Mártires Cristeros
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Cristiada, Los Criesteros, Viva Cristo Rey...
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MÁRTIRES CRISTEROS
COMUNIÓN TRADICIONALISTA Difusión de textos digitales - www.carlismo.es
Sumario I. Introducción. S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón • • • •
Mensaje con ocasión del 70º aniversario de la Universidad Autónoma de Guadalajara, Méjico (3 de marzo de 2005). Mensaje inaugural del Simpósium «500 años de Isabel la Católica», Guadalajara, Jalisco, Méjico (20 de mayo de 2004). Entrevista a “Ocho Columnas”, Guadalajara, Jalisco, Méjico (24 de mayo de 2004). Carta al Capitán de Requetés don Eduardo Bustindui Gutiérrez-Solana, (Ciudad de Méjico-San Luis Potosí, 21-24 septiembre 2006)
II. Mártires Cristeros San Agustín Caloca Cortés Beato (José) Anacleto González Flores Beato Andrés Solá y Molist Beato Ángel Darío Acosta Zurita San Atilano Cruz Alvarado San Cristóbal Magallanes Jara San David Galván Bermudes San David Roldán Lara San David Uribe Velasco Beato (José Luciano) Ezequiel Huerta Gutiérrez San Jenaro Sánchez Delgadillo San Jesús Méndez Montoya Beato Jorge (Ramón) Vargas González San José Isabel Flores Varela San José María Robles Hurtado Beato José Sánchez del Río Beato José Trinidad Rangel San Julio Álvarez Mendoza San Justino Orona Madrigal Beato Leonardo Pérez Larios San Luis Batis Sainz Beato Luis Magaña Servín Beato (José Dionisio) Luis Padilla Gómez San Manuel Morales San Margarito Flores García San Mateo Correa Magallanes San Miguel De La Mora De La Mora Beato Miguel Gómez Loza San Pedro De Jesús Maldonado Lucero San Pedro Esqueda Ramírez Beato Ramón (Vicente) Vargas González San Rodrigo Aguilar Aleman San Román Adame Rosales San Sabas Reyes Salazar Beato (J.) Salvador Huerta Gutiérrez San Salvador Lara Puente San Toribio Romo González San Tranquilino Ubiarco Robles Difusión de textos digitales – www.carlismo.es
Mártires Cristeros I. Introducción. S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN Mensaje con ocasión del 70º aniversario de la Universidad Autónoma de Guadalajara, Méjico (3 de marzo de 2005)
S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón dirigió el pasado 3 marzo 2005, San Felipe y Santiago de Montevideo, el siguiente mensaje a la Universidad Autónoma de Guadalajara, Jalisco, Méjico, con motivo del septuagésimo aniversario de su fundación:
«La Universidad Autónoma de Guadalajara cumple setenta años. Sus primeros setenta años. Y es una satisfacción poder decirlo de una institución que trabaja en el mundo de la cultura con espíritu evangélico e hispánico. Y que nació tras la guerra cristera, con intención de Cruzada, precisamente para preservarlo. Y no son mis palabras fruto del convencionalismo, sino de una profunda convicción, Abanderado como soy del tradicionalismo legitimista español. Hace muchos años tuve ocasión de conocer a sus fundadores. Hoy, desaparecidos los inolvidables Ángel Leaño Álvarez del Castillo y Carlos Cuesta Gallardo, me alegra poder saludar al rector Antonio Leaño Álvarez del Castillo, caballero excepcional que no sólo participó con los mencionados en los orígenes, sino que sigue llevando hasta hoy las riendas de la institución. Con su no menos excepcional familia. Para quien como yo es sensible a la continuidad familiar, resulta emocionante comprobar la pervivencia de las estirpes a través de las generaciones, en un empeño que acaba de alcanzar casi tres cuartos de siglo. El pasado año, con motivo de cumplirse el quinto centenario de la muerte de mi antepasada la Reina Isabel de Castilla, la Católica, en el brillante simposio organizado por la Universidad Autónoma de Guadalajara, y que tuve el honor de inaugurar, sentí una gran emoción al encontrar a los hijos de Antonio y Ángel Leaño, así como a su hermano Juan José y sus familias. Precisamente Antonio y Juan José, hijos, están realizando, respectivamente al frente del vicerrectorado financiero y de la oficina de proyectos especiales, una labor admirable de apertura, desde el respeto de las raíces, de la Universidad. Permítanme, pues, asociarme con entusiasmo a la celebración. Al tiempo que hago votos porque la institución continúe, como hasta ahora, dando frutos abundantes de Cristiandad e Hispanidad».
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DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN Mensaje inaugural del Simpósium «500 años de Isabel la Católica» Guadalajara, Jalisco, Méjico (20 de mayo de 2004)
S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón inauguró el pasado 22 mayo 2004, en Guadalajara (Jalisco), el Seminario Internacional sobre la Sierva de Dios Isabel la Católica que se celebraba en la Universidad Autónoma de Guadalajara, en Méjico. A continuación reproducimos el mensaje inaugural del Regente:
«Excelentísimos señores, queridos amigos: Es para mí una gran satisfacción poder acompañarles en este simposio que, con motivo del Quinto Centenario de la muerte de la Reina Isabel de Castilla, la Católica, organiza la Universidad Autónoma de Guadalajara. Debo comenzar por expresar mi agradecimiento a la Universidad, que ha querido asociarme a la celebración. Conozco la Universidad desde hace decenios, pues goza de merecida fama, y me honro con la amistad de algunos de sus fundadores, singularmente la ejemplar familia Leaño, que hoy tengo ocasión también de renovar. Como Infante de España y descendiente de la Reina Católica, son muchos los sentimientos que se me agolpan: En primer lugar, una gran emoción de que este acto se celebre no en la vieja Península Ibérica, sino en la pujante Nueva España. Y en una Nueva España nacida al calor del amor a la Virgen María, en Guadalupe y aquí, más cerca, en Zapopan. En segundo lugar que, dentro de la Nueva España, nos encontremos en Jalisco. ¡Cómo dejar de evocar la epopeya cristera, que en estas tierras se desarrolló con especial intensidad! Depositario de la legitimidad carlista española, no puedo dejar de recordar que aquellas guerras dinásticas del XIX se hicieron al grito de “por Dios, por la Patria y el Rey”, afirmación de la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo que los mártires cristeros rubricaron con su grito “¡Viva Cristo Rey!”, y que los voluntarios carlistas todavía volvieron a hacer sonar en la Cruzada de 1936-1939. Finalmente no podría dejar de decir algunas palabras sobre la Reina Isabel, que quisiéramos ver pronto en los altares, una vez que los dictados de la “corrección política” (y eclesiástica) sean de una vez, y esperemos que definitivamente, dejados a un lado. La meditación de su testamento debiera estar siempre presente en la mente de los gobernantes. Por las virtudes humanas y cristianas que exhibe. Por el temple de Reina que lo llena. Por el amor a la Hispanidad, aunque la palabra aún no se usara, que lo preside.
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Pero son toda su vida y su obra las que deben ser objeto de meditación. Al reformar la Iglesia alejó el peligro de la “reforma” luterana, que habría de llegar más tarde a Europa, pero de la que el mundo hispánico se vio libre. Al llevar adelante la Reconquista, hasta el reino de Granada, último reducto moro, completó la recuperación de España, y hasta el final con la expulsión de los judíos no convertidos. Al afirmar la presencia castellana en el Norte de África, en la llamada Hispania Tingitana, demostró otra vez su celo apostólico y su aguda visión geopolítica. Y, sobre todo, al impulsar la gesta americana, sentó las bases de la Hispanidad, de las Españas grandes. Que sus sucesores consolidaron en la senda de su espíritu: Carlos I en la “Controversia de Valladolid” y en la legislación de Indias, completada luego por los Felipes. La gesta americana no se puede comprender sin la acción de los Reyes y todo un pueblo en misión. Solórsano Pereyra, en su Política indiana resume que “la conservación y el aumento de la fe es el fundamento de la Monarquía”. Así fue la obra de la Reina Católica, que tantos frutos esperamos siga dando. Quiera Dios que este simposio sirva para que la Reina Isabel esté pronto en los altares. Muchas gracias».
DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN Entrevista a “Ocho Columnas” Guadalajara, Jalisco, Méjico (24 de mayo de 2004)
Guadalajara (Jalisco), 24 mayo 2004. S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, descendiente de los Reyes Católicos, concedió una entrevista exclusiva a “Ocho Columnas”, donde habló de los valores que nos legó la Reina Isabel la Católica y, en general, de la forma en cómo se percibe el mundo en la actualidad. Recogemos del citado diario:
La entrevista se verificó en las oficinas de la Rectoría de la UAG. Don Sixto Enrique de Borbón, como se sabe, es un hombre culto, sumamente preparado, que enarbola con orgullo la Bandera Carlista. Al charlar con él se percibe como alguien sumamente humano. Siempre tiene una sonrisa en los labios para aquellos con quienes conversa y también una palabra amable. El vicerrector financiero de la Universidad Autónoma de Guadalajara, licenciado Antonio Leaño Reyes, le dijo a Don Sixto Enrique de Borbón y Borbón-Busset, Príncipe de Parma, Regente de la Comunión Tradicionalista y Abanderado de la Tradición, que «la UAG es un aliado en los propósitos de la reconstrucción de España y la Hispanidad». Don Sixto Enrique de Borbón, Regente de la Comunión Tradicionalista, Duque de Aranjuez, Infante de España, Príncipe de Parma y de Plasencia, Regente de la Comunión Tradicionalista y Abanderado de la Tradición, visitó la UAG y dijo que «sus altos valores sirven para educar no sólo a miles de mexicanos, sino para expandirlos por todo el continente y más allá». «Es necesario que los países hermanos de España, de las Españas, se reúnan para conformar un movimiento hispano donde la Madre Patria vuelva a ser la hija mayor del Cristianismo», manifestó don Sixto Enrique de Borbón.
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“OCHO COLUMNAS”.- Es un hecho que luego de 500 años de la muerte de la reina Isabel su doctrina y valores siguen presentes, pero ¿qué se requiere para darles más solidez en la población mundial? DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN.- «Hoy día vivimos un drama debido a que existe una pretensión humana a un mundialismo totalmente anticristiano y antiespiritual. Este mundialismo es parte de los países que mandan más, los que proponen y respaldan la destrucción de nuestra tradición espiritual y cristiana, y también la destrucción de nuestra individualidad». «Cuando la reina Isabel vino a conquistar a estas tierras, que ahora son patrias hermanas, su criterio del mundialismo era muy diferente, se trataba de un mundialismo cristiano y católico, y precisamente esta ambición formidable de esta Reina ha permitido a los continentes descubrir a Nuestro Señor». «En la actualidad en el mundo está presente el esfuerzo formidable de la Reina y sus sucesores. Hay quienes han querido apagar, anular esta actividad, pero no han podido, porque es fuerte y real y es la única resistencia que tenemos contra un fenómeno de ilusión total, donde bajo el pretexto de hablar de los derechos del hombre, se olvidan de los derechos de cada uno de los hombres». Recordó que bajo el antiguo régimen, «el Rey defendía con mucha convicción los derechos de la gente, pero ahora con la globalización que se da en el mundo, ya no se tiene personalidad, se pierden sus criterios individuales y su capacidad crítica constructiva. Pero creo que esfuerzos como los de la reina Isabel y sus sucesores, como los de los mártires, en particular los de la Revolución francesa, las guerras carlistas, la Cristiada Mexicana o la Cruzada de 1936-1939, estos sacrificios no pueden quedar en vano. Tal vez lo que nos desespera es que tengamos que esperar varias generaciones para tener respuesta, pero sin duda se tendrá». “OCHO COLUMNAS”.- Parte de esos resultados de la gran labor que emprendió la Reina Isabel (con la conquista y la evangelización), ¿no le parece que están en México, donde cerca del 90 por ciento ha conservado la religión católica y la espiritualidad? DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN.- «Creo México fue el tabernáculo de la espiritualidad que quiso la Reina implantar en la conquista de estas tierras vírgenes todavía. Espero que varios países hermanos de España, y yo sigo hablando de Españas, sepan reunirse para concebir un movimiento que no sea mundialista, pero sí hispano, intercontinental, para que España, nuestra Madre patria, vuelva a ser la hija mayor del Cristianismo, creo que la nueva generación que se está formando nos va a dar muchas sorpresas, en especial hay mucha confianza en las que se han formado dentro de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG). Hay que ver a la UAG como una gran esperanza de formación para los hijos y también para la sociedad. Es ejemplo a seguir en otros países». «Esperamos muchas sorpresas de las nuevas generaciones. Lo que lamentamos siempre es la reacción de oposición que tienen los hijos frente a los padres, pero ésta por primera vez nos puede ser útil, porque los padres de 60 años fueron los de “mayo 68” y los hijos, por esa reacción, pueden que sepan recuperar lo que los padres no supieron enseñar. Esa reacción es una esperanza hasta cierto punto y, por otra parte, quisiéramos esperar que la renovación sacerdotal que se está desarrollando desde hace algunos años, sepa ser el faro para esta juventud internacional».
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“OCHO COLUMNAS”.- Dentro de este esquema de resaltar valores, también resulta indispensable saber con exactitud ¿cuál es la diferencia entre conservadurismo y Tradición?, ¿nos podría explicar? DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN.- «Creo que la Tradición es la que sabe identificar cuál es el motor específico que ha permitido al pueblo, al cual pertenece, conocer su verdadera esencia, su cultura, la que permite a ese país desenvolverse y desarrollarse. Es la que le concede a un país ser realmente líder, que sabe por qué razón pelea, por qué razón lucha y por qué razón quiere vencer y, por el contrario, el conservador no trata de identificar este motor específico de cada país, de cada cultura. Sólo busca la apariencia porque no sabe descubrir lo esencial y de allí que se equivoca totalmente».
DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN Carta al Capitán de Requetés don Eduardo Bustindui Gutiérrez-Solana
Ciudad de Méjico-San Luis Potosí, 21-24 septiembre 2006
Carta del Duque de Aranjuez dirigida al Capitán de Requetés don Eduardo Bustindui Gutiérrez-Solana, de la 1ª Compañía del Tercio de Oriamendi, guipuzcoano de San Sebastián
El pasado día 21, Miguel Ayuso, jefe de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, fue recibido en la Ciudad de Méjico por el profesor Miguel Navarro, delegado de la Comunión Tradicionalista en la Nueva España, quien se desplazó a tal efecto desde la ciudad de Guadalajara en la que vive. Tras rezar ante la Santísima Virgen de Guadalupe, y de visitar la capilla original de las apariciones en el cerro del Tepeyac, se trasladaron al zócalo de la capital, donde hicieron un recorrido que incluyó singularmente la Catedral y el antiguo Palacio de los Virreyes. El sábado 23 emprendieron camino a San Luis Potosí, para saludar en su residencia al Capitán de Requetés don Eduardo Bustindui Gutiérrez-Solana, de la 1ª Compañía del Tercio de Oriamendi, guipuzcoano de San Sebastián, a punto de cumplir 94 años, con lucidez y humor envidiables, también en excelente forma física, y siempre fiel a la Causa. Don Eduardo recibió a los visitantes rodeado de su familia, singularmente -ausente por viaje su hijo Gonzalo- sus hijas Elena y Maite, acompañadas de sus maridos, los señores Puente y Curiel, y de algunos de sus nietos: Íñigo, Carlos, Aránzazu e Itziar. El profesor Ayuso le hizo entrega de la carta que el Duque de Aranjuez le ha dirigido, que reproducimos con permiso del destinatario:
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En Lignières, a 15 de septiembre de 2006 Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores Sr. Capitán de Requetés D. Eduardo Bustindui Gutiérrez-Solana San Luis Potosí Mi querido Capitán Bustindui: Aprovecho el viaje de mi Jefe-Delegado, el profesor Miguel Ayuso, a la Nueva España y su disponibilidad para viajar a San Luis Potosí acompañado del Delegado Regional, para hacerte llegar mi recuerdo más cariñoso y agradecido. Nuestra Comunión no es una agrupación para disfrutar de algunas migajas de influencia en la sociedad y ni siquiera un aparato para la conquista del poder. No. Es la Custodia de la Tradición hispánica. Sin desconocer los apremios de cada hora, no se deja en cambio aprisionar por ellos, ya que es intemporal. Las batallas que combatimos son, así, ecos de la que la Mujer -a cuya estirpe deseamos merecer pertenecer- sostiene con la Serpiente. Eso hace que los gloriosos requetés de 1936 sigan hoy en primera línea junto con quienes sólo hemos conocido días menos heroicos y más tristes. Y todos, idealmente, formamos junto con los veteranos de las guerras del XIX… Hoy queremos simbolizar en ti esa continuidad venerable. Y por ello homenajeamos singularmente al Capitán de Requetés, que a lo largo de toda nuestra Cruzada tuvo el mando de la 1ª Compañía del Tercio Oriamendi. Que fue gravemente herido en “La Muela” de Teruel. Y que en una feliz y serena ancianidad ha conservado en su familia los mismos sentimientos de fe en Dios y lealtad a la Causa de la Tradición que le hicieron empuñar las armas, obedeciendo la orden que mi Augusto padre, siguiendo las indicaciones de su tío el Rey Don Alfonso Carlos, transmitió el 17 de julio de 1936. Comprenderás, mi querido Capitán Bustindui, que me emocione al recordar tu peripecia, que es la de tantos otros, todos héroes conocidos, que en nuestra Comunión Tradicionalista nunca hubo héroes anónimos, pues nadie lo es tal -como reza la Ordenanza del Requeté- ante Dios Nuestro Señor. Me hubiera gustado visitarte y rendirte en persona el homenaje que mereces. Ante la imposibilidad de hacerlo por ahora, permíteme expresarte mis sentimientos por medio de esta carta. En unión de ideales, Sixto Enrique de Borbón
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S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón en su biblioteca del castillo de Lignières Extracto del Manifiesto de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón «En las Españas, la Hispanidad repartida por todos los continentes, que ha sido la más alta expresión de la Cristiandad en la historia, radica nuestra principal fuerza. A la reconstrucción de su constitución histórica y a la restauración de un gobierno según su modo de ser debemos dedicar todos nuestros empeños [...]. En el exilio, a diez y siete de julio del año dos mil uno. Sixto Enrique de Borbón»
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II. Los Mártires Cristeros San Agustín Caloca Cortés1
Nació en San Juan Bautista del Teúl, Zac. (Archidiócesis de Guadalajara), el 5 de mayo de 1898. Ministro en la parroquia de Totatiche y Prefecto del Seminario Auxiliar establecido en la misma población, para quienes fue un modelo de pureza sacerdotal. Fue hecho prisionero después de ayudar a escapar a los seminaristas y conducido a la misma prisión en donde se encontraba su párroco el Sr. Cura Magallanes. Un militar, en atención a su juventud, le ofreció la libertad, pero no aceptó si no la concedían también al señor Cura. Frente al pelotón encargado de su ejecución, la actitud y las palabras de su párroco lo llenaron de fortaleza y pudo exclamar: «Por Dios vivimos y por Él morimos». Sufrió el martirio el 25 de mayo de 1927 en Colotlán, Jalisco (Diócesis de Zacatecas, Zac.). Frente al verdugo tuvo la fuerza de confortar a su ministro y compañero de martirio, que lo consoló, diciéndole: «Reanímate, Dios quiere mártires; un momento, Padre, y estaremos en el cielo». Después volviéndose a las tropas exclamó: «Soy y muero inocente y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de mexicanos desunidos». Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20000521_caloca-cortes_sp.html
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Beato (José) Anacleto González Flores2
José Anacleto González Flores nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio de 1888, en un ambiente de extrema pobreza. En 1908 ingresó al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos; pronto alcanzó grandes adelantos en las ciencias y hasta pudo suplir con creces las ausencias del catedrático, ganándose el apodo de toda su vida: “Maistro Cleto”. Cuando comprendió que su vocación no era el sacerdocio ministerial ingresó en la Escuela libre de leyes. Notable pedagogo, orador, catequista y líder social cristiano, se convirtió en paladín laico de los católicos de Guadalajara. Poseedor de vasta cultura, escribió algunos libros llenos de espíritu cristiano, así como centenares de artículos periodísticos. En octubre de 1922 contrajo matrimonio con María Concepción Guerrero, quien no asimiló el amor al apostolado de su marido; con todo fue esposo modelo y padre responsable de sus dos hijos. Muy fiel a su prelado, el siervo de Dios Francisco Orozco y Jiménez, propuso a los católicos la resistencia pacífica y civilizada a los ataques del Estado contra la Iglesia; constituyó por ese tiempo la obra cumbre de su vida, la Unión Popular, que llegó a contar con decenas de miles de afiliados. Al finalizar el año 1926, después de haber agotado todos los recursos legales y cívicos habidos, y ante la inminente organización de la resistencia activa de los católicos, apoyó con su prestigio, su verbo y su vida, los proyectos de la Liga nacional defensora de la libertad religiosa. Alimentado con la oración y la comunión diaria, fortaleció su espíritu para dar su voto con sangre por la libertad de la Iglesia católica. La madrugada del 1 de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la familia Vargas González; se le trasladó al cuartel Colorado, donde se le aplicaron tormentos muy crueles; le exigían, entre otras cosas, revelar el paradero del arzobispo de Guadalajara: «No lo sé, y si lo supiera, no se lo diría», respondió. Los verdugos, bajo las órdenes del general de división Jesús María Ferreira, jefe de operaciones militares de Jalisco, descoyuntaron sus extremidades, le levantaron las plantas de los pies y, a golpes, le desencajaron un brazo. Antes de morir, dijo a Ferreira: «Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en mi, un intercesor con Dios». El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada. Su muerte hundió en luto a los tapatíos. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005. 2
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20051120_anacleto-gonzalez_sp.html
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Beato Andrés Solá y Molist3
Nació el 7 de octubre de 1895 en la masía conocida con el nombre de Can Vilarrasa, situada en el municipio de Taradell, parroquia de Santa Eugenia de Berga, provincia de Barcelona, diócesis de Vich, España. Fue el tercer hijo de una familia numerosa compuesta de once hermanos y los padres, que eran agricultores. Al escuchar la predicación de un misionero claretiano en el pueblo de Sentforas, él y su hermano Santiago sintieron la vocación religiosa y entraron en el seminario que los misioneros tenían en Vich. Recibió la ordenación sacerdotal el 23 de septiembre de 1922 en la capilla del palacio episcopal de Segovia, España. Durante un año estuvo preparándose para el ministerio de la predicación en Aranda de Duero. Terminado el curso de preparación recibió su destino, México, llegando junto con otros cinco claretianos a Veracruz el 20 de agosto de 1923. Ocho días más tarde llegó a la capital y visitó el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, poniendo bajo su protección su ministerio sacerdotal. En México desempeñó diversos oficios. En diciembre de 1924 recibió, junto con sus hermanos de comunidad de León, la noticia de las leyes anticatólicas y anticlericales del presidente Calles, optando por refugiarse en una casa amiga, la de las hermanas Josefina y Jovita Alba, para evitar la expulsión del país. En marzo de 1927, al arreciar la persecución religiosa, obedeciendo al superior local, p. Fernando Santesteban, dejó León y se marchó a México, D.F., donde estuvo unos cuantos días, regresando con el permiso del superior provincial para residir en León y ejercer allí su ministerio misionero. A los pocos días de haber llegado, el 23 de abril el superior de la comunidad le entregó una carta en la que le comunicaba la existencia de una orden de detención contra él y le invitaba a suspender toda actividad, a huir o a esconderse, y a cambiar de domicilio. No le dio importancia a dicha carta, considerando que nada malo le podría pasar, siendo detenido al día siguiente. Una detención que no fue fruto de su imprudencia, sino más bien de la ingenuidad de dos señoras que tratando de hacer el bien, no se les ocurrió tomar las precauciones necesarias tras su visita al cuartel, donde pidieron la libertad para el p. Rangel. Cuando entraron los soldados en la casa de las hermanas Alba no reconocieron al p. Solá como sacerdote, sólo tras el registro efectuado a su habitación descubrieron una fotografía en la que estaba dando la primera Comunión a una niña. En ningún momento negó su condición sacerdotal, más bien confesó su nombre y condición, siendo suficiente para detenerlo junto con Leonardo Pérez, que se encontraba en el oratorio de la casa. Fue llevado a la comandancia militar, último lugar terreno antes de abrazar la palma del martirio y contemplar a Cristo. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005. 3
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20051120_sola-molist_sp.html
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Beato Ángel Darío Acosta Zurita4
Nació el 13 de diciembre de 1908, en Naolinco, Veracruz. Fue bautizado en la iglesia parroquial de San Mateo Apóstol, el 23 de diciembre, con el nombre de Ángel Darío. El ambiente familiar era cristiano y sencillo y su infancia transcurrió tranquila. Recibió la primera Comunión a la edad de seis años y posteriormente el sacramento de la Confirmación. Desde niño conoció las limitaciones y los sacrificios, ya que en las revueltas armadas por la revolución su padre perdió el ganado que poseía y los medios económicos necesarios para el sostenimiento de su familia, enfermó de gravedad y al poco tiempo falleció. La joven viuda tuvo que hacer frente a la situación de extrema pobreza en que quedó. Darío la ayudó en el sostén de sus cuatro hermanos. Con el apoyo de su madre y la ayuda del señor cura Miguel Mesa, pudo ingresar en el seminario del obispo Guízar y Valencia; primero como alumno externo, y al poco tiempo, por su excelente aprovechamiento y óptima conducta, con la ayuda de una beca, como seminarista. Eran tiempos difíciles para la Iglesia por la revolución y las continuas luchas por el poder que asolaban el país, y mons. Guízar decidió trasladar su seminario a la ciudad de México. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de abril de 1931, de manos de mons. Guízar y Valencia y cantó su primera misa el día 24 de mayo, en la ciudad de Veracruz. Mons. Guízar lo nombró vicario cooperador de la parroquia de la Asunción, en la ciudad de Veracruz, donde se desempeñaba como párroco el señor canónigo Justino de la Mora. También estaban ahí de vicarios el p. Rafael Rosas y el p. Alberto Landa. Desde su llegada a Veracruz, fue notable para la gente su fervor y bondad, su preocupación por la catequesis infantil y dedicación al sacramento de la reconciliación. El vendaval de la persecución rugía con gran violencia, y el párroco llamó en varias ocasiones a sus vicarios para manifestarles la gravísima situación en que se encontraba la Iglesia y el peligro constante que corrían sus vidas, por el simple hecho de ser sacerdotes, dejándoles en absoluta libertad de ocultarse, si así lo consideraban; o de irse a sus casas, si así lo deseaban. La respuesta que obtuvo de los tres fue siempre: «Estamos dispuestos a arrostrar cualquier grave consecuencia por seguir en nuestros deberes sacerdotales». La disposición al martirio era manifiesta y constantemente renovada en aquellos días en que el perseguidor mostró todo su odio a Dios y a la Iglesia católica, al promulgar el decreto 197, Ley Tejeda, referente a la reducción de los sacerdotes en todo el Estado de Veracruz, para terminar con el “fanatismo del pueblo”. De parte del gobernador, fue enviada a cada sacerdote una carta 4
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20051120_acosta-zurita_sp.html
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exigiéndoles el cumplimiento de esa ley. Al p. Darío le correspondió el número 759 y la recibió el 21 de julio. El día 25 de julio era la fecha establecida por el gobernador para que entrara en vigor la inicua ley. Era un día lluvioso, y en la parroquia de la Asunción todo transcurría normal. Las naves del templo estaban repletas de niños que habían llegado de todos los centros de catecismo, acompañados por sus catequistas. Había también un gran número de adultos, esperando recibir el sacramento de la reconciliación. Eran las 6.10 de la tarde, cuando varios hombres vestidos con gabardinas militares entraron simultáneamente por las tres puertas del templo, y sin previo aviso comenzaron a disparar contra los sacerdotes. El p. Landa fue gravemente herido, el p. Rosas se libró milagrosamente, al protegerse en el púlpito y el p. Darío, que acababa de salir del bautisterio, en donde había bautizado a un niño, cayó acribillado por las balas asesinas, alcanzando a exclamar: «¡Jesús!». Al escuchar los disparos, salió de la sacristía el señor cura De la Mora pidiendo que a él también lo mataran, pero los asesinos ya habían huido. El señor cura se acercó al p. Darío para darle los últimos auxilios. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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San Atilano Cruz Alvarado5
Nació en Ahuetita de Abajo, perteneciente a la parroquia de Teocaltiche, Jal. (Diócesis de Aguascalientes), el 5 de octubre de 1901. Ministro de la parroquia de Cuquío, Jal. Se ordenó sacerdote cuando esto se consideraba como el mayor crimen que podía cometer un mexicano. Pero él, con una alegría que le desbordaba extendió sus manos para que fueran consagradas bajo el cielo azul de una barranca jalisciense donde se escondía el Arzobispo y el Seminario. Once meses después, el pacífico y alegre sacerdote, mientras ejercía a salto de mata su ministerio, fue llamado por su párroco el Sr. Cura Justino Orona. Obediente se encaminó al rancho de “Las Cruces”, lugar que sería su calvario. Poco antes había escrito: «Nuestro Señor Jesucristo nos invita a que lo acompañemos en la pasión». Mientras dormía llegaron las fuerzas militares y la autoridad civil. El padre Atilano, al oír la descarga que cortó la vida de su párroco, se arrodilló en la cama y esperó el momento de su sacrificio. Allí fue acribillado, dando testimonio de su fidelidad a Cristo Sacerdote, la madrugada del 1° de julio de 1928. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20000521_cruz-alvarado_sp.html
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San Cristóbal Magallanes Jara6
Nació en Totaltiche, Jal. (Archidiócesis de Guadalajara), el 30de julio de 1869. Párroco de su tierra natal. Sacerdote de fe ardiente, prudente director de sus hermanos sacerdotes y pastor lleno de celo que se entregó a la promoción humana y cristiana de sus feligreses. Misionero entre los indígenas huicholes y ferviente propagador del Rosario a la Santísima Virgen María. Las vocaciones sacerdotales eran la parte más cuidada de su viña. Cuando los perseguidores de la Iglesia clausuraron el Seminario de Guadalajara, él se ofreció para fundar en su parroquia un Seminario con el fin de proteger, orientar y formar a los futuros sacerdotes y logró abundante cosecha. El 25 de mayo de 1927 fue fusilado en Colotlán, Jal. (Diócesis de Zacatecas). Frente al verdugo confortó a su ministro y compañero de martirio, Padre Agustín Caloca, diciéndole: «Tranquilízate, hijo, sólo un momento y después el cielo». Luego dirigiéndose a la tropa, exclamó: «Yo muero inocente, y pido a Dios que mi sangre sirva para la unión de mis hermanos mexicanos». Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20000521_magallanes-jara_sp.html
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San David Galván Bermudes7
Nació en Guadalajara, Jal., el 29 de enero de 1881. Profesor del Seminario de Guadalajara. Su gran caridad para con los pobres y los trabajadores le hizo organizar y ayudar al gremio de zapateros, oficio que ejerció al lado de su padre. Defensor de la santidad del matrimonio, ayudó a una jovencita perseguida por un militar, quien ya casado pretendía contraer matrimonio con ella. Esto acarreó al padre Galván la enemistad del teniente que, al final, se convirtió en su verdugo. El 30 de enero de 1915, por auxiliar espiritualmente a los soldados heridos en un combate efectuado en Guadalajara, fue tomado prisionero. En espera de la ejecución su compañero de prisión le comentó que no había desayunado, y el padre Galván tranquilamente le dijo: «Hoy vamos a ir a comer con Dios». Y, frente a los encargados de ejecutarlo, se señaló serenamente el pecho para recibir las balas. Fue canonizado 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San David Roldán Lara8
Nació en Chalchihuites, Zac. (Archidiócesis de Durango), el 2 de marzo de 1902. Huérfano de padre desde muy pequeño, fue para su madre un hijo bueno y cariñoso y un padre para sus hermanos. Sus amigos le estimaban por la alegría y generosidad de su vida, sus compañeros de trabajo por su bondad y comprensión. Para el patrón de la empresa minera donde prestaba sus servicios, fue el empleado cumplido, honrado y trabajador. Para su novia fue el joven íntegro y limpio. Compartía con su párroco, el Sr. Cura Batis, los afanes del apostolado de la Acción Católica de la Juventud Mexicana, las angustias de la situación que vivía la Iglesia y los deseos de ser fieles a Cristo hasta el martirio. Unido por los mismos ideales de su amigo Manuel Morales y de su primo Salvador Lara, fue hecho prisionero. A unos cuantos metros de donde fue sacrificado el Sr. Cura Luis Batis y Manuel se fijó el lugar de la ejecución. Sin amedrentarse, recorrió sereno en la tierra los últimos pasos que le separaban del cielo y fue fusilado junto a su primo Salvador. Aquel 15 de agosto de 1926, el sol en el cénit, la vida en plenitud y el amor supremo a Cristo se unieron en el martirio de David. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San David Uribe Velasco9
Nació en Buenavista de Cuéllar, Gro. (Diócesis de Chilapa), el 29 de diciembre de 1889. Párroco de Iguala, Gro. (Diócesis de Chilapa). Ejerció ejemplarmente su ministerio en una región atacada por la masonería, el protestantismo y un grupo de cismáticos. El militar que le apresó le propuso toda clase de garantías y libertad si aceptaba las leyes y el ser obispo de la Iglesia cismática creada por el Gobierno de la República, pero el Padre David reafirmó lo que había escrito un mes antes, y que revela toda la fuerza de su fe y de su fidelidad: «Si fui ungido con el óleo santo que me hace ministro del Altísimo, ¿por qué no ser ungido con mi sangre en defensa de las almas redimidas con la sangre de Cristo? ¡Qué felicidad morir en defensa de los derechos de Dios! ¡Morir antes que desconocer al Vicario de Cristo!» Ya en la prisión escribió sus últimas palabras: «Declaro que soy inocente de los delitos que se me acusa. Estoy en las manos de Dios y de la Virgen de Guadalupe. Pido perdón a Dios y perdono a mis enemigos; pido perdón a los que haya ofendido». Llegado a un lugar cercano a la estación de San José Vistahermosa, Mor. (Diócesis de Cuernavaca), fue sacrificado con un tiro en la nuca el 12 de abril de 1927. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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Beato (José Luciano) Ezequiel Huerta Gutiérrez10
Nació en Magdalena, Jalisco, el 6 de enero de 1876. Esposo y padre ejemplar de numerosa familia, fue poseedor de una magnífica y bien cultivada voz de tenor dramático, gracias a la cual asistía a los oficios litúrgicos con bastante lucimiento y decoro. Muy devoto de la sagrada Eucaristía, comulgaba con frecuencia. Muy caritativo, compartía sus bienes entre los necesitados. Fue aprehendido la mañana del 2 de abril de 1927; tenía dos hermanos presbíteros, Eduardo y José Refugio, los cuales eran muy respetados en Guadalajara. Cuando fue hecho prisionero, acababa de visitar la capilla ardiente donde era velado el cadáver del líder católico Anacleto González Flores. En los calabozos de la Inspección de Policía, lo torturaron hasta hacerlo perder el conocimiento. Cuando volvió en sí, expresó sus lamentos cantando el himno eucarístico: «Que viva mi Cristo, que viva mi Rey». La madrugada del día siguiente, 3 de abril, fue trasladado, junto con su hermano, al cementerio municipal; se formó el cuadro para la ejecución; había llegado la hora. Ezequiel dijo a su hermano Salvador: «Los perdonamos, ¿verdad?». «Sí, y que nuestra sangre sirva para la salvación de muchos», repuso el interpelado; una descarga de fusilería cortó el diálogo. Muy cerca de ese lugar, la esposa de Ezequiel escuchó los disparos; ignoraba quiénes eran las víctimas; con todo, reunió a su numerosa familia: «Hijitos, vamos rezando el rosario, por esos pobres que acaban de fusilar». Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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San Jenaro Sánchez Delgadillo11
Nació en Zapopan, Jal. (Archidiócesis de Guadalajara), el 19 de septiembre de 1886, Vicario de Tamazulita, de la parroquia de Tecolotlán, Jal, (Diócesis de Autlán). Su párroco elogiaba su obediencia. Los fieles admiraban su rectitud, su fervor, la elocuencia de su predicación, y aceptaban gustosos la energía del Padre Jenaro cuando les exigía la buena preparación para recibir los sacramentos. Los soldados y algunos agraristas le tomaron preso junto con unos feligreses amigos cuando iban al campo. A todos les dejaron libres menos al Padre Jenaro quien fue conducido a una loma cercana a Tecolotlán y en un árbol prepararon la horca. El Padre Jenaro colocado en el centro de la tropa, con heroica serenidad les habló: «Bueno, paisanos, me van a colgar; yo les perdono, que mi Padre Dios también les perdone y siempre viva Cristo Rey». Los verdugos tiraron la soga con tal fuerza que la cabeza del mártir pegó fuertemente en una rama del árbol. Poco después murió en aquella noche del 17 de enero de 1927. La saña de los soldados continuó y en la madrugada regresaron, bajaron el cadáver, le dieron un tiroen el hombro y una puñalada que casi atravesó el cuerpo inerte del testigo de Cristo. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Jesús Méndez Montoya12
Nació en Tarímbaro, Mich. (Archidiócesis de Morelia), el 10 de junio de 1880. Vicario de Valtierrilla, Gto. (Archidiócesis de Morelia). Sacerdote que supo hacerse todo a todos no escatimó medios para intensificar la vida cristiana entre sus feligreses. Se sujetó a largas horas de confesionario de donde salían los cristianos convertidos o con anhelos de mayor perfección debido a sus prudentes consejos. Convivía con las familias pobres, era un catequista y guía para los obreros y campesinos; y un asiduo maestro de música que formó un buen coro para las celebraciones. El 5 de febrero de 1928 entraron las fuerzas federales para sofocar un pequeño grupo de cristeros y se dirigieron luego a la casa donde se ocultaba el Padre Jesús, quien trató de salvar un copón con hostias consagradas. Descubierto por los soldados, les pidió un momento para consumir el Santísimo Sacramento y le fue concedido. Después, con dulzura, se dirigió a una de sus hermanas y le dijo: «Es la voluntad de Dios. Que se haga su voluntad». Los soldados le llevaron a unos metros fuera del atrio del templo y lo sacrificaron con tres disparos. El sacerdote que aprovechó sus conocimientos humanos y su ciencia de Dios para hacer amar a Jesucristo, con su sangre proclamó su gran amor a Cristo Rey. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, Plaza de San Pedro.
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Beato Jorge (Ramón) Vargas González13
Nació en Ahualulco, Jalisco, el 28 de septiembre de 1899. Fue el quinto de once hermanos. Recibió el bautismo el 17 de octubre de ese año, imponiéndole el nombre de Jorge Ramón, aunque durante su vida utilizó sólo el primero. Siendo niño, su familia se trasladó a Guadalajara. Como muchos jóvenes católicos en México, Jorge participó de los anhelos y de las inquietudes de quienes sufrían el flagelo de la persecución religiosa; ejemplos en su familia no faltaban, en especial el de su íntegra y piadosa madre. Durante la persecución religiosa, en 1926, siendo Jorge empleado de la Compañía hidroeléctrica, su hogar sirvió de refugio a muchos sacerdotes perseguidos, entre otros, el padre Lino Aguirre, quien sería luego obispo de Culiacán, Sinaloa, de quien Jorge fue custodio y compañero de correrías. A finales de marzo de 1927, los Vargas González recibieron en su hogar al proscrito líder Anacleto González Flores, columna de la resistencia católica de Jalisco y sus alrededores; la familia conocía de sobra lo que podía costar su acción. En ese lugar los sorprendió la celada del 1 de abril. Todos, hombres, mujeres y niños, entre vejaciones y sobresaltos, fueron aprehendidos por el jefe de la policía de Guadalajara. Un mismo calabozo sirvió para alojar a tres de los Vargas González: Florentino, Jorge y Ramón; su crimen, haber alojado a un católico perseguido. Horas después encerraron en una celda contigua a Luis Padilla Gómez y a Anacleto González Flores. Se lamentó luego de no poder recibir la Comunión, siendo ese día viernes primero, pero su hermano Ramón le reconvino: «No temas, si morimos, nuestra sangre lavará nuestras culpas». La entereza de ánimo de los hermanos se mantuvo, charlando con desenfado antes de ser ejecutados. Por una orden de último momento, uno de los tres hermanos, Florentino, fue separado del resto.Antecedió a la muerte de Jorge algún tipo de tormento, pues su cadáver presentó un hombro dislocado, contusiones y huellas de dolor en el semblante; lo cierto es que llegada la hora, con un crucifijo en la mano, y esta junto al pecho, el siervo de Dios recibió la descarga del batallón, que ejecutó la sentencia. Durante el sepelio, cuando la madre de las víctimas estrechó en sus brazos a Florentino, le dijo: «¡Ay, hijo! ¡Qué cerca estuvo de ti la corona del martirio!; debes ser más bueno para merecerla». El padre, por su parte, al enterarse cómo y por qué murieron, exclamó: «Ahora sé que no es el pésame lo que deben darme, sino felicitarme porque tengo la dicha de tener dos hijos mártires». Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005. 13
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San José Isabel Flores Varela14
Nació en Santa María de la Paz, de la parroquia de San Juan Bautista del Teúl, Zac. (Archidiócesis de Guadalajara), el 28 de noviembre de 1866. Capellán de Matatlán, de la parroquia de Zapotlanejo, Jal. (Archidiócesis de Guadalajara). Por 26 años derramó la caridad de su ministerio en esa capellanía, siendo para todos un padre bondadoso y abnegado que los edificó con su pobreza, su espíritu de sacrificio, su piedad y su sabiduría. Un antiguo compañero, a quien el Padre Flores había protegido, lo denunció ante el cacique de Zapotlanejo y fue apresado el 18 de junio de 1927, cuando se encaminaba a una ranchería para celebrar la Eucaristía. Fue encerrado en un lugar degradante, atado y maltratado; el cacique le hizo escuchar música al mismo tiempo que le ofrecía: «Oye, qué bonita música, si afirmas acatando las leyes, te dejo en libertad». Sin alterarse, el mártir le expresó: «Yo voy a oír una música mejor en el cielo». El Padre José Isabel cumplía la palabra expresada varias veces: «Antes morir que fallarle a Dios». El 21 de junio de 1927 fue conducido, en la noche, al camposanto de Zapotlanejo. Intentaron ahorcarlo pero no pudieron. Ordenó el jefe que le dispararan, pero el soldado, que reconoció al sacerdote que lo había bautizado, se negó a hacerlo, entonces enfurecido el verdugo asesinó al soldado. Misteriosamente las armas no hicieron fuego contra el Padre Flores por lo que uno de aquellos asesinos sacó un gran cuchillo y degolló al valeroso mártir. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San José María Robles Hurtado15
Nació en Mascota, Jal. (Diócesis de Tepic), el 3 de mayo de 1888. Párroco de Tecolotlán, Jal. y fundador de la Congregación religiosa Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado. Ferviente apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, escribió pequeñas obras para propagarla. Poco antes de ser ejecutado, escribió en una poesía sus últimos anhelos. «Quiero amar tu Corazón, Jesús mío, con delirio; quiero amarle con pasión, quiero amarle hasta el martirio. Con el alma te bendigo, mi Sagrado Corazón; Dime: ¿Se llega al instante de feliz y eterna unión?». En la sierra de Quila, Jal. (Diócesis de Autlán), fue colgado de un roble el 26 de junio de 1927. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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Beato José “Tarsicio” Sánchez del Río16
Nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán. Al decretarse la suspensión del culto público, José tenía 13 años y 5 meses. Su hermano Miguel decidió tomar las armas para defender la causa de Cristo y de su Iglesia. José, viendo el valor de su hermano, pidió permiso a sus padres para alistarse como soldado; su madre trató de disuadirlo pero él le dijo: «Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión». Su madre le dio permiso, pero le pidió que escribiera al jefe de los Cristeros de Michoacán para ver si lo admitía. José escribió al jefe cristero y la respuesta fue negativa. No se desanimó y volvió a insistir pidiéndole que lo admitiera, si no como soldado activo, sí como un asistente. En el campamento se ganó el cariño de sus compañeros que lo apodaron “Tarsicio”. Su alegría endulzaba los momentos tristes de los cristeros y todos admiraban su gallardía y su valor. Por la noche dirigía el santo rosario y animaba a la tropa a defender su fe. El 5 de febrero de 1928, tuvo lugar un combate, cerca de Cotija. El caballo del general cayó muerto de un balazo, José bajó de su montura con agilidad y le dijo: «Mi general, aquí está mi caballo, sálvese usted, aunque a mí me maten. Yo no hago falta y usted sí» y le entregó su caballo. En combate fue hecho prisionero y llevado ante el general callista quien le reprendió por combatir contra el Gobierno y, al ver su decisión y arrojo, le dijo: «Eres un valiente, muchacho. Vente con nosotros y te irá mejor que con esos cristeros». «¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey! ¡Yo soy su enemigo! ¡Fusíleme!». El general lo mandó encerrar en la cárcel de Cotija, en un calabozo oscuro y maloliente. José pidió tinta y papel y escribió una carta a su madre en la que le decía: «Cotija, 6 de febrero de 1928. Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte... haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre...».
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El 10 de febrero de 1928, como a las 6 de la tarde, lo sacaron del templo y lo llevaron al cuartel del Refugio. A las 11 de la noche llegó la hora suprema. Le desollaron los pies con un cuchillo, lo sacaron del mesón y lo hicieron caminar a golpes hasta el cementerio. Los soldados querían hacerlo apostatar a fuerza de crueldad, pero no lo lograron. Dios le dio fortaleza para caminar, gritando vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe. Ya en el panteón, preguntó cuál era su sepultura, y con un rasgo admirable de heroísmo, se puso de pie al borde de la propia fosa, para evitar a los verdugos el trabajo de transportar su cuerpo. Acto seguido, los esbirros se abalanzaron sobre él y comenzaron a apuñalarlo. A cada puñalada gritaba de nuevo: «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!». En medio del tormento, el capitán jefe de la escolta le preguntó, no por compasión, sino por crueldad, qué les mandaba decir a sus padres, a lo que respondió José: «Que nos veremos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!». Mientras salían de su boca estas exclamaciones, el capitán le disparó a la cabeza, y el muchacho cayó dentro de la tumba, bañado en sangre, y su alma volaba al cielo. Era el 10 de febrero de 1928. Sin ataúd y sin mortaja recibió directamente las paladas de tierra y su cuerpo quedó sepultado, hasta que años después, sus restos fueron inhumados en las catacumbas del templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente reposan en el templo parroquial de Santiago Apóstol, en Sahuayo, Michoacán. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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Beato José Trinidad Rangel17
Nació en el rancho “El Durazno”, de la ciudad de Dolores Hidalgo, Guanajuato, el sábado 4 de junio de 1887, en el seno de una familia cristiana humilde. Siendo muy joven sintió la vocación al sacerdocio, pero debido a la escasez de recursos económicos de sus padres tuvo que posponer su entrada en el seminario hasta los veinte años. Ingresó en el seminario como alumno gratuito y externo en 1909, concediéndole una beca por su aplicación al estudio, que le permitió vivir como seminarista interno. El 13 de abril de 1919 recibió la ordenación sacerdotal. El primer destino como sacerdote fue el de adscrito a la parroquia del Sagrario de León en calidad de miembro del Centro Catequístico de la Salle. Se refugió en la ciudad de León, Guanajuato, por no cumplir con la ley civil de inscribirse como sacerdote en el registro del Gobierno. En León, viviendo como refugiado en casa de las hermanas Alba, entabló amistad con el p. Andrés Solá, refugiado como él, con el que compartía sus temores y dificultades, y en quien encontró una ayuda en su vivencia sacerdotal. Sabedor de su vocación y opción, rechazó el ofrecimiento de su hermano Agustín a dejar el país y refugiarse en Estados Unidos, prefiriendo aceptar el ofrecimiento de su superior eclesiástico de ir a celebrar clandestinamente los oficios de la Semana santa a las hermanas Mínimas de San Francisco del Rincón, donde fue detenido y trasladado a la comandancia antes de sufrir el martirio. Como sacerdote destacó por su modestia, humildad, sencillez y celo por la salvación de las almas. Con intrepidez evangélica, desempeñó su ministerio, sin negar en ningún momento su condición sacerdotal aunque eso significara el encarcelamiento y la muerte. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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San Julio Álvarez Mendoza18
Nació en Guadalajara, Jal. el 20 de diciembre de 1866. Párrocode Mechoacanejo, Jal. (Diócesis de Aguascalientes), lugar donde pasó toda su vida sacerdotal. Párroco cariñoso, padre y amigo de los niños, pobre que vivió entre los pobres, sacerdote sencillo. Enseñó trabajos de artesanía para que pudieran superarse sus feligreses. Había aprendido el oficio de sastre y le sirvió para hacer ropa a los más necesitados. Amó filialmente a la Santísima Virgen de Guadalupe. Entregado a su ministerio de cura rural, camino de un rancho, fue reconocido como sacerdote y apresado por miembros del ejército. Allí inició su camino hacia el martirio: fue llevado en medio de mil incomodidades a Villa Hidalgo, Jal., a Aguascalientes, Ags., a León, Gto., y por último a San Julián, Jal. El 30 de marzo de 1927 fue colocado sobre un montón de basura para ser fusilado y dijo suavemente: «Voy a morir inocente. No he hecho ningún mal. Mi delito es ser ministro de Dios. Yo les perdono a ustedes». Cruzó los brazos y esperó la descarga. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Justino Orona Madrigal19
Nació en Atoyac, Jal. (Diócesis de Ciudad Guzmán), el 14 de abril de 1877. Párroco de Cuquío, Jal. (Archidiócesis de Guadalajara). Fundador de la Congregación religiosa de las Hermanas Clarisas del Sagrado Corazón. Su vida estuvo marcada por la cruz pero siempre se conservó amable y generoso. En cierta ocasión escribió: «Los que siguen el camino del dolor con fidelidad, pueden subir al cielo con seguridad». Cuando arreció la persecución, permaneció entre sus feligreses diciendo: «Yo entre los míos vivo o muero». Una noche, después de planear con su vicario y compañero de martirio, el padre Atilano Cruz, su especial actividad pastoral, ejercida en medio de incontables peligros, ambos sacerdotes se recogieron para descansar en una casa de rancho de “Las Cruces” cercano a Cuquío. En la madrugada del 1° de julio de 1928 las fuerzas federales y el presidente municipal de Cuquío irrumpieron violentamente en el rancho y golpearon la puerta donde dormían el párroco y su vicario. El Sr. Cura Orona abrió y con fuerte voz saludó a los verdugos:«¡Viva Cristo Rey!» La respuesta fue una lluvia de balas. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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Beato Leonardo Pérez Larios20
Nació el 28 de noviembre de 1883 en Lagos de Moreno, Jalisco. Fue el tercer hijo de los once que tuvieron sus padres. Hijo de una familia sencilla, recibió una buena educación cristiana en el seno de su familia. A la muerte de su padre se trasladó la familia a vivir a León. Quiso contraer matrimonio, desistiendo de hacerlo por la oposición que encontró en la familia de la novia. Quiso ser religioso, pero le resultó imposible por tener a su cargo a dos hermanas que no poseían medios de subsistencia, siendo él el que proveía a su sustento y cuidado. Pero estos proyectos irrealizados no le llevaron a apartarse de la fe y de la Iglesia, a pesar de las dificultades sociales por las que estaba pasando y que afectaban a los fieles cristianos. Era una persona que vivía intensamente su vida cristiana, con una profunda devoción al Santísimo Sacramento y a la Virgen María. Perteneció a una Congregación Mariana donde sus miembros hacían voto de castidad y se reunían semanalmente para hacer adoración al Santísimo Sacramento. Fue detenido en la casa de las hermanas Alba tras participar en la Eucaristía y en la Hora Santa que el p. Solá había organizado después de la celebración de la santa misa. Los soldados al verlo vestido de negro y con una actitud muy devota, pues estaba concentrado en su meditación y acción de gracias por la comunión recibida, lo tomaron por un sacerdote. Fueron inútiles las aclaraciones realizadas por el p. Solá y las personas que estaban en ese momento en la casa en relación al estado de vida de Leonardo. Cuando le preguntaron sobre su condición sacerdotal él la negó, pero afirmó ser católico, apostólico y romano. Fue conducido al cuartel y de ahí con sus dos compañeros al martirio. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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San Luis Batis Sainz21
Nació en San Miguel del Mezquital, Zac. (Archidiócesis de Durango), el 13 de septiembre de 1870. Párroco de San Pedro Chalchihuites, Zac. (Archidiócesis de Durango). Celoso sacerdote en todos sus ministerios, tuvo especial dedicación a los jóvenes. Fue para ellos un guía y padre bondadoso que de diversas formas les hacía crecer espiritual y culturalmente, y les ayudaba a superarse hasta en lo material. Especialmente supo infundir en la juventud el espíritu de heroísmo cristiano para profesar su fe. Apenas habían pasado quince días de la suspensión del culto público ordenado por los Obispos, fue tomado prisionero. Al comunicarle que los soldados lo buscaban, dijo:«¡Que se haga la voluntad de Dios, si Él quiere, yo seré uno de los mártires de la Iglesia!» Y al día siguiente, 15 de agosto de 1926, fue conducido junto con sus más cercanos colaboradores en el apostolado: Manuel Morales, Salvador Lara Puente y David Roldán, al lugar conocido como “Puerto de Santa Teresa”. El Sr. Cura Batis y Manuel Morales fueron llevados fuera de la carretera para ser fusilados; entonces el sacerdote intercedió por su compañero recordándoles a los verdugos, que Manuel tenía esposa e hijos. Todo fue inútil y el párroco, con su característica sonrisa bondadosa, absolvió a su compañero y le dijo: «Hasta el cielo». Pocos segundos después se consumaba su martirio en el día de la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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Beato Luis Magaña Servín22
Nació en Arandas, Jalisco, el 24 de agosto de 1902. Fue un cristiano íntegro, esposo responsable y solícito; mantuvo sus convicciones cristianas sin negarlas, aun en tiempos de prueba y persecución. Fue miembro activo de la Asociación católica de la juventud mexicana y de la archicofradía de la Adoración nocturna del Santísimo Sacramento, en la parroquia de Arandas. Contrajo matrimonio con Elvira Camarena Méndez el día 6 de enero de 1926; tuvo dos hijos, Gilberto y María Luisa, que no conoció. El día 9 de febrero de 1928, un grupo de soldados del Ejército Federal, capitaneado por el general Miguel Zenón Martínez tomó la población de Arandas. De inmediato dispuso fueran capturados los católicos que simpatizaran con la resistencia activa en contra del Gobierno; uno de ellos fue Luis. Cuando llegaron a su domicilio, no pudieron aprehenderlo por haberse ocultado debidamente; fue reemplazado por su hermano menor. Al enterarse del acto, Luis se presentó ante el mismo general Martínez, solicitando la libertad de su hermano a cambio de la suya. Estas fueron sus palabras: «Yo nunca he sido rebelde cristero como ustedes me titulan, pero si de cristiano se me acusa, sí, lo soy, y si por eso debo ser ejecutado, bienvenido y en hora buena. ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!». Sin mayores preámbulos, el militar decretó la muerte de Luis; momentos antes de ejecutarse la sentencia, en el atrio de la iglesia parroquial, Luis pidió la palabra: «Pelotón que me ha de ejecutar: quiero decirles que desde este momento quedan perdonados y les prometo que al llegar ante la presencia de Dios será por los primeros que pediré»; dicho lo cual, exclamó con voz potente: «¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!». Eran las tres de la tarde del 9 de febrero de 1928. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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Beato (José Dionisio) Luis Padilla Gómez23
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de diciembre de 1899. Recibió una esmerada educación en el seno de una familia distinguida y cristiana. En 1917 ingresó al seminario conciliar de Guadalajara, donde destacó por su conducta intachable y la pureza de sus costumbres; abandonó la institución en 1921 para aclarar ciertas dudas vocacionales. Una vez fuera del seminario, se dio de alta como profesor, impartiendo clases sin retribución alguna a niños y jóvenes pobres. Fue socio fundador y miembro activo de la Asociación católica de la juventud mexicana, donde desarrolló un intenso apostolado, sobre todo en el campo de la promoción social; tenía una ferviente devoción a la Santísima Virgen. Al estallar la persecución del Estado contra la Iglesia católica, Luis se afilió a la Unión Popular para trabajar a través de medios pacíficos en la defensa de la religión. En repetidas ocasiones expresó su deseo de seguir a Jesús hasta el dolor, el sufrimiento y la entrega total de la vida. El día 1 de abril de 1927, a las dos de la mañana, fue acordonado su domicilio por un grupo de soldados del ejército federal, bajo las órdenes del mismo jefe de operaciones militares del Estado de Jalisco, general de división Jesús María Ferreira, quien con lujo de fuerza ordenó el saqueo de la morada y la aprehensión de sus habitantes, además de Luis, su anciana madre y una de sus hermanas. El joven Luis fue remitido al cuartel Colorado, soportando en el trayecto golpes, insultos y vejaciones. Poco después fueron aprehendidos otros cuatro cristianos. Presintiendo su fin, Luis expresó su deseo de confesarse sacramentalmente; su compañero de apostolado y de prisión, Anacleto González Flores, lo confortó diciéndole: «No, hermano, ya no es hora de confesarse, sino de pedir perdón y de perdonar. Es un Padre y no un juez el que te espera. Tu misma sangre te purificará». Ya en el paredón mientras Luis, arrodillado, ofrecía su vida a Dios con ferviente oración, los verdugos descargaron sus armas sobre él, consumando, a los 26 años cumplidos, su oblación a Dios hasta el derramamiento de la sangre. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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San Manuel Morales24
Nació en Mesillas, Zac., perteneciente a la parroquia de Sombrerete, Zac. (Archidiócesis de Durango), el día 8 de febrero de 1898. Cristiano de una pieza, esposo fiel, padre cariñoso con sus tres pequeños hijos, trabajador cumplido, laico comprometido en el apostolado de su parroquia y de intensa vida espiritual alimentada con la Eucaristía. Miembro de la Acción Católica de la Juventud Mexicana y presidente de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, asociación que por medios pacíficos trataba de obtener la derogación de las leyes impías. El día 15 de agosto de 1926, al conocer la prisión del Sr. Cura Batis se movilizó para ir a pedir la libertad de su párroco. Apenas había reunido un grupo de jóvenes para deliberar, cuando la tropa se presentó y el jefe gritó: «¡Manuel Morales!». Manuel dio un paso adelante y con mucho garbo se presentó: «Yo soy. A sus órdenes». Lo insultaron y comenzaron a golpearlo con saña. Junto con el Sr. Cura fue conducido fuera de la ciudad, y al escuchar que su párroco pedía que le perdonaran la vida en atención a su familia, lleno de valor y de fe le dijo: «Señor Cura, yo muero, pero Dios no muere. El cuidará de mi esposa y de mis hijos». Luego se irguió y exclamó: «¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!». Y el testimonio de su vida quedó firmado con su sangre de mártir. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Margarito Flores García25
Nació en Taxco, Gro. (Diócesis de Chilapa), el 22 de febrero del 1899. Párroco de Atenango del Río, Gro., (Diócesis de Chilapa). Tres años de ministerio fueron suficientes para conocer la entrega sacerdotal del Padre Margarito. Se encontraba fuera de la Diócesis a causa de la persecución, cuando supo de la muerte heroica del Sr. Cura David Uribe, exclamó: «Me hierve el alma, yo también me voy a dar la vida por Cristo; voy a pedir permiso al Superior y también voy a emprender el vuelo al martirio». El Vicario general de la Diócesis le nombró vicario con funciones de párroco de Atenango del Rio, Gro. El Padre Margarito se puso luego en camino. Fue descubierto como sacerdote al llegar a su destino; apresado y conducido a Tulimán, Gro., donde se dio la orden de fusilarlo. El Padre Margarito pidió permiso para orar, se arrodilló unos momentos, besó el suelo y luego, de pie, recibió las balas que le destrozaron la cabeza y le unieron para siempre a Cristo Sacerdote, el 12 de noviembre de 1927. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Mateo Correa Magallanes26
Nació en Tepechitlán, Zac. (Diócesis de Zacatecas), el 23 de julio de 1866. Párroco de Valparaíso, Zac., (Diócesis de Zacatecas). El Padre Mateo cumplió fielmente las obligaciones de su sacerdocio: evangelizar y servir a los más pobres, obedecer a su obispo, unirse a Cristo Sacerdote y Víctima, especialmente al convertirse en mártir a causa del sello sacramental. Fue perseguido continuamente y hecho prisionero varias veces, la última vez fue cuando iba a auxiliar a una persona enferma. Lo detuvieron algunos días en Fresnillo, Zac., y fue llevado después a Durango. Allí le pidió el general que confesara a unos presos y después le exigió que le revelara lo que había sabido en confesión, o de lo contrario le mataría. El señor Cura Correa respondió con dignidad: «Puede usted hacerlo, pero no ignore que un sacerdote debe guardar el secreto de la confesión. Estoy dispuesto a morir». Fue fusilado en el campo, a las afueras de la ciudad de Durango, el 6 de febrero de 1927 y así inició su verdadera vida aquel párroco abnegado y bondadoso. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Miguel de la Mora de la Mora27
Nació en Tecalitlán, Jal. (Diócesis de Colima), el 19 de junio de 1878. Capellán de la Catedral de Colima, sacerdote sencillo, discreto, ordenado y puntual, siempre se mostró lleno de caridad para con los pobres y dispuesto a servir. Colima fue el primer estado de la República Mexicana en que el gobierno exigió la inscripción de los sacerdotes para otorgarles licencias de ejercer. El Obispo y sus sacerdotes protestaron afirmando que sufrirían todo antes que ser traidores a su fe y de su fidelidad a la Iglesia. La respuesta del gobierno fue procesar y desterrar a todos los sacerdotes. El Padre Miguel, como algunos otros, se ocultó para continuar prestando ayuda a los fieles. Fue descubierto y amenazado de cárcel definitiva si no abría el culto en la Catedral, contra lo dispuesto por el Obispo. Ante la presión del gobierno militar prefirió salir de la ciudad. En el camino fue apresado y llevado ante el general, quien lo condenó a ser pasado por las armas. Caminó en silencio hasta donde le indicaron y como proclamación de su fe y de su amor a María Santísima sacó su rosario, empezó a rezarlo, y con él en la mano, cayó abatido por las balas. Eran las doce del día 7 de agosto de 1927. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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Beato Miguel Gómez Loza28
Nació en Tepatitlán, Jalisco, el 11 de agosto de 1888. Hijo de campesinos, desde su niñez hasta su juventud cuidó de su madre, viuda, en la modesta aldea de Paredones; sin embargo, nunca abandonó el deseo de superarse en ciencia y en virtud. Desde su juventud fue promotor incansable de la doctrina social de la Iglesia. Junto con su entrañable amigo Anacleto González, en las filas de la Asociación católica de la juventud mexicana, de Guadalajara, encontró escuela y cátedra para su formación religiosa y moral, y para sus ansias apostólicas. Sorteando mil dificultades, ingresó a la Escuela libre de Derecho, perseverando en sus estudios hasta concluir la carrera de derecho. Hombre intrépido, de convicciones, nada le arredraba en sus propósitos cuando estos eran justos, lícitos y debidos. Por defender los derechos de los necesitados, cincuenta y nueve veces fue encarcelado, y muchas veces golpeado. En 1922 contrajo matrimonio con María Guadalupe Sánchez Barragán. De su matrimonio le nacieron tres hijas. En 1927, durante la persecución religiosa contra la Iglesia, Miguel se unió a la Liga defensora de la libertad religiosa, empleando todos los medios pacíficos permitidos para resistir los ataques del Estado a la libertad de credo. Para defender la libertad y la justicia, aceptó el nombramiento de gobernador de Jalisco, conferido por los católicos de la resistencia. Perseguido por las fuerzas federales, fue acribillado por el ejército federal, cerca de Atotonilco el Alto, Jalisco, el 21 de marzo del año 1928. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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San Pedro De Jesús Maldonado Lucero29
Nació en la ciudad de Chihuahua, Chih. (Archidiócesis de Chihuahua), el 15 de junio de 1892. Párroco de Santa Isabel, Chih. Su propósito de seminarista: «He pensado tener mi corazón siempre en el cielo, en el sagrario» se convirtió en el ideal de su vida y fuente de toda su actividad sacerdotal. Sacerdote enamorado de Jesús Sacramentado, fue un continuo adorador y fundador de muchos turnos de adoración nocturna entre los feligreses a él confiados. El 10 de febrero de 1937, miércoles de ceniza, celebró la Eucaristía, impartió la ceniza y se dedicó a confesar. De pronto se presentó un grupo de hombres armados para apresarlo. El Padre Pedro tomó un relicario con hostias consagradas y siguió a sus perseguidores. Al llegar a la presidencia municipal, políticos y policías le insultaron y le golpearon. Un pistoletazo dado en la frente le fracturó el cráneo y le hizo saltar el ojo izquierdo. El sacerdote bañado en sangre, cayó casi inconsciente; el relicario se abrió y se cayeron las hostias. Uno de los verdugos las recogió y con cinismo se las dio al sacerdote diciéndole: «Cómete esto». Por manos de su verdugo se cumplió su anhelo de recibir a Jesús Sacramentado antes de morir. En estado agónico fue trasladado a un hospital público de Chihuahua y al día siguiente, 11 de febrero de 1937, aniversario de su ordenación sacerdotal, consumió su glorioso sacrificio el sacerdote mártir. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Pedro Esqueda Ramírez30
Nació en San Juan de los Lagos, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos), el 29 de abril de 1887. Vicario de San Juan de los Lagos. El ministerio al que se dedicó con verdadera pasión fue la catequesis de los niños. Fundó varios centros de estudio y una escuela para la formación de catequistas. Siempre fue muy devoto del Santísimo. En plena persecución organizaba a las familias para que no faltaran a la guardia perpetua a Jesús Sacramentado en casas particulares. Desde el momento de ser apresado fue tan duramente golpeado, que se le abrió una herida en la cara. Un militar, después de golpearlo, le dijo: «Ahora ya has de estar arrepentido de ser cura»; a lo que contestó dulcemente el padre Pedro: «No, ni un momento, y poco me falta para ver el cielo». El 22 de noviembre de 1927 fue sacado de su prisión para ser ejecutado; los niños le rodearon y el Padre Esqueda insistentemente le repitió a un pequeño que caminaba junto a él: «No dejes de estudiar el catecismo, ni dejes la doctrina cristiana para nada». Y en un pedazo de papel escribió sus últimas recomendaciones para las catequistas. Al llegar a las afueras del poblado de Teocaltitlán, Jal., le dispararon tres balas que cambiaron su vida terrena por la eterna. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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Beato Ramón (Vicente) “Colorado” Vargas González31
Nació en Ahualulco, Jalisco, el 22 de enero de 1905. Fue el séptimo de once hermanos; tres notas lo distinguieron de ellos: el color rojo de su pelo, que le ganó el sobrenombre de Colorado, su elevada estatura y su jovialidad. Siguió los pasos de su padre al ingresar a la Escuela de medicina, donde destacó por su buen humor, su camaradería y su clara identidad católica. En cuanto pudo hacerlo, atendió gratuitamente la salud de los pobres. A los 22 años, próximo a concluir sus estudios universitarios, recibió en su hogar, con responsabilidad subsidiaria, a Anacleto González Flores, quien no tardó en advertir las cualidades de Ramón, pidiéndole sumarse a los campamentos de la resistencia activa como enfermero: «Por usted hago lo que sea, Maistro, pero irme al monte, no», contestó el interpelado. La madrugada del 1 de abril de 1927 alguien azotó la puerta de los Vargas González; Ramón atendió el llamado; al entreabrir la puerta, un nutrido grupo de policías se apoderaron de la casa. Se cateó la vivienda y se aprehendió a sus ocupantes. Ramón mantuvo la calma pese a su indignación; en la calle, aprovechando el tumulto, pudo escapar sin que lo advirtieran sus captores, pero no tardó en volver sobre sus pasos y entregarse. Cuando supo que iba a morir, su hombría de bien y su esperanza cristiana le bastaron para unir su sacrificio al de Cristo. Ante una exclamación de su hermano Jorge, respondió: «No temas, si morimos nuestra sangre lavará nuestras culpas». Para atenuar la cruel sentencia, el general de división Jesús María Ferreira, ofreció dejar en libertad al menor de los hermanos Vargas González; el indulto correspondía a Ramón, pero este, sin admitir reclamos, cede su lugar a Florentino. Era más del mediodía, urgía matar a los reos cuanto antes. Antes de ser fusilado, Ramón flexionó los dedos de su mano diestra formando la señal de la cruz. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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San Rodrigo Aguilar Aleman32
Nació en Sayula, Jal. (Diócesis de Ciudad Guzmán), el 13 de marzo de 1875. Párroco de Unión de Tula, Jal. (Diócesis de Autlán). Sacerdote poeta de fina sensibilidad. Consagró su sacerdocio a la Virgen Santísima de Guadalupe. Con todo su corazón imploró: «Señor, danos la gracia de padecer en tu nombre, de sellar nuestra fe con nuestra sangre y coronar nuestro sacerdocio con el martirio ¡Fiat voluntas tua!» Por eso, cuando tuvo que abandonar su parroquia y ocultarse en la población de Ejutla, Jal., y cuando llegaron las tropas federales para apresarlo, su rostro resplandecía de paz y gozo, y se despidió diciendo: «Nos vemos en el cielo». En la madrugada del 28 de octubre de 1927 fue conducido a la plaza de Ejutla. Arrojaron la cuerda a una rama gruesa de un árbol de mango, hicieron una lanzada y la colocaron al cuello del sacerdote. Luego quisieron poner a prueba su fortaleza y con altanería le preguntaron: «¿Quién vive?» La valiente respuesta fue: «¡Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!». Entonces la cuerda fue tirada con fuerza y el señor cura Aguilar quedó suspendido. Se le bajó de nuevo y se le repitió la pregunta: «¿Quién vive?» Por segunda vez dijo con voz firme: «¡Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!». Nuevamente al mismo suplicio y por tercera vez, el «¿Quién vive?» El mártir agonizante, arrastrando la lengua repitió: «Cristo Rey y Santa María de Guadalupe». Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Román Adame Rosales33
Nació en Teocaltiche, Jal. (Diócesis de Aguascalientes), el 27 de febrero de 1859. Párroco de Nochistlán, Zac. (Archidiócesis de Guadalajara). Sacerdote de profunda humildad. Jamás se le oyó quejarse; ante cualquier sufrimiento decía con serenidad: «Sea todo por Dios». Catequesis, misiones populares, construcción de capillas para que los fieles tuvieran cerca al Santísimo, atención a los enfermos y educación a los niños fueron las principales acciones de su ministerio parroquial. Durante la persecución, siguió oculto administrando los sacramentos. Alguien delató su escondite y de noche fue hecho prisionero. Llegado el momento de la ejecución, el día 21 de abril de 1927, con un gesto de bondad trató de salvar al soldado, que por no querer dispararle, iba a ser también fusilado. Luego, decidido y firme, pero con humildad, entregó su vida. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Sabas Reyes Salazar34
Nació en Cocula, Jal. (Archidiócesis de Guadalajara), el 5 de diciembre de 1883. Vicario de Tototlán, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos). Sencillo y fervoroso, tenía especial devoción a la Santísima Trinidad. También invocaba frecuentemente a las ánimas del purgatorio. Procuró mucho la formación de los niños jóvenes, tanto en la catequesis como en la enseñanza de ciencias, oficios y artes, especialmente en la música. Cumplido y abnegado en su ministerio. Exigía mucho respeto en todo lo referente al culto y le gustaba que con prontitud se cumpliera cualquier deber. Cuando, por el peligro que había para los sacerdotes, le aconsejaban que saliera de Tototlán, él replicaba: «A mí aquí me dejaron y aquí espero, a ver qué dispone Dios». En la Semana Santa de 1927 llegaron las tropas federales y los agraristas buscando al Sr. Cura Francisco Vizcarra y a sus ministros. Sólo encontraron al padre Reyes y en él concentraron todo su odio. Lo tomaron preso, lo ataron fuertemente a una columna del templo parroquial, lo torturaron tres días por medio del hambre y la sed y con sadismo incalificable, le quemaron las manos porque estaban consagradas. El 13 de abril de 1927, Miércoles Santo, fue conducido al cementerio. Lo remataron a balazos, pero antes de morir, más con el alma que con la voz, pudo gritar el sacerdote mártir: «¡Viva Cristo Rey!». Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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Beato (J.) Salvador Huerta Gutiérrez35
Nació en Magdalena, Jalisco, el 18 de marzo de 1880. Mecánico por vocación, se dedicó a este oficio, llegando a ser uno de los más competentes de Guadalajara. Devoto de Jesús Sacramentado, participaba todos los días de la Eucaristía y adoraba, con frecuencia, el Santísimo en el sagrario. Su conducta como hijo, esposo y padre fue siempre ejemplar. Poseía una particular intuición ante el peligro, al que se enfrentaba con singular fortaleza. Al comenzar el año de 1927 la situación religiosa se tornó imposible para los católicos. Se perseguía sin tregua a los clérigos por considerárseles instigadores de la resistencia armada. El 2 de abril de 1927, consumado el asesinato de Anacleto González y sus tres compañeros, acudió al cementerio a despedir los restos del conocido líder. De regreso a su taller, lo esperaban agentes de la policía, quienes valiéndose de un ardid, lo arrestaron. En la Inspección general comenzó un crudísimo tormento; lo colgaron de los dedos pulgares; querían los verdugos conocer el paradero de los presbíteros Eduardo y José Refugio. Exánime lo tiraron en un calabozo. En las primeras horas del 3 de abril, lo condujeron, junto con su hermano Ezequiel, al panteón de Mezquitán. Ante el pelotón de fusilamiento, pidió una vela encendida, iluminando su pecho descubierto dijo: «¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!; disparen; muero por Dios, que lo amo mucho». Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.
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San Salvador Lara Puente36
Nació en el poblado de Berlín, Dgo., perteneciente a la parroquia de Súchil (Archidiócesis de Durango) el 13 de agosto de 1905. En plena juventud Salvador era alto y fuerte de cuerpo, aficionado a practicar el deporte de la charrería; educado y fino en el trato con todos, respetuoso y cariñoso con su madre viuda; íntegro y responsable como empleado en una empresa minera. Vivía su fe en la pureza de sus costumbres y en la entrega al apostolado como militante de la Acción Católica de la Juventud Mexicana. Cuando llegaron los soldados para apresarlo, junto con Manuel y David, respondió al ser llamado: «Aquí estoy». Caminó sonriente, como siempre, junto a su compañero y primo David hasta el lugar que les señalaron para ser fusilados. Acababan de darse cuenta del fusilamiento de su párroco, el Sr. Cura Batis y de su amigo Manuel Morales. Orando en voz baja, Salvador recibió la descarga que abrió las heridas para que brotara su sangre de mártir y se descubriera su grandeza de cristiano, el 15 de agosto de 1926. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Toribio Romo González37
Nació en Santa Ana de Guadalupe, perteneciente a la parroquia de Jalostotitlán, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos), el 16 de abril de 1900. Vicario con funciones de párroco en Tequila, Jal., (Archidiócesis de Guadalajara). Sacerdote de corazón sensible, de oración asidua. Apasionado de la Eucaristía pidió muchas veces: «Señor, no me dejes ni un día de mi vida sin decir la Misa, sin abrazarte en la Comunión». En una Primera Comunión, al tener la sagrada Hostia en sus manos, dijo: «¿Y aceptarías mi sangre, Señor, que te ofrezco por la paz de la Iglesia?». Estando en Aguascalientes, un lugar cercano a Tequila que le servía de refugio y centro de su apostolado, quiso poner al corriente los libros parroquiales. Trabajó el viernes todo el día y toda la noche. A las cinco de la mañana del sábado 25 de febrero de 1928, quiso celebrar la Eucaristía pero, sintiéndose muy cansado y con sueño prefirió dormir un poco para celebrar mejor. Apenas se había quedado dormido cuando un grupo de agraristas y soldados entraron en la habitación y cuando uno de ellos le señaló diciendo: «Ése es el cura, mátenlo», el Padre Toribio se despertó asustado, se incorporó y recibió una descarga. Herido y vacilante caminó un poco, una nueva descarga, por la espalda, cortó la vida del mártir y su sangre generosa enrojeció la tierra de esa barranca jalisciense. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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San Tranquilino Ubiarco Robles38
Nació en Zapotlán el Grande, Jal. (Diócesis de Ciudad Guzmán), el 8 de julio de 1899. Vicario con funciones de párroco en Tepatitlán, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos). Fue uno de los infatigables y abnegados misioneros en los tiempos difíciles de la persecución. Nada le detenía para ir, lleno de caridad, a administrar los sacramentos y a sostener la vida cristiana de los fieles celebrando la Eucaristía en casas particulares. A principios del mes de octubre de 1928 fue a Guadalajara a comprar lo necesario para el Sacrificio Eucarístico. Alguien le hizo ver que su campo pastoral estaba enclavado en la zona de mayor peligro: «Ya me voy a mi parroquia; a ver qué puedo hacer y si me toca morir por Dios, ¡Bendito sea!». Cuando una noche preparada la celebración de la Eucaristía y la bendición de un matrimonio, fue hecho prisionero y condenado a morir ahorcado en un árbol de la alameda, a las afueras de la ciudad. Con entereza cristiana bendijo la soga, instrumento de su martirio, y a un soldado que se negó a participar en el crimen, le dijo, repitiendo las palabras del Maestro. «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Era la madrugada del día 5 de octubre de 1928. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000, en la Plaza de San Pedro.
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