Misalito Tridentino - Una Voce Mexico

February 26, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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BEATA ITALA MELA  LA ASCESIS A LA LUZ DE LA INHABITACIO N DE LA STMA. TRINIDAD EN LAS ALMAS 

Tabla de contenido 1. El Pecado ...................................................................... ................................................................................................................................... ............................................................. 4 2. La Plegaria P legaria ................................................................................................................................. ................................................................................................................................. 5 3. El Recogimiento......................................................................................................................... ......................................................................................................................... 5 4. El Silencio................................................................................................................................ ................................................................................................................................... ... 6 5. La santa Misa .................................. .................................................................................................... ........................................................................................... ......................... 7 6. La santa Comunión. ................................................................................................................... ................................................................................................................... 7 7. El Oficio Divino .......................................................................................................................... .......................................................................................................................... 8 8. La Oración............................................................... Oración................................................................................................................................. .................................................................... 9 9. La Caridad. ................................................................................................................................ .................................................................................................................................. 9 10. La Humildad........................................................... ........................................................................................................................... ................................................................ 11 11. El Abandono. ......................................................................................................................... ......................................................................................................................... 12 12. Las Virtudes Religiosas. ......................................................................................................... 13 a. La L a Castidad. ......................................................................................................................... ......................................................................................................................... 13 b. La Obediencia. ............................................................................ ..................................................................................................................... ......................................... 13 c. La Pobreza. Po breza. .......................................................................................................................... .......................................................................................................................... 14 13. La Mortificación y el Dolor. ................................................................................................... ................................................................................................... 14 ORACION A LA STMA. TRINIDAD ............................................................................ ............................................................................................. ................. 16

 

BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad 

Ítala Mela fue una parte importante del catolicismo italiano en la primera mitad del siglo XX y finalmente esta apóstol y mística de la Santísima Trinidad fue beatificada el 10 de junio de 2017 por el cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Sus escritos teológicos y sus visiones fascinaron a los principales líderes católicos de la época, incluidos Papas. Su memoria se celebrará el 28 de abril para no interferir con santa Catalina. ITALA MELA, En las fuentes de la Trinidad.- Intr. biográfica y trad. de escritos por Manuel GARRIDO BONAÑO OSB.- Madrid, Biblioteca de  Autores Cristianos Cristianos, 2002. (Estudios y ensayos, 38).

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad 

Gloria Tibi Trinitas 

Vivir la Inhabitación es vivir el propio bautismo. Sería un grave error creer que invitar a las almas a nutrirse de este misterio adorable de vida, sea llamarlas a una "devoción" especial. Es más bien invitarlas a vivir de la gracia que el bautismo les ha dado, para penetrar la realidad divina prometida por Jesús: Vendremos a él y haremos en él nuestra morada 1. Nosotros olvidamos demasiado a menudo que Jesús mismo nos ha dejado esta enseñanza y ha instruido a los discípulos sobre este misterio antes de dejarlos 2; no olvidemos que la gran "instrucción" religiosa dejada por los Apóstoles a los primeros cristianos consistía en una llamada constante a este don divino que habían recibido en el bautismo 3. El recabar ante el seno de la Trinidad augusta luz que nos ilumine en la ascesis no es una cosa nueva, también en esto podemos decir de Jesús:Os Jesús: Os he dado ejemplo 4. Sería interesante buscar en el Evangelio todos los pasajes que nos transmiten la enseñanza "trinitaria" del Maestro, pero basta recordar que cuando Jesús quería exhortar a los Apóstoles a la perfecta caridad, cuando quiso obtener para ellos la gracia, tomó del seno de la Stma. Trinidad el ejemplo: que 5

sean uno, como tú y yo , Padr Padree . San Pablo repetía incesantemente a sus discípulos su admirable: Sois templo de Dios 6, y lo comentaba en sus Cartas sin temer iluminar a las almas, aún indoctas, apenas iniciadas, sobre el dogma más dulce, la posesión del Señor, uno y trino, en su santuario espiritual. El tono de nuestras instrucciones religiosas ha decaído mucho, en general: se tiene miedo, se diría, a recordar a las almas su don y con frecuencia se prefiere desviarlas hacia devociones que, aun siendo buenas, no son esenciales. Entiendo de este modo que muchos religiosos, muchas personas piadosísimas y, estaría por decir, muchos sacerdotes, ignoran prácticamente la Inhabitación. Su conocimiento del dogma es meramente teórico y abstracto: no ignoran que Dios está en ellos con una presencia espiritual perenne (mientras poseen la gracia), pero no piensan lo más mínimo en sacar el fruto de esta riqueza en el esfuerzo ascético. Su "estrategia" espiritual es, con frecuencia, complicada; pero mientras realizan tantas obras meritorias, olvidan dirigir una simple mirada de amor reconocido a Aquel que ha hecho de su alma Su morada. Dios ha querido vivirlaenposibilidad la intimidad más estrecha con instantes nosotros.en Nonuestro se ha contentado con dejarnos en la Eucaristía de recibir por pocos corazón al Verbo humanado, sino que ha querido que desaparecida la presencia “física” de Cristo, el alma no quedase vacía o sola, sino que gozase de la presencia de las tres divinas Personas sin interrupción. Y, mientras nos otorga esta intimidad, nosotros rehusamos alegrarnos, y obtener de Ella aquellos dones de Luz y santidad que está dispuesta a ofrecernos. Iluminar a las almas sobre este gran misterio, hacérselo "sensible", por así decir, es una obra grande. Es continuar y comentar la obra de Dios, que nos obtiene el don de la gracia con su muerte y que la Inhabitación promete como suprema recompensa del amor por El, de nuestro

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 Jn 14,23  Jn 14-17 3 Cf. Rm 5, 5 ; 8, 9-27; 1 Cor 2, 3; 3, 16 s.; 6, 19; 2 Cor 1, 22; 5, 5 ; Ef 1, 13; Tit 3, 50, etc. 2

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Jn 13,15  Jn 17, 21 6 1 Cor 3,16 s; 6, 19; 2 Cor 5, 16, etc. 5

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  "injerto" en El: A El:  A quien me ama, el Padre lo amará, vendremos a él, y haremos en él nnuestra uestra morada 7. Tal vez actualmente ninguna de las promesas de nuestro Señor y de las realidades celestes de la vida cristiana está, más que ésta, envuelta en oscuridad y en un olvido olvido práctico  práctico entre los mismos fieles.

1. El Pecado El alma que ha comprendido llevar en sí un don inefable en Dios uno y trino, añade espontáneamente, no ya por temor, sino por amor, un odio a la culpa. culpa. El pecado grave le parece 8 como una horrible profanación del templo vivo de Dios . Si la profanación del Sagrario donde Cristo mora, se le presenta como espantosa locura, no menos grave le parece expulsar de sí misma, perdiendo la Gracia, al Huésped divino. Que la Stma. Trinidad se retire de ella, que un abismo se ponga entre ella misma y Aquel que se ha entregado a ella, y en ella ha puesto su morada, se le presenta como una hipótesis monstruosa. El alma comprende que es más razonable sacrificar todo deseo humano, todo afecto, la cosa más querida, antes que sacrificar la posesión de Aquel que la diviniza. El dicho "antes la muerte que el pecado mortal" no le parece una frase retórica y demasiado fácil de ser repetida sin convicción, sino una persuasión profunda, de una voluntad inquebrantable. En las pruebas y en las tentaciones el alma se une a Dios, hace de su centro la roca fuerte, intenta penetrar en el misterio trinitario el secreto del amor que la ha redimido y que la quiere glorificar en el cielo, y alcanza en este contacto, con el secreto de Dios, la fuerza para resistir al enemigo. Ella contempla al Padre que la ha creado y por ella ha entregado al Hijo para que la redimiese, y contempla al Verbo que perpetúa en el seno de la Trinidad su ofrenda al Padre para la salvación de los hombres; contempla al Espíritu Santo que la santifica, que la ha enriquecido anteriormente con el sagrado septenario 9: siente ser objeto de un amor incomprensible, siente que , si ella sola existiese en el mundo, para ella sola se hubieran consumado en el misterio divino los misterios de un amor infinito. Estas infinito.  Estas luces, la hipótesis de una rebelión contra Dios, de un desprecio de la caridad del Padre, del Hijo Espíritu y del Santo le parece una terrible aberración. Cuando ignoraba su don, tal vez le espantaba menos la hipótesis de una ruptura entre ella y un y un Dios pensado lejano, en los cielos remotos, un remotos, un Dios con el cual, con el tiempo, hubiera podido ponerse en paz. El mismo pensamiento de Jesús eucarístico podía ser  puesto en fuga (existen almas que no entran nunca en la iglesia para evitar encontrarse frente a Cristo realmente presente, cuando quieren traicionarlo). Mas, si el alma ha comprendido qué es la Gracia y la Inhabitación, teme mucho, tan solo con el pensamiento, expulsar de sí misma su riqueza divina y rebelarse contra Uno que vive no sólo a su lado, sino dentro de ella. A esta luz el mismo  pecado venial y la imperfección advertida se le presentan mucho más grave de lo que antes pensaba: Incluso un pequeño "no" al Amado Amado poseído en todo instante, le parece una cosa muy triste. Tiene necesidad de unirse al Verbo in sinu Trinitatis para responder perennemente al Padre el "Amén" que acepte toda su voluntad. Toda voluntad. Toda resistencia es una disonancia entre el alma y su Señor. Todo "no" es una voz discordante en el templo en el que Dios eleva a Sí mismo un cántico de alabanza.   Aunque los pequeños "no" no priven al alma del Huésped divino, la privan de una posesión más íntima con El y con su Amor y resuenan como una voz irreverente en las profundidades santificadas por el canticum gloriae.  gloriae.  Cuanto el alma penetra más en su don, tanto más se aparta no sólo de desobedecer en algo a Dios, sino también de no ser dócil a toda inspiración. La inspiración. La voz del Espíritu la oye cada vez 7

 Cf. Rm 2 Cor 6,6, 265; 11, 17-24 9 Alusión a la secuencia de Pentecostés Pent ecostés 8

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  más: El Espíritu de amor le pide obras de amor. Pequeñas amor.  Pequeñas o grandes no importa: ellas tienen un valor infinito, no por nosotros, sino en cuanto han sido sugeridas por Él y el "si" más pequeño del alma es una ofrenda celeste in sinu Trinitatis. El Trinitatis. El alma lo pronuncia unida al Verbo en los ardores del Espíritu Santo; y entonces el pequeño "si" se pierde en el "amen" perenne que en nombre de todos los redimidos el Verbo hace subir al Padre. El Padre. El "si" se convierte en digno de ser presentado al mismo Padre. El Padre se inclina con amor inmenso sobre el alma que ha querido testimoniarle de este modo su fidelidad, según sus reducidas fuerzas. Porque todo "sí", aunque sea mínimo, aumenta para el alma la donación de la caridad divina, y establece entre ella y la Trinidad relaciones más estrechas de amor y de inefable intimidad.

2. La Plegaria Existen muchas almas piadosas y también almas religiosas y sacerdotales que ignoran completamente una de las expresiones más dulces de la vida interior: la oración puesta en relación con el dogma de la Inhabitación. Sin duda que, sentir en sí la Trinidad, contemplarla, perderse en ella en la oración pasiva, pertenecen a las gracias que el alma recibe si Dios lo quiere y cuando lo quiere. Pero no hay duda de que muchas almas estarían más dispuestas a recibirlas, si fuesen más instruidas sobre el hecho de dar a su piedad una relación con el don que poseen. Hay que invitar a las almas a un esfuerzo activo de intimidad con las tres Personas, para que lleguen más fácilmente a la edad feliz en la que el Señor se manifiesta en lo más profundo de su mirada arrebatadora.

3. El Recogimiento Las almas piadosas y los religiosos y sacerdotes que con tanta frecuencia lamentan la disipación de una vida, fuertemente tumultuosa, encontrarían inefables consolaciones de recogimiento, si su conocimiento teórico de la Inhabitación se cambiase en una vivencia vivencia práctica.  práctica. Una mirada a la propia alma en medio de las agitaciones de un congreso o de una reunión, un pensamiento a la Trinidad que en lo profundo del alma se glorifica a sí misma en la paz inalterable de la vida divina, podían ayudar a un alma, inmersa en el apostolado más ardiente, a conservar el contacto con Dios. Contacto, nótese bien, no sólo útil para mantener el alma en una atmósfera de silenciosa adoración, aun entre el vocerío de jorn jornadas adas fatigosas, pero eficacísimo para salvar al alma de los excesos de la actividad, de errores y caídas, demasiado frecuentes en las mismas obras de celo. Este rápido encontrarse del alma con su Dios, este unirse a El por un instante obtiene inevitablemente al alma misma una infusión de luz. El alma se dará cuenta de que está para hacer o decir algo que disgusta al Señor viviente en ella, comprenderá que hay que sustituir otras cosas cosas   por las suyas, y evitará los peligros de la disipación mucho más fácilmente que las complicadas estrategias espirituales pensadas por ella. Este contacto podrá ser una simple mirada a Dios en lo más profundo de sí misma, para almas no enteramente inexpertas en la intimidad con El; para otras, más inclinadas a la oración vocal podrá ser la recitación del Gloria, Gloria,   una jaculatoria, o textos del Oficio de la Stma. Trinidad, una inspiración, cualquier palabra dicha a Dios con atención amorosa, dicha amorosa, dicha como un acto de caridad, de súplica, o de ofrecimiento al Señor presente en nosotros. ¿Cuántas ¿Cuántas veces, por ejemplo, al pronunciar el Gloria Patri pensamos que nuestra alabanza es recogida por el Señor tan cercano que es el vivificador de nuestra alma? ¿Cuántas veces nuestra mirada distraída se eleva al cielo material, sin que jamás el alma se fije en el cielo que es ella misma (caeli sumus)? sumus)? 10. ¿Cuántas almas incluso  Idea repetida por Isabel de la Trinidad y, mucho antes, por los Santos Padres.

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  piadosísimas, tendrían escrúpulos de dejar algunas prácticas piadosas (ciertamente buenas en sí y útiles a ellas si las ayudan a elevarse a Dios), pero  jamás se reprenden por olvidar completamente que la gracia de su bautismo y de los sacramentos se los ha dado la Stma. Trinidad y que tal don no basta conocerlo abstractamente, sino que hay que vivirlo? vivirlo? ¿Cuántas  ¿Cuántas almas que no se perdonarían (justamente) abandonar la adoración de nuestro sagrario, donde  Jesús está realmente presente entre los hombres, no saben sin embargo deber perdonarse a sí mismas despreciar  prácticamente (aunque sea inconscientemente) una presencia espiritual de Dios en ellas, no menos admirable, no menos rica de caridad? ¿Cuántas almas piensan que si nosotros podemos estar normalmente demasiado poco a los pies del Verbo hecho carne, siempre podemos adorarlo en nosotros en su unidad con el Padre y con el Espíritu Santo?

4. El Silencio De este contacto con Dios el silencio se deriva con una facilidad relativa que sorprendería a muchos monjes, habituados a menudo a considerarlo como un penoso ejercicio ascético. Pensar esto en sí conduce al alma, incluso a la menos sensible, a una reverente adoración. Como cualquier persona incluso mediocremente formada, siente como falta de reverencia el distraerse con pasatiempos inoportunos delante del Sagrario, toda alma que piense en laInhabitación seriamente, es impulsada a callar muchas palabras inútiles y sobre todo a respetar el silencio, en las horas determinadas por la Regla conventual o personal, en cuanto es posible. Son éstas las horas en las que el alma puede tomar contacto más libremente con el Señor y abandonarse a la alegría de la intimidad con El, alegría no siempre sentida, pero siempre querida por el alma consciente de su don: Silentium tibi laus. laus. La fidelidad a tal mortificación puede llevar al alma a insospechadas donaciones de unión. ¿Es posible pedir el silencio a almas apostólicas? Sin duda alguna.  alguna.  Una pregunta inútil omitida, una curiosidad mortificada, una conversación interesante interrumpida con garbo, cuando más nos apriete, una amada visita pospuesta, pueden dar al alma más metida en la vida activa las gracias que el ejercicio de un silencio riguroso proporciona con frecuencia a los claustrales. Dios compensa lo que cada uno  puede darle en su propio estado.  estado.  Y si las almas apostólicas pierden tales dones preciosos, pueden echar la culpa a su infidelidad a este ejercicio mínimo del silencio, que reproduce el que reina en el seno de la Stma. Trinidad. En este seno divino el silencio y la alabanza se asocian, la paz y la actividad creadora y santificadora se desposan:  desposan:   lección maravillosa para toda alma que sepa y quiera aprenderla. San Benito considera el silencio no sólo como medio de unión, sino como expresión de los grados supremos de la humildad (y humildad  (y por lo mismo de la perfección) conseguidos perfección) conseguidos por el monje 11. El gran contemplativo no ignoraba que el contacto con el Señor reduce al alma al silencio. Si silencio.  Si se pone  junto a Él, instintivamente eess conduci conducida da a moderar "la manifestación de sí misma". Esta forma de abnegación del “yo” será al principio sólo externa, mientras el alma hablará todavía a Dios. Pero grado a grado el silencio aumentará, procediendo de lo exterior a lo interior, hasta el momento en el que su misma oración no será más que un silencio profundo. Entonces subirá del alma a Dios el maximum de alabanza: vivirá alabanza: vivirá plenamente el silentium tibi laus. laus . Será ésta la edad feliz en la que, notémoslo, el contacto con la Stma. Trinidad inhabitante habrá conseguido su máxima intensidad, la edad en la que el alma podrá no sólo buscar a Dios en sí misma con un esfuerzo activo de recogimiento, sino contemplarlo en sí misma por una particular manifestación de su amor.

  Los capítulos de la Regla 6, 7, 42 y 49

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  5. La santa Misa No se puede tratar de la gran liturgia eucarística, sin haber llegado a la atmósfera del silencio que el alma debe formarse para vivir la Inhabitación. Se puede presumir que ningún alma podría penetrar en la luz trinitaria con su plegaria litúrgica, si antes no hubiera intentado recoger, entre los miles ecos de la vida ordinaria que la invaden, el eco de la alabanza divina que DiosEnselaeleva mismo en ella. santaa sí Misa el alma ve insensiblemente reproducidos los misterios del amor que se celebran en ella en el seno de Dios. El Verbo renueva su Encarnación y su inmolación para interceder ante el Padre. Consuma su oblación en el fuego del Espíritu Santo, y con el Verbo en la santa Misa se ofrecen y se presentan al Padre para ser sacrificados para su gloria todos los fieles que penetran el significado profundo de la sagrada liturgia. Jesús no renueva solo el sacrificio. El une a sí a todos los que con El quieren ser una sola hostia, para que la unidad del Cuerpo Místico con su Cabeza no sea una abstracción o una gracia recibida casi inconscientemente, sino una realidad vivida por cada alma. Es el Espíritu Santo que ilumina a los elegidos sobre estos inefables misterios, que comunica a las almas generosas una chispa de la caridad que consume, que une, al Verbo con el Padre en el seno de la Stma. Trinidad; y que impulsa al Verbo a penetrar bajo los velos eucarísticos los anonadamientos de su Encarnación y de su Sacrificio. Cuando un alma toma más contacto con la Stma. Trinidad en sí, tanto más la liturgia eucarística le parecerá luminosa expresión de la liturgia celeste y de los misterios de caridad que en el seno de Dios se consuman ab aeterno. La aeterno. La liturgia de la Misa parecerá al alma como la actuación perenne del Ecce venio pronunciado venio pronunciado por el Verbo in sinu Patris 12. El alma comprenderá en cierto modo el amor infinito que une el Padre al Unigénito ofrecido a su gloria usque ad mortem,  mortem,  y le será dado comprender también que tal amor es su herencia, su posesión, porque el Padre la considera en la unidad con la Cabeza del Cuerpo Místico, tanto más cuanto más generosamente se habrá identificado ella a esta Cabeza divina a través del amor y del dolor.

6. La santa Comunión. El alma sentirá entonces la necesidad de unirse a Cristo en su participación eucarística, en la santa Misa. Comprenderá que sólo Jesús podrá desvelar gradualmente los misterios de la vida divina; y que unida a El, le será concedido descender in sinu Trinitatis. Jamás Trinitatis. Jamás como en los instantes de la santa Comunión podrá esperar ser objeto del amor del Padre y de los dones del Espíritu Santo; jamás como en esos instantes podrá atreverse a ofrecerse al Padre para glorificarlo en el cumplimiento de su Voluntad. El alma podrá pedir a Jesús que la introduzca en el sagrario divino para amar con Él al Padre y para ser invadida por su amor. Jesús, a través de su sacrificio incruento y con la participación en su mesa la hará menos indigna de esta entrada en el seno de la Stma. Trinidad. No quiero hablar de una gracia sensible, sino de la gracia real que cada comunión puede dar al alma que sepa pedirla y que sea consciente de recibirla. Ya que Jesús no puede unirse a un alma sin unirla a Sí in sinu Patris; somos nosotros los que recibimos tales gracias sin comprenderlas y que, con frecuencia, no cuidamos de penetrarlas. Nosotros queremos expresar nuestra acción de gracias a Jesús con lenguaje a veces demasiado retórico y no sabemos bien lo que El hace en nosotros y para nosotros cuando desciende a nuestro corazón. A través del velo de su humanidad adorable nos unimos a la Stma. Trinidad si sabemos traspasar con nuestra fe ese velo. Nosotros contemplaremos entonces al Verbo encarnado en la unidad con Padre y con el Espíritu Santo, comprenderemos comprenderemos que unirse a Cristo es 12

Cfr. Heb 10, 9 

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  también unirse al Padre y al Espíritu Santo: Quien me ha visto a mí, ha visto también al Padre 13. Por esto una piedad cristocéntrica es también una piedad trinitaria. Estamos en el corazón del dogma y de la fe en sus fundamentos: "Unidad y Trinidad de Dios, Encarnación, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo". Tal piedad es eminentemente sacerdotal. ¿A quién tanto, como a sus sacerdotes, desea  Jesús introducir en el misterio de la vida divina? ¿A quién será revelado tal misterio más que a ellos que lo representan ante los hermanos?  Alter Christus! Christus!   Si un sacerdote debe copiar en sí, cuanto es posible, al Maestro, ¿no deberá penetrar tal vez con el Verbo, en el santuario celeste, para tomar parte, por así decirlo, en su vida in sinu Trinitatis? Tal vida ofrece nada menos que la vida “humana” de Jesús como materia de meditación. El solo pensamiento del anonadamiento 14que la vida humana representa para el Verbo y del amor del que ha tenido origen bastará para nutrir de caridad divina, de celo y de sacrificio una entera vida sacerdotal. In sinu Trinitatisel Trinitatisel sacerdote se dejará inflamar de la caridad que es Dios, se dejará compenetrar de la acción iluminadora y consumadora del Espíritu Santo para comunicar a los fieles sus luces, sus ardores.  ardores.  In sinu Trinitatis,  Trinitatis,  unido al Verbo implorará del Padre el perdón para los pecadores, el don de una gracia creciente para los justos: in sinuTrinitatis contemplará sinuTrinitatis contemplará la obra de la Redención, de la que ha sido elegido dispensador y ministro. En este abismo comprenderá que una sola cosa es esencial: la gloria de Dios, y se ocupará de hacer converger todo a este fin supremo. Su vocación le parecerá verdaderamente celestial, semejante a la que el Verbo hizo suya para reconducir al Padre la humanidad. Cada vez más el sacerdote querrá llegar a ser unum con Cristo para gloria del Padre y salvación de sus hermanos. Y cuanto más real sea ese unum, unum,   tanto más Cristo revelará a su sacerdote el misterio de su vida divina, de su unidad con el Padre y con el Espíritu Santo.

7. El Oficio Divino El Oficio Divino ha de ser para los sacerdotes y para los fieles que viven la Inhabitación la plegaria preferida después de la plegaria eucarística. Es la misma plegaria divina, la plegaria que Cristo eleva al Padre a través de su Cuerpo Místico, la plegaria sugerida por el Espíritu Santo. En los salmos, en las oraciones, en las lecturas el alma recogerá el esplendor de las verdades eternas y de las aspiraciones perennes de los hombres. En ellos sentirá ya sea el eco de las ofrendas y de las aspiraciones del Verbo, y el eco de las promesas y de la voluntad del Padre. El Gloria al Padre repetido a cada paso evocará en el orante el pensamiento del Gloria eterno que resuena en los cielos y que Dios se eleva a Sí mismo en su propia alma. El Oficio divino no se convierte en un peso grave y áspero, una obligación que que cumplir lo más aprisa posible, sino el centro de la propia piedad, el medio para unirse a la alabanza que silenciosamente se perpetúa en los abismos del alma santificada por la gracia divina. El fiel siente entonces que, si no siempre esta alabanza puede resonar en el templo material, siempre puede desarrollarse en el templo místico de su alma para dirigirse como una incensación espiritual al tres veces Santo. El fiel anhelará repetir ese Sanctus admirable que es el Oficio Divino en lo profundo de su corazón como los bienaventurados y los coros angélicos lo repiten en lo alto de los cielos 15. Lo repetirá no sólo en su nombre, sino también en nombre de todos los hermanos, intentando unir este pequeño Sanctus Sanctus humano  humano al verdadero Sanctus Sanctus,, el que la Trinidad se repite a Sí misma, el único digno de serle presentado.

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 Jn 9 Flp 14, 2, 6-8 15 Cfr Is. 6, 2-3 14

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  8. La Oración. Es difícil decir qué influencia puede tener en el desarrollo de la oración el culto de la Trinidad inhabitante. El alma que sabe (y recuerda) que lleva en sí al Señor está inclinada a buscar en lo profundo la luz. Hay que poner a los fieles en contacto con las tres Personas, hay que enseñarles a hacer de la oración un coloquio íntimo con Ellas, un descanso cordial con Dios. ¿Se puede de exigir que No, todosciertamente. pueden “sentir” este acto cordial y hacer oración sin ayuda textos? Santa inmediatamente Teresa usó los libros de meditación durante diecisiete años. Pero hay que enseñar a los fieles a buscar más cerca de sí mismos al Maestro. El Espíritu Santo con sus dones de sabiduría, de entendimiento, de ciencia, signa con su sello divino nuestro espíritu. ¿Solemos recordar que tales dones son nuestros? nuestros?   ¿Nos interesa esa riqueza para penetrar las cosas celestiales y las cosas terrenas en la oración? ¿No es más bien una riqueza abandonada en los abismos del alma, mientras nos lamentamos de no ser capaces de comprender las cosas divinas? ¿Cuántas veces el amor de Dios por nosotros nos parece inaccesible sólo porque no pensamos jamás en aceptar en el seno de la Trinidad el centro y la realidad inefable? !Cuántas veces el Padre celestial nos parece demasiado lejano para recoger nuestras aspiraciones, nuestros propósitos, nuestro dolor y no comprendemos que El llena nuestra alma de su amor y espera que le hablemos como un hijo con su Padre! !Cuántas veces mendigamos consuelo, luz y ayuda de miles de personas sin que se nos ocurra recurrir ante todo al todo al que está en nosotros para ser el Amigo, la Ayuda y el Maestro, además del Santificador! !A quien sólo puede dar a los demás la Gracia de ayudarnos e iluminarnos! Muchas almas simplificarían de golpe su meditación y, sobre todo, la vivificarían, si al término de la lectura buscasen en sí el objeto de sus suspiros y de su ascensión: el único, el verdadero Maestro. Muchas almas verían pronto caer el velo velo y  y cerrarían para siempre los testimonios para escuchar la lección interior, más eficaz que los tratados más sublimes. Digo “muchas” no todas: todas:   por lo menos muchas que no iluminadas pierden gracias preciosas.

9. La Caridad. Ya he escrito repetidas veces que no se puede elevar la mirada a la Stma. Trinidad sin conseguir la esencia de la vida divina: la caridad, el don que permanecerá en la eternidad, cuando la fe y la esperanza no tendrán ya razón de subsistir. En las relaciones de las tres Personas, el orante toma la expresión y la realidad suprema del amor. Como he escrito con relación a la santa Misa, es la visión del Padre que se inclina hacia su Unigénito, la visión del Hijo que se ofrece para la glorificación del Padre con un ecce venio llevado hasta la encarnación y la muerte, y la del Espíritu Santo, el nudo mismo del amor que desciende del ser divino a la humanidad: es el Padre que ama en el Hijo a todos los hombres, elegidos para hermanos de Cristo; es el Verbo que ama a las criaturas del Padre hasta la muerte, en la Eucaristía y en todos los Sacramentos; es el Espíritu Santo que deja sus dones supremos: el amor y el Sagrado Septenario. Considerando el misterio de la vida trinitaria, el alma no puede dudar ya de ser amada y no puede dudar en adelante de intercambiar amor por amor.  Abyssus abyssum invocat16: ella se unirá con ternura al Padre, con reconocimiento inexpresable al Verbo, con devoción profunda al Espíritu Santo. A un amor sin medida querrá corresponder con el amor más grande de que es capaz un pequeño corazón humano. Esta caridad como he dicho, conducirá al odio al pecado, a la docilidad a las inspiraciones, a la ofrenda generosa de sí, a la gloria de Dios. El Verbo será en Sal 42, 8

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  esto el supremo Maestro. Esta caridad se derramará en el alma de sus hermanos como procedente de la Stma. Trinidad para el mundo. Nosotros amaremos con el Padre a sus hijos, a los redimidos de Jesús; con Jesús querremos conocer los servicios más generosos al Cuerpo Místico; con el Espíritu Santo buscaremos iluminar, confortar y robustecer a los hermanos. Serán las tres divinas Personas las que actuarán en el apóstol apóstol que quiere hacer suya, en cuanto cuanto es posible la vida de Ellas; será particularmente Cristo el que elegirá entre los elegidos a los que quiere especialmente habilitados a “prolongar” su Humanidad y a continuar su obra de Salvador en la predicación predicación y en el sacrificio. ¡Cuánta dureza cuántas faltas de generosidad, cuanta pereza caería caería si pensáramos en hacer nuestra la vida divina que está en nosotros, sin límites, sin condiciones a entregarnos aun con incomprensiones y menosprecios, como Aquél que ha sido tan despreciado; a perdonar y a volver a darnos sin reposo, como Aquél que no rehuye el motivo más pequeño de dolor y de deseo, y que con frecuencia previene ese “motivo”! ¡Cuánto respeto para las almas santificadas por la gracia! ¡Cuánto deseo de dar la Trinidad a quien está en pecado, de revelar su presencia a quien la ignora o la olvida! ¡Cuánto apostolado de verdadera vida interior y de verdadera santidad! El apóstol no tiene más que ahondar su mirada en el seno de Dios para comprender las razones supremas de su obra y la perfecta donación que ella requiere, para conseguir sobre sobre todo en Dios mismo la caridad, las luces y la fortaleza que toda conquista requiere. Si todo fiel considerase el misterio de la Trinidad no como una abstracción, sino como una fuente viva de luz y de amor, todo fiel llegaría a ser un apóstol de Cristo. Cristo mismo no puede ser comprendido sino en sus relaciones con el Padre, con el Espíritu Santo y en su unidad con ellos. No hay que olvidar que Jesús consideraba un error el amarlo y el pensarlo como separado del Padre celestial. Jesús corrigió tal concepción errada, reclamando en sus discípulos verlo en su unidad y en sus relaciones con el Padre y con el Espíritu Santo. Quien lo ama, ama también al Padre; quien lo ve, ve también al Padre. Confía los redimidos al Padre en la plegaria suprema. Es necesario que El sea glorificado en los cielos para que descienda el Paráclito. Y la promesa más grande para los discípulos es la venida de las tres Personas al corazón de ellos: Vendremos17. Es el mismo Jesús el que nos ha invitado a encontrar en la Trinidad el modelo de la caridad: Padre que sean uno como tú y yo somos uno 18. Antes de dejar a los Apóstoles Jesús los ha invitado a elevar sus ojos más alto que la sola consideración de llaa humanidad. Los ha dirigido a fijarlos en el misterio de su vida divina para que de la unidad con el P Padre adre procurasen ser una sola cosa en la consumación de la caridad. Este ha sido el testamento del Maestro para los primeros que tuvieron que amar a los hermanos hasta la muerte padecida por predicarles a ellos la Verdad. Uno de los más grandes alumnos de Cristo fue San Pablo que aprendió admirablemente la lección Maestro y tradujo divino esta "unidad" los miembros del Cuerpo Místico,delque tiene su ejemplocon enlenguaje la misma Trinidad: “¿Quiénentre desfallece que no 19 desfallezca yo? ¿Quién se escandaliza que yo no me abrase?  Alegrarse con los que se alegran, llorar con los que lloran” 20. Los fieles son un cuerpo, el dolor de uno es el dolor de todos, el mérito de uno pertenece a todos. Cada uno de nosotros no está aislado, cada uno debe orar, amar, sufrir en nombre de todos los hermanos, porque el Señor quiere considerarnos en la unidad, que dad,  que es la perfección del amor.

Jn 14, 23; cfr. Jn 8, 9; 12, 26. 44. 50; y los cc. 14-17; 1 Jn 2, 22 s. Jn 17, 11-21.

17 18 19

2 Cor 11,29 Rm 12,15; cfr. 1 Cor 10, 16 s.; 12, 12-30; Ef 1, 22 s;. 2, 14-16; 5, 23-30; Col 1,1-24; 2,19, etc.. Pío XII en la MysticiCorporis;  Concilio Vaticano II, Lumen Gentium ,7.

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  10. La Humildad San Benito 21 pone en el fundamento de la escala de humildad el ejercicio de la presencia de Dios. Es el primer grado de la subida. Nosotros no podemos vivir mejor esta presencia si no es adorando al Señor en nuestra alma. La adoración no será sólo un acto formal, sino una realidad vivida, cuando el alma procurará sacrificar su "yo" a Dios viviente en ell ella. a. El yocon estásu fundamentalmente enfermoEl alma de orgullo; quiere "afirmarse" con de su pensamiento, voluntad, con sus afectos. está santificada por la presencia Aquel que es la perfección infinita. Pero el yo quisiera en cierto modo apartarse de su Señor, vivir independientemente de El, en contra de El. Es la soberbia de la criatura frente al Creador. La primera forma de la humildad es la abnegación del yo ante Dios. El mismo San Benito hace subir al monje desde el ejercicio de la presencia de Dios a la aceptación de su Voluntad en todas sus formas. Es el yo que cede el paso al Señor. Es la criatura que se humilla ante el Creador. Plegarse delante de El, sobre todo en lo profundo:  profundo:  sacrificar el propio pensamiento, la propia voluntad, los propios afectos para hacer nuestros los de El. El alma sacrifica su modo de pensar, de querer, de amar y hace suyo el de Dios: actitud fundamental de la humildad. Toma en sí misma, en cuanto templo de Dios, este modo divino; o mejor, en Aquel que la inhabita. Hay que dejar que el yo sea transformado por Dios: arrojado en el seno de la Stma. Trinidad para que su modo de pensar, de querer y de amar lleguen a ser divinos. No hay verdadera humildad sin esta inmolación profunda del yo sobre el altar de la liturgia celeste: este sacrificio es más bien la esencia misma de la humildad. (Preguntarse con frecuencia: yo considero así a esta persona, tal acontecimiento; ¿Dios los considerará en mí del mismo modo? ¿Yo amo eso otro como el Señor y con el Señor, o existe una dualidad? La dualidad es el yo que quiere vivir contra Dios, es el orgullo).). orgullo La virtud externa no es más que una consecuencia de este acto indispensable de renuncia interior. Nosotros no no nos exaltaremos frente a los hermanos si hemos reconocido la enfermedad de nuestro yo y la necesidad de sacrificarlo al Señor para que no le ofenda. Toda exaltación será una mentira y una negación de la verdad que vive en nosotros. (La humildad es verdad no sólo porque, como se dice habitualmente, es reconocer nuestra debilidad, sino también porque es  perdernos  perdernos   en el seno de Aquel que es la misma Verdad. Es nutrirse nutrirse   de tal Verdad en el pensamiento, en la voluntad, en los afectos, hasta asemejarnos a El, hasta vivir de El y en El en unidad perfecta y en el sacrificio completo del yo). yo). Sólo quien, habiendo reconocido la miseria de la propia naturaleza, ha abandonado en Dios el yo en la humildad de la verdad; sólo quien reconoce entre los hermanos su pobreza y a la vez la riqueza divina que puede provenirle de tal abdicación, puede abdicación,  puede llegar a una unidad "sensible" con la Stma. Trinidad. Cuanto este razonamiento es más profundo y convencido, tanto más se manifiesta la Trinidad al alma porque alma porque el alma está más unida a la Verdad. El orgullo pone un velo denso entre el alma y el Señor, aunque no sea tan grave como para separarlo decididamente; porque el orgullo es opuesto a la Verdad y la reniega: “Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos” 22; no sólo en el Reino que es el Paraíso, sino en su anticipación que es la intimidad con el Señor aquí en la tierra.  tierra.  Ningún alma podrá gozar de una verdadera y tenaz intimidad con su Dios, tan cercano a ella y en ella viviente, si no es humilde, al menos en la voluntad, voluntad, si  si no en la realidad práctica (ya que en ella la perfección de la humildad es difícilmente alcanzable, por la tenacidad del amor propio). Pero, cuando el alma, reconociendo su nada, su ceguera, su inclinación al mal, ha pedido a Dios que la invada y la comunique sus sus   perfecciones, cuando haya intentado ser la

 Regla,  c.7

21

 Mt 1,3

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  última de sus hermanos, como el hijo pródigo, entonces el Señor la introducirá en su Reino, manifestándose a ella en lo profundo y revelándole los misterios más sublimes de su vida.

11. El Abandono. Del abandono del yo interior a Dios, es fácil pasar al abandono en la vida exterior. También esto es una forma de humildad. El Señor que vive en nosotros no puede querer para nosotros el mal. El alma que es su templo le es más preciosa que el templo material más rico. Todas las cosas cooperan para el bien de aquellos que han sido llamados santos 23. La santidad ¿no es acaso en su sentido más fundamental la posesión de la Stma. Trinidad en la gracia? Dios todo lo quiere o permite para que el alma le esté siempre más unida, para que sea siempre más suya. El sólo desea comunicarse cada vez más a su criatura, en esta donación íntima cuyo valor sólo comprenderemos en el cielo. Todas las cosas cooperan.  cooperan.  En los momentos difíciles de la vida no busquemos estériles compadecedores y no perdamos el ánimo. El Padre de los cielos está en nosotros: en nosotros está el Verbo que en su vida terrena nos ha precedido en el camino del dolor, en nosotros está el espíritu de fortaleza y de consejo. Unidos al Verbo, bajo el impulso de este Espíritu de amor, repitamos al Padre: Al Padre:  Al comienzo del libro está 24 escrito de mí que haría tu voluntad: Dios mío lo he querido . Todo lo puedo en Aquél que me conforta 25. !Qué abismo de luz, si el alma piensa que esta ayuda, este consuelo, está en ella misma! Cuanto misma! Cuanto más nos abandonemos a Él tanto más Él se abandonará a nosotros. Y tal "abandono" de Dios se realiza siempre, recordémoslo, en lo profundo.  profundo.  Muchos son los caminos, mas la plenitud de la unión está siempre señalada por el reino incontrastado de la Trinidad en el alma:  alma:  los gérmenes del bautismo alcanzan entonces su máximo desarrollo. Y cuando Dios se ha abandonado así a una criatura hasta dejarse poseer admirablemente en esta tierra, el abandono de la criatura a El no es ya difícil. Entonces el hecho de que me conforta es plenamente verdadero, porque en la luz plena ve que “todo” realmente ha cooperado a su santidad. Sin embargo, para llegar a esta edad en la que el abandono es amor y alabanza sensible, debemos ejercitarnos antes en las sombras de la fe: "Bienaventurado el que no ha visto y ha creído” 26. Dios la ayudará con su presencia 27 . El Señor ayudará al alma en las pruebas a veces terribles de su elevación con su presencia adorable. Esta adorable. Esta presencia será buscada ante todo con un esfuerzo activo, y creída con la cima de la voluntad en ciertas horas oscuras. Nosotros nos abandonaremos al Señor presente en nosotros, pero escondido; un día el que ha sido fiel en buscar al Señor en las tinieblas y en abandonarse en sus brazos, además de sentir su unión amorosa y firme, podrá acaso tener el don de ser sostenido por la contemplación de Él en las manifestaciones supremas de su amor.

Rm 8, 28 Sal 39; Heb 10, 5-9

23 24 25

Fil 4, 13 Jn 30, 29 27 Sal 46 (45), 6 26

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  12. Las Virtudes Religiosas. a. La Castidad. El ejercicio de los votos religiosos puede llegar a ser más luminoso si se los considera en la realidad de la gracia. No debemos poner obstáculos al ejercicio de la pureza a la luz de la Inhabitación, ni a declarar abiertamente la necesidad de conservar la consagración bautismal del templum Dei: Toda profanación de un templo es un sacrilegio. Tal sacrilegio.  Tal vez muchas almas juveniles no conocerían ciertas caídas si fuesen iluminadas convenientemente sobre la riqueza que el bautismo ha depositado en ellas: no hay que tener miedo de predicar a los jóvenes y al pueblo las verdades dogmáticas más grandes; no hay que empobrecer el dogma. La experiencia prueba que también los niños, instruidos de forma elemental sobre el don que poseen de la Inhabitación, consiguen el sentido de la gravedad de toda profanación del templum Dei.  Dei.  San Pablo no amonestaba de otro modo a los primeros cristianos y para curarlos de las p pasiones asiones depravadas, de las que algunos no lograban librarse, los ponía en contacto con la realidad divina de la gracia que el bautismo les había dado. Nosotros hemos empobrecido nuestra pedagogía y deberíamos advertirnos con espanto que en ciertas predicaciones no escuchen más las almas que llamadas al respeto de la naturaleza, a la conservación de la salud y a la obediencia a un Dios tan poco nuestro. Pero aparte del ejercicio de la pureza, sin la cual no es posible la gracia y, por Es lo conservar mismo, latodo Inhabitación, el amorser a la castidad se desarrolla a conocer la luz desólo la Inhabitación. para Dios nuestro físico y espiritual; es querer su amor porque cuanto más profunda es la unión, más grande y tranquila es la intimidad.

b. La Obediencia. La obediencia tiene su gran ejemplo en el Verbo descendido del seno de la Trinidad Stma., para tomar nuestra carne y cumplir la voluntad del Padre. Ningún alma que se haya perdido en la contemplación de este anonadamiento, sentirá desagradable e irrazonable el yugo de la obediencia. La contemplación de la Trinidad llevará a todo monje a sentirse sostenido en las pruebas más duras que la obediencia monástica pueda reservarle. Al ecce venio  venio  del Verbo hará eco el ecce venio del venio del alma ante los que representan al Padre celestial: Toda paternidad viene de 28 Dios . Es el Espíritu Santo el que sugiere al alma este “si” perenne a todo mandato; porque el “si” ha de brotar de un espíritu de amor y no de temor. Será Él quien acudirá al alma sometida a la obediencia, porque es un sólo Espíritu el Espíritu el que hace subir el Verbo al Padre en una incesante oblación, y con el Verbo a todos los que quieren estar unidos a El. Un sólo Espíritu, un solo bautismo. Toda bautismo.  Toda duda desaparece, toda rebelión se esfuma, todo temor huye, si el monje medita que el Padre celestial ha comunicado su paternidad a quien le representa y que, como el Verbo se da al Padre perennemente y se ha dado hasta la Encarnación y la muerte, el religioso debe abandonar su voluntad y toda su vida en las manos de los representantes de Dios, bajo el impulso del Espíritu de amor. Abandonarse a toda exigencia, a toda contradicción, a toda incomprensión. La obediencia puede triturar a un alma. alma. Pero ningún anonadamiento será comparable al que el Verbo no sólo aceptó, sino quiso, quiso, en  en el ardor del Espíritu Santo.

 Ef 3, 15

28

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  c. La Pobreza. Hay que elevar de tono también el ejercicio de la pobreza. Demos a las almas la conciencia de la riqueza que poseen, el conocimiento pleno conocimiento  pleno y práctico práctico:: inmediatamente las cosas naturales perderán valor a sus ojos. Cuando se sabe que poseemos a Dios uno y trino, el Creador, el Redentor y el Santificador; cuando se sabe esto, no de un modo abstracto, sino por una prolongada meditación sobre la realidad inefable, difícil tenazmente a tenazmente  a las terrenas: permanecerá la tendencia hacia éstas, peroes no seráapegarse difícil sacrificarlas, paracosas no sacrificar a ellas una intimidad más grande con Dios (intimidad, (intimidad, recordémoslo,  recordémoslo, inconciliable inconciliable con  con cualquier apego). Muchas religiosas no se extraviarían por el afecto irreducible a sus pequeñas cosas, si reflexionasen que poseen en su corazón al Creador de todas las cosas, si comprendiesen que tales afectos ponen un velo entre ellas y el Señor y que por no renunciar a la posesión o al deseo de objetos caducos, renuncian a unirse más estrechamente al tesoro divino que la gracia pone no junto a ellas, sino dentro de ellas. Pero debe recordarse que la intimidad con el Señor aparta de lo creado yy enseña  enseña el amor a lo creado.  creado.  El alma que vive en contacto con Dios siente el “culto” de todo lo que la rodea, porque todo le pertenece, todo es en cierto modo sagrado por esta pertenencia. Mas este amor, este respeto, este cuidado de todas las cosas son del todo sobrenaturales. El monje que ha roto todo lazo entre su corazón y las cosas creadas, tiene una estrecha unión inefable entre su corazón y el Creador, el cual en su liberalidad divina restituye todo a su amor: un amor celestial, que ya no es separación, sino unidad con el amor esencial .

13. La Mortificación y el Dolor. El Verbo está ya glorificado en su humanidad a la derecha del Padre. En nombre de su sacrificio cruento de un día y del incruento sacrificio renovado incesantemente sobre los altares, Él intercede por nosotros 29. Pero su intercesión no puede estar acompañada ya de la oblación del sufrimiento. Y Jesús pide a las almas generosas que “completen” su pasión, que prolonguen en su carne y en su corazón su doloroso sacrificio. Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo 30. Si nosotros consideramos al Unigénito hecho carne e inmolado por la salvación de nuestras almas, no podemos sustraernos al deseo de participar en esta inmolación de llevar el peso de nuestros pecados: nuestro, nuestro, de  de cada uno y de todos. El alma que vive en contacto con la Stma. Trinidad encuentra en el misterio divino las razones fundamentales de todo su sacrificio. Con la caridad que recibe en el seno mismo de Dios se une al Verbo y le ofrece su pobre humanidad para que en ella El pueda expiar y merecer, no sólo por ella, sino por todos los hermanos. Una “pequeña” criatura lleva en el seno de la Trinidad augusta una “pequeña” humanidad, para que en los ardores del Espíritu Santo sea presentada por el Verbo al Padre, a Él unida, con Él desposada, y venga a ser a los ojos del Padre una sola hostia con su Unigénito. Cuanto más generosa sea el alma en su ofrenda, tanto más el Espíritu de amor la unirá al Verbo, y en el fuego divino la hostia será consumida para gloria de Dios. En proporción a su deseo la criatura recibirá la gracia del dolor; en proporción a su generosidad será aumentada la fuerza de buscar voluntariamente inmolaciones y de soportar las pruebas divinas. Pero esto es lo que hay que enseñar a las almas: a llevar en el seno de la Stma. Trinidad su sacrificio. Allí aprenderán a consumarlo delante del Padre, bajo el impulso del Espíritu Santo, en unión con el Verbo; allí aprenderán a conocer el secreto de una alegre inmolación. Ya 29

Heb 7, 25

Col 1, 24

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  que en el seno de la Trinidad no hay dolor: la vida divina es paz inalterable, es gozo perenne, es alabanza de gloria, laus gloriae. En gloriae. En estos abismos el dolor, aun siendo sensible a la criatura, pues de otro modo no sería tal, se convierte en alabanza. alabanza.   El alma no lo soporta ya, anhelando ser liberada, sino más bien lo ama, lo quiere, porque es la herencia que el Verbo le ha dejado al subir al cielo. El se ha llevado consigo la humanidad adorable que había tomado por nosotros: nosotros podemos encontrarla en el misterio eucarístico a través de la fe. Pero una cosa no ha podido llevar el Verbo: nos ha dejado algo: lo que había merecido para su Carne la glorificación y para nosotros la gracia. Es el dolor que Jesús ha depositado en nuestras manos, para que hasta el fin de los siglos sea nuestro orgullo y nuestra riqueza. Lo ha dado para que nosotros cubramos nuestra pobre humanidad como con un manto real, para que lo hiciéramos nuestro con humilde humilde alegría,  alegría, temblando al pensamiento de que ha sido suyo, enteramente suyo, y que fue elegido por Él como medio para la Redención: “Todas mis cosas son tuyas” 31. Nuestro, sí, pero, como ocurre con todas las cosas, le cosas, le pertenecen a Él y a nosotros juntamente. Nosotros tomamos este don supremo del Maestro y lo devolvemos a Él en el seno de la Trinidad, a Él, el Verbo del Padre, uno con Él y con el Espíritu Santo, para que este don no quede infructuoso, sino que por Él pueda ser presentado al Padre y llegue a ser precioso a sus ojos. Entonces el dolor de un alma pequeña viene a ser el dolor de Cristo, del Verbo humanado, y se transforma en fuente de gracia. Por esta razón muchos pecados son perdonados y concedidas muchas donaciones de luz. El alma que ha hecho de la Inhabitación el centro de su vida, obtiene a otras mil almas la gracia suprema, la posesión y la intimidad con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. Por esto el dolor se transforma en la alabanza y en una expresión de la laus perennis, que perennis, que resuena en el seno de Dios. Esto no interrumpe, sino que perfecciona el canto del alma que, perdiéndose en la Trinidad Stma., ha transformado su vida en una perenne liturgia eucarística: Eucaristía significa, recordémoslo, acción de gracias.  gracias.  Vivir la Inhabitación no es una cosa extraordinaria, sino la consecuencia lógica de nuestro Bautismo"  

(ms. 39, 141).  141). 

Jn 17, 10

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BEATA ÍTALA MELA La ascesis a la luz de la Inhabitación de la Santísima Trinidad  ORACION A LA STMA. TRINIDAD 32  Oh Dios mío, bienaventurada Trinidad, Te doy gracias por la luz y el Amor de los cuales —con misericordia infinita— has colmado mi alma; por la vocación y por los dones que me has concedido en tu Iglesia, queriendo que en Ella y por Ella fuese iluminada y santificada desde mis primeros pasos en tus caminos hasta la palabra confortadora de tu Vicario. Pero yo te doy gracias una vez más todavía, oh Trinidad bienaventurada por las espinas que encontrado en anonadamiento mi camino y por las lágrimas que hePorderramado; gracias, sobre todo,hepor el presente de todas mi alma y de mi vida. la enfermedad y por la pobreza: por todos los deberes gravosos a mi cuerpo y a mi espíritu: por la soledad, el aislamiento y las separaciones: por toda incomprensión y humillación: por las oscuridades, las incertidumbres, las angustias y las renuncias del alma: por mi propia miseria e incapacidad para darte el amor perfecto en el que quisiera ser consumida: por la frustración humana de toda mi vida y de todas mis aspiraciones: por toda prueba por Ti escogida y enviada a mi pequeña alma, te doy gracias, oh Señor. Haz, oh Señor, que de este profundo anonadamiento suba hasta Ti mi oración: más aún, que este anonadamiento exprese la incesante adoración de mi ser completamente ofrecido e inmolado ante tu Trono. Haz que no intente huir del fuego santificador del dolor, sino que en el silencio, inmóvil sobre el altar del sacrificio, unida al Cordero inmolado, me ofrezca a Tu querer en la plenitud del abandono y de la caridad, hasta el último instante de mi vida. Haz que esta oblación sea el pequeño tributo a Tu Gloria, sea la súplica que te ofrezco por mí y por todas las almas unidas a mi vocación, a fin de que nos guardes en la Verdad, que salva de toda ilusión y de todo error, en la caridad dispuesta a cualquier sacrificio y a cualquier trabajo. Concédenos la inteligencia perfecta de Tu Querer y la Fortaleza para cumplirlo sin vacilaciones y sin desviaciones: guárdanos en la unidad perfecta que es signo de tu Presencia divina entre las almas. Escucha la plegaria que Te dirigimos para Tu Gloria y concede no a nuestros méritos, sino a los gemidos de Tu Iglesia, la nueva donación de Luz y de Gracia que Tú has prometido para iluminar y santificar a las almas en los gigantescos trabajos de la hora presente y del oscuro porvenir. Si es necesario para esto el sacrificio de mi vida, en esta fiesta de San Pedro, que es la fiesta de Tu Vicario, yo te renuevo la oblación que un día te presenté por manos de María Inmaculada. La intercesión de la Virgen y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo acompañe mi ofrenda y haga menos pobre la la perfecta consumación. En aquel día feliz renueva para mí tus Misericordias y haz que se inicie mi alabanza celestial, eco del himno de adoración, de acción de gracias y de amor elevado a Ti, Uno y Trino, por todas las almas que recibirán la gracia de poseerte conscientemente en sí mismas y de vivir esta posesión. "...No debemos olvidar que traicionar nuestra vocación a la santidad es también traicionar a todos aquellos cuya salvación está unida a nuestra inmolación”. 

(ms. 39, 118) Cum permissu superiorum © Postulazione Causa di BeatificazioneItalaMela, La Spezia,1979 © 1993 ad instar manuscripti 

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 Ya hemos dicho que Monseñor A. Bernareggi, obispo de Pérgamo presentó el 21 de abril de 1941 un "Memorial" de Itala sobre la Inhabitación, y ocho días más tarde, el 29 de abril, Pío XII, por mediación del cardenal Maglioni, Secretario de Estado, enviaba a Itala una carta de aprobación y de bendición. Pío XII quiso que preparasen un ma material terial adecuado para un documento pontificio unos teólogos de gran fama, como Garrigou-Lagrange, dominico; Filograssi, jesuita; y el Padre Gabriel de Santa María Magdalena, carmelita descalzo. Itala compuso una oración a la Stma. Trinidad para que los iluminase. El documento pontificio vino dos años más tarde, pero no se limitó a la Inhabitación Trinitaria, sino que encuadró este tema en el contexto de la doctrina sobre el Cuerpo Místico. Encíclica MysticiCorporis, del 29 de junio de 1943. Damos aquí la traducción de esa oración.

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