Material Para Retiro

April 8, 2019 | Author: Mariu Soza | Category: Abraham, Christ (Title), Mary, Mother Of Jesus, Love, Prayer
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Cronograma para el retiro de 2do Año de Confirmación JESÚS ME LLAMA OBJETIVOS: • Generar un espacio de introspección personal para tener un encuentro con Dios y consigo mismo • Dar un clima de meditación y oración para plantear una experiencia de fe • Presentar una opción de compromiso en la Fe, para que después de que reciba la Confirmación, descubra que Jesús es un amigo que te llama a servir al reino de Dios. Horario Actividad Responsable DIA 1: SENSIBILIZACIÓN – Análisis de mi vida - ¿QUIÉN SOY YO? 19:30 a 20:00 Recepción, ubicación y lineamientos generales 20:00 a 21:00 CENA de Bienvenida 21:00 a 21:30 Ubicación personal – “El sentido de vivir” 21:30 a 22:30 Ubicación en la historia personal – “Autobiografía” Reflexión y análisis – Conforman grupos de trabajo y 22:30 a 23:00 ayuda 23:00 a 23:30 Plenario: feed back 23:30 a 24:00 Oración personal DIA 2: CONCIENTIZACIÓN – Presentamos el “llamado al servicio” 8:00 a 8:30 Oración de la mañana: “Salmo de interiorización” 8:30 a 9:00 DESAYUNO 9:00 a 10:00 ¿Quién es Jesús de Nazareth? 10:00 a 10:30 10:30 a 11:30 11:30 a 12:00 12:00 a 13:00 13:00 a 14:00 14:00 a 16:00 16:00 a 17:00 17:00 a 17:30 17:30 a 18:30 18:30 a 19:00 19:00 a 20:30 20:30 a 21:30 21:30 ... 24:00

Plenario Ejemplos bíblicos de Vocación Plenario ALMUERZO Descanso – tiempo de oración Película “Cadena de Favores” Trabajamos en base a la película MERIENDA “Panes, peces y talentos” Preparación para el Sacramento de Reconciliación Sacramento de Reconciliación CENA Adoración al Santísimo Oración personal

DIA 3: PROYECCIÓN – María, una mujer que dijo sí – Jesús nos envía 8:00 a 8:30 DESAYUNO 8:30 a 9:00 Oración de la mañana – preparación para la misa 9:00 a 10:00 MISA 10:00 a 11:00 Proyecto de Dios sobre la mujer: EL SI DE MARÍA 11:00 a 11:30 Reflexión individual 11:30 a 12:00 Plenario 12:00 a 13:00 ALMUERZO

Hacia un proyecto de vida personal – Una carta de Jesús 13:30 a 14:00 Limpieza de la casa de retiro 13:00 a 13:30

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14:00 a 15:00

Evaluación final y despedida

Algunas pautas para el retiro La metodología que se usará en este retiro seguirá estos pasos: • Presentación del disparador y oración individual • Reflexión grupal (2 chicos y un servidor como guía) • Plenario con todo el grupo Las comidas se organizarán con un responsable a cargo (servidor) y un equipo de servicio. La capilla estará siempre abierta y con la presencia del Santísimo Sacramento para poder hacer oración ante Él. Durante la noche haremos oración ante el Santísimo por turnos ( de 2 horas aproximadamente) en grupos de 2 servidores y quienes deseen hacerlo.

LA VIDA ES VOCACIÓN Hoy, ¿el hombre sin vocación?” I. El panteón Hoy las cuestiones fundamentales de la vida corren el peligro de ser sofocadas o eludidas. El sentido de la vida más que buscado viene impuesto: o por lo que se vive en lo inmediato, o por lo que satisface las necesidades; la conciencia llega a ser cada vez más extraña, y las cuestiones más importantes quedan sepultadas. Un aspecto que caracteriza la actualidad socio-cultural del mundo es la abundancia de posibilidades, de ocasiones, de solicitudes, frente a la carencia de enfoques, de propuestas, de proyectos. Como la Roma antigua, la sociedad moderna se asemeja a un panteón, a un gran « templo » en el que todas las « divinidades » tienen cabida, y cada « valor » tiene su puesto y su hornacina. Resulta difícil, en tal contexto, tener una visión unitaria del mundo y, por tanto, llega a ser débil, también, la capacidad proyectiva de la vida. Cuando una cultura, en efecto, no define ya las supremas posibilidades de significado, o no logra la convergencia en torno a algunos valores como particularmente capaces para dar sentido a la vida, sino que pone todo al mismo plano, pierde toda posibilidad de opción proyectiva, de apertura a algo más grande, y todo llega a ser indiferente y sin importancia. Por un lado, buscamos apasionadamente autenticidad, afecto, relaciones personales, amplitud de horizontes; y por otro, nos sentimos fundamentalmente solos, «heridos» por el bienestar, engañados por las ideologías, confusos por el relativismo dominante. II. El grito El criterio con el que la mentalidad de hoy acostumbra a mirar el futuro se centra en el provecho o el gusto o la comodidad para el individuo. El camino a elegir, la persona que amar, la profesión a desarrollar, la facultad donde matricularse –todo está dispuesto de modo que se erija como criterio absoluto la utilidad particular del individuo, dentro de horizontes que reducen el deseo de libertad y las posibilidades de la persona a proyectos limitados, con la ilusión de que somos libres. Son opciones sin ninguna apertura a lo que el hombre realmente desea, al misterio y a la trascendencia. Quizá también con escasa responsabilidad respecto a la vida, -2-

propia y ajena. Es, en otras palabras, una sensibilidad y mentalidad que diseñan una antivocacional. Es tanto como decir que, en nuestro mundo, culturalmente complejo y sin puntos precisos de referencia, el modelo antropológico prevalente fuese el del «hombre sin vocación ». III. Nómadas He aquí una posible descripción: « Una cultura pluralista y compleja nos hace jóvenes con una identidad frágil y fragmentada, con la consiguiente indecisión crónica frente a la opción vocacional. Somos nómadas: circulamos sin pararnos en el ámbito geográfico, afectivo, cultural, religioso. "Vamos tanteando". Por esto tenemos miedo de nuestro porvenir, experimentamos desasosiego ante compromisos definitivos y nos preguntamos acerca de nuestra existencia. Si por una parte buscamos, a toda costa, autonomía e independencia, por otra, tendemos, como refugio, a ser dependientes del ambiente socio-cultural y a conseguir la gratificación inmediata de los sentidos: aquello que me “pide el cuerpo”, que "me hace sentirme bien", en un mundo afectivo hecho a nuestra medida. Produce una inmensa pena encontrar jóvenes, incluso inteligentes y dotados, en los que parece haberse extinguido el deseo de vivir, de creer en algo, de tender hacia objetivos grandes, de esperar en un mundo que puede llegar a ser mejor también gracias a su esfuerzo. Son jóvenes que parecen sentirse superfluos en el drama de la vida, dimisionarios de la tarea que en la vida tendrían que hacer, extraviados a lo largo de senderos truncados y aplanados en los niveles mínimos de su tensión vital. Son jóvenes sin vocación, pero también sin futuro, o con un futuro que, todo lo más, será una fotocopia del presente. IV. La esperanza del hombre de hoy: la vida como vocación. La vocación fundamental del hombre se contiene en la vocación a la vida y a una vida concebida desde su origen a semejanza de la divina. El acto creador del padre es lo que provoca el conocimiento de que la vida es una entrega a la libertad del hombre, llamado a dar respuesta personalísima y original, responsable y llena de gratitud. Dios me ha llamado de la nada. Entre los miles de millones de seres posibles, Él me ha elegido y me ha llamado a mí. Mi vida está constituida por esa llamada. Mi vida continúa porque Él continúa llamándome impidiendo que vuelva a caer en el silencio de la nada del que fui sacado. Mi existencia es fruto del amor creador de Dios, de su palabra creadora. Vengo a la vida porque soy amado, pensado y querido por una Voluntad que nos ha preferido a la noexistencia, que nos ha amado antes de que fuésemos. V. Una voz me llama Mi vida es una Voz que me llama, la Voz potente de Aquél a quien se debe todo lo que existe; mi vida es una respuesta obligatoria a esa Voz que me está llamando. En la existencia de algunos hombres la llamada de Dios se ha dejado realmente sentir con la inmediatez concreta de una voz humana, suscitando la sorpresa o el sobresalto que experimentamos cuando nos sentirnos llamar de improviso por nuestro nombre. Esto es, pues, lo que anima la concepción cristiana de la vida: que la vida es vocación, que la vida es llamada. Y el sentido de las cosas y de las circunstancias -3-

consiste en que son como palabras en las que se articula el sonido de esa voz inefable. VI. Fiarse La vocación es lo que explica, en la raíz, el misterio de la vida del hombre, misterio de predilección y gratuidad absoluta. De hecho, existe una criatura en al que le diálogo entre la libertad de Dios y la libertad del hombre se realiza de modo perfecto, de manera que las dos libertades puedan actuar realizando plenamente el proyecto vocacional. Una criatura que nos ha sido dada para que en ella podamos contemplar un perfecto designio vocacional, el que debería cumplirse en cada uno de nosotros. María es la imagen de la elección divina de toda criatura, elección que va más allá de lo que la criatura puede desear para sí: que le pide lo imposible y le exige sólo una cosa: FIARSE. Ella es modelo de la libertad humana en la respuesta a esta elección. Libre para pronunciar su sí, libre para encaminarse por la larga peregrinación de la fe. La vida entendida como vocación es, por ello, la única concepción que hay de la vida como algo vivo. Fuera del amor no hay vida humana. Cualquier otra concepción de la vida reduce ésta a algo mecánico, rutinario. Desde esta llamada, la vida se convierte, por el contrario, en una gran aventura. La conciencia de que la vida es un don no debería suscitar solamente una actitud de agradecimiento, sino que debería sugerir la primera gran respuesta a la cuestión fundamental sobre el sentido: la vida es la obra maestra del amor creador de Dios y es en sí misma una llamada a amar. “El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano “ (JP II) VII. Un lugar: Cristo Gracias a este amor que lo ha creado nadie puede considerarse superfluo, porque es llamado a responder según un designio de Dios pensado exclusivamente para él. Y por tanto, el hombre será feliz y plenamente realizado estando en su lugar, aceptando la propuesta del amor de Dios. Este «lugar» es uno solo: Cristo, al que debe pertenecer el hombre si no quiere faltar irremediablemente a su vocación de hombre. Participar de la vida de Cristo constituye el contenido esencial de toda vocación humana. La vocación de todo hombre y mujer se realiza en referencia a Jesucristo. Estamos llamados a vivir y ser en Cristo. El hombre es vocación a Cristo, por lo mismo, vocación a la Iglesia, conjunto de los que forman el Cristo actual. Si, pues, todo ser humano tiene su propia vocación desde el momento de su nacimiento, existen en la Iglesia y en el mundo diversas vocaciones que manifiestan la imagen divina impresa en el hombre. “La Iglesia particular es como un jardín florido, con gran variedad de dones y carismas, funciones y ministerios. De aquí la importancia del testimonio de la comunión entre ellos, abandonando todo espíritu de competencia”.

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“Cuando pienso en el mundo, que se apaga y muere por la falta de Cristo; cuando pienso en el caos profundo en que se desbarranca la inquieta y ciega humanidad por la falta de Cristo; cuando me encuentro con la fuerza de la juventud marchita y destrozada en la primavera misma de la vida por falta de Cristo, no puedo ahogar las quejas de mi corazón. Quisiera multiplicarme, dividirme, para escribir, predicar, enseñar a Cristo. Y del espíritu mismo de mi espíritu brota contundente y único grito; ¡Mi vida por Cristo!” Juan Pablo II

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Charla previa al retiro OBJETIVOS:  Plantearse la vida como vocación, como respuesta a una llamada de Dios METODOLOGÍA  Motivación El día de la confirmación expresamos la decisión de vivir más intensamente nuestra condición de cristianos, y recibimos la fuerza del Espíritu para poder hacerlo. Todo esto podemos hacerlo a través de los diversos estados de vida: matrimonio, vida religiosa, sacerdocio. Lo estamos haciendo de dos modos, uno práctico con el testimonio de personas que siguen en sus vidas la vocación cristiana y otro teórico planteando la cuestión de la llamada ‘Vocación cristiana’  Desarrollo Primera parte – Panel sobre las distintas vocaciones cristianas de las personas que hemos invitado a que nos hablen de la vocación: ¡qué nos llamó la atención? ¿Cómo surgió? ¿Cómo se ha ido perfilando y madurando? ¿Momentos alegres y dificultades? ¿Momentos importantes?. Segunda parte a) Hacer el eco de lo más significativo del panel sobre la vocación b) Explicar el ‘árbol de la vocación’ con sus distintas ramas: matrimonio, sacerdocio, vida religiosa. La vocación cristiana está entroncada en la consagración bautismal es su concreción y explicitación. c) Terminamos con la oración final pidiendo al Señor que lleguemos a vivir la vida como vocación. DESARROLLO DE LOS TEMAS DEL RETIRO: DIA 1 SENSIBILIZACIÓN El sentido de vivir: ¿Para que? ¿Hacia donde? Ver fotocopia de TEMA 1 • Escuchamos la canción Ah...ah...¿cuál es el sentido de vivir? Ah...ah...¡donde hay un camino para ir? • Respondemos al cuestionario ¿Te preguntaste alguna vez para que vives? ¿O si lo haces según se van sucediendo los hechos, sin pensar? Haz una lista de las actividades que realizas y analiza para que las haces Comenta que te sugiere la canción. ¿Qué cosas crees que deberías modificar? Autobiografía: Con el fin de ubicarnos en la historia de nuestras vidas, si deseamos ser protagonistas en ella, debemos mirar el presente, con base en el pasado y fundamentar el futuro. Trabajo a fondo Ver fotocopia de TEMA 2 Oración personal: Ver fotocopia de oración: “Como a mi mismo” DIA 2 CONCIENTIZACIÓN: Oración de la mañana: -6-

Ver “Salmo de interiorización” (¿quién podrá permanecer erguido?) ¿Quién es Jesús de Nazareth? Ver fotocopias de TEMA 3 Ejemplos bíblicos de Vocación: Cada servidor tomará un personaje y lo desarrollará con el grupo que tiene a cargo MARÍA MAGDALENA ¿HABÉIS VISTO EL AMOR DE MI ALMA? El texto que aparece a continuación es, ni más ni menos, un antiguo bolero, de hace muchos años, de un grupo sudamericano llamado Los Panchos. Seguro que habéis oído alguna vez esta canción pues es bastante famosa. (Se escucha si se consigue el disco, o en su defecto se canturrea o lee) Si tú me dices ven, corazón con corazón... lo dejo todo. Reír contigo Si tú me dices ven, ante cualquier dolor. será todo para ti. Llorar contigo, Mis momentos más ocultos llorar contigo también te los daré. será mi salvación. Mis secretos, que son pocos, serán tuyos también. Pero si tú me dices ven, lo dejo todo. Si tú me dices ven, Que no se te haga tarde, todo cambiará. y te encuentres en la calle... Si tú me dices ven, perdida, habrá felicidad. sin rumbo, Si tú me dices ven... y en el lodo... Si tú me dices ven... Si tú me dices ven, lo dejo todo... No detengas el momento, No detengas el momento.(Se repite por las indecisiones, desde aquí hasta el final) para unir alma con alma, ¿A vos no te ha pasado nunca nada parecido?, ¿No has tenido experiencia alguna vez de desear que algo pase, de desear que se acabe el aburrimiento, que alguien te diga: “¡vente a ...!”?. ¿No has pasado por algún momento en el que deseas que alguien te invite a algo importante, de querer que te inviten a ir con alguien a algo, a una fiesta, a un paseo, a una actividad que hacen que te mola y a la que no pides que te inviten por vergüenza u orgullo? Te invito a escribir en un papel, sin poner tu nombre, alguna experiencia de esto. Y te recuerdo una cosa: no tenés que poner cosas bonitas sino experiencias reales de estas situaciones. No es un concurso de poesía sino de realismo. Esta misma experiencia de tener grandes deseos en el corazón de ser felices, de ser llamada, de encontrarse con alguien la tuvo también una mujer del Israel del siglo I. Estaba deseando que algo ocurriera, que alguien le dijera ven. Y esto ocurrió: Alguien llegó y la llamó por su nombre. Te presento a María Magdalena: Se trata de un personaje neotestametario. Podemos distinguir tres momentos en su relación con el Señor: 1) Momento inicial. “Si tu me dices ¡ven!”. María Magdalena aparece relativamente poco en los evangelios. Pero cuando aparece es una mujer loca, una mujer loca por el Señor Jesús. Es legítimo y conveniente preguntarse porqué está loca, ¿qué le ha ocurrido?, ¿qué le hace actuar así?. A responder la pregunta puede ayudarnos un texto del evangelio: -7-

“Y aconteció tras esto que él andaba de ciudad en aldea proclamando y anunciado la buena noticia del Reino de Dios. Con él iban los doce y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios...” Lc 8,1-2 Ha ocurrido una novedad, una sorpresa, un acontecimiento que la ha dejado alucinada, que, en definitiva, la ha liberado. Los evangelios no nos narran el acontecimiento explícitamente, pero nos dan una referencia de ese acontecimiento 2) El tiempo de los dichos y las palabras del Señor. “Lo dejo todo” Su amor hacia el Señor es fortísimo. Por él lo deja todo y va con él por los caminos. María permanece junto al Señor antes de los duros momentos de pascua. Permanece con él y va con él por el camino, oyendo sus palabras y viendo sus actos salvadores. ¿Por qué permanece?, ¿qué le llama la atención de Jesús?, ¿qué mantiene su fe?. En otros textos evangélicos aparece María acompañando al Señor. Vamos a ver uno: “Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos del Zebedeo”. Mt 27,56 3) En los acontecimientos pascuales y después. “Será todo para ti” El amor de María a Jesús es tan grande que le lleva a permanecer junto a él incluso en los duros momentos de la pascua. Su vida ya no es suya: vive dándole todo a él. Está presente en los momentos finales hasta el final, a pesar de las dificultades, del miedo, del dolor. La vemos en el calvario, preocupada del cuerpo del Señor, preocupada también de dónde lo ponen, de cómo lo entierran, del embalsamamiento, de qué pasa con él...: “También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé” Mc 15, 40 “María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían”. Mc 15,7 “Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas delante del sepulcro”. Mt 27, 61 “Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirlo”. Mc 16, 1 “Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro”. Mt 28 Pero lo más grande de su vida fue el gran regalo de amor que Dios la hizo a ella, como regalo a un amor tan fiel y entregado. La hizo testigo de la resurrección y anunciadora de ésta a sus hermanos en la fe: “[10] El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. [2] Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» [11] María se quedaba llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro [12] y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. [13] Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.» [14] Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. [15] Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.» [16] Jesús le dijo: «María». Ella se dio la vuelta y le dijo: «Rabboní», que quiere decir «Maestro». [17] Jesús le dijo: «Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre vuestro; a mi Dios, que es vuestro Dios. » [18] María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor y me ha dicho esto. »”. Jn 20,1-18

Preguntas: ¿Por qué crees que la Magdalena cambia de vida?, ¿Qué ha pasado en su vida? ¿Por qué La Magdalena ama tanto al Señor? ¿Cuál es el acontecimiento más importante de la vida de la Magdalena? ¿Qué le pide el Señor a ella?

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Releyendo la canción de Los Panchos, ¿crees que la Magdalena hubiera podido cantar esa canción si hubiera sabido lo que le iba a ocurrir en su vida?. ¿Qué par de frases crees que le pegan más a la historia de su vida? (elige dos que te llamen la atención) Es un testigo del amor de Dios y quiere llevarte hasta él Los seres humanos hemos sido hechos por un designio amoroso de la Trinidad, estamos en relación con ella. Dios no nos da una vida neutra, sin horizonte, sin finalidad, sino que él habla con nosotros y nos llama a responder a su llamada de amor con una respuesta de amor. Esto es la vocación. Pero podemos distinguir más concretamente la vocación, mostrando qué llamadas Dios nos hace: Todo hombre está llamado a la vida divina y a la comunicación con Dios, a la santidad La humanidad entera, todos nosotros, fruto de un designio amoroso de Dios, estamos llamados a unirnos a él, a ser elevados a la vida de Dios. Esto es participar de la amistad con Dios, algo que, si bien se piensa, es inaudito para tantos hombres. Sin embargo estamos llamados a ver a Dios, aunque no podemos realizar esto sin la condescendencia de Dios, que se da a sí mismo, permitiéndonos vivir con él y junto a él, siendo hijos en el Hijo. Él nos llama a todos a ser perfectos como el Padre de los cielos es perfecto, es decir, a la santidad. Y bien, ¿Cuál es la vocación de María Magdalena?. Es una vocación a la santidad, a la vida de santidad y unión con Dios, como todos los seres humanos, pero, concretamente, aunque no sabemos exactamente su estado, sí sabemos que Jesús le confió una misión especial: anunciar a los apóstoles la resurrección de Cristo. De hecho la oración colecta de la misa de la fiesta dice: " Cristo, tu unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual". Con lo cual se resalta que es un testigo privilegiada de la resurrección, antes aun que los apóstoles. Para que le conozcas y goces de su amistad Vamos a orar ahora a Dios, de la mano de María Magdalena, esa mujer sanada, libertada y llamada por Cristo. Canción: VEN Y SÍGUEME (C. Erdozain) Texto bíblico: "Y andando Jesús junto a la mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores. Y les díce: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron. Y pasando de allí vio otros dos hermanos, Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando luego el barco y a su padre, le siguieron. Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo." Dejamos unos minutos de silencio Y ahora ¿tú que dices? Esta experiencia de María con el Señor no es sólo una oferta para María. También nosotros estamos llamados a una vocación cristiana específica que hemos de descubrir y seguir. Para ello es necesario que asumamos algún pequeño compromiso, en la línea de descubrir la vocación. Es bueno que escojamos alguno y digamos cada uno el suyo. María Magdalena: Guía del catequista La catequesis que vamos a realizar tiene como objetivo presentar la vocación cristiana en general, y las posibilidades que hay en las vocaciones particulares. Es una catequesis eminentemente vocacional, que busca primariamente que se -9-

reconozca como algo importante el hallar y vivir la vocación propia de cada uno. Para ello tomamos como base una vocación concreta del NT: La Magdalena y seguimos una metodología en cinco puntos, que detallo pormenorizadamente a continuación: Sección sin título: Aquí se presenta el tema con una canción, escogida por sus claras resonancias vocacionales. En realidad en la experiencia del enamoramiento que se narra en ella hay muchas cosas análogas a la experiencia de la vocación que se da en la realidad. Se trata de cantar la canción o escucharla si es posible hallar la canción en algún disco del abuelo. Si no, ¡valor y al toro!, se puede cantar o al menos leer bien, despacio y vocalizando. Hay que caer en la cuenta de las frases que evocan la vocación, incluso enfatizándolas en la lectura o canto, para que luego nos sirvan de base para iniciar un diálogo Después se pretende poner en relación la canción y el contenido con la vida de los chicos, buscando algo que sea análogo en su propia vida. Buscamos suscitar el recuerdo de experiencias en las que la gente haya mascado un deseo de algo más grande que lo que vive y tiene, como se ve en el texto, para luego identificar el deseo con posibles soluciones (el viejo truco). Por eso saber motivar estas experiencias y crear la confianza para que las cuenten es vital. Para evitar los típicos cortes, risitas y bufonadas se les pide que lo escriban en un papel, pues garantizando el anonimato tal vez se abran más. Con el cúmulo de deseos suscitado y escrito en papeles, se procede leer (el catequista puede añadir el suyo) y se da un paso más allá: Estas cosas le pasan a todo el mundo, a nuestro personaje también. Cristo se cruzó con ella y simplemente ocurrió. Así damos acceso a la siguiente sección: Te presento a: María Magdalena Esta es una parte más cognoscitiva, en la cual prima más el aspecto de los conocimientos. Aquí queremos que los chavales conozcan mínimamente la experiencia real de esta excelente mujer. Por eso se basa todo en textos bíblicos donde aparece ella y donde se ve su experiencia de amor con el Señor. Para mantener la relación con la canción he mantenido un cierto paralelismo de frases con la canción de los Panchos, ya que nos interesa que todo tenga unidad, de modo que no parezca una catequesis atomizada, sin unidad. Esta sección quizá es demasiado larga, por lo que puede ser acortada y simplificada, pero manteniendo dos polos: a) María es sanada de los demonios y esa experiencia la llena de amor al maestro y b) María es testigo privilegiado y único de la resurrección. Estos dos datos son inamovibles pues, si se retiran, se difumina el rostro bíblico, tan vivo, de María. Queremos que los chicos sepan quien era y qué le pasó, de modo que entiendan que a ellos les puede pasar también y que la vocación no machaca la vida de la gente sino que da vida. Estas dos ideas son centrales y hay que machacarlas todo el rato sin miedo a ser pesados. Pocas ideas pero remarcadas y bien presentadas son base del éxito. Las preguntas finales de la sección quieren aclarar la vida de la Magdalena, haciendo caer en la cuenta a los chicos de que lo que le pasó cambio su vida y también remarcando y buscando la relación de la vida y milagros de esta mujer con la letra de la canción. Con estas preguntas queremos poner claramente ante los ojos de los chicos la vida trasformada y plenificada de esta mujer Es un testigo del amor de Cristo y quiere llevarte hasta él:

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Esta parte está para hacer una radiografía de la vocación de servicio, de modo que los chicos conozcan como se puede servir a Dios y a los hombres en la vida y no sólo que se puede y se debe servirlos. En primer lugar se habla de la vocación que todos tenemos a la filiación divina, a la unión con Dios y por tanto a la santidad. Se habla de la vocación universal de todo hombre. Hay que aclarar que esta es una vocación universal, para todos los hombres y no sólo para unos pocos. Aclarar esto es importante pues si no muchas veces la gente cree que lo de ser santos es cosa de gente rara que pone los ojos en blanco y de ninguna manera es así. El objetivo de esta sección es lograr que conozcan la importancia de la vocación universal y las vocación al servicio especialmente Para que le conozcas y goces de su amistad La oración es el momento de meter todo esto en el corazón. Ofrecemos un posible esquema para esta oración: Canción (que se puede cambiar por otra de temática vocacional si no se sabe). Texto de Mateo sobre la vocación de los apóstoles. Se podrá usar también el texto del cantar de los cantares 3, que es citado libremente en Jn 20, 13. Allí se pone en relación a la amada del Cantar con María “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. 2 Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad;

Por las calles y por las plazas Buscaré al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé 3 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,

Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? 4 Apenas hube pasado de ellos un poco,

Hallé luego al que ama mi alma; Lo tomé, y no lo dejé Canto breve, si se juzga oportuno Y ahora, ¿tú que dices? Esta sección busca concretar un propósito para los chicos en este camino personal de descubrir la vocación. Los objetivos que yo he puesto allí son elevados pero accesibles si hay interés. Algo muy importante es que oren y que se dejen ayudar por alguien más experimentado en estas lides que ellos. JEREMÍAS Imagínate que tienes que explicar ante todo tipo de gente, los más amigos y también los menos, un viernes por la noche, en clase ,etc. los siguientes temas: por qué crees que es incoherente ir de solidario por la vida, por qué no es bueno tener relaciones sexuales en una relación de pareja no casada, usar preservativos, etc. por qué para divertirse no es necesario emplear drogas, bebidas alcohólicas, intentar fumar un porro en una discoteca, llegar a casa a las tantas de la madrugada ,etc. por qué el cristianismo es verdad para todas las personas, las que están de acuerdo con lo que en él se afirma, y las que no. Es decir, por qué la verdad que proclama la Iglesia no es relativa, no depende de los puntos de vista. TE PRESENTO A... JEREMÍAS, EL PROFETA. A Jeremías Dios le llamó para que hablara a los israelitas de su parte. Dios le hizo comprender su amor por él y por todos los hombres, y cómo éstos se estaban - 11 -

apartando de Él. Su misión fue llamar a los hombres para que recuperasen su vocación, la de ser hijos de Dios. Jeremías tuvo que explicar a sus contemporáneos lo que estaban haciendo mal y lo que tenían que hacer para volver a su antigua relación con Dios. Como se puede comprender fácilmente, esto le supuso discusiones, problemas y dificultades muy serias. A nadie le gusta que nos digan las cosas que hacemos mal, y menos aún que nos digan lo que tenemos que hacer. No nos gusta que nos lo diga alguien con autoridad sobre nosotros (padres, profesores, etc.), pero lo que es casi imposible que aceptemos es que nos lo diga uno de nosotros, un amigo o compañero. Con los ejemplos que hemos visto en el apartado anterior se entiende fácilmente. Vocación de Jeremías: “(4) Entonces me dirigió Yahvé la palabra en estos términos: (5) Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo te constituí profeta de las naciones (6)Yo dije: "¡Ah, Señor Yahvé! Mira que soy un muchacho". (7) Y me dijo Yahvé: No digas "soy un muchacho", pues a dondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. (8) No les tengas miedo, que contigo estoy para salvarte -oráculo de Yahvé-. (9) Entonces alargó Yahvé su mano y tocó mi boca. Y me dijo Yahvé: Mira que he puesto mis palabras en tu boca. (10) Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar”. (Jer 1, 4-10) En este relato están presentes todos los elementos de la vocación de Jeremías, que son equivalentes a los de cualquier otra vocación: • encuentro con Dios y llamada a una misión (versículos 4-5), • reacción natural de miedo (versículo 6), • insistencia de la llamada de Dios a la misión sin importar las dificultades (versículo 7), • palabras de aliento y apoyo de Dios (versículo 8), • signo o prueba que Dios da de que Él está con el profeta (versículos 9-10) Jeremías anunció al pueblo la palabra de Dios, y en ocasiones se sirvió de signos para ejemplificar lo que iba a suceder si no se convertían y abandonaban su pecado de idolatría. "Entonces Yahvé dijo a Jeremías: Ve y compras un jarro de cerámica, sales a la entrada de la puerta de la muralla y pregonas allí: "Pienso traer sobre este lugar una desgracia, porque me han dejado, han hecho extraño este lugar y han incensado en él a otros dioses". Luego rompes el jarro a la vista de todos y les dices: Así dice Yahvé Sebaot: "Quebrantaré yo a este pueblo y a esta ciudad, como quien rompe un cacharro de alfarería, que ya no tiene arreglo" (Cf. Jer 19, 1-3.10-11) Jeremías pasó por momentos de serias dificultades, porque veía que los hombres a los que llevaba el mensaje de Dios no lo acogían, y en vez de convertirse le insultaban, menospreciaban e incluso intentaban matarle. "El sacerdote Pasjur, hijo de Imer, que era inspector jefe de la Casa de Yahvé, oyó a Jeremías profetizar dichas palabras. Pasjur hizo dar una paliza al profeta Jeremías y lo hizo meter en el calabozo" (Jer 20, 1-2) "Yahvé me lo hizo saber, y así lo supe. Entonces me descubriste, Yahvé, sus intrigas. ¡Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber que intrigaban contra mí!: "Destruyamos el árbol en su vigor; borrémoslo de la tierra de los vivos, y su nombre no vuelva a mentarse" (Jer 11,18-19) En algunos momentos Jeremías llegó a caer en una depresión ante las dificultades que se le venían encima por proclamar la palabra de Dios. - 12 -

"¡Maldito el día que nací!, ¡el día que me dio a luz mi madre no sea bendito! ¿Para qué haber salido del seno, a ver pena y aflicción, y a consumirse en la vergüenza mis días?" Sin embargo, siempre tuvo a Dios a su lado, y a pesar de las dificultades, fue fiel a la misión que el Señor le encomendó. "Yo te haré para ese pueblo muralla de bronce inexpugnable. Y pelearán contigo, pero no te podrán, pues contigo estoy yo para librarte y salvarte - oráculo de Yahvé-. Te salvaré de la mano de los malvados y te rescataré del puño de esos rabiosos" (Jer 15, 20-21). A lo largo de su vida, Jeremías se fió de Dios, y cumplió su misión: la palabra de Dios llegó a su pueblo. Sin embargo, podría pensarse que su vida fue un fracaso absoluto, porque la mayoría del pueblo de Israel no se convirtió, sino que siguió viviendo de espaldas a Dios. A pesar de que Jeremías les había avisado repetidamente de que la única salida ante la situación de amenaza de invasión que vivía su país era la conversión al Señor, casi nadie le hizo caso. El resultado fue que, como no se convirtieron, Israel fue invadido por Babilonia, un país vecino. Allí deportaron a todos los israelitas. Jeremías se escapó de los babilonios, pero también murió lejos de su tierra. Las últimas noticias que tenemos de él antes de su muerte lo localizan en Egipto. A pesar de todo esto, la vida de Jeremías fue un rotundo éxito. Gracias a que él hizo lo que Dios le pidió, una parte del pueblo de Israel fue fiel al amor que Dios les había manifestado a lo largo de su historia. Gracias a la palabra de Dios que Jeremías hizo llegar a los israelitas, un grupo de ellos siguió siendo fiel a la alianza de salvación que Él había hecho con su pueblo. Comparemos la actitud de Jeremías con la nuestra en el caso que expusimos antes. ¿cómo actúa Jeremías ante el rechazo de los hombres?, ¿y tú cómo te sitúas? ¿cuáles son sus sentimientos?, ¿y los tuyos? ¿cuál es su respuesta?, ¿y la tuya? ¿cuál es la respuesta de Dios ante las situaciones por las que pasa?, ¿y la tuya... o te da igual todo esto?, ¿crees que es una cosa invisible o irrealizable, o al contrario, al igual que Jeremías te planteas la confianza en Dios para lo que sea? ES UN TESTIGO DEL AMOR DE DIOS Y QUIERE LLEVARTE HASTA ÉL. Introducción general sobre la vocación cristiana Dios llama a todo hombre. Primero lo llama a la existencia, a la vida. Y luego, sucesivamente a lo largo de su vida, lo va llamando a tener una mayor relación de amor con él para que el hombre pueda tener la plenitud y felicidad que desea en lo más hondo de su ser. A cada uno de nosotros nos llama de una forma concreta: nos llama "por nuestro nombre". De este modo, el hombre puede alcanzar la felicidad plena en una relación de amor con Dios y ayudar a Dios a que otros hombres puedan alcanzar esa misma felicidad. Esa vocación puede tener distintas formas: el matrimonio, el sacerdocio, la vida religiosa, la consagración de los laicos, la vida contemplativa, etc. Pero lo común a todas ellas es que se puede realizar ese proyecto de amor de Dios para cada uno de nosotros y para toda la humanidad. Jeremías, un caso concreto. Relación con la vocación cristiana. La vocación de Jeremías fue llamar a los hombres a volverse a Dios y a eliminar de su vida aquello que les alejaba de Él. En una palabra, su misión fue llamar a la conversión. A eso es a lo fueron llamados los profetas; ésa era su vocación. Por cierto, ¿sabes que todo cristiano por el bautismo es constituido profeta, además de sacerdote y rey?. ¡Así que tú también eres profeta, has de hablar a los hombres de parte de Dios!. Todo cristiano es enviado a los demás hombres, para que puedan participar de la Vida con mayúscula. Esa Vida con mayúsculas es la relación de - 13 -

amistad con Dios, lo único que nos hace felices. Dios quiere que tú, libremente, le ayudes a llevar adelante su plan para toda la humanidad: que tengan Vida y Vida Eterna, que tengan una relación de amistad profunda con Él para que puedan ser auténticamente felices. • ¿cómo les hablarías de Dios? • ¿realmente mi relación con Dios es algo tan importante para mí, y que me hace tan feliz, que quiero que otros vivan lo mismo? • ¿cómo ayudo a otros a que se aparten de lo que hacen mal y se acerquen a Dios? • ¿o en realidad me callo por comodidad o por miedo de lo que me puedan decir otros? PARA QUE LE CONOZCAS Y GOCES DE SU AMISTAD Un posible esquema para la oración puede ser: 1. Canto: “Heme aquí”, "El profeta", "Id y enseñad", u otra canción de tipo misionero o vocacional. 2. Palabra de Dios: “Entonces me dirigió Yahvé la palabra en estos términos: Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo te constituí profeta de las naciones Yo dije: "¡Ah, Señor Yahvé! Mira que soy un muchacho". Y me dijo Yahvé: No digas "soy un muchacho", pues a dondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. No les tengas miedo, que contigo estoy para salvarte -oráculo de Yahvé-. Entonces alargó Yahvé su mano y tocó mi boca. Y me dijo Yahvé: Mira que he puesto mis palabras en tu boca. Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar”. (Jer 1, 4-10) "Y percibí la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré?, ¿y quién irá de parte nuestra?". Dije: "Heme aquí: envíame" (Is 2,8-9a) "Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros". (Mt 5,11-12) "Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos" (Mt 5,44-45) "Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo". (Jn 15, 19) "En el mundo tendréis tribulación. Pero , ¡ánimo!: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33b) 3. Peticiones libres de los miembros del grupo a la luz de lo que hayan experimentado en la oración. 4. Oración conclusiva del catequista y Padrenuestro como resumen de toda oración cristiana. JEREMÍAS (GUÍA DEL CATEQUISTA) NO DIGAS “SOY UN MUCHACHO” PRESENTACIÓN - 14 -

El objeto fundamental de esta catequesis es la presentación de un aspecto importante de la vocación cristiana a través de la figura del profeta Jeremías. Se trata de ayudar a descubrir la presencia de dificultades en la vivencia de la vocación y la necesidad de permanecer fiel en la prueba a la vocación recibida. Para ello contamos con la ayuda de Dios y con la seguridad de que la victoria final es nuestra. Sin embargo, Él nos pide que libremente colaboremos con su plan de salvación universal. Todos los cristianos tenemos una vocación concreta que vamos descubriendo a lo largo de la vida. Y la fidelidad a la palabra que Dios nos da es esencial para poder vivir esa vocación de modo que se pueda cumplir en nosotros el designio salvífico de Dios para los hombres. Todos somos probados, y a imitación de Jesucristo, probado en el desierto, a lo largo de toda su vida, y finalmente en su pasión y muerte, todos somos llamados a permanecer fieles a la misión que Dios nos da. Sabemos que las pruebas nunca serán superiores a nuestras propias fuerzas si nos mantenemos unidos a Dios. Como narra el Apocalipsis al dirigirse el ángel a la iglesia de Éfeso “Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2,10c). La reacción inicial de miedo de Jeremías es normal, dadas las dificultades a las que se iba a enfrentar si acogía la vocación a la que Dios le llamaba. Sin embargo, su vida nos demuestra que siempre que Dios encarga una misión, pone también los medios para que esa misión se lleve a cabo. La respuesta afirmativa a la vocación que Dios nos da a todos lleva a la realización de la vida en plenitud y felicidad, aún en condiciones dificilísimas. La negativa a seguir a Dios allí donde nos llama se paga con la tristeza del joven rico, que prefirió apegarse a sus seguridades en vez de arriesgarlo todo por Jesucristo y el anuncio del Evangelio. INTRODUCCIÓN En este primer momento buscamos revivir o imaginar experiencias que permitan a cada uno interesarse por su tema, e identificarse personalmente con el personaje bíblico (cuya identidad no tiene por qué revelarse aún). Se trata de que el dramatismo propio de la situación haga que cada uno quede afectado personalmente y se despierte su interés Un modo de proceder puede ser suscitar el diálogo, y en un segundo momento, cuando se hayan obtenido unas conclusiones preliminares, presentar el material impreso.. TE PRESENTO A... JEREMÍAS, EL PROFETA. Se trata aquí de presentar a nuestro personaje como alguien que tuvo una experiencia peculiar: Dios irrumpió en su historia, por puro amor le llamó a una vida nueva y mayor, su propia vida, y le dio una misión singular. A Jeremías Dios le llamó para que hablara a los israelitas de su parte. Dios le hizo comprender su amor por él y por todos los hombres, y cómo éstos se estaban apartando de Él. Su misión fue llamar a los hombres para que recuperasen su vocación, la de ser hijos de Dios. Jeremías tuvo que explicar a sus contemporáneos lo que estaban haciendo mal y que lo que tenían que hacer para volver a su antigua relación con Dios. Como se puede comprender fácilmente, esto le supuso discusiones, problemas y dificultades muy serias. A nadie nos gusta que nos digan las cosas que hacemos mal, y menos aún que nos digan lo que tenemos que hacer. No nos gusta que nos lo diga alguien con autoridad sobre nosotros (padres, profesores, etc.), pero lo que es casi imposible que aceptemos es que nos lo diga uno de nosotros, un amigo o compañero. Con los ejemplos que hemos visto en el apartado anterior se entiende fácilmente. Vocación de Jeremías: seguir los pasos que se proponen ES UN TESTIGO DEL AMOR DE DIOS Y QUIERE LLEVARTE HASTA ÉL.

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Intentamos en este apartado explicar a qué llama Dios a todos los hombres, qué es la vocación cristiana, y en segundo lugar, cuál es la vocación específica de nuestro personaje. Se trata de confrontar a la propia persona con lo que ha "palpado" en este tema, resolver la pequeña crisis que se ha generado al contrastar su vida con la del testigo que ha conocido. Debe procurarse hacer una síntesis personal de la propia fe y mostrar la necesidad de llevar esa novedad a la propia vida, en concreto a la oración-celebración y al compromiso. Introducción general sobre la vocación cristiana Dios llama a todo hombre. Primero lo llama a la existencia, a la vida. Y luego, sucesivamente a lo largo de su vida, lo va llamando a tener una mayor relación de amor con él para que el hombre pueda tener la plenitud y felicidad que desea en lo más hondo de su ser. A cada uno de nosotros nos llama de una forma concreta: nos llama "por nuestro nombre". De ese modo, el hombre puede alcanzar la felicidad plena en una relación de amor con Dios y ayudar a Dios a que otros hombres puedan alcanzar esa misma felicidad. Esa vocación puede tener distintas formas: el matrimonio, el sacerdocio, la vida religiosa, la consagración de los laicos, la vida contemplativa, etc. Pero lo común a todas ellas es que se pueda realizar ese proyecto de amor de Dios para cada uno de nosotros y para toda la humanidad. Jeremías, un caso concreto. Relación con la vocación cristiana. La vocación de Jeremías fue llamar a los hombres a volverse a Dios y a eliminar de su vida aquello que les alejaba de Él. En una palabra, su misión fue llamar a la conversión. A eso es a lo fueron llamados los profetas; ésa era su vocación. PARA QUE LE CONOZCAS Y GOCES DE SU AMISTAD En este apartado intentamos dar alguna pista para que cada uno en particular o el grupo como tal, tenga un tiempo de oración en el que ya no se hable de Dios, sino que se hable con Él. Este paso parece que no lo damos nunca en nuestras catequesis y por eso todo queda cojo. Si la confrontación de la vida con la Palabra de Dios es una acción espiritual, la oración es el lugar del discernimiento vocacional, de la educación para la escucha de Dios que llama, porque cualquier vocación tiene su origen en los momentos de una oración suplicante, confiada y paciente; sostenida no por la exigencia de una respuesta inmediata, sino por la certeza de que la invocación de uno será escuchada, y le permitirá descubrir, a su tiempo, su vocación. Un posible esquema para la oración puede ser: 1. Canto: “Heme aquí”, "El profeta", "Id y enseñad", u otra canción de tipo misionero o vocacional. 2. Palabra de Dios y silencio meditativo. Se puede leer la vocación de Jeremías en voz alta y luego dejar un tiempo de silencio para que los catecúmenos reflexionen sobre ese texto y/o los otros que se acompañan. 3. Peticiones libres de los miembros del grupo a la luz de lo que hayan experimentado en la oración. 4. Oración conclusiva del catequista y Padrenuestro como resumen de toda oración cristiana. Y ahora tú, ¿qué dices? (compromiso personal, evaluable). Es necesario asumir algún compromiso personal, evaluable y concreto que modifique efectivamente la propia situación vital, según lo que cada uno ha descubierto en el tema o en la propia oración. Si no se hace así, nuestras reuniones pasan "por encima de nosotros" sin llevarnos a ningún lado. El que da los temas pierde ilusión y los destinatarios acaban decepcionados ante la incapacidad para creer. - 16 -

Por todo lo anterior, deben concretarse las propuestas que hayan salido de las preguntas formuladas al final del tercer apartado. Puede ser bueno poner un modelo humano contemporáneo, para concretar todo esto. En nuestra época tenemos varios casos: Madre Teresa de Calcuta, los mártires maristas, Van Thuan, etc. Hemos comprobado ya la necesidad de cambiar nuestra vida en algunos aspectos concretos. Para que lo que hemos aprendido lo podamos llevar a la vida, es preciso que asumamos libremente algún compromiso personal que podamos evaluar para comprobar si nuestro caminar tras Jesucristo va siendo cada día más auténtico y profundo. Pistas: • Leer algún texto adecuado para formarnos a la hora de dar razón de nuestra fe, • Organizar formas sanas de divertirse y que no sean las típicas; discoteca, copas, tabaco, pastillas, sexo degradado, etc. e invitar a otros a participar en ellas, • Poner en práctica lo que aprendemos sobre la conversión a la que estamos llamados ayudando en casa, frecuentando los sacramentos o la oración, etc. • Crecer, ser consciente de nuestro ser cristiano; no a ratos, cuando estoy en la parroquia o grupo de referencia, sino también en casa, en el instituto, en el trabajo, etc. para que nuestra fe sea una fe unitaria y global, que afecte a la totalidad de nuestra vida. ABRAHAM solo el que confía, sabe esperar Te presento a Abraham Abraham era un hombre muy rico, con una gran familia. Vivió en el siglo XX antes de Cristo (hace 4000 años). Al final de sus días recibe una llamada de Dios que le dice que salga de su tierra para dirigirse a una tierra que le promete, porque quiere hacer un gran pueblo a partir de él. “Dios dijo a Abraham: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición. Marchó, pues, Abraham, como se lo había dicho Dios, y con él marchó Lot. Tenía Abraham 75 años cuando salió de Jarán. Tomó Abram a Saray, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda que habían logrado, y el personal que habían adquirido en Jarán, y salieron para dirigirse a Canaán. Llegaron a Canaán”(Gn 12) Le prometió Dios una gran descendencia de hijos que poseerían esa tierra fértil y buena a la que se dirigía, pero al cabo de unos años, Abraham seguía sin hijos y sin tierra. Se lo dijo a Dios: “No tengo hijos ni la tierra que me prometiste”. El Señor le respondió: “Y sacándole afuera, le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas.» Y le dijo: «Así será tu descendencia.» Y creyó él en Dios, el cual se lo reputó por justicia.” Así, Abraham se fió de Dios y le dio gracias. Pero pasaban los años y seguía sin tener un hijo. Su mujer ya era muy mayor y no era fértil. Todo indicaba que no tendría ningún hijo. Le costaba confiar en Dios: “Abraham cayó rostro en tierra y se echó a reír, diciendo en su interior: ¿A un hombre de cien años va a nacerle un hijo?, ¿y Sara, a sus noventa años, va a dar a luz?”. Su vida parecía un fracaso. Pero él seguía confiando en Dios y por eso esperaba que se cumpliese lo que le había prometido, aunque no sabía cómo se podría realizar. Al cabo de unos años, en plena vejez, Dios le anunció que tendría un hijo. “Concibió Sara y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el plazo predicho por Dios. Abraham puso al hijo que le había nacido y que le trajo Sara el nombre de Isaac.”. Cuando todo parecía que estaba arreglado, Dios le pide más: “Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y le dijo: «¡Abraham, Abraham!» El respondió: - 17 -

«Heme aquí.» Le dijo: «Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moría y ofrécele allí en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga.»”. A pesar de que su hijo era la ilusión de su vida, y en el que había puesto todo su corazón, se fía de Dios y hace lo que le pide. No pierde la esperanza porque confía plenamente en Dios. Una vez en lo alto del monte, se disponía a sacrificar a su hijo único, entonces le llamó el Ángel de Yahvé desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham!» El dijo: «Heme aquí.» Dijo el Ángel: «No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único.»”. Y Dios le bendijo: “«Por mí mismo juro, oráculo de Yahvé, que por haber hecho esto, por no haberme negado tu hijo, tu único, yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia de la puerta de sus enemigos. Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de haber obedecido tú mi voz.»” (Gn 22) De Isaac nació Jacob y de él todo el pueblo de Israel. Del pueblo de Israel nació Jesús, el hijo de Dios, y por la fe en Jesús nacemos todos los cristianos. Se ha cumplido la promesa hecha a Abraham. Los cristianos, una multitud de todos los tiempos que brillan en el mundo como estrellas en la noche, los hijos de Abraham. ¿Por qué ante una cosa que ya parecía imposible Abraham sigue esperando que ocurriría? ¿Por qué se le llama a Abraham “nuestro padre en la fe”? Es un testigo del amor de Dios y quiere llevarte hasta Él a) Vocación cristiana: Dios nos llama desde antes de nacer a vivir en amistad con Él. Ha pensado en nosotros desde siempre y se fija en nosotros, y nos sigue y no nos deja de lado. Está siempre con nosotros, y espera de nosotros que vivamos con Él como un amigo. Nuestra vocación es a la santidad: a ser amados y corresponder a ese amor de Dios. Esa relación se consolida en el Bautismo y ha de crecer poco a poco a través de la oración, los sacramentos y la vida de fraternidad. Esa amistad se vive de muchas maneras. Da igual que seas estudiante, trabajador, jubilado, astuto o sencillo, brillante o mediocre, simpático o tímido. A todos nos busca Dios para que seamos amigos suyos. b) La vocación de Abraham: Es la primera llamada de Dios a entrar en amistad con el hombre. Fué el primero que respondió generosamente y por eso se le llamó AMIGO DE DIOS. Primero Dios le llama a que salga de su tierra y le siga. Le promete grandes cosas, porque Dios da el ciento por uno. Abraham escucha todo lo que Dios le dice y no duda de su palabra. Aunque parece que las cosas no salen como él esperaba, sin embargo sigue confiando en Dios y por eso espera el cumplimiento de sus promesas. Sólo se desespera el que no confía ya en nadie. Pero quien tiene un amigo que sabe que le puede ayudar, no pierde la esperanza. Abraham tenía un amigo fiel y por eso no tenía miedo. Confió en Dios y Dios le colmó de bendiciones. c) Mi vocación Abraham se fió de Dios y le respondió generosamente, ¿por qué respondió así a lo que Dios le pedía?¿Confío yo también en Dios de manera que no me siento solo? “A todos los que esperan se puede aplicar lo que dijo S. Pablo de Abraham: creyó, esperando contra toda esperanza (Rom 4, 8). Dirás todavía «¿como puede suceder esto?» Sucede porque se aferra a tres verdades: Dios es omnipotente, Dios me ama inmensamente, Dios es fiel a las promesas. Y es El, el Dios de las misericordias, quien enciende en mi la confianza; por lo cual yo no me siento ni solo, ni inútil, ni

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abandonado, sino implicado en un destino de salvación que desembocara un día en el Paraíso” (JUAN PABLO I, Aloc. 20-IX-1978). A veces Dios parece que está muy lejos, y que no nos habla, ¿qué nos enseña Abraham sobre Dios?¿Me doy cuenta de que Dios no me deja, sino que me acompaña y me habla? “Nuestro Dios no nos pierde de vista, como una madre que está vigilando al hijito que da los primeros pasos. «Abraham, dice el Señor, anda en mi presencia y la hallarás en todas partes». Cuán consolado queda un cristiano, al pensar que Dios le ve, que es testigo de sus penalidades y de sus combates, que tiene a Dios de su parte.” (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi). Resume en tres palabras, aquellos rasgos que te han llamado la atención de Abraham y que te gustaría tener a ti. ABRAHAM-Guía para el catequista Esta catequesis aborda el tema de la vocación, a través de la figura de Abraham. El hilo conductor es ver la importancia de la confianza para poder esperar. Abraham esperó contra toda esperanza porque se fió plenamente de Dios. Se trata de hacer ver a los jóvenes que cuando se confía en Dios, no se pierde la esperanza de salir de situaciones difíciles, momentos duros, oscuridades, etc. Puede ocurrir que tras un tiempo de querer vivir la vida cristiana, se harten o se cansen porque ven que no avanzan, o porque no descubren a Dios. En Abraham vemos un modelo de amistad con Dios: le escucha, le sigue, confía en Él, le obedece y espera todo de Él. Muchas veces los jóvenes están sin esperanza porque no tienen en quién confiar. Cuando uno encuentra una amistad verdadera, entiende que su vida puede cambiar. Un joven sin ilusión está paralizado. La ilusión se tiene cuando se espera algo. Se espera cuando se confía en una persona. 1.- ¿Cabe esperar algo nuevo? Este es el comienzo. Se pueden empezar planteando estas preguntas para que reflexionen sobre su vida. Es preferible que salgan cosas personales. Piensa en situaciones difíciles que te han ocurrido o que conoces de amigos tuyos. Se trata de ver problemas importantes, que parece que no encuentran solución. Ej.: suspensos, enfados con amigos, padres que no comprenden, defectos personales, temas de drogas, alcohol, etc. También se puede poner como ejemplo una película o libro reciente. ¿Cómo se siente la persona que está metida en esa situación?¿Dónde busca ayuda?¿Tira la toalla o sigue esperando una solución? Si sigue esperando que se arregle el problema, ¿por qué tiene todavía esperanza? ¿Qué le hace pensar que las cosas van a cambiar? Hay que hacerles ver que la ilusión viene de la esperanza, y la esperanza de la confianza en alguien. La mayoría de los problemas de alcohol, drogas, sexo, etc., vienen por la soledad y la falta de verdaderos amigos. Cuando uno encuentra un amigo/a entonces todo se ve de otro color y quiere cambiar. Al revés, uno no quiere cambiar por mucho que le convenzas, es necesario que encuentre una amistad. 2.- Te presento a Abraham Ahora se les entrega la hoja para que tengan el texto delante y se les dice de qué va la catequesis. Se lee la historia o se cuenta a grandes rasgos o que la lean en silencio. Al final se comenta y preguntan las dudas. Se hacen las preguntas propuestas u otras semejantes. Es para ver el contraste entre sus vidas (punto 1) y la vida de Abraham. Hay que hacer notar cómo lo que le movió a Abraham fue su confianza en Dios. Por eso fue su amigo. No hay amistad donde no hay confianza. Y por eso pudo esperar cuando todo estaba en contra, porque sabía que Dios cumpliría su palabra. Por eso es nuestro Padre en la fe: la fe es el diálogo de - 19 -

confianza con Dios. No es sólo creer unas cosas, sino confiar en su palabra, confiar en que me va a ayudar, confiar en su amor. 3.- Es un testigo del amor de Dios y quiere llevarte hasta Él Tiene tres apartados: explicar la vocación cristiana en general, luego la vocación específica de Abraham y por último la enseñanza que sacamos de la vocación de Abraham para nuestra propia vida y vocación. Se puede hacer leyendo el texto o con una explicación breve. Las preguntas son para concretar el tema en su vida. Van acompañadas con un texto que ayuda a reflexionar. Tienen que confrontar la propia persona con lo que han palpado en este tema. Hay que hacerles ver que lo de la vocación no es algo que te cae en la cabeza y hasta que no te caiga te quedas esperando. Se va preparando el terreno mediante la ESCUCHA de Dios, mediante la CONFIANZA en sus palabras, mediante el fomento de la ESPERANZA, que se hace cuando se desea algo. 4.– Para que le conozcas y goces de su amistad Ahora es el momento de hablar con Dios como Abraham y contarle nuestras cosas y escuchar lo que nos quiere decir. Se hace una oración. Si falta esto, se puede convertir en una charla filosófica o algo así. Esto puede ser lo más importante de todo: hablar con Dios. Se propone este esquema pero puede ser el que quieras. ESQUEMA: Canción: “Ven y sígueme” Lectura del Salmo 22 “El Señor es mi Pastor” o del Salmo 129 “Desde lo hondo” Silencio meditativo 5.- y ahora, tú ¿qué dices? En este último momento se trata de concretar algo para que no quede todo en el olvido. Un pequeño propósito que se pueda evaluar ayuda a mantener fresca las iluminaciones recibidas en la catequesis. Puedes proponer lo siguiente. Ahora elige una actitud de Abraham con su correspondiente compromiso para que puedas vivirlo día a día. Si te parece mejor, elige otra que más te guste. ESCUCHA: voy a leer todos los días unos minutos el Evangelio para escuchar las palabras de Jesús. CONFIANZA: cada vez que algo me preocupe, se lo voy a contar a Dios antes que a nadie. El será mi primer confidente. ESPERANZA: cuando crea que Dios no me hace caso o que no me aclara mi vocación, me acordaré del salmo: “ El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?” MARÍA, Hija de Sión INTRODUCCIÓN En nuestra vida se nos presentan muchísimas situaciones a lo largo del día que hacen que necesitemos de otras personas para que nos ayuden, trabajen con nosotros o hagan algo que nosotros no sabemos hacer. Requieren de nosotros que confiemos en otras personas. Muchas veces no nos damos ni cuenta de la necesidad que tenemos de confiar en otras personas, pero es algo fundamental para nuestra vida. Solos no podemos hacer todo en esta vida. Pero no se trata solamente de esto: hay muchas veces que necesitamos de otros en momentos esenciales de nuestra vida: cuando estamos sufriendo por algo, cuando nos ha ocurrido algo magnífico... o a veces son los otros los que necesitan de nosotros, los que quieren contarnos algo importante o nos necesitan para algo muy importante para ellos Incluso nuestra vida puede quedar marcada por una muestra de confianza de otra persona en nosotros. ¿Se nos puede pedir nuestra confianza incluso para algo que nos supere, que no terminemos de entender?

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Todo esto es algo concreto, algo de nuestra vida diaria. Se refiere a las situaciones que nos encontramos todos los días, que nos ocurren con la gente que nos rodea, no es un ejercicio de abstracción, y va a suponer de nosotros un ejercicio de humildad y de generosidad. Existe una pregunta clave, una pregunta que nos ayudará a comprender la complejidad de este tema: ¿Por qué confiar en quien confío? ¿POR QUÉ CONFIAR EN QUIEN CONFÍO? 1. Muchas veces a lo largo del día nos fiamos de otras personas. En realidad, porque es necesario, lo hacemos sin darnos cuenta. Así que ahora vamos a darnos cuenta: ¿Qué sería de nosotros sin esas situaciones? ¿Cómo haríamos esas cosas sin confiar? 2. Muchas veces hemos de confiar en otras personas, necesitamos ayuda para algo y buscamos a alguien que sepamos que lo vaya a hacer bien, pero a la vez que sepamos que va a hacerlo como nosotros queremos. ¿En qué situaciones os ha pasado? ¿Cómo os habéis sentido? 3. A veces no nos queda más remedio que confiar nuestros secretos LLEGADOS A ESTE MOMENTO , TE VOY A PRESENTAR A ALGUIEN: MARÍA ¿Qué sabes de María? ¿Cuándo vivió? ¿Dónde vivió y qué sabemos de su familia? ¿Sabes algo sobre sus amigos, sobre la vida que llevaba o podía llevar? ¿Qué ocurre en su vida? ¿De qué manera ilumina nuestra vida la actitud de María? Al fin y al cabo, a nosotros no se nos va a aparecer un ángel, no se nos va a pedir que seamos la madre de Dios... La actitud de María a lo largo de toda su vida es para nosotros una lección magnífica, porque María no alcanzaba a entender toda la profundidad ni la importancia de la propuesta del ángel, pero se fía. Se fía de Dios porque ama a Dios. Y María no puede dejar de obedecer, no puede dejar de responder a aquel a quien ama. Esta actitud nos choca hoy. No está de moda. No está de moda confiar en la gente, ni mucho menos en Dios. Necesitamos pruebas claras, palpables, para acceder a la confianza de otro. María se fía de Dios. Hoy lo que hizo María sólo se entiende como una locura. María responde que sí a algo que no termina de entender sin pedir ninguna prueba para algo que va a cambiar su vida definitivamente. Sólo por su amor a Dios. Este amor a Dios es el que le permite ser plenamente libre para responder. Nosotros sólo a la gente a la que más queremos, en la que más confianza ponemos, nos atrevemos a decirle las respuestas más difíciles, porque sólo el que ama mucho arriesga mucho. Entre los textos que pueden servirnos de apoyo encontramos, primero, el de la Anunciación: Lc 1, 26-38. Este es el texto primero, fundamental: es el “sí” de María a Dios. Más importantes, los que tenemos en el fondo del corazón. Son las cosas que más nos importan: algo que nos ha ocurrido, un problema grave en que nos hemos metido, un enamoramiento, una pelea con nuestro mejor amigo... ¿Por qué lo hacemos? ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué ventajas nos ofrece? 4. Por último, a veces son otras personas las que confían en nosotros: A veces necesitan algo sin importancia, que no requiere casi esfuerzo de nosotros pero se nos agradece infinitamente, de forma expresiva y sincera. Otras, es muy importante lo que se nos pide: ¿Cómo reaccionamos? ¿Entendemos que se nos pida a nosotros? ¿Ponemos lo mejor de nosotros mismos o reservamos esfuerzos según quien nos los pida? Pero un “sí” verdadero tiene que ser a la vez fiel, porque el amor verdadero es un amor que es eterno. Por eso, María, a lo largo de su vida, nos ofrece más y nuevas lecciones de fidelidad: en las bodas de Caná (Jn 2, 1-12), donde María nos invita a confiar en Jesús sin vacilar: “Haced lo que él os diga”. - 21 -

Por último, en Jn 19, 25-27 aparece María junto a la cruz: El amor fiel lo es hasta en las peores situaciones, hasta en la hora de la muerte, donde se cumple lo que a María ya se había anunciado en Lc 2, 35. Pero ella no lo rehuye, no se esconde: entrega a su Hijo en sacrificio a pesar de su sufrimiento. Y, ¿por qué no pensar en Cristo resucitado, apareciéndose en primer lugar a su madre? Es el premio a su amor fiel, a la entrega de su vida por la salvación de los hombres. MARÍA ES UN TESTIGO DEL AMOR DE DIOS, Y QUIERE LLEVARTE HASTA ÉL ¿Cómo puede María llevarme hasta Dios? Además, hemos dicho que su vida era totalmente diferente a la nuestra. Pero sí, puede. Puede porque a ti, como a ella, Dios te llama a estar con Él, a participar de su gloria de su amor, de su alegría. Dios llama a todos los hombres a participar de su vida, a la comunión con Él, que por amor nos crea y nos conserva. Y esta llamada la hace Dios desde el principio de los tiempos. Dios quiere que todos estemos junto a él desde antes de que nosotros nazcamos. Tiene un plan para cada hombre, para cada uno de nosotros (como lo tenía para María), y seguirlo supone conocer la plena verdad, participar plenamente de su amor. En el aceptar o no este plan, en como vivamos este diálogo con Dios que Él nos ofrece se funda la posibilidad para cada uno de crecer según las características propias (que de Dios hemos recibido como don) y que pueden dar sentido a la historia y a las relaciones de su existir cotidiano, en camino hacia la plenitud de la vida. PARA QUE LE CONOZCAS Y GOCES DE SU AMISTAD, VAMOS A REZAR UN RATO Este tiempo es también muy importante: como hemos visto, es en el tiempo que cada uno dedique a la oración en el que puede realizar un discernimiento serio, profundo, de la propia vocación, poniéndose a la escucha de lo que Dios nos dice, así dice Samuel: Habla, Señor, que tu siervo escucha (1Sam 3, 10). Sólo afrontando con esta actitud este tiempo podremos responder como María: Hágase en mí según tu Palabra (Lc 1, 38). Así que empezaremos poniéndonos en actitud de oración, en silencio, en presencia de Dios, para que sea Él quien guíe este rato. Podemos empezar leyendo el pasaje de la Anunciación (Lc 1, 26-38). En su tiempo, ¿cómo reacciona María a lo que le dice el ángel? ¿Qué entendió María de lo que le iba a ocurrir? ¿Qué pudo entender de cómo iba a cambiar su vida? ¿Cómo de fuerte sería esta experiencia para María, que la acepta pese a saber que no vendrían buenos momentos? ¿Por qué acepta? ¿Cómo ilumina esto tu vida? ¿O no tiene nada que ver contigo? ¿Qué tiene de actual esta historia? Y AHORA, TÚ ¿QUÉ DICES? Ahora es necesario asumir algún compromiso personal, evaluable, concreto, que modifique efectivamente la propia situación vital, según lo que hoy hayamos descubierto en el tema o en la oración. Si no lo hacemos, la reunión pasará sin llevarnos a ningún lado. Este compromiso personal será dicho en voz alta, para que todo el grupo pueda ayudar a que cada uno cumpla lo que se propone. Este compromiso es la consecuencia que se sigue lógicamente para aquel que ha descubierto algo en lo que quiere profundizar MARÍA, LA HIJA DE SIÓN Guía del Catequista Introducción Sólo pretende presentar el tema del que vamos a hablar. Puede remarcarse la importancia que va a tener especialmente que cuenten experiencias propias, pues sólo a partir de su experiencia particular se puede profundizar en la propia vocación

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En nuestra vida se nos presentan muchísimas situaciones a lo largo del día que hacen que necesitemos de otras personas para que nos ayuden, trabajen con nosotros o hagan algo que nosotros no sabemos hacer. Requieren de nosotros que confiemos en otras personas. Muchas veces no nos damos ni cuenta de la necesidad que tenemos de confiar en otras personas, pero es algo fundamental para nuestra vida. Solos no podemos hacer todo en esta vida. Pero no se trata solamente de esto: hay muchas veces que necesitamos de otros en momentos esenciales de nuestra vida: cuando estamos sufriendo por algo, cuando nos ha ocurrido algo magnífico... o a veces son los otros los que necesitan de nosotros, los que quieren contarnos algo importante o nos necesitan para algo muy importante para ellos. Incluso nuestra vida puede quedar marcada por una muestra de confianza de otra persona en nosotros. ¿Se nos puede pedir nuestra confianza incluso para algo que nos supere, que no terminemos de entender? Todo esto es algo concreto, algo de nuestra vida diaria. Se refiere a las situaciones que nos encontramos todos los días, que nos ocurren con la gente que nos rodea, no es un ejercicio de abstracción, y va a suponer de nosotros un ejercicio de humildad y de generosidad. Existe una pregunta clave, una pregunta que nos ayudará a comprender la complejidad de este tema: ¿Por qué confiar en quien confío? ¿POR QUÉ CONFIAR EN QUIEN CONFÍO? No es necesario que todos hablen en referencia a todos los apartados. Los últimos apartados suelen ser los casos más complejos, y por tanto pueden ser más fructíferos, pero en un principio, cualquier posibilidad nos vale, porque lo importante es que busquen en su interior, en su vida... En este punto sólo tienen que "contar historias", nada más. Las conclusiones ya las sacarán después, cuando tengan que referirlas a María. Este apartado consiste en que revisemos nuestra vida, nuestras acciones más comunes, lo que hacemos normalmente: es muy concreto, y no requiere un gran esfuerzo. No se trata de que vayamos respondiendo punto por punto, sino de que elijamos las actitudes nuestras más actuales pero a la vez que más nos definan, porque así será más interesante el tema y las conclusiones. 1.Muchas veces a lo largo del día nos fiamos de otras personas. En realidad, porque es necesario, lo hacemos sin darnos cuenta. Así que ahora vamos a darnos cuenta: ¿Qué sería de nosotros sin esas situaciones? ¿Cómo haríamos esas cosas sin confiar? 2. Muchas veces hemos de confiar en otras personas, necesitamos ayuda para algo y buscamos a alguien que sepamos que lo vaya a hacer bien, pero a la vez que sepamos que va a hacerlo como nosotros queremos. ¿En qué situaciones os ha pasado? ¿Cómo os habéis sentido? 3. A veces no nos queda más remedio que confiar nuestros secretos más importantes, los que tenemos en el fondo del corazón. Son las cosas que más nos importan: algo que nos ha ocurrido, un problema grave en que nos hemos metido, un enamoramiento, una pelea con nuestro mejor amigo... ¿Por qué lo hacemos? ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué ventajas nos ofrece? 4. Por último, a veces son otras personas las que confían en nosotros: A veces necesitan algo sin importancia, que no requiere casi esfuerzo de nosotros pero se nos agradece infinitamente, de forma expresiva y sincera. Otras, es muy importante lo que se nos pide: ¿Cómo reaccionamos? ¿Entendemos que se nos pida a nosotros? ¿Ponemos lo mejor de nosotros mismos o reservamos esfuerzos según quien nos los pida? LLEGADOS A ESTE MOMENTO: TE VOY A PRESENTAR A ALGUIEN: MARÍA

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Ahora dejamos de lado nuestra experiencia, y una nueva persona "se añade al grupo": es María. Ella va a contarnos también su experiencia de confianza en otro (en "Otro"). Ahora todo depende del tiempo que tengamos: podemos elegir un pasaje de la vida de María y fijarnos en él, o comentar varios, o todos... Una vez explicados, ahora sí, ellos tienen que confrontar su experiencia con la vida de María. Por eso están largamente explicadas cada escena y por eso está después la explicación más "teológica" y práctica de lo que es la vocación, porque así podemos entrar más profundamente en parecidos, en medios a nuestro servicio, en las formas de responder. Sinceramente, aquí depende más de la habilidad del catequista para empujar a los chavales a profundizar en lo que están escuchando, de su capacidad para que se impliquen. María era una persona normal, una chiquita normal y corriente, que responde al plan de Dios sobre su vida con confianza y amor. Ellos están llamados igualmente a responder a un plan que Dios ha elegido personalmente para cada uno de ellos, unido a ellos, y que es, sin duda, la posibilidad de ser más feliz. Esta idea fundamental se les tiene que quedar en la cabeza. En este apartado vamos a iluminar nuestra vida con el ejemplo de María. Vamos a ver en qué se parece nuestra vida a la de ella. Para ello tenemos una serie de momentos de la vida de María que pueden servirnos. Es este un apartado muy rico, con el que podemos comparar todas las actitudes que antes hemos contado, a cada uno le llamará más la atención un momento de la vida de María, y tendrán que relacionarlo con lo que han contado de la suya. Por eso es necesario que la primera parte sea personal, para que a cada uno le afecte de una manera esta segunda parte. ¿Qué sabes de María? ¿Cuándo vivió? ¿Dónde vivió y qué sabemos de su familia? ¿Sabes algo sobre sus amigos, sobre la vida que llevaba o podía llevar? ¿Qué ocurre en su vida? La vida de María no debía ser muy diferente de la de cualquier otra chica joven de su tiempo. En su vida va a ocurrir algo: Es la Anunciación (Lc 1, 26-38). Vamos a ver tranquilamente qué le ocurre a María. Fijaos en la escena: no sabemos donde ocurrió, sólo sabemos que ocurre en Nazaret, una aldea poco importante, que no parece el lugar predestinado para semejante acontecimiento. Tampoco sabemos el momento exacto en que el ángel se presenta. Lo único importante son las palabras del ángel. Exigen de María escucha intensa y fe pura. Corren unos tiempos, no sólo ahora, también hace 2000 años, en los que existe una clara tendencia a pedir signos sensibles para creer, pero lo que mueve a María a aceptar no es ningún signo sensible: es sólo su amor a Dios. María se enfrenta ante una verdad jamás enunciada en la historia, en todo el Antiguo Testamento, que puede aceptar o rechazar: su maternidad virginal. ¿Qué actitud tiene María? María mezcla sencillez y audacia. Ella misma alucina bastante, y por eso pregunta: “¿Cómo será eso?” Pero no por ello deja de creer: tiene fe en el poder de Dios. La prueba es que acepta. Estamos ante la libre colaboración de la persona humana ante la llamada divina. María, creyendo en la palabra del Señor, coopera en la maternidad anunciada. Y María, aun siendo consciente de la altísima dignidad que se le ha concedido, se presenta a sí misma: “He aquí la esclava del Señor”. María acepta así un compromiso de servicio al prójimo que queda de manifiesto por la íntima unión del episodio de la Anunciación y el de la Visitación, en el que María acude rápidamente a ayudar a Isabel a preparar su ya próximo parto. María muestra así su total obediencia a la voluntad de Dios, pues su "hágase" no es sólo aceptación sino también acogida llena de convencimiento del proyecto que Dios le ofrece para su vida. Hace de la voluntad del Padre el principio inspirador de toda su vida, y a la vez - 24 -

la fuerza necesaria para el cumplimiento de la misión que se le confía. Está dispuesta a vivir todo lo que el amor divino tiene previsto para su vida... hasta la “espada” que atravesará su alma (cfr. Lc 2, 35). Al pronunciar su “sí” al proyecto de Dios, María es plenamente libre ante Dios; a la vez se siente personalmente responsable ante la humanidad: nuestro futuro está vinculado a su respuesta. Con su modo de obrar María nos recuerda la grave responsabilidad que cada uno tiene de acoger el plan divino sobre la propia vida. María se entrega totalmente a la persona de Cristo y a su obra, en dependencia de él: esta condición de subordinación es fruto, sin duda, de la gracia. Es importante subrayar estos aspectos que se deducen a partir del pasaje de la Anunciación, pues son los centrales de este tema: la escucha de María, que se mueve a responder en consonancia con su amor a Dios; cómo María supera todos los factores en contra (hasta los aparentemente insuperables) porque cree que Dios todo lo puede; el “hágase” de María, que a pesar de hacerla “llena de gracia ante Dios” la convierte en la esclava del Señor hasta en la cruz de Cristo; la libertad de María, que consciente y responsablemente responde a Dios consecuentemente con todo un Dios que “ha mirado su humillación”. Otro momento de la vida de Jesús junto a María que relatan los evangelios son las bodas de Caná (Jn 2, 1-12). Se nos cuenta allí como María es invitada a unas bodas en Caná de Galilea, y "también fue invitado Jesús con sus discípulos": Jesús vuelve a ser aquí introducido por María. Como en la Encarnación, María va por delante mostrándonos al Salvador. Y María vuelve aquí, como en la Encarnación, a dar muestra de la valentía de su fe. Confía tan plenamente en Jesús que en cuanto se entera de que no había vino va a decírselo, a pesar de que aún Jesús no había hecho ningún milagro. Ella confía en el poder de su Hijo, a pesar de que este poder esté aún sin revelar. Pero María no sólo sabe aparecer para acercarnos a Jesús, también sabe desaparecer: algunos exégetas han entendido la frase "¿Qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora" como una doble interrogación: "¿Qué nos va a ti y a mí? ¿no ha llegado ya mi hora?" Así, Jesús le da a entender a su madre que ya no depende de ella, sino que es Él el que tiene que llevar la iniciativa. Y María deja de insistir ante él y, en cambio, se dirige a los sirvientes para invitarlos a cumplir sus órdenes: "Haced lo que él os diga". María invita a una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se entienden el sentido y la utilidad de lo que Cristo pide. Y así hasta la cruz. Porque, claro, como vimos en la Encarnación, María acepta vivir su vida junto a Cristo toda entera, incluso en Jerusalén, allí donde culmina la misión de Cristo. María acepta la inmolación de su hijo no de manera pasiva, sino en un auténtico acto de amor. Con este amor María entrega a su hijo, pues sabe cual es su misión (Jn 19, 25-27). María permanece de pie junto a la cruz, permanece con inquebrantable fe y extraordinaria valentía, sostenida por la fe, que se ha ido robusteciendo en los acontecimientos de su existencia y en la vida pública de Jesús. También aquí, en el sufrimiento supremo, en el dolor definitivo, resplandece la esperanza confiada de María en el futuro misterioso que se avecina con la cruz. María, que recuerda los anuncios de la Pasión de Jesús (Mc 8,31) ve como estos suscitan en ella la espera y el anhelo de la resurrección. Por esto María es la nueva hija de Sión. Los oráculos del profeta Sofonías (So 3, 14ss.) que invitan a Jerusalén a no temer y que anuncian la intervención salvífica de Dios son similitudes que nos hacen reconocer en María a la nueva hija de Sión. Otros textos proféticos favorecen esta creencia: Jl 2, 21.27; Za 9,9-10. El relato de la Anunciación nos permite reconocer en María a la nueva hija de Sión. La Virgen acoge el mensaje en nombre del pueblo de David y en nombre de toda la humanidad. - 25 -

Y María, que había permanecido junto a su Hijo en el momento crítico de la cruz, no podía quedar relegada por Él a la hora de mostrarse resucitado. No podemos pensar que Cristo Resucitado no se apareció a su madre, aunque ese encuentro no sea relatado por los evangelios. María debió vivir de manera particular, de la misma manera particular que había vivido la muerte de su Hijo, el encuentro tras la Resurrección. Al acoger a Cristo Resucitado, María es también signo y anticipación de la humanidad, que espera lograr su plena realización mediante la resurrección de los muertos. Ahora que ya hemos visto cómo actúa María en cada momento de su vida surgen nuevas preguntas según vamos descubriendo cosas nuevas. ¿De qué manera ilumina nuestra vida la actitud de María? Al fin y al cabo, a nosotros no se nos va a aparecer un ángel, no se nos va a pedir que seamos la madre de Dios... La actitud de María a lo largo de toda su vida es para nosotros una lección magnífica, porque María no alcanzaba a entender toda la profundidad ni la importancia de la propuesta del ángel, pero se fía. Se fía de Dios porque ama a Dios. Y María no puede dejar de obedecer, no puede dejar de responder a aquel a quien ama. Esta actitud nos choca hoy. No está de moda. No está de moda confiar en la gente, ni mucho menos en Dios. Necesitamos pruebas claras, palpables, para acceder a la confianza de otro. María se fía de Dios. Hoy lo que hizo María sólo se entiende como una locura. María responde que sí a algo que no termina de entender sin pedir ninguna prueba para algo que va a cambiar su vida definitivamente. Sólo por su amor a Dios. Este amor a Dios es el que le permite ser plenamente libre para responder. Nosotros sólo a la gente a la que más queremos, en la que más confianza ponemos, nos atrevemos a decirle las respuestas más difíciles, porque sólo el que ama mucho arriesga mucho. MARÍA ES UN TESTIGO DEL AMOR DE DIOS, Y QUIERE LLEVARTE HASTA ÉL ¿Cómo puede María llevarme hasta Dios? Además, hemos dicho que su vida era totalmente diferente a la nuestra. Pero sí, puede. Puede porque a ti, como a ella, Dios te llama a estar con Él, a participar de su gloria, de su amor, de su alegría. Dios llama a todos los hombres a participar de su vida, a la comunión con Él, que por amor nos crea y nos conserva. Y esta llamada la hace Dios desde el principio de los tiempos. Dios quiere que todos estemos junto a él desde antes de que nosotros nazcamos. Tiene un plan para cada hombre, para cada uno de nosotros (como lo tenía para María), y seguirlo supone conocer la plena verdad, participar plenamente de su amor. Podemos descubrirlo y podemos no descubrirlo, podemos seguirle y podemos no seguirle, porque Dios nos ha dado libertad para ello pero Él, de alguna manera, nos revela a cada uno el plan que ha puesto en nuestros corazones para que seamos felices. Dios nos ofrece a cada uno de nosotros una oportunidad diferente de la del resto de los hombres, única, particular, personal (¡una llamada personal de Dios!), que se realiza y se reconoce por medio de personas, situaciones, encuentros... en definitiva, mediaciones. A nosotros no se nos aparecerá un ángel, como le pasó a María, pero por otros medios descubriremos que Dios nos llama a algo, nos pide algo, nos encomienda una misión para nuestra vida. ¿Por qué nos encomienda a cada uno una tarea determinada? ¿Por qué me llama a mí a lo que me llama y no a otro? Pues no lo sé. La respuesta es así de dura, pero es también así de sencilla. No sé por qué razón Dios me llama a mí a lo que me llama, ni por qué te llama a ti a lo que te llama, y no sólo no lo sé, sino que tampoco puedo saberlo. Me pasa como le pasó a María: no alcanzo a comprenderlo, me supera, “es demasiado para mí”. Así que llegados a este punto sólo puedo hacer dos cosas, sólo puedo tomar dos actitudes: 1) Pasar. Como no lo entiendo, paso de ello. Aunque, ¡ojo! No por el hecho de pasar, esa llamada deja de estar ahí, ni desaparece para siempre. 2) - 26 -

Considerarlo seriamente. María comprendió que la llamada que aquel ángel le hacía venía de Dios, y aun sin comprender la llamada, se fió, porque quería a Dios tanto que no podía pensar que Dios le fuese a ofrecer algo malo. Aquí hay un paso entre medias que no es fácil y en el que vamos a poner un poco más de atención. Hemos visto que María puede responder afirmativamente a Dios porque lo quiere, se fía de Él porque lo conoce, y por eso comprende que la llamada que recibe “es de Dios”. ¿Cómo podemos nosotros conocer así a Dios? ¿Cómo podemos reconocer que verdaderamente Dios nos llama, nos pide algo? En definitiva, ¿cuáles de estas “mediaciones” de que hemos hablado son verdaderas? ¿Cómo conocerlas y profundizar en ellas? Estas preguntas en realidad nos llevan a una conclusión muy interesante: profundizar en esta mediación, profundizar en esta llamada, es profundizar en el conocimiento de Cristo. Es profundizar en Él, en su vida, y aquí aparecen un sinfín de elementos que son todos una unidad: 1) La Sagrada Escritura. Porque, como dice San Jerónimo, Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo mismo”. Cada encuentro con la Palabra de Dios es un momento feliz para la propuesta vocacional, pues ayuda a comprender el estilo y los gestos con los que Dios elige, llama, educa, y hace partícipe de su amor. En las Sagradas Escrituras encontramos no sólo la historia de la salvación de Dios con los hombres, sino que encontramos, por la acción del mismo Espíritu Santo, que es origen de aquellos escritos, una luz que ilumina nuestras vidas y que da un sentido a lo que nos sucede. Por ello, este primer aspecto va íntimamente unido al segundo: 2) La oración. “Realizada en nosotros por el Espíritu Santo, nos abre, por Cristo y en Cristo, a la contemplación del rostro del Padre” (NMI 32). Puede aquí desarrollarse ampliamente el tema de la oración, explicando como este diálogo de amor con el Padre supone una profundización en su conocimiento y en el nuestro propio, y cómo este conocimiento favorece el conocimiento de la misión que el Padre nos encomienda: cuál es la llamada que nos hace. La oración supone, además, un dejarse plenamente en las manos del Padre, en el camino de la Gracia, y es el ámbito propio en el que nace y toma su pleno sentido el encuentro personal del hombre con Dios. 3) Los sacramentos. Son el lugar en el que se hace más patente el regalo que Dios nos hace: sólo en su Iglesia y en sus sacramentos el encuentro con Dios puede ser pleno, pues Cristo se hace presente en su Iglesia. Brota de aquí necesariamente una llamada a anunciar al resto del mundo, a todos aquellos que no han tenido la gracia de conocer a Cristo, la palabra de salvación que se nos ha manifestado. La vida de la Iglesia es oportunidad para que todos los hombres conozcan a Cristo y la llamada que Él les hace. Por ello, también podemos hablar de todo lo que compone esta vida de la Iglesia: 4) Los sacerdotes, presencia de Cristo en medio de los hombres, 5) la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, etc... María no contaba con algunos de estos elementos, y sin embargo pudo reconocer y seguir la llamada que Dios le hacía. María reconoció una llamada particular, y María era plenamente consciente de que esa llamada era para ella, nada más que para ella, era personal. Aquí es necesario dejar de lado la particularidad de que sólo María fue llamada por Dios para ser la madre de Jesús, pero no por ello podemos dejar de generalizar: María recibe una llamada única también porque en esa llamada de Dios se ve influida toda su vida: todo su pasado recibirá un pleno sentido, y todo su futuro mira ya en una sola dirección, pues es la llamada de Dios la que marca definitivamente su vida. Esta vocación nace en un contexto (Nazaret, el ambiente propio de su tiempo...), influye a los que tienen algo que ver con ella (sus amigos, su familia, su prima Isabel, sus padres...) y también marcará a los que la conozcan en adelante (especialmente a partir de la misión pública de Jesús: pensar en la relación de María con los apóstoles, con Juan, con las otras mujeres...). María tendría pensada para ella una vida en su tiempo, según el ambiente que la rodeaba, quería - 27 -

que su vida transcurriera de una forma... que Dios decide alterar, y a la que ella no se niega, sino que se entrega de pleno. Todo podía haber seguido su curso, su ritmo natural, lógico... pero para Dios no hay otra lógica que amarlo y confiar en Él. De alguna manera, esto no es muy diferente de lo que nos puede pasar a nosotros. Todos tenemos –más o menos- un plan para nuestra vida, una idea de cómo queremos que transcurra... a veces esta es algo tan simple como “a ver qué pasa”... pero Dios no irrumpe en nuestra vida para darnos complicaciones, o para que tengamos un local en el que juntarnos unos cuantos, o para tener un amigo cura... Dios ofrece a cada uno de nosotros un plan, que está elegido por Él desde el principio, y que por eso puede suponer un cambio muy fuerte en nuestra vida, porque a lo mejor no tiene nada que ver con lo que estamos viviendo ahora. Y entonces, cuando descubrimos este plan... tenemos que responder. Así, podemos continuar nuestra vida sin que esta novedad entre en ella, o podemos arriesgar, porque está claro que desvelar algo oculto es un riesgo, pero también que si no arriesgamos viviremos y moriremos de forma mediocre, habiendo dejado que nuestra vida pase sin lo más bonito que se nos ofrece: ¡una semilla que Dios ha plantado en nosotros desde la eternidad! Una semilla que supera con creces lo que tenemos, o podamos imaginar que tenemos, o lo que queremos... porque el plan de Dios es más maravilloso que todo eso. Él nos lo repite constantemente, y nosotros podemos fiarnos o no fiarnos. En el aceptar o no este plan, en como vivamos este diálogo con Dios que Él nos ofrece se funda la posibilidad para cada uno de crecer según las características propias (que de Dios hemos recibido como don) y que pueden dar sentido a la historia y a las relaciones de su existir cotidiano, en camino hacia la plenitud de la vida. PARA QUE LE CONOZCAS Y GOCES DE SU AMISTAD, VAMOS A REZAR UN RATO Este tiempo es también muy importante: como hemos visto, es en el tiempo que cada uno dedique a la oración en el que puede realizar un discernimiento serio, profundo, de la propia vocación, poniéndose a la escucha de lo que Dios nos dice, así dice Samuel: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1Sam 3, 10). Sólo afrontando con esta actitud este tiempo podremos responder como María: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38). Así que empezaremos poniéndonos en actitud de oración, en silencio, en presencia de Dios, para que sea Él quien guíe este rato. Podemos empezar leyendo el pasaje de la Anunciación (Lc 1, 26-38). Ahora viene un tiempo en silencio, en el que podemos aprovechar para releer la hoja o las notas que hemos ido tomando, repensar sobre lo que hemos estado hablando... Algunas ideas sobre este texto que te pueden ayudar en esta reflexión, aunque no hace falta utilizarlas, ni utilizarlas todas, son estas: En su tiempo, ¿cómo reacciona María a lo que le dice el ángel? ¿Qué entendió María de lo que le iba a ocurrir? ¿Qué pudo entender de cómo iba a cambiar su vida? ¿Cómo de fuerte sería esta experiencia para María, que la acepta pese a saber que no vendrían buenos momentos? ¿Por qué acepta? ¿Cómo ilumina esto tu vida?¿O no tiene nada que ver contigo? ¿Qué tiene de actual esta historia? Otra cosa que puede resultar interesante es que, en este tiempo, escriban. Puede ayudarles a centrarse o a profundizar en algo que hayan escuchado en la reunión. Y puede aclarar sus ideas. Por último estaría muy bien que intentaran sacar aquí el compromiso que luego tendrán que poner en común de cara a la próxima reunión. El

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Espíritu puede suscitar en ellos valientes y decididas acciones de cara al conocimiento y a la profundización en la propia vocación. Puede estar bien intercalar algún canto tranquilo, repetitivo, que centre al que esté un poco más despistado y anime a dar una respuesta a lo que están rezando, por ejemplo: “Nada te turbe”, etc... Para terminar, que hagan un momento de alabanza y acción de gracias, en el que agradezcan a Dios su cercanía y su luz en este rato. Y AHORA, TÚ ¿QUÉ DICES? Ahora es necesario asumir algún compromiso personal, evaluable, concreto que modifique efectivamente la propia situación vital, según lo que hayamos descubierto en el tema o en la oración. Si no lo hacemos, la reunión pasará sin llevarnos a ningún lado. Este compromiso personal será dicho en voz alta, para que todo el grupo pueda ayudar a que cada uno cumpla lo que se propone. Habrá que insistir en que este compromiso es la consecuencia que se sigue lógicamente para aquel que ha descubierto algo en lo que quiere profundizar. Pueden aquí proponerse, en caso de fracaso o “bloqueo” más actividades vocacionales, lectura bíblica (lectio divina), animar a la dirección espiritual, a la vida de oración orientada a descubrir la propia vocación, etc... PEDRO SERÁS PESCADOR DE HOMBRES Observa detenidamente el cuadro de la portada. Representa a un hombre que está siendo está siendo liberado por un ángel. Es un cuadro del siglo XVII y representa una escena bíblica: Sabrías decir quien es el personaje que es liberado por el ángel? ¿A qué pasaje de la Escritura se refiere? El personaje está siendo liberado de unas cadenas. ¿Por qué le habían encarcelado?. ¿Quién libra a nuestro personaje de las cadenas? ¿Es el ángel o es alguien a quien el ángel representa? ¿Por qué le libera? ¿Qué es lo primero que hace después de ser liberado? Desde tu punto de vista personal, ¿crees que existen otro tipo de cadenas distintas a las materiales que ataban a nuestro personaje? ¿no crees que existen otros yugos mucho peores como la soledad, el desaliento...?. Coméntalos. TE PRESENTO A PEDRO San Pedro, nuestro protagonista, también sabe de buena tinta que existen otras cadenas mucho peores que aquellas que le tuvieron aprisionado durante la persecución de Herodes en tiempo del gobierno de Claudio. Hubo un tiempo en que a Pedro le ataron otras cadenas. Pero también en ese otro tiempo ocurrió lo mismo que ahora. Dios, para liberar a Pedro de esas cadenas enormes del pecado, envió a Jesucristo mismo. Y éste, mejor que cualquier ángel, que cualquier mensajero, llamó a Pedro a su seguimiento y le liberó. ¿Te das cuenta que Jesús también te llama a ti a su seguimiento? Caminando, pues, junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, que se llama Pedro, y Andrés, su hermano, los cuales echaban la red en el mar, pues eran pescadores, y les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. Ellos dejaron al instante las redes y le siguieron. ¿Cambia en algo Pedro por seguir a Jesús? ¿Y tú? La vida de Pedro, al menos, pasó de ser de una manera a ser de otra. ¿Crees que este cambio es definitivo? ¿Hay vuelta atrás? - 29 -

¿Progresó luego Pedro en conocimiento y amor a Jesús? PEDRO ES UN TESTIGO DEL AMOR DE DIOS Y QUIERE LLEVARTE HASTA ÉL El Apóstol Pedro experimentó esto en primera persona. Jesús es el Cordero inocente que nos llama para liberarnos. Jesús, como salió al encuentro muchas veces, sale también a tu encuentro en toda circunstancia. Pero, de entre todas esas veces, Jesús llama especialmente una vez a Pedro a su seguimiento. Las siguientes veces son momentos de confirmación o ayuda. La vocación es esa llamada de Jesús al hombre para que le siga. Sin embargo Dios ha querido “dejar al hombre en manos de su propia decisión” ( Si 15,14), para que pueda adherirse libremente a su Creador y llegar así a la bienaventuranza perfecta” (CEC 1743) Jesús sale a tu encuentro hoy. La respuesta depende de cada uno. Sin embargo, esa repuesta se alimenta cada día, cada momento. Y uno puede ser infiel. En definitiva, la vocación no es más que un diálogo de amor entre Dios y el hombre. Desde tu punto de vista: ¿En qué cosas se parece la relación entre las personas y la relación entre Dios y el hombre?¿Son muy distintas? Pedro dijo sí a esa relación con Dios. Luego tuvo momentos de mayor amor y fidelidad “bienaventurado tú, Simón Bar Jona...”(Mt 16,17) o de menos atención o más infidelidad “¡Yo no conozco a ese hombre” (Mt 26,74). ¿Estás tú dispuesto a comenzar esa relación con Dios?. PARA QUE LE CONOZCAS Y GOCES DE SU AMISTAD El cristiano es llamado por Jesús para su seguimiento en un estado de vida concreto. Unos en el matrimonio; otros, como Pedro, por el sacerdocio. A continuación vamos a meditar un texto en el que se muestra esa vocación sacerdotal a la que fue llamado el Apóstol. Tú, por tu parte, puedes decirle a Dios lo que quieras, lo que el texto o las indicaciones de tu catequista te sugieran: “Cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Él le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Díjole: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor, tu sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejuelas. Por tercera vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntase: ¿me amas? Y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. Díjole Jesús: cuando eras joven, tú te ceñías e ibas donde querías; cuando envejezcas, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará donde no quieras. Esto lo dijo indicando conque muerte había de glorificar a Dios Después añadió: Sígueme.”.(Jn 21,15-17a.18-19). Y AHORA, TÚ ¿QUÉ DICES? Se trata de poner en común las distintas conclusiones que cada uno podéis haber sacado de vuestro diálogo con el Señor. De esta puesta en común es necesario que cada uno asuma un compromiso personal concreto. Pedro supo rectificar cuando ofendió al Señor, supo reconocerle muchas veces en los demás... y tú, ¿rectificas cuando ofendes al Señor?, ¿le quieres como le quiso Pedro?... que tu propósito personal concreto sea vehículo a través del cual tú y los que te rodean améis más a aquel a quien Pedro amó con todo el corazón y por quién llegó a morir haciendo buenas sus palabras: Extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará donde no quieras... SAN PEDRO (Guía del catequista) ÍNDICE - 30 -

1ª PARTE: “Serás pescador de hombres”. Esta es la parte introductoria. Con la pintura, se trata de que las preguntas sean respondidas por los mismos chicos, dando oportunidad al diálogo. El cuadro no es más que un pretexto para romper el hielo en la catequesis. El objetivo principal de esta primera parte es introducir el tema: La vocación sacerdotal vista desde San Pedro. Este cuadro ha sido elegido porque representa a San Pedro en el momento en que es liberado porque lo que interesa subrayar es que la vocación no es una determinación de un día de lucidez, sino que, además de poder ser eso, es una lucha constante y diaria por mantenernos en el amor de Cristo. Hay muchas cadenas que nos atan y nos impiden seguir en la carrera del seguimiento de Cristo, pero es necesario liberarse de ellas. A Pedro le encadenaron precisamente por ser apóstol suyo; a nosotros nada nos debería parar en el seguimiento de Cristo. 2ª Parte: “Te presento a Pedro”. Ahora, poco a poco, es el catequista el que tiene que ir tomando la voz de la catequesis. Si bien la primera parte está dirigida más directamente a los chavales, en esta parte el objetivo es, entre todos y bajo la guía del catequista, desarrollar un poco la vida de Pedro entorno a un texto central, que es el que se propone en la hoja del catequizado: La vocación de Pedro. 3ª Parte. “Pedro es un testigo del amor de Dios y quiere llevarte hasta él”. Esta es la parte más importante. Es también, sin duda, la parte más doctrinal. Para poder desarrollarla adecuadamente luego se ofrecerá suficiente material para su preparación. De momento sólo lo decimos para que tú, catequista, lo tengas en cuenta para el desarrollo de la catequesis. 4ª Parte. “Para que le conozcas y goces de su amistad”. Este es el momento de la oración. Para ello es necesario un clima de silencio. Además del texto evangélico propuesto en la hoja del catequizado, también propondremos una posible meditación breve que dará la posibilidad de ampliar esta oración. Sería ideal poder llevarla a cabo en la capilla o en algún sitio especial. También puede hacerse esta parte con independencia del resto: en este caso supondría una oración sobre la vocación sacerdotal. 5ª Parte. “Y ahora, ¿tú que dices?. Después del silencio de la oración, ahora es el momento de poner en común la experiencia de Dios que todos podáis haber tenido. Pero para que la oración no se quede desvinculada del resto de la vida, es conveniente poner un pequeño propósito o compromiso que sea expresión de un mayor seguimiento de Cristo y así se vaya cumpliendo aquello de “Extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará donde no quieras…”. SERÁS PESCADOR DE HOMBRES La primera parte de la catequesis consiste en una parte introductoria en la que tiene mucho interés que sean los chavales mismos los que hablen y expresen sus opiniones. El cuadro es de Bartolomé Esteban Murillo, de mediados del Siglo XVII y se llama “Pedro liberado por un Ángel”. Es muy importante que sean los chicos quienes descubran quién es el personaje del cuadro y, en la medida de lo posible, que sean también ellos los que descubran a que pasaje del Nuevo Testamento hace referencia. Se puede explicar que el cuadro es muy oscuro debido a que era de noche. El protagonista está dormido y en la escena irrumpe un ángel que es el que da la luminosidad a toda la escena. El personaje está encarcelado pues, aunque puede que no se vea muy bien, se encuentra atado por los pies por unas cadenas. El ángel, por su posición, parece que está “aterrizando” en ese mismo momento y está como caído del cielo, lugar de donde viene la luz. El personaje lo contempla perplejo - 31 -

mientras el ángel le toca el costado. Toda la descripción obedece a lo plasmado en el cuadro que, a su vez, es fiel reflejo del texto evangélico (Hch 12,1-17). Se trata de dar toda clase de pistas para que los catequizados vean que es Pedro nuestro protagonista. Una vez conseguido y determinado qué pasaje bíblico es, antes de pasar a las dos últimas preguntas, es muy conveniente leer el texto (Hch 12,1-17) y comentarlo un poco. Una vez leído se puede contestar la penúltima pregunta que dice: “¿Quién libra a nuestro personaje de las cadenas?...” . Es muy importante que ellos hablen; pero es fundamental que el catequista dé la respuesta acertada. En este caso la da la misma Escritura en el versículo 11 de nuestro texto: “Entonces Pedro, vuelto en sí, dijo: Ahora me doy cuenta de que realmente el Señor ha enviado su ángel...”. El ángel es sólo un enviado. De hecho, la palabra ángel viene del griego y significa eso mismo, enviado. El único que salva es el Señor. Es muy conveniente subrayar este dato. Es el Señor Jesucristo quien libera a Pedro; y le libera porque le ama y le quiere para extender su nombre por el mundo entero, como de hecho luego hace Pedro, que nada más salir dice (Hch 12,17): “Haciendo señal con la mano de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel y añadió: Contad esto a Santiago y a los hermanos”. Respecto a la última pregunta, es bueno dedicarle un buen rato, evitando generalidades. Se trata de que salgan a relucir no sólo las cadenas que pueden atar al mundo (pobreza, abusos...) sino, sobre todo, cadenas que nos atan a cada uno: La pereza, el egoísmo y la falta de generosidad, los enfrentamientos constantes con los padres, la juerga desenfrenada del fin de semana... Es muy importante que se den cuenta de que no sólo es el mundo el que tiene ataduras; si no que cada uno de nosotros también la tenemos. TE PRESENTO A PEDRO Ahora se trata de conocer la figura de San Pedro en continuación con lo que veníamos tratando anteriormente. Para ello se trata de que los chicos digan todas las cosas de las que se acuerden acerca de la figura de Pedro. Por ejemplo: A que se dedicaba antes de conocer a Jesús. Pedro era pescador en el mar de Galilea. Es probable que él, como nosotros, también estuviera atado a un montón de perezas, egoísmos, sensualidades… Sin embargo, algo ocurrirá que hará dar a su vida un giro de 180 grados, liberándose de las cadenas del pecado para juntarse al amor de Cristo hasta sufrir persecución por él. Pedro, probablemente, tendría un pequeño negocio, quizás familiar, porque se dice en el Nuevo Testamento que tenía socios, lo cual indica que trabajaba asociado con otros más. La vida del pescador galileo no es fácil, pero tampoco era el peor de los trabajos. Cada día la pesca daba lo necesario para ese mismo día. Un día sin pescar podía suponer un día sin comer, aunque por lo general no pasaba. Así, sumergido en el día a día, transcurría la vida de Pedro. Por lo que podemos leer de él en el evangelio, seguro que se trataba de un hombre enérgico, poderoso, pronto a la cólera pero también capaz de enardecerse en empresas nobles. Por eso será elegido por el Señor como líder de los suyos, por su capacidad de decidir, de arrastrar, de amar. Cómo y cuando es elegido por el Jesucristo. El texto está en las hojas de los chavales (Mt 4,18-22). Es un momento clave en la vida de Pedro. Pedro y Andrés, hermanos, estaban en plena faena. Jesús, en ese momento, pasa al lado de ellos, y les llama a su seguimiento. Mil excusas podían haber alegado para no seguirle. Sin embargo, con el silencio más absoluto y la decisión más pronta, le siguen enseguida. Así llama Jesús: Llama cuando uno está metido de lleno en sus cosas habituales pero no tiene el oído cerrado a lo que Dios - 32 -

pueda decirle. Llama cuando uno quiere escuchar. Pero ello no suele ser en un arrobamiento místico ni en una visión especial; sino en la oración cotidiana de cada día; en el día a día. Jesús puede llamar para cualquier estado de la vida cristiana, todos ellos igual de santos y buenos: Matrimonio, vida consagrada, sacerdocio… A Pedro le llamará a su seguimiento como Apóstol, como presbítero. Le llama para ser pescador de hombres. A esto están llamados todos los cristianos. Luego, una vez resucitado, Cristo se lo aclarará aún más: Te llamo para que me ames (Jn 21,15-19) y apacientes a mis corderos, para que te dejes llevar donde no quieres, para que guíes a mi Iglesia. Por eso la vocación de Pedro es enteramente sacerdotal. ¿Es definitivo el cambio?; ¿hubo un progreso por parte de Pedro en el conocimiento y amor a Jesús?. Evidentemente sí. Desde el primer relato de vocación (Mc 16-20) hasta el segundo relato (Jn 21,15 ss) la vida de Pedro cambia sustancialmente. Durante todo ese periodo manifestará muchas veces su profundo amor por Jesús, pero también meterá la pata en numerosas ocasiones. Por eso será reprendido por Jesús (Mt 16,23), se declarará dispuesto a morir por su maestro (Mt 26,33) y luego se quedará dormido en el huerto (Lc 22, 46) y le negará tres veces (Mt 26,69ss)… Entre todos estos avatares, es indudable que el salto final hacia el amor de Cristo será el encuentro final con el resucitado, que luego comentaremos para la oración final. La cuestión ahora es si Jesús, como llamó entonces, sigue llamando hoy. Pedro fue elegido por Cristo para ser de los suyos. ¿Continúa hoy llamando a alguien?. Es muy probable que a los chicos esto les parezca posible pero no para ellos… Jesús llamaba en su vida terrena, ¿Continúa llamando después de resucitado?. Para poder dar una respuesta a esto es muy importante tener conciencia de qué es y qué significa la palabra vocación y, en nuestro tema más concretamente, vocación sacerdotal. PEDRO ES UN TESTIGO DEL AMOR DE DIOS Y QUIERE LLEVARE HASTA ÉL Lo que se ofrece en la página para entregar a los chavales es un excelente resumen de lo que supone la parte doctrinal y más importante de esta catequesis. El hombre, como se dice en el Génesis, es un ser creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26). Ello supone que el hombre está dotado de cuerpo, como es evidente, pero también de un alma espiritual e inmortal. Eso le hace ser una criatura totalmente distinta al resto de las criaturas que hay sobre la faz de la tierra. Por eso, el Concilio Vaticano II, en el documento Gaudium et Spes dice que la persona humana es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (GS 24,3). El hombre, por tanto, ha sido amado por Dios y la vocación es expresión de ese amor que busca la plenitud del hombre, ser material y a la vez espiritual. Sin embargo, sería absurdo que Dios amara y llamara al hombre y que éste no pudiera escucharle. Por eso podemos decir que, “de todas las criaturas visibles sólo el hombre es capaz de conocer y amar a su creador (…) sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad. ¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno (S. Catalina de Siena, Diálogo 4,13)” (C.E.C. 356). El hombre está originalmente llamado a la comunión con Dios, y eso es una realidad absolutamente maravillosa. La línea de comunicación entre Dios y el hombre está abierta en ambas direcciones. Dios que ama al hombre y el hombre que se deja amar por Dios.

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En este contexto podemos entender bien lo que significa la palabra vocación, que es sinónimo de llamada. Gracias a esa línea abierta que existe entre Dios y el hombre es posible que Dios nos llame. La primera y más originaria llamada es la de la vida divina y que ya se ha expresado: El que el hombre esté llamado a participar de las delicias de Dios, de la vida eterna. Pero eso tiene que concretarse de alguna manera. En el texto de los chicos/as se pregunta una cosa que tiene sentido explicarla ahora. Se pregunta en qué cosas se parece la relación entre las personas y la relación entre Dios y el hombre. El asunto es que la relación con Dios es también una relación entre personas porque, no se nos olvide, Dios es un ser personal. En efecto, a veces pensamos que con Dios todo es distinto (en cierto sentido si lo es) y con una especie de sentimiento de amor universal y no concreto nos conformamos. Sin embargo, en nuestro interior sabemos que eso no basta, como no bastaría querer a una persona (a tus padres, o a tu novia/o…) a base de un amor general sin elementos concretos. Uno quiere mucho a una persona cuando así lo manifiesta, porque obras son amores y no buenas razones. Por eso, en nuestra relación con Dios, el amor que podemos decir que le profesamos tiene que tomar una forma concreta. Y eso es la vocación. Dios te pide que le ames a él, y que le ames como persona casada… o como sacerdote. Así se lo pidió a Pedro y así se lo pide a mucha gente hoy. Chicos jóvenes y menos jóvenes siguen sintiendo la llamada de amor de Cristo resucitado para su seguimiento en el sacerdocio. Y eso se puede comprobar físicamente saliendo de nuestras cosas y asomando la cabeza al resto de la parroquia o grupo, al resto de la Iglesia y, más concretamente, al Seminario, donde puedes ver la realidad de esta llamada de Amor que sigue viva. La vocación, por tanto, es como un noviazgo; como una relación profunda con Dios. En el caso del Apóstol Pedro, su vocación se concretó de forma sacerdotal, con todo lo dicho, y a la luz de la vida de Pedro, el sacerdote, según el actuar del Apóstol, es un hombre enamorado. Es precisamente su amor lo que le anima a seguir día a día, a crecer, como Pedro, en el amor de Dios y en la propia vocación, puesto que igual que se crece en el amor hacia las personas que más quieres, así ocurre con Dios mismo. Es la relación más maravillosa que pueda existir, porque sólo el Amor llena el corazón humano y hace vivir cada día en la maravilla de ser hijo de Dios… ¿Estás tú dispuesto a comenzar esta relación con Dios?. PARA QUE LE CONOZCAS Y GOCES DE SU AMISTAD Para el comentario al texto de la Escritura propuesto vamos a seguir la meditación V del libro “Servidores de vuestra alegría” de Joseph Ratzinger, HERDER: La oración se puede desarrollar mediante la lectura del texto bíblico que ahora presentamos (Jn 21, 1-19) (resumido en la hoja del catequizado) con el comentario que presentamos, o uno personal, o, directamente, sin él; para dar paso, finalmente, a un tiempo de silencio. El texto, que es precioso, es el siguiente: “Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberiades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: « Voy a pescar. » Le contestan ellos: « También nosotros vamos contigo. » Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Les dice Jesús: « Muchachos, ¿no tenéis pescado? » Le contestaron: «No. » Él les dijo: « Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. » La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: « Es el Señor », se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar. Los - 34 -

demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Les dice Jesús: « Traed algunos de los peces que acabáis de pescar. » Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: « Venid y comed. » Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: « ¿Quién eres tú? », sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: « Simón de Juan, ¿me amas más que éstos? » Le dice él: « Sí, Señor, tú sabes que te quiero. » Le dice Jesús: « Apacienta mis corderos. » Vuelve a decirle por segunda vez: « Simón de Juan, ¿me amas? » Le dice él: « Sí, Señor, tú sabes que te quiero. » Le dice Jesús: « Apacienta mis ovejas. » Le dice por tercera vez: « Simón de Juan, ¿me quieres? » Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: « ¿Me quieres? » y le dijo: « Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. » Le dice Jesús: « Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras. » Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: « Sígueme. » Pedro, siempre líder y primero entre los Apóstoles, decide ir a pescar. Y unos cuantos toman la misma determinación; de modo que un pequeño grupo de Apóstoles se dirigen a hacer esa pesca en la que tendrá lugar uno de los encuentros más maravilloso de sus vidas. Una vez echados a la mar, descubren que hay un desconocido en al orilla. Aquel discípulo a quien Jesús tanto amaba lo reconoce: “es el Señor”. Pedro se levanta de un salto, se ciñe la túnica y se echa al agua, para ir así mas rápidamente a su encuentro. El primer presupuesto es, pues, que quien quiera ser testigo de Jesucristo tiene que haberlo visto personalmente, tiene que conocerlo y reconocerlo. Y, ¿cómo ocurre esto?. Ocurre, nos dice el evangelio, porque el amor lo reconoce. Jesús está en la orilla; al principio no lo reconocemos, pero le oímos a través de la voz de la Iglesia. Es él. Ahora nos toca ponernos en pie, ir a buscarlo, acercarnos a él. En la escucha e la Escritura, en el trato y frecuencia de los sacramentos, en el encuentro con él en la oración personal, en el encuentro con aquellos cuya vida está henchida de amor a Jesús, en las diferentes experiencias de nuestra vida y de múltiples maneras nos encontramos con él, él nos busca y así aprendemos a conocerlo. El testigo, pues, debe ser algo antes de hacer algo. Debe ser amigo de Jesús para no transmitir sólo conocimientos de segunda mano, sino para ser testigo verdadero. Pero ahora surge la pregunta: ¿Qué debe hacer el testigo? El evangelio nos da tres respuestas que, en el fondo, se reducen a una. Antes de confiar a Pedro la misión de pastor, Jesús le pregunta: ¿Me amas? Debe amar a Jesús. A continuación se le encomienda: Apacienta mis corderos. Debe desempeñar las tareas propias del pastor. Y finalmente le dice: Antes elegías tú el camino. Pero ahora lo elige otro por ti y te lleva por él. Ya no es tu voluntad la que establece tu senda, sino la voluntad de otro. Debe ir en pos de otro. El seguimiento forma parte del servicio del discípulo; este servicio es un camino. Amar, apacentar, seguir: con estos tres verbos describe el evangelio la esencia del apostolado y, por ende, del servicio sacerdotal. Apacentar. Apacentar es sinónimo de ser pescador de hombres. Antes pescaban peces, ahora pescarán hombres. San Jerónimo dice, poco más o menos, a este - 35 -

respecto lo siguiente: Cuando se saca un pez del agua significa que ha perdido su elemento vital. Ya no puede respirar y, por tanto, muere. Pero a los hombres nos acontece en el bautismo, cuando nos hacemos cristianos, exactamente todo lo contrario: hasta entonces estábamos encerrados en las aguas saladas del mundo. No podíamos ver la luz, la luz de Dios. Tampoco podíamos contemplar la anchura del universo. Nuestro rostro se hallaba rodeado por la oscuridad del agua, vuelto hacia abajo, y nuestra vida estaba hundida en el mundo muerto del agua salada. Pero cuando, con el bautismo, fuimos sacados de aquel lugar, entonces comenzamos a ver la luz, entonces empezamos a vivir verdaderamente. ¿Qué significa, por tanto, “pescar hombres”?. Significa llevarlos al aire libre, a los amplios espacios de Dios, al elemento vital que les ha sido asignado. Cierto que cuando alguien se ve arrancado de sus hábitos y costumbres, al principio siempre se revuelve. Quien está acostumbrado al mar, piensa en un primer momento que, cuando le sacan a la luz, le arrebatan la vida. Está enamorado de las tinieblas. Por eso, ser pescadores de hombres dista mucho de ser una empresa cómoda, pero es lo más grandioso y humanamente lo más bello que puede darse. Se registran, sin duda, muchas salidas en vano al mar. Pero aun así, sigue siendo una maravillosa tarea acompañar a los hombres por el camino que lleva a la luz, a los amplios espacios, enseñarles a conocer la luz y la infinitud de Dios. Así como Pedro es llamado a ser pescador de hombres, también tú puedes ser llamado. Pero aún falta un elemento más para la comprensión y meditación de la vida de Apóstol. Dice el texto evangélico: “extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieres (Jn 21,18). Hay aquí, probablemente, una alusión a la muerte en cruz que Pedro habría de sufrir en el seguimiento de Jesús: entonces extendería las manos y se las atarían. Pedro tiene que renunciar a su propia voluntad, ya no es él quien toma las decisiones. Es otro el que le ciñe. Esto me trae el recuerdo de la pregunta e Jesús al os hermanos Santiago y Juan: ¿Podréis beber el cáliz que yo he de beber? (Mc 10,38). El cáliz eucarístico, centro de la vida sacerdotal, reaviva siempre el recuerdo de esta sentencia. La eucaristía es el centro de la vida sacerdotal. La eucaristía es siempre algo más que una ceremonia, que liturgia. Es una forma de vida San Mateo Dejándolo todo, se levantó y lo siguió. A lo largo de la historia muchos cristianos que no sabían leer, han recibido las catequesis a través del arte. En nuestros días muchas de estas maravillosas catequesis pasan por ser objetos de pura contemplación. Hoy vamos a ver cómo en este cuadro tenemos una completa catequesis sobre la vocación. Una vez observado con atención el cuadro, vamos a comentarlo, y nos podemos fijar para empezar en:  qué personajes hay • qué hacen • qué posición toman en la acción Intentaremos también ver qué nos quiere mostrar Caravaggio en este cuadro. ¿Encuentras algún parecido entre este cuadro y algún pasaje de los evangelios? Te presento a Mateo “Jesús salió de la casa y vio a un publicano, llamado Mateo, que estaba sentado en su oficina de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.” Lc 5, 27-28 - 36 -

En efecto, ese personaje rodeado de sus amigos y “colegas” es Mateo, el recaudador de impuestos al que Jesús llamó a que le siguiera. Podemos ver ya los distintos elementos de esta catequesis del Caravaggio. • En primer lugar, tenemos a Jesús, a la derecha del cuadro, señalando con el dedo a Mateo. Es un personaje joven y atractivo, que tiene iluminados el rostro y la mano. Es muy significativa la mano de Jesús. ¿No te recuerda a otra mano pintada por un pintor italiano muy famoso?. La mirada de Jesús es clara y firme. Conoce a Mateo desde siempre. Si te fijas en un detalle, Jesús tiene los pies en sentido contrario a Mateo, comenzando a andar. • Pero en primer plano, delante de Jesús, casi tapándolo tenemos a Pedro. Es un personaje mayor (tiene el pelo canoso), con ropas pobres, y que se apoya en un bastón. Su mirada refleja la dureza del camino recorrido y el cariño más profundo. Podemos ver como dirige su mano en el mismo sentido de la de Jesús. Los pies están dirigidos a Mateo. • Empezando por la izquierda, en primer lugar tenemos a dos personajes, un joven y uno viejo, que tienen los ojos fijos en el dinero que están contando. Parece que no se dan cuenta de la presencia de Jesús y Pedro ante ellos. En el evangelio podríamos identificarlos con los fariseos. la presencia de Jesús y Pedro ante ellos. En el evangelio podríamos identificarlos con los fariseos. • A la derecha de Mateo tenemos otros dos personajes. El que está de cara a nosotros es el más jovencillo del cuadro. Tiene un brazo apoyado en Mateo, buscando seguridad. Es el que tiene los ropajes más ricos. Mira en la misma dirección que Mateo, pero parece desviar los ojos de los de Jesús. Podríamos identificarle con el joven rico del evangelio. El otro personaje estaba seguramente pagando los impuestos y al oír a Jesús se vuelve. Su cara tiene un gesto de sorpresa, preguntándose: ¿Quién puede ser este?. Tiene una mano apoyada en el banco y otra buscando la espada. • En el centro del lado izquierdo del cuadro tenemos a Mateo. Es el jefe de los recaudadores de impuestos, un hombre rico y despreciado por el pueblo. Es también un hombre mayor, sin aparente capacidad de sorpresa y novedad en su vida. Se está señalando a sí mismo y tiene los ojos “abiertos como platos”. Su cara está iluminada y nos muestra que algo nuevo ha pasado en su vida. Después de haber contemplado el cuadro y sus personajes pensamos y contestamos: ¿Con quién o quiénes me identifico? ¿Con qué rasgo?. ES UN TESTIGO DEL AMOR DE DIOS Y QUIERE LLEVARTE HASTA ÉL El primer fundamento de todo hombre es una llamada de amor del mismo Dios. Cada uno de nosotros existimos porque Dios nos ama y nos ha llamado a la existencia (Jr 1,5). Nuestra historia es una historia de amor con Dios, que en Cristo, sale a nuestro encuentro, como un día salió al encuentro de Mateo y nos llama a seguirle en el camino. Pero esa llamada no es una llamada abstracta, desde el vacío. El cuadro muestra muy bien esto. La llamada de Jesús es siempre a través de Pedro, de la Iglesia. Ésta es pobre y puede parecernos a veces vieja, pero trasparenta la autentica llamada de Cristo. Sólo en compañía de Pedro puede Mateo seguir a Jesús, porque así lo ha dispuesto Jesús mismo. Ante esta llamada se nos presentan muchas dificultades. Podemos no verla, como los fariseos. Pero la llamada también se dirige a ellos y sólo hace falta que alguien les levante la cabeza, para que la vean. Tal vez sean las comodidades y seguridades de nuestra vida las que nos impiden seguir a Jesús. Alguna vez hemos sentido cómo Jesús pone su mirada en nosotros, pero hemos contestado que “hoy no, tal vez otro día”. O como al joven espadachín, Nos ha sorprendido la llamada y - 37 -

nos hemos puesto en guardia. Tememos que pueda ser algo malo para nosotros (“a ver si me van a comer el coco”), pero no podemos negar el atractivo de la llamada. Pero la respuesta a todas nuestras dificultades la tenemos en Mateo. Es un hombre mayor, con la vida hecha, pero algo nuevo entra en su vida. En su vida corriente, aparece algo que de repente le da una nueva luz. Con corazón sencillo, abierto, se deja sorprender por la novedad del amor de Dios, que le llama. Y no puede menos que dejarlo todo al momento y seguirle. Porque una presencia como la de Jesús toca toda nuestra vida, y no podemos permanecer indiferentes a esa pretensión de Jesús de ser el centro de nuestra existencia. Por eso, Mateo pone a Jesús por encima de todas las demás cosas y “dejándolo todo, se levantó y lo siguió”. Esta es la llamada personal que Jesús hace a Mateo, la de ser apóstol. Jesús más tarde elegirá a Mateo entre esos Doce que tuvieron una especial relación con él. Mateo se ve llamado a dejar su trabajo, su familia, su vida, para entregarla en favor de los demás; a seguir a Jesús y a continuar su misión; a anunciar el evangelio de la gracia, que el Reino de Dios ha llegado en una persona: Jesucristo. Ahora podemos dedicar un poco de tiempo a pensar en lo que hemos visto: ¿Descubro en mi vida la llamada de Jesús? ¿Dónde la descubro? ¿A qué me siento llamado?, ¿Cómo creo que podría mejorar mi seguimiento de Jesús? ¿Cómo respondo a la pretensión de Jesús? PARA QUE LE CONOZCAS Y GOCES DE SU AMISTAD Para escuchar a Jesús es necesario que le prestemos atención a Él. Para eso, como con nuestros mejores amigos cuando vamos a hablar de cosas intimas, es mejor separarnos un poco del resto y hablar a solas con Él, escucharle. Para eso te propongo algunos textos que hablan de Mateo y de cómo vivió él ese encuentro con Jesús. Escúchale en ellos. "Jesús salió de la casa y vio a un publicano, llamado Mateo, que estaba sentado en su oficina de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Mateo le obsequió después con un gran banquete en su casa al que también había invitado a muchos publícanos y a otras personas. Los fariseos y sus maestros de la ley murmuraban contra los discípulos de Jesús y decían: - ¿Por qué coméis y bebéis con publícanos y pecadores? Jesús les contestó: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores para que se conviertan. ” (Lc 5, 27-32) “Por aquellos días, Jesús se retiró al monte para orar y pasó la noche orando a Dios. Al hacerse de día reunió a los discípulos, eligió de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles: Simón, a quien llamó Pedro y su hermano Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás y Santiago el hijo de Alfeo, Simón llamado Celota, Judas el hijo de Santiago y Judas Iscariote que fue el traidor.” (Lc 6, 12-16) “Mas ya que habéis visto el poder del que llama, considerad también la obediencia del llamado. Porque Mateo no opuso ni un momento de resistencia, ni dijo, dudando: ¿Qué es esto? ¿No será una ilusión que me llame a mí, que soy hombre tal? Humildad, por cierto, que hubiera estado totalmente fuera de lugar.” (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. Sobre S. Mateo, 30). “Hay también otra sentencia en la que Jesús dice: “Deja que los otras personas.” Después de descubrir a Jesús como alguien a quien merece la pena seguir, Mateo no puede callarse e invita a sus amigos para que conozcan a Jesús. Seguro que entre esos amigos, están aquellos que, porque estaban contando las monedas, no ven a Jesús.

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Nosotros tampoco podemos estarnos quietos, así que pensamos en algo que nos pueda ayudar a descubrir mejor la llamada de Jesús en nuestra vida, y a contárselo a nuestros amigos. SAN MATEO-GUÍA DEL CATEQUISTA La primera parte de la catequesis consiste en una presentación del cuadro de Caravaggio, “La vocación de S. Mateo”. Es importante que esta primera parte trate despertar el interés sobre el tema. El cuadro sólo es un medio para ello. Si es posible, no es necesario que los jóvenes sepan el título del cuadro. Después de la pequeña presentación, se trata de entablar un diálogo sobre los personajes del cuadro, que hacen... Tampoco es necesario que esta se alargue demasiado. En el siguiente paso, una vez que los jóvenes ya se han interesado por el tema, se puede pasar a ver con más detalle el cuadro, comentando los detalles que vienen en el cuaderno. A través de la descripción de estos personajes se puede ver todo el recorrido de la vocación, desde la llamada, la mediación y las distintas respuestas que la llamada de Dios despierta en uno. Hago aquí un análisis más detallado de los personajes y su significado tal como yo lo veo. Si empezamos a leer el cuadro de derecha a izquierda, el primer personaje que aparece es Jesús. De él nace la llamada. Bueno, en realidad, Jesús nos muestra la misma llamada del Padre (Jn 14, 9). Esto en el cuadro aparece expresado por la luz que desciende de la esquina superior derecha e ilumina el rostro de todos los personajes. Es Jesús en aquel en quien la llamada del Padre se hace concreta. Podemos ver primero el rostro de Jesús. Es un rostro bello, joven, firme, coronado por la casi imperceptible áurea de santidad. Es el rostro mismo de Dios hecho hombre. La mirada de Jesús es limpia; no muestra ninguna duda, porque sabe a quien llama y no se equivoca. Jesús llama a los que Él quiere (Mt 3, 13). Es también una mirada compasiva, que mira y conoce al hombre en lo más profundo de su ser. Otro elemento es la mano. La mano con la que Jesús señala a Mateo tiene una asombrosa semejanza a la mano que Dios tiende a Adán en “La Creación” de Miguel Ángel. Es la misma mano que crea al hombre la que le llama a que se levante. Otro detalle son los pies de Jesús, descalzos, vueltos hacia el camino. Jesús nos llama siempre a que le sigamos, a que nos pongamos en marcha, a que vayamos detrás de Él, porque sólo Él es el Maestro. El siguiente personaje con que nos encontramos es Pedro. Es un hombre viejo, como vemos en su pelo canoso. Va vestido con unos mantos corrientes, pobres. Es la pobreza de la humanidad de la Iglesia. Pero es esa pobreza humana la que mejor refleja a Cristo. La dureza del camino ha “pulido” a Pedro haciéndole transparente para que en su humanidad podamos ver al Maestro. En el cuadro, Pedro tapa prácticamente entero a Jesús, pero sin embargo a primera vista en quien primero nos fijamos es en Jesús. Solo en un segundo momento vemos que Pedro está delante. Pedro, representando a la Iglesia es el lugar donde Cristo ha querido que entremos en comunión con Él. Pedro señala en la misma dirección que el Maestro, y parece que dice, “ven con nosotros, con los discípulos del Señor, porque solo con nosotros puedes seguirle”. Pedro tiene los pies señalando a Mateo. Es en la comunión de vida con los que ya han sido llamados, dónde encontramos esa llamada a seguirle, porque ellos han recibido la misión de anunciarle al mundo y continuar su misma misión. Pedro es también roca firme, bastón en el que el discípulo de Jesús encuentra apoyo en la dureza del camino. Yendo ahora al otro espacio del cuadro, vemos cinco personajes. Éstos representan las distintas respuestas que en algún momento todos damos a Jesús. Creo que mejor que identificarnos con sólo uno de los personajes, es más propio ver cómo nosotros actuamos en algún momento como cada uno de ellos. Será bueno, en la - 39 -

última parte del tema, para centrarlo, observar cuándo actuamos como éste o aquél, para ver como podemos dirigir toda nuestra vida a una respuesta como la de Mateo. A los dos personajes que vemos a la izquierda podríamos identificarlos con los fariseos, o los escribas. Es decir aquéllos que teniendo a Jesús delante no lo ven. En el cuadro podemos observar cómo su mirada está centrada en el dinero. Ellos también tienen delante a Jesús, como los demás personajes del cuadro, pero son los únicos que no levantan la cabeza para mirar. Ni siquiera saben que Jesús llama a su puerta. No escuchan la llamada. No son capaces de levantar la mirada hacia algo más allá de la realidad que tienen delante. La misma realidad les habla, pero no pueden entenderla. Tal vez sea porque no quieren, o porque queriendo, no saben a dónde mirar. A la derecha tenemos otros dos personajes que miran asombrados hacia Jesús. Por una parte tenemos, en primer plano, con un chaleco negro, es un hombre que está pagando los impuestos cuando Jesús aparece en la escena. Ha visto a Jesús. Tanto le ha sorprendido, que se ha dado la vuelta para ver qué pasa. (Ver la diferencia con los fariseos). Por la vestimenta, parece que es un hombre importante, un caballero. En el tiempo de Jesús podemos identificarlo con un miembro del sanedrín, como Nicodemo (Cf. Jn 3, 1-21). Ha descubierto la radical novedad que hay en Jesús, y se siente también llamado a seguirle. (Vemos como apoya su mano derecha sobre el banco para levantarse). Pero por otra parte no deja de ser un hombre importante y no acaba de fiarse. Esto lo muestra, echando mano a la espada. A la vez que se siente atraído por Jesús, entiende que al seguirle puede peligrar su estilo de vida, y se siente amenazado. La llamada al seguimiento de Jesús es tan radical, que podemos pensar en el “qué dirán” nuestros amigos, o qué pasará con nuestra vida, y nos ponemos en guardia. Por otra parte tenemos, en segundo plano, un joven muy bien vestido, con el brazo apoyado en el personaje del centro. Este personaje se asemeja mucho a lo que podemos imaginar que es el joven rico del evangelio. Es un joven que, como cualquiera de nosotros, busca seguridades en los otros. Quiere “hacerse un hueco” en la sociedad. Quiere ser “alguien”. Entonces aparece Jesús, y siente la novedad de su persona. Se siente llamado a seguirle, a poner en Jesús su seguridad, porque Él sí que desprende seguridad. Pero en el cuadro podemos percibir si nos fijamos cómo, aunque mire en la dirección de Jesús, no le mira a Él. Parece que desvía la mirada y no se atreve a mirarle a los ojos. Sabe que la llamada de Jesús no es a una seguridad estática. La llamada de Jesús es a dejarlo todo para seguirle. No puede apoyarse a la vez en Jesús y en otras personas, fuera de las que Él nos pone. Jesús exige ser el centro de nuestra vida y no podemos tomar a Jesucristo como una faceta más de nuestra vida. Desde Él se ordena el resto. Por eso el joven desvía la mirada con tristeza, porque no está dispuesto a seguirle, porque las riquezas le atan. ¡Cuántas veces nos pasa esto a nosotros! Por último, pero no menos importante, tenemos al personaje central del cuadro: Mateo. Mateo, cobrador de impuestos, es sobre todo un hombre despreciado. En tiempo de Jesús los publicanos eran tenidos como colaboracionistas de los romanos, además de cómo extorsionadores del pueblo. Mateo es también un hombre mayor, que nada espera ya de la vida. Sin embargo una novedad radical aparece en su vida. Jesús dice su nombre y le llama para que le siga. Mateo, el hombre despreciado por todos, se siente profundamente amado, como no ha sido amado por nadie. La llamada nace del amor que Dios nos tiene y que se nos ha mostrado en su Hijo. De ahí, que ante esto, la primera respuesta de Mateo es el asombro. Caravaggio ha sabido captar este momento con especial maestría. Mateo se señala a sí mismo en el cuadro con la sorpresa dibujada en la cara, como diciendo “¿a mí me llamas?, ¿quién soy yo?”. De este asombro nace la respuesta, - 40 -

una respuesta que no puede ser otra que la del seguimiento de Aquel que me ha introducido en una vida nueva. Mateo deja todo lo que tiene y sigue a Jesús. Puede ser interesante ver la comparación entre Mateo y el joven rico. Mateo es un hombre ya establecido, apegado a sus cosas, con la vida hecha, mayor... En cambio el joven, tiene toda una vida de ilusión por delante, parece deseoso de vivir, no puede tener tanto que dejar... Sin embargo, es Mateo el que da la respuesta propia de un joven, porque es Mateo el que reconoce en Jesús algo más que un simple hombre. Reconoce en Jesús una persona que le llama a una entrega total de la vida, porque ama plenamente. Es Mateo el que experimenta que con Jesús su vida será plena. Otro dato interesante de Mateo lo podemos leer en la continuación de la llamada en el Evangelio de Lucas. Mateo llevado por la alegría de haber encontrado al Señor, organiza una fiesta e invita a Jesús a entrar en su casa. La casa es toda la vida de un hombre. Una vez que conocemos a Jesús, entra en nuestra vida y la trasforma. Nuestras tareas, las relaciones con la gente siguen siendo las mismas, pero ha cambiado radicalmente, porque ahora son desde Cristo. El amor de Cristo la transforma. Mateo invita además a sus amigos publicanos. No puede ocultar el amor que ha descubierto y llama a sus amigos para que también conozcan Jesús. Conocer a Jesús debe llevar inevitablemente a su anuncio. Esto, y muchas más cosas, es lo que podemos aprender de este cuadro pintado por el Caravaggio y que hoy podemos contemplar en la iglesia de S. Luis de los Franceses en Roma. PELÍCULA: “CADENA DE FAVORES” RESPONDEMOS A ESTAS PREGUNTAS: • ¿Cómo podrías describir al protagonista? • ¿qué sentimientos te provocó? • ¿crees que una persona puede realmente hacer algo para marcar la diferencia en el mundo? Canción: “PANES, PECES Y TALENTOS” - Realiza un cuadro de virtudes y defectos que tengas - Otro cuadro de lo que haces en los ratos libres o de ocio - Otra lista de cosas materiales que puedas poner a disposición ( casa, música, etc) MOMENTO PERSONAL: Piensa para que usas cada una de estas cosas, a quienes se las das o prestas. ¿Estas a disposición de Jesús o sigues intereses personales? ¿Cuáles puedes concretamente modificar? Sacramento de la RECONCILIACIÓN Celebración litúrgica especial. Hasta aquí los chicos han venido haciendo un proceso, que supone que han tenido conciencia de un despertar hacia la renovación interior. Por consiguiente se propone una forma especial y juvenil del Sacramento Penitencial, difícil, ciertamente, pero en búsqueda de hacer manifiesta la bondad, la misericordia y el perdón del Amor, se propone una celebración de la Palabra que en ambiente penitencial, conduzca al encuentro con Dios y la Iglesia. Preparación para la ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO: Esta dinámica se usará en caso de que el entorno no propicie realmente la oración contemplativa, no deberá durar más de 15 a 30 minutos. OBJETIVO:  Reflexionar sobre la oración  Descubrir el calor de la oración - 41 -



Despertar y animar a la oración

METODOLOGÍA:  Motivación Se trata de facilitar la reflexión sobre la importancia o no de la oración y descubrir con ello el calor de la oración. Habrá que evitar el debate infructuoso, y hacer de esta catequesis una invitación a la vida de oración. Al igual que nuestro cuerpo requiere de unos cuidados para estar sano o en forma, la vida en el Espíritu requiere de una vida de oración, que nos mantiene unidos a la ‘Fuente’ y mantiene el sentido y la fuerza de nuestro seguimiento de Jesús. Sin la oración no podremos mantenernos fieles al llamamiento que Jesús nos hace en nuestra vida.  Desarrollo 1. Formas de orar. Primero haremos una mesa redonda, libremente se les deja explicar los diferentes tipos de oración que hay (petición e intercesión, acción de gracias, perdón...) y formas de realizarlas (silencio, oración vocal, comunitaria, con el cuerpo...) 2. Se les entrega la hoja en las que se explican algunas formas de orar. Se dialoga y contrasta con lo que hemos hablado en el momento anterior. 3. ¿Y tú como oras? En la misma hoja del catecúmeno responden a las preguntas ‘Me acuerdo de Dios cuando...’, ‘No hago oración porque...’ 4. Para terminar vemos como Jesús nos dio el mandato de orar, en un clima de oración (se puede llevar un icono, unas velas, tocar una canto de oración con la guitarra, o escucharlo de una grabación...) se inicia la Adoración al Santísimo.

Adoración eucarística por las vocaciones Autor: P. Pedro Barrajón Muñoz Hay dos cosas que nunca dejan de causarme estupor: la inmensidad y hermosura del cielo estrellado y la voz de Dios que resuena en el fondo del corazón de un hombre. Dios nos habla a través del maravilloso libro de la creación y también se nos revela en el santuario de la conciencia. En lo infinitamente grande, que nos trasciende, y en lo más íntimo de nuestra inferioridad que también nos sobrepasa: superior superio meo, intimior íntimo meo (más grande de lo más grande que hay en mí; más íntimo de lo más íntimo que hay en mí), en palabras de san Agustín. La vocación es la revelación misteriosa de Dios a un hombre, polvo como los demás, para darle una misión que supera con mucho sus fuerzas. Es la vocación del Amor que invita al amor y a difundir el amor. Siempre veneré como pertenecientes al mundo de lo sagrado a esos hombres que habían escuchado en su interior la voz de Dios y dedicaban sus vidas a Él y a su Reino. Pero cuando en mi vida se presentó de repente, en forma inesperada, la llamada de Jesucristo, con ese sencillo pero contundente: «Sígueme», entonces comprendí que el misterio que envuelve la vocación es el mismo que late en el universo: el misterio del amor que, como cantó Dante, mueve el sol y las estrellas. Y no sólo el sol y los mundos estelares, también el de la libertad humana. Cada vocación al sacerdocio, a la vida consagrada, al matrimonio, al servicio al prójimo es un poema de amor, único, irrepetible. Es un diálogo de corazón a corazón de la creatura libre con su Creador que la llama a prolongar en el mundo el misterio de la encarnación, de hacerse «otro Cristo» para la humanidad. Cristo tomará posesión de ese hombre que, sin dejar de ser arcilla, lleva el tesoro del amor de Dios y lo ofrece al mundo. Pero, necesitando los hombres tanto del amor de Dios, de Dios mismo, nos encontramos con el hecho de que hay muy pocos, poquísimos obreros de la mies del Señor. ¿Qué podemos hacer? ¿Dónde buscar los obreros para su mies? En las familias, en los colegios, en las universidades, en las escuelas, en los grupos juveniles. Sí, pero ante todo hay que pedir al dueño de la mies que envíe trabajadores a su viña. Hay muchos cristianos que toman en serio este mandato del Señor y se reúnen por grupos para pedir a Cristo Eucaristía este don. Y -debo decir la verdad- el Señor no nos viene a la zaga en generosidad: da a manos llenas. Basta que se lo pidamos- Recuerdo a este propósito un hecho que contaban entusiasmadas las religiosas de un convento de clausura en Francia. Llevaban años sin recibir vocaciones. La comunidad estaba compuesta por religiosas ancianas en la mayor parte y

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estaban seriamente preocupadas por el futuro del convento. Un día se presentó en el locutorio una familia, los padres y tres hijos, dos niñas y un niño. Iban a pedir oraciones por la salud de una de las hijas, enferma de leucemia. La niña escuchó los comentarios sobre la falta de vocaciones en el convento y se propuso ofrecer sus sacrificios y los dolores de su enfermedad por esta intención. A la mañana siguiente, por vez primera en varios años, una joven tocó la puerta del convento pidiendo ser admitida. Después de ella vinieron otras que dieron de nuevo vida a esa comunidad, ahora floreciente. Quizás para algunos este caso sea una mera coincidencia, una casualidad. Pero quien cree en las palabras de Cristo pedid y se os dará ve en este hecho y en otros muchos similares, la mano bondadosa del Padre que no deja de escuchar la oración humilde, perseverante y confiada de sus hijos. Si los obreros son pocos en la Iglesia, ¿no será porque rogamos poco al dueño de la mies que los envíe? La presente guía no tiene otra finalidad sino la de ayudar a aprovechar mejor la oración personal delante de Cristo Eucaristía. No es original. Toma oraciones y elementos que se usan en parroquias y en grupos de oración. Pero puede ser una pequeña ayuda. Estoy seguro de que, delante de la Eucaristía, el Espíritu Santo inspirará a cada persona la mejor manera de orar, dialogando con Cristo, presente realmente bajo las especies eucarísticas, como Amigo y Maestro. Aconsejo hacer la adoración en la compañía de María, recordando que con una sola insinuación suya en Caná: «No tienen vino», arrancó a Jesús el primer milagro. Con su poder intercesor Ella puede convertir el agua de nuestro corazón frío, en el vino exquisito y delicado del amor a Dios.

Capítulo 1: Ante Jesús Eucaristía Jesucristo, estoy aquí delante de Ti para cumplir un mandato tuyo. Lo he oído y leído muchas veces, pero sólo hasta ahora lo tomo en serio y quiero dedicarte a Ti este rato de oración para cumplir tu mandato: «Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» Mt. 9, 38). Tú eres ese dueño de la mies y por eso vengo a Ti a pedirte lo que Tú me has mandado que pida. Si no fuera porque Tú lo quieres y así 1o´ mandas expresamente, quizás a mí nunca se me hubiera ocurrido hacer esta petición. Siempre te pido por mí y por mis cosas; de vez en cuando por los míos. Pero, iqué pocas veces vengo a pedirte por algo en lo cual parece que no tengo nada que ver! Quiero siempre que me des sin que te tenga que dar nada en cambio. Y, sin embargo, pensándolo bien, al pedirte que mandes apóstoles a tus campos, estoy indirectamente pidiendo también un don para mí pues esos obreros que Tú mandas a que trabajen tu mies, serán para mí los mensajeros de tu palabra y tu amor. Ilumíname, Señor, porque yo no sé orar. Enséñame a orar, a pedirte lo que más convenga. Manda tu Espíritu Santo para que Él me dé su Luz y purifique mi oración, haciéndola humilde, sencilla, perseverante, llena de fe, de confianza y de amor. Quisiera verte, Señor, para hablar contigo. Verte como te vieron tus Apóstoles, como te vio tu Madre. Quisiera poder oír tus palabras, contemplar tus acciones. Pero ahora vienes a mí oculto en un pedazo de pan, para que no tenga miedo de acercarme a Ti, sin mostrar tu poder infinito, bajo las apariencias de este pan blanco que se me ofrece como alimento de mi espíritu. Creo, Señor, que estás aquí realmente presente en este sacramento admirable en el que Tú, Creador del universo, vienes a mí como pan que me fortalece en mi camino hacia el cielo. Creo, Señor. Pero, aumenta mi fe, hazla siquiera pequeña como un grano de mostaza. Creo que estás aquí conmigo, que me escuchas, que me hablas interiormente sin ruido de palabras y que, indefenso desde el altar, eres un signo elocuente de amor, de donación, de entrega sin límites. No sólo creo en Ti. Confío en Ti porque eres el amigo que ha dado la vida por mí porque eres la vid que me permite llevar fruto, porque Tú tienes palabras de vida eterna, porque eres el buen Pastor que me llamas por mi nombre. Creo en Ti. Confío en Ti. Y también te amo. Te amo porque Tú me has amado primero, porque has dado tu vida para redimirme del pecado, porque me has abierto las puertas de tu Reino, porque mientras exista en mi vida el más mínimo deseo de arrepentimiento, me perdonas. Te amo por el don de la vida que me has dado en forma inesperada. Por el don de la fe y del bautismo. Por esa familia cristiana en la que has querido que naciera y en la que he respirado esa fe sencilla pero capaz de dar sentido a toda una vida. Te amo porque me amas con ternura de padre, con la fidelidad del mejor amigo, con pasión de enamorado. Te amo porque mi vida está copada de tus dones, dones inmerecidos por los que Tú me conduces hasta Ti. Sé, Señor, que soy una creatura que no tengo ningún derecho para estar ante Ti, mi Creador que me hiciste de la nada. Pero a Ti me acerco confiando en tu bondad y misericordia. Me acerco «como el

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enfermo a mi Salvador, hambriento y sediento, a la fuente de la Vida; pobre, al Rey de los cielos; criatura a mi Creador; triste y afligido a mi Consolador» (Imitación de Cristo, IV, 2). Por mis pecados, por mi indignidad, p& mi malicia soy indigno de estar ante Ti si no fuera porque con tu voz me llamas: «No temas. Soy yo. Venid a mí los que estáis atribulados y fatigados que yo os confortaré. Aprende de mí que soy manso y humilde de corazón». Y, siguiendo tu invitación vengo a Ti para aprender de Ti. Vengo a Ti para pedir obreros para tu viña. Que María, la Madre de los sacerdotes, esté a mi lado y sea Ella la primera intercesora que te arranque la gracia de tu Corazón de enviar al mundo sacerdotes y hombres y mujeres consagrados a Ti y a tu Reino.

Capítulo 3: Rogad al dueño de la mies Tú ya sabías que los obreros escasearían y por ello nos pediste que rogáramos al Padre para que enviara obreros, que nos diera vocaciones sacerdotales para la Iglesia. ¡Qué gran misterio, misterio insondable el de una vocación sacerdotal! Un joven o una joven, un adolescente o un hombre maduro que siente irrumpir en su vida la presencia trascendente de Dios que se fija en él y que lo llama. Porque Tú llamas, Señor, no dejas de llamar. El problema es nuestro, puesto que no siempre estamos dispuestos a oír tu voz. Por eso, me atrevo a pedirte ahora que muevas a la generosidad el corazón de aquellos a quienes Tú has elegido para la vocación sacerdotal o a la vida consagrada. Tú les pides una renuncia total: deben dejar afectos humanos, familia, amigos, a veces patria, planes personales... y les pides que te sigan a Ti. Tú te presentas en sus vidas sin previo aviso, llamando, como Señor que eres: «Sígueme». Y quieres que en ese mismo instante dejen sobre la playa de sus vidas todos los proyectos e ilusiones en que hasta ahora venían soñando. ¡Qué difícil debe ser para ellos dejarlo todo!, pero al mismo tiempo qué alegría sentir en el alma tu mirada de amor y de predilección ¡Qué orgullo sentirse tus predilectos y amigos íntimos! ¡Y en el mismo momento que los escoges, ya tienes destinada para ellos la gran aventura de predicar tu Evangelio! Dales generosidad, Señor. Que no bajen su mirada ante la tuya y cobardemente se apeguen a sus propias riquezas como el caso del joven de que nos hablan los Evangelios y que no tuvo el coraje de dejar sus numerosos bienes materiales. Que a los que llamas, Señor, sepan ir detrás de Ti con alegría, sin que nada los detenga en tu seguimiento. Que sean valientes, que no se queden enredados en la seducción de los placeres fáciles del mundo, que te sigan con decisión a Ti que eres la Verdad y la Vida. Te pido, Señor, por todos los jóvenes del mundo que en este momento necesitan en sus vidas el empujón de la generosidad para decirte «sí» como te dijo María cuando le propusiste, por medio del ángel, ser tu Madre aquí en la tierra. Que se den cuenta por la fe de que, más allá de lo que dejan, está el inmenso bien que harán en tantos miles y miles de hombres a quienes conducirán a su eterna salvación gracias a ese «sí» humilde, pero de una trascendencia infinita. Te pido especialmente por los jóvenes que conozco y que están planteándose seriamente la vocación sacerdotal. Dales tu luz para conocer tu voluntad y sobre todo dales mucho amor. Enséñales a no buscar evidencias ni signos humanos para comprobar científica, racionalmente que Tú los llamas pues la vocación no es cuestión de evidencia, sino de amor. Y, si algún día tu voz también resonase en mi conciencia, llamándome a seguirte, te pido desde ahora que me des el coraje para dejarlo todo sin mirar nunca hacia atrás, caminando con inmensa alegría en pos de Ti. Te pido por los hombres y mujeres maduros que perciban la llamada a la vida sacerdotal o a la vida consagrada para que permanezcan fieles a su propósito y se identifiquen plenamente con el plan que Tú has querido para sus vidas. Te pido también por todos aquellos que ya han decidido responder a tu llamado con generosidad y que se preparan en los seminarios o en los diversos centros de formación a la vida sacerdotal o de consagración. A nosotros desde fuera, nos parece que ellos viven como en el cielo, pero tendrán también ellos sus pruebas, sus tentaciones, sus dudas, sus vacilaciones, sus debilidades como hombres que son. Ayúdalos a perseverar en ese camino que han emprendido, que no duden en entregarse totalmente a ser santos, a ser hombres llenos de celo por la difusión del Evangelio. El mundo los necesita así. Nosotros los necesitamos así para que enciendan nuestros corazones en tu amor y nos conduzcan a Ti con absoluta nitidez. No olvido en mi oración a todos aquellos que han recibido el sublime don del sacerdocio y están hasta en los con fines de la tierra predicando tu palabra y llevando el pan de la Eucaristía y tu reconciliación a

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los hombres. Ellos son por antonomasia los obreros de tu viña, tus amigos y predilectos....... Concede, Señor, a tu Iglesia familias que vivan de tal manera el Evangelio que las vocaciones se desprendan de ellas como el fruto maduro de la intensa vida cristiana que en ellas reina. Protege nuestras familias. Hazlas lugares donde impera tu amor y tu paz. Oasis de fe y de esperanza, en los que todos sus miembros, unidos en la oración y en torno a María, acogen con amor el misterio de la vida. Estas familias serán el lugar más adecuado para vivir y transmitir la fe y forjar las almas de los futuros apóstoles de tu Reino. Te pido para que en la sociedad se valore cada día más el don de las vocaciones, pues cada una de ellas es un don para la humanidad y para la sociedad en la que vive y actúa, pues le comunica a los hombres que la integran tu mensaje y tu gracia que salvan. Te ofrezco también mis pequeños sufrimientos, dolores, malestares, sacrificios, fracasos, por las vocaciones. Me empeñaré personalmente en promoverlas y ayudarlas en todo aquello que me sea posible, material y espiritualmente. Por último, te ofrezco también mi propia vida para que Tú la hagas un instrumento por medio del cual puedas seguir hablando a los hombres. "Cuando pienso en el mundo que se apaga y muere por falta de Cristo. Cuando pienso en el caos profundo en que se desbarranca la inquieta y ciega humanidad por falta de Cristo. Cuando veo a toda esa mole obrera afiliarse a las sectas comunistas por falta de Cristo. Cuando me encuentro con la fuerza de la juventud, marchita y destrozada, por falta de Cristo... No puedo ahogar las quejas de mi corazón. Quisiera multiplicarme, dividirme, para escribir, predicar, enseñar a Cristo. Y de las entrañas más profundas de mi ser, del espíritu mismo de mi espíritu, brota contundente este grito único: ¡MI VIDA POR CRISTO! Recristianizar a la humanidad. He ahí nuestra misión. He ahí nuestro fin".

ORACIÓN PARA MEDITAR ANTES DE DESCANSAR: JESÚS NO TIENE MANOS: Jesús no tiene manos, tiene solo nuestras manos para construir un mundo nuevo donde haya mas fraternidad y justicia. Jesús no tiene pies, tiene solo nuestros pies, para poner en marcha a los derrotados por el camino de la libertad. Jesús no tiene labios, cuenta tan solo con nuestros labios para anunciar a los hombres la buena noticia de la salvación. Jesús no tiene recursos, cuenta tan solo con nuestro trabajo para lograr que todos los hombres vivan como hermanos. Jesús, aquí tienes mis manos, mis pies, mis labios, mi sonrisa, mi tiempo, mi ilusión, mi vida. ¡Aquí estoy Señor! ¡Iré contigo! DIA 3: PROYECCIÓN: DESPUÉS DE LA MISA: PROYECTO DE DIOS SOBRE LA MUJER: EL SI DE MARÍA CHARLA acerca del rol que cumplió en la Iglesia. Como ella fue dócil a la voluntad de Dios. PROYECTO DE DIOS SOBRE MI PERSONA: EL ENVÍO EVALUACIÓN DEL RETIRO

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