Michharu - Trazos de Una Vida

April 2, 2017 | Author: Ana Bracho | Category: N/A
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lez Fic...

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Trazos de una vida Michharu

La primera vez que la vi fue en un aeropuerto, yo debía coger un vuelo a Bruselas por motivos de trabajo, recuerdo que fuera de la terminal estaba cayendo el diluvio universal, por lo que la mayoría de vuelos iban con retrasos de horas, yo ya había vagado durante un par de horas por las tiendas, haciendo lo que la mayoría hace cuando se queda tirado en un aeropuerto, probar todas las fragancias de la perfumería hasta matar el sentido del olfato, cotillear que revistas tienen en el quiosco y echar un ojo a las guías para extranjeros de España para ver qué es lo que les venden a los turistas de mi ciudad natal, dar vueltas por las tiendas de ropa y bolsos y sorprenderme de algunos precios prohibitivos, pasar el rato en una mesa de un bar viendo ir y venir a la gente, vamos... que ya estaba aburrida y deseando que mi vuelo saliese - Pasajeros del vuelo con destino a Bruselas diríjanse a la puerta trece Sonreí feliz de que mi vuelo ya saliese, comprobé que mi equipaje estaba en orden y me levanté para ir hacia la puerta de embarque, lo que yo no sabía, que en exactamente quince segundos, mi vida iba a cambiar, sino drásticamente, iba a pasar algo, que más tarde, si que la cambiaría, al menos me

cambiaría a mí, mientras caminaba distraída no imaginaba que en quince segundos, me iba a enamorar, aunque eso es algo, que a día de hoy, solo sé yo, un pequeño secreto que guardo en mi corazón, no sé si tal vez por vergüenza ¿A quién le gustaría reconocer que bastó una décima de segundo para enamorarse? O por querer conservarlo como algo mío, protegido de miradas ajenas, uno de esos momentos para rememorar y saborear en la soledad de mi mente Me gustaría decir que fue como en una película, que de repente todo se paró a mi alrededor, que la gente a nuestro alrededor contuvo el aliento, que las gotas de lluvia en el exterior quedaron suspendidas en el aire, que ella apareció de la nada, con su melena moviéndose con una brisa inexplicable, con una sonrisa radiante y caminando con paso firme mientras cientos de miradas la observaban admirando cada movimiento de esa diosa de mujer, sería menos turbador haber caído en las redes de ese momento, pero lo cierto... es que no fue así Yo me enamoré de alguien que me arroyó y me tiró al suelo en medio de una terminal abarrotada de gente. Encima, la susodicha en cuestión iba empapada de arriba abajo y me mojó entera. Encima, debió de pensar que yo me había puesto

en medio a propósito, porque me lanzó la mirada más airada que nadie me había lanzado en mi vida. Encima, masculló algo ininteligible, probablemente una maldición inca o algo por el estilo, cogió su maleta y salió corriendo, dejándome tirada entre un montón de curiosos - ¿Se encuentra bien señorita? (atiné a mirar a un hombre que se acercaba con gesto preocupado) - Sí, sí... estoy bien (respondí sin moverme del suelo y negando con la cabeza con la sorpresa aún grabada en mi rostro) - ¿La ayudo a levantarse? (preguntó acercando su mano) - No se preocupe, puedo yo (pero no me moví, miré hacia donde ella había corrido) ¿Qué ha sido eso? (se me escapó en voz alta y el hombre sonrío tendiéndome de nuevo su mano, esta vez se la cogí y el resto de curiosos perdieron sus ganas de ver la escena y se fueron largando) Lo sé, es increíble, creo que pasé más tiempo tirada en el suelo con todo el mundo mirándome y yo con cara de no entender nada que el que ella pasó en mi vida en ese instante, y aún así... ¡Me enamoré! No fui consciente en ese momento,

creo que estaba en estado de shock, pero más adelante lo sabría, cuando me preguntasen cuando me enamoré, yo sabría que fue ese día, fueron esas décimas, esa primera vez que la vi, las que trastocaron mi mundo para siempre, siempre he pensado, que si en vez de arroyarme, mojarme, maldecirme y dejarme tirada en el suelo, me hubiese hecho un amago de sonrisa... dios, ¡le habría pedido que se casase conmigo! - Vaya trompazo que te has dado (aquella voz me sonó familiar y miré hacia allí, sonreí al ver a Claudia, una vieja amiga de la infancia) - ¡Claudia! (me levanté de un bote y me acerqué a saludarla) Estás guapísima - Y tú, sabía que las mujeres no se te podían resistir, pero esto de que se abalancen encima de ti... es nuevo (bromeó haciéndome saber que había visto toda la escena) - Calla, calla (negué con la cabeza) ¿Qué haces aquí? - Bueno, estaba en una convención, vuelvo a Jerez ¿Y tú?

- Bruselas, trabajo - Bruselas, Verónica (sonrío ella maliciosamente, en este punto, debería aclarar que en aquél entonces, yo tenía una fama de mujeriega completa y absolutamente inmerecida, de hecho, Claudia solía llamarme la marinera por lo de tener una mujer en cada puerto, pero nada más allá de la realidad, siempre fue y será una exagerada) - ¿Cómo está Gimeno? ¿Ya ha abierto la consulta? - Está en ello, por cierto, su hermana te quiere llamar un día de estos - Sabía que le había gustado en la boda (le seguí el juego guiñándole un ojo) - Tonta, es algo de esa ONG para la que trabaja, quieren hacer un reportaje en Asia y necesitan una fotógrafa, ¿Te apetecería? - Bueno, dile que me llame y me comente las condiciones, pero sí, no tengo nada que hacer hasta dentro de dos meses

- Se lo diré - Pasajeros del vuelo con destino a Bruselas diríjanse a la puerta trece (resonó la megafonía de la terminal) - Ha sido un placer, Claudia, pero... (señalé hacia la puerta de embarque) - Claro, oye, te tienes que venir un día a Jerez, entre trabajo y trabajo, así ves a Gimeno y Greta - Me muero de ganas, nos vemos (le di un fuerte abrazo y corrí hacia la puerta, esperaba que su hermana me llamase, me apetecía hacer un trabajo de ese tipo, últimamente todo eran reportajes de pasarelas de moda y de alfombras rojas, necesitaba hacer algo diferente) Lo que yo no sabía, ni podía sospechar, era que aquella mujer que me había arroyado, volvería a cruzarse en mi camino, y que era yo misma quien lo había provocado al decirle a Claudia que su cuñada me llamase, que me interesaba ese trabajo en Katmandú

Era ella, estaba segura, bueno... no lo estaba, porque sonreía, y yo solo la había visto fulminar con la mirada, pero algo dentro de mí decía que sí, que la mujer que unas semanas atrás me había arroyado en el aeropuerto estaba allí. Yo estaba haciendo un reportaje sobre el trabajo de las ONG’s en países asiáticos, estábamos en un centro a las afueras de Katmandú y ella era una de las integrantes del equipo que trabajaba allí, al menos, llevaba el chaleco de la organización y charlaba animadamente con otra compañera - Maca (escuché como me llamaba el responsable de aquel centro) Ven, que te presento a dos de nuestras mejores ayudantes (señaló con la cabeza hacia ellas y a mi me falto tiempo para agarrar mi mochila con la cámara y acercarme a ellas) Chicas, os presento a Macarena Wilson, es la fotógrafa que ha enviado la agencia, Maca, estas son Laura y Esther, también son españolas como tú, estoy seguro de que ellas pueden enseñarte un poco todo esto) - Encantada (se alzó la otra chica y me plantó dos besos en las mejillas) Yo te enseñaré esto que Esther tiene que volver a la ciudad. Así que te han enviado a hacernos un reportaje, eso es estupendo (me asió del brazo y me alejó de Esther, que me

había dedicado la media sonrisa más jodidamente increíble del mundo, aunque eso no lo reconoceré jamás sin la presencia de un abogado ante ella, y reconozco que maldije durante los siguientes minutos a Laura) - Sí, en vuestra agencia querían hacer un artículo completo de todas las sedes que tenéis en Asia - Vaya, ¿También vas a visitar otros países? - En principio, no, a mi me han asignado Nepal, debo ir a los lagos y eso, pero todo aquí - ¿Los lagos de Pokhara? Te van a encantar, a Esther la han destinado allí, se marchará en el convoy de aquí a una semana (mi corazón dio un pequeño salto de alegría) - ¿En serio? Yo también iré en ese convoy por lo que me han comentado - Eso es genial, ya verás, te va a encantar, déjame que te enseñe un poco esto (Laura me enseñó el centro y me explicó un poco lo que hacían, dándome alguna pincelada para ofrecerme una visión general del trabajo, ya habría tiempo de

profundizar más, y mi mente, estaba con otras cábalas en aquellos momentos) - ¿Y todos sois voluntarios temporales? (le pregunté cuando paramos un rato en los escalones de la entrada, sentándonos y disfrutando de la puesta del sol, que daba una breve tregua al calor sofocante de la ciudad, aunque demasiado leve para ser considerado algo de fresco) - Bueno, la mayoría sí, los que trabajan siempre en estas instalaciones es la gente de aquí, es uno de los principios de la ONG, a ellos se le enseñan como poder ayudar a la población que lo necesite y lo demande y nosotros venimos a echar una mano de vez en cuando, pero son ellos los que velan porque el proyecto funcione y los que realmente hacen algo grande por la gente de aquí, su gente - Entonces, tú y la otra chica (sí, fingí la más absoluta de las indiferencias en aquel momento) No estáis siempre aquí - Que va, yo vuelvo a Madrid en una semana, trabajo en un hospital de allí, de hecho, estas son mis vacaciones (sonrío alzando las manos para abarcar lo que nos rodeaba) Y Esther, dentro de un mes se va a Barcelona a trabajar

- ¿De qué trabaja? - Es enfermera, antes trabajaba conmigo pero pidió el traslado a Barcelona - Es una gran ciudad para vivir (sonreí yo) Yo llevo cinco años viviendo allí y me encanta volver a casa, aunque no estoy mucho tiempo por trabajo, pero me gusta la ciudad condal - Sí, bueno, ella más que por Barcelona se va por un barceloní, pero supongo que estará bien (aquello no me sorprendió, debía haber imaginado que alguien capaz de colarse en el corazón de otra persona en un instante ya lo habría hecho antes con otros corazones) - Vaya, debe estar muy enamorada para dejarlo todo - Bueno, lo estaba cuando pidió el traslado, ahora, no sabría decirte (el claxon de un rickshaw improvisado con una botella de plástico y un globo resonó y ambas miramos hacia allí, Esther nos saludaba con la mano) ¿No te ibas?

- Me ha entretenido Bhuwan, ¿Vais a la ciudad? (yo miré mi reloj, se había hecho tarde, al día siguiente ya habría tiempo para ver más) - Yo debería (comenté poniéndome en pie) - Yo aún tengo cosas que hacer. Maca, ha sido un placer, te dejo en buenas manos (se despidió con dos besos y yo me acerqué a Esther dubitativa) - Es el conductor más fiable que hay en todo Katmandú (comentó interpretando erróneamente mi gesto de duda por miedo, yo sonreí sabiendo que ella no me recordaba y me subí a su lado en el estrecho compartimento, nuestras piernas se rozaron brevemente y sentí una descarga eléctrica por todo mi ser, la miré esperando cualquier señal de que ella hubiese sentido algo, pero estaba tan tranquilla charlando con el conductor) ¿A dónde te llevamos? - Mi hotel es el Pilgrims, está en... - Lo conozco, yo también estoy allí (sonrío de oreja a oreja, descubrí que sus ojos, cuando no te estaban fulminando, eran

preciosos, de un marrón miel acompañada de cierto brillo) Así que fotógrafa - Así que enfermera (ella alzó las cejas sorprendida por un instante y luego negó con la cabeza) - Laura ya te ha puesto al día (ie hizo un gesto al conductor para que se internase en el trafico, y a pesar de la compañía, reconozco que aquél fue uno de los peores momentos de mi vida, el conductor estaba loco, se metía en huecos donde era imposible meterse, sorteaba el trafico infernal del centro como si nos fuese la vida en ello y más de una vez estuvimos a un milímetro escaso de chocar con algún que otro conductor, todo esto acompañado de la banda sonora de la ciudad, decenas de cláxones que pitaban ante cualquier movimiento, de hecho, la cara de acojone que debía llevar era de escándalo, porque nada más bajar ella se acercó poniendo una mano en mi espalda y con semblante preocupado) ¿Estás bien? - ¿Has dicho que este era el mejor conductor? (le pregunté mirándola con los ojos desorbitados, ella estalló en una sonora carcajada llevándose las manos a la tripa)

- Perdón, perdón (se disculpó continuamente por reírse de mí en mi cara, pero se le siguieron cayendo las lágrimas de la risa) Lo siento, es que... (se enjuagó una lágrima traviesa de su mejilla) No había visto esa cara de pánico nunca, perdón - Nada, yo me alegro de hacerte reír (le lancé una de mis mejores sonrisas y ella ladeó la cabeza a un lado mirándome con curiosidad) - Me resultas familiar y no sé de qué (a mi mente vino el momento de semanas atrás, aquél instante en el que ella apareció en mi vida) - No sé, tendré una cara común (me encogí de hombros y ella sonrió empezando a andar hacia la entrada del hotel, yo no tenía ganas de despedirme de ella, así que aprovechando que había que cruzar la terraza con el restaurante la invité a cenar y ella aceptó) He de reconocer, que no recuerdo mucho de aquella noche, sé que estuvimos hablando durante horas, hasta que el camarero empezó a recoger lanzando la indirecta de que quería echarse a dormir, sé que hacía calor, porque su piel estaba cubierta de un finísimo halo de humedad, y creo que me explicaba

anécdotas de la ONG, lo único que recuerdo con más nitidez, es que hacía aquel gesto tan suyo de colocarse el pelo tras la oreja, que sus ojos se achinaban al reír y que depende de la distancia que estuviese de mí, estos tenían un destello verde que me cautivó La luna llena se reflejaba en el lago de Phewa y sobre el asfalto humedecido de la carretera que serpenteaba a su alrededor, la noche era estrellada, como todas allí, y al ruido de nuestras traqueteantes bicicletas de alquiler se le unió el zumbido incesante de los insectos y algún aullido de perro de vez en cuando, ella iba delante de mí, guiando hacía el lugar que me quería enseñar, habíamos tenido un día duro, yo más que ella, no estaba acostumbrada a mancharme las manos de sangre, aquella tarde había habido un accidente de autobús a unos kilómetros de Pokhara y Esther se había acercado al hospital, yo la había acompañado con la excusa de reflejar otra realidad de su trabajo, había colado, la verdad es que tras una semana sin apenas verla quise pasar un rato con ella, desgraciadamente, en vez de hacer fotografías, tuve que hacerle de asistente, y cuando al regresar al hotel me vio cabizbaja, tomó mi mano y se acercó a aquel tipo de las bicicletas que había a orillas del lago

- ¿Falta mucho? (pregunté a su espalda cuando empezábamos con una suave subida en la carretera) - ¿Ya estás cansada? (preguntó en tono guasón mientras bajó el ritmo y ladeó la cabeza para mirarme) - Nunca, hace falta mucho más que esto para cansarme a mí (creo que coló hasta la última palabra, que salió como un susurro jadeante de entre mis labios, estaba sudando un montón y las piernas me daban calambres, pero no se lo hubiese reconocido en la vida) - Venga, dos curvas más y hemos llegado (aceleró de nuevo y yo la miré con fastidio, aquella mujer se había propuesto acabar conmigo esa noche, saqué las últimas fuerzas que me quedaban y pedaleé hasta ponerme a su altura) Ya verás como merece la pena Dos curvas más allá, la carretera descendía hasta el nivel del lago, Esther detuvo su bicicleta y me miró sonriente mientras la dejaba a un lado de la cuneta, yo la imité y la seguí por un sendero que llevaba a la orilla del lago con nuestras linternas encendidas

- ¿A dónde me llevas? (pregunté cuando llegábamos a la orilla) - Aquí. Apaga la linterna (hice caso de ella y la apagué) Mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad poco a poco, la luna reflejada sobre el lago era preciosa, pero lo que captó mi atención fueron los cientos de destellos que nos rodeaban, sobrevolando el lago, la hierba de la orilla y pasando zigzagueantes entre nosotras, como un pequeño universo en movimiento que nos envolvió en segundos - Es... precioso (atiné a comentar dejándome caer sobre una piedra, ella se sentó a mi lado y noté como su mirada se clavaba en mi rostro) - Lo es (la miré y sonrío) A parte de las cosas malas... También deberías conocer las buenas ¿No crees? - Lástima que mi cámara no pueda fotografiar esto (asentí mirando hacia el lago, las luciérnagas bailaban al son de una música inaudible para nosotras)

- Tu cámara no puede fotografiarlo todo, hay cosas que solo podemos sentir y ver nosotros. Que, ¿Ha merecido la pena el paseo en bicicleta? - ¿A eso lo llamas tu paseo? (Ella negó con la cabeza sonriendo de medio lado, y yo miré al frente sonriendo, disfrutando de aquel momento) Ha merecido la pena ¿Vienes mucho por aquí? - La verdad es que antes lo hacía mucho (asintió ella mirando alrededor con un brillo nostálgico en sus ojos) Yo también necesité una vez conocer las partes buenas de este país, los primeros días pueden ser muy duros, trabajando sin parar y viendo cosas que te rompen el alma, cuando acababa solía vagabundear por las calles, o coger una bici como hoy y explorar las carreteras, así encontré este lugar, es el mejor para ver las luciérnagas en todo el lago - ¿Y ya no necesitas venir a menudo? (pregunté ladeando la cabeza para mirar su rostro, ella me miró y se encogió de hombros) - Supongo que al final te acostumbras, cuando vas viendo lo mismo siempre, ya no deja tanta huella en el corazón

Yo la miré asintiendo, debía ser duro llegar a ese momento en el que tu corazón ya no se conmueve como antes, pero ella parecía llevarlo bien, sus ojos brillaban cuando hacía su trabajo, incluso allí, ya fuese por la luna o las luciérnagas, sus ojos tenían un destello de luz en el fondo que daban una idea del gran corazón que poseía. Me quedé mirándola durante segundos, hasta que caí en que ella no apartaba sus ojos de los míos, empecé a preguntarme que estaría pasando por esa cabeza, pero su rostro permaneció sereno, incluso cuando ladeé la cabeza ligeramente y escudriñé sus rasgos, ella no pareció inquietarse, todo lo contrario, sus labios se entreabrieron ligeramente y dejó escapar un suspiro lleno de calma, haciéndome sonreír - Yo no sé si podría pasar mucho tiempo aquí - Bueno, este es uno de esos lugares que no tiene punto medio, o te enamoras o lo odias, es imposible que te deje indiferente, dependiendo de eso, podrías o no quedarte - A ti te enamoró ¿Mhm? (escuché un pez saltar en el lago desviando mi atención de sus ojos)

- Me temo que sí, cuando estoy en Madrid echo de menos esto, allí el ritmo es muy diferente, y cuando estoy aquí, no me da tiempo a echar de menos Madrid - Yo tampoco suelo echar de menos Barcelona (ella se levantó poniéndose de pie y acercándose a la orilla) - Pero tú debes pasar mucho tiempo fuera de la ciudad ¿No? - Sí, de hecho cuando veo a mi casera se ha olvidado de mi desde la última vez (bromeé encogiéndome de hombros) - ¿Y tus amigos? ¿Tu pareja? - Bueno, la cosa de mi trabajo es que acabas teniendo amigos por todas partes, y pareja, no tengo, así que... - ¡Entonces es por eso! (asintió convencida) El día que tengas pareja y se quede en Barcelona, estarás deseando volver a la ciudad - ¿Lo sabes por experiencia? - Sí, siempre es más fácil querer volver a casa cuando sabes que te esperan (ella miró al cielo, no sé si trataba de buscar

una estrella que en algún punto de la capital alguien estuviese mirando, su gesto permaneció tranquilo, y yo no me atreví a preguntarle si estaba pensando en alguien en concreto, en aquel barceloní que me comentó Laura tal vez, si la experiencia la estaba viviendo ahora, o si era algo que había vivido, lo cierto es que mi cuerpo temblaba de imaginar que ella pudiese estar deseando volver a casa por ese motivo) Me limité a observar el lago, y cuando pasó un tiempo prudencial, ella miró su reloj y comentó que deberíamos volver al hotel, yo la seguí hasta dónde habíamos dejado las bicicletas y ella al tomar la suya me miró sonriendo - Acabas de hacer que eche de menos tener a alguien esperándome (negó con la cabeza y se subió en su bicicleta, empezando a pedalear, ajena completamente a la sonrisa radiante que había conseguido instaurar en mis labios, si hubiese estado segura de que no podía escucharme, habría lanzado un ¡Toma ya! victorioso al aire, pero me limité a subirme a la bici e ir tras ella. No había ningún barceloní, pero eso sería algo que tendría que descubrir, porque ella había pedido el traslado a Barcelona por alguien, y si ese alguien ya no la esperaba, debían haber roto hacía muy poco)

Llevábamos una semana en Pokhara, por las noches habíamos instaurado una nueva norma no escrita, cada noche, Esther y yo alquilábamos unas bicicletas e íbamos a aquel rinconcito que me había enseñado, por desgracia, esa noche llovía a mares, el monzón había llegado al país y en menos de cincuenta minutos, el diluvio universal se cernió sobre nosotras, la calle mal asfaltada que iba a nuestro hotel, parecía un río, yo estaba en uno de los pasillos-terraza viendo como dos turistas intentaban llegar a la puerta del hotel entre gritos de pánico de uno de ellos y carcajadas de otro, estaba tan ensimismada que no la escuché venir - Nos hemos quedado sin paseo nocturno (se apoyó en la baranda a mi lado y miró hacia la calle) ¿Qué hacen? - Creo que vienen al hotel, llevan diez minutos y han avanzado dos metro (comenté con una sonrisilla traviesa) Estoy esperando que uno resbale para ver que pasa (ella golpeó con su mano mi brazo negando con la cabeza) - Eres un poco mala tú

- No lo sabes tú bien (la miré alzando las cejas repetidas veces y haciéndola reír, en esa semana yo había descubierto que me encantaba el sonido de su risa inundándolo todo) - Dicen que el monzón se va a quedar unos días por aquí (miró hacia el cielo, como si sus ojos fueran capaces de atravesar la cortina de agua y ver la luna a través de las nubes) - Así que me olvido de volver a nuestro rinconcito antes de irnos ¿Mhm? (ella me miró con la cabeza ladeada y un gesto en su rostro ¿Triste?) - Bueno (se giró para mirar tres sillas que había alrededor de una pequeña mesa bajo una de las ventanas de mi habitación) Tendremos que conformarnos con esto (comentó acercándose a una y sentándose, yo sonreí, había temido que al no tener a dónde ir nuestras charlas nocturnas se evaporasen, por suerte, ella no tuvo la intención de permitirlo en ningún momento, yo la seguí sentándome al otro lado de la mesa, las dos mirando hacia la calle) ¿Qué vas a hacer cuando vuelvas? - Pues, debería ir a Jerez a ver a una amiga y luego descansar una semanita en casa y marcharme a Londres

- ¿Londres? - Sí, una de esas estúpidas pasarelas - Vaya, creía que solías hacer trabajos de este tipo, no te veo entre supermodelos lanzándoles fotografías - Me gusta más este tipo de trabajo (reconocí mirándola) Pero hay que pagar las facturas - ¿Estarás mucho allí? - No unos cuantos días, luego no sé, volveré a casa y miraré a ver que trabajos tengo (ella asintió y yo observé que era capaz de saber cuando su cabeza le estaba dando vueltas a algo sin atreverse a decirlo en voz alta, se mordía el labio inferior y tamborileaba los dedos sobre la pequeña mesa, no tenía ni idea de que era lo que quería decir y no se atrevía, pero me moría de ganas de saberlo, aunque me encantase ver ese nerviosismo en ella, era algo poco habitual, y aquella forma de morderse el labio inferior, bueno, era superior a mí) ¿Tú qué vas a hacer cuando vuelvas?

- Pues... empezar una nueva vida (sonrío de medio lado) Buscarme un piso en Barcelona y empezar a trabajar en el Vall d’Hebron - Es un cambio importante (dejé caer, sabía que aquel era el momento de indagar sobre la persona que la había llevado a Barcelona) ¿Cómo te decidiste a mudarte? - Bueno... fue un cúmulo de circunstancias, pedí el traslado hace un año, el director de urgencias, Vilches, estuvo dándome largas durante meses, él no quería que me marchara - Debes ser muy buena en lo tuyo (ella río suavemente) - Que va, eso es lo que se piensa él, me tiene a la alza - Sus motivos tendrá (ella me miró y sonrío agradeciéndome el cumplido) - El caso es que para cuando se decidió a tramitar la orden, yo había perdido el principal motivo por el que irme, pero a las semanas me llamaron del Vall d’Hebron y... bueno, me apeteció aceptar, aunque ya no fuese por el motivo inicial, tenía ganas de enfrentarme a un reto, además, cuento con la

ventaja de que Vilches estará deseando que vuelva, así que si la cosa sale mal, siempre puedo volver a Madrid - Te enamorarás de Barcelona, es algo diferente a la capital, también es una gran ciudad, pero tiene algo que engancha. Y... ¿Puedo preguntar cuál era tu motivo inicial? (cuestioné en un susurro y sin atreverme a mirarla a los ojos) - Me enamoré (admitió ella ladeando su cuerpo para apoyarse en la mesa y mirarme) Demasiado y en muy poco tiempo - Vaya, irse por amor, sí que debiste enamorarte muy fuerte (ella siguió mirándome con una sonrisa de medio lado y yo no podía apartar mi mirada de ella, empezó a morderse el labio de nuevo, nerviosa) - ¿Tu no lo harías? (pero yo sabía que aquello no era lo que quería preguntar) - No lo sé, nunca me he enamorado (ella abrió los ojos sorprendida, incorporándose un poco en su silla) - Eso no puede ser Maca

- ¿Por qué no? (ella puso su cara de “es obvio”) Bueno, eres una mujer... atractiva, y muchos hombres se fijarán en ti seguro, alguno en algún momento debe haberse metido en tu corazón ¿No? - Los hombres lo tienen imposible conmigo, mujeres, alguna se ha acercado pero nunca he sentido esa sensación en el estómago de mariposas revoloteando si es lo que quieres decir (y era mentira, como una iglesia de grande, no, como una catedral, como todo un puñetero monasterio de grande, pero la solté, y esperé su reacción, mientras pensaba que yo si me había enamorado) La reacción de alguien cuando le dices que te has salido del camino tradicional para aceptarte tal como eres, en aquellos tiempos era muy variable, hoy en día no hay problema, pero entonces, podía pasar cualquier cosa, desde que te rociasen con agua bendita hasta que se abalanzasen sobre ti como leona en celo, su reacción fue la más neutral que había visto nunca, siguió con su misma expresión de no me puedo creer que no te hayas enamorado - ¿Solo se han acercado un poco? ¿En serio?

- Sí, he tenido mis relaciones ¿Eh? (sonreí, a ver si iba a pensar que me acababa de caer de un guindo) - Ya me lo imagino ya, pero me parece increíble que aún no te hayas enamorado - Bueno, ¿Pero tú cuantas veces te has enamorado? (le pregunté divertida por sus expresiones, ella empezó a reír) - Solo dos, solo dos. Pero no sé... tú eres... bueno, no hay más que verte, debes de ser jodidamente difícil de conquistar (dedujo mirándome de reojo) - Quizás es que aún no ha llegado la persona que me conquiste - Tal vez, pero ya verás como llegará, y como por ella te mudarías de ciudad, de país y hasta de planeta si hiciese falta (la convicción de su rostro me hizo sonreír, ella siguió mirando las gotas de agua caer, parecía que amainaba brevemente, y yo seguí observándola a ella un buen rato, preguntándome si ella sería esa persona por la que si hiciese falta, me cambiaría de planeta)

- ¡Maca! ¡Maca! (distinguí su voz al otro lado de la puerta, miré el reloj de encima de la mesilla, era demasiado temprano, oficialmente no creo que fuese de día, pero era ella, y saqué fuerzas para arrastrarme hacia la puerta y abrirla) ¡Ma... (se calló en el acto, yo me apoyé en el marco de la puerta, me moría de sueño y la miré con los ojos entrecerrados) Estás preciosa durmiendo (bromeó ella y tiró de mi mano) - Esther, son las tres de la mañana, no soy persona, ¿Dónde me llevas? (conseguí balbucear mientras sentía su mano tirar de la mía y mis pies moviéndose para no caerme) - Tienes que ver esto, Maca, es increíble (me subió al tejado del hotel y señaló hacia el cielo, yo aún la miraba con gesto de no me gusta que me saques de la cama y ella volvió a tirar de mi mano y señalar al cielo, alcé la vista y descubrí el cielo estrellado, el monzón había desaparecido, dejando ver un infinito espacio oscuro plagado de estrellas) - Muy bonito, ¿podemos volver a la cama? (ella frunció el ceño)

- Si no abres los ojos aunque sea dos milímetros te lo vas a perder (refunfuñó con tono infantil y a mí me hizo gracia, sonriendo y haciéndole caso, lo primero que vi fue la inmensa mole que eran los Annapurnas, recortados por el cielo estrellado, por encima de ellos, no dejaban de pasar estrellas fugaces, mis ojos se abrieron más, maravillada) - ¿Es una lluvia de estrellas? (Esther sonrió de oreja a oreja a mi lado, y yo la miré asombrada, fue entonces cuando me di cuenta de que nuestras manos seguían unidas, y yo no tenía intención de soltarme, así que lo debería hacer ella) - Ves como ha valido la pena que te saque de la cama (sonrió mirando el paisaje) ¿Alguna vez habías visto una lluvia como esta? - No, nunca había visto ninguna (admití más pendiente del tacto de su mano en la mía que de otra cosa, de reojo vi que me miraba y sonreía, le gustaba haberme despertado, y a mí me encantó verlo, apreté un poco su mano, ejerciendo una mínima fuerza y ella volvió a mirar el cielo) - Tenemos que pedir un deseo

- ¿No me digas que crees en eso? (la miré con una ceja alzada, me encantaba ese lado infantil que ella tenía) - No pierdes nada por intentarlo (se encogió de hombros y entrelazó sus dedos con los míos) Va, antes de que desaparezcan Yo fijé mi vista en el cielo, y en cuanto vi una estrella fugaz cerré los ojos, no iba a llevarle la contraria en la vida, así que pedí mi deseo, abrí los ojos y la miré ella seguía con los ojos cerrados, y estaba preciosa, vale, yo no era la persona más objetiva del mundo, pero en mi defensa diré que estar bajo una lluvia de estrellas con la cordillera del Annapurna de fondo haría que cualquiera se embriagase del momento y viese hermosa a cualquier persona, pero ella lo estaba más, la observé hasta que abrió los ojos lentamente con una sonrisa dibujada en sus labios, ladeó la cabeza para mirarme - ¿Ya has pedido tu deseo? (le pregunté acariciando con uno de mis dedos el dorso de su mano) - Sí, ¿Tú el tuyo?

- Sí. ¿Qué has pedido? (ella rió y desgraciadamente se soltó de mi mano) - Si te lo digo no se cumple - Oh, venga Esther (rogué poniendo morritos y ella rió más alejándose hasta apoyarse en la barandilla del tejado) - Quiero que se cumpla, así que nada de decirlo en voz alta ¿Tú que has pedido? (preguntó mientras me apoyaba a su lado, supongo que esperaba que exclamase que tampoco se lo podía decir) - Yo he pedido... (su mano se movió veloz hasta silenciar mis labios) - ¡Maca! No lo puedes decir (me recriminó sin apartar su mano de mis labios, y descubrí que tenía el poder de transmitir calor con ella, porque mis labios empezaron a arder bajo su mano, asentí levemente con la cabeza y ella fue retirando la mano, dejando una breve caricia en ellos) - Está bien, hagamos un trato ¿Sí?

- A ver, dime - El día que se cumpla, nos lo tenemos que decir ¿Vale? (ella dudó unos instantes y luego estiró su mano) - Trato echo (yo estreché su mano cerrando aquel pacto) - Vaya, ya se ha parado (comentó al volver a mirar el cielo) - Gracias por despertarme, por cierto... ¿Qué hacías tú despierta? (ella se encogió de hombros) - Mañana volvemos a Katmandú y en dos días yo me voy a Barcelona, supongo que estoy algo nerviosa - ¿Nerviosa? ¿Tú? (sonreí mirándola) - Sí, no sé... se me pasará en unos días - Ya verás como todo sale bien. Te adaptarás enseguida a la ciudad condal - ¿Y si no? (yo me encogí de hombros)

- Siempre puedes llamar a una fotógrafa que vive allí y que estará encantada de enseñarte lo bueno de Barcelona - Si tú nunca estás allí (bromeó riendo) - Bueno, existen unas cosas increíbles llamadas contestadores, en las que dejas un mensaje y yo lo recibo cuando vuelva a casa, de todas formas, a parte de mi excursión a Londres, estaré un tiempo por Barcelona (lo cierto es que no tenía ni idea de eso, pero ya me las ingeniaría para que fuese así una vez estuviese en casa) - ¿De verdad puedo llamarte cuando lo necesite? (yo me sorprendí y asentí repetidas veces con la cabeza haciéndola reír) - Más te vale hacerlo, tú me has ayudado aquí, así que te tengo que devolver el favor en algún momento - No tienes que devolverme nada Maca (yo la miré aparentando seriedad, pero ella se rió al ver que me costaba aguantarme la sonrisa que ya quería fugarse de mis labios) Está bien, anda, deberíamos ir a dormir, mañana a primera hora salimos de aquí

- ¿Mañana? Dirás de aquí a dos horas ¿No? (fuimos andando hacia la escalera) - Pobrecita ella (exclamó abrazándose a mi cintura) Que una chica mala le ha roto el sueño - Por mí, me lo puede romper más a menudo, eso sí, al menos una noche déjame dormir del tirón (ambas reímos y nos fuimos a dormir las escasas horas que nos quedaban, aunque yo ya no volví a coger el sueño, a mi aún me quedaba una semana más de reportaje, y encima sin su compañía, se me iba a hacer bastante cuesta a arriba sin sus payasadas para animarme cuando me veía de bajón) Su último día en Katmandú fue caótico, ella tenía libre y yo a parte de tener que hacer una visita rápida a un centro no tenía más que hacer, así que habíamos quedado para que me enseñase la ciudad antes de ir a su cena de despedida, pero basta que desees algo, para que el mundo conspire en tu contra, no fuimos capaces de encontrarnos, recuerdo que cuando yo conseguía llegar a un sitio a ella la habían llamado de otro para despedirse, así que me tiré todo el día vagando por las calles de Katmandú, fue divertido, me enseñó la ciudad

a distancia, ella me llamaba para decirme mi siguiente parada y me explicaba lo que yo veía, esa fue y ha sido la ruta turística más extraña que me han hecho en la vida Cuando llegó la noche, cada una fue por su lado a la cena, yo llegué antes y hablaba con Laura del despropósito de día que había tenido, de repente alguien gritó que nos escondiésemos y apagásemos las luces - ¡SORPRESA! (pero no era ella y todos nos echamos a reír, sin darnos cuenta que un segundo después entraba Esther) - ¡Buenas, eh! (saludo a la gente sonriendo) - Esther, dos segundos antes y te recibimos como tocaba (se acercó a ella riendo Laura mientras varios compañeros también se acercaban a saludarla, yo me mantuve hablando con Tom, un inglés que también trabajaba allí) La cena transcurrió entre risas y bromas, Esther y yo estábamos sentadas cada una en una punta de la mesa, de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban y nos saludábamos, habíamos intentado acercarnos la una a la otra en algún momento, pero parecía que el principal objetivo del resto de

asistentes era que no hablásemos, porque cada vez que lo intentábamos a ella o a mí nos interceptaban en el camino - ¿Cómo va la cena? (vi como Laura se dejaba caer en la silla de al lado) - Bien, bien, muy entretenida, he estado haciendo fotografías (alcé una pequeña cámara que llevaba en la mano) - Ya nos las pasarás, Esther esta de los nervios (comentó mirando hacia su amiga) - No lo sé, aún no me he podido acercar (Laura me lanzó una mirada traviesa que en aquél momento no entendí, sería mucho más adelante, cuando en una cena en casa, me reconocería que ella era la culpable del complot para dejarnos con las ganas, le había parecido súper entretenido) - Pues lo está y mucho, te voy a tener que pedir que me envíes informes cuando esté en Barcelona, porque seguro que seguís en contacto ¿No? - Bueno, no lo sé, quizás (y ella estalló en una risotada)

- Maca, que se te ve a la legua, te hacen chispitas los ojos cuando la miras (yo alcé ambas cejas y la miré sorprendida) - ¿Chispitas? - Sí, ya sabes, brillito en los ojos, mariposas en el estómago, babita colgando, esas cosas - Eso no es verdad (me defendí frunciendo el ceño y negando con la cabeza) - Ya, claro. Bueno, quiero informes ¿Mhm? (me advirtió con su dedo índice cuando noté que mi móvil empezaba a vibrar en el bolsillo, al ver el nombre en la pantalla me sorprendí) - Tengo que cogerlo (le comenté a Laura mientras me levantaba y me alejaba un poco de la mesa) Buenas noches - ¿Qué hablabas con Laura? (preguntó a bocajarro haciéndome sonreír y buscarla con la mirada, la encontré en el otro extremo de la sala, vi que alguien se le acercaba y ella le hacía señas de que hablaba con alguien por el móvil)

- Estaba convenciéndome de que ejerza de espía para ella cuando estés en Barcelona (la vi abrir la boca de la sorpresa) - Será... ¿Y te ha convencido? - No, aunque si me ofrece dinero... quizás acepte, después de todas las llamadas de hoy debo estar en números rojos (bromeé apoyándome en una pared, ella empezó a acercarse lentamente a mí desde el otro extremo) - ¿Me venderías por algo de dinero? Muy bonito, Macarena - Dios, mi nombre completo, te he enfadado mucho ¿Mhm? - Bastante, llevo todo el día pendiente de dónde estabas - ¿Perdona? He sido yo la que ha estado pendiente todo el día de dónde estabas (Laura se acercó a ella pero Esther le hizo un quiebro para esquivarla, haciéndome reír) - Si fueras más rápida en llegar a los sitios... (susurró cuando ya estaba a dos metros de mí

- Claro, la próxima vez llamo a aquel conductor del primer día y dejo que me llevé él saltando de tejado en tejado con el Rickshaw ¿Mhm? (la tenía a un paso y colgó el teléfono) - Por supuesto, te daré su número (sonrío ella guardándose el móvil en el bolsillo y sorprendiéndome al abrazarse a mi cuerpo y apoyar su cabeza en mi hombro) Siento el caos de hoy - No pasa nada (conseguí articular a pesar de que mi garganta se secó en cuanto noté sus manos rodear mi cintura, ella se estrechó más contra mí y mis brazos se movieron rápidamente para responderle) - ¡Esther, Esther! ¡Que tienes que cortar la tarta! (Laura se acercó en dos zancadas a nosotras) Se la llevó a arrastras separándola de de mi, yo me crucé de brazos y cuando Esther me miró suplicante me encogí de hombros sonriendo, Laura no la iba a dejar acercarse a mí, y después de nuestra conversación, pensé que seguramente sería porque no quería que su amiga cayese en las redes de una fotógrafa lesbiana, así que me limité a disfrutar de la

velada hasta el momento de recoger las cosas, que noté como una mano tiraba de la mía hacia fuera del local - Lo siento, o salía de ahí o la mataba ¿Qué le pasa a Laura esta noche? - Pues... (miré hacia el interior y vi que salía en nuestra busca) Ven (riendo tiré de ella hasta escondernos detrás de uno de los jeeps que había cerca) - A nuestra edad escondiéndonos... (miró por encima del jeep para ver a Laura con los brazos en jarra mirando alrededor) - Te va a echar mucho de menos, no me extrañaría que pidiese el traslado a Barcelona por ti (le comenté sonriéndole) - Yo también la voy a echar mucho de menos, se me va a hacer raro trabajar en un sitio en el que no va a estar ella para ejercerme de madre - ¿Te hace de madre? - A veces, pero yo me escapo (me guiñó un ojo divertida y yo negué con la cabeza)

- ¿A qué hora sale tu vuelo? - Dentro de dos horas, Bhuwan me lleva al aeropuerto en... cinco minutos (ladeó la cabeza mirándome) - Espero que tengas un buen viaje (ella sonrió y tomó mi mano entre las suyas) - Suena a no nos vamos a volver a ver, y te recuerdo, que me tienes que hacer de guía por Barcelona - Claro, no se me olvida (ella empezó a jugar con mis dedos, las dos en silencio, yo porque la parte de las despedidas, ya no se me daba bien en aquel entonces y ella, porque estaba a gusto jugando con mi mano) - ¡Let’s go, Esther! (Bhuwan apareció en la puerta del local y ella dejó un fugaz beso en mi mejilla antes de levantarse) - Te veo en Barcelona, Maca - Nos vemos allí (yo observé cómo se despedía de Laura y se subía a otro jeep con Bhuwan al volante, me acerqué a la doctora y pasé un brazo por encima de sus hombros)

- Joder, ya la estoy echando de menos (yo sonreí como pude y la guié hacia el interior, vaya semanita que me iba a esperar con Laura en plan depresivo total) Estábamos sentadas en los escalones que daban al patio de mi amiga Claudia, su marido Gimeno trasteaba con Greta sobre el césped, revolcándose como un crío y con la perra dando saltitos como una loca a su alrededor - Viéndolos así... no sé quién es quién (bromeó Claudia dando un sorbo a su limonada) - Pues si te cuesta a ti que estás casada con uno de los dos, imagínate a mí (sonreí viendo a Greta sobre Gimeno lamiéndole la cara mientras él procuraba escapar de ella) - Me casé con los dos, solo que yo no lo sabía (sonrió ella cuando Greta se acercó a nosotras buscando mimos) - Entonces... ¿Se te volvió a tirar encima en Nepal? (preguntó risueño sentándose un escalón por debajo de mí) - No, nos hemos hecho amigas, es una mujer increíble

- Ya lo debe ser... como una diosa... Venus, esa era bonita. Como mi Greta ¿Eh, que sí? (cuando ya la perra se le volvía a echar encima) - ¿Por qué tiene que ser como una diosa? - Vamos... para conquistar a otra es lo mínimo (Gimeno era un adulador por antonomasia entonces y ahora) - No me ha conquistado, solo... me gusta estar con ella - Vamos, hasta los huesos (soltó Claudia brindando con su marido y riendo ambos ante mi gesto de frustración, mi móvil empezó a sonar y yo lo saqué del bolsillo mirando la pantalla y sonriendo, era la segunda vez que me llamaba desde que habíamos vuelto) Lo que yo te diga (canturreó Claudia mirando como su marido y la perra se levantaban para ir a la piscina) ¡Y tú no dejes que se meta, que me la llena de pelos! - Pero la estoy preparando para las olimpiadas de natación (escuché que exclamaba mientras yo descolgaba) - Buenos días señorita ¿Qué tal todo?

- Muy bien, ya me estoy empezando a adaptar a esto ¡He encontrado piso! - ¿En serio? ¿Por qué zona? - Por Sarriá, una ganga, una señora que se iba al pueblo porque se lo recomendaron en el hospital, me cogió cariño mientras estuvo allí y cuando le dieron el alta me comentó que si quería podía ir a su piso, que para tenerlo cerrado prefería que lo utilizase alguien que lo necesitase, esta tarde me han dado las llaves ¡Es precioso, Maca! - Me alegro por ti Esther, me tendrás que invitar a una cena para verlo ¿Mhm? - Eso está hecho, además, me vas a tener que decir dónde ir a comprar muebles, la señora lo dejó vacío - Bueno, yo llego mañana a primera hora, así que a partir de entonces, cuando tú quieras - ¿Pasado mañana? ¿O necesitas descansar?

- ¿Qué mejor forma de descansar que ir contigo a patearme todas las tiendas de muebles de Barcelona? (bromeé escuchando su risa al otro lado de la línea) - ¿De verdad no te importa? - Por supuesto que no, ¿A qué hora y dónde? - Mi turno acaba a las dos de la tarde - Bien, entonces a las dos delante del hospital ¿Vale? - Perfecto, ¿Te puedes creer que estoy ilusionada? - ¿Por ir a comprar muebles? - Sí, no sé, el piso de Madrid lo amuebló todo mi ex, y este pensaba que lo iba a hacer él, nunca me ha llamado demasiado eso de la decoración, pero no sé, me hace gracia - Supongo que es normal, va a ser tu espacio y lo vas a hacer a tu manera - Sí (respondió risueña) Te dejo, debes estar ocupada

- Sí, ocupadísima viendo como el marido de mi amiga entrena a la perra para hacer los cien metros mariposa - Bueno, pues anímala de mi parte, si consigue que compita seré su fan número uno - Está bien, nos vemos en dos días - Muy bien, besitos - Besitos (colgué y cometí el error de quedarme mirando el móvil con una sonrisita tonta en la cara delante de Claudia) - Vuelve a decirme que no te tiene loca (rió ella al ver mi gesto, yo negué con la cabeza) Ya la veo como invitada en el bautizo de mi hija (dejó caer mirándome de reojo) - Claudia, tú no tienes hijos - En cinco meses como mínimo uno (yo la miré alzando las cejas sorprendida) - ¿Estás embarazada? (Gimeno asomó la cabeza por el borde de la piscina) ¿Está embarazada? (le pregunté a él)

- Eso espero... porque sino... me la está colando mandándome a buscar berberechos a las tres de la mañana - ¡Eso es fantástico! (la abracé con ganas) - Me alegro que te haga feliz, porque ya sabes quién será la madrina ¿No? - Tu prima la del pueblo, le hará ilusión (solté convincente) - ¡Maca! - Oh, está bien, siempre y cuando no deba cambiar pañales (acepté sonriendo y abrazándola de nuevo) Me alegro mucho por ti, por los dos, bueno... por los tres (viendo como Gimeno le explicaba a Greta que tendría una hermanita - Bueno, entonces, ¿Preparo tu invitación con el nombre de Esther como acompañante? - No empieces a hacer de celestina que nos conocemos (le advertí con un dedo) Pero quién sabe, de aquí a entonces, probablemente he conocido a una súper modelo en una sesión de fotografías y estoy casándome en Cancún

- Claro, o viviendo en tu piso con una enfermera preciosa y yendo las dos juntas a trabajar a algún país tercermundista como regalo de bodas - Claro, porque no (negué con la cabeza sonriente) Voy a ayudarles con el entrenamiento (comenté levantándome y tirándome a la piscina de cabeza) Llegué media hora antes, había ido a entregar unas fotografías a un cliente y en vez de volver a casa decidí acercarme al hospital, me entretuve mirando las ofertas que tenía, había un par interesantes por los alrededores, así que envíe un par de mails para organizar una cita con ambos, el resto eran trabajo en el extranjero y decidí que siempre podría hacerlos, me apetecía estar un tiempo en la ciudad - ¿Llevas mucho esperando? (miré hacia allí y la vi sonriente a pesar de que bajo sus ojos observé una leve sombra) - Que va, ¿Estás lista? (le pregunté abriendo la puerta del copiloto desde mi posición y viéndola pasar) - Agotada, pero lista (murmuró dándome un beso en mi mejilla)

- Lo podemos dejar para otro día si no te apetece (parecía realmente agotada) - Que va, necesito que me lleves a un sitio donde pueda conseguir una cama para esta noche, no aguanto más en el hotel, en la habitación de al lado está la suite nupcial, así que... imagínate (alzó las cejas repetidas veces haciéndome sonreír) - Muy bien, pues solo conozco un sitio y la tendremos que montar nosotras - Dirás yo - Bueno, esperaba que me invitases a cenar y así te echo una mano, no te veo como para montar muebles ¿Mhm? - Que sean dos cenas, así no me sentiré culpable (yo sonreí arrancando el motor y me puse en marcha, media hora después llegábamos a nuestro destino) Comprar con ella fue toda una experiencia, insistió en que nos teníamos que tumbar en todas las camas que había en exposición, hubiese gente mirando o no, que no podía

decidirse por ninguna hasta haber estado en cada una de ellas y también descubrí de ella, que era toda una princesita, para ser alguien que se pasaba meses ayudando por ahí y durmiendo en incómodos catres, a la hora de elegir la cama de su casa era muy quisquillosa, por suerte, tras dos horas, encontró una que la hizo gemir nada más tumbarse - Es esta, ven prueba (yo miré alrededor, uno de los dependientes se lo estaba pasando bomba con nosotras) Maca, ven (palmeó a su lado y yo me estiré suspirando a su lado) ¿Qué te parece? - Es cómoda (ella giró su cabeza mirándome y río) - Has dicho eso de todas - Es que son cómodas, no sé - ¿Cómo que no sabes? Una cama debe ser muy cómoda pero fuerte, es el sitio dónde más horas pasamos - Lo de cómoda vale, pero lo de fuerte... no pesas tanto como para hundir ninguna de las que hemos probado (le bromeé divertida)

- Ya, pero tiene que resistir saltos (yo alcé las cejas sorprendida) - No pienso preguntar nada (me levanté de un salto y me cruce de brazos mientras ella se descojonaba sobre la cama) - Vamos, ¿No me dirás que tú nunca has puesto la música a tope y bailado sobre la cama? - Pues... no lo recuerdo, y si lo recordase no lo reconocería en público (sonreí de medio lado y ella negó con la cabeza levantándose) - Te voy a tener que meter unas dosis de Esther en el cuerpo señorita correcta (me palmeó el trasero y se fue tan ancha hacia el dependiente, ajena a que mi cuerpo se había paralizado por aquél contacto) Me la llevo (señaló hacia mi dirección) - ¿La cama? (el dependiente no quitó ojo de mí y Esther se dio cuenta) - Si la tienes de oferta, también me la llevo a ella (no sé que tipo de mirada guasona le lanzó Esther pero el chaval se puso

colorado al instante, yo le golpeé el brazo a la enfermera recriminándole el cachondearse del pobre muchacho) De hecho yo aún se lo recriminaba cuando el transportista acababa de colocar lo que había comprado Esther en su comedor, mientras ella le pagaba, yo eché un vistazo alrededor, el piso se veía antiguo y le hacía falta una mano de pintura, pero era bonito, lo justo para una persona, un comedor, cocina, baño y una habitación, las ventanas eran de tipo mirador, y las vistas eran preciosas, a un parque con un pequeño lago artificial en medio y de fondo la ciudad - He visto un restaurante chino aquí abajo, ¿Te apetece eso? Porque como ves, no tengo de nada, no sé ni cómo vamos a montar esto (yo le mostré la bolsa que había cogido del coche) - Eso está solucionado, lo de una cervecita fresquita, lo veo más complicado - Eso te lo arreglo yo en un pis, pas (exclamó saliendo disparada por la puerta, yo empecé a abrir cajas para ver donde estaba todo, cinco minutos después aparecía con dos cervezas bien frescas en la mano)

- Si que has ido rápido - Es que el chino de abajo es súper amable, ya le he preguntado si tienen servicio a domicilio y me han dicho que sí, que luego bajemos a buscarle algo, más simpático (se encogió de hombros dándome una cerveza y mirando alrededor) ¿Qué tenemos que hacer? - Dios, nunca has montado nada (ella sonrío infantilmente encogiéndose de hombros) - La que me espera. A ver, lo primero sería llevar la base de la cama hasta la habitación y allí le montamos las patas y eso ¿Vale? - Vale (asintió ella sonriente) ¡Manos a la obra! Los siguientes minutos los recuerdo como un tira y afloja, a ella lo de seguir indicaciones, bueno, digamos que en el momento en el que echaron el capítulo de Barrio Sésamo de derecha, izquierda, arriba y abajo ella... estaba con la música a tope saltando sobre la cama. Por suerte, tres horas después, completamente agotadas, hemos acabado de montar la cama, la mesa y las sillas

- Dios... (se dejó caer sobre la alfombra que acababa de extender sobre el suelo) Estoy hecha polvo (yo me dejé caer a su lado) - Y yo - Maca (ladeé mi rostro para mirarla) Que gracias por ayudarme (se incorporó un poco para darme un beso en la mejilla y yo sonreí por el gesto) - Me tienes que subir la cena, a ver si te piensas que me voy a conformar con un besito en la mejilla - ¿Con dos? (me hizo pucheros pero me mantuve firme) Esta bien, pero elijo yo (se levantó de un salto y me dejó de nuevo sola en su piso) Veinte minutos más tarde ya estábamos cenando, Esther me hablaba sobre el hospital y yo la escuchaba embelesada, riendo ante alguna anécdota o simplemente asintiendo, me encantaba verla así, feliz y dicharachera, yo también le hablé algo sobre mi último trabajo en Londres y le comenté que en principio, durante el mes siguiente me quedaría en la ciudad, a ella pareció gustarle la idea, y a mi aún más que le gustase, así

que me recordó que le debía una visita turística y que se la iba a cobrar en cuanto tuviese todo lo del piso montado Yo rebuscaba arriba y abajo por todo mi piso, había perdido unos negativos que un cliente quería para el día siguiente, no me podía creer lo despistada que me había vuelto esa semana, bueno, si me lo podía creer, en mis ratos libres había acompañado a Esther a buscar muebles y decoración varia para su piso, y aunque me encantaba pasar tiempo con ella me estaba volviendo un desastre en el resto de aspectos de mi vida, el timbre sonó justo cuando estaba mirando bajo el sofá de dos piezas - ¡Voy! (abrí la puerta sabiendo quien sería y me escabullí hacia el interior, mientras yo seguía buscando escuché como se acercó a la cocina y dejaba unas bolsas para volver al comedor) - ¿Qué haces? (alcé la mirada y la vi de brazos cruzados mirándome con una ceja alzada) - Busco algo (respondí siguiendo a lo mío) Me van a matar

- Te he traído la cena, para agradecerte todo lo que has hecho esta semana por mí - Sí, sí (le hice un gesto con la mano como que me parecía bien) - Si me dices que estás buscando... tal vez te pueda echar una mano (escuché la melodía de su móvil atronando como siempre) - Unos negativos, te llaman (fui hacia la habitación, era el único sitio que me quedaba por revisar) - ¡Laura! ¿Cómo estás, guapa? (la escuchaba saludar) Muy bien, muy bien, en el hospital la gente es increíble - ¡Aquí están! (grité eufórica al dar con los negativos) - ¿Eso? Eso era Maca (entré en el comedor con una sonrisa triunfante) Laura te manda recuerdos - Besos (comenté camino al despacho para dejar a buen recaudo los negativos)

- Claro que te echo de menos, Laura, ¿Tú ya has vuelto al Central? Ajá, pues dales muchos besitos de mi parte (salí del despacho y la observé mientras hablaba con su amiga, me gustaba esa comodidad que se había instaurado entre nosotras, era una sensación nueva para mí, y me gustaba, me gustaba horrores) Tengo que dejarte, hablamos luego ¿Mhm? Besitos - ¿Qué se cuenta? (pregunté dejándome caer en el sofá) - Mañana vuelve a Madrid - ¿Qué me has traído de cenar? - Tailandés. ¿Ya los has encontrado? - Sí, ya no me van a cortar el cuello (sonreí triunfante) - Genial, no me hubiese gustado un pelo. Tú la mesa yo la cena (fruncí el ceño viéndola ir hacia la cocina) - ¡Pero si la cena ya está hecha! (me quejé siguiéndola) Mientras yo preparaba la mesa descubrí una nueva faceta de ella, hacía un sonido extraño con los labios, una mezcla de

tarareo y silbido completamente arrítmico, mientras iba colocando en platos la comida, yo la escuchaba intermitentemente mientras iba colocando las cosas en la mesa, intentando descifrar que canción si es que lo era, estaba en su cabeza, cuando nos pusimos a cenar ella empezó a explicarme su día en el hospital - ¿Qué cantabas antes? (interrumpí su conversación dejándola parada) - ¿Cómo? - Antes, en la cocina, tarareabas algo... o lo silbabas no me queda claro (ella se sonrojó con una sonrisilla nerviosa dibujándose en su rostro) - ¡Maca! - Perdona, perdona, solo tenía curiosidad, me encanta verte colorada (aún se intensificó más y yo sonreí triunfante, el resto de la cena me la pasé jugando a ponerla colorada, hasta que fregando los platos ella decidió vengarse mojando mi camiseta)

- Te lo tienes merecido, ¿Te apetece ver una peli o mañana trabajas? - Tengo una reunión al mediodía, hasta entonces nada, anda, ve a poner una película mientras me cambio Fui hasta la habitación y me quité la camiseta lanzándola a una silla, busqué una cómoda en el armario y volví al comedor mientras me la ponía por el camino, cuando mi cabeza pasó por el cuello de la camiseta vi a Esther delante de la televisión, sentada a lo indio, mirándome fijamente con unas películas en la mano, parpadeó un par de veces y yo acabé de acomodar la camiseta - ¿Ya has elegido? - Ehm... sí, sí (alzó la mano enseñándome una película que sostenía, por un momento, se ruborizó de nuevo, y yo fui tan estúpida, de no darme cuenta de porque lo hacía, simplemente me acomodé en el sofá mientras ella ponía la película y se sentaba a mi lado)

- Ven aquí anda (le señalé mi hombro para que estuviese más cómoda) Ey, ¿Estás bien? (le pregunté al ver que no me hacía caso) - Sí, sí, perdona (se acomodó sobre mi hombro y por un segundo me pareció que temblaba) - ¿Seguro? - Sí, estaba dándole vueltas a algo... del trabajo - De eso nada señorita (la estreché contra mi cuerpo) Hasta mañana a las ocho no fichas, así que sea lo que sea, fuera de tu mente, sería una lástima que te perdieses el argumento de esta fantástica película - Maca, es una comedia romántica, todas acaban igual - ¿En serio? - Sí, chico conoce chica, les pasas cosas cómicas, chico la caga con la chica, la chica le perdona en el último momento besándolo y se acaba la película con alguna escena bucólica

- Dios, eso acaba de salir de la boca de alguien que se sorprendió de que no me haya enamorado nunca, debe ser una señal del Apocalipsis - Creo en el amor, no en estas comedias románticas estúpidas - ¿Y porque no has elegido otra? - Porque todas las demás son de miedo, voy a tenerte que ampliar tu filmoteca, que lo sepas - Es que suelo ponerlas para que las chicas guapas se abracen a mí (bromeé haciéndola suspirar y colocando su mano sobre mi vientre) - Como si te hiciese falta a ti, anda que... Aquellos días, me recordaron a su último día en Katmandú, cuando yo tenía un hueco ella no podía y cuando ella me llamaba yo estaba en plena sesión fotográfica, así que después de tirarme una semana sin verla, decidí ir a buscarla al trabajo, sabía que su turno acababa a las dos, así que rematé rápido una reunión y me planté en la puerta, la vi salir riendo con otra mujer y me acerqué al notar que ella no me había visto

- Hola (saludé al llegar a su altura y me sorprendió ver a quien acompañaba a Esther) Ehm, hola - Vaya, Maca, creía que estabas en el extranjero (comentó ella mientras Esther nos miraba a una y a otra) Esther, nos vemos mañana (se despidió desapareciendo y dejándonos solas) - Déjame adivinar, una de tus amigas (dejó caer sonriéndome) - No sabía que... trabajaba aquí. Mañana te hablará muy bien de mí (admití algo avergonzada) - Tranquila ¿Qué haces aquí? - Bueno, hacía días que no te veía y... venía invitarte a comer - Genial, tengo un hambre que me muero ¿A dónde me llevas? - Pues... quizás hoy podamos hacer algo de ruta turística, si no tienes nada mejor que hacer - Mejor que estar contigo, lo dudo (golpeó mi vientre cariñosamente y se dirigió a mi coche, descolocándome por completo, yo me encogí de hombros y seguí sus pasos)

La llevé a comer a una crepería cerca de la playa, y luego fuimos paseando por las ramblas, para bajar la comida, aunque Esther insistió en comprarse un helado, con lo cual, más que bajarlas, las mantuvimos - ¿Puedo preguntar qué es lo que me explicará mi compañera mañana? (preguntó ella lamiendo su helado distraída) - No lo sé muy bien, creo que solo la vi un par de veces - No me digas, le dijiste que te ibas a vivir al extranjero (me señaló aguadora con una mirada divertida) - Nunca he sido de ese tipo, puede que le dijese que tenía que irme y tal vez dejé caer un ya te llamaré (me encogí de hombros mirando al suelo) - Eres horrible ¡Como un tío! - Como que... no soy como un tío - Vamos, Maca, es lo típico que dicen cuando saben que ya no te van a llamar - Bueno, algunas mujeres también se lo hacen a los tíos

- Sí, tu eres una de ellas (río lamiendo de nuevo su helado) - Oh, no es justo yo... - Ey, que mientras no me lo hagas a mí, lo que hayas hecho en tu pasado me da igual (me calmó ella) - ¿Por qué iba a hacértelo a ti? (ella carraspeó y me cambió de tema drásticamente, empezando a tirar de mi brazo) - Una moneda, dame una moneda - Sabía que el sueldo de las enfermeras es justo, pero Esther... - Tonta, la estatua (señaló lo obvio y yo le dejé una mirada para que fuese como una niña pequeña a echarla en la estatua, que al escuchar el sonido de la moneda caer en el sombrero se movió saludando con una sonrisa a Esther, yo aproveché y le saqué una fotografía con la cámara de fotos pequeña que siempre llevaba en uno de los bolsillos) ¿Has visto? Maca... ¿Siempre llevas una cámara encima? - Soy fotógrafa, ¿Recuerdas? Nunca sabes cuándo puedes presenciar el momento perfecto

Eso no era un momento perfecto - No, pero ha quedado muy chula (se la enseñé y ella asintió con la cabeza) - El ojo tras la cámara, hace mucho - La modelo, hace más (e guiñé un ojo y seguimos paseando hasta llegar a plaza Cataluña) - ¿Hace un café? - Crêpes, helado, café... ¿Tú nunca controlas lo que comes? (ella me miró con gesto sorprendido) - ¿Me estás llamando gorda Macarena? - Jamás (respondí rotundamente haciéndola reír) - Más te vale, anda, vamos Nos sentamos en una de las terracitas, yo le estaba explicando algo, no recuerdo el qué, pero ella parecía estar más pendiente de algo que pasaba por encima de mi hombro, me giré y vi a una pareja de chicas que charlaban acariciándose las

manos cariñosamente, volví a mirar a Esther, que seguía con la vista fija en ellas - Las vas a desgastar (comenté reclamando su atención, ella me miró apoyando su mejilla en su mano) - ¿Cuándo supiste que te gustaban las mujeres? (yo carraspeé acomodándome en mi asiento) - Uhm... no lo sé, de pequeña ya me fijaba más en las protagonistas de las series que en los chicos, mientras mi amigas se recortaban fotografías de los guapos de turno yo no lo hacía, y cuando empezaron a salir con chicos, yo descubrí que a mí me apetecía más invitar al cine a mi vecina que a su hermano. Supongo que se puede decir que siempre lo he sabido ¿A qué viene eso? - No sé, tengo curiosidad. ¿Y cuando tuviste tu primera novia? - ¿Novia? Creo que nunca... (admití encogiéndome de hombros) - Cierto, se me había olvidado, pues... tu primer lo que sea

- Mi primer lo que sea, pues... Creo que fue mi vecina, aunque solo fueron un par de besos estando borrachas en las fiestas del pueblo, no sé si cuenta - ¿Y nunca has tenido una relación seria? - No, supongo que es como dijiste, el día que llegue ella lo haré, hasta entonces, sigo sin tener ganas - Ya (chasqueó la lengua y volvió a mirar a la pareja) - Estás muy rarita tú hoy ¿Mhm? (me hizo caso omiso y le dio un sorbo a su café) Creo que fue ese día el que me empecé a plantear que quizás ese cúmulo de sensaciones que ella me provocaba no se limitaban a mí, que quizás ella empezaba a sentir algo, lo que fuese, pero me daba demasiado miedo arriesgarme y cagarla, nunca había intentado nada con alguien con perspectiva de futuro, y algo me decía, que con ella, sí que me apetecía eso de estar juntas, que con ella no iba a poder desaparecer después de dos encuentros en mi cama, que a ella la querría ver al despertarme por las mañanas en ella

Acoplé el objetivo a la cámara y ajusté el trípode para enmarcar a la modelo, hice un gesto a mi ayudante para que accionase el ventilador y lancé una ráfaga de fotografías, de vez en cuando hacía que ella cambiase de posición, cuando creía que tenía suficientes me detuve, aún nos quedaban dos cambios de vestuario por realizar y solo media hora, no iba a dar tiempo ni en broma - Bien, cambio de vestuario. Sheila, ayúdala, quiero irme a casa en media hora (presioné a mi ayudante mientras colocaba un filtro de luz en el objetivo) - Estamos en un minuto, tienes visita Maca (alcé la vista mirando extrañada a mi ayudante, señalaba a alguien a mis espaldas, me giré y me topé con su sonrisa radiante) - ¡Esther! ¿Qué haces aquí? - Bueno, te quería llevar a comer, pero veo que estás liada (comentó señalando el estudio) - Bah, lo tengo terminado en media hora ¿Me esperas? - Claro (asintió y yo sonreí de oreja a oreja)

- Genial, ¿Dónde me vas a llevar? - Pues, había pensado que al centro comercial de aquí al lado, luego podríamos ir al cine - Me parece perfecto (comenté mientras acababa de preparar todo y la modelo volvía ya cambiada a su posición) - ¿No piensas llevarme la contraria nunca? - Uhm... deja que me lo piense ¿Mhm? Sheila, retócale el maquillaje de los ojos, por favor - Sí, jefa - Bien, vamos a ir rapidito con esto Media hora después, mi ayudante salía del estudio dejándonos solas a Esther y a mí, mientras yo acababa de recoger el equipo ella curioseaba arriba y abajo, nunca había tenido visitas allí, era mi espacio de trabajo, incluso Claudia había querido venir alguna vez y no la había dejado, sin embargo, al ser ella quien vino, yo estaba como una niña, deseando que le gustase lo que veía, sobre todo cuando se

detuvo en la pared en la que solía exponer algunas fotografías de sesiones recientes - ¡Maca! (me giré sorprendida al escuchar su grito y la vi señalar algo en la pared, una de las fotografías, yo sonreí de medio lado y seguí a lo mío) No puedes tener esa foto aquí - ¿Por qué no? La he hecho yo y está en mi pared, es una fotografía preciosa - ¡Pero salgo yo! - Oh, no seas acaparadora, también sale la estatua (comenté restándole importancia) Esto ya esta - ¡Pero salgo yo! Con todas estas alrededor (abarcó con un movimiento de la mano el resto de fotografías, la mayoría de modelos, yo me reí acercándome a ella por detrás) - Si no te gusta que la tenga conmigo todos los días la puedo esconder (le susurré sobre su hombro y ella dio un pasito atrás para apoyarse en mi)

- Bueno... tampoco queda tan mal (susurró con un hilillo de voz buscando mis manos y haciendo que la abrazase) - Queda perfecta, te lo digo yo, mi ayudante está encantada con esa fotografía - ¿Sí? - Sí, lleva días preguntándome quien es, y mañana me va a interrogar durante horas sobre ti, que lo sepas - Quizás no debería haber venido sin llamarte, es que como tú el otro día, pues yo... (y se puso nerviosa, lo supe porque tembló entre mis brazos y yo sonreí de oreja a oreja sin que me viese) - Ey, me encanta que hayas venido a verme ¿Mhm? (dejé un beso en su hombro y le palmeé el trasero divertida) Y ahora, llévame a comer, me muero de hambre - Laura va a venir mañana de visita - ¿Ya te echa tanto de menos? (pregunté colocándome el bolso y yendo hacia la puerta)

- Tiene una convención estos dos días, me ha dicho que la llevemos a cenar por la noche. ¿Te apetece? - Claro, si sobrevivo al día (me aseguré de cerrar bien la puerta) Pero quizás queráis estar solas ¿No? - Tranquila, yo he quedado con ella por la tarde, para ponernos al día y cotillear un rato, luego te pasamos a buscar por tu casa, o podríamos hacer algo en la mía, supongo que Laura estará agotada entre el vuelo y la convención, y tú, mañana tienes día movidito ¿No? - Sí, tengo que hacer exteriores para una revista, me llevará todo el día, pero me paso por tu casa cuando acabe - Perfecto. Por cierto ¿Ya te lo has pensado? - ¿Pensar el que? (presioné el botón del ascensor sonriendo) - Maca... lo de llevarme la contraria - Oh, eso, sí (ella me miró esperando una respuesta y yo me acerqué a un centímetro de su rostro) No me da la gana

(susurré sonriendo después y dejando un beso en su nariz, ella lanzó un suspiro al aire) - Vas a acabar conmigo (susurró muy bajito, y yo la miré con las cejas alzadas, se ruborizó en el momento y supe que quizás no quería que yo lo escuchase, pero no iba a dejarlo pasar) - ¿Por qué voy a acabar contigo? Con lo buena que soy yo - Sí, un angelito (las puertas de ascensor se abrieron) Anda, tira (me empujó suavemente hacia dentro y yo no cabía en mi de gozo, la ponía nerviosa, estaba segura, y eso significaba un mundo para mí, un mundo que aunque temía, me gustaba saber que estaba ahí, quizás algún día reuniría el valor para pedirle una cita, pero una cita de verdad, de esas en plan cita, no un quedar por quedar) Estaba hecha polvo y deseaba irme a mi casa y dormir durante toda la noche de un tirón, pero le había dicho a Esther y Laura que iría a la cena, así que me pasé un momento por mi piso para darme una ducha fría que me despejase y me dirigí hacia allí, estaba algo nerviosa, aquella semana que habíamos estado a solas Laura y yo habíamos hablado muchísimo, de lo único que teníamos en común, de ella, Laura sabía

demasiadas cosas y por lo que había conocido de ella, eso era un peligro, que una cosa era que yo creyese que Esther lanzaba señales positivas hacia mí, y realmente se había tomado muy bien eso de que a mí me atrajesen las mujeres, pero una cosa era tomarse eso bien, y la otra era que le hiciese gracia que fuese ella la que se había colado en mi corazón, toqué el timbre con nerviosismo y esperé en la puerta - ¡Maca! (Laura besuqueándome)

abrió

lanzándose

a

mi

cuello

y

- Laura, me alegro de verte - Que bien, que bien (cogió mi mano y tiró de mi hacia dentro) ¡Maca ya ha llegado! (canturreó mientras llegábamos al comedor, Esther estaba acabando de colocar las cosas sobre la mesa) - ¿Esto es normal? (le pregunté mientras Laura me plantaba delante suyo, ella me miró con cara de resignación y cierto nerviosismo en los ojos)

- Alé, alé, saludaros que yo voy a por la ensalada a la cocina (desapareció sin más y yo la seguí con la mirada, no tenía ni idea de lo que era la convención a la que había asistido Laura, pero tela) - ¿Qué... que tal el día? (Esther se puso las manos en los bolsillos sin acabar de mirarme directamente y yo fruncí el ceño) - Bien, bien ¿Me he perdido algo? (señalé hacia la cocina) - No, no, déjala, esta tonta hoy, el jetlag - ¿De Madrid a Barcelona? (alcé las cejas sorprendida) bueno, es igual (sonreí y dejé un beso en su mejilla antes de dejar el bolso en el sofá) ¿Qué tal tú día? - He tenido dos operaciones esta mañana y luego Laura y yo nos hemos pasado toda la tarde hablando - ¿Lo habéis pasado bien poniéndome verde? (le pregunté acercándome a la mesa y cogiendo un trozo de queso del picapica que habían preparado)

- No, no, no, no... (contestó rápidamente haciendo que la mirase con una ceja alzada) - ¡Ajá! (la señalé acusadora) ¡Habéis estado hablando de mí! (reí bromeando y ella bufó) - Voy a traer las bebidas (se escurrió al mismo tiempo que volvía Laura, yo me la quedé mirando fijamente un buen rato hasta que se le escapó una sonrisa y me miró) - ¿Qué, Maca? - ¿Qué pasa aquí? - Nada ¿Por? - Uhm... (la miré entrecerrando los ojos pensativa y ella estalló en una carcajada) - Tranquila Macarena, no es nada malo. ¿Qué tal ha ido el día? Esther me ha dicho que tenías sesiones exteriores - Sí, para una revista (me encogí de hombros) Mujeres increíbles bajo el sol (alcé las cejas repetidas veces y ella me golpeó el brazo cariñosamente)

- Te encanta tu trabajo ¿Verdad? (yo le sonreí de oreja a oreja mientras Esther volvía con unas cervezas y nos sentábamos) - No me puedo quejar, no El resto de la cena nos la pasamos rememorando momentos de Nepal y cotilleando sobre la gente que habíamos conocido allí, Esther dejó de tamborilear nerviosamente sobre la mesa, cosa que me tranquilizó a mí, no me gustaba verla nerviosa sin saber porqué, cuando llegó el momento de los cafés Laura se apalancó en el sofá y yo fui a ayudar a Esther en la cocina - Tienes cara de cansada (me comentó mientras encendía la cafetera) - Es agotador, todo el día bajo el sol, voy a pillar la cama con unas ganas - Podías haber llamado para decir que no venías, Maca - Ya, pero me apetecía (me encogí de hombros y me apoyé en la encimera, mirándola colocar las tazas en sus platos)

- Puedes ir al comedor si quieres, esto lo preparo en un momento (yo sonreí sin moverme) - Que formas más sutil de echarme (murmuré poniéndole morritos en broma y ella negó con la cabeza acercándose a mí y poniendo su mano sobre mi vientre) - Si te quisiese echar no sería tan sutil (yo coloqué mi mano sobre la suya sonriendo) - Maligna - Yo es porque te relajes un poco con Laura (mi mano buscó su otra mano y tiré de ella para que me abrazase) - Así es como me relajo yo (susurré en su cuello y sentí como se estremecía entre mis brazos) - No sabes tú ni nada (pero lejos de apartarse, ella se abrazó con más fuerza a mí, quedándose allí hasta que el sonido de la cafetera llamó nuestra atención, se apartó lo justo para poder mirarme, ladeó su cabeza y yo no pude más que darle un besito en la nariz)

- Vamos a llevarle el café a Laura, aunque no sé si ella debería tomar algo - ¿Por qué? (se acabó de alejar de mí sirviendo las tazas) - Está como... muy activa, aún me duelen las costillas del achuchón que me ha dado nada más entrar - Es que está ilusionada (sirvió los cafés y los puso sobre una pequeña bandeja) - ¿Ilusionada? No me digas que le han hecho un bombo (bromeé viendo como se dirigía hacia la puerta, ella miró por encima de su hombro hasta mi posición) - Que va, es que le he dicho que te voy a pedir una cita (y salió de la cocina) Y a mi... A mí me dejó que si me hubiesen sacado sangre no la hubiesen encontrado, completamente paralizada en mitad de la cocina y preguntándome una y otra vez si había dicho lo que yo creía que había dicho, quizás ella había dicho cualquier otra cosa, como... no sé, vamos que nos espera, hoy hace un buen día, voy a comprarme un perro o cualquier otra cosa y mi

subconsciente había ordenado las letras a su antojo hasta formar la frase que yo me moría de ganas de escuchar, sí, sería eso, seguro, sacudí la cabeza y fui hacia el comedor, Laura me miraba con una sonrisa de oreja a oreja y Esther estaba bebiendo de su taza tan tranquila, me senté al lado de Laura y ella seguía mirándome sonriente, se acercó a mi oído - ¿Te traigo unas palas para reanimar? (yo la miré sorprendida y fijé mi atención en Esther, aparentemente parecía muy tranquila, pero me fijé en que su pie andaba como loco por debajo de la mesita, sonreí, no sabía si aquello iba a complicarlo todo o no, pero... hay instantes en la vida, en los que las ganas le pueden al miedo, y aquél fue uno de ellos) - ¿Mañana por la noche? (ella me miró sonrojada y asintió lentamente, le dediqué un guiño) - Perfecto, mañana pues No estuvimos mucho más rato allí, yo ya no podía contener mis ganas de dar saltitos de alegría y antes de hacer el ridículo me escabullí alegando cansancio, me despedí de las dos con dos besos y me aseguré de estar ya encerrada en el ascensor para hacer algo que no había hecho en mi vida y que espero

no volver a hacer, me marqué un bailecito de la alegría perdiendo la noción del tiempo, solo la recuperé cuando se abrieron las puertas y una vecina de Esther me pilló en pleno paso del Moonwalk, aquella vecina jamás me volvió a mirar igual... comprensible Solo he estado tan nerviosa en mi vida en otras tres ocasiones, pero aquélla, era la primera, así que básicamente, no sabía cómo actuar, no es que no supiese que hacer, eso lo tenía claro, el problema era que normalmente, el objetivo de mis citas era... digamos que diferente, aquella era la primera en la que esperaba que hubiese más, y era ella, y eso hacía que se me formase un nudo en la garganta, por mucha fama que tuviese de mujeriega, aquello era diferente, para mí era completamente desconocido, así que supongo que mi faceta de seguridad en mi misma me la había dejado en casa, solo así podía explicar que estuviese como un flan mientras esperaba a que me abriese la puerta - Hola (sonrío ella al abrir y yo tartamudeé algo mientras la miraba, estaba preciosa, se había puesto algo de maquillaje, muy suave, y la idea de que lo hubiese hecho por mí hacia palpitar mi pecho desbocado) ¿Nos vamos? (preguntó en

algún momento, y yo asentí a duras penas y observé como cerraba la puerta de casa, fuimos hacia el ascensor y yo no era capaz de apartar mi mirada de ella, hasta que soltó una risita nerviosa y me miró con las cejas alzadas) Si lo sé no te digo que era una cita (yo sacudí mi cabeza espantando mi parálisis y sonreí de oreja a oreja) - Yo no tengo la culpa de que estés tan guapa que me dejes sin palabras ¿Mhm? (alegué alzando mis manos inocentemente y ella se echó a reír) - Claro, la culpa es mía - No te quepa la menor duda, señorita - ¿Dónde me vas a llevar? (yo la miré fingiéndome la sorprendida) - Ah, ¿Qué te tenía que llevar a algún sitio? - Pues... tengo hambre, y es la hora de cenar ¿No has pensado en nada? (salíamos del ascensor)

- Pensaba que improvisaríamos algo, en fin, a ver si me ocurre alguna cosa (me encogí de hombros y caminé hacia el coche) - Menuda estás echa tú ¿Mhm? Creía que tendrías más práctica (me bromeó ella subiéndose al asiento del copiloto) - Normalmente mis citas empiezan a partir de la una en algún bar, pero tranquila... he visto alguna película sobre esto (me incorporé al tráfico mientras de reojo la veía sonreír negando con la cabeza) Aquella noche la llevé a mi rincón favorito de Barcelona, había pensado en hacer algo típico, no quería cagarla en el primer intento, pero justo esa mañana había coincidido con un viejo amigo que trabajaba allí, y antes de que mi cabeza hubiese podido razonar le pedí un pequeño favor y creo que acerté, porque su cara al detener el coche en la entrada de aquel sitio era increíble - Maca... ¿Dónde... (yo apagué el motor) - Esther, ¿En serio pensabas que no tendría nada preparado? Que poca confianza (negué sonriente y bajamos del coche, mi amigo salió a buscarnos y me susurró que lo tenía todo listo)

Subimos por los escalones de la entrada, hasta llegar a la terraza del parque, Esther se entretuvo dónde el dragón de Gaudí y me pidió que le sacase una fotografía, yo reía divertida al verla tan entusiasmada, había estado allí al principio de llegar a Barcelona, pero yo sabía que no era lo mismo venir con decenas de turistas rodeándote que estar ella y yo solas. En la terraza, sonreí al comprobar que mi amigo había colocado una pequeña mesa con dos sillas y la cena sobre ella, me costó lo mío conseguir que Esther se sentase, le encantaba ver los cientos de luces que componían la Barcelona nocturna, pero al final se sentó enfrente de mí, sonriendo como una niña, y a mí me encantó disfrutar de esa sonrisa - Esto es... ¿Cómo lo has conseguido? - Bueno, he tenido que hacer muchas sesiones de fotografías aquí, soy amiga de los guardas (comenté levantando la tapa de la bandeja y empezando a servirle la cena, por los altavoces del parque se empezó a escuchar una suave música ambiental) Y he sobornado a uno de ellos (le guiñé un ojo sonriente)

- Es precioso, Maca, gracias - Bueno, una cita es una cita, representa que te tengo que impresionar lo suficiente para que quieras repetir ¿No? (ella rió ligeramente) - ¿Eso lo has visto en alguna película? - Creo que fue en un documental, el apareamiento del ser humano, primeros pasos (imité la voz de un presentador haciéndola reír) - Anda que (murmuró ella mirándome de lado) Empezamos a cenar charlando tranquilamente, de los nervios del principio, ella se había encargado de eliminarlos a base de sonrisas, y ambas hablábamos un poco de todo, de cosas que no habíamos hablado hasta ese momento, de nuestras familias, ella me contó alguna experiencia amorosa, yo le conté anécdotas de mi trabajo y de la extraña relación que me unía por aquel entonces a ellos, el tiempo pasó rápido, y mi amigo apareció con los postres y se despidió hasta que nos marchásemos

- ¿Tienes una hermana? (se sorprendió ella cuando le hablé de Alicia) - Teóricamente sí, nos vemos cada... tres años o así, está como una cabra, ahora lleva año y medio vagando con su mochila, hace poco me envió una postal de Australia - Dios, a mi me encantaría poder hacer eso - ¿Vagar por el mundo con una mochila? - Sí, tiene que ser toda una experiencia, pero de momento me tira más irme de voluntaria - Eso también es toda una experiencia, lo de mi hermana... es enajenación mental. Cualquier día me llama de algún país remoto diciendo que la tienen detenida o algo peor - Bueno, si ya lleva tanto tiempo, es que se sabe cuidar muy bien - Tiene el don de gentes de los Wilson, viene de serie (le guiñé un ojo y sonreí al reconocer las primeras notas de una canción

que me encantaba) ¿Te apetece? (alargué la mano por encima de la mesa y ella asintió sonriente) Nos alejamos un poco de la mesa, y ella se abrazó a mi cuerpo haciendo que cada fibra de este temblase, ya nos habíamos abrazado otras veces, pero no sé si era el estar allí, en la terraza del Parc Güell con el firmamento de las luces de Barcelona a nuestros pies y el cielo despejado sobre nosotras, o tal vez que aquella vez yo sabía a ciencia cierta que ella tenía tantas ganas de abrazarme como yo a ella, o la forma en lo que lo hizo, acercándome a su cuerpo y dejándose llevar por el mío, no sé, pero si hubiese sido una película, os juro que nuestros pies hubiesen empezando a flotar en el aire mientras nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música, levitando por encima de la ciudad - ¿Te puedo preguntar algo? (susurré mientras la tenía apoyada sobre mi hombro) - Lo que quieras (suspiré apoyando mi mejilla en su cabello, descubriendo su perfume y dejándome embriagar por él) - ¿Por qué me has pedido una cita? (ella se apartó lo justo para que nuestras miradas se cruzasen)

- ¿No sabes la respuesta? (yo sonreí y creo que me sonrojé algo, porque ella llevó su mano hasta mi mejilla dejando una leve caricia) - Me puedo hacer una idea, pero... (clavé mis ojos en los suyos, y no pude evitar dejar escapar un suspiro cuando vi pasar por los suyos un destello de luz muy breve, sonrió y se apoyó de nuevo en mi hombro) - Yo... no lo sé... quería saber que se siente saliendo contigo - Y... ¿Voy bien? (ella río sobre mí, haciendo mi cuerpo temblar) - No vas mal... pero quizás voy a necesitar más citas (busqué su rostro y observé cómo se mordía el labio nerviosa) Si... si tú quieres (yo asentí y dejé un beso en su mejilla) - Me encantaría (contesté sin dudar y sentí como se abrazaba aún más suspirando) - Me gusta (yo sonreí dejando un beso en su cabello y quedándonos en silencio mientras duraba la canción)

La acompañé a casa y nos despedimos en la puerta, la vi dudar que hacer y yo sonreí tranquila, tenía intención de tener mucho tiempo en el mundo, y yo había notado como su cuerpo se tensaba cada vez más cuando nos acercábamos a su portal, así que por primera vez en mi vida no me lance a su cuello, la abracé con cuidado y dejé un beso en su frente, ella me miró sonriendo y susurró un gracias, ambas sabíamos que de haber sido otra, yo hubiese actuado diferente, pero en aquel momento, pensé que era lo mejor, por mucho que me muriese por probar esos labios que temblaban al despedirse de mí y meterse en casa Yo volví a la mía, y me quedé despierta prácticamente toda la noche, mirando por la ventana las mismas luces que momentos antes nos habían servido de fondo en nuestro baile, sintiendo aún el olor de su perfume envolviéndome, sus manos en mi espalda, su cabeza sobre mi hombro... estuve así hasta que el cielo empezó a aclararse y vi el amanecer sobre la ciudad condal. No he vuelto a ver un amanecer como aquél Miré el reloj por enésima vez, se me hacía tarde y había quedado con Esther en la puerta del skating, la pobre ya debía

llevar allí como mínimo quince minutos, encima yo no podía escaparme de aquella sesión, era un cliente importante - Chicas, un descanso (alcé la voz y mi ayudante se acercó enseguida para comprobar que no necesitase nada) Que descansen un poco, esto se nos va a alargar un poco, cúbreme cinco minutos (le comenté alejándome de las modelos y los ayudantes que habían invadido mi estudio a primera hora de esa mañana) - Me vas a dar plantón (sonó convencida su voz al otro lado, desde nuestra cita, habíamos intentado quedar otras dos veces, pero al final había sido imposible) - Esther, lo siento es que... me he liado, no voy a poder escaparme, de verdad que lo siento - No te preocupes, he sido previsora y he venido con una compañera de trabajo (pero su tono no me gustó nada, parecía triste) - Te prometo que te compensaré

- No me tienes que compensar Maca, no pasa nada, ya nos veremos otro día - ¿De verdad no te importa? - No, tranquila, iremos al skate y luego a ver esa película que te dije, te dejo trabajar ¿Vale? - Vale... (colgué el teléfono y lo miré fastidiada, me hubiese gustado ser capaz de estar en dos sitios a la vez, pero era imposible, así que seguí trabajando dándome toda la prisa que podía de forma disimulada) Cuando acabé le pedí a Sheila que recogiese el equipo y salí corriendo de allí, al lado del Skating había unos cines, por la hora ya deberían estar allí, comprobé que la película ya había empezado, hacía diez minutos, aún me daba tiempo, entré rápido en la sala y la busqué con la mirada, pero había demasiada gente, así que me quedé en la escalera y llamé a su móvil - ¿Dime? (escuché un susurro) - ¿Podrías hacerme un favor?

- ¿El qué? - ¿Podrías acercarte a la morenaza que hay en las escaleras y acompañarla a algún asiento? Es que tiene carita de perdida y me da pena (sonreí al ver como una chica se alzaba en las últimas filas) - Eres un caso, ¿Por qué no me la traes tú? A ti se te dan mejor esas cosas (bromeó entre susurros y yo negué sonriendo mientras me acercaba hasta ellas, Esther me hizo un hueco a su lado, sacando los bolsos de ambas) Esta es Lola, Lola esta es miss tardona (saludé a su compañera con una sonrisa y me acomodé en mi asiento) - ¿Me he perdido mucho? - Solo como Esther se ha dejado el culo en el skate, creo que han cerrado la pista para arreglar los socavones de su pandero (soltó su amiga y yo no pude reprimir una risita traviesa, ganándome un golpe en el brazo) - Dime que hay vídeos (le susurré al oído ganándome otro nuevo golpe) Estás agresiva... me gusta (admití robándole unas palomitas y llevándomelas a la boca)

Cuando salimos del cine, acerqué a su compañera a casa y luego llevé a Esther a la suya, había un sitio justo enfrente del portal, así que estacioné y ella se bajó del coche enseguida y se dirigió al portal, a medio camino se dio la vuelta - ¿Vienes? (yo salí disparada del coche y en dos segundos estaba a su altura) - Siento lo de hoy, ando muy liada con ese trabajo, pero mañana yo creo que acabamos - No pasa nada Maca, me lo he pasado bien con ella (se encogió de hombros y fuimos hacia el ascensor) - Así que... te lo has pasado bien ¿Mhm? (le alcé las cejas repetidas veces y ella estalló en una carcajada al entender mi indirecta) - Bueno, ella al menos no me hace esperar - Touché (admití cuando ya llegábamos a su planta) Pero seguro que hay cosas que yo puedo hacer y ella no (se giró para mirarme por encima del hombro)

- Bueno... aún no me han dado un abrazo hoy - ¡Por dios! ¡Eso no lo podemos permitir! (exclamé pegándome a su espalda y rodeándola con mis brazos, apoyé mi mentón en su hombro después de dejar un beso en su cuello que sentí como la estremecía) - Maca, no puedo abrir la puerta... - Que yo sepa te bastan las manos para abrirla (susurré sobre su hombro) - Macarena (me aparté de un salto hacia atrás haciéndola reír) - Por un segundo me has recordado a mi madre (me defendí haciendo que riera más y acabase de abrir la puerta) - Pasa anda, te preparo algo de cena, que seguro no has comido nada desde el mediodía - Si no contamos las palomitas que te he estado robando sin que te dieras cuenta - ¿Quién te ha dicho que no me he dado cuenta? (preguntó yendo hacia la cocina mientras me dejaba caer en el sofá,

estaba molida, llevaba unos días sin parar de trabajar y no podía con mi alma, cerré los ojos un segundo, solo para descansar la vista) Empecé a sentir el contacto de una mano recorriendo mi mejilla, como si estuviese aprendiendo las formas de mi rostro, dejé que las yemas de sus dedos recorriesen mi frente, apartando un mechón de pelo por el camino, para pasar luego a mi otra mejilla, y acercarse poco a poco a mis labios, pasando tan dulcemente por ellos, que parecía una pequeña brisa que los recorría, no pude reprimir sonreír y ella apartó la mano mientras yo fruncía el ceño - Sigue (rogué mientras la escuchaba reír) - Anda, la cena ya esta lista (yo abrí un ojo para mirarla y ella ladeó la cabeza divertida) - No tengo hambre - Come algo y nos vamos a la cama (mis ojos se abrieron de golpe y ella se echó a reír) Es tarde, te quedas a dormir, pero ojo con intentar algo, podrías asustarme y provocar que saliese corriendo (me advirtió con una mirada traviesa)

- Ni se me pasaría por la cabeza Se me pasó. Y tanto que se me pasó por la cabeza, pero no hice nada. En mi defensa diré que nada más tumbarnos en la cama, ella dándome la espalda, hizo un gracioso movimiento para acercarse hasta que notó mi cuerpo, buscó una de mis manos y la acomodó sobre su vientre, ¡Así como no se me iban a pasar cosas por la cabeza! Pero me porté bien, y al rato, me di cuenta de que no era tan difícil, solo sentir su suave respiración al dormir plácidamente compensaba el no poder tocarla como deseaba, me dejé llevar por esa música hasta que me dormí Sentí el sol sobre mi cara y me escondí a tientas en el primer lugar que encontré, estuve unos segundos allí, hasta que mi escondite empezó a tener convulsiones, entonces recordé donde estaba y salí para ver la escena más maravillosa del mundo, a ella tapándose la boca conteniéndose la risa recién levantada - Lo siento... me... hacías... cosquillas (consiguió explicar y yo me apoyé en mi mano mirándola) - Buenos días (ella ladeó la cabeza y me sonrió)

- Buenos días, Maca - ¿Qué hora es? - Pues... son las nueve - ¡Mierda! (salté de la cama buscando mi ropa mientras me quitaba a trompicones el pijama que ella me había prestado, notaba su mirada seguir mis pasos tan tranquila desde la cama, atiné a ver una pequeña sonrisa en sus labios mientras me abrochaba los pantalones) - ¿A que hora tenías que estar allí? (preguntó mientras yo maldecía porque no encontraba mis botas) - Hace media hora, me matan, me matan... (acabé de ponerme las botas y salí corriendo, al segundo volvía a entrar dando un salto sobre la cama y dejando un beso en sus labios para salir corriendo, cogí el bolso y salí de su piso bajando al galope por las escaleras, me metí de un salto en el coche y arranqué el motor, fue en el primer semáforo en rojo y no hasta entonces, cuando me vino una imagen a la cabeza) - La he besado...

Estuve de los nervios todo el día, incluso mi ayudante Sheila se dio cuenta de ello, cuando creía que lo tenia controlado, un leve temblor de mi dedo al lanzar una fotografía o de mi mano al colocar el objetivo me hacía ver que no era así, por mucho que lo intentase no podía alejar de mi mente aquél momento fugaz e inconsciente de aquella mañana - ¿Maca? (llamó mi atención Sheila y levanté la vista del visor de la cámara) - Perdona. ¡Descanso! (anuncié al resto y me acerqué a una pequeña mesa para coger una botella de agua y dar un trago) - ¿Quieres que les ponga otra cita para mañana? (me preguntó apoyando su mano en mi espalda, en ese momento escuché la puerta del estudio y su voz hablando con alguien, me giré en el acto viéndola sonreír a aquel muchacho) - No, con un descanso es suficiente (me acerqué a ella practicando por el camino mi mejor sonrisa despreocupada) ¡Ey! (llamé su atención y ella me miró alargando su mano con algo en ella)

- Te lo has dejado, he pensado que... (miré mi móvil en su mano y asentí cogiéndolo) - Gracias, no me había dado cuenta (carraspeé guardándolo en mi bolsillo) - Alex, ayúdame con esto (escuché como mi ayudante nos quitaba al chico de encima) - Normal, esta mañana te has ido volando (sonrió ella acercándose a mí un paso) - Ya, yo... ehm... (la miré y algo que vi en sus ojos me calmó, sacudí mi cabeza sonriéndole) No me gusta llegar tarde a trabajar - Ya lo he visto (rió ella) Te has dejado la puerta de la calle abierta y todo - No fastidies (la miré sorprendida y yo reí con ella) - Sí, menos mal que tras el shock por tu beso he ido a comprobarlo (me acarició la mejilla brevemente, mirando por

encima de mi hombro a la gente que había en el estudio) Te dejo trabajar ¿Luego nos vemos? - Ehm... sí, claro (conseguí articular y ella dejó un beso en mi rostro antes de marcharse, sentí como alguien se acercaba) - Y van dos veces, ¿Quién es esa mujer? (miré a mi ayudante y negué con la cabeza) - La única que me vuelve loca, anda, vamos a ver si hoy podemos plegar a una hora decente ¿Mhm? En cuanto me quedé a solas en el estudio, a media tarde, la llamé, sabía que aquél día libraba, así que pensé que aún nos daba tiempo a aprovechar algo el día, esperé hasta que la línea se cortó y suspiré resignada, cuando acabé de recoger todo ella me devolvió la llamada - Acabo de ver tu llamada (se excusó con tono risueño, yo escuchaba mucho jaleo de fondo) - ¿Estás libre esta tarde?

- Sí, estoy en la playa, te espero aquí (canturreó antes de colgarme) Yo miré el teléfono atónita, la playa, esta debía pensarse que la playa eran cinco metros cuadrados en un lugar específico, ¿Cómo la iba a encontrar? Me resigné y fui a mi piso a buscar una toalla y el bikini, estábamos a finales de Septiembre, tampoco era plan de ir a la playa, pero como era y soy una calzonazos, me fui a la playa y estuve llamándola hasta que al final di con ella, sentada a la orilla del mar, me dejé caer a su lado con tranquilidad - ¿Tú eres consciente de que la playa... es grande, no? (ella sonrió y se levantó de golpe) - Tampoco sabía como indicarte, pero me has encontrado ¿No? (me siguió el juego ella mientras me tendía una mano) ¿Te das un baño conmigo? - El agua debe estar congelada - ¡Que va! ¡Está riquísima! (tiró de mi y me arrastró entre quejas hasta el agua)

- Mecag... (tapó mi boca antes de que me acordase de toda mi familia) - No esta tan fría - Esther, no me hagas decir una burrada (le susurré entre escalofríos) - Si nadas un poco se te pasa - Estoy yo para nadar (vi pasar por sus ojos un brillo travieso que no me gustó nada en aquél momento) ¿Esther? - Si me atrapas... te respondo a lo de esta mañana (se metió bajo el agua y se esfumó, dejándome pensando en que era lo de aquella mañana, si había salido corriendo después de...) - ¡Al agua patos! (lancé mi grito de guerra) Estuvimos jugando un buen rato, yo sorprendida de esa nueva capacidad suya para escabullirse, pero a pesar de no obtener mi recompensa, me lo estaba pasando en grande, hasta que decidí salir del agua y el vientecillo que barría la playa me hizo

temblar, me acerqué a las toallas y cogí una para envolverme mientras la veía venir corriendo - Frío, frío, frío (canturreaba cuando abrí mis brazos para envolverla con la toalla) - Vaya... creo que te he atrapado (le susurré a dos centímetros de su rostro y ella sonrió) - Técnicamente, me he lanzado a tus brazos, no sé si vale - Yo creo que sí vale ¿Mhm? - Que vas a decir tú ¿Mhm? (me imitó haciéndome reír) Dios, estoy congelada (se apretó mucho contra mi cuerpo) - Anda, vamos a sentarnos (la invité separándome de ella y sentándome en su toalla, ella se puso entre mis piernas y yo nos rodeé con mi toalla) - ¿Ya has terminado aquél trabajo? - Sí, me he cogido cuatro días de fiesta - Yo mañana hago turno doble

- ¿Sí? - Tarde y nocturno, solo de pensarlo me muero - Te daré un masajito cuando acabes - ¿Sabes dar masajes? (ladeó un poco la cabeza) - Por supuesto, si soy un partidazo (bromeé sonriéndole, ella se acomodó más sobre mi, viendo como el cielo se iba tornando naranja sobre nuestras cabezas, nos quedamos un buen rato en silencio, disfrutando del momento) - ¿Maca? - Dime - Que sí que vale (yo sonreí besando su cuello) - ¿Sí? - Sí - Pues ahora no quiero (bromeé haciendo que se girase para soltarme alguna cosa que nunca llegó a decir, atrapé su labio

inferior entre los míos mientras ella buscaba una posición más cómoda, saboreándolo y sintiendo su textura en los míos, alargando el momento todo lo que me fue posible para separarme con un par de breves besos, ella me miró sonriente y volvió a su posición mirando el cielo, acomodándose entre mis piernas y lanzando un suspiro al aire ajena a que mi corazón golpeaba su espalda) Estaba acabando de ducharme cuando sonó el timbre, yo maldije por lo bajo envolviéndome en una toalla mientras caminaba hacia la puerta, la abrí sin mirar quién era y alcé las cejas sorprendida - ¿Qué haces tú aquí? - Tengo que hablar contigo (respondió ella colándose en el interior de mi piso, yo cogí aire y cerré la puerta) - Deja que me cambie ¿Mhm? (me fui a cambiar y comprobé la hora, Esther estaría apunto de llegar, refunfuñé por lo bajo y salí ya cambiada al comedor) ¿Qué haces aquí? - Ya te lo he dicho, tengo que hablar contigo

- Genial, mama, podías haber avisado - Lo habría hecho si tuviese tú numero de teléfono, menos mal que tu padre buscó en Internet y tu ayudante me ha dado tu dirección, así que no me vengas con tonterías Macarena (me advirtió señalándome con el dedo y yo me dejé caer en el sofá) - Está bien, a ver... ¿Qué pasa? - Necesito que te traigas a tu hermana aquí (yo la miré sorprendida) - ¿Perdón? - No me lo hagas repetir, tu hermana apareció hace dos días en casa y ya nos está volviendo locos, la tienes que acoger aquí - No pienso hacerlo, es vuestra hija, apañaros con ella - Es tu hermana - Vuestra hija

- Tu hermana (ambas nos desafiemos con la mirada hasta que sonó el timbre) - Un segundo (me acerqué a la puerta y abrí, Esther sonreía al otro lado, sin darme tiempo a nada se colgó de mi cuello y me plantó un beso en los labios, dejándome atontada por unos segundos) - No sabes las ganas que tenía de hacer eso (comentó colgada de mi cuello, yo acaricié su cadera) - ¡Macarena! (ambas miramos hacia dónde venía el grito a pesar que desde la puerta no se veía le comedor) - Eso... es mi madre (le susurré haciendo que pusiese cara de circunstancia) - ¿Vengo más tarde? - No, pasa... pero... - Espero en la cocina, captado (me guiñó un ojo y se escabulló sin ser vista a la cocina mientras yo volvía al comedor) - ¿Por donde íbamos?

- Porque te vas a quedar con tu hermana una temporadita - Mama, yo tengo trabajo, no puedo estar pendiente de ella - Vamos Macarena, sabes que ni te enterarás de que está aquí - Claro, por eso os la quitáis de encima - Me la quito de encima porque con nosotros no hace más que hacer cosas raras para que le demos dinero y pueda volver a vagar por el mundo, y ya nos hemos cansado, tu hermana tiene que sentar la cabeza de una vez ¡Por dios! - Mamá, de verdad es que no... - ¡Solo unos días! La semana que viene quiere venir a visitarte, convéncela de que se quede unos días, anda - Joder... (me froté la frente con un repentino cansancio acomodado en mi cuerpo) Está bien, pero solo unos días, cuando pasen, os la meto en una caja y os la mando ¿Entendido? - Entendido, hay trato (se levantó y me plantó dos besos antes de desaparecer sin más)

- ¡Esther! ¡Vía libre! (la escuché llegar a mí y sentarse a mi lado) - Tu madre parece... - Ni lo digas (la corté moviéndome para apoyar mi cabeza en sus piernas, cerré los ojos con fuerza y lancé el suspiro que llevaba conteniendo desde que mi madre había entrado) - ¿Qué pasa con tu hermana? (preguntó mientras empezaba a jugar con un mechón de mi pelo) - Lo has escuchado - Sí, y he de decir... que estoy asustada, esa chica debe ser el demonio para que ni tus padres ni tú queráis haceros cargo de ella - Mis padres no se hacen cargo porqué... bueno, son mis padres y mi hermana es lo opuesto a ellos, yo no quiero que venga porque antes de que consiga que siente la cabeza convertirá mi piso en una comuna hippie y a mí en el próximo Bob Marley

- Estarás guapa con ricitos (yo abrí un ojo para fulminarla con la mirada, pero eso es algo que con Esther jamás pude hacer) - Muy graciosa... (susurré volviendo a cerrar los ojos) - Oh, venga, no puede ser tan horrible - Está bien (me senté a su lado encarándola) No me escucharás quejarme, pero en cuanto detectes el mínimo rastro de marihuana en el aire, átame para que no la mate - Exagerada que eres (se río mientras obligaba a mi cuerpo a tumbarse para acomodarse luego a mi lado, pasé un brazo por su cintura y besé su cuello) - Va en serio - Sí, señora - Por cierto... ¿Por qué te morías de ganas por besarme? - He tenido un día horrible, solo me apetecen mimitos - Así que lo de ir a ver como tu culo patina sobre el hielo, nada de nada ¿No?

- Vas a tener que esperar para hacer esos vídeos que te mueres de ganas por hacer - Anda, ven aquí (acaricié su rostro para quedar cara a cara y empecé a repartir pequeños besos por todo su rostro, haciéndola reír en el camino) - ¡Venga Esther! (grité mirando por encima de mi hombro y viéndola dos metros más atrás en una... digamos extraña posición para patinar) - Maca, por favor, me voy a matar (rogó riendo nerviosamente) - Vamos, que tú puedes (me acerqué a ella colocándome a su lado) Si colocas las piernas rectas será más fácil - No, no, no, no (zarandeó las manos y perdió el equilibrio sobre los patines, yo la sujeté justo a tiempo) No puedo, de verdad - Oh, venga, es fácil, primero un pie (deslicé uno de mis pies y ella me imitó temblorosa) Luego el otro (repetí el procedimiento)

- Como me caiga en mitad del paseo marítimo, va a recaer sobre tu conciencia (yo me eché a reír por verla poniendo morritos infantilmente) - Tranquila, ya tengo la cámara preparada (reí cuando ella intentó darme un manotazo y tuve que agarrarla para que no cayese) Uhm... creo que estoy jugando con ventaja - ¿Crees? Te estás aprovechando de una pobre indefensa. Vamos a tener que compensar tu ventaja - Sí, ¿Y como piensas hacer eso? Porque desde donde yo lo veo, tengo todas las de ganar (le seguí el juego divertida mientras notaba sus manos ejercer un mínimo de presión para acercarse más a mi) - Quizás... (empezó a susurrar acercando su rostro al mío hasta estar a dos centímetros de mi)... deberías... (se movió lo justo para que mis labios dibujaran una sonrisa nerviosa)... verlo desde... (se quedó a unos milímetros de mi y yo hice un amago de beso que ella esquivó hábilmente) Otra perspectiva (acabó diciendo antes de atrapar mis labios entre los suyos, recorriéndolos sensualmente con la punta de su lengua y provocando que mis rodillas empezasen a temblar)

Y creo que fue uno de esos momentos, en los que como dijo Serrano, el vagón detuvo su ritmo inquieto, las cabezas de todos se giraron hacia nosotras, la ciudad también se detuvo, los coches en mitad de las calles, la gente salió a las ventanas, las palomas emprendieron el vuelo, aunque lo cierto sea, que la ciudad no se detuvo, simplemente, ese cerebro capaz de realizar los cálculos más complejos del mundo, se paraliza por la sensación de placer y es incapaz de percibir otra cosa que no sea la textura y el ritmo de esos labios contra los nuestros. Lo que sí sucede, es que llega un momento en el que ese instante mágico se rompe, aquella vez, fue la sensación de vacío cuando ella se apartó y mi perdida de equilibrio que casi hizo que me cayese - Creo que me gusta esto de... otra perspectiva ¿Mhm? (acerté a decir mientras ella reía triunfal, y reconozcámoslo, si todas sus victorias iban a ser como aquella... ¡Yo iba a perder siempre!) Volvimos a casa después de recorrernos el paseo marítimo de arriba a abajo, entre bromas cómplices salíamos del ascensor, yo intentando robarle algún beso para repetir aquel momento y ella jugando a hacerse la dura, tan metidas en nosotras que

no nos dimos cuenta que teníamos compañía hasta que se abalanzó sobre mi estrujando mi cuerpo - ¡Hermanita! (se descolgó y miró alegre a Esther) Buenas, me llamo Alicia (se auto presentó para acto seguido estrujarla como había hecho conmigo dejándola sin saber que decir) - La chica a la que vamos a tener que llevar al hospital por asfixia es Esther (bromeé sin haber salido aún de mi sorpresa) ¿No venías la semana que viene? (para mi alivio la soltó centrándose en mi) - Aquellos dos me iban a volver loca (yo negué sonriendo mientras abría la puerta y las dejaba pasar) - ¿Seguro que no era al revés? (le pregunté cuando pasó por mi lado y me llevé la primera de muchas collejas, Esther me miró con las cejas alzadas) - En teoría... representa que es mi hermana mayor (le expliqué encogiéndome de hombros y entrando en el piso) - Bueno (la vi dejarse caer en mi sofá mientras se sacaba los zapatos con un rápido movimiento y los lanzaba por ahí) ¿Qué

tal todo hermanita? (y la miró directamente a ella, y por primera vez, no vino a mi cabeza el típico “es solo una amiga” que le soltaba siempre que me veía con alguna mujer, sin importarme demasiado lo que la mujer en cuestión pensaba, miré a una y otra, sin saber que se decía exactamente, como definir lo que fuese que teníamos o empezábamos a tener) - Así que... ¿Así es como se consigue dejarla sin palabras? Interesante (soltó Esther sacándome del apuro y haciendo reír a mi hermana) - Tengo muchas más formas de conseguirlo (alzó las cejas repetidas veces mientras ambas reían) - Genial (suspiré sentándome en el sofá, Esther me miró divertida) - Tengo que aprender, Maca, por si acaso te enamoras locamente de mí y tengo que pasarme el resto de mi vida a tu lado (contestó tan tranquila mientras ellas volvían a meterse conmigo indirectamente, pero para que nos vamos a engañar, yo ya no escuchaba nada de lo que decían, porque en aquel momento me pasó la cosa más rara que me había pasado en la vida, me imaginé mi futuro... con alguien muy concreto a mi

lado, y aunque en algún momento he dicho que mi fama de mujeriega era totalmente inmerecida, lo cierto es que nunca, jamás, bajo ningún concepto, yo había pensado en nada relacionado con el termino “futuro” y muchísimo menos, con alguien a mi lado. Mientras yo culpaba al beso de aquella tarde de hacerme pensar cosas raras, ellas empezaban a cuajar una relación que más adelante me divertiría, desesperaría, conmovería y maldeciría en más de una ocasión Durante la semana que mi hermana estuvo en casa, Esther y yo apenas estuvimos a solas, o estaba ella o estaba ella y sus amigos, o ella y un vagabundo al que invitó a mi casa a comer porqué lo vio triste, o cualquier cosa, de ehcho, solo recuerdo un momento en el que estuvimos a solas completamente, y fue porque directamente, después de tres días sin poder disfrutar de su compañía... la secuestré, punto para Maca Unos amigos de Alicia vinieron a cenar, entre ellos, una chica con la que alguna vez había tenido algo, nada importante, pero algo, Esther lo había notado enseguida, y lo había confirmado cuando se le cayó un cubierto al suelo y vio los pies de la susodicha acercándose a los míos y dejar una leve

caricia, el resto lo que notaron fue el bote que metí levantándome de golpe - ¿Alguien quiere café? (de reojo vi como ella reía, así que sin esperar respuesta me fui a la cocina, ella no tardó en aparecer) - Tu hermana y la señorita vamos a hacer piececitos bajo la mesa quieren un café solo, con mucho azúcar (me giré cuando encendí la cafetera y la vi apoyada en la mesa con una sonrisita divertida) - ¿Tú no quieres? - No ¿Te divertías? - ¿Cómo? (su sonrisa se ensanchó y se acercó lentamente a mí, tenía la noche graciosa la niña) - Con los piececitos, ya sabes (alzó las cejas repetidas veces y yo puse los ojos en blanco) - No especialmente, quizás si hubiesen sido otros... (murmuré tirando de su camiseta para que se acercase a mí)

- Vaya, creía que esos otros no te interesaban (la miré sorprendida y ella puso cara de resignación) - Como desde que esta tu hermana... - Esther, no sabes cuanto odio a mi hermana estos días, de verdad (afirmé rotunda haciéndola reír) - Si es encantadora - ¿Como que encantadora? - A mí me lo parece, de hecho, me hace más caso que tú, tú estás siempre pendiente de que no meta gente extraña en tu casa (vi un brillo travieso en sus ojos) - Vale, se acabó, esto sí que no, que meta a sus amigos hippies, vale, que haya decidido montar un harén en mi estudio de aquí, pasa, que invite a todos los vagabundos de Barcelona a saquear mi nevera, lo soporto, pero esto si que no (con decisión tomé su mano y tiré de ella para salir de la cocina)

- Maca ¿Dónde vais? Vamos a preparar mojitos (soltó mi hermana al pasar por el comedor camino a la puerta) - La estoy secuestrando (ya estaba con la mano en la maneta de la puerta cuando dejé a Esther allí y me asomé al comedor) Guárdanos un par para luego (volví al lado de ella y salimos del piso) - Maca ¿A dónde vamos? (sin responderle subí las escaleras hasta llegar a la terraza del edificio, una zona común de los vecinos con un par de bancos y todas las plantas que la vecina del cuarto se afanaba en cuidar día tras día, me senté en uno de los bancos, con las vistas de la ciudad enfrente, y palmeé a mi lado sonriente) ¿Sabes que secuestrar está mal? - ¿Sabes que insinuar que mi hermana te hace más caso que yo esta muy mal? (ella sonrió negando con la cabeza y se sentó a mi lado) - Eres un caso ¿Lo sabías? - Lo acabo de descubrir ahora, nunca había secuestrado a nadie (susurré mirando su mano, apoyada en el banco entre nosotras)

- Ya... solo has fallado en lo de los testigos, tienes que practicar más - ¿Quieres que vaya practicando por ahí secuestros? - ¿Quién ha dicho por ahí? (frunció el ceño y me miró) Por aquí (hizo un gesto con la mano para abarcarse a ella) Los que quieras (volvió a dejar la mano dónde estaba y yo aproveché para acercar la mía, empezando a recorrer con el dedo índice el dorso de su mano, delineando su forma, pasando por cada uno de esos dedos, la miré y vi que había cerrado los ojos, yo seguí con aquella caricia, llevándola lentamente por su muñeca, subiendo por su antebrazo hasta que noté como se estremecía bajo mi contacto) - ¿Tienes frío? (pregunté burlona y ella suspiró) - Sigue... (y me pareció que su voz era un poco más ronca de lo habitual, pero a mis oídos igual o más bella que antes) - Como desees (mi dedo recorrió zigzagueando por su brazo, hasta llegar a su hombro, ella había vuelto a cerrar los ojos y yo aproveché para acercar mi cuerpo un poco más y dejar un tímido beso sobre su hombro, escuché como contenía un

breve gemidito y sonreí, dejando que mi dedo marcase el camino que seguirían mis besos, subiendo por su cuello, muy despacio, pasando por el lóbulo de su oreja, donde esta vez si, no se reprimió y soltó un gemido en toda regla, abrió los ojos sorprendida y se giró poco a poco mirándome) - Me gusta si me secuestras para esto (yo le sonreí con la mirada y mi dedo se deslizó por su rostro, acariciando sus labios brevemente) - En realidad era para esto... (comenté acercando mis labios a los suyos, atrapándolos entre los míos, envolviéndome de nuevo de aquella sensación que había tenido días atrás, cuando estábamos ella y yo, y no ella y yo y la comuna, saboreé esos labios que cada vez que probaba me dejaban con ganas de más, recorriéndolos, noté como una de sus manos se ponía sobre mi nunca, ejerciendo la justa presión para animarme a colarme en su boca, volviendo más profundo el beso, notando como mi corazón se aceleraba y me costaba más respirar a cada segundo que pasaba, hasta que debimos separarnos, mirándonos sonrientes y como dos crías)

- Eso aún me ha gustado más (admitió volviendo a acercarse a mí para que nuestros labios no se echasen en falta más de lo necesario) Estuvimos allí un buen rato, entre caricias cómplices y besos, disfrutando simplemente de ese momento, sin pensar en nada que no fuese la otra, al menos... hasta que mi hermana decidió subir a buscarnos, ella sabía como encontrarme siempre y apareció en la terraza con una tanda de mojitos y sus amigos - ¡Aquí estabais! Ya llevamos tres rondas, os tocaba a vosotras (rió cuando la fulminé con la mirada y le guiñó el ojo a Esther, que se acercó a mi oído para susurrarme algo) - ¿Sabes? Ya no me parece tan encantadora (yo asentí comprendiéndola un montón y besé su frente antes de coger uno de los mojitos de la bandeja) Para mi desgracia, cuando mi hermana se fue, apenas tuvimos un par de días para nosotras solas, eran principios de Octubre, y ya refrescaba algo, pero a mí me llamaron para irme a Noruega durante dos semanas, y pensé que llevarla aquellos dos días que teníamos ambas libres a la montaña era una

buena idea, ya entonces conocía a una señora que tenía un refugio encantador en los Pirineos y no tuvo ninguna objeción en que me pasase por su casa a buscar las llaves para pasar la noche allí - ¿A dónde me llevas hoy? (preguntó nada más subirse a mi coche aquella mañana, tenía el pelo mojado, seguro que al acabar aquél doble turno que había hecho había tenido el tiempo justo de darse una ducha antes de que la pasase a buscar) - Buenos días, Maca ¿Qué tal has dormido? Bien, muchas gracias ¿Y tú? Estupendamente, pero tenía ganas de verte, yo también me moría de gan... (me acalló con un beso en los labios y yo sonreí triunfante, había funcionado) Aquél fue el primer viaje en carretera que hice con ella, descubrí cosas... Cosas que hubiese preferido no saber, como que Esther tenía ataques de euforia sin previo aviso, en realidad cada vez que en la radio ponían alguna canción que le sonase ligeramente, vamos, cada cinco minutos, y acompañaba esos ataques de histeria con algo parecido a cantar a gritos y una especie de contoneo indefinible, fueron

las dos horas más largas de mi vida, bueno, la verdad es que estaba yo súper entretenida explorando esa faceta suya hasta que empezó a cambiar de emisora a cada décima de segundo buscando algo, cuando me metí por el camino que llevaba serpenteando hacia la casa sonreí aliviada, si me hubiese perdido y hubiese tenido que pasar más de... cinco minutos allí, la hubiese matado - ¡Por fin! (dejé el coche en el pequeño llano que había delante de la casa, completamente rodeada de árboles por un lado y con un pequeño barranco al lado que acababa en el bosque, hice caso omiso de su mirada acusadora y me bajé estirando los brazos) - Muy graciosa... (comentó mirándome por encima del capó del coche y yo le guiñé un ojo a modo de disculpa) Esto es precioso (se acercó a mí para observar el valle a nuestros píes) - Me alegra que te guste (atrapé una de sus manos para acercarla más a mí y rodearla con mis brazos) - ¿En esa casa hay sofá? (hizo un gesto señalando la casita y yo fruncí el ceño, olía que me iba a meter en un lío)

- Sí que hay. ¿Por? - Porque quizás deberías dormir allí por reírte todo el viaje de mí (yo alcé las cejas mirándola) - No me estaba riendo de ti (pero se me escapó una sonrisilla justo antes de robarle un breve beso) - Decidido ¡Al sofá! (se separó de mí y fue hacia la puerta de la casa) - ¡Vamos, Esther! ¡Estabas graciosísima! ¿Cómo era? ¡A quiéeeeeeeeeeen le importa lo que yo haga! ¡A quiéeeeeeeeeeen le... - Pero de cabeza ¡Eh! (amenazó ella mientras me acercaba para abrir la puerta) Aquella tarde fuimos a pasear por la montaña, a ella le brillaban los ojos, le encantaba estar allí, y a mí también me brillaban los ojos, me encantaba estar allí, con ella, cuando empezó a refrescar volvimos al refugio, tenía lo justo, una salita de estar con un sofá y una chimenea, la pequeña cocina, un cuarto de baño y la habitación, cenamos entre confidencias

y después de recogerlo todo encendí el fuego y nos sentamos enfrente de él, con las estallas apoyadas en el sofá, viendo las llamas crepitar - Esther... - ¿Mhm? (estaba concentrada, con una de mis manos en su regazo, jugando a estirar y encoger mis dedos) - ¿Te puedo preguntar algo? - No (contestó y me miró luego con una sonrisilla) - Ya te vale - Pues no preguntes si puedes (se encogió de hombros volviendo a lo suyo) - Tú... ¿Desde cuándo te has fijado en las mujeres? (nunca se me dio demasiado bien preguntar sutilmente) - Pues, déjame pensar (se quedó cerca de un minuto pensando, acrecentando mis nervios, no es que fuese demasiado importante, pero era una de esas cosas que quería

saber) Desde que estuve este verano en Nepal (yo reí ligeramente) - ¿Para eso te tiras un minuto pensando? - Hay que darle emoción de vez en cuando (sonrío robándome un beso) A ver, ¿Qué está pasando ahí dentro? (me dio un golpecito cariñoso con su dedo índice en mi frente) - Solo... no sé... - ¿Quieres saber porque estoy aquí contigo? (yo asentí ligeramente, era una conversación que había querido tener en más de un momento, pero entonces, estando en ella, me dio algo de corte, cierta vergüenza por cuestionar algo tan simple como que estaba conmigo, que estábamos en algo, y que era cosa de las dos) - Sí (susurré y ella me sorprendió, sentándose a horcajadas encima mío y colocando sus manos en mi cintura) - Maca, yo no lo sé, como ha sido, no me he fijado en mujeres antes y no sé si lo haré después (yo reconozco que alcé una ceja haciéndola sonreír) Me he fijado en ti, sin más

- Pero... no sé... ¿No te ha asustado o... (yo nunca me había preocupado de esa clase de cosas, pero sabía que a veces para la gente era una especie de trauma transitorio, y necesitaba, quería saber, si ella se encontraba en ese punto, si lo estaba pasando mal o dudaba o quería que yo fuese a un ritmo concreto, quería saberlo) - ¿Por qué? - No, sé... - ¿Tú tuviste miedo? (ladeó la cabeza y yo reí) - Nunca, hasta ahora (admití acariciando su cintura) - ¿Ahora tienes miedo? - Bueno... (agaché la cabeza y ella hizo que la mirase acariciándome la barbilla suavemente) - A mí no me da miedo Maca, sé que quiero estar aquí, sé que quiero que sea contigo, y sé que me gusta hacer esto (se acercó para atrapar mis labios entre los suyos) Y... lo tuyo, lo iremos arreglando por el camino, ¿Mhm?

- ¿Sí? - Sí, no he estado nunca con una mujer, pero sí que he tenido relaciones, tú me enseñas a estar contigo, y yo te enseño a estar con alguien ¿Qué te parece? (sonreí despejando los pocos nervios que me quedaban y la besé, como me apeteció en ese momento, con calma, saboreándola, despacito y porqué no... alargando el momento de ir a dormir, empezaba a notar ciertas necesidades que sabía me harían pasar una mala noche, eso sí, en la mejor de las compañías Estuvimos cerca del fuego hasta muy avanzada la noche, hablando de tonterías, entre caricias y arrumacos, hasta que vi como Esther me empezaba a bostezar, a la tercera vez que lo hizo le sonreí con dulzura - Si te aburro solo tienes que decirlo ¿Mhm? (ella se acomodó sobre mi hombro y susurró algo ininteligible, haciéndome reír) Si puede ser en mi idioma (le bromeé besando su cabello) - Tonta... (susurró acercándose a mi cuello para dejar un beso) - ¿Quieres que vayamos a dormir?

- Uhm (asintió acurrucándose más contra mi) - De aquí no nos movemos (susurré en su oído) - Vale... (estuvimos un rato más, hasta que mi cuello empezó a molestarme, ella alzó su mirada y con los ojos entrecriados se levantó tendiéndome la mano para que la siguiese) - A la cama, ya (fuimos a la habitación, ella medio dormida y yo jugando a hacerle cosquillas molestándola, ganándome una palmadita en el trasero cada vez que lo hacía) ¿Siempre estás tan juguetona por la noche? (yo la miré alzando las cejas repetidas veces y ella puso los ojos en blanco) Tira anda Entramos en la habitación y yo fui hacia mi bolsa para coger el pijama, hacía algo de fresco, aunque a Esther pareció no importarle, porque cuando me giré para ir al baño a cambiarme la vi rebuscando en su bolsa ya en ropa interior, yo me quedé petrificada sin saber dónde meterme, tenía un gesto concentrado, no encontraba lo que buscaba, su móvil empezó a sonar y ella se movió al ritmo de la música mientras iba hacia el bolso, lo descolgó y se giro mirándome

- Hola mama (ladeó la cabeza y me miró con el ceño fruncido, luego echó una vista hacia su cuerpo y volvió a mirarme) Bien, bien, estoy en la montaña, tenía un par de días de fiesta y... ¿En serio? (se acercó lentamente a mí y vi como su mano se movía para taparme los ojos, yo sonreí por el gesto y me crucé de brazos) Pues no lo sabía, sí, sí... ya la llamaré para darle la enhorabuena...bien, oye, te llamo mañana ¿Vale, mama? Dale un beso al grandullón... Buenas noches (noté como apartaba su mano mirándome con una ceja alzada) Te parecerá bonito... - Te parecerá bonito a ti... (le respondí en el mismo tono recriminatorio) - ¿Por? - ¡Oh, venga! (me aparté de su lado para ir a cambiarme al baño y de reojo vi como se cruzaba de brazos mirándome, cuando volví, ya estaba metida en la cama, me acerqué al lado libre y me metí entre las sabanas apagando la luz, ella tardó nada en pegarse a mi cuerpo abrazándose a mi) - No me he dado cuenta... (susurró en mi oído)

- No pasa nada, Esther - ¿Sabes que se te han puesto las orejas rojas mientras me mirabas? (yo sonreí en la oscuridad) - Es probable (noté como una de sus manos acariciaba mi vientre por encima del pijama) - ¿En que estabas pensando? - No pienso responder a eso si no es en la presencia de un abogado - ¿Ah, no? (escuché un tono juguetón en su voz y mi cuerpo se estremeció cuando su mano se coló por debajo de mi pijama acariciando la piel de mi abdomen) - ¿Qué haces? - ¿En qué pensabas? (susurró en mi oído) - Esther... - Anda (me animó jugando a dibujar círculos alrededor de mi ombligo)

- Estás jugando con fuego (noté como se acercaba aún más, pegándose completamente a mi espalda y respirando sobre mi cuello antes de besarlo cálidamente) - Lo sé (dio un mordisquito en mi hombro y yo me giré de golpe quedando boca arriba, ella tardó tres segundos en subirse a horcajadas sobre mí) - Te vas a quemar - Vale (susurró ella acercándose a mis labios para atraparlos entre los suyos, coloqué mis manos en su espalda, colándome por debajo de su camiseta y disfrutando del tacto de su suave piel, sentí como su piel se erizaba bajo mis dedos cuando colé mi lengua en su boca, ella acariciaba con una de sus manos mi cintura, jugando con el borde de mis pantalones, se deslizó hasta llegar a mi cuello, empezando a repartir besos de camino al lóbulo de mi oreja, atrapándolo entre sus labios y provocándome un gemido mientras mis manos se clavaban un poco más en su espalda) - Esther (ella salió de mi cuello para mirarme, sus ojos brillaban por el deseo y su rostro tenía cierto toque enrojecido, a mi me pareció la imagen más bonita que había

visto de una mujer, sonreí y me acerqué a sus labios lentamente) Eres preciosa b(susurré antes de tomar sus labios para iniciar una breve batalla) Preciosa - ¿Eso se lo dices a todas? (lo soltó sin pensar, lo supe a la décima de segundo siguiente, pero su voz tembló en el todas y yo busqué sus ojos mientras mis manos seguían acariciando su espalda) - No, nunca (ella asintió y cerró los ojos con fuerza) - ¿Seguro? - Completamente (intenté transmitirle toda la calma que podía acumular en aquél momento, y pareció funcionar, porqué ella volvió a mis labios, enzarzándonos en una nueva batalla justo cuando mi móvil empezó a sonar) - Tú móvil... (comentó con la voz entrecortada, mordiéndome el labio inferior) - No estoy (mis manos se movieron hasta llegar a su trasero, apretándola contra mí, mientras la melodía seguía resonando en la habitación)

- Es... tarde... puede... ser... importante... (repartiendo besos entremedias) - No es nadie (ella sonrió y me apartó un poco) - Cógelo, anda (yo refunfuñé algo buscando mi móvil, en la pantalla pareció el nombre de mi hermana y yo me acordé de toda su familia, que también era la mía sí, pero estaba yo como para pensar con claridad) Atendí la llamada, bueno, primero salí de la habitación para matarla verbalmente y después escuché una retahíla de tonterías a las que no presté la más mínima atención, tras diez minutos aguantando al final le dije que tenía que colgar y que ya la llamaría, me moría por volver a los brazos de Esther, apagué el móvil y entré en la habitación, Esther seguía en la cama, muy quieta, me acerqué con sigilo a ella, comprobando lo que me temía... se había quedado dormida, iba a matar a mi hermana, cortarla en trocitos pequeñitos y... y... ¡dárselos al perro para comer! Resignada me metí en la cama acercándome a ella, debía estar agotada del doble turno y de la excursión de aquélla tarde, no había elegido un buen momento sin duda, la noche se me iba a hacer eterna

- Buenas noches, cariño (le deseé a su oído) - Buenas noches... (susurró adormilada abrazándose a mí y suspirando) Las dos semanas en Noruega se me hicieron eternas, cada noche ella a mí o yo a ella, nos llamábamos, yo le explicaba que me estaban volviendo loca en aquella revista, nunca estaban conformes con las fotografías, y yo estaba a punto de sufrir una arritmia en cualquier momento, ella me hablaba del hospital y me contaba alguna anécdota, me habló de Laura, iba a venir a trabajar unos meses a Barcelona, un caso complicado para el que habían pedido su ayuda, ella obviamente había aceptado encantada de la vida por tener una excusa para tirarse una temporadita en la ciudad condal, llegaría una semana después de mí y sabía que nos iba a volver locas, pero ni eso, hizo que mis ganas de volver a casa disminuyesen - ¿Has comprobado la hora de salida? (pregunté por enésima vez a mi ayudante) - Sí, vamos puntuales (contestó ella mirándome de reojo) ¿Estás nerviosa?

- No, solo tengo ganas de llegar a casa, aquí hace frío y están todos locos (comenté aludiendo a las dos moviditas semanas que llevábamos a la espalda) - Claro... no tiene nada que ver con esa mujer (sonrío ella, había visto como por las noches, en alguna cena, estaba pendiente de su llamada y desaparecía enseguida que mi móvil sonase - Esta bien ¿Qué quieres saber? - ¿Vas en serio? - Sí, voy en serio (admití y ella sonrío feliz) ¡Ey! (me abrazo cuando el taxi se detenía en el aeropuerto) Esas confianzas mujer - Lo siento, la emoción, me alegro mucho por ti, jefa - Ya, ya, anda, vamos Bajé del taxi para coger el avión que me llevaría a casa, Esther me había dicho que aquél día tenía doble guardia, por lo que no vendría a buscarme al aeropuerto y no la vería hasta la

noche, por eso me llevé una gran sorpresa cuando salíamos de la zona de pasajeros y la vi correr hacia mi colgándose de mi cuello en el acto - ¿Qué haces aquí? (de reojo vi como Sheila sonreía de oreja a oreja mirándonos) - He cambiado el turno (se encogió de hombros y besó mis labios brevemente, yo sonreí feliz de tenerla allí - Gracias - Tenía ganas de verte (se giró hacia mi ayudante y se separó al instante) Lo siento, hola - Hola, Esther - ¿Has venido con el coche? - Sí, señorita (sonrío ampliamente ella) - Tenemos que llevar a Sheila a su casa - Por mí no os preocupéis, llamo un taxi o algo, tranquilas

- De eso ni hablar (afirmó Esther sonriente) Vamos (hizo un gesto para que la siguiéramos y yo en dos pasos me coloqué a su lado tomando su mano entre las mías, sonrío por el gesto) ¿Qué tal el vuelo? - Bien, largo (a Sheila se le escapó una sonrisita que no pasó desapercibida para Esther, yo la fulminé con la mirada - ¿Para ti también se ha hecho largo? (le preguntó divertida sospechando por donde iban los tiros - Eterno, la jefa no ha parado de hablar en todo el viaje, la tenías nerviosa, ¿Sabes? - Cariño, recuérdame que despida a mi ayudante (comenté de pasada mientras me acercaba al coche de Esther) - Ni se te ocurra, me gusta que me tengan informada (Esther le guiñó un ojo a Sheila mientras abría el coche y yo me puse a colocar las maletas en el maletero, Sheila se fue a sentar y Esther se quedó a mi lado, robándome un beso antes de que cerrase la puerta del maletero) Así que, nerviosa ¿Mhm?

- No seas mala (le palmeé el trasero y fui a sentarme en el lado del copiloto) Después de acercar a su casa a mi ayudante, Esther puso rumbo a mi piso, por el camino me explicó que había conseguido cambiar el turno con otra enfermera para poder venir a buscarme al aeropuerto, yo le sonreí agradecida, me ayudó a subir el equipaje a mi piso y entramos para que yo lo dejase tirado y me echase sobre el sofá - Ven aquí (la invité y ella se acercó poniéndose con cuidado encima de mí) Hola (la saludé cuando ya estaba acomodada) - Hola - Así que... ¿Me has echado de menos? - Ni un solo segundo (respondió atrapando mis labios y alargando el beso colando su lengua en mi boca) - Ya lo veo (asentí acariciando su espalda) - En serio

- Ajá (asentí atrapando sus labios y colando una de mis manos por debajo de su camiseta, recorriendo su espalda con la yema de mis dedos) - ¿Tienes algo que hacer esta tarde? (yo negué sonriendo pero luego me acordé que tenía que pasarme por el estudio a retocar unas cosas para enviarlas a Noruega y acabar con aquél maldito trabajo) - Mierda, tengo que... (ella sonrío) - No pasa nada, date una ducha mientras te preparo algo de comer y luego te llevo ¿te parece? - ¿Te duchas conmigo? (alcé una ceja traviesa) - No cuela, tira anda (se levantó de encima mío y se fue canturreando una canción hasta la cocina) Yo me fui a dar una larga ducha, la verdad es que notaba el cansancio y la ducha ayudó a estar algo más relajada, salí de ella envuelta en una toalla y con el pelo mojado, en el pasillo vi como Esther se quedaba parada en mitad del pasillo mirándome

- La... comida... ya... (me imaginé que había recorrido mi cuerpo de arriba abajo, miré su rostro y vi como se sonrojaba, no me lo había imaginado) - Está lista, perfecto (me acerqué a ella besándola) - Esto... - Gracias, voy a ponerme algo de ropa ¿Mhm? - Cl... claro (asintió ella antes de que me escabullese hacia la habitación contoneando mis caderas, me encantaba esa sensación de ponerla nerviosa) Comimos entre risas y me acercó al trabajo, en el coche, se despidió de mí con un apasionado beso que me dejó sin aliento, lo suficiente como para que me dejase el bolso, tuvo que acercármelo al trabajo más tarde y ya de paso me comentó que aquella noche tenía turno y no nos veríamos, con las ganas que tenía de invitarla a dormir conmigo Aquella noche recuerdo que estaba agotada, deseando llegar a casa, a pesar de saber que iba a estar más sola que la una, Esther tenía guardia y yo había imaginado que al menos

aquella noche podría abrazarme a su cuerpo para dormir, la había echado de menos aquellas dos semanas, subí a mi piso y abrí la puerta frunciendo el ceño, del comedor salía un resplandor anaranjado, no recordaba haberme dejado ninguna luz encendida, y me extrañó aún más lo bien que olía, mi estómago se removió inquieto, comida, me acerqué a la puerta del comedor y vi que alguien había puesto la mesa, con unas velas y la cena lista sobre ella, en el centro de la mesa había una margarita naranja con una nota colgando de su tallo, me acerqué y abrí la nota - Te he echado de menos (leí en voz alta rebuscando en la pequeña nota algún otro mensaje, pero no había nada) ¿Esther? (alcé la voz preguntando y a los dos segundos noté como unas manos rodeaban mi cintura y un cuerpo se pegaba al mío) - Que suerte de no cagarla con el nombre (bromeó mientras sus dedos acariciaban mi abdomen) - ¿Cómo... - He hecho una copia de tus llaves (admitió y noté como apoyaba su barbilla sobre mi hombro, yo busqué con mi rostro

su mejilla, dejando un breve beso en ella, sintiendo su suave abrazo envolviéndome) - ¿Vas por ahí haciendo copias de llaves ajenas? (le seguí el juego susurrándole) - Solo de fotógrafas guapas, no te pienses (yo reí quedamente y me di la vuelta para quedar frente a ella, llevaba un precioso vestido verde ajustado en la parte de arriba con un escote en el que no pude evitar perderme dos segundos mientras se formaba un nudo en mi garganta) - Ahora mismo, creo que las enfermeras son mucho más guapas que las fotógrafas ¿Mhm? (atrapé sus labios entre los míos y noté como sus manos iban hacia mi rostro, acariciándolo mientras mi lengua ejercía algo de presión para abrirse paso en su boca) - No pienso discutir eso (susurró volviendo enseguida a mis labios) - Mejor (sus manos fueron subiendo por mi espalda, mientras mi corazón empezaba a acelerarse, su lengua recorría cada centímetro de mi boca, nos tambaleamos hasta chocar con la

mesa, y ella intentó apartarse, pero una de mis manos fue a su nuca impidiéndoselo y profundizando en el beso) - Maca... (gimió separándose un momento que aproveché para morder ligeramente su labio mientras mis manos iban hacia sus muslos, acariciándolos por encima del vestido) La cena (ataqué su cuello asintiendo con la cabeza, repartiendo besos por él, subiendo hacia su oreja) - ¿Qué cena? (le susurré antes de atrapar entre mis labios el lóbulo de su oreja, recorriéndolo con mi lengua, escuché cómo se le escapaba un gemido y sus manos se apretaban en mi espalda) - La... (la acallé colándome de nuevo en su boca, mientras mis manos buscaban su piel por debajo del vestido, subiéndolo apenas unos centímetros para poder colarse y tocar sus suaves muslos, dios... aquél tacto era... indescriptible, solo la sensación de su piel erizada bajo las yemas de mis dedos) - ¿La... (pregunté separándome y empezando a bajar por su barbilla con húmedos besos, notando su piel estremeciéndose bajo mis labios al tiempo que mis rodillas temblaban al ir

subiendo su vestido con mis manos, notando su cuerpo caliente y tembloroso bajo ellas) - La... la... (sentí como se separaba de mí y besaba mi cuello mientras sus manos descendían por mi espalda, se movió buscando mis labios cuando mis manos habían llegado a su cintura, y al meterse en mi boca noté sus manos descender más hasta agarrarme el trasero y apretarme contra ella, haciendo que gimiese en su boca, nuestras respiraciones se entrecortaban y me apoyé en la mesa con una de mis manos buscando un punto de apoyo, sin dejar de disfrutar de esos labios que ardían sobre los míos y llevando la otra mano hacia su trasero para apretarla más contra mí) - Esther... (atacó mi cuello sin piedad y cerré los ojos con fuerza, me costaba respirar pero no me importaba en absoluto, si me hubiese tenido que morir ahogada en aquel momento lo habría hecho sin dudar) La cena... (la imité cuando mi mano fue a hacer compañía a la otra) - ¿Qué cena? (su voz sonó ronca por el deseo y empujé suavemente su cuerpo con el mío, iniciando el camino hacia la habitación mientras nuestras lenguas enfurecidas se

enzarzaban en una dulce batalla, tropezamos con la mesa pero poco caso hicimos, pendientes de no separar nuestros cuerpos más de lo imprescindible) Maca... (cada vez que repetía mi nombre notaba como le costaba más y como a mí solo me entraban más ganas de recorrer ese cuerpo milímetro a milímetro, fuimos a trompicones hacia la habitación, chocando con todo lo que había en nuestro camino y esquivando lo que caía al suelo, al llegar a la habitación no lo dudé un instante y la lleve directamente hacia la cama, dejándome caer con ella y mordiendo su labio cuando sus manos intentaban deshacerse de mi camiseta) - Cariño... (gemí ayudándola y lanzando la camiseta por ahí volviendo al lóbulo de su oreja para succionarlo con mi boca, provocando un nuevo gemido que acompañó rodeando mi cintura con sus piernas, una de mis manos buscó su cadera mientras nuestras bocas se encontraban de nuevo en una frenética batalla, yo sentía mi cuerpo estremecerse y arder a cada contacto suyo, sabía que iba a llegar a aquél punto sin retorno en el que no iba a poder parar, hice acopió de mis fuerzas y me ayudé de una mano para separarme lo justo para poder ver sus ojos, tenía los labios enrojecidos y su mirada con un brillo intenso que me hacía estremecer) ¿Estás... estás

segura? (se me quebró la voz cuando movió sus caderas buscando mi cuerpo) - Sigue... (gimió atrayéndome hacia ella para seguir con nuestra pequeña batalla, mis manos buscaron de nuevo su vestido, subiéndolo mientras aprovecha para sentir su piel a mi paso y ella respiraba agitadamente debajo de mí, conseguimos sacárselo y lo lancé lo más lejos que pude sin mirar, centrada en su cuerpo, llevaba un conjunto de encaje negro precioso, aún más maravilloso al cubrir su pecho, que oscilaba inquieto arriba y abajo por la excitación, me quedé unos segundos en trance, adorando cada rincón de aquel torso con mi mirada, ella llevó sus manos hasta mi rostro obligándome a mirarla) Sigue... (obedecí fundiéndome de nuevo en su boca) Del resto, solo recuerdo el calor, la excitación, las punzadas de placer en el centro de mi cuerpo, sus gemidos, su respiración contra mi cuello, el tacto de su interior, su piel erizada, su cuerpo tensándose bajo el mío al llegar al punto exacto de placer, a ese momento de éxtasis que dura un suspiro, pero sobre todo, recuerdo sus ojos, su mirada intensa, suplicante porque siguiese, el brillo del deseo, su mirada clavada en la

mía hasta que ambas tuvimos que cerrar los ojos con fuerza por las sacudidas de nuestros cuerpos... y después, nuestras piernas entrelazadas, recuperando la respiración, y sus dulces labios repartiendo pequeños besos sobre los míos hasta que nos quedamos dormidas Por la mañana, me desperté con la mejor imagen que pueda haber en el mundo, puedes haber visto un millón de instantes que te hayan cortado la respiración, pero no son comparables a la sensación que te envuelve cuando abres los ojos una mañana y tras una noche de amor ves el rostro de la persona que amas a escasos centímetros de ti, con sus ojos cerrados y un gesto completamente sereno dibujado en cada una de sus increíbles facciones, ese único instante, vale un universo entero, a mi me valió aquella mañana, lo suficiente para quedarme quieta, simplemente disfrutando de su cuerpo abrazado al mío y del suave compás de su respiración hasta que empezó a despertarse - Buenos días... (susurré cuando cerró los ojos con más fuerza aferrándose a mí) - Uhm (yo sonreí rebosante de felicidad y besé su pelo)

- Dormilona... es tarde - No (se escondió en mi cuello haciéndome cosquillas con su risita traviesa) Un poquito más - Tenemos que levantarnos... ¿Sabes que debe parecer mi piso ahora mismo? - Ni idea... (besó mi cuello haciendo que un escalofrío me recorriese) - Los desechos de un huracán, como mínimo (escuché como reía divertida y salió de su escondite para mirarme) - Buenos días (se mordió el labio y yo los besé en el acto) - Buenos días (ella volvió a besarme sonriente) - Un huracán ¿Mhm? (yo sonreí asintiendo) Te lo tienes merecido... (alcé las cejas sorprendida) - ¿Y eso? - ¿Sabes el rato que estuve preparando la cena que hay encima la mesa? (yo reí ligeramente mientras se colocó

encima de mí y nos volvimos a besar) Ya no te preparo más cenas (susurró cuando sus manos empezaban a acariciar mi ombligo) - Bueno... si todas acaban así, tendré que ganarme que me hagas más cenas ¿Mhm? (ella ladeó la cabeza mirándome) - Las que quieras (reculó atrapando de nuevo mis labios entre los suyos) El vuelo de Laura llegó con dos horas de retraso, Esther estaba nerviosa por la llegada de su amiga, y a mí me puso nerviosa con su ir y venir por el vestíbulo del aeropuerto, se colgó de mi brazo por enésima vez para comprobar el panel de llegadas - ¡Mira! ¡Ya está! (señaló algo en la pantalla pero yo estaba más pendiente de ese gesto emocionado en su rostro) - ¿Siempre te pones así? (le pregunté sonriente haciendo que me mirase confusa, cuando cayó de que hablaba me dio una palmada en el brazo sonriendo) - Esto no es nada, tenías que haberme visto cuando te esperaba a ti (yo alcé las cejas divertida)

- ¿Sí? ¿Estabas nerviosa? - Calla, calla, que ya salen (me silenció y yo puse los ojos en blanco) - Esther, acaban de aterrizar, aún tiene que coger las maletas y todo... (fue imposible, cada vez que se abrían las puertas ella prácticamente se colgaba de la cinta que había a modo de pasillo para permitir la salida de los pasajeros, una señora la miró extrañada y yo puse los ojos en blanco, me acerqué a ella pasando mis manos por sus caderas para rodearla y atraerla hacia mí) - Cariño, nos van a echar (bromeé y ella se apoyó en mi suspirando) - Jo... (besé su mejilla y sentí una alegría enorme al ver la cara risueña de Laura saliendo de la zona de pasajeros, se me pasó al instante cuando se abalanzó sobre Esther, cinta de seguridad en medio, abrazándose como locas) - Vaya dos... (murmuré mirando hacia el techo)

- ¡Maca! (yo negué con la cabeza y me acerqué para que me estrujase entre sus brazos) - Me alegro de verte, Laura, mis costillas no (le susurré haciéndola reír) Las llevé al piso de Esther y mientras Laura y ella se ponían al día me metí en la cocina para prepararles algo que cenar, obviamente ninguna de las dos estaba por la labor de echarme una mano - Hola (noté como se pegaba a mi espalda mientras yo removía la sartén) - En cinco minutos está listo - Laura está en el baño (yo sonreí triunfal y me giré para rodearla con mis brazos) - Uhm... (atrapé sus labios entre los míos, colando mi lengua mientras Esther iba dando pasos hacia atrás hasta chocar con la pequeña mesita que tenía en la cocina, mis manos se colaron por debajo de su camiseta, acariciando su espalda

mientras ella profundizaba el beso, llevando una de sus manos a mi nuca) - Ya estabas tardando ¿Mhm? (se separó lo justo para susurrármelo) - Bueno... creo que Laura se iba a sentir incomoda con esto (comenté señalando sus piernas, se había subido a la mesa durante el beso y rodeaba mi cintura con ellas, hizo el amago de quitarlas y yo la besé recostándola sobre la mesa, haciendo que sus piernas se aferrasen con fuerza a mi cintura) - ¿Qué hay de cen... (se cortó y las dos la miremos desde nuestra posición, Esther sonrojada y yo con las cejas alzadas) Yo quiero otra cosa ¿Mhm? (bromeó ella haciéndonos reír, me separé de Esther dejando caricias en sus muslos) - Más te vale que quieras otra cosa (le advertí señalando con un dedo y volviendo a la sartén) Dos minutos (escuché risitas a mi espalda y miré por encima de mi hombro, Laura estaba bromeando con Esther sobre la escenita, la enfermera parecía ligeramente avergonzada) ¿También tengo que poner yo la mesa? (les pregunté sonriendo)

- ¿Dónde está el mantel? (Laura lo cogió y fue hacia el comedor dando saltitos) - Gracias, cariño (se acercó a besar mi hombro) - Te he visto muy roja de la vergüenza - Sí... (la miré por ese sí irónico y ella alzo las cejas) De la vergüenza (deslizó una de sus manos por mi trasero y fue a llevar los platos al comedor, dejándome con una sonrisita en los labios) Estábamos haciendo la sobremesa, Laura sentada en uno de los sofás, y Esther y yo en el otro, hablando de todo y nada, la doctora se nos quedó mirando un rato, la enfermera tenía mi mano en su regazo y jugueteaba con ella - Y vosotras que ¿Cómo lo lleváis? (ambas nos miremos y nos encogimos de hombros) - ¿No lo has visto en la cocina? (le pregunté en broma haciendo que ambas pusiesen los ojos en blanco)

- Nos va bien, Laura (respondió Esther jugando con mi dedo índice) - Chicas, os tengo que decir algo (nos miró a amabas intermitentemente) Que me alegro un montón, se veía venir y me encanta que se haya hecho realidad - ¿Cómo que se veía venir? (Esther la miró con el ceño fruncido) - Joder, se os notaba un montón en Nepal, no sabéis lo bien que me lo pasé tu última noche (señaló a Esther sonriente y ambas caímos en aquella noche que la doctora no nos había dejado a solas ni a sol ni a sombra, de hecho, nos habíamos tenido que esconder como dos adolescentes para escaparnos de ella y poder estar dos minutos a solas para despedirnos) - La madre que... (Esther se levantó de mi lado para ir a hacer cosquillas a Laura) - ¡Estabais monísimas! (se justificó entre carcajadas, yo escuché mi móvil sonar y fui a descolgarlo mientras ellas seguían en su guerra de cosquillas)

- ¿Sí? - Maca, cariño, adivina dónde estoy (reconocí la voz de inmediato) - No lo sé, Vero, en... ¿Barcelona? (las chicas se habían separado y me miraban mientras de vez en cuando se les escapaba un manotazo la una a la otra) - ¡Sí! Voy a estar unos días por aquí, ¿Te apetece vernos esta noche? - Vero, es que estoy algo liada - Ya me imagino cómo estás de liada (escuché al otro lado de la línea, miré a Esther que se levantó para ir a buscar algo a la cocina mientras Laura no me quitaba el ojo de encima) Guarda algo de fuerzas para mí ¿Eh? (susurró e imaginé su media sonrisa traviesa) ¿Qué tal mañana? - Es que no sé que voy a hacer mañana, yo... (Esther había vuelto y noté una de sus manos en mi cadera)

- Mañana Laura y yo tenemos turno (me susurró imaginando que estaría hablando con alguna amiga, dándome a entender que podía quedar sin problemas) - Vero, si eso ya te llamaré ¿Vale? - Más te vale cariño, que te he traído un... regalito (colgué sin querer pensar que podría ser aquél regalito, aunque me lo podía imaginar, la última vez había sido un conjunto de encaje sobre su cuerpo) - ¿Una amiga? (susurró a mi oído para que Laura no lo escuchase, yo miré a Esther sin saber que responder y ella asintió ligeramente entendiendo mi incomodad en aquél momento) Una amante (susurró antes de separarse de mí y acercarse al sofá dándole un refresco a Laura) Toma, pero no te lo mereces ¿Eh? - Ey, yo me lo pasé muy bien, no vas a hacer que me sienta culpable (yo me acerqué al sofá dejándome caer a su lado y buscando su mano para entrelazarla con la mía, ella asintió haciendo un gesto hacia Laura, ya hablaríamos del tema luego)

Laura se fue a dormir temprano, no sin antes organizarnos toda la semana, Esther la acompañó para enseñarle su habitación y darle las buenas noches mientras yo me quedé tumbada en el sofá, mirando el techo pensativa, sentí pasos acercarse y el cuerpo de Esther sentándose a horcajadas sobre mí - ¿Te quedas a dormir? (preguntó reclinándose para dejar un suave beso en mis labios) - Si tú quieres (mi mano acarició su mejilla) - ¿Lo dudas? (sonrió ella besándome de nuevo, yo suspiré y lleve mis manos a su espalda) - ¿No te ha molestado, verdad? (ella me miró con una ceja alzada) Vero - Uhm... las dos tenemos un pasado, sé cuál es el tuyo, más o menos, y... no puedo decir nada con eso ¿A ti te molestaría que me llamase algún ex? - Supongo que... (“sí, horrores”) No

- Dios (ella se echó a reír incorporándose un poco) Eres una mentirosa - Oh, está bien... me molestaría, pero tienes razón, no podría decir nada, a no ser que me dejases tirada por volver con él, entonces te ibas a enterar tú (le palmeé el trasero mientras ella seguía riendo) Va en serio ¿Mhm? - Ya, ¿Y qué me ibas a decir? ¿Eh? Si te dejase por otro... - Decir, decir... (alcé las cejas traviesa y ella sonrió acercándose a mí para atrapar mis labios entre los suyos) Demostrar el millón de motivos para quedarte conmigo (ella sonrió contra mis labios) - ¿Millón? Ponle cuatro o cinco señorita - ¿Cuatro o cinco? (me aparté un poco para mirarla con una ceja alzada) - Vale, tal vez seis - ¡Oye! (golpeé su trasero jugando y dejé mi mano allí, acariciándola)

- Entonces... ¿Vas a quedar con ella? (me miró fijamente y yo coloqué un mechón de pelo que le caía tras su oreja) - No voy a quedar con ella... aunque claro, teniendo como alternativa lo que tengo, quizás me lo piense (se acercó mordiendo mi labio inferior) - Pero nada de sexo, hablar puedes hablar lo que quieras, pero como vengas con marcas, te enteras (me advirtió mordiéndome de nuevo el labio) - Cariño, si te has quedado con hambre, solo tienes que decirlo y te preparo algo - Con hambre, con hambre (noté como sus manos se colaban por debajo de mi camiseta) Con hambre de... (sus manos se deslizaron por mi abdomen con suavidad, deteniéndose a un centímetro de mi sujetador) - Uhm (la miré sonriendo) Eso también te lo puedo... preparar yo (ella rió colándose en mi boca, mientras sus manos acariciaban en círculos mi abdomen, ralentizándose al llegar a los filos de mi ropa interior mientras mi cuerpo empezaba a reaccionar a su tacto, se aceleró mi corazón y un conocido

nudo en la garganta se formó cuando Esther pasó sus manos entre mis pechos) - Esto (tiré de su camiseta sacándosela y lanzándola por ahí) Fuera, ya (ella rió haciendo lo mismo con mi camiseta, para volver enseguida a mis labios, poniéndose más cómodamente sobre mí, colando una de sus piernas entre las mías) - Seguid, seguid, por mí no os molestéis (escuche la voz de Laura y vi a Esther erguirse sobre mí y mirar por encima del respaldo del sofá hacia la puerta del comedor) - ¿Tú la has oído, no? (me miró confundida, yo me incorporé un poco para ver junto a ella la puerta vacía) - Sí, no sé (de repente pasó por la puerta con un vaso de agua y tapándose los ojos con una mano) - De verdad, ¿Eh? No molesto solo (se golpeó con el marco de la puerta dejando caer el vaso de agua al suelo) ¡Mierda! (intentó agacharse sin destapar sus ojos y tanteando el suelo con la otra mano)

- No me lo puedo creer (susurré dejándome caer en el sofá mientras Esther se levantaba para ayudar a su amiga) - Laura, te vas a cortar, anda trae (le dijo riendo y supuse que su amiga la miró, por su exclamación) - Lo siento, estabais ahí en... y yo... es que... tenía sed... y... (las dos se quedaron en silencio y se echaron a reír, yo me incorporé para echar un vistazo por encima del sofá y verlas a las dos tiradas por el suelo descojonándose, me vieron e intentaron apagar sus risas, pero era imposible, les había entrado uno de aquellos taques de risa absurdos e incontrolables) - Ya recojo yo, vosotras no os mováis ¿Mhm? (me levanté del sofá y Laura me señaló riendo a bocajarro, yo miré donde señalaba, en algún momento Esther había desabrochado mi pantalón y yo no me había dado cuenta, lance una mirada acusadora a la enfermera que solo sonrió de medio lado encogiéndose de hombros) Laura, cuando se te pase esto... te mataré (refunfuñé bromeando mientras me perdí dirección a la cocina para buscar algo con lo que limpiar el desaguisado de la doctora)

- Anda, tira para la cama, que la calmo (escuché decir a Esther) - ¿Tienes tapones para los oídos? Por lo de calmarla y tal - ¡Laura! (cuando llegué Esther empujaba a su amiga hacia la habitación mientras Laura volteaba su rostro) - ¡Pásalo bien Maca! (Esther le cerró la puerta una vez la metió en la habitación y se giró para mirarme) - Lo siento - Morirá entre terribles sufrimientos (gemí recogiendo todo, Esther me echó una mano y luego tiró de mi hacia su habitación) - Matar es malo, ¿No te lo han dicho? Y puestos a hacer cosas malas... hay otras más atrayentes (susurró pegada a mis labios mientras cerraba la puerta y prácticamente saltaba sobre mí para comerse mis labios, durante dos segundos pensé en hacerme la dura y no tolerar que Esther me calmase como había prometido a Laura, pero cuando nos dejamos caer en la cama y su boca dejó mis labios para empezar un camino descendente, se me olvidó)

- ¡Chicas! ¿Estáis visibles? (escondí la cabeza bajo la almohada por aquella voz estridente al otro lado de la puerta) ¡Chicas! - No me lo puedo creer... (comentó Esther con la voz ronca mientras se refugiaba en mi cuerpo, colándose también bajo la almohada) - ¡Venga chicas! ¡Que es muy tarde! ¡Tenéis que levantaros! - Deja que la mate... (susurré aún con los ojos cerrados acurrucándome en su cuello) - ¿Y quién limpia luego? (preguntó comenzando a acariciar mi pelo) - Yo la mato, tú limpias (abrí un ojo para ver su rostro y vi su gran sonrisa dándome los buenos días) - Anda... - ¡Venga! ¡Qué os traigo el desayuno! (rogaba Laura al otro lado de la puerta, Esther se desperezó dejando un breve beso en mis labios y me lanzó una camiseta mientras ella cogía otra y se la ponía, a regañadientes me la puse y ella abrió la puerta

para que Laura, sonriente y con una bandeja en las manos entrase y se sentase en la cama) ¡Ya era hora! ¿Habéis dormido bien? (la miré con una ceja alzada y volví a esconderme bajo la almohada) - Ni caso (noté como Esther se sentaba a mi lado palmeándome el trasero) Muy bien ¿Qué hora es? - ¡Son las nueve! ¡Nos vamos de compras! - Maca ¿Te... - Ni en broma (la corté escondiéndome bajo la almohada y haciéndolas reír) - Pues, ale, de compras Desayunamos algo en la cama, la verdad, que mis ganas de matar a Laura se esfumaron un poco cuando vi el pedazo de desayuno que nos había preparado, pero solo un poco, yo les acompañé hasta el centro comercial y luego me fui directa a la oficina, tenía que adelantar algo de faena si quería quedar con ellas para comer

Los siguientes meses fueron todo un descubrimiento, descubrí que no me costaba demasiado eso de tener una pareja, no sé si era esa naturalidad de Esther al hacer las cosas o que mis manos no eran capaces de imaginarse tocando otra piel que no fuese la suya, no es que no me fijase en otras mujeres, todas tenemos ojos y una buena vista no debería quitárnosla nadie, ni siquiera cuando ella se daba cuenta y me daba una palmadita en el trasero del palo: “Que te he visto, cariño” pero con ella a mi lado, no sé, todo parecía diferente, más fácil, más cómodo, más... nosotras, y dejé de tener miedo, ella se encargó de que mi miedo al compromiso, a cagarla, a no saber hacer, se esfumase día a día con sus sonrisas, y ella descubrió que estar con una mujer, le era terriblemente fácil, al menos, nunca noté que se cortase en lo más mínimo, delante de nadie, lo que llevó a mi siguiente descubrimiento de aquellos meses, Laura tenía el don de la inoportunidad, creo que después de mí, es la persona que más veces ha visto en situaciones comprometidas a Esther, de hecho, ya bromeábamos con ello, le habíamos puesto el sobrenombre del “marido” y es que parecía que ambas fuésemos amantes y nos tuviésemos que esconder de ella, como aquella tarde de mediados de Febrero, nevaba sobre Barcelona, algo inusual y

aún más raro, Laura estaba trabajando, me abrió la puerta sonriente - Hola (me crucé de brazos mirándola con una ceja alzada) ¿Esta su marido en casa? (ella sonrió de oreja a oreja) - Lo lamento, está trabajando... ¿Le puedo ayudar en algo? (yo miré al suelo para esconder una gran sonrisa, carraspeé un poco y la miré mordiéndome el labio) - No lo sé, tal vez... (ella negó sonriente mientras colocaba una de sus manos sobre mis brazos cruzados y tiraba de mi hacia el interior del piso) - Ven aquí (ordenó acercando mi cuerpo al suyo y atrapando mis labios entre los suyos, mordiendo mi labio inferior y tiró con picardía un poco de él antes de soltarlo) ¿Ahora ya lo sabes? -Ehm... (negué con la cabeza mientras mis manos se escurrían hacia su cintura) No me queda claro ¿Mhm? - Ya... (miró hacia el techo y volvió de nuevo a mis labios al segundo siguiente, mientras nuestros cuerpos se movían por

si solos hacia la puerta de su habitación, noté una de sus manos sobre mi trasero, apretándome contra ella mientras su lengua se coló en mi boca profundizando aquél beso) ¿Y ahora? (respondí con un pequeño gemido pero seguí negando con la cabeza cuando ya entrábamos en su habitación) Me lo va a poner difícil ¿Señorita? - Corro mucho peligro si me pilla tu marido, hay que compensar (le susurré en el oído antes de que dirigiese su ataque a mi cuello, repartiendo besos por él hasta mi hombro) - Tú también me tienes que compensar (fuimos hasta la cama y se dejó caer sobre ella, tirando de mi haciendo que riera al acompañarla) ¿A qué hora sale tu vuelo? (susurró volviendo a prestar su atención a mis labios) - Dentro de... (eché un rápido vistazo al despertador y al volver a su rostro aproveché para robarle un beso) Ocho horas - ¿Ocho? Suficiente... (coló sus manos por debajo de mi camiseta empezando a subirla mientras nuestros besos iban en aumento, la ayudé quitándomela rápidamente y me escondí en su cuello, me encantaba su aroma, besé su piel, notando su pulso acelerado debajo, una de mis manos

descendió hacia su abdomen, levantándole la camisa hasta el pecho) - No es suficiente... (me aparté de su cuello y mis labios fueron a hacerle compañía a mi mano, dejando besos alrededor de su ombligo, noté como su espalda se arqueaba a medida que mis labios saboreaban su piel, acercándose peligrosamente al borde de sus pantalones para volver a alejarme, frustrándola, me encantaba jugar con ella así) - Maca... (me advirtió acariciando mi pelo mientras yo dibujaba un círculo con la punta de mi lengua alrededor de su ombligo) - ¿No te gusta? (la vi sonreír y morderse el labio, mis dedos fueron hacia el botón de sus tejanos, desabrochándolo mientras seguía lamiendo la piel erizada por encima de ellos y empezaba a colar mi mano por dentro del pantalón) - ¡Joder! (ambas nos sobresaltamos mirando hacia la puerta ¿En qué momento Laura había llegado a casa? Y sobretodo ¿Cuánto llevaba allí?) Maca sigues teniendo tu mano dentro de... (señaló sonriendo divertida mientras Esther y yo miremos

hacia mi mano, la saqué lentamente mientras Esther fulminaba con la mirada a Laura) - Te voy a poner un cascabel, no, un collar de cascabeles, es más, te voy a envolver como si fueras un árbol de Navidad con ellos (a mi me entró la risa y decidí esconderme en su abdomen, mala idea, porqué solo le hice cosquillas haciendo que su calentón se pasase en un instante) - Adorable, no sé cómo te has enamorado de ella (Laura me señaló y se dejó caer sobre la cama) - ¿Quién ha dicho que yo este... (amabas me miraron como si fuese obvio y yo puse los ojos en blanco, separándome de su cuerpo y tumbándome a su lado) Estoy perdida (murmuré mientras ella entrelazaba sus dedos con los míos) - ¿Tú no estabas trabajando? - Ha sobornado a los vecinos para que le den el toque cada vez que mi trasero cruza esa puerta, es una conspiración, hasta la señora de la limpieza esta en el ajo (expliqué convencida)

- Sí, pero he dejado a aquellos trabajando, ¡Está nevando! (señaló hacia la ventana, mini-copos de nieve se precipitaban sobre el suelo de la ciudad) - ¿Me estás diciendo... que has venido... sin avisar... sabiendo que Maca estaría aquí... porque... está nevando (preguntó una Esther perpleja mientras yo le guiñaba un ojo a Laura sonriendo traviesa) - Tú en el fondo... te quieres apuntar a la fiesta ¿Mhm? - ¡Tontas! Noooooo (respondió dando una palmada al aire para borrar mis palabras) Guerra de nieve - Maca, haz algo (coloqué mis brazos cruzados bajo mi cabeza y cerré los ojos) - Deberías haberme dejado matarla en su momento, ahora ya le he cogido cariño - ¡Maca!

- ¿Suele pedirte que me mates a menudo? (me preguntó Laura cogiendo la misma postura que yo mientras Esther vagaba de una a otra perpleja) - No, solo cuando nos pillas - Joder... eso es cada día (admitió y ambas nos echamos a reír ante la frustración de Esther) Su móvil resonó a lo lejos, y ella salió a buscarlo murmurando algo sobre lo que nos iba a hacer en cuanto atendiese la llamada, yo me quedé en la cama junto a Laura, intentando que mi cuerpo se relajase tras la pillada y sin sospechar, que aquella llamada solo traía malas noticias, que aquél mundo perfecto que habíamos creado a nuestro alrededor, iba a tambalearse ligeramente, si hubiese sabido el motivo de la llamada, habría estado a su lado tomando su mano y dándole ánimos, pero con las cosas de la vida, no sueles saber cuándo te van a golpear, no hasta que lo hacen Esther no volvió a la habitación, escuché un sollozo que hizo que mi cuerpo se estremeciese de arriba abajo, no la había escuchado llorar nunca, pero aquél sollozo contenido hizo que hasta la última fibra de mi cuerpo temblase de miedo, me

levanté de la cama y Laura me siguió hasta el comedor, Esther estaba sentada en el sofá, con la cabeza entre las manos y su móvil encima de la mesita justo enfrente, su cuerpo se agitaba por el llanto, me acerqué con cautela arrodillándome delante de ella, Laura se sentó a su lado y vi como colocaba una de sus manos en la espalda de Esther - Esther... (susurré colocando mis manos sobre sus rodillas, ella solo negaba con la cabeza y lloraba, y yo no sabía que pasaba pero descubrí un nuevo sentimiento en mí, nunca me había gustado ver a la gente llorar, el dolor de las personas, era y es algo incomodo para mí, pero tratándose de ella, era peor, no me incomodaba, simplemente me sentía morir) - Esther, cariño ¿Que ha pasado? (le preguntó Laura con cuidado, alzó la cabeza lo justo para mirarme y abrazarse a mi cuerpo, yo la rodeé entre mis brazos con fuerza, balanceándome con ella mientras sentía sus lágrimas caer por mis hombros, su móvil empezó a sonar y Laura lo cogió) - Cruz, ¿Qué ha pasado? Tu prima no deja de llorar... ¿Cómo? (miré a Laura sin dejar de abrazar a Esther y dibujo con los

labios un “Su padre está en el hospital”, ella se levantó para ir a hablar a la cocina y yo intenté consolar a Esther como podía) Media hora después Laura volvió, Esther y yo estábamos en el sofá, ella sentada entre mis piernas, se había calmado un poco pero no había abierto la boca para nada - Esther (la enfermera alzó la vista para encontrarse con los ojos de su amiga, asintiendo con la cabeza) He encontrado un vuelo a Madrid para dentro de dos horas ¿Te parece? - Gracias, Laura (respondió con la voz rota) - Voy a cogerlo, ¿Cuántos billetes? (Laura me miró a mí y luego a ella, yo le dije que sí con la cabeza, las acompañaría a Madrid, pero Esther la detuvo cuando se levantaba) - Solo dos Laura, para ti y para mi (yo me removí incomoda en el sofá mientras Laura se iba a reservar los billetes, Esther se separó de mi sentándose a mi lado y tomó mis manos entre las suyas) Tú mañana te tienes que ir, Maca (aclaró ante mi mirada de desconcierto)

- Puedo anularlo, no hay problema (ella negó con la cabeza cerrando con los ojos) - No... No hace falta... yo... - Ey, deja que vaya contigo ¿Mhm? - Maca, mi madre no... ella no sabe de ti y él tampoco... y no creo que sea momento para... (entendí lo que trataba de decirme, sus padres no sabían de nosotras y no quería tener que decírselo, yo fruncí el ceño jugando con sus dedos, no sabía si existía algún protocolo sobre eso, si llevas no sé cuánto tiempo debes conocer a los suegros o algo así, ni idea, pero a mí no me pareció importante que no supiesen nada, era normal, y tampoco tenía la más mínima intención de que lo supiesen entonces, solo quería estar cerca de ella por si me necesitaba - Ni siquiera tienen que verme, solo quiero acompañarte, no hay que decir nada, igual que va Laura voy yo, me puedo entretener haciendo turismo por Madrid mientras tú estás con ella ¿Mhm? - No será... ¿Incomodo?

- Me las arreglaré (asentí regalándole una pequeña sonrisa) Si quieres que vaya, claro - Por favor... (rogó y yo la abracé de nuevo) Gracias - Tonta (besé su pelo y cerré los ojos) Cinco horas después estábamos en Madrid, al aeropuerto vino a buscarnos su prima Cruz, se fundieron en un abrazo, Laura también abrazó a Cruz, ambas eran amigas también, fue ella la que me presentó a Cruz, Esther solo vagaba su vista por el aeropuerto con la mirada perdida, fuimos a coger un taxi y fuimos directas al hospital, mucha gente se acercó a la enfermera a saludarla, ella intentó contestar rápidamente y enseguida fue a buscar a su madre para estar a su lado - ¿Como lo llevas? (me preguntó Laura después de hacer su ronda de saludos y volver a la cafetería dónde yo estaba leyendo una revista de marujeo, lo único que me había conseguido la recepcionista del hospital) - Bien, bien ¿Cómo está?

- Bueno, está. Un amago de infarto, el padre lo lleva bien, la madre... bueno, siempre ha sido muy dramática con estas cosas, creo que ya está enterrando al hombre, menos mal que luego se le pasa y vuelve a ser la de siempre, pero hoy... lo que va a tener que aguantar Esthercita. Ella y Cruz están intentando convencerla para que se vaya a casa a descansar y quedarse ella, no sé - Vale, yo... (no sabía cómo dejarlo caer suavemente, así que opté por la vía fácil) ¿Debería buscar un hotel? (Laura sonrió negando con la cabeza) - Ni pensarlo, si no te quedas con Esther te quedas conmigo, no te preocupes (me comentó dando vueltas a su café) Media hora después Esther apareció acompañando a una mujer que lloraba desconsoladamente, su gesto parecía algo más calmado, mucho más que a su llegada, supuse que su padre se encontraba mejor de lo que se había temido, pero por su mirada, la reacción de su madre la estaba matando, cuando levantó la vista y me vio, noté como sus ojos temblaban ligeramente y mi cuerpo se tensó al instante, solo... si hubiese podido dar dos zancadas, abrazarla y besarla

para que al menos, no sé, supiese que no estaba sola, pero no podía, apreté mis manos con fuerza mientras se acercaban y ella desviaba la mirada hacia Laura - Me quedo yo, podrías... (le comentó mientras su madre miraba) - Laurita, hija... (se fundieron en un abrazo y Esther se colocó al lado mío, pasé mi brazo por sus hombros y besé su pelo, era todo lo que podía hacer) - ¿Está bien? (susurré muy bajito en su oído y ella fue a buscar mi mano sobre su hombro, entrelazando sus dedos con los míos y mirando al suelo después de asentir) - Encarna ¿Os acompaño a casa? (Cruz apareció por detrás y ella asintió) - Sí hija, estoy cansada... yo... (se le rompió la voz y volvió el llanto, Esther no tardó ni una décima en ir a abrazarla) - ¿Laura? (Cruz la miró y ella negó con la cabeza)

- Maca y yo cogemos un taxi, no te preocupes. Encarna... (se dieron un par de besos) Esther, cualquier cosa nos llamas. ¿Mhm? - Gracias, Laura (Esther me miró y yo me acerqué para darle dos besos y un breve abrazo) Mañana ¿Mhm? (me susurró y yo asentí) - Cualquier cosa, la hora que sea (murmuré separándome de ella) - Lo sé Me despedí de las otras dos mujeres y fuimos a la calle a buscar un taxi, ambas íbamos en silencio, yo intentando controlar mis sentimientos, estaba perdida, quería estar a su lado cogiendo su mano y calmándola después de haber visto esa mirada, Laura respetando mi silencio, imaginando por lo que estaba pasando, el taxi nos llevó directas a su piso y subimos, Laura me enseñó mi habitación y yo me senté en la cama agotada - Esto es nuevo para ti ¿Mhm? (alcé la mirada encontrándome con sus ojos

- ¿Qué hospitalicen a alguien? No - No... querer proteger a alguien (dio en el clavo, es difícil de explicar tal vez, pero en aquel entonces, yo no había sentido nada igual, no es que todo me importase una mierda ni mucho menos, pero no había encontrado alguien que se hubiese colado de esa forma en mi corazón) - No sé qué hacer - No puedes hacer nada Maca, solo estar aquí, Esther te lo agradece seguro - Ya... (suspiré hondamente) Éramos incapaces de dormir, estuvimos hablando durante dos horas, de todo y de nada, solo haciéndonos compañía, mi mente estaba bastante lejos de allí, pero era agradable poder hablar con Laura, nos quedamos dormidas muy tarde y nos despertó el sonido del timbre a primera hora de la mañana, escuché a Laura salir de su habitación y refunfuñar por lo bajo mientras abría la puerta - ¿Esther?

- Cruz se ha quedado con ellos, yo... me... me estaba ahogando con mi madre así - Venga, cariño (llegué cuando se abrazaban y Esther me miró agotada) Voy a preparar algo de desayunar ¿Vale? (nos repartió besos a ambas y desapareció) - Ven (me acerqué y sentí como sus brazos se aferraban a mi cuerpo con desesperación, estuvimos así un buen rato, yo acariciaba su espalda calmando sus sollozos un poco) - Dime que hago (ella asintió sabiendo a que me refería) - Solo... solo abrázame... (apreté el abrazo y hundí mi cara en su cuello) Es curioso, cuando nunca antes has sentido algo parecido, descoloca tanto descubrir que dentro de ti hay una parte que desconocías, tú, que crees que te conoces mejor que cualquier otra persona, y resulta que no, resulta que solo hacía falta que la persona indicada entrase en tu vida para enseñarte todo aquello que sin ella ni siquiera llegarías a sospechar, aquél día ella me enseñó que podía sufrir por el dolor de alguien, aquél día, cuando me miré en sus ojos y vi aquél reflejo de dolor, fue

como si ese dolor se escapase de sus ojos y se instalase en los míos, dios, me hubiese encantado tener alguna especie de súper poder, algo así como que mis manos fuesen capaces de transmitir la paz suficiente para que aquél corazón no sufriese, o que el calor de mi cuerpo nos envolviese a las dos borrando el resto del mundo, o tal vez ser capaz de no sé... cualquier cosa que hiciese que ella no tuviese esa opacidad dolorosa en los ojos, pero sabía que no podía hacer nada, así que me limité a dejar que cubriese mi hombro con sus lágrimas, dejando suaves besos en su cabello y sintiendo esa desazón en mí Aquél mediodía, las tres fuimos al hospital, Esther había estado descansando durante toda la mañana y se encontraba bastante mejor, cuando entrábamos por la puerta del hospital salió una chica a saludarla de detrás del mostrador, Esther y Laura estuvieron intercambiando un par de palabras con ellas mientras yo recorría con la vista la recepción, no me había dado cuenta el día anterior, en aquél lugar era dónde Esther había estado pasando su tiempo antes de mudarse a Barcelona y a mi vida, sentí una mano que se entrelazaba con la mía y al mirarla me encontré con aquella sonrisa capaz de iluminar el universo si este se quedase sin luz e hiciese falta

- ¿Qué miras? - A ti (sonreí guiñándole un ojo y ella puso los ojos en blancos tirando de mí hacia los ascensores) - Anda, vamos a ver si mi madre no se ha cargado a media planta (yo la miré con el ceño fruncido mientras entrábamos y Laura sonrío) - Etapa uno, luto, etapa dos, sobreprotección, ya nos la conocemos, tú no te asustes (yo alcé las cejas sorprendida, la mujer estaba destrozada el día anterior, dudaba que tuviese fuerzas para revolucionar nada, pero obviamente, me equivoqué, nada más salir del ascensor una enfermera corrió hacia Esther) - Por favor, dime que te la llevas (suplicó con la mirada) - ¿Qué ha hecho ya? (alzó una ceja Esther y la chica negó con la cabeza) - Cuatro bandejas de comida, ya llevamos cuatro, que si está ardiendo, que si está frío, que si hay muy poco, que si hay demasiado, tu madre va a acabar con nosotras, Matilde ya se

ha rendido y ha pedido de bajar a urgencias a echar una mano, la ha tenido toda la mañana controlando cada cinco minutos a tu padre (Esther colocó una mano sobre el brazo de la enfermera para tranquilizarla) - Tranquila, ahora Laura se la lleva a comer) - ¡Eh! ¿Pero yo que te he hecho? (preguntó ella fingiendo dolor) - De alguna forma me tienes que compensar por tu don de la inoportunidad (alzó ambas cejas y ambas captamos a lo que se refería, yo miré a Laura que frunció los labios con fastidio, no podía objetar nada, le di una palmadita en la espalda) - Tú puedes campeona (la animé mientras nos dirigíamos a la habitación) - En este hospital todos son unos incompetentes (escuchamos nada más entrar por la puerta) - Cariño, no es un restaurante de cuatro tenedores, relájate (el padre de Esther intentaba apaciguar a su mujer sin lograrlo)

- ¿Qué les cuesta hacer las cosas bien? Si es que al final me voy a meter yo en la cocina y les voy a enseñar cuatro cosas - Lo tienes difícil, es catering (se hizo notar Esther y su madre alzó los brazos indignada) - ¡Lo que me faltaba por oír! (en los siguientes minutos recuerdo que contuve la risa a más no poder, ver discutir a Esther y a su madre era... todo un espectáculo, tanto que su padre me hizo señas para que me sentase en la butaca que había al lado de su cama, yo no le llevé la contraria y ambos contemplemos la escenas hasta que Laura intercedió para llevarse a Encarna a comer algo, dejándonos a los tres a solas, su padre y yo nos miramos y él estalló en una carcajada un segundo antes de que yo lo hiciese) - Y os parecerá bonito (se quejó Esther al vernos a los dos riendo, pero aunque se hiciese la duda, yo vi en sus ojos un brillito feliz que valía un mundo) - Hija, es que... (su padre volvió a reír) De tal palo tal astilla, ¿Ves lo que tengo que aguantar? (preguntó mirándome y yo miré a Esther sonriendo)

- Tiene usted que ser increíble para aguantar (le guiñé un ojo a la enfermera mientras su padre asentía) - El cielo ganado es lo que tengo con estas dos, por cierto, me llamo Manuel (tendió la mano en la que tenía la vía hacia mí y yo la estreché sonriendo) - Yo me llamo Maca - Un placer Maca (asintió él mirando a Esther) ¿Puedo comer ya? ¡Tengo un hambre que me zamparía un caballo! (su hija asintió y destapó la bandeja de la comida, acercó la mesa para que él pudiese comer) - ¿Te ayudo? - Tengo dos manos con todos sus dedos (informó él mirando de reojo a su hija) ¿O me los vas a cortar para tener una excusa? (Esther negó con la cabeza y se dejó caer en el sofá, al otro lado de la cama) - Está en pleno apogeo ¿Mhm?

- Los médicos dicen que me dio el infarto por la mala dieta que llevo... entre tú y yo, creo que fue por tu madre (susurró bromeando) - ¡Papa! - ¿Qué? Es verdad (se llevó una cucharada de sopa a la boca) Solo hay que verla para saberlo, que dieta ni que hostias, lo que esa mujer me va a volver loco en dos días, reposo me han dicho que haga, yo ya les he dicho, que si quieren que haga reposo le tienen que pagar a ella unas vacaciones para que me deje en paz - Papa, no seas malo. Solo se preocupa por ti - Hija, como me la defiendas (amenazó con el tenedor a su hija y yo la miré divertida) - Bueno... quizás, se... exceda un poco - ¡Exceda! ¿Un poco? Maca ¿Tú has visto lo que me dice? (yo asentí seria) - Bueno, yo...

- Eh, no busques aliados que nos conocemos (amenazó entonces Esther) Además, Maca está de mi lado ¿A que sí? (ambos me miraron y a mí no se me ocurrió otra cosa que mirar la sopa de Manuel) - ¿Está buena la sopa? (Esther puso los ojos en blanco y Manuel me guiñó un ojo sonriendo) - Me gusta, neutral, me gusta (rió llevándose otra cucharada a la boca) ¿Cómo se porta mi hija por aquellas tierras? (yo alcé las cejas) - Bueno, bien, bien... - Vamos, Maca, aquí entre tú y yo... te vuelve loca ¿Eh? Lo puedes decir, ¡eh!, tiene la mitad de mis genes, me la conozco como si la hubiese parido, por suerte, eso lo hizo mi mujer (yo reí por la cara de sorpresa que fingió Esther) - Bueno... a veces sí que me vuelve loca (decidí sonrojar a Esther)

- Pues paciencia, porque la cosa... siempre va a peor, el día menos pensado desearás metérmela en un avión y mandármela para acá - Ya te gustaría a ti, anda come (ordenó Esther seria) - Como su madre, calcadica (refunfuñó Manuel por lo bajo y Esther se levantó para acercarse a mí) - Y tú... ya hablaremos de eso de que te vuelvo loca a veces - Me voy a arrepentir de haber dicho eso ¿Verdad? (le pregunté a Manuel que asintió rotundamente haciéndome reír) Me encantó pasar aquél rato con su padre y ella, se tiraron todo el rato lanzándose pullas, cuando terminó de comer, Esther me pidió si podía llevar la bandeja afuera, yo asentí sabiendo que seguramente quería quedarse un rato a solas con él antes de que volviese su madre, me entretuve todo lo que pude por el pasillo hasta que llegaron Laura y Encarna, las vi entrar a la habitación de lejos y Esther enseguida salió buscándome

- ¿Qué tal? (le pregunté al ver su gesto serio) - Me ha explicado por qué le dio el amago, no les llega con la pensión, estaban pidiendo unas ayudas, yo... no... no me habían dicho nada, por eso no come como debería comer y... mi madre no ayuda y... - Ey, ven aquí (la estreché entre mis brazos al ver como sus ojos adquirieron ese rojo que precede al llanto) Tranquila, algo haremos ¿Mhm? - Creo... no sé, miraré lo de esa ayuda a ver, quizás me quede unos días en Madrid o vuelvo a Barcelona y lo miro desde allí o... - Esther, tranquila, no lo tienes que decidir ahora, cariño (besé su cabeza y la escuché suspirar escondiendo su rostro en mi cuello) Esther quiso quedarse después de que su padre saliese del hospital, se las apañó con el trabajo para que le diesen unas semanas de vacaciones a cambio de comerse muchas guardias en los meses siguientes, quería hacerse un poco cargo de la situación antes de volver a casa, yo volví a Barcelona con

Laura, nos llamábamos todas las noches, para explicarnos tonterías, me encantaba escuchar su risa al otro lado del teléfono, poder escuchar sus carcajadas era increíble, cuando ella ya llevaba dos semanas empezó a comentar que volvería a casa, yo le dije que tenía que hacer un trabajo en Madrid y que podíamos aprovechar para volver luego juntas, así que me planté en Madrid, ella vino a buscarme al aeropuerto y se lanzó sobre mí en cuanto me vio - Hola preciosa (susurré dejando un beso en su mejilla) - Tenía ganas de verte (se apartó para poder atrapar mis labios entre los suyos) - Y yo (sonreí devolviéndole el beso) - Vámonos de aquí (ella tiró de mi mano hacia la salida) ¿Qué tal el vuelo? - Fatal, me ha tocado entre la ventanilla y un hombre que no dejaba de murmurar “Vamos a morir”, creo que cuando hemos aterrizado se ha meado encima de la emoción

- Bueno, al menos has estado entretenida (bromeó ella guiñándome un ojo y colgándose de mi brazo) Mi madre nos ha preparado de comer (yo alcé las cejas) ¿Qué? - He cogido un hotel, pensaba que... - Te dije que no lo hicieses, te puedes quedar con nosotras - Pero... tu madre - No, no se lo he dicho, pero... no sé... ya improvisaremos algo, eso o me voy al hotel contigo y ya deducirá lo que hay, sino se lo explicas tú - ¿Qué le tengo que explicar porque su hija viene a un hotel conmigo en vez de quedarnos en su casa? (reí divertida) Vale - ¡Maca! - Que, le puedo hacer hasta dibujitos si quieres (besé su cabeza antes de que llegásemos al coche de su prima) - Hola (saludó Cruz plantándome dos besos)

- Hola, gracias por venir a buscarme (la saludé y la ayudé a meter mi maleta en el maletero mientras Esther dibujaba una sonrisa traviesa) - De nada, es un placer ¡Vamos! Que tengo hambre y los platos de tía Encarna me están llamado a gritos (comentó subiéndose al asiento del piloto, Esther se sentó a su lado y yo detrás de ella) ¿Has tenido buen vuelo? - Sí, más o menos (Esther ocultó su sonrisilla y noté como colaba una de sus manos entre su respaldo y la puerta para acariciar mi rodilla, yo miré a su prima para ver si se había percatado de algo, al ver que no, me eché ligeramente hacia delante para que su mano pudiese moverse mejor) - Así que ¿Eres fotógrafa? - Sí, desde hace bastante - Esther me ha comentado que viajas mucho, tiene que ser alucinante (la mano de Esther empezó a ascender por la parte interna del muslo, yo le di un breve manotazo pero ella volvió a su posición mientras reía)

- Sí, lo es, tengo la suerte de hacer lo que me gusta y encima conocer nuevas ciudades - ¿Y cuántos días te vas a quedar en Madrid? (la mano de Esther llegó a la mitad del muslo martirizándome, hablar con su prima mientras ella me tocaba estaba empezando a ponerme bastante nerviosa) - Pues... ¡eh!... cuatro días, después tengo que volver - ¡Anda! ¡Como Esther! ¿Volvéis juntas? (Esther subió un poco más su mano) - Ehm... sí... (puse mi mano sobre la suya para detenerla) ¿Queda muy lejos la casa? (pregunté carraspeando, por favor, que dijese que ya habíamos llegado) - Que va, cinco minutos y estamos allí (la mano de Esther se escurrió por debajo de la mía volviendo a iniciar su camino ascendente, no iba a aguantar cinco minutos ni en broma, me cambié de asiento al pasar por una plaza con la excusa de mirarlo por la ventana)

- Que parque más bonito (murmuré lanzando una mirada acusadora hacia Esther que empezó a reírse mirando a su prima) - Estás contenta tú hoy ¿Eh? (le comentó Cruz mientras ella se encogía de hombros con una dulce sonrisa dibujada en sus labios) Cuando aparcó el coche frente al portal, me bajé volando buscando algo de aire frío que me calmase, la iba a matar en cuanto estuviésemos a solas, Esther cogió mi bolsa de viaje y se colgó de mi brazo sonriente - Era bonito... ¿El parque? (me alzó una ceja con un brillo travieso en los ojos y yo me acerqué a su oído) - No me hagas esto (susurré para que su prima no nos escuchase) - ¿Yo que he hecho? (preguntó fingiendo inocencia mientras íbamos hacia la puerta) - Que has hecho, que has hecho (murmuré mientras abría la puerta y subíamos al piso de su madre)

- ¡Ya estáis aquí! Justo a tiempo (una versión muy diferente de la Encarna que había visto hacía unas semanas nos recibió, tenía una gran sonrisa en su rostro y parecía muy relajada, empecé a sospechar que tal vez la madre también tenía algo que ver en esas maneras de Esther que tanto me gustaban) Bienvenida, Maca (me abrazó y me dio dos besos ante la mirada enternecida de Esther) - Gracias - Esther me ha dicho que tu plato favorito es la dorada a la sal, espero que tengas hambre - Sí, ehm, gracias (miré a Esther sin saber muy bien cómo actuar) No debía haberse molestado - No es molestia ¡Me encanta cocinar! Y por favor, tutéame (comentó risueña) Vosotras dos, a poner la mesa(señaló a Cruz y Esther, la enfermera me guiñó un ojo mientras su madre desaparecía rumbo a alguna parte) - Esther, no le tenías que haber dicho nada, yo...

- Está encantada, déjala (se acercó a mi mientras su prima iba a dejar el bolso a algún sitio, dejándonos unos segundos solas) Este... ¿Por dónde íbamos? (su mano se apoyó en mi abdomen empezando a bajar hacia abajo, la detuve con las mías) - Esther, por favor, está tu familia y... (su rostro se escondió en mi cuello dejando un húmedo beso allí, distrayéndome de ejercer presión en su mano y logrando escabullirse una vez más de mi y descender por mi cadera, buscando el interior de mi muslo) Esth... (mordió el lóbulo de mi oreja y me estremecí en sus brazos) No vale - Estoy deseando tenerte para mí (gimió en mi oído haciendo que mis ojos se cerrasen con fuerza para contenerme de comérmela a bocados allí mismo, escuchamos pasos y ella se separó con una sonrisa traviesa, su prima volvió y se quedó parada mirándonos) - Tu madre, que la ayudes a bajar no sé que, de no sé donde (comentó mirándome a mí con un brillo extraño en los ojos) - Voy (canturreó Esther marchándose)

- El baño está por allí (miré sorprendida a Cruz) Por si quieres una duchita antes de comer (sonrió divertida y yo abrí la boca de par en par, ¡Su prima lo sabía! ¡Y no me había dicho nada! ¡La podría haber besuqueado hasta la saciedad en el coche y no lo sabía!) - Yo... eh... - Luego la matas, anda (sonrió y me llevó hasta la cocina para ayudar a poner la mesa, en cuanto entramos por la puerta le hice señas a Esther de que luego iba a matarla, ella solo rió y siguió charlando tan tranquilamente con su madre) Ayudé a poner la mesa a pesar de las reticencias de Encarna, la mujer no consentía que sus invitados moviesen un dedo, pero era la primera vez que pasaba tiempo con la madre de Esther y quería causar buena impresión, a pesar de no tener ni la más remota idea de cómo se hacía eso, no había conocido a ninguna madre ni padre (sin contar aquél mediodía con el padre de Esther) en ningún momento, en las pocas relaciones, o más bien, encuentros más frecuentes, que había tenido hasta ahora me las había ingeniado para limitar el terreno a la cama y poco más, y obvio, ese no era un sitio para conocer a

ninguna madre, aunque en mi juventud más de una me había visto de refilón antes de escabullirme y no volver a aparecer, claro, con ella era diferente - ¿Os conocisteis en el sitio ese raro que va mi hija? (me preguntó Encarna y yo sonreí mirando un instante a Esther) - Sí, fui a hacer un reportaje y allí conocí a Laura y a su hija - ¿Un reportaje? - Trabajo como fotógrafa (le informé y vi como Esther suspiraba) - Mama, ya te lo había dicho... - Ay, hija, no me acuerdo (contestó encogiéndose de hombros) ¿Eres de esas que hacen fotos a los famosos? (Esther bufó y yo la miré sin entender antes de dirigirme a su madre) - Sí, algunas veces he tenido que hacer alguna sesión de fotos con gente famosa - ¡No me digas, hija! (lo siguiente... no sabría explicarlo, no sé en qué momento o como pasó, solo recuerdo que Encarna

apareció con su silla a mi lado, colgándose de mi brazo y me acribilló a preguntas sobre gente “famosa” que yo ni siquiera tenía la más puñetera idea de quienes eran, sería algo a lo que me acostumbraría, más adelante, cuando le intentásemos explicar por activa y pasiva que yo no era ese tipo de fotógrafa que persigue a los famosotes de la farándula para pillarlos en actitudes comprometidas, ella solo nos ignoraría y volvería a preguntar por la hija de, la amante de o el rey de no sé dónde, y yo me arrepentiré por los restos de no haber soltado aquél día un rotundo no - Mama, el café se te va a enfriar (escuché la voz de Esther entre las preguntas emocionadas de su madre) - Hija, espera, que estoy descubriendo cosas (le hizo un ademán rápido con la mano y volvió a cogerse de mi brazo en el acto, yo alcé las cejas sin saber qué hacer, ni siquiera su hija podía salvarme del berenjenal en el que me había metido) - Tita, pero si Maca no sabe de... (Cruz intercedió son lograrlo) - ¿Y le has hecho fotos a la princesa? ¿Es maja como dicen? A mí me encanta, es preciosa

- Sí, es... preciosa, pero no he tenido el placer de... - ¡Pues qué lástima, hija! Porque es una mujer, mujer, si yo hubiese nacido en los tiempos estos que corren ahora, me habría cambiado de... ¿Cómo se dice, cariño? (Esther la miró sorprendida) - No sé de que... - De acera, Encarna, te hubieses cambiado de acera (respondió Cruz lanzando una mirada divertida a Esther) - Eso, eso, de acera, ya te digo, ¡Qué mujer! (exclamó liberándome para inclinarse a tomar su taza de café, yo aproveché para mirar a Esther atónita) - Tu madre es bollera (le dibujé con los labios antes de que escondiese su rostro entre las manos y negase con la cabeza) - ¡Tonta!(susurró ella no lo suficientemente bajo) - Esther, esa boca, que te paso el estropajo (yo y Cruz reímos por lo bajo mientras Esther ponía cara de circunstancia)

Por fin nos quedamos a solas cuando Encarna fue a echarse la siesta y su prima se despidió de nosotras animándonos a recuperar el tiempo perdido mientras Esther intentaba echarla entre bromas, cerró la puerta y se apoyó en ella, mirándome con la cabeza ladeada - Por fin - Está tu madre (advertí cuando se separó de la puerta para acercarse lentamente a mi) - Sí, es una lástima... (se paró a un palmo de mí y alzó su mano para recorrer con las yemas de sus dedos mi antebrazos) - Esther... (Ella me miró divertida) - No estoy haciendo nada (siguió subiendo por mi brazo hasta llegar a mi hombro) Absolutamente nada (pasó sus dedos dibujando mi clavícula hasta llegar por encima de mi pecho, empezando a descender hacia mi escote) - Se acabó (murmuré pasando mis manos por sus caderas y tirando de ella hacia mí mientras mis labios se encontraban con los suyos, saboreándolos a la vez que mis manos se

encontraban con la piel de su espalda y sus brazos rodeaban mi cuello para que no me escapase, cosa que ni siquiera se me pasó por la cabeza) - Maca... (se separó sonriendo con malicia) Está mi madre, compórtate (me dio una palmada en el culo y se fue tan tranquila hacia el comedor) ¿Te apetece ver una película? - No (me apoyé en el marco de la puerta y la mire mordiéndome el labio) Ni chispa de ganas (ella sonrío rebuscando entre los dvd’s) - ¿Una romántica? - No - ¿De miedo? - No - ¿De acción? (sonrío alzando las cejas) - Acción, sí, película, no (ella rió y colocó una película cualquiera en el dvd, dejándose caer en el sofá después y palmeando a su lado) Haces conmigo lo que quieres

- Por supuesto (se ganó una colleja cariñosa por mi parte mientras me sentaba a su lado, cogió el mando y accionó la película, tumbándose en el sofá y apoyando su cabeza sobre mis piernas) Me gustaría decir que la película que vimos fue de lo más interesante, pero... a estas alturas, no nos vamos a engañar, no presté la más mínima atención a la película, al mechón de pelo de Esther que no hacía más que colocarse y que se salía de detrás de su oreja cada vez que se sobresaltaba sí que le presté atención, a la forma en la que se mordía el labio en los momentos de tensión también le presté atención, y aún más en la mano que colocó sobre mi rodilla y que de vez en cuando trazaba círculos sobre ella - No estás viendo la película... (susurró tras media hora) - Estoy viendo algo mejor (se colocó boca arriba y me miró desde mi regazo) - Creo que van a cargarse a alguien (señalé hacia la pantalla y ella siguió mirándome) Te lo vas a perder - Me has dado envidia, yo también quiero ver algo mejor

- Tonta... (se incorporó un poco para besarme y yo me aparté antes de que lo hiciese) Esther, tu madre - Venga, ya (murmuró volviéndolo a intentar y yo me zafé de nuevo) - No, no, de eso nada. Hasta que no volvamos a casa nada de nada (ella alzó una ceja y al instante dibujó una media sonrisa traviesa) - Muy bien, tú lo has querido (se alzó y se sentó cómodamente en el sofá a ver la película, yo me la quedé mirando intentando averiguar hasta que punto hablaba en serio) Te vas a arrepentir un montón, que lo sepas (habló sin apartar la vista de la televisión, y yo no lo sabía, pero una vez más tenía razón, y tanto que me iba a arrepentir de aquella decisión) ________________________________________ En el presente... Miro de reojo a mi derecha, le ha dado la vuelta al mapa como unas tres veces y lo mira con el ceño fruncido como si así de

repente fuese a cobrar sentido para ella, yo sonrío negando con la cabeza, es un desastre - Si te hubieses acordado de cargar el GPS o traer el cable, no estaríamos así (murmuro con ganas de guerra) - Si no me hubieses metido prisas me habría acordado (responde sin apartar la mirada del mapa) - No te habría metido prisas si no hubieses destrozado el despertador - No lo he destrozado (le da una nueva vuelta al mapa, extendiéndolo por delante suyo) - Cariño, no veo. Y sí lo has destrozado, he dejado los pedacitos esparcidos por el suelo como prueba por si se te olvida - Ja, ja (sigue concentrada a lo suyo) No lo hubiese destrozado si me hubieses dejado dormir - ¡Ajá! (alzo un brazo victoriosa) Lo has reconocido, lo has dejado hecho trozos

- Tú reconoce que no me has dejado dormir en toda la noche - Desgraciadamente... no es verdad, has dormido dos horas - ¡Ojo! Que con dos horas yo ya tengo para aguantar todo el día, no te fastidia - ¡Eh!, anoche no escuchaba tantas quejas - Anoche me tenías en el cielo y esta mañana no, te aguantas - ¿Eso se lo vas a decir cuando lleguemos tarde? ¿Qué te he tenido media noche sin dormir? - Por supuesto - Muy bien (asiento divertida) Yo le tendré que decir que te estás haciendo mayor, en tus buenos tiempos, hubiese sido hasta el amanecer - Claro, como que tú no te dormiste a los dos segundos (noto que aparta la vista del mapa y me mira acusadoramente) - Encima que te dejo descansar (me excuso sonriendo) Si es que...

- Vamos, cariño, reconócelo, ya no me aguantas lo que antes (vuelve a su mapa y yo ladeo la cabeza para mirarla un momento) Maca, la carretera - Sigue ahí, tranquila (ella me mira y alza una ceja) Va a seguir ahí un buen rato - Eres... (se acerca a darme un breve beso y yo sonrío triunfal volviendo mi vista a la carretera) - Bueno, ¿Ya sabes dónde estamos o te apunto a un curso de cartografía? - Ve llamando para pedir plaza... (suspira cerrando el mapa) Nos hemos perdido - ¿En serio? (alzo las cejas fingiendo sorpresa) No tengo ni la más remota idea de cómo ha podido pasar eso (veo de reojo su mano alzarse para darme la primera colleja del viaje y hago un aspaviento con la mía) No molestes a la conductora - No molestes tú a la copiloto (responde refunfuñado y cruzándose de brazos haciéndome sonreír, me encanta que nunca haya perdido ese lado suyo, cada día me vuelve a

enamorar como si fuese una puñetera quinceañera con esas cosas tan suyas) - ¿Pero copiloto no es alguien que ayuda? - Tonta, yo no tengo la culpa, ponía que era esa salida - Cariño, no ponía eso - Sí que lo ponía, lo he visto - ¿Cómo ibas a verlo si estabas cantando a pleno pulmón? Que aún me duelen los oídos - ¡Oye! (me mira con el ceño fruncido y yo llevo mi mano a su mejilla sin mirarla) - No te enfades - Claro, vamos a meternos con Esthercita pero oye, que no se enfade - Tonta (coloco mi mano sobre su muslo y la acaricio) Pero no ponía eso

- ¡Maca! ¡Qué duermes en el sofá! - Que te crees tú que me va a dejar dormir en el sofá, no vas lista tú ni nada - Que te crees tú que no me va a hacer caso, no vas lista tú ni nada (me imita ella dibujando una sonrisa traviesa) Tengo como convencerla - ¿Sí? Pues... (mi mano se desliza por su rodilla, acariciando la parte interna de su muslo) Yo tengo como convencerte a ti ¿Mhm? - ¿Ah, sí? (y detecto en su voz ese tono juguetón que me vuelve loca) - Y tanto - Y... ¿cómo piensas hacer eso? - Pues... (medito unos segundos)Así de momento, creo que voy a hacer esto... (mi mano empieza a subir por su muslo y ella sonríe nerviosa, acomodándose en su asiento - No es suficiente

- Bueno, podría... (mi mano sube un poco más y noto como tiembla bajo ella) Subir un poquito - No es suficiente (conozco ese tono en su voz... y he de decir, que me encanta) - ¿No? (pregunto alzando una ceja con una media sonrisita traviesa en mis labios) Bueno... tiene fácil solución... (llegamos a una intersección y me detengo en el Stop, dirijo mi vista hacia ella y sonrío con malicia acercándome a su cuerpo) - Eso no vale (murmura muy flojito y yo ensancho mi sonrisa, y tanto que vale, atrapo sus labios entre los míos, como lo he hecho tantísimas veces y como pretendo hacerlo otras tantas más, sonríe bajo mi beso y me aparto lo justo para mirarla) - ¿Ha valido? (ella finge pensárselo y niega con la cabeza ligeramente) - Como sabe ella (comento antes de perderme de nuevo en su boca hasta que escuchamos un claxon detrás nuestro) ¡Por dios! ¿No ves que estamos haciendo algo importante? (me giro para mirar al conductor del coche que hace aspavientos para que nos movamos)

- Cariño (coloca su mano sobre mi rodilla advirtiéndome) - Ya va, ya va, si es que la gente lleva unas prisas (refunfuño metiendo la primera y empezando a acelerar para cruzar la intersección) Es curioso lo que puede significar un segundo para nosotros, lo que nos hace ser lo que somos es la suma de todos los segundos que vivimos desde que nacemos, pueden ser segundos insignificantes en apariencia, ese segundo justo antes de estallar en una gran carcajada, o tal vez ese antes de hundirse en el llanto, puede ser ese segundo en el que la miras y te pierdes en ella, o ese en el que desvías la mirada porque ya no te quieres perder, ese en el que contemplas algo tan fascinante que tu boca se abre, tantos millones de décimas en las que poder reír, llorar, mirar, cerrar los ojos, disfrutar, amargarse, acercarse, alejarse, enamorarse, desenamorarse, sonreír, entristecer, hacer feliz, sufrir, hundirse, levantarse, saltar, caer, soñar, desilusionarse, acertar, equivocarse... pero de entre esos millones... basta solo uno para que todo cambie, aquéllos que se vuelven jodidamente importantes, solo uno, para sumarlo a la cuenta, sea positivo o negativo y que pase a

formar parte de lo que somos o quizás... en el peor de los casos, para que el contador se detenga sin previo aviso ________________________________________ Cuando volvimos de Madrid después de pasar aquél fin de semana con su familia, yo tuve que salir corriendo hacia Jerez, a Claudia al final le habían tenido que provocar el parto, se ve que la pequeña Lucía estaba regalada en la panza de su madre, y al final los médicos tuvieron que actuar preocupados por la salud de ambas, de la llamada de Gimeno poco recuerdo, tartamudeó sin parar y mencionó a Greta, a la pequeña Lucía, a Greta, a su Claudia y a Greta de nuevo, este hombre nunca ha cambiado, Esther se quedó en Barcelona, había gastado todos sus días libres y le tocaban varias guardias seguidas, me supo mal dejarla después de aquellas duras semanas, pero me moría por conocer a mi ahijada - ¿Dónde está la princesa de la casa? (pregunté una vez acerté con la habitación dónde estaba Claudia) - La he dejado en casa. Está desolada (me respondió un meditabundo Gimeno desde un rincón, mire a Claudia que

puso los ojos en blanco antes de abrir los brazos para invitarme a acercarme, la abracé con ganas) - ¿Cómo estás guapa? - Me tiene harta ¿Te puedes creer que ha intentado que le dejasen entrar a Greta para ver a su hermanita? (yo reí mirando a su marido que agachó la cabeza) - Ella ha insistido, está loca por conocerla. Mi Greta es una sentimental - Gimeno, al final Claudia te va a enviar a dormir con ella (bromeé acercándome a él y plantándole dos besos) Bueno... ¿Dónde? - Se la acaban de llevar para pesarla, ahora la traerán (respondió con una sonrisa radiante Claudia) Es preciosa, te va a enamorar, más que tu Esther - Pronto empiezas tú (la señalé acusadoramente, de vez en cuando la había llamado en los últimos meses, preguntando por su creciente barriga y respondiendo a sus tonterías como buenamente podía, recuerdo que una vez se me escapó una

“mi chica” de pasada y Claudia me rogó que lo repitiera para que Gimeno lo escuchase por el manos libres, estuvieron descojonándose un buen rato) - ¿No nos la has traído? (Gimeno pareció salir de su estúpido estado de ensoñación con su Greta) Yo que la quiero conocer, seguro que es maja, te ha enamorado a ti, tiene que serlo, un momento, a ver si va a ser tan maja que también va a enamorar a mi Claudia, no, no, no - ¡Imagina que también a Greta! (bromeé haciendo que abriese los ojos de par en par) - Si enamora a Greta me enamoro hasta yo (asintió con la cabeza ganándose una mirada de reproche por mi parte, por suerte para él, nos interrumpieron antes de que pudiese meterle caña) - Ya estamos de vuelta, se ha portado increíble, tenéis la mejor bebé del hospital (una enfermera entró con la pequeña Lucía en brazos) - Mía, mía (se me adelantó haciendo gesto con las manos Claudia)

- ¿Quieres ir con mami princesita? (la enfermera se acercó y la dejó con suavidad en brazos de Claudia, yo las miré sonriendo, jamás había imaginado verla así, tan radiante con esa pequeña cosita entre sus brazos, mucho menos había imaginado la cara de embelesado de Gimeno mirando a sus dos mujeres) - Gimeno, la baba - ¿Habías visto alguna vez algo más bonito? (preguntó él acercándose para besar la frente del bebé, que de casualidad abrió los ojos mirándome) Todos los adultos nos volvemos un poco tontos con los bebés, en algunos casos, el poco se excede con creces, y yo no iba a ser menos, nunca me habían gustado los bebés, cagan, mean, lloran, causan insomnio, pero al ver aquellos ojitos grisáceos en su cara rellenita, supe que ese bebé en concreto... iba a hacer conmigo lo que le viniese en gana, y lo peor... Yo iba a estar encantada - Mira Lucía, esta es tu madrina Maca, es muy maja, ya lo verás, es a la que le tienes que pedir las cosas caras que papa y mama no podamos comprarte ¿Vale pequeña? (alcé una

ceja ante la presentación de mi amiga y sonreí negando con la cabeza) - Eso, tú enséñale de pequeñita... (murmuré acercándome a ella) Es preciosa Claudia, mira que los bebés... suelen ser feos, pero esta, es preciosa, menos mal que ha salido a ti - Oye, que tiene toditas, todas las cejas de su padre - Que horror, no digas eso Gimeno (Claudia bufó y yo acerqué mi mano a la de Lucía, poniendo el dedo índice a su alcance, enseguida lo apretó con fuerza) - No hagas caso a tu papi, que eres clavadita a tu madre, guapa como nadie, y a tu madrina, por supuesto - Claro, ahora aquí Gimeno va a resultar que no estaba presente en el momento de la concepción, que fue cosa tuya y de mi mujer - Claudia, por fin nos ha pillado, ya podemos vivir nuestro amor sin escondernos (bromeé haciendo un amago de besar sus labios que Gimeno detuvo en el acto)

- Si estuviese aquí mi Greta te hubiese atacado - A lametones, si la tengo loca también - Ya está, todas mis mujeres andan locas detrás de ti, pero te recuerdo, que tú tienes a la tuya en Barcelona - Oye, eso de mi mujer... hasta que no haya anillo de boda nada - ¡Dios mío! ¿Le vas a pedir que se case contigo? - ¡Dios mío! ¿El parto te ha dejado tonta? ¿Cómo le voy a pedir que se case conmigo? - Yo adiestré a Greta para que le llevase el anillo hasta la cama un día... aunque tuvimos que esperar porque se lo tragó, quizás debas pedírselo de otra forma (Gimeno murmuraba cosas sin sentido ante mi atónita mirada, que mal les había sentado la paternidad a aquellos dos, fue lo único que era capaz de pensar) - Estáis mal. Los dos (señalé a uno y a otro) Muy mal, creedme - Oh, venga, no sería tan descabellado

- Cariño, que a ti te haya dado por formar una familia no significa que ahora todos a tu alrededor debamos hacer lo mismo, llevo unos meses con ella, sí, eso en mi caso prácticamente es una sentencia de muerte que encima firmo con mucho gusto, pero de ahí a boda... aún queda mucho ¿Eh? (intercambiaron una mirada cómplice mientras sonreían) - Así que... ¿Firmas con mucho gusto? (puse los ojos en blanco y cogí a la pequeña Lucía por primera vez en mis brazos, alejándome de aquél par de tarados mientras la balanceaba con suavidad y ella parecía mirarme) - Cariño, tú primer regalo va a ser un móvil, para cuando esos dos proyectos de personas que tienes como padres se pongan tontos me llames para que venga a rescatarte, ¿Trato hecho, preciosa? Pasé un par de días con ellos, hasta que le dieron el alta a ambas, Claudia me rogó que me quedase unos días más, pero le di para meterse conmigo durante más tiempo al decirle que tenía ganas de besar a Esther, pero no iba a mentirle, me subí en el avión con ganas de aterrizar ya en casa, una más de esas muchas cosas que solo me pasaban desde que conocía a cierta

enfermera, aún recordaba meses atrás, aquella primera vez que me llevó a ver las luciérnagas a orillas de uno de los lagos de Pokhara, ella se extrañó de que no tuviese ganas de volver a casa, y soltó que cuando tuviese pareja y ésta se quedase en Barcelona, sería mucho más fácil desear volver, en aquél momento a mi se me escapó que me habían entrado ganas de tener esa sensación, fue curioso darme cuenta de que ella había tenido razón en Pokhara, fue curioso saber que la misma persona que me lo había dicho era la que provocaba esas ganas de volver a Barcelona... fue más curioso aún que me gustase Los meses pasaron rápido, cuando nos dimos cuenta el verano se nos echaba encima, yo había aprovechado que Esther hacía más guardias que nadie en aquél hospital para hacer algún trabajo fuera de España, nunca demasiados días, pero si los suficientes para en los aviones de vuelta cerrar los ojos y morderme los labios imaginando estrecharla entre mis brazos, habíamos ido a Madrid una vez, a ver a sus padres, desde que Esther les había arreglado aquello la cosa había ido mucho mejor, aunque su padre seguía bromeando de vez en cuando con que Encarna lograría que le diese otro susto, su prima nos había dado treguas para poder estar a solas en algún

momento del fin de semana, Claudia me envió una tarjeta de invitación para el bautizo en Septiembre, venía mi nombre... y por supuesto, venía el de Esther - ¿Me ha invitado a mi también? (preguntó Esther con la tarjeta entre sus dedos) - Eso pone ¿No? - ¿Por qué me ha invitado? (me miró con las cejas alzadas) - Esther, si no te apetece... (dejé caer mientras me dejaba caer en el sofá de mi piso) - No, no, me apetece, solo que ¿Le has hablado mucho de mí? (distinguí su sonrisa traviesa y cerré los ojos apoyando la cabeza en el respaldo) - Talvez... - Oh, venga (noté como se sentó a horcajadas sobre mí) Le has hablado mucho ¿Eh? Para que me invite al bautizo de tu ahijada... - Tampoco te pienses ¿Mhm? (intenté hacerme la dura)

- Ya, claro, ha invitado a todas estas cosas a tus amantes - Pues ahora que lo dices... (me llevé un merecido golpe cariñoso en el brazo y sonreí abriendo los ojos) - Está bien, te voy a contar algo, pero como lo uses en mi contra en algún momento, te perseguiré día y noche para vengarme de ti - Uhm... depende lo que sea, puede que corra el riesgo (bromeó ella dándome un breve beso para separarse y mirarme sonriente) - ¿Recuerdas cuando volvimos de Nepal? Que yo fui a Jerez - Sí, a verles a ellos, ¿No? - Sí, pues, tú me llamaste un día - Para decirte que había encontrado piso (asentí sonriendo) - Sí, el caso es que estábamos en el jardín y ella estaba a mi lado mientras Gimeno...

- Gimeno enseñaba a su perra para presentarla a las olimpiadas (rió ella al recordar) - Exacto, cuando colgué, Claudia me dijo que estaba embarazada y que quería que yo fuese la madrina, y no sé como, me preguntó si en la invitación para el bautizo debía poner tu nombre como acompañante - ¿Y por eso me invita? - No, yo le dije que a lo mejor para entonces yo conocía a una supermodelo y estaba en Cancún con ella - Ajá... ¿Una supermodelo? Con que poco se conforma mi niña (sonrío alzando una ceja divertida) - Por favor, como mínimo - Claro, claro ¿Y que te dijo ella cuando insinuaste tal tontería? - Que... (agaché la cabeza sonriendo) Que lo más seguro es que estuviese viviendo con una enfermera y a punto de casarme (ella se rió e hizo que la mirase) - Pues... no ha acertado mucho

- Bueno, de momento, te ha invitado al bautizo (dejé caer encogiéndome de hombros) - ¿Eso significa que de aquí a Septiembre tenemos que vivir juntas y casarnos? - Mujer, lo de casarnos puede esperar, lo otro, ¿Por qué no? (bromeé mirándola) - Anda que... (se separó de mi y vio una tarjeta sobre la mesita) ¿Y eso? ¿No es... (reconoció un paisaje de Nepal en ella y la cogió para ver que era)¿Tu hermana está en Nepal? - Eso parece, lleva dos semanas, no sé... (me quedé pensativa, mirando como se acomodaba en el sofá leyendo la postal de mi hermana) - ¡Va a ir a Pokhara! ¿Te acuerdas? - Uhm (asentí ladeando la cabeza) - A ver... ¿Qué pasa? (me miró alzando las cejas) - Nada

- Macarena (yo reí por el tono que usó)Anda, escúpelo - ¿No te planteas vivir conmigo? - Yo... yo... pen... pensaba... no sé... bromeabas ¿No? (me hizo gracia que tartamudease, no estaba acostumbrada a que lo hiciese, asentí dándole la razón) ¿Entonces? - Bromeaba, pero... no sé, ¿No se te ha pasado por la cabeza? - Pues... (dejó la postal sobre la mesita y se concentró en mi) Sí que lo he pensado, pero, sé que esto es nuevo para ti y, no sé, pensé que cuando estuvieses preparada me lo pedirías, o que yo me cansaría de esperarte y te lo empezaría a dejar caer día y noche - ¿Entonces no me preocupo porque solo llevamos diez meses y ayer se me pasó por la cabeza? (ella negó sonriente mientras se acurrucaba contra mi cuerpo) - Para nada - Bien... me había asustado (ella rió y me besó acariciando mi mejilla)

- Tonta (murmuró volviéndome a besar) Oye, estamos en Julio... ¿Qué vamos a hacer en vacaciones? - ¿Tienes vacaciones? ¿No las gastaste en Febrero? - Tengo dos semanas solo, pero algo podríamos hacer ¿Vamos a ver a tu hermana a Nepal? - Cariño... - Así me dejo caer por la ONG, que este año ya les he dicho que no voy a poder ir a colaborar - ¿Quieres ir por mi hermana o por la ONG? (me miró con una sonrisa preciosa dibujada en su rostro) Eso es que vaya reservando vuelos ¿No? (su sonrisa se ensanchó) Haces conmigo lo que quieres Aquél verano, en cuanto Esther plegó del hospital cogimos un avión a Nepal, había avisado a mi hermana, pero no me había respondido, de todas formas, yo sabía que era una excusa de Esther, por muy bien que se llevase con mi hermana, ella lo que quería era ver a la gente que había conocido un año atrás,

y a mí... a mi me hacía gracia volver a aquella ciudad en la que la encontré Katmandú no había cambiado mucho, su ritmo frenético y el calor húmedo nos saludó nada más llegar, ella había pedido a un miembro de la ONG que nos viniese a buscar, así que nada más salir, esquivamos como pudimos la horda de taxistas y conductores de rickshaws que esperaban ansiosos, al otro lado de la calle, reconocí a alguien, me sonaba su cara al menos, en cuanto nos vio saludó alegremente a Esther - ¡La cosa más guapa de Madrid! (se fundieron en un abrazo y yo me quedé un par de pasos por detrás, su cara me sonaba de haberlo visto de pasada los primeros días, era de los que se habían marchado en la primera semana de mi llegada) - ¡Julio! (Esther se separó mirándolo de arriba y abajo) Estás igual, más moreno - Venga ya, un año entero sin verme y solo estoy más moreno ¡Te tienes que mirar esa vista! Si por lo menos me he engordado cinco kilos (sonrió ampliamente colocando manos sobre una pequeña barriga cervecera que se entreveía en su abdomen)

- ¡Uy, sí! ¡Gordísimo! - ¿A dónde os tengo que llevar? - Al Pilgrims, of course (contestó Esther feliz) Ah, ¿Conociste a Maca el año pasado? (Él entrecerró los ojos mirándome y negó con la cabeza) - Me suena pero... creo que no nos presentaron oficialmente, me acordaría de tal bellezón - Pues ya os presento yo (se ofreció rápida Esther)Julio, ella es Maca, trabajó haciendo un reportaje fotográfico el año pasado por estas fechas y se mira pero no se toca (advirtió a su amigo señalándole con el dedo) Maca, él es Julio, es de los que montaron la división de Katmandú en sus inicios - Un placer Maca que puedo mirar pero no tocar (Julio guiñó un ojo a Esther dándole a entender que el mensaje había sido recibido y nos invitó a subirnos al jeep) El hotel Pilgrims seguía como siempre, encajado en una de las callejuelas del Thamel, vi rostros nuevos y algunos conocidos, me sorprendió que un año después todavía se acordasen de

nosotras, eso que habíamos estado pocas noches, pero supongo que iba intrínseco en ellos, esa hospitalidad y esa memoria alucinante para recordar cada rostro y persona tan solo para lograr que se sientan como en casa, enseguida nos prepararon la habitación y Julio nos dejó prometiendo que en una hora vendría a buscarnos para ir a ver la División - ¡Estoy agotada! (vi como Esther se dejó caer en la cama abriendo los brazos, dejé la bolsa a un lado y me acerqué a ella, tumbándome a su lado) - Pues me ducho yo primero y luego vas tú, así descansas de mientras (besé su hombro y me fui quitando la ropa hacia el baño, necesitaba despejarme de tantas horas de avión y sacarme esa primera capa de sudor que se había formado al chocar con el clima nepalí, dos segundos después noté su cuerpo desnudo pegado a mi espalda, sonreí de medio lado cuando sus manos recorrieron mi vientre hasta llegar a mis pechos, atrapándolos en las palmas de su mano y haciendo algo de presión) ¿Tu no estabas cansada? - ¿Tu no podías desvestirte en la ducha y no de camino a ella? - Siempre me desvisto de camino a ella

- Y a mi siempre que lo haces se me pasa el cansancio (susurró sobre mi hombro antes de morderlo) Y me entra el hambre - Pues... podrías bajar al restaurante y comer algo mientras yo acabo de ducharme - Pues... quizás lo haga, pero si me gusta más lo que pruebo abajo y luego no quiero de ti, no seré la responsable ¿Eh? - Dudo mucho que vayas a encontrar algo que te guste más (bromeé colando una de mis manos entre nuestros cuerpos y acariciando su muslo) - Se lo tiene usted muy creído señorita Wilson - Bueno, está claro que te tengo loquita - Yo... creo que te tengo más loca yo a ti, mira por dónde (me giré sonriendo y estrechándola entre mis brazos mientras mis dientes dejaban un leve mordisco en su labio inferior) - ¿Y eso? - Bueno, he conseguido sacar del mercado a una excelente amante y lograr que sea solo para mí

- Touché (admití hundiéndome en sus labios) La ducha se hizo más larga de lo que pretendíamos, al salir, tuvimos el tiempo justo de ponernos algo ligero y bajar abajo, Julio esperaba hablando con el camarero en nepalí, se defendía bien, enseguida nos ofreció algo de beber pero Esther quería pasar por la sede de la ONG, yo la miré con una ceja alzada, que prisas tenía la niña - ¿Qué? (me preguntó en el coche cuando la miré de reojo por enésima vez) - ¿Tienes prisa? ¿A quién tienes ganas de ver tú gamberra? - No es por eso, que también, es que esta noche no dormimos aquí - ¿Ah, no? - No (miró distraída por la ventana con una media sonrisa traviesa en sus labios) - ¿Cómo que no?

- Como que no, y no preguntes más (me deslicé sobre el asiento para quedar pegada a ella y la miré fijamente) Maca... - Dime - No te lo voy a decir - Ajá (asentí colocando mi mano sobre su muslo, ella se reclinó hacia adelante apartando mi mano y apoyándose en el asiento de Julio - Julio ¿Y cómo van las cosas por la sede? (yo me resigné, tendría que esperar para saber que sorpresa me tenía preparada) - Genial, la gente está muy metida en el proyecto, tenemos un montón de voluntarios este año y encima hemos llegado a un acuerdo con una farmacéutica para que nos suministre lo que necesitemos, así que pinta muy bien - Eso es fantástico

- Sí, este año ya hicimos le traspaso de poder a Bhuwan, es el nuevo director de la sede, vendremos de vez en cuando a echar un ojo pero vaya, ya no hacemos mucha falta - ¿Y te vas a quedar aquí? - Ya me conoces, culo inquieto, supongo que buscaré dónde empezar algo nuevo ¿Te apuntas? (la miró por el retrovisor y ella se encogió de hombros) - Ya veremos, que tú estás muy loco y eres capaz de irte a Sierra Leona a montar algo (bromeó ella y él asintió sonriente) Estuvimos toda la tarde paseando por las instalaciones, Esther hablaba con unos y otros y yo me sorprendí recordando a algunas personas, Julio quería enseñarle no sé que cosa a ella, así que me salí al patio y me senté en un banco viendo a los niños jugar con la pelota, al menos durante los cinco minutos que aguanté antes de unirme a ellos, estaba tan enfrascada divirtiéndome con ellos, que no me fije en que Esther llevaba un rato observándome desde el mismo banco en el que yo había estado sentada, me acerqué sonriendo agotada por el esfuerzo y el calor y me senté a su lado

- ¿Qué tentadora oferta te han ofrecido para que estés tan pensativa? - Bueno... quieren montar algo en Brasil, Julio intentaba asegurarse que mis próximas vacaciones sean en Río - Brasil pinta bien (asentí secándome un poco el sudor de mi frente) ¿Qué les has dicho? - Pues que no lo sabía, falta mucho (la miré sorprendida) - ¿No quieres seguir haciendo voluntariados? - No es eso, es que nunca se sabe que va a pasar de aquí a un año, mejor no planear e ir sobre la marcha (miró su reloj y me dibujo una gran sonrisa) Vamos a que te duches y al aeropuerto (se levantó veloz y empezó a caminar hacia los jeeps) - ¿Al aeropuerto? (la seguí haciendo una pequeña carrera hasta ponerme a su lado) - No preguntes (sonreí y me despedí de los renacuajos con las manos)

Descubrí su sorpresa nada más pisar al aeropuerto, cuando fui arrollada por una hiperactiva hermana mía que estaba más feliz que todas las cosas de tenernos allí, Esther se fue a comprobar el panel de salidas mientras mi hermana me ponía al día de su viaje - Y entonces conocí a dos franceses que iban al Tíbet, y ya sabes, los chinos son un poco cabrones y si no vas con un grupo y vía agencia no te dejan entrar, así que me apunté con ellos, te encantaría, hay unos sitios para hacer fotografías increíbles, te ibas a volver loca con la cámara allí, y los dos franceses eran encantadores (el tono que usó en la última palabra me hizo mirarla alzando una ceja) - Encantadores... Ya... - Eh, señora he sentado la cabeza, yo aún sigo teniendo genes Wilson (bromeó ella con orgullo) - Yo también los tengo ¿Mhm? - Claro, pero los tuyos ya están encaminados a otro lado (señaló con la cabeza a Esther, que miraba concentrada una de las pantallas de vuelos, no me di cuenta de la sonrisa tonta

que se dibujó en mis labios al verla ponerse de puntillas con el ceño fruncido para ver mejor algo) Estás bien con ella ¿Mhm? - Como nunca (admití sonriéndole, mi hermana pasó un brazo por mis hombros y se acercó a susurrarme) - Me alegro tía, un montón, esa chica es increíble, no la cagues - Joder, la loca de mi hermana mayor dándome consejos, esto sí que es lo no visto - Tenemos que embarcar ya (ambas miramos a Esther que estaba parada enfrente nuestro, no la escuchemos llegar) ¿Qué hacéis? - Convencer a mi hermana que el blanco ya no se lleva en las bodas (Esther alzó una ceja y yo le di una colleja a mi querida hermana) - Ni caso, la humedad de aquí le nubla la cabeza, bueno, ¿Me vais a decir ya a dónde vamos? Sonreí de oreja a oreja al ver el destino del vuelo, Pokhara, miré a la enfermera y no pude aguantarme a plantarle un beso

llevándome un codazo por parte de mi hermana, las muestras de afecto públicas no estaban demasiado bien vistas, aunque fuera entre locos extranjeros que no respetan las tradiciones culturales del lugar, mi alegría se esfumó levemente al ver que me habría tocado sentarme entre aquellas dos, suspiré aferrándome a la esperanza de que no me dieran el vuelo, dicen que la esperanza es lo último que se pierde... yo perdí la mía veinte minutos más tarde, cuando ya habíamos despegado - Así que Esther, ¿Ya has conseguido que te pida de vivir juntas? (miré a Alicia con los ojos entrecerrados, ¿Quién era aquella mujer y que había hecho con mi hermana? Que perra le había entrado con que yo me volviese formal) - Estamos en la fase superar miedos (bromeó la enfermera recibiendo una mirada de reojo por mi parte) - Bah, yo creo que te lo va a pedir enseguida, antes se te ha quedado mirando con cara de gilipollas, esta cae en este viaje, te lo digo yo (le di una colleja a mi hermana) - Te quieres callar

- ¿Me lo vas a pedir? (me miró y distinguí un brillo travieso en sus ojos, le encantaba verme nerviosa por la conversación) - Yo creo que sí, pero Maca, te lo tienes que currar ¿Eh? Que tú eres capaz de pedírselo sin más - No se lo voy a pedir, y si lo hiciese, como lo haga es cosa mía - Ya hermanita, pero tú no se lo has pedido a nadie en tu puñetera vida, que te veo venir, va a ser la pedida más cutre del mundo, yo si quieres te aconsejo - Ni loca me dejo aconsejar por ti - ¿Por qué no? Esther ¿A qué te gustaría que la aconsejase? - Por supuesto, seguro que montabas algo inolvidable (juro que la vi poner ojitos a Alicia, sería posible, estaban jugando a tontear delante de mis narices, miré el techo del avión, cuando empezaban así, no paraban, ese vuelo iba a ser eterno)

- Ya te digo yo que logro hasta que dejes a la fotógrafa esta y te vengas conmigo, que aquí esta tiene la fama, pero la mejor amante Wilson soy yo - Y la más engreída también... - La que es buena, es buena, ¿Para qué ocultarlo? - Pues estoy deseando ver como lo haces para que deje a Maca, no lo tienes fácil ¿Eh? (sonreí a Esther y Alicia carraspeó, la miré y me estaba lanzando un escáner de arriba abajo) - Esto está chupado (afirmó con tono chulesco después de un rato, haciendo que Esther se echase a reír con ella) - Pues nada oye, ahora en cuanto lleguemos pillamos una habitación para vosotras dos y otra para mí, si tan claro tienes que la vas a conquistar (le informé cerrando los ojos para echarme un sueño, si me dormía tal vez no las escuchaba) - Ya te estás viendo dormir solita, si es que es normal, no puedes competir conmigo hermanita (noté la mano de Esther escurrirse para atrapar la mía y abrí los ojos lo justo para

divisar sus labios y estampar un suave beso en ellos antes de volver a mi posición) Ni aunque marques terreno, nena (lo último que oí fue la risa de Esther y mi hermana mientras se enfrascaban en un intercambio de directas-indirectas) Nada más llegar a Pokhara cogimos un taxi para que nos llevase al mismo hotel en el que habíamos estado hacía un año, Esther había reservado un par de habitaciones y tuve que sacar de la nuestra a Alicia, que estaba convencida de que la enfermera prefería dormir con ella a hacerlo conmigo - Morirá joven... - Pobre (Esther me abrazó por detrás y apoyó su cabeza sobre mi hombro) Es normal que estéis loquitas por mis huesos (susurró en mi oído y yo le di un más que merecido cachete en el culo) - Creída (noté su cuerpo estremecerse por la risa antes de que me soltase) - Anda, prepárate que Alicia quiere que la llevemos a ver los lagos en bici

- Uhm, que plan más divertido, pasear con mi hermana y contigo juntas (bromeé mientras abría la maleta buscando algo más cómodo que ponerme) El paseo en bici acabó en un bar de aquélla carretera que bordeaba el lago, nos sentemos a tomar algo y a descansar algo - Bueno, a lo importante (alcé una ceja mirando a mi hermana, siempre me ha asustado cuando soltaba esa frase, y aquél día no iba a ser menos) ¿Cuándo me vais a hacer tía? (debía haber dejado de beber en cuanto mi hermana abrió la boca, pero no lo hice, y cuando soltó su pregunta se me fue por el sitio que no tocaba, Esther me tuvo que dar unas palmaditas en la espalda para salvarme mientras mi rostro se ponía rojo como un tomate por la falta de aire) - Estás loca - Alicia, no le hagas eso, que me la vas a matar antes de que para (bromeó Esther y yo la fulminé - No voy a parir nada, aquí nadie va a parir nada

- Oh, Macarena, no seas así, una Maquita pequeñita ¿A que a ti te mola la idea Esther? (ella sonrió sin más) - Tú eres la mayor, te toca a ti primero (la amenacé con un dedo) - Nuestros padres no van a tener nietos en la vida (rió ella como respuesta) - ¿Tú no quieres tener hijos nunca? (miré sorprendía a Esther, que me observaba con la cabeza ladeada) - Yo... ehm... ahora no (admití sin saber si debía decirle que mi instinto maternal era nulo) - Ya, yo tampoco ahora, pero... ¿Nunca quieres tener hijos? - No sé, Esther, yo... (miré a mi hermana para ver si me salvaba, pero al ver su sonrisita traviesa carraspeé mirando al suelo) No sé... - Tranquila, tonta (colocó su mano sobre la mía y la miré recibiendo una dulce sonrisa en sus labios)

Aquélla fue una de esas veces en las que yo sabía que ella rumiaba algo y no quería decírmelo, iba a matar a mi hermana por sacar aquél tema y a mí por ser incapaz de mentir, aunque fuese una mentira piadosa, ese día me di cuenta que Esther deseaba algo que yo no sabía si iba a poder darle, no me veía capaz de hacerlo, me resultaba, no sé, imposible - ¿Ya has acabado de ducharte? (le pregunté al entrar en la habitación y verla envuelta en una toalla sentada en el filo de la cama) - Sí, ¿Ya has convencido a tu hermana para hacer el trek? - Que va, se resiste (me senté a su lado y besé su hombro, aspirando de paso el olor de su jabón) Me encanta como hueles después de ducharte - Solo después de ducharme ¿Eh? (nos miramos y sonreí antes de atrapar sus labios entre los míos) - Siempre... (admití hundiéndome en su cuello para besarlo)

- Menos mal, ya me veía duchándome cada cinco minutos (la recosté sobre la cama, tumbándome a su lado mientras mi mano jugaba con el borde de la toalla por encima de su pecho) - ¿Tú quieres tener hijos? (me salió y sus ojos se clavaron en mí, su mano apartó un mechón de mi flequillo poniéndomelo tras la oreja) - Algún día, me gustaría - Pues tenemos un problema... (susurré y ella negó con la cabeza) - No es un problema para nada - ¿No? - No, no me preocupa en lo más mínimo, Maca, no es la primera vez que yo quiero algo que tú no, yo quería una relación contigo y tú no, yo quiero que vivamos juntas y tú no, yo quiero tener hijos y tú no, y si hasta ahora no ha sido un problema, no tiene porqué serlo, sé que es lo que hay, y... bueno... tú y yo tenemos una relación así que ¿Quién sabe? Quizás dentro de un año tengo a una pequeña Maquita

correteando por ahí (se mordió el labio mirándome y yo alce una ceja) - ¿Y si no fuese así? - Pues... (se colocó encima de mí, provocando que con el movimiento su toalla se deslizase hasta sus caderas, dejando su pecho descubierto) No lo sé, pero ¿Sabes? Me da igual, porque ahora mismo, me gusta más el presente que pensar en el futuro (sonreí asintiendo mientras mis manos acariciaban sus caderas) - ¿No me preocupo? - Hoy no, mañana (atrapó mis labios sonriendo) - ¿Te he dicho que me encanta el hoy? (le pregunté tirando de la toalla para descubrir lo poco que le tapaba ya) - Y a mí... (susurró fundiéndose con mis labios, miré el reloj sobre la mesita y sonreí, daba tiempo de sobras antes de que la secuestrase y le diese mi sorpresa, a ver si ella era la única que podía sorprender)

En la puerta del hotel esperaba un Richshaw, la tomé de la mano y la llevé hasta él, me preguntó por Alicia y yo me encogí de hombros sin querer reconocer la verdad, mi hermana me mataría más adelante por haberla dejado encerrada literalmente en su habitación, pero es que sino, no me la habría sacado de encima sin tener que contarle mi propósito, y habría tardado cuatro segundos en soltar alguna pista que la enfermera habría captado al vuelo - ¿A dónde vamos? - A cenar, ya he hecho la reserva El Richshaw pasó de largo por los restaurantes para turistas que había en la zona y se internó en la carretera que bordeaba el lago, el pequeño faro del vehículo apenas alumbraba dos metros de ella, el resto estaba sumido en la oscuridad después de pasar la ciudad, se detuvo dónde yo le pedí y sonreí a Esther sacando de uno de mis bolsillos una venda - Te tienes que poner esto (ella rió negando con la cabeza) - ¿Qué has hecho ya?

- Ya lo verás, póntelo (le alcancé la venda y una vez se la puso me despedí del conductor, pidiéndole que estuviese pendiente del móvil para venir a buscarnos, le dejé la propina pertinente para que así lo hiciese y conduje a Esther por un pequeño sendero) - ¿Me estás llevando al huerto Macarena? (preguntó cuando notó el camino irregular bajo sus pies) - Creía que eso ya lo había hecho (le susurré divertida al oído cuando llegábamos al muelle de madera que se introducía un par de metros por sobre el lago de Phewa, tropezó con algo y se paró en seco) - ¿Tu sorpresa es matarme o qué? (escuché su risa nerviosa) - Ya casi hemos llegado, quejita (me detuve a un metro de la mesa que había preparado mientras Esther pensaba que hablaba con mi hermana, comprobé que todo estuviese en su sitio, las velas, los platos colocados) No te destapes aún, enseguida vuelvo (serví la comida, aún estaba caliente y coloqué bien las flores que había cogido de la orilla, me alejé un paso y comprobé el cuadro)

- ¿Maca? - Enseguida estoy contigo (en las barandas que cubrían la plataforma de madera había puesto unos farolillos, encendí todos y me acerqué de nuevo a la mesa, el tipo del hotel había hecho bien su cometido, en aquella zona no había muchas luciérnagas, así que le había pedido que me trajese algunas en un bote, quería intentar recrear aquella noche de un año atrás, escondí el bote bajo la mesa para el momento oportuno) Muy bien, ya puedes - Más te vale que... (la vi aflojar el nudo de la venda y levantarla de sus ojos, dejando su mano suspendida sobre ella a la altura de la frente, dibujó una de sus sonrisas increíbles, de esas que te hacen enmudecer y alzó las cejas) Eres... - ¿Soy? (ella se acercó hasta mí negando con la cabeza y besó mis labios, le sonreí al separarnos) - Te quiero (acarició mi mejilla y miró hacia la mesa) Típico menú asiático ¿Mhm? (curioseó por encima de la mesa mientras yo la observaba, ella me había dicho aquellas dos palabras en alguna ocasión, muy contadas, vi como se recogía un mechón de pelo tras la oreja, mientras se mordía el labio al

oler uno de sus platos favoritos, una especie de estofado de allí, ladeé la cabeza mirándola) ¿Me puedo sentar ya? (yo asentí sin abrir la boca y ella se sentó, escuché el golpe de su zapato contra el vidrio del bote, y como este rodaba hasta la baranda y al chocar con uno de los postes de madera se abría liberando la decena de luciérnagas que revolotearon por encima de la mesa y de nosotras antes de perderse en el lago) ¡Lo siento! (me miró con aquélla cara de niña pequeña que acaba de hacer una trastada y yo... solo fui capaz de sonreír, incluso cuando echaba mi puesta en escena al traste, yo solo podía sonreír) - Te quiero... (se me escapó en un susurro y ella me miró sorprendida) - ¿Cómo? (frunció el ceño un segundo pero su sonrisa radiante la reemplazó enseguida) - Esther (rogué mirando al suelo) - Cachis, yo que pensaba que ahora te ibas a soltar y decirlo cada dos por tres (bromeó ella al verme apurada, haciéndome suspirar y relajándome algo, era la primera vez que se lo decía

y... me conocía demasiado bien para saber lo que significaba que me hubiese apetecido decírselo) - Poco a poco (le dediqué una sonrisa de medio lado y ella se levantó y se acercó hasta que pudo rodearme con sus brazos) - ¿Y para eso me has traído hasta aquí? (reí divertida) - No, se me hubiese apetecido decírtelo estuviésemos dónde estuviésemos - ¿Entonces... (saqué unas llaves de mi bolsillo y las sostuve en el aire) - Aquí es donde quería pedirte que vivieses conmigo. Las iba a esconder en el bote de las luciérnagas... (ella miró el frasco vacío a un lado y luego las llaves) - ¿Y por qué este va a ser el sitio en el que te diga que también quiero vivir contigo? (fue uno de esos momentos, en los que sientes que no hay felicidad más grande y brillante como la que recorre tu cuerpo en ese instante, ese en el que haces equilibrios sobre una delgada línea, si caes hacia un lado, tus gritos de euforia se escucharán al otro lado del planeta, si caes

al otro llorarás emocionada hasta que tus ojos se queden secos) - Pues... ¿No te suena? Una pista... el muelle no estaba... (ella miró alrededor y sonrió al reconocer el lugar) - Ha cambiado un poco - Sí, pero para mí sigue siendo aquél lugar al que me trajiste, cuando solo conocía las cosas malas de este país, y tú quisiste empezar a enseñarme las cosas buenas, fue lo primero bueno que me enseñaste de este lugar que te tiene enamorada, fue dónde yo también me empecé a enamorar de estas tierras, con sus luciérnagas bailando sobre el lago y... quiero que mi primer paso importante en nosotras, sea aquí, porque espero que sea el primero de muchos buenos que están por venir No me percaté que en algún momento mis ojos me habían traicionado, al igual que los suyos, y que lágrimas tímidas se deslizaban por mis mejillas, al menos hasta que noté las yemas de sus dedos apartándolas y aquella mirada llena de amor que me dirigió, la vi sonreír, viéndose reflejada en mis ojos, entreabrió los labios para decir algo, pero se lo pensó mejor e hizo lo único que yo me moría por hacer en aquél instante,

besar, me besó con calma, sin dejar de acariciar mis mejillas, ambas sonreímos felices al separarnos, durante aquellos meses, a punto de cumplir un año de salir, ella me había enseñado a estar con alguien, y yo le había enseñado a estar con una mujer, aunque siempre fue una alumna aventajada y muy poco tuve que hacer, a mi me costó algo más aprender, pero aquella noche ella se dio cuenta que ya no tenía que enseñarme, que yo ya era capaz por mi misma de mandar mi miedo a los compromisos al infierno solo por poder estar con ella - Se va a enfriar la cena (susurró ella mientras su dedos se deslizaban por mi mano y me quitaban las llaves) Vamos (me dio un cachete en el culo antes de sentarse de nuevo en la mesa con la mejor de sus sonrisas, yo me mordí el labio, me iba a encantar que me diese cachetes en nuestra casa) Cuando volvimos de las breves vacaciones, a Esther se le metió en la cabeza que teníamos que buscar un piso, el mío era demasiado diáfano para ella y el suyo acaba de descubrir que no le gustaba para vivir juntas, dio igual mi opinión, en una semana encontró lo que ella definió como el piso perfecto, cuatro habitaciones, amplio salón y hasta un

puñetero jardín que en un futuro me traería más de un quebradero de cabeza, aunque cuando me llevó a verlo no hubiese puesto su cara de perrito yo le hubiese dicho que sí, me daba igual un estudio, que un dúplex que una caja de zapatos, yo solo quería vivir con ella, dónde me daba igual - Es perfecto, perfecto, perfecto (iba canturreando cuando recogimos las llaves, yo, al igual que todo dios con quién nos cruzábamos, la mirábamos, dando saltitos por la calle con una sonrisa de oreja a oreja) Perfecto, perfecto, perfecto (Dios... la que se me venía encima) - Cariño, relájate... (susurró cuando nos detuvimos en un semáforo en rojo y ella no paraba de dar saltitos nerviosos) - ¿No estás emocionada? (la miré de arriba y abajo) - Emocionada sí... tanto como tú... está claro que no (se colgó de mi brazo golpeando varias veces su cadera con la mía) - Reconoce que no puedes quitar esa sonrisita tonta de tu rostro

- Sería imposible con el espectáculo ambulante al que acompaño (bromeé ganándome un cachete en el culo) Eso, ahora encima no apto para menores (suspiré al aire haciéndola reír y el semáforo se puso en verde) - Vamos, vamos, vamos (salió correteando por delante de mí dejándome clavada en el suelo, juro que el bebé que sostenía en brazos una mujer a mi lado... me miró con lástima) Para mi desgracia, dos calles antes de llegar a nuestra nueva casa, había uno de esos grandes almacenes repletos de tiendas de decoración y muebles, yo crucé los dedos deseando que el estado eufórico de la enfermera crease una especie de burbuja gigante envolviendo el centro comercial y haciéndolo invisible, nunca crucéis los dedos... en el insospechado caso que funcione, es pura casualidad - ¡Vamos a entrar Maca! - ¿No querías ver el piso? Que todo estuviese bien y... (me arrastró literalmente hacia el interior, yo me hubiese resistido... en algún momento, pero para ello tenía que saca sus manos de mi trasero mientras me empujaba y la verdad,

nunca he quitado voluntariamente las manos de Esther de mi trasero, sería una forma de masoquismo) - Tenemos que comprar de todo, muebles, sofás, el colchón, quiero un balancín en el jardín y, y... - ¿Colchón? El tuyo esta nuevo, lo compraste hace un año, te encanta ese colchón - Sí, pero ese lo compré yo - Yo te acompañé, estaba a tu lado cuando se lo pediste al dependiente, seguía cerca cuando le dijiste que si yo estaba también en oferta te me llevabas - Pero lo compré pensando en usarlo yo sola, y ahora lo vamos a usar las dos - Oh, claro, hay una diferencia abismal... a mí me encanta tu colchón, en serio, es el colchón en el que más me gusta estar (metí mis manos en los bolsillos y la miré asintiendo convencida)

- A ti te gusta porque yo estoy en él (derrumbó mis pedazos de argumentos para no comprar un colchón en un segundo) - Touché. ¿Grande o extra-grande? Esther repitió el mismo proceso que la vez anterior que la había acompañado a comprar colchones, de nada sirvió que le recordase que en el piso no había nada, ella insistió en que lo primero que necesitábamos era un buen colchón, así que me mantuve callada, al menos hasta que la vi estirarse en la cama, dándome golpecitos con una mano y un pie - Vale ¿Qué haces? - Mido distancia, quiero una cama grande - Es enorme, tengo mis dudas hasta de que seamos capaces de meterlo en la habitación, a no ser que quieras acolcharla rollo manicomio (ladeé la cabeza mirándola con una ceja alzada) - Ya pero tiene que ser lo bastante grande como para... (se calló llevándose una mano a la boca, yo sonreí traviesa) - Para qué ¿Mhm?

- Déjalo (se levantó y fue hacia el siguiente colchón, repitiendo sus extraños movimientos) - Esther... anda... ¿Para qué quieres que sea grande la cama? - No te va a gustar (murmuró concentrada en lo suyo) - Te sorprendería las cosas que pueden llegar a gustarme (me miró tan sorprendida que me di cuenta enseguida) No estamos hablando de lo mismo ¿Verdad? (la risa en la que estalló al segundo siguiente me lo confirmó) - ¿Tanto espacio necesitas? (alzó las cejas divertida) - Con un taburete me basta, anda, dime para que es entonces el numerito de medir tu trozo de la cama - Vale (se colocó de lado mirándome, apoyando su cabeza sobre una mano) Pero no te va a gustar, no quiero quejas, has insistido - No quejas, insisto (asentí captando su mensaje, acababa de hacerme renunciar al derecho a pataleta)

- Bueno... es para el día que discutamos, no quiero dormir en el sofá, ni mandarte a ti en él, así que la cama tiene que ser lo suficientemente grande como para que en el caso de no querernos tocar no nos toquemos (yo la miré boquiabierta) - Deja de medir las camas, ya (me levanté y me acerqué a otro colchón tumbándome sobre él, ella no tardó en venir y abrazarse a mi cuerpo) - Es por el bien de nuestras espaldas, cariño - Nada, yo quiero cama chiquitita que no tengas opción de ir a ninguna parte, que así es más fácil reconciliarse (alcé las cejas repetidas veces dándole a entender mis intenciones en caso de pelea y ella sonrió poniendo los ojos en blanco) - Ni para ti ni para mí. Tamaño medio (yo fingí meditarlo un segundo) - Está bien, trato hecho (ella asintió y le robé un beso antes de cambiar de nuevo de colchón, me estaba contagiando su delicadeza en aquello, de momento no me había gustado ninguno)

- ¡Este! (miré por encima de mi hombro para encontrarme a Esther espatarrada en una cama) Es este - A ver (me acerqué y me tumbé a su lado, la verdad que estaba bien, sí) Me gusta - Es perfecto - Esa palabra otra vez no (refunfuñé yo y ella se fingió la ofendida) - Como que... ¡Te vas a enterar tú! (se subió a horcajadas sobre mí haciéndome cosquillas sin parar, al menos hasta que se escuchó a alguien carraspeando, ambas miramos hacia aquella dirección encontrando a un vendedor con gesto serio mirándonos fijamente) - ¿Las puedo ayudar en algo señoritas? - Envuélvamelo, nos llevamos este (fue la única respuesta de Esther mientras yo enrojecía ligeramente de vergüenza) La semana siguiente la pasamos a duras penas, a mí se me había complicado un trabajo y me estaban volviendo loca,

Esther tenía que hacer guardias extras porque tres enfermeras estaban de baja y encima en algún momento teníamos que pintar el piso antes de que nos trajesen los muebles, pero ninguna de esas cosas hizo que el sábado fuésemos capaces de salir de la cama, al menos, hasta que alguien decidió que las diez de la mañana era buena hora para hacer visitas, aquella noche Esther se había quedado a dormir conmigo después de su turno medio nocturno, llegó a las dos de la mañana y prácticamente salté de la cama para que el timbre no perturbarse su sueño - ¡Hermanita! (miré sorprendida al abrir la puerta, no podía tratarse de nadie más) - ¡Maca! (en el mundo hay combinaciones de personas que no deberían permitirse, lo que me encontré aquella mañana en la puerta de mi piso, es una de ellas, ambas se habían conocido tres días atrás, cuando se presentaron por casualidad a sorprendernos y ayudarnos con los arreglos del piso) - Que... que... (ante mi estupefacción Alicia se coló en el piso con su gran sonrisa seguida de Laura que alzó una bolsa con lo que parecía el desayuno en señal de paz)

- Tienes muy mal despertar ¿Sabes? Ni que alegría verte, ni que... - Uy, ¿Que ha habido noche movidita y por eso estás cansadita? (mi hermana hizo un gesto algo... obsceno tras preguntar aquello) - Este va a ser el peor día de mi vida... (murmuré haciéndolas reír mientras cerraba la puerta) - ¿Dónde está mi Esther? Porque sé que está aquí, me he tirado una hora llamando al timbre de su piso sin respuesta (me informó Laura) Y no creo que teniéndote a ti se haya ido a buscar una amante - Gracias por lo que me toca, está durmiendo (ambas hicieron el amago de ir a buscarla y yo cogí una muñeca de cada una deteniéndolas) Ni se os ocurra despertarla, a la cocina, las dos - Pero... (empezó mi hermana y tiré de ella hacia la cocina) - Nada de peros, desayunamos tranquilamente y ya se despertará

- Sí es que... como la cuidas (bromeó Laura dejando la bolsa encima del mármol de la cocina) Os he traído bollos (yo alcé una ceja mirándola) Son los favoritos de Esther (aclaró y mi ceja se alzó un milímetro más) ¡Joder, Maca! - Todas sabemos cuál es el bollo preferido de Esther (atajó mi hermana encendiendo la cafetera y mirándome) - Claro, tú (respondí apoyándome en el mármol y mirándola con los ojos entrecerrados) - Of course, reina. ¿Quién sino? (me sacó la lengua y empezó a preparar café mientras yo ponía con Laura la mesa) - Pero... (las tres miramos a la vez hacia la puerta para encontrarnos con Esther desnuda tapándose con las manos lo que podía) - Cariño, ¡Que esta mi hermana! (exclamó Alicia haciendo gestos hacia mí) - Morirás (le advertí a mi hermana antes de acercarme a Esther y poner mi cuerpo entre ella y las miradas de aquellas dos taradas que tenía en mi cocina) Buenos días (susurré

dándole un beso y tirando suavemente de ella hacia el pasillo) Tenemos visita - Ya te vale. ¿Qué hacen las dos aquí? (yo tragué saliva fingiendo miedo) - No me he atrevido a preguntarlo. Pero ten el móvil a mano por si hay que llamar al 112 (Esther dibujó una amplia sonrisa negando con la cabeza mientras su mano me daba un cachete en el culo) - Anda, voy a ponerme algo de ropa (yo me aparté un poco para mirarla de arriba abajo) - Por mí no lo hagas ¿Mhm? (me gané un beso antes de que desapareciese hacia la habitación y volví a la cocina dónde me sorprendió el flash de una cámara, al parpadear vi la sonrisa triunfante de Alicia) - Acabo de inmortalizar tu sonrisa bobalicona para la eternidad. ¡Punto para Alicia! (dio un par de saltitos de alegría y dejó la cámara sobre el mármol) - Idiota

- Da gusto ver como os lleváis las hermanas ¿Eh? (Laura nos miraba divertida mientras yo intentaba abrir el bote de mermelada) - Trae que te ayude tu hermana mayor, voy a tener que hablar con Esther, es enfermera, debería saber que no te puede dejar tan sin fuerzas (iba comentando mientras me arrebataba el bote e intentaba abrirlo sin lograrlo) ¿Quién ha cerrado esto? - La enfermera que me deja sin fuerzas (reí al ver el rostro de mi hermana) ¿Te ayudo? - Puedo sí o sí (empezó a hacer fuerza, arrugándosele la cara y poniéndose colorada, yo sonreí deslizando la cámara del mármol a mi mano, disparando enseguida a un palmo de su rostro) ¿Qué? (observé el resultado asintiendo con la cabeza) - ¡Punto para Maca! - Ya me vengaré ya... (murmuró mirándome con los ojos entrecerrados) ¿Ya le has comprado algo a tu ahijada? (alcé las cejas sorprendida) Eres su madrina, la semana que viene vamos al bautizo, representa que le tienes que llevar un gran regalo (Esther entró en la cocina en ese momento, sentándose

en la pequeña mesa junto a Laura y dándole un mordisco a un bollo) - ¿Por qué no me has dicho que le tengo que comprar un regalo a Lucía? (Esther negó con la cabeza sonriente) - A veces eres un desastre, cariño - Yo que sé, es mi primera ahijada (me defendí encogiéndome de hombros) - Pero por eso tienes una hermana fantástica (noté su brazo pasar por encima de mis hombros) Laura y yo hemos venido a ayudaros a pintar, podemos empezar mientras vosotras vais a comprar algo, así ya lo tienes y podéis despreocuparos - Sí, Alicia y yo tendremos la mitad del piso pintado para cuando vengáis (le echó un cable a mi hermana para convencerme) - ¿Esther? - Por mí esta genial (fruncí el ceño y le hice señas para salir al pasillo) Voy a vestirme ¿Me acompañas?

- Sí - Eh, eh, eh... ahora no nos tengáis media hora escuchando gemidos (soltó Alicia llevándose una colleja a mi paso por su lado) - Tú... ¿En serio te fías de dejar a estas dos, varios litros de pintura y nuestro piso a solas? (le pregunté entre susurros en el pasillo) - Maca ¿Que es lo peor que pueden hacer? Anda... (cogió un mechón de mi pelo jugando con él)¿Me ayudas a vestirme? (alzó una ceja traviesa y yo negué energéticamente con la cabeza separándome) - Ni hablar, a mí pídeme ayuda para desvestirte, pero para vestirte no, va en contra de mis principios (comenté por encima de mi hombro mientras caminaba hacia la cocina) - Pero es que para vestirme me tengo que quitar el pijama (Esther siempre ha tenido el don de hacerme cambiar de dirección en un segundo, antes de que se diese cuenta mis labios ya estaban entre los suyos y mientras reíamos la llevé a la habitación)

- No me puedo creer que le hayas comprado un móvil - Se lo prometí cuando nació, además, también le he comprado algo que puede usar ahora (le recordé los juguetes que cavamos de dejar en mi piso) - Ya, pero Maca, ¿Un móvil? - Mira, le dije que cuando los tarados de sus padres la volviesen loca me llamase y yo iría a buscarla - ¡Es un bebé! - Créeme, lo usará, en cuanto aprenda a hablar - Eres lo peor... (escuché antes de abrir la puerta de nuestra casa y entrar dentro) - No (mis ojos miraron atónita las paredes de la entradita, iba a matarlas, a las dos, no me importaba la condena, ya pediría pases VIP para Esther, o me fugaría y tendríamos que irnos a una puñetera isla desierta para vivir juntas, daba igual, las iba a matar igualmente, sin importar las consecuencias)

- Respira hondo (su mano se apoyó suavemente en mi muñeca y yo la miré con mi rostro desencajado) - Te lo dije - Maca - No, te lo dije, ¿Qué es lo peor que pueden hacer? (imité a Esther aquélla mañana) ¡Ahí lo tienes! (abarqué con mis manos las paredes salpicadas de mil manchas de mil colores diferentes, parecía que hubiese habido una competición de Paintball en nuestra entrada) - Cariño, relaja, voy a ver si las... (se calló y miró por encima de mi hombro, yo me giré lentamente, y me encontré a las dos artistas chapuzas que llevaban la ropa a juego con las paredes) - Esther, yo he pintado el comedor, ven a verlo (Laura pasó rápidamente atrapando la mano de la enfermera y desaparecieron por la... ¿Dónde demonios estaban las puertas?) - Alicia Wilson Fernández (se estremeció por un escalofrío, demasiado exagerado como para ser real)

- Me has recordado a mamá - Y más que te voy a recordar ¿Se puede saber que... - Antes de que digas nada (me paró en seco tomando con sus manos mis brazos) Ha sido un terrible y desgraciado accidente que voy a solucionar ahora mismo, tú tan solo tienes que ir al comedor, sentarte en las sillas plegables que hemos traído y darte el lote con cierta enfermera mientras Laura y yo lo arreglamos, sé que te gusta mi plan, sé que te gusta mucho más que echarme la bronca durante media hora, lo sé, he visto tu mirada lasciva cuando Esther ha aparecido en bolas esta mañana, así que hazme caso hermanita, tu relájate y disfruta ¿Mhm? - Te voy a matar... total... para cuando acaben de analizar las salpicaduras yo estaré en el Caribe con Esther. Sí, lo voy a hacer - ¡Estheeeeeeeeer! ¡Te quieren dejar sin cuñada! (Alicia a veces era la cosa más infantil del mundo, mira que llamar a Esther para que la rescatase, aunque lo más jodido es que le funcionaba, noté las manos de Esther en mis caderas y su cuerpo pegarse a mi espalda)

- Deja que lo arregle, si ves que no lo hace, te dejo matarla - Lo quiero por escrito (murmuré más centrada en su respiración en mi cuello que en otra cosa) No me dejaron matarla, la verdad es que la misma facilidad que tenía mi hermana para liarla también la tenía para arreglar las cosas, o Laura le echó una mano, jamás lo sabré, mi mayor preocupación era encontrar las puertas, aquél proyecto de persona las había sacado todas y escondido en algún sitio, al final, cuando caía la noche y empezamos a recoger, tuve que acercarme a ella y poner los brazos en jarra - A ver, ¿Dónde están? (Alicia me miró ladeando la cabeza con cara de no haber roto un plato en la vida) - ¿El qué? - Las puertas, ¿Dónde están? (escuche como reían a mis espaldas Laura y Esther, que estaban cerrando los botes de pintura para que no se secasen) Vosotras lo sabéis (las señalé acusadoramente y ambas fingieron no escucharme) Alicia... - Maca, no sé de qué me hablas

- ¡Por dios! ¡Si se te está escapando la sonrisa! - ¿A mí? No, no, no, que va, imaginaciones tuyas, sí, tanto respirar pintura, que te afecta y... (cogí una brocha y la unté con uno de los botes que aún no estaban cerrados) - Alicia, las puertas están en... (ella me miró con las cejas alzadas) - Con la que me has montado esta mañana ¿Te crees que va a colar tu amenaza? (señaló la brocha) - Al final te ha quedado bien la entradita, así que sí mancho algo... sé que tiene solución - No, no lo vas a hacer - Uy... (asentí con una sonrisa traviesa) Sí lo voy a hacer - Maca, las puertas es un objeto sobrevalorado, no sirven para nada, aparte de para encerrarme a mí cuando quieres montar un numerito bucólico con Esther a solas, no te hacen falta - ¡Te dejé comida!

- Uy, sí, gracias, todo un detallazo, no fue un intento de asesinato, solo un secuestro - Exagerada, si estuviste un par de horitas - ¿Un par? Esther ¿La has... - Eh, no empecemos, deja a Esther que esta ella muy tranquilita allí, un par de horitas, te lo digo yo - Cuatro. Cuatro horitas - Siempre hay margen de error. ¿Dónde están mis puertas? (di un paso hacia ella y ella me imitó dando un paso atrás) - Que no lo sé... (dijo con la boca demasiado pequeña) - Tres, dos... - Maca, si me voy a quedar una temporada con vosotras no quiero puertas, que me encierras (la brocha se cayó al suelo) - ¿Qué? ¡Esther!

- Eh, no empecemos, deja a Esther que está muy tranquilita allí (me imitó y colmó el vaso) - La has cagado (en el mismo momento que me agaché a coger la brocha ella hecho a correr hacia las escaleras) - ¡Socorro! (la vi subir los peldaños de dos en dos mientras Esther y Laura nos decían algo para que parásemos de comportarnos como niñas, era tarde. La noche acabó conmigo en la bañera intentando sacarme la pintura de las orejas, regodeándome porque mi querida hermana estaría haciendo lo mismo mientras Esther colocaba las toallas en el baño y me iba mirando de vez en cuando negando con la cabeza y repitiendo una y otra vez, “Eres como una cría”) El bautizo de Lucía fue una especie de presentación oficial de Esther, Claudia era una amiga de la infancia y por supuesto, conocía a mis padres, de hecho, se llevaba mejor con ellos que mi hermana y yo, Claudia siempre fue la amiga a la que mi madre quería que nos pareciésemos, al menos, hasta que se casó con Gimeno, ahí perdió unos cuantos puntos, así que por primera vez, vi a Esther nerviosa, yo sonreía divertida cada vez que empezaba a juguetear con sus dedos

- ¿Todo bien? (le pregunté cuando estábamos a punto de llegar a casa de Claudia después de pasar por nuestro hotel) - Sí, perfecto, sí (Alicia y yo intercambiamos una mirada cómplice en el taxi) - Creo que la traducción es “Sí, acojonada, sí” (bromeó mi hermana para suavizar el ambiente) Creía que era aquí mi hermanita la que tenía problemas con los compromisos - Tonta (fue lo único que salió de su boca, yo sonreí y besé su pelo para tranquilizarla, lo bueno de que no hubiese presentado nunca a nadie como pareja mía, es que todos tenían tantas ganas que no iban a decir nada más a parte de ¡Por fin!, así que no me preocupaba en absoluto la reacción de nadie) Nada más llegar a casa de Claudia, Greta nos recibió saltando alrededor nuestro emocionada, Gimeno la siguió preocupado por la salida de su chica favorita hasta que nos vio - Ya decía yo, que solo las Wilson pueden hacer que mi Greta me abandone (se acercó y miró sonriente a Esther abriendo los brazos) Esther, Esther, a mis brazos mujer (yo puse los ojos

en blanco mientras Gimeno se abrazaba con ganas a una sorprendida Esther) - Gimeno, ya (le di un toquecito con el dedo en el hombro) - Lo siento, lo siento (se separó mirándola sonriente) Es un placer conocer a la enfermera que ha hecho que esto siente la cabeza, gracias, gracias, gracias - Joder, Gimeno - Está muy contento porque ahora ya no tiene que preocuparse de que Maca le robe a sus chicas (le aclaró Alicia a Esther mientras me miraba divertida) - ¿A qué chicas quieres llevarte tú? - ¿A quién va a ser? ¡Greta, guapa! (me agaché jugando con la perra mientras Gimeno me miraba se soslayo) - Pobre de ti, a Claudia te dejo, pero a... - ¡Muy bonito! (me alcé al ver acercarse a Claudia mirando a su marido con cara de pocos amigos) Ya hablaremos tú y yo (le

advirtió pasando de largo y abrazándome) llévame contigo, seguro que me cuidas más que él - Para que él te cuide solo te tienes que poner un disfraz de perrita (le guiñé un ojo mientras abrazaba a mi hermana) - No te creas que no lo he pensado - Greta, vámonos (ordenó Gimeno negando con la cabeza) Las féminas de la casa se tienen que poner al día y tú y yo sobramos - Solo tú, Greta se puede quedar (le informó su mujer y Gimeno puso cara atónita) - Aparecen las Wilson y bajo de nivel en un segundo, si es que... (se fue refunfuñando mientras reíamos por sus gestos exagerados) - Bueno, tú debes ser Esther (sonrío Claudia a la enfermera dándole dos besos)- Soy Claudia, la amiga de esto de aquí - Dale con llamarme esto, al final me traumatizáis de por vida (Claudia se acercó pasando un brazo por mis hombros)

- Cariño, nos tienes como amigos... lo tuyo ya no tiene arreglo. Anda, vamos que Lucía se muere por ganas de verte, tu madre la ha acaparado desde que ha llegado y no hay forma de arrancársela de las manos Antes de que Claudia me arrastrase hasta la presencia de mis padres, me aseguré de atrapar la mano de Esther con la mía y entrelacé nuestros dedos, ella me guiñó un ojo segura de sí misma y yo cogí aire para encontrarme con ellos. En el jardín de la casa, Greta jugaba con un par de niños cerca de la piscina, reconocí a los vecinos de Claudia y a mi padre sentados en una mesa charlando animadamente y a mi madre en el balancín acunando a Lucía con la abuela de la misma mirándola con cara de poco amigos al lado - ¡Ese papa bonito! (mi hermana saltó a las rodillas de mi padre haciendo que al hombre se le escapase un quejido) - ¡Me vas a matar, Alicia! - Echaba de menos escuchar eso (respondió despreocupada dándole un abrazo y yendo a ver a la pequeña protagonista de aquél fin de semana)

- Si logras que tu madre la suelte, te doy lo que me pidas (le susurró Claudia cuando pasó por nuestro lado, yo negué con la cabeza y me acerqué a mi padre, soltando momentáneamente la mano de Esther para darle un abrazo) - Maca, estás preciosa (se separó de mi y observó con curiosidad a Esther) - Papa, ella es Esther, Esther mi padre, Pedro Wilson (se dieron un par de besos y distinguí la sorpresa en los ojos de mi padre) Es mi pareja (solté sin más y él alzó las cejas aún más sorprendido) - Vaya, ¡Por fin! Un placer conocerte Esther (sonrío amablemente y la enfermera correspondió divertida) ¿Tú no tendrás alguien para Alicia, no? - Lo siento, señor, pero... - Quita, quita, has conseguido que mi hija te presente como su novia, ya solo eso es suficiente para que me tutees - ¡Alicia, para ya! (todos nos giramos para ver como mi hermana repartía besos por la cara de mi madre a mansalva,

con lo poco que a ella le gustaba eso, yo puse los ojos en blanco y me acerqué dándole un toquecito en el hombro a Alicia) - Me toca - Aguafiestas... (susurró mirando al bebé) ¡Pero qué cosa más rica! ¿Quién fue el donante de esperma? Porque obvio no es de Gimeno - Greta... ataca (apareció Gimeno con bebidas para las tres) - ¡Es con cariño, Gimeno! (exclamó cogiendo a la pequeña en brazos y haciéndole carantoñas ajena a la mirada divertida de Claudia y la fulminante de Gimeno) - ¿Tenías que traerla? (mi madre me preguntó y yo me encogí de hombros) - ¿Tenías que parirla? - Es tu hermana, Maca - Es tu hija, Rocío... (cruzamos las miradas en nuestro tira y afloja particular hasta que sonrió)

- Anda, dame dos besos. Pero dos ¿Eh? - Ni uno más, créeme (bromeé dándoselos y mirando a Esther) Por cierto, ella es Esther, Esther mi madre Rocío - Encantada (mi madre le dio dos besos y me miró con los ojos entrecerrados) - ¿Esa es toda la presentación? (alzó una ceja mirándome) - Sí, no ha estado mal ¿No? (yo miré a la enfermera que negaba con la cabeza sonriendo) ¡Gimeno, una cerveza! - Desde luego, vaya dos hijas me han tocado (murmuró mi madre yendo hasta su marido para ver si él disponía de más información) - Creo que tu madre quería que añadieses una amiga o un algo - Mi madre quería que añadiese un mi novia, pero no me da la gana - Maca...

- No, ya he escuchado un “¡Por fin!” por hoy, no pienso escuchar ni uno más en lo que queda de fin de... - ¡Por fin! (se escuchó a nuestras espaldas y yo quise que me tragase la tierra, quizás les debería haber presentado a alguna amante para que no montasen aquél numerito frente a Esther, pero a pesar de la vergüenza que yo pasaba ella ya no parecía para nada nerviosa, hasta diría que se lo estaba pasando en grande con la situación) El bautizo fue... no nos vamos a engañar, Gimeno insistió en que fuese por la iglesia, así que tuve que tragar fuerte y hacer de tripas corazón cuando me tocó mi parte, me entretuve con la pequeña Lucía en mis brazos el resto de la ceremonia, de vez en cuando echaba un ojo a Esther, que sentada entre mi hermana y mis padres nos lanzaba alguna fotografía que otra, yo sonreía al ojo tras el objetivo y le hacía tonterías a la niña, descubrí que le gustaba que dejase caer un mechón de pelo por delante de su cara, perdía el culo por atraparlo con sus pequeñas manitas. La cena estuvo bien, Claudia montó un pica-pica en el jardín para los más cercanos, y tras un buen rato, la gente se empezó a ir dejándonos a los padres, la niña y a nosotras solas, mi hermana había desaparecido en algún

momento y yo no quería saber dónde estaba, más tarde ya me explicaría ella que había conocido a un dentista amigo de Gimeno y que pasó una noche increíble en su casa. Por suerte yo estaba ajena a todo ello, en el balancín de mi amiga, con la niña completamente dormida en mis brazos - Estáis preciosas las dos (se acercó Claudia sentándose a mi lado y mirando el cielo estrellado, Gimeno y Esther le hacía arrumacos a Greta cerca de la piscina, la enfermera se había ganado a ambos para toda la vida) - Ella más que yo (sonreí al notar cómo se estremecía entre mis brazos, cómo si lo hubiese escuchado) Es un cielo de niña, Claudia - ¿Eso significa que puedo contar contigo para que me hagas de niñera? - No alucinas ni nada, guapa, es un cielo, pero hasta que no le quites los pañales yo no me la quedo - Oh, venga, tendrás que practicar para cuando te toque

- ¿Ya me estás dejando preñada? Te advierto que hace falta algo más que tus palabras para hacerlo (bromeé guiñándole un ojo) - Bueno, hace un año te dije que estarías viviendo con cierta enfermera y tú te burlaste de mí, y... ¿Con quién estás viviendo? - Con... ¿Una madrileña? (probé sin que colase y ella miró hacia dónde jugaban con la perra) - Me cae bien - Solo has estado un rato con ella, Claudia - Sí, pero ha sido suficiente para ver como la miras y cariño, nunca te había visto mirar a nadie así (desvié mi mirada hacia Esther, que reía mientras Greta intentaba alcanzarla) - ¿Me ha cambiado mucho, eh? - Bueno (Claudia colocó su mano sobre mi rodilla) Los cambios nos hacen crecer como personas, sean buenos o malos, y sin duda, tú en este año, has crecido un montón Maca y por tu

brillo en los ojos, ha sido por algo realmente bueno, no todo el mundo tiene la suerte que has tenido tú, de que las cosas salgan bien, de que todo sea bonito, de hecho, seguramente sois una de esas extrañas excepciones que suceden a veces (yo la miré sonriendo y negué con la cabeza) - Se te han acabado los mojitos por esta noche (bromeé señalando con la cabeza hacia la mesa del jardín, que aún conservaba los vasos de los mojitos que habíamos estado tomando) - Tonta, anda, dame a mi niña que la voy a acostar (Greta apareció como un rayo mientras Claudia cogía al bebé, en vez de cogerle celos, algo que todos temíamos, la perra se había convertido en la guardiana de Lucía, dormía siempre a los pies de la cuna, y antes incluso de que la niña iniciase el llanto, Greta ya estaba despertando a Claudia para que estuviese preparada) - Con permiso de estas bellezas, voy a acompañar a mis mujeres (las siguió Gimeno haciéndome reír, este hombre nunca iba a ser normal)

- ¿Si te digo lo guapa que estás con un bebé en brazos te asustas? (Esther se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro, mi mano se deslizó por encima de sus piernas, buscando sus dedos sobre el regazo y empezando a jugar con ellos) - Es bastante posible, así que ni se te ocurra, que estoy yo muy tranquila (noté como reía levemente y suspiraba después) - Me ha gustado conocer a tus amigos y a tus padres, son geniales - Sí, y te adoran (admití apoyando mi cabeza contra la suya) - Por supuesto, he metido en el carril correcto a la fotógrafa conquistadora (yo dibujé una media sonrisa) - Será que yo he dejado que lo hagas ¿No? - Claro (lo hizo adrede, lo de sonar tan poco convincente, me moví rápidamente para morderle un hombro, lo primero que tuve a mi alcance) - ¡Maca!

- Te lo tienes muy creído tú, hay que bajarte los humos de vez en cuando - Tonta, si ni siquiera sé porque te fijaste en mí, con todas esas mujeres guapas por ahí - Pues como es obvio, tú eres la más guapa de todas, sino anda que iba a estar yo contigo (le seguí el juego divertida) - Tú que me miras con buenos ojos - Soy fotógrafa, es mi trabajo (reí y me gané una palmada en la mano, se volvió a recostar en mí y suspiró de nuevo) ¿Qué es lo que te pasa? Tanto suspiro... - Estoy a gusto (aquél era uno de esos muchos pequeños instantes que me hubiese gustado guardar a buen recaudo para saborearlo cada vez que me apeteciese) - Yo también, mucho Escuché la puerta corredera que daba al jardín, Claudia la abría mientras Gimeno cruzaba con una nueva tanda de mojitos para los cuatro, ambos nos miraron felices, para ellos,

verme así era algo completa y absolutamente nuevo, y estaban encantados, y siempre me recordarían cuando Esther apareció en mi vida y volteó mi mundo del revés y a mí, por mucho que intentase maquillarla... siempre se me pondría cara de gilipollas - Bueno, ¿Y ya tenéis todo lo del piso listo? (preguntó Claudia cuando todos estábamos alrededor de la mesa, disfrutando de la frescura de aquella noche de Septiembre) - Todo listo (Esther me miró con una ceja alzada) Faltan cuatro cosas (se alzó su otra ceja) Puede que alguna más (solté al final mirando a la enfermera) ¿Qué? - Faltan un montón de cosas - Pero lo imprescindible ya está - O sea que ya tenéis cama (bromeó riendo Gimeno) - Joder, como para no tenerla, no sabéis la manía que tiene la niña con los colchones, fue lo primero y lo que más tardamos en comprar (informé a la pareja mientras Esther me sacaba la lengua haciéndome burla)

- ¿Y eso? El resto de la noche la pasamos bromeando y contando anécdotas, de Esther y mías, de Gimeno y Claudia, de Claudia y mías cuando éramos más pequeñas, era curioso eso de una cena de parejas, me gustó tanto hacerlo, que a partir de aquél entonces se convertiría en algo habitual vernos al menos una vez al mes, en Jerez o en Barcelona y pasar un rato juntos El día que nos fuimos a vivir a nuestra casa, no fue como yo esperaba, en vez de disfrutar de nuestro hogar como dios manda, tuve que acomodar a mi hermana en la habitación de invitados, tres días antes, había tenido una riña con Esther por ello, era absurdo tener habitación de invitados si yo no tenía la más mínima intención de invitar a nadie, pero ella alegó que por si acaso, que si pasaba algo, que si una de nuestras madres, que si... yo que sé, el caso es que cuando me di cuenta estaba montando una cama que sabía me iba a traer más de un quebradero de cabeza - ¡Uy que habitación más bonita! (asesiné a Alicia con la mirada, pero mi hermana siempre ha tenido esa capacidad de resbalarle absolutamente todo)

- No le cojas cariño, es temporal (le advertí igualmente) - Por supuesto, solo hasta que encuentre algo decente - ¿Algo decente? Has dormido hasta en la puñetera calle en tus viajes y ahora te vas a poner quisquillosa con... - Cariño (Esther apareció por la puerta) ¿Me ayudas a hacer la cama? - Sí, claro, voy (miré un segundo a mi hermana) No te acostumbres (la volví a señalar y me giré hacia Esther) ¿Por qué le guiñas un ojo? (Esther negó sonriendo con la cabeza y tiró de mí hacia el pasillo) - Ven aquí anda - No, no quiero (me crucé de brazos y la miré con una ceja alzada) Es temporal (ella asintió y yo fruncí el ceño) ¿Verdad? - Maca, es tu hermana, necesita un sitio en el que quedarse hasta que encuentre algo, y nosotras tenemos sitio, sí, lo sé (se acercó apoyando sus manos sobre mis brazos cruzados) Yo tampoco pensaba que mudarme contigo sería así, pero... son

solo unos días, y que yo sepa, recuperaste todas las puertas (las yemas de sus dedos hicieron algo de presión para separar mis brazos y tomó mis manos entrelazando sus dedos con los suyos y pegando su cuerpo al mío) Y... podríamos probar que el pestillo que pusiste ayer funciona ¿No? - No me convences del todo ¿Mhm? (me tenía convencida desde que sus manos me habían tocado, pero hacerse la dura de vez en cuando era lo único que me quedaba a aquellas alturas) - Bien... pues... (se mordió el labio mirando los míos) podrías venir a la habitación a ayudarme a hacer la cama - No me gusta hacer camas (alcé las cejas repetidas veces acompañando el gesto con una sonrisa juguetón y ella me robó un beso rápido) - Deshacer también está bien... (susurró pegada a mí y yo sonreí triunfante atrapando sus labios entre los míos y empezando a llevarla hasta la habitación entre besos y pequeños mordiscos)

- Oye, que se me ha olvidado ¿Qué hay de cenar? (escuché a mi hermana a mi espalda y... lo reconozco, una décima de segundo antes de cerrar la puerta de nuestra habitación le hice algo muy feo con mi mano) ¡Vale! ¡Ya me hago algo yo! (su voz sonó apagada al otro lado) ¡Y no hagáis mucho ruido! (a Esther le entró la risa y se separó de mí divertida) - Adoro a tu hermana (yo alcé una ceja instintivamente) - Vale, pues yo me voy a cenar y ella se queda aquí contigo ¿Mhm? (se rió y tiró de mi mano para que la siguiese hacia el baño que había en nuestra habitación, Esther había llenado la bañera con agua y sales y decorado con algunas velas) ¿No íbamos a hacer la cama? - No, era una excusa para llevarte al huerto - Cariño, al huerto me llevaste hace tiempo (susurré pegándome a su espalda y pasando mis manos por su cintura para abrazarla) - A este no... (ladeó la cabeza para besarme y sonreí al ver ese brillo que me encantaba en sus ojos, desde hacía unos días estaba instalado en ellos y a mí me tenía encantada)

- Me gusta el brillo de tus ojos (se sonrojó y yo reí alegre, ¿Cómo podía sonrojarse conmigo?) - Pues... tú sabrás, es cosa tuya - ¿Mía? - Claro, a ver si te piensas que a mí me brillan los ojitos por mirar a cualquiera (no pude resistirlo y atrapé sus labios sin la más mínima intención de meterme en aquélla bañera, por mi mente había pasado otra alternativa todavía más tentadora, pero ella se escabulló de entre mis brazos) No, no, que nos conocemos. Te vas a meter en la bañera, vas a relajarte y luego, si te portas bien... te voy a dar un masaje - ¿Masaje? (alcé las cejas sorprendida) ¡Al agua patos! (me quité rápidamente la camiseta y la tiré por ahí haciéndola reír) - Voy a comprobar que tu hermana no nos queme la cocina, enseguida vuelvo ¿Mhm? (se acercó y apoyó su mano sobre la piel de mi abdomen) - Y te metes conmigo (afirmé guiñándole un ojo)

- ¿Te portarás bien? - Uhm... (medité un segundo) No, seguramente no (se marchó dándome una palmada en el trasero y yo acabé de desvestirme para meterme en la bañera) Minutos después apareció Esther con dos copas de vino en las manos, venía riendo de alguna trastada que habría hecho Alicia, yo la observé dejar las copas de vino sobre el lavamos y desvestirse tranquilamente, me torturó entreteniéndose en doblar la ropa y dejarla a un lado colocadita, tomó las copas y me tendió una, agachándose al borde de la bañera - Por nuestro hogar (alzó la suya esperando que yo hiciese lo mismo, pero negué con la cabeza con una media sonrisa) - Por ti - Tonta - Vale, vale (fingí seriedad) Por nuestro hogar (brindamos y le di un sorbo al vino disfrutando de su gesto al saborear el vino) - Está rico

- Por supuesto, es de Burdeos (dejé la copa en el filo de la bañera y tomé la suya para dejarla en el mismo sitio) Te toca mojarte (sonreí ampliamente viendo como se metía en la bañera, acomodándose entre mis piernas y recostando su cabeza en mi pecho, mis manos no tardaron en escabullirse hasta su vientre, acariciando su ombligo por debajo del agua, permanecimos unos segundos en silencio) - Esto ya se parece más a lo que tenía pensado - A mi hasta que no me des mi masaje nada de nada (bromeé besando su cabeza) - No pides tú ni nada - ¿Yo? Que va, te has ofrecido tú (reí haciendo que se moviese levemente y sus manos acabaron buscando apoyo sobre mis muslos, aprovechando para acariciarlos de paso, yo agaché mi cabeza lo justo para besar su cuello lentamente) - Maca... has dicho que te portarías bien (susurró con la voz queda mientras yo volvía a besar su piel)

- En realidad creo que al final ha sido un seguramente no (le susurré a su oreja antes de dar un pequeño mordisco a su lóbulo) - Cariño... - ¿Sí? (una de mis manos empezó a recorrer su vientre trazando círculos mientras su hombro recibía a mis labios) - Te vas a quedar sin masaje... - Fijo que sí (mis dedos descendieron por su ombligo lentamente) - Ya está (se alzó un momento para ponerse a horcajadas sobre mí mirándome) Te has quedado sin masaje (se abrazó a mi cuello fundiendo sus labios con los míos mientras yo no pude evitar que se me escapase una sonrisita triunfante, me separé apenas unos milímetros para mirarla divertida) - Si cada vez que me quedo sin masaje esta es la alternativa... quiero firmar ya (pasó de mi para colar su lengua en mi boca mientras mis manos se clavaban en su espalda, apretando su cuerpo contra el mío un poco más, escuché a lo lejos unos

golpes pero los ignoré en el acto, estaba demasiado entretenida dibujando sobre la espalda de Esther con las yemas de mis dedos) - ¿Chicas? (oh, aquél tono heló hasta el último trocito de mi piel) Que... no salgáis ¿Eh? No pasa nada (aquella era una de las frases más poco creíbles de ella, un no pasa nada era, he creado una bomba nuclear en vuestra cocina y quedan cinco segundos para que explote) Pero... ¿No tenéis extintor? (o tal vez ya había explotado) - La mato... (me separé de la enfermera y miré el techo del baño) La mato Con nuestros más y nuestros menos, sobrevivimos al primer año de convivencia juntas, vivir con ella siempre ha sido fácil, sí, había riñas, por supuesto, nunca dije que el mundo fuese de color de rosa, pero teniendo en cuenta dónde acababan la gran mayoría de ellas... tampoco era para darles importancia, mi hermana seguía quedándose a temporadas con nosotras, igual que Laura, pero era algo a lo que nos habíamos acostumbrado... y desde que saqué un seguro para el piso que

cubría hasta un desastre nuclear, yo respiraba más tranquila en aquéllas breves visitas Era principios de Octubre, y llevábamos dos días haciendo de niñeras de la pequeña Lucía, sus padres nos la habían colocado en una de sus visitas mensuales para tomarse unos días románticos, y Esther no se había podido negar a cuidar de la pequeña, bueno, yo tampoco, que para algo era mi princesita - ¡Maca! (escuché que me llamaba Esther y me pareció que su voz venía de mi despacho, dejé el vaso que estaba fregando en el escurridor y fui secándome las manos con un trapo hasta allí) Esther estaba sentada a lo indio en mitad de mi despacho con una pequeña cámara en sus manos, la pequeña Lucía estaba de pie en una de las paredes tratando de alcanzar con sus manitas algunas de las fotografías de mi trabajo - ¿Has visto? (se giró hacia mí la enfermera con una mirada repleta de felicidad señalando a mi ahijada) ¡Está de pie! (y yo, reconozco, que sentí mi cuerpo temblar de arriba abajo, no era la primera vez que Esther irradiaba felicidad al estar cerca

de Lucía, le encantaban los críos y yo sabía que en algún momento quería tener alguno, pero no sé porqué, aquél día, parecía que lo quisiese tener allí mismo y eso... eso era algo que a mí me asustaba por encima de muchas cosas) - Creo que le gustan mis fotografías (suspiré apoyándome en el marco de la puerta) - Oh ¡Y mira! (me invitó Esther) ¿Luci? (la niña se giró para buscar a Esther)Mira que tengo (alzó la pequeña cámara en su mano y a la pequeña le faltaron piernas para corretear dando traspiés y caer sobre la mano de Esther) ¿Lo has visto? ¡es genial! (reía alegre mientras Lucía babeaba una de mis cámaras) - Sí, es genial, cariño (intenté que me saliese un tono natural, pero mi voz se quebró y ante la mirada de Esther me acerqué sentándome al lado de ella y empezando a jugar con la pequeña para distraerme) ¿Vas a ser fotógrafa como la tía Maca? (intenté quitarle la cámara pero ella balbuceó algo ininteligible y empezó a hacer pucheros) Vale, vale, toda tuya (escuchar llorar a niños es algo que siempre me ha podido, les

compraría todos los globos del mundo si me prometiesen no hacerlo en mi presencia) - ¿Te pasa algo, Maca? (me conocía demasiado bien) - No, no, estoy bien. Es que me van a volver loca con esa exposición que quieren montar - Tienes que relajarte un poco (su mano acarició mi mejilla brevemente) - Lo sé (observé como cogía a la niña y la colocaba sobre sus piernas, empezando a cantarle una canción mientras la movía arriba y abajo y la niña se deshacía en risas) Mi hermana ha llamado, que viene a cenar, que tiene un notición que darnos - ¿Qué notición es? - No me lo ha querido decir, que ya lo sabremos, estaba rara, creo que iba fumada (Esther me miró con desaprobación un segundo mientras Lucía jugaba a colar su pequeña manita en la boca de la enfermera) - Maca...

- Ya (le sonreí y miré el reloj) ¿Esta princesita no debería echarse la siesta? - Debería, pero le gusta demasiado jugar con tus cosas ¿Eh? (la pequeña se removió divertida sobre las piernas de Esther y rodó hasta mí apoyando sus manos en mis rodillas) - Princesita, no te libras de la siesta, que sino tu madre me crucifica por cambiar tus hábitos de sueño (me burle del sermón que me había metido días antes Claudia, pautas para cuidar de un bebé escritas por una madre histérica o algo parecido) - ¿La acuestas tú y yo me escapó a comprar cuatro cosas? - Te acompañamos, si no tiene intención de dormir (la miré, la niña acaba de descubrir que saltar sobre mi pie era divertido, se aferraba con sus manitas a una de mis rodillas mientras daba saltitos riendo y mirándome) - Anda, que si la metes en la cama contigo, se duerme enseguida, va (me animó ella levantándose) ¿Te hace falta algo?

- Podrías comprar salsa de soja, que cenaremos un pica-pica oriental ¿Te parece? - Hecho, cuando vuelva quiero a la niña durmiendo ¿Mhm? - ¡A sus ordenes! (cogí a Lucía en mis brazos y no tardó dos segundos en empezar a jugar con mi pelo) Esther compra y tú y yo a dormir como reinas ¿Trato hecho? (su respuesta fue meterse un mechón de mi pelo en su boca) Aquél día descubrí que Esther no era la única mujer en mi vida que hacía conmigo lo que le daba la gana, ya lo había sospechado el día que vi por primera vez aquellos ojitos, pero lo confirmé ese día, cuando la pequeña Lucía decidió que babear mi brazo era mucho más entretenido que ninguna otra cosa del mundo, sobretodo más que dormir, media hora después yo ya no sabía si arrancarme el brazo y dejárselo para que lo mordisquease hasta que se durmiese de cansancio o directamente meterme un tiro Por suerte, mi memoria trajo una canción que me habían enseñado en uno de mis reportajes, acompañábamos a un pueblo nómada por el desierto, una de las mujeres tenía un bebé y cada vez que este se inquietaba, la mujer le cantaba

una canción, durante aquellas tres semanas, me dormí con el sonido del viento bailando entre las dunas y aquella canción de cuna, así que con mi nivel de desesperación a tope, probé suerte... y para mi sorpresa, aquella especie de monstruo de las babas soltó mi brazo - No me lo puedo creer (se me escapó dejando de cantar y ella volvió a engancharse de nuevo) Vale, vale (empecé de nuevo a cantar y aquéllos pequeños ojos se clavaron de nuevo en mí) No sé en que momento nos dormimos, pero sí recuerdo lo primero que vi al despertarme, el rostro de aquella niña de año y medio durmiendo plácidamente, y por encima del suyo, el de Esther mirándome con ternura, recostada en la cama al otro lado de Lucía - ¿Cuánto rato llevas mirándonos? - ¿Si digo que una hora te asustas? (asentí adormilada) Sólo cinco minutos (sonrió ella) - Eso da menos miedo... (susurré incorporándome un poco para sentarme con la espalda apoyada en el cabecero de la

cama, Esther me imitó mirando que no se despertarse la hija de Claudia) - Al final has conseguido que se duerma - Lo mío me ha costado ¿Mhm? No ha sido fácil - No te gusta nadar cuidar de nadie (yo la miré frunciendo el ceño, ella permanecía con la vista fija en Lucía) - No es eso, no... estoy preparada, me ha costado media hora que se duerma, seguro que si estuviese aquí Claudia habría tardado dos segundos - Pero Claudia aprendió a tardar dos segundos a base de probar, hasta que dio con algo que funcionaba, nunca se está preparada Maca, solo... se practica, y se aprende mientras crece, y cuando ya has aprendido algo, crecen y toca aprender algo nuevo, no es muy diferente de lo que hemos hecho tú y yo, aprender y crecer juntas - Eso es diferente (busqué su mano para entrelazar sus dedos con los míos)

- No es tan diferente - ¿Estás tratando de convencerme para tener un bebé? - No, en eso no te puedo convencer, solo quiero que no lo veas como algo tan horriblemente feo, y no creo que me cueste mucho (la miré y sonreía de oreja a oreja) Por mucho que refunfuñes, esta niña te hace babear - Si hay restos de babas en mi piel, son suyas, no mías ¿Cómo puede babear tanto? (ella rió bajito y negó con la cabeza) Es como un saquito de babas - Le están saliendo los dientes, es normal - No es normal, el día menos pensado la tienes que atender porque se ha deshidratado de tanto babear Seguimos hablando sobre las extrañas cosas que hacía Lucía y que a mí me sorprendían, hasta que a la niña le entró hambre y empezó a berrear, era toda una princesita... menos cuando lloraba, Esther le preparó la papilla mientras yo daba vueltas alrededor suyo con la pequeña gritando

- ¿Y tú quieres tener uno de estos? (alcé la voz por encima del llanto mientras miraba a la enfermera comprobar la temperatura de la papilla probando una cucharadita) - Uno no, más (se me hubiese caído la niña al suelo si no hubiese visto la mirada traviesa de Esther, se estaba quedando conmigo, menos mal ¿O tal vez no?) Al día siguiente, yo estaba entretenida haciéndole fotografías a Lucía, Claudia iba a estar encantada, llevaba meses diciéndome que a ver cuando le hacía un reportaje a la niña por el morro, y aquella mañana, maté mi curiosidad por saber que notición traía Alicia con la pequeña, Esther quiso ser la estilista de la sesión e iba arriba y abajo haciéndole tonterías en el pelo y poniéndole gorritos extraños que sacó de una de las cajas del desván - ¿Tu hermana no tarda mucho? (preguntó Esther mientras reía porque Lucía intentaba atrapar un mechón de su pelo, yo disparé la cámara y me encogí de hombros) - Vete a saber, puede que no aparezca - Eso sí que no, que tengo curiosidad por el notición. ¿Tú no?

- Miedo, lo que yo tengo se llama miedo (capturé la imagen de Lucía metiéndose el mechón de pelo de Esther y mirándome con cara de niña buena) - Eso es mío chiquitaja (lo recuperó Esther recibiendo un manotazo de la niña en la mejilla) Cariño, la niña me pega - Le quitas las cosas que le gustan, yo también te pegaría (esquivé a tiempo un osito de peluche que pasó rozando mi oreja) - ¡Ya sé! (saltó y salió corriendo de la habitación justo cuando sonaba el timbre) ¡Voy yo! (pasó como una exhalación por la puerta del despacho y escuché como saludaba a Alicia) Buenas cuñada, la tienes en el despacho, ahora voy (distinguí el corretear de la enfermera con los pasos calmados de mi hermana) - ¿Qué le pasa a esa? - Se le habrá ocurrido otra barbaridad que ponerle a Lucía (señalé a la niña en el suelo que se entretenía con un mordedor)

- ¡Que mona está mi niña! (se echó al suelo y jugó con ella hasta que volvió Esther con un vestidito blanco) - Se lo compré el otro día ¡Vamos a ponérselo! - ¡Se lo pongo yo! ¡Se lo pongo yo! (corrió mi hermana a quitárselo de las manos a Esther, que se quedó a mi lado mirando la escena con el ceño fruncido) - Odio a tu hermana (me susurró fruto del enfado por haberle arrebatado a Lucía) - Bienvenida a mi mundo, cariño (me burlé ajustando el objetivo para sacar una fotografía) ¿Cómo le haces eso a mi mujer? (mi hermana se encogió de hombros mientras cambiaba la ropa de la pequeña) - Estoy embarazada, tendré que practicar ¿No? (mi cámara no se fue al suelo porqué Esther la salvó en un rápido movimiento) - Di que sí Alicia, ahí, sin anestesia (Esther colocó su mano en mi espalda y noté su mirada en mi rostro) Respira, cariño

- ¿Cómo? - Joder, Maca - Alicia, la niña (advirtió Esther cogiendo a la pequeña en brazos y tapándole los oídos) No escuches a la tía Alicia, tiene la boca muy sucia, no queremos que tu primera palabra sea fea ¿Eh que no preciosa? (se movía por la habitación dando círculos) - Vale, no decir palabrotas, me lo apunto. Querida hermana ¿Así mejor Esther? (la enfermera le sacó la lengua y empezó a jugar con las manitas de la niña) Querida hermana, yo sé que tú de eso no entiendes mucho, pero te lo voy a explicar, verás, el órgano reproductor masculino se intro... - Cierra la boca, se cómo se hacen los bebés, lo que no sé cómo tú puedes tener uno - Si quieres te hago un dibujo, sí, Esther pásame papel y lápiz - Tú eres tonta... (susurré recriminatoria de Esther)

llevándome

una

mirada

- Lucía, tú y yo nos vamos a ir a jugar al patio porque estas hermanas Wilson tienen la boca muy sucia, sí señora (se largó sin más y mi hermana y yo nos miramos desconcertadas) - ¿Quién? (acerté a preguntar) - Oh, claro, tengo novio ¿No te lo había dicho? - ¡Menos mal! ¡No te has preñado del espíritu santo! ¿Desde cuándo? - Desde hace... (contó con los dedos, muy pocos dedos) Cinco meses, sí - Alicia, tú estás tarada ¿Cinco meses y estás embarazada? - No sé, fue un accidente, un calentón, pero una vez embarazada pensé ¿Por qué no? - Porque la última vez que cambiaste un pañal fue a Lucía y se lo querías meter por la cabeza, joder Alicia, que tú ni siquiera has podido cuidar un perro, que se te escapaban y no volvían nunca - Mama decía que era porque encontraban amigos

- Cariño, mamá te hubiese dicho cualquier cosa para que no asimilases que huían de ti - Ah (se quejó mirándome) Déjame, tonta, no es lo mismo, lo voy a hacer de puta madre - Dios... ¿Y él no dice nada? - ¡Qué va! Está encantado, se pensaba que ya no iba a tener hijos, está de un contento que no veas, ya te lo presentaré, es increíble - Pero... ¿Tú estás segura? - Maca, sé que no crees que sea capaz y... - Alicia, creo que eres capaz, bueno... no lo creo, pero tampoco creía que fueras capaz de irte con dieciocho años con una mano delante y otra detrás a la India y lo hiciste, tampoco creía que fueses capaz de vivir en una comuna hippie con cuarenta personas en una habitación y lo hiciste, tampoco creí que fueras capaz de buscar un trabajo decente y lo hiciste, así que no creo que vayas a tener un bebé pero sé que lo harás y

te saldrá bien, solo que... joder, me has pillado como... descolocada, ni siquiera sabía que quisieras tener hijos - Y no quería, pero no sé, cuando Claudia tuvo a esa enana me empezó a entrar el gusanillo, luego cuando he hablado del tema con Esther y me lo pintaba como algo tan fantástico e increíble me aumentó y... cuando me quedé embarazada me alegré tanto al ver el positivo que supe que quería tener a este bebé - Un momento, un momento ¿Has hablado con Esther de tener hijos? - Claro que sí, le sacas el tema y no para de hablar, que si a ella le gustaría tener dos, que si los nombres que le gustan de niño y niña, que si... (se calló al ver mi cara de desconcierto) Tú sabías que quiere tener hijos ¿No? - Sí, solo que, no sé... no sabía que hasta tenía los nombres - Joder, Maca, ¿Nunca ha salido el tema? Ya lleváis dos años juntas y... bueno, ella se muere de ganas

- No sabía que se moría de ganas (me apoyé en la mesa del despacho mirando al suelo) Cuando ha sacado el tema me ha dicho que tenía ganas pero tampoco es que me haya insistido, quiero decir que... - Pues hermanita, que sepas que le encantaría, que es uno de sus sueños por cumplir y que seguramente no te mete presión para que no salgas disparada por esa puerta, pero que quiere tenerlos y que quiere que sea contigo lo tiene muy claro, te lo digo yo. Vale, dime que no vas a salir corriendo... (susurró y negué con la cabeza sin mediar palabra, claro que no iba a salir corriendo, amaba a Esther desde aquél día que me arroyó literalmente en un aeropuerto, me había regalado tantas cosas en dos años, yo había cambiado tanto en dos años, ella con su sonrisa y su mirada me había convertido en alguien mejor de lo que era, alguien con más corazón, no saldría corriendo, pero tenía que asimilar que lo que yo había acotado en ganas de tener un bebé, no eran ganas, sino algo mucho más grande) - ¿Ya habéis acabado de deciros palabrotas? (apareció de nuevo una sonriente Esther con la niña en brazos) Hay que poner la mesa, yo voy a darle un baño a la pequeña

- ¡Esther! Voy contigo que tengo que aprender (se levantó de un salto siguiéndola y dejándome a solas con mis pensamientos) Una semana después, Esther recibió la llamada de Julio, aquél hombre de la ONG, yo estaba retocando unas fotografías en mi despacho cuando llamó a la puerta suavemente, a mi me extrañó que no abriese sin más como otras veces y metiese un salto para sentarse sobre la mesa y llamar mi atención - Pasa, cariño (guardé los cambios y la vi asomarse con una sonrisa en los labios) - ¿Te molesto? - Nunca, tonta. ¿Qué te pasa? (sonreí divertida sin sospechar que había dentro de aquella cabecita) - Esto... me ha llamado Julio ¿Te acuerdas de él? - Sí, el que iba a montar no sé que en Brasil ¿No? - Sí, el mismo (la vi deambular por la pared de mi izquierda, dónde tenía algunas de las fotografías que habían premiado

en alguna ocasión) Oye ¿Ya has decidió cuáles poner en la exposición? - Más o menos, pero luego le echas un vistazo, a ver que te parece - Yo no entiendo de fotografía (se encogió de hombros) - Algo habrás aprendido conmigo ¿No? (recordé que en un par de ocasiones había mostrado interés por mi trabajo, pero enseguida nos habíamos desviado hacia... otras cosas) - No mucho, es difícil concentrarse contigo (me miró un segundo y luego se acercó a la ventana que había tras de mí apoyándose en el marco) - ¿Qué quería Julio? (me estaba cambiando de tema y no la iba a dejar) - Nada, que ya tiene todo montado y necesita gente para que le eche una mano y eso, me ha preguntado como lo tenía para ir y eso

- Eso es genial, Esther (me miró con la cabeza ladeada) O... no... - No lo sé (yo alcé las cejas sorprendida) - Ven aquí (palmeé con mis manos en mi regazo para invitarla a sentarse, ella lo hizo y pasó su brazo por mis hombros para no caerse) A ver ¿Cuál es el problema? - Pues... no lo sé, necesita bastante ayuda, no sería solo un mes, calcula que en un año podríamos hacer algo, que quiere que sea su mano derecha y... no sé Maca, pedir una excedencia en el hospital e irme a Brasil... ¿Tú como lo ves? - ¿Yo? No lo sé... es... no sé (un año era mucho tiempo) Pero... dos segundos que asimile (Ella sonrió de medio lado y suspiró) A ver, es algo que te hace feliz, hacer esos voluntariados y empezarlo desde cero y ver cómo va creciendo debe ser algo así como el sueño de cualquiera de vosotros, es una gran oportunidad - Lo es, muy grande, pero... no sé si ahora mismo es lo que quiero

- Cariño si es por el hospital, no creo que te pongan pegas - Maca, no es por el hospital (me miró fijamente y entendí por dónde iban los tiros) - Si es por mí, menos te tienes que preocupar - ¿No te importa que me vaya un año a Brasil? (algo dentro de mí notó que era una de esas preguntas trampas, aquélla conversación era de esas que parece que estás en arenas movedizas, un paso en falso y ¡Plas! La tierra te traga) - Esther, claro que me importa. Pero es una gran oportunidad para ti, sé que es algo que te encantaría poder hacer, y yo no creo que tenga nada más que decir o hacer que ayudarte a hacer todos los preparativos y de vez en cuando tomar un vuelo a Río para verte. Jamás se me pasaría por la cabeza hacer otra cosa que no sea eso - ¿No vas a pedirme que no vaya? - Si lo hiciese, sería increíblemente estúpida, tus sueños, sean de los que cumples a mi lado o no, son los que te hacen sonreír, te haría daño a ti y me lo haría a mí, puede que no

tenga demasiadas luces a veces, pero... eso lo tengo claro, quiero que seas feliz, y si eso pasa por un año lejos de mí en Brasil curando o enseñando a quién sea, no voy a ser yo quién se interponga (agachó la cabeza asintiendo) Siempre y cuando sea lo que quieres hacer - No lo sé, tengo que... pensarlo - Bueno (besé su mejilla) ¿Cuándo le tienes que decir algo? - Tengo tiempo, primero debería hablar con el hospital para ver si es posible pedir una excedencia y tal - En ese caso, ya te lo pensarás, no te agobies ¿Mhm? Se lo puedes comentar a Laura esta noche cuando venga, quizás te eche un cable - Sí (se levantó de mi regazo después de dejar un breve beso en mis labios) Te dejo trabajar (se marchó sin más y yo fruncí el ceño, había notado que había algo que Esther no me había dicho, esperaba que al menos a su amiga si fuera capaz de decirlo, no me gustaba esa mirada lejana que había en sus ojos y pasé el resto de la tarde más concentrada en cual podía ser el motivo oculto que en las fotografías que debía retocar)

Tras la cena de esa noche en la que Laura nos puso al día un poco de su vida, había conocido a alguien y estaba ilusionada con él como una cría de quince años a la que nunca han besado, parecía que nunca se cansaba de hablar de lo majo que era y lo bien que la trataba, no es que no me gustase la idea, estaba feliz por ella, pero hubiese bastado con una breve descripción tipo moreno, majo, romántico y no saber hasta el número de lunares que tenía en el cuerpo, decidí que era el momento perfecto para dejarlas a solas - ¿Os apetece un café? (me levanté de la mesa recogiendo los platos para llevarlos a la cocina) - Solo con mucho azúcar, gracias guapa (Laura me sonrió de oreja a oreja) pues lo que te iba diciendo, me llevó a un sitio increíble, es muy detallista y... - ¿Esther? - Sí, tráeme uno, lo voy a necesitar para aguantar a esta (señaló a su amiga recibiendo una servilleta en el rostro a cambio)

- Cuando deje de hablar de su príncipe azul, le podrías comentar lo de Brasil, si es que deja de hablar de él algún día - Que amigas más comprensivas que tengo ¿Nunca os habéis enamorado? (Esther y yo intercambiamos una mirada cómplice y Laura se echó a reír) Perdón, no he dicho nada. ¿Qué es eso de Brasil? (escuché que le preguntaba cuando yo ya iba hacia la cocina) Me remoloneé haciendo el café, todo lo que pude y más, incluso abrí el cajón de la cocina donde guardaba los cigarrillos y me fumé uno apoyada en la ventana de la cocina, de vez en cuando me apetecía encender uno y jugar con él entre mis dedos, sobre todo si estaba nerviosa lo reconozco, y aquélla noche lo estaba, tenía la sensación aquélla de estar perdiéndome algo importante - Se van a enfriar los cafés (noté a Esther abrazarme por detrás) - Lo siento, no me he dado cuenta (me excusé acariciando con mi mano las suyas, entrelazadas sobre mi abdomen) ¿Ya ha parado de hablar de su príncipe?

- Sí, hemos estado hablando de lo de Brasil y... ya hemos acabado, así que ya puedes volver - Ah, no yo... (me giré y la vi mirándome sonriente con cara de te he pillado cariño) Pensé que... - Luego hablamos anda, vamos a llevar esto y a ver si la niña me cuenta cómo va la gente del Central, que con tanto él para aquí, él para allá no me ha dicho nada. ¡Se va a enterar! - Oye, ¿Ya le has dado el notición de mi hermana? Le hará gracia - ¡Se me había pasado! ¡Laura! ¡Laura! ¡Tengo un notición! (corrió fuera de la cocina y yo sonreí negando con la cabeza) - ¡Estás embarazada! (alcé las cejas al entrar en el comedor) ¡Estáis embarazadas! - Que tonterías dices, Alicia está embarazada, nosotras no (aclaró Esther mirando con el ceño fruncido a su amiga) - Perdón, como venías con tantas ganas, pensé que... un momento ¿Tu hermana se ha preñado? ¿De quién? (me miró a

mí y me encogí de hombros acercando la bandeja con los cafés hasta ellas y dejándome caer en el sofá al lado de Esther, enseguida atrapó mi mano y se la acercó a los labios para darle un beso y colocarla después sobre su rodilla, yo me limité a observarlas mientras hablaban) Cuando Laura se marchó dejándonos a solas, Esther salió al pequeño jardín y se sentó en el escalón de entrada, mirando al cielo nocturno, cuyas nubes no permitían ver ninguna estrella, yo recogí un poco y tras fregar los platos fui a acompañarla, sentándome en silencio a su lado, noté como ladeó la cabeza para mirarme - ¿Quieres saber qué he hablado con Laura? - Si me lo quieres contar, sí (admití mirándola y regalándole una pequeña sonrisa) - ¿No teníamos por ahí unas esposas? (yo fruncí el ceño sin saber a qué se refería hasta que recordé el último carnaval en el que me disfracé a regañadientes de policía y ella de ladrona)

- Por ahí estarán, sí... ¿Para qué quieres unas esposas? (alcé las cejas mirándola interrogativamente) - Para que no me salgas corriendo ¡Por supuesto! (bromeó riendo, pero supe que había una pequeñísima parte de ella que lo temía, era algo que me costó años borrar, de hecho, aún a día de hoy, no sé si logré hacerlo en algún momento, espero que sí) - No voy a salir corriendo, tonta, pero por si te quieres asegurar... no te hacen falta esas esposas - ¿Ah no? - No (abrí ligeramente mis piernas y palmeé el escalón entre ellas) Ven aquí (Esther se colocó entre ellas y yo la abracé, oliendo el suave perfume de su cuello) Esto te va a funcionar mucho mejor que unas esposas (susurré en su oído notando como se estremecía y sus dedos se entrelazaban fuertemente con los míos) - ¿Seguro? (besé su cuello a modo de respuesta) - ¿Tanto me vas a asustar?

- Uhm... es posible - Vale (cogí aire con fuerzas) Suéltalo, cariño - No sé si quiero irme - Eso no me da miedo - Es la primera vez que no sé si quiero irme, hace, no sé, tres años no hubiese dudado, pero ahora... no sé (yo cerré los ojos, sabía que era lo que había cambiado en su vida en ese tiempo) - Pero es tu sueño - Es que... tal vez tenga otros que ahora mismo me gustaría más cumplir (susurró jugando nerviosa con uno de mis dedos) - Y ahí viene cuando yo me asusto ¿Mhm? (intenté bromear para calmarla, pero al ver que temblaba más estreché el abrazo y besé su hombro) Sigo aquí, aún no me voy a ninguna parte - Maca, yo sé que tú no... bueno... pero... no es que no quiera irme porque en este año tenga intención de que... solo que...

- Quieres tener hijos (la corté hablando con calma para sacarla del apuro, ella se giró para mirarme y al ver mi rostro pareció dejar de temblar) - Lo siento (sonrió de medio lado y yo negué) - Sigo aquí (frunció el ceño y después me miró con curiosidad) - Sigues aquí - Sí, y voy a seguir aquí y... bueno, no me da miedo ¿Sabes? Pero es algo que podemos hacer en cualquier momento y lugar, aquí, en Brasil o en la China, no tiene que ser un impedimento para que hagas lo que deseas - ¿Vendrías a Brasil conmigo? (sonrió mirándome de lado y yo asentí decidida) - Puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, pero solo quiero hacerlo desde la que estés tú (suspiró y apretó mi mano entre las suyas, negando con la cabeza) - No sé...

- ¿Dónde está mi chica decidida y segura de sí misma? (ella se encogió de hombros) - Creo que se asustó al darse cuenta de que he cambiado (tragué saliva y acaricié su mejilla, ella se acomodó de medio lado, pasando sus piernas por encima de una de las mías) - Creía que aquí la exclusiva de las huidas era mía - Pues creo que te voy a hacer la competencia - De eso ni hablar... (susurré buscando sus labios y besándola) - Mira qué no querer compartir (me sonrió de medio lado y yo negué rotundamente) - Si yo no he salido corriendo por haberme enamorado tan perdidamente que no me da la gana de estar sin ti, tú no vas a huir porque hayas cambiado, ni pensarlo (sonrió y se acurrucó contra mi cuerpo) - ¿No me dejas? - No, te vas a tener que aguantar y hacer como yo, aprender

- ¿Y eso como se hace? - Bueno, yo he de reconocer... que he tenido la gran ayuda de una enfermera preciosa que ha estado a mi lado y me ha marcado un ritmo que no me hiciese correr, tú, te vas a tener que acostumbrar con una fotógrafa que te adora y que va a hacerlo lo mejor que pueda para estar a tu lado y marcar el ritmo que sea - Creo que... me conformaré de momento con la fotógrafa, a no ser que me salga algo mejor (apuntaló en tono jocoso y recibió un merecido mordisco en el hombro) - Como si me fueras a cambiar por otra ahora que me tienes domesticada (alzó una ceja mirándome) - ¿Qué yo te he domesticado? - Pregunta a cualquiera, son mis testigos irrefutables (reí al ver su cara de desconcierto y la besé) ¿Sabes lo peor? - Sorpréndeme

- Que estoy encantada por que la única amante que quiero en mi cama seas tú. Y que si la cama está en Barcelona o en Brasil me da igual, tú decides dónde - ¿Te lo he dicho ya hoy? - ¿El qué? (ladeé la cabeza frunciendo el ceño con curiosidad) - Que te quiero - ¡Mierda! (metí un bote con cuidado de no hacerle daño y fingí que corría un segundo para detenerme y girarme a mirarla, tenía aquella cara de ¿Qué he hecho yo para merecer esto?) Perdón, la costumbre (le guiñé un ojo y tendí mi mano para invitarla a venir conmigo) - Eres tonta - Pero te encanto, y te encanta que decidas lo que decidas yo vaya a estar ahí, si quieres ir, si quieres quedarte o si quieres... lo otro (ella rió abrazándose a mí) - Ni siquiera eres capaz de decirlo - Sí que soy, puedo, sí (alzó las cejas y se mordió el labio)

- Pues dilo - Es que no quiero que te me pongas a llorar por la emoción - Intentaré no llorar (hizo un amago de beso y supe que no iba a volver a probar sus labios hasta que se lo dijese) - Cariño - Oh, solo quiero ver si eres capaz de decirlo - Dios... (miré al cielo y suspiré manteniendo mi cabeza en esa posición) Como si quieres que tengamos hijos (susurré entre dientes y escuché su risa antes de que sus manos bajasen mi rostro y me besase) - Hasta has usado el plural y todo - Te odio - No es verdad (sonrió con malicia) - Entonces... ¿Dónde? (ella se encogió de hombros y me besó de nuevo, más profundamente, y supe al instante que aquélla noche no me lo diría, que ese malestar que la había

acompañado se había esfumado, y yo suspiré aliviada ahogándome en su boca sabiendo que quizás había ayudado un poco a su estado, ¿Qué estaba acojonada? Por supuesto y como nunca, pero yo iba a seguir teniendo a esa fantástica enfermera y ella... ella se iba a tener que conformar con la fotógrafa) El segundo momento de más nervios que pasé en mi vida fue varios meses después, mi hermana Alicia había roto aguas, mis padres se encontraban en la ciudad para asistir al nacimiento de su primer nieto, se llamaría Marcos, aunque nadie descartaba que Alicia cambiase de opinión a última hora y le pusiese algún nombre estrafalario, y aunque ver a mi hermana con su enorme barriga refunfuñando cada cinco segundos “Sacádmelo de aquí joder” era una de las cosas más entretenidas del mundo yo estaba histérica porque dos semanas antes a Esther le habían hecho una inseminación y me moría por saber si a ella también la iba a escuchar quejándose o no - ¡Sacadlo ya! (gritó mi hermana desde la camilla ante la mirada de los presentes)

- Cariño, cálmate (susurró su novio cogiéndole la mano con cariño, el resto mirábamos atentos, mi hermana había decidió que aquél era el día en el que nos lo presentaba oficialmente, supongo que para descolocarnos un poco, pues aquél hombre, era lo opuesto a mi hermana, destilaba calma por cada poro de su piel y apenas había soltado un par de palabras en todo el día, más tarde descubrí que era así y no se debía al acojonamiento de ser padre en unas horas - ¿Tu hermana va a tener un alien o un bebé? (Laura no apartaba la vista de la poseída aquélla y yo me encogí de hombros) - Empiezo a dudar - ¡Os estoy escuchando! (Alicia nos fulminó con la mirada y amabas dimos un respingo en nuestro asiento, por suerte, pasó un doctor y mi hermana se concentró en él) ¡Tú! ¡Sácamelo ahora! (lo señaló decidida mientras su chico agachaba la cabeza avergonzado) - Perdone doctor es que... - ¡Tú te callas! (lo amenazó Alicia) Eres doctor, haz tu trabajo

- Señorita (tomó aire colocándose las manos en los bolsillos de la bata) Por enésima vez, hasta que las contracciones no sean más seguidas y no haya dilatado lo suficiente, eso va a seguir ahí y nadie lo va a sacar ¿De acuerdo? (Esther apareció de la nada a su lado) - Hola Javier ¿Hay algún problema? (miró a Alicia y al doctor alternativamente) - Esther, cariño ¿Tú me quieres, verdad? Por favor, por favor... (mi hermana cambió de actitud ante la enfermera que sonrió negando con la cabeza) - Ningún problema (respondió el doctor haciendo caso omiso a Alicia) voy a entrar a quirófano ¿Te vienes conmigo o me busco a otra? - Si no te importa otra, yo estoy esperando a ver si la meten a ella (Javier asintió y se marchó) - Esther, ¿No puedes drogarla o algo? (mi madre nos sorprendió a todos cogiéndole de las manos suplicante) Solo un poco, para que se calle

- O al resto si a ella no puedes (apuntilló mi padre saludándola con dos besos) - Lo siento, pero no nos dejan drogar ni a los pacientes ni a los familiares (sonrió ella y se acercó a dónde estaba Alicia) Ya verás como en nada ya está fuera, tú aguanta - Claro, como a ti no te están rasgando por dentro, creo que el cabrón ha decidido salir por el método del minero, está perforándome para abrirse camino (gimió Alicia y yo miré a Laura asintiendo) - No hay dudas, es un alien - ¡Dios! Métele un morreo a tu novia a ver si me deja en paz.Refunfuñó Alicia y yo miré a Esther sonriendo - ¡Alicia! (exclamó mi madre apurada) Si llego a saber que te vas a comportar así... - Eh, eres tú la que le está pidiendo a Esther que me drogue, menos cuentos caperucita (Esther se acercó y se sentó a mi lado mirando la escena)

- Me estoy arrepintiendo de decir que éramos familia (me susurró para que solo yo lo pudiese escuchar) - Tranquila, cariño, es comprensible, aún estás a tiempo de separarte de mí y que ya no lo sean, no podría echártelo en cara (ella me miró con una ceja alzada) - ¿Me dejarías hacerlo? Luego volvemos, cuando ya tengas a tu sobrina en brazos- ¿Puedo cambiarme el apellido hasta entonces? (le pregunté a su oreja haciéndola reír, atrapó mi mano entre las suyas y suspiró) - Quiero que sea una Wilson o un Wilson, pero si solo es por unas horas... Vale (noté como Laura nos miraba con el ceño fruncido y en silencio) - Yo quiero una García, así, pequeñita (bromeé indicando con mis manos el tamaño medio de una García, está bien, puede que exagerase un poco tirando a mucho) - ¿De qué demonios estáis hablando? (preguntó Laura con el mismo gesto de concentración en la cara) - De nada, oye ¿y tu príncipe? (su mirada se iluminó)

- Me vendrá a buscar en cuanto conozca a E.T - ¡Jodeeeeeeeeer! (Alicia me miró rabiando por dentro) Cariño, no tengas hijos ¡Nuncaaaaaaa! (yo alcé las cejas sorprendida y miré a Esther con algo de temor) - Es por las contracciones, es normal, no pasa nada - Esther... - Es normal y perfectamente soportable, tu hermana es una quejica - Un momento... (Laura se levantó de la silla para colocarse delante de ambas y mirarnos con el ceño fruncido) ¿De qué hablabais antes? El rollo de los ape... y ahora... oh. Oh. ¡Oh! (mi mano corrió rauda y veloz a tapar la boca de aquél personajillo) - Laura, no sé qué está pasando por tu cabeza pero... (noté la mano de Esther en mi antebrazo y la miré, su gesto era tranquilo y lo acompañó de una dulce sonrisa pidiéndome con los ojos permiso, ya me había comentado alguna vez que a Laura se lo debía contar antes que a nadie, igual que yo quería

decírselo a Claudia, pero habíamos acordado que no lo haríamos hasta confirmar nada) - ¿Eso quie... (ella negó rápidamente con la cabeza) - Luego, cuando todo esto se acabe (señaló hacia la camilla de mi hermana) - ¿Entonces? (sentí un mordisco en mi mano y miré molesta a Laura) - ¡Estáis embarazadas! (muchos, pero muchos, más pares de ojos de los que me hubiesen gustado se centraron en Laura y luego... en nosotras) - Jo... der (hasta mi hermana se quedó sin saber qué decir) - Per... pero... ¿Maca? (mi madre me miraba fijamente a mí mientras mi padre asentía sonriente) - ¿Los bebés están de rebajas? ¡Dos nietos para la cuenta! (bromeó mi padre intentando sacar la tensión del ambiente, yo... yo quería que se abriese un boquete bajo mis pies y me tragase)

- Nadie está embarazada (Esther miró acusadoramente a Laura por su falta de discreción y me apretó la mano intentando que yo reaccionase, pero no podía, era incapaz de articular palabra, llevaba una puñetera semana pensando en que haría si lo teníamos que decir, y desde luego... entre todas las opciones posibles, aquélla no había pasado por mi cabeza en ningún momento) - Pero, pero... - Vaya chaso (hundió los hombros mi padre) - Aún no lo sabemos, quizás... con algo de suerte (decidí intervenir) Dentro de pocos meses, pero... lo estamos intentando - ¡Que alegría! ¡Las descerebradas de mis hijas me van a dar nietos! ¡Las dos! De Alicia me lo esperaba, en cualquier momento me iba a venir con un bombo, pero tú Maca, cariño, estoy muy contento por ti (mi padre me acorraló entre sus brazos estrujándome ante la atónita mirada de mi hermana, que balbuceaba algo negando con la cabeza)

- Será... será... ¡Papá! (se separó al instante de mí y sonrió apurado) - Cariño, también me puse contento cuando tú me lo dijiste - ¿Qué dices? Si soltaste aquello de, hay dios mío, ¿Pero qué has hecho? El mundo no está preparado (y aunque hicimos un esfuerzo, no pudimos evitar reír por descubrir que fue lo primero que le dijo mi padre a Alicia cuando le informó de su embarazo) - Bueno, los míos ya lo saben... (susurré abrazando a Esther) ¿Cuándo se lo decimos a los tuyos? (y me regaló una de aquellas sonrisas radiantes que iluminarían el firmamento entero si se hiciese falta) Paseaba arriba y abajo nerviosa por la habitación de nuestra casa, con las manos cruzadas a mi espalda, mordiéndome el labio, ansiosa porque la puerta del baño se abriese y maldiciendo el concepto del tiempo, era jodido ser consciente de que en realidad el tiempo siempre va al mismo ritmo y aún así tener la sensación de que es eterno, escuché la maneta ceder y miré hacia allí

- ¿Ya está? (Esther puso los ojos en blanco, había intentado dos veces mear en aquél estúpido palito y dos veces yo la había estresado lo suficiente como para que me echase del baño) - Sí, ya está ¿Te quieres calmar? - ¿Y? (me moví nerviosa hacia ella) - Maca, hay que esperar cinco minutos (mis ojos la miraron atónitos) Oh, venga, lo sabe todo el mundo - Se me había olvidado (suspiré sonoramente y empecé de nuevo a vagar alrededor de la cama) - Y yo era la que tenía ganas de tener niños... (murmuró dejando el test encima de la mesita de noche y tumbándose en la cama) Ven aquí conmigo, anda - No puedo estarme quieta, lo siento (rechacé su invitación) ¿No se te han quitado las ganas viendo a mi hermana? (quise amenizar la espera hablando)

- Pues... ha habido un momento... (bromeó dejando la frase en el aire) No ¿Has visto su cara cuando miraba a Marcos? - Sí, pero sigo sin poder quitar su cara de niña del exorcista de mi cabeza ¿A ti también te pasará eso? - Cada mujer lo lleva diferente, a unas les da por llorar, otras gritan como tu hermana y otras piden que las sacrifiquen porque están sufriendo (la miré horrorizada y se echó a reír) - No ayuda. Pero nada (le informé acostándome a su lado y cruzando los brazos) - Anda, tonta (tomó uno de mis brazos y lo estiró para acomodarse entre él y mi cuerpo, jugando nerviosa con los dedos de mi mano) - ¿Has llamado a tus padres para decirles que iremos a verlos? - Luego les llamo ¿Has hablado con Claudia? - Sí, mientras estabas en el parto, creo que se ha caído al suelo de la sorpresa, pero enseguida me ha recordado que ella ya me lo dijo

- ¿Gimeno que ha dicho? - Que quiere ser el padrino y que sea un niño para que se case con Lucía. También me ha puesto al teléfono a Greta. Para que me felicitase (puse cara de circunstancia y Esther rió por las ocurrencias de aquél tarado que teníamos como amigo, se refugió más abrazándose a mí) - ¿A tus padres les ha gustado saberlo verdad? - Sí, les ha encantado, creo que mi padre se ha meado de la emoción encima y mi madre... bueno, ya la conoces cariño - Sí... (ladeé la cabeza lo justo para poder mirarla un poco) - ¿Te preocupan los tuyos - Mi padre no, mi madre... - Bueno, a tu madre siempre le cuesta un poco asimilar las cosas, le costó cuando le dijiste que te venías a vivir conmigo y que no era una amiga, pero al final lo lleva bien ¿No?

- Porque eres una pelota de cuidado cuando estás con ella (me recordó Esther trazando con su mano círculos alrededor de mi ombligo) Haces lo que quieres con mi madre, que lo sepas - Menos hacerle entender que no voy por ahí persiguiendo a los famosos para hacerles fotografías, que las mías son de otro estilo - Cariño, eres buena... ¡Pero no haces milagros! (rió ella divertida y yo puse los ojos en blanco, tenía razón, no lo iba a conseguir en la vida, nos quedamos un rato en silencio, pensando en nada y en todo, yo me moví para mirar el test sobre la mesita) Aún no han pasado cinco minutos - Joder... (refunfuñé tras suspirar) - ¿Sabes cómo se nos puede hacer más corta la espera? - ¿Cómo? (cualquier cosa me hubiese valido, pero cuando la vi ponerse sobre mí a horcajadas y quitarse la camiseta para tirarla por ahí, sonreí porque fuese aquella su opción elegida) ¿Ahora?

- Ahora (susurró acercándose a mis labios y atrapándolos con los suyos) - Luego si eso ¿No? (me separé y ella negó con la cabeza, su dedo índice se acercó al borde de mis pantalones y fue subiendo en una lenta tortura por la piel desnuda de mi abdomen, miré hacia abajo y vi el bulto de su mano por debajo de mi camiseta, mirando como ascendía torturándome) - ¿En serio? (la miré y dudé un segundo) - Esther, primero miramos si... (me acalló con sus labios y colocó una de sus piernas entre las mías, haciendo algo de presión) - Primero esto y luego miramos ¿eh? (susurró poniendo su voz seductora y agarrando con su mano uno de mis pechos cortándome la respiración un instante) - Est... (su pierna hizo algo más de presión cuando sus labios encontraron mi cuello, yo giré la cara mirando el test sobre la mesita, sabía que en cualquier momento cedería y Esther

ganaría, siempre ganaba, sus dedos atraparon uno de mis pezones y se me escapó un gemido) - Esto ya me gusta más... (gimió sobre mi cuello erizándome la piel y yo cerré los ojos con fuerza) - No me hagas esto... quiero... (ella se separó lo justo para mirarme) - ¿Hacerte el que? (preguntó con la voz tomada cuando su otra mano se colaba entre mis piernas haciéndome dar un respingo) - ¡Esther! (ella sonrió con malicia buscando de nuevo mi cuello y yo miré hacia la mesita, dos segundos más y... un momento ¡Aquello había cambiado de color! Metí un bote haciendo que Esther cayese de un lado y atrapé el test entre mis dedos, enseñándoselo victoriosa) ¡Ya está! (seguía mirándome seria) Rosa ¿Qué es rosa? - Rosa es que en los siguientes nueve meses no puedes volver a hacerme esto, las calenturas son malas para el bebé (mi mundo creció de golpe y una sonrisa de oreja a oreja se instauró en mi rostro)

- ¿Estamos...? - Sí, estamos (asintió ella mordiéndose el labio con una media sonrisa) Y yo estoy (alzó las cejas repetidas veces) Y tú me tienes que dar lo que pida - ¿Los antojos no son más adelante? (me hice la dura jugando, aunque sabía que al segundo siguiente le iba a presentar batalla a la lengua de Esther hasta que amaneciese o se acabase el mundo, lo que sucediese primero) Como cada noche en los últimos cinco meses, me desperté de madrugada con la cama vacía, suspiré resignada y encendí la luz de la habitación y me arrastré fuera de la cama soñolienta, en la cocina, me encontré a Esther sentada encima de la pequeña mesa que usábamos para desayunar con un helado en la mano, al verse descubierta, me miro con gesto infantil - No te va a funcionar, que lo sepas (le advertí mientras le quitaba la tarrina y lo tapaba ignorando sus pucheros) - Cariño, tengo antojo (se pegó a mi espalda mientras cerraba la puerta del congelador) Anda (coló sus manos por debajo de la camiseta de mi pijama, erizando la piel de mi vientre)

- Antojo, antojo, no me jodas - ¡Vale! (se separó de mi cruzándose de brazos) Si el niño nos sale con la cabeza en forma de cucurucho va a ser tu culpa (yo la miré un segundo y estallé en una carcajada) - ¿Cabeza de cucurucho? ¿En serio? - Claro que hablo en serio, soy enfermera ¿Recuerdas? (me abracé a su cuerpo negando con la cabeza) - Esther... - Vale, no nos va a salir con la cabeza en forma de cucurucho, pero... (el teléfono nos interrumpió y yo miré el reloj de la cocina) - Es para ti (me apoyé en el mármol mientras ella descolgaba, Esther siempre se levantaba a la misma hora a saquear la nevera y había encontrado con quiñen hablar cuando mi hermana le dijo que su hijo no la dejaba dormir por las noches)

- Tu hermana no me deja comer helado. Dice que porque no me dejas comer helado (yo alcé una ceja) - Me voy a la cama (susurré acercándome para darle un beso en la frente) - Creo que le molesta nuestro affaire (la escuché bromear y me giré para sacarle la lengua y volver a la cama) Media hora después noté su cuerpo colarse entre las sabanas y pegarse al mío, coló una de sus piernas entre las mías y empezó a besar mi cuello - ¿Ya es la hora del segundo antojo? (su risa golpeó mi cuello antes de dejar un breve mordisco) Eso es que sí (me giré sonriendo en la oscuridad y abracé su cuerpo desnudo) - Este sí que me lo permites ¿Eh? - Cariño, comer tanto helado no puede ser bueno para el bebé, pero está comprobado que el ejercicio físico ayuda mucho (le susurré colando mi pierna entre las suyas) - No sabes tú ni nada (gimió cuando ataqué su cuello feliz)

Era una de las cosas que me encantaban de su embarazo, una de aquella que compensaban el tener que ir sí o sí a las tres de la mañana al badulaque de dos manzanas más abajo a comprar lo que fuese bajo amenazas varias por su parte. Me hundí en su boca mientras mis manos recorrían su cadera - Tienes suerte de mis hormonas... si no te castigaba sin besos por dejarme sin helado - No ibas a durar ni dos segundos igualmente (susurré erizando su piel mientras descendía hacía su vientre, recorrí con mi mano la curva de su embarazo, siguiéndola de cerca por suaves besos) Cariño, tapate los oídos, tu madre y yo vamos a hacer un poco de ruido (escuché la risa divertida de Esther mientras su manos se enredaban en mi pelo) - Creo que está acostumbrado - Deja de hablar de él, es ella, seguro (le comuniqué volviendo a trepar hasta su boca y mordiendo ligeramente sus labios) - Mañana lo sabremos, hasta entonces, es el bebé (me recordó la cita que teníamos al día siguiente)

- Va a ser una niña, te lo digo yo (afirmé de nuevo cuando una de mis manos atrapó uno de sus pechos y gimió ante el contacto) - Lo que tú digas, cariño (y supe que solo me daba la razón, como tantas otras noches, porque sus hormonas ya estaban entrando en juego y quería guerra, pero como a mí ya me encantaba darle guerra, omití el detalle y seguí acariciando sus pechos, que desde el embarazo, respondían rápidamente a cualquier caricia o suspiro que los abarcase) El timbre nos despertó a media mañana, el timbre, y alguien golpeando la puerta desesperadamente, Esther se removió en la cama y yo la miré atentamente, estaba claro que me iba a tocar a mí ir a abrir, me arrepentí al segundo siguiente de abrir la puerta de mi casa aquella mañana, debería haberme hecho la loca, pero para cuando me di cuenta tenía una explosiva combinación sentada en la mesa de la cocina con unos churros con chocolate - ¡Voy a despertarla! (Laura hizo el amago y yo tomé su muñeca)

- Ahí quieta fiera, que aún es pronto (le recordé por décima vez en media hora) - Se le van a enfriar los churros, y los churros fríos no vale nada (informó Alicia llevándose uno a la boca y mordisqueándolo) - ¿Tú no deberías estar cuidando de tu bebé? - Se ha quedado con él, yo tengo algo muy importante qué hacer - Maca, os vamos a acompañar sí o sí (sonrió Claudia y yo al miré entrecerrando los ojos) - Tú calla que has venido sin mi princesa, ya te vale - Gimeno ha ido al parque con Greta y ella, quizás si rodeamos de mujeres a Esther cuando le digan el sexo del bebé, será niña - O un niño al que se le ha metido para adentro con tanta mujer (bromeó Alicia y le di una colleja) - Estáis hablando de mi hijo o hija, por favor

- Déjame despertarla, es tarde, dios ¿No estás nerviosa? Deberíamos ir ya, imagina que pillamos, tráfico, o... - No (corté la verborrea de Laura) - ¡Ajá! La dejaste anoche destrozada ¿Eh, Wilson? (mi hermana se ganó otra colleja ante la mirada curiosa de Laura y Claudia) - ¡Maca! Nosotras la tenemos que dejar descansar y tú ahí, sin dejarla dormir ¡No es justo! (Laura se cruzó de brazos y yo me encogí de hombros) - Es por obligación, los antojos hay que cumplirlos - Los que la señora quiere eso sí (escuché su voz y me giré para mirarla medio adormilada cruzando la puerta de la cocina) Buenos días, chicas (se acercó a mi dándome una palmada en el culo mientras iba hacia la nevera) Buenos días, cariño - Dios... estás enorme (se le escapó a Laura que hacía un mes que no la veía, yo la fulminé con la mirada, al igual que Esther)

- Esta preciosa, que no es lo mismo (me acerqué a la enfermera y me pegué a su espalda besando su hombro) Han traído churros si te apetece - No, que estoy enrome (refunfuñó infantilmente haciéndonos reír, yo la volteé y besé sus labios) - Pero eres mi cosa enorme (le susurré con cariño ganándome una palmada en el brazo mientras el resto reían al ver a Esther ir a sentarse a la mesa fingiéndose indignada por lo que había dicho) - ¡Indignada! (la señaló mi hermana divertida) ¿Ves? Si te hubieses quedado conmigo en vez de con esto (me señaló a mí y alcé una ceja) No estarías así - Tienes hijo y pareja, te lo recuerdo (me senté al lado de Esther observando cómo empezaba a desayunar hambrienta, tanto que no se dio cuenta que le quedaba algo de chocolate en la comisura de sus labios, lo atrapé con uno de mis dedos y lo llevé a mi boca casualmente mientras me miraba) - ¡Maca!

- ¿Qué? (pregunté mirándola a ella y luego al resto para ver si me daban una pista de que es lo que había hecho esa vez) - Me voy a duchar (se alzó indignada y desapareció mientras nuestras tres amigas se echaban a reír) - ¡Esther! ¡El agua fría es para la izquierda, acuérdate! (grito mi hermana haciendo que me sonrojase, no podía ser posible, como esa hambre de Esther no desapareciese, me iba a consumir en dos meses, menos mal que teníamos invitadas y no podíamos, que sino... iba a temblar toda Barcelona) Aquél día, fue el día que cinco mujeres se quedaron atontadas mirando un monitor de la sala de ginecología del hospital - ¡Es una niña! (exclamó Laura antes de que el ginecólogo hablase, lo miré y asintió con la cabeza sonriendo) - Vamos a tener una princesita (se me escapó con una sonrisa y noté los dedos de Esther entrelazándose con los míos) - Una Maca pequeñita... (miré a Esther que contemplaba embelesada el monitos, besé sus labios con amor, me hubiese dado igual lo que saliese en aquél monitor, niño, niña que

alien, pero... imaginar a una Esther enana correteando por la casa era... increíble) - Gimeno se va a poner un triste, quería que se casase con Lucía (bromeó Claudia guiñándome un ojo) - No cantéis victoria aún, sigo pensando que se le ha metido para dentro al ver a cinco mujeres ansiosas mirándole (soltó Alicia y las cuatro la miramos incrédulas) ¿Qué? Podría ser... (se encogió de hombros y negamos con la cabeza, mi hermana era un caso perdido, lo cogieses por dónde lo cogieses) El tercer momento que más nervios pasé en mi vida y el último, fue una tarde cualquiera, estábamos tumbadas en el sofá, ella viendo una película, y yo concentrada en dibujar con las yemas de mis dedos tonterías sobre su más que abultado vientre, se giró con un gesto extraño en la cara hacia mi yo alcé una ceja - No voy a dejar de hacerlo, le gusta, lo sé (y seguí a lo mío) - Maca

- Cariño (la miré de nuevo y algo en sus ojos hizo saltar todas las alarmas de mi cuerpo) - Hay que ir al hospital - Estás de... no... pero... ¿Contracciones? - Desde esta mañana (me informó con toda la calma del mundo y yo la miré atónita) - Pero... pero... (sus manos fueron a mis mejillas y me miró con ternura) - Calma, hay tiempo, vamos a coger las cosas, las llaves del... (se quedó con la palabra en la boca al verme saltar por encima del sofá y salir disparada) - Hay que avisar a tus padres, a los míos, a Laura, nos mata sino, Alicia, mierda, ¿Dónde está mi móvil? Después, da igual, a ver... (yo me movía rápidamente intentando recordar todo presa de una sensación de cosquilleo mareante por todo mi cuerpo) Cálmate, Maca, tú puedes. La canastilla. En la habitación (corrí hacia allí) La tengo. Las llaves, en la entradita (corrí de nuevo hacia la entrada) Mías. Mira el móvil. Lo tengo.

Bien, bien, bien, bien (me iba felicitando mientras cerraba la puerta de casa a mis espaldas por haberme acordado, sí, realmente creí que lo había hecho muy bien, nada de pánico, todo muy calmado, al menos... hasta que me subí al coche y miré a mi lado. Me dejé lo más importante... a Esther, que me miraba desde la puerta de casa con los brazos cruzados) Esther... ¿No vienes? (pregunté bajando la ventanilla y ella se echó a reír, risa que cortó con una mueca dolor, salí disparada hacia ella) - Es solo una más, no pasa nada Yo conduje como pude hacia el hospital, más tarde Esther me echaría en cara que a la próxima cogíamos un taxi, porqué aún no le cuadraba que uno de los saltos que metió el coche la niña no hubiese salido disparada sin más, pero es que entre el tráfico de Barcelona y ella tan tranquila avisando a todo el mundo, pues... me estresé En el hospital, todo fueron atenciones, las compañeros y compañeros de Esther se desvivieron porqué tanto como ella como todos nosotros estuviésemos a gusto, y eso que lo más lógico hubiese sido que nos echasen, aquello parecía el

camarote de los hermanos Marx, por un lado, mis padres y los suyos divagando sobre lo preciosa que sería su nieta y no sé qué cosas, Alicia martirizándome con que me iba a desmayar en el parto seguro, Claudia dándome ánimos mientras Gimeno me comunicaba que aunque fuese una niña, quizás no debíamos descartar lo de la boda entre Lucía y nuestro bebé, que nunca se sabía, joder, si los únicos calmados eran Esther y mi cuñado que sostenía en brazos a Marcos mientras Lucía le hacía carantoñas - Cariño... (escuché su voz entre el griterío general y acerqué mi oído a sus labios) - Dime - Recuérdame que adoro a tu familia y a la mía (reí más de nervios que por lo que dijo) - Cariño, adoras a mi familia y a la tuya (dejé un breve beso que Alicia se encargó de que todos supieran de su existencia aplaudiendo como una loca) - ¡Bravo! Así me gusta, que te despides para cuando te desmayes

- Alicia, cuando todo esto pase, te voy a volver a encerrar en una habitación como aquella vez... pero de esta no te voy a dejar escapar - Aguafiestas (se quejó ella cruzándose de brazos dando una patadita infantil al suelo) - Maca, avisa que ya viene... - ¡Que ya viene! (se me ocurrió gritar creando el silencio a mi alrededor, miré angustiada Esther) ¿Qué tengo que hacer yo? (Esther agarró el timbre y presionó el botón) - Tú no me sueltes de la mano y todo irá bien - No soltarte de la mano, vale (en ese momento entró una enfermera) - ¿Ya, Esther? - Sí, ya... Salimos de la habitación camino al paritorio dejando atrás el camarote de los hermanos Marx, yo estaba acojonada, mucho, muchísimo, pero me aferré a la mano de Esther y no la solté

hasta que me lo pidieron para que me cambiase y entrar a asistir a uno de los momentos más mágicos y a la vez perturbadores de mi vida - Cariño, respira (tenía huevos que la que estaba pariendo fuese la que lo pedía, yo estaba respirando, como nunca... vamos, que estaba hiperventilando y me empezaba a marear un montón) - Estoy bien (pocas veces le he mentido... esta fue una de ellas) - ¿Esther, quieres que... (una compañera suya me señaló y yo me aferré más a la mano de Esther) - Déjala, ya se calmará cuando caiga al suelo desm... (apretó los labios con fuerza y mi mano también, clavándose en ella fuertemente) - ¡Joder! (se me escapó y sus compañeros de trabajo que la asistían al parto creo que ser rieron por debajo las mascarillas)

- Maca (Esther me miró una vez pasó la contracción, tenía la frente perlada de sudor, los ojos hinchados y la cara enrojecida, pero a mí me parecía una diosa bajada del cielo) - Lo sé, calma, respiro (intenté calmarme un poco) - Vale, ya está aquí Esther, ya sabes lo que tienes que hacer (el doctor que estaba entre las piernas de ella la miró y ambos se asintieron con la cabeza pausadamente) Cuando yo te diga (¡¿Qué ya estaba aquí?!) ¡Empuja! - Venga, Esther (la animó una de las enfermeras mientras ella hacia una mueca por el esfuerzo y acababa de destrozar mi mano) - ¡Más fuerte! (el doctor desapareció entre las piernas de ella, y si segundos antes no me hubiesen partido la mano le habría dicho que se cortase un poco tanto mirar allí) Ya le veo la cabeza E hice lo más estúpido que he hecho en mi vida. Me asomé por encima de ella allí. No debí hacerlo. Nunca. Y es que esa escena bucólica del bebé saliendo con el pelo revuelto y mínimamente manchado, es ficción. Desde el momento en el

que me asomé y vi todo aquello al que caí en el suelo no pasó más de un segundo, escuché la voz de Esther llamarme preocupada, pero el doctor le volvió a pedir que empujase, noté unas manos que me levantaban para sacarme de allí, justo cuando salía, escuché un llanto desgarrador que se iba a convertir en la música que nos acompañaría durante todas las noches de los siguientes dos años y sonreí mareada aún mientras me dejaban en la sala de al lado con los familiares - ¡Hija! (mi madre me rodeó entre sus brazos aprisionándome) - Cariño, déjala que no puede respirar (apareció mi padre para salvarme) - Dios... ha sido un alien (bromeó Alicia recordando su parto) ¿Ya ha nacido o te has derrumbado antes? - Y yo que creía que mi nuera era fuerte (murmuró Manolo pasando un brazo por encima de Encarna) ¿Hay nieta o no hay nieta? - Hay nieta, Manolo, hay nieta (intenté sonreírle)

- ¡Hay nieta! (le metió un abrazo enorme a Encarna que lloraba emocionada, bueno, de hecho desde que había llegado al hospital no había dejado de hacerlo así que tampoco era algo extraordinario) - ¿Y es guapa, mi nieta es guapa? (miré a Encarna que me preguntaba ansiosa y a mi mente vinieron los dos únicos segundos que la había visto, justo antes de...) - Para desmayarse, Encarna, es tan guapa que desmaya (informé a aquella masa de gente mientras buscaba un sitio dónde sentarme y asimilar. Nuestra hija. Acababa de venir al mundo nuestra hija. Ya no me iba a quitar esa sensación de mareo en años por aquella pequeña, la de lecciones que me iba a dar, pero eso yo, todavía no lo sabía) Entré en la habitación silenciosa, había acompañado a los padres de Esther a nuestra casa para que descansasen después de aquella larga noche, la enfermera descansaba plácidamente en la cama, con la niña entre sus brazos, tal como la había dejado media hora antes, su rostro parecía agotado pero la pequeña sonrisa de sus labios era de las más hermosas que le había visto, de esas que me hacían sonreír

imitándola, dejé las cosas sobre una mesa y me senté al lado de su cama, disfrutando de los suaves rayos del amanecer que se empezaban a colar por la ventana, acariciando sus pieles - Sé que estás aquí... (se ensanchó su sonrisa sin abrir los ojos) - No quería despertarte (suspiró y abrió los ojos cansada) - Hola... (yo la miré embelesada, ¿Cómo podía estar tan preciosa después de haber dado a luz?) - Hola... - ¿Quieres... (hizo un gesto hacia la pequeña y yo negué con la cabeza) - Dentro de un rato, déjame miraros (ella me miró sonriente y asintió buscando mi mano con la suya, entrelazamos nuestros dedos mientras mirábamos aquél pequeño cuerpecito sobre su pecho) - Es preciosa

- Ha nacido de ti, no podía ser de otra forma (sus manitas se abrían y cerraban en sueños como si quisiese atrapar el aire que la rodeaba) - Maca... - Dime (la miré con atención y ella suspiró) - ¿Recuerdas cuando nos conocimos? - No, se me ha olvidado (mentí sabiendo que ella lo iba a descubrir en menos de una décima de segundo) - Tonta - A preguntas tontas, respuestas... (su dedo índice tapó mis labios) - ¿Lo recuerdas? - No lo podría olvidar aunque quisiese (sabía que se refería a otro momento, a miles de quilómetros de allí, pero a mi mente vino su ropa empapada y el agua resbalando por su pelo hacía su mirada fulminante porque la hice tropezar en el aeropuerto)

- ¿Y la noche del monzón en los lagos? - Cariño, recuerdo cada detalle de ese viaje (y supe hacia dónde iba, fruncí el ceño y ladeé la cabeza mirándola) - Y yo. Mi deseo se ha cumplido (susurró con una maravillosa sonrisa en su rostro) - ¿Qué deseaste? - Deseé ser madre. No imaginé que la persona que tenía a mi lado aquella noche mientras lo deseaba iba a tener muchísimo que ver, pero deseé ser madre (agachó la vista hacia la pequeña y yo cerré los ojos un segundo, perdiéndome en aquella noche y en su rostro contemplando las estrellas caer por encima de la cordillera de los Annapurna) Y lo he conseguido, lo hemos conseguido (abrí los ojos para encontrarme con los suyos y tomé aire lentamente antes de besar sus labios) - Te quiero ¿lo sabes? - No (yo alcé una ceja divertida)

- A preguntas tontas, resp... (sellé sus labios de nuevo hundiéndome en su sabor) - Bueno, esta pequeña necesita que le pongan un nombre en esa pegatina de la cuna ¿Mhm? - Maca, ¡Si ya lo teníamos elegido! (se sorprendió Esther al comprobar que en la cuna de plástico del hospital, el chupete dónde iba el bebé estaba vacío) - Sí, pero ese lo echamos a suertes después de descartar el de todas mis amantes (reí por su ceño fruncido en un segundo) Y he pensado... que te gustaría más otro... - ¿Cuál? (yo sonreí y me levanté buscando el rotulador que me había traído de casa) - ¿Sabes cuando me decías que habías soñado con nuestra pequeña? - Sí... - Pues... siempre decías un nombre mientras dormías (me miró con curiosidad mientras yo trazaba las líneas en la

pegatina con forma de chupete sin que ella lo pudiese ver bien) - No fastidies ¿Le he puesto nombre a nuestra hija en sueños? - Sí, y... yo ya me he acostumbrado a escucharlo de tu boca, así que... (me eché a un lado y ella sonrió al verlo) - Pero lo teníamos que elegir entre las dos - A mí me gusta más si viene de tus sueños... (susurré acercándome a la cama en la que descansaban las dos mujeres más importantes de mi vida) - Que ñoña estás desde que eres madre (bromeó porque se le escapaba una lágrima tonta de su ojo, la apartó riendo y acabé de acercarme para besar su frente, nuestra hija alzó una mano en sueños que yo cogí con la mía, era algo tan pequeñito en comparación, tan dulce e indefenso sobre la palma de mi mano que se me encogió el corazón) - No lo sabes tú bien... (admití apoyando mi cabeza contra la suya) Creo que se va a parecer a ti

- ¿Tú crees? - Sí, es como su madre, me ha robado el corazón nada más mirarme (Esther se movió lo justo para que nuestras miradas se cruzasen) - ¿Cuál de las dos? (sonreí y sentí como la niña se liberaba de mi mano, abriendo aquellos ojos que dejan sin respiración a cualquiera y que más adelante sorprenderían con aquél destello verde bajo los reflejos del sol) - Buenos días, princesa... (susurré a pesar de saber que no entendía ni una palabra de lo que decíamos) - Buenos días señorita Erika Wilson García (ambas sonreímos a la pequeña, que pareció mirarnos un segundo) Ninguna de las dos sospechamos en ese momento lo que sabríamos más adelante, que teníamos ante nosotras a una futura gran mujer, decidida en todo lo que se propusiese y que iba a dejar las huellas de sus tacones en el suelo del mundo ________________________________________

En el presente... Ni siquiera las punzadas de dolor intermitentes y agudas que paralizan mi cuerpo son capaces de borrar la sensación de tenerla cerca, lo que me empuja a hacer un esfuerzo brutal por abrir los ojos, ansiosa por tan sólo contemplar su rostro una vez más, mi recompensa... su sonrisa temblorosa y su mano clavándose en la mía - Cariño... (la escucho susurrar aguantando el llanto) - Ho... hola... (es como si clavasen mil agujas en mi garganta a conciencia, pero intento camuflar mi dolor con una pequeña sonrisa que la hace cerrar los ojos brevemente aliviada) - Te quiero... (besa mis labios repetidas veces mientras aprieto mi puño a un lado aguantando, duele, pero aún así, ahora mismo pararía el tiempo y querría que solo me quedase una eternidad de sus besos) - Esther... (me mira y frunce el ceño asustada, lo sabe, igual que yo, niega con la cabeza, sé que no quiero hacerlo, y en otras circunstancias, ella ganaría la batalla como siempre, pero

esta vez... me odiaría por haberle dejado ganar, en algún momento, sé que lo haría) ¿Sabes con qué he soñado? - Maca, tienes que descansar amor, por favor (y se abraza a mí sin mirarme, y yo intento corresponderla como puedo) - Cariño... no quiero descansar (beso su pelo y alza la cabeza de mi pecho para mirarme, y de repente, aprendo que hay un dolor, que es aún más aterrador que el que se pueda sentir sobre el propio cuerpo, que paraliza infinitamente más... el dolor en su mirada, en esa mirada llena de vida y amor que me ha acompañado desde que un día, hace una vida... me arroyó en un aeropuerto cualquiera como un huracán imparable) - Ma... (y no sé como consigo que uno de mis dedos viaje a sus labios silenciándolos un instante) - He soñado con los lagos... (ella niega apretando con fuerza los ojos, luchando contra sus lágrimas y partiéndome el alma con ello, busco su mano entrelazando sus dedos con los míos y creo para ella una sonrisa) Necesito que me mires - No voy a hacerlo, vas a ponerte bi...

- Esther, te hice una promesa... déjamela cumplir, por favor (le suplico y ella me mira durante interminables segundos descompuesta, al final cierra los ojos con fuerza y asiente con la cabeza) Gracias, cariño - De nada... (logra decir y puedo imaginarme el nudo en su garganta destrozando cada fibra de ella) - ¿Recuerdas los lagos? - Claro que los recuerdo... - ¿Recuerdas que... vimos la lluvia de estrellas? (se escapa de su garganta un sollozo y yo ladeo la cabeza llevando una de mis manos a sus mejillas) Nos prometimos que el día que se cumpliesen nuestros deseos, nos lo diríamos, no teníamos ni idea de dónde estaríamos o con quién, pero prometimos que lo haríamos - Lo sé (habla ella y sé que lo hace por cortarme, por no seguir escuchando, porque cada palabra que le digo le empieza a sonar a despedida, suspiro y tiro de ella un poco para que se acerque, fundiéndome en sus labios como tantas otras veces

hemos hecho, dándole una pequeña tregua a su cabeza y a su corazón, y a los míos) - Mi deseo se ha cumplido (le susurro con nuestras frentes pegadas y los ojos cerrados) - ¿Qué era? (y nunca la había escuchado tan asustada por recibir una respuesta, pero necesito dársela, necesito que lo sepa) - Esther, aquella noche, yo deseé algo... que me parecía imposible, deseé por una vez, pasar mi vida con alguien, no pedí que fuese mucho, quizás debería haberlo hecho, pero... bueno... sabes que yo no era precisamente una mujer de pareja, eso me lo enseñaste tú, lo que sí pedí... es con quién quería pasar mi vida (y sus labios me callan, aferrándose desesperados a mi sabor, con las respiraciones agitadas ahogándonos sin importarnos lo más mínimo) - ¿Conmigo? (y sonríe como siempre lo ha hecho, y sé que tal vez este fingiendo, como yo finjo que no siento como el dolor tortura cada fibra de mí)

- ¿Con quiñen si no? (le preguntó mirándola con todo el amor que nos hemos dado en estos años) - Pero si nos acabábamos de conocer (y yo me muerdo el labio y agacho la cabeza) - Es aún peor... (la miro y ella aparta su dolor a un lado para alzar las cejas, me gusta este momento, su rostro, quiero esto hasta que deje de respirar) - ¿Tan fácil te gané? - Cariño, tú me ganaste sin saberlo - ¿Tan buena soy? (intenta bromear y rio ligeramente estremeciéndome en esa cama) - Tanto como para ganarme en un aeropuerto antes de siquiera saber tu nombre - Maca... (y veo por sus ojos pasar algo que no reconozco, suspiro, voy a reconocer lo que nunca hubiese reconocido, que yo, empecé a ser yo, antes de compartir con ella un viaje loco en Rickshaw por las calles de Katmandú, antes de las

luciérnagas, antes de la lluvia de estrellas, antes de verla cantar en mi coche como una loca camino a la sierra, antes de todo, mucho antes) - La primera vez que te vi, fue en un aeropuerto, llovía a mares y yo esperaba coger un vuelo cuando alguien chocó conmigo y me tiro al suelo (sonreí feliz al recordarlo) Estabas empapada, me fulminaste con la mirada, soltaste una maldición y te fuiste sin más, tan de repente como habías llegado, solo fue un instante, pero no me lo pude quitar de la cabeza, era imposible, cuando menos lo esperaba allí estabas de nuevo, habías estado una décima de segundo sobre mí... y era incapaz de sacarte... - Con lo buena que está y lo torpe que es (la miro frunciendo el ceño) - ¿Cómo? - No te maldije, solté un... “con lo buena que está y lo torpe que es” - ¿Lo... lo sabías? (niega con la cabeza apretando los labios)

- Lo acabo de recordar - Me enamoraste ese día (le reconozco y ella niega con la cabeza de nuevo y lo siento, un quiebro en mi corazón, un instante en el que se detiene, se acerca) Me acabaste de calar en los lagos y aquélla noche en el tejado del hotel, yo ya sabía de sobras, que por mucho que me costase, que por mucho que no... (se me corta la respiración agotada y ella intenta que deje de hablar, pero niego y sigo, un segundo más, solo un segundo más)... que no supiese hacerlo... quería pasar mi vida junto a ti - Cariño... (susurra desesperada leyendo en mis ojos que se nos acaba el tiempo, que esa vida que deseé a su lado, se escurre entre nuestros cuerpos) - Esther, gracias... por... - No, amor, por favor (y su tono suplicante se clava en mí y me estremezco horrorizada, solo un poco más, por favor, ruego a la nada) - Gracias por cumplir mi deseo (y un gemido de dolor se me escapa y sus ojos, repletos de lágrimas se vuelven a cruzar con

los míos, y a pesar del mar en ellos, justo por debajo, distingo el mismo brillo que ha hecho que durante los últimos veinte años, nada más despertar sonriese) - Gracias por cumplir tú el mío... Y me besa y yo cierro los ojos, perdiéndome en esos labios, sin nada más qué decir, solo arañando unos segundos más de vida a su lado, sólo... recordando todo, absolutamente todo lo que me ha dado, los momentos buenos y los malos, que los tuvimos como todo el mundo, pero ahora me parecen tan jodidamente absurdos, tan poco importantes al lado de su mirada, de su sonrisa, de sus manos, de ella... y esa sensación, esa de saber que me voy, pero que lo hago cargada de tan buenos momentos que borran los malos, de cosas tan inmensas como su respiración calmada cuando dormía entre mis brazos o de la pequeña mano de nuestra hija intentando atraparme jugando con sus risa alegre retumbando por toda la casa, esa sensación... es indescriptible Recordando las cosas que he aprendido a su lado, al de las dos, porque ambas, tanto Esther como nuestra pequeña mujer, me han enseñado mucho, aprendí a compartir mi

espacio y convertirlo en nuestro espacio sin salir huyendo asustada, a estar encantada por amarla solo a ella y no necesitar nada más, a respetarla en los contados y breves momentos de tentación no sucumbiendo a ella porque lo que me esperaba en casa era mucho mejor, a pensar en alguien más aparte de mí y a preocuparme por algo más que no fuera mi felicidad, a hacer del lugar en el que iba a crecer nuestra hija en algo un poco mejor, a ser madre y no estar las veinticuatro horas del día temblando, a dejarla crecer cuando ella nos lo pidió, a estar siempre ahí incondicionalmente, pero por encima de todo, aprendí algo que hace que hoy, me vaya con una sonrisa a pesar de ser consciente de todo lo que me voy a perder, y es que ellas, me enseñaron que a veces, por inimaginable que parezca... los deseos se cumplen Y por supuesto, que me dejo muchos momentos por recordar, muchos más importantes que los que ahora vienen a mi cabeza, estos apenas son unos trazos de un gran dibujo, una milésima parte de la fotografía de esa vida, que sé que no cambiaría por nada del mundo, una fotografía, en la que por supuesto, sale ella en primer plano con nuestra hija de su mano y aunque me hubiese gustado más tiempo, sé que esa

fotografía... hubiese sido exactamente la misma, ahora, a mis 52 años... o con 100 FIN

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