Mi Perspectiva de La Filosofía. Waismann

March 31, 2021 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Mi Perspectiva de la Filosofía (Friedrich Waismann). Mi Perspectiva de la Filosofía. Friedrich Waismann (1896-1959), filósofo del lenguaje, físico y matemático, que fue uno de los integrantes del conocido Circulo de Viena, el cual se constituyó a principios de 1929 y de 1930, luego de que Moritz Schlick ocupara la cátedra de filosofía en la Universidad de Viena, aquel circulo que después sería conocido como Positivismo lógico, en donde sus integrantes compartían un punto de vista en común. Waismann fue ayudante de Schlick en Viena, y después seguiría algunos lineamientos diferentes, motivo por el cual se conocería como el “último Wittgenstein”[1]. El artículo que se presentará a continuación, “Mi perspectiva de la filosofía[2]” fue uno de sus escritos publicados póstumamente, en 1968, y este aparece en una obra de recopilación de diferentes artículos de los integrantes del Circulo de Viena que realizo Alfred Ayer, el cual se titula El Positivismo Lógico. En su ensayo, Waismann inicia preguntándose qué es la filosofía, interrogante que no es nada nuevo en el campo de la filosofía, y luego dice que tal vez sería más fácil decir que no es la filosofía. Ella defiere de la ciencia (en aquel contexto) en tres aspectos que son los siguientes:

1.- En ella no existen pruebas. 2.- No hay teoremas. 3.- No hay problemas que se puedan resolver afirmando o negando. El decir que no hallan pruebas no quiere decir que no hallan argumentos, pues sí los hay en lo filósofos, los cuales no operan igual que en las matemáticas o en las ciencias. En la realidad existen demasiadas cosas que se encuentran más allá de toda prueba, los filósofos ya no tratan de demostrar mediante su pensamiento todas las cosas posibles, “que el alma sea inmortal, que éste es el mejor de los mundo posibles…”[3] o bien el de refutar el materialismo por ejemplo. En la filosofía las palabras de prueba y de refutación están extinguiéndose, ellas perecen. Aunque no se puede comprobar realmente que no existen las pruebas en filosofía, puesto que si se pudiera concretar aquello, producto de su misma existencia afirmaría de alguna u otra manera lo que intenta refutar. Waismann afirma que resulta erróneo el creer y pensar en que la filosofía formule necesariamente teoremas, en lo cual, dice, que ella ha fracasado tras

establecer un sistema de axiomas, y esto no ocurrió accidentalmente, pues se encontraba fuertemente arraigada en la naturaleza de la filosofía. Existen problemas y argumentos que intentan dar una solución a ellos. El filósofo es un hombre que descubre grietas ocultas en la estructura de los conceptos donde otros sólo ven estos. En filosofía el auténtico problema no radica en poder encontrar una respuesta a una determinada pregunta que ha surgido, sino más bien, lo esencial es encontrarle sentido a dicha interrogante, y esto queda demostrado con muchas preguntas que en realidad no tienen una respuesta única o ni siquiera tienen alguna respuesta. La filosofía puede hacer muchas preguntas, de las cuales no todas tienen necesariamente una respuesta, eso está claro. El preguntarse qué es la filosofía nos puede llevar a algunas respuestas probablemente, pero aún no se puede saber con certeza qué es la filosofía realmente, parece que hasta la misma pregunta quiere tratar de filosofar un poco. Heidegger decía que hasta la misma pregunta está enfocada a tratar de filosofar; “¿Qué es la filosofía? […] se trata de penetrar en la filosofía, de demorarnos en ella, de comportarnos a su manera, es decir, se trata de filosofar. [4] Los problemas filosóficos no se pueden resolver sino que se disuelven, es decir, se deben esclarecer el sentido de las palabras que se encuentran en la formulación del problema, se recuerda el uso del lenguaje y/o de las reglas, de tal manera que si había alguna confusión, esta se pueda disipar, puesto que tal confusión se debía a un mal uso del lenguaje o que atentara contra las reglas gramaticales del lenguaje. Aquí se establece una relación entre la filosofía y la gramática dice Waismann. En la filosofía los argumentos no se usan para intentar de probar o refutar algún tipo de „opinión filosófica‟, pero como no se tiene opiniones se permiten ver las cosas como son, y por ende sólo se describe, no se explica realmente, pues las explicaciones no satisfacen, en el sentido de que fueran demostraciones deductivas porque en vez de permitir un avance, ocurre todo lo contrario. Sin embargo, se da un progreso en la filosofía, el cual no se produce porque se vayan agregando más y más proposiciones a la lista, sino porque se comienza a transformar el escenario intelectual, lo que actúa como causa de una reducción del número de problemas que anteriormente atormentaban. De ser así, la filosofía tiene el poder de libertar, posee una potencia libertadora y agrega Waismann las palabras que pronunció Frege (1848 - 1925) un matemático, lógico y filósofo alemán fundador de la moderna lógica matemática y la filosofía analítica, de que la tarea de la filosofía es “libertar al espíritu de la tiranía de las palabras, revelando los desengaños que surgen casi inevitablemente del uso de un lenguaje de palabras”[5]. Pero la filosofía, y lo que también hace el filósofo mediante ella no solamente es disipar los

obstáculos generadas por las preguntas, sino además el comprender plena y profundamente el lenguaje empleado de por medio. Según Waismann, cada filósofo tiene un genio, pero este se revela, se da a conocer con la nueva clase de preguntas que el pensador formula y va proponiendo, y se distingue de otros por su pasión (pathos en un sentido griego) de interrogar. Si sus preguntas no son demasiado claras no tiene mayor importancia, puesto que es preferible que hallen pensamientos claros que impidan hacer nuevos descubrimientos. Waismann critica en cierto modo dicha claridad debido a que se había convertido en un problema tras pasar a ser una especie de obsesión que tendría a cortar el pensamiento. Y eso fue lo que ocurrió con el positivismo lógico, no con sus precursores sino más bien con sus seguidores y continuadores, quienes se obsesionaron con la claridad, “considérese a esas personas atacadas por la neurósis de la claridad […] que sin cesar se preguntan: ¡Dios mío! ¿Tiene ahora esto un sentido perfectamente cabal?”[6]. Continuando con la idea, nadie que haya descubierto algo ha afirmado que todo lo que se puede decir se dice con claridad. Para Waismann la claridad vendría ha representar la morada, el último refugio de los que nada tienen que agregar, decir ante una determinada situación o respuesta que se ha propuesto. Una de las labores del filósofo es permanecer atento contra los peligros latentes del lenguaje, sobre todo cuando parece que se está pronunciando un enunciado de otro enunciado, lo cual suele ocurrir cuando se dice que un enunciado determinado es verdadero, y ahí parece que se estuviera diciendo algo acerca de él. “Así como un nadador debe ser capaz de nadar contra la corriente, el filósofo debe ser capaz de dominar inefablemente [sin poderse explicar] difícil de pensar contra el lenguaje”[7]. El filósofo tiene también la tarea de contemplar las cosas, la realidad, por medio de un prisma que sería el lenguaje, y en el caso en que se engañasen producto de una analogía, verá las cosas de otro punto de vista. Alumbrando de alguna manera cada vez más lo que dio origen al problema con una nueva percepción, el problema se transforma en uno nuevo, pero no ha quedado resuelto, sólo se han eliminado los factores que dificultaban el problema, por medio de un análisis profundo y crítico. Lo primordial según Waismann es llegar a conducir al interrogador a un nuevo aspecto, a que cambie su campo de visión, y esto sólo con su consentimiento, con su propia voluntad, sin obligaciones y amenazas de por medio. Más que tratar de demostrar su teorema, quien partió preguntándose y que desde allí surgió el problema y las posibles respuestas y teorías, debe aumentar su capacidad de comprensión, y debido a esto el método inductivo está condenado a fracasar, ya que no se puede demostrar la comprensión, no se puede verificar mediante pruebas, y esto es lo que constantemente sucede en la ciencia (está llena de problemas de este tipo).

Siguiendo el hilo conductor de todos sus argumentos, Waismann va a enumerar algunos puntos de gran importancia en su forma de concebir la filosofía, en donde cada uno de ellos contiene la explicación esencial de todo lo que hasta el momento se ha dicho. Parte diciendo que la filosofía no es solamente crítica del lenguaje y que si su finalidad fuera esta ella misma sería limitada, sino que es también crítica, disolución y superación de todos los opiniones desfavorables, prejuicios. Segundo, lo primordial en la filosofía es abrir paso, caminos a una nueva comprensión que sea más profunda antes que de lugar al desenmascaramiento de los problemas. Tercero, la comprensión que se tenga del asunto no se encuentra contenida en un teorema y al ser así, no se puede demostrar mediante pruebas. Cuarto, no hay argumento filosófico alguno que sea lógicamente constrictivo. Quinto, la finalidad de la filosofía, dice, Waismann, es abrir los ojos (en sentido figurado) al hombre, para que este vea las cosas desde una nueva perspectiva, desde otro punto de vista más amplio. Y por último, establece una diferencia entre la filosofía y la lógica, esencial para él, la cual radica en que la lógica constriñe, en cambio la filosofía libera el espíritu. Es una parte de la esencia de la filosofía se encuentra esa libertad. Lo emocionante en filosofía no se encuentra en aclarar ideas, ni en corregir el uso del lenguaje, la filosofía engloba muchas cosas y ninguna formula puede satisfacer a todos ellas, pero su característica más esencial junto con la libertad, es la visión, y esta se ve en el interior de toda filosofía, esta es su principal característica y dicha visión permite atravesar la costra muerta de la tradición y de todo lo convencional, destruyendo las cadenas que mantienen al hombre unido a preconcepciones heredadas, logrando así una forma nueva y amplia de observar la realidad. El sentido de la visión ha estado presente desde tiempos antiguos en la filosofía, desde Platón hasta Wittgenstein, todos ellos se han servido y guiado por la visión. Siguiendo esto, lo primero vendría a ser la visión, luego se presentarían los argumentos que respaldarían lo que se ha visto. El filósofo al igual que el lógico se dedica a someter a prueba, a análisis crítico los argumentos para ver si pueden sostenerse o bien, constituirse. Las armas que emplea el filósofo muchas veces son la reducción al absurdo y los argumentos por regresión al infinito. Lo que hace un filósofo en una primera instancia es mostrar las debilidades, las desventajas e insuficiencias de una determinada posición, sacando a flote las inconsecuencias presentes en ella, empleando ambos arsenales poderosos. Pero a su vez ofrece una nueva

perspectiva para ver las cosas, y al igual que un abogado, da a conocer todos los acontecimientos de su caso, poniendo a la audiencia presente a que juzgue. Destaca además que el filósofo puede ser capaz de concebir una verdad importante, pero que no necesariamente puede lograr demostrarla mediante una prueba formal, y he aquí lo esencial, el que sus argumentos no sean completamente lógicos no quiere decir que no sean racionales, en ningún momento los priva de racionalidad, como por ejemplo los relacionados con la fe. Waismann sostiene que hay en toda filosofía una visión como se ha mencionado anteriormente, en su núcleo, y es la esencia, junto con la libertad, y de esta forma se la puede juzgar. Finalmente, luego de haber dado su perspectiva de la filosofía, lo que realmente significa la filosofía para él, afirmando que su esencia es la visión y que debe sobrepasar y atravesar lo tradicional y convencional, es decir, la costra muerta presente en ambas situaciones, concluye diciendo que “decir que la metafísica es un sinsentido, es un sinsentido”[8], de esta forma Waismann ha reafirmado de alguna forma a través de su articulo la metafísica implícitamente, sobresaliendo del ataque que los mismos positivistas lógicos hacían en contra de todo sistema y filosofía metafísica, puesto que consideraban sus proposiciones como pseudo-proposiciones, y que tales no decían nada verdadero ni falso, para estos no tenían sentido porque no se relacionaban con los hechos, apoyándose en lo expresado por Wittgenstein, de que estos no constituían enunciados elementales, es decir, hechos simples. Y para culminar realiza una comparación entre los metafísicos y los artistas, para él, ambos son antenas en su época, y que tienen la capacidad de percibir la dirección del espíritu, hacia donde este se desplaza, se mueve, con esto quiere decir que los grandes metafísicos, Descartes, Heidegger, entre otros, fueron capaces de ver algo que estuvo más allá de su época, de su tiempo.

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