un buen índice de especificidad y sensibilidad tanto en poblaciones esta¬ dounide dounidenses nses como mexicanas. mexicanas. Estas escalas, escalas, junto con la de D M , no se incl uye ron
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en la primera versión del Manual, porque cuando se hizo la adaptación a México no se hab í an publicado en Estad Estados os Unido s.
PREDI REDISPOSI OSICIÓN A PROBLEMAS CON LAS ADICCI ICCIO ONES (PPA) Weed y colaboradores (1992) desarrollaron esta escala como un intento de identi¬ ficar las características de personalidad y los patrones de estilo de vida que son asociadas asociadas con abuso abuso de alc oh ol y de drogas. drogas. P P A e st á constitui const itui da de 39 reactivos derivados derivados em p í r i c a m e n t e , contras contrastan tando do las las resp respue uest stas as de una una muestr muestraa de partici¬ pantes que abusan de sustancias con las respuestas de dos grupos control, el norma¬ tivo y el psiquiátrico.
La el ev ac ió n de P P A no in di ca la presencia de uso uso o abus abuso o de sustan sustancia ciass o el desarrollo de a di cc i ón a é st as . Solamente Solamente sugier sugieree el posible desarrollo desarrollo del alcoho alcoho¬ ¬ li smo o problemas de abuso abuso de drogas. drogas. Puntuaciones baja bajass en P P A qu i z á aludan a la posi bi li da d de que que si la persona persona manifiesta abuso abuso de sustancias, sustancias, és te se relacione relaci one más con desadaptación psicológica que con el típico patrón de conducta adictiva.
RECONOCIMIENTO RECONOCIMIENTO DE LAS ADICCI ADICCIONES ONES (RA) Esta escala fue construida por Weed y colaboradores (1992) y el interés principal se ce n t r ó en la consist cons ist enci a interna. E s t á conformada por 13 reactivos que que indagan directamente acerca del uso o abuso de sustancias; fue desarrollada considerando base basess es ta dí st ic as y l óg i ca s, sobr sobree la base base de su contenido ob vi o, en re l ac i ón a pro¬ ro¬ blemas blemas de abus abuso o de sustanci sustancias, as, cuyo i nt er és pr in ci pa l es la consiste ncia interna. interna. RA repr repres esen enta ta un inten intento to para para usar usar el M M P I - 2 como instrumen instrumento to que que eva l úe l a inclinación de los participantes para informar directamente problemas de abuso de alco al cohol hol y drogas. drogas. Las La s elevaciones en esta esta escala ind ican ic an el grado en que que las perso personas nas reconocen tener tener problemas problemas con co n el uso del a lcoho lc oholl y las drogas. drogas. La RA ha sido vali dada ai, 1992; Greene el ai, 1992). en forma cruzada en dos estudios recientes (Weed, el ai, Greene el ai,
DESADAPTACIÓN MATRIMONIAL (DM) Hjemboe y colaboradores (1992) desarrollaron recientemente una escala específi¬ ca para para evalua evaluarr de sa da pt ac ió n marital, deriv derivada ada e mp í r i ca me nt e que incluye 14 14 reac reacti tivo vos, s, la D M .
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(Capítulo
7)
La escala DM se desarrolló mediante la selección de reactivos que estaban relacionados relacionados con una medida de angusti angustiaa marita l, la escala escala de Ad a p t ac i ó n di ád i ca de Spanier, la cual es un inventario de 31 reactivos que que ev a l úa el consenso consenso en la relación, la cohesión, el afecto y la satisfacción. DM contiene reactivos que se relacionan con problemas maritales o dificulta¬ des en las relaciones. El contenido de ciertos reactivos parece estar relacionado de manera obvia con problemas maritales, mientras que otros tienen menos relación ob vi a con dichos problemas. problemas. La escala escala DM mues muestra tra un mayor grad grado o de c or re la ci ón con otra otrass medid medidas as de de desaju sajust stee marital, en c o mp a r a c i ó n con las escala escalass Dp o F A M (Hjemboe, et ai, 1992). 1992). L as puntuacio punt uaciones nes naturales de esta escala esc ala fueron transfor¬ transfor¬ madas a puntuaciones T uniformes utilizando los datos de la muestra normativa del M M P I - 2 . La in te rp re ta ci ón de DM es apropiada apropiada solam solament entee si los suje sujeto toss son son casa casa¬ ¬ dos, separados o divorciados. Las puntuaciones T de 60 a 64 inclusive, indican algunos problemas en las relaciones maritales, por lo que es recomendable realizar evaluaciones adicionales sobre esto estoss problemas. problema s. En quienes quienes reconocen reco nocen tener problemas probl emas maritales marital es y buscan ayuda para resolverlos, esta escala no proporciona información adicional. Indicadores importantes de desórdenes maritales se han encontrado en pacientes que que obtienen puntuaciones puntuaciones T > 65 en D M . En proce proceso soss de eval ev alua uaci ción ón gener general, al, cuan cuando do se uti liza li za el M M P I - 2 , DM es muy muy útil úti l para informar al clínico acerca de problemas maritales que pueden estar relacionados con otros síntomas informados por los pacientes, como ansiedad o depresión. Las subescalas Is fueron desarrolladas por medio de procedimientos estadísti¬ cos sofisticados por Ben-Porath, Hostetler, Butcher y Graham con la finalidad de tener descriptores más específicos de la escala Is, que en realidad por ser bipolar inclouye varias dimensiones. Estas tres escalas tienen una consistencia interna alta. Las tres son mutuamente excluyentes e independientes. Isl, timidez/autoconcepto cuenta cuenta con 14 reactivos; Is2, Ev i ta ci ón soci al tie tiene ne 8 reactivos reactivos e Is3, Ena j en ac ió n de sí mism mi smo o y de los otros, es tá conformada por 17 reactivos. Todos ello s se incl u¬ yen en el apéndice C de este libro.
REACTIVOS SIGNIFICATIVOS Este grupo de subescalas, está constituida por reactivos o frases que evalúan sínto¬ mas serios presentados por los examinados, los cuales se sugiere corroborar en las entrevistas subsecuentes, ya sea con el paciente o sus acompañantes, en el caso de evaluacion evaluaciones es cl í ni ca s , o con el examinado en sel ec ci ón de personal. Graham (2000) recomienda que se utilice la información proporcionada por estos 37 grupos de frases como puntos de apoyo y de aviso para diagnosticar las pertur perturbac bacion iones es ps iq ui át ri ca s en los pacien pacientes tes..
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Butcher y Wi l l i a ms (1992 (1992)) sugieren sugieren que que los reactivos reactivos significativos signi ficativos constituyen índ ice s úti les para la int erp re ta ció n del instru instrume mento nto,, que que aport aportan an inf or maci ón valiosa que que complementa complementa la int er pr et ac ió n de las esca escalas las bás i ca s , de contenido contenido y supl suplem emen enta ta¬ ¬ rias. rias. Entre Entre los índice índ icess qu que son útiles en la interp int erpret retaci ación ón del MM P I - 2 se enc encue uent ntra ran: n: •
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ín di ce de Gol be rg . Fue desarrollado desarrollado en 19 1965 por Gol be rg como un in di ca dor dor para para discr iminar imina r los perfiles perfiles ne ur ót i co s del M M P I de los perfiles perfiles ps ic ót ic os ; no obst obstan ante te,, en el M M P I - 2 no se ha corrobo corroborado rado su util idad. Sistema de cl as if ic ac ió n de Megargee Megargee para para crimina les. Este Este ín di ce identifi¬ ca 10 tipos repetidos a lo largo larg o de diferentes diferentes muestras muestras de crimin cri min ales al es.. Tip ol ogí a del dolor cr ónic ón ic o. Indice Indice que señ ala las car act er ís ti cas ca s de perso¬ nalid ad y cond conduct uctas as si nt om át ic as de paci pacient entes es con dolores dolores cr ón i co s agr agru u¬ pá nd ol os en 4 principales grupos grupos:: P, A, I , N. Subescalas Subescalas de Is. Is. BenBe n-Po Pora rah h d e s a r r o l l ó subescal subescalas as para la escala 0 que que aparecen en el perfil de escalas suplementarias.
El objetivo objetivo de los reactivos reactivos signif icativos es uti li zar los reactivos reactivos del M M P I de forma individual, como señales o indicadores de patología, los cuales incluyen temas específicos o problemas especiales que los pacientes están experimentando. Para el M M P I orig ina l se crea crearon ron los reactivos reactivos cr ít ic os de Gayson , que que fuer fueron on desarrollad desarrollados os a tr av és de mediciones l óg ic as , en las las que que se seleccionaron reactivos reactivos que que refle reflejab jaban an problema problemass particulare particularess y de i nt er és c lí ni co . Koss y Butcher (1973; (1973; ver Koss , et ai, 1976 1976)) realiza real izaron ron el primer prime r esfuerzo esfuerzo para desarr desarroll ollar ar una validez em pí ri ca para para los reacti reactivos vos significa significativos tivos (RS) del M M P I , ellos crearon un conjunt conjunto o de RS media mediante nte la id en ti fi ca ci ón de diferencias diferencias signific ati¬ vas vas de las las ca ra ct er ís ti ca s de paci pacien ente tess que que experim experiment entaba aban n crisis que que re qu er ía n hospi¬ hospi¬ ta l iz ac ió n, de las de otros otros paci pacient entes es que que no experim experimentab entaban an tale taless cris cr isis is.. Lo s reactivos reactivos que que diferenciaron e mp í r i c a me n t e ent entre re los grupos grupos de pacient pacientes es con crisis cris is y otros otros pacien pacientes, tes, mostraron mostraron tene tenerr vali dez tanto tanto de contenido como e mp í r i c a (evaluaron (evaluaron di¬ rectamente síntomas, temas y actitudes relativas a la crisis actual, estos resultados fuer fueron on rep repor orta tado doss en el Ma nu al d el M M P I ) . Lo s reactivo reactivoss mues muestra tran n consider considerable able uti lidad li dad cl í ni ca cuando cuando se usan como claves de ev al ua ci ón ante ante problemas problemas especiales; especiales; en el M M P I - 2 se han aume aumenta ntado do cuatro cuatro reactivos, al conju conjunto nto de reactivos reactivos de Es t ré s situacional debido debido a alcohol ismo y al con conjun junto to de Id ea ci ón de de pr es ió n suicida. Lachar y Wrobel (1979) desarrollaron otro grupo de RS para describir diferentes crisis-p cris is-proble roblema. ma. Al rede re dedo dorr de las las dos dos terc tercer eras as par parte tess de los reactivos reactivos de Kos s-But s- Butche che r fueron reaplicados en el estudio de Lachar-Wrobel. Adicionalmente a los grupos utilizados, se crearon otros grupos de reactivos para evaluar diferentes áreas. Los grup grupos os de reactivo reactivoss de Koss -But cher y de Lach ar- Wrob el se listan a co nt i nu ac ió n. Grupo de Koss-Butcher, fueron seleccionados de acuerdo con su relación em¬ pí ri ca con situacio situaciones nes de crisi s: • •
Estado Esta do de ansiedad. Ide ación ac ión de depres dep res ión suicida. suicida.
156 O Uso e interpretación interpretac ión del MMPI-2 en español
• • • •
(Capítulo 7)
Am en a z a de ataqu ataque. e. Est ré s situaciona situacionall debido debido al alcoholismo. alcohol ismo. Conf usi ón mental. mental. Ideas Ideas persecutor perse cutorias. ias.
Gru po de La ch ar -Wr ob el , reactivos seleccionados seleccionados sobre sobre la base base de de sus sus relaciones empíricas con varias áreas problema: • •
Acti tud antisocial. antisocial. Conflict os familiares. familiares.
•
Síntoma s somáticos .
• • • •
Interés Inter és y desv iac ión sexu sexual. al. Ansiedad y tens ión. Alteraciones del sueñ su eño. o. Problemas de ir a.
•
Depre sión y preo cupa ción.
• • •
Opinio Opi niones nes desviadas. desviadas. A bu s o de sustancias. sustancias. Ex pe ri en ci a y pensamiento pensamiento desviado.
Lo s grupos grupos de reactivos reactivos signifi cat ivos aparec aparecen en en el ap é n d i c e D. A pesar pesar de que que los RS no son son recientes, recientes, son son grupos grupos de reactivos del M M P I - 2 que han ori ginad gi nado o pocas investiga inves tigacione cioness acerca de su funci onamiento. onami ento. Evans Ev ans (1984) es t a bl ec ió los dato datoss normativos normativos de los grupos grupos de RS de Lach ar -Wr obe l y de Kos sButc her ; en su estudio e v a l u ó las las diferencias difere ncias entr entree tres tres muestras: muestras: 123 123 indi in di vi du os normales, normales, 383 pacie paciente ntess al c oh ól i c os interno internoss y 567 567 pacien pacientes tes psi qu i át r ic os inte inter¬ r¬ nos. A pesar de que se encontraron diferencias significativas, éstas no fueron tan grand grandes es como com o se espera esperaba, ba, es decir, los grupos grupos con pa t o l og í a avalaron m á s reactivos significativos en comparación con los normales. Greene (1980), por su parte parte,, r e po r t ó que que las las muje mujere ress cal if ic ar on m á s alto que que los hom hombre bres, s, de maner maneraa con consis sisten tente, te, en Ansi edad y t en si ón , y De pr es ió n de LacharWrobel, mientras que sucedió lo contrario en Actitud antisocial. Pensamiento des¬ viado y Creencias desvi desviada adass de Lac ha r- Wrob el . Ar on so n y colaboradores colaboradores (1996) (1996) evaluaron la r el ac ió n existe existente nte entr entree la edad y los grupos grupos de RS del M M P I - 2 , en grupo gruposs de ancianos, ancianos, de los que que se obtuvieron obtuvieron 347 347 perfil perfiles es váli vá li dos , de los cua cuales les 20.7% tema tema prob problem lemas as médic méd ic os , 11% psiq ps iq ui át ri cos, co s, 21 % de abuso abuso de alcoho al coholl o drogas, drogas, y el 41.2% 41. 2% pr e s e n t ó una mez cla cl a de los anteri anteriores ores.. Lo s resul resul¬ ¬ tados tados obtenid obtenidos os indica n que que los los reactiv reactivos os son son c l í ni ca me nt e má s significati vos en la medi me dida da en que en edades edades avanzadas avanzadas se encuentran respu respuesta estass de los grupos de R S , lo que sugiere que en las personas de mayor edad es más aceptable admitir las enfermeda¬ des fí si ca s, por la el e v a c i ó n de las escala escalass Hs Hs (1), D (2) (2) e Hi (3), mientras mientras que que es menos acepta aceptable ble admiti r las dificultades emocionales, que se reflejan reflejan en los R S . La dd ( 19%), por su parte parte,, ll ev ó a cabo cabo un estudio estudio con el p r o pó s i t o de estab establece lecerr normas para los RS del M M P I - 2 en pacien pacientes tes depe dependie ndientes ntes de sustancias. sustancias. La tasa de
E scalas su plem entarias O 157
respuestas a los reactivos fue comparada con los resultados de estudios previos en los que se util izó el M M P I original (Evans, 1984. 1984b; Greene. 1980) y evaluó las relaciones entre los reactivos contestados y algunas variables demográficas y di ag nó stica s. La muestra inc lu yó a 138 personas (98 hombres y 40 mujeres) admiti¬ das en un programa de re ha bi lit ac ió n de 28 día s para el tratamiento de la dependencia a sustancias; de ello la mayoría fue diagnosticada como Dependencia al alcohol, y posteriormente se identificaron abuso o dependencia a más de una droga. Al comparar los resultados obtenidos con los del estudio de Evans, se encontró que las dos muestras difieren en el grupo de Id ea ci ón de de pr es ió n suici da de Ko ss Butcher, debido a que en la muestra de La dd los hombres obtuvieron la ac ep t ac i ón , con mayor frecuencia, de los reactivos en comparación con la muestra de Evans; los resultados en la comparación de las mujeres de ambos estudios es similar, ya que las del grupo de La dd obtuvieron un mayor porcentaje de ap ro ba ci ón en Amenaza de ataque de Koss-Butcher y un menor porcentaje en Problemas de ira y Abuso de sustancias de Lachar-Wrobel. Por otra parte, la edad se correlacionó negativamente con el n ú me r o de reactivos avalados en Acti tude s antisociales de Lac ha r- Wro be l; la capacidad intelectual también se correlacionó negativamente con la frecuencia de co nf ir ma ci ón de los reactivos de Ideas de pe rs ec uc ió n de Koss-But cher, Expe¬ riencia y pensamiento desviado y Alteraciones del sueño de Lachar-Wrobel. Con respecto al abuso de sustancias, la relación significativa observada fue una correlación positiva entre la dependencia a la cocaína y los reactivos de Actitudes antisociales de Lac har -Wro bel . La dd ob se rv ó que existe una co rr el ac ió n negativa entre la edad y los reactivos de Actitudes antisociales, ya que en la medida en que la edad avanza, la probabilidad de aprobar dichos reactivos disminuye, lo cual es lógico debido a que con la edad se disminuyen las acciones y conductas agresivas dirigidas hacia otras personas. Granoff (2000) empleó los reactivos significativos para diferenciar a indivi¬ duos del sexo masculino acusados de abuso infantil, de aquellos no acusados de tal delito, encontrando que varios grupos de escalas diferenciaban de manera efectiva. Bachna y colaboradores (1998) evaluaron la confiabili dad del M M P I - 2 en pacien tes a mn é s i co s a partir de los reactivos signif icativo s. Encon traron que los reactivos significativos proporcionan información confiable sobre los rasgos de personali¬ dad de pacientes amn és ic os . En México se realizó una investigación (Lucio, et al., 2002) en la que se evaluó la capacidad descriptiva e interpretativa del M M P I - 2 considerando las respuestas a los grupos de RS de Lach ar -Wr ob el y Koss -But cher , con la final idad de determinar su capacidad discriminativa entre dos muestras, una de pacientes adultos alcohóli¬ cos y personas no alcohólicas. Los resultados indican diferencias significativas entre los grupos de al co h ól i co s y no al co hó l i co s , en lo referente a los grupos de RS , especialmente en los siguientes: Abuso de sustancias, y al igual que en el estudio de Ladd (1996), los pacientes alcohólicos avalaron con mayor frecuencia los reactivos de los grupos Id ea ci ón de dep re si ón suicida. Act itudes antisociales y Con¬ flictos familiares. Por otra parte, los resultados de la muestra de pacientes alcohó¬ licos mexicanos obtuvieron puntuaciones mayores a las muestras de los estudios
158 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
7)
de La d d (1996) y Evans (1984) en los grupos An si ed ad y t e ns i ó n, O pin ion es des¬ viadas y Ex pe ri en ci a y pensamiento desviados. De acuerdo co n los resultados obtenidos, se puede con cl ui r que en los pacien¬ tes alcohólicos mexicanos existe una mayor tendencia a presentar indicadores de conducta antisocial en co mp ar ac ió n con los no al co hó li co s mexicanos; esto sugie re que el consumo de bebidas al c oh ól i c a s puede incrementar los problemas socia les, a sí como los famili ares, hecho que se corr obora con otras investigaciones, como la realizada por León (1999), información analizada con mayor detalle en el capí tulo 9. Los autores afirman que los RS del MM P I - 2 son un complemento útil en el empleo de otras té c n i c a s —co mo la entrevista— que permiten la ob t e nc i ó n de datos necesarios en la integración del perfil psicológico del individuo, además de ser un medio muy efectivo en la interpretación de los indicadores arrojados por tales reactivos, así como en la in te rp re ta ci ón de perfiles del M M P I - 2 que resulten i nv á l i do s. Lo s reactivos son especialmente úti le s en la entrevista de pacientes alco¬ hó l i c o s que van a in i ci ar o es t á n renuentes al tratamiento pues, en general, estos pacientes son di fí ci le s de entrevistar y ut il iz ar los RS puede serv ir para moti varl os hacia el tratamiento.
CASO ILUSTRATIVO A co n t i n u a c i ó n se presenta un caso para ilustr ar com o las escalas suplementarias a ñ a d e n datos para interpretar las escalas b á s i c a s y de contenido.
Paciente: Joven de 23 a ñ os de edad, Pé r ez . Escolaridad: Preparatoria. Motivo de consulta: El paciente es ocasionalmente muy agresivo en su casa, especialmente co n el padre. No se ha adaptado a seguir estudiando. Se dedi¬ ca a actividades a rtíst ica s y a trabajos eventuales, por lo que a los padres les preocupa que carece de una oc up a c i ón má s estable. L o s padres se han dado cuenta de que fuma marihuana y él lo acepta abiertamente. El Sr. P é r e z dice que ha estado pensando seriamente en ponerse a estudiar y abandonar sus trabajos eventuales. Cree que realizó algunas de las actividades escolares con mucho éxi to y, por tanto, po dr ía retomar la escuela fác il me nt e si quisiera. No le preocupa fumar marihuana porque considera que ha sido capaz de evitar tomar otras drogas má s fuertes. A l g o que sí le preocupa es que no tiene pareja y no ha podido tenerla en mucho tiempo . Las escalas de validez indican que el perfil del joven Pérez es válido, que reco¬ noce que tiene algunos síntomas y que desea recibir ayuda para remediarlos (F, Fp ), pues consi dera que no tiene recursos para hacer lo por sí mi sm o ( K) pero tam¬ bién acepta abiertamente algunas de sus fallas sociales (L).
160 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
7)
El pic o del perfil es l a escala 6 (T 75), lo cual s eñ al a que es un jo ve n con tendencias paranoides, hipersensible en sus relaciones interpersonales y que utiliza la pr o y ec ci ó n como un mecanismo de defensa preponderante. Qu i zá se halle resen¬ tido co n lo de m á s , especialmente con las figuras autoritarias, ya que la escala 4 también se encuentra elevada. Es importante mencionar que su conducta no es francamente psicótica. Tal vez piense que constantemente los demás lo rechazan sin percatarse que él mi smo rechaza a los de m á s . Por otra parte, es probable que manifieste t am bi én s ín to ma s de ansiedad, te ns ió n y de pr es ió n, lo cual aparente¬ mente se contradice con que la escala 2 no esté elevada. La elevación de la escala 8 muestra que el paciente es una persona poco con¬ venc ion al, con un estilo de vid a diferente al de la ma y o r í a , que fá ci lm en te se siente rechazado e incomprendido por los otros. Su dificultad de adaptación lo lleva a aislarse, enojarse y mostrarse agresivo. Es una persona ansiosa, posiblemente inca¬ paz de expresar sus sentimientos y tiende a reaccionar ante el estrés abstrayéndose en fant as ía s y e n s o ñ a c i o n e s , de modo que qu iz á presente difi cult ad para separar la fan tas ía de la realidad. Lo s d e má s tal vez lo consideren necio, imp ul si vo e inmadu¬ ro (tal como lo describen los padres). Tiene un pronóstico pobre en psicoterapia y se muestra renuente a establecer una relación significativa con el terapeuta. La elevación de la escala 9 señala que es un individuo activo y enérgico, con un amplio
rango de intereses y que quizá prefiera la acción al pensamiento, pero que es capaz de encaminar su acción en forma inadecuada y no terminar los proyectos que se plantea. Tiende a experimentar problemas del estado de á n i mo , como ex al ta ci ón o impu lsi vid ad. La relativa el ev ac ió n de la escala 6 indi ca ta mb ié n la presencia de importante tensión y ansiedad. Con respecto a las escalas de contenido, se observan elevaciones tanto en las que indican problemas internos, como en el área de problemas generales y del control de la agresión.
La escala de de p r es ió n ( DE P ) aclara que el jo ve n se encuentra depr imido , ex¬ perimenta sentimientos de tristeza e incertidumbre, así como desesperanza y vacío interior. Es posible que piense que los d e m á s no tienen inte ré s en él y son incapaces de apoyarlo; por otra parte, la el ev ac ió n de la escala de ansiedad ( A N S ) , aunque moderada, confirma sus sí nt om as de ansiedad y ten si ón . La alta pu nt ua ci ón en la escala que mide el pensamiento delirante ( D E L ) conf irma sus tendencias de tipo paranoide y algunos miedos específicos. Por otra parte, en lo que respecta al grupo de escalas de tendencias agresivas extemas, la el ev aci ón de E N J indi ca que presen¬ ta problemas de control del enojo, se considera a sí mismo como irritabl e y gr u ñ ón , a d e má s de temperamental. Qu iz á llegue a perder el autocontrol y a da ñ a r física¬ mente a los objetos, en especial bajo los efectos de las drogas. Las escalas de contenido indican también que su autoconcepto es negativo y que tiene una opinión pobre de sí mismo, así como poca confianza en sus capacidades. En cuanto al área de problemas generales, se observa elevada la escala de pro¬ blemas familiares ( F A M ) , lo cual confi rma sus desavenencias y pleitos con los miembros de su familia. Es posible que considere a algunos de sus familiares como desagradables y poco afectuosos.
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162 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
7)
E scalas su plem entarias
0163
La alta p u n t u a c i ó n de la escala de dificultades en el trabajo ( D T R ) s eñ al a con ductas que provocan un desempeño laboral o escolar pobre: quizá experimente falta de co nc en t ra ci ón , obsesividad, así como dificultad para tomar decisiones. Es posible también que considere que hay falta de apoyo en su familia en cuanto a su el ec ci ón voca cio nal y que él mis mo se cuestione acerca de su el ec ci ón . La escala de rechazo al tratamiento (RTR) confirma que es un sujeto al que le será difícil involucrarse en el tratamiento, dado que no siente que pueda ser com¬ prendido ni ayudado. Sus problemas personales le resultan muy in c ó mo d o s para discu tirl os con alguien. En relación con las escalas suplementarias, nuevamente la escala de ansiedad (A ) no só lo corrobora esta car ac te rí st ic a y la te ns ió n que experimenta, sino que a d e má s nos s eñ al a que el Sr. P ér ez q ui zá se encuentre experimentando un malestar generalizado, mismo que le hace sentir que necesita ayuda. La pu nt ua ci ón baja en repr es ió n (R), confirma algunas de las ca ra ct er ís ti cas relacionadas con la el ev ac ió n de la escala 9, pero a d e má s sugiere que es autoindulgente, perspicaz y precavido. La puntuación baja en Fyo confirma algunos de los datos obtenidos en la esca¬ la K, en el sentido de que este individuo tiene pocos recursos psicológicos para enfrentarse al est ré s y las situaciones pr o bl em át i ca s , por lo que el pr on ós t ic o con re la ci ón al cambio no es positiv o. El puntaje tan elevado en la escala de Ma c - A n dr e w (34 en pu n t u a c i ó n natural, 81 en T) se asoci a co n problemas de a di cc i ón y abuso de drogas. Esto sugiere también que se trata de una persona dispuesta a correr riesgos, que tiene problemas para concentrarse y problemas de conducta. Hasta cierto punto muestra que el pro¬ blema de ad icci ón de Juan es bastante serio. Esto lo confir ma la escala de Predispo¬ si ci ón a problemas con las adicciones ( P P A ) , en donde obtuvo una p un t u ac i ó n T de 64, lo cual indica la posibilidad de que su problema de abuso de sustancias pueda estar relacionado con des ad ap ta ci ón ps ic ol óg ic a. Mientras que en la escala de Re conocimiento de las adicciones ( R A ) obtuvo una pu nt ua ci ón T de 43, lo que se ña la que no reconoce la gravedad de su problema. La puntuación tan baja en la escala de Responsabilidad social (Rs) señala que Juan no está dispuesto a asumir responsabilidades y tal vez no ha aceptado valores y normas sociales, por lo que no suele aceptar la responsabilidad de su comporta¬ miento. Es posible que, por tanto, debido a su tendencia a utilizar la proyección como defensa, tienda a culpar a los demás de lo que le pasa y que muestre un pobre sentido de responsabilidad ante su grupo. La punt uaci ón elevada de Desajuste profesional (Dpr) i nd ic a que es un estudian¬ te desadaptado, ineficiente, pesimista y angustiado, por lo que quizá sienta que la vi da lo abruma. Las escalas de Gé n er o masculino y Gé n e r o femenino ( G M y G F ) se encuentran en un margen de la normalida d, por lo que no requieren de in ter pr et ac ión . Por otra parte, la eleva ció n de las escalas de estr és po st ra um át ic o ( E P K y EP S) confirman los síntomas de tensión y ansiedad observados en otras escalas, pero sugieren, ad e m á s , una gran co nf us ió n emocio nal y probables alteraciones del sue¬ ño. Es probable también que Juan sienta que ha perdido el control sobre sus emo-
164 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 7)
ciones y sentimientos debido a las situaciones estresantes que ha vivido. Al hablar del motivo de consulta, Juan comenta que le afectó mucho una quiebra económica y emocional que tuvo su padre.
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166 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
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Tipos de código
ANTECEDENTES DEL USO DE ESTA ESTRATEGIA DE INTERPRETACIÓN
U n a manera de resumir la gran cantidad de in f or ma ci ón que se obtiene a tr av és de la in te rp re ta ci ón de cada una de las escalas del M M P I - 2 es la de utilizar los tipos de códig o o, como se dice de otra manera, las combinaciones de las escalas que se obtienen en el M M P I - 2 . Esencialmente, la int erp ret aci ón de los tipos de códi¬ go debe llevar a los mismos resultados que la in te rp re t ac ió n de las escalas por separado. El uso de los tipos de código surgió de escenarios clínicos en los cuales se empleaba el M M P I y en los que se observaba que algunos pacientes presentaban consistentemente cierto tipo de có¬ digos. Se hi zo evidente, en estos casos, que cuando una escala se elevaba, otra u otras tendían a elevarse también. Por tanto, estos ciertos tipos de código están asociados no sólo con las elevaciones del M M P I - 2 , sino t am bi én con ciertos correlatos de conductas que se obtienen a partir de otros tipos de información, por ejemplo, las historias clínicas, las descripciones que hacen los pacientes de sí mismos y las definiciones que hacen otras personas de los pacien¬ tes (p. ej., médicos o enfermeras encargadas de su cuidado). La tradición de interpretar los tipos de código surge desde el M M P I ori gin al, sin embargo, no es conveniente utili zar los tipos de cód igo del M M P I original para interpretar los del M M P I - 2 , entre otras cosas porque las combinaciones de las escalas se obtie167
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O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
8)
nen de diferente manera para el M M P I - 2 , dado que las puntuaciones T uniformes se obtienen de una manera diferente con la nueva ve rsión de la prueba y los correlatos de
las combinaciones del M M P I origin al probablemente no tienen la misma va li¬
dez para el MM P I - 2 . Las puntuaciones de las escalas estánda r del M M P I y el M M P I -
2 son bastante consistentes a pesar de estar basadas sobre las respuestas de diferen¬ tes participantes. Si n embargo, la necesidad de hacer que las puntuaciones T cai gan en valores percentiles equivalentes a través de las escalas ha afectado un poco a algunos de los tipos de código, en especial cuando se trata de los casos en que el perfil se define menos claramente. En E U A estos c ód i g o s se han obtenido de bases de datos muy ampli as, em¬ pleando un gran n ú m e r o de personas, co n datos t a m b i é n muy extensos. En general se ha visto que muchos de los hallaz gos obtenidos en E U A son apli cables a los pacientes mexicanos, sin embargo esto no es siempre cierto, por lo que las autoras de esta obra le damos preferencia a los tipos de código que se han obtenido de investigaciones llevadas a cabo en Mé x i c o . La pertinencia de los tipos de có d i g o derivados de investigaciones realizadas en E U A que se me n c i o n a r á n aq uí debe tomarse, por tanto, con las debidas reservas. Me e hl (1954) fue el primero en demostrar que la in te rp r et ac i ón de los perfiles del M M P I uti liz ando tablas actuariales resultaba una estrategia m á s poderosa que la in te rp re ta ci ón clí ni ca , asimismo, mo st ró de manera convincente, que las predic ciones clí ni ca s basadas en una c om bi na c i ón a ut om á t i ca actuarial de datos para los tipos de c ó d i g o resultaba má s exacta que las interpretaciones "c l í ni c a s " o intuitivas basadas en los datos de las pruebas p s i c ol ó gi c a s . D e s p u é s de las recomendaciones de M e e h l sobre la conve nienc ia de desarrollar un "recetario" actuarial como ayuda para la interpretación rigurosa de la prueba, se hicieron muchas investigaciones empíricas. Uno de los discípulos de Meehl, Halbower (1955) demostró empíricamente
que las correlaciones de comportamientos para las puntuaciones de las pruebas se podían aplicar de manera exacta y objetiva a los casos nuevos que estuvieran de acuerdo con los criterios preestablecidos de la prueba. El argumento de Meehl (1955) sobre la fuerza del mé t o d o actuarial y la de m os t r a c i ón em pí r i c a de que dichas predicciones generadas mecánicamente eran muy precisas, influyó en un gran número de investigadores para que se desarrollaran "tablas actuariales" para la descripción de la personalidad que utilizaron las escalas y códigos de perfil del M M P I (p. ej., Ar no ld ,
1970; Boerger, et al, 1974; Drake y Oetting,
1959; F ow ler y
Athey, 1971; Graham, 1973; Gynther, et al., 1973; Gynther, et al, 1972; Gynther, etal., 1972; Halbower, 1955; Kelly y Kin g , 1978; Lewandowski y Grah am, 1972; Ma rk s >
Seeman,
1963; Ma rk s, et al,
1974; Me ik le y Gerritse,
1970; Wa rbin , et
1972). La in ve st ig ac ió n actuarial má s importante con el M M P I - 2 es la que llevaron a cabo Me Nulty y colaboradores (1999). La s investigaciones em p í r i c a s sobre los patrones de los perfiles que se llevar on a cabo durante los decenios de 1960-69 y 70-79 establecieron una base ampl ia para interpretar muchos de los tipos de có di go del M M P I que, co mú n me n t e , se encuen¬ tran en ambientes cl ín ic os (Butcher y Wi l l i a ms , 1992). La d oc um e n t a c i ó n sobre al,
Tipos de código O 169
las investigaciones con respecto a los tipos de có d i g o del M M P I se ha diseminado de manera extensa pero no est á bien organizada para utilizar se c l í n i c a me nt e. Un tipo de código se define por la escala o escalas más elevadas del perfil es tá nd ar y por su rango en té r mi no s de la ele va ci ón . La mayor parte de las investi¬ gaciones empíricas sobre los tipos de código han incluido solamente las escalas Hs, D, H i , Dp , Pa, Pt, Es y M a . Si n embargo, algunas de las investigaciones realizadas con poblaciones especiales, por ejemplo de estudiantes universitarios, han incluido otras escalas como la Mf y la Is ( Ke lly y Ki n g , 1978; Butcher, 1990). Las descripcio¬ nes de las conductas asociadas con los tipos de código pueden aplicarse con con¬ fianza a los individuos cuyo perfil está de acuerdo con el tipo de código. El código de un solo dígito o "pico de perfil" es en el que solamente una de las escalas es tá nd ar se encuentra dentro del rango de ele va ci ón si gnifica tiva. El tipo de código de dos dígitos, que es uno de los códigos de perfiles más investigados, ocurre cuando dos de las escalas clínicas como 2 (D) y 4 (Dp) se encuentran elevadas hasta un rango significativo, es decir, que la puntuación T de ambas escalas es igual o mayor a T 65; este tipo de có di go p od r ía definirse como el có di go de dos dí gi to s de 2-4/4-2. El código de tres dígitos que ha predominado en las investigaciones con varias poblaciones se da cuando tres de las escalas del perfil se elevan, por ejemplo, las elevaciones en las escalas clínicas 2 (D), 4 (Dp) y 7 (Pt) producen un código de tres cifras, 2-4-7, perfil que a menudo se encuentra entre las personas que acuden a los programas de tratamiento para alcohol y drogas. El código de cuatro dígitos es poco co mú n , aunque se ha investigado ampliamente, por ejemplo, el tipo 1-2-3-4 (Hs, D, H i , Dp) en ambientes mé di co s . No existe ninguna inve st ig ac ió n sobre códi¬ gos de perfil en las que se encuentren elevaciones de más de cuatro escalas.
| I | | | •§ 1 o g | | a | 2 e
Hay dos reglas generales para determinar cuándo debe usarse el enfoque de tipo de código en lugar del enfoque de escala por escala que se describió ante¬ riormente: 1) El perfil debe estar claramente definido (es decir, que dos o más escalas lleguen a tener la posibilidad de interpretación de acuerdo con las definiciones que se presentan a c on t i n u ac i ón ) . 2) Deben exist ir suficientes investigaciones sobre las descri pciones de conductas relacionadas co n este có d i g o ; para algunos c ó d i g o s , como el 2-6-9 (D , Pa, Ma ) , hay muy pocos descriptores em p í r i eos que permiten prop orcio nar suficiente i n f o r ma c i ó n con respecto a una persona. Si un c ó d i g o no es frecuente, d e b e r á seguirse la estrategia de la i n t er p r et a ci ó n de escala por escala. En general, aunque existan t éc ni ca s de an ál is is es t ad ís ti co muy variadas que po d r í an proporcionar muchas estrategias para la i nv es t ig ac ió n, an ál is is de los datos y cla si fi ca ci ón precisa de los diversos in div idu os , no han resultado un medio adecuado de agrupar los perfiles en la pr ác t ic a cl ín ic a. D ic ho s procedimientos resultan un tanto estorbosos para emplearse en determinados ambientes y las investigaciones no han demostrado que proporcionen un esquema de cl as if ic ac ió n m á s precis o que los tipos de c ó d i g o en sí, que resultan muy pr ác t i co s en la cl ín ic a. En general, los tipos de có di go pueden ser no só lo má s eficientes para usarse que las t éc ni ca s muy sofisticadas, sino que tal vez puedan resumir mejor los elementos importantes de un per fil dado.
170
a
Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
8)
Las primeras aproximaciones para interpretar el M M P I por medio del tipo de códi go no tomaron en cuenta la medida en que el tipo de c ód i go estaba defini do. La de fi ni ci ón se refiere a la diferencia entre las puntuaciones de las escalas que se i nc lu yen en el tipo de código y las que no están en él. Es importante tomar en cuenta la diferencia en el ni ve l de pu nt ua c i ón T entre la úl ti ma escala que se i ncluy e en el código (es decir, la más baja del código) y la siguiente escala clínica en el perfil. Por ejemplo, para un código de dos escalas se debe examinar la diferencia en la puntua¬ ción T entre la segunda y la tercera escala; para un código de tres escalas es preciso examinar la diferencia de puntuación T entre la tercera y la cuarta escala, ya que p e qu e ñ a s diferencias entre las puntuaciones no son signif icati vas. D ado que las esca las clí ni cas no son totalmente confiables y los errores de medida es tá nd ar , diferencias de menos de 5 puntos, no deben considerarse significativas (Graham, et ai, 1991). En vista de lo anterior, Graham y Butcher sugieren que la interpretación por tipo de có di g o debe restringirse a c ó d i go s bien definidos, es decir, a aquellos en los que hay al menos una diferencia de 5 puntos entre las escalas que se incluyen en el tipo de código y las que no se incluyen. Por otra parte es importante considerar también que los códigos bien definidos son estables aunque se omitan hasta 30 reactivos, mientras que los códigos que no están bien definidos pueden variar con la o m i s i ó n de tan sól o 10 reactivos (Ber ry, et ai. 1997). Es ob vi o que, no todos los protocolos del M M P I - 2 tienen un có d i go bien definido y en esos casos el enfoque interpretativo debe ser de escala por escala. L os nivele s de las puntuaciones de las escalas que entran en el c ód i go han sido considerados de diferente manera. Algunas veces los niveles de elevación de las escalas no se toman en cuenta. Por ejemplo, la interpretación del código 3-1/1-3 resulta si mi la r ya sea que la el e va c i ón de las escalas cai ga en un rango menor de 70 o en uno mayor a 90. En otras ocasiones el tipo de c ó di g o se interpreta sól o cuando la el evació n de las escalas es superior a T 70 con el M M P I original o mayor a T 65 cuando se trata del M M P I - 2 , es decir, solamente cuando la e l e va c i ón de las escalas es signif ica tiva desde el punto de vist a c l í ni co . Graham (2000) considera que la in te rp re ta ci ón de los c ód i go s bien definidos es vá li da , independientemente del ni ve l de pu n t ua c i ó n de las escalas de los tipos de código. Excepto con una salvedad, cuando las escalas no están elevadas sólo se apli can los descriptores asociados con las ca r a ct er í st i ca s de la personalidad, pero no los vincul ados con los s í n t o m a s . A medida que se toman en cuenta má s aspectos del perfil del M M P I - 2 para determinar los tipos de cód igo , más se par ece rá n las
personas que lo tienen. Butcher y Wi l l i a m s (1992) estiman que la el ev ac i ón de las escalas en el tipo de código proporciona una estimación confiable de la posibilidad de que las correla ciones em pí r i ca s se apliquen al caso. Mientras má s alta sea la el ev ac ió n de la esca la mayor es la confianz a de que el pa t r ón del prototipo es tá de acuerdo con el de la persona. Se gún estos autores, conviene recordar que los descriptores e mp í r i c o s con respecto a los tipos de có di go son pocos, tanto para el M M P I - 2 como para el M M P I ori gin al . No se han estudiado ni descrito e mp í r i c a me nt e suficientes tipos de cód i go para clasificar toda la diversidad de los perfiles obtenidos por los cl ín ic os . A d e m á s ,
Tipos de código O 171
algunos ám bi t os donde se usa ampliamente el M M P I - 2 no es tá n bien representa dos en la d o c u me n t a c i ó n que existe sobre las investigaciones para definir y descri¬ bir los tipos de código del MM P I - 2 .
Aun que los tipos de có d i g o han resultado valiosos para interpretar el M M P I y el M M P I - 2 , una cantidad considerable de inf or mac ió n ta mb ié n valios a se puede obtener en cuanto al perfil del M M P I de, por ejemplo las escalas Is. A - M A C . PAS o las escalas de contenido del M M P I - 2 . En consecuencia, en lugar de limi tar la in fo rm ac ió n de la do cu me n t ac i ón que existe en cuanto a los tipos de cód i go del M M P I , se pod rí an usar las descripciones de los tipos de cód ig o como un "esque¬ ma " que puede complementarse con otra in fo rm ac ió n basada en el M M P I - 2 . Butcher y Williams (1992) sugieren que la información proveniente de los correlatos empíricos de los tipos de código puede organizarse en tres apartados: 1) síntomas, 2) características de personalidad e 3) hipótesis y predisposiciones. A co nt i n ua c i ón se describen los tipos de c ó di g o má s frecuentemente encontra¬ dos en las investigaciones realizadas en E U A . Estas descripciones se basan en cier¬ ta medida en las hechas por Butche r y Wi l l i a ms (1992) y Gr aha m (2000).
CÓDIGOS DE DOS ESCALAS
TIPO DE CÓDIGO 1-2/2-1 Es probable que los pacientes con este código presenten problemas somáticos im¬ portantes o dolores crónicos y se quejen de estar mal físicamente, aunque no exista evid encia cl ín ic a de que exista una base or gá ni ca para sus s í nt om as . Estas personas se preocupan demasiado por su salud, las funciones del cuerpo y resienten hasta la menor disfunción física. Es común que tengan síntomas somáticos en relación con el sistema digestivo, ya que informan sentirse débiles, fatigados y mareados. En este tipo de pacientes las úlceras llegan a ser comunes y es posible que se presente anorexia, vó mi t o y ná u s e a s . Se manifiestan ansiosos, tensos, nerviosos, inquietos, di sf ór ic os , me l an có l i co s y desdichados. No muestran in ici ati va; tal vez informen que se sienten deprimidos, retracción y aislamiento. Es común que tengan dudas acerca de su habilidad, que sean indecisos aun en los asuntos sin importancia. Pro¬ bablemente sean hipersensibles. Tienden a reaccionar con síntomas físicos ante el estrés y se resisten a reconocer el origen emocional de sus síntomas. >A los individuos con este tipo de perfil se les considera cohib idos, introvertidos y tími dos en situaciones sociales. Pueden ser pasivo-dependientes y guardar resentimien¬ to a quienes consideran que no les ofrecen suficiente atención ni apoyo emocional. Quienes poseen este perfil probablemente hagan uso excesivo del alcohol o drogas prescritas como mecanismo para reducir la tensión. Generalmente, se les diagnostica neurosis (hipocondríaca, de ansiedad o depresiva), asimismo, tienen un pr on ós ti co pobre paral a psicoterapia tradicio nal. Ll ega n a tolerar niveles muy
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(Capítulo
8)
altos de molestia antes de motivarse para el cambio y se resisten a creer las inter¬ pretaciones psicológicas de sus síntomas. Tienden a usar la represión y somatización como mecanismos de defensa. Les hace falta insight, comprensión de sí mismos y suelen resistirse a responsabilizarse de su propio comportamiento. Los logros obtenidos con el tratamiento, si es que ocurren, son cambios sintomáticos de corta duración. t
TIPO DE CÓDIGO 1-3/3-1 Aquellos que presentan este tipo de código tienden a presentar quejas físicas vagas, que quizá aumenten bajo el estrés y desaparezcan cuando éste disminuye. General¬ mente no hay ansiedad ni depresión graves: probablemente dichas personas funcio¬ nen con un nivel de eficiencia reducido. Son individuos que prefieren explicaciones mé d i c a s con re la ci ón a sus s ín to ma s y tienden a resistirse a aceptar interpretacio¬ nes ps i co l óg i ca s , asimis mo, niegan y raci onal izan sus fallas y se les considera con poco insight sobre sus dificultades. Se perciben a sí mismos como normales, responsables y sin fallas, no sienten pr e oc up ac i ón por sus sí nt om as y problemas; son demasiado optimistas e ingenua¬ mente ilusorios. Este tipo de código llega a presentarse también en personas que tienen una enfermedad física real y asociarse también con una histeria conversiva. El código 1-3/3-1 fue el más frecuente en un estudio de pacientes mujeres con dermatitis realizado en México (Lucio, et al., 1999); en otro estudio de pacientes mujeres con lupus también se le encontró como la combinación más frecuente. Este tipo de perfil es más común en las mujeres y en las personas mayores que en los más jó ve ne s.
Quienes presentan el có d i g o 1-3/3-1 tienden a ser inmaduros, eg océn tr i cos y eg oí s t as , por lo que t a mb i é n pueden ser muy narcisistas. Se les considera pasivos y dependientes, y qu iz á est én inseguros si no obtienen la gran ate nc ió n y si mp at ía que necesitan. Suele co ns i de r ár s el es sociables y extrovertidos, pero sus relaciones son tí pi ca me nt e superficiales, parecen preocupados y en realidad no se invol ucra n con los demás. A veces es claro que existen ganancias secundarias asociadas con las quejas físicas de estas personas. En el ámbito de las relaciones sociales son manipuladores, carecen de habilidad para relacionarse con el sexo opuesto y tien¬ den a presentar inclinaciones heterosexuales reducidas. Los individuos con este perfil clínico posiblemente muestren resentimien¬ to y hostilidad hacia quienes ellos consideran que no les ofrecen suficiente atención y apoyo, ya que sienten que son tratados injustamente por la vi da. Se les considera sobrecontrolados y pasivo-agresivos en sus relaciones. Quizá tengan arrebatos de ira ocasionales: por lo general son convencionales y conformistas en sus actitudes y creencias. A las personas con este patrón frecuentemente se les diagnostican desórdenes psicofisiológicos o de ansiedad, como alteraciones de conversión o de dolores p s i co gé ni c os . No es probable que est én motivados para rec ibi r psicoterapia; tal vez
Tipos de código O 173
acepten hablar de sus síntomas o problemas mientras no se toque el tema de sus quejas físicas. Comúnmente esperan obtener respuestas definidas y sencillas que solucionen sus problemas; es probable que pongan fin a su terapia de manera pre¬ matura cuando el terapeuta no responde a sus exigencias. Aunque a veces sus pre¬ ocupaciones corporales llegan a ser extrañas, en general sus síntomas no se confunden
con
síntomas
psicóticos.
TIPO DE CÓDIGO 1-4/4-1 Este tipo de código es menos común que los anteriores y se le encuentra más a menudo en los varones que en las mujeres. Es probable que en las personas con este tipo de có di go se observen sí nt om as h i po co nd rí ac os severos, en especial dolo¬ res de cabeza. Se consid era a quienes presentan este patr ón como indecisos y an¬ siosos; es posible que sean socialmente extrovertidos pero que tengan poca habili¬ dad para relacionarse con el sexo opuesto. Quizá se rebelen contra sus padres y ambiente familiar pero no expresan estos sentimientos de manera abierta; proba¬ blemente estén poco satisfechos con ellos mismos y sean pesimistas, exigentes y repelones. Tanto hombres como mujeres llegan a presentar problemas de personalidad como el punto medular de sus conflictos, asimismo, es posible que su comporta¬ miento ex hi bici on is ta y sus juici os sean problemas centrales con respecto a su falta de
adaptación.
Los individuos con este perfil clínico probablemente hagan uso excesivo del alcohol, sean poco objetivos con respecto al medio ambiente y las personas que les rodean, y tengan problemas para mantener su trabajo o actividad pro duc tiva. Es frecuente que no tengan metas ni motivación definidas. A menudo se les considera resistentes a la psicoterapia tradicional porque tienden a negar la naturaleza emo¬ cio nal de sus problemas; sus sí n t o ma s físi cos son c r ón i c os por lo que resulta poco probable que haya cambios.
TIPO DE CÓDIGO 1-8/8-1 Lo s ind ivi duo s con el tipo de có d i g o 1-8/8-1 suelen presentar problemas psi co ló gi ¬ cos desde tiempo atrás. Probablemente tengan sentimientos de hostilidad y agre¬ sión que no han podido expresar de manera moderada y bien adaptada; a menudo, o están inhibidos y completamente encerrados en sí mismos, o son demasiado be¬ lic oso s y rudos. Se caracterizan por sentirse desdichados, deprimidos y aturdidos. Muchos individuos con este tipo de perfil demuestran muy poco su afecto. En este tipo de código los síntomas físicos pueden constituir una defensa contra la emer¬ gencia de síntomas psicóticos francos. En algunas ocasiones se pueden presentar preocupaciones francas con relación al esquema corporal; estas personas llegan a mostrar pensamiento confuso y dificultades para concentrarse.
174 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 8)
En el pa tr ón de s í n t o ma s de estos indiv idu os es factible que se presenten como factores significativos car ac te rí st ic as de personalidad de mucho tiempo atr ás . Estas personas informan sentirse socialmente desadaptados y que no confían en los demás; son r et r aí do s y aislados y qu iz á reporten que llev an una vi da de tipo errante. A algunos individuos con este perfil se les diagnostica esquizofrenia. Tienen quejas somáticas extrañas que dificultan el tratamiento. Algunos pacientes con problemas mé d i c o s que presentan este tipo de perfil no son es qu i zo f ré ni co s, pero muestran síntomas incurables graves, crónicos y poco usuales. Cuando se pre¬ senta el tipo de c ó d i g o 1-8/8-1 y no existen indicador es de psico si s obvios es importante hacer una evaluación cuidadosa del paciente pues es posible que esté en i ni ci o un proceso de de s in t eg r ac ió n de la personalidad debido a los mecanis¬ mos de defensa tan regresivos que se utilizan en estos casos. Posiblemente resulte de ayuda para este caso el evaluar las preocupaciones de la persona relacionadas con su esquema corporal.
TIPO DE CÓDIGO 1-9/9- 1 Quienes tienen este tipo de perfil suelen presentar angustia extrema; probablemen¬ te informen que sienten ansiedad, tensión, inquietud y tengan quejas somáticas. Las personas con este patrón se toman agresivas y belicosas si se minimizan sus problemas so má ti co s. Al gu no s indiv iduos con este perfil son ambiciosos y poseen gran fortaleza, pero tienden a carecer de metas claras y a frustrarse por no tener la habilidad para llegar a un alto nivel en lo que pretenden. Existen indicaciones someras de que estas personas tienen un estilo de perso¬ nalidad pasivo-dependiente pero que procuran negar que experimentan problemas de personalidad. Algunos de estos pacientes se describen como felices y confiados en sí mismos, a pesar de lo que los demás piensen. Es factible que los individuos con este tipo de código se resistan a aceptar explicaciones psicológicas con respecto a los problemas médicos que perciben. Este tipo de código puede encontrarse en personas con daño cerebral que tienen dificultades para hacer frente a deficiencias físicas; sin embargo, no debe utilizarse para diagnosticar daño cerebral.
TIPO DE CÓDIGO 2-3/ 3-2 Generalmente, los individuos con este código no experimentan ansiedad que los in¬ capacite, pero informan que se sienten nerviosos, tensos, preocupados tristes y depri¬ midos. Suelen expresar sí nt omas so má ti co s como fatiga, agotamiento, debilidad físi¬ ca o quejas gastrointestinales; quizá presentan también alteraciones del sueño. Los individuos con este patrón tienden a no manifestar interés en la vida ni a sentirse involucrados en ell a: informan que no han podido "empezar." Su actividad física es decreciente. Debido a sus tendencias depresivas, llegan a presentar ideas suicidas.
Tipos de código
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Lo s ind iv id uos con este per fi l parecen pasivos, d óc i l e s y dependientes. Tie¬ nen antecedentes de presentar dudas constantes, desadaptación, inseguridad y desamparo con respecto a sí mismos. Buscan situaciones que requieren de res¬ ponsabilidad, pero les presiona demasiado el estrés que esto conlleva. Mani¬ fiestan comportamientos que hacen que los demás los tomen en cuenta, pero piensan que nunca obtienen el reconocimiento adecuado por lo que han logra¬ do. Debido a su susceptibilidad, se sienten lastimados hasta por la menor críti¬ ca. Estas personas están motivadas para competir con los demás y buscan so¬ bresalir, sin embargo, evitan la competencia directa por temor al fracaso. Tien¬ den a ser sobrecontrolados, incapaces de expresar sus sentimientos, se sienten "encerrados en ellos mismos", niegan tener impulsos inaceptables, evitan involucrarse socialmente y se sienten especialmente incómodos cuando hay personas del sexo opuesto. Posiblemente estén desadaptados sexualmente y presenten frigidez o impotencia. A los in div idu os con el tipo de c ód i go 2-3/3-2 por lo general se les diagnosti ca un trastorno depresivo. Tie nde n a responder a la psicot erapia de manera inadecua¬ da y parecen carecer de habil idad de in tr os pe cc ió n. No tienen una vi si ón clara de sí mismos y se resisten a las explicaciones ps ic ol óg ic as de sus problemas. As i mi s mo , tienden a funcionar en un nivel de eficiencia reducido durante periodos largos y parecen tolerar mucha in fe li cid ad s in buscar un cambio de comportamiento. Pare ce que sienten el impulso de tener éxi t o, pero temen entrar en situaciones competi¬ tivas; sienten que deben aumentar sus responsabilidades en la vida pero les atemo¬ ri za la pr es ió n que esto conl lev a.
TIPO DE CÓDIGO 2-4/4-2 Las personas con este tipo de código tienen antecedentes de problemas legales y de un comportamiento impul si vo. Tienen la inc li na ci ón a no conseguir el control de sus impulsos, por lo que se meten en dificultades con los d e m á s . Mues tra n poco respeto en relación con las costumbres y valores sociales establecidos, y tienden a presentar conductas de tipo acting out tal vez tomando bebidas alcohólicas en exceso. Reaccio¬ nan ante el estrés bebiendo en forma excesiva o consumiendo drogas, por lo que es posible que tengan problemas con la ley o con la familia debido a su ingesta de alcohol o drogas. Quizá aparenten estar frustrados por no haber logrado gran cosa y se muestren resentidos por las exigencias de los demás. Después de haber tenido conductas de exhibicionismo (acting out) quizá se sientan culpables y manifiesten estar arrepentidos, pero no son sinceros con respecto a cambiar sus actitudes. Cuando la escala 2 es má s elevada que la 4 el pr o nó s t i c o puede ser mejor, dado que la el ev ac ió n de esta úl ti ma puede ser un indicador de rasgos ps i co pá t i co s; cuando esto sucede es muy importante observar cuáles son las escalas de contenido que se encuentran elevadas, por ejemplo, advertir si se trata de la de Problemas familiares o la de Prácticas antisociales. Es posible que estas personas sólo busquen ayuda d e s pu é s de tener problemas con su fam il ia y con la ley, y que su de pr e s i ón se deba
176 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
8)
a que se sientan frustrados por no haber logrado lo que se proponían y no tanto a un reconocimiento de sus problemas. Lo s ind ivi duos con c ód i g o 2-4/4-2 qui zá parezcan sociables y abiertos, lo que causa una im p re s i ón favorable al pri nc ip io . No obstante, tienden a manipular a los d e m á s y a la larga manifiestan ca r ac te rí s ti ca s de personalidad mal adaptada. Cau¬ san resentimientos en las relaciones de larg a du r aci ón. Bajo una fachada de compe¬ tencia y seguridad en sí mismos, estos individuos en realidad tal vez sean demasia¬ do inhibidos y estar insatisfechos de sí mismos. De manera característica, son per¬ sonas pasivo-dependientes. Es posible que tengan ideas suicidas, inclusive que lleguen a planearlas y que intenten llevarlas a cabo (en especial si las dos escalas están muy elevadas). Algu¬ nas de estas personas que intentan suicidarse quizá lo hagan pensando en que los d e má s se sientan culpables. L os in div idu os con este perfi l cl ín ic o tal vez digan que necesitan ayuda y que desean cambiar, pero el pronóstico para el cambio psicoterapéutico es pobre. Cuando la escala 4 es más elevada que la 2 es posible que la persona tenga una co mp r e n s i ó n intelectual de sus problemas, mi sma que le comunique al psicoterapeuta para manipularlo pero que, en realidad, no tengan un verdadero deseo de cambio. Es probable que pongan fin a la terapia de manera prematura cuando baje el estrés que sienten o al dejar de existir las presiones en el ambiente o en sus dificultades legales. El diagnóstico de desorden de la personali¬ dad está frecuentemente asociado con este tipo de código.
TIPO DE CÓDIGO 2-7/7-2 Quienes entran en esta categoría se muestran ansiosos, tensos, nerviosos y depri¬ mid os. Informan que se sienten desdichados y tristes, y tienden a preocuparse en exceso; se sienten vulnerables con respecto a amenazas tanto reales como imagina¬ rias y, por lo general, anticipan sus problemas antes de que ocurran reaccionando de manera exagerada incluso a las tensiones menores como si se tratara de catástro¬ fes mayores. É OGC Suelen presentar quejas s o má t i ca s , como pé r d i da de peso, anorexia, inso mnio o dolores en el c or az ón (esto debido a que llegan a presentar problemas cardiovascu¬ lares relacionados con la tensión constante que experimentan). Además son lentos, hablan de manera pausada y sus procesos de pensamiento son torpes; por sus ca¬ racterísticas depresivas pueden presentar pérdida de energía e ideación suicida. Tienen di sp os ic ió n a ponerse me l an có li co s y a cavila r en exceso. Cuando ocurre este tipo de co mb i n a c i ó n el cl ín ic o debe evaluar con cuidado las respuestas de la persona a los reactivos 150, 506, 520 y 524. Aquellos que entran en esta categoría tal vez muestren una gran necesidad de lograr algo que se les reconozca y esperan mucho, tanto de sí mismos como de los demás. Probablemente se sientan culpables cuando no logran alcanzar sus metas. Típicamente denen actitudes perfeccionistas y antecedentes de ser escrupulosos. Qu i z á sean excesivamente reli gioso s y moralistas.
Tipos de código O 177
Los individuos que presentan este tipo de perfil parecen dóciles y pasivo-de¬ pendientes en sus relaciones con los demás. Informan que tienen problemas para imponerse. Por lo general muestran capacidad para formar vínculos emocionales profundos y tienden a apoyarse en las demás personas en un grado excesivo. Nece¬ sitan la simpatía de los otros; durante tiempo atrás se han sentido inadecuados, inseguros e inferiores. Tienden a ser intrapunitivos cuando se trata de impulsos agresivos. La de pr es i ón , la ansiedad y la aut od ev al ua ci ón fueron las principales características que Graham y colaboradores (1999) encontraron en un grupo de pacientes de Ohio que presentaban este tipo de código. Generalmente, a los individuos con el tipo de código 2-7/7-2 se les diagnostica de pr es ió n, son considerados como obsesivo-compulsivos o con des ó rd en es de an¬ siedad. Suelen estar motivados para la psicoterapia y permanecen en dich o proceso durante más tiempo que otros pacientes. Tienden a ser un poco pesimistas con relación a superar sus problemas y son indecisos y rígidos en su manera de pensar; esta forma de pensar negativa lleg a a interferir en la so lución de sus problemas. Si n embargo, mejoran si reciben tratamiento psicoterapéutico (Meresman, 1992). En ocasiones están tan tensos y angustiados que precisan tratamiento farmacológico. Tales características se encuentran tanto en hombres como en mujeres E l tipo de código 2-7/7-2 fue la combinación que se encontró con mayor fre¬ cuencia en un grupo de pacientes con colon irritable, lo que confirmó el componen¬ te ansioso-depresivo de estos pacientes y la necesidad de que recibieran tratamien¬ to psicoterapéutico.
TIPO DE CÓDIGO 2-8/8-2 Los individuos con este patrón se muestran ansiosos, agitados, tensos y sobresal¬ tados. A menudo informan alteraciones del sueño y expresan que no logran con¬ centrarse. Su cuadro cl í ni c o se caracter iza por perturbaciones afectivas y sínto ¬ mas somáticos. A menudo se les considera deprimidos, su discurso es parsimo¬ nioso, de bajo volumen y su pensamiento es lento. Llegan a mostrarse llorosos y emotivos en las entrevistas, pero se les considera ca r ac te r í s ti ca me nt e ap át ic os e indiferentes. Se observa que tienen problemas con el enojo y con las relaciones interperso¬ nales. Indican que a menudo son olvidadizos, se sienten confundidos e ineficientes para cum pl ir con sus responsabilidades. L os d e má s tal vez consideren que piensan y resuelven las cosas de manera poco original y estereotipada. Tienden a subesti¬ mar la seriedad de los problemas y a observarlos desde un punto de visto personal poco realista. Son demasiado susceptibles con respecto a las reacciones de los de¬ m á s , se manifiestan suspicaces acerca de las moti vaciones que puedan tener las otras personas y tal vez tengan antecedentes de haber sido lastimados emocionalmente. Temen ser lastimados y evitan relaciones interpersonales íntimas; es común que presenten sentimientos de desesperanza e inutilidad; incluso llegan a observar¬ se procesos de dis oc ia ci ón cognoscitiva.
178 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Cap itu lo 8)
Quienes presentan el código 8-2 tienen más probabilidades de experimentar un malestar grave y rasgos psicóticos que aquellos con el código 2-8, en tanto que estos últ im os tienen una dep re si ón severa ac om pa ñ ad a de ansiedad y ag it ac ió n, por lo que expresan un temor importante a perder el con tr ol. De cualq uier manera, si las dos escalas es tá n elevadas sugieren ps i c op a t ol o gí a grave. La s ca r ac t er í st i c as de personalidad que presentan los indiv iduo s que obtienen este per fi l inc lu ye n el ser dependientes, poco im pos it ivos, irrit ables y resentidos. A menudo temen perder el control sobre sus emociones. Tal vez nieguen que sienten impulsos, pero habrá algunos periodos en que incurrirán en acting out. Po r lo gene¬ ral tienen s í nt om a s c r ón i c os que los incapacita n; tienden a sentirse muy culpables y son punitivos con respecto a sí mismos. Es fácil que exista desadaptación grave entre los individuos con este tipo de perfi l. L os di ag nó st i co s que co m ú n m e n t e se dan a estas personas son: trastorno bipolar, esquizofrenia de tipo esquizoafectivo o trastornos graves de personalidad. A menudo están preocupados, piensan en suicidarse y quizá tengan planes especí¬ ficos para hacerlo realmente, de modo que la probabilidad de riesgo suicida debe evaluarse de manera cuidadosa ; en esta si t ua ci ón es importante tomar en cuenta las respuestas a los reactivos 150, 506, 520 y 524. L as probabilidades de lograr una intervención exitosa son limitadas debido a que estas personas se resisten a una interpretación
psicológica
de
sus
problemas.
TIPO DE CÓDIGO 2-9/9-2 L os pacientes con este perf il probablemente sean eg oc é nt r i c o s y narcisistas, y ti e n dan a sobrevalorarse; suelen decir que están interesados en llegar a ser importantes pero en el fondo piensan que van a fracasar. La s personas j ó v e n e s con este pa t r ó n tal vez es t én sufriendo una cri sis de identidad. Desde el punto de vist a s i nt om á t i c o, estos individuos tal vez sean ansiosos, tensos y presenten quejas somáticas, en especial de tipo gastrointestinal. Alg uno s indivi duos con este pa tr ón qu iz á no est én deprimidos en el momento que se aplica el inventario, pero poseen antecedentes de de pr es ió n grave. En E U A se enc on tr ó que algunas personas con este tipo de có di go t e nd í a n a abusar del alco hol para al ivi ar el es t r és , sin embargo, en un estudio re al i zado en Mé xi co (L eón y L uc io ,
1999) con varones alc ohó lico s no se enc on tr ó que
el 2-9/9-2 fuera un tipo de código frecuente. Al gu no s indi vi duo s con este perf il pueden presentar un pa t r ón de ne ga c i ón que en realidad cubre sentimientos de de s a d a p t a c i ón e inut il ida d. Tienden a defenderse contra la depresión por medio de actividad excesiva. Es posible que estas personas tengan periodos alternos de gran actividad y fatiga. El diagnóstico más común en este caso es desorden bipolar: cuando este diagnóstico se confirma es importante utilizar ayuda farmacológica. Algunas veces este perfil se encuentra entre pacientes con daño cerebral que han perdido el con¬ trol o que hacen esfuerzos para cubrir las deficiencias con actividad excesiva. Sin embargo, no es posible uti li za r este tipo de có d i g o para diagnosticar da ñ o cerebral.
A
Tipos de código
O 179
TIPO DE CÓDIGO 3-4/4-3 Quienes manifiestan este perfi l padecen enojo cr ón i c o e intenso, qu i z á son impu l¬ sos hostiles y agresivos, por lo que no consiguen expresar de manera apropiada sus sentimientos negativos. Las personas que presentan este patrón en sus puntuacio¬ nes del M M P I tienen problemas para controlarse, tienden a experimentar periodos breves de exhibicionismo (acting out) violento y agresivo, asimismo, ignoran el origen de este comportamiento agresivo y sus consecuencias. Además, tienden a ser extrapunitivos, pero no consideran su propio comportamiento como proble¬ m á t i c o , pues culpan a los de m á s de lo que les sucede. L os prisioneros co n este tipo de có di g o tienen antecedentes de c r í m e n e s viole ntos. Las personas con este perfil clínico probablemente no muestran ansiedad ni de pr e s i ón que los incapacite, pero en cambio expresan quejas so má t i c a s . L os tras¬ tornos ocasionales parecen no tener r e l aci ón directa con es trés extemo; l a desadap¬ ta ci ón sexual y la prom isc uida d resultan comunes entre estos indi vid uos . Lo s ind ivi duos co n el tipo de c ód i g o 3-4/4-3 presentan sentimientos de hostil i¬ dad muy arraigados hacia los miembros de la fam il ia , desde tiempo at r ás . Tie nden a exigir la atención y la aprobación de los demás; son muy susceptibles al rechazo y se vuelven hostiles cuando se les critica. Aunque exteriormente pueden mos¬ trarse conformes, interiormente son rebeldes. Si ambas escalas están muy eleva¬ das, las personas llegan a presentar fallas de juicio. Algunos sujetos con este tipo de código, en especial cuando la escala 4 sobrepasa a la 3, abusan del alcohol o de otras sustancias. Después de presentar periodos de acting out, los individuos con este perfil pueden tener pensamientos o acciones suicidas. Los diagnósticos más comunes para este tipo de có di g o son los de persona lidad pasivo-agresi va o emocionalmente inestable. Muchas veces expresan su agresión en forma pasiva, pero insistente, por lo que es factible que ello les ocasione problemas con los demás; esa es la razón por la que muchas de estas personas tienen conflictos con su familia o con su pareja; cuando la escala 5 es tá ta mbi é n elevada en varones, es probable que teman ser homosexuales, sin haber presentado conducta homosexual.
TIPO DE CÓDIGO 3-6/6-3 Estos individuos no parecen incapacitados por sus problemas, aunque quizá mani fiesten t ensi ón moderada, ansiedad y quejas fí si ca s. Probablemente Wi se den cuenta de sus sentimientos hostiles, pero pueden ser desafiantes, poco cooperadores y difíciles en su trato; a veces parecen suspicaces y resentidos. Niegan su suspicacia y hostilidad, aunque ésta sea obvia para los que les rodean. Las personas con este pa tr ón tal vez sean e g oc é nt r i c a s y narcisistas, por lo que tienden a negar que tienen problemas ps ic ol óg i co s serios. Quienes manifiestan este có di go tienden a conservar sentimientos profundos cró¬ nicos hostiles c on respecto a los miembros de su fa mi li a y a las personas que es tán
180 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 8)
cerca de ellos. No expresan con facilidad sus sentimientos negativos; encuentran siempre una ju st if ic ac ió n para lo que hacen y culpan a los de m á s de su conducta. Las personas con un perfil de esta configuración tienen actitudes ingenuas ha¬ ci a los de má s y a veces parecen poco inteligentes. Nie gan cualquier in te rp re ta ci ón psicológica acerca de sus problemas. Debe evaluarse la posibilidad de rasgos paranoides y ps i c ót i c os cuando se presente esta c o m bi na c i ó n.
TIPO DE CÓDIGO 3-8/8-3 La s personas con este tipo de có d i g o muestran trastornos ps i c ol óg i co s que inclu¬ yen ansiedad, te ns ió n, nerviosi smo y temores, a simi smo, llegan a manifestar fobias. A pesar de tener una ex pr es i ón sonriente tal vez presenten sí nt om a s de de pr e si ón y sentimientos de des es pe r ac i ón . Le s caracteriza la falta de de ci si ón , aun cuando se trate de cosas sin importancia y pueden expresar una gran variedad de quejas físi¬ cas, las cuales dan la apariencia de ser vagas y evasivas. También es factible que manifiesten desórdenes de pensamiento, problemas para concentrarse, lagunas de memoria, ideas poco usuales y poco convencionales; además ideas desarticuladas y cavil aciones obsesivas, as í como ilu siones, alucinaciones y discurso irrelevante e incoherente. En general experimentan malestares significativos, aun cuando se es¬ fuercen por negarlo. Debe evaluarse la posibilidad de una alteración del pensa¬ miento cuando se presenta este tipo de código. Es probable que los indi vi duo s con este pa tr ón sean inmaduros y dependientes. Quizá muestren una gran necesidad de atención y afecto. Su comportamiento interpersonal puede ser intrapunitivo. Las personas que presentan este patrón pueden ser consideradas como apáti¬ cas, pesimistas y poco involucradas activamente o interesadas en las tareas cotidia¬ nas; esta apa tí a tiende a li mit ar los esfuerzos de la r eh ab i l it ac i ón . Probablemente no resulte efectiva la terapia orientada hacia la co mp r e n s i ó n de sí mismos , pues la forma en que enfocan sus problemas parece poco or ig in al y estereotipada. El diag¬ nóstico más común para estos individuos es esquizofrenia y tienden a responder mejor a la terapia de apoyo.
TIPO DE CÓDIGO 4-6/6-4 Es probable que los individuos con este tipo de código sean inmaduros, narcisistas e indulgentes con ellos mismos, caracterizados por hacer demandas excesivas y poco realistas en sus relaciones con los d e m á s , asi mismo, buscan at en ci ón y sim¬ patía; por lo general sospechan de los demás y resienten que se les exija algo. Los problemas en las relaciones con otros son ca r ac t er ís t i co s de sus conflictos psi co ló ¬ gicos, en especial cuando éstos involucran a personas del sexo opuesto. Las mujeres con este tipo de có d i g o qui zá se identifiquen en forma excesi va con el ro l tradicio¬ nal femenino y dependan en forma importante de los hombres.
Tipos de código O 181
En general, tanto hombres como mujeres desconfían de los motivos de los demás y tienden a evitar involucrarse emocionalmente de manera profunda. A me¬ nudo se les considera irritables, malhumorados, personas que les gusta discutir, que se muestran odiosas y resentidas con las autoridades. Los pacientes psiquiátri¬ cos con este tipo de código tienen historias de abuso de alcohol. Éste fue uno de los tipos de có di go má s frecuente en los al co hó li co s en Mé xi co . Los problemas de personalidad en cuanto a la adaptación son comunes entre los individuos con este tipo de perfil. A algunos sujetos con este patrón se les con¬ sidera pasivo-dependientes. A menudo se caracterizan por hostilidad y enojo repri¬ midos; quizá externen culpa por su enojo, pero en realidad tienden a culpar a los demás de lo que les pasa. Es probable que los individuos que presentan perfiles con esta configuración nieguen tener problemas psicológicos y culpen a los demás por lo mismo. No lograrTaceptar la responsabilidad con respecto a su propio comportamiento y se valo¬ ran a sí mismos de manera poco realista y grandiosa; es por ello que suelen tener historias de fracaso en el trabajo. Se les considera poco receptivos con respecto a la psicoterapia. Más bien ellos desean que los demás y las circunstancias cambien y se ajusten a sus necesidades. El diagnóstico típico para el desorden de personalidad de las personas con este tipo de código es el de personalidad pasivo-agresiva o paranoide, también reciben el diagnóstico de esquizofrenia paranoide.
TIPO DE CÓDIGO 4-7/7-4 Los individuos con códigos de este tipo pueden presentar periodos alternos entre gran insensibilidad con respecto a las consecuencias de sus acciones y preocupa¬ ción excesiva con respecto a los efectos de su comportamiento. Estas personas son un ejemplo de cierto tipo de paradoja, pues en este código se encuentran elevadas dos escalas aparentemente antagónicas pues, por una parte, la elevación de la esca¬ la 4 indica insensibilidad ante las consecuencias sociales de la propia conducta, en tanto que una alta p un t u ac i ó n en la escala 7 sugiere una excesiva pr eo cu p ac i ón de las personas acerca de su conducta; sin embargo, este tipo de combinación es rela¬ tivamente frecuente. Las personas con este tipo de código tienen episodios en los que su comporta¬ miento es de acting out, seguido de sentimientos de culpa y censura de sí mismos; sin embargo, esto no impide que manifieste acting out posteriormente. Es común que tengan quejas somáticas vagas, tensiones y fatiga. A menudo informan que se sienten exhaustos e incapaces de enfrentar los problemas que los rodean. Los sen¬ timientos de dependencia y su inseguridad personal dificultan su adaptación. Estos individuos quizá respondan al apoyo y a la confianza que se les brinda en la terapia, pero es difícil que logren cambios de personalidad permanentes. Gene¬ ralmente, son tan inseguros que necesitan que con frecuencia les muestren confian¬ za acerca de su prop ia val ía. Tal vez haya me jo rí a s in to má t ic a en la psicoterapia de apoyo, pero es poco probable que se produzcan cambios a largo plazo.
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O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 8)
TIPO DE CÓDIGO 4-8/8-4 Quienes presentan este código se caracterizan por tener problemas psicológicos graves. Parecen no adaptarse bien a la sociedad y se les considera raros, peculiares, fuera de la norma y resentidos contra las autoridades. Es posible que adopten pun¬ tos de vista religiosos o políticos radicales y fuera de lo común y, por tanto, se comporten de manera er rá ti ca e impredecible. Al gun os indi viduos con este pa tr ón se retraen en la fantasía y se ponen furiosos como defensa para no ser lastimados. Probablemente tengan problemas para controlar sus impulsos, además se les considera enojones, irritables y resentidos. Típicamente actúan de manera exhibicionista (ac tin g out) yantisocial. Algunos llegan aser delincuentes, atomar parte en actos criminales o a presentar desviaciones sexuales. Entre sus caracterís¬ ticas se encuentran beber en exceso y util iz ar drogas, a d e m á s de estar obsesionados con el sexo. És te fue uno de los có d i go s má s frecuente en un grupo de al c o hó l i c o s mexicanos (Leó n y Lu cio, 1999). Estas personas temen no ser capaces de realizar actos sexuales o quizá lleven a cabo ciertos actos en situaciones antisociales para demostrar que están adaptados. Ven al mundo como amenazante y rechazador, por lo que en el ámbito social pue den ser retraídos y aislados. Este es un código relativamente frecuente entre viola¬ dores y se encuentra t a mbi é n en delincuentes que han cometido actos viol entos. En el estudio llevado a cabo por Graham y colaboradores (1999) los pacientes que presentaban este tipo de código se caracterizaban por alucinaciones, trastornos del pensamiento y tendencias paranoides. Algunos individuos con este perfil cursan por periodos en los que están obse¬ sionados con suicidarse. Ti enen desconfianza de los d e m á s y evitan tener rel aci o nes í nt i ma s . Se les considera con poca hab il ida d de empatia y con falta de destrezas sociales. El punto medular de sus problemas es que tienen un pobre concepto de sí mis¬ mos. Se preparan para el rechazo y el fracaso, y tienen sentimientos profundos de inseguridad. Manifiestan una excesiva necesidad de recibir ate nc ió n y car iñ o. Las personas con este perfil suelen tener antecedentes de poco éxito y su adap¬ ta ci ón es li mit ada . Lo s d i a gn ós t i c o s m á s comunes en estos casos son de trastornos graves de personalidad de tipo antisocial, paranoides, esquizoides~Ó hasta es qu iz of ré ni co s. Co mo estos indi viduo s no aceptan responsabilidad por su propio comportamiento, tienden a no responder bien al tratamiento ps i c ol ó gi c o. Suelen racionalizar y culpar a los demás por sus dificultades. Debido a sus tendencias paranoides, llegan a presentar problemas para establecer una buena relación en el tratamiento.
TIPO DE CÓDIGO 4-9/9-4 Las personas con este tipo de código hacen caso omiso de las normas y valores sociales, muestran comportamientos antisociales, tienen conciencias poco desa-
Tipos de código 3 183
rrolladas, muestran valores morales pobres y valores éticos fluctuantes. Tienen fre¬ cuentes problemas con la autoridad por su poco respeto a las normas. Es ca ra ct er ís ¬ tico que se inclinen a participar en un gran número de actos antisociales (p. ej., alc oho lis mo, pleitos, robos y conducta sexual exhibi cion ist a). Au nque este tipo de có d i g o no se en c o n t r ó en el estudio de los al co hó li co s mexicanos, no se debe des¬ cartar la posibilidad del abuso de alcohol, puesto que en el grupo de alcohólicos estudiados, todos estaban en tratamiento y, debido a su narcisismo, es poco proba¬ ble que las personas con este tipo de código lleguen a pedir ayuda para resolver sus problemas. Se les considera eg oí s t as , inmoderados e impul siv os. Generalmente no pueden esperar para satisfacer sus impulso s. Mues tra n j u i ci o reducido y ac tú an s in consi¬ derar las consecuencias, incluso después de haber sido castigados parecen no apren der de sus experiencias. Habitualmente manifiestan poca tol erancia para la frustra¬ ci ón , son mel an c ól i co s , irritables y suelen expresarse de manera cá us ti ca de los d e m á s . Muestr an sentimientos intensos de ira y hostil idad que expresan por medio de arranques emocionales violentos. Se les puede describir como enérgicos, inquietos, demasiado activos, y con necesidad de buscar estimulación y excitación emocionales; se les considera desinhibidos, extrovertidos y hablantines. Fácilmente causan una buena primera impresión, pero sus relaciones son superficiales y tienden a terminarse con el tiem¬ po. Son muy ambiciosos, tienen mucha energía, pueden aparecer ante la autoridad como complacientes sólo para obtener lo que quieren, pero en realidad son mani¬ puladores y mentirosos. Es probable que los ind ivi duo s con esta con fi gu ra ci ón de perf il sean narcisistas e incapaces de formar vínculos emocionales profundos. Mantienen distancia emo¬ cional con respecto a los demás; presentan una fachada social que puede esconder inseguridad y falta de confianza en sí mismos. Quizá tengan rasgos de personali¬ dad inmadura, insegura y dependiente. Un diagnóstico habitual para este tipo de personas es el de trastornos de personalidad ant isoc ial; los pacientes p s iq u iá t ri co s con este tipo de código generalmente son diagnosticados con trastornos bipolares o paranoides. Lo s in div iduo s con el c ó d i g o 4-9/9-4 no aceptan la responsabilidad por su pro¬ pi o comportamiento y tienden evitar el tratamiento; s ól o lo aceptan si se les presio¬ na. Estas personas racionalizan sus fallas y fracasos y culpan de sus dificultades a los demás. Sus problemas legales, de trabajo o de relaciones con otros son perma¬ nentes.
TIPO DE CÓDIGO 6-8/8-6 En estos individuos se destacan sentimientos de inferioridad e inseguridad, poca confianza en sí mismos y baja autoestima. Qu i z á se sientan culpables por los fraca¬ sos que consideran haber tenido, y es probable que se retraigan de las actividades y muestren apa tí a emocion al; por lo general no se involu cran con los d e má s pues son
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(Cap itu lo 8)
suspicaces y desconfían de los otros. Tienden a evitar lazos emocionales profundos y experimentan dificultades en cuanto al trato social, por lo que están más conten¬ tos cuando están solos. Resienten que se les exija algo. Son depresivos, irritables, poco amistosos y negativos. Pueden mostrar comportamiento claramente psicótico, presentar pensa¬ miento autista, disociado y aleatorio. También presentan dificultades de concentra¬ ci ón y a te nc ió n. Manifiestan tener pensamientos de contenido ex tr añ o, deficiencia de la at en ci ón y problemas de memoria. Tienden a hace rju icio s equivocados; lle¬ gan a exhibir confusión grave, delirio de persecución y sentimientos de grandeza; son poco realistas y además se preocupan con respecto a asuntos abstractos y enig¬ má t i co s . Sus sentimientos suelen estar embotados. A d e m á s su discurso es rá pi do e incoherente, se retraen en fa nt as ía s, tienen en s oñ ac i on es , dificultad para distinguir la fan ta sí a de la realidad. Sus mecanismos de defensa no son eficaces y tienden a reaccionar de manera regr esiva a las presiones. En ocasiones presentan notables sentimientos de desesperanza e ideas suicidas; por otra parte, son susceptibles al es tr és y en situaciones de pr es i ón tienden a refugiarse en la fa nt as ía . Este fue un tipo de código frecuente en los pacientes alcohólicos mexicanos, especialmente en aquellos que te ní an una pu nt u ac i ón elevada en la escala de M a c Andrew.
En quienes presentan este perfil se indica la existencia de problemas psicológi¬ cos graves de mucho tiempo atrás, que se han vuelto de naturaleza crónica. Es probable que estas personas tengan un estilo de vida esquizoide. Generalmente, a los indi vid uos c on el tipo de c ó d i g o 6-8/8-6 se les diagnostica esquizofrenia. A menudo el tratamiento incluy e medicamentos p s i c ot r ó pi c os y es¬ tancia tanto en ambientes bien estructurados como de apoyo, si es que se les consi¬ dera peligrosos con respecto a sí mismos y a los demás.
TIPO DE CÓDIGO 6-9/9-6 Es probable que los individuos con esta configuración de perfil sean demasiado susceptibles y desconfiados . Se perciben vulnerables con respecto a amenazas rea¬ les o imaginarias, sienten ansiedad, y quizá lloren y tiemblen con frecuencia. Tien¬ den a reaccionar demasiado ante la más mínima presión y responder a serios reve¬ ses refugiándose en fantasías.
Los individuos con este tipo de perfil probablemente manifiesten signos de desórdenes en el pensamiento, se quejen de dificultades para pensar y tengan pro¬ blemas para concentrarse. Hasta pueden tener delirios, alucinaciones, discurso irre¬ levante e incoherente, así como lucir desorientados y perplejos. La capacidad de j u i ci o de estas personas es li mitada . Este t amb i é n fue un c ó d i g o frecuente en los pacientes a lc oh ól ic os mexicanos. Las personas con este patrón de perfil pueden mostrar una gran necesidad de afecto; son pasivo-dependientes en sus relac iones; incapaces de expresar sus emo¬ ciones en forma adaptativa. Aunque estos individuos se describen a sí mismos como
Tipos de código ID 185
felices, tranquilos, adaptables y con buenas condiciones de salud, los demás los ven como enojones, hostiles y demasiado susceptibles al estrés. A los pacientes ps i qu iá t r i co s hospitalizados con el tipo de c ó di g o 6-9/9-6 se les diagnostica esquizofrenia (de tipo paranoide) o un desorden de tipo depresivo. Qu izá sea difícil planear un tratamiento psicológico porque tienden a pensar de manera desorganizada, poco productiva y cavilante. La tendencia de estos pacientes a pre¬ sentar ideas muy fantasiosas y obsesivas tal vez les impida seguir programas de cambio conductual. Tienen problemas para expresar sus emociones de manera ade¬ cuada y moderada. Presentan periodos alternos de sobrecontrol y arrebatos emo¬ cionales directos y poco controlados.
TIPO DE CÓDIGO 7-8/8-7 Habitualmente, los pacientes con este perfil muestran mucha confusión, por lo ge¬ neral, se resisten a admitir que tienen problemas psicológicos, sus defensas no les permiten mantenerse cómodos y sin ansiedad. Informan que se sienten deprimi¬ dos, preocupados, tensos y nerviosos. Quizá estén confundidos y en un estado de angustia, mostrar in de ci s ió n y hacer ju ic io s er r ó ne o s . Parecen no beneficiarse de la experiencia. Tienden a ser demasiado introspectivos, cavilantes e imaginativos. Este fue el tipo de código más frecuentemente encontrado en los alcohólicos mexi¬ canos, con una el ev ac i ón m á s marcada en la escala 8. Es fácil que estos individuos tengan sentimientos crónicos de inseguridad, falta de ad ap ta ci ón , sentimientos de inferioridad e ind ec is ió n. Las personas con este perfil no son socialmente equilibradas ni confiadas, por lo que tienden a apartarse de las interacciones sociales. No consiguen establecer relaciones interpersonales cercanas y por lo general son introvertidos; también son pasivo-dependientes y no toman parte predominante en las relaciones con los demás. Tienden a presentar dificultades en las relaciones heterosexuales maduras y se sienten inadecuados al asumir su rol de géne¬ ro tradicional . Tie nden a obstinarse en fan tas ías sexuales excesivas y ex tr añ as . A los pacientes con este perfil se les puede diagnosticar trastorno de ansiedad; sin embargo, la pos ib il id ad del d i ag nó s ti co de psicos is o de trastorno de la persona¬ lidad aumenta cuando hay elevación de la escala Es. Cuando la escala 8 está por encima de la 7 es probable que estén adaptados a un estado de psicopatología gra¬ ve, lo que hace aún má s difícil cualquier tipo de in te rv en ci ón . L os indi viduos con este pa tr ón tal vez no presenten sí n to ma s ps i có t ic os claramente evidentes, aun cuan do se les diagnostique como psicóticos. Se considera que deben usarse medica¬ mentos para controlar su ansiedad intensa y sus problemas de pensamiento.
TIPO DE CÓDIGO 8-9/9-8 Es probable que los individuos con este perfil tengan trastornos psicológicos graves: quizá muestren retraimiento y aislamiento. Se sienten especialmente incómodos en
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(Capítulo
8)
las relaciones heterosexuales y muestran de sadapt ación sexual. A menudo se les consi¬ dera hiperactivos, muy expresivos en el habla, agitados y excitados en el ám bito emo¬ ci onal . Suelen ser poco realistas, jactanciosos, presumidos y volubles en las apreciacio nes sobre sí mismos. Se entregan excesivamente a ens ue ñ os y fantasí as, lo que lim it a su contacto con la realidad. Su comportamiento se caracteriza porque niegan tener problemas; su pensamiento puede parecer vago y circunstancial. Informan que se sien¬ ten inferiores e inadaptados, que tienen autoestima baja y sólo se involucran de manera limitada en situaciones competitivas u orientadas hacia el éxito. A los individuos con este perfil se les considera como centrados en sí mismos e infantiles en r el ac ió n con lo que esperan de los de m á s . Tienden a exi gir mucha atención y tornarse resentidos y hostiles cuando no obtienen lo que exigen, se resis¬ ten y temen involucrarse emocionalmente de manera ínti ma. Tí pi c a me nt e , no consi¬ guen enfocar su atención sobre los asuntos y se les considera raros, poco comunes y autistas. Algunas veces poseen una manera de pensar muy detallada, discurso ex¬ tr añ o (asociaciones de ruidos me t ál i co s , empleo de neologismos, ecolalia), deli rios o alucinaciones. El dia gnó st ic o más com ún en estos casos es el de de só rd en es esqu iz ofr éni cos o graves de personalidad. Es factible que tengan trastornos del pensamiento, estén confundidos, perplejos, desorientados y muestren dificultad para pensar y concen¬ trarse. Los individuos con este perfil quizá afirmen que no necesitan ayuda profe¬ sional y no buscan tratamiento de manera voluntaria, aunque algunos sienten la necesidad de lograr algo y presión para actuar, sus logros reales tienden a ser me¬ diocres. Es difícil trabajar con estos pacientes en psicoterapia debido a su temor a involucrarse emocionalmente y porque cambian de un tema de co nv er sa ci ón a otro de manera abrupta, lo que dificulta el dirigirse hacia un objetivo.
DESCRIPTORES DE TIPO DE CÓDIGO DE TRES ESCALAS
TIPO DE CÓDIGO 1-2-3 Los individuos con este perfil clínico se sienten angustiados y tienen dificultad para adaptarse psicológicamente. Parece que les falta energía, muchas veces pue¬ den sentirse débiles, fatigados, tensos y nerviosos. Tienden a reaccionar frente al estrés
desarrollando
síntomas
físicos.
A
menudo
sobreactúan,
preocupándose
y
quejándose extremadamente, aun cuando se trate de cambios físicos mínimos. Aunque los primeros problemas que reportan son los cambios físicos, estos indivi¬ duos también se sienten disfóricos y preocupados. Muchas personas con este tipo de perfil desarrollan síntomas físicos centrados en problemas de dolores abdomi¬ nales y de cabeza. Esta co mb i na c i ó n se en c on t r ó en algunos pacientes mexicanos con dermatitis y colon irritables (Lucio, e t ai, 2000; García Colorado, 1997). La
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c o m b i n a c i ó n 1-2-3 cuando 1 y 3 e st án significativamente por arriba de 2 se conoce también como la V de conversión, debido a que las personas con este tipo de código quizá presenten los síntomas típicos de conversión.
Las personas con el código 1-2-3 son algo pasivas en las relaciones interper sonales y qui zá int er act úen con los dem ás gimiendo y que já nd os e. Suelen ser de¬ pendientes y a menudo sienten la necesidad de que los cuiden; probablemente se muestren irritables y hostiles si no se cumplen sus exigencias. Estas personas pare¬ cen tener un conflicto constante entre ser dependientes y ser asertivos y confiados en sí mismos. Es probable que este tipo de individuos tenga disminuido el impulso sexual, por lo que tal vez presenten problemas en la ad a pt ac i ón heterosexual. Posiblemen¬ te tengan rasgos de personalidad muy arraigados que los predispongan a desarro¬ llar s ín to ma s fís ico s cuando est án bajo pr es ió n. A menudo se considera que tienen desórdenes psicofisiológicos, y se les diagnostica trastorno de tipo somático con personalidad pasivo-agr esiva o dependiente. Estos indi vid uos q u i z á consideren que sus problemas son físicos y probablemente no reconozcan que los factores psicoló¬ gicos contribuyen a sus s í n t o ma s ; tienden a tener poca co mp r e ns i ó n de sí mismos y no es fácil que tengan control sobre sus síntomas, por tanto, son malos candidatos para la psicoterapia orientada hacia el insight. No obstante, en ocasiones experimentan la necesidad de ser confrontados con la verdad de que el origen de sus sí nt o ma s posiblemente sea p s i c ol ó g i c o . Enfocarse en la manera en que enfrentan el estrés tal vez les ayude a desarrollar habilidades para resolver sus problemas y actuar de manera más adecuada en las situaciones de te ns ió n. Lo s indiv idu os con este perfil cl ín ic o tienen un estilo host il de interactuar con los demás, el cual podría presentarse también en la situación de tratamiento, reduciendo la posibilidad de beneficiarse de la terapia. Los terapeutas de estos pacientes informan que éstos sienten que la vida es una lucha constante. Los indi¬ viduos con este estilo de personalidad no aceptan sugerencias de los demás con facilidad.
TIPO DE CÓDIGO 1-3-8 Las personas que presentan este tipo de código frecuentemente son diagnosticadas con esquizofrenia paranoide o trastorno paranoide de la personalidad. A veces pre¬ sentan s ín t om as s om át i co s raros con una base delirante, lo que po dr ía indi car la de si nt eg ra ci ón de la imagen corporal debido a un proceso ps ic ót ic o. Lo s episodios depresivos, la ideación suicida y las preocupaciones sexuales y religiosas son fre¬ cuentes en estas personas. También se pueden observar alteraciones claras del pen¬ samiento. Estos individuos se muestran agitados, escandalosos y malhumorados. Con frecuencia tienen historias de abuso de alcohol y se muestran incansables y aburri¬ dos la mayor parte del tiempo; por lo general son suspicaces y celosos, y se mues¬ tran ambivalentes con respecto a establecer relaciones emocionales profundas.
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(Capítulo 8)
TIPO DE CÓDIGO 2-7-8 Lo s indi vid uos con este perfi l se caracterizan por tener un pa tr ón de de s ad ap t ac i ón ps ic ol óg ic a cr ón ic a. Se sienten habitualmente hundidos en la ansiedad, te ns ió n y depresión, así como indefensos, solos, inadaptados e inseguros; creen que no tie¬ nen esperanzas en la vida y que nada les sale bien. Procuran controlar sus preocu¬ paciones analizándose a sí mismos intelectualmente de manera poco productiva, experimentan muchas dificultades para concentrarse y tomar decisiones. Funcio¬ nan con un niv el muy bajo de efi ci enc ia; tienden a reaccionar de manera excesiva ante las tensiones, por mínimas que sean, y su comportamiento puede deteriorarse con rapidez. Mani fi est an la i nc l in ac i ón a culparse por los problemas que tienen. Su estilo de vida suele ser caótico y desorganizado; tienen antecedentes de trabajar con poca eficie nci a y de tener poco éxi t o. Es posib le que es té n adentrados en ideas religiosas equívocas. Estas personas se caracterizan también por tener relaciones interpersonales p r o bl e má t i c a s y les pueden faltar habilidades para desenvolverse en sociedad y, a menudo, son re tr aí do s. Qu i z á se relacionen de manera ambivalente con los d e m á s sin realmente confiar o llegar a querer a alguien. Mu ch os indi vid uos con c ód i go 2¬ 7-8 nunca establecen relaciones íntimas duraderas. Probablemente sus relaciones interpersonales sean infructuosas y empobrecedoras debido, en parte, a sus senti¬ mientos de i na de cu ac i ón e inseguridad. Estos indi vid uos presentan un pa t ró n cr ón i co de comportamiento. General¬ mente, las personas que tienen este perfil llevan una existencia desorganizada y profundamente infeliz. Quizá tengan periodos de trastornos del comportamiento más intensos como resultado de un nivel elevado de estrés. Muestran un grave desorden psicológico y probablemente se les diagnostique como individuos ne ur ót i co s con trastorno de ansiedad o di st ím i co en una personalidad esquizoide. Si n embargo, se debe considerar la posi bi li da d de un desorden p s i c ót i c o m á s serio, como el de esquizofrenia. Mu ch os ind ivi duos con este perf il buscan y requieren tratamiento ps i c ol ó gi c o con r el ac ión a sus problemas. Co mo muchos de los problemas que presentan tienden a ser c r ó ni c o s , es posible que se requiera un esfuerzo t e r a pé u t i c o intenso a fin de lograr al gú n cambio s igni fi cat ivo. Lo s pacientes con este perf il suelen tener mu¬ chas complica cione s p s i c ol óg i c a s y situacionales, por lo que es difíci l mantener el enfoque en el tratamiento. Probablemente necesiten mucho apoyo emocional cuando est én en esta si tu ac ió n. C o mú nm e nt e , los individuos con un perfil de esta con fi gur ac ió n tienen auto estima baja y se sienten inadaptados, lo cual dif ic ul ta la terapia. Qu i z á piensen que no pueden logra r un cambio posit ivo con el tratamiento. Los terapeutas deben pro¬ mover una actitud positiva y optimista para que el tratamiento tenga éxito. Estos individuos tienden a ser muy fantasiosos y a cavilar de manera impro¬ duct iva. Probablemente no respondan bien a la terapia no estructurada y orientada hacia la co m p r e n s i ó n de sí mismo s, y su funcionamiento puede deteriorarse si se les pide que sean introspectivos. Tal vez respondan mejor con un tratamiento de
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apoyo de tipo directivo y orientado hacia metas. Los individuos que muestran este perfil presentan riesgo de suicidio y debe tomarse precauciones con ellos.
TIPO DE CÓDIGO 6-8-7/8-6-7 Cuando las escalas 6 y 8 e st án significativamente m á s elevadas que la 7, a este tipo de có di go se le conoce tamb ié n como la triada psi cót ica . Esta con fi gur aci ón sugie¬ re una patología muy grave. En estos casos las alucinaciones, las ilusiones y una suspicacia extrema son muy comunes; es posible que presenten también problemas con la memoria y la concentración. Estas personas tienden a ser tímidas, introvertidas y aisladas, aunque llegan a volverse agresivas cuando toman al cohol en exceso. A u n cuando no son totalmente incapaces de enfrentar sus problemas, sí tienen serias dificultades para manejar las responsabilidades cotidianas, por lo que muchas veces requieren de internamiento ps iq ui át ri co . El di ag nó s t i co má s co m ún que se les da a estas personas es el de esquizofrenia paranoide; por lo general requieren también de tratamiento farmacológico.
ASPECTOS ADICIONALES SOBRE LA CONFIGURACIÓN DE LOS PERFILES Algunos otros aspectos que deben tomarse en cuenta acerca de la configuración de los perfiles (Graham, 2000) se mencionan a continuación. La elevación relativa de las escalas 1, 2, 3, sin importar la el evaci ón absoluta, es decir, aunque no sean las escalas má s altas del perfil propo rcio na in f or ma ci ón importante. Cuando las esca¬ las 1 y 3 son 10 puntuaciones T o m á s mayores que la escala 2, es probable que la persona est é utiliza ndo la ne ga ci ón y la re pr es ió n en exceso, por tanto, este i nd i vi duo tiene muy poco o ningún insight acerca de sus necesidades, conflictos y sínto mas. Qu i z á esta persona considere que est á bien psi c ol óg i ca me nt e y siempre busca explicaciones médicas para sus malestares. Cuando la escala 2 es igual o mayor que las escalas 1 y 3 la persona no se siente tan bien, probablemente sufra malestar emoc ion al y presente una gran cantidad de s í n t o m a s . La relación entre las escalas 3 y 4 proporciona información importante con respecto al control del enojo. Cua ndo la escala 4 es tá 10 puntuaciones m á s por arriba de la 3, se espera que haya problemas con el cont rol de la ir a. Estas personas tienden a expresar abiertamente su enojo sin considerar las consecuencias de esta conducta. Por otra parte, cuando tanto la escala 3 como la 4 están elevadas —en especial cuando ambas están por arriba de T 65—, la persona en general tiende a controlar su enojo, pero es factible que se presenten algunos periodos de conducta im pul si va. La pos i c ió n de la escala 5 en los hombres t a mb i é n dice algo acerca del
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(Capitulo 8)
con tro l; los varones con una escala 5 elevada por lo general no act úa n impu l¬ sivamente. La configuración de un perfil en el que las escalas 4 y 6 están elevadas sugiere un enojo intenso que es expresado en forma pasivo-agresiva. Esta configuración ocurre con más frecuencia en las mujeres, aunque también llega a presentarse en los hombres. Las mujeres que tienen esta configuración pueden ser consideradas como depresivas má s que co mo enojadas y q ui zá es tén atrapadas en roles tradicio¬ nales femeninos que no las satisfacen, esto ocurre en especial cuando la escala 5 se encuentra sumergida. Esta situación puede llevarlas a periodos de sometimiento con el hombre, los cuales podrían ir seguidos de conductas explosivas que lleven a un rompimiento de la re la ci ón de pareja. La relación entre las escalas 7 y 8 ofrece cierta información acerca de la cronicid ad de los problemas. Cuan do la escala 7 se encuentra 10 o má s puntuacio¬ nes T por arriba de la 8, los problemas pueden ser más agudos que crónicos y es menos probable que existan alteraciones del pensamiento. Por el contrario, cuando la escala 8 está más elevada aumentan las probabilidades de que los problemas sean crónicos y existan alteraciones del pensamiento. Cuando ambas escalas están elevadas es posible que la persona se encuentre confusa pero que no exista un sistema delirante.
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Uso del M M PI-2 en la eva lua ción del alcoholismo ANTECEDENTES
Desde su creación, el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesot a se ha utiliza do en la pr ác ti ca clí ni ca para identificar los rasgos de personalidad de personas con diversos tipos de pade¬ cimientos, entre los cuales se encuentran los de tipo psiquiátrico y los relacionados con las adicciones a diferentes tipos de sustan¬ cias, como el alcohol. En México, el alcoholismo es uno de los principales proble¬ mas de salud, debido a ello es importante realizar un diagnóstico preciso de pacientes alcohólicos, ya que esto contribuye a la ade¬ cuada planeación del tratamiento a seguir, dependiendo de las ca¬ ra ct er ís ti ca s principal es identificadas en cada paciente que sol ici ta tratamiento, mismas que determinan un tipo de al co hó lic o, as í como aquellas personas que no se consideran alcohólicos y que llegan a solicitar empleos o requieren psicoterapia por algún otro proble¬ ma emocional. Tradicionalmente, en la ev al ua ci ón de pacientes al co hó li co s se han utili zado diversas téc ni ca s de in te rp re ta ci ón de las eleva¬ ciones de las escalas del instrumento, especialmente se ha consi¬ derado a la escala 4 (De sv ia ci ón ps ic op át ic a; Dp ) como uno de los principales indicadores de alcoholismo, debido a que es una escala que identifica rasgos de impulsividad, además tiende a ser bastan¬ te estable a través del tiempo. En diversos estudios, reportados por Graham y Strenger (1988). se ha identificado que las puntuaciones elevadas en esta escala se 193
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O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
9)
presentan en pacientes alcohólicos, independientemente del grupo étnico y sexo al que pertenezcan. En cuanto a la edad, los pacientes alcohólicos de mayor edad tienden a presentar puntuaciones menos elevadas que los de menos edad debido, probablemente, a que estos últimos tienden a presentar conductas más impulsivas que los primeros . S in embargo, estas ca r ac t e r í st i ca s no son exclusivas de pacientes al co hó li co s, pues t am bi én se han observado en la po bl ac ió n general. Entre las car ac te rí st ic as de personalidad de los indivi duos al co hó li co s reporta¬ dos en la literatura se encuentran: conducta masculina agresiva (que sirve como defensa para ocultar su dependencia emocional); antecedentes de rebeldía e imp uls iv ida d, de pr es i ón y ansiedad como consecuencias del consumo de alc ohol . En los estudios en los que se ap li ca el M M P I , se ha encontrado que los perfiles muestran puntuaciones elevadas en las escalas 2 (D e pr e s i ón ; D) y 4 ( H i l l , et al., 1960; Rae y Forbes, 1966, citados en Ma dd en , 1986).
TIPOS DE PERFIL DE LOS PACIENTES ALCOHÓLICOS Otra técnica muy utilizada es la interpretación de tipos de código observados en el perfil del MM P I - 2 . Uno de los cód ig os de dos escalas más co mún ment e encontrado es el 4-2, que es ca ra ct er ís ti co de hombres y mujeres al co hó l i co s. No obstante, Page y Bozl ee (1982) encontraron que los tipos de c ódi go de dos escalas dife rí an depen¬ diendo del grupo étn ic o al que pe rt ene cían los participantes, de este modo, el tipo de código 4-9 era característico de alcohólicos caucásicos, mientras que el 2-4 se encon¬ tr ó en los de orige n hispano y el 9-6 entre los a l coh ól icos nativos estadounidenses. Por su parte, Graham (1987) ha descrito el có di go 2-4/4-2, como ca ra ct er í st i co de personas que crean una primer a i mp r es ió n favorable, mo s t r á n d o s e con en er gí a, sociables, con buena di sp os i ci ón pero que ocultan, bajo esta apariencia, sent imien tos de in ad ec ua ci ón , falta de concie ncia de sí mismos, dependencia pasiva e inco¬ modidad en situaciones sociales, especialmente cuando se relacionan con el sexo opuesto; además pueden tener problemas con la ley o con sus familias debido a su falta de respeto alas normas sociales, impulsividad y conducta de acting out; aun¬ que llegan a expresar remordimiento y culpa, suelen ser poco sinceros acerca de sus sentimientos de depresión y minusvalía, por lo que son manipuladores e inclu¬ so intentan el suicidio como una forma de producir sentimientos de culpa en otras personas. El pronóstico no es bueno, ya que quienes presentan este tipo de código tienden a terminar prematuramente el tratamiento cuando el estrés o las dificulta¬ des legales persisten. La ma yo r í a de los estudios ha encontrado que el tipo de c ód i go m á s co m ún es el 2-4/4-2, si n embargo, t a mbi é n se han observado 4-9/9-4, 2-7/7-2, 1-272-1 y 7-8/ 8-7. Graha m (1987) se ñ al ó las diferencias significati vas entre los c ód i g o s que se encontraron con mayor frecuencia; este autor describió que, en tanto que 2-4/4-2 y 4-9/9-4 sugieren d e s ó r d e n e s de personalidad y conductas de acting out, los c ó d i -
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholismo O 195
gos 2-7/7-2, 1-2/2-1 y 7-8/8-7 indic an de s ad ap t ac i ón general, ansiedad conside¬ rable y otros problemas emocionales. Las personas con tipos de código 2-4/4-2 y 4-9/9-4 no son consideradas buenos candidatos para la psicoterapia tradicional debi¬ do a que no sienten realmente que necesitan el tratamiento y concluyen de manera prematura con él; en tanto que quienes corresponden a los otros códigos se sienten motivadas hacia el tratamiento a causa de sus confusiones y problemas emociona¬ les, y tienden a permanecer por largo tiempo en terapia más que otros pacientes. Otra té cn i ca para evaluar y diagnosticar a pacientes al co hó l i co s es la interpre tac ión de la configura ción del perfil del MM P I - 2 , en la cual se considera el perfil completo en lugar de analizar las dos escalas más elevadas, por lo que muchos investigadores han util izado procedimientos de anál is is es ta dí st ic o por conglome rados (análisis en cluster) para identificar subtipos de alc ohol ismo . Bl as hf ie ld (1985) lle vó a cabo un aná li si s por conglomerados mediante el cual encontró que existen básicamente dos tipos de perfil, uno de los cuales presenta puntuaciones relativamente bajas con la escala 4 como pico de perfil; mientras que el otro es generalmente más elevado con elevaciones principalmente en las escalas 2, 7 y 8. No obstante, Graham y Strenger (1988) afirman que existen razones para considerar m á s de dos tipos de perf il de pacientes al co hó l ic os . Gold ste in y Lin de n (1969), por su parte, util izar on un procedimiento de aná li sis por conglomerados y encontraron cuatro tipos diferentes que explicaron 45% de su muestra. El perf il tipo I se caracteriza principalmente por la el ev ac i ón de la escala 4, seguida por la el ev ac i ón de la 2 y la ausencia de una el ev ac ió n significati¬ va en el resto de las escalas; este perfil también fue identificado por Donovan y colaboradores (1978), Loberg (1981), Nerviano y colaboradores (1980) y Whitelock y colaboradores (1971). Las personas que presentan este tipo de perfil son diagnosticadas con altera¬ ción en sus rasgos de personalidad o con personalidad inestable emocionalmente, y son descritas como individuos que tienen un control limitado de sus impulsos agre¬ sivos que tes lleva a mostrar rabietas por su mal humor y otras formas abiertas de ex pr es i ón de sus emociones en situaciones frustrantes. Ad e m á s , son imp ul si vos , se les dificulta posponer la gratificación de sus deseos, y a menudo tienen historias de limit ada ad ap ta ci ón vocac ional y marit al; qu iz á expresen culpa y remordimiento después de presentar conductas de acting out y afirman tener la intención de cam¬ biar en el futuro, situación que usualmente no ocurre y los patrones de conducta se repiten de manera continua. A pesar de que reconocen que necesitan ayuda profe¬ sional para lograr cambios en su conducta, el pronóstico es limitado debido a que resulta muy probable que concluyan con el tratamiento de manera prematura cuan¬ do sienten que el estrés persiste o debido a que no pueden continuar por problemas legales. Estos pacientes muestran un patrón de consumo diario, pero el abuso de alco¬ hol es menos grave y tienen pocos problemas relacionados con el consumo, como p ér di d a de memori a, temblores, pé r d i d a del trabajo y enojo mientras es tá n bebien¬ do; además, es poco probable que hayan tenido tratamientos psicológicos o psi¬ quiátricos previos.
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(Capítulo 9)
El per fil tipo II se caracteriza por presentar elevaciones princ ipales en las esca¬ las 2, 7 y 8, con elevación secundaria en la escala 4. Fue identificado por Bean y Karasievich (1975), Donovan y colaboradores (1978), Eshbaugh y colaboradores (1978,1980), Nerviano y colaboradores (1980), Svanum y Dallas (1981) y Whitelock y colaboradores (1971). Goldstein y Linden (1969) informaron que las personas con este tipo de perfil son diagnosticadas como con psiconeurosis, con conflictos de dependencia e informan sí nt om as s om át i co s ; este tipo de có di go es muy c o mú n en ambientes ps iq ui át ri co s y presenta un di ag nó st ic o mixt o. Los pacientes con este tipo de perf il experimentan una gran con fu si ón emocional y tienden a presentar estilos de vi da m á s bien esquizoides. Se sienten tensos, ansio¬ sos, nerviosos y padecen problemas de co nc en tr ac ió n y at en ci ón . Es c o mú n que ma¬ nifiesten depresión, abatimiento y desesperanza, así como pensamientos de suicidio; debido a que se sienten inadecuados e inferiores, carecen de habilidades sociales bá si ca s y se muestran tí mi do s, r et ra íd os , introvertidos y aislados áh el terreno soci al. Tienden a ser perfeccionistas y a plantearse metas muy elevadas para sí mismos, por lo que sienten culpa cuando no logran alcanzarlas. Usualmente se sienten motivados hacia la psicoterapia, ya que sufren de marcada co nf us ió n emoc ion al, y suelen perma¬ necer en tratamiento por largo tiempo más que otros pacientes y, a menudo, muestran lentos pero firmes progresos en la terapia de apoyo. Lo s al co hó li co s con perfil tipo II presentan un pat ró n de consumo diario de grandes cantidades de alco hol y la ma y o r í a muestra inest abilida d labo ral. Ta mb i én reportan pé r d i d a de in te ré s en las actividades de su vid a, enojo mientras est án be¬ biendo, temblores, p é r d i d a de la memori a reciente y lle gan a tener conflict os con la policía con mayor frecuencia. El tipo de perfil III se caracteriza por una elevación principal en la escala 4 y por elevaciones secundarias en las escalas 2, 9 o ambas. Este tipo de perfil fue identificado a d e má s por Bean y Kar as ie vi ch (1975), Pfost y colaboradores (1984), Svanum y Dall as (1981) y Whi te lo ck y colaboradores (1971). Gol dst ein y Lin de n encontraron que las personas con este tipo de perfil tuvieron usualmente un diag-. nó st ic o prin cip al de alco holis mo y un di ag nó s ti co secundario de trastorno de per¬ sonalidad pasivo-agresiva, de ansiedad o depresivo. El p r o n ós t i co para este tipo de pacientes fue muy poco favorable. En 1951, Hathaway y Meeh l describier on a las personas con este tipo de perf il como pacientes con una larga historia de alcoholismo entremezclada con episodios agudos de ingesta, quienes atraviesan por periodos es po rá di co s de ho sp it al iz ac ió n, seguidos por intentos para lograr la abstinencia sin éxito. Estas personas usualmente no perciben la necesidad de tratamiento, son poco cooperadores durante el mis¬ mo y tienden a terminarlo prematuramente. Graham (1987) afirmó que estas personas presentan conductas de acting out en formas bastante insensibles hacia otras personas, por lo que expresan una gran culpa y remordimiento por esas conductas. También tienden a ser impulsivos y centrados en sí mismos, además, manifiestan una baja tolerancia a la frustración. Lo s a l co hó l ic os c on este tipo de perfi l reportan abuso de alco hol m á s grave que los otros tipos encontrados; tienden a ser de una edad mayor que el alcohólico
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promedio, son casados y muestran poca de pr es ió n; ad e má s , una pr op or ci ón signi ficativa i nf or mó un periodo de sobriedad de 12 meses. Pfost y colaboradores (1984) sugir ieron que este tipo de perfil corresponde al tipo descrito por Ma cA nd r ew (1965) como carácter "alcohólico primario". El tipo de perfil IV se caracteriza por presentar elevaciones en las escalas 4 y 9, y por la ausencia de elevaciones en las otras escalas; también ha sido identificado por Eshbaugh y colaboradores (1978), Nerviano y colaboradores (1980) y Price y Curlee- Salisbu ry (1975). Go lsd tei n y Lin de n reportaron que los alc oh ól ic os con este tipo de perf il tienden a tener un d i ag nó s t i co pr inc ipa l de alcoho lis mo y diag¬ nósticos secundarios de adicción a las drogas y rasgos paranoides. Estas personas manifiestan la tendencia a consumir cantidades excesivas de alcohol la mayor par¬ te de sus vidas, pero tienen "periodos secos" (de abstinencia) durante los cuales llevan una vida razonablemente normal y responsable. Las personas con este tipo de perfil suelen ser diagnosticadas con trastorno de personalidad antisoci al. Muestr an notable desacuerdo hacia los es t án d ar es y valores sociales, y frecuentemente tienen problemas y dificultades con la autori¬ dad. Están centrados en sí mismos, son autoindulgentes e impulsivos, a menudo muestran j u i c i o pobre y no parecen prever las consecuencias de su conducta. Producen en otras personas una primera impresión buena, sin embargo, sus rela¬ ciones tienden a ser superficiales. Tienen baja tolerancia a la frustración y fre¬ cuentemente expresan cólera y hostilidad en arrebatos emocionales. Debido a que no sienten la necesidad de tratamiento, tienden a concluir de manera prema¬ tura con el mismo. Hathaway y Meehl (1951) afirmaron que algunas de estas personas son capa¬ ces de interrumpir el consumo de alcohol por periodos indeterminados de tiempo, y llegan a vivir de manera normal y responsable durante estos periodos. Por otra parte, en diversas investigaciones se han identificado dos tipos de per¬ fi l adicionales que no surgen de la inv es ti ga ci ón realizada por Golsdtei n y Lind en (1969). Es hbaug h y colaboradores (1978), Ner vi an o y colaboradores (1980) y Pfost y colaboradores (1984), han descrito un perfil tipo que parece ser neurótico por naturaleza y se caracteriza por elevaciones principales en las escalas I. 2 y 3 y. usualmente —aunque no siempre—, por una elevación secundaria en la escala 4. Las personas con este tipo de perfil tienen di ag n ó s t i c o s de desorden de personali¬ dad y neurosis. Presentan síntomas somáticos que incluyen problemas gastroin¬ testinales y úlceras, mismos que son experimentados por estas personas como una reacción al estrés o la frustración.
Nerviano y colaboradores (1980) reportaron que los alcohólicos con este tipo de perfil presentan la menor frecuencia de pérdida de interés y alrededor del promedio afirman haber tenido pérdida de memoria reciente, haber perdido el trabajo, enojo mientras están bebiendo e inclinación a beber diariamente. De los grupos estudiados, este tipo de perfil presentó la menor probabilidad de tener padres al co hól ic os . Bean y Kara si ev ic h (1975), Dono va n y colaboradores (1978), Lob er g (1981), Nerviano y coladoradores (1980) y Svanum y Dallas (1981), informaron otro tipo
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(Capítulo
9)
de perfil que no fue identificado por Golsdtein y Linden (1969), el cual sugiere ps i co p at o l o g í a muy seria, ya que presenta puntuaciones T en el rango 80 a 100 en las escalas 8 y F, y con frecuencia las puntuaciones T se encuentran por arriba de T 70 en el resto de las escalas cl ín i ca s. A menudo se asignan di ag n ós t i co s de psicosi s a las personas con este perfil y es común que hayan tenido tratamiento psiquiátrico previo. Estos pacientes presentan pensamiento desordenado, afecto inapropiado y j u i c i o pobre, debido a su di fi cult ad para afrontar las demandas de su vida coti diana . Usualmente requieren ser internados para su tratamiento, debido a lo cual suele suceder que no respondan de manera adecuada a la psicoterapia tradicional y obtie¬ nen logros significativos con programas de tratamiento que se enfocan a problemas específicos y a desarrollar habilidades de enfrentamiento; a menudo se les prescri¬ ben medicamentos ps ic ot ró pi co s. Los alcohólicos con este tipo de perfil tienen un patrón de consumo diario fuerte, con problemas relacionados con el mismo, como pérdida de empleo, trata¬ miento psi qu iá tr ic o previo e historia familiar de alcoholismo (Nerviano, et al., 1980); tienden a iniciar el consumo de alcohol a edad temprana y con frecuencia son beligerantes durante la ingesta; además afirman tener severos problemas en sus relaciones con amigos; muchos de estos pacientes vi ve n solos o son solteros (Lober g, 1981). A s i mi s mo , muchos de ellos abusan de diversas drogas de manera sim ul tá nea (Svanum y Dal la s, 1981). En otra i nv es t ig ac ió n, Al f an o y colaboradores (1987), conformaron un sistema de cla si fi ca ci ón de seis tipos cl í ni co s usuales de una muestra de 150 pacientes al co hó li co s internos veteranos, utilizando el M M P I , dos estimaciones intelectua¬ les, dos estimaciones perceptuales y una clasificación de empleo. Los seis tipos encontrados se mencionan a co nt in ua ci ón : A
1. Pasivo-dependiente, que corresponde al tipo de c ó d i g o 1-2-3^4 de Gilberstadt y Duke r (1965, citado por Al fa no , et al., 1987), y es descrito como un al co hó li co ex pl íc it o intenso, que muestra pa t ol og ía de rasgo de ca rá ct er en el contex¬ to de dificultades neuróticas.
2. Bebedor imp uls ivo ; un tipo al co hól ic o co mú n, caracterizado por la el ev ac ió n de la escala 4, c o mú n m e n t e , con ausencia de la ma yo r í a de otros indicadores de angustia o psi co pa to lo gí a, en algunas ocasiones es ac o mp a ñ a d o de una ele¬ va ci ón secundaria en la escala 2. 3. Orgánico crónico; el perfil refleja un código 2-1, caracterizado principalmente por d ep r es i ó n, inq uietud, con ten si ón y angustia, que tiende a contraindicar la actuación (acting out). 4. Bebedor culpable; presenta elevaciones significativas en las escalas 7, 2 y 4, con énfasis en la primera de ellas, las cuales producen combinaciones 2 -4-7/ 2-7-4/4-2-7, comunes en poblaciones al co hó li ca s. Son descritos como ind iv i¬ duos con características de personalidad pasivo-agresiva, que sufren depre¬ sión, miedos, preocupación, tensión y ansiedad, fobias, etc. 5. Al egr e irreal; su tipo de có di g o es 2-7-8-4 con la escala 0 ta mb i én elevada, que representa un grado elevado de angustia subjetiva crónica (baja energía, depre-
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sión, obsesiones, miedos, tensiones, ansiedad, etc.), así como una gran incapa cidad psicosocial. 6. Daño global, cuyo perfil fue, básicamente, 8-6-7 con elevaciones adicionales en las escalas 1, 2, 4, 9, y 3. Este pe rf il , parecido al ps icót ico. se encuentra en poblaciones a lc oh ól ic as que han tenido historias sociales má s pobres y mayor severidad de las consecuencias del consumo; en este tipo los perfiles 8-6 paranoides no se inv al idan por la gran el ev aci ón de la escala F, y el 8-2-4 es un tipo de al co h ól ic o ex pl íc i t o; en el caso de los perfiles 7-8/8-7 existe una nece¬ sidad explícita de relajarse con abuso de alcohol en el contexto de angustia psíquica notable con la concentración de problemas y una mayor dificultad con la in te ra cc ió n socia l y el ajuste sexual. Est a ti po lo gí a es bastante sim il ar a las encontradas en otros estudios de la literatura del M M P I que, igualmente, estudian las variables descriptivas de los tipos de al co hó l i co s . En 1996, Flore s y colaboradores realiz aron una in ve st ig ac ió n con el objetivo de presentar los tipos de código más frecuentes en hispanos culpables por conducir bajo los efectos del alcoho l y describir la re la ci ón entre variables so ci od em og rá f ic as clave y las escalas del M M P I - 2 . Lo s participantes del estudio fueron 60 hombres de habla hispana, descendientes de mexicanos, con una historia de alcohol origina¬ da en la última etapa de la adolescencia, a quienes se les requirió participar en el programa de educación de alcohol para pacientes externos en Phoenix, Arizona. .Lo s autores encontraron tres tipos de c ó d i g o s m á s frecuentes en la muestra: 20 % *Üe los pacientes presentaron la escala 9 como pico de perfil; 20% obtuvieron un tipo de c ód i g o con la escala 8 apareada con las escalas 1,6,7 o 9; en tanto que 33 % presentaron un perfi l normativo o su bc lí ni co . En cuanto a las correlaciones de las escalas del M M P I - 2 con las variables s o ci o de mo gr á f i ca s , los autores encontraron lo siguiente: los pacientes que fueron criados en comunidades rurales, tendían a obtener mayores elevaciones en las es¬ calas L, Hs, S A U , IS O, M I E y D E L , cuando fueron comparados con los pacientes criados en ambientes urbanos en México. Por otra parte, quienes expresaron difi¬ cultad con los valores sajones ten dían a obtener menores elevaciones en la escala K y mayores puntuaciones en A N S , O B S y D E P . Contr ario a lo que se esperaba, AM A C se en co nt r ó en la pu nt ua ci ón T 65 para todo el grupo, correspondiente a los falsos negativos.
ESCALAS DE ALCOHOLISMO DESARROLLADAS EN EL MMPI En contraparte con lo anterior, se encuentra la técnica de análisis de los reactivos del M M P I para desarrollar nuevas escalas, entre las que se encuentra la escala de alcoholismo de Ma cA nd re w, que es una de las má s utilizadas en E U A desde su
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(Capítulo 9)
cr ea ci ón en 1965. Esta escala ha sido descrita en el ca pí tu lo 7. Ad ici onal mente se han desarrollado otras escalas como las de Hampton (1953), de Holmes (1953), de Hoyt y Sedlacek (1958) y de Rosenberg (1972), citados por Holmes y colaborado¬ res (1982), quienes reportan que dichas escalas tienen validez cuestionable debido a que no son exactas para clasificar a personas alcohólicas y no alcohólicas, de modo que proponen la revisión de los puntos de corte sugeridos por los autores y afirman que el uso de estas escalas debe realizarse con precaución. Otra escala desarrollada con base en los reactivos del M M P I es la Insti tu tionalized Chronic Alcoholic Sca le ( I C A S ; Escala de Alcohólicos Crónicos Institucionalizados), con la cual Colligan y colaboradores (1988) realizaron una inve stig aci ón en la que se de ter min ó que, a pesar de que most ró una propo rci ón de cl as if ic aci ón correcta entre hombres y mujeres alc oh ól ic os y no al co hó li co s , sus coeficientes de confiabilidad son demasiado bajos, por lo que su utilidad es cues¬ tionable. MacAndrew desarrolló la Substance Abuse Proclivity (SAP, escala de Inclina ci ón de Ab us o de Sustancias; Mac An dr ew , 1986); esta escala fue util iza da como instrumento de comparación en el estudio de Weed y colaboradores (1992), en el que se desarrollaron las escalas de Predisposición a problemas con las adicciones ( P P A) y de Reconoci mient o de las adicciones ( R A ) , las cuales ya han sido descritas en el capítulo 7. En 1991, Davis y colaboradores desarrollaro n l a escala Common LogisticAl¬ ( C A L ; Alcohol Logística Común), utilizando un análisis de regresión logís¬ cohol tica para seleccionar 33 reactivos del M M P I , mismos que conformaron la escala, la cual demostró un nivel de sensibilidad de 90% con un nivel de especificidad de 90 a 96%, cuando se compararon muestras de contraste. Tales resultados comprueban la utilidad de la escala como instrumento de tamizaje o evaluación de pacientes alcohólicos de la población. Más recientemente se desarrolló la Common Logistic A lcohol-R evised ( C A L - R ; Malinchoc, et al, 1994) y, al igual que en la escala ori gin al, se rea li zó un an ál is is de re gr es ió n lo gí st ic a para calcular los pesos de los 27 reactivos del M M P I - 2 que pe rt en ec ía n a la escala ori gina l y que no fueron omitidos en el proceso de r e es t an da r i za ci ó n del instrumento. Dic ho s reactivos tienen la ca¬ pacidad de predecir alcoholismo obteniendo un buen nivel de sensibilidad (92 y 91% para mujeres y varones, respectivamente) y especificidad (95 y 88% para mujeres y hombres, respectivamente), por lo que puede ser un instrumento de valo¬ ración confiable para evaluar alcoholismo entre la población general. En México, Batalla (1982) desarrolló la escala Adicional de Alcoholismo ba¬ sada en los reactivos del M M P I ori gi na l, sin embargo, no hay estudios adicionales que demuestren su uti lid ad en la ev a l ua c ió n de pacientes al co hó li co s mexicanos en la pr ác ti ca clí ni ca , ad em ás de que los reactivos corresponden a la primera ve rs ió n del instrumento, lo cual puede limi tar su int er pr et ac ió n. No obstante el gran número de escalas de alcoholismo desarrolladas a partir del grupo de reactivos del M M P I y del M M P I - 2 , la má s utilizada es la de Alco ho¬ lis mo de Mac An dr ew y, desde la r ee st an da ri za ci ón del inventario, se han hecho diversos estudios con ell a y con las escalas adicionales de P P A y R A .
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholismo O 201
ESC ALA DE ALC OH OLI SM O DE MACANDREW
A partir de su apari ció n, la escala de alcoholismo de MacA ndr ew ( A - M A C ) ha sido objeto de estudio en diversas investigaciones: inicialment e Ma c An dr e w sug ir ió utilizar un puntaje de corte de 24, para hombres, mientras que para las mujeres sugirió uno de 22, el cual indica abuso potencial de alcohol. Las investigaciones realizadas proponen que un puntaje elevado en A - M A C se asocia con problemas de a di cc i ón , como abuso de drogas y riesgo pa t o l ó g i c o, pero no es útil para diferen¬ ciar entre el abuso de alcohol y el de otras drogas. Sin embargo, muchos estudios sugieren que la escala no di sc ri mi na a ind ivi duos a l c oh ó l i c os de quienes no lo son, de tal manera que no se le puede considerar como una escala de tamizaje o de filtro efectiva debido a que evalúa rasgos de personalidad de personas que pueden pre¬ sentar adicciones al alcohol u otras sustancias. En 1979, Ma cA nd re w re al iz ó una re co pi l ac ió n de los estudios previos sobre la escala A - M A C , logrando hacer un resumen analítico que sirve de apoyo para docu¬ mentar la existencia de dos tipos caracterológicos fundamentalmente diferentes dentro de las diversas muestras de varones que abusan de sustancias, con estos datos resaltó las diferencias entre estos dos tipos y demostró que su existencia es independiente de la edad. El autor conc luye que uno de los tipos c a r a c t e r o l ó g i c o s , que es el más frecuente, ocurre como una tendencia o "en pleno" en aproximada¬ mente 85 % de los casos. Lo s miembros de este tipo son fá ci lm en te dis tingui bles de los pacientes externos psiquiátricos que no abusan de sustancias; a este primer grupo le ll am a "Abusadores de sustancias pri ma ri os " que, de acuerdo con el conte¬ nido de los reactivos con los que se diferencia, se sugiere que sufren de un desorden de carácter. El segundo tipo, los "Abusadores de sustancias secundarios", es el menos frecuente (se ha encontrado presente como una tendencia o "en pleno", en aproximadamente 15% de los casos) y se distingue de los pacientes ps i qui á t r i cos que no presentan este abuso, sólo por su mayor propensión a tomar grandes canti¬ dades de al co ho l. MacAndrew sugiere que, debido a las diferencias fundamentales entre estos dos tipos, se considere su existenc ia en el di s eñ o de futuras investigaciones, ya que el no hacerlo po dr ía producir una "inf la ci ón " innecesaria del rango de error. As i ¬ mismo, sugiere considerar las características de ambos tipos de individuos para adaptar la terapia hacia aspectos más específicos que los síntomas presentes. El autor concluye que, dado que los tipos de abusadores no presentan características exclusivas de abuso de sustancia solamente, A - M A C no es específica de abuso de sustancias, sino que parece medir algo cercanamente parecido a la sociopatía o "p si co pa t í a secundaria", en el sentido sugerido por Eyse nck. Pfost y colaboradores (1984) investigaron la re la ci ón de la escala A - M A C con el tipo de personalidad y el niv el de angustia emoc ion al , correlaci onando las pun¬ tuaciones de A - M A C con el tipo de perfil derivado y la ele vac ión media de las escalas del M M P I . De acuerdo con los anál is is est ad ís t ic os realizados, los autores describie ron tres perfiles bá s i co s de personalidad: 1) tipo I: soli tario s, sensitivos, inseguros (escalas 1 y 2 como pi co de perf il ); 2) tipo II: temperamentales, violentos.
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(Capítulo 9)
superiores (escalas F - K , 4 y 9 com o pi co de perfil); 3) tipo III: abiertos, obstinados, quis quil loso s (escalas K, 3 y 4 como pi co de perf il). Un total de 35 de los 38 participantes de la muestra (92%) pudo ser clasificado por sus cargas factoriales, de acuerdo con uno de estos tres perfiles; 31 de los 38 tuvieron una puntuación mayor o igual a 24. Las elevaciones de las escalas del M M P I de esta muestra indi car on un ni ve l moderadamente alto de angustia p s i c ol ó gica, como se refleja en la puntuación T media de 61.9 (DE 8.0). La puntuación T medi a para las escalas de va li dez y cl í ni c as produjo puntuaciones má s altas para las escalas 2 y 4, respectivamente. El ni ve l de angustia ps i c ol óg i c a , medi da por las puntuaciones T del M M P I promedio de cada indi viduo, no cor re la ci on ó con las puntuaciones A - M A C . L os autores concluyeron que las puntuaciones A - M A C estaban relacionadas con el tipo de personalidad. La s personas con perfiles M M P I tipific ados por altas puntuaciones en las escalas F - K , 4 y 9 parecen tener relativamente altas puntuacio nes A - M A C . Por otra parte, el tipo II de personalidad parece corresponder al carác ter "alcohólico primario" de MacAndrew, cuyas características incluyen rápida y fuerte excitación emocional y orientación a la búsqueda de gratificación hacia el mundo ( Ma cA nd r ew , 1981, citado en Pfost et ai, 1984). La tasa alta de falsos positivos obtenida cuando la A - M A C es usada con algunas poblaciones de trata miento puede ser resultado de la relación entre las puntuaciones A - M A C y el perfil tipo II de personalidad obtenido en este estudio. Por su parte. Alien (1991) sugiere que la escala A - M A C puede distinguir dos subtipos significativamente diferentes de dependencia a las drogas, basados en las diferencias entre los rasgos de la personalidad observados en los perfiles ob¬ tenidos. En el estudio de Wa s y l i w y colaboradores (1993) se e x a m i n ó el efecto de la pr ed i sp os ic ió n de la respuesta en una muestra cl ín ic a de delincuentes y la utili dad de la A - M A C para predecir abuso de alcohol. Lo s autores partieron de la idea de que los indiv iduo s con problemas legales tienen una mo t i va ci ón ex t r í ns ec a sustan ci al para distorsionar la existencia o ext en si ón de ps i co pa t ol og ía . En este estudio participaron 63 pacientes delincuentes masculinos, de raza blanca, de tres grupos: a) criminales en proceso evaluados con cordura al momento de su ataque (n = 23), b) pacientes internos, internados voluntariamente, encontrados no culpables por razones de locura (n = 7), e c) individuos acusados de conducta sexual desviada o ile gal ( n = 33). De ell os, 31 t uvieron hist ori a posi tiv a de alcoh ol o drogas (grupo de alc ohol p osit ivo) y 32 tuviero n histori a negativa de alc oho l o drogas (grupo de alcohol negativo). La muestra se clasificó en grupos, de acuerdo con los criterios recomendados por Greene (1991, citado en Was yl i w, etai, 1993), de ca te gor ía s de pr ed is pos ic ió n de la respuesta, el grupo evidentemente exagerado, el claramente minimizado, y el e qu í vo co o no exagerado/minimizado, utili zando las escalas F, K, L, D s - R (escala de Di si mu lo de Gough-Revisada; Goug h, 1954, 1957a, citado en Wasyl iw , et al., 1993); Mp ("fingimiento positivo de enfermedad"; Cofer, et al., 1949, citado en Wasyliw, et al., 1993); el ín di ce F - K de Goug h (1950, 1957b, citado en Was yl i w, et
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ai, 1993); y la suma de puntuaciones T de la subescala Ob vi o menos Sut il o í nd i ce O-S (Greene, 1991; Wiener, 1948, citados en Wasyl iw, etal, 1993). Los autores compararon la efectividad y exactitud de tres diferentes puntos de corte de la escala A - M A C (27,25 y 24) con el reactivo 215, que indaga directamen¬ te sobre el uso de sustancias, encontrando: a) que el punto de corte óp t i m o de la escala A - M A C es de 25, el cual clasi fi có de manera correcta 62% de los casos, y b) a pesar de que laA - M A C no fue mejor que la encuesta directa (reactivo 215 "He bebidoWalcohol con exceso"), existen posibles ventajas de la primera sobre la se¬ gunda, si se utiliza el punto de corte de 24 la A - M A C se vuelve más sensible que el reactivo 215, en tanto que si se utiliza el punto de corte de 27, la A - M A C es más específica. En cuanto a la relación de las puntuaciones A - M A C con las medidas de vali dez del M M P I , se encontraron correlaci ones signif icat ivas, para el grupo de alcohol positivo, entre las puntuaciones A - M A C y las escalas K y Ds-R, y corre laciones casi signi fica tiva s con los í n di c e s F - K y O- S ; en otras palabras, se corre laciona ron negativamente con medidas de mi n i m i z a c i ó n y positivamente con medidas de exageración; por otra parte, para el grupo de alcohol negativo no se encontró relación significativa.
Los resultados anteriores sugieren que es factible que la gente con historias de abuso de alco hol tengan ca r ac te r í st i ca s de personalidad que elevan las puntuacio¬ nes de las escalas de vali dez del M M P I , así como que posean mayor tendencia a exagerar psicopatología. Los autores sugieren que cuando se observa que los pa¬ cientes con bajas puntuaciones A - M A C minimizan su psicopatología en el MMPI, se debe ejercer may or cuidado al categorizarlos com o ind ivi duos sin hist oria de abuso de sustancias.
ESCALAS DE PREDISPOSICIÓN A PROBLEMAS CON LAS ADICCIONES Y DE RECONOCIMIENTO DE LAS ADICCIONES En 1992, Weed y colaboradores reportaron la in t r od ucción de las nuevas escalas de adicciones del M M P I - 2 : la de Predi spo sición a problemas con las adicciones (PPA) y la de Reconocimiento de las adicciones ( R A ) , con el objetivo de evaluar la consisten cia interna de ambas escalas. A todos los participantes se les aplicó la forma AE X del M M P I , de 704 reactivos, misma que fue utilizada en la reestandarizaci ón del instru mento. Se califica ron, ad e má s las escalas de Ma cA nd re w y la S A P (M ac And re w, 1986, citado por Weed, et al., 1992) con el objetivo de compararlas con las escalas nuevas. Los resultados obtenidos indican que: a) la escala A - M A C presenta puntua ciones má s elevadas en las mujeres de la muestra ps iqu iát rica ; b) la escala S A P muestra puntuaciones sustancialmente elevadas en la muestra ps iqu i átri ca en ambos gé ne r o s ; c) l a escala RA es un tanto m á s efectiva que la P P A en la di sc r i mi na c i ón de los individuos de las muestras normativa y de abuso de sustancias. Cua ndo la P P A es incluida con la RA en una correlación múltiple, el nivel de asociación se incrementa
de manera considerable, aunque no discriminan entre los individuos de la muestra
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(Cap itu lo 9)
ps iq ui át ri ca y de abuso de sustancias. L os investigadores conc luyen que ambas esca¬ las tienen utili dad potencial evaluando abuso de sustancias con el M M P I - 2 . En su in ve st ig ac ió n, Svanu m y Ehrmann (1992) identificaron las caract erí sti ¬ cas de personalidad de dos grupos apareados de pacientes alcohólicos cuyas pun¬ tuaciones en la escala A - M A C estuvieron por arriba del punto de corte y por debajo del mismo (verdaderos positivos y falsos negativos, respectivamente). Los grupos fueron clasificados co mo al co hó l ic os tipo I y tipo II, los primeros se caracterizaron por inicio del consumo después de los 25 años y sin consecuencias legales por el mismo; en tanto que el segundo tuvo un inicio del consumo temprano (antes de los 25 años), con conductas beligerantes mientras están bebiendo y consecuencias le¬ gales o sociales relacionadas con el consumo. Todos los participantes tuvieron un nivel de dependencia al alcohol de sustancial a severo. Los pacientes del grupo con bajas puntuaciones en A - M A C presentaron una media de 19.6 en dicha escala, y quienes arrojaron altas puntuaciones en A - M A C obtuvieron una media de 31.3. Los resultados indicaron que los pacientes con altas puntuaciones en A - M A C fueron má s jóve ne s, con un niv el educativo menor y con mayo r pro bab ilida d de presentar un si gnificativo uso de otras sustancias jun to con el consumo de alcohol. Los tipos de código encontrados fueron el 2-4 para los bajos A - M A C y el 4-9 para los altos A - M A C , característico de personas que pre¬ sentan conducta antisocial y son impulsivas, imprudentes, que manifiestan una conducta dirigida a la búsqueda de sensaciones y experimentan conflictos con los límites y la sociedad; además, este tipo de código predice un decremento en el control de la conducta, por lo que se incrementa el comportamiento precipitado y poco planeado. En cuanto a las escalas de contenido de Wiggins los alcohólicos altos A - M A C se caracterizaron por tener elevados niveles de hosti lid ad, conflicto con la autoridad, rel igi osi dad y en er gí a evaluadas por las escalas de Host il id ad manifiesta. Conf li ct o con la autoridad, Fundamentalismo religioso e Hi po ma ní a; a de má s se enc on tr ó que puntuaciones bajas en la escala de Desadaptación social fueron consistentes con calificaciones bajas en la escala 0, lo que sugiere alta sociabilidad entre los alcohólicos altos A - M A C . Este tipo de alcohólicos presentó un patrón de consumo con mayor tendencia al consumo social, más que solitario, ingesta para autoenaltecimiento, altos niveles de beligerancia mientras están bebiendo, uso más fre¬ cuente y fuerte de múltiples sustancias, y un mayor grado de problemas legales relacionados con el consumo. La cl as if ic aci ón de los al co hó li co s de acuerdo con la tipología propuesta por Cloninger y colaboradores (1981, citadoAor Svanum y Ehrmann. 1992) fue significativa y sustancial, siendo los bajos A - M A C quienes tuvieron mayor probabilidad de ser clasificados como tipo I y los altos A - M A C como tipo II. En otro estudio, Svanum y colaboradores (1994) evaluaron la validez de las tres escalas de abuso de sustancias, a saber, A - M A C , PP A y R A , en 308 estudiantes universitarios de ambos sexos, quienes contestaron el instrumento y la Diagnostic Interview Schedule (DIS, escala de Entrevista diagnóstica; Robins, et ai, 1981; citado en Svanum, etai, 1994). L os resultados muestran que l a A - M A C y la PPA
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tuvieron una relaci ón ale no sign ifi cativa a endeble con dependencia de sustancias, de acuerdo con la de fi ni ci ón del D S M - I I I - R ; mientras que la RA tuvo una habi lid ad moderada para identif icar a los in di vi duo s diagnosticados con trastorno de uso de sustancias, principalment e alcoh olismo. Estos resultados resaltan la relati va superio ridad de las escalas directas, como la R A , sobre las sutiles, como la PPA y A - M A C , al detectar dependencia de sustancias. Por otra parte, evaluaron la sensibilidad de las escalas de adicciones para diagnosticar de manera adecuada a las personas al c o h ó licas, para lo cual utilizaron las curvas características de operación del receptor (ROC, por sus siglas en inglés). L os investigadores concl uyen que la curva R O C de l a escala RA ref lejó una modesta capacidad para detectar personas dependientes de sustancias: el punto de corte de T 59 presenta una adecuada sensibilidad (.73), manteniendo una adecuada proporción de falsos positivos (.24). Con respecto a las escalas A - M A C y PPA, la gráf ica R O C indica que poseen un poder de di sc ri mi na ci ón ineficiente, siendo A - M A C la que tiene una sensibilidad menor. Los investigadores concluyen que la escala RA es la más útil para diagnosticar abuso de sustancias, a pesar de que su grado de exactitud predi ctiv a es modesta en co m p a r a c i ó n con otras escalas, como la Prueba de Al co ho li sm o de Mic hi ga n (Selzer, 1971, citado por Svanum, et al., 1994). Sawrie y colaboradores (1996), por otra parte, evaluaron la vali de z de la P P A del M M P I - 2 , en dos muestras, la primera estuvo constituida de 264 pacientes alco¬ hó l ic os en tratamiento y la segunda de 456 pacientes ps i qu i á t r i c os . C o n las res¬ puestas a los 39 reactivos de la escala se l le vó a cabo un an ál i si s factoria l de com¬ ponentes principales con ro ta ci ón varim ax. D e l aná li si s surgieron ci nco factores que exp li ca ro n 30 % de la var ianza tota l; los nombres de los factores se determina¬ ron de acuerdo con sus componentes cualitativos y cuantitativos, y fueron consis¬ tentes entre las muestras; los nombres son: Satisfacción/insatisfacción consigo mismo. Impotencia/falta de autoeficacia, Actuación antisocial. Agitación y Toma de riesgo/imprudencia. Stein y colaboradores (1999) examinaron la uti lid ad del M M P I - 2 para diag¬ nosticar problemas de abuso de sustancias en pacientes que acuden a un centro de salud mental, especialmente evaluaron la efectivi dad de las escalas de adicci ones A - M A C , P P A y R A . L a muestra estuvo cons tit uida de 500 mujeres y 333 hombres cuyo perfi l del MM P I - 2 fue vál ido , a quienes se les as ignó a 1 de 4 grupos con base en la cl as if ic ac ió n del uso de sustancias como alc oho l, marihuana, co ca í na y otras sustancias, los grupos fueron: "n i n gú n uso", " al gú n uso", "posi ble abuso" y "abuso definitivo". Los resultados del análisis de varianza muestran diferencias significa¬ tivas entre los grupos, en ambos sexos, en las escalas de adicciones; por otra parte, hubo una modesta correlación positiva entre las escalas A - M A C , P P A y R A , al igu al que con la cl as if i ca ci ón de abuso de sustancias. Un análisi s de regresión je rá rq ui ca indicó que l a escala RA adicionó varianza predictiva a las escalas A - M A C y P P A . Con respecto al análisis de exactitud de la cl as if ic ac ió n, los resultados indi can que para ambos gé ne r o s, un punto de corte de 28 en la escala A - M A C , proporciona la clasifi cación de exactitud total más elevada.
206 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 9)
ya que obtuvo 1 00% en la especif ici dad y el poder pre dict ivo posi ti vo, aunque la se nsib il id ad fue pobre; en la escala R A , el punto de corte má s adecuado para obte¬ ner la clasificación más elevada fue de T 65 para las mujeres y de T 60 para los hombres; el punto de corte que pro porc iona la cl as i fi ca ci ón de exactitud total má s elevada para la escala P P A es T 60 y T 65 para mujeres y varones, respectivamente. L os autores concl uyen que las escalas de adicciones del M M P I - 2 tienen nulidad práctica en la evaluación de conductas de abuso de sustancias en la práctica clínica —en especial la R A , puesto que es una escala ob vi a—; las escalas P P A y R A , son út il es pues proporcionan i nf or ma ci ón relevante para diagnosticar problemas de abuso de sustancias en instituciones de salud de consulta externa. Rouse y colaboradores (1999) reali zar on un estudio cuy o objetivo fue evaluar la efectividad de las escalas de adicciones del M M P I - 2 en la eval uaci ón de una muestra que i nc l uy ó a pacientes de varios psicoterapeutas dedicados a la pr á ct ic a privad a o de un centro de salud mental . La muestra estuvo cons tit uida de 271 mujeres y 189 hom¬ bres, quienes fueron in cl uidos en dos grupos, de acuerdo con el di a g nós t i c o dado por el terapeuta (abusadores de sustancias y no abusadores). Los resultados indican di¬ ferencias e s t a dí s t i c a m en t e significa tivas entre las medias de los grupos en las tres escalas, por lo que suministran in fo rm ac ió n valiosa en el dia gn ós ti co de abuso de sustancias; no obstante, la P P A produjo un moderado ta m a ñ o del efecto, debido a que parece estar rela cionada con angustia ps i c ol ógi ca y no es tan efectiva en la diferen¬ ciación entre quienes abusan de sustancias y aquellos que no lo hacen. Por otra parte, el análisis de clasificación de la exactitud del sistema diagnóstico de las escalas de adicciones mostró que son dispositivos de evaluación efectivos, ya que identifican de una manera precisa a los verdaderos positivos. L os autores co nc lu ye n que puede esperarse que la escala P P A sea m á s efectiva, aunque no proporcione más información discriminativa que las escalas A - M A C y R A , en otros ambientes, ya que parece estar relacionada con afectos negativos y angustia emocional, como tensión, preocupación y autocrítica obsesiva, por lo que puede considerarse como un ind ic ador de conductas de riesgo de abuso de sustancias pro¬ ducido por la angustia psicológica. Además , las escalas A - M A C y R A pueden iden¬ tif ica r problemas de abuso de sustancias en la p r á c t i c a privada , siendo RA la que proporciona la mejor discriminación entre aquellos que abusan de sustancias y quienes no lo hacen.
ESCALAS DE ABUSO DE SUSTANCIAS EN MÉXICO En Mé x i c o fue necesario evaluar la efectiv idad de las escalas de abuso de sustan¬ cias del M M P I - 2 ( A - M A C , P P A y R A ) , como parte del proceso de validación, ada pta ci ón y est and ar iz aci ón del MM P I - 2 para este país. As í que se rea liz ó un
Uso del MMPl-2 en la evaluación del alcoholismo O 207
estudio ( León, 1999) cuyos objetivos fueron determinar la consist encia, exactitud diagnóstica y efectividad de dichas escalas en la elaboración del diagnóstico de pacientes a lc ohó li co s mexicanos, el cual per mi ti ó comprobar que el M M P I - 2 eva¬ lúa rasgos de personalidad de individuos alcohólicos de esta población, ya que tiene una adecuada validez y consistencia interna, además de que discrimina entre dos muestras diferentes (alcohólicos y no alcohólicos). Asimismo, es posible ela¬ borar un diagnóstico diferencial preciso de individuos alcohólicos utilizando el M M P I - 2 , mismo que proporciona in for mac ió n indispensable para la pla ne ac ió n de un tratamiento específico de acuerdo con el tipo de alcohólico y de los indicadores que contribuyen o frenan el proceso de tratamiento. Las escalas A - M A C , PPA y R A incluidas en el M M P I - 2 (León y Lucio, 1998) tienen utilid ad prá ct ic a importante, tanto en la cl íni ca como en la in ves ti ga ci ón, para identificar rasgos de personalidad de individuos a lc ohó li co s en co mp a ra ci ón con quienes no lo son, de manera que permiten realizar un diagnóstico más preciso. Dichas escalas mostraron sensibilidad y confiabilidad en las muestras mexicanas estudiadas, así como similitud en los resultados obtenidos en otros estudios con muestras culturalmente diferentes, lo cual demuestra las propiedades psicométricas en estudios transculturales. Los resultados de los análisis factoriales de las escalas de abuso de sustancias del M M P I - 2 indica ron que muestran vali dez de constructo y sensi bilidad para iden¬ tificar y evaluar a personas con problemas de abuso de sustancias, específicamente alcoholismo, en la pob la ci ón mexicana (L eón y Lu ci o, 1999), a co nt in ua ci ón se presentan dichos resultados. En la muestra de individuos alcohólicos, los factores de la escala A - M A C se conformaron de la siguiente forma, con sus respectivas cargas factoriales:
Factor Factor Factor Factor Factor Factor
1 2 3 4 5 6
Total de la varianza explicada Conducta antisocial Alteraciones en el funcionamiento corporal Conducta de riesgo Personalidad extrovertida Daño cognoscitivo Psicopatología
33.4 % 11.5 % 5.4% 4.6% 4.3 % 3.9% 3.7%
La s cargas correspondientes a cada factor de la escala P P A para el grupo de sujetos alcohólicos fue distribuida de la siguiente manera:
Factor Factor Factor Factor Factor Factor
1 2 3 4 5 6
Total de la varianza explicada Satis facci ón/insat isfac ción consigo mismo Acting out
Egocentrismo Ineficiencia Actitudes hacia el tratamiento Conductas de riesgo
36.6 % 10.5 % 6.8% 5.7% 4.7% 4.6% 4.2%
208 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 9)
Lo s resultados del aná li sis factorial de la escala R A , arrojaron tres factores para la muestra de alcohólicos mexicanos, las cargas de los factores y sus nombres son:
Factor 1 Factor 2 Factor 3
Total de la varianza explicada Reconocimiento de consumo de alc oho l Reconocimiento de consumo de drogas Act itude s haci a el tratamiento
41.6% 16.4 % 14.6 % 10.6 %
C o n respecto a la escala R A , se re al izó un segundo an ál is is , en el cual no se espe¬ cificó número de factores; los resultados muestran que los reactivos se agruparon en cuatro factores que se presentan a continuación:
Factor 1 Factor 2 Factor 3 Factor 4
Tot al de la varianza expl icada Reconocimient o de consumo de alcohol Reco nocimi ent o de consumo de drogas Reco nocimi ent o de dependencia al alc oho l o drogas Act itudes negativas hacia el tratamiento
50.9 16.4 14.6 10.6 9.3
% % % % %
Tales resultados indican que estas escalas tienen un funcionamiento similar al ob¬ servado con muestras estadounidenses (Weed, et ai, 1994; Sawrie, et ai, 1996), a pesar de que no comparten las mismas características, probablemente debido a las diferencias culturales, es decir, los reactivos se agrupan de manera diferente entre los factores, aunque hay algunas concordancias (León y Lu c i o , 1999; León, 1999).
PUNTUACIONES DE CORTE PARA LA POBLACIÓN MEXICANA En cuanto a la ev al ua ci ón de la exactitud dia gn ós ti ca , al definir un punto de corte adecuado para tales escalas, es posible identificar de manera correcta a quienes presentan rasgos de personalidad típicos de individuos alcohólicos o con conduc¬ tas adictivas, para lo cual es necesario un análisis de la sensibilidad y especificidad de las escalas en cuestión, utilizando la Teoría de la detección de señales diseñada por Green y Swets en 1966 (citados en Ega n, 1975) o la Te or ía de la ele cc ión desarrollada por Lu ce (1959, 1963a; citado en Ma c mi l l a n y Creel man, 1991) y las curvas R O C (Swets, 1988). De acuerdo con este procedimiento estadístico para determinar la exactitud de la medida, Berry (1996) define como punto de corte a la puntuación en la cual, o arriba de la cual, el signo de prueba es positivo y debajo de la cual el signo de prueba es negativo. La sensibilidad es el porcentaje de aquellos participantes con la condición que tienen un signo de prueba positivo; en tanto que la especifi¬ cidad es el porcentaje de aquellas personas sin la condición que tienen un signo
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholismo O 209
de prueba negativo. El poder predictivo positivo es el porcentaje de aquellos ind ivid uos con signo de prueba posi tivo que tienen la co nd i ci ón y el poder pre dictivo negativo es el porcentaje de aquellos con signo de prueba negativo que no tienen la condición; finalmente, la prevalencia es el porcentaje de la muestra que tiene la co nd ic i ón . E l análisis estadístico proporcionó los siguientes resultados, para la A - M A C , se observó que el punto de corte de 24 tiende a ser el más idóneo para obtener un adecuado niv el de sensibilidad (74%) y especifi cidad (71 %) , con un poder predictivo posit ivo de 71 % y poder predictivo negativo de 72%; lo que permite un di a gn ó s t i co más preciso de individuos alcohólicos considerando un porcentaje de prevalencia de 50%. Este punto de corte proporciona un parámetro para determinar si existen tipos de alcohólicos en nuestra población; no obstante, puede variar dependiendo de los objetivos del profesional usuario de la escala, de acuerdo con el porcentaje de prevalencia, y si se desea mayor especificidad o mayor sensi bili dad. C o n respecto a la P P A , se e s t a b l ec i ó el punto de corte de 22 para obtener un nivel adecuado de sensibilidad (81%) y especificidad (74%), con un poder predi ct iv o pos iti vo de 75 % y un poder pred icti vo negativo de 8 0% que permite diag nosticar, junto con la escala A - M A C , a quienes tienen tendencia a las adicciones. A l igual que en la escala A - M A C , es factible utilizar diversos puntos de corte, de acuerdo con la preva lenci a y los objetivos del cl í n i co o invest igador que ut il ic e el instrumento. Para la escala R A , el punto de corte 4 proporcion a un niv el de sen sibi lidad de 88%, especifici dad de 8 6%, poder predic tivo po sit ivo de 86% y poder predic tivo negativo de 87%; debi do a que esta escala es tá formada por 13 reactivos cuyo contenido evalúa directamente el consumo de alcohol y otras sustancias.
OTROS ANÁ LI SI S E STADÍSTICOS
CON LAS ESCALAS DE ABUSO DE SUSTANCIAS EN LA POBLACIÓN MEXICANA Adicionalmente, se reali zó un análisi s de varianza multivariado ( M A N O V A ) para determinar diferencias entre aquellos que obtuvieron una puntuación igual o ma¬ yor al punto de corte de 24 en A - M A C , y quienes arrojaron una puntuación menor a dicho punto de corte; este análisis tuvo como finalidad determinar si existen ca ra ct er ís ti ca s de personalidad que permitan diferenciar a dos tipos de al co hó li co s en la po b l a c i ó n mexicana, comparando tales resultados con los obtenidos por Ba¬ bor y colaboradores (1994). Con base en este análisis se observaron diferencias significativas para las esca¬ las básicas, de contenido y suplementarias entre los individuos con puntuaciones
210 O Uso e interpretación del MMPl-2 en español
(Capítulo
9)
altas y bajas en la A - M A C : los pacientes con bajas puntuaciones en A - M A C , mues tran elevaciones mayores en las escalas F, Is, IS O, R, Rs y G F ; mientras aquellos con altas puntuaciones en A - M A C presentan elevaciones mayores en K , Pa, M a , OB S, D E L , EN J, CI N , PAS, PT A, F A M , EP K , Fp, PPA y R A . Tales diferencias son
de esperarse, principalmente, en las escalas de adicciones, lo cual indica mayor deterioro en los pacientes con elevadas puntuaciones en A - M A C , quienes se carac¬ terizan por ser má s imp ul si vos , con má s problemas con su fa mi li a o con la autori¬ dad, y sí nt om as ps iq ui át ri co s (p. ej., alucinaciones o deli rios posiblemente relacio¬ nados con el síndrome de abstinencia); por su parte, los pacientes con puntuaciones menores en A - M A C se caracterizan por ser más aislados, introvertidos y con un mayor control sobre su conducta. Otro análisis estadístico realizado tuvo como objetivo determinar las dife¬ rencias entre el patrón de consumo y problemas relacionados con el mismo, el cual se b a s ó en la in fo rm ac ió n proporcionada por un cuestionario di s eñ a do espe¬ cialmente para evaluar estas variables, basado en la Encuesta Nacional de Adicciones (Medina-Mor a, et al., 1991, citado en Me d in a- Mo r a, 1994) y la E n trevista Dia gn ós ti ca Compuesta Internacional (CI DI , Cottler, et al., 1990). Los resultados obtenidos indican que la edad de inicio del consumo para los pacien¬ tes con puntuación menor al punto de corte en la escala A - M A C es de 29 años, en tanto que para quienes obtienen una puntuación igual o mayor al punto de corte, la media es de 24.5 años.
De acuerdo con estos resultados, el tipo de alcohólico cuya puntuación en la escala A - M A C es menor al punto de corte, no consume otras sustancias de la mis¬ ma forma en que la consume el otro tipo de al c oh ó l i co ; las sustancias má s util iza ¬ das son tranquilizantes y marihuana o hachís. Adicionalmente, el primer tipo no manifestó haber presentado conductas antisociales tempranas, mientras que el se¬ gundo af irm ó haberlas tenido antes de los 15 a ñ os de edad. Es notori o el hecho de que el grupo de altos A - M A C informan un mayor n úm er o de problemas escolares y familiares, conductas de riesgo, problemas de memoria y sensación de ser eva¬ luados por los de má s . Finalmente, se re al iz ó un an ál is is de cor re la ci ón r de Spearman entre las varia bles sín to ma del cuestionario de alcoh ol y las escalas del M M P I - 2 , para los dos tipos de alcohólicos, para el grupo de bajos A - M A C , las correlaciones más eleva¬ das se observan de la siguiente forma: la escala Dp con consumo continuo; K con consumo en grandes cantidades; Hs, Hi y Es con di ficul tad para controlar el consu¬ mo: Hi con necesidad de incrementar el consumo; y Es con síndrome de abstinen¬ cia . Para las escalas de contenido, A N S , E N J , D T R y RT R con consumo en grandes cantidades; S A U con dificultad para controlar el consumo, y A N S , P T A y RT R con síndrome de abstinencia. Finalmente, para las escalas suplementarias las asocia¬ ciones m á s elevadas son entre E P K y consumo continuo. A, Do , Dpr , E P K y EP S con consumo en grandes cantidades, y Dpr y Fp con síndrome de abstinencia. Para el grupo de altos A - M A C , las correlaciones para las escalas básicas son moderadas, principalment e entre Hs , Es e Is co n consumo continuo; Mf con dis mi¬ nución de actividades; Pt con necesidad de incrementar el consumo; Pa y Pt con
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholismo O 211
in t ox i ca ci ón frecuente o pelig rosa, y Hs con s í n d r o me de abstinencia. Para las es¬ calas de contenido, igualmente moderadas. S A U , E N J y IS O se vincul aro n con consumo continuo, y S A U con s í nd r om e de abstinencia. Finalmente, para las esca¬ las suplementarias, las asociaciones moderadamente elevadas se encuentran entre Dpr, E P K , EP S y RA con consumo continuo. Es necesario resaltar que los coeficientes de correlación para el grupo de bajos A - M A C , a pesar de que es un grupo pequeño, muestra mayores asociaciones que el de altos A - M A C de este estudio. De este modo, los tipos de alcohólicos difieren en ca ra ct er ís ti ca s de personalidad, patrones de consumo y variables soc io de mo gr áf i ca s, con lo que se observa una gran similitud entre dichos tipos y los propuestos por Babo r y colaboradores (1992). Tales car ac t er ís t ic as son las siguientes: •
•
Ti po A (bajos Ma cA nd r ew ) : edad de in ic io del consumo ta rd ía , dependen¬ cia menos grave, pocas consecuencias físicas y sociales relacionadas con el consumo de alcohol y dificultades menores en las áreas de salud, laboral y familiar. Con respecto a sus rasgos de personalidad, tienen mejores re¬ cursos para enfrentarse a las dificultades de su vida, mayor tendencia a deprimirse y presentar problemas de salud, así como a aislarse de los de¬ má s y ser m á s introvertidos; a d e m á s , poseen mayor control de sus impul¬ sos agresivos y son más responsables de sus conductas. Ti po B (altos Ma cAn dr ew) : edad de in ic io del consumo temprana, mayor gravedad de la dependencia, abuso de otras sustancias y consecuencias más serias, así como conductas antisociales tempranas, es decir, este grupo con¬ sume alcohol para aliviar el síndrome de abstinencia, su ingesta de alcohol es continua a pesar de haber tenido problemas, ingiere mayores cantidades de alcohol , sus actividades se ven disminuidas por el consumo y se les difi¬ culta controlarlo pues necesitan incrementar la cantidad que ingieren.
Con relación a sus rasgos de personalidad, se caracterizan por ser menos deprimi¬ dos, más rebeldes y con conductas antisociales (lo cual se corrobora en los dos instrumentos), son más susceptibles a los comentarios de los demás y más activos, con conductas extrañas o experiencias inusuales; afirman tener más miedos que los demás; son ansiosos y deprimidos; tienen más problemas familiares y laborales debido, principalmente, a su consumo de alc oho l. A d e m á s de lo anterior, son má s agresivos, competitivos y desconfiados de los demás, ya que piensan que están siendo evaluados constantemente; no aceptan ayuda profesional y son menos res¬ ponsables de sus actos. De acuerdo con los resultados de este estudio, los tipos de alcohólicos encontra¬ dos en la po bl ac ió n mexicana presentan ca ra ct er ís ti ca s de personalidad que son com partidas y otras que no lo son, es decir, los altos A - M A C , a diferencia de los bajos A - M A C , son más agresivos y rebeldes, lo que les provoca mayores problemas familiares o laborales, además de que presentan comportamientos de riesgo, conductas antisociales tempranas y son más extrovertidos. Por otra parte, los dos grupos com¬ parten muchos rasgos de personalidad, como li mit ada confianza en sí mismos, nece-
212 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 9)
sidad de sentirse queridos y aceptados; ambos afirman haber bebido alcohol de ma¬ nera excesiva y reconocen que tienen varios defectos que no pueden cambiar. Co n base en la in fo rma ci ón proporcionada por el M M P I - 2 , es factible planear un tratamiento id ó ne o para cada tip o de al c o h ó l i c o , de tal manera que sean consi¬ deradas las c a r a c t e r í s t i c a s de cada tip o, as í como las actitudes que tienen los ind i¬ viduos hacia el tratamiento. E sp e cí f i ca me nt e , la escala R T R indic a que los dos grupos tienen dificultades para adherirse al tratamiento, debido a que consideran que es difí cil encontrar a algui en que los compr enda y los ayude, mostrando actit u des negativas hac ia los m é d i c o s y terapeutas, lo que se rela ci ona con sus constantes recaídas que, a su vez, son influidas por la sensación de que son capaces de contro¬ lar el consumo o de que no es posible hacer cambios en su vida. De acuerdo con los resultados de esta investigación, es posible hablar de un modelo diagnóstico para la población mexicana, mismo que permite la clasifica¬ ci ón de tipos de alc oh ól ic os , con base en factores so ci od em og r áf ic os , rasgos de personalidad, patrones de consumo de alcohol y otras sustancias, y conductas antisociales tempranas. A co n t i n u a c i ó n se presentan dos estudios de caso que ejemp lif ican cada tipo de alcohólico observado (figuras 9-1, 9-2 y 9-3).
CASOS ILUSTRATIVOS Estudio de caso 1
Bajo MacAndrew Ficha de identificación Nombre: Edad: Sexo: Estado civil: Escolaridad: Ocupación: Lugar de origen: Remitido por:
C . M. E . 32 años Masculino Casado Licenciatura Empleado D. F. Se en t e r ó por su esposa
Observaciones: Al momento de la evaluación el paciente reingresa al centro de tratamiento. Se observa consciente, orientado, cooperador y puntual. Edad aparente igual a la cronológica y bien aliñado. Cursa con abstinencia de dos días. Motivo de consulta
Solicita atención médica y psicológica.
©
Editorial
El
manual
moderno
F i g u r a 9 - 1 . P e r f il m a s c u l i n o d e e s c a l a s b á s i c a s . D o s p a c i e n t e s a l c o h ó l i c o s
Abrev iatu ras: D, Depre sió n; Dp, Desviación psicopática; Es, esq uiz ofr enia ; F, Infrecuencia; Hi, Histeria conv ersi va; Hs, Hipo cond rias is; Is, Introversión soc ial ; K, Corrección; L, Mentira; Ma, Hipomanía; Mf, Masculinidad-femineidad; P a, Paranoia; Pt, Psicastenia.
Figura 9-2. Perfil masculino de escalas de contenido. Dos pacientes alcohólicos
Abreviatu ras: AN S, Ansie dad ; BAE , Baja autoest ima; CIN, Cini smo ; DEL, Pe nsamie nto delirante; DEP, Depresión; DTR, Dificultad en el trabajo; ENJ , Enojo; FAM , P r o b l e m a s f a m i l i a r e s ; I S O , I n c o m o d i d a d s o c i a l ; M I E , M i e d o s ; O B S , O b s e s i v i d a d ; P A S . P r á c t i c as a n t i s o c i a l e s ; P T A , P e r s o n a l i d a d t i p o A ; RTR, R e c h a z o a l t r a ta ¬ miento; SAU , P reocupac ión por la salu d.
O
Editorial
El
manual
moderno
Figura 9-3. Perfil masculino de escalas suplementarias. Dos pacientes alcohólicos
A b r e v i a t u r a s : A . A n s i e d a d ; A - M A C , A l c o h o l i s m o d e M a c A n d r e w - r e v i s a d a ; D o , D o m i n a n c i a ; D p r, D e s a j u s t e p r o f e s i o n a l ; E P K , D e s o r d e n d e e s t r é s p o s t r a u m á t ic o d e K e a n e ; E P S , D e s o r d e n d e l e s t r é s p o s t r a u m á t i c o d e Sc h l e n g e r ; F p , I n f r e c u en c i a p o s t er i o r ; F y o , F u e r z a d e l y o ; G F , G é n e r o f e m e n i n o ; G M , G é n e r o m a s c u l i n o ; H R , Hostilidad reprimi da; R, Repres ión; Rs, Respons abil idad soci al.
216 O Uso e interpretación del MMPl-2 en español
(Capítulo 9)
Antecedentes
Afirma haber bebido diversas bebidas alcohólicas, desde cervezas, destilados y alcohol de 96°, llegando siempre al estado de embriaguez. Refiere que su primera "borrachera" fue a los 16 añ o s , a los 21 c o m e n z ó a beber con má s frecuencia y a los 24 inició el consumo compulsivo. Ha recibido protestas por parte de su familia, con respecto a la cantidad de alcohol que ingiere. Asegura que ha reflexionado acerca de su consumo excesiv o; ta mb i é n ha rec ibid o quejas de sus amigos, a de m á s de tener dificultades en su trabajo, pé r di da del empleo, consumo de alco hol duran¬ te dos o má s dí as continuos, lagunas mentales y s í nt om a s como temblores y aluci¬ naciones por el efecto del a lc oh ol . C o m e n z ó a padecer estos problemas desde los 23 años de edad. Comenta que bebe cerveza de 1 a 3 veces al mes sin llegar a la embriaguez y destilados de 3 a 6 veces en el a ñ o. Su pa t r ón de consumo en un mes es el siguiente: ingiere de 1 a 3 vasos de cerveza o 750 mL de destilados durante 3 o 4 dí as por semana, por ocasión de consumo. Los motivos por los cuales ingiere bebidas alco hó l ic as son conflict os emocionales, afectivos y famil iares. Aco st umb ra beber solo, en cantinas y bares. Refiere que sus padres están separados y que su madre toma bebidas a lc oh ól ic as una vez a la semana. A d e m á s , menciona haber tenido acciden tes por el a lc oho l, incl uso llegando a sufrir fractura de maxilares inferiores. Vi v e con su esposa y dos hijos en un departamento propio con todos los servicios. Los terapeutas señalan que el paciente presenta rasgos de inmadurez, poca toler ancia a la fr us tr ac ió n y dependencia. Diagnóstico S í n d r o m e de dependencia al alc oho l. Pers onalidad dependiente. Pronóstico Poco favorable. Interpretación del MMPI-2 Clave del perfil *• *"7'583+01-26/49:L-F/K: El perfil de las escalas de validez indica que el paciente niega sus defectos, desea mostrarse poco convencional y tiene suficientes recursos para el tratamiento; no obstante, se muestra dispuesto a colaborar en la evaluación. Es una persona que se muestra inseguro, preocupado y ansioso, además de ser aprensivo y tener muchos temores. Tiende a aislarse de los d e m á s , aunque afir ma ser amigable y platicador, esto se debe a que es retraído, tímido, extremadamente meticuloso e indeciso, además de ser cauteloso en sus relaciones interpersonales. Qu i z á reaccione de manera exagerada hacia algunos problemas reales, presen¬ tando algunos problemas físicos; además puede ser egoísta, demandante e inesta¬ ble y con actitudes derrotistas. Manif ies ta sentir pesi mismo, d e pr e si ón , infe li ci dad e in sa ti sf ac ci ón consigo mi smo o con el mundo, probablemente a causa de su pro¬ blema con el consumo de alc oho l.
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholismo O 217
No obstante, es una persona responsable, modesta, confiable, sincera y tenaz; aunque no se siente con los recursos suficientes para enfrentarse a sus problemas. Se muestra sensible en sus relaciones interpersonales, manteniendo un control adecua¬ do de sus impulsos, ya que es una persona rígida, moralista y con sentido común. Afirma tener dificultades en su trabajo y profesión, sin embargo se muestra responsable en el ámbito social; puede ser ingenuo y contar con poca capacidad de insight. Aunque el puntaje de la escala A - M A C indica que el paciente no abusa del alcohol —probablemente debido al tiempo de abstinencia que presenta— se le considera como falso negativo; además reconoce tener importantes problemas con el alcohol y tiende a ser tímido y mostrar falta de confianza en sí mismo, por lo que la ingestión de alcohol puede ser una manera de enfrentarse a sus dificultades. El paciente tiene actitudes positivas hacia el tratamiento y hacia los doctores, se siente cómodo discutiendo sus problemas con alguien y desea cambiar algunos aspectos de su vida, por lo que su adherencia al tratamiento es adecuada. El paciente puede clasificarse como alcohólico del tipo A, de acuerdo con Ba¬ bor y colaboradores (1992). Estudio de caso 2 Alto
MacAndrew
Ficha de identificación Nombre: Edad: Sexo: Estado c i v i l :
Escolaridad: Ocupación:
Lugar de origen: Remitido por:
Observaciones:
R. G. G. 30 años Masculino Soltero Licenciado en Administración Desempleado D. F. Un amigo que lo llevó al Instituto Mexicano de Psiquia¬ tría y de ahí fue canalizado. Acude con siete horas de abstinencia. No asiste a Alcohó¬ licos Anónimos.
Motivo de consulta
Desea apoyo para dejar de tomar o aminorar su consumo. Se presenta con males¬ tar: somnolencia, taquicardia, necesidad de seguir bebiendo, inapetencia (lleva tres dí as sin consumir alimentos). Antecedentes
Se pre se nt ó ac o mp añ a do por dos amigos. El úl ti mo periodo de ingesta de alcohol fue desde un mes antes de presentarse al centro, con un periodo de supresión alco¬ hólica de dos días, ocho días antes de su primera consulta, para volver a reincidir. Habitualmente consume ron, brandy y cerveza, de preferencia ingiere bebidas des¬ tiladas en cantidad de 1 a 1.5 litros diariamente.
218
O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 9)
Es po rá di ca me nt e co ns um ió marihuana y co ca ín a en promedio de seis ocasio¬ nes en un año e inhalables en tres ocasiones en el mismo periodo. Afirma haber abandonado el consumo de estas sustancias. In ic ió el consumo de alcohol a los 13 añ os , con sus primos, la frecuencia era de 1 o 2 veces al añ o. A los 14 a ñ os c o n s u m i ó inhalables en forma continua, durante 3 a 4 meses, actualmente no los ut il iza. De los 20 a 25 a ñ os tomaba con una frecuen cia de dos ocasiones por mes, con un incremento posterior, ingi ri end o alcohol 1 o 2 veces por semana; desde un año y medio antes de ingresar al centro, tomaba por periodos de un mes de du r aci ón en forma continua. Co mo consecuencia de la ingesta de alco hol ha dejado empleos, tiene problemas con su fa mi li a, t e r mi n ó con su úl t i ma novia —con quien pensaba casarse— un mes antes de su primera consulta. Tiene conciencia de su enfermedad. Vive con su madre, tres hermanos, dos cuña¬ dos y un sobri no. Me nc iona que tuvo un padrastro bebedor. Diagnóstico Síndrome de dependencia al alcohol. Pronóstico Reservado. Interpretación del MMPI-2 Clave del perfil ** *854'296 3+7-10/F 'L:K#
La actitud del paciente ante la prueba fue adecuada, mostrando una necesidad im¬ periosa de ser ayudado, por lo que afirma tener síntomas graves. Se muestra con poca confianza en sí mis mo, a d e m á s es desorganizado e inge¬ nuo. Por otra parte, es demandante hacia las personas que lo rodean y tiende a manipular las, ya que es muy persuasivo. Le agrada tomar grandes riesgos, mi smos que pueden lle var lo al consumo exce sivo de al cohol y otras sustancias en situacio¬ nes peligrosas ya que, en ocasiones, pretende vencer las reglas, pues no posee mu¬ cho control sobre sus impulsos. Se manifiesta demasiado sensible en las relaciones interpersonales, por lo que es retraído y cauteloso con los demás; puede tener un pobre contacto con la reali¬ dad y conductas ex c én t r i c a s y, como consecuencia del consumo de sustancias, es probable que haya presentado alteraciones del pensamiento, así como alucinacio¬ nes (como parte del síndrome de abstinencia) y tendencias delirantes. Por otra parte, mantiene relaciones interpersonales superficiales; tiene proble¬ mas fami liares, así como en sus relaciones labora les, debido, por una parte, al con¬ sumo de alcohol y, por la otra, a que es una persona que no tiene adecuado control de sus impulsos agresivos y que, en ocasiones presenta conductas antisociales. Afirma que experimenta síntomas de estrés provocados por un suceso t r a u m á t i c o . Rec onoce tener problemas de adiccio nes, aunque sus actitudes haci a el tratamiento son negativas, ya que no se siente có m o d o discutiendo sus problemas
Uso del MMPl-2 en la evaluación del alcoholismo O 219
con alguien, pues considera que no pueden entenderlo y ayudarlo. Es importante hacer notar que en el expediente se reporta que tuvo una recaída y que no se logró el rescate, a pesar de haberse intentado en dos ocasiones. El paciente puede ser clasificado como alcohólico del tipo B, según Babor y colaboradores (1992).
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220 O Uso e interpretación del MMPl-2 en español
(Capítulo 9)
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Integración del reporte del M M PI-2
El c l í ni c o se enfrenta con una serie a mpl ia de inferencias acerca de la personalidad y de las características sintomáticas, que proce¬ den de varias fuentes, es decir, de los diferentes tipos de escalas, para interpretar el M M P I - 2 de alguna persona, de manera que al pr in ci pi o parecen di fí ci le s de integrar. Hay diversas formas de con¬ juntar l os datos provenientes de los diferentes tipos de escalas. El enfoque interpretativo propuesto por Butcher y Williams (1992) se organiza formulando preguntas o tratando asuntos espe¬ cíficos con los que el clínico podría encontrarse al interpretar un perfil, para luego examinar los elementos en el perfil del M M P I - 2 que pueden ofrecer ind ica cio nes para resolver estas dudas. A q u í se señ alará la info rmaci ón basada en el M M P I - 2 que puede confir¬ mar la existencia de un problema o aclarar la presencia de un pa¬ trón de comportamiento. Nos referiremos a los diversos tipos de i nf or ma ci ón que pueden ayudar al cl í ni c o a fijar prioridades para las diversas inferencias e integrarlas en un informe organizado y significativo.
Es importante considerar que no es recomendable una inter¬ pr e t a ci ón a ciegas de los datos y que el c l í ni c o no puede llegar a una i nt e rp r et ac i ón correcta si los datos adicionales a la prueba no se toman en cuenta. Esto no sól o apli ca para el M M P I - 2 pues, de hecho, es vá l i do para la in te rp re ta ci ón de cualquier prueba psico¬ lógica, ya que en general lo importante es tener elementos para comprender a una persona en particular. Lo s datos provenientes del M M P I - 2 pueden llevar a m á s de una in te rp re ta ci ón posible y la tarea del clí ni co , entonces, es en¬ contrar una interpretación del perfil que sea interna y teóricamente
223
224 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
congruente y que tenga, además, validez empírica. Esto significa que, a partir de la i nt e r pr et a ci ón de las diferentes escalas, surgen varias hi p ót e s i s que a veces se con¬ tradicen con las provenientes de la interpretación de otras escalas; no obstante, para las autoras de esta obra es preciso lograr una in t eg ra ci ón d i n á m i c a que entien da cuáles contradicciones deben integrarse porque reflejan una contradicción de la persona y cuál es la información prioritaria que se debe incluir en la integración. Al interpretar el M M P I - 2 , es deseable prime ro real izar una serie de preguntas o tratar asuntos a los que es posible dirigirse sin importar la razón por la que nos referimos a ello s. Lo que nos proponemos en esta parte del l ib ro es mostrar c ó m o se hacen las interpretaciones con la finali dad de que, a partir de ah í , cada cl í n i c o, en cada caso, co ncl uya cu ál es la mejor i nt er pr et ac i ón , pues se sabe que no es posible hablar de una interpretación única. Esa es la razón por la cual una interpretación por compu¬ tadora puede ayudar al ps i c ó l o g o , pero nunca sustituirlo.
PREGUNTAS SUGERIDAS PARA LAS INTERPRETACIONES DEL MMPI-2
Butcher y Williams (1992), propusieron una serie de preguntas pertinentes para interpretar el M M P I - 2 , las cuales se listan a cont in ua ci ón:
1. ¿Hay algunos factores fuera de la prueba que puedan explicar los resultados del MMPI-2? 2. ¿ C u á l e s son las actitudes del in di vi du o al responder? 3. ¿Cuáles son los síntomas y comportamientos del individuo sobre los que se ha informado? ¿E s t á la persona pasando por alguna cr isi s emo cio nal aguda? 4. ¿E x p e r i me n t a la persona problemas para controlar sus impulsos? 5. ¿Existen algunas hipótesis acerca de las características de la personalidad del individuo basadas en los rasgos que se observaron? 6. ¿ C ó m o son las relaciones interpersonales del in di vi du o? ¿S a b e tratar a los de¬ más de manera adecuada? 7. ¿Mu e st ra el individuo potencial para desarrollar problemas con el uso del alco¬ hol o de alguna otra droga? 8. ¿Cuál es la probabilidad de que el perfil del individuo tenga una estabilidad duradera o haya obtenido estas puntuaciones por estar pasando por una situa¬ ción crítica? 9. ¿H as t a qu é punto es tá alterado o adaptado el indi vi duo , en c o m p a r a c i ón con los demás? 10. ¿Cuáles son las consideraciones diagnósticas en el caso?
Integración del reporte del MMPI-2 O 225
D e s p u é s de estas generalidades, es necesario consi derar problemas o asuntos acer¬ ca de los antecedentes, más específicos del ambiente en el que se está evaluando al ind ivi duo. Por ejemplo, si se trata de evaluar ps i co ló gi ca me nt e a un ind ivi duo antes de que entre a tratamiento, como en algunos de los casos que se presentarán, es preciso hacer varias preguntas adicionales. A continuación se presentan algunas preguntas adicionales sugeridas por Butcher y Williams para las interpretaciones del
MMPI-2:
1. ¿N ec es i t a la persona tratamiento ps ic ol óg ic o en el momento actual? 2. ¿H a s t a qu é punto est á consciente la persona de sus problemas? 3. ¿E n qué medida es confiable la i nf or ma ci ón que la persona proporc iona sobre sí misma? 4. ¿E st á el in di vi du o dispuesto a revelar i nf or ma ci ón personal al terapeuta? 5. ¿H a s t a qué punto la persona est á dispuesta a re ci bi r tratamiento? 6. ¿P od r á la persona adquirir una mejor c o mp r e n s i ó n acerca de sus problemas? 7. ¿La persona quiere realmente cambi ar su comportamie nto? 8. ¿S ugier e el M M P I - 2 alguna necesidad esp ecífic a para el tratamiento? 9. ¿Ti ene la persona algunos recursos o ventajas que puedan aprovecharse en su tratamiento? 10. ¿E xi s t e n algunos rasgos negativos de personalidad que po dr í an interferi r en la relación con el terapeuta durante el tratamiento? A fin de averiguar estos factores externos a la prueba que puedan explicar los resul¬ tados del M M P I - 2 , se pueden seguir varias estrategias, hacer una entrevista, como el clínico la realiza en general, o diseñar un formato de entrevista que pueda apli carse por escrito en el caso de que la prueba se aplique en grupo. T a m b i é n se po dr í a apl ica r una p e q u e ñ a entrevista escrita y d e s p u é s entrevistar a la persona. Es mejor entrevistar a la persona de s p u é s de tener los resultados de las pruebas, pero esto es un poco dif íci l en ocasiones por la pr es i ón de tiempo , en especial cuando se trata de casos de se l e cc i ón de personal o en casos de se le cc i ón de alumnos. Aunq ue hay mucha in f or ma ci ón acerca de un in div idu o que se obtiene por medio de un perfil del M M P I - 2 o del M M P I - A , mientras má s sepa uno acerca de las circunstancias específicas de su vida, mejor será la interpretación de la prueba. Algunas de las variables demográficas y situacionales podrían influir en las res¬ puestas del individuo a las escalas de personalidad, por lo que estos factores deben tomarse en cuenta en las interpretaciones del M M P I - 2 . La si t ua ci ón para la cual se aplique el M M P I - 2 es un determinante fundamen¬ tal con respecto a las respuestas que den las personas a los reactivos de la prueba. La persona que interpreta el M M P I - 2 debe darse cuenta de los factores que po dr í a n distorsionar las respuestas en alguna s i tu ac ió n particular. Las situaciones que pueden producir distorsiones má s fá ci lm en te inc luy en la se le cc i ón de personal y las evaluaciones de los juzgados de lo fa mil iar (en cuanto a la custodia de menores), circunstancias bajo las cuales los participantes hacen lo posible por dar una idea excesivamente favorable de ell os mis mos. Otras situaciones
226
O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
qu i z á proporci onen una di st or si ón opuesta pero igualmente molesta. Pei fl les exa¬ gerados de este tipo se producen, por ejemplo, cuando se trata de casos en la corte que invo lucr an j ui cios sobre lesiones personales o en las que se intenta aparentar locura después de haber cometido un crimen mayor. En estas circunstancias, el in di vi du o busca aparentar que padece al gú n desorden mental serio que necesita ser atendido o que necesita servicios especiales, pues sabe que eso reducirá la pena.
FORMATOS DE ENTREVISTA En el cuadro 10-1 se presenta un formato de entrevista para apli car en grupo en casos de sel ec ci ón de alumnos. La entrevista bosquejada en el cuadro 10-1 se puede ll evar a cabo completa o elegir las preguntas más relevantes para el caso. Es factible elaborar otros formatos semejantes para situaciones de selección de personal o entrevistas clínicas; para estas últimas resultan de mucha utilidad las entrevistas no estructuradas o semiestructuradas. Asi mi smo, es factible utilizar la té cni ca de la Aut obio graf ía a la que, desde nuestro punto de vista, no se le ha dado la import anc ia debida, en vist a de que proporciona datos muy importantes. Una entrevista clínica semiestructurada incluiría: • • • • • • • • •
Moti vo de consulta. Pro ble mát ica actual. Antecedentes familiares. D i n á m i c a fami liar : relaciones con la pareja, padres e hijos. Hi st or ia de su infan cia y adolescencia. Histori a escolar. Datos de la hist ori a lab oral . Pr obl emá ti ca anterior. Puede ser útil tam bi én solicitarl e a la persona que escriba su aut obi ogr af ía .
D e s p u é s de realiz ada la entrevista y ya con la i nt er pr et ac i ón de las diferentes esca¬ las en forma integrada, se puede seguir el formato de informe que se presenta en el cuadro 10-2. Una vez que se ha confirmado que el perfil es válido y que la persona ha con¬ testado a la prueba en forma consistente, las inferencias o hi pót es i s que se propor¬ cionan a través de las diferentes escalas son importantes, pues quizá representen rasgos centrales de la persona. Las inferencias contradictorias que se derivan de las diferentes escalas son importantes, porque se requiere que se resuelvan en el proce¬ so de interpretar el perfil. Después se deben interpretar los subgrupos de escalas o las intercorrelaciones entre las mismas.
Integración
del reporte del MMPI-2
Ejemplo de entrevista semiestructurada
Nombre: Sexo:
Edad:
Estado civil:
Ocupación:
I. Motivo de elección del posgrado 1. ¿Por qu é quiere ingresar al posgrado en ? 2. ¿Cuá le s son sus expectativas respecto al posgrado?
3.
¿Q ué haría si no lo aceptan en el posgrado?
II. Antecedentes educativos y laborales Área escolar 4. ¿Cuál fue su promedio en la primaria? 5. ¿Cuál fue su promedio en la secundaria? 6. ¿Cuá l fue su promedio en la preparatoria? 7. ¿Cuá l fue su promedio en los estudios profesionales? 8. Describa las relaciones con sus maestros cuando era ni ño . 9. Describa las relaciones con sus maestros en la preparatoria. 10. ¿En qué universidad estu dió licenciatura? 11. ¿Cu ál es son sus habilidades para terminar con éxi to el posgrado? 12. ¿Cuá les considera que se rí an las dificultades para terminar el posgrado? 13. ¿Q ué opi ni ón tiene de sus maestros de la licenciatura? 14. ¿Qué opinión tiene de sus co mpa ñe ro s de la licenciatura? 15. ¿Cuál es su situación laboral actualmente? 16. ¿Có mo han sido sus relaciones con co mpa ñ e r os y jefes en el trabajo? III. Entorno familiar 17.
¿Con quié n vive?
18. 19. 20. 21 . 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31 .
¿Con quién vivió la mayor parte de su infancia? ¿C uá nt os hermanos tiene? ¿C uá nt os medio hermanos(as) tiene? >[ ¿Q ué lugar ocupa entre sus hermanos? ¿Hasta qué grado de educac ión termin ó su padre? ¿Cuál es (o fue) la ocupación de su padre? ¿C uá nt as veces contrajo matrimonio su padre? ¿Hasta qué grado de educación termi nó su madre? ¿Qué tipo de trabajo de se mpeñ a (o de se mpeñ ó) su madre? ¿C uá nt as veces contrajo matrimonio su madre? ¿Có mo era la re la ci ón con sus padres y sus hermanos? ¿Cómo eran y como son sus relaciones de pareja? ¿Cuál ha sido la causa de divor cio, en caso de que haya sucedido? ¿Cómo piensa que le va a afectar a sus hijos el que estudie el posgrado? 0
O 227
228 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
CUADRO 10-1. (Continuación) 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42.
¿Cómo cree que afecte su re la ci ón de pareja el que usted realice el posgrado? ¿D e dón de provienen sus ingresos familiares? ¿A qu é clase social considera que pertenece su familia actual? ¿Cuántos automóvile s hay en su casa? ¿Tie ne pareja? ¿Qu é grado de estudios tiene su pareja? ¿Cuál es la ocupación de su pareja? ¿Qu é piensa su pareja acerca de que estudie el posgrado? ¿Cuántos hijos tiene? ¿Có mo se describiría usted? ¿Q ué actitud asume ante los problemas que se le presentan?
IV. Salud, hábitos y conducta 43. ¿Tiene algún problema de salud? 44. ¿Ha estado en tratamiento por problemas emocionales? 45 . ¿Al gún miembro de su familia ha estado en tratamiento por problemas emocionales? 46. ¿C ómo se divierte? 47. ¿Con sider a que tiene alguna adi cci ón?
V. Área laboral 48. ¿Q ué trabajos ha tenido? 49. ¿Qué tan satisfecho está con el trabajo o las actividades que des em pe ña? * Este formato fue elaborado por las autoras en colaboración con la Maestra Mana Cristina Heredia A.
Actitudes al responder
Es en extremo importante, como ya se dijo, evaluar la manera en que el individuo reacciona ante la prueba y hasta qué punto cumple con las exigencias que implica el contestarla. Lo s patrones de las escalas de val idez del M M P I - 2 proporcionan datos importantes acerca de la cooperación del individuo y de su habilidad para comprender lo que dicen los reactivos, acerca de su capacidad de lectura y de su dis poni bil ida d para seguir las instrucciones. Po r ejemplo, la pun t ua ci ón en la esca la ? (No puedo decir [o No sabría decir]), indica que el individuo ha contestado todos los reactivos o la mayor parte de ellos. La escala F indica que el individuo contesta de manera franca y abierta o que está exagerando los síntomas para con¬ vencer al examinador de que se halla más perturbado de lo que realmente está. Otras de las escalas de valide z, como L y K, indi can que el ind iv id uo es tá dispuesto a admitir que tiene problemas relevantes; las puntuaciones de L y K menores a una puntuación T de 65 muestran un patrón no defensivo de síntomas. Las escalas I N V E R e I N V A R proporcionan info rmac ión acerca de l a inconsisten¬ cia de las respuestas. Es importante evaluar la manera en que el individuo enfoca la
Integración
CUADRO 10-2.
del reporte del MMPI-2 O 229
Formato para un informe sobre el MMPI-2
Nombre.
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Sexo.
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Edad y ocupac ió n o grado escolar.
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Motivo de consulta o aplicación del instrumento.
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Actitudes al responder la prueba (validez).
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Síntoma s y conductas.
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Control de impulsos.
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Relaciones interpersonales.
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Problemas de alcoholismo y otras drogas.
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¿Cuál es la eti olo gía y la ps ic od in ám ic a que subyace a estas conductas?
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Cualidades o recursos.
>
Hipótesis acerca del diag nóst ico.
>
Recomendaciones para el tratamiento.
situación de prueba a fin de determinar la credibilidad que debemos considerar en sus puntuaciones al interpretar los perfiles que proporcionan las escalas básicas y de contenido. En este punto es esencial tomar en cuenta la configuración de las escalas de valid ez, tal como se dijo en el ca pí tu lo 4. Síntomas y conductas
Las elevaciones más notables de las escalas ofrecen una idea de los síntomas y conductas preponderantes de la persona. Es importante, entonces, interpretar pri¬ mero las escalas más elevadas. Se ha visto que en E U A diversos estados emocionales es tá n asociados con pun¬ tuaciones espe cíf ica s del M M P I - 2 (Butcher 1990). Estado de ansiedad: Pt 65-79; Pt mayor que Es (Moderado). Pt 80-89; Pt mayor que Es (Marcado). Pt 90 +; Pt mayor que Es (Severo). Estado depresivo: D 65-79; Ma menor que 40 (Moderado). D 80-89; Ma menor que 40 (Marcado). D 90 +; Ma menor que 40 (Severo). Estado maníaco: Ma es mayor que 80. Ma es la escala con puntuación más alta, D es menor que 55.
230 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
Psicosis: Es es mayor que 80; Es es la puntuación más alta del perfil. Es es mayor que Pt en 10 puntos.
Recelo-desconfianza: Pa es mayor que 70; Pa es la escala con la puntuación más alta. Acting
out:
Dp es mayor que 65 o Ma es mayor que 70 y Is es menor que 40. E N J es mayor que 65. Confusión o desorientación:
F es mayor que 80, o la elevación media del perfil es mayor a 70 Estados crí ti cos : Los reactivos crí ti cos de Koss-Butcher y Lach ar- Wrobel sirven como guí a para resolver los problemas significativos de una persona. Evaluación del control de sí mismo y de la posibilidad de acting out
Hay varios indicadores para medir la posibilidad de la existencia de control de sí mismo y de acting out en el M M P I - 2 . Estos indicadores deb er án evaluarse para estimar si existe la posibilidad de que haya problemas de control o de sobrecontrol que causen incapacidad. Los factores que se evalúan por medio de las escalas del MMPI-2 se listan a continuación.
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•
Inh ib ic ió n (c ons tr ic ci ón) . Su existencia se indic a por medio de puntuacio¬ nes mayores a 65 en la escala Is. Sobrecontrol (re pr es ión ). Se sugiere cuando las puntuaciones se elevan a más de 65 en las escalas Hi o HR. Acting out (impulsividad). Es factible que se halle presente si las puntua¬ ciones son mayores a 65 en las escalas Dp y M a , o cuando Is es bajo (me¬ nor a T 40) Ira (p ér di da del control). Se sugiere la posi bi üd a d cuando las puntuaciones en la escala E N J son mayores a 65.
Manera de generar hipótesis basadas en los rasgos
El M M P I - 2 , como las versiones anteriores del instrumento, contiene varios indicadores que se enfocan a las características o rasgos propios que tiene un indi¬ viduo de tiempo at rá s. Var ias de las escalas del M M P I - 2 son medidas basadas en los rasgos que contienen muchos de los reactivos que estiman las características de personalidad. Algunas de estas medidas y los rasgos que reflejan son:
Integración del reporte del MMPI-2 O 231
• • • • •
Impul sivi dad. Indicada por la escala Dp con una pu n tu ac ió n superior a 65 o a 70 en Ma cuando la escala Is es menor a 40. In tr ov er si ón . Cuando Is es mayor a 65. Obsesividad. Si Pt es tá por arriba de 65; Pt resulta el punto má s alto en el per fil . Si O B S es mayor que 65. Domin anci a. Do es mayor que 65. Cin is mo. C I N supera 65.
Proble mas con el alco hol u otras drog as
Varias de las escalas del M M P I - 2 proporcionan in fo rm ac ió n útil acerca de posibles dificultades con el alcohol o el abuso de otras drogas. Investigaciones sustanciales sobre las escalas cl ín ic as del M M P I - 2 , D p, D y Pt para evaluar los problemas de abuso de sustancias tóxicas han demostrado que éstas se elevan en quienes tienen desórdenes de adicción. Además, las escalas Personalidad tipo A (PTA), Reconoci miento de las adicciones (R A) , Alcoholi smo de MacAndrew-Revisada ( A - M A C ) y Predisposición a Problemas con las Adicciones (PPA), descritas en los capítulos 6 y 9, se han desarrollado para medir problemas potenciales de alcoholismo y abuso de drogas. Lo s patrones de las escalas del M M P I - 2 que co mú n me n t e se asocian con des¬ órdenes en el uso o abuso de sustancias tóxicas son los siguientes: • • • •
Elevaciones marcadas en la escala Dp (T mayor que 65). Elevaciones marcadas en las escalas D y Dp (T mayor que 65). Elevaciones marcadas en las escalas D; Pt y Dp (T mayor a 65). Puntuaciones elevadas de moderadas a altas en las escalas M A C - R , P T A o RA (T mayor a 60).
Calidad de las relaciones interpersonales
El M M P I - 2 puede proporcionar hipó tes is acerca de có mo inte ract úa un individuo con los demás y de cómo podrían otras personas influir en la adaptación psicológi¬ ca del individuo. La información acerca de las destrezas sociales de la persona y de sus problemas interpersonales se obtiene de varias fuentes en el M M P I - 2 . Más directamente, la escala Is se enfoca hacia la introversión y la mala adapta¬ ci ón social . Is proporciona una ev al ua ci ón confiable con respecto a la sociabi lidad y comodidad del individuo en sus relaciones en sociedad. A fin de evaluar este aspecto son muy útiles las subescalas de Is, ya que permiten que el psicólogo determine cuál es la co nt ri bu ci ón de los componentes de ésta s (timidez, aislamiento, enaj en ac ió n de sí mismo) con relación a las actitudes interpersonales que el individuo informa tener. Hay otros indicadores de ad ap ta ci ón y relac ión social en el M M P I - 2 ; los descriptores de las escalas y de los tipos de código ofrecen indicaciones adiciona¬ les de la manera en que in te ra ct úa el indi vid uo con los de má s . Al gu no s ejemplos de ello se mencionan a continuación.
232 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
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(Capítulo 10)
Se considera a quienes cali fi can alto en la escala 1 (Hs) como pasiv os, preocupados por sí mismos, insatisfechos e infelices. Tienden a hacer que los demás se sientan muy mal a causa de sus quejas, lloriqueos, exigencias y comportamientos por lo que pueden llegar a expresar su hostilidad indi¬ rectamente. Quienes cal if ic an alto en la escala 4 (Dp) tienden a presentar problemas de adaptación. Aunque se les considere extrovertidos, abiertos, hablantines, activos, es po nt án eo s y confiados en sí mismos, ta mb ié n se les percibe como ostentosos, exhibicionistas, insensibles y manipuladores. Tienden a intere¬ sarse en los demás sólo en cuanto a usarlos para lograr satisfacer sus pro¬ pias necesidades. Aunq ue buscan causar una buena primera im p r es i ó n, sus relaciones probablemente sean poco profundas y sólo superficiales. Parece que no pueden llegar a formar amistades duraderas y afectivas. Aq ue ll os que cal ifi can alto en la escala 6 (Pa) les parecen a los d e m á s , hipersensibles moralistas y demasiado interesados en las reacciones de quienes les rodean. Sienten que las otras personas los quieren molestar, por lo que se enojan y resienten. Lo s que cal if ica n alto en la escala 8 (Es) t í p i c a me nt e no se sienten parte de la sociedad en que se mueven. Se aislan y apartan de los d e m á s y se sienten incomprendidos. Sus c o mp a ñ e r o s no los aceptan y a menudo se les consi¬ dera retraídos, con tendencias a la soledad y a ser reservados e inaccesibles en el ámbito emocional. Por lo general evitan tratar con la gente en situa¬ ciones distintas a las que les rodean habitualmente. Cuando las personas cal ifican alto en la escala D M , ya sea que es tén casa¬ das o separadas, se considera indicación de la posibilidad de que sientan angustia por su sit ua ci ón marital. Al cal ifi car alto en la escala de contenido I SO (Incomodidad soci al), se ofrecen indicios acerca de cómo se sienten en situaciones interpersonales.
Estabilidad del perfil
La estabilidad de los perfiles del M M P I - 2 durante tiempo indefinid o es una cues tión importante. Los clínicos deben ser capaces de estimar si el comportamiento de una persona persistirá durante tiempo indefinido a pesar del tratamiento; el perfil del M M P I - 2 puede ayudar a evaluar si un cambio es probable o no. Al gu no s indicadores del M M P I - 2 tienen características de test-retest bastante estables. La escala Is mide ca r ac t er ís ti ca s de personalidad que no es probable que cam¬ bien mucho. Otras escalas como D y Pt probablemente reflejen una situación en la que hay un problema y que podría cambiar al modificarse las circunstancias que lo provocaron. Como ya se mencionó, un factor importante para estimar la estabilidad de un perfil es determinar hasta qué grado se ha definido el mismo. Por ejemplo, si las dos escalas m á s elevadas tienen una difer encia de 10 puntos en la ca li fi ca ci ón T arriba de las escalas que le siguen en elevación, se considera que el perfil está
Integración del reporte del MMPI-2 O 233
altamente definido. Este tipo de perfiles tienden a resultar bastante estables a lo largo del tiempo; de hecho, los perfiles con una diferencia de 5 a 9 en la califica¬ ción T con respecto a las escalas que le siguen en elevación, tienden a ser muy estables. Los perfiles con diferencias menores en las calificaciones T entre las es¬ calas siguientes o entre el tipo de código que le sigue (definición baja de perfil), tienden a ser relativamente inestables a lo largo del tiempo (Graham. et al.. 1986) Hipótesis psicodinámicas
En la m a yo r í a de las evaluaciones clí ni ca s es deseable ir m á s all á de la mera des¬ cr i pc i ón de la conducta de la persona y hacer inferencias acerca de cu ál es la dinᬠmi ca que subyace a su comportamiento, as í como de la et i ol og í a de sus problemas. Es posible hacer este tipo de inferencias para algunas escalas o configuraciones de los perfiles. A fin de realizar estas inferencias, en muchas ocasiones es necesario basarse no en el M M P I - 2 , sino en otro tipo de datos y entonces hacer inferencias de índ ol e má s bien teó ri ca . P or ejemplo, si el protocolo de una persona in di ca que teme involucrase con otras personas por miedo a ser lastimado o explotado, es posible suponer que ha experimentado esto en otras relaciones, especialmente en las tempranas. Más aún, si las puntuaciones del M M P I - 2 in dican que la persona tiene un gran resentimiento co n la autoridad, es razonable inferir que éste puede tener su origen en las relaciones padre-hijo. Las inferencias te ór ic as e st án basadas en los datos del M M P I - 2 en com¬ bi na ci ón con otra in fo rm ac ió n acerca del examinado y la com pr en si ón que tiene el cl ín ic o acerca de la conducta, la personalidad y la ps i co pa t ol og ía . Grado de adaptación o alteración
El nivel de adaptación psicológica y de la gravedad de alguna alteración son cues¬ tiones que pueden resolverse con la puntuación de un individuo en las escalas y por los patrones indicados en el M M P I - 2 . Un a eva l ua ci ón de los perfiles del indiv idu o por medio de las escalas bá si ca s, de contenido y suplementarias, proporciona directrices generales para saber hasta qu é punto es tá perturbado el ind iv id uo. Por ejemplo, un indi vid uo con un perfil dentro de los lí mi te s normales po dr í a considerarse como bien adaptado siempre y cuando sus escalas de validez no indica¬ ran una actitud defensiva al contestar. De la misma manera, si una persona tiene varias escalas clínicas y de contenido en el rango de T 80 o más, se sugiere un des¬ ajuste ps i c ol óg i c o severo. Al gu no s ín di ce s y patrones de con fi gu ra ci ón descritos en el ca pí tu lo 8, se han desarrollado para ayudar al psi có l og o a evaluar la ad ap ta ci ón . Consideraciones sobre el tratamiento
Un uso importante del M M P I - 2 en el campo cl íni co in voluc ra la eva lua ció n de las ca r ac t e r í s t i c as personales relevantes para planear el tratamiento. L os perfiles y
Integración del reporte del MMPI-2 O 235
De s c ri pc i ó n de s í nt o ma s actuales.
Marí a está deprimida y no tiene int erés en nada. Sus sí nt oma s son senti mientos de mi nu sv al ía , di sm i nu ci ón en su habili dad para pensar y concen trarse, in de ci si ón , de pr es ió n y trastornos del su eñ o como hipersomnia. Se siente ansiosa y sola . Lo ún i c o en lo que tiene i nt er és es en su nov io , pero tiene miedo de que él la deje. Tiene muchos pleitos con su madre y ahora también disgustos con la pareja de su padre. Cree que va a reprobar todos los exámenes que tiene que presentar en la escuela, además de que no quiere continuar ahí porque se siente un tanto e xt r a ñ a . Le pr eocupa que su padre piensa que el la puede controlar todos sus sí nt om a s só lo con fuerza de voluntad.
MMPI-2 Actitudes al responder.
M a r í a tuvo una actitud sincer a ante la prueba, acepta que tiene problemas y considera que cuenta con pocos recursos para solucionarlos, ya que su capacidad de afrontar los confli ctos se encuentra di sm in ui da . Se le di fi cu l¬ ta adaptarse a las normas convencionales y acepta abiertamente sus fallas sociales. De bi do a la magnitud de sus problemas so li ci ta ayuda para resol¬ verlos, sin embargo, se muestra escéptica y considera que es difícil que pueda obtener al i vi o con el tratamiento psi co l óg i co . S í n t o ma s y conductas.
María se encuentra deprimida y ansiosa, es pesimista y tiende a sentirse culpable de sus fracasos y fallas. Es indecisa y tiene poca confianza en sí mi sm a, por lo que la may or parte del tiempo expresa sentimientos de inuti ¬ lidad e incapacidad para funcionar adecuadamente. Dado que se siente inadecuada se le di fi cu lt a valorar sus logr os. Ti ene pensamientos depresi¬ vos sig nifi cati vos , se siente triste y cons ide ra que su futuro es inci er to, por lo que ha perdido in terés en su vida. Su depr es ión es tan seria que se en¬ cuentra confusa y paral iza da, de modo que es necesario valo ra rl a co n otras técnicas en lo relacionado con la posibilidad de riesgo suicida. Dado que su capacidad de ju i c i o se encuentra di sm in ui da por la ansiedad que experi¬ menta, es factible que tome decisiones equivocadas. Co nt rol de impulsos, cali dad de las relaciones interpersonales e h i p ó t e s i s psicodinámicas.
M a r í a , por otra parte, es una persona que se siente maltratada y atormenta¬ da. Manifiesta resentimiento y enojo con las figuras parentales, y es posi¬ ble que utilice la proyección como defensa. Ma r í a es hipersensible, responde de manera exagerada a las reacciones de los otros, considera que la vi da la trata con crudeza y por su tendencia a util izar
236 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
la proy ec ci ón como defensa es posible que culpe a los de má s de lo que le pasa, además de sobreinterpretar sus acciones. En ocasiones le es difícil controlar sus impulsos, por lo que qu izá presente conductas exhibicionistas, de las cua¬ les después se sienta culpable. En general, muestra dificultades para expresar su enojo, por lo que probablemente el resentimiento que tiene hacia sus padres lo vuelque hacia sí misma en forma autodestructiva. Tiene problemas con las figuras autoritarias, en especial las figuras parentales, considera que su niñez fue difícil y que en su familia había falta de calidez y de afecto.
No obstante lo anterior, es muy dependiente y necesita en forma exa¬ gerada del afecto de los demás por lo que es factible que establezca rela¬ ciones de tipo pasivo-dependiente en las que se somete de manera incondi¬ cional con tal de obtener aceptación, pero que aumentan su resentimiento al no sentirse valorada por ella misma. Quizá intente manipular a los de¬ más a través de una imagen devaluada y vulnerable, sin embargo, dado que es ambivalente, una vez que se acercan y le demuestran afecto es común que los agreda, probablemente en forma indirecta (en su autobiografía ella mencion a que siempre fue sa rc ás t ic a) . Al parecer, en su infa ncia ca r ec ió de vivencias que propiciaran la adquisición de seguridad y confianza en sí misma, así como de un autoconcepto realista basado en la aceptación de sus capacidades y limitaciones. Sus problemas escolares se deben, entre otras cosas, a dificultades para concentrarse y a actitudes negativas hacia sus maestros y comp añ er os así como a sentir que tiene poco apoyo de su f ami li a con respecto a la carrera que el igió.
Estabilidad del perfil. Los rasgos de personalidad que se observan en el perfil reflejan la estructu¬ ra de personalidad y problemas que se han establecido a lo largo de la vida de María, por lo que si no recibe tratamiento es muy probable que se man¬ tengan sin ninguna modificación. Grado de adaptación o alteración. Los datos proporcionados por la prueba indican que María se encuentra desadaptada en varias de las esferas de su vida, como la escolar y la social y que, ade más , tiene una autoestima muy baja, algunas de las escalas está n muy elevadas, lo que indica que la alteración es marcada, en especial su depre¬ si ón . Lo anterior establece que no es cu es tió n de voluntad el que el la mejore, necesita ayuda y es probable que si no la recibe empeore, el perfil hace pen¬ sar en dos posibilidades igualmente riesgosas, la posibilidad de desarrollar un cuadro psicótico, o que pudiera llegar a presentar un intento suicida, por lo que es indispensable que reciba tratamiento a la brevedad posible. Consideraciones sobre el tratamiento.
Su hipersensibilidad y susceptibilidad le dificultan establecer relaciones interpersonales, por lo que prefiere aislarse y evitar las situaciones socia-
Integración del reporte del MMPI-2 O 237
p p o r t con el les, es posible que en el tratamiento se le dificulte establecer ra terapeuta. Sus dificultades con respecto a tratamiento se ven m á s marcadas debido a que no le gusta tratar sus problemas con nadie —esto a causa de que cree que no pueden entenderla—. pues se siente diferente a los otros. Además, como consecuencia de su pesimismo, siente que es difícil hacer al gú n cambio en su vi da . S i n embargo, cuenta con algunos buenos recur sos como su inteligencia y su capacidad de in s i g h t .
Se recomienda una psicoterapia de apoyo dir ect iva en un pri nc ip io , posiblemente de grupo y más adelante una terapia reconstructiva que le permita reestructurar de manera profunda su personalidad. Dado que es una persona que requiere de trata¬ miento pero que al m is mo tiempo lo rechaza, a fin de tener éxi t o debe trabajarse en las primeras sesiones en establecer la alianza terapéutica y aceptar sus cuestionamientos, es probable que una terapia de grupo, con otras personas que tengan problemas semejantes a los suyos, pudiera ayudar en un pr in ci pi o a no sentirse tan diferente ni sin remedio. Los diferentes aspectos que debe incluir un reporte clínico deben conformar una vi si ón integrada de la persona y no una in t er pr et a ci ón fragmentada.
GUÍA PARA LA ELABORACIÓN DE UN INFORME EN EL ÁREA LABORAL En entornos de se le cc i ón de personal, el reporte puede tener ca ra ct er ís ti ca s algo diferentes y estructurarse de la siguiente manera:
ACTITUD ANTE LA EVALUACIÓN Es importante valorar la actitud de la persona ante la evaluación y en particular la franqueza durante ella, misma que puede basarse en buena medida en las escalas de valid ez del M M P I - 2 . Po r ejemplo, un puntaje particular en la escala K es empleado para indicar defensividad, independientemente de los puntajes en las otras escalas; una el ev ac ió n de F significativamente mayor a L y K refleja una actitud demasiado abierta. Al gu na s elevaciones de las escalas cl í ni ca s y las relaciones entre ellas t a m b i é n entran en co ns i de r a ci ón para la ev al ua ci ón de la franqueza. Por ejemplo, las eleva¬ ciones en Hi o Pa ind ica n la capacidad o di s po si c i ón de un ind iv id uo de exponerse a sí mis mo en la sit ua ci ón de se le cc i ón de personal. La s elevaciones en algunas de las escalas especiales —como Re pr e s i ón ( R ) — t a mb i é n proporcionan claves va¬ liosas de la di s po s i c i ón de un in di vi du o para exponerse a sí mi smo . Estas reglas se apli can a los puntajes del M M P I - 2 de un in di vi du o, y los resultados de prueba
238
O
Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
pueden evaluarse como "extremadamente franco", "bastante abierto", "adecuado", "extremadamente cauteloso", "receloso" o "indeterminado". Deb id o a que la defensividad es una ca r ac te r í st i ca difundida de las respuestas de un in di vi duo a pruebas cl ín ic as en ambientes de se l ec ci ón de personal, la eva¬ l ua ci ón de esta ca r ac t er í s ti c a es una de las partes má s importantes de este proceso. Al gu no s in div idu os son tan renuentes para revelar in f or ma ci ón personal en las eva¬ luaciones preempleo que los resultados de sus pruebas resultan no válidos en, por ejemplo, el M M P I . Si se omite n má s de 29 reactivos, la escala L es mayor de T 75 o K se ubica por arriba de T 76, perfil que probablemente sea una apreciación demasiado baja de los problemas del individuo, por lo que su utilidad no es sufi¬ ciente. Debe tomarse en cuenta que en se l ec ci ón de personal en M é x i c o , los perfi¬ les de personalidad, sobre todo de personas que tienen una escolaridad alta, mu¬ chas veces resultan con estas ca r a ct er í st i c as y, si n embargo, proporc ionan algunos datos út il es de esta persona. El n iv el de e l e va c i ón en L es importante para la evalua ción de la posible deshonestidad del individuo. Una elevación superior a 80 indica¬ ría la probabilidad de que la persona, al ser deshonesta en su contestación de la prueba, lo sea t a m b i é n en otro tipo de actividades. Es importante s e ña la r que exis¬ ten algunas diferencias por género, por lo que deben utilizarse las normas de la p ob l a c i ó n mexi cana para hacer prediccione s con referencia a este aspecto.
ENTREVSTA La entrevista es una t é cn i c a que permite hacer inferencias acerca de la do t ac i ón y ut il i za ci ón de los recursos intelectuales. Lo s datos obtenidos mediante el la ac t úa n como criterios externos para fundamentar y comparar con los que proporcionan las pruebas ps i c o l ó g i c a s . Al gu no s aspectos a considerar en la entrevista en un contexto labora l son: •
N iv el
• • •
Lo gr os de la persona. Mane jo de la si t ua ci ón de entrevista. Forma de ex pr es ió n del individuo (lenguaje y vocabulario que ut il iza y c ó m o lo emplea). Intereses de la persona (analizar si ést os es tá n de acuerdo con su actividad). Mane jo de las situaciones cotidianas y conf lic tiv as. Capacidad para la c om pr ensi ón de contenidos abstractos: me táfor as , refra¬ nes, etc. Ambien te sociocult ural del que proviene el ind iv id uo.
• • • •
ac ad ém ico y rendimiento.
Alcanzar grados elevados de estudio, independientemente de las condiciones facilitadoras del ambiente, proporci ona datos sobre la mot i va ci ón e in te ré s por la ad qu is ic ió n de determinados conocimientos, así como del desarrollo y utili za ci ón de funciones intelectuales que subyacen al aprendizaje en las diferentes áreas del saber.
Integración del reporte del MMPI-2 O 239
Lo s datos que se obtienen sobre la eficaci a del in di vi duo en la re al iz ac ió n de actividades cotidi anas, estudi o, trabajo y así por el est ilo , son ín d i ce s de la adapta¬ ción intelectual al ambiente. Existen personas capaces de manejar conceptos que requieren de un alto grado de abs tr ac ci ón , pero con un nivel muy pobre en cuanto a una ad ap ta ci ón pr ác ti ca a la vida. O bien, aquellos que, aunque en una etapa de la vida fueron capaces de hacer uso adecuado de sus aptitudes, en el momento de la entrevista han perdido eficiencia para la resolución de los problemas que enfrentan. El observar la forma como la persona expresa sus ideas, proporciona datos sobre los procesos del pensamiento y la organización conceptual, así como del medio sociocultural en el que se desarrolla.
MMPI-2 El M M P I - 2 proporciona es pec íf ic ame nt e algunos datos sobre la uti li zac ión de la dotación intelectual, respecto al manejo de los conflictos en el balance entre las escalas L, F y K. Cuando L es la más alta, F se encuentra en un nivel intermedio y K es la más baja, se infiere que el participante no utiliza en forma adecuada su dotación intelectual al enfrentar los problemas. Intenta mostrarse, desde el punto de vista social, ajustado a los valores sociales (L alta) y, aunque siente tener problemas, no consigue expresarlos abiertamente (F intermedia) y, por otra par¬ te, se siente incapaz de enfrentar sus conflictos, (K baja). Lo anterior alerta sobre una pobre utilización de los recursos intelectuales en la resolución y enfrentamiento de sus conf lict os. En el caso contrario, L baja, F intermedia y K elevada, puede decirse que hay una mejor ut il i za ci ón de la d o t a c i ó n intelectual al enfrentar y tratar de resolver los propios conflictos. Impulsividad
Es importante evaluar el nivel de control de impulsos que posee una persona, espe¬ cialmente cuando se le da un puesto de responsabilidad en el que no es conveniente que actúe impulsivamente. Esto se evalúa a través de algunas escalas básicas, como la 9, ya que cuando ésta se encuentra elevada (especialmente a más de 65) es poco probable que la persona logre controlar sus impulsos, lo cual se exacerba cuando la escala 9 es tá elevada y la 0 sumergida. T a m b i é n cuando la escala de Enoj o se en¬ cuentra elevada, es difícil que la persona controle sus impulsos de manera adecua¬ da. Esto se ve incrementado cuando la escala de Prácticas antisociales se eleva y Re pr es ió n, baja. Co mo ya se me n ci on ó , una persona con elev ac ió n en la escala de Ma cA nd re w qui zá sea impul si va y tome muchos riesgos; lo que qu iz á aplique aun cuando las escalas mencionadas no lleguen a un rango muy elevado, pero sean los picos del perfil.
240 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
Adaptación
social y
relaciones
(Capítulo 101
interpersona les
Esta dimensión se dirige a las habilidades interpersonales del aspirante. En muchas ocupaciones y programas de entrenamiento para los cuales se uti li za el M M P I - 2 como una herramienta de se le cc ió n, como oficiales de pol ic ía , programas de gradua dos del ár ea de la salud mental o ejecutivos de empresas, la habilid ad para relacionar se con otras personas es una co ns ider aci ón importante. Varias medidas basadas en el M M P I - 2 que reflejan habi lid ad en las relaciones sociales son de uti lid ad. La escala de Introversión social (Is) es la medida de introversión-extraversión social del M M P I más extensamente validada; Is fue construida empleando personas normales y se ha relacionado ampliamente con las ca ra ct er ís ti ca s de sociabi lidad. En esta prueba hay otras escalas que también contribuyen a evaluar esta di¬ mensión, como la escala de Incomodidad social (ISO), que mientras más se eleve nos indicará una mayor dificultad para adaptarse a situaciones que impliquen el interactuar con grupos de personas. Deben tomarse en consideración las normas de la población mexicana para hacer predicciones en este aspecto, pues ISO es una de las escalas que presenta mayores diferencias con las de la población estadouniden¬ se debido, probablemente, a que desde el punto de vista cultural nos relacionamos de otra manera en las situaciones de grupo en comparación con los miembros de esa comunidad. Ta mb i én pueden emplearse para evaluar esta di me ns i ó n correlatos em pí r i co s asociados con las escalas clí ni ca s del M M P I y tipos de códi go s. Por ejemplo, las elevaciones moderadas en la escala Dp están relacionadas a eficacia interpersonal, pero elevaciones superiores (es decir, mayores de T 65) sugieren relaciones socia¬ les manipuladoras y de rupturas frecuentes. Puntuaciones elevadas en Es reflejan en aje nac ió n social y retraimiento. Entrevista
En este renglón es importante observar desde cómo se relaciona el participante con el examinador —esto es, si muestra una actitud abierta, activa o bien si se muestra tímido sumiso, pasivo, demandante, agresivo y así por el estilo—. Incluso es im¬ portante registrar los sentimientos que desde el punto de vista contratransferencial genera el i nd iv id uo en el examinador. Por otra parte, el relato con relación a diferentes figuras con las que el indivi¬ duo se ha relacionado durante su vida, así como el tono afectivo con el que matiza su discurso, p r op o r ci on ar á datos acerca de la forma en que se vin cul a con ellos. Ta mb i én conviene poner at en ci ón al tipo de figuras con que se relacio na el partici¬ pante en forma más estable y adecuada, y dónde puede (o pudiera) eventualmente tener un conflicto. Capacidad para resolver problemas
En el área laboral es fundamental considerar este rubro, porque generalmente se presentan situaciones nuevas a las que es necesario enfrentarse, por tanto, es impor¬ tante conocer si se responde de manera adecuada ante cualquier situación, si existe
Integración del reporte del MMPI-2 O 241
capacidad para tomar decisiones, discriminar problemas y objetividad ante los mis¬ mos, así como tener vi si ón hacia el futuro, capacidad de an ti ci pa ci ón y pl an ea ci ón . En la prueba del M M P I se pueden detectar estos indicadores a tr av és de las siguientes escalas: • •
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Escalas de val ide z ( L, F, K ) , mismas que ind ica n c ó mo se enfrenta la situa¬ ción de prueba. Escal a 2 (De pr es i ón [D]). Lo s reactivos que conforman la escala D refle¬ ja n no só lo los sentimientos de desesperanza y pes imi smo , sino t ambi én características básicas de personalidad de responsabilidad excesiva, nor¬ mas personales estrictas y tendencia a sentirse frecuentemente culpables. Una puntuación media indica que la persona está conforme consigo mis¬ ma, que es estable, equil ibrada y realista. Si D es mayor a 65 se sugiere poca energía para realizar actividades, baja autoestima, falta de confianza en sí mismo. Una D con T > 70 sugiere que la persona tiene baja autoestima, poca ene rg ía , sentimientos de inseguridad e in ad ec ua ci ón , que es conven¬ cional y poca arriesgada. La resolución adecuada de problemas requiere que la puntuación sea media o baja. Esca la 4 (D es vi ac ió n ps ic op át ic a [Dp]). Dp se relaciona con el manejo de normas y control de impulsos. Una puntuación media (entre 41 y 55) indi¬ ca que la persona puede ser sincera, confiable, tenaz y responsable, en tanto que una T > 65 sugiere asertividad, confianza en sí mismo y estar dispuesto a tomar riesgos. La puntuación T > 70 señala que el individuo puede emitir jui ci os descuidados, que tiende a tomar riesgos y que no res¬ peta las reglas. Es cala 8 (Esquizofrenia [Es]). Lo s reactivos de Es cubren un ampl io rango de conductas excéntricas y experiencias extrañas. Las puntuaciones me¬ dias (T de 41 a 55) ind ic an que las personas son capaces de adaptarse a las circunstancias que les rodean, que son confiables y equilibradas; en tanto que las T > 65 sugieren a personas poco convencionale s, c on un j ui c i o pobre y, por tanto, con pocas habilidades para solucionar problemas. Las puntuaciones T > 70 son características de personas con poca confianza en sí mismas, desorganizadas y de quienes resulta poco probable que logren emiti r ju ic io s adecuados a las situaciones. Fuerza del yo (Fyo ). Fy o ind ica el ni vel de ad ap ta ci ón , fortaleza, recursos personales y funcionamiento eficiente; por tanto, la puntuación debe en¬ contrarse arriba de T 55. Personalidad tipo A ( P T A ) . Las personas con puntuaciones elevadas en P T A son muy trabajadoras, activas y orientadas hacia el trabajo; frecuente¬ mente se muestran impacientes, irritables y tensas.
Potencial
de
adicción
Este aspecto se considera de especial importancia en la psicología laboral al eva¬ luar a personas que aspiran a puestos de responsabilidad. Para valorar el potencial
242 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
de adicción debe emplearse una combinación de puntajes de varias escalas clíni¬ cas y la escala de Alco holi smo de MacAn drew-Rev isada ( A - M A C ) . Los puntajes de T 70 en la A - M A C son suficientes para asegurar la clasificación en la catego ría "posibles problemas", y las elevaciones moderadas en A - M A C , manifestados con ciertos tipos de có di g o del M M P I - 2 (p. ej., 2-4-7), sugieren problemas de adicción cuando se emplean los puntajes de corte estandarizados de adicción potencial. Debe mencionarse que en la población mexicana quizá resulten algu¬ nos falsos negativos debidos a diferencias culturales en cuanto al manejo del alcohol en la población mexicana, puesto que en situaciones de convivencia fa¬ mi li ar y soc ial el alc ohol d e se mp eñ a una func ión diferente que en la sociedad estadounidense. Es importante, entonces, tomar en cuenta no sólo la A - M A C e in clu ir las de Pr ed is po si ci ón a problemas con las adicciones (PP A) y Reconoci¬ miento de las adicciones ( R A ) . La posibilidad de que un aspirante tenga problema con el alcohol o las dro¬ gas es cr ít ic a para algunas ocupaciones (p. ej., tr ip ul ac ió n aér ea ). El usuario del M M P I - 2 debe determinar la impor tanc ia de este factor para el puesto bajo revi¬ sión; si se desea colocar más énfasis en esta variable que el proporcionado por los puntajes de corte empleados en las reglas de decisión mencionadas, puede especificar anticipadamente el nivel opcional de puntajes de corte a fin de eva¬ luar la adic ci ón potencial. Tales puntajes de corte categorizan a un mayor n ú m e r o de ind iv iduos que posi¬ blemente tengan problemas, en comparación con lo que identifican los puntajes de corte es tá nd ar . Estos úl t i mo s fueron d i s eñ ad os para aquellos lugares en los cuales el profesional quiere es cu dr i ñ ar con cuidado este potencial por el peligro de clasi¬ ficar de manera errónea a individuos que probablemente no tengan problemas. El ni vel op cion al de be rí a ser uti liz ado só lo en la se le cc ió n preempleo para las ocupa¬ ciones en las cuales el peligro causado por problemas de adicción no detectados puede ser serio. La adicción potencial puede ser clasificada como "aparentemente sin problemas", "posibles dificul tades" o "alta". ( Vé as e cap ít ul o 9.) Tolerancia
al estrés
La determinación de la probable respuesta de un individuo bajo condiciones de est rés elevado es un asunto complicado. Las ca ra ct er ís ti ca s de personalidad ind ivi ¬ duales y las respuestas previamente aprendidas para el estrés son importantes; al igual que la naturaleza e intensidad de los estresores. Incluso las personas mejor adaptadas tienen, por lo general, un "punto de rompimiento" si el estrés es dema¬ siado intenso. Por otra parte, la mayoría de los individuos son lo suficientemente hábiles para ajustarse a eventos muy estresantes —aunque sus respuestas iniciales pudieran indicar respuestas de de s ad ap ta ci ón . Lo s factores de pe r s on a üd a d, medidos por el M M P I - 2 , que entran en la evalua¬ ci ón de la tolerancia al est ré s incluy en a) las defensas car ac te rí st ic as del indiv idu o —como pr oy ec ci ón , ne ga ci ón y re pr es ió n—; b) la tendencia a somatizar conflictos ps ic ol óg i co s, la in cl in ac ió n a actuar de modo impul si vo, o a desarrollar sentimientos de poca confianza en sí mismo o i n a d e c u a c i ó n ; c) la tendencia a sentirse enajena-
Integración del reporte del MMPI-2
O 243
dos o aislados. Estas ca ra ct er ís ti ca s de personalidad que predisponen al indi vi duo a una respuesta de poca adaptación bajo condiciones estresantes, son reflejadas en varios patrones del M M P I - 2 . La eva lu ac ió n de la probable respuesta al es tr és de un individuo, involucra el detectar estos factores de personalidad predisponentes y asumir que ll eg ar án a ser desorganizados bajo elevado es t r és . La predicción de la conducta, especialmente las respuestas complejas a situa¬ ciones desconocidas es, por supuesto, imperfecta. Enfocarse ún i c a me nt e a los facto res de personalidad pertinentes que son medidos por el M M P I - 2 deja considerables espacios de error; esto es sólo parte de la ecuación. Las contribuciones ambienta¬ les, tanto positivas como negativas, a la experiencia de es tr és de un ind iv id uo , pro¬ bablemente sean desconocidas por el profesional que e va l úa al candidato. Ev i de n temente, algunos empleos —como oficiales de policía— son consistentemente más estresantes que otros; en contraste, los bomberos tienen periodos de relativa calma y rutina seguidos por breves lapsos de elevado es t r és. El usuario de las pruebas con conoc imie nto detallado del es tr és inherente al puesto bajo r ev is i ón y el apoyo de sistemas disponib les al aspirante, a d e m á s de los datos del M M P I - 2 , es una situa¬ ción adecuada para evaluar los problemas que el individuo probablemente experi¬ m e n t a r á al enfrentarse con las demandas del puesto. La tolerancia al es trés es eva¬ luada como "adecuada", "posibles dificultades" o "baja". Valores
Bajo este rasgo se considera aquí si las personas se caracterizan por ser honestas, apegadas a las normas, que muestran respeto por los otros (al medio ambiente), cierta rigidez y que se conducen de acuerdo con el bienestar social. En el M M P I - 2 estas ca ra ct er ís ti ca s se pueden detectar a tr av és de las siguientes escalas: •
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Es ca la L (Men ti ra) . Indica si el participante t o m ó una actitud natural o si se trat ó de mostrar como vi rtuoso ante la prueba. Las puntuaciones eleva¬ das (arriba de T 70) sugieren que el individuo se presenta a sí mismo en una forma demasiado positiva, intentando crear un punto de vista favora¬ ble, pero irreal, de su ajuste. También llega a presentarse en personas que son demasiado ríg ida s. Es ca la 7 (Psicastenia [Pt]). Media nte Pt es posible no só l o detectar ansie¬ dad y angustia, sino también se evidencia si la persona maneja normas morales estrictas, tendencia a culparse porque las cosas no salen bien y esfuerzos para controlar r í gi da me n t e los impu lsos . En el contexto de selec ci ón de personal, una pu nt ua ci ón T > 65 indic a que el individuo es perfec¬ cion ist a, eficiente, m e t ó d i c o . U n a T > 70 se presenta en aquellas personas que son me t ód i c a s , quisquil losas , indecisas, con poca confianza en sí mis¬ mas, propensas a sentir culpa, y a sentirse ansiosas e inadecuadas Es ca la 4 (D es vi ac i ón ps i co pá t ic a [Dp]). La s personas que se considera que tienen el rasgo de valores obt e nd r án una pu nt ua ci ón medi a o baja en Dp .
244 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
Responsabilidad y compromiso lab oral
En se le cc ió n de personal es importante considerar si el i ndi vi duo se caracteriza por ser decid ido, í nt eg r o, compromet ido con el grupo, con una actitud posi tiva hacia el trabajo con un buen nivel de desempeño, capaz de colaborar con otras personas en el trabajo. Las escalas del M M P I que permiten detectar estas características son: •
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Respon sabi lid ad soc ial (Rs). Rs e va l úa la capacidad de la persona para aceptar las consecuencias de sus actos, responsabilidad, integridad y com¬ promiso con el grupo. Para poder afirmar que el i nd iv id uo posee la carac¬ te rí st ic a bajo ev al ua ci ón , la p un tu ac i ón debe ubicarse por lo menos dentro del rango de la normalidad o superior. Dom in an ci a (Do) . Median te Do es factible identificar la tendencia del in¬ dividuo a tener ascendiente y control sobre sus relaciones interpersonales. Se requiere que la puntuación se encuentre por lo menos dentro de los límites de normalidad.
Confianza en sí mismo
El individuo se caracteriza por poseer una autoestima adecuada, capacidad para resolver problemas, tomar decisiones adecuadas, defender sus puntos de vista, creencias y sentimientos, así como habilidad para reaccionar con firmeza ante cualquier situación. Las escalas que permiten detectar este rasgo son: •
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Escal a K (C or re cc ió n) . Mi de la di sp os ic ió n del indiv iduo para exponer información personal y discutir sus problemas. Las puntuaciones elevadas (T > 65) reflejan una actitud poco cooperadora y renuente a revelar infor¬ mación personal; sugiere a un individuo que trata de mostrarse como una persona capaz de enfrentar y resolver sus problemas por sí mis mo. La s puntuaciones menores a T 45, sugieren sinceridad y franqueza, además de que el participante se siente incapaz de resolver sus problemas por sus propios medios. Es ca la 2 ( De pr esi ón [D]) . Se requiere tener puntuaciones menores a T 56 en D, pues eso si gni fi ca que la persona es estable, equi librada , realista, que está conforme y confía en sí misma, que es entusiasta y socialmente desinhibida. Escala 4 (Desvi aci ón psi copática [Dp]). Una pun tuación máx ima de T 65 quizá indique que la persona es segura de sí misma, que expresa claramen¬ te sus opiniones y sentimientos, que puede ser creativa e imaginativa. No obstante, al interpretar Dp es importante observar la relación que guarda
Integración del reporte del MMPI-2 O 245
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con otras escalas del perfil, debido a que la puntuación mencionada tam¬ bién se presenta en individuos impulsivos, aventureros, en cierta medida hedonistas, poco confiables e impacientes. Es ca la 7 (Ps icastenia [Pt]). Esta escala debe encontrarse entre baja y moderada. Esc al a 9 ( Hi po ma n í a [Ma]). Cuando la prueba se ap li có con fines de selec¬ ción de personal, una calificación T > 65 sugiere a una persona enérgica, activa, confiada en sí misma. La pu nt ua ci ón T > 70 indica que el partici¬ pante muestra iniciativa, tiene un alto nivel de energía, confía en sí mismo, cuya au to ev al ua ci ón es poco realista, rebelde, agresivo, deprimido, irrita¬ ble, susceptible, intrépido, persona que toma grandes riesgos, expresiva, conversadora, a quien le disgusta el trabajo en detalle. Fuer za del yo (Fyo) . La p unt uaci ón de Fyo debe ubicarse entre los niveles medio y alto. Desajuste prof esional (Dpr) . Las puntuaciones de Dp r permit en identi¬ ficar la existencia de problemas emocionales y predecir futuras dificul¬ tades de adaptación. Para considerar que se tienen las características descritas en el rasgo de responsabilidad y compromiso laboral se re¬ quiere que la calificación T sea baja. Una puntuación elevada indica que la persona está poco adaptada y angustiada, que es ineficiente y pesimista.
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Dificultades en el trabajo ( D T R) . Para ser responsable y comprometido con el trabajo se requiere que la puntuación obtenida sea baja; si ésta es alta se sugieren conductas o actitudes que provocan un desempeño laboral pobre. Algunos de los problemas de estas personas se relacionan con poca con¬ fianza en sí mismos, falta de con ce nt ra ci ón , obsesividad y te ns ió n, así como dificultad para tomar decisiones.
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Es cala 7 (Psicastenia [Pt]). Para esta ca rac ter ís tic a se requiere que las pun¬ tuaciones no lleguen a ser mayores de T 65.
Adaptación
global
En muchas ocasiones, la selección de personal involucra la necesidad de conocer si un aspirante es "desajustado", más que las formas específicas en las cuales el individuo difiere de otras personas. Quizá sea suficiente, para muchas decisiones de personal, simplemente saber que el individuo no ha percibido problemas de adaptación.
Las reglas de decisión para la evaluación del ajuste total proporcionan un resumen de los resultados individuales del M M P I - 2 . Cada indiv idu o es clasifica¬ do en una categoría de ajuste, sobre la base de varios aspectos de ejecución del M M P I - 2 : "adecuada", "posibles dificultades" o "pobre". En esta ev al ua ci ón se emplean las elevaciones y las configuraciones de las escalas y subescalas clíni¬ cas y de validez.
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O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
CASO ILUSTRATIVO A cont i n ua c i ó n se presenta el caso de una persona que es evaluada como candidato a un curso y que es rechazada. FICHA DE IDENTIFICACIÓN Nombre: Maestra Ji mé ne z. Edad: 37 años. Escolaridad: Licenciatura. Estado civil: Soltera. RESULTADO DE LAS PRUEBAS
Rendimiento intelectual: Inferior al término medio. Sucesos buenos reportados en el ú l t i mo a ñ o:
Le aumentaron el sueldo. Reco noci mie nto en el trabajo. Le llamaron para inic iar los trá mi te s de ingreso a un curso de ac tu al iz ac ió n. Sucesos malos reportados en el úl t i mo a ño:
Accidente automovilístico.
REPORTE
Se trata de una persona cuyo rendimiento intelectual es limitado, debido a que sus recursos son pobres, por lo que disminuye su eficiencia en situa¬ ciones de presión. Su actitud ante la prueba fue marcadamente defensiva, mostrándose muy convencional, conforme consigo misma y adaptada. No reconoce te¬ ner problemas pues es muy cautelosa con respecto a revelar i nf or ma ci ón personal, principalmente en situaciones relacionadas con su trabajo. Se consider a una persona adaptable, confiable y puntual, es organizada en sus actividades profesionales y muestra un sentido de responsabilidad con su grupo. Sin embargo, experimenta sentimientos de inseguridad y autodevaluación, así como cierta inmadurez y apatía al realizar sus activi dades. T a mb i é n lle ga a ser tí mi d a y sumisa, ya que depende de los d e m á s y necesita de su at e nc i ón y si mp at í a, aunque no lo reconoce, pues es t á cen¬ trada en sí misma. En situaciones de trabajo, tiende a ser competitiva y siente que no tiene suficiente tiempo para realizar sus tareas. A s i m i s m o , es una persona impaciente y ríg ida, con un control exagera¬ do de sus impulsos, por lo que en sus relaciones interpersonales se muestra cautelosa, lo que puede dificul tar su ad a pt ac i ón en grupos sociales diferen tes al que e st á integrada, particularmente en el progr ama. Por lo anterior se
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O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
considera una candidata cuestionable, debido a que en situaciones de pre¬ sión su rendimiento se ve disminuido, ya que puede reaccionar de manera excesiva cuando es tá bajo pr es ió n. El anterior es un reporte sencillo dentro del área educativa-laboral, pues se trataba de hacer una se le cc ió n.
EL USO DEL REPORTE DEL MMPI-2 EN PSICOTERAPIA El M M P I se ha usado en diversos escenarios para evaluar los efectos del tratamien to (Butcher, 1994; Malee, 1983; Moras y Strupp, 1982; Walker, et ai, 1987 y Ho llon y Mand el 1979). En Mé xi co se ha util izado tam bi én como un elemento de pron ós tico de la permanencia en psicoterapia (Jurado, 2002). En este último estudio se encontró que las escalas que mejor predicen la permanencia en psicoterapia son Hs, D , H i , E N J y Fyo . Butcher (1990) considera que la ev al ua ci ón con las pruebas como el M M P I - 2 al i ni ci o de la psicoterapia puede ayudar a reducir el tiempo del proceso al revelarle a la persona sus problemas de una forma clara. Además la in fo rm ac ió n del M M P I - 2 puede ser una forma objetiva y externa de proporcionar información acerca de los síntomas y falta de adaptación. La información descrip¬
ti va y predicti va que se proporci ona a tr av é s del M M P I hace posible dar a la persona y al terapeuta algunos indicadores acerca de los problemas del paciente. Un resul tado importante del uso del M M P I - 2 en la pl a ne a c i ón del tratamiento es que puede propi cia r una mejor c o m u n i c a c i ó n entre paciente y terapeuta. Cuando la gente se decide a buscar psicoterapia, está dispuesta a saber todo lo que sea posible sobre sí mismo, por lo que dar al paciente información acerca de las pruebas que contestó probablemente involucre más al paciente en el proceso cl ín ic o. Otra ventaja importante de uti lizar el M M P I - 2 en la ev al ua ci ón pretratamiento es que identifica problemas que no resultan evidentes en una entrevista clí nica. El uso del MM P I - 2 ta mbi én ayudará a valorar el progreso del tratamiento y a tener una va lo ra ci ón objetiva de la psi co pa t ol og í a del paciente. La evaluación psicológica al final de un tratamiento también puede ser un as pecto importante de éste, pues hace factible ayudar a paciente y terapeuta a valorar los cambi os que ha tenido el primero co n el tratamiento, as í como el tipo de proble¬ mas que se pueden presentar una vez que el proceso termine, y los recursos con los que el paciente cuenta para enfrentarlos. Esta evaluación postratamiento permite t a m b i é n una e va l ua c i ón de los efectos del tratamiento en la personalidad del pa¬ ciente y en sus sí nt o ma s . (Butcher, 1990). El establecimiento de una c o m u n i c a c i ó n honesta es una de las metas m á s im¬ portantes del tratamiento. En realidad, hace posible que al principio del mismo se logre desarrollar una re l ac ió n c ó m o d a que permita al paciente revelar al terapeuta
Integración del reporte del MMPI-2 O 251
todo lo que le pasa y que a nadie le ha di ch o; en esto resultan de ut il id ad las pruebas como el MMPI-2 Butcher considera que se deben seguir algunos pasos para proporcionar al pa¬ ciente re tr oa li men ta ci ón sobre el M M P I - 2 (Butcher, 2002):
1) Ex pl ic ar le por qu é se le apl ic ó el M M P I - 2 . El terapeuta puede decir al paciente que quiere usar los m é t o d o s que es té n a su alcance para tener una co m pr e n s i ó n completa de sus problemas y que el M M P I - 2 proporciona in forma ci ón extema en este sentido. 2) Describi r al paciente lo que es el M M P I - 2 y lo ampliamente que se le ut il iz a. Es importante establecer la objetividad y cred ibi li dad del M M P I - 2 para el pa¬ ciente mo s t r á n d o l e que este instrumento ha sido uti li za do durante mucho tiem¬ po en escenarios cl í ni c os y subrayando el hecho de que se ut i l iz a ampliamente en muchos paí se s debido al tipo de in fo rm ac ió n que proporciona. 3) Describa có mo funciona el M M P I - 2 . A este respecto se le podrí a explicar un poco cóm o se construyeron emp ír ic ame nt e las escalas del MM P I - 2 y la amplia i n f o r ma c i ó n que hay al respecto. Ta m b i é n se le puede hablar un poco de lo que es un perfil típico del MMPI-2 4) Explicar al paciente la manera en que funcionan las escalas de validez del M M P I - 2 . Des cr iba brevemente los indicadores de valide z y hable con el pa¬ ciente sobre las diferentes estrategias que utilizan las personas para contestar la prueba. La di s c u s i ón de las escalas de vali dez es una de las partes importan¬ tes de la re tr oa li me nt ac i ón , ya que permite al terapeuta valorar la mot iv ac ió n del paciente para el tratamiento. 5) Se ñ a l e cu á l e s son las escalas en las que la persona se aparta m á s de las normas del M M P I - 2 . Debe quedarle cla ro al in di vi duo que sus respuestas se comparan con las de mile s de participantes que han contestado el M M P I - 2 en diferentes cond ici ones . Des cr ib a al paciente cu á l e s son sus escalas m á s altas en fu nc ió n de actitudes, sí nt om as , ár ea s problema. Es conveniente ta mb i é n hablarle sobre sus puntuaciones para proporcionarle un contraste con las que obtuvo en otras escalas en las que parece no tener ningún problema. Ya en las sesiones de psi coterapia es conveniente no usar t é rm i no s ps i co l óg i co s traduciendo los t é rm i nos cl í ni co s a palabras senc ill as que puedan ser entendidas por todas las perso¬ nas. El terapeuta debe tratar de no comun ic ar todo a la vez, sino de ser selectivo co n lo más importante. Es posible que el paciente tenga poco insight y se resis ta a las afirmaciones del terapeuta, s in embargo, el p s i c ó l o g o debe evitar entrar en una discusión con el paciente. 6) Trate de que el paciente dé algunas respuestas sobre las sesiones de retroalim e n t a c i ó n . Br in de a la persona la oportunidad de preguntar acerca de sus re¬ sultados y de hacer preguntas para aclarar cualquier cosa que desee. Promover un intercambio activo sobre algún aspecto de los resultados puede crear una a t mó s f er a orientada al tratamiento que facili te el proceso posterior. 7) E v a l úe la a c e pt a c i ón del paciente de los resultados que se le propor ciona ron. Es una buena idea pedi rle que haga un resumen de lo que se le dijo para ver qu é
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O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
tanto obtuvo una imagen clara de sus principales problemas. El intercambio de información probablemente dé pie a temas en los que sea necesario enfocarse durante las siguientes fases del tratamiento. Con algunas personas es convenien¬ te programar má s de una sesi ón de ret ro al im en ta ci ón , para ver hasta qu é punto asimil ó o r ec ha zó los resultados que se le dieron. P or ejemplo, quienes tienen la escala 6 elevada tienden a no asimilar lo que se les dice en las sesiones de retroa limentación. Esta segunda sesión es muy útil pues hay individuos que después de algunos días pueden hacer preguntas que no se atrevieron a hacer antes. Stephen Fi n n (1996) propone emplear el M M P I - 2 en sí mi smo como una herra mient a a ut il iz ar con personas que acuden por voluntad pro pi a a consult a o que son enviadas por otro profesional de la salud mental. El objetivo de su programa es reunir i nf or ma ci ón exacta de los clientes con base en el M M P I - 2 y usar esta infor¬ mación para ayudar a las personas a entenderse a sí mismas y a hacer cambios positivos en sus vidas. F i nn considera que responder al M M P I - 2 puede ser una si tu ac ió n que altere a la persona, quien se ve precisada a proporcionar a alguien más —generalmente un individuo extraño— información de un valor incierto, que llevará al experto a obte¬ ner conclusiones que pueden resultar ya sea en ayuda o en daño al paciente. Por tanto, los pacientes sól o de be r á n ser evaluados con el M M P I - 2 cuando entiendan el tipo de infor mación que es posible derivar del MM P I - 2 y có mo ser á utilizada ésta. El evaluador es finalmente el responsable de aclarar con el paciente las metas y pr op ósi to de la evalu aci ón con el M M P I - 2 . Los pacientes se sienten más motivados a contestar el M M P I - 2 cuando se les trata como colaboradores, cuyas ideas y co¬ op er ac ió n son esenciales para la eva lu ac ió n. Por otra parte, dar a los pacientes re t r oa l i me nt a ci ón con respecto a los resulta dos del M M P I - 2 puede ayudarles a entender sus problemas emocionale s. Si esta r e t r oa l i me nt a ci ón se les ofrece de tal modo que ellos se sientan apoyados y segu¬ ros, esto quizá permita que se sientan menos ansiosos y con mayor esperanza, aun cuando se hable de resultados que resulten dolorosos. A fin de lograr esto, Finn considera que en la primera entrevista debe lograrse una empatia con el paciente, identificar las preguntas que él desea que se contesten a tr avé s del M M P I - 2 . Ta mbi én es importante obtener in formaci ón acerca del am¬ biente socia l y en general del contexto de la persona, pues ello p r op or c i o na r á ele¬ mentos para su ev a l u a ci ón . Estas preguntas pueden inc l ui r aspectos como a) ¿d e s de cu á n d o tiene el problema?, b) ¿ ha y situaciones en las que el proble ma se vuel va m á s intenso, o mas leve, o es té totalmente ausente?, o c) ¿ c ó m o ha tratado la perso na de soluc ionar el problema? A este respecto es importante sol ici tar au to r i za ci ón al paciente para hacer este tipo de preguntas y explicarle el motivo para hacerlas. Finn considera que es importante hacer preguntas acerca de evaluaciones psicoló¬ gicas anteriores, pues es frecuente que éstas hayan sido mal manejadas por los evaluadores o mal entendidas por el paciente y, por consiguiente , ést e q ui z á se haya sentido lastimado si, por ejemplo, los resultados de la evaluación se dieron a su familia, sin haberle preguntado a él.
Integración
del reporte del MMPI-2
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Por otra parte, debe permitirse al paciente hacer preguntas acerca del evaluador: a algunas personas, por ejemplo, les interesa saber por qué el evaluador se dedica a este tipo de trabajo. Este tipo de intercambio suele mot iva r al paciente para ser m á s cooperador en la evaluación. Si el paciente no se muestra cooperador, se le debe preguntar por qué e st á renuente a la ev al ua c i ón . U n a vez que se hace con el pacien te un cierto tipo de "contrato" acerca de la eva l uac i ón, se aplic a la prueba, se inter¬ preta y el clínico se prepara para darle los resultados. A este respecto es importante organizar los datos que se darán al paciente. Se deben tomar en co ns i de r a c i ó n algunos aspectos: •
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Si el paciente c on t e st ó en una forma consistente a la ev a l ua ci ón ; es decir, si la prueba resulta válida, de cualquier manera es posible que haya algunos signos de inconsi stencia. Cu ál es el grado de malestar o gravedad de los s í nt o ma s . Esto sig nif ic a, en términos cuantitativos, cuál es el nivel del malestar ("ninguno", "poco", "moderado" y "severo"). A d e m á s , i mp l i c a determinar los tipos o niveles de malestar que se se ña la n en el perfil (malestar emoci onal, d ep r es i ón , ansiedad o ps i c op a t ol og í a ) tal como son entendidos por los profesionales de la salud mental. Cu ál es son los principales sí nt omas del paciente que se obtuvieron a tr av és del perfil o que se manifestaron en la entrevista, mismos que pueden in¬ cl ui r los princi pales factores en la historia cl í ni ca del cliente. Cuá l e s son los pri ncipales rasgos de personalidad del paciente; es decir, si fuera posible observar a la persona por un periodo de tiempo más largo, cu á l es se rí an los rasgos de personalidad má s sobresalientes relacionados, por supuesto, con la causa de sus síntomas. C ó m o se rela ciona el paciente con los d e m á s . A q u í se rí a importante tomar en cuenta có m o maneja la persona su enojo, sus necesidades de dependen¬ ci a, int imi dad y su sexualidad. ¿ Qu é tipo de tratamiento es recomendable para la persona? A este respecto se recomienda ser tan es pe cí fi co como sea posi ble . S er ía conveniente tam bién hablar de las dificultades que pueden anticiparse al principio, durante o al final del tratamiento. Impr esió n diag nós tica.
Qué diagn ós tico , ya sea específico o general, es
sugerido por el perf il. Es factible listar varios di ag nó st i c os , incluso algu¬ nos que puedan contemplarse en un futuro, aunque no sean muy probables en la actualidad, pero que deben tomarse en cuenta en evaluaciones poste¬ riores de la persona. Recomendaci ones. Si el per fil sugiere algunas recomendaciones claras, é st as deben listarse a qu í .
La anterior es una forma en que el cl í ni co puede organizar los datos, pero no quiere decir que se le deban proporcionar tal cual a la persona. Una vez que el clínico ha organizado y entendido los resultados del M M P I - 2 , debe considerarse cu ál es la
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(Capítulo 10)
mejor manera de hablar con el paciente acerca de estos resultados. En esta fase del proceso, los autores se g uí a n por ci nco cuestiones:
1. En qué forma se relacionan las metas del paciente con los resultados del M M P I - 2 . 2. Cu ál es son los principales resultados del M M P I - 2 . 3. Has ta qu é punto el cliente puede tener conoc imie nto de estos resultados y estar de acuerdo con ell os. 4. C u á n t a in f or ma ci ón parece la persona ser capaz de asi mil ar en la se si ón de retroalimentación. 5. Q u é p o d r í a pasar si la persona se siente abrumada por i nf or ma c i ón que es dis¬ crepante con su autoconcepto. En cuanto a la inf or ma ci ón que se pr o po r c i on a r á a la persona, es necesario tomar en cuenta que existen tres niveles de in f or ma c i ón . En el primero es t á n los resulta dos que son fáciles de aceptar durante la sesión de retroalimentación porque verifi¬ can la forma usual de las persona de pensar acerca de sí misma; cuando se le dan este tipo de resultados, las personas generalmente dirán: "eso ya lo sabía". En el nivel 2 están los resultados que resultan una amenaza al autoconcepto o a la au to pe r ce pc ió n porque ampl ía n o modifican lo que el ind ivi duo usualmente piensa acerca de sí mi sm o; cuando se ofrece esta clase de in f or ma c i ó n, las personas q ui z á respondan di ci en do: "N un ca h a b í a pensado esto, pero puedo darme cuenta de por q ué l o es t á dic ie ndo ". En el tercer ni ve l es tá n aquellos resultados que tienden a ser rechazados por la persona porque son novedosos y discrepan de lo que piensa acer¬ ca de sí misma; se espera que este tipo de información resulte amenazante para la persona y mo vi l i ce , por tanto, mecanismos de defensa. El cl ín ic o debe usar su empatia para saber cu ál es l a inf or ma ci ón que es má s útil para la persona, cuáles son los resultados que la persona puede asimilar e inte¬ grar, así como de qué manera es posible que reaccione ante información que le haga sentirse amenazado en cuanto a la concepción que tiene de sí mismo. Para el lo , es importante que el cl í ni c o "se ponga en los zapatos de la persona". U n a vez que el clínico ha logrado esto es fácil planear la sesión de retroalimentación pen sando: "s i yo fuera la persona X, ¿c uá l s er í a la mejor forma de hablar co nm ig o de los resultados del M M P I - 2 ? " . Otro punto importante para el cl ín ic o antes de em prender la se si ón de r et r oa l i me nt a c i ón es darse cuenta de qu é tan ansioso se siente él mismo acerca de la r e t r oa l i me nt ac i ón y, en caso necesario, buscar la ayuda de un supervisor. Durante la ses ió n de r e t r o a l i me nt a c i ón hay varios aspectos que deben tomarse en cuenta: • • • •
Calmar la ansiedad del paciente con respecto a la ses ión de re tr oa li me nt ac ió n. Log ra r una actitud de c ol a bo r ac i ón de parte del paciente. Dar cierta in fo rma ci ón de tipo educativo a la persona sobre el M M P I - 2 . Procurar relacionar los resultados del M M P I - 2 con ejemplos de la vi da del paciente.
Integración
• • • • • •
del reporte del MMPI-2
O 255
Responder las preguntas del cliente por medio de los resultados del M M P I - 2 . Compromet er al paciente para corroborar o modi fic ar los resultados de la prueba. Ev itar abrumar al paciente o provocar reacciones defensivas. Ap oy ar al paciente acerca de los sentimientos que surjan a partir de los resultados. Co rreg ir las distorsi ones que pueda hacer la persona acerca de los re¬ sultados. Ayu dar a la persona a tener medios para tratar co n las preguntas y reaccio¬ nes que surjan después de la sesión de retroalimentación.
A este respecto es importante tomar en cuenta la cual ida d de la re lación interpersonal que se debe dar durante esta se si ón de r e t r o a l i me nt a c i ón . en donde lo m á s impor¬ tante es que la persona se sienta compr endi da y apoyada. Es central t a mbi é n que el paciente recuerde que la evaluación está enfocada a contestar sus preguntas y pre sentar los resultados de la eva l ua ci ón como hi pó t e si s que deben ser corroboradas por él. Al i nic ia r una se si ón de r et r oa l i me nt ac i ón siempre se debe dar a la persona un resultado pos it iv o; en la ma y o r í a de los casos es má s fácil que la persona acepte los resultados de la prueba si se inicia con algo positivo. Nunca debe decirse a la persona todo lo que se en c o n t r ó , pues hay cosas que los pacientes no pueden asimi¬ lar. Es necesario ir del prim er nive l de i nf or ma c i ón al tercero y nunca a la inversa. El clínico debe evitar, en lo posible, asumir un rol frío y distante que no ayude a establecer un c l i m a de co l a b or a c i ón . Otr o aspecto pr im or di al es adecuar el len¬ guaje del clínico al del paciente, pues no a todos se les puede hablar de la misma manera. Cuando el paciente confirma alguno de los resultados que se le dan, es conveniente que lo corrobore con un ejemplo. Se debe promover también que el paciente modifique las interpretaciones del clínico de tal manera que resulten más exactas. Esto surge del respeto al paciente y de que el clínico debe hacerle sentir que el experto en lo relacionado con su vida es el paciente mismo, por lo que el profesional está abierto a aprender de él. Cuan do la persona rechaza al gú n resultado, lo pr imer o que debe tener en men¬ te es que hay una e qu i vo c a c i ón en el mis mo, de manera que se rí a un error disc utir con el paciente para que forzosamente lo aceptara. Sin embargo, también existe la posibilidad de que el resultado rechazado sea correcto, por lo que es posible hacer otras cosas cuando la persona rechaza un resultado, por ejemplo, repetir el resulta¬ do diciéndolo de otra manera y dando un ejemplo de cómo esto se muestra en la vida de la persona; preguntarle si alguna parte de lo que se le dijo podría ser correc¬ to; pedir a la persona que posponga su rechazo hasta tener mayor información, lo que puede inc lui r que la persona hable con su f am il ia o sus amigos sobre esto. Otra opción es que, ya sea que el individuo evaluado esté de acuerdo o en desacuerdo, no deseche el resultado por completo, porque quizá más adelante llegue a tener sentido para él. El cierre de la se si ón de r e t r oa l i me n t a c i ón es una parte importante de la evalua¬ ción; tal sesión puede ser una experiencia crucial para la persona, por lo que es
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Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Cap itu lo 10)
deseable terminarla adecuadamente. Para finalizarla es importante tener en mente varios aspectos: • • •
•
Preguntar a la persona si tiene cua lquier duda. Con fi rm ar que no hubo distorsiones. Per mit ir que haya contacto posterior con el cl í n i c o; és te puede ofrecer al paciente sus datos y decirle que si en cualquier momento quiere comuni¬ carse con él, s er á bienvenido. Despedirse aceptando que qu i z á no se vo l ve rá n a ver. Est o muchas veces produce un sentimiento de tristeza en el cl í ni co y es mejor que se dé cuenta de éste y lo acepte. Lo mismo puede pasar con el cliente.
Finalmente es importante que el clínico pase algún tiempo reflexionando sobre lo que pasó en la sesión lo cual, de hecho, debe hacerse en cualquier intervención ps ic ot er ap éu ti ca . En esta ref lex ión se pod rí an incl uir tres aspectos: 1) ¿qu é apre ndí del MMPI-2?, 2) ¿qué aprendí del paciente X? y 3) ¿qué aprendí de mí mismo?
En Mé x i c o ha habido una t r ad i ci ón en la que se dice que quien hace la psicote rapia no aplica las pruebas. Sin embargo, hay autores, aun dentro de la corriente ps ic oa na lí t ic a, que cuestionan esta tr ad ic i ón y consideran que las pruebas psi co ló ¬ gicas arrojan los diversos aspectos de las deficiencias que pueden estar producien¬ do un sí nt om a . A t ra vé s de ellos se intenta aprehender la personalidad del ind iv i¬ duo. Las pruebas pueden ser utilizadas como un medio y un diálogo en el que se intenta des en t ra ña r un sentido. En la pr á ct i c a cl ín i ca de las autoras de esta obra ha resultado muy úti l apli car el instrumento al inicio o al final de una intervención psicoterapéutica. En particular el M M P I - 2 ha sido ben éf ic o en el trabajo con las madres o los padres de los ni ñ os que acuden a consulta.
CASOILUSTRATIVO A con ti nu ac i ón se presenta un caso en el que se uti li zó el M M P I - 2 como parte de un proceso psicoterapéutico con la Sra. Gómez, madre de una niña de ocho años, quien vino a consulta porque su hija tenía problemas escolares que, en realidad, se de bí an a dificultades emocionales. El M M P I - 2 fue muy úti l para detectar algunos problemas en la madre, de los cuales se ha bl ó con e ll a y, a partir de la retroalimen ta ci ón que se le dio acerca de los resultados del M M P I - 2 , ell a de ci di ó emprender un exitoso tratamiento ps i co t er ap éu ti co . Todo el lo ocu r ri ó cuando su hija llevaba ya unas sesiones en tratamiento (figuras 10-4, 10-5 y 10-6). Se trata de una mujer de 39 a ñ o s , profesionista. La hija que trajo a consulta es la menor de dos, entre las cuales hay alguna diferencia de edad. El esposo de 40 años también es profesionista.
c Editorial El manual modamo
Fotocopia m automación es un (Mab
©
Editorial
El manual
moderno
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¡Capitulo 10)
Actitudes al responder.
La persona fue defensiva al responder, ya que intentó dar una buena ima¬ gen de sí mi sma en una forma un tanto ingenua y co ns i d e r á nd o s e capaz de resolver los problemas por su propia cuenta.
S í nt o ma s y conductas. Si n embargo, la escala 2 (D ep r es i ón ) muestra un grado de ele va ci ón mode rada, que podría indicar que es una persona inhibida, tímida y deprimida. Qu i z á ta m b i é n sea pesimista y se preocupe en exceso; por otra parte, pro¬ bablemente t a m b i é n es responsable y modesta. La e l e va c i ón moderada en esta escala po dr í a indicar que tiene alguna di sp os i c i ón a la terapia. La el evació n de la escala 5 (Masculinidad-femineidad) pod rí a indicar que es tá inconfor me con el rol t rad ici ona l femenino y que puede llegar a ser competitiva con el hombre, porque se siente presionada por él para asumir algunas actitudes. La escala 3 (Hi st er ia conversiva) probablemente indique que se trata de una persona conv enci onal y moral ista . La escala M I E (Mi edo s) es la má s elevada de las escalas de contenido, lo cual p od ría i ndica r que es una persona temerosa ante situaciones es pe cí fi ca s. C o n respecto a las escalas suplement arias, todas e st á n dentro de la norm ali dad, excepto la escala GF (G é n e r o femenino), la cual est á baja, lo que conf ir ma que no se hal la conforme con el rol tr adi cio nal femenino. Las ún ic as escalas moderadamente elevadas son P P A (P re di sp os i ci ón a problemas con las adicciones), con una puntuación T de 62 y que podría indi car que tiene alguna p r e d i s p o s i c i ó n a abusar de sustancias, y la de R ( Re p r e s i ó n ) , que conf irma que es una persona con ven cio nal , hasta cierto punto rígida, y que se siente presionada socialmente para cumplir con ciertas reglas.
Control de impulsos, calidad de relaciones interpersonales, h i pó t e s i s psicodinámicas. La pu nt ua ci ón en la escala 9 (H i po ma ní a) puede indica r que se trata de una persona activa , eq uil ibr ada , por lo que puede ver con objetiv idad a los demás y ser amistosa con ellos. Debido a su rigidez y convencionalismo puede tener un control exagerado sobre sus impulsos. Los datos anteriores indican que es una persona que se encuentra tensa, ya que se siente presionada a cumplir ciertos roles, por lo que puede haber algunos problemas con su pareja. Los temores que presenta, aun ante situaciones inofensivas, qu i z á le produzcan te ns i ón constante que le ocasion a gastos de en e r gí a . Lo anterior p od r í a estar influe nciando a su hija, quien también se siente angustiada y presionada. El mostrar inclinación a abusar de las sustancias probablemente se deba a que se siente influenciada por el grupo y que represente un medio de aliviar la tensión que experimenta.
Integración
del reporte del MMPI-2
O 261
Estabilidad del perfil. El perfil parece indi car una serie de ca r ac te r ís t ic as estables, sin embargo, es posible que la escala de De p r e s i ó n estuviera m á s elevada si su actitud hubiera sido menos defensiva. Grado de adaptación. La persona se encuentra adaptada, aunque está sufriendo internamente, pues se siente deprimida y tensa lo cual , como se m e n c i o n ó , im pl ic a un grado de desgaste importante para ella. Consideraciones sobre el tratamiento.
Es una persona a quien le serviría entrar a tratamiento, lo cual además fa ci li ta rí a el trabajo con sus hijas. Si n embargo, se muestran, por una parte, ciertas resistencias al tratamiento, lo cual quizá se deba a que se haya sen¬ tido presionada por el medio externo para cumplir con ciertas actitudes y conductas. Por otra parte, es una persona objetiva, capaz de establecer re¬ laciones profundas, lo cual es un recurso importante en el tratamiento ps i co t er ap éu t ic o. Lo má s importante es lograr sensi bili zarl a para que se invo lucr e en un proceso. Sesión de retroalimentación
Lo anterior constituye el reporte en el cual se resumen los hallazgos m á s importan¬ tes encontrados en la prueba, sin embargo, no son los resultados que se le darían a la persona tal cual durante la r et r oa li me nt ac i ón ; má s bien de be rí a procederse de acuerdo con lo que dice Finn, es decir, es necesario pasar de lo que le resulta más familiar a la persona hacia aquello que desconoce y podría rechazar o angustiarle. Las autoras de esta obra consideramos que esto último no debe plantearse como afirmaciones y sí como preguntas, pues así es mas fácil que la persona responda en forma positiva. A la Sra. Gó me z se le acla ró que el motivo de pedirle que contestara el MM P I - 2
fue que esto podr í a ayudar a aclarar algunos de los problemas de su hija, as í como ser de utilidad para que ella se conociera mejor y, en caso de que tuviera algún problema, r ecib ir ayuda para resolverlo. Se le pr eg un t ó si se s ent ía tensa, entonces ell a re sp on di ó que esta se ns ac ió n la experimentaba ante la menor si t ua ción, que todos los dí as le resultaba dif ícil levan¬ tarse muy temprano, como tenía que hacerlo, hacer el desayuno e ir a dejar a sus hijas a la escuela y de s p u é s ir a su trabajo. A d e m á s , considera que esto le resulta m á s di fícil porque es una persona que se angustia ante muchas cosas. Ca si siempre piensa en lo malo que puede pasar, por ejemplo, si va a cruzar una calle con sus hijos, piensa que un automóvil los podría atropellar. Comentó que esto le ocurre desde que era niña, pues sus padres son muy rígidos, esperaban mucho de ella por ser la mayor y, en especial la madre, es poco c a r i ñ os a y constantemente le mencio¬ na sus errores.
262 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
Al preguntársele si se había sentido deprimida, comentó que desde hacía mu¬ cho tiempo, pero que su depresión había empeorado desde algunos meses atrás cuando le detectaron un problema de alergia, que sólo era posible tratar con un medicamento, m is mo que le pr o d uc í a algunos efectos secundarios desagradables; no obstante lo anterior, considera que éste quizá es un problema que tiene desde hace mucho tiempo, pues percibe muchas cosas como negativas. Se le dice que la d e p r e s i ó n qu i z á es mayo r de lo que aparece en la prueba, pues m o s t r ó cier ta resis¬ tencia a responder de manera más abierta sobre lo que le ocurre.
T a m b i é n se le c omu ni ca que la prueba hace referencia a una persona un tanto rígida y perfeccionista. E l l a dice que esa rigidez se manifiesta en varias cosas, pero especialmente en su trabajo, donde intenta hacer las cosas bien y le angustia pensar que puede fallar, aunque en general las cosas le salen bien. Cuando se le preguntó sobre las relaciones con su esposo —pues la prueba indicaba que podría ser un área de problemas—, ella respondió que él es una perso¬ na responsable, pero demasiado r ígi do y que cons idera de manera obstinada que su punto de vist a es el correcto, por lo que el la evit a disc uti r pues él siempre busca impone r su punto de vis ta . Co nsi der a que su re l ac ió n en general es buena, pero que en algunos puntos existen diferencias; por ejemplo, tienen conflictos porque él no quiere que tenga servic io en su casa, pues de sc on fí a de las sirvientas. A d e m á s , le reprocha los problemas que tiene su hija (Susana), dice que si l a ni ñ a e st á ma l en la escuela es porque ella no la ayuda lo suficiente con las tareas. Dado que el problema del abuso de sustancias podría ser importante, se le pregunta si ella se excede en beber, a lo que responde que sólo ha ocurrido 2 o 3 veces en fiestas celebradas en casa de la familia su esposo —quienes suelen orga¬ nizarías—, pero que el problema surgió en cierta ocasión que fue a casa de sus padres a recoger a sus hijos, pues su madre la vio y le dejó de hablar por un buen tiempo. Cuando se sigue ahondando en el tema, resulta que ella toma muchos medica¬ mentos, entre otros, ans i ol í t i c os l os fines de semana, debido a la t e n s i ón que siente. Est o s ól o lo hace los fines de semana porque es cuando puede dorm ir con tranqui¬ lidad, entre semana no lo haría porque debe levantarse muy temprano para ir a trabajar. Lo anterior indica que los resultados de la prueba la están describiendo con objetividad. Se hace con ella un resumen de lo que se encontró y lo que se habló con ella durante esta ses ió n, y se le dice que el tratamiento psi c ot e r ap é ut i c o po dr í a ayudarle para sentirse menos dep ri mid a y tensa. E l l a afirma que cree que sí po d r í a ayudarle el tratamiento, que de hecho ha pensado iniciarlo, pero que en este momento no es t á dec id id a a tomar lo, en parte porque si lo hace el esposo va a decir le algo com o "y a lo ves, tú eres la que es t á m al ". Se le i nv it a a hacerlo cuando lo desee. Al poco tiempo el la decide in ic ia r un tratamiento que dura aproximadamente un año, en el que se van retomando de manera más profunda muchos de los aspectos que se vieron con ella en esta sesión de retroalimentación.
Integración del reporte del MMPI-2 O 263
EPÍLOGO Esperamos que después de leer esta obra los psicólogos tengan una mejor com¬ pr en si ón del funcionamiento y las bondades del M M P I - 2 , así como de algunas de las condi cio nes para poder uti li za r adecuadamente un instrumento tan amp li o en la evaluación de la personalidad. Como ya se ha mencionado a lo largo del texto, dicho inventario es un instru¬ mento de eva l ua ci ón ampliamente uti liz ado en diversos paí se s, en los cuales se han realizado mú l ti pl es estudios, tanto de es ta nd ar iz ac i ón , como para valorar sus pro piedades ps ic omé tr ic as . El trabajo que ahora se presenta incluye los resultados del esfuerzo de un equi¬ po de investigación, tanto de profesores como de alumnos de la U N A M , cuya labor permitió iniciar y concluir el proceso de adaptación de la prueba en México el cual incluyó, además, diversos estudios en los que se evaluó la efectividad y sensibili¬ dad del instrumento para identificar y determinar los rasgos de personalidad en distintas muestras de la po bl ac i ón , a d e m á s de la ob t en c ió n de las normas para la i nt er pr et ac i ón de la prueba. Estos estudios pudieron realizarse gracias a diversos proyectos apoyados por C O N A C Y T y la U N A M . Se incluye además en él la experiencia práctica en la interpretación del inven¬ tario en diversas tareas de evaluación que se han realizado en diversos escenarios, pues el de las autoras es transmi tir nuestra expe rie ncia para facilitar la la bor a otros profesionales. Por tal motivo, este trabajo pretende resumir años de trabajo continuo, que per¬ mita a los profesionales de la salud mental utilizar la prueba, haciendo uso de este trabajo como un li br o de consulta bá s i co en la apl ic ac ió n, ca li fi ca ci ón e interpreta¬ ción del MMPI-2, en todos los ámbitos de la evaluación psicológica en México. Qu i z á quien uti li ce el inventario por primer a vez considere que el material que se incluye es demasiado amplio, pero estamos seguras que a medida que se fami¬ liarice con el instrumento encontrará la respuesta a muchas de las preguntas en el material de cada uno de los capí t ul os. Por lo que es probable que tenga que releerlo una vez que tenga una mayor prá cti ca con el MM P I - 2 . Esperamos también que algunos de quienes lean esta obra tengan interés en investigar con el inventario y ayudarnos a continuar la labor que emprendimos hace aproximadamente una dé c a d a .
— BIBLIOGRAFÍA Butcher, J . N ., Williams, C. L. (1992) Essentials of MMPI-2 an d MMPI-A Interpretaron. Minneapolis: University of Minnesota Press. Butcher, J. N . (1990) MMPI-2 in Psychological Treatment. Oxford University Press. New York.
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