México en Llanas

July 20, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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México en llama llamass (1910-1917) Interpretaciones marxistas de la Revolución

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México en llama llamass (1910-1917) Interpretaciones marxistas de la Revolución

Co lección   His H is to tori ri a

y Po Poll ít i ca

México en llamas

(1910-1917)

 I n t e r p r e t a c i o n e s m a r x i s t a s d e l a R e v o l u c i ó n

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México en llama llamass (1910-1917) Interpretaciones marxistas de la Revolución

México en llamas

(1910-1917)

 I n t e r p r e t a c i o n e s m a r x i s t a s d e l a R e v o l u c i ó n

Pablo Langer Oprinari Jimena Vergara Ortega Sergio Méndez Moissen Con textos de:  Ad olfo  Adol fo Gi Gill lly  y  Manuel Aguilar Mora Octavio Fernández Prólogo de Massimo Modonesi Compilación

Ediciones

Armas de la 

 México, 2010

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Primera edición: 2010 © Pablo Julián Langer, Armas de la Crítica Se permite la reproducción parcial o total por cualquier medio, electrónico o mecánico, con autorización de los autores. Comentarios sobre la edición y contenido de este libro a: [email protected] Diseño de portada port ada e interiores: Alejandra P. P. Pineda Meléndez Fotografía: Biblioteca del Congreso de Estados Unidos de América. ISBN 978-607-00-36 978-607-00-3634-7 34-7 Impreso y editado en México

 

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Nota editorial

El sello editorial e ditorial “Armas “Armas de la crítica” fue creado con la firme determinación de difundir la respuesta que da el marxismo a problemas teóricos y políticos de nuestros días. Le damos vida a esta iniciativa militantes militantes y simpatizantes de la Liga de rabajadores por el Socialismo que nos proponemos hacer llegar nuestras ideas a todos aquellos (y en e n primer lugar a los y las trabajadoras) que cuestionen las condiciones de vida que nos impone el sistema capitalista. Mantener la plena independencia de los contenidos que decidimos publicar implica que no contamos con el subsidio de las grandes trasnacionales de la industria editorial ni de los gobiernos ni de fideicomisos. La edición y publicación de México en llamas (1910-1917) (1910-1917) / Interpretaciones Interpretaciones marxistas de la Revolución  es el nuevo desafío que hemos aceptado, porque se trata de una obra que retoma distintos análisis marxistas que se realizaron sobre el proceso revolucionario iniciado en 1910. En estas páginas los lectores hallarán elaboraciones elaboraciones de Adolfo Adolfo Gilly, Gilly, reconocido historiador y escritor que actualmente es profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Manuel Aguilar Mora, dirigente de la Liga de Unidad Socialista ( LUS) y destacado intelectual marxista, y Octavio Fernández, uno de los fundadores del trotkismo en México. Agradecemos a los dos primeros autores la amabilidad de permitirnos publicar sus artículos. Respecto a Octavio Fernández, fallecido en 2003, sólo nos resta decir que es un honor seguir sus pasos.

 

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PRESENTACIÓN

Sin embargo,  México en llamas da un paso más allá: a partir de los análisis realizados por estos y otros autores, nuevos intelectuales marxistas contribuyen con más elementos para pensar las potencialidades y los límites de la Revolución Mexicana. Y a través de este libro los hacen llegar a quienes se plantean la monumental tarea de cambiar la realidad. Pablo Langer Oprinari es sociólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Junto a Jimena Vergara Ortega dirige la revista de teoría y política marxista Contra la Corriente y es parte del staff de la revista Estr  Estrate ategia gia In Inter ternac nacion ional  al . Entre otros ensayos, ha publicado “Aportes para una lectura crítica de Ens  Ensayo ayo sob sobre re un proletariado sin cabeza” y “rotsky en las tierras de Villa y Zapata”, prólogo a la  Escrito itoss Lati Latinoa noamer merica icanos nos de León rotsky. edición en portugués de los Escr Jimena Vergara Ortega es filósofa de la ciencia egresada del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. Participó en la huelga estudiantil y fue detenida junto a centenas de estudiantes el 6 de febrero del 2000. Ha sido co-autora del libro Luc  Luchador hadoras as / Historias Historias de mujeres mujeres que hicieron hicieron historia. historia. Es responsable,  juntSergio  junto o a Pablo Langer Oprinari, la compilación de launa presente edición. Méndez Moissen, de actualmente cursa Maestría en Estudios Latinoamericanos (Generación 2010) UNAM. Fue delegado estudiantil al Consejo General de Huelga en la lucha del SME (2010) y es parte del staff de la revista Contra la Corriente. Los tres autores coordinan la Cátedra Libre Karl Marx, que desde hace 7 años se imparte en la Facultad de Filosofía y Letras de Ciudad Universitaria – UNAM. La coordinación editorial de la presente edición estuvo e stuvo a cargo de Bárbara Funes, miembro del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León “Le ón rotsky”. rotsky”. Finalmente, deseamos destacar que la edición de este libro no hubiera sido posible sin las atentas lecturas y comentarios de Massimo Modonesi, quien además aceptó cordialmente prologar esta obra, Mario Caballero, Óscar Castillo, Raúl Dosta, Sof ía Andrade, las pacientes pacientes revisiones de estilo de Violeta Martínez Martínez  y las transcripciones realizadas por Patricia Pérez Martínez. Octubre de 2010

 

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Índice

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Prólogo / La revolución rescatada  Massimo Modonesi Introducción PARTE I . Aristas de la Revolución Mexicana

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El país de Don Porfirio: estructura social y desarrollo capitalista  Jimena Vergara Vergara Ortega

55

Preludio de la Revolución: el Partido Liberal Mexicano, Cananea y Río Blanco Sergio Méndez Moissen

83

Los senderos de la Revolución: periodización y fases  Pablo Langer Oprinari

163

Morelos 1915: al asalto del cielo  Jimena Vergara Vergara Ortega

179

Rebeldes e insurrectas  Jimena Vergara Vergara Ortega

191

Contrapuntos sobre la Revolución Mexicana  Pablo Langer Oprinari

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Retomar y culminar la obra de Emiliano Zapata  Pablo Langer Oprinari  Jimena Vergara Vergara Ortega Sergio Méndez Moissen

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PARTE II . Otras miradas sobre la Revolución Mexicana 219

Problemas nacionales Octavio Fernández 

231

Qué ha sido y adónde va la Revolución Mexicana Octavio Fernández 

237

La guerra de clases en la Revolución Mexicana  Adolfo Gilly Gilly

265

Estado y Revolución en el proceso mexicano  Manuel Aguilar Mora Mora PARTE III . Memorias de la Revolución

292

Manifiesto / La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano al Pueblo de México (23 de septiembre de 1911)

299

Plan de Ayala (28 de noviembre de 1911)

303

Decreto sobre confiscación de bienes expedido por el General Francisco Villa (21 de diciembre de 1913)

305

Ley Agraria del General Francisco Villa (24 de mayo de 1915)

310

Ley Agraria del General Manuel Palafox (26 de octubre de 1915)

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Fuentes consultadas

 

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Prólogo La revolució revolución n rescatada  Massimo Modonesi Modonesi

Un libro que retoma el hilo conductor de las interpretaciones marxistas de la Revolución Mexicana es una bocanada de oxígeno en medio de las asfixiantes celebraciones oficiales. Después de medio siglo de legitimación conservadora pro priísta, la década panista p anista se cierra con un torpe torp e intento de aprovechar el mito de la Revolución Mexicana y, de paso, ahogar la memoria en la trivialización del festejo nacionalista. No pueden, por razones de calendario, sostener la política del olvido absoluto, ni tienen la fuerza política e intelectual para posicionar su discurso; y su  visión contr contrarrevo arrevolucio lucionaria naria de la histo historia ria despla desplaza za el deba debate te aún más a la derec derecha ha de lo que logró la exaltación de Madero como mártir liberal-demócrata –inaugurada por E. Krauze y compañía–; la vía panista apuesta por la aparentemente aséptica divulgación vulgarizada y la simplificación mediática y publicitaria. Asistimos así a la deshistorización del Centenario, a la disolución de la memoria en el acto  y el gesto cele celebrat bratorio, orio, en la exal exaltación tación patriotera, patriotera, en la comu comunión nión inte interclasi rclasista sta  y la apoteos apoteosis is trico tricolor lor en la que la Revoluci Revolución ón Mexi Mexicana cana se vacía de cont contenido enido,, es negada en su sustancia, deja de ser revolución y es simplemente mexicana, quedando nominalmente, en el calendario, en la recurrencia, como un día feriado. Con cínico oportunismo, en medio de la tempestad social, persiguiendo el sueño guajiro de ser hegemónico como el PRI, el Centenario es forjado y usado para dar unas pinceladas nacional-populares al panismo oligárquico, proimperialista  y racist racista, a, para sostener una ilusi ilusión ón óptica, una inve inversión rsión y una dist distorsió orsión n de la oeil . realidad, un trompe l’oeil 

 

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Prólogo / La revolución rescatada

Massimo Modonesi Modonesi

En segundo lugar, un volumen que reúne ensayos de interpretación marxista es una invitación a sopesar, junto a la deshistorización del Centenario, la tendencial despolitización de los estudios históricos en México y, como consecuencia, otra modalidad de negación del contenido, el valor y el alcance de la Revolución. Por una parte, como nunca, abundan las biografías, un género atractivo a nivel literario y, por lo tanto, comercial, pero particularmente delicado en el terreno de la interpretación histórica en tanto puede fácilmente deslizarse por pendientes idealistas e individualistas que tienden a opacar las dinámicas sociales como motores fundamentales de los procesos históricos. Por otra parte, por las deformaciones productivistas y competitivas de las universidades, los estudios históricos están siendo empujados y canalizados en especializaciones, segmentaciones, ramificaciones temáticas y geográficas y, en ese mismo movimiento, atascados en un empirismo vaciado de todo alcance teórico o de cualquier apuesta a la abstracción o la generalización. Llevada al extremo, esta visión caleidoscópica teorizada por el posmodernismo y llevada a cabo por las políticas universitarias, así como la celebratoria, la existencia de la Revolución Mexicana endeshistorización la medida en que la diluye enniega una serie de manifestaciones parciales y particulares, en una desagregación infinita de episodios, circunstancias, personajes, lugares y situaciones equivalentes. Eventualmente queda el hilo conductor de los acontecimientos seleccionados  y sancionados en la historia de bronce, en una historiograf historiografía ía petrificada y monumental elaborada en otra época que ya no es susceptible de cuestionamiento cue stionamiento porque está negada epistemológica, teórica y metodológicamente la posibilidad de otra mirada integral sobre el proceso, de una interpretación de conjunto del fenómeno. Entre biógrafos y microhistoriadores, la Revolución, nada menos que la Revolución, deja de ser vista desde la totalidad histórica, y al interior de ella, desaparece la perspectiva de la crisis y la transformación política que son el corazón de todo acontecimiento revolucionario. A contrapelo de estas tendencias que buscan desaparecer a la Revolución Mexicana, este libro sobre sus interpretaciones marxistas retoma un filón historiográfico fundamental que, por sí mismo, repolitiza el debate. No es casual que en el actual escenario celebratorio e historiográfico haya desaparecido una clave de lectura propia y específica del marxismo crítico: la lucha de clases. En efecto, la revolución reaparece en la medida en que es leída a partir de la existencia  y el confli conflicto cto entr entree las clases sociales, pensadas no como enti entidades dades puras o abstractas, sino como formaciones reales y como proyecciones subjetivas que protagonizan el conflicto que atraviesa a las sociedades capitalistas. ¿Cómo analizar seriamente la Revolución Mexicana sin recurrir a un análisis clasista que valore los condicionamientos estructurales, ligados a niveles de

 

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desarrollo del capitalismo, las relaciones socio-económicas de una formación histórica determinada, las condiciones materiales de existencia de las clases  y su cont contraposi raposición ción objetiv objetiva, a, en sí ? ¿Cómo entender la Revolución Mexicana sin ponderar el actuar histórico de agrupaciones clasistas y sin descifrar las dimensiones subjetivas – para sí – de una serie de actores que protagonizaron la disputa por el poder en función de sus intereses? En el equilibrio entre la existencia material, la experiencia y la práctica subjetiva que magistralmente planteó E. P. Tompson se juega la interpretación marxista de la historia como lucha de clases, como historia de la conciencia de clase. En este último rubro, se concentra la atención de los autores de los ensayos que siguen, la conciencia como base para la organización y la acción de clase, como rasgo precario, como construcción inacabada, como fuerza histórica, como proyección y orientación política. La Revolución Mexicana puede así ser leída como la incompleta emergencia de formas de conciencia de las clases subalternas en México y como la afirmación de otras clases, armadas de fuerza material  yconformación de volun voluntad tad de deluchas, poder.. movimientos, poder En la bisagr bisagraa organizaciones entree esponta entr espontaneida neidad d y conci conciencia, encia, enlas la y direcciones se juegan apuestas analíticas e interpretativas fundamentales que, desde el marxismo crítico, permiten mantener vivo el debate sobre la Revolución Mexicana como revolución, como proceso de crisis y transformación. Desde esta perspectiva, el desfase entre la Revolución Mexicana realmente ocurrida y la posible revolución socialista en México es un marco de referencia para leer los procesos reales, los alcances y los límites de la emergencia e mergencia y la irrupción de las clases subalternas. Así como podemos sopesar la desigualdad sólo desde una noción de igualdad, podemos entender el capitalismo sólo desde la posibilidad del socialismo y la Revolución Re volución Mexicana como revolución socialista interrumpida. Lo inacabado del proceso no se reduce a la frustración de un deseo sino que permite reconocer un horizonte de posibilidad que, como lo recuerdan y lo demuestran los textos que siguen, existió y operó en medio de los acontecimientos. La idea de revolución permanente interrumpida en México no indica que no se cumplió con un progreso predeterminado, sino que una vertiente en su seno, una línea potencialmente roja, anticapitalista y socialista, fue temporalmente truncada,  volvióó a ser subte  volvi subterránea rránea para reapa reaparecer recer en otros momen momentos tos histó históricos ricos como fuerza social, como posibilidad revolucionaria, como opción estratégica y como horizonte de emancipación.

 

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Introducción

La conmemoración del Centenario de la Revolución Mexicana, que llevan adelante los partidos políticos e intelectuales que representan los intereses de las la s clases dominantes, propugna que,secon el Constituyente se cumplieron las aspiraciones de las masas que lanzaron a la voráginedede1917, la lucha armada. La historia oficial, que durante décadas se dedicó a justificar la permanencia del PRI  en el poder presentándolo como “el gobierno de la revolución”, se ha empecinado en fabricar un relato ad hoc a sus intereses, oscureciendo las causas profundas del estallido de 1910 y colocando en el mismo “bloque revolucionario” a Francisco Villa, Emiliano Zapata, Venustiano Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. Ni qué decir de los gobernantes actuales, provenientes del panismo, que estuvieron siempre del lado de los sectores más reaccionarios de la oligarquía mexicana, la iglesia y el imperialismo. Este libro intenta, en primer lugar, revitalizar el análisis marxista sobre la Revolución Mexicana en el marco de la conmemoración de su Centenario, con el objetivo de echar luz sobre aquello que a primera vista resulta oculto bajo las apariencias y en particular bajo la “historia oficial”. Nuestro punto de partida es considerar que la Revolución Mexicana fue la expresión aguda del conflicto de clases de la sociedad socie dad de principios del siglo XX y que, sin adoptar esta perspectiva, es muy difícil dif ícil acceder a una comprensión profunda sobre su dinámica y el curso ulterior que siguió el desarrollo del Estado posrevolucionario. Para Lenin, una revolución que incorpora al conjunto de los explotados y oprimidos, es aquella en donde “la masa del pueblo, la mayoría de éste, las más bajas capas sociales, aplastadas por el yugo y la explotación, levantáronse por propia iniciativa, estamparon en todo el curso de la revolución el sello de sus reivindicaciones, de sus intentos de construir a su modo una nueva sociedad en lugar de la sociedad vieja que había de ser destruida”.

 

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Introducción

Sin duda alguna, esta dinámica se expresó en la Revolución Mexicana a través de la insurgencia campesina impulsada por el ansia de tierra. No fue fundamentalmente a través de huelgas, insurrecciones y golpes reaccionarios, sino, como planteamos en uno de los ensayos, mediante una guerra civil que enfrentó a grandes ejércitos antagónicos por su programa, la composición de clase de sus elencos dirigentes y sus perspectivas. Desde este espíritu y punto de partida metodológico, hemos dividido el libro en tres partes. La L a primera se conforma por una serie de ensayos de nuestra autoría donde, desde una perspectiva marxista, intentamos problematizar y explicar la Revolución desde distintas aristas, en su dimensión económica, política p olítica y social, aportando una periodización alternativa. En la segunda parte, recuperamos algunos de los análisis marxistas que hay sobre la gran gesta campesina de 1910, que han sido claves para entender el proceso revolucionario e inspiraron la elaboración de este trabajo. Nos referimos a los textos pioneros del militante de la sección mexicana de la Cuarta Clave Internacional, la revista   durante la década del 30, Octavio titulados Fernández, “Problemaspublicados nacionales”en y “Qué ha sido y adonde va la Revolución Mexicana”, y que fueron escritos a partir del intercambio sostenido con León rotsky. ambién incluimos el trabajo de Adolfo Gilly titulado “La guerra de clases clase s en la Revolución Mexicana”, y “Estado y revolución en el proceso mexicano”, de Manuel Aguilar Mora, ambos publicados originalmente en el libro  Interpretaciones de la Revolución Mexicana, editado en 1977. Agradecemos a ambos autores permitirnos la publicación de sus importantes trabajos, así como al Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León rotsky, de cuyo libro Escritos Latinoamericanos extrajimos los artículos de Octavio Fernández. En la tercera parte reproducimos documentos políticos y programáticos que, según nuestra lectura, representan las ideas más avanzadas de la Revolución, encarnadas en sus alas de izquierda. De tal suerte que, ponemos a disposición del lector, el  Programa del Partido Liberal Mexicano de 1911, el  Plan de Ayala de Emiliano Zapata y la Comandancia del Ejército Libertador de la República  Mexicana, la Ley Agraria Agraria zapatista de 1915, el Decreto de expropiación de bienes del estado constitucionalista de Chihuahua  y la  Ley Agraria  promulgada por Francisco Villa en 1915. Es nuestro deseo que, con esta publicación, las nuevas generaciones de trabajadores, estudiantes y jóvenes se acerquen al estudio y conocimiento de nuestra Revolución desde un punto de vista crítico, transgresor de la historia canónica, encaminado a recuperar la lucha de los explotados y oprimidos de México.

 

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Parte I

 Aristas  Arist as de la Revolución Revolución Mexicana 

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El país de Don Porfirio: estructura social y desarrollo capitalista  Jimena Vergara Vergara Ortega

Introducción  Las relaciones entre unas naciones nacione s y otras dependen de la extensión en que cada una de ellas haya desarrollado sus fuerzas productivas, la división del trabajo y el intercambio interior.  Este es un hecho generalmente reconocido.  Karl Marx1

En el presente ensayo esbozamos en forma sucinta la evolución de la sociedad mexicana durante el porfiriato y sus fuerzas intrínsecas, desmenuzando las particularidades históricas del capitalismo nativo y las características de su atraso respecto a los países de desarrollo capitalista avanzado. Nuestra pretensión no es suplir las elaboraciones que ya existen en la historiografía a propósito del desarrollo socioeconómico derasgos México, sino nutrirnos ellas elpara dar un panorama general de aquellos fundamentales que de tejieron entramado económico y social que posibilitó el estallido del proceso revolucionario de 1910. Es nuestra intención comprender las bases estructurales que permitieron que las masas explotadas del México profundo –parafraseando a Bonfil Batalla– B atalla– tomaran el cielo por asalto y develaran con su acción las la s grandes contradicciones sociales acumuladas durante las décadas previas. Estas contradicciones fueron consecuencia de las modificaciones económicas que acontecieron durante el porfiriato y dieron forma a las clases fundamentales que protagonizaron el gran levantamiento del México campesino. 1

  Karl Marx y Friedrich Engels:  La ideología alemana, Valencia, Universidad de Va Valencia, lencia, Colección

Educació Materials de Filosofía, Filosofía , 1994, p. 35.

 

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El país país de Don Porfirio: estructura social y desarrollo capitalista

Jimena Vergara Ortega 

Las situaciones que vamos a describir pertenecen a un pasado que para algunos puede antojarse remoto. Aun así algunas de las características fundamentales que ha adquirido en el devenir histórico la formación del capitalismo semicolonial mexicano parecen preservarse. A cien años del estallido de la gran guerra campesina de 1910, en México se mantienen la subordinación económica al imperialismo, la expoliación de nuestras materias primas y recursos recurso s naturales, el despojo de tierras a manos de los grandes propietarios y ahora los agro business, la inclemente deuda externa, la súper explotación del grueso de los asalariados y la rapiña imperialista sobre nuestros recursos como el petróleo y sobre nuestros insumos, como la electricidad. Como planteaba León rotsky: “Las clases oprimidas crean la historia en las fábricas, en los cuarteles, en los campos, en las calles de la ciudad. Mas no acostumbran a ponerla por escrito” es crito”2. Esta es una pequeña pe queña aportación para abonar al relato de esa historia que consideramos comienza por entender por qué, para el año de 1910, los explotadores nacionales y extranjeros que succionaban –y siguen toda la puesto savia deeneste el suelosuccionando– sobre el cual habían pieexpoliado haciendas,territorio, fábricas, sintieron ingenios ytemblar minas con el sudor de los eternos desposeídos de este país.

La conquista española significó un enorme salto en la expansión económica de Occidente europeo y la configuración del mundo colonial en América, que se sostuvo durante tres siglos. El Orbe indiano  –como lo llama David A. Brading– evolucionó subordinado al largo curso declinante que surcó el imperio español, bajo la égida de la cohesión ideológica que se articuló en base a la fe católica y el centralismo político y económico de la metrópoli que garantizó “unidad administrativa”3. Esta evolución, diferenciada al extremo de aquella que registraron las colonias inglesas y francesas, tuvo como consecuencia la emergencia de una sociedad plagada de tensiones sociales: entre los encomenderos y la Corona, entre criollos y peninsulares, entre indios, mestizos, negros y mulatos. Como se verifica en la historiografía, historiograf ía, durante el régimen de la casa de Austria, las instituciones coloniales siguieron los dictámenes de un centralismo cada vez más acusado. René Barbosa Ramírez describe este periodo de la siguiente forma:

2 3

Revolución Rusa, México, Juan Pablos Editor, 1972, p. 7.  León rotsky: Historia de la Revolución  René Barbosa-Ramírez: La estructura económica de de la Nueva Nueva España (1519-1810), México, Siglo XXI,

1982, p. 183.

 

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Unidad de la fe –religión católica–, justificación de la dominación ejercida sobre las colonias, basándose en los “justos títulos”; la integración de América en la Corona castellana de la que no puede separarse; la condición teórica de los indígenas, la condición del reino de la Nueva España, todo esto constituye las principios directores de la concepción sobre las Indias4.

El colonialismo español, concentrado en el territorio comprendido entre el Bajío y Centroamérica5, a diferencia de otros colonialismos en distintas latitudes del planeta,, no liquidó a los habitantes originarios (a pesar de las violentas masacres que planeta se registran en las crónicas) sino que los alienó a la sociedad colonial naciente para  volverl  volv erlos os súbdit súbditos os del del rey. rey. Las formas formas de organi organizaci zación ón indíg indígena ena fueron fueron aniq aniquila uiladas das en su esencia, pero preservadas en algunos de sus rasgos para que guardasen su funcionalidad bajo la dominación de un nuevo régimen político y económico: Las sociedades socied ades indígenas […] se verán sometidas a un desplazamiento en su funcional funcionalidad idad al interior un sistema que lentamente hace emerger rasgos particulares. Durante de las tres últimasdedécadas del siglo  se desprende un modo específico de dominación las “nuevas actividades” sobre las “antiguas”, hay una subordinación de estas últimas a través de la regulación autoritaria del mercado de trabajo 6.

Las profundas transformaciones en las formas de propiedad se cristalizaron en la unidad productiva por excelencia de la Colonia: la gran hacienda. La sociedad novohispana basó una importante impor tante parte de su economía en la l a extracción de metales preciosos, para lo cual, puso en pie centros mineros y haciendas de beneficio7. Si las primeras décadas de la dominación colonial colonial se caracterizaron por la expoliación de los pueblos originarios a través del tributo, ya en las postrimerías del siglo  y durante el siglo , la economía e conomía novohispana logró cierta estabilidad en el terreno de la producción. Por una parte, la explotación minera y la agricultura descansaban en la explotación extensiva de la fuerza de trabajo, donde primó un nulo desarrollo tecnológico e industrial. En las pequeñas concentraciones de 4

  Ibidem, Ibidem, p. 184.  El Virreinato de la Nueva España se concentró en ese territorio, mientras que el dominio español en la zona de Norteamérica prácticamente no se desarrolló y sólo contaba con poblaciones aisladas. 6  Ibidem, p. 185.  Ibidem, 7  En dichas haciendas se llevaba a cabo el proceso de beneficio del metal –de ahí su nombre–. El proceso consistía en separar la plata, por ejemplo, de los minerales básicos que la sustentan, con el objetivo de depurarla. El proceso se realizaba con la amalgamación con mercurio (azogue en su terminología 5

novohispana) o la fundición.

 

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carácter relativamente más urbano, los talleres artesanales, los obrajes y las corporaciones eran minoritarios y siguió pesando p esando el trabajo artesanal tradicional de los indígenas. Esta tensión entre lo nuevo y lo viejo se mantuvo en el tiempo. La Nueva España se vio sometida en forma constante a las necesidades de la monarquía española que sin embargo, no pudo operar ni garantizar el usufructo necesario de sus colonias sino era a través de respetar, hasta cierto punto, el estado de cosas que le precedía. Recién en el último cuarto del siglo  la presión de las otras potencias coloniales, la situación económica europea y los conflictos internos empujaron a la monarquía a replantear las relaciones metrópoli-colonia. En 1767 se publicó el decreto de expulsión a todos los jesuitas del territorio, lo que generó una importante respuesta popular a la política colonial, con alzamientos generalizados en estados como Guanajuato o San Luis Potosí. Como plantea David A. Brading al hacer una analogía con la década de 1560: En ambas ocasiones, la Corona envió visitadores y virreyes a fortalecer el poder del Estado colonial en tal forma que se obtuviese el mayor rendimiento de sus posesiones de ultramar. Si la capacidad de Felipe II para entablar una guerra en Europa dependió del envío de la plata peruana procurada por las medidas de Francisco de oledo, asimismo el recién recobrado poder de Carlos III II I en el concierto europeo se derivó del auge de la producción mexicana de la plata, organizada por José de Gálvez8.

La agenda de Carlos III a través del visitador José de Gálvez tenía los objetivos de imponer una nueva economía de mercado, disminuir el poder de los criollos sobre la administración de los recursos, implementar un ejército regular que enfrentara la creciente convulsión social e invertir en las ramas industriales que permitieran una mayor expoliación de los recursos manufacturados en la colonia. De conjunto, el plan de fortalecimiento colonial pretendía endurecer las cadenas de la Nueva España en tanto tributaria sin intermediarios de las necesidades de la Corona. Bajo esta lógica, las formas políticas borbónicas intentaban construir una casta de administradores incondicionales que disminuyera el poder que habían adquirido las alcaldías mayores –muchas en manos de los criollos– y facilitara el tránsito de riqueza referenciada en materias primas, tributo y mayores cargas impositivas para España. El despotismo ilustrado, que implicaba la modernización de las relaciones de producción pero a la vez acotaba las posibilidades p osibilidades del desarrollo económico de la 8

 David A. Brading: Mineros y comerciantes en el México México borbónico (1763-1810) (1763-1810), México, Fondo de

Cultura Económica, 2004, p. 38.

 

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colonia, fue la última gran medida estratégica de la monarquía española. Durante la dominación colonial, muchos fueron los alzamientos indígenas contenidos por el yugo de la nueva fe o por el aplastamiento militar. La organización social del trabajo agrícola se mantuvo relativamente estable durante el paso de los siglos y el régimen colonial preservó a la gran g ran hacienda como unidad productiva, legalizando el despojo de los pueblos originarios como forma de acaparamiento. En el siglo  los antagonismos entre los distintos sectores sociales que poblaban la Nueva España se exacerbaron hasta convertirse en una verdadera guerra de independencia.

Adolfo Gilly plantea en su libro  La Revolución interrumpida  que la Revolución de Independencia fue dirigida por un ala jacobina representada en la figura de José María Morelos. Sin embargo, quienes quedaron en el poder fueron las alas más conservadoras del proceso. La expulsión de los españoles de México no asignificó unindígenas cambio sustancial en laselrelaciones socialesde y la tierra le fue negada las masas y campesinas; gran acaparador territorios a la salida de la guerra fue la Iglesia católica. Durante la Revolución de Ayutla (1854) comenzaron a delinearse los contornos del México moderno y sus clases fundamentales. La ley de desamortización promulgada en 1856 por los liberales prohibió a la Iglesia poseer tierras que no le fueran fundamentales para su subsistencia y las puso en venta a los arrendatarios. México entró a la guerra de reforma que enfrentó a conservadores y liberales, los primeros con el apoyo del Vaticano y Francia que lograron imponer a Maximiliano de Habsburgo durante un periodo acotado de interrumpida dice al respecto: tiempo. El autor de La Revolución interrumpida Como en toda lucha de su periodo de ascenso, la apenas naciente burguesía mexicana tuvo que recurrir al apoyo de las masas y a los métodos jacobinos para barrer las instituciones y estructuras heredadas de la Colonia que impedían su desarrollo. Marx definía al jacobinismo como el modo plebeyo de arreglo de cuentas con los enemigos feudales de la burguesía. La tendencia pequeñoburguesa de Juárez, en la lucha contra el clero, los terratenientes y la invasión francesa, se apoyó en una guerra de masas, y en su curso dictó medidas aún más drásticas, drásticas , como la ley de nacionalización de los bienes de la Iglesia en 1859. Ésta disponía la separación completa de la Iglesia del Estado, la secularización de todas las órdenes religiosas, la supresión de las congregaciones religiosas y la nacionalización de las propiedades rústicas y urbanas del clero 9. 9 Adolfo Gilly: La

Revolución interrumpida interrumpida, México, Ediciones El Caballito, 1971, p. 9.

 

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El país país de Don Porfirio: estructura social y desarrollo capitalista

Jimena Vergara Ortega 

Las masas campesinas fueron las defraudadas con el radicalismo juarista. Muchas tierras comunales –en disposición a las mismas leyes– fueron fraccionadas y repartidas en pequeñas porciones a los campesinos desposeídos que, incapaces de hacerlas producir, las vendieron por precios bajísimos a los acaparadores. El latifundio, que permaneció durante mucho tiempo en México como forma de acaparamiento y concentración de tierra, se fortaleció enormemente y dejó al campesinado pobre en el lugar que se le había asignado durante siglos: el de peón o trabajador agrícola a merced de los grandes propietarios. Esta fue una gran operación de despojo que, sin embargo, no logró barrer con la propiedad comunal en muchas regiones del país, donde gran cantidad de pueblos permanecieron como propietarios de la tierra, cuestión de la que nos ocuparemos ocup aremos más adelante. Se puede decir que el periodo per iodo que acabamos de describir constituye la primera fase del desarrollo capitalista en México donde se prepararon sus condiciones de reproducción, se resolvió la pelea por el dominio del aparato del Estado y se crearon los mecanismos de reproducción capitalista. A decir de Enrique Semo: La revolución de 1854-1867 destruyó la mayor de todas las corporaciones económicas existentes: la Iglesia, despejando así el camino para la acumulación capitalista. Los bienes rurales y urbanos del clero, lanzados al mercado por la desamortización, contribuyeron en forma decisiva al fortalecimiento de la burguesía comercial y los terratenientes aburguesados. Se privó al Ejército de su papel determinante y se consolidó definitivamente la autoridad del Estado burgués terrateniente. Se derrotó un intento peligroso de transformar a México en colonia o protectorado de las potencias extranjeras10.

Con el advenimiento del régimen de Porfirio Díaz, el modelo de acumulación capitalista se profundizó, en un contexto mucho más violento de transformaciones económicas y, durante el siglo transcurrido, quedó pendiente el problema de la tierra, pero latente en el imaginario y la realidad cotidiana de las masas rurales.

10 Enrique Semo: Historia

mexicana / Economía Economía y lucha de clases, México, Era, 1991, p. 288.

 

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El capitalismo mexicano: génesis y dependencia  El porfiriato es el periodo de la invasión económica norteamericana.  James Morton Callahan11

Durante el periodo que va desde la Revolución de Independencia hasta la restauración republicana, la inversión capitalista en México fue insignificante. anto en relación con su magnitud como a las implicaciones que tuvo en la economía mexicana y en la vida sociopolítica de aquel entonces. Si bien durante las décadas previas se establecieron las condiciones materiales para el desarrollo del capitalismo mexicano, fue a partir del ascenso de Porfirio Díaz al poder (1876-1911) que el desarrollo capitalista experimentó un salto de proporciones históricas. Durante el porfiriato, cambió radicalmente la estructura económica y social bajo la influencia de las condiciones internacionales que prepararon el advenimiento de la fase imperialista del capitalismo. Coincidimos con los historiadores Ciro Cardoso y Francisco Hermosillo, en que el desarrollo económico de 1884 a 1906 observa dos fases. La primera, de 1884 a 1896, implicó la eliminación absoluta de las alcabalas, cambios en las instituciones relativos a la propiedad de la tierra, los yacimientos minerales y los recursos naturales y el surgimiento de una nueva forma de organización empresarial. La extinción de las alcabalas y la extensión territorial del ferrocarril tuvieron el objetivo de crear un fuerte mercado nacional. En el ámbito de la recaudación fiscal, en esta primera fase el gobierno puso énfasis en sanear las finanzas del Estado, modificando de manera profunda el sistema hacendario para aumentar la recaudación y disminuir el gasto público. Pero sobre todo renegoció la deuda interna y externa para paliar la crisis económica que azotó al país entre 1891 y 1893. La transformación de las finanzas públicas y el endeudamiento del Estado al ampliar la deuda externa fue parte del proyecto de industrialización porfiriana que posibilitó la emergencia de una industria más o menos fuerte en relación con lo que era y enormemente dinámica en relación con el corto tiempo de su desarrollo. La segunda fase de este periodo, motorizada por los cambios en la estructura económica y una masiva inversión de capitales, implicó el desarrollo sostenido de las principales ramas industriales y productivas y puede situarse entre los años de 1896 a 1906, previa a la primera crisis económica internacional del siglo . Durante este segundo momento, Díaz abrió las puertas a la inversión

  James Morton Callahan: “Te American Economic Invasion of Mexico under Díaz” en  American

11

 Foreign Policy Policy in Mexican Relations, Nueva York, Te Macmillan Company, 1933, pp. 475-533.

 

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extranjera y por esa vía, insertó a México en el concierto mundial, convirtiéndolo en un país subordinado a las nacientes potencias imperialistas que anexaban para sí vastos territorios del globo. Jonathan C. Brown dice al respecto de la inversión estadounidense en México de finales del siglo  y principios del : Los norteamericanos aportaron capital, materiales y técnica para desarrollar los modernos ferrocarriles que redujeron las montañosas barreras regionales del país, tanto tiempo infranqueables. Los norteamericanos llevaron calderas de vapor, trituradoras de mineral, bombas y altos hornos para resucitar la decrépita industria minera. Introdujeron obras sanitarias, plantas de energía y de luz, servicios telegráficos y sistemas de trolebús en las ciudades. c iudades. rajeron rajeron grúas y dragas para construir puertos modernos. Los extranjeros también adquirieron tierras, contribuyendo con nuevas técnicas y herramientas para expandir la producción mexicana de comestibles, productos tropicales y cáñamo12. 

Se estima que durante esta fase, los capitales extranjeros invertidos a 3 400 millones Las potencias p otencias capitalistas se especializaron  yascendieron coparon distintos sectoresde depesos. la industria mexicana (ver cuadro 1) y el peso específico de la inversión estadounidense siguió un curso ascendente. Potencias inversionistas Francia Holanda Alemania Estados Unidos Inglaterra Canadá

Ramas económicas e industriales Sector financiero y bancario Sector financiero y bancario Manufactura Minería, ferrocarriles, electricidad y petróleo. Servicios públicos, ferrocarriles, electricidad y petróleo. Servicios públicos

Cuadro 1: Destino de las inversiones extranjeras durante el porfiriato y a inicios de la   Revolución.

En la industria petrolera, las compañías estadounidenses se beneficiaron durante el porfiriato. La Waters-Pierce Oil Company, Company, asociada con la Standard Oil desarrolló la industria del petróleo a través de la refinación del crudo. Como plantea un análisis: Asistida por la Standard Oil, la Waters Waters Pierce construyó y operó refinerías en México. J. J. Finlay and Company, una subsidiaria de la Waters Pierce, llamada así por el cuñado de Pierce, operaba una refinería en la Ciudad de México que se llamaba La Compañía del Petróleo. La Waters-Pierce comenzó a construir una segunda refinería en enero de 1887. Cada uno invirtió aproximada aproximadamente mente 60 mil dólares como participación en el 12 Jonathan C. Brown: Petróleo

y revolución en México, México, Siglo XXI, 1998, p. 15.

 

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negocio, pagando derechos sobre el crudo importado que procesaban y pretendiendo tener un “privilegio exclusivo” por parte del gobierno13.

Con el desarrollo económico y el impulso del ferrocarril, la demanda de productos petrolíferos se intensificó –como los lubricantes, el queroseno y otros combustibles–, agrandando las ganancias de este emporio capitalista14. Pero con la bonanza económica vino la competencia y a partir de 1901, otros inversionistas  yanquis y en particular, particular, el capitalista británico Sir Weetman Weetman Pearson decidieron no quedarse a la zaga de los beneficios de invertir en esta industria. Edward Lawrence Doheny, por ejemplo, de nacionalidad estadounidense, a partir de los primeros años de 1900, comenzó a construir su propio emporio: la Mexican Petroleum Company. La ventaja de Doheny sobre la Waters-Pierce consistió en que, hasta ese entonces, la industria petrolera se basaba sólo en la refinación de productos secundarios y no en la exploración de pozos profundos para la obtención de crudo y su explotación directa. Doheny en 1904 accedió a las profundidades subsueloextendida mexicanode y puso a funcionar el pozo Ébano, echando por tierradel la creencia que en México sólo se podía pode díaElacceder al crudo superficial de los “lagos de chapopote” ya conocidos por los habitantes originarios. Durante los primeros años del siglo  fue Doheny quien recibió los beneficios del gobierno de Díaz, en e n detrimento relativo del trato trato preferencial que hasta ese e se momento había recibido la Waters-Pierce Waters-Pierce. Pero, ulteriormente, las concesiones petroleras del gobierno encontraron su principal destinatario en Sir Weetman Pearson, abriendo la posibilidad al imperialismo británico de disputarle el monopolio petrolero a las compañías estadounidenses. Pearson era amigo íntimo de Porfirio Díaz y se convirtió en un importante operador político de los lo s intereses británicos durante el porfiriato, de tal suerte que en la Cámara de los Lores se le conocía como “el miembro por México”15. Una vez que Doheny había abierto el camino para la exploración de pozos en territorio nacional, Lord Cowdray –título nobiliario de Weetman Pearson–, emprendería su propia empresa petrolera, la Compañía Mexicana de Petróleo el Águila , estimulado por los beneficios de su relación personal con Díaz, en detrimento de los intereses estadounidenses. 13

  Ibidem Ibidem, p. 29.  El mismo Brown señala que durante su máxima expansión –antes de la irrupción de la Revolución– la Waters-Pierce Wa ters-Pierce mantenía veinte estaciones de distribución de productos petroleros, era propietaria de 148  vagoness de  vagone de ferroca ferrocarril rril para la trans transportació portación n de petróleo y doce vagone vagones-tanqu s-tanques es para la distribu distribución ción en el centro además de vender calentadores de queroseno a las capitales más importantes del mundo. 14

15 Ibidem  Ibidem, p. 63.

 

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Incluso más allá de la afinidad de Porfirio Díaz con Lord Cowdray, Cowdray, el gobierno propició conscientemente contrapesos entre las distintas potencias interesadas en invertir en México. Con la Revolución en ciernes, el principal favorecido por el gobierno era el propio Cowdray, que inició un desarrollo exitoso a partir del año 1911, a pesar de que ya había estallado el proceso revolucionario. De ahí que algunos historiadores, como el propio Jonathan C. Brown, plantean que ésta es la cuestión de fondo por la cual, durante el año en que Madero ascendió al poder, los estadounidenses le brindaron su apoyo político. De igual modo en la industria eléctrica, se expresaron tensiones entre los intereses estadounidenses y británicos y la necesidad del gobierno de Díaz de establecer contrapesos y equilibrios en la relación de México con las potencias económicas. La L a industria de generación de electricidad permaneció bajo control mayoritariamente británico. Según datos aproximados de Miguel Wionczec, para 1910 es probable que el capital británico haya representado 85% de la inversión en este sector sector.. Deligadas conjunto, inversión para extranjera pusolosénfasis en insertarse en aquellas ramas a la la exportación favorecer intereses de los grandes centros industriales y consumidores de materias primas: Para 1910, del total estimado en dólares, 1 200 millones de la inversión extranjera, 750 correspondían a las industrias extractivas incluido el petróleo; 200 millones a los ferrocarriles que servían principalmente a la minería; 150 millones a la generación de energía eléctrica, también ligada estrechamente a las necesidades de la minería; miner ía; y 100 millones restantes se invirtieron en la agricultura y ganadería de exportación16.

Esta inédita inversión de capitales tuvo un gran impacto en la capacidad de exportación, la generación de empleo, la construcción de infraestructura, los ingresos fiscales, y la potencialidad de producir y explotar recursos como el petróleo y la electricidad. Durante este periodo, la producción minera registró un aumento notable sobre todo en la extracción de minerales industriales, con un incremento de 507% en la exportación. Si bien la l a minería fue un puntal de la economía e conomía colonial  y la explotación del subsuelo se continuó durante el siglo , en ese es e momento se modernizaron las técnicas de explotación de materias primas, mediante la introducción de innovaciones tecnológicas y una colosal inversión que alcanzó un capital total de 281 millones de pesos en siete años.

16 Miguel S. Wionczek: El

nacionalis nacion alismo mo mexicano mexicano y la inversi inversión ón extranje extranjera ra, México, Siglo XXI, 1967, p. 6.

 

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En la generación de energía eléctrica, el capital extranjero invirtió –entre 1891 y 1900– una cantidad bruta de 75 millones de dólares para la instalación de plantas generadoras de energía. Para 1902 y 1906 cinco compañías británicas, estadounidenses y canadienses controlaban la industria mexicana de generación de energía, incluidas las hidroeléctricas. Las pequeñas plantas generadoras que antes eran propiedad de algunos mexicanos fueron absorbidas por las grandes compañías: El papel de los mexicanos se vio paulatinamente reducido a proporcionar fuerza de trabajo para las plantas eléctricas, buscando mercados para aquella parte de la producción que excedía las necesidades de las minas e industrias manufactureras controladas por los extranjeros y, en unos cuantos casos, a actuar como miembros de los consejos de administración de las empresas eléctricas 17.

Por su parte, la industria textil se había desarrollado de manera sostenida en deestablecidas Veracruz, Jalisco, Querétaro y elJunto Estado de México conlos 146estados fábricas en estePuebla, joven corredor fabril. a esto existía una industria siderúrgica y cementera de cierta importancia en estados como Monterrey y Puebla. odo este entramado industrial, que no era homogéneo sino que estaba disperso a lo largo y ancho de un territorio con 1 959 248 km² de extensión, requirió de la construcción de una enorme vía férrea que conectara las regiones del país. Como plantea Adolfo Gilly: Hasta 1875, se habían construido 578 kilómetros de vías. Al final del gobierno de Porfirio Díaz, en 1910, la extensión de la red superaba los 20 000 kilómetros […]. Es decir, los ferrocarriles nacionales, eje vital de la l a estructuración del aparato económico capitalista, se desarrollaron íntegramente durante el gobierno de Porfirio Díaz D íaz y su red estaba ya prácticamente concluida al estallar la Revolución18.

De 1880 a 1910 la vía férrea creció de 1 073 km a 20 000 km y la industria ferrocarrilera estuvo controlada centralmente por empresas estadounidenses  y británicas, que recibieron subsidio del Estado y se les otorgaron vastas extensiones de tierra. En su dimensión económica el ferrocarril cohesionaba a la nación, integrando una red que permitía el tránsito de mercancías desde el desértico pero crecientemente industrializado Norte hasta el selvático Sur. 17

 Ibidem, p. 35.  Ibidem

18 Adolfo Gilly,

op. cit .,., p. 16.

 

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En su dimensión política, el ferrocarril le permitió al régimen encabezado por Porfirio Díaz tener el control del vasto territorio y la capacidad de desplazar rápidamente al ejército si se hacía indispensable, como de hecho ocurrió para acallar la heroica huelga de los trabajador trabajadores es de Río Blanco.

  ACTIVIDAD

CAPITAL TOTAL

Núm. de Millones empresas de pesos Ferrocarriles Minería Bancos Industria Electricidad Petróleo Agricultura Otras

 

TOTAL TOT AL

CAPITAL EXTRANJERO

% del total

Núm. de empresas

Millones de pesos

% del total *

40.3 17.0 17.3 6.6 6.6

8 29 28 25 13

183 276 219 92 95

27.5 98.2 76.5 84.4 87.1

10 31 52 32 14

665 281 286.4 109 109

 3 16 12

  97   69   34

5.9 4.2 2.1

3 14 10

97 66 24

100.0 95.7 70.6

170

1 650.4

100.0

130

1 052

63.7

Cuadro 2: Proporción entre capital extranjero y capital total invertido en las ramas estratégicas de la economía durante el porfiriato

19

.

* Respetamos la designación de la columna de este cuadro cuad ro puesta por el autor consultado,  Adolfo Gilly, Gilly, pero este ítem correspo corresponde nde al porcent porcentaje aje de part participac icipación ión en millones de pesos del capital extranjero en cada actividad económica.

Como se ve, para 1910, el capital extranjero se había apoderado de las ramas más dinámicas y estratégicas de la economía mexicana y el sistema hacendario había sido profundamente transformado para responder a esta nueva 19

  Ibidem Ibidem, p. 23.   Cuando José Yves Limantour estuvo al frente de la Secretaría de Hacienda organizó el sistema bancario a través de la Ley General de Instituciones de Crédito, expedida en marzo de 1897. Este nuevo sistema hacendario y tributario, tuvo el objetivo –entre otras cosas– de suprimir las alcabalas, que se habían vuelto un obstáculo para el desarrollo del comercio y el transporte generalizado de mercancías. Uno de los principales problemas fiscales que tuvo que resolver el porfiriato para equilibrar la relación de las finanzas con la naciente industria fue el déficit que se arrastraba desde la Independencia. Fue justamente en este periodo que la penetración capitalista y el nacimiento de la banca moderna permitieron a México volverse sujeto de crédito para la Banca Internacional y por esa vía, acumular 20

una gigantesca deuda externa.

 

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realidad20. Según José Luis Ceceña, para 1910 eran 170 sociedades anónimas las que controlaban la abrumadora mayoría de los ferrocarriles, la minería, la electricidad, el petróleo, la banca y la industria textil. Estas ramas de la economía asistieron a un importante proceso de tecnificación con la incorporación de tecnologías de punta utilizadas en transportes, comunicaciones, minería e industria de la transformación. Mientras la inversión de capitales extranjeros y la importación de tecnología facilitaron la emergencia de importantes enclaves industriales en algunas zonas del país, el trabajo artesanal y las formas de explotación precapitalista permanecieron en el campo. Visto en su totalidad, el periodo Visto perio do al que comúnmente se le denomina porfiriato tuvo en el terreno económico las siguientes características: 1) Un crecimiento sin precedentes de las exportaciones. 2) Un incremento masivo de las inversiones extranjeras que posibilitó un desarrollo subordinado a las potencias imperialistas, en particular aeconómico Estados Unidos. 3) El fortalecimiento del mercado interno y la construcción de una vía férrea de miles de kilómetros de extensión. 4) Una profunda centralización de la economía a través de la administración directa del gobierno. 5) El desarrollo de una nueva nuev a industria manufacturera y textil. 6) Una mayor monetarización de la economía con su correlato en un fortalecimiento de las finanzas y la banca. José Yves Limantour, Secretario de Hacienda y uno de los principales ideólogos del porfiriato planteaba: Por más que se exageren los inconvenientes de una situación que nos hace tributarios del extranjero […] careciendo, como carecemos, de los elementos de hombres y dinero suficientes para poner en expansión los innumerables recursos que yacen en nuestro suelo, no debemos desaprovechar esos elementos cuando se nos presentan, por el solo hecho de que vienen del extranjero. Muy al contrario: la suma de beneficios que deja en el país toda industria nueva o todo incremento de las industrias establecidas, contribuye a dar mayor bienestar a los que en él residen, sin distinción de clases ni de nacionalidades21.

21 Discurso de José

 Memoria ria de de la Secretaría de Haciend Haciendaa, México, 1906, pp. 336-337. Yves Limantour Limantour en Memo

 

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Pero la asimilación de los avances técnicos, científicos y tecnológicos del capitalismo a la estructura social mexicana configuró profundas contradicciones  y los beneficios no fueron repartidos rep artidos “sin distinción de clases” clas es” como planteaba Limantour.. La penetración Limantour p enetración capitalista, lejos de insertarse haciendo tabula rasa del pasado, incorporó para sí las formas económicas imperantes que prevalecieron durante todo el siglo , y que eran herencia de un pasado mucho más remoto, que transgredía los marcos de la propia colonización española. Como planteó León rotsky en su Historia de la Revolución Revolución Rusa: Los países atrasados se asimilan las conquistas materiales e ideológicas de las naciones avanzadas. Pero eso no significa que sigan a estas últimas servilmente, reproduciendo todas las etapas de su pasado. La teoría de la reiteración de los ciclos históricos –procedente de Vico y sus discípulos– se apoya en la observación de los ciclos de las viejas culturas precapitalistas y, en parte también, en las primeras experiencias del capitalismo. El carácter provincial y episódico de todo el proceso hacía que, efectivamente, se repitiesen hasta cierto punto las distintas fases f ases de cultura en los nuevos núcleos humanos. Sin embargo, el capitalismo implica la superación de estas consideraciones. El capitalismo prepara y, hasta cierto punto, realiza la universalidad y permanencia en la evolución de la humanidad. Con esto se excluye  ya la posibilidad de que se repitan las formas evolutivas en las diferentes naciones. naciones . Obligado a seguir a los países avanzados, el país atrasado no se ajusta en su desarrollo a la concatenac concatenación ión de las etapas etapas sucesiva sucesivas. s. El privileg privilegio io de los países paí ses históricam hi stóricamente ente rezagados –privilegio que existe realmente– está en poder asimilarse las cosas o, mejor dicho, en obligarles a asimilárselas antes del plazo previsto, saltando por alto toda una serie de etapas intermedias […]. El desarrollo de una nación históricamente atrasada hace, forzosamente, que se confundan en ella, de una manera característica, las distintas fases del proceso histórico. Aquí, el ciclo representa, enfocado en su totalidad, un carácter irregular, complejo, combinado combinado22.

Esta irregularidad se demostró con creces en suelo mexicano. La industrialización y la penetración capitalista forjaron ciudades, puertos, fábricas; fábricas ; pero en zonas y regiones bien acotadas del país y sobre todo, muy distanciadas entre sí. En el Norte, el Bajío y el Sur, vastas extensiones rurales, gobernadas por caciques y laboreadas por una inmensa masa de campesinos pobres, eran integradas violentamente a la nueva dinámica económica preservando algunos de los rasgos fundamentales de la propiedad y la división del trabajo que imperaron durante los siglos anteriores. 22 León rotsky, op. cit ., ., p. 15.

 

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Peones, jornaleros, medieros y arrendatarios Hemos dicho que durante la Colonia la unidad productiva que cohesionó la producción agrícola en México fue la gran hacienda. Con la penetración pene tración capitalista registrada durante el porfiriato, el campo sufrió profundas transformaciones, pero la forma que adquirió dicha penetración se basó en la incorporación de algunas estructuras precapitalistas. De hecho, he cho, durante este periodo, las haciendas, lejos de ser aniquiladas, alcanzaron su máximo desarrollo –registrado en su extensión territorial y productividad– en la historia nacional. Distintos análisis historiográficos calculan que, para el estallido de la Revolución, entre 35 y 49 millones de hectáreas a nivel nacional estaban en manos de grandes propietarios mexicanos y extranjeros. Una minoría estaba en manos de pequeños rancheros en el Norte y de los pueblos originarios en el centro y sur del país: Las adjudicaciones se hicieron por millones de hectáreas. En la Baja California se dieron más de 11,5 millones de hectáreas a 4 concesionarios; en Chihuahua, más de 14,5 millones de hectáreas a 7 concesionarios; solamente a uno se adjudicó solo la mitad; es decir, alrededor de 7 millones de hectáreas; en Chiapas, se adjudicaron a un concesionario poco más de 300 000 hectáreas; en Puebla, se otorgaron a otro concesionario más de 76 000 hectáreas; en Oaxaca, se s e adjudicaron a 4 concesionarios más de 3,2 millones de hectáreas, a uno solo se adjudicaron más de 720 000 hectáreas; a un solo adjudicatario se entregaron poco menos de 5 millones de hectáreas en los estados de Coahuila, Nuevo León, amaulipas y Chihuahua; en Durango, se entregaron a dos adjudicatarios casi 2 millones de hectáreas. hectáreas . En consecuencia, las extensiones de terrenos baldíos vinieron a formar enormes latifundios, quizás más grandes de los que existían anteriormente23.

Estas fueron las consecuencias de la aplicación de la  Ley de desl deslinde inde y colonización de terrenos baldíos24 de 1883, que significó el despojo mediante las compañías deslindadoras de los territorios que habían habitado ancestralmente los pueblos originarios y se dio de forma diferenciada en las distintas regiones del país, producto de las variaciones estructurales en la organización del trabajo agrícola. 23

 Fernando González Roa:  El aspecto agrario de la Revolución Mexicana, México, Departamento de Aprovisionamientos Aprovisionam ientos Generales, Dirección de alleres Gráficos, 1919, p. 82. 24   Ya en 1856, durante la guerra de Reforma, las leyes decretadas por el juarismo ocasionaron la emergencia del llamado “latifundismo laico” que se basó en el despojo de gran cantidad de tierras comunales en posesión de los indígenas, que generaron importantes irrupciones campesinas  violentamentee reprimidas por Juárez,  violentament Juárez, como en la Sierra Gorda el caso de los indios pames.

 

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Se puede decir que el despojo a gran escala de los pueblos originarios comenzó con las Leyes de Reforma y se profundizó de manera inédita durante el porfiriato, generando, en el curso de los años, pequeñas guerras 25 contra todos los grupos indígenas que se resistieron: los mayas del Sureste, los pames de la Sierra Gorda de Querétaro o los aguerridos yaquis de Sonora. S onora. Según Katz, el nuevo impulso de la explotación agrícola –a partir de 1883– implicó, además del proceso de expropiación de tierras comunales, el reclutamiento de una nueva masa de trabajadores y la disminución sustancial del salario de los jornaleros agrícolas ahí donde se establecieron formas de trabajo asalariado. Estas grandes concentraciones latifundistas funcionaban de manera similar a la vieja hacienda colonial, pero sólo en apariencia; la diferenciación social devenida del desarrollo capitalista y la penetración imperialista ya estaba configurando nuevas y más complejas relaciones sociales donde coexistían las formas arcaicas con nuevas modalidades de trabajo agrícola. Este sistema de colonización sobre la base del despojo desp ojo que, como dijimos antes, en muchos casos adquirió la forma de intervención militar ahí donde las comunidades opusieron resistencia, fortaleció el latifundio, que se extendió a lo largo y ancho del país y que tomó la forma productiva de la hacienda para su explotación. En el siguiente cuadro presentamos, según la clasificación del antes citado Friedrich Katz y otros autores, la división social del trabajo agrícola bajo el porfiriato: Denominación

Regiones donde eran preponderantes26

Características

Peones acasillados (ambién conocidos

En la región del Norte y del Pacífico Norte.

Se refiere a trabajadores agrícolas que en forma permanente trabajaban en la hacienda, en particular como campesinos aunque también había vaqueros, pastores o

como gañanes)

rabajadores eventuales

25

artesanos. Este tipo de trabajador podía ser asalariado o estar endeudado con la hacienda (peones por endeudamiento). En el el cent centro ro de de Méxi México co..

Como su Como su nomb nombre re lo lo indi indica ca se se trata trataba ba de de trabajadores eventuales que labraban la tierra por periodos acotados de tiempo, en particular en época de cosechar.

 Retomamos la definición de Adolfo Gilly para hablar de “pequeñas guerras” de despojo porque la resistencia indígena a la usurpación de tierras fue feroz. El porfiriato pudo profundizar la expropiación amparado en las Leyes de Reforma pero también en un ejército regular, fortalecido por las guardias rurales que enfrentaron salvajemente salvajemente las rebeliones indígenas, entre las que destaca la encabezada por Julio López Chávez en Chalco, que en 1868 fue duramente reprimida.

 

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Deno De nomi mina naci ción ón

Regione Regio ness don donde de era eran n 26 preponderantes

Arrendatarios

En el Centro y el Bajío.

35

Características Campesinos que pagaban alquiler -en dinero- al dueño de la hacienda para labrar porciones tierra. Muchos arrendatarios laboraban de hectáreas completas de tierra y en muchos casos, eran además propietarios.

Medieros o aparceros

En la meseta central.

Campesinos que pagaban con trabajo o especie el usufructo de una porción pequeña de tierra dentro de la hacienda.

Rancheros

En el Norte

Pequeños propietarios de algunas hectáreas que conformaban las rancherías.

Cuadro 2: Clasificación de la división del trabajo agrario en México durante el porfiriato 27.

Este entramado social se diversificó en el último cuarto del siglo , cuando la necesidad de mano de obra creció y se implementaron mayores mecanismos de coerción. Los campesinos de los pueblos libres fueron integrados a esta organización del trabajo agrícola al interior de la hacienda, sea porque perdieron p erdieron sus propias tierras por el despojo, sea porque estaban obligados a trabajar como eventuales o a ser arrendatarios, ya que no tenían los recursos para explotar las tierras que aún les pertenecían. Katz señala que la utilización generalizada de la tienda de raya fue una característica que se extendió y profundizó en este periodo. La mayor parte de los conflictos sociales que protagonizaron los campesinos durante las décadas previas al periodo que nos ocupa se trataron de levantamientos de indígenas libres en defensa de sus tierras comunales. Al interior de la hacienda fueron, en muchos casos, los aparceros o arrendatarios los que se rebelaron contra los abusos patronales. Así como la industria y la inversión de capitales crearon en el interior del país profundas diferencias regionales28, el latifundio y sus mecanismos de explotación adquirieron formas locales que se distinguían de forma notoria según la zona sur, centro o norte del país. 26

Es importante aclarar que las distintas jerarquías del trabajo agrícola se s e presentaban a lo largo y ancho del país, pero p ero había sectores más preponderantes en determinadas regiones producto de las variaciones estructurales de cada una. 27  Clasificación construida a partir de los datos verificados por Friedrich Katz en su libro La servidumbre agraria en México en la época porfiriana. 28  En este apartado, utilizaremos utiliz aremos la clasificación regional propuesta por Friedrich Katz, que hace referencia al Sur, Centro y Norte.

 

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El Sur tuvo que dar respuesta a la demanda internacional de productos tropicales como el henequén, el caucho, el café y el azúcar. azúcar. Con el acaparamiento   desarrolló un proceso de relativa industrialización que hizo que aumentara el se uso de la maquinaria, que se expandiera el trabajo asalariado, disminuyendo el peso del endeudamiento o la esclavitud, y que se impusieran nuevas formas de reclutamiento. Entre los trabajadores trabajadores que laboraban en las haciendas del sur y del sureste había indígenas deportados que habían participado en los alzamientos contra las compañías deslindadoras, en particular yaquis del estado de Sonora que por lo general no recibían un salario normal, otro tanto eran trabajadores contratados y una porción eran hombres considerados como criminales por el régimen de Díaz. Según las crónicas, los trabajadores eran concentrados en recintos resguardados por grandes alambradas de púas, en fatales condiciones sanitarias,

presas frecuentes de las enfermedades tropicales. De acuerdo con una elocuente descripción de un representante del gobierno estadounidense, los trabajadores de las haciendas sureñas vivían en pésimas condiciones: Los trabajadores que el gobierno había enviado ahí eran prácticamente prisioneros. El almirante Fletcher y yo vimos el espectáculo inusitado en el siglo  de grupos de ocho o diez hombres diseminados entre el maizal, acompañados por un arreador, un cacique, un indio de la costa, alto y fornido, con un par de pistolas de cintura, y un látigo negro de ocho o diez pies, siguiendo de cerca al grupo que excavaba, mientras al otro lado del campo, un hombre con una escopeta, con el cañón aserrado, as errado, los vigilaba. Estos hombres salían a trabajar en la mañana vigilados por estos capataces y por las noches eran encerrados en un gran tejabán29.

Durante el desarrollo pujante de la industria henequenera, a pesar de las condiciones laborales ya descritas, las plantaciones contaban con una porción importante de trabajadores contratados, producto del aumento en la demanda  y la implementación de nuevas tecnologías. Sin embargo, con la baja del precio de las materias primas en las postrimerías del porfiriato, las condiciones de los acasillados empeoró sustancialmente y algunos cronistas registran trabajo esclavo durante este periodo en estados como Yucatán. 29

 “estimony of John Lind”, Senate Document No. 62, Investigation on Mexican Affaire, vol. II, Forei Foreign gn Relations Comitte, United States Documents, vol. 66 th. Congress, Second Section, Washington, 1919, p. 2326.

 

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La organización del trabajo en el centro del país se diferenciaba del Sur principalmente porque la mano de obra sobraba, más que escasear. Las haciendas del Centro, en vez de producir materias primas para la exportación, se dedicaban a la siembra de maíz y trigo que por lo general se utilizaban para uso doméstico, aunque también había importantes refinerías e ingenios azucareros, heredados de la época colonial. A pesar de que en la zona centro el trabajo asalariado primaba sobre el endeudamiento, los patrones tenían una política salarial que intentaba descargar las fluctuaciones de los precios sobre los trabajadores, de tal suerte que se atacaba constantemente el salario real de acasillados, arrendatarios y medieros. Como registra Friedrich Katz: anto en la hacienda de Bocas como en la de Hueyapan, muchos arrendatarios fueron obligados a sembrar a medias, lo que al final de cuentas se traducía en que tenían que sembrar lo que la hacienda dispusiera y pagarle, de todos modos, por el alquiler de la tierra30.

Esto hacía que los aparceros, medieros y arrendatarios fueran el sector más desprotegido en el ordenamiento de la hacienda31. Éstos, además de pagar el alquiler de la porción de tierra que laboraban para el autoconsumo, debían poner el grano, los animales y la herramienta. Como la retribución que recibían por trabajar la tierra del patrón era ínfimo, en general acababan pagando p agando con más horas de trabajo el alquiler. Distintos trabajos registran que, muchas veces, un aparcero trabajaba hasta 15 días seguidos sin recibir un solo peso. La crudeza de trato era tal, que durante la cosecha, los capataces permitían que las mujeres y los niños de los aparceros recogieran las mazorcas que caían de los carruajes, pero si éstas superaban el número previsto, las mujeres recibían un castigo o una humillación. 30

 Friedrich Katz:  La servidumbre agraria en México en la época porfiriana, México, Ediciones Era, 2004, p. 35. 31  Plantean varios historiadores que los aparceros y arrendatarios, al sufrir estas condiciones laborales fueron altamente proclives a combatir en la Revolución, sumándose a los destacamentos del Ejército Libertador del Sur. Los peones acasillados por el contrario, jugaron un rol menos decidido. Esto tiene que ver con que el peón acasillado –ligado por fuertes lazos a la hacienda y al terrateniente– contaba con mayor estabilidad laboral en tanto era considerado “propiedad del patrón”. Incluso en las décadas previas, cuando el ejército y los hacendados arremetían para expropiar expropiar por la fuerza a los pueblos libres, en muchas bandas paramilitares participaban peones acasillados.

 

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En los ingenios de azúcar del centro del país lo que primaba era el trabajo asalariado. La masa de trabajadores eran eventuales, trabajadores libres que no tenían ningún vínculo de endeudamiento ni identitario con la hacienda, por lo cual no eran alimentados por el patrón. Los salarios de estos trabajadores eventuales variaban entre tres y cuatro pesos diarios. Con los beneficios otorgados a los terratenientes por el porfiriato, muchos de los pueblos que poseían sus tierras desde tiempos ancestrales se convirtieron en “pueblos de la compañía”, parafraseando a John Womack Jr. a partir del despojo a los pueblos indígenas los terratenientes y hacendados: […] organizaron sus propios servicios médicos y eclesiásticos, sus propias tiendas, escuelas, policía e instalación de energía eléctrica y formaron sus propios cuerpos regulares de albañiles, carpinteros, herreros, electricistas y mecánicos. […] Paulatinamente, sólo las haciendas cobraron el carácter de únicas instituciones legítimas y progresistas. Era como si las demás clases o comunidades existiesen como recursos para ellas, como si todos los seres humanos de Morelos tuviesen que someterles sus destinos personales, superiores e inferiores, y convertirse en simples elementos de la empresa cosmopolita de los hacendados32.

Pero no todas las tierras fueron expropiadas y uno de los elementos más distintivos del centro y sus estados aledaños de la frontera sur del país es que, para 1910, todavía los pueblos originarios preservaban la propiedad de algunas hectáreas de tierra, es decir, todavía había  pueblos libres y cuando no la preservaban la intentaban recuperar, desde los años previos al estallido de la Revolución. Los pueblos estaban organizados bajo el predominio de sus usos y costumbres. Se gobernaban a sí mismos y enfrentaban en forma permanente el gobierno de los terratenientes. Su pertenencia al pueblo los hacía propietarios de la tierra, los recursos naturales, la flora y la fauna a la vez que ejercían el gobierno de sus propias comunidades33.

En el Norte, la expropiación significó una verdadera guerra de exterminio contra los yaquis y los mayos, en particular en el estado de Sonora, donde los pueblos indígenas opusieron una feroz resistencia. Junto a la usurpación de tierras encabezada por la clase dominante norteña, los habitantes originarios 32

 John Womack Jr.: Zapata y la Revolución Mexicana Mexicana, México, Siglo XXI, 2010, p. 43. 33  Sobre los pueblos y su importancia en la revolución hablamos más profundamente en el ensayo de este mismo libro titulado “Morelos 1915: al asalto del cielo”, p. 163.

 

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perdieron su derecho a la utilización de los recursos naturales, en particular el agua, tan codiciada en estos inclementes terruños. A propósito de esta gran campaña de despojo y exterminio, el historiador Pedro Salmerón plantea: Esta guerra tiene sus orígenes en las primeras “entradas” de españoles, tlaxcaltecas  y mexicanos en las llanuras del noreste, y tuvo su época más violenta entre 1840 y 1880. Los pobladores de un territorio desértico, aislado e inseguro […] combatieron en una guerra permanente y de larga duración contra los “bárbaros”, en un proceso que definió la identidad regional y que hizo de sus hombres los experimentados guerrilleros de Escobedo […]34.

El proceso de despojo en el Norte se prolongó a lo largo de los siglos y adquirió una forma muy particular. Aún durante el régimen colonial, se comenzaron a poner en pie las primeras colonias militares. Las mismas eran impulsadas por dicho régimen para garantizar la colonización y mantener a raya a los indios insurrectos (en particular a las incursiones apaches provenientes de Estados Unidos) y estaban compuestas de inmigrantes de España, del centro de México  y de indios nativos, que convertidos en rancheros, disponían disp onían de tierra, recursos rec ursos  y pertrecho militar militar.. El asedio a las colonias por parte de grupos indígenas prevaleció durante el siglo . Los descendientes de estos colonos, que permanecieron en el control de la tierra y los recursos a través de esta particular organización, estuvieron en la primera línea del alzamiento revolucionario de 191035. Junto a ellos, se preservaron sectores mucho más plebeyos: algunos rancheros, pequeños propietarios que se quedaron con porciones acotadas de tierra, muy por debajo de los millones de hectáreas que poseían los hacendados nativos y extranjeros, que también fueron arrastrados como combatientes a la vorágine de la bola36 . En esta región abundaba la tierra y escaseaba enormemente la mano de obra. La minería le disputaba trabajadores trabajadores a los hacendados. Los vaqueros trabajaban 34

 Pedro Salmerón: Los carrancistas, México, Editorial Planeta, 2009, p. 27.  Katz describe el proceso histórico que llevó a que estos colonos se s e unieran a los ejércitos revolucionarios. Durante el siglo , se reanimaron los ataques, en particular apaches, a las haciendas y las colonias. Muchos hacendados –incapaces de lidiar con estos grupos armados– se retiraron. La defensa de la tierra quedó en manos (mayoritariamente) de las colonias militares, que forjaron rancheros libres fogueados en el enfrentamiento militar. Cuando el gobierno de Díaz avanzó en la expropiación de estos rancheros –junto a aquella emprendida contra los pueblos originarios como los l os tarahumaras– se encontró una feroz resistencia y empujó a estos pequeños propietarios a los brazos de la Revolución. 36   La La  bola es la denominación popular que se le dio a la Revolución en la jerga de aquel entonces y persiste hasta nuestros días. 35

 

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como jornaleros una porción del año en época de cosecha y luego se iban a las minas a emplearse como eventuales a cambio de un salario. Lo mismo los arrendatarios que podían labrar la tierra durante un cuatrimestre para después incorporarse al trabajo en el subsuelo. Según Katz, haciendo una distinción entre los peones del sur y los del norte: Mientras que los peones endeudados del sur estaban hasta cierto punto protegidos porque representaban una inversión que el hacendado no quería perder, los trabajadores libres del norte no tenían esa protección. Los modelos tradicionales de paternalismo no eran nada comunes en el Norte 37.

En suma la gran campaña de despojo en todo el país impulsada por el gobierno de Díaz generó una compleja articulación de clases en el campo y al interior de la hacienda. Aumentó el trabajo eventual y disminuyó el trabajo forzado. El acaparamiento de tierras hizo que los hacendados tuvieran mayores posibilidades de arrendar, arrendar, pero los aparceros eran incapaces de saldar las deudas que adquirían con el patrón y por lo regular trabajaban jornadas extenuantes  y sus condiciones laborales se hicieron más paupérrimas durante el porfiriato. porfiriato. Así pues en el Sur, peones y esclavos constituían la masa más explotada del trabajo en el campo; en el Centro, los aparceros –por lo general antes propietarios colectivos de las tierras comunales– estaban sometidos a un régimen de hacienda que los mantenía en la miseria e indefensión; los pueblos libres se  veían constantemente sometidos al asedio ase dio de los hacendados y el ejército. En el Norte, los habitantes de las colonias militares, los rancheros, vaqueros y peones constituían el sector que sufría las consecuencias de la creciente concentración de tierra en pocas manos. Fueron estos hombres y mujeres, despojados de todo, los que constituyeron la base social de los enormes ejércitos campesinos. Los pueblos originarios perdieron la tierra –una y otra vez– pero p ero no su voluntad de recuperarla. recup erarla. El ansia de tierra y el odio al amo opresor, déspota, explotador y blanco permaneció  y se profundizó en el devenir histórico para estallar violentamente durante el emblemático año de 1910, bajo la dirección militar de Francisco Villa en el Norte  y de Emiliano Zapata en el Sur. Sur.

37 Friedrich Katz,

op. cit .,., p. 48.

 

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Obreros y asalariados urbanos Como planteamos en los apartados precedentes, la penetración capitalista durante el periodo que nos ocupa configuró de manera rápida, en zonas específicas del país, una industria fuerte, en términos relativos, articulada y conectada entre sí a través del ferrocarril. La clase dominante era consciente de que el desarrollo capitalista había creado en forma acelerada una nueva clase social, muy minoritaria con respecto al campesinado, pero en potencia con una gran fortaleza política y organizativa, como se demostró en las grandes huelgas obreras de Río Blanco, Cananea y San Luis Potosí durante los años previos a la Revolución. Como plantea Ramón Eduardo Ruiz: En su informe al Congreso, el presidente Francisco León de la Barra dijo en 1911, apenas unos meses después de la huida del presidente Díaz, que el problema obrero merecía una atención tan grande como la cuestión agraria, y lo calificó de “consecuencia ineludible del progreso industrial realizado en el curso de los últimos años”. Ya anteriormente el periódico  El Imparcial  Imparcial , órgano del grupo desplazado del poder, había reconocido que ese progreso, aunque estaba modernizando a México, no había logrado reducir las diferencias entre el rico y el trabajador tr abajador.. Mientras tanto las crecientes esperanzas obreras habían exacerbado las contradicciones de la vida en el escenario político 38.

La clase obrera mexicana había surgido junto con la industrialización. industrializac ión. Se trataba de una clase joven, concentrada en zonas específicas y dispersa entre sí, separada por miles de kilómetros. Ciro Cardoso y Francisco Hermosillo realizan una elocuente descripción de la evolución de las relaciones de producción en este periodo: […] aumento de la demanda de obreros especializados y mayor grado de división del trabajo; permanencia de rasgos precapitalistas (tienda de raya por ejemplo) a la par de un avance indudable del régimen de salarios en detrimento de una artesanía en la que terminaban de deteriorarse los últimos resquicios de la organización heredada de la fase gremial; jerarquía de salarios, con una minoría de obreros bien remunerados frente a la enorme mayoría mal pagada (en especial, en lo más bajo de la escala, las mujeres y los niños). Pero el sector industrial fabril sufrió fluctuaciones más violentas en su importancia relativa: el número de obreros conoció una expansión grande en la fase de crecimiento industrial máximo39.

38

Revol oluci ución ón Mex Mexica icana na y el el movi movimi mient entoo obre obrero ro 19 191111-19 1923 23, México, Era, 1976, p. 22.  Ramón Eduardo Ruiz: La Rev 39  Ciro Cardoso y Francisco Hermosillo: “Las clases sociales durante el estado liberal de transición  y la dictadura porfirista (1867-191 (1867-1910)” 0)” , en  La clase obrera en la historia de México / De la dictadura  porfirista a los tiempos libertarios libertarios , México, Siglo XXI, 1996, p. 33.

 

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Una de las concentraciones obreras más importantes del porfiriato se articuló alrededor de la industria textil. Según Ramón Eduardo Ruiz, para 1880 había unas cuantas fábricas textileras que empleaban a unos 8 mil obreros en total, y para el estallido de la Revolución, se registra la existencia de 150 factorías que agrupaban a 82 mil trabajadores y trabajadoras. El cordón industrial textil corría por el Estado E stado de México, el Distrito Federal, Veracruz, Veracruz, Puebla y Querétaro. Junto a la textil, la industria minera, la petrolera y la portuaria configuraron al joven proletariado que contaba con alrededor de 858 mil obreros. La dispersión se debía a la gran heterogeneidad que se registraba en el mapa industrial de México. En los estados de Sonora, Chihuahua, Durango y Guanajuato, el trabajo minero crecía acicateado por las fuertes inversiones extranjeras. En la cuenca carbonífera de Coahuila, se explotaba de forma altamente redituable para el capital extranjero este material del subsuelo, mientras en la Laguna –perteneciente al estado de Durango–, se configuraba uno de los centros agroindustriales más importantes del país. Muchos campesinos fueron incorporados de forma rápida a la nueva industria y éste es el caso de la explotación petrolera que para los últimos años del porfiriato pertenecía en su totalidad al capital extranjero, británico y estadounidense. En la Huasteca, en la llamada Faja de Oro, se levantó el primer gran centro petrolero de la historia moderna de México y la mano de obra que migró a estas concentraciones industriales fue mucha, en particular a partir de 1911 gracias al descubrimiento, cada vez más extendido, de pozos profundos para la extracción petrolera y los beneficios otorgados por Porfirio Díaz que serían respetados por Madero y los subsecuentes gobiernos. Así se pusieron en pie concentraciones de trabajadores, trabajadores, por p or intermediación de la Huasteca Petroleum Company y la Compañía el Águila Águila,, donde coexistían trabajadores e ingenieros de diversos orígenes étnicos. Según Mireya González Peñalosa: En las primeras décadas del siglo  los campos petroleros más importantes se ubican en la llamada Faja de Oro que abarcaba los estados de amaulipas, Veracruz y abasco, donde se encontraron yacimientos relevantes para la época époc a40.

Allí llegaron a trabajar miles de indígenas totonacas de la Huasteca, de Oaxaca  y Puebla atraídos por los salarios altos en términos relativos y acompañados de sus familias. 40

  Mireya González Peñalosa: “Los campos petroleros en el Museo Nacional de la Revolución”, conferencia dictada durante el ciclo Cien años de revolución del petróleo en México, organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, 15 de abril de 2008.

 

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A pesar de la subida en el nivel de vida de los sectores rurales que se proletarizaron, los trabajadores mexicanos de principios del siglo  laboraban y  vivían  viví an en condicione condicioness ignominiosas. ignominiosas. La jornada jornada laboral laboral comenzaba comenzaba antes del del alba  y termina terminaba ba después después de que se ponía ponía el sol. sol. Los trabaja trabajador dores es textile textiless en particula particularr, laboraban una jornada de 14 horas y sólo contaban con el domingo para descansar. Al igual que los trabajadores del campo, los obreros industriales tenían que adquirir los productos básicos en las tiendas de raya, en manos de los patrones o de usureros profesionales que mantenían a los obreros endeudados de forma permanente. Ramón Eduardo Ruiz describe las condiciones laborales de los trabajadores de la siguiente forma: En Orizaba, en las fábricas de Río Blanco, que eran las que pagaban los salarios más altos de toda la industria textil, el obrero podía ganar un máximo de 1.25 pesos diarios. En las minas de Cananea, que a su vez pagaban los salarios mineros más altos del país, el minero pasaba hasta doce horas bajo tierra por un salario de 3 pesos […]. En las minas de carbón de Coahuila, así como en las de la Guanajuato Consolidated Mining and Milling Company, los mineros sólo ganaban 2 pesos diarios, salario que quizás era el promedio general […] Según informó Julio Sesto, poeta y escandalizado turista español, en las fábricas textiles del Distrito Federal se llegaba a pagar a las obreras la irrisoria suma de 25 centavos diarios. Muchas de estas mujeres no eran más que niñas,  y según las palabras de Sesto: “Para creerlo hay que ver a las muchachas muchachas desamparadas desamparadas de México, pasando una acibarada adolescencia en los talleres y las fábricas”41.

Los obreros mexicanos pasaban la mayor parte de su vida en los asfixiantes galerones que se convertían en hornos durante el verano y refrigeradores durante el invierno; muchos de ellos, dormían en barracas insalubres sin sanitarios, donde tenían que hacer sus necesidades en letrinas y se encontraban hacinados. Los relatos de las crónicas mexicanas, muchos de ellos elaborados por extranjeros, hacen recordar las espeluznantes descripciones que hiciera Engels sobre los trabajadores trabajador es ingleses durante el siglo  o las condiciones descritas desc ritas por Sinclair Lewis a propósito de la vida de los obreros de la industria de la carne enlatada en Estados Unidos a principios del siglo . En la industria textil, siempre azotada en mayor medida que el resto de las ramas productivas, la crisis de 1907 sólo vino a profundizar su estancamiento. Andrés Molina Enríquez, el autor de la célebre obra  Los grandes problemas nacionales,  planteó que la situación en las textileras era insostenible, ya que para paliar la crisis los patrones habían recurrido a la reducción de la fuerza de trabajo y de los salarios reales, ya y a de por sí, los más ínfimos de toda la industria. 41 Ramón Eduardo Ruiz,

op. cit., p. 18.

 

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Hacia finales de ese año, gran cantidad c antidad de minas habían despedido a cientos de trabajadores. La caída en los precios de los productos de exportación y en particular la gran crisis del cobre, creó cre ó un panorama desolador para la industria  y muchos centros manufacturer manufactureros os fueron azotados por el cierre de empresas y el desempleo masivo. Una ola humana de desempleados inundó las nacientes concentraciones urbanas y se convirtieron en mendigos. En la industria minera, la crisis dejó en el desempleo alrededor de 18 mil trabajador trabajadores. es. Fue justamente en el preámbulo de la crisis cuando los obreros protagonizaron las primeras acciones contra el régimen de Díaz, con una violencia y radicalidad, que preconizaban lo que serían los casi diez años de Revolución social, como se constata con la huelga de Cananea en 1906. Cuando la crisis se expresaba en toda su magnitud un año después, los obreros y obreras textiles de Río Blanco fueron protagonistas de una de las huelgas más radicalizadas de la historia. Pero de estos procesos de lucha la clase obrera salió derrotada de manera violenta. No en balde la masacre de Río Blanco es una de las represiones del Estado más cruentas que registra la historia contemporánea de México, como explicamos en el ensayo titulado “Preludio de la Revolución: el Partido Liberal Mexicano, Cananea y Río Blanco” que forma parte de este libro. Sin estos antecedentes es difícil entender el rol que jugó el movimiento obrero durante 1910. A la juventud del proletariado p roletariado mexicano, su inexperiencia  y atomización, atomización, se sumaron los efectos de una violenta crisis económica y grandes grandes derrotas políticas y físicas inflingidas por el régimen de Díaz. Plantea el historiador Ramón Eduardo Ruiz que el maderismo contaba con un apoyo importante en las fábricas del país y que los estudiantes maderistas eran encarcelados por pasar propaganda revolucionaria en las inmediaciones de las factorías. Y fue en las fábricas textiles de Puebla y laxcala donde surgieron los primeroso encarcelados círculos antirreeleccionistas dirigentes fueron asesinados en el transcursocuyos de laprincipales Decena rágica. Durante la Revolución, en distintos momentos, la clase obrera mexicana participó con sus métodos de lucha, como lo evidencian las huelgas por salario, reducción de la jornada laboral y prestaciones que se dieron entre 1911 y 1912. La huelga general de 1916 impulsada por los trabajadores electricistas contra Carranza fue la acción más emblemática de la naciente clase obrera mexicana. El problema político de su participación fue que, a pesar de demostrar sus potencialidades, se encontró constreñida por la acción y programas de las direcciones burguesas y pequeñoburguesas, y nunca alcanzó a forjar en su seno una alternativa política independiente42 con gran influencia. A pesar de que sectores de trabajadores participaron del alzamiento maderista y eran receptores recep tores importantes de las ideas opositoras a la dictadura, llegaron al año de 1910 a

 

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cumplir un rol, en términos generales, muy pasivo en relación con sus intereses de clase, sus reivindicaciones y su programa. Distintos análisis dan cuenta del peso social del proletariado mexicano como punto de partida para entender su rol político en la Revolución, subordinado a las direcciones y programas burgueses y pequeñoburgueses. Efectivamente, como plantea Jean Meyer, “el “el obrero mexicano acababa apenas de nacer”43. Sin embargo, el hecho de no haber actuado como una fuerza independiente en el proceso revolucionario no se explica únicamente por su peso específico en la sociedad mexicana. El mismo Jean Meyer da cuenta de esta e sta debilidad: Este proletariado poco numeroso, joven, empleado por firmas extranjeras muy poderosas, concentrado en la capital, la ciudad de Monterrey y los estados textiles de Veracruz y Puebla, experimenta un sentimiento de debilidad que lo impulsa a buscarse busc arse protectores, a someterse al gobierno44.

El proletario mexicano, pocos años antes del estallido revolucionario, era el jornalero o peón rural. Era el hijo recién nacido de la sociedad agraria y el mundo obrero, cuya conciencia está más cerca de lo que recientemente ha dejado atrás. Sus primeras experiencias como clase, las dio tratando de enfrentar las embestidas patronales a través de las mutualidades. Es una clase que recién comienza a organizarse gremialmente y que recibe la influencia de ideas de todo tipo, las más de izquierda, expresadas en el magonismo. Es decir que no sólo estaba dando sus primeros pasos en el camino de su organización sindical, sino que quedó atrapado en el momento histórico en el que también sus ideas políticas comenzaban a desarrollarse. Este elemento no es menor porque, como explicaremos más adelante, los campesinos insurrectos de todo Méxicocontra carecieron de su aliado natural: el movimiento obrero y batallaron la burguesía por síurbano solos, mostrando una de las principales contradicciones y debilidades de la gran Revolución Mexicana. 42

 El magonismo fue la l a única corriente de izquierda que tuvo influencia sobre sectores del proletariado. Se trataba de una organización anclada en algunas concent concentraciones raciones obreras que, con un programa que en 1911 avanzó hacia el anticapitalismo, expresó las ideas más avanzadas en el seno del proletariado. Sin embargo, no alcanzó a jugar un rol cualitativo durante la Revolución y sus propias limitaciones estratégicas y programáticas, le impidieron plantear una política para que la vanguardia obrera tejiera un puente hacia el campesinado revolucionario y se planteara una política independiente independiente.. Ver “Preludio de la Revolución: el Partido Liberal Mexicano, Cananea y Río Blanco”, p. 55, en esta obra. 43 Mexicana, México, Editorial Jus, 1999, p. 18.  Jean Meyer: La Revolución Mexicana 44 Ibidem  Ibidem, p. 19.

 

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El dictador y los burgueses   Estaba Estaba petrificado y lo que tocaba se convertía en piedra. Su ejército, ataviado con cascos alemanes y penachos  se había cubierto de herrumbre en la prolongada paz; paz ; los diputados, vestidos de frac, habían borrado el no de su vocabulario  y asentían como autómatas; los gobernadores que sufrían el mismo mal del Dictador eran serviles y tiránicos y los secretarios de Estado fingían obediencia  y conspiraban entre sí para destruirse.  Fernando Benítez 45

  Hemos dicho en los apartados anteriores, que el impulso al desarrollo capitalista en México estuvo dado por la inversión masiva de capitales extranjeros y la integración en términos de subordinación de la economía mexicana a las nacientes potencias imperialistas. La preponderancia prep onderancia del capital estadounidense,

inglés o francés, no impidió el desarrollo de una burguesía nativa que –aun como socia menor de la burguesía imperialista– concentraba un gran poder económico e conómico  y político en particular en la región norteña del país. Siguiendo a Ciro Cardoso, Francisco Hermosillo y otros autores, podemos afirmar que el mapa industrial (y por ende la distribución de las clases propietarias) del México del porfiriato podía describirse por regiones46. La región denominada como del Pacífico Norte47, basó su economía en la agricultura y el auge minero y aglutinaba a una gran cantidad de propietarios de tierras y minas, dando cuenta de una considerable expansión de la industria agropecuaria ligada de manera orgánica al desarrollo y articulación de la economía estadounidense 48. En Sonora destacan las figuras de hacendado, cacique o industrial, en los nombres de Ramón Corral por traficar con indios yaquis–, Rafael de Izábal y el General orres. La –célebre región Norte, conformada por los estados Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, amaulipas, San Luis Potosí, Durango y amaulipas, amaulipas, se constituyó como el punto de destino de la migración interna, ya que conformó una de las 45

  Fernando Benítez:  Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana / El Porfirismo, 1977, Fondo de Cultura Económica, México, p. 32. 46  En este apartado utilizamos la diferenciación regional propuesta propuesta por los historiadores Ciro Cardoso  y Francisco Francisco Hermosillo, entre entre otros. 47  La región del Pacífico Norte comprende los estados de Baja California, Sonora, Sinaloa y Nayarit (para ese entonces denominado como epic). 48  Grandes porciones de tierra –inclusive millones de hectáreas– de los estados de la región del Pacífico Norte estaban en manos de propietarios estadounidenses.

 

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concentraciones poblacionales más grandes del país. Se trataba de una economía basada también en la agricultura y la minería y sobre todo ferrocarrilera. Al mismo tiempo que concentraba el porcentaje más alto de la  49 a nivel nacional, esta región contaba con grandes propietarios extranjeros, que monopolizaban el usufructo y las ganancias del desarrollo agroindustrial. El intercambio de materias primas con Estados Unidos (algodón, ganado y minerales) en esta región dinamizó enormemente la economía y posibilitó p osibilitó la emergencia de nuevas concentraciones urbanas como la ciudad de Monterrey 50. Por poner un ejemplo, en Chihuahua los grandes terratenientes mexicanos Luis errazas y Enrique Creel construyeron un imperio político y banquero, consolidando una oligarquía familiar que gobernaba sobre todas las cosas y gentes del estado. Ambos propietarios, propietarios , pertenecían al llamado grupo “científico” “científico” allegado a Díaz, que jugó un papel crucial en la formación de la ideología porfirista. Según Fernando Benítez, esta dupla poseía: […] cincuenta haciendas, que ocupaban más de dos y medio millones de hectáreas, quinientas mil cabezas de ganado y una red de minas, bancos, seguros, industrias, hipódromos, hoteles, cantinas, así como el monopolio total de la política. Utilizando su influencia, la familia lo mismo disponía de la gubernatura, la legislatura estatal  y las presidencias municipales, que de privilegios fiscales y créditos que favorecían exclusivamente a sus numerosos miembros y a sus aliados capitalistas c apitalistas extranjeros51.

La llegada del ferrocarril hizo que el Norte se constituyera como un polo industrial y de comercio vinculado estrechamente e strechamente al desarrollo estadounidense. Los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Querétaro, México, Hidalgo, laxcala, Puebla y Morelos constituyen la región Centro. La ley de terrenos deldeporfiriato significó aquí de el despojo generalizado de la propiedadbaldíos comunal la tierra y forjó un sector hacendados y terratenientes mucho menos poderoso y acaudalado que el sector del norte. En mucho, el desarrollo industrial que primó en estas latitudes se articuló alrededor de la industria textil que aprovechó la abundancia en mano de obra para la extracción sistemática sistemática de plusvalía absoluta.

49

 Población económicamente activa. 50  Según varios autores, es en esta región donde se observan formas de trabajo asalariado más modernas  y una organización organización del trabajo mucho mucho más avanzada. avanzada. 51 Ibidem  Ibidem, p. 53.

 

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En la región del Golfo de México y Caribe52 la mayor parte de los propietarios eran dueños de fábricas textileras (en el caso de Veracruz) o de ingenios y haciendas dedicadas a la cosecha y exportación de materias primas como el henequén y el café en el caso del Caribe. Este breve recuento sobre los distintos sectores que componían la clase poseedora de los medios de producción y su localización geográfica durante la época que nos ocupa, nos permite destacar el rol de la burguesía norteña que durante años fue parte del viejo régimen hasta que sus propios intereses la llevaron a confrontarse con Porfirio Díaz.

Este quiebre en las relaciones entre sectores de la clase dominante impactó en el conjunto del régimen, que durante años había cohesionado a las distintas fracciones políticas. El enfrentamiento entre liberales y conservadores en las décadas previas –antes del triunfo republicano sobre el Segundo Imperio– Impe rio– había generado una fuerte polarización al interior de las nacientes clases dominantes. Pero el inicio del mandato de Porfirio Díaz abrió una nueva etapa de conciliación, basada en los beneficios que habían adquirido muchos propietarios a partir de la implementación de las Leyes de Reforma. Así es que se fue tejiendo una clase dominante encabezada por los grandes inversionistas extranjeros, las viejas familias nativas poseedoras de enormes extensiones de tierra y yacimientos mineros en el Norte, e intelectuales que –con los cambios acaecidos en el terreno financiero– se incorporaron a este sector 53 o al bancario. Esta cohesión, que implicó la consolidación de una clase dominante (después de décadas de conflictos sociales so ciales e inestabilidad) posibilitó el asentamiento de un régimen de dominio fuerte, eficaz y capaz de impulsar el capitalismo mexicano a la zaga del desarrollo de las potencias imperialistas. Porfirio Díaz se hizo delnacientes poder bajo las banderas del liberalismo, habiendo peleado en la Revolución de Ayutla contra Antonio López de Santa Anna y contra la intervención francesa bajo las órdenes de Ignacio Zaragoza. Durante su mandato, lejos de la quimera del “dictador omnipotente”, la estabilidad del régimen político se basó en la incorporación al gobierno de las fracciones antes opositoras a los liberales, como los conservadores y “una coalición equilibrada de intereses de diversas facciones de la clase dominante –incluso las diversas 52

 Conformada por los estados de Veracruz, abasco, abasco, Yucatán Yucatán y Quintana Roo. 53  Nos referimos a los llamados “científicos” liderados por José Yves de Limantour, que gradualmente fueron ocupando cargos jerárquicos en el gobierno y se convirtieron en los grandes ideólogos del porfiriato. Podemos destacar los nombres de Rosendo Pineda, Justo Sierra y Joaquín Casasús.

 

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oligarquías regionales–”54. Coexistían entonces en el régimen distintos intereses que hacían a sus fracciones más proclives a tal o cual imperialismo, de acuerdo con el peso específico que tuvieran en la banca, las finanzas, la industria o la tenencia de la tierra y el acceso a la explotación de los recursos naturales. Como explica un análisis, el régimen porfirista: Representaba de hecho un bloque relativamente complicado, asociando los hacendados tradicionales (el grupo más numeroso), los intereses extranjeros (sobre todo norteamericanos), diversos intereses regionales, etcétera, bajo el predominio del grupo urbano concentrado en la capital y en la parte par te central del país, representado en el poder por el grupo de los “científicos”, asociado al capital francés y vinculado con actividades como la banca, el comercio interno y la industria 55.

La tensión de dichas alianzas políticas se evidenciaría al máximo con el estallido de la Revolución y el llamado maderista a levantarse contra el gobierno. El propio Porfirio Díaz, ya vuelto conservador, y otros sectores del régimen propugnaban por una creciente centralización de la economía, el gasto público y el control político. De tal suerte que una de las maniobras del gobierno implicó la reorganización del sistema de impuestos y la eliminación de las alcabalas – como explicamos antes–, lo cual debilitó el poder económico de los estados cuya administración política acabó dependiendo, cada vez más, del gobierno central56. Estas diferencias se exacerbaron a partir de 1900 y abrieron una fuerte crisis al interior de la clase dominante, que se expresó en el surgimiento de los movimientos antirreeleccionistas, empujando a sectores burgueses a la oposición57. Estas medidas afectaron, sobre todo, a un sector de los poderosos poinsumisos– derosos propietarios del Norte –seco, abrupto y plagado de llanuras e indígenas que años atrás fue lentamente colonizado y permitió el ascenso as censo de una clase terrateniente. Como planteamos en los párrafos anteriores, para el periodo que nos ocupa, el Norte ya contaba con inmensas haciendas de mexicanos y estadounidenses, con centros industriales de importancia, grandes imperios agrícolas e industriales 54

 Ciro Cardoso y Francisco Hermosillo, Hermosillo, op. cit., p. 33.  Ibidem, p. 38.  Ibidem 56  Otras medidas fueron puestas en marcha para aceitar el funcionamien f uncionamiento to del Estado, como el control central de la acuñación de moneda, el impulso de instituciones dedicadas al análisis estadístico de la economía y el desarrollo demográfico, un nuevo código de comercio, etcétera. 57 Es el caso de Madero que desde 1902 comenzó a organizar el antirreeleccionismo en el Norte. 55

 

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en estados como Coahuila –controlados por clanes como la familia Madero– mientras Chihuahua y Sonora se convertían en gigantes económicos en la palestra nacional. La crisis económica de 1907, que trajo consigo funestas consecuencias para las masas pobres del campo y la ciudad, también se hizo sentir sobre las clases dominantes, ensanchando aún más las brechas entre las facciones burguesas. Fueron estos terratenientes terratenientes y aquellos individuos provenientes de los sectores se ctores acomodados de la estructura de clases en el Norte, los lo s que en un momento dado, producto del poder acumulado y la necesidad de preservarlo, se enfrentaron al régimen de Díaz, poniendo en pie ejércitos que combatieron primero a Don Porfirio y luego a Victoriano Huerta. De esta burguesía norteña surgieron las figuras de Francisco I. Madero y Venustiano Carranza, este último cabecilla indiscutible del ejército de la facción constitucionalista. El recambio del poder político propugnado por Madero fue bien recibido por estos sectores que sentían que el viejo viej o régimen les impedía su desarrollo económico  y atem atemperaba peraba el contr control ol regiona regionall obteni obtenido do en en las década décadass previas. previas. Las pret pretensio ensiones nes de esta burguesía se basaban en imponer una serie de cambios formales en el régimen político para garantizar un más aceitado usufructo de los recursos, la explotación de la mano de obra y la descentralización del poder del Estado. Estos sectores de la clase dominante no resolverían el problema clave de la Revolución, la entrega de la tierra a los campesinos, porque sus fortunas se habían amasado con el sudor del trabajo agrícola. Mientras chocaban con Porfirio Díaz  y Victori ictoriano ano Huerta, sus inte intereses reses eran anta antagónic gónicos os de las reivi reivindica ndicaciones ciones más sentidas por los desposeídos del campo, expresadas en la acción de los ejércitos de Villa y Zapata.

 

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Conclusiones  Las leyes de la historia no tienen nada en común con el esquematismo pedantesco. El desarrollo desigual, que es la ley más general del proceso histórico, no se nos revela en parte alguna con la evidencia y la complejidad con que lo patentiza el destino de los países atrasados.  León rotsky58

Para concluir es menester detenernos en aquellas consideraciones que nos permitan responder qué tipo de formación económica y social primaba en México para el año de 1910. 1) Hemos dicho que, durante los treinta años que Porfirio Díaz se mantuvo en el poder,, México se insertó en la división internacional del trabajo. Durante poder las postrimerías del siglo  y los inicios del siglo  el capitalismo mundial evolucionó a una nueva fase de su desarrollo –denominada imperialista–, la cual se caracterizó por el surgimiento del monopolio, la emergencia del capital financiero como fusión del bancario e industrial y sobre todo, la integración de los países de desarrollo capitalista atrasado a la economía mundial. En el caso de México, esta inserción se basó en el predominio casi omnipresente del capital c apital extranjero en la economía y en particular en la creciente preponderancia del capital estadounidense. En treinta años, la atrasada industria mexicana cobró un empuje inédito en ramas como la minera, la petrolera o la textil, configurando nuevas concentraciones urbanas articuladas entre sí por una inmensa red ferroviaria que facilitó enormemente el desarrollo del mercado y la transportación de mercancías. 2) Dicha penetración afectó radicalmente al campo, elevando enormemente el proceso de concentración de la tierra. Según las estimaciones de Adolfo Gilly: México contaba con 15 millones 160 mil habitantes (sobre un territorio de 1 972 546 kilómetros cuadrados). De ellos, 3 130 402 eran campesinos, jornaleros agrícolas o peones. Calculando familias de cuatro personas, hay que sumar a esa cifra unos 9 millones más, con un total de unos doce millones de habitantes incluidos en el censo como peones y sus familias, total que abarcaba al conjunto del campesinado […] Además de esas cifras, el censo consignaba 834 hacendados. Éstos eran los dueños del territorio nacional: 167 968 814 hectáreas estaban en sus manos 59.  58

 León rotsky, op. cit., p. 24.  Adolfo Gilly, op. cit., p. 25.

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Esta enorme concentración de tierra –que transformó las relaciones laborales en el campo– no supuso la extinción de las formas precapitalistas que caracterizaron la tenencia y labor de la tierra en los años y siglos precedentes. La propiedad capitalista en el campo utilizó para su fomento y desarrollo la hacienda como unidad productiva, el latifundio como forma de acaparamiento, acaparami ento, y ciertas pautas de la división social del trabajo que imperaron previamente. Pero la penetración capitalista también implicó la generación de nuevas fuentes de trabajo, la industrialización de algunas ramas y el empleo en algunas regiones de una gran masa de jornaleros agrícolas. 3) La misma penetración capitalista forjó una nueva y robusta industria en zonas específicas del país y con ella una nueva clase de proletarios organizados en las ramas textil, minera y petrolera. Sin embargo, el peso del proletariado urbano tendió a estar disminuido, por un lado, por la existencia de una gigantesca masa campesina, pero también por el carácter de las formaciones urbanas. Adolfo Gilly explica el poco peso social de los obreros industriales para esa época é poca de la siguiente forma: México, […] centro político del país, como ciudad burocrática y comercial principalmente hasta ese entonces, con limitada concentración industrial y obrera,  y la dispersión en el país de los centros de mayor concentración proletaria (minas en Coahuila, Durango y Chihuahua, textiles en Puebla y Veracruz, siderurgia en Monterrey,, portuarios y petroleros en ampico y Veracruz, etcétera)60.  Monterrey

4) La burguesía mexicana por su parte, minoritaria en la tenencia de la gran industria a escala nacional, estaba subordinada al capital extranjero. Sin embargo, en el Norte, esta burguesía fue la gran beneficiaria de la apropiación latifundista la paulatinamente tierra y el desarrollo adquiriendo un fuerte control regionalde que chocóminero, con el poder central. Bajo estas consideraciones, es posible p osible afirmar que la acumulación capitalista en México se realizó en un periodo p eriodo expansivo del capitalismo internacional, alienando para sí las formas precapitalistas que subsistían en el campo. Dichas formas precapitalistas fueron subsumidas por la modernización capitalista –que no aniquiladas– y subordinadas a la primacía de una estructura económica y social encadenada e ncadenada indisolublemente a la economía internacional. Esto quiere decir que México accedió al capitalismo de manera abrupta, sin transitar por los periodos históricos por los que pasaron los países de desarrollo capitalista avanzado. 60

 Idem.  Idem.

 

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Se trataba entonces de una estructura compleja, fustigada por las contradicciones que se derivan de la coexistencia de formaciones históricas arcaicas con otras de vanguardia, bajo la égida de una formación superior que arrastra tras de sí al conjunto del globo en la dinámica de su expansión y sed de mercados. León rotsky explicaba estas formaciones económicas –como la mexicana– bajo la óptica de la ley del desarrollo desigual y combinado61. Como plantea un análisis: El desarrollo abrupto de modernas relaciones de producción en los países que no habían realizado previamente su revolución democrático-burguesa, posibilitó que incorporasen elementos técnicos y tecnológicos avanzadísimos y también sus consecuencias sociales, absteniéndose de repetir determinadas etapas históricas, pero sin acercarse a concretar tareas como la reforma agraria y la liquidación íntegra y efectiva del latifundio62.

México no había realizado previamente una Revolución democráticoburguesa, y el atraso se manifestó en que, a contrapelo de los países avanzados, el capitalismo nativo no conquistó su hegemonía bajo las banderas del reparto agrario y la liquidación del latifundio, y no requirió de hacerlo para acceder a la fase capitalista. Por el contrario, absteniéndose de repetir determinadas etapas históricas de desarrollo (similares al curso que siguieron los países avanzados) se amparó en las formas precapitalistas para la reproducción de una nueva forma social, el capitalismo. En dirección opuesta a los planteamientos de que México para 1910 era un país feudal o semifeudal, en realidad se constituía como una formación económica compleja, inserta ya en la dinámica del capitalismo mundial, anclada al pasado por las formas queatrasado, no barrió el liberalismo juarista. Se trataba entonces de un económicas país capitalista donde las condiciones originarias de la industria configuraban un entramado de clases muy imbricado: una enorme 61

  La ley del desarrollo desigual y combinado esbozada por rotsky explica, en relación con la evolución socioeconómica de los países de desarrollo capitalista atrasado que: “Azotados por el látigo de las necesidades materiales, los países atrasados se ven obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual se deriva otra que, a falta de nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la combinación de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Sin acudir a esta ley, enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible comprender la historia de Rusia ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera sea su grado”. 62   Martín Juárez: “Apuntes para una interpretación de la Revolución Mexicana”, en  Estrategia  Internacional  núm.  núm. 24, diciembre de 2007, p. 245.

 

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Jimena Vergara Ortega 

masa de campesinos desposeídos, un proletariado muy joven y atomizado, una burguesía terrateniente, subordinada a los extranjeros. A primera vista, el punto de partida de la Revolución Mexicana fue la lucha por reformas políticas que enfrentó a distintos sectores de la clase dominante de forma aguda, como se expresó en el terreno militar, primero contra Díaz y posteriormente contra Huerta. Pero las direcciones políticas que encarnaban los intereses de las clases dominantes lejos estaban de perseguir los mismos objetivos que las masas campesinas. Para los desposeídos del campo, la Revolución implicaba la lucha por la tierra, lo que llevó a una verdadera revolución social que atentaba contra las bases capitalistas capitalist as de la propiedad en el campo y eso las enfrentó primero primero a Díaz, luego a Madero, después a Huerta y posteriormente a Carranza y a Obregón. México estaba inserto en un mundo que accedía a su fase de “reacción en toda la línea”, la burguesía había perdido todo ímpetu revolucionario y predominaban en ella tendencias conservadoras, tanto en los países avanzados como en los nacientes países semicoloniales. El ansia de tierra de los campesinos mexicanos chocaba contra el México capitalista: el de los imperialistas, los terratenientes locales y la Iglesia. El incendio campesino de 1910, emergió intempestivamente en un verdadero cruce de caminos –signado por el paso p aso a la etapa imperialista del capitalismo– y quedó atrapado, por decirlo de algún modo, en el momento de transición entre la revolución burguesa a la revolución proletaria. Como la Comuna de París, la Revolución Mexicana apareció como un rayo en cielo sereno y en un sentido, se adelantó a su época.

 

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Preludio de la Revolución: El Partido Liberal Mexicano, Cananea y Río Blanco Sergio Méndez Moissen

 No hay documento de cultura que no sea un documento documento de barbarie […].  Por eso el materialista histórico se aparta de ella en la medida de lo posible.  Mira como tarea suya la de cepillar la historia a contrapelo. Walter Benjamin

Por muchos años existió un desconocimiento de lo que realmente significó el magonismo en la Revolución Mexicana. En los años treinta y cuarenta eran pocos los elementos disponibles para p ara hacer un balance historiográfico del movimiento que formó el Partido Liberal Mexicano (PLM) en 1901 y que tuvo una participación destacada en la huelga de Cananea y en la rebelión obrera en Río Blanco. La fracción triunfante de la Revolución que estalló en 1910 condenó al olvido a los “anarquistas radicales”. Si tuviéramos que hacer un análisis del avance de las investigaciones del movimiento magonista dentro de la historiografía marxista tendríamos sin duda que cuestionar aquellas interpretaciones que vieron en el PLM un simple movimiento precursor de la gesta revolucionaria de 1910. Las primeras visiones divergentes a la oficial podemos encontrarlas por medio de las ediciones del Grupo Cultural Ricardo Flores Magón. La editorial de iniciativa anarquista publicó en varias ocasiones las obras de los hermanos Magón validando, sobre todo en sus prólogos, su táctica y estrategia en la Revolución Mexicana. La mejor mej or expresión de esta interpretación la podemos encontrar en Ricardo Flores Magón Magón / El apóstol social social de la revolución social mexicana del anarquista español Sinesio Baudilio García Fernández, editado en 1925 bajo el seudónimo de Diego Abad de Santillán1. 1

 Diego Abad de Santillán:  Ricar  Ricardo do Flores Magó Magón n / El apóstol social de la revolución social mexicana, México, Ediciones del Grupo Cultural Ricardo Flores Magón, 1925.

 

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Preludio de la Revolución

Sergio Méndez Moissen

Podemos decir que los análisis en la historiografía tuvieron su inicio en los años cincuenta por medio del Instituto Nacional Nacional de Estudios Históricos de la RevoRe volución Mexicana (INHERM) que con una interpretación de corte constitucionalista se encargó de construir una imagen del magonismo acorde a los intereses de la fracción triunfante de la Revolución. Los hermanos Magón fueron reivindicados  precurso ursores res abnegados, militant como prec militantes es revolucionarios que permitieron el avance de las condiciones subjetivas para el estallido de 1910. Así, para Barrera Fuentes, principal exponente de esta tendencia, el proyecto del PLM y su programa de 1906 sólo fue “la visionaria aportación a la constitución de 1917” 2 y su radicalización posterior se trataba de una “utopía” importada desde fuera, principalmente por la influencia de las ideas anarquistas de la Industrial Workers of the World ( IWW). Esta historia de los precursores intentó impedir el surgimiento de una alternativa interpretativa de los resultados de la Revolución Mexicana. El INHERM se destacó por dar a conocer un número importante de fuentes historiográficas, aunque su principal función residió en dar una interpretación general de la gesta revolucionaria, mostrando el accionar del PLM, la huelga de Cananea y la rebelión obrera en Río Blanco como la aparición radical  de  de los postulados p ostulados de la Constitución Constitución de 1917. Desde el marxismo las visiones sobre el movimiento magonista fueron prácticamente inexistentes hasta los años sesenta. En ese periodo comenzó la crisis política y económica en México, que tuvo como principal hito el surgimiento de nuevas luchas obreras, como la encabezada por la tendencia democrática del Sindicato Único de rabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUERM), por nombrar la más importante, y el surgimiento del movimiento estudiantil de 1968. La lucha de clases impactó dentro de la intelectualidad y se consiguió una importante ruptura con las interpretaciones hegemónicas de la Revolución Mexicana: desde el constitucionalismo al etapismo estalinista. PCM), de tradición estalinista, y su principal El PartidoEnrique Comunista historiador, Semo,Mexicano repetían (lo que en la década de 1920 los militantes mexicanos de la Internacional Comunista planteaban planteaban sobre la Revolución de 1910. En el VI Congreso de la Internacional Comunista Comunista en 1928 se destaca una interpretación gradualista (etapista) de la Revolución cuya conclusión lógica llevaba, en el terreno político, a que era necesario apoyar a los gobiernos nacionalistas burgueses posrevolucionarios. Según los estalinistas nativos, nativos, integrantes de la Comintern, “La Revolución Mexicana fue una revolución democrático democrático-burguesa -burguesa típica”3. En sinto2

 Ricardo Barrera Fuentes: Fuentes: Los precursores, México, INEHRM, 1950, p 17. Especialmente, Esp ecialmente, Ricardo Barrera Fuentes, “Ricardo Flores Magón / El apóstol cautivo”, INEHRM, 1973. 3  Informes de la delegación latinoamericana en el debate sobre  Informes sobre el problema colonial colonial en VI Congreso de la  Internacional Comunista, Cuadernos de Pasado y Presente, México, México, 1978, p. 360.

 

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nía con esto, para Semo el magonismo, como el zapatismo, “no podían otorgarle en ningún momento el carácter a esta revolución porque en ningún momento logran dirigirla dirigirla””4. Esta interpretación podríamos considerarla como la justificación historiográfica de la capitulación del PCM  a los gobiernos pos-revolucionarios. Particularmente al gobierno de Lázaro Cárdenas en el periodo en que se buscaba la “unidad a toda costa” con los sectores “nacionalistas” y “democráticos” de la burguesía y la burocracia sindical. El primero en otorgarle mayor atención al movimiento encabezado por Flores Magón fue sin duda José Revueltas que en  Ensayo sobre un proletariado  sin cabeza planteó: Debemos añadir el contenido obrerista de la Revolución Mexicana [...] las actividades revolucionarias del Flores Magón y de los magonistas son el punto de arranque arr anque donde hay que colocar los antecedentes contemporáneos de una conciencia revolucionaria socialista propia, nacional, de la clase obrera mexicana5. 

Revueltas, influenciado por el marxismo llamado “occidental” de Karel Karel Kosik  y Georgy Luckács, cuestionó la interpretación de la Revolución Mexicana que sostenía que había que completarla a través de los gobiernos del Partido de la Revolución Institucional (PRI). Adolfo Gilly, quien retomó el marco teórico de León rotsky, en su importante obra  La Revolución interrumpida planteó breves reflexiones, sin profundizar en el tema, sobre el papel del PLM dentro de la Revolución Mexicana: “En  junio de 1908 Flores Magón y sus compañeros organizaron uno de los varios levantamientos precursores de la revolución. Se alzaron los liberales magonistas [...] pero en los tres intentos fueron derrotados por el ejército”6. La visión de Gilly no fue más allá por imposibilidad de tener acceso a las ediciones facsimilares de Regeneración . Enla La Revolución interrumpida , primer ensayo global de interpretación no etapista de la Revolución de 1910, escrito en la cárcel de Lecumberri, Gilly no menciona la insurrección magonista de 1911 en Baja California ni las diferencias programáticas sustanciales entre el PLM y el Partido Antirreeleccionista.

4

Enrique Semo: “Reflexiones sobre la Revolución Mexicana” Mexicana” en Héctor Aguilar Camín, Interpretaciones de la Revolución Mexicana, México, UNAM-Editorial Nueva Imagen, 1981, p. 137. 5 sobre un proletariado sin sin cabeza, México, Era, 1982, p. 140.  José Revueltas: Ensayo sobre 6  Adolfo Gilly: La revolución interrumpida, México, Ediciones el Caballito, 1985, p. 43.

 

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Preludio de la Revolución

Sergio Méndez Moissen

Los autores Eduardo Blanquel7, Armando Bartra8 y Juan Gómez Quiñones9, entre otros, tras la importante ruptura interpretativa que significó la aparición de la obra de Gilly y las reflexiones de Revueltas, se encargaron de recuperar un elemento olvidado dentro de la historiografía historiograf ía oficial: el magonismo y su historia como preludio de la Revolución. Sólo hasta los años de 1970 se dio a conocer una visión que nos muestra con mayor detalle las actividades del PLM, el ideario político revolucionario de Flores Magón y las relaciones existentes entre esa organización y el movimiento obrero estadounidense. La principal preocupación de los autores citados es explicar la derrota del proyecto magonista, el ala más radical dentro del campo revolucionario en lo programático e ideológico, no como consecuencia de sus postulados utópicos –como lo plantearon Semo y la interpretación constitucionalista– sino como parte de un proceso en el que salió victoriosa la fracción burguesa anti-porfirista. La victoria sobre el magonismo se debe a la represión, no sólo del gobierno de Díaz, sino también del gobierno interino de Francisco León de la Barra y las fuerzas maderistas. Este E ste planteo es una de las principales contribuciones de esta historiografía. historiograf ía. Sin duda destacamos el texto de Javier orres orres Parés La revolución revolución  sin fronteras, por el descubrimiento de las actividades del PLM en Estados Unidos. Rescatamos la actividad internacionalista, incipiente pero sustancial para la época, como uno de los grandes postulados políticos a reivindicar del magonismo. ambién el texto El magonismo: Historia de una pasión libertaria  de Salvador Hernández Padilla, quien analiza a profundidad al PLM planteando que: En México, el magonismo, el villismo y el zapatismo forman la trilogía de movimientos obreros y campesinos más importantes de un periodo histórico que en su momento  y bajo diversa composición social, objetivos y métodos de lucha, fueron en primer término utilizados para en seguida ser combatidos y derrotados por un enemigo en común: la fracción de la burguesía mexicana que a su vez resultó victoriosa sobre sus rival político: la dictadura mexicana10.

A continuación vamos a considerar tres cuestiones cue stiones claves del movimiento magonista: su importante rol en el incipiente movimiento obrero fabril, su sustancial internacionalismo principista y su proyecto de partido ejecutor de la Revolución. 7

 Ricardo do Flores Flores Magón Magón y la Revolución Revolución Mexica Mexicana na, México, Colegio de México, 2008.  Eduardo Blanquel: Ricar 8  Armando Bartra:  Regeneración: 1900-1918 / La corriente cor riente más radical de la Revolución Mexicana de 1910 a través de su periódico de combate, México, Era, 1991. 9 Ricardo Flores Magón Magón, México, Era, 1977.  Juan Gómez Quiñones: Las ideas políticas de Ricardo 10 magonismo: historia de una una pasión libertaria, Era, 1984, p. 203.  Salvador Hernández Padilla: El magonismo:

 

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En este trabajo vamos a desarrollar el análisis sobre la fundación del PLM, su radicalización programática, las actividades de los clubes liberales en la huelga de Cananea de 1906 y en la insurrección obrera en Río Blanco, Veracruz, también el internacionalismo principista de los militantes magonistas exiliados en Estados Unidos y la actividad en común con organizaciones obreras y agrupamientos políticos como la IWW . Pensamos que esta organización presentó diversas etapas en su desarrollo, delimitadas por la situación política del país y por la represión del gobierno de Díaz. De 1900 a 1905 podemos ver su surgimiento, cuyo principal objetivo, en esta primera etapa, radicó en reivindicar las Leyes de Reforma y la vigilancia de la administración pública. Un segundo periodo va de 1905 a 1911 e incluyó la construcción de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano ( JOPLM) con el objetivo de edificar clubes liberales clandestinos para la organización de insurrecciones militares planificadas desde el centro ubicado en San Luis Missouri. En estos años podemos ver el surgimiento del  Manifiesto del  PLM  (1906)   (1906) de corte democráticoburgués y la intervención dentro de la huelga de Cananea  y en la insurrección obrera en Río Blanco. El tercer periodo p eriodo está signado por el desplazamiento y debilitamiento del PLM y de los hermanos Flores Magón dentro del movimiento revolucionario, después de la derrota militar en Baja B aja California,  y por la radicalización programática de 1910, cuyo resultado fue f ue el  Manifiesto del 23 de septiembre de 191111 de conclusiones evidentemente e videntemente anticapitalistas. anticapitalistas.

El surgimiento del Partido Liberal Mexicano: “del legado de Benito Juárez” a la represión El día 7 de agosto de 1900,dellosdiario hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón habían emprendido la edición jurídico  Regeneración , donde criticaban el mal ejercicio de la justicia y los tribunales en México, y tenían como principal objetivo inculcar el civismo en la impartición de las leyes. le yes. Ésta fue la aparición de dos jóvenes intelectuales de ascendencia indígena en la política: p olítica: Es bueno que el gobernador estudie su papel y, sobre todo, que lo comprenda para que no vuelva a incurrir en desacato de lesa democracia. Las democracias necesitan servidores y no amos, para no convertirse en autocracias 12. 11

 Ver en la parte III, “Memorias de la Revolución”, p. 292 de esta obra. 12  “Democracia y autocracia”, autocracia”, publicado en Regene  Regeneració ración n, núm. 15, 23 de noviembre de 1900, en Armando Bartra, op. cit .,., p. 76.

 

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Enrique, aprendiz de carpintero, y Ricardo, estudiante de leyes, junto con otros intelectuales como Antonio Díaz Soto y Gama y Librado Rivera, fueron los impulsores iniciales del PLM. Camilo Arriaga, el principal liberal del periodo inicial de la construcción de  Invitación ción al PLM  criticando esta organización, el 30 agosto de 1900 lanzó su Invita  criticando duramente al Obispo Montes de Oca por la injerencia dentro del gobierno central y recuperando las Leyes de Reforma, convertidas, según se gún Arriaga “en leños apagados”. apagados”. El llamado a la conformación de la organización tuvo eco en un número importante de intelectuales del país. Con casi un centenar de delegados de Chihuahua, Coahuila, Durango, Distrito Federal, Hidalgo, Guanajuato, Guanajuato, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, amaulipas, San Luis, Veracruz y Zacatecas, el primer congreso se realizó el mes de marzo de 1901. El congreso se manifestó en solidaridad con Paul Kruger y la lucha de liberación en Sudáfrica contra el colonialismo inglés, llamó a la construcción de clubes liberales cuya acción consistía en la realización de conferencias públicas para inculcar el civismo, en la fundación de escuelas primarias laicas, sociedades obreras mutualistas, e impulsar la 14 libertad de sufragio y expresión . El PLM empalmó con un sentimiento más generalizado dentro de la intelectualidad disidente con el régimen político, sumando a abogados, estudiantes, médicos, ingenieros y algunos típicos profesionales de la clase alta. Un ejemplo de ello fue el caso de Camilo Arriaga, principal impulsor del PLM en este periodo. Arriaga, ingeniero de minas, provenía de una familia de ascendencia oligárquica norteña no favorecida por el gobierno de Díaz, y fue uno de los ejemplos del disentimiento de un pequeño número de clanes familiares provenientes de sectores acomodados. Según James Cockcroft: Alejados de los problemas de las masas, estos intelectuales de clase alta fueron profesionales y hombres de negocios que reflejaban la crisis económica y las tensiones sociales que afectaban a su clase, buscaban nuevas coaliciones políticas para introducir la democracia liberal en México15.

En este primer periodo, se establecía que los principales problemas del país estaban relacionados con la administración del Estado y la organización de la democracia liberal, y no eran la consecuencia conse cuencia de la estructura social imperante. En “Clubes políticos”, publicado en Regeneración, podemos leer: 14

  Ibidem Ibidem, pp. 96-105. 15 Revolución Mexicana Mexicana (1900-1913) (1900-1913), México, Secreta James Cockcroft: Precursores intelectuales de la Revolución ría de Educación Pública, 1985, p. 84.

 

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Sí, recomendamos que la lucha sea estrictamente pacífica, apoyada únicamente en la augusta majestad de la ley. Las luchas violentas han desaparecido ya con nuestras últimas teatrales revoluciones. La lucha pacífica es más fructífera, y evita atropellos y vejaciones16.

El periódico fundado por los hermanos Flores Magón, Regeneración, se constituyó como el órgano centralizador del partido. En la segunda época del periódico, se hicieron públicas las actas del congreso fundacional y se lo presentó públicamente como un periódico “independiente y de combate”. Es un hecho incuestionable que  Regeneración  jugó un rol importantísimo como organizador político. En sus páginas podemos observar la radicalización del PLM. Así,  Regeneración consiguió constituirse como un periódico que cohesionó a un partido que fue avanzando en su concepción programática al calor tanto de su discusión interna como de la represión estatal. El gobierno de Díaz desde muy temprano atacó a esta organización. En el mes de abril de 1901, el gobernador de Nuevo León en Lampazos reprimió de forma brutal un mitin liberal y en el mes de mayo Ricardo Flores Magón y Antonio Soto y Gama fueron encarcelados. Desde su nacimiento, el partido tuvo como principal preocupación contrarrestar la influencia política y económica del clero, que había aumentado durante los primeros años de la dictadura. Para noviembre de 1901 comenzó a preocuparse no sólo por vigilar el ejercicio correcto de la ley y de la injerencia de la Iglesia, publicando en  Regeneración  textos sobre la situación social imperante en el gobierno de Díaz. Díaz . Un ejemplo de ello es el texto Valle Nacional  Nacion al  que  que hace referencia a la situación social en Sonora, S onora, aunque se orientaba en términos de denuncia del gobierno y no de la estructura social inequitativa ine quitativa existente. gobierno de Díaz permitióllegó el surgimiento de ningún tipo deresistencia oposición  y, enElenero de 1902, la no represión al centro organizador de la liberal. El Club “Ponciano Arriaga” fue disuelto en San Luis Potosí. La represión condicionó en mucho la radicalización política y la vehemencia del partido. En el mes de enero de 1903 Ricardo Flores Magón, que había salido de la cárcel meses antes, publicó por medio del diario legal El hijo hijo del Ahuizote, la famosa editorial: “La Constitución ha muerto”17. En febrero del mismo año el PLM  sufrió un cambio radical en su política, dejando atrás el llamado a la buena administración, y comenzó a darle más importancia a la situación social en México, realizando un diagnóstico del gobierno 16

 Regeneración ación, núm. 26, 15 de febrero de 1901, en Armando Bartra,  “Clubes políticos”, en Regener B artra, op. cit .,., p. 90. 17  Armando Bartra, op. cit., p. 151.

 

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de Porfirio Díaz y publicando el  Manifiesto del PLM , en donde se planteó que “la raíz del problema es la sociedad socie dad y no el gobierno”18. El 11 de abril de 1903 en Nuevo León, el gobierno de Bernardo Reyes reprimió a la organización causando varias muertes y el día 9 de junio la corte judicial ilegalizó la actividad de los liberales mexicanos, obligando a sus principales dirigentes al exilio y a modificar la l a forma organizativa y la actividad del partido. Esto, que fue la mayor represión represión desde el congreso fundacional en 1900, lo empujó a la radicalización política en 1905, expresada en el proyecto de Manifiesto base para la l a unificación del Partido Liberal Mexicano, que constituye un llamado a la preparación de una organización en la clandestinidad.

La JOPLM: La estrategia magonista de 1905-1911  La estrategia es el e l arte de dirigir las operaciones aisladas.  Lenin

En este nuevo contexto de represión el PLM cambió su fisonomía. El 28 de septiembre de 1905, en el exilio, se constituyó la Junta Organizadora del Partido Liberal Lib eral Mexicano (JOPLM), lo que significó un cambio en los métodos de organización dentro del partido. El objetivo ya no sólo era denunciar el mal ejercicio ejercic io de la administración, sino luchar por construir un partido que desde la clandestinidad organizara la revolución. Para este periodo los métodos de lucha se radicalizaron y se avanzó en las consignas programáticas de corte democrático-burgués, incluyendo demandas agrarias y laborales y denunciando la injusticia de la estructura social imperante. Desde un año antes, los hermanos Flores Magón comenzaban a plantear la necesidad de una revolución social violenta: Una campaña de reforma por medios pacíficos es imposible mientras Díaz maneje el látigo [...] debemos trabajar por una revolución, [...] no podemos promover la propaganda preliminar y el trabajo de organización desde dentro de México, eso es absolutamente impracticable. El país esta lleno de agentes y espías del déspota. El único curso lógico es establecer el cuartel en Estados Unidos, y mandar desde allá al interior de México material de propaganda y compañeros de confianza para que ayuden a desarrollar el movimiento revolucionario19. 18

  Ibidem Ibidem, p. 153.  Enrique Flores Magón a Ricardo Flores Magón, 3 de enero de 1904, citado en Javier orres Parés:  La revolución sin fronteras, UNAM, México, 1990, p. 27. 19

 

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La constitución de la JOPLM, en el año 1905 en San Luis Missouri, bajo el giro político arriba planteado, posibilitó el acercamiento de Ricardo Flores Magón con sectores importantes del movimiento anarquista en Estados Unidos, como fue el caso de las relaciones establecidas con Natalio Berkman y Emma Goldman, entre otros. La persistencia del gobierno de Díaz en impedir el desarrollo del PLM se manifestó en la contratación de la empresa de servicios secretos y de espionaje Tomas Furlong, que obligó al desplazamiento desplaz amiento constante de los miembros de la JOPLM a exas, exas, entre quienes estaban Juan Saravia, Santiago de la Hoz, Ricardo Flores Magón y su hermano Enrique. La JOPLM publicó en Regeneración las “ Bases Bases para la reorganización del PLM”  en donde se plantean varios criterios organizativos para su re-construcción ante la represión del gobierno. Allí podemos encontrar un giro en la construcción en la clandestinidad, llamando a poner en pie clubes secretos. Según Salvador Hernández Padilla: Las Bases firmadas por Ricardo Flores Magón, Juan Saravia, Antonio Villarreal, Librado Rivera, Manuel Saravia invitaban a “trabajar por la organización del Partido Liberal llamando a los ciudadanos a unirse para crear un Partido fuerte que sea capaz de hacer respetar los principios liberales” y, en privado, ponerse “de acuerdo con los hombres de corazón bien puesto que haya para hacer la revolución”20.

Los clubes clandestinos, comprometidos con la cotización para el partido, distribuían Regeneración y mantenían la cohesión de la base militante. El funcionamiento clandestino permitió la recaudación de fondos, el pago de fianzas para p ara la liberación de militantes presos y para la publicación del periódico, en muchas ocasiones clausurado. Un ejemplo muy significativo de este periodo fue la recaurec audación 10 milMagón dólaresa de la JOPLM  paraSegún la liberación de Juan Saravia, Ricardo EnriquedeFlores finales de 1905. el militante liberal Esteban Bacay Calderón las Bases  citadas plantearon que:   Era necesario que se constituyan clubes liberales por el país, clubes secretos y clandestinos [...] que aporten financieramente a la edición de  Regeneración [...] que comuniquen los planes a la l a Junta Organizadora”21.

20

 Salvador Hernández Padilla, op. cit .,., p. 27. 21  Esteban Baca Calderón: Juicio sobre sobre la guerra del yaqui y génesis de la huelga huelga de Cananea, México, Centro de Estudios Históricos y Sociales del Movimiento Obrero (CEHSMO), 1975, p. 24.

 

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Mientras tanto, Madero organizó desde la Ciudad de México el Partido Demócrata (PD) uno de cuyos objetivos residió en debilitar los esfuerzos del PLM, y puso en marcha la publicación del periódico  El ercer ercer Imperio. Magón planteó en 1905, frente a la constitución del PD, la diferencia sustancial entre su proyecto proyec to  y el de Madero: Los programas que encierran puramente puntos políticos deben ser vistos con desconfianza: se necesitan reformas sociales que mejoren las condiciones de los trabajadores, trabajadores, se necesitan reformas agrarias. La tierra no debe ser acaparada por unos cuantos mimados de la fortuna. ¿Hay algo de eso en los proyectos del sr. Madero? La revolución política del porvenir tiene que ser no solamente política sino social porque de lo contrario recaeremos en otra tiranía tal vez más espantosa que la que ahora nos agobia 22.

El 1 marzo de 1906 el PLM publicó un nuevo programa político concebido como: [...] las bases generales para la implantación de un sistema de gobierno verdaderamente democrático. Son la condensación de las principales aspiraciones del pueblo y responde las más graves y urgentes necesidades de la patria23.

Este programa democrático-burgués contemplaba reformas sociales y sólo podía ser garantizado por medio de la insurrección armada contra el gobierno de Díaz. Según el  Programa del Partido Liberal y manifiesto a la nación, cuyo contenido fue elaborado con la recopilación de consignas de los clubes liberales, se peleaba por: [...] una labor máxima de ocho horas y un salario mínimo de un peso es lo menos que puede pretenderse para que el trabajador esté siquiera a salvo de la miseria [...] higiene en las fábricas, talleres, alojamientos [...] prohibición del trabajo infantil, descanso dominical, indemnización por accidentes, [...] la equitativa distribución de tierras, con la facilidad de cultivarlas y aprovecharlas sin restricciones, producirán inapreciables  ventajas a la nación [...] la l a creación de un Banco Agrícola, Ag rícola, para facilitar a los agricultores pobres los elementos que necesitan para iniciar o desarrollar el cultivo de sus terrenos [...] la protección a la raza indígena24. 22

 Ricardo Flores Magón a Crescencio Villarreal, Villarreal, 5 de diciembre de 1905, citado en Salvador Hernández Padilla, op. cit .,., p. 27. 23  Programa del Partido Liberal y manifiesto a la nación, . historia/programa/44 .html>. Consulta en julio de 2010. 24  Ibidem  Ibidem, pp. 221-232.

 

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Para Flores Magón, luego de la estructuración de 1905, el PLM tenía como ob jetivo:: “preparar  jetivo “preparar en todo el país centro centross de rebelión rebelión para que la conflagració conflagración n sea 25 general y no en un solo punto de la república” . Estamos ante uno de los primeros documentos políticos en México que asume reivindicaciones socioeconómicas, si se le compara con pronunciamientos independentistas del XIX y con el Plan de San  Luis  Lu is de Francisco I. Madero. En ese contexto, el citado  Man  Manifiesto ifiesto, mantuvo una posición contradictoria en relación con los trabajadores chinos presentes en varios puntos de la república, ya que incluyó la demanda de desplazamiento de la mano de obra asiática, puesto que competía con la mano de obra nativa. Según Ricardo Melgar Bao: “En lo que respecta a ciertos aspectos de la cuestión étnico-nacional, el PLM evidenció cierta antinomia programática. Por un lado reivindicaba la protección de los indígenas, mientras por el otro facultaba a los propietarios inmigrantes a obtener la carta de ciudadanía, al mismo tiempo que demandaba la prohibición de trabajadores inmigrantes de procedencia asiática”26. Desde 1905 se impuso en el PLM una hipótesis estratégica para la Revolución Mexicana. La organización de batallones armados para la insurrección podrían asegurar el seguimiento de las masas. Se S e realizaron planes para la toma de pequeñas ciudades con el objetivo de conseguir el apoyo del campesinado y el movimiento obrero. Y la incorporación de demandas agrarias y laborales en el programa de 1906 aseguraría el apoyo popular a los levantamientos militares. Ricardo Flores Magón expone con claridad la estrategia a sus correligionarios: Lo que hay que hacer, según nosotros, es obtener de los grupos el ofrecimiento solemne de levantarse el día que se fije como quiera que se encuentren. Si la mitad y aún la tercera parte de los grupos que hay cumplen levantándose, la revolución estará asegurada aunque se haya empezado con grupos miserablemente armados, que siendo  varios los grupos rebeldes y extensa la república, no podrán ser aplastados en un día por los esclavos de la dictadura, y cada día de vida para un grupo gr upo significa un aumento de personal, aumento de armas, y adquisición de recursos de todo género [...]27.

En una definición actual sobre estrategia y táctica podemos leer le er que: Según el pensamiento militar convencional estrategia, por definición, es el plan para dirigir una campaña militar, y táctica, es el plan para dirigir una batalla. Una campaña c ampaña está compuesta de diversas batallas, las batallas son tácticas táctica s con respecto a la campaña 25

 Ricardo Flores Magón a los hermanos Villarreal Márquez, 5 de diciembre de 1905, ibidem, p. 29. 26  Ricardo Melgar Bao: El movimiento obrero latinoamericano, México, Conaculta, 1989, p. 115. 27  Diego Abad de Santilllán, op. cit .,., p. 53.

 

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militar. León rotsky, que junto con Lenin y la militar. l a ercera ercera Internacional son los primeros que llevan el término de estrategia a las conclusiones de la Revolución Rusa, dice que “la estrategia es el arte de dirigir las operaciones aisladas”28.

Precisando la definición podemos decir que luego de la estructuración de 1905 y tras la publicación del programa de 1906, el partido fue concebido como ejecutor de la Revolución. Las batallas, como operaciones aisladas, buscaban estimular la espontaneidad del movimiento de masas. Las operaciones militares tenían el objetivo del desgaste del gobierno y con ello se imponía la necesidad ne cesidad de la construcción de una “Junta de gobierno y luego elecciones libres”29. Es decir, para garantizar la resolución del programa citado, se requería realizar una serie de batallas dirigidas por los clubes liberales clandestinos, donde el campesinado  y el movimiento obrero participarían de forma secundaria apoyando la rebelión magonista. En esta hipótesis estratégica vemos muchas semejanzas con la estrategia blanquista del siglo XIX francés30. A pesar de que el PLM participó dentro del movimiento obrero con métodos como la huelga, tal como sucedió en Cananea y Río Blanco, en este periodo su estrategia buscaba imponer su programa a través de levantamientos armados contra el gobierno, como veremos en lo referente a la rebelión de Baja B aja California.

El Club Liberal de Cananea y La Unión Liberal Humanidad El llamado a la constitución de clubes liberales se llevó a cabo en diversos lugares de la república. Uno de los clubes que desarrolló una importante activiejada en Veracruz dad en el movimiento obrero fue el Club Sebastián Lerdo de ejada

28

 Partido de los rabajadores rabajadores Socialistas (en línea). Emilio Albamonte: Un debate de estrategias, conferencia pronunciada pronunciada en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, 24 de noviembre de 2009, en una sesión de homenaje a 90 años de la Revolución Rusa organizada por el Partido de rabajadores Socialistas (PS). Disponible en . Consulta en julio de 2010. 29  Salvador Hernández Padilla, op. cit .,., pp. 232-233. 30  Según Eric Hobsbawm en sus Revolu  Revoluciones ciones burguesas el blanquismo: “En términos de estrategia política  y organización, organización, adaptó adaptó a la causa causa de los trabaj trabajadores adores el el órgano órgano tradicional tradicional revolucion revolucionario, ario, la secreta secreta herhermandad conspiradora –despojándola de mucho de su ritualismo y sus disfraces de la época de la Restauración–, y el tradicional método revolucionario jacobino, insurrección y dictadura popular centralizada”. ambién vemos similitudes con la estrategia de los independentistas caribeños en 1898 en el llamado Grito de Lares dirigido por Ramón Emeterio Betances. Véase: Carlos M. Rama: La independen independencia cia de las  Antillas  Antil las y Ramón Ramón Emeterio Emeterio Betances, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, Puerto Rico, 1980.

 

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dirigido por Santiago de la Hoz en 1903, que logró ser partícipe del primer congreso tabacalero. Entre los miembros del club estaban delegados ferrocarrileros,  y una porción importante importante de ellos fueron parte de las insurrecciones organizadas posteriormente por el PLM31. Fue del proyecto de unificación de 1905 que surgieron los clubes que actuaron en Sonora, dirigidos por Esteban Baca Calderón y Manuel M. Diéguez. El primero, ayudante de la escuela superior de epic y preocupado por la reforma escolar,, llegó en marzo de 1905 a Cananea. Se enroló como obrero de carga en el escolar piso de fundición en la mina de Oversight y junto con Francisco Ibarra y Guadalupe Reyes crearon el 16 de enero de 1906 la Unión Liberal Humanidad (ULH)32. El acta fundacional de la ULH contempló la afiliación al PLM y a los dictados de la JOPLM: Esta unión acepta y secunda en todas sus partes las resoluciones tomadas por la junta organizadora del PLM el 18 de septiembre de 1905 [...] esta unión se propone uniformar los conocimientos de todos los afiliados con arreglo a los preceptos sublimes de la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos y, desde luego, dará la preferencia a los que se refieren refieren a la soberanía popular y a la libre asociación33.

Este club liberal mantuvo una red de información vinculada a la JOPLM, en viando reportes acerca de las condiciones de trabajo en el CCCC  (Consolited Cananea Cooper Company). Esto consta en las memorias de Calderón y en el propio epistolario de Magón: Cananea no es el punto único en que los correligionarios se organizan para el fin de obtener la libertad y el bienestar del pueblo, es indudable, por otra parte, que ustedes son necesarísimos en ese punto para los trabajos tr abajos del Partido Liberal [...] hay que tener cuidado la compañía podría saber el responsable de la publicación34.

Sabemos que la única actividad pública de la ULH se llevó a cabo en torno al aniversario de la Batalla de Puebla. Esta actividad contó con la participación activa de trabajadores mineros dependientes de la CCCC, propiedad de William Greene. Baca Calderón tuvo la oportunidad de manifestar de forma directa las 31

 Javier orres Parés, op. cit .,., p. 47.  Esteban Baca Calderón, op. cit .,., p. 29. 33  Ibidem, p. 38.  Ibidem 34  Ricardo Flores Magón: Carta a Calderón, 3 de marzo de 1906, ibidem, p. 24. 32

 

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propuestas hechas por parte del club al proletariado minero. La Unión Minera, tomada de la experiencia del proletariado estadounidense, fue un proyecto propuesto por la JOPLM y por la ULH, y contemplaba la afiliación en masa de la posible Unión Minera al PLM. Una de las organizaciones que más participó del aumento acelerado del sindicalismo en Estados Unidos, a finales del siglo XIX  e inicios del siglo XX, fue el United Mine Workers que, en 1902, consolidó su prestigio ganando una prolongada huelga en los yacimientos de antracita. Ésta, dirigida por John Mitchell, contribuyó a que el conflicto adquiriera importancia nacional y obligó al presidente Roosevelt a delegar una comisión intermediaria35. Posteriormente la Western Federation of Miners participó en el proceso de fundación fundac ión de la International Inter national Workers of the World World (IWW ), ), en 1905 y rompió con ella en 1906 debido a discrepancias internas. El acto que mencionamos párrafos arriba, les permitió a los miembros de la ULH obtener la simpatía de los trabajadores mineros. En junio de 1906, cuando de forma espontánea los trabajadores de la mina Oversight decidieron estallar la huelga, no dudaron en elegir eleg ir a los magonistas como representantes del movimiento. Los rumores de concesión de la explotación minera a algunos capataces  y la posibilidad de que los concesionarios decidieran quienes conservaban sus puestos de trabajo, fueron los sucesos determinantes para el inicio de la huelga. Es importante plantear que el Club Liberal de Cananea, dirigido por Lázaro Gutiérrez de Lara, y la ULH participaron de la discusión para construir el programa del PLM, este último redactado por Juan Sarabia, vicepresidente del Partido Liberal. A decir de Calderón: Nos referimos una vez más a las imperiosa necesidad de decretar la reivindicación de las tribus yaquis, mayos [...] condenamos la discriminación racial, invocamos la necesidad de hacer extensiva la enseñanza laica a todas las escuelas particulares [...] recomendamos la confiscación de los bienes de la iglesia [...] invocamos el principio de la no reelección y la efectividad necesaria en el juicio de amparo36.

35

sindicalismo norteamericano, ecnos,  Henry Pelling: “Los truts, los socialistas, y la IWW ”, ”, en El sindicalismo Madrid, 1962, p. 136. 36  Esteban Baca Calderón, op. cit .,., p. 51.

 

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El PLM y la huelga de Cananea: el movimiento obrero contra William Greene odo acto de modernidad es un acto de barbarie. Walter Benjamin

Bajo la concepción de Díaz, Sonora constituía el “México moderno”. Salvador Hernández Padilla lo plantea con precisión: “la revolución había que iniciarla precisamente ahí donde el sueño porfirista quería convertir al país en un México moderno”37. El desarrollo de la CCCC, a decir de Juan Luis Sariego: “dominaba “dominaba el orden de 38 lo social, de lo público y de lo económico” . El poder de esta empresa se hacía evidente ya que controlaba todos los rincones de la vida de Cananea y sus alrededores y constituía un negocio redondo dentro del capitalismo mexicano, donde todas las facilidades otorgadas por el gobierno de Díaz permitían la penetración del capital imperialista en territorio mexicano. La desigualdad en el pago a los 5 260 trabajadores estadounidenses frente a los 2 200 mexicanos fue uno de los motivos de la movilización y del estallido de la huelga de Cananea. El salario estaba dividido entre pago en oro a los obreros estadounidenses y en plata a los obreros mexicanos39. A decir de Calderón: El cargo de capataz y mayordomo estaba reservado a los extranjeros, por excepción recaía este empleo en un mexicano, y en cuanto a los empleos superiores en talleres oficina, [...] diremos que todos los jefes eran norteamericanos 40.

El día 31 de mayo, en la mina Oversight, dos mayordomos informaron a los mineros que, desde el 1 de junio, la extracción del metal quedaría sujeta a contrato. Antelaeste suceso, contingente de 200 obrerosy decidió estallar como la huelga al finalizar jornada deun trabajo, y eligieron a Diéguez Baca Calderón sus delegados junto a doce obreros más. El programa de la huelga de Cananea planteó: Destitución del empleo del mayordomo Luis, mínimo sueldo del obrero será 5 pesos 37

 Salvador Hernández Padilla, op. cit .,., p. 27. minerales en el norte de México / Historia Historia social de los mineros mineros de  Juan Luis Sariego: Enclaves y minerales Cananea y nueva Rosita, Casa Chata, México, 1988, 1988, p. 78. 39  Eugenia Meyer: La lucha obrera obrera en Cananea Cananea, Instituto Nacional de Antropología e Historia ( INAH), México, 1990, p. 56. 40  Esteban Baca Calderón, op. cit .,., p. 25. 38

 

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diarios con 8 horas de trabajo, en todos los trabajos de la CCCC se ocupará 75% de mexicanos y 25% de extranjeros, teniendo los primeros, las mismas aptitudes que los segundos, poner hombres al cuidado de las jaulas que tengan nobles sentimientos para evitar toda clase de irritación, ir ritación, todo mexicano, en los trabajos de esta negociación tendría derecho a ascensos según lo permitan sus aptitudes41.

La primera movilización logró el apoyo de los trabajadores estadounidenses  y llegó hasta la comisaría de Ronquillo, Ronquillo, logrando logrando la expansión de la huelga a otros otros lugares más allá de Oversight, como la fundidora y otras minas. Los sucesos se desarrollaron de forma pacífica hasta la llegada al palacio municipal, donde automóviles armados con el propio Greene entre sus tripulantes, abrieron fuego contra los manifestantes obreros. De igual forma, la policía de Cananea dispersó a los manifestantes con el uso de mangueras de agua a presión, causando el aumento de la ira de los trabajadores mineros. Ante ese suceso, los principales dirigentes de la huelga, entre quienes se encontraban los dirigentes de la Unión Liberal Humanidad y el Club Liberal de Cananea, Cananea , fueron detenidos y enviados e nviados a Pinos Altos, donde permanecieron presos hasta la insurrección maderista. Las capturas de Calderón y Diéguez despertaron la solidaridad por parte de distintas organizaciones obreras y agrupamientos políticos en Estados Unidos,  y ante ello comenzó a surgir una red política por p or parte de la JOPLM, la IWW  y   y el Partido Socialista (PS). Los sucesos se desarrollaron de forma tal que fue necesaria la intromisión de los famosos rangers, patrullas rurales estadounidenses al servicio de Tomas Rynning y avaladas por el gobernador de Sonora. Los rangers mantuvieron el control de la comisaría de Ronquillo. Este contingente de 200 soldados yanquis llegados a Cananea el día 2 de junio, junto a los treinta gendarmes al servicio de CCCC, entre ellas la Rynning, principales propiedades de la la propiedad tienda de dieron raya, elcuidado banco y alaslaspropias oficinas centrales de de Greene. Según Javier Goméz Chavez, el PLM:

[...] enía enía el propósito de armar a los trabajadores de Cananea con la intención de iniciar el levantamiento de 44 grupos armados en el país. Confiscar las armas de la CCCC apoderarse de las aduanas de Agua Prieta y Nogales, y conferenciar con los líderes militares de la tribu yaqui para su integración a la insurrección42. 41

 Manuel González Ramírez: La huelga de Cananea Cananea, México, INEHRM, 2006, pp. 19-20. 42  Pacarina del Sur (en línea). Javier Gámez Chávez: “Yaquis “Yaquis y magonistas, una alianza ali anza indígena y popular en la Revolución Mexicana”, disponible en . Consulta en julio de 2010.

 

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La alianza magonista con el movimiento yaqui se expresó en el intento de rebelión organizada con el dirigente indígena Fernando Palomares. La derrota de la huelga de Cananea asestó un golpe contundente al joven movimiento obrero. El compromiso de Díaz con el gobierno estadounidense y los capitalistas extranjeros, como William Greene, permitió la intromisión de las fuerzas militares en la zona fronteriza con Estados Unidos, con el objetivo de pacificar y derrotar el despertar de los trabajadores mineros en Sonora. Según Salvador Hernández Padilla: La represión contra los mineros cananenses no se hizo esperar. El gobernador Izabal llegó a Cananea acompañado de 275 rangers, estadounidenses; horas después Emilio Kosterlitsky, al mando de un nutrido grupo de rurales imponía de manera definitiva “la ley y el orden” en los campos mineros. Los arrestos se multiplicaron y el saldo de dicha operación arrojaba un gran número de muertos y detenidos43.

El embrión de un partido internacionalista: redes políticas con la IWW  y  y agrupamientos políticos norteamericanos A raíz del apresamiento y detención de Manuel Diéguez y Esteban Baca Calderón, se logró soldar una red de solidaridad en Estados Unidos. En 1906 se fundó, con base en la IWW  y  y el Partido Socialista de Estados Unidos, el Comité en defensa por la libertad del  PLM , organización desde la cual Emma Goldman y Alejandro Berkman desarrollaron diversas campañas por la libertad de los militantes liberales. Earth, mensuario publicado en Nueva York La revista Mother Earth York por Goldman  yred Berkman, desarrolló c ampaña de liberación de los al presos de Cananea. Esta dio como resultadolalacampaña publicación del  Manifiesto pueblo americano. En las resoluciones del Primer Congreso del Partido Socialista en 1907 se exigió la liberación de los presos de Cananea. A decir de Enrique Flores Magón, las redes editoriales y de simpatía ante la Revolución Mexicana fueron diversas y amplias,  y podemos, entre otras, nombrar nombrar las siguientes: siguientes: Everyman, California California Social Democrat y  Citizen  Citizen, de los Ángeles;  Justice, de Pórtland, Oregon;  Harper’  Harper’ss Weekly, Weekly,  Atlantic Monthly, Monthly, Te Public, de Chicago; Te Socialist , de Parkesburg...”44. Es importante decir que el PLM mostró interés en propagandizar la l a lucha obrera mexicana entre el movimiento obrero estadounidense, como podemos ver en el 43

 Salvador Hernández Padilla, op. cit .,., p. 47. 44 Magón y el PLM , Morelia, Erandi, 1960, p. 174.  Ethel Duffy urner: Ricardo Flores Magón

 

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 Manifiesto  Man ifiesto al puebl puebloo america americano no. Según el citado manifiesto el PLM requería: Construir una corriente política lo suficientemente poderosa para oponerse a la amenaza imperialista en base a la solidaridad de la movilización de organizaciones obreras norteamericanas45.

La IWW  fue   fue creada en 1905 en oposición al sindicalismo de la Federación Americana de rabajo dirigida por Samuel Gompers y afilió aproximadamente 1% del total de la clase obrera estadounidense. Su documento fundacional,  Industrial Union Manifest , concebía la superación de la sindicalización en base a oficios, y buscaba busc aba eliminar la discriminación entre los obreros de distintas razas. Igualmente pretendía la reducción del pago por sindicalización 46. Esta medida permitió que grandes contingentes de obreros mexicanos en Estados Unidos desarrollaran cierta experiencia política y sindical, cuestión que ayudó a la conformación posterior de los clubes liberales anti-porfiristas en el país vecino, como el impulsado por Práxedis G. Guerrero en Arizona desde 190547. A partir de esta red política inaugurada por la solidaridad con los militantes magonistas, se desarrolló una compleja relación en la que se observan diversas posiciones al interior de Estados Unidos en torno al curso que tomaba la Revolución Mexicana; es el caso de las l as diferencias existentes sobre este proceso entre los socialistas y los anarquistas agrupados en Mother Earth. De tal suerte, el Manifiesto al pueblo pueblo americano escrito en 1907 y publicado alrededor de estas redes en  Mother Hearth, documento que constituye la presentación del PLM al proletariado estadounidense, es el resultado de la mayor colaboración entre distintas organizaciones obreras y agrupaciones políticas en Estados Unidos48. En los sucesos de Baja California se pudo observar obser var la expresión real de la colaboración entre los anarquistas estadounidenses y el estrategia magonista planteada en páginas anteriores.

45

PLM bajo

la

 Javier orres Parés, op. cit .,., p. 87. American syndicalism syndicalism, New York, Russell y Russell Inc., 1957, p. 62.  Paul Brissenden: Te IWW / A study of American 47  Javier orres Parés, op. cit .,., p. 87. 48  Ibidem  Ibidem, p. 74. 46

 

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La rebelión de Río Blanco: la inauguración de métodos radicales dentro del movimiento obrero En el estado de Veracruz, el gobierno porfirista había facilitado la penetración del capital imperialista francés en el terreno de la industria textil. Los grandes capitalistas textileros no dudaron en instalar grandes complejos fabriles con maquinaria moderna importada desde Europa y Estados Unidos. En Río Blanco, los puestos jerárquicos estaban en manos de extranjeros de nacionalidad inglesa. Los obreros obtenían 35 centavos al día por la larga jornada de trabajo, las mujeres y los niños obtenían de 25 a 10 centavos por jornada. A los trabajadores se les impedía el recibimiento de familiares: la l a vigilancia de la patronal p atronal se extendía a la casa de los proletarios. Las jornadas extenuantes rebasaban las 14 horas. En el mes de abril de 1906, los obreros comenzaron a organizarse con el ob jetivo de pelear por mejores condiciones de trabajo, formando el Gran Círculo de Obreros Libres (GCOL) de Río Blanco, cuya dirección recayó rec ayó en Manuel Ávila, Ávila, de perspectiva mutualista. Los magonistas José Neira, Porfirio Meneses y Juan Olivares ya participaban del GCOL, aunque su actividad tenía como objetivo la instauración de la jornada de ocho horas. La primera actividad de esta organización consistió en celebrar la batalla de Puebla el 5 de mayo, en la casa de un trabajador,, con una gran asistencia de trabajadores textileros de Río Blanco. trabajador El suicidio de Manuel Ávila dejó a Neira, miembro del PLM, en la dirección del GCOL, lo que significó un cambio importante impor tante dentro de la política del Círculo. En el mes de mayo de 1906, esta organización comenzó a pelear por otras demandas, además de la jornada de ocho o cho horas, imponiéndole a Jorge Harkington, director general de la Compañía Industrial de Orizaba (CIDOSA), la abolición de las multas arbitrarias a las que estaban sometidos los trabajadores. Prontamente el periódico magonista  Revolución social  fue   fue repartido por Neira, Meneses y Olivares entre los trabajadores de Río Blanco y entre los trabajadores en la región de Orizaba permitiendo la creación, c reación, en el mes de junio de 1906, del Gran Círculo de Obreros de Santa Rosa. En poco tiempo los representantes de CIDOSA comenzaron a buscar el apresamiento de los líderes magonistas. La experiencia de Cananea alertó a la patronal en México, de la actividad del PLM en el seno del movimiento obrero e inauguró una serie de métodos burocráticos dentro de las fábricas que se manifiesta hasta nuestros días, como la imposición de dirigentes sindicales progubernamentales y propatronales. Los magonistas se vieron obligados a dejar sus puestos de trabajo por la represión, lo que permitió la imposición de la nueva dirección del CGOL  por parte del gobierno y la CIDOSA; José Morales asumió con una clara política de colaboración con la patronal francesa y las autoridades.

 

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Sergio Méndez Moissen

Sin embargo, la pacificación del CGOL de Río Blanco no significó la desorganización del resto del proletariado textil que comenzó a unirse para enfrentar con métodos huelguísticos a sus patrones. A finales del mismo año, en los estados de Puebla y laxcala la patronal textilera fundó el Centro Industrial Mexicano (CIM), cuyo principal objetivo consistió en intentar imponer un nuevo reglamento que legalizaba el cateo, instauraba y extendía la lista de asistencia laboral y aumentaba la jornada a 14 horas. El 4 de diciembre, los trabajadores del Círculo de Obreros Libres de Puebla y sus compañeros de laxcala, en asambleas asamblea s masivas se declararon en huelga contra la imposición del “nuevo reglamento de noviembre”: 30 mil trabajadores fueron afectados por el reglamento. La dura huelga fue atacada por el gobierno y la CIM: el 24 de diciembre de 1906 se legalizó un paro patronal cuyo objetivo consistió en institucionalizar las multas, lograr el aumento de la jornada, imponer descuentos, registrar habitaciones y permitir el cateo, obligar al pago de herramientas a los obreros por accidente e imponer, por laudo presidencial, la libreta de identificación. Evidentemente el gobierno y la CIM, alarmados por la huelga en Sonora y por p or la permanente actividad de los círculos de obreros libres de la región hilandera, querían imposibilitar el crecimiento del descontento del proletariado mexicano y por medio de métodos represivos imponer peores condiciones laborales. El 7 de enero de 1907 los obreros de Río Blanco comenzaron la rebelión. En general, las interpretaciones constitucionalistas han caracterizado a los sucesos de Río Blanco como una huelga similar a la de Cananea en 1906. Sin embargo los obreros textileros, frente al paro patronal, desarrollaron métodos más radicalizados en contra del laudo presidencial y del boicot de los industriales. Como bien afirma Salvador Hernández Padilla: Daba comienzo la rebelión obrera de Río Blanco y no la huelga, como hasta hoy día se le ha llamado. Al no lograr su primer objetivo, que era incendiar la fábrica, los obreros –que para entonces ya pasaban de los dos mil– se dirigieron hacia la tienda de raya, propiedad del tendero francés, Víctor Garcín y antes de quemarla, se apoderaron de cuanto había en ella. Los rurales volvieron a la carga, pero los obreros decidieron de nueva cuenta hacerles frente y con palos y piedras lograron hacerlos huir. Un numeroso grupo de trabajadores se dirigió hacia la cárcel y mientras liberaban a los presos, otros cortaban alambres de energía eléctrica. riunfante la multitud obrera se encaminó con rumbo a Nogales. Ahí también incendiaron la tienda de raya. Mientras tanto cerca de Orizaba varios obreros se apoderaron de armas asaltando casas de empeño y con ellas combatieron; llegaron a dominar varias estaciones ferrocarrileras situadas entre Orizaba y Maltrata49. 49

 Salvador Hernández Padilla, op. cit .,., p. 77.

 

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La rebelión obrera comenzó con el intento de incendio del complejo industrial, el saqueo y quema de la tienda de raya y el atentado contra el dirigente gobiernista José Morales dentro de su casa. El incendio de la casa c asa de Morales fue organizado por el obrero textil Manuel Juárez. La represión del gobierno fue cruenta. Mientras los trabajadores de Santa Rosa se dirigían a Nogales, los soldados dirigidos por el general Francisco Ruiz, bajo las órdenes de Rosalino Martínez, subsecretario de Guerra del gobierno central, abrieron fuego contra los contingentes de obreros fabriles. El cateo de los barrios obreros para fusilar en los cuarteles a los rebeldes y la persecución de los traba jadores  jador es en los montes, fueron las formas en las cuales se llevó a cabo una de las más importantes represiones al movimiento obrero mexicano. De los 7 083 traba jadores  jador es del comp complejo lejo industrial industrial de Río Blanco sólo volvieron volvieron 5 212: 212: más de 1 800 obreros no regresaron a la reapertura de la fábrica. El 9 de enero, en la puerta de la empresa, con el objetivo de dar un golpe especial al movimiento obrero, fueron asesinados los líderes Rafael Moreno y Manuel Juárez, con el consentimiento de la patronal del CIM50. La represión del gobierno de Díaz pretendía escarmentar al movimiento obrero que comenzaba a cuestionar con métodos radicalizados la dictadura porfirista en las fábricas, buscando mejoras salariales y rebelándose contra las medidas impuestas por la patronal p atronal de capital imperialista. El movimiento obrero mexicano tardó mucho en reponerse de tan duros golpes. Para 1910, año en el que estalló con más firmeza la lucha contra la dictadura porfirista, el sector de  vanguardia del movimiento movimiento obrero había sido sido muy debilitado.

La insurrección en Baja California y la represión En 1906, desde oronto, Ricardo Flores Magón expresó a sus correligionarios el plan de insurrección que habían definido: Nuestra idea es esta. Que usted o cualquiera de los amigos de Laredo, recorran el estado de exas y California donde hay mexicanos [...] hay que entrar siquiera con cien hombres bien armados por las haciendas y en los pueblos irán aumentando las filas de combatientes. odo es comenzar pero comenzar del modo indicado para que el gobierno se sorprenda de ver que por diferentes lugares de la frontera hay revolucionarios 51. 50

 Ibidem, p. 78.  Ibidem

51

 RicardoHernández Flores Magón a Crescencio V83. illarreal Márquez, 30 de mayo y 1 de junio de 1906, citado en op. cit .,., p. Villarreal Salvador Padilla,

 

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La división militar en 5 zonas del territorio de México estaba en concordancia con la estrategia del magonismo. Para cada zona la JOPLM eligió representantes directos que organizaron el acopio de armas y el aglutinamiento de militantes dentro de los clubes clandestinos. Algunos de los levantamientos magonistas de 1906 fueron el 30 de septiembre en Veracruz comandado por Hilario Salas, en octubre en la sierra de Soteapan con el aproximado de 350 combatientes indígenas (que lograron dinamitar varios puentes) y el 21 de octubre en Ciudad Juárez. Como resultado de las derrotas anteriores en Cananea y Río Blanco, de la infiltración de las filas liberales, del seguimiento a la JOPLM por la Furlong y el apresamiento de Juan y Manuel Saravia en 1906 y de Ricardo Flores Magón, Librado Rivera y Antonio Villarreal en agosto de 1907, el PLM comenzó a perder influencia. El mayor impacto de las ideas antirreeleccionistas de Madero entre los grandes hacendados no beneficiados por la dictadura y el no haber sabido ligarse al campesinado norteño, que fue uno de los grandes protagonistas de la Revolución, determinó su aislamiento. Sin embargo, no dejó de organizar los lerevolucionarios, integrada  vantamientos militares. En 1908 en la serie  Episodios revolucionarios por “Las vacas”, “Viesca”, “Palomas”, escrito por Práxedis G. Guerrero podemos leer la única narración de los levantamientos magonistas: Hubo otros muertos cuyos nombres no he podido recoger; ya en los momentos de combate se unieron a los nuestros. Se dice que uno era de Zaragoza; el otro vivía el las Vacas, y al sentir el ruido de la pelea y oír las exclamaciones de los combatientes se despertó en él la solidaridad de oprimido: ciñóse la cartuchera, tomó su carabina, se echó a la calle al grito de ‘¡Viva el Partido Liberal’! 52

Para 1910, el

PLM  había

sufrido nuevos embates de la represión guberna-

mental. Sin embargo, participó del llamado militar de Francisco Madero, que en el Plan de San Luis Potosí  levantaba  levantaba el sufragio efectivo y la no reelección. Esto se hizo con independencia de Madero, en lo político y también en lo referente a la centralización del mando militar. Flores Magón planteó en los siguientes términos esta diferencia con el proyecto de los hacendados del norte, en 1911: La revuelta de Madero no puede llamarse revolución. El movimiento del PLM sí es una  verdadera revolución. Los compañeros compañeros que combaten en en las filas liberales han ido a la lucha convencidos de que es un acto de justicia el expropiar de la tierra a los ricos para 52

  Práxedis G. G Guerrero, uerrero, Episodios revolucionarios “Las vacas”, “Viesca”, “Palomas”, publicados en  Re-

 generación  núm. 2,op.3 ycit 4,.,., 214. los días 10, 17 y 24 de septiembre de 1910 respectivamente, reproducidos en Armando Bartra,

 

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entregársela a los pobres. Los compañeros liberales deben empuñar las armas para liberar al pueblo de la cadena del capital c apital53.

Las diferencias sustanciales de programa ya mencionadas y la hostilidad del maderismo determinaron que la JOPLM decidiera concentrar sus fuerzas militares en Baja California, con la ayuda de organizaciones anarquistas estadounidenses como la IWW  y  y con el apoyo propagandístico de la intelectualidad radical radical como John Kenneth urner y Jack London. El llamado Ejército Libertario, de composición heterogénea, agrupó tanto a soldados en búsqueda de fortuna militar en el México revolucionario, como a radicales libertarios al estilo de Leyva Berthold, Carly Arp, Rhys Pryce Pr yce y Jack Mosby. El 8 y 9 de mayo el Ejército Libertario bajo la dirección de Rhys Pryce tomó la ciudad de ijuana bajo el lema de  Pan, tierra tierra y libertad . Esta toma, simultánea al enfrentamiento militar en Juárez, fue concebida como “la base principal de nuestras operaciones para extender la Revolución Social a todo México”54. Luego de la huida de Díaz y tras la firma del ratado de Ciudad Juárez, el gobierno interino envió una tropa al mando de Celso Vega con el objetivo de liquidar la disidencia política del PLM. En junio de 1911 la disolución del Ejército Libertario, la nueva detención de los miembros de la JOPLM y la represión realizada por el gobierno interino y por las fuerzas maderistas en Baja California (matando en promedio de 5 a 6 liberales por día) constituyó el golpe final al PLM, que desde entonces redujo sustancialmente su actuación como fuerza política dentro del campo revolucionario. Las derrotas causaron un desplazamiento de algunos de sus miembros al maderismo, como Antonio Villarreal y Lázaro Gutiérrez de Lara.

El momento del anticapitalismo magonista La represión y el mayor peso de Ricardo R icardo Flores Magón dentro del PLM fueron el marco en el que se dio la radicalización programática y política hacia planteamientos anticapitalistas. Es un hecho que la evidente desconfianza respecto de Madero llevó a Flores Magón a plantear la necesidad de la independencia política y programática de las filas revolucionarias.

53

 “El rebaño inconsciente se agita bajo el látigo de la verdad”, publicado en Regeneración, 4 de marzo de 1911, citado en Armando Bartra, op. cit .,., p. 277. 54

 Ricardo cit  .,., p. 154.Flores Magón, Regeneración, 20 de mayo de 1911, citado en Salvador Hernández Padilla, op.

 

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Preludio de la Revolución

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Si Díaz se encargó de derrotar al movimiento obrero en Río Blanco y en Cananea, el gobierno interino de Francisco León de Barra con el apoyo de las fuerzas maderistas liquidaron la oposición dentro del campo revolucionario, con la ya mencionada represión en Baja California. Esto evidenció el contenido de clase del proyecto de Madero: si la burguesía y su intelectualidad lo han mostrado como el “apóstol de la democracia”, los acontecimientos de Baja California señalaron el carácter reaccionario del maderismo. Esa situación llevo a Ricardo Flores Magón a plantear en su Manifi  Manifiesto esto del 23 23 de septiembre septiembre de 1911 la necesidad ne cesidad de: La expropiación de los bienes a cabo a sangre y fuego durante este grandioso movimienmov imiento [...] la emancipación de los trabajadores debe de ser obra de los trabajadores tr abajadores mismos55.

A pesar del impacto del maderismo en el liberalismo mexicano, que causó la migración de personajes como Juan Saravia a las filas del antirreeleccionismo, en 1911 se dio la transición de un programa democrático-burgués a uno abiertamen Regenera eración ción. te anticapitalista, lo cual se hizo público por medio me dio de las páginas de Regen El cambio del programa surgió en el periodo de mayor auge del proyecto maderista dentro de las filas revolucionarias y luego del ratado ratado de Ciudad Juárez. Para 1911 el PLM pasó a dar cuenta de las manifestaciones espontáneas de los trabajadores agrícolas y fabriles, además de plantear las limitaciones del maderismo, por  Manifiesto ifiesto del 23 de septiembre septiembre constituye el avance medio de Regeneración. El  Man programático anticapitalista del magonismo cuya introducción planteó: Sin el principio de la propiedad privada no tiene razón de ser el gobierno, necesario tan sólo para tener a raya a los desheredados en sus batallas en sus querellas o en sus rebeldías contra los detentadores de la riqueza social: ni tendría razón de ser la Iglesia [...] Capital, autoridad, clero: he ahí la trinidad sombría que hace de esta bella tierra un paraíso para los que han logrado acaparar en sus garras la astucia, la violencia y el crimen, el producto del sudor, de la sangre, de las lágrimas [...] de esa manera está dividida la humanidad en dos clases sociales con intereses diametralmente opuestos: la clase capitalista y la clase trabajadora: la clase que posee la tierra, la maquinaria de producción y los medios de transporte de las riquezas, y de la clase que no cuenta más que con sus brazos y su inteligencia para proporcionarse sustento56.

55

 Ricardo Flores Magón:  Manifiesto del 23 de septiembre de 1911, en Salvador Hernández Padilla, op.

cit .,., p. 244. 56

  Ibidem Ibidem, p. 245.

 

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En este documento podemos encontrar e ncontrar una denuncia sobre el carácter “ino“inocuo” de la propiedad privada, una denuncia del Estado, la autoridad y el clero como sustento de la actuación del capital c apital y un reconocimiento del carácter c arácter creativo y productivo del trabajo. El  Manifiesto también planteó el desconocimiento desconoc imiento de los maderistas como “protectores de los privilegios p rivilegios de la propiedad capitalista” y llamó a la “expropiación de tierras, fabricas, minas, ferrocarriles [...] hecho el inventario regular la producción; de manera que en este movimiento, nadie carezca de nada”57, con el objetivo de la “expropiación de la organización de la producción, libre ya de amos y basada en la necesidad de los habitantes de cada región, nadie carecerá de nada [...] con la desaparición del último burgués se garantizará la instauración de un sistema que garantizará a todo el ser humano el pan y la libertad” 58. Sin embargo, el programa de 1911, de evidente carácter anticapitalista, estaba signado por el cada vez mayor aislamiento del PLM dentro del campo revolucionario.

Conclusiones: los límites del magonismo dentro de la Revolución Mexicana El magonismo fue sin duda una de las corrientes más radicales dentro de la Revolución Mexicana en la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz. De ser una corriente política preocupada por la vigilancia de la administración pública, se convirtió en impulsora de la organización obrera en Cananea y Río Blanco. En su primera etapa, que va de 1901 a 1905, se caracterizó por luchar por el respeto de las Leyes de Reforma, en tanto que los clubes liberales tenían como principal tarea la realización de actos públicos y el fomento del civismo. La represión y la mayor influencia de Ricardo Flores Magón dentro del PLM determinaron la constitución de la JOPLM. En esta segunda etapa, que va de 1905 a 1911, surgió el programa democrático-burgués de 1906, que a diferencia de la perspectiva sustentada en el anterior periodo incluyó demandas agrarias y laborales y la construcción de clubes liberales clandestinos con el objetivo de garantizar la insurrección generalizada. Para 1911, mientras se daba el debilitamiento debilitamiento de sus filas por p or las razones explicadas anteriormente, enarbolaba un programa abiertamente anticapitalista, y su principal participación se dio en la l a incursión militar de Baja California con el objetivo de impulsar la revolución social desde Mexicali. 57 58 Idem.

  Idem Idem.

 

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Preludio de la Revolución

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En las dos últimas etapas de su desarrollo, ya citadas, el magonismo se caracterizó por una estrategia militar insurreccional en la que el proletariado jugaba un rol políticamente secundario, y donde los métodos tradicionales de la clase obrera, como la huelga, eran concebidos como expresiones de lucha obsoletos. Flores Magón lo planteó en “A “A los huelguistas y los trabajadores en general”: La huelga no es redentora. La huelga es una vieja arma que perdió su filo dando golpes contra la solidaridad burguesa y la ley de hierro de la oferta ofert a y de la demanda. La huelga no es redentora porque reconoce el derecho de propiedad 59.

Para los militantes del PLM, las huelgas en las que participaron tenían el ob jetivo de preparar la insurrección militar, militar, en la cual los trabajadores industriales industriales fortalecerían lo organizado por los clubes liberales nucleados alrededor de la JOPLM, como ya planteamos en torno a los sucesos de Cananea y Río Blanco. De esta forma, se consideraba la acción del movimiento obrero como secundaria en la lucha contra la dictadura. La L a JOPLM y los mecanismos de organización organización estaban subordinados a la estrategia militar general de 1905 y 1906, cuya principal manifestación real se expresó en Baja California en 1911. Esta característica de su estrategia política marcó una importante diferencia con el marxismo clásico y en particular con su contemporáneo, el leninismo. La evolución particular del magonismo no puede escindirse de las propias características del movimiento obrero mexicano, el cual estaba en una temprana fase de su evolución, disperso geográficamente y con escasa experiencia política, sobre lo cual se desarrolló esta corriente política e ideológica que, aunque avanzó en una perspectiva anticapitalista, no alcanzó a vislumbrar la necesidad de una centralidad de la acción y los métodos de esa joven j oven clase trabajadora. Por otra parte, la radicalidad de los planteamientos del PLM no iba acompañada de una formulación concreta para la realización de una alianza obrerocampesina dentro de la situación objetiva del México en llamas. En ese sentido, una de las limitaciones que han planteado varios historiadores sobre el magonismo es su sectarismo frente al zapatismo z apatismo y el villismo. ras el llamado de Zapata, en el año de 1913, a que la publicación de Regeneración se hiciera en el estado del sur,, Ricardo Flores Magón desistió la invitación. El campesinado, fuerza sur fuerz a motora fundamental del estallido de 1910, que se manifestó con firmeza en los grandes ejércitos campesinos de Villa y Zapata, no interesó a la estrategia magonista. Sin duda existió un subestimación del potencial revolucionario de las masas masa s rurales, 59

 Ricardo Flores Magón: “A los huelguistas y los trabajadores en general”, Regeneración, 5 de agosto de 1911, en Armando Bartra, op. cit .,., p. 303.

 

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cuya máxima expresión fue la llamada Comuna de Morelos y, en otro nivel, la Di visión del Norte. En torno a Villa, Magón siempre siempre tuvo tuvo desconfianza por tratarse tratarse de una figura militar proveniente del maderismo, sin observar las contradicciones de su política y las la s características sociales de la División del Norte. En torno al zapatismo según, Salvador Hernández Padilla: Cuando recibió la invitación de Zapata para trasladarse a Morelos y desde ahí imprimir Regeneración, parece ser que el periodista per iodista libertario simplemente no atendió la in vitación del dirigente campesino de Anenecuilco. Es posible que dicha omisión obedeciera a que Ricardo Flores Magón consideraba que el movimiento dirigido por Zapata no iba más allá de exigir la restitución de la tierra tier ra para el campesinado morelense60.

Esto llevó al PLM al aislamiento político luego de 1910, cuando las principales fuerzas motoras de la Revolución se expresaban en los ejércitos campesinos. Los planteamientos programáticos de septiembre de 1911 mostraban, junto a lo avanzado de las ideas magonistas, una impotencia política para soldar una real  y fuerte alianza obrero-campesina, debido a que sus principales planteamientos políticos se centraron en llamar a los trabajadores y campesinos a “la expropiación de los medios de producción y la organización administrada de las fábricas  y ferrocarriles”, ferrocarriles”, sin desarrollar un programa más concreto y preciso que empalmase con la demanda motora de la Revolución, sintetizada en el grito zapatista de ¡Abajo haciendas, arriba pueblos! La negativa de Flores Magón de participar de la contienda junto a los ejércitos campesinos luego de la derrota de Baja California lo llevó a ser fundamentalmente un observador de las batallas militares de la Revolución en su fase más radical y a publicar desde  Regeneración su obra literaria, cada vez con menor incidencia política. Ricardo Flores Magón manifestó su internacionalismo oponiéndose al belicismo estadounidense y al chovinismo en su  Manifiesto a los trabajadores del mundo en 1918. Flores Magón finalmente fue detenido, junto con Librado Rivera, por el gobierno yanqui debido a su oposición a la guerra. Solo pudieron acallar su pluma revolucionaria y heroica mediante su asesinato en la cárcel, y volvió a México muerto en enero de 1923.

60

 Salvador Hernández Padilla, op. cit .,., p. 195.

 

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Obertura de la Revolución Sergio Moissens

 

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Los senderos de la Revolución: periodización y fases  Pablo Langer Oprinari

El objetivo del presente ensayo es realizar una interpretación del proceso revolucionario iniciado en 1910, basándonos para ello en distintos trabajos historiográficos publicados en las últimas décadas. Presentaremos una periodización de la Revolución Mexicana con la intención de mostrar que la misma estuvo caracterizada por un claro antagonismo de clase, el cual tendió a cuestionar las bases del joven y atrasado capitalismo mexicano, y que no se detuvo en la consecución de reformas en el régimen político. Para establecer esta periodización utilizaremos como criterios la dinámica, los rasgos centrales y las acciones principales de la lucha de clases, así como la correlación de fuerzas que se estableció en sus distintos momentos.

El antagonismo de clase y la dinámica de la Revolución Mexicana Partimos de considerar que la Revolución Mexicana estuvo determinada por el conflicto entre las clases de la sociedad de aquel entonces y que, si no adoptamos esa perspectiva, difícilmente pueden comprenderse las transformaciones institucionales y el curso de los acontecimientos políticos y militares. Si la noción de re volución  voluci ón en en la teoría marxi marxista sta supone la inten intensifica sificación ción del anta antagonism gonismoo de de clase clase y el trastocamiento del orden establecido; y si su expresión aguda bajo el capitalismo incluye lasque huelgas, los golpes golpe s de launa reacción las insurrecciones, insurrecciones , haylaque decir que en el caso nos ocupa adoptó formaydistintiva y particular: emergencia de grandes ejércitos nutridos por amplios sectores de las masas, confrontados en una guerra civil. Esta diferencia notoria respecto a las características de las revoluciones clásicas ocurridas en el siglo XX1 no puede oscurecer la definición de la 1

 Entendemos como revoluciones clásicas del siglo XX a aquellas que se dieron con un protagonismo de la clase obrera –acompañada por otros sectores oprimidos y explotados del campo y la ciudad–, y de los métodos de lucha y formas de organización surgidos del proletariado, tales como la huelga, la insurrección y los organismos de democracia directa. Ejemplo de estas revoluciones clásicas son la Revolución Rusa de 1905  y la de 1917, 1917, los los procesos procesos acon aconteci tecidos dos en Euro Europa pa durant durantee las décadas décadas de 192 19200 y 1930 1930 (como (como la Revol Revolució ución n Española), los levantamientos insurreccionales en el Este europeo en la inmediata segunda posguerra, los procesos revolucionarios de Argentina y Chile en los años setenta, por citar algunos de los casos más álgidos.

 

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Revolución Mexicana. El enfrentamiento militar expresó, de forma concentrada  y aguda, las confron confrontacion taciones es entre las clases clases actuantes, actuantes, entre entre sus programas programas y sus perspectivas en el México de entonces, y ése es uno de los puntos centrales que recorre nuestra interpretación. Aunque sin duda la destreza en la táctica militar, aunado a ese factor tan complejo que es e s el azar, tienen un lugar clave en la historia de la Revolución y actuaron en la contienda, las causas profundas del resultado del proceso iniciado en 1910 no hay que buscarlas allí, sino en la dinámica de la relación de fuerzas entre las clases y en la solidez, la potencialidad y los límites de los proyectos políticos que aquéllas fueron capaces de poner en juego; lo cual es, por otra parte, un elemento constituyente de toda guerra civil.

Como se plantea en la Introducción de este libro y en el ensayo “El país de Don Porfirio: estructura social y desarrollo capitalista”, el motor fundamental de la Revolución fue el ansia de tierra de las masas rurales, que se constituyeron en su principal protagonista. Desde el inicio, los sectores populares participantes se nuclearon tras las banderas del antirreeleccionismo impulsado por Francisco I. Madero, pero lo hicieron articulando la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz con otras reivindicaciones ampliamente sentidas: en primer lugar la recuperación de las tierras y del usufructo de los recursos naturales expropiados por los terratenientes, el rechazo frente al avasallamiento de las autonomías municipales, y las demandas obreras tales como la reducción de la jornada laboral y el mejoramiento de las condiciones de trabajo. Si la reivindicación de tierra es, en los términos explicados por el marxismo, una demanda de corte democrático-burgués2, en las condiciones del México de inicios de siglo llevó a la confrontación entre los campesinos pobres y las clases dominantes, y se constituyó como la diferencia antagónica entre los sectores actuantes en la Revolución. En torno a la misma se desplegó una perspectiva en pop otencia anticapitalista del proceso revolucionario, que abrió una de las confrontaciones clasistas más violentas v iolentas de la historia mundial durante la pasada centuria.

2

 En la transición al capitalismo, la revolución burguesa en Europa tuvo por delante la realización de ciertas tareas estructurales necesarias para eliminar el viejo v iejo régimen feudal, tales como la l a desaparición de las aduanas internas y la organización de un mercado único, la unidad política nacional, y la liquidación del latifundio, aunado a la creación de una clase de pequeños y medianos propietarios rurales. areas estructurales similares fueron las que tuvieron por delante, en el siglo XIX, los países latinoamel atinoamericanos incorporados violentamente al mercado mundial y a la división internacional del trabajo, sin haber dejado atrás las formas precapitalistas creadas en los siglos previos. previos .

 

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Hay que remitirse a sus diferencias con las revoluciones democrático-burguesas del pasado para entender la causa profunda de esta característica c aracterística de la Revolución Mexicana. En éstas “El gigantesco esfuerzo que necesita la sociedad burguesa para arreglar cuentas con el pasado sólo puede ser conseguido, bien mediante la poderosa unidad de la nación entera que se subleva contra el despotismo feudal, bien mediante una evolución acelerada de la lucha de clases dentro de esta nación en vías de emancipación”3; en esos procesos proces os emblemáticos del ascenso del reinado del capital, la burguesía todavía podía asumir un rol subversivo y dirigente contra el antiguo orden, resolviendo, a su manera, las demandas estructurales que motorizaban la intervención de las masas populares. Sin embargo, en su análisis de las revoluciones de la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX, León rotsky planteaba que ya entonces, a partir de la maduración de las clases sociales características del capitalismo, se ponía en un primer plano el carácter crecientemente reaccionario de una burguesía económicamente dominante. En las revoluciones de 1848 en Europa, la inmadurez política y social de los explotados y oprimidos llevó a que las demandas de corte democrático no se pudieran realizar, por la inexistencia de una nueva clase revolucionaria que asumiera el rol abandonado por una burguesía demasiado preocupada en evitar la irrupción del proletariado. Por su parte, el inicio del siglo XX planteó que, en los países de desarrollo atrasado que no habían realizado aún su revolución democrático-burguesa, y que estaban crecientemente bajo la égida de la dominación imperialista, las burguesías nacionales ya no podían jugar ningún rol progresivo por p or sus compromisos con el capital extranjero y la propiedad terrateniente. La extensión del reinado del capital en todos los confines del globo era acompañado del surgimiento de una clase social –el proletariado– que fue capaz de asumir un rol revolucionario aún en aquellos países que ingresaron tarde a la égida del capitalismo, y de tomar en sus manos la resolución de las tareas largamente postergadas. Este análisis, que es parte del legado del marxismo revolucionario de las primeras décadas del siglo XX, brinda elementos metodológicos fundamentales para comprender la historia de México,  y en particul particular ar la encruci encrucijada jada hist histórica órica de de 1910. 1910.

El accionar del sector burgués que en 1910 hegemonizó la dirección del movimiento estuvo signado por su interés en preservar el desarrollo del capitalismo en México. Que para acceder al poder po der político tuviera que impulsar un alzamiento armado ante la intransigencia porfirista, no cambia el hecho de que la intención del 3

permanente (compilación de escritos de León rotsky), Bue León rotsky: La teoría de la revolución permanente nos Aires, CEIP “León rotsky”, 1999, 1a. ed., p. 77.

 

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maderismo era limitarse a reformas políticas y a asegurar el predominio del sector social que representaba –en particular de las facciones dominantes del norte del país–, como expresó el Plan de San Luis, sobre el cual luego nos detendremos. Como afirmaba José Revueltas, la burguesía mexicana “[…] desde Don Lucas Alamán hasta los tiempos de don Porfirio, bajo cuya dictadura pudo medrar me drar tan apaciblemente, sus ligas con los gobiernos conservadores, conservadores , a lo largo de la historia del país, testimonian que se ha tratado de un núcleo social so cial reaccionario”4. Lejos de existir una burguesía urbana antagónica a los latifundistas, predominaba una profunda imbricación entre la propiedad terrateniente, el capital extranjero y los grandes propietarios en los sectores de la producción p roducción y de la extracción de materias primas; por otra parte, desde el clan Madero hasta el núcleo dirigente del constitucionalismo, eran grandes propietarios de tierra o provenían de los sectores acomodados del campo. Como consecuencia consecuenc ia de esto, las distintas fracciones políticas y militares de la burguesía se opusieron, en todo momento, a la resolución íntegra de las demandas agrarias, en la medida que esto implicaba atacar al latifundio y poner así en tela de juicio un desarrollo capitalista donde la propiedad de la tierra era uno de sus elementos constitutivos. Esto es fundamental para entender por qué el proceso iniciado en noviembre de 1910 no pudo ser congelado en las reformas políticas; por el contrario, los posicionamientos antagónicos en torno a la cuestión agraria se constituyeron como la clave estructural de los acontecimientos de esos años. Y se tradujeron en la creciente extensión y explosividad de una Revolución que inició bajo el cobijo del llamado de un ala de la clase dominante y se radicalizó más tarde, expresándose esto en la lucha que dio la fracción más avanzada del campesinado, primero contra Díaz, luego contra Madero, más tarde contra Huerta y finalmente contra Carranza  y Obregón, Obregón, poniend poniendoo en cuestión cuestión los cimient cimientos os del capit capitalism alismoo mexicano. mexicano. Ante el conservadurismo de las direcciones políticas burguesas, el campesinado5 y en particular los sectores organizados en los ejércitos de Villa y Zapata, tendieron a actuar como una fuerza social independiente. La mayor muestra de ello fue el surgimiento del Ejército Libertador del Sur, constituido a partir de los pueblos de Morelos y de las zonas bajo influencia zapatista en estados aledaños, así a sí como la adopción de una perspectiva programática plasmada en el Plan de Ayala  y,, después, en las distintas leyes agra  y agrarias rias emanadas del poder po der zapatista, zapatista, como la 4

sobre un proletariado sin sin cabeza, México, Era, 1980, p. 139.  José Revueltas: Ensayo sobre  Como planteamos en el ensayo “El país de Don Porfirio: estructura social y desarrollo capitalista”, el campesinado mexicano de los tiempos de la Revolución englobaba a una masa heterogénea que incluía, 5

entre otros, a los pequeños productores, a los pobladores p obladores rurales que realizaban de forma independiente distintas faenas en relación al trabajo agropecuario, así como a los peones acasillados. acasillados .

 

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que promulgó Manuel Palafox en 1915. Ésta fue la dinámica que asumió la participación de amplias franjas de los explotados del campo, y que tuvo su máxima expresión en la Comuna de Morelos, donde se impuso la expropiación de los latifundistas y la desaparición de los mismos como clase, así como la expropiación de los ingenios y otras industrias vinculadas de forma directa a la agricultura. Mientras que las direcciones radicales como el zapatismo y el villismo fueron impulsadas por las masas rurales a intentar la resolución de sus demandas por la vía de la ruptura violenta de la legalidad burguesa, tal como se expresó en las ocupaciones de tierras y en las expropiaciones de los hacendados, las fracciones encabezadas por representantes de la burguesía y la pequeñoburguesía pretendieron imponer distintas soluciones que tenían en común la contención del proceso revolucionario, con el objeto de no resolver la cuestión agraria. Esto fue compartido por el maderismo, el carrancismo y el obregonismo; estos últimos, fueron las dos principales fuerzas actuantes desde 1913 dentro del constitucionalismo, que apostaron a recomponer la dominación burguesa, después que el torbellino campesino aniquiló al Ejército Federal a mediados de 1914 y destrozó las instituciones del porfiriato preservadas por p or el gobierno de Madero.

De acuerdo con lo expuesto aquí, consideraremos la existencia de dos grandes fases de la Revolución, con sus respectivos periodos o subfases. De la rebelión antiporfirista a la generalización de la Revolución: Revolución: esta primera fase inicia con el alzamiento del 20 de noviembre de 1911 y se prolonga hasta la toma de Zacatecas, a fines de junio de 1914, por parte de la División del Norte de Francisco Villa. De la confrontación en el bloque antihuertista a la derrota de los ejércitos campesinos:: esta segunda fase de la Revolución comienza con el derrumbe campesinos del viejo Ejército Federal y se extiende hasta la institucionalización de la Re volución, con el triunfo de Carranza Carranza y Obregón.

Primera fase de la Revolución  De la rebelión antiporfirista a la generalización de la Revolución

La primera fase se caracterizó por: Una confrontación militar que atravesó distintos momentos, y que estuvo fundamentalmente el choque entre unviejo amplio bloquealantiporfirista  ydada los sectores que fueronpor hegemónicos b ajo el bajo vie jo régimen; cobijo de lo

 

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cual entraron a la lucha sectores cada vez más amplios de las masas. La continuidad inestable, durante los sucesivos gobiernos, del Estado burgués proveniente del porfirismo y de sus instituciones fundamentales. En ese contexto, el surgimiento de un ala radicalizada: el zapatismo, que entró en pugna con el gobierno de Madero y fue la máxima má xima expresión del antagonismo de clase entre el campesinado pobre y las distintas fracciones de la burguesía en el poder p oder.. La emergencia del zapatismo se convirtió en un punto de inflexión que marcó la dinámica revolucionaria del proceso histórico, y adelantó la confrontación que en los años siguientes enfrentó a los ejércitos campesinos radicales con el constitucionalismo. En las páginas siguientes consideraremos los siguientes periodos, como parte de esta primera fase: Inicia la rebelión. Del rebelión. Del alzamiento maderista a los acuerdos de Ciudad Juárez. El periodo maderista. De maderista. De la transacción con el porfirismo p orfirismo al golpe contrarrevolucionario de Victoriano Huerta. Se generaliza la guerra civil. La civil.  La lucha del constitucionalismo y el zapatismo contra el Ejército Federal.

 Inicia la rebelión: del alzamiento maderista a los acuerdos de Ciudad Juárez 

El primer momento de este periodo empieza entonces con el llamado del Plan de San Luis Potosí por parte de Francisco I. Madero, ex candidato presidencial y líder de la oposición antirreeleccionista, convocando a la insurrección nacional contra Porfirio Díaz. Para comprender la dinámica que llevó a que amplios sectores se ctores de la población –incluyendo franjas de las clases dominantes– se rebelasen contra Díaz, hay que considerar los acontecimientos ocurridos en los años previos y en particular la crisis de 1907, que agudizó las contradicciones económicas, políticas y sociales. Desde mediados de la primera década del siglo, se desarrolló una inestabilidad económica internacional que golpeó al México porfirista, el cual había registrado, en el periodo previo, importantes índices de crecimiento, crec imiento, particularmente en la industria y las exportaciones, constituyéndose como una economía orientada hacia el mercado externo y fuertemente desequilibrada. Desde 1905 se desplegó una crisis monetaria, quefue se combinó en 1907 con la que atravesó el sistema bancario y crediticio, lo cual prolongación de la crisis internacional

 

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con epicentro en Wall Street, que afectó a muchos hacendados y los decidió a  volcarse a la oposición al gobierno. Como plantea un autor autor,, “[…] la adopción del patrón oro, seguida por el pánico monetario de 1907 en Estados Unidos y una declinación del precio de las exportaciones, provocaron una reducción del ingreso nacional, que a su vez exigió nuevos préstamos exteriores, echando al mismo tiempo una pesada carga sobre las instituciones financieras del país”6. Bajo esta situación volátil el ministro de Hacienda, José Yves Limantour, convocó a una conferencia nacional de banqueros a inicios de 1908, e impulsó la aprobación de una nueva ley bancaria, que entre otras cuestiones buscaba “corregir algunas de las prácticas peligrosas y a impulsar el establecimiento de bancos de inversión e hipotecarios”7. En 1910, ante la amenaza de que se derrumbase el sistema financiero, Limantour se abocó a la búsqueda de nuevos préstamos en Europa. Sin embargo, estas medidas no podían resolver las importantes contradicciones estructurales de una economía cuyos sectores s ectores dinámicos se orientaban a la exportación, y que se acrecentaban por la crisis internacional. La crisis económica profundizó los padecimientos de las mayorías urbanas y rurales: aumento de las importaciones, incremento de los precios de los productos agrícolas y de consumo básico, y crecimiento del desempleo, lo cual no hizo más que incentivar el descontento con las políticas previamente desarrolladas por el gobierno. Ése fue el trasfondo de las rebeliones y luchas obreras de Cananea, Río Blanco y San Luis Potosí, del apoyo al maderismo por parte de la clase trabajadora, así como del despertar de las huelgas después de la caída de Porfirio Díaz. Por la importancia que revistió en el proceso revolucionario, nos detendremos en los efectos que todo esto tuvo en el norte del país. Durante el porfiriato, esta región se convirtió en el pilar de la “modernización” capitalista a través de la industria extractiva, la producción algodonera y la explotación del petróleo. Sin embargo, los métodos asumidos por el régimen político para conducir este proceso, acarrearon profundas contradicciones e importantes choques con distintos sectores de la sociedad norteña, que se acrecentaron durante la primera década del siglo. La expropiación de las tierras en beneficio de los grandes latifundistas  y de las compañías extranjeras colonizadoras, colonizadoras, no sólo se ejerció en contra de los pueblos indígenas (como los yaquis y mayos en Sonora), sino también sobre las tierras anteriormente otorgadas a los antecesores de los pobladores criollos de la región: los colonos militares, que resguardaron la expansión de la frontera en detrimento de los pueblos originarios. Explicando las características que llevaron a convertirse a Chihuahua y Du6

Revolución Mexicana, México, Siglo XXI, 8va. ed., 1999, p. 21. Cumberland, Madero y la Revolución   Ibidem Ibidem, p. 22.

7 Charles C.

 

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rango en los focos fundamentales f undamentales de la rebelión contra Díaz, el historiador Pedro Salmerón planteaba que “[…] La población aumentó, los pueblos perdieron su independencia política, las propiedades de los lo s rancheros fueron gravadas por los tasadores deChihuahua impuestos yo no quien emigrara las minas factorías de los faltó campos agrícolas de hacia California” California ”8. de la sierra, las Al mismo tiempo, el gobierno central atacaba el poder de algunas de las grandes familias de estos estados y favorecía a otras, imponiendo administraciones claramente disciplinadas a sus intereses, como fue por ejemplo el caso de Nuevo León o de Chihuahua. Estas medidas tuvieron también el efecto de limitar los caminos para la promoción y el ascenso social de las clases medias. Esto es un factor f actor importante para entender el enrolamiento de sectores de estas clases en las rebeliones contra Porfirio Díaz y Victoria Victoriano no Huerta9. En Durango, en el periodo porfiriano se establecieron las que fueron las dos haciendas más grandes del estado, cuya expansión se dio a expensas de las tierras comunales y que conservaron varios pueblos insertos en su extensión. Los conflictos protagonizados por los pueblos están ampliamente documentados por diversos trabajos historiográficos, en los cuales se evidencia tanto la lucha contra la imposición de las autoridades locales, como el conflicto por la tierra y el uso de agua contra los gobiernos estatales y las grandes haciendas. Si bien en los años previos a 1910 estos conflictos no traspasaron la forma de rebeliones locales, el descontento que proliferó frente a las medidas de la administración porfirista y que englobó a amplios sectores de la sociedad so ciedad norteña, se expresó en la dinámica y las características que adquirió el proceso revolucionario re volucionario en la región, y muy particularmente en los sectores sociales que tomaron parte de la rebelión en los estados del norte10. Para aquellos, el antirreeleccionismo se convirtió en el instrumento con el que expresaron su descontento con la apropiación de tierras y la autoritaria designación de las autoridades11. De igual forma, en Chihuahua y Durango, por ejemplo, las consecuencias económicas y sociales de la crisis de 1907 sobre los trabajadores rurales y urbanos, provocaron un crecimiento del magonismo y de las sociedades mutualistas12, todo lo cual fue un nutriente del proceso revolucionario. 8

Norte, México, Planeta, 1era. ed. 2da. reimp., 2008, p. 40.  Pedro Salmerón, La División del Norte  Aclarando que, como explicamos más adelante, la composición social de las guerrillas guerrill as y ejércitos nacidos en Coahuila, Sonora o Chihuahua-Durango fue distinta, de igual forma que la extracción social de sus mandos superiores e intermedios. Para la División del Norte ver Pedro Salmerón, op. cit . Para el Ejército del Noroeste frontera tera nóm nómada ada / Sono Sonora ra y la Revo Revoluc lución ión Mex Mexican icanaa, México, Siglo XXI, 1981.  ver Héc Héctor tor Agu Aguilar ilar Camí Camín: n: La fron 10  Según Pedro Salmerón, pueden encontrarse a muchos de los participantes de las revueltas rev ueltas locales de 9

1909 en las fuerzas 11

organizadas en torno a Francisco Villa a fines de 1910 y 1911.  Pedro Salmerón, op. cit., p. 131.

 

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Si durante las primeras décadas del porfiriato la hegemonía del gobierno sos obre las clases dominantes y los sectores medios del país se basó en el éxito del desarrollo capitalista, en el crepúsculo del dictador esto se trocó en descontento e incentivó las tendencias antirreeleccionistas ya económica existentes desde inicios de siglo. Concluyendo, podemos decir que la crisis y social abierta en el México de inicios de siglo llevó a una verdadera crisis del régimen de dominio porfirista, expresada en una aguda disputa al interior de las clases dominantes y en particular en la confrontación entre el porfirismo y el maderismo. Siguiendo la dinámica clásica de las revoluciones sociales contemporáneas, lo insoportable de la situación económico-social para las masas, junto a las contradicciones desplegadas en el seno de las clases dominantes, fue la condición necesaria para la entrada en escena, a partir del pronunciamiento de Madero y ocupando el proscenio de la historia, del México bronco y profundo, abriendo una dinámica revolucionaria de casi una década.

En este contexto más general, dos acontecimientos fueron claves para empujar a la oposición política a Francisco I. Madero, quien era un rico hacendado nacido en Coahuila, proveniente de uno de los clanes familiares más influyentes de la región lagunera. Por una parte, el ataque de enero de 1902 en San Luis Potosí, contra el Club Ponciano Arriaga, una organización liberal opositora y, un año después, la represión por parte de Bernardo Reyes, gobernador porfirista de Nuevo León, sobre los sectores opositores del estado. A partir de esto, Madero comenzó a apoyar y tomar parte en distintos movimientos de oposición y durante un corto período se vinculó al Partido Liberal Mexicano de Ricardo Flores Magón, del cual terminó distanciándose por la radicalización política de éste. Los primeros reveses electorales sufridos en el terreno local y las persecuciones persecucione s contra los opositores no cambiaron la perspectiva perspec tiva del coahuilense, que se centró en un cambio reformista y en la condena de cualquier orientación revolucionaria, aduciendo que ésta le daría excusas al gobierno federal para endurecer sus acciones. acciones . ampoco ampoco hizo cambiar su moderación la actitud de Porfirio Díaz, quien luego de haber dejado entrever e ntrever,, en la entrevista concedida al periodista estadounidense James Creelman en febrero de 1908, la posibilidad de no presentarse para un nuevo mandato, anunció tres meses después que buscaría la reelección en 1910.

12

 Las sociedades socie dades mutualistas, primeros intentos intentos de organización gremial de la clase obrera, levantaron

programas por reivindicaciones laborales como la disminución de las horas de trabajo, el aumento salarial o la mejora en las condiciones sanitarias.

 

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Desde 1906, Madero fue tejiendo una amplia red política y social so cial entre hacendados, intelectuales y periodistas fundamentalmente del norte y centro del país. En los inicios de 1909 hizo pública su postura en su libro La suce sucesió sión n presi presiden dencia ciall en 19 1910 10 que daba un sustento y político a su accionar. accionarcon . Como explicaba Cumberland, autor ideológico que simpatizaba ampliamente Madero, aquélCharles “[…] apenas mencionaba los males sociales y económicos, insistía mucho más en la necesidad de libertad de sufragio, no reelección para los altos cargos públicos y rotación en los cargos. Madero no pasaba por alto las necesidades sociales, soc iales, pero creía que había tiempo suficiente para enfrentar esos problemas una vez que mejoraba la situación política””13, esto al mismo tiempo que condenaba la revolución como medio de cambio. ca A partir de ello, comenzó una intensa labor para organizar una fuerza política de oposición. El objetivo de Madero se orientaba a ejercer presión sobre la administración porfirista hacia las elecciones de 1910 –y para ello la organización de un partido político legal era un paso fundamental–, a fin de que ésta permitiese “elecciones relativamente libres para la vicepresidencia, las gubernaturas, las presidencias municipales y el Congreso”14; además, como muchos en ese momento, consideraba que la avanzada edad del dictador abría la posibilidad po sibilidad de una sucesión natural  y  y una democratización paulatina p aulatina del sistema político, lo cual volvía fundamental el acceso a la vicepresidencia. De esta forma, en mayo de 1909 se constituyó primero el Club Central Antirreeleccionista y luego el Centro Antirreeleccionista de México, bajo el credo de no a la reelección, iniciando el proceso de organización política que llevó primero a la edición del periódico  El Anti-Reel Anti-Reeleccion eccionista ista; y en abril de 1910 a la creación del Partido Nacional Antirreeleccionista y a la designación de Francisco I. Madero como candidato a la presidencia. En ese contexto, el gobierno tuvo que lidiar con las aspiraciones de Bernardo Reyes, que organizó un movimiento político que presionó para obtener su candidatura a la vicepresidencia, compitiendo en esto con Ramón Corral, quien ocupaba ese cargo desde 1904. Una vez que Reyes fue obligado a retirarse de la contienda y partir en un viaje de estudios militares a Europa en octubre de 1910, y ante el hecho de que el maderismo cobró fuerza, nutrido además por el apoyo de un sector de los reyistas, el gobierno comenzó a preocuparse por la candidatura del coahuilense. odavía el 15 de abril de 1910, y en aras de encontrar una salida reformista y no  violenta  viole nta al conflict conflictoo con el gobiern gobierno, o, Mader Maderoo intent intentóó llegar llegar a un acuer acuerdo do con con Díaz, Díaz, anunciando que dicho pacto podría incluir su renuncia a la candidatura. Esto no encontró una respuesta positiva por parte del gobierno, que en mayo intensificó las 13 14 Charles C. Cumberland, op.

  Ibidem Ibidem, p. 74.

cit., p. 73.

 

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persecuciones, el encarcelamiento de partidarios de Madero, y la prohibición de  varios actos públi públicos cos de éste éste en en Coahui Coahuila, la, San San Luis Luis Pot Potosí, osí, Nuevo León y Aguasca Aguasca-lientes. Entretanto, Madero radicalizó su discurso, atacando públicamente a Porfirio Díaz,después hasta que junio de fueDíaz, detenido y encarcelado. Puesto libertad condicional delen triunfo esc apó escapó a Estados Unidos. Labajo confirmación del triunfo de Díaz-Corral por parte del Congreso el 5 de octubre de 1910 empujó a Madero a proclamar de manera tardía la necesidad de la insurrección y a publicar el Plan de San Luis Potosí, que, aunque fechado en esa ciudad, fue redactado mientras el coahuilense se encontraba exiliado en territorio estadounidense.

El Plan de San Luis denunciaba al régimen político por estar supeditado a los dictados de Porfirio Díaz y planteaba, como sus objetivos fundamentales: “[…] los principios de SUFRAGIO EFECIVO Y NO REELECCIÓN, como únicos capaces de sal var a la república república del del inminent inminentee peligro con con que la amenazaba amenazaba la la prolongaci prolongación ón de una dictadura cada día más onerosa, más despótica y más inmoral”15. Después de afirmar la imposibilidad de acceder al gobierno mediante las vías institucionales, Madero declaraba: “[…] ilegales las pasadas elecciones, y quedando por tal motivo la república sin gobernantes legítimos, asumo provisionalmente la Presidencia de la república, mientras el pueblo designa conforme a la ley sus gobernantes. Para lograr este objeto es preciso arrojar del poder a los audaces usurpadores que por todo título de legalidad ostentan un fraude escandaloso e inmoral”16 y realizaba un llamamiento al levantamiento nacional para el 20 de noviembre de 1910 a las 18 horas. Entre los puntos específicos que deberían normar el levantamiento y la deposición del dictador, se reconocían como vigentes todas las leyes y normas de la administración porfirista, “a excepción de aquellas que manifiestamente se hallen en pugna con los principios proclamados en este Plan”17. Madero se comprometía a aceptar “como válidos todos los acuerdos anteriores suscritos con gobiernos  y empr empresas esas extr extranjer anjeras” as”18  y a aceptar toda la responsabilidad por los perjuicios causados a personas o bienes de los países que le otorgaran su reconocimiento 19. Mientras se planteaba que luego de la caída de Díaz se pondrían en libertad a todos los presos políticos, el plan sostenía, en el punto 3, su única reivindicación social: 15

 500 años de México en documentos. “Plan de San Luis”, versión facsimilar, . tv/zapata/1910/p lan.html>. Consultado el 5 de julio de 2010. 16  Idem.  Idem. 17  Idem.  Idem. 18

 Idem. 19 Idem.

 Charles C. Cumberland, op. cit., p. 153.

 

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[…] Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos, por acuerdo de la Secretaría de Fomento, o por fallos de los tribunales de la República. Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de que se les despojó de un modo tan arbitrario, se declaran sujetas a revisión tales disposiciones y fallos, y se les exigirá a los que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a sus herederos, que los restituyan a sus primitivos propietarios, a quienes pagarán también una indemnización por los perjuicios sufridos. Sólo en caso de que esos terrenos hayan pasado a tercera persona antes de la promulgación de este Plan, los antiguos propietarios recibirán indemnización de aquellos en cuyo beneficio se verificó el despojo20.

Este punto, cuya concreción sería luego negada de forma sistemática por Madero desde el gobierno, fue el señuelo que logró congregar en torno al hacendado lagunero el apoyo de amplios sectores populares y en particular de las masas rurales. El Plan de San Luis estaba e staba orientado, fundamentalmente, a lograr una reforma política, imponer nuevas reglas y garantizar la integración al poder de los sectores de las clases dominantes marginados por Porfirio Díaz y la élite de los científicos. La vía armada fue, más que una convicción del maderismo, una consecuencia no deseada del hecho de que el dictador cerró toda posibilidad de transacción con la fracción representante de los hacendados del norte del país y de otros sectores acomodados. Centrado en la reforma de las instituciones del régimen de dominio, el Plan expresaba el interés de sus redactores en preservar preser var el orden social imperante, limitándose a ofertar de forma vaga algunas concesiones en torno a la cuestión agraria. Como eventualmente lo mostraron los acuerdos de Ciudad Juárez, el ob jetivo era impone imponerr una una transa transacción cción con el “anti “antiguo guo régimen régimen””, utilizan utilizando do como base social de maniobra a sectores populares descontentos con el porfiriato, y de ninguna forma apostaba a iniciar un proceso revolucionario como el que se desplegó. A partir del llamamiento del Plan, los primeros intentos militares de Madero –como el cruce a territorio mexicano por San Antonio– fracasaron. Esto había sido antecedido por varios golpes propinados por el gobierno, como en Puebla, donde el líder de la insurrección, Aquiles Serdán, fue descubierto y asesinado antes del 20 de noviembre de 1910. La poca po ca preparación del levantamiento y los escasos éxitos militares durante fines de noviembre y el mes de diciembre parecía que lo llevarían al fracaso; a pesar de esto, comenzaron a ponerse en movimiento innumerables partidas y grupos de insurrectos en distintos puntos del país. 20

 Plan de San Luis, op. cit.

 

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Es de destacar la incorporación del movimiento obrero, a través de su participación en los comités maderistas. El 1 de mayo de 1910 (varios meses antes de la publicación del Plan de San Luis) se convirtió en una movilización antirreeleccionista de más de 5 milentrabajadores, representaciones mutualistas21. Particularmente el centro del con país,numerosas los trabajadores fueron base importante del maderismo y tuvieron un rol destacado en el alzamiento de no viembre, como reseña Ramón R amón Eduardo Ruiz22. Durante los meses siguientes, la participación en la Revolución de los trabajadores (fabriles, de obrajes y artesanos entre otros sectores) estuvo signada por el apoyo y la simpatía por la dirección burguesa maderista, lo cual constituyó una característica de este inicio de la participación obrera en la Revolución. En Chihuahua, las primeras partidas militares se organizaron encabezadas por Francisco Villa y Pascual Orozco. Es evidente la relación que se estableció entre los conflictos de los años previos en Chihuahua y Durango y el inicio de los le vantamientos: […] estos conflictos de viejo cuño y de reciente factura convirtieron a la región en un foco revolucionario de gran potencial en las postrimerías del porfiriato: no es casualidad que los caudillos de la rebelión en Cuencamé (Durango), Calixto Contreras Espinosa y Severino Sev erino Ceniceros Bocanegra, Bocanegra , fueron, con oribio Ortega y Porfirio alamantes, los de mayor y más clara vocación agrarista en las filas del villismo 23.

La acción militar de Pascual Orozco fue fundamental, moviéndose por todo el occidente del estado, y generando enfrentamientos constantes con las fuerzas federales durante los meses siguientes. A fines de noviembre Villa y Orozco, respectivamente, capturaron Guerrero y San Andrés. En tanto que los magonistas de Chihuahua también realizaron importantes acciones, como la toma de Galeana. Iniciando el año de 1911, el levantamiento cobró nuevos bríos. A pesar de que las acciones militares comandadas de manera directa por Madero no lograron cambiar la relación de fuerzas con el gobierno24: “[…] La Revolución, recuperando el aliento después del primer choque […] (se mantenía) en la continuada 21

 José Villaseñor: “Entre la política y la reivindicación”, reivindicación”, p. 223, en Juan Felipe Leal y José Villaseñor Villaseñor,, En la  Revolución  Revolu ción (1910 (1910-1917 -1917)), “La clase obrera en la historia hi storia de México”, México”, México, Siglo XXI, 1988. 22  Ramón Eduardo Ruiz: La Rev Revol oluci ución ón Mex Mexica icana na y el el movi movimi mient entoo obre obrero ro 19 191111-19 1923 23, México, Era, 1976, p. 22. 23  Pedro Salmerón, op. cit., pp. 155 y 156. 24

 La primera acción liderada por el coahuilense en territorio mexicano, en febrero de 1911, con el intento de tomar Casas Grandes, fue derrotada por el Ejército Federal.

 

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resistencia de Orozco, Villa, Villa, José de la l a Luz Blanco y otros líderes en el norte (que así) estimulaban movimientos en otras regiones del país”25. En estos meses surgieron y realizaron sus primeras acciones de armas los núcleos que luego,enfrentaron en 1913, fueron parte los ejércitos constitucionalistas que en toda la región al golpe de de Estado de Victoriano Huerta. Huerta. Mientras tanto, en Nueva York se desarrollaban los intentos de negociación entre los representantes del gobierno y los maderistas. Díaz, que sólo reaccionó de forma tardía, anunció un cambio de gabinete y un programa de reformas políticas y sociales, lo cual significó un reconocimiento reconocimiento en los hechos de la importancia del movimiento revolucionario y fortaleció a los maderistas; desde marzo, las fuerzas antiporfiristas ocupaban numerosas ciudades en todo el territorio. Estamos ante un primer momento del proceso abierto en 1910, donde al cobijo del llamado de un sector de las clases dominantes, y tras la forma de las partidas guerrilleras que van cobrando una influencia cada vez mayor, lo que se expresaba era la incorporación de amplios sectores de las masas a la rebelión 26. Éste fue sin duda el factor f actor activo que evitó que el levantamiento le vantamiento maderista fracasara de manera estrepitosa y pasara, sin mayores preámbulos, a ocupar un lugar secundario en la historia. El crecimiento del movimiento armado contra el gobierno y la incorporación de sectores populares del campo y la ciudad, marcaba un punto de no retorno para Porfirio Díaz, y mostraba la existencia de un amplio frente de oposición que cruzaba a las clases populares, a las clases clase s medias urbanas y a sectores de las clases dominantes. En este momento ya emergían los dos centros político-militares que actuaron durante los 7 años siguientes de la Revolución: Chihuahua y Morelos. Ya planteamos brevemente los antecedentes del estado del norte; en el caso de Morelos, durante los años previos, la lucha frente a los atropellos de los latifundistas se había combinado con el enfrentamiento político y electoral contra los candidatos oficiales a la gubernatura, en lo cual habían participado varios de los que luego destacarían como dirigentes revolucionarios. En el estado sureño, el 11 de marzo de 1911 se levantó Emiliano Zapata en Villa de Ayala, quien había reemplazado a Pablo orres Burgos, asesinado por el ejército, como jefe de los partidarios de Madero en el estado. El 25 de marzo, “catorce jefes insurgentes de Morelos, Puebla y Guerrero acordaron formar el Ejército Libertador del Sur”27, 25

 Charles C. Cumberland, op. cit., p. 148. 26  Esta influencia golpeó la l a moral del ejército, así, hay que considerar el complot de acubaya, acubaya, protagonizado por sectores jóvenes de la oficialidad. 27 del sur 1912-1914 1912-1914, México, Era, 2005, p. 29.  Francisco Pineda Gómez: La Revolución del

 

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eligiendo a Zapata como jefe, y algunas semanas después ya eran alrededor de 5 mil milicianos armados. Y el 20 de mayo, en una importante acción política y militar,, fue tomada Cuautla, donde establecieron su cuartel general. militar Chihuahua, entretanto, desdedemediados abrilAsepesar encontraba sitiada Ciudad En Juárez por parte de las fuerzas Orozco ydeVilla. de los intentos de Madero por prolongar una tregua con el Ejército Federal que ocupaba la plaza, Villa y Orozco presionaron y realizaron la acción de armas más importante hasta el momento, tomando la ciudad el 10 de mayo y conquistando para el maderismo un punto fronterizo cuya importancia la daba el acceso al mercado de armas de Estados Unidos. La significación de la toma de Ciudad Juárez excede sin duda a su importancia militar; la misma marcó un punto crucial en el desmoronamiento progresivo de un régimen crecientemente aislado y carcomido, y mostró la incapacidad del Ejército Federal para neutralizar la rebelión. A partir de entonces se aceleraron los acontecimientos “[…] en todos los estados había centenares de pequeños grupos en armas; innumerables jefes, que representaban a millares de hombres, solicitaban información e instrucciones […]”28, en tanto que numerosas ciudades y pueblos en una gran parte de los estados del país estaban bajo el control de los rebeldes, indicando la extensión nacional del levantamiento. Esto era visualizado claramente por el gobierno nacional. Según Pedro Salmerón, aunque la dimensión fue menor a la que asumió la posterior rebelión contra Huerta en 1913, la multiplicación de acciones estaba poniendo en jaque al Ejército Federal29. En ese punto, como dice Adolfo Gilly, Gilly, “[…] tanto Díaz como Madero comprendieron la doble advertencia del Norte y del Sur: había que llegar a un acuerdo, antes de que la guerra campesina pasara pa sara por encima de ellos”30.

Los acuerdos de Ciudad Juárez, suscritos el 21 de mayo entre el negociador del gobierno y los representantes de Madero, establecieron la renuncia de Porfirio Díaz, y la asunción de un gobierno interino encabezado por Francisco León de la Barra, el anterior Ministro de Relaciones Exteriores, garantizando el desarme de las fuerzas insurrectas. Se trataba de un pacto para encarrilar la transición política y el recambio del personal gubernamental, conteniendo el proceso revolucionario y a los caudillos emergentes con base popular p opular,, y manteniendo intacto el aparato estatal. 28

 Charles C. Cumberland, op. cit., p. 167. 29  Pedro Salmerón, op. cit., p. 230. 30

México 1910-1920: una guerra campesina campesina por la tierra y  Adolfo Gilly: La Revolución interrumpida / México el poder , México, Ediciones El Caballito, 7ma. ed., 1980, p. 47.

 

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El punto 3 del Plan de San Luis era sin duda el más sentido por las masas; el grito de “Abajo “Abajo haciendas arriba pueblos” proclamado por los zapatistas en Villa de Ayala sintetizaba que el campesinado había entrado a la Revolución enarbolando sus propias y que no aceptaría fácilmente que ésta se limitara a cambios formalesdemandas en las instituciones. Por detrás de la transacción maderista con el antiguo régimen estaba el temor de clase a que su movimiento en pos de una reforma política derivase en una movilización de masas sin precedentes. La frase que se le atribuye a Porfirio Díaz poco antes de emprender el exilio, muestra el olfato de clase del líder burgués ante lo que luego acontecería: “Madero ha soltado un tigre; veremos si puede manejarlo”31.

 La dif ícil transición

Desde el inicio del interinato de Francisco León de la Barra, Madero dejó establecido que respetaría los acuerdos de Ciudad Juárez. Esto lo llevó incluso a enfrentar a algunos de sus partidarios, que exigían el cumplimiento inmediato del Plan de San Luis, acelerando la asunción del coahuilense como presidente. La intención de Madero era obtener la colaboración de sectores del viejo régimen en la tarea de estabilizar el país, lo cual se expresó en el gabinete, negociado nego ciado entre Madero y De la Barra. Como describe Cumberland, “[…] de los cargos importantes llenados en los primeros días del gobierno interino, cuatro correspondieron a revolucionarios leales, tres a hombres de tendencias conservadoras aunque sin relación alguna con el régimen de Díaz, y sólo s ólo dos a hombres vinculados a la dictadura. El gabinete representaba en gran medida al nuevo orden orden””32. Podríamos decir que lo que en realidad expresaba era la colaboración entre antiguos porfiristas y maderistas para “pacificar” el país. Madero mantenía intactas las instituciones del antiguo régimen y al Ejército Federal, que era el pilar del estado burgués, incorporando al gobierno a sectores provenientes del porfirismo. El ingreso de Madero a la Ciudad de México, a mediados de junio, moti vó una recepción multitudi multitudinaria; naria; según algunos cálculos, alrededor de 100 mil personas salieron a las calles. Mientras tanto, esto estuvo precedido por los escándalos de corrupción en los que se vio envuelto su hermano Gustavo y fundamentalmente por el hecho de que:

31

op. cit., p. 176.  Charles C. Cumberland, op. cit., p. 179.

32 Citado en Charles C. Cumberland,

 

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[…] ya habían empezado a reaparecer las fuerzas de la reacción y el partido revolucionario mostraba síntomas de desintegración. Madero fue criticado amargamente por los antirreyistas por haber autorizado el regreso de Bernardo Reyes inmediatamente después del triunfo de la revolución. Otra parte par te de la población lo criticaba por permip ermitir que el Ejército Federal permaneciera idéntico a la vez que insistía en que las fuerzas revolucionarias fueran licenciadas lo antes posible33.

En el seno del maderismo, se oponían al licenciamiento y propugnaban la creación de cuerpos irregulares paralelos al ejército federal varios gobernadores del norte del país –Abraham González en Chihuahua, José María Maytorena en Sonora y Venustiano Venustiano Carranza en Coahuila– así como el Secretario de Gobernación, Emilio Vázquez Gómez. Éste, que junto a su hermano Francisco había sido el sector moderado del antirreeleccionismo en la lucha contra Díaz, aparecía ahora como el ala radical que presionaba por la realización del Plan de San Luis. Luis . Madero, para disciplinar a sus partidarios, disolvió el Partido Nacional Antirreeleccionista y llamó a formar el Partido Constitucional Progresista. Pero la principal preocupación de Madero y De la Barra era contener el proceso revolucionario en el Norte y el Sur, y evitar que las masas agrarias protagonizaran tomas de tierras. En Chihuahua, las primeras fricciones ya habían aparecido con la designación de Carranza como Secretario de Guerra y Marina, el cual era visto por las fuerzas de Orozco y Villa como un personaje vinculado al porfirismo y al reyismo. Los reclamos provenientes de las filas insurgentes en torno a la cuestión agraria fueron acallados por Madero, para quien era prioritaria la desmovilización  y el desarme desarme de las mismas. Madero licenció a una fracción de las fuerzas revolucionarias (Orozco fue nombrado jefe de las tropas rurales y Villa incorporado como oficial honorario al ejército federal), y eso generó un descontento que emergió después en la rebelión de los coloradoss. En estas circunstancias, ya desde el 24 de mayo el Partido Liberal Mexicano ( PLM) do llamó a continuar la lucha contra Madero: “[…] “[…] no conspiréis contra vosotros mismos. Deshaceos de vuestros jefes de cualquier manera y enarbolad la bandera roja de vuestra clase, inscribiendo en ella el lema de los liberales: ierra y Libertad”34. ras este manifiesto, en los meses de junio a agosto, distintos destacamentos destacamentos de militantes del PLM se levantaron en Chihuahua. Entretanto, Entretanto, en distintos puntos de ese estado y de Durango D urango –como en Cuencamé– se desarrollaron desarrollaron tomas de tierra. 33

 Ibidem, 34 Ibidem

p. 184.  Pedro Salmerón, op. cit .,., pp. 269-270.

 

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Una de las primeras acciones de Madero al llegar a la Ciudad de México, fue una gira por Morelos, donde el objetivo era efectuar un reconocimiento de las fuerzas del Ejército Libertador del Sur y convencer a Zapata de que desarmase aSin susembargo, tropas a los cambio de la promesa de resolver demandassufrían agrarias. zapatistas se resistían a ello, y después de formalasconstante las provocaciones por parte del Ejército Federal. El 30 de agosto estalló la rebelión contra el gobierno interino, y se dio la toma de la hacienda de Chinameca. Cuando al final llegó al gobierno “ […] la única concesión que Madero estaba dispuesto a hacer era absolver a todos los rebeldes del cargo de rebelión y proteger a Zapata si éste se rendía incondicionalmente incondicionalmente y abandonaba Morelos”35.

 El gobierno de Madero y la lucha lucha contra la insurgencia campesina

 Muero, pero muero como los valientes, gritando gr itando ¡Viva Zapata! General zapatista Antonio de la Serna, ante el cuadro de fusilamiento formado  por instrucciones del gobierno maderista, el 9 de septiembre se ptiembre de 191236

En las elecciones de octubre de 1911, Madero resultó electo con cerca de 20 mil  votos,  voto s, lo que repr representa esentaba ba un un porcenta porcentaje je ínfimo ínfimo de la poblaci población ón (0.1% (0.1%)) y era expr expreesión del carácter profundamente antidemocrático del sistema político, basado en la exclusión de las grandes mayorías de los mecanismos formales de la democracia burguesa y donde sólo podía votar una minoría calificada. Su gobierno, que asumió desde el 6 de noviembre, se enfrentó, desde el principio, a una creciente inestabilidad y a cuestionamientos por distintos flancos. Por una parte, desde el seno mismo del antirreeleccionismo, la figura de Emilio Vázquez Gómez —quien fue removido de su cargo como secretario de Gobernación y que denunció al coahuilense por no cumplir el Plan de San Luis, proclamando el llamado Plan de acubaacuba ya— fue fue un punto punto de refer referencia encia para disti distintos ntos sector sectores es disconf disconformes ormes con Mader Madero, o, lo cual finalmente confluyó con el levantamiento de Pascual Orozco en Chihuahua. Por otra parte, los sectores provenientes del porfirismo desarrollaron una oposición activa en torno a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, hasta llegar a la Decena D ecena rágica en febrero de 1913. Por detrás de estos conflictos que sacudieron el precario orden surgido de los acuerdos de Ciudad Juárez estuvo la persistencia de la rebelión campesina en Morelos, el descontento en regiones del norte, así como la existencia de agita35

op. cit., p. 211.  Francisco Pineda Gómez, op. cit., p. 159.

36 Charles C. Cumberland,

 

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ción en el movimiento obrero. Durante todo su gobierno, Madero estuvo en un difícil dif ícil equilibrio entre las tendencias revolucionarias, revolucionarias, expresadas en las acciones de los campesinos y trabajadores, y la burguesía que presionaba para un ataque frontal másde activos de para las masas. Cony elgeneralizado correr de loscontra meses,los la sectores incapacidad Madero resolver esta situación, empujó a la mayoría de la clase dominante a optar por un camino abiertamente contrarrevolucionario, a través del golpe de Estado liderado por Victoriano Huerta.

La rebelión de los colorados –cuyo nombre proviene de las acciones previas de los rojos magonistas, algunos de los cuales se sumaron a la rebelión orozquista ya que vieron en la misma una vía para enfrentar a Madero– no puede comprenderse cabalmente sino es como resultado de un creciente descontento popular, marcado por motines y revueltas en Chihuahua y La Laguna, efectuados contra el licenciamiento de las tropas irregulares ya y a mencionado y frente a la negativa de Madero de resolver el punto 3 del Plan de San Luis. Orozco, enviado por el gobierno a reprimir los levantamientos que antiguos ex compañeros de armas e integrantes de las tropas revolucionarias realizaban en distintos puntos de Chihuahua, al final se plegó a aquéllos el 2 de marzo de 1912, y a partir de entonces la mayoría de las tropas irregulares de Chihuahua se sumaron a la rebelión. Aunque su programa –el Plan de la Empacadora– contenía reivindicaciones sociales, tras las cuales incorporó a sectores insurgentes de 1910 y conquistó gran apoyo popular en el occidente del estado, hay que recordar que la rebelión era financiada por los latifundistas ofuscados con los aumentos de impuestos. El movimiento de Orozco no tuvo una postura p ostura independiente frente a los terratenientes, terratenientes, quienes lo utilizaron en su disputa con el gobierno central, como sí la tuvo la insurgencia sureña, y por ello aquél terminaría apoyando en 1913 a la contrarrevolución huertista contra contra Madero. El mismo Plan de la Empacadora expresaba esto: aunque avanzado en algunas de sus reivindicaciones, propugnaba medidas de reforma agraria que incluían reconocer “la propiedad a los poseedores pacíficos por más de veinte años” 37, lo cual podía incluir a los latifundistas que se habían beneficiado de las leyes deslindadoras del porfiriato. El gobierno ocupó varios meses en derrotar la rebelión orozquista mediante el envío de tropas federales bajo el mando de Victoriano Huerta, en las cuales participaron Villa y muchos insurgentes de Durango y Chihuahua; esto evidenciaba que la actitud ante el gobierno de Madero había provocado una escisión y confrontación en las filas plebeyas revolucionarias. 37

 500 años de México en documentos. “Plan de la Empacadora”, 25 de marzo de 1912, . Consultado el 5 de julio de 2010.

 

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Después de su participación en el alzamiento de 1910, el segundo momento de la actuación del movimiento obrero en la Revolución fue el proceso de luchas reivindicativas desarrolló fines de 1911 durante el gobierno de Madero. La caída de que Díazsefue vista poralos trabajadores como una oportunidad para mejorar las duras condiciones laborales a las que estaban sujetos tras las derrotas sufridas en los años previos; en última instancia, la participación activa de las organizaciones mutualistas en el levantamiento maderista, estaba también impulsada por la posibilidad de conquistar sus reivindicaciones sectoriales. En noviembre de 1911 se desarrolló una huelga general en orreón, orreón, en tanto que, a fines de ese diciembre, estallaron huelgas en Puebla (incluyendo a dos distritos bajo influencia zapatista) y en la zona de San Antonio Abad, en la Ciudad de México, las que rápidamente se extendieron en un proceso huelguístico nacional que, según Francisco Pineda Gómez, englobó a 45 mil trabajadores 38. En estos conflictos se repetían las demandas de reducción de la jornada a 8 horas y aumento salarial, y su epicentro fueron los estados de México, Veracruz, Veracruz, Puebla, Jalisco y laxcala. Para conjurar esta situación, el gobierno convocó a una reunión con empresarios, en la cual acordó la promesa –nunca cumplida– de reducir la  jornada a 10 horas y mejorar los salarios, a cambio de otorgarles a los patrones una reducción impositiva. La ofensiva del gobierno y de sus órganos oficiales contra la huelga fue furibunda, f uribunda, acusando de “radicalismo” al movimiento obrero  y llamándolo a aceptar los acuerdos entre entre el gobierno gobierno y los patrones. patrones. Las huelgas se extendieron durante el mes de enero, para luego ir decayendo. Luego de esto fueron finalmente despedidos los “agitadores” en muchos centros de trabajo, y el maderismo inició una operación para cooptar a sus filas a una parte de los líderes obreros, mientras se dejaban sin cumplimiento los acuerdos bajo los que se habían levantado las huelgas. Es de destacar que tiempo después de estos sucesos, el 22 de septiembre de 1912, en la Ciudad de México se fundó la Casa del Obrero Mundial, de orientación anarcosindicalista, anarcosindicalista, la cual llegó a ser la principal p rincipal organización obrera de México en los años posteriores de la Revolución. Re volución.

En el caso de la rebelión de Morelos y los estados aledaños, el gobierno nacional se embarcó en una verdadera guerra que más abajo desarrollaremos, pero podemos adelantar que tuvo una de sus primeras acciones en el intento de emboscar a Emiliano Zapata y sus milicianos en Villa de Ayala en noviembre de 1911. Esto requirió que, respecto a las tropas enviadas a Morelos, “[…] al primer trimestre 38

 Francisco Pineda Gómez, op. cit., pp. 126-127.

 

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de la guerra (febrero-marzo de 1912) la suma total había sido de 13 mil 225 efecefe ctivos, es decir dec ir,, más de un tercio de las fuerzas armadas del gobierno”39. Esto se combinaba con la promesa de medidas limitadas y parciales frente a la Seg ún plantea Según “[…] Madero ni sus principalescuestión asesoresagraria. habían pensado muchoCumberland, en el futuro de losni ejidos y el famoso artículo 3 del Plan de San Luis fue incluido por una cuestión de justicia elemental y no por un concepto básico económico y social”40. Como queda claro al leerlo, y a pesar de las expectativas populares que había generado, el Plan se orientaba fundamentalmente a tratar la problemática de los pequeños propietarios, mas no estaba en su horizonte resolver la situación de de los peones, ni la de los pueblos desposeídos y despojados de sus tierras. Durante el gobierno de Madero, se presentaron numerosos proyectos para “resolver” la cuestión agraria en el Congreso Nacional. La Ley Agraria de noviembre de 1911, por ejemplo, no ponía en cuestión las propiedades de los terratenientes, y no suponía ni siquiera el reparto del conjunto de las tierras nacionales, las cuales serían comercializadas, dejando fuera del acceso a las mismas a los campesinos pobres que no tenían ningún capital para adquirirlas, ya que ni siquiera se les otorgarían créditos para facilitar su compra. De esta manera la “reforma agraria” de Madero no alcanzaba siquiera las vagas promesas del Plan de San Luis. Su real orientación estaba bien expresada en un discurso que el hacendado lagunero dio en Veracruz: “[…] desde el punto de vista económico y social el cambio no puede ser tan veloz; no es posible promoverlo mediante una revolución, mediante leyes  y decretos” decretos”41. Luis Cabrera, parlamentario que criticaba a Madero por no impulsar la restauración de los ejidos, presentó un proyecto de ley que proponía la restitución de tierras mediante su compra a los terratenient terratenientes es por parte del gobierno, y que éste “conservara la42 propiedad y permitiera a los campesinos cultivar el terreno sin cargo alguno” , una salida al problema agrario que suponía una erogación económica exorbitante por parte del Estado y que no prosperó prosp eró43. Emilio Vázquez Gómez, representante del ala “izquierda” del antirreeleccionismo, “se oponía a la expropiación y estaba a favor de la compra y reventa de tierras cultivables, la construcción de represas y el establecimiento de escuelas agrícolas”44. No había 39

 Francisco Pineda Gómez, op. cit., p. 57.  Charles C. Cumberland, op. cit., p. 240. 41  Discurso de Madero en Veracruz, 23 de septiembre de 1911, citado en Charles C. Cumberland, op. cit., p. 242. 42  Ibidem  Ibidem, p. 250. 40

43

  Ibidem Ibidem, p. 248.  Ibidem, p. 252.  Ibidem

44

 

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entonces en el seno de la administración maderista y sus aliados políticos e intelectuales ningún sector s ector que cuestionara y atacara –ni siquiera de forma tímida– la propiedad terrateniente haciendo uso de un programa de expropiación de los lo s latifundios, reparto agrario y restitución de las tierras ejidales. Entretanto, después de la primera agresión militar ordenada por Madero, los zapatistas lanzaron el Plan de Ayala, fechado el 28 de noviembre de 1911. El mismo atacaba a Francisco Madero por haber dejado en pie “la mayoría de los poderes gubernativos y elementos corrompidos de opresión del Gobierno dictatorial de Porfirio Díaz” así como por no cumplir el Plan de San Luis, postergado por la transacción de Ciudad Juárez. Denunciaba la persecución y opresión sobre los pueblos que reclamaban sus derechos, y la imposición de gobiernos estatales en contra de la voluntad de las mayorías, como fue el caso del general Ambrosio Figueroa, calificado como verdugo y tirano de Morelos. Finalizaba planteando que Madero había entrado en “contubernio “contubernio escandaloso esc andaloso con el partido científico, hacendados-feudales y caciques opresores, enemigos de la Revolución proclamada por él, a fin de forjar nuevas cadenas y seguir el molde de una nueva dictadura más oprobiosa y más terrible que la de Porfirio Díaz”, a partir de lo cual llamaba a continuar la lucha contra el gobierno de Madero, a quien denunciaba como traidor a la Revolución. A partir de invocar como propio al Plan de San Luis, se introducían una serie de “agregados” a éste, que en realidad cambiaban de forma radical el contenido y el carácter social del Plan maderista, expresados en los puntos 6 a 9 del Plan de Ayala, y que a la letra planteaban: 6º. Como parte adicional del plan que invocamos, hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la justicia venal, entrarán en posesión de esos bienes inmuebles; desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos, correspondientes a esas propiedades, de las cuales han sido despojados por mala fe de nuestros opresores, manteniendo a todo trance, con las armas en las manos, la mencionada posesión, y los usurpadores que se consideren con derechos a ellos, lo deducirán ante los tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución. 7º. En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura, por estar monopolizadas en unas cuantas manos, las tierras, montes y aguas; por esta causa, se expropiarán previa indemnización, de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellos a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias,

 

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fundos legales para pueblos o campos de sembradura o de labor y se mejore mej ore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos. 8º. Los hacendados, científicos o caciques que se opongan directa o indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes y las terceras partesde que a ellos correspondan, se destinarán para indemnizaciones de dos guerra, pensiones viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en las luchas del presente Plan. 9º. Para ejecutar los procedimientos respecto a los bienes antes mencionados, se aplicarán las leyes de desamortización y nacionalización, según convenga; pues de norma  y ejemplo pueden servir las puestas en vigor por el inmortal inmor tal Juárez a los bienes eclesiásticos, que escarmentaron a los déspotas y conservadores que en todo tiempo han querido imponernos el yugo ignominioso de la l a opresión y el retroceso45.

Como han sostenido diversos autores46, el Plan de Ayala descansaba en dos principios fundamentales. En primer lugar, la expropiación y nacionalización de las tierras, en beneficio de los “pueblos de México”; lo cual en el artículo 6º se orientaba a “los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la justicia venal”, en el artículo 7º al conjunto de la gran propiedad, y en el artículo 8º “a los hacendados, científicos o caciques que se opongan directa o indirectamente al presente Plan”. El punto más radical, porque englobaba en los hechos a todas las clases propietarias en el campo y dejaba fuera cualquier indemnización, era el punto 8º. Esto suponía una inversión ta jantee de lo plant  jant planteado eado por Mader Maderoo y los inte intelectua lectuales les y políti políticos cos antes antes mencio mencionados nados –quienes aún en sus propuestas más “progresistas” se basaban en la intocabilidad de la gran propiedad– y un cambio de fondo respecto al punto 3 del Plan de San Luis, el cual se limitaba a la situación de la pequeña propiedad y no se orientaba a resolver la situación de las mayorías agrarias desposeídas por los latifundistas. El otro pilar sobre el que descansaba el Plan de Ayala era la transgresión de la juridicidad burguesa, ya que: […] dispone que los campesinos despojados de sus tierras entrarán en posesión de ellas desde luego, es decir, las tomaran inmediatamente ejercitando su propio poder. Esa posesión será mantenida ‘a todo trance, con las armas en la mano’. Y serán s erán los terratenientes usurpadores quienes, al triunfo de la Revolución, tendrán que acudir ante tribunales especiales para probar su derecho a las tierras ya ocupadas y recuperadas en el curso de la lucha por los campesinos 47. 45

 Se puede consultar el Plan de Ayala en este libro, parte III “Memorias de la Revolución” Re volución”, pp. 299.

46

 Adolfo Gilly, op. cit. y Francisco Pineda Gómez, op. cit.  Adolfo Gilly, op. cit., p. 64.

47

 

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La lucha por la tierra y su preservación en manos de los campesinos estaba entonces asociada, no a la confianza en la acción de los tribunales, sino al poder armado de los pueblos insurrectos. Aunque el el Plan de Ayala pudo imponer de forma generalizada sol amente solamente en 1915, durante periodo de laseComuna de Morelos, en los años previos se intentó implementar en las zonas bajo control del Ejército Libertador del Sur. Un testimonio de esto lo encontramos en la siguiente resolución de 1912, que fue la primera expropiación acordada por la dirección zapatista, en medio de la ofensiva militar: […] los que suscriben, en nombre de la Junta Revolucionaria del estado de Morelos, teniendo en consideración que ha presentado sus títulos correspondientes a tierras el pueblo de Ixcamilpa, y habiendo solicitado entrar en posesión de las mencionadas tierras que les han sido usurpadas por la fuerza bruta de los caciques, hemos tenido a bien ordenar conforme al Plan de Ayala, que entren en posesión de tierras, montes y aguas que les pertenecen y les han pertenecido desde tiempo virreinal y que consta en títulos legítimos del tiempo virreinal de Nueva España, hoy México48.

El sustento profundo del Plan de Ayala y de los intentos por llevarlo a cabo, fue la irrupción violenta de amplios sectores de las masas agrarias de Morelos  y otros estados, estados , quienes nutrieron el ejército campesino liderado por Emiliano Zapata. Eso fue lo que permitió soportar la política de tierra arrasada del mando militar federal y sustentó las varias ofensivas del Ejército Libertador del Sur contra el gobierno central.

En los meses siguientes a la ruptura entre el gobierno y el Ejército Libertador del Sur, las tropas federales mantuvieron su control en las ciudades del estado, donSur, de actuaban lo que John Womack Jr. llamó “los revolucionarios respetuosos de la ley” ley ”, que se postulaban ante Madero como capaces de pacificar el estado, para p ara lo cual pugnaban por reformas limitadas en el campo, que pusieran un alto a la influencia de los rebeldes zapatistas. Mientras tanto, los destacamentos zapatistas desarrollaban su acción en los pueblos y zonas rurales, y cobraban influencia en los estados de laxcala, Guerrero, Puebla, Oaxaca, Estado de México y Michoacán, donde comenzaban a levantarse partidas de insurrectos. Los días 9 y 19 de febrero de 1912, el ejército maderista –bajo las órdenes del general Juvencio Robles– realizó cruentas acciones contra la población civil, con el ataque y la quema del pueblo de Santa María Ahuacatitlán. Para obtener mayor 48

  Ibidem Ibidem, p. 68.

 

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cantidad de efectivos militares, Madero lanzó el proyecto del Servicio Militar Obligatorio, en tanto que se decretó la supresión de garantías individuales en Morelos, Guerrero, laxcala y varios distritos del Estado de México y Puebla, bajo la justificade “satisfacer primordial de la vida, honra  yción la propieda propi edad” d”. Laúnicamente orientación orientac iónladiscur dinecesidad scursiv sivaa gubernam guber nament ental al asegurar era abier abiertam tament enteelaracista: raci sta: “la única bandera de las chusmas surianas es el bandidaje”, y el objetivo, en palabras de Madero, era “acabar con el bandidaje que bajo la forma de un comunismo agrario amenaza la vida, la honra y la propiedad”49, lo cual estaba orientado a tranquilizar a las clases dominantes que veían la amenaza que, sobre la propiedad terrateniente, ejercían los campesinos organizados tras la divisa del Ejército Libertador del Sur. La ofensiva militar adoptó medidas de recolonización, tomadas de las tácticas que los distintos ejércitos coloniales llevaron adelante en Cuba, Filipinas y la guerra Bóer de Sudáfrica, con lo que se buscaba, previa internación de la población en campos de concentración, “[…] destruir esos reductos zapatistas (forma en la que se refería a los pueblos, N. del A.) y evitar que los vecinos dieran armas, parque y alimentos a los bandidos”50. Como escribía John Womack Jr., “[…] el incendio a que se había recurrido como medida desesperada unos cuantos días antes en Santa María pasó a con vertirse en sistema”. Según planteaban los diarios de la Ciudad de México, eso era la forma de evitar que Morelos se convirtiese “en “en la tumba de nuestro heroico ejército”51. En abril de 1912, los zapatistas lanzaron una contraofensiva a través de la cual tomaron de forma momentánea epoztlán, Jonacatepec y Jojutla, y expandieron su influencia militar en el estado y zonas aledañas, alentados además por el levantamiento de Orozco en Chihuahua. Es importante considerar en este punto el carácter y la dimensión de las acciones militares de los rebeldes. Según reporta Pineda Gómez, los zapatistas realizaron 2 mil 304 acciones –considerando sólo las que se encuentran documentadas– durante los gobiernos de Madero y Huerta. La forma guerrillera que asumió el Ejército Libertador del Sur, Sur, no significaba que se tratase siempre de pequeños destacamentos, ya que “[…] entre 200 y 500 oscilaba el número de rebeldes que, según el diario maderista  Nueva  Era participaron en los hechos de armas que ocurrieron en el rumbo de Chalco, epalcingo, ejalpa, opilejo y lalquiltenango”52. 49

  Ibidem Ibidem, p. 43.  El País  El País, 31 de agosto de 1912, citado por John Womack Jr.: Zapata y la Revolución Mexicana, México, Siglo XXI, 7ma. ed., 1976, p. 135. 50

51

 Citado por John Womack Jr., op. cit., p. 136.  Francisco Pineda Gómez, op. cit., p. 49.

52

 

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Las acciones tuvieron, en determinados momentos, un carácter ofensivo que no se limitó a emboscadas y acciones en el campo, sino que implicó la ocupación de ciudades en Morelos y los estados aledaños, así como numerosas incursiones 53

en los de ún la Ciudad deJr., . de los zapatistas mostraba sus límiPoralrededores otra parte, según seg Womack Womack JrMéxico ., la acción tes en la dificultad para conservar en su poder los centros urbanos conquistados,  y en que el rela relativo tivo control control territori territorial al que ejercían sobre sobre los pueblos no era complementado con el dominio de los centros políticos y administrativos del estado, los cuales no podían p odían mantener por la falta de suministros y de armamento. De hecho, los intentos de Zapata por lograr la asistencia militar del que consideraba su aliado en el Norte, Pascual Orozco, no lograron ningún resultado, y los zapatistas dependieron, para conseguir recursos, de distintas vías, incluyendo la red clandestina de obtención de municiones en la Ciudad de México. Pero la mayor parte del armamento se conseguía a través de los asaltos a los cuarteles y bases militares del Ejército Federal, y era común la falta de pertrechos para hacer frente al enemigo. En los meses siguientes a la ofensiva zapatista de abril, los sectores “partidarios de la legalidad” en el propio estado se fortalecieron; provenientes en muchos casos de los comerciantes y las clases medias urbanas, a partir del restablecimiento coyuntural de las garantías constitucionales y contando con el apoyo de Madero, comenzaron a preparar una serie de reformas. Esto coincidió con una modificación en la táctica del gobierno federal, que sustituyó a Juvencio Robles por Felipe Ángeles –reconocido por su habilidad negociadora–, y le ofreció a Emiliano Zapata una tregua de tres meses. Esta actitud respondía a la debilidad creciente del gobierno de Madero, el cual, perdiendo el apoyo de las clases dominantes, mirado con creciente desconfianza por la administración estadounidense, e impotente para acabar con la rebelión sureña a pesar de la sangrienta campaña de Robles, intentaba restarle base social al zapatismo y encontrar algún sector en su seno que estuviera interesado en una transacción, lo cual podría dividir y debilitar a su adversario. En cuanto a la labor de los reformadores de Morelos, un autor plantea, “Después de aceptar provisionalmente las enmiendas constitucionales que había propuesto Eugenio Morales y de promulgar leyes fiscales a favor de las pequeñas empresas urbanas y rurales, los diputados abordaron directamente la cuestión agraria”54, sin embargo, las tibias reformas –que no iban más allá de un impuesto de 10% a las haciendas y la adquisición por parte del gobierno de parte de las tierras– no sólo no fueron instrumentadas, sino que se volvieron a adoptar medidas represivas. 53

 Según Francisco Pineda Gómez, “los hechos de armas muestran, además, la forma del despliegue de las l as

fuerzas rebeldes. Concentran, atacan, se abastecen y se retiran, vuelven a concentrar y atacar”,  ibidem, p. 50. 54  John Womack Jr., op. cit., p. 147.

 

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En este contexto, hay que destacar que la fortaleza del Ejército Libertador del Sur y su avance militar creciente no dependían esencialmente de su potencial técnico y de su capacidad de fuego. Sus éxitos militares, que al final le darían el control sobre Morelos y zonas adyacentes, descansaban endemandas que su programa y su política expresaban la voluntad de resolver hasta el final las de las masas rurales . rurales. Junto a la cohesión política alrededor del problema agrario, el zapatismo logró fuerza organizativa porque el eje de su zona de acción se encontraba en los pueblos que –a través de los gobiernos autónomos–, garantizaban la manutención y el sostenimiento del Ejército Libertador. Por eso, a fines de 1912, cuando se mostró la futilidad de los intentos reformistas de sectores de las clases medias y acomodadas de Morelos, y las maniobras de Madero no fructificaron, el zapatismo volvió a acrecentar su influencia política y su reclutamiento militar en las comunidades. Como plantea John Womack Jr., los milicianos zapatistas aparecían a veces organizados como destacamentos armados y luego desaparecían al amparo de las comunidades. En este punto, merece considerarse lo que fue una de las acciones más osadas que proyectó Zapata: el plan para tomar Palacio Nacional el 15 de septiembre, mediante una acción guerrillera ofensiva sustentada en una infiltración paciente, durante los meses previos, previo s, de centenares de milicianos zapatistas zapatista s en la Ciudad de México. Esto –que relata de manera detallada Francisco Pineda en la obra citada– se sustentó en la existencia de una amplia red urbana zapatista, la cual fue descubierta pocos días antes de la fecha señalada mediante la acción de la policía secreta, que era continuidad –en la institución y en los hombres que la lideraban– de los servicios de inteligencia de Porfirio Díaz. El desbaratamiento de la red fue seguido del juicio sumario a sus integrantes, y del traslado de los principales responsables –entre ellos el general zapatista Antonio de la Serna– a Chalco, Estado de México, donde regían las leyes de excepción, para ser “legal” y rápidamente fusilados. En contraste con el aumento ya mencionado de la influencia zapatista, hay que destacar que, a nivel nacional, “[…] a finales de julio de 1912, el maderismo prácticamente había perdido en su totalidad los apoyos –políticos y militares, del campo y la ciudad, en el Norte y en el Sur– que le permitieron encumbrarse”55. Esto se articuló con que, durante septiembre, se inició una ofensiva diplomática por parte de Washington, que reclamó al gobierno de Madero por su incapacidad para defender los intereses de sus connacionales. Ésta fue el preludio del levantamiento de octubre en Veracruz, liderado por el general Félix Díaz, y que contó con la cobertura de buques de guerra de EE. UU., Alemania e Inglaterra. Aunque esta acción militar fue conjurada por el gobierno, resultó ser el antecedente inmediato del golpe de Huerta en febrero de 1913. Estados Unidos modificaba 55

 Francisco Pineda Gómez, op. cit., p. 142.

 

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así su política inicial frente al coahuilense, al cual había apoyado frente a Díaz, quien en los últimos años había virado su política exterior hacia Inglaterra y otras potencias. Este accionar por parte de EE. UU. y sectores del ejército se explicaba, en grancampesina medida, por la incapacidad manifiesta Madero para dominar la insurgencia y preservar los intereses de lasdeclases dominantes. En octubre, los zapatistas z apatistas instituyeron instituyeron un impuesto revolucionario sobre los lo s hacendados, y elaboraron su propia ley de suspensión de garantías. Dicha normativa, entre otros puntos, “[…] declara fuera de la ley al presidente de la república y su gabinete 2) Amenaza con fusilar en lo sucesivo a quienes se presenten en el sur como delegados de paz… 9) las autoridades políticas serán sustituidas por Comités de Salud Pública”56. Con estas medidas, el zapatismo se arrogaba facultades propias de un gobierno revolucionario a escala local. Mientras tanto, realizaba una constante actividad clandestina en la Ciudad de México, para cobrar los “tributos revolucionarios” y eventualmente ajusticiar a quienes se negaban a pagarlos 57. Al mismo tiempo, iniciaba ataques contra 37 grandes propiedades de Morelos, laxcala, Puebla, Estado de México y Michoacán. En Morelos en particular, las haciendas ocupaban 46% del territorio y 79% de los hombres eran peones p eones58, con lo que el golpe económico y político fue de grandes proporciones. Ante ello, Felipe Ángeles respondió duramente la ofensiva zapatista, lo que le restó legitimidad a su anterior postura negociadora, principal virtud bajo la cual Madero lo había hecho jefe de las operaciones en la zona. Durante los meses siguientes Morelos, que había sido el principal foco de oposición a la transacción de Ciudad Juárez, Juárez, irradió su influencia hacia los estados cercanos. Las últimas semanas del gobierno fueron de una lucha ascendente en el sur del país, en las cuales se inscribieron los ataques a las haciendas y las leyes de excepción zapatistas: “[…] la ciudad de Oaxaca fue aislada militarmente por la acción de las fuerzas de Oseguera; oluca oluca estuvo en una situación similar, similar, aunque por menos tiempo; mil insurgentes de Guerrero al mando de Jesús Salgado permanecieron amenazando con pasar a Morelos; Izúcar de Matamoros, Cuautla y Yautepec fueron atacadas también por el Ejército Libertador” 59, en tanto que en el Estado de México, alrededor de 5 mil rebeldes controlaban varios distritos; la acción más importante en Morelos, la toma de Ayotzingo el 9 de enero de 1913, marcaba –por su ubicación geográfica– la posibilidad del acceso 56

  Ibidem Ibidem, p. 168.  Ibidem, p. 172.  Ibidem

57 58

  Ibidem Ibidem, p. 185.  Ibidem  Ibidem, p. 189.

59

 

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a la Ciudad de México, lo cual fue conjurado por la recuperación de este punto, lograda con mucha dificultad por las tropas federales. Aunque el zapatismo, en esta fase de la Revolución, no pudo mantener en su poder ninguna plaza importante ni ofensiva lograr la y,fuerza militar para derrotar al Ejército Federal, desarrolló una acción al momento del golpe huertista contra Madero, era una fuerza política y militar fortalecida, fortalecida , que podía empalmar con el descontento que comenzaba a desarrollarse en otras zonas del país.

El zapatismo debe considerarse teniendo en cuenta la dinámica de su trayectoria. Al inicio entró en alianza con un sector de la misma clase dominante organizado tras la figura de Francisco I. Madero y apoyó un programa —el Plan de San Luis— que se limitaba a la reforma del régimen político. A partir de los acuerdos de Ciudad Juárez avanzó avanzó hacia la independencia política y programática, expresada en el Plan de Ayala y en el enfrentamiento con el Ejército Federal bajo las órdenes del nuevo gobierno maderista. Es ilustrativo en ese sentido lo que señala Adolfo Gilly, Gilly, cuando plantea que “[…] Lo que le permitió después convertir el apoyo en alianza y la alianza en ruptura y en movimiento con programa revolucionario propio, fue que desde un comienzo la Revolución del sur se organizó con su propia dirección, elegida por los pueblos y los combatientes, y con su organismo independiente de la dirección burguesa: el Ejército Libertador del Sur”60. O, como afirma Francisco Pineda, para quien durante el periodo maderista “[…] ya era una fuerza popular autoorganizada, con una capacidad militar considerable, unidad y fuerza moral, independencia política, un liderazgo radical y su propia bandera de lucha, el Plan de Ayala” 61. El zapatismo mostró una tendencia a superar una característica característic a de las rebeliones rurales del México del siglo XIX y de otros levantamientos campesinos c ampesinos a lo largo de la historia: la subordinación a distintas facciones de las clases dominantes. Como plantea Katz en relación con el siglo XIX mexicano, “[…] tanto los liberales como los conservadores intentaban movilizar a los campesinos en su provecho cuando luchaban contra un gobierno central dominado por un grupo rival” 62. Esta tendencia que expresó el zapatismo no se visualizó en la mayoría de los movimientos rurales que emergieron durante esos años en varios estados, 60

 Adolfo Gilly, op. cit., p. 57. 61  Francisco Pineda Gómez, op. cit., p. 30. 62

 Friedrich Katz (comp.): Revuelta, rebelión y revolución, volumen 1, México, Era, 1era. ed. 2da reimp., 1999, pp. 16-17.

 

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cuestión que tratan Katz y otros historiadores63. Como hemos dicho, los pueblos de Morelos como pilar de una organización militar independiente, aunado al impulso profundo de las demandas agrarias, fueron el secreto de la fuerza social del zapatismo de su dinámica política. A la luz delyproceso abierto con el levantamiento maderista del 20 de noviembre, podemos decir que el elemento definitorio en la apertura de la Revolución fue f ue la emergencia del zapatismo, considerado como una fracción radical del campesinado y como una dirección política-militar que avanzó en su independencia de la burguesía maderista. Visto desde el punto de vista de la concepción clásica del marxismo, y considerando la experiencia contemporánea bajo el capitalismo, el despliegue de un proceso revolucionario descansa, en términos generales, en la irrupción de las masas en la historia, buscando tomar en sus manos la resolución de su propio destino. Considerando la definición clásica de Lenin: La ley fundamental de la revolución, confirmada por todas ellas, y en particular por las tres revoluciones rusas del siglo XX, consiste en lo siguiente: para la revolución no basta con que las masas explotadas y oprimidas tengan conciencia de la imposibilidad de vivir como antes y reclamen cambios, para la revolución es necesario que los explotadores no puedan vivir ni gobernar como antes. Sólo cuando las “capas bajas”  no quieren lo viejo y las “capas altas” no pueden sostenerlo al modo antiguo, sólo entonces puede triunfar la revolución64.

Eso adquiere su concreción cuando las masas y en particular p articular el proletariado, como clase fundamental de la sociedad capitalista, realizan acciones históricas independientes respecto a los distintos sectores de las clases dominantes, tales como huelgas e insurrecciones, que le imprimen al proceso histórico una dinámica de aguda confrontación entre revolución y contrarrevolución. Y donde su resolución se dirime sea mediante el triunfo revolucionario de las masas insurrectas, sea se a mediante el aplastamiento de las facciones más enérgicas y resueltas de las clases explotadas y oprimidas por parte de la burguesía. En el México de inicios del siglo XX, ante la ausencia de una clase obrera capaz de protagonizar grandes acciones revolucionarias, otros sectores ocuparon

63

  Ibidem Ibidem, pp. 9-24. 64  V. I. Lenin: La enfermedad infantil infantil del “izquierdismo” “izquierdismo” en el comunismo, Pekín, Ediciones en Lenguas

Extranjeras, 1975, 4ta. ed., en línea, . Consultado el 10 de julio de 2010.

 

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el centro del proceso histórico. La particularidad del mismo fue f ue que una fracción de las masas agrarias, con su rebelión contra el gobierno de Madero, realizó lo que podríamos considerar una acción histórica independiente de las direcciones burguesas, y marcó así la álgidos creciente que fue elde signo de los acontecimientos más detendencia la lucha deanticapitalista clases, hasta el triunfo la facción constitucionalista. Aunque los sucesos previos –como la lucha contra Porfirio Díaz– representaron los primeros momentos de este e ste proceso revolucionario, fue la ruptura zapatista con la l a dirección maderista, aunado a la proclamación del Plan de Ayala y la lucha por imponerlo, el punto de inflexión que obligó a la clase dominante a preparar una respuesta abiertamente contrarrevolucionaria, como fue el golpe de Huerta. Esto, a contramano de las propias intenciones de la burguesía, terminó abriendo las compuertas a una irrupción generalizada de masas, masas , que asumió la forma de una cruenta guerra civil. Este proceso ya no pudo ser contenido ni frenado por reformas en el régimen político, para ello sería necesario lograr la derrota física f ísica de los ejércitos campesinos radicales de Villa y Zapata.

 El golpe de Victoriano Huerta Huerta y la generalización de la guerra civil 

El 9 de febrero de 1913, una fracción de la guarnición federal de la Ciudad de México liberó a los generales Bernardo Reyes Re yes y Félix Díaz (quien era sobrino del ex dictador), detenidos por encabezar sendas intentonas fallidas contra Francisco I. Madero. En un golpe de Estado largamente anunciado, se movilizaron al Palacio Nacional para intentar deponer al coahuilense, pero fueron repelidos por las tropas comandadas por Lauro Villar, replegándose al edificio conocido como la Ciudadela. Herido Villar en las primeras escaramuzas, Madero lo sustituyó por Victoriano Huerta, quien raudamente comenzó a conspirar con los golpistas, y llegó a un acuerdo con Félix Díaz (Reyes había muerto en la primera descarga de fusilería), suscrito en la embajada de Estados Unidos, con la anuencia y la participación del embajador Henry Lane Wilson. Por medio del mismo se estipulaba el derrocamiento de Madero y su reemplazo por Huerta, hasta una posterior convocatoria a elecciones en las que podría eventualmente participar Félix Díaz, aunque éste fue luego desplazado y enviado a Japón por el nuevo dictador. Los acontecimientos son conocidos: Madero y Pino Suarez fueron apresados el 19 de febrero, la mayoría abrumadora del Congreso le dio un manto de legalidad al golpe y Huerta fue investido, en tanto que el presidente y  vicepresidente fueron asesinados el día 22. Estos hechos mostraron la infamia de las instituciones del régimen democrático-burgués, que se pusieron al servicio de sancionar el golpe huertista, y el fracaso

 

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de la vía democrática con la que el hacendado lagunero intentó contener el aceleramiento inevitable de la confrontación entre revolución y contrarrevolución que se anunciaba en Morelos. En ese sentido, la política de Madero sólo sirvió para preservar la propiedad frentede al Porfirio embate Díaz, de losysectores quemás se habían levantado contraprivada la dictadura para quedela masas fracción encumbrada de la clase dominante y el imperialismo estadounidense retomaran la ofensiva, intentando aplastar a sangre y fuego la Revolución. Esto se expresó concretamente, una vez que Huerta accedió al gobierno, en un verdadero acrecentamiento del aparato aparato de guerra del estado mexicano, con una duplicación de la tropa, que pasó de 48 mil a más 90 mil efectivos entre febrero y diciembre de 1913. El nuevo gobierno intentó, por una parte, atraerse al movimiento obrero; tanto Huerta como Félix Díaz se disputaron el apoyo de algunos sectores s ectores del proletariado. De igual forma, mediante promesas de resolver las demandas agrarias, aquél incorporó a sus filas a Pascual Orozco, que transitó de un antimaderismo con cierto viso agrarista, a convertirse en el líder militar de las fuerzas contrainsurgentes en Chihuahua y Durango y el ariete de la contrarrevolución en el norte del país. Sin embargo, este reclutamiento fue una excepción; el golpe de Estado despertó la rebelión en todo el país, país , que tuvo varios focos fundamentales en los meses siguientes, con diferentes dinámicas y características, y de donde surgieron las fuerzas político-militares que triunfaron en la lucha armada contra Huerta, y que fueron posteriormente protagonistas de la confrontación al interior del bloque insurgente.

Mientras la mayoría de los gobiernos estatales abandonaban todo viso de maderismo y se alineaban con Huerta, los gobernadores de Sonora y Coahuila, José María Maytorena y Venustiano Carranza, entraron al final en rebeldía, con el apoyo de la mayoría de las milicias estatales que se habían mantenido organizadas durante el anterior gobierno de Madero. Esto permitió que la lucha en el noreste y noroeste del país se organizara contando con los importantes recursos económicos de los estados, estados , entre los que se contaban los impuestos aduanales. En Coahuila, el pronunciamiento de Carranza reivindicó la continuidad institucional frente a la usurpación huertista, considerándose como el legítimo sucesor de Madero. Su movimiento estuvo orientado hacia una revolución emie minentemente política, muy alejada de incorporar demandas económicas y sociales. Después de que sus primeras acciones militares contra las fuerzas federales no fueron exitosas, el gobernador decidió centralizar las partidas rebeldes que actuaban en el estado, y contrarrestar las tendencias localistas mediante un plan político nacional –el Plan de Guadalupe– que fue suscrito por los jefes militares,

 

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retirándose de la dirección táctica de la lucha, la cual más tarde delegó en Pablo González Garza. Como planteaba Jorge Aguilar Mora, “[…] decidió imponerles a todos una guía política general que sirviera sirv iera al menos de precedente de que era él quien quien ofrecía la perspectiva general, 65 sin la cual la guerra se  volvía unmanejaba asunto deyintereses int ereses particulares y regionales” . El  Plan de Guadalupe tenía como objetivo instituir un gobierno legítimo y constitucional encabezado por el mismo Carranza, quien era designado como el Primer Jefe de la Revolución. Re volución. El gobernador de Coahuila resistió de manera firme a aquellos oficiales que, como Lucio Blanco y Francisco J. Múgica, reclamaron la incorporación de demandas sociales al Plan, respondiéndoles: “¿Quieren ustedes que la guerra dure dos años, o cinco años? La guerra g uerra será más breve mientras menos resistencia haya que vencer vencer.. Los terratenientes, el clero y los industriales son más poderosos po derosos que el gobierno usurpador; hay que acabar primero con éste  y atacar después los problemas que con juicio entusiasman a todos todos ustedes”66. En el estado de Sonora, el golpe huertista despertó distintos levantamientos levantamientos encabezados por los jefes que se habían destacado en la lucha contra Porfirio Díaz y contra la rebelión de Orozco, como Benjamín Hill, Salvador Alvarado o Álvaro Obregón, quienes presionaron al gobernador José María Maytorena para que organizase la rebelión contra el gobierno central. Maytorena, un rico hacendado que se había negado a reconocer a Huerta, era temeroso de las consecuencias sociales de una rebelión armada. Al final dejó el lugar a Ignacio Pesqueira, bajo cuyo gobierno se organizó la lucha en el estado y se reconoció el liderazgo de Carranza. Esto evidenció un desplazamiento en la dirección de la rebelión en Sonora, ya que los hacendados tradicionales dejaron lugar a una nueva camada de origen pequeñoburgués, vinculada a los sectores medios postergados por las oligarquías locales bajo el porfirismo, la cual desde el periodo maderista había iniciado un ascenso político y llegaría a ser s er la facción dominante en el Estado nacional posrevolucionario. posre volucionario. Durante los siguientes meses, en Coahuila y Sonora se realizaron las primeras acciones militares de cierta importancia, a partir de lo cual emergieron los Ejércitos Constitucionalistas del Noroeste y del Noreste. En Sonora, mientras despuntaba el mando militar de Obregón –que luego fue nombrado por Carranza como jefe del Ejército del Noroeste–, se fue recuperando el dominio sobre el estado, con la batalla de Santa Rosa, en mayo de 1913, quedando el puerto de Guaymas como el único punto importante del estado en manos federales. En Coahuila, el mando de Pablo González mantuvo una acción errática y con escasa 65 Citado por 66

Pedro Salmerón: Los carrancistas, México, Planeta, 2010, p. 126.  Ibidem, p. 128.  Ibidem

 

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fortuna; González se empeñó en atacar sin demasiada planificación ni apoyo de artillería a las tropas federales, y sólo pudo ganar su primera batalla en los últimos días de noviembre de 1913 en Ciudad Victoria, cuando la superioridad numérica fueestados, abrumadora y compensó su no escaso talento militar. militar . En estos el golpe de Estado interrumpió la continuidad institucional, encabezada por los gobernadores y las legislaturas locales, los cuales pudieron, basándose en el aparato estatal, establecer un férreo control sobre el movimiento de masas. Retomando la definición dada por Héctor Aguilar Camín, adquirió el carácter de una rebelión administr administrada ada, la cual se caracterizó por preservar la propiedad de la burguesía y los terratenient terratenientes, es, así como de las empresas extranjeras. Las haciendas propiedad de enemigos de la rebelión que se habían ausentado, representaron una fuente de recursos para la guerra, pero en ningún momento se repartieron ni fue proyectada su posterior distribución entre los campesinos; lejos de ello, se reprodujeron las formas de trabajo del viejo régimen, incluyendo la utilización del sistema de aparcerías, como fue en e n el caso del sur agrícola sonorense67. Sabido es que Carranza C arranza censuró fuertemente el reparto agrario efectuado por el general Lucio Blanco en Matamoros, aunque hay que recordar que el mismo –realizado en la hacienda La Sautena, cuya extensión era cercana a 800 mil hectáreas– al final sólo implicó la distribución de 151 hectáreas entre 12 familias de campesinos68. La reacción de Carranza respondió, más que al efecto inmediato del reparto, a evitar un precedente que pudiese alentar la ocupación espontánea de tierras. De igual forma, fueron preservados los intereses de las empresas mineras, otorgándoles múltiples garantías. En el caso de la Cananea Consolidated Cooper Company se le dio vigilancia militar permanente, y tuvo “[…] tantos soldados disponibles para contener al único enemigo intermitente y levantisco que tuvo siempre: el radicalismo de los hombres que se empolvaban en los tiros de sus minas” 69. Cabe recordar que en 1912 Benjamín Hill, siendo prefecto maderista, fue f ue el responsable de la represión al movimiento huelguístico en Cananea, en tanto que los obreros de la gran textil Los Ángeles sufrieron similar suerte a manos del maderismo local. Los constitucionalistas de Sonora y de Coahuila se aseguraban así cuantiosos recursos provenientes de la exportación y de los impuestos aduanales, al tiempo que ahuyentaban cualquier tendencia a la irrupción independiente de los campesinos y los trabajadores, y circunscribían el movimiento antihuertista a una revolución de carácter político. 67

 Héctor Aguilar Camín, op. cit., pp. 373-374.

68 Pedro Salmerón, 69

op. cit., p. 169.  Héctor Aguilar Camín, op. cit., pp. 316-317.

 

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Como dice Aguilar Camín: […] la muy decisiva consecuencia de la esta rebelión administrada como una guerra internacional, fincada en las prioridades heredadas de la organización burocrática eses tatal y no en el propósito de responder a las l as demandas sociales y políticas de los combatientes mismos, fue un ejército cuya última razón cohesiva, aparte del entusiasmo general y la lealtad y la admiración a un jefe, era el haber, la paga, el riesgoso empleo de soldado70.

Y esto es fundamental: f undamental: a diferencia de lo que veremos en la División del Norte o en el Ejército Libertador del Sur, Sur, los ejércitos de González G onzález y Obregón, si bien se basaban en el voluntariado, no estaban impulsados por ninguna consigna ni bandera en torno a la lucha por las demandas sociales y por la tierra. Congruente con esto, los oficiales no eran electos por la tropa, sino que respondían a una cadena de mando que emanaba del Primer Jefe y que pretendía reproducir la estructura de un ejército profesional burgués. Hay que recordar que Carranza intentó en vano trasladar esto a la División del Norte, otorgando nombramientos y ascensos que ya eran un hecho consumado y respaldado por el reconocimiento de la propia tropa en la lucha armada, con la sola intención de ser él quien apareciera dándolos y resguardar el principio de autoridad de un ejército tradicional. Para garantizar la cohesión de la fuerza armada, los sonorenses instituyeron tiendas de provisión para las familias de los soldados que se encontraban combatiendo, con lo cual evitaban que éstos abandonasen el ejército, pero donde cada producto entregado a la familia era descontado del salario de los soldados. Se reproducían así las características de las tiendas de raya, en una suerte de proletarización de la tropa. Por otra parte, los mandos superiores, en su gran mayoría, provenían de la clase dominante o de sectores medios me dios de la sociedad socie dad norteña, relacionados entre sí por vínculos familiares y de compadrazgo. Eran el estrato dominante de una  sociedad de frontera que durante décadas estuvo militarizada, y que tenía entre sus atributos la disciplina militar, la solidaridad de grupo y la autodefensa en la lucha contra los pueblos indígenas. Esos rasgos permiten entender la decisión de combatir militarmente al huertismo por parte de estos sectores postergados p ostergados por el porfiriato, en aras de recuperar el control político y jugar un rol preponderante en la reorganización del Estado nacional. En el caso de la oficialidad media del Ejército del Noreste, está documentado que había un buen número de empresarios agrícolas o hijos de familias acaudaladas, y, en contraste, “[…] no hay un solo peón de campo ni un solo pequeño 70

  Ibidem Ibidem, p. 329.

 

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propietario agrícola y apenas media docena de trabajadores manuales asalariados, en su mayoría, en los talleres del ferrocarril”71. La distancia existente con la tropa rasa se fue acrecentando cuando los oficiales, en lade medida en que la guerra se inclinaba a su se aprovechaban del saqueo las propiedades de los representantes delfavor, antiguo régimen, o se casaban con las hijas de la alta sociedad porfirista, en clásicos mecanismos de encumbramiento económico efectuados por un sector que empezaba a vislumbrar su futuro dominante en el terreno político.

En Chihuahua, el gobernador Abraham González, connotado referente del maderismo y quien amenazaba rebelarse contra Huerta en los días de febrero de 1913, fue apresado y destituido por las fuerzas federales estacionadas en el estado. Aunque luego llamó al Congreso y a las milicias auxiliares a que no entrasen en rebeldía, fue trasladado a la Ciudad de México y asesinado en el trayecto. Este acontecimiento marcó la dinámica de la rebelión en Chihuahua, que a diferencia de Sonora y Coahuila, no mantuvo una continuidad institucional y adquirió el carácter de una “rebelión no administrada”, como plantea Pedro Salmerón. A pesar de la ocupación del gobierno de Chihuahua por parte de los huertistas, y de que el gobernador duranguense Carlos Patoni reconoció a Huerta, tempranamente se sucedieron los primeros pronunciamientos contra el golpe en ambos estados, liderados por revolucionarios que habían protagonizado las acciones militares de 1910-11, como Manuel Chao, oribio Ortega o omás Urbina, entre otros. Según Katz, si en los Ejércitos del Noreste y Noroeste la rebelión constitucionalista se basó en las milicias estatales, en el caso de Chihuahua, el hecho de que las mismas se hubieran pasado al alzamiento orozquista y luego al huertismo, hizo “[…] necesario crear un nuevo ejército e jército popular. popular. Su núcleo no estaba compuesto por milicias profesionales, sino por hombres reclutados en sus comunidades y que todavía conservaban sus vínculos con ellas” 72. El 8 de marzo Villa regresó de su exilio en Estados Unidos, y se sumó a la preparación de las acciones militares, reclutando el núcleo inicial de su ejército de las sierras de Chihuahua. A principios de abril, los rebeldes se movían por el occidente de este estado en numerosas partidas de varios centenares de combatientes, mientras que “menos de un mes había bastado para que la tercera parte del territorio de Durango cayera en manos de los lo s rebeldes populares”73. Hay que 71

 Pedro Salmerón, op. cit., p. 201.

72 Friedrich Katz: Pancho Villa, México, Era, 1era. ed. 73

 Pedro Salmerón: La División del Norte, p. 310.

1era. reimp., 1999, vol. I, p. 352.

 

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destacar que las partidas actuantes en estos estados se levantaron sin coordinación entre sí, y durante buena parte de 1913 no tuvieron un mando centralizado. Las mismas sólo se s e referenciaban con el liderazgo nacional de Carranza, pero su actuación cotidianacon eralos autónoma las directrices del Primer Jefe. eran evidenLas diferencias ejércitosde originados en Coahuila y Sonora tes. En primer lugar hay que considerar la larga historia de conflictos agrarios y sociales en distintas zonas de Chihuahua, Durango y la comarca lagunera, de donde surgieron los contingentes centrales de lo que luego fue la División del Norte 74, una historia distinta a los otros estados de la región. Esto se expresó en el espíritu de lucha de sus combatientes, motivado por el enfrentamiento e nfrentamiento a la oligarquía y sus gobiernos, lo cual se potenciaba por el hecho de que los destacamentos se agrupaban por la zona o comunidad de origen, compartiendo experiencias y penurias, con una composición social muy heterogénea –en cierta medida expresión de la diversidad de los sectores agrarios populares. Katz, por ejemplo, plantea que: […] la División del Norte no era en modo alguno un ejército exclusivamente campesino. Había también vaqueros, mineros y personas sin ocupación fija. Además, muchos de los campesinos que procedían de otras regiones de México se incorporaban como individuos y no como comunidades, a veces por conciencia revolucionaria, a veces simplemente para sobrevivir. sobrevivir. Recibían una paga regular, bonos después de cada victoria y, para algunos de ellos por lo menos, menos , el ejército se convertía en un modo de vida75.

  Paco Ignacio aibo aibo II, por p or su parte, sostiene que: […] se trata de ferrocarrileros, panaderos, abigeos, vaqueros, carniceros, ex soldados, pequeños comerciantes de pueblo, bandoleros, maestros de escuela, arrieros, rancheros con poca tierra y algo de ganado, peones sin tierra, mineros, albañiles; y casi todos tienen en común la movilidad laboral […] resulta relativamente sencillo definirlos a partir de sus enemigos comunes: la oligarquía agraria industrial chihuahuense y su instrumento militar (los rurales, la acordada), la estructura militar porfiriana, los grandes comerciantes extranjeros (españoles) y los pequeños comerciantes (chinos y libaneses) y el clero católico 76.

  Los mandos de lo que a partir de septiembre de 1913 sería la División del Norte tenían una composición social y una relación con su tropa muy distinta 74

 Según Pedro Salmerón, “la unión de los laguneros y cuencamenenses con los revolucionarios de Chihuahua y el norte de Durango fue lo que dio vida a la División del Norte” en Pedro Salmerón, op. cit., p. 154. 75 Friedrich Katz, 76

op. cit., p. 352. Villa / Una biograf biografía ía narrativa, México, Planeta, 2007, p. 378.  Paco Ignacio aibo II: Pancho Villa

 

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a la que construyó la jefatura de los Ejércitos del Noroeste y del Noreste. Rancheros independientes, intelectuales o maestros (como José I. Robles o Eugenio A. Benavides), en algunos casos “rancheros ladrones” (como denomina Pedro Salmerón a omás Urbina y rinidad Rodríguez) o trabajadores reclutados indi vidualmente (como el el caso de Rodolfo Fierro), Fierro), en su mayoría mayoría devenían su mando militar de ser caudillos regionales y de haber sostenido antes una lucha contra los agravios del viejo régimen, cuya mayor expresión fueron los caudillos agraristas duranguenses que mencionamos anteriormente77. Aunque las fuerzas rebeldes actuantes en Durango y Chihuahua estaban forformalmente encuadradas en el constitucionalismo y obedecían las directrices del Primer Jefe, sus mandos debían su liderazgo efectivo a la autoridad ganada ante los combatientes, de igual forma que el nombramiento de Villa residía en la decisión de los distintos jefes que en la l a hacienda de La Loma, el día 26 de septiembre de 1913, delegaron el mando en el Centauro, en lo que fue el acta de nacimiento de la División del Norte. El villismo fue la expresión militar más avanzada de la rebelión agraria contra los terratenientes norteños, incubada en los años previos a la Revolución y que hizo eclosión en la lucha primero contra Díaz y luego contra el huertismo, así como en el descontento con la postergación, por parte de Madero, de las demandas sociales de los revolucionarios de 1910-1911. Basado en una masa popular heterogénea que se armó y entró a la bola, hay que establecer que el quiebre institucional en Chihuahua y Durango, que resultaba en que no había gobierno estatal que se arrogara el resguardo de la legalidad maderista, abrió el cauce para la emergencia de una dirección militar plebeya plebey a y la impulsó a adoptar medidas políticas y económicas que transgredieron en muchos aspectos el programa del mando constitucionalista. No pretendemos obviar ni sus limitaciones ni aquellas páginas de la historia que muestran a Villa como una figura plagada de contradicciones políticas; tampoco dejar de lado sus diferencias con el agrarismo zapatista ni adjudicarle un programa que no tenía. La confianza de Villa en Madero, su participación en la represión contra la rebelión de los colorados  (tan contradictoria y compleja como el mismo villismo) y su confrontación con los magonistas, expresaron lo tortuoso que para las masas agrarias y populares resultó realizar una experiencia con el gobierno maderista y el lastre que representó la confianza en el mismo por parte de sus caudillos. Pero es evidente que, después del levantamiento contra Huerta, el proceso en Chihuahua y Durango 77

 Pedro Salmerón, op. cit., p. 409. Para ampliar lo referen referente te a la relación entre los hombres que prota-

gonizaron la rebelión en Chihuahua y Durango y la estructura económico-social, el proceso histórico y la misma geografía regional, véase la obra citada.

 

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asumió una dinámica que, motorizada por la lucha contra la dictadura, pondría en el centro la confrontación con el régimen político, social y económico de la oligarquía norteña.

En el zapatismo, el ascenso de Huerta al gobierno, lejos de generar alguna ilusión, reafirmó que la lucha por el Plan de Ayala continuaba. El mismo fue actualizado, siendo el nombre de Pascual Orozco borrado por su subordinación al nuevo gobierno, y se incorporó explícitamente que la pelea se orientaba contra la nueva dictadura. Es conocido que los numerosos negociadores enviados por Orozco y por Huerta fueron detenidos por los zapatistas y llevados ante un ribunal Revolucionario, el cual determinó el fusilamiento de varios de ellos, incluido Pascual Orozco padre. El ascenso de Huerta al gobierno y la ofensiva de éste contra el movimiento obrero de la Ciudad de México impulsó a muchos estudiantes, intelectuales y obreros magonistas y anarcosindicalistas, a sumarse de forma individual a las filas zapatistas, llegando a ocupar, ocupar, en varios casos, casos , puestos importantes en la estructura político-militar del Ejército Libertador del Sur. Durante los meses siguientes al golpe de Huerta, en las zonas en las que actuaban los revolucionarios del sur, sur, recrudeció una fuerte ofensiva militar, militar, que incluyó la reconcentración de las poblaciones, la destrucción de los pueblos considerados como “nidos zapatistas”, así como la leva forzosa de sus habitantes, instaurando en Morelos un verdadero estado de sitio. Frent Frentee a esto, el zapatismo realizó acciones en 12 estados de la república78, y de mayo a octubre de 1913 los hechos de armas fueron más numerosos en e n el Estado de México que en Morelos (177 frente a 139, según el recuento de Pineda), mostrando una acción creciente de enfrentamiento y hostigamiento contra las fuerzas federales en zonas más alejadas de sus bases tradicionales. Desde octubre de 1913, la ocupación militar en Morelos impulsó a Zapata a trasladar sus acciones al estado de Guerrero, donde tenía un mayor margen para los movimientos militares. Los triunfos de Villa en el Norte obligaron al gobierno a enviar allí la mayor parte de sus tropas, lo cual facilitó el accionar de los zapatistas. Por otra parte, la evolución desfavorable de la guerra para el gobierno se expresó también en el Sur: el primer trimestre de 1914 mostró una ofensiva de las partidas rebeldes en los estados de México, Guerrero, Morelos y Puebla. En febrero de 1914 se realizó el primer ataque a Chilpancingo, capital de Guerrero, que fue ocupada a mediados de marzo, ocasión en la cual los zapatistas designaron como gobernador al general Jesús Salgado. Durante abril continuó la ofensiva en distintas ciudades del 78

 Francisco Pineda Gómez, op. cit., p. 278.

 

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estado, como Iguala, que fue tomada por los rebeldes. El resquebrajamiento del Estado burgués se expresó en el amotinamiento y el pase a las filas zapatistas de sectores del ejército, lo cual se vio por ejemplo en el caso de la guarnición de San Gabriel, en abril de 1914. El 1 de mayo cayó Jojutla, en Morelos, y Cuernavaca fue sitiada por los rebeldes. Carencias tales como la ausencia de artillería y la escasez crónica de suministros limitaban el desempeño del Ejército Libertador del Sur, lo cual se expresó en el estancamiento del sitio de Cuernavaca. A pesar de ello, durante las últimas semanas del gobierno, realizaron frecuentes incursiones en e n los alrededores de la Ciudad de México79, mostrando la determinación de entrar a la capital del país cuando se desmoronase el Ejército Federal. La lucha de las masas de Morelos y los estados del sur contra Huerta fue acompañada de una profundización del programa político enarbolado en el Plan de Ayala, expresado en varios manifiestos y cartas, que serán el fundamento de la experiencia política y social que los zapatistas realizaron en 1915 y sobre lo cual volveremos más adelante.

Habíamos mencionado que, a inicios de marzo de 1913, Villa ingresó al territorio nacional, lo cual fue seguido de una serie de eventos militares en el occidente y el sur de Chihuahua, que incluyeron acciones contra los hacendados, las cuales acrecentaron rápidamente su prestigio entre la población oprimida y explotada del estado y ampliaron su base social. El día 10, sin detenerse, arribaron a la hacienda del Carmen, propiedad de los errazas. Los campesinos les muestran un árbol donde eran atados y azotados los peones por faltas menores, le cuentan que el administrador de los errazas, un tal Salvatierra, ejercía el derecho de pernada con las doncellas. Villa lo condena a muerte y ordena su fusilamiento; destruye los libros de la hacienda, arenga a los peones pe ones para que nombren sus autoridades y entrega a la comisión las llaves de la casa grande, la tienda de raya, las bodegas y las trojes, para que tomen lo que necesiten para vivir. De la misma manera actúa poco después en San S an Lorenzo, otra hacienda de los errazas80.

Los revolucionarios en Chihuahua y Durango enfrentaron desde el inicio a importantes destacamentos federales, así como a las fuerzas irregulares de Pascual Orozco y Benjamín Argumedo. Para la segunda quincena de agosto, Villa había organizado a más de mil combatientes bien equipados. Con esas tropas tomó San Andrés, una de sus primeras acciones de importancia, y convocó a los distintos jefes rebeldes 79 Francisco Pineda Gómez, 80

op.cit., p. 444.  Paco Ignacio aibo II, op. cit., p. 178.

 

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que actuaban en la región a coordinarse para atacar orreón, orreón, ciudad clave de la zona agrícola de La Laguna, L aguna, y punto estratégico por tratarse de un nudo ferroviario. La centralización militar era una necesidad imperiosa para conducir una lucha exitosa contra las numerosas fuerzas gubernamentales y evitar el desorden que se suscitó después de algunos triunfos logrados por destacamentos de insurgentes. Hay que recordar que, a mediados de junio, la ocupación de la ciudad de Durango por parte de fuerzas rebeldes terminó en saqueos, lo que restaba apoyo social a la rebelión. Por otra parte, el intento reciente por tomar orreón, orreón, efectuado por las fuerzas f uerzas de omás omás Urbina, Calixto Contreras, Domingo Arrieta  y Orestes Pereyra, fracasó en medio de fuertes disputas con Venustiano Carranza, quien había acudido a dirigir las acciones e imponer su autoridad sobre jefes acostumbrados a actuar de manera autónoma. La reunión ya mencionada en la hacienda de La Loma sirvió para preparar una acción coordinada y sincronizada. En los días siguientes tuvo lugar la batalla de orreón, en la cual la División del Norte 81 avanzó sobre las ciudades vecinas de Lerdo, Gómez Palacio y al final orreón, orreón, la cual cayó c ayó en poder de los rebeldes entre el 1 y el 2 de octubre de 1913, constituyéndose en la primera prueba de fuego exitosa de la División del Norte y de su creciente potencia militar. militar. En los meses siguientes, el peso principal de la lucha contra el ejército federal y las partidas irregulares de los colorados en el país, recaería sobre la flamante División del Norte. En Sonora, aislada en términos relativos por su geografía y el menor desarrollo de las vías de comunicación, las tropas rebeldes del gobierno estatal de Hermosillo, lideradas por Obregón, comenzaban a moverse por el Occidente hacia el Sur: el 20 de noviembre de 1913 cayó Culiacán en Sinaloa, y varios meses después, después , el 18 de mayo de 1914, fue tomada epic en Nayarit, siendo recién en julio el turno de la plaza de Guadalajara, en Jalisco, cuando ya Huerta estaba derrotado. Entretanto, la acción del Ejército del Noreste de Pablo González se mantuvo en su zona inmediainme diata de influencia, y recién rec ién en abril y mayo de 1914 fueron tomadas la importante impor tante plaza portuaria de ampico, ampico, en amaulipas, amaulipas, y Monterrey, en Nuevo León. Su acción principal sería hasta después de la caída de Huerta, cuando recibió el encargo, por parte de Carranza, de ocupar amplias zonas del territorio nacional. La División del Norte, en cambio, actuó siguiendo el camino de la vía férrea más importante del país, que bajaba hacia la Ciudad de México; atacó las plazas en su camino y consiguió, mediante la utilización de los trenes, celeridad en sus movimientos fulminantes. En las semanas siguientes al triunfo de orreón, orreón, Villa continuó continuó con el proceso de unificación de las guerrillas que actuaban en la región. Alistó y reorganizó las 81 Según las

fuentes que cita Paco Ignacio aibo aibo II, la l a División del Norte contaba con entre 4 mil y 8 mil combatientes. Véase op. cit., p. 199.

 

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redes de adquisición de material de guerra en Estados Unidos, que durante toda la campaña fue su principal fuente de provisión. La preservación de estas vías de suministro fue una preocupación preocup ación constante para Villa y su debilitamiento terminó siendo un factor de peso en la suerte adversa de sus campañas posteriores. La jefatura de la División decidió de cidió atacar Chihuahua, la capital del estado que contaba con alrededor de 40 mil habitantes y era otro nudo ferroviario clave en el camino hacia la frontera, con una guarnición de más de 6 mil soldados. La División del Norte, con menos fuerza numérica, fue repelida; mientras tanto, orreón era retomado por el Ejército Federal, dejando al Centauro sin retaguardia. En esas circunstancias tan desfavorables, Villa urdió una jugada arriesgada: lanzarse a marchas forzadas al Norte, para caer sobre Ciudad Juárez con una parte de sus tropas, mientras dejaba al resto de contención, amagando atacar Chihuahua. En el camino, los revolucionarios realizaron una de las acciones más audaces y célebres de la guerra civil. Capturaron un tren carbonero, el cual fue utilizado como un verdadero caballo de roya: apresando a los telegrafistas de cada estación y dando la contraseña de los federales, lograron entrar a Ciudad Juárez el 15 de noviembre. El resultado fue la rápida toma de la plaza, lo cual le dio a Villa el control de una ciudad fronteriza fundamental para incrementar el tráfico de armas y municiones que le otorgó un nuevo impulso a la campaña y a la leyenda de su genio militar. militar. El 24 y 25 de noviembre de 1913 se dio una nueva batalla, esta vez en las cercanías de la estación de ierra Blanca, al sur de Ciudad Juárez. En la misma la División del Norte se enfrentó con el grueso de las fuerzas federales estacionadas e stacionadas en Chihuahua, comandadas por el general Salvador Mercado, las cuales fueron derrotadas y se replegaron sobre la capital del estado. La importancia de esta batalla puede verse en el hecho de que, a los pocos días, Mercado abandonaría la ciudad de Chihuahua –que cayó en poder de Villa el 8 de diciembre– y se retiró a Ojinaga, población fronteriza ubicada junto al río Bravo. Allí de nuevo fue derrotado, junto a Pascual Orozco y los colorados que le quedaban, entre el 10 y el 12 de enero de 1914, en una acción donde el avance de las columnas villistas provocó la huida descontrolada y la completa liquidación de estas fuerzas. Según Se gún el mismo Mercado “es la primera vez en nuestra historia militar, que muy cerca de dos mil hombres de nuestras fuerzas huyen a los primeros disparos”82: más de 3 500 federales y 1 600 soldaderas fueron detenidas por las tropas estadounidenses del otro lado de la frontera.

82

  Ibidem Ibidem, p. 267.

 

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La entrada de Pancho Villa a la ciudad de Chihuahua el 8 de diciembre, marcó el inicio de su experiencia como gobernador del estado que, aunque breve –ya que el 7 de enero renunció para dejarle el puesto a Manuel Chao– permite ver los alcances y limitaciones de la concepción concep ción política dominante en el villismo.  Decreto eto de confi confisca scació ción n de los bie bienes nes de de los los enem enemiiSu acción fundamental fue el Decr  gos de de la revolu revolució ción n, del 12 de diciembre de 1913. Mediante el mismo se acusaba a gran parte de los terratenientes de complicidad con los golpistas y de fraude al erario público y se anunciaba, como forma de “cortar el mal de raíz […] la confiscación de los bienes pertenecientes a los malos mexicanos que han comerciado con la vida humana y que son los inmediatos responsables del derramamiento de nuestra sangre”83, lo cual afectaba todos los bienes de las principales familias de la oligarquía, empezando por los errazas y los Creel. Francisco Villa realizaba una acción radical de inmediatas consecuencias sociales: aunado a la acción de la División del Norte que había descalabrado al Ejército Federal y a las tropas irregulares en Chihuahua, el decreto apuntaba en los hechos a quebrar el viejo aparato estatal local, preservado durante el periodo maderista, ya que con la expropiación se liquidaba el poder económico y político de la mayoría de la clase terrateniente. Basta comparar esto con el accionar de los constitucionalistas en Coahuila o en Sonora, que mantuvieron incólume la institucionalidad y la propiedad de la gran burguesía agraria. La actuación de las distintas facciones de los revolucionarios norteños en su paso por los gobiernos estatales, fue una muestra sustantiva de los distintos proyectos existentes y de las tendencias políticas y sociales que aparecían en el horizonte: mientras la “intervención” de parte de las haciendas por los Ejércitos del Noroeste y Noreste eran presentadas como algo temporal, las expropiaciones en Chihuahua se postulaban como definitivas. Sus consecuencias también eran distintas, en particular en el hecho de que el villismo incentivaba un mayor protagonismo de las masas populares en el proceso revolucionario. Como plantea aibo II: […] la verdadera radicalidad de lo que estaba sucediendo en Chihuahua no sería claramente visible y se encontraba en que la desaparición del poder de los hacendados  y su brazo armado, el estado, la Acordada y los rurales, rurales , permitieron a las comunidades recuperar los derechos de agua, las zonas de pasturas, el libre tránsito, ajustar los deslindes de tierra con los que las habían defraudado, abolir las deudas, aumentar los salarios y cobrar justamente sus derechos de medieros84. 83 Ibidem  Ibidem, 84

p. 380.   Ibidem Ibidem, p. 405.

 

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Esto se reflejó en la acción de sectores campesinos que, por su cuenta, ocupaban tierras y atacaban las propiedades de los terratenientes extranjeros, extranjeros, yendo más allá de los propios dictados de la legislación villista85. El avance de los villistas hacia el centro del país estaba marcado tanto por la huida de la burguesía como por distintas iniciativas de las masas agrarias, que fueron apoyadas o cuando menos toleradas por los revolucionarios re volucionarios de la División del Norte. Considerando el decreto de Villa, hay que precisar que éste no buscaba un reparto agrario inmediato, sino que pretendía colocar el conjunto de las tierras bajo el control gubernamental y su producto en las arcas del banco estatal. Esto le permitió contar con cuantiosos recursos económicos e conómicos y dar así un paso adelante en la profesionalización y el equipamiento de su ejército ej ército86. El decreto anunciaba que, posterior al triunfo sobre Huerta, las tierras serían divididas en tres partes: una porción sería repartida entre los soldados, soldados , otra parte distribuida entre quienes hubieran sido expropiados por los hacendados y el resto quedaría a cargo del Estado, a fin de suministrar pensiones para las viudas  y huérfanos de los caídos durante la Revolución. Varios autores plantean que las diferencias respecto a la política agraria del zapatismo se deben en parte a que Villa quería evitar una desmovilización de su ejército si se realizaba un reparto inmediato, y estaba preocupado en garantizar, tras la guerra, el acceso a la tierra para sus soldados, la mayoría de los cuales no eran campesinos87. Otra razón es la diferencia entre la estructura social de Chihuahua –heterogénea, y donde los perjudicados y expropiados por los latifundistas eran fundamentalmente las antiguas colonias militares, con gran peso de rancheros independientes y de trabajadores eventuales–, y la que existía en la base territorial de Zapata, con predominio de los pueblos ultrajados ultrajados y los campesinos desposeídos, lo cual se reflejó en los programas sociales enarbolados en Morelos y en Chihua Chihuahua. hua. El decreto, por otra parte, no incluía las tierras de algunos hacendados vinculados de alguna forma al movimiento maderista como los Zuloaga y los Gamero, ni la de los propietarios extranjeros. Sin duda resulta complejo encasillar la política villista en ese crucial periodo per iodo de 1913-1915, el momento de su ascenso político y militar, militar, teniendo en cuenta estos y otros claroscuros. Hay quienes destacan que se trataba de una concesión al círculo maderista de Chihuahua y que buscaba no enemistarse con el gobierno estadounidense atacando a sus conna85

revolucionario, y Paco Ignacio aibo II, op. cit .  Sobre esto, véase John Mason Hart: México revolucionario 86  Paco Ignacio aibo II documenta que esto no dio pie al surgimiento de alguna nueva “burguesía”  villista ni al enriquecimiento individual de los caudillos y mandos de la División. Véase Paco Ignacio

aibo II, op. cit., pp. 499-502. 87  Para este punto, véase las l as obras citadas de Paco Ignacio aibo II y Friedrich Katz.

 

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cionales, lo cual podría p odría acarrearle el cierre de la frontera y por ende del tráfico de armas necesario para mantener en pie de guerra a la División del Norte. Las medidas de Villa eran resultado de la experiencia realizada en la confrontación con una oligarquía comprometida comprometida con el porfirismo p orfirismo y el golpe de Estado de Huerta; no surgían de una concepción política p olítica previa y no lo llevaron a formular programáticamente una oposición al conjunto de los latifundistas nacionales y extranjeros. extran jeros. De hecho, el Centauro mantuvo siempre gran simpatía por el maderismo, lo cual contrasta contrastaba ba con las la s delimitaciones de clase clarament claramentee formuladas en los documentos y la práctica de los revolucionarios sureños. Por otra parte, no había en el villismo un programa que atacara de manera frontal la explotación sobre los asalariados urbanos, y en ese sentido nunca fue más allá de proponer el mejoramiento de sus condiciones laborales y salariales; en este aspecto y en contraste con su práctica cotidiana respecto a la propiedad terrateniente, su programa se encontraba en los marcos de la legalidad propia del capitalismo. Si la reivindicación villista de Madero y Abraham González era la expresión de su anterior subordinación política al liberalismo antiporfirista, esto convivía con medidas agrarias y sociales que iban más allá de lo que aquéllos hubieran osado realizar, realizar, asumiendo una dinámica de enfrentamiento con aquellos constitucionalistas que, como Carranza, retomarían el legado de Madero en cuanto a la preservación de la propiedad privada. En ese sentido —y tomando en cuenta sus contradicciones y limitaciones— el proyecto villista tendió a cortar de cuajo el poder de amplios sectores de la clase dominante norteña. La expropiación no fue sólo una respuesta empírica a las necesidades de la guerra: el decreto mencionado resultó la conclusión de un radicalismo plebeyo que maduró y que se opuso, fundamentalmente, a quienes pretendieron preservar el viejo orden político y económico 88. No olvidemos que el ala carrancista-obregonista, sujeta a las mismas presiones militares que el villismo, eligió el camino inverso, pactando con la burguesía agraria y con las empresas mineras el pago de impuestos que les permitió sustentar sus ejércitos,  y limitándose a una ocupación coyuntural de las haciendas de los partidarios ausentes del viejo régimen. La L a experiencia villista en Chihuahua es sin duda anómala respecto a otras rebeliones campesinas del pasado: se expropió de forma centralizada a la mayoría de los terratenientes mediante legislaciones radicales, y el despojo de éstos se puso al servicio de las necesidades de la guerra. 88

 En Durango, donde como planteamos existía una larga historia de conflictos agrarios, el gobierno de Pastor Rouaix promulgó una ley agraria que tenía la característica de legitimar las restituciones y expropiaciones realizadas por los pueblos con el incentivo de las partidas revolucionarias de Calixto Contreras y Orestes Pereyra.

 

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Al mismo tiempo, el proyecto político del villismo era muy vago y nebuloso en otros aspectos, como en la propuesta de bregar por un “gobierno democrático constitucional”, donde estaba ausente la definición de qué clase o alianza de clases –distinta a la burguesía liberal–, hegemonizaría ese gobierno, y qué programa se llevaría adelante. Controvertido y complejo sin duda fue el villismo. Una fuerza plebeya que sustentó su accionar, accionar, crecientemente autónomo del carrancismo c arrancismo y obregonismo, en su potencia militar y en ser la encarnación enc arnación del torbellino rural norteño en este momento ascendente de la Revolución, pero que no buscó constituir un poder nacional y alternativo al intento carrancista de restablecer el régimen burgués. Se trata de contradicciones profundas que encontramos en la guerra civil en México, donde las masas rurales protagonizaron contra el antiguo régimen el movimiento más violento de la historia de América Latina, el cual aún perdura en la memoria colectiva a pesar de los intentos por suprimirle sus aristas más filosas, pero no pudo transformar la crítica armada y despiadada del viejo orden en una propuesta propia de los explotados y oprimidos.

El creciente encono de Carranza respecto a Francisco Villa se alimentaba no sólo del hecho de que el Centauro se había autonombrado gobernador de Chihuahua, adoptando atribuciones que sólo le correspondían al Primer Jefe, sino también de estas medidas económicas y sociales que se desplegaban en la zona de influencia villista. Esto impulsó a Carranza a viajar a Durango y a Chihuahua, donde intentó recortar su poder y contener las medidas expropiatorias. En paralelo se desarrollaba el acercamiento de Villa con el principal líder de la revolución sureña. En el otoño de 1913 comenzó un intercambio epistolar con Zapata, en el cual coincidieron en muchas de las conclusiones sobre la lucha contra Huerta y el carácter radical que debía adquirir. adquirir. Favoreció esta comunicación la estancia del zapatista Gildardo Magaña en la comandancia de la División; Magaña había compartido la cárcel con Villa en 1912, y actuaba como representante de la comandancia del sur ante éste. Zapata le escribía a Gildardo Magaña: “Nuestra revolución está muy lejos de aceptar personalismos […] no tiene otros fines que cimentar o resolver el problema político fundado en la democracia y el problema económico fundado en la ley agraria […] por medio de las armas debemos hacer que vuelva a sus legítimos dueños víctimas de la usurpación”89. La lucha contra Huerta había profundizado la convicción de los zapatistas en las banderas del Plan de Ayala, como muestra por ejemplo el  Manifiesto a 89

 Zapata a Magaña, en Francisco Pineda Gómez, op. cit., pp. 350-351.

 

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la Nación de octubre de 1913 o el documento  A los habitantes de la Ciudad de  México de junio de 1914, previo a la caída de Huerta. Si el agrarismo zapatista influía sobre el villismo, también mostraban coin-

cidencias en torno al gobierno nacional que se pretendía. Zapata, anticipando la experiencia de Aguascalientes, propuso convocar a una convención revolucionaria, la cual designaría al presidente provisional, que estaría así sustentado en la fuerza de las masas masa s armadas. Sin embargo, tampoco definía qué clase detentaría el poder político y, por ende, qué contenido social asumiría la democracia de la cual se hablaba, cuestión que era una necesidad imperiosa para liquidar la dominación política y económica de las clases enemigas y hacer efectivas las demandas de los explotados y oprimidos del campo y la ciudad. Estas ausencias evidenciarán sus consecuencias en los momentos de la ocupación de la Ciudad de México, cuando la lucha contra la fracción carrancista requirió no sólo de una fuerza militar independiente, sino también de un proyecto político alternativo.

La llegada de Pancho Villa al gobierno de Chihuahua impulsó a muchos intelectuales y periodistas, provenientes en su gran mayoría del maderismo, a acercarse al Centauro, los cuales fueron utilizados como administradores, redactores y, en algunos casos, como asesores del gobierno estatal, aunque sin dirigir las operaciones militares. Aquél aparecía, ante ellos, como una opción aceptable, frente a los antecedentes reyistas de Carranza. Por otras razones desconfiaban de Zapata, quien representaba un agrarismo demasiado radical y un pasado de confrontación con Madero. Villa, por el contrario, nunca había llegado a la ruptura, lo cual constituía un punto en común con estos intelectuales. Sin embargo, las medidas confiscatorias ya mencionadas, muy distintas al proyecto maderista de 1911 y 1912, no causaron mayor agrado entre este sector, algunos de cuyos integrantes abandonaron más tarde a Villa, y se volvieron sus peores enemigos, colaborando en algunos casos en la creación de la leyenda negra. Otra figura que se acercó a él fue Felipe Ángeles. Formado en el porfirismo, fue el oficial de más alto rango del viejo ejército incorporado a la Revolución y estuvo hasta el final con Madero, con lo cual se ganó un respeto importante entre los revolucionarios del norte. Incorporado al círculo cercano de Carranza, fue hecho a un lado por éste, debido a las protestas que Obregón y otros sonorenses formularon ante su nombramiento como Secretario de Guerra. Luego de esto solicitó su traslado a la División del Norte, donde se incorporó el 15 de marzo de 1914, haciéndose cargo de la artillería y convirtiéndose en uno de los más cercanos colaboradores de Villa, a quien acompañó aún en la derrota.

 

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El paso siguiente de la División del Norte fue retomar la comarca lagunera. Para marzo de 1914, según la revista realizada por Villa antes de atacar nuevamente orreón, orreón, contaba con alrededor de 22 mil combatientes. En orreón y las poblaciones circundantes estaban estacionados alrededor de 7 mil federales, bien pertrechados y con artillería. Villa intentó mantener oculta su partida de Chihuahua, de donde salieron sus trenes con algo más de 8 mil combatientes y 29 cañones, según aibo II, a los que luego se agregaron  varios cuerpos de combatientes de Durango y la reserva que se mantenía en Chihuahua. En la siempre variable evaluación de los historiadores respecto a las tropas empeñadas, Katz menciona 16 mil revolucionarios, en tanto que Salmerón habla de 20 mil combatientes de la División que participaron en la batalla. La misma, que inició con combates en Sacramento y luego se trasladó a Gómez Palacio y orreón, fue de las más sangrientas de la guerra civil, y duró casi dos semanas. El avance de los trenes villistas fue precedido por la huida de la región lagunera de los terratenientes y la burguesía. Lcompleto a táctica militar de para Villa las incorporó los ataques nocturnos, que resultaban por La adversos tropas federales ubicadas en una posición defensiva; el combate en horas de la noche favorecía la deserción de las tropas rasas basadas en la leva. El rotundo triunfo le permitió acceder a los recursos de la exportación algodonera de la región. La política social ensayada por Villa en la zona fue una continuidad de lo que ya mencionamos antes, e incluyó la expropiación de las tierras de los lo s partidarios del régimen, así como la realización de algunos repartos agrarios. De inmediato se preparó el ataque a San Pedro de las Colonias, donde se concentraban las fuerzas que habían logrado escapar de orreón hacia el Sur, con refuerzos provenientes de la Ciudad de México y de Saltillo. res divisiones federales distintas que lograron concentrarse en ese lugar, sumaban 12 mil soldados,  y mostraba que el gobierno gobierno de Huerta considera consideraba ba que, para ganar ganar la guerra, era esencial derrotar a la División del Norte90. La lucha se decidía en torno a la columna vertebral del país; Felipe Ángeles, consciente de esto, escribirá en su reporte de la batalla “odos los generales de confianza de Huerta estaban en San Pedro […] aquí cifraba Huerta el sostenimiento de su gobierno”91. En esta batalla, las fuerzas de la División del Norte constaban de alrededor de 14 mil combatientes. La moral del Ejército Federal estaba muy golpeada después de orreón y fue derrotado por los villistas; el 14 de abril éstos entraban a San Pedro de las Colonias. 90

 Como dijimos antes, la acción de las tropas comandadas por Pablo González no constituían una seria amenaza para el Ejército Federal, y en las varias ocasiones que Villa le pidió que bloquease el avance de los refuerzos provenientes del noreste, no lo hizo. 91  Citado en Paco Ignacio Ig nacio aibo aibo II, op. cit., p. 343.

 

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En abril de 1914 un acontecimiento sacudió la guerra civil que se desarrollaba en México. Buques estadounidenses bombardearon el puerto de Veracruz, e infantes de marina desembarcaron y lo ocuparon, en una acción que causó, del lado mexicano, alrededor de 500 bajas entre los cadetes militares y la población civil. Utilizando como excusa la detención en tierra de dos marinos yanquis, Estados Unidos intervino de forma abierta en la situación nacional. Desde meses mese s antes, el presidente Woodrow Woodrow Wilson presionaba al gobierno de Huerta a que convocase elecciones y diera una salida democrática al conflicto en curso. Esta propuesta no tenía muchos partidarios: el constitucionalismo no confiaba en que el régimen otorgase elecciones libres, en tanto que Huerta no cedía a las presiones de Washington. El dictador había disuelto el Congreso después del escándalo causado por el asesinato del legislador maderista Belisario Domínguez y realizó unas fraudulentas elecciones donde fue candidato único. Paravenía entender la política importante considerar que Huerta inclinándose haciaestadounidense, el imperialismoesbritánico –según plantea Friedrich Katz, Gran Bretaña le había externado su apoyo–, lo cual generaba resquemor en el gobierno de EE. UU. La administración de Wilson estaba buscando, en el campo antihuertista, una opción que garantizase sus intereses y los de las empresas estadounidenses, manteniendo emisarios ante Carranza, Villa e incluso Zapata. Esto mientras sectores del establishment  yanqui  yanqui proponían una inter vención e incluso una anexión de parte de México. México. Cuando se dio la invasión a Veracruz, la actitud de Villa fue cautelosa, posiblemente bajo la influencia de Ángeles. En cambio, Carranza protestó y exigió la evacuación del puerto, rechazando –lo que también hicieron Villa y Zapata– la maniobra huertista que, para ganar tiempo en una guerra civil c ivil que le era ya desdes favorable, llamó a los revolucionarios a dejar de lado la confrontación y unirse al gobierno en la lucha contra Estados Unidos. Más allá de los roces diplomáticos y las declaraciones frente a la invasión, desde septiembre de 1913, según plantea John Mason Hart, ya se notaba una clara inclinación de la administración Wilson hacia Carranza. La actitud de los gobiernos de Coahuila y Sonora y de sus fuerzas militares era favorable al mantenimiento de las propiedades así como de los acuerdos contraídos en la etapa pre via con empresas y gobiernos extranjeros. extranjeros. Por su parte, sectores de la burguesía  yanquii con propiedades  yanqu propiedades en el país –fundamentalm –fundamentalmente ente en el petróleo, la minería minería  y los lati latifundi fundios– os– descon desconfiaba fiaban n de los líder líderes es campesin campesinos os radi radicales cales y su políti política ca de expropiación. Aunque en el decreto de 1913 Villa no atacaba las propiedades estadounidenses, en las zonas bajo su control los desposeídos del campo invadieron en varias ocasiones grandes propiedades de dueños extranjeros. Para los

 

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empresarios y el gobierno estadounidense, en el desempeño de la División del Norte y del Ejército Libertador del Sur se evidenciaba un carácter de clase antagónico a sus intereses. Más allá de la buena relación que se dice que Villa tenía con el general yanqui Hugh Scott, e incluso tomando en cuenta que en el Centauro todavía no existía, en 1913, una posición definida respecto a Estados Unidos, con el correr de los años maduró en él un sentimiento antiestadounidense que se expresó luego en el ataque a Columbus, en el mismo territorio de Estados Unidos. La discusión sobre las causas de la intervención yanqui es sin duda muy amplia. La irrupción de las masas campesinas fue sin duda un elemento fundamental en la definición de la política del imperialismo, que buscaba presionar de manera más abierta a las fracciones en disputa, para contener el proceso revolure volucionario y cerrar un conflicto abierto en su frontera sur. ambién obedeció a la necesidad de generar mejores condiciones –y qué mejor mej or para ello que una inter vención armada a la cual destinó parte importante de su flota– para preservar su trasero. y la intendominación sobre sujeta lo quealuego sería conocido como su patio Otra cuestión discusión es la relación entre esta política ción de favorecer a Carranza frente a los líderes campesinos. Autores como Pineda Gómez, por ejemplo, sostienen que, más allá del discurso nacionalista del Primer Jefe, la intervención yanqui benefició de forma abierta, y por distintas  vías, al liderazgo del del coahuilense. Por Por un lado porque Carranza se vio favorecido por las conversaciones que con los representantes represe ntantes del gobierno mexicano sostu vieron Estados Unidos y los países del ABC (Argentina, Brasil y Chile), quienes exigieron la salida de Huerta y apoyaron así al Primer Jefe. Por otra parte, porque la ocupación estadounidense se mantuvo frente a la acción de las masas agrarias, y sólo se retiró a partir de la negociación con Carranza a fines de ese año, dejándole el control del estratégico puerto y una gran cantidad de suministros militares. Esto le brindó al mando constitucionalista una gran base de apoyo logístico para iniciar su posterior contraofensiva sobre los ejércitos de Zapata y Villa. Hart, por ejemplo, documenta cómo se fue definiendo Estados Unidos a favor de Carranza, lo cual se expresó más tarde en acciones militares –como en la batalla de Agua Prieta, donde según los villistas las fuerzas estadounidenses auxiliaron a las tropas de Plutarco Elías Calles desde el otro lado de la frontera–, f rontera–, en la obstaculización al tráfico de armas tan necesario para Villa, y finalmente en el reconocimiento diplomático del gobierno de Carranza. La invasión a Veracruz, mientras marcó la intención intervencionista del imperialismo yanqui y mostró que las potencias buscaban tener un rol activo en el proceso mexicano, no alcanzó a constituirse en un elemento definitorio en

el curso del proceso revolucionario, como en su momento plantearon distintos autores de la escuela historiográfica soviética. Hay que considerar que los países p aíses

 

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imperialistas –incluidos los Estados Unidos– orientaban su atención hacia el gran teatro de la Primera Guerra Mundial, lo que limitaba cada vez más su capacidad de incidir de manera decisiva sobre las fuerzas políticas actuantes en la Re volución. Sin duda, no se puede dejar de reconocer la importancia que tuvo, en el resultado de las batallas del Bajío, la ya mencionada provisión a las tropas de Carranza del armamento estacionado en Veracruz. Pero fueron esencialmente las características del proceso mexicano, las fuerzas sociales y políticas actuantes, sus programas y estrategias, las que explican su resultado final.

Después de la toma de orreón, la visita de Carranza a Chihuahua a fines de abril, y su encuentro con Villa y los jefes de la División del Norte, mostró que crecía la distancia y la desconfianza mutua. Un banquete organizado en honor del Primer Jefe (al que no asistió Villa, disgustado con la intromisión de Carranza en los asuntos de de Chihuahua) fue ladel ocasión que los villistas le quegobierno “Los hombres de la División Nortepara quieren quejefes se respeten lasplanteasen doctrinas sociales por las que hemos luchado, quieren que impere la justicia social y que se consagre el derecho al voto, quieren que se repartan las tierras a los campesinos”92. Se insistía sobre dos cuestiones que volvieron en forma recurrente en los meses siguientes, y que acrecentaron la brecha en el seno del constitucionalismo: no se aceptaba la intención de Carranza de asumir como presidente a la derrota de Huerta, lo cual sería luego vinculado a la propuesta de que una convención de  jefes revolucionarios designase al próximo presidente; presidente; y no se consideraba consideraba como secundaria la cuestión agraria, como pretendían los líderes de los Ejércitos del Noreste y del Noroeste. En esta visita a Chihuahua, Carranza le ordenó al estado mayor de la División del Norte que se desviase hacia el Este para tomar Saltillo, la capital de Coahuila. Esto no tenía lógica alguna en el terreno de la táctica militar: interrumpía el avance arrollador del ejército villista hacia el Sur Sur,, y por p or otra parte era una acción relativamente sencilla que entraba en la jurisdicción del Ejército del Noreste de Pablo González. Pero la lógica se encontraba en el terreno de la estrategia política de la fracción burguesa, ya que Carranza quería frenar el avance de Villa y evitar que un ejército campesino que impulsaba acciones sociales y políticas contra los latifundistas, l atifundistas, llegase primero a la Ciudad de México, confluyendo con el Ejército Libertador del Sur y su Plan de Ayala. Villa aceptó de mala gana los dictados de Carranza, Carranza , y con 15 mil soldados partió desde orreón orreón hacia Saltillo. Aquí hay otra página magistral de la guerra civil: en el trayecto, la División del Norte debió frenar su marcha por la destrucción de vías, y recibió 92

 Citado por Paco Ignacio aibo aibo II, op. cit., p. 352.

 

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el informe de que 5 mil federales con artillería se encontraban estacionados en un punto cercano, a 45 kilómetros, en la estación de Paredón. Allí tuvo lugar una de las batallas más emblemáticas protagonizadas por la caballería villista: durante horas, una fuerza de 8 mil jinetes se acercó a Paredón y, tomando posición en una línea de 4 kilómetros, se lanzó sobre las tropas federales, que por la  velocidad del ataque no pudieron hacer un uso efectivo de la artillería y fueron arrasados. Como comentaba Jorge Aguilar Mora: La ventaja de Villa estaba en la combinación del movimiento del caballo con el de sus carabinas. Era un doble movimiento que aumentaba geométricamente la velocidad del ataque […] el movimiento de los caballos villistas tenía una articulación mucho más efectiva que la de los dragones federales: éstos usaban el ritmo r itmo tradicional de una aceleración progresiva mientras que los villistas se desplazaban con arranques súbitos  y altos inesperados. Este ritmo quebrado quebrado era necesario y complementario complementario del arma arma de 93

media distancia que los federales no sabían usar .

El resultado fue la destrucción absoluta de las tropas federales, que a media hora de iniciado el combate huyeron atropelladamente. Si la de Paredón resultó una de las batallas donde el lugar central lo ocupó la caballería, hay que decir que, según explican historiadores como Pedro Salmerón, la guerra civil estuvo protagonizada por la infantería montada; esto es, por el uso del caballo como medio de aproximación, realizándose la confrontación pie a tierra, con el apoyo de la artillería. La utilización de ametralladoras y trincheras fue una característica a la que apelaron los distintos bandos que actuaron, tanto en el periodo de la lucha contra Huerta como en el año de 1915. Contra la imagen de un villismo militarmente arcaico y limitado, identificado sólo con las cargas de caballería, hay que recordar su uso inteligente de la artillería, la combinación combin ación de ataques de caballería  y de infante infantería, ría, la distribu distribución ción del grupo de élite de Vi Villa lla (los  Dorados) entre las distintas brigadas y destacamentos con el fin de levantar la moral, la utilización privilegiada de los trenes para el transporte de las tropas y artillería, así como la organización del abasto de agua, alimentos y un servicio sanitario que, a la vez que mostraba una real preocupación por la situación de la tropa, podría haber sido la envidia de un ejército profesional burgués. Y esto respondía también a que era un ejército que expresaba una tendencia ascendente del proceso revolucionario, basado en el empuje y la disposición a la lucha de los miles de combatientes que lo integraban, donde muchos de los jefes militares participaban en la primera línea de las acciones de guerra, en tanto que la contrarrevolución huertista estaba 93

 Citado por Paco Ignacio aibo aibo II, op. cit., p. 360.

 

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en derrumbe, su ejército descompuesto y su mando corrompido. La División del Norte, a pesar de los límites programáticos y políticos que el villismo mostró, era un ejército revolucionario; articulaba la disposición a la lucha de las masas populares que lo integraban como com o parte de una lucha contra el viejo viej o orden, con una organización militar centralizada. Por ello las tácticas de la División del Norte en el campo de batalla (nutridas por la experiencia y el instinto de Villa y por la escuela militar burguesa de Felipe Ángeles), tales como los ataques nocturnos, la organización de movimientos envolventes, y la búsqueda del lugar débil del enemigo para aniquilarlo, sólo encontraban a su frente la lentitud y el conservadurismo de un ejército comandado por una casta declinante y basado en el terror de la leva. Después de la batalla de Paredón, Saltillo fue abandonado por el Ejército Federal, y la ciudad fue ocupada por el villismo y entregada a Pablo González, regresando luego la División del Norte a orreón orreón para preparar prep arar,, ahora sí, el ataque a Zacatecas. Esta ciudad, donde se concentraba uno de los mayores contingentes del eradeconsiderada puerta de entrada a laalrededor Ciudad de y frente agobierno, las fuerzas Huerta (quela al principio eran de deMéxico, 2 mil, pero en los días siguientes llegarían a 12 mil según Salmerón y a poco menos de 10 mil según aibo II) había sólo 6 mil rebeldes zacatecanos integrantes de la División del Centro, bajo las órdenes de Pánfilo Natera y Domingo Arrieta, jefes cercanos a Carranza. Villa se encontraba en su punto más alto: “[…] la conquista de La Laguna convirtió a Villa en un dirigente nacional: controlaba más hombres  y recursos que cualquier otro jefe revolucionario y el poder de su ejército y su prestigio como caudillo no tenía parangón en el campo rebelde”94. En ese momento se dio la mayor confrontación con Carranza. Éste, que había arribado a Saltillo, le ordenó a Villa que no avanzase, y que en cambio enviase una parte de la División del Norte para subordinarse y apoyar las acciones de la División del Centro, que en sus primeros ataques, realizados sin artillería ni ametralladoras, había sido rechazada. La intención de Carranza era, de nueva cuenta, contener al villismo en su camino hacia el Sur y de paso obtener en Zacatecas una victoria militar emanada de sus directrices. La historia es conocida: una conferencia telegráfica entre orreón y Saltillo que duró varios días, en la que Villa se negó a fraccionar la División del Norte y propuso movilizarla íntegramente hacia el Sur, para tomar Zacatecas. El rechazo de la propuesta llevó a que el duranguense presentase su renuncia, la cual fue aceptada de inmediato por el Primer Jefe, quien les ordenó a los generales villistas que designasen un sucesor. Éstos, encabezados por Ángeles, se negaron y restituyeron a Villa, comunicándole a Carranza “la resolución irrevocable de continuar bajo el mando del 94

Norte, p. 435.  Pedro Salmerón, La División del Norte

 

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general Villa (la tomamos en ausencia de éste) […] Nuestras gestiones cerca de este jefe han tenido éxito y marchamos prontamente al Sur”95, después de lo cual iniciaron la marcha a Zacatecas. Zacatecas . Esto constituyó un acto de abierta insubordinación a la jefatura j efatura de Carranza y marcó un punto sin retorno en la confrontación en el campo constitucionalista: […] la confrontación afectaba la estructura estr uctura disciplinaria que Carranza Carranz a había intentado imponerle al constitucionalismo, basada en la supuesta herencia de la legalidad maderista, pasada a sus manos y refrendada en el Plan de Guadalupe, pero, lo que era más grave, violaba la democrática realidad de que la Revolución en el Norte había surgido de ciudadanos en armas que guiaban voluntarios, y que a su vez habían elegido a su  jefe en una asamblea” asamblea”96.

Después Ángeles escribió un folleto donde daba el punto de vista villista de la confrontación, tanto que, desde el estado se mayor de Carranza, en las posteriores adiciones al en Plan de Guadalupe, también explicaría la mencionada división.

Una fuerza cercana a los 20 mil combatientes 97 se distribuyó en las cercanías de Zacatecas, ciudad emplazada en un punto de difícil acceso, rodeada por cerros que controlaban sus entradas, los cuales además se encontraban fortificados, artillados y rodeados de trincheras. La batalla duró menos de 12 horas, y el saldo fue la destrucción de otro Ejército Federal por parte de la División del Norte. Aunado a la táctica militar impecable diseñada por el mando villista –que inclu yó de nuevo la utilización efectiva de la artillería– la voluntad de lucha y la alta moral de los atacantes fue fundamental para dar el golpe de gracia al Ejército Federal y resolver en pocas horas la batalla. El triunfo de Zacatecas –que como acto de guerra tuvo menos intensidad y duración que la toma de orreón entre marzo y abril de 1914– fue el momento cúlmine en la destrucción del Ejército Federal, pilar fundamental del Estado burgués comandado por Victoriano Huerta, y señaló el fin de la primera fase de la Revolución que inició en 1910. Si durante la misma se había mantenido la continuidad de las instituciones provenientes del porfirismo a través de los gobiernos 95

 Gildardo Magaña: Emiliano Zapata y el agrarismo en México, tomo IV, México, INEHRM, 1985, p119.  Paco Ignacio aibo II, op. cit., p. 374. 97  En sus respectivas obras, Pedro Salmerón habla de 22 mil integrantes de la División del Norte, en 96

tanto que Paco Ignacio aibo II menciona 19 mil 500 combatientes sumando los efectivos de la División del Norte y del Centro.

 

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de De La Barra, Madero y Huerta, evitando así su derrumbe frente a la irrupción de las masas, Zacatecas marcó la descomposición y desarticulación del Estado. Fue un acontecimiento histórico que mostró la potencialidad de las masas insurgentes, cuya acción había ido in crescendo, como mostraba el avance arrollador de la División del Norte y la creciente influencia que se irradiaba desde los pueblos de Morelos. “Zacatecas significa que el ejército de Porfirio Díaz, de Francisco I. Madero y de Huerta, el ejército cuya continuidad viene desde la guerra contra la intervención francesa, es decir, el ejército sobre el cual se sostiene la continuidad del Estado liberal burgués, ha sido destruido por un ejército de campesinos [...] La espina e spina dorsal del viejo Estado está partida”98. La Revolución campesina había logrado, por la vía de las armas, lo que evitó hacer la dirección burguesa maderista. Y fue un acontecimiento que debe rescaresc atarse con orgullo en una historia de los explotados y oprimidos: el triunfo sobre el Estado burgués por parte de un ejército campesino que, en sus métodos y acciones, destilaba el odio de clase de los desposeídos.

Segunda fase de la Revolución  De la confrontación en el bloque antihuertista a la derrota de los ejércitos campesinos

La desarticulación del pilar del viejo Estado marcó el inicio de una nueva fase de la Revolución, la cual se caracterizó por la guerra civil que confrontó al constitucionalismo con las direcciones campesinas radicales, cuestión que expresó el antagonismo entre los distintos proyectos políticos que, con mayor o menor claridad, estas fracciones expresaban, y que había madurado madurado en los años previos. previos . Esta segunda fase de la Revolución la consideramos en dos grandes momentos: Los ejércitos campesinos radicales a la ofensiva: ofensiva: de la caída de Huerta a la ocupación de la Ciudad de México. La restauración constitucionalista retoma la iniciativa: iniciativa: la lucha entre los ejérej ércitos de Villa y Obregón y el triunfo militar de éste, é ste, sentando las bases para la reorganización del Estado burgués y el Constituyente de 1917. Cruzando de manera transversal los momentos previos, consideramos la Comuna de Morelos de 1915 y su confrontación con el constitucionalismo triunfante, la cual, por su importancia específica espec ífica como experiencia de poder campesino, la analizamos en un posterior p osterior ensayo. 98

 Adolfo Gilly, op. cit., p. 180.

 

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 Los ejércitos campesinos radicales a la ofensiva

 La revolución de fuera, la revolución campesina está ya en sus umbrales, toca a sus puertas y pronto hará estremecer sus edificios y sus pavimentos con el resonar de los corceles y el grito de guerra de los libertadores.    A los habitantes de la Ciudad de México, Emiliano Zapata y los comandantes comandantes del  Ejército Libertador Libertador de la república mexicana, 24 de junio de 191499

El choque al interior del bloque antihuertista fue expresión política y militar de la contradicción entre una dirección burguesa socialmente reaccionaria y conservadora y el impulso de las demandas históricas de las l as masas rurales, que para abrirse paso debían cuestionar el orden capitalista y su pilar, la gran propiedad terrateniente. La dirección constitucionalista, cohesionada en torno a la figura de Carranza, persiguió el objetivo de contener y desactivar la insurrección generalizada de las masas agrarias. Su programa y su acción política apuntaron a preservar la propiedad privada, reconstituir el Estado y abonar el surgimiento de una nueva burguesía posrevolucionaria, de la cual los triunfadores fueron parte. Después de la derrota de Huerta, se mostrarán con mayor claridad las distintas vías que para lograr ese objetivo surgieron al interior del campo constituciona constitucionalista. lista. Por una parte hubo quienes, como Carranza, pretendieron hacerlo privilegiando los mecanismos coercitivos, oponiéndose a toda idea de otorgar concesiones a las masas, mostrando de paso su incomprensión del proceso profundo que afloraba en la rebelión de los desposeídos. Y quienes, de forma más inteligente, enarbolaron una política que combinaba golpear a las dirigencias radicales con la apropiación de parte de su programa, atrayendo así a su base social campesina y buscando a la vez subordinar al joven movimiento obrero. Fue el caso de Obregón y los constitucionalistas sonorenses, quienes lograron que Carranza adoptase, durante el año de 1915, esta perspectiva. En tanto que un tercer sector (que Adolfo Gilly definió como el ala jacobina), encarnado en figuras como Lucio Blanco, Salvador Alvarado y Francisco J. Múgica, expresaba una tendencia más de izquierda, aunque también subordinada a la dirección carrancista y que presionaba para que ésta retomase demandas sociales  y no se limit limitara ara a las pura purament mentee democr democráti ático-f co-formal ormales. es. Este sector tuvo may mayor or incidencia en 1917, aunque su orientación la llevó al choque con Carranza en los 99

 Francisco Pineda Gómez, op. cit., pp. 544 y 545.

 

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Guadalupe upe en 1913, o en las exaños previos, como en la confección del Plan de Guadal propiaciones ya mencionadas, realizadas por Lucio Blanco en Matamoros.

Después de la toma de Zacatecas, la División del Norte detuvo su avance, ante el hecho de que Carranza y el Ejército del Noreste amenazaban cortar sus vías de suministros, las cuales ya se habían extendido demasiado. Como planteaba de manera correcta Adolfo Gilly, lo que se vio desde las tomas de Saltillo y de Zacatecas, es que “pasó a primer plano el conflicto contenido en la guerra civil mexicana: el conflicto entre la dirección burguesa de Carranza y los ejércitos campesinos en los cuales se apoyaba contra la facción de Huerta” 100. Cuando éste ya estaba prácticamente derrotado, el mando constitucionalista comenzó a tomar medidas contra la División del Norte, como el corte de combustible para los trenes. La crisis entre Carranza y Villa entró en un punto muerto, y se realizaron las conferencias orreón entre los representantes deldel Ejército Noroeste, que actuaban en de nombre de Carranza, y de la División Norte.del El resultado fue la aceptación de la autoridad de Carranza y de que, al triunfo de la Revolución, éste asumiría como presidente interino, con el compromiso de convocar de inmediato a elecciones; al mismo tiempo se reconocía a Pancho Villa como jefe de la División del Norte. La que fuera conocida como la cláusula de oro incluida en este acuerdo, representaba la primera mención a un programa social en el constitucionalismo, y prometía “emancipar económicamente a los campesinos haciendo una distribución equitativa de tierras o por otros medios que tiendan a la resolución del problema agrario” 101; sin embargo, Carranza rápidamente desconoció este punto del Pacto de orreón. orreón. Este acuerdo les dio un tiempo precioso a los Ejércitos del Noroeste y del Noreste para avanzar hacia la Ciudad de México, y mostró la debilidad política del villismo. En lugar de apro vechar el impulso dado por su campaña militar y mantenerse independiente del carrancismo, reconoció a Carranza como Primer Jefe de la Revolución y como futuro presidente interino, y le cedió la iniciativa de la ocupación de la ciudad. En las semanas siguientes, Huerta renunció y se inició la transición, acordándose la rendición del Ejército Federal y la entrega de sus posiciones y su armamento a los constitucionalistas. En particular, las tropas de Pablo González Garza se encargaron de esto, extendiendo su influencia territorial por el país, país , en tanto que Obregón entró a la Ciudad de México y preparó el ingreso de Carranza, quien como presidente provisional llegó a la capital c apital el 20 de agosto de 1914. Un punto 100 Ibidem  Ibidem, p. 101. 101

 Citado en Paco Ignacio aibo II, op. cit., p. 397.

 

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fundamental de esta transición fue el acuerdo por el cual las tropas federales mantuvieron sus posiciones en el sur de la ciudad, en San Ángel, lalpan y Xochimilco, hasta que fueron relevadas por los constitucionalistas, evitando que los zapatistas pudieran incursionar en la capital. Después de la instalación de Carranza en la Ciudad de México, éste convocó convocó una convención de jefes constitucionalistas a realizarse en la capital del país, y las semanas siguientes fueron de negociaciones y discusiones con los villistas  y los zapatistas, así como de crecientes tensiones como las que enfrentaban a distintos sectores constitucionalistas en Durango y en Sonora, o los primeros choques entre zapatistas y carrancistas en el Sur. En ese contexto Álvaro Obregón viajó a Chihuahua para entrevistarse con Villa, donde estuvo a punto de ser fusilado como resultado de la creciente desconfianza que el Centauro sentía por él, y también por la molestia que aquél tenía con la situación que se estaba dando en Sonora, donde se habían enfrentado las fuerzas de Maytorena, cercano a Villa, y de por los carrancistas Benjamín Hill y Plutarco Elías Calles.incluido El sonorense s onorense salvó su vida la intermediación de algunos generales villistas, Ángeles. Durante la accidentada estadía de Obregón en Chihuahua, se dio a conocer una carta firmada por éste y por Villa, en la que se consideraba que la convención convocada por Carranza no era representativa y no tomaba en cuenta en su temario la cuestión agraria, pero que asistirían a la misma en el entendido de “que lo primero que hará la junta será un referéndum sobre la figura de Carranza y luego la convocatoria a elecciones generales para al final tratar el problema agrario”102. Estos términos fueron luego rechazados por Carranza y Villa desconoció la convención a realizarse en la Ciudad de México. La actuación de Obregón en estas semanas, y su rúbrica en la carta que hablaba de la reforma agraria y que pretendía limitar el poder de Carranza, no sólo buscaba influir a los elementos “ilustrados” del villismo (como aquél reconoció en sus memorias) sino que pretendía ubicarse en un lugar intermedio entre Carranza y Villa. Esto es, entre el accionar del coahuilense –que quería repetir el proyecto maderista de 1912 y su programa de limitadas reformas políticas–, y la lucha por la tierra que respiraba por todos los poros p oros de los ejércitos campesinos. al vez aspiraba a ocupar, en esa disputa entre el Centauro y Carranza, una presidencia provisional de consenso. Con gran olfato político, Obregón encarnaba desde entonces la solución que la propia burguesía daría al proceso iniciado en 1910, con la Constitución de 1917 y la construcción de un Estado posrevolucionario caracterizado por la emergencia del bonapartismo mexicano103.

102 Ibidem  Ibidem, p. 414. 103

 Aunque no es el tema del presente ensayo, remitimos remitimos al lector a la l a amplia bibliograf ía sobre el estado

 

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Entretanto, en Morelos, una comisión carrancista integrada por varios personajes que en el pasado habían sido cercanos al magonismo, no llegaba a ningún acuerdo con los zapatistas, quienes estaban empeñados en lograr el reconocimiento del Plan de Ayala como condición previa a cualquier pacto. El zapatismo mostraba así una intransigencia programática que impedía los acuerdos con esta ala burguesa, y con la que no contaba el villismo, que por ello tendía a aceptar las promesas de Obregón y sus partidarios. Como testimonio de esta confrontación irreconciliable están las palabras de Carranza al comandante zapatista Geno vevo de la O: “eso de repartir tierras es descabellado. Díganme qué haciendas tienen ustedes, de su propiedad, que puedan repartir, porque uno reparte lo que es suyo, no lo ajeno”104.

mexicano y el régimen que emerge en la década de 1920, destacando la obra de Manuel Aguilar Mora, El escándalo del Estado / Una teoría del poder político en México, México, 2000, Fontamara, 416 pp., que retoma la amplia elaboración sobre el tema de Marx, Engels, Lenin, rotsky rotsky y otros autores, y presenta las tesis del autor autor.. Allí cita a Marx, quien en relación con el gobierno de Luis Bonaparte planteaba: “El Imperio, con el golpe de Estado como partida de nacimiento, el sufragio universal como credencial y el sable como cetro, pretendía apoyarse en los campesinos […] So pretexto de salvar a la clase obrera, lo que hizo fue f ue acabar con el parlamentarismo parlamentarismo,, convirtiendo descaradamente al gobierno en instrument instrumentoo de las clases poseedoras. So pretexto de salvar a las clases poseedoras, lo que hizo fue mantener en pie su prepotencia económica sobre la clase obrera.” (p. 209). Y afirma Aguilar Mora: “El equilibrio bonapartista es el sello indeleble de momentos históricos críticos precisos de la trayectoria de la sociedad burguesa. Se da en situaciones en las que o sus clases se encuentran fatigadas, abrumadas o derrotadas después de gigantescas conmociones revolucionarias, o se encuentran en extrema tensión en el umbral mismo de cambios espectaculares de carácter revolucionario o contrarrevolucionario” (p. 210). Por su parte, rotsky, analizando el gobierno de Lázaro Cárdenas, sostuvo: “En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación con el proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da d a al gobierno un carácter bonapartista sui generis, de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien con virtiéndose en instrumento instrumento del capital extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando l legando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros. La actual política (del gobierno mexicano, N. del .) se ubica en la segunda alternativa; sus mayores conquistas son la expropiación de los ferrocarriles y de las compañías petroleras”, petroleras”, en León Le ón rotsky, rotsky, “La industria nacionalizada y la administración obrera”, publicado sin firma en  Fourth International  International , agosto 1946. omado de León rotsky, Escritos Latinoamericanos, Buenos Aires, CEIP, 2007, 3era ed., p. 170. 104  Citado en John Womack Jr, op.cit., p. 195 y en Adolfo Gilly, op. cit., p. 121.

 

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En oposición a la dirección burguesa, el 19 de junio de 1914 la jefatura zapatista emitió un acta de ratificación del Plan de Ayala donde se afirmaba que “la Revolución no puede reconocer otro presidente provisional que el que se nombre por los jefes revolucionarios de las diversas regiones del país”, país”, con lo que se desconocía la pretensión de Venustiano Venustiano Carranza, y se condicionaba el fin de la guerra a que “se establezca un gobierno compuesto de hombres adictos al Plan de Ayala, que lleve desde luego a la práctica las la s reformas agrarias”105. Y, profundizando esto, en septiembre los zapatistas lanzaron el decreto de nacionalización de bienes, ejerciendo así los planteos programáticos del Plan de Ayala: “Las propiedades rústicas nacionalizadas pasarán a poder de los pueblos que no tengan tierras que cultivar y carezcan de otros elementos de labranza, o se destinarán a la protección de los huérfanos y viudas de aquellos que han sucumbido en la lucha que se sostiene por los ideales invocados en el Plan de Ayala” 106.

Con la quiebra del Ejército Federal Federal y el ascenso de los ejércitos campesinos, campesinos , estaba roto el monopolio de las armas, ya de por sí cuestionado en los años previos,  y las diversas diversas fuerzas rebeldes rebeldes ocupaban las distintas zonas zonas del país. Mientras los ejércitos de Álvaro Obregón y Pablo González se posicionaban en determinadas porciones del territorio, la División del Norte hacía lo propio, en tanto que gran parte de sus tropas permanecían a las afueras de Aguascalientes, cercana a la Ciudad de México. Los zapatistas, en tanto, controlaban Morelos, Guerrero, el Estado de México y zonas de Puebla. La Convención que Carranza convocó para realizarse en la Ciudad de México, bajo su influencia directa, no podía p odía satisfacer al villismo y mucho menos a los revolucionarios de Morelos. Después de las ríspidas conversaciones entre Villa y Obregón, cobró fuerza el sector s ector del constitucionalismo que veía la necesidad de realizar concesiones a los líderes campesinos para retrasar lo más posible el enfrentamiento armado, y de su seno surgió una comisión de pacificación que propuso el cambio de sede de la Convención a Aguascalientes, considerada como un lugar neutral , adonde asistieron representantes de todos los ejércitos, con excepción del zapatismo. En sus primeras sesiones, la Convención era claramente el instrumento del obregonismo, que buscaba envolver a las representaciones militares campesinas con promesas vagas y discursos grandilocuentes. Mientras tanto, una delegación de los villistas, encabezada por p or Felipe Ángeles, se trasladó a Cuernavaca para invitar al Ejército Libertador del Sur, lo cual fue aceptado 105 Citado por Francisco Pineda Gómez,

op. cit., pp. 548 y 549.  Citado por Francisco Pineda Gómez, op. cit., p. 470.

106

 

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por los zapatistas, aunque éstos se negaron a que sus delegados tuvieran plenos poderes hasta que Carranza se sometiera al mandato de la Convención y a los principios del Plan de Ayala. Como plantean diversos autores, el arribo de los zapatistas volcó el ánimo político de la Convención, que al final asumió como propios los artículos centrales del Plan de Ayala, llamó a Carranza a someterse a sus resoluciones y eligió un presidente provisional, Eulalio Gutiérrez, quien había iniciado su carrera militar en el Ejército del Noreste. Gutiérrez fue propuesto directamente por Álvaro Obregón. Como era de esperarse, Carranza se negó a someterse a la Convención,  y a mediados de noviembre sus delegados, encabezados enc abezados por Obregón, se retiraron. La intención de la fracción carrancista, que realizó la Convención para contener a los ejércitos campesinos y legitimarse como gobierno nacional, fracasó. La confluencia tan temida entre los ejércitos radicales campesinos del Norte y del Sur tuvo su primer capítulo en la Convención, y la adopción del Plan de Ayala representó, qué duda cabe,con unaladerrota burgués. Esto era expresión de que, caída depolítica Huerta,del lasconstitucionalismo masas estaban e staban a la ofensiva,  y eso también empujaba a sectores provenientes provenientes del constitucionalismo constitucionalismo a aliarse con los ejércitos campesinos, como fue el caso de Lucio Blanco o Eulalio Gutiérrez, emergiendo así en la Convención este tercer sector, sector, en coalición coyuntural con Villa y Zapata; varios de ellos, como el flamante presidente convencionista,  volverían luego a alinearse con la dirección dirección constitucionalista. constitucionalista. Carranza y Obregón al final se retiraron de la capital del país el 24 de noviembre de 1914 y se replegaron a Veracruz, Veracruz, manteniendo el control de algunas plazas importantes en las costas y el centro del territorio. Los ejércitos campesinos ocuparon la Ciudad de México durante diciembre de ese año, y allí se instaló el gobierno de la Convención. En ese momento, Villa y Zapata dominaban la mayor parte del país, y parecía cuestión c uestión de tiempo que sus tropas derrotasen por completo a los ejércitos constitucionalistas. La localización geográfica de éstos era claramente desfavorable. Estaban desperdigados en distintos puntos de la república, lo cual no era compensado de forma suficiente por el control que ejercían sobre los principales puertos. puertos . Los convencionistas, en cambio, tenían en su poder las vías férreas más importantes y la frontera norte, además de ocupar el centro del país y contar a su favor con el enorme empuje moral que brindaba estar en el clímax de la Revolución, controlando la mayor plaza estratégica de la república. Pero, como sabemos, la toma de la capital no significó el triunfo de los ejérciejé rcitos campesinos. La unidad de la Convención se quebró muy rápido, y las tropas de Villa y Zapata se retirarían pocas semanas después de la Ciudad de México.

 

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anto la Convención, basada en la ruptura política con el liderazgo burgués de Carranza, como la ocupación oc upación de la Ciudad de México mostraban, por una parte, la radicalidad de la lucha por las demandas agrarias y la profundidad del proceso revolucionario. Éste alcanzaba el punto más alto logrado alguna vez en la historia por las masas campesinas mediante su acción autónoma: lo cual se reflejó en la destrucción del viejo Estado burgués y en la ocupación del principal centro político y administrativo de una nación. Adolfo Gilly planteaba que la presencia de los ejércitos campesinos en la Ciudad de México mostraba que “[…] la perspectiva y la reivindicación de la tierra, la conquista revolucionaria de la tierra, aun siendo formalmente una reivindicación democrática, rebasaba ya entonces los marcos de la burguesía y exigía enfrentar a su poder con otro poder ajeno a su base de clase”107. Con los sucesos de diciembre de 1914 se mostraba que las direcciones campesinas orientabanenhacia la posesiónMilitar del principal centro urbano –a través deradicales la alianzaseconcretada la Convención de Aguascalientes–, cuestión que surgía como una necesidad imperiosa para llevar a buen término la lucha. Pero, por otra parte, la Convención, que emergió del enfrentamiento con el carrancismo y el obregonismo y que fue la base del efímero gobierno de Eulalio Gutiérrez, en el cual participaban intelectuales como José Vasconcelos y Martín Luis Guzmán, no constituyó la base de un poder p oder revolucionario. Como planteamos en los inicios de este trabajo, la Revolución Mexicana asumió una forma particular, que se relaciona con la propia formación social existente en ese entonces, predominantemente rural. Esta característica estructural se expresó en la forma que adquirió la Revolución: una gran guerra civil, cuya especificidad fue que la lucha de clases urbana jugó un rol secundario y la principal base de los ejércitos fueron los campesinos. Fue partiendo de esto que se desplegó una dinámica en la cual las acciones militares iban por delante de otros métodos de lucha, y donde aquéllas eran el impulso fundamental para la expropiación de haciendas en el campo, e incluso para las huelgas y el surgimiento de organizaciones en las urbes. Como fruto de esta particularidad histórica y social, lo que surgió a fines de 1914 en Aguascalientes no fue una forma de autoorga autoorganización nización democrática y de masas, vinculada de forma directa a los centros de producción, como los consejos obreros que emergieron en otras revoluciones hegemonizadas por p or los asalariados urbanos durante el siglo XX y que mostraron el germen de un nueva organización organización estatal de los explotados y oprimidos. En lugar de ello, la Convención, sostenida 107

 Adolfo Gilly, op. cit., p. 148.

 

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por el poder po der armado de los ejércitos insurgentes, insurgentes, asumió el carácter de una asamblea revolucionaria de jefes militares; éstos é stos fueron sus verdaderos protagonistas. Y aunque la División del Norte y del Ejército Libertador del Sur, al basarse en una forma de democracia plebeya plebe ya militar, militar, representaban de una manera particular las aspiraciones de los campesinos armados, éste no fue f ue el caso de las otras fracciones actuantes en la Revolución, como el ala izquierda del carrancismo –Eulalio Gutiérrez, Lucio Blanco y otros– que rompió coyunturalmente con el Primer Jefe  y adquirió, en los meses siguientes, un papel p apel preponderante, hegemonizando el gobierno convencionista. Estas limitaciones de la Convención como instancia de potencial poder de los explotados y oprimidos, aunado a la decisión de cisión de Villa y Zapata de cederles el gobierno, es lo que explica el acceso al poder –de forma efímera y coyuntural–, de aquéllos que no representaban a las masas masa s rurales y urbanas ni impulsaban la lucha por sus aspiraciones. El gobierno Gutiérrez otros representantes los sectores mediosencabezado e ilustrados,por no Eulalio sólo careció de uny programa alternativo de al carrancismo, sino que –frente al temor de clase que les inspiraba el mismo torbellino campesino que los había encumbrado–, le dio más temprano que tarde la espalda a la Revolución. En el gobierno convencionista participó el ala del villismo que, por su política e incluso su origen social, era más proclive a conciliar con el obregonismo, como el caso de José Ignacio Robles; y sólo lo integraron dos ministros zapatistas, entre los cuales estaba Manuel Palafox, relegado a las cuestiones agrarias. Aunque la Convención asumió los principios generales del Plan de Ayala, Gutiérrez no se propuso nunca llevarlos a la práctica, tampoco generalizarlos al conjunto del territorio nacional, mucho menos cuestionó –ni siquiera en la propia Ciudad de México– la propiedad capitalista. En ese diciembre de 1914 existió en la Ciudad de México un poder dual extraño: el gobierno convencionista se mantuvo encerrado en los ministerios, dependiendo del apoyo de Villa y Zapata y preparando la conspiración contra éstos, mientras los líderes campesinos, quienes eran los verdaderos vencedores de Huerta y contaban con la fuerza y el empuje de la Revolución, Re volución, aunque ya desconfiaban del gobierno, no pretendían detentar el poder político. En esas turbulentas semanas, no sólo se mostró el antagonismo existente entre entre estas facciones de la Convención, sino también todos los límites de un gobierno surgido de la alianza entre la pequeñoburguesía urbana y el campesinado, y su incapacidad histórica para proponer un curso alternativo a la burguesía.

 

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Las direcciones campesinas no mostraron falta de radicalidad ni de instinto re volucionari  voluci onario, o, lo cual sobró sobró desde desde 1910. Lo que que se expresó expresó con toda toda gravedad gravedad y de forma trágica en diciembre de 1914 fue que, para resolver de manera efectiva las demandas agrarias y llevar hasta su término las tendencias anticapitalistas puestas en juego en las expropiaciones de tierras, había que reorganizar la nación sobre nuevas bases: bases : en la sociedad socie dad capitalista –aún en una formación social relativamente atrasada como la mexicana– no podía ni puede pensarse en resolver estas tareas en términos locales o regionales. Si es verdad que los zapatistas proponían el Plan de Ayala no sólo para Morelos, sino para todo el país, si es correcto considerar que el villismo expresaba un odio hacia los terratenientes no sólo de Chihuahua sino de toda región en la que se encontrase actuando, el hecho es que eso sólo podía po día desarrollarse y concretarse asumiendo el poder político y poniendo en práctica un programa de alcances nacionales. En este punto, a lo más que llegaron zapatistas y villistas fue a la propuesta de que una convención revolucionaria un Pero gobierno democrático y constitucional, como mencionan los textos que yaeligiese citamos. eso fue lo que, en cierta medida, sucedió en Aguascalientes, e implicó cederle el poder político a sectores de la pequeñoburguesía, quienes actuaron como la quinta columna de Carranza y Obregón. Se mostró que una perspectiva distinta no podía surgir solamente del campesinado, una clase heterogénea, dispersa en la amplia geografía, y que no tenía acceso a los resortes fundamentales de la economía capitalista moderna que se comenzaban a desarrollar en México. La radicalidad campesina requería de un aliado capaz de presentar una perspectiva de poder que no apuntara a la reconstrucción del Estado burgués sino a la resolución de las demandas campesinas, obreras y populares, mediante la liquidación de la propiedad privada y la subversión de las relaciones sociales capitalistas. Y la resolución de las demandas de las masas agrarias requería de la alianza con la clase obrera, tanto por motivos políticos y militares –la necesidad de frenar y derrotar al constitucionalismo–, como económicos –la urgencia de lograr los recursos para perfeccionar la explotación agrícola– y por ello su triunfo revolucionario en las ciudades era imprescindible. Por eso era fundamental la alianza obrera y campesina, que tal vez Zapata haya vislumbrado en su famosa carta sobre la Revolución Rusa, de 1918, ya en el momento de disgregación y declive de la Revolución 108. 108

 “[…] es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la l a solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la libertad del campesino. De no ser así, la burguesía podrá poner estas dos fuerzas la una frente a la otra aprovechándose, v.gr., de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores del mismo modo que, si el caso ca so se ofrece, podrá utilizar a los l os obreros poco conscientes y lanzarlos lanz arlos contra sus hermanos del campo” en Adolfo Gilly, op. cit., p. 286.

 

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Explicar esta gran carencia de la Revolución Mexicana implica considerar las propias limitaciones sociales y políticas de la clase obrera. El todavía temprano desarrollo de la industria y de los centros urbanos se s e articuló con el rol que la clase obrera jugó después del alzamiento maderista, en gran medida me dida limitada a acciones reivindicativas y donde no sólo no logró vincularse a la rebelión campesina (mas que mediante la incorporación individual a los ejércitos villistas y zapatistas) sino que posteriormente se dividió en torno al apoyo a la dirección constitucionalista. Se trataba de un movimiento obrero joven, donde sus tendencias políticas, políticas , como el anarcosindicalismo, poco hicieron para abonar la alianza con la insurrección agraria. Esto introduce un elemento de complejidad en el proceso histórico, ya que solo mediante la alianza obrero-campesina podían resolverse las demandas motoras de la Revolución y evitar la trágica perspectiva que se dio al final. No pretendemos caer en una visión estática del liderazgo campesino y de su accionar. Es evidente que una dinámica revolucionaria como la que se desplegó desde 1910, empujó losque oprimidos y explotados del campo que tomaron parte la misma más allá dea lo en tiempos no revolucionarios se podía llegar. En de la primera fase de la Revolución y en particular en su momento de máximo ascenso, en el año de 1914, los ejércitos campesinos se movieron lejos de sus regiones de origen (fundamentalmente el villismo) y avanzaron hasta ocupar el centro neurálgico del joven capitalismo mexicano. Una confirmación contundente de que la dinámica de la lucha por la tierra empujaba a buscar busc ar su resolución efectiva más allá del ámbito local y apuntaba al centro político nacional. Sin embargo, ante el fracaso de la alianza social s ocial expresada en la Convención, la decisión dec isión de Villa y de Zapata de dividir sus fuerzas y retirarse de la Ciudad de México sólo puede ser entendida desde la primacía de una óptica local y regionalista, más preocupada en preservar sus respectivas bases territoriales, que en conservar la principal plaza del país y aprovechar la ventaja que ello constituía para perseguir a Carranza y derrotarlo en Veracruz. Sobre estos límites de la perspectiva política de las alas radicales del campesinado, es que resurgió y reencontró su fuerza el constitucionalismo.

 La restauración constitucionalista retoma la iniciativa

La escisión concretada en Aguascalientes, con el consiguiente repliegue de las fuerzas de Carranza y la ocupación de la Ciudad de México por la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur Sur,, anticipaba la confrontación militar entre las facciones que habían triunfado sobre Huerta, la que se desarrolló con su máxima intensidad durante durante el año de 1915. Desde Veracruz, el mando constitucionalista redactó lo que se conoció como

Desde Veracruz, el mando constitucionalista redactó lo que se conoció como

 

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las adiciones al Plan de Guadalupe, fechadas el 12 de diciembre de 1914, documento en el cual se ignoraba al Ejército Libertador del Sur, se definía al villismo como una fuerza reaccionaria que debía ser aniquilada y se afirmaba que: […] siendo el objeto principal de la nueva lucha, por parte de las tropas reaccionarias del general Villa, Villa, impedir la realización realiz ación de las reformas revolucionarias que requiere el pueblo mexicano, el Primer Jefe de la Revolución constitucionalista tiene la obligación de procurar que, cuanto antes, se pongan en vigor todas las leyes en que deben cristalizar las reformas políticas y económicas que el país necesita expidiendo dichas leyes durante la nueva lucha que va a desarrollarse.

De esta forma, Carranza intentaba intentaba apropiarse de las reivindicaciones sociales de los ejércitos campesinos, iniciando una actividad propagandística para con vertir a los mismos en fuerzas reaccionarias. El aspecto más trascendente de las adiciones está contenido en el artículo 2: El Primer Jefe de la Revolución y Encargado del Poder Ejecutivo expedirá y pondrá en vigor, durante durante la lucha, todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país, efectuando las reformas que la opinión exige como indispensables para restablecer el régimen que garantice la igualdad de los mexicanos entre sí; leyes agrarias agr arias que favorezcan la formación de la pequeña propiedad, disolviendo los latifundios y restituyendo a los pueblos las tierras de que fueron injustamente privados; leyes fiscales encaminadas a obtener un sistema equitativo de impuestos a la propiedad raíz; legislación para mejorar la condición del peón rural, del obrero, del minero y, y, en general, de las clases proletarias; proletarias ; establecimiento de la libertad municipal como institución constitucional […].

Esto fue rápidamente seguido por la Ley Agraria emitida por Carranza en enero de 1915, redactada por Luis Cabrera. Como han planteado Gilly y otros autores, la presentación de un primer programa social por parte del carrancismo buscaba disputar a los caudillos plebeyos su propia base. Se aprecia en la redacción que el Primer Jefe asumía el sentido de las propuestas que diversos sectores del propio constitucionalismo, como Lucio Blanco o Francisco J. Múgica, sostuvieron desde la elaboración del Plan de Guadalupe en 1913. Esta operación política preparó lo que fue una característica fundamental de la Constitución promulgada en 1917: incorporar de forma limitada las demandas campesinas y obreras, subordinadas a la nueva estructura estatal que se pretendía reorganizar y a las normas norma s de la legalidad burguesa, sustrayendo la realización de las mismas de la acción directa de las

masas armadas, como ocurría en Morelos y en varias de las zonas ocupadas por el

 

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 villismo. Y es que, ante  villismo. ante la la persistenci persistenciaa de la Revoluc Revolución, ión, ésta ésta era la única única forma forma de contenerla y encauzar las demandas del campo y la ciudad. Contrasta con la política de Carranza en los años previos, previos , limitada a una revolución de carácter político  y que que no no tomaba tomaba en cuenta cuenta las aspira aspiraciones ciones popular populares, es, desfasad desfasadaa del del hecho de que, desde 1910 habían irrumpido, como actores fundamentales del proceso histórico, millones de desposeídos. Después de Zacatecas, el Estado que emergiera de la Revolución estaría obligado a considerar ese nuevo actor social y sus demandas.

Las ampliaciones del Pla  Plan n de Gua Guadal dalupe upe y la ley agraria carrancista preparaban, prep araban, en el terreno político, la contraofensiva militar del ahora llamado Ejército de Operaciones. La resolución de Villa y Zapata de dividir sus fuerzas fue una de las decisiones militares más controversiales de la Revolución. Las noticias de que peligraba la región lagunera y que ello podía extenderse a otras zonas del norte villista, motivó al Centauro enviar a Felipe de Ángeles al Noreste, del ejército. Éste al trató primero a la cabeza de que aVilla desistiera estas órdenes y decon queparte atacaran enemigo, es decir al mando constitucionalista refugiado en Veracruz. Pero al final se subordinó  y par partió tió con parte importan importante te de las fuerzas fuerzas de la Div Divisi isión ón del Norte. De ene enero ro a marzo, otra fracción de la División del Norte combatió en San Luis Potosí, buscando arrancar el Puerto de ampico a los constitucionalistas, en tanto que el mismo Villa comandará las operaciones en Jalisco. Mientras tanto, los zapatistas tomaban Puebla el 15 de diciembre de 1914, y actuaban en la zona adyacente de la Ciudad de México, recibiendo el encargo de Villa de estar alertas y frenar a los carrancistas. Obregón aprovechó el tiempo precioso que la estrategia militar convencionista le brindaba, para reorganizar sus fuerzas y apurar la partida para p ara ir al choque con Villa, temeroso además de que éste pudiera acceder a la importante plaza portuaria por tuaria de ampico. ampico. Para ello aprovechó la colaboración estadounidense. Según plantea John Mason Hart, el pacto por el cual las fuerzas de Estados Unidos dejaban Veracruz Veracruz a los constitucionalistas incluía el traspaso traspas o de un gran g ran arsenal que se encontraba en el puerto desde abril de 1914, además de los cargamentos que fueron llegando durante todo el año. Los materiales de guerra acumulados en el puerto incluían: artillería, ametralladoras, rifles, escopetas, carabinas, revólveres, pistolas, granadas […]. Los cargamentos del  Monterrey y del  México, que habían llegado el 7 de marzo y el 18 de abril respecti vamente, contenían varios miles de pistolas, revólveres y cargas de munición […]109.

109

 John Mason Hart, op. cit., p. 398.

 

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A esto hay que añadirle que gran parte de la artillería que los estadounidenses  supuestamente embarcaron al abandonar México, nunca llegó a su destino. Como planteamos antes, Estados Unidos tomaba opción por Carranza y Obregón como los capaces de pacificar  el  el país y garantizar sus inversiones. Desde mediados de diciembre se desarrolló la crisis en la Convención. Los rumores de que Eulalio Gutiérrez conspiraba con Obregón se vieron confirmados por Villa110. El 13 de enero, en medio de tensiones entre el Centauro y el gobierno convencionista, abandonaron la Ciudad de México Gutiérrez y sus ministros, con parte de su tropa, llevándose una gran cantidad c antidad de dinero del tesoro nacional. Coludidos con aquél, también hicieron lo propio algunos villistas connotados como José Isabel Robles y Eugenio Aguirre Benavides. En algunos casos, las tropas de Gutiérrez llegaron a chocar con los destacamentos de la División del Norte, lo que le agregó nueva complicación la campaña de los ejércitos campesinos. En eseuna contexto, Obregón inicióa su avance hacia el centro y retomó Puebla el 5 de enero de 1915. Ingresó a la Ciudad de México el 28 de enero, que fue abandonada por los zapatistas, y la Convención se instaló en Cuernavaca. Estaba Es taba consumada la división geográfica de los ejércitos campesinos: los zapatistas y la Convención en el Sur (pronto sería electo de forma transitoria el villista González Garza como nuevo presidente) y la antigua División del Norte actuando en el Bajío y el norte de la república, convirtiéndose Obregón en una cuña entre ambos. Esta división nunca volvió a superarse, y trajo aparejada la descoordinación militar.

La caída de Huerta y la sucesiva ocupación de la Ciudad de México por los distintos ejércitos triunfadores, marcó un tercer momento de la participación del movimiento obrero en la Revolución, sin duda el más controversial y trágico. Ya desde su primera estancia en la Ciudad de México, en el segundo semestre de 1914, Obregón buscó acercarse a sectores del movimiento obrero organizados en la Casa del Obrero Mundial. En 1915, el fruto de esta relación política fue que una parte importante del movimiento obrero apoyó al constitucionalismo, y que

110

 A inicios de enero, mientras Villa se encontraba en Ciudad Juárez, el mismo Gutiérrez le escribió a Obregón que no avanzara hacia México mientras “se desarrolla el plan de campaña que pretendemos dirigir contra el general Francisco Villa”. Después de la batalla que Ángeles libró contra las fuerzas de Villarreal en las cercanías de Monterrey, aquél capturó correspondencia confidencial del presidente

convencionista con el enemigo. Ver Paco Ignacio aibo II, op. cit .,., pp. 472-480.

 

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algunos sindicatos organizaron los batallones rojos que se sumaron a la campaña contra la reacción villista, los cuales tuvieron su bautismo de fuego en la segunda batalla de Celaya, en abril de ese año, al mismo tiempo que el avance de los ejércitos obregonistas eran acompañados por la labor de la Casa que organizaba a los trabajadores y propugnaba el apoyo al constitucionalismo en los territorios conquistados. La importancia política de este pacto es meridiana y no puede ser empañada por el hecho de que incluyó sólo a una parcialidad p arcialidad de los trabajadores. trabajadores. Se sentaron las bases de una característica fundamental del Estado mexicano en las siguientes décadas: la alianza y subordinación sub ordinación del movimiento movimiento obrero respecto a la burguesía revolucionaria, y la fractura respecto al movimiento campesino; el ala conciliadora de las direcciones del proletariado será a partir de entonces crecientemente hegemónica. No es un dato menor que en esta nueva relación política surgió la figura del dirigente sindical Luis N. Morones, quien en el periodo posrevolucionario fue dirigente de la Central Regional Obrera Mexicana CROM) y secretario (nuevos sec retario del rabajo rabajoque delsurgirán gobiernoen deelObregón, todoobrero. un modelo de los líderes burocratizados movimiento El que sectores que concertaron este apoyo levantaran al mismo tiempo un programa con elementos anarcocomunistas, no minimiza la importancia impor tancia crucial que esto tuvo: aquéllo era estéril sin una ubicación que buscase la alianza con el radicalismo campesino. Frente a esta situación en el movimiento de trabajadores, las direcciones campesinas radicales resultaron incapaces de representar una alternativa para las organizaciones obreras. Aunque los zapatistas en particular se dirigieron, en sus manifiestos, a los trabajadores urbanos, no tenían una orientación más concreta para establecer una alianza con las organizaciones obreras y contrapesar así la política de ofrecimientos y concesiones de Obregón. El anticapitalismo campesino surgía como un torrente de la propia realidad cotidiana, se limitaba al sector donde vivían las consecuencias de la opresión y la explotación: las haciendas. Y, por su parte, la perspectiva radical propugnada por sectores del movimiento obrero no pasaba de un discurso que podía ser estratégicamente correcto pero aún abstracto, y donde faltaba la llave para una concreta perspectiva socialista: dejar atrás toda subordinación sub ordinación a la burguesía constitucionalista, y avanzar en la unidad con el campesinado insurrecto tras un programa que articulara la lucha por las reivindicaciones más sentidas con el combate por la toma del poder político y la destrucción del capitalismo. c apitalismo.

Los movimientos de Villa por el Bajío se caracterizaron, como sus campañas

anteriores, por apelar a medidas radicales de corte social contra los ricos y la

 

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expropiación de parte de sus tierras. Aunque en muchos casos dejaba subsistir a los capitalistas a cambio de imponerles impuestos compulsivos, estas medidas generaron simpatía entre los oprimidos, en la misma proporción que odio de clase en los distintos sectores de la clase dominante. El punto cúlmine fue la promulgación de la Ley General agraria de mayo de 1915 en León, continuidad del decreto de 1913, que planteaba: Artículo XIº. Se considera incompatible con la paz y la prosperidad de la república la existencia de las grandes propiedades territoriales. En consecuencia, consec uencia, los gobiernos de los estados, durante los tres t res primeros meses de expedida esta Ley, Le y, procederán a fijar la superficie máxima de tierra que, dentro de sus respectivos territorios, pueda ser poseída por un solo dueño; y nadie podrá en lo sucesivo seguir poseyendo ni adquirir tierras en extensión mayor de la fijada, con la única excepción que consigna el artículo 18º111.

en unratificaba momentouna de gran tensión por el enfrentamiento militares, inminente, elAun villismo perspec perspectiva tiva radical contra los terratenientes, terratenient articulando la guerra contra el constitucionalismo con la adopción de medidas sociales muy avanzadas.

Mientras que en los meses siguientes el constitucionalismo se concentraba en dirimir la guerra contra Villa, el zapatismo se abocaba a edificar un poder local sustentado en la expropiación y el reparto de las tierras, con sus cimientos hundidos en los pueblos y en el monopolio de las armas por las masas agrarias. Aunque en el ensayo siguiente de este libro desarrollamos esta importante experiencia, hay que considerar que representó la mayor concreción del radicalismo plebeyo zapatista, con la liquidación de las clases dominantes y de toda propiedad capitalista y terrateniente en el estado, como fue el caso de la principal industria morelense, localizada en los ingenios. ingenios . Lo que Adolfo Gilly denominó con  justeza la Comuna de Morelos, fue una de las experiencias más avanzadas, en la historia contemporánea de la lucha de clases, de la acción del campesinado y su tendencia a la independencia respecto a las fracciones de la burguesía, llegando a poner en pie una experiencia de poder revolucionario local.

El 10 de marzo, Obregón, con sus fuerzas recompuestas y abastecidas, abastecidas , abandonó la Ciudad de México, que fue de forma coyuntural retomada por los zapatistas, y 111

 Véase en este libro, parte III Memorias de la Revolución , p. 305.

 

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salió a la búsqueda del que consideraba, con justeza, como el principal adversario militar del proyecto constitucionalista. Como relatan distintos historiadores, los siguientes cuatro episodios armados definieron el curso de la guerra civil. La primera batalla de Celaya inició el 4 de abril de 1915, concentrando Villa alrededor de 8 mil combatientes, contra un aproximado de 12 mil soldados bajo el mando del sonorense. Aunque Ángeles le aconsejaba no enfrentar en ese momento a Obregón, Villa salió a su encuentro. Ya en esta primera batalla se vio la que fue una característica de los combates siguientes: la escasez de suministros  y la dificultad para conseguirlos en Estados Unidos por parte del villismo, combinación de las propias complicaciones de su logística con los obstáculos que la administración de Washington Washington le imponía al tráfico de armas para la División del Norte112. La batalla se libró con las fuerzas constitucionalistas en una posición defensiva, cediéndole a la División del Norte la ofensiva, que no logró quebrar de forma sostenida las líneas de Obregón ni evitar el arribo de refuerzos, y debió replegarse conlosimportantes pérdidasrecibían hacia Salamanca. Mientras constitucionalistas refuerzos –los zapatistas no lograron cortar el abastecimiento desde Veracruz–, Villa, sin dar suficiente descanso a sus hombres, aun cuando había recibido pocas municiones y sólo con cuatro o cinco mil combatientes de refresco, se lanzó de nuevo al combate113, que inició el 13 de abril y que terminó con un segundo resultado desfavorable para la División del Norte. Al acertado atrincheramiento de las fuerzas de Obregón (con loberas, trincheras individuales donde se ubicaban los tiradores yaquis), y la utilización atinada atina da de las ametralla ametralladoras, doras, hay que agregar las particularidades de la geografía geograf ía que complicaban la acción de la caballería de la División del Norte, gran número de municiones defectuosas (los villistas descubrieron que les habían vendido balas de palo recubiertas de bronce) y los estragos que la caballería de reserva obregonista provocaron después de que los villistas no lograron quebrar sus líneas defensivas. Una vez más se repetía el esquema de Obregón, que sacaba ventaja de la impaciencia de Villa: dos movimientos enlazados, el primero resistir al límite a la defensiva, y luego pasar al contraataque. La División del Norte se concentró en Irapuato y luego en León. Ángeles, quien llegó desde Monterrey para entrevistarse con Villa, le propuso una táctica defensiva y de repliegue sobre el Noreste, para que Obregón retomase la iniciativa y alargase sus vías de suministros. Villa optó por concentrar el máximo de tropas preparando el nuevo choque. Éste se dio en las cercanías de la estación 112

 Mantenemos este nombre para facilitar la comprensión de la lectura, aunque desde enero de 1915 se hacía llamar Ejército Convencionista o Cuerpo de Ejército del Norte. 113

 Paco Ignacio aibo II, op. cit., p. 516.

 

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rinidad, a mitad de camino entre Silao y León, e inició el 29 de abril, con algunas escaramuzas que se extendieron durante los días siguientes. De nuevo, los problemas de suministro complicaron la actuación de la División del Norte. Las tropas de Villa, que había agrupado a refuerzos provenientes de distintos puntos del país, ascendían a 25 mil combatientes, en tanto que las fuerzas de Obregón rondaban los 35 mil114. Los días 21 y 22 de mayo, la División del Norte tomó la ofensiva e inició una serie de ataques que se extendieron hasta inicios de junio, pero que no lograron nunca definir la batalla, aunque en varios momentos estuvieron a punto de quebrar el cuadro defensivo planteado por el sonorense. El 3 de junio, Obregón fue herido y perdió p erdió el brazo, debiendo abandonar coyunturalmente el mando. Al día siguiente, el estado mayor obregonista, sorpresiva e intempestivamente pasó a la ofensiva y avanzó hacia León y Silao, lo que obligó al repliegue a la División del Norte, que no logró contenerlos. La tercera batalla del Bajío había terminado con un nuevo triunfo del carrancismo y Villa tuvo que retirarse Allí sehacia libróAguascalientes. la última gran batalla, donde la posición defensiva asumida por la División del Norte no logró contener a los carrancistas y luego de que Obregón la forzó a buscar batalla a campo abierto, fue de nuevo derrotada. Los efectos de las derrotas del Bajío son indudables y marcaron un punto de inflexión en el relativo equilibrio de fuerzas existente desde enero de 1915, después de que los ejércitos convencionistas dejaron pasar la iniciativa de atacar al centro constitucionalista en Veracruz. Obregón recuperaba terreno y avanzaba de manera lenta, mientras la zona controlada por Villa se reducía, se acumulaban las deserciones entre sus mandos y las derrotas de los destacamentos que actuaban en distintos lugares del norte del país. Después De spués de estas derrotas, derrotas , durante el segundo semestre de 1915 el villismo v illismo intentó de forma desesperada lograr algún triunfo militar que le permitiera restablecer sus fuerzas. En la campaña de Sonora, todavía con una fuerza de 6 mil 500 combatientes, buscó dar un golpe de mano atacando primero Agua Prieta, defendida por Plutarco Elías Calles y luego Hermosillo. Al final, los restos de la División del Norte Nor te emprendieron el regreso a Chihuahua, donde Villa la disolvió y dejó en libertad liber tad de acción a sus integrantes para buscar la amnistía o continuar la lucha. Durante los años siguientes continuó la acción militar del villismo, bajo una forma de guerrilla, que llegó incluso a tomar de forma transitoria algunas ciudades. El descontento acumulado con Estados Unidos, por el apoyo logísticomilitar a Carranza y la estafa de uno sus proveedores de armas, empujó a Villa al célebre ataque a la población estadounidense de Columbus, que desató las 114

114

 Según Paco Ignacio aibo II, op. cit., p. 529.

 

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airadas protestas y el envío de una fuerza yanqui de 12 mil soldados con camiones y aviones, al mando del general John Pershing, la cual penetró en territorio mexicano, intentando capturar de manera infructuosa al Centauro y sus combatientes, y que dio nuevos bríos al apoyo popular al villismo en el norte del país. Paco Ignacio aibo II, en su Pancho Villa Villa…, plantea que “la macrovisión no empata con la microhistoria”115, en alusión crítica a las interpretaciones marxistas que explican las derrotas villistas en el Bajío por las limitaciones de su proyecto político y su origen de clase. Es evidente que no puede reducirse mecánicamente el resultado de la confrontación entre la División del Norte y el carrancismo a estas causalidades estructurales, ni comprenderse sólo desde ahí el resultado inmediato del conflicto militar. En las decisivas batallas del primer semestre de 1915 hubo momentos donde los villistas podían haber torcido el curso de las mismas, como han documentado distintos historiadores. Obregón aprovechó al máximo la impaciencia de Villa y su tendencia a lanzarse a la ofensiva, y contó la a su favor conde la los faltahechos de pertrechos Pero, ánimo de violentar autonomía militares,del el adversario. resultado final desin la guerra civil sí tuvo una relación mediatizada con la primacía, en los momentos políticos  y militares militares cruciales, de una una perspectiva regionalista. Para el el curso de los aconteacontecimientos en el año 1915, fue fundamental la decisión político-militar de Villa y de Zapata de dividir sus fuerzas f uerzas y no aprovechar el momento clave de diciembre de 1914 para golpear al constitucionalismo, permitiéndole retomar la ofensiva política y militar. Su práctica radical en el terreno de las relaciones agrarias y la confrontación con la clase dominante, no suprimen la debilidad de que no contó con un proyecto nacional anticapitalista y alternativo al carrancista, y que por ende no tomó las medidas me didas políticas y militares para imponerlo.

En esa época, y cruzando transversalmente el periodo de la guerra civil que recién planteamos, se desarrolló un nuevo episodio de la acción del movimiento obrero en la revolución, signado por su ruptura con el gobierno. Si el carrancismo en 1915 contó a su favor con el apoyo de sectores del movimiento obrero y con la inexistencia de una alianza social entre éste y el campesinado insurrecto, los triunfos militares del Bajío lo impulsaron a confrontar a los trabajadores urbanos, con la intención de dejar claramente establecido su subordinación y disciplinamiento. Este cuarto momento fue marcado por el inicio de una nueva oleada de acciones reivindicativas, que condujeron a una huelga general encabezada por los trabajadores electricistas, la primera convocada como tal en la

115

 Paco Ignacio aibo II, op. cit., p. 522.

 

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historia del país. En esos tiempos de efervescencia política, la Casa del Obrero Mundial declaraba tener más de 90 mil afiliados116. La respuesta gubernamental abandonó toda política contemporizadora –como había tenido en los meses previos– y encarceló a los dirigentes electricistas, amenazando con fusilarlos si no levantaban la huelga. Esto marcó una ruptura con el gobierno de Carranza, y a partir de entonces los sectores más conciliadores del movimiento obrero profundizaron su vinculación con Obregón, a quien apoyaron en su posterior confrontación con el Primer Jefe. Se mostró así el resultado de que no existiese una alianza entre el movimiento obrero y el campesinado: c ampesinado: consumada la derrota de la División del Norte, en 1916 el movimiento obrero fue uno de los siguientes objetivos del constitucionalismo en el poder.

La derrota de la División del Norte abrió el camino para que, de forma tortuosa, se concretase la reorganización del estado y el encumbramiento de los triunfadores, que en las décadas siguientes se transformarían en parte fundamental de la clase dominante. El Congreso Constituyente de 1916-1917 estuvo en esencia es encia conformado por los representantes de la fracción militar victoriosa de la Revolución. A partir del triunfo sobre el villismo y el zapatismo, se consolidaron las distintas tendencias existentes en las etapas previas; junto al carrancismo, se mantuvo el obregonismo como un sector propenso a incorporar las demandas obreras y campesinas, así como el ala  jacobina el cual realizó durante esos años distintas experiencias de gobierno en varios estados, que incluyeron algunas de las propuestas llevadas al Congreso Constituyent Constituyente. e. El proyecto presentado por Venustiano Carranza constituía una reedición de la Constitución liberal de 1857. El mismo fue modificado y los artículos 27, 123 y 130 incorporaron y enmarcaron dentro de la legalidad posrevolucionaria  varias demandas sociales de las masas urbanas y rurales. Se establecía la propiedad de la nación sobre las tierras y aguas –las cuales podían ser cedidas a los particulares– así como del subsuelo y sus riquezas, que solo podrían ser concesionadas. Se fijaba la constitucionalidad del ejido y de la pequeña propiedad, y se pautaba la devolución a sus propietarios originales, previa demostración de los títulos correspondientes, de aquellas tierras usurpadas en el pasado. Se establecieron la jornada de 8 horas, derechos de sindicalización, de huelga y las juntas 116

 Anna Ribera Carbó: “La Casa del Obrero Mundial y la ef ímera historia del anarcosindicalismo anarcosindicalismo mexit rabajadores res (siglo  XIX cano”, p. 147, en Miguel Orduña y Alejandro de la orre: Cultura política de los trabajado

 y  XX  ), México, UNAM, 2008.

 

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de conciliación y arbitraje. Otro aspecto destacable fue f ue la imposición de diversas restricciones a las iglesias. Como planteaba Adolfo Gilly “El texto definitivo fue impuesto por una alianza del centro (Obregón) con la izquierda jacobina, y ese eje de centro-izquier centro-izquierda da es el que tiene toda la l a constitución” constitución”117. La Carta Magna que surgió del Congreso Constituyente de Querétaro sentó los cimientos de un régimen político que se iría consolidando en los años siguientes y que descansó en la incorporación de sectores de las masas como su base social. Lo hizo al integrar de forma parcial y limitada las demandas obreras campesinas y populares, institucionalizándolas mediante la sujeción a la nueva legalidad burguesa y al poder político en manos de la facción triunfante. El Congreso Constituyente de Querétaro marcó el fin del proceso revolucionario por la  vía de la contención y el desvío de la Revolución Re volución iniciada en 1910, combinando la derrota física de los ejércitos campesinos radicales con la sujeción y subordinación de las masas campesinas y proletarias a las instituciones del Estado posrevolucionario. Los tres años mostraron que tantoseguían los esfuerzos del nuevo régimen por disciplinar a los siguientes sectores campesinos actuando, como la confrontación al interior de la facción triunfante; en este sentido, el triunfo de la rebelión de Agua Prieta en 1920 y el asesinato de Venustiano Carranza marcó el ascenso al poder de los sonorenses encabezados por Álvaro Obregón  y Plutarco Elías Calles, que edificaron el nuevo régimen bonapartista, apoyados en el sostén brindado por el movimiento campesino y el movimiento obrero, que en los años siguientes se consolidó como la principal fuerza social del país. Querétaro marcó el comienzo de la institucionalización de la Revolución, en un proceso que fue jalonado por la emergencia del Partido Nacional Revolucionario  familia ia revolucionaria, y en 1929 con el cual se disciplinaba políticamente a la  famil que concluyó, durante el sexenio cardenista, con la incorporación de las organizaciones campesinas y obreras al Partido de la Revolución Mexicana. Esto marcó el punto más alto en la subordinación del ya poderoso movimiento obrero al régimen burgués surgido de la Revolución, que, parafraseando a José Revueltas, se convirtió así en un “proletariado sin cabeza”.   Conclusiones La Revolución iniciada en 1910 y protagonizada por las masas agrarias no se detuvo en el fin del porfiriato y asumió un carácter  permanentista. Hablamos de permanentismo, recuperando el método y el marco teórico desarrollado por

117

 Adolfo Gilly, op. cit., p. 231.

 

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León rotsky, rotsky, porque la Revolución, retomando las tareas que la burguesía mexicana no había sido capaz de realizar en el siglo previo, fue más allá de un mero cambio de régimen político. Asumiendo la forma de una aguda guerra civil, la lucha por la tierra implicó el cuestionamiento de las bases del capitalismo mexicano: la propiedad de los terratenient terratenientes es y los latifundistas118.Y planteó, en forma precursora, la dinámica que durante el siglo XX asumieron las revoluciones en los países de desarrollo capitalista retrasado, en las cuales resolver la cuestión de la tierra estuvo enlazada a lograr la liquidación del poder económico de las clases dominantes y la toma del poder político.

Visto desde otro ángulo, el carácter permanentista que mencionamos es una consecuencia de que las direcciones burguesas y pequeñoburguesas se encontraban imposibilitadas de resolver las reivindicaciones claves del proceso revolucionario, porque ello atentaba ycontra susenpropios interesesmexicano. y sus pretensiones de encumbramiento económico político el capitalismo En su intento por contener los acontecimientos después del levantamiento contra Díaz, empujaron a la aceleración de la lucha de clases y a que adquiriese las características de una revolución social en el campo. Este permanentismo se expresó en que, a partir de 1910 se dio una dinámica de confrontación entre revolución y contrarrevolución, la cual atravesó los distintos periodos ya presentados, y que terminó haciendo añicos el viejo régimen político y el Ejército Federal. Esta dinámica de corte anticapitalista se evidenció en la ruptura constante de la legalidad burguesa, mostrada tanto en el cuestionamiento cotidiano del latifundio, como en que las legislaciones zapatista y villista explícitamente sostenían que su garantía última estaba en el armamento de la población. Y se vislumbró en que las direcciones campesinas avanzaron, en determinados momentos, en concentrar el poder político estatal, intentando reorganizar la sociedad a nivel local, como en Chihuahua y en la experiencia de la Comuna de Morelos. En este contexto, las acciones más propiamente urbanas como las huelgas, aunque asumieron un carácter secundario si lo comparamos con la guerra campesina, fueron parte del proceso y mostraron que la Revolución se expresaba también en las concentraciones obreras, acicateando la entrada de sectores de 118

 En esta definición retomamos y reivindicamos las elaboraciones de los autores que presentamos en la segunda parte de esta obra, tales como Manuel Aguilar Mora y Adolfo Gilly, y que fueron fundamentales en la construcción de una interpretación alternativa alternativa a la que el estalinismo difundió en torno a la

Revolución Mexicana.

 

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asalariados a la lucha reivindicativa e impulsando su organización como fue, por ejemplo, el caso de la Casa del Obrero Mundial; un proceso poco conocido, el cual es destacado por autores como John Mason Hart119, y que nosotros hemos considerado en cuatro momentos que cruzan transversalmente la periodización general de la Revolución.

Para comprender las especificidades del proceso revolucionario y de su carácter  permanentista, también hay que tomar en cuenta que el mismo se dio en un momento histórico de transición, signado por el agotamiento del ciclo de las revoluciones burguesas y por el inicio de la época de las revoluciones proletarias. proletarias . Esto marcó tanto sus puntos de contacto con las revoluciones contemporáneas, como las enormes contradicciones que se expresaron en el terreno de la acción de los explotados y oprimidos. En ese sentido, el desempeño de las fracciones más radicales del campesinado y su tendencia crecientemente anticapitalista mostraban el carácter contemporáneo de la Revolución Mexicana, lo cual nunca pudo ser comprendido por el rígido esquematismo de raigambre estalinista, para el cual las masas campesinas y obreras estaban condenadas a acompañar y subordinarse a la burguesía nacional. Como hemos dicho, esta potencialidad no podía hacerse efectiva ni conquistar sus objetivos de lucha sin arrancarle el poder político a la burguesía y a cualquier sector que sostuviera sus intereses, como la pequeñoburguesía convencionista, lo cual requería forjar la alianza obrera y campesina, capaz de postular un proyecto nacional alternativo al constitucionalismo burgués. La carencia de esto fue una de las mayores limitaciones del proceso revolucionario, en gran medida consecuencia de la particularidad histórica de la Re volución Mexicana y de su ubicación en el momento de transición que ya planteamos. Como ya explicamos en el desarrollo del ensayo, esto se expresó, desde el punto de vista de la estructura social del temprano capitalismo mexicano, en el escaso peso urbano y el carácter minoritario de los asalariados respecto al campesinado, lo cual se combinaba con una dispersión geográfica del joven proletariado, concentrado de manera fundamental en la industria extractiva, textil y en los servicios, ser vicios, y con una heterogeneidad expresada en que todavía tenían peso importante las formas artesanales del trabajo. Pero las características sociológicas de la clase obrera no son factor suficiente para explicar los límites de su accionar en la Revolución. Las derrotas sufridas en los años previos, como en Cananea 119 Más allá de que consideramos que su análisis no profundiza en la responsabilidad que le competían

a los sectores se ctores dirigentes del movimiento obrero obrero por la alianza forjada con el obregonismo.

 

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 y Río Blan Blanco, co, auna aunado do a la prima primacía cía de corri corrientes entes ideológicas y políti políticas cas que no comprendían la necesidad de la alianza con las mayorías agrarias, son claves para entender por qué la joven clase obrera no asumió a sumió un rol revolucionario. El carácter temprano de su desarrollo se expresó también en la inexistencia de una tradición marxista en el movimiento obrero, lo cual podría po dría haber significado –a través de la labor de una organización política revolucionaria– no sólo comprender el potencial que prevalecía en el torbellino rural y bregar por la alianza obrera y campesina, sino también sostener una estrategia para que la independencia política, respecto a la burguesía antiporfirista, fuese acompañada de una perspectiva de lucha por el poder político. Más allá de que esto hubiera o no cambiado el resultado final de la Revolución, posiblemente habría significado la emergencia de una tradición distinta en el seno del movimiento obrero para las décadas posteriores, anclada en una comprensión profunda de la dinámica de la Revolución Re volución Mexicana y su resultado120. Las contradicciones contradicciones ya esbozadas privaron a los heroicos ejércitos campesinos, en el punto más alto de su historia de lucha, del aliado social y político indispensable indisp ensable para asaltar el cielo. La experiencia zapatista, basada en la hegemonía de los pueblos  y en el ataque ataque frontal frontal a los terr terrate atenien nientes, tes, se vislumbra vislumbra en retrospectiva retrospectiva como como un punto de apoyo ineludible para un proyecto revolucionario en la actualidad.

Cien años después, en los combates de los explotados y los oprimidos del campo y de la ciudad, en la irrupción de los indígenas y campesinos de Chiapas, en la lucha heroica del magisterio y del pueblo oaxaqueño, y en la resistencia de los trabajadores electricistas, mantienen su vigencia las demandas motoras que se concentraron en el grito de “La tierra es de quien la trabaja” y que hoy se han acrecentado con las aspiraciones de los millones de asalariados que mueven los engranajes del capitalismo en el México contemporáneo. Esperemos que la estirpe heroica de los desposeídos que protagonizaron la primera Revolución contemporánea de nuestro continente, resurja en las luchas que, más temprano que tarde, librarán los trabajadores, campesinos e indígenas pobres de México; y que alimente el orgullo por una historia que merece ser recuperada. Cien años después, lo nuevo es que las transformaciones propiciadas por la dominación imperialista han hecho surgir a lo largo y ancho del país, desde el infierno maquilador de Ciudad Juárez hasta los centros de explotación del centro y sur del territorio, una de las clases obreras más concentradas y extendidas de la región, con múltiples lazos con el proletariado del principal imperialismo del planeta. Los descendientes de quie120 Algo de lo que careció el joven Partido Comunista Mexicano surgido en los años posteriores a la Re-

 volución,  voluci ón, aun aun en en sus primer primeros os años, años, antes antes de su alineami alineamiento ento incon incondicion dicional al con la burocracia burocracia estalin estalinista. ista.

 

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nes nutrieron los ejércitos plebeyos de 1910 cuentan con un gran aliado capaz de paralizar el centro mismo de la economía capitalista, sus fábricas, sus bancos y sus transportes, y poder encarar así las tareas de la segunda revolución mexicana, mexicana, obrera y socialista, que culmine y lleve a su término la obra de Emiliano Zapata, para –ahora sí y de una vez por todas– tomar el cielo por asalto.

 

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Si la conquista ha creado el derecho natural para una minoría, a la mayoría no le queda más que reunir suficientes fuerzas  para tener el derecho natural de reconquistar lo que se le ha quitado. quitado.  Karl Marx1 

La tierra es de quien la trabaja En enero de 1915, después de haber ocupado la Ciudad de México junto con la División del Norte de Francisco Villa, el Ejército Libertador del Sur alzó sus perp ertrechos y partió hacia Morelos. Durante todo este año, las fuerzas de Obregón se abocaron a enfrentar y derrotar a los bandidos de Villa, lo cual dio un importante respiro al zapatismo que, localmente, se dedicó a poner en práctica los contenidos esenciales del Plan de Ayala. Carranza y Obregón no consideraron efectivo abrir dos frentes militares y por ello, mientras persiguieron con vehemencia a Villa, Vil la, se dedicaron sólo a contener al ejército campesino del Sur a las puertas de la Ciudad de México. Poner en práctica el Plan de Ayala significó intentar llevar hasta sus últimas consecuencias todas las reivindicaciones que para Emiliano Zapata eran el fin de la Revolución, como quedó expresado en la Ley agraria de 1915 decretada por p or la Convención: “[…] en el Plan de Ayala se encuentran condensados los anhelos del pueblo levantado en armas, especialmente en lo relativo a las reivindicaciones agrarias, razón íntima y finalidad suprema de la Revolución”2.  1

 Marxists Internet Archive, Marxists Writers. Karl Marx “La nacionalización de la tierra” en International Herald  del  del 15 de junio de 1872 (en línea), digitalizado por Ediciones Bandera Roja. . Consulta 9 de agosto de 2010.

2

 Ley agraria de 1915 decretada por el gobierno convencionista. convencionista.

 

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Si bien la salida de la Ciudad de México y la división de los ejércitos campesinos del Sur y del Norte –como explicamos en el ensayo “Senderos de la Revolución: periodización y fases”– abrió el camino al retroceso de la Revolución, a escala local los postulados del zapatismo llegaron a su máximo desarrollo justamente durante 1915, cuando los campesinos pobres de Morelos profundizaron lo que venían haciendo desde 1911, liquidando la propiedad capitalista y destruyendo el latifundio. El reparto agrario se realizó con el objetivo de devolver de volver a los dueños originarios sus propiedades ancestrales, a través de las comisiones agrarias3, que levantaron los planos topográficos y los linderos de todos los pueblos del estado, asignándoles la posesión de las tierras fértiles para el cultivo, los recursos como los pozos de agua, los manantiales, las fuentes y los bosques. Esta entrega generalizada de la tierra no se limitó a los terrenos baldíos, arrebatad arrebatados os durante el porfiriato a través de las distintas leyes de deslinde, sino que expropió a las haciendas, liquidando a los terratenientes como clase económicamente dominante en el estado. e stado. Esta expropiación de los hacendados se realizó sin indemnización, por tratarse de tierras de interés público y también porque, según la legislación zapatista, todo aquel propietario contrario a la Revolución, o que tuvo vínculos con el régimen de Díaz, debía ser expropiado sin pago, no sólo de su propiedades rurales sino también de las urbanas4. La expropiación llegó a tales proporciones, que el mismo Zapata no mentía cuando escribió a Roque González Garza 5: “Lo relativo a la cuestión agraria está resuelto de manera definitiva, pues los diferentes pueblos del estado, de acuerdo con los títulos que amparan sus propiedades, han entrado en posesión de dichos terrenos”6. Junto a la expropiación, el gobierno convencionista puso en pie el Banco Nacional de Crédito Rural, dispuso la creación de Escuelas Regionales de Agricultura  y traba trabajó jó en la const construcció rucción n de una Fá Fábrica brica Nacio Nacional nal de Herr Herramien amientas tas Agríc Agrícoolas. Estas medidas tenían el objetivo de estimular a los campesinos con créditos baratos, instrumentos de trabajo e instrucción para conseguir que el cultivo y la 3

 Las comisiones agrarias se crearon a iniciativa de Manuel Palafox, quien fungiera como Secretario de Agricultura de la Convención a partir de diciembre de 1914. Eran grupos de jóvenes agrónomos  voluntarios que acudían a los pueblos a revisar las escrituras virreinales que hacían a éstos los propietarios legítimos, o a recabar los testimonios de los viejos pobladores que recordaban donde estaban los linderos de determinado pueblo. 4  La expropiación de las posesiones pose siones urbanas no se realizó, pero quedó explicitada en el papel a través de la ley agraria decretada el 26 de octubre o ctubre de 1915 por el gobierno convencionista. El texto de esta ley está incluido en este libro, en la parte III “Memorias de la Revolución”, p. 310. 5 Presidente convencionista en 1915.

6

 Adolfo Gilly: La revolución Interrumpida, Ediciones El Caballito, C aballito, México, 1971, p. 285.

 

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explotación de la tierra se hicieran de manera sustentable. Según John Womack Jr., la idea de Zapata y Palafox era superar la producción agrícola de autoconsumo a la que estaban acostumbrados los campesinos, para modernizar la siembra de productos destinados a la venta a gran escala a través de una planeación colectiva de la agricultura. Aunque el proceso de expropiación de tierras llegó más allá del clásico reparto agrario de las revoluciones burguesas –ya que se realizó entre los pueblos, considerándolos como colectividades organizadas– los campesinos aún estaban acostumbrados al laboreo de pequeñas porciones y a la explotación individual, a la que habían sido orillados por el creciente acaparamiento de los hacendados. anto Manuel Palafox como Emiliano Zapata, ahí donde tuvieron oportunidad, convencieron a los campesinos de abandonar el cultivo individual y aprovechar la posesión comunal de vastas hectáreas, lo cual significaba dar un primer paso en el camino de la colectivización. Esta tensión entre la pequeña producción y los intentos por avanzar en la explotación colectiva se expresó durante todo el año de 1915 y fue consecuencia de las particularidades de la estructura agraria que describimos en el ensayo titulado “El país de Don Porfirio: estructura social y desarrollo capitalista”. Es decir que las tierras comunales en manos de los pueblos no llegaron a ser plenamente tierras de producción colectiva, pero tampoco respetaron las formas burguesas del reparto agrario; en un sentido y de forma embrionaria, con las tierras comunales en Morelos, se dio un proceso que ya Marx había teorizado en relación con la propiedad comunal en Rusia. En su “Proyecto de respuesta a la carta de V. V. I. Zasulich” planteaba: Desde el punto de vista histórico, el único argumento serio que se expone en favor de la disolución fatal  de  de la comunidad de los campesinos rusos es el siguiente: Remontando el pasado remoto, hallamos en todas partes de Europa Occidental la propiedad comunal de tipo más o menos arcaico; ha desaparecido por doquier con el progreso social. ¿Por qué ha de escapar a la misma suerte tan sólo en Rusia? Contesto: Porque en Rusia, gracias a una combinación única de las circunstancias, la comunidad rural, que existe aún a escala nacional, puede deshacerse gradualmente de sus caracteres primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala nacional. Precisamente Preci samente merced a que es contemporánea de la producción capitalista, puede apropiarse todas las realizaciones positivas de ésta, sin pasar por todas sus terribles peripecias. Rusia no vive aislada del mundo moderno; tampoco es presa de ningún conquistador extranjero, como ocurre con las Indias Orientales. Si los aficionados rusos ru sos al sistema capitalista negasen la posibilidad teórica de tal evolución, yo les preguntaría: preguntaría : ¿acaso ha tenido Rusia que pasar, lo mismo que el

Occidente, por un largo período de incubación de la industria mecánica, para emplear

 

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las máquinas, los buques de vapor, los ferrocarriles, etcétera? Que me expliquen, a la  vez, ¿cómo se las han arreglado para introducir, en un abrir y cerrar de ojos, todo el mecanismo de cambio (bancos, sociedades de crédito, etcétera), cuya elaboración ha costado siglos al Occidente?7

Consideramos que en Morelos en 1915 “gracias a una combinación única de las circunstancias” surgidas de la Revolución, la comunidad rural se estaba desarrollando de tal modo que, de haberse sostenido en el tiempo, habría podido evolucionar hacia una forma de producción colectiva en gran escala. Para concretarse esta perspectiva, habría sido fundamental que la clase obrera garantizase, a nivel nacional, tanto la expropiación de las clases dominantes y la ruptura de la subordinación al imperialismo, como el control del comercio exterior para otorgar créditos baratos y medios de producción necesarios para industrializar el campo. Aunque Zapata y Palafox no condujeron esta reflexión hasta sus últimas consecuencias, sí fueronllevarla conscientes de la necesidad avanzar vicisitudes, hacia la colectivización, e intentaron a la práctica sorteandodemúltiples incluyendo la negativa de sectores campesinos a dejar el cultivo de autoconsumo. Como plantea Adolfo Gilly: Sin embargo, esta especie de socialismo empírico, apoyado por Zapata, tenía sus tropiezos con las costumbres e inclinaciones de pequeño propietario de la base campesina. Dueños nuevamente de sus tierras, los campesinos tendían a volver a los cultivos de sustento: frijoles, garbanzos, maíz, hortalizas, o a la cría de pollos, todo productos fáciles de vender de inmediato en los mercados locales. Zapata mismo hizo una campaña para convencer a los campesinos, o a una parte par te al menos, de que no se limitaran al cultivo de verduras y sembraran cañas para los ingenios, para lo cual se hicieron préstamos o entregas gratuitas de dinero y simiente. “Si ustedes siguen sembrando chiles, cebollas y tomates, nunca saldrán del estado de pobreza en el que siempre han  vivido; por ello deben, como les aconsejo, aconsejo, sembrar caña […]”8.

A pesar de que esta emancipación de las comunidades rurales, a partir del reparto agrario bajo la forma de propiedad comunal de los pueblos, no llegó a consolidarse en un proceso de colectivización generalizada; sí combinó elementos de avanzada que fortalecían la posibilidad histórica de que así fuera. La 7

 Marxists Internet Archive, Marxists Writers. Writers. Karl Marx, Proyecto de respuesta a la carta a V.I. Zasulich (en línea). En Archivos de K. Marx y F. Engels, libro I, 1924. Digitalizado por Juan R. R . Fajardo, . -a-zasu.htm>. Consulta el 9 de agosto de 2010.

8

 Adolfo Gilly, op. cit., p. 242.

 

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mayor parte de los historiadores coinciden en que, por la vía de la práctica, el zaz apatismo se superó a sí mismo, estableciendo un conjunto coherente de acciones encaminadas a reorganizar a toda la sociedad. Como plantea Arturo Warman: Warman: La propuesta pública zapatista parte del problema agrario como eje para la reorganización de la sociedad y de la comunidad agraria como la unidad social básica. Se propone cambiar la estructura agraria por medio de la restitución histórica de las comunidades, a las que se otorga plena autonomía para definir y establecer las formas de organización de la producción que convengan a sus recursos y tradiciones. A la restitución se le agrega un sistema de dotación individual de la tierra, que será inajenable aunque podría organizarse su explotación de manera cooperativa. […] La confiscación incluía no sólo la propiedad rural sino al capital como conjunto de intereses. El producto de la confiscación se usaría para el pago de la deuda agraria9.

Las tierras que no fueron f ueron reclamadas por los pueblos, quedaron que daron bajo el control de la administración zapatista –su cuartel general– a través de la dirección del general Manuel Palafox, es decir, pasaron a manos del control estatal con la intención de ser puestas a producir para satisfacer las necesidades sociales. Aún más, las unidades productivas más avanzadas del estado de Morelos, por su tecnificación y productividad, y por su concentración de fuerza de trabajo asalariada, fueron expropiadas sin pago: nos referimos a los ingenios y destilerías. Según Adolfo Gilly y John Womack Jr., Palafox se dio a la tarea de reparar los ingenios devastados por la guerra y para marzo de 1915 se pusieron cuatro de ellos en funcionamiento, bajo la administración directa de los principales líderes zapatistas. Éste es e s el caso de los ingenios de emixco, Hospital, Atlihuayán Atlihuayán y Zacatepec. Zacatepec . Ulteriormente, otros tres ingenios se anexaron a esta lista. lista . Los mismos autores dan cuenta de que las ganancias de la producción de la caña de azúcar se utilizaron para gastos de guerra e indemnización a las familias de los soldados caídos. Los ingenios, además de las haciendas, haciendas , eran el principal sustento económico del estado. Al estallar la Revolución había 24 ingenios establecidos, que operaban con maquinaria de punta y un sistema de riego bien sofisticado. El grado de desarrollo de la industria azucarera se puede medir si consideramos que Morelos proveía la tercera parte de este producto que se s e consumía a nivel nacional, y era la tercera región productora de azúcar en el mundo. El plan de Zapata Z apata y Palafox residía en que las ganancias obtenidas por p or la producción de azúcar estuvieran destinadas a la obra pública y a la l a manutención del 9

r ebelión y revolu Arturo Warman: “El proyecto político del zapatismo” en Friedrich Katz,  Revuelta, rebelión

ción / La lucha rural en México del siglo  XVI  al  al siglo  XX , tomo II, México, Era, 1990, p. 14.

 

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Ejército Libertador del Sur. Sur. Los ingenios que se pusieron a funcionar con el empeño de los trabajadores agrícolas10 recibían las cosechas de los productores que cultivaban caña, incorporaban a nuevos trabajadores desempleados o exiliados del Norte y generaban ganancias para el gobierno revolucionario. Dice John Womack Jr. que Palafox comenzó de inmediato “las reparaciones y la movilización de los trabajadores y animales de tiro”. Los ingenios quedaron bajo el resguardo directo de los generales zapatistas según donde se localizaban, como Genovevo de la O, Emigdio Marmolejo, Amador Salazar o Lorenzo Vázquez. Consideramos que la expropiación de la industria agrícola en Morelos rebasó los planteamientos del Plan de Ayala y constituyó una de las medidas más avanzadas tomadas por los zapatistas. De manera local, el ascenso de la Revolución campesina en Morelos y su concreción programática adquirió una dinámica de expropiación de los medios de producción, centralizada por el poder estatal en manos del cuartel general del ejército zapatista11. Apreciamos también que, en pequeña escala, estamos ante un cambio radical en las relaciones entre trabajo y capital, y que la expropiación de la tierra, los ingenios y las refinerías en el estado de Morelos devela la dinámica crecientemente anticapitalista del proceso revolucionario de 1910. Comprueba que avanzar en la resolución de las demandas agrarias, motoras de la Revolución, sólo podía venir de la mano del trastocamiento radical de la propiedad privada en el campo. Lo cual, en el caso que nos ocupa, supuso realizar un reparto agrario que, por la relación entre condiciones objetivas y subjetivas, llegó lle gó más allá del que, en el pasado, llevó a cabo la l a burguesía en otras latitudes del planeta al momento de hacerse del poder. En ese contexto, el elemento más subversivo de la expropiación de tierras  y de los ingenios consistió en la tendencia a la unidad del proletariado agrícola 10

 Desde nuestro punto de vista, aún no hay suficientes registros históricos para establecer si en los ingenios expropiados hubo control obrero. 11  De forma embrionaria, los campesinos de Morelos tendieron a llevar a la práctica el programa de nacionalización esbozado por Marx en su texto “La nacionalización de la tierra” donde plantea: “La nacionalización de la tierra y su entrega en pequeñas parcelas a unos u otros individuos o a asociaciones de trabajadores, cuando el poder se halla en manos de la burguesía, no engendraría más que una competencia implacable entre ellos y, como resultado, conduciría al crecimiento progresivo de la renta, lo cual, a su vez, acarrearía nuevas posibilidades a los propietarios de tierras, que viven a cuenta de los productores. Y yo digo lo contrario: el movimiento social llevará a la decisión de que la tierra sólo puede ser propiedad de la nación misma. Entregar la tierra en manos de los trabajadores rurales asociados significaría subordinar la sociedad a una sola clase de productores. La nacionalización de la tierra producirá un cambio completo en las relaciones entre entre el trabajo y el capital y, al fin y a la postre,

acabará por entero con el modo capitalista de producción tanto en la industria como en la agricultura”.

 

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cohesionado en los ingenios con los campesinos pobres organizados alrededor de las comunidades agrarias. La liquidación del latifundio, la eliminación de los terratenientes como clase, la expropiación bajo control del gobierno zapatista de los ingenios y refinerías, la propiedad comunal de la tierra restituida a los pueblos, todo ello, son los elementos estructurales que dieron sustento a la Comuna de Morelos, como Adolfo Gilly denominó acertadamente el poder de los campesinos pobres y proletarios agrícolas zapatistas.

El poder de la Comuna  La comuna zapatista de Morelos, que se mantuvo no en la tregua sino en la lucha, es el episodio más trascendente de la Revolución Mexicana.  Por eso, para intentar borrar hasta sus huellas, el ejército burgués burgué s del carrancismo tuvo después que exterminar la mitad de la población de Morelos, con la misma saña desplegada por las tropas de Tiers contra el París obrero de 1871.  Adolfo Gilly Gilly 12

La expropiación de la tierra en Morelos tuvo su correlato en formas de poder específico que preservaron las conquistas y garantizaron la consecución de los mandatos programáticos del Plan de Ayala. Según Se gún Adolfo Gilly y John Womack Womack Jr., la toma de decisiones y la organización colectiva de los pueblos, sirvió para recrear un tipo de poder democrático en el estado, que fue sustento de las medidas anticapitalistas que llevaron a cabo los zapatistas. z apatistas. Laforma representación de cadaelpueblo, se daba a con través de losmás municipios –una sincréticapolítica de empalmar poder colectivo formas modernas de representación– de tal suerte que los jefes municipales debían a su vez acudir a las asambleas distritales convocadas los días primeros de cada mes. Los presidentes municipales eran elegidos mediante sufragio universal, con convocatoria electoral previa, y eran sancionados permanentemente per manentemente por dos representantes de las asambleas, que no contaban con salarios y eran votados ex profeso, para vigilar la acción y decisión de los funcionarios. Pero la representación popular rebasó por mucho, por la vía de los hechos, a las representaciones municipales. Las leyes agrarias, posteriores a la puesta en marcha de la Comuna, plasmaron en el papel la experiencia vital de las masas camc ampesinas. Cada pueblo tenía en su asamblea el máximo órgano de decisión. La mis-

12

 Adolfo Gilly, op. cit., p. 253.

 

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ma debía ser convocada los días 15 de cada mes y estaba abierta a la participación de todos los habitantes varones13. En ella se discutían los problemas que hacían al sustento de las expropiaciones, la administración de los ingenios y los problemas políticos que se desprendían del ejercicio del poder comunal. De dicha asamblea surgían delegados con mandato, de manera que acudían a una asamblea general gene ral de los pueblos de Morelos, la cual se realizaba los días 20 de cada mes. Arturo Warman realiza una elocuente descripción del empoderamiento de los pueblos como unidades políticas: “La comunidad agraria, democráticamente organizada, se concibe no sólo como la corporación propietaria de la tierra sino también como la unidad política básica, por lo que la propuesta zapatista enfatizaba al municipio libre, dotado de autonomía y recursos propios, como la entidad política central”14. Los pueblos, a través de las asambleas, tenían el derecho soberano de elegir sus tribunales y su policía. En muchas localidades del estado, surgieron policías comunitarias que trabajaban bajo la sanción permanente de las asambleas. Es decir que el poder político estaba en manos de los pueblos e implicaba el concurso voluntario de cada uno de sus habitantes varones mediante órganos de democracia directa, donde se tomaban la mayor parte de las decisiones. La relación que tuvieron estas formas de poder político con el Ejército Libertador del Sur, es sintomática del grado de desarrollo que alcanzó la organización de las masas rurales durante 1915 en el estado de Morelos. Por ejemplo, como da cuenta Adolfo Gilly: […] los pueblos podían “aprehender, “aprehender, desarmar, y remitir al cuartel general, “a cualquier  jefe, oficial o soldado que no presentase las la s credenciales que acreditaran la comisión que le estaba asignada”. Los militares debían abstenerse de toda intervención en la política de los pueblos. No podían exigir de los campesinos ninguna clase de prestaciones personales. enían enían que respetar la distribución hecha por los pueblos de tierras, aguas  y árboles y someterse a los usos us os y costumbres de los pueblos. Finalmente, no podían, bajo pena de corte marcial, “apoderarse de las tierras de los pueblos o de las que formaron parte de antiguas haciendas, pues cada individuo armado, sea jefe o no jefe, sólo tendrá derecho al lote de terreno que le toque en el reparto”15. 13

 A pesar de que el Ejército Libertador del Sur incorporó a las mujeres en tareas de mando militar y defensa, los pueblos preservaron bajo sus “usos y costumbres” el estatuto que les impedía participar de las asambleas y las decisiones políticas. Esto debilitó el carácter democrático de la organización, al excluir al sector más oprimido de la población de las decisiones de los pueblos. 14  Arturo Warman, op. cit., p. 15.

15

 Adolfo Gilly, op.cit., p. 274.

 

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De tal suerte que el Ejército Libertador de Sur tenía la obligación de defender militarmente a la Comuna, enfrentando al ejército constitucionalista y las pro vocaciones de los terratenientes, pero estaba subordinado a la decisión, sanción  y vigilancia de los pueblos organizados, entendidos como comunidades agrarias que, a través de la expropiación y la autoorganización, ejercían el poder en el conjunto del territorio morelense. El hecho de que la Comuna se basara en el poder de los pueblos y su defensa armada estuviera sancionada por la decisión de las comunidades, no demerita la importancia del Ejército Libertador del Sur y la acción de su cuartel general, no sólo en el terreno militar y la autodefensa, sino como dirección política del proceso. En última instancia, fue el cuartel c uartel zapatista quien centralizó centralizó y encabezó de forma directa la expropiación de los ingenios. Coincidimos con John Womack Jr. cuando plantea que, en realidad, el ejército zapatista era una “liga armada entre los pueblos”, no una entidad separada de éstos. La soberanía de los pueblos estaba encarnada en el poder armado y no se puede entender la implementación del Plan de Ayala sin el acompañamiento de una fuerza f uerza militar. militar. El ejército se nutrió de los pueblos y dependió económicamente de los mismos. Sólo una relación equilibrada entre los mandos militares y el poder civil pudo garantizar el mantenimiento de la guerra y la autodefensa: El Ejército del Sur no sólo era de los pobres, sino que era él mismo muy pobre. Los altos jefes militares tenían privilegios sobre el resto de las tropas y sin duda hubo excesos, como se percibe a través de la correspondencia. Pero bien porque no existiera la oportunidad o porque el control fue muy efectivo, los privilegios nunca se transformaron en riqueza permanente explicar esta todo situación tiene importancia el celo fanático por parte de Zapata[…]. paraPara ev itar evitar y reprimir exceso sobre la población civil, sobre los pueblos, la única fuente de riqueza para el ejército 16.

El cuartel general zapatista fungió como la dirección política del proceso, bajo el mando indiscutible de Emiliano Zapata Z apata y el asesoramiento político de “los secretarios” –como los llamó Womack Jr.– Jr.– Manuel Palafox, Antonio Díaz Soto y Gama, y Gildardo Magaña17.

16

 Arturo Warman, op.cit., p. 18. 17  Los “secretarios” fungieron como asesores políticos de Zapata; en varios casos se trataba de intelectuales de origen urbano con tendencias anarquizantes y socializantes, atraídos por la fuerza de la

Revolución del Sur.

 

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El ocaso de la Comuna  La ignorancia y el oscurantismo de los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía. (Atribuido a Emiliano Zapata)

En las postrimerías de 1915, los ejércitos constitucionalistas habían logrado el ob jetivo  jeti vo de de desint desintegra egrarr las fuer fuerzas zas insu insurrec rrectas tas de la la Divis División ión del Nor Norte. te. En novi noviemb embre, re, Carranza se aprestaba para hacer lo propio con el Ejército Libertador del Sur. La liquidación del ejército de Villa había requerido de la pericia militar de Obregón. Pero aniquilar al zapatismo implicaba no sólo arremeter contra su ejército, sino desmantelar la Revolución social que se había emprendido en Morelos mediante una ofensiva contra los pueblos; de ahí que Obregón se hiciera a un lado para dejar al mando de la operación a un personaje mucho más tenebroso: el general Pablo González Garza, quien el año de 1916 cercó el estado de Morelos con 30 mil hombres. El ejército zapatista no estaba en condiciones de enfrentar una fuerza militar de estas proporciones, pero contaba con la fortaleza de los pueblos que se replegaron al monte para organizar la defensa. Las fuerzas fuerza s de Pablo González entraron a Morelos como un verdadero ejército de ocupación. Robaron a los pueblos, incendiaron, saquearon y aprehendieron a cientos de combatientes, masacrando y barriendo a su paso con la población civil, incluyendo a mujeres y niños que también defendieron su poder comunal. En el mes de junio de 1916, cayó el cuartel general de laltizapán, y Emiliano Zapata se  vio obligado obligado a replegarse replegarse hacia el monte para reorganiza reorganizarr la resistencia. resistencia. La luch luchaa del Ejército Libertador del Sur pasaba a un momento claramente defensivo y en un territorio ocupado. Pero la profunda Revolución social que acaecido en Morelos no podía ser desintegrada de tajo. No se trataba sólo dehabía exterminar combatientes resueltos sino de apaciguar a una población insurrecta y preparada para la defensa de su Revolución. Como dice Adolfo Gilly: Pero el ejército carrancista, contra su creencia, no había dominado al estado. enía bajo su control, por el terror, nomás a las poblaciones. Después de seis años en que repartieron todas las tierras a los pueblos, liquidaron los latifundios completamente y convirtieron a los ingenios en “fábricas nacionales” administradas por sus representantes en beneficio de la población, es decir, después de haber establecido su Comuna campesina, las masas de Morelos se dispusieron a defender sus conquistas contra la ocupación militar burguesa. Estas conquistas estaban arraigadas en las relaciones sociales campesinas. Habían dado un nuevo sentido fraternal y colectivo a toda la vida social, y esa relación se había convertido

en la norma del estado organizado por los campesinos. Era imposible que una invasión,

 

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una acción puramente militar, destruyera ese tejido social en unos pocos meses 18.

La ofensiva constitucionalista trajo como consecuencia la diferenciación de las filas zapatistas. Las distintas alas representadas por algunos jefes y secretarios comenzaron a realinearse entre un sector intransigente encarnado por Zapata y Palafox, y un ala conciliadora representada por Magaña y Lorenzo Vázquez. La fervorosa resistencia de las masas rurales fortalecía el mando y la preponderancia de Emiliano Zapata. Pero la lucha campesina se encontraba en un callejón sin salida, que finalmente se impuso a la intransigencia de las masas rurales insurrectas. Por una parte, a nivel nacional, el poder de los constitucionalistas comenzaba a fortalecerse, luego de la victoria sobre Villa y la represión contra el movimiento obrero en julio y agosto de 1916. Internamente, el avance de las tropas de Pablo González provocó la liquidación paulatina de las disposiciones revolucionarias de la Comuna a la vez que obligó al zapatismo a implementar la guerra de guerrillas. En el seno de la dirección, la situación adversa y las disputas internas lle varon al fortalecimiento del ala centro, encarnada en la figura de Conrado, que como dice Gilly, era la continuidad de la tendencia antes representada por Antonio Díaz Soto y Gama. Conrado intentó negociar con el naciente poder nacional para preservar algunas de las conquistas de la Comuna; pero, al centrarse en las que se encontraban en el terreno de la democracia formal, se ponía en cuestión los fundamentos anticapitalistas que la habían nutrido. Se puede decir que con la ocupación militar de Pablo González, Gonz ález, el constitucionalismo no asestó una derrota definitiva al zapatismo, pero sí liquidó la Comuna de Morelos. Durante el año de 1916, el zapatismo tuvo distintas iniciativas políticas e incluso logró recuperar coyunturalmente algunas zonas del estado19. En el país, Carranza y Obregón se preparaban convocar al Constituyente de 1917 el zapatismo se hizo más consciente que para nunca de su constricción territorial. Para yeste año, el aislamiento político fortaleció la línea conciliadora de Gildardo Magaña, quien intentó múltiples vías de acercamiento con el gobierno. El Constituyente del 1917 materializó el proceso de institucionalización de la Revolución y posibilitó la derrota definitiva de los revolucionarios de Morelos. El 10 de abril de 1919 fue asesinado, en la hacienda de Chinameca, Emiliano Zapata, el máximo jefe del Ejército Libertador del Sur. De esta forma, la reacción dejó a los aguerridos campesinos de Morelos sin la figura emblemática que le dio cauce y dirección a sus aspiraciones. 18

 Adolfo Gilly, op. cit., pp. 262-263.  Para fines de 1916, Zapata tuvo la iniciativa de formar el Centro de Consulta para la Propaganda y la Unificación Revolucionaria, como partido político que sostuviera los planteamientos del Plan de Ayala. En no19

ficación Revolucionaria, como partido político que sostuviera los planteamientos del Plan de Ayala. En no  viembre  viem bre,, el part partido ido se fund fundaa con el con concur curso so de Pala Palafox, fox, Soto y Gam Gama, a, Mon Montañ taño, o, Gild Gildard ardoo y Rodo Rodolfo lfo Mag Magaña. aña.

 

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Conclusiones Las características antes descritas son la l a base para definir que en Morelos, durante 1915, las masas campesinas consolidaron un poder territorial e instituciones que lo centralizaron, en el terreno político a través de las asambleas de los pueblos y el cuartel general, y en el terreno militar mediante me diante el Ejército Libertador del Sur. Es decir que el poder local logró hacer efectiva la reivindicación central del proceso revolucionario –el ansia de tierra– y consiguió, en los límites de una región, integrar a los explotados y oprimidos en la lucha contra los terratenientes  y el constitucionalismo. En un sentido, la Comuna de Morelos expresó el grado de profundidad del proceso revolucionario de conjunto, en un momento en que la Revolución, a escala nacional, comenzaba a declinar por la liquidación de la División del Norte  y el ascenso del constitucionalismo. constitucionalismo. El gran poder de los comuneros de Morelos, quedó demostrado cuando las masas morelenses quedaron con el dominio absoluto del estado. Junto al poder de los pueblos, se puso en pie un cuartel general. Éste fue un verdadero estado mayor de la Revolución en Morelos encabezado por los jefes zapatistas, z apatistas, que quedó dividido en “cinco “cinco departamentos: Agricultura, Guerra, Educación y Justicia, Hacienda y Gobernación” G obernación”20. La fortaleza de dicho poder radicó, por una parte, en la facultad colectiva de ejecutar concretamente el reparto agrario y la expropiación. Y, junto a ello, en la necesidad de sostener dichas medidas a través del armamento de los pueblos  y de la puesta en pie de un ejército. La Comuna de Morelos, constituye así la experiencia más rica del campesinado latinoamericano en toda su historia y es contemporánea a la experiencia histórica más importante del proletariado: la Revolución Rusa de 1917. Paraenumerándolas: entender a profundidad sus características, es menester concluir este ensayo 1) Desde el punto punto de vista de su composición social, la Comuna Comuna evidenció la potencialidad de la unidad de clase entre el proletariado agrícola de los ingenios y los campesinos pobres. 2) El gobierno comunal se diferenció de todos los que se sucedieron sucedieron durante durante la Revolución, en que, a nivel local, destruyó el estado capitalista, expropió la propiedad privada, y extinguió a los terratenientes como clase. Es decir liquidó todo atisbo del régimen de dominación burgués en la zona controlada por los zapatistas. 3) Las expropiaciones se realizaron sin indemnización indemnización y algunos ingenios fue-

20

 Adolfo Gilly, op. cit., p. 274.

 

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ron puestos a funcionar con el concurso de los trabajadores, administrados por el poder estatal, es decir, por los jefes campesinos revolucionarios. 4) Sobre esta base y a partir de sus formas formas tradicionales tradicionales de organización, organización, las masas rurales del estado de Morelos pusieron en pie su propio poder. 5) El poder de la Comuna se sostuvo gracias gracias a la eficacia del Ejército Libertador del Sur, como brazo armado de los pueblos; el reparto agrario era concebido como un proceso ejercido por el pueblo pertrechado para su defensa y sustento. 6) El zapatismo se erigió como la corriente política y militar militar de la Revolución que alcanzó mayor grado de independencia de los programas, ejércitos y componendas de las direcciones burguesas y pequeñoburguesas. En síntesis, la Comuna de Morelos evidenció la tendencia más profunda de la Revolución Mexicana, al establecer, en forma embrionaria, un poder de los explotados y oprimidos del estado sureño. Una vez enunciados sus alcances, es necesario detenernos en sus limitaciones. Es fundamental plantear que, a pesar del sentido tendencialmente socializante de las medidas tomadas por la Comuna, no asistimos a un proceso generalizado de colectivización en el estado de Morelos. Esto fue el resultado de que primaron las costumbres individuales de usufructo de la tierra del campesinado, a pesar de los intentos de Zapata y Palafox por revertir esta situación. El carácter social del zapatismo y su política también limitó la experiencia de la Comuna, y sólo fue f ue posible hacer efectivos efec tivos los planteamientos del Plan de Ayala en el territorio de Morelos. Más allá de que los zapatistas propusieran extender su legislación a nivel nacional, en su estrategia política –durante los momentos claves de la Revolución– primó el profundo regionalismo de un movimiento con base campesina. planteó una contradicción. Fuesubsistiera la fortalezay territorial y el arraigo comunal Esto los que permitieron que la Comuna se convirtiera en patrimonio de los pueblos organizados democráticamente. Pero fue también la negativa de Zapata (y de Villa) a mantener el control sobre la Ciudad de México y su incapacidad para establecer un proyecto político nacional alternativo al constitucionalista, lo que condenó al aislamiento a la que fuera la experiencia más avanzada de la Revolución, abriendo el camino para su posterior derrota. En su ensayo titulado “El proyecto político del zapatismo”, Arturo Warman critica la visión analítica que destaca las limitaciones del campesinado como clase transformadora del conjunto conjunto de la sociedad. socie dad. A propósito plantea: Exagerando un poco: estudiamos a las demás clases de la sociedad, mientras que al campesino lo analizamos por su limitación. odavía en el terreno de la exageración: un pronun-

ciamiento burgués en 1780 es visionario del futuro, es precursora una huelga derrotada en

 

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los primeros diez años de este siglo, mientras que el zapatismo es el epígono del pasado, como también lo son las rebeliones indígenas coloniales y lo siguen siendo las reivindicaciones campesinas de la actualidad. Las derrotas derrot as de otros movimientos sociales se explican por la brutal desproporción con las fuerzas enemigas, mientras que las de los campesinos se deben a su debilidad intrínseca. La exageración nunca describe, solamente ilustra 21.

Desde nuestra perspectiva, entender las limitaciones de campesinado como sujeto de la transformación social, no implica necesariamente un análisis dogmático. Consideramos que el zapatismo expresó el punto más avanzado que alcanzó el accionar del campesinado por su propia cuenta22 y, a la vez, el hito más alto del proceso revolucionario iniciado iniciado en 1910, por las caracterís características ticas que describimos antes. Para este análisis, partimos del punto de vista metodológico que llevó a rotsky a enunciar, en su ya célebre escrito titulado “res concepciones de la Revolución Rusa” la siguiente advertencia: El marxismo nunca dio carácter absoluto e inmutable a su estimación del campesinado como una clase no socialista. Marx dijo hace mucho que el campesino es tan capaz de juicio como de prejuicio. La naturaleza misma del campesinado cambia bajo condiciones cambiantes. El régimen de la dictadura del proletariado descubrió grandísimas posibilidades de influir al campesinado y reeducarlo. La historia todavía no ha explorado hasta el fondo los límites de estas posibilidades23.

  Efectivamente, como alerta Warman, en la liquidación del zapatismo z apatismo tuvo un peso específico la relación de fuerzas a nivel nacional que resultó de la derrota del villismo y de la guerra de exterminio que implementó Pablo González. Sin embargo, darque cuenta realidad no puede análisislacrítico de las limitaciones tuvode la esta Comuna de Morelos y, cegar más enungeneral, experiencia zapatista. Warman Warman descalifica aquellos análisis que plantean los límites del campesinado para emprender un programa global de transformación social: De forma poco clara y persistente se ha infiltrado la idea, casi el dogma, de que los grupos campesinos, o más estrictamente la clase campesina, no pueden generar un 21

 Arturo Warman, op. cit., p. 9.  No consideramos en esta definición la experiencia de la Revolución Rusa, donde la alianza obrera y campesina, bajo la dirección de la clase obrera, llevó al establecimiento del primer estado obrero de la historia, ni tampoco la Revolución Cubana. 22

23

 León rotsky: res concepciones de la Revolución Rusa en eoría de la revolución permanente, Buenos Aires, CEIP “León rotsky”, 2000, p. 165.

 

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proyecto global para la transformación de la sociedad compleja. Los orígenes de este prejuicio pueden rastrearse con precisión hasta los modelos evolucionistas decimonónicos, aunque se encuentran antecedentes previos. En esos paradigmas, el campesino fue concebido como el remanente de una etapa evolutiva previa, sin otro destino histórico posible que la extinción. La aparición del fenómeno urbano-industrial, en crecimiento acelerado en los países hegemónicos, se supuso y proyectó como universal y total. […] El zapatismo generó un proyecto político radical y coherente para la transformación global de la sociedad compleja desde una posición de clase24.

En nuestra opinión, alejarse de una visión “evolutiva” del rol del campesinado y las reivindicaciones agrarias no implica admitir, como hace Warman, que el zapatismo tuvo un “proyecto político para para la transformación global de la sociedad compleja desde una posición de clase”. clase”. Justamente porque la sociedad s ociedad del México de principios de siglo había desarrollado en forma desigual y combinada los rasgos de una formación social capitalista c apitalista semicolonial, es que las demandas agrarias y el problema de la tierra se volvieron el motor de la revolución social. Eso, como explicamos en otros ensayos de este e ste libro, abrió una dinámica anticapitalista y “permanente”, “permanente”, que dio lugar a experiencias avanzadas de la lucha campesina y en particular a una creciente independencia de sus alas más radicales respecto a la burguesía maderista y constitucionalista. Sin embargo, para haber avanzado en la transformación radical de la sociedad que heredó el porfiriato, p orfiriato, es decir, para quebrar el dominio burgués que en todo momento preservó la propiedad privada contra la voluntad de los campesinos insurrectos, era necesario un programa de corte nacional y alternativo a la burguesía, cuyo eje e je fundamental pasaba por la expropiación de las ramas más dinámicas de la economía mexicana donde estaban los destacamentos cohesionados riado, como eraconcentrados el caso del petróleo, pe tróleo, la minería y más la industria textil. del proletaEl programa zapatista, aún en su forma más avanzada, sancionado en las leyes agrarias, no se planteaba expropiar a la gran industria en manos de los imperialistas. Pero aún de haberse expresado en forma explícita un programa nacional de expropiaciones, se requería, para realizarse, del concurso del proletariado de las ciudades y los centros industriales. Los campesinos insurrectos de Morelos carecieron de su aliado natural para lograr estos objetivos: la clase obrera urbana. La huelga general de 1916, que irrumpió en el México revolucionario al mismo tiempo que el constitucionalismo ahogaba en sangre la Comuna de Morelos, señaló la potencialidad de la alianza obrera y campesina en caso de que ésta se hubiese hecho efectiva. efectiva.

24

 Arturo Warman, op. cit., p. 10.

 

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Encasillar al ascenso campesino de 1910 en el archivero de las revoluciones burguesas (como hacen algunas interpretaciones de corte estalinista) implica negar su dinámica anticapitalista y minimiza la gran experiencia histórica que fue la Comuna de Morelos. Por otro lado, negarse a comprender sus límites, oscurece la posibilidad de pensar cómo, en un país donde se ha profundizado la pobreza de las masas rurales y ha surgido un poderoso proletariado que continúa siendo explotado por empresarios nativos y extranjeros, se puede –parafraseando a León rotsky– luchar por retomar la obra de Emiliano Zapata y llevarla lle varla hasta sus últimas consecuencias.

 

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Rebeldes e insurrectas 1   Jimena Vergara Vergara Ortega

El siglo XX latinoamericano no podía comenzar de otra manera: la Revolución Mexicana irrumpió como un huracán en un continente plagado de luchas obreras y campesinas que mostrarían ya el espíritu revolucionario que albergarían sus extensas tierras, desde Morelos hasta la Patagonia. A lo largo y ancho del continente se reproducía, al ritmo de las aspiraciones imperialistas yanquis y las nostalgias colonialistas europeas, el paso firme de las masas obreras y campesinas que se negaban al designio que les imponían las burguesías locales: dependencia económica, explotación y opresión. Al cumplir su primera década, el siglo XX vio nacer la enorme movilización revolucionaria en México. Este es el punto de partida que elegimos, elegimos , retomando la idea del historiador Vitalepara Vitale que explica: “Comofeminista puede apreciarse, y a endelaligarse ya déc adaestrechadécada de 1920 estaba Luis planteada el movimiento la necesidad mente a las mujeres de la clase trabajadora con el fin de romper el aislamiento  y evitar cualquier desviación elitista. Precisamente, uno de los países donde el feminismo surge ligado a las luchas populares es México”2. Esta Revolución que inaugura el siglo, sumó entre sus combatientes a miles de mujeres de la ciudad y el campo. Recorremos aquí el tortuoso camino de la que distintos autores marxistas consideran la “última de las revoluciones burguesas y la primera de las revoluciones proletarias”, proletarias”, con las historias de Lucrecia oriz y Amelia Robles, en 1

 Luchadoras as / Historias de mujeres que que  Este capítulo es un fragmento del capítulo “Rebeldes” del libro Luchador hicieron historia. Ha sido revisado para la presente edición. 2

 Luis Vitale, El movimiento feminista latinoamericano del siglo mujer , Buenos Aires, Sudamericana / Planeta, 1987.

XX

, en El protagonismo social de la

 

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Rebeldes e insurrectas

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las que se trasluce esa participación apasionada de las mujeres3 que abarcó desde puestos en la propaganda política, la denuncia de la opresión y el abastecimiento, hasta el rol de destacadas coronelas en el ejército zapatista, que fue el que contó con más mujeres en sus filas que en las páginas dedicadas a sus historias. El gran ensayo revolucionario de México entre 1910 y 1917 dejó allanado el camino para las sobradas muestras de voluntad de lucha de las masas de nuestro continente. En el seno de la movilización y la voluntad rabiosa de combate que se dejó entrever en cada lucha posterior contra la explotación y la opresión imperialistas y sus gobiernos lacayos, nacía la clase obrera que ya en sus primeros pasos mostraba con certeza ser la única capaz de realizar las legítimas demandas que recorrían los distintos países. Un coloso, todavía por entonces poniéndose de pie, que hoy, cien años más tarde, tiene por delante retomar y continuar la lucha por las reivindicaciones tras las que se movilizaron sus predecesores. En estas mujeres que presentamos aquí, las mujeres trabajadoras, campesinas y del pueblo pobre latinoamericano de hoy encontrarán una fuente de inspiración re volucionaria para el futuro futuro que aún resta por conquistar. conquistar.

Lucrecia Toriz  La lumbre que la Comuna encendió en México siguió ardiendo por debajo, cubierta por su propia derrota y por la paz porfiriana, pero no extinguida,  porque las cabezas cabeza s de los revolucionarios y de las masas son tenaces, tenaces , como las brasas que tienden un puente escondido entre la hoguera que fue y la hoguera que será. 4

 Adolfo Gilly Gilly

La Revolución Mexicana de 1910 todavía resintió los estertores de la experiencia que hizo el proletariado parisino en la Comuna de 1871. Muchos veteranos de este proceso participaron ese año en las filas zapatistas o en los círculos obreros que incipientemente comenzaban a formarse5. El México bronco y pro3

 Muchas mujeres participaron también en las filas de la débil burguesía mexicana, como Sara Pérez de Madero, esposa de Francisco I. Madero, Hermilda Galindo, secretaria de Venustiano Carranza, así como las soldaderas de los federales. El estudio de su accionar no es objeto de este trabajo, pero no queríamos dejar de mencionar que también hubo participación femenina en el constitucionalismo y los sectores contrarrevolucionarios. 4  La Revolución Interrumpida  La Interrumpida, de Adolfo Gilly. 5

5

 Para un mayor tratamiento del tema de la Comuna de París, ver Louise Mitchell en el capítulo Pione Luchadoras as / Historias de mujeres mujeres que hicieron historia. ras”,, del libro Luchador ras”

 

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fundo emergió de la subterraneidad, desde los confines de las haciendas henequeneras6, cafetaleras y bananeras, para armarse y combatir primero al porfiriato  y luego a la burguesía y a la pequeñoburguesía que se hicieron del poder y que sentaron las bases del estado e stado capitalista contemporáneo.

 La mujer de la Revolución

Es en este marco, cuando la sociedad mexicana fue desgarrada por la lucha intestina de los de abajo contra los de arriba, que las masas toman en sus manos su propio destino. Y dentro de ella, con presencia contundente, la mujer de la RevoRe volución: la obrera, la campesina, la adelita7, la soldadera. En las urbes, sumándose a la Revolución desde los semanarios, los periódicos clandestinos, los círculos liberales, anarquistas, obreros, luchando por sus reivindicaciones. Desde 1904, cuando ya se gestaba el movimiento antirreeleccionista, surgieron los primeros círculos de mujeres, que a la par de pelear contra la dictadura, lucharon por sus propias demandas. Aparece la prensa clandestina contra el porfiriato y, con ella, los semanarios de corte feminista. Regeneración, Vésper Vésper,,  Juan Panadero, El Diario del Hogar , todos agitaban contra la dictadura y todos planteaban las reivindicaciones de maestras, empleadas y obreras. De contenido anticlerical en su mayoría, denunciaban el rol de la Iglesia, del matrimonio, peleaban por el derecho al divorcio y al sufragio. La prensa de oposición era perseguida con saña y las mujeres aún más: muchas periodistas, intelectuales y maestras pasaron meses de tortura en San Juan de Ulúa o en la cárcel de Belén 8. Cuando eran excarceladas, excarceladas, huían a provincia para p ara volver a montar las imprentas clandestinas. Éste fuey Rosseti; el caso demuchas Guadalupe Rojo, Juana también B. Gutiérrez de Mendoza o la señorita Acuña más padecerían el exilio. Es de destacar el grupo  Las hijas del Anáhuac9, surgido en estos años, donde participaron obreras, campesinas, intelectuales y maestras. Luchaban por la 6

 El henequén es una fibra obtenida de la planta del magüey que se industrializó para la exportación durante el siglo XIX y principios del XX. 7  El término se acuñó popularmente en alusión a las mujeres que acompañaban a las tropas revolucionarias, inspirado en una canción popular. Se refiere a la mujeres campesinas y de los pueblos originarios que abastecían de víveres a los soldados, y eran sus compañeras. 8  Fueron dos presidios del porfiriato donde eran encarcelados los luchadores, reconocidos por la crueldad de las torturas y maltratos a los que eran sometidos los reclusos.

9

 La palabra anáhuac de origen náhuatl significa literalmente “cerca del agua”. Hace referencia al territorio ocupado por el imperio azteca, particularmente al Valle de México o Valle del Anáhuac donde se

 

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Revolución y también por salarios iguales a los de los varones, licencias de maternidad, educación para las mujeres indígenas y campesinas. En las fábricas, con los primeros pr imeros intentos de organización organización obrera, las mujeres  jugaron un rol rol destacado, también participando participando de la publicación publicación de semanarios. Este es el caso de Julia Marta o Julia Sánchez, responsable de la publicación de  El látigo justiciero. Al respecto, la prensa burguesa decía “Es enemigo (sic) de la religión, de la patria, de la familia y de la propiedad, el mayor fanático de la Casa del Obrero Mundial, que sin embargo, supo agitar a las multitudes con su violenta sinceridad […] pues bien de igual dimensión y violencia es Julia Marta” Marta”10. En el campo, el proletariado agrícola y el campesinado pobre comenzaban, desde principios de siglo, a sublevarse contra el dominio de los hacendados y latifundistas. De aquí se nutrió el zapatismo y sus filas pobladas de mujeres. El ejército zapatista contó en los frentes con la aguerrida participación de las soldaderas, mujeres que empuñaban el fusil o cargaban el pesado armamento, surtiéndolo cuando en las trincheras los guerrilleros quedaban indefensos. Las adelitas eran una suerte de retaguardia y “ejército de abastecimiento”, cuidando a los heridos, a los niños, y proporcion proporcionando ando a los soldados provisiones y agua. En muchos casos fueron estas mujeres las que convencieron a las tropas porfirianas y a las constitucionalistas de no agredir a los rebeldes y de pasarse al campo de la Revolución. Como se ve, en las urbes, en el campo, en las fábricas, las mujeres fueron parte esencial de la Revolución Mexicana, tejiendo una historia de coraje, de tradición de lucha, de combatividad, ejemplo para todos los trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad.

 La “virgen roja” de de los trabajadores mexicanos

La Revolución de 1910 tuvo un antecedente fundamental; un preámbulo en el que los obreros textiles del país dieron una enorme demostración de su potencial. Las huelgas de Río Blanco y Cananea fueron dos procesos avanzados de la asienta hoy la Ciudad de México y el conurbano. Se utiliza también para indicar todo el territorio hasta donde se extendía el dominio azteca en la época prehispánica. Fue utilizado por varias agrupaciones feministas que lucharon en la Revolución, probablemente haciendo referencia referencia a la leyenda le yenda azteca sobre la “llorona”. “llorona”. Esta leyenda relata que cuando era inminente la llegada l legada de los conquistadores españoles a enochtitlán, los sacerdotes vieron una “aparición “aparición”: ”: la diosa cuidadora de la raza advertía con lamento “¡ay mis hijos, hijos , mis pobres p obres hijos del Anáhuac!”, augurando el peligro p eligro inminente de la conquista.

10

 Ángeles Mendieta Alatorre, La mujer en la Revolución Mexicana, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1961.

 

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lucha de clases que anunciaron con violencia las convulsiones que azotarían al país durante los siguientes diez años 11. El porfiriato abrió las puertas a la inversión extranjera. El nuevo proletariado mexicano, en un alto porcentaje, dejaba su vida entre las máquinas de las fábricas yanquis, inglesas y francesas. Las L as jornadas de trabajo eran de entre doce  y dieciséis horas. La industria textil tuvo un fuerte auge durante la última década del siglo XIX. En laxcala, Puebla, Veracruz y el Distrito Federal, miles de hombres, mujeres y niños constituían el ejército de mano de obra barata que llenaba las arcas de los imperialistas. El salario de un obrero era de treinta y cinco centavos al día; el de una mujer, de veinticinco centavos diarios. Los niños eran empleados para gran cantidad de labores y recibían diez centavos por jornada. Los raquíticos salarios eran completamente insuficientes para el gasto familiar, por lo que los obreros se veían obligados a acudir a las tiendas de raya. Éstas eran administradas por un representante de la patronal que ofrecía crédito a los trabajadores por artículos de la canasta básica. Al estar permanentemente endeudados, a veces los obreros no llegaban ni a ver sus salarios, ya que se iban confiscados por el usurero de la tienda. Fueron estas circunstancias en las que nació y creció Lucrecia oriz, obrera textil originaria de Veracruz, que tuvo una participación muy destacada en la gran huelga de Río Blanco, que abarcó el cordón de la industria textilera en los estados de Puebla, Veracruz y laxcala. Desde 1906, los obreros y obreras textiles de diversas fábricas como las de Río Blanco, San Lorenzo, Nogales y Santa Rosa conformaron el Gran Círculo de Obreros Libres, influenciado por el magonismo. Los trabajadores comenzaron a organizarse por la jornada de ocho horas, aumento salarial y mejores condiciones de trabajo. Laencarcelar organización comenzó a extenderse, lo querepresivo el gobierno porfirista decidió a sus dirigentes. Este primerpor intento no logró frenar el proceso en las fábricas, fábricas , por lo que la patronal extranjera formó el Centro Industrial Mexicano, que tenía como objetivo legislar sobre la actividad de los obreros en la fábrica. Uno de los estatutos que impuso la patronal en los tres estados prohibía textualmente “recibir visitas de amigos y parientes, leer periódicos que no sean se an previamente censurados y, y, por ende, autorizados por los administradores administrador es de las la s fábricas”12. La imposición de la patronal fue rechazada por los trabajadores y las textileras de Puebla, laxcala y algunas de Veracruz que hicieron estallar la huelga el 4 de diciembre de 1906. En las fábricas, donde los obreros no habían elegido nuevos

11

 Ver el ensayo “Preludio de la Revolución: el Partido Liberal Mexicano, Cananea y Río Blanco”, p. 55. 12  Ángeles Mendieta Alatorre, op. cit .

 

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representantes, los dirigentes amigos del porfirismo y la patronal intentaron des viar la huelga huelga hacia la confia confianza nza en una resolu resolución ción del del gobierno, gobierno, rogándol rogándolee a Don Porfirio su “indulgencia” “indulgencia” para resolver las demandas. La patronal decidió cerrar las fábricas que aún no estaban en poder de los trabajadores, realizando un lock out . Los dirigentes, encabezados por José Morales13, consiguieron una entrevista con Porfirio Díaz el 3 de enero y ese mismo día, con su anuencia, el presidente ordenó a los trabajadores regresar al trabajo y aceptar el reglamento patronal. Pero los trabajadores de Río Blanco acusaron a Morales y al resto de la dirección de traidores y permanecieron en huelga. El 7 de enero, una imponente manifestación de obreros y obreras textiles se concentró afuera de la fábrica de Río Blanco, muy temprano, para impedir la l a entrada de los rompehuelgas encabezados por los dirigentes gobiernistas. La comitiva fue encabezada por varias mujeres que iban preparadas para impedir que la fábrica sea reabierta. En Las Pugnas de la Gleba, Rosendo Salazar lo describe así: En Río Blanco, un grupo de mujeres encabezadas por la colectora Isabel Díaz de Pensamiento y en la que figuraban las obreras Dolores Larios, Carmen Cruz, Lucrecia oriz y otras, desde el día anterior habían formado una brigada de combate, que se encargó de reunir mendrugos de pan, tortillas duras, con las que llenaron sus rebozos y desde temprana hora se instalaron a la puerta de la fábrica esperando que alguno se atreviera a romper el movimiento de protesta, para lapidarlo con aquellos despojos simbólicos y crueles. En la tienda de raya estaban los dependientes extranjeros y cuando c uando una mujer se acercó pidiendo un préstamo recibió soez injuria. injuria . Alguien reclamó y el dependiente hizo un disparo, la multitud se enardeció y a poco la tienda de raya ardía, presa en llamas. Poco después, Lucrecia oriz, empuñando una bandera, se enfrentó al batallón que había sido llamado. Unos días 14

después, sobre carros plataformas, los obreros muertos fueron arrojados al mar .

Varias crónicas aseguran que después del incendio de la tienda de raya, un destacamento dirigido por las mismas obreras avanzó sobre Veracruz hacia Puebla. En el camino se hicieron del control de algunos cuarteles. Hechos en armas, obreros y obreras tomaron varias estaciones del ferrocarril. Durante la marcha diversos destacamentos armados fueron repelidos por el batallón de trabajadores. En el enfrentamiento e nfrentamiento donde estaba a cargo el jefe político de Orizaba, Carlos C arlos Herrera, cuando éste dio la orden de cortar cartucho, c artucho, de la multitud emergió una mujer con su bandera que expuso las razones de sus su s compañeros:

13

 Dirigente progubernamental de los obreros de la industria textil de Veracruz. Veracruz.  Ángeles Mendieta Alatorre, op. cit.

14

 

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[…] relató el hambre, la injusticia y la pobreza a la que se enfrentaban todos los días; señaló que a cambio de unos cuantos pesos que se quedaban en las tiendas de raya, muchas trabajadoras y trabajadores se levantaban al alba: esa mujer era Lucrecia oriz. al fue la elocuencia de la señora oriz que esa tarde los rurales bajaron sus armas y fueron a dar parte al que más tarde sería conocido como El Verdugo de Orizaba, Rosalino Martínez 15.

Fue este siniestro personero del porfirismo en decadencia, Rosalino Martínez, quien en el camino de Nogales a Orizaba emboscaría a la comitiva que se dirigía a liberar a los obreros que habían sido encarcelados por negarse a trabajar. Así se desencadenó una de las represiones más sanguinarias que consigna la historia contemporánea. Los barrios obreros de Veracruz fueron invadidos por el ejército. Obreros y obreras fueron asesinados o encarcelados y torturados con la más profunda saña. La persecución se prolongó durante varios días y de los siete mil trabajadores implicados en la huelga, cinco mil volvieron al trabajo después de la derrota. Los demás fueron asesinados o desaparecidos. A pesar de la brutal represión, al paso del ejército por las barriadas, se podía ver en las mantas y las paredes la convicción de los trabajadores: “Primero mártires, antes que esclavos.” No se supo más de Lucrecia oriz. Quizás falleció bajo el fusil porfirista o se vio obligada a regresar a las fábricas textiles de Veracruz. Pero ella y el resto de las obreras que, con los rebozos repletos de desperdicios enfrentaron a la patronal y al ejército, son parte de la tradición de lucha y enorme combatividad de los trabajadores mexicanos. Son parte de la historia que se construye desde abajo, para extraer sus lecciones y utilizarlas en el futuro del proletariado, que acaudillando a las naciones oprimidas de América Latina acabe de una vez por todas con la expoliación imperialista. Añoszapatista más tarde, la Revolución atravesaba el suelo mexicano. A sumujer cabeza, el ejército integrado por campesinos pobres y, entre ellos, otra que se transformó en ejemplo de combate.

15

  Idem Idem.

 

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Amelia Robles “Su nombre fue Amelia Robles coronela consagrada no se olviden de su nombre era orquídea perfumada llévenle un ramo de flores a su tumba abandonada” 16  Corrido mexicano

Dicen de ella que era “una mujer brava y valiente que puso emboscadas a las la s tropas federales en ixtla y que en la batalla, en la bola y en lo particular se le reconoció” recono ció”17.  El zapatismo concentró, en forma organizada, la irrupción de las l as masas campesinas y del proletariado agrícola. Emiliano Zapata encarnó la intransigencia revolucionaria de las masas insurrectas y: […] la Revolución del sur se organizó con su propia dirección, elegida por los pueblos  y los combatientes, y con su organismo independiente de la dirección burguesa: el Ejército Libertador del Sur, Sur, basado en la participación y la iniciativa de todo el campesinado y el proletariado agrícola de la región y en el apoyo y la confianza de sus centros naturales de organización política y social, los pueblos18.

La dinámica de la Revolución en el Sur se hizo posible po sible gracias a la más amplia participación de hombres y mujeres que empuñaron las armas no sólo contra la dictadura, sino también contra las direcciones burguesas que los traicionaron. Durante años, vencieron y fueron f ueron derrotados, siempre desconfiando de sus enemigosdiez de clase. Fue la represión y el asesinato de Zapata lo que finalmente “pacificó” a las masas del sur y sobre esta derrota se erigió el nuevo Estado mexicano, que dejó inconclusas las demandas de millones de explotados y oprimidos en el campo: tierra y libertad. Durante años, la historia oficial omitió el rol que jugaron las mujeres en la Revolución. Esto se modificó en las últimas décadas producto de la crítica de distintos sectores del feminismo a esta invisibilización y de nuevas aportaciones historiográficas al respecto. De ahí la importancia de revitalizar el legado 16

 De Simón Ramírez Martínez, sobrino de Amelia Robles.

17

 Palabras de Joaquín Bello Rodríguez, soldado revolucionario. Interrumpida, México, Ediciones El Caballito, 1971, p. 57.  Adolfo Gilly, La Revolución Interrumpida

18

 

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de aquéllas que obtuvieron puestos de mando por su valentía y su capacidad en el terreno militar, la cual, en el caso del zapatismo, fue importante para que un ejército poco entrenado y disperso pudiera tomar el control de un amplio territorio y cercar la capital del país. Una de estas mujeres fue Amelia Robles, la Coronela, que participó en más de setenta empresas militares, accediendo a uno de los puestos más importantes impor tantes en la jerarquía zapatista. Nació el 3 de noviembre de 1889 en Xochipala, Guerrero. Su padre fue un ranchero acomodado, propietario de cuarenta y dos hectáreas y de una fábrica de mezcal. La vida de campo c ampo dio la oportunidad a Amelia de adiestrarse en cuestiones restringidas para las mujeres: montar caballos, domarlos, lazarlos y manejar armas. Algunas crónicas aseguran que aprendió el uso del fusil, en primer lugar, para defender a su madre y sus hermanas del maltrato físico al que eran sometidas por su padrastro. La Revolución la alcanzó cuando tenía veintiún años de edad. A propósito de su enrolamiento en las filas revolucionarias, Amelia decía: […] vino la bola y me fui a la bola. Al principio no dejó de ser una mera locura, pero después supe lo que defiende un revolucionario y defendí el plan de Ayala. Huerta había matado a Madero y fui contra Huerta. Carranza era sólo un mistificador de la Revolución y combatí a Carranza19.

Existen distintas versiones sobre su reclutamiento, pero la más certera parece indicar que aconteció cuando el general Juan Andrew Almazán llegó a Xochipala  y levantó a todo el pueblo pueblo en armas. Fue en 1913 que se integró integró resueltam resueltamente ente al Ejército Libertador del Sur, Sur, a las órdenes de los principales jefes zapatistas z apatistas del estado de Guerrero: H.de Salgado, Heliodoro Castillo y Encarnación Díaz. Después de organizar a unJesús grupo hombres de Xochipala, Amelia se puso a las órdenes del general Salgado y participó en su destacamento en veinticinco acciones armadas. Desde su ingreso, comenzó a tener varios hombres bajo sus órdenes en condiciones de abastecimiento muy adversas. Una de las batallas más rememoradas popularmente, donde tuvo una participación destacada fue en la plaza de lacotepec, que fue tomada cercando a los federales en la iglesia. Relatan algunas crónicas de protagonistas que cuando habían cercado al enemigo, los zapatistas decidieron hacer un alto al fuego con la premura de que faltaban municiones. Para hacer salir a los efectivos atrincherados, hicieron lo siguiente: en un costal de chiles vaciaron un chorro de petróleo, cuando el combustible penetró el fruto, f ruto,

19

 Miguel Gil: “Amelia Robles, una mujer del estado de Guerrero que puso su juventud y su vida al serUniversal , 14 de abril de 1927.  vicio de la Revolución del del sur”, sur”, en El Universal 

 

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encendieron el costal y lo lanzaron a la bóveda de la iglesia. La humareda hizo salir a los que resistían con gritos de desesperación. dese speración. El golpe de estado perpetrado por Victoriano Huerta contra Madero en febrero de 1913, desarticuló y dispersó a las fuerzas zapatistas del estado hasta finales de octubre de ese es e año. Reorganizadas, tomaron la ofensiva y Amelia tuvo actuaciones destacadas en ixtla y Chilpancingo a las órdenes del mismo general Salgado, quien fue designado por el propio Zapata para dirigir la campaña. Fue en esta empresa que Amelia ascendió a Mayor de las fuerzas zapatistas, después del coraje mostrado en el campo de batalla y de haber robado el caballo al superior de los federales, el coronel Zenón Carreto. Más tarde, Amelia adquirió el cargo de Coronel, ahora bajo las órdenes del General Castillo, por quien profesaba un profundo respeto: “Castillo me enseñó a ser revolucionario”20. Después de la reorganización de las fuerzas zapatistas, en 1914, el Ejército Libertador avanzó sobre la capital, obligando a Carranza a evacuar la ciudad y tomando la Ciudad de México en lo que fue el memorable encuentro de Emiliano Zapata y Francisco Villa, Amelia acompañó la expedición. En 1918, el ingeniero Angel Barrios, hombre de confianza del propio Zapata, es encarcelado. La Coronela fue parte de la operación de rescate en la que fue detenida y estuvo a punto de ser fusilada. En una entrevista, cuando le preguntaron qué sintió al estar frente al pelotón de fusilamiento, Amelia arremetió: “Mire amigo, con toda franqueza puedo decirle que nada”21. Estuvo al mando de destacamentos de seiscientos hombres; veteranos como el general zapatista Jesús Patiño estuvieron bajo sus órdenes. Fue destacada en realizar los planos topográficos para los revolucionarios en Morelos y Guerrero  y por las múltiples ocasiones en que emboscó a los federales. Los testigos que la conocieron y sobrevivieron hablan militar de su bravura, su capacidad para “cargar 22 gente”  y sus cualidades en el terreno militar. . Después de una de sus últimas campañas, Amelia Robles tomó la determinación de adoptar otro nombre: Coronel Amelio Robles, de ahí que se le conozca con el alias de “el güero Robles”. Robles”. Pocos años después, conoció cono ció a su compañera por más de una década, Ángela orres, orres, y fue una de las primeras y pocas p ocas mujeres que a principios del siglo XX vivió su elección sexual plena y públicamente. La Coronela murió el 9 de diciembre de 1984, a los noventa y cinco años de edad. La periodista Gertrude Duby decía a propósito de ella: “era necesario 20

 Entrevista con Josué Olivares Parra, Xochipala, 6 de julio de 1989. Fondo estimonios estimonios de la RevoluRe volución en Guerrero, E-54.

21

 Miguel Gil, op. cit . 22  En la jerga revolucionaria se refiere a estar al mando de un destacamento.

 

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 ver a esa mujer legendaria […] el no conocerla se convertía en algo angustioso. Hasta en las montañas de Chiapas oía hablar de ella”23. Hasta hace unos años, de Chilpancingo hasta Chiapas las voces ancianas de los zapatistas sobrevivientes heredaron el nombre de Amelia Robles a sus descendientes. La Coronela entró al torrente de la Revolución y ahí se forjó con talante aguerrido, con el fusil en la mano, al frente de los destacamentos. area de los revolucionarios de nuestro siglo es retomar estas lecciones y llevar la obra de Emiliano Zapata y el Ejército Libertador del Sur hasta el final. Este trabajo, modesto aún, es un intento por desenterrar des enterrar la “otra “otra historia” historia” de nuestras mujeres, no la que se forja desde arriba, para justificar la explotación y la opresión, sino la que se construye en el terreno de la lucha de clases, en esos momentos excepcionales en que las masas se vuelven protagonistas de su propio destino y la voz de las oprimidas y oprimidos de la tierra se hacen oír oír..

23

 Olga Cárdenas rue rueba, ba, “Amelia “Amelia Robles y la revolución revol ución zapatista en Guerrero”, Guerrero”, en Laura López L ópez Espe jel (Coord.):  Estudios sobre zapatismo, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2000.

 

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Contrapuntos sobre la Revolución Mexicana  Pablo Langer Oprinari

La historiografía historiograf ía de la Revolución Mexicana decantó, durante el siglo XX, distintas tradiciones. Grosso modo podemos decir que la más recurrente y vuelta canónica, fue la que tuvo como sustento ideológico fundamentar la génesis y estabilidad del estado posrevolucionario. El relato oficial igualaba a todos los dirigentes políticos y militares del proceso iniciado en 1910 colocándolos en el mismo “bloque revolucionario” , y planteaba quedeellaConstituyente de tal 1916-1917 había sancionado legalmente las reivindicaciones Revolución. De suerte que la preservación preser vación de su legado sólo podía devenir de la permanencia en el poder de los herederos de la fracción triunfante. Durante décadas, este discurso fortaleció la legitimidad del priato, que se abrogaba para sí las banderas de la guerra campesina campe sina que incendió al país durante la segunda década del siglo pasado.

Paralelo a este relato se instaló, durante un prolongado periodo, la visión que pro vino del estalinis estalinismo mo nativo, nativo, que la consideraba consideraba como como una revolución revolución antifeuda antifeudall y burguesa, bajo un modelo etapista que establecía que, en los países de desarrollo económico atrasado, la revolución debía garantizar la evolución del capitalismo

para, en un futuro remoto e indeterminado, configurar las condiciones propicias para la transformación socialista.

 

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Contrapuntos sobre la Revolución Mexicana

Pablo Langer Oprinari

Coherente con esta interpretación, el Partido Comunista Mexicano (PCM) consideraba que la clase obrera y los sectores oprimidos y explotados de México, estaban condenados a repetir el camino recorrido por los países capitalistas avanzados durante durante los siglos previos, pre vios, esto es, es , acompañar a la burguesía en su lucha contra el antiguo régimen. Esta concepción le asignaba a signaba un rol revolucionario a la burguesía, el cual no se circunscribía a la segunda década del siglo, sino que se extendía hacia adelante, y era la justificación para buscar alianzas con sectores “nacionalistas” o “antiimperialistas” “antiimperialistas” de las clases dominantes. Esta lectura le permitió al PCM y al fundador de la Universidad Obrera, Vicente Lombardo oledano1, justificar su apoyo político al cardenismo en la década de 1930, y al PRI en distintos momentos del siglo pasado.

El predominio ideológico del PCM fue combatido, en primer lugar, por rotsky y sus partidarios nativos en la década de 1930. Pero fue hasta las décadas de 1960 y 1970, en el contexto de los cambios ocurridos en la situación política internacional y nacional2, que se revitalizaron los análisis de la Revolución Mexicana, permitiendo la emergencia de una generación que constituyó una tradición propia frente al estalinismo, y cuyo legado, en torno a la Revolución, hemos retomado los autores de este libro. Estas nuevas miradas cuestionaban, en algunos casos, aspectos puntuales de la concepción estalinista “clásica”–como “clásica”–como en el caso de José Revueltas–, y en otros efectuaban una crítica global de la misma 3. En particular, destacamos las elaboraciones de Adolfo Gilly y Manuel Aguilar 1 Como planteaba León rotsky durante su estancia en México, las dos cabezas del

estalinismo en nuestro país eran justamente el Partido Comunista Mexicano y el dirigente sindical Vicente Lombardo oledano. oledano. 2  Nos referimos al ascenso revolucionario que recorrió el mundo en aquellos años y cuestionó el orden existente tanto en los países imperialistas y semicoloniales, como en aquellos donde la burguesía fue expropiada por la acción de las masas o la intervención militar del Ejército Rojo, dirigidos por la burocracia estalinista o distintas formas de estalinismos regionales. El Mayo Francés, el Otoño Caliente italiano, las luchas obreras en Inglaterra, los procesos revolucionarios en Argentina y Chile, y la Prima vera de Praga son algunos de los grandes hitos de este periodo, en los cuales se inscribe el ‘68 mexicano, truncado por la masacre del 2 de octubre. Al calor de este proceso se desarrolló la radicalización política e ideológica en franjas de la clase obrera y la juventud, y en muchos países, incluido México, se fortalecieron distintas vertientes políticas que se reivindicaban marxistas por fuera del estalinismo prosoviético, como fue el caso de las organizaciones trotskistas. 3

 EleldePCM Revueltas es un cas o particular, debido en a que era un intelectual y de larga ldefinitivo arga trayectoria en . Pero fue en caso estos años que avanzó unayaruptura política deconocido carácter más con el estalinismo y se vinculó a la generación que protagonizaría el movimiento estudiantil de 1968.

 

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Mora –de quienes publicamos sendos trabajos en este libro– que, en ruptura tanto con la visión canónica de la Revolución como con la concepción etapista del estalinismo, proponían una interpretación que incorporaba en su base teórica las elaboraciones de León rotsky, que concebían la revolución en los países rezagados bajo una lógica no gradualista. Los trabajos mencionados enfatizan la tendencia anticapitalista en la acción de las masas, intentando comprender las limitaciones que la Revolución no logró sortear y evitando encasillarla como una más de las re volucion  volu ciones es burguesa burguesas. s. Visto Visto en retro retrospecti spectiva, va, estas estas interp interpreta retacion ciones es establ establecían ecían un nexo con los artículos pioneros publicados en la revista Clave, escritos por Octavio Fernández con la colaboración de León rotsky, los cuales fueron comentados en distintos trabajos, entre los cuales destacamos la importante obra de Olivia Gall 4. En el presente ensayo e nsayo realizaremos un contrapunto con aquellos autores referenciados con el marxismo que han aportado a la historia de la Revolución Mexicana. Por una parte, revisaremos críticamente las tesis de Enrique Semo  y la postura de José Revueltas, que expresó una inacabada ruptura teórica con la concepción etapista del PCM. Junto a esto, estableceremos la importancia de los pioneros trabajos de Octavio Fernández en la revista Clave. Y por último, consideraremos la postura de Adolfo Gilly en La Revolución interrumpida interrumpida, que, según nuestra visión, es la más acabada interpretación que, abrevando en el permanentismo, ha sido escrita hasta ahora.

Enrique Semo y la revolución burguesa Enrique Semo fue uno de los principales referentes teóricos del ya desaparecido Partido Comunista Mexicano. artículo ción Mexicana” definía que la mismaEnerasuparte de: “Reflexiones sobre la Revolu[…] un ciclo de revoluciones burguesas que se inicia con la transición de nuestro país al capitalismo y que termina en el momento en el cual la burguesía mexicana pierde toda reserva revolucionaria, es decir, toda capacidad de plantear y resolver los problemas del desarrollo del capitalismo por el camino revolucionario. ¿Cuándo se inicia este ciclo de revoluciones burguesas? Con la revolución de Independencia de 1810. ¿Cuándo termina? Considero que termina en 19405.

  4 5

 Nos referimos a Olivia Gall: rotsky en México, México, Era, 1991, 423 pp.

et al.,  Enrique Semo: sobre la Revolución Mexicana” Manuel Aguilar Mora, Gilly 1981,  Interpr  Interpretacion etaciones es “Reflexiones de la Revolució Revolución n Mexicana Mexica na, México, Nueva, en Imagen / UNAM , 1era. ed.,Adolfo 5ta. reimp., pp. 138 y 139.

 

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Contrapuntos sobre la Revolución Mexicana

Pablo Langer Oprinari

Intentando fundamentar la definición del carácter burgués de la Revolución, afirmaba que: […] lo que queremos decir es que la revolución se inscribe en la problemática del desarrollo del capitalismo, que la burguesía juega un papel importante en ella, que las demás clases progresistas no participan con sus propias demandas o bien son incapaces de plantear los problemas del poder 6.

La lectura que realizó Semo enfatizaba que el proceso revolucionario iniciado en 1910 y la acción de las clases sociales en el mismo estaban férreamente determinados por el momento histórico del capitalismo nativo, el cual se encontraba en transición hacia una “vía revolucionaria” de su desarrollo. De esta manera, las tareas de la Revolución se constreñían, de antemano, a resolver la emergencia del moderno capitalismo por una vía distinta a la que ensayó el porfiriato, al que definió como análogo a la “vía prusiana”, establecida por V. I. Lenin en relación con el desarrollo alemán de fines del siglo XIX. Esta vía alternativa estaba encabezada, en México, por la burguesía media agraria, que buscaba “transformarse en una gran burguesía, dominar el estado y darle una orientación diferente”7. Podemos decir entonces que Semo establecía el carácter y las tareas de la Re volución  voluci ón de de acuerdo acuerdo con el momen momento to en que que se se encontr encontraba aba el capit capitalismo alismo nacion nacional al  y a los objetiv objetivos os económi económicos cos y políti políticos cos que la fracci fracción ón triun triunfant fantee tenía por delan delante. te. En ese sentido, para el autor no había posibilidad objetiva de que las clases sociales oprimidas y explotadas le impusiesen un carácter distinto a la Revolución. Por ejemplo, en el caso del zapatismo y el Partido Liberal Mexicano de Flores Magón, a pesar de reconocer que jugaron un rol motor, no podían “otorel carácter esta porque ningún momento logran dirigirla,  ygarle también porquea el grarevolución, grado do de desarrollo desarrollo de en la sociedad no permite la solución de los problemas que plantean estas fuerzas fundamentales”8. Esto implicaba que la dinámica de la Revolución y de la acción de las clases sociales estaban en sintonía con su carácter: el papel de las masas explotadas era esencialmente esenc ialmente acompañar e impulsar la “vía revolucionaria” del desarrollo burgués. ratando de explicar las contradicciones evidentes de una revolución burguesa que no logró resolver sus tareas fundamentales, Semo consideraba que, si la Re volución  voluci ón “sólo “sólo realizó realizó una parte parte reducida reducida de los objeti objetivos vos burgueses burgueses que se habí habían an planteado”9, se debía tanto a la debilidad de la acción del proletariado para impul6

  Ibidem Ibidem, pp. 137 y 138.

7

 Ibidem, p. 141. 8 Ibidem   Ibidem Ibidem, p. 137. 9  Ibidem, p. 142.  Ibidem

 

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sar las transformaciones burguesas como al carácter no industrial de la burguesía. Sin embargo, estas contradicciones no alteraban su definición de la Revolución. Lejos de eso, consideraba que la vía revolucionaria del capitalismo tenía por delante la posibilidad de realizarse en las décadas siguientes. Y es que, al darle a la Revolución el norte de agilizar el desarrollo capitalista, sólo podía “leer” los procesos posteriores bajo el prisma de la revolución re volución burguesa inconclusa. En ese sentido, afirmaba que: […] se manifestaron en las décadas de los veinte y los treinta elementos importantes de la vía revolucionaria del desarrollo del capitalismo: ascenso de la pequeñoburguesía mexicana y su transformación en burguesía, reforma agraria que benefició a sectores del campesinado a costa de los latifundios, intervención del Estado para frenar la presencia del imperialismo, etcétera. Es decir, la Revolución produjo una reorientación del desarrollo del capitalismo mexicano, cuyo resultado es una especie de híbrido en el cual la vía reaccionaria y la revolucionaria están entretejidas de forma peculiar 10.

Por otra parte, su caracterización de la Revolución tampoco fue alterada por considerarla “dentro del inicio del paso de la humanidad de la época del capitalismo a la época del socialismo”11, ni mucho menos por evaluar e valuar que el desarrollo imperialista condicionaba la dinámica posrevolucionaria. Es de destacar que, para Semo, la extensión del capitalismo internacional no incidía decisivamente en la definición ni en el curso c urso general de la Revolución Mexicana. Sintetizando entonces: para el autor, autor, las perspectivas pe rspectivas del proceso iniciado en 1910 estaban obligadamente inscritas en el horizonte de la etapa de la revolución burguesa y de la necesidad ne cesidad de completarla. Su carácter burgués se desprendía de sprendía de considerar existenciadedelasuna etapa histórica y necesaria, fatalmente determinada por la la inmadurez condiciones objetivas nacionales, que se convertían en un obstáculo insalvable para una revolución verdaderamente socialista, durante un largo período histórico.

10

11 Enrique Semo: Historia

Mexicana / Economía y lucha de clases, México, Era, 1991, p. 233.  Interpretaciones de la Revolución   Enrique Semo: “Reflexiones sobre la Revolución Mexicana”, en  Mexicana, op. cit .,., p. 138.

 

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José Revueltas: la revolución burguesa sin burguesía José Revueltas, aunque no dejó ninguna obra dedicada específicamente a la Revolución Méxicana, discutió en  Ensayo sobre un proletariado sin cabeza cabez a y otros escritos de la década de 1960, aspectos asp ectos de las tesis del estalinismo en torno al proceso iniciado en 1910, lo cual se inscribió en el proceso de su ruptura definitiva con el Partido Comunista Mexicano. Sus consideraciones hacían énfasis en un elemento fundamental de la historia del siglo XIX en México: mientras que una ideología democrático-burguesa cobró ímpetu, los intentos por avanzar en las tareas estructurales de la revolución burguesa no superaron las formas precapitalistas, reforzándose el latifundismo. De tal suerte que, ni la Revolución de Independencia ni la guerra de Reforma, realizaron efectivamente las tareas democrático-burguesas. En ese contexto, analizó el carácter social de la burguesía durante la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, planteando que ésta “se ha tratado siempre de un núcleo social soc ial reaccionario”12, distinto a la concepción imperante en el PCM  que postulaba una burguesía revolucionaria en oposición a las fuerzas feudales. Revueltas evidenció así la contradicción latente entre lo que consideraba eran los objetivos de una revolución históricamente progresista –encarnados en los sectores más radicales del liberalismo– y la incapacidad de la burguesía para llevarla adelante. Una de las causas de esta contradicción era el “enorme retraso con que el país entra al proceso general del desarrollo histórico”13; afirmaba que en el movimiento iniciado en 1910: […] la ideología democrático-burguesa puede devenir en fuerza material, aún cuando la clase a la que teóricamente le corresponde representarla, la burguesía nacional, no se encuentre todavía madura ni integrada por completo como clase social, sino apenas en vía de convertirse en dicho clase. Esto no es sino el producto del atraso de un país respecto al nivel universal de desarrollo14.

El autor del  Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, abordó con lucidez, apelando a un método dialéctico, las contradicciones del desarrollo en México, superando el análisis vulgar y mecánico del estalinismo. Su tesis del retraso nos acercó al carácter complejo y contradicto contradictorio rio que adquirió el desarrollo nacional, en la etapa posterior al movimiento de Independencia y en particular en las últi12

13 José Revueltas: Ensayo

  Ibidem Ibidem, pp. 146-147. 14  Ibidem  Ibidem, pp. 170.

sobre un proletariado sin sobre sin cabeza, México, Era, 1980, p. 139.

 

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mas décadas del siglo XIX; lo cual consideró como la causa de que la revolución burguesa en México transcurriese por carriles distintos a la revolución democrática en Francia, Inglaterra o Estados E stados Unidos durante los siglos XVII y XVIII.

Partiendo de las consideraciones arriba planteadas, Revueltas Re vueltas definió que México estaba en un estado pre-burgués de su evolución, una fase semifeudal a la  vez que oprimido por el imperialismo, ante lo cual la Revolución Mexicana sólo pudo asumir un carácter burgués. En esa Revolución Re volución la burguesía, ante la carencia de un partido propio y por sus propias limitaciones como clase, actuó a través de sus ideólogos. Considerando la actuación de las fuerzas de clase y la dinámica de la Revolución, aunque admitió que la cuestión agraria emergió “como gigante ciego”, definió que, a partir de 1910, las masas del campo fueron “incapaces de llevar a cabo ninguna acción independiente y, por cuanto a la clase obrera, sin una conciencia propia, como tal clase, que la pudiese situar en las condiciones de aliarse a los campesinos y disputarle a la clase burguesa la hegemonía”15. Y, completando esto, estableció que “existe un hecho insuperable en la presente etapa histórica: la imposibilidad de que la clase obrera se plantee, como su ob jetivo inmedi inmediato, ato, el de la lucha lucha por por el establ establecimien ecimiento to del del socialismo socialismo en en México México””16. Al analizar los acontecimientos iniciados en 1910, Revueltas articulaba su consideración de la burguesía como una clase reaccionaria, con la noción de una estructura económico-social esencialmente precapitalista, lo cual ponía férreos límites históricos al desempeño de las clases oprimidas y explotadas. De forma similar a Semo, su definición del carácter de la Revolución no consideraba la fundamental influencia que el vínculo con el mundialLos ejercía sobre la formación económico-social y los ritmos delcapitalismo proceso histórico. trazos que Revueltas dejó en torno a la Revolución Mexicana, presentes en  Ensayo sobre un proletariado sin cabeza y otros escritos, muestran que la del duranguense fue una ruptura inacabada con la concepción estalinista: aunque superó cuestiones cruciales como el carácter “revolucionario” de la burguesía, quedó sujeto a un cierto etapismo, cuando menos en lo que se refiere al análisis del proceso histórico, y no alcanzó a ver la dinámica potencialmente anticapitalista de la Revolución.

15

  Ibidem Ibidem, p. 153. 16  Ibidem  Ibidem, p. 183.

 

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En los textos de Enrique Semo y José Revueltas podemos encontrar puntos en común y también importantes diferencias. Revueltas definió sin tapujos el carácter reaccionario de la burguesía y la contradicción que existía entre esta clase y las tareas pendientes propias de la revolución burguesa. Semo, por su parte, reprodujo la tesis estalinista en torno al carácter revolucionario de la burguesía en los países atrasados, aunque matizándola en lo que se refería al periodo posrevolucionario. Los autores en cuestión coincidían en el carácter de la Revolución de 1910. Las tesis de Revueltas llevaban a considerar una revolución burguesa sin burguesía, contradicción que nos hace recordar a los planteos de Lenin en 1905, quien proyectaba, para la Rusia zarista, una revolución democrático-burguesa realizada por una dictadura democrática de obreros y campesinos. Semo no tiene la contradicción de Revueltas, su concepción es menos ambigua, a diferencia del duranguense, quien intentaba superar críticamente el legado teórico del PCM. Aunque las elaboraciones de Semo guardan algunas divergencias con otras provenientes de este partido, la matriz teórica de corte etapista es la que sustentó el accionar del estalinismo mexicano durante todo el siglo XX.

Un contrapunto con Enrique Semo y José Revueltas Para explicar los límites que, según nuestra lectura, tienen las interpretaciones antes planteadas, debemos partir de una cuestión metodológica que contrasta con el punto de vista que asumen los autores mencionados. En ese sentido, es fundamental el desarrollo histórico no sólo en su dinámica nacional, sinoentender en su interpenetración con el capitalismo mundial. Porinterna ello, esy preciso comprender que la extensión de las relaciones de producción e intercambio capitalista al conjunto de globo, ocurrida desde el último cuarto c uarto del siglo XIX, incorporó a los países p aíses de desarrollo atrasado al mercado mundial, sin repetir las etapas recorridas por los lo s países avanzados ni resolver las tareas estructurales pendientes. Esto quiere decir que las la s economías atrasadas mutaron rápidamente rápidamente hacia formas preponderantemente capitalistas, sin pasar por el proceso gradual, relativamentee evolutivo, que atravesaron los países del Occidente europeo. relativament Esto constituyó una expresión de lo que León rotsky denominó la ley del desarrollo desigual y combinado del proceso histórico bajo el capitalismo. La estructura económica y social de estos países preservó las atrasadas formas pre-

capitalistas mientras incorporaba elementos modernos y propios del capitalismo –como el desarrollo industrial acelerado y los avances técnicos como el ferrocarril

 

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 y el telégr telégrafo– afo–,, imbricando imbricando y adecua adecuando ndo las distintas formas formas sociales en torno al eje ordenador que era la inserción del país en la división internacional del trabajo. Bajo el porfiriato, como hemos planteado en el primer ensayo de este libro, México era un país retrasado en su desarrollo histórico que, sin haber concretado su reforma agraria, entraba a la esfera del capitalismo mundial, combinando formas arcaicas –como la hacienda– con los adelantos de la producción capitalista. En el terreno social, este proceso significó que, al tiempo que comenzó a emerger una nueva clase obrera en la l a industria de transformación, no surgió una burguesía política y socialmente revolucionaria al estilo de la que protagonizó la revolución democrática en la Europa occidental de los siglos XVII y XVIII17. Esta realidad hacía insostenible y anacrónico plantear que México estaba en la fase preburguesa semifeudal de su desarrollo histórico (Revueltas) o que tenía por delante la transición a una vía revolucionaria de desarrollo capitalista (Semo), sin considerar la determinante vinculación de la estructura económicosocial nacional a una estructura superior: la economía mundial en su fase imperialista, bajo cuyo influjo la formación social mexicana asumió un carácter capitalista atrasado. Ésta, para nosotros, es e s la base estructural que explica la dinámica del proceso revolucionario. Sin duda, es correcto considerar que sus tareas motoras eran de corte democrático, y que la burguesía norteña antiporfirista hegemonizó los inicios de la Revolución. Sin embargo, la vía de desarrollo “revolucionario” del capitalismo mexicano estaba bloqueada, debido a que realizar la reforma agraria radical –principal tarea de toda revolución democrático-burguesa–, requería atacar los intereses de la burguesía agraria e industrial, íntimamente entrelazados con el capital extranjero, y comprometidos con el mantenimiento del orden social existente. Frente a este bloqueo y, como resultado del mismo, la Revolución no se detuvo en el derrocamiento del porfiriato, asumió una dinámica crecientemente anticapitalista y llevó a su máxima expresión el antagonismo irreconciliable de las clases actuantes, abriéndose la posibilidad histórica de suprimir el régimen burgués, todo lo cual desarrollamos ampliamente en el ensayo “Senderos de la Revolución: periodización y fases” 18.

17

 Idea que, como ya dijimos, fue correctamente planteada por José Revueltas, en contra de los postulados clásicos del PCM. 18

 Esta dinámica del proceso revolucionario, que desarrollamos en torno a la Revolución Mexicana, es anticipatoria de lo que fue la característica fundamental de las revoluciones ocurridas durante el siglo XX  en los países de desarrollo capitalista atrasado.

 

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Sostener la noción de que la Revolución Re volución tuvo un carácter meramente burgués requería minimizar el rol de las masas agrarias y su tendencia a la acción independiente y subversiva, invisibilizando incluso experiencias tales como la Comuna de Morelos. Bajo este ángulo hay que considerar lo planteado por los autores mencionados, y en particular las definiciones de Enrique Semo, que limitaba el rol de las masas rurales a empujar la “vía revolucionaria” del capitalismo. Frente a estos planteamientos, hay que definir que los sectores se ctores más radicales llevaron adelante,  y en distintos momentos hicieron realidad, una perspectiva perspe ctiva social y política absolutamente opuesta a la que sostenían las fracciones burguesas. burguesas . Ejemplos de esto los encontramos en la acción arrolladora de los ejércitos campesinos que aniquilaron al Ejército Federal en Zacatecas, desarticulando al  viejo Estado burgués y a su pilar fundamental, y poniendo en cuestión la dominación capitalista en México. Así como en el antagonismo político y social desplegado entre el ala campesina radical y el liderazgo constitucionalista, una de cuyas expresiones fue la Convención Militar de Aguascalientes y la posterior confrontación armada, así como lo fueron los programas y medidas revolucionarias que contra los terratenientes tomaron villistas y zapatistas en las zonas bajo su control. De igual forma, fue la experiencia de la Comuna de Morelos de 1915 la que derribó cualquier intento por interpretar el proceso iniciado en 1910 y la acción de las masas agrarias, bajo el prisma de una revolución burguesa. Allí el campesinado fue mucho más allá de una reforma agraria clásica (como la que realizó la Revolución Francesa de 1789), ya que cuestionó la dominación capitalista en el campo con formas socializantes de propiedad agraria, se basó en formas de organización democrática de las masas rurales e instauró un poder local claramente alternativo a cualquier institucionalidad burguesa. En ese sentido, considerar los límites del campesinado como clase revolucionaria y la necesidad histórica de su alianza con la clase obrera –como planteaba José Revueltas– no era contradictorio ni podía oscurecer el hecho que, bajo la dirección zapatista, se desarrollaron acciones independientes respecto al programa y la política de la burguesía, como lo demostró la Comuna de Morelos. Fueron precisamente esas experiencias las que planteaban la urgencia de concretar dicha alianza, para darle una perspectiva de poder nacional a la lucha del radicalismo campesino y poder así resolver las l as tareas motoras de la Revolución. Re volución. Si el carácter de las acciones más avanzadas del campesinado pobre fue minimizado en las elaboraciones que discutimos, ello posiblemente obedeció a que en las mismas se mostraba mo straba que la Revolución iba más allá de los lo s límites democrático-

burgueses y adquiría una tendencia anticapitalista. Hemos discutido hasta ahora lo referente al carácter de la Revolución y la

 

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relación con sus tareas motoras y su dinámica. Esto nos conduce a considerar su conclusión, que desarrollaremos en el apartado siguiente.

Las elaboraciones de Octavio Fernández en Clave / Tribuna Marxista Durante su exilio en México, León rotsky propició la publicación de un nuevo órgano teórico, Clave / ribuna marxista, escribiendo numerosos artículos, los cuales no siempre aparecieron con su firma, o colaborando asiduamente a partir de la discusión de sus contenidos. La importancia de esta publicación, para los trotskistas mexicanos y latinoamericanos de su tiempo, fue destacada por Octavio Fernández: Se puede afirmar con una absoluta certeza que Clave fue la revista de rotsky. Ella nació con él y sirvió fundamentalmente a sus intereses. Del principio al fin, él la utilizó para que sirva a sus ideas y a su trabajo. Fue él quien tuvo la idea de una revista en castellano para la educación teórica de aquellos que comenzaban a simpatizar con el trotskismo en América Latina y ella sobrepasó nuestras expectativas. expectativas . En poco tiempo, nosotros tuvimos tantos contactos que Clave se convirtió en el centro ideológico y el centro de organización naciente del movimiento trotskista en América Latina19.

Y, podemos agregar, legó a una generación de marxistas latinoamericanos, elementos para una visión de la revolución en los países p aíses de desarrollo capitalista rezagado, plenamente alejada de cualquier mecanicismo. Esto se manifestó en las elaboraciones sobre la Revolución Mexicana. En Clave / ribuna Marxista fueron publicados dos importantes trabajos, 20

“Problemas nacionales” y “¿Qué ha sido y a dónde va la Revolución Re volución Mexicana?” , escritos por Octavio Fernández y presentados en este libro. Particularmente el último, según Olivia Gall, es el resultado de las discusiones con rotsky. rotsky. Fernández presentó la visión de Lombardo oledano y de Germán Parra, que desde la revista  Futuro sostenían, en relación con la Revolución, que “entre los hombres que han iniciado este movimiento de libertad y los que lo representan hoy, no sólo no hay divergencias ideológicas profundas, sino que no hay diferencias desde el punto de vista práctico”. Una postura que, según Fernández, disolvía la guerra civil que se desató al interior del movimiento revolucionario, y que “nos presenta una revolución que se realiza, no bajo el fuego de la lucha de 19

 Octavio Fernández: “Octavio Fernández recuerda” (en línea), entrevista realizada por Olivia Gall en agosto de 1982, en boletín electrónico ele ctrónico del CEIP, CEIP, . Consultado el 1 de agosto de 2010. 20  Ver parte II “Otras miradas sobre la Revolución Mexicana”, p. 231.

 

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clases, sino en un medio análogo al que soñaban los idealistas liberales del siglo XIX. Une a Zapata Z apata con sus asesinos, asesinos , a Carranza con los obreros que hizo fusilar” fusilar”.. Se trataba de una mistificación cuya intención era remontar al pasado la política p olítica de conciliación de clases que se propugnaba en los años treinta21. “¿Qué ha sido y a dónde va…?” va …?” se preguntaba por qué, si la burguesía triunfó, en la medida en que reemplazó a la “aristocracia feudo-clerical” dominante durante el largo periodo de Porfirio Díaz, no fueron f ueron resueltas las tareas fundamentales de la revolución democrático-burguesa. La tesis central de Fernández era que “es “es precisamente el retraso histórico de la Revolución Re volución Mexicana, como en el caso de la Revolución Re volución de 1917, lo que explica el gigantesco aborto que ha sido la Revolución Mexicana a pesar de los clamores excesivos de los lacayos criollos de las clases dominantes”22. Esta tesis permite profundizar la comprensión de la dinámica de una revolución, ocurrida en el interregno entre la vieja revolución burguesa, y la época de la revolución proletaria la cual será la gran protagonista del siglo XX y XXI. En ese sentido, la definición de “retraso histórico” incorpora la dimensión histórico-temporal y la desincronización que se establece entre el desarrollo nacional y el capitalismo mundial; englobando la noción de que la vinculación de México con la economía internacional y el incipiente desarrollo del capitalismo en el país, generaron una estructura económica y social signada por la oposición de la burguesía y sus representantes a resolver las tareas irrealizadas de la revolución democrática. Fue el rasgo fundamental de una revolución democrático-burguesa que llegó tarde a su cita histórica, y que en 1910 condujo a una confrontación de clases que cortó, transversalmente, el bloque antiporfirista. Bajo la visión presentada en Clave, y aunque la misma no fue desarrollada más ampliamente por su autor, la Revolución asumió un aire “permanentista”, expresado en la continuidad de la tormenta campesina que enfrentó a Díaz, Díaz , Madero, Huerta, Carranza y Obregón.

Los límites de la acción del movimiento campesino fueron tratados por Fernández, cuando afirmaba que “La base de la Revolución Mexicana ha sido el gigantesco incendio campesino, pero los campesinos, incapaces de forjarse una política  y una dirección propia, propia, no han sido más que carne de cañón sobre los que se ha elevado la burguesía indígena totalmente nueva”23. En este sentido, el “retraso histórico” se reveló también en que, si la burguesía ya no podía resolver las tareas 21

 Idem. 22 Idem   Idem Idem.  Idem  Idem.

23

 

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democráticas, el proletariado estaba insuficientemente desarrollado en el plano político y social, y no pudo asumir un rol revolucionario. Ante la incapacidad de las dos clases fundamentales de la sociedad capitalista, podemos po demos decir que el zapatismo llegó al punto más alto de una política campesina radical, expresada por su programa y su independencia de las distintas facciones burguesas. La conclusión que emerge de la definición de Clave  y que descansa en la eoría de la Revolución Permanente es que un programa radical para p ara el campo, aunque pudiera imponerse localmente como en Morelos, requería, para mantenerse y triunfar, de la extensión a las ciudades y de la lucha por conquistar el poder político. Y es que el liderazgo campesino radical, limitado por una visión regionalista derivada de sus condicionantes sociales –heterogeneidad y dispersión geográfica– requería para ello de la acción de la clase obrera y de la alianza obrera y campesina, que bajo una perspectiva de ruptura r uptura con la burguesía habría extendido geográficamente el programa del Plan de Ayala y habría realizado las aspiraciones campesinas. La concentración del poder político en manos de un gobierno obrero y campesino y la concreción por parte de la clase obrera de medidas socialistas como la expropiación de los capitalistas y los terratenientes, el control de los bancos, el comercio exterior y la socialización de la industria y los servicios bajo control obrero, hubiera garantizado el crédito necesario para una real reforma agraria y para el desarrollo técnico del campo en provecho de los campesinos y productores agropecuarios. La ya citada carencia de fuerzas sociales capaces de dar una resolución al conflicto de clases desde la óptica de los explotados y oprimidos, fue la causa del “gigantesco aborto de la revolución”, como lo definió Fernández, expresado en el triunfo del constitucionalismo de Carranza y Obregón, que reconstruyó el Estado burgués e institucionalizó y expropió la Revolución. Las elaboraciones publicadas en Clave por los trotskistas de los años treinta, en las cuales participó el revolucionario ruso y que estuvieron basadas en su eoría de la Revolución Permanente, iniciaron una corriente de interpretación de la Revolución Mexicana, alternativa a la concepción estalinista, constituyendo una aportación inmensa para forjar un pensamiento marxista en la América Latina actual. Con el presente libro, nos inscribimos, insc ribimos, tomando partido, en dicha tradición e intentando aportar a recrearla y profundizarla. p rofundizarla.

 

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Adolfo Gilly y la interrupción de la Revolución  La Revolución Interrumpida, escrita por Adolfo Gilly en la cárcel de Lecumberri entre 1966-197024, plantea elementos fundamentales para una interpretación marxista de la Revolución, recuperando y aplicando categorías como la ley del desarrollo desigual y combinado, y un análisis de la dinámica de las fuerzas sociales en pugna durante la Revolución. A lo largo de este libro, incorporamos cuestiones claves de la trascendental obra de Gilly, la cual consideramos y reconocemos como un punto de partida ineludible para una visión marxista de la Revolución. Partiendo de ello es que presentaremos nuestro disenso con algunas de las tesis de su interpretación histórica.

Con la categoría de “revolución interrumpida”, el autor buscó otorgar una definición profunda y global de la Revolución y sus resultados. Es una categoría cuyo principal mérito estriba en que contrastó con las definiciones propias de las corrientes historiográficas oficiales y estalinistas. En oposición a la idea de que la Revolución Mexicana estaba condenada a ser el impulso del desarrollo capitalista, y que transformaba el resultado que efecti vamente tuvo el proceso en el único camino histórico posible, los postulados de la obra de Gilly correctamente sostienen que su dinámica empíricamente anticapitalista tuvo, como uno de sus principales obstáculos, la falta de una alianza entre la joven clase obrera y el campesinado, la inmadurez política y social de la clase obrera para jugar un rol revolucionario.

Partiendo de esto, es que podemos plantear que el contenido que Gilly le daba a esta categoría c ategoría debe ser revisado con mayor profundidad. Afirmaba en el apartado “res concepciones de la Revolución Mexicana”: La concepción proletaria y marxista dice que la Revolución Mexicana es una revolución interrumpida. Con la irrupción de las masas campesinas y de la pequeñobur24

 Adolfo Gilly era, al momento de ser encarcelado como preso político, militante de la tendencia del movimiento trotskista dirigida por J. Posadas, que en esos años tenía peso en algunos países de América Latina. En los años posteriores, Gilly se incorporó a la corriente mandelista mexicana y al Partido Revolucionario de los rabajadores (PR). En 1988, el surgimient surgimientoo de la l a corriente democrática al interior del

PRI, dirigida por

Cuauhtémoc Cuauhtém oc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, llevó lle vó a que un sector se ctor del PR, liderado por Gilly, Pascoe y otros, formara el Movimiento al Socialismo, y se incorporase a la formación del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

 

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guesía pobre, se desarrolló inicialmente como revolución agraria y antiimperialista y adquirió, en su mismo curso, un carácter empíricamente anticapitalista llevada por la iniciativa de abajo y a pesar de la dirección burguesa y pequeño burguesa dominante.

Y continuando afirmaba “En ausencia de dirección proletaria y programa obrero, debió interrumpirse interrumpirse dos veces: veces : en 1919-20 primero, en 1940 después, sin poder avanzar hacia sus conclusiones socialistas; pero a la vez, sin que el capitalismo lograra derrotar a las masas [...]”25. En efecto, como planteamos arriba, la Revolución iniciada en 1910 adquirió ese carácter; interpretarla como una revolución “interrumpida” era correcto en la medida que no hubo un aplastamiento contrarrevolucionario de las masas y el nuevo poder tuvo que retomar, a su modo y parcialmente, algunas de las demandas motoras de la insurgencia, quitándoles todo filo revolucionario. Sin embargo, el autor va más allá, al considerar la definición de “interrumpida” bajo la idea de que el proceso proces o iniciado en 1910, aunque no pudo encontrar una salida a la falta de intervención dirigente del proletariado, sí: [...] dio origen y alimentó a un ala pequeñoburguesa radical y socializante, nacionalista y antiimperialista, que ejerció una influencia decisiva en las dos primeras fases ascendentes a scendentes (1910-1920 y 1934-1940) y que aun hoy la ejerce, como expresión política de la continuidad de la revolución pero también, ahora, como un puente hacia la dirección proletaria que se está formando en esta fase y que es la condición de su culminación socialista26.

Cuando sostenía que la Revolución dio origen a “un ala pequeñoburguesa pe queñoburguesa radical y socializante, antiimperialista” que fue “expresión política dedel la continuidad de la nacionalista Revolución”, yGilly identificaba las tendencias más avanzadas proceso revolucionario con una fracción del constitucionalismo triunfante. Sin duda, el ala encarnada por Múgica, Cárdenas y otros oficiales fue la izquierda del bando triunfador de la Revolución27. Pero establecer las diferencias entre los distintos sectores del constitucionalismo, así como valorar en su justo término su liberalismo radical, sus rasgos nacionalistas y las medidas progresivas 25

interrumpida, México, Ediciones El Caballito, 7ma. ed., 1980, p. 398.  Adolfo Gilly: La Revolución interrumpida 26   Ibidem Ibidem, p. 404. Este apartado que acabamos de citar era parte de la fundamentación teórica de la concepción de Adolfo Gilly pero el mismo ya no aparece en las ediciones recientes de su obra. 27  Y en determinados aspectos, en los años siguientes fue progresiva respecto a lo que fue f ue el comunismo

estalinista. Baste analizar las la s posturas de Múgica frente a la Revolución Española, planteando la necesidad de la reforma agraria como condición para un cambio social, o la apertura de Cárdenas al exilio de rotsky, r otsky, priorizando una cuestión democrática frente a las presiones de la l a URSS y el PCM.

 

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que puntualmente pudieran tomar, tomar, no podía ser igual a considerarlos como una  vía para la revolución proletaria. ras el adjetivo de “interrumpida” “interrumpida” se encontraba entonces la idea de una continuidad entre la dinámica del proceso revolucionario y el sector “socializante” que finalmente llegaría al gobierno en 1934 con Lázaro Cárdenas. En síntesis, podemos decir que, aunque interrumpida, para el autor la Revolución continuó  y pervivió en un ala de la facción triunfante. Sin embargo no hay que dejar de lado que esa ala “socializant “socializante” e” acompañó y fue parte de la política del constitucionalismo, el cual asumió un carácter contrarrevolucionario en la medida en que derrotó las tendencias anticapitalistas desplegadas por el radicalismo campesino, reconstruyó el régimen de dominación capitalista después de la debacle de Zacatecas a mediados de 1914 y finalmente contuvo el proceso revolucionario. Si los ejércitos constitucionalistas combatieron al villismo y al zapatismo, el ala jacobina integró los mismos y se subordinó a su dirección en los momentos decisivos, decisivos , más allá de que el rol principal princip al recayera en los obregonistas y carrancistas.

En ese sentido, esta valoración del ala “socializante” también puede encontrarse en su análisis de la Constitución, presente en otro capítulo c apítulo de su obra. Allí el autor explicaba cómo la sanción de la misma fue posible a partir de la alianza entre el ala centro (dirigida por Álvaro Obregón) y el ala jacobina liderada por el General Francisco J. Múgica, “fueron esos artículos, y en especial los referentes a la cuestión agraria y a los derechos del trabajador, trabajador, ausentes del proyecto y las intenciones carrancistas y contrarios a éstas, los que convirtieron el proyecto de reformas al 28

texto de 1857 en una nueva constitución” . Y aunque plantea el carácter burgués de la Constitución, aunque sostiene que la política de Obregón partía de que “comprendía que para consolidar los triunfos militares sobre los ejércitos campesinos era imprescindible hacer profundas concesiones”, y aunque plantea que los derechos consagrados en la Carta Magna “fueron aplicados en parte o considerados letra muerta” por los gobiernos sucesivos, se omite una definición fundamental: la Constitución de 1917, si bien implicó un reconocimiento parcial y distorsionado de las demandas, supuso la institucionalización de las mismas y la subordinación del movimiento de masas a la confianza en la legislación del régimen burgués.

28

 Adolfo Gilly, op. cit .,., p. 228.

 

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enemos que decir dec ir que la acción de las distintas alas del constitucionalismo, lejos de ser continuidad de la insurgencia armada de la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur, Sur, representó su opuesto. En ese sentido, era correcta la definición plasmada en la revista Clave, de que la Revolución sufrió un gigantesco aborto a manos de la facción triunfante, en sus distintas alas y matices. El proceso iniciado en 1910 expresó cuestiones claves de la revolución en los países de desarrollo capitalista atrasado, condensadas en la teoría de la Revolución Re volución Permanente; una de ellas es la imposibilidad de que facciones de la burguesía y la pequeñoburguesía, por más socializantes que sean, resuelvan las demandas estructurales de las grandes mayorías agrarias o se conviertan en un vehículo para ello. Durante la Revolución, la insurgencia campesina generó una fuerza opuesta que, temerosa de las consecuencias revolucionarias de la acción de los desposeídos despo seídos  y explotados, explotados, buscó buscó encorsetar encorsetar en en los límites límites de un Estado Estado y un régimen régimen burgués, burgués, al servicio de lo cual estuvo la nueva Carta Magna; y el sector “jacobino” participó  y expresó, expresó, en sus text textos os y en su programa, programa, esta política. política. En ese sentido, s entido, Gilly, Gilly, aunque le dio a La Revolución Revolución Interrumpida una estructura muy similar a la  Historia de la Revolución Rusa de León rotsky y abreva en las ideas de la Revolución Permanente, al mismo tiempo contradice algunos de sus postulados, cuando le adjudica a una fracción burguesa la potencialidad de retomar, continuar y culminar la Revolución, como veremos a continuación en el caso del cardenismo.

La postura de Gilly se profundizó en los años siguientes. Ese fue el caso de sus elaboraciones sobre el cardenismo. Sin duda –y lo decimos para despejar cualquier polémica falsa– el gobierno de Cárdenas fue el más progresista de los gobiernos burgueses de su tiempo. Su acción se caracterizó por apoyarse en un movimiento de masas que durante los años treinta protagonizó un importante despertar de lucha y organización, y desde ahí establecer una distancia y una cierta independencia respecto a los gobiernos imperialistas. Esto –que rotsky, durante su estancia en México, denominó como un bonapartismo su  suii gen generis eris de izquierda– se expresó fundamentalmente en la expropiación petrolera de 1938, así como también en una reforma agraria parcial y distintas medidas que le granjearon gran popularidad entre el movimiento obrero, campesino y popular. Frente a esto, es importante recordar lo que planteaban los marxistas revo-

lucionarios a fines de los años treinta:

 

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Contrapuntos sobre la Revolución Mexicana

Pablo Langer Oprinari

En la cuestión agraria, apoyamos las expropiaciones. Esto no significa, entendido correctamente, que apoyamos a la burguesía nacional. En todos los casos en que ella enfrenta directamente a los imperialistas extranjeros, a sus agentes reaccionarios fascistas, le damos nuestro pleno apoyo revolucionario, conservando la independencia íntegra de nuestra organización, de nuestro programa, de nuestro partido y nuestra plena libertad de crítica29.

Esta fue la perspectiva de rotsky para medidas tales como la expropiación petrolera; y la base para esto era la consideración de que “estamos en perpetua competencia con la burguesía nacional, como única dirección capaz de asegurar la victoria de las masas en el combate contra los imperialistas extranjeros”30. Esta posición –que consideraba que las demandas de las masas sólo podían ser impuestas por la alianza revolucionaria de obreros y campesinos– creemos que era diferente a la evaluación de Gilly sobre el cardenismo. odo esto se hace notar en la tercera parte de una de sus mayores obras  El cardenismo, una utopía mexicana, una investigación monumental y muy meritoria sobre la expropiación petrolera de 1938. Gilly discutía allí con quienes supuestamente veían en la política cardenista una acción maquiavélica: Las contradicciones entre las fragmentarias ideas socialistas y la compleja realidad del capitalismo mexicano y de su burocracia estatal y sindical plagaban las audaces pero parciales e inconexas iniciativas cardenistas para avanzar pragmáticamente hacia lo que imaginaban como una futura socialización o colectivización [...]. Este nudo no resuelto, porque es insoluble, ha llevado a muchos críticos a sostener que tales referencias socialistas eran sólo cobertura cober tura demagógica en la que nunca creyeron de verdad gobernantes que en realidad se proponían abrir camino c amino al desarrollo capitalista (como en efecto ocurrió) cabalgando y controlando un gran movimiento de masas”31.

Adolfo Gilly se refiere aquí a Arturo Anguiano, autor de una de las principales obras sobre el movimiento obrero en el sexenio cardenista. cardenisResulta llamativo que, las menciones que pueden encontrarse en  El cardenismo, una utopía... sobre la estatización del movimiento obrero y su incorporación al partido de gobierno (que fue uno de los legados del periodo perio do cardenista), son ad judicadas  judica das casi exclu exclusivam sivamente ente a la la burocracia burocracia sindica sindical,l, la cual, cual, en todo todo caso, era la la

29

 “Discusión sobre América Latina” en León rotsky,  Escritos Latinoamericanos, Buenos Aires, CEIP, “León rotsky, 1999, p. 114. 30  Idem  Idem.

 

México en llama llamass (1910-1917) Interpretaciones marxistas de la Revolución

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correa de transmisión, al interior de las organizaciones obreras, de la política de la dirección burguesa que se encontraba al frente del Estado. Se deja así de lado, por ejemplo, la particular asociación existente entre Lombardo oledano y Cárdenas. Éste era presentado como un militar con ideas socialistas agrarias que, por sus propias limitaciones y en particular por la coyuntura internacional desfavorable desfavorable de 1939-1940, se encontró incapacitado para romper con los límites del capitalismo y avanzar hacia un ideario socialista realmente revolucionario. Sin duda, sería incorrecto disolver los aspectos progresivos de la política cardenista como una mera acción demagógica32, o considerar a Cárdenas como una simple continuidad de los previos gobiernos posrevolucionarios. Pero esto no puede llevarnos a omitir una cuestión clave: el gobierno cardenista resultó, en los hechos, la mejor respuesta, desde el punto de vista de la defensa y el mantenimiento del orden establecido, para enfrentar una situación signada por un ascenso del movimiento obrero, campesino y popular. Esta respuesta tuvo la particularidad de que se basó en un fuerte control del movimiento de masas  y que efectuó medidas puntualmente progresivas. progresivas . odo esto puede haber sido interpretado por el propio Cárdenas como parte p arte de su ideario nacionalista revolucionario, pero su funcionalidad política en pos de los intereses históricos de la burguesía son claros33. Desde este ángulo de análisis, no pueden considerarse como continuidad continuidad de la Revolución una política que se basó en la estatización del proletariado y su incorporación al PRM, así como la división entre las organizaciones del campo y los sindicatos, lo cual reforzó el control del Estado burgués sobre el movimiento de masas. Considerar estos elementos que planteamos cuestiona la supuesta “continuidad” entre la Revolución y el “jacobinismo cardenista”. En ese sentido, retomar los consejos de rotsky –que éste formuló a propósito del gobierno de Lazaro Cárdenas– en cuanto a mantener la independencia política de la clase obrera y del partido revolucionario respecto a los sectores “progresistas” o “nacionalistas” de las burguesías en nuestros países, es fundamental y conserva su actualidad, tanto para comprender la historia de la lucha de clases como los nuevos fenómenos políticos que surgirán al calor de nuevos procesos revolucionarios.

31

 Adolfo Gilly: El cardenismo, cardenismo, una utopía mexicana mexicana, México, Cal y Arena, 1994, p. 414.  No es intención de este trabajo valorar las tesis de Anguiano, más allá de que consideramos muy

32

 valiosa su obra para el estudio de la situación del movimiento obrero obrero bajo el cardenismo. 33  Cárdenas después, se negó a apoyar a Múgica para sucederlo y dar continuidad a su proyecto “socializante”, y enfrentar a los sectores más reaccionarios que presionaban a favor de Manuel Ávila Camacho.

 

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Contrapuntos sobre la Revolución Mexicana

Pablo Langer Oprinari

Esperamos que el análisis y las discusiones planteadas en las páginas precedentes, sin duda polémicas, contribuyan a reiniciar el debate y la recuperación crítica de las distintas teorías e interpretaciones de la Revolución Mexicana. Eso constituye una fuente esencial es encial para desarrollar, enriquecer y actualizar, en la actualidad, una interpretación anclada en el marxismo, que incorpore los avances de la investigación historiográfica y permita comprender las tareas y las perspectivas para la revolución, en el siglo que ya ha iniciado.

 

México en llama llamass (1910-1917) Interpretaciones marxistas de la Revolución

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Retomar y culminar la obra de Emiliano Zapata

 Pablo Langer Oprinari, Jimena Vergara Vergara Ortega  y Sergio Méndez Moissen

En los ensayos previos hemos desarrollado nuestra interpretación de la Revolución Mexicana. Como planteamos en la Introducción, nuestra intención ha sido efectuar una interpretación marxista actualizando y revisando los análisis presentados en el pasado desde esta óptica. Desde ahí es que realizamos la reflexión crítica en torno a una de las gestas revolucionarias más importantes de los explotados y oprimidos de América Latina para, a partir de ello, aportar a la construcción de una nueva tradición revolucionaria y al debate y la elaboración de una estrategia política para p ara la actualidad. Es bajo esa idea que decidimos ponerle a este apartado el título en cuestión; porque consideramos que la fracción radical encabezada por Emiliano Zapata significó el punto más alto de la Revolución, expresado en el anticapitalismo puesto en práctica en la Comuna de Morelos, y es por ello un punto de referencia ineludible a retomar en los combates revolucionarios del presente. Desde esa perspectiva, persp ectiva, es fundamental reflexionar en torno a qué elementos puestos en juego en la Revolución mantienen su vigencia y cuáles han sido las transformaciones de la estructura social, la lucha de clases y la subjetividad de los explotados y oprimidos, para comprender los grandes acontecimientos contemporáneos e incidir sobre ellos. Casi 100 años han pasado desde el estallido de la Revolución Mexicana. En condiciones muy distintas –signadas por la descomposición creciente del capitalismo internacional– la subordinación económica y política al imperialismo, cuyo ciclo había iniciado con el porfiriato, ha llegado a su cúspide. Si en 1910 encarar las reivindicaciones planteadas por la Revolución implicaba atacar los intereses de los capitalistas extranjeros, resolver en la actualidad las demandas campesinas y obreras tiene aún más ese carácter, ante el hecho de que la mayoría de las propiedades capitalistas están en manos del capital extranjero y protegidas por la

existencia pactos con el imperialismo, los últimosde gobiernos priístas y panistas. los cuales han sido profundizados por La lectura que realizamos de la Revolución Mexicana está recorrida por la

 

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Retomar y culminar la obra de Emiliano Zapata 

idea de que la burguesía, aun en sus variantes antiporfiristas y liberales, se limitó a una oposición al antiguo régimen en torno a las cuestiones de democracia política, y jugó un papel contrarrevolucionario frente al incendio campesino que se nutrió de la demanda de tierra, el cual fuera encabezado por Villa y Zapata. Como entonces, en la actualidad la burguesía ha asumido un rol absolutamente reaccionario respecto a las demandas de las mayorías. En un país con una alta explotación de la fuerza de trabajo, y creciente pobreza y miseria en amplios sectores de las masas populares, se desarrolló una enriquecida gran burguesía cuya particularidad es que, mientras es socia menor de los intereses imperialistas, expande su radio de influencia no sólo en México, sino también en América Latina. Ante ello, recobra importancia la idea de que la próxima Revolución Mexicana debe sustentarse en una alianza de las clases explotadas y oprimidas, opuesta irreconciliablemente a los intereses de la burguesía y sus representantes políticos, políticos , aun de aquellos que, con un tibio tinte nacionalista, han apoyado la estabilidad de las instituciones políticas y preservado el régimen de la propiedad privada, como es el caso del Partido de la Revolución Democrática y sus principales referentes, como Andrés Manuel López Lóp ez Obrador. En nuestra opinión, en el presente surge una necesidad histórica similar a la que estuvo planteada en 1910. Una de las cuestiones que recorre este libro, orientado a analizar la dinámica de la acción de las clases explotadas, fue que la debilidad y la juventud de la clase obrera se combinó con una inmadurez política que le impidió superar las concepciones anarcosindicalistas y la subordinación al constitucionalismo. Esto se constituyó en una de las principales limitaciones del proceso revolucionario y causa fundamental de que la tendencia anticapitalista puesta en juego por el radicalismo plebeyo campesino no pudiera llevarse hasta el final a través de una poderosa unidad obrera y campesina, dejando finalmente el poder en manos de sus verdugos, quienes edificaron el moderno estado mexicano. A diferencia de la incipiente clase obrera de entonces, en el siglo XX  el desarrollo del capitalismo nativo fue acompañado de la transformación de la estructura de clases y en particular de la emergencia de un proletariado con enorme relevancia social y política, que no sólo constituye la principal clase en términos cuantitativos, agrupando a alrededor de 45 millones de asalariados, sino que ocupa una posición estratégica en la lucha contra la clase dominante, como resultado de su lugar en la producción y circulación capitalista. Junto a las amplias masas de campesinos e indígenas pobres, cuya explosividad revolucionaria en la historia de nuestro país está fuera de duda, como

mostró rebelión chiapaneca de 1994, la claselasobrera ha concentrado en las grandeslaurbes y zonas industriales de México, cualessereúnen ahora a la mayor parte de la población del país. país . La clase trabajador trabajadoraa le da vida a las maquiladoras,

 

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las minas, las automotrices, los servicios, el transporte y la industria en general y tiene además un importante destacamento de proletarios agrícolas. Las transformaciones económicas y sociales implementadas bajo el neoliberalismo han provocado duros cambios respecto al “viejo” movimiento obrero de las décadas pasadas, y hoy sus filas están divididas entre aquéllos que aún conservan algunas de las conquistas del pasado –como la sindicalización– y quienes sufren más descarnadamente la precarización del trabajo. Sobre la actual clase obrera se cierne cotidianamente el fantasma del desempleo, con una alta proporción de  jóvenes y de de mujeres, mujeres, que junt juntoo a la explota explotación ción sufre sufren n la opresi opresión ón cotidi cotidiana, ana, y que que están llamados a jugar un rol de avanzada en los futuros procesos revolucionarios. Si en 1910 la estructura capitalista descansaba sobre una base mayoritariamente rural, hoy asistimos a la creciente concentración urbana de la población, que ha generado la emergencia de una nueva masa de pobres que pueblan los interminables cinturones de miseria en la periferia de las ciudades. A la par de esta transformación en la estructura social, si las características de la Revolución de 1910 hicieron que fuera catalogada como una gran guerra campesina en la cual los lo s combates del joven proletariado tuvieron un lugar secundario, durante el siglo XX   y muy particu particularmen larmente te en lo que va de esta centu centuria, ria, asistimos asistimos a un prota protagonis gonismo mo indiscutible de la acción de los asalariados urbanos, el cual desarrollaremos en los párrafos siguientes, y que echa por tierra todas aquellas teorías que propugnaban la extinción del proletariado. A inicios de 2006, los metalsiderúrgicos de Sicartsa, en Lázaro Cárdenas, Michoacán, protagonizaron una rebelión contra la explotación patronal y la intromisión del gobierno en la vida sindical, que fue duramente reprimida por el Estado con un saldo de varios obreros muertos. La misma supuso la recuperación de métodos de lucha radicales por parte del movimiento obrero industrial, largamente acallados después de las duras derrotas sufridas por este sector durante los años ‘80  y ‘90, y mostró mostró una tendencia tendencia –todav –todavía ía tortuosa tortuosa y no plenament plenamentee desarrolla desarrollada– da– a la entrada en escena de los trabajadores fabriles y de la industria extractiva, una enorme fuerza social en México y que incluye a millones que no se encuentran sindicalizados sindicaliza dos y laboran en condicion condiciones es en extrem extremoo precarias. Ese año, la lucha de la Sección 22 del magisterio oaxaqueño –que ha sido uno de los destacamentos de vanguardia de las últimas décadas– se generalizó e incorporó a otros sectores obreros y populares. Emergió como dirección de la lucha, con epicentro en la ciudad de Oaxaca, Oaxaca , la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), un frente único de tendencias políticas y sindicales, susten-

tado enconstituyó el poder militar (guardias armadas) y las barricadas, todo lo cual la basededelos untopiles embrionario poder comunal que resistió durante varios meses la represión estatal y los ataques paramilitares. Si lo definimos

 

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Retomar y culminar la obra de Emiliano Zapata 

como la Comuna de Oaxaca –siguiendo la definición clásica en torno al París de 1871 y al Morelos de 1915– fue porque consideramos que en sus calles surgió un control territorial por parte de los sectores s ectores obreros y populares participantes p articipantes que se basó en las barricadas. barricadas . La importancia para los explotados y oprimidos de México es meridiana: en esos meses, la Comuna de Oaxaca tuvo la posibilidad de ser la base de un poder alternativo de los obreros, campesinos e indígenas pobres del estado y de convertirse en una organización basada en delegados con mandato de las organizaciones obreras y populares1. El año 2009 vio otro importante capítulo de lucha de los explotados de México, como respuesta a la extinción gubernamental de Luz y Fuerza del Centro, que implicó el despido de 44 mil trabajadores y el intento de desaparecer a uno de los sindicatos con mayor tradición combativa de la historia posrevolucionaria. p osrevolucionaria. El Sindicato Mexicano de Electricistas nació a la vida política con la honra de haberse opuesto al constitucionalismo carrancista en 1916. En el año 2009  y parte del 2010, las acciones del sindicato se convirtieron en el epicentro de la situación política mexicana durante varios meses y en el polo aglutinador del descontento. Las movilizaciones que paralizaron en varias ocasiones la zona metropolitana mostraron la centralidad de la clase trabajadora organizada sindicalmente y la tendencia a constituirse como hegemónica en la lucha en las calles. Y, junto a ello, expresaron la necesidad imperiosa de recuperar los sindicatos y ponerlos al servicio de la lucha, retomando la mejor tradición del movimiento obrero y revolucionario, que es la democracia desde las bases. Este curso ascendente de acciones protagonizadas por los trabajadores se dio en el marco de un nuevo régimen de dominio. El mismo, surgido como resultado de la transición pactada a mediados de los años noventa por los principales partidos burgueses –PRI, PAN  y PRD– con la aprobación del imperialismo, tuvo el objetivo de desviar el descontento acumulado contra el priato en las décadas previas y evitar su caída revolucionaria. Fue la gran maniobra estratégica de la burguesía mexicana para preservar las viejas instituciones, dándole mayor protagonismo al Congreso de la Unión, y seguir garantizando la explotación de las mayorías trabajadoras y la expoliación imperialista. Eso se consumó con la alternancia que inauguró Vicente Fox en el año 2000, la cual, lejos de significar un triunfo democrático para el movimiento de masas, profundizó la ofensiva burguesa contra el mundo del trabajo, la antidemocracia y la militarización, así 1

 Para profundizar sobre este fenómeno y consultar un análisis sobre la responsabilidad de las direc-

ciones sindicales y políticas véase Martín Juárez y Jimena Mendoza: “México: crisis del régimen y las lecciones de la Comuna de Oaxaca (Dossier)”, en  Estrategia Internacional  núm.  núm. 24, Buenos Aires, diciembre de 2006.

 

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como la subordinación económica al imperialismo estadounidense bajo la dirección del nuevo personal político instalado en Los Pinos. Una vez más en la historia de México, quedó demostrado que ninguna de las alas de la clase dominante puede garantizar las libertades democráticas más elementales, y que sus instituciones están al servicio de mantener las condiciones de la reproducción capitalista basadas en la explotación de los asalariados. En los combates de clase, de los que planteamos algunos ejemplos emblemáticos, y en el análisis de la política de la clase dominante y sus instituciones, debemos buscar las conclusiones necesarias para edificar una estrategia política que permita arrancarle el poder a la burguesía y sus agentes.

Retomar y culminar la obra de Emiliano Zapata significa, además de reconocer la importancia de las facciones radicales de la insurgencia de 1910, establecer cuáles son las condiciones y la estrategia para una transformación radical de la sociedad en la actualidad. En primer lugar, como planteamos arriba, el despliegue de una clase obrera cuya emergencia puede, potencialmente, paralizar los centros neurálgicos del capitalismo mexicano, y que, a partir de soldar una poderosa alianza con las masas rurales, tiene la capacidad de reorganizar el país sobre nuevas bases económicas  y sociales, sociales, alternat alternativas ivas a las que que construyó construyó la facción facción triunfa triunfante nte después después de de 1917. 1917. Junto a esto, si en la década de 1910 el proletariado era joven tanto en su desarrollo objetivo como en su subjetividad de clase, la potencialidad que el mismo asume en el presente requiere de una estrategia socialista y revolucionaria. Los procesos más recientes, descritos en las páginas previas, muestran una tendencia convulsiva a avanzar de clase en sí  a  a clase para sí ; esto es, de no limitarse a padecer la explotación cotidiana, sino a salir a la lucha, adoptando métodos radicalizados  y nuevas forma formass de orga organizació nización, n, enfren enfrentando tando tant tantoo a la burgu burguesía esía como a los gobiernos. Sin embargo, los duros golpes sufridos luego de cada auge de la lucha de clases echan luz sobre el peso p eso que tiene el reformismo en la clase obrera y en sus organizaciones, y sobre la responsabilidad que le cabe en que la enorme energía liberada en cada capítulo de la acción de los explotados sea dilapidada. Como el lector recordará, en la crítica que efectuamos en torno al magonismo e incluso al anarcosindicalismo, estaban presentes la inmadurez política del movimiento obrero a inicios de siglo, y de las corrientes que actuaban en su seno. El presente prese nte

XX es muy del movimiento obrero las leccionessindicales de su acción duranteque el siglo distinto: en la labor de lasy direcciones se evidencia las mismas son  verdaderos agentes agentes de la burguesía en el seno de las organizaciones obreras, obreras, que

 

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Retomar y culminar la obra de Emiliano Zapata 

sólo procuran defender los privilegios que detentan a partir de la administración de las mismas. El origen de esta dinámica puede rastrearse en el periodo de la Revolución Mexicana y en particular en el surgimiento de un sector reformista referenciado con la figura de Luis N. Morones. En ese sentido, para volver fuerza material una perspectiva socialista, es imprescindible la construcción de una organización revolucionaria inserta en la clase obrera, que impulse la autoorganización de masas y que despliegue un programa que, partiendo de las reivindicaciones inmediatas, movilice hacia la lucha por el poder y la expropiación de las clases dominantes. Esto, como parte de una estrategia para la destrucción del viejo estado capitalista y la construcción de un estado de nuevo tipo, basado en los organismos de las masas y en la planificación democrática de la economía y la sociedad. En ese sentido, la experiencia de 19101917 también enseña que, en los momentos de grandes convulsiones sociales, la confrontación de programas, políticas y organizaciones antagónicas que expresan intereses irreconciliables de clase, es ineludible. En el presente, prese nte, impulsar una estrategia revolucionaria como la que planteamos, al interior del movimiento obrero, requerirá enfrentar la influencia de las direcciones reformistas y burguesas. Considerar las condiciones para una nueva revolución implica entonces establecer la importancia crucial de que los explotados y oprimidos de México cuenten con un partido revolucionario que exprese sus intereses históricos y que sea capaz de cambiar de una vez por p or todas la larga historia de derrotas. Parafraseando a León rotsky, retomar y culminar la obra de Emiliano Zapata, punto cúlmine de un México en llamas que durante todo el siglo XX se grabó a fuego en la conciencia de las masas, pasa por adoptar una estrategia socialista para que la clase obrera, junto a los millones de desposeídos del campo y la ciudad, encabecen y lleven al triunfo la segunda revolución mexicana. Al servicio de ello, como un humilde aporte, está el presente libro, para que los heroicos insurrectos de 1910 y las lecciones le cciones de su asalto del cielo, revivan y vuelvan a caminar en las páginas de lucha que se escribirán en este siglo que ha iniciado.

 

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Parte II

Otras miradas marxistas sobre la Revolución Mexicana 

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Problemas nacionales 1 Octavio Fernández 

I. El capitalismo en su etapa imperialista ha dominado la economía mundial. Al hacerlo, lanzó a la órbita capitalista a los países más atrasados, a las colonias  yprofundización semicolonias de llevando los rincones más planeta la la luchaasí de aclases. En México bajoapartados el impulsodeldirecto de la penetración imperialista yanqui e inglesa se inició el desarrollo industrial del país, que comenzando en la industria extractiva y los ferrocarriles se extendió bien pronto a la industria ligera local, de manera que la industria de transformación estuvo desde su nacimiento deformada por el imperialismo. En 1910 la pequeñoburguesía urbana y local y los primeros estratos de la burguesía nativa, bajo el amparo del imperialismo yanqui vitalmente interesado en la caída de la aristocracia porfirista2 protectora de la penetración inglesa, llevaron adelante la revolución democrático-burguesa. anto ellas como el imperialismo necesitaban y necesitan convertir una parte de los millones de campesinos semiesclavos de la gleba en jornaleros, en asalariados, que al mismo tiempo que sean productores de plusvalía hagan posible la existencia de un mercado interior  y mano de obra barata con su consecue consecuente nte desarrollo desarrollo de la industria. Necesitan además, crear en el campo una base social de pequeños propietarios en que apoyarse. Comenzaron así un simulacro de revolución agraria que vino a ser  válvula de seguridad para dar salida al ansia de tierra de los campesinos, que fueron a la Revolución tras la consigna de “ierra y libertad”. 1

 Artículo fechado el 2 de abril de 1939. Publicado en tres números de Clave, Primera Época. En el número 5, febrero del 39, las tesis I a VI bajo el título “Problemas Nacionales” en la sección “ribuna Libre”. En el número 6, marzo del 39, las tesis VII y VIII. En el número 7, abril de 1939, la conclusión del artículo. Esta parte apareció bajo el título “Proyecto de tesis sobre México”, en la misma sección “ribu-

na Libre”. Las dos primeras entregas aparecen sin autor, la última bajo la firma de Octavio Fernández. 2  Grupo de terratenientes encabezados por Porfirio Díaz. Se mantuvo en el poder desde las últimas décadas del siglo XIX hasta el año 1910, en que fue derrotado por la Revolución.

 

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Problemas nacionales

Octavio Fernández

En el año de 1910 el 2% de la población rural poseía el 80% de la tierra. Al empezar 1938, 21 332 propietarios, o sea el 9% del total de 2 167 671 propietarios agrarios, 061 156 hectáreas las 131 594 censadas, o sea el 76.7% de poseen la tierra101 censada. El 81% de la sobre población rural no550 posee nada. al es la obra de 27 años de revolución burguesa.

II. Las clases en el campo Grandes propietarios latifundistas: 297 poseen haciendas con valor de más de $ 700 mil y con valor total de 445.5 millones de pesos, o sea el 18% del valor total de las propiedades en el campo. Entre ellas hay 26 predios con valor de 40 millones que no se explotan. Estas haciendas son casi todas mayores de 10 mil hectáreas y engloban cerca de 70 millones sobre un total de 131 millones de hectáreas censadas. Campesinos y hacendados ricos: poseen 6 544 haciendas con valor de 50 mil hasta 700 mil pesos y con valor total de $ 983 258 249 o sea el 37% del total del  valor de las propiedades agrarias, agrupando 20 millones de hectáreas. Campesinos medios: poseen p oseen 35.129 predios con valores de 5 mil hasta 50 mil pesos y con valor total de 513 millones de pesos. Campesinos pobres: 244 108 poseen p oseen predios menores de una hectárea. Campesinos miserables y hambrientos en extremo ya que sus parcelas son menores de una hectárea. El rendimiento medio de cada hectárea es de 63.17 pesos y 17% de las cosechas del país se pierde. Jornaleros: 2 780 260 jornaleros forman el germen del proletariado rural que la revolución proletaria tendrá que despertar y poner en acción como la brigada de choque de la lucha de clases en el campo. A ellos se agregan los numerosos ejidatarios y pequeños propietarios que combinan el cultivo de sus parcelas con el trabajo asalariado.

III. El movimiento agrarista La burguesía nativa y la pequeñoburguesía han realizado una gran demagogia sobre el problema de la entrega de la tierra a los campesinos. La realidad es que mientras 21 332 señores de la tierra poseen el 76.7% de la tierra, millones de campesinos sólo poseen su miseria e ignorancia. La burguesía atenta a formarse

una baselessocial en el campo ha tierras creado(ejidatarios). una capa deLos pequeños propietarios quienes ha entregado algo de resultados alcanzadosa son miserables, sólo 1 422 713 campesinos han recibido tierras con una superficie

 

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total de 19 millones 316 505 hectáreas de las cuales no llegan a siete millones las de tierras laborables. De ellas laadecuada mitad noysepor c ultiva cultiva por falta dede ayuda económica y por clatifundismo. arencia de una preparación las condiciones atraso legadas por el carencia La burguesía nativa es incapaz de terminar la revolución agraria. anto ella como su aparato estatal y el imperialismo se encuentran ligadas a la propiedad agraria como uña y carne y no pueden afectarla más allá de los límites en que lo han hecho sin afectarse simultáneamente. Las tierras que se afectan en La Laguna pertenecían en su mayor parte a españoles e ingleses. Además el imperialismo, el yanqui principalmente, ha ganado con las medidas tomadas en La Laguna y Yucatán, ya que el algodón y el henequén, que son los principales productos de esas tierras, constituyen las materias primas vegetales más importantes que exporta México. La incorporación de esas tierras al cultivo intensivo e industrializado, beneficia al mercado de exportación y al imperialismo. El reparto de tierras proporciona ganancias a la burguesía nativa y a los inversionistas. Los bancos al refaccionar a los ejidatarios vienen a ser los usufructuarios de las ganancias que tocaban antes a los antiguos propietarios. El reparto de La Laguna permitió al gobierno despolitizar a los trabajadores que eran una amenaza, amenaza que desapareció al ser convertidos en pequeños propietarios pendientes del ombligo de los banqueros nacionales y extranjeros.

IV. El problema agrario, IV. motor que empuja al proletariado hacia el poder La burguesía nativa ha sido y sigue siendo incapaz de resolver el problema agrario. Millones de jornaleros y una imponente masa de campesinos pobres, pequeños propietarios y ejidatarios esperan la revolución para que resuelva sus problemas. problemas . La no existencia de un partido revolucionario capaz de conducir a estos campesinos a la lucha ha hecho posible que el Partido Revolucionario de México (PRM) y el cardenismo capitalicen el descontento y el ansia de tierra de las masas campesinas, campe sinas, utilizándolo al mismo tiempo como alimento político para el pueblo. odo el desarrollo de la Revolución Mexicana, incluso con sus etapas de Zapata  y demás demás caud caudillos illos agrar agraristas, istas, confir confirma ma el hecho de que que los los campesinos campesinos const constituy ituyen en una enorme fuerza revolucionaria, pero incapaz de hacer cristalizar una política propia. Durante veintisiete años han marchado a rastras de la población urbana y

rural, políticoscambie profesionales emanados la pequeñoburguesía agraria. De quey de estalossituación depende en gran de parte el futuro de la revolución proletaria en México.

 

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Problemas nacionales

Octavio Fernández

Sólo el poder po der de la dictadura proletaria dará toda la tierra a los que inútilmente la han esperado. El atraso semi-feudal de los millones de campesinos, c ampesinos, su ansia de tierra, hambreagudizadas y la miseria,hasta las gigantescas del problema agrario en unaelpalabra, el extremoproporciones por el imperialismo, el atraso del país y su carácter semicolonial, en lugar de ser factores que hagan imposible la dictadura del proletariado, son el motor de la inevitable alianza obreracampesina que llevarán al poder po der al proletariado. La política Stalin-Lombardista que abandona a los campesinos en manos de la burguesía y su partido actual el PRM, es una política de saboteo y traición a la revolución. Divorcia al proletariado de la fuerza capaz de llevarlo al poder. Ante esa política sólo hay una correcta: trabajar incansablemente incansablemente por la Alianza revolucionaria del proletariado con y a la cabeza de los campesinos explotados; lucha irremediable por arrancar a estos de las garras de la burguesía, del PRM y del imperialismo, creando una vasta red de sindicatos agrícolas, bajo la influencia del partido de la revolución socialista.

V. El desarrollo industrial indu strial Los capitales invertidos en la industria han saltado en el quinquenio 1930-1935 de 979.5 millones a 1 872.8 millones de pesos o sea un aumento de 91%. El valor de la producción también aumentó enormemente, pues de 900.3 en 1930 llegó a 1 718.6 millones de pesos en 1935 con aumento de 90%. En cambio el monto total de los salario sólo subió de 181 a 212.9 en 1935 o sea un aumento de sólo 18.76%. Paralelamente las exportaciones subieron de 458.6 a 775 millones de pesos en el mismo tiempo y las importaciones de 180.9 en 1932 a 465.1 en 1936 con un aumento de 156%. Superficialmente las cifras parecen demostrar la teoría menchevique de la consolidación de una burguesía nacional nacida del crecimiento de la industria  y del comercio interior y exterior y de una balanza comercial que aumenta la riqueza nacional, base de la política del partido estalinista y de los reformistas del tipo de Lombardo. “Apoyo a la burguesía nacional a quien el crecimiento y consolidación de la economía ‘nacional’ empujan dialécticamente a un choque con el imperialismo, deviniendo entonces en revolucionaria y antiimperialista  y colocando coloc ando al proletariado como una simple fuerza de oposición op osición y de apoyo a la burguesía nacional”. nacional”. De ellas se desprende también la teoría te oría de la democracia

económica deduce ininterrumpido del aumento de inversiones, exportaciones, etcétera, unque aumento y progresivoproducción, del nivel de vida de los trabajadores trabajador es con tendencia a la estabilización.

 

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ales cosas son falsas. Desde su nacimiento la burguesía fue producto de la transformación iniciada por el imperialismo con sus inversiones de capital en minas de y ferrocarriles. Los últimosy datos que se losconcentran Estados Unidos refuerzan día en día su hegemonía que susprueban inversiones en las minas, transportes, industrias de montaje, radioeléctricas y de elaboración textil. Las inversiones de los Estados Unidos saltan de 185 millones en 1900 a más de 2 000 millones de dólares hoy día. Igualmente el papel del imperialismo inglés es enorme y apenas va a la zaga del yanqui. La mayor parte de los capitales invertidos corresponden a las industrias extractivas y productoras de materias primas y semi-elaboradas. De los 1 872.8 millones invertidos, 55.3% o sea 1 036 les corresponden. odas ellas están en e n manos principalmente de capitalistas yanquis e ingleses inglese s  y su aumento progresivo prueba que México está transformándose en un grado cada vez mayor en país productor de materias primas, en país semicolonial. La plata, oro, plomo, cobre, antimonio y otros minerales constituyen 73% de las exportaciones. El algodón, henequén, ixtle y cueros 20%. El crecimiento de las industrias extractivas que proporcionan la casi totalidad de materias exportables (93%) forman la base de la prosperidad actual del país. Sobre ellas se levantan la “democracia” cardenista y las ilusiones en el progresismo de la facción en el poder. Este crecimiento significa nada menos que el aumento de la penetración imperialista y la subordinación del país cada vez más al imperialismo. La prosperidad general con base en el crecimiento en la industria extractiva hizo posible la “democracia” “democracia” que atravesamos.

VI. El desarrollo del proletariado El imperialismo no puede pue de desarrollar la industria sin desarrollar al proletariado. El crecimiento de la pequeña industria también lo aumenta y la población se desplaza del campo a la ciudad. En 1921 la población rural era de 9 869 276, en 1930 de 11 012 091 con aumento absoluto de 1 114 815. La población urbana es respectivamente de 4 465 504 y 5 540 631 en 1921-1930 con aumento absoluto de 1 075 127. La población urbana creció en 2.42%. “Mientras en 1921 la población urbana era 31.05%, en 1930 era 33.47% y la rural 68.95% y 66.53% respectivamente”. Este crecimiento demuestra que el desarrollo es hacia el fortalecimiento de

las del proletariado. En el Distrito Federal se localiza del posiciones país, su población se ha triplicado en 30 años (541 516 en 1900ely nudo 1 229vital 576 en 1930) y es hoy 6.3% del total de la población del país. Si en la Revolución

 

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Problemas nacionales

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Mexicana iniciada en 1910 las cosas se decidieron en el campo, en el futuro las ciudades y entre ellas el Distrito Federal con sus 165 355 proletarios industriales (1930) (cálculo para a1937, más de mil) jugarán el papel decisivoFederal y los campesinos vendrán consolidar los200 resultados obtenidos. El Distrito será a México lo que Petrogrado fue para Rusia en 1917. El ejército de la revolución crece. En el año de 1921 el proletariado industrial era de 620 292 y en 1930 de 850 040 con un aumento absoluto de 230.167 (37% en nueve años) y constituía 16.46% de la Población Económicamente Activa. Más de 300 mil proletarios trabajan en la pequeña industria cuya producción no pasa de 10 mil pesos anuales. [Hoy, por el monto de las inversiones, producción y salarios puede afirmarse obreras se encuentran centenares de miles de domésticos (semi proletarios) y una pequeñoburguesía urbana que en 1930 llegaba a 479 878] 3. El desarrollo industrial de los últimos años ha colocado al proletariado a los sitios vitales de la economía. Su localización facilita enormemente su papel de futuro líder de los millones de jornaleros, campesinos pobres y pequeños propietarios explotados. En el campo y la ciudad los [...] domésticos (semiproletarios) constituyen una poderosa masa que el proletariado deberá y podrá movilizar para la revolución. En los últimos tres años ha habido un despertar del movimiento obrero. En algunos casos y pese a la traición de dirección de sus líderes el proletariado ha sido inconscientemente el impulsor de acciones en el campo (La Laguna). Actualmente todos los trabajadores de la industria extractiva, de los transportes y casi todos los de la industria de transformación importante están organizados sindicalmente. En las industrias de carácter federal los trabajadores sindicalizados pasan de trescientos mil y puede calcularse el efectivo total de los sindicatos en más de 650 mil trabajadores. Los principales son la Confederación de rabajadores de México (CM), dirigida por Lombardo oledano oledano y plagada pl agada por estalinistas, que controlan a la mayoría del proletariado, la Confederación General de rabajadores (CG) y la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM). 

VII. Carácter anti-imperialista de la lucha El proletariado ha sido enfrentado por el destino histórico desde sus primeros pasos al imperialismo yanqui e inglés. La lucha en México es desde su génesis antiimperialista. Entregados los dirigentes de las centrales obreras principales en manos de la burguesía nativa agente del imperialismo y sin la existencia de un

partido obrero revolucionario que acaudille la lucha, ésta se estanca y no puede 3

 Consta así en la redacción original.

 

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ir adelante. El único camino revolucionario es la lucha por la eliminación de la dirección actual, reformista y traidora en la CM, fascistizante descarada como en caso de  reformista enmascarada como por la CROM.   La CM , entregada en el manos de lala CG sub-burguesía. La CROM,  dirigida Morones y que ha sido instrumento reaccionario de Calles cuando sus intentonas fracasadas de junio y diciembre de 1935. La CG, en realidad deslizándose hacia el fascismo. Esta lucha es imposible de consumar victoriosamente sin la formación del partido obrero revolucionario de las masas de México que recoja la herencia del marxismo revolucionario y luche a muerte contra el reformismo por medio me dio de la penetración paciente y prudente, leninista, de las organizaciones obreras creando una potente Oposición Sindical Revolucionaria.

VIII. El fascismo A los imperialismos yanqui e inglés les basta por el momento con la actual dictadura militar-policiaca (bonapartista) cubierta con manto democrático. No son por el momento partidarios del fascismo en México. En cambio Alemania, Italia y el Japón financian en un grado cada vez mayor la formación de grupos fascistas (Confederación de la Clase Media, Veteranos de la “democracia” que no realiza la revolución agraria, y demócrata Mexicano, Frente Constitucional Democrático). Para ello recogen la rebaba que han dejado los movimientos desde 1910 los ladrones sin fortuna y los católicos católicos fanáticos azuzados por los curas. El fascismo se apoya en algunos sectores reaccionarios de la burguesía (Cámaras de Industria, Cámaras de Comercio, Industriales de Monterrey, Monterrey, etcétera) pues éstos abrigan la ilusión de que la acción de Hitler y Mussolini les daría la posibilidad de un crecimiento y una consolidación que el imperialismo yanqui nunca les permitirá. El fascismo criollo debe basarse indistintamente en un imperialismo u otro. A falta de una gran burguesía existe el imperialismo. A falta de una pequeñoburguesía urbana existen los campesinos que hambrientos y desesperados ya se están cansando c ansando de la “democracia” “democracia” que no realiza la revolución agraria, y que sólo esperan a alguien que los guíe a la lucha. Puede ser por lo consiguiente, masa de fascismo si el proletariado no sabe atraerlos hacia él. Sin embargo el fascismo mexicano, como el de toda América Latina, será muy diferente del de sus maestros europeos. La pequeñoburguesía citadina tiene menos experiencia política que la europea. Por lo tanto los candidatos al fascismo tendrán que

recurrir más a los métodos militares querasgos a la demagogia. Desde su regímenes origen, el “fascismo” mexicano tendrá muchos much os más b onapartistas bonapartistas que los de Hitler y de Mussolini. Por otra parte, su beneficiario no será el capital

 

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financiero “nacional” que no existe, sino el capital extranjero. En México como en toda Latinoamérica, víctima del imperialismo el fascismo no puede ser más que un sub-fascismo. La por lucha aquí como en toda América Latina es en gran parte una lucha la anti-fascista realización de la revolución agraria.

IX. Carácter internacional de la lucha La liberación de las masas del campo y de la ciudad, la liberación del país del  yugo del imperialismo imperialismo y del atraso del precapital precapitalismo, ismo, sólo es posible a través de la lucha contra los imperialismos, yanqui e inglés, y sus agencias las burguesías nativas verdaderos dueños de las tierras, minas, industrias y transportes. La revolución resolverá tareas nacionales, pero su desenvolvimiento dialéctico lleva al terreno de la revolución internacional. El proletariado de cualquiera de los países semicoloniales de América Latina puede llegar al poder antes que el de Norteamérica, pero para derrotar al imperialismo necesitará ligar íntimamente su lucha a la del resto del proletariado y las masas oprimidas del continente. La victoria final, la instauración del socialismo, sólo puede venir como consecuencia de la instauración de la dictadura proletaria en los Estados Unidos de Norteamérica. En la etapa que tenemos por p or delante, la consigna de Los Estados Unidos Soviéticos de América Latina debe ser la que una, aliente, y levante a las masas de estos países semicoloniales para la lucha contra el enemigo común: el imperialismo yanqui e inglés y sus agentes, las sub-burguesías nacionales. La revolución en la América Latina semicolonial puede ser la señal para la revolución en Norteamérica y ambas, al final se ensamblarán coronando su triunfo por la formación de los Estados Unidos Soviéticos Socialistas de América. La lucha tiene que ser organizada en toda América. Hay que centralizar la acción revolucionaria de los partidos bajo la bandera de la IV Internacional. Ante el nacionalismo reaccionario y traidor de los estalinistas hay que alzar el internacionalismo revolucionario que liberará a los pueblos de América.

X. El cardenismo El ensamblamiento y la combinación de las formas económicas antiguas  y modernas, el salto por encima de las etapas intermedias y la resolución de

las tareascomo históricas le corresponden a una clase otra, constituyen en México en losque demás países semicoloniales las por características generales de su desarrollo histórico. La independencia llevada adelante en el año de 1810

 

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por los gérmenes de la futura burguesía, fue al final de cuentas realizada por los terratenientes terratenient es y el clero en 1821. En el año de 1857 el movimiento de Reforma en lugar de dar paso a la revoluciónpolítica. burguesa se coronó con el fortalecimiento del latifundismo y su consolidación En 1910 se inició la revolución democrático-burguesa. A través de ella, la pequeñoburguesía urbana y rural que la condujo llegó a convertirse en la subburguesía nacional de hoy. A partir del año de 1928 ésta se entregó políticamente en una forma completa en manos del imperialismo yanqui. Con la crisis mundial de 1929 los gobiernos adoptaron necesariamente las formas de dictaduras militarpoliciacas (bonapartistas) descaradas. Las deportaciones, los encarcelamientos y los asesinatos de obreros revolucionarios y de campesinos que luchaban por la tierra estuvieron a la orden del día. En el terreno económico se realizó un reajuste del nivel de vida de los trabajadores mientras se declaraba la suspensión de las dotaciones de tierras por “estar ya resuelto el problema agrario”. ras los diferentes presidentes que se sucedieron, solo existió la realidad de la dictadura bonapartista de Calles y las fracciones reaccionarias del imperialismo. A la falta de repartos de tierras, las masas fueron distraídas con una fobia anti-clerical pequeñoburguesa. El fin del año de 1934 marca la salida de la crisis, comienza la prosperidad económica del país y con ella el advenimiento del bonapartismo basado en la pequeñoburguesía democrática. Los beneficios obtenidos por el imperialismo  y la burgu burguesía esía nacio nacional nal dier dieron on marg margen en para un alza de sala salarios, rios, para refo reformas rmas tales como el pago del séptimo día y el salario mínimo, y para tolerar hasta cierto grado el movimiento huelguístico que coincidiendo con la ola de huelgas norteamericanas que se extendió hasta México. Para detener el movimiento campesino, campe sino, se recomenzó el simulacro de reforma agraria que bajo las contradicciones de la facción cardenista hubo de hacerse más amplio.

La situación actual Bajo esas condiciones cristalizó el bonapartismo pequeñoburgués democrático actual, clásica democracia de país semicolonial. Una vez más a pesar de su debilidad y su atraso el movimiento obrero demostró ser el factor progresivo determinante y bajo su presión directa la facción cardenista rompió con la camarilla militar policiaca de Calles, y apoyándose sobre la pequeñoburguesía urbana y rural se desplazó cada vez más hacia la izquierda.

Los trabajadores con luchadecontra las empresas imperialistas empujaron al gobiernopetroleros, a expropiar lossu bienes las compañías; expropiación que se realizó, claro está, con todos los defectos y debilidades correspondientes a las

 

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Problemas nacionales

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contradicciones de clase en que se mueve el estado mexicano. La expropiación fue posible debido a la situación de crisis del imperialismo mundial, al rompimiento de la solidaridad que ante elyMéxico siempre había existido, en virtudanglo-yanqui de la guerra inminente, al hechosemicolonial de que tal como la medida se llevó a cabo, asegura al imperialismo yanqui, la disponibilidad monopolística del petróleo mexicano en caso de guerra. La expropiación de las compañías petroleras ha enseñado hasta dónde pueden llegar los sectores de la izquierda de la burguesía nativa, y dónde se detienen. El proletariado, carente de una dirección revolucionaria tuvo que conformarse con el papel de segundo actor y no tomó las posiciones que debía y podía haber tomado. La administración imperialista fue sustituida por una administración capitalista nacional, organizada a base de funcionarios sindicales burocratizados e incorporados al carro de la burguesía. Ante ello, los trabajadores deben alzar la lucha por la creación de Comités obreros en cada sección, comités que realicen el control obrero de la industria petrolera, que participen en la administración y planeamiento de la producción. De esta manera, al mismo tiempo que se sientan las bases de un incipiente poder obrero sobre la industria, se educa, se capacita, se encauza al proletariado hacia las futuras luchas que le darán el poder completo sobre la industria. El gobierno actual como cualquier otro poder burgués no importa cuán progresista sea, es e s incapaz de llevar adelan adelante te la expropiación a todas las demás industrias controladas controladas por el imperialismo. Por ello se debe levantar le vantar la consigna de la extensión de la expropiación de las otras industrias, de la creación de comités de fábricas y de control de la industria por los trabajadores. ales medidas se pueden ligar a la creación de comités de control de precios y a las consignas de toda la tierra a los campesinos y su explotación colectiva, enfrentando enfrentando al actual sistema de crédito y refacción, el refaccionamiento planeado y racional a través de los bancos controlados por los obreros. El no pago de indemnización es, claro está, consigna simultánea a la expropiación de las propiedades imperialistas en el campo y la ciudad. El apoyo a la expropiación y el empuje para llevarla adelante y transformarla es al mismo tiempo, la actitud justa, que se complementa indisolublemente con el planteamiento planteamie nto de las consignas revolucionarias antes mencionadas. Como parte inseparable de la lucha anti-imperialista debe realizarse, so pena de representar un papel chauvinista y reaccionario, la lucha irreconciliable por p or el internacionalismo proletario y por la revolución socialista y contra los fascismos “feroces” y los imperialismos “democráticos”, “caritativos” y defensores de la democracia de América.

Para el“hágase estalinismo Congreso la ex-Internacional Comunista fue un nuevo la luz”.elElVII camino haciade el oportunismo más descarado estaba abierto, del ercer Período, del Plan Sexenal de Calles, Rodríguez, del fascista

 

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Cárdenas, etcétera, pasaron a la alianza con todos, el apoyo a todos los altos y bajos políticos, incluso los más corruptos, a cambio de puestos en la maquinaria estatal. El minúsculo Partido Comunista saltónaturalmente, de unas cuantas docenas a “miles” según afirma su voz oficial, acarreando la desproletarizacion completa del partido que pasó a convertirse en una masa de ex reaccionarios, ex católicos, pequeñoburgueses carreristas, patrioteros y sobre todo, vividores y sinvergüenzas de toda calaña que arrastra pequeños grupos, capas de empleados, empleados , de la burocracia estatal, aristocracia obrera y campesinos sinceros que todavía creen que el partido p artido todavía representa la tradición de la Revolución de Octubre Oc tubre  y la tradición bolchevique, b olchevique, que no conocen pero que presienten con instinto de clase. El llamado PC ha llegado a ser el partido de la pequeñoburguesía carrerista, hoy “izquierdista”, mañana derechista furiosa. En los últimos tiempos, toda lucha seria del proletariado de la CM ha motivado el nacimiento de oposiciones en el seno de los sindicatos, oposiciones que desde su aparición han sido anti-estalinistas y que en su desarrollo se transforman en anti-marxistas, sino existe un núcleo revolucionario que encauce el coraje antiestalinista por la vía de la lucha por un reagrupamiento marxista revolucionario. Son hechos que afirman irrefutablemente el ocaso del estalinismo, su liquidación como fuerza que a despecho de specho de todas sus traiciones y aventuras había capitalizado la atracción que el Octubre Rojo y el marxismo-leninismo ejercen sobre las masas. La tarea central en México como en todo el mundo es la construcción de la sección mexicana de la CUARA CUARA INERNACIONAL. INERNACIONAL . A través de todas las vicisitudes, de las altas y las bajas, el movimiento de creación de los cuadros del futuro partido tiene que realizarse. El enemigo al frente es poderoso: la burocracia obrera de las diferentes centrales, los pequeñoburgueses, radicalizantes, el estalinismo infiltrado por todos los poros de la maquinaria estatal de la cual dispone para su lucha “antitrotskista””, la burguesía nativa, el imperialismo y los fascistas. Cúmulo de factores trotskista adversos, pero no tan poderosos como la marcha de la historia que a la postre los superará.

 

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Problemas nacionales Octavio Fernández

 

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Qué ha sido y adónde va la Revolución Mexicana1 Octavio Fernández 

Nunca como hoy y en ningún lado como en México la palabra revolución ha tenido contenidos tan diferentes y ha servido para cubrir objetivos y actitudes tan contradictorias. Hace más de 20 años que escuchamos caracterizar a la Revolución Mexicana bajo todas las formas e intitularse como revolucionarios a gente de todos los matices, desde las “camisas doradas” y los Laborde, hasta los Graciano o Almazán. odo es “la revolución”. odos son “revolucionarios”, desde los que venden las huelgas hasta los que actúan como agentes directos del imperialismo. El resultado es una enorme confusión en las masas obreras  y campesinas que han podido hacer la experiencia de la transformación de la “familia revolucionaria” de ayer a los “nuevos ricos” de hoy, de los campesinos medios a los grandes propietarios de ahora, del pueblo armado en 1914 a la casta militar, de los dirigentes “de izquierda” de ayer a la burocracia voraz de la actualidad. Frente Frente a hechos de este e ste género, es más que nunca necesario explicar la naturaleza de la Revolución Mexicana y apreciar si ella ha sido o no capaz de resolver sus tareas históricas. Al mismo tiempo, es necesario indicar el camino de la próxima etapa. Lombardo y sus amigos ayudan tanto como pueden (lo que no es poco) a trastornar a las masas envolviendo entre nubes a la naturaleza de la Revolución Mexicana y a sus posibilidades, con una habladuría mística. En uno de los editoriales de la revista  Futuro (número dedicado a la revolución), se habla a los trabajadores de la “Revolución Mexicana victoriosa”. Pero una revolución sólo triunfa cuando ha llegado a realizar sus objetivos históricos, o cuando,

1  Artículo

publicado en Clave núm. 3-4, Segunda Época, noviembre-diciembre de 1939, pp. 45-50. Según Olivia Gall, este artículo es el resultado de una discusión con rotsky, especialmente alrededor del “retraso histórico” como causa del aborto de la Revolución Mexicana.

 

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  Qué ha sido y adónde va la Revolución Mexicana  Octavio Fernández

aunque habiéndolos realizado en parte, demuestra su vitalidad y su capacidad para resolverlos en lo que queda por resolver. ¿Cuáles son los objetivos de la Revolución Mexicana? Lombardo, un plano moviéndose en medio de palabras huecas huecas, , realiza la situado consignaenstalinista de ideal, la “unidad a cualquier precio”, remontándola al pasado, y afirma: “entre los hombres que han iniciado este movimiento de libertad y los que lo representan hoy, no sólo no hay divergencias ideológicas profundas, sino que no hay diferencias desde el punto de  vista práctico” práctico”. Así, mete en una una misma bolsa todo el polimorfismo adoptado por la Revolución Mexicana en sus veintitantos años, con el objetivo de justificar su “unidad” alrededor de un candidato único, a fin de “debilitar a la reacción”. Viejo mandamás de la revolución criolla, Lombardo nos presenta una Revolución que se realiza, no bajo el fuego fue go de la lucha de clases, sino en un medio me dio análogo al que soñaban los idealistas liberales del siglo XIX. Une a Zapata con sus asesinos, a Carranza con los obreros que hizo fusilar fusilar,, Flores Magón a Calles y, naturalmente, el fruto más importante del proceso, es Lombardo y compañía. “¿Qué ha sido la Revolución Mexicana? ¿Cuál será su futuro?”, se pregunta, y responde inmediatamente: Una cosa sola, una única fuerza, un único principio, sólo un ideal: hacer de México lo que no ha sido nunca hasta ahora; terminar con la miseria material del pueblo, terminar con su miseria moral, terminar con la ignorancia, ignorancia , acabar con el privilegio y hacer de este pueblo, un pueblo robusto, rico, sano y respetable.

Hasta aquí, estos son ideales parecidos a los que se encuentran en la cabeza de un liberal, de un charro nacionalista o de un burgués piadoso, sin hablar de la de Lombardo. Vuelve Vuelve a lo que ha sido realizado y dice: No sólo no ha sido cumplida (esta tarea), sino en muchos aspectos, ni siquiera ha sido comenzada.

¿Cómo es posible hablar de triunfo realizado? Porque no se trata de cuestiones menores, ya que, él mismo declara: No hemos acabado con el aspecto semi-feudal de nuestro país; no hemos terminado con los caciques; no hemos puesto fin a los vicios del pasado; no hemos terminado con

las que tratan con de desviar los miserables; más caros ideales del terminado pueblo; no con hemos acabado confuerzas los bajos salarios, l as rentas las no hemos los millones de hombres, mujeres y niños con los pies desnudos; no hemos culminado con tantos

 

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millones que viven en cuchitriles como bestias salvajes; no hemos terminado con la ignorancia de las masas; no hemos acabado con nuestros prejuicios ni incluso con tantas fuerzas importantes, internas y externas a nuestro suelo que siempre son un obstáculo para el progreso de México.

¿De quién es la culpa? Es muy simple; “es culpa de la contrarrevolución”. ¿Explicar de dónde proviene? No, sería necesario explicar que la dialéctica del desarrollo de los elementos revolucionarios los ha transformado en contrarrevolucionarios y los frena para la realización de los objetivos de “su” revolución. Germán Parra, un amigo de Lombardo, se ha decidido a hablar un poco más que este último, en el mismo número de Futuro y dice esto: La Revolución Mexicana es una revolución burguesa, cuyo fin es transformar en capitalista a la forma feudal de la producción.

A lo que es necesario agregar que es el mismo proceso que celebra la burguesía en el poder consolidando al estado burgués. burgués . Y más adelante: Ha sido la obra de la clase burguesa, para expropiar a los grandes propietarios, echar del país a la burguesía internacional e imponer a nuestro aparato económico la forma capitalista de producción.

Sonrojándose un poco, se acuerda que debe ayudar a Lombardo y agrega: Si es verdad que, en esta última etapa, la clase obrera, habiendo llegado a la edad adulta, actúa en conformidad con sus propios intereses, prepara así el camino para la  victoria del socialismo.

La Revolución Mexicana ha triunfado en la medida que la burguesía del país ha tomado el lugar de la aristocracia feudo-clerical de la época porfiriana: en la medida en que la producción capitalista se extiende cada vez más a todos los sectores del país. Pero ¿las tareas fundamentales con respecto a los intereses populares han sido realizadas? El mismo Lombardo afirma crudamente que no. ¿Cuáles son las causas? La sangre derramada, derramada , el sacrificio y el heroísmo de las masas, masas , no han faltado durante más de veinte años. El mismo Parra hace inconscientemente una afirmación que

recela en germen la explicación de este hecho: La Revolución Mexicana es…una de las últimas revoluciones burguesas.

 

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  Qué ha sido y adónde va la Revolución Mexicana  Octavio Fernández

Esta es la clave: es precisamente p recisamente el retraso histórico de la Revolución Mexicana, como en el caso de la Revolución de 1917, lo que explica el gigantesco aborto que ha sido de la Revolución Mexicana a pesar de los clamores excesivos de los lacayos criollos las clases dominantes. El intento de revolución democrático-burguesa realizado en tiempos de Juárez llevó a un refuerzo paradójico de las clases feudo-clericales, debido, ante todo, a la ausencia de una base industrial suficiente, hecho que ha determinado la existencia de una burguesía apenas perceptible. p erceptible. El movimiento de 1910 presentó el caso típico de las revoluciones burguesas en los países atrasados, semicoloniales de América Latina. La burguesía indígena nacida al calor de ella, impotente de nacimiento y orgánicamente ligada por un cordón umbilical a la propiedad agraria y al campo imperialista, ha sido incapaz de resolver las tareas históricas de su Revolución. La base de la Revolución Mexicana ha sido el gigantesco incendio campesino, pero los campesinos, incapaces de forjarse una política y una dirección propia, no han sido más que carne de cañón sobre los que se ha elevado la burguesía indígena totalmente nueva. Al pasar de mano en mano, de Soto y Gama a Obregón, de Calles a Graciano Sánchez, los millones de campesinos miserables no han visto resolver su situación, ni por las distribuciones realizadas por Cárdenas, y menos aún por la voraz burocracia que podría denominarse “ejidista”. La salida no está en la Revolución Mexicana que ya ha vencido, porque ella ha creado nuevos explotadores, pero la próxima, será, en cierto sentido, burguesa en la medida en que destruirá totalmente el feudalismo en el campo, dando toda la tierra a los campesinos, pero será proletaria porque llevará al poder a los obreros expulsando a las clases actualmente dominantes. La Revolución Mexicana, como revolución burguesa, burguesa , debía liberar al país del  yugo imperialista. Su historia es un encadenamiento de concesiones, forzadas e inevitables a veces, ventas repugnantes al imperialismo mezcladas con intentos impotentes de rebelión y con las grotescas contorsiones de los agentes imperialistas, como Lombardo, que danza con los aires de Wall Street. Ayer, él creía que se iba a la guerra y ofrecía entonces e ntonces la sangre de los obreros y campesinos mexicanos al imperialismo “democrático” “democrático” yanqui. Hoy, él ve que va a ser neutro  y La Habana Habana los ve ve reclamar la neutralidad; neutralidad; mañana, “Y “Yankeeland” ankeeland” irá a la guerra  y Lombardo retomará su puesto de reclutador de carne de cañón, c añón, ajustando el paso a los pequeños ladradores del stalinismo. Lombardo es uno de los casos típicos de estos frutos de la Revolución Mexicana, lo que explica, por otro lado,

que Futuro bautice como victoria lo que Lombardo dice imprudentemente que “no La ha situación sido cumplida, c umplida, y en numerosos aspec tos, ni comenzado” comenzado”. . económica y política deaspectos, México en siquiera la que lashaposiciones yanquis se refuerzan día a día, a pesar del carácter progresista que se le pueda acordar a

 

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las medidas de tipo tip o de la expropiación petrolera, demuestra de manera irrefutable que en México y en América Latina, las burguesías indígenas que llegaron al poder continuación de la nacionalistas, revolución delsimples tipo mexicano y no pueden Lo no serlo, aapesar de sus apetitos apéndicesson, del imperialismo. demuestra bien la forma bajo la cual se prepara a aceptar las maniobras yanquis de establecer el dólar como moneda latinoamericana tipo. Nacidas tardíamente, tardíamente, confrontadas a una penetración imperialista, y al retraso del país, no pueden resolver con éxito las tareas que sus equivalentes en los países avanzados han realizado ya hace mucho tiempo. En el futuro, únicamente el proletariado encabezando a los campesinos y el pueblo pobre, será capaz de realizar hasta sus últimas consecuencias las tareas de la revolución democrático-burguesa (agraria  y antiimperialista). No como agente de simple impulsión, sino como clase cla se en el poder; será el verdadero realizador de la Revolución Mexicana. El desarrollo mismo de esta tarea, el hecho de la evolución actual de la economía mundial y de la situación política p olítica y social, lo conducirá inevitablemente a realizar acciones que serán los primeros pasos de la revolución socialista. Así, la Revolución Mexicana no es socialista ni lo será, pero, en su conjunto, terminará con la toma de poder por el proletariado, se transformará sin solución de continuidad en revolución socialista. Esperar aún una etapa independiente de revolución agraria y antiimperialista después de veintinueve años de la Revolución Mexicana y asignar al proletariado la misión de impulsarla, fijándole la revolución proletaria como “objetivo final”, sólo pueden hacerlo los centristas confusos, encumbrados aún con el estalinismo del ercer Período. En la práctica, esto conduce al apoyo y a la colaboración con el Estado “democrático”  y la burguesía “progresista “progresista”” en la lucha contra la “reacción “reacción””. La perspectiva marxista es otra: o el proletariado toma el poder po der,, y se da la revolución re volución proletaria, o las tareas de la revolución democrático-burguesa (revolución agraria y antiimperialista) no serán realizadas. Es en función de esta perspectiva que se aborda la lucha cotidiana, con su programa transitorio de reivindicaciones (control de la producción, comités revolucionarios de lucha contra la carestía de la vida, escala móvil de salarios, administración obrera, tierra a los campesinos, ninguna participación en la guerra, etcétera). e tcétera). En política, la ceguera es muy peligrosa, tanto más cuanto que, si en oposición a la traición abierta, es bien intencionada. Hay dos cabezas: oportunismo y aventurerismo ultraizquierdista. Uno y otro abren el camino de la derrota.

 

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Qué ha sido y adónde va va la Revolución Mexicana Octavio Fernández

 

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La guerra de clases en la Revolución Mexicana (Revolución permanente y auto-organización de las masas)1

 Adolfo Gilly Gilly

1. Introducción No es un buenEngels– métodocomenzar –o es el “buen y viejo método apriorístico”, como diría irónicamente por clasificar a la Revolución Mexicana, por ponerle nombre o etiquetas. La L a discusión sobre la interpretación de la revolución no se puede encerrar en la disputa de sus nombres: democrática, burguesa, popular, antiimperialista, campesina; o de sus secuencias: concluida, derrotada,  victoriosa, inconclusa, interrumpida, permanente. Nombrar viene después: lo primero es comprender qué fue la Revolución. Esto es lo que trataremos de hacer, investigando cuáles fueron sus determinacioness fundamentales, cómo ellas se combinaron, cuál fue su movimiento determinacione anterior y en qué resultado global desembocaron. Sólo el carácter concreto de esta totalidad y su movimiento, pueden dar la base material en la cual sustentar el nombre de clase de la Revolución Mexicana, su carácter de clase específico, que  siempre pre una combinación, porque producto de combinaciones desiguales son es  siem las formaciones económico-sociales económico-sociales en las cuales ocurren las revoluciones reales.

2. Fuerzas componentes y determinantes Como punto de partida, concebimos la esencia de toda revolución en los términos en que la generaliza rotsky: “La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima enc ima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas masa s en el gobierno de sus propios destinos”. Desde este punto de vista, ésa fue también

 Interpretaciones aciones de la Revolución Mexicana , Adolfo Gilly, texto fue publicado originalmente en Interpret Manuel Aguilar Mora, et al .,., México, 1979, Editorial Nueva Imagen- UNAM. Prólogo de Héctor Aguilar Camín. Se reproduce aquí con la autorización del autor. [N. del E.]. 1 Este

 

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La guerra de clases en la Revolución Mexicana

Adolfo Gilly 

la esencia de la Revolución Mexicana, su rasgo último y definitorio. Ella aparece, ante todo y sobre todo, como una violentísima irrupción de las masas de México, de la estructura la dominación y contra ella,del quepaís trastorna  yfuera transforma de abajode a arriba todas lasestatal relaciones sociales paltera, aís durante diez años de intensa actividad revolucionaria. Esa actividad tiene un motor central: g uerra campesina por la l a tierra, la Revolución se presenta como una  gigantesca guerra que llevada por su propia dinámica pone en cuestión el poder y la estructura del Estado, controlado hasta entonces por un bloque de poder en el cual la hegemonía indiscutible la detentaban los terratenient terratenientes. es. La base de masas de los tres principales ejércitos revolucionarios: el de Obregón, el de Villa y el de Zapata (dejamos en el plano secundario que siempre ocupó el ejército de ese general sin honor y sin conocimientos militares que se llamó Pablo González), la constituyó el campesinado insurrecto2. Ciertamente, fueron diferentes las relaciones de esas tres fracciones militares con el Estado de los terratenientes y de la burguesía mexicanos. El obregonismo era un desgajamiento de ese Estado (como lo era en su conjunto el carrancismo), que tenía su base material y de continuidad histórica histórica con el pasado en el aparato del Estado de Sonora3  y que aspiraba a transformar al Estado nacional, nacional, reorganizándole a su imagen y semejanza (imagen que, dicho sea de paso, p aso, fue transformándose ella misma y tomando forma en el fragor de los diez años revolucionarios). El villismo, cuya base de campesinos y trabajadores se nutría de una región donde estaban mucho más desarrolladas que en el Centro y el Sur las relaciones salariales y capitalistas en el campo, tampoco enfrentaba programáticamente, en sus objetivos últimos, a ese Estado. Quería la tierra, quería la justicia, pero no las imaginaba fuera del marco de las relaciones capitalistas de producción que habían ido creciendo durante toda la época de Porfirio Díaz. Aunque Villa y Madero se proponían objetivos diferentes, el maderismo de Villa no era una argucia o una astucia, sino la expresión del sometimiento ideológico del campesinado a la dirección de una fracción de la burguesía y, en consecuencia, a su Estado. El zapatismo no se planteaba, obviamente, la cuestión del Estado ni se proponía construir otro diferente. Pero en su rechazo de todas las fracciones de la burguesía, en su voluntad de autonomía irreductible, se colocaba fuera del Estado. Su forma de organización no se desprendía o se desgajaba de éste: tenía 2

 Es una tarea iniciada por varios, pero, a mi conocimiento, aún no concluida satisfactoriamente por nadie,

 sociología ogía de los ejérci ejércitos tos revoluci revolucionari onarios os, y en particular de la División del Norte. A finales la de hacer una sociol

de los años sesenta, Carlos Monsivais anotaba en uno de sus ensayos: “Aún no se ha escrito la saga de la División del Norte”. 3  fronteraa nómada nómada, México, Siglo XXI, 1977. Véase el notable estudio de Héctor Aguilar Camín: La fronter

 

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otras raíces. Y quien está fuera del Estado, si al mismo tiempo decide alzar las armas, se coloca automáticamente contra el Estado. Nada de de esto era claro las tres fracciones militares, que nocoincidir razonaban en términos Estado, sinopara de gobiernos. Las tres podían entonces en el antiguo grito transmitido por la tradición nacional: “¡Abajo el mal gobierno!”,  y las tres entender con ello cosas diferentes. Esa diferencia residía sobre todo en qué hacer con la tierra. Y como la base de masas de la Revolución daba la lucha por la tierra y la base de los tres ejércitos ejé rcitos se movilizaba antes que nada por la tierra y no por la paga (aunque la paga contara en el constitucionalismo), es natural que al radicalizarse la lucha revolucionaria, la fracción más extrema en esa lucha por la tierra influyera sobre la base de masas de las otras. otras . Esto, sumado a la defensa por los terratenientes de sus propiedades y de su Estado, contribuyó a que la vasta insurrección en la cual, inicialmente, sólo una minoría estaba fuera del Estado, acabara enfrentando a ese Estado que defendía la propiedad de los terratenientes con las armas en la mano y quebrando su columna vertebral: el Ejército Federal. La lucha contra el “mal gobierno” acabó así en una insurrección contra la clase dominante, los terratenientes, y toda su estructura estatal. El porfiriato, como es ya generalmente reconocido, fue una época de intenso desarrollo capitalista capitalista del país. p aís. En ella se van articulando y combinando constantemente constantemente relaciones capitalistas y relaciones precapitalistas, pero cada vez más sometida la masa de éstas –mayoritarias, si se las hubiera podido medir cuantitativamente– al dinamismo de aquéllas. El régimen porfirista fue, bajo su aparente inmovilidad política, una  soc  socieda iedad d en in inten tensa sa tr trans ansici ición ón, la forma específica que adoptó en México el período de expansión del capitalismo en el mundo de fines del siglo XIX y comienzos del XX, en el cual se formó y se afirmó su fase imperialista y monopolista. Ese desarrollo del capitalismo en México bajo el porfirismo, p orfirismo, combinó bajo una forma específica dos procesos que en los países avanzados se presentaron separados por siglos: un intenso  proceso de acumulación originaria y un intenso  proceso de acumulación capitalista (reproducción ampliada). Evidentemente, ambas formas de acumulación se combinan en todas partes, todavía hoy. Pero aquélla es absolutamente secundaria y se opera, por así decirlo, en los intersticios de ésta, como un resabio que la lógica del sistema no puede eliminar 4. En el porfiriato, por 4

 “La acumulación originaria del capital y la acumulación del capital por p or la producción de plusvalía son, en efecto, no solamente dos fases consecutivas de la historia de la economía, sino también procesos econó-

micos concomitantes. [...] El crecimiento internacional y la extensión del modo de producción capitalista, capitalista , desde hace dos siglos, siglos , constituyen por lo tanto una unidad dialéctica de tres: tres : elementos: a) la acumulación corriente del capital en la esfera del proceso de producción ya capitalista; b) la acumulación originaria del capital fuera de la esfera del proceso de producción ya capitalista; c) la determinación y la limitación de

 

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Adolfo Gilly 

el contrario, la acumulación originaria –madre –madre de las antiguas guerras campesinas campe sinas europeas, la de Tomas Münzen en Alemania, la de Winstanley y sus diggers  en Inglaterra, la del Captain en las Irlanda–, bajocontra la forma de fue las compañías deslindadoras y deMoonlight la guerra de haciendas los brutal pueblos, un rasgo dominante del período, al servicio del cual estuvo toda la potencia del Ejército Federal y todas las argucias de jueces, abogados, funcionarios, políticos, intelectuales, profesores, caciques y sacerdotes. Este proceso fue acompañado, estimulado y luego crecientemente dominado por el desarrollo de las industrias: minera, petrolera, textiles, alimenticia (entre ellas, la azucarera), henequenera, en la figura de cuyos trabajadores se mezclaban inextricablemente la “libre” coerción capitalista del salario con las coerciones extraeconómicas de las relaciones de producción precapitalistas. El peón acasillado era un ejemplo típico de esta doble coerción integrada en una sola explotación, así como a nivel de la acumulación del capital las haciendas azucareras o ganaderas eran ejemplos de la combinación de ambos procesos de acumulación en forma masiva y en una misma empresa. La construcción de los ferrocarriles, ferrocarriles , orgullo del régimen porfiriano, expresó concentradamente esta combinación. Ellos se extendieron expropiando tierras de las comunidades para tender sus vías, incorporando a los campesinos así despojados como fuerza de trabajo para su construcción, desorganizando sus formas de vida y de relación tradicionales y arrastrándolos al turbión mercantil del capitalismo. El avance de las vías férreas está constelado de insurrecciones campesinas –algunas registradas, muchas otras no– en defensa de sus tierras y de su modo de vida, todas reprimidas, todas derrotadas, ninguna –como se vería finalmente en 1910– definitivamente y para siempre vencida. Los campesinos sufrían este proceso combinado de acumulación como un despojo de sus tierras y una destrucción de sus vidas, de sus relaciones entre sí  y con la naturaleza, de sus ritmos vitales, de sus tradiciones. Era una potencia inhumana y hostil que penetraba arrasando, sometiendo, destruyendo cuanto les era querido y constituía su identidad social. Y esa potencia se materializaba, además, en el ejército federal, ese monstruo que mediante la leva se construía con la propia carne campesina. El campesinado resistió constantemente ese proceso. Lo resistió como campesino comunitario despojado y lo resistió como peón o como trabajador asalariado. Resistió en su doble carácter combinado. Y la antigua materia de las

la segunda por la primera, es decir, la lucha competitiva competitiva entre la segunda y la primera”. Ernest Mandel: troisiéme iéme âge du capita capitalism lismee, tomo I, cap. 2, París, “La estructura de la economía capitalista mundial” en Le trois Unión Genérale d’Editions, 1976, pp. 88 y 90. [Hay traducción en español de este capítulo en la revista Crítica de la Economía Política, núm. 1, México, Ediciones El Caballito, C aballito, octubre-diciembre octubre-diciembre de 1976].

 

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guerras campesinas, la resistencia a la penetración brutal del capitalismo, se combinó con la nueva materia de las luchas obreras, la resistencia a la l a explotación única,lanacida asalariada. De esa combinación de un proceso tambiény combinado en forma específica y única, única , nacieron explosividad, el dinamismo la duración duración extraordinarios del movimiento de masas de la Revolución Mexicana. Es fundamentalmente el campesinado quien hace saltar desde abajo toda la lógica del proceso de desarrollo capitalista. No puede impedirlo ni sustituirlo por otro diferente, pero lo interrumpe y lo cambia de sentido, altera las relaciones de fuerzas entre sus representantes políticos. Y así como él, el campesinado, se había visto envuelto en el turbión económico y social del desarrollo capitalista, respondió envolviendo al capitalismo en el turbión social y político de su propia guerra revolucionaria. La Revolución Mexicana oficial, la de Madero, la del Plan de San Luis, la que empezó el 20 de noviembre de 1910, en realidad terminó el 25 de mayo de 1911 cuando, después de los acuerdos de Ciudad Juárez, Porfirio Díaz se embarcó en el Ypiranga. Quienes la continúan, haciendo saltar finalmente los acuerdos entre el porfirismo y el maderismo, son los campesinos. El foco de esa continuación está en el zapatismo. Detrás de la brecha que éste mantiene abierta, se precipitan todas las masas. Y con ellas, se precipitan y convergen todas las determinaciones de la historia mexicana sin las cuales es imposible explicar el fantástico dinamismo de la Revolución; una historia constantemente fracturada por irrupciones de las masas, en la cual los periodos de continuidad y estabilidad no aparecen como la conclusión de las rupturas anteriores sino, por el contrario, como periodos de acumulación de las contradicciones que preparan las rupturas por venir.

Detrás de la irrupción campesina, c ampesina, se precipitan y convergen en la Revolución de 1910 desde el espíritu de frontera del norte hasta la persistencia de la memoria de las comunidades del sur y del centro, desde las guerras de masas de Hidalgo y Morelos hasta la expulsión del imperialismo francés por los hombres de Juárez, desde el fusilamiento de Maximiliano hasta las múltiples y anónimas sublevaciones locales, desde el desgarramiento exterior de la guerra del año 1847 hasta el desgarramiento interior de la guerra del yaqui. Es inútil buscar en todo esto los factores económicos, que sólo en última instancia –decían Marx y Engels– determinan los hechos históricos. Y sin embargo, todas esas determinaciones son también decisivas para dar a la Revolución Mexicana su

carácter único en la formación y la síntesis de la l a nación5.  5

 Comentando los escritos de Marx sobre la revolución española, dice Michel Löwy: “En fin, la lección metodológica esencial que se desprende de estos escritos de Marx es que el proceso histórico se halla condicionado

 

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Otras determinaciones, las de la situación mundial, influyeron también sobre el gran estallido de 1910. Ellas son conocidas: la Revolución de 1905 en Rusia; la crisis mundial en 1907como que afectó a lay economía mexicana tanto endel su capitalismo actividad industrial en susgravemente exportaciones en el nivel de los precios internos; la serie s erie de revoluciones populares (en el sentido que Lenin da a la palabra: burguesas por su programa y sus objetivos de clase, populares por la amplia intervención de las masas en ellas) en Portugal, urquía, China; los preparativos de la guerra mundial; el crecimiento y el auge del sindicalismo revolucionario de los  Industrial Workers of the Wo World  rld   (IWW ), ), los wobblies, en Estados Unidos. odos estos procesos incidieron, en medida diferente, sobre la sociedad mexicana y se combinaron con una crisis de la transición en el Estado burgués. Esta transición estaba determinada por el ascenso de un nuevo sector de la burguesía que pasaba de terrateniente a industrial (sin dejar de ser propietaria de tierras), uno de cuyos prototipos era precisamente la familia Madero, sector que buscaba una transformación en los métodos de dominación del Estado, para acordarlos con las transformaciones económicas sufridas por el país. Esa crisis, que era producto del nivel del desarrollo capitalista c apitalista favorecido y organizado por el Estado porfiriano, tomó la forma política de la crisis interburguesa que opuso al maderismo, como movimiento nacional, al régimen de Porfirio Díaz. al vez una de las razones que explican la aspereza asp ereza con que se enfrentaron las dos fracciones de la burguesía, sea el hecho de que no se sentían amenazadas por el proletariado en su dominación estatal. La clase obrera, sin duda, había crecido  junto con la industria bajo el régimen porfiriano, había organizado sociedades de resistencia y sindicatos, había intensificado el número y la frecuencia de sus movimientos de huelga desde principios del siglo. Bajo su influencia social, un ala del liberalismo, la de Ricardo Flores Magón, había abrazado las concepciones del anarquismo y proclamaba, con el programa del Partido Liberal Mexicano de 1906, los ideales de la revolución social. so cial. Pero los movimientos de la clase obrera misma, por resueltos que pudieran haber sido sus métodos de lucha frente a la represión estatal, nunca pasaron del nivel económico. El proletariado mexicano, en ninguno de sus sectores importantes, se proponía cambiar el régimen del trabajo asalariado y luchar por el socialismo, sino mejorar su situación económica  y social dentro del régimen régimen capitalista imperante. imperante. El hecho de que en México México no existiera un partido socialista de la Segunda Internacional (como los había, por ejemplo, en el primer decenio del siglo, en Argentina, Chile y Uruguay) no era,

en último análisis, la causa de esa situación, sino más bien su reflejo. El hecho, no sólo por la base económica, sino también por los hechos del pasado (sociales, políticos o militares) y por la praxis revolucionaria de los hombres en el presente”, en Dia  Dialéct léctica ica y Rev Revolu olució ción n, México, Siglo XXI, 1976, p. 49.

 

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en cambio, de que muchos de sus militantes de vanguardia y organizaciones sindicales adoptaran la ideología anarquista no significa que esa ideología fuera compartida por su su base sindical, sinoartesano simplemente que elella reflejaba, de esa vanguardia, reciente origen o incluso peso efectivoaldenivel los sectores artesanales en la formación de los sindicatos de esa época. Lo cierto es que todo esto significaba una ausencia de intervención y de organización polí  política tica independientes del proletariado en relación con la burguesía, lo cual hacía sentir a ésta que podía p odía ir relativamente lejos en sus disputas interiores sin riesgo de que esto diera lugar a una iniciativa política autónoma de su enemigo histórico, el proletariado. Lo que ella no veía, en cambio, lo que no podía ver, era que las condiciones de esa iniciativa se escondían en la innumerable masa campesina, para ella simple sujeto de expoliación y explotación. En esa ausencia de autodeterminación política está la explicación del papel político secundario desempeñado por la clase obrera durante todo el curso de la Revolución. No cambia esto, pensamos, el caso importante pero aislado de Regen  Regenerac eración ión y de la corriente magonista. La ideología del magonismo era producto de un proceso de transición combinado en el pensamiento de una parte de la vanguardia obrera y de un sector de la pequeñoburguesía radical hacia las ideas socialistas. Pero luego de sus fracasos iniciales en sus insurrecciones de Palomas, Viesca y Baja California –todas ellas teñidas de las persistentes utopías de la frontera–, el papel del magonismo en la Revolución, en las fuerzas reales que la encarnaron, combatieron sus batallas y determinaron su curso y sus resultados, fue completamente marginal. En pleno proceso revolucionario donde son las armas las que resuelven los conflictos y despejan las incógnitas, ninguna cantidad de manifiestos y de análisis políticos pueden sustituir la presencia de la fuerza material de hombres armados sin la cual las ideas no pasan jamás de los papeles, es decir, no alcanzan a cambiar el mundo. La facción burguesa de Madero contaba, por el contrario, con las aspiraciones democráticas de la pequeñoburguesía, cuyo crecimiento en las ciudades había acompañado al del capitalismo. Una buena parte de su clientela política provenía de ese sector, que se reconocía en las propuestas de democracia política y de mayor participación en los asuntos del gobierno que simbolizaba el maderismo. El conjunto de este proceso del cual surge la relación de fuerzas sociales entre las clases al comienzo de la Revolución y en su curso mismo, estaba además sobredeterminado por una lenta definición de las clases, característica de la formación social mexicana, cuya razón debe buscarse no sólo en la abigarrada

combinación de relaciones capitalistas y precapitalistas encarnadas en costumbres, costumbres , relaciones y tradiciones inmemoriales y recientes, sino también en el hecho de que el desarrollo del capitalismo significó para México perder, primero, la mitad del territorio nacional y enfrentar, segundo, menos de veinte años después, una

 

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nueva invasión extranjera para reducir la nación al rango de colonia. Esto ha hecho que la solidaridad de nación se sobreponga fuertemente sobre la división en clases, esa y que la burguesía, como clase dominante, capitalizar en su provecho solidaridad identificando su causa con la depueda la nación, oscureciendo así las relaciones de explotación a los ojos de las clases subalternas y deteniendo o postergando el desarrollo de la autoidentificación y definición de éstas; es decir, el desarrollo de su solidaridad de clase que debería ser un producto normal del desarrollo de las relaciones de explotación capitalistas.

3. La clave de la Revolución: el zapatismo Entre este conjunto de factores sociales, ¿cuál fue el determinante en el curso, c urso, la extensión en el tiempo y en el espacio, esp acio, y la violencia que adquirió el movimiento revolucionario? Es preciso plantear esta pregunta pues muchos de ellos estaban también presentes en otros países latinoamericanos o de desarrollo similar al de México en esa época y, sin embargo, no dieron como resultado un estallido de ese tipo. A los ya enunciados, podemos agregar otros factores que pesaron pero de los cuales no puede decirse que hayan cambiado en forma decisiva el panorama: por ejemplo, la l a vecindad con Estados Unidos que daba un “santuario” “santuario” capitalista democrático a los revolucionarios del norte y les permitía proveerse de armas modernas y relativamente abundantes; o la tradición de intervención masiva de la población en los conflictos económico-sociales de México. Pero éstas y otras son  formas, no contenidos, y aquella pregunta sólo puede ser satisfactoriamente respondida si se encuentra una cualidad o condición que esté  ya en los protagonistas mismos de la Revolución, en las grandes masas que le dieron su cuerpo y su sustancia. Si observamos la línea que marca la Revolución desde 1910 a 1920, veremos una constante: la única fracción que nunca interrumpió la guerra, que tuvo que ser barrida para que cejara, fue la de Emiliano Zapata. Después de los acuerdos de Ciudad Juárez, a fines de mayo de 1911, todas las facciones revolucionarias, al llamado de Madero, depusieron las armas: la Revolución había triunfado, Don Porfirio había caído. odas, menos la de Zapata: la Revolución no había triunfado, la tierra no se había repartido. Los zapatistas se negaron a entregar las armas y a disolver su ejército; se dieron su programa, el Plan de Ayala,

en noviembre de 1911, y continuaron tenazmente su combate. Resultado evide nte: entre mayo de 1911(caída de Porfirio Díaz) y febrero de 1913 (asesinato evidente: (ase sinato de Madero), es decir, durante un año y nueve meses, sólo el Ejército Libertador del Sur mantuvo la continuidad en armas de la Revolución Mexicana, combatido

 

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por el mismo Ejército Federal y el mismo Estado que antes encabezaba Díaz y ahora presidía Madero. La revolución burguesa maderista, concluida y hecha gobierno, reprimía la larevolución campesina zapatista, que proseguía sin interrupción la luchaapor tierra. Es plenamente evidente que si no hubiera sido por la continuidad de la lucha zapatista, allí mismo se habría cerrado la Revolución Mexicana y ésta habría pasado a la historia como una más de las muchas revoluciones de América Latina: algunas batallas a principios de 1911 y el subsiguiente relevo en el poder de una fracción de la burguesía por otra. Ahora bien, ¿qué es lo que explica, por un lado, la tenacidad y, por el otro, el éxito de los campesinos zapatistas en mantener solos contra todos lo que Marx llamaba la permanencia de la revolución?6  La explicación no está simplemente en el programa agrario: otros sectores campesinos siguieron a Madero en pos de la tierra y aceptaron suspender la lucha armada. No está tampoco en el hecho de tener las armas: otros también las poseían y las devolvieron. La tierra era el objetivo general de los levantamientos armados campesinos. La L a propiedad terrateniente, siendo todavía todavía entonces el eje de la acumulación capitalista –no su sector más dinámico, que se situaba en la industria– y de la acumulación originaria, era el centro de gravedad económico de la formación social; amenazarla, ponía en peligro el sistema entero. Pero el gobierno maderista contaba todavía con medios y con legitimidad (consenso) ganada en su lucha contra el porfiriato, como para poder recuperar ese objetivo en las promesas de su programa y postergar la amenaza al sistema mientras se consolidaba el Estado después de la crisis de la sucesión presidencial.

6

 Marx no hablaba de la revolución campesina, sino de la transformación de la revolución burguesa en re volución  volu ción prol proletari etaria. a. Ésta, Ésta, sin emba embargo, rgo, era su lógica: cuan cuando do los demóc demócrata ratass llegue lleguen n al poder llevado llevadoss por por la revolución “los obreros deberán llevar al extremo las propuestas de los demócratas que, como es natural, no actuarán como revolucionarios, sino como simples reformistas. Estas propuestas deberán ser convertidas en ataques directos contra la propiedad privada. [...] La máxima aportación a la victoria final la harán los propios obreros alemanes cobrando conciencia de sus intereses de clase, ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses les aparten un solo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido del proletariado. Su grito de guerra ha de ser: la revolución permanente” permanente” (Karl Marx: “Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas”, marzo de 1850, publicado en Marx-Engels, Obras Escogidas, tomo I, Moscú, Editorial Progreso, 1973, p. 189).

independiente te de la clase consecuentemente Marx ubicaba en la organización independien consecuentemente revolucionaria la clave de la

permanencia o de la contin continuidad uidad de la revolución abandonada por los demócratas burgueses que la encabezan en su primera fase. Veremos Veremos bajo cuáles formas transfiguradas aparece –o no– esta condición en el curso de la Revolución Mexicana.

 

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La clave de toda revolución es que las masas decidan por sí mismas, que puedan “gobernar sus propios destinos”, fuera de las decisiones y de las imposiciones del Estado de las clases dominantes. esto lopero decisivo es que tengan dirección, programa o armas: todo ello es Para necesario, no esnosuficiente. Lo decisivo es que tengan una organización independiente a través de la cual puedan expresar las conclusiones de su pensamiento colectivo y ejercer su autonomía. La clave de la resistencia permanente del sur, es que allí existía esa organización. Eran los pueblos, el antiguo órgano democrático de los campesinos comunitarios, el centro de deliberación y de decisión donde habían resuelto por su cuenta, durante cientos de años, sus problemas locales y con el cual habían organizado, a partir de la Conquista, la resistencia tenaz e innumerable contra el despojo de tierras primero, y contra las consecuencias de la explotación terrateniente después; es decir, contra la acumulación originaria y contra la explotación capitalista. Los campesinos, sin duda, no hacían distinción entre ambos procesos, por lo demás inextricablemente unidos en la realidad. Se les presentaban mezclados como una sola opresión. Con esa organización la resistían. La vieja organización comunal de los pueblos, o sus resabios cada  vez más evanescentes, indudablement indudablementee habría terminado por ser disuelta por la penetración de las relaciones mercantiles y por el desarrollo del capitalismo en el campo. Pero la Revolución estalló antes de que ese proceso de disolución hubiera llegado a su término y tomó su forma específica precisamente  porque todavía no había llegado a él. Los pueblos, todavía vivos como centro de vida comunal de los campesinos en su resistencia de siglos al avance de las haciendas, fueron el organismo autónomo con que entraron naturalmente a la Revolución los surianos. odo eso se resumía en el grito con que Otilio Montaño proclamó la insurrección del sur: “¡Abajo haciendas  y viva pueblos! pueblos!””. Era un grito polític político, o, profund profundame amente nte revolu revolucio cionar nario, io, porque porque para para los oídos campesinos hablaba no sólo de la recuperación y el reparto de las tierras, sino también de la conquista de la capacidad de decidir, arrebatada a las haciendas como encarnación local del poder omnímodo del Estado nacional y entregada a los pueblos, al sencillo y claro instrumento de autogobierno de los campesinos. Esa organización, además, era invisible para los opresores. Pasaban a su lado  y no la veían, porque se confundía con la vida misma de esos campesinos cuya capacidad de pensamiento colectivo menospreciaban. Ella estaba fuera de la lógica mercantil de la mentalidad burguesa y terrateniente, porque su funcionamiento

no se basaba en, ni tenía nada que ver con la sociedad de los propietarios iguales iguales de mercancías, con el reino mercantil del valor de cambio, sino que provenía de una antigua tradición (ciertamente ya esfumada) de asociación de productores, iguales en el trabajo, no en la propiedad. Los gobernantes, los terratenientes, los

 

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funcionarios y los mayordomos no podían ver la relación interior de los pueblos aunque la tuvieran ante sus ojos: tenía una transparencia total para su mirada de opresores. Era una especie espec ie de clandestinidad abierta de masas de los campesinos. La palabra catrín designaba a cuantos quedaban fuera de ella. La clave del sur reside entonces, a nuestro entender, entender, en que la lucha por la tierra, iniciada bajo el llamado tibio de Madero, encontró en el curso de la Revolución una forma de organización independiente del Estado y de sus fracciones políticas, propia de los campesinos, anclada en su tradición, abierta a la alianza con los obreros (aunque ésta no llegara a realizarse), y al mismo tiempo, un germen de alianza obrera y campesina encarnada en la figura misma del campesino-proletario de los campos azucareros y de los modernos ingenios de Morelos. odo eso se resume en esa verdadera declaración de independencia programática y organizativa que es el Plan de Ayala (el cual, para trascender al plano nacional, tuvo por fuerza que legitimarse invocando a una de las fracciones burguesas dirigentes). Mucho se ha discutido sobre quién redactó el Plan. Basta leerlo para darse cuenta: no importa de quién fue la mano que lo puso en el papel; quienes lo pensaron y lo elaboraron fueron los campesinos. Es su lógica la que está en sus artículos: el Plan de Ayala huele a tierra. Su eje central es lo que los juristas llaman la inversión de la carga de la prueba. En todas las reformas agrarias burguesas, incluidas la vagamente prometida por Madero  y la ley carrancista de 1915, se dispone que los campesinos deben acudir ante los tribunales para probar su derecho a la tierra poseída por el terrateniente y que, oídas ambas partes, el tribunal decidirá (naturalmente, cuando y como le plazca). En el Plan de Ayala se dispone que la tierra se repartirá de inmediato  y que posteriormente, serán los terratenient terratenientes es expropiados quienes deberán presentarse ante los tribunales para justificar el derecho que invocan a la tierra que ya les ha sido quitada. Es decir, al principio burgués de “primero se discute y después se reparte” reparte”,, los campesinos c ampesinos surianos opusieron el principio revolucionario de “primero se reparte y después se discute”. En el primer caso, la carga de la prueba recae sobre los campesinos; en el segundo, sobre los terratenientes. Esta inversión radical constituye una subversión de la juridicidad burguesa. Aunque para algunos pueda parecer una exageración, es allí, al nivel de las abstracciones  jurídicas, donde podemos encontrar mejor sintetizado y generalizado el carácter empíricamente anticapitalista del movimiento revolucionario de los pueblos zapatistas, cuyo partido p artido en armas era el Ejército Libertador del Sur.

El Plan de Ayala, primer antecedente de las futuras leyes políticas de la sociedad de transición al socialismo en México, decía que en un punto del país, el estado de Morelos, la insurrección campesina había escapado a la lógica estricta de la subordinación a los intereses de una de las fracciones burguesas dirigentes,

 

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como sucede invariablemente en todas las revoluciones burguesas con base campesina. La concreción material de esa declaración de independencia fue la negativa a entregar las armas luego de los acuerdos de Ciudad Juárez y a abandonar el control sobre el territorio ocupado por el ejército zapatista. Ambas decisiones expresaban la lógica y el pensamiento de los pueblos, de cuyas formas de discusión  y funcionami funcionamiento ento trad tradiciona icionall recibieron recibieron la legitima legitimación ción y el consenso. consenso. En torno a esos dos ejes del Sur, el programático y el organizativo, terminó por girar toda la guerra de los campesinos mexicanos. Ellos determinaron, en el auge de la revolución entre la Convención de Aguascalientes y la ocupación campesina de la Ciudad de México en diciembre de 1914, el centro de gravedad de todos sus movimientos, aún de los más alejados del foco zapatista. Para comprender el alcance de esta determinación, hay que ver la vastedad de la guerra civil mexicana en su momento culminante. En 1914 no eran sólo los destacamentos bajo los mandos más o menos regulares de los constitucionalistas y los zapatistas quienes estaban en armas. En realidad, incontables bandas campesinas, a lo largo y a lo ancho del territorio nacional, organizadas espontáneamente en los pueblos más distantes bajo los jefes naturales del lugar, integradas por los hombres más jóvenes o más resueltos, se habían incorporado a la bola, habían salido de la inmovilidad y el tiempo lento del campo profundo para sumarse al movimiento  vertig  ver tiginos inosoo de los los ejércit ejércitos os revolu revolucio cionar narios, ios, dent dentro ro de de ellos, ellos, en torn tornoo de ellos ellos o con pretexto de ellos. Hay que tratar de imaginar lo que fue esa conmoción del país p aís en sus capas más profundas –ésas que nunca podían hablar ni decidir y que durante siglos, en apariencia, sólo habían vivido en el estado de fuerza de trabajo–, para alcanzar a discernir hasta dónde ella transformó completamente al país y a sus gentes, hasta dónde el pueblo campesino mexicano se rehizo a sí mismo en la revolución. Un Abajo ajo o, mucho atisbo de esto –pero sólo un atisbo– aparece en novelas como Los de Ab mejor, en crónicas como las de John Reed o las de Nellie Campobello. En haber sabido poner allí su mirada y su capacidad de investigación histórica reside tal vez el mérito mayor del insustituible libro de John Womack Womack sobre la Revolución suriana7. Como bien lo señala Armando Bartra 8, en esa idea idea rectora del del zapatismo: que las masas decidan, está su coincidencia con la prédica antiestatal del magonismo. 7

 Pueden encontrarse en la Revolución Mexicana y en su fracción zapatista la expresión de la dialéctica de las revoluciones y de su ala extrema, la que se empeña en proclamar la permanencia de la revolución, generalmente derrotada cuando empieza el reflujo y, no obstante, anunciadora de la marea del futuro:

Francia 1789 y Babeuf; París 1848, las jornadas de junio y el Mensaje de Marx de marzo de 1850; Rusia 1917 y la Oposición de 1923; China 1927 y la tendencia de Mao; España 1936 y las jornadas de mayo 1937 en Barcelona, y la lista podría continuar... Pero éste es, en realidad, un tema que exige desarrollo aparte. 8  “En la insistencia de los ‘liberales’ por las reivindicaciones económicas, y en la expropiación de la

 

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Aquí está, al mismo tiempo, un desencuentro trágico en la Revolución, que contribuyó a encerrar al zapatismo en la práctica revolucionaria campesina e impidió al magonismo trascender al nivel superior de la práctica revolucionaria concreta de masas. Flores Magón no aceptó la oferta de Zapata, en septiembre de 1914, de publicar su periódico  Rege  Regener neraci ación ón  en territorio zapatista, en las imprentas controladas por los surianos y con papel producido por la Papelera San Rafael, expropiada por el Ejército Libertador del Sur. Aunque esto no podía evitar la derrota posterior y tal vez la muerte –la muerte vino lo mismo, pocos años después, en la cárcel gringa de Leavenworth–; aunque sólo pocos números del órgano liberal hubieran alcanzado a ser publicados en esas condiciones verdaderamente únicas y excepcionales, imborrable habría sido la huella que este acontecimiento revolucionario habría dejado en la tradición histórica de México. La debilidad teórica del magonismo, implícita en su concepción anarquista, se tradujo en esta indecisión ante dicha práctica. Había que jugarse el todo por el todo en 1914, había que jugarse el destino con Zapata. No lo hizo. No fue, sin duda, a causa de una falta de valentía, que los magonistas tenían hasta para regalar, sino falta de visión concreta, nacional, de la historia universal; única forma, por lo demás, en que ésta se expresa en la realidad de nuestra época. El pensamiento revolucionario del magonismo giraba en el vacío sin alcanzar a engranar con los rudos y toscos dientes de la gran rueda del turbión revolucionario de los campesinos mexicanos. ¿Pero es que el método de análisis que deriva del programa abstracto del anarquismo –o de sus sucedáneos contemporáneos– permitía ver la realidad entre la tremenda confusión del polvo, la sangre y las patas de los caballos? Esta incapacidad del radicalismo magonista trae a la mente el éxito contrario del marxismo radical de Lenin para comprender al campesinado ruso; su famoso “análisis concreto de una situación concreta”, cuya garantía de fidelidad a los principios –en oposición antagónica a gran propiedad territorial, la apropiación de las fábricas por los propios trabajadores y, sobre todo, en el llamado a que estas transformaciones se llevaran a cabo por el propio poder de las masas armadas en la medida en que avanzaba la revolución, no podemos ver sólo el reflejo de la consigna anarquista que llama a abolir la propiedad y la autoridad. Desde el punto de vista político, esta línea representa la concepción de un proceso de masas realmente revolucionario revolucionario en la medida en que promovía que fueran las propias masas, el pueblo en armas, quien ejerciera el poder y llevase a cabo democráticamente las transformaciones sociales. Esta cuestión, más que consideraciones ideológicas, constituía la piedra de toque y el punto de deslinde táctico entre las corrientes conciliadoras y reformistas que aspiraban a un

cambio de grupos en el poder y a una serie de ajustes políticos desde arriba, y las fuerzas realmente revolucionarias, cualquiera que fuera su ideología y programa, califíquense de liberales o agraristas, llámense sus líderes Emiliano Zapata, Francisco Villa Villa o Ricardo Flores Magón”. Magón”. (Armando Bartra: Regeneración/1900-1918, México, Ediciones Era, 1977, pp. 29-30).

 

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la falsificación que de esa frase fras e han hecho todos los pragmáticos– reside en que, en el método leninista, ese “análisis concreto” está siempre bajo la guía de un criterio rector inflexible: el interés histórico del proletariado. La trayectoria del zapatismo es, en la Revolución Re volución Mexicana, la forma concreta de ese fenómeno presente en todas las revoluciones: la doble revolución, la revolución en la revolución, la vía por la cual las masas persisten en afirmar sus decisiones más allá de las inevitables mediaciones de las direcciones, el camino de su autonomía y su autogobierno organizado. Para poder medir los alcances últimos de esa Revolución campesina específica espe cífica que fue la Revolución Mexicana, hay que seguir los pasos del zapatismo. Esa trayectoria se sintetiza y alcanza su  sic), en una cénit, aún a través de todas las imperfecciones y las incompleteces ( sic conquista sin precedentes y sin igual en la misma revolución, cuyos alcances trascienden más allá de su derrota: el autogobierno campesino de los pueblos de Morelos, lo que hemos llamado la Comuna de Morelos9.

4. Combinación, dinámica  y periodización periodiz ación de la revolución La revolución burguesa –que es la que en definitiva da su forma y su programa al triunfo del movimiento revolucionario– se desarrolla combinada  con esta revolución de los campesinos. Cuando decimos “combinada”, no nos referimos al hecho de que tenía una base de masas campesina, pues éste es un rasgo normal de toda revolución burguesa en un país agrario. La expresión “combinada” alude al hecho de que una parte de la revolución campesina –caso específico de la Revolución Re volución Mexicana– era relativamente independiente en programa y en organización y, al serlo, tendía un puente –frágil, sin duda, pero real– hacia una dirección proletaria que estaba ausente. Esto explica sus contactos con el magonismo a nivel nacional  y la carta de Zapata sobre sobre la Revolución Revolución Rusa, pequeño pequeño y aparentemen aparentemente te fugitivo fugitivo pedazo de papel, cuyo significado, como signo, sólo puede apreciarse en este contexto. context o. Esto explica la figura singular de Manuel Palafox y la curva cur va de su destino personal en la Revolución Re volución suriana. Sólo una dirección obrera habría podido afirmar la independencia, la autonomía, el autogobierno de la Revolución Re volución del sur. sur. No niega la existencia de estas condiciones en forma tendencial, incluso embrionaria, en la Revolución zapatista, el hecho de que no encontrara aquella dirección obrera. Ésta,

por otra parte, no podía p odía haber sido jamás la garantía infalible de la victoria, porque

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interrumpida, op. cit.  Adolfo Gilly: “La Comuna de Morelos”, en  La Revolución interrumpida

 

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ese tipo de garantías g arantías no existen en la historia, pero sí la condición para que aquellas tendencias pudieran manifestarse en forma explícita y plena. La transmisión histórica de la experiencia de autogobierno zapatista habría sido entonces mucho más directa, y no cifrada como en realidad fue. A la inversa, la inexistencia de aquella dirección tampoco fue la causa única y determinante de la derrota que, por lo demás, en definitiva sólo fue parcial medida a escala histórica, aunque la comuna morelense haya sido arrasada hasta sus cimientos. Fue en cambio la causa de que los zapatistas tuvieran que replegarse nuevamente a buscar salidas en las alianzas burguesas; y de que Genovevo de la O, para volver a entrar en México con sus hombres después de la muerte de Zapata, no encontrara otra vía que hacerlo cabalgando junto a Obregón en 1920, es decir, aliándose con éste para derrotar al ala de Carranza y su veleidades restauradoras. (Por eso no se puede hablar de simple derrota de los campesinos en general y en abstracto, sin tener en cuenta que el triunfo de Obregón, no el de Carranza, es el balance definitivo –1920– del ciclo revolucionario iniciado en 1910.) La idea de la combinación de la revolución expresa el hecho de que en el seno del mismo movimiento revolucionario, a partir de la negativa zapatista a entregar las armas, se desarrolló una verdadera  guerra civil , con altibajos y ritmo propio, cuya lógica y cuya dinámica es preciso explicar y no etiquetar. Es el curso de la lucha de clases en el interior de la Revolución Mexicana, en el cual la fracción más cercana al interés histórico del proletariado –aunque no fuera su representante– es el zapatismo y no, por supuesto, los Batallones Rojos aliados al constitucionalismo. Esto no significa que los campesinos del sur luchaban por el socialismo, programa del cual no tenían ni idea. Ellos luchaban por la tierra (lo cual implicaba, no hay que olvidarlo, una concepción específica sobre la organización colectiva colec tiva de su vida diferente de lo que la aspiración a esa misma posesión pos esión de la tierra significaba para, digamos, los campesinos de Francia en 1789). Era la lógica de su movimiento la que iba en el sentido de los intereses históricos del proletariado. Por eso tendía a buscar una alianza con una dirección proletaria completamente ausente del horizonte nacional mexicano de esos años. Prácticamente, en todo el curso de la Revolución hay siempre dos guerras: una  guerra política política y una  guerra social de clases. A partir del golpe huertista, la segunda se radicaliza constantemente bajo el impulso del movimiento ascendente de las masas. omando como base estas consideraciones, podemos intentar una periodización de la Revolución Mexicana que siga la línea del ascenso, la

culminación y la declinación de la intervención y de la capacidad de decisión efectiva de las masas en el movimiento, es decir, decir, que responda al criterio metodológico metodológ ico que concibe a la revolución como “la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos” destinos”.. Podemos así distinguir los siguientes períodos:

 

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el Plan de San Luis Potosí y el 20 de noviembre de 1910 hasta los acuerdos 1. Desde el de Ciudad Juárez y la elección de Francisco I. Madero a la presidencia (mayo-junio de 1911). La Revolución se presenta como una lucha entre dos fracciones de la burguesía, en la cual el sector que intenta apoderarse del control del Estado acude a la movilización de las masas en su apoyo. 2.  Desde el Plan de Ayala (noviembre de 1911) hasta el golpe de Victoriano  Huerta y el asesinato a sesinato de Madero (febrero ( febrero de 1913). Es el período en el cual la actividad revolucionaria es mantenida exclusivamente por la fracción zapatista. El maderismo dispersa a las fuerzas armadas que movilizó, asume el control del Estado burgués y de su ejército, y enfrenta con éste a la Revolución campesina, mientras introduce algunas reformas políticas democráticas en el Estado. 3.  Desde el Plan de Guadalupe (marzo de 1913) hasta la batalla b atalla de Zacatecas Zacatec as (junio de 1914). La Revolución vuelve a extenderse como una nueva crisis interburguesa, en un nivel superior al de la inicial, entre la fracción de Huerta (que tuvo tuvo el apoyo de casi todos los gobernadores de los estados, estados , con excepción de Coahuila y Sonora) y la encabezada por Venustiano Carranza. Esta lucha, en la cual se organizan y triunfan los ejércitos constitucionalistas, culmina con la destrucción del Ejército Nacional por la División del Norte en Zacatecas. La Revolución suriana sigue mientras tanto su curso propio, que se entrelaza con el anterior pero conserva su lógica particular. 4.  Desde la Convención de Aguascalientes (octubre de 1914) hasta la l a ocupación de México por los ejércitos campesinos (diciembre de 1914). El movimiento de las masas revolucionarias armadas alcanza su cúspide. Es posiblemente el momento en que es mayor el número de hombres armas en mano en los ejércitos y bandas revolucionarias. Se unen villistas y zapatistas, atrayendo hacia sí a un sector pequeñoburgués radical del constitucionalismo y controlando así la Convención de Aguascalientes. Queda sellada la ruptura con el ala de Carranza y Obregón, y se s e abre una nueva etapa de enfrentamiento armado entre las facciones revolucionarias. La Convención aprueba el Plan de Ayala. Ella se presenta como la más auténtica encarnación jurídica de la revolución; verdadero nudo de sus contradicciones, sus fuerzas y sus irresoluciones; espejo de sus grandes sueños imprecisos y de sus trágicas carencias teóricas y políticas. Con la bandera de la legalidad revolucionaria de la Convención, la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur,

ocupan la capital del país, e intentan establecer su propio gobierno nacional. El ejército de Carranza y Obregón, debilitado por la fuerza de atracción social de los ejércitos campesinos en ascenso, se repliega sobre la costa de Veracruz. Desde el Norte hasta el Centro, todo el país está dominado por

 

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los convencionistas, mientras los constitucionalistas conservan sólo algunos puertos en el Pacífico y en el Atlántico (ampico y Veracruz), parte de Veracruz y la península de Yucatán. 5. Desde las batal batallas las del del Bajío Bajío (a (abri bril-j l-jul ulio io de de 1915) 1915) hast hastaa el Con Congreso greso Cons Constit tituye uyente nte de Querétaro (diciembre 1916-enero 1917). La incapacidad de las fracciones campesinas para organizar el Estado nacional; la inestabilidad y la defección posterior de las débiles tendencias pequeñoburguesas que los apoyaron (Eulalio Gutiérrez, Lucio Blanco, Martín Luis Guzmán); la radicalización del constitucionalismo y sus leyes agrarias, obreras y administrativas (es decir, su capacidad para reorganizar el Estado, un gobierno y un ejército); el comienzo del cansancio y la desilusión de las grandes masas campesinas –diferentes de sus vanguardias más politizadas incorporadas a los ejércitos e jércitos villistas y zapatista– ante la no resolución de sus problemas y los sufrimientos de la guerra civil, son todos factores convergentes que determinan el inicio del reflujo de la marea revolucionaria, el paulatino repliegue de las masas y el avance de las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas organizadas bajo la bandera constitucionalista. Bajo esa influencia, la Casa del Obrero Mundial se inclina definitivamente hacia el constitucionalismo y firma el pacto de los Batallones Rojos dirigido contra los ejércitos campesinos. Obregón derrota a la División del Norte en las cuatro batallas sucesivas del Bajío y a fines de 1915 ésta ya ha sido completamente destruida. El zapatismo se repliega sobre el estado e stado de Morelos y allí, siguiendo su tempo propio, lleva a su momento culminante su experiencia de autogobierno, su ensayo de Comuna campesina. A la derrota del villismo sigue el enfrentamiento abierto de Carranza con el movimiento obrero y la derrota de la Casa del Obrero Mundial en la fracasada huelga general de julio de 1916, lo cual acentúa el descenso de la Revolución. Calles recomienza en Sonora la represión contra los yaquis y dicta medidas de exterminio contra la misma tribu que en 1913 había apoyado al movimiento de Obregón esperando recuperar sus tierras. Los revolucionarios en el poder, al mismo tiempo tiempo que se preocupan preoc upan en reorganizar el Estado dictando la Constitución de Querétaro, retoman en nuevas condiciones la vieja guerra del Estado contra los campesinos y se vuelven en todas partes contra aquellos de sus aliados populares que quieren hacer inmediatamente efectivas las promesas que los llevaron a tomar las armas: zapatistas, villistas,  yaquis,  yaq uis, obreros, obreros, gen gente te pobr pobree de Méx México ico…La …La guer guerra ra mun mundia dial,l, mie mientr ntras as tan tanto, to, aísla a México entero en sus propios problemas.

6.  Desde el Congreso de Querétaro hasta el asesinato de Zapata (abril de 1919). Apoyándose en el “pacto constitucional”, busca afirmarse la fracción burguesa, que continúa su política de reincorporar al Estado una buena parte del personal de funcionarios y administradores del viejo Estado porfiriano

 

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(no hay, por lo demás, otros), mientras la fracción pequeñoburguesa se repliega con Obregón. Aquella, una vez más, como antes Madero, se desgasta en la guerra contra el último bastión organizado de la Revolución campesina, los zapatistas de Morelos. Cuando finalmente este bastión se disgrega con el asesinato de su jefe, la suerte de su antagonista, el carrancismo, también está sellada: en la lucha contra la revolución en retirada, su aislamiento social ha llegado al punto máximo. En noviembre de 1919 ese curso lo lleva al fusilamiento del general Felipe Ángeles. Álvaro Obregón prepara su regreso. 7. Desde el Plan de Agua Prieta (abril de 1920) hasta la presidencia de Obregón (diciembre de 1920). Sobre la derrota del ala radical de la Revolución, la de Emiliano Zapata, y el agotamiento de las fuerzas de su ala derecha y conservadora, la de Venustiano Carranza, en el empeño e mpeño por aplastar a aquélla, asciende finalmente la estrella de Álvaro Obregón, el general revolucionario invicto que con el apoyo del ejército, asume el poder cuando las masas, fatigadas, se repliegan. El pronunciamiento obregonista abre una nueva pugna armada interburguesa en la Revolución declinante, que se cierra con el asesinato de Carranza y la entrada de Obregón a la capital, flanqueado por el general Pablo González, el verdugo del zapatismo, y el general Genovevo de la O, el principal jefe campesino sobreviviente del ejército zapatista: imposible un símbolo más transparente del juego de equilibrios típicamente bonapartista en que se apoya el nuevo poder de Obregón. Villa rinde sus armas, Obregón es elegido presidente y asume el cargo en diciembre de 1920. La Revolución ha terminado.

5. La cuestión del Estado El resultado final de la Revolución se definió sobre todo al nivel del Estado. La Revolución destruyó el viejo Estado de los terratenientes y la burguesía exportadora, el Estado sancionado en la Constitución liberal de 1857, y estableció un nuevo Estado burgués –la Constitución de 1917 garantiza, ante todo, la propiedad privada–, pero amputado de la clase de los terratenientes, caso único en toda América Latina hasta la Revolución Boliviana de 1952. Se cortó la vía de transformación de los terratenientes en burguesía industrial (como en cambio ocurrió en Argentina, Uruguay, Chile y otros países de América Latina)

 y ésta tomó un nuevo origen, especialmente espec ialmente en la pequeñoburguesía capitalista que utilizó el aparato estatal como palanca de la acumulación de capital (combinándose, por supuesto, con los restos de la clase terratenient terrateniente). e). Ya desde 1915 el Estado que Carranza empezó a reorganizar integró en

 

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su personal a una buena parte de los funcionarios del viejo Estado porfiriano, especialmente al nivel de las administraciones municipales. Por otra parte, los lazos de continuidad con aquel Estado se mantuvieron a nivel de dos entidades de la Federación: Sonora y Coahuila. Pero el Estado de la Revolución Francesa también hereda el personal y el aparato del Estado absolutista, y en cierto c ierto modo continúa su tarea centralizadora y la lleva a su culminación. Y, sin embargo, también lo destruye y lo niega10. El corte entre el Estado porfiriano y el Estado posrevolucionario es terminante. Consiste en lo siguiente: el Ejército Federal fue destruido  y fue sustituido por un nuevo ejército, en el cual –aquí sí– no fueron asimilados ni integrados los altos oficiales del viejo ejército. Ésta es la esencia del corte en la continuidad del Estado, el cual, según la síntesis de Engels, está constituido en último análisis por los “destacamentos de hombres armados”. Ese ejército fue destruido en la batalla de Zacatecas. Y esa destrucción fue realizada, por añadidura, por un ejército de campesinos dirigido por un general campesino, Pancho Villa, que tomó Zacatecas desobedeciendo las órdenes de Carranza. De ahí la condena al limbo de la historia que ha sufrido el general Ángeles, quien “traicionó” a su clase poniendo sus conocimientos militares – secretos de casta– al servicio del ejército revolucionario de los campesinos insubordinados contra las órdenes de Carranza. El ejército fue destruido. Esto no ocurrió o currió en Argentina con Perón ni en Chile con Allende: el ejército de Pinochet es e s el mismo que el de Allende y el de Frei. Allí reside el carácter radical del asalto de la Revolución Mexicana contra el Estado, 10   No

es inútil citar nuevamente el famoso pasaje de Marx en  El Dieciocho Dieciocho Brumario Brumario de de Luis Bonapart Bonapartee: “Este Poder Ejecutivo, con su inmensa organización burocrática y militar, con su compleja y artificiosa maquinaria de Estado, un ejército de funcionarios que suma medio millón de hombres, junto a un ejército de otro medio millón de hombres, este espantoso organismo parasitario que se ciñe como una red al cuerpo de la sociedad francesa y le tapona todos los poros, surgi  surgióó en la época de la mona monarquía rquía abso absoluta, luta, de la decadecadencia del régimen rég imen feudal, que dicho organismo contribuyó a acelerar  [...]  [...] La primera Revolución Francesa, Francesa, con su misión de romper todos los poderes particulares locales, territoriales, municipales y provinciales l a monarquía absoluta para crear la unidad civil de la nación, tenía necesariamente necesariamente que desarrollar lo que la había iniciado: la centralización; pero al mismo tiempo amplió el volumen, las atribuciones y el número de servidores del poder del gobierno [...]. Pero bajo la monarquía absoluta, durante la primera Revolución, bajo Napoleón, la burocracia no era más que el medio para preparar la dominación de clase de la burguesía. Bajo

la restauración, bajo Luis Felipe, bajo la república parlamentaria, era el instrumento de la clase dominant dominante, e, por mucho que ella aspirase también a su propio poder absoluto”. (Las cursivas son mías, A. G.). Es clara la dialéctica ruptura/continuidad que Marx desarrolla en su razonamiento sobre el Estado y su personal burocrático, burocrátic o, aún en el caso de una revolución social clásica como la l a francesa que marca el paso del poder de una clase dominante a otra y la sustitución de un Estado por otro.

 

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aunque luego el Estado reorganizado fuera nuevamente un Estado burgués. Y si eso fue posible, fue porque antes, en el momento decisivo, los zapatistas conservaron sus armas y su autonomía. La confluencia de ambas fuerzas en Aguascalientes marca el apogeo de la Revolución. Otro habría sido el método de Carranza, si Villa no se hubiera insubordinado  y toma tomado do Zacat Zacatecas. ecas. Esto no es mera conje conjetura. tura. Ese método se puso a prueba en la entrada de Obregón en la Ciudad de México a mediados de agosto de 1914, cuando en los acuerdos de eoloyucan los restos del gobierno huertista rindieron la plaza y entregaron el poder al general Obregón –es decir, a un jefe responsable de su misma clase–, el cual se apresuró a reemplazar a los soldados federales por soldados constitucionalistas en los puestos de avanzada dirigidos contra las fuerzas zapatistas. Así como en Zacatecas hubo ruptura, r uptura, en eoloyucan eoloyucan –que no habría existido sin Zacatecas– hubo continuidad. Pero la Convención de Aguascalientes salió de Zacatecas, no deconvergieron eoloyucan, todas y esa fue verdaderay convención revolucionaria, aquélla donde las la fracciones donde se sancionó la ruptura con el Estado anterior que en los hechos se había producido con la derrota del Ejército Federal. En la Convención de Aguascalientes, contra la terca oposición de Carranza que siempre los consideró “bandidos” (y según su coherente punto de vista de clase tenía razón), entraron con plenos derechos los zapatistas sin disolver su ejército ni su organización, es decir, sin deponer los instrumentos de su autonomía frente al Estado. Se dirá que el Estado mexicano no se reorganizó a partir de Aguascalientes sino de Querétaro. Es cierto. Pero Querétaro se produjo más de un año después de la ruptura de Aguascalientes, y sin esta convención no habría habido aquel congreso, ni éste hubiera tenido el mismo carácter. Querétaro es en cierto modo la continuidad que ha incorporado –pero no suprimido– la ruptura: todo esto se refleja, pese a todo, en la Constitución de 1917, que no es la que quería Carranza, sino la que modificaron los “jacobinos”. En las mismas clases clase s que componen la formación social hay una continuidad, sin duda. Pero hay también una alteración profunda de las relaciones entre ellas, no solamente al nivel de la transferencia del poder, sino también al de una gigantesca transferencia de propiedad agraria, y no tanto a los campesinos, sino a la nueva burguesía ascendente entrelazada con la clase terrateniente en declinación a partir del momento en que pierde las mágicas y todopoderosas palancas del Estado. Una nueva fracción de las clases poseedoras asciende al

poder apoyándose en los métodos revolucionarios de las masas y organiza el Estado conforme a sus intereses y teniendo en cuenta sobre todo las nuevas relaciones entre las clases. El rasgo fundamental de esa reorganización no está, a nuestro entender,

 

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en el artículo 27 de la Constitución, pese a su innegable importancia. Está en el artículo 123. El artículo 27 fija los marcos para arreglar los problemas de la propiedad agraria, es decir, la cuestión capital en el estallido de la Revolución. Pero el artículo 123 se refiere a la cuestión capital del futuro, no del pasado: las relaciones del Estado con el movimiento obrero. Da los marcos para la integración del movimiento obrero en el Estado , que comenzará en su nueva fase a través del moronismo. Es el pacto que el Estado ofrece al proletariado a condición de que se someta a su ordenamiento jurídico. A través del artículo 123, es el Estado –y no la l a organización autónoma de la clase obrera– quien da el programa por el cual luchará el movimiento obrero en la república que surge de la Constitución de 1917. Por eso el carácter “precursor” y “avanzado” de dicho artículo, sancionando conquistas que tardarán decenios en pasar a la realidad –algunas siguen todavía siendo sólo promesas–, significa, en los hechos, fijar al movimiento obrero organizadoy que los objetivos por losconquistar cuales habrá de luchar, por los cuales es lícito organizarse pue de esperar puede dentro del Estado  y con el apoyo de éste. Esto no quita –al contrario, es una de las condiciones para que el pacto funcione– que el movimiento obrero vea al artículo 123 como una auténtica conquista producto de sus luchas y, más aún, que efectivamente lo sea, como lo son el sufragio universal y el derecho de organización sindical. El artículo 123 no es una trampa, es una conquista real  y   y muy avanzada para su tiempo. La trampa está en presentarlo como el programa histórico sobre el cual debe organizarse el movimiento obrero, en sustitución de la perspectiva de su organización independiente del Estado para luchar por el socialismo11. Es por eso que el artículo 123 constituye la pieza jurídica clave de la estabilidad de la república burguesa, no contra los intentos restauradores de las viejas clases decaídas y derrotadas en la revolución, sino contra los proyectos revolucionarios de organización independiente de la clase que puede proponerse en el futuro arrebatar el poder a la burguesía: el proletariado. Sin que pueda caber la menor duda, lo que surge de la Constitución de 1917, por las relaciones de propiedad que ésta sanciona y preserva, es una república burguesa, un Estado burgués. Esto en lo que se refiere al carácter de clase del 11

 Del mismo modo, para dar un ejemplo actual, la trampa de los eurocomunistas no consiste en defender

las conquistas democráticas de los obreros europeos –conquistas reales logradas por la lucha de masas– sino en presentarlas como la vía al socialismo y en concebir la lucha por el socialismo como un proceso de ampliación y extensión constante constante de la democracia burguesa parlamentaria, parlamentaria, y como un proceso de creciente auto-organización del proletariado y los trabajadores con su propio programa de clases y sus organismos democráticos de deliberación y decisión.

 

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Estado: ese carácter no puede sino definirse con el nombre de la clase dominante a cuyos intereses sirve  fundamentalmente –no exclusivamente– el Estado. Por eso el lenguaje marxista dice “Estado feudal”, feudal”, “Estado burgués” o12“Estado obrero” cuando quiere aludir inconfundiblemente a su carácter de clase clas e . Pero Estado no es lo mismo que gobierno. Un Estado burgués por su connotación de clase, puede tener diversos tipos de régimen de gobierno, desde la dictadura fascista hasta la república parlamentaria, del mismo modo como puede tener diversos regímenes de gobierno un Estado obrero o un Estado feudal, sin que por ello cambie su carácter de clase. Por eso, al calificar de “bonapartista” al régimen surgido de la Revolución Mexicana, no se alude al carácter de clase del Estado ni se está inventando un nuevo tipo de Estado que no es ni burgués ni obrero. Se está hablando de otra cosa diferente: de su sistema de gobierno. Quien no comprenda esto, estará haciendo una polémica falsa la utilización de unahacategoría tansiempre vieja como elen método marxista, que elcontra marxismo revolucionario mantenido actual su instrumental teórico para precisar el carácter específico espec ífico de regímenes muy diversos entre sí. ¿Por qué es bonapartista el régimen que Obregón instaura después del pronunciamiento de Agua Prieta? En esencia, porque se alza por encima de una situación de equilibrio posrevolucionario entre las clases y asciende al poder estatal apoyándose en varios sectores de clases contrapuestas, pero para hacer la política de uno de ellos: la consolidación de una nueva burguesía nacional, utilizando fundamentalmente la palanca del Estado para p ara afirmar su dominación  y favorecer su acumulación de capital. Obregón sube apoyado por el ejército, que ve con desconfianza las tentativas de restauración de Carranza; por los campesinos zapatistas a través de Gildardo Magaña, que esperan el cese de la represión carrancista y el reconocimiento legal de algunas de sus conquistas revolucionarias que Carranza les niega; por los obreros de la CROM a través de Luis N. Morones, que también se oponen a Carranza y confían en la aplicación del pacto del artículo 123; por buena parte de la pequeñoburguesía urbana, que busca la estabilidad y el cese de las conmociones revolucionarias, y sólo lo ve posible a través de alguien capaz de mediar con obreros y campesinos; por una parte de las clases poseedoras –industriales y aun terratenientes–, que también buscan la estabilidad y el cierre del ciclo revolucionario para reflotar sus negocios, y ven que el carrancismo es incapaz de asegurar esa perspectiva. Por razones diferentes, y aun antagónicas, Obregón –como sus antecesores

clásicos, Napoleón Bonaparte (el tío) y luego Luis Bonaparte (el sobrino), en 12

 Lo cual, dicho sea de paso, demuestra la pobreza teórica –o la cerrazón política– de quienes han abolido o consideran tabú la categoría marxista clásica de “Estado obrero”.

 

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condiciones diversas– es llevado al poder alzándose en equilibrio por encima de esas fracciones de clase, para desarrollar una política típicamente burguesa13. Con una peculiaridad, sin embargo, en relación con sus modelos. Marx inicia su  Dieciocho Brumario  con la frase famosa: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, Rob espierre, la Montaña de 1848 a 1851 por p or la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino sobr ino por el tío” tío”.. La peculiaridad p eculiaridad de Obregón es que combina, a la vez, la tragedia y la farsa, el sobrino y el tío, Napoleón I y Napoleón “el Pequeño”, en una sola figura que va desde su brazo manco a sus ojillos sonrientes –brazo del general Napoleón Bonaparte, ojos de su sobrino Luis Napoleón– en una ambigüedad de fondo que es la misma del régimen del cual es fundador y modelo mo delo indiscutible.  gran Este juego de aparato fuerzas político contrapuestas resultado por unaencima  prepondera  preponderancia ncia del , que se da alzacomo en apariencia de las clases para administrar como “cosa propia” el Estado burgués y aplicar su proyecto de desarrollo capitalista. Pero puede hacerlo porque la fracción  vencedora es a la vez la representante representante y la directora de un ala de la Revolución, no de la contrarrevolución. De ahí proviene su legitimidad ante las masas y el hecho de que la memoria histórica de éstas rechace hasta hoy toda interpretación de la Revolución que la conciba como una derrota pura y simple de sus aspiraciones, mientras desconfía invenciblemente de quien quiere presentarla como un triunfo completo del pueblo mexicano. La llamada “burguesía revolucionaria” 13

  rotsky definió al gobierno mexicano, en la época de Cárdenas, como “bonapartista  sui generis” (véase “La Administración obrera en la industria nacionalizada” y “Los sindicatos en la época del imperialismo”, en León rotsky,  Escritos varios, México, Editorial Cultura Obrera, 1973). Estos análisis han servido de guía teórica al movimiento trotskista latinoamericano desde entonces para comprender a regímenes como el de Perón en Argentina o el de Villarroel en Bolivia, para citar ejemplos ya clásicos, clá sicos, a quienes los Partidos Comunistas en su momento calificaron de “fascistas”. “fascistas”. En mi libro La Revolución interrumpida (y en su antecedente inmediato, la defensa política presentada ante los tribunales mexicanos en junio de 1968), utilizo los análisis de rotsky y la categoría de “bonapartismo” para definir el carácter del régimen de Obregón y de sus sucesores. En general, todas las tendencias del trotskismo coinciden en considerar como como una variante del bonapartismo a los gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana. Ninguna de ellas, sin embargo, pone en duda el carácter de clase burgués del Estado mexi-

cano ni –mucho menos– utiliza la expresión “revolución bonapartista”, incongruente en sí misma. En buena teoría marxista, ambos términos se contrapone contraponen, n, ya que “bonapartismo” se refiere esencialmente a un régimen político que surge de determinado equilibrio –prerrevolucionario o postrrevolucionario– en la relación de fuerzas entre las clases, y “revolución” alude, en esencia, a una ruptura violenta de todo equilibrio en esa relación de fuerzas. Los Bonapartes no hacen revoluciones: dan golpes de Estado.

 

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no obtiene el consenso para su régimen en cuanto burguesía capaz de dirigir la nación (como Napoleón y la burguesía francesa), sino en cuanto “revolucionaria” heredera de la tradición y del mito de la revolución, que explota a su favor. En esa ideología de la Revolución Mexicana, en ese mito que legitima al poder burgués, queda atrapada la conciencia de las la s masas en todo el período posterior p osterior.. Pero como todos los mitos, éste tiene raíces en la realidad –y raíces no lejanas, en este caso–, aunque sus ramas, su follaje y sus flores adormecedoras crezcan frondosamente en el aire viciado de las ideologías estatales. estatales . El Estado de la nueva burguesía se impuso sobre las masas pero quedó dependiente de su apoyo y su consenso. Las masas que hicieron la Revolución no triunfaron. Pero tampoco fueron vencidas. vencidas . Esta contradicción explica y atrapa a todo el sistema estatal alzado y desarrollado en la época posterior y es un resorte oculto en cada una de sus contradic contradicciones ciones interiores.

6. Los nombres de la Revolución: ruptura y continuidad Podemos llegar ahora a la cuestión de los nombres de la revolución sabiendo que de lo que se trata, en definitiva, no es de ponerle un nombre, sino de definirla teóricamente. Y la teoría no puede ignorar esta extrema complejidad de la realidad , pero tampoco tiene porqué rendirse agnósticamente ante ella. Por sus objetivos programáticos y sus conclusiones, la Revolución Mexicana no sobrepasó los marcos burgueses. En ese sentido, no es ilegítimo ubicarla entre las revoluciones burguesas democráticas. Pero si nos quedáramos allí, ignoraríamos su especificidad de masas, su lógica interior de revolución permanente, los rasgos que la llevaban a sobrepasar esos límites y su ubicación en la historia universal en la frontera entre las últimas revoluciones burguesas y la primera revolución proletaria, la de octubre de 1917 en Rusia. Haríamos lo contrario de lo que hicieron, entre otros, Lenin, rotsky y Rosa Luxemburgo, al analizar en su complejidad en movimiento la Revolución Rusa de 1905, sin encerrarse en la querella de los nombres. Más aún, lo primero que tenemos que decir es que como revolución burguesa está incompleta (como todas las revoluciones burguesas de este siglo en los países dependientes) depe ndientes) porque la burguesía no ha cumplido ni puede cumplir sus tareas fundamentales: fundamentalmente, no ha resuelto el problema de la tierra

tareas fundamentales: fundamentalmente, no ha resuelto el problema de la tierra ni el de la independencia nacional. No ha realizado la nación burguesa, ni puede hacerlo ya en la época del imperialismo y del capitalismo declinante. Por la dinámica interior del movimiento movimiento de masas, por la “irrupción violenta de las masas”, particularmente en su fracción más radical, la revolución superaba los

 

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marcos burgueses y adquiría un sentido potencial y empíricamente anticapitalista. Esto se expresó, aún con todos sus límites, en la legislación zapatista y en su alianza con el magonismo. A falta de dirección obrera, este e ste contenido no podía desarrollarse ni manifestarse en toda su plenitud; pero quedó presente en la conciencia y en la experiencia histórica de las masas, que fueron sus portadores y protagonistas, y marcó en parte a la izquierda jacobina de la democracia pequeñoburguesa, tanto en la Convención como en Querétaro. Hay que pensar que era apenas 1916, y que la Revolución Rusa de 1917 era todavía cosa del futuro. Es esta dinámica la que quedó, no incompleta, sino interrumpida, dejando en las masas un sentimiento de revolución inconclusa que, si los revolucionarios marxistas no saben explicarlo, lo utiliza la burguesía como alimento de sus mistificaciones ideológicas. Decimos interrumpida porque obviamente no continuó, pero tampoco fue dispersada, aplastada  ni vencida, en cuyo caso el régimenen posterior no habría que hubiera expresado forma directa y sin necesitado mediacionesserla bonapartista, dominación desino la burguesía, t al tal como lo concebía y como trató de imponerlo tenazmente Carranza, o como soñó establecerlo al principio Madero. La idea de la interrupción de la Revolución –el término puede ser otro equivalente; lo que interesa es el concepto– es una respuesta al siguiente problema fundamental de la historia contemporánea de México: saber si un abismo, una ruptura  completa e histórica separa a la futura revolución socialista de la experiencia y las conquistas de la Revolución Mexicana; o si lo que ésta ha dejado en la conciencia organizativa y en la experiencia histórica de las masas mexicanas puede integrarse y trascrecer en los contenidos anticapitalistas de la revolución socialista. Según la respuesta que se dé a este problema, surgen dos concepciones diferentes de las tareas presentes y futuras de los revolucionarios en el país. Indudablemente, la idea de la  simple continuidad de una revolución victoriosa es una idea burguesa, ingrediente básico en todas las mistificaciones de la burguesía en el poder, para asegurarse el consenso de las masas. Pero  simplemente nte derrotadas  a las masas en la Revolución es una idea dar por  simpleme ultraizquierdista –es decir, decir, propia de una ideología pequeñoburguesa– que pasa por encima de la experiencia y la conciencia reales acumuladas en las masas,  y deja entonces a éstas a merced de la mistificación burguesa (que tiene esa base real) y en los límites en que la ideología oficial del Estado las encierra. Es

imposible, entonces, organizar la ruptura de la conciencia de las masas, que no puede partir sino de su experiencia, experiencia , con el Estado de la burguesía que se ampara en el mito de la Revolución Re volución Mexicana. La organización de la revolución socialista supone una ruptura con ese mito, no una continuación de la vieja Revolución Mexicana, Mexicana , porque supone una ruptura

 

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con el Estado burgués engendrado por esta Revolución. Significa una nueva revolución; pero sus premisas se nutren de las tradiciones de masas de la anterior. Es a ese nivel donde se establece la continuidad , mientras al nivel programático se opera la ruptura. Sin esta comprensión de los dos niveles, que corresponde a la combinación de la Revolución Mexicana ya analizada, no se puede comprender la combinación en movimiento de ruptura y continuidad, que es la esencia de todo trascrecimiento de la conciencia de las masas desde un nivel programático a otro superior, en este caso, desde el nivel nacionalista y revolucionario al nivel socialista. Allí reside la cuestión esencial de toda revolución: organizar la conciencia concienc ia y, en consecuencia, la actividad de las masas. Pero esto no es posible si se ignoran sus experiencias pasadas o se miden erróneamente sus conclusiones. Por eso la importancia de un juicio preciso sobre la Revolución Mexicana para cualquier proyecto revolucionario socialista presente y futuro. En un plano mássugeneral, todala tarea organizativa de ese tipo requierey comprender en toda dimensión conciencia y la experiencia adquiridas acumuladas por las masas y por la nación. El pueblo de México aprendió en su propia historia que la revolución es violenta; ésa es la enseñanza del villismo y del zapatismo. Su vanguardia obrera necesita hacer suya, en sus formas actuales de organización, la lección fundamental del zapatismo: es necesario organizar a la clase obrera y a las masas  fuera del Estado, independientemente de éste; son necesarios los órganos de decisión que representen y garanticen la autonomía de la clase obrera y de las masas: es necesario el  programa revolucionario de clase que exprese esa autonomía. La Revolución Mexicana modeló de abajo a arriba a este país. Forjó y templó, en el sentido más extenso de la palabra, el carácter, la decisión, la conciencia, las tradiciones del pueblo de México. Las masas que salieron de la tormenta revolucionaria en 1920 no eran las mismas que la desencadenaron en 1910: habían derribado varios gobiernos; habían destruido la clase de sus opresores más odiados, los terratenientes; habían ocupado con sus ejércitos revolucionarios la vieja capital de los opresores; habían derrotado, humillado y destruido a su ejército, el mismo que por tantos años había sido el símbolo de la represión y el terror contra las masas; habían ejercido formas de autogobierno; habían ocupado y repartido tierras; habían enviado a sus jefes militares a la Convención. En una palabra, habían irrumpido en la historia por primera vez,

tomando violentamente en sus manos, mientras la Revolución Re volución ardió, el gobierno de sus propios destinos. Ningún revolucionario puede preparar el futuro de México si no estudia, comprende, asimila e incorpora al programa de la revolución socialista esa

 

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experiencia y esas conclusiones colectivas de las masas del país. Ésta es nuestra preocupación, no una discusión académica sobre nombres, por la l a interpretación marxista de la Revolución Mexicana. Creemos que es esta misma preocupación la que nos reúne a todos en este debate.

 

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Breves notas introductorias Este texto es el de una conferencia impartida en un ciclo realizado en la Facultad de Economía de la UNAM en junio de 1977 en el que participé junto con Adolfo Gilly, Arnaldo Córdova, Armando Bartra y Enrique Semo. Fue organizado por Salvador Martínez Della Roca, mejor conocido como el Pino, con el título de “Interpretaciones de la Revolución Mexicana”, mismo título del libro que dos años después reprodujo las cinco conferencias “en versiones ampliadas y corregidas”. Pero en realidad sólo cuatro de sus autores pudieron realizar tal corrección y ampliación de sus trabajos, pues en mi caso, por muy diversos motivos, me fue imposible hacerlo. Por lo tanto, el presente texto que se publica en esta obra reproduce tal cual la conferencia que pronuncié hace más de treinta años. Fue un

texto que, junto con los otros cuatro trabajos, disfrutó de una gran popularidad desde el momento en que la editorial Nueva Imagen los publicó en 1979, realizándose después más de veinte reediciones del mismo. Para su actual republicación sólo he corregido una serie considerable de erratas y redondeado frases que estaban incompletas o eran confusas.

 

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Con motivo del Centenario de la Revolución Mexicana que oficialmente celebran los herederos directos de los contrarrevolucionarios de entonces, pues eso son en gran medida los panistas y muchos de los priístas que más que nunca son más institucionales que revolucionarios, revolucionarios , no es gratuito ni mucho menos recordar y difundir el verdadero contenido de ese movimiento matriz, para bien y para mal, del México del siglo XX. Por eso no hay más que felicitar a los inspiradores y ejecutores de la presente edición, los compañeros y compañeras de la nueva editorial Armas de la Crítica, por la publicación de este libro con un conjunto de materiales marxistas que enfocan a profundidad el contenido y desarrollo de este hito histórico tanto de nuestro país como de América Latina. L atina. ¿Qué puedo agregar a lo dicho hace más de tres décadas? Mucho y muy poco, al mismo tiempo. Muy poco porque la visión que expone la conferencia, a saber, entender a la Revolución Mexicana con los conceptos del materialismo histórico, se mantiene firme, prácticamente intacta después de tantos años. Mucho, porque es también mucho lo que se ha publicado y ha enriquecido el conocimiento de la Revolución Mexicana durante el tiempo que ha transcurrido desde entonces. Pero rehacer el texto o escribir uno nuevo no haría justicia al presente trabajo que se sostiene por sí mismo. En otros textos míos ya publicados y que estoy preparando, expongo y expondré algunas de las conclusiones que enriquecen lo planteado hace treinta años. Aquí sólo quisiera aprovechar la ocasión para saldar una deuda que tengo con la defensa de mi trabajo, así como hacer algunas pertinentes aclaraciones que permitan entender mejor el contexto en que fueron escritas las páginas siguientes. El ensayo, en general, fue bien recibido rec ibido y evaluado positivamente por la mayoría de sus lectores. Mas hubo uno en especial, doctor en historia de la Universidad de Cambridge y eminente sabio inglés que se ha dedicado a estudiar la Revolución Mexicana, autor de trabajos considerables entre los cuales en primerísima línea se encuentra precisamente su  Historia de la Revolución Mexicana, libro agotado desde hace décadas. Por supuesto, se trata de Alan Knight, quien en una crítica a este texto hizo una referencia burlona a mi caracterización de la formación social del 1

campo del México porfiriano, como feudocapitalista .

1

 Alan Knight: “La Revolución Mexicana: ¿burguesa, nacionalista o simplemente ‘una gran rebelión’?”, en Cuadernos Políticos, núm. 48, México, octubre-diciembre de 1986.

 

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Afortunado o no, el término “feudocapitalista” era (y lo sigue siendo) para mí un intento de caracterizar la formación social complejísima del México del porfiriato. Mi conocimiento de la concepción de la ley del desarrollo desigual y combinado, de raigambre marxista y cincelada magníficamente con la teorización de León rotsky a partir de las lecciones de las revoluciones rusas, me permitía entender la combinación que dentro de un proceso de penetración y hegemonía cada vez mayores del capitalismo en el México de fines del siglo XIX y principios del XX hacían de la estructura socioeconómica del porfiriato una abigarrada red de relaciones contradictorias capitalistas y precapitalistas. Precapitalistas, o sea, relaciones de servidumbre (el peonaje acasillado), de cuasi esclavitud (como el trato a los indios yaquis secuestrados de Sonora y enviados a las plantaciones tropicales del sureste e incluso muchos de ellos exportados paraLa trabajar en los ingenios Cuba)con y tantos otrosal casos parecidos. obvia actitud hostil dedeKnight respecto marxismo, según él una disciplina que prácticamente no tiene nada de “científico”, explica su desdén ante este intento de los marxistas por entender la complejidad del México prerrevolucionario como un país en donde las clases gobernantes ejercían su dominio del modo más cruel e inhumano. Era el México bárbaro del socialista estadounidense John Kenneth urner que en esos años colaboraba con los magonistas. Knight debió leer las citas que hago de los análisis de Friedrich Katz quien, como lo hacen otros investigadores, explica de modo creíble la situación de servidumbre prevaleciente en el campo mexicano dominado por las haciendas porfiristas. Veinte años después Katz, en su monumental biografía biograf ía de Pancho Villa ratificó ratificó este análisis y lo vinculó v inculó directamente a la explicación del surgimiento del poderoso movimiento revolucionario que fue el villismo. Es realmente extraño que el escrupuloso historiador británico que es Knight no aprecie la vigencia, dentro de las peculiaridades mexicanas, de la ley del desarrollo desigual y combinado en México durante los años previos de la Revolución, tal y como en el mismo momento histórico era vigente, de acuerdo con las peculiaridades rusas, en el país donde se gestaba la primera revolución socialista de la historia. Como se aprecia desde el mismo título del texto, mi intención no sólo

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era detenerme en el análisis macrohistórico interpretativo del proceso revolucionario de 1910-19, matriz del México contemporáneo, sino que intenté aproximarme también al tratamiento de su consecuencia fundamental, el nuevo régimen que surgió en 1917 y específicamente en 1920: el enigmático y camaleónico estado de “la revolución hecha gobierno”

 

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que culminó en el imperio del PRI, ese típico y “muy mexicano” engendro a la vez “revolucionario” e “institucional”. El texto fue sólo una aproximación, una especie de incursión en las playas de un océano de interpretaciones, polémicas y teorías que colman bibliotecas y hemerotecas y que siguen siendo una cuestión candente en la política cotidiana del país. Pero ya desde ésta, que fue una de mis primeras exposiciones sistemáticas de la teoría del bonapartismo mexicano, el debate reverbera en sus páginas. Durante el ciclo mismo de las conferencias, como se puede apreciar más adelante, debí aclararle a Arnaldo Córdova su errónea interpretación de la concepción general del bonapartismo en Marx así como de su aplicación a la experiencia mexicana de Trotsky, quienes nunca consideraron al bonapartismo como revolucionario sino todo lo contrario. contrario. Fue tan evidente la malinterpretación que hacía el profesor Córdova Adolfo Gilly dedicó en su texto algunas para polemizarque contambién él sobre el particular. Después, por mi parte,líneas he escrito abundantemente abundantemen te sobre el tema empezando con los dos tomos de El bona partismo mexicano, (Juan Pablos, primera edición, 1982) y más recientemente en mi libro El escándalo del Estado / Una teoría del poder político en México, (Fontamara, 2000). Más aún, cito al final de ensayo un párrafo de uno de los documentos programáticos del Partido Revolucionario de los rabajadores (PR), que recién acababa de fundarse en 1976 y del cual era yo entonces uno de sus miembros dirigentes. El objetivo de la cita era mostrar la importancia que tenía la caracterización correcta del régimen bonapartista no sólo para mí en particular, sino para enfatizar como el nuevo partido se armaba teóricamente lo mejor posible para comprender al Estado que enfrentaba en su lucha revolucionaria. Hoy la situación es diferente y sólo me restaría reconocer aquí que todavía debemos una explicación exhaustiva del proceso de decadencia del longevo régimen de los bonapartes priístas cuya crisis final comenzó con el fraude electoral de 1988 que llevó a la presidencia a Carlos Salinas de Gortari y que terminó en el año 2000 con la transición electoral pactada con el Partido de Acción Nacional ( PAN). La tarea ante nosotros es descifrar la evolución del “nuevo régimen democrático” cuyos dos gobiernos

panistas han demostrado que todavía están lejos de haber superado por completo la herencia del corporativismo y los mecanismos característicos del tradicional sistema priísta. La hibridez y malformación del nuevo nue vo “régimen democrático” lo han puesto rápidamente en crisis. Primeramente en 2006 cuando el presi-

 

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dente Vicente Fox debió recurrir a otro gigantesco fraude electoral para lograr imponer una sucesión presidencial “a modo”, es decir, poniendo en la silla presidencial a uno de su partido. Esto último determinó que desde su inicio el gobierno de Felipe Calderón, con la pesada carga ilegítima de su origen, sacara al ejército de sus cuarteles para emprender una “guerra contra la delincuencia del narcotráfico” que cada vez más muestra su  verdadero carácter de una ofensiva intimidatoria y represiva contra una población cuyo descontento aumenta. La pertinencia candente de esta interpretación teórica para la acción política revolucionaria es evidente en este momento histórico próximo a las elecciones presidenciales del 2012 en las que el pueblo trabajador está confrontado ante una aparentemente fatal disyuntiva: o seguir padeciendo la devastación de los gobiernos de la derecha clerical panista o PRI

 volver a sersería las víctimas de la dominación del decrépito , cuyo regreso  vengativo de temerse. El nuevo movimiento socialista revolucionario que está surgiendo en México, todavía disperso, pero que el proceso de la lucha de clases hará que sus mejores elementos converjan cada vez más hacia la unificación de sus fuerzas, tiene en su seno los acervos de lucidez y profundidad capaces de lograr el desciframiento de la compleja situación por la que atraviesa la recomposición de la dominación capitalista en el país. De esa tarea depende, en gran medida, la correcta derivación de las líneas políticas revolucionarias conducentes para forjar el programa y la organización de la alternativa independiente, democrática y socialista absolutamente necesaria para garantizarla victoria de las futuras luchas populares. Septiembre de 2010

Este trabajo estará dedicado a precisar uno de los aspectos fundamentales del proceso revolucionario mexicano. A saber sabe r, el del Estado surgido de la Revolución, sus nexos con ella, sus contradicciones internas, su historia, su caracterización y su perspectiva, pues, a casi sesenta años de que surgió, sigue vigente en la actualidad. anto en el capítulo de Adolfo Gilly como en el de Arnaldo Córdova, se ha

presentado un panorama socioeconómico amplio amplio y verídic verídicoo de las fuerzas sociales presentes en el proceso. Armando Bartra, por su parte, ha explicado detallada y magistralmente las razones por las cuales la alternativa proletaria se frustró, fue incapaz de fusionarse con la fuerza más dinámica y poderosa de la Revolución y acabó abriendo la puerta a las soluciones burguesas. Mi esfuerzo se concentr concentrará ará en

 

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demostrar la dinámica de esta Revolución y sus nexos internos que resultaron en concreto en el “Estado revolucionario mexicano”, el cual políticamente surgió a raíz del golpe de Estado del grupo sonorense que se abanderó con el llamado “Plan de Agua Prieta” en 1920, aunque, ideológicamente, tiene sus fuentes tanto en la Con vención  venc ión de Aguasca Aguascalien lientes tes de 1914 1914 como en el Cong Congreso reso Cons Constit tituyen uyente te de de 1917. 1917.

La Revolución Mexicana fue una revolución permanente, expresión de una sociedad trabajada a fondo por el desarrollo desigual y combinado En efecto, la Revolución Mexicana se dio en un contexto histórico-internacional en el que el ciclo de las revoluciones re voluciones democrático-burguesas había llegado a su fin y en que se iniciaba el ciclo de las revoluciones proletarias. La experiencia de 1848-1849 condujo Marx y sus Engels a la conclusión de que la burguesía de Europa occidental había aagotado potencialidades revolucionarias totalmente. En 1871, la Comuna de París sancionó en la práctica la madurez del proletariado europeo para hacerse cargo de la hegemonía del proceso revolucionario, que, en esas circunstancias, culminaría c ulminaría en la dictadura del primero. En los países atrasados y determinados todavía por relaciones de producción con muchos elementos precapitalistas, feudo-capitalistas o capitalistas insuficientemente desarrollados, las tareas de la revolución burguesa fueron estudiadas a fondo y resueltas en la práctica por la obra de Lenin, rotsky y los bolcheviques, herederos en las condiciones del imperialismo, del marxismo revolucionario. La solución dada por los bolcheviques permanece, sesenta años después de realizada, insuperada y confirmada al mismo tiempo por las revoluciones triunfantes así como por las contrarrevoluciones realizadas en el llamado “ercer Mundo”. Sintetizando, esa concepción puede definirse de la siguiente manera: a) El imperialismo, última etapa del capitalismo, exacerba las tensiones de una estructura económica mundial resultante de la ley de desarrollo desigual y combinado. La economía mundial es una realidad que determina las economías nacionales, las cuales pasan a ser expresiones, contradictorias o no, de la primera. b) El imperialismo forja un enjambre económico jerarquizado en el cual existen las formaciones dominantes dominantes y las dominadas, las centrales y las dependientes.

c) La penetración del capitalismo en las economías precapitalistas o capitalistas atrasadas adquiere rasgos sumamente contradictorios. En primer lugar, el poderío financiero de los países centrales destruye la posibilidad del avance de las burguesías dependientes. Los países avanzados obstaculizan el progreso de los atrasados, incluso en condiciones capitalistas. Los

 

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capitalistas extranjeros se apoderan de los recursos más importantes en el renglón de las materias primas, concentrando la producción a la exportación. Así, al mismo tiempo que el imperialismo incorpora a todos los países al mercado mundial, preserva en su interior una estructura económica que impide –hace muy difícil y cuando la permite, la subordina totalmente–, la industrialización y la modernización de los países atrasados. d) Este desarrollo desigual y combinado implica una estructura social so cial extremadamente peculiar. La burguesía nacional se debilita hasta llegar a depender fundamentalmente del imperialismo extranjero. En cambio el proletariado, debido a que surge no sólo por motivos internos, sino fundamentalmente por la inversión de capital c apital extranjero, se desarrolla con mayor fuerza2. En la conformación de este mercado mundial del imperialismo es necesario varias etapas. Etapas que se relacionan los diversosvinculado ciclos pora los distinguir que ha atravesado el centro imperialista, primerocon directamente Europa Occidental y después de la Primera Guerra Mundial, ligado ante todo a Estados Unidos. En la actualidad atravesamos un tercer período en el que el desarrollo desigual ha quitado al imperialismo yanqui la hegemonía absoluta que disfrutaba hace tres o cuatro décadas. En la estructura misma del capitalismo de los países dependientes sucedió un cambio fundamental que selló su destino como países periféricos: al dominar el capital extranjero los procesos fundamentales de acumulación de capital en los países subdesarrollados, éstos fueron sometidos a un papel complementario del desarrollo de la economía de los países imperialistas. Esta situación complementaria explica el que estos países hayan sido hace 50 años fundamentalmente agroexportadores y sean hoy países que experimentan cierto cier to grado de industrialización, ante todo en las ramas de los productos no duraderos: aparatos domésticos, automóviles, etcétera. La estructura de la economía mexicana durante el porfiriato fue conformada de acuerdo con los ejes centrales descritos del surgimiento del imperialismo. capitalismo tardío, afirma que “la directa intervenErnest Mandel, en su libro El capitalismo ción del capital occidental en el proceso proces o de acumulación originaría del capital en los países subdesarrollados estuvo determinada en un grado significativo por la presión compulsiva de este capital a organizar la producción capitalista c apitalista de materias primas en gran escala” e scala”3. Y prosigue precisando aún más:

2

 Jacques Valier: “Impérialisme et révolution permanente”, en Critiques de l'économie politique, núm. 4-5, julio-diciembre de 1971, París, pp. 4-9. 3 tardío, Ediciones Era,  Ernest Mandel: “La estructuración del mercado imperialista”, en  El capitalismo tardío 1979, México, pp. 272-279.

 

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La producción capitalista de materias primas en los países subdesarrollados significó, sin embargo, una producción capitalista bajo condiciones socioeconómicas de producción muy precisas. La enorme cantidad de mano de obra barata disponible en los países subdesarrollados hacía poco ganancioso usar capital fijo a gran escala. La máquina moderna no podía competir con esta mano de obra barata.  En el ámbito de la agricultura agricultura, por tanto, esto condujo esencialmente a una economía de plantación, esto es, a un capitalismo preindustrial , el capitalismo del período de las manufacturas. La ventaja de la nueva plantación comparada con la economía de plantación precapitalista residía, ante todo, en la introducción de una división de trabajo elemental entre los trabajadores manuales, una mayor disciplina de trabajo y una organización y un sistema de contabilidad más racionales. En la esfera de la minería, es verdad, el modo de producción capitalista de materias primas en los países subdesarrollados sí implicó la introducción debajos la maquinaria y elmano iniciode delobra, capitalismo industrial.giganPero aquí, también, los precios decapitalista la mercancía las proporciones tescas del ejército industrial de reserva reserv a y el desahucio relativo del proletariado en estas condiciones, cambió el centro de gravedad del capital de la producción de  plusvalía relativa, ya dominante en el Occidente, a la producción de plusvalía absoluta4.

He aquí analizados los factores condicionantes de la formación económica del México durante durante el porfiriato. Un país convertido en una gigantesca g igantesca plantación desde las haciendas henequeneras de Yucatán hasta los latifundios ganaderos de Chihuahua, pasando por los campos tabacaleros y cafetaleros del Valle Valle Nacional y las estancias e ingenios azucareros de Morelos, Veracruz y Puebla. Si a este panorama agregamos las minas del centro y norte del país, concebiremos con realidad el inmenso  peones nes, mineros semiproletarizados insertos en territorio que albergaba a la masa de peo un sistema capitalista preindustrial , abundante de relaciones sociales precapitalistas. El impacto de la demanda de materias primas durante el porfiriato puede apreciarse sumariamente en la siguiente estadística de los cinco productos más importantes de la agricultura tropical: ARTÍCULO

Caucho Café

1877

27 8 161

1910

7 443 28 014

 Aumento de la producción producción,, 1877-1910 1877-1910 (ton) FUENTE: El Colegio de México,

Tabaco Henequén Heneq uén (sisal) Azúcar

7 504 11 383 629 757

8 223 128 849 2 503 825

Estadísticas económicas del porfiriato: Fuerza de trabajo y actividad económica por sectores,

México, 1961, pp pp.. 71-83.

4

  Ibidem Ibidem, p. 284.

 

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François Chevalier, Chevalier, en su análisis detallado de la economía morelense durante el porfiriato, describe con pluma incisiva las transformaciones de los ingenios en el agro hasta entonces dominado por las viejas comunidades indígenas, las resistencias de las “repúblicas de indios” que habían logrado atravesar casi inmutables por el secular recorrido colonial e independiente cuyas tierras expropiadas estaban siendo transformadas en grandes empresas agroindustriales trabajadas por peones acasillados5. Consideramos que el resorte último y la clave misma de la Revolución, de su estallido y desarrollo, se encuentran precisamente en lo anterior. O sea en el conflicto existente en México desde la misma Independencia pero que la penetración imperialista –expresada por la dictadura porfirista en la superestructura política–, exacerba y tensa hasta hacerlo estallar irremisiblemente, entre una masa campesina de siervos semiproletarizados y la burguesía nacional e imperialista, la cual debe imponerindígenas el capitalismo en el país a campesinos, costa de la expropiación de las comunidades y demás sectores para crear unmasiva proletariado  y para realiza realizarr, en el caso de la la burguesía burguesía aut autóctona, óctona, la acumu acumulación lación origin originaria. aria. La Revolución Mexicana expresa, a este nivel, el fracaso de la vía capitalista impuesta por el imperialismo debido a la resistencia campesina o, mejor, la resistencia de la masa semi  semiprol proletarizada etarizada del campo mexicano de 1910. Una ojeada sobre la estructura de la fuerza de trabajo en el campo, esto es, de la abrumadora mayoría de los trabajadores mexicanos, nos lleva a citar el trabajo interesante y preciso del historiador Friedrich Katz titulado “Las condiciones de trabajo en las haciendas de México durante el porfiriato: modalidades y tendencias”. En él se señalan tres regiones en el sur, centro y norte del país, las cuales, dentro de las diversas particularidades, se distinguían a grandes rasgos por las siguientes características: la creciente demanda, ante todo exterior, de productos agropecuarios, unida a una inversión extranjera en aumento en todo el país pero en especial en el Sur (capital yanqui, alemán, español, cubano y francés), generó un notable aumento de peonaje por p or endeudamiento (acasillado), con modalidades muy parecidas a la esclavitud. Por el contrario, en el Norte, estas mismas causas tu vieron  viero n un un efecto efecto cont contrari rario: o: el el peonaje peonaje por endeud endeudamien amiento to dismi disminuyó nuyó y, en alguno algunoss casos, desapareció por p or completo. Las razones fueron que el aislamiento geográfico  y la falta falta de industr industrias ias en el Sur propicia propiciaron ron el aume aumento nto del del peonaje peonaje por endeudaendeudamiento, mientras que en el Norte, la proximidad con Estados Unidos y la creciente

demanda de brazos en las minas y en la industria debilitaron el peonaje acasillado6. 5 Francois Chevalier: “Un factor decisivo de la revolución agraria en México: la insurrección de Zapata,

1911-1919”, en Cuadernos Americanos, CXIII, núm. 6 (noviembre de 1960), pp. 167-187. 6  Friedrich Katz: “Condiciones de trabajo en las haciendas de México durante el porfiriato: modalidades y

 

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En el centro del país, en cambio, las tendencias fueron contradictorias. Como la región más poblada y sujeta a una tradición secular, el centro experimentó la tradicional expansión de las haciendas a expensas de las comunidades. En el porfiriato, la expansión de los latifundios llegó a un punto crítico. La expulsión masiva de los indios de sus tierras resultó sumamente contradictoria, lo que hizo surgir un tejido social mucho más complejo que en las otras dos regiones. Por su parte, la abundancia de mano de obra era un freno para la aparición de formas esclavistas, e incluso minaba la institución pivote de la hacienda del altiplano, el peonaje acasillado. Sin embargo, las relaciones sociales y políticas chocaban con esa tendencia debido tanto a la ausencia de una salida industrial del empleo de la fuerza de trabajo, como a la necesidad política de la oligarquía hacendaría de mantener su hegemonía. La contradicción era tanto más fuerte y el anacronismo del tinglado político tanto más evidente, en la medida en que al encargarse la hacienda del centro de abastecer ante del todo el mercado interno de víveres, quedaba de las grandes ganancias sector agroexportador tanto del Sur como marginada del Norte. A fines del porfiriato tuvo lugar un proceso contradictorio en el centro del país. La pérdida de incentivos de todo este sector que no participaba de las superganancias agroexportadoras se tradujo, en un momento dado, en su contrario, o sea en la elevación de los precios de los cereales que comenzaron a escasear y que propició la decadencia del sistema hacendario en su conjunto. En ese momento, la presión sobre todo de la masa ma sa recientemente desposeída de tierra resultó irresistible7. La aldea, la comunidad se defendieron, y en su reacción defensiva produjeron la revolución social. Fue esta estructura socioeconómica la que creó el escenario en donde se desarrolló el proceso revolucionario. Para analizar éste y comprenderlo en toda su amplitud y profundidad es necesario, sin embargo, tener en cuenta las premisas metodológicas ya expuestas en este libro por Adolfo Gilly. En efecto, para analizar la dinámica de la Revolución, una vez disecada la anatomía social y económica que en última instancia la produjo, es necesario pasar del nivel estructural objetivo al nivel superestructural subjetivo, es decir, debemos trasladarnos del espacio sociológico y económico al propiamente político. Es la política, después de todo, la que explica el proceso revolucionario en concreto, pues la revolución es básica y simplemente una espectacular lucha de clases. La revolución no es sino la voluntad consciente, la acción transformado-

ra que subjetivamente pone en marcha a esa “locomotora de la historia” como la definió Marx. Y aquí las tradiciones populares, las formas organizativas y la tendencias”, en La servid servidumbr umbree en Méxi México co en la época época porfiri porfiriana ana, México, Sep Setentas, 1976, p. 40. 7 campesinas del Siglo XX , México, Siglo XXI, 1969, p. 37.  Eric Wolf: Las luchas campesinas

 

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resistencia a las fuerzas antipopulares de todo tipo, hasta llegar a las porfiristas, son las que determinaron el estallido y el desarrollo revolucionarios. Son las que explican, a fin de cuentas, el por qué fue en México y no en otro país de América Latina, en donde se produjo la más formidable oposición a la penetración imperialista antes de la Revolución Cubana. Es la incorporación de este aspecto subjetivo en el análisis de la revolución lo que permite hacer a éste global y, por tanto, consecuente con los intereses del proletariado; determinación y criterio de criterios para permanecer en el ámbito de una concepción marxista revolucionaria. El carácter perma  permanente nente de la Revolución Mexicana encuentra su fundamento en el hecho de que su fuerza motriz principal la constituyó esta masa semiproletarizada y campesina que se incrustó al principio en la fisura que el sector liberal de Madero hizo en el aparato dirigente al lanzarse a una insurrección armada contra la dictadura de Díaz y que lo desbordó después cuando Madero, fiel a sus intereses ancien régime de clase, con elmaderista  para enfrentarse susdeseos antiguos aliados c ampecampesinos. Lapactó operación definió a la perfeccióna los y las limitaciones del sector burgués liberal y modernizador modernizador,, ante todo norteño, que entró en contradicción con el régimen autocrático de Díaz. Subjetivamente, si el maderismo hubiera dominado el proceso revolucionario (y básicamente incluyo al carrancismo en la misma corriente), la Revolución Mexicana se habría quedado en una reforma política muy profunda, pero totalmente encuadrada dentro de un régimen y unas relaciones de clase sustancialmente semejantes a las del porfirismo. El carácter perma  permanente nente de la Revolución Mexicana fue dado por el desbordamiento político de las masas semiproletarizadas del campesinado que emprendieron la resolución de las tareas democrático-burguesas en una forma plebeya, dado el hecho de que la l a burguesía estaba simplemente en contra de resolver tales tareas (como fue el caso de los sectores oligárquicos, los mayoritarios que fueron fieles a Díaz hasta el final y que apoyaron después el golpe de estado restauracionista de Victoriano Huerta) o era conciliadora y titubeante, acabando en capituladora (como el grupo liberal de Madero, minoritario dentro de la clase dirigente). Este fenómeno, precisamente, fue destacado desde 1848 por Marx y Engels. Existen muchas citas que podrían ser traídas aquí para mostrar que los dos clásicos constataron desde ese entonces la impotencia y pusilanimidad de la burguesía alemana ante las tareas burguesas de la revolución. Objetivamente Marx  y Engels reconocían el carácter burgués de dichas tareas, pero  subjetivam  subjetivamente ente

tanto preparaban al proletariado para forjar una alianza con la burguesía para resolverlas, como advertían al primero de los titubeos crecientes de la última, titubeos que acabaron en impotencia y cobardía absolutas. Ya Daniel Guérin nos ha mostrado mo strado en su notable y enjundioso estudio sobre la gran Revolución Francesa de 1789, el carácter dual del enfoque marxista de la

 

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revolución que se expresa incluso en su análisis histórico 8. Ha señalado cómo, aun en la revolución burguesa por excelencia, el empuje y la presión de los bras nus y sansculottes, los sectores plebeyos más próximos a un proletariado de una sociedad burguesa todavía no industrializada, fueron determinantes para obligar a la burguesía a avanzar, y cómo en diversas ocasiones fue f ue el desbordamiento de las soluciones, incluso jacobinas, por parte de los dichos sectores, lo que garantizó la derrota de los monárquicos y feudales. Aún más, Guerin muestra que en todos los casos en que el ala más avanzada de la Convención encabezada por Robespierre, resistió e incluso reprimió la fuerza de los bras nus y  sansculottes, la revolución burguesa dio marcha atrás, lo cual condujo, después de todo, al Termidor y, y, después, al primer bonapartismo, b onapartismo, el de Napoleón I. Igualmente señala Guerin en su obra, ejemplo e jemplo de aplicación del método marxista a un proceso proces o revolucionario, cómo aún en plena etapa de la revolución burguesa clásica, la

masa plebeya los de París, encabezada porde Hébert y sus compañeros, logró 1794 protagonizar primeros embriones democracia proletaria, de tipoenconse jista (en el siglo XX el sistema soviético de 1905 y de 1917) 9. Finalmente, sobre el particular, particular, no hay que olvidar que Marx señaló que los enragés (“rabiosos”) de Jacques Roux y Leclerc, a pesar de estar condenados al fracaso, fracas o, constituían el ala más avanzada de la Revolución Re volución Francesa10. Este enfoque dual del marxismo en el juicio de una revolución, si no es comprendido cabalmente, conduce a una visión mecánica y pasiva, típica de las interpretaciones socialdemócratas y estalinistas, en el caso de que se olvide el aspecto  subjetivo o a una visión voluntarista, típica de las corrientes ultras en el caso de que se pase por alto la función objetiva. Sólo así podemos explicarnos cómo las masas expropiadas y arrojadas al yugo de la servidumbre, al latigazo de la esclavitud, a la zozobra del desempleo y a la inseguridad de la vida rural impregnada del despotismo de los rurales y los federales, constituían el elemento altamente inflamable que prendió en Revolución la disidencia del ala maderista con el bloque hegemónico en desgaste del porfirismo. Sólo así es posible definir a la Revolución Mexicana como permanente, comprendiendo que fue un proceso continuo en el que las masas al tomar conciencia, por elemental que sea, de la opresión del hombre por el hombre, al sacudirse de la cabeza a los pies el yugo secular de la explotación, iniciaron una marcha en la que, como señaló Lenin, “se da el transcrecimiento de la l a revolución burguesa en revolución proletaria”. proletaria”. Una

8

 Daniel Guérin: La revolution française française et nous, La aupe, Bruselas, 1969, pp. 11-17. 9 lbidem, pp. 89-97. 10  Karl Marx y Friedrich Engels: Te Holy Family or Critique of Critical Criticism , Moscú, 1956, p. 161. Sagrada Fa Familia milia, México, Ed. Grijalbo, 1967]. [Hay traducción española: Karl Marx y Friedrich Engels, La Sagrada

 

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marcha que profundiza su sendero, en el cual no hay ningún anuncio que señale, como ciertos teóricos de hecho plantean: pl antean: ¡ AENCIÓN! ¡REVOLUCIÓN BURGUESA! ¡PROHIBIDO IR MÁS LEJOS!

Es dentro de esta concepción marxista clásica como podemos explicar por qué en México el proceso de la Revolución, debido a que no fue detenido ni derrotado en la forma en que lo han sido otras revoluciones, “aunque híbrido, confuso, medio ciego y medio me dio sordo” (rotsky (rotsky dixit ),), logró conquistas sustanciales que cambiaron el panorama de la formación social mexicana. mexicana . En México, como país atrasado, con un proletariado industrial muy minoritario y políticamente preparado de modo insuficiente unir al campesinado el poder p oder,que , nolas po día, podía, necesariamente, concluirse lapara revolución democrática11y. tomar Si agregamos insuficiencias sociales y estructurales del proletariado se reflejan, aunque no mecánicamente, en su propia dirección más avanzada, a saber, el magonismo, se puede ver con más claridad por qué el proceso revolucionario quedaría incompleto. No es necesario añadir más al análisis riguroso de Armando Bartra sobre el magonismo, que en general compartimos. Basta decir que esta ausencia proletaria, de su partido dirigente, no significa que la Revolución fue menos revolucionaria, que el empuje campesino se dio con menos intensidad. No hay nada fatalista en esta verificación. Lo dramático fue que todo ese empuje vital no fue concentrado en una victoria histórica de carácter socialista, como la que se daría contemporáneamente en Rusia en 1917. Significa que el proletariado debe ponerse a tono con la dinámica revolucionaria de sus aliados campesinos naturales, que varias veces lo han sobrepasado s obrepasado en la historia de México. A estas alturas no es posible dejar de señalar una divergencia sustancial que tenemos tanto con la concepción de la Revolución Re volución Mexicana del profesor Arnaldo Córdova como del profesor Enrique Semo, ambos autores reconocidos por su amplio y profundo estudio de la cuestión12.

11

 Dice rotsky: En un país atrasado semicolonial o colonial en que el proletariado esté insuficiente mente preparado para unir al campesinado y para tomar el poder, no se puede llevar llev ar a su conclusión la revolución democrática”: en Permanent Revolution, Nueva York, 1963, p. 155. [Hay traducción española, La revolución permanente, Juan Pablos, México, 1979]. 12 ideología de la Revolució Revolución n Mexicana Mexicana, México, Era, 1974. Enrique Semo: “Acerca  Arnaldo Córdova: La ideología del ciclo de las revoluciones burguesas en México”, en  Socialismo, núm. 3, 3er. trimestre de 1975.

 

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En efecto, el profesor Córdova ha señalado en el capítulo II de este libro que: “En la Revolución Mexicana se cumplieron todas aquellas leyes de la revolución burguesa” 13. Ya hemos visto que esas leyes, desde el punto de vista marxista son enfocadas dualmente. En el caso del profesor Córdova, obvio es decirlo, el aspecaspe cto objetivista, por llamarlo de algún modo, es el subrayado. Para él, el proceso revolucionario no condujo a un cambio sustancial de la sociedad mexicana: “la antigua clase dominante, nacional y extranjera, siguió siendo la misma después de la Revolución”. Lo cual define a ésta como una simple “revolución política”, como afirma en su libro La ideología de la Revolución Mexicana. En síntesis, una “revolución política burguesa”. Irónicamente, la definición subestima el aspecto aspec to político del asunto. Sostener que la clase “dominante” posterior a la Revolución siguió siendo la misma evade por completo, precisamente, la cuestión c uestión del dominio, del poder , del Estado. Aquí no estamos antedel un“núcleo problema meramente consistente en demostrar cuántos grupos hegemónico de estadístico la antigua clase dominante” lograron sobrevivir al huracán revolucionario. Seguramente algunos lo lograron. Pero, entonces, se trata de una sobrevivencia singular singular,, particular, particular, pues al nivel general, clasista, sin duda alguna, el "núcleo hegemónico" de la clase dominante durante el porfiriato fue batido en toda la línea en la lucha de clases de 1910-1917, en la contienda  política que lo enfrentó a las masas campesinas proletarizadas. Nos confrontamos ante una concepción del Estado distinta: para nosotros nos otros el Estado, ante todo, es el ejército, la policía, p olicía, el aparato represivo, coercitivo clasista que fue aplastado por los ejércitos campesinos de Villa, Zapata e incluso también por los de Obregón y Carranza. Y, para nosotros, el derrumbe de ese Estado significó el derrumbe de una clase social, a saber, la clase dirigente del porfiriato, la clase terratenientee y sus aliados oligárquicos de las ciudades. terratenient El profesor Córdova señala inmediatamente después de afirmar lo anterior, que fue el cardenismo el que arrebató y eliminó “los centros de poder económico y político de esta parte fundamental de la nueva clase dominante”. Lo que sin duda es un fenómeno bastante curioso: un huracán campesino no liquida a los latifundistas, pero las reformas cardenistas bastan para eliminarlos como “núcleo hegemónico” tanto del porfirismo como de la “nueva clase dominante” (¡ !). Estas milagrosas transformaciones suceden siempre que, a pesar de que se mencionan, en el fondo se consideran absolutamente secundarias las luchas de

las masas en tanto reales motores de la revolución. Y ello sucede a pesar de la  verificación del profesor Córdova del desbordamiento clasista de las luchas de 13

 El autor hace referencia a la obra Interpretaciones de la Revolución Mexicana, publicada por Editorial Nueva Imagen.

 

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Villa y Zapata de los canales reformistas, desbordamiento que no tiene para él más que la justificación del surgimiento del “reformismo social” como el verdadero actor del drama revolucionario. revolucionario. ¡¡Zapata y Villa Villa como los antecesores de los “reformistas sociales” pequeñoburgueses que pulularon en México durante los años veinte y treinta del siglo XX!! El poder dual que surgió de la Revolución, que elocuentemente se expresó en diciembre de 1914 con la entrada de Villa y Zapata, a la Ciudad de México y que quedó fijo plásticamente en la foto, posiblemente la más famosa de la Revolución, de los dos caudillos revolucionarios sentados en dos sillas “presidenciales” en el Palacio Nacional así como la huida de Obregón y Carranza a Veracruz, son en la  visión del profesor profesor Córdova, Córdova, meras anécdotas anécdotas absolutament absolutamentee carentes de signifisignificado político porque objetivamente, lo que a la postre po stre contó fueron los proyectos de Obregón y Carranza, y, en cambio, los de Zapata y Villa estaban destinados al fracaso, aunque fueran al mismo tiempo, según nuestro profesor, precursores de cierto “reformismo social”(¡¿!). Ahora bien, sin otro propósito que el de un debate político a fondo, dentro del espíritu más respetuoso posible, cabe preguntar, desde un punto de vista metodológico, a saber, desde el aspecto subjetivo de la cuestión, como marxista, ¿de qué lado se hubiera puesto el profesor Córdova en la Revolución Mexicana en el caso de participar en ella con las posiciones que sostiene? Evidentemente, no del lado de Zapata y Villa para no hablar del de Flores Magón. En cambio, es obvio decirlo, el verdadero enfoque marxista señala a éstos como los sectores más avanzados. Si hubo marxistas revolucionarios en México en 1910-1917, estamos seguros de que lucharon al lado de los zapatistas, villistas o magonistas. En el caso del profesor Semo, existe igualmente un enfoque objetivista que tiene el agravante de estar fundamentado en la concepción etapista de la re volución, la cual considera que las revoluciones burguesas están e stán separadas se paradas por estancos de las proletarias. En su artículo “Acerca del ciclo de las revoluciones burguesas en México”, el profesor Semo sostiene: Al terminar el ciclo de las revoluciones burguesas, burguesas , en México se inicia la época de preparación de una revolución que sólo puede ser dirigida dirig ida por la clase obrera[...]. Surgiendo en pleno ciclo de revoluciones burguesas (¡ ?), la clase obrera participa en la revolución de 1910-1917 y en el período de reformas de 1935-1940. En ambas ocasiones –sobre todo

en la última– constituye una de las fuerzas motrices más importantes del proceso. Sin embargo, sus expresiones independientes son débiles y no logra plantearse la lucha por la hegemonía. En ambos movimientos se halla presa de la ideología pequeñoburguesa 14. 14

 Enrique Semo, op. cit., p. 74.

 

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El profesor Semo avanza un tramo importante impor tante al considerar, considerar, a diferencia de muchos otros ideólogos ligados como él a los partidos comunistas, que hoy ha terminado el “ciclo de las revoluciones burguesas”. En los casos de Chile y Uruguay, para nombrar sólo los más grotescos, todavía hoy sus direcciones se plantean, a pesar de los numerosos ejemplos que muestran su carácter reaccionario, una alianza con sectores fundamentales de las burguesías de esos países. Sin embargo, la afirmación del teórico del Partido Comunista Mexicano (PCM), tiene un contenido devastador para su propia corriente. Así es, pues cuando preguntamos sobre cuál fue la “ideología pequeñoburguesa que aprisionó al proletariado mexicano” en 1935-1940, período en que su papel fue más importante, todos los testimonios señalan que fue la ideología sostenida por p or Lombardo oledano, oledano, apo yado en toda la línea por p or el PCM, en ese entonces dirigido por Hernán Laborde  y Valentín Valentín Campa. Es decir, decir, la ideología, la política y la práctica del estalinismo. Lo que el profesor Semodedebe apreciar es que lo“proletaria” que él llamagarantizada “ideología pequeñoburguesa” constituía hecho la concepción por la mismísima III Internacional, que en los años treinta, impulsada por Stalin y la burocracia soviética, sancionó y forjó la concepción frente-populista de alianza  y conciliación con la burguesía. al y como lo hemos dicho en otra parte: ‘Alguien ha dicho que si Dios no existiera habría que crearlo’. Los mencheviques rusos no poco lucharon para hacer una realidad la “burguesía democrática” que sólo existía en sus sueños por “occidentalizar” a Rusia. Los estalinistas mexicanos (de los años treinta) tuvieron mejor suerte. Consecuentes hasta la ignominia con su teoría de la revolución por etapas, moldearon la realidad según sus postulados. ¿Que en los años treinta las fuerzas revolucionarias las constituían los obreros y campesinos? ¿Que la burguesía nacional brillaba por su notoria ausencia en el campo revolucionario y cuando emitía un gruñido era para atacar a Cárdenas? ¿Que la realidad chocaba directamente contra su teoría? ¿Que no había el sujeto-histórico capaz de desempeñar el papel “progresista” en favor de la l a “liberación nacional” dentro de los límites del “capitalismo nacional”? Pues entonces había que cambiar la realidad, crear esa clase con las propias manos o, en todo caso, dándole todas las oportunidades: un movimiento revolucionario encauzado en cuerpo y alma a hacer de nuestro país un modelo del capitalismo democrático; un movimiento obrero organizado verticalmente y encade-

nado de pies y manos al carro gubernamental; guber namental; una ideología “nacionalista”; un sentido de orgullo por la “originalidad” de la experiencia mexicana, en fin, la posibilidad de hacer un capitalismo surgido de la última “revolución democrático-burguesa” de la historia y la única de América Latina. L atina. Los estalinistas mexicanos hicieron todo lo que estuvo a su alcance para justificar su teoría en la realidad. Para ellos, consecuentes

 

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estalinistas, hasta su existencia misma estaba en cuestión con tal de hacer realidad la teoría. ¿Que la teoría puesta en práctica implicaba su desaparición como partido? anto peor para el partido15.

Y sólo lo anterior explica que Hernán Laborde propusiera fundir al Partido Comunista Mexicano con el Partido de la Revolución Re volución Mexicana (PRM), antecesor del PRI, ya que en la teoría y la práctica de los frentes populares “la unión del pueblo alrededor del PRM”, era la cuestión clave como lo afirmó en el su discurso en Moscú en el VII Congreso de la Internacional Comunista de 1935. Es esta visión esquemática del ciclo de la “revolución burguesa” la que hay que criticar a fondo. Sin tal crítica, todo intento de superación de los errores estalinistas suena a falso, a un paso p aso adelante y dos atrás. En fin, consideramos que nuestro enfoque global, tanto subjetivo como objetivo, es el queEspermite per mejor explicación delun proceso en. México. elmite únicounque nosanálisis puede yseñalar por qué cursorevolucionario económico, el determinante en última instancia, tomó un camino y no otro. Y para precisar esto, por cierto, es necesario acceder al nivel de los sectores subjetivos: las fuerzas políticas, los partidos, las ideologías, los dirigentes, etcétera. Es decir, para hablar en una forma poco usual en el marxismo, reivindicarnos la responsabilidad moral  de  de los actores de la lucha de clases, en especial del lado proletario.

La fuerza peculiar del campesinado semiproletarizado mexicano La crisis económica e conómica del sistema capitalista mundial de 1907, que se extendió a 1908, afectó duramente a la economía del país, produciendo un desempleo desemple o aún mayor, entre otras razones por la expulsión de muchos mexicanos que trabajaban en Estados Unidos16. Al nivel nacional la presión sobre las tierras de las haciendas se incrementó, hasta romperse el conjunto de relaciones que mantenía el status quo porfirista con motivo de la insurrección maderista. oda la clave de la Revolución Mexicana está en la definición de esta fuerza campesina semiproletarizada, que se expresó ante todo en el Morelos de Zapata  y en la Chihuahua de Villa, pero cuyo impacto se hizo sentir con más o menos intensidad desde Sonora a Yucatán.

15 Manuel Aguilar Mora: La

crisis de de la izquierda izquierda en México (orígenes (orígenes y desarrollo) desarrollo), México, Juan Pablos

Editor, 1978, 192 pp., p. 60. 16  Friedrich Katz, op. cit .,., pp. 60 y 71.

 

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La evaluación marxista del campesinado ha mejorado grandemente desde los tajantes primeros enfoques de los propios Marx y Engels. Durante el siglo XX  debido, por cierto, al triunfo de las revoluciones rusa, china, etcétera, las cuales,  junto a la mexicana, tuvieron como principal masa de apoyo de sus transformaciones al campesinado, el estudio y comprensión de los ascensos de este último han sido notables. Un estudioso profundo de las insurrecciones campesinas en la historia, Barrington Moore, ha dicho correctamente: Resumiendo, las causas más importantes de las revoluciones campesinas han sido la ausencia de una revolución comercial en la agricultura conducida por las clases dirigentes agrarias y la sobrevivencia consecuente consec uente de las instituciones sociales campesinas en la era moderna en que son sometidas a nuevas tensiones y compulsiones. [...] Por sí mismos los campesinos no son capaces de realizar completamente una revolución. [...] Los campesinos tienen que tener líderes de otras clases. clases . Pero no basta la dirección. [...] De hecho las insurrecciones campesinas han sido más frecuentemente f recuentemente reprimidas de lo que han triunfado. Pero cuando triunfan, “los campesinos han suministrado la dinamita para echar abajo el viejo edificio del ancien régime”17.

Barrington Moore y Eric Wolf, entre entre los más destacados analistas del campesinado, señalan de manera abundante cómo, en la actualidad, las insurrecciones campesinas tienden a adoptar un contenido netamente anticapitalista. En el caso de México ha sido, ante todo, el estudio exhaustivo de la insurrección zapatista el que ha permitido comprender lo anterior anterior.. anto anto Sotelo Inclán, como Chevalier y Womack, han destacado el aspecto asp ecto no disoluble en el maderismo y el carrancismo –las corrientes democráticas burguesas de la revolución–, re volución–, del zapatismo18.  En sus estudios sobre el villismo, Friedrich Katz también ha observado el carácter no únicamente democrático-burgués de los vaqueros, pastores y agricultores semiproletarizados de los ejércitos villistas. Incluso más, la estructura del gran latifundio norteño y su acceso mucho más avanzado a la empresa agrocapitalista, condicionaron una mentalidad, en ciertos aspectos, más cercana a las ideas democráticas radicales modernas que la de los campesinos del sur más vinculados a la tradicional comunidad campesina. En efecto, el villismo expropiaba las haciendas en su conjunto, pero no las dividía sino que se entregaban al “Estado”. A través de estas expropiaciones era posible mantener a los ejércitos villistas y a los familiares

17

 Barrington Moore Jr.: Social Origins of Dictatorship and Democracy, Londres, Penguin, Harmondsworth, 1969, pp. 477-479. 18  John Womack:  Zapata y la l a Revolución Mexicana, Siglo XXI, 3ª edición, 1970. Jesús Sotelo Inclán:  Raíz y razón de de Zapata, México, El Colegio de México, 1973. 1973.

 

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de los soldados pues, como dice Katz, “mujeres y niños acompañaban a los soldados  y eran eran aliment alimentados ados por ellos. ellos. Nada Nada es más cara caracter cterísti ístico co de los ejércit ejércitos os revoluc revolucioionarios mexicanos que las ‘soldaderas’, mujeres-soldado que acompañaban por millares al ejército, fuerza que no era tanto militar sino una real ‘migración popular’”19. La máquina guerrera de la División del Norte, provista de las mejores armas conseguidas en la frontera a cambio de ganado y otros productos, no fue una fuerza burguesa. Al contrario, fue el yunque en que se estrelló y fue aplastado el fiero ejército burgués porfirista. Los golpes asestados por esta poderosa fuerza militar, dirigidos contra la burguesía porfiriana, impusieron una nueva relación de fuerzas en el país; cambio que se expresaba en las invasiones de tierra, en las expropiaciones de facto de los latifundios, en la imposición de nuevas relaciones de clase en el agro mexicano que el espíritu restauracionista del carrancismo no pudo liquidar, liquidar, a pesar pe sar de su represión sangrienta del zapatismo y el villismo. esta dura derrota política l a burguesía, la el proyecto proyec democrático-bur democrático-burguésAnte representado por Carranza node lograba sustanciarse. La to burguesía, sin haberdesaparecido ni mucho menos, como clase social so cial se encontraba a la defensiva, de ninguna manera capacitada para gobernar. De esta forma, el trabajo revolucionario del campesinado, a pesar p esar de aparentar el trabajo de Sísifo, es aprovechado, al nivel político, por la capa de origen pequeñoburgués, alrededor de Obregón, Calles, De la Huerta, Maycotte, Alvarado, Hill y demás militares jacobinos que, a pesar de ser sustancialmente diferentes diferentes del zapatismo y el villismo, habían podido confluir parcialmente con ellos en la Convención de Aguascalientes. Esta capa intermedia prevaleció como capa hegemónica en una situación en que las clases fundamentales estaban agotadas o carecían de proyectos realistas y realizables. Sobre los cadáveres, de un lado, de Zapata y Villa y, de otro, de Madero (en el golpe de Huerta) y Carranza (en el golpe de estado de 1920 de los sonorenses), Obregón y sus compadres, con su séquito de licenciados y maestros, representaban los guías de una nación en el impasse. Liquidados Zapata y Villa, el campesinado –que a pesar de lo anterior no podía ser aplastado completamente– debía promover a nuevos dirigentes, los cuales necesariamente fueron los vinculados a Obregón y sus compadres. Aunque representantes de un proyecto distinto y, con relación al de Zapata, contrarrevolucionario, el grupo sonorense representaba, a los ojos campesinos, por lo menos una garantía contra la restauración burguesa a la porfiriana. Sin duda,

es en esta dialéctica de la derrota-victoria parcial del campesinado en donde se encuentran todos los enigmas posteriores de la Revolución Re volución y su principal consecuencia, el nuevo “Estado revolucionario”. 19

 Citado por Eric Wolf: Las luchas campesinas campesinas del siglo XX , México, Siglo XXI, 1969, pp. 59-60.

 

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En primer lugar, lugar, es en esta e sta derrota-victoria parcial en donde yace el desarrollo posterior de la reforma agraria y la vía específica que tuvo en México. Esta vía no fue ni “junker” ni “farmer”, para citar los dos cursos propuestos por Lenin en sus estudios sobre el campesinado. En México, la vía “ejidal” ha significado, de hecho, el reconocimiento de que el campesinado había recuperado la tierra y que el Estado, y no el terrateniente o la burguesía, sería el encargado de tratar con él para apropiarse de su excedente para canalizarlo hacia la industria a cambio de un mejoramiento sustancial de sus condiciones materiales. Sesenta años después de la guerra campesina, el balance del ejido es dramático. Ello no obsta para reconocer que el campesinado ejidal y el pequeño propietario no han sido totalmente desprovistos, pues después de todo mantiene el usufructo de la tierra, a pesar de los embates del neolatifundio, ampliamente ayudado por el propio Estado. Sin embargo, la vía “ejidal”, a diferencia de las vías “farmer” y “junker”, no ha sido sólo un canal la “modernización” agraria (léas e, aburguesamiento (léase, rural). Sin dudadel alguna, para el ejido continúa siendo una conquista campesina a defender defender, , trampolín que partirá la próxima revolución agraria que debe completar el trabajo de Zapata. Z apata.

El régimen de la Revolución: el bonapartismo mexicano La ausencia de claras alternativas democrático-burguesas y socialistas, socialistas , así como el impasse social de las dos clases que las encarnaban, determinó el surgimiento del régimen del grupo sonorense, de neto carácter bonapartista. El fracaso carrancista se debió a la ausencia de una clase capaz de apoyar su proyecto civilista liberal burgués. A pesar de su tributo verbal a las reformas de 1917 plasmadas en la Constitución, Carranza, una vez consolidad consolidadoo supuestamente en el poder, se declaró contra las inversiones agrarias y las huelgas obreras. Obregón, en su lucha contra el viejo presidente para llegar al poder, encontró eco en todos los sectores de la población agredidos y reprimidos por Carranza. Incluso, irónicamente, irónicamen te, encontró por lo menos la neutralidad del imperialismo que no logró consolidar una relación relación aceptable con Carranza. En especial el gobierno estadounie stadounidense, intentó lograr un acuerdo con el nuevo grupo hegemónico, ante todo teniendo en cuenta los ricos yacimientos petroleros amenazados amenazados con ser expropia expropiados. dos. El pretexto para dar el golpe contra Carranza fue el intento de imposición

por éste de un desconocido como candidato, el diplomático amigo del presidente, Bonilla, como su sucesor. Evidentemente, Obregón y sus compadres se consideraban con títulos más legítimos de herederos del poder. rotsky definió con claridad el régimen que surgió a continuación con la definición clásica: clásica : “apo yándose sobre la lucha de los dos campos, [el bonapartismo] ‘salva’ ‘salva’, con la ayuda

 

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de una dictadura burocrático-militar, a la ‘nación’” 20. Una de las principales polémicas sobre la naturaleza bonapartista del régimen mexicano, polémica que ha llegado hasta la Comisión Federal Electoral en la cual el secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles increpó al profesor Octavio Rodríguez Araujo, en la primera sesión de la serie de comparecencias de la reforma política en la que participaban los partidos políticos registrados y que aspiran a serlo21, se refiere al nombre mismo de bonapartismo. Se pone en cuestión el nombre por su origen francés, relacionado a una experiencia específica de ese país en el siglo XIX. Pero es fácil eliminar esta objeción. El bonapartismo, en el marxismo, tiene todas las cartas de naturalización de un concepto político general , como los conceptos dictadura militar, fascismo, democracia, etcétera. Lo peculiar del bonapartismo es su destino mucho más agitado que los conceptos señalados. Nadie cuestiona el carácter italiano del origen del fascismo y, evidentemente, sólo un loco podría afirmar que el origende milenario del concepto griego de lo descalificaría como el nombre la meta política más buscada de“democracia” los pueblos. Para Marx y Engels, y después para Lenin y rotsky, el sistema bonapartista de gobierno era una alternativa tan válida como la democrática, la militar  y la fascista, dentro de las posibilidades del Estado capitalista en su evolución. A diferencia de la democrática, la alternativa bonapartista era despótica y autoritaria. A diferencia de la fascista, su autoritarismo no llegaba a los niveles totalitarios que impedían la existencia de la más elemental forma de organización democrática y obrera. El régimen bonapartista representaba un régimen de “transición”, en el cual las fuerzas fundamentales se confrontaban más o menos equilibradamente y cuya duración dependía de la duración misma de tal situación de las fuerzas sociales. Una “transición” bonapartista, así, podía durar lo mismo unos meses que alargarse un cuarto o medio siglo22. rotsky, inclusive, 20

  León rotsky: “Où va la France?”, en  Ecrits 1928-1940, t. II, París, 1958, p. 7. [Hay traducción al español en línea en la página del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León rotsky”. “¿Adónde va Francia?”, versión digitalizada de la traducción publicada por Editorial Pluma, en Bogotá.] En otra parte rotsky define así al bonapartismo: “En ello reside la función más importante del bonapartismo: al elevarse por arriba de los campos beligerantes b eligerantes para proteger proteger el orden y la propiedad, reprime por medio del aparato militar-policiaco a la guerra civil, impidiéndola o no permitiendo su reanimación”, “La tragedie de la classe ouvriére allemande” y “La révolution espagnole”, en Ecrits 1928-

1940, t. III, París, París , 1959, p. 335. [Hay traducción traducción al español en línea en la página p ágina del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León rotsky”. “La tragedia de la clase obrera alemana” y “La Revolución Española”, Española”, versiones digitalizadas de la traducción publicada por Editorial Pluma, en Bogotá.] 21  Reforma Polític íticaa, Gaceta informativa de la Comisión Federal Electoral, núm. 1, 28 de abril de 1977, p. 16.  Reforma Pol 22  Manuel Aguilar Mora: “De Echeverría a López Portillo: del crepúsculo a la noche del bonapartismo”, en El bonapartismo mexicano II / Crisis y petróleo, México, Juan Pablos, 1982, p. 145-50.

 

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extendió la aplicación de la forma de gobierno bonapartista hasta el primer Estado obrero, la Unión Soviética, el cual, con el estalinismo, adquirió los rasgos de un bonapartismo23. En el caso mexicano la aplicación del concepto requiere especificaciones. oda experiencia política p olítica es inédita iné dita y ello exige un análisis concreto del bonaparb onapartismo mexicano de acuerdo con sus peculiaridades. Resalta a la vista inmediatamente la larga duración de esta experiencia y su extraordinaria estabilidad. Pero estos rasgos no deben sorprendernos si consideramos la fuente revolucionaria que los explican, justifican y originan al mismo tiempo. Un proyecto empírico con Obregón, adquiere sus instituciones con Calles (surgimiento del partido oficial, básicamente), logra impulsar un vasto plan reformista con Cárdenas y, después de muchos conflictos, es aceptado, reforzado e incluso propagandizado por el imperialismo a partir de Miguel Alemán. Durante 25 años (de 1934 a 1959) disfrutó, además, del apoyo consecuente de la izquierda marxista (estalinista) existente en el país, básicamente alrededor del Partido Comunista ( PCM) y el lombardismo, el movimiento alrededor de Vicente Lombardo oledano. Sólo a partir de los años sesenta se ha comenzado a conformar una oposición de izquierda al régimen, pero, ante todo, vinculada a los sectores medios. me dios. La clase obrera, la fuerza políticamente capaz de presentar una alternativa clasista diferente, fue entregada atada de pies y manos por su dirección estalinolombardista al Estado, el cual implementó con el sucesor de Lombardo, Fidel Velásquez, en la Confederación de rabajadores Mexicanos (CM), el sistema de control charro. El campesinado, desde 1920, no ha dejado de combatir y presionar para conseguir más tierras, más créditos, más técnica y más atención a sus necesidades. Desde 1968, en todo el país se siente la presencia de un nuevo sector masivo que ha impugnado y desafiado la política oficial: el estudiantado. Pero en síntesis, las clases sociales en México, hasta muy recientemente sólo tenían la oportunidad de expresarse políticamente en el cuadro oficial, en su cemento priísta. El régimen bonapartista marcó indeleblemente al Estado moderno burgués, de tal forma que en México se puede hablar justificadamente de un  sistema bonapartista estructural . No sólo la función bonapartista encarna en un hombre que, periódicamente, se renueva; el sistema de gobierno todo, jerarquizado y autoritario, reproduce en el rincón más apartado la función que a nivel nacional corresponde al presidente24.

La relación de la burguesía con su Estado bonapartista es uno de los aspectos asp ectos más importantes y enigmáticos de su desarrollo. Desde 1920, el Estado E stado expropió 23

traicionada, México, Juan Pablos,  León rotsky: La Revolución traicionada Pablos, 1972, cap. XI.  Manuel Aguilar Mora, “De Echeverría a...”, op. cit., pp. 32-33.

24

 

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políticamente a la clase a la cual se debe y sirve fundamentalmente. La fortaleció y consolidó económicamente, sexenio tras sexenio, hasta convertirla en la segunda burguesía más fuerte del subcontinente latinoamericano. Pero la relación política paternalista del Estado con respecto a la burguesía ha constituido el talón de Aquiles de la misma. Hoy, más rica que nunca, apenas comienza a balbucear el lenguaje de la política que monopolizó la burocracia bonapartista durante 60 años25. La negociación con el imperialismo, el control de las masas obreras, la neutralización vía reformas del campesinado, el fomento de la cultura c ultura oficial a través del sector de intelectuales, permiten al Estado sostener su posición hegemónica frente a una burguesía tradicionalmente pobre en su expresión política. Mas el poderío económico de la burguesía no es vano. Hoy presenciamos con claridad que lo que no hicieron sus voceros vo ceros más representativos (Vasconcelos, el Partido de Acción Nacional, Almazán, Henríquez Guzmán, etcétera) al nivel de la política, el capital lo está haciendo aceleradamente: filtrar y “aburguesar”, por así decirlo, el equipo gobernante a sus niveles más altos. Pero 60 años de régimen bonapartista no han sido gratuitos. Durante esa trayectoria, la “sociedad civil”, civil”, para expresarnos con un término de moda, se encuentra marcada por esa mezcla de populismo p opulismo y violencia, paternalismo y autoritarismo que han definido a la formación política. p olítica. La única manera de acceder a niveles políticos maduros, que eliminen al sistema tradicional, es la exacerbación de la lucha de clases; la madurez, en especial, del proletariado como clase política, consciente y revolucionaria. El mutis del bonapartismo será la señal de la irrupción de la lucha de clases revitalizadora y enérgica, por tanto tiempo amordazada por el bozal burocrático. Engels definió certeramente: La característica del bonapartismo tanto con respecto respe cto a los obreros como a los capitalistas, es que les impide luchar entre ellos. Esto es, defiende a la burguesía frente a los ataques violentos de los obreros, favorece las pequeñas escaramuzas pacíficas entre las dos clases, arrebatándoles al mismo tiempo, tanto a unos como a otros, todo espacio de poder político. Sin derechos a asociación, sin derecho de reunión, sin libertad de prensa. El sufragio universal, bajo la presión de la burocracia, hace imposible toda elección de la oposición. Es, en fin, un régimen policiaco[...] 26.

¿Qué mejor definición podríamos dar del sistema mexicano que haga una 25

  Idem Idem.  Karl Marx y Friedrich Engels: Ecrits militaires, París, L’Herne, 1970, p. 357.

26

 

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descripción más acabada que ésta é sta del viejo Engels, acuñada hace un siglo? Resta, finalmente, poner algunos puntos sobre las íes. En efecto, el profesor Córdova ha dedicado parte de su capítulo a impugnar la caracterización aquí planteada del gobierno mexicano. Con el afán de precisar, cito textualmente el párrafo del profesor Córdova: “rotsky escribió pocos años antes de morir que el régimen de la revolución mexicana era ‘bonapartista’, y los trotskistas nos siguen hablando de una revolución ‘bonapartista’.” Esta primera cita sólo merece el siguiente comentario: ¿dónde, entre los escritos trotskistas, el profesor Córdova encontró esa caracterización de la revolución como “bonapartista”? Es correcto que consideramos al régimen de la Revolución Mexicana como tal, pero hemos explicado ya en esta conferencia nuestra concepción de la Revolución Mexicana como permanente, como una revolución democrático-bur democ rático-burguesa guesa que fue desbordada varias veces por fuerzas anticapitalistas que apuntaban, sin conseguirlo, a un proyecto diferente al burgués, sin ser estrictamente socialista. socialista . Más adelante, el profesor Córdova, citando textualmente un párrafo de rotsky rotsky,, hace una conclusión abusiva. El texto de rotsky rotsky es el siguiente:   En los países industrialmente atrasados, el capital c apital extranjero desempeña un papel decisivo. De aquí la debilidad relativa de la burguesía nacional respecto del papel del proletariado nacional. Esto da origen a condiciones especiales del poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el doméstico, entre la débil burguesía nacional y el proletariado relativamente poderoso. Esto confiere al gobierno un carácter bonapartista sui generis, un carácter distinto27.

El profesor Córdova, a continuación señala: “De acuerdo con rotsky, rotsky, la particularidad del  Estado mexicano consiste por tanto en que había logrado colocarse, por decirlo de cirlo así, por encima de las clases” clases”.. Y más adelante continúa: Que el Estado se coloque por encima de las diferentes fracciones de la clase cl ase dominante  y de todas las clases sociales, porque sólo así puede dirigirlas a todas y sólo así puede ejercer el dominio sobre el conjunto de la sociedad, no autoriza en modo alguno a afirmar que el Estado sea ‘neutral’ frente a las clases sociales mismas (‘ni burgués ni proletario’). Ésta es una de las mayores falacias f alacias que encierra encierr a la tesis del ‘bonapartismo’. odo Estado es un Estado de clase.

En primer lugar, es evidente, por la propia cita de rotsky criticada por el profesor Córdova, que el primero se refiere al gobierno de Cárdenas como “un 27

programaa de de transic transición ión y otros otros escritos, México, Editorial Cultura Obrera, 1973, p. 168.  León rotsky: El program

 

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gobierno con carácter bonapartista  sui generis” y no al Estado mexicano. Las conclusiones que el profesor Córdova saca de la teoría del bonapartismo de rotsky son erróneas, tal y como se puede comprobar con sólo leer un poco más adelante de la cita proporcionada, correspondiente al escrito “La industria nacionalizada y la administración obrera”, en el que habla de la expropiación petrolera mexicana y la administración obrera que la siguió. Se dice allí: “Estas medidas permanecen enteramente dentro del dominio del capitalismo de Estado [...]” Y con más contundencia, rotsky agrega: “El gobierno burgués mismo ha llevado a cabo la nacionalización y se ha visto obligado a pedir la participación de los obreros en la administración de la industria nacionalizada”28. Es claro, pues, que no hay nada de una “supuesta neutralidad” del gobierno bonapartista, ni de un Estado sin carácter c arácter de clase. Después de todo, rotsky no abandonó jamás la teoría clasista del Estado del marxismo y el leninismo, lo cual nos sorprende ponga en duda un conocedor del marxismo como es el profesor Córdova. Posiblemente éste se refiere en sus críticas c ríticas a una importante corriente política mexicana que, en efecto, aceptando la concepción del gobierno bonapartista mexicano, revisa su carácter de clase. Nos referimos al “nacionalismo revolucionario”, uno de cuyos exponentes, el compañero Antonio Gershenson, expone en su reciente rec iente libro, El rumbo de México México, una concepción ambigua en la que no queda claro si se adhiere a la teoría leninista del Estado como “órgano “órgano de opresión y de dominación social de una clase clas e sobre otra u otras”29. Para redondear esta aclaración sin que quede la menor duda, me permitiré citar un párrafo de los documentos del Congreso de Fundación de 1976 del Partido Revolucionario de los rabajadores: rabajadores: El bonapartismo mexicano es de carácter burgués y, en último término, profundamente reaccionario. Esto no significa que en 1920 Obregón volvió el péndulo a una situación contrarrevolucionaria anterior a 1910. ampoco quiere decir que la burguesía se identifique plenamente con él o con algunas de sus medidas que a veces pueden incluso, contar con el total repudio de la clase capitalista nacional (la reforma agraria que afectó a los latifundistas) l atifundistas) y del imperialismo (la expropiación petrolera)30.

El presente capítulo tiene un objetivo: promover aún más una comprensión

marxista de nuestra madre, la Revolución Mexicana, y de su principal consecuen 28

  Ibidem Ibidem, pp. 169-170.  Antonio Gershenson: El rumbo de México México, México, Ed. Solidaridad, abril de 1976. 30  “esis del PR sobre la Revolución Mexicana (pasada y futura)” en Resoluciones del Congreso Congreso de Fundación del  PR , México, 1977, pp. 15-16. 29

 

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cia, el Estado capitalista bonapartista, surgido dialécticamente de ella. Como los militares en las batallas, los políticos revolucionarios deben delinear su estrategia de acuerdo con el conocimiento preciso de sus enemigos. Con el análisis de su origen, funcionamiento y anatomía, quisiéramos contribuir al mejor conocimiento del poder en México. Después de 1968, es evidente que se ha iniciado la declinación histórica de este sistema de dominación tradicional. Vivimos hoy su agonía. Ella se da en el marco descrito antes. A pesar de lo poderoso po deroso que aparece, el régimen bonapartista se asienta en unos cimientos que empiezan a moverse. Son las sacudidas que anuncian nuevas gestas revolucionarias en México: en esta ocasión, con mucho mayores probabilidades de éxito, completarán la obra que los trabajadores dirigidos por Zapata Z apata y Villa iniciaron. No sólo aplastar al Estado E stado capitalista, sino levantar sobre sus ruinas el Estado obrero mexicano, con una  vocación internacionalista que lo vincule a la lucha por la Federación Socialista Latinoamericana.

 

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Parte III II I

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Manifiesto La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano al Pueblo de México

Mexicanos: La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano ve con simpatía vuestros esfuerzos para poner en práctica los altos ideales de emancipación política, económica y social, cuyo imperio sobre la tierra pondrá fin a esa ya bastante larga contienda del hombre contra el hombre, que tiene su origen en la desigualdad de fortunas que nace del principio de la propiedad privada. Abolir ese principio significa el aniquilamiento de todas las instituciones políticas, económicas, sociales, religiosas y morales que componen el ambiente dentro del cual se asfixian la libre iniciativa y la libre asociación de los seres humanos que se ven obligados, para no perecer, a entablar entre sí una encarnizada competencia, de la que salen triunfantes, no los más buenos, ni los más abnegados, ni los mejor dotados en lo físico, f ísico, en lo moral o en lo intelectual, sino los más astutos, los más egoístas, los menos escrupulosos, los más duros de corazón, los que colocan su bienestar personal sobre cualquier consideración de humana solidaridad y de humana justicia. Sin el principio de la propiedad privada no tiene razón de ser el gobierno, necesario tan sólo para tener a raya a los desheredados en sus querellas o en sus rebeldías contra los detentadores de la riqueza social; ni tendrá razón de ser la Iglesia, cuyo exclusivo objeto es estrangular en el ser humano la innata rebeldía contra la opresión y la explotación por

la prédica de la paciencia, de la resignación y de la humildad, acallando los gritos de los instintos más poderosos y fecundos con la práctica de penitencias inmorales, crueles y nocivas a la salud de las la s personas y, para que los pobres no aspiren a los goces de la tierra y constituyan un peligro para los privilegios de los ricos, prometen a los humildes, a los más resignados, a los más pacientes, un cielo que se mece en el infinito, más allá de las estrellas que se alcanzan a ver ver..

 

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Capital, autoridad, clero: he ahí la trinidad sombría que hace de esta bella b ella tierra un paraíso para los que han logrado acaparar en sus garras por la astucia, la l a violencia y el crimen, el producto del sudor, sudor, de la sangre, de las lágrimas y del sacrificio de miles de generaciones de trabajadores y un infierno para los que con sus brazos y su inteligencia trabajan la tierra, mueven la maquinaria, edifican las casas, transportan los productos, quedando de esa manera dividida la humanidad en dos clases sociales de intereses diametralmente opuestos: la clase capitalista y la clase trabajadora; la clase que posee la tierra, la maquinaria de producción y los medios de transportación de las riquezas, riquezas , y de la clase que no cuenta más que con sus brazos y su inteligencia para proporcionarse el sustento. Entre estas dos clases sociales no puede existir vínculo alguno de amistad ni de fraternidad, porque la clase poseedora está siempre dispuesta a perpetuar el sistema económico, político y social que garantiza el tranquilo disfrute de sus rapiñas, mientras la clase traba jador traba jadoraa hace esfuerzos por destruir ese sistema inocuo para instaurar un medio en el cual la tierra, las casas, la maquinaria de producción y los medios de transportación sean de uso común.

Mexicanos: El Partido Liberal Mexicano reconoce que todo ser humano, por el solo hecho de venir a la  vida, tiene derecho a gozar de todas y cada una de las ventajas ventajas que la civilización moderna ofrece, porque esas ventajas son el producto del esfuerzo y del sacrificio de la clase traba jadora de todos los tiempos. tiempos. El Partido Liberal Mexicano reconoce, como necesario, el trabajo para la subsistencia, y, por lo tanto, todos, con excepción de los ancianos, de los impedidos e inútiles y de los niños, tienen que dedicarse a producir algo útil para poder dar satisfacción a sus necesidades. El Partido Liberal Mexicano reconoce que el llamado derecho de propiedad individual es un derecho inicuo, porque sujeta al mayor número de seres humanos a trabajar y a sufrir para la satisfacción y el ocio de un pequeño número de capitalistas. El Partido Liberal Mexicano reconoce que la autoridad y el clero son el sostén de la iniquidad capital, y, por lo tanto, la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano ha declarado solemnemente guerra a la autoridad, guerra al capital, guerra al clero. Contra el capital, la autoridad y el clero, el Partido Liberal Mexicano tiene enarbolada

la bandera roja en los campos de la acción en México, donde nuestros hermanos se baten como leones, disputando la victoria a las huestes de la burguesía, o sea maderistas, reyistas, vazquistas, científicos; y tantas otras cuyo único propósito es encumbrar a un hombre a la primera magistratura del país, para hacer negocio a su sombra sin consideración alguna a la masa entera de la población de México, y reconociendo, todas ellas, como sagrado, el derecho de propiedad individual.

 

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Manifiesto La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano al Pueblo de México

En estos momentos de confusión, tan propicios para el ataque contra la opresión y la explotación, en estos momentos en que la autoridad, quebrantada, desequilibrada, vacilante, acometida por todos sus flancos por las fuerzas de todas las pasiones desatadas, por la tempestad de todos los apetitos avivados por la esperanza de un próximo hartazgo; en estos momentos de zozobra, de angustia, de terror para todos los privilegios, masas compactas de desheredados invaden las tierras, queman los títulos de propiedad, ponen las manos creadoras sobre la fecunda tierra y amenazan con el puño a todo lo que ayer era respetable: autoridad y clero; abren el surco, esparcen la semilla y esperan, emocionados, los primeros frutos de un trabajo libre. Éstos son, mexicanos, los primeros resultados prácticos de la propaganda y de la acción de los soldados del proletariado, de los generosos sostenedores de nuestros principios igualitarios, de nuestros hermanos que desafían toda imposición y toda explotación con este grito de muerte para todos los de arriba y de vida y de esperanza para todos los de abajo: ¡Viva ierra ierra y Libertad! Liber tad! científicos La tormenta se arecrudece día a día: amaderistas, reyistas, , delabarristas os llaman gritos, mexicanos, que voléis vazquistas, a defender sus desteñidas banderas, protectoras de los privilegios de la clase capitalista. No escuchéis las dulces canciones de esas sirenas, que quieren aprovecharse de vuestro sacrificio para establecer un gobierno, esto es, un nuevo perro que proteja los intereses de los ricos. ¡Arriba todos; pero para llevar a cabo la expropiación de los bienes que detentan los ricos! La expropiación tiene que ser llevada a cabo a sangre y fuego durante este grandioso movimiento, como lo han hecho y lo están haciendo nuestros hermanos los habitantes de Morelos, sur de Puebla, Michoacán, Guerrero, Veracruz, norte de amaulipas, Durango, Sonora, Sinaloa, Jalisco, Chihuahua, Oaxaca, Yucatán, Quintana Roo y regiones de otros estados, según ha tenido que confesar la misma prensa burguesa de México, en que los proletarios han tomado posesión de la tierra sin esperar a que un gobierno paternal se dignase hacerlos felices, conscientes de que no hay que esperar nada bueno de los gobiernos y de que  La emancipac emancipación ión de los trabaja trabajadores dores debe ser obra de los trabajadores mismos. Estos primeros actos de expropiación han sido coronados por el más risueño de los éxitos, pero no hay que limitarse a tomar tan sólo posesión de la tierra y de los implementos de agricultura: hay que tomar resueltamente posesión de todas las industrias por los trabajadores de las mismas, consiguiéndose de esa manera que las tierras, las minas, las fábricas, los talleres, las fundiciones, los carros, los ferrocarriles, los barcos, los almacenes de todo género y las casas queden en poder de todos y cada uno de los habitantes de México, sin distinción de sexo. Los habitantes de cada región en que tal acto de suprema justicia se lleve a cabo no tienen otra cosa que hacer que ponerse de acuerdo para que todos los efectos que se hallen en

las tiendas, almacenes, graneros, etcétera, sean conducidos a un lugar de fácil acceso para todos, donde hombres y mujeres de buena voluntad practicarán un minucioso inventario de todo lo que se haya recogido, para calcular la duración de esas existencias, teniendo en cuenta las necesidades y el número de los habitantes que tienen que hacer uso de ellas, desde el momento de la expropiación expropiación hasta que en el campo se levanten las primeras cosechas  y en las demás industrias industrias se produzcan los primeros efectos.

 

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Hecho el inventario, los trabajadores de las diferentes industrias se entenderán entre sí fraternalmente para regular la producción; de manera que, durante este movimiento, nadie carezca de nada, y sólo se morirán de hambre aquellos que no quieran trabajar, con excepción de los ancianos, los impedidos y los niños, que tendrán derecho a gozar de todo. odo lo que se produzca será enviado al almacén general en la comunidad del que todos tendrán derecho a tomar todo lo que necesiten según sus necesidades, sin otro requisito que mostrar una contraseña que demuestre que está trabajando en tal o cual industria. Como la aspiración del ser humano es tener el mayor número de satisfacciones con el menor esfuerzo posible, el medio más adecuado para obtener ese resultado es el trabajo en común de la tierra y de las demás industrias. Si se divide la tierra y cada familia toma un pedazo, además del grave peligro que se corre de caer nuevamente en el sistema capitalista, pues no faltarán hombres astutos o que tengan hábitos de ahorro que logren tener más que otros y puedan a la larga poder explotar a sus semejantes; además de este grave peligro está el hecho de que si una familia f amilia trabaja un pedazo de tierra, tendrá que trabajar tanto o más que como se hace que hoy se bajo el sistema de la propiedad individual obtener el mismo resultado mezquino obtiene actualmente, mientras que si separa une la tierra  y la trabajan en común los campesinos, trabajarán menos y producirán más. Por supuesto supuesto que no ha de faltar tierra para que cada persona pueda tener su casa y un buen solar para dedicarlos a los usos que sean de su agrado. Lo mismo que se dice del trabajo en común de la tierra, puede decirse decirs e del trabajo en común de la fábrica, del taller, etcétera; pero cada quién, según su temperamento, según sus gustos, según sus inclinaciones podrá escoger el género de trabajo que mejor le acomode, con tal de que produzca lo suficiente para cubrir sus necesidades y no sea una carga para la comunidad. Obrándose de la manera apuntada, esto es, siguiendo sig uiendo inmediatamente a la expropiación la organización de la producción, libre ya de amos y basada en las necesidades de los habitantes de cada región, nadie carecerá de nada a pesar del movimiento armado, hasta que, terminado este movimiento con la desaparición del último burgués y de la última autoridad o agente de ella, hecha pedazos la ley sostenedora de privilegios y puesto todo en manos de los que trabajan, nos estrechemos todos en fraternal f raternal abrazo y celebremos con gritos de júbilo la instauración de un sistema que garantizará a todo ser humano el pan y la libertad. Mexicanos: Por esto es por lo que lucha el Partido Liberal Mexicano. Por esto es por lo que derrama su sangre generosa una pléyade de héroes, que se baten bajo la bandera roja al grito prestigioso de ¡ierra y Libertad!

Los liberales no han dejado caer las armas a pesar de los tratados de paz del traidor Madero con el tirano Díaz, y a pesar también, de las incitaciones de la burguesía, que ha tratado de llenar de oro sus bolsillos, y esto ha sido así, porque los liberales somos hombres convencidos de que la libertad política no aprovecha a los pobres, sino a los cazadores caz adores de empleos; y nuestro objeto no es alcanzar empleos ni distinciones, sino arrebatarlo todo de las manos de la burguesía, para que todo quede en poder de los trabajadores.

 

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Manifiesto La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano al Pueblo de México

La actividad de las diferentes banderías políticas que en estos momentos se disputan la supremacía, para hacerla que triunfe, exactamente lo mismo que hizo el tirano Porfirio Díaz, porque ningún hombre, por bien intencionado que sea, puede hacer algo en favor de la clase pobre cuando se encuentra en el poder; poder ; esa actividad ha producido el caos c aos que debemos apro vecharr los desh  vecha deshereda eredados, dos, toma tomando ndo venta ventajas jas de las circuns circunstancias tancias especia especiales les en que se encue encuenntra el país, para poner en práctica, sin pérdida de tiempo, sobre la marcha, los ideales sublimes del Partido Liberal Mexicano, sin esperar a que se haga la paz para efectuar la expropiación, pues para entonces ya se habrán agotado las existencias de efectos en las tiendas, graneros, almacenes y otros depósitos, y como al mismo tiempo, por el estado de guerra en que se habrá encontrado el país, la producción se habrá suspendido, el hambre sería la consecuencia de la lucha, mientras que efectuando la expropia expropiación ción y la organización del trabajo libre durante el movimiento, ni se carecerá de lo necesario en medio del movimiento ni después. Mexicanos: Si queréis ser de una vez libres no luchéis por otra causa que no sea la del Partido Liberal Mexicano. odos os ofrecen libertad política para después del triunfo: los liberales os in vitamos a tomar la l a tierra, la maquinaria, los medios de transportación transpor tación y las casas desde luego, sin esperar a que nadie os dé todo ello, sin aguardar a que una ley decrete tal cosa, porque las leyes no son hechas por los pobres sino por señores de levita, lev ita, que se cuidan bien de hacer leyes en contra de su casta. Es el deber de nosotros los pobres trabajar y luchar por romper las cadenas que nos hacen esclavos. Dejar la solución de nuestros problemas a las clases educadas y ricas es ponernos voluntariamente entre sus garras. Nosotros los plebeyos; nosotros los andrajosos; nosotros los hambrientos; los que no tenemos un terrón donde reclinar la cabeza; los que  vivimos atormentad atormentados os por la incerti incertidumbre dumbre del del pan de mañan mañanaa para nuestras compañeras compañeras  y nuestros nuestros hijos; los que, llegados llegados a viejos, somos despedidos despedidos ignominiosam ignominiosamente ente porque porque ya no podemos trabajar, trabajar, toca a nosotros hacer esfuerzos esfu erzos poderosos, sacrificios sacr ificios mil para destruir hasta sus cimientos el edificio de la vieja sociedad, que ha sido hasta aquí una madre cariñosa para los ricos y los malvados, y una madrastra huraña para los que trabajan y son buenos. odos los males que aquejan al ser humano provienen del sistema actual, que obliga a la mayoría de la humanidad a trabajar y a sacrificarse para que una minoría privilegiada satisfaga todas sus necesidades y aun todos sus caprichos, viviendo en la ociosidad y en el  vicio. Y menos malo si todos los pobres pobres tuvieran asegurado asegurado el trabajo; trabajo; como la producción producción no está arreglada para satisfacer las necesidades de los trabajadores sino para dejar utilidades a los burgueses, éstos se dan maña para no producir más que lo que calculan que

pueden expender, expender, y de ahí los paros periódicos de las la s industrias o la l a restricción del número de trabajadores, que proviene, también del hecho del perfeccionamiento de la maquinaria, que suple con ventaja los brazos del proletariado. Para acabar con todo eso es preciso prec iso que los trabajadores tengan en sus manos la l a tierra  y la maquinaria de producción, y sean ellos los que regulen la producción de las riquezas atendiendo a las necesidades de ellos mismos.

 

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El robo, la prostitución, el asesinato, el incendiarismo, la estafa, productos son del sistema que coloca al hombre y a la mujer en condiciones en que para no morir de hambre se  ven obligados obligados a tomar tomar de donde donde hay o a prostitui prostituirse, rse, pues pues en en la mayoría de los casos, aunque se tengan deseos grandísimos de trabajar, no se consigue trabajo, o es éste tan mal pagado, que no alcanza el salario ni para cubrir las más imperiosas necesidades del individuo y de la familia, aparte de que la duración del trabajo bajo el presente sistema capitalista y las condiciones en que se efectúa, acaban en poco tiempo con la salud del trabajador, y aun con su vida, en las catástrofes industriales, que no tienen otro origen que el desprecio con que la clase capitalista ve a los que se sacrifican por ella. Irritado el pobre por la injusticia de que es objeto; colérico ante el lujo insultante que ostentan los que nada hacen; apaleado en las calles por el polizonte por el delito de ser pobre; obligado a alquilar sus brazos en trabajos que no son de su agrado; mal retribuido, despreciado por todos los que saben más qué él o por los que por dinero se creen superiores a los que nada tienen; ante la expectativa de una vejez tristísima y de una muerte de animal de laotro; cuadra por inservible; inquieta anteaun la posibilidad dede quedar sin trabajo despedido de un día para obligado a ver como enemigo a los mismos su clase, porque no sabe quién de ellos será el que vaya a alquilarse por menos de lo que él gana, es natural que en estas circunstancias se desarrollen en el ser humano instintos antisociales y sean el crimen, la prostitución, la deslealtad, los naturales frutos fr utos del viejo y odioso sistema que queremos destruir hasta en sus más profundas pro fundas raíces para crear uno nuevo de amor, de igualdad, de justicia, de fraternidad, de libertad. ¡Arriba todos como un solo hombre! En las manos de todos están la l a tranquilidad, el bienestar, la libertad, la satisfacción de todos los apetitos sanos; pero no nos dejemos guiar por directores; que cada quien sea el amo de sí mismo; que todo se arregle por el consentimiento mutuo de las individualidades libres. ¡Muera la esclavitud! ¡Muera el hambre! ¡Viva ierra y Libertad! Mexicanos: Con la mano puesta en el corazón y con nuestra conciencia conciencia tranquila, os hacemos un formal y solemne llamamiento a que adoptéis, todos, hombres y mujeres, los altos ideales del Partido Liberal Mexicano. Mientras haya pobres y ricos, gobernantes y gobernados, no habrá paz, ni es de desearse que la haya porque esa paz estaría fundada en la desigualdad política, económica y social, de millones de seres humanos que sufren hambre, ultrajes, prisión y muerte, mientras una pequeña pe queña minoría goza toda suerte de placeres y de libertaliber tades por no hacer nada. ¡A la lucha!; a expropiar con la idea del beneficio para todos y no para unos cuantos,

que esta guerra no es una guerra de bandidos, sino de hombres y mujeres que desean que todos sean hermanos y gocen, como tales, de los bienes que nos brinda la naturaleza y el brazo y la inteligencia del hombre han creado, con la única condición de dedicarse cada quien a un trabajo verdaderamente útil.

 

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Manifiesto La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano al Pueblo de México

La libertad y el bienestar están al alcance de nuestras manos. El mismo esfuerzo y el mismo sacrificio que cuesta elevar a un gobernante, esto es, un tirano, cuesta la expropiación de los bienes que detentan los ricos. A escoger, pues: o un nuevo gobernante, esto es, un nuevo yugo, o la expropiación salvadora y la abolición de toda imposición religiosa, política o de cualquier otro orden.

¡Tierra ¡T ierra y Libertad! Dado en la ciudad de los Ángeles, estado de California, Estados Unidos de América, a los 23 días del mes de septiembre de 1911.

RicardoLibrado Flores Magón Rivera Anselmo L. Figueroa Enrique Flores Magón

Fuente: Jesús Silva Herzog: Breve histor historia ia de la Revoluc Revolución ión Mexican Mexicanaa / Los antecede antecedentes ntes y la etapa etapa maderista maderista, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 2000.

 

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Plan de Ayala 28 de noviembre de 1911

Plan Libertador de los hijos del Estado de Morelos afiliados al Ejército Insurgente que defiende el cumplimiento del Plan de San Luis, con las reformas que ha creído conveniente aumentar en beneficio de la Patria Mexicana.

Los que subscribimos, Junta Revolucionaria, sostener y llevar a cabo las promesas que hizo constituidos la Revoluciónendel 20 de noviembre depara 1910, próximo pasado, declaramos solemnemente ante la faz del mundo civilizado, que nos juzga, y ante la Nación a que pertenecemos y amamos, los propósitos que hemos formulado para acabar con la tiranía que nos oprime y redimir a la patria de las dictaduras que nos imponen, las cuales quedan determinadas en el siguiente Plan. 1.° eniendo en consideración que el pueblo mexicano acaudillado por Don Francisco I. Madero fue a derramar su sangre para conquistar sus libertades y reivindicar sus derechos conculcados, y no para que un hombre se adueñara del Poder violando los sagrados principios que juró defender bajo el lema de “Sufragio “Suf ragio efectivo, no reelección”, ultrajando la fe, la causa, la justicia y las la s libertades del pueblo; teniendo en consideración que ese hombre a que nos referimos es Don Francisco I. Madero, el mismo que inició la precitada Revolución, el cual impuso por norma su voluntad e influencia al Gobierno Provisional del expresiden expresidente te de la República, República, Lic. Don Francisco L. de La Barra, por haberle aclamado el pueblo su Libertador, causando con este hecho reiterados derramamientos de sangre, y multiplicadas desgracias a la Patria de una manera solapada y ridícula, no teniendo otras miras que satisfacer que sus ambiciones personales, sus desmedidos instintos de tirano y su profundo desacato al cumplimiento de las leyes preexistentes emanadas del inmortal Código de 57  escrito  escrito con la sangre de los revolucionarios de Ayutla. eniendo en consideración: que el llamado Jefe de la Revolución libertadora de Méxi-

co C. Don Francisco I. Madero, no llevó a feliz término la Revolución que tan gloriosamente inició con el apoyo de Dios y del pueblo, puesto que dejó en pie la mayoría de poderes gubernativos y elementos corrompidos de opresión del Gobierno dictatorial de Porfirio Díaz, que no son, ni pueden ser en manera alguna la legítima representación de la Soberanía Nacional, y que por ser acérrimos adversarios nuestros y de los principios que hasta hoy defendemos, están provocando el malestar del país y abrien-

 

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Plan de Ayala 

do nuevas heridas al seno de la Patria para darle a beber su propia sangre; teniendo también en cuenta que el supradicho señor Francisco I. Madero, actual Presidente de la república trata de eludir el cumplimiento de las promesas que hizo a la Nación en el Plan de San Luis Potosí, ciñendo las precitadas promesas a los convenios de Ciudad Juárez, ya nulificando, encarcelando, persiguiendo o matando a los elementos revolucionarios que le ayudaron a que ocupara el alto puesto de Presidente de la república por medio de sus falsas promesas y numerosas intrigas a la Nación. eniendo igualmente en consideración que el tantas veces repetido sr. Francisco I. Madero ha tratado de acallar con la fuerza brutal br utal de las bayonetas y de ahogar en sangre a los pueblos que le piden, solicitan o exigen el cumplimiento de sus promesas a la Revolución llamándoles bandidos y rebeldes, condenándolos a una guerra de exterminio, sin conceder ni otorgar ninguna de las garantías que prescriben la razón, la justicia y la ley; teniendo igualmente en consideración que el Presidente de la república, señor Don Francisco I. Madero, ha hecho del Sufragio Efectivo una sangrienta burla al pueblo, ya imponiendo contra la voluntad del mismo pueblo en la Vicepresidencia de la república al Lic. José María Pino Suárez, o ya a los gobernadores de los estados designados por él, como el llamado General Ambrosio Figueroa, verdugo y tirano del pueblo de Morelos; ya entrando en contubernio escandaloso con el partido científico, hacendados feudales y caciques opresores, enemigos de la Revolución proclamada por él, a fin de forjar nuevas cadenas y de seguir el molde de una nueva dictadura, más oprobiosa y más terrible que la de Porfirio Díaz, pues ha sido claro y patente que ha ultrajado la Soberanía de los Estados, conculcando las leyes sin ningún respeto a vidas e intereses, como ha sucedido en el estado de Morelos y otros, conduciéndonos a la más horrorosa anarquía que registra la historia contemporánea; por estas consideraciones declaramos al susodicho Francisco I. Madero inepto para realizar las promesas de la Revolución de que fue autor, por haber traicionado los principios con los cuales burló la fe del pueblo, y pudo haber escalado el poder; incapaz para gobernar, por no tener ningún respeto a la ley y a la justicia de los pueblos, y traidor a la Patria por estar a sangre y fuego humillando a los mexicanos que desean sus libertades, por complacer a los científicos, hacendados y caciques que nos esclavizan, desde hoy comenzamos a continuar la Revolución principiada por él, hasta conseguir el derrocamiento de los poderes dictatoriales que existen. 2.° Se desconoce como Jefe de la Revolución al C. Francisco I. Madero y como Presidente de la república, por las razones que antes se expresan, procurando el derrocamiento de este funcionario. 3.° Se reconoce como Jefe de la Revolución libertadora al ilustre C. General Pascual Orozco,

segundo del caudillo Don Francisco I. Madero, y en caso de que no acepte este delicado puesto, se reconocerá como Jefe de la Revolución al C. General Emiliano Zapata. 4.° La Junta Revolucionaria del estado de Morelos manifiesta a la Nación bajo protesta: Que hace suyo el Plan de San Luis Potosí, con las adiciones que a continuación se expresan, en beneficio de los pueblos oprimidos, y se hará defensora de los principios pr incipios que defiende hasta vencer o morir.

 

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5.° La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos, no admitirá transacciones ni componendas políticas hasta no conseguir el derrocamiento de los elementos dictatoriales de Porfirio Díaz y Don Francisco I. Madero; pues la Nación está cansada de hombres falaces y traidores que hacen promesas como libertadores pero que al llegar al poder, se olvidan de ellas y se constituyen en tiranos. 6.° Como parte adicional del Plan que invocamos hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía y de la justicia venal entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes de esas propiedades, de las cuales han sido despojados por la mala fe de nuestros opresores, manteniendo a todo trance, con las armas en la mano, la mencionada posesión y los usurpadores que se crean con derecho a ellos, lo deducirán ante tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución. 7.° En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños del terrenosocial que pisan sufriendo los horrores de laomiseria sin poderpor mejorar en nadaque su condición ni poder dedicarse a la industria a la agricultura estar monopolizados en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas, por esta causa se expropiarán, previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios a los poderosos propietarios de ellas, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos, o campos de sembradura o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos 8.° Los hacendados, científicos o caciques que se opongan directa o indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes y las dos terceras partes que a ellos les correspondan, se destinarán para indemnizaciones de guerra, pensiones de viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en la lucha por presente Plan. 9.° Para ejecutar los procedimientos respecto a los bienes antes mencionados, se aplicarán leyes de desamortización según convenga; pues de norma y ejemplo pueden servir las puestas en vigor por el inmortal Juárez, a los bienes eclesiásticos que escarmentaron a los déspotas y conservadores, que en todo tiempo han pretendido imponernos imponernos el yugo ignominioso de la opresión y del retroceso. 10.° Los jefes Militares Insurgentes de la república que se levantaron con las armas en la mano a la voz de Don Francisco I. Madero, para defender el Plan de San Luis Potosí,  y que ahora se opongan con fuerza armada al presente Plan, se juzgarán traidores a la causa que defendieron y a la Patria, puesto que en la actualidad muchos de ellos, por complacer a los tiranos, por un puñado de monedas, o por cohecho, o soborno están derramando la sangre de sus hermanos que reclaman el cumplimiento de las promesas

que hizo a la Nación Don Francisco I. Madero. 11.° Los gastos de guerra serán tomados conforme a lo que prescribe el Artículo XI del Plan de San Luis Potosí, y todos los procedimientos empleados en la Revolución que emprendemos, serán conformes a las instrucción que determina el mencionado Plan. 12.° Una vez triunfada la Revolución que hemos llevado a la vía de la realidad, una Junta de los principales Jefes revolucionarios de los distintos Estados, nombrará o designará

 

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Plan de Ayala 

un Presidente interino de la república, quien convocará a elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión, y este a la vez convocará a elecciones para la organización de los demás poderes federales. 13.° Los principales Jefes Revolucionarios de cada estado, en junta, designarán al Gobernador Provisional del estado a que corresponden, y este elevado funcionario convocará a elecciones para la debida organización de los Poderes públicos, con el objeto de evitar consignas forzadas que labran la desdicha de los pueblos, como la tan conocida de Ambrosio Figueroa en el Estado de Morelos, y otros que nos conducen al precipicio de conflictos sangrientos sostenidos por el capricho del dictador Madero y el círculo de científicos y hacendados que los han sugestionado. 14.° Si el Presidente Madero y otros elementos dictatoriales, del actual y antiguo régimen, desean evitar inmensas desgracias que afligen a la Patria, que hagan inmediata renuncia del puesto que ocupan, y con eso en algo restañarán las grandes heridas que han abierto al seno de la Patria; pues que de no hacerlo así, sobre sus cabezas caerá la sangre derramada de nuestros hermanos. 15.° Mexicanos: considerad que la astucia y la mala fe de un hombre está derramando sangre de una manera escandalosa por ser incapaz para gobernar, considerado que su sistema de gobierno está agarrotando a la Patria y hollando con la fuerza bruta de las bayonetas nuestras instituciones; y así como nuestras armas las levantamos para elevarlo al Poder ahora las volveremos contra él por haber faltado a sus compromisos con el pueblo mexicano y haber traicionado la Revolución; no somos personalistas, ¡somos partidarios de los principios y no de los hombres! Pueblo Mexicano: Apoyad con las armas en la mano este Plan, y haréis la prosperidad  y bienestar de la Patria. Reforma, Libertad, Justicia y Ley. Ayala, noviembre 28 de 1911

GENERALES :

Emiliano Zapata, José . Ruiz, Otilio E. Montaño, Francisco Mendoza, Jesús Morales, Eufemio Zapata, Próculo Capistran. CORONELES: Agustín Cázares, Rafael Sánchez, Cristóbal Domínguez, Santiago Aguilar, Feliciano Domínguez, Fermín Omaña, Pedro Salazar, Gonzalo Aldape, Jesús Sánchez, Felipe Vaquero, Clotilde Sosa, José Ortega, Julio apia, N. Vergara, A. Salazar. eniente Coronel Alfonso Morales. CAPIANES: Manuel Hernández H., José Pineda, Ambrosio López, Apolinar Adorno, José Villanueva, Porfirio

Cazares, Antonio Gutiérrez, Pedro Vúelna, O. O. Nero, C. Vergara, A. Pérez, S. Rivera, M. Camacho, . Galindo, L. Franco, J. M. Carrillo, S. Guevara, A. Ortiz, J. Escamilla, J. Estudillo, F. Galarza, F. Caspeta, P. Campos y eniente- A. Blumenkron.

Fuente: Jesús Silva Herzog, Breve historia de la Revolución Mexicana F.C.E., 1962. Mexicana, tomo I, México, F.C.E.,

 

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PERIÓDICO OFICIAL DEL GOBIERNO CONSTITUCIONALIST CONSTITUC IONALISTA A DEL ESTADO DE CHIHUAHUA AÑO 1, CHIHUAHUA, 21 DE DICIEMBRE DICIE MBRE DE 1913, NÚM. 2

Decreto relativo a la confiscación de bienes GRAL. FRANCISCO VILLA , Primer Jefe

del Ejército Constitucionalista en el Estado de Chihuahua, y conforme el Plan de Guadalupe Gobernador Provisional del mismo estado; de acuerdo con las facultades extraordinarias de que me hallo investido, he tenido a bien decretar lo que sigue: eniendo suficientes pruebas relativas a la intervención inter vención que diversos capitalistas del estado han tenido en las últimas dificultades que ha tenido que resolver nuestra Patria, causando, por la natural defensa contra las expoliaciones, cuartelazos y traiciones, numerosas  víctimas que entre huérfanos y viudas v iudas lloran actualmente la desaparición de quienes eran el sostén de esos inocentes cuya Patria, culpa sólo ha sido eltambién, envidiable patriotismo con que han sostenido la seres dignidad de nuestra y hallándose entre esos malamente enriquecidos, quienes han defraudado por mil medios el erario público por más de medio siglo de dominación por el engaño y por la fuerza, creo, en justicia, que es llegada la hora de que rindan cuentas ante la vindicta pública, formándose a su tiempo los procesos ante quienes deban dilucidarse todas las responsabilidades que han contraído ante el pueblo mexicano. Y como ya en ocasiones anteriores se ha probado plenamente que la posesión de sus intereses sólo ha servido para comprar traidores y asesinar mandatarios cuya excesiva bondad sirvió de incentivo a sus maldades, necesario es, para salvar a nuestra nacionalidad, cortar el mal de raíz, raíz , teniendo que llevar a cabo, además de otros procedimientos de

salud pública, conforme se vayan haciendo necesarios, la confiscación de bienes pertenecientes a los mexicanos que han comerciado con la vida v ida humana, y que son los inmediatos causantes del derramamiento de sangre. Por tales motivos, que justifican nuestra actitud ante la dignidad del mundo entero, decreto lo siguiente:

 

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Decreto sobre confiscación de bienes expedido por el General Francisco Villa

PRIMERO.- Son confiscables y se

confiscan en bien de la salud pública y a fin de garantizar las pensiones de viudas y huérfanos causados por la defensa que contra los explotadores de la Administración ha hecho el pueblo mexicano y para cubrir también las responsabilidades que por sus procedimientos les resulten en los juicios que a su tiempo t iempo harán conocer los Juzgados especiales que a título de restitución de bienes mal habidos se establecerán en las regiones convenientes, fijando la cuantía de esas responsabilidades, destinándolos íntegros para esos fines, los bienes muebles e inmuebles y documentaciones de todas clases pertenecientes a los individuos errazas (Luis) e hijos, hermanos Creel, hermanos Falomir, José María Sánchez, hermanos Cuilty, hermanos Luján, J. Francisco Molinar y todos los familiares de ellos y demás cómplices que con ellos hubieran mezclado en los negocios sucios y en las fraudulentas combinaciones que en otros tiempos llamaron políticas.

SEGUNDO.-

Una ley reglamentaria que se dictará al triunfo de nuestra causa determinará

lo relativo la equitativa de esos bienes pensionando a las  viudas y huérfanos huaérfanos cuyos distribución miembros hayan defendido defendido la causa de la primeramente justicia desde 1910; justicia en segunda se tendrán en cuenta los defensores de nuestra causa para el reparto módico de esos terrenos; se cubrirán al erario los fraudes cometidos por los individuos citados, por la falta de pago de contribuciones en los muchos años que tal cosa hicieron, y se restituirán también a los legítimos y primitivos dueños, las propiedades que valiéndose del poder les fueron arrebatados por esos individuos, haciéndose así plena justicia a tanta víctima de la usurpación. TERCERO.-

odos los bienes confiscados serán administrados por el Banco del Estado, quien llevará cuenta minuciosa, correctamente documentada, de ingresos y egresos que hubiere por tal motivo.

Dado en Palacio de Gobierno al 21 de diciembre de 1913. General Francisco Villa, Gobernador Militar del Estado.S. Terrazas, Secretario.

 

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Ley Agraria del General Francisco Villa 24 de mayo de 1915

Francisco Villa, general en jefe de Operaciones del Ejército Convencionista, a los habitantes de la república hago saber:   Que en virtud de las facultades extraordinarias contenidas en el Decreto de 2 de febrero del presente año, expedido en la ciudad de Aguascalientes, Aguasc alientes, y de las cuales estoy investido, y  CONSIDERANDO

Que siendo la tierra en nuestro país la fuente, casi la única de la riqueza, la gran desigualdad desigual dad en la distribución de la propiedad territorial ha producido la consecuencia de dejar a la gran mayoría de los mexicanos, a la clase jornalera, sujeta a la dependencia de la minoría de los terratenientes, dependencia que impide a aquella clase el libre ejercicio de sus derechos civiles y políticos. Que la absorción de la propiedad raíz por un grupo reducido es un obstáculo constante para la elevación de los jornales en la justa relación con la de los artículos de primera necesidad, prolonga así la precaria situación económica de los jornaleros y los imposibilita para procurar su mejoramiento intelectual y moral. Que la concentración de la tierra en manos de una escasa minoría es causa de que permanezcan incultas grandes extensiones de terreno y de que, en la mayoría de éstos, sea el cultivo tan deficiente que la producción agrícola nacional no basta a menudo para satisfacer el consumo; y semejante estorbo a la explotación de los recursos naturales del país redunde en perjuicio de la mayoría del pueblo. Que la preponderancia que llega a adquirir la clase propietaria en virtud de las causales anotadas y bajo el amparo de gobiernos absolutistas favorece el desarrollo de abusos de todo género que obligan finalmente al pueblo a remediarlos por la fuerza de las armas, haciéndose así imposible la evolución pacífica del país. Que por estas consideraciones ha venido a ser una apremiante necesidad nacional el reducir las grandes propiedades territoriales a límites justos, distribuyendo equitativamente las excedencias.

Que la satisfacción de esta necesidad ha sido una solemne promesa de la Revolución;  y por tanto, debe cumplirlas sin demora el Gobierno Provisional emanado de ella, conciliando en lo posible los derechos de todos; Que una reforma social como la que importa la solución del problema agrario, que no sólo afecta a todo el país sino que trascenderá a las generaciones venideras, debe realizarse bajo un plan sólido y uniforme en sus bases generales, rigiéndose por una misma ley;

 

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Ley Agraria del General Francisco Villa 

Que la Ley Federal no debe sin embargo contener más que los principios generales en los que se funda la reforma agraria dejando que los Estados, en uso de su soberanía, acomoden esas bases a sus necesidades locales; porque la variedad de los suelos y de las condiciones agronómicas de cada región requieren diversas aplicaciones particulares de aquellas bases; porque las obras de reparto de tierras y de las demás que demanda el desarrollo de la agricultura serían de difícil y dilatada ejecución si dependieran de un centro para toda la extensión del territorio nacional; y porque las cargas consiguientes a la realización del reparto de tierras deben, en justicia, reportarlas report arlas los directamente beneficiados y quedan mejor repartidos haciéndolas recaer sobre cada región beneficiada. Que no obstante la consideración contenida en el párrafo anterior para exonerar a la Federación del supremo deber de cuidar que en todo el territorio nacional se realice cumplidamente la reforma agraria y de legislar en aquellas materias propias de su incumbencia, inc umbencia, según los antecedentes jurídicos del país que complementan la reforma. En tal virtud vir tud he tenido a bien expedir la siguiente:

Ley Agraria General Artículo l°. Se considera incompatible con la paz y la prosperidad de la República la existencia de las grandes propiedades territoriales. En consecuencia, los gobiernos de los Estados, durante los tres primeros meses de expedida esta Ley, procederán a fijar la superficie máxima de tierra que, dentro de sus respectivos territorios, pueda ser poseída por un solo dueño; y nadie podrá en lo sucesivo seguir poseyendo ni adquirir tierras en extensión mayor de la fijada, con la única excepción que consigna el artículo 18º. Artículo 2°. Para hacer la fijación a que se refiere el artículo anterior, el Gobierno de cada Estado toma en consideración la superficie de éste, la cantidad de agua para el riego, la densidad de su población, la calidad de sus tierras, las extensiones actualmente cultivadas y todos los demás elementos que sirvan para determinar el límite más allá del cual la gran propiedad llega a constituir una amenaza para la estabilidad de las instituciones y para el equilibrio social. Artículo 3°. Se declara de utilidad pública el fraccionamiento de las grandes propiedades territoriales en la porción excedente del límite que se fije conforme a los artículos anteriores.   Los Gobiernos de los Estados expropiarán, mediante indemnización, dicho excedente,, en todo o en parte, excedente par te, según las necesidades ne cesidades locales. Si sólo s ólo hicieren la expropiación parcial, el resto de la porción excedente deberá ser fraccionada por el mismo dueño con arreglo a lo prescrito en el inciso IV artículo 12º de esta Ley. Si este frac-

cionamiento no quedare concluido en el plazo de tres años, las tierras tierra s no fraccionadas continuarán sujetas a la expropiación decretada por la presente Ley. Artículo 4°. Se S e expropiarán también los terrenos circundantes de los pueblos de indígenas en la extensión necesaria para repartirlos en pequeños lotes entre los habitantes de los mismos pueblos que estén en aptitud de adquirir aquéllos, según las disposiciones de las leyes locales.

 

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Artíc ulo 5°. Se Artículo S e declara igualmente de utilidad pública la expropiación expropiación de los terrenos necesarios para fundación de poblados en los lugares en que se hubiere congregado o llegare a congregarse permanentemente un número tal de familias de labradores, que sea conveniente, a juicio del gobierno local, la erección del pueblo; y para la ejecución ejecuc ión de obras que interesan al desarrollo de la agricultura parcelaria y de las vías rurales de comunicación. Artículo 6°. Serán expropiadas las aguas de manantiales, presas y de cualquiera otra procedencia, en la cantidad c antidad que no pudiere aprovechar el dueño de la finca a que pertenezcan, siempre que esas aguas pudieran ser aprovechadas en otra. Si el dueño de ellas no las utilizare, pudiendo hacerlo, se le señalará un término para que las la s aproveche, bajo la pena de que si no lo hiciere, quedarán dichas aguas sujetas a expropiación. Artículo 7°. La expropiación parcial de tierras comprenderá, proporcionalmente, los derechos reales anexos a los inmuebles expropiados, y también la parte proporcional de muebles, aperos, máquinas y demás accesorios que se necesiten para el cultivo de la porción expropiada. Artículo 8°. Los los Estados expedirán las leyes reglamentarias de la expropiación que gobiernos autoriza lade presente y quedará a su cargo el pago de las indemnizaciones correspondientes. El valor de los bienes expropiados, salvo en el caso cas o de convenio con el propietario, será fijado por peritos nombrados uno por cada parte y un tercero para caso de discordia. Éste será designado por los primeros peritos y si no se pusieran de acuerdo, por el juez local de Primera Instancia. En todo caso en que sea necesario ocurrir al tercer perito, se fijará el valor definitivo de los bienes expropiados, tomando la tercera parte de la suma de los valores asignados, respectivamente, por los tres  valuadores. Artículo 9°. Si la finca en que se verifique la expropiación reportare hipotecas u otros gra vámenes, la porción p orción expropiada quedará libre de ellos mediante el pago que se hará al acreedor o acreedores de la parte del crédito que afectare a dicha porción, proporcionalmente, y en la forma en que se haga el pago al dueño. Si hubiere desacuerdo acerca de la proporcionalidad de la cancelación, será fijada por peritos. La oposición del deudor al pago se ventilará en juicio con el acreedor sin suspender la cancelación, depositándose el importe del crédito impugnado. Artículo 10°. Se autoriza a los gobiernos de los estados para crear deudas locales en la cantidad estrictamente indispensable para verificar las expropiaciones y sufragar los gastos de los fraccionamientos a que se refiere esta Ley, Le y, previa aprobación de los pro yectos respectivos por la Secretaría de Hacienda. Artículo 11°. Los gobiernos de los estados no podrán decretar la ocupación de las propiedades objeto de esta Ley, ni tomar posesión de los terrenos expropiados, sin que antes

se hubiere pagado la indemnización correspondiente en la forma que disponga la Ley local; pero podrán decretar las providencias convenientes para asegurar los muebles necesarios de que habla el artículo 7º. Los dueños de las fincas que puedan considerarse comprendidos en esta Ley, tendrán obligación de permitir la práctica de los reconocimientos periciales necesarios para los efectos de la misma Ley. Artículo 12°. Las tierras expropiadas en virtud de esta Ley se fraccionarán inmediatamen-

 

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Ley Agraria del General Francisco Villa 

te en lotes que serán enajenados a los precios de costo además de gastos de apeo, deslinde y fraccionamiento, más un aumento de diez por ciento que se reservará a la Federación para formar un fondo destinado a la creación del crédito agrícola del país. país . Compete a los estados dictar las leyes que deban regir los fraccionamientos y las adjudicaciones de los lotes para acomodar unos y otras a las conveniencias locales; pero al hacerlo, no podrán apartarse de las bases siguientes: I. Las enajenaciones se harán siempre a título oneroso, con los plazos y condiciones de pago más favorables para los adquirentes en relación con las obligaciones que pesen sobre el Estado a consecuencia de la deuda de que habla el artículo 10º. II. No se enajenará a ninguna persona una porción de tierra mayor de la que garantice cultivar. III. Las enajenaciones quedarán sin efecto si el adquirente dejare de cultivar sin causa  justa durante dos años la totalidad de la tierra cultivable que se le hubiere hubiere adjudicado; y serán reducidas si dejare de cultivar toda la tierra laborable comprendida en la adjudicación. IV. La extensión de los lotes en que se divida un terreno expropiado no excederá en ningún caso de la mitad del límite que se asigne a la gran propiedad en cumplimiento del artículo 1º de esta Ley. V. Los terrenos que se expropien conforme a lo dispuesto en el artículo 4º. se fraccionarán precisamente en parcelas cuya extensión no exceda de veinticinco hectáreas  y se adjudicarán solamente a los vecinos de los pueblos. VI. En los terrenos que se fraccionen en parcelas se s e dejarán para el goce en común de los parcelarios los bosques, agostaderos y abrevaderos necesarios. Artículo 13°. Los terrenos contiguos a los pueblos que hubieren sido cercenados de éstos a título de demasías, excedencias o bajo cualquiera otra denominación y que habiendo sido deslindados no hubieren salido del dominio del Gobierno G obierno Federal, serán fraccionados desde luego en la forma que indica el inciso V del artículo anterior. Artículo 14°. Los gobiernos de los Estados modificarán las leyes locales sobre aparcería en el sentido de asegurar los derechos de los aparceros en el caso de que los propietarios abandonen el cultivo de las labores o de que aquéllos transfieran sus derechos a un tercero. Los aparceros tendrán en todo caso el derecho de ser preferidos en la adjudicación de los terrenos que se fraccionen conforme a esta Ley o por los propietarios respecto de las parcelas que hubieren cultivado por más de un año. Artículo 15°. Se declaran de jurisdicción de los Estados las aguas fluviales de carácter no per-

manente que no formen parte de límites con un país vecino o entre los estados mismos. Artículo 16°. Los gobiernos de los Estados, al expedir las leyes reglamentarias de la presente, decretarán un reavalúo fiscal extraordinario de todas las fincas rústicas de sus respectivos territorios y se tomará como base de los nuevos avalúos el valor comercial de las tierras, tierras , según su calidad, sin gravar las la s mejoras debidas al esfuerzo del labrador. Sólo quedarán exentos del impuesto los predios cuyo valor resulte inferior a quinientos pesos oro mexicano.

 

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Artículo 17°. Los gobiernos de los Estados expedirán leyes para constituir y proteger el patrimonio familiar sobre las bases de que éste sea inalienable, que no podrá gravarse g ravarse ni estará sujeto a embargos. La transmisión de dicho patrimonio para herencia, se comprobará con la simple inscripción en el Registro Público de la l a Propiedad, del certificado de defunción del jefe de la familia y de su testamento o en caso de intestado, de los certificados que acrediten el parentesco. Se considerará parte integrante del patrimonio familiar todo lote de veinticinco hectáreas o menos adquirido en virtud de los fraccionamientos que ordena esta Ley. Artículo 18°. El Gobierno Federal podrá autorizar la posesión actual o adquisición posterior de tierras en cantidad mayor que la adoptada como límite, según el artículo 1º, en favor de empresas agrícolas que tengan por objeto el desarrollo de una región, siempre que tales empresas tengan carácter de mexicanas y que las tierras y aguas se destinen al fraccionamiento ulterior en un plazo que no exceda de seis años. Para conceder tales autorizaciones se oirá al gobierno del estado al que pertenezcan las tierras de que se trate a los particulares que manifiesten tener crédito interés contrario a la autorización. Artículo 19°.y La Federación expedirá las leyes sobre agrícola, colonización y vías generales de comunicación y todas las demás complementarias del problema nacional agrario. Decretará también la exención del Decreto del imbre a los títulos que acrediten la propiedad de las parcelas a que se refiere esta Ley. Artículo 20°. Serán nulas todas las operaciones de enajenación y de fraccionamiento que  verifiquen los Estados contraviniendo las bases generales establecidas por esta Ley. Cuando la infracción perjudicare a un particular, dicha nulidad será decretada por los tribunales federales en la vía procedente conforme a la Ley de Administración de  justicia del Orden Federal. Federal.

Dado en la ciudad de León, a los veinticuatro días del mes de mayo de 1915. Francisco Villa. Al C. Lic. Francisco Escudero, Encargado del Departamento de Hacienda y Fomento. Chihuahua.

Fuentes: —Gloria Villegas Moreno y Miguel Angel Porrúa Venero (Coordinadores), Margarita Moreno Bonett: De  De la crisis del del modelo borbónico al establecimiento de la República Federal . — Enci  Enciclope clopedia dia Parlamen Parlamentaria taria de México México, Instituto de Investigaciones Legislativas de la Cámara de Diputados, LVI Legislatura, México, 1era. ed., 1997. Serie III, documentos, volumen I, Leyes y documentos constitutivos de la nación mexicana, tomo III, p. 334.

 

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Ley Agraria 26 de octubre de 1915

El Consejo Ejecutivo, en uso de las facultades de que se halla investido, a los habitantes de la república mexicana, hace saber: CONSIDERANDO: que en el Plan de Ayala, se encuentran condensados los anhelos del pue-

blo levantado en armas, especialmente en lo relativo a las reivindicaciones agrarias, razón íntima y finalidad suprema de la Revolución; por p or lo que es de precisa urgencia reglamentar debidamente los principios consignados en dicho Plan, en forma tal que puedan desde luego llevarse a la práctica, como leyes generales de inmediata aplicación. CONSIDERANDO:

que habiendo el pueblo manifestado de diversas maneras su voluntad de destruir de raíz y para siempre el injusto monopolio de la tierra para realizar realiz ar un estado social que garantice plenamente el derecho natural que todo hombre tiene sobre extensión de tierra necesaria a su propia subsistencia y a la de su familia, es un deber de las Autoridades Revolucionarias acatar esa voluntad popular, expidiendo todas aquellas leyes que, como la presente, satisfagan plenamente esas legítimas aspiraciones del pueblo. CONSIDERANDO: que no pocas autoridades, lejos de cumplir con el sagrado deber de ha-

cer obra revolucionaria que impone el ejercicio de cualquier cargo público en los tiempos presentes, dando con ello pruebas de no estar identificados con la Revolución, se rehúsan

a secundar los pasos dados para obtener la emancipación económica y social del pueblo, haciendo causa común con los reaccionarios, terratenientes y demás explotadores de las clases trabajadoras; por lo que se hace necesario, para definir actitudes, que el Gobierno declare terminantemente que considerará como desafectos a la causa y les exigirá responsabilidades, a todas aquellas autoridades que, olvidando su carácter de órganos de la Revolución, no coadyuven eficazmente al triunfo de los ideales de la misma.

 

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Por las consideraciones que anteceden, y en atención a que el Consejo Ejecutivo es la autoridad suprema de la Revolución, por no estar en funciones actualmente la Soberana Con vención Revolucionaria, decreta: Artículo 1°. Se restituye a las comunidades e individuos los terrenos, montes y aguas de que fueron despojados, bastando que aquellos posean los títulos de fecha anterior al año de 1856, para que entren inmediatamente en posesión de sus propiedades. Artículo 2°. Los individuos o agrupaciones que se crean con derecho a las propiedades reivindicadas de que habla el artículo anterior, deberán aducirlo ante las comisiones designadas por el Ministerio de Agricultura dentro del año siguiente a la fecha de la reivindicación y con sujeción al reglamento respectivo. Artículo 3°. La Nación reconoce el derecho tradicional e histórico que tienen los pueblos, rancherías y comunidades de la república, a poseer y administrar sus terrenos de común repartimiento, y sus ejidos, en la forma que juzguen conveniente. Artículo 4°. La Nación reconoce el derecho indiscutible que asiste a todo mexicano para poseer y cultivar una extensión de terreno, cuyos productos le permitan cubrir sus necesidades y las de sus familias; en consecuencia, y para tal efecto de crear la pequeña propiedad, serán expropiadas por causa de utilidad pública y mediante la correspondiente indemnización, todas las tierras del país, con la sola excepción de los terrenos pertenecientes a los pueblos, rancherías y comunidades, y de aquellos predios que, por no exceder del máximum que fija esta ley deben permanecer en poder de sus actuales propietarios. Artículo 5°. Los propietarios que no sean enemigos de la Revolución, conservarán como terrenos no expropiables, porciones que no excedan a la superficie sup erficie que, como máximo, fija el cuadro siguiente: Clima caliente, tierras tierras de de primera primera calidad riego Clima caliente, calidad yy de temporal Clima caliente, tierras de segunda calidad y de riego Clima caliente, tierras de segunda calidad y de temporal Clima templado, tierras de primera calidad y de riego Clima templado, tierras de primera calidad y de temporal Clima templado, tierras pobres y de temporal Clima templado, tierras pobres y de riego Clima frío, tierras de primera calidad y de riego Clima frío, tierras de primera calidad y de temporal

100 140 Has. Has. 120 Has. 180 Has. 120 Has. 160 Has. 200 Has. 140 Has. 140 Has. 180 Has.

Clima frío, tierras pobres y de riego Clima frío, tierras pobres y de temporal errenos de pastos ricos errenos de pastos pobres errenos de guayule ricos errenos de guayule pobres

180 Has. 220 Has. 500 Has. 1000 Has. 300 Has. 500 Has.

 

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Ley Agraria del General Manuel Palafox

errenos henequeneros En terreno eriazo del norte de la república, Coahuila, Chihuahua, Durango, Norte de Zacatecas  y Norte de San Luis Potosí Potosí

300 Has.

1500 Has.

Artículo 6°. Se declaran de propiedad nacional los predios rústicos de los enemigos de la Revolución. Son enemigos de la Revolución, para los efectos de la presente Ley: a. Los individuos que, bajo el régimen de Porfirio Díaz, formaron parte del grupo de políticos y financieros que la opinión pública designó desig nó con el nombre de “Partido “Part ido Científico”. b. Los Gobernadores y demás funcionarios f uncionarios de los Estados que, durante la administración de Porfirio Díaz y de Victoriano Huerta, adquirieron propiedades por medios fraudulentos o inmorales, abusando de su posición oficial, apelando a la violencia v iolencia o saqueando el tesoro público. c. Los políticos, empleados públicos y hombres de negocios, que, sin haber pertenecido al “Partido Científico” formaron fortunas, valiéndose de procedimientos delictuosos, o al amparo de concesiones notoriamente gravosas al país. d. Los autores y cómplices del cuartelazo de la l a Ciudadela. e. Los individuos que en la administración de Victoriano Huerta desempeñaron puestos públicos de carácter político. f. Los altos miembros del Clero que ayudaron al sostenimiento del usurpador Huerta; por medios financieros o de propaganda entre los fieles; y  g. Los que directa o indirectamente ayudaron a los gobiernos dictatoriales de Díaz, de Huerta y demás gobiernos enemigos de la Revolución, en su lucha contra la misma. Quedan incluidos en este inciso todos los que proporcionaron a dichos gobiernos, fondos o subsidios de guerra, s ostuvieron sostuvieron subvencionaron para combatir Re volució  volución, n, hostilizaron hostilizaron o denunciaro den unciaron n aolos sostenedores sosten edores periódicos de la misma, misma, hayan hayan hecholaobra hecho de división entre los elementos revolucionarios, o que de cualquiera otra manera hayan entrado en complicidad con los gobiernos que combatieron a la causa revolucionaria. Artículo 7°. Los terrenos que excedan de la extensión de que se hace mención en el artículo 5° serán expropiados por causa de utilidad pública, mediante la debida indemnización, calculada conforme al censo fiscal de 1914, y en el tiempo y forma que el reglamento designe.

Artículo 8 . La Secretaría de Agricultura y Colonización nombrará comisiones que, en los diversos estados de la república y previas las informaciones del caso, califiquen quiénes son las personas que, conforme al artículo 6º de esta Ley, deben ser consideradas como enemigos de la Revolución, y sujetos, por lo mismo, a la referida pena de confiscación, la cual se aplicará desde luego. Artículo 9°. Las decisiones dictadas por las comisione comisioness de que se ha hecho mérito, quedan sujetas al fallo definitivo que dicten los ribunales especiales de tierras que conforme

 

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con lo dispuesto por el Artículo 6º del Plan de Ayala; deben instituirse, y cuya organización será materia de otra Ley. Artículo 10º 10º. La superficie total de tierras que se obtenga en virtud de la confiscación decretada contra los enemigos de la causa revolucionaria, de la expropiación que deba hacerse de las fracciones de predios que excedan del máximo señalado en el artículo 5º de esta Ley, se dividirá en lotes que serán repartidos entre los mexicanos que lo soliciten, dándose la preferencia, en todo caso, a los campesinos. Cada C ada lote tendrá una extensión tal que permita satisfacer las necesidades de una familia. Artículo 11º. A los actuales aparceros o arrendatarios de pequeños p equeños predios se les adjudicarán éstos en propiedad, con absoluta preferencia a cualquier otro solicitante, siempre que esas propiedades no excedan de la extensión que cada lote debe tener conforme lo dispuesto por el artículo ar tículo anterior. Artículo 12º. A efectos de fijar la superficie que deben tener los lotes expresados, la Secretaría de Agricultura y Colonización nombrará comisiones técnicas integradas por ingenieros, que localizarán y deslindarán debidamente dichos lotes, respetando, en todo caso, los terrenos pertenecientes a los pueblos y aquellos que están exentos de expropiación conforme al artículo 5º de esta Ley. Le y. Artículo 13º. Al efectuar sus trabajos de deslinde y fraccionamiento, las expresadas comisiones decidirán acerca de las reclamaciones que ante ellas hagan los pequeños propietarios que se consideran despojados en virtud de contratos usurarios; por abusos o complicidad de los caciques o por invasiones, o usurpaciones cometidas por los grandes terratenientes. Las decisiones que por tal concepto se dicten, serán revisadas por los ribunales especiales de tierras, que menciona el artículo 9º de esta Ley. Artículo 14º. Los predios que el Gobierno ceda a comunidades o individuos, no son ena jenables, ni pueden gravarse en forma alguna, siendo nulos todos los contratos que tiendan a contrariar esta disposición. º Artículo 15 . Sólofraccionarios por herenciaylegítima transmitirse derechos de propiedad de los terrenos cedidos pueden por el Gobierno a loslos agricultores. Artículo 16º. A efecto de que la ejecución de esta Ley Le y sea lo más rápida y adecuada, se concede al Ministerio de Agricultura y Colonización, la potestad exclusiva de implantar los principios agrarios consignados en la misma, y de conocer y resolver en todos los asuntos del ramo, sin que esta disposición entrañe un ataque a la soberanía de los estados, pues únicamente se persigue la realización pronta de los ideales de la Revolución, en cuanto al mejoramiento de los agricultores agr icultores desheredados de la república. Artículo 17º. La fundación, administración e inspección de colonias agrícolas, cualquiera

que sea la naturaleza de éstas, éstas , así como el reclutamiento de colonos, es de la exclusiva competencia del Ministerio de Agricultura y Colonización. Artículo 18º. El Ministerio de Agricultura y Colonización, fundará una inspección técnica ejecutora de trabajos que se denominará Servicio Nacional de Irrigación y Construcciones, que dependa del Ministerio citado. Artículo 19º. Se declaran de propiedad nacional los montes y su inspección se hará por el Ministerio de Agricultura en la forma en que la reglamente regl amente y serán explotados por los

 

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Ley Agraria del General Manuel Palafox

pueblos a cuya jurisdicción correspondan, empleando para ello el sistema comunal. Artículo 20º. Se autoriza al Ministerio de Agricultura y Colonización, para establecer un banco agrícola mexicano de acuerdo con la reglamentación especial que forme el citado Ministerio. Articulo 21º. Es de la exclusiva competencia del Ministerio de Agricultura y Colonización, administrar la institución bancaria, de que habla el artículo anterior, de acuerdo con las bases administrativas que establezca el mismo Ministerio. Artículo 22º. Para los efectos del artículo artíc ulo 20º de esta Ley, se autoriza al Ministerio de Agricultura y Colonización para confiscar o nacionalizar las fincas urbanas, obras materiales de las fincas nacionales o expropiadas, o fábricas de cualquier género, incluyendo los muebles, maquinaria y todos los objetos que contengan, siempre que pertenezcan a los enemigos de la Revolución. Artículo 23º. Se declaran insubsistentes todas las la s concesiones otorgadas en tratos celebrados por la Secretaría Sec retaría de Fomento, que se relacionen con el ramo de Agricultura, o por ésta, en el tiempo que existió hasta el 31 de diciembre de 1914, quedando al arbitrio del Ministerio de Agricultura y Colonización revalidar las que juzgue benéficas para el pueblo y el Gobierno, después de revisión rev isión minuciosa y concienzuda. Artículo 24º. Se autoriza al Ministerio de Agricultura y Colonización, para establecer en la República escuelas regionales, agrícolas, forestales y estaciones experimentales. Artículo 25º. Las personas a quienes se les adjudiquen lotes en virtud del reparto de tierras a que se refieren los artículos 10º, 11º, y 12º de la presente Ley, quedarán sujetas a las obligaciones y prohibiciones que consigna el artículo siguiente. Artículo 26º. El propietario de un lote está obligado a cultivarlo debidamente y si durante dos años consecutivos abandonare ese cultivo sin causa justificada, será privado de su lote, el cual se aplicará a quien lo solicite. Artículo 27º. 20% del importe de las propiedades nacionalizadas de que habla el artículo 22º de estatomando Ley, se destinará para el pago de indemnizaciones propiadas como base el censo fiscal del año 1914. de las propiedades exArtículo 28º. Los propietarios de dos o más lotes podrán unirse para formar Sociedades Cooperativas, con el objeto de explotar sus propiedades o vender en común los productos de éstas, pero sin que esas asociaciones puedan revestir la forma de sociedades por acciones, ni constituirse entre personas que no estén dedicadas directa o exclusi vamente al cultivo de los lotes. Las sociedades soc iedades que se formen en contravención de lo dispuesto en este artículo serán nulas de pleno derecho, y habrá acción popular para denunciarlas.

Artículo 29 . El Gobierno Federal expedirá leyes que reglamenten la constitución y funcio f uncio namiento de las referidas sociedades cooperativas. Artículo 30º. La Secretaría de Agricultura y Colonización expedirá todos los reglamentos que sean necesarios para la debida aplicación y ejecución de la presente Ley. Artículo 31º 31º. El valor fiscal actualmente asignado a la propiedad, en nada perjudica las futuras evaluaciones que el fisco tendrá derecho a hacer como base para los impuestos, que en lo sucesivo graven la propiedad.

 

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Artículo 32°. Se declaran de propiedad nacional todas las aguas utilizables y utilizadas para cualquier uso, aun las que eran consideradas como de jurisdicción de los Estados sin que haya lugar a indemnización de ninguna especie. Artículo 33°. En todo aprovechamiento de aguas se dará siempre preferencia a las la s exigencias de la agricultura, y sólo cuando cu ando éstas estén satisfechas se aprovecharán en fuerzas u otros usos. Artículo 34°. Es de la exclusiva competencia del Ministerio de Agricultura y Colonización, expedir reglamentos sobre el uso de las aguas. Artículo 35°. De conformidad con el decreto dec reto de 1º de octubre de 1914, se declaran de plena nulidad todos los contratos relativos a la enajenación de los bienes pertenecientes a los enemigos de la Revolución. Artículos transitorios Primero. Quedan obligadas todas las autoridades municipales de la república a cumplir y hacer cumplir, sin pérdida de tiempo y sin excusa ni pretexto alguno, las disposiciones de la presente Ley, debiendo poner desde luego a los pueblos e individuos en posesión de las tierras y demás bienes que, conforme a la misma Ley, les correspondan, sin per juicio de que en su oportun oportunidad idad las Comisiones Comisiones Agrarias que designe el Ministerio Ministerio de Agricultura y Colonización hagan las rectificaciones que procedan; en la inteligencia de que las expresadas autoridades que sean omisas o negligentes en el cumplimiento de su deber, serán consideradas como enemigas de la Revolución y castigadas severamente. Segundo. Se declara que la presente Ley forma parte de las fundamentales de la república, siendo, por tanto, su observancia general y quedando derogadas todas aquellas leyes constitutivas o secundarias que de cualquier manera se opongan a ella. Dado en el salón de actos del Palacio Municipal, a los veintidós v eintidós días del mes de octubre de mil novecientos quince. Por tanto, mandamos que se publique, circule y se le dé su debido cumplimiento.

Reforma, libertad, justicia y ley. Cuernavaca, 26 de octubre de 1915 Manuel Palafox, Ministro de Agricultura y Colonización. Colonizac ión. Otilio E. Montaño, Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Otilio E. Montaño, Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. Luis Zubiria y Campa, Ministro de Hacienda y Crédito Público. Jenaro Amezcua, Oficial Mayor, encargado de la Secretaría de Guerra. Miguel Mendoza L. Schwerfegert, Ministro de rabajo rabajo y de Justicia. Estados Unidos Mexicanos, Consejo Ejecutivo. Fuente: Ramón Martínez Escamilla: Esc  Escrit ritos os de Em Emili iliano ano Zap Zapata ata. México. Editores Mexicanos Unidos, 432 pp., pp. 245-255.

 

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México en llamas (1910-1917 (1910-1917)) editado por Armas de la Crítica, se terminó de imprimir en octubre de 2010  en Litográfica Ingramex, S.A. de C.V C.V.,., Centeno 162-1, Col. Granjas Esmeralda, México, D.F. D.F. Para su composición se utilizaron las familias tipográficas rajan Pro, para títulos, y Warnock Pro para cajas de texto en un puntaje de 9/12 y 8/11. La edición consta de 1 000 ejemplares en papel bond ahuesado de 90 g.

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