MEMORIAS DE UN GUERRILLERO José de Jesús Morales Hernández
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José de Jesús Morales Hernández
MEMORIAS DE UN GUERRILLERO
Primera vez publicado: Guadalajara, Jalisco, México, 2006, por el autor. Versión digital: Por el autor, 2010. Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, mayo 2010. Derechos: Se publica aquí con el acuerdo y a instancias del autor. Esta obra se publica bajo la licencia Reconocimiento-Compartir Igual 2.0 de Creative Commons. Al citar o reproducir la obra, favor de señalar a José de Jesús Morales Herández. como el autor y a Marxists Internet Archive (marxists.org) como la fuente de la misma.
Índice DEDICATORIA NOTA AL AUTOR PREFACIO I. DEL RANCHO A LA CIUDAD II. NACIMIENTO DEL FRENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIO III. LA VIDA EN LA CLANDESTINIDAD IV. EL ASESINATO DE ARNULFO PRADO ROSAS “EL COMPA” V. LA VIDA EN PRISIÓN VI. LA MUERTE DE JUAN MANUEL RODRÍGUEZ MORENO “EL CLARK” Y EL NACIMIENTO DE LA LIGA COMUNISTA 23 DE SEPTIEMBRE, LA UNIÓN DEL PUEBLO Y EL FRAP VII. MI CAÍDA A LA PRISIÓN DE BARRIENTOS VIII. LA EJECUCIÓN DE DOS DE LOS FUNDADORES DE LA LIGA COMUNISTA 23 DE SEPTIEMBRE IX. LA MUERTE DE ENRIQUE GUILLERMO PÉREZ MORA “EL TENEBRAS” X. REPLIEGUE DE LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS XI. CAPÍTULO JURÍDICO: LA VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES EN LA GUERRA SUCIA
Guerra de Guerrillas J. J. Morales Hernández
Memorias de un guerrillero
DEDICATORIA
A mi amada esposa Maria de Jesús Pastora Rodríguez Terán y a mis cuatro queridos hijos Carlos Ernesto, Yudmila, Patricia y Rene Isaac que vivieron tantos momentos difíciles a consecuencia de la osadía de su padre de participar en la lucha libertaria. A mis padres que no alcanzaron a ver que su hijo sobrevivió, y que dondequiera que se encuentren sepan que los amé y que aún los conservo en mi corazón. A mis hermanos de sangre, sobre todo Raúl y a mis hermanos de lucha que cayeron en combate y como un homenaje para ellos y con el reclamo siempre presente de los desaparecidos. De los desaparecidos nadie sabe dónde están ahora, no tienen tumba, están dispersos de la patria. Nadie sabe dónde enterraron los asesinos estos cuerpos, pero ellos saldrán de la tierra a cobrar la sangre caída en la resurrección del pueblo. Mi agradecimiento al Doctor Ramón Gil Olivo por su valiosa colaboración en la corrección metodológica del texto. Al Licenciado Luis Fernando Martínez Hernández por su paciencia en la captura de la información vertida en este texto. Al Doctor Ramiro Vázquez por su aliento e impulso para la realización de este trabajo y al Doctor Mario Rivas Souza por la claridad que me dio con sus conocimientos técnicos y científicos forenses. No son las calles lo que duele sino lo que dejamos en ellas, Un encuentro fortuito que determinó toda nuestra existencia y ya jamás fuimos los mismos, un libro convertido en cenizas abandonado en un baldío, un compañero desangrando herido prófugo sin brújula ni puerta donde entrar para curar las profundas heridas. No son las calles lo que duele, son los muertos nuestros muertos los que no me dejan dormir ni vivir y a veces ni morir.
- Enrique Macías Loza.
NOTA AL AUTOR: "EN VEZ DE LA DESMEMORIA"
Tenemos que evitar que la amnesia de uno sea el olvido de muchos. Es la invitación que a través de su obra nos hace José de Jesús Morales Hernández. Nuestra humanidad doliente ha vivido largos siglos de minutos de silencio honrando a quienes por ideales y principios cayeron en lucha. Otros que simplemente bregaron por vivir una mañana fueron aniquilados sin saber porqué. Hace 60 años en Hiroshima y en Nagasaki, desde el cielo cayó la infernal lluvia de partículas atómicas que masacró a millares de niños, hombres y mujeres. Fue el hombre injusto y sin razón quien sembró la tierra de dolor y mancilló a la especie. Hoy nada ha cambiado tanto. Parece que la lección aún no es aprendida. La injusticia, el odio y la devastación continúan arrasando la tierra. Pero no todo ha de ser desesperanza, “Chuy” Morales en hora buena nos trae su obra contra la desmemoria. Desde Morelos, Emiliano Zapata y Francisco Villa, hasta los jóvenes revolucionarios de los años 70 en Guadalajara, las páginas de este libro dan cuenta de sucesos que marcaron las vidas de muchos. Esos hechos no pueden ser pasto del olvido. Los años de las décadas de 1960 y 70 han dejado improntas indelebles en las conciencias de millones de seres humanos en nuestra América Latina. Vimos a los pueblos en el rol de protagonistas de la historia. Hubo en medio de la lucha instantes aciagos y de victorias. La muerte del guerrillero heroico, Ernesto Che Guevara, fue un duro golpe a las ansias libertarias de nuestros pueblos, y las masacres de estudiantes universitarios en México y en otras latitudes pretendieron detener el camino hacia la justicia y la democracia. La Revolución cubana era ya una realidad. El triunfo de Salvador Allende en Chile fue otro paso. La victoria de Vietnam otro signo de las posibilidades antiimperialistas. La resistencia de los pueblos desde hace 500 años nace de la tierra y por la tierra. El escenario de batalla serán los campos, las sierras, y luego las aldeas, y los espacios urbanos. Donde haya injusticia habrá lucha. Donde haya conciencia y unidad habrá victorias. La violación secular de los derechos humanos ha sido sistemática en cada rincón del mundo. Las clases dominantes han sido implacables en ese cometido. El abuso, el engaño y la mentira histórica son el rostro y la ponencia de los usurpadores del poder. América Latina registra más de cien mil desaparecidos por razones políticas en las últimas décadas. Los índices de analfabetismo, la explotación infantil, el desempleo y otras crueles expresiones del sistema neoliberal imperante son todas formas del genocidio fundado en la avaricia y la inhumanidad. Hoy las alternancias partidarias en los gobiernos son la expresión del espurio juego político y del fraude de la misma clase social que se resiste a dejar el poder. Esa clase ha usado y usará la violencia armada cada vez que perciba el riesgo de perder sus privilegios. Cruzan los tiempos y todas las geografías los ejemplos heroicos de millares de hombres limpios, que en nuestra América y en el mundo ofrendaron sus generosas vidas por ideales y principios.
Esos luchadores constituyen referentes éticos de las nuevas generaciones de hombres y mujeres que se suman a las batallas por la dignidad. Cuando hay otros hombres que toman en sus manos las antorchas transformadas en ideales, quienes han caído viven y vivirán. Es el genio creador del vate Pablo Neruda que lo dice en sus versos del Canto General, en su magistral poema Alturas de Macchu Picchu :
“Sube a nacer conmigo, hermano. Dame la mano desde la profunda zona de tu dolor diseminado. …………………………………. No volverán tus ojos taladrados. Mírame desde el fondo de la tierra, labrador, tejedor, pastor callado. ………………………………. Mostradme vuestra sangre y vuestro surco, decidme : aquí fui castigado, …………………………………. Señaladme la piedra en que caísteis y la madera en que os crucificaron, ……………………………………. Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.” Las luchas de nuestros ancestros son nuestra historia. El canto épico de nuestros poetas, y el pincel esparcido de nuestros muralistas, son nuestra memoria que hace invencibles a los pueblos. Carlos Poblete Avila* Profesor de Estado Chile, agosto de 2005 * Ex prisionero político de la dictadura militar fascista chilena.
PREFACIO
Esta es una pequeña e inicial contribución testimonial, surgida de la necesidad que tenemos de reconstruir paso a paso episodios de nuestra historia tan segmentada, demolida y amnesiada, es urgente ya reconocer que debemos caminar guiados por la mira de la objetividad y en el sentido inverso a como lo hace la ciega desmemoria, nuestra actitud y nuestros aportes deben ser libres de perjuicios, tan solo deben contar los superiores intereses de nuestro pueblo. Con el planteamiento de una vivencia personal en el movimiento armado que se desarrollo en los años setentas se pretende aclarar tantas cosas inciertas que han dicho narradores por oídas y con el objetivo de que no se tergiverse la historia narro mi participación en lo particular en razón de que no puedo ni debo narrar hechos que no me constan y por justicia a mis compañeros y hermanos de armas para que queden registrados en la historia en su verdadera dimensión. Ahora, después de haber egresado de la facultad de derecho, a la cual regrese a las aulas después de tantos años (por razones obvias) hago un análisis jurídico, acciones armadas y algunas otras experiencias propias de la misma lucha así como también de la inmensidad de violaciones cometidas por el gobierno en la denominada guerra sucia. Este movimiento revolucionario que se suscita en los años setenta nace con una propuesta de reformas democráticas al interior de la Universidad de Guadalajara, planteando una sociedad más justa y con las mismas oportunidades, fueron demandas irrenunciables que planteamos en nuestro movimiento y que se confrontaron con las estructuras del conservadurismo y la represión de ese rancio y caduco capitalismo que tanto daño ha causado y que aún sigue vigente. Por lo que nuestras demandas son aún más legitimas. Es de vital importancia reconocer que nuestro movimiento se nutre de una pléyade de militantes y de dirigentes con una formación política, académica e ideológica provenientes de diferentes corrientes de varias partes del país lo que definitivamente elevó nuestro nivel político-ideológico ya que nosotros proveníamos de un barrio de pandilla denominada vikingos, con bastante experiencia en la lucha callejera. La violencia en la política tiene un papel capital y es el rasgo característico del poder político o del poder del gobierno. El estado tiene el monopolio de la violencia a través de uno o de varios aparatos especializados como la policía o el ejército que disponen absolutamente en contra de cualquier grupo de oposición de la sociedad. El recurso al medio extremo de la violencia muchas veces pone de manifiesto la gravedad de una situación de injusticia y la legitimidad de las reivindicaciones del grupo revolucionario o la ilegitimidad de quienes gobiernan. Las ideas marxistas-leninistas y maoístas fueron el marco ideológico que dio forma a una serie de practicas revolucionarias de impugnación de los poderes políticos existentes en la mayoría de los países de Latinoamérica, principalmente en la década de los sesenta. El gobierno en un doble discurso, promovió la apertura democrática y adopto posiciones progresistas en la política exterior, en tanto que al interior operaba la guerra sucia contra estudiantes y grupos de jóvenes que buscaron en la guerrilla una opción de cambio. Luís Echeverría Álvarez “fue quien dio la orden para eliminar la guerrilla a cualquier costo”. Los conflictos sociales de finales de los sesenta y los setenta se originaron entre otros por la carencia o limitaciones de los canales de expresión política, que generó en muchos sectores (maestros, campesinos, ferrocarrileros y médicos, entre otros) el coraje hacía un gobierno caracterizado por su rigidez, corrupción y autoritarismo.
El movimiento estudiantil sin duda fue uno de los que cobró mayor relevancia como conflicto social de finales de los sesenta, y su movilización contó con el apoyo y la identificación de otros sectores que se convirtieron posteriormente en grupos guerrilleros. Se hizo caso omiso a las garantías constitucionales y los derechos humanos para combatir a elementos de la guerrilla. Estos hechos no solo afectaron a militantes guerrilleros, la represión alcanzo a familiares, amigos e incluso a personas ajenas al movimiento armado. Entre 1946 y 1947 nace la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la cual jugó un papel primordial en la guerra sucia al ser un servicio de inteligencia y de espionaje al servició del Estado y así controlar la escuálida disidencia hasta su desaparición en 1985. La DFS estaba compuesta por un gran número de agentes e informantes, estableciendo sus redes de espionaje y fuerza política, los operadores de esta institución fueron Fernando Gutiérrez Barrios, Javier García Paniagua, José Antonio Zorrilla Pérez y en el contexto de la guerra sucia destaca la participación entre otros de Miguel Nazar Haro quien se convirtió en un personaje clave en la guerra sucia de México, en sus manos estaba la operación del grupo paramilitar Brigada Blanca que operaba de forma clandestina aparecida durante los setenta, especializada en reprimir y perseguir a través de la tortura y desaparición de las personas. “La brutalidad con la que eliminaron a sus opositores tuvo la aceptación tacita y complicidad de los medios de comunicación y de grupos e intereses que consideraban que ése era el precio que debía pagarse por mantener el desigual control económico y la paz social”. Este grupo destacó por su crueldad y la impunidad para cometer todo tipo de crímenes de lesa humanidad. Entre ellos 532 desapariciones que hoy son indagadas, independientemente de las ejecuciones que realizaron. Si hubieran hecho un análisis profesional que evaluara la real amenaza que representaba para el sistema el grupo guerrillero, no hubieran optado por la brutalidad y el exterminio de este grupo con su legítimo derecho a la protesta, ya que como se verá más adelante ningún movimiento guerrillero significó un problema de seguridad nacional. Diferentes etapas del proceso revolucionario
VIKINGOS La pandilla del barrio de San Andrés, llamados “Los Vikingos” se convirtieron en el principal grupo de apoyo extra-universitario para la conformación del FER. FRENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIO (FER) En los primeros años de la década de los setenta, se empezaron a alzar voces atacando a la FEG de reformista, corrupta, incondicional del Estado y antidemocrática. Esta oposición, alentó la formación del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) que surgió en septiembre de 1970 como una propuesta estudiantil democratizadora y como respuesta a las condiciones que prevalecían al interior de la Universidad de Guadalajara, sobre todo en lo que se refiere a una ausencia de democracia y a practicas de imposición, represión y corrupción en la misma. PRINCIPALES GRUPOS GUERRILLEROS URBANOS DEL PAÍS DURANTE LOS SETENTA
Entre 1971 y1972 en diversos estados del país –Distrito Federal, Chihuahua, Nuevo León, Sinaloa, Durango y Jalisco la constante fueron diversas acciones armadas como forma de oposición y enfrentamiento con el Estado, que lanzó una fuerte envestida contra los movimientos guerrilleros y que si bien logró desmantelar algunos, no fue con todos. Como se mencionó previamente fueron varios los movimientos que operaron en la clandestinidad, se abordara de manera más detallada la conformación de la Liga Comunista 23 de Septiembre, el FRAP y la UP. El nombre de la Liga se inspiro de varios elementos: Liga, por la organización que fundaron Carlos Marx y Federico Engels: “La liga de los justos” opción en lugar de partido. Comunista, porque expresaba el objetivo histórico del proceso revolucionario y 23 de septiembre, en honor a la Guerrilla de Arturo Gámiz en Chihuahua. Tras la fuerte envestida por el Estado y exterminio de los disidentes, sumado a las propias limitaciones de la LC-23 se dio una transformación para 1977, año de mayor cantidad de desaparecidos a manos del gobierno, entonces al parecer ya no había mas miembros estudiantiles sino obreros y como en años anteriores sus militantes fueron muertos o desaparecidos. El periódico clandestino “Madera” editado por la liga habría interrumpió su edición en el número 52, año de 1980. Al parecer ya no existía más la LC-23. La mayoría de los jóvenes que optaron por la lucha armada años después, fueron muertos o desaparecidos. La guerra secreta que libró el gobierno mexicano contra la guerrilla borró de la historia a decenas de estudiantes, campesinos y trabajadores, que empuñando las armas para combatir la injusticia y lograr un país mejor. Nos piden que olvidemos, que perdonemos, pero si olvidamos o nos da amnesia seremos traidores a nuestros muertos, nuestros desaparecidos, a sus familiares, a nuestros indígenas, pero sobre todo a nosotros mismos. No podemos olvidar para que no se distorsione la historia, al fin y al cabo ¿qué es la historia?. La historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente y una advertencia de lo que puede venir. Que la verdad no sea sólo historia porque en el ahora, en el presente, se sentirá el dolor de la injusticia aún más. CAPITULO I Del rancho a la ciudad
Nací el 18 de junio de 1947 en una ranchería cercana a la población de Arandas, Jalisco. Mi padre, Jesús Morales Padilla, era campesino y luchador agrarista. Mi madre, Agripina Hernández Hernández, se dedicaba al hogar y al cuidado de sus 14 hijos, de los cuales solamente quedamos mi hermana Maria Guadalupe, Josefina, Miguel, Manuel, Maria y mi hermano Raúl, el menor de todos y yo, el resto ya había fallecido, la mayoría pequeñitos, es lo que sucede en las rancherías marginadas al igual que en los pueblos indígenas (una simple diarrea es causa de muerte). Nuestra casa no era sino un cuarto de cuatro paredes de piedra con los agujeros tapados con lodo, con su techo de teja y en el patio un aguacate y un capulín, árboles que había sembrado mi padre. Un arroyo corría como a cincuenta o sesenta metros y la única casa que se miraba en los alrededores era la de mis abuelos maternos.
Casa donde nacimos doce de los catorce hijos, ranchería ubicada a tres horas a pie de la población de Arandas Jalisco.
De ese rancho nos trasladamos a vivir al rancho Las limas, en el municipio de Degollado, Jalisco. A la edad de tres años allí desarrollé mi primera actividad laboral cuidándole las chivas a un señor vecino de la ranchería. Yo las llevaba a pastar. Solamente una vez se me perdió una chiva y fue una movilización de toda mi familia hasta que la encontramos. Mis padres y mis hermanos se dedicaban a la siembra y a mí me encantaba ayudarles cuando veía que el resultado del esfuerzo empezaba a dar frutos y brotaba de esas incipientes semillas su producto, la milpita, el jitomate, melón, sandía, y los primeros jitomates que salían me los comía. En ese ambiente transcurrió mi infancia, entre juegos y trabajo, sobre todo al lado de mi hermano Raúl, hasta la edad de siete años que fue cuando emigramos a la ciudad de Guadalajara, vendiendo mis papás la casita que teníamos en busca de mejores oportunidades. Llegamos a Guadalajara en un camión de volteo con nuestras pocas pertenencias y todos amontonados arriba. Nuestro nuevo hogar fue una casita que compraron mis padres con la venta de la casa del rancho. Estaba en el barrio de San Andrés, casa demasiado humilde donde durante muchísimos años nos iluminábamos con velas para leer o estudiar o simplemente para tener un poco de luz hasta que falleció mi hermano Manuel, y cuando estábamos velando su cuerpo vieron que no teníamos luz eléctrica y nos la pusieron los compañeros de trabajo de mi hermano fallecido. Como mi padre había emigrado a los Estados Unidos, mi madre trabajaba en una tortillería para sostenernos y al irnos a la escuela mi hermano Raúl y yo pasábamos con ella, nos daba unas tortillas con sal, que nos sabían riquísimas, y nos íbamos muy contentos a la escuela primaria Lázaro Cárdenas, vestidos de pantalón roto y huarachitos. A lo largo de mis estudios de primaria siempre tuve el deseo de estrenar unos zapatos, deseo que se me cumplió hasta que entramos a la secundaria. Cuando nos sentábamos a la mesa a comer, era una alegría estar todos juntos y mi madre muy al pendiente de que todos comiéramos lo suficiente, aunque eran más tortillas que frijoles las que teníamos que comer para llenarnos. Pero era hermosa esta convivencia, disfrutar del cariño de mi madre y mis hermanos, extrañando la ausencia de mi padre.
Posteriormente, mi hermano y yo nos fuimos a estudiar a la Escuela secundaria Número 2 para varones que tenía como director al profesor que más he querido en toda mi vida por su sencillez y su humildad y por el apoyo incondicional que les daba sobre todo a los más humildes, el profesor Víctor Manuel Cadena Aguayo. Este maestro que yo quise tanto me impartía la clase de matemáticas y cuando me hacía alguna pregunta referente a la clase y no le sabía contestar por estar distraído, él se molestaba y me llamaba: “¡Muerto..!”, y como no le escuchaba, me gritaba: “¡Momia!”. Y así hasta la fecha se me quedó lo de El Momia. Un día estando yo en la planta alta de la escuela observando hacía abajo a mis compañeros jugar en el patio, ví que mi hermano andaba trenzado a los golpes con otro compañero de la escuela, cuando de pronto llega uno de los maestros al que le apodábamos El Chocolate, por prieto, el cual no nos quería por rebeldes, y les grita que se separaran pero pegándole con el puño a mi hermano. Al ver esto corrí y le quito la escoba al mozo que barría el patio y me lanzo sobre el maestro a cobrarle la afrenta, pero al ver que voy corriendo sobre de él garrote en mano, arranca hacía la dirección a refugiarse. Me quedo al lado de la puerta esperando a que salga, le avisan al director y me manda llamar, reclamándome muy enojado: —¿Así que palitos para tus maestros? Contestándole yo, llorando de rabia e impotencia: —Pos, maestro, este cabrón le pegó a mi hermano. Y me dice: —¡Lárgate a tu casa! ¡Te vienes mañana a clases! Me fui entre muy enojado y asustado... y desilusionado, porque vi que el maestro que admiraba tanto no era lo justo que yo creía, pues me estaba reprimiendo delante del maestro que le había pegado a mi hermano. Y asustado porque si se enteraba mi madre de mi expulsión de la escuela, le iba a hacer pasar un mal rato y yo también iba a pasar un mal rato, pues mi madre era de carácter fuerte. Yo no le comenté nada hasta ver si el director me iba a expulsar o no. Al día siguiente estaba el director esperándome en su carro a la bajada del camión. —¡Morales, ven súbete!— me llamó. A lo que yo contesté con cierto sentimiento hacía él porque no me había apoyado ante la injusticia del maestro: —No, maestro, aquí me voy a pie. —¡Te digo que te subas!— me insistió con voz más firme. Y por fin me subí. Y comenzó a decirme: —Mira, yo sé lo que tú sientes por tu hermano. Está bien, pero acuérdate que un maestro es como nuestro padre, hay buenos y hay malos, pero lo tienes que respetar. Al decirme esto, lo vi de reojo y volví a sentir el mismo afecto y admiración que sentía por ese hombre justo y comprensivo. En ese tiempo Guadalajara era una ciudad grande, pero no tanto como ahora. No llegaba ni al millón de habitantes. Y San Andrés era un pueblo que se lo fue tragando la ciudad hasta convertirse en un barrio más con su gran parque arbolado, el San Rafael, su alberca siempre cubierta de hojas, sus frontones, sus canchas de fut y de basket. Hasta ahí llegaba la ciudad. Las calles eran empedradas o de tierra, y alrededor del parque y más allá eran milpas, un viejo
balneario, y detrás corrían arroyos de aguas cristalinas, con un remanso conocido como Las piedrotas. En esa etapa de mi vida, que rondaba entre los 17 o 18 años, ya nos reuníamos un numeroso grupo de amigos en el jardín de San Andrés, que era el corazón del barrio, franqueado por sendos templos a cada lado, con su kiosko al centro, su delegación municipal a un costado, sus portales de arquería antiquísimos, con su banda musical tocando en el kiosko cada ocho días agregando los días festivos, como el 15 de septiembre, viendo las peleas de box con un ring improvisado ahí. No por otra cosa el barrio dio boxeadores de la talla de Efrén El Alacrán Torres, Vicente El Tortas García, Jesús Papelero Estrada. Y después de las funciones de box subía a otro entarimado el grupo musical orgullo del barrio, Los Freddy’s, interpretando aquellas canciones románticas, siendo uno de sus miembros mi amigo y compañero desde la primaria, Artemio Chávez, que tocaba el requinto y hacía la segunda voz. Y en la esquina del jardín había una nevería donde se escuchaba música, que por lo general era el rock and roll. Esa era nuestra vida. Y nuestras reuniones eran para hablar de la novia y de la escuela. Nadie usaba drogas, porque era parte de la formación que nos habían inculcado nuestros padres y porque no lo aceptábamos y si algún otro barrio golpeaba a alguno de nuestros amigos íbamos por la revancha y les metíamos tremendas garrotizas. Se fue creando entre nosotros un sentimiento de hermandad, territorial, incluso de clase. El nombre de los vikingos surgió como surge la necesidad de identificarse para cualquier barrio y nosotros, considerando que los vikingos nórdicos como conquistadores habían sido bravos, bueno, pues con ese nos quedamos. Nunca imaginamos lo que sucedería a esos amigos de adolescencia y a nuestras familias.
La ignorancia y la pobreza.
Si yo he nacido de un vientre desdichado y con pobreza fue tan solo para hacerme defensor de los humildes. Miguel Hernández. Era tanta nuestra pobreza que en el mes de junio de 1970 mi madre se sentía muy enferma y me pidió que le trajera al sacerdote para que la confesara, contestándole yo: —No, mamá, ellos no curan, te traigo al medico. Y me dice muy alterada: —¡Que me traigas al padre! Y voy y lo traigo, pero, al momento de estar confesando a mi mamá, yo pensaba recargado en la puerta de la casa: “¿con que le voy a pagar al padre, si no tenemos dinero?”. En eso sale el sacerdote, saco mi pistola 45 y le digo: —¡No le voy a pagar, padre! Contestándome asustado: —¿De qué, hijo? —Pues de la confesión— le digo.
A lo que me respondió todavía blanco del susto: —No es nada, las confesiones no se cobran. En ese momento sentí que me tragaba la tierra por la ignorancia a la que te orilla la pobreza.
Comienzos de mi participación política
Ya como estudiantes de preparatoria, mi hermano estaba en la Preparatoria de Jalisco y yo en la Preparatoria Número 2, comenzando así mi actividad y participación en política estudiantil, lanzando candidatos a las presidencias de sus respectivas sociedades de alumnos, lo que abarcaba desde secundarias hasta facultades. Aún no teníamos ninguna organización estudiantil, simplemente eran candidatos vikingos en contra de la organización oficial denominada Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG). No era cuestión electorera, sino de luchar y manifestar nuestra inconformidad que por tu condición de clase te crea una rebeldía natural, de esta forma se estaba dando una trinchera de lucha. Los primeros presidentes de escuelas que logramos imponer a sangre y fuego fueron: Oscar González en la Escuela Preparatoria de Jalisco, con otros grandes dirigentes vikingos como Bonifacio Mejía Segundo, Enrique Bustos, mi propio hermano Raúl Morales, Jorge Gutiérrez, conocido como Jorge Prieto, Julito, El Bruce, El Tonalá, El Guicho Puya. Estas elecciones lograron ganarse incluso en contra de la decisión del propio Carlos Ramírez Ladewig, el ideólogo de la FEG, al término de las elecciones en las que incluso no hubo candidato por ellos. Nos fuimos a celebrar el triunfo al parque San Rafael, que se llenó de miles y miles de jóvenes participando al lado de los vikingos. ¡Que hermoso se veía el parque!. En la Preparatoria número 2 se logró imponer también por la fuerza como presidente a Javier Prieto Aguilar en el turno matutino y por la tarde se logró también triunfar de manera violenta en las elecciones quedando como presidente Sergio Aguayo Quezada El Monaguillo. En el nivel de secundaria venían despuntando muy fuerte ya incorporándose a la preparatoria varios dirigentes excelsos entre los que más destacaban eran Arnulfo Prado Rosas El Compa, Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras, José Luís Carrillo El Vaquita, Joel El Cuernavaca, Raúl López Melendres El Petro, El Pelagallos, El Jericallo, etc. De todos estos compañeros, especialmente El Compa y El Tenebras, ingresaron a la Preparatoria número 4 y lograron de manera natural imponer su liderazgo junto con Efraín González Cuevas El Borre, y Eligio Álvarez Carvajal. Para estas alturas, entre conquistas de escuelas dentro de la Universidad de Guadalajara y la suma de la mayoría de los barrios, se conforma lo que sería gran parte del núcleo vikingo, el cual vio la necesidad de organizarse. Y se pensó en una forma de organización. Se nombraba un representante por cada barrio que se sumaba a nosotros (que normalmente era el líder natural que se distinguía por ser el mejor para los golpes) y teníamos reuniones cada semana con todos los jefes de barrio y los presidentes de escuelas, en fin todo lo que se sumaba organizativamente a nosotros lo llamábamos Los Vikingos de San Andrés. Llegamos a un punto culminante cuando de todos los barrios de Guadalajara sólo dos no eran nuestros. Uno era el de Los cuquis, que controlaba el tristemente celebre Carlos Morales García, alias El Pelácuas. El otro era el que controlaba el barrio de Los trojes, controlado por Rigoberto Palacios, que había sido luchador de lucha grecorromana, y Jaime Abundio, que era instructor del pentatlón, organización paramilitar de extrema derecha. Ambos barrios y sus dirigentes eran pilares de la nefasta organización paramilitar llamada FEG.
Cuando nosotros apoyamos las candidaturas de los tres compañeros que eran los candidatos vikingos a las presidencias de Preparatoria Jalisco, Preparatoria 2, Escuela vocacional, estando yo por la tarde en la Preparatoria número 2 apoyando a nuestro candidato Sergio, se hizo una batalla campal contra los candidatos opositores y la FEG que los apoyaba, de la cual salí con un brazo roto consecuencia de un tubazo que me pegaron y me lo rompieron y un rozón de bala en la pierna izquierda. Duró tanto rato la campal que hubo tiempo para que llegaran nuestros amigos de los barrios más cercanos para apoyarnos y la balanza se inclinó a nuestro favor. Ya con mi brazo enyesado, continuamos por la noche con la cacería de los golpeadores de la FEG y al que encontrábamos se llevaba tremenda garrotiza. Uno de los que encontramos fue subido a una camioneta y desnudo se le abandonó a la orilla de la ciudad, después de darle su merecido. Al día siguiente fuimos al edificio central de la Universidad de Guadalajara no recuerdo a qué, como unos cinco o seis compañeros, entre los que iba El Compa, Giblas, Fernando El karateca, al cual con toda intención lo habíamos invitado, y yo. Llevábamos unas varillas debajo de las chamarras porque presentíamos que ahí nos encontraríamos en su guarida a nuestros constantes enemigos, lo cual se confirmó. Nos rodearon y nos pidieron que nos fuéramos a la vuelta a darnos de golpes con ellos, les pedimos que escogieran cada uno a su rival y así fue. Perdimos la primera pelea, que fue Jaime Giblas. Cayó con la nariz rota nuestro amigo, y anímicamente nos mermó porque no estábamos acostumbrados a perder, pero la segunda pelea la ganamos con Fernando El Karateca, que con sus conocimientos en las artes marciales rápidamente dejó fuera de combate a su oponente. Yo esperaba dentro de mí que no me retaran porque traía mi brazo enyesado a consecuencia de la fractura. Con este triunfo nos sentimos un poco mejor, aunque íbamos empatados, una perdida y una ganada. De pronto salta uno de nuestros mejores líderes, Arnulfo Prado Rosas El Compa. —¡Tú conmigo!— señaló con el índice a un tipo muy corpulento. Yo pensé: “Hubieras escogido a otro”. Pero en eso gritó: —¡Para que veas como se rifan los vikingos! Y diciéndolo y soltándole una ráfaga de patadas y golpes, con lo que el otro rápidamente se rindió, diciendo: —Ahí muere. Pero El Compa le contestó: —No, nada de que muere, tú eres el presidente de la Preparatoria 3 y allá sigue. Pero no, El Compa se inscribió en la Preparatoria número 4, no por temor, sino por un acuerdo que tuvieron él y El Tenebras de conquistar dicha preparatoria que no era nuestra, pues ya teníamos conquistadas la preparatoria de Jalisco, la preparatoria número 2, la Vocacional y ellos se fueron a conquistar la cuatro, con su liderazgo y combatividad no había duda de que lo iban a lograr y lo lograron. Estas golpizas se convirtieron en una costumbre ya que por lo regular casi a diario se desarrollaban en las escuelas, en los barrios, porque donde los amigos de los barrios pidieran el apoyo de los vikingos ahí estábamos siempre. Esto nos fue curtiendo físicamente y a no tenerle miedo a la policía. Sin quererlo se fueron dando una de las condiciones necesarias para el desarrollo y fortalecimiento de un movimiento revolucionario: el enfrentamiento con la policía en la pelea callejera, lo que va proporcionando experiencia y a no temerles. Si a esto se le suma una formación ideológica tenemos como resultado un potencial cuadro dirigente. Sin siquiera darnos cuenta, esto
nos fue proporcionando una presencia, un prestigio y un crecimiento. Por ello, cuando por las circunstancias, estas confrontaciones contra un brazo armado del Estado como lo era la FEG, se fueron sumando, hasta convertirse en movimiento armado, todas las organizaciones que surgieron de él o que se aproximaron a él, querían entre sus filas a los militantes del FER con descendencia vikinga. Siempre que participaban en una operación militar ellos se sentían muy seguros del éxito si participaba en la operación un ex miembro vikingo o del FER. Quiero aclarar que política e ideológicamente estábamos bastante atrasados, pero ya en nuestras filas sentíamos gran simpatía por el figura del Che, por Ricardo Flores Magón, por la pureza de Zapata, y quisimos darle forma y sentido y comenzamos a abrevar de ellos para dar esa lucha diaria al interior de la misma Universidad y democratizarla, conformando un frente común de todas las corrientes de lucha, ya que las condiciones así lo exigían. Para éste momento ya se habían incorporado compañeros con más claridad ideológica, académica, provenientes de todas las corrientes políticas de izquierda que había en el interior de la Universidad y que veían el potencial que éramos en masa haciendo esa conjugación del pensador con el forjado en la lucha diaria. Los entonces dirigentes de la Universidad de Guadalajara en la persona de Carlos Ramírez Ladewig ante el crecimiento cualitativo y cuantitativo que estábamos teniendo optaron por expulsar del seno de la misma a los dirigentes más identificados por su liderazgo para así truncar el avance que se venía dando y liquidar el desarrollo de nuestra lucha. Uno de los primeros expulsados fui yo. Pero eso no sería suficiente para detenerme. CAPITULO II Nacimiento del Frente Estudiantil Revolucionario
Decidimos darle forma organizativa a todo el potencial que teníamos en barrios y escuelas. Fue así como nacieron las Juventudes Juaristas. Pero si dejamos de llamarnos vikingos y comenzamos a llamarnos Juventudes Juaristas fue por la necesidad de abrir una brecha hacia la vía democrática, pero también porque la represión era cada día más intensa. Sin descanso, la policía asolaba nuestros barrios. Las razzias eran constantes. Por ello, este cambio lo hicimos por estrategia, para calmar un poco la represión policíaca. Por esta razón hicimos incluso una alianza política con la familia Zuno. Esta alianza no era ideológica sino política. Ellos querían recuperar la Universidad de Guadalajara, que alguna vez tuvieron y que perdieron por haberse involucrado José Guadalupe Zuno Arce en el movimiento ferrocarrilero. Esto a la postre permitió que Carlos Ramírez Ladewig les diera golpe de Estado y les quitara el control de la misma y la convirtiera en un feudo personal. Con él surgió la FEG como brazo de control político-policiaco. Y nosotros aceptamos esa alianza por nuestra histórica persistencia y tozudez de democratizar la universidad. Dicha alianza a mi no me daba buena espina, ya que lo primero que hicieron los Zuno fue expulsar de la organización a nuestro máximo dirigente Manlio Fabio Macias Rivera, Flavio. Esto a mí me molestó sobremanera, porque ¿con que autoridad moral lo hacían?. La unidad que habíamos cuidado durante tantos años comenzó a resquebrajarse. Surgieron las divisiones, pues algunos compañeros se dejaron deslumbrar pensando que podían obtener alguna posición política o económica. Yo, en lo personal, hice una defensa férrea de Flavio. Ante algunos de mis propios amigos hacía yo la observación de que mejor era romper con esa alianza, pues lejos de beneficios nos iba a perjudicar. Pero por otra parte tenía una deuda moral con Andrés Zuno, pues una de las veces en que fui detenido, él, junto con Flavio y mis amigos de San Andrés me rescataron de las mazmorras de la Procuraduría amenazando incluso al procurador. En esa ocasión así obtuve mi
libertad. Pero esa deuda para mí no representaba nada, porque primero eran mis amigos de infancia y el proyecto en el que veníamos trabajando durante tantos años. La toma de la casa del estudiante
La primera acción que se realizó de esa alianza entre vikingos o Juventudes Juaristas y los Zuno en contra de la dirigencia de la Universidad o de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, fue la toma de la Casa del Estudiante de la FESO (Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente). Dicha casa se encontraba en la calle de Colón, en el jardín Aranzazu y pegada al templo del mismo nombre. Esta casa era el lugar a donde llegaban compañeros de otros Estados del país que carecían de recursos y ahí se podían alojar a lo largo de sus estudios. El día 23 de septiembre de 1970 se tomó la casa por asalto a las dos quince de la mañana, ya que dicho edificio era controlado por los hampones de la FEG y golpeaban o expulsaban a los que simpatizaban con nosotros. Y optamos por esta medida por dos razones: una para proteger a nuestros amigos; y la otra, para castigar a los mafiosos abusivos, lo que se decidió un día antes en una reunión previa en una casa que se encuentra localizada en el Sector Reforma. Para esta primera acción se formaron tres grupos. Un compañero se brincó por el templo de Aranzazú que colindaba con la casa y abrió la puerta sigilosamente, permitiendo que se introdujera el primer grupo, detrás el segundo y luego el tercero. Yo iba en el segundo grupo y llevaba una pistolita de cachas de madera muy rusticas. Pero yo ya me sentía el Che. Me sentía orgulloso pues pensaba que era nuestra primera acción revolucionaria. Según nosotros esta acción llevaba buenas dosis de táctica militar. A las tres de la mañana expulsamos en puros calzones a estos execrables y nefastos inquilinos. El problema radicó al amanecer, pues la casa fue rodeada por todo tipo de policías. De pronto la pregunta era: ¿Qué hacer ahora?. Y yo tenía un doble problema. La policía me andaba buscando, ya que unos días antes había balaceado a Carlos Olivares (era uno de los fegistas que vivía en nuestro propio barrio) fracturándole una pierna con uno de los disparos, y el sujeto que lo acompañaba se había salvado por llevar un libro en el brazo izquierdo: el libro detuvo la bala, que iba directa al corazón. La razón de esta agresión fue por abusivos, ya que acababan de golpear a uno de los compañeros más chicos, a quien le decíamos El trucha y que era primo hermano del Compa. Y ahora estábamos acorralados en la Casa del Estudiante. Después de la toma y expulsión de los mafiosos, quedó conformado el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Algunos nos decían que por qué no le poníamos Federación como la antagónica y la respuesta fue que no, porque éramos un frente de lucha, recuerdo que una de mis responsabilidades junto con Arnulfo Prado Rosas fue seguir controlando las preparatorias para seguir conservando el contacto con nuestros amigos y simpatizantes, porque teníamos responsables de secundarias y otros de facultades. El primer acuerdo fue salir a la calle para no enclaustrarnos pues la Casa se estaba convirtiendo en una trampa. Aquí el problema era que estábamos a merced de ellos y que nos detuvieran. No sabíamos que giro iban a dar las cosas y vivíamos una gran incertidumbre por lo que se recurrió al apoyo de nuestras bases en las escuelas. A la salida de la Casa del Estudiante nos topamos con las miradas amenazadoras de la policía. Creo que para ese momento Carlos Ramírez Ladewig y compañía no tenían el apoyo total del gobierno para reprimirnos, motivo por el cual salimos en el momento justo y nos dirigimos a llevar el mensaje de rebeldía a diferentes escuelas. La primera fue la Escuela Vocacional. La respuesta fue muy eufórica ante el mensaje del Frente Estudiantil Revolucionario. Siempre tratamos de ocultar las pocas armas que traíamos, pero con ello
queríamos decir que éramos diferentes, que era urgente hacer la limpia al interior de la Universidad. La siguiente escuela que visitamos fue la Facultad de Ciencias Químicas con el mismo resultado y en esta escuela fue aún mejor el recibimiento. Estábamos tratando con gente de mayor capacidad político-ideológica. Porque en esta escuela había cuadros que militaban en la Juventud Comunista, gente plenamente comprometida con la lucha social y que posteriormente algunos de ellos se involucrarían en la guerrilla. Posteriormente visitamos la Escuela Politécnica. Creo que eran como las once treinta de la mañana y estando en plena arenga los oradores del FER de pronto llegaron algunos carros con miembros de la mafia, entre ellos el Presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, Fernando Medina Lúa, gritando improperios y disparando a mansalva desde los vehículos. Empezaron a caer compañeros por las ráfagas disparadas y como el único que se había bajado de los vehículos fue su presidente, ante nuestra respuesta también cayo herido, el cual al terminar la agresión fue trasladado por nuestros compañeros en un acto humanitario a un hospital para que fuera atendido. Cuando estaba tirado herido nos comentó que prefería morir a manos nuestras ya que estaba seguro que sus propios amigos lo iban a acribillar por la espalda, argumentando que necesitaban un mártir y ese era él. El que lo haya dicho fue otra de las razones por las que se le trasladó al hospital. ¿Puede ser que sea esta una de las razones por la cual finalmente perdió la vida?. Exterminar al FER valía eso y mucho más. Los compañeros lo dejaron a las puertas del hospital por avenida Francia y huyeron para no ser detenidos. Medina Lúa falleció posteriormente. Braulio Suárez fue uno de los compañeros heridos en esa lluvia de balas. Recibió un tiro en el cuello y otros en la espalda. Fue llevado a una casa por San Andrés con el fin de darle atención médica, falleciendo ahí recostado en la cama. El compañero que vivía en esa casa nos decía muy acongojado: “¿Y ahora qué le voy a decir a mi mamá?“, pues en buen problema lo estábamos metiendo. Se decidió trasladarlo cerca del lugar de los hechos para que fuera recogido por una ambulancia. Después de la balacera ocurrida en el politécnico yo me fui a esconder a la casa de mis papás y ya más tarde llegaron Flavio (que ya había regresado nuevamente a tomar las decisiones en el grupo), Arnulfo Prado Rosas, El compa, René Delgado Becerra, El perico, Alfredo Campaña López, el Ingeniero Enrique Guillermo Robles Garnica, Juan Manuel Rodríguez Moreno, El Clark, y otros más que de momento no recuerdo. Ahí me entregaron la primera nota periodística que salió en El Sol de Guadalajara después de los acontecimientos. En su encabezado decía: “EL MOMIA EMPEZÓ LA BALACERA”. No alcanzaba a comprender la magnitud ni el grado de violencia a que se iba a llegar sólo por la osadía de pedir la apertura democrática en la Universidad. En lugar de en las aulas, ahora teníamos que reunirnos, discutir, organizarnos secretamente en las sombras. Desde esa primera reunión la plática se desarrolló en torno a los acontecimientos, el rumbo que habían tomado y el ¿qué hacer?. La tarea era reagrupar toda la infraestructura que habíamos construido durante tantos años en escuelas y barrios, ahora que todos éramos fugitivos y nos encontrábamos sin rumbo y sin dirección, pero sí con un inmenso coraje por la arbitrariedad y la impunidad y el mayor deseo de luchar. En un intento desesperado intentamos hacer el último esfuerzo de que nos reconocieran al FER como organización política estudiantil, la indemnización de los primeros muertos y la libertad de los primeros presos políticos que eran José Natividad Villela Vargas, Eleuterio López Navarro, Becerra, Blañir, El Larva, detenidos en la casa del estudiante el mismo día en la madrugada, y Enrique Guillermo Pérez Mora, Bonifacio Mejia Segundo, detenidos en Michoacán a donde se habían ido a refugiar. En total eran once, ya que yo
fui el procesado número doce de esta balacera. Algunos opinaban que no había salida, que sólo nos quedaba la vía armada. La verdad es que no sabíamos qué rumbo seguir, y es que de pronto de la noche a la mañana teníamos que hacer vida clandestina por seguridad y despedirnos de nuestras familias. No llegamos a ningún acuerdo concreto, y Flavio y yo nos fuimos a la ciudad de México en la comisión de hacer llegar un documento de la posición del Frente Estudiantil Revolucionario a Luís Echeverría Álvarez, presidente electo y yerno de José Guadalupe Zúno Hernández. Llegamos a la casa de José Pagés Rebollar, director de la revista Siempre! y en la cual se encontraban el obispo de Cuernavaca, Morelos, Sergio Méndez Arceo (por cierto hombre de principios) y se encontraba ahí por que quería conocer a los miembros del FER. También estaba el comentarista de noticias Jacobo Zabludowski, y uno de los más altos dirigentes del movimiento del 68 Tomás Cervantes Cabeza de Vaca y otros más que no conocía. Dimos el mensaje y nos trajeron la respuesta: “Nosotros no tenemos porqué tratar con mugrosos”. A buen entendedor, pocas palabras. ¡Qué casualidad!, utilizar hasta el mismo calificativo despectivo que nuestros históricos enemigos de la FEG utilizaban. Como una muestra del apoyo incondicional que Luis Echeverría le estaba brindando a la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), vino a Guadalajara el doce de octubre de 1970 para inaugurar el nuevo edificio de la FEG, una mole en la calle Carlos Pereira número 100. Con esto le declaraba la guerra al Frente Estudiantil Revolucionario. Nos regresamos a Guadalajara, contactamos a nuestros amigos y nos reunimos en una casa por el rumbo de la Plaza de la Bandera y ahí les comentamos el resultado del último intento por la vía democrática. Ahora pasábamos a la etapa de construcción de las nuevas fuerzas de la revolución donde la tarea estratégica sería, por tanto, la de organizar, movilizar y unificar la voluntad popular para combatir y seguir avanzando. Cuando se cancelan todas las opciones para quienes tienen un proyecto de transformación social y de justicia para los grupos desamparados del país, entonces el futuro es violento. La capacidad en cuestión de principios y planteamientos era muy diversa, pero quien no planteara la lucha armada era descalificado y señalado de demócrata, pacifista, pequeñoburgués y haciéndoles la invitación de que el que quisiera dar el salto a la lucha armada tomara todas las precauciones ya que iba de por medio la vida. Se hizo mucho hincapié en la importancia de la lectura para elevar el grado de conciencia y el nivel político-ideológico para poder tener con claridad la propuesta de construcción de la nueva sociedad y el porqué era caduco el sistema capitalista. Se dio la consigna de formar cuadros profesionales política y militarmente. Todo eso se discutió en esa primera reunión. Nos despedimos viéndonos al rostro, seguros de que algunos de los que nos encontrábamos ahí reunidos ya no nos volveríamos a ver por algún desafortunado encuentro con el enemigo, pero era un compromiso continuar con el desarrollo de nuestras tareas ya que estábamos seguros de que la revolución triunfaría. Acordamos citas, contactos y continuar con el trabajo político-armado con toda nuestra estructura, la que era muy difícil restablecer por la intensa persecución. Ahora se nos presentaba la urgente necesidad de recuperar recursos. Comenzamos las expropiaciones, convirtiéndonos de grupo democrático en grupo armado y dando el salto cualitativo a la clandestinidad de 1970 a 1973 como FER.
Nuestra primer manifestación impresa ya en la clandestinidad, después del asesinato de nuestros compañeros en la Escuela Politécnica el 29 de septiembre de 1970.
Aquí comprendimos que Carlos Ramírez, amo y dueño de la Universidad de Guadalajara y de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), habían conseguido el apoyo por la deuda que le cobraron al Gobierno Federal por la traición al movimiento estudiantil de 1968. Recordemos que la única universidad del país que no apoyó el movimiento del 68 fue la de Guadalajara e inclusive reprimieron a la comisión que vino a solicitar el apoyo. La alianza que se había realizado con la familia Zuno quedó rota. A mí no me extrañó en lo absoluto que en los primeros balazos huyeran ya que veníamos de extracción diferente y nuevamente cada quien se quedó con los suyos, ellos a su trinchera al lado del gobierno, y nosotros a la nuestra, la brega callejera. El Gobierno del Estado en acuerdo con la Universidad de Guadalajara decide demoler la casa del estudiante a raíz de la balacera el día anterior. La demolición de la casa del estudiante
Al día siguiente, treinta de septiembre, llegan militares vestidos de civil. Al mando del 17vo regimiento de caballería estaba el General Francisco García Castellanos. Son detenidos treinta miembros del FER y consignados solamente once ya que yo fui el procesado doce, en este expediente de la toma de la casa del estudiante, en mi posterior detención. En el asalto a la casa
del estudiante iban unos trescientos militares en autos civiles. Se dividió la fuerza en una actuante y otra de reserva. La que actuó fue la del cuarto batallón de infantería del cuartel colorado. Golpearon a los estudiantes y se los llevaron al cuartel colorado y al tercer regimiento de caballería en Ocotlán, y a otros los mandaron al veintiún regimiento de caballería de Sayúla. Se envió una catapulta y se derribó el edificio bajo la orden de dejarlo hecho tierra limpia. La intolerancia y el resultado de ésta
Analizando del porqué una simple propuesta democrática había sufrido un giro tan violento, la respuesta era sencilla: la FEG era un brazo más del pulpo del sistema Así como las organizaciones obreras nacieron para controlar y reprimir llegado el caso a los trabajadores, y así como también las organizaciones campesinas harían lo mismo con aquellos que supuestamente representaban, así a la FEG le tocaba desempeñar ese papel con los estudiantes de la Universidad de Guadalajara y si ese control se perdía entonces entrarían en función los cuerpos represivos, policíacos, militares y paramilitares. Y esto fue lo que finalmente ocurrió y se intensificaría en Guadalajara. La deuda del 68 del gobierno hacia la FEG quedaría saldada con esta represión sangrienta contra los militantes del FER. Nosotros entendimos que el FER quedaba señalado como el grupo a combatir con todo el poderío militar. Nos llevaron a un punto sin retorno. Solamente nos quedaba la fortaleza de nuestra dignidad y oponerle a las fuerzas reaccionarias la fuerza revolucionaria. Sabíamos que la voluntad de un hombre con principios no es fácil de doblegar. Sabíamos también que la violencia siempre ha nacido de gobiernos ilegalmente constituidos, llámense militaristas, totalitaristas, siempre disfrazados de gobiernos democráticos. El 7 de Febrero de 1972 aparece el primer número del órgano de prensa del comité coordinador del Frente Estudiantil Revolucionario llamado EL VIKINGO dedicado a la memoria del comandante Genaro Vázquez Rojas, quien había fallecido el dos de febrero de 1972 y que en este número se leía: “Ustedes como nosotros, escogimos el difícil camino de la lucha porque no quisimos pertenecer a una generación más de apáticos y castrados ideológicamente”. Tratábamos de fortalecernos política y militarmente mediante el hostigamiento y constituirse en verdadera fuerza militar frente al enemigo y tener esa capacidad de ponerlo a la defensiva con diferentes métodos para crearle el desconcierto y su debilitamiento moral. Por su parte, la Universidad de Guadalajara en el año de 1972, para encubrir sus nefastas fechorías y darse tintes de democrática, invita al presidente chileno Salvador Allende el cual venía enfundado de un merecido prestigio ganado a pulso por haber sido electo democráticamente en contra de la voluntad del imperialismo yanqui. En su conferencia magistral en el auditorio que ahora lleva su nombre dijo aquellas frases celebres “Ser joven y no ser revolucionario es hasta una contradicción biológica”. De seguro que estas frases les retumbaron hasta los oídos porque precisamente quienes lo invitaron fueron los reaccionarios de la FEG. Nosotros entendimos que el motivo de su presencia se debía a la necesidad de fortalecer los lazos políticos y económicos que cualquier gobierno tiene que hacer con países aún de ideologías diferentes, con tal de darle bienestar a su pueblo. Seguro era un reclamo a sus anfitriones, pues él sabía de sus antecedentes represores, aunque algunos no se dieron por aludidos. Nos quedo muy claro que las fuerzas y corrientes del conservadurismo, del retroceso, de la intolerancia y el oscurantismo estaban apropiadas del destino nacional. Para el FER se cerraron los espacios para continuar en términos legales. Es en este momento que el recurso o no de las armas se convierte en el gran dilema para el FER.
En el desarrollo de los acontecimientos es éste uno de los momentos más significativos, puesto que las posiciones de los grupos antagónicos quedaron bien definidas. Una de las pocas salidas para el FER en tanto quedó expuesto como un grupo en rebeldía, lo llevó como organización a sujetarse a un cambio gradual de postura que implicó en un primer momento la reducción de sus miembros. Son los filtros naturales que se dan en todos los movimientos: por un lado están los militantes que de acuerdo a sus principios y su compromiso no tienen ningún problema para continuar en la lucha, y por el otro están aquellos a los que los mueve otro tipo de intereses personales. Estos inmediatamente abandonan la lucha. Muchos se quedan en el paso de una situación de calma a una situación de intranquilidad. En nuestro caso, la situación a la que se enfrentaron muchos, de un día a otro, fue de hallarse repentinamente en condiciones de alto nivel de riesgo. Se puede hablar de un momento intermedio entre la toma de la casa del estudiante y la conformación de los grupos de ataque que terminarían siendo la representación guerrillera en nuestra ciudad, esto, hacia el año de 1973. La fase 1970-1973 se distinguió por ser una era de violencia juvenil no nada más en Jalisco, era un fenómeno nacional después de la represión del 68. La de nosotros el 29 de septiembre de 1970 y la del 10 de junio del 71.
. CAPITULO III La vida en la clandestinidad
La clandestinidad es una forma táctica que nos permite evadir la represión y la agresión de la burguesía en el poder, protegiéndonos en y con el pueblo. El sujeto clandestino es un hombre común, que utiliza los recursos legales del enemigo para evadirlo, que aprende a la convivencia diaria con las masas, que ante cada acierto o acción revolucionaria no espera adulaciones y calla modestamente, la clandestinidad como forma táctica nos permite: La acumulación y preservación de nuestras fuerzas; garantizar la continuidad del movimiento revolucionario, estar fuera del circulo del poder del enemigo; no presentar un frente definido al estado burgués para evitar que nos destruya. La vida en la clandestinidad es azarosa, la muerte te asecha a cada instante, la respiras, la sientes, la transpiras, ves en cada persona, en cada sombra, un policía, tienes que volverte invisible, la fuga es constante, la vida sufre un cambio radical al tener que abandonar la seguridad del hogar, la convivencia diaria con tus padres, hermanos, amigos, la esposa, los hijos, el peligro constante a perder la vida, pero todo por un ideal: ¡la justicia social!. La práctica con la teoría revolucionaria forman un conjunto de elementos indispensables para que al mismo tiempo que elevas tu capacidad teórica-militar fortaleces tu moral revolucionaria, la disciplina, la lectura para adquirir esa capacidad político-militar pasando a la ofensiva y llegar a un grado superior de lucha, la que finalmente fuimos pasando paulatinamente a la defensiva por el gran poderío militar del enemigo. Precisamente por la falta de visión de crear también la táctica de retirada según la estrategia planteada por Sun Tzu, nos creo una catastrófica derrota. Tenía razón Héctor Eladio, aunque también en la Liga se argumentaba que no había por qué prolongar la guerra y simplemente si no quieres bajas, no combatas. Para desarrollar el grado ideológico sosteníamos al interior de la organización constantes seminarios que consistían en encerrarnos por periodos de una semana toda la dirigencia para el estudio y el análisis político y organizativo. Recordando una de las conclusiones a las que llegamos
era: El desarrollar la lucha revolucionaria a su máxima expresión y la movilización política para fortalecer la unidad y elevar su conciencia. Una tarde ya obscureciendo fui con mi padre y mis hermanos, ya que mi madre poco tiempo atrás había fallecido y tenía ganas de verlos. Salté por una casa que daba exactamente a espaldas de la de mis papás, nos dimos un fuerte y efusivo abrazo, comentándome mi papá que tuviera mucho cuidado, pues observaba a diario gente sospechosa parada enfrente, en las esquinas, carros con gente dentro haciéndose señas con los que estaban plantados. Lógico, él temía que en cualquier momento se diera el enfrentamiento si lograban detectarme y tuvimos una larga discusión política. Yo le argumentaba, tratando de justificar mi conducta y de aminorarle su sufrimiento y mortificación, que si ellos como generación habían perdido la revolución de 1910-1917 al asesinarles a sus lideres los Villa, los Zapata, los Flores Magón etc., yo no debería ser tan cobarde como para exigirle que aún a su avanzada edad se regresara para que continuara la revolución y nos dieran una sociedad más justa, eso sería irresponsabilidad de mi parte y poca hombría. Yo sentía la obligación moral de levantar su bandera y ser un continuador de su lucha y le recordaba que él había luchado por los mismos ideales y eso lo había convertido en el hombre justo, solidario y con mucha sensibilidad que yo admiraba. Pero él sólo me contestaba: “Hijo, te van a matar”. Y yo insistía, no tanto para convencerlo, sino para aminorar su pena, ya que mi madre tenía poco de fallecida y él sentía que su hijo en cualquier momento podía ser asesinado, pero definitivamente nunca lo pude convencer con mis argumentos. En eso estábamos, cuando tocaron a la puerta, y me dice mi papá: —¡Escóndete! Corrí al primer cuarto de la casa que da a la calle, con el rifle abrí poquito la cortinita de la ventana y observé que era la policía, sintiendo el peligro que estaba corriendo mi padre por la cobardía que siempre demostraron estos asesinos, pero ya los tenía a tiro y al primer movimiento de peligro fácilmente los eliminaría. En ese momento mi papá abre la puerta y le preguntan desde unos vehículos varios tipos malencarados: —Don Chuy, ¿dónde anda Chuy chico? Mi papá les contesta: —¡No sé, pues hace mucho que no lo veo!, Los policías de una forma agresiva le dicen: —¡Se me hace que usted es de los que hay que darle en la madre para que hablen! Contestándoles mi padre: —Permítanme tantito Entrando a la casa agarra su pistola 45 y saliendo nuevamente a la puerta, les dice: —¡Ahora si, díganme que quieren, hijos de la chingada! A mi no hay cabrón que me la deba y este vivo, todos están en el panteón Ellos sabían que mi padre había participado en la lucha cristera y había tenido un papel relevante al fusilar a un pelotón de soldados y a un general después de hacerles que escribieran la carta de despedida a sus familiares, según me platicó mi padrino de bautismo, cuando me platicaba que buscara entre las cosas de mi papá una aguilita, con la que se había quedado cuando fusiló al general. Sabían que se enfrentaban a un hombre bragado.
—¡No, Don Jesús!— le dijeron los policías—. Ya sabemos quién es usted, pero es que su hijo trae muchas órdenes de aprehensión. Uno de ellos insistió: —¡Dígale a Miguel que queremos hablar con él! Miguel era el mayor de mis hermanos. Cuando se retiraron inmediatamente le di un fuerte abrazo a mi padre y a mis hermanos, lloramos un rato, me despedí saltando las bardas de las casas de atrás por donde siempre llegaba, ya que el frente siempre estaba vigilado. Al siguiente día mi hermano fue a ver al comandante policiaco a ver para que lo quería, diciéndole el jefe policiaco que yo contaba con varias ordenes de aprehensión e incluso que había una fuerte recompensa a quien me capturara vivo o muerto. Treinta mil pesos era la recompensa. —Mira, te voy a decir que hago yo por mi hermano— le respondió mi hermano Miguel—. No sé qué hagas tu por los tuyos!, Pero si algo le pasa a mi hermano, a ti y a toda tu familia los voy a matar, y si tienes perros hasta ellos también. El comandante le respondíó: —Yo no tengo por qué tener ese problema, Mi hermano le dice: —Pues ya te dije. Y se retiró del lugar. A los quince días volví a regresar a la casa de mis padres para saber si todavía los seguían molestando, nos volvimos a abrazar. Y como ví que en la banqueta de la calle estaba un buen número de mis amigos de infancia de ahí de la cuadra, salí con gusto a saludarlos a sabiendas del peligro que corría, pero no podía negarme el gusto de platicar con ellos. Al verme salir de la casa todos se sorprendieron, diciéndome: —¿Qué estas haciendo aquí? ¡Te traen muchas ganas! En eso estábamos, cuando de pronto sin darme cuenta un carro negro y sin luces ya estaba muy cerca de nosotros y corro al interior de la casa hasta la azotea. Mis amigos corren por diferentes rumbos y comienza la balacera. Yo les disparaba de arriba de la casa, cambiándome de lugar constantemente y ellos apostados en el carro me disparaban hacía arriba, prolongándose durante un buen rato el intercambio de disparos. Luego se retiraron y bajé inmediatamente con la pistola en la mano, preguntando por mis amigos. Observando en el piso vidrios regados como consecuencia de los disparos sobre el carro y un charco de sangre, me quedé un poco consolado pensando que no se habían ido limpios. Busqué y encontré a todos mis amigos, faltándome solamente uno. Mi temor era que lo tuvieran ya en las torturas. Pero cual fue mi sorpresa al verlo venir por media calle con otro sujeto que lo traía abrazado por el cuello. Yo me cubrí en un árbol que estaba afuera de una casa y mi pistola en la mano. Me pregunté porqué no avanzaba y quién era el sujeto que venía con él. No se veía muy bien ya que era de noche, pero veo que le quita el brazo de encima y se viene hacía mí, y me doy cuenta que no se venía porque lo traía encañonado. Y cuando se acerca, mi amigo me dice: —¡Mira cómo me dejaron!
Y veo que le habían sacado un ojo, se lo habían reventado y venía sangrando. En ese momento me grita el policía desde media calle: —¡Ya chingaste a tu madre, ahora si no te nos pelas! Contestándole yo: —¡Pues ya chingaste a la tuya! Y comienzo a dispararle, cae herido y le sigo disparando en el suelo donde cayó herido y corro y me meto a la casa y subo hasta la azotea, parapetándome nuevamente. Y ya no se arrimaron los carros ni a recoger a su herido o muerto, yo no lo sabía, ahí estaba tirado. En ese momento llega en su carro un vecino que vivía enfrente de mi casa al que le decíamos El Bonanza y le grito: —¡No te estaciones, sácame de aquí! Contestándome temeroso: —Sí. Por lo que bajo inmediatamente y me subo a su vehículo. Al arrancar puse mi cabeza en dirección al poste entre las dos puertas con mi pistola en la mano, ya que en la esquina estaba uno de los vehículos policíacos. Al pasar junto a ellos, esperando yo sus disparos me llevé una gran sorpresa, ni me dispararon ni les disparé. Mi amigo me llevó hasta el pueblo de Zapotlanejo. Nuevamente no pudieron atraparme. Pero lo que quedaba atrás era la incertidumbre de mi papá, mi esposa, mis hermanos, de si había logrado escapar. Esta vez jugó un papel muy importante mi suegra, que también nos acompañaba hasta Zapotlanejo, la que regresó con la buena noticia de que sí había logrado escapar. Tomé un autobús y me trasladé a la ciudad de México. Ya estando yo en la ciudad de México, me escondí en una casa cerca del templo de la Villa y allá me alcanzó un amigo, Flavio, que me informó que mi hermano Raúl había sido detenido como represalia por no haber podido atraparme, y que para soltarlo le ponían como condición que les dijera dónde podía estar escondido, pero mi hermano, que es de lo más integro, no les dijo nada, y en consecuencia lo mandaron consignado a la penal por el delito que yo había cometido. Por fortuna, no duró mucho tiempo en prisión. También me enteré que el policía que había quedado tendido en el suelo, herido, y del que yo casi estaba seguro que había fallecido porque le vacíe todo el cargador de mi pistola, aunque puede ser que por lo oscuro no le acerté todos los tiros, y al que le apodaban El Tigre, no había fallecido. Después me enteré que solamente era madrina de la policía. Después de tres días de bastantes charlas y análisis prolongados acerca del desarrollo de los acontecimientos en Guadalajara, confirmábamos, con gusto, de como iba subiendo de manera muy acelerada el nivel de la combatividad de los compañeros. Fuimos a comprar víveres, rastrillos, jabón, y al llegar a la esquina sorpresivamente nos sale la policía. —¡Quietos!— nos gritan. Yo iba leyendo un periódico entre mis manos y por lo tanto distraído. Y tratan de ponerle las esposas a Flavio, pero rápido de reflejos corre esposado de una sola mano y yo corro en sentido opuesto, me introduzco por la puerta de una casa que se encontraba abierta y por las azoteas corro y bajo a una vecindad, quedándome ahí un buen rato sin saber lo que había pasado con mi amigo. Los inquilinos de la vecindad no me delatan e incluso me dicen “ya se retiraron, ya puedes salir”. No tenía a donde ir y regresé a la misma casa donde me refugiaba. A los ocho días llegó Flavio con otros amigos y salí inmediatamente a su encuentro preguntándole que cómo se había quitado las
esposas que se llevo puestas, respondiéndome que se metió la mano en su bolsa del pantalón y nunca la sacó hasta llegar a Guadalajara y ya estando ahí los amigos se las quitaron. Me invitaron a una reunión por el rumbo de Tlatelolco, ya que me comentaron que ahí se encontraban unos cubanos y era importante que estuviéramos ahí para hacer intercambio de experiencias y opiniones, por lo menos a mi me parecía muy interesante conocer el punto de vista de alguien que su revolución si había triunfado. Cuando menos yo en mi concepto los tenía en un plan más elevado y que sus aportaciones tenían que ser muy valiosas y que por lo menos podríamos tener contacto a través de ellos con otros movimientos guerrilleros de otros países. Llegamos a una finca de la cual no puedo señalar ya que teníamos por costumbre caminar con la cabeza inclinada hacía abajo para no ver nombres de calles ni números como medidas de seguridad de tus compañeros y de tu organización. Al encontrarnos en el interior de la casa en una sala muy grande con una mesa al centro y varias sillas alrededor comenzamos la discusión sobre el lineamiento político, estrategia, forma organizativa, etc. Todo marchaba bien hasta que para nuestra mala suerte llega la policía, parece ser que era un lugar ya conocido y detectado por la misma. Yo desconocía que no era segura, sino no hubiera ido. Esta casa estaba disfrazada como fabrica de fundición o algo parecido. Al irrumpir la policía, corrí y me metí en uno de los hornos, y como estaba muy oscuro no vieron donde me oculté y los demás no se donde se escondieron ya que solamente los cubanos se quedaron ahí sin molestarlos, sólo haciéndoles preguntas sobre nosotros especialmente sobre mí. Me arrimé a la ventana que tenía la luz prendida y yo veía a los cubanos pero ellos a mi no y los vi todos asustados, preguntándose entre ellos que por cierto eran tres: —¿Oye, quienes son estos? Luego vi que Flavio y su amigo Héctor entraron al cuartito al lado de los cubanos. Salí de donde estaba oculto y cuando entré se me quedaron viendo sorprendidos, preguntando que dónde me había escondido. Pensaban que me había brincado las bardas. —¡Vámonos!— les dije y salimos agazapados. Nos subimos al carro de Héctor sin saber si los policías estaban cerca todavía, retirándonos rápidamente de ese lugar y les hice mi comentario en forma de reclamo: —Este lugar es muy peligroso, para otra ocasión tengan cuidado a dónde vamos y con quién vamos. Nos regresamos a la ciudad de Guadalajara a continuar con el trabajo estructural y a darles aliento a los compañeros, sobre todo a los más chicos que los habíamos dejado abandonados, sólo que el trabajo revolucionario así lo requería y, bueno, ellos mismos deberían tener su propia iniciativa sino no íbamos a poder crecer. Pero la represión era muy fuerte y nos fuimos a Citala, una población muy cercana a Guadalajara, Wenceslao Martínez Ochoa, Antonio García Mendoza, Rafael, Flavio y yo. En este pueblo nos dimos una buena relajada, tomando leche recién ordeñada, nos dábamos nuestros paseos a caballo y como nadie nos conocía tuvimos un buen reposo, pero el trabajo debía continuar y además por la carencia económica, nos regresamos a Guadalajara a hacer la primera expropiación. La primera expropiación
Debido a la escasez de recursos y a las tareas de organización, decidimos realizar la primera expropiación. Era una expropiación porque eran recursos que recuperábamos de los explotadores que les robaban a la clase trabajadora y que con los cuales financiaríamos el movimiento
revolucionario, porque el robo es de los vulgares delincuentes y la expropiación es de los revolucionarios. Para esta expropiación ya habíamos recibido información de que en cierta empresa podíamos obtener buenos recursos, pero cometimos el error de no verificar la información. Nos trasladamos Antonio García Mendoza, Wenceslao Martínez Ochoa, un compañero de ascendencia china que sólo sabía que se llamaba Rafael, y yo. Llegamos al lugar indicado. A mí me tocaba desarmar al guardia, pero al encañonarlo con mi pistola me sentí impactado al ver que este señor tenía un exagerado parecido a mi padre. Mi actitud cambió radicalmente, pidiéndole de favor que me entregara su arma, lo cual parecía absurdo tratándose de una expropiación. Y él me decía: “Tese quieto”. Y yo me preguntaba en medio de la confusión: ¿cómo desarmarlo sin lastimarlo? Hasta que afortunadamente llegó Wenceslao por detrás y le sacó la pistola. Esto me dejó más tranquilo y ya me lo llevé al interior diciéndole: —Véngase, señor, por favor— y subo a un cubículo que se encontraba en la parte alta de la empresa en donde se localizaba el gerente. Subí por él, encañonándolo para que bajara a abrir la caja fuerte que se encontraba en otra oficina en la parte baja. Con el gerente mi actitud fue otra y le indiqué que la abriera apuntándole a la cabeza, éste se arrodilló para girar la perilla de la caja fuerte y después de un rato voltea su rostro desencajado, descolorido a verme y cruza sus manos en signo de imploración diciendo: —¡Virgencita de Guadalupe, porque me haces esto! Y yo le decía: —¡Ábrela cabrón! A lo que el me contestaba: —Espéreme, espéreme, espéreme. Y continuaba tratando de abrirla y después de otro nuevo intento volvía nuevamente su rostro haciendo otra exclamación —¡Dios mío, qué hice para merecer esto! Al ver que nunca iba poder recordar el número de la combinación debido al pánico que lo invadía, les dije a mis compañeros que nos fuéramos, y nos retiramos sin un solo cinco. Y al salir volví a ver a aquel señor de estatura baja, casi de la misma edad, arrancherado, de mirada noble, y de alguna forma satisfecho de que este señor en ningún momento se amedrentó, me recordó más a mi padre. Lo vi con cierta ternura y nos retiramos. La boda de Mario el loco
Por esos días hicimos otra expropiación que sí tuvo éxito y el vehículo en el que la habíamos realizado lo abandonamos. Y me comenta José Concepción Ruiz Michel, Mario el Loco, que se iba a casar. Y por no tener vehículo para llevar a su futura esposa a la iglesia, fue por el mismo que habíamos abandonado. Grave error, ya que un vehículo que se utiliza en alguna acción violenta siempre se queda la policía vigilándolo por algunos días para ver quien regresa. Pero Mario, que era muy osado, fue por él para que lo arregláramos con flores y llevárselo al templo, y mientras lo lavaban los compañeros Mario y yo estábamos jugando con unas espadas que él tenía en la azotea de la casa de Republica. Estábamos muy contentos porque él pasaba a mi gremio de los casados, adornamos el carro con flores y fuimos al templo donde él se iba a casar, y en otro vehículo nos fuimos Wenceslao, una compañera hermana de Luís Jorge Meléndez Luevano, quien posteriormente moriría trágicamente enseñando a otros compañeros la preparación de una bomba, misma que le explotó en sus manos, Antonio García Mendoza, Rafael el de ascendencia
china y otros compañeros que estaban en el interior del templo para cuidar que Mario saliera bien librado de su boda. Fue un momento de mucha tensión, ya que el temor de que la policía apareciera en cualquier momento era grande. Por el nerviosismo y al no separar en ningún momento mi mano de la pistola 45 fajada a la cintura y con cartucho cortado y sin seguro, se me disparó un tiro y Mario pensando que se habían armado los balazos hecha mano de una escopeta recortada que traía a un costado cubierta con su bonito smoking. El sacerdote asustado los declara rápidamente marido y mujer y da por terminada la misa. Le expliqué a Mario que no había ningún problema, que por accidente se me había disparado la pistola. Y todavía tuvimos la osadía de en la noche ir a la fiesta, en esta fiesta nos encontrábamos todos los compañeros que andábamos escondidos, cada uno con su gabán y con su respectiva arma debajo del mismo. La policía se enteró de nuestra presencia y no se animó a llegar, Mario se dio un reposo, se fue de luna de miel a Mazatlán y nosotros continuamos con la tarea revolucionaria. Algunos nos suponen heroicos, sufridos, sacrificados, abnegados, sin saben que amábamos la clandestinidad porque amábamos a nuestro pueblo y no comprenderán nunca que fuimos dichosos porque amábamos la irregularidad, el silencio, la acción, el aire puro de la clandestinidad, por haber roto las cadenas de la esclavitud y quitarnos la venda de la ignorancia y sentirnos libres de toda atadura burguesa. El miedo que tuve fue por ser responsable del peligro del otro. Cuando te encuentras con tu lucha, brota la felicidad, aún si no dura más que el tiempo de un suspiro. Los ojos del pueblo destilan lágrimas y odio y se preguntan: ¿luchar o resignarse? No lo dudamos un instante pues estábamos comprometidos con nuestro pueblo y los ideales Guevaristas. ¿No cambiarían su vida de aquí en adelante por una oportunidad de ser libres? Podrán tomar nuestra vida, pero no nuestra libertad. Sólo que si la lucha a nosotros nos producía felicidad a nuestros seres queridos les producía incertidumbre y dolor. A mi esposa al no tener la certidumbre de donde estaba su marido, ya que la policía le decía que ya estaba muerto y ella les contestaba: “pues entréguenme el cuerpo”, me imagino cuanto dolor padeció cuando leyó cinco veces mi muerte en los periódicos. Una de ellas decía que me encontraron en la barranca destrozado, pero que me habían identificado, que el muerto era Jesús Morales El Momia, otra de las noticias que leí sobre mi muerte fue en la que murieron unos compañeros que venían de la ciudad de México, creo que eran del FRAP. Antes de llegar a la piedad, Michoacán, se encontraron con un retén militar, creo que eran tres compañeros los que sacaron sus granadas, bajaron a los pasajeros del autobús y las detonaron antes que dejarse detener. Pero los periódicos daban la noticia que uno de los muertos fue identificado como Chuy El Momia. Más otras tres que no recuerdo como me mataron. Yo lo tomaba con tranquilidad, pero me imagino el sufrimiento de mi amada esposa, mi padre y mis hermanos. La nostalgia de reencontrarme con mi esposa, de ver a mis queridos hijos, me apachurraba el corazón, pero este dolor lo sustituía anteponiendo mi convicción de que había que pagar el precio que fuera aún a costa de mi propia vida por la libertad de mi pueblo. ¿Como es posible que Ernesto Che Guevara siendo argentino tenía un conocimiento tan preciso acerca del gobierno Mexicano?, al decir: “es en México donde la podredumbre más grande está cubierta por formas pseudo democráticas de convivencia”. En todo este periodo de la vida clandestina la participación revolucionaria es conjunta de todas las corrientes que habíamos conformado el FER, y que por las divergencias ideológicas y de liderazgo terminó por conformarse después de 1973 las tres organizaciones guerrilleras: La Liga Comunista 23 de Septiembre, Las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo y la Unión del Pueblo.
Yo en lo personal intenté unificar a las organizaciones ya que mis compañeros del FER militaban en las diferentes organizaciones guerrilleras y no estábamos acostumbrados a las divisiones entre nosotros, pero la incrustación de cuadros extraños con bastante capacidad nos produjo una profunda división. Los miembros del FER que querían participar en la lucha revolucionaria se encontraban con la disyuntiva de participar en alguno de los tres grupos guerrilleros o de acuerdo a la relación de amistad o por el análisis personal para decidir a qué grupo se integraban. Como el avance ideológico era muy precario en los miembros del FER no quedaba de manera clara en cual organización participar para no hacerlo por cuestiones de afinidad o amistosas y si no querías equivocarte pero tampoco conocías en profundidad los planteamientos de cada una de estas organizaciones. El FER quedó totalmente fragmentado. Yo no tenía ningún problema para platicar con todas las directrices, pero en la plática que tuve con Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras me comentaba de lo equivocado que estaban las demás organizaciones acusándolas de militaristas y llamando a Lucio Cabañas de forma despectiva como “el pelón” y a los de la UP como los bomberos. Luego estuve en otra casa escondido en la calle Moro que ahora se llama Federalismo platicando con la dirigencia de la Unión del Pueblo y estos acusaban a la Liga de pequeño burguesa, de provocadores, de lanzar a toda su estructura a un suicidio colectivo, se hacían el reclamo de unas armas, en fin que inclusive estaban a punto de una confrontación entre organizaciones revolucionarias, aunque ésta situación me producía desconcierto y desconsuelo, no se podía hacer gran cosa para unificar. Estábamos en esa platica en la calle Moro tratando yo de convencer a los de la Unión del Pueblo del dialogo, cuando llegó el comandante guerrillero Lucio Cabañas Barrientos y la dirigencia de la UP y Lucio se encerraron a platicar, charla en la que no me permitieron participar. Cosa que me produjo malestar ya que yo admiraba a Lucio porque era el icono de la guerrilla rural. Dejó una mochila con cartuchos de dinamita, la cual nos llevamos Luís Jorge Meléndez Luevano El Tiburón y yo a una casa donde le quitamos lo sudado a los cartuchos y ahí me enseñó a desarmar las granadas para quitarles la dinamita que traen en el interior para aprovecharla en algún artefacto explosivo sustituyéndola por pólvora con el cuidado de quitar la espoleta y volverla a poner. Nunca más volví a ver al profesor Lucio Cabañas. CAPITULO IV El asesinato de Arnulfo Prado Rosas “El Compa”
La penúltima vez que había visto yo a Arnulfo había sido el 29 de septiembre de 1970, después de la balacera del politécnico. Nos habíamos reunido en la casa de mis padres donde llegó herido con un balazo en el talón, producto de dicha tiroteo. Estando también el compañero Flavio, el Ingeniero Garnica, Alfredo Campaña López, Juan Manuel Rodríguez Moreno El Clark, René Delgado Becerra El Perico. Después de analizar los acontecimientos nos despedimos con las respectivas palabras de tomar las precauciones necesarias, nos abrazarnos y nos despedirnos. Después de un nuevo regreso de la ciudad de México, llegué a la casa de mis padres, a la cual como de costumbre me había brincado por atrás. No sé cómo los compañeros supieron que yo estaba ahí, pero como a las cuatro de la tarde llegaron Arnulfo El Compa, el ingeniero Garnica, Juan Manuel Rodríguez Moreno El Clark y René Delgado Becerra El Perico. Era el 23 de noviembre del año de 1970. El Compa me comenzó a plantear el nuevo rumbo que debía de tomar la lucha, comentándome que si la revolución de 1910-17 la habían perdido nuestros padres, ya que les habían asesinado a sus lideres, los Villa, los Zapata y los Flores Magón, era obligación de nosotros darle continuidad hasta ver triunfar la revolución y construir la nueva sociedad socialista. Me dejó
totalmente sorprendido por el salto cualitativo que había dado Arnulfo en la lucha. Se había convertido en el cuadro más avanzado ideológicamente. ¡Qué agradable sorpresa me dio! Y enseguida me dijo: —Oye, Chuy, vamos a una reunión que va a haber con los Zuno. Tú llámalos a cuentas y yo te asegundo. A lo que estuve de acuerdo, pues no nos importaba en absoluto su relación. Era claro que pertenecíamos a diferentes clases y cada quien regresaba a su lugar de origen y que aquel compromiso político (no ideológico) que habíamos pactado estaba roto, pero había que aclararlo para que no hubiera confusión ni malos entendidos. Partimos en el vehículo que era del ingeniero Garnica. Recuerdo que era un Valiant. El mismo Garnica lo manejaba. A su lado derecho se sentó el Clark, en el asiento trasero a mi lado izquierdo El Compa y a mi lado derecho iba El Perico. Yo iba sentado en el centro. Pasamos por el jardín de San Andrés, lo que nos trajo hermosos recuerdos. Bajamos por la calle de Javier Mina, yendo hacía el centro y en el trayecto pasamos por la Penal, donde se encontraban entre nuestros compañeros presos El Tenebras, El Pocho, El Boni, El Villela. Todos volteamos a ver la penal y no hicimos ningún comentario. Voltee a ver a Arnulfo de reojo y al verlo hundido en sus pensamientos, le comenté: —Oye, ¿no has visto a tu novia? Y le brillaron los ojos, riéndose, y me contestó: —¡Si, anoche estuve con ella y hasta tomamos cafecito! Comentando también El Clark: —Fíjate, Chuy, que tuvimos que estarle haciendo guardia mientras él platicaba. Y me comentaron también que acababan de tener un enfrentamiento con gente de la FEG con los que se toparon en una llantera. De nosotros nadie resultó herido y de la otra parte no se supo el resultado. Nos quedamos todos callados en un hermetismo inexplicable, ya que había mucho que platicar y volteo otra vez a ver a Arnulfo, llevaba la cabeza inclinada abajo, pensativo, triste. ¿En qué pensaba? No lo sé. Llevaba un rifle M-2 en sus piernas y una 45 en una sobaquera. René El Perico también llevaba un M-1 encima de las piernas. De los dos compañeros que iban adelante no recuerdo qué armas llevaban, pero largas no. Llegamos a la Calzada Independencia, subimos unas cuadras hacía el poniente, bajando por la calle Juan Manuel y nos estacionamos en la esquina de Venustiano Carranza, en contra esquina del correo mayor, y les pregunto: —¿Dónde es la reunión? Y me dice El Compa: —A la otra cuadra. Señalándome la calle Independencia, y le digo: —Pues vámonos para allá Y me contesta: —No seas güevón— agregando enseguida—: ¿Qué arma traes?
Y sorprendido le contesto: —¡Chin… se me olvido en la casa! Pues la había dejado sobre la cama cuando ellos llegaron, y como no regresamos y por el gusto de volverlos a ver, se me olvidó. Entonces él me da el M-2, tres cajas de parque y tres cargadores. Garnica nos dice: —Yo aquí los espero. Yo entendía que Garnica no quería llegar a la reunión porque sabía que cuando menos yo no aceptaba a los del partido comunista por que los consideraba traidores y no confiaba en ellos. Ejemplos había muchos: la traición al Che Guevara, al movimiento estudiantil de 1968, y habían publicado un desplegado en el que se deslindaban de nosotros porque no compartían la lucha armada. Nos bajamos del vehículo y atravesamos la calle, yendo El Compa a mi lado izquierdo, El Perico de mi lado derecho y atrás de nosotros El Clark. Garnica se había quedado en el carro. Al ir atravesando la calle yo vi un grupo en contra esquina de donde nos estacionamos y mi primera reacción fue voltear a ver al Compa y luego al Perico, pero sin comentarles nada para que no pensaran que tenía miedo. Suponía que ellos también los habían visto y yo quería ver su reacción, ver si había peligro, pero no vi ninguna expresión en ellos. Calculé que no había peligro y nos subimos a la banqueta. Pero repentinamente alguien salió desde atrás y sujetó al Compa por la espalda. Con la mano izquierda lo agarró por la cara, tapándole la boca, y con la mano derecha lo encañonó con una pistola en la espalda. El Clark se regresó al vehículo con Garnica y El Perico pegó el salto debajo de la banqueta protegiéndose atrás de un carro estacionado y yo no se cuanto rato me quedé impávido por la sorpresa y en seguida salté atrás del Perico quien ya estaba con su M-1 en la mano, y yo desenfundando el rifle que momentos antes me había dado El Compa y cortando cartucho. Apuntamos hacía donde el tipo tenía agarrado a Arnulfo y viendo cómo se quedaba girando los ojos de un lado para otro muy desorbitados y con su mano derecha tratando de tomar su pistola que traía en la sobaquera. Entonces le gritamos al tipo que lo tenía encañonado: —¡Suéltalo y ahí muere! Y él contestó: —¡Si me tiran aquí lo tengo! Se lo volvímos a repetir ya que los amigos del tipo se habían refugiado detrás de un carro del servicio social de la Universidad de Guadalajara. En ese momento vi cómo quitaba su mano izquierda de la cara de Arnulfo, quien hizo el intento de brincar hacía donde estábamos nosotros, pero el otro le disparó no se cuantos tiros por la espalda, cayendo Arnulfo herido sobre la acera. Nosotros inmediatamente le disparamos, pegando nuestros impactos en la pared. No le podíamos acertar ya que después de los disparos que le hizo por la espalda al Compa, giró escondiéndose en la pared sacando la pura mano y volviendo a disparar sin asomarse hacía donde nos encontrábamos nosotros. Entonces los sujetos parapetados detrás de la camioneta del servicio social de la Universidad de Guadalajara también nos comenzaron a disparar, acertándome un tiro en mi pierna izquierda. El rifle se me cayó a unos pasos, lo volví a tomar y los busqué, pero ya iban huyendo rumbo de la Calzada Independencia.
—¡Hay que pasarnos al otro carro— me gritó René—, para acercarnos más a la esquina y tener a tiro a este cabrón! Avanzamos hacía el segundo carro, y cuando pensamos que podríamos tenerlo a tiro, el sujeto ya iba a media cuadra corriendo. Le hicimos unos disparos, cayó herido, no se de qué gravedad pero otro vehículo que tampoco habíamos visto y que estaba en la otra cuadra hacía el poniente, se aproximó y de él se bajaron varios sujetos, lo levantaron, lo subieron y se fueron.
Entonces nos quedamos El Perico y yo en el puro centro de las cuatro esquinas con los rifles en la mano y yo herido. —¿Quieren saber quién asesinó al compañero?— comenzó a gritar René—. ¡Fue la mafia fegista! ¡Nosotros somos del Frente Estudiantil Revolucionario que nos hemos levantado en armas contra este gobierno asesino! Yo por mi parte vi mucha gente, y pensando que eran también parte de la emboscada que nos habían tendido, creí que este era nuestro final y le pongo la “R” de ráfaga a mi rifle pensando en
vender cara mi vida. Pero recapacité y sacudí la cabeza, diciéndome: es gente inocente son sólo mirones. —¡René, está el Compa tirado!— le grité al Perico—. ¡Vamos con él! Y entonces él terminó su arenga y nos acercamos con el Compa. Se encontraba boca arriba con la cabeza hacía Independencia y los pies hacía Juan Manuel, traía botines color miel, pantalón de mezclilla, una playera blanca con su camisa a cuadros, desabotonada, su pelo un poco crecido, se nos quedaba viendo con su mirada muy triste y nos ve a los ojos a René y luego a mi y vi que hizo el esfuerzo por levantarse, pero no podía. Postré mi rodilla derecha ya que la izquierda la tenía herida, puse su cabeza en mi brazo izquierdo porque en la derecha tenía mi rifle. Viendo en su rostro un rictus de dolor y recordando a uno de los heridos de la escuela politécnica que había recibido un tiro en la cabeza y comentaban que era muy necesario hablarles y que te respondieran para que al llegar al médico tuvieran más oportunidad de salvarse. De eso me acordé y por eso le pregunté: —Negro, ¿qué paso? Lo de negro era de cariño ya que su piel era de un color apiñonado. No me respondió, y le vuelvo a preguntar: —¿Dónde te dieron? Y me dice: —Aquí. Señaló con el dedo su estómago y empezó a escurrirle un hilillo de sangre por la frente y los ojos se le empezaron a poner color nube, sin brillo, y se le extravió la mirada e intentó resistir la muerte cerrando los puños con mucha fuerza, tanta que se le movía su cabellera apretando sus dientes. Me volví hacía la gente que se había reunido ahí, apuntándoles con mi rifle y diciéndoles: —¡Llamen a una ambulancia! Recargué su cabeza en el piso, ya que había transcurrido bastante tiempo y en cualquier momento podía llegar la policía. Me volví y ví que el carro en el que habíamos llegado ya no estaba, pues se habían ido en él Garnica y El Clark. —Vámonos— le dije a René—, no tarda en llegar la policía, los compañeros ya se fueron nos dejaron, y nos quedamos a pie. Nos retiramos por la calle Independencia y llegamos al lugar donde era la mencionada reunión. Ahí una señora histérica nos dijo que nos fuéramos. Yo no vi a nadie más. Continuamos nuestro camino con los rifles bajo el brazo, René escondiéndolo bajo su gabardina y yo bajo mi chamarra. Llegamos a la Calzada Independencia y al llegar a la calle de Juárez abordamos un taxi, diciéndole que nos llevara rumbo a la Normal. En el trayecto, sacando su rifle, El Perico le dijo al chofer: —¡Necesitamos tu carro! No te lo vamos a robar. Nos acaban de matar un compañero. No te preocupes por el y no avises a la policía. Bajamos al chofer y nos fuimos. Entonces me dijo René: —Sabes qué Chuy, hay que dar la vida por el Compa. Vamos a la FEG a matar cabrones hasta que nos maten A lo que yo le contesté:
—Esta bien, pero vamos por un chofer para que se quede en el carro y tu y yo entramos disparando y luego tratamos de escaparnos, a lo mejor lo logramos Y me dice: —Tienes razón, estoy muy confundido, no pienso bien. Y fuimos por un compañero que era muy bueno para manejar. Ya con él acompañándonos les comenté: —Hay que aprovechar el viaje, mira aquí vive uno de ellos. Era por Avenida la Paz. —Hay que ajusticiarlo. Y llegamos, tumbamos su puerta, y no había nadie. En el trayecto llegamos a otro domicilio por Avenida Ávila Camacho y todas las luces estaban apagadas en señal de que no se encontraba nadie. De ahí nos fuimos al barrio de Mezquitán donde vivían otros de los principales dirigentes de esa organización fascista. Al llegar estaba la puerta abierta. Nos introdujimos con toda la intención de buscar la inmediata venganza. Era mucho el daño que nos habían causado con esta baja y queríamos lo más pronto posible castigar a los asesinos o a sus directores intelectuales. Para nuestra mala suerte no se encontraba nadie. La emboscada había sido muy bien preparada y todos habían corrido a esconderse porque sabían que el daño que nos habían causado produciría una respuesta inmediata y feroz. Nuestro compañero asesinado era de los mejores cuadros que había producido desde vikingos y FER. Era el compañero más solidario y más justo ante cualquier arbitrariedad. Era el primero en saltar en apoyo de quien ocupara ayuda, y sin pedírsela siempre estaba presto a brindarla. Por lo que nos retiramos del lugar dirigiéndonos al edificio de la FEG con nuestro plan suicida. Al llegar a la esquina de ese edificio siniestro vimos que en las azoteas había gente apostada con ametralladoras de tripíe. —¿Sabes que? Ni siquiera vamos a poder entrar— le comenté a René—. Mejor vamos a ver qué pasó con Arnulfo y a llévame a una casa a curar mi pierna. Mañana les ajustamos cuentas a estos cobardes. Enfilamos rumbo a San Andrés. En el trayecto nos encontramos a Javier Corral, un compañero de Sonora. Nos subimos a su vehículo y abandonamos el taxi, perdiendo de vista a la policía, que nos seguía los pasos muy de cerca. Al llegar a San Andrés nos dieron la triste noticia confirmándonos la muerte de Arnulfo. Ya por la mañana del día siguiente acordamos hacerle una guardia, de cinco minutos toda la dirigencia a costa del peligro que fuera, y llegamos a donde estaba tendido, que era en la misma casa de la tía donde él vivía desde muy chico. El ataúd tenía la bandera del FER encima. La mayoría de los compañeros nos subimos a la planta alta y se les hizo un llamado, diciéndoles: —Dinero no tenemos, pero sabemos cómo conseguirlo. Armas tampoco tenemos, pero sabemos cómo conseguirlas. Al enemigo ya lo conocemos. Hay que formar grupos de tres, cuatro o cinco y hay que tomar venganza. Este asesinato no va a quedar impune. Y nos retiramos. Apenas lo habíamos hecho, cuando llegaron los hampones de la FEG junto con la policía y dispararon a la casa donde estaba el cuerpo tendido. A tanto llegó la impunidad que al momento de estarlo sepultando se presentó la policía con intenciones de hacer una masacre, ya
que pedían que las mujeres se separaran de los compañeros que lo llevaron a sepultar, pero las madres muy valerosas metieron a los compañeros al centro e hicieron un círculo tomadas de los brazos y les gritaron: —¡Disparen, asesinos! Pero la policía se contuvo al ver la decisión de las mujeres. La toma de la radiodifusora
El compromiso era tal con la lucha, que el día que nos asesinaron al compañero Arnulfo Prado Rosas El Compa, la respuesta inmediata que acordamos después de haber hecho la guardia fue la toma por asalto de una radiodifusora. Nos reunimos en una casa por la Avenida Revolución y ahí se estuvo preparando el documento del mensaje que daríamos al pueblo de Jalisco, decidiendo quién lo leería. Preparamos el operativo, llegamos a las radiodifusoras, que se encuentran por la Avenida López Mateos y Avenida México, el único inconveniente de la transmisión es que era frecuencia modulada (FM) y en aquel tiempo lo que más se escuchaba era en AM y no pudimos lograr el objetivo de que la mayoría del pueblo jalisciense nos escuchara, René se quedó en la puerta de la entrada poniendo manos a la pared a todo el que iba entrando, los otros tres compañeros se quedaron haciendo cobertura y yo me encargué de someter al de los controles. Recuerdo que parecía que era gringo, y me dijo: “yo no entender”. Le puse unos riflazos en el estomago, y me dijo: “ya entendí”. Enseguida el compañero encargado de leer el mensaje comenzó a leerlo y decía más o menos lo siguiente: “¡Atención, pueblo de Jalisco, un atento llamado del Frente Estudiantil Revolucionario que nos hemos levantado en armas. El gobierno y la mafia fegista nos acaban de asesinar al compañero Arnulfo Prado Rosas El Compa y al no quedarnos más opción que las armas hemos decidido luchar por la libertad, por la única vía que nos han dejado y por eso hacemos este llamado para que despiertes y te levantes en armas!”. Inmediatamente nos retiramos para escondernos lo más pronto posible ya que sabíamos que la represión se nos iba a echar encima con todo su potencial y efectivamente, el ejército y toda la policía patrullaron toda la ciudad buscándonos, recrudeciéndose la represión por un enemigo tan poderoso ante unos jóvenes sedientos de libertad y justicia social, por lo que recurrimos a los métodos más rudimentarios. Ante esta desigualdad de fuerzas, es que nos otorgaron el derecho de la vía revolucionaria, pues la oferta del gobierno no era derrotarnos militarmente sino aniquilarnos físicamente. Fracasando momentáneamente en su intento, no nos pudieron encontrar. Pero por la baja que nos habían echo estábamos heridos de muerte y a los pocos días se logró detectar por el rumbo del barrio de San Antonio a uno de los participantes en la emboscada y fue ajusticiado. Nos fuimos a esconder a un pueblito cercano. Ahí estábamos Flavio, Antonio García Mendoza, Wenceslao Martínez Ochoa, y yo. También estaba Rafael, el muchacho de ascendencia China, que nunca supimos cuál era su verdadero nombre ni acerca de su familia. Un día que cayó herido nos comentó que si moría prefería irse a la fosa común, que no había familia a quien avisarle. Como yo era uno de los más buscados, me retiré unos días aprovechando este tiempo para seguir con las cuestiones de organización, estrategia, etc. Ya que Arnulfo había sido asesinado y que Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras estaba ya en prisión, ¿cómo reestructurarnos?. Si no teníamos experiencia guerrillera, nuestra capacidad político-militar era baja y la incorporación de gente venida de otros Estados con una muy elevada capacidad política-intelectual, estábamos en riesgo inminente de perder la dirección del FER, cosa que al final sucedió. De ese pueblito donde estábamos escondidos, nos regresamos a Guadalajara, con excepción de Flavio, con el objeto de contactar al resto de los compañeros constituidos en células y de paso
hacer una expropiación ya que los recursos estaban muy escasos y traíamos el firme propósito de trasladarnos a Sinaloa para contactar con la dirigencia de los estudiantes de la Universidad de Sinaloa, ya que su federación de estudiantes había sacado un desplegado de apoyo al Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y repudiando a la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), de ahí la importancia de que tuviéramos una charla para ampliar el campo de acción de la nueva tarea que nos habíamos propuesto: “hacer la revolución”. Mi primera detención
Corría el mes de febrero de 1972 y prestos a cumplir con la tarea de la expropiación y el contacto con los estudiantes de Sinaloa, salimos de la casa donde estábamos escondidos en San Pedrito y tomamos un taxi para que nos llevara a la salida de Guadalajara y ahí tomar el autobús que nos llevara a Sinaloa. Sentí que el taxista se me quedaba viendo por el retrovisor, como que me había reconocido y nos dice: —No los llevo, ¡bájense! Yo, temiendo que fuera un policía encubierto, pongo mi mano sobre mi pistola y le digo: —Nos vas a llevar a güevo, cabrón. —¡Está bien!— contesta el chofer temeroso de mi agresividad Cuando lo que debí haber hecho es haberlo bajado, quitarle el carro, en fin cualquier cosa, menos dejarlo que siguiera manejando, pero quise hacerle sentir con mi expresión que no corría peligro y comencé a contar bobadas con mis compañeros para que no se sintieran en peligro. Grave error. Llegó al parían de Tlaquepaque y se bajó corriendo. Miré hacía atrás y observé que estaban unos carros de judiciales que empezaron a acercarse. Nos bajamos y corrimos hacía el templo, nos introducimos en él y salimos por la otra puerta. Ya venía mucha policía detrás de nosotros. De los cuatro compañeros que íbamos juntos yo me quedé más rezagado porque traía unos zapatos que no me dejaban correr bien y al dar vuelta en una esquina me paré en seco y cuando le apunté con la pistola al judicial que venía más adelante, agachó la cabeza y quedó a merced de que yo lo matara. No lo quise hacer porque lo vi rendido. Seguí corriendo, me introduje en una casa y mis demás compañeros, Rafael y Wenceslao, que no querían dejarme, se metieron junto conmigo. Antonio García El Cams, con esa solidaridad que lo caracterizaba, regresó y nos dijo: —¡Cómo los voy a dejar solos! En ese momento dijimos: —Bueno, vamos saliendo por la otra puerta disparando a ver si logramos escaparnos. Y así lo hicimos. Salimos disparando, corrimos hacía la esquina y antes de llegar a la misma a Wenceslao le pasan unos balazos cerca de su cabeza y que pegan en el poste y se para. Rafael que venía restableciéndose de sus heridas por unos balazos que días antes le habían dado en el estomago, se cayó, lo comenzaron a golpear brutalmente con los rifles y pies, abriéndole nuevamente las heridas y se hizo del baño. Nos atraparon a los cuatro y nos llevaron a la prisión de San Pedro Tlaquepaque. Yo estaba temeroso de ser trasladado a la policía judicial porque estaba enterado de que acababan de detener a los hermanos Campaña López y al Ingeniero Garnica junto con el profesor Salvador Rivera Delgadillo. Dos días antes los habían detenido y no quería coincidir con ellos. Cuando nos trasladaron a las mazmorras de la policía judicial, a ellos ya los habían trasladado a la prisión de oblatos por unos asaltos bancarios. Me quedé más tranquilo porque me evitarías los careos y así no se complicarían las cosas ni para ellos ni para mi.
A Manlio Fabio Flavio, fundador de los vikingos, jamás lo volvimos ver. Ya después supe que se fue a Mexicali, que se desempeñaba como profesor en una escuela, pero jamás volvió a Guadalajara. Se enteró mi padre de mi detención y fue inmediatamente a entrevistarse conmigo delante del director de la policía y creo que para ese momento no sabían quiénes éramos, porque habían entrado a torturarnos y no obtuvieron ninguna confesión de nosotros. Pero mi padre, tratando de ayudarme, me comienza a decir delante del director de la policía: —M’ijo, ¿no andabas en Arandas? El policía comienza a notar algunas contradicciones y le manda hablar al director de la policía judicial José Córdova Lemus y al comandante Miguel Navarro que lo acompañaba. Al verme se alegraron, pues accidentalmente me tenían en sus manos. —¡Se te acabó el corrido!— me dijeron, mientras el director de la policía me señalaba la nuca con su dedo índice, diciéndome: —¡Mira lo que me hicieron tus amigos! Era el rozón de un balazo que le habían acertado los Campaña López cuando los detuvieron. Pero, aunado a los problemas que yo tenía, se sumaba otro más: mi hermano Miguel había matado a un hermano del comandante Navarro. Nos subieron esposados a los vehículos policiacos y nos trasladaron a la Procuraduría. Iba a empezar la tortura. Nos pusieron a cada uno en una celda y al entrar a la mía vi que estaba un viejo compañero adentro y atrás de mí un policía seguramente queriendo ver si nos conocíamos y yo le guiñé el ojo al entrar para que no me fuera a saludar y el policía al ver que no nos conocíamos, se retiró, entonces mi amigo ya me comentó que lo acababan de traer del campo militar número uno. No lo habían ubicado con el movimiento guerrillero y estaba ahí tirado en la cama de cemento en condiciones deplorables, ingeniándoselas para darme un recado para los Campaña López que escribió con su uña en un papel de cajetilla de cigarros. —Al cabo tú te vas a ir a la penal y allá los vas a ver— me dijo. Me guardé el recado en el calzoncillo y el compañero de ahí salió libre. Se abrió la crujía. —¡Ven para acá, cabrón!— me dijeron—. Así que te llamas Rogelio y te dicen El Flaco. En la clandestinidad había adoptado el nombre de Rogelio. —¡Ahorita te van a decir quién eres, cabrón! Me llevaron a un cuartito oscuro. —¡Quítate la ropa! Inmediatamente recordé que traía el recado que me acababan de dar, ¿Cómo hacerle para que no me lo encontraran? Me metí la mano al calzoncillo sin que me vieran, tomé el recado y me lo metí en la boca, comenzando a masticarlo para tragármelo, pero mi boca estaba reseca. Tenía más miedo del recado que de la golpiza próxima a recibir, logrando afortunadamente ingerirlo. Y comenzaron las golpizas. Me dolieron menos por haber salvado una relación comprometedora. Y continuaron con los toques de corriente eléctrica y la asfixia, preguntándome de acciones, de compañeros. Una de las acciones que nunca supieron hasta hoy que la narro, fue la toma de la
radiodifusora. Me regresaron a mi celda. Hubo otras dos cesiones de tortura. En eso se abrió la ventanita de la puerta de la crujía. Era Wenceslao, y me pregunta: —Chuy, ¿cuántas veces te han torturado? Le contesté: —Ya me han sacado tres veces. Me dice: —Hay que aguantar, hay que echarnos tú y yo la culpa de todo lo que nos pregunte la policía para proteger a los demás compañeros e incluso los que están con nosotros Quedamos de acuerdo y efectivamente así lo hicimos. —¿Y a ti cuántas veces te han torturado?— le pregunté. —A mí ninguna— me contestó muy despreocupadamente. Y se retiró cantando: —Cubanito soy señores, cubanito muy formal… Este gran amigo, hermano, revolucionario, Wenceslao, que posteriormente se convertiría en un comandante guerrillero responsable de levantar el movimiento armado en la Sierra de Chihuahua, siempre tuvo la costumbre de que cuando había un enfrentamiento a balazos él se quedaba hasta el final cubriéndonos la retirada a todos. Conmigo lo hizo muchas veces y sé que su muerte fue de esta misma manera, enfrentándose en la sierra de Chihuahua, en San Rafael, el día 13 de enero de 1974, cuando a las cinco de la mañana llegó Wenceslao con su grupo de guerrilleros, con sus armas que iban desde un 22, escopetas, pistolas, 30-06, 7mm., algunos m-2 y m-1. No hubo gritos ni arengas, era una lucha sorda y en San Rafael empezaron a retumbar las armas. Los guachos estaban completamente cercados, pero fue muy difícil hacerles daño, porque estaban bien fortificados, pero Wenceslao con su 30-06 había abierto fuego, tumbando al primer soldado con su disparo certero, dando inicio el combate, tratando de tomar por asalto un cuartel militar, que tenía una pequeña pista aérea también, pero ya como a las diez de la mañana llegó una nueva columna de soldados que se encontraban camino a Guadalupe y en la pista se agarraron a balazos con ésta también pero en retirada. Se confirman tres bajas de los soldados y una del grupo guerrillero y ésta fue la de Wenceslao, que se sacrificó para que escaparan sanos y salvos sus demás compañeros. Yo creía que mis confesiones sacadas mediante tortura eran ante el Agente del Ministerio Público, pero no, eso es falso, él sólo cubre el requisito de firmar para darles supuesta legalidad, ¡si logras salir con vida!
CAPITULO V La vida en prisión
Después de las confesiones arrancadas por los torturadores, fuimos trasladados a la prisión de Oblatos donde me recibieron los compañeros que ya estaban presos, entre otros El Tenebras, Alfredo Delgado Parga El Pocho, que había sido detenido afuera del templo del expiatorio: quería ver la novedad de que a las doce de la noche salían los doce apóstoles en el reloj que se encuentra
en la parte superior del templo, pero El Pocho con una ametralladora Thomson calibre 45 empezó a jugar tiro al blanco con ellos destruyéndolos a balazos. El cardenal se mostró muy enojado, ya que les habían salido muy caros, pues creo que los habían traído de Francia, y ahora tendrían que poner unos de Tonalá. Por esta irreverente acción lo detuvieron elementos de la FEG, llevándoselo secuestrado a una casa de Carlos Ramírez. Nos dijeron que lo habían asesinado, incluso fue una persona a verificar al anfiteatro, y cuando regresó nos confirmo que si era Alfredo el que estaba en la plancha y que lo habían abierto por mitad atándole un pie a cada carro, destazándolo. No podíamos creer que lo habían matado de esta manera, pero de inmediato tomamos la decisión de tomar venganza y ajustarle cuentas al que nos encontráramos en la calle de los ya conocidos viejos enemigos, dividiéndonos en grupos de cuatro o cinco para recorrer la ciudad. Le tocó al grupo que encabezaba Manuel Molina Salazar El Cabezón localizar a uno de los principales enemigos y elemento fundamental en la organización de la FEG. Era nada más ni nada menos que Hermenegildo Romo García El Gorilón quien anteriormente había sido maestro en la escuela del mismo Manuel y por azar del destino le tocó ser de los ajusticiados a manos de su ex alumno. Caso lamentable, ya que Alfredo estaba vivo y para perdonarle la vida sólo le pidieron que aceptara firmar una carta en la cual señalaban a los Zuno como los que aportaban las armas, cosa que Alfredo firmó con mucho gusto aunque esto era falso y lo mandaron a la Procuraduría para ser consignado ante el juez. De igual forma Manuel también fue detenido el día 18 de marzo de 1971 por el homicidio de Hermenegildo a la edad de 21 años. Fue un doble golpe. Alfredo estaba vivo aunque consignado y Manuel había ajusticiado a uno de nuestros enemigos. Razón por la cual Manuel era también uno de los que me estaban esperando junto con José Natividad Villela Vargas y otros más. Fueron y me trajeron al doctor Ramiro Vázquez Gutiérrez, que era el medico de la prisión y me parece que ya Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras con su simpatía y ganas de luchar había conquistado la simpatía del doctor con los argumentos de la justeza de la lucha. Ramiro posteriormente fue reclutado y se convirtió en el médico de la Liga Comunista 23 de Septiembre. El papel que él desempeñó en prisión cuando lo conocimos fue fundamental para nosotros los presos políticos y para nuestras familias de las cuales siempre estuvo al pendiente. Siempre trató de protegernos, y a través de él nunca se perdió el contacto con los compañeros del exterior. Finalmente como un elemento más de la LC23Sep cayó preso atendiendo las clínicas clandestinas. Venció el término constitucional para que el juez decidiera si salíamos libres o quedábamos presos. El plan salió tal como lo había planeado El Wences. Él y yo estábamos cargados de delitos, teniendo yo procesos en todos los juzgados. El juez decretó la formal prisión para nosotros, y para Antonio García Mendoza y Rafael El Chino la libertad. Cuando nos despedimos y se abrió la puerta que los dejaba nuevamente libres, nos abrazamos y Rafael lloró diciéndome: —¡Te juro que no te vas a quedar aquí! Era un fuerte compromiso con la lucha, rescatarme. Lo último que supe de Rafael fue que participó en un doble asalto bancario en Monterrey y junto con otros compañeros guerrilleros del norte con los que se había enlazado, cayó abatido. Todos estos compañeros que cayeron conmigo, caerían uno a uno de manera heroica en distintas zonas del país. Wenceslao en la sierra de Chihuahua, tratando de levantar el movimiento armado, Rafael El Chino en Monterrey, Antonio García en Guadalajara. Con Enrique Pérez Mora, aunque no habíamos caído juntos, ahora nos reencontrábamos en prisión y hasta en la misma celda. Enrique me llevó al medico para que revisara mi estado físico ya que había llegado en condiciones deplorables y me había tragado el papel con el recado. El médico Ramiro Vázquez me dio un lavado de estómago y medicamento y quedé recluido en la Crujía A 11 de procesados, junto con
Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras, Wenceslao Martínez Ochoa y Antonio Esqueda Villaseñor, quien también sería asesinado. Posteriormente Enrique se convertiría por méritos propios y por su gran capacidad político-militar en comandante responsable de Jalisco y pieza fundamental de La Liga Comunista 23 de Septiembre, ya que como decía Lenin: En la guerra no hay elecciones, los combatientes nombran a sus dirigentes en el combate. Es la forma más democrática de elegir. Así fue como se ganaría Enrique su grado. —¿ya sabes quien está aquí preso?— me preguntó El Tenebras. —No— le contesté. —¡Pues el comandante de la judicial, Daniel Rodríguez Espinosa El Birote, que te traía en friega! —¿Cómo que aquí está?— le pregunté, sorprendido—. Llévame con él. Cuando llegamos a su celda, estaba sentado en la entrada en una sillita. Cuando me vio, se le fue el color y le dije: —¿Qué pasó, mi comandante? ¿Para qué me quería? Usted me estaba buscando mucho afuera. Y me contestó: —No, yo no, es que a uno lo mandan. —Bueno, ¡pues aquí el que manda soy yo! ¿Te parece? Y le solté un cachetadón por media cara. —¡Desde hoy estas juzgado y sentenciado— le eché en plena cara—, diario me vas a pagar mi choco milk y mi pan! Y le puse otro cachetadón, diciéndole: —¿Estás de acuerdo? —Si— me respondió temeroso. Y nos retiramos. Yo iba muy satisfecho ya que tuve la oportunidad de someter a un verdugo y de asegurar mi desayuno, porque la comida que mi esposa me llevaba a medio día, como la compartía con todos mis compañeros apenas y alcanzaba a comerme un taco o dos y en la noche apartábamos atole de masa que nos daban a todos los presos y así teníamos la cena asegurada. Aún y cuando habíamos realizado ya algunas expropiaciones no teníamos dinero en lo particular, porque los recursos eran dineros sagrados para el movimiento revolucionario. En prisión le dedicamos las veinticuatro horas del día a la lectura y al fortalecimiento de la moral revolucionaria, ya que la primer consigna que nosotros mismos nos imponíamos era ser consecuentes con la propuesta de lucha y planteábamos la sentencia de que la prisión debía “ser tumba de claudicantes o cuna de guerrilleros”.
Antigua Penal de oblatos, donde fuimos recluidos compañeros guerrilleros, fue demolida.
El doctor Ramiro Vázquez, por la influencia que tenía por ser medico de la penal y por su simpatía con nosotros, me hizo responsable del deporte en la prisión. Para entrar a hacer deporte al campo de fútbol tenían que autorizar una lista que previamente yo elaboraba y me la firmaba el doctor, pues en la lista que yo elaboraba ponía a todos los guerrilleros para que estuviéramos en forma, e incluso el equipo de fútbol que competía contra equipos de fuera quedó campeón y el campeón goleador individual fue Manuel Molina Salazar El Cabezón. El Tenebras jugaba regular, Héctor Eladio era muy malo, pero muy fuerte físicamente. De los más resistentes eran Benjamín Ramírez Castañeda y Antonio Esqueda Villaseñor. Alfredo Campaña López jugaba béisbol, José Natividad Villela Vargas era el mejor para el básquetbol. Yo era de los más malos, pero como era el encargado, un día no alinée a uno de los mejores jugadores para jugar yo, y en ese partido de casualidad metí un gol. Mis compañeros se pusieron de acuerdo para no felicitarme y cebaron mi alegría, ninguno me felicitó y nomás se reían. Tenemos plenamente comprobado que cuando se cae en el sedentarismo ideológico el valor se enerva y claudicas a la lucha poniendo miles de pretextos tratando de justificar tu conducta con frases tales como: “no hay condiciones”, “me preocupa la familia”, etc. A estos individuos el Che los calificaba de claudicantes y traidores, al decir: “pobres infelices, vegetad en paz, morid bellamente saturados de hastío o avanzada edad”. Es por ello que nosotros en todo momento tratamos de alimentar la moral revolucionaria y el ejercicio físico para no caer en el ocio y la holganza, nido de semejantes conductas antirrevolucionarias. Por las mañanas, cuando se pasaba lista de los presos a las siete, caminábamos dando vueltas por el interior de la prisión. Como al tercer día de que yo había caído, al ir caminando en esta rutina, junto con unos seis compañeros, delante de nosotros iba un grupo como de diez fejosos que también estaban presos y en la segunda vuelta al girar en una esquina nos esperaron con cuchillos en mano y a un compañero lo alcanzaron a herir en un costado. Corrimos a un tallercito que tenía El Tenebras donde fabricaba bolsas de piel para dama, tomamos unos palos y fuimos a buscarlos a
sus celdas. A mí me tocó darle una garrotiza al Popo, el cual, por cierto, había balaceado en la calle a uno de los dirigentes vikingos llamado Oscar González López El Oso, provocándole la amputación de una pierna. Posteriormente había asesinado a otro amigo al que le decíamos El Botas, que era muy bueno para los golpes a puño limpio. Una noche que llegó El Popo al jardín de San Andrés con otros tres sujetos. Al verlos, El Botas se les acercó y retó al Popo, retándolo por lo que le había hecho a Oscar, pero el Popo no quiso nada con él, pero le volvió a insistir. —¡Bueno, contigo y con tus amigos me doy! Lo trataron de calmar, sabiendo de su lado flaco, que le gustaba mucho tomar, y lo invitaron a comprar una botella de vino para tomarse la copa. Éste aceptó, se subieron al carro, llegaron a una vinatería, le dieron dinero para que se bajara a comprar la botella y al bajarse, El Popo le disparó cobardemente en la espalda toda la carga de la pistola. Por este asesinato era por lo que se encontraba en prisión. A estos fejosos hasta en la prisión los protegían. Así que llegaron los custodios a defenderlos, pero esta ocasión lo hicieron tarde, pues ya les habíamos dado su merecido. Sin embargo, los custodios, a los que se les había sumado El Popo, nos pusieron una garrotiza con sus toletes y nos metieron a las celdas de castigo, llamadas El corralito y que eran de lo más horrible. Como compañero de celda me tocó El hermano alacrán, uno de los asesinos más temibles de la prisión. Su apodo le venía porque, cuando iba a asesinar a alguien, le decía: “hermanito, diosito me dijo que te mandara a descansar”, e inmediatamente los cocía a puñaladas. Por eso le decían “el hermano”, pero “el hermano alacrán”. Era el tipo más peligroso y siniestro que había conocido, tipo alto, de sombrero, siempre con una toalla en el cuello y su cuchillo bajo la manga de la camisa, presto a utilizarlo en cualquier instante, su mirada inexpugnable, no pestañeaba, siempre caminaba solo, sus únicas palabras si acaso hablaba, eran un “adiós hermano”, “buenos días hermano”. Sin embargo, más adelante, cuando se dio la masacre de la penal, él fue el que enseñó a los compañeros guerrilleros a utilizar el cuchillo. Una de las instrucciones que les dio fue que utilizaran una toalla en el brazo izquierdo y que no le hace que sufrieran algunas heridas, que en cuanto pudieran con esa misma mano tomaran al oponente de su mano derecha y le tiraran con el cuchillo directo al hígado. Decía: “y nomás le hacen, uff”. Porque si le tiran al corazón puede pegar en algún hueso, o si le tiras al cuello y no es certero se te puede revertir. Lo más seguro es al hígado. También recomendaba que si pretendías solamente castigar a alguien, entonces con una navaja de rasurar entre los dedos le rajaras una nalga y que esto era muy doloroso y no podías ser procesado porque eran lesiones que no ponían en peligro la vida y con una simple multa pagabas tu falta. Con este personaje me encerraron en la misma celda. Seguramente pensaban que él me asesinaría ya que había matado más de cien presos a cuchilladas. Creo que había sido militar. Mis demás compañeros se quedaron en otras celdas de castigo. Al ingresar en mi celda, El Hermano alacrán estaba sentado adentro con sombrero, la mirada fija, sin parpadear. Ni siquiera volteó a verme. Se cerró la reja, y sólo luego de un rato se volvió a verme y me preguntó —Oye hermano, ¿tú eres de los vikingos? Yo no sabía qué contestar. —Sí, sí soy— le dije al fin. Me miró fijamente. —Es que los vikingos me pusieron una golpiza— murmuró. Temí lo peor. Siempre traía el cuchillo consigo. Levantó la cabeza y me miró.
—¿Pero sabes qué?— hizo una pausa—. Me gusta eso de que se andan peleando contra el gobierno. Yo no me quedé muy confiado con su dizque solidaridad. Se vino la noche y yo estaba alerta ante un posible ataque. Me puse la cobija hasta la nariz para estarlo observando, hasta que me venció el sueño, quedándome dormido. Desperté cuando sentí que me jalaban la cobija. Inmediatamente pensé: “¡me quiere destapar el cuello o a la altura del corazón para acuchillarme!”. Y me incorporo sobresaltado y veo que quien me bajaba la cobija era una rata del tamaño de un conejo. Como al mes salí de la celda de castigo y me comentan mis compañeros que El Popo había dicho que con ninguno de ellos había problema, pero que conmigo si. Me prestaron un cuchillo y me acompañó Alfredo Delgado Parga El Pocho y Manuel Molina Salazar El Cabezón y nos fuimos a la celda donde vivía El Popo. Estaba tirado ahí todo drogado y le dije: —Hay que terminar lo pendiente, pues dices que conmigo es el problema. Me contestó: —No, hay que dejarlo para cuando estemos libres y ni siquiera hay que avisarnos. Si me ves, me matas, y si te veo te mato. Como no quiso, nos retiramos. Esta persona después mató a otros presos. Era un peligroso asesino. Nunca nos volvimos a ver. Había tanta hermandad entre los compañeros guerrilleros que al llegar el día de mi cumpleaños, El Tenebras me dijo: —¡Te voy a dar un regalo de cumpleaños, te voy a poner bien borracho! Y fue y sacó una ollita que tenía escondida con piña fermentada y con algo de alcohol que el doctor le había dado a escondidas. “Me puse un borracherón”, terminando con un intenso dolor de cabeza. Pero festejé mi cumpleaños en la prisión. ¡Qué hermoso es el cariño de los amigos!. Cuando la familia llegaba a la prisión el día de visita, nos reuníamos todas las familias de los guerrilleros presos. Éramos todos una misma familia, nuestros padres llegaron a ser buenos amigos, compartíamos la comida y hasta la ropa para recibir a la visita. Esperábamos a la familia todos muy cambiaditos y cantábamos canciones revolucionarias para levantarles su espíritu decaído y vieran en nosotros que estábamos muy fortalecidos física y moralmente. Algunas de las canciones que cantábamos… Que pobres estamos todos, sin un pan para comer, porque nuestro pan lo gasta el patrón en su placer… O también El Cubanito, La Internacional, que es el himno de los proletarios del mundo y que en una parte de la letra dice: Arriba los pobres del mundo. Arriba todos a luchar. Por la justicia proletaria. Nuevo mundo nace ya. Destrocemos todas las cadenas de esclavitud tradicional y quienes nunca fueron nada, dueños del mundo serán. A la lucha proletarios, al combate final. Y se alcen los pueblos con la internacional. Y cuando se retiraban debido a que se terminaba la visita, continuábamos con la tarea del estudio y de discusión política para no quebrantar nuestra voluntad. Teníamos que aprovechar el tiempo al máximo pues en la calle no teníamos esta oportunidad y con el atraso que teníamos aquí presos,
era una maravillosa oportunidad de recuperar el tiempo perdido a falta de tener una clara visión de conciencia de clase. Cómo conocí a mi esposa
Era día de visita y miro cómo viene mi esposa con la bolsa de comida en una mano y cargando con mi hijo en la otra, viniendo a mi mente el recuerdo de cómo conocí a esta maravillosa mujer que es toda abnegación, comprensión, amor y sacrificio. Años atrás, cuando todo era tranquilidad, estando un domingo conviviendo con mis amigos en el jardín de San Andrés, las muchachas daban vueltas en el jardín en un sentido y los muchachos giraban en sentido contrario, dándole a la dama de su preferencia una flor o aventándole confeti. Algunos otros nos quedábamos sentados en las bancas. Estaba yo con un grupo de amigos cuando vi que venían tres muchachas. Una de ellas me gustaba mucho. Era una chiquilla que vivía enfrente de mi casa, pero que ya había crecido, espigadita, chatita, de pelo largo, con su faldita estudiantil, alta, hermosa, me decidí a acompañarla y nos dejaron solos sus amigas. Caminamos, dimos unas vueltas y nos sentamos al pie de un árbol. Decidido a que fuera mi novia, le pedí que si me aceptaba como novio y ella se reía, diciéndome: — Ahí te hablan tus amigas, se ven muy enojadas. Pero yo no iba a dejar pasar esta oportunidad de que esa hermosa mujer fuera mi novia y le dije: —¿Me permites acompañarte a tu casa? Para que no se te vaya a hacer tarde y no te vayan a regañar. —Sí— me dijo. En el camino, ante mi insistencia de que fuéramos novios, logré que me diera un sí. Llegamos a su casa, me despedí de ella, pero al otro día que quedamos de vernos ya no la vi. Su mamá no la dejó salir y le había pegado porque yo era mayor que ella siete años y ya tenía cierta fama de peleonero. Entonces decidí no ir a su casa y mejor iba por ella a la escuela. Nos paramos en la parte alta del puente de San Juan de Dios haciéndonos juramentos de amor. Yo me sentía en las nubes. ¿Qué me faltaba? Lo tenía todo. Mientras ella se acercaba volví a la realidad. Ahora yo estaba en prisión y ahí venía mi esposa, con mi hijo muy pequeñito y ella muy solidaria. Nunca dejó de visitarme un solo día, cuando había visitas. ¡Cómo me había cambiado la vida! Mi madre había fallecido y mi padre estaba muy enfermo. Ya había regresado de Estados Unidos para quedarse definitivamente con nosotros. ¿Y con qué se había encontrado? Su esposa muerta. Uno de sus hijos mayores, Manuel, había fallecido en un accidente de trabajo arreglando un refrigerador: al explotar el motor le arrancó media cara con todo y sesos. Y yo me encontraba en prisión. En una de las veces que fui a ver a mi novia a su casa decidimos casarnos, y le pedimos a Fausto, que era amigo de la familia y sabíamos tenía un conocido que era oficial del registro civil, que nos llevara con él para que nos casara. Me acosté en el piso de su carro para que no me vieran hasta la salida de la ciudad, y llegamos a un pueblito que yo nunca había conocido llamado Zapotlán del Rey, municipio de Poncitlán. Ahí nos casamos al civil, desayunamos en el jardín, estábamos Fausto, la mamá de mi esposa, mi esposa y yo, comentando sobre nuestro futuro. Yo trataba de justificar mi actividad basada en la justeza de las ideas y ahí mismo nos despedimos. Ella se regresó a Guadalajara y yo me fui a la Ciudad de México. Se quedó esperando un hijo mío. Y ahora la veo venir junto con las demás familias, cada quien abrazando a los suyos, ella con mi pequeñito hijo. No niego que la presencia de mi esposa era un fuerte aliciente para mi tranquilidad
emocional, que, conjugado con el fortalecimiento moral revolucionario, me hacía sentir un hombre muy fuerte, muy integro. Las posturas se iban radicalizando, exigiéndonos de una mayor participación en la lucha revolucionaría, sacrificando a la familia. Nuestra postura ya en prisión fue tajante y radical: “¡No queremos apertura, queremos revolución!”. La figura de nuestros compañeros desaparecidos o caídos en combate es un ejemplo. Caídos por los más nobles ideales frente a las fuerzas del fascismo, su ejemplo nos seguirá iluminando el camino y “más pronto que tarde se construirá la gran alameda por donde camine el hombre libre que construirá la nueva sociedad más justa”. CAPITULO VI La muerte de Juan Manuel Rodríguez Moreno “El Clark” y el nacimiento de la Liga Comunista 23 de Septiembre, la Unión del Pueblo y el FRAP
Nuestros muertos no pueden ser nombrados en voz alta, ni abrazados por una bandera, ni siquiera aludidos por el llanto, sencillamente no han sido autorizados a existir como cadáveres y menos aún como cadáveres reverberantes. Ah pero ¿Quién podrá evitar que desde su inexpugnable clandestinidad esos muertos ilegales conspiren?[1] Apenas estábamos discutiendo el documento que nos habían enviado a prisión, el que nos llevó el licenciado Enrique Velásquez Martín, que era nuestro abogado defensor y ayudante del titular, licenciado Alejandro Herrera Anaya, abogados que hacían defensas férreas por simpatía y por solidaridad con los guerrilleros sin cobrarnos un solo peso. Dicho documento había sido preparado por Juan Manuel Rodríguez Moreno El Clark, quien había encabezado la dirigencia del FER, de cómo debería quedar estructurada definitivamente la organización y también nos habían mandado el documento elaborado por unos maestros que venían a incorporarse al movimiento (estos eran Ignacio Salas Obregón Oseas, Ignacio Olivares Torres El Sebas, El Richard y Julio) para que lo analizáramos y lo discutiéramos todos los presos políticos. Así lo hicimos y en definitiva nos inclinamos por el documento del Clark. Pero desafortunadamente falleció en un accidente y los maestros se quedaron con la dirección de lo que finalmente sería la Liga Comunista 23 de Septiembre. La muerte de Juan Manuel Rodríguez Moreno El Clark, fue un duro golpe al movimiento revolucionario. Nos cambió totalmente el proyecto que estábamos afinando para el futuro del FER. Su muerte ocurrió accidentalmente manipulando una bomba en el campo de entrenamiento militar localizado en un bosquecito de San Isidro Mazatepec, Jalisco, lugar que previamente él mismo había escogido para las prácticas. Y mientras unos practicaban el tiro al blanco, se encontraban con él Manuel Alí y Daniel Meza ya que los demás estaban un poco más retirados. Luego de varios intentos fallidos, los demás compañeros se reían porque no explotaba. En el cuarto o quinto intento le explotó en sus manos, muriendo instantáneamente junto con Manuel Alí a quien un pedazo del artefacto le perforó el cráneo, quedando mal herido Daniel Meza Arias. Sobrevivieron Patricio Yuen Duran, el legendario Tomás Lizárraga Tirado El Tom de Analco y José Luís Carrillo El Vaquita. Más adelante el cuerpo de El Clark será llevado por la familia a su pueblo natal, Esperanza, Sonora, (pueblo que también aportó muchos revolucionarios) donde se le sepultó. A Manuel Alí se le sepultaría en Guadalajara y Daniel Meza se recuperó de sus heridas. Con el que posteriormente caeré a prisión en la ciudad de México.
La Liga integra un buró político dirigido por Ignacio Salas Obregón Oseas, Ignacio Olivares Torres El Sebas, José Ángel García El Gordo, Rodolfo Gómez El Viejo, Manuel Gamez Julio, Emilio El Pacholo. También se forma un buró militar en el que el responsable es Pedro Orozco Guzmán Camilo. La discusión sobre las posiciones de los lineamientos políticos fue creciendo de tono en el interior de la penitenciaria. Por un lado, Alfredo Campaña López, cabeza visible de lo que se conformó como Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FRAP). La postura de Alfredo era efectivamente caudillista. Un día a la entrada de los dormitorios de procesados le comento la noticia de que había fallecido un día antes Genaro Vázquez Rojas y él, molesto, me dijo: —¡No sé porqué tanto alboroto por la muerte de Genaro! ¡Uno también tiene su participación y es muy importante! Me decepcionó su comentario al ver su postura caudillista, a la cual, por otro lado, Héctor Eladio le hizo una fuerte crítica en un documento que escribió sobre el caudillismo. Y claro, tenía destinatario, iba dirigido a Alfredo Campaña. La divergencia entre ambos era más profunda y llevaba implícito todo: desde la actitud personal, lineamiento político, estrategia, etc. Héctor Eladio planteaba la guerra popular prolongada, posiciones contrarias con las de Alfredo, pero aún más fuertes fueron las divergencias con los que posteriormente dirigirían la Liga, los maestros. Con éstos sí se radicalizaron las posiciones, a tal punto que hubo peligro de una confrontación. La guerrilla no puede ser un escape emocional o un recurso desesperado porque entonces será una organización sin base y sin vínculo social. Había muchos grupos tratando de hacer la guerra que andaban dispersos en todo el país y cada uno con su propia táctica. Algunos, a pesar de sus buenas intenciones, andaban completamente perdidos. La estrategia que entonces se trazó fue la movilización de las masas con cualquier pretexto en todo el país y la formación de zonas guerrilleras urbanas y rurales, formar un ejército popular. La táctica consistía en hostigamiento y desgaste a las fuerzas armadas burguesas y al enemigo en general con propaganda y agitación intensa entre la población. Todo eso tenía un grueso de consideraciones: conseguir armas, distraer fuerzas burguesas de las empleadas en la ciudad en combates de calle, crear y desarrollar una conciencia de solidaridad entre el campesino pobre, el semiproletario y el proletario urbano y rural, crear una retaguardia para el movimiento urbano. Todo ello para alcanzar los objetivos históricos: la destrucción del Estado burgués, construcción del poder proletario, construcción del socialismo, etc. etc. Todo movimiento guerrillero tiene que empezar en la construcción desde mero abajo, en base al foco guerrillero, que orgánicamente es el que empiezas a construir en esa cohesión con las masas, aunque teóricamente algunos los descalifican como al Che. No se puede imaginar la formación de un ejército revolucionario sin la guerra de guerrillas. En realidad, en México siempre se ha dado la guerra de guerrillas, el campesino contra el cacique, contra la judicial y el ejército. Siempre están en permanente contradicción y enfrentamiento, aunque esto no puede considerarse un movimiento revolucionario, sino que es una radicalización desesperada de ciertos sectores por la miseria, por los planteamientos demagógicos. Yo participé en una que no se volverá a repetir pues las condiciones sobre las que nos hicimos no se repetirán. Las condiciones que se necesitan para que se presente un movimiento revolucionario por si alguien se anima son tres: 1.- La miseria en la población de la zona,
2.- Que exista una cierta movilización de masas generalizada contra el gobierno y 3.- Que pierdas el miedo, y que la quieras hacer. Cuando menos yo pienso que, acertados o equivocados, hicimos una pequeña aportación al movimiento revolucionario aunque nunca nadie supo quiénes fueron algunos de nuestros compañeros y que aportaron su vida sin esperar el reconocimiento de nadie, simplemente lo intentaron y ya. Aquí voy a plantear la propuesta estructural e ideológica sobre la concepción en su lineamiento político y su estrategia de cada una de las organizaciones guerrilleras. Liga Comunista 23 de septiembre
En el mes de marzo de 1973 se formó la LC23 Sep., tomando la dirección Ignacio Salas Obregón a la muerte de Juan Manuel Rodríguez Moreno, al que se le había confiado la dirección de todo el movimiento, pero con su muerte en el interior del penal se dieron las discusiones sobre qué rumbo tomar. Con la salida de prisión de los primeros once compañeros, supe que algunos se incorporaron inmediatamente a la Liga. Es así como la Liga es la que recluta a la mayoría de los militantes del FER, principalmente: Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras y José Natividad Villela Vargas. El planteamiento sobre la forma de estructurar esta organización lo hace principalmente el más capaz ideológicamente de todos, Ignacio Salas Obregón Oseas, con su manifiesto sobre las “Cuestiones Fundamentales del Movimiento Revolucionario”. Este documento era el resultado de la asimilación lo más completa posible de la herencia teórica y práctica de los militantes revolucionarios caídos en la lucha, pero principalmente de sus dirigentes más destacados: Arturo Gámiz, Oscar González, Genaro Vázquez, Raúl Ramos Zavala y Diego Lucero Martínez. A través de este manifiesto se plantean en primer lugar: las condiciones objetivas en las que se desarrollará la lucha, planteando también el conjunto de consideraciones de orden programático que puedan ser la base para la precisión de los objetivos, tareas, estrategia y táctica del proletariado en México para el actual periodo, el cual somete a la consideración de las corrientes revolucionarias y a los militantes revolucionarios en particular bajo un análisis marxista. En concreto, lo que Ignacio Salas Obregón Oseas planteó: Primero: La constitución del proletariado como clase. Segundo: El derrocamiento de la dominación burguesa y Tercero: La conquista del poder político por el proletariado. En el marco de la sociedad burguesa el proletariado no puede liberarse de la explotación, sino únicamente mediante el derrocamiento del estado burgués y la destrucción de las relaciones burguesas de producción. Oseas planteaba no sólo la lucha sobre intereses inmediatos (Económicos), sino el carácter irreconciliable entre sus intereses (Políticos). Por ejemplo, la demanda de unos trabajadores que se van a la huelga por mejoras económicas, es valida, siempre y cuando el objetivo no termine con esa migaja que te pueden dar y sin perder de vista que no puede haber conciliación con tu explotador o dueño de los medios de producción, tiene que continuar como lucha política, hasta que el Estado proletario sea el dueño de los medios de producción. Era una lucha a muerte contra la oligarquía financiara que se apoderó del Estado y lo convirtió en su administrador. Ya que la huelga política aparece como preludio de la insurrección armada.
Incluso también planteaba, al igual que Engels, que lo del sufragio efectivo y no reelección es el instrumento de dominación de la burguesía (El proletariado por comodidad sedentaria y por no luchar, mantiene la falsa esperanza sexenal de que con su voto puede cambiar su situación paupérrima). De igual forma el otro compañero que tenía una perfecta visión por su elevada preparación ideológica fue Ignacio Olivares Torres El Sebas, al igual que Fernando Salinas El Richard, El Pacholo y Camilo quienes se convirtieron en los máximos dirigentes ideológicos de la Liga. Pero para las acciones armadas siempre se comisionaba a algunos elementos del FER o Vikingos, y les decían, “ustedes tienen la experiencia”. Siempre en todas las acciones, nunca faltó la presencia de un Feroz, como les decían ellos a los del FER. A pesar de que la LC23deS, debido a su integración originaria y de tener en cierta medida sus objetivos a corto plazo y debido al carácter democrático que rodeó su fundación, (además contar con más elementos para la planeación de una base sustancial en la lucha contra el Estado), tuvieron que enfrentarse con el hecho de que no pasarían más de seis meses de que esta organización fuera golpeada. El ejército, al mando del coronel Francisco García Castello con elementos de la quinceava zona militar rodea la casa de Fernando Salinas El Richard, quien estaba a cargo de la Liga en Guadalajara. En esta casa de seguridad en la colonia Belisario Domínguez es donde se había fundado la Liga y ese día, 29 de agosto de 1973, ahí se encontraba también Efraín González Cuevas El Borre. Ambos de procedencia del FER, y ahí son ejecutados. Supimos que llegó un camión de la comisión federal de electricidad, cortó la luz a la finca que se encontraba en la pura esquina de la calle fraternidad y se apostó un pelotón del ejército enfrente de la finca, por la calle fraternidad que tiene una puerta de salida y por el otro costado tiene la otra salida, donde también se apostó otro pelotón del ejército. No tenían escapatoria, sólo dos guerrilleros contra tantos militares, imposible. Les lanzaron gases lacrimógenos y en un intento por escapar El Richard y El Borre decidieron salir por la puerta de la calle fraternidad al mismo tiempo, disparando ambos sus armas y en el intercambio de balazos El Richard queda inclinado de rodillas herido en la pura puerta, tratando de activar una granada que traía en la mano, faltándole las fuerzas para quitarle la espoleta y lo rematan con ráfagas de ametralladora. Efraín que casi logra escapar yendo a una distancia como de cincuenta metros de la casa, se para y gira para dispararles, viendo que su compañero había caído abatido, seguramente que pretendía hacerles algunas bajas por la muerte del compañero que quedó pasos atrás y cae abatido también. A la muerte del Richard queda de responsable de la Liga en Guadalajara José Ignacio Olivares torres El Sebas. El diez de octubre de 1973 es secuestrado el empresario Fernando Aranguren Castiello por la Liga. Aranguren fue sometido y secuestrado con el objeto de recuperar la libertad de algunos compañeros presos y el gobierno con una intransigencia, casi deseando que el resultado fuera trágico (estoy casi seguro que a eso apostaba el gobierno), contestaba que no pactaba con criminales y no se llegó a ninguna negociación en la que se pedían la liberación de cincuenta y un presos políticos y dos y medio millones de pesos de rescate. Se dio una gran discusión al interior de la Liga, ¿Qué hacer? Algunos pedían que se liberara y otros que se ejecutara. Finalmente, el 18 de octubre apareció el cadáver de Aranguren. La prensa señaló como el autor material de la ejecución a Pedro Orozco Guzmán Camilo, uno de los miembros militares más importantes de la Liga, responsable del buró militar, y señalaban a José Ignacio Olivares Torres como el que había tomado la decisión de que se le ejecutara. Posteriormente Pedro Orozco Guzmán fue asesinado el 24 de diciembre de 1973. Fue torturado de una manera sanguinaria, cae herido al llegar al domicilio de
Manuel Cambre 1825 por la colonia Santa Teresita. Al llegar a esta casa ya lo estaban esperando. Había policías enfrente, arriba en las azoteas, había policía por todos lados, y cae herido, las heridas no eran de muerte y es trasladado a las oficinas de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) en la calle Francia de la Colonia Moderna y comienza la tortura de forma salvaje y supervisando que no se fuera a morir (el doctor Machain padre) para torturarlo el mayor tiempo posible hasta que finalmente falleció en las mazmorras de la DFS.
Pedro Orozco Guzmán Camilo, responsable del buró militar de la Liga, cae herido y es detenido el 24 de diciembre de 1973, asesinándolo a base del método de la tortura en la DFS, de la calle Francia en Guadalajara.
Al recrudecerse la confrontación se sufrieron los estragos de ambos lados, por un lado la Dirección Federal de Seguridad asesinando a los guerrilleros de manera selectiva, mientras que los grupos guerrilleros aumentaban también el nivel de la respuesta, ajusticiando policías para la recuperación de armas, como la del día 27 de junio de 1973 en donde se asaltaron varios puestos de policías quitándoles pistolas, rifles M-1 y uniformes. Y el 28 de junio de ese mismo año a dos puestos policiacos también les quitaron sus armas y sus radiotransmisores. Y el día 29 de junio del mismo año a cinco policías en el puesto enfrente del panteón de Mezquitan en Guadalajara, en tanto que el día 5 de junio de 1974 en un asalto nocturno a una caseta de policía en Guadalajara y donde mataron a los seis policías, todas estas acciones fueron ejecutadas por la Liga, mientras que la Unión del Pueblo arremetía a bombazos puntos neurálgicos del sistema, mientras que el FRAP el trece de agosto de 1974 secuestra al cónsul norteamericano Leonhardy. Organigrama de la estructura de la Liga La estructura que a continuación se muestra fue planteada por Ignacio Salas Obregón Oseas, según la Dirección Federal de Seguridad después de su detención.
Organigrama con los datos de la Liga Comunista 23 de Septiembre. La confección del documento marcó el inicio de la estrategia de aniquilamiento del grupo armado. La mayoría de los jóvenes que aparecen en ese listado -y quienes abrazaron la lucha armada después- fue muerta o desaparecida. Crítica al documento “Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario”, por Leopoldo Angulo Luken El General.
Una de las críticas más serias y dignas de tomar en cuenta hacía los planteamientos de los fundadores de la Liga fue la que les hizo Leopoldo Angulo Luken, quien de alguna manera tenía la autoridad moral para hacerla, pues se había ganado el respeto en la brega revolucionaria. Persona con una gran madurez ideológica, era el mayor de todos, ya que había nacido en Sinaloa en 1939, siendo hijo adoptivo de Mexicali y también uno de los que sobrevivió más tiempo en el movimiento hasta su desaparición en la detención que sufrió en 1981, permaneciendo desaparecido hasta la fecha. La crítica la centró sobre el documento “Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario”, en el cual Oseas basó la estructura organizativa de la Liga. De éste emanó la teoría general para la acción armada e ideológica, así como los contenidos transmitidos posteriormente en los periódicos Madera. Asimismo, las consignas tuvieron este origen, que a la vez llevaba implícita la declaración de guerra al estado burgués. Estos documentos, más que emplear el método marxista para llevar a cabo un análisis de las condiciones objetivas y subjetivas prevalecientes en nuestra realidad nacional, estaban centradas casi exclusivamente en analizar la teoría marxista. Ignacio Salas Obregón Oseas fue muy categórico al plantear el papel que desempeñan las Universidades como aparatos de control ideológico y como productoras de fuerza de trabajo calificada, retomando el concepto de Universidad-fabrica. Bajo esta idea se considera al estudiante
como un obrero aristocratizado. Los maestros lo planteaban de la siguiente manera: “Creemos que el estudiante pasa por una fase de subsumción formal, es un obrero potencial, no produce salario, no produce plusvalía, y se prepara para ejercer la dirección técnica y despótica por parte del capital, es la mercancía producida por el maestro, pasando de la subsumción formal a la subsumción real, siendo sólo mano de obra calificada. Algunos quieren independizarse, poner su consultorio, su despacho o en última instancia ocupar el puesto de director técnico y despótico”. El obrero se desdobla en dos: el aristocratizado y el no aristocratizado, uno era el formal y el otro el real. Ya no sabíamos si ir a la escuela o no, porque se nos acusaba de ser pequeños burgueses si queríamos estudiar. Algunos definitivamente decidimos abandonar la universidad e incorporarnos a la lucha armada. Nosotros, los que habíamos iniciado el movimiento revolucionario, no teníamos otra opción, y además nos agradaba. Yo, en lo personal, era fiel al Che y a mis principios Guevaristas. Al considerar a las universidades como fabricas, los estudiantes eran simples mercancías, lo que llevó a la radicalización, naciendo la consigna de abandonarlas y destruirlas. Argumentaban que la universidad–fábrica poseía varios filtros con el objeto de hacer un reajuste en la producción de la fuerza de trabajo reduciéndola, impidiendo la entrada a la fábrica universitaria a la mayor cantidad de obreros potenciales mediante el examen de admisión y alargando a tres años la fase de preparatoria. El choque entre la Liga y Lucio
La Liga y los maestros le tenían un odio visceral a Lucio Cabañas. Le decían “pelón”, “militarista”, por las diferentes formas en que Lucio planteaba su teoría, su lineamiento político y su táctica de guerra. La Liga planteaba la lucha inmediata. Plantearon el ataque más no la retirada. Y según Sun Tzu éste “es un error de muerte”. Todo mundo nos teníamos que ir a la clandestinidad y el que se negaba a participar por esta vía era acusado de pequeño-burgués, de claudicante o traidor, y algunos señalamientos mucho más graves, el de ser policía. Esto significaba la ejecución por la misma organización. Veamos hasta dónde llegó el radicalismo. En una marcha del día primero de mayo, la Liga planteó ir a ella a repartir propaganda en donde se invitaba a los obreros a participar en la lucha armada. En esta acción participaron todos, absolutamente todos los miembros de la Liga, sin importar jerarquías y poniendo en riesgo toda la estructura y el futuro del movimiento en una sola acción. Imagínense el grado de riesgo: repartiendo propaganda a Ignacio Salas Obregón Oseas, Ignacio Olivares Torres El Sebas Enrique Pérez Mora, Tomás Lizarraga, Pedro Orozco Guzmán Camilo, Wenceslao, El Eric, Alberto Ramírez Flores El Pacholo o Emilio etc. Esto más que una acción inteligente parecía un suicidio. De ese tamaño eran las ganas de hacer la revolución. Esta posición era la que se confrontaba con las demás organizaciones revolucionarias, algunas de las cuales habían nacido del mismo seno del FER. El que no pensara así, estaba equivocado. La Liga estableció limites ideológicos a todas las demás organizaciones: a algunas las consideraba militaristas, a otras organizaciones pequeño-burguesas, como a las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FRAP), la Unión del Pueblo (UP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Esta conceptualización lleva a la Liga a rechazar alianzas con estas organizaciones y actuar de manera separada. Como se sentían los mesías de la revolución, en 1973 la Liga mandó una comisión a entrevistarse con Lucio Cabañas a la sierra de Guerrero. Se dio un choque ideológico, lo que estuvo a punto de provocarle una división al interior del Partido de los Pobres. Lucio los
expulsó y por poco los fusila. Únicamente a uno de ellos le reconoció su calidad revolucionaria, diciéndole que si se quería quedar, podía quedarse. Éste fue Carlos Cevallos Loya El Zanca, guerrillero de Mexicali, Baja California. Posteriormente aparecerá asesinado junto con otros tres compañeros aquí en Guadalajara en un carro Datsun, al día siguiente de que fuera asesinado Tomás Lizárraga Tirado El Tom de Analco. El Tom era un compañero que se había convertido en una leyenda por su astucia y acciones temerarias. Recordando una de las acciones que más revuelo causaron del Tom fue cuando Ignacio Salas Obregón Oseas le dijo: —Te vas a ir como responsable a Oaxaca a levantar el movimiento guerrillero —¿Y qué armas me voy a llevar?— le preguntó Tom. A lo que Oseas le dijo, señalándole unas armas viejas: —Pues allí están esas pistolas. Tom, al verlas, respondió sorprendido: —¿Cómo, no hay armas largas? —No, le contestó Salas Obregón. Al escuchar esto, Tomás se retiró sin hacer comentario alguno. Ese día cuatro de marzo de 1974, por el rumbo de la plaza de la bandera, Tom enfrentó y terminó abatiendo a dos soldados del veintiún regimiento de caballería, les quitó los rifles y regresó con Oseas, diciéndole: —Pues ya tenemos dos rifles Fal. Otra acción, para darnos una idea de su capacidad militar, fue cuando estaba de responsable en Sinaloa. En una ocasión, bajando de la sierra junto con otro compañero, en los llanos que rodean a la ciudad de El Fuerte, Sinaloa. Mientras el compañero se mantuvo oculto detrás de unos matorrales, Tomás pidió raite a un camión, sin darse cuenta que venía lleno de militares. Cuando Tomás se percató de esto, les hizo la seña de que siempre no. Pero ya era demasiado tarde. Le marcaron el alto. Tomás inmediatamente respondió disparándoles a los que iban en la cabina, dejándolos por muertos. Les había descargado los quince tiros de su pistola. Los soldados que iban en la caja del camión los persiguieron en esos llanos casi sin monte, sin lograr atraparlos. El otro compañero no combatió porque, como medida de seguridad, estaba retirado de él. Es innegable que la Liga desarrolló una actividad de propaganda, agitación y organización en el seno del movimiento obrero, aunque su origen nace principalmente en el sector estudiantil. Sólo que la política oportunista en el seno de la Liga no permitió desarrollar a los cuadros potenciales que habían despuntado y que podrían haber sido cuadros de dirección, encomendándoles solamente tareas prácticas, como correos, servicios, infraestructura, expropiaciones, o incluso hacerla de ejecutores de otros compañeros acusados de cualquier cosa. Siempre se trató de esconder el atraso y las desviaciones frente al movimiento. La táctica se hizo incorrecta como resultado del atraso, pero resultaba que no era tanto por dicho atraso, sino que correspondía a una posición pequeño-burguesa no proletaria. Aunque ellos entendían o calificaban como postura pequeño-burguesa al compañero que no se incorporaba de tiempo completo a la lucha clandestina. Consideraban pacifista pequeño-burgués al que afirmaba no estar preparado aún para integrarse de tiempo completo a la clandestinidad. Aquí se violaba un principio marxitaleninista: el del militante que puede actuar en la legalidad hasta que ésta se agote al detectarlo la policía. En ese momento, era obligado su paso a la clandestinidad. Pero el FER tenía más cuadros activos y en formación en la legalidad, en las escuelas, en las fábricas, en los barrios. Esa era la base
del FER. Y había un proyecto, el del Clark, que era el de hacer crecer paulatina y cualitativamente esa base mediante la teoría y la práctica. Para ello se tenía pensado crear escuelas de formación política y campos para práctica militar, no solamente de carácter local, sino también en otros estados, en donde había organizaciones con las cuales ya se tenía relación. Precisamente, el Clark muere en uno de esos campos. Sin embargo, eso quedó en proyecto por su temprana muerte. Deja un vacío en la dirección del FER. Y la historia tomó otro rumbo. Cuando un proceso revolucionario se acelera, se frena, se aborta, se distorsiona, y termina destruyéndose En el seno de los partidos obreros burgueses (Partido Comunista, Partido Popular Socialista) había una dispersión teórica-política que tenía que ver con la dominación de la política pequeño burguesa en estos organismos y el atraso teórico de los militantes revolucionarios. Al mismo tiempo que la Liga declaraba la guerra a las organizaciones pequeño-burguesas legalistas, al interior de ella se radicalizaron las posiciones, siempre tratando de hacerse aparecer como la organización más grande y con gran influencia política a nivel nacional. Pero al interior del movimiento frenaron la lucha ideológica. Esto respondía a un interés oportunista: tener un gran aparato para difundir su política y respondía por lo tanto a la necesidad de la pequeña burguesía de anteponer sus intereses al proletariado. Y no se trata de que el proletariado no requiera de una organización sólida y amplia, sólo que ésta se construirá no precisamente con el abandono de la lucha ideológica, sino fortaleciendo ésta y combatiendo el amorfismo. Hacer el reconocimiento implícito de las desviaciones debería ser resultado del avance mismo del movimiento, dejando a la vez atrás las consignas y directrices producto de esa desviación. La lucha que se daba en el seno de la Liga era en realidad fratricida. Ese reconocimiento no se da pues como superación de los “errores” y desviaciones anteriores sino para ponerse a tono. Ejemplo: “Hemos tenido que reconocer abiertamente que el oportunismo ha comenzado a madurar”. Este tipo de discusiones se daban al interior mismo de la organización, haciéndose acusaciones mutuas de oportunismo, de desviaciones militaristas, o pequeño-burguesas. Se inflaban los informes o se escondían datos, o en la mayoría de los casos no se elaboraban ni uno ni otro, haciendo todo eso un bulto de datos que se fue convirtiendo en cliché al grado de producir ideología en vez de teoría, práctica amorfa y oportunista en las tareas de educación política, organización y actividad militar, en lugar de práctica revolucionaria de vanguardia. Había organizaciones “democráticas”, como el Partido Comunista, las Juventudes Comunistas y otras organizaciones de izquierda institucional, cuya actuación estaba sujeta a la autorización de la burguesía, y por lo mismo no abandonaban el marco legal. Reclutaban a militantes de dudosa calidad moral, se ponían a disposición de la lucha que ellos consideraban revolucionaria. En esa confusión cayó atrapada una parte del FER, así como un numeroso destacamento del proletariado atrasado, políticamente inexperto y fácil relativamente de dominar por la política pequeñoburguesa. Algunos con bastantes prejuicios pequeño burgueses y otros con intereses más oscuros que luchaban por arrancarle a la burguesía las migajas. Otros que creyeron sinceramente que esas organizaciones luchaban por el socialismo. Ciertamente el sectarismo fue, y aún es, una característica peculiar del movimiento guerrillero, tanto en lo teórico como en lo práctico. Lo que distingue a los revolucionarios de los reformistas es su clara concepción marxista de la realidad y una actitud consecuente para cada situación particular. Este sectarismo fue el que llevó al absurdo la lucha contra el reformismo, al condenar a toda organización o corriente que discrepara de los dogmas, “o aún si los mismos dogmas los llegara a formular de distinta manera” había que combatirlo como a un enemigo al que había que
abatir no sólo teóricamente, sino con la “critica de las armas”, y no porque hubieran llevado a cabo acciones contrarrevolucionarias. Precisamente han sido los revisionistas los que para combatir una corriente ideológica consecuentemente revolucionaria han recurrido al asesinato, la represión, la denuncia, etc. Los marxistas sabemos distinguir claramente la lucha de las ideas de la lucha contrarrevolucionaria. Al interior de la Liga se dio una implacable lucha ideológica a nivel de dirección, planteando que solamente con esta lucha podía distinguirse claramente a los revolucionarios consecuentes de los revisionistas. Lenin consideraba la necesidad de un decidido combate ideológico y político contra el revisionismo, que ideológicamente representa para el proletariado el principal obstáculo para la formación de una clara conciencia de clase. Por ello, la necesidad de combatir la corriente sectaria que levantaba obstáculos entorpeciendo así la amplia y seria polémica necesaria entre los revolucionarios e incluso entre las distintas fuerzas y organizaciones revolucionarias para evidenciar al oportunismo de las principales organizaciones de izquierda. La Liga no aceptaba en absoluto la lucha democrática. Por el contrario, la ACNR y el Partido de los pobres si reconocían la necesidad de las luchas democráticas de los estudiantes, obreros etc. pero solamente como etapa previa a la guerrilla y como una manera de contar con un mayor número de simpatizantes y activistas guerrilleros. Si la Liga no aceptaba la lucha democrática y sólo la vía armada, contradecía el postulado marxista que “acepta todas las formas de lucha siempre y cuando correspondan a la situación concreta de que se trate”. En este sentido se pueden aplicar situaciones no inmediatamente revolucionarias y si como una política de acumulación de fuerzas siempre y cuando no entorpezca la actividad revolucionaria de las masas explotadas. En estas condiciones la táctica que mejor le correspondía a tal situación debía ser la táctica insurreccional, pero ya aquí se hizo precisamente necesario combatir las desviaciones que ocasionaba este importante viraje de la táctica revolucionaria. También la revolución cubana rompió con la táctica reformista que consiste en hacer depender la lucha revolucionaria del apoyo de la burguesía nacionalista que es el papel que han desempeñado todos los partidos comunistas de América Latina y en estas condiciones ya no era un atractivo para la pequeña burguesía, que ya para entonces buscaba una rápida salida. No es posible no hablar de la necesidad de la violencia y no hacer uso de ella en las situaciones que así se requieren, siempre y cuando se haga en función del desarrollo del movimiento popular revolucionario y no de una organización. Por ello destacamos incondicionalmente a la clase obrera como combatiente de vanguardia por la democracia y no una parte de la burguesía. Además, destacamos también la absoluta necesidad de llevar adelante una implacable lucha ideológica en contra de todas las ideas y concepciones no fincadas en un profundo análisis de la realidad. Otras corrientes de la guerrilla levantaban la bandera de la lucha ideológica contra el revisionismo (aunque solamente contra el de derecha). Debido a las diferentes formaciones ideológicas provenientes de todas corrientes, aunque todas parten del marxismo, como los maoístas, trotskistas, stalinistas, guevaristas, de todas estas corrientes se forma el movimiento guerrillero mexicano. Era lógica la división. Esto lo tenía que resolver la practica (“los hechos nos unen las palabras nos separan”, decía el Movimiento de Liberación Nacional MLN-tupamaros). La práctica había hecho posible que los revolucionarios de esos países se agruparan, por lo regular en una sola organización que, de esta manera, guardaba sus propias tradiciones. Aquí en México, por el contrario, el sectarismo de la concepción foquista contaba de antemano con el sectarismo de los distintos grupos stalinistas, maoístas, trotskistas,
guevaristas, etc., lo cual había condicionado la formación de distintas organizaciones guerrilleras que se consideraban, cada una de ellas, así mismas, la verdadera vanguardia revolucionaria, aunque todos los grupos adoptaron al marxismo como su ideología se entendía que los golpes y fracasos se debían a una evidente estreches de miras y a la falta de una concepción científica al elaborar su propia política. El dogmatismo y el sectarismo predominaron en el movimiento guerrillero, y la lucha ideológica no fue tal sino que se trató de imponer, sin ninguna discusión, a todo el movimiento revolucionario los dogmas del sectarismo. La lucha armada, considerada como forma fundamental de lucha por el foquismo, fue también el medio fundamental de la “lucha ideológica”, lo que incluso llegó a enfrentamientos armados entre las organizaciones guerrilleras. El único compañero que había aglutinado todas las organizaciones dispersas fue el revolucionario Raúl Ramos Zavala que a raíz de su asesinato se vino la dispersión. Sin embargo, a pesar de todos los grandes errores cometidos, ha sido el movimiento guerrillero de América Latina el que logró un camino distinto al del reformismo. Estas discusiones se daban al interior de la propia Liga y quien no estaba de acuerdo corría el riesgo de ser ejecutado. La unión del pueblo
A Héctor Eladio, que fue mi compañero en prisión, lo vi como desarrolló su conducta muy proletaria. Por cierto, platicamos varias veces sobre la unidad a la cual él se oponía y hacía un recuento diciendo: —¿Como hacemos alianzas con el FRAP con la postura caudillista y sectaria de Alfredo Campaña(su dirigente)? El proceso de unidad se ve obstaculizado por el bajo nivel teórico marxista-leninista e incluso el desconocimiento a nivel de dirección de esa teoría. Acusaba a la LC23Sep de pequeño burguesa con prácticas de aventurerismo, diciéndome: —No Chuy, tenemos que esperar al tiempo, no se pueden hacer alianzas nomás por hacerlas, son los filtros naturales que se dan en todo proceso revolucionario. Entendí perfectamente bien lo que me estaba diciendo: el caudillismo, como estilo de trabajo político, no conduce más que al fracaso y a la anarquía de los grupos que se encuentran detrás de los “caudillos”. Cuando la dirección por cualquier circunstancia llega a faltar o es incapaz de llevar el trabajo por el camino correcto, las masas pierden la iniciativa y se confunden fácilmente por las nuevas situaciones que se presentan, dando origen a una coyuntura provocada por nuestra falta de visión y de organización revolucionarias. Por eso la actitud ante la vida de los militantes es muy importante y esa era una de las bases sobre las cuales se sostenía la constitución política de la UP. La Liga comunista preparó solamente su forma de ataque, pero no articuló el repliegue y es por ello que las fuerzas revolucionarias congregadas en la naciente Liga fueron aniquiladas fácilmente por el enemigo e inclusive tenía facilidad para infiltrarlas. Parece ser que Eladio tenía razón porque a la hora que se vino la represión del gobierno estatal y federal en contra de los nacientes grupos solamente sobrevivió la UP, que daría lugar posteriormente al PROCUP y más tarde al EPR. El lineamiento político que planteaba la Unión del Pueblo era la guerra popular prolongada y señalaba el foquismo como una ruta equivocada para la implantación del socialismo ya que
consideraban al foquismo como incapaz de irradiar a las masas el espíritu revolucionario sin haber realizado un trabajo previo de organización política, por lo que se cayó en el militarismo, consistente en la falsa idea de que las acciones militares por si mismas son capaces de generar conciencia. La Unión del Pueblo con la estrategia de la guerra popular prolongada planteaba como vía fundamental de la revolución: La lucha armada revolucionaria y en torno a ella todas las formas de lucha. Es popular por la incorporación de las masas a la guerra, donde cada ciudadano es un combatiente, cada hogar una trinchera de combate y cada pueblo es un cuartel y el carácter prolongado de la guerra popular lo determinan las condiciones históricas en que se desarrolla el proceso revolucionario, siendo tres factores los que especifican el carácter prolongado de la guerra: La inferioridad estratégica de fuerzas con respecto al enemigo; el periodo que conlleva a la construcción de las fuerzas revolucionarias y la situación geopolítica de México con respecto al imperialismo norteamericano y esta abarca tres etapas: Defensiva estratégica, equilibrio de fuerzas y ofensiva estratégica. La primera expresa la debilidad relativa de las fuerzas del PROCUPPDLP entre otras organizaciones y la superioridad de las fuerzas del Estado, contemplando una estrategia defensiva y una táctica ofensiva; la segunda considera el establecimiento de un equilibrio de fuerzas, manteniendo la táctica ofensiva y la tercera sería la ruptura del equilibrio a favor de las fuerzas proletarias, la superioridad de las fuerzas populares de la nueva revolución y consecuentemente, la aplicación de una estrategia y táctica ofensiva hasta la toma del poder político y la instauración de la dictadura del proletariado. De acuerdo con Lucio Cabañas Barrientos, máximo comandante del partido de los pobres, dentro de la estrategia de la guerra popular prolongada se consideraba la aplicación de diferentes formas de guerra, como son la guerra de guerrillas, guerra de movimientos y guerra de posiciones. El concepto de revolución es un proceso generalmente violento por medio del cual una clase (o un bloque de clases) toma el poder político, derrota a la otra clase (o alianza de clases) que controlaba hasta ese momento el Estado e instaura un sistema de gobierno que abre cause al desarrollo de las nuevas fuerza productivas, y que inicia la transformación de las instituciones jurídicas, políticas, religiosas, etc., y de las formas ideológicas que le corresponden. Por otro lado, es importante destacar la identidad, la similitud de carácter social. La procedencia del mismo extracto social era importante para los que serían los miembros que militarían en la organización, pero lo más importante era la actitud en la vida diaria, o sea la conducta proletaria. De la Unión del Pueblo nace el PROCUP (Partido Revolucionario Obrero Clandestino de la Unión del Pueblo) y sufre también los embates recibiendo una baja muy lamentable cuando en 1978 asesinan a su líder en Jalisco, Héctor Eladio Hernández Castillo, quien cae abatido el diez de noviembre en un lugar conocido como la Mezquitera por la carretera a Morelia. Viniendo de la Ciudad de México a Guadalajara en su valiant, junto con Joel Estrada, compañero guerrillero que también cae abatido en el enfrentamiento con el ejército mexicano. Ya antes la Unión del Pueblo había sufrido una baja importante de otro de sus fundadores llamado Luís Jorge Meléndrez Luevano, también, al igual que Héctor, militante del Frente Estudiantil Revolucionario, y que había sido mi compañero en la Escuela Preparatoria Número 2 e incluso del mismo salón. Este compañero muere por accidente el día 27 de enero de 1974, en un curso de enseñanza a los del FRAP de cómo preparar los explosivos. En un exceso de confianza por la prisa que llevaba, cometió el error en las medidas de seguridad para manejar estos artefactos tan peligrosos y le explotó en sus manos. Los compañeros llevaron su cuerpo al crucero de la carretera libre a Zapotlanejo y Tonalá, causando mucha molestia a la dirección de la UP, ya que la policía se
dio cuenta de su fallecimiento. Este error se consideraba grave porque lo pudieron haber enterrado ellos mismos en el lugar del accidente y así la policía no se enteraría de su deceso. En posteriores detenciones que hubiera, como medida de seguridad para tus demás compañeros y la propia organización, puedes culpar a tu compañero fallecido de todo lo que la policía te pregunte y así tienes una buena cobertura, te salvas de momento de una buena golpiza y no entregas a nadie. Héctor había escrito un documento en diciembre de 1972 que se llama Contra el caudillismo (en clara alusión a Alfredo Campaña López, o sea el FRAP). Alfredo Campaña, al caer a prisión fue victima de una total desmoralización producto de su vida parasitaria. Inmerso en la ociosidad, sin preocuparse por el trabajo o el estudio, se gastaba el dinero que su organización había expropiado y que él había escondido, caía en crisis, en la desesperación y angustia por querer dejar la prisión. Y peor su hermano Carlos, que todo el día se quedaba acostado en su celda alisándose la barba y el cabello. Pusieron un restauran en el interior de la penitenciaría que se llamaba El atraco y nunca jamás fueron solidarios con el resto de los compañeros presos políticos, ni siquiera de invitarle a algún compañero una comida. El secuestro del cónsul estadounidense Leonhardy fue con toda la intención de liberar únicamente a los hermanos Alfredo y Carlos Campaña López y al Ing. Garnica, agregando en la lista del canje un sin número de presos de diferentes organizaciones para que la policía no supiera qué organización había ejecutado esta operación. Esta conducta caudillista se siguió reflejando en Cuba, donde tuvieron problemas con los demás compañeros precisamente por su actitud poco revolucionaria, lo que queda plasmado en toda su realidad en el libro que escribió Garnica: “Presos en la isla de la libertad”. Seguro pensaban que iban a ser recibidos como héroes. Con esta postura pequeño-burguesa no se llega a ningún lado. ¡No pensaron que el gobierno cubano estaba enterado de cual era la conducta de cada uno de los guerrilleros que llegaron asilados a la isla en el canje por el secuestro del cónsul norteamericano!. Héctor Eladio insistía mucho también en que la organización debía ser conforme a un lineamiento que implicara la elección de los elementos que constituirían una organización sólida. Si esta exigencia no se cumplía, las posibilidades del movimiento serían muy limitadas y anticipaba el advenimiento de una lucha estéril si no se cuidaba este aspecto. Este método de integración propició el desarrollo hermético de la organización, y a la vez, esto permitió la posibilidad de que sobreviviera en la clandestinidad relativamente sin fuertes golpes hasta el asestado en 1978. Por el contrario, la LC23sep lo que buscaba era que se incorporaran a la Liga una gran cantidad de compañeros que primero estuvieran dispuestos a combatir y después adquirir la formación político-ideológica. Este método de reclutamiento le causo serios problemas al darle muchas facilidades a la policía para que los infiltraran. Como organización la UP determinó llevar a cabo: 1.- La lucha armada como vía fundamental para hacer la revolución, conviniéndose en que la respuesta violenta era la única posible para derrotar al enemigo, rechazando la actitud pasiva frente a la represión 2.- El estudio sistemático del marxismo-leninismo como necesidad y comprensión adquirida por la convivencia con los obreros, lo que define la necesidad de un grupo de organización revolucionaria y de ideología proletaria. 3.- La necesidad de organizar al pueblo.
Ya en su maduración y transformación estructural y organizativa, la Unión del Pueblo-PROCUP plantea como estructura la compartimentación para desarrollar las tareas y la conformación del partido mediante el siguiente esquema: 1.- El núcleo de militantes. El núcleo de militantes es la primera expresión orgánica de la unidad de voluntades, capacidades y recursos de cada uno de sus miembros. Es la organización de base del partido y está formado por dos a cinco elementos con su responsable que es designado por el partido, que reconocen y coadyuvan al desarrollo de las tareas de lineamiento político. 2.- Comandos de resistencia popular. El comando de resistencia popular es la organización de partido que tiene la responsabilidad de cumplir las tareas de hostigamiento político-militar y de resistir, ideológica y militarmente al enemigo. Los comandos de la resistencia popular están integrados de dos a cinco elementos provenientes de los diversos sectores sociales y no necesariamente son profesionales de la revolución.
3.-Comité de construcción revolucionaria. Este comité es la organización inmediata superior al comando de resistencia popular. Este comité se forma con militantes profesionales de la revolución considerando así a las personas que se funden en su vida personal y política a la lucha revolucionaria. 4.- Comité Local de construcción revolucionaria. Es la organización inmediata superior al comité de construcción revolucionaria que coordina y dirige a un conjunto de comités y cuenta con la estructura e infraestructura capaz de dar solución a las necesidades políticas de la guerra. 5.- Comité general de construcción revolucionaria. Es la instancia inmediata superior al comité local de construcción revolucionaria, su jurisdicción abarca una región geográfica, económica o política del país. 6.- Comité central. Es el órgano de dirección central ejecutivo del partido; su función es el análisis y la elaboración de las alternativas generales. 7.- Buró político. Es la instancia superior partidista designada por el comité central y es la dirección política e ideológica del partido. Toda la estructura partidista está dentro de las masas estructurándolas y dirigiéndolas. Existen además de las estructuras del partido los siguientes elementos de organización: -Comités de seguridad. -Tribunal Revolucionario del Pueblo. Toda esta estructura anteriormente señalada nacía de un principio leninista de organización: La estructura piramidal con un factor muy importante que tiene como objeto primordial la movilización social, la supeditación de la minoría a la mayoría, de los organismos inferiores a los superiores y la participación democrática en la discusión y no la imposición de la directriz.
A esta organización se le vincula con una visión más terrorista que guerrillera por la característica que tenía de que todo lo que se relacionaba con explosiones se adjudicaban la autoría, en cambió el FRAP se caracterizaba solamente por el secuestro en su cerrada organización sin preocuparse por ampliar su campo de acción y al parecer sin un claro objetivo político aunque aparentemente si lo fuera, parece que se preocuparon más por la recuperación económica que hacer un trabajo político de formación de cuadros. Por otro lado la Liga se le identificaba con la ejecución de policías y las expropiaciones. Ellos jamás pusieron una bomba o hicieron algún secuestro que no tuviera un objetivo político. La Unión del Pueblo les señalaba el error de hacer expropiaciones de más, diciendo que las organizaciones no pueden ni deben crear sus propias necesidades y promulgaban con el ejemplo. En la Unión del Pueblo (UP) había mucha austeridad hasta para la comida, y la conducta era demasiado proletaria, con una disciplina muy rígida. Recuerdo perfectamente bien a Héctor mientras estuvimos en prisión, con sus botas (de las que usan los obreros para trabajar) bien lustradas, su pantalón y chamarra de mezclilla, en fin, su conducta fue ejemplar. En cambio, en la calle observabas a una gran mayoría de compañeros que militaban en la Liga con una disciplina más relajada. Lo que también le criticaban mucho a la UP las demás organizaciones revolucionarias, e incluso personas que no eran militantes de ninguna organización, era la práctica de las bombas por los resultados obtenidos, ya que por la simple rotura de unos vidrios la respuesta era una represión brutal y daba como resultado detenciones, torturas o muerte, aunque ellos argumentaban en su favor que, aún con limitaciones y errores, su estrategia y línea política era la guerra popular prolongada y que lo de la colocación de las bombas era solamente una de las formas de manifestarse en la etapa de hostigamiento, que en ese momento las condiciones así lo requerían, que la propaganda armada era parte de la estrategia, y que por eso siempre se procuraba tener mucho cuidado de no causar daño a ninguna persona inocente. Incluso, algunos compañeros que por su indisciplina no fueron cuidadosos pagaron las consecuencias. No se puede, y no se debe confundir el terrorismo con la lucha revolucionaria. Hay un abismo de diferencia. Comienza la competencia entre las organizaciones guerrilleras por ver cual organización hace la acción más espectacular y ponerse por esa acción, según cada una de ellas, a “la vanguardia revolucionaria”. Fue un periodo de aprendizaje, de basarse en los propios esfuerzos, de construir los primeros movimientos de masas, de desarrollar la autodefensa, de preparación y de acción político-militar; una práctica que no era resultado de una concepción acabada, de ésta y del marxismo-leninismo surgieron nuestras premisas. Los golpes que estaban recibiendo las organizaciones guerrilleras eran cada vez más selectivos y se llegó a un punto de no retorno. En un momento dado llegó a comentarle un compañero a David Jiménez Sarmiento El Chano (que se había quedado como dirigente nacional de la Liga a la aprehensión y desaparición del máximo dirigente y fundador Ignacio Salas Obregón Oseas) que si mejor se rendían para así poder salvar la vida, pero Sarmiento le contestó: “No, compañero, mejor pelea a morir, de todos modos te van a matar”. Como comentaba Héctor Eladio: la Liga planteó la táctica ofensiva pero no la retirada (de acuerdo a la teoría estratégica de Sun Tzu en su libro El arte de la guerra). Se había planteado mal la lucha en todos sus frentes ante un enemigo tan poderoso. No habíamos tomado en cuenta las experiencias del fracaso de otras organizaciones guerrilleras y como quedaban acéfalas esas organizaciones en diferentes partes del país, pues numerosos compañeros caían asesinados por la represión o caían a la cárcel.
Uno de estos grupos seriamente afectados fue el FER en Guadalajara, hasta tal punto que fue prácticamente destruido, ya que casi siempre los que eran mandados a las misiones más peligrosas eran los militantes del FER por ser ellos, como decían los maestros, “los que tenían la experiencia por haberse forjado en la práctica de la lucha callejera”. Lo mismo les ocurría en otras partes del país a los diferentes grupos, lo que traía como consecuencia el debilitamiento revolucionario en general. Nosotros consideramos que se estuvo a la ofensiva hasta la muerte de Ignacio Salas Obregón Oseas, máximo dirigente y fundador de la Liga Comunista 23 de Septiembre, asimismo hasta la muerte de Héctor Eladio Hernández Castillo, máximo dirigente en Jalisco de la Unión del Pueblo, y el asesinato del fundador y máximo dirigente del Partido de los Pobres, Lucio Cabañas Barrientos, el día 2 de diciembre de 1975 en la sierra de Guerrero. De aquí en adelante se pasó a la defensiva, asestándole golpes al enemigo pero no planificados y menos estratégicos, sino desesperados, como meros actos de sobrevivencia. Mi salida de la prisión de Oblatos en Jalisco Los primeros once compañeros que habían caído presos por lo del FER salieron libres, menos yo por tener varios procesos pendientes. Así lo resolvió el Magistrado Carlos González Duran, a quien esta resolución le costó su expulsión de la Universidad de Guadalajara, donde era profesor en la facultad de Derecho y en la de Filosofía. Muchos años después lo volví a ver en la presentación de un libro, y en su intervención dijo: ¡El tiempo me dio la razón cuando aquella vez les otorgué la libertad a los compañeros revolucionarios del FER! ¡Más que la presentación de un libro, parecía una asamblea de barrio vikinga!, pues habíamos convergido toda la vieja militancia, los sobrevivientes. Que alegría me dio escucharlo. Pero volviendo a mi encarcelamiento, debo decir que la gallarda defensa que hizo de mí el Lic. Alejandro Herrera Anaya es invaluable, lo que también le costó que algunas veces lo secuestraran y lo torturaran, pero nunca dio marcha atrás. Defendió sin distinción a todos los compañeros, fueran de la organización que fuera, él no discutía cuestiones ideológicas, simplemente él cumplía con el papel que le tocó desarrollar: la defensa legal o jurídica, aunque algunos compañeros querían hacer su defensa política. En el mes de junio de 1973 salí libre. ¡Qué raro se siente el volver a ver la calle! Flotas. Todo aquello que antes pasaba desapercibido a tus ojos ahora lo ves con mayor claridad. Te sientes más fortalecido ideológicamente y más comprometido con la lucha. Me recibió mi esposa, esa compañera de valor incalculable y mi hijo, que era el primero de los cuatro que tuvimos. Nos fuimos a la casa de mis suegros. Llegaron mis hermanos, mi padre, mis amigos y mis compañeros, todo era alegría, abrazos y nos fuimos a un cuarto a platicar con los que ya militaban en diferentes organizaciones. Ahí estaba la Unión del Pueblo, los de la Liga Comunista 23 de Septiembre y ahí vi que la división era insalvable, pues comenzaron las mismas discusiones que ya anteriormente habíamos tenido dentro de la prisión. Se empezaron a despedir los amigos y me fui en una camioneta en la que habían llegado Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras y Tomás Lizarraga Tirado El Tom de Analco. Fuimos a visitar a los viejos compañeros de los barrios a los que El Tenebras les decía: “Miren, ya está aquí Chuy El Momia”. Estoy de acuerdo que era gran regocijo volver a ver a los viejos amigos, pero los tiempos habían cambiado. Ahora se requería discreción, pero todavía seguíamos cometiendo los mismos errores: en lugar de ocultar mi reincorporación a la lucha para que no lo supiera la policía, dejaba que todo mundo me mirara y esto claro que iba a llegar a sus oídos. Me comentaban Enrique y Tomás muy entusiasmados de toda la actividad que se estaba desarrollando en esos días ya como grupo guerrillero, convertidos en LC23deS. También me
comentaban en detalle lo que consideraban que había sido un éxito rotundo en la repartición de propaganda el primero de mayo y cómo todos lo militantes de la Liga volantearon entre los trabajadores con las consignas y el llamado de la organización a la insurrección armada y de cómo escaparon ante el intento de la policía de detenerlos. Yo los veía muy contentos y claro yo también estaba contagiado. Era una lucha de verdad. Me platicaron también como estaba compartimentada la organización y de cómo algunos compañeros que anteriormente jugaban un papel secundario ahora eran dirigentes de primer nivel. De algunos me sorprendía, pues yo sabía que no tenían los meritos suficientes. Me llevaron a la casa. Por esos días vivía en la casa de mis suegros con mi esposa y mi hijo. —Descansa unos días— me dijo Enrique—. Disfruta a tu familia, porque luego no sabes cuando los vuelvas a ver, vengo mañana por ti para seguir charlando. Al día siguiente llegó por mí en una camioneta, Me comentaron que se la habían traído de Ciudad Universitaria en el Distrito Federal. A la postre parece ser que era la que participaría en el fallido intento de secuestrar a Eugenio Garza Sada. En ella andábamos nada más deambulando por la ciudad, porque después de una encarcelación parece como si no la hubieras conocido nunca. Me decía Enrique: “Yo sentí lo mismo que tu estás sintiendo ahorita”. Llegué a la casa, nos despedimos. Al día siguiente pasó por mí como a las once de la mañana, el solo. Fuimos a una casa por Belisario Domínguez. Ahí estaban ya algunos compañeros y al poco rato llegó el doctor Ramiro Vázquez, al que habíamos conocido en prisión y que sentía una gran identidad ideológica hacía el movimiento, lo que lo hacía solidarizarse. Comenzamos la plática y lo que me hacía un poco chocar con ellos, sobre todo con Enrique y los otros dos compañeros, era mi postura radical, lo que Enrique me criticaba, señalándome de militarista. Pero era mi formación natural y a lo mejor me faltaba más preparación. Cortamos la platica ya muy tarde, diciéndome que me iba a entrevistar con Fernando Salinas El Richard, que era quien estaba al frente de la Liga en Jalisco, pero que él era muy corajudo y que no fuera yo a discutir con él. Seguro temía nos confrontáramos. Yo no me sentía muy conforme de que ahora unos extraños nos impusieran la disciplina, después de haber sido nosotros los que habíamos dado forma a una gran estructura. ¡Y ahora me pedían que no discutiera! Me sentí contrariado, pensando en lo que habíamos caído después de haber sido Vikingos y FER. Pero también tenía una lógica, pues no tuvimos la capacidad de mantener la unidad y de presentar un proyecto político-militar, por lo que nos vimos rebasados por los llamados maestros: Ignacio Salas Obregón Oseas e Ignacio Olivares Torres El Sebas. Por eso a los militantes Vikingos-FER nos dejaban exclusivamente las acciones militares, y como responsable militar a Pedro Orozco Guzmán Camilo. Enrique y yo nos fuimos al cine, cada uno con su respectiva pistola. Le dije: —¿Te acuerdas, Enrique, cuando jugábamos competencias tu, El Compa y yo, y nos parábamos en el puro centro de la ciudad, en Juárez y 16 de Septiembre, haber quien era él más conocido? —Si, hombre ¿no quieres jugar ahora competencias?— me respondió, burlón. Los dos nos reímos de las ocurrencias. Y ahora en la clandestinidad, no queríamos que nos reconocieran. La película creo que ni siquiera la vimos. Seguimos platicando. —Oye Chuy— observó—, creo que va a ser mejor que te vayas unos días de Guadalajara y te salgas de tu casa, porque acabas de salir libre y de seguro la policía va a ir por ti. Por que tenemos
pensado hacer en estos días un triple secuestro para liberar a los compañeros que se encuentran presos Yo le dije: —Bueno, está bien, me voy a ir a México Me dio dinero para el pasaje, pues el sabía que yo no traía ningún cinco. Le sugerí: —Oye, Enrique, ¿no quieres que les diga a los de la UP que pongan unas bombas que sirvan de distracción a la policía para que tengan éxito? —No, Chuy, no lo necesitamos. Tenemos bastante capacidad militar. Mejor vete ya, ándale, y luego de que pase esta operación te regresas, para que te reincorpores de tiempo completo. Nos dimos un abrazo y nos despedimos. Claro que mi intención iba en el sentido de acabar con la división entre las organizaciones. El trabajo conjunto podía ser un buen principio de entendimiento. ___________ [1] Mario Benedetti, "Cotidianas", Los Héroes, México, Siglo Veintiuno, Pág. 26. CAPITULO VII MI CAIDA A LA PRISIÓN DE BARRIENTOS.
Tomé un autobús y me fui al Distrito Federal. Llegué a un departamento donde vivía René Delgado Becerra El Perico. Ahí se encontraba también Corral y comenzamos a platicar también anécdotas. René me platicó cómo lo habían detenido y luego cómo se había escapado. Me dijo que después del asesinato del Compa él, junto con Antonio Esqueda Villaseñor El Toñis, y otros compañeros habían ajusticiado a Agustín Garibay, que pertenecía al grupo de fejosos a los que los apodaban las chichonas (por gordos). Éste era uno de los que había participado en el asesinato del Compa, junto con Guillermo Gómez Reyes El Alemán, Liborio Arce Medina, El Gorilitas, Fulgencio, y otros. Me platicó también que después de esta acción se fue a refugiar a Tepic, Nayarit y que un compañero de él que fue detenido en Guadalajara delató el lugar donde estaba escondido. Que cuando llegó la policía para aprehenderlo, se agarró a balazos y por las azoteas se fue hasta la última casa de la que se descolgó parapetándose tras un árbol. Que se le terminaron las balas, levantó las manos en señal de rendición y lo comenzaron a golpear hasta que aventó sangre por la boca. Le habían reventado las vísceras. Lo subieron a un carro y lo trasladaron a Guadalajara, lo llevaron a los separos de la policía judicial, que están en el mismo edificio donde está el Procurador General de Justicia. Que estando en su celda siguió desangrándose, y que ya se encontraba muy débil cuando llegó el guardia, abrió la reja y lo llevó al despacho del Procurador que quería conocerlo. —¿Tú eres el famoso Perico?— le preguntó. “Yo me quedé viendo a este señor, que vestía impecable con un traje muy fino— me siguió contando El Perico—, su escritorio a todo lujo, alfombrado el piso, en fin todo impecable. El gran burgués me tenía capturado. Lo primero que se me ocurrió fue vomitarme encima, así que
comencé a apretarme el estomago intentando vomitar en esa lujosa oficina. Con esto quería decirle que aunque me tenían atrapado, no me rendía, y lo logré: vomité, y él grito furioso: ‘¡Llévense de aquí a este cabrón! ¡y limpien mi oficina!’. Me tiraron nuevamente en la crujía. Ya no tenía fuerzas, estaba demasiado débil, pues había perdido mucha sangre. Luego volvieron por mi porque vieron que estaba a punto de morir y me mandaron al hospital civil. Yo recuerdo en mi subconsciente que los médicos en un intento desesperado por salvarme la vida, decían: ‘¡Si no le encontramos la vena para ponerle la sangre, se nos va a morir!’. Yo hacía hasta el último esfuerzo a pesar de mi debilidad, impulsado por el deseo de vivir. Comencé a abrir y cerrar mi puño para que bombeara la poca sangre que me quedaba en el cuerpo, para que se inflara la vena y pudieran pincharla con la aguja. Sentí que la aguja entró en mi vena y comenzó a correr por mis venas el primer chorro de sangre y cómo me volvía la vida. Me dije dentro de mí: ‘¡Ya viví!’. Me abrieron el estómago y descubrieron que era una arteria rota por los golpes, la cual arrojaba un chorrito de sangre. La suturaron, cocieron mi estomago, me regresaron a las celdas para detenidos que hay en el mismo hospital, y mientras me recuperaba comencé a preparar la fuga. Me llevaron ropa de la calle, la cual escondía bajo la bata de enfermo, una camisa, el pantalón arremangado para que no se notara, y una pistola que de alguna manera me llegó por ahí. Yo esperaba a diario el momento oportuno para escaparme. ‘René, ya te voy a dar de alta— me dijo el doctor que me había operado—, ya estás bien’. Eso significaba que me iba al penal. ‘¡No, doctor!— me apresuré a decirle—, todavía me siento mal’. Lo que ocurría es que no veía condiciones para escaparme. ‘Bueno, ya veremos cómo amaneces mañana’. Ahora había que intentarlo a la brevedad posible. Disponía de un día más. “Por la mañana del día siguiente— continuó recordando René—, al abrir la reja de la sala de detenidos donde yo estaba, a un muchacho llamado Armando que también se encontraba ahí y a quien acababa yo de conocer, le propuse que me acompañara en la fuga, lo cual aceptó. Yo lo necesitaba, ya que eran tres guardias los que estaban en la puerta. Cuando se abrió la reja para que pasara el enfermero con su carrito de medicamentos, Armando lo golpeó y yo saqué la pistola. Le disparé a los dos policías que hacían guardia, matando a uno de ellos. El otro se escondió debajo de la mesita de registros y el disparo pegó en los libros que había sobre ella, los que quedaron perforados. Corrimos hacía la parte de atrás del hospital, salimos a la calle, donde iba pasando una camioneta que distribuía abarrotes, la alcanzamos, encañonamos al chofer, lo bajamos y escapamos en ella. “Nos quedamos escondidos una semana en una casa. Yo quería salir de Guadalajara. Era un infierno, pues estaba la ciudad en estado de sitio. Nos mandamos hacer uniformes de militares para disfrazarnos como tales, nos llevaron una camioneta, por supuesto expropiada, la pintaron como si fuera también del ejército y nos fuimos en ella, salimos de la ciudad, pasando un retén sin ningún problema. Y aquí estoy. Mira— al decirme esto, se levantó la camisa— cómo me quedó el estómago luego de la cirugía”, y me enseñó una cicatriz que corría desde arriba hasta abajo de su estomago. Se le veía muy fea, pero no se lo dije. Luego de hablar de otras cosas, nos fuimos a dormir. Por las noches teníamos que estar muy vigilantes. René había quedado muy afectado emocionalmente. Seguía clamando venganza por el asesinato del Compa y por las noches deliraba y tiraba el agarrón a su rifle M-1 que tenía a un lado de la almohada. Seguramente en sus sueños tenía al alcance a alguno de nuestros enemigos queriéndolo ajusticiar, por lo que teníamos que velar su sueño para que un día dormido, preso de alguna pesadilla, no fuera a provocar un accidente y nos disparara a nosotros.
El Tenebras que estaba recién salido de prisión les acababa de hacer una visita al departamento. Tanto él como El Clark consideraban la necesidad de reorganizar el movimiento en Guadalajara. El Clark y el Tenebras se regresaron juntos. Por su parte, El Perico no aceptó. De momento no quería saber nada de Guadalajara. Yo salía muy poco del departamento. Algunas veces Rene y yo salíamos a caminar, comentábamos el golpe de Estado que recientemente había sucedido en Chile y el asesinato del presidente Salvador Allende, y los dos coincidíamos en que cualquier pueblo que quiera liberarse tendrá que ser a través de las armas, Chile había logrado tomar el poder por la vía democrática, y la burguesía y el imperialismo, a través de su operador la CIA, no respetaron la voluntad popular, retomando el poder, asesinando a la democracia. Aquí, en México, no estaban dispuestos ni siquiera a dejarla nacer. Estaba yo en el departamento leyendo cuando llegó René con el periódico en la mano. —¡Mira lo que pasó en Guadalajara!— me dijo, mostrándome el encabezado: “Secuestran al Industrial Aranguren y al Cónsul Duncan Wiliams”. —Yo ya me voy a otro lugar más seguro— le dije a Rene—. Ustedes han utilizado mucho tiempo este departamento y creo que ya es peligroso —¿Para donde vas a ir?— me preguntó, agregando—: No hay que perder el contacto —Me voy a ir al Estado de Morelos— le dije, aunque no pensaba hacerlo. Le mentí porque había decidido no verlo más, pues él no quería regresar a Guadalajara. Por lo mismo, Enrique se había ido muy desilusionado y molesto con él, pues solamente lo acompañó El Clark. Me despedí de él, diciéndole que luego lo contactaría, aunque era mentira. El otro golpe que intentaron llevar a cabo y que falló fue el de Garza Sada. El error en este intento de secuestro de Garza Sada se debió a que el chofer que conducía la camioneta en la que se trasladaban los compañeros de la Liga, le cerró el paso al vehículo del industrial metros muy adelante. Esto le quitó la sorpresa a la acción, dando tiempo a que Sada y su chofer tomaran las armas que traían. No hubo otra opción que dispararles, muriendo los dos. Esta serie de acciones las habían preparado los compañeros de la Liga, razón por la cual me dijo Enrique que me saliera de Guadalajara. Según él, era para que disfrutara unos días de mi familia por haber salido recientemente de prisión. Y salió lo mismo, se soltó la jauría policíaca y yo no estaba exento de esa persecución. Me fui al Estado de México, a Tlalnepantla, ahí volví a tener contacto con compañeros de otras organizaciones y yo seguía terco planteando la unidad. Acordamos hacer un trabajo conjunto y que en la práctica cada quien reconociera los errores y llevara a su organización la experiencia adquirida. Estábamos al pendiente de las noticias para ver el desarrollo de los acontecimientos en Guadalajara. Nos enteramos de la acción que finalmente terminó con el ajusticiamiento de Aranguren. Una mala decisión del gobierno: “No pactamos con criminales”, anunció Luis Echeverría Álvarez, provocando este resultado. Las consecuencias: se recrudeció la represión y como respuesta se intensificó el trabajo revolucionario. La noche fatídica
La noche del día 30 de noviembre de 1973, como a las once de la noche, íbamos en tres autos a hacer una de las tareas que en conjunto estábamos haciendo. Iba un compañero del FRAP, uno de la Liga, uno de la UP y algunos otros compañeros de otras organizaciones. Erróneamente uno de
nuestros autos se desvió y ascendió hacia una colina muy iluminada que está en Ciudad Satélite. Los demás lo seguimos. La policía nos detectó en esa explanada. Repentinamente llegaron velozmente varios carros policíacos. Dos policías salieron encañonándonos y nos marcaron el alto. Comenzamos un dialogo distractor para buscar la oportunidad de revertir la sorpresa. A una seña comenzamos a dispararles a bocajarro. Huyeron despavoridos, intentando salvar la vida. Nosotros emprendimos la huida en sentido opuesto a como lo hicieron ellos. Montamos en los vehículos y arrancamos. En el que yo iba, estaban: Daniel, Oscar, Mario y yo, pero no encontrábamos la salida. Esta colonia, Ciudad Satélite, sólo tenía entrada y salida, pero yo no lo sabía. Estábamos en un laberinto sin salida. El cerco policíaco se fue cerrando. El intercambio de balazos era constante. Daniel aceleraba tratando de escapar, pero una y otra vez nos topábamos con los carros policíacos con los que volvíamos a intercambiar disparos. Pero nos reducían cada vez más la posibilidad de escapar. Llegaban patrullas por todos lados. Luego de varias horas de persecución y disparos, en un intento desesperado por lograr escapar comenté que abandonáramos el carro y nos fuéramos de dos en dos a pie para romper el cerco. Éramos ocho los que íbamos esa noche: Ramón Gil Olivo Regis, Oscar Astorga Ramos Sixto, Mario Rivas Domínguez El Loco, Francisco Galax Silva El Pichico, Daniel Meza Arias, su hermano Andrés, Guadalupe de Alba y yo. Oscar y Mario se introdujeron en una finca en construcción, donde se parapetaron intercambiando fuego de metralla. En toda la colonia se escuchaba el intercambio de disparos. Daniel y yo corrimos calle abajo y como era una cuadra muy larga vimos que había un hueco entre dos casas y dijimos: ¡Por aquí cortamos y ya no alcanzarán a ver para dónde nos fuimos!. Yo pensaba que ya nos habíamos escapado y nos metimos por ese hueco queriendo cortar camino, ¡pero que sorpresa nos llevamos! Era una cerrada, un cajón de tres paredes y un árbol al centro. Llegó la policía y gritaban: —¡Aquí se metieron estos cabrones! Pero Daniel y yo estábamos tirados en el suelo en una de las paredes que tenía un poco de zanja y no nos alcanzaban a ver. Aluzaban hasta el fondo con sus linternas, metralleta en mano, luego lo hacían hacía el árbol, creyendo que nos habíamos subido ahí. Tres policías entraron a revisar, mientras desde la banqueta los otros apuntaban con sus metralletas. Los tres se aproximaron e iluminaban con las lámparas pero no nos veían. Y en ese preciso momento yo tenía un temor tremendo de que me diera tos porque tenía la boca muy reseca, seguro por la tensión de tantas horas de violencia. Temía que si me daba me escucharan y vieran dónde estábamos escondidos. ¡Lo que es el miedo a la muerte!. En la esquina se seguían escuchando disparos. Por uno de los radios de un carro policíaco alcanzamos a escuchar: “¡Juanito ya murió!”. Y como con nosotros no había ningún Juanito, dijimos: “¡El muerto es de ellos!”. Comenzaron a sacar a toda la gente de sus casas para localizar al resto de nuestros compañeros. El cerco se redujo a unas cuantas casas. En la segunda vez que entraron los policías volvieron a aluzar el árbol y no nos vuelven a ver. Pero decían: “¡Aquí entraron estos cabrones! ¿Dónde están?. Pero a la tercera vez, un judicial grandote muy corpulento y con metralleta en mano nos vio y salió diciéndole a los demás: “¡Ahí están!”, señalando con el dedo nuestra posición. Entonces, al ver la situación, Daniel me dijo: —¡Chuy, hay que matarnos, no hay que dejarnos agarrar vivos!, Diciendo esto, sacó una granada y le quitó la espoleta. Nuestras respectivas armas no traían ya tiros. Nos habíamos acabado ya todos los cargadores. —¡Sí, pero junto con ellos!— le contesté. Yo si estaba dispuesto con mucho gusto a dejar este mundo, si por lo menos me llevaba unos diez policías. Pero cuando entraron, Daniel me hizo una seña con la cabeza de que si ya la detonaba, y
le contesté con otra seña, que no, hasta que estuviera un buen número de ellos cerca de nosotros. Pero me decepcionó que la policía llegara en forma de abanico. Al frente de ellos venía un chaparro, moreno, metralleta en mano. Nos gritó: —¡Quietos cabrones! ¡Manos arriba! Y levantamos las manos poniéndolas atrás de la nuca, con la granada en la mano y sin espoleta. Daniel se la había quitado para que en el momento que acordáramos, la detonáramos, y ellos no nos la vieron. —¿Y las armas?— preguntaron. Contestándoles nosotros: —Las tiramos, pues se nos acabaron las balas. Entraron ellos en una discusión.. Algunos decían: —¡Hay que matarlos ya! Mientras que otros sugerían: —¡Primero hay que torturarlos para sacarles información y luego los ejecutamos! Otros más enojados nos decían: —¡Ahorita van a chingar a su madre! ¡Pero no nos pegaban! Con cualquier golpe que nos dieran la granada nos volaría la cabeza, ya que estaba en la nuca de Daniel y yo a unos centímetros de él. Y me volteaba a ver de reojo haciéndome la seña de que si ya la detonaba, y yo le contestaba de la misma forma, moviendo la cabeza para que se esperara. El helicóptero de la policía volaba aluzando desde arriba. Para esas horas ya habían llegado también los medios de información y pienso que eso fue lo que los contuvo. No podían asesinarnos frente a tantos testigos. Ya eran las seis de la mañana y habíamos empezado la balacera desde las once de la noche. Para entonces, ya habían llegado en apoyo todos los cuerpos policíacos. Ante tanto escándalo y balacera salieron los vecinos de las casas, convirtiéndose también en testigos incómodos. Nos llevaban para la banqueta manos a la nuca, pero no veían la granada porque había mucha neblina, ya que era el mes de noviembre. Ya al llegar a la calle todos gritaban muy furiosos: —¡Ahorita van a chingar a su madre! Y les contestamos: —¡Pues van a chingar a la suya! Y Daniel les arrojó la granada, al tiempo que nos tirábamos al suelo. Es mentira que te quieras morir. No sabían de qué se trataba, y como las granadas expanden hacía arriba cuando detonan, consideramos que a nosotros no nos iba a dañar. Y que explota. Después de la explosión que hizo estragos, pues no se la esperaban, cayeron policías, no sé cuántos, los vehículos policíacos se cimbraron y creo que se dañó una casa. Entonces el policía alto, corpulento, me comenzó a agarrar de mis partes nobles, y yo pensé que era homosexual. No, me dio un arrastrón que yo creí que me los desprendía. Nos tiraron a media calle, boca arriba. Nos comenzaron a patear y a pegarnos con los rifles y yo sentía que se me reventaban las vísceras. En un esfuerzo de sobrevivencia alcancé a voltearme de espaldas, y me dije ahora si golpéenme hasta
que quieran. Ya no me sentía tan mal, podía resistir. El resultado de esta inicial tortura, fueron varias costillas rotas. Nos esposaron y nos llevaron a una prisión de las clandestinas que acostumbraban utilizar para que no te encuentren tus familiares, si es que se enteran de tu detención. Esta prisión tenía un aspecto muy siniestro. Nos amarraron de los pies a las patas de las sillas y los brazos por atrás, esposados al respaldo de las mismas. Momentos después vi que llegaron con los otros dos compañeros que se habían parapetado en la finca en construcción de la esquina. Me alegró mucho verlos, pues aunque estuvieran detenidos por lo menos estaban vivos. De momento te alegras de estar vivo aunque después te arrepientes de haberte dejado atrapar con vida, porque la tortura es tan cruel que mueres mil veces. De los demás no sabíamos nada hasta que como a la hora llegaron con Francisco Galax, El Pichico. Este compañero era integrante de la Liga que había sido reclutado en la Universidad de Sinaloa o de Sonora, no sé. Del resto no sabíamos nada y más tarde en una de las sesiones de tortura me preguntaban: —¿Como se llama Regis? Yo les contestaba: —No sé, se llama Regis, ¿no? Porque además era la verdad Yo siempre lo conocí como Regis, por su parecido físico y su profesión de escritor, como Regis Debray, el escritor francés amigo del Che. Por esta razón me pusieron una golpiza, y hasta ahí me enteré que Regis era Ramón Gil Olivo, lo que me parecía inaudito no saber su verdadero nombre cuando vivíamos a tres cuadras de distancia en San Andrés, en Guadalajara Me quedé con una pura camisetita, porque me quitaron mi chamarra, y me estaba congelando. Era el 30 de noviembre del 73, en el estado de México, donde las temperaturas descienden drásticamente en esa época. Metía las manos y mi cabeza debajo de mi camiseta para darme calor. De pronto me sacaron. Era mi turno para la tortura. Me amarraron los pies con una soga, hicieron lo mismo con las manos pero por detrás, y me sujetaron a una tabla que tenían recargada en una pared, luego me jalaron hasta que me quedé colgando con la cabeza hacía abajo. Arrimaron un tambo de agua y luego me bajaron hasta quedar sumergido. Ahí me tenían hasta que comenzaba a tragar agua. Me sacaban sólo para sumergirme nuevamente en el momento en que aspiraba ansiosamente el aire, ahora sí para tragar esa agua mugrosa. Por debajo de la venda alcancé a ver que uno de los torturadores traía lentes oscuros y estaba tuerto de un ojo. Era alto de estatura y parecía que tenía algún rango porque le hablaban con mucho respeto. Me dijo: —¿Sabes lo que les hacemos a ustedes? Con una navaja de rasurar le abrimos a los testículos y las bolitas botan como canica. No dudaba nada que la amenaza la cumpliera en cualquier momento, pues hacían cosas peores, de las cuales teníamos conocimiento por testimonio de otros compañeros que habían estado presos, los que habían sobrevivido porque algunos ni siquiera pudieron comentarlo al quedar en la tortura. Y luego de otras sumergidas en el tambo del agua, me bajaron de la tabla y me llevaron a un cuartito que estaba pintado todo de negro, oscuro, no veía nada, en parte por la venda sobre los ojos. Estaban varios torturadores en el cuarto, alcanzaba a ver los bultos sin distinguirlos bien, ya que el agua me había bajado un poco la venda. —¡Quítate la ropa— me ordenaron.
Pensé que iban a cumplir la amenaza que me habían hecho de castrarme o de mutilar mis órganos viriles y me quité los zapatos y los calcetines, luego me quité la camiseta e hice una pausa. Pero me volvieron a ordenar: —¡Quítate todo, cabrón! Me quité el pantalón, me quedé quieto. —¡También los calzones! Y me los quité, quedando totalmente desnudo. Me sentaron en una silla de fierro, me amarraron los pies a las patas de la silla y mi torso contra el respaldo. Me taparon la boca con un trapo, bien apretado. Me amarraron los dedos pulgares de las manos y los de los pies con unos alambres, me vaciaron una cubeta de agua en mi cabeza y conectaron los alambres a la electricidad. Me comencé a retorcer y ellos todos se reían, disfrutando el espectáculo, reían casi con esquizofrenia. En ese momento llegó a mi cabeza el recuerdo de un libro que se recomendaba que lo leyera todo combatiente, para que supiera como conducirse en una detención ante sus torturadores, Lo que todo revolucionario debe de saber acerca de represión. En este libro te recomendaban que nunca perdieras tu espíritu de lucha, porque si lo pierdes, el temor se apodera de ti, y entonces estás perdido y quedas a merced de lo que el enemigo quiere saber de ti, de tu organización, de tus compañeros, en fin, causar el mayor daño posible. Inmediatamente lo puse en práctica, aunque no sé cuánto valga, porque la tortura llega hasta límites insoportables de dolor, hasta los umbrales de la muerte, y eso lo repiten una y otra vez, y si se les pasa la mano te vas de este mundo. Entonces, para eso está el médico, para que si se exceden, él te recupera, si es que puede, para que continué la tortura; el objetivo es continuar el mayor tiempo posible. El papel que juega aquí el médico es muy importante, ya que sus métodos son muy primitivos y rudimentarios y por su brutalidad la muerte es un factor permanente. El apoyo del medico no es un acto benigno, sino para prolongar la tortura y obtener la mayor información posible. Deseas de todo corazón que esto termine y no regreses a la vida, para escapar del dolor. Pero no, no me otorgaron ese deseo. Me desmayé, el médico me volvió en sí, volvieron a conectar la electricidad, me volví a estremecer y me dijeron: —¡Ya vístete! Me desamarraron y comencé a vestirme. En eso entraron en el cuartito con mi compañero Oscar Astorga al que le tocaba su turno en la tortura y después me comentó ya cuando estábamos en prisión: —Cuando te estabas vistiendo parecía como si te hubiera dado un ataque epiléptico, por lo tanto que temblabas y brincabas. Y le dije: —Oye, pero yo me sentía bien Contestándome: —No, hombre, cuando te estabas poniendo los calcetines, no podías ni ponértelos, ¡ja, ja, ja! Y ya me dijeron los compañeros: —Es que la corriente eléctrica la conserva el cuerpo y sigue surtiendo sus efectos, por eso es que sigues saltando y tú no te das cuenta. De los ocho compañeros solamente dos habían logrado escapar. Andrés se fue hasta Sonora y J. Guadalupe de Alba fue a parar a Guadalajara. A Regis lo trajeron la madrugada siguiente. Cayó al
llegar a un departamento que ya estaba vigilado por la policía. Andrés y de Alba caerían después y se los llevarían a la cárcel de Oblatos, en Guadalajara. Mi esposa se dio cuenta de mi detención al ir caminando por la calle con mi hijo de la mano, y cuando al pasar por un puesto de periódicos, éste le señaló con el dedo: —¡Mira, mamá, mi papá! Era mi foto, al lado de mis otros compañeros, que aparecía a toda página en la primera plana y donde se narraba el zafarrancho y mi detención. Fuimos trasladados después de no sé cuántos días de tortura a la prisión de Barrientos. En esta prisión nos encerraron en un cuarto que fue sellado soldándole laminas en la ventana, quedando herméticamente sellado. Preparamos nuestros catres que eran periódicos en el suelo, se cerró el portón que tenía una ventanita muy pequeña por donde nos pasaban la comida y jamás volvimos a ver el sol. Llegamos en condiciones muy precarias, especialmente yo, que tenía mis costillas rotas y que durante un buen tiempo tenía que dormir parado respirando a medio aire para que mis costillas no perforaran mis pulmones. Mis compañeros, en una solidaridad extraordinaria, cuando tenía ganas de ir al baño me llevaban y me sostenían mientras hacía mis necesidades. Estos detalles solidarios me hacían sentir más fuerte, sintiendo un gran afecto por ellos, y mi moral revolucionaria la sentía muy fortalecida. Nuevamente había pasado la prueba: una tortura intensiva y no habían logrado doblarme. Estoy seguro que los que quedaron en ella, así murieron. Para nosotros, era solamente una derrota momentánea, no definitiva. Sabíamos que en la calle el movimiento revolucionario seguía avanzando, que no podía parar ante ninguna detención. Ese era el objetivo: garantizar su continuidad.
A la izquierda José de Jesús Morales Hernández, el momia, participante del movimiento guerrillero en los años setentas, aquí aparece luego de ser detenido por la DFS en 1974. A la derecha, la fotografía de Miguel Nazar Haro, director de la DFS, uno de los principales torturadores. Nos pusimos de acuerdo de la disciplina que teníamos que imponernos en prisión, cómo distribuir las horas del día porque la ociosidad es uno de los principales enemigos dentro y fuera de prisión. Acordamos que lo primero que haríamos sería el aseo. La maestra que daba clases en esa prisión un día que abrió la ventanita y se asomó aprovechamos para pedirle que nos llevara una pelotita, la cual después nos la llevó. Así que después de hacer el aseo jugábamos frontón en ese pequeño pedacito. Para cuidar el fortalecimiento físico, hacíamos retas entre nosotros y él que mejor jugaba frontón era Ramón Gil y era con el que más a gusto jugaba porque yo había practicado bastante este deporte. Después nos bañábamos y desayunábamos, y las siguientes tres, cuatro horas, las dedicábamos al estudio, descansábamos una media hora, continuábamos con partidas de ajedrez (en esto no le ganaba nadie a Ramón Gil, aquí se desquitaba lo del frontón) y volvíamos a la tarea principal, el estudio. Si era necesario, lo interrumpíamos para aclarar algún punto de discusión, aunque está discusión normalmente era hasta el final y así cerrábamos el día, nos íbamos a recostar y mandábamos nuestros pensamientos al recuerdo de la familia, a los compañeros en la lucha, etc. Era nuestra forma de contrarrestar la completa incomunicación en la que nos habían encerrado. Las visitas de la Dirección Federal de Seguridad y de la Dirección de la Penitenciaría eran constantes para investigarnos, revisarnos los libros, lo que escribíamos. De alguna manera seguía la intimidación, pero la presencia del excelente abogado José Luís Romero y Velásquez nos hacía sentirnos no tan desprotegidos. A mí me daba la impresión que era un sujeto comprometido, y fue toda entrega mientras nos defendió jurídicamente. Por ahí había llegado otro abogado que yo no se como fue a dar con nosotros, ni quien lo mandó, llamado José Rojo Coronado con la intención de tomar nuestra defensa, y al ver el expediente vio que yo era de Arandas y me dijo: —¡Mira, somos paisanos, yo también soy de ahí! Pero no le tuvimos confianza. Ha esto se agregó que otros guerrilleros presos en Santa Martha Acatita nos enviaron el mensaje de que era un agente de la CIA. Así que lo despedimos y nos quedamos con José Luís Romero. En mi persona el sacrificio llegó a tal grado que estando yo aquí en prisión, recibí otro golpe muy duro, pues sufrí la pérdida de mi padre y no pude verlo morir. Solamente recibí su carta de despedida donde me decía: “Cuando recibas ésta, yo ya me fui, no te culpo de nada, tu querías pelear contra el gobierno, cosa que no me desagrada, aunque no lo aceptaba para no verte en la condición en que estás y yo sin poder visitarte por mi enfermedad y tu tan lejos, estas en un lugar de donde algún día saldrás, hay lugares de los que nunca se sale, herencia no te dejo, porque no tenemos nada, te dejo mi pistola y recibe la bendición”. Y efectivamente cuando recibí la carta mi padre ya había fallecido. Me quedé varios días sumido en mi sufrimiento, llorando en silencio, ya había perdido a los dos, a mi padre y a mi madre, mis amigos de infancia. Sólo me quedaba lo más valioso: mi esposa y mis hijos Carlos Ernesto y Yudmila, que acababa de nacer y yo no había estado con ninguno de los dos a la hora de su nacimiento; estos golpes los asimilaba como una derrota momentánea en la lucha contra el enemigo y no podía ni debía quebrantarme y así mitigué un poco el dolor. No podíamos parar, teníamos que seguir adelante, concluir el proyecto. Me daba cuenta que los asuntos personales no tienen nada que ver con la revolución.
Durante todo este tiempo de encarcelamiento y en las condiciones en que estábamos era difícil conservar la unidad, pues es parte de la estrategia del enemigo el quebrantar la unidad a todos los niveles y que se refleje y repercuta hacía el interior las organizaciones. Durante nuestra estancia en la prisión sucedió un detalle que nos hizo pasar un mal rato y fue el que dos compañeros cayeron durante algún tiempo en la vida ociosa y abandonaron la disciplina del estudio. Pero ni aún así se relajó la disciplina de los demás. Cierto día llamaron a Regis a la rejilla del juzgado. Como a la media hora regresó todo sonriente, y nos dijo: —Les traigo una buena noticia, a ver vengan todos. Así que intrigados nos acercamos. —La secretaria del juez asegura que nos puede ayudar para obtener la libertad. Es más, asegura que al término del proceso, al dictar la sentencia, ella se encarga que sea absolutoria. —¡Ah, caray!— exclamó más de alguno—. ¿Y eso? —Pero de nosotros va a haber un sacrificado. —¿Cómo que un sacrificado? ¿Quién? ¿Y cómo? —Sí, y ese va ser Mario. Y Mario peló los ojotes, medio asustado. —Ocurre que Lulú, la secretaria del juez se enamoró perdidamente de este loco— explicó Regis—. Así que la condición es que hagan el amor cuantas veces se lo pida. La expresión de Mario el Yaqui cambió, pues le alimentaron su ego. Sonrió tímidamente, pues Lulú no era la gran veldad. Pero todos los apoyamos en coro: —¡Andale, Mario, sacrifícate por la causa! Mario, luego de dar varios pasos por la celda, como dudando, se volvió hacia todos, nos miró, y dijo: —¡Pues traíganmela! Todos nos preguntamos durante días porqué había elegido a semejante bodoque. Bueno, quizás era porque parecía un toro salvaje. Regis regresó a los juzgados para dar la noticia. Lulú se puso contenta y las otras secretarias lo celebraban. Pero también querían su parte con el resto. En realidad, el atractivo era por la manera tan violenta como habíamos caído. El ser guerrillero, le daba el toque romántico. Al día siguiente Mario tuvo la visita conyugal. Lulú salió muy contenta y Mario comenzó a quejarse. Se quitó la camisa y nos enseñó la espalda: la tenía toda arañada. —Pues ni modo, Mario, tienes que seguirte sacrificando— le dijimos. Después la esperaba más con temor que con amor. Hasta la fecha Mario vive en Tlalnepantla. Posteriormente las FRAP secuestraron a José Guadalupe Zuno que había sido gobernador de Jalisco y con cuya familia en un principio como Vikingos habíamos hecho una alianza política que no fructificó. Dicho personaje era el suegro del presidente de México, Luís Echeverría Álvarez. Ya
anteriormente nos había llegado una nota de que pronto seríamos liberados. Yo me preocupé mucho porque me dije “si les falla, nos van a matar”, y esperamos el curso de los acontecimientos. No habían pasado varias horas, cuando todas las policías habidas y por haber irrumpieron en nuestra celda. Metralletas en mano nos tumbaron al piso, nos amarraron y nos vendaron y se llevaron a cuatro de nosotros. Por equis razón nos dejaron a Regis y a mí, aunque completamente incomunicados con el mundo exterior y con la amenaza de que la muerte de don Guadalupe significaría nuestra muerte. Estábamos incomunicados con la calle, no teníamos comunicación con ninguna organización y no sabíamos cómo se estaban desarrollando los hechos. A los cuatro compañeros los trajeron en avión a la prisión militar en Guadalajara y después de unos días los regresaron y nos comentaron que ahí habían coincidido con otros presos del penal de Oblatos. En fin habían hecho una concentración de presos de todo el país en la mojonera que era una prisión militar. Ahí encontraron a Juventino Campaña López Hochimin, al que Nazar Haro le decía “Cochimin” por lo sucio y maltrecho que llegó debido a la golpiza que le dieron en presencia de su padre para doblegarlo. Ya con los compañeros de regreso, nos visitó en prisión el hijo más chico de Don Guadalupe Zuno, Andrés, diciéndonos: —No la frieguen, mi padre no es contrarrevolucionario... Andrés era conocido de varios de los del grupo, principalmente de Oscar y mío, debido a que había sido también universitario y, sobretodo, principal impulsor del movimiento que culminaría en lo que fue el Frente Estudiantil Revolucionario. Y después de escuchar sus ruegos de que interviniéramos en favor de su padre, se retiró y nos quedamos discutiendo entre nosotros cuál iba a ser nuestra postura al respecto. Precisamente el compañero que tuvo la posición más radical fue Pichico, que militaba en la Liga, diciéndonos que “si la revolución acordaba ajusticiarlo nosotros no teníamos porqué anteponer nuestro beneficio personal”. Pero los mismos fracasos de la Liga con los secuestros de Aranguren y Duncan demostraban que el gobierno prefería sacrificar a los suyos antes que negociar. Ese era un análisis que habíamos ya hecho en prisión. Respetábamos la acción de los compañeros de las FRAP, pero sí considerábamos que el costo sería mucho mayor con un probable sacrificio de Guadalupe Zuno. Por otro lado, Zuno había sido uno de los fundadores de la Universidad en los años veinte y sus tendencias socialistas se habían hecho manifiestas con la creación de la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente. Fueron días cruciales. Nuestro encierro se hizo insoportable por la tensión y la visita constante de la Federal. En esos días apareció una carta de Guadalupe Zuno, escrita desde su lugar de cautiverio. Volvió a visitarnos Andrés y nos dijo: —¡Mi padre está vivo! —¿Qué es en concreto lo que quieres?— lo cuestionamos—. Si nosotros no lo tenemos secuestrado. A lo que nos respondió: —Quisiera que firmaran un desplegado que será publicado en todos los periódicos, por que la opinión de ustedes es muy importante, por ser de los más veteranos, además de que tienen cierto prestigio y son bien vistos por todas las organizaciones. Nos quedamos pensativos, y nos dijo, dándole un golpecito en el brazo a Astorga en son de broma: — Coméntenlo, y mañana vengo por la respuesta. Todos los compañeros que habían sido regresados de la prisión militar de Guadalajara, decidieron:
—¡Hay que firmarlo! Los presos de Guadalajara ya están pidiendo que lo liberen. Inclusive su mismo abogado defensor de los de Guadalajara había hecho declaraciones ante la prensa en el mismo sentido. Al final todos quedamos de acuerdo en firmarlo. Al día siguiente que regresó Andrés por la respuesta, nos llevó el desplegado que iba a ser publicado. Ya tenía la firma de Fidel Castro, Demetrio Vallejo, creo que la viuda de Allende y nosotros seis cuyas firmas también agregamos. Se publicó. Liberaron a Don Guadalupe, definitivamente creo que nuestra firma no influyó en nada (o a lo mejor si). Hubo desistimiento de la Procuraduría General de la Republica de la acción penal y salimos libres. Se pudiera entender que si hubo canje. Temerosos de que nos asesinaran a la salida de la prisión, nuestro abogado José Luís Romero, para protegernos tomó como medidas de seguridad dividirnos en tres grupos y proporcionarnos tres vehículos, tomando diferentes rumbos, quedando en contactarnos después. Lo urgente ahora era llegar a un lugar seguro. Luego, Ramón Gil fue a dar a Polonia, yo me fui a Sinaloa y luego a Tijuana, Baja California, ahí me dio alojo Artemio Chávez, mi amigo de infancia y compañero de salón en la primaria, requintista del grupo musical del barrio de San Andrés Los Freddy’s. Y a mis demás compañeros ya no los volví a ver. A Ramón, Daniel y a Oscar sí, después de muchos años. Mi regreso a la legalidad
Yo me fui a Sinaloa porque me prohibieron a la salida de la prisión regresar a Guadalajara, advirtiéndome que si regresaba me asesinarían en cuanto me vieran por ahí. Es por esa razón que me fui a Culiacán con toda la intención de contactarme nuevamente con la Liga o con la UP, como no hice contacto con nadie y además las cosas estaban igual de peligrosas que en Guadalajara preferí salirme y me fui a Baja California. En Tijuana me encontré con un militante de la Unión del Pueblo, Arturo Rosas Ruiz, al que le decían El Ministro. Era un licenciado en economía y allá por la calle Madero me presentó a un señor que tenía su taller de sastrería y a otros amigos que estaban con él, comentándome El Ministro que era gente que participaba en la organización, que habían tenido un papel muy destacado en la Universidad de Baja California, o sea en Mexicali, que eran gente muy comprometida. Nos retiramos ya muy tarde, quedándome de ver al día siguiente con Arturo. Me entrevisté con él en la playa de Tijuana, caminamos y él me hablaba de la urgente necesidad de hacer una expropiación. Él sabía que mis compañeros con los que había caído inicialmente a prisión en Guadalajara habían continuando con el trabajo revolucionario y estaban esperando mi regreso, porque ya estaban enterados que había obtenido mi libertad en México. Yo discutía con él, negándome a su propuesta, argumentándole que ese tipo de conductas iba creando necesidades y que era más importante el trabajo de formación de cuadros. Me invitó a comer a su casa y me comentó antes de que llegáramos, que su cuñada, hermana de su esposa militaba en la LC23deS (aunque algunos ya estaban en la prisión llamada la Mesa, en Tijuana) y que esta organización pretendía asesinarlo a él por las pugnas que había entre la Liga y la Unión del Pueblo (UP). Me presentó a su esposa, tenía dos hijos pequeños como de cuatro a cinco años. Mientras nos servían la comida él jugaba al caballito con sus hijos y se le subían en la espalda. Creo que se llamaban uno Marx y el otro Lenin. Cuando nos sentamos a la mesa vi extrañado que nos sirvieran una vasta y suculenta comida, yo no estaba acostumbrado a este tipo de comidas y las consideraba hasta criticables. Yo era más austero, comer en cualquier mercado o cualquier puesto callejero era bueno. Les agradecí su generosidad y me despedí insistiéndome él en otra cita, no se la di y después de algún tiempo me regresé a Guadalajara.
Dando un reposo en mi actividad aprovechando que acababa de salir de prisión y haciendo caso omiso de la advertencia y de la amenaza de que no regresara a Guadalajara, me dije: “¡Bueno, no tengo cuentas pendientes con su justicia!”. Decidí pasarme una temporada con mi esposa y mis hijos mientras las condiciones no me obligaran a reincorporarme a alguna de las organizaciones guerrilleras, ya que mis compañeros seguían en el frente de batalla y en diciembre de 1975 regresé a Guadalajara. Por esos mismos días, para ser exactos el 24 de diciembre, recibí la catastrófica noticia de que el responsable de operar militarmente a la Liga había sido detenido herido en la calle de Manuel Cambre número 1825 y trasladado a la Dirección Federal de Seguridad de la calle Francia. Yo había llegado a Guadalajara en el momento menos oportuno. Con temor por la advertencia que me habían hecho, ya en Guadalajara llegué a la casa de mis suegros donde estaba mi esposa. La primera pregunta que me hizo fue: —¿Vas a continuar en el movimiento? A lo que le contesté: —De momento no, vengo a dedicarme a ustedes El movimiento revolucionario estaba en retroceso y ya no podíamos hablar de lograr que triunfara la revolución, el continuar con esta conducta era suicida. Ese primer día no abrimos ni la cortina de la ventana y si alguien tocaba a la puerta, no la abríamos. Al día siguiente me paré en la puerta y comenzaron a llegar mis amigos. Por fin nos volvíamos a ver. Estaban sorprendidos de cómo había logrado salir con vida, después de participar en tantos acontecimientos. A otros, por menos los habían asesinado. Cuestión de suerte. Al día siguiente tomé un camión y le di toda la vuelta a la ciudad, y como no pasó nada seguí haciendo mi vida normal. Pero había otro problema, la comida escaseaba y tenía que trabajar para llevar el sustento, pero ¿quién le iba a dar trabajo al Momia?. ¡Nadie!. Por miedo a la policía, alguna gente hasta tenía temor de saludarme y que los relacionaran conmigo. Por fin conseguí trabajo en una compañía arrendadora de autos donde antes que yo habían trabajado dos compañeros que militaban en organizaciones revolucionarias sin que el gerente estuviera enterado de esta doble actividad, uno del FRAP y el otro de la LC23deS. Por mera coincidencia la compañía se llamaba “ODIN RENTE UN AUTO” (Odin era el dios de los Vikingos). Y comenzó nuevamente la represión provocándome para matarme o a orillarme a que me fuera a la clandestinidad. Yo no caí en las provocaciones y corrí el riesgo de regresar a la legalidad y quedar a merced de ellos. Pero no admitían que estuviera vivo. Al mismo gerente lo llegaron a detener acusándolo de complicidad, pero como llegó a tomarme afecto al conocerme y saber que mi único deseo en ese momento era trabajar para sostener a mi familia, haciéndole la aclaración de que en el momento en que yo decidiera nuevamente incorporarme a la lucha él sería el primero en saberlo y que primero renunciaría a mi trabajo que comprometerlo, razón por la cual no me despidió del trabajo a pesar de tantas detenciones que empecé a sufrir. Aquí en Guadalajara me volvió a contactar El Ministro insistiendo que la expropiación sería a la comisión federal de electricidad, pero me volví a negar, diciéndole que mejor si sabía de algún nuevo avance en explosivos les pasara esos conocimientos a los muchachos que seguían reuniéndose en una casa en seminarios de formación política. Aceptó y le presenté mis compañeros al Ministro con la condición antes señalada y nos citamos en un templo que está cerca de donde yo estaba viviendo. Reunirnos precisamente en un templo era para no despertar sospechas, recalcándole la recomendación y que las próximas entrevistas serían solamente para la
enseñanza de explosivos (no sé si en verdad era experto o no, no se lo pregunté, confiaba en que sí). Después supe, sin que me lo informaran, que llevaron a cabo la expropiación. Otra cosa que yo le insistía mucho era que le comentara a la dirección de la organización la suspensión de la puesta de las bombas, pues los resultados estratégica y políticamente se revertían. En esos días una bomba explotó en una juguetería y me dijo que no habían sido ellos los que la pusieron. Y si no eran ellos no había sido ninguna organización revolucionaria, pues la UP era la única organización que utilizaban la técnica de los explosivos como uno de los medios de lucha. Le dije: “Ahí está, entonces fue el gobierno el que la puso porque necesitaban que se pusieran las bombas para justificar la represión”. Aunque después supimos que ésta tampoco la había puesto el gobierno sino que había sido un autobombazo para cobrar el seguro, pues era una empresa que estaba en quiebra. Días después Arturo El Ministro apareció ejecutado en la calle de Liceo e Independencia con un tiro en la cabeza. No se quien lo haya ejecutado, pero se rumoraba que había hecho malos manejos de los fondos de su organización.
CAPÍTULO VIII LA EJECUCIÓN DE DOS DE LOS FUNDADORES DE LA LIGA COMUNISTA 23 DE SEPTIEMBRE. La ejecución de Ignacio Olivares Torres, El Sebas
La vía armada era para muchos jóvenes una realidad en los últimos meses de 1971. También para José Ignacio Olivares Torres. El debut de Ignacio Olivares Torres en la lucha armada se dio en el fracasado asalto bancario del 9 de febrero de 1972, aunque sin participar directamente en él. Cayó preso, pero 48 horas después recuperaría la libertad. Don Leopoldo había pagado la fianza. —¿Porqué?— le preguntó su padre —Porque tú me enseñaste a ser justo— respondió Nacho. En 1972 Ignacio formaba parte del grupo Los Procesos, que sería una antesala para la formación de la Liga. Sus inspiradores eran Salas Obregón y Raúl Ramos Zavala, quienes desde 1969 ya estaban en el Distrito Federal. En Monterrey Ignacio Olivares Torres comenzó a hacer trabajo de concientización y formación ideológica. Entrar en esto, les advertía, puede ser comprar un pasaje sin retorno, la muerte puede sorprendernos. Ya habían nacido Nachín y Marisa, los hijos que Sebas tanto disfrutaba, incluso cuando el mayor se le trepaba al cuello en las reuniones políticas A fines de diciembre de 1972, pasa la última Navidad con sus padres y hermanos en Guadalajara. Era la despedida. Ya no los Volvería a ver. Él regreso a Monterrey después del Año Nuevo fue con una decisión tomada. “Me voy a la clandestinidad”, le informó en la carretera a su hermano José Luís. Después de formada la Liga Comunista 23 de Septiembre en una casa de Guadalajara, El Sebas forma parte del Buró Político de la Coordinadora Nacional y después de la muerte de Fernando Salinas Mora El Richard lo hacen responsable de la Liga en Jalisco.
La represión es feroz en aquel año —detenciones, ejecuciones, desapariciones—, en la medida en que también lo fue el incremento de actividad guerrillera. Los secuestros del empresario Fernando Aranguren Castiello y el cónsul honorario británico Duncan Williams, organizados intelectualmente por Ignacio, por instrucciones del Buró Político, lo sellarán como un Objetivo de los aparatos policíacos del país. Ambas operaciones, realizadas el mismo 10 de octubre de 1973 por dos comandos. En su informe sobre los hechos, el titular de la Dirección Federal de Seguridad, Luís de la Barreda Moreno dice que la Policía Judicial Federal lo detuvo en la ciudad de Mazatlán, junto a Salvador Corral García Efraín, y les recogieron a ambos dos pistolas marca Browning 9 milímetros.
Salvador Corral García, detenido junto con Ignacio Olivares Torres, corriendo la misma suerte, pero su cuerpo fue encontrado en Monterrey Nuevo León.
Este informe que ha sido clave (AGN, expediente 11-235 Legajo 6, hojas 35 a 38) para saber que fueron detenidos por la DFS, y así desentrañar los últimos tres días de sus vidas.
Aquí en la fotografía aparece Ignacio Olivares Torres El Sebas, un día después de su detención, apareciendo muerto al día siguiente de que se muestra en esta fotografía, con saña inaudita.
“El Sebas acepta su identidad cuando llega a las oficinas de la policía política en el DF”, escribe De la Barreda. Hasta ese momento se hacía llamar Raúl Gómez Armendáriz. En la declaración que se le toma dice ser miembro del Buró Político de la Liga, su responsabilidad como jefe en Jalisco, la organización de los secuestros de Aranguren y Duncan Williams, pero se deslinda de la orden de ejecutar al empresario y manifiesta que fue decidida por Pedro Orozco Guzmán Camilo y Tomás Lizarraga Tirado. Luego señala algo desconocido hasta por integrantes del grupo guerrillero, que “los miembros del Buró Nacional lo removieron de dicha dirección y nombraron en su lugar a Enrique Pérez Mora El Tenebras, como responsable ahora de la Liga Comunista 23 de Septiembre en Guadalajara y el
declarante fue enviado a Culiacán, Sinaloa, donde proyectaron la agitación que en ese Estado se ha presentado, según constan los planes en los Documentos que traía consigo. El texto de De la Barreda termina con tres palabras clave: “Se Continuará el interrogatorio”. Ni los documentos que señala figuran en las fichas y papeles del archivo de la DFS enviados al Archivo General de la Nación, ni hay documento alguno que dé cuenta de la continuidad del interrogatorio al que el director de la DFS hace referencia (ya no hay ninguna constancia del interrogatorio, porque ya lo habían asesinado). En las oficinas capitalinas de la policía política, Olivares Torres fue interrogado, como demuestra este documento, antes de ser ejecutado, y se elaboró una ficha con sus datos personales y una foto en la que se ven rastros de tortura. El Sebas muerto, fue llevado a Guadalajara, mientras que Salvador Corral García a Monterrey. Sus cadáveres serían Recogidos el mismo día. A las nueve de la mañana del 2 de febrero de 1974, una ambulancia de la Cruz Verde Municipal de la capital tapatía levantó el cuerpo de Sebas arrojado en la esquina de las calles Metalúrgica y Altos Hornos, colonia El Álamo, y llevado como “NN” al anfiteatro del Hospital Civil, donde fue identificado. Tenía los pantalones caídos hasta la rodilla, confeccionados en terlenka azul, camisa naranja con cuadritos blancos, calcetines verdes y no llevaba zapatos, señalaron los periódicos del 6 de febrero. Los golpes en la cabeza le fracturaron la base del cráneo y le ocasionaron otorragia por ambos oídos. En la base de la nariz y en los labios eran visibles los tormentos. Las piernas estaban Perforadas a la altura de las rodillas. Tenía 28 años de edad. Convertidos en jueces y verdugos, los agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) se dieron tiempo no sólo para torturar y ejecutar a Ignacio Olivares Torres y Salvador Corral García. También le tomaron fotografías a los cadáveres. En el Archivo General de la Nación, familiares de Olivares Torres encontraron fotografías con fecha del primero de febrero de 1974, en las que éste aparece “vendado, ensangrentado y ya sin vida”. De ahí se deduce que el 31 de enero en la noche o el primero de febrero de ese año, los dos opositores al régimen fueron torturados y asesinados por la DFS, “luego tirados el primero de febrero en la noche para que el 2 de febrero aparecieran sin identificación en las ciudades de Monterrey y Guadalajara”. El mensaje que lleva, el tirar los restos de Ignacio Olivares Torres El Sebas aquí en Guadalajara, indica que fue literalmente un regalo del gobierno a la burguesía, representada por la familia Aranguren en Jalisco. Y el tirar a Salvador Corral en Monterrey se toma de la misma forma como un regalo también del gobierno para la familia Garza Sada, ya que los empresarios estaban muy molestos con el gobierno porque sentían que no les daban las garantías suficientes y se sentían inseguros ante la envestida revolucionaria y el presidente Luís Echeverría Álvarez para desagraviarlos les hizo este regalito, era el mensaje del gobierno para que la burguesía estuviera tranquila de cómo se combatía a los grupos marginados que ellos mismos, con sus políticas represoras habían lanzado al camino de la violencia.
A la muerte de Ignacio Olivares torres El Sebas, toma la dirección de la LC23deSep en Jalisco Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras, fundador vikingo, del FER y posteriormente de la Liga, quien siempre mostró una conducta y una actitud ante la vida de lo más ejemplar. La detención y desaparición de Ignacio Salas Obregón “Oseas”
Otro golpe mortal que recibió la Liga fue la detención de Ignacio Salas Obregón Oseas (fundador de la LC23deSep y máximo dirigente nacional) que cae herido en Tlanepantla, Estado de México, hasta la fecha permanece desaparecido. Estando yo preso en la cárcel de Barrientos supimos con gran sorpresa por la mañana al levantarnos que el que había caído herido por la noche era nada menos que Oseas.
Ignacio Arturo Salas Obregón, Oseas. Dirigente fundador de la Liga Comunista23 de Septiembre. Detenido el 25 de abril de 1974. La DFS dijo que murió en un enfrentamiento. La foto (herido en el Hospital Militar) desmiente la versión. Miguel Nazar es procesado por su desaparición.
Ignacio Arturo Salas Obregón fue detenido el 25 de abril de 1974, en Tlalnepantla, Estado de México, al participar en un enfrentamiento armado contra la Policía, del cual resultó herido y por tal motivo tuvo que ser conducido al Hospital de la Secretaría de Salubridad y Asistencia del Fraccionamiento Valle Ceilán, en donde permaneció fuertemente vigilado por elementos de la Policía. Fue trasladado al Campo Militar Número Uno cuando todavía se encontraba convaleciente". Lo anterior se demuestra con documentos que obran en el Archivo General de la Nación y que a continuación se transcriben: A las 1.00 horas del día de la fecha [...] en el Edo. de México, la patrulla No. 33, placas LHD-565 de la Policía Preventiva de Tlalnepantla [...] fueron atacados a balazos resultando heridos ambos [...] Por parte de los agresores [...] resultó herido uno de nombre Juan de Dios Castro, quien recibió
un impacto en la femoral izquierda y un rozón en la vena yugular, siendo también su estado grave [...] Se hace notar que los heridos fueron trasladados al Hospital Ceilán que se encuentra ubicado aproximadamente 50 metros del lugar de los hechos (sic) En relación al enfrentamiento con armas de fuego registrado entre elementos de la Policía uniformada de Tlalnepantla, Edo. de México, Juan de Dios Guadalupe Nevárez Bringas o José Guadalupe Nevárez Bringas o Santiago Juan de Dios Martínez Castro presunto miembro de la Liga "23 de Septiembre" se investigó lo siguiente: Hasta las 17.00 hrs. del día de la fecha el presunto elemento de la Liga Comunista "23 de Septiembre" se encontraba internado en la sala de Terapia Intensiva del Sanatorio Valle de Ceilán [...] en recuperación de las heridas que recibió en el enfrentamiento (sic). El día de la fecha y no obstante que en los días anteriores la persona a que se hace referencia a continuación, había negádose a proporcionar datos sobre su identidad, aceptó ser Ignacio Arturo Salas Obregón manifestó haber nacido el 19 de julio de 1948 en Aguascalientes, Aguascalientes [...] Respecto a los comandos en los que ha participado, a los hechos o acciones que ha realizado o dirigido y sobre los demás detalles de su vida como "Revolucionario", aún se niega a proporcionara dichos datos, que por lo demás se considera que no es conveniente que los externe en el cuarto que ocupa en el Hospital Civil de Tlalnepantla, en virtud de que éstos serían conocidos por Médicos, Enfermeras y elementos de la Policía Preventiva que se encuentran vigilándolo (sic). Por otro lado, se localizó documento de fecha 1 de mayo de 1974, firmado por el entonces Director Federal de Seguridad, en el que se asienta entre otras cosas, lo siguiente: Ignacio Arturo Salas Obregón manifestó el día de hoy, que la Liga Comunista "23 de Septiembre" se rige en primer término por una Coordinadora Nacional de la cual forman parte el declarante [...] que de esta Coordinadora Nacional depende un Buró de Dirección, el cual es le brazo ejecutivo de dicha Coordinadora [...] La Organización se encuentra constituida por diferentes Comités Coordinadores Zonales Político Militares y son los siguientes [...] Comité Coordinador Zonal Político Militar del D.F. y Estado de México [...] el Comité Coordinador Zonal Político-Militar del Noroeste, que abarca los estados de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y parte de Durango [...] el Comité Coordinador Zonal Político-Militar del Noroeste, que abarca los estados de Nuevo León y Tamaulipas, tiene como responsables a Héctor Torres González (a) "Mario" o "Teto", Jesús Piedra Ibarra (a) "Arturo", Edmundo Medina Flores (a) "Ricardo" y a Estela Ramos Zavala, en estos estados no cuentan con guerrilla rural pero operan con el nombre de Comandos Urbanos del Comité Estudiantil Revolucionario [...] el Comité Coordinador Zonal Político-Militar del Sur, que comprende los estados de Veracruz, Oaxaca, Tabasco y Guerrero [...] el Comité Coordinador Zonal Político-Militar de Occidente que abarca los estados de Jalisco y Michoacán (sic). El día de hoy se tomó declaración a Ignacio Arturo Salas Obregón (a) "Arturo", "Vicente", "José Luis", "Josué", o "El Lentudo", quien fue detenido por la Policía Municipal de Tlalnepantla, Estado de México, al sostener un encuentro a balazos con elementos de dicha corporación en el que resultaron lesionados dos de éstos y el propio detenido quien se produjo en los términos que constan en la fotocopia relativa a su declaración, que se adjunta (sic). En la Ciudad de México, Distrito Federal, siendo las 1.30 horas del día seis de mayo de mil novecientos setenta y cuatro fue presentado en esta oficina el que dijo llamarse Ignacio Arturo Salas Obregón (a) "Arturo", "Vicente", "José Luis", "Jesús" o "El Lentudo", para investigación de sus actividades en relación a la comisión de hechos delictuosos, por lo que se procedió a levantar la presente acta [...] Que es miembro de la Coordinadora Nacional y del Buró Político Militar de la Liga Comunista "23 de Septiembre", que opera dentro de la clandestinidad y por tal motivo ha
usado los seudónimos antes mencionados [...] conoció a Raúl Ramos Zavala, quien había militado en la juventud Comunista y que posteriormente sostuvo pláticas y discusiones con éste sobre la filosofía Marxista y una vez que lograron unificar criterio, juntos elaboraron tesis tendientes a incrementar la actividad revolucionaria, toda vez que Ramos Zavala formaba parte de un grupo [...] por lo que se unió al grupo y su primera actividad consistió en participar en el reparto de propaganda que se imprimía en los mimeógrafos de los distintos comités de lucha de las diferentes escuelas y Facultades de la UNAM y al mismo tiempo editaron un periódico al que denominaron "El Tábano", del cual sólo se publicaron dos números, que en vista de su decisión para dedicarse a la lucha revolucionaria, comenzaron a realizar prácticas de tiros con armas y municiones que preveía Ramos Zavala [...] pero fue hasta el mes de noviembre o diciembre de mil novecientos setenta y uno cuando Ramos Zavala le indicó al que habla que debía de iniciarse en acciones militares, para lo cual participaría en un asalto simultáneo a tres bancos de la ciudad de Monterrey, Nuevo León [...] más tarde con Hilares Moran, comenzaron a proyectar la creación de una organización a nivel nacional con la pretensión a agrupar a todos los grupos guerrilleros que operaban en la República y como primer paso se dedicaron a elaborar los documentos, que redactó el declarante personalmente y que contiene la plataforma de la lucha revolucionaria y sus motivos en nuestro país, a los que denominaron "Madera Uno", "Madera Dos", "Madera Tres" y "Madera Tres Bis" que contenían un análisis y recuento de las experiencias obtenidas en la lucha ya desarrollada y la forma en que debía continuarse e incrementarse ésta, habiéndolos bautizado con el nombre de Madera [...] que una vez definidos los planes revolucionarios a seguir , García Martínez e Hilares Moran se dieron a la tarea de localizar y conectarse con los integrantes de los distintos grupos clandestinos, con la finalidad expuesta de formar una sola organización, pero en esa actividad transcurre todo el año de mil novecientos setenta y dos sin llegar a nada positivo, pero ya teniendo conocimiento de que elementos del Movimiento de Acción Revolucionaria y del grupo 23 de septiembre habían celebrado una reunión con el fin de fusionarse, pero que aun cuando en principio se habían fundido en una sola organización, para entonces, principios de mil novecientos setenta y tres, ya tenían algunos problemas por sustentar diferencias de criterios políticos y en esa misma época el de la voz, García Martínez e Hilares Moran conocieron a Horacio Arroyo Souza (a) "Rubén Palafox" o "César", pero sólo el declarante se reunió con dicho individuo y sus compañeros José García Wenceslao (a) "Sam" y Rodolfo Gómez García (a) "El Viejo" o "Nacho" con los que analizó y discutió las posiciones expuestas en los documentos intitulados "Madera" [...] que en la reunión en la casa de "El Richard" en la ciudad de Guadalajara, Jalisco tuvo una duración de alrededor de quince días, durante los cuales se platicó y discutió escuchándose las ponencias y opiniones de los presentes, pero al final de adoptó la tesis expuesta en los documentos intitulados "Madera" y la necesidad de establecer una organización revolucionaria única, que dirigiera todas las acciones de la lucha guerrillera, haciéndose una recopilación total que se conjunto en un solo documento intitulado "Cuestiones Fundamentales del Movimiento Revolucionario" y se adoptó como nombre para la organización "Liga 23 de Septiembre" [...] se nombró la Coordinación Nacional que quedó integrada por todos los asistentes a la reunión, o sea los ya nombrados, dependiendo de dicha coordinadora un Buró de Dirección que es su órgano ejecutivo, que quedó formado por Manuel Gámez García, José Ángel García Martínez, Rodolfo Gómez García, Matus y el declarante cuyo Buró a su vez controla y supervisa los trabajos de los Comités Coordinadores que operan en las distintas zonas de la República, que son: el del noroeste que abarca los estados de Sinaloa, Sonora, Chihuahua y parte de Durango, que al constituirse quedó bajo la responsabilidad de Gustavo Adolfo Hilares Moran [...] el Comité Coordinador de la zona de noroeste que comprende los estados de Nuevo León y Tamaulipas del que quedaron como responsables José Ángel García
Martínez (a) "El Gordo", Héctor Torres González (a) "Mario" o "Teto" y Jesús Piedra Ibarra (a) "Arturo"; el Comité zonal del occidente que comprende los estados de Jalisco y Michoacán bajo la responsabilidad de José Ignacio Olivares Torres, Pedro Orozco Guzmán y Emilio Rubio (a) "El Pacholo" pero a la muerte de los primeros fueron substituidos por Enrique Pérez Mora (a) "El Tenebras" y Salvador Alfaro Martínez (a) "Pocholo" [...] que al mismo tiempo se encargó José García Wenceslao (a) "Sam" que creara un comité zonal del sur que abarcara los estados de Guerrero y Oaxaca, que además el declarante fue designado Coordinador General de los Comités Coordinadores Zonales, con la misión específica de organizar el trabajo Político Militar en esta capital, consistente específicamente su labor en organizar labor de agitación en los Centros Escolares o sea entre el estudiantado, entre los obreros de las fábricas y de la construcción entre los colonos invasores de terrenos y en el campo con la misión de reclutar y politizar el mayor número de individuos para la organización. Que como quince días después de la citada reunión, en la misma casa de "El Richard" el de la voz discutió con Gabriel Domínguez Rodríguez (a) "Juan", Salvador Corral García (a) "David", el primero ex lacandon, y el segundo de la Liga Espartaco que operaba en Monterrey, Nuevo León y después de discutir, éstos aceptaron sumarse a la "Liga 23 de Septiembre" [...] Que se le pasaba exponer que después de la primera reunión de la Coordinación Nacional, se planteó la necesidad de efectuar el secuestro de alguna persona importante para obtener una fuerte cantidad de dinero y la liberación de compañeros revolucionarios presos en diferentes cárceles del país [...] previó análisis de la responsabilidad, condición económica y posibilidades de éxito se determinó que la víctima sería el señor Eugenio Garza Sada [...] y aunque el de la voz asesoró y supervisó los planes de dicho secuestro, la responsabilidad respecto a la vigilancia de las costumbres de la víctima elegida y la afinación de los planes y ejecución de la acción recayó en los responsables del Comité Coordinador Zonal del norte o sea García Martínez, Torres González y Piedra Ibarra [...] Que desde que se creo el Comité Coordinador Zonal del Distrito Federal, teniendo como responsable al de la voz, éste empezó a sostener pláticas con David Jiménez Sarmiento, José Bonfilio Cervantes Tavera y Arturo Alejandro Rojas Jiménez y así nació el grupo denominado "Brigada Roja" del cual eran responsables los individuos últimamente citados [...] sobre el particular la Brigada Roja cuenta con alrededor de treinta compañeros; el Comité del noreste, cuenta con veinte elementos aproximadamente y actúa a través del Comité Estudiantil Revolucionario; el Comité del noroeste, cuenta con mucha gente tanto en Sinaloa como en Sonora y Chihuahua, y pocos en Durango, pero el dicente no puede decir su número ni aproximadamente, y sólo respecto a la sierra sabe que el contingente fluctúa entre treinta y cuarenta elementos; y respecto a Guerrero, en ese estado estuvo operando la Brigada "Genaro Vázquez", pero al ocurrir la muerte de varios de sus compañeros por parte del ejército, se decidió su fusión con la Brigada "Emiliano Zapata" [...] Que a la fecha dice al momento de ser detenido el declarante cuando tuvo un encuentro a balazos con la Policía de Tlalnepantla, México, en que lesionó a dos policías y a su vez resultó herido (sic). Ignacio Arturo Salas Obregón (a) "Vicente" o "Ramón". Miembro de la Liga Comunista "23 de Septiembre" [...] Principal miembro del Buró Direccional de la Liga Comunista "23 de Septiembre"; responsable de las actividades de la misma, en Nuevo León (sic). El día de hoy se tomó una ampliación de la declaración rendida por Ignacio Arturo Salas Obregón (a) "Vicente" o "José Luis", en la que rectificó y aclaró diversos puntos relacionados con las actividades de la Liga Comunista "23 de Septiembre" [...] Se acompaña fotocopia de dicha ampliación de declaración (sic). [...] que como rectificación a su declaración anterior, la cual contiene una serie de hechos falsos y contradictorios, en este acto aclara que fueron tres y no dos las reuniones que celebró
la Coordinadora Nacional de la Liga Comunista "23 de septiembre" [...] se planeó la posibilidad de una centralización del mando a efecto de construir un órgano más ejecutivo, aclarando que la centralización que se trataba de hacer era del mando estratégico y no táctico, lo cual explica como un lineamiento de centralización estratégica de los cinco puntos militares que básicamente deben regir el funcionamiento de la organización cuyos puntos con los siguientes: desarrollar las actividades militares para apoyar el movimiento de masas; desarrollar actividades militares para ajusticiar miembros prominentes del ejército, de la policía, líderes charros y pequeñas unidades de los cuerpos de represión enemigos; desarrollar actividades para recuperar o expropiar armas y municiones; desarrollar actividades para expropiar todos los recursos materiales y monetarios para la lucha; y , desarrollar actividades para liberar presos políticos [...] Que bajo protesta de decir verdad manifiesta que salvo las aclaraciones y rectificaciones contenidas en la presente ampliación, son la verdad y por cuanto a lo expuesto en su anterior declaración, las partes relativas, no aclaradas ni contra dichas, las ratifica en todas y cada una de sus partes, faltándole únicamente por aclarar que la Liga trató de extender su actividad al estado de Tamaulipas, teniendo como responsables a Héctor Escamilla Lira (a) "Víctor" y su esposa Isidora González (sic). Entre el declarante y García Martínez empezaron a proyectar la formación de una organización a nivel nacional, por lo que comenzó a meditar sobre los elementos de Comandos Guerrilleros que habían quedado acéfalos [...] Entre García Martínez y el declarante editan lo que llamaron Madera 1, Madera, Madera 3 y Madera 3-Bis [...] La Coordinadora General tiene como planificación general, que al verse la oportunidad de enfrentamiento se realicen ejecuciones para obtener armas [...] Casas de Seguridad en Tlalnepantla, Estado de México, [...] en donde se encuentran una mujer con seudónimo de "Mara" y "Nacho" o "El Viejito" [...] en León Guanajuato., en la calle Freseros o Carpinteros en la última de dichas calles, de color blanco con franjas azules, es la última color blanco con franjas azules, es la última colonia a la salida de San Felipe, de dicha ciudad (sic). Finalmente se localizó, la ficha personalizada del señor Ignacio Salas Obregón de cuyo contenido se transcribe lo siguiente: Ignacio Arturo Salas Obregón. Este individuo ha sido identificado como el fundador y principal dirigente de la Liga Comunista "23 de Septiembre", se desconoce su paradero y otros miembros de la Liga Comunista "23 de Septiembre" al ser interrogados al respecto, manifiestan haberlo conocido, pero saber que desde 1974 no se sabe de su militancia en ese grupo subversivo. Las corporaciones policiacas lo tienen como prófugo, pero se supone que este sujeto murió el 25 de abril de 1974 y que fue inhumado clandestinamente por otros miembros de ese grupo. Lo anterior se desprende de que existen datos de que este individuo en 1974, adquirió un automóvil marca Dodge tipo GTS, modelo 1969, de color azul, con capote negro, mismo automóvil que fue localizado en el fraccionamiento de Ceilán, México., con 19 impactos de bala y en el asiento del conductor una cantidad considerable de sangre y múltiples cartuchos (sic). Resulta oportuno señalar, que dentro de las constancias que obsequió a esta Comisión Nacional el Centro de Investigación y Seguridad Nacional de la Secretaría de Gobernación, se encuentra la ficha de identificación del señor Ignacio Arturo Salas Obregón, misma que fue elaborada originalmente por la extinta Dirección Federal de Seguridad, de cuyo contenido se desprende lo siguiente: Murió en Tlalnepantla, Estado de México, en enfrentamiento armado el 29 de abril de 1974. Era el Coordinador General de los Comités Zonales de la Liga "23 de Septiembre"' (sic).
Otro de los compañeros que fue detenido por la Dirección Federal de Seguridad, después de la detención y muerte de Camilo fue Rodolfo Reyes Crespo El Eric y que hasta la fecha no se sabe de él, lo último que se supo fue que lo vieron muy maltrecho en el campo militar número uno, este gran amigo que había sido mi compañero de salón en la escuela preparatoria y que finalmente se convirtió en un extraordinario guerrillero.
Rodolfo Reyes Crespo El Eric, desaparecido por la DFS en diciembre de 1973 y hasta la fecha no se sabe de él.
CAPITULO IX LA MUERTE DE ENRIQUE GUILLERMO PÉREZ MORA “EL TENEBRAS”.
Una de las razones principales de hacer una pausa en la lucha eran las fuertes bajas que venía sufriendo el movimiento. El Tenebras, que por segunda ocasión había caído en prisión (el 18 de febrero de 1974, ahora como miembro de la Liga ya que la anterior detención había sido como militante del FER), Ignacio Salas Obregón estaba desaparecido, habían asesinado a Ignacio Olivares Torres al igual que a Pedro Orozco Guzmán Camilo, Wenceslao se había ido a la sierra de Chihuahua, en fin el movimiento ya se encontraba a la defensiva y cuando se pierde la esperanza
del triunfo tienes que ser muy analítico y corregir la estrategia, lo cual no sucedía, parecía como si fuera una lucha suicida, pero nadie daba tregua, ni el enemigo en reprimir, ni los compañeros en seguir resistiendo. La guerra era hasta la última gota. En los primeros días de enero de 1976, por ahí un compañero llegó a visitarme de parte de la LC23deS y me hizo una propuesta: que si estábamos dispuestos Tomás Lizarraga Tirado El Tom de Analco y yo en ametrallar la puerta del penal de oblatos en la fecha que ellos nos indicaran para que sirviera como distractor para una fuga que se estaba preparando, a lo que le contesté que sí, que estaba dispuesto cuando ellos me lo indicaran, porque mi compromiso, aún cuando me encontraba fuera de toda actividad armada, estaba vigente y lo haría cuantas veces me lo pidieran mis compañeros y más aún con Enrique El Tenebras, ya que él siempre estuvo al pendiente de que mis hijos estuvieran bien mientras yo estaba en la prisión en México, y yo siempre estuve al pendiente de su mamá ahora que el estaba preso por segunda ocasión. Teníamos un compromiso de lucha, de hermanos, extensivo a nuestros seres queridos. “¿Como negarme a este pedimento, aún a costa de volver a interrumpir la tranquilidad de mi familia, ahora que veía a mi esposa más contenta que nunca?”. Mi compañero se retiró y a los pocos días regresó comentándome que ya no era necesario porque Enrique Pérez Mora se había contactado con David Jiménez Sarmiento El Chano, el cual ahora, con la detención y desaparición de Oseas, se había convertido en máximo dirigente de la Liga. Una gran noticia resaltaba en los encabezados de todos los periódicos: Se habían fugado de forma espectacular El Tenebras y otros cinco compañeros. Eran las 19:45 horas del 22 de enero de 1976 cuando un comando de 4 elementos vestidos con el uniforme de los empleados de la Comisión Federal de Electricidad saltaron las bardas de alambre que protegen la Subestación de la misma, División Jalisco, que tiene el nombre de "Alamos". A las 19:50 horas de ese día se produjo en el Sector Libertad, donde se encuentra el Penal de Oblatos de Guadalajara, un apagón, momento que aprovecharon los procesados de la Liga Comunista "23 de Septiembre" para escapar. La operación militar que se realizó en esta fuga tuvo un alto grado de perfección. Por el modo de realizar la operación, ésta tenía que ser cronometrada con el corte de la luz en la sub-estación del Alamo. Siendo alrededor de las 19:50 El Tenebras y otros cinco compañeros horadaron un muro de uno de los baños que se encuentran en el interior de la crujía llamada Rastro, penetrando a la torre ubicada en la esquina de Gómez de Mendiola y Sebastián Allende, por donde se deslizaron los seis compañeros a la torre y subieron hasta el pasillo donde hacían la ronda los vigilantes. Y al primer disparo cae abatido el primer vigilante y por la puerta principal David Jiménez Sarmiento Chano pasa con otros compañeros en un camión desde donde comienzan a disparar a los guardias que vigilaban el portón principal. A los primeros disparos los vigilantes corren despavoridos a encerrarse, sobre todo dos hermanos que eran de la Dirección Federal de Seguridad que se hacían pasar por muy valientes. ¡Ahí se les doblaron las corvas! Mientras que en la esquina, por donde se iban a deslizar los compañeros, Alicia hizo su tarea eliminando a dos de los guardias que hacían su rondín, desapareciendo de inmediato sin que la policía lograra encontrar a nadie. Enrique y la compañera Alicia de los Ríos Merino se conocieron ese día por primera vez, lográndose una química entre ambos, haciéndose compañeros no nada más de armas, sino compañeros sentimentales, lo que dio como resultado una preciosa hija, ya que ninguno de los dos era mal parecido y con su valentía los resaltaba más. Lo primero que hizo la policía fue ir con doña Mary, la mamá de Enrique, y estando recién operada fue vejada y golpeada, advirtiéndole: “Le prometemos que le vamos a traer a su hijo muerto”. E incluso después de la fuga el gobierno le quitó su casa, finca que le había comprado su esposo con
muchos sacrificios, pues don Camilo Pérez era trabajador de telégrafos, y comenzó doña Mary a pagar renta habiendo tenido casa propia, y en una de las entrevistas que tiene con su hijo Enrique éste le comenta: “Mamá voy a pedir autorización a la Liga para comprarte una casita”. Pero luego él mismo recapacita, reclamándose a sí mismo: “¿Y porqué te voy a comprar casa si la revolución te la va a proporcionar? Esa es la lucha”. Este era el grado de conciencia y de confianza en el triunfo de la revolución. Con la reincorporación de Enrique a la Liga y a la desaparición de Ignacio Salas Obregón Oseas y muerte de Ignacio Olivares Torres El Sebas, David Jiménez Sarmiento El Chano se hace responsable de la dirección nacional, y Enrique Guillermo Pérez Mora El Tenebras queda como máximo dirigente de la LC23deS en Jalisco. En las noticias a diario se mencionaba que Enrique había participado en tal o cual acción, en el ajusticiamiento de unos policías en México, en otras acciones en otros Estados. Enrique se convirtió en un personaje omnipresente y doña Mary bajo una férrea vigilancia. La policía esperaba que en algún momento el Tenebras se contactara con su madre, pero Doña Mary era más astuta y logró entrevistarse con Sarmiento en San Pedro Talquepaque. El responsable de este contacto con Sarmiento fue Salvador al que le decían El Canadá por ser un obrero que trabajaba en esa empresa, y que es otro de los compañeros desaparecidos. Al entrevistarse Doña Mary con Sarmiento acuerdan el día y la hora de la entrevista de Doña Mary con su hijo Enrique en la Ciudad de México. Llegado el día de la esperada entrevista, Doña Mary se sube a un autobús que la trasladaría a la ciudad de México, pero detecta que la van siguiendo, y astutamente burla la vigilancia al llegar a la Terminal de autobuses en el Distrito Federal. Por fin se entrevistaron. A su regreso de la Ciudad de México vi a doña Mary muy contenta, ¿Cómo no estarlo con ese hijo ejemplar?. Por cuestiones de trabajo de la organización Enrique se tuvo que trasladar a Culiacán, Sinaloa. El 16 de junio de 1976 fue una fecha fatídica. Fue a verme doña Mary y me comentó que se había dado un enfrentamiento entre guerrilleros y policías en Culiacán, Sinaloa, siendo varios los muertos, y me dijo, “Jesús, creo que uno de los muertos es mi hijo”. Hicimos una colecta para que doña Mary se trasladara a Culiacán y se fue a verificar la noticia. Cuando llegó a Culiacán estaban los cuerpos tirados con el montón de ropa de cada uno de ellos por separado. Doña Mary reconoció inmediatamente el cuerpo de su hijo, y entonces un policía le preguntó: —Señora, ¿cuál es la ropa de su hijo? Lo que la policía quería era saber si doña Mary había visto a su hijo en los últimos días, pero doña Mary muy inteligentemente se dio cuenta de lo que pretendían y les dijo: —No sé cuál es la ropa de mi hijo, dénmela ustedes. Cayeron en la trampa, pues doña Mary nunca dejó de ver a su hijo, pero de esto jamás se dieron cuenta. Enrique había caído en una emboscada. No sé cómo se enteraron de que Enrique llegaría a ese domicilio, pero allí estaba la policía muy bien preparada con toda antelación. Cuando Enrique y los compañeros llegaron en un volkswagen, ya estaba esperándolos dentro de la misma casa y en una casa de enfrente y en cuanto los tuvieron a tiro comenzaron a dispararles. Enrique y sus compañeros de inmediato sacaron sus armas y repelieron la agresión. Enrique, ya herido de muerte, tuvo todavía las fuerzas para lanzarse sobre Max Toledo, tomarlo del cuello y darle un tiro en la cabeza, cayendo ambos. Igualmente fueron acribillados otros dos compañeros de Enrique.
Enrique Guillermo Pérez Mora, asesinado el 16 de Junio de 1976 (quien fue mi compañero de celda en la A 11 de procesados en el penal de oblatos).
Doña Mary, habiendo reconocido a su hijo, se regresó a Guadalajara, nos vimos y me dijo: “Jesús, si es mi hijo al que mataron. Y me van a entregar el cuerpo”. Volvimos a hacer otra colecta para los gastos de traslado y se regresó nuevamente a Culiacán y se trajo el cuerpo de su hijo. Cuando lo estábamos velando una señora se le acercó, diciéndole: —Le doy el pésame, ya ve que a veces los hijos andan mal. Doña Mary, indignada, le contestó en un tono elevado como para que escucharan todos en el velorio: —¡A mi hijo no me lo mataron porque andaba mal, sino todo lo contrario, me lo mataron porque andaba bien! ¡Yo estoy de acuerdo con la lucha de mi hijo y si me lo asesinaron, pues ni modo, es el precio de luchar por la libertad! En el ambiente había un olor bastante fétido y le pregunté yo a un primo que trabajaba en una funeraria: —¿Oye primo, porqué huele tan feo? A lo que él me contestó: —Es porque el cuerpo esta a punto de reventar, porque no le han hecho la autopsia. Es que cuando quedó muerto después de la balacera, le iban a hacer la autopsia en Culiacán e incluso ya lo habían abierto del estomago, pero la Dirección Federal de Seguridad les dijo: “¡No se la hagan, dejen que se pudra el cabrón!”. Esa era la razón por la cual olía muy feo y estaba a punto de reventar Mi primo me dijo:
—Conozco a una persona que nos puede ayudar a hacerle la autopsia. Sabiendo el peligro que esto implicaba, sacamos el cuerpo de donde lo estábamos velando, lo subimos a la caja de mi camioneta y nos lo llevamos. Íbamos yo, mi primo y el Lic. Enrique Velásquez Martín, quien junto con doña Mary había sido parte fundamental del éxito en la fuga del Tenebras de la prisión de oblatos. Llegamos con el cuerpo a una casa por la calle treinta y ocho y Gómez de Mendiola. Era una casona muy vieja, grandota, entramos en ella y en el patio había un arbolote y hacía la izquierda un cuarto. Una vez dentro del cuarto bajamos la caja, sacamos el cuerpo, lo colocamos en una planchita, que no sé por qué razón estaba ahí ni sé a que se dedicaba esta persona, pero ahí estaba. Enrique ya había sido abierto y cocido desde Culiacán pues los policías habían impedido que se concluyera la autopsia. Por eso estaba hinchado. Y cuando el hombre metió la punta del cuchillo en la costura que tenía en el abdomen, se desparramaron los líquidos fétidos. Nosotros le ayudamos a hacerle la autopsia, limpio la parte de su vientre, sacando las viseras y echándolas en un bote alcoholero, mientras yo le lavaba el tiro de gracia. Observé su rostro. Ahí estaba mi amigo de infancia, mi compañero de celda, de armas. Ahí estaba tendido. Se acababa de rasurar, se había dejado más largas las patillas, y creo que había desayunado antes que comenzara la balacera. Le dijimos al señor que nos íbamos a quedar con el corazón. No se opuso. Enrique Velázquez y yo lo tomamos de su pecho. Lo guardamos en un frasco. Luego, este amigo que no conocía le coció el estómago, arregló el cuerpo, lo vestimos y lo volvimos a meter en su caja. Nos regresamos con el cuerpo en la caja para seguirlo velando y con el frasco muy escondido. Al llegar le dije a doña Mary: —Yo no sé si hice bien o hice mal, pero creo que esto no se lo pueden comer los gusanos. Es un documento histórico. Aquí está. Le entregué el frasco, y ella me contestó, mientras lo tomaba: —¡Está bien, m’ijo! Todo mundo se nos quedaba viendo, preguntándose: ¿A dónde y porqué nos habíamos llevado el cuerpo? Continuamos velándolo, esperando que en cualquier momento llegara la policía. Con Enrique murió el último pilar de la Liga en Jalisco y con la muerte de David Jiménez Sarmiento Chano la lucha cayó a un nivel de sobrevivencia, La policía, el Estado o el gobierno habían logrado lo que se plantearon desde un principio: eliminar físicamente de manera selectiva a los cuadros revolucionarios más importantes. Así dejaron al resto del movimiento acéfalo. La policía estuvo tan preocupada y tenía tanto temor de que no fuera él al que habían asesinado que después del sepelio fueron a tratar de desenterrarlo, pero no lo sacaron, nada más excavaron un poco. Cuando estábamos presos El Tenebras y yo, lo vi quebrantarse ante la pena y el dolor cuando le llevaron la noticia de la muerte de su padre, Camilo Pérez. Yo nunca lo había visto doblares ante nada. Cuando me platicó lo que le había sucedido, les pedí a los demás compañeros que nos saliéramos de la celda para dejarlo un rato solo con su pena y se desahogara. Eso fue con su padre, no sé qué hubiera sido de él si la que hubiera muerto hubiera sido su madre, a la que le tenía un amor hasta venerable. Su madre significaba todo para él. Yo sabía cuánto la amaba, porque además de que les unía la sangre de madre e hijo, también los unían los principios. Esta gallarda mujer posee un valor incalculable por sus propios méritos. Años después, en una entrevista le hicieron la siguiente pregunta:
—Doña Mary, ¿con el paso del tiempo considera usted que valió la pena que le hayan asesinado a su hijo? ¿Qué lograron? A lo que ella contestó: —Bueno, mi hijo y yo lo discutimos mucho, cuando Enrique me decía algunos años atrás: “Mamá, el pueblo tiene mucha hambre, ha sido pisoteado y humillado, ¡yo voy a luchar por su libertad!”. Diciéndole yo: “Mmm… m’ijo, te van a matar”, “¿Y eso qué, mamá? No por eso voy a eludir mi responsabilidad y compromiso”, me contestaba, plenamente convencido de su lucha. Bueno, me convenció y lo acompañé. Ante la sorpresa del entrevistador, doña Mary le dijo: —¿Y usted me pregunta que si valió la pena que me lo hayan asesinado? Bueno, que él haya muerto por sus ideales y por tratar de liberar a su pueblo, ¡si valió la pena! ¡Que me duele, me duele el alma, y lo lloro a diario! ¡Y usted me pregunta que si valió la pena! ¡Sí valió la pena! ¿Y que qué logramos? ¡El tiempo lo dirá! Esta era la forma de pensar de la madre de Enrique, que era la misma de otras madres que también aportaron sus hijos a la revolución, las que sostuvieron siempre una postura digna, de la cual sus hijos tienen que estar muy orgullosos donde quiera que se encuentren. Tales son los casos de doña Chabelita, mamá de Efraín González Cuevas El Borre, de la mamá de David Jiménez Sarmiento Chano, a la que además le asesinaron a su esposo y a otro de sus hijos, Ángel. También es el caso de la mamá de Francisco Mercado Espinosa El Flaco, quien fue desaparecido; así como la madre y las hermanas de Wenceslao, que eran todo solidaridad. Otras siguen buscando a sus seres queridos, como la esposa de Don Reyes Mayoral, la maestra, madre de Rodolfo Reyes Crespo El Eric, creo que su mamá ya murió buscándolo, y tantas otras familias en las mismas condiciones, sin poder curar sus heridas de esos aciagos años. ¿Cómo aliviar el dolor de estas madres, de estas familias valerosas que aportaron hijos valerosos? CAPITULO X REPLIEGUE DE LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS. Empecé a pagar el precio por querer vivir en la legalidad
Después de que nosotros militarmente habíamos estado a la ofensiva, estoy convencido de que a la muerte de la mayoría de mis compañeros y a la desaparición de otros tantos, pasamos a la etapa de la defensiva. Y yo, aprovechando que en ese momento no tenía ningún señalamiento en ninguna acción violenta, me propuse, en contra de mi voluntad, hacer un pequeño paréntesis y analizar los acontecimientos para ver si había algún viraje o reposicionamiento, y yo ya nada más veía en las noticias derrota tras derrota. Me refugié en mi hogar con mi esposa y mis hijos a esperar tiempos mejores. Pero nunca llegaron. Sólo quedó una estela de dolor y sufrimiento por tantos muertos y desaparecidos. Se habían ensañado con nosotros. A partir de que me acogí a la legalidad pagué el precio de correr ese riesgo y quedé a merced de los cuerpos represivos policíacos. A partir de ese momento sufrí detención tras detención. Ellos tenían como objetivo hacerme el mayor daño posible. Siempre, en cada unas de las detenciones, se tomaron la molestia de hacerla días antes de cada navidad y de año nuevo. Esto fue durante
muchos años y no podía pasar ninguna navidad y ningún año nuevo con mi esposa y mis hijos. Las pasaba detenido y ya que pasaban estas fechas me soltaban. Pero no caí en la provocación y esto me permitió conservar la vida. En una de esas cotidianas detenciones, al llegar yo a mi trabajo estaban unos tipos sentados a la entrada en un sillón, uno muy alto y corpulento y otro chaparro. Luego luego los vi de reojo y tuve el mal presentimiento de que eran policías. Se pararon y me tomaron uno de cada brazo, preguntándome: —¿Jesús Hernández? —No, Jesús Morales— les aclaré, al tiempo que les pregunté—: ¿Quiénes son ustedes? —No te resistas y acompáñanos— me respondieron, apretándome más fuerte. Me sacaron del trabajo, me subieron a un auto, me vendaron y me tiraron al piso poniéndome los pies encima. El auto recorrió calles sin ruta aparente, dando vueltas y vueltas como para desorientarme y no me diera cuenta de mi paradero final, aunque posteriormente supe que estuve detenido en la prisión militar de Francisco Zarco y Mariano Bárcenas, y que los policías que me habían detenido eran de inteligencia militar. Llegamos a un lugar donde escuché que se abría un portón subiendo una pequeña rampita. Me metieron en una mazmorra, me amarraron las manos por atrás, luego los pies, me apretaron muy fuerte la venda de los ojos, lo que me provocaría que se me inflamara demasiado la cara y de la nariz me empezara a supurar pus. Me bajaron por unos pequeños escalones en donde estaba el cuartito donde me encerraron, tenían el radio encendido y estaban tocando una canción que nunca había escuchado, se me hizo muy bonita y pasaron por mi mente todos mis compañeros muertos. Era una canción ranchera: Estos eran dos amigos que venían de mapimí, que por no venirse de okis robaron guanasebí, válgame el santo niñito ya agarraron a Jesús… Y comenzaron las golpizas. Fui desnudado totalmente, amarrado con sogas de pies a cabeza a un camastro de fierro al grado de quedar totalmente inmovilizado, me mojaron y me amarraron dos cables de electricidad a los dedos pulgares de pies y manos y me conectaron directamente a la corriente, conjugada con la asfixia de bolsas de plástico en la cabeza y agua. Yo estaba más preocupado por el sufrimiento de mi esposa: ahora que estaba haciendo vida legal de pronto volví a desaparecer. Seguro que por su mente pasaba mi futura muerte, lo que me agobiaba más que las golpizas. Escuchaba como que estábamos en el sótano de un templo, porque oía como que celebraban misa, rezos, cánticos religiosos, y yo me preguntaba: “¿Cómo es posible que si yo escucho la misa, el sacerdote y los que están en ella no escuchen mis gritos por las torturas? Y me preguntaban tantas cosas y yo lo único que les contestaba era que yo acababa de salir de la prisión, que yo no tenía cuentas pendientes, pero ellos estaban muy enojados y me decían: —Te atreviste a enfrentarnos y sabes que te tenemos que matar, porque si tu nos tuvieras a nosotros detenidos no nos la perdonarías. Yo sabía el riesgo que corría al haber dejado la clandestinidad y pasar a la vida legal y decidí correrlo. De todas maneras las fuerzas revolucionarias estaban siendo diezmadas rápidamente. Al salir ese día de esta primera sesión de tortura, les pregunté:
— ¿Me permiten ir al baño? Pues tenía ganas de orinar y me contestaron: — ¿Quieres ir al baño? ¡Pues méate, cabrón! Me llevaron a mi celda. Horas más tarde insistí, recibiendo la misma respuesta, y terminé por orinarme en los pantalones. Más tarde regresaron por mí para continuar con la tortura. Al terminar con ella les vuelvo a insistir: —Permítanme ir al baño, quiero cagar, ya me anda. A lo que me respondieron: —¡Pues cágate, cabrón! Así que me cagué. Y yo me pregunto: ¿Quién puede resistir no hacer del baño durante ocho días? Me bañaron con mangueras por lo feo que apestaba. Al día siguiente la Unión del Pueblo puso unas bombas. Inmediatamente fueron y me sacaron de la crujía dándome una tortura de los mil demonios, argumentando que las habían puesto por mí como respuesta a mi detención, aunque en la prensa de mediodía me señalaban como el autor de los atentados: “Por fin fue detenido el autor de los bombazos, Jesús Morales El Momia”, así lo publicó El Sol de Guadalajara. Pararon un muchacho a un lado mío, no sé quien sería porque nunca jamás me quitaron la venda, pero ahí lo fusilaron. Cayó a mis pies y yo apretaba el estomago pensando que seguía yo. Me tuvieron una semana así, después me sacaron, subiéndome a un vehículo y me fueron a tirar a un llano bardeado con losetas por el rumbo de la FEG, y yo pensé que ahí me iban a acribillar para que pareciera como si hubiera sido un ajuste de cuentas al interior de la organización, tal como la policía lo había hecho con otros compañeros. Seguramente al día siguiente saldría una nota periodística:”Misteriosamente asesinado, ajuste de cuentas entre guerrilleros, etc.”. Yo estaba esperando que me dispararan cuando estaba tirado y amarrado en el suelo, para que me encontraran ahí acribillado ¿Quién iba a investigar la muerte de un ex guerrillero?. Escuche que el carro arrancó, me pude desamarrar de mi ataduras, me quité la venda de los ojos y la soga de los pies y me brinqué la barda, y si, efectivamente se habían ido. En ese momento pasó un taxi, y me dijo el chofer: —Yo vi cuando te tiraron, súbete, te llevo a tu casa. Y me llevó a mi casa como a las tres de la mañana y me recibió mi esposa y la tercera de mis hijas que era la más pequeñita, Patricia, la que abrió sus ojitos y me dijo: “¡Papi, que bueno que llegaste!”. Mi esposa y yo nos abrazamos y lloramos. Me bañé y tiré la ropa que estaba muy hedionda, me recosté un rato y tempranito me levanté y me presenté a mi trabajo preocupado por la posibilidad de ser despedido y perder lo que tanto esfuerzo me había costado conseguir. Pero el gerente al ver el estado en que llegué me dijo que me fuera a recuperar a la casa, que por el trabajo no me preocupara, y que ya que me recuperara me incorporara a mis labores. Para este señor, Oscar Ramírez, mi afecto y mi reconocimiento por ser todo comprensión y por tener mucha sensibilidad. Seguro que fue el resultado de esas pequeñas charlas que teníamos, donde yo le comentaba las razones por las que yo me había incorporado a la lucha armada. Me comprendió, me tomo afecto y me apoyó en lo de mi trabajo.
Estuve toda una semana postrado en cama con suero, ya que la semana de torturas y sin alimento me dejó desecho y muy debilitado. No podía probar alimento, mi cuerpo no lo aceptaba. Después de esta detención se sumaron muchas más, sin saber ahora ni siquiera cuántas fueron. Cualquier acción que sucediera, ya fuera el ajusticiamiento de un policía, un secuestro, una bomba etc… siempre el autor era Jesús Morales El Momia. Buscaron y buscaron cualquier pretexto para asesinarme y siempre tuve mucho cuidado de no darles esa oportunidad. No andaba de noche, no andaba armado, y se quedaron con las ganas. Me tenían tanto coraje que me detenían por cualquier motivo sin ningún justificante. Un día por la mañana, cuando iba con mi esposa y tres de mis cuatro hijos, uno, René, de cinco años; Patricia de once años y Yudmila de catorce, ya que mi hijo el mayor, Carlos Ernesto, ese día no nos acompañó. Íbamos en mi vehículo bajando por la calle Esteban Alatorre, vi por el retrovisor que una camioneta nos seguía, viré a la izquierda bruscamente y bajé por Javier Mina y la camioneta que nos seguía se siguió derecho, y no le comenté nada a mi esposa para no mortificarla deseando que sólo hubiera sido mi imaginación. Pero al llegar a la calle treinta y dos por Javier Mina se me cerró la camioneta que cuadras atrás había logrado perdérmele de vista, más otra que se le sumó y se bajaron de esos vehículos varias personas vestidas de civil con sus rifles en la mano, nos bajaron, nos esposaron y nos vendaron los ojos a todos. ¿Representaban tanto peligro mi esposa y mis hijos para que los esposaran y los vendaran? Nos llevaron a la prisión militar donde anteriormente había estado detenido y ahora regresaba con toda mi familia a esta misma prisión. Por la tarde soltaron a mi esposa y a mis hijos, los que fueron abandonados en un lugar desconocido, sin saber qué dirección tomar para irse a su casa y lo peor aún, sin su marido, y mis hijos le preguntaban a su mamá: —Mami, ¿y mi papá? ¿Mi esposa qué podía contestarles? Les decía: —No se preocupen, hijos, al rato llega a la casa. Como pudieron llegaron a la casa y nuevamente la incertidumbre se apoderó de mi familia, de si iba a aparecer con vida o no. ¡Cómo me lamentaba de haber optado por el camino de la legalidad!. Me dejaron esposado, amarrado y desnudo. Algunos llegaban y me decían: “¡Yo no me voy a quedar con las ganas de ponerte unos chingadazos!”. Y me golpeaban, me apagaban cigarrillos en los brazos y en el estomago. Y a los dos días me llevaron a la Quinceava Zona Militar y me dejaron libre. ¿y nos piden que olvidemos, que perdonemos?. Esta fue una más de las tantas detenciones que sufrí sin motivo alguno. Era forzado de tal manera a que regresara a la clandestinidad que durante diez años después de que dejé de participar en la lucha armada, cada navidad y los años nuevos era detenido para que no estuviera con la familia. ¿Porqué precisamente tenía que ser en cada navidad o en cada año nuevo?. Pues es precisamente por el deseo que tienes de estar con tus seres queridos, era la forma más segura de herir tus sentimientos. Pero no era por esta presión por la que no participaba, sino porque después de la amnistía por la que salieron todos los presos políticos, yo platiqué con la mayoría de ellos y ya todos planteaban como estrategia de lucha la vía democrática, integrándose la mayoría a otros planos de participación. Son muchas las historias que se entrelazan para dar orden y sentido a un suceso histórico que ha afectado a tantas personas, aunque también haya resultado ajeno a decenas, centenas o quizás miles de jóvenes, ya que para éstos era un mundo tan ajeno y distante el que para nosotros debía ser destruido en su estructura política, económica y social, no simbólicamente sino materialmente. Con la vuelta a la legalidad, entonces ya no había
razón para que yo me fuera a la clandestinidad. Las condiciones y el momento yo los ponía, no cuando me obligaran, como nos obligaron la primera vez. En otras condiciones no necesitaron presionarme más estos abusivos y arbitrarios represores que no están dispuestos a que nadie les dispute un milésima de justicia. Si en aquel tiempo el gobierno hubiera tenido una propuesta de justicia social para el pueblo, habríamos dejado de ser una alternativa. Ya llegará el día en que despierte el pueblo y reclame lo que es suyo y que liberemos la tierra, el agua, el hombre y se abran las grandes alamedas por donde circule el hombre libre. También hay que tener presente que en la década de los setenta marcó en gran medida un divorcio entre la izquierda tradicional o institucional, la izquierda orgánica o comprometida es decir, la que estaba de alguna manera incrustada en el mismo aparato político, y la que era una nueva vertiente prosocialista encabezada particularmente por miles de jóvenes, que decidieron hacer las cosas obligados por las circunstancias de una manera más radical, lo cual implicó la fractura con un Estado que en varios momentos de la historia había demostrado su negativa a integrarlos en los causes políticos que las nuevas generaciones reclamaban. El movimiento político revolucionario se oponía ahora al Estado despótico y su red corporativista. El episodio clave en que se condensaron estos cambios fue el movimiento popular estudiantil en 1968, aunque este movimiento se desborda a los barrios marginados y a los trabajadores fabriles, dándose esta metamorfosis al movimiento armado. El feroz aplastamiento de la guerrilla por parte del Estado Mexicano habla de una eficacia y un temple férreo mediante el cual las instituciones públicas, militares y policíacas dejaron claro que aún por la ruta armada sería poco probable que en México se dieran cambios sustanciales más allá de los que el propio Estado permitiera conforme a sus propias necesidades. Cientos de muertos y desaparecidos por parte de la guerrilla, cientos de victimas que aún esperan el regreso de sus familiares o que simplemente esperan justicia a secas, son un ejemplo de cómo aún hoy día las estructuras de un sistema político como el Mexicano, en el plano de la implantación selectiva de justicia, se mantienen sólidas. El hecho de haber lanzado los tanques y los soldados a la calle y apuntar con las armas al corazón del pueblo, nos dieron el derecho natural a la resistencia, aunque esas balas segaron la columna de la pureza. No hay que lamentarnos pensando que pudo haber sido de otro modo. Los compañeros estuvieron más alto que nunca cuando dijeron ¡adelante!. En la lucha cayeron como vivieron. Cuando una ráfaga segó su vida lo hicieron de pie y con la frente en alto. Hay compañeros que siempre ocupan el presente como los nuestros. No recordemos sólo el sentido heroico de los hechos, ellos amaron la vida y la vida los amó a ellos. Esto no es nuestro pasado, es nuestra realidad, estos compañeros encarnan la resistencia de los sin tierra, de los indígenas, de todos los explotados. Al encontrarse con su lucha surgió una extraordinaria alegría de vivir. Recordemos cómo calificaba El Che al hombre en la escala de valores y decía que el escalón más alto al que se podía ascender era el de revolucionario. Jamás los medios de comunicación hicieron alguna valoración sociológica, histórica o filosófica, simplemente eran noticias de nota roja, nunca de lucha político-militar. La guerra se detuvo, pero en el despertar de esta nueva fase de la historia quedan íntegros los rasgos de aquellas historias que el olvido no ha podido disolver. La guerra fue real, fueron reales las
balas, los ataques, las torturas, las pérdidas materiales y humanas, tanto para empresarios como para trabajadores, las desapariciones, el encono, las personas propias y enemigas. Ahora sólo será necesario como resultado del rescate de esta historia hacer una recapitulación de las historias individuales, corregir camino y reestructurar con la voluntad de las partes involucradas. ¿Quiénes éramos estas personas más allá de los reportes policíacos? ¿Qué vimos en este nuestro entorno social para involucrarnos en una lucha que a algunos los llevó a la muerte o nos puso al borde de ella a nosotros mismos, a nuestras familias y a nuestros contrincantes? ¿Cómo vieron nuestros padres, nuestras esposas, nuestros hijos, la travesía de sus familiares? Esta lucha nos proporcionó la alegría de no tener nada y tenerlo todo, como los recodos calurosos de los amigos y sobre todo compañeros y hermanos. Uno de los objetivos primordiales en el desarrollo de estos acontecimientos es recuperar el carácter humano de aquellos miembros que participamos y que nos vimos envueltos en este entrampe histórico que en buena medida aún permanece anudado ante los ojos de los demás, hacer una auto reflexión, la recuperación y el aquilatamiento de las experiencias vividas, tenemos que desenterrarlo y hacerlo sujeto de análisis. El esfuerzo por sacar a la superficie todas estas historias es el de impedir que los aires del olvido pulvericen hechos históricos pagados con un alto grado de sufrimiento. La memoria no descansa, exige justicia, no venganza, ya que ésta pertenece a una etapa primitiva de la historia. Tenemos que emerger y dar un paseo por los planos que aún no han sido vistos ni comprendidos del todo, para que no se vuelva a repetir esta aberración gubernamental. Cuando se cancelan todas las opciones para quienes tienen un proyecto de transformación social y de justicia, para los grupos desamparados del país como el que nosotros tuvimos, entonces el futuro es violento. Nadie se propone ser violento. Uno vive tiempos violentos y se hace responsable de eso, y decidimos responder a la violencia reaccionaria con la violencia revolucionaria. Pero no fuimos nosotros los que impusimos la violencia en este país. Haciendo un análisis retrospectivo del recuento de la historia ¿Cuál fue el resultado del sacrificio de vidas de toda una generación que fuimos cruelmente perseguidos, torturados, mutilados, asesinados y desaparecidos por aspirar a esos sueños bolivarianos? Esos aciagos años que nos dejaron improntas indelebles y que marcó nuestras vidas nos hace recapacitar de que no podemos ni debemos olvidar ni caer en la desesperación, tenemos que seguir bregando por rescatar de las garras del Estado-Gobierno a nuestros desaparecidos, acortar la brecha de las desigualdades, proteger a nuestros ancianos y niños que duermen en las calles, abrir las aulas para que nuestros jóvenes no sean carne inerme, la protección de nuestras raíces étnicas, terminar con la explotación leonina de nuestros trabajadores. Todas estas formas de agresión es un genocidio atrincherado en su forma globalizadora de gobernar en donde justifican la marginación en la división de clases, considerándose ellos clase superior y el derecho de eliminar hasta físicamente a los marginados (pienso que por su mente pasa la aplicación de la eugenesia). El Estado sigue teniendo hasta ahora el dominio político e ideológico sobre la sociedad marginada que no a podido participar de los beneficios económicos, esta es la democracia, que con su patología social darwinista, le da derecho al ciudadano para que los ilegitimicen con su voto cada seis años después del cual lo vuelve a ser súbdito, todas las ciencias avanzan, sólo la ciencia social no.
Los partidos políticos están viviendo el proceso de descomposición, la democratización no la pueden dar los partidos políticos sin la sociedad civil, el poder político esta oligarquizado. Se han atribuido una soberanía que no les corresponden, pues sólo responden a cotos de poder personal y de fracciones. El principio de democracia debe ser económica, no sólo de igualdad política y construir un sistema social con rostro humano con justicia distributiva, tenemos el problema de los híbridos de doble moral que hablan a nombre de la izquierda y cobran con la derecha, son sólo prestidigitadores veroborreicos, que cometen sus protervias sin escrúpulo alguno. Los que tienen el poder piensan que lo que sirve a sus intereses es justo y lo que les perjudica es injusto (ese es su concepto de justicia), ¿Cual es su característica? A) La dureza de su corazón; B) la avaricia; y C) la ambición. Que el derecho no sea un instrumento de dominación. No debemos creer en sus planes demagógicos de desarrollo, tenemos el compromiso histórico y social de descubrir lo oculto. Sus interpretaciones de desarrollo son empíricamente invalidadas, teóricamente inadecuadas, políticamente ineficaces y deforman la realidad. Para poder avanzar hay que despertar a la sociedad civil, hay que hacer uso público de la razón, recuperar la fuerza de la razón crítica. La participación debe sustituir al silencio y que esta participación tome el lugar de la imposición de la voluntad privada del gobernante. Nunca la derrama económica vendrá del gran rico a los marginados, todo se logra con la lucha, históricamente esta demostrado. Se preocupan más de ocultar la miseria, que de hacer que no haya. Cuánta razón tenía el indio Seattle en su pensamiento plasmado en el documento denominado “Después de todo quizás seamos hermanos”, cuando tan acertadamente decía en el año de1855: “Estos buitres devorarán la tierra, la cultura, y la dignidad”. Pero para evitar el vaticinio del indio Seattle y reducir la brecha de las desigualdades sociales, debemos rescatar de las garras de ese capitalismo salvaje todos los derechos consagrados incluso en nuestra propia constitución. El pueblo sigue rumiando sus amarguras, padeciendo sus miserias y devorando sus humillaciones inacabables. El mal es gravísimo y el remedio es arriesgado ¿Es imprudencia levantar la voz y advertir el peligro? Ésta podrá ser la prudencia de los débiles, mi corazón la desconoce. El pensamiento libre cuesta muy caro y en algunas personas, como mis hermanos y compañeros no tuvo precio, porque su precio fue la vida misma. Se habla de apertura política, este logro nos lo acreditan con el aporte de nuestro sacrificio, el Estado-Gobierno no te regala nada, lo tienes que tomar, no hay que ir por soluciones o liberaciones a medias, por reformismos paliativos del mero paternalismo, porque la miseria es la más sangrienta de las formas de esclavitud. No se pretende hacer ninguna reforma superficial, sino el cambio de estructuras esclavizadoras e inhumanas donde quiera que se encuentren.
Sobrevivientes de la lucha guerrillera de los años 70s.
CAPÍTULO XI CAPITULO JURÍDICO: LA VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES EN LA GUERRA SUCIA
El presente capitulo lo adiciono con el objeto de que quien lea este trabajo se entere de la aberrante y arbitraria actuación del gobierno y cómo se orilló al uso de la violencia por unas propuestas meramente democráticas, así mismo se pretende analizar la violación a las garantías individuales consagradas primeramente en la DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS proclamada el 10 de diciembre de 1948 en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en nuestra propia Constitución. La desaparición forzada, delito permanente y continuo o continuado y su prescripción
En primer término, quiero plantear la desaparición de nuestros compañeros, que después de ser detenidos con vida por las autoridades, nunca más se supo de ellos, cometiendo el Gobierno el delito de Desaparición Forzada. ¿Porqué, me pregunto, aplicaron “la ley del exterminio” si en su lugar pudieron haber aplicado las normas vigentes para actos de protesta armada? Como ejemplos veamos los siguientes casos: el de Francisco Mercado Espinoza, quien fue reaprehendido después de haberse fugado del penal de Oblatos, en compañía de 5 compañeros, en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 1976. Al solicitar su madre un amparo, que no le concedieron, ya que ni siquiera se lo recibieron, pasó el tiempo y nunca apareció. Hasta que el 24 de diciembre de ése mismo año, su madre recibió una llamada telefónica donde le dicen: señora, hoy es navidad y le tenemos un regalito, ¡hoy le matamos a su hijo! ¡Esto es terrorismo de Estado! El otro ejemplo es la detención de la compañera Alicia de los Ríos Merino en la ciudad de México, Distrito Federal, y hasta la fecha jamás se ha vuelto a saber de ella. Cuando se abrieron los archivos de Gobernación en este sexenio, nos dimos cuenta que al año de su detención fue atendida de parto, lo que nos indica que fue violada, ya que no hay embarazos de mas de 9 meses. ¿Dónde está nuestra compañera y el producto de su violación? Esta practica se desarrolló desde el cono sur, como lo vemos en el reclamo que vienen haciendo las madres de la plaza de mayo en Argentina, en Chile, en Perú, en Uruguay, en el Salvador, Guatemala y México, que además del problema de los compañeros desaparecidos se dio el caso de violaciones de las compañeras o de algunas que ya estaban embarazadas al momento de su detención, las cuales ya no aparecieron ni sus hijos. Práctica cotidiana realizada por estos esbirros insensibles que no tenían conciencia. ¿Olvidar esto? ¡No! Si hay silencio hay consentimiento y si hay consentimiento hay complicidad.
Alicia de los Ríos Merino de Chihuahua, Sonora, de las compañeras guerrilleras más excelsas, en las fotos antes y después de su detención a 27 años de su desaparición (hasta la fecha desaparecida).
Así existen otros muchos casos que vienen a mi memoria, pero de los cuales desconocemos qué ocurrió con ellos, dónde están, dónde se encuentran, si murieron o no. No hay ningún registro después de su detención. Y sus familiares siguen buscándolos. ¿Saben cuál es la diferencia entre un muerto y un desaparecido? Es la esperanza; esperanza que no llega. ¿Con qué se le va a quitar el dolor a una madre de un hijo desaparecido? Los que fueron detenidos eran obligados a declarar incluso a través de la tortura violando la fracción segunda del apartado A del artículo 20 que textualmente dice: II. No podrá ser obligado a declarar. Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación, intimidación o tortura. La confesión rendida ante cualquier autoridad distinta del ministerio público o del juez, o ante éstos sin la asistencia de su defensor carecerá de todo valor probatorio. En la llamada guerra sucia (llamada así por los métodos inquisitorios utilizados por el gobierno en contra de nuestros compañeros) adquiere vida jurídica el delito de desaparición forzada el cual se encuentra tipificado en el Código Penal Federal en su artículo 215 A, el cual a la letra dice Comete el delito de desaparición forzada de personas, el servidor público que, independientemente de que haya participado en la detención legal o ilegal de una o varias
personas propicie o mantenga dolosamente su ocultamiento bajo cualquier forma de detención. Hoy que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (máximo Órgano de justicia en México) lo tipifica como un delito continuado, por lo tanto no prescribe, porque el criterio que aplica la Corte es continuo en su planeación y continuo en su ejecución, o sea que no termina tal y como lo señala el artículo 7 del Código Penal Federal que a continuación se cita. Art. 7.- Delito es el acto u omisión que sancionan las leyes penales. En los delitos de resultado material también será atribuible el resultado típico producido al que omita impedirlo, si éste tenía el deber jurídico de evitarlo. En estos casos se considerará que el resultado es consecuencia de una conducta omisiva, cuando se determine que el que omite impedirlo tenía el deber de actuar para ello, derivado de una ley, de un contrato o de su propio actuar precedente. El delito es: I.- Instantáneo, cuando la consumación se agota en el mismo momento en que se han realizado todos sus elementos constitutivos; II.- Permanente o continuo, cuando la consumación se prolonga en el tiempo, y III.- Continuado, cuando con unidad de propósito delictivo, pluralidad de conductas y unidad de sujeto pasivo, se viola el mismo precepto legal. Aquí nos queda muy claro la grave contradicción de criterios y aplicación de normas en donde se contraponen el artículo 215-B que señala muy claramente una penalidad para que opere la prescripción, en tanto que su numeral 102 señala muy acertadamente que no prescribe por ser delito continuo o permanente mientras no cese la consumación del delito. Art.215 B. A quien cometa el delito de desaparición forzada de personas se le impondrá una pena de cinco a cuarenta años de prisión. Para que opere la prescripción se dan tres figuras de acuerdo al artículo 102 del Código Penal Federal que a continuación se transcribe: Art. 102.- Los plazos para la prescripción de la acción penal serán continuos; en ellos se considerara el delito con sus modalidades, y se contarán: I.- A partir del momento en que se consumó el delito, si fuere instantáneo; II.- A partir del día en que se realizó el último acto de ejecución o se omitió la conducta debida, si el delito fuere en grado de tentativa; III.- Desde el día en que se realizó la última conducta, tratándose de delito continuado, y IV.- Desde la cesación de la consumación en el delito permanente. La Suprema Corte de Justicia de la Nación acaba de resolver como no prescriptible el delito de desaparición forzada, razonado en el sentido de que: mientras no se encuentre a la persona desaparecida o su cadáver el delito no prescribe y este comenzará a contar a partir de la aparición de la persona viva o muerta, sea cual sea el tiempo en que haya desaparecido. Tal y como lo señalan las jurisprudencias que a continuación se transcriben.
Jurisprudencia aplicable a la desaparición forzada.
Novena Época Instancia: Pleno Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: XX, Julio de 2004 Tesis: P./J. 48/2004 Página: 968 DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS. ESE DELITO ES DE NATURALEZA PERMANENTE O CONTINUA. El referido delito que contempla el artículo II de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, adoptada en la ciudad de Belém, Brasil, el día nueve de junio de mil novecientos noventa y cuatro (coincidente con lo previsto en los artículos 215-A del Código Penal Federal y 168 del Código Penal del Distrito Federal), de acuerdo con el derecho positivo mexicano, es de naturaleza permanente o continua, ya que si bien el ilícito se consuma cuando el sujeto activo priva de la libertad a una o más personas, con la autorización, apoyo o aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información sobre su paradero, dicha consumación sigue dándose y actualizándose hasta que aparecen los sujetos pasivos o se establece cuál fue su destino. Controversia constitucional 33/2002. Jefe de Gobierno del Distrito Federal. 29 de junio de 2004. Unanimidad de nueve votos. Ausente: Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Ponente: Juan Díaz Romero. Secretaria: Martha Elba Hurtado Ferrer. El Tribunal Pleno, en su sesión pública celebrada hoy veintinueve de junio en curso, aprobó, con el número 48/2004, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a veintinueve de junio de dos mil cuatro.
Novena Época Instancia: Pleno Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: XX, Julio de 2004 Tesis: P./J. 49/2004 Página: 967 DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS A QUE SE REFIERE LA CONVENCIÓN INTERAMERICANA DE BELÉM, BRASIL, DE NUEVE DE JUNIO DE MIL NOVECIENTOS NOVENTA Y CUATRO. LA DECLARACIÓN INTERPRETATIVA FORMULADA POR EL GOBIERNO MEXICANO NO VIOLA EL PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY CONSAGRADA EN EL ARTÍCULO 14 CONSTITUCIONAL. En la mencionada declaración interpretativa, que señala que las disposiciones de ese instrumento internacional se aplicarán a los hechos que constituyan el delito de desaparición forzada de personas, el Gobierno Mexicano quiso significar que tales disposiciones no podrán aplicarse a
aquellas conductas constitutivas de ese ilícito cuya consumación hubiera cesado antes de que adquiriera obligatoriedad la nueva norma, pero no debe interpretarse en el sentido de que no se aplique a las conductas típicas de tal delito que habiéndose iniciado antes de su vigencia, se continúen consumando durante ella, pues al tener el delito de desaparición forzada de personas el carácter de permanente o continuo puede darse el caso de que las conductas comisivas del ilícito se sigan produciendo durante la vigencia de la Convención. Tal interpretación es acorde con el principio de irretroactividad de la ley consagrado en el artículo 14 constitucional, conforme al cual las disposiciones contenidas en las leyes no se deben aplicar hacia el pasado, afectando hechos realizados o consumados antes de que aquéllas entren en vigor, por lo que es inconcuso que tratándose de delitos de consumación instantánea la nueva ley no puede regir conductas o hechos de consumación anterior, pues resultaría retroactiva, lo cual se encuentra prohibido constitucionalmente. En cambio, sí debe aplicarse la nueva normatividad sin incurrir en el vicio apuntado respecto de hechos constitutivos de delito continuo o permanente cuando, habiendo empezado a realizarse antes de que aquélla entrara en vigor, se continúan cometiendo, en cuyo caso resultará aplicable, como sucede con el delito de desaparición forzada de personas que prevé la Convención mencionada, cuya naturaleza es permanente o continua, porque se consuma momento a momento durante todo el tiempo que el sujeto pasivo se encuentre desaparecido. Controversia constitucional 33/2002. Jefe de Gobierno del Distrito Federal. 29 de junio de 2004. Unanimidad de nueve votos. Ausente: Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Ponente: Juan Díaz Romero. Secretaria: Martha Elba Hurtado Ferrer. El Tribunal Pleno, en su sesión pública celebrada hoy veintinueve de junio en curso, aprobó, con el número 49/2004, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a veintinueve de junio de dos mil cuatro. No. Registro: 180,653 Jurisprudencia Materia(s):Constitucional, Penal Novena Época Instancia: Pleno Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: XX, Septiembre de 2004 Tesis: P./J. 87/2004 Página: 1121 DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS. EL PLAZO PARA QUE OPERE SU PRESCRIPCIÓN INICIA HASTA QUE APARECE LA VÍCTIMA O SE ESTABLECE SU DESTINO. De conformidad con lo dispuesto por los artículos 102, fracción IV y 7o. del Código Penal Federal, tratándose de delitos permanentes o continuos, que son aquellos que se caracterizan por su consumación duradera, el plazo para la prescripción inicia a partir de que cesa su consumación. En tal orden de ideas, si el delito de desaparición forzada de personas que contempla el artículo II de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, adoptada en la ciudad de Belém, Brasil, el día nueve de junio de mil novecientos noventa y cuatro (que coincide con el previsto en los artículos 215-A del Código Penal Federal y 168 del Código Penal del Distrito Federal) tiene esa naturaleza, en tanto que se consuma momento a momento durante todo el tiempo en
que la víctima se encuentra desaparecida, ha de concluirse que el plazo para que opere su prescripción de acuerdo con lo establecido en los numerales primeramente citados, empieza a correr hasta que la conducta ilícita deja de consumarse, esto es, cuando el sujeto pasivo aparece (vivo o muerto) o se establece su destino. Controversia constitucional 33/2002. Jefe de Gobierno del Distrito Federal. 29 de junio de 2004. Unanimidad de nueve votos. Ausente: Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Ponente: Juan Díaz Romero. Secretaria: Martha Elba Hurtado Ferrer. El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy treinta y uno de agosto en curso, aprobó, con el número 87/2004, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a treinta y uno de agosto de dos mil cuatro. Convención interamericana sobre desaparición forzada de personas, adoptada en la ciudad de Belem, Brasil, el nueve de junio de mil novecientos noventa y cuatro. Artículo VII. La acción penal derivada de la desaparición forzada de personas y la pena que se imponga judicialmente al responsable de la misma no estarán sujetas a prescripción. Sin embargo, cuando existiera una norma de carácter fundamental que impidiera la aplicación de lo estipulado en el párrafo anterior, el período de prescripción deberá ser igual al del delito más grave en la legislación interna del respectivo Estado Parte[2]. Por este mismo criterio, la penalidad que aplica el Art.215 B del Código Penal Federal habrá que derogarlo para aplicar el criterio de la Corte y se convierta en delito imprescriptible. Criterio que adquiere valor ya que como resultado de la llamada “guerra sucia” existen quinientos treinta y siete desaparecidos registrados y más de mil muertos. El delito de Lesa Humanidad plasmado en el artículo 149 del Código Penal Federal, lo comete el gobierno en contra de los prisioneros de guerra y que en este caso si lo son, aunque esta haya sido una guerra de baja intensidad, su delito fue enfrentarse al gobierno represor por construir una nueva sociedad más justa y esto los convirtió en prisioneros de guerra, delito que la ONU considera gravísimo. Delitos contra la humanidad. Otro de los delitos cometidos también por el gobierno en contra de los compañeros que se vieron involucrados en este movimiento social es el delito de lesa humanidad, ya que, en las detenciones, fueron ultrajados de forma infrahumana. Estas vejaciones que solamente cometen los gobiernos totalitaristas son penalizadas como delito considerado grave por los tribunales internacionales; mientras que en nuestras leyes tienen penalidades irrisorias como a continuación queda descrito. Art.149. Al que violare los deberes de humanidad en los prisioneros y rehenes de guerra, en los heridos o en los hospitales de sangre, se le aplicará por ese sólo hecho; prisión de 3 a 6 años, salvo lo dispuesto, para los casos especiales, en las leyes militares. Genocidio. Comenzando todo con un proyecto de democratización, teniendo como parte aguas el genocidio de 1968 en la ciudad de México y repitiéndose el 10 de junio de 1971 contraviniendo lo dispuesto por el artículo 149 Bis. Que a la letra dice:
Art.149 Bis. Comete el delito de genocidio el que con el propósito de destruir total o parcialmente a uno o más grupos nacionales o de carácter étnico, racial o religioso perpetrase por cualquier medio, delito contra la vida de miembros de aquéllos, o impusiese la esterilización masiva con el fin de impedir la reproducción del grupo. Por tal motivo se impondrán de 20 a 40 años de prisión y multa de 15 a 20 mil pesos… La noticia del enjuiciamiento y absolución del expresidente Luís Echeverría Álvarez y su exsecretario de gobernación Mario Moya Palencia por el delito de genocidio. Contrario a lo que declaró la Suprema Corte de Justicia de la Nación que si se da la figura de tal ilícito como delito. Este delito no ha prescrito, en razón de que la Suprema Corte muy atinadamente dice que el tiempo de prescripción son treinta años que contempla la penalidad para este delito; pero hay que restar los seis años en que Luis Echeverría fungió como secretario de gobernación, más, los seis años como presidente de la República. Son doce años en que tuvo fuero. Por lo tanto, al hacer la suma para la prescripción, esta sería hasta el año 2006. Algunos Juristas cínicos, hablan de la prescripción antes de que se cumpla el término. Aunque en este caso, yo sigo sosteniendo que de igual forma se debe aplicar la imprescriptibilidad por la gravedad de delito que es el criterio del derecho Internacional y que si México ha firmado y ratificado estos tratados, se elevan a rango constitucional de acuerdo al 133 de nuestra Carta Magna. Otro punto digno de analizar por el cual se absolvió al expresidente Luis Echeverría: fue porque “según ellos” no se daba la figura del delito de genocidio ya que el enfrentamiento se había dado entre particulares. Se nota con toda claridad el interés del gobierno de encubrirlo, ya que, el requisito para que se de este delito como lo indica nuestra constitución es que sea el exterminio de un grupo nacional étnico o religioso. Entonces surge las siguientes preguntas: ¿Los estudiantes no eran un grupo nacional? Y los llamados Halcones ¿No eran un grupo paramilitar? El pueblo ya se enteró de quienes eran los verdaderos criminales. El Tribunal Penal Internacional en el artículo 6 de su estatuto, distingue el genocidio del homicidio, especificando que el primero de ellos es una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros mientras que el homicidio es la negación a un individuo del derecho a vivir, por lo que el objeto último del genocidio es el grupo mismo. Tal ilícito resulta ser imprescriptible de conformidad con el tratado firmado y ratificado por México en el estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg con fecha de ocho de agosto de 1945 y confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad, adoptada por la asamblea general de las naciones unidas el veintiséis de noviembre de mil novecientos sesenta y ocho. Artículo I. Los crímenes siguientes son imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido: a) Los crímenes de guerra según la definición dada en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, de 8 de agosto de 1945, y confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de 1946, sobre todo las "infracciones graves" enumeradas en los Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949 para la protección de las víctimas de la guerra;
b) Los crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en tiempo de guerra como en tiempo de paz, según la definición dada en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, de 8 de agosto de 1945 y confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de 1946, así como la expulsión por ataque armado u ocupación y los actos inhumanos debidos a la política de apartheid y el delito de genocidio definido en la Convención de 1948 para la prevención y la sanción del delito de genocidio aun si esos actos no constituyen una violación del derecho interno del país donde fueron cometidos. Artículo II. Si se cometiere alguno de los crímenes mencionados en el artículo I, las disposiciones de la presente Convención se aplicarán a los representantes de la autoridad del Estado y a los particulares que participen como autores o cómplices o que inciten directamente a la perpetración de alguno de esos crímenes, o que conspiren para cometerlos, cualquiera que sea su grado de desarrollo, así como a los representantes de la autoridad del Estado que toleren su perpetración. Artículo III. Los Estados Partes en la presente Convención se obligan a adoptar todas las medidas internas que sean necesarias, legislativas o de cualquier otro orden, con el fin de hacer posible la extradición, de conformidad con el derecho internacional, de las personas a que se refiere el artículo II de la presente Convención. Artículo IV. Los Estados Partes en la presente Convención se comprometen a adoptar, con arreglo a sus respectivos procedimientos constitucionales, las medidas legislativas o de otra índole que fueran necesarias para que la prescripción de la acción penal o de la pena, establecida por ley o de otro modo, no se aplique a los crímenes mencionados en los artículos I y II de la presente Convención y, en caso de que exista, sea abolida. Y dicho tratado adquiere rango Constitucional de acuerdo con el siguiente criterio jurisprudencial que a continuación se transcribe.
Novena Época Instancia: Pleno Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: X, Noviembre de 1999 Tesis: P. LXXVII/99 Página: 46 LOS TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL. Persistentemente en la doctrina se ha formulado la interrogante respecto a la jerarquía de normas en nuestro derecho. Existe unanimidad respecto de que la Constitución Federal es la norma fundamental y que aunque en principio la expresión "... serán la Ley Suprema de toda la Unión ..." parece indicar que no sólo la Carta Magna es la suprema, la objeción es superada por el hecho de que las leyes deben emanar de la Constitución y ser aprobadas por un órgano constituido, como lo es el Congreso de la Unión y de que los tratados deben estar de acuerdo con la Ley Fundamental, lo que claramente indica que sólo la Constitución es la Ley Suprema. El problema respecto a la
jerarquía de las demás normas del sistema, ha encontrado en la jurisprudencia y en la doctrina distintas soluciones, entre las que destacan: supremacía del derecho federal frente al local y misma jerarquía de los dos, en sus variantes lisa y llana, y con la existencia de "leyes constitucionales", y la de que será ley suprema la que sea calificada de constitucional. No obstante, esta Suprema Corte de Justicia considera que los tratados internacionales se encuentran en un segundo plano inmediatamente debajo de la Ley Fundamental y por encima del derecho federal y el local. Esta interpretación del artículo 133 constitucional, deriva de que estos compromisos internacionales son asumidos por el Estado mexicano en su conjunto y comprometen a todas sus autoridades frente a la comunidad internacional; por ello se explica que el Constituyente haya facultado al presidente de la República a suscribir los tratados internacionales en su calidad de jefe de Estado y, de la misma manera, el Senado interviene como representante de la voluntad de las entidades federativas y, por medio de su ratificación, obliga a sus autoridades. Otro aspecto importante para considerar esta jerarquía de los tratados, es la relativa a que en esta materia no existe limitación competencial entre la Federación y las entidades federativas, esto es, no se toma en cuenta la competencia federal o local del contenido del tratado, sino que por mandato expreso del propio artículo 133 el presidente de la República y el Senado pueden obligar al Estado mexicano en cualquier materia, independientemente de que para otros efectos ésta sea competencia de las entidades federativas. Como consecuencia de lo anterior, la interpretación del artículo 133 lleva a considerar en un tercer lugar al derecho federal y al local en una misma jerarquía en virtud de lo dispuesto en el artículo 124 de la Ley Fundamental, el cual ordena que "Las facultades que no están expresamente concedidas por esta Constitución a los funcionarios federales, se entienden reservadas a los Estados.". No se pierde de vista que en su anterior conformación, este Máximo Tribunal había adoptado una posición diversa en la tesis P. C/92, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Número 60, correspondiente a diciembre de 1992, página 27, de rubro: "LEYES FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA."; sin embargo, este Tribunal Pleno considera oportuno abandonar tal criterio y asumir el que considera la jerarquía superior de los tratados incluso frente al derecho federal. Amparo en revisión 1475/98. Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo. 11 de mayo de 1999. Unanimidad de diez votos. Ausente: José Vicente Aguinaco Alemán. Ponente: Humberto Román Palacios. Secretario: Antonio Espinoza Rangel. El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada el veintiocho de octubre en curso, aprobó, con el número LXXVII/1999, la tesis aislada que antecede; y determinó que la votación es idónea para integrar tesis jurisprudencial. México, Distrito Federal, a veintiocho de octubre de mil novecientos noventa y nueve. Nota: Esta tesis abandona el criterio sustentado en la tesis P. C/92, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación Número 60, Octava Época, diciembre de 1992, página 27, de rubro: "LEYES FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA." [3] Lo anterior encuadra con el movimiento estudiantil de 1968 en México, el cual tiene como causa las condiciones sociales, políticas y económicas prevalecientes en el país. Ante la inconformidad e inquietud por democratizar las estructuras políticas, el gobierno decide liquidar estas ideas libertarias, lo que culmina con la masacre del 2 de octubre de 1968. A pesar de éstos lamentables hechos suscitados el 2 de octubre de 1968, nosotros continuamos con la misma propuesta de democratización. Lucha que comenzó al interior de la Universidad de
Guadalajara, la cual estaba bajo el dominio de una mafia política intransigente, irracional, vinculada a las fuerzas oscurantistas del Estado de Jalisco, como quedó demostrado al reprimir sangrientamente una manifestación pacífica que se llevaba a cabo en la Escuela Politécnica el 29 de Septiembre de 1970. Violándose flagrantemente el artículo 6º. Constitucional, que a la letra dice: La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el estado. Artículo violado flagrantemente al no permitir ningún tipo de manifestación contraria a los intereses obscuros del grupo en el poder. Este estado de cosas prevaleció durante muchos años al interior de la universidad. Sin embargo, la violencia que se venía dando, que era meramente de golpes e intimidaciones, llegó al grado de ejecutar y acallar las voces a balazos. Este cambio de actitud se dio el 29 de septiembre de 1970 al hacer irrupción un grupo fascineroso de corte paramilitar perteneciente a la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) disparando a mansalva a cientos de manifestantes agrupados en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER) (que había nacido en el barrio de San Andrés, de entre las filas de los Vikingos, así como de otras organizaciones de diferentes escuelas y barrios que se habían sumado a este proyecto[4]). Teniendo como resultado trágico varios muertos y heridos, (la mayoría del FER), configurándose entre otros, el delito de homicidio dentro de un recinto universitario. En la lógica de la violencia que ellos iniciaron, la respuesta a la agresión fue la muerte de su presidente. Inmediatamente ese mismo día, 29 de Septiembre de 1970, se deja sentir la represión de todo el aparato del Estado, siendo aprehendidos por el ejército y posteriormente puestos a disposición de la Procuraduría de Justicia del Estado, y por supuesto consignados 11 compañeros del Frente Estudiantil Revolucionario, e incluso sentenciados por la muerte de nuestros mismos compañeros, haciendo caso omiso del artículo 13 de nuestra carta magna, que dice a la letra: Nadie puede ser juzgado por leyes privativas ni por tribunales especiales. Ninguna persona o corporación puede tener fuero, ni gozar más emolumentos que los que sean compensación de servicios públicos y estén fijados por la ley. Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra la disciplina militar; pero los tribunales militares en ningún caso y por ningún motivo, no podrán extender su jurisdicción sobre personas que no pertenezcan al ejército. Cuando en un delito o falta del orden militar estuviese complicado un paisano, conocerá del caso la autoridad civil que corresponda. Respecto a estos acontecimientos, quiero mencionar que ese mismo día nos reunimos en la casa de mis padres para hacer un análisis de los hechos que se habían suscitado, cuestionándonos el por qué nos perseguían el Ejército, la Dirección Federal de Seguridad, la Policía Judicial Federal y del Estado, la Policía Estatal, Municipal y la FEG, llegando a la conclusión de que esa organización estudiantil represora era un brazo más del Estado. Así como lo eran sus organizaciones sindicales, las llamadas “charras”, para reprimir al obrero, y las organizaciones campesinas para reprimir a los trabajadores del campo. Entendimos que la FEG cumplía su función de reprimir el área que le correspondía, es decir a los estudiantes. En dicha reunión nos percatamos clara y objetivamente de la violación de otros preceptos de orden constitucional, como por ejemplo: el artículo 14, que habla de la garantía de seguridad jurídica, el 16 constitucional que nos garantiza que nadie puede ser molestado ni detenido si no hay una causa fundada y motivada por la ley.
Más a fondo observamos la violación del numeral 17 de nuestra carta magna por la misma FEG, ya que nosotros al manifestarnos pacíficamente dentro de un recinto universitario, sus esbirros irrumpieron con todo lujo de violencia, llegaron disparando armas de distinto calibre, varias de ellas de uso exclusivo del ejército, con resultados trágicos. En el lugar de los hechos murieron Francisco Villagómez, Braulio Suárez, un vendedor de cocos, y varios heridos, entre ellos Arnulfo Prado Rosas, El Compa— al cual posteriormente asesinaron los miembros de la FEG—, Rubén Mayoral, y muchos más. De esa manera tan artera violentaron todo tipo de garantías, constitucionales, Leyes Secundarias, etc. Si se hubiera dado el caso de violación de la norma universitaria por parte nuestra, debieron recurrir a los causes legales que en este caso era la denuncia ante al Consejo General Universitario, el cual es el máximo órgano de gobierno de la Universidad de Guadalajara. Ni qué decir de la violación de los artículos constitucionales 19, 20, y 22, ya que las detenciones primero se llevaron a cabo por militares y trasladados a una prisión militar y después ante la autoridad judicial, excediendo el plazo legal estipulado. ¿Y en dónde quedó el término constitucional que enuncia el artículo 16 de nuestra carta magna? En él se enuncia: “Ningún indiciado podrá ser retenido por el Ministerio Público por más de 48 horas, plazo en el que deberá ordenarse su libertad o ponérsele a disposición de la Autoridad Judicial”. Ni que decir de los que tienen entre 25 y 32 años desaparecidos, con pruebas contundentes de su detención e inclusive de fotografías publicadas en los diarios. México entró en el túnel dictatorial más siniestro de su historia del que todavía no ha podido salir a pesar del maquillaje de democracia tutelada y continuista con que se reviste. Como ejemplo cito las palabras del represor Miguel Nazar Haro, que en cierta ocasión cuando me detiene me dice: Tú tienes que estar muerto o en la cárcel, libre ¡no! ¿De qué garantías constitucionales y de qué derecho podríamos hablar en este caso? Ante la impotencia de no poder recurrir a ninguna autoridad para reclamar las garantías constitucionales violadas en todo momento. Es por lo que recurrimos a las armas en un acto de sobrevivencia. Opusimos a la violencia reaccionaria, la fuerza revolucionaria. Siempre nos preguntamos: ¿Dónde están las garantías individuales plasmadas en la Constitución? y ¿Dónde están los derechos universales del hombre?, ¿Por qué la gran mayoría de los detenidos fueron asesinados?, ¿De qué sirvió este pacto social firmado en 1917 llamado Constitución? Las garantías protegidas y que a continuación sigo narrando quedaron en mera ilusión. La vida (artículos 14, párrafo II y 22 párrafo III); la libertad corporal ( artículos 1; 5, párrafo V; 14 párrafo II y III, 15, 16, párrafo I; 17, 20, fracción X); la igualdad (artículos 1, 2, 4, 12, y 13); el derecho de asociación (artículo 9, párrafo I); la inviolabilidad del domicilio (artículo 16); los derechos de libertad bajo caución, de defensa, de audiencia y en general los de los procesados (artículo 20); la prohibición de poner penas infamantes (artículo 22); la manifestación de las ideas (artículo 6); la libertad de escribir y publicar escritos (artículo 7) y término constitucional (artículo 19). Así como el 149 del Código Penal Federal el cual refiere los delitos contra la humanidad.[5] Al cursar la carrera de derecho en una de las materias encontré una cita de Diderot que me pareció bastante interesante, pues decía: “Hay dos formas de aplicar el derecho. Una, con la ley, ésta la hace el hombre. Otra por la fuerza, ésta la hacen las bestias”. La segunda es la que nos aplicaron a nosotros. Fuimos anatematizados por el aparato de Estado. No cabe duda que esta democracia es una fiera peligrosa, con su patología social, con conductas anómalas en amplios sectores de la población.
En el punto anterior donde manifiesto que cursé la carrera de derecho quiero hacer la aclaración de la afirmación que se hace en el libro LAS NOCHES ROJAS DE LA FEG del autor Armando Olivares Dávalos en su página 48 en donde señala textualmente: “Don Carlos” (haciendo referencia al Lic. Carlos Ramírez Ladewig) volvió sobre el control de la Universidad con estos pequeños cambios hechos sobre la misma. Las cosas comenzaron a tornar a la normalidad, la universidad por medio de “Don Carlos” perdonó a algunos miembros prominentes del “FER”, los cuales terminaron sus carreras universitarias, jóvenes como Oscar Gonzáles, Bonifacio Mejía Segundo (a “El Bony”), Javier Prieto Aguilar (a “El Prieto”) Eleazar Romo García (a “El Eleazar”), Felipe Romo García (a “El Pinto”) Jesús Morales Hernández (a “La Momia”), Jesús Álvarez (a “El Chéro”) y otros más, los que pudieron así lograr consumar su meta; terminar una carrera universitaria. Ahora varios años después están plenamente integrados a la sociedad, como esforzados profesionista.[6 La aclaración consiste que después de treinta y un años de estar expulsado de la universidad regresé a culminar mis estudios. Haciéndole otra aclaración al autor del libro en la parte en donde dice que “Don Carlos” ¿nos perdonó?, como si los asesinos ahora tienen que perdonar a sus victimas. Métodos de tortura institucional
Posteriormente comprobamos que las leyes eran una mentira, que no teníamos ningún derecho ni al más elemental de los derechos tutelados, como lo es la vida. Experimentamos todos los detenidos, algunos sólo por sospecha de simpatizar con el movimiento revolucionario, y yo en lo personal a lo largo de mis varias detenciones, la aplicación feroz de la tortura, de la cual puedo mencionar las más comunes: comenzando por la incomunicación, que es la más benévola de las ellas, porque continúa con otra serie de tormentos físicos, como la asfixia, ya sea con agua en tambo llenos de agua pestilente, sumersión en la tasa del excusado, el tehuacán, asfixia con bolsa de plástico, mutilación, castración, golpizas constantes con la intención de quebrar huesos, fracturarlos (en mi caso sufrí rotura de costillas), las colgadas, provocar heridas perennes (edemas pulmonares a causa de líquidos en los pulmones), rompimiento de tímpanos, agujas en las uñas, violación a las compañeras, etc. La muerte por tortura era frecuente. Casos hay numerosos, tal como el del compañero Ignacio Olivares Torres El Sebas en el que los médicos legistas dictaminan como causa de la muerte el estallido de una bomba: esto porque su cuerpo estaba totalmente destrozado. Con el tiempo conocimos las verdaderas causas de su muerte: había sido destrozado en tortura. Esta incluyó clavarle clavos en piernas y rodillas, el rompimiento de sus miembros y rompimiento de cráneo. La crueldad en su máxima expresión. La tortura continúa hasta quedar extenuado, hasta el punto de la muerte, martillando siempre con: “diles lo que sabes”, “entrega a tus compañeros”, “van a matar a tu familia”, etc. Contraviniendo a lo que textualmente en su primer párrafo estipula el artículo 22 constitucional, que estipula: Quedan prohibidas las penas de mutilación y de infamia, la marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales. Por lo tanto, y constatando que las vías democráticas estaban canceladas, como quedó demostrado el 2 de octubre de 1968, el 29 de septiembre de 1970 aquí en Guadalajara, y el 10 de junio de 1971 en la ciudad de México, optamos por la fuerza de las armas como un acto de sobrevivencia. Actualmente ya no concebimos ésta forma de expresión, al haberse abierto los conductos de la vía democrática.
En consecuencia, con la inspiración de Ernesto Guevara El Che, Los Tupamaros en Uruguay, Carlos Marigela en Brasil, Genaro Vázquez Lucio Cabañas en Guerrero, así como el FUZ (frente urbano zapatista), el MAR (movimiento de acción revolucionaria), Los Lacandones, Los Procesos etc. Al no tener otra salida ni tener más vía que la violenta decidimos resistir a esa violencia de Estado con la única opción que nos dejaron, las armas. Nos refugiamos en la clandestinidad (los que fuimos consecuentes con la formación e ideología de justicia social que habíamos abrevado del movimiento revolucionario internacional) de la cual sobresale de manera ejemplar el compañero Arnulfo Prado Rosas El Compa, el cual perdiera la vida el día 23 de noviembre del año de 1970. Producto de una emboscada artera realizada como a las cinco de la tarde por el grupo paramilitar denominado FEG, saliendo yo herido en ese enfrentamiento. Ante esta agresión, y comprendiendo que no existía el Estado de derecho, nos acogimos al Derecho Natural de proteger el más elemental de los derechos tutelados como lo es la vida, conformando células guerrilleras para poder resistir los embates y castigar al enemigo. No podía ser una lucha frontal ya que eran muy desiguales las fuerzas; fue entonces que pasamos de ser un grupo democrático a un movimiento armado revolucionario.[7] El grado de conciencia se fue elevando a tal magnitud que el día que le preguntaron a Enrique Guillermo Pérez Mora ¿Cómo teniendo un cuerpo no tan corpulento eres tan valiente?, contestó: “Cómo lo dijo Miguel Enríquez, máximo dirigente del MIR (movimiento de izquierda revolucionaria) de Chile, si no soy de constitución valiente, me haré valiente por la vía racional”. También agregaba “cuando muera, mis amigos quizás escriban en mi tumba: aquí yace un soñador, y mis enemigos: aquí yace un loco. Pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: aquí yace un cobarde y traidor a sus ideas”. Hoy me pregunto: ¿Qué quedó de todo aquello, de los andares por esas calles del barrio, de los recuerdos de infancia, de juventud? ¿Qué quedó del afecto de los amigos? ¿De las discusiones políticas, de aquellos proyectos de lograr el triunfo revolucionario? ¿En dónde quedó aquel despertar del pueblo que nos iba a acompañar en la lucha? ¿Dónde quedaron nuestros muertos? ¿Dónde están nuestros desaparecidos? ¡No hay respuesta! Sólo nos queda el compromiso con sus madres, con sus seres queridos y el reconocimiento para ese heroico barrio de San Andrés, el cual quedará gravado en la historia. “Rebelde ayer, hospitalario hoy, revolucionario siempre”. Diferencia entre terrorista y guerrillero en su aspecto jurídico-criminológico
El Estado-Gobierno en su afán de desprestigiarnos, nos calificó de terroristas, haciéndolo deliberadamente para desvirtuar ante la población la verdad histórica y la pureza de nuestro movimiento; si antes no lo pude hacer (por razones obvias), es ahora que lo hago y señalo los diametralmente opuestos conceptos de lo que es un terrorista y un guerrillero. Desde el punto de vista criminológico el terrorista busca imponer su pavor, el guerrillero seguridad y confianza; el terrorista no crea nada, solo destruye sin prospección de futuro; en cambio, el guerrillero es siempre un hombre abierto a la esperanza y cuando utiliza la brutalidad o tortura es que la revolución se ha perdido. El terrorismo es siempre contrarrevolucionario; el terrorista es dogmático, intransigente, intolerante, fronterizo con lo paranoico, razona con la pasión de su creencia, lo que le hace más temible, es receloso, suspicaz y desconfiado, para este personaje cualquier persona que sea preciso eliminar, es simplemente un número, no un ser humano. El guerrillero en cambio es respetuoso de la vida, es sensible al dolor ajeno, le preocupan los demás, no tiene dogmas, es dialéctico, es constructor y busca siempre el bien común, siempre evitará que haya terror revolucionario y que degenere en crueldad y brutalidad; el guerrillero es de características románticas por excelencia, desarrolla una lucha ideológica, social, nutrida de
valores y principios, buscando siempre como buen constructor que es, construir la nueva sociedad a la que aspira, justa, sólida, llena de valores, íntegra. La palabra guerrillero, particularmente en México, no es una palabra sucia, despreciable o diabólica (como así lo querían hacer ver). ¡Es una palabra prestigiosa, digna cargada de evocaciones heroicas! Nombres que se elevaron a la devoción del pueblo porque corresponde a una determinada etapa histórica, a unas circunstancias específicas que ellos, como organizadores de masas, en gran medida sintetizan, bastan para convencernos: Morelos, Zapata, Ricardo Flores Magón, Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez Rojas, Lucio Cabañas y Arturo Gámiz García. Sin estos nombres es enteramente imposible reconstruir y comprender la historia de este país. Así pues, pierden su tiempo, y aun así consiguen un efecto contrario al que buscan, quienes esperan desacreditar a La Liga Comunista 23 de Septiembre, La Unión del Pueblo, Las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, Movimiento de acción Revolucionaria, Frente Urbano Zapatista, Comandos Armados del Pueblo, entre otros, simplemente arrojándole al rostro la identidad de GUERRILLERO-DELINCUENTE. Esa identidad despectiva ya se hizo en su momento, abusándose de ella, respecto de los guerrilleros mencionados; y los históricamente descalificados son quienes la emplearon. Descubrimos lo que se encubría durante el desarrollo de esta guerra sucia (que así se llama por los métodos que utilizaron) que era el fenómeno que se estaba desarrollando subterráneamente sin que nadie se enterara, el cual era el crimen organizado mismo que cínicamente les era autorizado de forma descarada como premio por derrotarnos militarmente. A partir de entonces florece el narcotráfico en Jalisco, (recordando el nido de narcotraficantes que se ubicó en Jalisco y ya no pudieron desterrarlos), el secuestro económico y la extorsión. Al terminarse definitivamente el conflicto armado, ya no tenían justificación para continuar con esa actividad, pero tampoco la abandonaron. En su desesperación quieren hacerle creer al Gobierno Mexicano que todavía había peligro y publicaron un libro con una lista en donde hacen una mención de ex-combatientes diciendo que todavía representan peligro y la verdad es que no era más que para encubrir sus actividades ilícitas. El autor de esta lista era el Gral. Arturo Acosta Chaparro y el Gral. Quiroz Hermosillo, los que ahora se encuentran recluidos en prisión por el delito de narcotráfico. Así, se aclara cuál era la verdadera intención de hacernos aparecer como un peligro para el Estado.
Lista publicada en el periódico NACIONAL, del día martes 5 de septiembre del año 2000, lista que igualmente se publicó en Internet.
Cabe señalar que el mismo Gral. Acosta Chaparro actualmente también está procesado por el asesinato y desaparición de una gran cantidad de compañeros revolucionarios. Observando en cada nota periodística, cuando se atrapaba alguna banda de narcotraficantes, secuestradores o extorsionadores del crimen organizado, siempre aparecían como participantes los mismos policías que nos persiguieron, ¡miren!, ¿Quiénes eran los delincuentes? Mientras el delincuente común como es el caso de estos policías que laceran a la sociedad; el guerrillero por el contrario realiza un trabajo de constante politización para lograr una base social que es el pulmón que lo alimenta como brazo armado del pueblo, hasta constituirse en su ejército revolucionario.[8] El derecho a modificar la forma de gobierno que otorga la constitución.
El concepto de soberanía popular está magistralmente desenvuelto en el artículo 39 de la Constitución Política de 1857, repitiéndose en el mismo artículo de la de 1917, que dicen: “La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para su beneficio. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.[9] Haciendo un análisis de este artículo 39 queda claro donde dice que el pueblo tiene el derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno, pero a través del propio derecho; a través de los causes que indica la constitución ya que el derecho no otorga la facultad de abolirlo; nosotros al demostrar que agotamos las vías institucionales, la vía democrática y ante la cerrazón, la agresión y la intolerancia por un proyecto de vida mejor que te otorga la propia Constitución, nos dejaron la única vía que históricamente le han dejado a la lucha social: La violencia, la vía armada ya enumere los ejemplos anteriores con Hidalgo, Morelos, Zapata, Ricardo Flores Magón, Arturo Gamíz,
Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, a cada uno se le reconoció su aportación histórica y a nosotros con el movimiento armado de los años setentas se nos adjudicaba el logro de la apertura política (aunque yo sigo reclamando la apertura económica y social). En otras palabras tal y como lo mencionan inclusive algunos tratadistas de derecho constitucional como Jorge Carpizo y Jorge Madrazo, quienes señalan “que el derecho a la revolución es un derecho de vida, de la realidad, metajurídico. En este sentido se interpreta la última frase del artículo 39 constitucional”.[10] ''Echeverría Álvarez fue un presidente esquizofrénico, siniestro, ya que para los gobiernos extranjeros tenía una actitud demagógica de supuesta cercanía con la izquierda, con personajes como Salvador Allende y muchos otros, pero dentro del país masacraba y torturaba a los habitantes''. Teórica y prácticamente, el reconocimiento de los derechos del hombre vienen a ser la condición indispensable para el debido y correcto agrupamiento de los humanos en sociedad, y las garantías que el Estado debe otorgar a esos derechos del hombre con la condición también indispensable del progreso de los individuos, el cual es a su vez indispensable para que se produzca el progreso social. En resumen, la seguridad, no sólo jurídica, si no también social y material, de la libertad personal, de la propiedad, del trabajo libre, del comercio y de la industria, que nuestra Constitución de 1917 muy acertadamente mediante amplias y detalladas regulaciones, es el presupuesto necesario para la tranquilidad de los particulares, para la eficiencia de su actuación y para el consiguiente progreso social. ¡Me niego rotundamente a renunciar a la esperanza y recurro a las reservas morales!
_______________ [2] Datos obtenidos del disco compacto para P.C. “LEGISLACIÓN PENAL”. [3] Datos tomados de los discos compactos para P.C. “LEGISLACIÓN PENAL” y “IUS”. [4] El autor del presente texto fue fundador de los Vikingos, del FER, y militante del movimiento guerrillero, sufriendo prisión en varias cárceles del país. [5] Luis Bazdresch, Garantías Constitucionales, Pág. 35, Editorial Trillas. [6] Armando Olivares Dávalos, Las noches rojas de la FEG, Servicios Editorial S.A. de C.v:, México, 2004, pág. 48 [7] Testimonio personal en La Charola, de Sergio Aguayo Quezada. México, Editorial Grijalbo, 2001, pág. 182. [8] José A. García Andrade, Raíces de la violencia, un estudio sobre el mundo del delito, s/d pág. 311, 312, 313 y 314. [9] Bazdresch Luís. Garantías Constitucionales, curso introductorio.Págs. 25, 26, 27. [10] Jorge Carpizo y Jorge Madrazo, Derecho constitucional, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, D.F., 1991, Pág. 24.
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