Mini Resumen Wickham[1]
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Autor: Chris Wickham Titulo: La otra transición del mundo antiguo al feudalismo.
El texto de Wickham se encuentra dividido en cuatro partes. El autor analizará a lo largo de las tres primeras partes el problema del fin del mundo antiguo en occidente desde una perspectiva marxista, centrándose en los procesos económicos de cambio considerando central el papel del Estado romano en ellos. En su cuarto apartado analizará la pervivencia del Imperio Romano de Oriente. En el primer apartado el autor expone sus objetivos y define una serie de concepciones de origen teórico marxista tales como modo de producción esclavista, antiguo y feudal. El autor define tales modos de producción usando como criterio la forma de extracción del excedente de cada uno de ellos. Descartando de su análisis la consideración del modo de producción esclavista (desapareciendo éste con el mismo imperio y estando ausente, también, en el momento de su desaparición) afirma que el modo de producción antiguo fue el que predominó en el período tardorromano y que el mismo consistía en la red de tributación basada en la vieja relación ciudad/campo como estructura interna; los impuestos exigidos desde el Estado eran la forma de extracción del excedente propia del modo de producción antiguo que predominó, sobre todo, durante Diocleciano. Sin embargo en una misma formación social pueden coexistir distintos modos de producción siendo uno el predominante y el que ha establecido la relación más estrecha con el Estado. Esta coexistencia puede verse en el período tardorromano a través de las diferentes formas de extracción de excedentes (o modos de producción) existentes: impuesto sobre la tierra (modo antiguo) y/o renta señorial o feudal (modo feudal). Desde el siglo III en adelante hasta el siglo IV-V el modo de producción antiguo fue predominante y aunque los señores y los campesinos ya habían establecido otro tipo de relación económica (renta feudal) esquivando de esta manera al Estado, el peso de éste último era tal que no podía ser evadido. Lo que viene a cambiar esta situación a favor del señor y del patrocinio privado (y en definitiva del modo feudal) son las invasiones bárbaras; no porque ellas hayan traído el feudalismo (las bases del modo feudal ya estaban presentes con la llegada de los primeros germanos), sino porque las mismas causaron un impacto ideológico: el Estado romano perdió legitimidad ante sus súbditos, y el peso del impuesto para cubrir los gastos militares era tan pesado que frente a esa situación los señores deciden abandonar sus obligaciones para con el Estado y los campesinos prefieren perder algo de su libertad (convirtiéndose en colono) y pagar una renta mucho menor al impuesto exigido desde el Estado. Es evidente que, luego de tal explicación, el autor descarta por completo que los tenentes hayan sido herederos directos de los antiguos esclavos, ya que estos devinieron de los campesinos libres que, aunque perdieron una porción de su libertad fueron los mayores beneficiados en este proceso: “lo que debió suceder es que los campesinos conservaron más para ellos mismos”. A la vez el autor destaca que tal transición desde un modo de producción a otro fue lento y gradual, y convivieron ambos desde el 300 al 700 d.C. Pero el Estado romano sobrevivió bajo la forma de un tipo de herencia ideológica: sobrevivieron valores, imágenes. Esta supervivencia se dio sobre todo el las antiguas ciudades romanas. Hasta aquí el autor ha explicado su tesis en los primeros tres apartados. En último término, el autor afirma que en el caso del Imperio Romano de Oriente estuvieron presentes los mismos factores, pero frente a las invasiones bárbaras (impactantes, pero no tanto como en occidente) el Estado fue el que pudo predominar: el estado impositor de tributos continuó en oriente, y la aristocracia terrateniente no fue tan fuerte para oponerse al mismo y, hacia el siglo VII-VIII Bizancio parece mostrar un
eclipse del poder aristocrático. “Esta capacidad esencialmente política de explotar la situación en su propio beneficio fue la razón más evidente para la supervivencia del Estado bizantino”. Como podemos ver, la época de las guerras, primero en Occidente y después en oriente, no representaron necesariamente una coyuntura decisiva, son sólo la posibilidad de una coyuntura decisiva en la balanza de los modos de producción.
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