Massun – Las Ideologías del Siglo XXI

February 15, 2017 | Author: Nicolate Lee | Category: N/A
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Ignacio C.M. Massun "

Las ideologías en él siglo XXI

Joly 2237 (1744) Mor~no - Prov. de Bs. As.' (0237) 466-1882 [email protected] • www.metodos.com.ar

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¡Confieso! Catalogación

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Massun.lgnacio C.M. Las ideologías en el siglo XXI. - 1a ed. Buenos Aires: Métodos, 2004. 288 p. ; 22x15 cm. ISBN 950-888-205-0 1. Ideologías. CDD 140

Si a mí me tocara leer este libro. lo primero que intentaría hacer es descubrir la ideología de quien lo escribe. La mayoría de los libros permiten reconocer de inmediato si el autores marxista, Iibera! o «progresista». Paresa, quiero comenzarestaexposición con una breve confesión sobre mi peregrinaje ideológico. Nací en Buenos aires en 1948 en el seno de una familia católica, liberal y antiperonista (en ese orden). Viví los últimos años del gobierno del General Perón con temor. Temía por mi padre que era dirigente católico y opositor. Él nunca había demostrado una vocación poI ítica pero :.1quellos años sentía que la libertad lo requería. Cuando en 1955, me tocaba ira primcrgrq,dode la escuela primaria, I.TIifamilia decidió no envianne a la escuela para que no me adoctrinaran. En aquellos años los manuales de texto estaban atosigados de fotos del general y lac.ntonces fallecida Evita. Mi madre me enseñó a Icercn casa, lo que era un evidente gesto de rebeldía, que recién hoy valoro en su real dimensión. También, con vcn.bdcra fruiciÓn me dediqué a hacer panlktos manuscritos, que, con mi temblorosa letra decía «Cristo Vence», y mi tía «Negra}} me acompafíaba a repartir tirándolos bajo las puertas de las casas, con sigilo y temor. Eran los años del enfrentamiento entre Perón y las jerarquías religiosas. Mis p~ldre~, pese aque no eran personas con un interés especial en la acción poi ítica, ni tuvieron militancia partidaria alguna, me enseñaron, en aCJuel entonces, que había circunstancias en las que nadie debe permanecer impasible y que los fenómenos sociales no son ajenos a nuestra vida di~lria.

Créditos:

Autor: Ignacio Massun Oiseño: Verónica Massun @Copyright2005

Editorial Métodos S. A. (Buenos Aires).

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. Libro editado e impreso en la República Argentina. La reproducción total o parcial de esta obra, así como su fotocopiado o copia por cualquier medio mecánico o electr6nico, sin consentimiento escrito de'¡ editor, constituye delito (Ley I I.n:i). ISBN: 950-888-205-0

Perón fue derrocado en 1955, y pam bien o pammal, eso me penllitió ira la escuela al año siguiente. En cuanto aprendí a leer me interesé por el diario «La Prensa» al que estaba subscripto mi padre desde siempre. Era un diario ultra1iberal y por eso mismo antiperonista. Había sido contiscaoo por Pcrón y devuelto a sus dueños en 1955. Destilaba una rara combinación de pensamiento liberal con intolerancia acérrima a todo lo que recordara al {(tirano pi'ófugo}~. Yo me idenlifiqué plenamente con ese ideario. Alllcgar a la adolescencia, en la década del 70 (iVaya momento para ser joven en laArgenlina!) descubrí junto con toda mi generación, que Perón no era loque nos hahían dicho, y al mismo tiempo que el liberalismo no era una panacea. Con el Ímpetu propio de la edad me volqué decididamente a una posición que entonces definía como idcntiticada con Iadoctrinu social de la Iglesia. Aunque no coincidía plenamente, miraba -r--

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en el Siglo XXI

con simpatía a los sacerdotes del tercer mundo y a la Juventud Peronista en laque nunca milité. En esos años escribí mis primeros libros donde criticaba parigual alliberalisrno y al marxismo y me identificaba con lo que entonces era la «tercera posición», Entonces consideraba que futuro estaba en una economía mixta, donde sin suprimirse las leyes de mercado, las empresas tendieran hacia la «aurogestión obrera». A pesar de eso, nunca mé pude identificar plenamente con el peronismo porque no coincidía con los métodos de la guerdlla peronista a la que Pecón definía eufemísticamente como «esa juventud maravillosa» y que integraba sus «formaciones especiales}), y después, tanto menos, cuando en un repentino viraje, el (brujo» José López Rega y su organ ización parami litar (La Al ianza AnticomunistaArgentina, conocida corno Tri ple «A») pasó a tener, aparentemente, el silencioso asentimiento del anciano general. La década del ochenta me volvió a cambiar. Por un lado el fracaso de la izquierda guerrillera, la hrutal represión ilegal del proceso encabezado por Videla y Massera, que a mi juicio había sido estimulado y en algún grado consentido por algunos sectores sociales porel terror sembrado por la guerrilla y por otro lado la experiencia concreta de veradóndc conducían las experiencias de socialismo reales en el mundo, me hizo virar, en alguna medida, nuevamente hacia una posición m:.lS cercana al liberalismo. Comprcn~ dí que una economía necesitaba eficiencia, competitividad, y que no se podía repartir la riqu~za que no se había creado. Por otro lado los «antitestimonios» de las jerarquías eclesjásticas en las que entonces creía, pusieron mi fe católica en una crisis que perdura hasta hoy. Llegando a fines del siglo XX, nuevamente mi pensamiento volvió a virar hacia una posición un tanto más alejada del liberalislllo que ladécada anterior, al verel crecimiento de la pobreza y lu marginación. Estaes una confesión personal, que aparentemente me presenta como un diletante ideológico, que no sabe qué pensar. Y si esta es una confesión, no es mi intención . defenderme. Por otra parte mis escritos del pasado han caído completamente en el olvido así que bien podría haber omitido esta confesión, sin temor a ser «descubierto». Sin embargo, cuando releo algunos libros que escribí en cada un,-lde estas épocas advierto que, en realidad, siempre busqué lo mismo, una sociedad más libre, más justa. lllas armoniosa, más pacífica, donde todos tengan oportunidades, pero también donde se estimule a los más crcati vos, inteligentes o trabajadores. Una sociedad que no excluya a nadie pero tampoco nivele hacia abajo las potencialidades de los mejor dotados. U na sociedad en laque la solidaridad no seaenemigade laeliciencia. Unasociedaden la que la libertad no sea antagonista de la justicia. El problema de estos CU •.lrenta años era que había buscado en el lugar equivocado: en el repertorio de las ideologías. Me detengo en estas retlexiones íntimas, porque dialogando con muchas personas de mi genemción en~uentro que mi proceso personal es el que han seguido, con diversos matices n;uchos de ellos. En mi país, y el mundo' esta búsqueda en el cújón de las ideologías, ha conducido a térribles tragedias humanas. Después de este largo camino, hoy llego a la conclusión que ni en las ideologías del pasado, ni en la aparición de una

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.' nueva ideología, es donde encontraremos las claves para la construcción de un mundo mejor. Todo lo contrario: cualquier proyecto político que busque hacer más humano el mundo, debe desprenderse del pesado lastre de las ideologías. No en el sentido del «fin de la historia» como consecuencia del triunfo del liberalismo, sino del «fin de las ideologías» corno triunfo de la libertad, la justicia, la solidaridad, la tolerancia y la imaginación creativa.

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I CAPÍTULO

N° :1

Las Ideologías Escribir sobre el tema de las ideologías resulta en extremo dificultoso.

Y esto ocurre

por di versas razones. En primer término, por la extrema ambigüedad con la que el término ha sido usado a lo largo de la historia. Como veremos a lo largo de buena parte de este libro, en diversos

escrüos la palabra adquiere los significados más diversos. En segundo ténnino, porque las ideologías

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otros»,

y

suelen aplicarse al pensamiento

de dos

en forma peyorativa.

Pero la mayor dificultad estáen el carácter íntimo y personal que para las personas

que se interesan por estos temas reviste tanto la definición de ideología, como la caracterización

de cada ideología en particular.

Más adelante trataremos las dos primeras dificultades, pero de modo inicial debemos referirnos a esta tercera y la más compleja de resolver. Las ideologías no son representaciones asépticas, ni frías descripciones de una realidad, tampoco son, corno se las concibió en un principio «la ciencia de las ideas». Muy por el contrario, a todos los que el tema de las ideologías interesa, sienten que alrededor de lo ideológico hay muchas cuestiones que rozan sus más Íntimas convicciones. Puede ser que lo ideológico haya sido una justificación personal a determinadas acciones políticas, puede ser que lo ideológico le cause una profunda indignación, por las acciones de otras personas, pero muy especialmente los temas referidos a las ideologías, sacuden nuestros espíritus porque no se limitan al campo de la vida social, sino que rozan frecuentemente las preguntas más sensibles que el hombre se viene haciendo desde que tomó conciencia de su existencia. Las ideologías no son ajenas a preguntas tales corno ¿Quién soy'! ¿Adónde voy? ¿Tiene sentido la vida? En una palabra, hablar de ideologías es un tema muy sensible. y sobre el que es extremadamente difícil dar una visión seria. desapasionada, que sea recibida por los que escuchan o [een sin las interferencias que los sentjmienws y los compromisos personales puedan interponer. El análisis de las ideologías requiere un desapasionamiento nada fácil de lograr. Sin embargo, las particulares circunstancias que nos tocan vivir a comienzos del siglo XXI requieren de cada uno de nosotros una visión nueva del

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en el Siglo XXI

de hambre en Afríea por la insensibilidad del mundo capitalista, debemos observar aterrados que el fenómeno ideológico puede conducir a atrocidades inimaginables. Durante la Guerra fría, un enfrentamiento ideológico estuvo a punto de destruir la ci vilización. Bastó que la Unión Soviética renunciara asu ideología oficial, par~ no ~staba fu?cionand?, co.~...-_ se esperaba. Los países comunistas despues de mediO slglo.?e l?stau~aclOn. marxismo, no podían permitir laemigración, lalibertad d~~xpreslOn, 01 la eXistencIa ':. partidos opositores y tenían que seguir encarcelando dISidentes.

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Para explicar los fenómenos sociales que transcurrían en el mundo occidental~ .. New Deal y las teorías de Keynes, los marxistas recurrían a las tesis de Engels. y Le_~n que antes reseñamos: La intervención del Estado no tenía para ellos otra finahdadq_>

el mantenimiento del capitalismo. Eran concesiones necesarias que hacían las clases dominantes para demorar la revolución social que ya no aparecía como tan inexorable, pero seguía siendo deseable. El «aburguesamiento» de los proletarios de los países industrializados se lograba a costa de una creciente «desigualdad en los ténninos de intercambio» que trasladaba a los países periféricos, subdesarrollados, el costo de esas mejoras, empobreciendo cada vez más al hemi_sferio sur. Por eso la revolución ahora se trasladaría América Latina o a algunas regiones de Asia. sin descartar las paupérrimas revoluciones ocurridas en varios países africanos. .

El desarrollismo Muy cercano al «New Deal», al «Estado de Bienestar» y a las teorías de Keynes encontramos unacorrie"nte ideológica que podemos denominar «desarrollismo». Básicamente consiste en un capitalismo tutelado por el Estado. Como decía ya Van Justi en 1756 «Las compañías contribuyen mucho a hacer florecer el comercio, pero el Ministerio debe velar sobre ellas atendido que su caída da muy a menudo al Estado golpes mortales.»!~ Mariano Grondona lodetine en estos términos: «El Estado, lejos de ser neutral [... ] se propone impulsar el liberalismo a través de lagestión de la burocracia. Esta no busca abrogar el capitalismo sino crearlo, promoverlo, disciplinarlo, y eventualmente se irá retirando a un segundo plano a medida que los capitalistas empiecen a florecer» [... ] un país que concentra sus recursos humanos, sus talentos y sus recursos económicos en ciertos sectores productivos deliberadamente escogidos, al margen de que en ellos tenga o no ventajas comparativas. A partir de un sistema de decisiones flexibles, dispuesto a aprovechar los múltiples «nichos» o brechas que existen en el mercado mundial, laNación habrá de concentrarse en determinadas áreas económicas quejuzga prioritarias.Y> Para lograr esos objetivos el Estado ejerce una fuerte prmccción aduanera tratando de «sustituir importaciones» por productos nacionales. No se consideran demasiado las ventajas comparativas, ni la eticiencia o la competiti vidad de las industrias, ya que se supone que ayudando a su crecimiento con créditos a tasas de interés muy bajas, subsidios y exenciones impositivas. el Estado puede estimular industrias que luego serán competitivas. Jean Tinbergen defendía los subsidios a las empresas en éstos términos: «es de general interés el apoyo, en sus primeras etapas, a las industrias que serán rentables una vezen marcha. Tal corno ya hemos dicho, los subsidios a tanto alzado son teóricamente el mejor tipo de ayuda, puesto que no falsifican las decisiones marginales de productores y consumidores. Dicho de otra manera, es mejor mantener los precios a un nivel competitivo y subvencionar a los productores, que protegerlos mediante una tasa a la importación que afecte el precio pagado por los consumidores.» 17 Otro de los ternas de contlicto entre liberales y «desarrollistas» es el referido a la inflación. La inflación es resultado del déficit de las cuentas públicas. El Estado que gasta

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más de 10 que recauda se ve obligado a emitir más moneda. Para los desarrollistas unainflación alta pero controlada es ideal ya que por un lado permite al Estado contar con" más recursos para subsidiar a las empresas y estimular el gasto, y por otro lado la. continua alza de los precios hace que lagente se apure por gastar su dinero. Los liberales ~. ortodoxos, en cambio, ven la inflación con un cáncer social que destruye el sistema de" precios, impide el ahorro y la inversión, se vuelve incontrolable y puede desembocaren

la hiperinflación, uno de los colapsos económicos más trágicos de una economía. El desarrollisrno, muy extendido en todo el mundo subdesarrollado, tuvo resultados muy desiguales, triunfó en Corea del Sur y fracasó en América Latina. Los liberales critican al desarrollismo en estos ténninos: «Barreras aduaneras, licencias previas de importación y exportación, control de precios y de cambios, subsidios, toda clase de trámites, papeleos y regulaciones contribuyeron en América-Latina al crecimiento del Estado ampliando de manera tentacular, asfixiante, sus funciones y atribuciones. ¿Con qué resultado? ¿Nos abrió realmente el camino hacia el desarrollo y la modernidad? Todo 10 contrario. La «tramitología», en vez de estimular la producción y favorecer la creación de riqueza, la desalentó. Al dar al funcionario un poder omnímodo sobre el empresario, generó un delictuoso tráfico de influencias y al final del camino, sea para obtener prebendas -las típicas prebendas del mercantilismo; origen de riqueza mal habida-, apara obviar un ~aberjnto de trabas, floreció la corrupción.

Para los marxistas, obviamente, el desarrollismo no es más que una herramienta de los grupos empresarios para obtener recursos del Estado que se obtienen de los._ impuestos que todos deben pagar, es, coherentemente con el pensamiento de su fundador, una nueva acción del Estado burgués en defensa de los intereses comunes de su clase.

Notas del Capítulo l.

Nikitill P., «ECOIumlía Po[ítiL'a», Editorial Ediciones en LellgulLS£urulljerus.

Moscú. 1961, pág.

389. 2. Vo!pi. Alberto Ezequie!, «RadioKrtJfía del Comunismo», Editorial Poblet, Buenos Aires, 1964. pág. 161. 3. Hillkellammert, FrallZ, «ú¡ teoda dlÍsim del imperialisJlJo. el subdesarrollo y la acumulacitín ,l'Odlllisfl/». Editorial Nuewl VisilÍll. Buell(J,~Aire.s. 1973, pdg. 17. 4. Bentlwlrl. Jeremías. «Mal/ual de Ecollomía PofítiL'a». htlp://www.eumed.netkursecrm/ecOflOmis. tasltextos/BenIJwm-malllwf_de_cp.h tnl. 5. HiJlkellammerf, FI'I/Ilz. Obra Citada, plÍ¡':. 19. 6. Rosa de Llu.emburgo Cilado por: RÜ'efO, Adolfo. «Lt.H teorías sobre el imperialismo». http:// www.neolibel.ali.l.lIlo.com/Archil.o.OI/imperia!islllO_teoria.htlll. "7. Guúra, Pablo, «Corriellles del pensamiellto cOlllempm'lÍnco». wa'w.ideasapiem'.cofll. R. Guevaru. El'llesto Che, «Fra!{lIlentos». hup://www.geocities.colll/CapilofHiIl/SerwteI3035/ ell.l"lI)'O,~.txt.

Las ideologías

después de la Segunda Guerra Mllndial

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9. Cudena, Raul, «La ir!/luencia del Catolicislllo ell México SiKlo XIX a XX1».http://www.rcadella.net/ cat-mex.htrn. 10. Mendow. Montaner y VarKus LloS(l, «MwlIIal del peifecto idio/~ latinoamericano», Editorial Arltifltida, Buenos Aires. 1996, púg 17R. 11. LuxemburKo, Rosa de. «Reforma () Revolucúín», Jorge Álvarez. Buenos Aires. púg. 20. 11. Guerra. Pablo. Obra Cituda. 13. Popper. Kar!. «La sociedad abierta y ,fuS enemigos». Editorial Ediciones Orbis. Buenos Aires. /985. púg. 363. N. Bohhio, Norberlo, «Parlidos PoI/ricos en Diccionario de Poli/iea». www.hipersociolog(a.colll.ar. /5. Guerra, Pablo. Obra Cilllda. 16. Bohbio. Norberto, «Estado de Bienesll1r el! DiccioJ!urio de Polí/ica». www.hipersociología.cmn.llr. Ii. Lenin, V. l.. «El Estado y fu Rel'oluciOlI», Editoriul Ediciolles en lenguas extra/ljeras. Pekín. 1975. plÍK.

56.

18. Lellill, V. 1., «El imperialül/lo . .l/He superIor del wpitlllismo». Editorial Ediciones en lenguas o:mmjcra.l'. Pekill, 1975. pdí{. 137. 19. MilI/del Eme.~t, «Inlroducci¡)/J II la Teorl(/ EcoJl(ílllicll Marxista». Editorial Ediciones Cepe. 8liel/fI.~Aires. 1973, plÍg. 153. 10. Bobbio, Norberto, Ohm ei/mlu. 2/. Al/(ferSIlIl. W¡lfjWIIL., «Suecia: MlÍs pobre de lo que piel/Sil", wWIV.liberalismll.org 22. MarlílleZ,Eliwber/1 y Gl/rcÉa. Amo/do, «¿Qué es e!lIeoliberali.HlIO?». http://wIVw.ciberzoo.org.uy/ rel'isw. OR7-088íTapa1. hlml. 13. Bello,\"() Marlín. Nuria. «l);ulIldades Inju.f1as 11 Ií{ualdades Justa.~». /¡uP://IVwIV,estacio.br/ ,lIrtldllllclIo/direito/revisla/revisll13/arli);o I.lltlll. U. DllIJiel YerKill Y losepll SWnislaw. «Los PlIestll.~ de Mandil», ItttP://IVwIV.neoliberali.wlO.nJiIl/ Arcl¡ivo-O 1/P!¡CSllIs_l/wudo, Itrlll. 25. VOlIJusti. Juan Enrique. «Ciell:.ill del Estado», GotiJl,llu. Prusia, 1756. IJ/IIega.ilce.etlu.mx. 16, Grolldmtu. Mariaflo. «El Poslibera!ismo». Ediwrial Planelll, Buenos Aires. 1991. pág. 155. 27. Tillbergtll, Jeall. «Hucia U/w eC(Jl/o/Jj(amUl/dial», Ediwrial Planeta Agoslilli, Barcelona. 1994, púg. 57. lR. Mendo1.ll. MO/lluner y Var,l.;llSLlosu. «Mallual del pelj"eulI idiotll laIÍJwallleriCUJl()>>, Editorial

Ar!cílltida, Buellos Aires, 1996.

Pr.iR,.105.

• CAPíTULO

N" 9

Las ideologías a fines del siglo XX Durante las décadas del60 y 70 parecía que, pese a la guerra fría, que delimitaba

el

debate ideológico a los térnlinos de un abismal enfrentamiento entre dos sistemas Con pretensiones hegemónicas. se gestaba en el seno de la cultura occidental una convergencia que iba desde los comunistas moderados hasta los desarrollistas, pasando por los socialdemócratas y los keynesianos. Por un lado seguía percibiéndose, en especial en el ámbito de los intelectuales, el camino hacia e! socialismo como inexorable, pero en

el «mientras tanto» se iba gestando una cierta convergencia de ideas en el sentido de que los socialistas aceptaban la democracia parlamentaria y algunas formas de propiedad privada, en especial de las empresas medianas y pequeñas, y los liberales consentían en que el Estado ejerciera funciones que en el p~sado se consideraban impensables. Hasta los partidos comunistas pro-soviéticos intentaban formar «frentes amplios», convencidos de que la revolución violenta obrera cada día era menos atractiva. Por eso trataban de acercarse a todas las que denominaron «fuerzas progresistas». Va naciendo el concepto de «progresismo» que analizaremos más adelante, como el de todas las variantes que sin ser ortodoxas en el marxismo hacen «progresar» la sociedad hacia el inevitable destino socialista. Pero estos acercamientos darían un viraje absolutamente imprevisible en las décadas del SO y 90. En estos años se dieron fenómenos de extraordinaria diversidad. Por un lado nace, como dijimos el «progresismo», por orro lado, como un subproducto de la «guerra fría» tiene su auge la llamada «doctrina de la seguridad nacional»; y finalmente, la crisis del sistema soviético y el rcsquebrnjamiento del «Estado de Bienestar» conduce a un fuerte renacimiento del liberalismo ortodoxo. Es la era de Reagan y Thatcher, y de la caída del muro de Berlín.

Doctrina de la Seguridad Nacional

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En el marco de la guerra fría, Estados Unidos no podía permitir la existencia del marxismo latinoamericano al que nos hemos referido en el capítulo anterior, y muy especialmente a las formas de violencia guerrilléra. Rusia y China eran Estados dictatoriales y ejercían un control policial estricto sobre las ideologías, tanto en sus países corno en lasque estaban bajo su órbita de influencia. Estados Unidos, en cambio,

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LoSjd(!Ologías afilies del siglo XX

era un país extremadamente democrático dentro de sus fronteras, y donde exiStía una: lia libertad de expresión. Pero esta política ifltcrna nunca fue acompañada de una

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:~I~tica exterior coherente. Reiteradament~ Estados Unidos había intervenido en loS asunlOS internos de los países latinoamericanos, ~ cuand? le result~ba ~eccsario.

lidad de éxito consistfaen restringir o anular completamente las libertades individuales. Llegamos así a las típicas tiranías militares latinoamericanas de las cuales la Argentina. lamentablemente, mostró su expresi6n más cruel e inhumanaen el proceso de 1976, que concluy6 haciendo internacional el ténnino castellano de «desaparecido».

invadía milirannente alas pníscs. Sin embargo, con el tI.empo VIO lac~nVentenCladc hacer una alianza estratégica con los militares iJnticomunlstas del co~t1nen[e. Surge así la «Doctrina de la Seguridad Nacional», Estados Unidos había aphcado esta teoría a su "o gobierno. cuando descubrió que la defensa frenle al comunismo no 5610 debía ': . I prop' "R ~ara bo~rar a USIa. " di" hacerla prcpnrando misiles con.car~as a.t6mlcas e map3. smoque . __ o'.• dcbí3 defenderse de la infiltr3cl6n mtenor de la Ideologta del enemigo.

Muchos han acusado, no sin razón. a estos procesos como expresiones de lo peor del liberalismo al defender un «capitalismo salvaje y prebcndario» y lo peor del marxismo ydel fascismo en cuanto a su visión totalitaria del poder, y la absoluta sumisión de los medios a los fines. Se fijaban un modelo de país y pretendían imponerlo sin repararen los recursos utilizados, así fueran vidas humanas, o las libertades esenciales. :

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Pero la doctrina de la seguridad nacional en AméricaLatin3 no s610 se nutri6 de I~, . f1 enciaestadounidense, sino que reconocía lazos con el militarismo geopolítico nazi. . ~~sc~sta, cn el sentido de que no solo el espacio territorial. sino también el ideol6gico . son decisivos para lasupervivencia de la Nación, y ~l c?nceptoracistad~ la super~orid:üi : de los «clegidos». en este caso los militares cons~ItUldo en una guardia pr~t~nana de los mejores valores de la nacionalidad,.que lo~~ivl!es.' perma~entemen~e tralclon~ban. Por otro lado, la militarización de la Vida polttlca latlnoamencana tenta una vertIente llista en tanto consideraban a los gobiernos civiles responsables del estanca. O d esarr . 'd miento econ6mico de la regi6n y trataban de impulsar un capitalismo protegl por~1 Estado. no t3nto por alianza con las «olignrquías» locnles. como por la ~ecesldad ~e luchar contra el comunismo. Como dice Enrique Neir.a: «En nuestros pnlses, la lucha. contra la subversión interna y contra la pcnctración del comunismo internacional n.o t d á éxito si no se suprime el caldo decuhivo que los alimenta, nsaber: la pobreza,la en r " 1"SIO d esarro 11" desigualdad, la injusticia social. No puede haber seguridad naclOna o, ni desarrollo sin seguridad. En nuestros países, seguridnd y desnrrollo van de la mano.»

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Para laconsolidnci6n de esta doctrina las diferentes fuerzns a~adas del c~ntincnte enetraron mutuamente. sus intercambios y maniobras conjuntas, defiRIeron una secom P . b" I solidaridad de castas, muy fuerte, entre los militares de todo e,l contmente; aJ~ e_ eVI"den te liderazgo

de las fuerzns armadas estadounidenses. EstasJntoníacomun. 'd reClé~'1 d _;. se rompe cuando el Generol Galtieri. invade las IslasMalvinas.con l~ peregnna I ca e , que esta alianza conlinental. alcanzaría para enfrentar a Estados U.nldos con s~ mad~' -patria. Craso error: que ~.nal~ente puso fin a la ~i~encia de ladoctnnaquc analIzamos, _ no sólo en Argentina. SIRO en el resto de la reglOn. , La aplicación de la doctrina de la se~uridad n.acio~al, reconoce dif:~entes grados.~ En un primerperícido los militares interVienen en sl~uac.lOn~s de caos.poIIU~o de mane~ temporaria y para reesw,blecer rápidamente las IOstlluc.lQnes democráticas; pero a medida que avanza la década del 60 y 70,Ios militares com.lenzan. a adoptar formas ca~a vez más totalitarias y tienen mayor vocación de permanencia. DeCiden que lademocrocla .. naplicable y toman el poder para perpetuarse en él. Por otra parte, como tenfan :~~sicioncs internas muy fuertes. tanto de los partidos tradicion~les (Iiber~l~s, con~e:vadores o socialistas) corno del marxismo más o menos combatiente, su uRlca poslbl-

El Neoliberalismo Como dijimos en estas décadas se produce un renacimiento orlOdoxas. A este fen6meno contribuyen varias razones.

de las ideas liberales

El «Estado de Bienestar». la economía keyncsiana, el «capitalismo regulatorio» o el «(New Dea!», que podemos asociar también con la «(social democracia», comenzaba a mostrar fisuras. Estos procesos de economía mixta, donde el Estado y la actividad privada compartían el poder económico. mostraban signos de agotamiento. En la década del 60, algún observador podía pensnrque se esw.ba llegando a un sano equilibrio entre la iniciativa privada y la intervenci6n del Estado Jean Tinenberg, es un ejemplo de esa visi6n esperanzada de un futuro acordado y equilibrado. Sin embargo el (Estndo de Bienestar» estaba siendo corroído por numerosos factores. En primer término la creciente internncionaliZación de la economía. Ya en el siglo XIX varios autores, incluido Marx y Engels tí'abian señalado que se encaminaban hacia una «mercado mundial». Estos últimos decían en el Manifiesto Comunista «Mediante la explotaci6n del mercado mundial,la_ burgucsía dio un caráctcrcosmopolita a la producción y al consumo de todos los países.» -' . Sin embargo a fines del siglo XX este proceso se acelera exponencialmente, y csto obedece a varias razones. En primerténnino, los inventosy latecnologíadan lugara una enorme diversificación de los productos. y consiguientemente, la división internacional del trabajo es cada vez más beneficiosa para la economía mundial. Por otra parte, el avance tecnológico va alterando fuenementc la relaci6n entre el valor de un producto y su peso y tamnño. En el siglo XIX lo que se comerciaba eran granos, carnes, máquinas. Todos con una baja relaci6n valor I peso-volumen. A fines del Siglo XX, lo que se intercambia son equipos electr6nicos muy valiosos. pequeños y livianos. Pero, para colmo. la invenci6n de los conlenedores, y buques portacontenedores que gracias a la electrónica y la rob6tica requieren muy pocos marinos, son más rápidos, más grandes y operan en los puertos con una velocidad asombrosa. Este proceso que hoy llamamos «globalización» puso en crisis las fronteras nacionalés, límites de los mercados. La relaci6n entre los Estados de Bienestar y la globalizaci6n son obvias. Mientras los Estados Europeos. eran compartimentos ccrrados con escasa intercambio exterior, lenian salarios altos, exce lentes coberturas sociales, y podían, gracias a la e ficiencia que



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L(lS ideologías

164 brindaba el alto grado de industrialización.

mantenerse

y fuertes protecciones arancelarias. Laglobalización

simplemente

sobre la base de altos impuestos

no s610 produjo el libre intercambio

de' :

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