Mi Testimonio, Memorias de Un Comunista Mexicano - Valentín Campa
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Descripción: México: Ediciones de Cultura popular, 1978....
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TESTIMONIO LENTIN CAMPA
orias de un comunistu mexicano
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Las memorias de Valentin Campa son una prueba fehaciente, incontesiable, de la presencia de una clase obrera en lucha y de un Partido Comunista Mexicano nacido y arraigado profundamente en e l suelo nacional. La vida de Carnpa es una de esas sintesis históricas en las que un militante resume y concentra una etapa del curso social, una epoca. Nacido 'entre hambres y guerras', en los comienzos del siglo, Campa vive sus primeros años en el marco de una revolución en ascenso que, sin embargo, ya desde e l inicio exhibe los gérmenes del futuro poder burgués de los que es portadora. Por ello la lucha entre el trabajo y el capital lejos de decrecer, aumenta, dando raíz y razón a las intensas luchas sindicales y partidarias de aquellos dias. La historia politica del México del iiltimn meriin cinln anarnrn rnfleiada
valentín campa s. mi testimonio experiencias de un comunista mexicano
SEDE
crónkas y testimonios ediciones de cultura popular
índice
Entre hambres y guerras Genocidio e invasión Encuentro con el asesino de Villa Ricardo Flores Magón También fui petrolero Del exceso a la abstinencia Ciudad venkrea Los altibajos del petrdleo ''El bolchevique" "Hipólito de los locos" La Gran Logia Bolchevique Sacco y Vanzetti Elias Barrios os Zaratustra Los ferrocarriles Pavlov y los leones "Abstemio y dulcero " Disefió la portada: Carlos Palleiro Primera edición en espanol, abril'de 1978 DR c Ediciones de Cultura Popular, S.A. Filosofía y letras 34 Colonia Copilco-Universidad México 2 1, D.F. T. 5 12-69-64 Impreso y hecho en Mbxico
Huelga en el riel ( 1926-192 7 ) h b o r d e en huelga de hambre Huelga general Bautizo represivo El escuadrón de hierro Monterrey Portes Gil me quiere sobornar La CSUM Ascenso stndtcal El so rama inicial ~ u c h a ctses. pero en la mi,lpa de mi compadre
Be
Sobre la ilegalidad de las huel as La valija m a l 8 t a Ante el descontento: Lecumberri y las Islas Mari'as El día contra la desocupación Clamor contra la desocupaciótr Un tal Estebnn Franco Los primeros anos del Partido La Revolución rusa Los balbuceos del PCM Lección internacionalista de Lenin Encuentro con Julio Antonio Mella La clandestinidad El levantamiento de Escobar Huelga de hambre en Lecumberri En la Internacional Sindical Roja Secuestrado sin lograr incomunicarme Los chilaquiles parecian cemento armado La toma de la XE W Benjamin Jiménez Huelga en la ASAHCO Lo que debe saber todo revolucionario El machete ilegal
Diego, Siqueiros y Guerrero El gran mural Dego Rivera delator Diego y el Dies El coronelazo El atentado a Trotsky Siqueiros con los ferrocarrileros La batalla del Zócalo Ni con Calles ni con Cárdenas Campa candidato a gobernador de Nuevo Ledn La carta de la delegacidn al VI1 Congreso Huelgas a granel El Comité de Defensa Proletaria Fascistas us comunistas El Congreso constitutivo de la CTM La CTM.revolucionaria La CTM us La Vidriera Soy comunista Paro al paro patronal Amilpa inicia sus tranzas Los obreros optan por los comunistas Una aclaracidn necesad~ Ferrocarrileros y electricistas en pie de lucha Huel a victoriosa Luz y lec e opulares Luchar y reiv(nd;caciones en el campo Nubarrones en la vida de la CTM Hacia el charrismo
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Los El Magallanes
LV Consejo de la CTM y la
"unidad a toda costa" "El lobito" afila sus colmillos El interoencionismo de Earl Browder y la Internacional Comunista Resoluddn aberrante A la cola de la cola
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Unidad de acción unidad orgánica a nive sindical
Política de clase Independencia sindical Crisis del charrismo La nacionalización petrolera Emplazamiento a huelga Las masas y la nacionalización La reaccidn se desata Solidaridad internacional con México La rebelión de Cedillo Un patriota espontáneo Plan táctico para derrotar a Cedillo ~ e n u h c i apública de la ASONADA Valiosa accidn de los maestros rurales Estallido y aplastamiento de-larebelidn El caso Trotsky La campaña contra Trotsky, Una consigna nefasta Se orquesta la intriga "Stalin es un cabrdn" Exigencia de autonomía e independencia Los anos cuarenta Polftica represiva de Avila Camacho La demagogia de la "unidad nacional" lnvasidn yanqui frustrada Campana en favor de la URSS Movimiento diuisionista en el Sindicato Ferrocarrilero Campaña contra la carestía Lucha por las nacio,nalizaciones EL CNE y la carabina de Ambrosio El cachorrismo revolucionario Mesa redonda de marxistas La primera olémica ASE por las nacionalizaciones Subestimacidn del imperialismo El debate sobre el "partido de nuevo tipo" Ni siquiera la unidad de acddn
Revueltas
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Devaluación y charrazo 195 Cae el veso 197 n Jesús Díaz de ~ e d (a) "E1 Charro" 199 Gdmez 2.. refrenda su traicidn Terror en el riel La larga cárcel de Eleno Ayala Quintero "Valentín Campa está fuera de la ley" Tres aiios dos meses en prisión El reloj El Universal contra Manuel R Palacios San Quico La corrupcidn "El Giiero" Batillas Enjaulado en "Las Marfas" tres Los "enfermos" por turno Esfuerzos por mt libertad Hernán Laborde El primer diputado comunista La bandera arrancada por Sandino a los yanquis A la altura de los mejores Además de camaradas, hermanos
EL POCM Claridad en el nuevo Partido Lombardismo abyecto en el POCM 233 Las huelgas ferrocarrileras de 1958-1959 El "tortuguismo" Las comisiones pro aumento de salarios Plan del Sureste Los charros a aseo La voz deramo Se inicia la represidn El ejkrcito contra íos ferrocarrileros Carta al general Cárdenas La gran noticia La mano de la CIA Cobardía política en el PPS Otras abyecciones
Por décima vez R o d n Guerra Montemayor En Lecumbem Fuga Un fidelista anticomunista Santa Marta El domitorio número 4 Visitas amables Olvido y disciplina en prisidn Cárdenas Expresidn de una etapa Lucha a fondo contra Calles Existencia contradictoria Un gran mexicano Corriente de renovación en el PCM Manifestaciones de crisis en el PCM iu influencia saludable del XX Congreso del PCUS México: país industrial agrario La necesidad de una nueva revolucidn Unidad de accidn y política de alianzas La juventud Juventud oprimida y explotada Necesidad de una organizacidn juvenil Movimiento estudiantil La marcha de la libertad Por las libertades democráticas 2 de octubre de 1968 Los "halcones" Huelgas universitarias La huelga del STEUNAM Soberdn y el contrato colectivo de trabajo Surge STUNAM, el gran sindicato universitario Nueva actitud de los acadkmicos asalariados La constitución y las leyes ,reglwnentarias Leyes reglamentarias viola torias 'de la constitucidn Reglamentos antiobreros
Las mutilociones al 123 180 días en campana Los prolegdmenos Los derechos de los cre entes Libertad sindical y académica Por un ejército paMdtico El recorrido Balance La cuestión internacional
Stalin crea un desconcierto La Segunda Guerra Mundial Las contradicciones El papel de la 111 Internacional Nuestra política internacional Nuestras diferencias Separacidn necesaria de dirigentes partidarios y esta tales Desarrollo del capitalismo
Incremento y concentración & capitales Urbanismo anárquico
La economía estatal al servicio de la privada 3 19 El capitalismo monopolista de Estado 320 La cuestión agraria 323 El PCM en el campo 324 Las peripecias de la reforma agraria 324 Huelgas agrícolas 326 La divisidn entre obreros y cam esinos 327 ~ r ~ u t u r 328 o Perspectivas inmediatas
Mi reconocimiento en especial a los camaradas: Iián Semo Abraham Nuncio Máximo de León
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La crisis actual. artritis estmctural 329 Reformas a cuentagotas 330 Documentos 337 Carta de Vicente Lombardo Toledano avalentín Campa 15 de abril de 1937 339 Declaracidn a la prensa por parte del PCM. 14 de septiembre de 1936 359 Carta del Gral. Lázaro Cárdenas a Saturnino Cedfllo. 10 de octubre de 1937 361 Apkndice gráfico
En la elaboración de este libro participaron con ideas, investigaciones, datos y medidas técnicas eficaces, muchos camaradas.
Celso Garza Jesús Ibarra Javier Rojas Olga Vázquez Marcela de Neymet Edgar Morales
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Javier Eizaguirre Esta obra es el resultado de una vida colectiva favorable en el Partido, y de un equipo de trabajo coordinado.
Valentih Campa
Propósito del libro
Mi preocupación central al elaborar esta obra ha sido dejar constancia de las experiencias, tanto .buenas como malas, de mi vida como revolucionario. Mi propósito, al acceder a publicar este escrito, es presentar con objetividad esas experiencias recogidas a lo largo de más de cincuenta años de actividad militante; mi más alta aspiración es poderlas compartir con las nuevas generaciones revolucionarias. Al leer el libro se observará que la deficiencia principal, tanto mía como de otros camaradas de mi generación, fue nuestro bajo nivel teórico y aun político en momentos cruciales para la historia del Partido Comunista Mexicano y el movimiento sindical. La política de "unidad a toda costa", aprobada en el pleno del Comité Central del Partido Comunista Mexicano de junio de 1936, que tuvo funestas consecuencias para la lucha del proletariado mexicano, y la línea sectaria izquierdista del pleno de julio de 1929 son, como habremos de esclarecer, dos ejemplos elocuentes de tal deficiencia. Me tocó actuar como militante obrero en la época marcada por el desarrollo del capitalismo en el país. La conformación de la burguesía mexicana y su tendencia a la asociación con el imperialismo yanqui impulsaron el fortalecimiento constante de un régimen despótico, represivo, demagógico y manipulador. Sin titubeos decidimos enfretarnos a esas fuerzas. En el balance contamos con éxitos de mucha importancia en nuestras luchas, pero la forma específica del desarrollo capitalista impuso las derrotas que registramos en estas páginas. El despotismo habría sido más marcado sin nuestra resistencia I
sistemática al régimen. No contaríamos hoy en día con el espacio democratizado de los últimos años por cuya conquista la clase obrera y el pueblo en su totalidad han tenido que pagar una alta cuota de esfuerzos y sacrificios. Autores conscientes de nuestras deficiencias y errores, rechazamos a los que con su política y actitudes han facilitado, en vez de resistir, el despotismo del régimen de nuestro país. Algunos han claudicado, e incluso, frecuentemente pretenden, asumiendo una postura filistea, convertirse en jueces de los que hemos combatidosin cejar, afrontando todas las enormes dificultades que hemos conocido en estos años. Muchos, en buena hora, han rectificado. Para ellos han permanecido.abiertas las puertas de nuestras filas. Este libro está dirigido a las nuevas generaciones de obreros y asalariados, de campesinos, intelectuales, estudiantes y pequeños negociantes empobrecidos. Confiamos en que puedan acercarse a nuestras experiencias con sentido crítico y aprovecharlas para poder enfrentar los complejos problemas que conlleva la preparación de una nueva revolución social en México. La burguesía no puede existir sin asalariados a quienes explotar. De ello se deriva un hecho fundamental: la burguesía puede derrotar, pero jamás vencer a la clase obrera y al pueblo. Los obreros y asalariados, fuerza principal de la sociedad actual en nuestra patria, no sólo sí pueden existir sin los señores del capital, sino que están llamados a derrumbar el poder económico y político en que aquéllos se sustentan pai-a conquistar el bienestar y la libertad. La ciencia señala y los hechos irreversibles lo confirman: la victoria de la clase obrera, y con ella la de la humanidad, es inevitable. Bajo esa premisa hemos participado en la lucha, sabedores de que nuevas generaciones la continuarán hasta vencer.
e ~ t r ehambres y guerras
Nacido en Monterrey el 14 de febrero de 1904, me trasladé con mi familia a Torreón, Coahuila, a principios de 1910. Uno de los focos iniciales de la Revolución mexicana al momento de estallar se dio en Gómez Palacio, Durango, población separada de Torreón por el río Nazas. Un tío, hermano de mi madre, se incorporó desde el principio al movimiento, por este motivo mi familia estuvo muy ligada a la Revolución. Toda mi instrucción primaria -1910 a 1916- transcumó en el ambiente de la guerra civil. Torreón era escenario de virulentas batallas de los porfiristas, maderistas, huertistas, carrancistas y villistas. El hambre se generalizó y los actos de rapiña eran frecuentes; en una ocasión participé con una muchedumbre encabezada por Viila en el saqueo de los almacenes Lozano, que contenían una gran cantidad de productos comestibles.
Genocidio e invasión
Cola de Caballo El Cercado, Nuevo León Noviembre de 1977
Valentín Campa
En 1911 a los siete años-, presencié la matanza de cientos de chinos, que todavía usaban trenzas. La mayoría de ellos estaba formada por peones del cónsul chino, un terrateniente partidario de Porfirio Díaz. La infamia cometida fue producto, en parte, de un ambiente de psicosis colectiva. Se pretendía justificar el genocidio con la gran calumnia de que los chinos habían envenenado los veneros de agua de las norias de la ciudad. Presencié muchos fusilamientos. En una ocasión, después de un combate, me llevó mi madre a buscar a un primo hermano suyo; en varios trechos me tenía que ayudar para brincar los cadáveres.
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MI TESTIMONIO
Al viajar en tren a Durango para ir con un tío, vi cientos de ahorcados en los postes del ferrocarril. En 1916, la invasión yanqui jefaturada por el general Pershing y llevada a cabo con el pretexto de tomar represalias por el ataque de Villa a Columbus, hizo estallar la ira de nuestro pueblo y la muchedumbre recorrió las calles de Torreón. Saqueamos todos los negocios y casas de yanquis conocidos. Los muchachos del sexto año de la escuela de El Centenario nos presentamos al batallón ferrocarrileko, que se entrenaba en la estación, pidiendo enlistarnos en el ejército para salir a combatir a los invasores. Fue grande nuestra decepción cuando no se nos aceptó a causa de nuestra corta edad: todos andábamos por los doce, trece y catorce años. Los que aprendíamos inglés juramos nunca más estudiar ese idioma, actitud que continuaron asumiendo generaciones posteriores durante muchos años; ingenua, pero muy explicable. En la Revolución mexicana murieron más de un millón de habitantes, lo que hace parecer grotesca hoy la actitud de los fariseos en el poder económico y político cuando condenan indiscriminadamente arguyendo que toda violencia es destructiva y dañina. Ellos son ei resultado de esa violenta revolución que destruyó el poder de los latifundistas semifeudales y desató fuerzas productivas que la clase a la que pertenecen capitalizó. Tenía 1 5 años en 1919. Estábamos en Durango y mi padre me comisionó para que me trasladara a Chihuahua a solicitar un préstamo a mi tío Andrés Campa. Por correspondencia, convinimos en encontramos en Ciudad Juárez, donde se hallaba gestionando largos trámites para que la Fundidora de la ASARCO de E1 Paso, Texas, le pagara una góndola de manganeso.
Encuentro con el asesino de Villa En Ciudad Juárez permanecimos en el hotel Sonora varias semanas. Allí tratamos con un tal mayor Salas, quien en el transcurso de ese tiempo nos comentó que las fuerzas de Villa habían asesinado a unos familiares suyos y asaltado un rancho de su padre en el estado de Durango. Desde entonces se había incorporado a las fuerzas carrancistas que combatían a Villa buscando la forma de vengarse; su obsesión era idear un plan para liquidar al jefe de la División del Norte. En el hotel diariamente practicaba tiro al blanco en diferentes posiciones. En esa época convulsionada esto era hasta cierto punto natural. Pocos años después me enteré por los periódicos que el mayor S&
ENTRE HAMBRES Y GUERRAS
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había encabezado al grupo que organizó la emboscada en que Villa y sus ayudantes fueron asesinados a la entrada de Parral, Chihuahua. La versión publicada afirmaba que Calles, candidato a la Presidencia de la república (1924), había financiado al grupo del mayor Salas para liquidar a Villa, quien, se decía, estaba comprometido para apoyar la candidatura de Adolfo de la Huerta, lo cual explicaría el interés de Calles por acabar con él.
Ricardo Flores Magón El movimiento encabezado por Ricardo Flores Magón jugó un papel muy importante como precursor de la Revolución mexicana de 1910. Influyó en las grandes huelgas de los mineros de Cananea, Sonora, en 1907 (aplastada por los rangers, policía rural del gobierno yanqui), y en la gran huelga textil de la zona de Orizaba y Puebla, derrotada con la matanza de Río Blanco por el ejército federal en enero 'de 1907. Hubo en el campo grandes luchas en las que también influyeron los magonistas; entre otras, las acciones armadas en Viesca, Coahuila y Acayucan, Veracruz, en 1907 y 1908. En el precario nivel a que se encontraban las fuerzas productivas del país, con fuertes restos feudales y aun incluso de esclavitud, el magonismo representaba esencialmente una fuerza pequeñoburguesa. Las luchas de los obreros no tenían una dirección sindical y política propia de su clase. Entonces había una fuerte influencia anarcosindicaiista que se concentraba en la Confederación General de Trabajadores (CGT), a la que estaban afiliados muchos sindicatos textiies, los telefonistas de la compañía Ericsson, y otros. Esa hfluencia se hacía sentir de alguna manera. En ciudad Madero, Tamaulipas, había un fuerte grupo de anarquistas. El anarquismo entró en decadencia, en buena parte por el desarrollo capitalista del país que trituraba alos artesanos, base pequeñoburguesa y natural del anarquismo. La CGT degeneró hasta caer bajo la dirección de líderes traidores y reaccionarios. Luis Araiza, que fue un anarquista recalcitrante durante los años veinte, acabó a mediados de los años cukenta como un líder traidor, asesor del sindicato blanco de la Palmolive, de capital yanqui; y Julio Ramírez, como dirigente de la CGT, acabó asesorando a los sindicatos blancos de Monterrey al seMcio del consorcio de los Garza Sada. Cabe precisar que los comunistas y anarquistas sólo coincidimos en la finalidad de un régimen sin Estado y, por ende, sin fuerzas represivas ni cárceles, pero nada más en eso. Los anarquistas están en contra de actuar a través de partidos políticm, pero precisamente
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MI TESTIMONIO
Flores Magón, en la medida en que se ligó a la realidad y llevó a cabo un movimiento de masas, se vio obligado a formar el Partido Liberal Mexicano. La guerra civil que y o presencié de niño impulsó el desarrollo del capitalismo que ahora padecemos; sin embargo, hoy son más propicias las condiciones para promover la nueva revolución que instaure el poder del pueblo trabajador en su propio beneficio. Con todo, esto sólo se puede consolidar si se contrarrestan las tendencias del capitalismo y se conduce el proceso económico y social hacia el régimen socialista. Después, a un plazo más bien largo que corto, la sociedad, superada en todos los órdenes, inclusive en el cultural y en el espiritual, podrá ser encauzada a un régimen de gran humanismo que será el régimen comunista.
también fwí petrolero
En 1921 el país tenía 1 4 millones de habitantes, mientras que en 1910 había 15. El millón de muertos durante la Revolución mexicana y la gran emigración a Estados Unidos, relacionada en particular con la Primera Guerra Mundial de 1914-1918, explica ese descenso en la población, que fue ascendiendo inuy lentamente en la década de los años veinte y principios de la siguiente. La estructura económica y social del país se mantenía en u n gran atraso. Tres cuartas partes de la población vivía de la agricultura, el otro veinticinco por ciento laboraba en las industrias tradicionales como la minería, ferrocarriles, textil y petrolera, en algunas empresas industriales importantes, entre ellas la Fundidora de Monterrey, la cervecería Cuauhtkmoc del mismo lugar y Moctezuma, d e Orizaba y en la industria d e la transformación, en las que predominaban el taller y la pequeña industria, el artesanaje. En el campo subsistían los latifundios feudales y el sistema de aparcería y de medieros. Al fracasar mi padre en un negocio de granos que tenía, nos trasladamos de Durango a Tampico a mediados de 1920. Al poco de terminada la Primera Guerra Mundial de 19141918 había un cierto auge en la producción de petróleo destinada a la reconstrucción de lo destruido. En la región de Tampico y norte de Veracruz se expresaba ese auge en una fuerte inmigración proveniente del campo y de las pequeñas poblaciones. Dentro del ambiente del puerto me atraía mucho la idea de trabajar como obrero en la industria petrolera, entre otras cosas, porque los salarios eran relativamente buenos. Mi padre me reiteraba que debería evitar estar al servicio d e otros y procurar ser "libre". Esto n o me convencía. Un amigo, ayudante mecánico, me dio los consejos
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MI TESTLMONIO
necesarios para conseguir una plaza de obrero en la compañía La Corona, subsidiaria de la Royal Dutch Company, empresa inglesa, que instalaba la refinería más grande de América Latina frente a la terminal ferrocarrilera de Doña Cecilia, donde después fue Ciudad Madero, al otro lado del río Pánuco, en la Huasteca veracruzana. En esas instalaciones trabajábamos más de 3 000 obreros. Tuve que salir a escondidas de mi padre para gestionar el trabajo en La Corona. Mi amigo, el ayudante mecánico, me había dado unos manuales para oficial tubero y rápido me los aprendí. Tenía dieciséis años, pero la edad mínima que aceptaban para obreros no calificados era de dieciocho, y, para oficiales, de veinte. Yo dije que tenía veinte y mi constitucibn física facilitó que lo creyeran. hle dieron plaza de oficial tubero, mientras que mi amigo consejero siguió de ayudante de mecánico, lo cual me apenaba. Trabajé también de fogonero de grúa y en calderas fijas, siempre laborando varias horas extra diarias. En 1920 nos pagaban con dólares y, cuando el gobierno de Obregón prohibió la circulación de esta moneda, el pago nos lo hacían principalmente en monedas de oro, algunas eran muy pequeñas, como las de $ 2.50 y $ 2.00:Yo ganaba entre $ 25.00 y $ 30.00 diarios, lo que entonces era un sueldo alto, pero todo era muy caro: un plato de enchiladas con café costaba $2.50. Del exceso a la abstinencia Cuando trabajé de fogonero me hice muy tomador de cerveza. El maquinista de la grúa, también joven, me ayudaba, al terminar la jornada, a apagar la caldera para podernos trasladar rápidamente a la cantina a tomar cerveza y jugar billar. Muchos años después me di cuenta de que el vicio de la cerveza se debía a que me deshidrataba mucho. El clima tan caluroso de la costa más el trabajo de fogonero me hacían sudar enormemente. Con frecuencia me quitaba la chamarra de mezclilla para exprimirla, porque la empapaba, dejando un buen charco de sudor. Llegaba de la cantina a dormir a medianoche, a veces a la una o dos de la mañana y tehía que levantarme a las cuatro y media para pasar el río y entrar a trabajar dos horas extra dianas, que era el tiempo que me llevaba prender y elevar la presión de las calderas. Mi padre comenzó a llamarme la atención; me explicaba el riesgo de llevar esa vida tan desordenada. Después de muchos meses reconocí que tenía razón e hice el compromiso de quitarme, radicalmente, el vicio de la cerveza, a condición de que él dejara de fumar. Después de grandes discusiones aceptó, pidiéndome ocho días de plazo para cumplir su compromiso. Me hice abstemio radical y durante más de veinte años no tomé ninguna bebida que contuviera
TAMBIEN F U I PETROLERO
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alcohol, ni cerveza siquiera. No fue sino hasta fines de los treinta que mi padre me relevó del compromiso contraído autorizándome a tomar vino y cerveza. Por lo demás, nunca he podido tomar licor, porque mi metabolismo ya lo rechaza. Ciudad venérea Para contentar a mi padre, ya que no me había dedicado al comercio como él quería, le ayudaba en su tienda vendiendo los días de raya (los sábados) una buena cantidad de artículos: ropa, calzado, etcétera. Me instalaba a la salida del lugar donde rayaban los obreros, extendía la mercancía, y, como ya me conocían, preferían comprarme a mí, En la noche del mismo día le llevaba a mi padre el importe de la venta, por cierto, nada despreciable, A veces en una tarde vendía más que él en toda la semana. En la compañía La Corona no había sindicato. La relación de los obreros con los jefes y los capataces era directa. Si los obreros les eran simpáticos a los superiores, obtenían la plaza y si no, eran rechazados. Había casos en que el nivel de estudios era importante para obtener el trabajo. Oíamos comentarios sobre las huelgas en la refinería de El Aguila, propiedad igualmente de los ingleses, en la Mexican Gulf y en la compañía La Huasteca, de los yanquis, todas rotas por el traidor de Luis N. Morones, líder de la CROM, y las fuerzas represivas del gobierno. Años después me enteré de que en el movimiento sindical predominaba la CROM, dirigida por Morones, que había sido fundada en Saltillo en 1918, bajo la influencia del presidente Carranza. Pasando la alambrada de la empresa había un campamento de cantinas y prostíbulos. Las guardias blancas de la empresa imperaban en esos lugares y se imponían por medio del terror, contando con el respaldo de las diferentes autoridades y de la propia compañía. En esos años de auge, el barrio de la Unión, en Tampico, era mundialmente famoso, era un banio enorme, ocupado únicamente por cantinas y prostíbulos que hacían alarde de anuncios, muchos de ellos montados con gran lujo. Abundaban ahí los marineros de todos los países que llegaban en los barcos petroleros. Y como ellos, debido a la prostitución generalizada, casi toda la población masculina incluyéndome a mí, sufría de todos los males venéreos habidos y por haber. Los ultibajos del petróleo
La industria petrolera surgió en México a principios del siglo. Los
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MI TESTIMONIO
primeros yacimientos fueron descubiertos por los ingleses a fines del siglo pasado; el consorcio de la Royal Dutch, con sus compañías subsidiarias El Aguila, La Corona y otras, tenía el control de la mayoría absoluta del petróleo mexicano y de las instalaciones refinadoras en el país. Esta situación siguió hasta la expropiación de 1938. Existía una contradicción entre los c o n s o ~ i o singleses y los yanquis. Debido a la gran distancia entre América Latina e IngIaterra, los ingleses preferían instalar sus refinerías en los países latinoamericanos productores de petróleo, lo cual les permitió competir en mejores condiciones con la Standard Oil y otras empresas yanquis que tenían sus refinerías instaladas en el sur de Estados [Jnidos. Por eso, las inversiones inglesas, particularmente en refinerías, eran mucho mayores que las de los yanquis. Las compañías mantuvieron muchos años el control de la rica zona petrolera del norte de Veracruz mediante la actuación del general Manuel Peláez, que se decía guerrillero. A cambio de grandes subsidios, este general permitía la exportación de petróleo sin el correspondiente pago de impuestos y daba todo el apoyo a las compañías petroleras, recurriendo al terror contra los que se resistían a s u codicia. Muchos indígenas de comunidades agrarias y pequeños propietaiios de terrenos en donde había petróleo, fueron asesinados para que las compañías pudieran apoderarse de sus tierras y perforaran pozos. Algunos mexicanos, entre los que se destacó el ingeniero Domingo Lavín, intentaron constituir empresas petroleras nacionales y gestionaron concesiones para perforar. La Royal Dutch, con el apoyo de los gobernantes y mediante el terror, nunca lo permitió. Los salarios de los petroleros, aunque regulares, eran muy bajos en relación con sil alta productividad (por la potencialidad de los pozos) y también en relación con los sueldos prevalecientes en otros países petroleros. Los impuestos, particularmente de explotación que se fijaban a esas compañías, eran muy bajos, casi nulos. Hay que aclarar que éstas contaban con la complicidad de individuos como el general Manuel Peláez para realizar grandes exportaciones sin pago alguno de impuestos. El año de la mayor producción petrolera fue el de 1921. Con más de 193 millones de barriles México se convirtió en el segundo productor mundial. Pero ya a fines de ese año se inició, como resultado de la crisis cíclica del 21,un descenso constante de la producción. El punto más bajo se presentó en 1932,con 33 millones de barriles. El descenso
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alarmante se derivó, en lo fundamental, de la gran crisis cíclica de so-breproducción capitalista de 1929-1932.A partir de este año la producción comenzó a recuperarse muy lentamente. La expropiaci6ii del petróleo en 1938 dio lugar aun ascenso constante en extracciones: de 39 millones en ese año, la producción se incrementó hasta rebasar, en 1974, la produccióri de 1921. Y ahora, con los nuevos grandes yacimientos de La Reforma, Tabasco, México adquiere otra vez la categoría de un importante productor petrolero en el mundo. A fines de 1921 se inicia la crisis cíclica generada en los paises capitalistas. La conmoción económica no sólo afectó la industria petrolera, sino la minera y la de transformación, y se expresó también en una baja muy sensible de las exportaciones e importaciones en
1922. La baja en la producción petrolera de México y el pretexto de un muy modesto impiiesto a las compañías petroleras, decretado por el gobierno de-Obregón, dio lugar a que la Royal Dutch desmantelara la refinería para trasladarla a la isla de Curazao, colonia holandesa frente a Venezuela, precisamente cuando terminábamos las instalaciones de la gran refinería La Corona y se inibiaban las pruebas de refinación. Las empresas imperialistas, ingiesas y yanquis, obtenían fabulosas ganancias sobre la base de una explotación brutal, irracional, del petróleo en nuestro país.
Despedido por la compañía La Corona, a fines de 1921, me trasladé de Tampico a Hipólito, Coahuila. Este lugar es una subterminal ferrocarrilera, entonces de cierta importancia, pues todavía se utilizaba poco el petróleo en las calderas y por ahí circulaban muchos trenes transportando carbón mineral del norte de Monclova con destino a las empresas ferrocarrileras y a las industrias del oeste del país. Sin embargo, el pueblo era pequeño. Residíamos allí unos 250 ferrocarrileros, más el fluctuante personal trenista de camino, algunos comerciantes en pequeño, un puñado de artesanos y unos cuantos carnpesinos, pues la zona es muy árida. Mi padre instaló un pequeño comercio en el que había poco que hacer. Me preocupé de inmediato por conseguir trabajo en los ferrocaniles. Tenía interés en una plaza de fogonero de locomotoras de patio; pero como esto era muy difícil, ingresé en febrero de 1922 como cargador (ahora estibador) y vigilante a la vez, con 12 horas diarias de trabajo y $2.00 de salario. Aunque la Constitución política del país estaba en vigor desde 1917, era generalizada su violación, inclusive en empresas tan importantes como Ferrocarriles Nacionales, en la que, por ejemplo, las especialidades del personal no calificado mantenían la jornada de 12 horas y no se construían las viviendas estipuladas en la Fracción XII del Artículo 123. "Hipólitode los locos"
Al pueblo se le conocía como "Hipólito de los locos", los "locos" porque había varios ferrocarrileros anormales: el alcoholismo era frecuente y seguido se consumían licores adulterados. En cierta ocasión me nombraron orador para el acto cívico del 16 de septiembre y
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en mi exposición expresé que deberíamos lamentar demasiado el hecho de que en nuestro pueblo existieran 9 cantinas y no hubiese una sola escuela primaria, por lo que propuse la constitución de un Comité del Pueblo para construirlas. A partir de entonces, siempre que algún borrachito me veía pasar frente a la cantina donde se encontraba, gritaba: "como dijo Campa, no tenemos escuela, pero tenemos cantinas." Se integró el Comité Pro Escuela con varios ferrocarrileros y algunos pequeños comerciantes, y ésta, con muchas dificultades, se construyó. Intenté organizar una cooperativa, pero el principal comerciante del lugar, un tal Reyna, hizo circular calumnias vulgares contra mí, alegando que lo que yo pretendía era hacer un negocio personal, lo que algunos llegaron a creer por ser mi padre un pequeño comerciante. Como insistiera yo en la idea, Reyna acentuó las provocaciones y las bajas intrigas, al grado de que un ferrocarrilero que era amigo mío se dejó sorprender por ellas y me provocó. Esto me desanimó y ya no insistí en la cooperativa; lo que hice fue consignar al tal Reyna ante el juez del lugar y logré que se retractara de lo que, en copias al carbón, había hecho circular. Afortunadamente llegué muy firme en mi conducta de no beber licor cuando entré a trabajar al ferrocarril. Pienso que en ese medio, de haber aceptado ingerir licor, aunque fuera en pequeñas dosis, me habría hundido. Mi actitud motivó incidentes. Se juntaban varios compañeros ferrocarrileros y me tumbaban y me obligaban a beber licor con un embudo, pero yo logré imponerme hasta que me respetaron. Sin embargo, las tripulaciones de los trenes que llegaban insistían en que bebiera, por lo que seguían los mismos incidentes, pero ya contaba con el respaldo de mis compañeros de la terminal. En una ocasión me fui a trabajar sin haber cenado y, como tenía mucha hambre, decidí granjearme a un conductor del tren que salía a Torreón. Le pedí su libreta para anotar su tren; le dije que podía dormir, que yo le hacía todo su trabajo y lo llamaría sólo para que fuera a firmar las órdenes de salida. Así lo hice, pero al llamarlo en la madrugada me invitó a la cantina. Le dije que lo que yo tenía era hambre, suplicándole que me invitara un café y una torta. Insistió en comprarme licor y, al reiterarle que tan sólo deseaba café y una torta, muy categórico y agresivo me dijo: "No invito hambrientos, sólo convido vino," y nos separamos insultándonos. Trabajé como garrotero extra y logré la estimación de todos los compañeros porque veían mi capacidad para hacer los cálculos y encauzar los movimientos en el patio. Yo había terminado la primaria y parte del primer grado de secundaria, lo que en aquel entonces era un nivel escolar alto. Todos los demás compañeros eran semianalfabe-
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tos y, cuando mucho, habían cursado el tercero o cuarto años de primaria: muy pocos la habían terminado entre los habitantes de ese pueblo. Como todos eran muy ebrios, con frecuencia, cuando estaba descansando, llegaba el jefe de patio, totalmente borracho, para suplicarme que les fuera a ayudar porque estaban "hechos bolas" y con el patio bloqueado. Había veces que estaban borrachos el jefe' de patio, el mayordomo y hasta los garroteros y yo solo, con algunos "colillas" espontáneos, encabezaba la actividad y "desbloqueaba" el patio. Esto me lo estimaban mucho los compaiíeros. Me preparé para ascender a garrotero de camino -encargado de apretar los frenos de mano de los carros- e inclusive a conductor responsable del tren en todos sus movimientos- pues veía más dificultades en poder 'ascender a fogonero y maquinista. Pero llegaron unas locomotoras "Mallet", de potencia superior a las que entonces existían y fue reajustado mucho personal de trenes de camino y también de patio y quedé eliminado como garrotero. Luego entré a trabajar en la estación como dependiente de carros y guías en el departamento de transportes, y así seguí hasta que me aplicaron la cláusula de exclusión cuando el charrazo, en 1948.
La Gran Logia Bolchevique El mayordomo de la Casa Redonda, Bartolo González, era el dueño de la cantina principal del pueblo; ahí había jugadas que se convertían en un desplumadero para los ferrocarrileros el día de raya. Yo no estaba de acuerdo con esto. Al observar mi hostilidad, Bartolo González procuró mi amistad e insistió en que ingresara a la masonería a la que él pertenecía. Me invitó a Monterrey donde tenía familiares, y me llevó a la Gran Logia de Nuevo León, llamada la Gran Logia Bolchevique de la calzada Madero, que se había separado de la Gran Logia tradicional de la calle Escobedo, en la que predominaban los intelectuales reaccionarios y los terratenientes porfirianos. La Gran Logia de la calzada Madero tenía estandartes rojinegros y había muchos miembros obreros y empleados de los ferrocarriles, de la Fundidora de Monterrey y de otras instalaciones industriales de la ciudad. Los líderes de esta Gran Logia de la calzada Madero eran miembros de las familias Salinas y Rocha: uno de ellos, entonces un mediano comerciante, y el segundo, propietario de un taller de reparación mecánica más bierl modesto. Esa composición social explica que la Gran Logia asumiera actitudes democráticas en relación con los acontecimientos de la época: estos masones eran partidarios
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de la Revolución mexicana. Luego, en la medida en que se impulsó el desarrollo capitalista, los Salinas y Rocha y otros muchos se enriquecieron y terminaron adoptando posiciones muy reaccionarias uniéndose de nuevo a la Gran Logia tradicional. En la Gran Logia de la calzada Madero me interesó un archivo que habían rescatado sus miembros y estudié muchos documentos, inclusive sobre la estancia de Benito Juárez en Monterrey cuando se trasladaba derrotado hacia el norte; sobre todo las actas de las tenidas (sesiones) que, como todas, eran secretas y en las que Juárez intervenía explicando la lucha contra el clero conservador que había traído a los invasores franceses; había actas de las discusiones contra el general Santiago Vidaurri, quien siendo gobernador traicionó a Juárez y se pasó a los franceses. Esas tenidas eran de difusión revolucionaria, muy políticas, lo cual se explica por su composición social, que era de intelectuales, comerciantes, y pequeños industriales. En realidad eran juntas conspirativas en aquel ambiente de ofensiva de los invasores franceses, apoyados por los conservadores. Comprendí el papel de la masonería como organización burguesa, que cuando luchó denodadamente contra el feudalismo, sobre todo contra el gran clero feudal en México y contra las invasiones extranjeras, era una institución revolucionaria. Entendí que, en la medida en que'se acentuaba el desarrollo capitalista, la masonería, con excepción de algunas logias, pasaba, como la burguesía en general, a posiciones primero muy mediatizadas y luego claramente reaccionarias. Subsisten masones burgueses con actitudes democráticas, pero como institución, la masonería es dirigida por burgueses y políticos muy reaccionarips. Reflexioné sobre la actitud de Bartolo Gonzdez de pretender hacerme su cómplice por medio de la masonería y rechacé la maniobra. Lo ataqué con energía, tanto por sus actitudes contra los compañeros ferrocarrileros de la Casa Redonda, con frecuencia arbitrarias, como por su cantina y casa de juego. La lucha se enconó, Bartolo recurrió a provocaciones, pero al sentir que la mayoría de los ferrocarrileros lo repudiaba, aprovechó un conflicto sindical que se agudizó en 1924, llamado "el caso Nava", para traicionar y pasarse a la CROM. Nava era un jefe de vía de Tierra Blanca a quien apoyaba la CROM para realizar una labor divisionista. Con el apoyo del traidor Morones intervino el ejército para respaldar a los esquiroles de la CROM contra el personal de la Confederación de Transportes y Comunicaciones. En Hipólito redoblamos la lucha cuando Bartolo se pasó a la CROM y exigirnos su expulsión de la Unión de Mecánicos y el derecho de ésta para sustit&rlo como mayordomo de la Casa Re-
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donda. Pedimos la intervención del Consejo Divisional de Monterrey y, en particular, de la Unión de Mecánicos. Esta envió a José María Lara a Hipólito, comisionado para solucionar el conflicto, éste se portó correctamente y terminamos destituyendo del puesto de mayordomo al tal Bartolo González.
Sacco y Vanzetti Me nombraron miembro de la Dirección del Subconsejo Divisional de la Confederación de Transportes y Comunicaciones (CTC) y entré de lleno a la actividad sindical. El primer problema destacado en el cual participé fue el de la campaña a favor de Sacco y Vanzetti. Estos trabajadores de origen italiano, radicados en Estados Unidos, fueron calumniados como terroristas, armándoles un proceso en el que los sentenciaron a la silla eléctrica. Hubo una lucha internacional a favor de ellos, que, después me di cuenta, fue impulsada por la Internacional Comunista en unidad de acción con los anarquistas de todo el mundo en cuanto que Sacco y Vanzetti eran anarcosindicalistas. Seguí participando en esa campaña, tanto en Ciudad Victoria como en Tampico hasta 1928, cuando fueron electrocutados. En esta ciudad realizamos una gran manifestación de masas en la que yo hablé, ya entonces, a nombre del Partido Comunista. Por cierto que en 1977 fue hecho público el reconocimiento de lo injusto del juicio contra los dos trabajadores italianos.
Elías Barrios vs "Zaratustra" Al entrar al servicio de los ferrocarriles, en Hipólito comencé a leer revistas y periódicos de los gremios. Me interesaron dos polémicas: una en el periódico mensual Alianza, órgano de la Alianza de Ferrocarrileros, en la que estaban todos los empleados, y una revista de la Unión de Conductores, Maquinistas, Fogoneros y Garroteros. En el periódico Alianza polemizaban sobre temas políticos un empleado con el pseudónimo de "Zaratustra" y Elías Barrios, a quien después conocí como un gran camarada militante del Partido Comunista. El segundo sostenía los puntos de vista socialistas y rápidamente me incliné por él. En la revista de la Unión polemizaban un conductor de nombre Daniel García, a quien tarhbién conocí después como una verdadera institución, muy respetable en el gremio, y otro trenista. El primero con puntos de vista sindicales avanzados y el segundo con opiniones muy conservadoras y reaccionarias. Me convencieron las opiniones del primero. Lei libros anarcosindicalistas, algunos en relación con
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Sacco y Vanzetti; también lei libros liberales anticlericales y con este bagaje me inicié en el movimiento sindical. Bien pronto los compañeros comenzaron a señalarme como "El bolchevique". Yo no conocía el significado de ese nombre y comencé a investigar, pues de pronto me p.arecía que era un insulto. Al hacerlo me di cuenta de que estaba relacionado con la Revolución rusa de 1917, relativamente reciente, y que significaba mayoría; me serené y hasta recibía con gusto aquel pseudónimo. También el superintendente de la División, al intensificarse la agitación de 1926 y estando de empleado en la terminal de Ciudad Victoria, me habli delante de otros jefes y compañeros y me dijo que él me tenía un gran aprecio por la gran honestidad y eficacia mostradas en mi trabajo y que lo único que lamentaba demasiado es que yo fuera bolchevique. En la CTC participaban todos los gremios de la empresa (eran como veinte), excepto la unión de Conductores, Maquinistas y Fogoneros; ésta, influida por los altos funcionarios de la empresa, se negaba a la unidad con los otros gremios.
Los Ferrocarriles Los Ferrocarriles Nacionales de México, en los que yo trabajaba, era una empresa que reorganizó Limantour, el científico del gobierno de Porfirio Díaz, sobre la base de reservarse el gobierno el 51 por ciento de las acciones y dejando el 49 por ciento en manos de capitalistas yanquis; pero la deuda exterior de esa empresa era enorme y se incrementó de manera desaforada por los intereses compuestos que cobraban los acreedores. De tal suerte que su control real lo tenían los yanquis; por eso podían nombrar a los altos funcionarios, entre ellos al director general. Es bien sabido que la Revolución se hizo sobre trenes complementados por la caballería. Por esta razón los ferrocarriles habían sido muy mermados en puentes, vías y equipo. Ante la anarquía imperante, el Consejo de Administración privado abandonó la empresa. Venustiano Carranza intervino los ferrocarriles. Controlada la situación por Obreghn, éste devolvió la empresa al Consejo de Administración privado debido a la presión de. los intereses extranjeros y al afán del propio Obregón de congraciarse con el. gobierno de Washington aceptando compromisos leoninos por los daños y perjuicios que había registrado la empresa durante la guerra civil. El gobierno fijó un impuesto especial del 10 por ciento sobre todas las tarifas de los ferrocarriles para cubrir la deuda a la empresa;
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pero si acaso sólo unos cuantos años se aplicó a su objetivo este impuesto del gobierno que ingresa a la Secretaría de Hacienda y que siempre ha estado en vigor. Hay que hacer notar que los economistas consideran los ferrocarriles, en su conjunto, como servicios, y esto es incorrecto; el transporte de pasajeros s í es servicio, pero los ferrocarriles se dedican cada vez más al transporte de carga y en esto, en el cambio de lugar, hay un incremento del valor generado por la fuerza de trabajo de los ferrocarrileros. Los ferrocarriles del país, en 1.921, transportaran 2 262 millones de toneladas kilómetros; en 1975 transportaron 34 448 millones de toneladas kilómetro. A pesar de que las líneas férreas representan el 1 0 por ciento respecto de la longitud de las carreteras, por las primeras se transporta el 50 por ciento del totai del flete nacional. Aunque el gobierno de Cárdenas, en 1936 nacionalizó la empresa Ferrocarriles Nacionales, la principal del país, todos los gobiernos a partir de 1910 han aplicado una política ferrocarrilera funesta. Desde el porfirismo a la fecha la longitud total de las vías comprende unos 24 000 kilómetros. En el gobierno de Cárdenas se iniciaron y en el de Avila Camacho se terminaron las troncales de Benjamín Hill, Sonora, a Mexicali, Baja California; y de Coatzacoalcos, Veracruz, a Campeche, Campeche; pero en el curso de varias décadas se han suprimido ramales y tramos de troncales, por lo que se ha mantenido la misma longitud desde antes de la Revolución. La capacidad de transportación ha aumentado debido a la mayor fuerza tractiva de las locomotoras y la mejoría, aunque insuficiente, de las vías y puentes. Esta política antiferrocarrilera tiene dos expresiones principales: la primera se refiere a las tarifas de subsidio a las grandes empresas industriales. Entre ésas estaban la del 50 por ciento d e las normales para los productos de exportación, aprovechada en parte destacada por la industria minera. Tal subsidio logramos que fuera cancelado en 1943; pero aíin subsistían otros grandes, tanto a los productos mineros, en su mayoría de exportación, como a las grandes empresas industriales en general. Esos subsidios representan ahora muchos miles de millones de pesos anuales, concedidos por las empresas del Estado a los capitalistas privados. Es un recurso que en realidad siempre ha sido generado por la fuerza de trabajo de los ferrocarrileros. La segunda expresión de esa política antiferrocarrilera reside en la poiítica de construcción de carreteras en la que no se contempla combinarlas con los ferrocarriles, de tal suerte que éstos y aquéllas casi siempre corren paralelos. Mientras la longitud de los ferrocarriles no ha crecido, la red nacional de caminos, que en 1926 erade 600 kil& metros, en 1972 alcanzó 124 391. Ahora rebasa los 250 000 k z -
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metros. Ni siquiera se han terminado los tramos de vías f6rreas inconclusos desde el porfiriato como el de El Salto, Durango, a Mazatlán, Sinaloa; !la vía corta de México a Tampico (falta un tramo de unos 200 kilómetros); la de Oaxaca al Istmo y la de Iguala a Acapulco. Esta última debido a la presión directa del actual gobernador de Guerrero, ingeniero Rubén Figueroa, gran magnate camionero. Los grandes capitalistas de las líneas camioneras y las grandes empresas automotrices imperialistas se oponen a la extensión de los ferrocarriles y contrarrestan su desarrollo, al grado de que esto Último ya está trabando las industrias del país. El desarrollo industrial se ha visto frenado por la carencia de una red ferrocarrilera integrada. En México, además de terminar los tramos inconclusos, se impone la construcción de troncales para terminar el ferrocarril costero del Pacífico hasta Suchiate; para completar el ferrocarril costero del Golfo, desde el puerto de Veracruz hasta Matamoros, así como la troncal ferrocarrilera paralela a la frontera con los Estados Unidos. A mediados de 1925 me trasladaron a la terminal de Ciudad Victoria. Era una terminal importante porque por allí se enviaba el petróleo de la zona de Tampico a todo el norte y noreste del país.
Pavlov y los lecnes En aquel entonces Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas, era una ciudad apacible; tengo entendido, con unas 50 mil habitantes. Bien pronto establecí relaciones con muchos compañeros ferrocarrileros y también con algunos funcionarios del gobierno. Me designaron secretario del Consejo Divisional de la CTC, l o cual motiv&los coqueteos de los políticos hacia mí. El Consejo Divisional procuró vincularse con los campesinos, entonces denominados agraristas. Ibamos a los ejidos y los invitábamos a reuniones y actos en Ciudad Victoria y participaban en las manifestaciones del 1o. de mayo. Yo era muy estricto y no recibía gratificaciones. Al llegar u n circo a media noche, el dueño del mismo me fue a ver a la casa para pedirme facilidades a fin de desembarcar, sobre todo, los animales, y comenzar a montar su carpa porque tenía función ese mismo día enla tarde. Me levanté y empecé a poner en regla todo lo relativo, principalmente los documentos, para que hiciera el desembarque en la madrugada. intentó darme una gratificación, se la rechacé y quedó muy desconcertado. Al día siguiente fue a saludarme y allevarme boletosparamí y mis familiares. Como observara que no iba a su circo, volvió para invitarme de nuevo, diciéndome que iha a actuar en el número cumbre
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de su espectáculo. El acto consistía en entrar a la jaula de los leones y colocar su cabeza dentro del hocico de uno de ellos. Según él, me interesaría conocer el tmco y prometió explicármelo en el circo poco antes de su actuación. Fuimos, nos atendió muy bien y ya a media función fue por mí y me llevó a la puerta en donde los leones rugían de una manera bárbara. Me dijo: "Tienen 5 días de no comer, sólo toman agua." Al rato me llevó a un corral donde las fieras estaban devorando burros y caballos muertos: "Los estoy hartando y así, al rato, cuando entran a la jaula, están semidormidos por la digestión y va a ver el trabajo que tengo para abrirle el hocico al león en donde meto la cabeza." Me dio mucha risa. El hartazgo daba lugar a que los leones se murieran con frecuencia debido a los grandes trastornos digestivos que les producía la salvaje dieta. Después conocí las teorías de Pavlov sobre los reflejos condicionados e incondicionados y la aplicación de las mismas en los animales de los circos, en particular de los circos soviéticos. Yo presenciE un espectáculo en el que una muchacha aparecía rodando sobre un conjunto de leones jóvenes y fuertes que permanecían echados dócilmente mientras se desarrollaba el acto. Pero allí no había trucos forzados. Desde pequeños, los animales son separados de su ambiente natural y criados en condiciones de domesticidad y familiaridad con los hombres. Los leones conviven con quienes los dirigen, que no son precisamente domadores, sino muchachas y muchachos que juegan con ellos amablemente. De esta manera, el espectáculo aparentemente temerario en el circo no es sino un juego más. También conocí, en libro y en película, el caso del lobo que desde recién nacido convivió con un cordero al cual veía como su hermano y aún lo defendía de posibles agresiones.
"Abstemio y dulcero" En Ciudad Victoria, al incrementar las relaciones con los agrupamientos sindicales y campesinos, cooperaba con los sindicatos que había en el estado de Tamaulipas, lejanos de la capital, para atender sus trámites en la Junta Central de Conciliación y Arbitraje. Yo no les cobraba por mis servicios y ello dio lugar a que los miembros del Sindicato de Meseros y Cantineros de Nuevo Laredo, que tenía muchos expedientes individuales y colectivos en la Junta, me invitaran para estar un día con ellos, como muestra de estimación por la cooperación que les prestaba Me trasladé a Laredo donde me encontré a un numeroso grupo del Sindicato. Muy afectuosos los compañeros, me llevaron al cabaret White Horse. Me preguntaron qué l i c o ~quería tomar y les pedí un refresco. Al rato, me insistieron en el tipo de
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licor que prefería y volví a insistir en otro refresco; entonces se me quedaron mirando muy molestos y les expliqué que yo era abstemio; su reacción fue muy rara: me expusieron que tenían muchos días de juntar centavos para una parranda de toda la noclie el día que llegra y ahora yo les salía con que era abstemio; era una gran desilusión para ellos. Por cierto, me aclararon que con mi fama de líder comunista, ellos esperaban la llegada de un hombre de edad avanzada, barbón, grandote y, al verme, se sorprendieron, pero ahora estaban desconcertados por mi calidad de abstemio. Ya resignados, en la noche me invitaron a cenar y nos despedimos. Me fui a dormir a la casa de uno de los dirigentes del Sindicato y les propuse que al día siguiente uno o dos de ellos fueran conmigo a Laredo, Texas, para visitar a unos tíos, y así lo hicimos. Al pasar el puente, apresuré el paso pues me acordé de una tienda en donde vendían unos jamoncillos muy sabrosos, de a dime. Los compañeros me siguieron y al verme con los dulces, exclamaron: " ;Abstemio y dulcero, parece un chiquillo!"
huelga en el d e l
En 1927 Calles empezó a dar un giro reaccionario a su régimen. En los primero años de su periodo presidencial realizó una política un tanto democrática: repartió algunas tierras, resistió el imperialismo yanqui, le ayudó a Sandino con armas en su lucha guerrilera en Nicaragua contra los invasores norteamericanos. Desde fines de 1926 asumió una actitud reaccionaria derivada de la acumulación de capitales realizada a través del control del Estado (burguesía burocrática encabezada por él). Se orientó hacia un entendimiento con el imperialismo yanqui, estableciendo relaciones comprometedoras con Mr. Morrow, embajador del país del norte. Suspendió el reparto de tierras, declarando terminada la reforma agraria, y reprimió violentamente las huelgas, casi todas ellas contra empresas imperialistas. En ese ambiente antiobrero se hostilizó a los gremios ferrocarrileros. Uno de esos gremios, el más importante, era la Unión Mexicana de Mecánicos, que resolvió ir a la huelga en agosto de 1926 para detener las destituciones del servicio de sus miembros y la actitud del gobierno de Calles de apoyar a la CROM de Morones, la cual pretendía incrustar a sus propios miembros en los Ferrocarriles Nacionales. La CROM fue desde sus inicios una central controlada por el gobierno. Era miembro de la American Federation of Labor, agencia del imperialismo yanqui en e l movimiento sindical de Estados Unidos y de toda América. Se mantenían independientes de la CROb4 la Confederación de Transportes y Comunicaciones de los Ferrocarrileros, el Sindicato Mexicano de Electricistas de la Mexican Light, compañía inglesa, el Sindicato de la Companía de Teléfonos Ericsson, principal empresa de teléfonos, de capital sueco, sindicatos textiles y obreros de otras industrias.
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Los últimos sindicatos mencionados pertenecían a la Confederación General de Trabajadores (CGT), entonces de tendencia anarcosindicalista, muy influida por las ideas de Ricardo Flores Magón. Todavía no se instrumentaba el andamiaje de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, señaladas en el Artículo 123 de la Constitución, y la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo era la que atendía las huelgas y todas las luchas sindicales violando la Constitución con fallos arbitrarios contra los asalariados. Por ejemplo, la huelga de los mineros de Jalisco, dirigida por el camarada David Alfaro Siqueiros, fue objeto de un fallo arbitrario de Morones, declarándola ilegal. Los fallos del secretario de Industria, Comercio y Trabajo, Luis Napoleón Morones, contra las huelgas ferrocarrilera y de los mineros de Jalisco, eran firmados también por el oficial mayor de esa secretaría, licenciado Vicente Lombardo Toledano. En julio de 1926, una comisión de la Confederación de Transportes y Comunicaciones (CTC) se entrevistó con el presidente ejecutivo de los Ferrocarriles Nacionales, Bertrand F. Holloway, quien asumió una actitud intransigente. La huelga de los mecánicos, iniciada en agosto de 1926, fue contrarrestada en forma violenta por el gobierno de Calles; directamente fue Morones quien ordenó la protección de los esquiroles de la CROM por el ejército. En tales condiciones, la CTC acordó la huelga general en solidaridad con los mecánicos hacia el mes de febrero de 1927.
Laborde en huelga de hambre
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En octubre de 1926 recibimos un telegrama por la red de los ferrocarriles, a través de la cual nos comunicábamos siempre en estos casos, en el que la CTC nos anunciaba el paso por Ciudad Victoria de Hernán Laborde, ferrocarrilero que gozaba de mucho prestigio en el gremio por su actuación destacada y por la cual fue destituido del servicio. Laborde demostró capacidad organizativa agrupando sindiclmente a los compañeros del Sudpacífico en el occidente, cuando esta empresa aún no terminaba la construcción de sus vías para conectarse en Guadalajara con el resto del país. Una numerosa comisión del Consejo divisional habló con Laborde a bordo del tren durante los veinte minutos de estancia de éste en la terminal. Comentamos rápidamente la situación y nos dio una serie de orientaciones para activar la campaña de solidaridad con los mecánicos y prepararnos para la huelga. Meses después, a principios de febrero de 1927, nos anunciaron que de nuevo él estaría con nosotros
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en el Consejo Divisional, pero luego nos informaron que no llegaría el enviado de la CTC, Hernán Laborde, porque había sido aprehendido por miembros del ejército en (a estación de Ciudad Madero, Tamaulipac, y que lo habían trasladado a la ciudad de PJéxico, recluyéndolo en el cuartel d e Santiago Tlatelolco. Se hizo una gran campaña por su libertad, la cual abarcó la solidaridad de los ferrocarrileros y sindicalistas de otros países. Laborde estaba muy amenazado y decidió realizar una de las primeras huelgas de hambre en nuestro país. Duró en ella catorce días, durante los cuales algunos jefes del ejército y el médico personal de Calles lo presionaron para que la levantara y claudicara; él se mantuvo firme. A los catorce días fue puesto en libertad, en medio de un gran entusiasmo por parte de los ferrocarrileros y de otros sectores sindicales.
Huelga general Iniciamos la agitación y los preparativos para la huelga general y la superintendencia de la División del Golfo ordenó mi destitución inmediata, sin ningún trámite. La CTC acordó una huelga en la División del Golfo -con jurisdicción de Tampico a Hipólito- por que mi destitución no se ajustaba a las normas contractuales y ni siquiera se me había investigado. Ante esta resolución de la CTC, se anuló la arbitraria medida. A las pocas semanas llegó a Ciudad Victoria un ayudante del superintendente, quien me expresó que tenía órdenes de investigarme, sin fundamentos para hacerlo. Suplicaba pasar al cuarto de su hotel situado en la misma estación, en donde encontraría máquina de escribir y papel, para redactar mi propia investigación. A las pocas horas subí y formulé la investigación a mi gusto y la firmé. Cuál no sería mi sorpresa al recibir una hora después un telegrama diciendo que, habiendo sido investigado, se me destituía. Salícorriend o muy indignado a buscar al jefe de trenes pero éste ya había salido en uno que tenía listo con anticipación para partir de inmediato. Esos eran los métodos canallescos de la política callista seguidos en la empresa. Ya destituido, me trasladé a Monterrey respaldado por la Alianza de Ferrocarrileros y el Consejo Divisional de esa ciudad. Le 'demostré al superintendente de la División las violaciones al Artículo 123 Constitucional. La CTC reiteró su amenaza de una huelga en la División del Golfo, exigiendo mi restitución. La empresa me tuvo que reinstalar. Reanudé mi actividad en Ciudad Victoria para preparar la huelga
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fijada para el 22 de febrero de 1927 en las divisiones del norte del país. Llegaron esquiroles enviados por la CROM de Morones; los rodeamos discutiendo con mucha calma el conflicto y los convencimos de que se retiraran. Les proporcionamos una ayuda económica para que buscaran trabajo en donde fuese, excepto en los ferrocarriles. Realizamos una fuerte agitación en la región, inclusive en los ejidos, entre los agraristas. El 22 de febrero, a las 12:OO horas del día estalló la huelga. Fue secundada por la mayoría absoluta de los ferrocarrileros de la terminal de Ciudad Victoria. Logramos desarticular el tráfico. En la madrugada de ese día, los compañeros habían hecho actos de sabotaje en todas las locomotoras, que deberían partir después de las 12:00 horas. Al salir a la huelga la espectación era muy grande. A esa hora se aglomeraba ahí mucha gente por la llegada y salida de los trenes de pasajeros de Monterrey y Tampico. No había carreteras ni servicio de pasajeros en avión, sólo existían los ferrocarriles como medio de transporte. Bautizo represivo Llegaron varias secciones del 33 Regimiento, comandado por el coronel Cabrera y ocuparon la estación, los talleres y el patio. El coronel ordenó a varios soldados que me aprehendieran. A bayoneta calada avanzaroh hacia mí y me rodearon, mientras el coronel Cabrera me golpeaba con su pistola. La gente se acercó y comenzó a expresar su indignación por la forma cobarde en que se me trataba. Intervino el profesor Graciano Sánchez, entonces diputado local portesgilista, quien después fue político prominente y en el gobierno de Cárdenas secretario general de la Confederación Nacional Campesina. Graciano Sánchez reclamó al coronel Cabrera su actitud y éste cesó de golpearme, ordenando a los soldados que me llevaran custodiado a la guarnición de la plaza. Uno de los golpes me abrió una vena de la frente y por allí salía un muy espectacular chorro de sangre. En la guarnición me llevaron a un cuarto donde estaba arrestado el entonces teniente de caballería Santiago Piña Soria, quien era amigo mío pues seguido jugábamos en equipos de futbol locales y porque se decía socialista. Me lavó con una toalla y me puso un tafetán en la vena de la frente. Se mostraba indignado por los sucesos. De una buena vez aquí señalo que este Piña Soria, enriquecido al llegar en 1947 al Estado Mayor presidencial de Miguel
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Alemán, se convirtió en un desorbitado reaccionario. Fue uno de los que llevó a cabo la represión en mi contra a raíz del charrazo al Sindicato Ferrocarrilero en 1948. Estuve tres días incomunicado en la guarnición de la plaza. Al salir, los compañeros me explicaron lo ocurrido: los agraristas de la región, al observar que algunas tripulaciones de trenistas rompían la huelga, decidieron solidarizarse con nosotros, utilizando las prácticas que hacía poco habían aplicado en la guerra civil: quemaron un puente donde se descarriló en forma aparatosa un tren. El descarrilamiento y los sabotajes de la Casa Redonda dieron lugar a que Calles, de acuerdo con Morones, ordenara mí aprehensión y fusilamiento inmediato. Los compañeros solicitaron la intervención de Portes Gil, gobernador del estado y enemigo de Morones. Portes Gil se comunicó por telégrafo -no había telé'fono entonces- con Calles, solicitando en forma insistente la anulación de la orden de fusilamiento. Primero logró que se aplazara y después lo convenció de que anulara la orden. Portes Gil argumentaba que si era yo fusilado, la situación política en Ciudad Victoria y en todo el estado se tornaría muy complicada. La orden de fusilamiento fue cancelada, acompañada de mi extradición inmediata de Ciudad Victoria a Monterrey. Me prohibieron regresar al estado de Tamaulipas, me condujeron a un tren y salí con destino a Monterrey.
El escuadrón de hierro Meses después, a convocatoria de la CTC, concurrí como representante del Consejo Divisional de Victoria a una reunión nacional. Nunca había estado en la capital del país y me causó una gran impresión. Tenía entonces veintitres años. En la reunión conocí personalmente a Elías Barrios, secretario general de la CTC, dirigente de la huelga y miembro del Partido Comunista Mexicano, gran camarada, autor del libro El escuadrón de hierro que trata, entre otras cosas, de aquel movimiento. También conocí a miembros del Comité General de Huelga, sindicalistas muy destacados como Alberto López Pineda, despachador de trenes; Cruz C. Contreras, forjador, de Monterrey; a ferrocarrileros muy abnegados como Francisco Berlanga; a Jorge Díaz Ortiz, empleado del Hospital General de los Ferrocarriles, y a otros. La CTC me comisionó para ir a Tierra Blanca, Veracruz, en donde un numeroso grupo de huelguistas se preparaba para irse a la lucha armada, para lo cual ya estaban acumulando armas. Al llegar a Tierra Blanca me recibieron los compañeros con muestras de gran estimación, en buena parte por el prestigio que Calles me había creado al ordenar mi fusilamiento,
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Los convencí de que desistieran del levantamiento armado, por que no tenía ninguna perspectiva. Allí estaban camaradas del Partido Comunista que han sido grandes militantes, entre ellos Alfonso Muriedas y Mario H. Hernández. En esa huelga se destacaron infinidad de compañeros en muchas divisiones; sólo mencionaré al sindicalista Daniel García Talavera, el Único conductor de trenes que secundó esa huelga en Puebla: murió en abril de 1977 siempre apegado a normas de gran honestidad y fiel a las tradiciones sindicales de los ferrocarrileros. Participaron en la huelga en Oaxaca, Ignacio Guzmán -conocido por "La ollita9'- y Francisco Gallardo, quienes luego se trasladaron al Distrito Federal, donde actuaron con gran abnegación. Guzmán participó en todos los movimientos. En la huelga general de 1959, siendo jefe general de patio en el Distrito Federal, fue comisionado para ir a Oaxaca donde lo detuvieron y permaneció un año en prisión. A los pocos meses de salir libre murió en la capital de la repúi blica( Nuestra huelga, muy reprimida y debilitada, logró solidaridad internacional. El Sindicato Ferrocarrilero de la Unión Soviética envió una cooperación colectada entre sus miembros, de varios cientos de miles de dólares, cantidad que recibió la CTC y destinó a la compra de víveres para los consejos divisionales y a los gastos propios de la huelga. Esa solidsdad motivó un gran escándalo de la reacción. En la huelga ferrocarrilera de 1927 hubo muchos actos de abnegación y hasta sacrificio. A la distancia se observa que era clara la perspectiva de represión y rompimiento de la huelga por el gobierno y la falta de una línea política general y de una táctica adecuada para enfrentar esa perspectiva. Ese movimiento conmocionó al país y, en especial, a los obreros y empleados, desenmascarando a Calles y a Morones con su CROM. Los telefonistas de la Ericsson y varios sindicatos textiles realizaron paros sindicales de solidaridad y con otros contingentes del pueblo participaron en mítines y manifestaciones realizados en gran número. En los actos del Distrito Federal participó la extraordinaria cantante Conchíta Michel. Las movilizaciones y la campaña facilitaron el bue* resultado de la huelga de hambre realizada en la puerta de la Suprema Corte de Justicia -tribunal que había dictado un fallo contra los huelguistas- en mayo de 1929. Participaron varias decenas de ferrocarriieros y entre d o s los miembros del Comité Generai de Huelga: Aurelio Medrano, Manuel Fernández y Alberto López Pineda (artículo de Mano H. Her-
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nández en El Rielero, de febrero de 1977). El entonces presidente de la república, Emilio Portes Gil, intervino ante la gerencia de los Ferrocarriles Nacionales para ordenar la reinstalación de los huelguistas en todas las vacantes que se fueran presentando. La gerencia, de todos modos, formuló un lista negra, prohibiendo la reinstalación de varias decenas de dirigentes y activistas que no logramos nuestra reincorporación al trabajo sino hasta 1935. Una consecuencia de esa gran huelga fue la elevación de la conciencia colectiva para superar los gremios y la constitución del Sindicato Unico ferrocarrilero. Este objetivo se logró en febrero de 1933, conformándose así el primer sindicato nacional de industria en nuestro país: el Sindicato Ferrocarrilero de la República Mexicana. Un día antes de la huelga yo había ingresado al Partido Comunista Mexicano por invitación de varios de sus miembros, especialmente del camarada Sotero Valdez, tranviario de la compañía de Luz y Fuerza de Tampico, quien era representante obrero a la Junta de Conciliación y Arbitraje del Estado. Monterrey Al llegar a Monterrey me puse en contacto de inmediato con el Consejo Divisional de la CTC; su centro de operaciones estaba en el mismo lugar que ocupaba la Sucursal de la Unión de Mecánicos en la calzada Madero. Al mismo tiempo establecí nexos con la Local del Partido Comunista en Monterrey, integrada por unos cuantos camaradas, la mayoría artesanos. Monterrey, dentro del atraso general del país, se destacaba como ciudad industrial desde la época del gobernador Bernardo Reyes en el periodo del porfiriato. Además de un gran centro ferrocarrilero, estaba la Fundidora de Monterrey, entonces con unos 500 obreros, que sobresalía como una instalación industrial de importancia. Había fundiciones de metales de color, una de la compañía Peñoles y la otra la refinadora de metales la ASARCO, ambas yanquis. Ya se desarrollaba el consorcio de los Garza Sada, con la cervecería Cuauhtémoc al frente y con subsidiarias de esta empresa como eran las fábricas de botellas, decorcholatas y cajas de cartón. Sin embargo, los obreros industriales eran muy reprimidos. En la Fundidora de Monterrey y en las fábricas de los Garza Sada, todos los sindicatos eran blancos y los patrones ya utilizaban una alta técnica yanqui para impedir el sindicalismo independiente. Los sindicatos realmente independientes eran pocos y débiles, aparte de los gremios ferrocarrileros.que se destacaban en ese conjunto.
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En la campaña a favor de Sacco y Vanzetti fue posible constituir un frente único con los anarquistas y reforzamos una federación obrera de Nuevo León, en la que, además de ferrocarrileros huelguistas, estaban sindicatos de panaderos, carpinteros, sastres y otros; junto con los asalariados había muchos artesanos. Se nombró una delegación de esa Federación Obrera para entrevistar al gobernador del estado, licenciado Aarón Sáenz, quien había entrado a ese cargo hacía pocas semanas, para plantearle algunos problemas concretos y para solicitarle un local para dicha Federación. La campaña anticlerica1 del callismo y de Aarón Sáenz estaba en su apogeo. Sáenz era conocido como protestante y enemigo del clero. Había muchas iglesias intervenidas por el gobierno y Aarón Sáenz de inmediato nos concedió una de ellas en la cual instalamos la Federación Obrera. Allí realizábamos todos los días asambleas y conferencias. Los oradores hablaban desde el púlpito. Al llegar a la gubernatura Aarón Sáenz de inmediato fundó una empresa constructora, la FYUSA, monopolizadora de todas las obras del gobierno estatal y municipal: pavimento de calles, construcción de escuelas y edificios oficiales, etcétera. En las aplanadoras y otras actividades de la FYUSA trabajaban varios huelguistas ferrocarrileros, con los que organizarnos un sindicato. En esta actividad participó entonces un jovencito de nombre Alfredo Juárez. Sáenz reprimió el Sindicato y varios de sus miembros fueron destituidos de la empresa, entre ellos Juárez, quien años después actuaría como dirigente sindical. Durante mi estancia en Monterrey invité a varios ferrocarrileros a ingresar al Partido Comunista, entre ellos estaba Tomás Cueva, quien jugó un papel muy importante en el movimiento sindical y en el Partido, y Simón González, que tuvo toda una época de gran militancia que traicionó después Frecuentemente realizábamos mítines en los lugares de concentración popular de la calzada Madero. Nos desplegábamos con banderas en los dos extremos de la calzada y en la parte más concurrida realizábamos los actos en relación con los problemas de actualidad. Así reforzamos la Local del Partido Comunista y un centro sindical en alianza con los anarquista. En el mes de agosto de 1927 se me presentó un amigo, diputado local de Ciudad Victoria, enviado por Emilio Portes Gil, para expresarme que, iniciada la campaña para la reelección presidencial de Alvaro Woregón, él tenía interés en que yo cooperara en esa campaña y me proponía un buen empleo en la Tesorería del Estado. Discutimos y le expliqué a mi amigo el diputado que yo era miembro del Partido Comunista y que éste apoyaba l a candidatura de Obregón en
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la lucha contra los generales Arnulfo R. Gómez y Francisco Serrano, candidatos reaccionarios, pero lo criticaba con energía por sus actitudes derechistas. No aceptaba, por. lo tanto, incorporarme a la actividad del Partido Socialista Fronterizo de Portes Gil, pero me consideraba con el derecho de regresar a Ciudad Victoria para actuar de acuerdo con la línea del Partido Comunista. Portes Gil me quiere sobornar
j
Me trasladé a Ciudad Victoria. Mi madre y mis dos hermanas habían recibido atenciones de muchas personas que nos estimaban. El dueño de la casa en que vivíamos las trasladó a una casa más pequeña liberándolas del pago de renta; una señora dueña de una tienda les regalaba el mandado con frecuencia; camaradas comunistas y compañeros sindicalistas les daban pequeñas ayudas. Participamos en la recepción a Alvaro Obregón, con una cierta debilidad de nuestra parte en cuanto a la capacidad de movilización, pero haciendo constar nuestras críticas por las actividades derechistas de Obregón. En Ciudad Victoria conocía muy bien la forma como operaba una empresa trituradora de roca en Tamatán, La Pedrera, muy cerca de la capital de Tamaulipas, concesionaria de los Ferrocarriles Nacionales para el balastro de las vías. Los propietarios tenían enormes ganancias basadas en los salarios miserables de los obreros. Un accionista destacado era un señor Zorrilla, quien también tenía plantaciones de henequén. Acordamos sindicalizar a los obreros de La Pedrera. Planteamos el registro a.la Junta de Conciliación y Arbitraje y emplazamos a huelga. Fui aprehendido por agentes de la policía del estado en forma tal que nadie se dio cuenta. Me llevaron a un calabozo inmundo de la cárcel municipal de Victoria donde tenía que respirar por un postigo de la puerta. Allí me tuvieron hasta medianoche en que llegó el licenciado Raúl Castellanos, gobernador electo, de posiciones democráticas y a quién habíamos apoyado en la campaiia electoral. Intervino para que me sacaran del calabozo y me llevó un catre de campaña con unas sábanas para instalarme en los portales interiores de la comandancia de policía, recomendando que me trataran bien. Me explicó que varios compañeros lo habían ido a ver en la tarde, y que con muchas dificultades había logrado comunicarse por telégrafo con el licenciado Emilio Portes Gil, ya en la ciudad de México, para tratar de encauzar mi problema.
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Al día siguiente llegaron algunos compañeros llevando la orden de mi libertad, pero con la condición de presentarme luego ante el gobernador interino, profesor Rincón. Los compañeros me explicaron los resultados de su investigación en el sentido de que Portes Gil era socio destacado de La Pedrera, de Tamatán, y antes de salir a la capital de la república para hacerse cargo de la secretaría de Gobernación, que le había asignado el presidente Calles, dejó la orden de que me ' aprehendieran por el emplazamiento a huelga. Me presenté con el gobernador interino. Este me expresó que el licenciado Portes Gil siempre había buscado mi amistad y que, como antes me había ofrecido un buen puesto en la Tesorería, ahora de nueva cuenta indicaba que me propusiera otro adecuado a mis intereses. Le reiteré mi actitud de no aceptar ningún puesto en el gobierno de Portes Gil y menos ahora que arbitrariamente había ordenado mi secuestro anticonstitucional. El profesor Rincón volvió sobre su ofrecimiento de un empleo, en cierto tono de amenaza, diciéndome que meditara mi actitud. Le dije que no cedía, menos con amenazas, que continuaría actuando de acuerdo con mis convicciones y ateniéndome a las consecuencias.
La Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM), fundada en febrero de 1929, se fusionó a la CTM en febrero de 1936. La mayor parte de su existencia (de fines de 1929 a fines de 1934) fue objeto de brutal represión por el régimen callista y su actividad, por ende, fue secreta o sernisecreta. La Constitución Política del país amparaba plenamente su actuación, pero el régimen callista pisoteó todos los derechos constitucionales favorables a los obreros y asalariados en general, así como los derechos de los campesinos y del pueblo. En esa etapa de ilegalidad influyó un factor muy importante: la gran crisis cíclica capitalista de 1929 a 1932, cuya depresión se prolongó hasta 1934.*
* En 1929 la población total del país era de 16 990 000 habitantes; una tercera . mayor parte de la población econóparte, urbana y dos terceras partes ~ r a l La micamente activa estaba integrada por campesinos, que representaban el 70 010; sólo el 30 010 residía en las ciudades. El Distrito Federal contaba, aproximadamente, con un millón de habitantes. El problema de la tierra era muy agudo. Callea declaró que la reforma agraria había llegado a su fin, no obstante que la cantidad de tierras repartidas era mínima. El atraso industrial del pafs era evidente y todae lae grandes industrias, la minerfa, petróleos, ferrocarriles, electricidad, etcétera, eran propiedades de compañfas imperialistas, inglesas y yanquis. Según las estadísticas oficiales, en 1929 el ingreso nacional neto fue de 2 836 miilonen de pesos y en 1932 bajó a 2 277, es decir, en un 20 010. La agricultura fue muy golpeada: de una producción de 383 000 miilonw de pems en 1929 bajó a 278 000 en 1932, o sea, en un 26 Ola. La producción de acero en aquel año fue de 101 764 toneladas y en 1932 bajó a 48.963:la disminución fue de máa del 50 010. En la producción de plata (México ha sido casi aiempre el ~ r i m eproduer tor en el mundo) en l D i 9 me de 3.386 toneladas y en 1933 bajó a 2 118; ea aecir, un 34 010 menos. Los ferrocardes en 1929 traneportaron 4 036 millones de toneladaekilómetro. y en l-3828610 Z 884 miiiones: la dieminución fue del 27 010. Los datos antedores dan una idea de los e8ectas demstrosos, en nuestro pa18, de la cifsis cíclica de sobreproducción de 1929 a 1932.
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En 1928 Calles firmó un acuerdo con el embajador norteamericano Morrow, según el cual se otorgaban grandes privilegios a los monopolios petroleros norteamericanos. Morrow se convirtió en el consejero del presidente Calles. La entrega de la riqueza del país al imperialismo norteamericano provocó una seria lucha con el imperialismo inglés. Este último promovió, aliado a las fuerzas internas latifundistas, restos del porfirismo, una serie de conflictos como el levantamiento armado del general Gonzalo Escobar, en marzo de 1929, y la división de un sector de la burguesía que representaba políticamente los intereses ingleses. En octubre de 1929 estalló la gran crisis capitalista. Todos los valores bajaron súbitamente y la debacle económica sacudió a todos los países del sistema. El exceso de producción había traído como consecuencia grandes masas hambrientas y de desocupados. Muchas fábricas cerraron y fueron destruidas toneladas de bienes de consumo para retirar los excedentes del mercado. En México, Calles ordenó quemar cañaverales mientras la miseria y el hambre hacían estragos en el pueblo. Esta era la situación económica y política de México a la que se enfrentó la CSUM pocos meses después de haber sido creada. La Confederación inicia sus luchas en el marco de un fuerte movimiento campesino independiente agrupado en la Liga Nacional Campesina y un número cada vez mayor de sindicatos independientes de la férula de la CROM. En aquel periodo muchas de las organizaciones obreras eran miembros de la Confederación Regional de Obreros Mexicanos, dirigida por el corrupto líder Luis N. Morones, secretario de Industria, Comercio y Trabajo en el gabinete de Plutarco Elías Calles. Existía tambihn la Confederación General de Trabajadores (CGT), de tendencia anarcosindicalista, con una línea en la que prevalecía el sectarismo sindical más exagerado. Allí actuaba, entre otros líderes ya reformistas y corruptos, Julio Ramírez. En el campo se había conformado la Liga Nacional Campesina, fundada en 1926, que llegó a tener gran fuerza y prestigio en extensas zonas del país, sobresaliendo en Michoacán, Durango y Veracruz, a cuya cabeza estaban los comunistas. En colaboración con la Liga Nacional Campesina, el PCM se abocó a la tarea de organizar el Bloque Obrero Campesino que empezó a aglutinar sindicatos independientes, sobre todo en Jalisco, Tampico, Monterrey, Puebla y el Distrito Federal. El propósito central del Bloque era sostener la candidatura de Pedro Rodríguez Triana para la Presidencia de la república en la contienda electoral de 1930. I
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Ascenso sindical El descontento se deja sentir en todo el país por l o que surgen la Fe-
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deración Obrera de Jalisco y la Federación Obrera de Tamaulipas, que abarcan la mayoría de los sindicatos de estas entidades. Además, se formó el Movimiento Ferrocarrilero Independiente integrado por los huelguistas y una corriente de ferrocarrileros en servicio. Surgen sindicatos independientes en varias partes del país: en Monterrey, un sindicato minoritario pero fuerte en la fundición de la Peñoles; en tres o cuatro fábricas textiles de Jalapa, particularmente en la de San Bruno, entre los petroleros de El Ebano y Minatitlán y entre los mineros de Guanajuato, en especial de El Cubo, entre los textileros de la fábrica la Fe, de Torreón, y otros. El PCM y los sindicatos independientes consideraron muy necesario coordinar todas aquellas organizaciones sindicales que actuaban autónomamente y, después de una preparación de seis meses, con grandes mítines en los centros principales donde había fuerzas independientes, se convocó al congreso constituyente de la CSUM. Este se realizó el 26 de enero de 1929 en el Distrito Federal, con la participación de la dirección de la Liga Nacional Campesina, el Bloque Obrero Campesino y todos los sindicatos independientes que existían. Se instaló la Asamblea de Unificación Nacional Obrera y Campesina, de la cual surgió la CSUM. Tomaron parte en la asamblea 392 delegados, "muchos de los cuales, por razones de tipo económico, traían la representación de dos o más agrupaciones obreras o campesinas". (El Machete, 2 de febrero de 1929, núm. 150.) Los obreros industriales representados se calcularon en unos cien mil. Asistieron también delegados de algunos sindicatos de la CROM, que configuraban el ala izquierda de ésta, en especial, de los estados de Veracruz y Puebla " y cuya representación fue acogida con un 'Vivan los trabajadores revolucionarios de la CROM'
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El programa inicial Se tomaron varios acuerdos principales: promover una agitación nacional contra la promulgación del Código Federal del Trabajo, de corte fascista, proyecto presentado por Portes Gil. Oposición de la CSUM a todo paro patronal, reajuste de obreros, salarios u horas de trabajo. Lucha implacable contra la Confederación Obrera Panamericana, para que todos los obreros organizados de México rompiesen con la American Federation of Labor adherida a la Confederación Obrera Pan Americana (COPA), instrumentos ambos del imperialismo yanqui. Se tomaron también acuerdos concretos con respecto a la situación de los obreros textiles, mineros y ferrocarrileros, acusando en cada
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caso a la CRON y CGT por sabotear las luchas de los obreros. Acuerdo de presentar un decidido apoyo a la lucha de Sandino en Nicaragua y a toda lucha contra el imperalismo norteamericano. Firma de un pacto de alianza con 1a Liga de Educación Sindical de los Estados Unidos, para organizar de común acuerdo la lucha a favor de los trabajadores mexicanos, víctimas de la explotación imperialista en el vecino país. La CSUM se adhirió al Socorro Rojo internacional y colaboró ampliamente con su sección mexicana, la liga Pro Luchadores Perseguidos. El Comité Ejecutivo fue elegido y quedb constituido así: "Julio Antonio Mella (asesinado 15 días antes), secretario general honorario; David Alfaro Siqueiros, secretario general; Valentín Campa, de las organizaciones obreras de Monterrey y Tamaulipas; Elias Barrios, ferrocamlero; Gastón Lafarga, encargado del Departamento legal en el Comité de Defensa Proletaria (en substitución de Mella); Pedro C. Palacios, representante de los trabaiadores ~latanerosde El Hule, Oaxaca; Macario Rivas, representante de los obreros del petróleo (Sindicato de El Aguila); Cruz C. Contreras, ferrocarrilero; Rodolfo Fuentes López, miembro del comité de la Liga Nacional Campesina; Hilario Arredondo, representante de los mineros de Jalisco." (Acta taquigráfica de la sesión.)
Poco después de constituida la CSUM se desata la represión. Guadalupe Rodríguez y otros dirigentes campesinos comunistas son asesinados y desarmadas las ,guerrillas campesinas que en la zona de Durango habían derrotado el levantamiento escobarista. L u c h a de clases, pero en la milpa d e m i c o m p a d r e
La CSUM abarcaba unos 150 mil asalariados, los más combativos de entonces. Esta fuerza organizada, que daba batallas en diferentes frentes, preocupó al gobierno de Portes Gil. Es así como la huelga en la metalúrgica La Consolidada, en el Distrito Federal, de propiedad yanqui, es rota por el gobierno. Igualmente, la huelga de los panaderos de Guadalajara, donde inclusive las fuerzas represivas gubernamentales asesinaron a un dirigente apellidado Zamora. Otra lucha de la CSUM fue en Minatitlán, con los petroleros de El Aguila; la mayoría absoluta de los obreros participó en la huelga. También en este caso intervino el ejército para salvaguardar los intereses de la compañía imperialista. A finales de 19128Emilio Portes Gii, entonces secretario de Gobernación, presenta un proyecto de' código del trabajo que obtuvo gran opoiición de las organizaciones obreras independientes. A principios de 1929 se organizó una convención obrero patronal para la discusión del código propuesto. Por la CROM asistieron Lombardo Toledano, Ricardo Treviño y Reynaldo Cervantes; por parte del Bloque
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Obrero Campesino, formado entonces por veinte organizaciones obreras, habló Alfaro Siqueiros. Lombardo intervino aclarando que Siqueiros consideraba el código como una reforma al Artículo 123 Constitucional, con lo cual no estaba de acuerdo, aclarando que más que una reforma hacía falta una reglamentación de dicho Artículo. Siqueiros dijo :
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". . estamos de acuerdo con el licenciado Lombardo Toledano en lo que respecta a que todas las conquistas obtenidas por los trabajadores deben ser categóricamente respaldadas; pero nosotros consideramos que hay que arrancar otras muchas nuevas conquistas a las cuales nosotros tenemos derecho." Después se refirió a la oposición decidida que las organizaciones del Bloque presentarían al arbitraje obligatorio de los conflictos laborales instituidos en el código. A la intervención de Siqueiros contestó Reynaldo Cervantes Torres, de la CROM, diciendo :
". . .
en principio nosotros estamos de acuerdo con la opinión del compañero Siqueiros; que él desde su punto de vista especial tiene razón; pero nosotros aceptamos la lucha de clases sin ninguna institución que la estorbe como el arbitraje obligatorio, siempre y cuando que viviésemos en un país absolutamente capitalista. Nosotros somos partidarios de las luchas de clases para las organizaciones que se forman en contra del Estado como la expresión máxima del sistema burgués, pero esto solamente para países que no sean México. Nosotros todavía tenemos confianza en que el gobierno siempre será representativo de la Revolución, con excepción de algunos casos de autoridades inferiores. desde el punto de vista de la tesis en general, nosotros lo aceptamos porque tenemos confianza y creemos que los gobiernos mexicanos son representativos del sentir popular, y en esavirtud, aunque en principio estamos de acuerdo con la opinión del Bloque Obrero, hacemos la consideración que he expuesto desde el punto de vista de la situación mexicana, por lo que toca a los representantes del poder público. En esa virtud, nosotros creemos que el arbitraje obligatorio es necesario, porque el representante del poder en las Juntas, en los Tribunales del Trabajo, no es un juez que va a fallar en perjuicio de los trabajadores, sino que va a interpretar el verdadero espíritu del Artículo 123, que es el protector de las clases obreras.'' (Revista CROM, 15 de enero de 1929, p. 40-66).
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En pleno proceso reaccionario del régimen, los dirigentes reformistas hablaban, y hoy lo siguen haciendo, del carácter permanente de la Revolución, de que todos los gobiernos la han representado, de que estos gobiernos son obreristasJarnillerías.
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Sobre la ilegalidad de las huelgas
Ese mismo mes la Alianza de Uniones y Sindicatos de Artes Gráficas tuvo la iniciativa de convocar una convención de organizaciones obreras para examinar el código. A la convención se le llamó Pro Ley del Trabajo. Concurrieron varios delegados de la CROM, de la CGT (estos Últimos se retiraron) y de la CSUM. Estuvo representada la Federación Sindical del Distrito Federal, que se había formado en febrero de ese año con algunos grupos disidentes de la CROM y cuyo Comité Ejecutivo estaba constituido por Amilpa, Velázquez, Yurén, Sánchez Madariaga y otros más. La discusión se dio entre los representantes de la CROM y los de la CSUM sobre el arbitraje obligatorio. Siqueiros calificó el código como un almodrote fascista y atacó violentamente a su autor, Portes Gil, por la política represiva en los casos concretos de lucha de la Sindical Unitaria. Siqiieiros y yo, dirigentes de la CSUM demostramos en nuestras intervenciones que este código violaba algunos derechos consagrados por la propia Constitución democráticoburguesa, particularmente la Fracción XVIII del Artículo 123, que dice así: "Las huelgas serán consideradas como ilícitas únicamente cuando la mayo&a de los huelguistas ejerciera actos violentos contra las personas o las propiedades, o en caso de guerra, cuando aquellas personas pertenezcan a los establecimientos y servicios que dependen del gobierno."
Esas excepciones no se habían dado, ni antes ni ahora, por lo tanto, de acuerdo con la Constitución, todas las huelgas son lícitas. Pero ya mañosamente se planteaba el código que las huelgas podían ser lícitas, pero ilegales. En el momento más agudo de nuestros ataques a Portes Gil, el 'presidente dio orden de aprehensión contra nosotros lo cual fue conocido por algunos de los líderes reformistas y notificado a la asamblea. Se planteó que independientemente de las diferencias que había entre los asambleístas, todos estaban contra esa orden de aprehensión, por lo cual se nombró una comisión para que fuera a Palacio Nacional y planteara el problema, mientras que Siqueiros y yo permanecíamos en el local que ocupaba la convención. La comisión logró la orden del presidente para que no se nos aprehendiera. Al ser suspendidos los debates, mientras la comisión iba a la presidencia, Ricardo Treviño, prominente líder moronista, platicó conmigo. Entre otras cosas me comentó que de joven era muy impetuoso y agresivo, pero que en el transcurso de los años se hizo reflexivo y cambió sus concepciones. Y o le expresé mi confianza de que si llega-
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ba a viejo -lo cual dudaba mucho-, nunca claudicaría de mis convicciones, de mis opiniones fundamentales. Treviño, molesto, interrum. pi6 la plática.
Lg "ualija" maldita En sus intervenciones, Lombardo atacó a los de la CSUM diciendo que éstos se proponían reformar la Constitución para "establecer los soviets en México", cosa que los comunistas planteaban en su programa, pero no en esa ocasión y con lo cual especulaba Lombardo. Este esgrimía que no se trataba de establecer una constitución socialista, que eso no se estaba discutiendo, sino una ley federal del trabajo derivada de una constitución social avanzada, pero no socialista. No hubo conclusión conjuata: se aprobó un documento por mayoría, contra el voto de la Sindical Unitaria y algunos sindicatos autónomos. El documento fue presentado después a la Cámara de Diputados para que se tomara en cuenta en la formulación de lo que fue después la Ley Federal del Trabajo. Porque luchábamos con energía contra el arbitraje obligatorio -tripartita- establecido en la Constitución y en el Proyecto de Ley del trabajo y rechazábamos el control gubernamental de los sindicatos señalados en él, Lombardo Toledano, entonces brazo derecho de Luis Morones, lanzó un discurso doloso, atribuyéndonos supuestos inexist e n t e ~ entre , otros, el de plantear allí la organización de la revolución socialista en México. En general, teníamos planteamientos izquierdistas sectarios, pero Lombardo incurría en algo capcioso y claramente traidor al sindicalismo mexicano. Transcribo algunos párrafos de su discurso, referentes al document o resumido presentado por la CSUM:
". . .
el documento a que me refiero parece un informe, y eso es, que el gmpo comunista envía a Losovsky a la Internacional rusa. Yo afirmo esto porque conocemos de sobra y de muchos años atrás, el estilo epistolar de los comunistas de Rusia y de México y porque estamos al tanto de las órdenes, de las sugestionesy los consejos que van y vienen de Rusia a México por conducto de la valija de la legación de aquel país. "Las conclusiones con que termina el documento leído por Siqueiros, se proponen lo siguiente: aprovechar esta convención para que se reúna otra con algunos miles de delegados, la cual tendrá por objeto declarar como principio de un programa de acción, formulado desde Rusia, la huelga general en todo el país y, más tarde, el divorciamiento del gobierno, la disolución del ejército y el entronizamientodeladictaduradel proletariado.
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En esa jornada, entre los actos intrépidos que se suscitaron, cabe señalar la hazaña del ferrocarrilero huelguista Juan González, que trabajaba en la embajada soviética. Al irrumpir la policía, con gran riesgo para él, arrió la bandera de la URSS y la escondió. Varios años después, al reanudarse las relaciones diplomáticas, una comisión del POCM, en la que participó Juan González, le hicimos entrega al ernbajador soviético de la bandera de su país.
"Mientras el grupo comunista no demuestre al proletariado de México que éste se haila en aptitud de transformar el actual régimen burgués y de apoderarse del gobierno de la nación, los trabajadores de México señalarán con razón al grupo comunista como un grupo de delincuentes, porque el conducir al fracaso a la organización obrera, con premeditación, es una forma del crimen. Mientras el grupo comunista no demuestre que las condiciones de México permiten a las masas trabajadoras realizar el cambio radical y brusco del actual orden de cosas, los comunistas no deben merecer de los trabajadores mexicanos sino el calificativo de agitadores perversos, de hombres poco honrados y de falsos líderes."
A n t e e l descontento: L e c u m b e r r i y las Islas Marías
Toda la reacción, la porfiriana y la callista y todo el gobierno de Portes Gil, reprodujeron el discurso de Lombardo para instrumentar una campaña feroz contra la URSS. Al respecto, en la revista de la CROM salió el siguiente comentario:
El lo. de mayo de 1929 la CSUM organizó, junto con algunos sindicatos como el de panaderos del Distrito Federal, una manifestación a la que asistieron unos 30 Ó 40 mil personas. Estaba muy reciente el ajusticiamiento en Estados Unidos de los anarcosindicalistas Sacco y Vanzetti y la manifestación del día del trabajo concluyó en una concentración frente a la embajada yanqui. El mitin fue sumamente combativo y terminó disuelto por la policía montada, la de tránsito y otras. A fines del 30 se recrudeció la represión contra la CSUM. Desde entonces la Sindical Unitaria tuvo que actuar secretamente, pues sus oficinas fueron asaltadas por la policía y sus dirigentes perseguidos. A principios de ese año Siqueiros decidió dedicarse a la pintura y abandonó la secretaría general de la CSUM. En su lugar quedé yo. En febrero de ese mismo año hubo un atentado contra Ortiz Rubio, perpetrado por un teniente del ejército. Aprehendieron a varios comunistas y vasconcelistas (estos Últimos con las fuerzas más reaccionarias), entre ellos a Carlos Pellicer y algunos curas: todos fueron puestos presos en Lecumberri. Pronto salieron libres los vasconcelistas y los curas. Una decena de comunistas fueron llevados a las Islas Marías, entre ellos Miguel A. Velasco, Gómez Lorenzo y Revueltas, al que habían detenido en Nuevo León cuando intervenía en una huelga de obreros agrícolas de Ciudad Anáhuac.
"Con relación al discurso del compañero Lombardo Toledano, el ministro de Rusia, o sea d e la Unión de Repúblicas Soviéticas como actualmente se llama lo que fuera el vastísimo imperio de los zares, dijo: 'Ante una acusación de que la legación que está a mi cargo y bajo mi dirección tiene relación alguna a las actividades políticas que desarrollaii en el país "y que en la valija diplomática lleva y trae instmcciones para el grupo comunista", y para que no quede en nadie ni siquiera una pequeñísima duda al respecto, me veo en la obligación d e declarar que si efectivamente tal afirmación fue hecha por el señor Vicente Lombardo Toledano, esta declaración n o representa nada más que una baja calumnia. Para demostrar la falsedad de tal afirmación, es bastante con declarar que por todo el tiempo que me encuentro al frente de la legación, jamás se ha recibido la incriminada "valija diplomática", por cuanto actualmente nuestra correspondencie con la URSS es recibida y despachada por correo simple' " A. Makar Ministro de la URSS
Sigue la nota de la revista: "La interpretación tan literal que el ministro de Rusia dio a las palabras del compañero Lombardo Toledano hicieron a éste decir a los redactores: '. que el ministro de las Repúblicas Soviéticas había dado a sus palabras una interpretación demasiado estrecha, pues él había empleado el término "valija diplomática", como una frase amplia para significar toda la acción de los representantes de Rusia en el extranjero, sin referirse exclusivamente a la maleta de cuero que los diplomáticos a veces utilizan para asegurar su correspondencia oficial." (Revista CROM,agosto de 1929, p. 38.)
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Este discurso de Lombardo se utilizó al máximo para romper relaciones diplomáticas con h URSS; la embajada fue asaltada por k policía; los &~plomáticosdetenidos y expulsados; el agregado comercid duró varios meses preso en Lecumberri.
El día contra la desocupación
Los partidos comunistas de América Latina fijaron un día, el 20 de marzo de 1930, como el Día contra la desocupación. A las 7 de la noche se efectuó una gran manifestación convocada por el PCM y la CSUM en el Distrito Federal. Los manifestantes portaban carteles y mantas que decían: ";PAN O TRABAJO!", "j E X I G I M O S EL RE, GRESO DE LOS C O M P A f i E R O S D E P O R T A D O S EN L A S I S L A S k MARIAS!". ";ABAJO LA REPRESFION C O N T R A ET. PCM!" Rn
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esta manifestación fueron aprehendidos doce compañeros. Otra manifestación se organizó ese mismo día en Tampico y otra más en Guadalajara; ambas pretendían llegar hasta el Distrito Federal, pero fueron detenidas por el ejército. La de Puebla llegó hasta el zócalo de la ciudad de México. Antes de llegar, frente a la estación ferrocarrilera de San Lázaro, la policía montada, con sables desenvainados, detuvo la marcha y rodeó a los manifestantes; éstos se organizaron, a los nifios se les puso en la parte exterior del círculo, después las mujereq y en medio los hombres. La policía no se atrevió a pegarles a los niños. En ese momento un compañero del aparato de la Sindical Unitaria, Francisco Gallardo, en medio de los manifestantes, empezó a hablar con gran valentía; después la columna nuevamente avanzó sin que la policía interviniera. En esos días también se organizó en Puebla un amplio movimiento de los desocupados, en el que grandes masas de desempleados ocuparon un edificio del gobierno. Era un convento viejo que el gobierno había convertido en oficina pública. Allí eran alojados todos los desocupados que eran lanzados de sus casas por falta de dinero para pagar la renta. Se hicieron varias manifestaciones exigiéndole alimentos al gobierno. A pesar de estos actos, la represión continuaba con gran magnitud. La manifestación del l o . de mayo de 1930 fue muy débil comparada con la del año anterior. Participaron unos cuantos cientos de obreros, treinta de los manifestantes fueron detenidos, entre ellos David Alfaro Siqueiros. En Matamoros, Coahuila, se realizó una manifestación, convocada por el PCM, para exigir la libertad de los presos que se encontraban en la penitenciaría del Distrito Federal y en las Islas Marías, a donde también habían sido llevados los mineros de El Boleo, Baja California, que se habían atrevido a ir a la huelga. En ese entonces, Nazario Ortiz Garza era gobernador del estado de Coahuila. Los manifestantes se reunieron frente al mercado de Matamoros y allí la policía y las guardias blancas los acribillaron a quemarropa. Murieron 17 comunistas, hombres y mujeres, y muchos resultaron heridos. (El Machete, julio de 1930, núm. 183, p. 1-4.) Todas estas aprehensiones y asesinatos promovieron una gran solidatidad internacional hacia el pueblo mexicano. La Internacional Comunista y la Internacional S i c a l Roja reprobaron los actos del presidente Portes Gi.Se hicieron manifestaciones en esos días en MoscU, Leningrado, Nueva Y ork, Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires, París, Berlín y otras ciudades; se apedreaban y hasta se t~
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maban las embajadas mexicanas en muchos países, en un gran despliegue de internacionalismo proletario. En mayo de 1930 se realizó la primera conferencia nacional de la CSUM. Yo, que antes era secretario de Organización, y que estaba supliendo a Siqueiros, como secretario general en la conferencia fui ratificado en ese cargo. En este evento se hizo un balance crítico de las actividades de la CSUM. Allí se señaló que ". . . el hecho de que en la organización se haya seguido la línea de la menor resistencia (prefiriendo organizar a los trabajadores de industrias secundarias sobre las básicas), y no se haya seguido enérgicamente la creación de los consejos y comités d e fábricas, da por resultado que perduren todavía en la CSUM restos de caudillismo sindical, herencia de las organizaciones pasadas". Criticóse también la actitud casi pasiva de la CSUM ante el problema de la desocupación, señalándose la necesidad de intensificar la agitación y la organización entre los sin trabajo. "La conferencia aprobó una limpia completa en los organismos de dirección. La lucha contra el derechismo, el oportunismo y la pasividad no sería efectiva si no se quitase de los puestos dirigentes a todos los que no han sabido ser dignos de confianza de las masas. La conferencia aprobó la exclusión de David Alfaro Siqueiros del comité ejecutivo y de la confederal. (El Machete, junio de 1930, número extra.)
. ."
En 1931 Aarón Saénz presentó un proyecto de ley federal del trabajo; poco después fue aprobado por el Congreso de la Unión. Por un lado se estipuló la jornada máxima de trabajo según categorías de trabajadores; se previó que a trabajo igual salario igual; se hizo referencia al trabajo infantil y al de las mujeres, etcétera; pero, por otro lado, se limitó el derecho de huelga que, de hecho, se estableció con el arbitraje obligatorio de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, teniendo ahora estas Juntas la facultad de declarar las huelgas lícitas pero ilegales e inexistentes. Además, se restringió la legalidad de los sindicatos a aquéllos registrados en las Juntas y en el Departamento del Trabajo. De esta grave limitación a la organización y al movimiento obrero son responsables los líderes reformistas de la CROM y otros que en la discusión del código aceptaron esaslimitaciones.
Clamor contra la desocupación
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Las huelgas se intensifican en todo el país y la violencia ejercida por las autoridades también, coincidiendo con la integración de la CSUM
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que influyó en este proceso. Las empresas mineras en México, como consecuencia de la crisis económica, empezaron a aplicar despidos masivos de trabajadores. El secretario de Industria, Comercio y Trabajo, Luis L. León, facultó en agosto de 1930, por medio de una circular, a las empresas para reajustar a los obreros mineros en todo el país. La CSUM encabezó el gran descontento provocado por esta impopular medida. Hubo actos de protesta en casi todos los centros mineros y en Etzatlán, Jalisco, dos organizadores mineros, pertenecientes a la CSUM, fueron encarcelados. La inconformidad fue tal que el gobierno tuvo que dar marcha atrás y, aunque sin quitar el dedo del renglón, mostrarse más cauteloso. Los obreros de la fábrica textil de San Bruno en Jalapa, Veracruz, dieron también una gran batalla en esos años. Los trabajadores adhirieron su sindicato a la CSUM. E! gobernador del estado, Adalberto Tejeda, apoyaba a los de la CROM, por lo que se trató de reinstalarlos a la fuerza. Sorpresivamente fueron agredidos los dirigentes sindicales de la CSUM por un grupo armado de cromianos: resultó muerto el obrero Antonio Cruz y herida su compañera. Sin embargo, este intento no tuvo éxito. Un delegado textil de San Bruno había participado en Moscú en el Congreso Internacional de la Sindical Roja. Y en septiembre de 1930, después de los acontecimientos relatados, se organizó una magna asamblea en la que participaron obreros no sólo de San Bruno, sino de todo el estado, así como grupos estudiantiles, para escuchar nuestros informes: el del delegado de la fábrica y el mío, como dirigente de la CSUM. Después de este acto, fui intensamente perseguido por la policía hasta que me aprehendió en el mes de noviembre. En ese mismo año fueron asaltadas por la policía, con el pretexto de buscar propaganda comunista, las oficinas del Sindicato de Panaderos de Puebla. La CSUM contaba, dentro de muchos sindicatos no afiliados a ella, con grupos de activistas organizados, a los cuales se les Uamó grupos de oposición revolucionaria sindical (GORS). Algunos, por cierto, en son de burla, decían que se les había llamado GORS por semejanza a URSS. Un grupo de estos activistas actuaba dentro de la Alianza de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías de México. Los tranviarios, al promulgarse la Ley Federal del Trabajo, exigieron que se les pagara con salario extra el tiempo excedente a la jornada normal. La empresa negó esto y dos mil trabajadores se fueron a huelga. El laudo fue favorable a la empresa y los obreros se vieron obligados a trabajar con salario simple media hora extra durante nueve años. En 1933 la fábrica textil La Alpina, en Puebla, paró sus máquinas
por la huelga de los obreros, la que se extendió a otras fábricas textiles, llegando a 20 mil los huelguistas. Los obreros de la CSUM se encontraban a 1a.cabeza del movimiento. La huelga se generalizó en todo el estado, con lo que 10s empresarios cedieron y tuvieron que reconocer el contrato colectivo. En ese año volvieron a intensificarse las luchas contra el desempleo. De Monterrey partió una caravana de hambre hacia la ciudad de México. Después de una manifestación de siete mil personas, un grupo de 250 obreros integró la caravana rumbo a la capital de la república, pero fue disuelta poco después de partir. En Jalapa se realizó un mitin, al cual asistieron unas dos mil personas, para protestar contra el desempleo.
Un tal Esteban Franco A fines del año de 1933 los combativos obreros textiles de San Bruno fueron duramente reprimidos. La fábrica fue asaltada por el ejército, todos los dirigentes fueron suspendidos del trabajo y el gobierno impuso allí el terror. Fue en esa fecha cuando los obreros de la refinería de metales ASARCO de Monterrey se fueron 2 la huelga. En esta refinería se separaba el oro de la plata, del plomo y el zinc. El sindicato estaba adherido a la CSUM y yo, que con el pseudónimo de Esteban Franco era buscado por la policía, participé en la organización de la huelga. La CSUM tenía una política izquierdista con respecto a la organización de las huelgas: los obreros simplemente se posesionaban de las fábricas. Así se hizo en la ASARCO, pero la refinería tenía me-' tales preciosos y esto era muy violento; los dirigentes no calcularon las consecuencias. La represión fue salvaje, se asesino a varios obreros, mujeres y niños que se encontraban de guardiz. Juan Andrew Almazán era entonces el jefe de operaciones militares en Monterrey, donde se había convertido en un poderoso cacique confabulado con el consorcio Garza Sada, la cervecería y la Fundidora. A Esteban Franco lo aprehendieron junto' con otros obreros, pero sin ser identificado conmigo, fue puesto en libertad. A partir de 1929, el Partido Comunista cayó, por un lado, en posiciones sectarias y, por otro, se definió como un auténtico Partido Comunista, totalmente independiente de la burguesía y del gobierno y en oposición franca a éstos. El sectarismo se trazó en el pleno del Comité Central de julio de 1929. Se siguió la línea que marcaba el VI Congreso de la Internacional Comunista en el cual se planteaba que los "líderes socialdemócratas de izquierda son de hecho los enemigos
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más peligrosos del comunismo y de la dictadura del proletariado". Este error hizo que la atención se desviara hacia los socialdemócratas y se descuidara al enemigo principal en esos momentos: el nazismo. En la resolución del pleno de 1929, los camaradas mexicanos transportaron esta idea intacta: "Esta demagogia izquierdista hace de los políticos pequeñoburgueses los más peligrosos enemigos del Partido Comunista en el movimiento obrero y campesino." Entre los políticos pequeñoburgueses se agrupaban Adalberto Tejeda, Lombardo, Ursulo Galván y otros. Se englobaba a todos sin distinción. Algunos hechos revelaban lo incorrecto de las apreciaciones de los comunistas. Almazán, por ejemplo, desterraba de Nuevo León a todo elemento activista obrero o campesino y, al hacerlo, se le hacía campaña en los periódicos acusándolo de comunista o de agente de Tejeda, el gobernador de Veracruz, quien a pesar ser democrático, era atacado virulentamente por el PCM y la CSUM. Ante la lucha entre el imperialismo yanqui y el inglés, el Partido Comunista dio una explicación a la posición antiyanqui de algunos elementos como Lombardo, Tejeda y los "independientes" del PNR, englobando a todos sin diferenciar la demagogia de unos y la autenticidad de otros, afirmando que sólo era un juego político en apoyo al imperialismo inglés contra el yanqui para obtener más favores de este Último. (El Machete, octubre de 1930.) Es cierto que Morones y Lombardo habían participado en la ruptura de las huelgas en las empresas imperialistas yanquis y que Lombardo había llegado a declarar, en julio de 1930, que a la penetración del capital yanqui,absorbente y peligroso, "hay que oponer las inversiones de capital europeo, progresista y más inofensivo". (El Machete, julio 1930, núm. 183, p. 2.) Lombardo, Tejeda y otros se van diferenciando hasta que el primero, en diciembre de 1933, llega a separarse de Morones y constituye la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM). Aun en ese momento la posición del PCM con respecto a Lombardo fue igual, sin entender lo que esta separación de la CROM significaba. Por otro lado, en este periodo, el Partido se afirmaba como el partido de la clase obrera. En el pleno de 1929 se aclaró que el país atravesaba una época de contrarrevolución y que el gobierno empleaba la demagogia para hacer creer al pueblo en la perdurabilidad de la Revolución de 1910. Aunque cayendo en el sectarismo en algunos momentos, k lucha contra el oportunismo y l a demagogia dan como re-
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sultado una toma de conciencia del camino independiente a semiir. --En consecuencia, se planteó atraerse las masas obreras y trabajar dentro de ellas. "Hay que constituir fracciones comunistas tanto en las organizaciones de la CSUM como de la CROM, en la CGT y en las agrupaciones autónomas, para organizar en estas Últimas el movimiento de oposición." (Resoluciones del pleno del Comité Central, julio de 1929, copia mecanografiada,p. 21.) Esto llevó al Partido a tener cierta influencia en la clase obrera a través de la CSUM.
los primeros aiios del partido
El 24 de noviembre de 1919 se constituyó el Partido Comunista Mexicano. Fue el resultado de un acuerdo de la asamblea nacional del Partido Socialista en el sentido de que éste se transformara en el Partido Comunista Mexicano y se adhiriese a la 111Internacional. Dos son los factores principales que influyeron en la constitución del PCM: Primero, la necesidad de un deslinde de las fuerzas obreras frente a la burguesía nacional que se consolidaba con la institucionalización de la Revolución mexicana al aprobarse la Constitución de Querétaro, en febrero de 1917.
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El otro factor importante lo fue la influencia de la Revolución del
7 de noviembre de 1917,realizada por el proletariado ruso, y la pre-
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sencia en México de camaradas simpatizadores o representantes de la 111Internacional Comunista. Con el ranchero (burgués terrateniente) Venustiano Carranza, quien fue senador del régimen porfirista, se consolidaba la hegemonía de la burguesía, primero en la revolución y luego en los gobiernos derivados de eUa. El carácter burgués del régimen se expresa al maniobrar con el pacto claudicante de los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial, quienes aceptaron ponerla al servicio de Carranza contra los campesinos insurrectos bajo la dirección de Erniliano Zapata y Francisco Vilia. Se expresa asimismo en la bnital represión contra las huelgas de aquellos años, incluyendo la de los tranviarios del Distrito Federal. cuyos dirigentes fueron amenazados de fusilamiento por orden de Carranza Surgen opiniones un tanto generalizadas entre los sindicalistas y ' también entre numerosos intelectuales sobre la necesidad de crear un
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partido de la clase obrera. El proceso se da sobre bases confusas en las que hay algunos elementos teóricos, pero en las que la intuición y el descontento juegan un papel considerable. En los acontecimientos políticos y sociales de nuestro país hay, pues, raíces profundas que explican el surgimiento del Partido Comunista Mexicano en 1919, dos años después de promulgada la Constitución democráticoburguesa de 1917, derivada de la Revolución mexicana. La Revolución rusa La Revolución de Octubre en Rusia repercutió en todo el mundo. En México causó una espectación general e inquietud en todas las fuerzas políticas y sociales avanzadas. Con no pocas confusiones, muchos se entusiasmaron con la Revolución proletaria de los bolcheviques rusos encabezados por Lenin. Ricardo Flores Magón, destacado revolucionario mexicano de principios del siglo, con una ideología anarcosindicalista contradictoria, que había organizado el Partido Liberal Mexicano desplegando acciones de masas de gran importancia, influyó mucho a favor de la Revolución obrera de Rusia. En 1918 expresaba: "La Revolución de Rusia no es una revolución nacional, sino que es una revolución mundial. Los bolcheviques son los verdaderos intemacionalistas. Ellos son los únicos que desean ver extenderse por todo el mundo las ideas de la revolución." (Regeneracibn, etapa IV, mano de 1918.) Aunque Ricardo Flores Magón pocos años después orientó su anarquismo contra la Revolución de Octubre, sus expresiones a favor de los bolcheviques tuvieron gran influencia y es de deducir que confluyeron en la decisión de formar el Partido Comunista Mexicano. Emiliano Zapata, representativo de los campesinos democráticos avanzados, luchador incansable contra Porfirio Díaz y Victoriano Huerta y también contra los dirigentes destacados de la Revolución mexicana, los burgueses Madero y Carranza, se expresó en forma encomiable sobre la revolución dirigida por Lenin y es fácil deducir también su influencia entre los campesinos a favor de la Revolución proletaria. Los materiales esporádicos del Partido Bolchevique y de la III Internacional, recibidos aquí por algunos mexicanos, circularon provocando un gran impacto. Ademk, llegaron camaradas de otros países, quienes en forma personal influyeron en el deslinde indispensable
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con la burguesía mexicana y en la constitución del Partido Comunista Mexicano. Entre otros, Sen Katayama, dirigente japonés. El Partido Comunista Mexicano surge en medio de grandes presiones. El ambiente de la Revolución mexicana (revolución democráticoburguesa pero con expresiones avanzadas) facüitaba la influencia de la burguesia democrática en las filas del PCM. El gran atraso industrial inducía a una capa numerosa de artesanos y pequeños industriales, base natural del anarquismo, hacia posiciones extremas. El magonismo había calado fuerte, no sólo entre esos artesanos y toda la pequeña burguesía, sino en sectores de obreros y asalariados en general. Estas presiones explican las desviaciones y el~confusionismoen el Partido Comunista durante todo su periodo inicial. Además, la gran debilidad tanto política como orgánica del PCM lo hace presa fácil de tales desviaciones. Los balbuceos del PCM Dadas estas condiciones, el PCM apoya al ya terrateniente burgués Alvaro Obregón contra el reaccionario Venustiano Carranza, No se analizan en forma adecuada las influencias contradictorias en el movimiento delahuertista en 1924 y el PCM apoya, sin ningún esclarecimiento de una posible línea independiente, la lucha contra Adolfo de la Huerta, cayendo en un apoyo poco crítico yal gobierno de Alvaro Obregón y a Calles. Se apoya la reelección de Alvaro Obregón en 1928 y la independencia y crítica de ese caudillo son muy débiles y casi formales. Es frente a la rebelión escobarista, en 1929, cuando se hace un esfuerzo por desarrollar la lucha contra esa rebelión reaccionaria pero subrayando la participación independiente y de crítica enérgica al régimen de Calles y Portes Gil. Esto, con el llamamiento a los campesinos para que no se dejaran desarmar, deriva en el fusilamiento del gran dirigente de los campesinos y del Partido Comunista Mexicano, J. Guadalupe Rodríguez, en Durango. Todavía no existe un examen teórico de la guerra civil del 29, de cómo se hubiera podido tener una participación armada independiente sin riesgos catastróficos. El proceso para conformar al Partido Comunista ha sido muy lento en México, repleto de dificultades, Lleno de contradicciones y con muchas desviaciones, pero es un proceso constanie, acumulador de experiencias y con elementos internos sanos que han mantenido en pie al PCM durante casi sesenta años.
MI TESTIMONIO
Lo anterior indica que hay bases en México para construir un partido auténtico de la clase obrera. En las últimas décadas se ha conformado una conciencia teórica y política y una práctica que garantizan no sólo la existencia, sino el éxito del partido del proletariado mexicano. En esas condiciones, en los primeros años, y también m& tarde, surgen corrientes de izquierda avanzada y con tendencias marxista leninistas, que dieron y han dado lugar a la preocupación por fusionar esas fuerzas en un gran partido de la clase obrera mexicana. Pero los enfoques incorrectos y la falta de madurez teórica y politica de algunas de esas corrientes dificultaron y dificultan la fusión de las que realmeilte han mantenido y mantienen posiciones claras a favor del socialismo científico. Sen Katayama, abnegado comunista japon&, activo en la III Internacional Comunista, vino a México e intentó en 1921 la fusión de los agrupamientos de izquierda en un Partido Comunista unificado. Sus resultados fueron muy precarios. Estos esfuerzos unificadores continúan hasta la fecha. Esfuerzos que deben encaminarse a unificar, en base a la experiencia del socialismo científico, a partidos de izquierda, y que, al mismo tiempo, eviten la formación de un partido inconsistente.. En los primeros años, la dirección del PCM acordó cooperar en la constitución y reforzamiento de la Corifederación General de Trabajadores en unidad de acción con los anarcosindicalistas; pero ese esfuerzo para conformar una gran central sindical fracasó por el sectarismo y dogmatismo de los compañeros anarcosindicalistas.
Lección internacionalista de Lenin
Ramírez, que fue delegado del PCM al 111C comunista, realizado en Moscú del 22 de junio
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acciones provocadoras contra el y varios de ellos estuvieron en prisión. M delegados de varios partidos ~0rWnistasde con LeKln y l e expY~caronl a gran campaña p& del mundo contra e\ poder delos soviets Y e . de \os partidos comunistas de América
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so industrial daba lugar a la existencia de una gran capa de artesanos y pequeños burgueses, fuente natural de la influencia anarcosindicalista. Lenin, muy comprensivo, les explicó a los delegados el grave conflicto con los anarquistas en Rusia soviética y manifestó comprensión por las complicaciones de los partidos comunistas en América Latina en torno a ese problema. En reconocimiento a las dificultades que los partidos comunistas enfrentaban en nuestros paises, Lenin llegó a la conclusión de que el intemacionalismo proletario significaba que el Partido Comunista y el gobierno de la Unión Soviética, a pesar de los problemas internos, atendieran la solicitud, poniendo en libertad a los anarquistas presos. Esta actitud de Lenin fue una gran lección de intemacionalismo y de análisis de problemas compiicados y contradictorios que conducían a la solución dificil pero correcta. En México, como en otros países, necesitábamos actuar en unidad de acción con los anarcosindicalistas y magonistas en general y, al mismo tiempo, mantener frente a eUos la lucha ideológica y política. La misma Internacional Comunista, en el caso de los anarquistss Sacco y Vanzetti, aplicó esa orientación planteando con gran vigor la lucha, primero por la libertad de ellos y luego la protesta por su asesinato.
Encuentro con Julio Antonio Mella * Como es sabido, México era un país predominantemente agrario. Más de las dos terceras partes de la población vivían en el campo. El PCM siempre ha dado una atención importante a la actividad entre los trabajadores del campo. Algunas veces, a costa de la atención a los obreros, particularmente a los obreros industriales. Desde su fundación, el PCM realizó importantes actividades con las c ~ a l e sganb una influencia seria en el campo. En cooperó el o de dirigentes campesinm miembros del partido. F~~ como el 23 de marzo de 1923 se fundó la primera Liga de Comunidades Agrarias en el estado de Veracruz, con Ursulo Galván y Miguel Almanza en Su dirección. Esa liga le dio un gran impulso a la organización de pesinos en todo el pajs, actividad que con el congreso onstituyenh de la Liga Nacional Campesina, en 1926.
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El Partido logró penetrar con su influencia en los ferrocarrileros. Elías Barrios, Hernán Laborde y otros comunistas se destacan en la actividad entre los obreros y empleados del ferrocarril.La dispersión que originaba el agudo gremialismo prevaleciente era un gran obstáculo para encauzar las acciones sindicales. El PCM influyó para realizar el 111 Congreso Ferrocarrilero, a principios de 1926, con el objetivo de unificar todos los gremios de esa industria. Sólo estuvo ausente la Unión de Conductores, Maquinistas, Garroteros y Fogoneros, en la que se manifestaba una corriente aristocratizante y una influencia burguesa en sus filas. El PCM, dentro de sus actividades de agitación y propaganda, organizó, a principios de 1926, una conferencia de Julio Antonio Mella en Ciudad Victoria. Yo aún no era miembro del Partido pero tenía relaciones con varios comunistas. Estos me pidieron que cooperara para el viaje de Julio Antonio Mella, quien daría una conferencia en el Teatro Principal. El evento había despertado un gran interés, inclusive entre intelectuales y estudiantes. El problema económico para costear el viaje era agudo. Comentamos entonces las dificultades que implicaba reunir una cantidad importante con las solas aportaciones de los ferrocarrileros. Yo era muy conocido como enemigo del cohecho ("mordidas"), pero decidimos que durante una semana aceptara ese tipo de gratificaciones para los gastos del viaje de Mella, y así lo hicimos. Pronto reunimos una buena cantidad que resolvió el problema. A la semana, cancelé las "mordidas" y seguí con mi actitud. Fue así como conocí a Julio Antonio Mella. Me impresionó su conferencia por su capacidad intelectual y de exposición. Después de la huelga ferrocarrilera de 1927, viajé a la capital del país convocado por la Confederación de Transportes y Comunicaciones (CTC) y por el Comité Central del PCM. Tuve oportunidad entonces de conocer más ampliamente a Mella en reuniones y discusiones diferentes. Mella fue miembro del Comité Central de nuestro Partido y en junio de 1928, en que el secretario general participaba en la delegación al VI Congreso de la Internacional Comunista, se le designó como secretario general provisional del PCM. La presencia de Mella entre nosotros dejó una huella muy viva. Nos impresionaba su gran capacidad para disertar. Interesado sobre todo en temas relacionados con América Latina, mantenía una posición clara respecto al papel del imperialismo y de las burguesías nacionales. Su prepaxación y actividad políticalo convertían en el exilio en un
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enemigo poderoso de la tiranía impuesta por el dictador Machado en Cuba. Fue por tal razón'que éste lo mandó asesinar (se comprobó que sus asesinos eran policías de alto rango de ese régimen despótico) en enero de 1929. Yo me hallaba en Tampico en ese momento . Realizamos una amplia reunión en la que protestamos por el crimen infame de uno de los más claros militantes comunistas de América Latina. A su entierro, en el Distrito Federal, asistieron decenas de miles de personas; fue un acto altamente emotivo. Su pérdida fue muy sensible para el movimiento revolucionario en nuestros países.
El periodo de 1929 a 1934 en México está marcado por varios factores, entre los más importantes, la gran crisis cíclica del sistema mundial capitalista iniciada en octubre de 1929 con el gran crac* de Wall Street en Nueva York. Crisis que se prolonga hasta 1932 con la circunstancia de que su fase depresiva también se extendió hasta fines del 33 y principios del 34. Un segundo factor lo configuró el proceso de acumulación de capitales por la burguesía, particularmente, por la burguesía burocrática encabezada por Calles. Este proceso impulsado por el poder dio lugar a una rápida reaccionarización. Un tercer factor concurrente en ese proceso acumulativo de capitales fue la absorción, incluso en forma masiva, de la pequeña y mediana burguesías, consecuencia de toda crisis cíclica. Un factor más consistió en lalínea política sectaria e izquierdista del Partido Comunista Mexicano bajo la influencia de la 111 Internacional. En esas circunstancias se elaboraron las Tesis de abril de 1929. Las discusiones culminaron en el pleno de julio de 1929, en el que aprobaron resoluciones señalando que no sólo la burguesía, sino tarnbién la pequeña burguesía, habían agotado las posibilidades de influir en el proceso revolucionario e inclusive democrático. Así como en otros países la socialdemocracia era el principal enemigo en cuanto confundía y desviaba a las masas, aquí en México la pequeña burguesía jugaba ese papel distraccionista; era considerada, por tanto, como el enemigo a combatir. Esas orientaciones dieron lugar a posiciones muy erróneas y dañinas que facilitaron la represión. La represión callista de esa etapa se inició con el asalto policiaco ordenado por el presidente Emilio Portes Gil a la nueva imprenta de El Machete. A base de una campaña nacional de colectas y cooperaciones habíamos comprado una prensa nueva y logramos reacondit3
* Quiebra (principalmente financiera).
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cionar la imprenta con el fin de editar nuestro periódico con más frecuencia. Los policías llegaron, desmantelaron la imprenta y se la robaron. R1 -- la. - - de . . mavo de 1929 la manifestación independiente y la concentración frente a la embajada yanqui para enjuiciar el asesinato de Sacco Y Vanzetti, fue disuelta por la policía y varios compañeros fueron ap;ehendidos.
marca de la hoz y el martillo.) Desarmadas las fuerzas de J. Guadalupe Rodríguez, lo sometieron a un consejo de guerra sumario ,tantoa él como a su Estado Mayor y los fusilaron el 14 de mayo de 1929. Enseguida se declaró terminada la reforma agraria. Nuestro pueblo, y en particular los campesinos, perdieron a un equipo de militantes honestos y valientes que será recordado en forma imperecedera por las generaciones posteriores.
El levantamiento de Escobar
Huelga de hambre en Lecum berri
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La rebelión encabezada por el general Gonzalo Escobar controló la mayor parte del país, particularmente el norte de la república. El Partido Comunista consideró que Escobar estaba irnpu1sado.y financiado por todos los latifundistas y grandes terratenientes que predominaban en la economía nacional y también por las empresas imperialistas inglesas, particularmente la compañia petrolera El Aguila, subsidiaria de la Royal Dutch. Sin embargo, la reacción de las masas populares fue decisiva: los campesinos, influidos por el Partido Comunista, armados muchos de ellos junto con la parte del ejército leal a Calles y Portes Gil, detuvieron y luego derrotaron la rebelión de Escobar. El Partido aprobó concentrar sus ataques contra la rebelión ultrarreaccionaria de Escobar sin dejar de señalar la política reaccionaria de Calles y Portes Gil. En función de esa línea independiente, el camarada J. Guadalupe Rodríguez, un gran dirigente campesino, miembro del Comité Central del Partido Comunista Mexicano, se trasladó a Durango, de donde era originario, y rápidamente en la retaguardia de Escobar logró agrupar fuertes contingentes de campesinos armados y encabezar una guerra de guerrillas que se extendió en forma considerable hasta debilitar las fuerzas escobaristas en aquel estado y en los lugares circunvecinos de Zacatecas y La Laguna. Una vez que las fuerzas del ejército desalpjaron a Escobar de Durango y lugares aledaños, Calles ordenó que fueran desarmadas las fuerzas de J. Guadalupe Rodríguez, quien ya contaba con todo un regimiento de campesinos bien armados. J. Guadalupe Rodríguez, de acuerdo con la línea del Partido, en las áreas donde iba predominando sobre las fuerzas de Escobar, repartía las tierras de los latifundistas partidarios de la rebelión y expropiaba otros recursos para utilizarlos en la lucha contra Escobar. (En el curso de estas acciones también se cometieron algunos excesos explicables por las condiciones en que se realizaban. A la caballada de sus fuerzas les colocaron como fierro la
A principios de marzo de 1930 el nuevo presidente, ingeniero Pascual Ortiz Rubio, fue objeto de un atentado terrorista por un oficial del ejército bajo la influencia del alto clero reaccionario. El oficial le disparó pero sólo logró herirlo ligeramente en una mejilla (parecía que los disparos al cuerpo habían pegado en un chaleco protector). Con ese pretexto se recurrió a una represión generalizada contra los comunistas. Nos aprehendieron y encarcelaron en la prisión de Lecumberri sin registramos en los libros de entrada. Como ya dijimos anteriormente, a poco dejaron en libertad a los curas y a los vasconcelistas -entre éstos a Carlos Pellicer y los comunistas acordamos la realización de una huelga de hambre llevada a cabo por los más jóvenes y sanos. A los cinco días de huelga nos dejaron en libertad, pero al ser formados para salir nos dimos cuenta de la ausencia del compañero Librado Rivera, destacado y abnegado militante de ideas anarquistas, quien se encontraba en la enfermería de la prisión; con rapidez, nos pusimos de acuerdo y le planteé al director de Lecumberri nuestro requerimiento de incluirlo entre los que salían en libertad. El director, indignado, nos dijo que Librado Rivera nada tenía que ver con nosotros por ser anarquista; le discutimos y expresamos que no saldríamos si no se incluía a Rivera y, refunfuñando, mandó traer de la enfermería a ese gran compañero de Ricardo Flores Magón y todos salimos juntos de la prisión. Los anarquistas se impresionaron mucho por esa actitud nuestra y mantuvieron relaciones solidarias conmigo durante muchos años. Pero cometimos el error un p p o de camaradas que venían de provincia y yo, de irnos a mi casa, ubicada en una vecindad de las calles de San Miguel. Un médico nos examinó 71 nos recomendó ingerir paulatinamente una serie de líquidos a fin de no tener trastornos: primero, té de canela solo, luego té de canela col1 azúcar, después té de canela con leche y así hasta llegar a los sólidos. Nos dormimos con el primer té de canela con leche en el estómago.
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A medianoche llegó la policía y nos aprehendió a todos los que estábamos allí. Comentábamos, lamentándonos, que sólo habíamos llegado a la canela con leche. De la jefatura de policía nos llevaron otra vez a Lecumberri y los más jóvenes de ese grupo reaprehendido, entre ellos Alberto Lumbreras y yo, decidimos reanudar la huelga. Cuando teníamos seis días más en huelga de hambre - c o n los cinco anteriores sumaban once- nos llevaron a las oficinas del director y allí nos interrogó un agente del ministerio público. A las p o c s horas nos informaron que estábamos libres. Nos pusimos de acuerdo para dispersarnos al salir y escondemos a fin de evitar ser reaprehendidos de nueva cuenta. A mí me esperaba ya un camarada, quien me comentó que habían establecido guardias día y noche a las puertas de Lecurnberri para cualquier emergencia. Nos llevó a una casa y de allí a otra más segura. Muchos años después, en 1947, el licenciado Andrés Serra Rojas, secretario de Trabajo en el régimen de Miguel ~ l e m á n luego , de discutir conmigo problemas de la dirección del Sindicato Ferrocarrilero, me pidió que me esperara para comentar un asunto. Me preguntó si recordaba cuando en 1930 nos había interrogado un agente del ministerio público en la dirección de la prisión de Lecumbem. iClaro que me acordaba! Dijo que ese agente del ministerio público era él: por aquel entonces hacía poco que había presentado su examen profesional de abogado y su maestro, el licenciado Puig Causarenc, procurador de justicia del Distrito Federal, le había conseguido el empleo como agente del ministerio público en un juzgado penal. Un día llegó el director de la prisión y le expresó al juez a quien estaba adscrito su preocupación por unos muchachos que tenían ya 11 días en huelga de hambre y observaba que algunos se encontraban en condiciones muy delicadas. Le explicó que el grupo de comunistas había sido llevado a la prisión por el Estado Mayor presidencial y le habían dado instrucciones de que no los registrara en el libro de entrada. Había insistido ante el Estado Mayor presidencial para que se resolviera sobre los comunistas, que ya tenían muchas semanas de estar secuestrados, y no habia obtenido respuesta, prolongándose esta situación que él juzgaba muy deiicada. Con tal motivo, acudía d juez para que le aconsejara qué hacer El juez l e aconsejó de inmediato que escribiera ahímismo un documento dirigido a él como juez, explicándole k estancia en la prisión del grupo de comunistas, señalando que era del conocimientc público que se les acusaba de labor subversiva y que procedería a encauzar el expediente. El director formuló el documento y d juez lo
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cursó al agente del ministerio público para que investigara a los detenidos. El nos interrogó y con fundamento en la Constitución y en el Código Penal, le planteaba al juez que no encontraba motivo para que fueran consignados. El juez rápidamente resolvió que, no habiendo fundamentos para consignar a los detenidos, fueran puestos en libertad, cosa que el director llevó a la práctica. "Como una hora después de que ustedes salieron libres, liegó el Estado Mayor presidencial para trasladar a Campa a las Islas Marias. Al enterarse de que todo el grupo comunista había salido en libertad, comenzaron alanzar improperios contra el director del penal, el juez de distrito y, en particular, contra el agente del ministerio público. A gritos decían que el grupo de comunistas estaba a disposición directa del Estado Mayor presidencial y que no tenían ningún derecho para haber intervenido en relación con ellos.'' De inmediato su maestro Puig Causarenc lo mandó llamar. Serra Rojas tomó las investigaciones que había practicado a los comunistas, la Constitución y el Código Penal. Al ser recibido por el procurador Puig Causarenc, intentaba explicarle con la documentación y las leyes que él sólo había cumplido con su deber, pero su maestro lo interrumpía y le decía: "Serrita, n o se trata de la Constitución ni de las leyes, se trata de un problema político en el que usted metió la pata." El licenciado Serra Rojas comentaba que eso le había causado una tremenda impresión, pues precisamente el maestro Puig Causarenc en la universidad le remarcaba que si vivía en un Estado de derecho, había que ajustarse a la Constitución y a las leyes. Anonadado recibió la notificación de quedar destituido del puesto de agente del ministerio público. El procurador, sin embargo, le aconsejó que no se deprimiera, que él procuraría buscarle pronto otro empleo, cosa que hizo en un juzgado de paz. Desde entonces el licenciado Serra Rojas mantuvo una actitud amistosa conmigo. Por cierto, que renunció al cargo de secretario del Trabajo a causa de las intrigas del subsecretario, licenciado Ramírez Vázquez, que era un trinquetero. A fines de 1930 participó el Partido Comunista dentro del Bloque Obrero y Campesino en la campaña electoral del general Pedro Rodríguez Triana para la Presidencia de la república. Este se condujo bien durante la campaña, pero fue objeto de amenazas y de manera sorpresiva apareció una declaración suya, evidentemente producto de preiones, felicitando a Ortiz Rubio, el 5 de febrero de 1931, por hacerde la Presidencia de la república. Rompió de esta manera con y atacamos, por tanto, su claudicación. La Internacional Comunista acordó una campaña mundial contra represiones reaccionarias en muchos países, destacando la repreon existente en México y el atraco contra la embajada soviética.
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En la Internacional Sindical Roja En una reunión con delegados de varios lugares del país, la Sindical Unitaria eligió una delegación al congreso de la Internacional Sindical Roja. Esto fue a mediados de 1930.Integramos la delegación el camarada Heliodoro Hemández, dirigente activo de la fábrica textil de San Bruno en Jalapa; el camarada Tereso González, de la mina El Cubo en Guanajuato; un compañero de apellido Espinoza, obrero agrícola de El Papaloapan, Oaxaca; Antonio Medina, huelguista ferrocarrilera que tenía tiempo de trabajar en la refinería El Aguila, y yo. Nos embarcamos en el Río Bravo que hizo 21 días del puerto de Veracruz a Bremen, Alemania. En el mismo camarote en que íbamos los cinco, fue incluido un ingeniero sobrino del presidente Ortiz Rubio. Yo llevaba el encargo de aprovechar mi estancia de unas horas en La Habana para entregar unos materiales a los camaradas cubanos, cosa que hice por conducto de un camarada judío que tenía un restaurante. En el trayecto hubo incidentes. Nos habíamos repartido la lectura de algunos materiales que debíamos manejar con el mayor cuidado posible. En un momento dado, el sobrino de Ortiz Rubio me expresó su sospecha de que dos de los que iban en el mismo camarote s e refería a Tereso y Espinoza- no le parecían comerciantes comose decían. El camarada Espinoza estaba en la litera de arriba de la asignada al ingeniero. Al quedarse do,mido se le había caído una revista comunista y el sobrino de Ortiz Rubio me la enseñó alannadísimo, comprobando con ello sus sospechas. Yo me hice el sorprendido y convinimos en vigilar a los citados "sospechosos". Más o menos a los quince días de navegación, al estar comiendo juntos -nosotros cinco y el sobrino de Ortiz Rubio-, el camarada Espinoza dijo que estaba ya muy aburrido; preguntaba si no había un servicio de ferrocarril de nuestro país a Europa. Yo señalé que por ferrocarril se hacían tres días de México a Nueva York y de este lugar a Europa había líneas navieras que hacían el recorrido en seis o siete días. El ingeniero comentó con burla que Espinoza hablaba de una vía férrea de México a Europa y yo insistí en el recorrido vía Nueva York. Hicimos 21 días hasta Bremen. La compañía cobraba el viaje hasta Hamburgo pero decidió d e s e m b a r c ~ o sen Bremen y de allí enviarnos por ferrocarril. En el mismo barco Río Bravo iba el agregado comercial de la Unión Soviética que enseguida del asalto a la embajada fue detenido
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en la prisión de Lecumberri. Lo acompañaba una empleada soviética de la propia embajada. Siendo empleada ferrocarrilera en la Unión Soviética se había casado en ese país con el camarada Jorge Díaz Ortiz cuando éste participó en una reunión sindical internacional en Leningrado como delegado de la Confederación de Transportes y Comunicaciones. Tenían una niñita, pero ante la situación tan precaria en que quedaron al perder el empleo en la embajada por el rompimiento de relaciones, habían resuelto que ambas se trasladaran a la URSS. Yo hablé con esta camarada y convinimos en que nuestras entrevistas las haríamos en forma muy reservada. Me explicó que el agregado soviético pensaba que los cinco de nuestra delegación éramos agentes del gobierno de Mexico que lo seguíamos. En Bremen elia y su niñita se reunieron con nosotros. El agregado debía tomar otro tren hacia Berlín. Nosotros nos dirigíamos a Hamburgo, pero éste había olvidado un encargo que ella debía cumplir en Leningrado y la abordó en nuestro tren. Al encontrar a la camarada con nosotros la imprecó violentamente en ruso y se retiró. En Hamburgo estuvimos alrededor de unos diez días, tiempo que aprovechamos para hacer numerosas observaciones. Era el mes de agosto de 1931. Hitler se encontraba a la ofensiva. En Hqnburgo presenciamos manifestaciones comunistas muy combativas contra el fascismo, pero también manifestaciones nazis muy grandes. Había, según nos explicaban los camaradas, constantes incidentes entre unos y otros. El ambiente en Hamburgo era sumamente tenso. En el café que frecuentábamos nos dábamos cuenta de las discusiones tan acaloradas sobre la situación. Una muchacha alemana nos explicaba las condiciones de miseria que vivían con motivo de la crisis cíclica de sobreproducción y de tensión por la ofensiva de los fascistas. Por cierto, esa joven se portó muy bien con nosotros. Después de vanos días nos trasladamos al puerto alemán de Kiel, para abordar un barco soviético que nos llevaría a Leningrado. En el recomdo por el Báltico los días eran larguísimos y las noches sumamente cortas, todo lo cual nos causaba una gran impresión. Al llegar a Moscú nos dirigirnos inmediatamente al edificio de la Internacional Sindical Roja. Un camarada nos indicó allí que esperáramos un momento. DespuSs se apareció el agregado comercial de la Embajada Soviética en México que había viajado a Bremen en el mismo barco que nosotros. ,Al vemos sacudió la cabeza y dijo que nunca se hubiera imaginado que fuéramos camaradas pues estaba seguro de que éramos agentes del gobierno de México. Losovski nos recibió, nos hizo preguntas sobre una serie de pro-
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blemas y nos expresó su simpatía por las luchas que se libraban en América Latina. Le causaba viva impresión y movía su interés el hecho de que t o d a fuéramos muy jóvenes. Para nosotros el congreso de la Internacional Sindical Roja era un acontecimiento extraordinario. Los traductores y una comisión de amistad da una fábrica metalúrgica de Moscú nos trataron con una gran estimación. Le expresamos a Losovski y a otros camaradas nuestra inquietud por el acuerdo del Buró Político del Caribe de la Internacional Comunista que calificaba de "oportunista" la orientación de nuestro Partido, y de la Sindical Unitaria, en el sentido de aprovechar ciertos aspectos de la Constitución y de las leyes del trabajo para reforzamos. Se insistió en la línea sectaria izquierdista de la Internacional Sindical Roja para aplicarla en nuestro país. Realizamos un recorrido en tren a través de la Unión Soviética. Nos interesaba conocer los centros petroleros y la organización de los ferrocarriles. Fuimos a Baku, que es una zona petrolera en el Mar Negro. Nos tocó percibir allí el ambiente impetuoso del primer plan quinquenal. Estuvimos también en el Mar Caspio. Visitamos Tifiis; por supuesto, nos llevaron a la casa donde había nacido Stalin, el entonces supremo dirigente del Partido Comunista de la URSS. El ambiente en todos los lugares donde estuvimos era de enorme entusiasmo por el éxito que estaba teniendo el primer plan quinquenal. Había un gran contento porque amitad del tiempo calculado ya estaban alcanzando las metas totales. Era un entusiasmo desbordante. Los equipos de emulación en el trabajo eran dignos de admiración. El obrero Stejanof llegó a grandes marcas en su productividad y en todas partes el esfuerzo emulativo de la producción se hacía sentir. A mi llegada a la Unión Soviética yo tuve una serie de sorpresas y dudas. Por ejemplo, al llegar a Leningrado y bajar del barco soviético El Neva lo primero que presencié fue una procesión religiosa con el pope -sacerdote- al frente. Esto para los mexicanos era terriblemente raro porque acá nos encontrábamos en plena campaña anticlerical; las procesiones no las conocíamos por aquí, y de acuerdo con la Constitución, estaban prohibidas. Esto motivó nuestra inquietud para estudiar detalladamente la política comunista en relación con las religiones y en particular la política de la Unión Soviética al respecto. Entendimos con mucha claridad el por qué de las colas en la mayor parte de los lugares de consumo. Había un racionamiento generalizado pues se salía apenas de la tremenda situación de penuria creada por la Guerra Mundial y la guerra civil. Aunque el primer plan quin-
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quenal tenía grandes éxitos, el aumento del consumo era mucho mayor que la capacidad de producción y el país tenía necesidad de dedicar algunos productos para la exportación y obtener divisas para la importación de productos necesarios al rápido desarrollo de la industria en la Unión Soviética. Había un gran debate sobre la política en el campo. La polémica de Bujarin y otros sobre el particular, acusaba rasgos violentos. Me sorprendieroii casos concretos como el siguiente: en una cola para comprar pan vimos al camarada Rikov, primer ministro del gobierno soviético; era un ejemplo democrático impresionante, imposible de observar en nuestros países capitalistas. Era extraordinario el aumento de la producción y de la industrialización en la Unión Soviética en comparación con la nefasta crisis cíclica que estaban sufriendo todos los países capitalistas y que afectaba sensiblemente a la industria. Los planes quinquenales atrajeron por ello la simpatía de aquéllos. La mejoria en las condiciones de vida de las masas obreras y campesinas de la URSS, aunque lenta, contrastaba con la gran desocupación y la miseria de los obreros y campesinos de los países capitalistas. Yo retorné por Nueva York. En el camino de regreso aproveché para pasar por Ciudad Juárez y visitar allí a mi papá y a mis hermanos menores. Después de examinar lo referente al congreso de la Internaciond Sindical Roja con los cuadros dirigentes de la CSUM, aprobamos medidas para informar en reuniones amplias acerca del citado congreso. En torno a los problemas más candentes se organizaron asambleas muy concurridas en Puebla y Jalapa. Secuestrado sin lograr incomunicarme Apenas de regreso en el Distrito Federal fui aprehendido al llegar a mi casa, que era a la vez la oficina secreta de la CSUM. Había sido descubierta por la policía. En su incursión aprehendió en el acto al camarada Francisco Gallardo, que allí se hallaba. Los agentes me llevaron a la jefatura de policía y a las pocas horas me trasladaron -al cuartel de la montada que estaba al oriente de la fábrica El Buen Tono, cerca de la calle San Juan de Letrán. Allí me tuvieron en un cuarto incomunicado, con dos agentes de día y dos de noche y un centinela de vista. Después de dgunas semanas se pusieron de acuerdo los dos agentes y uno de ellos se iba a su casa
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mientras el otro se quedaba vigilándome. Entonces me propuse observar a los centinelas de vista para ver la posibilidad de enviar una nota. Yo les platicaba a mis guardianes de nuestros problemas, de la política de Calles y la miseria de todo el pueblo, de los éxitos de la Unión Soviética. Observaba que uno de los centinelas de vista prestaba atención a lo que yo decía. Un día, después de mucho tiempo, aproveché que uno de los agentes salía al baño para acercármele al centinela; éste rápido me dijo: "Campa, formule un recado a su familia con la dirección, yo lo llevo." Lo cual hice inmediatamente. Le recomendé al centinela que tuviera mucho cuidado porque no tenía otro domicilio y en el que le daba me habían aprehendido y seguro que allí había agentes. Meses después hablé con mi mamá: me explicó que aquel policía de la montada había llegado con ella, pero recelando de todo llevaba la pistola en la mano. Le dio el recado y le preguntó si no había allí adentro algún agente: por fortuna el que estaba encargado devigilarla casa había salido en ese momento. Regresó poco después que el montado había desaparecido. Al día siguiente se puso en movimiento la policía. En un momento dado me sacaron del cuarto y me siibieron en un automóvil con las ventanas cubiertas. Recorrimos varios lugares del Distrito Federal durante horas. Al final tomamos rumbo a la calzada de Tlalpan. Volteamos entonces en una calle paralela al Río Consulado (que era una calzada angosta) hacia la medianoche. Nos detuvimos en un lugar situado en las inmediaciones de lo que hoy es Portales y Narvarte. Era una zona totalmente despoblada donde sólo había llanos y grandes concentrakiones de basura. Aunque sereno, pensé que algo grave podría sucedeime. En el automóvil se había quedado conmigo un agente, los demás se habían bajado muy rápido y corrieron hacia la parte de atrás. El agente me comentó que los jefes estaban muy enfurecidos porque yo había logrado comunicar sobre mi secuestro en el cuartel de la montada; y aunque habían llegado a la conclusión de que lo más probable era que algún centinela de vista se hubiera prestado para llevar algún recado, consideraban, sin embargo, la posibilidad de que todo un aparato nuestro sumamente ágil e inteligente, hubiera preparado la maniobra. Creían que podían ser seguidos en motocicleta o en bicicleta. Por eso, al detenerse después de transitar a alta velocidad por tres o cuatro kilómetros y apagar las luces, se bajaron para asegurarse de que n o eran seguidos. Me condujeron a la delegación de Miicoac, en donde sacaron al delegado de su cuarto, que estaba en lo alto del edificio, y allí me insta-
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laron. Dos agentes de día y dos de noche se ocupaban de vigilarme, pero ya sin centinela de vista. La jefatura de policía me entregaba diariamente dos pesos para que los agentes me compraran los alimentos que yo quisiera; entonces todo era muy barato; con un peso tenía para mis alimentos del día v ahorraba un Deso diario. Me mantenían incomunicado. Tuvo entonces lugar el gran temblor, uno de los más grandes que ha habido en el Distrito Federal. El edificio colonial de dos pisos muy altos era sacudido fuertemente. Los dos agentes que me cuidaban bajaron corriendo por la escalera y se colocaron en el patio con las pistolas en la mano. Como vieran que yo pretendía seguirlos, me ordenaron que por ningún concepto bajara porque me matarían. Insultando a los agentes me quedé arriba, en el marco de la puerta, pues habíaleído que era el lugar menos peligroso. El temblor causó muchos estragos, muertos y heridos en el Distrito Federal. En el curso de los días observé que una ventana un tanto alta permitía ver un pequeño patio de la delegación circundado por una barda a la altura del primer piso. Observe que al otro lado de esta barda había un gran jardín de una residencia muy ostentosa y que el jardinero pasaba cerca de la barda dos veces al día. Hice un recado y lo envolví muy bien en unos periódicos junto con varios pesos de plata de los que entonces circulaban. Varios días después se presentó la coincidencia de que los agentes no me veían y el jardinero pasaba cerca de la barda de la delegación. Le lancé el recado con los pesos de plata, deduciendo que había caído delante de él, pero no hizo ningún movimiento. Nuevamente después de muchos días, le hice otro recado explicándole que no corría ningún peligro si lo mandaba en un sobre a la dirección que le anotaba y le aumenté el número de pesos. Hubo otra oportunidad de que los agentes no me vieran y el jardinero pasara cerca de la barda. Le lancé el recado con los pesos. Estaba seguro de que había caído un poco delante del jardinero, como la primera vez, y estuve pendiente de sus movimientos. Pasado un largo rato, al regresar de sus labores, el jardinero, desde lejos me hizo señas con la mano en el sentido de que tenía miedo. Sin embargo, a los pocos días o í a mi hermana menor, Cuca, que gritaba: " ;Aquí está mi hermano! ¡Aquí está mi hermano!," mientras subía rápidamente la escalera. Los agentes la bajaron con brusquedad y se pararon frente a ella, a mi mamá y al actuario del juzgado del Distrito que ya estaban en el patio. A empujones los sacaron de la delegación, afirmando que el que veían allí parado no era yo. Momentos después, de nuevo me trasladaron, en un automóvil cubierto con cortinas, y me llevaron a la delegación de policía anexa a la cár-
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cel del Carmen y me instalaron en un cuarto sin ventanas vigilado por dos agentes de día y dos de noche. Me dijeron que el jefe de la policía estaba furioso porque había yo logrado relacionarme con el exterior. Ahora ya no había manera de culpar a ningún centinela de vista. A los agentes los cambiaron por otros que consideraban más seguros e, inclusive ellos mismos tenían que estar vigilados. Definitivamente, había instruccioiies en el sentido de no cambiarme a otro lugar y si llegaba el actuario sacarlo violentamente y negar que yo estaba allí. Después de varias semanas me llevaron al baño. Encontré que tenían en la fajina - e l aseo- a un primo hermano de Evelio Badillo, a quien le decíamos "El Güero". Este era muy bria.go y con frecuencia lo llevaban preso a 1% delegaciones porque insultaba a Calles. Allí lo tenían desde muy temprano en la limpieza. Por detrás del agente me hizo señas pero yo, pesimista, estaba seguro de que lo iban a descubrir y a incomunicar. Sin embargo no fue así, a los pocos días lo dejaron libre y avis6 en dónde me tenían. Los agentes me comentaban después, muy preocupados, que tenían al actuario encima con gran frecuencia y no entendían cómo le hacía yo para hacer saber de mi paradero.
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Los chilaquiles parecían cemento armado
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Varias semanas después llegó el jefe de grupo de agentes y me comunicó que el gobierno había decidido expulsarme del país. Me preguntó a dónde quería trasladarme en barco, con tal que no fuera a un país próximo a México. Le dije que me interesaría ir a Uruguay. Ellos no sabían queallí residía la sede de la Confederación Sindicd Latinoamericana. Al poco tiempo se volvió a presentar el jefe de grupo para decirme que estaba por salir un barco a Sudamérica con destino a Montevideo y Buenos Aires, pero que el gobierno no tenía dinero para comprarme el boleto. Habían decidido, por lo tanto, dejarme libre por unos cuantos días para que yo mismo consiguiera los recursos para el transporte. Entendido que mientras no reuniera lo del pasaje debería presentarme diariamente a las 6 de la tarde en la jefatura de policia. Como ya me conocían, me aclaraban que de no presentarme como se me había indicado sería yo buscado con gran despliegue de agentes con la orden de matarme en donde me encontraran. Querían que me lleqara y o mismo las co5iJas que ellos me habían dado en h prisión, pero y o les expresé que n o podía ir a ia casa de camaradas y amigos a pedir dinero bajo l a vigilancia de sus agentes en las condiciones de represión existentes esto impiicaba quiénes eran camaradas o amigos del Partido para que lueg
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aprehendieran. Salí, pero al observar que me seguían varios agentes, me regresé y le expresé al jefe de grupo que yo me quedaba y no salía a buscar dinero en esas condiciones. Muy molesto, me exigió que no pusiera condiciones porque me iría muy mal, pero se comprometió a que no sería vigilado. Me di cuenta que me seguía sólo un agente. Como llevaba unos 150 o 200 pesos de entonces, me hice un plan consistente en subir y bajar camiones, utilizar "dejadas" de a 50 centavos en carros de alquiler, dirigirme a lugares muy concurridos donde pudiera escurrirme del agente que me seguía. Y esto me dio resultado: en el mercado San Juan logré burlarlo. Ya con calma me trasladé a la casa de mi mamá, que estaba precisamente pegada a la cárcel del Carmen por el lado norte y cuyo domicilio le había entregado al centinela de vista que meses antes le había llevado el recado. Rápido mi hermana Cuca se dirigió a la casa de Gómez Lorenzo, que se hallaba próxima. Al rato se apareció este camarada y en un automóvil me trasladó a la parte sur de la ciudad. Luego me instalaron en una casa amplia, en donde por cierto estaba escondido Laborde. Los camaradas habían acordado muchas precauciones en torno a mi seguridad. Simplemente no me dejaban salir de ese escondite. La situación de era extrema. Refugio García, una gran camarada, encargada de las finanzas de la dirección, hacía esfuerzos para obtener ayudas para pasarla, pero a veces no lo lograba Nos encontrábamos en condiciones muy difíciles. Recuerdo que en cierta ocasión Laborde hizo con unas tortillas duras unos chilaquiles. El primer día los pasamos, pero ya a los pocos días los chilaquiles parecían cemento armado y era sumamente difícil comerlos. En una ocasión le gasté una broma a Laborde. Le dije que en la jefatura de policía, cuando estaba preso, me asignaban dos pesos diarios. Con un peso comía muy bien y quizá lo mejor sería presentarme de nuevo en la prisión y encontrar la manera de mandarle a él uno de los dos pesos que me daban. Se rió.
La toma d e la XE W
Así permanecí hasta el 7 de noviembre de 1931, fecha en que me asignaron una comisión bastante arriesgad?: ir a un mitin que se efectuaría en una sala de las c d e s de San Miguel a que antes me referí, en el centro, cerca de Isabel la Católica, con una autodefensa muy bien orizada. Participé como orador en ese mitin realizado con motivo del versario de la Revolución soviética. La autodefensa funcionó muy
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bien, hubo un encuentro con la policía pero salí de allí sano y salvo. Más tarde, en un café de chinos, los que iban conmigo y yo escuchamos la noticia de que la XEW había sido asaltada y que, según esto, el jefe del asalto era yo. Toda la campaña en relación con la W se hizo sobre el infundio de que yo era el jefe de los asaltantes. Tiempo después supe que esa hazaña había sido organizada, muy bien por cierto, por una comisión secreta y un equipo especial encargado de estudiar el manejo de la difusora para lanzar el mensaje de nuestro Partido. Esta tarea se encomendó principalmente a dos camaradas: Gómez Lorenzo y Evelio Badillo. Ellos utilizaron de "gancho" a una camarada húngara muy bonita e inteligente para que eii un momento dado sacara de la XEW al ingeniero encargado de ella. Esta camarada, además, se había enterado bien de cómo operaba la estación y les pasó la información a Gómez Lorenzo y a Evelio: éstos lograron sujetar al vigilante, amarrarlo y enviar el llamamiento del Partido Comunista, que causó una gran sensación. El periódico El Machete comentó así los sucesos: " A las 9 de la noche del sábado 7 de noviembre, los radioescuchas se deleitaban con un magiio concierto que había sido profusamente anunciado. A la 9 y un minuto, los radioescuchas dan un brinco. El concierto se corta bruscamente y una voz enérgica explica la causa, con estas palabras que resuenan escandalosamente en los tibios hogares burgueses, en los restaurantes, billares y cantinas, en los salones de clubes y sindicatos, en las casas de los humildes propietarios de aparatos de galena, en las terrazas públicas, en algunos cuarteles donde los soldados h a 1 sufrido descuentos de 50 centavos para la compra de una radiola, en las propias residencias de Ortiz Rubio y Calles: 'Obligado a hacerse oír por todos los media:, el Partido Co-
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munista de México, que ha visto saqueada su imprenta y confiscados sus periódicos en el Correo, se apodera por akunos minutos de h estación XE Wpara decir a los trabajadores de toda America lo sbuiente. . y siguió un discurso de 10 minutos, relativo al decimocunrto aniversario de la Revo-
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lución rusa, haciendo hincapié en el contraste que existe entre la Unión Soviética, sin desocupados y construyendo victoriosamente el socialismo, y los países capitalistas agobiados por la crisis, por el hambre y por la falta de trabajo. . . " Calles se presentó personalmente con su Estado Mayor a las torres de la W en la calzada de Tlalpan. La represión contra nosotros fue muy dura, pero al mismo tiempo se intensificó la campaña de solidaridad contra la represión en los países capitalistas, destacando el caso de México.
Benjamín Jiménez El lo. de agosto de 1931 se realizó un mitin en el salón Mina contra el
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peligro de guerra y avance del fascismo. Se designó como orador al camarada Laborde, ajjrestándose una comisión de autodefensa para evitar que fuera aprehendido. Después de hablar en el mitin, que fue un éxito, logró salir del salón Mina, pero ya cerca de Bellas Artes lo persiguieron y fue atacado por la policía. El camarada Benjamín Jiménez, activista del Partido, que en esos momentos lo acompañaba de cerca, se dio cuenta de la inminencia del peligro en que se encontraba Hernán, corrió hacia el agente y le dio un hachazo que lo derribó. Pero al mismo tiempo otro polizonte le disparó tres balazos al camarada Jiménez, que quedó mortalmente herido, falleciendo al día siguiente. Así fue salvado Hernán Laborde de la aprehensión.
Huelga en la ASARCO Habíamos logrado constituir un sindicato de la Unitaria en la refinería de metales de la American Smelting Refinery Company, en Monterrey. Con motivo de la aguda crisis cíclica, la compañía ordenó parar diez días de cada mes sin pago de sueldo a los obreros por lo que el descontento aumentó extraordinariamente. El sindicato logró la mayoría absoluta de los obreros de la refinería para dar una dura batalla contra las condiciones de miseria existentes. Después de gestiones y una fuerte agitación se emplazó a huelga, la que duró del 7 al 24 de mayo de 1932. Gastón Lafarga, de la Internacional Sindical Roja, y yo, nos habíamos trasladado a Monterrey para cooperar en los preparativos de la huelga de la ASARCO y en las manifestaciones de solidaridad, particularmente a nivel regional. Se hizo una intensa labor para preparar ambas cosas. Yo, que tenía tiempo de no ir a Monterrey, me presenté con el pseudónimo de Esteban Franco y todos los compañeros que me conocían estaban sabidos de no mencionar mi verdadero nombre. Así se llegó a la huelga. Con la línea izquierdista de aquella etapa, ésta se preparó de modo que los huelguistas se encerraran dentro de la refinería para impedir ser desalojados. La huelga marchó, pero bien pronto la compañía imperialista logró del gobierno medidas represivas. El general Juan Andrew Almazán envió un fuerte destacamento del ejército para atacar a los huelguistas. Las guardias en las afueras de la refinería, integradas por familiares y trabajadores solidiarios, fueron atacadas a ba'lazos. Varios compañeros fueron heridos, algunos
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mortalmente y hasta los niños fueron golpeados por el ejército. Así se forzó la retirada de los huelguistas del centro de trabajo, pero la huelga continuó gracias a la unidad y a la solidaridad. Así y todo entró en un proceso de descenso. La policía, encabezada por el coronel Cejudo, del Estado Mayor del general Almazán, aprehendió a varios compañeros y, en un momento dado, también logró la aprehensión de Esteban Franco, presentándolo ante el coronel Cejudo como el líder del movimiento. Me empezó a interrogar y yo, manteniéndome con el pseudónimo, cambiando nada más el apellido de mi padre, contesté a sus preguntas. Le reproché al jefe de la policía su costumbre de expulsar del estado a todos los activistas sindicales y comunistas con el pretexto de ser veracruzanos, pero en este caso resultaba que yo era nacido en Monterrey, mientras que él, le recordé, había nacido en San Luis Potosí. Se molestó y ordenó que me retiraran. Me tuvieron incomunicado toda la noche y a la manaña siguiente me llevaron a la salida del tren de Monterrey a México acompañado de un agente. Lo abordamos. Al llegar a la estación Colonia de la ciudad de México el agente me dejó en libertad. A menos de una hora de estar libre, el radio informaba con gran escándalo que la policía había logrado aprehender en Monterrey al líder asaltante de la XEW,Valentín Campa, pero que por diferentes errores lo habían dejado en libertad en la estación Colonia; que lapersecusión se intensificaría hasta lograr reaprehenderlo. En México tuvimos una reunión, examinamos la huelga, la forma de reorganizar las fuerzas e impulsar la solidaridad, no sólo en Monterrey, sino en todo el país y por lo pronto yo me regresaba a Monterrey en camión, cosa que hice luego y al día siguiente me encontraba ya en esa ciudad. Procuraba actuar en forma lo más hábil posible, pero con la mayor intensidad. Sin embargo, la huelga fue derrotada. Hubo muchos actos encomiables de solidaridad, pero también líderes gobiernistas que traicionaron.
Lo que debe saber todo revolucionario
Al estallar la brutal represión callista nos esforzamos por examinar las formas más adecuadas para contrarrestarla. Cometimos muchos errores y hasta ingenuidades y a costa de quchas aprehensiones y secuestros y del estudio de las medidas a apYicar , fuimos internándonos en
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la actividad revolucionaria, sorteando la represión. Jerarquizamos nuestras preocupaciones. Durante los cinco años de represión callista logramos alcanzar dos objetivos que nos habíamos propuesto desde el principio. Esto fue un gran orgullo para nosotros; primero, a pesar de la penuria, separábamos recursos para pagar el alquiler de dos casas en las condiciones más adecuadas posibles, una para que viviera en ella escondido el camarada Hernán Laborde y la otra para instalar, en el mayor secreto, la imprenta de El Machete. Nos fuimos experimentando en encontrar casas adecuadas en las colonias más convenientes para pasar desapercibidos y desde alIí dirigir la actividad. En algunas de ellas teníamos mimeógrafos y máquinas de escribir. Poco a poco nos entrenamos para detectar cuando éramos seguidos por algún espía. Lo hacíamos andando muy de prisa y al voltear, pararnos; inmediatamente se notaba quién nos seguía. El que nos seguía se sorprendía. Localizada la vigilancia, ya era fácil escurrirse si no había de parte de ella órdenes de aprehensión; pero, sobre todo, evitábamos que nos siguieran hasta las casas secretas en que desenvolvíamos nuestra actividad. Procurábamos utilizar camiones y, a veces, automóviles de alquiler que cobraban entonces 60 centavos por "dejada". Algo muy importante que subrayábamos a todos los miembros del Partido y de la Juventud Comunista, era la serenidad. La serenidad y el control deberían mantenerse ante la policía y ante los agentes del ministerio público, que también son policías. Una norma que procurábamos reiterar a todos consistía en no hacer declaraciones y, mucho menos, firmar documentos si no estaba el defensor, actitud que tenía que ser categórica cuando se trataba de secuestros. Cuando algún camarada en esas condiciones comenzaba a declarar, era objeto de presiones brutales. Hubo camaradas a quienes tenían hasta veinte horas consecutivas declarando con el propósito de debilitarlos y, ya sin control sobre sí mismos, obtener que firmaran declaraciones falsas. sí, algunos logramos que, en general, los gobernantes supieran de antemano que no declararíamos en calidad de secuestrados. De tal suerte que a muchos ni nos preguntaban cuando nos aprehendían. Un año y dos meses después del charrazo al Sindicato Ferrocarrilero y tras incesante presecución fui aprehendido. Me llevaron a la procuraduría del Distrito. Me condujeron a un cuarto muy pequeño pintado de un blanco chillón, con una franja negra y con un gran foco. En medio del cuartito había una silla y una mesa. Comprendí que era
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una de las tácticas de la CIA y que pretendían sacarme de quicio para ver si hacía declaraciones. Me propuse por todos los medios evitar , caer en el estado de tensión nerviosa que ellos buscaban. Logré controlarme y, buscándole los ángulos a la mesita, pasadas varias horas, me acomodé. Como era invierno, llevaba una gabardina, me la coloqué en la cabeza y me quedé dormido. Dormí varias horas al final de las cuales el agente que me vigilaba por una claraboya de vidrio entró para manifestarme que yo había dormido como ellos no se esperaban y que, por lo tanto, ya no me iban a interrogar, que de allí me llevarían a Lecumbern. Estos casos los dábamos a conocer para educar a nuestros camaradas en la actividad clandestina. En ese ambiente de militancia se suscitaron muchísimos actos de abnegación y hasta de heroísmo. El caso de Benjamín Jiménez, que murió por defender a Laborde. El asalto a la XEW. El acto de los jóvenes comunistas, entre ellos José Revueltas y Federico Campaña, que colocaron el 7 de noviembre de 1930 una gran bandera roja en una torre de la catedral, del lado oriente, con la inscripción "Viva la Revolución rusa, abajo el gobierno fascista de México". Durante el tiempo que los bomberos emplearon para bajar la bandera, ya que para colocarla habían empleado los camaradas una técnica a base de alambres, grandes masas observaron el espectáculo y no pudieron menos que admirar a los militantes comunistas. En su edición de noviembre, El Machete consignaba la noticia: "Poco antes de las 3 de la tarde, cuando la afluencia de personas era mayor en la plaza de la Constitución, fue izada en una de las torres de la catedral, h n t e al Palacio Nacional, una enorme bandera roja con la hoz y el martilio y la siguiente inscripción: " ;VIVA LA REVOLUCION RUSA! iABAJO EL GOBIERNO FASCISTA DE MEXICO!" durante 25 minutos ondeó nuestra bandera sobre el recinto del fanatismo, como un símbolo 'del mundo nuevo sobre el viejo mundo en rulnas, hasta que llegó la policía en camiones y motodcletas y procedió a rodear la catedral, aprehendiendo a unos treinta pacíficos espectadores que quedaron libres a los dos o tres días. "
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En general nos esforzamos por elevar el temple de los comunistas. Subrayábamos que deberíamos tener en nuestra vida de revolucionarios un criterio básico: no querer morir sino ser Útiles a nuestra clase, a nuestro pueblo y a l a humanidad, pero no tener miedo a h muerte. Nosotros nos desp\egábamos con serenidad en \as condiciones más peNgrosas. En ese periodo de cinco años de actividad, secreta, en un ambiente tan represivo, afirmamos \a n o m a básica de\ Partido Comu-
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nista: ante la represión no deberíamos salir del país ni asilarnos en embajadas extranjeras, sino enfrentarnos a ella y actuar hasta contrarrestarla. Esas normas básicas subsisten en nuestro Partido y es motivo de orgullo para él.
El Machete ilegal El Machete jugó un papel importante durante el periodo de cinco años de represión callista y de actividad clandestina. Después del asalto a los talleres del periódico en que Valente Quintana, jefe de la policía, se robó la prensa y los bomberos se llevaron el equipo, tomamos medidas para instalar una imprenta secreta en donde editar El Machete. Los camaradas alemanes nos habían obsequiado como cooperación revolucionaria una prensa chica, manuable, pero muy eficaz. Tenía una capacidad en espacio de impresión reducida pero se hacían 4 tiros, se combinaban muy bien los artículos para ir editando las primeras planas interiores y El Machete salía con regularidad y relativamente bien formado y bien impreso. La imprenta era conocida como La Aurora; tenía la gran virtud de casi no hacer ruido, que era una de las condiciones indispensables para que la policía no pudiera localizarla. Durante los cinco largos años nunca lograron saber dónde estaba y el periódico siempre se editó con regularidad. Un papel destacado en el aparato de El Mach.ete ilegal lo jugaron los camaradas Juan González, ferrocarrilero fuera de servicio que murió en 1953, y Vicente García, de origen zapatero, a quien trasladamos de Pachuca, Hidalgo, para el Distrito Federal. Ambos permanecían encerrados, a veces durante semanas enteras, en la casa donde estaba instalada La Aurora. Había enlaces muy bien organizados y, así, primero pasaba por dos de ellos antes de llegar a la Local del Partido donde se entregaba al Comité del Distrito Federal y se distribuía a todo el país. Se hacían emulaciones, tanto para recabar fondos para El Machete como para su venta. En 1933, Máximo Correa, gran camarada, forjador en los talleres de Nonoalco de los Ferrocarriles Nacionales, ganó el primer lugar en la venta de El ~ a c h e i e Alcanzó . a ver .ler durante una larga temporada cuatrocientos ejemplares quincenales, todos pagados. El periódico contaba con amplia simpatía. En su transporte nos ayudaban camaradas ferrocarrüeros, particularmente
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expreseros: después comenzamos a utilizar los camiones para hacerlo llegar a los diversos puntos del país. Las experiencias de la actividad secreta del Partido y de El Machete deben ser elaboradas para que sirvan de rica enseñanza a la actual y a las futuras generaciones de comunistas.
dsego, s8queiros y guerrero
En la dirección del Partido Comunista se han tenido dificultades para conformar una posición en tomo al trato con los intelectuales y, en particular, con los intelectuales destacados, miembros del Partido. Con matices en una u otra dirección, se ha convecido en darles un trato especial, sin por ello considerarlos miembros de primera clase, lo cual implicaría considerar de segunda clase a los demás, incluyendo a los obreros. En cuanto al arte en todas sus manifestaciones se tiene la idea, no muy elaborada, de impulsarlo como expresión de la clase obrera que se asocia a sus acciones. Pero se ha subrayado evitar todo sectarismo al respecto, considerando válido el impulso al arte democrático y antimperialista. En el grupo editor de El Adachete, que ingresó al Partido Comunista a mediados de los años veinte, hubo tres pintores muy destacados: Diego Rivera, David Aliaro Siquieros y Xavier Guerrero.
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Elgranmural Diego Rivera empezó a asumir posiciones contrarias a las del Partido Comunista desde 1927. En 1928 manifestó una actitud de clara discrepancia. En los meses en que el gobierno de Portes Gil, por conducto de su jefe de policía, Valente Quintana, asaltaba las instalaciones de El Machete y se robaba la prensa recién comprada; cuando se aba a J. Guadalupe Rodríguez en Durango; se reprimía la gran estación del l o . de mayo en el Distrito Federal, y se generalizapolítica reaccionaria y represiva de Calles, Diego Rivera pi~cisate entonces, concurría a la residencia de aquél en Cuernavaca, gestionar el contrato de las pinturas de un gran mural. Se supo arregló el contrato por $ 1 5 0 000 00 de los de entonces.
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Los gobernantes y la burguesía mexicana derivados de la Revolución de 1910-1917 recurren a temas históricos de interés, pero eluden todo lo que se refiera a aspectos de actualidad. Así obró Diego en su mural: en él elude el tema candente que en ese momento vivíamos, es decir, la represión del maximato. Independientemente del mérito artístico de la obra de Diego, la actitud política del artista Diego Rivera fue muy reprobable. Al respecto, Siqueiros comenta en el libro El coronelazo:
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"En pleno periodo de reacción, cuando nosotros sufríamos la más durapersecución, cuando se nos metía meses y años en la cárcel, Diego Rivera aceptó el puesto de director de la Escuela Nacional de Bellas Artes." (México, Editorial Grijalbo, 1977, p. 209.)
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Al discutir ese problema en el entonces Buró Político del Partido Comunista, criticamos y atacamos con energía a Diego por su actitud. Lo hicimos Siqueiros y todos los demás miembros del Buró. Diego Rivera, con las actitudes grotescas que lo caracterizaban, limpiaba su pistola sobre la mesa mientras se realizaba la discusión y al final habló. Dijo que Diego Rivera votaba por su expulsión del Partido Comunista para que el acuerdo fuera por unanimidad; sólo objetaba el cargo de traidor al Partido y a la clase obrera pues él se consideraba un burgués cuando había ingresado al Partido; luego, a quien había traicionado, era a la burguesía, su clase. Ahora solamente regresaba a ella. Así se aprobó por unanimidad la expulsión de Diego Rivera del Partido Comunista, confirmada luego por un pleno del Comité Central y luego por un congreso.
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En esos meses de represión reaccionaria intensificada, Diego Rivera hizo declaraciones a los diarios capitalistas delatando al camarada Julio Gómez. Este, nacido en Rusia de ascendencia judía, había sido trasladado por su familia a México siendo pequeño y aquí se incorporó muy joven al Partido Comunista en la ciudad de Puebla. Eii 1929 era secretario de Organización del Comité Central. Diego Rivera lo delató como extranjero y el gobierno de Portes Gil lo aprehendió y lo expulsó del país. Por cierto, este camarada alos pocos años de estar en la Unión Soviética fue víctima del dogmatismo estalinista; aciisado injustamente de trotskista, estuvo en prisión sometido a trabajos obligatorios en Siberia durante miichos años. Liberado a raíz del XX
Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, fue rehabilitado y se incorporó a su Partido, al Partido Comunista de la URSS, y ganó la medalla de "Héroe del trabajo" en la industria de la construcción. Ahora se encuentra enfermo y lo recordamos con afecto. Diego Rivera también delató al camarada "Pedro". Este era el pseudónimo de un camarada delegado de la Internacional Comunista que había cooperado con nuestro Partido. Como representante de la 111 Internacional, "Pedro" participaba en la dirección del Partido Comunista Mexicano, que era una sección de la Internacional. Participó en la elaboración de las famosas Tesis de abril y en las resoluciones sectarias e izquierdistas del pleno de julio de 1929. Era expresión de lo que fue la Internacional Comunista para los comunistas mexicanos: una combinación de aportaciones de cooperación e ingerencia mecánica y dogmática de opiniones que n o correspondían a la realidad mexicana y que causaban gran daño. La delación de Diego lo hizo abandonar de inmediato el país. Para entender el papel de Diego en la época y el concepto que teníamos la mayoría de los compañeros, cito una nota del camarada Gómez Lorenzo editada en El Machete: Frescura "El rajado panzón Diego Rivera ha abierto en Nueva York una exposición de sus pinturas. Hay entre ellas varios frescos agrupados bajo el título La emancipación del peón, que según Rivera ha sido lograda por 'los gobiernos de la Revolución'. ( isimón!)" "
Poco tiempo des2ués de su expulsión, Diego Rivera aparece afiliado al trotskismo y bien pronto como secretario general de la IV Internacional, trotskista. Diego hacía declaraciones y lanzaba documentos calumniando e insultando al Partido Comunista Mexicano y, en especial, a la Unión Soviética y a l camarada Stalin. Con toda la fraseología farragosa del trotskismo, afirmaba que en la URSS no había socialismo y s í una nueva clase burocráticá muy acomodada, detentadora del poder. Se debe tener en cuenta la campaña mundial contra el comunismo en esa etapa. Mussolini se entronizaba en Italia y surgían impetuosos los grupos de Hitler en Alemania. El imperialismo yanqui impulsaba una campaña brutal contra la Unión Soviética y los comunistas, por lo que las declaraciones y documentos de Diego Rivera, hasta hacía poco miembro de la dirección del Partido Comunista Mexicano, eran muy bien utilizadas por todas las fuerzas reaccionarias, imperialistas y fascistas.
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proletariado, la Unión Soviética,y en los más eficientes agentes policiacos antirrevolucionanos, al servicio del imperialismo yanqui-inglés y al servicio de todos los dictadores y regímenes semicoloniales al servicio del impeiialismo en el mundo entero. Siendo entre todos los agentes del imperialismo y la contrarrevolución los más peligrosos y los más perniciosos por su demagogia, perversa y desvergonzada, para engañar a las masas. Entre tales enemigos del pueblo productor deben ser contados los grupos y faccioncillas, traidores al Partido Comunista, que pretenden disfrazarse con la fraseología de aquellos mismos de quienes ellos son los peores enemigos, los verdaderos comunistas; grupillos entre los que están quienes en México oDeran bajo estas circunstancias como los llamados reivindicadores y miembros del llamado Partido Obrero y Campesino."
Diego y el Dies Diego Rivera, en los años treinta, participó en audiencias del Comité Dies de la Cámara de Representantes de Washington para atacar a la URSS y al Partido Comunista Mexicano, en especial al camarada Hernán Laborde. Diego afirma que del trotskismo había sido expulsado en 1935: "al ser expulsado de entre ellos no supe afirmar mi posición más allá del interior de su pandilla. . ."* La verdad es que varios años después de 1935 siguio actuando como trotskista destacado. en la dirección de la campaña presidencial Diego Rivera de juanAndrew Almazb de 1939 y 1940 con el carácter de trotskista destacado, Almazán era conocido por sus com~romisoscon el i m ~ e rialismo yanqui e inglés, y quien, de llegar a la presidencia, regresaría las compañías petroleras expropiadas en el periodo del general Cárdenasa En la dirección del almazanismo estaban prominentes dirigentes Y miembros del PAN. Participaban grupos U~t~arreaccionarios como el de 10s Garza Sada de Monterrey, fascistas Como 10s camisas doradas Y otros. En víspera de la Segunda Guerra Mundial toda la actuación de Diego Rivera, en particular en el Comité Dies, fue utilizada en favor de los fascistas. Ese comité promovía la entrada de Estados Unidos a l a próxima guerra mundial, pero en alianza con Hitler y Mussolini contra la Unión Soviética. Diego Rivera le hizo el juego muy claramente a la rebelión de Saturnino Cedillo, realizada en mayo de 1938 y auspiciada ~ f i n c i ~ a l mente porla familia Rockefeller de la Standard Og. Diego solicitó su reingreso al Partido Comunista, después de algunos meses de cooperar con el Partido en algunas actividades democrátic%y antimperialist,as, a fines de 1952. En el documento de r e i n ~ e so se hizo una autocrítica retórica y vaga sobre SU traición al ingresar al trotskismo, pero eludiendo los aspectos concretos que 10 hacían r e p u l i ~ oy destacando, prira congraciarse como acostumbraba entonces, sus ataques calumniosos contra el camarada ~ e r n á nLabord contramí, a quienes acusó de: iTROTSKISTAS! E n su soY~citudde reingreso d i c e
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* Solicitud de reingreso al PCM. ** Seguidores de Joseph Broa Tito. I
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Diego Rivera fue readmitido en el Partido y hehos propuesto la rediscusión de ese acuerdo sobre su admisión, misma que fue aprobada Por el XVII h ' w e s o realizado en 1975. Se podría considerar correcto, ante las actitudes democráticas y antimpenalistas que asumió en sus últimos años, el acuerdo de haberlo aceptado como aliado y tratar con él, Pero no de readmitirlo como miembro del Partido. Lo reslizado Por Dieg0 Rivera no fueron errores ni inconsistencias de un artista como algunos camaradas 10 consideran, fueron traiciones cínicas, de gran alcance, a la clase obrera,
El coronelazo Siqueiros fue un gran artista que en ciertas etapas h b o un arte militante contra la oligarquía interna, contra el callismo y 10s presidentes despóticos, contra el imperialismo y la guerra. Fue un militante comunista Y sindical muy activo. Dirigió las huelgas de l o ~ obreros de Jalisco en 1928, fue organizador de la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM) y electo SU secretario general en el congreso constituyente en enero de 1929.
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Sin embargo, Síqueiros tuvo muchas inconsecuencias. A sabiendas de que era miembro del Comité Central y del Buró Político del partido h n u n i s t a Y secretario general de la Sindical Unitaria, después de viaje a Montevideo Y de un comportamiento personal censurable, desligó de la CSUM y del Partido durante meses. Por ello, después amplias discusiones se le expulsó del Partido Comunista y de la taría general del CSUM, aunque se siguieron manteniendo con 61 8s relaciones como aliado. una discusión que la dirección del Partido tuvo con Siqueiros .marzo de 1930, se publicó en El Machete 10 siguiente:
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(Siqueiros) que l a masas se muestran Por c o m ~ l e t o a ~ á t i c a , 'L. psivls y reacia a la lucha. Siqueiros n o ha podido comprender que, si las masas no se muestran tan combativas como en otros países, es por la insuficiente actividad del Partido Comunista para conbarrestar la labor de l a y la demagogia gubernamental; que, a pesar de dirigentes iiúmero de huelga habidas en los Últimos meses es una prueba evidente de la radicdización de los obreros, como la toma de 10s ayuntamientos a maen veracmz y Michoach, es un sínbma de la radicalización de no los campesinos. Para Siqueiros no significaba nada que el gobierno haya tenido que romper alguna huelgas por la fuerza militar (El Baleo, Raja califomia) y maniobrar con las juntas de conciliación para nulificar el derecho de huelga (pavimentadores del Dichito Federal, panaderos de Guadalajara, platanera de El Hule, etcétera). Siqueiros afirmó que en el pede ObregÓn hubo más huelgas. Aparte de que no es riodo exacto, hay mucha diferencia entre aquella situación Y la presente- El goantimpebienio de Obre& consernaba aún, haSta cierto punto, su riabsta, mientra que el régimen de Calles-Portes Gil-Ortiz Rubio, se ha entregado por completo al imperiaüsmo; en consecuencia, todos 10s movímientos de m a s a tienen hoy un carácter político, antimperialista Y antic* pitalista. Por último, la creación de la CSUM Y del Bloque Obrero y campesino, en enero de 1929,hubiera sido imposible sin la radicabzación de las masa; y desde entonces ahora se han acentuado las Causas de r a d i c a h . ción, lo queconfirma el punto de vista del Comité Central del Partido Y 1 s conclusiones del VI Congreso de la Internacional Comunista, sobre ter* ter periodo del desarrollo capitalista. "Que el Partido ha dado un carácter e ~ ~ e s i ~ i l l I l epolftico nk a su acción sindical, dijo Siqueiros, sin comprender que en unasituación como la actual, de identificación absoluta del gobierno Con 10s inkreses capitalista e imperialistas, toda lucha sindical se transforma inevitablemente en una lucha política "Según Siqueiros, la clausura de la CSUM (de su local legal) debió de haber sido evitada por el partido, inclusive renunciando a la manifestación la del 21 de febrero, es decir, renunciando a moviIbar a las ~~s represión gubernamental, Siqueiros n o comprende el alto significado de la manifestación del 21 ni se da cuenta de que, sin manifestación ocon ella, el gobierno tenía ya el propósito de clausurar la CSUM. No comprende tampoco que el movimiento revolucionario puede Y debe s i el Partido aplica una línea justa- desarrollarse y fortalecerse en condiciones de lidad y terror blanco." (El Machete, abril 1930, num. 180,p. 2-4.)
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cubrir su actitud, sin la discusión previa estas por que correspondía, se presentó a la columna, muy lo.de mayo de 1930, columna que fue disuelta Por la policía. Enla acción represiva fue aprehendido. Lu~harniospor suylbertad Y se consiguió. Luego dejó e\ país para vivir enEstados Unidas, deskgándose del Partido por varias años. Regresó a México a principias de 1935. Se r e h c ~ ~ ao r ~ actividades democráticas y antimpi!rial'ikaS y tuvo una partici~
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muy militante en el combate organizado por el Partido contra los camisas doradas en el zócalo, el 20 de noviembre de aquel año. Fue a Espana a un Congreso Mundial de Artistas Antifascistas y se quedó para luchar en el ejército republicano contra la dictadura de Franco, asumiendo una actitud muy loable. Derrotada la República es~*ola, regresó a México, manteniendo buenas relaciones con la del Partido y participando en algunas actividades. El atentado a Trotsky
presentsrse el grave problema interno en relación con ~ ~ ~re- t ~ k 'azada por Laborde Y por mí la consigna que traía un camarada del exterior Para liquidmlo, Siqueiros se prestó corno instrumento y apadin@endo al equipo que atacó la residencia de aquél en una acción pésimamente organizada y dirigida que fracaió. Siqueiros se a esconder a la 'Lona de 1 s minas de Jalisco, en donde rápidamente fue localizado e internado en la prisión y procesado. Avila C-acho 10 indultó con la condición de salir del país. por Avüa Camacho, de Paso, presionó a Siqueiros por conducto de Lombarda Toledano para redizar una gran pintura ecuestre &~ ~ l í ~ pintura realizada en forma apresurada, pero que resultó de un valor artístico. Siqueiros sdió hacia Chile donde estuvo por
Al regresar a México se incorporó a la política combinando su actividad artística con su militmcia. Participó en la meea redonda convocada por Lombarda en enero de 1946 realizada en Bella Artes. F~~ como delegado del gnipo Javier Mina, de exmiembros del r e ~ u b l i c a oespañol. En esa mesa redonda hubo discusiones muy en las que Siqueiros p&icip(j en general con una buena actitud dentro de la corriente avanzada contra las posiciones oportunistas de Lombarda, de José Revueltas y otros. Siqueiros con los ferrucarrjleros
o de la prisión, en 1952, después del chmazo al Súidicato Femocsrrllero, Siqueiros, Por conducto de] ingeniero Zeng, me mmdó regalar un kaje, con saludos y un recado verbd en el que me '*presaba no Poder asistir personalmente a v e m e porque el partido
su muy militante con los ferrocarrileroe encarcelapor la brutal represión de López Mateas contra la huelga de mano
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de 1959, fue encarcelado y procesado conjuntamente con Filomeno Mata, extraordinario amigo de ideas avanzadas. Este Último, debido a una seria enfermedad, fue dejado en libertad por el gobierno, temeroso de que muriera en la prisión. Siqueiros, en Lecumberri y ya desde antes de su prisión, había asumido actitudes izquierdistas y trepidantes. En Lecumberri, y a voz en cuello, criticaba la dirección del Partido Comunista por deficiencias ciertas pero, también, lo hacía en forma irreflexiva sobre actividades que el PCM ilo estaba en condiciones de realizar en ese momento. No escondía su simpatía por ciertas actividades guerrilleras. Sin embargo, después de cinco años en prisión, apareció en forma intempestiva gestionando un indulto ante el presidente López Mateos acerca del cual no nos había hablado en la prisión ni había informado a la dirección del Partido. Hice constar ante ésta el procedimiento seguido por Siqueiros para lograr su indulto. Siqueiros, tan luego como salió en libertad, asumió una actitud oportunista. Procuró relacionarse con el presidente y otros gobernantes. Aceptó ante el secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, quitar de la pintura en el local del sindicato de artistas (ANDA) el número 1917 pisoteado por un soldado, restando así sentido militante al mural, ya que en él se representaba la agresividad del ejército contra los derachos de la Constitución de 1917. Se le captó abrazando a López Mateos. Yo desautoricé por escrito sus gestiones capituladoras ante el presidente para solicitar que me indultara. Siqueiros formuló declaraciones contra la línea del Partido. Aparecio por televisión votando y exhortando a votar, cuando el Partido Comunista llamaba, con razones, a la abstención. Por televisión también y en declaraciones a la prensa, expresó en Europa que Echeverría era un gobernante avanzado que podía encauzar el país al socialismo. Con este motivo, tuvimos en la dirección de] Partido, discusiones muy enérgicas con Siqueiros. Formalmente aceptaba las críticas, pero reincidía, hasta llegar a un punto en el que el Comité Regional del Valle de México planteó su expulsión. La Comisión Ejecutiva del Partido, ante la enfermedad de Siqueiros y las dificultades para tratar lo referente a su actitud, propuso al Comité Regional que esperara una mejoría de Siqueiros para resolver sobre su expulsibn, pero l a opinión unánime en l a dirección del Partido era en el sentido de expu\sar\o. Después camarada Arturo Martinez Nateras y y o reciki~mos en e\ sentido de que en \os Ú\tlmos años Siqueiros habla ac
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un fuerte capital, invirtiéndolo en cinco grandes edificios de departamentos de los cuales recibía -antes de la Última devaluación- más de $ 500 000.00 mensuales de rentas. Siqueiros se agravó y murió. Es bien sabido cómo el gobierno de Echeverría controló la ceremonia de su inhumación en la Rotonda de los Hombres Ilustres del panteón de Dolores. El Partido, tomando en cuenta las declaraciones últimas de Siqueiros en el sentido de mantenerse por todos los medios en las filas del Partido Comunista y rechazar las invitaciones del gmpo divisionista y aventurero de Manuel Terrazas, acordó, confirmado por mayoría en un pleno, considerarlo miembro con méritos como artista y militante. La verdad es que Siqueiros murió como un activo echeverrista y el examen objetivo y sereno de su caso, en cuanto a su militancia en el Partido, en mi opinión, sigue en pie. La figura de Xavier Guerrero, si bien menos discutida que la de Diego y Siqueiros en la opinión especializada es, como artista y como müi-
tante del Partido, digna desde cualquier ángulo que se la quiera ver. Fue siempre fiel a las exigencias partidistas. Debe recordarse su papel destacado en la lucha contra el cailismo y como secretario de Organización del Comité Central.
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Dentro de la línea general, sectaria e izquierdista, derivada del pleno del Comité Central del Partido Comunista de junio de 1929, línea que influía en la Confederación Sindical Unitaria de México, a veces más por intuición que por un examen teórico y político riguroso, nos dábamos cuenta de la necesidad de vincularnos con fuerzas progresistas. Por ejemplo, y o mantuve relaciones en el periodo de la represión más negra del callismo con el diputado Manlio Fabio Altamirano, destacado político veracruzano muy conocido por pertenecer al círculo estrecho de Calles, quien, no obstante, insistió en hablar con nosotros en plena represión. Platiqué varias veces con 61. Me citaba en el Café Tacuba, cerca del zócalo. La primera vez le pregunté si pretendía que la policía me aprehendiera y él me dijo que no, que mientras y o estuviera con él no me pasaba nada. Estaba seguro de que no habría incidentes, pero por si acaso, él los enfrentaría. Discutimos muy acaloradamente. El reconoció la política reaccionaría de Calles, pero consideraba muy disparatadas las opiniones planteadas por nosotros en cuanto al que hacer político. A pesar de esto, mantuvo la conexión conmigo y discutimos muchas veces. El era uno de los políticos progresistas del gobierno: por su apoyo al reparto de tierras en Veracruz fue asesinado en el Café Tacuba por el grupo reaccionario de grandes terratenientes dirigido por el general Quiroga. En el inicio de la apertura democrática de Cárdenas, establecimos vínculos, pero todavía con posiciones sectarias, con cardenistas como Ochoa Rentería y el profesor Roberto Reyes Pérez. En 1934 participamos en la campaña presidencial con la candidatura de Hernán Laborde, contra la del generd Lázaro Cárdenas, del
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PNR, y la del coronel Adalberto Tejeda, del Partido Socialista de Izquierda. Laborde fue registrado por el Bloque Obrero y Campesino. Este se había reducido por la represión y por la política sectaria i3quierdista . del Partido. De acuerdo con la línea de la Internacional Comunista, atacábamos con energía al coronel Tejeda, cuando objetivamente era un político a la sazón gobernador de Veracruz- con actitudes democráticas en seria contradicción con Calles. Tejeda, en esa larga etapa callista, represiva, podía y debía ser un aliado, cuando menos a nivel de unidad de acción. "Los tejedistas mienten" sosteníamos. "Los propagandistas de Tejeda en la región de Tuxtepec, Oaxaca y en la de Atlixco, Puebla (y posiblemente en otras), andan diciendo que la Confederación Sindical Unitaria apoya a Tejeda Mienten estos sinvergüenzas. "La CSUM invitó a las organizaciones cuyos delegados abandonaron o fueron arrojados del Congreso Obrero y Campesino, en octubre del año pasado, a formar una comisión permanente Pro Unidad Obrera y Campesina para la lucha por una plataforma de reivindicaciones inmediatas y por la unidad organizativa de los obreros y de los eampesinos. La Liga 'Ursulo Galván', tejedista, entró a formar parte de la comisión, sin que esto significara ningún compromiso de las demás organizaciones con Te~eda,pues, por el contrario, desde el primer momento se atacó y desenmascaró a Tejeda, tolerando a la Liga porque representaba masas de campesinos, más tarde la Liga se retiró de la comisión." (El Machete Ilegal.)
Muy relacionado con lo anterior está el caso de Ursulo Galván. Este capituló enseguida del asesinato de Guadalupe Rodriguez y aún ahora puede considerarse correcta su exclusión del Partido Comunista; pero Ursulo Galván seguía, aunque atemperada, la lucha por la tierra para los campesinos y se incorporó de hecho al Partido Socialista de Izquierda del coronel Tejeda. Por lo mismo, Galván podía haber seguiqo, aun fuera del Partido, en alianza y en unidad de acción con nosotros. Sin embargo, de acuerdo con la línea sectaria izquierdista, lo atacamos furiosamente descartando esa posibilidad.
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Campesino. En la agresión fue herido el camarada Dionisio Encina, militante de la Juventud Comunista. El general Cárdenas siempre fue de las confianzas de Calles, a quien apoyó en el sitio puesto por Villa en Agua Prieta, en 1915. Como se podrá ver en la siguiente nota de El Machete, el origen de nuestra actitud estaba justificado: "La última noticia de Yucatán al escribir esta nota es la de que Cárdenas 'arregló el conflicto de Opichen', donde los indígenas estaban exigiendo su derecho a controlar el municipio, a pesar de la matanza realizada en mayo del año pasado por el general Méndez, ahora jefe de la policía del D. F.; que tuvq por objeto, entre otras cosas, obligarlos a admitir un ayuntamiento impuesto por el gobernador García Correa. Se dice que Cárdenas ha hecho justicia a los habitantes de Opichen. ¿Qué dijo Cárdenas cuando la horrible matanza de más de cuarenta indígenas inermes? ¿Y qué ha dicho contra la 'recompensa' otorgada al asesino general Méndez, nombrándolo jefe de la policía del Distrito Federal?" (p. 458 de la ed. fascsimilar.)
Aunque con cierta resistencia, Calles se decidió por la candidatura de Cárdenas. Rodolfo Calles, hijo del "jefe máximo," lanzó su precandidatura en el PNR. Esa campaña presidencial se realizó en el ambiente de la gran crisis cíclica capitalista de los años 1929 a 1932.Era enorme el descontento por los efectos de esa crisis, inclusive de la burguesía media arruinada, testigo de que el grupo gran burgués de Calles aprovechaba la crisis para especular y concentrar capitales. Esto lo percibió Cárdenas y lo tomaba en cuenta en su campaña, reflejándolo en el plan sexenal del PNR, en el que algunos planteamientos no eran sólo demagogia, sino inienciones con sentido democráticoburgués, aunque alternadas con puntos de vista claramente reaccionarios. Lo anterior no fue observado por nosotros y atacamos dicho plan como socialfascista. Cárdenas integró su primer gabinete con una mayoría de incondicionales a Calles. Esto y otros antecedentes motivaron una desconfianza, explicable, de nuestro Partido hacia él. Campa candidato a gobernador de Nuevo León
Ni con Calles ni con Cárdenas Laborde recorrió el país, durante la campaña, encabezando una actuación abierta de nuestras fuerzas. Se realizaron asambleas y mítines en m u h o s lugares bajo el lema, que hasta hoy considero correcto, de "Ni con Calles ni con Cárdenas". En Torreón h e disuelto por la policía un buen acto de masas convocado por el Bloque Obrero y
A fines de 1934 se presentó la campaña para elecciones de gobernador en Muevo León. El PNR presentó como c&idato a Plutarco Elías Calles hijo, quien no había nacido en el estado. En esta campaña participaba el general Zuazua, con un partido reaccionario apoyado por el clero conservador, los grandes terratenientes y los grandes industriales y comerciantes. El Bloque Obrero y Campesino decidió lanzar mi candidatura a la gubernatura.
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Dentro de estas circunstancias hicimos una campaña importante, acompañada de gran agitación y propaganda. Ante el empuje de la campaña ultrarreaccionaria del general Zuazua, el gobierno y el PNR retiraron, en lo general, la represión y los obstáculos contra nosotros, lo cual aprovechamos al máximo. En las filas de Zuazuase destacaban varios ferrocarrileros, con quienes establecimos relaciones para maniobrar contra la imposición de Calles hijo. Con las grandes movilizaciones de los partidarios de Zuazua y con nuestra muy intensa campaña, se creó un serio conflicto político en Nuevo León. Con este motivo, al iniciar su periodo presidencial, Cárdenas influyó en la Cámara de Diputados para declarar desaparecidos los poderes en Nuevo León y anular las recientes elecciones. Al descartar a Calles hijo, logramos un éxito político. Ante la convocatoria a nuevas elecciones para gobernador, decidimos que el Bloque Obrero y Campesino apoyara la candidatura del general Anacleto Guerrero, por el PNR, concentrando las fuerzas contra la avalacha de la ultrarreacción de los Garza Sada y su candidato, el general Zuazua. Declarado gobernador, tuvimos discusiones muy tensas con el general Guerrero, de inclinaciones reaccionarias, por violar compromisos que había hecho con el Bloque Obrero y Campesino.
La carta de la delegación al VII Congreso La delegación del Partido al VI1 Congreso de la Internacional Comunista se integró con los camaradas Hernán Laborde, Miguel Velasco y José Revueltas. En el ambiente de las discusiones importantes realizadas en Moscú, formularon ellos la carta de la delegación del Partido Comunista de México ante el VI1 Congreso de la Internacional Comunista dirigida al Comité Central del Partido Mexicano. Esta carta, fechada en 1935, es uno de los documentos más importantes de la historia del Partido Comunista Mexicano. Consigna párrafos como los siguientes: "Después de 15 años de lnlclada la revolución democráticoburguesa de 1910, Méxlco slgue slendo un pais agrario, atrasado, dependlente del imperialismo, con más de 3 000 000 000 (tres mil millones) de dólares de capltal extranjero invertido en las minas, el petróleo, los ferrocarriles, la lndustrla eléctrica, la agricultura y la indusMa de transformación y 30 000 000 de hectáreas de tierra valiosas en poder de las compaiiias y los hacendados extranjeros. "Por otra parte, grandes terratenientes tienen en su poder 2 000 predios mayores de 10 000 hectáreas cada uno, con una extensión total de
70 000 000 hectáreas de tierra, en tanto que la reforma agraria sólo ha dado a 900 000 campesinos alrededor de 3 000 000 de hectáreas de tierras de cultivo y 8 000 000 de tierras incultivables, y más de 2 500 000 trabajadores del campo continúan sin tierras. "Lo esencial ahora es la decisión y la audacia para explicar la línea del VI1 Congreso de la Internacional Comunista; pero, a la vez, la dirección del Partido debe estar en guardia y rechazar cualquier intento derechista de convertir al Partido en un apéndice del PNR o del cardenismo. A pesar de sus errores, el pleno del Comité Central de jullo de 1929 y todala política del Partido desde entonces, tienen un lado positivo e innegable: la conquista de la independencia política del Partido, que debe ser preservada sin volver por eso a las posiciones sectarias de los 5 Últimos años." A través de un enfoque actual del documento, se pueden encontrar algunos errores Por ejemplo se dice : " Para poner nuevamente en marcha la Revolución y realizar sus fines antimperialistas y agraristas, es preciso crear un amplio movimiento popular de masas . "
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. Aunque se vislumbra en el párrafo un impulso democrático y avanzado de transición, se presta a interpretar que se trata de "poner nuevamente en marcha la Revolución mexicana" que tanto se empeña la burguesía en el poder en presentarla como eterna.
Esto es más inadecuado si se tiene en cuenta que en la carta para nada se habla de la perspectiva de una nueva revolución. Hasta entonces nos manejábamos con la idea de una nueva revolución en México que instaurara los soviets, formulación sectaria. Después de la carta, y hasta a principios de 1937, se insistió en la idea de una nueva revolución pero siii afinar sus características y su denominación. En la resolución general del VI Congreso (abril de 1937) se afirma, por ejemplo: "A pesar de la prolongada lucha del pueblo mexicano por su completa independencia económica y política, el país continúa dependiendo del imperialismo que controla las posiciones fundamentales de la economía nacional y el carácter predominantemente agrario y atrasado de esta economía se expresa en fuertes remanentes semifeiidales, en la gran propiedad latifundista, la no integración de vastas regiones, la falta de 'un verdadero régimen democrático, la miseria, la ignorancia y el atraso del peonaje y la población indígena. "Los esfuerzos realizados para liquidar estas condicion'es semicoloniales y sernifeudales por medio de reformas, sólo en parte han logrado objetivos. La completa liquidación de estas condiciones sólo será posible por IB oía revolucionaria."
A partir de la crisis del Partido, iniciada con la política de "unidad a toda costa" del pleno de junio de 1937, se descartó todo plantea-
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miento de una nueva revolución. Es hasta el XIII Congreso del Partido, en 1960, y especialmente en el XVI Congreso, que se rechaza la continuidad de la Revolución mexicana de 1910-1917. El XVI Congreso, afinó la perspectiva de la nueva Revolución democrática y socialista. A más confusiones se prestó otra formulación de la carta, en el sentido de que el Partido no "comprendiera después que el PNR, con su gran base de masas, es un factor en cierta forma decisivo para la creación del Frente Popular". Al aprobarse la política de "unidad a toda costa" se facilitó el planteamiento de Lombardo en el sentido de que la transformación del PNR lo convertía de hecho en un frente popular. En realidad Lombardo salía adelante con su idea del control por el gobierno de las organizaciones de masas adheridas al PNR. Esto después fue duramente criticado por el Partido. Además, se incluía un párrafo expresando lo siguiente: "A la vez, la dirección del Partido empieza a meter una cuña en el cai-denismo, atacando como reaccionarios y casi callistas a elementos como Cedillo y Almazán, que por hoy apoyan a Cárdenas, pero que objetivamente se empieza a empujar a los cardenistas vacilantes al campo de la reacción."
La verdad es que Cedillo y Almazán no eran empujados, pues eran conocidos como reaccionarios definidos, lo cual queda confirmado por sus acciones poco después. El mismo Laborde, al explicar el sentido de la carta en un discurso pronunciado el 1 7 de febrero de 1936, en el Teatro Hidalgo, ante el congreso del Frente Popular, decía: "Sólo así será posible arrojar del gobierno a los cardenistas tibios, a los conciliadores y a los derechistas y sustituirlos por gente nueva, ligada al pueblo, identificada con él y dispuesta a servir a sus intereses."
El VI1 Congreso de la Internacional Comunista y, en particular, el discurso del. camarada Dirnitrov, causaron una gran impresión en México y en el mundo. La ofensiva fascista iniciada por Mussolini y continuada por Hitler, motivaba una profunda preocupación en las fuerzas socialistas y democráticas; por ello las orientaciones del VI1 Congreso se consideraban muy acertadas para la lucha contra el fascismo y para su derrota. Las orientaciones de la carta de la delegación mexicana al VI1 Contuvieron resonancia de inmediato en las actividades del Partido Comunista, de la Sindical Unitaria, de las organizaciones campesinas en que influíamos y en todas las fuerzas democráticas.
Huelgas a granel La clase obrera y los asalariados en general habían estado sofocados muchos años y en el nuevo ambiente encauzaron su descontento ha-
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cia grandes acciones. Se presentó una racha de huelgas en las industrias importantes, casi todas ellas de capital imperialista. Entonces predominaba el imperialismo inglés, le seguían el norteamericano, el francés y el alemán. El Partido Comunista y la Sindical Unitaria influyeron en las huelgas petroleras de El Ebano contra la compañía La Huasteca; en Nanchital, las Choapas y Agua Dulce, en el sur de Veracruz, contra la Compañía de El Aguila, y contra esta misma compañía inglesa en Minatitlán, donde -dimos una gran pelea en 1929. Organizamos sindicatos en las fundidoras de Peñoles en Monterrey y en Torreón adheridas a la Sindical Unitaria. ~niluíamosen varios sindicatos mineros y todos éstos, como los de la Peñoles, los adherimos al Sindicato Nacional de Mineros Siderúrgicos y Metalúrgicos, cuando éste se integró en 1934. Este sindicato industrial, el segundo en México, obtuvo una gran cooperación del Sindicato Ferrocarrilero. Trabajamos estrechamente con Agustín Guzmán, primer secretario general del Sindicato Nacional de Mineros y Metalúrgicos. Bajo la influencia del Partido Comunista y de la Sindical Unitaria se realizaron huelgas en el Ferrocarril Mexicano propiedad de ingleses; en la fábrica de papel San Rafael, de gachupines reaccionarios. Se desplegó la lucha por la tierra. Hubo muchas ocupaciones. En los estados de Puebla y Tlaxcala se destacó el dirigente campesino Pedro Morales. ' En esa situación creada por las grandes luchas, en especial las de los asalariados y los campesinos, el 11 de julio de 1935 el senador Ezequiel Padilla publica en el diario oficial El Nacional una entrevista, con el "jefe máximo de la Revolución", Plutarco Elías Calles, realizada en la residencia de éste ubicada en las Palmas. En esa entrevista, entre otras cosas, se contenían los siguientes conceptos de Calles: "Deberían saber, los que encabezan y realizan estas m a n i o b r ~ que , no hay nada ni nadie que pueda separarnos al general Cárdenas y a mi. Conozco al general Cárdenas. Tenemos 2 1 años de tratamos continuamente y nuestra amistad tiene raíces demasiado fuertes para que haya quien pueda quebrantarlas. "Hace seis meses que la nación está sacudida por huelgas constantes, muchas de ellas ciertamente injustificadas. Las organizaciones obreras están ofreciendo en muchos casos ejemplos de ingratitud. "Yo conozco la historia de todas las organizaciones desde su nacimiento; conozco a sus líderes, los líderes viejos y los líderes nuevos. Sé que no se entienden entre s í y que van arrastrados en líneas paralelas por Navarrete y Lombardo Toledano, que dirige el desbarajuste. Están provocando y jugando con la vida económica del país."
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Padilla cierra la entrevista con su gran servilismo reaccionario al general Calles: "Tuvimos la oportunidad de sentir vibrando el pensamiento formidable, combativo del general Calles. Habíamos escuchado a un g q n estadista," decía.
El Comité de Defensa Proletaria En la mañana del 12 de junio en que aparecieron las declaraciones, nos reuníamos secretamente Lombardo, Hernán Laborde y yo en el automóvil del priniero. Coincidíamos en la gravedad y el alcance de las declaraciones de Calles y en la urgencia de reaccionar con rapidez y energía. Acordamos que el camarada Miguel Velasco y yo habláramos con el ingeniero Breña Alvírez, secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas, quien había manifestado estimación para los dirigentes de la Sindical Unitaria, con la proposición de que convocara, con carácter de urgente, a todas las organizaciones sociales del país, con excepción de la CROM de hlorones y de la CGT, definidas como callistas y reaccionarias. Por su parte, el compañero Lombardo convocaría de inmediato al comité de la Confederación General de Obreros y Campesinos (CGOCM) y confiaba en que se aprobaría la orientación formul.ada ahí. Por su desconfianza a Fidel Velázquez y Amilpa, Lombardo justificaba el carácter secreto de sus entrevistas con nosotros y, aunque sus actitudes eran muy anticomunistas, confiábamos encauzarlas hacia la alianza _que ahí estábamos planteando. Hablamos. con Breña Alvírez, secretario general del SME, y rtípido llegamos a conclusiones concretas: El SME convocaría con carácter de urgente todas las organizaciones para analizar las declaraciones de Calles y las medidas a realizar ante ellas. Al mismo tiempo, formularhmos el borrador de un llamamiento a los obreros, campesinos y pueblo en general para una lucha a fondo conlra el callismo. Sabíamos de la reacción correcta de Cárdenas contra las declaraciones de Calles. Y, aunque no coiiociamos el contenido de su punto de vista, decidimos actuar independientemente, por lo que encauzamos las actividades, logrando que la reunión convocada por el SME resultara todo un éxito. Se presentaron todas las organizaciones sociales del país, excepto la CROM y la CGT. &a discusión fue muy agitada pero muy bien orientada. Se acordó conf&ituir el Comité de Defensa Proletaria y rechazar con energía las declaraciones de Calles, aprobando un llamamiento a la nación para la lucha a fondo contra
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una posible rebelión de los callistas contra el gobierno del general Cárdenas. Luego conocimos las declaraciones de Cárdenas sobre el incidente: "Refiriéndome a los problemas de trabajo que se han planteado en los últimos meses y que se han producido en movimientos huelguísticos, estimo que son la consecuencia del acomodamiento de intereses representados por los dos factores de la producción, que si causan alguna molestia y aun lesionan momentáneamente a la economía del país, resueltos razonablemente y dentro de un espíritu de equidad y de justicia social, contribuirán con el tiempo a hacer más sólida la situación económica, ya que su correcta solución traerá como consecuencia un mayor bienestar para los trabajadores, obtenido de acuerdo con las posibilidades económicas del sector capitalista. "Ante estos problemas, el ejecutivo federal esta resuelto a obrar con toda decisión para que se cumpla el programa de la Revolución y las leyes que regulan el equilibrio de la producción y, decidido, asimismo, a llevar adelante el complemento del plan sexenal del Partido Nacional Revolucionario, sin que le importe la alarma de los representantes del sector capitalista. "A tal efecto, declaro que tengo plena confianza en las organizaciones obreras y campesinas del país y espero que sabrán actuar con la energía y el patriotismo que e x i g e ~ l o legítimos s intereses que representan. "Deseo expresar finalmente que, en el puesto para el que fui electo por mis conciudadanos, sabré estar a la altura de mi responsabilidad. . ."
Las declaraciones del presidente Cárdenas y el llamamiento del Comité de Defensa Proletaria causarori una gran sensación en el país. Se estableció una activa relacióii entre nuestras organizaciones y algunos dirigentes cardenistas. Las organizaciones sociales dirigieron circulares a todo el país. De éstas, un núcleo integrado por dirigentes del Sindicato Mexicano de Electricistas, ferrocarrileros, mineros, petroleros y otros, nos constituimos en un estado mayor, instalándonos, con teléfonos y utilizando, cuando era necesario, el telégrafo de los ferrocarriles, en los J t o s del antiguo Teatro Hidalgo. Este núcleo acordó tomar medidas para que, en los lugares donde Calles pudiera rebelar fuerzas del ejército, nuestras organizaciones realizaran luego una huelga general e, inclusive, formaran grupos armados, tomando medidas de precaución por todos los dirigentes. Nuestro enlace con el general Cárdenas era el profesor Roberto Reyes Pérez. Intercambiábamos informaciones y Cárdenas nos mandaba decir que iba adquiriendo un control completo de todas las fuerzas armadas y de la situación en el país. Con este pretexto rechazó nuestra solicitud de armar a grupos de trabajadores en lugares neurálgicos como eran Sonora, Tabasco y otros. Sólo nos dieron algunas pistolas para los del núcleo integrado en el Teatro Hidalgo. La presión que ejercíamos y la propia actitud de Cárdenas, favorable a las demandas 8
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del pueblo contra la actitud d e Calles, fueron, no obstante, decisivas. En efecto, Calles fue derrotado, hizo declaraciones lamentándose de la situación creada en el pais y se trasladó a los Estados Unidos de Norteamérica. Por cierto, bajo el brazo llevaba el libro Mi lucha, de Adolfo Hitler. Tomás Garrido Canaval, cacique de Tabasco, después de algunos enfrentamientos en su estado, se vio forzado a trasladarse a Costa Rica, donde tenía una gran hacienda. Cárdenas pidió la renuncia de todo su gabinete y lo reorganizó, sustituyendo a todos los secretarios callistas. El presidente promovió ante el Congreso de la Unión la desaparición d e los poderes de los estados d e Sonora, Durango, Guanajuato y Sinaloa, Dominados por fuerzas callistas, y sustituyó a sus gobernadores por elementos de su confianza. Fascistas vs comunistas En diciembre de 1935 Calles regresó a México muy agresivo, decidido a reagrupar sus fuerzas. El Comité de Defensa Proletaria llamó d e inmediato a la lucha contra Calles, exigiendo al general Cárdenas tomar medidas drásticas contra el famoso "jefe máximo". Por Órdenes del presidente Cárdenas, en la madrugada del 11 de abril d e 1936, el general Navarro Corona, jefe d e operaciones del Distrito Federal, aprehendió al general Calles y a sus lugartenientes, al ingeniero Luis L. León a h o r a rehabilitado por el Partido oficial- a Luis Napoleón Morones y a Melchor Ortega, trasladándolos al campo aéreo y enviándolos en un avión a San Diego, California. Los callistas, tan defensores de los intereses del imperialismo yanqui, estarían mejor en el pais del norte que en México, al que habían traicionado. Los camisas doradas, jefaturados por el general Nicolás Rodríguez, desarrollaban una intensa actividad reaccionaria en todo el país. Estaban financiados por consorcios yanquis y por el grupo de los Garza Sada de Monterrey. Contaban con organismos de maniobra: un llamado Partido Nacionalista Mexicano y una llamada Vanguardia Nacionalista. El Comité de Defensa Proletaria y todas las organizaciones democráticas requerían del presidente Cárdenas la disolución de los fascistas llamados camisas doradas, abiertamente al servicio del fascismo internacional; pero el presidente no atendía esos requerimientos.
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Nosotros los atacamos desde el principio. El Machete de julio de 1934 relata una de estas primeras enconadas luchas: "El 12 del actual los 'camisas doradas' realizaron su primer acto público. "El contra acto a que llamó el Comité Contra el F'ascismo y la Guerra Imperialista, aunque relativo, fue un éxito. No obstante que se preparó en un día y que era al mediodía, hora muy indispuesta pues está trabajando la mayoría de los obreros y empleados, concumeron como 500 personas a la plaza de Santo Domingo. Pero lo más importante es el valor demostrado por los asistentes que enconadamente lucharon cuerpo a cuerpo, con garrotes y en todas las formas, contra los gendannes y los 'camisas doradas' y . gendar'verdes' que disfrazados ayudaban a los gendarmes en su t a ~ aLa mería y sus auxiliares fueron impotentes para disolver el mitin; la mayoría de los antifascistas aprehendidos fueron rescatados por la fuerza. Todos los oradores hablaron, entre ellos el pintor David Alfaro Siqueiros. Los gendarmes cargaron salvajemente contra los grupos que ya se retiraban del mitin. Hubo varios heridos, golpeados y tres encarcelados. El Departamento Central prohibió el mitin con el pretexto de que no se permiten los jardines para tales actos; esto, mientras los 'camisas doradas' disponían de todos los jardines de la alameda central para hacer sus exhibiciones. Los 'camisas verdes', [sic] como buenos farsantes, aprehendieron en la plaza de Santo Domingo a dos judíos, a los que llevaron aparatosamente a la delegación policiaca haciendo declaraciones fanfarronas a los periódicos afirmando que se trataba de 'líderes soviéticos'; pero su farsa cayó, pues dichos judíos, por ser personas de dinero e influyentes, salieron luego en libertad. "En la alameda se juntaron los 'camisas doradas', en su mayor~allevados con engaños, traídos de los alrededores, campesinos e indígenas ignorantes de que participaban en una farsa fascista, muchos reclutados por los subcomités del PNR con la concebida torta y el tostón. La fanfarronadade que sería revista de puros 'jefes de zona y comandantes' fue demasiado burda; los jefes, ricachones y militares fracasados, se notaban bien por los anillos y lo bien trajeados. "Hasta la alameda llegaron los antifascistasy efectuaron tres mítines de gran importancia, uno de ellos con más de mil asistentes. Todo el público que presenció la 'revista' de los 'camisas doradas' se puso en su contra y se dispuso a defender a los antifascistas. Los 'camisas doradas' cargaron contra los de los mítines, pero fueron rechazados; de uno de ellos los retiró su 'comandante supremo' al observar que varios de ellos aplaudían a los oradores antifascistas. "En la 'revista', los 'camisas doradas' repartieron su programa mínimo. Es un verdadero parto de los montes, una porquería donde sostienen la política del presidente Rodríguez, consistente en fomentar las industrias extractivas y declarándose contra las industrias de transformación, precisamente para no competir a las industrias imperialistas yanquis, reservando a México el papel de abastecedor de materias primas y de consumidor de las industrias yanquis. Así queda confirmado una vez más que los 'camisas doradas' son esencialmente agentes del gran capital yanqui. Sus proposiciones prácticas descansan en la proposición muy manoseada de aumentar la miseria de los obreros y empleados quitándoles un día de salario diz que para fomentar nuevos negocios." Los camisas doradas, apoyados también por los callistas, anuncia-
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ron un gran desfile de caballería en el zócalo de la capital, el 20 de noviembre de 1935. El Partido Comunista invitó al Comité de Defensa Proletario y a todas las organizaciones democráticas a unificar las fuerzas para rechazar, inclusive por la violencia, el desfile anunciado por aquéllos. Al no tener respuesta operativa de las demás organizaciones, el Partido Comunista, la Sindical Unitaria, el Frente Unico del Volante y otras organizaciones, decidieron prepararse para contrarrestar el desfile de los camisas doradas. Examinamos la orientación a seguir y preparamos la colocación, en los automóviles de los compañeros del Frente Unico del Volante, de varillas con picos y láminas para lanzarlos contra la caballería de los dorados. Se organizaron grupos armados dirigidos, entre otros, por los compañeros Gómez Lorenzo y David Alfaro Siqueiros. Yo fui nombrado por la dirección del Partido para encauzar la operación desde un local, con teléfoiios y enlaces. Teníamos algunos grupos armados, pequeños, de reserva. Al llegar los dorados se aplicó el plan aprobado y, en el momento oportuno, aparecieron por las bocacalles los automóviles del Frente Unico del Volante y arremetieron contra la caballería de aquéllos, derribando a gran cantidad de jinetes e hiriendo a los caballos. A la vez, los grupos armados dispararon sus armas. En uno de ellos actuaba el entonces joven comunista Rafael Galván. Los dorados se desconcertaron ante la violencia del ataque, que no esperaban, pero también contestaron los disparos, asesinando a dos camaradas, uno de ellos un joven hermano de un ferrocarrilero de apellido Vela. Los compañeros concentraron su ataque contra el general Nicolás Rodríguez. Un automóvil lo derribó de su caballo, pero logró abandonar de prisa el zócalo. Al observarlo un camarada de base, con mucha habilidad lo fue siguiendo en forma disimulada y, al llegar a la esquina que formaban las calles de Argentina y Guatemala, le hundióun puñal por el costado, dejándolo muy mal herido y con la creencia de que moriría. Sin embargo, lo atendió luego la Cruz Roja y Nicolás Rodríguez se salvó, para aparecer bien pronto en otros hechos violentos en Monterrey, al servicio de los Garza Sada. El Comité de Defensa Proletaria acordó realizar una gran manifestación de protesta por la actividad de los dorados, y para el entierro de los dos camaradas caídos en la batalla del zócalo. La manifestación, para aquella época fue extraordinaria, se realizó el 21 de noviembre, y culminó con u n man mitin e n h Arena México. En esa manifestacián, sin aparatos de sonido, hablamos varios frente a Palacio Nacional. Y o hablé por el Partido Comunista y, entre otras
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cosas, ataqué a Emilio Portes Gil, entonces presidente del PRI, por el fusilamiento de Guadalupe Rodríguez, en 1929, por órdenes del secretario de la Defensa, Plutarco Elías Calles, cuando' Portes Gil era presidente de la República. Este ataque nuestro fue motivo de muchos comentarios y contribuyó para que a los pocos meses Portes Gil, renunciara a la presidencia del PRI, molesto por la huelga del Sindicato Mexicano de Electricistas. El general Cárdenas, ante los sucesos y los encendidos requerimientos al respecto, aceptó la disolución del agrupamiento fascista camisas doradas.
el congreso const2tut2vo de la c,t.m.
En el Comité de Defensa Proletaria marchamos con rapidez en la formulación de los proyectos de programa y estatutos para la CTM, que finalmente resultaron muy avanzados y democráticos. En la declaración de principios se incluían ideas fundamentales como las siguientes : "El proletariado de México luchará a toda costa por mantener su independencia ideológica y de organización y porque todos sus objetivos finales sean alcanzados con entera independencia de clase mediante sus propias fuenas, libre de influencias y de tutelas extrañas."
Durante el congreso se acordó que la CTM participaría en todos los problemas sindicales y en los políticos de carácter general, pero no en política electoral. El Comité de Defensa Proletaria y el congreso constituyente de la CTM hicieron énfasis en la independencia respecto de la burguesía y del Estado burgués; esta independencia debía mantenerse por más democrático que éste fuera. El congreso constituyente había resuelto incorporar a los campesinos a la confederación, hecho que motivó que en el transcurso del congreso surgiera la posibilidad de reafirmar la independencia de la CTM del Estado. El presidente Cárdenas había hecho unas declaraciones en Guadalajara, oponiéndose a que los campesinos se adhirieran a la CTM como el congreso constituyente lo había resueltq. Afirmaba que había integrado el comité organizador de la Confederación Nacional Campesina, presidido por el profesor Graciano Sánchez, y que esa central campesina y la CTM firmarían un pacto sobre la base de la no participación de los campesinos en la CTM.
La CTM revolucionaria El congreso, por unanimidad, acordó rechazar las declaraciones del general Cárdenas y reafirmar el llamamiento para que los campesinos
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ingresaran a la CTM. Nuestra idea de incorporar a los campesinos estaba basada, entre otras cosas en el hecho de que muchas decenas de miles de ejidatarios habían sido obreros agrícolas pertenecientes a sindicatos, fenómeno aparecido en La Laguna, en Yucatán con los henequeros, y en Lombardía y Nueva Italia, Michoacán, con los arroceros. Este incidente entre el congreso constituyente de la CTM y el presidente Cárdenas fue muy saludable. Reafirmó la independencia de la nueva central. Este hecho demuestra que la CTM no nació financiada por Cárdenas ili supeditada a su régimen, calumnia que muchos han sostenido.
La CTM vs La Vidriem Semanas antes del congreso constituyente de la CTM se presentó un agudo conflicto sindical y político en Monterrey. Se había logrado liberar del sindicalismo blanco la gran fábrica La Vidriera, propiedad de los Garza Sada. A n ~ ela actitud soberbia de esos oligarcas, se emplazó a huelga. Los Garza Sada, junto con todos los grandes capitalistas y el alto clero conservador de la región, se lanzaron a una campaña anticoiiiunista. El 5 de febrero de 1936 la reacción realizó una manifestación de masas. El Comité de Defensa Proletaria nos comisionó a Agustín Guzmán, secretario general del Sindicato Minero Metalúrgico, y amí, secretario general, entonces, de la Sindical Unitaria, para trasladarrros a Monterrey- y - dirigir el contrataque a esa embestida de caracter fascista. En Monterrey hubo una respuesta rápida y vigorosa del movimiento sindical democrático adherido y no adi~eridoal Comité de Defensa Proletaria, así coino de todas las fuerzas progresistas. Se intensificó la campaña dentro de los sindicatos blancos. Al llegar Guzmán y yo a Monterrey, reinaba un ambiente propicio para convocar a una manifestación de masas en respuesta a la movilización reaccionaria. Para sorpresa de todos, el general Cárdenas se presentó en esa ciudad el 8 de febrero. El centro patronal y las demás fuerzas reaccionarias acordaron un paro general de actividades, llamando a todos los patrones del país a seguirlos. Las organizaciones sindicales y democráticas, por su parte, acordaron hacer una gran concentración de masas. La manifestación tuvo un éxito muy considerable y culminó en un gran mitin, presenciado desde un balcón del palacio de gobierno por el presiciente Cárdenas. En ese acto hablé a nombre del Comité de Defensa Proletaria.
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El presidente convocó a una conferencia a un número igual de representantes de los sindicatos blancos y de los sindicatos rojos. Expresé a algunos funcionarios del gobierno que no tenía sentido esa reunión, dado que la contradicción entre las dos fuerzas era antagónica e irreconciliable. La discusión fue muy violenta. Julio Ramírez, pseudoanarcosindicalista y callista, dirigente de la CGT, encabezaba la,delegación de los sindicatos blancos y se limitó a lanzar calumnias e insultos contra el Comité de Defensa Proletaria y el Partido Comunista. Nosotros nos habíamos preparado para el debate y teníamos datos, hasta entonces confidenciales, del manipule0 de los Garza Sada, junto con los demás grandes capitalistas de Monterrey, del movimiento reaccionario. Teníamos datos precisos sobre un yanqui contratado por los Garza Sada para asesorar a los sindicatos blancos, el lugar donde tenían sus reuniones, etcétera. Presentamos todos estos datos. Demostramos el sentido reaccionario y antipatriótico del movimiento encabezado por los Garza Sada, quienes tenían a su servicio, muy bien pagados, a la banda de los camisas doradas que semanas después realizaron actos de terror hiriendo en una pierna al dirigente sindical ferrocarrilero y dirigente del Comité de Defensa Proletaria en Nuevo León, Tomás Cuevas. Esta banda de los Camisas doradas, jefaturada por Nicolás Rodriguez, fue disuelta, como ya dije, por órdenes del presidente Chdenas después del choque armado en el zócalo de la ciudad de México provocado por el desfile de caballería que intentaron realizar el 20 de noviembre de 1935.
Soy comunista Julio Ramírez, en forma muy reiterativa, atacaba a la ~nternacional Comunista y al Partido Comunista Mexicano: "Sobre el asunto comunista, aquí está el compañero Valentín Campa, quien no puede negar que es líder romilnista, miembro del Partido Comunista, un verdadero agitador comunista, un convencido absoluto del comunismo y que ha venido a Monterrey especialmente a hacer labor comunista. Esto no lo podrá negar el compañero Campa. En cuanto a Lombardo Toledano, fue a Rusia con $ 8 000.00 que le reunieron algunas organizaciones obreras de la metrópoli, pero con esos $ 8 000.00 no pudo haber hecho el viaje, permaneciendo en Rusia más de un mes y comprarse al regreso, en Nueva York, 2 000.00 (dos mil dólares) de libros, lo que puede comprobarse con las boletas de la aduana al pasar su equipaje. Nosotros le mostraremos en México, señor presidente, documentos auténticos que prueban que Lohibardo Toledano recibe dinero de Moscú y que tiene cuenta abierta en el
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banco con ese objeto." (Declaración de Julio Ramírez, EI Porvenir, 1 2 de febrero de 1936.)
Ante esta farsa yo exprese: g c ~ ocomunista, y miembro del Partido Comunista que depende de la Tercera Internacional cuya sede está en Moscú; podría estar en Roma o en México si el señor Rarnírez de la CGT propone que la Tercera Internacional esté donde a él le plazca. Efectivamente, soy un agitador comunista, no lo niego. Soy de Monterrey y he sido expulsado varias veces de aquí por ser comunista. La burguesía, los Caballeros de Colón, los reaccionarios de Monterrey, me odian. Ser comunista significa estar sujeto a la rigurosa disciplina del Partido Comunista que impone grandes sacrificios. Lombardo Toledano no es comunista, será un simpatizador del comunismo. Lo combatió anteriormente, pero fue a Rusia y se convenció de lo que hay de verdad en el comunismo, como muchos otros, aun capitalistas, que también se han convencido de que Rusia no es como la ha pintado la burguesía internacional. Convencido, pues, Lombardo Toledano del sistema comunista, ha venido naturalmente a decir la verdad respecto del sistema. Para ser comunista se requiere pertenecer al Partido y Lombardo Toledano no pertenece al Partido como no pertenecen otros elementos a quienes se acusa de comunistas y que no lo son por la misma circunstancia. Se ha dicho pÓr los patrones de Mont&ey que el general Cárdenas es comunista, y yo digo que no lo es porque no pertenece tampoco al Partido. Respecto a nuestra posición como comunista en el Comité Nacional de Defensa Proletaria, también aclaro que en dicho comité hay de todas tendencias: protestantes, católicos, judíos, etcétera, etcétera y nosotros respetamos mutuamente nuestros credos e ideologías, pues sólo se pretende la unificación del trabajador mexicano a base de lucha de clases. Si efectivamente en la Federación Sindical Unitaria la mayoría somos comunistas, no quiere decir que todo el movimiento de trabajadores en México sea coniunista. Aquí en Monterrey, la burguesía, los Caballeros de Colón y los reaccionarios tienen controlados los sindicatos que representan estos señores que están en frente y a los directores de dichos sindicatos les pagan muy buenos sueldos los patrones para manejarlos como éstos quieren. Les causa terror el comunismo y cualquier acto de los trabajadores libres lo consideran comunista. Tenemos por ejemplo el caso de Cantú Leal, de El Porverlir, a este señor le declararon la huelga sus trabajadores varias veces. Se consideró el acto comunista, CantÚ Leal pone en primera plana de El Porvenir en un cuadrito, que han llegado los señores de la CGT arriba de la noticia de queloscamisas doiadas también están en Monterrey. 'Los señores de la CGT aprovechan siempre la oportunidad de que haya agitación en alguna parte del país para ponerse de acuerdo con los patrones y afiliar a su organización a los sindicatos blancos' " (Declaración de V. Campa. El Porvenir, 1 2 de febrero de 1936.) El general Cárdenas se convenció de que habíamos tenido razón y de que esa reunión no tenía sentido por la incompatibilidad de las posiciones de los dos sectores en pugna.
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Fue la primera vez que yo hablé con el general Cárdenas; se mostró amistoso conmigo. En la tarde del mismo día, el licenciado ~ g u k t í nArroyo Ch., jefe del Departamento de Propaganda y Publicidad del gobierno me comunicó que el general Cárdenas había ordenado la publicidad pagada en El Porvenir, de lo esencial de los discursos de Julio Ramírez, del mío y del de Agustín Guzmán. El viejo CantÚ, director del diario, aceptó la instarcibn pagada uel discurso de Julio Ramírez, pero se negó a publicar el de C;uzmáil y el mío. Con este motivo el general Cárdenas ordenó que se le dijera al director que aceptara el pago y la publicidad de los discursos o el diario sería intervenido por el gobierno durante 24 horas para hacer su publicación. Ante esa actitud del presidente, el viejo Cantú aceptó.
Paro al paro patronal Ante la amenaza patronal de un paro, el presidente hizo una declaración de gran importancia. En ella se incluían los siguientes puntos:. "6. Negación rotunda de toda facultad a la clase patronal para intervenir en las organizaciones de los obreros, pues no asiste a los empresarios derecho alguno para invadir el campo de acción social proletaria.'' Esta era una declaración contundente contra el sindicalismo blanco. "9. La causa de agitaciones sociales no radica en la existencia de núcleos comunistas. Estos fonnan minorías sin influencia determinada en los destinos del país. Las agitaciones provienen de la existencia de aspiracioiies y necesidades justas de las masas trabajadoras, que no se satisfacen, y de la faita de cumplimiento de las leyes del trabajo, y no de material de agitación." "11. Más daño que los comunistas han hecho a la nación los fanáticos que asesinan profesores, fanáticos que se oponen al cumplimiento de las leyes y del programa revolucionario y a ustedes, sin embargo, tenemos que tolerarlos." "14. Los empresarios que se sientan fatigados por la lucha social, pueden entregar sus industrias a los obreros o al gobierno. Eso será patriótico, el paro no."
Se impulsó la lucha contra los sindicatos blancos y se logró que un grupo de sindicalistas democráticos de la Fundidora de Monterrey creara un buen ambiente en las organizaciones gremiales blancas existentes en esa factoría. Se convocó a una asamblea general d e obreros y empleados de la Fundidora para discutir el tema d e la orientación sindical a seguir y, de acuerdo con los compañerosque ahí trabajaban.
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convinimos Agustín Guzmán y yo en estar presentes para exponer nuestras opiniones al respecto. Por razones que ya no recuerdo, Agustín Guzmán no se presentó y yo enfrenté la discusión contra los líderes de los sindicatos blancos de la Fundidora. El ambiente estaba preparado y maduro y la asamblea, por mayoría absoluta, acordó la desaparición de los sindicatos blancos y en su lugar constituir la Sección Número 67 del Sindicato de Trabajadores, Mineros y Metalúrgicos de la República Mexicana.
Amilpa inicia sus tranzas En el Comité de Defensa Proletaria Fernando Amilpa, de la CGOCM, propuso que se conformara una planilla para el primer Comité Ejecutivo de la CTM. Reconocía que esto no era muy democrático, pero subrayaba la posibilidad de una situación tensa. Cualquier incidente podría provocar una división del congreso y había que procurar un máximo de unidad, en cuanto subsistían la lucha contra el callismo y las huelgas contra las empresas imperialistas. Con muchas reservas aceptamos la proposición de Amilpa y rápidamente nos pusimos de .acuerdo en la planilla, excepto en quién quedaba en la Secretaría de Organización y quién en la Educación y Propaganda. Amilpa proponía a Fidel Velázquez para la Secretaría de Organización y nosotros a Miguel Angel Velasco y el otro para Educación y Propaganda. Nuestros argumentos consistían en que los dos dirigentes principales no podían ser de la Confederación General de Obreros y Canipesinos aun cuando sí estábamos de acuerdo en que Lombardo Toledano ocupara la Secretaría General. Amilpa exponía que eso lo presentábamos de una manera muy efectista, pero la verdad era que la mayoría del Comité Ejecutivo de la CTM o eran comunistas o eran simpatizadores de los comunistas. La discusión fue muy difícil porque nosotros inicialmente proponíamos a Breña Alvírez para secretario de. Organización; Breña Alvirez ocupaba la única Secretaría (de Actas y Acuerdos) del Comité de Defensa Proletaria, con una trayectoria destacada desde el inicio de 18 lucha contra Calles y en todo el proceso del Comité de Defensa Proletaria y de la preparación del congreso constituyente de la CTM. Tenía una gran autoridad, nadie le podía negar el derecho a ser secretano de Organización, pero él no aceptó y esgrimía que los tres que más nos habíamos destacado desde la constitución del Comité de defensa Proletaria en toda la lucha contra Calles y en la preparación
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del congreso de la CTM, éramos Breña Alvírez, Amilpa y yo, proponiendo que ninguno de los tres participara en la dirección de la CTM porque se interpretaría nuestra actuación como interesada. Yo expresé que no aceptaba participar en la dirección de la CTM, pero no por lo que decía Breña Alvírez, sino porque el Partido Comunista, dentro de la división de nuestra actividad, así lo había decidido. Me consideraba, sin embargo, con pleno derecho a ser dirigente de la CTM; en cainbio él, que no tenía esa limitación, debería aceptar ser el secretario de Organización. Pero Breña Alvírez se mantuvo en sus posiciones y fue así como, en definitiva, aceptamos la planilla con Fidel Velázquez en Organización, y Miguel Angel Velasco, de la Sindical Unitaria, en Educación y Propaganda. En la planilla aparecía el compañero Pedro Morales, en la Secretaría Campesina. Era un indígena db Puebla, de calzón blanco, dirigente de invasiones de tierras en el periodo callista. Estuvo preso entonces y se había ganado un gran prestigio. El Congreso de la CTM se desarrolló positivamente. Se subrayó mucho la independencia de la CTM respecto del gobierno. Los obreros optan por los comunistas Al final del congreso se llegó al punto de elección del Comité Ejecuti, vo Nacional de la CTM y Fidel Velázquez, Arnilpa y ~ o m b a r d oquien en ese momento se salió del congreso, hicieron circular una planilla en la que cambiaban a Pedro Morales, que estaba en la planilla del Comité de Defensa Proletaria como secretario Campesino, por uno del grupo de Blas Chumacero de Puebla. Por cierto, señalábamos que había una gran distancia entre Pedro Morales, indígena de calzón blanco, y el pseudocampesino de Chumacero, con traje de casimir inglés. Esto provocó un incidente; la mayoría del Comité de Defensa Proletaria resolvimos presentar otra planilla, en cuanto que la del propio Comité era modificada por el grupo de Amilpa, colocando a Fidel Velázquez en Educación y Propaganda y a Miguel Angel Velasco en Organización e insistiendo en Pedro Morales para ocupar la Secretaría Campesina. Las demás propuestas se aceptaban por unanimidad. Varios hablamos con Amilpa, con Acevedo, del Sindicato de Azucareros, que presidía la reunión, y con Fidel Velázquez, para ieclamarles su actitud y obligarlos a cumplir con el compromiso de sujetamos a lo que acordara la mayoría del congreso sobre las dos planillas, toda vez que ellos habían violado el compromiso del Comité
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de Defensa Proletaria. Haciéndose cálculos subjetivos, aceptaron y se comprometieron solemnemente a respectar la voluntad mayoritaria. Cuál no sería su sorpresa cuando la mayoría aplastante votó por la planilla nuestra, colocando a Fidel Vt~lázquezcomo Secretario de Educación y Propaganda y a Miguel Velasco en Organización. Muchas organizaciones de la Confederación General de Obreros y Campesinos, que conocían el incidente, votaron con nosotros y ganamos en forma aplastante. Pero entonces brincaron Amilpa y Fidel Velázquez, vociferando que se saldrían del congreso. Esa votación a favor de Miguel Angel Velasco para la Secretaría de Organización, a pesar de todas las maniobras y amenazas de Fidel Velázquez y Amilpa, era un termómetro de lo fuerte de la corriente sindical independiente y democrática. Sin embargo, muchos han especulado, enemigos abiertos y emboscados del Partido Comunista, en el sentido de que éste no jugaba ningún papel importante en el movimiento sindical. Lombardo Toledano, sin inmutarse, declaró a los esposos James y Edna Wilkie, y esto aparece publicado en su libro México, visto en el siglo X X , lo siguiente: "Al crearse la CTM en 1936, me empeñé en que fuera una central única verdaderamente unificada. Muchos no querían que entraran ni los anarquista~ni los comunistas. . . en cuanto a los comunistas, no querían que entraran porque no tenían inflpencia real en los sindicatos, solamente en algunos. . . más aún, yo conseguí que dos elementos destacados del Partido Comunista entraran a la dirección de la CTM." (citado en el libro Meiilorias de url hoinbrc dc izqiticrcln, t. 1, p. 375.) Lombardo deformó, de manera grosera, la verdad. Llegó Lombardo aparentando mucho interés en el problema y proponiendo que se volviera a la planilla del Comité de Defensa Proletaria para evitar una división. Discutimos; la situación era muy difícil. Cárdenas nos habia informado que nacionalizaría los Ferrocarriles Nacionales enajenados a los banqueros norteamericanos por virtud de la deuda extranjera y se iniciaba el muy grave conflito petrolero con la constitución del sindicato industrial que planteaba la huelga general por el contrato de trabajo Único eil que demandaba nivelación de salarios y otras prestaciones. Llegamos a la conclusión de aceptar la planilla original del Comité de Defensa Proletaria, después de 11abei.les dado una lección muy fuerte a Fidel Velázquez y Amilpa y al propio Lombardo, que, evidentemente, había sido su cómplice. La planilla fue votada por unanimidad, conpla excepción del Sindicato Mexicano de Electricistas. Breña Alvírez habló y dijo que él no aceptaba ese compromiso, que Fidel Velázquez se encauzaba a convertirse en un nbtlvo Morones y
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que él no aceptaba acceder ante este chantaje de la división; que era más saludable para la CTM que se saliera y que el sindicato votara por Miguel Velasco para la Secretaría de Organización.
Una aclaración necesaria Conviene aclarar las muchas especulaciones que se han hecho, a través de los años, acusándome de ser responsable de que Fidel Velázquez se haya enquistado como dirigente déspota de la CTM. Yo hablé entonces a nombre de la corriente mayoritaria del congreso, proponiendo que se retirara tanto nuestra planilla como la de ellos y que volviéramos a la propuesta inicial del Comité de Defensa Proletaria, votada unánimemente, que ahora no contaba con el voto del Sindicat o Mexicano de Electricistas. Teníamos mucha influencia en la CTM y lo pudimos probar. Después se presentó el gravísimo conflicto de la división, impuesta por Fidel Velázquez en el IV Consejo Nacional de la CTM (febrero de 1937), problema que trataaré después. En la CTM nosotros actuábamos en una corriente muy fuerte a pesar y en contra de las maniobras de Fidel Velázquez. Ganábamos influencia cada vez en mayor grado el Partido Comunista y las fuerzas sindicales democráticas e independientes. En 1973, en la revista Siempre!, alguien me atacó diciendo que yo era responsable del caciquismo de Fidel Velázquez en la CTM. Escrib í entonces un artículo explicando los hechos en forma objetiva, pero ya no lo entregué porque se me adelantó Breña Alvírez con un artículo magnífico que publicó la misma Siempre!, explicando cómo él habia sido el Único que había votado contra la planilla única, y señalando que eran unos calumniadores de Campa los deformadores de aquel incidente; que Fidel Velázquez ya como cacique de una corriente arbitraria se había impuesto, pero hasta el IV Consejo, donde él -Breña Alvírez- también había participado, por cuyo motivo el Sindicato Mexicano de Electricistas se había separado de la CTM. Agregaba que en el congreso constituyente de la CTM Campa había dado argumentos políticos serios cuya prueba se halla en la trayectoria que ha seguido frente a la de Fidel Velázquez. Breña Alvirez, en ese artículo de la revista Siempre!, escribió: "Campa debe de haber estado convencido de que, si no accedía a lus exigencias de Velázquez y socios, éstos se retirarían del congmso, y ante los ojos de los trabajadores de México, la unificación habría fracasado."
ferrocarrileros 21 electricistas en p2e de lucha
Huelga victoriosa El primer año de vida de la CTM fue rico en acontecimientos. Los ferrocarrileros habían acumulado un gran descontento durante la etapa de la represión callista. El personal no calificado tenía salarios muy bajos y existían muchos desniveles en categorías iguales o parecidas. Se había estado insistiendo durante un año en la gerencia de Ferrocarriles Nacionales con las demandas a ese respecto sin ningún resultado. El Sindicato resolvió emplazar a la empresa a huelga; ésta explotó el 18 de mayo de 1936, a las cinco de la tarde. Los preparativos fueron intensos y se realizó una amplia agitación solidaria. Al día siguiente, a las 19:30 horas, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, evidentemente por indicaciones de la Presidencia de la república, dictó un fallo arbitrario, declarando ilegal la huelga. Muy temprano, el día 20, aviones del ejército lanzaron ejemplares del fallo en todas las terminales importantes del país. La indignación de los ferrocarrileros fue muy grande. Realizaron un mitin muy combativo en la Arena México y se acordó regresar al trabajo dentro de las 24 horas señaladas por la Junta Federal; pero de inmediato el Sindicato desplegó un plan de acción, de acuerdo con la CTM, para presionar por las demandas presentadas, todas ellas sumamentejustas. La CTM tomó el acuerdo de realizar un paro general de 24 horas si no se resolvían las demandas. El Sindicato, por su parte, resolvió ir de nuevo a huelga de no atenderse sus peticiones. Sobre los acuerdos tomados se hizo una amplia agitación y propaganda en todo el país. El Sindicato exploró a la gerencia y a la Presidencia sobre las posibilidades de solucionar los aspectos más agudos del conflicto y el general Cárdenas ordenó que se encauzara el problema, aceptando la gerencia conceder un aumento en los salarios bajos y resolver lo más
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posible los desniveles existentes en las categorías del sistema. De esta manera se logró reencauzar la lucha, gracias sobre todo a las acciones y a las presiones de las masas. El Sindicato se fortaleció y aumentó su prestigio. '
Luz y leche populares En los primeros días de agosto de 1936, después de prolongadas e inútiles discusiones con la empresa, el Sindicato Mexicano de Electricistas resolvió emplazar a huelga a la Mexican Light, propiedad de ingleses y canadienses. En las demandas se hacía hincapié no tanto en un aumento importante en los salarios como en las prestaciones, mejoras en las vacaciones, el servicio médico, el fondo del ahorro, etcétera. La huelga afectó todo el centro del país. El comité de huelga, asesorado por el camarada Mario Pavón Flores, nos invitó a Miguel A. Velasco y a mí para cooperar como asesores. Esa dirección del movimiento resolvió plantear de inmediato al Comité Ejecutivo Nacional de la CTM que, de acuerdo con los estatutos de la misma, se quería la máxima solidaridad de esa central con la huelga, solidaridad que de inmediato debería expresarse en una campaña de agitación y propaganda sobre sus demandas justas y contra la intransigencia de la agencia imperialista inglesa, la realización de actos de masas solidarios y la preparación de un paro nacional por si era necesario. A la vez, se le señalaba a la dirección de la CTM que el Sindicato Mexicano de Electricistas no aceptaba ninguna ingerencia de esa dirección en la política y táctica de la huelga. Me incluyeron en la comisión para informar de esos acuerdos a la dirección de la CTM y hablamos a los compañeros Lombardo Toledano y Miguel A. Velasco, en su carácter de secretario de Educación, quienes expresaron su completo respaldo a las resoluciones del comité general de huelga de los electricistas. Se trataba de la primera y única huelga realizada en el centro del país por los electricistas. Esto causó una verdadera conmoción. El general Cárdenas salió a una de sus frecuentes giras y los dirigentes del SME y yo hablamos con el general Francisco J. Mújica, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, para solicitarle que fuera el conducto para hacer llegar al presidente Cárdenas el curso del conflicto y de nuestras opiniones, cosa que aceptó. En el desarrollo de las entrevistas, por lo que Mújica nos comentaba, comprendimos que el gobierno no veía con hostilidad el movimiento. Esto nos lo explicábamos porque la compañía era inglesa y ello daba mayor margen al gobierno para respetar el derecho constitucional de huelga.
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El comité de huelga de los electricistas, además de una amplia propaganda, hizo inserciones pagadas en los diarios explicando la justificación del movimiento y la intransigencia de la empresa imperialista. Tomaba el comité medidas tácticas mucho muy inteligentes, por ejemplo: las pasteurizadoras de leche hicieron una gran campaña acusando a los electricistas de ser los responsables de la falta de ese alimentito para los enfermos y los niños. El Sindicato de inmediato acordó proporcionar la energía a todas las pasteurizadoras, pero con una condición: que las empresas citadas no obtuvieran ganancia y vendieran la leche pasteurizada al costo; se hizo la investigación respectiva y demostramos que la leche vendida por las pasteurizadoras a dieciséis centavos el litro, podían venderla a nueve centavos. Se hizo el planteamiento por el Sindicato, subrayando que las citadas pasteurizadoras insistían mucho en el aspecto humanista del problema y, por lo tanto, de seguro, estarían de acuerdo en no obtener ganancias durante la huelga. Esto causó un gran impacto: las citadas empresas aceptaron no obtener ganancias y vender la leche a nueve centavos. De más está decir la tremenda simpatía que despertó en el pueblo la huelga de los electricistas por esa medida. Transcurridos varios días de huelga y ante la intransigencia de la compañía, decidimos viajar a la ciudad de Oaxaca para hablar con el general Cárdenas. Lo hicimos y tuvimos un amplio cambio de opiniones sobre el estado del conflicto y las perspectivas que ofrecía. El general Cárdenas adoptó una actitud amistosa y de simpatía hacia la huelga. Por cierto que en esos días se habían descubierto las ruinas de Monte Albán y allí se encontraban prestigiosos arqueólogos trabajando en las investigaciones. Los de la comisión fuimos invitados para visitar lo ya descubierto. Nos causó una gran impresión. La huelga terminó con éxito. En relación con este movimiento, Cárdenas en sus apuntes comenta la gran campaña exigiendo la implantación del arbitraje obligatorio en esos movimientos y expresa su opinión en el siguiente sentido: "Si se legislara fijando el arbitraje obligatorio, se debilitaría la independencia sindical y prefiero gobernar sin el arbitraje obligatorio, y no entregar maniatados a los obreros ante las argucias y poder económico de las empresas."
El presidente incurría en una flagrante contradicción. Pocas semanas antes había impuesto un arbitraje obligatorio para contrarrestar la huelga de los ferrocarrileros. El movimiento de los electricistas tuvo, además, un éxito político. El reaccionario emboscado de Emilio Portes Gil, presidente del PRI,
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no resistió las presiones en su contra y pretextando su discrepancia con la forma como el gobierno trataba la huelga de los electricistas, renunció a su puesto para satisfacción de las fuerzas democráticas del país.
Luchas y reivindicaciones en el campo Desde principios del año se activaron las huelgas de los obreros agrícolas de las haciendas de La Laguna, tanto en Coahuila como en Durango. Al generalizarse las huelgas, el general Cárdenas solicitó se supendieran, con el compromiso de abordar el reparto de las haciendas a los campesinos, compromiso aceptado por el comité general de huelga en el que participaba de manera destacada el camarada Dionisio Encina, dirigente del Comité Regional del Partido en La Laguna. El jefe del Departamento Agrario, licenciado Ramírez Vázquez, se trasladó a La Laguna e inició el reparto el 29 de octubre de 1936. Pocos días después se presentó en Torreón el presidente Lázaro Cárdenas. En 45 días se repartieron 128 000 has a 226 ejidos. En pleno reparlo de tierras y en medio de una agitación nacional de solidaridad impulsada por el Partido Comunista y por la Sindical Unitaria, a la que pertenecían la mayoría de los sindicatos agrícolas de la región, se realizó un gran mitin en el cine principal de Torreón, en el cual hicimos uso de la palabra el licenciado Carlos A. Madrazo, por el PNR, y yo, por el Partido Comunista. Las tierras fueron repartidas sobre la base de cooperativas a quienes el gobierno facilitaba créditos e inclusive maquinaria. Sobre esta base se impulsó la producción de algodón y otros productos en esa región y mejoró sensiblemente el nivel de vida de los trabajadores del campo que antes eran miserables por los salarios de sobrexplotación que pagaban los hacendados (muchos de ellos gachupines o criollos, otros ingleses y otros generales del ejército). Lamentablemente, desde el periodo de Avila Camacho, pero sobre todo en el de Alemán, se combatieron las cooperativas de los ejidatarios con el deliberado propósito de hacer fracasar los ejidos y, con ello, la reforma agraria, facilitando el manipule0 para que 12 gran burguesía volviera a concentrar las tierras abriendo con ello un proceso regresivo en la política agraria.
Nubarrones en la vida de la CTM No todo era farovable en la CTM. En el 11 Consejo Nacional de esa central, realizado en agosto de 1936, además de muchos problemas
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encauzados correctamente, se presentó su primer incidente grave. Los dirigentes del Sindicato Minero y Metalúrgico presentaron una acusación enérgica contra Fidel Velázquez porque hostilizaba en los estados a las representaciones de las secciones mineras en relación con los congresos constituyentes de las federaciones estatales de la CTM. Fidel desde aquí maniobraba por conducto de sus representantes para que no participaran los miembros de las secciones mineras en los comités ejecutivos de las federaciones, inclusive en estados donde esas secciones tenían una gran base. La discusión fue muy violenta y muchos apoyamos los ataques de los mineros a Fidel Velázquez, quien contestó con marrullerías y no convino en corregir esas prácticas. Con este motivo la dirección del Sindicato Minero acordG separarse de la CTM, no obstante nuestras insistencias de que no diera ese paso porque había la posibilidad de salir adelante en el encauzamiento del problema. Al salir el Sindicato Minero de la CTM renunció al Comité Ejecutivo de la central el minero Carlos Samaniego, dirigente con una actividad muy firme en la línea democrátiva e independiente de la burguesía y el gobierno, debilitando así esta corriente dentro de la central. En el 111 Consejo Nacional de la CTM, en noviembre de 1936, se presentó un hecho muy dañino para el sindicalismo independiente y democrático: Lombardo, de acuerdo con Amilpa y Fidel Velázquez, propuso que la CTM rectificara la orientación del congreso constituyente y aprobara participar ,en política electoral, adhiriéndose a la reorganización del PNR con el nombre de Partido Revolucionario Mexicano. El congreso constituyente había dejado claro que la central, además de los probleinas sindicales, abordaría los problemas políticos generales como la lucha contra el fascismo y la reacción, inclusive la constitución de un frente popular de organizaciones sociales y partidos políticos en relación con lo cual la CTM nombró como su representante al comité organizador del citado frente popular al licenciado Víctor Manuel Villaseñor; pero estableció con claridad la no participación en política electoral y respetar a sus miembros el derecho de pertenecer o no a partidos políticos. La proposición de Lombardo y Fidel Velázquez fue motivo de una discusión muy tensa. Lombardo iba preparado para manipular a su manera, inclusive manejando mañosamente ciertas tesis de Lenin. Llevó, además, para que lo apoyaran en sus sofismas, a intelectuales destacados de izquierda como los licenciados Víctor Manuel Villaseñor, Alejandro Carrillo y José Iturriaga. Los principales sindicatos industriales y muchas centrales de los estados se pronunciaron contra la orientación que se le daba al consejo. Inclusive delegados de organizaciones influidas por Fidel Velázquez
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y Lombardo apoyaron nuestros puntos de vista. Después de una prolongadísima y tensa discusión, la votación favoreció por un pequeño margen la proposición de Lombardo y Fidel Velázquez. De inmediato las delegaciones de muchas agrupaciones, entre ellas los sindicatos de ferrocarrileros, electricistas, petroleros y otros, hicieron constar que no consideraban obligatorio ese acuerdo y esas organizaciones mantenían las normas de sus estatutos de no participar en política electoral, actitud que confirmaron sus direcciones y sus convenciones y notificaron esto a la dirección de la CTM. Concretamente, El Sindicato Ferrocarrilero, en el que estuve cuatro años en la dirección después de ese consejo, mantuvo esa norma importante que sólo fue rectificada por la ingerencia militar de Alemán con el charrazo a nuestro Sindicato en octubre de 1948. Las consecuencias de ese acuerdo del 111 Consejo fueron funestas. Se desplegó la politiquería por la corriente de Lombardo, con la demagogia de la incorporación activa de la clase obrera a la política electoral.
Hacia el charrismo galopante Se desplegaron las codicias por los puestos públicos y la corrupción por los subsidios de los gobiernos y funcionarios federales. Esto tuvo expresiones muy graves a las que nos referimos después en relación con el IV Consejo Nacional de la CTM. Esa orientación indujo a que Lombardo pretendiera organizar el Partido Popular y que la CTM siguiera actuando en política electoral; lo que además fue pretexto para que Fidel Velázquez y Amilpa expulsaran a Lombardo de la CTM a principios de 1948. Subyacía en esta expulsión la consigna del presidente Miguel Alemán, que no aceptaba la débil resistencia de Lombardo a la política reaccionaria de su gobierno. Esa orientación del 111 Consejo sobre política electoral sentó las bases para que los líderes reforrnistas, en otro tiempo modestos y, por lo mismo, enemigos de Luis Napoleón Morones, se convirtieran en oligarcas enriquecidos y pasaran a posiciones reaccionarias. Miguel Alemán no necesitó recurrir al charrazo en la CTM porque Fidel Velázquez y su pandilla ya habían acordado convertirse en charros incondicionales de su gobierno. Fidel Velázquez, a mediados de los años 30, era un empleado de una pasteurizadora. de leche con un sueldo de $ 1.50 diarios; luego fue un litigante ante la Junta Central de Conciliación y Arbitraje realizando trámites de la Federación de Sindicatos del Distrito Federal, de la cual era dirigente. Su nefasta trayectoria lo ha conducido a la posición del oligarca multimillonario que hoy es.
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Los héroes de El Magallanes En ese año de 1936, el general Cárdenas aportó una solidaridad activa a la República española en guerra contra Franco y el fascismo internacional. Esa solidaridad consistió en proporcionar 20 000 fusiles de 7 mm. y veinte millones de cartuchos, todos de fabricación nacional. El material se llevó en 1 5 carros de ferrocarril al puerto de Veracruz y se embarcó en el buque español El Magallanes, Entonces nosotros reclutábamos a mexicanos entrenados, de preferencia militares, para ir a luchar contra el fascismo en España. Fueron muchos los que se integraron con gran valor y abnegación a esa lucha denodada. Entre éstos salieron varios alumnos del Colegio Militar y algunos aviadores. En el reclutamiento que se realizó con objeto de reforzar la lucha antifascista en España, se destacó la camarada Consuelo Uranga, quien entonces era mi compañera, la que dirigió el convencimiento de varios cadetes del Colegio Militar. El director y otras personas de ese colegio eran muy reaccionarias, por lo que se dedicaron a investigar quién estaba detrás de esta labor; una vez que detectaron a Consuelo Uranga, impulsaron una campaña de calumnias en los periódicos en su contra. A los cadetes que confirmaron su decisión de pagar la deuda contraída por México con Francisco Xavier Mina, combatiendo en España contra los invasores fascistas alemanes y franceces, les arrancaron las insignias y degradaron en un acto teatral y militarista. A pesar de ello, los muchachos, soportando la prueba, se incorporaron al ejército republicano español. En el bando republicano se destacaron el coronelazo David Alfaro Siqueiros y otros más. Gestionamos que el barco El Magallanes, transportador del equipo militar mencionado, trasladara a tres jóvenes comunistas que estudiaban la preparatoria en Guadalajara y que se incorporarían al ejército republicano: Manuel Znvala, 21 años; J. Carlos Gallo Pérez, 23 años, nacidos ambos en Guadalajara, y Ricardo Solórzano, 20 años, originario de Ameca. Yo los había tratado y con este motivo me trasladé a Veracruz para instalarlos' en el barco, realizar todos los trámites y despedirme de ellos. Fue un gran impacto para mí saber a las pocas semanas que el barco El Magallanes había sido aprehendido por un barco de guerra alemán y llevado al puerto del Farrel, controlado por las huestes de Franco. Las informaciones señalabah que los tres muchachos habían sido objeto de infamias y torturas por parte de los franquistas. Fueron exhibidos en una jaula sobre un camión,
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con un letrero que decía: "Estos son los comunistas mexicanos invasores." Los muchachos se comportaron con gran serenidad y valor, aun en el momento de ser fusilados. Nuestro Partido y las fuerzas democráticas tienen la deuda de rendirles un homenaje en forma tal que los recordemos como ejemplo del internacionalismo proletario y del valor en las causas justas de la humanidad.
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En los seis meses que siguieron al 11 Consejo Nacional de la CTM, después de la separación del gran Sindicato Industrial de Mineros y Metalúrgicos y después del 111 Consejo realizado en noviembre de 1936, se dio un proceso contradictorio en las filas de esta central. El ambiente político y social en el país, el ascenso en todos los frentes de las luchas populares, originaba un reforzamiento de la corriente democrática que subrayaba la independencia del movimiento ante los funcionarios oficiales y la burguesía. A pesar de la renuncia del Sindicato Minero al 11 Consejo, la corriente sindical democrática se reforzaba en forma muy evidente. Por otra parte, la corriente de Fidel Velázquez y Amilpa acentuaba sus aspectos negativos. La participación en política electoral acordada,por el 111 Consejo Nacional, aceleró ese proceso abriendo el camino a esa corriente hacia la politiquería y la corrupción. En esta corriente de Fidel Velázquez se inició el proceso de capitular y claudicar en las luchas, particularmente en las huelgas. Se fue generalizando el legalismo, eludiendo la acción de las masas. Con frecuencia los dirigentes cedieron, aceptando el arbitraje .obligatorio contra el cual se había pronunciado la CTM en su programa. Al mismo tiempo, se incrementaban los subsidios del gobierno y otros funcionarios oficiales a dirigentes medios y aun a dirigentes nacionales del grupo de Fidel. Este grupo inició, inclusive, la práctica de aceptar subsidios patronales. Eso conducía en forma natural a una actitud antidemocrática, cada vez más violenta, que bajo la dirección de Fidel Velázquez en el puesto de secretario de Organización, violaba el programa y los estatutos de la CTM.
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"El lobito" afila sus colmil¡os En esas condiciones, al iniciarse el IV Consejo Nacional en febrero de
1937 de la CTM, Fidel Velázquez, apoyado por Lombardo, declaró que no tenían derecho a estar representados en el consejo un conjunto de organizaciones muy importantes.. Declaró arbitrariamente que se rechazaba la solicitud de ingreso de la Federación Mexicana de Trabajadores de la Enseñanza, surgida del congreso nacional de maestros, realizado en Queretaro. Negó la representación de la Asociación de Sindicatos de Trabajadores del Estado, de la Federación de Trabajadores de Nuevo león, dirigida por Tomás Cueva y el doctor Angel Martínez Villarreal, y otras seis u ocho organizaciones más. En cambio, reconocía las representaciones postizas de la Federación de trabajadores de Coahuila y de la Federación de Colima, dirigidas por politiqueros. Fidel Velázquez rechazó la representación de la Cámara de Trabajo de Baja California por sus componendas con el senador reaccionario José María Dávila y, en contraste, le reconoció representación a una confederación de Aguascalientes, fantasma, dirigida por el coronel y hacendado Pedro Baranda. Esa actitud despótica de Fidel Velázquez motivó una discusión muy violenta. En el momento más agudo del debate, un cinematografista de apellido Solórzano, comisionado por Fidel para organizar la Federación del Estado de Querétaro, se colocó en el asiento que estaba atrás de mi y me colocó una pistola en la espalda. Esto motivó una gran irritación entre los asistentes y, en medio de protestas violentas y hasta insultos, los delegados de las organizaciones democráticas resolvieron salirse de la reunión del IV Consejo, no obstante la insistencia de varios de nosotros para que se calmaran y no se retiraran. En esos momentos Lombardo, que se había comportado como cómplice de las arbitrariedades de Fidel Velázquez, declaró un receso según él para dar tiempo a restablecer la calma. Las organizaciones democráticas se instalaron en el edificio del Sindicato Ferrocarrilero frente a la alameda central. Un examen objetivo llevó a la conclusión de que en el edificio del Sindicato Ferrocarrilero estaban representados 322 000 trabajadores, a los que expresó su respaldo el Sindicato de Mineros y Metalúrgicos, entonces con unos 50 mil miembros. Con Fidel Velázquez y Lombardo había el respaldo de unos 300 mil miembros, incluyendo el Sindicato de Petroleros, con una actitud favorable a la corriente instalada en el Sindicato Ferrocarrilero, pero a quien se le expresó la necesidad de mantenerse neutral ante la gra-
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vedad del conflicto que se avecinaba y en relación con el cual la corriente democrática proponía la unidad de las dos corrientes de la CTM que se habían dividido. Lacmayoría de la CTM, instalada en el Sindicato Ferrocarrilero, en medio de aquella excitación, resumió su posición en los siguientes puntos: 1)requerir de Lombardo y Fidel Velázquez.el respeto al programa y alos estatutos de la CTM, rectificando la actitud arbitraria del primero en la inauguración del IV Consejo y el examen sereno de las representaciones al mismo; 2) subrayar la unidad de acción en el conflicto petrolero y en todos los problemas que se presentaran para la lucha conjunta, independientemente de las discre-pancias.
El agrupamiento de Lombardo y Fidel Velázquez dio lugar a una gran campaña anticomunista, recurriendo a las calumnias y difámaciones acostumbradas en esos casos, inclusive las utilizadas por las fuerzas más reaccionarias del país. La corriente democrática, con los miembros del Comité Ejecutivo Nacional Juan Gutiérrez, Miguel Velasco y Pedro Morales, siguió actuando desde el local del Sindicato Ferrocarrilero. En el local oficial de la CTM actuaba la otra corriente, con cuatro miembros de dicho comité, entre ellos Lombardo Toledano y Fidel Velázquez. La corriente democrática consideraba viable restablecer la unidad en la CTM, partiendo de que era la mayoría y su influencia en el movimiento sindical del país era cada vez mayor. Insistíamos en evitar toda intransigencia y en la primera oportunidad buscar concesiones mutuas para establecer la unidad.
El intervencionismo de Earl Browder y la Internacional Comunista En esas condiciones, intervino la Internacional Comunista a través de Earl Browder, secretario general del Partido Comunista de Estados Unidos y miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. Browder escribió a la dirección del Partido Comunista Mexicano, anexando copia de una carta que le había dirigido Lombardo Toledano, para plantear la realización de un pleno al cual él concurriría para examinar el problema. La carta de Lombardo a Browder, pidiendo su intervención, expresaba ya el reconocimiento por parte de Lombardo de la difícil situación del propio Lombardo y de Fidel Velázquez y el interés de buscar
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un arreglo. Sin embargo, la Internacional Comunista y Browder aprobaron toda una política muy funesta para el movimiento sindical y el Partido Comunista en México. Aceptamos la realización de un pleno, el cual tuvo lugar en julio de 1937, a los 4 meses de la división impuesta por Fidel Velazquez en el IV Consejo' Nacional de la CTM. Browder, según nos informó años después el camarada Laborde, primero discutió coi1 él sobre la base de un documento de la Internacional Comunista, titulado /Unidad a toda costa!, planteando esa orientación política como resolución de la IC ante la cual el PCM debería disciplinarse. Browder discutía con Laborde sólo para convencerlo de lo correcto de la resolución de la 1C y para examinar la forma de aplicarla. Laborde reconoció que había presentado alguna resistencia, pero débil, y concluyó por disciplinarse a las indicaciones de la Intemacional Comunista. Resolución aberrante En la resolución del pleno del Comité Central, realizado del 26 al 30 de julio de 1937, se hacía una serie de consideraciones generales, inclusive internacionales, para apuntalar conclusiones muy incorrectas. En la resolución se expresó que la responsabilidad de la división se debía, principalmente, al Partido Comunista Mexicano, haciendo totalmente de lado el hecho objetivo de que había sido impuesta por Fidel Velázquez. En ella se dice que el PNR "y sobre todo la CTM juegan un papel decisivo en la etapa actual de la Revolución mexicana . . . " y se plantea "la acción de todo el Partido para cooperar en la creación de un amplio moviiniento del frente nacional, que abarque a la CTM unida, a la Confederación Campesina Mexicana, al PRN en su conjunto, a las demás organizaciones populares y de hecho al gobierno todo". El documento resolvía "reconocer los acuerdos del IV Consejo, y la autoridad del Comité Nacional que encabeza el compañero Lombardo". En la resolución se decía que "puede pedirse la restitución de sus derechos a los tres secretarios suspendidos y a Ias organizaciones rechazadas por el IV Consejo. . .", "y que se deja a la CTM la iniciativa organizacional para constituir el Frente Popular Mexicano"; Lombardo Toledano se había comprometido a esto Último. Pero esos aspectos eran simples fórmulas, porque de inmediato Fi-
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del Velázquez y Lombardo impusieron su opinión y sólo aceptaron que siguiera en la dirección de la CTM el compañero Juan Gutiérrez, del Sindicato Ferrocarrilero, por la imposibilidad de evitarlo. En forma arbitraria sustituyeron a Miguel A. Velasco y a Pedro Morales, por otros, incondicionales a ellos. Además, no rectificaron ninguna de sus actitudes acerca de las organizaciones que tenían pleno derecho a su representación en los consejos nacionales. En el amplio debate en el pleno de julio del 37 el Único punto concreto de la resolución planteada por la Internacional Comunista que logramos que se rectificara fue el relativo al de que no atacáramos a nadie del gobierno de Cárdenas. Ante lo evidente de los hechos objetivos y alarmantes, se aceptó en la resolución el acentuar: " a la vez la crítica y hasta el ataque contra Cedillo. . ." Esto motivó, a los cuantos meses, un gran éxito político del Partido, ante la rebelión de Cedillo. En el pleno, la línea de "unidad a toda costa" fue objeto de toda una discusión. Varios insistimos en la relación de las fuerzas favorables para un arreglo adecuado, restableciendo la unidad de la CTM y el respeto a las normas democráticas y de honestidad a sus estatutos y programa. Señalamos que Lombardo y Fidel, ante esa línea, se iban a ensoberbecer y no sólo no cederían en planteamientos como el respeto en sus cargos a las secretarías del comité nacional de nuestro Comité y la organización del frente popular, lo cual sucedió, no obstante las afirmaciones en contrario en el debate. Las opiniones en contra, en uno u otro aspecto, fueron expuestas por los camaradas Tomás Cueva, Dionisio Encina y otros. En la parte final del pleno le expresé a Laborde mi decisión de renunciar al Comité Central para ir a mi plaza en los Ferrocarriles Nacionales y concentrar mis esfuerzos en la actividad sindical allí, donde las corrientes reaccionarias y reformistas tendían a reforzarse, pues no estaba de acuerdo en las conclusiones del pleno. Laborde comentó con Browder mi intención de renunciar al Comité Central y los dos, pero con mayor énfasis Browder, me insistieron en que no renunciara, lo cual yo acepté. La ya mencionada carta de Lombardo a Browder contenía, en forma un poco más resumida, lo mismo que el documento de Lombardo, que publicamos íntegro en el "Apéndice", a secretarios generales de varios partidos comunistas del mundo. La demostración de lo correcto de las apreciaciones expuesta en este capítulo se confirma en los siguientes párrafos entresacados del citado documento:
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"Los elementos del Partido Comunista no representaban ninguna fuerza de importancia en el movimiento sindical, según lo he dicho antes. La CSUM tenía el papel ya señalado de instrumento de penetración en los sindicatos, mas que el de una central sindical. Al lado de la CGOCM, la CSUM era, prácticamente, un cero. Sin embargo, yo influí para que el sector comunista tuviera un puesto en el Comité Nacional de la Confederación de Trabajadores de México. A Última hora, y en los momentos de la elección, del Comité, los compañeros del Partido faltaron al convenio que habíamos tenido, y lograron tener dos secretarios en vez de uno, con gran disgusto de los dirigentes de la CGOCM, que estuvieron a punto de retirarse de la asamblea." "Yo no tengo interés personal en ser el jefe del movimiento obrero de México. Si los compañeros del Partido Comunista prosiguen su labor de tratar de desprestigiarme antes las masas y de calificarme como un dictador en la CTM, ellos, que saben muy bien que robustecer la autoridad del líder es fortalecer la causa común, y que cuando los elementos reaccionarios y los representantes del capitalismo atacan a un individuo como a mí me atacan, no se debe contribuir a esa tarea, porque es destruir la propia fuerza; si a pesar de todas estas razones eiios, que han victo en la Unión Soviética cómo ha podido llegarse a la construcción de un nuevo régimen sólo por una disciplina inflexible y por el respaldo a la autoridad de los dirigentes, persisten en su actitud, no sólo no estoy dispuesto, a aceptar la situación molesta e injusta en que quieren colocarme, sino que, para probar con hechos al movimiento obrero internacional hasta qué punto iiega mi convicción de luchador, estoy dispuesto, inclusive, en cuanto termine mi tarea de secretario general de la CTM, que ahora no puedo ni debo abandonar por mil razones, a no intervenir en el futuro en la dirección del movimiento obrero." Después d e l párrafo anterior, e n q u e demuestra realmente s u debilidad e, incluso, angustia, se observa e n las siguientes líneas una m u y reiterada solicitud d e intervención d e camaradas extranjeros para q u e lo ayuden, a través d e la presión al Partido Comunista Mexicano, c o n objeto d e continuar e n u n a posición destacada q u e y a le e r a m u y difícil de mantener. "He querido también redactar este documento para ver si es posible que la intervención de algunos camaradas de prestigio internacional, como usted, pueda contribuir a que algunos de esos obstáculos desaparezcan, en bien de los intereses del movimiento obrero mexicano y de la unidad del proletariado de América" "Creo, con lo dicho, que usted se dará cuenta perfecta de la situación, para formarse un juicio o, por lo menos, para decidir su intervención amistosa en un caso que nos interesa a todos los revolucionar¡os del mundo."
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"Ojalá que la intervención de usted, querido camarada, pueda servirle a la causa revolucionaria de mi país, en estos momentos difíciles para las libertades y para los intereses de toda la tierra." Las bases sobre las q u e se tomó la resolución d e convencer a las organizaciones democráticas d e la justeza d e su orientación, hacasar o n e n la práctica. E s t a orientación d e "unidad a t o d a costa" s e enc o n t r ó c o n u n a gran resistencia d e la m a y o r í a de las organizaciones de esa corriente. E l Sindicato Mexicano d e Electricistüs y o t r a s organizaciones se salieron d e la CTM. Muchas organizaciones, desmoralizadas, s e sometieron a las prácticas viciosas de Fidel Velázquez. L a f u e r t e corriente sindical democrática f u e abatida. E n la CTM s e desataron las posiciones claudicantes. E l compromis o d e L o m b a r d o de organizar el frente popular c o n la participación d e l Partido Comunista, simplemente lo hizo a un lado y planteó q u e la reorganización del partido oficial e n el PRM e r a u n f r e n t e popular, opinión q u e e l Partido Comunista aceptó. L o s trabajadores del Estado, incluidos los profesores, deberían ser objeto d e u n a seria atención p o r l a CTM para incorporarlos plenam e n t e a los derechos establecidos e n el Artículo 123 Constitucional. E n el discurso d e clausura del congreso d e l a CTM L o m b a r d o Toledan o dijo al respecto lo siguiente: "El proletariado de México luchará a toda costa por mantener su independencia de clase, mediante sus propias fuerzas, libre de influencias y de tutelas extraíías." "Luchará porque los trabajadores al servicio del Estado se incorporen, jurídicamente, en el resto de la clase asalariada y queden protegidos por la Ley Federal del Trabajo." Esas orientaciones básicas fueron pisoteadas y d e inmediato L o m bardo y Fidel acordaron q u e los trabajadores del Estado, incluidos los profesores, salieran de la CTM. De acuerdo c o n l a opinión d e l gobierno, se integraron en l a Federación d e Trabajadores del Estado, al margen de los derechos que señala e l Artículo 123 y sujetos a un anticonstitucional estatuto jurídico. S o n sabidas las consecuencias de esa medida funesta. A l a vez, L o m b a r d o y Fidel, en l a práctica, excluyeron d e la CTM a los campesinos para concederle e l monopolio d e s u organización a la Confederación Nacional Campesina, controlada por el gobierno, también c o n los funestos resultados q u e y a se conocen.
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A la cola de la cola En resumen, la política de "unidad a toda costa" colocó al Partido Comunista a la cola de Lombardo Toledano y Fidel Velázquez, cuando éstos ya se hallaban a la cola del gobierno. El presidente Cárdenas impulsaba esta política. La supeditación del movimiento sindical al aparato estatal condujo al charrismo sindical que ahora padecemos. Lombardo Toledano fue víctima de su propia política. Diez años después, el presidente Miguel Alemán ordenó a Fidel Velázquez y a Amilpa que expulsaran de la CTM a Lombardo Toledano porque no estaba dispuesto a que éste organizara su Partido Popular y presentara resistencia, muy precaria por cierto, al proceso cada vez más reaccionario del gobierno. El camarada Salvador Ocampo, dirigente sindical del Partido Comunista en Chile, a quien invitamos a una reunión de cuadros sindicales de varias industrias, sin consultarnos invitó por su parte para que concurriera a esa reunión a Lombardo Toledano. ~ s t o creó una situación difícil porque los integrantes de la reunión, en lo general, tenían una actitud muy hostil hacia Lombardo; logramos sortear la situación y restablecer las relaciones. Estaba próximo el congreso de la Confederación de Trabajadores de América Latina de 1948 y la CTM había acordado no continuar en esa central continental. Lombardo nos propuso un examen de la situación sindical y aceptamos, pero exigiendo una discusión seria y autocrítica de su parte. Hacía poco había atacado violentamente con ironías y agresividades, particularmente contra mí, a la Coalición de Sindicatos Industriales y, en especial, al Sindicato Ferrocarrilero. Lombardo aceptó y realizamos esa reunión, la cual se llevó a cabo en SU casa. Por primera vez en muchísimos años escuché a Lombardo hacerse iina autocrítica. Reconoció los serios errores que había cometido contra nosotros y lo equivocado que estuvo en su actuación de apoyo a Fidel Velázquez. Un resultado de la discusión fue acordar que la Coalición de Sindicatos Industriales, centro muy respetable por la fuerza que representaba, apoyara el congreso de la CTAL, salvando a éste de un fracaso ante la actitud de la CTM. La CTAL estaba en franca decadencia, pero todavía mantenía cierto ascendiente. Esto motivó la asistencia de Miguel Alemán, presidente ,de la república, a la reunión inaugural del congreso de la CTAL. La Coalición de Sindicatos Industriales, tan calumniados por la CTAL, salvó a ésta y a Lombardo de un gran fracaso ante la actitud traidora de la CTM.
y un4dad orgánica a n4veU s4ndieaU
Es indispensable tomar en cuenta un proceso complejo y, a veces, prolongado para la unificación sindical orgánica en sindicatos de industria y centrales nacionales, con base en la independencia respecto de la burguesía y su gobierno. Nuestro objetivo es la unidad orgánica más completa y el mayor nivel de independencia posible. Aspiramos a la unificación en una gran central sindical en México. Estamos claros en cuanto a nuestra oposición de la unidad por la unidad misma; estamos contra la unidad sindical impuesta por la represión y por el manipule0 de los capitalistas y los gobernantes a su servicio. Estamos contra la unidad sindical vertical impuesta por los regímenes fascistas. Estamos contra la unificación impuesta por la presión y la represión de los gobiernos burgueses reaccionarios de nuestro país; es decir, estamos contra el charrismo sindical. Otra cosa es la política y la táctica para la actividad entre las grandes masas de esos sindicatos. Política de clase La "unidad a toda costa" ha sido una experiencia nefasta para el movimiento sindical y revolucionario en nuestro país. La capitulación y hasta claudicación ante la pandilla de Fidel Velázquez y Amilpa, en julio de 1937, condujo a una unidad convertida en tragedia, no sólo para el movimiento sindical, sino para el movimiento político y revolucionario de nuestro país, que nunca debe repetirse. Estamos por la actividad constante en los sindicatos controlados por dirigentes gubernamentales y en los sindicatos blancos controlados directamente por los patrones. Es claro que se debe realizar una
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actividad muy intensa inclusive en los sindicatos fascistas. Sobre esto Último, fue un gran ejemplo y una gran experiencia la acción de las comisiones obreras dentro de los sindicatos verticales del franquismo, en España, que sostuvieron una orientación democrática y de independencia sindical frente a la burguesía en el poder. Para el impulso del movimiento sindical democrático es conveniente auspiciar, en las centrales sindicales controladas por el gobierno, la conformación de focos independientes, integrando con ellos frentes únicos sindicales muy flexibles de grandes masas de asalariados. La coalición sindical industrial de 1947-1948 fue también, en este sentido, una experiencia valiosa. A partir de la política de "unidad a toda costa", de 1937, la CTM ha prevalecido como central gubernamental. El Sindicato Ferrocarrilero, en cuya dirección participaba, mantuvo siempre posiciones democráticas y de resistencia hacia el proceso reformista y reaccionario de la CTM. Nunca se separó de ella, pero tampoco nunca dejó de acentuar su orientación progresista. Al prestarse los dirigentes de la CTM, inclusive Lombardo, como instrumentos de Miguel Alemán para atacar el Sindicato Ferrocarrilero, que se destacaba por sus acciones y su orientación democrática, éste planteó la integración de una coalición de sindicatos industriales que abarcara organizaciones de la CTM y muchas que ya se habían separado de ella, como lo hizo el gran Sindicato Minero Metalúrgico. Lombardo Toledano, que tanto había insultado y atacado esa coalición, cuando fue expulsado de la CTM a principios de 1948 por indicaciones del presidente Miguel Alemán, tuvo que buscamos para conformar un apoyo al congreso de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), convocado en esos meses. La Coalición de Sindicatos Industriales, a pesar de las desautorizaciones de Lombardo, siempre se había mantenido en la actitud de considerarse integrante de la Federación Sindical Mundial y de la CTAL. Después de la gran huelga ferrocarrilera de 1959, brutalmente reprimida, se tuvo otra experiencia destacada. Cuando salieron varios camaradas libres en 1965, Alejandro Pérez, uno de los excarcelados, inició una polémica sobre la unidad sindical. Primero sostuvo la unidad de acción con la corriente ferrocarrilera encabezada por el alemanista David Vargas Bravo y el gángster de Manuel Moreno Cárdenas, diz que para reforzar la lucha contra los gomezetistas; desde la prisión me opuse a esa unidad aventurera. Enseguida Alejandro Pérez propuso una alianza con Luis Gómez 2. pretextando que este había consolidado desde el poder una corriente importante de ferrocarrileros. La polémica contra esta proposición fue larga y dificil porque
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logró el apoyo a su línea del Presídium del PCM (de la comisión ejecutiva de entonces); me opuse a esa política y táctica muy incorrectas que omitían. Que Luis Gómez Z., desde el movimiento del 59, era un rompehuelgas con credencial de comandante de policía, acumulador de trinquetes por millonadas. Desde la prisión, en condiciones desventajosas, logramos contrarrestar ese planteamiento muy erróneo, hasta rechazar esa línea derechista; Alejandro Pérez, muy consecuente con su orientación, se adhirió a los "nacos" (el grupo de Luis Gómez 2:) con canonjías. El camarada responsable sindical d e la dirección del PCM, disgustado por el rechazo de la línea de Alejandro Pérez v suya, renunció al cargo, aunque años después recapacitó y se reincorporó á la dirección del Partido. Como puede verse, la unificación sindical sólo es objetiva en función de su utilidad para impulsar la lucha de clases. Las coaliciones o frentes únicos sindicales, integrados por la mayoría o la totalidad de agrupaciones adheridas a sindicatos nacionales de rama industrial o de servicios y a las centrales sindicales controladas por dirigentes gubernamentales, se explican por las necesidades de ir impulsando la tendencia democratizadora e independiente respecto de la burguesía. Se entiende que la unidad sindical orgánica no es un fetiche; pueden presentarse circunstancias para el impulso de la lucha de clases en que se requiera la autonomía sindical, ya sea por la expulsión de sindicatos de las centrales dirigidas por gobiernistas o, bien., *Dor la conveniencia concreta para el desarrollo de la acción. En la unidad de acción y en las coaliciones y frentes Únicos deben clarificarse las características de las corrientes sindicales con objeto de lograr la mayor amplitud y flexibilidad. El movimiento sindical reformista, o sea, el que expresamente señala las reformas legales y las demandas inmediatas como su finalidad y al través de las cuales se puede llegar al socialismo es objeto de hostilidad y ataques por parte de los dirigentes charros y del gobierno en la medida que luchan por demandas económicas y reformas legales que éste no está dispuesto a conceder, convirtiendo sus acciones sindicales en acciones políticas. En estas condiciones, la unidad de acción y las coaliciones pueden abarcar al movimiento sindical reformista en una conjugación de fuerzas indispensables para el desarrollo del movimiento sindical. Aún más, la agudización de la crisis económica, social y política provoca fuerte descontento en los dirigentes de base y dirigentes medios de las organízaciones dirigidas por los charros sindicales. Con esos dirigentes de base y dirigentes medios se puede y se debe encontrar el terreno en el cual sea posible aplicar la unidad de acción en tomo a demandas concretas y a acciones combinadas y llegar con ellos hasta la formación de coaliciones.
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Independencia sindical La unidad de acción en coaliciones o frentes únicos es indispensable. Al integrarse con un criterio de flexibilidad se conjugan fuerzas para la acción, se fortalece la afinidad sindical, se acumulan experiencias y se impulsa la tendencia hacia la unidad sindicalista auténtica, independiente de la burguesía. Para lograr esa independencia es muy importante la lucha general por el respeto irrestricto al derecho de sindicalización señalado en la Constitución, Esta, en la Fracción XVI del Artículo 123, estipula: Yl"Tnto los obreros como los empresarios tendrán derecho para coaligarse en defensa de sus respectivos intereses, formando sindicatos, asociaciones profesionales, etcétera."
Ese derecho irrectricto es violado por la Ley Federal del Trabajo al imponer para su ejercicio el registro de los sindicatos, de sus dirigentes y hasta de sus miembros en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social y en las juntas centrales de Conciliación y Arbitraje de las entidades del país. Luchar por el respeto al derecho constitucional de sindicalización, sin las violaciones impuestas con los registros y otros manipuleos, es un aspecto esencial del movimiento sindical en nuestra patria. En México existen obreros aristocratizados pero aún no se ha conformado una aristocracia obrera. Lo que sí se ha establecido es una capa de líderes charros, es decir, líderes impuestos por la fuerza con los instrumentos represivos del gobierno y los recursos que éste ha colocado en sus manos. En muchos países hay confusión sobre el charrismo. Los charros, dirigentes sindicales, todos son millonarios y, los más destacados, multimillonarios, grandes burgueses con empresas de todo tipo que utilizan prestanombres para explotar en gran escala a los asalariados.
Crisis del charrismo Existen crisis y pugnas a veces muy fuertes entre dirigentes sindicales gobiernistas; esas pugnas hay que observarlas y aprovecharlas para darle cauce al descontento y a la actitud democratizadora de las masas de asalariados. Ahora se ha integrado el Frente Nacional de Acción Popular (FNAP), que agrupa la insurgencia sindical, campesina, estudiantil y popular en general. Dentro de ese frente hay que atender, de prefe-
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rencia, las organizaciones sindicales. Estas, en su mayoría, siguen perteneciendo a los sindicatos nacionales de industria y servicios y a las centrales dirigidas por charros. Es el caso de la Tendencia Democrática de Electricistas, que insiste en continuar estando, muy correctamente, dentro del SUTERM. También, el del Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), que actúa dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; el del Consejo Nacional Ferrocarrilero, que realiza su actividad en los centros de trabajo de esa industria y en el seno del sindicato industrial, etcétera. Así podríamos mencionar otros muchos casos. Ahora bien, en el FNAP también participan sindicatos autónomos no adheridos a centrales controladas por el gobierno, y esto es correcto. Si por un lado sería muy inadecuado separar las organizaciones democráticas de los sindicatos y centrales nacionales, por el otro también sería muy incorrecto mantener a fuerza en esas centrales gubernamentales los sindicatos que se han declarado autónomos para liberarse de la represión y el manipule0 y para desplegarse independiente y democráticamente. Para el desenvolvimiento de la actividad sindical es recomendable la integración de consejos de delegados por empresa y aun por centros de trabajo, con colectivos por departamento que nombren sus delegados para la integración del consejo. De esta manera se entreteje un movimiento muy consistente, con posibilidades de elevar su nivel sindical y político. En la etapa actual esos consejos pueden abarcar a los- asalariados que hacen demandas concretas y hasta limitadas, pero valiosas para inquietar e impeler la acción. Tales consejos pueden impulsar luchas avanzadas e independientes de un alto contenido democrático. Tienen la gran ventaja de que, en sacudidas sociales y en ascensos revolucionarios, pueden ser instrumentos de un gran valor, tanto sindical como político. Los comunistas también promovemos las demandas inmediatas y las reformas legislativas, pero sin convertirlas en instrumento para contentar y apaciguar a las masas; por el contrario, ello se hace con la idea de impulsar a los asalariados a levantar demandas más importantes y perseguir objetivos sociales y políticos más elevados. Con base en esto, es una necesidad jerarquizar la actividad d e los comunistas, desplegar la atención en todos los planos posibles y centrar los esfuerzos y los cuadros en las empresas industriales más importantes.
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Los sindicalistas comunistas somos parte de los asalariados, procuremos ser activos y abnegados. Jamás debemos caer en las actitudes de imponer nuestras proposiciones y opiniones. Nuestro papel es examinar lo mejor posible los problemas y proponer lo más adecuado a las organizaciones sindicales en las cuales actuamos y respetar siempre las normas y decisiones de las mismas aun cuando sean contrarias a nuestro criterio, pero sin renunciar al esfuerzo de que se rectifiquen las orientaciones que en ellas resulten incorrectas.
la nac4anaUxae4ón petrolera
El Partido Comunista y la Confederación Sindical Unitaria en México intervinieron en muchas huelgas petroleras anteriores a la nacionalización de la industria. Nuestra corriente influyó en las huelgas de El Ebano, San Luis Potosí; en el estado de Veracruz, en las de las Choapas y otras en el sur, la de Agua Dulce y cerca de Tuxpan. Habíamos presentado una lucha muy fuerte en la refinería de Minatitlán, también en el estado de Veracruz, en 1929, que dejó huella en la compañía El Aguila; intervinimos en el sindicato blanco de La Huasteca con el objeto de convertirlo en sindicato independiente. Todas estas partes en que influíamos las encauzábamos hacia la gran campaña que se estaba impulsando para la formación de un sindicato único en la industria. A fines de 1935 realizamos, en el local de la Sección 1 6 de Ferrocarrileros, una reunión de delegados de la mayoría de las unidades petrolleras del país para examinar la convocatoria para una convención constituyente del sindicato industrial petrolero. Se examinaron los problemas de la industria y se llegó a la conclusión de que, inmediatamente después de constituido el sindicato, se planteara la lucha por un contrato Único para toda la industria, en el que se nivelaran los salarios y las prestaciones sobre la base de los más altos.
Emplazamiento a huelga El Sindicato Ferrocarrilero cooperó en todas p e e s para reforzar la organización del sindicato industrial petrolero y se convocó a principios de 1937 a la constitución del Sindicato Nacional con un gran éxito. La mayoría absoluta de los obreros y empleados de la industria se adhirieron a él. Constituido éste, se abordó el problema del contrato
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único y se le presentó a todas las empresas petroleras del país la firma del contrato industrial. Ante la resistencia de las compañías imperialistas el sindicato emplazó a huelga general, la cual se declaró el 29 de mayo de 1937, en ella participaron los quince mil obreros y empleados de la industria. El presidente Cárdenas, que se encontraba en una etapa avanzada de su política, discutió con los dirigentes petroleros y del movimiento sindical en general la conveniencia de suspender la huelga, medida que fue aceptada llevándose a cabo el 9 de junio. En esta primera fase r7 Cárdenas tenía dudas y, aunque ya al nacionalizar los Ferrocarriles Nacionales de México había apuntado la idea de que la industria petrolera también debería seguir el mismo camino, en momentos pare!! !: cía titubear. Sin embargo, el empuje mayoritario progresista del país, I en concreto el del movimiento sindical y específicamente el de los petroleros, decididos a llegar a la huelga general con objeto de obligar ia las empresas a firmar el contrato único, condujo a que Cárdenas propusiera que el sindicato petrolero aceptara el examen económico de las empresas psr la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje con el compromiso de aprovecharlo en el conocimiento real de cómo estaban operando esas empresas con vistas a que, si no concedían las demandas justas de los petroleros, él plantearía su nacionalización. Sobre la bare de este pacto c o n f d ~ n c i de/ s ~ h d c a t oaceptó n o llegar a la hue& y llevar e l conflicto económico ante /a Junta Federd de Concifiación y Arbitrqje, la cual d e s ~ b uuna comisión en /a que partic@aban personalidades democráticas av;;?zadas como el / licenciado Jesús Silva Herzog, Efmin Buenrostro y Ma.rjo iMoctezuma, 1 que investigara la marcha de las empresas. El estudio de esta comisión fue favorable al sindicato; la Junta falló que las demandas deberían ser atendidas por las compañías imperialistas petroleras; éstas pidieron amparo y fueron a revisión ante la Suprema Corte de Justicia y, al fallar ésta apoyando el de la Junta Federal, se declararon en rebeldía. Tal circunstancia daba pie a la huelga general.
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Las masas y la nacionalización
Hubo un hecho de trascendencia histórica el 18 de marzo de 1938: el general Cárdenas, con gran sorpresa para toda la nación y para todos los países, leyó el decreto en el que el gobierno, ante la actitud arrogante y arbitraria de las compañías petroleras y después de haber hecho todo lo posible para evitar un paso como era el de la nacionalización, se veía obligado a recurrir a ella. La respuesta del pueblo ante
LA NACIONALIZACION PETROLERA
este hecho fue de un entusiasmo desbordante. Al día siguiente de ser anunciado tuvo lugar una magna concentración de medio millón de personas en el zócalo de la ciudad de México. (El Distrito Federal tenía entonces una población de poco más de un millón de habitantes.) Declarada la nacionalización, las compañías petroleras hicieron gestiones para restablecer su control sobre la industria y aceptaron el fallo de la Junta Federal; pero ya era tarde. Cárdenas, unido a todas las fuerzas democráticas y revolucionarias del país, asumió una actitud muy enérgica, consciente de que se aprovechaba una coyuntura internacional favorable, en cuanto que ya eran evidentes los preparativos del fascismo alemán, italiano y japonés para la Segunda Guerra Mundial. El imperialismo inglés asumió una actitud arrogante que dio por resultado el rompimiento de las relaciones con Gran Bretaña. El imperialismo norteamericano también asumió una actitud muy agresiva: el presidente Roosevelt planteó al gobierno de Cárdenas el arbitraje internacional para el problema de la nacionalización. Cárdenas, en una actitud muy digna que tuvo resonancia mundial, le contestó a Roosevelt, en un documento que es de gran importancia, que el gobierno norteamericano no tenía ningún derecho de proponer arbitrajes debido a que hacia muchísimos d o s había aceptado el arbitraje Internacionalen relación con el teniforio de/ Cbarmi4 que estaba en dsputa, y que se babia fallado a favor de México, Dado que el falo no habh sido cumplido ylos Estadas Unidos seguhn arbitranhmente apoderados de ese territorio mexicano, no teni22 autoridad, p o r tanto, para proponer arbitraje en el caso del petróleo. Se consolidó la nacionalización, eso sí, con muchos problemas. Muy pocos técnicgs al servicio de las compañías imperiaiistas se mantuvieron en posiciones patrióticas y sirvieron a la nacionalización; se dio el caso de que algún técnico extranjero que, consciente de la razón que asistía a México, se quedara en el país; pero, en general, las compañías retiraron a casi todos, inclusive a los mexicanos. Los obrems más calificados ascendieron y asumieron puestos de dirección por lo que la industria se mantuvo irabajando sin interrupción. El imperialismo inglés y el norteamericano bloquearon el petróleo mexicano en el mercado internacional y, en una actitud muy desesperada para tratar de romper ese bloqueo, el general Cárdenas aceptó vender el producto a la Italia de Mussolini y a la Alemania de Hitler, explicando que México se mantenía en posiciones democráticas y que era responsabilidad de quienes imponían el bloqueo el que se hicieran esas ventas. Bien pronto comenzaron a ceder los gobiernos de Inglaterra y
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Norteamérica ante la proximidad de la guerra y gracias a esto se comenzó abrir el mercado al petróleo mexicano. La Suprema Corte de Justicia señaló las indemnizaciones que deberían darse a las compañías petroleras de acuerdo con el estudio económico y técnico que se había realizado de ellas y ya con el control de los archivos, inclusive secretos, de las compañías, se establecieron cantidades muy bajas, pues la mayor parte del capital invertido era de México; ellas habían hecho una serie de maniobras en las contabilidades, como, por ejemplo, burlar el pago de impuestos. A pesar de que las compañías se negaban a recibir la indemnización la nacionalización se impuso. Después, el presidente Avila Camacho, ya con la Segunda Guerra Mundial en marcha, fácilmente iiegó a un arreglo con las compañías petroleras yanquis, a las que indemnizó con sólo 24 millones de dólares. Sólo dejó pendiente lo que le correspondía a la compañía El Aguila, en relación con la cual Alemán especuló grandemente, cosa que denunciamos en su oportunidad. La Suprema Corte había fallado una indemnización por 157 millones de pesos. Alemán compró las acciones de esa compañia en Londres, que se vendían a precio de bancarrota debido a su nacionalización; y de pronto se presenta un convenio entre el gobierno de México y la compañía E1 Aguila, en el que el primero acepta pagar 81 millones 260 mil dólares, incluyendo 25 millones 594 mil dólares por concepto de intereses insolutos antes de la firma del convenio y 23 millones 496 mil dólares por intereses del 17 de septiembre de 1948 al 17 de septiembre de 1962. El periodista Edmundo Jardón Arzate visitó las oficina del licenciado Fernando Guerrero Méndez, en el 10-301 de la plaza Santos Degollado en el Distrito Federal, y descubrió que éste era el encargado de gestionar la indemnización, con una paga por concepto de "honorarios" de lOO/o del monto de la operación. Guerrero era hombre de paja del presidente Alemán. Hicimos una gran campaña contra esa especulación en gran escala, pero Alemán se salió con la suya y se pagó esa enorme cantidad que en buena parte fue un robo de él y de sus socios ai la nación.
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pertenecían las compañías petroleras extraderas; la Asociación de Banqueros, en la que influía Manuel Gómez Morín, fundador del PAN; la CONCANACO, en fin, todas atacaban la nacionalización del petróleo. Se presentó entonces la campafia de Juan Andrew Almazán para la Presidencia de la república. Almazán había sido jefe de operaciones en Monterrey durante muchos años. Individuo muy ligado a los Garza Sada, Almazán abiertamente combatió la nacionalización del petróleo atribuyendo a esta medida el "caos" que había en el país. Su actitud era abiertamente contraria al movimiento sindical, a las huelgas, al reparto de tierras. La dirección de la campaña almazanista estaba integrada, pues, con representantes del PAN, entre ellos Eustaquio Escandón y Ani"ba1 de Iturbide, fundadores de ese Partido, y de la Asociación de Banqueros del grupo de Manuel Gómez Morín. Los callistas, entre ellos los camisas doradas, también participaban. Diego Rivera, como representante de la Cuarta Internacional de Trotsky, y todos ellos, pretendieron hacer de la campaña de Almazán un punto de apoyo para realizar una rebelión en el país, subvencionada por lbs imperialismos yanqui e inglés, pero fracasaron. Almazán fue derrotado; sin embargo, Avila Camacho le dio muchas concesiones, le facilitó grandes negocios, lo restableció en el ejército y, como jefe de operaciones en Tabasco, obtuvo contratos de obras para la construcción del ferrdcarril en el sureste, lo cual denunciamos enérgicamente. Almazán utilizaba a los soldados como obreros con un sobresueldo mínimo y, en cambio, las concesiones a su compañía constructora eran enormes. No hay que olvidar que Almazán se apoderó del Parque Nacional del Cerro de Chipinque y lo hizo de su propiedad. Instaló allí una gran residencia que después traspasó a capitalistas privados y que ahora es el centro social de la pandilla oligárquica de Monterrey. Solidaridad internacional con México La campaña imperialista contra el gobierno de México fue virulenta y en gran escala. La Unión Soviética y todos los partidos comunistas se destacaron en el mundo por su militancia a favor de México y contra laa compañías petroleras imperialistas y sus gobiernos. Al pasar por Saltillo para ir a Nueva York, hablamos allí con el general Cárdenas, quien nos pidió expresar a los partidos comunistas su reconocimiento por la activa labor solidaria que habían desarrollado a favor de México, y enviar un saludo en especial a los partidos comunistas de'Esta-
La reacción se desata
Ai Uevme a cabo l a nacionaiización del petrbleo, todas lae fuerzas reaccionarias del país la combatieron con el lema de defender la sacrosanta propiedad privada, pero nosotros demostramos que estibabamos expropiando a los expropiadores. La CONCAMIN, a la que I
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dos Unidos de América y de Inglaterra, que eran objeto de ataques viles como el de "traidores a la patria" por combatir los monopolios petroleros de sus países expropiados por México. ¿Qué pasó con los cambios estructurales impuestos por el pueblo trabajador en el sexenio de Cárdenas? Se encauzaron en el sentido de un desarrollo capitalista. La crisis del movimiento sindical y del Partido Comunista, iniciada en junio de 1937, descartó totalmente la posibilidad de que el ascenso del movimiento antimperialista de México en 1938 se condujera hacia un desarrollo de la economía en sentido no capitalista. El examen de esta problemática podría ser muy Útil para la teoría y la experiencia: es importante y urgente abordarlo. Este desarrollo no capitalista sólo habría podido canalizarse con el impulso sano del Partido Comunista y del movimiento sindical y campesino, requisito que no existía, por lo cual el desarrollo fue en sentido capitalista. Así, vemos el hecho, aparentemente paradójico, de cómo quienes más combatieron la nacionalización del petróleo son los que más la han aprovechado, al grado de que PEMEX se ha convertido en la nodriza del desarrollo de la burguesía nacional. Todas las grandes empresas industriales del país reciben los productos de PEMEX a precios muy por debajo del valor de producción. Un gran subsidio. Presenciamos, por ejemplo, el escandaloso caso en Monterrey, en donde el gas natural es vendido al pueblo a 50 centavos el metro cúbico (hasta hace poco valía 13 centavos), mientras que a los grandes capitalistas, sobre todo a los Garza Sada, se les mantiene el precio de 26 centavos el metro cúbico, lo que significa grandes pérdidas para PEMEX. El gas natural es el energético de uso industrial más eficaz y más barato en todo el niundo. En México este energético ha servido, principalmente, para incrementar el capital de los industriales que en aquel tiempo se opusieron a la nacionalización de nuestros recursos petrolíferos. Hoy se ha planeado que sirva también a la industria norteamericana y a los intereses estratégicos imperialistas de los Estados Unidos a los que quedaríamos, a través de la construcción del gasoducto de Tabasco a Reynosa, miis sometidos que nunca. En 1974 se dio a conocer el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo y gas en nuestro territorio. Primero en Chiapas y Tabasco y después a lo largo de la frontera del país. Hay fundamentos para afirmar que esos yacimientos en realidad habían sido descubiertos hace décadas, pero los altos funcionarios del gobierno y de PEMEX habían decidido mantenerlos en secreto para evitar las consiguientes presiones y manipuleos por parte del imperiaiismo yanqui. Ahora se impulsa en forma extraordinaria su explotación y es evi-
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dente que el gobierno norteamericano presiona para obtener el máximo de petróleo y gas aun a costa de una explotación desaforada e irracional de las reservas, lo cual es muy peligroso por tratarse de un producto no renovable. Al mismo tiempo que aumenta en forma extraordinaria la explotación y la exportación de petróleo y gas al país del norte, crece'la deuda acumulada de PEMEX y, con ello, la dependencia a Estados Unidos de Norteamérica. Al finalizar 1976, esa deuda acumulada era de 11 mil millones de pesos y, para junio del 77, alcanzó los 60 mil millones; de junio a noviembre el incremento de'la deuda externa de PEMEX ha sido desorbitado. Los gobernantes de México se comprometen a respaldar el precio del petróleo de exportación fijado por la Organización de Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) en la que están los grandes exportadores, los países árabes, Venezuela y Ecuador, pero no aceptan ingresar en ella. Al respecto, se manejan varios sofismas. Se dice que no conviene atarse las manos pero, al mismo tiempo, los gobernantes se esfuerzan por la mayor solidaridad de los países no desarrpllados productores de materias primas para defender los precios de éstas ante la política constante de los paises imperialistas de comprar barato y vender caro. Es evidente que ingresar a la OPEP no es maniatarse sino, al contrario, es unirse para defender el precio real del petróleo ante la devaluación sistemática del dólar, moneda internacional que rige en la venta de los energéticos. Pero esa política del gobierno de México y de PEMEX se exhibe en estos hechos: la OPEP acordó no vender petróleo a Israel por su línea sionista invasora de territorios árabes e instrumento del imperialismo yanqui para asegurar su ofensiva y su manipule0 no sólo contra los países árabes, sino contra toda Africa y países de Asia. Con una actitud reaccionaria contraria a la tradición de México en la lucha contra las invasiones a países débiles, el gobierno de México esquirolea a la OPEP y le vende petráleo a los sionistas de Israel. Hasta hace poco les vendía 20 mil barriles diarios y ahora les vende 1 0 mil más por día. Para exportar la gran cantidad de gas que acompaña al petróleo al ser extraído, y que hasta ahora no había sido aprovechado, el gobierno de México y PEMEX acordaron la construcción de un grs? gasoducto desde Chiapas hasta Reynosa, Tamaulipas, firmando un contrato con las trasnacionales petroleras yanquis a 2.60 dólares el millar de pies cúbicos de gas, precio muy inferior al del que transportan desde Alaska y al que importan de Argelia.
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Hay una gran polémica sobre ese gasoducto. Los partidos y fuerzas democráticas lo denuncian como muy peligroso porque incita al imperialbmo yanqui a presiones y hasta medidas de fuerza para apoderarse del gas y del petróleo de MQxico. A ese respecto el ingeniero Jorge Díaz Serrano, director de PEMEX, afirma que "el país más grande y poderoso de la tierra hace un verdadero culto a los derechos humanos y sería insensato pensar en una agresión territorial de su parte". Eee director y los gobernantes de nuestro país pretenden tapar el sol con un dedo. Es bien eabido que el Pentágono hace años cuenta con planes detallados para, en una situación de emergencia, en especial ante una tercera guerra mundial, invadir rhpidamente México y Canadá (para dispersar lo 'más valioao de sus recursos humanos así como sus implementos de guerra y de paso asegurar para su maquinaria militar las materias primas de esto8 países invadidos). Si alguien tiene duda de eea política agresiva no tiene m b que recurrir a las declaraciones del ministro de Energía del gabinete del presidente Carter, Mr. J a m e ~Schlessinger, que ha sido, en otro tiempo, ni más ni menos que el secretario de la Defensa y director de la CIA. Ante una supuesta agresión militar, etpresó Schleesinger "las fuerzas armadas tienen la obligación de garantizar la seguridad física de las fuentes de aproviaionarniento del petróleo en el Medio Oriente". Si el gobierno de Washington me apresta a invadir paíeee árabes lejanos para controlar su petróleo, es obvia su decisión de invadir MBxico, tan próximo, para asegurar eu abastecimiento petrolero. Por lo demá's, la reciente invasión yanqui a Vietnam está en la mente de todo el mundo. Sólo el ingeniero Jorge Diaz Serrano, director de PEMEX, y los gobernantes mexicanos aparentan ignorar eia realidad engañando al pueblo de México.
Desde 1936 el Partido Comunista Mexicano. emprendió una campaña constante en la que exhibín la orientación reaccionaria del general Saturnino Cedillo, secretario de Agricultura en el gobierno del general Cárdenas. Cedillo se solidarizó con Cárdenas en la lucha contra Calles y de esa manera llegó al gabinete, pero desde el principio fue aglutinando todas las fuerzas de la reacción y en una u otra formas presentaba una resistencia constante a la política progresista del gobierno del general Cárdenas. El Partido Coniunista impulsó la lucha en contra suya cuanda Cedillo conjugaba abiertamente las fuerzas de los callistas, los camisas doradas y los fascistas en general, la Asociación de Banqueros, la CONCAMIN y la CONCANACO. Según la política de "unidad a toda costa", indicada por la 111 Internacional Comunista, no deberíamos atacar a nadie del gobierno de Cárdenas porque eso significaba debilitar ese gobierno. En el pleno del ComitA Central de junio de 1937 derrotamos esa parte de las indicaciones de la IC y continuamos nuestra campaña, con m h razón cuando que a esas alturas Cedillo se mostraba como un organizador abierto de todas las fuerzas reaccionarias. En~eguidade la nacionalización del petróleo, el 18 de marzo de 1938, Saturnino Cedillo atacó abiertamente la expropiación y renunció al gobierno del general Cárdenas, trasladándose a Las Palomas, San Luis Potosí, en donde instaló eu cuartel general. Desde allí lanzó una campaña abierta contra el presidente y contra todas las fuerzas revolucionarias y democráticas del país.
Un patriota espontdneo En esos días eucedió algo insólito: un ayudante de absoluta confianza de Saturnino Cedillo nos escribió una carta. Nos hablaba del odio que
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había guardado siempre hacia los dirigentes del Partido Comunista ya que era un admirador iilcondicional de su jefe; llegó inclusive a pensar que si encontraba a alguno de los dirigentes del Partido Comunista que tanto atacaban a Cedillo, él lo mataría. Un buen día en Las Palomas fue invitado por su jefe a una reunión secreta en la que estuvieron presentes tres individuos que se decían coroneles: un alemán, un japonés y uno, según esto, representante de los Rockefeller de la Standard Oil. Cedillo discutía con ellos la situación de México y la forma más conveniente de preparar una rebelión. El ayudante de Cedillo sufrió un tremendo impacto; se dio cuenta de la gravedad de la traición que cometía su jefe. Reflexionó y comprendió que los únicos que habían tenido razón en los ataques contra Cedillo eran los comunistas. Como estaba decidido a no traicionar a su patria y, por ende, a no seguir incondicionalmente a Cedillo como lo había hecho siempre, llegó a la conclusión de que era necesario jugarse la vida y ayudar a impedir la rebelión y de que la gente que podía ser más digna de su confianza eran los comunistas. Decidió comunicarse con nosotros y establecer una relación secreta diaria sobre los sucesos en Las Palomas y mantenerse como persona de confianza de Cedillo para rendir los informes correspondientes. Reiteraba estar decidio a jugarse la vida.en defensa de México y a luchar contra la traición de Cedillo. A partir de ese momento, envió informes diarios por un conducto muy confidencial que se estableció entre él y nosotros. La comisión secreta del Partido Comunista acordó que yo fuera el enlace con el presidente Cárdenas para todo lo referente a estas informaciones y, a partir de esa fecha, yo hablaba con el general Cárdenas todos los días; tenía derecho de "picaporte" en el Palacio Nacional. Los informes del ayudante de Cedillo eran pormenorizados; nos mandaba croquis de los campos de aterrizaje en los valles de la sierra a donde llegaban aviones de Estados Unidos (mucho más rápidos que los del ejército mexicano). Informaba dónde concentraban el armamento, dónde agrupaban a los campesinos engañados por Cedillo, que eran muchos miles, y de todas las discusiones que tenían lugar en aquel Estado Mayor secreto integrado por los tres coroneles mencionados. Entre éstos, se presentó una contradicción: el alemán y el japonés sostenían que no había condiciones para realizar la rebelión de inmediato, que de hacerse pronto, iría seguro al fracaso. Sostenían la necesidad de prepararla bien. El coronel yanqui de la Standard Oil insistía en que la rebelión se precipitara. Nuestro amigo, con buen juicio, expresaba que en su opinión la diferencia se debía a que el japonés y el alemán querían aproximar la rebelión lo más posible al esta-
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llido de la Guerra Mundial, mientras que el norteamericano, que observaba el proceso político de Estados Unidos y ante la perspectiva de que Norteamérica participara en la guerra pero contra Hitler, Mussolini y los japoneses, consideraba urgente activar la rebelión. Esta opinión era correcta.
Plan táctico para derrotar a Cedillo Todos los días el presidente Cárdenas y yo hacíamos el análisis del problema. Cedillo decidió activar la rebelión para lo cual contaba con .muchos recursos económicos y armamento que aportaba Rockefeller. Se incrementaron los preparativos de la sedición. Llegó a concentrar cerca de Las Palomas a 20 mil campesinos armados, movilizados con base en una agitación reaccionaria y anticomunista, inclusive manipulando sus atrasados sentimientos religiosos. En esas condiciones, el ayudante del general Saturnino Cedillo nos comunicó su opinión de que se llegaba a un punto crítico por lo que consideraba como objetivo básico dar un golpe en Las Palomas para aprehender a los tres coroneles extranjeros. Al efecto presentaba un plan militar consistente en aproximar más las fuerzas del general Henríquez Guzmán, jefe de las operaciones en San Luis, que ya comenzaba a realizar movimientos de cerco, y preparar una brigada de paracaidistas bien entrenados. A su vez, él prepararía un grupo de choque pequeño pero muy decidido y bien armado. El golpe debería darse por sorpresa con el objetivo de aprehender a los tres coroneles fascistas. Al examinar con el general Cárdenas este plan táctico él lo rechazó, entre otras cosas porque, en su opinión, en una acción militar de este tipo habría muchos muertos y, evidentemente, uno de ellos sería el general Saturnino Cedillo, a quien, a pesar de su actitud muy repulsiva, él seguía respetando y haría todo lo posible para evitar que muriera. Le expresé a Cárdenas nuestro disgusto por su actitud y dejamos claro que él sería el responsable de lo que sucediera al no atender ese plan militar que a nosotros nos parecía muy correcto en razón del objetivo central de aprehender a los tres coroneles extranjeros. El ayudante de Saturnino Cedillo nos decía que los tres coroneles tenían todo preparado para salir rápidamente del país en caso necesario. Sabedores de la fecha exacta del levantamiento -el 15 de mayo del 38decidimos denunciarlo exhortando a la clase obrera, a los campesinos y al pueblo en generai, a prepararse para aplastarlo, sobre todo en las regiones del país en que había grupos reaccionarios muy fuertes y evidentemente conectados con Saturnino Cedillo, como eran los casos
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de Sonora y Tabasco y, claro, San Luis Potosi, donde el gobernador y las autoridades estatales y municipáles eran gente del cacique.
Denuncia pública de la asonada Cuando se le expuso al general Cárdenas el acuerdo del Buró Político del Partido Comunista de denunciar la inminente rebelión de Cedjiio, 61 lo cuestionó pero yo le expree6 que esto no dependía de él y que nosotros lo considerábamos una necesidad política y así lo haríamos. El presidente so disgustó por era resolución, pero en función de ella hablamos con Lombardo Toledano y le expusimoe la gravedad de la situación y la inminencia de la rebelión de Cedillo sin darle mayores detaUes al respecto. Le propusimos -y aceptó- que en el mitin del 30 de abril de 1938, en Bellas Artes (víeperadel lo. de mayo) entre los oradores, además de él, se me incluyera para hacer la denuncia. Obramos en coneecuencia. El Día del Trabajo, en representación del Partido Comunista, hicimos un examen de la situación política y denunciamos la inminente rebelión de Cedillo preparada para mediados de mayo: "En medlo de grandes aplausos y vivas al Partido Comunista pasa a la tdbuna Valentín Campa. 'El lo. de mayo -dice- es el dfa en que el praletariado mundial pasa revista a sus fuenasy a los acontecimientos más importantes del afio.' Inicia luego su exposición analizando la sltuaclón internacional, pdncipalmente la situación de Espaiía y China. Se re0ere luego al llamado de la Internacional Comunista a los trabajadores del mundo para unirse ante el agresor fascista señalando la traición que cometen alminos líderes como 'Citdne', de la FSI, al no apoyar con hecho8 a la ~ s ~ a ~ ñ l e a l . "La parte más emocionante, como decimos al principio, del discurao de Campa, fue la revelación de I l s manlobras de la reacción para desencadenar una guerra en MBxlco, apoyada por el fascismo. Denunció les activldades de los espía6 nazis, italianos y japoneses. Leyó luego unas cartas de Nicolás Rodriguez a un agente suyo en Tampiao (documento que reproducimos aquí mismo), y explicó cómo CedUlo es el pell ro mayor y sólo espera que termine la pena en espuia para que vengan begún (1 mimo hace pmpr lar) bmoa y submadnos alemanes e italianos con armas y soldados nazis y fkanqulstas a ayudarle a derrocar al 'comunista' Cárdenas." (E1 Machete, 2 de mayo de 1938.) Esto causó un gran impacto en el país. Loe diarios reaccionarios se burlaron, decían qua era muy "alarmante" la forma en que había planteado el problema. Tales críticas bien pronto se exhibieron como tendenciosas: exactamente a mediados de mayo se inició la rebelión cediilbta, El dirigente de los camieae doradas, Nicolás Rodriguez, se mantu-
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vo muy activo antes y durante la rebelión. Seguía financiado por los Garza Sacia y otros focos fascistas de mexicanos y extranjeros. El jefe de los dorados recorría varia ciudades del país, en especial de la frontera norte, insistiendo en el apoyo a Cedillo. Operaba de común acuerdo con varios agrupamientos reaccionarios, entre otros, los centros patronales y la Confederación de la Clase Media con su Juventud Nacionalista Mexicana, Nicolás Rodríguez tenía conexión con el alem6n Herman Schwinn quien participó en la convención nazi en San Francisco, California, el 30 de mayo de 1938. La Confederación de la Claee Media, vincuIada a Nicolás Rodríguez, escribió a Francisco Franco, lefe de la rebelión fr~icistaen España, felicitándolo con motivo de la ocupación de Bilbao por los militares traidores aliados a Hitler y Mussolini. (Documentación de los agentes del Ministerio Público Federal, licenciado Femández y Barrón, en su libro Lo que no ee sabe de la rebellbn de Cedillo.)
Valioaa acción de loa rna@atroaruralea Pocos días antes del inicio de la rebelión el general Cárdenas se presentó en San Luis Potosí. Yo también me traslade a ese estado. Allí el gobernadot era Hernández Netro, gente de absoluta confianza de Cedillo, y quien estaba comprometido a rebelarse en el momento oportuno. Se instaló el cuartel general; allí actuaba el general Avila Camacho, secretario de Defensa. Operamos los dispositivos contando con todas las facilidades de la Presidencia. Trasladamos a las zonas campesinas de San Luis Potosí, sobre todo a las de la región de Las Palomas, a varios cientos de profesores rurales, cuadros comunistas, quienes realizaron una labor muy inteligente entre los campesinos, explicando la verdad de las posiciones de Saturnino Cedillo. Esos profeeores, como los ferrocarrileros de la división de Cárdenas, estaban. en la zona de la rebelibn y, como otros muchos sindicalistas, campeeinos e intelectuales comunistas de San Luis Potosí, sobre todo los que estaban en la región controlada ya militarmente por Cedillo, arriesgaron la vida para realizar una labor intensa contrae1 cuartelazo: distribuían en forma secreta gran cantidad de volantes (se enviaban en aviones militares cientos de miles para que circuIaran en la zona controlada por Cedillo) y lograron el objetivo de causar un gran desconcierto en laa filas de las campesinos comprometidos con la rebe11611, quienes comenzaron a deeertar en numerosos grupos. De máa de veinte mil camperinos armados por loa cedillistas en la zona de Las Palomas ai final no quedaban m b que unos cientos. Esos profesores rurdes ron dignos de encomio y de recuerdo.
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Estallido y aplastamiento de la rebelión Los ferrocarrileros de la división de Cárdenas se comportaron como elementos revolucionarios conscientes; ayudaron dando informes y sirviendo de enlaces. Cedillo odiaba a los ferrocarrileros tanto como a los profesores rurales. Cuando se levantó en armas, una de las primeras acciones que ordenó fue dinamitar un tren en el cual murieron dos ferrocarrileros a los cuales les rendimos un homenaje en San Luis Potosí. El jefe del Estado Mayor presidencial, general Núñez, se encontró con que Cárdenas estaba en San Luis Potosí rodeado de cedillistas del gobernador Hernández Netro por lo que nos comunicó que sólo gente del lugar conocedora de los cedillistas podía asegurar la defensa del presidente de un posible atentado, ya que su Estado Mayor, tan bien armado y tan decidido como estaba, tenía la gran desventaja de no conocer a la gente de Cedillo. Con ese motivo nos dio armas de alto poder y en su manejo entrenamos a un grupo sobre la marcha. En este grupo había ferrocarrileros, trabajadores textiles y profesores que organizaron una guardia permanente al general Cárdenas con la consigna de que detrás de cada cedillista que anduviera en la comitiva de Cárdenas se colocara uno de estos compañeros. La guardia estaría perfectamente apoyada por el Estado Mayor presidencial. Así nos manejamos durante varios días. La rebelión estalló en el momento en que un avión cedillista bombardeó el cuartel general del presidente Cárdenas. Hernández Netro salió apresuradamente de la ciudad con todos sus principales funcionarios y esbirros y se fue a incorporar a los cedillistas levantados. Se realizó un gran mitin en el teatro de La Paz para explicar la rebelión de Cedillo y hacer un llamamiento nacional a fin de aplastarlo y aplastar todos los núcleos reaccionarios que surgieran en el país. 'El mitin fue radiado por todas las difusoras en cadena. Habló el licendiado Luis Rodríguez, secretario particular de Cárdenas; también habló Aurelio Manrique, a insistencia nuestra, ya que Luis Rodríguez no quería concederle la palabra, y hablé yo por el Sindicato Ferrocarrilero. En San Luis se presentó una constante contradicción entre el general Cárdenas y yo. El me mandó presentar con Avila Camacho, secretario de la Defensa, por conducto del secretario de Gobernación, licenciado García Telles, como líder ferrocarrilero. Yo le insistía que toda mi actuación en ese problema militar y político era como dirigente del Partido Comunista. Cárdenas me señalaba que Avila Camacho era un poco conservador y que si se enteraba de que yo era comunista iba a tener ciertas reservas hacía mí y eso daría al
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traste con el propósito de que actuáramos conjuntamente, de manera eficaz, Avila Camacho y yo. Un problema similar. se presentó en relación al mitin. Yo insistí en hablar en representación del Partido Comunista, pero Cárdenas opinó firmemente en el sentido de que hablara en mi carácter de dirigente ferrocarrilero y de acuerdo con las condiciones en que se desarrollaban los acontecimientos. Así lo hice. Al terminar mi intervención en el mitin ocurrió un hecho repetido en varios actos: el primero en saltar para abrazarme fue el secretario general del Frente Socialista de Abogados, Fernando López Arias, entonces modesto licenciado. Con el correr del tiempo acumuló un enorme capital, en especial con las concesiones a la Pan American Sulpher que explotaba yacimientos azufreros en el Itsmo de Tehuantepec, y se convirtió en un reaccionario. Al ser designado procurador general de Justicia por el presidente López Mateos, nos reprimió ferozmente y llegó al cinismo de calumniarnos como "traidores a la patria". Cuando Cedillo fue derrotado y lanzado de Las Palomas comenzó la deserción, que incluyó a los miembros de su Estado Mayor. Uno de los que llegó a San Luis derrotado fue Gonzalo N. Santos, poco tiempo después rehabilitado por Avila Camacho, para convertirse luego en el cacique sucesor de Cedillo. El viraje hacia la derecha hacía posibles en el país éstas y otras expresiones igualmente grotescas.
El imperialismo mundial desplegó una campaña llena de falsedades y calumnias contra Cárdenas. Una de las mentiras que difundían internacionalmente en forma reiterada los vocerós imperialistas, particularmente yanquis e ingleses, consistía en afirmar que Cárdenas estaba manejado por Stalin y que el gobierno soviético mandaba en México. El general Cárdenas reconoció que en el mundo se destacaba la solidaridad de los partidos comunistas con México y, como ya mencioné, llegó a expresar su reconocimiento a los partidos comunistas de Eetados Unidos e Inglaterra. También otras fuerzas avanzadas se manifestaron solidarias con la posición del gobierno mexicano. Sin embargo, Cárdenas se dejó impresionar por esa campaña tendenciosa del imperialismo y, en un momento dado, lo convencieron de una supuesta maniobra táctica que consistia en darle asilo en México a León Trotaky, que había estado desterrado en Turquía y después en Suecia, y quien solicitaba asilarse en México. Diego Rivera era dirigente de la IV Internacional trotskista e intervino en esas gestiones. El general Francisco Mújica fue uno de los que insistió en esa maniobra para evitarle el sambenito a Cárdenas de ser agente de Stalin. Trotsky se asiló en México el 9 de enero de 1937. Cárdenas ordenó un tren especial para transportar a Trotsky y su comitiva del puerto de Veracruz a la ciudad de México y, además, le regaló una residencia en la calle de Viena número 5, en Coyoacán. El licenciado Narciso Basaola atacó con gran fuerza la medida, subrayando que era una maniobra debida a un complejo de inferioridad y que constituía un repliegue frente al imperialismo, lo que resultaba sumamente dañino para México.
La campafia contm Trotsky Redoblamos la lucha contra Trotsky, siendo uno de los primeros resultados una pugna entre el presidente Cárdenas y el Partido Comu-
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nista. La CTM, dirigida por Lombardo, luchó con mucha fuerza contra Trotsky, aunque sin llegar al rompimiento con el presidente Cárdenas. Así las cosas, nos desplegamos exhibiendo las traiciones de Trotsky. Después nos dimos cuenta del acoso de que era objeto, por lo cual, desesperado, llegaba a extremos repulsivos. A fines del 36, se integró en la Cámara de Representantes de Washington un comité conocido con el nombre de Dies, presidido por un congresista de ese apellido que se erigió en el MacCarty de entonces: anticomunista feroz que manejaba vulgaridades contra los comunistas y la Unión Soviética. Junto con Charles Lindberg, el conocido aviador, y otros muchos reaccionarios norteamericanos, realizó intensa propaganda para que Estados Unidos participara en la Segunda Guerra Mundial al lado de Hitler, de Mussolini y del imperio japonés y contra la Unión Soviética. El Comité Dies organizó una serie de audiencias públicas e invitó a Trotsky y a Diego Rivera para acudir ante la Cámara de Representantes de Washington. Diego Rivera, dirigente de la IV Internacional de Trotsky, participó en esa campUña anticomunista y ultrarreaccionaria del Comité Dies haciendo un claro juego a los fascistas y sirviendo, evidentemente, a los intereses del imperialismo. Trotsky también fue invitado personalmente para concurrir ante el Comité Dies; pero, más inteligente, se rehusó a acudir. Lo que hizo, en cambio, fue cooperar con declaraciones, con escritos y en otras formas. Los neotrotskistas niegan que Trotsky haya colaborado con el Comité Dies, pero hay testimonios del propio Trotsky que lo afirman. Este declaró haber aceptado la invitación "para ayudar a comprender a los obreros el papel reaccionario histórico del estalinismo y se apartaran de él" (Cárdenas y la izquierda mexicana, México, Juan Pablos editor, 1976, en la nota al calce de la p. 180). La explicación de Trotsky es muy jalada de los cabellos por cuanto que el carácter fascista del Comité Dies era archiconocido. Diego Rivera, en calidad de dirigente de la IV Internacional, cooperó ampliamente con toda la actividad del Comité Dies contra la URSS, contra el Partido Comunista Mexicano y, en particular, contra el camarada Hernán Laborde. Una consigna nefasta En la campaña contra Trotsky se promovió un mitin convocado por el Partido Comunista en la Arena México el viernes 26 de septiembre de 1938, en el cual hablaron Carlos Rivera, líder colombiano; Margarita Nelken, diputada comunista en la España republicana; Jacques
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Giesa, diputado comunista de la república francesa, y Hernán Laborde, secretario general del Partido Comunista Mexicano. Al analizar la situación internacional en ese mitin (eran las vísperas de la Segunda Guerra Mundial), Trotsky fue desenmascarado; estaba derrotado políticamente, exhibido por sus excesos reaccionarios al hacerle el juego a Hitler y Mussolini contra la Unión Soviética. En esos días el camarada Laborde nos llamó a Rafael Carrillo y a mí, ambos miembros del secretariado del Comité Central, para tratarnos un problema confidencial sumamente delicado. Se trataba de lo que le había comunicado un camarada que se acreditaba como delegado de la Tercera Internacional Comunista; éste le había planteado la decisión de eliminar a Trotsky y le requería su cooperación personal como secretario general del Partido y la de un equipo adecuado para asegurar la eliminación de aquél. El camarada Laborde le dijo que era un problema sumamente delicado, que el Partido Comunista consideraba a Trotsky como un político derrotado y que necesitaba unos días para resolverle. El enviado de la 111 Internacional le indicó que nadie más debería saber de este asunto pues era estrictamente confidencial. Sin embargo, Laborde decidió tratar el caso con nosotros dos. Los tres estábamos completamente entendidos de que era un problema sumamente grave y estrictamente secreto. Con mucha calma y cuidado examinamos el problema. Después del análisis riguroso que merecía, concluimos en lo que reiteradamente habíamos venido señalando: que Trotsky estaba políticamente derrotado, que su influencia era casi nula y que, además, lo estábamos exhibiendo en todo el mundo. Su eliminación, por otra parte, traería como consecuencia un gran daño para el Partido Comunista Mexicano y para el movimiento revolucionario en México, así como para el Partido Comunista Soviético, la Unión Soviética y el movimiento comunista internacional en su conjunto. Decidimos, pues, que era evidentemente un grave error el planteamiento de la eliminación de Trotsky. Expuesto este punto de vista, Laborde le expresó al delegado de la 111 Internacional nuestra decisión. Dicho representante lo amenazó; le dijo que se atuviera a las consecuencias derivadas de su actitud puesto que la indisciplina a la 111 Internacional se pagaba muy caro. Laborde le expresó que nosotros actuábamos de acuerdo con nuestros principios I y considerábamos incorrecta la idea de eliminar a Trotsky. Ante las amenazas del enviado de la 111 Internacional a Laborde, examinamos en el secretariado el problema y decidimos ir a Nueva York para entrevistar a Earl Browder, miembro del Comité Ejecutivo de la 111 Internacional. En la primera oportunidad nos trasladamos
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en automóvil hasta Nueva York y los tres hablamos con Browder. Le expusimos en detalle todo este problema y sin meditarlo demasiado, nos dijo categóricamente que estaba de acuerdo con nosotros. Nos daba la razón y nos conminó a no tratar ya nada con el enviado. El iría a Moscú y explicaría el problema. Se orquesta la intriga A las pocas semanas se presentaron movimientos muy sospechosos. Llegó a México Vittorio Codovilla, argentino; Martínez, venezolano, y otros compañeros enviados por la 111 Internacional Comunista, diz que a cooperar con el Partido Comunista Mexicano ante la situación crítica en que se encontraba. Luego se observó la intervención directa de los enviados en todos los asuntos del PCM. Se nos comenzó a colocar en el banquillo de los acusados a Laborde y a mí, que seguíamos una línea, según ellos, sectaria-oportunista. El oportunismo residía en la línea de "unidad a toda costa". En efecto, era oportunista, pero ellos se hacían de la vista gorda; pretendían no saber que dicha línea había sido en cierto sentido impuesta por la Internacional Comunista, no obstante nuestra resistencia en junio de 1937. De tal suerte que resultaba bastante grotesco que, siendo una línea establecida en México en forma indicativa, en disciplina a la Internacional y con la intervención directa de Browder, ahora por aplicarla, se nos acusara de oportunistas. Así fue como se desenvolvió toda una actividad muy deshonesta, basada en intrigas, particularmente contra Laborde y contra mí. Se suspendió a Laborde de la Secretaría General, a mí del Buró Político y se integró una llamada comisión depui~dorade la dirección del Partido, encabezada por Andrés García Saigado. Pocos años después, éste se convirtió en un sindicalero gobiemista. Yo procuraba, en ese ambiente, asistir todavía a las reuniones de la dirección. Hice unos apuntes y expresé con cifras y fundamentos que en 1939 el general Cárdenas había iniciado un giro hacia la derecha. Señalaba la oficina de la Pequeña Propiedad Agrícola, a través de la cual se había frenado el reparto de tierras. Esto lo confirman las estadísticas que demuestran el fuerte descensoque registró el reparto de tierras en 1939 y 1940. Cárdenas lanzó el decreto anticonstitucional prohibiendo la sindicalización de los empleados bancarios. La actitud era evidentemente la de frenar las luchas de las masas en todo el país, particularmente dirigida a detener las huelgas obreras. Demostré con cifras y hechos que se estaba incrementando una neoburguesía burocrática en el gobierno de Cárdenas, con recursos mucho mayores que los que había tenido la burguesía burocrática callista. Entre esta burguesía burocrática estaba; Maxirnino Avila Ca-
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macho, Dámaso Cárdenas, hermano del presidente, y los excailistas que se habían incorporado al cardenismo: Abelardo Rodríguez, Aarón Sáenz y otros. Esta burgiiesíaburocráticaestaba predominando dentro del gobierno y estaba decidiendo la orientación de apoyar a Manuel Avila Camacho a la Presidencia de la república, cuando el proceso natural en México indicaba que el candidato democrático debía ser el general Mújica, aunque había el gravísimo inconveniente de que éste había apoyado el asilo de Trotslry en México. Codovilla se interesaba por esta exposición y me pidio que formulara un material sobre el proceso económico, político y social en el Último año del gobierno de Cárdenas. Dicté el material. Por cierto que al respecto se presentó un incidente: yo siempre, con toda buena fe, había sostenido que la categoría marxistaleninista no debería extenderse a Stalin, pero internacionalmente ya era una costumbre hablar de marxismo-leninismo-estalinismo. Yo me rehusaba, al mismo tiempo que manifestaba la admiración que tenía por Stalin y lo valioso de su actuación, aduciendo que si estaba en contra de que se elevara a la categoría de Marx y de Lenin era porque al fin y al cabo todavía vivía y esas categorías se hacían con el bance definitivo de los que ya habían muerto. Yo dicté el material diciendo marxistaleninista a propósito de algún tópico; pero la compañera que lo hizo le agregó "estalinista". Cuando le reclamé, me dijo que todo el mundo decía marxismo-leninismo-estalinismo. "Será todo el mundo, pero yo no", le dije, y taché estalinismo. El original con las tachaduras se presentó como prueba de que yo era trotskista. Impresionado, según él, por mi intervención sobre el giro del cardenismo, Codovilla tuvo una conversación conmigo a solas. Comentando sobre la crisis en el Partido Comunista Mexicano, me insinuó con toda claridad que yo era el abocado para ser el secretario generai en sustitución de Laborde. Rechacé esta insinuación y le dije que él y otros sabían de mis diferencias con Laborde, de carácter secundario y táctico, pero que yo no estaba dispuesto a todo ese maniobrerismo, que estaba considerando regresar a mi trabajo en los ferrocarriles y que ésa era mi posición de acuerdo con la norma de honestidad revolucionaria que me había fijado. Codovilla se molestó. A partir de entonces se acuñó la frase "los sectario-oportunistas Laborde y Campa".
"Stalin es un cabrón" Llegamos así al congreso extraordinario en el cual se nos expulsó.
Yo me presenté a él y rechacé los cargos que se nos imputaban. La-
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borde no se presentó porque dijo que era evidentemente una farsa. El ya estaba convencido de que Stalin estaba participando en todo el problema de la liquidación de Trotsky y en la utilización de la Internacional Comunista en contra nuestra por la actitud que asumíamos. El siempre habia tenido un buen concepto de Stalin pero ahora lo rectificaba, pues esto era un hecho sumamente grave. Indignado por sus maniobras, en una ocasión llegó a decir que Stalin era "un cabrón". Examinamos la situación en que se nos colocaba. Ai ser expulsados todas las agencias internacionales, particularmente las norteamericanas, nos asediaron. Querían declaraciones de nuestra parte, pues Trotsky habia escrito un aeículo señalando que nuestra expulsión tenía relación con las intenciones de Stalin de liquidarlo. Trotsky escribió : "Lo que sucedió, muy probablemente, fue que la GPU encontró cierta oposición entre los dirigentes del Partido Comunista, . quien se oponga a un atentado contra la vida de Trotsky, es, evidentemente, un trotskista.'' ("Los Comunistas y el régimen de Cárdenas", Lyle C. Brown, en la Revista de la Universidad de México, del 9 de mayo de 1971, p. 33.)
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Algunos camaradas plantean la interrogante de si en esa fase de la agudización de la crisis del PCM no hubiera sido preferible plantear el fondo del problema para contrarrestar la crisis. En 1940 ni siquiera examinamos esa hipótesis. El ambiente general en el movimiento comunista internacional era de una disciplina incondicional a la 111 Internacional dirigida por el PCUS. Plantear discrepancias implicaba expulsión del movimiento comunista con la satanización correspondiente. Para un movimiento reivindicador ante el dogmatismo arbitrario habríamos tenido que recurrir a explicar la verdad sobre la presión sofocante de la política de "unidad a toda costa" y la ingerencia brutal para liquidar a Trotsky, y esto Laborde y yo lo descartábamos en cuanto que se había iniciado ya la Segunda Guerra Mundial (agosto de 1939). Laborde y yo acordamos no incurrir en la grave falta que Trotsky habia cometido bajo el acoso por parte de Stalin. El caso de Trotsky sería utilizado internacionalmente contra la Unión Soviética y contra el Partido Comunista Mexicano. Nuestra situación era muy dificil, pero debíamos mantenemos discretos. Nos causaba una gran indignación el que Rafael Carrillo, quien estaba bien enterado de la verdad de este problema, nos lanzara calumnias comportándose como un perfecto canalla. Por lo demás, Rafael Carriilo, poco tiempo después, se exhibía como un renegado del comunismo. Todavía no habíamos sido expulsados del PCM cuando Laborde y
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yo recibimos informes de que Siqueiros estaba organizando un equipo de compañeros para asaltar la casa de Trotsky, actividad que realizaba con gran ligereza. En el semanario dominicano Ahora apareció una entrevista a Siqueiros con el título "Siqueiros narra atentado contra Trotsky" en la cual David declaró: "Stalin estaba preocupado de que en su exilio en México. Trotsky pudiera ser el centro de otro movimiento chovinista que buscara sustituirse a sí mismo por el poder soviético. Así que ordenó a un alto funcionario de la NKSD, Leonid Eitington, organizar la liquidación física de Trotsky y le concedió medios ilimitados. "Pero el líder del Partido Comunista Mexicano, Laborde, se mostró renuente a apoyar este acto de violencia y en la práctica se negó a ayiidar Finalmente, Laborde y su gente fueron expulsados y el Partido fue dejando bajo nuestro control." (Cárdenas y la izquierda mexicana, ed. cit., p. 59.)
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Siqueiros expone con gran desparpajo los hechos relacionados con lo que fue un drama político para nuestro Partido y para el movimiento comuniSta internacional. Fracasado el intento de Siqueiros y su equipo en el asalto a la casa de Trotsky, se puso en práctica una tercera variante. Ramón Mercader, que operaba bajo el pseudónimo de Jacques Monard, asesinó a Trotsky la tarde del 20 de agosto de 1940. Como lo habíamos previsto Laborde y yo, y lo habíamos comentado con Browder en Nueva York, la liquidación de Trotsky provocó una campaña de grandes proporciones contra el Partido Comunista Mexicano, el movimiento comunista internacional y la Unión Soviética.
Exigencia de autonomía e independencia Nuestro Partido reconoce las aportaciones valiosas que ha recibido de la Internacional Comunista y el importante papel que juega la Unión Soviética en el plano internacional para combatir la propensión del imperialismo yanqui a declarar la tercera guerra mundial, que seria catastrófica para toda la humanidad. Muy conscientes de todo ello, los comunistas mexicanos, ante el drama causado por la ingerencia de camaradas extranjeros, sobre todo en el proceso que culminó con la errónea política de "unidad a toda costa" y luego con la ?iquidación de Trotsky, sostenemos con gran vigor, conjuntamente con nuestro internacionalismo, nuestra insistencia en la autonomía y la independencia de nuestro Partido.
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Camaradas de otros países, ignorantes de esos graves hechos, no comprenden nuestra invariable actitud respecto de la independencia y la autonomía de los partidos en el cuadro del internacionalismo proletario. Durante décadas, Laborde y yo nos mantuvimos firmes resistiendo las calumnias e infamias lanzadas en nuestra contra por tipos como Rafael Carrillo y otros. No podíamos defendemos porque al hacerlo hubiéramos creado situaciones políticas muy tensas dentro del marco que estableció la Segunda Guerra Mundial ya en marcha. Nuestra defensa hubiera implicado un grave daño a la Unión Soviética, al movimiento comunista internacional y, en particuIar, al Partido Comunista Mexicano. Laborde y yo comentamos que era una necesidad informar de la verdad. Lo requieren las nuevas generaciones de comunistas y revolucionarios para tener en cuenta esas experiencias y actuar en forma más consecuente y eficaz en las liichas en nuestra patria. Desde que salí de la prisión, en 1970, insistí ante la dirección central del Partido Comunista en la necesidad de aclarar esas verdades históricas. Se estuvo de acuerdo, con la consideración de que había que esperar el momento adecuado para hacerlo. Laborde murió y yo cumplo el deber de explicar ese drama, confiando en que con esto contribuiré a elevar el temple y la consistencia de los comunistas de mi patria y de otros países.
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:. Después de ser excluido de la dirección del Partido gestioné mi plaza en los Ferrocarriles Nacionales, en la Superintendencia General de Transportes. Se me asignó una plaza en la estación de flete de Nonoalco. Laborde y varios camaradas rechazamos la insistente proposición de constituirnos en Partido Comunista Mexicano Auténtico. Consideramos que era un idea divisionista muy dañina. Nos pronunciamos por integrar un agrupamiento flexible de frente Único antimperialista y democrático. Integramos la Acción Socialista Unificada (ASU), en la que participaban compañeros y compañeras de diferentes corrientes de izquierda. Entre ellos, el que fue presidente de ese movimiento, el estimado licenciado Alberto Bremaunts, el doctor Carlos Hidalgo, René Rodríguez su compañera, muy militante y activa, y el licenciado José María Suárez Téllez. Se adhirieron al movimiento de ASU ferrocarrileros, petroleros y otros muchos sindicalistas, así como estudiantes y profesores. Hacíamos acto de presencia política en el país. Pronto convertimos mi participación en el Comité Ejecutivo General del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros en uno de los puntos de apoyo principal de nuestra actividad. En medio de los ataques y calumnias de la dirección del Partido Comunista Mexicano, ASU reiteraba su proposición de unidad política dentro del Partido Comunista una vez que la dirección de é s t ~ rebasara sus actitudes absurdas. Con esta orientación participamos en la mesa redonda convocacld por el compaiíero Lombardo Toledano en enero de 1947, a la cud nos referiremos en capítulo especial.
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Antes, en 1943, al ser expulsado del PCM, el núcleo integrado por Carlos Sánchez Cárdenas, Miguel Angel Velasco, Alberto Lumbreras, Aroche Parra y otros, habíamos discutido con amplitud y llegamos a un entendimiento con ellos; logramos convencerlos de dar por terminada una posición política que colocaba en primer término la lucha contra la dirección del Partido Comunista Mexicano. Después de un breve lapso de trabajar en unidad de acción, y ante la gravedad política que implicaba el charrazo de 1948, decidimos integrarnos e integrar a ot;ros núcleos y compañeros dispersos en el Partido Obrero Campesino Mexicano (POCM). Este se organizó en 1951, cuando yo me encontraba en prisión en contacto estrecho con esos camaradas. Transcurrieron once años de insistencia sobre la unidad dentro del PCM para que decidiéramos integrarnos en otro partido ajustado al socialismo científico. Este elevó a la categoría de punto programático en su congreso constituyente el objetivo de la unificación dentro del Partido Comunista Mexicano, objetivo programático que violaron los compañeros de la corriente de Sánchez Cárdenas y Aroche Parra: cuando la mayoría de la dirección y de los miembros del POCM resolvió unirse dentro del PCM, ellos decidieron ingresar al Partido Popular Socialista, consecuentes con su línea lombardista y el pánico político que les produjo la gran represión contra la huelga general ferrocarrilera de marzo de 1959. El POCM jugó un papel de importancia a nivel general y político influyendo en los ferrocarrileros y petroleros. La situación entre los ferrocarrileros se había deteriorado considerablemente. El almazanismo ganaba influencia y la campaña anticomunista era intensa. En ese ambiente abordamos los problemas más candentes de los ferrocarrileros y la lucha contra el almazanismo reaccionario, contra la carestía y por la nacionalización de las empresas imperialistas. La actividad era obstaculizada no sólo por los ferrocamleros reaccionarios, sino por algunos miembros del Partido Comunista que nos atacaban en forma virulenta haciéndole el juego a los almazanistas. Como resultado de nuestra política sindical, muchos ferrocarrileros del PCM se fueron agrupando en torno a nosotros. Este hecho dio origen a la expulsión de muchos de ellos del Partido comunista, como Máximo Correa, miembro del Comité Central, y a que se excluyeran otros muchos; entre ellos, Demetrio Vallejo, Amós Salinas, Manuel Ojeda y Francisco Sánchez.
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Política represiva de Avila Camacho El presidente Manuel Avila Camacho inició su gobierno con varios indicios derechistas. Nombró a Ezequiel Padilla, callista reaccionario, secretario de Relaciones. Sorpresivamente declaró: "yo soy creyente", brindando un impulso al clero, casi todo muy conservador, a los banqueros y a todos los reaccionarios. Estos expresaron su satisfacción por la política de Avila Camacho aderezada con la "unidad nacional" a la que daba calor la Segunda Guerra Mundial ya iniciada. A principios de 1941 los obreros y obreras de Materiales de Guerra, establecimiento encargado de la fabricación de armas y municiones, plantearon varias demandas sindicales, entre ellas, la de aumento de salarios. Acordaron realizar una manifestación que partió de la fábrica hasta la casa presidencial de Los Pinos. Las mujeres marchaban al frente con ramos de flores para entregarlas a la esposa del señor presidente. En forma sorpresiva y salvaje, los militares de la casa presidencial dispararon a matar sobre la manifestación, cayendo muchos muertos y varias docenas de heridos, la mayoría mujeres. Este acto criminal, ordenado por el jefe del Estado Mayor de la Presidencia, causó una indignación generalizada. Inmediatamente, los ferrocarrileros realizamos asambleas masivas en los centros de trabajo y en las secciones. La Sección 15, que abarcaba Nonoalco, integró una comisión y rápido nos reunimos las comisiones de las cuatro secciones del Distrito Federal. Acordamos localizar a los muertos y heridos; a los primeros llevarlos al edificio de Ponciano Arriaga, cerca del monumento a la Revolución, y a los heridos al hospital Colonia, requiriendo su inmediata atención. Hablamos con el gerente de la empresa, general Enrique Estrada, quien estuvo de acuerdo en internar a los heridos en el hospital de la empresa y atenderlos de la mejor manera posible. Velamos los cadáveres en el edificio de la Alianza de Ferrocarrileros. Hicimos reuniones con delegados de las organizaciones sociales y populares en general y logramos consenso para llamar a un paro general y a una gran manifestación pública en el entierro de los asesinados. Acordamos que la manifestación pasara por el Palacio Nacional, que los oradores protestarían por la orientación antiobrera y derechista con que Avila Camacho iniciaba su gobierno, exigiendo la consignación del jefe del Estado Mayor Presidencial -quien sólo había renunciado a su cargo-, para que fuera debidamente castigado. El Sindicato Minero y Metalúrgico, que en el Distrito Federal tenía
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al personal de la metalúrgica La Consolidada, el Sindicato Mexicano de Electricistas, el de tranviarios, el de telefonistas, los petroleros y otras muchas organizaciones se comprometieron. Todos estos sindicatos estaban prevenidos de los acuerdos que en ese momento tomaban en la CTM Lombardo Toledano y Fidel Velázquez con el fin de controlar la manifestación, evitar que pasara por el Palacio Nacional, desviar sus señalamientos condenatorios con discursos de "unida nacional" y despojarla, pues, de los planteamientos que nosotros habíamos acordado. La demagogia de la "unidad nacional" Intensificamos la propaganda escrita en todos los centros de trabajo, hicimos declaraciones a la prensa, nos movilizamos, en suma. La tarde anterior al entierro, cuando me dirigía al trabajo en la estación de Nonoalco (yo tenía el turno de las 17:00 a las 24:horas), me detuvo en la caile Lerdo, enfrente de los talleres de Nonoalco, un joven a quien yo había conocido de niño, hijo del camarada Luis G. Monzón; me dijo que trabajaba de agente de policía y que un jefe de grupo que se encontraba cerca deseaba hablar conmigo. Fuimos con el tal jefe, que se hallaba en un coche. Este me expresó que el general Miguel Z. Martínez, jefe de la policía, quería conversar conmigo. Le contesté que iríamos luego, que antes debía llegar a la estación porque tenía una plaza con tareas delicadas por realizar, entre ellas el "transfer" -tránsito- de los trenes y carros de flete perecedero que eran intercambiados entre los Ferrocarriles Nacionales y el Ferrocarril Mexicano. Me respondió que 110 me preocupara, que yo le explicara las cosas a Monzón y que éste iría a pedir el permiso por unas horas de mi parte. Tenía la esperanza de que Monzón dijera que me llevaban a la jefatura de policía y así prevenir a los compañeros por si me detenían. Después me enteré de que Monzón se dijo primo hermano mío y que su tía (mi mamá) se encontraba muy enferma y que posiblemente yo no podría ir a trabajar, y explicó los problemas que yo mismo había expuesto. Los compañeros dijeron que no tuviera y o cuidado y que mi plaza estaría protegida. Me llevaron ante el general N~guelZ. Martínez, jefe de k policía, quien se Y1m1t.ó a verme con h cabeza gacha. Ordenó a un agente que me llevaran y de inmediato me condujeron a una celda donde quedé totdmente incomunicado. M día siguiente, en l a noche, me llevaron a \a Procuraduráa del =strito Federd; ahí me internaron en otra ce\da. A los dos días fueron por mí y me condujeron ante el procurador
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del Distrito, que era el licenciado Raúl Castellanos, muy conocido mío desde Tamaulipas. Este me enseñó la consignación del jefe de la policía y una lista de delitos que supuestamente yo había cometido. La mayoría se refería a heridas y golpes en un zafarrancho que hubo en el edificio de los ferrocarriles, en las oficinas de Bolívar esquina con 5 de Mayo, con motivo de un mitin por problemas sindicales agudos que había con la empresa. La policía intervino y los ferrocarriieros se defendieron con todo lo que había en el edificio: le lanzaron las prensas para copiar documentos, escritorios, sillas y lo que había a la mano. El ayudante personal del jefe de policía resultó herido de un hombro y muchos agentes muy golpeados. De todo me acusaba a mí el citado general Z. Martínez. El procurador Castellanos se rió al leerme la lista de cargos y dijo que tenía interés en hablar conmigo ampliamente, ya no como detenido, sino para comentar la situación nacional en relacidn con la guerra; que salía yo libre pero me pedía que procurara evitar agitaciones antes de la conversación que él me planteaba. Mi detención e incomunicación fue tan sólo para impedir que desplegáramos cualquier actividad en los actos relativos al entierro de los muertos de Materiales de Guerra. Mi ausencia en las reuniones de delegados y asambleas desconcertó a los compañeros que habían estado de acuerdo con la medida de hacer el recorrido por el Palacio Nacional y exigir la consignación del jefe del Estado Mayor presidencial. Lombardo y Fidel Velázquez controlaron el curso de la manifestación colocando a la cabeza del contingente, en representación del presidente, a Miguel Alemán, secretario de Gobernación. En los discursos se deploraron los hechos y se habló de la "unidad nacional" y la guerra. Mis compañeros no se dieron cuenta de mi aprehensión, por lo que cuando salí examinamos lo sucedido. El objetivo del gobierno había tenido éxito con la ayuda de Lombardo y Fidel Velázquez. Invasión yanqui frustrada Manuel Avila C m c h o citó a la Presidencia a los principales dirigentes de los sindicatos industriales, por conducto del secretario de TraTrujiUo Gurría. Me incluyeron en la lista de asistentes. El genenos comentó un asunto sumamente delicado. Después de que xico declaró la guerra a los regímenes fascistas, los submarinos oneses habían estado merodeando la península de Baja California.
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Con este motivo, el gobierno norteamericano ejercía una gran presión para que le permitieran instalar bases en la citada península a fin de ' salvaguardarla de las incursiones y ataques japoneses. Estos requerimientos del gobierno de Washington eran muy apoyados por el secrel tario de Relaciones, Ezequiel Padilla. Avila Camacho, como presidente, se oponía a conceder esas bases y había decidido designar como jefe de las operaciones en el noroeste al general Lázaro Cárdenas, que mantendría la posición ante el gobierno de Washington de aceptar todo el material de guerra adecuado pGa la defensa de Baja California, pero sin permitir la presencia de militares de ese país en la citada península. Un cuerpo del ejército yanqui se encontraba ya en la frontera de Baja California, presionando para internarse en territorio mexicano e instalar sus bases. La situación era muy delicada y solicitaba nuestra solidaridad en caso de un agravamiento del problema. Todos le manifestamos nuestro apoyo a su actitud y, en particular, al nombramiento del general Cárdenas como jefe de operaciones del noroeste y prometimos tomar medidas para hacer acto de presencia masiva si las circunstancias lo requerían. A los pocos días llegó a México, de Baja California, el general Roberto Calvo Ramírez. Llamó a una reunión de varios dirigentes sindicales, entre los cuales me encontraba yo, y nos transmitió la información de que, inmediatamente después de ser designado, el general Cárdenas se había trasladado a la península. Simultáneamente se movilizaron fuertes contingentes del ejército bien pertrechados. Cárdenas nombró al general Calvo Ramírez jefe de sector de la frontera con la orden de no permitir, por ningún motivo, el paso del cuerpo del ejército norteamericano cualquiera que fueran los resultados. En la frontera se hallaba un cuerpo del ejército norteamericano armado de equipo pesado, en disposición de invadir el territorio mexicano e incursionar en la península de Baja California. Contaba con unidades navales de guerra estacionadas en San Diego, tanques, cañones de largo alcance, aviones y otras armas modernas. El jefe del destacamento habló con él para comunicarle que tenía instrucciones del gobierno de Washington de pasar a Baja California e instalar allí sus bases militares. El general Calvo Ramírez le contestó que él, a su vez, tenía instrucciones del general Lázaro Cárdenas de no permitirles el paso y, en caso.de que lo intentaran, el ejército mexicano dispararía y se entraría en batalla para lo cual había tomado ya los dispositivos de combate. Ramírez exigió al comandante del cuerpo del ejército yanqui se -comunicara por la vía más rápida a la Casa Blanca para que los altos
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funcionarios trataran el problema con el presidente Avila Camacho. Mientras tanto, Ramírez lograba así detener el avance de la tropa norteamericana y esperar el resultado de las conversaciones a alto nivel. El comandante norteamericano le insistió que tenía instrucciones de marchar al sur e instalar sus bases y Calvo Ramírez nuevamente le reiteró que tenía instrucciones de no permitirlo y combatir. En ese estado de tensión, las discusiones a alto nivel se realizaron y el gobierno de Washington desistió de instalar sus bases en Baja California. La solicitud del gobierno mexicano pidiendo al gobierno norteamericano el envío de material de guerra moderno, tanto terrestre como aéreo y naval, pero sin el personal técnico del caso, dado que en el ejército mexicano lo había suficiente y capaz, en lo general no fue atendida. Enviaron sólo algún material, pero no del más moderno. Este incidente internacional es uno de los que se mantuvieron en sordina, sin darle la publicidad que requería por la trascendencia que entrañaba. El traidor Ezequiel Padilla se prestó a las intenciones invasoras del imperialismo yanqui, pero el presidente Avila Camacho, con el fuerte apoyo del general Cárdenas y seguro de contar con el respaldo de todas las organizaciones y del pueblo, impidió la maniobra. El imperialismo pretendía hacer en México lo que logró en otros países de América Latina: con el pretexto de la Guerra Mundial y de la defensa de nuestros países, instalar las bases militares que, terminado el conflicto bélico, no desmantelarían y las usarían como instalaciones militares de presión y amenaza contra nuestro pueblo. Tiempo después una persona que estuvo cuando el general Cárdenas llegó a Tijuana después del incidente, nos comentaba que éste había felicitado al general Calvo Ramírez diciéndole: "no esperaba otra cosa de ti. Ni siquiera como amigos era conveniente que penetraran al territorio nacional, porque después jcómo los sacábamos?"
Campaña en favor de la URSS En junio de 1941 el eje fascista alemán-italianoj a p o n é s declaró la guerra contra la Unión Soviética. De inmediato, los ferrocarrileros del Comité Sindical de Unidad y Acción Socialista Unificada se relacionaron con el grupo encabezado por el compañero licenciado Narciso Bassols y organizamos una gran campaña a favor de la URSS y contra el fascismo. Esa labor era intensa en los centros de trabajo y en las asambleas. Organizábamos conferencias y charlas en todas partes.
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El grupo de Bassols editó con gran éxito un periódico.semanario, El Combate, en el cual colaborábamos sobre todo en lo que respecta a su difusión. En esos días se presentó a Nonoalco, en donde yo trabajaba, el compañero Dionisio Encina, secretario general del Partido Comunista Mexicano, para expresarme que habían acordado relacionarse conmigo para realizar una actividad conjunta a favor de la URSS y contra el fascismo. Esto lo aceptamos de inmediato. En esas semanas nos abordó a Laborde y a mí el camarada Blas Manrique, secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista Mexicano, para exponemos que habían discutido el caso nuestro y habían decidido aceptar nuestro reingreso al Partido. Le expresamos la gravedad de los ataques lanzados por ellos en contra nuestra, que requerían, un examen sereno y, por lo tanto, no considerábamos adecuado nuestro reingreso inmediato y proponíamos el trato político más cercano entre la dirección del PCM y nosotros. Esto lo aceptaron y yo participé en reuniones del Buró Político del Partido Comunista y el camarada Laborde escribió artículos no firmados en La Voz de México, en los que trataba problemas como el relativo a la campaña en defensa de la URSS y contra el fascismo y otros aspectos de importancia. Después de varias semanas de actuar muy estrechamente con la dirección del Partido Comunista Mexicano, en forma sorpredva, se nos informó que había resuelto rectificar su actitud y volver a los ataques vinilentos en contra nuestra. Compañeros que después fueron expulsados del PCM nos informaron que tal actitud arbitraria de la dirección del PC se había debido a la llegada de un dirigente del Partido cubano, con directivas de la Internacional Comunista en ese sentido. Movimiento divisionista en el Sindicato Ferrocarrilero Durante el gobierno del presidente Manuel Avila Camacho se presentó un fuerte movimiento divisionista en el Sindicato Ferrocarrilero. Se constituyó entonces la Fraternidad de Trenistas y la Hermandad de Caldereros. Estos agrupamientos estaban auspiciados política y económicamente por Maximino Avila Camacho y cuando éste murió, fueron dirigidos por el secretario de Relaciones, Ezequiel Padilla, quien estaba interesado en organizar fuerzas para lanzarse a las próximas elecciones presidenciales como candidato apoyado claramente por consorcios norteamericanos, particularmente por el del
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acero, al cual pertenecía Mr. Stethinius, secretario de Estado del gobierno de Washington. El gobierno y la gerencia de los Ferrocarriles Nacionales aprovecharon la actitud de los divisionistas para anular los contratos colectivos de trabajo, escudándose en las condiciones de emergencia creadas por la Guerra Mundial en la que México ya participaba. En sustitución de esos contratos, se lanzó la Circular G G 9 6 como reglamentación de labores. El gremio estaba dividido y desconcertado. Luis Gómez Z. había hecho una campaña para imponerse como secretario general, pero fue repudiado por la mayoría. Nuestro Comité de Unidad Sindical Ferrocarrilera realizó una buena campaña en esas elecciones, con una planilla encabezada por el compaííero Tomás Cueva. El descontento se hizo patente en muchas formas y se logró anular las elecciones. Había un agrupamiento que había tenido a Cavnzos como candidato a la Secretaría General, auspiciado abiertamente por la gerencia de los Ferrocarriles. Ante la Presidencia de la república los tres agrupamientos convinimos en integrar un Comité Ejecutivo de Coalición sobre la base de un programa escrito y firmado. Intensificamos la campaña para restablecer los contratos de trabajo y anular la Circular G G 9 6 e incrementamos la lucha contra los divisionistas y por la unidad del Sindicato. La mayoría de los ferrocarrileros comprendió la peligrosidad de la situación. En el agrupamiento auspiciado por la gerencia logramos que una corriente aceptara el programa separándose de la influencia de aquélla. En representación de esta corriente quedaron, en el comité ejecutivo General, Rodolfo Peña Soria y Fidel Gómez; por el Comité de Propaganda de Hidalgo 59, quedó Luis Gómez Z y yo, por nuestro Comité de Unidad Ferrocarrilera. Con base en esa unidad fuimos ganando terreno, debilitando las hermandades y obligando a los Ferrocarriles Nacionales a la discusión sobre el restablecimiento de los contratos de trabajo, aunque aceptando algunas modificaciones que logramos fueran secundarias. Nos sorprendió que el presidente Avila Camacho diera su apoyo al Sindicato contra las hermandades. El nos explico que tenía informaciones fidedignas de que estaban siendo dirigidas por Ezequiel Padilla y por la embajada norteamericana. Logramos la disolución de esas hermandades y sólo suspendimos del trabajo a seis de los principales dirigentes totalmente reconocidos como traidores. Sin embargo, el gobierno presionó y Luis Gómez Z., como secretario general del Sindicato, aceptó pronto la reinstalación y la reincorporación al Sindicato de esos malos dirigentes.
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Campaña contra la carestía
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La carestía de la vida generó un descontento generalizado. Nosotros, desde las 4 secciones del Distrito Federal (15, 16, 17 y 18) realizamos una campaña de propaganda, incluyendo publicidad pagada, en la que demostramos que con la inflación monetaria el gobierno facilitaba la especulación de los banqueros y los grandes comerciantes con la situación de guerra, niientras el pueblo, y en particular los obreros industriales, hacíamos un sobreesfuerzo para cooperar en Ia lucha mundial contra el fascismo. En 1943 las cuatro secciones aprobaron un plan de acción, incluyendo un mitin en la Arena Coliseo. Se proyectó una manifestación pública y paros de actividades para llamar a todas las organizaciones y a todo el pueblo a solidarizarse con esa acción. El ambiente era muy propicio y tuvimos una respuesta impresionante, se convocó al gran mitin. Se hizo mucha propaganda, se designaron a los oradores y se invitó a todas las organizaciones para participar. El mitin tuvo una asistencia enorme. Se llenaron los pasillos, el vestíbulo y la calle (previendo esto, se habiaii colocado magnavoces). Habíamos conseguido con la Presideiicia que se permitiera la radiación del mitin, pero a Última hora Maximino Avila Ciirnacho ordenó que no se difundiera y esto enardeció a los asistentes. El descon'tento que ya existía se acrecentó con ese incidente y los oradores no se colocaron a la altura del acto al exponer los problemas para un evento de tipo normal. Yo estaba designado para ser orador en la manifestación que se realizaría ocho días después, pero allí se manifestó una corriente muy fuerte exigiendo que yo hablara. Por lo tanto, los oradores del Sindicato Mexicano de Electricistas, del Sindicato Minero, el Sindicato Petrolero y otras varias organizaciones, renunciaban a su tiempo y l o cedían para que yo hablara. Rápidamente hablé con Laborde y otros camaradas y decidimos que en mi intervención abordara los problemas graves con toda claridad. Ante la indignación contra Maximino Avila Camacho, había necesidad de atacarlo en forma tal que lo dicho contra él al mismo tiempo me defendiera de algún atentado de su parte, pues era muy arbitrario. Al abordar el problema de la carestía, expliqué la política de inflación monetaria, de dilapidación por la burguesía de las reservas de dólares que se acumulaban gracias al esfuerzo del pueblo trabajador y, al señalar a los especuladores, subrayé que Maxirrllno era uno de los grandes capitalistas, asociado inclusive a u n sueco fascista colocado en las Y~stasnegras del g o s ~ e m onorteamericano.
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Los asistentes respondieron con una gran combatividad. En ese ambiente pedí que se expresara el apoyo a la solicitud de renuncia de Maximino Avila Camacho al gabinete, hermano del presidente, y todos los participantes lo hicieron con energía. Solicité al secretario de Trabajo, licenciado Trujillo Gurría, que se había presentado al mitin, que fuera el conducto para expresar esa solicitud al señor presidente. Fidel Velázquez también se presentó al mitin y, en un momento de silencio, un compañero con voz estentórea gritó: "la oreja de Fidel Velázquez para Campa," lo que dio lugar a un ambiente de gran tensión. Los camaradas organizaron una autodefensa para que me cuidara, a pesar de mi insistencia en que era innecesario. Al día siguiente, muy temprano, en la superintendencia de división se recibió la solicitud del licenciado Trujillo Gurría, secretario del Trabajo, para que se me diera permiso y me trasladara a su oficina. Trujillo Gurría me expresó que había pasado a Manuel (se refería al presidente) copia taquigráfica del mitin y le comentó lo sucedido subrayando que yo, como lo acostumbraba, había fundamentado mi exposición y mis conclusiones. Después de este mitin las otras actividades ya no fueron necesarias. Trujillo me notificó que el presidente había expresado que nadie debería temer por mi seguridad, que yo era el habitante más seguro del país. A la vez, por mi conducto planteaba una reunión con los dirigentes ferrocarrileros y sindicales para examinar una proposición de Manuel, consistente en lanzar un decreto de un aumento general de salarios por virtud de la carestía de la vida. Al día siguiente nos reunimos los dirigentes sindicales en la Secretaría del Trabajo con los funcionarios nombrados por la Presidencia y dimos nuestras opiniones sobre el' proyecto de decreto. Este, en efecto, ordenaba se diera a tod,os los asalariados un aumento por salarios insuficientes. Esto constituía un gran éxito de la lucha realizada por iniciativa de los ferrocarrileros con el apoyo generalizado del pueblo trabajador. Ese mismo día apareció en el periódico El Popular, propiedad de Lombardo Toledano, un editorial en relación con el mitin, atacándonos a los ferrocarrileros y en particular a mí. Nos acusaban de hacerle el juego al fascismo en las condiciones de guerra existentes, de trotskistas y aventureros. Esa actitud resultaba grotesca m t e el l i ~ c h ode que el presidente de la república había acordado ya el decreto de aumento de salarios.
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Lucha por las nacionalizaciones El Sindicato Ferrocarrilero planteaba, simultáneamente con la lucha contra la carestía y por el aumento de salarios, las nacionalizaciones de las empresas imperialistas. Hacíamos amplia propaganda y publicidad, explicando que éramos aliados del imperialismo norteamericano y del imperialismo inglés contra el fascismo; pero la guerra era por la democracia y la independencia de los pueblos y en México teníamos pleno derecho para plantear simultáneamente la nacionalización de las empresas extranjeras. En corto tiempo logramos la nacionalización del Ferrocarril Znteroceánico, propiedad de ingleses y administrado por los Ferrocarriles Nacionales. Enseguida atacamos a la Wells Fargo del servicio de exprecs en los Ferrocarriles Mexicano y Sudpacifico. En el Mexicano, el express pasó a ser administrado por la empresa y en el Sudpacífico se constituyó una empresa descentralizada que demostró las enormes ganancias que se percibían en ese servicio. Luego planteamos la nacionalización del Ferrocarril Mexicano y la Terminal de Veracruz, de capital inglés, incorporando estas empresas a los Ferrocarriles Nacionales. Con la orientación ya seguida en los otros casos, emplazamos a huelga al Ferrocarril Noroeste de México (de Chihuahua a Ciudad Juárez por la sierra occidental), propiedad de la compañía Pearson, que tenía como negocio principal la concesión del gobierno, desde hacía muchas décadas, de millones de hectáreas madereras en la sierra, lugar donde había instalado grandes aserraderos. De acuerdo con un método acordado, planteábamos demandas sindicales con exigencias un poco exageradas y notificábamos al gobierno que no cederíamos hasta lograr la nacionalización. Intervenidas las empresas llegábamos a un acuerdo el gobierno y los dirigentes sindicales para establecer aumentos salariales provisionales a reserva de que con la nacionalización se fijaran íos aumentos definitivos. Pocos días antes de la huelga al Ferrocarril Noroeste, el presidente Avila Camacho nos llamó para decimos: "Muchachos, resulta que el Ferrocarril del Noreste ya no es de la Pearson, porque lo compró mi general Antonio Guerrero." Le expresé nuestro disgusto porque estábamos ante una maniobra evidente y nuestras luchas eran en beneficio de la nación, concentradas contra las empresas imperialistas y no estábamos de acuerdo en beneficiar a grandes capitalistas mexicanos. De todos modos, tuvimos que ceder ante la posición del gobierno y llegar a un arreglo con los nuevos propietarios de esa empresa.
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Pocos meses después nos enteramos de que el general Antonio Guerrero, un multimillonario, había realizado la compra por una cantidad mínima en sociedad con Miguel Alemán; pero el interés de ellos no era tanto el ferrocarril, sino las concesiones madereras. Alemán manejó después el Ferrocarril del Noreste para beneficiar sus aserraderos y varias empresas industriales que instaló en la cuenca de ese ferrocarril. Se asoció al gran capitalista de Chihuahua, Vallina, a Trouyet, de la misma talla, incrementando los grandes recursos del Banco Comercial Mexicano, convertido ya en una institución financiera. En 1944 realizamos una gran campaña por el establecimiento de controles en el comercio exterior, en los precios, en la inflación, para atacar a fondo la constante carestía de la vida. El Sindicato Ferrocarrilero realizaba cada año el plan de acción que incluía paros de 20 minutos, o sea, huelgas constitucionales no sujetas al arbitraje de la Ley del Trabajo. Lográbamos los aumentos y alentábamos al movimiento sindical a luchas salariales pero impulsábamos esa lucha por controles a fondo para intentar salir de este círculo vicioso.
El CNE y la carabina de Ambrosio En un consejo nacional de la CTM, a pesar de la oposición de Lombardo y Fidel Velázquez, logramos un acuerdo en el sentido de ir a una huelga general para requerir esas medidas de fondo en la economía del país. El presidente Avila Carnacho contestó al documento en que se emplazaba a huelga con palabras retóricas, diciendo que el movimiento era muy dañino para el país y proponiendo la instalación inmediata de un Consejo Nacional de la Economía, presidido por él e integrado con delegaciones de los trabajadores, de los capitalistas y del gobierno. En las reuniones de la CTM rechazamos los planteamientos del presidente, insistiendo en que era una manera de eludir el problema y de darle largas, pero Lombardo y Fidel lograron que se acordara aplazar la huelga -la que ya nunca se realizó- y convenir con el presidente en la instalación de ese consejo. Fidel Velázquez me llamó en esos días para decirme que el Comité Ejecutivo Nacional de la central me había designado como responsable de la delegación obrera ante el Consejo Nacional Económico y la Presidencia lo había llamado para solicitar que me cambiaran por otro dirigente de la CTM, pero que ellos habían resuelto no aceptar el cambio, notificando que si yo no era aceptado, la CTM no participaría en dicho consejo.
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Esto era el resultado de una labor muy intensa y de un ambiente : muy favorable para la corriente sindical democrática e independiente. Instalado el Consejo Nacional Económico se nombró una gran comisión integrada por el licenciado Eduardo Suárez, secretario de Hacienda, el licenciado Aníbal de Iturbide, en representación de los capitalistas y yo, en la de los trabajadores. Hacía pocas semanas los ferrocarrileros habíamos organizado una gran manifestación de protesta contra la carestía. Al hablar en el zócalo leí un cable de Moscú en el que informaba que se habían fusilado a unos especuladores de mercancías de amplio consumo. Expresé que aquí tendrían que ser miles los fusilados, lo cual resultaría sumamente costoso; preferible sería ahorcarlos de los postes, pero en este caso tendríamos dificultades porque era muy grande el número de los especuladores y que, de hacerlo en el centro del zócalo, deberíamos ahorcar al licenciado Eduardo Suárez, principal responsable de la funesta política económica en el país. Los periódicos hicieron muchos comentarios y se publicaron caricaturas en las que yo estaba tirando de la soga a Eduardo Suárez. No obstante lo anterior, el licenciado Eduardo Suárez se portó muy sereno y en las violentas discusiones que tenía yo con Aníbal de Iturbide, el secretario de Hacienda en lo general me daba la razón. La revista mempo del 14 de junio de 1946 recogió algunas de las ideas fundamentales que expresé en la conferencia: "Valentin Campa, miembro del Comité Ejecutivodel Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros, hundió más el escapelo gara decir cosas que, en labios de un industrial, sin duda hubiesen equivalido a escándalo y atraído los epitetos de 'comunista' y todo lo demb. 'El secretario de Hacienda, Licenciado Eduardo S u h z -afirmó Valentín Campa- es el principal responsable de la actual crids económica de México.' "Usó las cifras proporcionadas por el licenciado Suárez en el discurso ante la última convención nacional de banqueros: En 1936 el capital de los bancos ascendía a $209 millones y las disponibilidades -capital más depósitos- a $953 millones. En diciembre de 1945 la primera cifra se había elevado a $358 millones y la segunda a $5 575 millones. "La política financiera del licenciado Suárez queda demostrada así: entre esas dos fechas solamente $300 millones fueron Invertidos en la industria de transformación, mientras $1 366 millones se dedicaron a la construcción de edificios privados. . "Valentín Campa explicó después ciertos hechos de las entretelas bancarias mexicanas. Expresó que existen dos gmpos fundamentales de banqueros: unos, los científicos, correspondientes al gmpo que capitanea el licenciado Qómez Morln, presidente del Partido (de) Acción Nacional y don Salvador Ugarte, director del Bwco de Comercio; otros, los neocientíficos. agrupados alrededor del Banco Nacional de México y cercanos al licenciado Suárez. Los dos ag~parnientos 'exprimen el país; están en perpetua
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disputa para ver quién se apodera de un botín mayor, y sólo cuando logran ponerse de acuerdo sobre el reparto, cesa lu violencia de los ataques que unos a otros se lanzan. .' "El fondo del pleito gira siempre en tomo a determinar 'si la gran masa de dinero nuevo ha de ir a los bancos científicos o a los neocientíficos. ' El secretario de Hacienda da todas sus preferencias a estos ultimos. " '¿Qué ocurre con el dinero de las obras públicas?' -inquiriÓ'~ampa'El licenciado Suárez lo hace depositar en las arcas s i e m p r e bien abiertas para el caso- del neocientífico Baiico Nacional de México, el cual, mientras se realizan las inversiones a que están destinadas tales sumas, ve incrementarse el volumen de sus depósitos y el del dinero que dedica a favorecer operaciones de acaparamiento y especulación. De ahí que sean antinflacionbtas los del grupo contrario. ¿Cómo no van a serio si el dinero nuevo no es para ellos? Si lo fuera, cambiaría inmediatamente su modo de pensar. " 'Tales especulaciones, tal USO,inadecuado, del dinero, es lo que determina la carestía. El llcenciado Suárez no sólo ha tolerado y admltido esta situación, slno que la ha fomentado. Consecuencia flnai es el fortalecimiento de una capa harta de dinero, insolente con al pueblo y reaccionaria en lo más profundo de sus convicciones, si es que merecen llamarse así...' "Dice Valentín Campa mucho mis: 'Hny una Insuperable anarquia en todos los Órdenes. El slstbma tributarlo puesto en juego por el Ilconclado S u h z no es slstema, sino perfecto desbarajusto. &Qué gravamen Importante, verdadero -tal como los lmplantndoa en Inglaterra y los E.U, durante el confllcto béllco, o tai como lo estab1,leclÓla derogada ley mexlcana del supeuprovecho- se ha fljado a la8 grandea fortunas, a laa grandes gananclaa, a los grande8 dlvldendos? En comparaclóii con su nlvel de vlda, paga m L Impuesto8 el venddor de cacahuaks que el multlmlllonarlo. .' "Control Ineludlble. Campa cerr6 su exposición proponlendo una medl. da: 'El Estado debe asumlr el control del crédlto, tomando a su cargo la masa de d e ~ b l t o sde los dos grupos de banqueros y encauzaria hacia la producclon agrícola e lndustrlai que deja pocos dhldendoa al Invenilonlsta, pero un bienestar mucho mayor ai pais. Claro qiie debe respetame la propledad de esas sumas a los actuales dueños, por mi% que osto tambfhn pudlera ser dlscutlble. , Controlar el crédlto y alejarlo de la especulaclbn lo 'consldero garantia para que Méxlco exlsta y prospere. ' "El viernes 7 los líderes cetemlstas ise entrevlstaron con el presidente de la ropúbllca, qulen les pldló puntos de vlsta concretos sobre la carestía, Al reprodiiclr sus argumentos ante el.jefe del Estado, Valentin Campa fomu1ó la esperanza de que el gobierno cambie de política. "La mesa redonda obrerolndustrial aplaudló a Campa y se pronunció, de modo ablerto, por el control del cn4dito y así tomaba cuerpo una nueva colncldencla de fondo entre los dos rrectores. Muchas otrae vendrían en segulda:
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"Transportes. Vaientín Campa volvló a la carga: 'Se preclsa el control absoluto de los medloe de transporte. Los hechos hablan por s i soloa: a) El Ferrocarrii Mexlcano no mueve el maiz de Chlapas y deja acumulame en Córdoba el flete perecedero con tai de desplazar el flete de exportaclán e
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importación, que paga tarifas más altas; b) El Ferrocarril Sudpacíficoefectúa todos los años la exportación del tomate de Sinaloa, pero hecha esta operación, retira sus locomotoras a los Estados Unidos, mientras en Sonora el trigo y el arroz se pudren por falta de arrastre ferroviario;c) los Ferrocarriles Nacionales dan preferencia a los concentrados minerales de exportación, sobre el maíz y el frijol, que pagan una tarifa tres veces más alta ' "Valentín Campa -regiomontano, 42 años, directivo del Sindicato de Trabdadores Ferrocanileros- es una de las figuras más visibles en el movimiento obrero mexicano, al cual se incorporó a la edad de 18 años, cuando trabajaba ya en la estación ferroviaria de Hipólito como cargador. Sucesivamente subió a vigilante, garrotero de patio, oficinista. Adolescente aún, desempeñó un cargo sindical: la Secretaría Divisional de la Confederación de Transportes. En 1926 -Ciudad Victoria- dirigió la huelga de mecánicos, moviniiento que fue aplastado por el gobierno. Campa sufrió entonces su primer encarcelamiento. 'Ya perdí la cuenta -dice- de cuántos he sufrido desde entonces. . . ' Llegó al Partido Comunista cuando lo dirigían Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Rafael Carrillo. Con el segundo de éstos fundó, y luego dirigió, la Confederación Sindical Unitaria Mexicana En 1930, con nombre y pasaporte falsos, asistió al congreso de la Internacional Sindical Roja, en Moscú. Al volver lo descubrió la policía y lo sometió a rigurosa incomunicación, que pudo eludir tres veces valiéndose de recursos tales como el de convencer a un guardia y arrojar unas monedas de plata, envueltas en un recado, a través de una ventana, en un momento convenido. Expulsado del PC en 1939, regresó a su puesto en la base: oficinista en la estación de carga de Nonoaico. . . De ahí salió, hace escasos dos años, para desempeñar su puesto actual, segundo en importancia entre los ferroviarios. Es, íntegramente sobrio, y autodidacta."
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Pero sucedió lo que habíamos previsto, las proposiciones del consejo y aún las conclusiones se quedaron en el archivo. Avila Carnacho no hizo nada con el pretexto de que estaba por terminar su periodo y que sería el nuevo presidente quien decidiría las medidas que se aplicarían. En las luchas contra la inflación monetaria y la carestía y contra las medidas aplicadas por el imperialismo yanqui, concertamos una alianza con la Cámara Nacional d e la Industria de la Transformación (CANACINTRA), integrada por la mediana burguesía industrial, hostigada por los consorcios imperialistas y por la Secretaría de Hacienda. El ingeniero Domingo Lavín y José R. Colín, dirigentes de la CANACINTRA, nombraron al asesor técnico de este organismo para que cooperara conmigo en las actividades correspondientes; además, aportaban fuertes cantidades para la propaganda y la publicidad pagada. En el caso del Consejo Nacional Económico, como en otros, la alianza era secreta, por temer las represalias del gobierno y, concretamente, de la Secretaría de Hacienda. El asesor de la CANACINTRA nos aportó muchas informaciones y datos técnicos y legales.
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El cachorrismo revolucionario En una ocasión, al debatirse en el consejo el tema del despilfarro de las reservas en dólares acumuladas en el Banco de México por el considerable aumento de los productos de exportación en esa etapa de guerra, el asesor de la CANACINTRA me dio copia de una factura con los datos precisos de la compra, por la viuda de Larín (la propietaria de la gran fábrica de chocolates), en un lujoso establecimiento de Nueva York, de un abrigo de visón que costó muchas decenas de miles de dólares. En mi comentario sobre el tema, mencioné el dato. Carlos Novoa, presidente de la Asociación de Banqueros, expresó que yo utilizaba en f o m a efectista algunos hechos. Dijo que yo debería saber que la viuda de Larín era muy conocida por estar loca, a lo cual yo contesté preguntándole cuál mujer de ellos y de todos los millonarios no estaba loca y no dilapidaba recursos generados por el pueblo trabajador, lo cual fue motivo de hilaridad, inclusive para el presidente Avila Camacho. Al iniciar sus funciones el nuevo presidente Miguel Alemán, la CTM concertó una entrevista con él; Fidel me incluyó en la delegación de esa central. Discutimos con Alemán la funesta situación económica, el problema de la carestía y otros temas. Le subrayé que el Consejo Nacional de Economía, presidido por el general Manuel Avila Carnacho, como lo previmos, resultó una maniobra distraccionista y sus conclusiones, algunas muy buenas, habían sido lanzadas al canasto de los desperdicios. Alemán expresó que estaba de acuerdo en no seguir ese teatro del Consejo Nacional de Economía y discutir al respecto con los representantes de los trabajadores las medidas prácticas y eficaces. Como es bien sabido, Alemán hizo todo lo contrario. En su discurso de toma de posesión lanzó amenazas, aunque con eufemismos, contra los petroleros y ferrocarrileros. Los ferrocarrileros nos pusimos en guardia e insistimos con los petroleros en unificar criterios para la acción. Los petroleros, sin embargo, ante la gran presión-interna, no lograron encauzarse y, a principios de diciembre del 47, realizaron un paro general por la nivelación de salarios y prestaciones que la empresa se había comprometido a realizar desde el primer contrato colectivo de trabajo: simplemente pasaban los años y los petroleros eran objeto de manipuleos, pues nunca se les cumplía lo prometido. Aleaán respondió con una represión general, movilizando el ejército. y rompió el paro. Sobre la marcha manipuló una convención, impuso a un tal Abrego, líder entregado al gobierno, como secretario general
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del Sindicato. Lombardo Toledano sancionó esa farsa de convención y apuntaló al traidor de Abrego. Llamamos a los petroleros para agrupar las fuerzas y presentar resistencia a la ofensiva oficial. Se logró un impulso democratizador entre los petroleros, quienes lanzaron a Abrego de la dirección por medio de una nueva convención nacional y en medio de una gran movilización. Esta convención nombró como secretario general al conocido luchador Eulalio Ibáñez ("El Negro") quien logró restablecer la normalidad y la independencia en el Sindicato. Con el respaldo de los ferrocarrileros y, aunque un poco forzado, también con el de la CTM, lograron conseguir algunas de sus demandas, aunque en forma parcial. En 1945 Lombardo y Fidel Velázquez aceptaron la proposición de la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN) para firmar un pacto obrero empresarial con una serie de normas colaboracionistas. El Sindicato Ferrocarrilero protestó por esos arreglos e hizo constar que estaba en plena lucha contra la Cámara de la Industria del Transporte, adherida a la CONCAMIN, con objeto de nacionalizar las empresas ferrocarrilerns imperialistas. Lamentablemente, el gobierno presionó para que Gómez 2. no le diera amplia publicidad a este acuerdo del Sindicato Ferrocamilero. Por último, planteamos la huelga al Ferrocarril Sudpacífico, subsidiario del South Pacific de Norteamérica. El presidente Avila Camacho estuvo de acuerdo, pero a Úitima hora nos pidió que apjazárarnos la huelga, entendidos de que el presidente entrante, licenciado Miguel Alemán, estaba de acuerdo con la nacionalización y con él fuaríamas la fecha del movimiento. Alemán primero nos pidió recorrer la fecha de la huelga, ya que iba a realizar una visita a los Estados Unidos. Después nos presionó para volver a prorrogar la huelga, a causa de la visita a México de Mr. Truman y, en generd, presentó una fuerte reaistencia, retractándose del compromiso de la nacionalización. Nosotros habíamos conseguido el archivo secreto del South Pacific y demostramos al gobierno los grandes fraudes de esa empresa a la nación y al Estado, por lo que, en vez de indemnizarla, South Pncific debía una cantidad muy fuerte a nuestro país. El día que debería realizarse la huelga nos trasladamos a Guadalajara en avión y, en el trayecto, el oficial mayor de la Secretaría de Transportes y Comunicaciones nos expresó que al intervenir la empresa no se concedería ningún aumento de salarios en carácter provi-
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sional, como se había acostumbrado antes, y que la huelga ante la empresa intervenida por el gobierno no podía realizarse. Alemán iniciaba así la política de romper las huelgas por medio de la intervención de las empresas por el gobierno. La lucha política del Sindicato con Alemán fue muy tensa, particularmente por nuestra corriente, que hizo una fuerte agitación, explicando las serias inconsecuencias en que incurrió ese presidente, en lo cual tuvimos completa razón. Luis Gómez Zepeda estuvo cediendo a las presiones del gobierno y sólo varios años después Alemán nacionalizó la empresa, indemnizándola cuando ya era pura chatarra, sin equipo rodante y después de haberse demostrado los fraudes que fundamentaban la expropiación sin indemnización alguna. Alemán se orientaba a una política muy reaccionaria de ajustarse al imperialismo yanqui, con el criterio de que era inminente una guerra, que afortunadamente no fue declarada, de Estados Unidos de Norteamérica contra la Unión Soviética, en la que México participaría a favor de la "democracia" norteamericana. La soberbia estadunidense de haber construido bombas atómicas fue contrarrestada por la URSS, cuando también dio a conocer la fabricación de esas bombas. A finales de los años 30 el general Cárdenas nos dio a conocer, en una reunión estrecha a unos cuantos dirigentes de los sindicatos Fe. rrocarrilero y Petrolero, su decisión de instalar en forma secreta una fábrica de automóviles y camiones, aprovechando a los ingenieros y altos técnicos de la fábrica hispanosuiza de Barcelona, España, que habían llegado como inmigrados en relación con la guerra en aquel país. Proponía que la fábrica se instalara en los Talleres Anáhuac, en la parte norte de la estación ferrocarrilera de San Lázaro, hasta entonces taller de reparación de la aviación militar y que, además de algunas máquinas y herramientas aportadas por el gobierno, en forma secreta PEMEX y los Ferrocarriles Nacionales cooperaran con materiales para la instalación. Subrayaba que la fábrica debería instalarse en completo secreto porque estaba seguro de que, de enterarse los gringos, recurrirían a todos los medios para sabotearla. Se puso en práctica la propuesta por el general Cárdenas y al terminar su periodo le entregó a Avila Camacho la tarea de continuar la instalación hasta conformar la fábrica en plena producción. Continuamos cooperando en ese proyecto secreto con el gobierno del presidente Avila Camacho. Este dejó muy avanzadas las instalaciones y las entregó también como secreto de Estado al presidente Alemán. El licenciado Miguel Alemán, al iniciar su periodo, nombró, como director de la Fábrica de Automóviles y Camiones Anáhuac, al ingeniero Domingo Lavín. Se hicieron las pruebas de campo de automóviles,
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camiones y tractores y estaban todos los dispositivos para la producción en serie. Un buen día se me presenta en Nonoalco el ingeniero Lavín y me informa que Alemán le había pedido su renuncia al cargo de director por un conflicto muy serio en cuanto que el gobierno de Washington, por conducto de su embajador, lo acusaba aél de estarse prestando para ciertos experimentos y elaboraciones relacionadas con la energía nuclear. Esto era claramente absurdo, pero el hecho es que Alemán aceptó las indicaciones yanquis y desmanteló todo lo que se había avanzado en Talleres Anáhuac. Esta gran traición de Alemán no fue denunciada por el temor a las amenazas del gobierno.
mesa redonda de marx5stas
Del 1 3 al 21 de enero de 1947, a convocatoria del compañero Vicente Lombardo Toledano, se realizó una mesa redonda de marxistas para abordar el tema "Objetivos y táctica del proletariado y del sector revolucionario de México en la actual etapa de evolución histórica del país". Participaron en ella representantes del grupo marxista de la Universidad Obrera, encabezado por el compañero Lombardo; del Partido Comunista Mexicano, por Dionisio Encina; del grupo marxista El Insurgente, en que participaban José Revueltas y Leopoldo Méndez; de Acción Socialista Unificada, representada por Hernán Laborde y por mí; de la Sociedad Francisco Javier Mina, representada por David Alfaro Siqueiros. Como personalidades participaban el licenciado Narciso Bassols, el licenciado Víctor Manuel Viílaseñor, Juan Manuel Elizondo, entonces senador y secretario general del Sindicato de Mineros, Rafael Carriüo y otros.
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La primera polémica
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El evento tuvo lugar a mes y medio de haber iniciado su periodo presidencial Miguel Alemán (1946). Este, en el mes de diciembre, el pnmero de su gestión, había puesto en práctica las siguientes medidas: las contrarreformas al Artículo 27 constitucional, guiadas por una orientación muy reaccionaria en el problema agrario; la intervención . del ejército para romper el paro del Sindicato Petrolero que planteaba la solución de viejas demandas, todas justificadas, como la nivelación de salarios, ya que se aplicaban tabuladores distintos para las mismas tareas en las diversas empresas imperialistas que habían sido expropiadas; la designación como gerente del Banco de México del licenciado Carlos Novoa, presidente en funciones de la Asociación de
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Banqueros Privados (hecho que atacamos señalando que se entregaba la Iglesia en manos de Lutero). Esto alarmaba a la mayoría de las fuerzas democráticas y revolucionarias y a sus representantes en la mesa redonda, De una vez, para dar idea de la característica esencial de esa mesa, señalaremos que Lombardo y otros de su grupo insistieron en que no se podía atacar al presidente Alemán sin darle tiempo a que expusiera su orientación. Nosotros lo refutamos. Demostramos que en un mes y medio Alemán había aplicado varias medidas sumamente reaccionarias que lo caracterizaban como un representante de los intereses de la gran burguesía y planteamos que, de no resistir ese proceso, pronto el país sería conducido a una situación muy sofocante. En la mesa redonda Ee plantearon problemas de mucha importancia. Entre otros, la política de nacionalizaciones de empresas imperialistas y el desarrollo del capitalismo de Estado. Se señalaron allí las contradicciones en la organización del Partido Popular, la concentración de esfuerzos para reforzar el Partido Comunista Mexicano y la necesidad de la unidad de acción. Acción Socialista Unificada llegó a la conclusión de que en esa mesa redonda se observaba, por parte de Lombardo y otros muchos integrantes, la continuidad de la nefaeta política de "unidad a toda costa" que condujo a la crisis del. movimiento sindical y del Partido Comunista, En el fondo, muy habilidosamente, Lombardo y otros pretendian hacer de ese evento una maniobra para comprometernos a todos a la unidad de la CTM sobre la base de apoyar la candidatura de Amilpa, Era Bsta la intención central, ya que en la CTM se desbordaba el descontento por las claudicaciones y la corrupción, descontento que apuntaba a favorecer la candidatura de Lui8'Gómez Z. para secretario general de la CTM apoyada por varios sindicatos industriales. Sobre este problema de la CTM expuse en mis aclaraciones al final de la mesa redonda: "En cuanto a la CTM, no es exacto que el compañero Hemhn haya aflmado que la corrupción y la falta de dernocracla estuvlesen concentradas en un grupo nada m8s de la CTM. El, por el contrario, subrayó lo que ya habfa dicho, que en uno y otro campos hay elementos Inmorales, en uno y otro campos hay falta de dernocracla, hay compclbn, etcétera, Pero que es evidente, para los que de verdad están actuando en el movimlento sindical, que hay una diferencia fundamental en los dos agrupamlentos, en cuanto a que uno ha deflnldo, hasta tener elomentos de tralcI6n flagrante a la clase obrera, y esto no es une aflmaclón nada más, slno que es una aflrmaci6n acompañada de hechos concretos que nadie se ha atrevldo a negar por ser muy evldentes nl slqulera los que han pretendido hacer el panegfrlco del compañero Amilpa." (El Popular, enero de 1942.)
MESA REDONDA DE MARXISTAS
ASU por las nacionalizaciones
Durante los años de guerra, el Sindicato Ferrocarrilero había sostenido una acción constante para nacionalizar las empresas extranjeras. Lornbardo, con la CTM y el PCM, se oponía a esa política. En la mesa redonda, en las declaraciones finales al respecto, expuse: " Sostenemos. que en México, para llegar a un grado serio de industrialización y, sobre todo, en las industrias básicas, el movimiento obrero y, en particular, los marxistas, debemos pronunciarnos por el capitalismo de Estado, freiite a los que afirman la exclusiva, en el proceso de industrialización, del capitalismo privado." Lombardo Toledano, con sofismas, se opuso a ese planteamiento. En realidad se oponía a una lucha por la nacionalización de las grandes empresas imperialistas. En el proceso político reaccionario de ese momento se cayó en las llamadas empresas mixtas y en la compra a un alto costo de algunas empresas imperialistas. El Sindicato Ferrocarrilero no logró que otros sindicatos industriales, la CTM y el Partido Comunista Mexicano, secundaran la lucha por la nacionalización de las empresas imperialistas. Precisamente por esa contradicción, el Sindicato Ferrocarrilero hizo constar por escrito que se oponía al famoso pacto obreroindustrial firmado en 1946 por la CTM y la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN). Dejó constancia de que en la CONCAMIN estaba la Cámara de la Industria del Transporte y, en ella, las empresas imperialistas que nosotros exigíamos fueran nacionalizadas. Lamentablemente, esta constancia no se publicó por haberse resistido a ello Luis Gómez 2. El tema de impulsar el capitalismo de Estado con el máximo de democratización sigue siendo de actualidad. En el reciente XVIII Congreso de nuestro Partido fue abordado. Considerando que el proceso de monopolización es irreversible en cuanto a las formas de producción, sostuvimos en él que hay la necesidad de interrumpir el proceso del capitalismo monopolista de Estado, iniciado desde hace algunos años, sobre la base de impulsar el capitalismo de Estado sin la participación de los monopolios privados mexicanos e imperialistas que en la actuaüdad están interviniendo en las 'grandes empresas del Estado industriales mixtas, y de contrarrestar, claro está, la política del régimen de disponer las empresas y recursos del Estado al servicio, principalmente, de los grandes capitalistas privados mexicanos y extranjeros.
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Subestimación del imperialismo Por cierto que, en relación al imperialismo, Laborde y yo, delegados de ASU, cometimos el error, en la mesa redonda, de subestimar su perspectiva inmediata. Influidos por la crisis cíclica de sobreproducción capitalista que se desatara luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, creíamos que esa crisis conduciría a una violenta sacudida del imperialismo yanqui. Nuestro error consistió en afirmar aue el imperialismo yanqui era un "gigante con pies de barro". En ese entonces subestimamos la capacidad del imperialismo para encontrar salidas a sus crisis cíclicas y lograr durante dos décadas el desarrollo de la capacidad productiva en los países imperialistas. Con nosotros discrepó el compañero Lombardo y en ello tuvo razón. En la mesa redonda se hizo una polémica constante entre la corriente de Lombardo y muchos de 10s que no estábamos en ella sobre la caracterización del régimen, concretamente, del gobiemo de Miguel Alemin, y sobre la característica que debería tener el Partido Popular al integrarse. Lombardo sostenía opiniones muy negativas, pero las exponía con cierto cuidado y empujaba a otros de su grupo para que expresaran de manera clara sus concepciones derechistas. El compañero José Revueltas, a nombre del grupo marxista El Insurgente, expresó: "Mientras la burguesía no se convierta en burguesía antinacional, el proletariado no puede planteame el arrebatarlo la dirección de la revolución democrática.
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Esta opinión, en otras palabras, también la expresó Rafael Carrillo. Al responderles nosotros que esas eran opiniones mencheviques, combatidas en forma contundente por Lenin en su obra Dos tácticas de la socialdemocracia, los compañeros lombardistas se indignaron. El pintor Leopoldo Méndez, presidente del circulo marxista El Insurgente, categóricamente afirmaba que el gobierno actual, el de Miguel Alemán, era "un gobierno de la burguesía progresista surgido de la Revolución mexicana" y agregaba:
'SI si no queremos ser simples demagogos, ante el pueblo que ha elegido al presidente Miguel Alemán con nuestro apoyo, debemos cargar con la responsabilidad porque si el gobierno cede alguna vez ante la ofensiva reaccionaria, la preslón imperialista, la culpa no la tiene solamente el gobierno, sino también, y principalmente, los dirigentes del movimiento democrático, obrero y marxista de México."
En la mesa redonda subrayamos que un factor importante en el proceso reaccionario desde el gobierno de Avíla Camacho era el des-
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arrollo de la gran burguesía mexicana. Denunciábamos la gran acumu-. lación de los archimillonarios a lo Aarón Sáenz. Esto lo rechazaban todos los lombardistas. Lamentablemente, la dirección del Partido Comunista compartía la opinión de que el gobierno de Alemán era un gobiemo de la burguesía progresista. A) respecto, en su intervención, el camarada Hernán fue categórico y expuso: "No. Lo que Revueltas propone, en realidad, es que el proletariado siga yendo a la cola de la burguesía; esa esla realidad."
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El debate sobre el "partido de nuevo tipo"
El debate sobre las características del Partido Popular y el reforzamiento del Partido Comunista Mexicano fue muy amplio. Nosotros sostuvimos, y demostramos, que en realidad lo que con el llamado partido de nuevo tipo se pretendía era abarcar a los obreros, campesinos, intelectuales, pequeña burguesía, negociantes, burguesía media, y, aunque a veces los lombardistas no precisaban la idea, a la burguesía industrial en general. Aunque el compañero Lombardo eludió esto último, nosotros dejamos claro que esa era la orientación contenida en las declaraciones expresadas de Ramirez y Ramírez, Revueltas y otros. Sostuvimos que pretendían integrar una especie de AlianzaPopular Revolucionaria Antimperialista (APRA), como: la de Haya de la Torre, en Perú, la que degeneró en agencia del imperialismo yanqui. Demostramos que Ramírez y Ramírez había sostenido esa idea en Guatemala. El señalaba el Partido de Acción Revolucionaria de Guatemala como un modelo del partido que se necesitaba en México. Este Partido, precisamente, había invitado a Haya de la Torre a la capital guatemalteca, lo cual Ran~írezy Rarnírez, Peraza y yo, con otros compañeros, habíamos ido a combatir. Aunque no nos oponíamos a la integración del PP, y esto quizá fue una debilidad, nosotros subrayábamos como lo principal el reforzamiento del Partido Comunista Mexicano. Al respecto, Hernán afirmó: "La primera tarea de los marxistas, en las condiciones actuales de México, consiste en preguntamos qué podemos hacer t a l a juntos para sacar rápidamente al Partido Comunista Mexicano de la situación en que se encuentra como partido pequeño, débil, que su propia dirección reconoce que no puede jugar el papei de vanguardia, y transformarlo rápidamente para q_ue pueda desempeñar ese papel. Yo dlgo: ¿están dispuestos estos
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compañeros a que se disuelvan todos los grupos y sus contingentes se iricorporen en masa al PCM? Si ellos están dispuestos, nosotros estamos dispuestos también; nosotros nos comprometemos a plantear la cuestión en el seno del consejo d e la ASU y estamos seguros de lograr un acuerdo en el sentido de que Acci6n Socialista Unificada se disuelva y todos sus miembros se incorporen en masa al Partldo Comunista Mexicano."
El PCM, por conducto de Carlos Sánchez, eludió la propuesta de Hernán y, por el contrario, argumentó : "El Partido (el PCM) cree necesario resolver en primer término la unidad de la confederación, porque de este modo estará en mejores condiciones la clase obrera para luchar por su propia depuración." (Unidad con Amilpa.)
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Y más adelante: "El Partido Comunista considera una necesidad cEar el Partido Popular, emprender, constihiir el Partido Popular."
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Lombardo Toledano, en sus conclusiones, afirmó: "El partido nuevo no puede ser un partido marxista, porque ya existe el Partido Comunista Mexicano, y crear otro semejante equivaldría, aunque se diga lo contrario y aunque se quisiera l o contrario, a inaugurar una lucha infecunda entre partidos manristas que podría tener graves repercusiones en la vida política general."
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Es ya sabido cómo Lombardo poco tiempo después transformó el Partido Popular en Partido Popular Socialista, "marxistaleninista", con todas las confusiones y los problemas que han culminado con la dirección traidora de Cruickshank y su política reaccionaria. Está en pie el examen de si fue correcto que el Partido Comunista Mexicano aportara cuadros para organizar al Partido Popular, algunos de los cuales se quedaron en éste y llegaron a convertirse luego en renegados y enemigos del propio Partido Comunista. Nosotros, partidarios del socialismo científico, debemos preocuparnos por concentrar nuestros esfuerzos en el desarrollo del partido de la clase obrera. Considerando el proceso del desarrollo del capitalismo en México y el peso considerable de la clase obrera y los asalariados, no es correcto preocuparnos, como a veces sucede, hasta porque la burguesía se integre en partidos políticos. Esta burguesía tiene el PRI y el PAN como sus partidos así como a otros instrumentos políticos activos del tipo del Consejo Coordinador Empresarial, representativo de la gran burguesía mexicana y asociado al imperialismo yanqui.
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Ni siquiera la unidad de acción
En la mesa redonda no fue posible ni siquiera la aprobación de medidas inmediatas para la unidad de acci6n. Lombardo especuló para rechazar esa unidad de acción aún en problemas concretos y transitorios. Afirmó: "Hay discrepancias senas por lo que toca a la manera de concebir, aplicando los principios del manrismo, la realidad que hoy vive el mundo, y mientras no liquidemos estas divergencias de carácter teórico, estas diferencias en la aplicación de la teoría, a una realidad histórica deteminada del mundo, del de hoy, ninguna conclusión unificada podremos inferir y, consiguientemente, ninguna orientación teórica unificada podremos realizar en común los que aquí estamos, porque la concepción común depende de una concepción común recia."
Lombardo insistía en confundir las condiciones para una unificación orgánica en un solo partido y para desarrollar la unidad de acción inmediata por aspectos limitados. Estc método, rninuciosamente calculado, lo manejó siempre para impedir la unidad de acción y aún las alianzas. Sólo cuando los acontecimientos se lo imponían o cuando teníamos una fuerza social y política amplia, aceptaba la unidad de acción y la alianza entre partidos democráticos: fue el caso, a fines de 1958, del gran éxito alcanzado en las huelgas ferrocarrileras, de los profesores, telegrafistas federales y petroleros d e la Sección 35; de las elecciones victoriosas en el Sindicato Ferrocarrilero que desplazaron a los charros. Pero, también, en cuanto la oportunidad se le presentaba, echaba marcha atrás. Ante la brutal represión del gobierno de López Mateos a fines de marzo de 1959, por ejemplo, los lombardistas rompieron la alianza con sofismas rebuscados y llevados por el pánico político asumieron actitudes que hacían el juego a la represión del gobierno contra los ferrocarrileros que seguían manteniendo posiciones firmes e independientes. Mantengo la opinión de la necesidad de realizar un serio estudio acerca de todo lo expuesto en aquella mesa redonda para definir las corrientes políticas que en ella, en una u otra forma, se manifestaron. Esto aclararía muchas de las actividades anteriores y posteriores a su celebración por parte de los agrupamientos y personalidades politicas que participaron en ella. Será un estudio muy útil para las futuras generaciones de militantes.
revueltas
Revueltas, en los años 45 al 47, actuó como un lombardista consumado, y Lombardo estaba a la cola de Alemán, según una acertada expresión de Laborde; pero antes y después fue, en lo general, un militante de izquierda muy consecuente. De joven conoció los años de la represión callista. Aunque cometió los errores sectarios de izquierda en que todos incurrimos, se comportó valiente y abnegadamente. Participó con Laborde y Miguel Angel Velasco en la delegación al VI1 Congreso de la Internacional Comunista. Nunca entendió el significado de la política de "unidad a toda costa" acordado por el pleno de junio de 1937 bajo la presión de la Internacional Comunista por conducto directo de Earl Browder. Nunca comprendió que allí se había iniciado la crisis del movimiento sindical y la crisis del Partido Comunista Mexicano. Es explicable que no haya percibido el hecho, manejado en secreto durante muchos años, de que nuestra expulsión, la de Laborde y la mía, con base en la acusación de ser sectario-oportunistas, con el pretexto de haber aplicado la línea de "unidad a toda costa" establecida bajo una tremenda presión, se debió a que nos habíamos opuesto a la liquidación de León Trotski acordada por Stalin. De allí, la tremenda confusión que sufrió en muchos de los problemas del Partido Comunista Mexicano y del movimiento sindical de nuestro país. Se caracterizó por un estado de ánimo colindante con la angustia. Fue muy inconsistente. Por eso precisamente, cuando en el PCM se abría paso una corriente renovadora, él lo abandonó para dar un salto hacia una diz que unidad marxistaleninista ni más ni menos que con el grupo de Sánchez Cárdenas, ya claramente orientado al lombardismo, para luego darse cuenta del absurdo que había cometido y salirse de tal grupo e iniciar una trayectoria trepidante en la Liga Espartaco.
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Su lucha de oposición en la política reaccionaria del gobierno lo colocaba en el campo de la unidad de acción con el Partido Comunista. De aquí que la gran represión del gobierno de Díaz Ordaz contra el gran movimiento estudiantil y popular de 1968 lo haya conducido a la prisión junto con cientos de comunistas. Sin embargo, las relaciones de los comunistas con él se estropearon mucho por su actitud cerrada hacia el Partido. Pretendía conformar la cabeza del proletariado donde él militaba, inclusive con el grupo de Sánchez Cárdenas. No aceptaba el hecho objetivo de que en México, con todos sus errores y deficiencias, es el Partido Comunista Mexicano el organismo político con mayor experiencia y el que ha creado las condiciones internas para aprovecharlas. Muchas veces coincidimos ante las represiones del gobierno y en muchas acciones. Muchas veces actuamos en campos contrarios. La discusión polémica acordada entre él y nosotros sobre el Partido Comunista Mexicano, en una mesa redonda que tendría lugar en la UNAM, lamentablemente no pudo realizarse. Siempre, aun en las contradicciones más fuertes, Revueltas y yo nos mantuvimos en un plano de estimación y de respeto. Esto no lo entienden algunos fariseos de la izquierda. En junio de 1962 Revueltas me envió a la prisión un ejemplar de su libro recién editado Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, con la siguiente dedicatoria: "Al gran luchador Valentín Campa, a quien, por encima de diferencias políticas, consideraré siempre como un héroe indiscutible de la clase obmra de nuestro país." Es -una opinión no merecida, pero que yo tengo en gran estima: la transcribo sólo para refutar a los que nunca entendieron la estimación y el respeto que hubo siempre entre Revueltas y yo.
devaluación y chamaxo
Cada año el Sindicato Ferrocarrilero realizaba un paro general -huelga constitucional al margen del arbitraje de la Junta Federal- de carácter progresivo. Se iniciaba con veinte minutos al día.. Su objetivo era luchar por aumentos de salarios compensatorios de la carestía y por los demás problemas de actualidad. El 26 de septiembre de 1946 hicimos el último de esos paros, con un éxito parcial pero significativo. El l o . de diciembre de 1946 iniciaba su periodo el nuevo presidente Miguel Alemán. En su discurso oficial atacó el Sindicato de Petroleros y el Sindicato Ferrocarrilero, iniciándose una nueva etapa sofocante y represiva contra nuestro Sindicato y contra todo el movimiento sindical mexicano. El gobierno integró un núc1eq;de ferrocarrileros encabezado por el gángster Manuel Moreno Cárdenqs, originario de la Terminal de Veracruz, que era financiado por la Presidencia y recorría el país con pases de gobierno. Ese grupo de traidores contó desde el principio con el apoyo de Fidel Velázquez y Lombardo Toledano. Al presentarse en el congreso nacional de la CTM (a mediados de 1947) Lombardo Toledano en su discurso comentó que ésa era la dirección del Sindicato Ferrocarrilero. Alemán había conseguido el respaldo pleno de Fidel Velázquez y Lombardo Toledano para su acometida contra el Sindicato. El grupo de gángster8 encabezado por Manuel Moreno Cárdenas fue totalmente aislado de la colectividad ferrocarrilera. Todos ello^ eran muy conocidos y, por lo mismo, repudiados. Ante la actitud de Fidel y de Lombardo decidimos dar la pelea; una medida tomada al respecto fue presentar la candidatura de Luis Gómez 2. a la Secretaría General de la CTM contra la de Fernando Amilpa. Todo el Sindicato Ferrocarnlero se movilizó en esti carr;>aíía y Fidel Velázquez inició la represión contra las arganizaciones quo participaban a favor de Luis Gómez Z., expulsándolas inclusive de la CTM.
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Al descartarse la posibilidad de una campaña dentro de la CTM (el gobierno de Alemán evidentemente ordenaría que se impidiera) decidimos citar un congreso de unidad democrática. Logramos el apoyo de la mayoría de las secciones petroleras, del Sindicato Mexicano de Trabajadores de la Compañía Mexicana de Teléfonos, de tranviarios y otras, además de la simpatía del Sindicato de Mineros y Metalúrgicos. Asambleas masivas de esas organizaciones participaban en esta campaña. Nuestras dificultades crecían: simultáneamente é-mos atacados por la dirección del Partido Comunista Mexicano y por fuerzas de izquierda que habían caído fácilmente en el juego oficial. Estas condiciones favorecieron una corriente derechista en la nueva central: la Confederación Unica de Trabajadores (CUT). Impulsamos, al observar un ambiente favorable y aprovechando cierta coyuntura, la constitución de la Coalición de Sindicatos Industriales como un frente único muy flexible que abarcara sindicatos aún no afiliados a la CTM. En esto tuvimos un éxito completo. El planteamiento recibió un gran apoyo, principalmente de 10s ferrocarrileros, mineros, petroleros y telefonistas. Las complicaciones políticas de la izquierda se reflejaron claramente en una resolución del Comité Central del Partido Comunista Mexicano del 3 de marzo de 1947 en la que, entre otras cosas, se dice: "¿A quién sirve esa división? (se refería a la campaña contra Fidel Velázquez). Indudablemente a las fuerzas clericaifascistas, ai trotskismo, a la reacción más negra, al imperiaiismo y a sus agentes, a la llamada Federación Americana del Trabajo, que sirviendo a los intereses imperiaiistas, trabda por dividir la Confederación de Trabajadores de América Latina. El Partido Comunista Mexicano llama a los sindicatos que han apoyado la candidatura de Luis Gómez Z. a no secundar su aventura divisionista. A los sindicatos que se han separado de la CTM los llama a considerar la urgencia de su reingreso a esa centrai. El Partido Comunista Mexicano hace un atento llamado a todos los obreros y campesinos de México para que ingresen a la CTM, a fin de hacer de ella una central fuerte y combativa.»
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La dirección del Partido Comunista apoyó la candidatura de Fernando Arnilpa para la Secretaría General de la CTM. A los pocos meses fue expulsado Lombardo de la CTM por órdenes de Miguel Alemán, y Arnilpa, con Fidel Velázquez y su pandiiia, separaron a esa central de la Federación Sindical Mundial y de la CTAL y se adhirieron a la ORIT, la cual pertenecía a la Federación Americana del Trabajo. Lombardo, como se explica en otro capítulo, se vio obligado a buscar el apoyo de la Coalición de Sindicatos Industriales que, en
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medio de sus ataques, mantenía sus declaraciones favorables a la FSM y a la CTAL. Nosotros logramos salvar el congreso de la CTAL, ya convocado, de un gran fracaso al promover su respaldo por las fuerzas de la Coalición de Sindicatos Industriales. La dirección del Partido Comunista había acentuado la funesta política de "unidad a toda costa", unidad grotesca por la unidad misma, sirviendo a la política reaccionaria de Fidel Velázquez. Cae el peso
Luis Gómez Z. y yo terminamos nuestro periodo en el Comité Ejecutivo General del STFRM el 31 de enero de 1948. Al día siguiente, lo. de febrero, el nuevo secretario general, Jesús Díaz de León, alias "El Charro", declaraba que, de acuerdo con el gobierno, se habíaintegrado una comisión cuatripartita formada por el gobierno, la empresa, La Secretaría de Transportes y el Sindicato, designando en representación de éste a Luis Gómez Z. Al respecto nada sabíamos. Es decir, se trataba de un verdadero manipule0 manejado por el grupo de Gómez Z., concertado desde hacia varias semanas con el gobierno. Atacamos con energía esa maniobra, señalando que tenía como objetivo una ofensiva de reajustes contra los ferrocarrileros. A los pocos meses se conoció un estudio de la flamante cuatripartita en el que recomendaba reajustar 12 000 plazas y llevar a cabo una serie de modificaciones antiobreras en los contratos colectivos de trabajo. Con base en ese estudio la empresa de inmediato presentó una demanda de orden económico ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, solicitando un fallo para reajustar las 1 2 000 plazas y modificar los contratos, pretextando desequilibrio económico. La traición de Gómez Z. quedó exhibida y el descontento fue general. El 21 de julio de 1948 el licenciado Alemán y su secretario de Hacienda, Ramón Beteta, cancelaron la paridad del peso mexicano, que era de $ 4.85 por un dólar, y, de acuerdo con la práctica en estos caso, dejaron "flotar" el peso, cotizándose a la baja, primero, a $5.74, y luego a $ 8.01, para fijar al final una nueva paridad de $8.65 por dólar. La consiguiente carestía de la vida incrementó el descontento en el gremio y entre todos los trabaj,adores. En asambleas generales de la Sección 15, que incluía Nonoalco, se designó una comisión, en la que yo participaba, para la lucha contra la carestía y para protestar por la
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devaluación. De inmediato logramos que hicieran lo mismo otras secciones del Distrito Federal por lo que se integró una coordinadora de las cuatro comisiones, dirigiéndonos a todas las organizaciones del Distrito Federal para dar una lucha conjunta. Después de muchos cambios de impresiones y de tratar el problema en la Coalición de Sindicatos Industriales, se acordó realizar un paro general en el Distrito Federal y organizar una gran manifestación por los objetivos señalados el 21 de agosto de ese año de 1948. Intensificamos la propaganda y los preparativos para ese acto. El ingeniero Domingo Lavín, consejero dirigente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA), central, como ya lo dije, de los inedianos industriales, me fue a ver a Nonoalco donde yo trabajaba. Sus representados habían sido muy afectados por la devaluación; Qstase daba paralelamente a una gran avanzada de los consorcios yanquis que desalojaban del mercado a los industriales mexicanos. El ingeniero Lavín ine explicó los daños causados por la devaluación y me proporcioncí una información muy amplia sobre las grandes especulaciones cie los banqueros y del equipo de grandes capitalistaa del presidente Aleriiin. Ante los riesgos que tenían para actuar abiertamente, me proponía, de ncuerdo con prácticas anteriores, un pacto secreto co~sisteiiteeri aportarnos la propaganda necesaria y poner a nuestra disposición sir asesor técnico para ayudarnos a realizar los estudios y a inslrurneillar la publicidad. Nosotros aceptamos. La Coalición de Sindicatos Industriales se reunió en el Sindicato Petrolero para afinar IR orierilacibn a seguir en el problema y designar del 21 de agosto que, por todos los los oradores para la munj re~t~ación preparativos realizados y en un ambiente favorable, se consideraba aería un éxito. Había una corriente en la coalición muy combativa en la que nosotros participábamos. Antea de elegir al orador ferrocarrilero, que sería el orador principal de la coalición, me llamó Vida1 Díaz Muñoz, secretario general de la Alianza de Obreros y Campesinos, agrupamiento que se había separado de la CTM al ser expulsado de la misma Lombardo Toledano, quien me explicó muy excitado lo siguiente: "Hace rato estuvimos varios hablando con el presidente Alemán sobre el problema de la devaluación y delante de mí Luis Gómez Z. se comprometió con el presidente a que no se realizaría la manifestación del 2 1 de agosto, ofreciendo contrarrestar toda la agitación al respecto, pero ahora aquí lo están proponiendo como orador del Sindicato Ferrocarrilero y yo no entiendo lo que pasa." Le dije que luego le explicaba pero que de momento guardara discreción.
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Los delegados de las cuatro secciones y el comité ejecutivo general discutimos quién seria el orador por los ferrocarrileros y la mayoría se inclinaba porque yo fuera el designado, aunque algunos proponían a Luis Gómez Z. Tomando en cuenta lo que me había informado Vidal Díaz Muñoz, decidí rápidamente una postura: sostener que el orador fuera Luis Gómez Z., lo cual provocó un gran disgusto de todos los compañeros de nuestra corriente. Resultó designado por mayoría. Luego nos reunimos los compañeros de la corriente democrática. Les expliqué el compromiso de Gómez 2. con la Presidencia sin decirles cómo me había enterado y la necesidad de forzarlo a que se exhibiera. En cuanto n la designación de Luis como orador, convinimos en que en reunión colectiva se aprobaría el guión de su discurso y así lo hicimos, incluyendo los puntos esenciales sobre las expeculaciones con los dólares, la devaluación del peso, el derroche de las reservas y la carestía de la vida. En nuestra reunión tomamos los dispositivos para movilizar a los compañeros conocidos como de izquierda para que se colocaran cerca de la tribuna en el zócalo: si por alguna circunstancia Luis no se ajustaba al guión y decía un discurso retórico eludiendo los problemas, lo abucharían y se pediría que yo hablara, cosa que era fácil de realizar de acuerdo con experiencias anteriores.
Jesús Díaz de León (a) "El Charro" Se hizo la manifestación con todo éxito y en el mitin Luis se ajustó al guión aprobado colectivamente. Al día siguiente, el propio Luis GÓmez Zepeda se encargó de informarnos que, enseguida del mitin, Jesús Díaz de León había sido llamado por el presidente Alemán muy indignado por el acto y su discurso y lo había comprometido para desatar una ofensiva contra todos nosotros. En efecto, Jesús Díaz de León inició un ataque anticomunivta y muy violento contra quien había sido su jefe hasta unos días antes, Luin Gómez Z. Este nos propuso una reunión secreta para examinar la situación y la posi' bilidad de reforzar la alianza entre nosotros, ahora para defendernos de la ofensiva de Alemán y de su vil instrumento, Jesús Díaz de León. En la reunión aprobamos un programa para restablecer la alianza, incluyendo el desconocimiento del estudio de la comisión cuatripartita y retirando de ella al representante del Sindicato. Enseguida Luis Gómez Z. y yo recibimos un citatorio de la Procuraduría del Distrito
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Federal, jefaturada por el licenciado Francisco Sodi. Se trataba de una acusación formulada por Jesús Díaz de León en nuestra contra por abuso de confianza. El agente investigador, licenciado Manuel Rosales Miranda actualmente subprocurador general de Justicia, gracias a su nefasta carrera, inclusive, es de los que defienden la CIA afirmando que ésta no actúa en México, nos aseguró que no encontraba ningún elemento para hacer la consignación, pero la verdad es que sí se armó un proceso con este pretexto. Resolvimos armar una ofensiva contra Jesús Díaz de León. El Comité General de Vigilancia y los otros cuatro miembros del Comité Ejecutivo General acordaron suspenderlo en sus funciones de secretario general fundamentando la medida con todos los informes de su traición-al servicio del gobierno. Al día siguiente intervino el Estado Mayor presidencial, jefaturado por el coronel Serrano, e impuso como déspota absoluto en el Sindicato a Jesús Díaz de León, "El Charro", ordenando la separación de sus puestos de los demás miembros del Ejecutivo y de Vigilancia generales. Nos instalamos, ya como Sindicato, en un local de la calle Allende e intensificamos la propaganda contra Díaz de León. Este había logrado un cierto efecto entre el gremio agitando el dictamen de la comisión cuatripartita formada por Luis Gómez Z. Nos encargamos de señalar que él, Jesús Díaz de León, era corresponsable de las conclusiones de ese estudio y que, por lo demás, Luis y todos acordábamos desconocerlo y declararlo nulo de pleno derecho, aprestándonos a la defensa ante la inminencia del fallo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje apoyando ese dictamen. Jesús Díaz de León desplegó una tremenda demagogia sobre derroches y fraudes en el Sindicato pero sin presentar prueba alguna, simplemente por la razón de que él era partícipe y cómplice de los que pudieran haber existido, junto con Luis Gómez 2. Recurrió a una maniobra presentando como derroche el gasto de $ 2 0 0 000.00 para constituir la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT), acordada por el Sindicato para repeler las agresiones de la CTM bajo Lombardo y Fidel Velázquez, patrocinadores de un grupo de gángsters encabezado por Manuel Moreno Cárdenas, que, so pretexto de reorganizar las fraternidades de trenistas y caldereros, realizaba una labor divisionista apoyado por la Presidencia. Logramos contrarrestar la confusión, realizamos asambleas en los centros de trabajo y un gran mitin en el local del Sindicato de Telefonistas, cerca del hospital Colonia. Se generalizaba en el país la campaña contra el charro Díaz de León.
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El gobierno ordenó la aprehensión de varios miembros del Ejecutivo General y Vigilancia y la mía, arguyendo el supuesto abuso de confianza en relación con unos fondos para organizar la CUT. Fueron aprehendidos Luis Gómez Z. y varios de la dirección, pero yo logré eludir a la policía. Me tuve que esconder y así estuve actuando durante un año y dos meses. Luis Gómez Z., al entrar en Lecumberri, elaboró un documento muy enérgico contra el gobierno y en defensa del Sindicato, titulado ¡Basta! A los tres días Gómez Z., por conducto de una hermana suya colocada en un alto puesto de las empresas radiofónicas de los Azcárraga, concertó un compromiso con el presidente Alemán. El compromiso consistía en aceptar la traición al movimiento ferrocarrilero en particular y al movimiento obrero en general a cambio del ofrecimiento de Alemán de dejarlo libre muy pronto. Sobre esa base, Luis Gómez Z. fue trasladado a una celda de lujo, en donde tenía televisión, refrigerador y todas las comodidades de aquella época. Salía de noche, entre otras cosas, para cooperar con funcionarios policiacos y del Estado Mayor presidencial en la localización de los dirigentes ferrocarrileros que seguíamos presentando resistencia en muchas terminales del país. A los seis meses Luis Gómez fue dejado en libertad por fallo de la Suprema Corte de Justicia, argumentando lo que siempre habíamos señalado, o sea, que Jesús Díaz de León, aun aceptando que fuera el secretario general del Sindicato, no tenía ninguna facultad para consignarnos, porque de acuerdo con el estatuto del Sindicato sólo lo podía hacer el presidente del Comité General de Vigilancia. Gómez Z. salió libre comprometido a activar la libertad de los otros miembros de su gnipo que seguían en prisión. Salvador Rivas, uno de sus incondicionales, se exasperó y se entendió con el charro David Vargas Bravo en funciones de secretario general del Sindicato, al encontrarse con que Gómez Z. no le firmaba un documento que le pedía el juez 15 de lo penal, licenciado Mario Rebolledo, pues Alemán no lo autorizaba para ello: insistía en que Salvador Rivas esperara más tiempo en prisión, ya que en esos momentos estaba en marcha la campaña contra las irregularidades en el proceso contra mí. Entre éstas resultaba que, al ser yo aprehendido, de inmediato se hiciera la designación de presidente del Comité General de Vigilancia en favor de un funcionario de confianza en los Ferrocarriles Nacionales, de nombre Juan González; con base en eso se llenaba el requisito señalado en el fallo de la propia Suprema Corte para dejar en libertad a Luis Gómez y debería ser reaprehendido. Esto último, claro está, no se hizo.
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Para entender las maniobras a que tuvimos que recurrir, en particular con Luis Gómez Z., se debe tener en cuenta que los miembros de Acción Socialista Unificada y del Comité Sindical Ferrocarrilero de Unidad héramos objeto de una campaña tremenda, tanto de parte de la reacción como de Lombardo y Fidel Velázquez y también del grupo de Encina, dirigente del Partido Comunista Mexicano. En esta campaña se nos atacaba en forma virulenta haciendo con ello el juego a las fuerzas reaccionarias e imperialistas. En el colmo del dogmatismo, la dirección del Partido Comunista, ya estando yo en prisión por órdenes de Alemán, me atacaba de ser un agente de éste y del imperialismo. Nuestra situación era extraordinariamente complicada. Teníamos que mantener nuestra línea revolucionaria y sindical independiente en condiciones muy difíciles. Para ello instrumentábamos la unidad de acción, las alianzas y otras formas de lucha en esta fase de los acontecimientos. Consumado el charrazo al, hasta entonces, glorioso Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros, pasamos a una fase tensa y llena de dificultades. Desde la prisión donde me encontraba examinaba con los compañeros ferrocarrileros y con ASU el curso de los acontecimientos tratando de influir en ellos y, en la medida en que lo permitían mis condiciones de limitación forzada, trataba de alentar la lucha.
l a máquina 4006 g el tren antieomun8sta
Terror en el riel
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El 1 6 de julio de 1949, como a las seis de la mañana, ocurrió un accidente en la estación de Guadalajara. El tren de pasajeros número 94, procedente del puerto de Manzanillo, chocó espectacularmente con dos locomotoras estacionadas en la vía por la cual se desplazaba. El accidente, la verdad se esclareció bien pronto, se debió a que la locomotora SEGUSA 4006, propiedad de la Compañía de Cementos de Guadalajara, S. A., hacía tiempo se encontraba en muy malas condiciones mecánicas: el vapor del regulador, que manejaba el maquinista, pasaba al cilindro, por cuyo motivo la locomotora marchaba sin que operara el regulador. El grave desperfecto había aparecido con anterioridad y había sido reportado. Sin embargo, Ferrocarriles Nacionales no lo había reparado. Ese día el proveedor de locomotoras ordenó, como de costumbre, que se encendiera la locomotora SEGUSA 4006 para arrastrar un tren de carga. El ayudante, después de encenderla, se fue a atender otras actividades y al elevarse el vapor, éste se pasó del regulador al cilindro. La locomotora echó a andar avanzando con rapidez por una pendiente para ir a estacionarse en plena vía por donde venía el tren de Manzanillo. Murió un muchacho, hubo varios heridos y la destrucción de equipo fue enorme. El accidente, responsabilidad de la empresa, fue aprovechado con el clásico método fascista, para armar una provocación contra los ferrocarrileros. Los diarios y todas las estaciones de radio del país promovieron un gran escándalo afirmando que se trataba de un sabotaje de los ferrocarrileros comunistas dirigidos por mí y en el que había participado activamente, en Guadalajara, Jesús Topete.
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* Titulo del libro de Jesús Topete.
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La campaña adquirió grandes proporciones. En Guadalajara varios ferrocarrileros fueron torturados de manera brutal. El ayudante del proveedor, José Martínez Rodríguez, fue el que más torturas recibió. La policía militar y la de los Ferrocarrileros Nacionales le exigieron que firmara un documento señalando que yo le había ordenado el sabotaje. Informaciones de muy buena fuente, obtenidas por conducto de un empleado del juzgado, hacían saber que los tortwadores llegaron a niveles salvajes. Martínez Rodríguez, angustiado, declaró que estaba dispuesto a firmar el documento, aceptando que él era el responsable del sabotaje, pero que a mí nunca me había tratado y no tenía por qué acusarme de ese hecho; más aún, estaba convencido de que el accidente se había debido a un defecto mecánico de la locomotora y la responsabilidad era, por tanto, de la empresa. Los esbirros intensificaron sus torturas hasta asesinarlo el día 21 de junio de 1949. La larga cárcel de Eleno Ayala Quintero No satisfechos, los esbirros llevaron a Eleno Ayala Quintero, un muchacho recién ingresado a los Ferrocarriles Nacionales (unas semanas antes había concluido la secundaria), a que viera a José Martínez Rodríguez muerto por las torturas. El jefe de la Casa Redonda había llevado a Eleno para auxiliarlo en las actividades administrativas de su oficina. Después del accidente los esbirros recogieron unas Órdenes del despachador en las que se incluía, por un lado, el aviso de la Ilegada del tren de pasajeros y, por el otro, la llamada para encender la locomotora SEGUSA 4006 para un tren de carga. Eleno también fue brutalmente torturado y firmó los documentos que los esbirros le presentaron. Por consignas, evidentemente de la Presidencia de la república, organizaron la declaración de Eleno Ayala Quintero ante el juez de Distrito. Hicieron hasta lo imposible para borrarle las marcas de las torras. Ayala fue interrogado ante el juez de Distrito y después de las preguntas de orden, el juez le pidió que le informara cómo había estado lo del sabotaje de los ferrocarriles. Eleno Ayala contestó mirando a los policías, particularmente militares, que había recibido instrucciones de realizar el sabotaje por parte mía. El juez de Distrito le preguntó cómo le había dado yo esas indicaciones y él contestó que frente a la catedral. Agregó que yo le había dado órdenes desde un camión con el. magnavoz. El. juez se quedó viendo alos eskinos y luego h s comentó que no podía seguir interrogando a Eleno Ayda, que euihenbmente estaba m d del cerebro y que estaba d;k\endo c o
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sas absurdas. Por lo demás, esas declaraciones no permitían, en lo más mínimo, hacer cargos serios en mi contra. Es obvio querel juez estaba muy presionado en todos sentidos, pero se mantuvo firme en su decisión de no involucrarme. En cambio, cometió la infamia de sentenciar a 26 años a Eleno Ayala Quintero, diz que confeso de haber cometido el sabotqje. En el expediente de los Ferrocarriles Nacionales se encuentra la investigación que hizo Fausto Cabrera Vera, el ayudante del maestro mecánico de Ferrocarriles en Guadalajara. En la declaración Eleno explica en dónde se encontraba; de aquí se desprende, pues, que no pudo haber tenido que ver con las locomotoras SEGUSA 4006 y NN2513, las cuales chocaron en la vía principal con el tren de pasajeros de Manzanilla. La declaración de Ayala en la investigación de la empresa es clara y categórica. Ayala dice: "Hasta las 6 horas, que fue cuando el mayordomo J. Natividad Velasco me habló para que Ilamara yo al arenero y al empacador para que alistaran la máquina 1307 para el número 10 y, después de haber cumplido con estas instrucciones, me regresé a la oficina de referencia a recoger los reportes de traba0 pendientes que dejaron los mecánicos a su salida para entregarlos al mayordomo de terminal." Sin embargo, Ayala fue aprehendido, fue llevado ante el cadáver de Jesús Martínez Rodríguez, asesinado con torturas y él mismo fue brutalmente torturado. Tiempo después, Eleno Ayala Quintero, ante el Juzgado l o . de Distrito de Guadalajara aclaró que sus declaraciones habían sido hechas bajo torturas. Explicó que agentes policiaca, ayudados por varios soldados, lo habían torturado en los separos de la 16a. Zona Militar. El juez dio fe de las cicatrices que todavía tenía Ayala Quintero, debido a las torturas de que había sido objeto meses antes. Sin embargo, Ayala Quintero fue sentenciado por el juez a 26 años de prisión. Cuando triunfó el movimiento insurgente ferrocarrilero, en 1968, una de las primeras gestiones que hizo el compañero Demetrio Vallejo consistió en pedir personalmente al presidente López Mateos el indulto u otro procedimiento para dejar libre a Eleno Ayala Quintero, quien tenía muchos años de encontrarse en prisión en forma arbitraria. López Mateos ofreció estudiar el asunto y ver que se le dejara en libertad, pero nunca lo hizo. Ayala Quintero tuvo que cumplir su sentencia y se vio libre al alcanzar las dos terceras partes de ella. Duró cerca de diecisiete años en prisión. Entró joven a los Ferrocarriles, tendría unos dieciséis o diecisiete años, y fue víctima de una de las infamias más monstruosas de tipo fascista padecidas por los trabajadores en nuestro país durante el gobierno de Miguel Alemán. La clase obrera mexicana y todos los trabaadores tienen el deber
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de elevar una estatua a José Martínez Rodríguez, ayudante proveedor, asesinado en Guadalajara por negarse a firmar documentos calumniadores. La clase obrera y los trabajadores tienen el deber de cooperar con Eleno Ayala Quintero, el preso político que más tiempo ha estado en prisión. "Valentín Campa está fuera de la ley" Con motivo de esa provocación de tipo fascista, Jesús Topete fue perseguido de una manera brutal, al igual que su señora esposa, su pequeña hijita y su madre. Logró que un grupo de periodistas interviniera para evitar que lo asesinaran, pero tuvo que estar más de dos años en prisión. En la campaña realizada por nosotros y otras fuerzas de izquierda exigimos que los Ferrocarriles Nacionales permitieran revisar la locomotora SEGUSA 4006, pero los jefes de la empresa ordenaron que se trasladara a Aguascalientes y se escondiera. Nunca fue posible realizar una investigación sobre el defecto mecánico que tenía. El gerente de los Ferrocarriles, como todos los altos funcionarios de la empresa en Guadalajara, sabía la monstruosidad que se estaba cometiendo. Entre otros estaba uno muy connotado: Manuel R. Palacios, gerente de los Ferrocarriles, demagogo que se enriqueció desde la gerencia. Conocido por los grandes trinquetes en que intervino, obtuvo su puesto por haber sido compañero de banca de escuela preparatorifi del entonces presidente Miguel Alemán. Cuando yo fui aprehendido en relación con el charrazo al Sindicato Ferrocarrilero, en 1949, la empresa, en forma escandalosa, afirmaba que me habían detenido a causa del accidente. Era una gran mentira. Nunca fui procesado por ese accidente, pues, como lo he relatado, el juez de Distrito de Guadalajara n o encontró ni siquiera un pretexto para hacerlo y se negó a involucrarme. El proceso montado por el charro consistía en la ridiculez de acusarme de abuso de confianza. En esa provocación fascistq, el jefe de la 15a. Zona Militar en Guadalajara, general Ramón Jiménez Delgado, hizo, entre otras, las siguientes declaraciones en forma categórica: que el resultado de las investigaciones que se habían venido practicando comprobó que los autores intelectuales y materiales del sabotaje ferrocarriiero del sábado anterior, eran elementos trenistas de indiscutible y comprobada ideología comunista, miembros activos del partido rojo dirigidos por Carnpa y Topete.
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Días después, el citado general Jiménez Delgado estuvo en el Distrito Federal y, al salir de su entrevista con el presidente Alemán, declaró a los periodistas: "Valentín Campa está fuera de la ley." La oligarquía, por supuesto, participó en la campaiia para darle impulso a la provocación fascista. En un periódico apareció una nota en la que la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio hacía declaraciones en las que condenaba enérgicamente los actos de sabotaje cometidos por "los agentes de Valentín Campa". México, según la CCNC, era ahora escenario de la lucha internacional que libra la civilización occidental contra la barbarie de los asiáticos rojos. La oligarquía, los esbirros y el gobierno de Miguel Alemán, quedaron exhibidos en esta vulgar provocación. '
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Fui miembro del Comité Ejecutivo General del Sindicato Ferrocarrilero de mayo de 1943 a enero de 1947, el cual a su vez fue electo por referéndum unánime en asambleas masivas de las secciones. La primera convención general ordinaria del Sindicato, realizada inmediatamente después, confirmó la elección.
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El reloj Como secretario de Educación y Organización realicé una amplia labor contra los compañeros que recurrían a la práctica viciosa de pedir "gratificaciones" por el trámite a la solución de problemas de los compañeros del Sindicato, en particular de los del Cuerpo General de Ajustes. Al observar que ya nadie recibía gratificaciones en moneda, sino que se solicitaban regalos (relojes, plumas fuente y hasta joyas) hice una labor contra este otro tipo de corrupción. En una ocasión me pidieron los estibadores del express que participara en las discusiones en la gerencia para conseguir nivelaciones, prestaciones y aumento de salarios para su especialidad, que recibía un trato laboral deplorable. Lo hacían porque estaban enterados de que yo había ingresado a Ferrocariiles Nacionales como cargador y vigilante en la subterminal de Hipólito. Cooperé con ellos como lo hacía en todos los casos en que me lo solicitaban y logramos un cierto éxito en sus demandas. A las pocas semanas se presentó en mi oficina una comisión de los estibadores expreseros para manifestarme su reconocimiento por la intervención que yo había tenido ante la gerencia a favor de ellos, con cuyo motivo, en forma colectiva, me habían comprado un reloj como muestra de tal reconocimiento. Les expliqué la campaña educativa en marcha para impedir que los funcionarios
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sindicales solicitaran obsequios y la necesidad de su comprensión de que no era correcto de mi parte aceptarles el reloj, porque se esgrimiría como argumento en mi contra. A coro dijeron que estaban enterados de mi campaña contra los obsequios a los funcionarios sindicales, pero que todo mundo entendía que el reloj que me daban era otra cosa y nadie tenía derecho a especular en mi contra. Como yo insistí en mi actitud, se molestaron y se retiraron muy sentidos. A las pocas semanas recibí una comunicación del Comité General de Vigilancia, ante el cual los expreseros habían planteado el problema. El comité había fallado en el sentido de que debería recibir el reloj en cuanto que los expreseros se ofenderían si no lo aceptaba. Haciendo constar ante Vigilancia General los inconvenientes de su acuerdo, no quise pecar de intransigente y acepté el reloj que me entregó la comisión de expreseros. Al presentarse el charrazo, con la persecusión en contra mía y mi aprehensión, el 1 9 de noviembre de 1949, se originó una situación económica muy grave, particularmente para mi mamá y una sobrinita mía que ella tenía a su cargo ya que mi hermana la menor había muerto en el parto. En forma directa hice llegar al general Cárdenas las circunstancias por las que atravesaba y le planteaba nuestro problema: mi mamá había trabajado vanos años en la escuela secundaria -internado- de Orizaba y luego en una escuela secundaria del Distrito Federal, pero ahora, como ella había estado más de cinco años sin trabajar, pues yo la había liberado de ello cuando pude obtener un sueldo regular, no le querían reanudar su plaza. El general Cárdenas intervino ante la Secretaría de Educación y, a pesar de la hostilidad del gobierno de Alemán hacia mí, le asignaron una plaza de prefecta en una secundaria de muchachas -internado- en Teziutlán, Puebla. Mi mamá me fue a visitar a la prisión para manifestarme que ya había recibido el nombramiento y la orden de traslado, pero que no tenía dinero, ni para el camión. Le dije que le diera el reloj que me habían dado los expreseros al compañero Manuel Ojeda, empleado de los Ferrocarriles, con quien hablé para que lo vendiera. Luego me informó Ojeada que había opinado darlo a los expreseros de Buenavista para que lo rifaran. Así lo habían hecho y él había entregado el resultado de la rifa a mi mamá. Pero los expreseros al rifar al reloj habían acordado que quien obtuviera el premio de la rifa me volvería a regalar el reloj. Se formó al efecto una comisión que fue a visitarme a la cárcel. Me resistí al procedimiento, muy digno de encomio de los compañeros, y, terminé aceptando su decisión. Poco tiempo después mi mamá me volvió a visitar para decirme
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que tenía problemas muy graves para acomodarse en Teziutlán. Le di de nueva cuenta el reloj y le dije que viera a algunos de los compañeros y amigos y lo vendiera. Así hizo y se lo vendió al profesor Carlos Hidalgo, quien le dio una cantidad superior al precio de la ' pieza. Al salir libre el 9 de enero de 1952, tres años y dos meses después de mi ingreso en Lecumberri, entre los muchos que fueron a recibirme a la salida del presidio estaba el profesor Carlos Hidalgo, quien al saludarme me dio el reloj y me dijo que me lo regalaba. Esto me emocionó profundamente; me resistía a recibir el obsequio, pero Carlos Hidalgo fue terminante. Definitivamente,. el reloj estaba predestinado a seguir conmigo. Cuando la represión de 1959 le di a guardar el reloj a mi compañera Esperanza García. En una de sus frecuentes visitas me comentó que unos pintores habían estado trabajando en el departamento en que vivía con su papá y que uno de ellos se habían robado el reloj. Por deducción sabía quién era y, al regresar éste al departamento para pintar un guardarropa, en forma muy atenta le reclamó su proceder, explicándole que el reloj no tenía un valor intrínseco porque ya era viejo, pero tenia un valor muy especial y le suplicaba que lo regresara. El pintor sacó al reloj de la bolsa y se lo regresó a mi compañera. Este fue el caso de un reloj que sirvió para brindarme la satisfacción de la honestidad sindical. Su significación ha sido muy grande para mí y sieinpre lo recordaré. El Universal contra Manuel R. Palacios Tenía unos meses en la prisión de Lecumberri cuando me visitó en la crujía "E" el periodista Ochoa de El Universal. Lo había conocido como reportero pero había ascendido a responsable de la página financiera de ese diario. Me dijo que iba comisionado por el licenciado Lanz Duret, director general del periódico, para hacerme una entrevista sobre las irregularidades en los Ferrocarriles Nacionales. Me comentó el hecho muy conocido de mis declaraciones de unos meses antes de mi aprehención, aclarando la verdad sobre el accidente ferroviario de Guadalajara utilizado por los gobernantes y el gerente Palacios como una provocación fascista; me explicó que la Presidencia de la república había ordenado a todos los medios de difusión que no dieran a conocer esas declaraciones, y sólo el licenciado Lanz Duret resolvió no
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acatar esa consigna. Esas declaraciones no fueron publicadas ni por el diario El Popular, editado por Lombardo Toledano y su grupo. Acepté la entrevista. Me aclaró Ochoa que el licenciado Lanz Duret la autorizaba sin limitación alguna, en el entendimiento de que podría presentarse una polémica con el gerente Manuel R. Palacios, aunque creía que éste la eludiría ante el conocimiento que yo tenía de los problemas ferrocarnleros. Ochoa llegó a la conclusión de que lo más práctico era que yo mismo me hiciera la entrevista y él la publicaría como si me hubiera entrevistado. Dediqué unos días en gestionar datos que no tenía en la prisión y a ordenar mis apuntes. En la entrevista explique la nefasta política ferrocarrilera oficial con las tarifas de subsidio a todas las grandes industrias, en especial a la minera, entonces casi totalmente de extranjeros; la gran sangría a las empresas ferrocarrileras por la venta de carros extranjeros; la construcción de carreteras paralelas a las vías ferreas; subrayé las canonjías y negocios sucios; en particular, los de la oficina de compras, que siempre ha sido una cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones; denuncié los grandes trinquetes con los terrenos de los ferrocarriles, vendidos a influyentes y parientes de altos funcionarios a precios irrisorios con lo que se permitió la especulación en gran escala con ellos, no obstante el convenio con el Sindicato para dedicar todos esos terrenos a casas para los ferrocarrileros. La entrevista se publicó en primera plana de El Universal en forma destacada; a los dos días volvió Ochoa a visitarme. Me informó que el mismo día de la publicación de mi entrevista se presentó ante el director el profesor Franco, ayudante del gerente Manuel R. Palacios y reclamó al licenciado Lanz Duret el que se destacara una entrevista a un presidiario con calumnias al gerente de los Ferrocarriles Nacionales. El licenciado Lanz Duret interrumpió a Franco y le manifestó que era enemigo político de Campa, pero que él como otros muchos sabía bien que Campa era un dirigente obrero, honesto e inteligente y , con base en infamias se le tenía en la prisión, todo lo cual lo sabían el gerente Palacios y el profesor Franco; por lo tanto, sólo seguiría tratando con él -con Franco- en un plano serio, en el entendido de que el gerente Palacios contaría con facilidades para publicar su refutación, lo que quizá implicaría una posible polémica con ventaja para Campa por el dominio tan amplio que tenía de los problemas ferrocarrileros. Franco cambió su actitud y después de intercambiar opiniones llegaron a un arreglo, que incluía la no continuación de la polémica. Esto Último me molestó por haber dejado pendiente denuncias importantes contra Manuel R. Palacios y el goK~ernoque y a no tenía
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la posibilidad de publicar. Se deduce que el arreglo entre el licenciado
Lanz Duret y el gerente Palacios era en relación con publicidad, pero yo aproveché la coyuntura para romper un tanto el aislamiento político impuesto en mi contra por el presidente Alemán. San Quico Como un año después de estar en prisibn, corría el año de 1960;llegó a la crujía "E", donde el director por hostilidad me tenía "depositado", un famoso ladrón cubano apodado San Quico, éste, al poco, busco mi amistad. Me comentaba que en las prisiones de La Habana habla tratado mucho a los comunistas reprimidos por los gobiernos de aquel país. Conocía mucho nuestra terminología. Me decía muy serio lo que a los comunistas cubanos: "Los ladrones y los comunistas hacemos un frente único contra los capitalistas, pero donde se presenta la contradicción antagónica entre ladrones y comunistas, es en aquello de que todos debemos trabajar." San Quico se enojaba cuando alguien le decía "ratero" y, muy solemne, decía que no, que él era "ladrón", categoría muy distinta. Después de meses de amistad, San Quico me confió que recibía mensualmente un cheque por 200 dólares que le mandaba un cubano, pero tenía problemas para cambiarlo porque todos le quitaban buena parte de lo amparado por los cheques. De esta manera había llegado a la conclusión de que la única persona de confianza era yo, que podía encontrar la forma de cambiarlo sin que tuviera que ofreceme una comisión porque me conocía y sabía que eso me indignaba. En efecto, yo me encargaba cada mes de cobrarle su cheque. Una vez, al comentar algunos problemas políticos de Cuba, me dijo que por la gran confianza que me tenía quería participarme un secreto que consistía en lo siguiente (es una versión de sus palabras): "En La Habana yo era especialista en robar joyerías, pero en cierta ocasión me iimó el jefe de la policía para decirme que definitivamente tenía que dejar de robar, pues él había pensado en comisionarme para un puesto en el que tendría ingresos muy superiores. Todo l o que tenía que hacer era adherirme a la banda de narcotraficantes encabezada por el hermano del presidente de Cuba, Prío Socarrás, grupo con el cual operaría teniendo todas las facilidades de la policía, pem comprometido a c0mb.r a los competidores en el tráfico de drogas en La Habana. Me incorpm a la banda del hermano del presidente. Viajé a Perú para llevar cocaína a La Habana, venía en yate a Yucatán y salí a la ciudad de México para llevar marihuana y me la pasaba espléndidamente derrochando todo lo que y o quería y con grandes lujos y comodidades.
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"Estuve aquí en México hace poco -me decía San Quico. Me abordó un cubano a quien conocí, por ser también él un ladrón en La Habana, y me enseñó con mucha insistencia todo el plan para robar una gran joyería de esta capital. Me invitaba a participar. Yo no quería, pero él me dijo que, teniendo un plan tan acabado y considerándolo perfecto, no se decidía a robar la joyería solo, pues se sentíainseguro;sabiaque yo teniaunagran experiencia y juntos podíamos realizar el robo de manera impecable y obtener un gran botín. Le reitere que y o estaba decidido a no participar en robos, pero fue tan insistente que me comprometió a ayudarlo. Realizamos el 'trabajo7 y obtuvimos un gran botín de una de las más ricas joyerías de esta capital. Nos l o repartimos por la mitad y mi paisano se comprometió a que no nos volveríamos a ver, "Yo me fui a Veracruz aparrandear-decía San Quico- y un buen día me aprehendieron por el robo de la joyería. Resulta que mi paisano alardeó de lo habido en borracheras y se hizo sospechoso por lo que derrochaba en cantinas y prostíbulos. La policía lo aprehendió y le 'saco la sopa' (confesión) sobre el asalto y sobre mi participación. Me arrepiento siempre que me acuerdo de la tontería que cometí al asociarme a ese paisano que result ó ser un 'chivatón'. "Pero ahora, el aspecto mas delicado que le quiero comentar - m e decía San Quico-, es que y o soy muy útil en la banda de R í o Socarrás y varios cubanos están influyendo para que y o salga pronto en libertad. Mientras tanto, el jefe de la policía de La Habana me envía mensualmente los 200 dólares de los cheques que usted me hace el favor de cambianne. Esta es la historia con sentido político que confío usted no comentará a nadie."
La banda de narcotraficantes del hermano del presidente de Cuba, Prío Socarrás, es la expresión de la decadencia de los regímenes de nuestros países y de la degeneración de los gobernantes. Yo estableí o en Cuba con cía el paralelismo entre esa corrupción de ~ ~Socarráa la de Miguel Alemán en México. Unos veinte aiios después del sexenio alemanista el general Humberto Mariles, en otro tiempo campeón olímpico en competencia ecuestre, se hallaba en prisión por el asesinato de un trabajador. Gozaba de grandes facilidades, mediante la influencia de Alemán, para rodearse de comodidades en la cárcel y hasta tenía el privilegio de salir de noche. Una vez que lo& la libertad se incorporó al Consejo de Turismo, cuyo presidente es Miguel Alemán. A los pocos meses la policía francesa lo aprehendió como responsable de tráfico de drogas. Le había seguido la pista a sus adividades: en cada viaje que hacía a París, con pasaporte diplomático y amparado como alto funcionario del Departamento de Turismo, introducía drogas heroicas por millones de dólares. Después de varios viajes la policía apmhendió a Mariies in fraganti. Las agencias internacionales de prensa, semanas después, informaron que el general se había suicidado en la prisión de París.
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La corrupción La corrupción de los altos funcionarios del gobierno en esta fase de decadencia del capitalismo se expresó en Cuba con Prío Socarrás y se expresa en México con Miguel Alemán. Prío Socarrás ayudó política y financieramente a la lucha revolucionaria encabezada por Fidel Castro en Cuba, los años de 1959 y 1960. Pretendía con ello hacer una inversión y quiso influir con sus posiciones reaccionarias en el movimiento revolucionario cubano, pero se le rechazó con firmeza. Al ver anulada la posibilidad de influir en la Revolución cubana, como todo gran burgués corrupto, se alineó con los gusanos cubanos y la CIA y cooperó en la invasión de Bahía de Cochinos en 1961 y en todos los actos de agresión y calumnias contra la Cuba revolucionaria. Angustiado por su fracaso y despreciado por el pueblo cubano, Prío Socarrás se suicidó el 5 de abril de 1977.
"El Güero" Batillas En 1947 fue asesinado en la ciudad de México el periodista Sánchez Bretón, conocido por sus ataques violentos al presidente Alemán y a Jorge Pasquel. Sus denuncias de enormes contrabandos de artículos de lujo causaron gran impacto. Su muerte fue motivo de un escándalo mayúsculo. Al ser yo recluido en Lecumberri establecí relaciones con "El Güero" Batillas, quien me insistía en que también él era preso político. El era traficante de drogas,'nacido en San Antonio, Texas. Lo habían aprehendido en relación con el asesinato del periodista, pero me explicaba que ni él ni los otros cuatro aprehendidos con él tenían qué ver con el asesinato de Sánchez Bretón. Los otros cuatro involucrados eran paqueros -jugadores de baraja- pero ninguno de los cinco tuvo relación con el crimen. Los gobernantes, de acuerdo con la Comisión Federal de Seguridad, los habían utilizado en una maniobra para despistar al verdadero asesino de Sánchez Bretón, que seguro era agente de confianza de Alemán y Jorge Pasquel. Me explicó que a los cinco los torturaron. Que los otros cuatro, sobre todo uno de ellos, se habían comportado como "chivatones*' y, en las primeras torturas, firmaron aceptando que habían participado en el asesinato del periodista. A él también lo hbítln torturado. Lo trasladaron a unos cerros y le dijeron que corriera porque lo iban a matar, pero le dejarían con vida con la condición de que les firmara los documentos que llevaban en los que aceptaba su participación en el ase-
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asesinato de Sánchez Bertón. "Me negué a firmar y decidí jugármela -decía "El Guero" Batillas-, corrí a lo más que daba para ver si lograba desprenderme de lcs policías, pero éstos me dispararon y me dieron un balazo en la ingle provocándome una herida muy grave. En el hospital era evidente la insistencia de los polícias para que no se me atendiera y me muriera, pero un médico consciente contrarrestó las presiones policiacas y me salvó, y aquí estoy. Como observarás, Campa, y o también soy preso político.''
"El Güero" Batillas me confió la lista de los consumidores de droga que eran sus clientes. Entre ellos había políticos prominentes, baiiqueros. Estaba la secretaria de María Félix, que a poco tiempo moría en un motel en la carretera a Toluca, por consumo excesivo de drogas heroicas. Estaba Agustín Lara. "En especial -me comentaba- está el licenciado Franco Sodi, por eso observarás que cuantas veces he caído en prisión, dentro de la jurisdicción de Franco Sodi, yo salgo libre muy pronto." Años después, cuando fui secuestrado en la Procuraduría General de Justicia, nuevamente me encontré con "El Güero" Batillas; a él lo tenían recluido en un cuarto contiguo a donde yo estaba. Me reconoció y me dijo a gritos que iba a salir pronto: ya yo sabía por qué. Y así fue. El procurador era, naturalmente, Franco Sodi. Un buen día apareció en los diarios, en forma escandalosa, la noticia de que una mujer había denunciado a su amante, un miembro de la federal de seguridad, como el verdadero responsable del homicidio de Sánchez Bretón. La mujer, indignada por los golpes de que la hacía víctima el policía, se presentó al agente del ministerio público para acusarlo. El agente denunciado fue aprehendido y la pista se pierde al ingresar éste a la jefatura de policía. Ya nunca se habló de él. "El Güero" Batillas y los otros de su grupo, calumniados por el asesinato de Sánchez Bretón, rápidamente presentaron copias certificadas de la denuncia de la señora, ante la Suprema Corte de Justicia donde estaba pendiente su proceso, en apelación de última instancia. De inmediato la Suprema Corte, ante el eschdalo hecho por la prensa, falló la libertad de "El Güero" Batillas y de otros tres de sus compañeros de proceso. Sólo dejaba a uno, confirmándole la sentencia, pues en forma reiterada y sin torturas había confesado su participación en el crimen, lo cual resultaba por cierto muy forzado. Cuando salí libre, me encontré al poco tiempo al "Güero" Batillas en el restaurante Regis. Me dio a conocer entonces su técnica y señales en la venta de drogas mediante el empleo de intermediarios. Me decía que entregaba trescientos pesos diarios de los de entonces al jefe de la policía como tributo por su complicidad en el tráfico que realizaba.
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El "chivatón" que siguió en prisión, por su parte, me había comentado que Jorge Pasquel estaba comprometido a liberarlo. Si no lo hacía, él recurriría a un gran escándalo contra él. En efecto, meses después de liberado "El Güero" Batillas y los otros tres, aparecía la noticia de la "fuga" del citado "chivatón" con motivo de una diligencia en un juzgado de donde había pedido permiso para que la policía lo acompañara a una oficina de la Secretaría de Hacienda. A los pocos meses el "chivatón" fue aprehendido al intentar pasar a Norteamérica por Nogales. Se hizo un escándalo, pero el hecho es que Pasque1 ya no volvió a ver por su protegido y éste fue a dar hasta las Islas Marías.
Enjaulado en "Las tres Marías" El tristemente famoso coronel Linares, director de la prisión de Lecumberri, era un verdadero gángster. En la prisión exigía "mordidas" por cualquier motivo a los presos y sus familiares. Vendía en el exterior la mejor carne y fuertes cantidades de bolillos y hasta pastelería de la que se hacía en prisión. Cada mayor o jefe de crujía tenía que darle una cantidad mensual. Este coronel Linares era de los pistoleros personales de Miguel Alemán y a mí me hostilizaba de manera constante. Me depositó en la crujía "E", la de los rateros primerizos, donde había muchos viejos lobos del hampa que, inclusive, habían estado en las Islas Marías, pero permitían que estuvieran ahí tan sólo porque se habían cambiado de nombre. En cierta ocasión me fue a visitar el poeta Jesús Sansón Flores apodado "El Chino". Nos habíamos conocido en los años treinta. Participaba él con los c~rnunistasen muchas acciones, inclusive en la etapa de la represión callista. Cuando su visita era director del periódico El Gráfico y me expresó su interés por cooperar en la campaña por mi libertad, para lo cual quería entrevistarme. Le expliqué que no nos permitirían la entrevista porque el "coronel" que dirigía el penal siempre mantenía una vigilancia muy estrecha cuando tenía yo visitas y había prohibido terminantemente que me dejaran hablar con los periodistas, pero que le proponía hacer yo la entrevista y proporcionarle algunas fotografías de la prisión que podía agenciarme para que las publicara. Así lo hicimos. El director me prohibía salir de la crujía; ni al gimnasio ni al cine podía ir. Pero de pronto autorizó que podía concurrir al cine, lo cual me notificó el mayor de la crujía.
Una noche. al salir para el cine -que también era un gran negocioobservé que él director, el tal Linares que se decía coronel, contra su costumbre de aparecer muy respetuoso del reglamento, salía del polígono y caminaba en sentido opuesto al nuestro, lo que resultaba extraño. Al emparejarse con el grupo que íbamos al cine, me gritó: "Campa, usted escupió al suelo y eso está prohibido." Le contesté con mucha calma que estaba equivocado, que yo no había escupido, ni catarro tenía, ni motivo para hacerlo. Se indignó y en voz alta sostenía mi "falta" y yo en voz alta le reiteré que no era exacta su afirmación. De inmediato ordenó al jefe de Vigilancia que me llevaran a las celdas de castigo llamadas Las tres Marías, aunque ya para entonces no eran tres, sino cuatro, las celdas de los incomunicados completos, una de ellas destinada a los homosexuales. De inmediato reflexioné y llegué a la conclusión de que Sansón Flores había publicado mi entrevista y esto había indignado al director, lo cual confirmé a los cuatro días que salí de dichas celdas. Al llegar a Las tres Marías, el que se había autodesignado mayor en la celda a la que me llevaron, me recibió muy amistoso y en voz alta les dijo a los que estaban allí que yo era muy macho, que ya le habían informado de mi incidente con Linares, en el cual yo le había mentando la madre al director. Esto me hizo considerar que en la prisión los incidentes se comunicaban con gran rapidez y con gran exageración. Lo que sí es cierto es que mi respuesta, firme pero adecuada al director, causó conmoción a todo el penal, porque todos los presos acostumbraban agachar la cabeza ante este funcionario, aceptar incondicionalmente lo que él decía. Me gané el prestigio de muy "macho". cuando en realidad no había hecho nada extraordinario. El mayor de la celda de castigo ordenó a los doce presos que estaban en el lugar que se me dejara la "cancha" que yo escogiera. Yo escogí la que estaba en el ángulo opuesto al escusado. En Las tres Marías se concedía una hoi-a diaria para salir al sol. El director ordenó que se suspendiera esa práctica durante los cuatro días que yo estuve. En la celda fluctuaba el número de internados; había veces que bajaba hasta ocho pero a veces subía hasta veinte. Son celdas normalmente para tres personas. Dormíamos con la cabeza hacia la pared y entrecruzadas las piernas. Cuando pasábamos de catorce los recluidos, los que iban llegando se acomodaban, uno en la taza del excusado con una tapa de madera, otro en la ventana, que estaba tapada por la parte de afuera, agarrándose de los barrotes para dormir, y si el número rebasaba los dieciséis, teníamos que relevarnos, parándonos algunos durante varias horas para que otros durmieran. En la celda abundaban piojos, chinches, pulgas, cucarachas y ratas. Era un verdadero inf'lerno.
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Los "enfermos9'por turno Un buen día, el mayor de la celda le dijo a uno de los presos: "Ahora te toca enfermarte a ti." Y entre varios le dieron dinero. El designado comenzó primero a quejarse, cada vez en forma más escandalosa, hasta gritar desaforado que se encontraba muy grave. Llegó un celador y lo sacaron cogiéndolo de los brazos, porque diz que no podía ni caminar y lo llevaron a la enfermería. Allá estuvo casi todo el día. Regresó ya tarde, todavía como quejándose pero tan luego como se retiró el celador, comenzó a reirse y le dijo al mayor: "Aquí traigo la mota." Era el truco para salir. El lugar donde compraban la marihuana y las drogas era la enfermería. Mi defensor, el licenciado Octavio Medellín Ostos, protestó ante el directqr, envió telegramas a la Presidencia e hizo declaraciones a los periódicos señalando la arbitrariedad cometida al trasladarme a las celdas de castigo, que eran del todo anticonstitucionales. Por fin, a los cuatro días me sacaron de las celdas de castigo y me condujeron a mi celda regular en la crujía "E". Estaba pálido, no obstante los pocos días que había estado en/aquel infierno.
Esfuenos por mi,Zibertad En un tejaván recibíamos a las visitas una vez a la semana. Antes de irse a trabajar mi mamá, con mi sobrinita, no faltaba a verme, como tampoco faltaba el camarada Hernán Laborde. Hernán hizo unos versos en relación con las visitas de mi madre a la prisión. Desde el charrazo, el licenciado Narciso Bassols mantuvo una estrecha relación con nosotros, indignado por la orientación reaccionaria del gobierno de Miguel Alemán. No obstante la actitud hostil del Partido Comunista Mexicano hacia mí, el licenciado Bassols acept6 presidir el Comité por la Libertad de Canipa. Muy activo hizo declaraciones, publicó documentos, coticurrió a mítines en Monterrey y otros lugares y estuvo siempre pendiente de mi proceso, asistiendo a las audiencias a que se me citaba en los juzgados. En Monterrey se destacaba también, en la lucha por mi libertad, el doctor Alberto Livas. Desde mi aprehensión y hasta llegar mi proceso a la apelación ante el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, se hizo cargo del expediente en la sala penal respectiva el licenciado Victoriano Anguiano, a quien yo nunca había tratado. El se había caracterizado como un político defensor de Calles, razón por la cual lo habíamos atacado violentamente, pero después asumió actitudee democmiticas.
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El licenciado Victoriano Anguiano se relacionó conmigo de inmediato a pesar de los evidentes riesgos que esto podía acarrearle. Me tenía muy al tanto de todos los incidentes del proceso. Me explicó que él estaba muy claro y decidido a formular un proyecto de fallo absolviéndome totalmente y ordenando mi libertad. Pero los otros dos miembros de la sala, el licenciado Celestino Porte Petit y el licenciado Jenaro Ruiz de Chávez, aunque presumían de penalistas de gran fama, estaban supeditados a las consignas del presidente Alemán y mientras éste no saliera de la Presidencia, ellos tenían decido dar su voto en mi contra. En el curso de los meses siguientes el licenciado Anguiano me convenció de que lo mejor era esperar cerca de un año a la terminación del peiiodo presidencial de Alemán. El examen político lo llevaba a la conclusión de que saliendo Alemán yo quedaría en libertad, tomando en cuenta la magnitud de la campaña que se había hecho y en la que se exhibió la arbitrariedad del mencionado presidente. Así lo aceptamos mis camaradas de Acción Socialista Unificada y yo. El licenciado Anguiano me mandó decir, al entrar en funciones el nuevo presidente, Adolfo Ruiz Cortines, que estaban citados para la visita llamada "de cortesía" - e n realidad de incondicionalismo-, todos los miembros del Tribunal Superior de Justicia y que el presidente de la sala le pediría a Ruiz Cortines una audiencia especial para tratar mi caso y recibir la consigna al respecto. Pocos días después me informó de la entrevista especial de los tres magistrados de la sala con el presidente. Este les expresó que no tenía ningún interés en que yo siguiera en prisión y los dejaba en libertad para que obraran con estricto apego a la ley. Ruiz Cortines, como subsecretario de Gobernación, había trasladado de Jalapa al juzgado 15 penal del Distrito Federal al borrachín encargado de mi proceso, licenciado Mario Rebolledo, ya que el asignado a ese juzgado se negaba a seguir siendo partícipe de la arbitrariedad que se cometía en mi contra. Mario Rebolledo, como era de esperar, se comportó como un canalla. En cierta ocasión el compañero José Mancisidor, quien era muy conocido como amigo de Ruiz Cortines, fue a visitar al juez Mano Rebolledo, quien había sido su alumno en Jalapa, y le hizo la solicitud de que no continuara la farsa del proceso y se me dejara en libertad. Mancisidor llegó indignado a visitarme para explicarme que el tal Mario Reboliedo le había dicho que estaba presto a atender a su maestro, pero que necesitaba una tarjetita de Ruiz Cortines, quien ya
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era presidente electo, para actuar al respecto. Mancisidor se indignó por esta actitud. Cuando salí en libertad el camarada Ignacio Guzmán, jefe de patio en las terminales de México, me comentó que un día fueron varios patieros a la cantina próxima al puente de Nonoalco y el dueño del negocio les pidió que acompañaran al señor que estaba sentado solo en una mesa, que se trataba del ministro de la Suprema Corte de Justicia, Mario Rebolledo. Los patieros fueron a acompañar al señor, entre otras cosas para tomar vino a sus costillas y al entrar en charla con él, Mario Rebolledo les expresó que le había tocado defender a los ferrocarrileros de un líder que les era muy dañino y a quien había ordenado largos aiios de prisión. Al preguntarle de quién se trataba, les dijo: "Valentín Campa." Los patieros, indignados, lo comenzaron a golpear y a patearlo, dejándolo tirado debajo de la mesa. El dueño de la cantina, desesperado, intentaba evitar que lo siguieran golpeando. Este Mmio Rebolledo era un borrachín que en Jalapa se quedaba tirado en la calle. Fue utilizado como verdugo en mi proceso y en otros muchos de compañeros ferrocarrileros. Pero llegó a ser, ni más ni menos, que presidente de la Suprema Corte de Justicia. En una ocasión me encontré incidentalmente con David Vargas Bravo. Hacía poco había ocupado la Secretaría General en el Sindicato Ferrocarrilero como charro sustituto de Jesús Díaz de León. Fue senador "de dedo" por San Luis Potosí y me comentaba que cuando inició su periodo Ruiz Cortines lo había mandado llamar para preguntarle su opinión sobre mi inminente salida en libertad. Decía Vargas Bravo que él lo expresó a Ruiz Cortines que era lo más adecuado porque era una arbitrariedad la cometida conmigo. Por su parte, Ruiz Cortines le expresó que estaba seguro de que al salir yo libre le iba a peelir audiencia para que me recibiera, a lo que rápido Vargas Bravo le respondió que estaba equivocado pues no se le pediría audiencia. Y así fue. El viejo político Jorge Prieto Laurens, dedicado a organizar congresos anticomunistas en México y en América Latina, escribió un artículo en el que explicaba que el presidente Ruiz Cortines les daba facilidades a los anticomunistas para desarrollar su labor y que, en cierta ocasión, este mandatario le había comentado que el comunista más peligroso en México y quien había escapado a su mira en la campaña anticomunista, era yo, difícil de doblegar y muy firme en la lucha a favor del comunismo. Prieto Laurens actuó de acuerdo con los camisas doradas, con los Garza Sada, en Monterrey, y otros reaccionarios y contra la nacionalización del petróleo. También apareció relacionado con Saturnino Cedillo.
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Miguel Alemán terminó su periodo el 31 de noviembre de 1952, pero yo seguí en prisión hasta el 9 de enero de 1953. El licenciado Anguiano me informaba con regularidad de las peripecias de mi expediente: Porte Petit y Chávez, ya muy giritos por la luz verde que había dado el presidente Ruiz Cortines, aceptaron un fallo absolutorio señalando con mucha energía las arbitrariedades cometidas por el juez Mano Rebolledo y por el entonces procurador del Distrito, Franco Sodi. Este había ascendido en el gobierno de Ruiz Cortines a procurador general de Justicia y con ese carácter negaba los cargos que se le lanzaban en el fallo relacionado con mi proceso. Recurrió hasta Ruiz Cortines para que interviniera, sin embargo, el presidente les pidió a los magistrados que retiraran los cargos contra su procurador general, el penalista internacional cliente de drogas heroicas de "El Güero" Batillas.
hernán Laborde
Hemán Laborde murió el l o . de mayo de 1955.A su entierro concurrimos más de 500 personas, entre ellas muchos miembros del Partido Comunista Mexicano. Laborde tenía algunos años de padecer una enfermedad hereditaria: el mal de Parkinson. Cuando el temblor incontrolado que le provocaba su dolencia ya le impedía escribir a máquina y a mano se dio a estudiar deteüadamente su enfermedad, para lo cual recurrió a materiales científicos escritos en inglés sobre las investigaciones realizadas para atacar ese mal. Encontró que el origen se locaiizaba en ciertas células cerebrales y gue se iniciaban apenas los estudios para una operación quirúrgica muy delicada. El decidió que se le hiciera la operación a pesar de que todavía se consideraba como impracticable por la peligrosidad que entrañaba. Prefirió el riesgo de morir antes que seguir viviendo con la incapacidad a que lo sujetaba la enfermedad. Un sabio norteamericano especialista en ese mal, a quien él escribió 90municándole su decisión, vino a México para platicar con él y hacer sugerencias a quienes lo iban a operar. Hacía notar que era demasiado el riesgo que se corría. Este médico expresó BU admiración por la actitud de Laborde. Hernán Laborde nació en 1895 en el puerto de Veracruz, donde cursó la primaria y la secundaria, Muy joven entró a trabajar a la Terminal Ferrocadera, entonces propiedad de ingleses. De allí, bajo permuta, se trasladó a una plaza en la Superintendencia General de Transportes de los Ferrocarriles Nacionales en el Distrito Federal. Por los años 1922 o 1923 se incorporó a las actividades sindicales en la Alianza de Ferrocarrileros Mexicanos que en alguna ocasión pretendió agrupar a ferrocarderos de todas las especialidades, pero no lo logró y se centró en el gremio de empleados.
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El primer diputado comunista Ya como sindicalista le fue conferida la representación de la alianza ante la Confederación de Transportes y Comunicaciones (CTC) Y ésta lo mandó a organizar a los ferrocarderos de la empresa del Sudpacífico (entonces de Nogales a Tepic), ferrocarril en que aún no se terminaba el tramo entre Tepic y Guadalajara. Como organizador tuvo éxito; además de organizar sucursales de la Alianza de Ferrocarrileros cooperó en la organización de otros gremios de la CTC. Con su huelga de hambre, a principios de 1927 en la prisión militar de Santiago Tlatelolco, adquirió un gran prestigio nacional. Ya por esa época se destacaba como organizador del Partido Comunista entre los ferrocarrileros. Además, participaba en las carnpañas de la Liga Antimperialista y en la solidaridad de los mexicanos con el movimiento guerrillero de César Augusto Sandino. Enseguida de la huelga de 1927 organizamos el Partido Ferrocarrilero Unitario en el que actuamos los ferrocarrileros comunistas. Ese Partido Unitario mantenía una actividad valiosa y se esforzaba por abarcar no sólo a los huelguistas sino también al personal en servicio. Aprovechando la coyuntura presentada por la pugna del obregonismo contra Luis N. Morones, se Iogró postular con mucha fuerza la candidatura de Hernán Laboi.de a diputado federal por el distrito de Orizaba, que era un centro ferrocarrilero muy importante pero en donde predominaban los trabajadores textiles de la CROM de Morones. Sin embargo, el descontento entre esos obreros era grande y se hizo una labor muy fuerte entre ellos a favor de su candidatura. En una campaña muy intensa ganó las elecciones en ese distrito y pasó a la Cámara de Diputados. De inmediato hizo intervenciones en la Cámara atacando las repercusiones de los tratados de Bucareli firmados por Obregón y, aunque subrayando, de acuerdo con la línea del Partido, la lucha contra la reacción latifundista y clerical, atacaba los aspectos reaccionarios de la política de Calles y del propio Obregón.
La bandera arrancada por Sandino a los yanquis
El 26 de noviembre de 1927 Laborde pronunció un discurso en la Cámara de Diputados que repercutió nacional e internacionalmente. El presidente norteamericano, Mr. Hoover, realizaba un recorrido en un barco de guerra por varios países de América Latina, incluyendo
HERNAN LABORDE
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Nicaragua y México en su itinerario. Laborde, con la encomienda del Partido Comunista de atacar con energía al imperialismo yanqui y en especial, el recorrido de Hoover, pronunció un discurso en el que cabe destacar los siguientes párrafos: "Díaz y Moncada, los dos traidores, se disponen a presentar sus respetos a
Mr. Hoover en el puerto de Corinto. A Mr. Hoover, al representante m&¡-
mo del imperialismo norteamericano, que tiene sumidos en la esclavitud a todos los pueblos de América Central y de las Antillas. "Pero no todo está podrido en Nicaragua. Desde mayo de 1927 el general Sandino, con menos de mil hombres, mal armados y equipados, sostiene la lucha entre los infantes de marina, que pasan ya de los diez mil. Los más brutales procedimientos, los procedimientos clásicos del imperialismo, han sido aplicados contra el pueblo nicaragüense, que finca todas sus esperanzas en el, ejército libertador. En los bombardeos aéreos de Ocotal, Telpaneca y Chinandago, la población entera fue exterminada, contando hombres, mujeres y niños. La región de Nueva Segovia, donde tiene Sandino su cuartel general, ha sido declarada fuera de la ley, lo que supone el considerar como bandido a todo habitante pacífico. Las balas dumduin que las potencias europeas no se atreven a usar hace mucho tiempo, por inhumanas, son las Únicas utilizadas por los infantes de marina para asesinar nicaragüenses. Está en México el compañero José de Paredes, exsecretario particular de Sandino, que lo atestigua con una herida brutal, que más que herida de bala parece un hachazo. "Pero Sandino sigue en pie al frente del Ejército Libertador. Le fa]: tan armas y parque y arrebata el parque y las armas a los invasores; le faltan víveres y se provee de los convoyes de la marina; le faltan medicinas y cura a sus heridos con agua clara. Sandino lucha, vence con su pequeño ejército de latinoamericanos, que simboliza la unión fraternal de todos nuestros pueblos oprimidos. . . Dos mil marinos han muerto en Nicaragua. Media docena de banderas han sido arrebatadas a los invasores, y las mujeres de los oficiales sandinistas llevan hoy enaguas hechas con el pabe* llón de las barras jr las estrellas. Una de estas banderas ha ~idoenviada a México y la tengo aquí para quien quiera verla."
Al decir estas palabras desplegó la bandera que los guerrilleros sandinistas le habían arrebatado a los invasores yanquis en Nicaragua. El escándalo en la Cámara de Diputados fue tremendo. El diputado gángster Gonzalo M. Sántos -encabezó a unos pistoleros en el intento de bajar de la tribuna a Laborde, sin conseguirlo: él se defendió con piernas y manos y no lo bajaron. A las pocas semanas, el tirano Calles y su presidente testaferro Emilio Portes Gil, tomaron el acuerdo arbitrario de desaforar como diputado a Hernán Laborde. Sus "porros" incluyeron el nombre de Laborde entre los diputados que habían apoyado la rebelión reaccionaria del general Gonzalo Escobar.
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Valiente y sereno Pocos meses después del pleno del Comité Central de julio de 1929 se eligió a Laborde secretario general en sustitución de Rafael Carrillo. Le correspondió la aplicación de la línea izquierdista y sectaria del pleno de julio de 1929, coincidiendo este proceso con la reaccionad zación del callismo, lo cual complicaba las cosas y dificultaba la resistencia a la brutal represión que se desplegó entonces. Laborde siempre fue valiente y a la vez sereno. En plena represión no resistió el deseo de llevar a sus hijitas a una exposición agrícola industrial en la calzada a Tacuba, frente a donde entonces estaba el Colegio Militar. Recorrían la exposición cuando un tipo, con todas las características de agente, llamó por su nombre a Laborde, quien se hizo el desentendido; se le acercó y le preguntó si él era Hernán Laborde. Le respondió que no, que ya varios lo habían confudido con ese señor y, muy sereno, se retiró con las niñas. Al exarninat el incidente, reconoció en forma autocrítica que había cometido un error y que teníamos que manejamos con más cuidado. A la altum de los mejores
Laborde estudiaba mucho, tenía la ventaja de saber bien el inglés y de leer en francés. Esto le daba la gran ventaja de tener acceso a libros sobre el marxismoleninismo en esas dos lenguas. Entonces esta literatura en espdol era muy escasa y muy deficiente. Era también poeta y escritor. Con motivo de mi encarcelamiento, después del charrazo, escribió un poema en el que expresa la amistad que nos unía mí como su gran intensidad:
Una madre espem a su hijo Valentín, eres valiente como muy pocos lo son y yo sd que mucha gente te lleva en el comzón. Si tu madre te visita trayendote su cariño, pareces tan sólo un niño que está con su madrecita, pareces tan sólo un niño.
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Cuando te besa y te abraza algo por su frente pasa y en sus ojos hay un brillo: de su mano va el chiquillo que con ella vuelve a casa. Y si al sentarte a su lado le notas el aire grave o la mirada severa, es que piensa en lo que sabe: está dentro un hombre honrado, muchos pillos andan fuera. Mas luego que ella se va llevándose tu caria0 y musitanto tu nombre, para todos claro está que, si este hombre es un niíio, este niño es todo un hombre.
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Cuando te pones de pie tu.noble espíritu salta con su idea y su verdad; todo mundo entonces ve que tu estatura es más alta en prisión que en libertad. Valent fn, eres valiente como muy pocos lo son y yo sQ que mucha gente te lleva en el corazón. Qu'e sea mucha o escasa, que sea eBcasa o mucha, sólo ella, si clama y lucha, hará que vuelvas a casa. iY bien sabemos que es mucha! Un pajarito saliendo de su jaula, así me duo: -a las puertas de la Peni una madre espera a su huo.
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Hemán Laborde (Estrella de oriente y otras canciones De paz y vida, 1964)
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Laborde se destacó en la elaboración de lineamientos políticos e ideológicos, inclusive en algunos planteamientos teóricos. En los años 20 y 30 Laborde se colocó a la altura de los grandes camaradas latinoamericanos José Carlos Mariátegui y Julio Antonio Mella. En mayor grado que los demás, a pesar de su capacidad, Laborde también se mantuvo en un nivel teórico insuficiente para la talla de los grandes problemas de la etapa que enfrentábamos. Incurrió, como todos nosotros, en la incapacidad de no poder advertir la seria desviación sectaria e izquierdista del pleno de julio de 1929. Cedió ante la fuerte presión que hizo la 111 Internacional Comunista con objeto de imponer, por conducto de Earl Browder, la funesta línea de "unidad a toda costa" aprobada en el pleno de junio de 1937, línea que fructificó mediante la maniobra divisionista de la CTM instrumentada por Fidel Velázquez. Al presentarse el incidente de liquidar a Trotsky, a lo que nos opusimos Laborde y yo, Vittorio Codovilla, representante de la 111Internacional encargado de llevar a efecto toda la maniobra contra nosotros en México,' mantenía una actitud especialmente hostil hacia el camarada Laborde. Por razones no aclaradas, tal actitud adquirió rasgos de agresividad. Adem6.s de camaradas, hermanos
l
Yo mantuve discusiones y diferencias con Laborde sobre problemas políticos y tácticos, lo que es normal en la dirección del Partido, pero siempre constructivamente y con una solidaridad muy fuerte ante todas las peripecias que nos tocó experimentar juntos. Codovilla conoció esas diferencias y en forma sucia, trató de utilizarlas intentando halagarme con objeto de indisponerme contra Laborde -ya lo he dicho- hasta insinuar que yo podría sustituirlo en la Secretaría General. A ello reaccioné con energía, expresándole que las diferencias eran secundarias y que yo me solidarizaba en todo lo esencial con Laborde, cosa que hice con firmeza. Laborde tenía razón, decía que él y yo, además de camaradas, éramos hermanos. El XX Congreso del PCUS se realizó del 14 al 25 de febrero de 1956, cuando aún no había transcurrido un año de la muerte de Laborde. Poco después del XX Congreso, el Partido Coinunista Francés invitó al POCM a enviar una delegación a su congreso nacional. Estos hechos le habrían dado un gran gusto de haberlos conocido. En rela-
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ción con el XX Congreso, especialmente yo me lamentaba de que no hubiera vivido un año m& para confirmar lo justo de sus ataques violentos contra Stalin por haber ordenado la liquidación de Trotrlcy v " estar de acuerdo en las sucias maniobras contra nosotros por parte de Browder y Codovilla.
Durante once largos años, desde 1940 hasta 1951, insistimos en la unidad de los partidarios del socialismo científico con el Partido Comunista Mexicano. Sin embargo, todos nuestros esfuerzos y proposidones fueron rechazados por la dirección del PCM. En 1951 consideramos conveniente constituirnos en partido político para desarrollar una actividad más eficaz, pero siempre insistiendo en la unidad con el Partido Comunista Mexicano. En ese mismo año se fundó el Partido Obrero Campesino Mexicano (POCM). Aunque yo me encontraba en prisión como consecuencia del charrazo al Sindicato Ferrocarrilero, me mantuve en estrecha relación con los compañeros militantes y sindicalistas, por lo que seguí de cerca cooperando en lo posible en la integración del POCM. En éste participábamos la coriiente de Acción Socialista Unificada; la de los expulsados del PCM después de 1940, entre los que estaban Carlos Sánchez Cárdenas, Alberto Lumbreras y Miguel Angel Velasco. También se incorporaron obreros e intelectuales, que no habían pertenecido al PCM, interesados en actuar en un nuevo partido. El POCM aplicó en forma constante la unidad de acción sindical en todos los frentes sociales. Inclusive tuvimos reuniones, para combinar nuestras luchas, con el Frente Obrero de Ortega Arenas, pero este 1ídex siempre mostró su aventurerismo y dificultó el entendimiento entre nosotros. El POCM tenía influencia entre los ferrocarrileros, los petroleros y puntos de apoyo, aunque aislados, en mineros, tranviarios y obreros de otras industrias. También estaba con nosotros un grupo de estudiantes universitarios y politdcnicos. Nuestra presencia política y sindical era constante, aunque débil. Participamos en forma activa en las acciones ferrocarrileras del "tortuguismo", que tenían por objeto hacer respetar los reglamentos
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de transportes y seguridad, así como en la acción en Balderas, de la que hablaré más adelante, en unidad con 10s compañeros del PCM. Por la devaluación del peso, del 18 de abril de 1954, elaboramos una buena propaganda y una magna asamblea de protesta en el local de Artes Gráficas de la calle Zaragoza, donde hablamos en unidad de acción, entre otros, José Colin, mediano industrial de la CANACINTRA, y yo. Claridad en el nuevo Partido Nuestra definida línea en la propaganda y encauzamiento de las luchas explican el que el gobierno nos haya detenido en varias ocasiones, El Partido tenía una actitud clara frente a éste: sostenía que era reaccionario, de la gran burguesía, asociado al imperialismo yanqui. En la Declaración de principios del POCM, se afirmaba: "Los países que, como el nuestro, no han logrado su plena independencia, no han liquidado completamente los restos feudales, ni han alcanzado, en fin, todos los objetivos de la revolución democrática, no pueden ya, en la actual época del imperialismo, alcanzarlos por la vía de la democracia burguesa, es decir, bajo la dirección de la burguesía, una gran parte de la cual se ha asociado al imperialismo, sino bajo la dirección del proletariado y por la vía de una nueva democracia, es decir, sobre la base de la hegemonía de la clase obrera en un Estado democrático, que no sólo lleve a cabo todw los objetivos de la revolución democrática,sino que, para consolidarlos, establezca las bases de un régimen socialista. La nueva democracia sería, pues, un periodo de transición entre el régimen capitalista y el régimen socialista." Hubo, como pueden notarse, algunos esfiierzos en el POCM en el sentido de hacer aportaciones en la conformación de una línea política que superara las confusiones y desviaciones en que habíamos incunido y que originaron la profunda crisis que padeció el Partido Comunista durante más de veinte años. En el documento antes señalado también se estableció: "Por tanto, el POCM se plantea como tarea principal la lucha por superar la actual división del movimiento comunista y por su unidad dentro de un partido unificado, capaz de haqr frente con éxito a sus grandes tareas revolucionarias.~' Es explicable, por esta razón, la gran satisfacción que causó en el POCM el XX Congreso del PCU$ pronunciándose contra el dogmatismo y contra las arbitrariedades del estalinismo. Con fundamento en lo establecido en la ya citada Dechmción de principios, el XIII Pleno
Nacional, realizado los días 18, 19 y 20 de abril de 1958, resolvió, entre otras cuestiones, lo siguiente: "El Partido Obrero y Campesino expresa su disposición de emprender la inmediata discusión en las proposiciones unitarias, incluyendo la de la fusión por la vía del ingreso o reingreso individuales, con la seguridad de que llegaremos a un acuerdo común." "Proponemos también que, de manera coordinada con las discusiones mencionadas, quede integrada una comisión conjunta de los dos partidos, encargada de examinar y llevar a cabo la incorporación de los actuales miembros del POCM, a las filas del Partido Comunista." Aun ante esas actitudes unitarias subsistieron posiciones muy inadecuadas en la dirección del PCM. A los pocos meses del XX Congreso, con gran sorpresa -muy agradable por cierto- el POCM recibió una invitación a la que ya se hizo alusión en el capitulo anterior, del Comité Central del Partido Comunista Francés para el envío de una delegación a su congreso nacional que se realizaría en breve. Contestamos de inmediato aceptándola, pero la dirección del PCM protestó airadamente e hizo una campaña internacional contra Ia deferencia que había tenido el Partido Comunista Francés hacia el POCM. La dirección de ese Partido, poco antes de su congreso, nos escribió expresando su convencimiento de que su invitación al POChll era correcta, pero nos informaba de ciertas dificultades para aplicar ese acuerdo, por cuyo motivo, confiando en nuestra coniprensión, nos supIicaba no mandáramos la delegación para evitarles complicaciones.,De inmediato aceptamos lo expuesto por el Partido Comunista Francés y nos lamentamos de la actitud asumida por la dirección del PCM, que no hacía esfuerzos por comprender ni siquiera las orientaciones renovadoras del XX Congreso del PCUS. Enseguida de la gran represión a las huelgas ferrocarrileras de marzo de 1959, al presentarse una actitud muy reprobable de parte de Lombardo, en la que se expresaba el pánico político, dentro del POCM se dio a conocer abiertamente una tendencia lombardista que se había mantenido latente desde hacía algún tiempo. Lom bardismo abyecto en el POCM Esta corriente, encabezada por Carlos Sánchez Cárdenas, planteó con gran violencia la lucha contra el PCM. Violando lo aprobado en la Declaración de principios del POC,M y los acuerdos de diferentes plenos nacionales intensificó su lombardismo proponiendo la unidad del POCM con el PPS.
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Esto Úitirno provocó una lucha muy violenta en las filas del POCM, en la que no faltaron las maniobras sucias de parte de Carlos Sánchez Cárdenas. En el Comité Directivo del POCM ganamos por sólo un voto el acuerdo de adhesión al PCM, consecuentes con lo establecido en la Declamción de principia y reiterado en los plenos de su Comité Directivo. Cuando por la represión fueron aprehendidos los compañeros Demetrio Vailejo y Máximo Correa, de la dirección del Partido, la corriente de Sánchez Cárdenas, con gran descaro, aprovechó esto para proclamar que ellos tenían la mayoría con un voto para ingresar en el PPS. Pero en esas semanas fueron también aprehendidos los compañeros Alberto Lumbreras y Miguel Aroche Parra, del Comitd Directivo. Logramos entonces el acuerdo de que todos los miembros de la dirección en prisión pudieran votar en problemas como el de la unidad. Asi, con los votos de Demetrio Vailejo y Máximo Correa, restablecimos la orientación firme de la unidad del POCM con el PCM. La represión y la crisis interna, particularmente en el Comité Directivo del POCM, originaron la desbandada de muchos de los miembros de este Partido y su consecuente debilitamiento. Esto nos apremió para acelerar la unidad, cosa que resolvimos formulando un documento del Comité Directivo Nacional al respecto, fechado en diciembre de 1959. El POCM se declaró disuelto por la mayoría do su Comité Directivo con el ingreso de sus miembros al PCM. No obstante, la corriente de Carlos Sánchez Cárdenas recurrió a la vulgar maniobra de pretender hacer creer que el POCM subsistía. Incliisive, se llegó a editar un número de Noviembre, con toda una línea política y táctica lombardista claramente contraria a todas las orientaciones del POCM. Esa corriente montó la farsa de llevar a cabo un diz que pacto de unidad entre el POCM y el PPS. Con tal orientación lombardista, esa corriente arribó a extremos francamen'te reaccionarios en relación con la huelga ferrocarrilera y la represión que contra ella ejerció el gobierno de López Mateos. Ya en esa pendiente se llegó a planos odiosos como el de la actitud asumida frente a la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, ordenada por Díaz Ordaz. En relación con esa matanza, el diputado del PPS, Carlos Sánchez Cárdenas, hizo declaraciones como las siguientes:
"Las fuenas interesadas en variar el rumbo democrático que viene slguien-
do el presidente Diaz Ordaz son las fuenas de la reacción y del lmperlalismo norteamericano. los acbs revolucionarios del presidente Díaz Ordaz han provocado la reacción de las fuerzas imperialistas para divorciar el gobierno de su pueblo." (reportaje del pedodieta Aquiles Fuentes.)
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En resumen, el POCM, aunque con muchas debilidades y aun confusiones, jugó un papel renovador entre los partidarios del socialismo científico en nuestro país y fue un factor para impulsar en el PCM una corriente renovadora que tuvo como punto de partida el Xlll Congreso Naciond.
las huelgas ferroearr8leras de P@'$=P959
Desde el charrazo al Sindicato Ferrocarrilero, en octubre de 1948, la actividad se mantuvo latente y el descontento tendía aincrementarse. El Comité de Unidad Sindical Ferrocarrilera en el que actuábamos los trabajadores de la industria, miembros del Partido Obrero Campesino Mexicano (POCM), realizó una actividad muy constante. También ferrocarderos del Partido Comunista, por su parte, llevaban adelante esa labor. Durante algunos años estas dos corrientes actuaron separadas e, inclusive, la influida por el Partido Comunista adoptó una actitud hostil hacia los del POCM; pero a mediados de los años 50 se logró en ambas corrientes la unidad de acción.
Logramos un movimiento muy fuerte entre los trenistas de camino y patio por la vigencia de los reglamentos. Estos señalabaii para los transportes determinados ritmos y condiciones con objeto de impedir accidentes, pero los jefes presionaban y amenazaban con intensificar los ritmos violando las disposiciones y, cuando se presentaba algún accidente a consecuencia de ello, responsabilizaban al trabajador por violar los reglamentos. Esa doble actitud de la empresa dio lugar a una situación muy tensa, más todavía cuando aumentaba el número de trenistas en prisión por "descuido punible" de acuerdo con el Código Penal Federal. Se realizó una reunión de representantes de los trenistas de muchas secciones del Sindicato en la que acordaron fUar una fecha para que la empresa corrigiera esa anormalidad: o modificaba los reglamentos de transporte o aceptaba por escrito no preeionar, ni menos consignar, a quienes tuvieran accidentes a consecuencia de la violación de los reglamentos. La empresa no contestó el
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planteamiento que se le hizo por lo que en la fecha indicada los trenistas acordaron el movimiento que se denominó "tortuguismo". Lamentablemente, en varias terminales el personal cedió ante las amenazas y la campaña de propaganda intimidatoria lanzada por la empresa y el gobierno. Sin embargo, en Monterrey, en Torreón y en otros lugares, el "tortuguismo" adquirió gran fuerza: al sujetarse estrictamente el personal a los reglamentos, se bloquearon los patios y se demoraron los trenes con las consiguientes congestiones de flete y dilaciones en las terminales. El gerente de los Ferrocarriies Nacionales, licenciado Roberto Amorós, consignó a los dirigentes de estos movimientos y, en Monterrey, fueron aprehendidos varios; entre los más destacados estaba el camarada Luciano Cedillo, jefe general de patio. Después de seis meses en prisión, aceptó la gerencia que salieran libres bajo caución, pero los mantuvo varios años con los procesos abiertos y bajo la constante amenaza de reaprehensión. A los destituidos el gerente Amorós les concedió unas indemnizaciones miserables; sólo reinstaló en el servicio a unos cuantos. Después jubiló a otros, pero a Luciano Cedillo ni lo reinstaló, ni lo jubiló y continúa destituido: ahora trabaja como pequeño comerciante, y sigue manteniéndose como un gran camarada consciente y militante del movimiento sindical y del movimiento revolucionario. Aunque ese movimiento "tortuguista" fue derrotado, la empresa se vio obligada a aplicar algunas medidas, muy limitadas, d e protección al personal, medidas que poco a poco se fueron cancelando, hasta que, bajo el imperio del charrismo, quedaron muladas y se volvió a la arbitraria situación anterior. En las oficina generales de Balderas esquina con avenida Juárez (en el Distrito Federal), donde se concentraban miles de empleados de varias oficinas de los Ferrocarriles Nacionales, se gestó una lucha por demandas sindicales que culminó con un paro en todo el edificio. Los charros mandaron a sus "porros" armados con objeto de golpear a los paristas y asesinaron a un empleado de apellido Balmaceda. Esto indignó al personal por lo que se armó una lucha muy violenta que al fin controló la policía; se destituyó a varios compañeros, entre ellos a Alejandro Pérez, miembro entonces del Partido Comunista.
Las comisiones pm aumento de salarios Se .activó la agitación y la propaganda pues la carestía se hacía sentb, con los estragos consiguientes, entre los trabajadores. Los ferrocarri-
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leros, ya en unidad de acción, los del POCM y los del PCM, impulsaron la integración de comisiones pro aumento de salarios en los centros de trabajo y en todas las asambleas sindicales. El descontento, muy sofocado, comenzó a expresarse; debido a esto bien pronto se nombraron dichas comisiones en las asambleas generales del Sindicato, que se realizaron gracias a la gran presión que ejercieron las bases y a pesar de los obstáculos y maniobras de los charros. Esas comisiones se pusieron de acuerdo y se situaron en las oficinas del Ejecutivo General del Sindicato para coordinar su acción. Con los delegados democráticos de las comisiones pro aumento de salarios tuvimos reuniones reservadas en las que acumulamos datos estadísticos sobre los subsidios de los fletes de grandes industriales y comerciantes a través de las tarifas sobre la gran sangría a la empresa por renta de carros extranjeros y, especialmente, sobre los aspectos de la política antifenocarrilera del gobierno, entre ellos, el increment o de las carreteras en forma desordenada. En esas reuniones se nombró como coordinador de nuestra corriente al compañero José María Lara, que siempre se había destacado como un sindicalista democrático. Quezada, el charro mayor del sindicato, atacó los puntos de vista de la Gran Comisión Pro Aument o de Salarios y amenazó con utilizar la represión. No sabemos si por esto, o por sobornos, José María Lara nos traicionó. Con rapidez designamos como coordinador al compañero Demetrio Vallejo, delegado de la Sección 13 de Matías Romero, quien pronto dominó los aspectos económicos y técnicos del conflicto y encabezó las discusiones en la Gran Comisión contra los charros del Sindicato. Ante el planteamiento de un aumento general de salarios de 350 pesos mensuales, Quezada y sus colegas charros resolvieron disolver la comisión, desesperados porque ésta además de demostrar la razón que le asistía, aprobaba medidas para la movilización y la lucha por un aumento general de salarios. Los charros propusieron, en respuesta, un aumento de sólo 150 pesos en las empresas chicas en las que se fueran presentando las revisiones de los contratos. Pensaron que con esto apaciguarían el descontento. De inmediato nos reunimos los de la corriente democrática y acordamos proponer a todos los delegados que regresaran a sus secciones y en asambleas generales informaran, con la documentación correspondiente, la razón que asistía para requerir el aumento y denunciaran la traición de los charros encabezados por Quezada. Nuestros delegados propusieron que se volvieran a nombrar comisiones pro aumento de salarios, que se reunirían en el Distrito Federal, pero
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ya no en el Ejecutivo General y sin sujetarse a los charros de esa dirección. De acuerdo con lo programado, en las asambleas se discutió un plan de ación que fue afinado en las secciones del sureste -Matías Romero, Tonalá y Tierra Blanca-, en donde el movimiento adquirió un gran impulso al grado de llegar los ferrocarrileros a apoderarse de los locales de las secciones, arrojando a los charros y nombrando nuevos dirigentes locales. Plan del Sureste
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Las secciones antes mencionadas se reunieron y acordaron la elaboración del Plan del Sureste, que contemplaba la exigencia de aumento salarial de 350 pesos mensuales, acordada por la Gran Comisión Pro Aumento de Salarios. Se fijaron fechas para realizar paros escalonados progresivos, mítines y manifestaciones de frente único, a los que se invitó a todas las organizaciones y al pueblo a la lucha contra la carestía y por aumento de salarios. En el Plan del Sureste, se tomó un acuerdo muy importante que consistía en que las secciones fijarían rápidamente una fecha y una hora para llamar al paro general en caso de que se presentaran actos represivos, aprehensiones y destituciones, y mantener el paro hasta que cesaran las represiones. Este punto fue muy acertado ya que dio una gran confianza a la colectividad ferrocarrilera, que se incorporó en forma masiva al movimiento. En el Distrito Federal los grupos activos convocaron a un mitin en la alameda central frente al Ejecutivo General. Se reunieron unos cientos de ferrocarrileros y, con gran combatividad, habló, entre otros, el compañero Francisco Berlanga. En el núcleo que se formó frente al Ejecutivo General-sereunieron apenas unos 400 ó 500 ferrocarriieros, lo que dio motivo para que no sólo los charros, sino muchos compañeros de izquierda, pero reforrnistas, consideraran que el movimiento era un fracaso. Nosotros subrayamos que, independientemente del núcleo frente a la alameda, entre los árboles, en las bancas, en todas las banquetas de la avenida Hidalgo, había muchos miles de ferrocarriieros que se solidarizaban cm el llamamiento que se había hecho. Los capituladores y carentes de perspectiva sostuvieron que el mítin sólo demostraba que no había condiciones para una lucha general. No entendían el significado de que se hubieran moviüzado muchos miles de ferrocaderas del Distrito Federal. En la dirección del POCM
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fue expresada esa opinión capituladora por quienes luego conformaron la corriente lombardista. Se realizaban asambleas y mítines en los centros de trabajo y se hacían colectas que alcanzaban decenas de miles de pesos. Las secciones 1 5 y 16 convocaron a una asamblea general en Peralvillo, advirtiendo que, si los charros no abrían el local, la asamblea se realizaría en el costado de la estación, en la c a e , que fue donde se llevó a cabo. Esta asamblea obtuvo concurrencia masiva. El debate fue magnífico, se aprobaron todas las orientaciones del movimiento y, por Último, se acordó que todos los asistentes pasaran al local de la Sección 15 y tomaran posesión de la misma, puesto que era de ellos, cosa que hicieron rompiendo los candados y cadenas con que se pretendía impedir la entrada de los compañeros. A partir de esta medida, Peralvillo se convirtió en el centro de operaciones. En el local cabían miles de asistentes y todos los días se hacían asambleas y mítines. Reunidos ahora los delegados como integrantes de una convención extraordinaria, por acuerdos expresos de las asambleas generales masivas de las secciones, decidieron instalarse en el local de la Sección 16. Instalada la convención, ésta hizo un examen de los problemas, se convirtió en un pan jurado contra Quezada y los charros, resolvió destituirlos, nombró un Comité Ejecutivo General y un Comité General de Vigilancia, ambos provisionales. Demetrio Vallejo fue designado por unanimidad secretario general. La convención resolvió emplazar a la empresa para el reconocimiento de su6 nuevos dirigentes generales y locales. Se acordó un plan de acción, ante la negativa de la gerencia para reconocer a los nuevos dirigentes, que prevía paros progresivos emplazando a la empresa con diez días de anticipación, de acuerdo con el Artículo 123 Constitucional. Se iniciaron los paros en plena campaña de la candidatura oficial de López Mateos a la Presidencia de la república. Hubo choques en la Sección 15 y ahí la policía asesinó a un ferrocarrilero. Esto corrió como pólvora por todo el sistema y rápidamente se acordó pasar al pam general. Se realizaron grandes manifestaciones conjuntas y paros simultáneos de ferrocarrileros, telegrafitas federales y profesores. En un momento dado se llegó al paro conjunto. El gobierno aprehendió a telegrafistas y profesores, asesinó a tres ferrocarriieros de las terminales del Distrito Federal, pero no se atrevía a encarcelar a Dernetrio Vallejo, que se había convertido en el líder principal.
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Los charros a paseo
La dirección democrática del Sindicato acordó pedirle al compañero Elías Terán Gómez, exsecretario general del Sindicato, que explorara con el gerente Roberto Amorós la posibilidad de examinar el conflicto. Amorós aceptó, pero con la condición de que la reunión, con carácter de secreta, fuera sólo entre él y Demetrio Vallejo. Se le insistió en que se informara públicamente de esas conversaciones, pero no aceptó. La reunión se hizo en la casa de Elías Terán Gómez. Pero Edmundo Jardón Arzate, periodista, logró colarse antes de que tuviera lugar y esconderse en un lugar donde pudiera escuchar la discusión para luego hacerla pública. Los trabajadores del Ferrocarril del Pacífico, los del Mexicano y los de la Terminal de Veracruz, que habían recibido 150 pesos mensuales para ser apaciguados, se solidarizaban en la exigencia de los 350 pesos junto con el personal de los Ferrocarriles Nacionales. Se llegó al punto de orientar la huelga general hacia el desconocimiento de los líderes charros. Amorós insistía en que Vallejo no fuera el secretario general del Sindicato, aunque su corriente podía nombrar al que quisiera. Demetrio Vallejo contestó que "nosotros no aceptamos que usted sea el gerente; aunque el presidente de la república nombre al que quiera; estamos en huelga general y no aceptamos ingerencias en 61 Sindicato Ferrocarrilero". Después de dos reuniones muy prolongadas a medianoche, se acept ó como transacción el aumento de 215 pesos mensuales en los tabuladores, base de la lucha contra el charrismo, y se convino en realizar un plebiscito con las dos planillas: la democrática de la convención extraordinaria y la que presentaron los del Comité Ejecutivo charro. Esto fue objeto de muy amplias discusiones; había muchas reservas. El presidente Ruiz Cortines comentó con alguien de confianza que se trataba nada más de "taparle el ojo al macho", ya que eran sabedores de la absoluta mayoría a favor de la planilla de Vallejo (como estábamos completamente seguros de esa mayoría absoluta, acordamos que se suspendiera el paro y se realizara el plebiscito con representantes de la Secretaría del Trabajo y las dos planillas). La nuestra estaba encabezada por el compañero Vailejo. El secretario del Trabajo pidió que esta opinión del presidente fuera considerada por nosotros como algo formal y serio aunque no apareciera en un documento. Se firmó el convenio en la Secretaría del Trabajo entre los dirigentes de la convención extraordinaria y los dirigentes charros, aceptando el plebiscito, fijando sus normas, las fechas de realización, etcétera.
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Con la intervención de un inspector de la Secretaría del Trabajo en cada sección, se recogían los votos directos en los centros laborales, y se cubrían los diferentes turnos, todo dentro de un procedimiento muy limpio y muy serio. Cuando la suma de los votos, cuya información daban los inspectores a la Secretaría del Trabajo, llegó a 69 000 a favor de la planilla de Demetrio V d e j o y a 9 votos a favor de la planilla charra, encabezada por José María Lara,'el que nos había traicionado, la Secretaría del Trabajo resolvió no continuar el plebiscito por no verle ningún objeto. Nosotros insistimos en que, de acuerdo con lo convenido, el plebiscito abarcara a todos los ferrocarrileros; pero el presidente Ruiz Cortines insistió en que no se continuara y que tomase posesión el nuevo comité, encabezado por Demetrio Vallejo. Esto se hizo en medio de un gran entusiasmo. El nuevo Comité Ejecutivo se instaló en el edificio del Sindicato y continuaron los trabqjos de la convención extraordinaria. Una de las condiciones que se establecieron en las reuniones secretas entre el gerente Amorós y Vallejo fue la libertad inmediata de cinco telegrafistas federales, entre ellos una compañera, aprehendidos por el paro simultáneo que habían realizado por sus demandas y en actitud solidaria con los ferrocarrileros. También se exigió la libertad de algunos profesores. Amorós pretendió escudarse en el sofisma de que él no era un gobernante como para poder decidir al respecto, pero no se le aceptó esa actitud hipócrita y se le insistió en esta condición para el arreglo. Amoró's aceptó la condición, pero sobre la base de un compromiso verbal, no escrito. Todos los presos salieron en libertad. La gerencia indemnizó a los familiares de los compañeros asesinados por la policía y, aunque se exigía el castigo de los asesinos, esto no prosperó. Así se conformó uno de los éxitos más grandes del movimiento sindical mexicano y la primera gran derrota del charrismo por las masas. El Sindicato inició una nueva fase de lucha por la democracia interna y la elevación de la rnilitancia sindical. En el aumento de salarios concedieron nada más 215 pesos sobre el tabulador sin la repercusión del 16.66 por ciento, aunque después se exigió el pago de este porcentaje por concepto de séptimo día de descanso. Se constituyó una comisión de enlace entre el Partido Comunista, el Partido Obrero Campesino y el Partido Popular, encargada de aportar la máxima solidaridad a la huelga que se estaba plantea do a los Ferrocarriles Nacionales por revisión contractual. Se acordó dixr sugerencias a los miembros de esos partidos en el Sindicato para lograr mayor eficacia en la acción.
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En la revisión del contrato en los Ferrocarriles Nacionales se tuvo un gran éxito. Se logró la solidaridad y se ganó el problema más difícil, que era el de la dotación de casas. Desde 1917 todas las empresas y patrones con más de 100 obreros y empleados tenían la obligación de construir casas cómodas e higiénicas para sus asalariados, pero el derecho constitucional correspondiente (la Fracción XII del Artículo 123) nunca se había cumplido. Al discutir esta demanda con la empresa y con el licenciado Eduardo Bustamante, secretario del Patrimonio Nacional, ellos esgrimían el sofisma de que esa fracción no se había reglamentado. Pero les demostramos que el adículo X I transitono de la Constitución era terminante en el sentido de que todos los derechos de los obreros y campesinos entraban en vigor de inmediato, sin esperar reglamentaciones. Fue así como se vieron obligados a ceder. Ese triunfo se convirtió en una inmensa fuerza de atracción para el movimiento sindical democrático. La burguesía mexicana e imperialista se alarmó.
La voz del amo
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En esos días, a principios del 69, se realizó una entrevista de López Mateos con Eisenhower, en Acapulco, en la que el gobierno de éste le concedía una sede de crédito. y garantías monetarias al gobierno de México. Lo que no se informó es que López Mateos se comprometió entonces a reprimir el movimiento sindical independiente. El acuerdo era que, al emplazar a huelga a los Ferrocarriles Nacionales, al mismo tiempo se obrara de igud manera con las empresas chicas; esto Último no se hizo sin haberse aclarado el porqué. El Ferrocarril Pacífico, Mexicano y Terminal de Veracruz, emplazaron aparte. En conjunto tenían 13 700 plazas, mientras que los Ferrocarriles Nacionales tenían alrededor de 85 mil, de planta. Consideramos que la demanda era del todo justa: iguaiar, como siempre se había hecho, las condiciones de esas empresas chicas con las condiciones del personal de los Ferrocarriles Nacionales. En la revisión del contrato con la empresa Ferrocarriles Nacionales se estableció un enlace político directo, extraofisl, entre el presidente López Mateas y los dirigentes ferrocarrileros. Ese enlace era el licenciado Mario Pavón Flores, quien había entablado relaciones personales con el licenciado López Mateos por su vinculación literaria con la hermana del presidente. Hay un hecho que luego adquirió significación: entre las demandas
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a los Ferrocarriles Nacionales, se incluía el pago del 16.66 010 por concepto del séptimo día de descanso, que no se había concedido sobre el aumento general de salarios de 216 pesos mensuales obtenido en junio de 1958;Pavón Flores nos hizo saber la discrepancia que había entre la cuantificación que nosotros hacíamos por ese concepto y la presentada por el presidente López Mateos; éste incluía en el cálculo el pago del 16.66010 al personal de las empresas chicas y nosotros lo haciamos sólo en relación con el personal de los Ferrocarriles Nacionales. Bien pronto el licenciado López Mateos, a pesar de lo anterior, se negó a coilceder ese 16.66 010 a los obreros y empleados de las empresas chicas. De inmediato se presentó una tremenda resistencia de parte de Benjamín Méndez, gerente general de las empresas ferrocarderas, actitud hostil que expresaba, evidentemente, la política del gobierno. En una tumultuosa asamblea general de la Sección 16 en el Distrito Federal, se aprobó en forma natural, por las condiciones que existían, un plan en el que se llamaba a todas las secciones de Ferrocarriles Nacionales para prepararse a dar la solidaridad a las empresas chicas. Entre otras cosas, disponía que si las huelgas de dichas empresas eran declaradas inexistentes por "ilegales", el personal de la empresa iniciaría paros para exigir el respeto al derecho constitucional de huelga y la atención a sus demandas obtenidas en la revisión del contrato de los Ferrocarriles Nacionales. Este plan de la Sección 16 prendió en todo el sistema; incluía la medida establecida con éxito en el Plan del Sureste de junio de 1958: si había represiones se aumentaría la duración de los paros hasta llegar a la huelga general. Vanos insistimos en moderar la duración y los plazos de los paros señalados en ese plan.
Se inicia la represión Nuestras opiniones no se tomaron en cuenta. Había un ambiente de gran entusiasmo por los éxitos anteriores y se exigía el respeto a la nivelación (derecho constitucional) de condiciones para el personal de las empresas chicas. En ese ambiente, el gerente Benjamín Méndez ordenó la destitución de algunos ferrocarrileros que destacaron como activistas en la preparación de los paros; ordenó también el larizamiento del personal de vía de los carros campamento en la línea, carros que en la mayoría de los casos se hallaban en lugares despoblados. Cuando la tropa arrojó a las familias de los ferrocarrileros de sus
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viviendas, inclusive mujeres y niños enfermos, y los dejó a la intemperie en los llanos, estalló la indignación colectiva y se generalizó la huelga en todas las empresas. En la discusión con Salomón Gonzáiez Blanco, secretario del Trabajo, el Comité Ejecutivo y el Comité General de Huelga plantearon que el paro general sería levantado, pero que para esto se requería el compromiso de la gerencia de rectificar las medidas represivas. Subrayaban la indignación colectiva de los ferrocarrileros por el trato inhumano y arbitrario a los compañeros de vía. González Blanco, hipócritamente, expresó que le parecía muy razonable la actitud de los dirigentes del Sindicato y habló por teléfono con Benjamín Méndez. González Blanco procuró que la conversación fuera escuchada por el licenciado Mario Pavón Flores, asesor jurídico de la dirección sindical. Benjamín Méndez, en forma muy airada, contestó que no sólo no suspendería las medidas que estaba aplicando, según él disciplinarias, sino que las generalizaría en virtud del paro general. Los compañeros de la dirección del Sindicato no aceptaron levantar la huelga en esas condiciones.
El ejército contra los ferrocarrileros Así fue cómo, en la tarde de ese mismo día -sábado 28 de marzo de 1959-, el Sindicato Ferrocarriiero fue asaltado por el ejército y se generalizó la represión; en ella intervinieron, además, todas las policías del país. Después, en la prisión de Lecumberri, conocimos algunos empleados federales con puestos de significación que nos explicaron cómo en todas las oficinas de gobierno se había reclutado gente entre el personal de confianza para incorporarlos a las policías de todo tipo en la represión contra los ferrocarriieros. Todo el ejército fue movilizado. Se estableció el estado de sitio en los barrios donde vivían los ferrocarriieros. En las colonias Guerrero y Vallejo, del Distrito Federal, se prohibía reunirse en la calle a más de tres personas. El terror fue generalizado. Sin embargo, las divisiones del sureste no pudieron ser controladas por el ejército. En ellas las pequeñas guarniciones no eran capaces de evitar el movimiento, por lo que la huelga general continuó hasta el 1 2 de abril. En ese ambiente de gran represión, los dirigentes sindicales que siguieron libres acordaron que el compañero Jacinto López secretario general de la Unión de Obreros y Campesinos, de orientación lombardista, sirviera de enlace con altos funcionarios del gobierno para tra-
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tar de encauzar el conflicto. Jacinto López tenía que tomar medidas muy estrictas -estaba estraordinariamente vigilado- para hablar con los ferrocarrileros. En una ocasión me contó que se había dado cuenta del odio que en el Estado Mayor presidencial había en mi contra; por ello, reiteradamente recomendaba que se tomaran muchas precauciones en relación con mi persona. Temía mucho que me asesinasen en caso de que me localizaran. La huelga se mantuvo firme. Jacinto López proponía que se entablaran discusiones con Vallejo. La idea era que le permitieran hablar con él -cosa que no lo&-, pues había el rumor de que lo habían torturado. El rumor resulto falso. La actitud del gobierno se mantuvo intransigente. La huelga era formidable por la unidad que había logrado a pesar de la represión. Nos llegaron informes de muy buena fuente de que el lunes 31 de marzo altos funcionarios de gobierno se orientaban por un arreglo sobre la base de dejar libre a Demetrio Vallejo, Pero el martes 2 de abril, en la mañana, por todos los medios de difusión (diarios, radio y televisión en cadena) se transmitió con gran alharaca la calumnia de que la huelga ferrocarrilera estaba dirigida por dos diplomáticos soviéticos y que el gobierno de México había pedido su salida del país. Esa campaña, que señalaba de antipatriotas a los ferrocarrileros, causó mella no sólo en la opinión pública general, sino en los propios trabajadores del riel. Algunos comenzaron a regresar al servicio aun cuando la huelga había sido unánime y se había mantenido, por encima de la brutalidad del aparato represivo, en todos los locales del Sindicato y en todos los centros ferrocarrileros. Los dirigentes que estaban libres acordaron el regreso al servicio para evitar la desbandada. Sin embargo, Benjamín Méndez, que había dado un plazo hasta el día 6 de abril para que todos regresaran, se retractó y empezó a seleccionar a los que regresaban al servicio. Despidió a más de 1 0 mil ferrocarrileros, cantidad que disminuyó poco a poco. Así y todo, miles de ellos permanecieron en la calle por muchos años. Carta al general Cárdenas Yo me hallaba muy acosado. Primero me escondí en la casa de la doctora Matilde Rodríguez Cabo; allí convinimos en que le enviase una carta al general Cárdenas en la que le explicaría la verdad sobre el conflicto, subrayándole la hipocresía del presidente López Mateos, expresado en la calumnia de la supuesta ingerencia de diplomáticos soviéticos en la huelga y en la "intransigencia" de los ferrocarrileros, siendo que éstos habían acordado dejar pendientes todas sus peticio-
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nes. Le señalaba yo cómo López Mateos, por conducto de Pavón Flores, había aceptado pagar el séptimo día sobre el aumento de 215 pesos, que ya se había cubierto en los Ferrocarriles Nacionales, al personal de las empresas chicas. Sin embargo, ni eso habían aceptado conceder, mucho menos lo de las casas, que era un derecho constitucional, y otras demandas. "Para mí -le decía al general Cárdenaseste comportamiento representa una política muy reaccionaria." Por conducto de Janitzio Mújica, hijo de la doctora Matilde Rodríguez, le mandaba decir que, en mi opinión, había una fuerte influencia del imperialismo yanqui en esa actitud bárbaramente represiva contra los ferrocarrileros. Janitzio me expresó que el general había recibido la carta, que la había comentado ahí con un personaje oficial y que me mandaba decir que estuviera pendiente de sus noticias, que él en cuanto fuera posible cooperaría en este agudo conflico que le preocupaba mucho. A los pocos días el ingeniero Jorge Tamayo, con quien yo tenía contacto, pidió hablar conmigo y me expresó que, en forma inopinada, le habían llamado de la Presidencia para decirle que me localizara, que el licenciado López Mateos quería tener una entrevista conmigo para tratar políticamente el conflicto ferrocarrilero sobre la base de que mientras yo estuviera en las discusiones no me detendrían, aclarando que, al no haber arreglo, me dejarían en el lugar que yo quisiera para continuar luego la persecusión en mi contra. La única explicación de la entrevista era que la situación en nuestro país resultaba caótica: más de 10 mil ferrocarderos, muchos de ellos técnicos, estaban despedidos; había una tremenda desorganización en el tránsito ferrocarrilero y los capitaiistas habían resentido muchos daños en el proceso de la producción. El ingeniero Tamayo me siguió comentando que, a pesar de que se habían concretado las medidas en el sentido de que el jefe del Estado Mayor presidencial y él me llevarían a un lugar seguro donde pudieran realizarse las plásticas, no se llegó a precisar la fecha de las misma. Pasaron las semanas y nunca se hiceron. Al salir libre, en julio de 1970, platiqué con el general Cárdenas. Me explicó entonces lo que para mí era una incógnita: que cuando Janitzio le entregó mi carta a principios de abril del 69, en Jiquilpan, Michoacán, se hallaba con Lauro Ortega, presidente del PRI, gente de su confianza, enviado por el presidente López Mateos para tratarle un problema. Le comentó la carta que en esos momentos le entregaba Janitzio de mi parte y le pidió a Lauro Ortega que le expresara a López Mateos su gran preocupación por la gravedad de este conflicto; que le hiciera saber que él no conocía a Demetrio Vallejo, pero que sí me conocía a mi, con quien había tratado problemas muy graves
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para la nación, y que por mí él metía las manos donde quiera; que le pedía al señor presidente el examen de dos proposiciones de su parte: discutir conmigo directamente el aspecto general y político del conflicto para buscar su encauzamiento, o que lo nombrara a él, a Cárdenas, como gerente de los Ferrocarriles Nacionales y, una vez rebasado el conflicto, renunciaría a la gerencia. Lauro Ortega le expresó después que el presidente había aceptado su primera proposición y que había dado órdenes para localizarme v discutir conmigo políticamente el conflicto. Esta era la explicación que yo no conocía del citatorio de la Presidencia por conducto del ingeniero Jorge L. Tamayo.
La gran noticia El general Cárdenas comentó que se había dado cuenta de que; a pesar del ofrecimiento de López Mateos en el sentido de recibirme, se había negado al trato político; que un año después, al ir a tratar unos problemas a Palacio Nacional, en el momento de entrar al salón en que estaba el presidente López Mateos, éste se levantó y le expresó: "mi general Cárdenas, tengo una gran noticia que darle; la noticia es que acabamos de aprehender a Valentín Campa." Cárdenas comentó que él se molestó mucho y que le había contestado al presidente: "Usted me mandó decir por conducto de Lauro Ortega que estaba de acuerdo en discutir políticamente con Campa, no en aprehenderlo." La situación era muy embarazosa y cambió de tema. Cárdenas había decidido dejar correr un poco el tiempo y, en el momento más oportuno, plantear a Díaz Ordaz mi indulto por lag servicios prestados a la patria. Con ese objeto había arreglado una entrevista con Quiñones, del periódico confidencial BIP (Buró de Información Política), en el cual comentó mi participación en la nacionalización del petróleo y, muy especialmente, en las medida6 militares para aplastar la rebelión del general Cedillo, actividades que acreditaban reconocerme un gran mérito en favor de la patria. Cuando el ingeniero Tamayo me expresó la idea del general Cárdenas de solicitar el indulto para mí, yo le mandé decir que, con todo respeto y estimación por su interés, yo no lo aceptaba. Después, cuando salí libre, comenté con Cárdenas los sucesos y me dijo: "Bueno, tú no aceptaste el indulto, ni Díaz Ordaz quizo concederlo." Cárdenas decidió irnos a visitar a la prisión de Lecumbem. Por cierto que le pidió a Julio Scherer, entonces reportero estrella del Excélsior, que cubriera el reportaje de su entrevista con nosotros.
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Cárdenas dio una gran demostración de su simpatía hacia nosotros al presentarse en la prisión para saludarnos y hacer comentarios delante de los periodistas y de los funcionarios del gobierno. La mano de la CIA
En relación con la huelga del 59 se habían manejado muchas mentiras y calumnias, particularmente en mi contra. Todas quedaron exhibidas. Al respecto, interesa subrayar este hecho: pocos días después de la represión general de fines de marzo del 59 contra los ferrocarrileros, Renato Leduc escribió un artículo en la revista Siempre! en el que entre otras cosas, decía que 61 había obtenido un dato de fuente muy autorizada en el sentido de que unas semanas antes de la represión había llegado a México, a disposición del gobierno federal, un experto de la CIA para asesorar a éste en la represión contra los ferrocarrileros. Era un perito en provocaciones y en rompimientos de huelgas. El nombre de este agente de la CIA era Dean Stephanski. Esa información causó una gran sensación y nunca fue desmentida por el gobierna Cuando yo salí libre, en 1970, se hizo una conferencia de prensa en la que Renato Leduc les dijo a los periodistas que nadie había publicado ni publicaría esa información, sino sólo él, pues el gobierno impidió de manera arbitraria que lo hicieran. Dijo Renato que era muy amigo del secretario general del Sindicato Nacional de Electricistas, y Francisco Pérez Ríos, y que, estando en una cantina, le comenzó a bromear sobre el gran éxito que entonces tenía la lucha de los ferrocarrileros, la cual daba lugar a una derrota de todos los charros, entre otros, la de él. Muy serio, Pérez Ríos le dijo que, en efecto, él estaba con Fidel Velázquez y con el gobierno, pero que en forma muy confidencial le expresaba que esa huelga general, muy digna de la admiración por la unanimidad de los ferrocarrileros, iba a ser aplastada de una manera brutal; que en la organización de la represión ya estaba participando un agente directo de la CIA, de nombre Dean Stephanski, experto en romper huelgas y en armar provocaciones. La huelga iba a ser aplastada por medio de una gran represión. En efecto, apareció luego la provocación: esa calumnia de la ingerencia de los dos diplomáticos soviéticos había sido sugerida, evidentemente, por Dean Stephanski, con la circunstancia de que simultáneamente se hicieron provocaciones parecidas ante las huelgas generales de Montevideo y Buenos Aires. De tal suerte que el gobierno se comportó con la táctica del ladrón que al robar sale gritando "allá va el ratero",
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puesto que todo el aparato represivo del federal estaba dirigido por Dean Stephanski en contra de los ferrocarrileros mexicanos. La prueba de la calumnia en contra de los diplomáticos es evidente, ya que el gobierno de México se limitó a pedirle al gobierno soviético el retiro de estos dos de su embajada, de acuerdo con el derecho diplomático internacional, sin explicarle nada. El gobierno soviético hizo constar, en su declaración, que el gobierno de México no presentaba ningún cargo contra sus dos diplomáticos y sólo pedía su salida de México, cosa a la que tenía derecho, de acuerdo con las normas diplomáticas. Así fue como se consumó el pretexto para justificar esa gran represión iniciada en marzo del 59. El entonces famoso comentarista norteamericano Drew Pearson informó la realización de las condiciones económicas de Eisenhower con el gobierno de LÓpez Mateos. En su columna fechada en Washington el 9 de octubre de 1959, dice: "En esta ocasión - s e refiere a la huelga ferrocarrilera- el exsecretario del Trabajo y amigo de los obreros, metió a la cárcel a los agitadores y los acusÓ de 'promover la disolución social' delito tipificado en los códigos mexicanos. Simultáneamente ordenó la expulsión de los agregados de la embajada soviética, por considerarlos incitadores de la agitación obrera. Desde entonces -tontinÚa Pearson- el presidente López Mateos ha fortalecido notablemente la moneda mexicana" (con la ayuda del Tesoro de los E.U. y del Fondo Monetario Internacional).
Cobardía política en el PPS
Enseguida de la represión se presentaron actitudes de cobardía política y una campaña de calumnias y deformaciones de los hechos por los reaccionarios y gobiernistas e, inclusive, por corrientes oportunistas de organizaciones conocidas como democráticas. El Partido Popular Socialista, por conducto de Lombardo Toledano, asumió una actitud deplorable. Los representantes de ese Partido en la comisión de enlace con el PCM y el POCM habían aprobado todos los acuerdos sobre el curso de las huelgas ferrocarderas y el reforzamiento de la solidaridad con ellas. Todavía el sábado 28 de marzo del 59, al iniciarse la represión gubernamental en gran escala, los representantes del PPS participaban en la comisión. La reunión de esa fecha, que se prolongó hasta la madrugada del día siguiente, se realizó en dos casas de miembros del PPS. En ella se aprobaron los acuerdos -todos por unanimidad- que
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evaluaban la represión y sugerían las medidas aconsejables para mantener la huelga ferrocarrilera e impulsar la solidaridad. El domingo 29 en la noche el PPS envió una carta en la que argumentaba su retiro de la comisión de enlace con sofismas grotescos. El gobierno había aprehendido, sobre todo en el noreste, a miembros del PPS activos en la solidaridad a los felrocarrileros y había cateado sus oficinas. Es claro que para detener y evitar una mayor represión contra ellos resolvieron claudicar. Para el efecto, Lombardo citó a una conferencia de prensa el 30 de abril de 1959, cuyo contenido quedó exhibido cuando el fascista Fernando López Arias, procurador general de Justicia, lo. requirió para que ratificara lo dicho ante el ministerio publicó federal, cosa que hizo, anexándose esa conferencia en el proceso contra Valiejo, cientos de ferrocarrileros y contra mí. Así, Lombardo asumió el papel de colaborador con el aparato represivo gubernamental al acudir a calumnias y deformacknes provocadoras, esgrimidas en forma efectista por jueces y gendarmes contra las huelgas ferrocarrileras y los presos sindicalistas y revolucionarios,
Otras abyecciones Dentro de ese pánico político actuaron los integrantes de la corriente de Carlos Sánchez Cárdenas, que desde el interior del Partido Obrero Campesino Mexicano impulsaron sus posiciones lombardistas, expresadas en diferentes problemas anteriores, y , de plano, acordaron ingresar al PPS, oponiéndose a la posición mayoritaria del POCM de ingresar al Partido Comunista Mexicano. Su deplorable actitud los conducía a manipular el sofisma de que la represión contra los ferrocamleros fue motivada por errores "izquierdistas" y no por la mayor reaccionarización del gobierno. Omitieron intencionalmente el hecho de que todos los acuerdos sobre las huelgas ferrocarrileras fueron apoyados por el POCM en la comisión de enlace de los partidos. Toda una actitud doble y execrable. El ingeniero Agustín Sánchez Delint, secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas, trotskista y demagogo radicalizante, habló mucho del frente Único y de la solidaridad con los ferrocarrileros. Ya se había exhibido a fines del 58 como agente gubernamental al citar a una reunión de representativos y personalidades con objeto de presionar a los f e r r o c d e r o s a rectificar sus acuerdos con el rnanoseado argumento de la inminencia de un cuartelazo al presidente Ruia Cortines. En esa reunión, Sánchez Delint declaró:
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"Siempre señalamos que la lucha de los trabajadores por conseguir mejores condiciones de vida no debería sobiepasar los marcos de la lucha sindical y que cualquier acción que se saliera de estos limites no seria apoyada por nosotros como ha ocumdo en el terreno de los hechos."
Coincidía este trotskista con Lombardo en la tesis de que era el Sindicato Ferrocarrilero el que planteaba un conflicto politico y no el gobierno el que convertía en político un problema claramente sindical. Una persona próxima a Sánchez Delint nos hizo saber, para que nos cuidáramos de él, que éste era consejero de la Presidencia desde hacía tiempo y que actuaba de hecho como espía.
por décima ver
La gran represión de marzo de 1959 no logró liquidar la actividad de los comunistas y sindicalistas ferrocarrileros. E1 descontento se expresaba, a pesar del ambiente represivo, en un apoyo masivo al Consejo Nacional Ferrocarrilero, que, inmediatamente después del inicio de la represión, empezó a editar con cierta regularidad su periódico El Rielero. Los nuevos charros, ahora jefaturados por Luis Gómez Zepeda, se desesperaban porque no lograban controlar la situación a la vez que eran repudiados por la mayoría absoluta del gremio. La famosa comisión cuatripartita, encabezada por Favela, impuesto como secretario general con bayonetas y macanas, estaba totalmente aislada. Después se hizo una faramalla de convención, en la que Luis Gómez Zepeda apareció como secretario general del Sindicato. Los gomezetistas y el gobierno decidieron, ante la actividad sindical en todo el sistema, un acto brutal de terror para amedrentar el gremio.
Román Guerra Montemayor El 31 de agosto de 1959 destacados gomezetistas de Monterrey acompañaron a la policía militar en la aprehensión del tallerista mecánico Román Guerra Montemayor y de Pilar Rodríguez, ambos miembros del Partido Comunista. Fueron trasladadds al campo militar e internados en el cuartel del 31 .Batallón. A medianoche, Román Guerra Montemayor fue sacado del cuartel y, según lo hace constar Pilar Rodríguez, Io regresaron -q su cuarto brutalmente torturado. Guerra Montemayor había estado
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en la ciudad de México en una reunión del Partido Comunista y la polícia militar, con métodos fascistas lo pretendía obligar a que diera informaciones del Partido que él se negaba a proporcionar; aunque por lo demás, no había nada delictuoso en las actividades del Partido. Según Pilar Rodríguez, Román Guerra Montemayor murió en la madrugada del l o . de septiembre. Como las autoridades militares y civiles no daban ninguna explicación acerca de la desaparición de Guerra Montemayor, un periodista regiomontano se propuso investigar el caso. La mamá proporcionó su cartilla del servicio militar. Examinó todos los cadáveres que aparecían en Monterrey y en el estado para confrontar las huellas digitales; gracias a esto descubrió un cadáver totalmente desfigurado, arrojadc en la carretera a ciudad Hidalgo, que correspondía, por las huellas digitales, a Guerra Montemayor. Publicó su gran éxito reporteril, pero luego el cadáver fue desaparecido. En el transcurso de los años se ha insistido ante el gobierno para que haga la entrega del cadáver a la mamá de Guerra Montemayor, pero los funcionarios, imperturbables, se niegan a hacerlo, a pesar de estar bien comprobado que ellos, en el cuartel del 31 Batallón, asesinaron a Guerra Montemayor y después, al ser identificado, recogieron el cadáver y lo desaparecieron. El asesinato hitleriano de Román Guerra Montemayor jamás será olvidado por los ferrocarrileros, el Partido Comunista y el pueblo mexicano en general. La lucha porque se presente su cadáver será perinanente; y el recuerdo de un ferrocarrilero consciente, sindicalista, de un comunista militante, siempre estará presente para reforzar el odio contra los gomezetistas y los gobernantes que lo asesinaron.
En Lecumberri Por la imprudencia de un camarada ferrocarrilero fui aprehendido a mediados de mayo de 1959 y conducido a la prisión de Lecumberri. Este camarada 'citó a una reunión secreta, en la que yo participaba, a un telegrafista que había estado muy activamente durante el paro general del 68 y cuya afiliación a la policía federal era bien conocida. Seguramente por "órdenes superiores" se me mantuvo mucho tiempo aislado de todos los demás compañeros en la crujía "L". No se me permitía salir de ella. En esa prisión nunca se me dio una comisión de trabajo como a todos los demás con el objeto de mantenerme lo más controlado posible. Las comisiones se concedían, generalmen-
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te, sin remuneración y permitían salir de las crujías o dormitorios con cierta facilidad de movimiento y para recibir visitas. En Lecumberri, el conocido narcotraficante Corvera, "Paco el cubano" y otros, establecieron buenas relaciones con nosotros. Corvera había estado en un internado con profesores progresistas y conocía algunos aspectos de la actividad democrática y revolucionaria. Guardaba una gran animadversión a Demetrio Vallejo, a quien en las conversaciones le lanzaba amenazas con la intención de causarle daño. Discutimos mucho en Lecumberri y en Santa Marta hasta que lo convencimos de que no debería hacerle ningún mal a Vailejo.
Fuga En Lecumberri, Corvera, secundado por "Paco el cubano" y otros. organizó una fuga. Uno de los partícipes del plan era un buen amigo mío. Después de comprometerme solemnemente a guardar el secreto más completo, ya que cualquier indiscreción le costaría la vida, me explicó el plan. En caso de que juntos llegáramos a la conclusión de que la fuga era viable, me proponía la participación en el intento, sobre todo si varios o todos los presos políticos estábamos dispuestos a llevarlo a la práctica. Estudiamos con detenimiento el plan y llegamos a la conclusión de que estaba condenado al fracaso; y, además, por razones políticas de ese momento, los presos del movimiento ferrocarrilero no participaríamos. Aquel amigo, con mucho tacto, le explicó a Corvera ciertas fallas que presentaba su plan. Trató de disuadirlo de no llevarlo adelante y le explicó el porqué no participaría en el intento de fuga. En efecto, al intentar fugarse, la vigilancia de la prisión se dio cuenta y actuó violentamente: "Paco el cubano" fue muerto y otros tres cayeron heridos; Corvera, con heridas, logró brincar la muralla, pero a las pocas semanas lo localizaron y lo internaron en Santa Marta. En esa prisión observé uno de los muchos dramas de la cárcel. Guardaba yo relaciones con un delincuente, también traficante de drogd, que se hacía llamar Jorge Torres, quien de chamaco había estado internado en la misma escuela secundaria de la ciudad de Orizaba donde estudiaba mi hermana la menor. El gángster principal que controlaba el tráfico de drogas en Santa Marta, de acuerdo con el jefe de vigilancia a quien daba una buena participación (tenía gran amistad con Corvera), fue uno de los que
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intentaron fugarse en Lecumberri y había sido herido. Por cierto, jugaba muy bien ajedrez y nos ganaba a casi todos. A Corvera le decía que para ser traficante allí adentro, era condición indispensable no ser drogadicto. Lo exhortaba a que se sujetara a un tratamiento y dejara ese vicio; entonces lo haría su socio. Corvera, quien entre paréntesis, era muy buen basquetbolista, no pudo liberarse de Ia droga y aunque tenía toda la que quisiera para su consumo y recursos para pasarla bien, comenzó a incubar un gran odio contra su amigo, el jefe del tráfico, por no hacerlo su socio. Un buen día se escucharon en el cine unos disparos y varios vimos a Corvera que corría con gran velocidad hacia el dormitorio número 4, en el extremo opuesto del cine. Luego se supo que Jorge Torres había disparado por la espalda a los dos principales traficantes. Pero a nosotros nos llegaron comentarios de buena fuente en el sentido de que Jorge Torres y Corvera se habían sentado detrás de los dos hermanos que controlaban el tráfico, y aunque Torres se "echó la bronca", en realidad quien había disparado era Corvera, desconfiado de Torres porque éste no había controlado la droga y temblaba. Jorge Torres fue recluido eii celda soldada. Allí lo fui a saludar porque me parecía que nuestras relaciones de amistad lo exigían. En cuanto a Corvera, después del drama en el cine, controló el tráfico de drogas pero, a los pocos meses, al salir del gimnasio en donde jugaba basquet, uno de los traficantes ofendidos por él le disparó por la espalda toda una carga de pistola 45. Por cierto, el nuevo director de Santa Marta, un general inteligente, logró que Jorge Torres, estimulado por el ofrecimiento de designarlo jefe de lavandería, con toda clase de comodidades y con buenos ingresos personales, se sujetara a un tratamiento y se quitara del vicio. Era y sigue siendo una lavandería moderna, con instalaciones muy avanzadas, destinadas a lavar la ropa de todos los de la prisión y los celadores. Los directores la han convertido en un gran negocio, lavando ropa de hoteles y cobrando a los presos la ropa que mandan lavar allí. En 1972, después de que yo había salido libre, apareció la noticia de que Jorge Torres había sido asesinado al estar en las regaderas del baño lo habían dejado como "coladera" d e tanta puhlacta. Lo más posible es que haya reincidido en el tráfico.
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Un fidelista an ticomunista A los pocos meses de estar en Lecumberri me fue a saludar una muchacha inmigrada española, que se presentó como aeromoza de la Pan American. Ella era sobrina del líder socialista Caballero. Me explicó que en uno de los vuelos Florida-La Habana-México había conocido a un joven colombiano que había huido de Cuba porque, siendo gran admirador de Fidel Castro, era enemigo virulento del comunismo. Había participado en la Sierra Maestra luchando mucho tiempo junto con Fidel Castro y le había pedido autorización a éste para salir de la isla. Ella había discutido mucho con él pero no había logrado influir en sus concepciones. El colombiano estaba en Lecumberri por una tortuosidad derivada de su negativa a incorporarse a un grupo de gusanos que preparaban un ataque a Cuba. Después de mucho batallar, la aeromoza sólo había logrado convencerlo de que pla'ticara conmigo. El colombiano no me conocía, pero se había dado cuenta de que yo estaba en Ia crujía "L". En efecto, a los pocos días se acercó para conversar conmigo. Me explicó que había alcanzado el grado de teniente en el ejército de Colombia. Había participado en el batallón que el gobierno de Colombia envió a la guerra de Corea para combatir al lado de los ilorteamericanos. Allí recibió un bayonetazo (me enseñó el hombro izquierdo, que presentaba una gran cicatriz). Trasladado a Colombia para recuperarse de la herida, había decidido no regresar a Norcorea inquieto por la naturaleza de la guerra en que había participado al lado de los norteamericanos. Tiempo después, se entusiasmó por la lucha guerrillera de Fidel Castro contra Batista y los yanquis. Con dificultades se trasladó a Cuba y logró incorporarse a la guerrilla de la Sierra Maestra. Participó en batallas importantes y consiguió la estimación de los jefes, inclusive de Fidel Castro. Inmediatamente después del triunfo contra Batista, participó en las actividades políticas; había reafirmado su admiración por Fidel, pero cuando éste en 1960 planteó la perspectiva del socialismo, él y otros muchos entraron en desacuerdo con el régimen. Confirmó su actitud de estar con Fidel Castro, pero contra el comunismo. Se dio de baja y logró de los jefes facilidades para venirse a México, en donde conversó sobre sus confusiones con la aeromoza española. Al llegar a la ciudad de México lo esperaban varios connotados cubanos de Miami, con dos altos jefes de la policía federal de seguricad, quienes lo acompañaron a un hotel muy elegante y allí lo instalaron. Los que lo recibieron iniciaron conversaciones con él para incorporarlo al proyecto de una próxima invasión a Cuba contra el régimen
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encabezado por Fidel Castro. El mantenía su actitud virulenta contra el comunismo pero también estaba firme en su actitud a favor de Fidel Castro, por lo que se negó a secundar el proyecto y a incorporarse a él a través de un alto puesto muy bien remunerado. Llegado el momento, él tendría que luchar por Fidel Castro, independientemente de su anticomunismo. Después de varias semanas de discutir el tema, un buen día, la federal de seguridad lo trasladó a Lecumberri, acusándolo de fraude por no pagar la cuenta del hotel donde estuvo hospedado por ellos. Todavía en Lecumberri, los de la federal de seguridad del gobierno de López Mateos le insistieron sobre el asunto. Pero al sostenerse en su actitud, el juez lo declaró formalmente preso y alií estaba. Comprendí el estado psicológico del colombiano y, con mucha calma, comencé a explicarle el proceso de la Revolucjón mexicana y cómo, por lo tanto, Fidel Castro tenía mzón cuando planteaba la perspectiva del socialismo. Como leía bastante, le pasé materiales sobre México y Cuba. Todos los datos en relación al colombiano los trasmití a la embajada cubana. Compañeros de esa nacionalidad me recomendaron que lo siguiera cultivando y obteniendo informes con los nombres de los gusanos que le habían propuesto integrarse a la conspiración contra Cuba, lo cual hice en detalle. El colombiano avanzaba en su comprensión sobre el proceso cubano, pero no aceptaba que nosotros lo defendiéramos en la obtención de su libertad porque no quería adquirir ningún compromiso con las comunistas. Un buen día, con un pretexto muy forzado, al salir del cine lo llevaron a las celdas de castigo, que eran un infierno. Cuando regresó de ellas me dijo que había escrito un recado muy amplio, explicando la arbitrariedad cometida en su contra, para que lo ayudara yo a defenderse de tanto atropello. Pagó una buena cantidad para hacérmelo llegar, pero yo no lo recibí y, en cambio, a los cuantos días lo dejaron libre, pues los de la federal de seguridad fueron y le ordenaron que sacara sus "chivas" porque salía deportado a Costa Rica. Dedujimos, con razón, que esto se debía al temor de la dirección y de la federal de seguridad del escándalo que podíamos hacer al respecto, pues ya había aceptado que elaboráramos unos escritas para iniciar con cierto tacto la lucha por su libertad. Al despedimos sólo alcanzó a expresarme que donde quiera que estuviera lucharía a favor de los revolucionarios. Nunca más supe de él.
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Santa Marta En 1965, agotados todos los trámites legales, inclusive en la Suprema Corte de Justicia y estando ya L'ejecutoriados", fuimos trasladados, de Lecumberri a Santa Marta, Roberto Gómez Godínez expresidente de Vigilancia General del Sindicato- Dioniso Encina, Demetrio Vallejo, Alberto Lumbreras, Miguel Aroche Parra y yo. Nos colocaron a la mayoría en el dormitorio número 3 y en celdas conjuntas. Al día siguiente, el director nos expresó que podíamos solicitar-comisiones. Dirigiéndose a mí manifestó que en la tarjeta de traslado decía que estaba prohibido dármelas, pero que esto no tenía validez en Santa Marta, en donde yo podia solicitar la comisión que quisiera. La-mayoría resolvimos ser comionados en el apiario de la prisión. Varios compañeros tenían la experiencia de haber estado en el apiario de Lecumberri. A mí lo que me interesaba era estar en un lugar arbolado, en donde pudiera dedicar tiempo a leer y escribir, pues en las celdas era difícil por el traqueteo y el ruido existentes. Estuve en el apiario hasta que salí libre. Antes salieron Encina, Lumbreras y Aroche, luego Gómez Godínez y, al Último Vallejo y yo. Cuando todavía estábamos Gómez Godínez y yo en Santa Marta, un buen día nos levantaron de los dormitorios en la madrugada a los que estábamos comisionados en el apiario y nos llevaron a las celdas de castigo dos días. Luego nos llamaron para hablar con el director. Resultaba que un aviador yanqui, narcotraficante, trasladado de la prisión de Tijuana a Santa Marta, le pidió al director que l o comisionara al apiario; entre otras cosas argüía su interés en criar un halcón chico que le habían regalado porque quería atenderlo con objeto de regalárselo luego al propio director, lo que implicaba tenerlo en el apiario en un cuartito de madera que allí había. El director aceptó la solicitud, pero de inmediato se dio cuenta de que el yanqui tramaba algo y esto se lo comentó a Gómez Godínez, pidiéndole que le reportara cualquier movimiento raro del yanqui en el apiario. A esto se negó Gómez Godínez, expresándole que había vigilantes suficientes para ello, mayormente cuando ya se sospechaba algo. El aviador yanqui, con la ayuda de otro delincuente comisionado en el apiario, sacaba todos los días al atardecer una buena cantidad de tierra del cuartito donde tenían al halcón. Desde la torre de vigilancia sureste, a unos 50 metros del lugar, un polícia observaba todos los días usos movimientos. Después de varias semanas, el director ordenó la aprehensión del yanqui y del otro delincuente en el momento en que sacaban tierra del cuarto de madera donde estaba el halcón. La idea
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del aviador yanqui era hacer un túnel de unos 50 metros para fugarse de allí. El director nos llamó la atención con energía por no haberle informado de los movimientos del aviador yanqui. Yo le contesté con razonamientos y con firmeza que era una arbitrariedad la que estaba cometiendo con todos nosotfos, puesto que él, desde un principio, dedujo que el yanqui aviador intentaba algo y por ello le había pedido a Gómez Godínez que informara lo que observase, cosa que correctamente Gómez Godínez se negó a realizar. El, como director, sabía de los movimientos del aviador yanqui. Nosotros no estábamos al tanto; por esta razón él debía estar consciente de que nada teníamos que ver con ese intento de fuga. Contra lo que se acostumbra en estos casos en la prisión, el director me dio la razón y ordenó liberarnos de las celdas de castigo y que se nos regresara a nuestra comisión. Los diarios, la televisión y la radio hicieron gran escándalo afirmando que yo, conjuntamente con el aviador yanqui, había planeado una fuga en Santa Marta; varios días manejaron el escándalo. Semanas después, el director me confió que había sido objeto de una gran presión por parte de la Comisión Federal de Seguridad, para que me involucrara en el intento de fuga con la intención evidente de tener un cargo con el cual apuntalar la negativa de libertad preparatoria que pronto yo iba a solicitar. Con muchas dificultades había logrado sortear las presiones y no extendió la constancia que le exigían, porque consideraba totalmente injusto y arbitrario que se me hiciera esa maniobra, cosa que deseaba hacer de mi conocimiento, independientemente de que fuéramos enemigos políticos y de que él, en lo general, estuviera con el gobierno.
El dormitorio número 4 A fines de septiembre de 1968 nos dimos cuenta en Santa Marta de que se ordenaba desalojar a todos los presos del dormitorio número 4, colocado en la parte oriente de la prisión. Lavaron y pintaron el dormitorio. De inmediato hicimos llegar a la dirección del Partido que, evidentemente, se tramaba una gran represión y que se pensaba trasladar a una gran cantidad de estudiantes, entonces en lucha, para incomunicarlos ahí, lo que luego utilizamos en la propaganda para demostrar que la matanza y la gran represión del 2 de octubre había sido tramada con mucha anticipación. Nos pusimos de acuerdo para que los presos de los dormitorios 1,
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2 y 3, que daban a los patios, estuvieran pendientes de la llegada de esos estudiantes, ya que los que nos' encontrábamos en las celdas interiores no podíamos darnos cuenta cuando llegaban los nuevos presos. En efecto, a media noche del día 2 y en la madrugada del 3 de octubre, trasladaron al dormitorio número 4 a más de 800 ~studiantes. El ingeniero Santos Bárcenas y otros compañeros notaron su llegada y al día siguiente muy temprano nos lo informaron. Santos Bárcenas me dijo que entre los presos estaba Raúl Alvarez, mi yerno, compañero de María Fernanda, mi hija. A los estudiantes se les había incomunicado totalmente. Muchos hablamos de inmediato en la enfermería con médicos y enfermeras para que los examinaran, ya que era de suponerse que varios de ellos estarían golpeados y, quizá, heridos. La dirección tenía órdenes terminantes de que nadie, ni los de enfermería autorizados por el reglamento, podían entrar en ese dormitorio. Con sorpresa muy agradable para nosotros nos dimos cuenta de que dos o tres médicos con altos grados militares organizaron un equipo con todo lo necesario y, en cumplimiento de su obligación, exigieron que se les permitiera la entrada, no sin discutir antes en forma agria con el propio director de la prisión. Dos o tres horas después salieron llevando montones de teléfonos y domicilios de los familiares para informarles que se encontraban los estudiantes allí. Apenas salieron de la prisión transmitieron telefónicamente la información y, a las pocas horas, había toda una fila de automóviles a la puerta de Santa Marta. El intento de incomunicar a los detenidos había fracasado. Mi yerno Raúl Alvarez fue trasladado al poco tiempo al campo militar número 1 y de allí, afortunadamente sin torturarlo, lo internaron en Lecumberri. María Femanda mi hija llegó con una muchacha a quien hizo aparecer como su hermana. La joven había sido informada de que su padre, un ferrocarrilero, estaba en el dormitorio número 4. Nos comentó que uno de sus hermanos había muerto en la matanza de Tlatelolco y no había logrado que le entregaran el cadáver A los pocos días de sucedida la matanza del 2 de octubre, los compañeros de Lecumberri propusieron, y la dirección del Partido lo aprobó, una huelga de hambre. Aunque me parecía precipitado el acuerdo y que, ante lo sofocante del ambiente no era el momento oportuno para hacerla, secundé esa huelga de hambre como era mi deber. En las diferentes huelgas de hambre anteriores yo me había ido superando en el sentido de evitar la tensión nerviosa y el sufrimiento. Me preparaba inclusive con la autosugestión. En esta Última logré controlarme. Cuando el jefe de vigilancia me fue a visitar co-
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miendo una torta muy sabrosa, le dije que perdía su tiempo porque yo ya había superado el sufrimiento por hambre. Resulta que los compañeros y la dirección del Partido, a los cuatro días de iniciada, acordaron suspenderla reconociendo que no había condiciones adecuadas para continuarla; pero olvidaron avisarme y yo la continué por tres días más, hasta que una camarada que ine visitó me dijo que hacía días habían resuelto suspenderla. Con ella misma requerí de la dirección del Partido su aviso oficial al respecto. Hubo la autocrítica respectiva y la experiencia para evitar graves deficiencias como ésa. Visitas amables En Lecumberri, y también en Santa Marta, me impresionaron muy agradablemente las visitas constantes del general Heriberto Jara. Alguna vez lo acompañó el licenciado Carlos ,Zapata Vela. El general Jara platicaba con nosotros y comentábamos sus declaraciones constantes exigiendo nuestra libertad y sus gestiones con los altos funcionarios del gobierno que, lamentablemente, no se hacían eco de ellas. Era un hombre con actitudes democráticas muy firmes. En Lecumberri, un buen día, corrió por la prisión el rumor de que había llegado el general Cárdenas para visitarnos. En efecto, y como ya mencioné anteriormente, al poco rato nos llamaron de las diferentes crujías a todos los ferrocarrileros que allí seguíamos encarcelados. En el polígono, parte central de la prisión, estando presente el director, Cárdenas tuvo una larga conversación con nosotros. Su actitud era muy solidaria y subrayaba que nosotros desde la prisión participábamos en el proceso tortuoso y difícil de la lucha por la libertad en nuestra patria. Ante opiniones de algunos compañeros en el sentido de que había contradicciones entre los gobernantes en relación con conscientes en cuanto al carácter del gobierno que, consecuente con su posición reaccionaria, nos hostilizaba en la forma en que lo estaba presenciando. Cárdenas estuvo varias horas platicando de diversas cuestiones, inclusive no relacionadas con la política. A esa visita, la dirección del penal no llamó a Siqueiros, porque éste a la entrada de Cárdenas a la prisión, desde la crujía "1" donde estaba, había tenido expresiones hostiles hacia el exmandatario. Le tenía mucho rencor porque había mandado detenerlo durante su ,gobierno por su participación en el atentado contra León Trotcky, Cárdenas se hizo acompañar, como ya lo dije en otro capítulo, por el entonces reportero estrella de Excélsior, Julio Scherer. -
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Durante esos largos 10 años y dos meses de prisión, y además, durante el año dos meses de estar perseguido por la policía antes de ser aprehendido, conté con el afecto y la cooperación en todos los sentidosde mi compañera Esperanza Garcia. Ya estando yo. en la cárcel, con una gran puntualidad me visitaba y cooperaba conmigo para establecer conexiones y obtener materiales. Ella había hecho todo lo posible porque algunos miles de pesos que le había entregado como resto de la indemnización de'145.000 pesos que me había dado el gerente Amorós, en 1947, me sirvieran para comprarme lo indispensable; además, lograba conseguir algunas ayudas de amigos y compañeros para la compra de libros y materiales. Habíamos convenido que ella continuara viviendo con su padre en cuanto que la mamá había muerto y Daniel García, su padre, era una persona a quien yo le tenía una gran admiración y respeto por su actuación como sindicalista honesto. Su honradez lo conducía a la unidad de acción y a la alianza con nosotros en el Sindicato Ferrocarrilero, a pesar de su fuerte tendencia a la conciliación, inclusive con nuestros enemigos. Así, Esperanza no tendría problemas, ya que Daniel, además de su jubilación, tenía un empleo calificado en el Departamento de Ferrocarriles de la Secretaría de Transportes y Comunicaciones. Esperanza, abnegada y constante, fue para mí durante todos esos años, tan difíciles, la más valiosa compañía para poder soportar y superar las penalidades que tenía que afrontar. Yo, en cambio, no he podido compensarla en sus muchos sufrimientos e incidentes en su empeño por ayudarme. Olvido y disciplina en prisión En la prisión siempre me había fijado como propósito, y en la Última ocasión lo reafirmé, buscar la manera de estudiar y escribir aun en medio del ambiente hostil que me rodeaba. Por los muchos años de prisión había logrado que los jefes me permitieran la entrada de todo tipo de literatura. Sólo me prohibían la de documentos, pero siempre encontraba la manera de introducirlos. Resultaba que al prestarles libros a otros presos, sobre todo amigos, los celadores en sus esculques se los quitaban y, como sabían que eran míos, me los entregaban. Sobre todo en la crujía "L", esos compañeros a quienes les quitaban los libros, me reclamaban el hecho de que a mí me los dejaran y a ellos no; yo les bromeaba diciéndoles que cuando estuvieran en prisión diez años o más, también a ellos les dejarían pasar libros.
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En esas condiciones logré un considerable grado de disciplina. Escribía artículos en forma constante. Ante las condiciones políticas, varias veces me propuse escribir algún folleto o algún libro, pero lo dejaba de lado porque consideraba más importante y urgente el escribir artículos. Fui colaborador permanente de la revista Política; escribía antes para La Voz de Mkxico, luego para Oposición y para todos los órganos democráticos en que me era posible hacerlo. Con esto me proponía influir en el curso de los acontecimientos y facilitar así la lucha por nuestra libertad. En cuantas oportunidades había, aunque estaba prohibido por los jefes de la prisión, procuraba ser entrevistado. Pocas semanas antes de salir libre, la escritora y periodista Elena Poniatowska nos hizo entrevistas muy importantes a Demetrio Vallejo y a mí. Como atacara yo al gobierno, se me presentó el subjefe de vigilancia para llamarme la atención por haber concedido esa entrevista. Le rechacé su reprensión diciéndole que ellos habían autorizado a Elena para entrevistarnos y que nada tenía que decirme, porque debía saber que cuantos periodistas entraran a visitarme yo los atendería y que, si ellos querían impedirlo, simplemente que les prohibieran la entrada. En prisión, cuando son muchos los años de cautiverio, sobreviene un probeso de amnesia, lagunas mentales. Todos nosotros procurábamos contrarrestarla con una fuerte actividad de estudio y escritura. Sin embargo, esas lagunas no se pueden evitar. Sobre todo en lo que hace a nombres y fisonomías de personas. Es frecuente y muy penoso encontrar a un amigo y aun a un camarada y no recordar su nombre. Esta deficiencia mental subsiste muchos años después de haber salido de la cárcel.
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Conocí al general Lázaro Cárdenas a principios de febrero de 1936, en Monterrey. Fue con motivo de la aguda situación política derivada de la huelga en la fábrica La Vidriera del consorcio de Los Garza Sada. Expresión de una etapa Lo traté con cierta regularidad hasta su muerte. Creo que tiene sentido caracterizar a Cárdenas por la significación que tuvo su conducta en mi vida de revolucionario. Todos los presidentes de México, desde el tirano Plutarco Elías Calles, eri febrero de 1927, hasta el presidente Luis Echeverría, en noviembre de 1971, ordenaron que se me encarcelara. En cambio, Cárdenas nunca lo hizo. Es preciso hacer la caracterizacih del general Cárdenasudeacuerdo con .nuestros métodos, en f o r ~ aobjetiva. El fue el producto del ambiente heterogéneo en el cual se desenvolyió. Aunque en algunas fases de su actividad asumió posiciones a favor del socialismo, sobre todo internacionalmente, en general se mantuvo dentro del cuadro democraticoburgués haciendo prevalecer sus posiciones avanzadas. El 3 de julio de 1913 Cirdenas se incorporó a las fuerzas revolucionarias del general García Aragón, en Buena Vista, Michoacán, con el grado de capitán segundo. Su carrera militar se inició en el combate contra el tirano Victoriano Huerta. La decadencia en 1 s prácticas políticas y morales del contingente de Francisco Villa, en el que él actuaba, explican su decisión de pasarse a las fuerzas del entonces coronel radical Plutarco Elías Calles, en el curso de la batalla de Agua Prieta, Sonora. Este hecho influye en Cárdenas durante varias .déca-
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das; de hecho era considerado como hombre de confianza de Calles, inclusive en el proceso regresivo que siguió el que luego fuera el tirano "jefe máximo de la Revolución". Por ódenes del presidente Calles, el general Cárdenas, como jefe de la zona militar de la Huasteca veracruzana, participa, aunque eludiendo virulencias, en el rompimiento de las huelgas a las empresas petroleras Mexican Gulf y La Huasteca, ambas de consorcios yanquis. Su precandidatura presidencial en el PNR gubernamental fue inicialmente planteada por Rodolfo Calles, hijo del tirano. Pero Cárdenas siempre mantiene un actitud de resistencia a las tendencias reaccionarias dentro de las fuerzas de la Revolución mexicana. Es una constante su inclinación a favor del pueblo. Con sensibilidad política percibe el descontento generalizado derivado de la gran cfisis cíclica en todos los países capitalistas de 19291932, y de su prolongamiento en la depresión que dura hasta 1934. Con habilidad logra identificarse con los trabajadores del campo y los medianos capitalistas arruinados por las crisis y así encauza a su favor una amplia base social de apoyo a su candidatura.
Lucha a fondo contra Calles La gran proeza de Cárdenas consistió en decidirse a favor de las fuerzas descontentas contra Calles entre las que los comunistas jugábamos un papel importante. Después de haber iniciado su periodo presidencial con un gabinete que había discutido previamente con Calles, e integrado en su mayoríapor incondicionalesdel tirano, decide la ruptura en junio de 1935 y la lucha a fondo contra Calles. Este hecho histórico, entre otras cosas, da impdso al proceso que conduce a los cambios estructurales económicos y políticos cuyo momento más resonante es la nacionalización del petróleo y los ferrocarriles y el despliegue de la reforma agraria. Por eso es grotesco que los gobernantes de los últimos sexenios se empeñen en combinar la conmemoración de las muertes de Calles y de Cárdenas con el pretexto de que hayan coincidido en el día, aunque de distinto año, en que murieron. El Último año de su gobierno (1940) se caracterizó por un cierto viraje en su política. Durante su gobiemo, entre 1935 y 1938, hubo un intenso reparto de tierras que tuvo su punto más áigido en 1937: f 99 mil hectáreas fueron entregadas a los campesinos; en f 940 repartió sólo 55 mil. En este proceso regresivo, el hecho de haber instaurado la Oficina de la Pequeña Propiedad, en realidad la encargada de defender a los grandes terratenientes capitalistas, fue decisivo.
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Lanzó el decreto funesto y anticonstitucional de prohibir la sindicalización de los empleados bancarios, convencido de que el incremento de los recursos de la banca privada era necesario para el desarrollo de la economía del país. Al terminar su periodo presidencial vivió tres largas décadas señaladas por una constante contradicción entre su pensamiento y la realidad económica del país. Cárdenas orientó el gran impulso de los cambios estructurales económicos y políticos en sentido capitalista,. como era lógico. El desarrollo burgués que se hizo sentir de inmediato, ya desde su sucesor, el presidente Manuel Avila Camacho, conduio a un proceso regresivo que daba lugar a situaciones que resultaban iasta dramáticas el expresidente Cárdenas. A ese respecto está en pie un problema que hemos planteado desde fines de los años treinta. No se ha hecho una discusión teórica que apele a un método abstracto para determinar si existían factores en México que habrían podido encauzar desde 1939 un desarrollo económico en un sentido capitalista no privado, es decir, de un capitalismo de Estado democrático con una perspectiva socialista. Para esa discusión se tendría en cuenta, claro está, la coyuntura muy favorable de la Segunda Guerra Mundial que, por cierto, el gobierno de Cárdenas supo aprovechar para llevar adelante las nacionalizaciones de industrias y las otras medidas avanzadas que promovió. El tema esta en pie para ser abordado por la dirección del Partido Comunista y los investigadores revolucionarios.
Existencia contradictoria La decisión de Cárdenas a favor de las buenas causas, aunque a veces con vacilaciones, se expresa de muchas maneras. Cuando nos Msita en Lecumberri, en 1964, da un paso político definitorio contra las brutales represiones de los presidentes López Mateos y Díaz Ordaz. La invasión de Bahía de Cochinos, organizada por el imperialismoyanqui en abril de 1961, provoca en Cárdenas una actitud muy encomiable que 10 Iíeva a rentar un avión para que lo traslade a La Habana, con la intención de incorporarse a los cubanos en la lucha contra los invasores. El Presidente López Mateos aplica medidas dictatoriales para impedir la sdida de Cárdenas. La actitud de éste a favor de China Popular y contra el cuartelazo en Chile son parte de esa constante que lo caracterizó. Fue así cómo, al final de su gobiemo, el desarrollo capitalista general ae expresó en la acumulación de grandes capitales detentados por
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muchos de los altos funcionarios y generales del gobierno. A los exgenerales callistas, Abelardo Rodríguez y Aarón Sáenz que lo apoyaron en la ruptura con Calles, se sumaron nuevos grandes capitalistas que, al principio de su gobierno, eran funcionarios modestos; entre éstos se destacaron Maximino Avila Caniacho y el propio Manuel Avila Camacho, el general Henríquez y otros muchos políticos y militares. Este grupo de enriquecidos predominaba al final del gobierno de Cárdenas y fue el que decidió la candidatura del general Manuel Avila Camacho para sucederlo. Esto explicaba el que no se hubiera apoyado al generd Francisco Mújica, que aparecía, por sus posiciones avanzadas, como lógico sucesor, arguyendo que Mújica habría provocado problemas muy graves con el gobierno norteamericano. La fuente de la candidatura oficial de Manuel Avila Camacho se localiza en el desarrollo de la burguesía en general y de una burguesía burocrática en particular que, dentro de ese impulso capitalista, rebasaba con mucho la burguesía burocrática de Calles en el momento de mayor apogeo de éste. Inmediatamente después de su salida, el general Cárdenas tuvo que enfrentar el gran disgusto que le provocó la matanza de los obreros de Materiales de Guerra ordenado por el jefe del Estado Mayor presidencial de Avila Camacho. Pero su línea persistente y los factores de la Segunda Guerra Mundial que concurrían dieron lugar a que, como secretario de la Defensa durante el gobierno de Avila Camacho, realizara gestiones y presiones por la libertad del gran dirigente comunista brasileño Carlos Prestes y para contrarrestar a l traidor de Ezequiel Padilla, que desde la Secretaría de Relaciones favorecía la entrada del ejército norteamericaiio a Baja California con el pretexto de la defensa de esa península de una inminente invasión japonesa. Cárdenas se trasladó, coirio jefe de la gran zona militar del noroeste, para impedir esta invasión que estuvo a punto de realizarse con todas las funestas consecuencias que hubiera traído para nuestro país. Cuando la gran represión a la huelga general ferrocarrilera de marzo de 1959, Cárdenas intervino ante el presidente López Mateos planteándole dos proposiciones: primera, que lo nombrara gerente de los Ferrocarriles Nacionales para normalizar la situación y luego renunciar; segunda, me recibiera para una discusión política sobre la situación y su encauzamiento a nivel político. López Mateos, como ya dije, aceptó esta última proposición, pero luego rectificó.
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Un gran mexicano Cárdenas debe ser considerado como un gran mexicano, aunque contradictorio por los factores que concurrieron durante su vida de activo estadista. Su entierro fue controlado por quienes en el fondo lo odiaban, el presidente Díaz Ordaz y el presidente electo Luis Echeverría Estos no nos permitieron, a los que luchamos al lado de Cárdenas por grandes causas, rendirle una guardia y hacer constar nuestra presencia en la ceremonia oficial de su funeral.
Iniciada la crisis con la política de "unidad a toda costa" aprobada en el pleno del Comité Central de junio de 1937, el Partido entró en un proceso de debilitamiento general. Con la expulsión de Laborde y la mía por oponernos a la liquidación de Trotsky ordenada por Stalin, el Partido se precipitó en una pendiente desastrosa a partir de 1939. Las inconsecuencias y contradicciones eran burdas. En el X Congreso Extraordinario (1940) se nos atacó de "sectario-oportunistas" por haber aplicado la política de "unidad a toda costa", promovida por la 111 Internacional a través de Earl Browder. Esta línea no sólo se mantuvo sino que se llevó a extremos absurdos. Su aspecto más nefasto fue el colocar el Partido a la cola de Lombardo, quien a su vez ya se había colocado a la cola del gobierno de Cárdenas. En el congreso se caracterizó a Lombardo de "comunista sin carnet" y fue invitado conjuntamente con Fidel Velázquez a una de sus sesiones. A todo esto se le llamaba "hacer política de altura manristaleninista". La línea browderista claramente revisionista de derecha fue secundada sin empacho por la dirección del Partido Comunista Mexicano. El camarada Encina, en el XI Congreso del Partido (12 de mayo de 1944), decía: "a través de la discusión está comprobado que es necesario no sólo cambiar el nombre y el contenido de nuestro trabajo en las células de fábrica, sino que es menester suprimir por completo las células de trabajo y el trabajo fracciona1 dentro de los sindicatos, organizaciones campesinas, etcétera."
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Manifestaciones de crisk en el PCM
La crisis se expresaba en la deserción de miles de miembros del PCM. Muchos abrazaron la política de la burguesía y del PPS. La mayoría,
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desmoralizada, se dispersó, y algunos cientos se pasaron a las filas del POCM. Sólo una minoría se mantenía confiada en la superación de esa situación tan crítica. En la crisis del Partido y del movimiento sindical mexicano concurrió un importante factor objetivo que consistió en un fuerte desarrollo de la economía capitalista y, por ende, de la burguesía mexicana. Estuvimos avanzando en la discusión sobre este problema, primero en Acción Socialista Unificada y luego en el POCM. Enseguida del charrazo al Sindicato Ferrocarrilero, en 1948, estudiamos con más ahinco el proceso de desarrollo capitalista. En la prisión de Lecumberri logré acumular datos con los que refuté un lujoso libro del secretario de Hacienda de Miguel Alemán, titulado Pensamiento y dinámica de la Revolución mexicana. Formulé un folleto con argumentos y cuadros estadísticos, datos del incremento y concentración de capitales en México. Luego se editó con el título de Pensamiento y dinámica de la contrarrevolución. Años después nos dimos cuenta de que el término contrarrevolución no era correcto y que debió haberse sustituido por el de reacción. La dirección del PCM mantenía su actitud subjetiva sin modificar en nada sus formulaciones totalmente rebasadas por la realidad. A lo más que llegaba era a una posición metafísica, reconociendo un cieii t o movimiento en los procesos, pero no los cambios. No fue hasta 1949 que refutaron la caracterización del gobierno de Alemán como gobierno de "la burguesía nacionalista". La influencia saludable del XX Congreso del PCUS En el Partido Comunista Mexicano se inició un proceso de renovación desde mediados de 1958 con la conferencia del Comité Regional del Distrito Federal, pero subsistía la incomprensión en el PCM sobre el impetuoso desarrollo de la burguesía mexicana. En esa conferencia ya se observaba la influencia saludable del XX Congreso del PCUS, que planteó la lucha contra el dogmatismo y el culto a la personalidad de Stalin. Pero en el Comité Central, aunque había una corriente favorable a la renovación, se mantenía una mayoría con actitudes dogmáticas y conservadoras. Sin embargo, ya se había abierto paso la corriente renovadora: en 1957 el Comité Central del PCM, ¡por fin!, aprobó proponer la alianza al POCM para la campaña electoral a favor del candidato democrático e independiente, el licenciado Miguel Mendoza López.
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ES interesante observar que este avance en el PCM dio lugar a que se hiciera evidente la crisis en el POCM. La corriente de Sánchez Cárdenas persistía en actitudes lombardistas por lo que se opuso a la alianza electoral con el PCM; el acuerdo de alianza, en el Comité Directivo del POCM se logró con un margen sumamente reducido. Esta campaña, independientemente de su limitación general, fue muy saludable para estrechar la afinidad entre los miembros del PCM y del POCM y reanimar a grandes sectores que fueron influidos por este acontecimiento. Sin embargo, la resistencia del PCM a comprender el desarrollo de la burguesía mexicana, continuó manifestándose. 1
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México: país industrial agrario En la prisión de Lecumberri el camarada Encarnación Pérez y yo formulamos un documento dirigido a la discusión previa al XV Congreso del Partido Comunista Mexicano, realizado en 1962, fundamentando que México había rebasado la etapa de país agrario industrial, como lo sostenían los materiales de discusión del Comité Central, y se encontraba ya en el estadio de país industrial agrario. En la discusión se nos trató de refutar aduciendo a que todavía era un poco mayor la población rural que la urbana, nosotros señalamos, con estadísticas y datos objetivos, el caso de Japón: allí existía a fines de los 50 una población rural un poco superior a la urbana y, sin embargo, el país era claramente considerado como industrial agrario. Se nos respondió afirmando que por su composición orgánica, el capital en Japón era muy superior al de México. Si bien esto era cierto, la realidad era que la producción de la industria y los servicios representaba ya la mayoría de la renta nacional en nuestro país. En el XV Congreso se acordó retirar la formulación de país agrario industrial, pero nada más. Continuaba la discusión sobre el tema. En el XVI Congreso insistimos en la caracterización de industrial agrario pero, la resistencia persistió pues la mayoría votó que se dejara pendiente para continuar el estudio. Fue hasta el XVII Congreso, ya sin discusión por lo aplastante de la realidad, que se aceptó la caracterización de México como país industrial agrario. Se continuó durante muchos años una línea política con fundamento equivocado al considerar que la mayoría de la burguesía m,ssicana - s e entiende que sobre todo la mediana- presentaba posibilides revolucionarias que la harían participar en la nueva revolución, a la que durante varios años se insistió en caracterizar como de liberación nacional.
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La necesidad de una nueva revolución La discusión interna al respecto fue muy saludable. En primer lugar, el movimiento renovador en el PCM despejó las confusiones, dejando claro que en México se necesitaba una nueva revolución. Pero subsistía el error de plantearla como de liberación nacional y con la participación de la burguesia media. Fue hasta el XVI Congreso, en 1972, en el que definitivamente, y en forma consecuente, se afirmó que la burguesía mexicana había agotado todo margen revolucionario y, como clase, no podía ya participar en la nueva revolución. Para esta clarificación influyó mucho la sacudida en todo nuestro pueblo que significó la gran movilización estudiantil popular de 1968. Lo anterior no descartaba sino que, al contrario, suponía la posibilidad de la participación de la burguesía media en luchas inmediatas democráticas y de resistencia al imperialismo. El proceso es contradictorio en este respecto. La política de la gran burguesía mexicana asociada al imperialismo yanqui tritura a la mediana burguesía y en determinadas fases la irrita y la decide a actuar. Pero, en general, la burguesía media (se entiende que de ella se exceptúa la pequeña burguesia) en el periodo actual de México mantiene una actitud natural de lucha contra la clase obrera y los asalariados en forma antagónica, mientras que su lubha contra el imperialismo y la gran burguesia corresponde a una contradicción que busca resolver por medio de la conciliación. El Partido Comunista Mexicano desde el XIII Congreso, pero sobre todo a partir del XVI Congreso, se encaminó con paso firme hacia su desarrollo integral. Logró conformar una política estratégica y táctica clara, con una fuerza de atracción en la clase obrera, en los asalariados y en el pueblo en general. Por otra parte, en un proceso muy difícil, pero positivo, pasó a la recuperación numérica de sus filas, las que ha incrementado con gran ímpetu en los ultimos años. Unidad de acción y polttica de alianzas En el reforzamiento orgánico del Partido jugó un papel importante la política de unidad de acción y de alianzas. Con gran flexibilidad se buscó promover al máximo la base social de las movilizaciones y luchas contra la gran burguesía asociada al imperialismo detentador del poder económico y político en nuestro país.
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A ese respecto puede decirse que hemos entrado en una fase muy importante de alianzas cada vez más amplias con un conjunto de partidos y agrupamientos políticos que puede conducirnos, lo cual sería el mejor fmto, a la posibilidad de la unificación, si no de todos, sí de varios agrupamientos en un solo partido. Nue~troPartido, consciente del proceso tortuoso y difícil de la gran burguesía mexicana que mantiene intransigentemente una política económica de funestas consecuencias para el proceso democratizador del país; consciente del papel del charrismo sindical como un obstáculo de magnas dimensiones no sólo para la democratización del movimiento sindical, sino para la democratización general de nuestra patria; hace esfuerzos por fortalecerse y llegar con la debida anticipación a las próximas elecciones federales de mediados de 1979 con la unificación partidaria de todos los agrupamientos que se definan en favor del socialismo científico. . "iaSomos conscientes de las dificultades de este proceso, pero ::c:, mos en que el despliegue de la alianza afinará las posiciones, ii:I;i~-:;~'todos los problemas básicos, estratégicos y tácticos y convertir: llUC6 tro Partido en un gran partido de masas que sea consistente y ajustado al mismo tiempo en sus posiciones revolucionarias al socidismo científico. n
La alta tasa de natalidad alcanzada en nuestro país en las Últimas décadas (másdel 3 por ciento anual) ha originado que la tercera parte de la población esté constituida por niños y jóvenes. En los censos de 1970, los niños hasta de 14 años representaban el 22.67 por ciento de la población total, y los jóvenes de 1 5 a 24 años, el 9.67 por ciento. Si consideramos que esos porcentajes siguen vigentes, resulta que, de los 67 millones de habitantes que tiene nuestro país, más de 14 millones son niños y unos 6 millones son jóvenes. Para el desarrollo de la actividad revolucionaria entre la juventud es importante tener en cuenta que las dos terceras partes de la población económicamente activa son de obreros y asalariados en general, y que los jóvenes representan un porcentaje considerable de éstos.
Juventud oprimida y explotadu Aunque la Constitución en su Artículo 123, Fracción XI prohibe emplear a menores de 14 años, en realidad esta disposición es violada. El censo de 1970 señala la existencia de 340 925 menores entre 12 y 14 años que trabajan como asalariados y que, por lo tanto, están al margen de las disposiciones de protección señaladas en la Constitución, misma que autoriza, por otra parte, a que trabajen los de 14 a 16 años con la única condición de que su jornada máxima de trabajo sea de seis horas. Estas condiciones en la práctica no se respetan en lo general por lo que cientos de miles de jóvenes trabajan más del tiempo estipulado debido a la superexplotación reinante en nuestro país. En las condiciones de México, prácticas esencialmente juveniles, como el deporte, están muy restringidas. En 1973 la Confederación
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Deportiva Mexicana calculaba que sólo existían de uno a dos y medio millones de deportistas en todo el país. La mayoría absoluta dedicada al futbol. La crisis general del capitalismo y, en particular, las crisis cíclicas de sobreproducción, a la que más golpean es a la juventud, Por lo demás, la juventud del campo tiene prácticamente cerrada su perspectiva. Los jóvenes quedan eliminados del derecho a parcela en el reparto de tierras, cada vez más restringido, y como obreros agrícolas se encuentran muy desprotegidos pues el régimen hostiliza y reprime a quien se propone sindicalizarse; por lo tanto, inclusive derechos generalmente aceptados como el de la jornada de ocho horas, el pago del séptimo día de descanso semanario y otros, son burlados por los patrones. Lo anterior plantea un problema muy agudo a nuestro Partido.
Necesidad de una organización juvenil En la campaña electoral de 1976 logramos interesar a grandes masas juveniles que se incorporaban en brigadas a la actividad militante. Lamentablemente, nuestras medidas no fueron lo suficientemente atendidas para pbder agrupar a toda esta fuerza juvenil por lo que la mayoría de los jóvenes se dispersó. La existencia de una organización nacional juvenil que clarifique muy bien su línea política y sus métodos de actuar es una necesidad de primer orden. Para ello hay que tener en cuenta la edad adecuada de 12 a 18 años, que es la que corresponde a la juventud. Ya Lenin señalaba en el 111Congreso de la Unión de Juventudes Comunistas de Rusia, el 2 de octubre de 1920: "es preciso que la Unión de Juvenhdes Comunistas eduque a todos desde la edad temprana, desde los 12 años, en el trabajo consciente y disclpliriado."
En-efecto, esa edad biológica de los 12 a los 18 años requiere una atención especial y un agrupamiento adecuado. Es la edad de la conformación física y del desarrollo de la conciencia, del tránsito de la niñez a la adolescencia y la primera juventud. En esa edad no es posible plantear, en lo general, el ingreso al Partido Comunista Mexicano; sería forzar el proceso natural del desarrollo.de los jóvenes. Tampoco es aceptable desatender la organización adecu.adu para esa gran masa juvenil. La experiencia demuestra que. es preciso tener uia organización afín al Partido Comunista muy amplia y j3.exibSe, sin
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rigidez en su funcionamiento y con un margen de autonomía que evite la supeditación mecánica a los principios partidarios. Se debe asegurar la afinidad de la juventud al Partido a base de nexos normales y del convencimiento de los futuros militantes. La práctica ha demostrado que fue un gran error del XVI Congreso del Partido Comunista acordar la disolución de la Juventud Comunista y la adhesión de todos sus miembros al Partido. Un proceso un tanto deformado había conaucido a que el activo y la mayoría de los miembros de la Juventud Comunista se convirtieran en lo que llamamos "jóvenes adultos", casi todos ellos mayores de 18 años, quienes por su capacidad y dinamismo convertían a la agrupación en un competidor del Partido dando lugar a contradicciones agudas. Esto dio cabida a la crisis de la Juventud Comunista que se hizo patente en su IV Congreso, realizado en Monterrey. Se había conformado una fuerte corriente ultraizquierdista que ya no fuimos capaces de encauzar. Esa experiencia demuestra que la mayoría de los miembros que componían la agrupación debieron ingresar al Partido Comunista, pero asegurando que los "jóvenes" entre 12 y 28 años permanecieran como núcleo aglutinador el cual. con la cooperación activa del Partido, hubiera podido reestructur'ar la Juventud Comunista como afín al Partido. Ahora estamos en la discusión de cómo estructurar una organización juvenil de masas afín al PCM, teniendo muy presente las experiencias acumuladas. Debido al desarrollo capitalista, la estructura actual de nuestra sociedad y la perspectiva de un aumento, inclusive relativo, de los obreros y de los asalariados en general, la agrupación juvenil es esencial para educar a las grandes reservas de la lucha por un M6xico socialista. Haciéndose eco de los sentimientos actuales de las grandes masas juveniles, levantando en alto y en buen sentido su patriotismo y encauzando las energías que hacen de la juventud un destacamento inquieto y hasta rebelde, nuestro Partido debe emprender el camino de la organización de los jóvenes.
La experiencia del Partido Comunista Mexicano en relación con los movimientos estudiantiles es muy rica. El carácter masivo de los centros estudiantiles tiene su origen en el desarrollo capitalista y en el rápido aumento de la población en general. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tiene ahora más de 250 mil estudiantes. Esa concentración y el factor concurrente de que los estudiantes conocen los problemas económicos, sociales y políticos, da lugar a que en el estudiantado se conforme un espíritu de avanzada, independientemente de su heterogénea procedencia social. Es frecuente que estudiantes con padres millonarios se incorporen a las luchas democráticas y hasta socialista. La acumulación de factores de descontento es el motor de las movilizaciones estudiantiles. En 1969 sólo el 14.67 010 de los estudiantes de la UNAM procedía de familias obreras; el 2.85 010 de familias campesinas. Sin embargo, el estudiantado conformaba un destacamento muy militante. En 1966 el movimiento estudiantil entró en ascenso. En ese año hubo dos acontecimientos muy importantes: por un lado, la huelga en la Universidad Nicolaíta de Morelia, por la cual el gobierno hizo caer al rector Eli de Gortari, quien, cuando se le abrió proceso por su participación en el movimiento de 1968, fue acusado, en calidad de delito, de haber sido rector de esa universidad. Por otra parte, en el mismo 1966, hubo un fuerte movimiento en la UNAM que exigió reformas académicas y la destitución del rector Chávez. Ambas cosas se lograron.
La marcha de la libertad A fines de 1967 la Juventud Comunista de México y otros estudiantes de izquierda organizaron "La marcha de la libertad" que haría el
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recorrido de Dolores Hidalgo, Guanajuato, a Morelia, Michoacán. El objetivo era luchar por las demandas de los estudiantes, incluyendo los de las normales rurales, y por la libertad de universitarios en prisión, concretamente, de Efrén Capís Villarreal y Rafael Aguilar Talarnantes, presos en la penitenciaría de Morelia. En plena agitación y preparativos para realizar esa marcha, se pwsentó en la penitenciaría de Santa Marta, del Distrito Federal, un agente de la policía federal de seguridad, quien me entrevistó para decirme que los altos funcionarios de esta secretaría estudiaban la solicitud de libertad preparatoria que yo había presentado y le habían dado instrucciones de hablar conmigo para darme a conocer la intención de resolverla favorablemente. Pero, para esto, se tenía interés en que yo influyera en "La marcha de la libertad", que se iniciaba en Dolores Hidalgo, a fin de que se suspendiese y, en todo caso, que esta influencia la ejerciera para evitar que en la movilización se lanzase ataques contra el gobierno. En resumen, el agente iba en plan de chantajearme. Le contesté con serenidad, pero con energía, que yo no tenía ninguna relación con la marcha y menos influencia en quienes la organizaban. Me interrumpió para decirme que los estudiantes que se agrupaban para ella expresaban una gran simpatía hacia m í y planteaban entre sus demandas la libertad de Vallejo y la mía. Le reiteré que yo no tenía posibilidad de influir en esa movilización, pero que de una buena vez aclaraba que, de tenerla, sería para exhortar a los muchachos y muchachas a que se agruparan lo mejor posible, y, sin estndencias pero con firmeza, elevaran lo más posible la combatividad de sus banderas. El agente se fue muy disgustado. A las pocas semanas este mismo sujeto me llevó personalmente la notificación de la Secretaría de Gobernación, fechada el 9 de febrero de 1968, en la que se me negaba la libertad preparatoria a que yo tenía derecho, de acuerdo con el Código Penal, pretextando "que el encarcelamiento no ha logrado modificar su personalidad, en cuanto a lo que se refiere a la ideología política que sostiene9'.* Por las libertades democráticas El 23 de julio de 1968 los estudiantes de las vocacionales 2 y 5 repelen un ataque de los alumnos de la preparatoria particular Isaac Ochoterena. La policía intervino para dispersar a los rijozos. Fue tal
* Negación de libertad preparatoria a Valentín Campa, expedida por el licenciaLuis Echeverría. secretario de Gobernación.
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la saña de los uniformados que la gente que vivía en los alrededores de la Ciudadela arrojaba muebles, macetas y cuanto tenía a la mano contra los policías. Estos zafarranchos era frecuentes: el día anterior había habido uno entre estudiantes y jóvenes sin ocupación que formaban dos pandillas: "Los Araños" y "Los Ciudadelos". Sin embargo, la pelea del 23 fue provocada con objeto de tomarla como pretexto para hacer intervenir a la policía, según puede deducirse de la información aparecida en los periódicos; la misma Secretaría de Educación Pública declaró oficialmente que los atacantes llegaron en autobuses de una línea de camiones (San Angel Inn) y que no eran alumnos aunque llevaban uniformes color beige como los que se usan en secundaria. Esta agresión provocó la protesta estudiantil que se manifestó a través de paros en diversas escuelas, sobre todo vocacionales y preparatorias. El 26 de julio convergen dos manifestaciones estudiantiles y se unifican para defenderse de los ataques arbitrarios de las policías. El periódico Excélsior del sábado 27 de ese mes afirma que estudiantes y revoltosos provocaron los disturbios: "Una manifestnción organizada por los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional como protesta por la intervención de los granaderos contra alumnos de las vocacionales 2 y 3, coincidió con la efectuada por los integrantes de las Juventudes del Partido Comunista Mexicano que celebraban de esta manera el aniversario del asalto al cuartel Moncada, en Cuba, por Fidel Castro. La primera había sido autorizada y la segunda no. "Los autoSs 'morales' fueron Rubén Valdespino García, Arturo Sama Escalante, Félix Goded Andreu, Pedro Castillo Salgado y Salvador Ríos Pérez, detenidos en el local del Partido Comunista Mexicano de Mérida 186."
Ya para fines de julio se habla de dos myertos y cientos de detenidos, 43 procesados,de ellos, (aparte de los cinco ya mencionados, hay otros once comunistas, uno de éstos, Gerardo Unzueta Lorenzana). Los ataques al Partido menudean acusándolo de instigar el movimient o estudiantil. En la madrugada del miércoles 30 el ejército entró a las preparatorias 1, 2 y 3 y a las vocacionales 2 y 5. Las autoridades decretan el cierre indefinido tanto de la Universidad Nacional Autónoma de México como del Instituto Politécnico Nacional. Por su parte, la huelga estudiantil se generaliza. Las manifestaciones fueron aumentando en número hasta llegar a reunir medio millón de personas. En ellas participaban decenas de miles de obreros y asalariados de los sindicatos controlados por din-
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gentes charros que se incorporaban a esas acciones para expresar su gran descontento contra la situación imperante. Se cuestiona el carácter de grandes luchas estudiantiles en otros países y con ese motivo se ha deformado el carácter de esas luchas en nuestro país. En México, las grandes acciones estudiantiles de 1968 planteaban con fuerza demandas democráticas constitucionales y colocaban en segundo lugar las demandas específicas del estudiantado. Planteaban la derogación del Artículo 145 del Código Penal sobre los delitos de disolución social por su carácter fascista y violatorio de las normas de la Constitución de 1917. Al respecto subrayan la exigencia de la libertad de Demetrio Vallejo y mía, que éramos los dos presos políticos que aún estábamos en prisión, sentenciados por el delito de disolución social a partir de nuestra participación en la huelga general ferrocarrilera de 1959. 2 de octubre de 1968
Esos planteamientos, claramente democráticos y constitucionales, explicaban el que Mr. Freeman, embajador yanqui en México, atacara a las movilizaciones estudiantiles y apoyara las medidas represivas del gobierno de Díaz Ordaz. Igualmente, el oligarca y expresidente Miguel Alemán se pronunciaba en forma reiterada contra el movimiento estudiantil a favor del gobierno. Por eso era grotesca la actitud lombardista del PPS, incluyendo a sus "diputados de partido", es decir, "de dedo", que gesticulaban afirmando que las grandes manifestaciones estudiantiles eran dirigidas por la CIA. Como es sabido, un punto culminante de esas acciones fue la gran matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, ordenada directamente por el chacal Gustavo Díaz Ordaz. Fueron cientos los muertos. Un exponente de los estudiantes caídos es la estudiante del primer año de medicina de la UNAM, Ana María Regina, que siendo edecán de la olimpiada mundial se incorporo al mítin del 2 de octubre en Tlatelolco como traductora de periodistas extranjeros. Ahí cayó abatida por las balas asesinas de los esbirros del régimen diazordacista. Todavía en 1974, al reacondicionar el que fuera edificio de la gloriosa vocacional número 7 del Politécnico, en Tlatelolco, para edificar ahí una dependencia del Seguro Social, se encontraron en el subterráneo cientos de esqueletos de los asesinados el 2 de octubre. El miedo a los cadáveres, por parte de los gobernantes, originó medidas brutales, para secuestrarlos y hacerlos desaparecer, combinadas,
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con amenazas y soborno a familiares de algunos de los muertos para que los enterraran en la forma más silenciosa posible. Díaz Ordaz tiene el cinismo de afirmar que sólo fueron entre 40 y 60 los asesinados en aquella fatídica fecha. Los "halcones" El 1 0 de junio de 1971, "porros" asesinos llamados "halcones", organizados por el regente del Distrito Federal, Alfonso Martínez Domínguez, y el jefe de la policía, general Flores Curiel, atacaron una manifestación estudiatil, que había partido del casco de Santo Tomás, con estudiates del Politécnico, de la UNAM y de otros centros de estudios. Ahí fueron muchas decenas los asesinados y heridos. Entre los muertos estuvo Francisco Treviño, estudiante de la Preparatoria Popular, en cuyo recuerdo el edificio de dicha escuela, que está en Tacuba, lleva su nombre. En la escuela de biología hubo en esas semanas un combate en toda forma entre estudiantes y granaderos en la que también fueron muchos los que murieron y resultaron heridos. El presidente Luis Echeverría, quien -como resulta claro- había ordenado la matanza al regente de la ciudad de México, Alfonso Martínez Domínguez, ante la aplastante respuesta social de repudio a ese hecho que abarcara casi unánimemente a los periodistas y comentaristas de radio y televisión, se vio obligado a pedirle su renuncia. En cuanto al general Flores Curiel, que también renunció, aunque continuara en sus funciones de senador, pronto fue premiado por Echeverría imponiéndolo en forma brutal como gobernador del estado de Nayarit. Pero en 1971 la represión no originó pánico y s í un gran descontento. Lbs estudiantes y otras fuerzas democráticas rápidamente se reagruparon y respondieron con mucha firmeza, realizando actos masivos de un alto nivel. Así se abrió una nueva fase en la que Luis Echeverría tuvo que recurrir a la llamada "apertura democrática"; pero las fuerzas progresistas impulsaban más allá de las concesiones oficiales hacia la conquista de áreas democráticas, comenzando por el respeto a la autonomía y a la organización magisterial estudiantil en los centros de estudio superior. Se pasó a un proceso de ascenso y reforzamiento de las fuerzas democráticas y revolucionarias. Es de subrayar que en 1968 una de las grandes maniobras del presidente Gustavo Díaz Ordaz consistió en aprovechar la olimpiada mundid, realizada unos días después de la matanza de Tlatelolco, para hacer un auténtico circo y distraer el odio del pueblo mexicano
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contra su gobierno y, lo más importante para él, distraer la atención mundial de los graves sucesos. En forma lamentable nos dimos cuenta de que en la mayoría de los países socialistas se había aceptado el juego de Díaz Ordaz, pues destacaron en todos los medios de difusión la olimpiada mundial de octubre de 1968 y obscurecieron y hasta omitieron los graves acontecimientos de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco. Tuvimos oportunidad, inclusive en 1970, de subrayar nuestra crítica por esa actitud tan lamentable de los partidos comunistas hermanos de esos países socialistas. El gran movimiento estudiantil de 1968 fue derrotado con la matanza del 2 de octubre. Pero enseguida se derivó un ambiente político y social de repulsa general a Díaz Ordaz y éste, a pesar de la derrota sangrienta del movimiento estudiantil, se vio obligado a tomar en cuenta la demanda central de éste, es decir, la derogación del Artículo 145 del Código Penal, de carácter fascista, y en un periodo extraordinario del Congreso de la Unión al que él convocó, se modificó este código. Y, aunque manipulado para substituir los delitos de disolución con otros igualmente reaccionarios, el hecho es que la derogación planteada por el movimiento estudiantil fue atendida y, de acuerdo con la Constitución, al ser anulados esos delitos, quedaban canceladas las sentencias contra los dos ferrocarriieros que seguíamos en prisión: Demetrio Vallejo y yo. De ahí que me haya considerado obligado asxpresar que, aunque a los diez y a los onceaños, respectivamente, de estar en prisión salimos libres, mucho antes de cumplir las bárbaras sentencias que nos había impuesto el poder judicial, gracias, en forma destacada, a las luchas estudiantiles de 1968. Nosotros, militantes obreros, no logramos la libertad por un empuje específico del movimiento obrero sindical, porque este movimiento se encontraba desarticulado y sofocado por las brutales y constantes represiones de la gran burguesía en el poder contra la clase obrera y los asalariados en general. Pero éstos, en la medida en que les fue posible, secundaron las luchas estudiantiles y éstas nos arrancaron de la prisión a fines de junio de 1970. Nuestro compromiso como militantes obreros con el movimiento estudiantil de nuestra patria, está sellado.
huelgas un4versitarias
Huelgas universitarias El Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STEUNAM) gestionó durante muchos años su registro ante la Secretaría del Trabajo con objeto de poder plantear una contratación colectiva con la rectoría de la universidad. Ante la negativa de esa Secretaría, pidió amparo y, como el juez de distrito se pronunciara por conceder el amparo al Sindicato contra la Secretaría del Trabajo, fue obligado a renunciar. El gobierno y la rectoría se oponían al registro como sindicato de trabajadores del Estado, ajustado al apartado B del Artículo 123 (por cierto, discriminatorio del auténtico 123 Constitucional). Después de realizar mítines y agotar todos los recursos en cuanto a gestiones, el STEUNAM, por acuerdo de sus miembros en las amplias discusiones realizadas y con una atinada decisión de sus dirigentes, resolvió emplazar a huelga a la rectoría exigiendo su reconocimiento y la contratación colectiva. El rector Pablo González Casanova, conocido por sus tendencias democráticas, entrampado en el ambiente reaccionario del gobierno de Echeverría, rechazó las peticiones del Sindicato por lo que éste resolvió ir a la huelga. Planteada la solidaridad de las organizaciones democráticas, la dirección del Partido Comunista Mexicano examinó ese delicado conflicto con los camaradas que influían en el sindicato y con dirigentes que se comportaron como amigos del Partido. Además de intensificar la preparación entre los trabajadores administrativos,, se hizo una gran labor entre los estudiantes para que aportaran su solidaridad a esta lucha democrática, subrayando la importancia de tener un sindicato independiente en la UNAM para activar la democratización general de la institución. La huelga del STEUNAM El conflicto presentó muchas complicaciones. Había aparecido una declaración de tres. de los dirigentes del sindicato criticando a los es-
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tudiantes por los acontecimientos del 10 de junio. Lo primero que hicimos fue investigar y aclarar que ese documento sólo lo había formulado y firmado uno de esos tres; del resto, uno no estaba en la ciudad de México y, además, él y el otro habían tenido una actitud muy decidida a favor del movimiento estudiantil. Por la investigación nos enteramos que gobernantes de alto nivel habían presionado al dirigente que firmó esa declaración haciéndole tragar el anzuelo de que sólo mediante este documento público le podrían conceder al Sindicato la demanda de un número importante de casas para los trabajadores. Ese compañero accedió a hacer la declaración cometiendo, con ello, una grave falta que reconoció íntegramente, reivindicándose con una militancia muy activa en la preparación y realización de la huelga. La declaración había motivado una situación muy complicada. Los principales dirigentes del Sindicato y de la huelga eran atacados violentamente en relación con ese documento. Había dificultades para explicar la verdad públicamente en cuanto que los dos dirigentes que no habían firmado consideraban muy dañino para el que sí lo había hecho que se aclarara la verdad; batallamos mucho para cooperar en el encauzamiento de la huelga. Una vez esclarecido el sentido democrático y la importancia del movimiento, tuvimos que dar una lucha política en varios frentes a la vez: en el interior del Partido en la UNAM, en que la mayoría de los comunistas atacaban violentamente la huelga: entre el profesorado, la mayoría de los comunistas estaban contra ella, y entre la masa de estudiantes, en la que la confusión era enorme. A la vez, había que impulsar la solidaridad de otros sectores explicando lo democrático de ese movimiento y su importancia. Durante semanas y meses nos desplegamos en brigadas del Partido para impulsar la huelga y la solidaridad con ella. La huelga se inició con un poco más del 50 010 de los nueve mil trabajadores administrativos de base que existían entonces. En la medida en que se ganaba la solidaridad de los estudiantes, lo cual era esencial, se reforzaba el Sindicato y la huelga con más miembros entre los trabajadores administrativos y se iba ganando la solidaridad de algunos cientos de profesores. La orientación básica de la huelga residía en la solidaridad estudiantil y en utilizar la autonomía universitaria para lograr el respeto a los derechos constitucionales que establece la Fracción XVIII del Artículo 123 respecto a la huelga, y al señalado en la Fracción XVI del mismo 123, de sindicalización sin traba alguna. El espinoso proceso condujo a densas discusiones en el Consejo
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Universitario y a una gran campaña de prensa, radio y televisión contra la huelga. La rectoría, maniatada por la Junta de Gobierno y los altos funcionarios del Poder Ejecutivo, asumió una actitud cerrada, llegando al absurdo de pretender que el Sindicato aceptara que las huelgas y otros aspectos estuvieran sujetos a la autorización de la rectoría, orientación de carácter claramente reaccionaria.
Soberón y el contrato colectivo de trabajo La huelga se esforzaba porque el rector González Casanova, de tendencia democrática, asumiera una actitud consecuente; al no lograrlo tuvo que combatirlo con energía. Esto dio lugar a que corrientes democráticas de la UNAM atacaran la huelga porque se decía que conducía a la salida de un rector democrático que, lo más probable, sería sustituido por uno reaccionario. No entendían que, .aun así, el éxito de la lucha implicaba el surgimiento de una fuerza sindical organizada que jugaría un papel de gran trascendencia en el proceso democratizador de la UNAM. En efecto, el rector Pablo González Casanova renunció y la Junta designó a Guillermo Soberón, muy conocido por sus posiciones reaccionarias. Pero éste, a quien no se le permitió recibir la Universidad en forma normal, fue rechazado por los sindicalistas y los estudiantes. Su toma de posesión fue una farsa que pretendió celebrarse dentro de la UNAM; pero la presión fue tan fuerte que con todo y sus "porros" tuvo que salir huyendo del área universitaria. Este avance político de tanta trascendencia se logró gracias al apoyo del movimiento estudiantil que se expresó solidario y con mucha combatividad a favor de la huelga sindical. El rector Soberón se vio obligado a realizar, como primera medida de sus funciones, la firma del convenio de trabajo, reconociendo el STEUNAM. Esto constituyó un extraordinario éxito sindical de gran proyección política. Gracias a los factores que concurrieron, se lograba la firma de un contrato colectivo de trabajo no registrado en.la Junta de Conciliación y Arbitraje del gobierno y la afirmación de un Sindicato igualmente no registrado. Se imponía el trato biiateral entre el Sindicato y la rectoría, sin intermediarios. Habían surgido dos sindicatos blancos manejados por las autorida.. des. Se logró debilitarlos e, inclusive, ganar a varios de sus dirigentes, que se pasaron al STEUNAM. La huelga terminó así con un. Sindi~ato que abarcabd la mayoría absoluta de los trabajadores administrativos, un aumento de salarios bastante considerable y muy importantes prestaciones.
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Surge STUNAM, el gmn sindicato universitario
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Después, gracias a ese procedimiento, el Sindicato del Personal Académico de la UNAM (SPAUNAM) hizo acto de presencia agrupando a varios miles de miembros. Al presentarse una situación difícil que Soberón pretendió aprovechar para aniquilar el SPAUNAM utilizando agrupamientos blancos por escuelas y facultades para luego golpear a fondo el STEUNAM, los dos sindicatos, STEUNAM y SPAUNAM, acordaron unificarse y constituir el Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), organización que cuenta con una gran perspectiva. Su orientación democrática lo llevó a plantearse la reafiliación de sus miembros hecho que fue utilizado por la rectoría, las fuerzas reaccionarias y elementos atrasados, para obstaculizar la consolidación del sindicato unificado. El rector Soberón afirmó que jamás trataría con un sindicato monolítico. El STUNAM emplazó a huelga a principios de 1977, con muchos meses de anticipación, planteando su reconocimiento y la revisión contractual. La actitud del gobierno y de la rectoría fue la de rechazar sus demandas constitucionales. Tal posición, abiertamente reaccionaria, hizo que, declarada la huelga, el gobierno ordenara pisotear la autonomía de la UNAM, mediante la'movilización de 14 mil policías que invadieron Ciudad Universitaria. La solidaridad con los sindicalistas agredidos tuvo expresiones de gran importancia, como la huelga nacional solidaria del martes 5 de julio, secundada por la mayoría de las universidades del país y por instituciones de educación media superior y educación superior de la metrópoli (entre elias, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Metropolitana, el Colegio de Bachilleres y la Universidad Agrícola de Chapingo). Lo anterior y las manifestaciones extraordinarias de más de 100 mil asistentes, dieron lugar a un repliegue del gobierno que aceptó el retiro de la policía de la UNAM a cambio de que el Sindicato no insistiera de momento en el contrato único para el personal administrativo y académico. El Sindicato tuvo que ceder en cuanto a esta demanda, pero se logró que Soberón, que había jurado que era una cuestión de principio no tratar con un "sindicato monolítico", aceptara el trato: el Sindicato fue reconocido subrogándole de la representación que había tenido el STEUNAM (personal administrativo)y reconociéndole el derecho de representar al personal académico que se le adhiriera. Esta huelga del STUNAM constituye un singular acontecimiento. Se logra consolidar en definitiva el sindicalismo universitario y pasa a la categoría de hecho histórico la existencia de un sindicato con
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contratación sin registro en el gobierno. Dentro del movimierito sindical mexicano hay cierta incomprensión de la trascendencia de este hecho, que es un ejemplo al que debe aspirar este movimiento, aunque a través de un proceso lento y difícil, para poder conquistar los derechos constitucionales de huelga y sindicalización. Nueva actitud de los académicos asalariados En la UNAM hay varios problemas específicos. El personal académico evoluciona muy lentamente hacia el sindicalismo. Pesa mucho su carácter elitista. La tradición artesanal de profesiones liberales ha sido superada por el desarrollo capitalista que convierte a los académicos e investigadores en asalariados del sistema capitalista. Su nuevo papel de asalariados plantea un nuevo nivel de gran importancia en la sociedad, cuya norma es procurar el beneficio personal, pero encuadrado dentro del beneficio colectivo. La Última huelga demostró el enorme papel responsable y democratizador de la UNAM dentro del sindicalismo independiente universitario. Mientras el Sindicato en huelga tomaba todas las medidas para cuidar las investigaciones científicas que se estaban realizando en ese momento con objeto de evitar que se perjudicaran con el movimiento, el "hitlerito" de Guillermo Soberón ordenó que se cortara la energía eléctrica a la Institución causando daños irreparables a muchos de los procesos de investigación. Esto abrió los ojos a destacados académicos, científicos e investigadores. El doctor José Adem, director del Instituto de Ciencias Atmosféricas, ante la actitud odiosa del rector Soberón, indignado por el daño causado a todos los procesos de investig~ciónen su Instituto, presentó en forma airada su renuncia al rector déspota, convenciéndose de lo que hasta entonces no había comprendido. Al renunciar al cargo de director del Instituto hizo declaraciones públicas que causaron gran sensación: manifestó que pasaba a su puesto de profesor de tiempo completo y se adhería a la huelga del STUNAM. En este complicado proceso, el sindicalismo independiente ha conocido un gran avance en la democratización de la universidad más importante del país.
la comstituci&Pc y las leyes reglamemtarias
El PCM, durante toda su existencia, y el POCM, con mucha fuerza en sus pocos años de vida, se empeñaron en explicar las contradicciones entre la Constitución Política del país y las leyes reglamentarias. La Constitución aprobada en Querétaro en 1917 es.democráticoburguesa. Contiene aspectos claramente reaccionarios a favor de los capitalistas. Pero como se aprobó en un c i e r t ~apogeo de la Revolución mexicana, cuando aún luchaban con las armas en la mano Emiliano Zapata y Francisco Villa, contiene aspectos democráticos, incluso avanzados. La burguesía mexicana en el poder, después de aprobada la Constitución, ha recurrido al método, muy generalizado por los burgueses de todos los países, de mutilar y hasta cancelar derechosdemocráticos constitucionales por medio de las leyes reglamentarias, independientemente de que, cuando le es posible, de plano modifica preceptos constitucionales democráticos a los que substituye por redaccionea reaccionarias. El POCM, en su declaración sobre el ingreso de sus miembros al PCM en diciembre de 1959, aportó a ese respecto varias proposiciones a los materiales del Partido Comunista para el XIII Congreso Nacional; en el punto 14 de esta declaración se lee: "El desarrolio de la burguesía en el poder conduce a que le estorbe cada vez más la Constitución aprobada en 1917 en el apogeo de la Revolución mexicana La violación directa y la violación por medio de reglamentaciones se generaliza cMa vez más. Se impone una campaña sostenida y amplia en defensa de las libertades y derechos constitucionales. En toda una etapa inmediata ésta es la thctica adecuada, por cuyo motivo hay que rechazar la idea de la aprobación de una nueva Constitución que, además ante la relacfón de las fuenas, es peligrosa y le harta el juego a la burguesia reaccionaria. Lo anterior no se opone a piesentar, en un momento oportuno, refor más concretas en tal o cual sentido, como la anuladón de la reforma del gobierno de Alemán reladonada con la reforma agraria."
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Esto último de la nueva Constitución lo proponía entonces Lombardo Toledano a nombre del PPS en forma claramente artificial y demagógica, ya que no había ninguna posibilidad de sacar adelante una nueva Constitución más avanzada que la actual. Lo que hacía con esa alharaca era abrir la posibilidad de que en un momento dado se pudiera hacer el juego a los propósitos reaccionarios de introducir contrarreformas dañinas en la Constitución de 1917. Leyes reglamentarias violatorias de la Constitución Leyes reglamentarias de la Constitución como el Código Penal, la Ley @lectoral,la Ley Federal del Trabajo y otras, han mutilado y violado derechos democráticos constitucionales. El Artículo 90. de la Constitución autoriza en forma irrestricta a los ciudadanos de la república a asociarse para tomar parte en los asuntos políticos del país. El derecho constitucional paraorganizar partidos políticos es irrestricto. Por lo tanto, es una confusión la que se provoca cuando se afirma que las proposiciones recientes del presidente López Portillo para modificar la Constitución, principalmente en lo que se refiere a la existencia de los agrupamientos políticos y a las elecciones, eleve a la categoría de constitucional el derecho a organizar partidos políticos, puesto que eso ya está desde 1917, en el Artículo 90. Ahora, con las proposiciones del licenciado López Portillo, simplemente se especifica más, pero al mismo tiempo se lo sujeta a determinadas normas cuando antes era irrestricto. Desde que Miguel Alemán incorporó al Código Penal en 1950 el Artículo 145 con los delitos de disolución social, el PCM, y también el POCM, atacaron ese injerto como anticonstitucional. El 145 con sus delitos de disolución social era claramente fascista y fue punto de apoyo para intensificar la represión contra las luchas sindicales y democráticas en general. El gran movimiento estudiantil popular de 1968, como ya dije, a pesar de la matanza del 2 de octubre del 68 en Tlatelolco, logró obligar a Díaz Ordaz a derogar ese fatídico Artículo 145 del Código Penal. En cuanto al Artículo 123 y la Ley Federal del Trabajo, el antagonismo ha sido claro por lo que los partidos políticos revolucionarios y el movimiento sindical independiente han insistido en apoyarse en los derechos constitucionales y rebelarse contra los preceptos de la Ley Federal del Trabajo que los violan. El Artículo 123 aprobado por los constituyentes de Querétaro era
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único para todos los obreros, empleados y técnicos, sin discriminar ningún sector de ellos. Los discursos de los constituyentes fueron categóricos al respecto. El 123 regía para todos los asalariados, los de las industrias y los servicios y, entre estos Úitimos, los del Estado. En un ambiente de constante orientación reaccionaria se estableció, violando la Constitución, el Estatuto Jurídico para los Trabajadores de los Poderes Federales. Entonces, inclusive cuando constituimos la CTM, en los años 36 y 37, se luchó por hacer efectivo el derecho del Artículo 123 para los trabajadores del Estado. Así se formaron la Asociación de Trabajadores del Estado y la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Educación, que ingresaron a la CTM. Al dividir Fidel Velázquez a la CTM, en febrero de 1937, de acuerdo con el gobierno y con Lombardo, excluyeron de esa central a todos los trabajadores del Estado, aceptando que se constituyeran en una federación aparte y aceptando, también, la vigencia anticonstitucional del estatuto jurídico para esos asalariados. Reglamentos antio breros Ya en esa pendiente, el presidente Lázaro Cárdenas, con el apoyo de Lombardo y Fidel Velázquez, impuso el reglamento especial para los empleados bancarios con el evidente interés de incrementar los recursos de la banca para lograr un rápido desarrollo capitalista. Ese reglamento resultó clar,amente anticonstitucional. De paso mencionaré de nuevo que, después de la división de la CTM, Lombardo y Fidel también aceptaron la separación de los campesinos en junio de 1937, con el criterio gubernamental de que se unificarían en la Confederación Nacional Campesina. El presidente López Mateos, luego de la gran represión contra la huelga general ferrocarrilera de marzo de 1959, demagógicamente incorporó, con el consiguiente aplauso de toda la charrería sindical, lo esencial del Estatuto Jurídico de los Trabajadores del Estado a un postizo apartado "B" del 123, claramente discriminatorio y hostil para estos asalariados. Desde la huelga general ferrocarrilera y las huelgas mineras de Jalisco de 1927, el Partido Comunista y las organizaciones sindicales se apoyaron en los derechos de huelga y de sindicalización irrestrictos del 123. Entonces, Luis N. Morones, secretario de Industria, Comercio y Trabajo, declaró ilegales esas huelgas, pero hasta un juez de distnto amparó a los ferrocarrileros de la Confederación de Transportes
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y Comunicaciones, failando que era arbitraria la declaración de Morones, porque, de acuerdo con la Constitución, sólo las juntas de Conciliación y Arbitraje (que todavía no estaban instaladas), podían hacer una declaración de ilegalidad. La Suprema Corte de Justicia dictó failo en el mismo sentido y Morones, en agosto de 1927, se vio obligado a la burda maniobra de instalar presurosamente la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje para que, en forma festinada, dictara su primer fallo en el sentido de que la huelga ferrocarrilera era ilegal. Sin embargo, este triste surgimiento de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje ha sido objeto de una celebración grotesca de los gobernantes, con motivo del L Anivemario de su instalación. En los años 40, aún durante la Segunda Guerra Mundial en la que participaba México contra el eje fascista alemán-italiano japonés, los ferrocarrileros y los asalariados de otras industrias, en forma constante, realizaban huelgas apoyándose en la Fracción XVIII del Artículo 123 con objeto de impedir la aplicación de los preceptos anticonstitucionales de la Ley Federal del Trabajo. A esas huelgas, muchas veces por el tiempo limitado, particularmente en la etapa de la Segunda Guerra Mundial, las llamamos "paros sindicales". El PCM y el POCM sostuvieron esa línea política y sindical en las grandes victorias de los ferrocarrileros, los telegrafistas federales, los profesores de primaria del Distrito Federal, encabezados por Othón Salazar, y los miembros de la Sección 34 del Sindicato Petrolero, realizadas a lo largo de 1958. Las mutilaciones al 123 De acuerdo con la Fracción XVI del 123, que concede el derecho irrestricto de sindicalización, hemos rechazado la ingerencia de la Secretaría del Trabajo y de las juntas de Conciliación y Arbitraje en la marcha interna de los sindicatos siempre que hemos podido. Lo mismo hemos hecho con el precepto anticonstitucional de la Ley del Trabajo que señala que los sindicatos deben registrarse y también deben hacerlo los dirigentes de los mismos. De acuerdo con la Constitución, negamos esa facultad de los aparatos gubernamentales y generalmente sólo informamos a esas dependencias de la constitución de los sindicatos y de la elección de los nuevos dirigentes. El desarrollo capitalista ha originado una política paulatinamente más reaccionaria del gobierno. Cada vez más le resultan un estorbo
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los preceptos avanzados de la Constitución a la burguesía en desarrollo; por ello los mutila y los anula. En este proceso, el régimen ha modificado muchas fracciones del 123, entre otras aquélla que, desde López Mateos, anuló el derecho de los asalariados para optar entre ser reinstalados e indemnizados o sólo esto último por el tiempo que hubieran perdido en lcs casos de despido injustificado, dejando esa opción a favor de los patrones. Siempre violaron, desde Venustiano Carranza hasta López Mateos, la F'racción XII del 123, que señalaba el derecho a casas cómodas e higiénicas construidas por los patrones cuando tuvieran a su servicio a más de cien asalariados. En la revisión contractual del Sindicato Ferrocarrilero con los Ferrocarriles Nacionales de MAxico, el l o . de febrero de 1959, se logró por primera vez en la historia del movimiento sindical mexicano conquistar en forma colectiva ese derecho. Este avance explica en gran parte la brutal respuesta del gobierno de López Mateos, en complicidad con toda la burguesía mexicana y extranjera, que aplastó las huelgas de los ferrocarrileros (marzo de 1959), ya que pedían ese mismo derecho y otras nivelaciones para los de las empresas chicas. Inmediatamente después de la gran represión, el traidor Luis Gómez Zepeda anuló la cláusula contractual sobre el derecho a casas establecido en dicha Fracción XII. Luis Echeverría, en 1971, derogó en forma cínica el contenido de la Fracción XII,con el sofisma grotesco de que nunca se había cumplido; en cambio, él aceptaba otorgar "concesiones importantes" a los asalariados, estableciendo como sustituto de esa Fracción la creación del INFONAVIT, que concedería créditos a los asalariados en la compra de casa. La farsa de este supuesto derecho sindical se ha exhibido plenamente. El organismo gubernamental señala para 1977 la construcción de 47 mil casas. Independientemente de que la mayoría de las casas del INFONAVIT son unos palomares, construcciones de pacota que en muchísimas ocasiones los asalariados rechazan comprarlas, la cantidad es una verdadera burla si se toma en cuenta que, sin incluir a los obreros agrícolas, son alrededor de seis millones los asalariados de las industrias y servicios que carecen de casa, lo que hace que, a ese ritmo, se requieran más de 125 años para cubrir la demanda de ese año (1977). Siempre ha estado claro que donde no haya condiciones y no tengamos la fuerza suficiente, tenemos que ajustarnos incluso a los preceptos anticonstitucionales de la Ley Federal del Trabajo. Es un problema táctico concreto; pero esto no significa que no mantengamos la línea política y estratégica de rescatar esos preceptos constitucio-
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nales de las reglamentaciones y, en la medida de lo posible, ir generalizando en la práctica !a vigencia de los derechos democráticos rechazando las mutilaciones y violaciones de las leyes reglamentarias. Conviene aclarar que una posición también constante del Partido Comunista Mexicano, mantenida por el POCM durante su existencia, ha sido la de luchar por los sindicatos de industria fusionando los contratos de las empresas de una misma rama en un proceso de lucha difícil pero posible. En cambio, rechazamos la maniobra gubernamental de establecer en la Ley del Trabajo los contratos ley sobre la base de sujetar a los obreros y empleados a normas rígidas que impidan la realización de las huelgas con el pretexto de beneficiar a los asalariados de empresas pequeñas, maniatando así a los obreros, empleados y técnicos de las industrias y servicios.
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Desde principios de 1975 la dirección del PCM se esforzó por realizar cambios de impresiones con los organismos y personalidades democráticas interesados en participar en la campaña federal electoral de 1976. Los prolegómenos Se habló con los dirigentes de todos los agrupamientos y se hicieron planteamientos escritos con sugerencias sobre la actividad inicial a realizar, pero, en general, no hubo respuesta. Sin embargo, nuestra campaña en Oposición y a través de propaganda directa repercutió en amplios sectores de nuestro pueblo, inclusive en ciertos cuadros medios y en los grupos de base de las organizacionespclíticas y democráticas. Sólo el Movimiento de Organización Socialista, dirigido por Roberto Jaramillo, y la Liga Socialista -trotskista-, dirigida por Ricardo Hernández, aceptaron la proposición de coaligarse con el Partido Comunista en esa campaña. Al discutir la situación en el XVII Congreso del Partido Comunista, realizado a principios de diciembre de 1975, se acordó impulsar la participación independiente en el proceso electoral, presentándome como precandidato a la Presidencia. Se subraya en el acuerdo que estábamos abiertos para el examen del problema con otros partidos y prestos a ponernos de acuerdo en sostener un candidato único que no necesariamente debería ser yo. Después de una amplia discusión, el acuerdo del congreso a favor de mi candidatura fue unánime. El único que se resistió al respecto fui yo mismo, por considerar que no era el idóneo para conjugar' fuerzas con la amplitud que la campaña requería.
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Una de las grandes experiencias de esa campaña fue el claro deslinde de campos, productos de la presencia de sólo dos candidatos aspirantes a la Presidencia de la república. La crisis política tuvo una expresión virulenta en el PAN, que no pudo presentar candidato nacional. En su conjunto, esto le imprimió a nuestra campaña una gran e inusitada fuerza de atracción. Las campañas presidenciales en nuestro país promueven una enorme inquietud. Frente al candidato de la gran burguesía presentada por el PRI, nuestra campaña adquiría en todas partes una notable importancia. Fuerzas desconocidas hacían acto de presencia secundando nuestro movimiento electoral. En todos los estados se incorporaron agrupamientos políticos y sociales. Grupos partidarios del socialismo científico que durante años buscaban la conexión con el Partido Comunista tuvieron la oportunidad de hacerlo con motivo del movimiento electoral; personas revolucionarias y democráticas se convertían en activistas. En la juventud obrera, estudiantil y campesina, entre las mujeres, hubo un despertar político impetuoso.
Los derechos de los creyentes Nuestros planteamientos democráticos consecuentes, que incluía el del derecho a participación de los miembros de las iglesias en la política electoral, nos hizo combatir con energía los casos concretos de altos dignatarios y curas de la Iglesia católica que participaban a favor de la gran burguesía y su candidato del PRI, lo que nos llevaba a subrayar, por otro lado, el derecho de los curas a votar y ser votados. Nuestro argumento era contundente. La mayoría de los dignatarios de la Igiesia católica, y también la mayoría de los sacerdotes de tendencia conservadora, participaban abiertamente, inclusive desde el púlpito, en la campaña electoral a favor de los grandes terratenientes y burgueses y de su candidatura priísta. En cambio, los curas revolucionarios y democráticos eran hostilizados y hasta perseguidos por la policía. Nuestra campaña tuvo gran repercusión. Hablamos con curas en varias partes del país. Contamos con la presencia de ellos en la mayoría de nuestros mítines electorales. En muchas partes hubo sacerdotes activos en la campaña electoral. En el norte uno de elios se incorporó a la campaña. En su automóvil andaba con una brigada participando en las pintas y en las pegas, aunque recomendando que lo cubrieran para que no lo fuera a detener la policía.
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Un tema muy discutido por todos los sacerdotes, incluso por un cura periodista en el Distrito Federal, reflejaba el prejuicio de considerar que en algunos países ahora socialistaslos revolucionarios habían planteado la alianza con los curas democráticos, pero al consolidar los partidos comunistas su poder, se les había hostilizado y tratado como simples "compañeros de viaje". Rechazamos con mucha paciencia estas argumentaciones prejuiciadas. Sin negar que en algunos países hubiera sucedido ese hecho lamentable, en México nosotros, en el Partido Comunista Mexicano, habíamos desplegado un amplio debate al respecto. Sosteníamos que los sacerdotes y católicos activos que asumieran actitudes revolucionarias en todo el proceso se ganaban el derecho pleno a participar en el nuevo Estado y, concretamente, en el nuevo gobierno que surja de la revolución democrática y socialista. Ese compromiso lo hacíamos público y por escrito, y lo consideramos valedero Canto para los curas por el socialismo como para los católicos activos en la lucha democrática. Los curas y católicos activos, que sin ser revolucionarios en esta etapa de lucha por las libertades democráticas, acepten la unidad de acción y la alianza con nosotros, podían estar seguros de nuestra lucha consecuente por la modificación del precepto constitucional -justificado en otro tiempo pero ya obsoleto- que excluye de sus derechos para participar en política a los sacerdotes católicos y ministros de cultoe evangblicos. Ese compromiso lo cumplimos al presentarse el debate sobre una nueva ley electoral, lo cual motivó una tremenda campaña contra nuestro Partido a la que respondimos demostrando la plena justificación de nuestras actitudes. Llevamos la discusión hasta los aspectos más complejos. Hablamos con algunos curas que tenían una actitud democrática y hasta socialista; se daban cuenta de las condiciones y la superexplotación de los obreros y asalariados en general, de los trabajadores del campo, de los intelectuales. Eran .conscientes de que el desarrollo capitalista de nuestro país debería expresarse a través de una participación destacada de los obreros y asalariados en las decisiones fundamentales de la política nacional, ya que ellos son la mayoría absoluta de la población económicamente activa y la que aporta la mayoría absoluta dela renta nacional. Comprendían también que la represión, el manipuleo, el ambiente sofocante, colocan en la cúspide del poder a la pequeña capa de grandes capitalistas. Comentamos que este proceso de proletarización de amplios sectores de la población se expresa también entre los profesionales, que ya no tienen la perspectiva de la profesión liberal artesanal, sino la del trabajo asalariado en instituciones sociales. Les aclaramos que en el socialismo este proceso se intensificaría bajo -
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"En lugar d e soluciones políticas, el gobierno acude con mayor frecuencia a la respuesta represiva, colocando al ejército en el papel de policía. Los militares, sobre todo los elementos dirigentes, adquieren conciencia de lo indispensables que le son a este tipo de burocracia política y, poco a poco, se plantean el problema de su sustitución o, por lo menos, el de asumir el papel más influyente en la conducción politica del país. "Los soldados mexicanos pueden comprender hoy en día, a la luz de las experiencias de los últimos 1 6 años, que el carácter esencialmente represivo del ejército puede revertirse contra ellos mismos y afectarlos profundamente. Objetivamente a los soldados, considerados como un sector del pueblo, les interesa hacer esfuerzos por limitar y constreñir las funciones represivas y antidemocráticas de las instltuciones militares a las que sirven; es ésta la contradicción que se entrevé en todos los niveles y en todas las nuevas tendencias del ejército mexicano. "Los soldados pueden comprender de quién es la responsabilidad de la violación a la Constitución General de la República que por una parte establece, en su Artículo 129, que 'en tiempos d e paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar' y, por otra, en el Artículo 1 3 afirma que 'los tribunales rnilit&es en ningún caso y por ningún motivo podrán extender su jurisdicción sobre personas que no pertenecen al ejército. Cuando en un delito o falta del orden militar estuviere complicado un paisano, conocerá el caso la autoridad civil correspondiente'. Y, como vemos en Guerrero, en octubre de 1968, y en muchas otras ocasiones, estas obligaciones constitucionales no han sido respetadas."
un nuevo signo, justo y avanzado. Por lo tanto, los curas que formasen las filas socialistas tendrían que ser conscientes de que el proceso democrático requiere la incorporación de ellos a las luchas obreras para asegurar su participación en!elirégimensocialista. Con todos los curas y católicQ1hc~voscon quienes tratamos estos problemas hubo comprensión y se han ido incorporando cada vez más a la actividad democrática y aun a la actividad revolucionaria.
Libertad sindical y académica En la campaña explicamos en forma reiterada nuestra actitud en torno a estos problemas. Nos oponemos a que los sindicatos en tanto tales participen en política electoral o sean utilizados para estos fines, y sostenemos que sus miembros deben quedar en libertad para pertenecer al partido político que quieran o para no afiliarse a ninguno. Sostenemos que las universidades, como instituciones, y sus autoridades, no deben participar en política electoral, como ha sucedido en la mayoría de los casos. La democracia implica, empero, que en todas las universidades haya completa libertad de expresión política sobre cuestiones electorales.
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Por un ejército patriótico Sostenemos que el ejército y los altos mandos no deben participar en política electoral, pero debe respetarse el derecho democrático de los soldados, oficiales y jefes para expresar sus opiniones políticas electorales y para pertenecer o no a partidos políticos. Al respecto, habría que recordar las ideas centrales.de la declaración del Comité Central del PCM sobre el ejército, elaborada al calor de la campaña y publicada con el título Por un ejército democrático y patriótico al servicio del pueblo que en su parte fundamental señala: "La burguesía mexicana, su burocracia política, y, particularmente, el presidente de la república como su jefe- nato, son los directamente responsables del papel que el ejército desempeña en la sociedad mexicana Son ellos quienes asignaron a las fuerzas armadas la misión de 'guardianes del orden púbñco' y 'defensores de las instituciones' para cuyas acciones n o rigen ni la Constitución ni ley alguna "La incapacidad de la burocracia política para responder con soluciones reales a los problemas dei país y a las aspiraciones progresistas del pueblo mexicano es la fuente del incremento del papel policiaco del ejército.
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Y más adelante se dice: "Un ejército que se revela como proimperialista, antidemocrático y represivo, es un enemigo del pueblo, y los comununistas somos los primeros en denunciarlo."
Pero los comunistas rechazamos de antemano las respuestas extremas: la que afirma el carácter definitivo y totalmente reaccionario de las fuerzas armadas y la que sostiene el supremo carácter patriótico, nacionalista y apolítico de nuestros militares. La realidad nos dice, como asienta el documento, que las fuerzas democráticas pueden y deben ser partidarias "de un ejército patriótico, amante y defensor real de la soberanía nacional formado en el ejemplo de los héroes nacionales. Un ejército patriótico edilcado en un espíritu humanístico y, por lo mismo, amante de la amistad con todos los pueblos y especialmente con aquéllos que, como el nuestro, pugnan por abrirle paso a los principios de progreso y colaboración entre todas las naciones".
El documento concluye con la idea fundamental sobre la cual está basada nuestra política en tomo a las fuerzas armadas: "Los comunistas sabemos que sólo una nueva revolución permitirá la creación de un ejército auténticamente popular: pero, al mismo tiempo, cono-
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cedores de la presencia de tendencias democráticas en el ejérdto mexicano y partidarios d e que éstas se desarrollen y adquieran mayor influencia -a riesgo de provocar la sonrisa de algunos y la cólera de otros-, llamamos a los soldados y oficiales a detener la represión, a contribuir a crear un clima de libertad y democracia y, ¿por qué no?, a votar, como ciudadanos que son, por el candidato de los comunistas a l a Presidencia de la república."
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el ambiente político de nuestro país. Dimos cientos de entrevistas a los diarios, revistas, radiodifusoras y estaciones de televisión. En el estado de Chihuahua, con unos dos millones de habitantes, sólo como ejemplo, los compañeros calcularon que nuestra propaganda (incluyendo las entrevistas en 6 radiodifusoras) llegó a más de la mitad de la población.
El recorrido
Balance Se nos presentaron casos emotivos durante la campaña. Inmediatamente después de un mitin en Guadalupe, Zacatecas, me alcanzó una compañera con sus tres hijos y me dijo con toda sencillez: "Nosotros secundamos la lucha del Partido Comunista sin ser miembros de su Partido, porque sabemos muy bien que luchan por nuestras demandas inmediatas y por lo que más nos interesa: por una nueva sociedad que confiamos todos juntos podremos conquistar porque yo pienso que asi aseguraré a mis hijos, ahora pequeños, un porvenir seguro sin la pobreza y la miseria imperantes en la actualidad." En Río Grande, Oaxaca, se había incluido en el programa la inauguración por nosotros de un tejaván que sería el centro social en el ejido de La Luz. Al llegar a Río Grande nos informaron que en la noche anterior el cura del lugar, al servicio de los terrateniente, había influido en un grupo de fanáticos para quemar el tejaván construido con materiales de la región, sumamente inflamables. A medianoche, alguien observó el incendió, dio la alarma, y cientos de campesinos y sus familiares lo apagaron rápidamente. Enseguida se hizo una reunión y acordaron integrar equipos por relevos,para reconstruir en el curso de la noche y en la mañana lo que el incendio había destruido a fin de que la comitiva y yo, a la hora señalada,'inauguráramosel centro social del ejido. Y así se hizo. En la gira de la comitiva se realizaron 97 mítines centrales en 28 entidades del país, con 108-280 asistente^ y con un recorrido de más de 30 000 kilómetros. Aparte, se hicieron miles de mítines medianos y pequeños. Se repartieron millones de volantes y manifiestos. Se realizaron pintas en todo el país, algunas formidables, como la inscrita en la gran esf3ra del trópico de cáncer al sur de Ciudad Victoria, Tamaulipas: una gran pintura hecha por una camarada de la brigada de avanzada en nuestra gira. Hubo mítines de gran importancia, como el de Puebla, con más de 7 mil mistentes; el de ~uadalajara,con más de 6 mil, y el de clausura de la campaña, efectuado en la Arena Mhxico del Distrito Fedewl el 27 de junio de 1976, con unos 20 mil asistentes, hecho inusitado en
En el balance del Comité Central se subrayó lo acertado y también lo oportuno de nuestra campaña electoral con un candidato presidencial no registrado. El secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, declaró que se respetaría nuestra campaña porque era constitucional aunque el Partido Comunista no era legal. Chicanería de la política de los señores del gran capital. En el balance se afirmó que al deslindarse los campos, nuestro Partido había adquirido una gran fuerza de atracción; se comprobó lo falso del prejuicio de que el pueblo mexicano desconfía del socialismo. Existe algo de esto, y es explicable, pero la campaña demostró la existencia de una gran simpatía por el socialismo que abarca a grandes masas de nuestro pueblo. El problema reside en encontrar la línea justa de una política que permita la mayor amplitud y flexibilidad en unidad de acción y abarcando el máximo de aliados, y que, a la vez, enfatice las posiciones y la fisonomía propia del Partido Comunista Mexicano, Única manera de que éste sea reforzado y juegue un papel cada vez más importante en el curso de los acontecimientos. Esto Último no es comprendido por algunos camaradas muy preocupados en "hacer política" adoptando posiciones que deterioran la imagen de nuestro Partido y debilitan su capacidad de movilización y atracción. Esto debe tenerse muy presente en la medida en que el consenso político, económico y social de nuestro país se va haciendo cada vez más tirante. El deslinde de las fuerzas contra el grupo oligárquico asociado al imperialismo yanqui se hace, por ello, una necesidad insoslayable en aras de desbrozar el camino y poder avanzar. Algún sociólogo sudamericano ha expresado que nuestra campaña electoral es un caso Único en los países de América Latina. Está en pie la necesidad de un estudio más riguroso para extraer las corsecuencias políticas y teóricas de ella. El análisis de la campaña electoral permite asegurar que en las casillas se depositaron más de un miilón seiscientos mil votos a nuestro
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favor, la mayoría de ellos anulada por los chanchulleros del PRI que monopolizan el sistema electoral. La campaña nos reveló como la segunda fuerza política del país. De unos 25 millones de mexicanos, hombres y mujeres, con derecho a votar, según los amañados datos oficiales favorables al candidato de la gran burguesía, José López Portillo, votaron 16 703 801, lo que hace que hayamos logrado más del 10 por ciento de los votos depositados en las casillas; además, contamos con muchos cientos de miles de hombres y mujeres que participaron en forma activa en la campaña, pero que no fueron convencidos de ir a las casillas por considerar que la votación era una farsa. Afianzar y reforzar esta posición es, por tanto, la gran tarea que los comunistas debemos realizar.
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La cuestión internacional. Stalin crea un desconcierto La existencia de la URSS como único país socialista daba lugar a constantes ataques militares y políticos de todos los países imperialist a ~ En . México nos empeñamos en cumplir con nuestro intemacionalismo proletario fijándonos un objetivo de primera importancia: la defensa de la URSS ante tales ataques. Desde la actividad entre las masas trabajadoras y el pueblo en general hasta acciones intrépidas, todo fue combinado en ese esfuerzo para defender a la Unión Soviética. Al surgir el poderío hitlenano en Alemania con una posición virulenta contra la Unión Soviética y el comunismo en general, toda la orientación reforzada por el VI1 Congreso de la Internacional Comunista, realizado en 1935, consistía en impulsar las fuerzas antifascistas y el máximo de alianzas en tomo a este objetivo. Había claridad en relación al poderío del eje Hitler-Mussolini-Hirohito: se requería una alianza lo más flexible que pudiera abarcar inclusive a las burguesías democráticas y, entre éstas, los imperialismos con gobiernos democráticos. Cuando más empeñados estábamos en esta orientación, nos sorprendió el pacto firmado por el gobierno de Stalin con Hitler. Se ha explicado la necesidad de esa maniobra para ganar tiempo, dado que la URSS no estaba preparada para el inminente ataque de Hitler. Pero el hecho es que hubo un gran desconcierto político en el mundo, una gran desorientación de ras fuerzas revolucionarias y democráticas que habían asumido actitudes decididas a favor de la URSS. ¿Por qué hubo crisis y debilitamiento en la Unión Soviética, durante los meses y años inmediatamente anteriores a la guerra iniciada por Hitler?,
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¿por qué fue necesario ese respiro con tan alto costo político para el mundo? Estas preguntas no están suficientemente contestadas. En México la dirección de nuestro Partido había lanzado un llamamiento a reforzar las alianzas contra Hitler; sin embargo, al día siguiente aparecía la información del pacto del régimen de Stalin con Hitler. El desconcierto era enorme.
La Segunda Guerra Mundial A pesar de ello, al estallar la ofensiva de Hitler contra la URSS, en junio de 1941, se intensificó en nuestro país la movilización contra el hitlerismo, así como la presión para que el gobierno de México declarara la guerra al eje fascista alemán, italiano y japonés, cosa que muy pronto logramos. Durante la Segunda Guerra Mundial hubo problemas de política internacional muy debatidos. En México, Lombardo Toledano encabezaba un planteamiento en el sentido de que en América Latina no se debería impulsar ninguna campaña contra las tiranías ultrarreaccionarias, en tanto que éstas se habían pronunciado contra el eje fascista. Los partidos comunistas y la Internacional Comunista hacían planteamientos parecidos. ,Se dio una fuerte contradicción en nuestro país al presentarse la lucha en Guatemala contra la tiranía de Ubico. El Sindicato Ferrocarrilero y otros sindicatos industriales, Acción Socialista Unificada y otros grupos de izquierda apoyaban las luchas del pueblo de Guatemala. Desde el Sindicato Ferrocarrilero fuimos a la frontera con el país del sur para recibir informaciones y aportar la mayor solidaridad a los revolucionarios guatemaltecos. Yo fui varias veces y, como el gobierno de Ubico no me permitiera pasar la frontera, lo hacía trabajando como garrotero en los trenes que intercambiaban flete con los guatemaltecos; así lograba hablar con los ferrocarrileros revolucionarios. Les llevábamos propaganda y algunas veces también parque y armas. En contraste, la CTAL, dirigida por Lombardo, insistía en que quienes apoyaban la lucha contra Ubico le hacían el juego a Hitler. Pero la práctica demostró lo justo de nuestra orientación cuando estallo la revolución en el sur, en 1944, todavía en plena Guerra Mundial, barriendo con el gobierno dictatorial de Ubico. Como era importante la mayor solidaridad a la revolución triunfante de Guatemala, planteamos la realización de un gran mitin en Tapachula, cerca de la frontera. En él participó Lombardo Toledano. Enseguida integramos un equipo para ir a Guatemala a contrarrestar la influencia
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de Haya de la Torre, que con su APRA se erigía en agente del imperialismo norteamericano. La Segunda Guerra Mundial, que fue desastrosa para la humanidad, terminó con el triunfo de las fuerzas democráticas, representadas principalmente por la Unión Soviética. De este triunfo surgió un conjunto de países socialistas en el oriente de Europa y se derivó, con la derrota de Japón, el triunfo de la gran Revolución china. El mundo sufrió un cambio radical al integrarse todo un sistema socialista. Ya no era sólo uno el país socialista. En el curso de la Segunda Guerra Mundial se expresó la inoperancia de la 111 Internacional en cuanto que su centralismo sofocaba toda iniciativa y agilidad de los partidos comunistas para actuar desplegados en la lucha contra el fascismo mundial y a favor de regímenes democráticos orientados hacia el socialismo. La disolución de la 111 Internacional fue un acuerdo acertado, pero en forma lamentable se insistía en un centro mundial encabezado por el Partido de la Unión Soviética. Se fundó el Buró Internacional y fracasó.
Las contradicciones
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Las contradicciones entre los partidos comunistas empezaron a presentarse. El proceso desencadenó una lucha política violenta y hasta con visos militares entre China y la Unión Soviética,lo que ha causado un gran daño a la lucha por la democracia y el socialismo. Hay elementos para considerar que en esa pugna juega un papel no despreciable la insistencia en la hegemonía en el mundo socialista y, concretamente, en los partidos comunistas. Se han dado casos deplorables. La Unión Soviética apoyó al gobierno títere impuesto por la CIA en Camboya, mientras que China apoyaba al gobierno patriótico revolucionario. Se ha llegado al extremo de que China apuntala y le proporciona créditos al gorila de Pinochet en Chile,impuesto por los manipuleos yanquis y apoya a las fuerzas contrarrevolucionarias en Angola. Ante tan lamentable situación, el partido de Ho Chi Minh dio un ejemplo de sabiduría y consecuencia al lograr la solidaridad simultánea de la Unión Soviética y de China, factor indispensable para el triunfo que al fin obtuvo contra el imperialismo más fuerte de la tierra: el yanqui. El testamento de Ho Chi Minh es un documento trascendental que el Partido Comunista Mexicano pregona como la orientación correcta para superar las contradiciones entre los partidos comunistas del mundo.
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El Partido Comunista Mexicano sostuvo la independencia y la autonomía de los partidos en relación con el lamentable conflicto de la entrada de los ejércitos, principalmente soviéticos, a Checoslovaquia, en 1958. El énfasis de nuestro Partido en la autonomía y la independencia, siempre en el cuadro del intemacionalismo proletario, se explica por los antecedentes en su historia que demuestran la necesidad de esa orientación.
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El papel de la III Internacional
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Siempre hemos señalado como un ejemplo de intemacionalismo las enseñanzas y la solidaridad de la Internacional Comunista al Partido Comunista Mexicano. Pero rechazamos las tesis calumniosas de la burguesía de que el PCM fue organizado artificialmente por camaradas extranjeros. Hemos demostrado que fueron factores y raíces propias los que motivaron el surgimiento del Partido Comunista como partido de la clase obrera mexicana en los momentos en que la burguesía se consolidaba en el poder y pasaba a un proceso de reaccionarización. Hemos tenido que plantear ese reconocimiento de solidaridad de la 111 Internacional simultáneamente con los graves daños que provocó su ingerencia y la de camaradas de otros países en los problemas internos de nuestro Partido. Los casos más graves han sido la orden de Stalin, o cuando menos su autorización, para que fuera liquidado Trotsky en México y la consiguiente decisión de la Internacional Comunista de expulsarnos a Laborde y a mi por oponemos a ese acuerdo, contrario a las normas básicas de los comunistas y al sentido común político que lo consideraba como absurdo; y, para no mencionar otros hechos, la perniciosa orientación política (sectaria e izquierdista) en nuestro Partido, planteada en el pleno de julio de 1929.
Nuestra política internacional
En la Conferencia Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, realizada en Moscú en junio de 1969, se aprobó por unanimidad dentro de la resolución general la siguiente declaración: "Los participantes en la conferencia reafirmamos nuestra coincidencia de criterio de que las relaciones entre los partidos hermanos se basen en los principios del intemacionalismo proletario, la solidaridad y el apoyo recí-
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procos, el respeto a la independencia y a la igualdad de los partidos y Ia no ingerencia de sus asuntos internacionales."
Esa orientación básica fue apoyada con entusiasmo por la delegación de nuestro Partido, encabezada por el camarada Arnoldo Martínez Verdugo. Nuestra política internacional parte de un hecho principal: el papel que la Unión Soviética ha jugado para obstaculizar la tendencia constante de los imperialismos, en particular el del yanqui, al desarrollo de una tercera guerra mundial. El imperialismo yanqui estuvo dos veces decidido a declarar esa guerra mundial: cuando se empantanó en el conflicto bélico de Corea y cuando se desconcertó por la presencia en Cuba socialista de proyectiles teledirigidos del bloque socialista. En los planes relacionados con una próxima guerra mundial, el imperialismo yanqui tiene calculadas las medidas, que constantemente actualiza, para invadir con gran rapidez México y Canadá, cuyo objetivo principal, como ya lo hice notar antes, sería trasladar y defender sus principales fuerzas y recursos militares y asegurar su abastecimiento, particularmente de petróleo. Esto es muy sabido. Al margen de ciertas diferencias, el reconocimiento del papel de la URSS para evitar la guerra está en primer término. Somos conscientes de que, para ello, el pueblo trabajador de la URSS dedica enormes esfuerzos y destina grandes recursos a la ampliación de su capacidad militar. Sabemos que si dedicara estos recursos a la mejoría de sus condiciones de vida y de trabajo, lo colocaría a la cabeza de todos los países en cuanto a nivel de bienestar colectivo se refiere, nivel que, por lo demás, está conquistado.
Las discrepancias de opinión con partidos comunistas de otros países en relación a los gobernantes y el régimen de nuestro país son fre' cuentes. Sólo algunos hechos concretos: en 1970 el gobierno del presidente Echeverría, bajo la influencia directa del imperialismo yanqui, realizó una provocación contra la Unión Soviética con el pretexto de que la guerrilla MAR estaba formada por mexicanos preparados en la Universidad Lumumba, de Moscú. El gobierno de Echeverría sabía muy bien que esa guerrilla tenía una línea política antisoviética violenta y que era clandestina dentro de la propia URSS. Sin embargo, pidió la salida de cinco secretarios de la embajada soviética e hizo una
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campaña de alcance internacional contra la URSS. Cumpliendo con nuestro deber, planteamos con gran energía la defensa de la URSS y atacamos al gobierno de nuestro país por su provocación. El gobierno prohibió que la declaración del PCM se diera a conocer en nuestro país por los diarios y otros medios de difusión. Sólo el periódico El Día publicó una frase al respecto. Al llegar a Moscú como delegados del PCM al XXIV Congreso del PCUS, nos encontramos con la desagradable sorpresa de que la declaración de nuestro Partido, en solidaridad con la URSS, para nada había sido mencionada en ese país, y ni siquiera se habia permitido la publicación de una sola frase de tal documento. Pronto nos dimos cuenta de que allí se había impuesto un criterio pragmático surgido de la orientación totalmente falsa de que la burguesía mexicana en el poder entraba en contradicciones antagónicas con el imperialismo yanqui. Este criterio dejaba de lado el análisis de nuestro Partido en el sentido de que, efectivamente, esta gran burguesía mexicana tiene contradicciones con el imperialismo yanqui que maneja dentro de un cuadro conciliatorio y con la estrategia de asegurarse su apoyo en el caso de una conmoción revolucionaria en el país. Con el PCUS también tuvimos un serio incidente porque nuestro Partido, saliéndose de las normas dogmáticas y cerradas, acordó mantener las más estrechas relaciones con el Partido Comunista Venezolano, pero a la vez acep tar relaciones amistosas y solidarias con el Movimiento de Acción Socialista (MAS). Con los camaradas cubanos también hemos tenido problemas. Han subestimado las contradicciones de la burguesía en el poder con el imperialismo yanqui. Ha sido a partir de estas contradiccionesque el gobierno de México no ha roto sus relaciones con Cuba a pesar de que fue el responsable de haber elaborado en la OEA la tesis de que era incompatible la democracia representativa con los gobiernos marxistaleninistas. En la prisión, a la vez que cooperábamos en lo posible con la solidaridad a la Revolución cubana, expresábamos nuestro disgusto con hechos como el que se suscitó en La Habana: a una escuela de pesca le iban a dar el nombre de Adolfo LÓpez Mateos, nuestro verdugo en México, lo cual, por fortuna, fue corregido. Son constantes las diferencias ;con partidos comunistas de otros países y con las centrales sindicales de esos países, al invitar éstos a dirigentes charros anticomunistas y antisoviéticos, miembros de la ORIT, central financiada por el gobierno de Washington; invitaciones que seguido se presentan cuando hay conflictos muy agudos en la lucha de clases de nuestro país.
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Separación necesaria de dirigentes partidarios y estatales
La experiencia del PCM, particularmente en los Últimos años, en cuanto a la solidaridad internacional en nuestras luchas, nos ha demostrado que es una cierta traba en esa solidaridad el que los dirigentes principales de los partidos comunistas sean a la vez jefes de Estado y de gobierno. La política internacional de los Estados socialistas en esos casos traba y a veces anula la activa solidaridad internacional de los partidos comunistas. Ya Jrushov, enseguida del XX Congreso del PCUS, al denunciar las atrocidades de Stalin, señalaba la necesidad de separar las funciones estatales de las funciones de dirección de los partidos. Lamentablemente, no fue consecuente porque a los pocos años él mismo fusionó ambw representaciones. Nuestro Partido considera que, tratado en la forma más adecuada, éste es un tema de gran interés para el movimiento comunista internacional. Ojalá se abra paso la tendencia a separar las funciones de los jefes de Estado y de gobierno de las funciones de dirigentes principales de los partidos comunistas. En cuanto a México, tenemos la idea de recalcar a las nuevas generacie nes este aspecto, para que se tenga en cuenta en los ascensos revolucionarios y en la marcha hacia la nueva revolución democrática y socialista. El Partido Comunista Español, con quien hemos coincidido en sus planteamientos antidogmáticos, llegó al extremo de escribir en su órgano central, Mundo Obrero, que "el hombre racional, reflexivo y prudente que hoy ocupa el sillón presidencial que fue de Benito Juárez, no ha sido ni a un reaccionario". Esa afirmación sobre el presidente López Portiilo, con gran desprecio para la política elaborada por nuestro Partido Comunista Mexicano, es un ejemplo claro de un vulgar dogmatismo derechista. Nos mantenemos en la línea del internacionalismo proletario y democrático. Las grandes manifestaciones, algunas de ellas reprimidas, en solidaridad con Vietnam, con el Chile de Allende, han sido una práctica necesaria para los que la impulsamos. En el cumplimiento de esta práctica fue asesinado, en una celda de la jefatura de policía del Distrito Federal, el gran camarada profesor Hilario Moreno, quien estaba comisionado por nuestro Partido para prestar la mayor ayuda a los camaradas guatemaltecos perseguidos aquí por los gorilas de su país y por los del gobierno de México. La solidaridad internacionalista la prestamos con el mayor vigor, pero también con la mayor naturalidad.
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Hay problemas internacionales que nos preocupan y sobre los cuales no nos hemos pronunciado porque deseamos hacerlo después de un estudio adecuado y sin precipitaciones; ése sería el caso del eurocomunismo, de la dictadura del proletariado y del internacionalismo que están en debate en el movimiento comunista internacional. Levantamos en alto nuestra autonomía y nuestra independencia para luchar con gran vigor por la unidad de acción del movimiento comunista internacional y por la alianza de las fuerzas democráticas y socialistas de todos los países.
desarrollo del eap2talCsmo
El camarada Enrique Semo, en su obra El desarrollo del capitalismo en México, demuestra que los prolegómenos de la economía burguesa aparecen desde la época colonial. Nosotros abordaremos el tema del desarrollo capitalista en lo que se puede denominar el periodo moderno, o sea, a partir de 1940, año considerado como punto de referenaia.
Incremento y concentración de capitales
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En este periodo se conjungan dos factores que dieron un gran impulso a ese desarrollo: el desencadenamiento de las fuerzas produativas internas debido a los cambios estructurales impuestos por el pueblo mexicano en el periodo presidencial del general Cárdenas, y la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial, iniciada a fines de 1939. Esos factores dieron lugar a un fuerte impulso del capitalismo industrial en nuestro país y al surgimiento del capital bancario. En el sexenio de Miguel Alemán (1947-1952) se inició el proceso de fusión de los capitales industrial y bancario, con los que se formaron los consorcios financieros. El incremento y concentración de los capitales ha conducido a la etapa actual del proceso del capitalismo monopolista de Estado. Algunas cifras exponen claramente las característicasde ese proceso. Un instrumento para impulsar el desarrollo de la burguesía ha sido la inflación monetaria. En 1940, al terminar el periodo presidencial del general Cárdenas, la circulación monetaria era de 1060 millones de pesos; en 1970 i n i c i o del gobierno de Echeverría- alcanzó los 49 000 millones de pesos; para el último de diciembre de 1976 -primer mes del gobierno de López Portillo-, había llegado a casi 155 000 millones de pesos. En éstas, como en otras cifras, hay la
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depreciación constante de la moneda, pero aún así, el incremento es impresionante. Los recursos manejados por el sistema bancario privado y estatal eran en 1940 de 1 4 0 3 millones de pesos; al finalizar 1970, de 172 000 millones de pesos y, al acabar 1976, esos recursos alcanzaban 413 000 millones de pesos. La banca privada ha ido incrementando su proporción en el manejo de esos recursos. En 1970 manejaba 122 000 millones, o sea, casi las tres cuartas partes, lo que implica que la banca del Estado operaba poco más del 25 010 del total. Al finalizar 1976, la banca privada sólo con 6 421 millones de pesos de capitalespropios manejaba 260 000 millones de recursos totales. El producto interno bruto, a precios constantes de 1960, alcanzó en 1940 los 46 400 millones de pesos, al finalizar 1970, era de 301 000 millones de pesos; y para finales de 1974, de 375 000.
Urbanismo anÚrmquico Ese desarrollo ha conducido a una migración masiva y anárquica de la población del campo a la ciudad, en especial, a las grandes urbes industriales. El Distrito Federal y los municipios próximos del Estado de México integran la gran zona metropolitana, con 13.5 millones de habitantes -la quinta parte de los 67 millones de habitantes que son el total del país en 1977- en sólo dos mil kilómetros cuadrados, o sea, la milésima parte del territorio nacional. Monterrey, Coatzacoalcos, Monclova y otras ciudades se encuentran en procesos parecidos. México es un país con un porcentaje muy bajo de población económicamente activa en relación con la población total. Esta es de 67 millones, y la económicamente activa es de 17.5 millones (el 25 010 aproximadamente); en ésta, hay un 30 010 de desocupados y semidesocupados. La población marginada, sin trabajo, en la miseria, con todas las consecuencias que esto implica, constituye un fenómeno dramático. El proceso entra en una crisis estructural a mediados de los años 60. Al empantanarse el sistema de producción, los grandes capitalistas en el poder resolvieron buscar una salida por el lado del capitalismo monopolista de Estado. Esta concedración monopolista de capitales tritura a los medianos y pequeños negocios. En ese proceso de crisis estructural hizo acto de presencia la
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revolución técnica y científica universal, que ha venido incrementando la contradicción entre la capacidad de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, que imponen el estancamiento y descenso en la capacidad de compra y consumo de los asalariados y de todo el pueblo. La crisis general, económica, política y social del régimen tiene expresiones violentas como la que se ha presentado en el "Grupo Monterrey" de los Garza Sada. Irma Salinas Rocha, angustiada por el ambiente hipócrita de su clase, en particular de la aristocracia del gran capital en Monterrey, se lanza desenmascarando la corrupción de ese grupo oligárquico en todos los sentidos.* Este proceso se realiza en el cuadro de un incremento de la dependencia de la economía burguesa mexicana respecto del imperialismo yanqui. En 1938, con las nacionalizaciones del periodo del general Cárdenas, las inversiones imperialistas directas disminuyeron a S70 millones de dólares. De ellas, las cuatro quintas partes eran yanquis. El presidente Alemán abre las puertas de las inversiones extranjeras, que en la actualidad rebasan los 5 000 millones de dólares. La deuda externa, casi liquidada en el periodo de Avila Camacho (concluido en 1946), se incrementa con los empréstitos extranjeros impulsados en gran escala por el gobierno de Alemán. Ahora el gobierno de López Portillo señala que a mediados de 1976 la deuda externa del sector público rebasó los 20 000 millones de dólares. Los capitalistas privados mexicanos y extranjeros, por su parte, tienen una deuda externa de unos diez mil millones de dólares. El proceso del capitalismo monopolista de Estado se refrenda con declaraciones constantes y categóricas de no expropiar ni nacionalizar empresas extranjeras y de establecer, en cambio, el sistema de "mexicanización" con empresas mixtas en las que se entremezclan los grandes capitalistas mexicanos, las transnacionales imperialistas y el capitalismo estatal.
La econom fa estatal al servicio de la privada Todas las empresas y recursos del Estado han subrayado su papel de servir, ante todo, al gran capital privado de nacionales y extranjeros. Con este objeto a las mercancías y servicios que manejan las empresas del Estado le son fijadas precios y tarifas por debajo de su valor a los grandes industriales. *Cf.Tal cual, México, Ed. Tinta Libre, 1977,370p.
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MI TESTIMONIO
Hasta los economistas del gobierno reconocen que PEMEX es la nodriza del desarrollo de la burguesía en México. Los precios de sus productos son fijados con base'en subsidios por miles de millones de pesos anuales a los grandes industriales y comerciantes. PEMEX tiene el monopolio de la petroquímica llamada primaria, encargada de aportar la materia prima a la petroquímica secundaria, que se halla en manos de empresas de capital mixto en las que se entrelazan los oligarcas mexicanos, las trasnacionales y el capitalismo de Estado. PEMEX vende, como ya indiqué, el gas a los grandes industriales mexicanos y extranjeros a 26 centavos el metro cúbico, lo que significa tener grandes pérdidas. Este mismo producto se vende para el consumo de la población a un 300 010 más alto del precio fijado a los industriales. Los grandes yacimientos de petróleo y gas, dados a conocer y explotados en los tres Últimos años, presentan un riesgo para la soberanía nacional. Son conocidos los planes y amenazas de círculos y altos funcionarios de Estados Unidos de América para agredir y hasta invadir nuestra patria a fin de asegurar el suministro de petróleo y otros productos que le son necesarios, en especial, para su máquina guerrerista. Ese riesgo puede contrarrestarse con la máxima unidad interna en nuestro país reduciendo hasta eliminar los controles de la gran burguesía asociada al imperialismo yanqui y con una política internacional inteligente y firme para reforzar la solidaridad de todos los países, en especial de los no desarrollados y de los socialistas. El .aumento de la dependencia del imperialismo yanqui, la capitulación y la claudicación ante ese imperialismo, conduce al desastre. El esfuerzo y hasta el sacrificio de la clase obrera y todo el pueblo en la nacionalización del petróleo y en las medidas para aplastar la rebelión de Saturnino Cedillo sirven ahora para que los grandes capitalistas, con su CONCAMIN y su CONCANACO, que eiitonces se pusieron al servicio de las empresas petroleras yanqiüs e inglesas y que ayudaron a la rebelión de Cedillo, sean los usufructuarios de PEMEX y, lo que es peor, el imperialismo yanqui, entonces expropiado, ahora utiliza esta empresa para el suministro de su potencialidad imperialista y de su maquinaria de guerra con la complicidad de los gobernantes y grandes capitalistas mexicanos.
El capitalismo monopolista de Estado El proceso monopolista es resultado de la concentración irreversible de capitales. En su aspecto de formas de producción, ese proceso
DESARROLLO DEL CAPITALISMO
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implica formas socialistas; pero en las relaciones de producción, en las relaciones de propiedad, es ultrarreaccionario y opresor de los obreros y de todo el pueblo mexicano. En el XVIII Congreso Nacional de nuestro Partido se subraya la necesidad de interrumpir y contrarrestar los monopolios privados en su tendencia hacia el capitalismo monopolista de Estado. En lo inmediato, el método más racional es sostener un proyecto que impulse el capitalismo de Estado en la forma más democrática posible, para lo cual deben combatirse los monopolios privados. El capitalismo monopolista de Estado, en forma natural, tiende a imponer los métodos represivos cuyo corolario histórico es el fascismo. Las áreas democráticas conquistadas en los Úitimos años por el PCM y las fuerzas progresivas en general, no podrá11 deseilvolveise y, en cambio, sí estarán .en constante riesgo si no forzamos, dentro de las reformas políticas, la reforma a la política económica nefasta y reaccionaria del gobierno y del régimen de la burguesía en su conjunto. El "Grupo Monterrey", que se ha incrementado grandemente en las Últimas décadas, se coloca ya entre los primeros lugares de los monopolios nacionales como consorcio industrial y financiero. Este grupo es un exponente de ese proceso reaccionario y hasta fascista. Para contrarrestar esa tendencia al fascismo del gran capital, el XVIII Congreso ha planteado la lucha para establecer a un plazo relativamente corto un Estado, concretamente un gobierno, en el que sean eliminados los grandes capitalistas y los representantes de las trasnacionales yanquis y que permita entrar en un proceso demociatizador en todos los aspectos de la vida del país. Para ello necesitümos aprovechar todas las contradicciones, inclusive aquéllas que suj a n en el campo de la burguesía.
A partir de la Constitución de 1917 la lucha tradicional por la tierra de parte de nuestra población rural, indígena y mestiza, adquirió nuevas características. Un millón de muertos en la Revolución mexicana de 1910-1917, en su mayoría campesinos, y la lucha sin cuartel de Emiliano Zapata y Francisco Villa, arrancaron a la burguesía varias concesiones que fueron incluidas en el Artículo 27 Constitucional. Este establece que las tierras y aguas del territorio nacional corresponden originalmente a la nación, pero, en contrapartida, la misma Constitución atribuye a ésta el derecho de trasmitir el dominio de esas tierras "constituyendo la propiedad privada". Se trata de una nacionalización de carácter burgués en gran parte formal, en tanto que no generaliza la propiedad social de la tierra cuando señala el derecho de constituir la propiedad privada. El sentido burgués de la reforma agraria se expresa, entre otras cosas, en el derecho que tienen los latifundistas y grandes terratenientes capitalistas de seleccionar tierras en calidad de inafectables, cuyas condiciones naturales son altamente favorables para el desarrollo de la producción agrícola. Es así como la reforma agraria asegura a los capitalistas agrarios la apropiación de una gran parte de la renta diferencial." Los ejidatarios reciben, en consecuencia, las tierras menos productivas.
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La renta diferencial se deriva de la existencia de condiciones natural
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