Martin Buber - Cuentos Jasidicos - Los primeros maestros II.pdf
April 29, 2017 | Author: Abel Della Costa | Category: N/A
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MARTIN BUBER
CUENTOS JASIDICOS Los primeros maestros. II
EDITORIAL PAIDOS BUENOS AIRES
CUENTOS JASIDICOS
PAIDOS ORIENTALI A Dirigida por Osvaldo Svanascini
Títulos publicados: 1. M. Eliade - Patáñjatí y el yoga 2. H. Wilhelm - El significado del I Ching 3. E. Herrigel - El camino del zen 4. Tetsugen - El sermón sobre el zen 5 . Anónimo - Teatrfr44betttm. Tres misterios 6. E. Wood - Diccionario zen 7.A. N. Narihira - Cuentos de Ise 8. Anónimo - Cuentos del vampiro 9.1. Shah - Cuentos de los derviches 10.1. Shah - El monasterio mágico 11. M. Buber - Cuentos jasídicos. Los primeros maestros, I 12. M. Buber - Cuentos jasídicos. Los primeros maestros, II 13. M. Buber - Cuentos jasídicos. Los maestros continuadores, I 14. M. Buber - Cuentos jasídicos. Los maestros continuadores, II
Título original: Die Erzählungen der Chassidim Publicado en alemán por Manesse Verlag, Conzett-Huber, Zürich Traducción de Salomón Merener Supervisión de Marshall T. Meyer
Cubierta de Julio Vivas 1.a reimpresión en España, 1983
© 1949 by Manesse Verlag, Conzett-Huber, Zürich © de todas las ediciones en castellano, Editorial Paidós, SAICF; Defensa, 599; Buenos Aires. © de esta edición, Ediciones Paidós Ibérica, S.A.; Mariano Cubí, 92; Barcelona-21. ISBN: 84-7509-216-0 Depósito legal: B-10.293/1983 Impreso en I. G. Socitra, S.A.; Arquímedes, s/n; L'Hospitalet de Llobregat Impreso en España - Printed in Spain
INDICE
I.
MENAJEM MENDEL DE V1TEBSK
Su infancia, 15 Más, 16 Perseguido por honores, 16 La lombriz, 17 Vocación, 17 El documento, 18 Epocas, 18 El montón de cenizas, 18
II.
SHMELKE DE NIKOLSBURG
El arpa de David, 23 Nuevas melodías, 24 En Níkolsburg, 24 Anotación, 25 Las siete sapiencias mundanas, 26 El Mesías y los que rezan, 26 Las lágrimas de Esaú, 27 Un sermón de expiación, 27 Dormir, 29 El golpe, 30 Los limpios librepensadores, 30 El enemigo, 31 El mandamiento de amar, 31
III.
Una comparación, 19 Para Azazel, 19 A la ventana, 20 El aire de esa tierra, 20 La firma, 20 El viaje a la Feria de Leipzig, 21 Todas las velas, 22
El anillo, 32 Los mensajeros, 32 El pobre y el rico, 33 Ser santo, 33 Preparación, 34 La prueba, 34 Mejor no, 34 Nuestra generación, 35 La suerte de los ladrones, 35 Los hermanos, 35 El viaje por el Danubio, 36 El amén a la bendición, 36 El alma de Samuel, 37
AARON DE KARLIN
El momento, 38 Un susurro, 38 El largo sueño, 38
Deleites, 39 La carta, 39 El rey, 40
El candelabro, 40 En tierra, 42 Nada de nada, 42 El pequeño temor y el gran temor, 42 La indignidad y las plegarias que llegan a Dios, 43
IV.
"Yo", 43 Conversión, 44 El saludo, 44 Permiso, 44 La insensatez, 45 Tres generaciones, 46
LEVI ITZJAC DE BERDITCHEV
Aquel que también estaba allí, 47 En la callejuela de los curtidores, 48 Alma en transporte, 49 El baño, 49 Noche de Pesaj, 51 Las dudas del posadero, 52 Por Israel, 53 El verdadero rey, 53 Un pacto, 54 Una interrupción, 54 Lucha, 55 El deseo, 55 Como se debe pesar, 55 El canto al "Tú", 56 Sufrimiento y plegaria, 57 La plegaria de su nmjer, 57 Dos especies de plegaria, 57 Con ojos abiertos, 58 El lector ronco, 59 Los ausentes, 59 Balbuceos, 59 La plegaria insensata, 60 El fin de las plegarias, 60 Conversación mundana, 61 El que se rió, 62 Día tras día, 63 Comienzos eternos, 63 Envidia, 64 El Séder del ignorante, 64 En la Sagrada Fiesta de los Siete Pastores, 66 Moisés y el Monte Sinaí, 66 Su segundo nombre, 67 Las filacterias de Dios, 67
El carretero, 67 La mujer que lloraba, 68 En el suelo, 68 El grueso libro de oraciones, 69 La sabiduría de Salomón, 69 Abraham y Lot, 70 Trabajo penoso, 71 Caridad, 71 De prisa, 72 ¿Qué haces?, 72 Los dos generales, 73 Amalek, 73 La grandeza de Faraón, 74 Camaleones, 74 Quizá, 74 Los falsos Mesías, 75 En la plaza del mercado, 75 En otro tiempo y ahora, 76 El sanctasanctórum, 76 El complot inicuo, 76 Verdadero pesar y verdadera alegría, 77 La danza, 77 Discipulado, 78 Conocimiento, 78 Respuesta de Rabí Elimélej, 78 La primera página, 79 Enseñanzas ocultas, 79 El último son del cuerno de carnero, 79 Se amplía un período, 80 Las puertas de la oración, 80 El amigo, 80 Desde entonces, 81
V.
ZUSIA DE HANIPOL
Las bendiciones, 82 La parábola del leñador, 82 La palabra, 83 Solamente lo bueno, 84 Sufrimiento, 84 Las vestiduras de la misericordia, 85 El receptor, 85 La ofrenda, 86 En el camino, 86 Los caballos, 87 Ix>s frutos del peregrinaje, 88 El sentimiento del shabat, 88 Zusia y el pecador, 89 Penitencia conjunta, 89 El descarado y el vergonzoso, 90 Tzadik y jasidim, 90 Humildad, 91 Acerca de Adán, 91 "'Vete de tu tierra", 92 " E Israel vio", 92 Zusia y su mujer, 92 Zusia y los pájaros, 93
VI.
Sus dias, 93 La bendición, 94 El cantar, 94 El que responde amén, 94 Devociones de Zusia, 94 El temor de Dios, 95 La creación de ángeles, 95 El acusador, 96 En pie arriba de ellos, 96 La rueda, 96 En la encrucijada, 97 Los polacos no tienen buenos modales, 97 Zusia, el fuego y la tierra, 97 Fuego y nube, 98 Terror, 98 La canción del pastor, 99 Enfermedad, 99 La pregunta de preguntas, La lápida, 100 El fuego, 100 El secreto del sueño, 101
ELIMELEJ DE LIZHENSK
Su reloj, 102 Al comenzar el shabat, 102 Buenas obras, 102 Respuestas, 102 La primera luz, 103 En Sinai, 103 Dios canta, 103 Las criadas, 104 El primer pecado, 104 El penitente, 104 El fuego impuro, 105
La amenaza de Satán, 106 Elias, 107 Una transacción, 107 El vuelco del tazón, 109 La comida milagrosa, 109 El vino de la vida, 110 El vendedor de pescado, 111 Sopa de avena, 111 El verdadero prodigio, 112 Los tzadikim ocultos, 113 La arteria, 113
100
VII.
SHNEUR ZALMAN D E LADI, E L RAV
No hay retorno, 115 Permiso, 116 La mirada del maestro, 116 Hacia arriba, 116 líl lenguaje de los pájaros, 117 Sobre el celo ardiente, 117 En el lugar más modesto, 117 A Dios, 118 Librado del tiempo, 118 Temor, 118
VIII.
SHLOMO DE KARLIN
El encuentro, 124 El que retomó, 124 Negativa, 128 Las etapas, 126 El riesgo de orar, 127 El terrón de azúcar, 127 Con la espada en la garganta, 127 Sin éxtasis, 128 Una pequeña luz, 128 Descendiendo, 128 Abrir, 129 La curación, 129 Habla el discípulo, 129 Mostrando y ocultando, 130 En la posada, 130
IX.
¿Dónde estás?, 118 Pregunta y respuesta, 119 Con qué oraba, 119 De un mismo tazón, 120 Reflexión, 120 Acerca del Mesías, Í21 El temperamento triste y el alegre, 121 Viendo, 122 La aparición, 122
Origen, 130 Más allá de la música, 131 Abel y Caín, 131 Sobras, 131 Sin afanarse, 132 Lo que se aprendió, 132 La dote, 133 Lo peor, 134 Como ama Dios, 134 Un palmo más arriba, 135 Armilus, 135 La cuerda que cedió, 137 Por misericordia, 137 "Yo soy la oración", 137
ISRAEL DE KOZNITZ
La historia de la capa, 139 Estudiando, 140 Conocimientos, 140 Su Torá, 140 La chaqueta de cordero, 141 Enfermedad y fortaleza, 141
La chaqueta, 142 Una plegaria, 143 Otra plegaria, 143 Testimonio, 143 Las oraciones muertas y vivas, 143
Música, 144 Cada día, 144 Por su hijo enfermo, 144 Fuego negro, 145 Mortificación, 145 Repudio, 145 La comida del rico, 146 En orden, 146 La prueba, 147 El budín, 148 La parte de Adán, 148
X.
El cantonista en el Séder, 149 El hombre que golpeó al profeta, 149 El espíritu de su hermana, 150 El alma del cimbalista, 150 El mundo de la melodía, 151 La melodía de los ángeles, 152 Con una mirada, 152 Ampliación, 152 Piedras, 153 Antes del fin, 153
IAACOV ITZJAC DE LUBLIN, " E L VIDENTE"
Su viejo maestro, 154 Lágrimas que consagran, 156 En la Casa de Estudio, 156 Alegría santa, 158 Al borde, 157 Su mirada, 157 Tomarse ciego, 158 Paisaje, 159 Lo que diez jasidim pueden obrar, 159 El lecho, 160 Encendiendo la pipa, 161 Purificación de almas, 161 La "expulsión de los pecados", 162 Más ligera, 162 El pequeño santuario, 162 El obstáculo, 163 Pago, 163 La brillante luz, 164 La transición, 165 El largo pleito, 165 El rabí de Lublín y Cabeza de Hierro, 166
Genealogía de los maestros jasídicos, 175 Glosario, 179
El rabí de Lublín y el predicador, 167 Verdad, 167 El camino, 168 En muchas formas, 168 La mano renuente, 168 Verdadera justicia, 169 La segunda madre, 169 Diálogo, 170 Pecado y abatimiento, 170 El malvado y el virtuoso, 170 El alegre pecador, 171 Trabajo de remiendos, 171 Pensamientos intrusos, 172 Servicio, 172 En la sucá, 172 Sus ropas, 173 El arpista, 173 Agradeciendo el mal, 174 El regalo de boda, 174
III
MENAJEM MENDEL DE VITEBSK Su infancia Desde los once años, Menájem estudió en casa del Gran Maguid, quien lo quería mucho. Un shabat, después del almuerzo, el maguid lo vio ir y venir por la habitación con expresión traviesa, su gorrita inclinada en la cabeza. Fue hasta el umbral, puso su mano en el tirador de la puerta y preguntó: "¿Cuántas páginas de la Guemará estudiaste hoy?" "Seis", dijo el muchachito. " S i después de seis páginas", dijo el maguid, " l a gorrita se resbala hasta el borde, ¿cuántas crees que serán necesarias para que caiga del todo?'' 1 Luego cerró la puerta. Menájem la golpeó y dijo llorando: "Abra, rabí, y dígame qué debo hacer". El maguid abrió la puerta. " T e llevaré adonde mi maestro, el santo Baal Shem", dijo. Llegaron a Mezbizh un viernes. El maguid fue de inmediato a casa del Baal Shem Tov. Menájem se vistió y se peinó con el mayor esmero pues tal era su costumbre, que conservó hasta el fin de sus días. En la Casa de Oración el Baal Shem Tov estaba de pie ante el pupitre y esperó rezando la llegada del muchacho. Pero no lo llamó a su presencia liasta después de concluido el shabat. El maguid y Rabí Iaacov Iosef de Polnoie, el otro gran discípulo del Baal Shem, estaban de pie frente a su maestro. Este llamó al muchacho, lo miró durante largo tiempo y luego le contó una historia sobre unos bueyes y un arado. Sus oyentes pronto advirtieron 1
Es decir, el orgullo lleva a la deslealtad a la ley divina. (Se considera que estar con la cabeza descubierta es una violación del respeto religioso.)
15
que se trataba de una parábola que predecía la vida de Menájem, pero el muchacho sólo comprendió tanto como su experiencia le permitía. El rabí de Polnoie comprendió la mitad, y el maguid todo. Después el Baal Shem Tov dijo al maguid: '' Este travieso muchacho está lleno de veneración en todo su ser." Más En el Día de Año Nuevo no era el Gran Maguid quien tocaba el cuerno de carnero. Esa tarea le correspondía a su discípulo Rabí Menájem Méndel, y el maguid le indicaba lo que debía tocar. En el último período de su vida, cuando ya no podía caminar sobre sus doloridos pies, ordenaba el toque desde su cuarto. Una vez Rabí Menájem Méndel se ausentó y su lugar fue ocupado por Leví Itzjac. Este llevó el cuerno a sus labios, pero cuando el maguid ordenó el primer toque, Leví Itzjac vio una deslumbrante luz y se desmayó. "¿Qué le pasa?", preguntó el maguid. "Méndel ve mucho más y sin embargo no teme." Perseguido por honores El maguid de Mezritch encomendó una vez a su discípulo Rabí Menájem que recorriera varias comunidades. Debía hablar en público y despertar el deseo de estudiar la Torá por amor a ella. En una de esas aldeas, cierto número de estudiosos visitaron a Rabí Méndel en su posada y lo colmaron de honores especiales. Mientras les hablaba, trajo a colación el problema de por qué se dice que cuando un hombre evita los honores, éstos lo persiguen. " S i recibir honores es bueno y conveniente", dijo, "¿por qué quien los rehúye ve recompensado su impropio temor siendo perseguido por ellos? Y si recibir honores es malo, ¿por qué tal persecución lo castiga por esa loable fuga? El hecho es que el hombre honesto debería evitar los honores. Pero —tal como cualquier otra persona— ha nacido con el deseo de ellos y debe luchar contra éste. Sólo después que por largo tiempo haya estudiado 16
la Torá celosamente y por amor a ella, logrará vencer ese censurable deseo y dejará de sentirse satisfecho cuando lo llamen 'rabí' o cosa parecida. Pero el deseo de honores que tuvo en su juventud, y que él ha vencido, aún persiste en lo más hondo de su alma y, pese a saber él que ahora está libre, lo persigue cual recuerdo tenaz y lo confunde. Tal es la mancha de la primitiva serpiente, y también de ella debe él purificarse." La lombriz Rabí Méndel dijo: "No sé en qué podría ser yo mejor que la lombriz. Pues ved: ella cumple la voluntad de su Hacedor y no destruye nada." Vocación Algunos jasidim de Rusia Blanca acudieron al Gran Maguid y se quejaron de que siendo tan grande la distancia hasta Mezritch, ellos no podían venir tan frecuentemente como necesitaban y en los intervalos estaban sin maestro ni guía. El maguid les dio su cinturón y su báculo y les dijo: "Llevad esto al hombre llamado Méndel, en la ciudad de Vitebsk." Al llegar a Vitebsk, inquirieron por un Rabí Méndel en cada calle y en cada callejuela, pero se les decía que i?o había ningún rabí de ese nombre. Una mujer que los había observado les preguntó a quién buscaban. " A Rabí Méndel", respondieron. "No tenemos ningún rabí de ese nombre", dijo, "pero seguramente tenemos más que suficientes Méndels. Mi propio yerno se llama Méndele." Entonces los jasidim supieron que ése era el hombre que habían sido enviados a buscar. Siguieron a la mujer hasta la casa y dieron a su yerno el cinturón y el báculo. El se puso el cinturón y cerró la mano sobre el puño del báculo. Lo miraron y apenas lo reconocieron. Otro era el hombre que se erguía ante ellos, un hombre investido de la fuerza de Dios, y el temor de Dios elevó sus corazones. 17
El
documento
El documento por el cual la congregación de Minsk invistió a Rabí Méndel del cargo de predicador empezaba con la siguiente alocución: "Al santo tzadik, solitaria y sagrada luz", y demás. Fue firmado por más de cien personas eminentes. Cuando Rabí Méndel lo tuvo en sus manos y leyó todos los encomios y títulos honoríficos, dijo: "¡Hermoso documento sería éste para llevarlo conmigo al Mundo de la Verdad 1 Pero cuando me interroguen deberé decir la verdad de todos modos. Y la confesión del acusado pesa más que las palabras de cien testigos. Entonces, ¿de qué me vale toda esta alabanza?"
Epocas Una vez Rabí Menájem cayó gravemente enfermo y no podía hablar. Sus jasidim rodeaban su cama y se lamentaban. El reunió todas sus fuerzas y murmuró: "No tengáis miedo. Por la historia .que el sagrado Baal Shem una vez me contó, sé que iré a la Tierra de Israel." Antes de emprender su viaje a la Tierra de Israel, Rabí Menájem visitó al rabí de Polnoie, quien le preguntó: "¿Recuerdas la historia de los bueyes y el arado?" " L a recuerdo", contestó. "¿Y sabes", continuó el rabí de Polnoie, "hasta qué punto de ella has llegado en tu vida?" Con un breve suspiro, Rabí Menájem respondió: " H e vivido la mitad más grande de e l l a . . . " El montón de cenizas Antes de partir hacia la Tierra de Israel, Rabí Menájem Méndel visitó al anciano Rabí Iaacov Iosef de Polnoie, el gran discípulo del Baal Shem Tov. Llegó a la posada en una troika, lo cual era suficiente para fastidiar a los jasidim de Polnoie, cuyo maestro insistía en una vida simple. Y cuan18
do Rabí Méndel dejó la posada y fue a la casa del tzadik sin sombrero ni cinturón, y con una larga pipa en la boca, todos pensaron que Rabí Iaacov Josef, conocido por su irascible temperamento, se negaría a recibir a su invitado por ese comportamiento negligente y poco estricto. Pero el anciano le dio la bienvenida en el umbral con grandes demostraciones de amor, y pasó varias horas hablando con él. Cuando Rabí Méndel hubo partido, los discípulos preguntaron a su maestro: "¿Qué sucede con este hombre que tuvo la impudicia de entrar en su casa con sólo la gorrita en la cabeza, hebillas plateadas en sus zapatos y una larga pipa en la boca?" El tzadik dijo: " U n rey que fue a la guerra escondió sus tesoros en un lugar seguro. Pero enterró su más preciosa perla, que él amaba con todo su corazón, en un montón de cenizas, porque sabía que nadie la buscaría allí. Y para que las fuerzas del mal no puedan tocarla, Rabí Méndel entierra su gran humildad en el montón de cenizas de la vanidad." Una
comparación
Rabí Israel de Rizhyn dijo: '' El viaje de Rabí Méndel a Tierra Santa fue como el viaje de nuestro padre Abraham. Su propósito fue abrir el camino para Dios e Israel." Para Azazel Cuando alguien preguntó a Rabí Israel de Rizhyn por qué no había ido a la Tierra de Israel, dijo: "¡Qué tiene que hacer un hombre rústico como yo en la Tierra de Israel! En cambio, Rabí Méndel de Vitebsk sí que tenía algo que hacer con la Tierra de Israel, y la Tierra de Israel con él." Y siguió diciendo: "Antes de partir Rabí Méndel hacia la Tierra de Israel, invitó a los funcionarios del rey a un banquete en la ciudad de Vitebsk. Y ellos trajeron a sus esposas, según es su costumbre. Rabí Méndel había apostado algunos de sus jóvenes jasidim cerca del portón, para que ayudaran a los invitados, hombres y mujeres, a apearse de sus carruajes, corte19
sía que los funcionarios del rey esperan. Y prometió a los jóvenes que ni una sombra de deseo habría de rozar sus corazones cuando hicieran salir a esas encantadoras mujeres de los coches. Y así es: si quieres ir a la Tierra de Israel, debes primero concentrar tu alma en el secreto de la cabra que es enviada al desierto para Azazel. Eso fue lo que quiso significar Rabí Méndel con su banquete. ¡El pudo hacerlol Pero a mí, hombre tan rústico, si fuera a la Tierra de Israel, allí me preguntarían: '¿Por qué has venido sin tus judíos?' " A la ventana Mientras Rabí Menájem vivía en la Tierra de Israel, un lonto subió al Monte de los Olivos sin ser visto. Cuando llegó a la cima hizo sonar el cuerno de carnero. La gente se sorprendió y pronto corrió el rumor de que aquél era el toque del cuerno de carnero que había de preceder a la redención. Cuando se le refirió a Rabí Menájem lo sucedido, éste abrió su ventana, se asomó al mundo y dijo: "Nada ha cambiado." El aire de esa tierra Rabí Menájem solía decir: " E s verdad que el aire de la Tierra de Israel vuelve sabios a los hombres.2 Antes de estar aquí, todos mis pensamientos y deseos se dirigían a decir una plegaria, así fuese una sola vez, de la manera justa. Pero desde que estoy en esta tierra, todo cuanto deseo es decir una vez 'Amén' del justo modo." Otra cosa dijo, y era: "Esto es lo que logré en la Tierra de Israel. Cuando veo un manojo de paja caído en la calle, me parece un signo de la presencia de Dios el que yazga allí a lo largo y no de través." La firma Cuando Rabí Menájem escribía cartas desde la Tierra de Israel, siempre firmaba: "Aquel que es realmente humilde." *
20
Cita del Talmud babilónico (Baba Batrá 158).
Una vez preguntaron al rabí de Rizhyn: " S i Rabí Menájem era realmente tan humilde, ¿cómo podía llamarse a sí mismo de ese modo?" "Era tan humilde", dijo el rabí de Rizhyn, "que justamente porque la humildad moraba en su interior ya no la consideraba una virtud." El viaje a la Feria de
Leipzig
Entre los jasidim que acompañaron a Rabí Menájem Méndel a la Tierra de Israel había un hombre sabio que había sido un gran comerciante y que se había apegado tanto al tzadik que dejó sus negocios para partir con él. Cuando al cabo de un tiempo se hizo necesario enviar un mensajero digno de confianza a los jasidim que habían permanecido en sus hogares, para pedirles ayuda financiera, este hombre fue encargado de la diligencia. Pero en el barco cayó de pronto enfermo y murió. En la Tierra de Israel nadie lo supo. Después de su muerte, sintió como si estuviera yendo en coche hacia la Feria de Leipzig y hablándole a un viejo servidor a quien solía llevar en tales viajes, y también al cochero, que le parecía muy familiar. Y todo el tiempo sentía gran añoranza de su maestro. El deseo de verlo se hizo cada vez más fuerte, hasta que decidió volverse e ir a él. Cuando les dijo a sus dos compañeros lo que había resuelto, se opusieron con vehemencia: ¡hubiese sido tonto renunciar por un mero capricho a las importantes transacciones comerciales que lo esperaban! Pero él insistió en hacer lo que quería, pese a todas sus objeciones. Finalmente le dijeron que él estaba muerto y que ellos eran ángeles malvados a los cuales había sido confiado. De inmediato los convocó ante la corte del cielo, a lo que no pudieron negarse. El veredicto fue que los ángeles debían llevarlo ante Rabí Méndel. Cuando llegó a la ciudad de Tiberíades y entró en la casa del tzadik, uno de los ángeles entró con él bajo su verdadera y terrible figura. El rabí alarmóse a la vista del ángel, pero le ordenó esperar hasta que hubiese concluido su tarea. Durante toda una semana trabajó el alma de ese hombre hasta darle correcta forma. 21
Tal es la historia que Rabí Najman de Bratzlav contó a sus jasidim. Todas las velas Los jasidim que estudiaban en la sala de oración del rabí de Lubavitch, el yerno del hijo de Rabí Shneur Zalman, solían encender una vela frente a todo aquel que se sentara ante sus libros en la Casa de Estudio. Pero cuando terminaban su trabajo vespertino y comenzaban a relatarse unos a otros historias sobre los tzadikim, apagaban todas las velas excepto una que dejaban ardiendo. Una vez, cuando estaban sentados en torno de la única vela encendida, entró el rabí en la habitación en busca de un libro. Les preguntó sobre quién estaban hablando. "Sobre Rabí Méndel de Vitebsk", le respondieron. " E n su honor", les dijo, "deben encender todas las velas. Pues cuando exponía sus enseñanzas, todo sentimiento de su yo se borraba de su corazón y 'el otro lado' no hallaba modo de introducirse en él. Entonces, cuando hablen de él, deben encender todas las velas, como si estuvieran estudiando la sagrada Torá."
22
III
SHMELKE DE NIKOLSBURG El arpa de David Cuando Rabí Shmelke y su hermano Rabí Pinjas, después rabí de Francfort, estaban en Mezritch, alquilaron una bohardilla con el fin de no ser molestados en sus estudios. Una vez, después de la conclusión del shabat, estaban sentados estudiando, ya avanzada la noche, cuando oyeron un extraño llanto en el que pudieron discernir claramente las voces de un hombre y una mujer. Miraron por la ventana y allí, en un banco, en la callejuela, vieron al sirviente y a la mucama de la casa, que lloraban. Cuando les preguntaron por la razón, dijeron que estaban empleados allí desde largo tiempo atrás y habían esperado durante años para casarse, pero el amo de la casa, que lloraban. Cuando les preguntaron por la razón, diuna y otra vez. Entonces los hermanos declararon que lo único que se necesitaba era montar el Palio nupcial; todo lo demás, incluso el consentimiento del amo de la casa, vendría por sí solo. En seguida fueron a despertar al cantor, quien trajo inmediatamente a diez hombres, abrió la Casa de Oración y montó el Palio. La boda se celebró como correspondía. Rabí Shmelke marcaba la cadencia con un trozo de rama y Rabí Pinjas entrechocaba dos candelabros, que producían un armonioso sonido. Entonces entró el maguid. En la "Fiesta del Rey David" había permanecido sentado, sumido en esa lejanía del alma que a veces lo atrapaba. De pronto se había levantado y había corrido hasta la Casa de Oración. Una vez allí, exclamó: "¿No oís el arpa de David?"
23
Nuevas
melodías
Rabí Moshé Téitelbaum, el discípulo del "Vidente" de Lublín, dijo: "Cuando Rabí Shmelke rezaba en el shabat y en los días festivos, y especialmente en el Día del Perdón, cuando oficiaba el servicio del sumo sacerdote, el misterio se tornaba manifiesto en el sonido de la música al pasar de una palabra a otra, y cantaba nuevas melodías, milagro de milagros, que él jamás había escuchado y que ningún oído humano escuchara nunca; y él no sabía siquiera qué era lo que estaba cantando ni qué melodía interpretaba, pues estaba adherido al mundo superior." o oo
Un hombre muy viejo que había cantado en el coro de Rabí Shmelke cuando era muchacho, solía narrar esto: " E r a costumbre disponer de antemano las notas correspondientes a cada texto, para que no fuese necesario buscarlas al comenzar las oraciones frente al púlpito. Pero el rabí no ponía atención a las notas y cantaba melodías absolutamente nuevas, que nadie había oído jamás. Nosotros, los cantores, guardábamos silencio y lo escuchábamos. No podíamos entender de dónde llegaban a él esas melodías." En
Níkolsburg
Cuando Rabí Shmelke fue designado rav de Níkolsburg, preparó un solemne sermón que se proponía predicar a los estudiosos del Talmud que había en Moravia. En camino se detuvo en la ciudad de Cracovia, y cuando la gente de allí le rogó que les predicara. Rabí Shmelke preguntó a su discípulo Moshé Leib, después rabí de Sasov, quien lo acompañaba en el viaje: " Y bien, Moshé Leib, ¿qué he de predicar?" " E l rabí ha preparado un espléndido sermón para Níkolsburg. ¿Por qué no habría de predicarlo también aquí?", respondió Moshé Leib. Rabí Shmelke siguió su consejo. Y sucedió que cierto número de hombres habían venido de Níkolsburg a Cracovia para darle la bienvenida, y escucharon el sermón. De modo que cuando el tzadik llegó a Níkolsburg, preguntó a su dis24
cípulo: " Y bien, Moshé Leib, ¿qué predicaré el sábado? No puedo ofrecer otra vez el mismo sermón a los hombres que me oyeron hablar en Cracovia." "Debemos tomarnos un poco de tiempo", dijo Moshé Leib, "examinar algún problema de la ley y preparar así un sermón." Pero hasta el viernes no tuvieron ni un momento para abrir un libro. Finalmente, Rabí Shmelke preguntó: " Y bien, Moshé, ¿qué hemos de predicar?" "Con seguridad el viernes a la noche nos dejarán algún tiempo libre", dijo Moshé Leib. Prepararon una vela muy grande que había de darles luz toda la noche y, cuando el gentío se fue a sus casas, se sentaron frente al libro. Entonces una gallina entró volando por la ventana y con el viento de su aleteo apagó la luz. Dijo Rabí Shmelke: " Y bien, Moshé Leib ¿qué predicaremos ahora?'' "Seguramente", contestó Moshé Leib, "no habrá prédica hasta la tarde, de modo que a la mañana, después de las oraciones, iremos a nuestras habitaciones, cerraremos la puerta, no dejaremos entrar a nadie y hablaremos del asunto." A la mañana fueron a rezar. Antes de que se leyera el capítulo de la semana, se colocó el pupitre frente al Arca y el jefe de la congregación se presentó a Rabí Shmelke y le pidió que dijera su sermón. La Casa de Oración estaba llena de estudiosos de Moravia consagrados al Talmud. Rabí les hizo traer un volumen de la Guemará, lo abrió al azar, planteó un problema tomado de la página que tenía ante él y pidió a los eruditos que lo analizaran. Entonces él también, dijo, daría su opinión. Cuando todos hubieron hablado, se puso el chai de oración v permaneció así durante un cuarto de hora. Luego ordenó las preguntas que se habían formulado, ciento treinta en número y dio las respuestas, setenta y dos en número, y no hubo nada que no fuese contestado, y resuelto, y zanjado. Anotación Cuando Rabí Shmelke fue llamado a Níkolsburg, en Moravia, prevalecía en esa congregación una costumbre. Cada 25
nuevo rav debía anotar en la crónica alguna regla nueva, que había de ser respetada en adelante. También a él se lo pidieron, pero lo fue aplazando de un día para otro. El miraba a todos y a cada uno y posponía el apuntar algo en el libro. Los examinó cada vez más de cerca, una y otra vez y evitó el escribir, hasta que le dieron a entender que la demora se tornaba indebidamente larga. Entonces fue hasta donde estaba la crónica y escribió los diez mandamientos. Las siete sapiencias
mundanas
Cuando Rabí Shmelke asumió sus funciones en Níkolsburg, predicó sobre las siete sapiencias mundanas en las siete primeras shabatot, una sapiencia cada shabat. Semana tras semana, la congregación se sentía más y más sorprendida ante la peculiar elección de tema para un sermón, pero nadie se atrevió a interrogar al tzadik al respecto. En el octavo shabat, empezó diciendo: "Durante mucho tiempo no entendía las palabras de Salomón, el predicador: 'Es mejor para un hombre escuchar la reprensión del sabio que el canto de los nec'ios'. ¿Por qué no está simplemente escrito 'es mejor escuchar la reprensión del sabio que el canto de los necios'? El significado es el siguiente. Es bueno escuchar la reprensión de un hombre sabio que ha escuchado y comprendido el canto de los necios, esto es, las siete sapiencias mundanas, que, comparadas con las enseñanzas de Dios, son un canto de necios. A otro hombre, los necios sabios mundanos podrían decirle: ' ¡Es fácil para ti despreciar nuestras sapiencias, puesto que no has probado su dulzura! ¡Si la conocieras, no querrías conocer ninguna otra cosa!' Pero si aquel que ha estudiado las siete sapiencias y penetrado hasta su más íntima esencia, sólo para elegir la sapiencia de la Torá, si ese hombre exclama: 'Vanidad de vanidades', nadie podrá contradecirlo. '' El Mesías y los que rezan El primer día del festival de Año Nuevo, Rabí Shmelke entró en la Casa de Oración antes del toque del cuerno de carnero y, con lágrimas en los ojos, rezó: "¡Ay! ¡Señor del 26
Mundo! ¡Toda la gente te está llorando, pero qué hay de todo su clamor! ¡Ellos piensan sólo en sus necesidades, y no en el exilio de tu gloria!" Al segundo día vino nuevamente antes del toque del cuerno de carnero y lloró y dijo: "Está escrito en el primier libro de Samuel: '¿Por qué no vino el hijo de Jesé a comer pan, ni ayer ni hoy?' ¿Por qué no vino el Rey Mesías ni ayer, el primer día del Año Nuevo, ni hoy. el segundo? ¡Es porque hoy, así como ayer, todas sus plegarias sólo son por el pan, sólo por la satisfacción de necesidades corporales!" Las lágrimas de Esaií Otra vez dijo: " E n el Midrash está escrito: 'El Mesías hijo de David no vendrá antes de que las lágrimas de Esaú hayan cesado de correr'. Los hijos de Israel, que son hijos de Dios, impetran misericordia día y noche, ¿y habrán de llorar en vano, tanto tiempo comio los hijos de Esaú viertan lágrimas? Pero esto de 'las lágrimas de Esaú', no significa las lágrimas que las gentes lloran y vosotros no lloráis; son las lágrimas que todo ser humano derrama cuando pide algo para sí y reza por ello. Y, en verdad, el Mesías hijo de David no vendrá hasta que esas lágrimas hayan cesado de correr, hasta que lloréis porque la Divina Presencia está en el exilio y porque anheláis su retorno." Un sermón de expiación En la víspera del Día del Perdón, Rabí Shmelke de Níkolsburg se puso su chai de orar y fue a la Casa de Oración. En su camino desde la entrada hasta el Arca, exclamó en voz alta las palabras de las Escrituras: " . . . pues en este día se hará el perdón para vosotros, para purificaros", y después citó, de la Mishná, las palabras del Rabí Akiba: "Ante quién tú expías, y quién te purifica: Tu Padre en el Cielo." Toda la gente rompió a llorar. Cuando se detuvo frente al Arca, dijo: "Hermanos de mi corazón, debéis saber que la esencia del arrepentimiento es 27
la ofrenda de la vida misma. Pues somos de la semilla de Abraham, que ofreció su vida por la santificación del bendito Nombre y dejó que lo arrojaran en una calera; somos de la simiente de Isaac, quien ofreció su vida y puso su cuello sobre la piedra del altar; y seguramente están rogando por nosotros a nuestro Padre en el Cielo, en este sagrado y terrible día del juicio. Pero vayamos también por su senda e imitemos su obra; ofrezcamos nuestras propias vidas por la santificación del Nombre de Aquel que es bendito. Unámonos y santifiquemos Su poderoso Nombre con amor ferviente y, con ello por propósito, digamos juntos: '¡Oye, oh Israel!' " Y llorando todos dijeron: "¡Oye, oh Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es único!'' Luego prosiguió: "Queridos hermanos, ahora que nos ha sido concedido unirnos y santificar Su Nombre con gran amor, ahora que hemos ofrecido nuestras vidas y que nuestros corazones han sido purificados para el servicio y el temor del Señor, debemos unir también nuestras almas. Todas las almas vienen de una raíz, todas han sido esculpidas en la sustancia de que está hecho el trono de Su Esplendor, y son por eso parte de Dios en el cielo. Unámonos también en la tierra, de modo que las ramas puedan ser como la raíz. Aquí estamos, limpios y puros, para unir nuestras almas. Y nos hacemos cargo del precepto: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo.' " Y todos repitieron en voz alta: "Ama a tu prójimo como a ti mismo." Y él continuó: "Ahora que nos ha sido concedido unirnos a Su Gran Nombre, y unir nuestras almas, que son parte del Dios del Cielo, dejemos que la sagrada Torá ruegue por nosotros ante nuestro Padre en el cielo. Una vez Dios ofreció esto a todos los pueblos y a todas las lenguas, pero sólo nosotros lo aceptamos y exclamamos: 'Todo lo que el Señor ha hablado haremos', y sólo entonces dijimos: 'Escuchamos'. Y por eso es conveniente que la Torá implore a nuestro Padre en los Cielos clemencia y gracia para nosotros, en este sagrado y terrible día del juicio". Y abrió las puertas del Arca. Entonces, frente al Arca abierta, recitó la confesión de pecados; todos la repitieron tras él palabra por palabra y, mientras lo hacían, lloraban. El sacó el rollo y, asiéndolo en alto con sus manos, habló a la congregación sobre los pe28
cados del hombre. Pero finalmente dijo: "Debéis saber que nuestro llanto en este día no es bendito si está lleno de tristeza, pues la Divina Presencia no mora en el abatimiento del corazón, sino en el regocijo por los mandamientos. Y, vedlo, no hay mayor alegría que la alegría de este día, en que nos es concedido expulsar todos los malos impulsos de nuestros corazones, por la fuerza del arrepentimiento, para acercarnos a nuestro Padre en el Cielo, cuya mano está tendida para recibir a quienes vuelven a él. Y por ello todas las lágrimas que derramamos en este día deberían ser lágrimas de alegría, pues está escrito: 'Sirve al Señor temiéndole y regocíjate al temblar.' " 1 Dormir Rabí Shmelke no quería interrumpir por lapsos demasiado prolongados sus estudios y por ello siempre dormía sentado, apoyada la cabeza en el brazo. Entre sus dedos sostenía una vela encendida que lo despertaba cuando se consumía y la llama alcanzaba su mano. Cuando Rabí Elimélej lo visitó y advirtió la fuerza de santidad que estaba aún aprisionada en él, le preparó una cama y, con gran dificultad, lo persuadió de que se acostara por un rato. Luego cerró ventanas y persianas. Rabí Shmelke durmió hasta pleno día. No le llevó mucho tiempo darse cuenta de ello, pero no se lamentaba de haber dormido, pues estaba lleno de una hasta entonces desconocida y radiante claridad. Fue a la Casa de Oración y rezó ante la congregación como de costumbre. Pero a la congregación le pareció como si nunca lo hubieran escuchado anteriormente. Estaban extasiados y elevados por la manifiesta fuerza de su santidad. Cuando recitó los versículos sobre el Mar Rojo, recogieron los bordes de sus caftanes por temor de que las violentas olas que se elevaban a derecha e izquierda pudieran mojarlos con espuma salada. Después Shmelke dijo a Elimélej: "Hasta hoy no supe que también podía servirse a Dios durmiendo."
i
Salmos 2:11.
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El golpe En Apt había en h Casa de Oración un sirviente cuyo deber era ir por la ciudad y, con un martillo, golpear a la puerta de cada casa judía, para que los hombres acudieran a rezar, o a estudiar, o a recitar salmos. Le bastaba con golpear muy levemente, y de inmediato los durmientes se levantaban de prisa, aun a medianoche, se vestían con rapidez y corrían hasta la Casa de Oración, y aun mucho después de que él hubiese golpeado, el golpeteo de sus ansiosos corazones hacía eco al golpe del martillo. A ese hombre se le otorgó ese regalo de muchacho, cuando hubo servido a Rabí Shmelke de Níkolsburg con corazón despierto y lleno de devoción. Los limpios
librepensadores
Cierto número de librepensadores de Níkolsburg se habían empeñado en un debate con Rabí Shmelke. "Al menos deberás admitir", dijeron en conclusión, "que tenemos por nuestra parte virtudes de que los polacos carecen. Nuestra ropa, por ejemplo, está totalmente limpia, y esto es mucho más que lo que puede decirse de la ropa de los polacos, que ignoran el mandato de los sabios: 'El hombre prudente no deberá llevar un atuendo manchado.' " El rabí se rió y contestó: "Tenéis razón. Vuestras ropas están limpias y las de los polacos no. Ello se debe a que, de acuerdo con lo que dice el Talmud sobre la gradación de las virtudes, la limpieza lleva a la pureza, la pureza a la soledad, y así cada vez más alto hasta alcanzar el rango del espíritu santo. Ahora bien, cuando los polacos se disponen a comenzar por la limpieza, la inclinación al mal hace lo que puede por disuadirlos pues teme que se eleven de un rango a otro y lleguen al espíritu santo. E, incluso cuando tratan de jaquear a la inclinación al mal asegurándole que no intentan nada parecido, ésta no les cree e insiste hasta disuadirlos de la limpieza. En cambio, cuando la inclinación al mal desaprue ba la limpieza vuestra, os basta asegurarle que no intentáis elevaros, ella instantáneamente os toma la palabra y os deja ser tan limpios como lo deseéis." 30
El enemigo Un rico y distinguido hombre de Níkolsburg era hostil a Rabí Shmelke y trataba de encontrar el modo de ponerlo en ridículo. En la víspera del Día del Perdón fue a verlo y le rogó que en ese día, en que todos los hombres perdonan a su prójimo, también ellos se reconciliaran. Había llevado al rabí una jarra de añejo y fuerte vino, y lo incitó a beber, pués pensó que, como el tzadik no estaba acostumbrado a beber, se embriagaría y se presentaría en tal estado ante la congregación. En aras de la reconciliación, Rabí Shmelke tomó un vaso tras otro, y el homibre rico creyó que había logrado su propósito y se fue a su casa muy satisfecho. Pero cuando llegó la tarde y se acercó la hora de la oración, el estremecimiento del día del juicio se apoderó del rabí y en un instante desapareció de él todo vestigio de los efectos del vino. Después de la Oración Vespertina, Rabí Shmelke se quedó en la Casa de Oración toda la noche, en compañía de otros devotos. Como, todos los años, cantó los salmos y la congregación se le unió. Cuando en el cuadragésimo primer salmo, llegó al versículo: " . . . en esto habré conocido que te complaces en mí, que mi enemigo no triunfará sobre mí", lo repitió una y otra vez y lo tradujo, pero no en la forma habitual sino libre y audazmente: " . . . en esto habré conocido que te complaces en mí: mi enemigo no sufrirá mal por mi causa", y agregó: "Aunque hay personas que me son hostiles y tratan de ponerse en ridículo, perdónalas, Señor del mundo, y no las hagas sufrir por causa mía." Y lo dijo con voz tan poderosa, que todos los que estaban orando rompieron a llorar, y cada uno repitió esas palabras desde el fondo de su corazón. Y entre ellos estaba aquel rico y distinguido hombre. En ese momento se arrepintió y toda su malicia lo abandonó. A partir de ese instante amó y honró a Rabí Shmelke por sobre todos los demás. El mandamiento de amar Un discípulo preguntó a Rabí Shmelke: " S e nos manda amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. ¿Cómo puedo hacerlo si mi prójimo me ha agraviado?" 31
El rabí contestó: "Debes comprender esas palabras acertadamente. Ama a tu prójimo como algo que tú mismo eres. Pues todas las almas son una sola. Cada una es una chispa del alma original, y ésta es por entero inherente a todas las almas, tal como tu alma está en todos los miembros de tu cuerpo. Puede llegar a ocurrir que tu mano cometa un error y te pegue. ¿Pero tomarías un palo y la castigarías por haber obrado sin entendimiento, y aumentarías" así tu dolor? Es lo mismo que si tu prójimo, que es una sola alma contigo, te agravia por falta de entendimiento. Si lo castigas, sólo te hieres a ti mismo." El otro continuó preguntando: "Pero si veo que un hombre es malvado ante Dios, ¿cómo puedo amarlo?" "¿No sabes", dijo Rabí Shmelke, "que el alma original nació de la esencia de Dios y que cada alma humana es parte de Dios? ¿Y no tendrás piedad de él cuando veas que una de sus sagradas chispas se ha perdido en un laberinto y está casi asfixiada?" El anillo Un pobre llamó a la puerta de Rabí Shmelke. No había dinero en la casa y entonces el rabí le dio un anillo. Un momento después su mujer lo supo y lo abrumó con reproches por regalar una alhaja tan valiosa, con una piedra tan grande y preciosa, a un pordiosero desconocido. Rabí Shmelke mandó a llamar al pobre y le dijo: "Acabo de saber que el anillo que te di es de gran valor. Ten cuidado de no venderlo por muy poco dinero." Los
mensajeros
Un hombre acudió a Rabí Shmelke y se quejó de que no podía ganar su sustento y debía pedir a la gente bondadosa que lo ayudara. Repitió las palabras de la oración: 2 "No caigamos en necesidad del regalo de carne y hueso." Rabí 2
32
Lá bendición de la mesa después de las comidas.
Shmelke dijo: "No debes leer 'regalo' sino 'regalos', pues hay un solo Dios pero muchos mensajeros para cumplir su mandato. Esto es lo que quiere significar el versículo. No caigamos en necesidad de regalos que podamos considerar sólo como regalos de los hombres. En el momento de tomarlos reconozcamos a los dadores como sus mensajeros." El pobre y el rico Rabí Shmelke dijo: " E l pobre da al rico más que lo que el rico da al pobre. Antes que el pobre necesitar del rico, el rico necesita del pobre." Ser santo Una vez un hombre preguntó a Rabí Shmelke: "Está escrito: 'Seréis santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo. Temerá cada hombre a su madre y a su padre.' ¿Cómo puede el terrón de arcilla que es morada de viles anhelos esforzarse por adquirir una cualidad que es de Dios? ¿Y qué relación hay entre esa convocatoria a lo sobrehumano y el mandamiento de temer al padre y a la madre, que es una ley humana para humanos?" El Rabí contestó; "Según la palabra de nuestros sabios, tres intervienen en la creación de todo hijo: Dios, el padre y la madre. 3 La parte de Dios es por entero sacra. Las otras partes pueden ser santificadas, de modo que se asemejen a ella tanto como sea posible. Esto es lo que significa ese mandato. Tú eres santo y sin embargo debes convertirte en santo. Por lo tanto, debes evitar la herencia de tu padre y de tu madre, que tienes dentro de ti y se opone a la santidad. No debes ceder ante eso, sino dominarlo y darle forma."
3
De acuerdo con el Talmud (Nidá 3 1 ) , los huesos, el cerebro y los tendones y fibras de un niño derivan del padre; la piel, la carne y el cabello, de la madre, y el espíritu, el alma, los sentidos y—el habla, de Dios.
Preparación Un discípulo de Rabí Shmelke pidió a su maestro que le enseñara cómo preparar su alma para el servicio de Dios. El tzadik le indicó que se dirigiera a Rabí Abraham Jaím, quien, en ese momento, todavía era posadero. El discípulo hizo lo que se le ordenaba y vivió en la posada algunas semanas sin notar vestigio alguno de santidad en el posadero, quien desde la Oración Matutina hasta la noche se consagraba a su negocio. Finalmente, le preguntó qué hacía todo el día. "Mi más importante ocupación", dijo Rabí Abraham, "es limpiar los platos correctamente, para que ni un mínimo resto de comida quede en ellos, y limpiar y secar las ollas y cacerolas para que no se herrumbrenCuando el discípulo volvió a su casa y le contó a Rabí Shmelke lo que había visto y oído, el rabí le dijo: "Ahora sabes la respuesta a lo que me has preguntado."
La
prueba
Preguntaron a Rabí Shmelke: "¿Por qué se considera tan glorioso el sacrificio de Isaac? Por ese entonces nuestro Padre Abraham había alcanzado un alto rango de santidad, por lo que no es de extrañar que hiciera inmediatamente lo que Dios le pidió." El contestó: "Cuando un hombre es sometido a prueba, todos los rangos y toda la santidad le son quitados. Despojado de todo lo que alcanzó, se enfrenta cara a cara con Aquel que lo está probando."
Mejor no Rabí Shmelke dijo una vez: " S i pudiera elegir, preferiría no morir. Pues en el mundo venidero no existen los Días de Temor, y ¿qué puede hacer el alma del hombre sin los Días de Juicio?" 34
Nuestra
generación
Una vez preguntaron a Rabí Shmelke: "Algunos encuentran difícil creer que el Mesías pueda venir de pronto en esta época nuestra, que es trivial. ¿Y cómo podría nuestra generación lograr lo que los tanaím y amoraím, las 'generaciones del saber', y las posteriores a ellas no pudieron realizar?" El tzadik replicó: "Durante muchos años las huestes de un rey asediaron una ciudad bien fortificada. Tropas de toda clase, bajo el mando de expertos generales, avanzaron una y otra vez sobre la fortaleza con toda la fuerza de que eran capaces, hasta que por fin la conquistaron. Después se encomendó a un ejército de trabajadores despejar la enorme cantidad de escombros, dé modo que fuese posible un nuevo comienzo y pudiera erigirse para el rey victorioso un nuevo palacio en la ciudad que había conquistado. Esa es nuestra generación". La suerte ele los
ladrones
En relación con el comentario de Rashi: " A aquel cuya oreja oyó en el Monte Sinaí 'No robarás' y después robó, a ése su oreja le será perforada", Rabí Shmelke dijo: "Antes de que Dios diera sus mandamientos desde lo alto del Monte Sinaí, cada uno velaba por que su propiedad no le fuese robada. Y como los ladrones lo sabían, no intentaban robar. Pero después que Dios dijo las palabras 'No robarás' y los hombres se sintieron seguros, el oficio de ladrón comenzó a prosperar". Los
hermanos
Rabí Shmelke de Níkolsburg agasajaba una vez a su hermano, Rabí Pinjas, rav de Francfort, que era su huésped. Ahora bien: Rabí Shmelke, que siempre había comido con moderación, ahora, de edad avanzada, sólo tomaba muy poco alimento y sólo bebía un poco de agua. Cuando Rabí Pinjas, quien llevaba muchos años sin verlo, advirtió ese hecho, dijo: 35
" H e aquí a dos hermanos de padre y madre. Uno engulle y bebe como una bestia, el otro es como un ángel del Señor: no necesita alimento ni bebida, porque saborea la irradiación de la gloria divina." Rabí Shmelke repuso: " H e aquí a dos hermanos de padre y madre. Uño es como un sumo sacerdote, el otro como un buen dueño de casa. El sumo sacerdote corne, y esa comida es parte del sacrificio que da la absolución al dueño de casa." El viaje por el Danubio Se cuenta que: En el palacio del Emperador se tramaban peligrosas conspiraciones contra los judíos. Entonces Rabí Shmelke y su discípulo Moshé Leib de Sasov partieron hacia Viena para poner fin a esas conjuras. Pero era tiempo muy frío y el Danubio estaba lleno de témpanos. Abordaron un frágil bote que sólo tenía cabida para dos hombres. Permanecieron allí de pie y Rabí Shmelke empezó a cantar el canto que había sido entonado a orillas del Mar Rojo, y Moshé Leib hizo la voz del bajo. Y el pequeño esquife avanzó sin peligro entre los témpanos. Ein Viena, la gente se precipitó a la costa y se detuvo allí con la boca abierta. Pronto la noticia de ese extraño arribo llegó a la corte. Ese mismo día, la Emperatriz recibió a Rabí Shmelke y accedió a sus pedidos. El amén a la bendición Cuando Rabí Shmelke sintió que iba a morir, dijo a sus jasidim: "Quise contároslo antes, pero ahora debo hacerlo mientras aún hay tiempo. Sabéis que siempre tuve el cuidado de decir las bendiciones antes de comer, beber y demás, en un sitio donde hubiera otra persona para decir 'amén'. Pues cada bendición engendra un ángel, pero el ángel está incompleto hasta que alguien dice 'amén,'. U¡na vez, en un viaje, tuve que pronunciar una bendición en un lugar solitario, donde —después de atender a mis necesidades corporales— lavé mis manos en un pozo, y no había en las inmediaciones nadie 36
que pudiera decir 'amén'. Apenas había empezado a preocuparme por esto, cuando dos hombres se irguieron junto a mí, y antes de que llegara a maravillarme de sus grandes dimensiones, ya pronunciaba la bendición, a la que ellos contestaron diciendo 'amén' con inenarrable dulzura. Pero cuando quise observarlos más detenidamente, una nube se los llevó." El alma de
Samuel
En el segundo día de lar del año 5538, Rabí Shmelkeconvocó a sus discípulos. Sentado muy erecto en su gran silla, su rostro estaba radiante y sus ojos tan despejados como siempre. Les dijo: "Sabed que hoy es el día de mi muerte." Empezaron a llorar, pero les pidió que no lo hicieran y continuó: "Debéis saber que en mí está el alma del profeta Samuel. De ello hay tres signos exteriores: mi nombre es Samuel; soy levita, como lo fue él; mi vida ha durado cincuenta y dos años, como la suya. Pero él fue llamado Samuel y yo Shmelke, de modo que así seguí llamándome." Poco después dijo a sus discípulos, que lloraban, que lo dejasen; se reclinó hacia atrás y murió.
37
III
AARON DE KARLIN
El momento En su juventud, Rabí Aarón de Karlín era afecto a usar ropas finas y salía todos los días en un carruaje. Pero llegó un momento en que, reclinado hacia atrás en su carruaje, una sagrada visión interior se apoderó de él y supo que debía abandonar ese modo de ser e iniciar otro. Se inclinó hacia adelante; su espíritu surgió en su interior. Puso el pie en el estribo del carruaje, y fue inundado por el don. Echó pie a tierra, y todos los firmamentos se encontraron bajo el dominio de su poder. Un susurro Un viernes por la noche, después de comer en casa del maguid de Mezritch, Rabí Aarón retornó a su posada y comenzó a recitar, en un susurro, el Cantar de los Cantares. Poco después llegó el sirviente del maguid y llamó a su puerta. Dijo que el maguid no podía dormir porque el Cantar de los Cantares atronaba en su habitación. El largo sueño Una vez estaba Rabí Aarón en casa del Gran Maguid junto con otros discípulos, cuando se sintió de pronto vencido por el cansancio. Sin darse cuenta de lo que hacía, fue al cuarto de su maestro y se tendió en su lecho. Allí durmió todo ese día y toda la noche siguiente. Sus compañeros qui38
sieron despertarlo, pero el maguid no lo permitió. Dijo: " E n este momento se ponen las filacterias del Cielo." Deleites Un tzadik narró esto: los deleites de todos los mundos quisieron revelarse a Rabí Aarón, pero éste se limitaba a mover negativamente la cabeza. Por fin dijo: "Aun en caso de que sean deleites, antes de disfrutarlos quiero sudar por ellos. La carta Rabí Aarón viajó por toda Rusia, de una ciudad judía a otra, en busca de jóvenes dignos de ser llevados a su maestro, el Gran Maguid, como discípulos, de modo que a través de ellos las enseñanzas jasídicas pudieran difundirse por el mundo. Una vez llegó a la ciudad de Amdur. Allí supo que más allá de la ciudad, en un bosque solitario, vivía un hombre devoto y estudioso, Rabí Jayke, quien se mantenía apartado del mundo y de los hombres y mortificaba su carne. A fin de atraerlo a la ciudad, Rabí Aarón predicó varias veces en la Casa de Oración, y sus palabras tuvieron poderoso efecto, pero pasó largo tiempo antes de que el ermitaño las oyera. A] acercarse la hora del siguiente sermón, algo impulsó al ermitaño a llegarse hasta Casa de Oración. Cuando Rabí Aarón supo que había acudido, no predicó su sermón, sino que sólo dijo estas palabras: " S i un hombre no mejora, empeora." Como un veneno que moviliza contra sí mismo la esencia de la vida, esas palabras mordieron en la mente del asceta. Corrió al rabino y le suplicó que lo ayudara a salir del laberinto de error en que se había extraviado. "Sólo mi maestro, el maguid de Mezritch, puede hacerlo", dijo Rabí Aarón. "Entonces dame una carta para él", dijo el hombre, "de modo que pueda saber quién soy." Su petición fue concedida, y emprendió el viaje confiado en que, antes de que hablara libremente al maguid, el 39
famoso maestro sabría que tenía frente a él a uno de los grandes hombres de su generación. El maguid abrió la carta y —con obvia deliberación— la leyó en voz alta. Decía que su portador no tenía en él siquiera una partícula de bondad. Rabí Jayke rompió a llorar. "Vamos, vamos", dijo el magu-'d, "¿tanto te importa realmente lo que escribe el lituano?" " ¿ E s verdad o no lo es?", preguntó el otro. " Y bien", dijo el maguid, "si el lituano lo dice, muy probablemente sea verdad." "¡Entonces cúrame, rabí!", suplicó el asceta. Durante un año entero, el m&guid trabajó con él y lo curó. Posteriormente, Rabí Jayke se convirtió en uno de los grandes hombres de su generación. El rey Rabí Aarón estaba una vez recitando la Oración Matutina en la Casa de Oración de Mezritch. Cuando estaba a punto de invocar a Dios como el " R e y " , brotaron lágrimas de sus ojos y no pudo continuar. Concluidas las plegarias, le preguntaron qué le había sucedido. Explicó: " E n ese momento pensé en cómo Rabí Iojanán ben Zakái dijo a Vespasiano: 'La paz sea contigo, oh rey. La paz sea contigo, oh rey.' Y en cómo el romano le contestó airado: 'Mereces la pena de muerte por dos razones. Primera, no soy el rey, y sin embargo me llamaste rey. Segunda, suponiendo que fuese el rey, ¿por qué no te presentaste antes a mí?' Hasta ahora, Dios no es realmente el rey del mundo, y en parte tengo la culpa de que así suceda, pues ¿por qué no he completado todavía el arrepentimiento, por qué no me he presentado aún ante él?" El
candelabro
Rabí Aarón de Tchernobil, hijo de una hija de Aarón de Karlín, nacido largo tiempo después de muerto éste y llamado así por él, fue denunciado a las autoridades y salvado 40
sólo a fuerza de sobornos que los jasidim dieron contra la voluntad de aquél. Cuando lo supo, dijo: "¡Ay! ¡Qué débil es mi generación! Si me irguiera yo en el rango de mi abuelo, Rabí Aarón el Grande, podría haberse evitado el juicio erróneo sin recurrir al soborno." Y contó lo que sigue: "Una vez los haidamaks de Ucrania y Rusia conspiraron contra los judíos y resolvieron matarlos y apoderarse de sus propiedades. Cuando llegó a Mezritch la noticia de ello, los jefes de la comunidad acudieron al santo maguid y le preguntaron qué debían hacer. Como advirtió que Satán llevaba las de ganar, ordenó a todos, hombres, mujeres y niños, ocultarse en los bosques que rodeaban la ciudad y llevarse consigo tantas posesiones como pudiesen. Un grupo de hombres corrió a la Casa de Oración para salvar los sacros utensilios. Del techo colgaba un gran candelabro de peltre, de treinta y seis brazos. Lo había comprado mi abuelo, Rabí Aarón el Grande, con el dinero recogido, kopek por kopek, entre sus discípulos y los jasidim del maguid. Todos los viernes, el santo maguid en persona encendía todos los brazos de ese candelabro. Era lo único que restaba en la Casa de Oración. Todos los restantes utensilios habían sido llevados. Mi abuelo estaba de pie junto a una ventana, sin prestar atención a lo que sucedía alrededor. De pronto vio que se disponían a sacar el candelabro. '¡No lo toquéis!', dijo en alta voz. Varios mensajeros acudieron a casa del maguid para referirle el incidente y preguntarle qué debía hacerse. El maguid los escuchó y permaneció un rato en silencio. Después dijo: 'Todos los hombres, mujeres y niños se reunirán en la Casa de Oración.' Cuando mi abuelo vio que la comunidad entera se reunía en la Casa de Oración, envió al maguid un mensaje para rogarle que acudiera y se apiadara de él. El maguid no respondió. De nuevo mi abuelo le hizo llegar una súplica de ayuda, cualquiera que fuese. El maguid no respondió. La Casa de Oración estaba colmada de los judíos de la comunidad de Mezritch. Estaban todos allí: hombres, mujeres y niños. Sólo el maguid faltaba. Entonces un hombre, que vigilaba afuera, vino a informar a mi abuelo que los haidamaks estaban en la ciudad. Mi abuelo salió y se puso 41
a la entrada de la Casa de Oración. Cuando los haidmaks avanzaron hacia él, con voz de trueno les lanzó las palabras del salmo: '¿Por qué se alborotan las naciones?' Un ataque de locura se apoderó del jefe de los haidamaks, quien empezó a golpear a sus propios seguidores. Estos se dispersaron y huyeron." En tierra. Sobre las palabras de las Escrituras que dicen: " . . . una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los C i e l o s ' 1 Rabí Aarón de Karlín dijo esto: " S i un hombre de Israel tiene firme dominio de sí mismo y pisa sólidamente en tierra, su cabeza llega hasta el Cielo."
Nada de nada Preguntaron a Rabí Aarón qué había aprendido de su maestro, el Gran Maguid. "Nada de nada", respondió. Y cuando insistieron en que explicara qué significaba eso, agregó: " L a nada-de-nada es lo que aprendí. Aprendí el significado de la nada. Aprendí que soy nada de nada y que, no obstante, Soy." El pequeño temor y*el gran temor Rabí Shneur Zalman dijo acerca de su amigo, Rabí Aarón de Karlín, quien murió joven: " S u temor de Dios era como el temor de un hombre a quien van a fusilar, que está ante la pared y ve la boca del fusil que apunta a su corazón, y mira directamente a la boca, lleno de temor y sin embargo impávido. Pero éste era sólo su pequeño temor de Dios, su temor cotidiano. Cuando el 1
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Génesis 28:12.
gran temor de Dios se apoderaba de él, |no hay comparación que baste para describirlo!" La indignidad y las plegarias que llegan a Dios Preguntaron a Rabí Aarón: " E n lo que concierne a la plegaria elevada por Moisés a Dios para que perdonara a su pueblo,3 el comentario dice: 'que no puedan decir que yo era indigno de suplicar merced en nombre de ellos'. ¿No contradice esto el testimonio de las Escrituras, en el sentido de que la humildad de Moisés era mayor que la de todos los restantes hombres?" "Precisamente porque era tan humilde", repuso el tzadik, "dijo a Dios: 'Escucha mi plegaria, aunque no soy digno de elevarla, de modo que no puedan decir que la indignidad del hombre se hizo manifiesta en mí y dejen de rezar a ti con toda !a fuerza de sus corazones, sino que, en vez de ello, comprendan que escuchas la plegaria de cualquier boca.' " "Yo" Un discípulo del Gran Maguid había sido instruido por éste durante varios años y emprendía ahora el viaje de regreso a su hogar. En el camino, decidió detenerse en Karlín para visitar a Rabí Aarón, quien por un tiempo había sido su compañero en la Casa de Estudio del maguid. Era cerca de medianoche cuando llegó a la ciudad, pero su deseo de ver a su amigo era tan intenso, que de inmediato fue a su casa y llamó a una ventana iluminada. Oyó la voz querida y familiar que preguntaba: "¿Quién es?", y, en la certeza de que su propia voz sería reconocida, sólo contestó '' ¡Yo!'' Pero la ventana permaneció cerrada y ningún otro sonido llegó del interior, por más que llamó una y otra vez. Por fin, dolorido, gritó: "Aarón, ¿por qué no me abres?" Entonces su amigo respondió, pero con voz tan grave y solemne que le sonó casi extraña: "¿Quién es ése que se atreve a llamarse a sí mismo 'Yo', como sólo corresponde a Dios mismo?" Cuando el discípulo oyó esto, se dijo: "No he aprendido bastante". Y, sin demora, volvió a Mezritch. 2
Números 14:19.
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Conversión Rabí Aarón llegó una vez a la ciudad donde el pequeño Mordejái, que con el tiempo sería rabí de Lejovitz, estaba creciendo. Su padre llevó al niño a presencia del rabí visitante y se quejó de que no perseveraba en sus estudios. "Deja al niño conmigo un instante", pidió- Rabí Aarón. Al quedar solo con el pequeño Mordejái, se inclinó y lo abrazó contra su corazón. Silenciosamente, lo mantuvo contra su corazón hasta que el padre retornó. " L e he dado una buena reprimenda", dijo. " D e ahora en adelante no le faltará perseverancia''. Cada vez que el rabí de Lejovitz relataba el incidente, agregaba: " E n esa oportunidad aprendí a convertir hombres". El saludo Un resobrino de Rabí Aarón relató: "Al término del shabat, cuando yo me sentaba a su mesa mientras ellos decían el canto de Elias, notaba que él y su hijo Rabí Asher se estrechaban la mano bajo la mesa al llegar a las palabras: 'Salve a El, quien saludó a él, y a él, a quien El saludó'. Y comprendí lo que esto significaba: Elias había asumido la forma del Padre, y el Padre quería otorgar a su hijo la gracia del saludo." Permiso Se cuenta que: Aproximábase la Pascua y Rabí Aarón, quien se encontraba en Mezritch, quería ir a pasar la fiesta en su casa. Pidió al maguid permiso para ello, y le fue concedido. Pero no bien hubo dejado la casa, el maguid llamó a algunos de sus discípulos y les dijo: " I d de inmediato a la posada de Aarón y persuadidlo de que no viaje a Karlín." Ellos fueron y procuraron convencer a su amigo de que celebrara la 44
fiesta con ellos. Como no lograron hacer mella en su decisión, revelaron que el propio maguid los había enviado. De inmediato Aarón acudió a él y dijo: "Rabí, tengo gran necesidad de ir a casa y ahora se me dice que preferís que pase las Pascuas con vosotros. ¿Es verdad eso?" "No te retendré", dijo el rabí. " S i es necesario que vayas, ve en paz." Pero cuando Aarón partió, de nuevo dijo a sus discípulos: "¡No lo dejéis irl" La escena se repitió, y como el maguid no le dio instrucciones en sentido contrario, Rabí Aarón no prestó oídos a lo que parecía pura tontería y partió hacia Karlín. Cuando entró en su casa tuvo que irse a la cama y murió tres días después. Tenía treinta y seis años. Cuando el maguid se enteró de su muerte, citó lo dicho por nuestros sabios: "Cuando Aarón murió, las nubes de gloria se desvanecieron", y añadió: " E l era nuestra arma. ¡Qué haremos ahora nosotros en el mundo!" Los discípulos reprocharon al maguid por haber permitido que ese hombre santo y radiante fuese hacia su muerte. "¿Por qué no le dijiste?", preguntaron. " L o que se ha dado a un hombre para que administre, él debe administrarlo fielmente", dijo. El maguid murió en el otoño siguiente. La insensatez Rabí Asher, hijo de Rabí Aarón, relató: "Cuando fui a ver a Rabí Pinjas de Koretz, no le dije quién era, pero él dijo: 'Tu padre camina detrás de ti.' Al cabo de un instante, agregó: 'Tu padre ha hecho una insensatez.' Me asusté, pues sabía que todo cuanto dijera Rabí Pinjas acerca de un tzadik —e incluso si hubiera estado en el mundo superior estos quinientos años— llegaba a oídos del juicio celestial. 'La insensatez que cometió tu padre', agregó, 'fue no vivir más tiempo.' "
45
Tres
generaciones
Cuando Rabí Israel de Rizhyn3 prometió en matrimonio a su hijo Rabí Abraham Iaacov, que sería rabí de Sadagora, con una hija de Rabí Aarón de Karlín, nieto del gran Rabí Aarón, y se escribió el contrato del compromiso, dijo: " E s nuestra costumbre, en un momento como éste, recitar la genealogía del padre de la novia. El gran Rabí Aarón era la verdad del mundo. Su hijo, Rabí Asher, abuelo de la novia, se mantuvo siempre junto al camino de la verdad. Y el padre de la novia, si supiese que hay una migaja de verdad oculta bajo el piso, arrancaría las tablas con las manos desnudas para buscarla."
3
46
Nieto de Rabí Abraham, el Angel.
III
LEVI ITZJAC DE BERDITCHEY
Aquel que también estaba allí Cuando Leví Itzjac era joven, un hombre rico lo eligió para marido de su hija a causa de sus notables dotes, pues tal era la costumbre. Como señal de respeto hacia su prominente suegro, al cumplirse el primer aniversario de las bodas honraron a Leví Itzjac pidiéndole que recitara el pasaje " A ti se te ha dado a v e r . . . " 1 ante la congregación en la Casa de Oración, en el Día de Regocijo en la Ley. Acudió a! pulpito y durante un momento permaneció inmóvil. Luego tendió su mano para tomar el chai de plegarias (talet), pero la dejó caer y permaneció inmóvil como antes. Los jefes de la comunidad ordenaron a un servidor que le dijese en voz baja que no fatigara a los presentes y empezara. "Muy bien", dijo, y tomó el talet en sus manos. Pero cuando había cubierto casi sus hombros, volvió a dejarlo. Su suegro estaba avergonzado ante la congregación, sobre todo porque a menudo se había jactado de las excelencias del joven que había ganado para su casa. Irritado, le envió un mensaje en el sentido de que empezara la plegaria o dejara el pulpito. Pero antes de que se le dijesen a Leví Itzjac tales palabras, su voz resonó súbitamente en todo el salón: " S i estás versado en las enseñanzas, si eres un jasid", dijo, "¡di tú entonces la plegaria!" Con lo cual retornó a su sitio. Su suegro nada dijo. Pero cuando estaban en casa y Leví Itzjac se sentó frente a él a la mesa festiva, resplandeciente su rostro de la alegría que correspondía a la ocasión, su suegro no pudo contenerse más y exclamó: "¿Por qué me trajiste esta desgracia? '' 1
Deuteronomio 4:35.
47
El rabí replicó: "Cuando estaba por tender el talet sobre mi cabeza, vino la inclinación al mal y murmuró a mi oído: 'Quiero decir «A ti se te ba dado a ver.,.» junto contigo'. Pregunté: '¿Quién eres tú para considerarte digna de hacerlo?' Y ella: '¿Quién eres tú para considerarte digno de hacerlo?' 'Estoy versado en las enseñanzas', dije. 'También yo estoy versada en las enseñanzas', replicó. Decidí poner fin a esa conversación ociosa y dije despectivamente: '¿Dónde estudiaste?' '¿Dónde estudiaste tú?', contestó. Se lo dije. 'Pero yo estaba allí contigo', murmuró risueñamente, '¡estudié allí en tu compañía!' Lo pensé un poco. 'Soy un jasid', le informé triunfalmcnte. Y ella, imperturbable: 'También yo soy un jasid'. Yo: '¿Hasta qué tzadik viajaste?' Y ella, otra vez eco mío: '¿A cuál viajaste tú?' 'Al santo maguid de Mezritch', contesté. De lo cual se rió más burlonamente aún. 'Pero te digo que yo estaba allí contigo y me convertí en jasid, tal como tú. Y por ello es que deseo decir contigo 'A ti se te ha dado a v e r . . . ' . Entonces no soporté más. La abandoné, ¿Qué otra cosa podría haber hecho?" En la callejuela, de los curtidores En uno de sus viajes, Leví Itzjac llegó, al caer la noche, a una pequeña aldea donde no conocía a nadie ni pudo encontrar albergue, hasta que un curtidor lo llevó a su casa. Quiso decir la Oración Vespertina, pero el olor de los cueros era tan penetrante que no logró articular palabra. De modo que salió hacia la Casa de Estudio, que estaba casi vacía, donde rezó. Y entonces, de pronto, comprendió cómo la Divina Presencia había bajado al exilio y ahora —inclinada la cabeza— permaneció de pie en la Callejuela de los Curtidores. Rompió a llorar y lloró y lloró hasta que alivió su corazón de tristeza por el pesar de la Divina Presencia, y se desmayó. Y entonces vio la gloria de Dios en todo su esplendor, una luz deslumbrante que abarcaba veinticuatro gamas de distintos colores, y escuchó hs palabras: " ¡ S é fuerte, hijo mío! Grandes sufrimientos te esperan, pero no temas, pues estaré contigo."
48
Alma en
transporte
En la mañana de la Fiesta de las Cabañas, cuando Rabí Leví Itzjac abrió el cofre donde la cidra y la gavilla de palma, el mirto y las ramas de sauce del arroyo esperaban la bendición, tendió su mano a través de la tapa de vidrio y no advirtió que se había cortado. En la Fiesta de Januká, cuando observó las sagradas luces que ardían, se vio impulsado a poner la mano desnuda en la llama, y sin embargo no sintió dolor. En la Fiesta de Purim, antes de que se leyera el libro de Ester, danzó durante la bendición, danzó sobre el pupitre y casi danzó sobre el rollo mismo. Cuando debió extraer agua para el horneado del pan ázimo, entró en tal rapto al cumplir este rito sagrado, que cayó en el pozo. Cuando sentados a la mesa del séder dijo la palabra "matzá", o sea pan ázimo, tanto lo conmovió el fervor, que se arrojó bajo la mesa y la volcó, junto con la fuente del séder, el pan ázimo y el vino, de modo que fue preciso preparar todo de nuevo. Se puso la vestidura Hmpia que le llevaron v - como quien saborea un bocado exquisito—, dijo: "|Ah! |Ah! ¡Este matzá!" El baño Se cuenta que: Cuando Rabí Leví Itzjak se convirtió en rav de Berditchev, quienes se oponían a sus enseñanzas lo acosaron con actos hostiles. Entre ellos había un grupo tan fielmente devoto a la memoria del gran Rabí Liber, quien había vivido y enseñado en Berditchev y muerto quince años atrás, que no quiso tener nada que ver con el innovador. Una vez Rabí Leví Itzjac los convocó y les anunció su intención de inmergirse en el baño de Rabí Liber. A todo esto, Rabí Liber nunca había tenido un verdadero baño. Lo que llamaban su baño era sólo un techo sostenido por cuatro postes, y bajo él un pozo lleno de agua. En invierno, Rabí Liber solía romper el hielo con un hacha y sumergirse allí para sus abluciones sagradas. 49
Después de su muerte, el techo se había desplomado y el pozo llenado de lodo. De modo que dijeron al tzadik que bañarse allí era imposible. Pero se mantuvo firme en su propósito y contrató a cuatro trabajadores, que cavaron durante todo el día. Lo mismo sucedió durante varios días. Sus enemigos reían de este curioso rav nuevo. Era bastante obvio —decían— que Rabí Liber no quería que se utilizara su baño. Rabí Leví Itzjac pidió a todos aquellos de sus íntimos que habían conocido a Rabí Liber que se reunieran a temprana hora la mañana siguiente. Acudió al baño con ellos y una vez más los trabajadores empezaron a cavar. Al cabo de dos horas uno de ellos gritó: "¡Veo agua!" Pronto informaron que se había juntado más agua. "No es preciso seguir cavando", dijo el rabí. Se despojó de sus ropas y, conservando tan solo su gorro, bajó al pozo. Cuando entró en el agua, todos vieron que apenas le alcanzaba a los tobillos, pero en un momento subió hasta su boca. Entonces él preguntó: "¿Hay aquí alguien que recuerde a Rabí Liber en su juventud?" Contestaron que en la parte nueva de la ciudad vivía un bedel que tenía ciento dieciséis años y de joven había servido a Rabí Liber. El tzadik envió por él y esperó en el agua, que le llegaba hasta la boca. Al principio el anciano se negó a acudir. Pero cuando se le dijo lo que había sucedido, acompañó al hombre que había ido a buscarlo. "¿Recuerdas aún al bedel", preguntóle el rabí, "que se ahorcó del candelabro en la Casa de Oración?" "Por cierto que lo recuerdo", contestó sorprendido el anciano. "Pero, ¿cómo es que te interesa a ti? ¡Todo eso ocurrió hace no menos de setenta largos años, mucho antes de que tú nacieras!" "Cuéntanos lo que pasó", dijo el rabí. El anciano relató: "Era un hombre simple, pero muy devoto. Hacía las cosas a su propio modo. El día miércoles de cada semana empezaba a pulir el gran candelabro pendiente del techo para el día sábado, y haciéndolo decía: 'Hago esto por amor a Dios.' Pero un viernes por la tarde, cuando la gente acudió a la Casa de Oración, lo encontraron ahorcado del candelero con un lazo corredizo hecho de su cinturón." El rabí dijo: "Aquella vez —en la víspera del shabat—, cuando todo había sido limpiado y pulido, y no quedaba nada 50
por hacer, el simple bedel se preguntó: '¿Qué más puedo hacer para honrar a Dios? ¿Qué más puedo hacer en su honor?' Su mente pobre y débil se confundió, y como de todas las cosas grandes del mundo el candelabro siempre había sido para él la más grande, se ahorcó de él en honor a Dios. Y transcurridos ahora setenta años desde aquel día, Rabí Liber se me presentó en un sueño y me dijo que hiciese todo cuánto fuera posible por liberar el alma de aquel simple. Por lo tanto, hice restaurar el baño y me sumergí yo mismo. Decidme ahora: ¿Ha llegado la hora de liberar aquella pobre alma?'' Sí, sí, sil", contestaron todos como a una sola voz. "Entonces también yo digo: ']Sí, sí, sí!' " , dijo el rabí. " I d en paz." Tras lo cual salió del agua, y el agua bajó hasta un nivel donde apenas le hubiese lamido los tobillos. Rabí Leví Itzjac hizo construir allí una casa de baños y restaurar el antiguo baño; para sí mismo, hizo cavar otro contiguo a éste. Sólo cuando se disponía a prepararse para alguna tarea difícil utilizaba el baño de Rabí Liber. Aún hoy la casa de dos baños se yergue en la parte vieja de la ciudad cerca de la "Klaus", y todavía llaman a uno el de Rabí Liber, y a otro el de Rabí Leví Itzjac. Noche de Pesaj Poco después de ser recibido Rabí Leví Itzjac como rav por la comunidad de Berditchev, rogó con gran ardor en la primera noche de la Fiesta de Pesaj y tantas horas duraron sus plegarias que la congregación se cansó de esperar, concluyó sus oraciones y se retiró cada uno a su casa para preparar la comida del séder. Sólo un hombre quedó, uno de esos pobres vagabundos que van de un sitio a otro, quien, según la costumbre, debía tomar la comida festiva en casa de uno de los vecinos. Le habían dicho que el judío que estaba leyendo la plegaria sería su anfitrión y, fatigado por el viaje diurno, se reclinó sobre un banco y pronto se quedó dormido. Entretanto, el rabí había concluido la silenciosa Oración de las Bendiciones (Amidá). Al ver que todos se habían ido a sus casas, exclamó: "¡Oh ángeles, ángeles de lo alto! ¡Ba51
jad en este día sagrado en alabanza del Señor, bendito sea!" A lo cual el forastero despertó a medias de su profundo sueño. Aún soñoliento y deslumhrado, oyó alzarse en la casa un sonido atronador y se aterró hasta lo más íntimo de su ser. Pero el rabí recitaba los himnos con profundo regocijo. Entonces vio al forastero y le preguntó por qué sólo él había permanecido. El hombre, ahora despierto del todo, le dijo cómo había sucedido, y el rabí le pidió que compartiera con él la comida del séder, Pero el forastero, tímido, no osaba ac'eptar, Parecía temeroso de que —en vez de comida— se le sirvieran palabras secretas de efectos mágicos. "Tranquilízate", dijo el rabí, "comerás en mi casa lo mismo que comerías a la mesa de cualquier vecino". Entonces el hombre decidió ir con él. Las dudas del
posadero
El propietario de una posada de Berditchev, donde se servía aguamiel, no estaba en favor del estilo de vida jasídico, pero le gustaba escuchar los relatos de los jasidim sobre las proezas de sus rabíes. En una de tales ocasiones los escuchó hablar de los rezos de Rabí Leví Itzjac. En el servicio del shabat —así lo refirieron—, cuando el rabí llegaba a las palabras: "Santo, santo, santo", durante el cántico en que los moradores del cielo se unen con los hombres, los ángeles acudían para escuchar las palabras que salían de sus labios. "¿Pensáis que realmente sucede así?", preguntó el posadero. "Sí, así es como sucede", le dijeron. "¿Y adonde van después los ángeles?", preguntó. "¿Se quedan flotando en el aire?" " N o " , le respondieron, "bajan a tierra y permanecen de pie rodeando al rabí". "¿Y adónde vais vosotros entretanto?" "Cuando el rabí empieza a cantar poderosamente, y tan poderosamente danza en toda la casa, no hay sitio para nosotros en ella." 52
" B i e n " , dijo el posadero, "lo veré con mis propios ojos. ¡A mí él no me hará moverme de allí!" En la Fiesta de la Luna Nueva, cuando el rabí empezó a arder de éxtasis, el posadero se le acercó. El rabí —en su gran fervor— se volvió, lo tomó por sus faldones, lo sacudió, lo empujó, y así, sacudiéndolo y empujándolo alternativamente, lo arrastró de un extremo a otro de la casa, ida y vuelta. El posadero apenas se dio cuenta de lo que le sucedía. Estaba casi fuera de sí. Había en sus oídos un rugido como de tremendas olas. Reuniendo las últimas fuerzas que le restaban, se liberó de las manos del tzadik y huyó. Desde aquel momento, también él creyó que habían intervenido otros poderes, no meramente los de esta tierra. Por Israel Antes de recitar la Oración de Bendiciones en el Día de Año Nuevo, el rabí de Berditchev cantó: "Los moradores de arriba y los moradores de abajo, se estremecen y tiemblan por temor de tu nombre; los moradores de abismos, los moradores de sepulcros, se estremecen y tiemblan por temor de tu nombre. Peíro los justos, en los límites del paraíso, prorrumpen en aclamaciones y cantan tu nombre. Por ello es que yo, Leví Itzjac, hijo de Sara, vengo ante ti con súplicas y con plegarias. ¿Qué tienes tú que ver con Israel? ¿A quiénes hablas? ¡A los hijos de Israel! ¿A quién das mandamientos? ¡A los hijos de Israel! ¿A quién ordenas decir las bendiciones? ¡A los hijos de Israel! Y por eso te pregunto: ¿Qué tienes que ver con Israel? ¿No hay bastantes caldeos, y medos, y persas? Ha de ser que te son queridos, los hijos de Israel, e hijos de Dios son llamados. ¡Bendito seas, oh Señor nuestro Dios, Rey del mundo!" El verdadero
rey
En otro Día de Año Nuevo, preludió la liturgia de santificación de Dios en la siguiente forma: "Fonie (apodo frecuente entre los judíos para designar a los rusos y usado en este caso para designar al Zar) dice que es un rey". Y a 53
continuación enumeró a los gobernantes de grandes países, llamando a cada uno por su apodo. Y al fin exultó de alegría y gritó: "Pero yo digo: '¡Glorificado y santificado sea Su gran Nombre!' " Un pacto En medio de una plegaria, Rabí Leví Itzjac dijo: "¡Señor del mundo entero! Tiempo hubo en que ibas de un lado a otro con esa Torá tuya y querías venderla por bajo precio, como manzanas que se han deteriorado, y sin embargo nadie quería comprártela. ¡Ni siquiera se dignaban mirarte! ¡Y entonces nosotros la tomamos! En virtud de ello quiero proponerte un pacto. Tenemos nosotros muchos pecados e infracciones, y tú, perdón y expiación y en abundancia. ¡Hagamos un intercambio! Pero tal vez tú digas: '¡Vaya una cosa por la otra!' Mi respuesta es: si no tuviésemos pecados, ¿qué harías tú con tu perdón? ¡De modo que debes equilibrar el pacto dándonos además vida, hijos y alimento!'' 2 Una interrupción En la mañana del Día del Perdón, cuando el Rabí de Berditchev llegó, al recitar el Servicio del Templo, a aquel lugar donde el sumo sacerdote rocía con las expiatorias gotas de sangre y debe decir las palabras: " Y así él contó: una; una y una; una y dos; una y t r e s . . . " , tanto lo sobrecogió el fervor que, al decir " u n a " por segunda vez, cayó y quedó tendido como un muerto. En vano quienes estaban cerca procuraron reanimarlo. Lo alzaron del suelo, lo llevaron a su cuarto y lo acostaron en el lecho. Entonces los jasidim, quienes sabían muy bien que se trataba de un estado que tenía que ver con el alma, y no una enfermedad del cuerpo, continuaron rezando. Hacia la noche —recién empezada por ellos la Plegaria de Clausura— el rabí entró de prisa y subió al púlpito gritando: " ¡ . . .y una!" Luego recordó y dijo las oradores en el correcto orden. 2
54
Según el Talmud (Moed Katán 28a), estos tres don» s del cielo se otorgan al hombre con prescindencia de sus méritos.
Lucha Una vez, en el Día del Perdón, el rabí de Berditchev decía sus plegarias en la sinagoga de Lwow. En medio de la Plegaria Adicional se detuvo de pronto y se lo oyó decir en polaco, en tono de amenaza: "Ya te enseñaré... " Durante la comida vespertina, el hijo del rabí de Lwow dijo al rabí de Berditchev: "No me tomaré la libertad de criticar vuestra manera de orar, Pero permitidme preguntaros algo: ¿Cómo podéis interrumpir vuestra oración, y además hablando en polaco?" El rabí de Berditchev repuso: "Logré mantener en jaque a mis otros enemigos, pero ésta fue la única manera en que podía vencer al príncipe-demonio de Polonia." El
deseo
Todos los años, en el Día del Perdón, iba una mujer a Berditchev para orar junto con la congregación de Rabí Leví Itzjac. Una vez se demoró y, al llegar a la Casa de Oración, ya la noche había caído. La mujer se sentía molesta y triste, porque estaba segura de que el servicio vespertino había concluido. Pero el rabí ni siquiera había comenzado. Había esperado la llegada de la mujer, y junto con él la había esperado la congregación. Cuando comprendió que él no había recitado aún "Todas las promesas", una gran alegría la embargó y dijo a Dios: "[Señor del mundo, qué podré desearte en cambio del bien que me has concedidol [Te deseo que tus hijos te den tanta alegría como la que acabas de darme a mí!" Entonces —mientras ella aún hablaba— una hora colmada de la gracia de Dios advino al mundo. Cómo se debe
pesar
Un día, concluido el Día del Perdón, Shemuel, discípulo predilecto del rabí de Berditchev, entró en el cuarto de su maestro para saber cómo se hallaba después del largo ayu55
no y del fervor casi sobrehumano que había puesto en el servicio de ese día. Aunque era ya muy entrada la noche, la taza de café del tzadik aún permanecía intacta frente a él. AI ver a su discípulo, dijo: "Bueno es que hayas venido, Shemue!. Ahora puedo decirlo. Pues debes saber que hoy Satán profirió acusaciones contra el juicio del cielo. 'Vosotros, la corte de justicia', dijo, 'explicadme por qué ocurre esto: cuando un hombre roba un rublo a su prójimo, pesáis la moneda para medir la magnitud de su pecado. Pero si un hombre da a su prójimo un rublo por caridad, pesáis a quien lo recibió y a todas las personas de su casa beneficiadas por el donativo. ¿Por qué en este caso no os limitáis también a pesar la moneda? ¿O por qué en el primer caso, no ponéis en la balanza al hombre que ha sido robado y a todos los que han sufrido como consecuencia del robo?' Entonces me adelanté y expliqué: 'Un benefactor quiere preservar las vidas de personas, y son por lo tanto éstas lo que debe pesarse. Pero el ladrón sólo quiere el dinero. Ni siquiera piensa en la gente a la que despoja de éste, y es por ello que, en su caso, sólo debe pesarse la moneda.' ¡Así fue como hice callar al demandante!" El canto al
"Tú"
El rabí de Berditchev solía cantar un canto, parte del cual es como sigue: Allí donde me aventuro: ¡Tú! Allí donde medito: ¡Tú! ¡Sólo Tú, de nuevo Tú, siempre Tú! ¡Tú! ¡Tu! ¡Tú! Cuando estoy satisfecho: ¡Tú! Cuando estoy triste: ¡Tú! ¡Sólo Tú, de nuevo Tú, siempre Tú! ¡El cielo eres Tú! ¡La tierra eres Tú! ¡Tú por encima! ¡Tú por debajol En cada comienzo, en cada final, ¡Sólo Tú, de nuevo Tú, siempre Tú! ¡Tú, Tú, Tú! 56
Sufrimiento y plegaria Toda vez que Rabí Itzjac llegaba al pasaje de la Hagadá de Pesaj donde se habla de los cuatro hijos y allí leía acerca del cuarto, ése que "no sabe cómo preguntar", decía: " 'Aquel que no sabe cómo preguntar' soy yo mismo, Leví Itzjac de Berditchev. No sé cómo preguntarte, Señor del mundo, y aun si lo supiera, no soportaría hacerlo. ¿Cómo osaría yo preguntarte por qué todo sucede como sucede, por qué somos expulsados de un exilio a otro, por qué se permite a nuestros enemigos atormentarnos? Pero en la Hagadá, al padre de 'aquel que no sabe cómo preguntar' le es dicho: 'A ti te corresponde revelárselo'. Y la Hagadá se remite a las Escrituras, donde está escrito: 'Y dirás a tu hijo'. Y, Señor del mundo, ¿no soy yo tu hijo? No te ruego que me reveles el secreto de tus caminos: ¡no podría soportarlo! Pero muéstrame una cosa, muéstramela más clara y más profundamente: muéstrame qué significa para mí esto que sucede en este mismo momento, qué exige de mí, qué es lo que tú, Señor del mundo, me estás diciendo por ese medio. Ah, lo que quiero saber no es por qué sufro, sino solamente si sufro por tu causa."
La plegaria de su mujer Nos ha llegado una plegaria de Perla, mujer del rabí de Berditchev. Cada vez que amasaba y horneaba las hogazas para el shabat, rogaba: "Señor del mundo, te ruego que me ayudes para que, cuando mi marido Leví Itzjac bendiga estas hogazas el shabat, tenga en su espíritu lo mismo que yo tengo en el mío en este mismo momento en que las amaso y las horneo." Dos especies de
plegaria
Una vez en la víspera del shabat, Rabí Leví Itzjac predicó ante la congregación de una ciudad donde se había detenido como huésped. Como siempre, también esta vez dio 57
a sus plegarias una duración mucho mayor que la habitual, por efecto de múltiples exclamaciones y gestos que ninguna liturgia contemplaba. Cuando hubo concluido, el rav de aquella ciudad se le acercó, le presentó los saludos del shabat y preguntó: "¿Por qué no prestas más atención a no fatigar a la congregación? ¿No relatan nuestros sabios que Rabí Akibá, siempre que oraba con la congregación lo hacía rápidamente, pero cuando oraba solo se entregaba a sus propios transportes, de modo que con frecuencia empezaba a orar en un rincón de la habitación y concluía en el otro?" El rabí de Berditchev contestó: "¡Cómo suponer que Rabí Akibá, que tenía infinidad de discípulos, apresuraba su plegaria para no fatigar a la congregación! ¡Porque, con seguridad, cada miembro de ella se sentía más que feliz escuchando a su maestro hora tras hora! Es probable que el significado de esa historia talmúdic'a sea mas bien éste: cuando Rabí Akibá realmente oraba con la congregación, es decir, cuando la congregación sentía de corazón el mismo fervor que él, su plegaria podía ser breve, pues sólo necesitaba orar por sí mismo. Pero cuando oraba solo, es decir, cuado oraba con su congregación, pero de todos los corazones el suyo era el único ferviente, debía alargar su plegaria para levantar los corazones de los otros hasta el nivel del suyo."
Con ojos abiertos Una vez Rabí Leví Itzjac dijo al maguid de Koznitz, quien lo había recibido en su casa, que se proponía viajar a Vilna, centro de quienes se oponían a las enseñanzas jasídicas, para discutir con ellos. " M e gustaría hacerte una pregunt a " dijo el maguid. "¿Por qué tú, contrariamente a la costumbre, recitas las Dieciocho Bendiciones con los ojos abiertos?" "Amado corazón", respondió el rabí de Berditchev, "¿crees que cuando lo hago veo algo?" " S é muy bien", dijo el maguid, "que no ves absolutamente nada. Pero, ¿qué les dirás a aquellos otros cuando te hagan esta pregunta?" 58
El lector ronco Existía en la congregación de Rabí Levi Itzjac un lector que se había vuelto ronco. El rabí le preguntó: "¿Por qué te has puesto ronco?" "Porque oré ante el pùlpito", repuso el otro. " E s cierto", dijo el rabí. " S i uno ora ante el pulpito, se pone ronco, pero si uno ora ante el Dios viviente, no se pone ronco." Los ausentes Una vez, después de haber recitado las Dieciocho Bendiciones, el rabí de Berditchev se dirigió a varias personas presentes en la Casa de Oración y las saludó diciéndoles: " L a paz sea con vosotros", varias veces, como si acabaran de volver de un largo viaje. Cuando lo miraron sorprendidas, dijo: " ¿ D e qué os asombráis tanto? ¿No estabais muy lejos acaso? Tú en un mercado, y tú en un barco cargado de grano, y cuando cesó el sonido de la plegaria volvisteis, y por ello os saludo.'' Balbuceos Rabí Leví Itzjac llegó una vez a una posada donde se detenían muchos mercaderes en camino hacia el mercado. El sitio estaba lejos de Berditchev, de modo que nadie conocía al tzadik. Temprano en la mañana los huéspedes quisieron rezar, pero como sólo había un par de filacterias en toda la casa, uno tras otro se las ponían y, después de decir rápidamente sus oraciones, las iban pasando al siguiente. Cuando todos hubieron orado, el rabí llamó a los jóvenes, diciéndoles que quería preguntarles algo. Cuando se acercaron, los miró gravemente al rostro y dijo: "Ma-ma-ma; da-da-da." "¿Qué quieres decir?", exclamaron los jóvenes. Pero él se limitó a repetir las mismas sílabas sin sentido. Lo tomaron por un tonto. 59
Entonces él dijo: "¿Cómo no entendéis vosotros este lenguaje, que acabáis de emplear al hablar a Dios?" Por un instante los jóvenes, tomados por sorpresa, permanecieron en silencio. Después uno de ellos dijo: "¿Nunca visteis a un niño en la cuna, que aún no sabe combinar los sonidos para formar palabras? ¿Nunca lo oísteis emitir balbuceos, tales como 'ma-ma-ma; da-da-da'? Ni todos los sabios y eruditos del mundo podrían entenderlo, pero no bien llega su madre, sabe exactamente lo que el niño dice." Al escuchar esta respuesta el rabí se puso a danzar de alegría. Y desde aquella oportunidad, toda vez que en los Días de Temor habló a Dios a su propio modo en medio de una plegaria, nunca dejó de contarle esta respuesta. La plegaria
insensata
Al término del Día del Perdón, el rabí de Berditchev dijo a algunos de sus jasidim: "|Sé qué habéis pedido en vuestras oraciones de hoyl En la víspera, implorasteis a Dios que os diera los mil rublos que necesitáis para vivir, y que habitualmente ganáis en el curso del año, todos de golpe y al comienzo de éste, de modo que el trabajo y los problemas de los negocios no os distraigan del estudio y la oración. Pero en la mañana lo pensasteis mejor y decidisteis que si tuvierais los mil rublos de pronto, probablemente os embarcaríais en una nueva empresa comercial, de mayores proporciones, que incluso os llevaría más tiempo todavía. Y entonces implorasteis recibir la mitad cada medio año. Y antes de la Oración de Clausura, también esto os pareció demasiado incierto, y expresasteis el deseo de recibir cuotas trimestrales, de modo que pudieseis estudiar y rezar sin ser perturbados. ¿Pero qué os hace pensar que en el Cielo se necesitan vuestro estudio y vuestras oraciones? Tal vez lo que allá se necesite sea que trabajéis y os devanéis los sesos." El fin de las plegarias Al fin del salmo septuagésimo segundo están las palabras: "¡Bendito sea su nombre glorioso para siempre, toda la tierra 60
se llene de su gloria! ¡Amén! ¡Amén! Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé." Sobre estas palabras, dijo Rabí Leví Itzjac: "Todas las plegarias e himnos son una súplica para que Su gloria se revele en todo el mundo. Pero si alguna vez la tierra entera llega a estar realmente llena de ella, no habrá más necesidad de orar." Conversación
mundana
Cuando Rabí Leví Itzjac viajó a Níkolsburg para visitar a Rabí Shmelke, quien le había enseñado el camino del fervor cuando era joven y a quien no veía desde hacía largo tiempo, fue a la cocina, cubierto con su talet y con dobles filacterias en la frente, y preguntó a la mujer de Rabí Shmelke —esa misma mañana— qué platos se preparaban para el almuerzo. La pregunta, por sorprendente que fuese, recibió respuesta. Después preguntó si los cocineros dominaban realmente su arte, y otras cosas por el estilo. Los discípulos de Rabí Shmelke, cuando se enteraron, lo tomaron por un verdadero glotón. Después, ya en la Casa de Oración, y mientras la congregación oraba, Rabí Leví Itzjac empezó a conversar con un hombrecillo insignificante, desdeñado por todos, sobre cuestiones mundanas de muy escasa importancia, según pudieron determinarlo quienes se encontraban cerca. Uno de los discípulos no soportó por más tiempo ese comportamiento y dijo ásperamente al forastero: "¡Silencio! ¡La charla trivial aquí está prohibida!" Pero el rabí de Berditchev no le prestó atención y siguió conversando. En el almuerzo, Rabí Shmelke lo recibió alegremente, le indicó que se sentara a su lado y comió de su mismo tazón. Sus discípulos, que habían oído de las singulares maneras del visitante, advirtieron con malhumor y sorpresa esos signos de favor y amistad. Concluida la comida, uno de ellos no pudo disimular más su fastidio y preguntó al maestro por qué honraba en esa forma a un hombre tan imprudente y estúpido, que se conducía de tal y cual manera. El tzadik replicó: " E n la Guemará leemos: 'Rab (Abba Areka), en todos los •días de su vida, jamás habló de asuntos mundanos.' ¿No es 61
extraño este elogio? ¿Indica acaso que los demás maestros pasaban su tiempo en charlas mundanas? ¿No hay nada más digno de contarse acerca de Rab? El significado es éste: cualesquiera asuntos mundanos discutiese con otros durante el día, cada una de sus palabras estaba, en realidad, cargada de un secreto significado y un propósito secreto, que se hacía sentir en el mundo superior; y su espíritu perseveraba en ese servicio durante todo el día. Por ello nuestros sabios le concedieron elogios de los que no estimaron digno a ningún otro. Lo que otros podían hacer sólo durante tres horas, al cabo de las cuales bajaban de ese nivel, él lograba hacerlo durante todo el día. Y lo mismo es verdad de Rabí Leví Itzjac. Lo que puedo hacer por tres horas, él es capaz de hacerlo el día entero: concentrar su espíritu, de modo que se haga sentir en el mundo celestial, aun en una conversación que los hombres consideran ociosa."
El que se rió Rabí Moshé Leib de Sasov sentía honda devoción por el tzadik de Berditchev. Su discípulo Abraham David, que había de ser rabí de Buczacz, insistía ante su maestro en que le permitiera acudir a aquel otro, cuya manera de enseñar deseaba intensamente observar de cerca. Rabí Moshé Leib no quiso acceder al pedido. " E n el libro de Daniel", dijo, leemos que 'ellos tenían capacidad para permanecer en el palacio del rey'. Nuestros sabios explican esas palabras así: habían aprendido a abstenerse de reír, dormir y otras cosas más. Ahora bien, Rabí Leví Itzjac jamás deja de arder con inagotable fuego. En todo lo que hace pone su alma, igual a una llama. De modo que quien se aventura a estar en su presencia debe estar seguro de que podrá contener su risa al observar los curiosos gestos de ese santo cuando reza y cuando come." El discípulo prometió que no cedería a la risa, y el rabí de Sasov le permitió ir a Berditchev para el shabat. Pero cuando, a la mesa, el discípulo vio los movimientos convulsivos del tzadik y los visajes que hacía, no pudo contenerse y rompió a reír. Después cayó en un frenesí; sus ataques de 62
risa se repitieron una y otra vez. Finalmente debió ser retirado de la mesa y —concluido el shabat— enviado de retorno a Sasov bajo custodia. Cuando Rabí Moshé Leib lo vio, escribió al tzadik; " T e remití una vasija entera, y me la devuelves en pedazos." La enfermedad de Abraham David duró treinta días, al cabo de los cuales se curó súbitamente. A partir de entonces dio una fiesta en acción de gracias en el aniversario de ese día y en cada ocasión narraba la historia de su visita a Berditchev, para concluir con las palabras del salmo: "Dad gracias al Señor, pues El es bueno, pues Su misericordia es eterna. ' ' Días tras día Cada noche el rabí de Berditchev examinaba en su corazón qué había hecho ese día y se arrepentía de cada falla que encontraba. Decía: "Leví Itzjac no lo hará de nuevo." Y entonces se reprendía: "¡Leví Itzjac dijo ayer exactamente lo mismol" Y agregaba: "Ayer- Leví Itzjac no dijo la verdad, pero hoy sí la dice." Solía comentar: "Como una mujer que sufre dolores abrumadores al dar a luz y jura que nunca yacerá con su marido de nuevo, y sin embargo olvida su juramento, así cada Día del Perdón confesamos nuestras faltas y prometemos corregirnos, y sin embargo seguimos pecando, y Tú sigues perdonándonos.'' Comienzos
eternos
Un estudiante preguntó al rabí de Berditchev: " E l Talmud enseña que 'Quienes son de virtud perfecta no pueden ocupar el sitio donde están quienes se arrepienten.' Según esto, quienes han sido intachables desde su juventud ¿vienen después de quienes han cometido muchas transgresiones contra Dios y no pueden alcanzar su rango?" El tzadik repuso: " E l que ve todos los días una nueva luz, luz que no vio la víspera, si en verdad desea servir debe condenar su imperfecto servicio de ayer, expiarlo y empezar 63
de nuevo. El intachable que cree haber prestado perfecto servicio y persiste en ello, no acepta la luz y viene después del que siempre empieza de nuevo." Envidia Caminando por la calle, el rabí de Berditchev se encontró una vez con un hombre que ejercía importantes funciones y era tan malvado como poderoso; entonces lo tomó por el borde de su chaqueta y dijo: "Señor, ¡cuánto os envidio.I Cuando os volváis a Dios, cada uno de vuestros defectos se convertirirá en un ravo de luz, y brillaréis con fuerte luz. ¡Señor, envidio vuestro diluvio de irradiaciones!" El Séder de ignorante Una vez Rabí Leví Itzjac celebró el Séder de la primera noche de Pesaj tan devotamente, que cada palabra y cada rito refulgieron a la mesa del tzadik con toda la santidad de su significado secreto. Al día siguiente de la celebración, estaba Rabí Itzjac sentado en su cuarto, alegre y orgulloso de haber oficiado tan exitoso servicio. Pero, de pronto, escuchó una voz que decía: "Más que tu Séder me ha complacido el de Jaím, el aguador". El rabí convocó a la gente de su casa y a sus discípulos y preguntó por el hombre cuyo nombre había oído. Nadie lo conocía. A pedido del tzadik, algunos de sus discípulos fueron a buscarlo. Debieron preguntar durante largo tiempo antes de que —en las afueras de la ciudad, donde sólo viven los pobres— les señalaron la casa de Jaím, el aguador. Llamaron a la puerta. Salió una mujer, y les preguntó qué deseaban. Cuando se lo diieron se sorprendió. " S í " , dijo, "Jaím, el aguador, es mi marido. Pero no puede acompañaros porque ayer bebió mucho y hoy duerme para que se le pase la embriaguez. Si lo despertáis, veréis que ni siquiera puede alzar los pies." Por toda respuesta, los discípulos dijeron: "Son las órdenes del rabí". Entraron y despertaron al hombre. Este se 64
limitó a mirarlos parpadeando, no entendió lo que querían de él e intentó darse vuelta para seguir durmiendo. Pero lo levantaron del lecho, lo aferraron y, poco menos que cargándolo a hombros, lo llevaron ante el rabí. E¡ste lo hizo sentar en una silla junto a él. Ujna vez sentado, silencioso y estupefacto, hacia él se inclinó Rabí Itzjac y le dijo: "Rabí Jaím, amado corazón, ¿qué intención mística había en tu espíritu cuando recogiste lo que contiene levadura?" El aguador lo miró embotado, sacudió la cabeza y contestó: "Maestro, yo sólo busqué por todos los rincones, y lo recogí.'' El asombrado tzadik siguió interrogándolo: "¿Y en qué consagración pensaste al quemarlo?" El hombre meditó, pareció entristecerse y dijo vacilante: "Maestro, olvidé quemarlo. Y ahora que recuerdo, todo está aún en el estante." Cuando Rabí Leví Itzjac escuchó esto se desconcertó aún más, pero siguió interrogando: " Y dime, Rabí Jaím, ¿cómo celebraste el Séder?" Algo pareció despertarse entonces en los ojos y los miembros del hombre, quien replicó en humilde tono: "Rabí, te diré la verdad. Verás, siempre oí decir que está prohibido beber aguardiente en los ocho días del festival, de modo que ayer por la mañana bebí lo suficiente para ocho días. Y me sentí cansado y me eché a dormir. Después mi mujer me despertó, y era de noche, y ella me dijo: '¿Por qué no celebras el Séder como todos los demás judíos?' Yo dije: '¿Qué quieres de mí? Soy un hombre ignorante, y mi padre era un hombre ignorante, y no sé qué debo hacer ni qué no debo hacer. Pero algo sé; nuestros padres vivieron en cautiverio en la tierra de los gitanos, y teníamos un Dios, y él los llevó lejos, hacia la libertad. Y mira: ahora estamos de nuevo en cautiverio, y yo sé y te digo que Dios nos llevará también a nosotros a la libertad.' Y entonces vi delante una mesa, cuyo mantel brillaba como el sol, v sobre ella había fuentes de matzot y huevos y otras viandas, y botellas de vino tinto. Comí matzot y huevos y bebí vino, y di a mi mujer de comer y de beber. Y entonces me sentí sobrecogido de alegría, y alcé mi copa hacia Dios, y dije: '¡Mira, Dios, por ti bebo esti copa! 65
¡E inclínate tú sobre nosotros y danos la libertad!' Y entonces nos sentdmos y bebimos y nos regocijamos ante Dios. Y después me sentí cansado, me tendí y me quedé dormido." En la Sagrada Fiesta de los Siete Pastores Rabí Lev! Itzjac recibía con frecuencia a su mesa a un hombre honesto y poco instruido, a quien sus discípulos miraban con desdén por considerarlo incapaz de comprender lo que el rabí decía. ¿Qué tiene que hacer aquel que hierve brea entre quienes confeccionan ungüentos? Pero como el hombre era simple y de buen humor, o no advirtió la actitud de los discípulos, o no se molestó por ella, de modo que finalmente éstos le pidieron a la mujer del rabí que señalara al patán el camino de la puerta. Como ella no quiso hacerlo sin permiso del marido, informó a éste del deseo y el pedido de sus discípulos. El rabí contestó: "Cuando los Siete Pastores se sientan a la Fiesta Sagrada:3 Adán, Set, Matusalén a la derecha, Abraham, Jacob, Moisés a la izquierda, y David en el medio, y un pobre hombre sin instrucción, Levi Itzjac de Berditchev, se acerca a ellos, creo que hasta saludan a ese patán inclinando la cabeza." Moisés y el Monte Sinaí Una vez se formuló al rabí de Berditchev esta pregunta: "¿Cómo fue que Moisés, quien en su gran humildad había implorado a Dios que no enviara a él sino a otro a Faraón, no vaciló un instante en recibir la Tora?" " E l había visto altas motañas presentarse ante Dios", dijo el rabí, " y solicitar cada una el privilegio de ser aquella donde sobreviniera la revelación. Pero Dios eligió el pequeño Monte Sinaí. 4 Tal es la causa por la cual —viéndose también él elegido— Moisés no se resistió al llamado, sino que lo acató." 3 4
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En el mundo venidero. Según una conocida leyenda midráshica.
Su segundo
nombre
El segundo nombre de Rabí Leví Itzjae era Barmherzig, "Misericordioso", y por este nombre, que no era sin embargo el de su padre, era conocido por las autoridades y estaba inscripto en sus libros. Y así fue cómo ocurrió la cosa. El rey dictó un decreto por el cual todos debían agregar a su nombre un segundo nombre, y como los judíos eran demasiado lentos en obedecerlo, el alguacil de Berditchev fue de casa en casa para imponer el cumplimiento de la ley. Al cruzar el umbral de la casa de Rabí Leví Itzjae y repetir la rutinaria pregunta, el tzadik lo miró como mira un ser humano a otro e, ignorando la pregunta, dijo: "Empéñate en imitar la cualidad de Dios. Puesto que él es misericordioso, también tú debes serlo.'' 5 Pero el alguacil se limitó a sacar su lista y anotar: "Primer nombre, Leví Itzjae; segundo nombre, Misericordioso.'' Las filacterias de Dios En medio de una plegaria, el rabí de Berditchev dijo una vez a Dios: "Señor del mundo, debes perdonar a Israel sus pecados. Si lo haces, bien. Pero si no lo haces, diré al mundo entero que las filacterias que llevas no son válidas. Pues, ¿qué versículo contienen tus filacterias? Es un versículo de David, tu ungido: '¡Quién es como tú, pueblo de Israel, nación única en la tierra!' Y si no perdonas a Israel sus pecados, ya no es entonces una 'nación única en la tierra', el versículo que contienen tus filacterias es falso y ellas se tornan inválidas." Otra vez dijo: "Señor del mundo, las filacterias que llevas en la cabeza son Israel. Cuando las filacterias de un sencillo judío caen al suelo, él las levanta cuidadosamente, las limpia y las besa. Señor, tus filacterias han caído al suelo." El carretero Una vez el rabí de Berditchev vio a un carretero preparado para el Servicio Matutino, con su talet y sus filacterias. 5
Dicho talmúdico (Shabat 133).
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Estaba engrasando las ruedas de su carreta. "¡Señor del mundo I", exclamó deleitado. "¡Contempla a este hombreI Contempla la devoción de tu pueblo. ¡Aun engrasando las ruedas de una carreta, se acuerdan de tu nombre!" La mujer que lloraba El rabí de Berditchev relató lo siguiente: "Una vez, muy poco antes del Día de Año Nuevo, vino ante mí una mujer que lloraba y lloraba. Le pregunté: '¿Por qué lloras? ¿Por qué estás llorando?' Ella dijo: '¿Por qué no habría de llorar? ¡Me duele la cabeza! ¡Me duele la cabeza!' Le dije: 'No llores. Si lloras, tu cabeza sólo te dolerá más!' Contestó: '¿Por qué no habría de llorar? ¿Por qué no habría de llorar? Tengo solamente un hijo, y ahora se aproxima este sagrado y terrible día, y no sé si mi hijo pasará el juicio de Dios.' Le dije: '¡No llores! ¡No llores! Con seguridad pasará el juicio de Dios, pues mira, es'á escrito: ¿No es Efraím para mí un hijo querido? ¿No es un hijo precioso? Pues cuantas veces hablo de él, me acuerdo de él con ternura todavía; por tanto mis entrañas se conmueven por él; ciertamente tendré compasión de él, dice el Señor?' " 6 El rabí de Berditchev solía relatar este episodio en un singular tono cantante, y en el mismo tono lo refieren hoy los jasidim. En el suelo Un hombre acudió a Rabí Leví Itzjac y se quejó: "Rabí, ¿qué he de hacer con la mentira que costantemente se infiltra en mi corazón?" Se detuvo y luego gritó muy alto: "¡Oh, y ni siquiera lo que acabo de decir fue dicho sinceramente! ¡Jamás encontraré la verdad!" De desesperación, el hombre se arrojó al suelo. "¡Con cuánto fervor busca este hombre la verdad!", dijo el rabí. Con mano suave lo levantó del suelo y dijo: "Está escrito: 'La verdad brotará de la tierra.' " 7 6
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Jeremías 31:19. Salmos 85:12.
El grueso libro de
oraciones
En una víspera del Día del Perdón, el rabí de Berditchev esperó un momento antes de subir al pulpito para leer las oraciones e iba y venía por la Casa de Oración. En un rincón encontró a un hombre que, encogido sobre el suelo, lloraba. Cuando lo interrogó, el hombre dijo: "Hasta hace corto tiempo tenía sólo buenas cosas, y ahora, estoy arruinado. Rabí, yo vivía en una aldea y ningún hambriento se alejó de mi puerta sin recibir alimento. Mi mujer solía llevar a casa a los caminantes pobres que hallaba por la ruta y atendía a sus necesidades. Y luego viene E l " —la mano del hombre apuntó al cielo— " y se lleva a mi mujer y mi casa de un día para otro. ¡Allí quedé yo con seis niños pequeños, sin mujer, sin casa! Y tenía un grueso libro de oraciones, y todos los himnos estaban allí en el orden correcto; no era preciso buscarlos, y también se quemó junto con todo lo demás. Dime ahora, Rabí, ¿puedo perdonarlo a E l ? " El tzadik hizo buscar un libro de oraciones como el descripto por el hombre. Cuando le fue llevado, el hombre comezó a volver las páginas para ver si todo estaba en el orden correcto, mientras el rabí de Berditchev esperaba. Finalmente, éste preguntó: "¿Lo perdonas ahora?" " S í " , dijo el hombre. Entonces el rabí se dirigió al púlpito y entonó la oración "Todas las promesas." La sabiduría de
Salomón
Preguntaron a Rabí Leví Itzjac de Berditchev: " E n relación con el pasaje de las Escrituras que afirma que el Rey Salomón era el más sabio de los hombres, se ha observado: 'Más sabio incluso que los necios.' ¿Qué significado pueden encerrar esas palabras que aparentemente carecen de sentido?'' El rabí de Berditchev explicó: "Una característica del necio es considerarse más sabio que cualquier otro, y nadie puede convencerlo de que es un necio y de que lo que hace es insensato. Pero la sabiduría de Salomón era tan grande que podía asumir múltiples aspectos, incluso el de la necedad. Tal 69
es la causa por la cual podía conversar verdaderamente con necios e impresionar sus corazones hasta que reconocían qué clase de personas eran y lo manifestaban." Abráham y Lot En el curso de un viaje, el rabí de Berditchev se detuvo en Lwow y fue a casa de un hombre rico y respetado. Admitido a la presencia del dueño de casa, pidió albergue por un día, pero calló su nombre y su título. El hombre rico le contestó en tono hosco: "No necesito caminantes. ¿Por qué no vas a una posada?" "No soy hombre de estar en una posada", dijo el rabí. "Dame sólo un pequeño sitio en uno de tus cuartos y no te molestaré por ningún otro motivo." "¡Fuera de aquí!", gritó el otro. "Si, como dices, no eres hombre de estar en una posada, ve a casa del maestro de la escuela, a la vuelta de la esquina. A él le agrada recibir honrosamente a vagabundos como tú y darles de comer y de beber." Rabí Leví Itzjac fue a casa del maestro, donde se lo recibió con honor y se le dio de comer y de beber. Pero en su camino hacia allí alguien lo reconoció, y pronto en la ciudad entera corría la noticia de que el santo rabí de Berditchev estaba allí y se había alojado en casa del maestro. Apenas había descansado un poco, cuando ante la puerta se agolpó una multitud deseosa de entrar. Cuando abrieron, los visitantes se precipitaron a recibir la bendición del tzadik. Entre ellos estaba el hombre rico. Se abrió paso hasta el rabí y dijo: "¡Quiera el maestro perdonarme y honrar mi casa con su visita! Todos los tzadikim que vinieron a Lwow fueron mis huéspedes.'' Rabí Leví Itzjac se volvió a quienes lo rodeaban y dijo: "¿Conocéis la diferencia entre nuestro Padre Abraham, la paz sea con él, y Lot? ¿Por qué tal espíritu de satisfacción impregna la historia de cómo Abraham puso ante los ángeles cuajada y leche y ternero tierno? ¿Acaso Lot no horneó también para ellos y Ies dio de comer? ¿Y por qué se considera que el hecho de que Abraham los recibiera en su tienda fue 70
una acción tan meritoria? Pues también Lot los invitó y les dio refugio. Esta es la verdad del asunto: en el caso de Lot está escrito que a Sodoma acudieron ángeles. Pero en lo que' concierne a Abraham, las Escrituras dicen: "Alzando los ojos miró, y he aquí que tres hombres estaban parados cerca de él". Lot vio formas angélicas, y Abraham vio polvorientos caminantes que necesitaban alimento y reposo." Trabajo
penoso
Rabí Leví Itzjac descubrió que las muchachas que amasaban la pasta del pan ázimo se afanaban desde las primeras horas de la mañana hasta muy entrada la noche. Entonces exclamó ante la congregación, reunida en la Casa de Oración: "Quienes odian a Israel nos acusan de hornear el pan ázimo con sangre de cristianos. Pero no, |lo horneamos con sangre de judíos!" Caridad Cuando Leví Itzjac se convirtió en rav de Berditchev, concertó con los jefes de la congregación un acuerdo en el sentido de que no le pedirían que concurriera a sus reuniones a menos que se propusiesen discutir la implantación de un nuevo uso o procedimiento. Un día le pidieron que asistiera a una reunión. Inmediatamente después de saludarlos, les preguntó: "¿Qué nuevo procedimiento queréis establecer?" Le respondieron: "Queremos que de aquí en adelante los pobres no pidan más de puerta en puerta. Queremos instalar una caja, donde todos los pudientes depositarán dinero, cada uno según sus medios, y con esos fondos se atenderán las necesidades de los pobres." Cuando el rabí oyó estas palabras, dijo: "Hermanos míos, ¿no os pedí que no me apartarais de mis estudios ni me convocarais a una reunión para tratar acerca de un uso viejo o un procedimiento viejo? Los dirigentes se asombraron y protestaron: "Pero, maestro, ¡el procedimiento que consideramos hoy es nuevo!" 71
"¡Os equivocáisl", exclamó el rabí. " ¡ E s antiquísimo! Es un procedimiento viejo, muy viejo, que se remonta a Sodoma y Gomorra. ¿Recordáis lo que se relata sobre la muchacha de Sodoma, que dio a un mendigo un trozo de pan? ¿De cómo la capturaron y desvistieron, untaron de' miel su cuerpo desnudo y la expusieron a las abejas, para que la devorasen, por el gran crimen que había cometido? 8 Quién sabe, tal vez también ellos tuvieran una caja comunitaria donde los pudientes depositaban sus limosnas para no verse obligados a mirar a los ojos a sus hermanos pobres." De prisa El rabí de Berditchev vio a un hombre que marchaba de prisa por la calle, sin mirar a derecha ni izquierda. "¿Por qué te apuras tanto?", le preguntó. "Voy tras de mi sustento", replicó el hombre. '' ¿Y cómo sabes'continuó el rabí, '' que tu sustento corre delante de ti, de modo que tienes que apurarte tras él? Tal vez esté detrás de ti y todo cuanto necesites para encontrarlo sea quedarte quieto. ¡Y en cambio así estás huyendo de él!" ¿Qué hacesP Otra vez, el rabí de Berditchev vio en el mercado a un hombre tan absorto en sus negocios que nunca alzaba la vista. Lo detuvo y le preguntó: "¿Qué haces?" El hombre contestó apurado: "No tengo tiempo para conversar ahora contigo." Pero el rabí se rehusó a ser desairado. Repitió su pregunta: "¿Qué haces?" Impaciente el hombre exclamó: "¡No me detengas! ¡Debo atender mis negocios!" Sin embargo, el rabí insistió: "Muy bien", dijo. "Pero tú —tú mismo—, ¿qué estás haciendo? Todo lo que tanto te 8
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Leyenda talmúdica (Sanedrín 109).
preocupa está en manos de Dios, y todo lo que está en las tuyas es temer a Dios." El hombre alzó la vista y —por primera vez— supo qué era el temor de Dios. Los dos
generales
Rabí Leví Itzjac dijo: "Si un hombre ama realmente a Dios es posible comprobarlo por el amor que siente hacia sus congéneres. Os relataré una parábola. "Había una vez un país que sufría los estragos de la guerra. El general que mandaba el ejército enviado contra el enemigo fue derrotado. El rey lo destituyó y puso en su lugar a otro hombre que logró expulsar al invasor. El primer general fue sospechado de traicionar a su país. El rey se preguntó si había alguna manera de determinar si ese general realmente lo amaba o lo odiaba. Y comprendió que un signo inequívoco le permitiría descubrir la verdad: si el hombre del que dudaba demostraba amistad por su rival y manifestaba una franca alegría por su éxito, se lo podía considerar digno de confianza; pero si c'onspiraba contra su rival, probaría así su culpabilidad. "Dios creó al hombre para que luchara contra el mal que hay en su alma. Pues bien, muchos hombres aman por cierto a Dios, pero son derrotados en esa amarga lucha. Se los puede reconocer por su capacidad de compartir de todo corazón y sin reservas la felicidad de sus victoriosos congéneres." Amalek Así fue como Rabí Leví Itzjac explicó el versículo de las Escrituras que dice: "Acuérdate de lo que te hizo Amalek." 9 "Porque eres hombre, primero se te permite recordar lo que te ha hecho el poder del mal. Pero cuando asciendes al peldaño de los tzadíkim y tu corazón reposa respecto de todos los enemigos que te rodean, entonces "borras el recuerdo de 9
Deuteronomio 25:17.
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Amalek de lo que hay bajo el Cielo" y sólo recuerdas lo que el poder del mal hizo al Cielo: cómo erigió un muro entre Dios e Israel y envió al exilio a la Divina Presencia." La grandeza de
Faraón
Rabí Leví Itzjac dijo: " ¡Cuánto envidio a Faraón! [Qué glorificación del nombre de Dios causó con su terquedad!" Camaleones Rabí Leví Itzjac dijo: "Está escrito: ' . . . y tendrás trato corrupto y harás un ídolo, incluso con la forma de cada c o s a . . . ' Esto se refiere a los 'camaleones', que cuando están entre los jasidim actúan como jasidim, y cuando están entre renegados se acomodan a la manera de ser de éstos, y adoptan para sí mismos las formas de toda especie de cosa." Quizá U¡n hombre muy estudioso —uno de esos que se jactan de estar iluminados— que había oído hablar del rabí de Berditchev, lo visitó con el fin de discutir con él, como tenía por costumbre hacer con otros, y refutar sus anticuadas pruebas de la verdad de su fe. Cuando entró en el cuarto del tzadik, lo vio ir y venir, un libro en las manos, inmerso en un pensamiento extático. El rabí no advirtió la presencia de su visitante. Al cabo de un rato, empero, se detuvo, le echó un vistazo y dijo: "¡Pero quizá después de todo sea verdad!" El estudioso procuró en vano recobrar su aplomo. Sus rodillas se entrechocaron, pues era terrible contemplar al tzadik, como terrible había sido escuchar sus simples palabras. Pero Rabí Leví Itzjac se volvió hacia él y calmosamente dijo: "Hijo mío, los grandes eruditos de la Torá con quienes discutiste desperdiciaron sus palabras contigo. Al separarte de ellos sólo te reiste de lo que habían dicho, No podían poner a Dios y 74
su reino sobre la mesa ante ti, y tampoco yo puedo hacerlo. Pero, hijo mío, ¡piénsalo solamente! Quizá sea verdad. ¡Quizá, después de todo, sea verdad!" El iluminado hizo todo lo posible por responder, pero el terrible "quizá" resonó en sus oídos una y otra vez y quebró su resistencia. Los falsos Mesías Un incrédulo declaró cierta vez al Rabí de Berditchev que incluso los grandes maestros de la Torá habían errado gravemente; Rabí Akiba, por ejemplo, había tomado a Bar Kojba, el rebelde, por el Mesías, y le había tributado los honores correspondientes. El rabí de Berditchev contestó: "Había una vez un emperador cuyo hijo único cayó enfermo. Un médico aconsejó esparcir un ungüento acre sobre un trozo de paño y envolver con éste el cuerpo desnudo del paciente. Otro lo contradijo, sosteniendo que el niño estaba demasiado débil para soportar el dolor que el ungüento le produciría. Un tercero prescribió una poción soporífera, pero el cuarto médico temió que dañara el corazón del enfermo. Entonces un quinto sugirió que diesen al príncipe una cucharada cada vez que despertara y sintiera dolor. Cuando Dios vio que el alma de Israel estaba enferma, la envolvió en el acre paño del exilio, y para que pudiera soportarlo, la sumió en un sueño entumecedor. Pero para evitar que todo ello la destruyera, de vez en cuando la despierta con la esperanza de un falso Mesías y luego la adormece para que descanse de nuevo hasta que pase la noche y llegue el verdadero Mesías. Y para que así sea, incluso los ojos de los sabios son a veces cegados." En la vlaza del
mercado
El rabí de Berditchev estaba una vez en una gran plaza de mercado, donde vio a muchos hombres, poseído cada uno de ellos por la codicia de hacer ganancias. Subió al techo de una casa y habló hacia abajo en alta voz: "Vosotros, hombres, vosotros estáis olvidando el temor de Dios." 75
En otro tiempo y ahora El rabí de Berditehev dijo: " L o que veo ante mí es un mundo desbarajustado. En otro tiempo toda la verdad estaba en las callejuelas y plazas de mercado de Israel: allí todos decían la verdad. Pero cuando llegaban a la Casa de Oración, se las ingeniaban para decir mentiras. Ahora ocurre exactamente lo contrario. En las calles y plazas profieren falsedades, pero cuando entran en la Casa de Oración confiesan la verdad. Pues en otro tiempo, en Israel, sucedía así: fe y verdad eran las lámparas que guiaban los pasos de las gentes, y cuando iban al mercado y al mundo del comercio, con sus almas probaban las palabras: que el 'sí' sea verdadero y el 'no' sea verdadero,10 y todos los tratos se hacían de buena fe. Pero cuando venían a la Casa de Oración, se golpeaban el pecho diciendo: '|Hemos transgredidol [Hemos pactado en forma traicionera! ¡Hemos robado!' 11 Todo lo cual era mentira, porque habían mantenido la buena fe ante Dios y el hombre. Hoy sucede al revés: en el comercio mienten y engañan, y en las oraciones profesan la verdad." El
sanctasanctórum
Rabí Leví Itzjac dijo: "Nos está prohibido tener malos: pensamientos, porque el espíritu del hombre es el sanctasanctórum. En él está el Arca con las tablas de la Ley, y si el hombre permite que surjan en su interior malos pensamientos, erige un ídolo en el Templo. Pero cuando en medio de la plegaria el tzadik es presa de hondo fervor, cuando se enciende en llama y alza sus manos, sucede como en otro tiempo, cuando —en el sanctasanctórum— los querubines apuntaban hacia arriba sus alas." El complot inicuo "¡No debemos mortificar nuestra carne!" Esto es lo que el rabí de Berditehev solía decir. "Nada representa, sino la 10 11
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Talmud babilónico (Baba Metziá 4 9 ) . Confesión de los pecados que se recita en el Día del Perdón.
tentación de la inclinación al mal, que quiere debilitar nuestro espíritu para impedirnos servir correctamente a Dios. Una vez dos hombres fuertes luchaban entre sí y ninguno lograba prevalecer sobre su adversario. Entonces uno de ellos tuvo una idea. 'Debo ingeniarme para disminuir el poder de su mente', se dijo a sí mismo, 'pues así habré dominado su cuerpo'. Esto es precisamente lo que la inclinación al mal quiere que hagamos cuando nos tienta a mortificar nuestra carne.'' Verdadero
pesar y verdadera
alegría
Cuando se le preguntó cuál era el camino recto, si el del pesar o el de la alegría, el rabí de Berditchev dijo: "Hay dos clases de pesar y dos clases de alegría. Cuando un hombre cavila sobre los infortunios que lo abruman, cuando se refugia en un rincón y desespera de recibir ayuda, da un ejemplo de pesar de mala especie, sobre el cual se ha dicho: 'La Divina Presencia no habita en un lugar de abatimiento.'12 La otra especie es el dolor honesto de un hombre que sabe lo que le falta. Lo mismo vale para la alegría. Quien carece de sustancia interior y, en medio de sus placeres vacíos, no lo advierte, ni trata de suplir esa carencia, es un necio. Pero el hombre auténticamente alegre se parece a aquel cuya casa se ha quemado, que siente en lo más hondo del alma esa necesidad y empieza a construir de nuevo. A cada piedra puesta, su corazón se regocija." La danza Cuando su hijo murió, Rabí Leví Itzjac siguió el féretro danzando. Algunos de sus jasidim no pudieron abstenerse de manifestar su asombro. El dijo: "Un alma pura me fue dada. Un alma pura es lo que devuelvo." 12 Talmud (Shabat 30b).
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Discipulado Cuando Rabí Kalman, autor del muy conocido libro Luz y Sol, contaba cinco años de edad, se ocultó bajo el talet del rabí de Berditchev, como gustan de hacer los niños, y alzó la vista hacia su velado rostro. Un ardiente vigor entró en su corazón, lo inundó y tomó posesión de él. Muchos años después, Rabí Elimélej llevó a algunos do sus más nobles discípulos a presencia del rabí de Berditchev. Entre ellos estaba el joven Kalman. Rabí Itzjac lo miró y lo reconoció. "¡Este es mío!", dijo. Conocimiento El rabí de Berditchev y Aarón, uno de sus discípulos, estaban de viaje. Se detuvieron en Lizhensk, donde los hospedó Rabí Elimélej. Cuando el Rabí de Berditchev partió, su discípulo se quedó en el lugar, instalado en la "Klaus", la Casa de Estudio y Oración de Rabí Elimélej, y empezó a estudiar allí sin haberle dicho nada al respecto. Por la noche el tzadik entró y lo vio. "¿Por qué no partiste con tu rabí?", preguntóle. Aarón repuso: "Conozco a mi rabí, y me quedé porque quiero aprender a conocerte también a ti". Rabí Elimélej se acercó y lo tomó por la chaqueta: "¡Piensas que conoces a tu rabí!", exclamó. "¡Vamos, ni siquiera conoces su chaqueta!" Respuesta de Rabí
Elimélej
Durante el período en que, en muchos sitios, los enemigos de las enseñanzas jasídicas atacaban a Rabí Lev! Itzjac por su forma de oficiar el servicio y le hacían todo el daño posible, algunas personas comprensivas escribieron al gran Rabí Elimélej preguntándole cómo podían esas gentes atreverse a tal cosa. Respondió: "¿Por qué os sorprendéis? Hechos así se han producido siempre en Israel. ¡Ay de nuestras almas! ¡Si las cosas fueran de otro modo, ninguna nación del mundo podría subyugarnos!" 78
La primera
página
Preguntaron a Rabí Leví Itzjac: "¿Por qué no hay primera página en ninguno de los tratados del Talmud babilónico? ¿Por qué cada uno empieza por la segunda?" Repuso: "Por mucho que un hombre pueda aprender, siempre debe recordar que no ha llegado siquiera a la primera página." Enseñanzas
octdtas
Rabí Leví Itzjac dijo: "Está escrito en Isaías: 'Pues enseñanza saldrá de mí.' ¿Cómo debemos interpretarlo? Pues creemos con perfecta fe que la Torá, que Moisés recibió en el Monte Sinaí, no puede ser modificada, y que ninguna otra será dada. Es inalterable y nos está prohibido cuestionar siquiera una de sus letras. Pero, en realidad, no sólo las letras en negro, sino también los espacios en blanco que las separan, son símbolos de la enseñanza, con la salvedad de que no somos capaces de leer esos espacios. En tiempos venideros, Dios revelará lo que la blancura de la Torá oculta." El último son del cuerno de
carnero
En el último Festival de Año Nuevo que hubo en vida de Rabí Leví Itzjac, procuraron en vano hacer sonar el cuerno de carnero. Nadie pudo arrancarle una sola nota. Finalmente, el propio tzadik lo llevó a sus labios, pero tampoco tuvo éxito. La intervención de Satán se tornó patente. Rabí Leví Itzjac bajó el cuerno, lo dejó a un lado y exclamó: "¡Señor del mundo! En tu Torá está escrito que nosotros, los judíos, hemos de soplar el cuerno de carnero en el día en que creaste el mundo. Mira aquí abajo, donde estamos nosotros, y verás que liemos acudido todos, con nuestras mujeres e hijos, para cumplir tu mandato. Pero si esto se nos niega, si hemos dejado de ser el pueblo que amas, pues bien, ¡que Iván haga sonar el cuerno de carnero en tu homenaje!" Todos lloraron, y en lo hondo de sus corazones se arrepintieron. Al cabo de un tiempo el rabí llevó de nuevo el cuer79
no de carnero a sus labios, y esta vez emitió una nota pura e impecable. Concluida la plegaria, Rabí Leví Itzjac se volvió a su congregación y dijo: " L o vencí, pero me costará la vida. Heme aquí, una ofrenda por Israel.'' 13 Murió pocas semanas después. Se amplía un período Al concluir el Día del Perdón, cuando salían de la Casa de Oración, dijo Rabí Leví Itzjac a quienes se apretaban en torno de él: "Os digo que el tiempo de mi vida ha terminado y en esta misma hora debería estar abandonando el mundo. Pero me turbaba y preocupaba el verme imposibilitado de cumplir los dos preciosos mandamientos de habitar en la cabaña y bendecir la cidra, cuyo tiempo se acerca y estará con nosotros dentro de cuatro días. Entonces imploré que mi vida fuera prolongada hasta después de la Fiesta de las Cabañas, y Dios me escuchó." Y así fue: en el día siguiente al del Regocijo en la Ley, el rabí de Berditchev cayó enfermo y un día después murió. Las puertas de la oración Cuentan que a la hora en que Rabí Leví Itzjac murió, un tzadik que enseñaba en una ciudad distante interrumpió súbitamente su discurso, en el que trataba de fundir el poder de la doctrina con el del culto, y dijo a sus discípulos: "No puedo proseguir. Todo se ha oscurecido ante mis ojos. Las puertas de la oración están cerrándose. Algo ha de haber oc'urrido al gran devoto, a Rabí Leví Itzjac." El arrugo En tiempos de Rabí Leví Itzjac, un santo varón vivía en la ciudad de Berditchev. Lo llamaban rabí de Morchov por13
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Expresiones similares se encuentran en el Talmud. Su significado es: Que el castigo de Israel caiga sobre mí.
que se había criado en Morchov, Ucrania. Había amistad entre ambos, y en sus relaciones la reprobación era manifiesta y el amor disimulado. Al morir el tzadik, el rabí de Morchov acudió a caminar tras su féretro. Cuando sacaron el cuerpo de la casa, se acercó, se inclinó y murmuró algo al oído del muerto. Sólo resultaron audibles las últimas palabras: "Según está escrito: 'Siete semanas contarás.' " Pasadas siete semanas, también él murió. *
Desde
entonces
Desde que murió Rabí Leví Itzjac, Berditchev no volvió a tener un rav. La congregación no pudo hallar quien ocupara el sitio que él dejó vacío.
1
V
ZUSIA DE HANIPOL
Las
bendiciones
Rabí Zusia solía decir: "Mi madre Mirl, la paz sea con ella, no oraba con el libro, porque no sabía leer. Todo cuanto sabía era decir las bendiciones. Pero dondequiera que dijese la bendición en la mañana, allí duraba todo el día la irradiación de la Divina Presencia." La parábola del leñador De joven, Zusia se unió a la congregación del Gran Maguid, Rabí Ber de Mezritch. Pero no permanecía con los otros discípulos. Vagaba por los bosques, yacía en lugares ocultos y cantaba sus alabanzas a Dios, hasta que la gente, al hablar de él, empezó a citar las palabras de Salomón: " T e recrearás siempre en su amor." 1 Su hermano Elimélej, niño aún, que no pertenecía todavía a la congregación, se aplicaba al estudio. Sentía curiosidad por Zusia y una vez le preguntó: "Hermano, ¿por qué obras de esa manera, que a todos en la Casa de Estudio les parece extraña?" Con una sonrisa, Zusia le respondió: "Hermano, te contaré una historia." Y relató lo siguiente. "Un pobre leñador tenía un profundo anhelo de ver personalmente el rostro del rey. De modo que dejó su aldea y caminó muchos días hasta llegar a la ciudad donde el rey vivía. Después de muchos intentos, logró ser empleado en el palacio real. Debía atender las estufas. Y entonces puso en su tarea todo el celo y el sentido común que pudo. El mismo 1
«2
Proverbios 5:19.
iba al bosque, obtenía la mejor madera, fragante de resina, la cortaba en trozos parejos y —exactamente a la hora señalada— los apilaba con destreza en los diversos hogares. El rey disfrutaba del benéfico y vivo calor. Era mejor que todo cuanto había tenido antes y preguntó por qué sucedía esto. Cuando le contaron del leñador y su trabajo, le envió a decir que expresara un deseo y le sería concedido. El pobre hombre suplicó que se le permitiera ver al rey de vez en cuando. La petición fue aceptada En un estrecho pasaje que llevaba a la leñera, practicaron una ventana que enfrentaba las habitaciones del rey, de modo que el leñador podía mirar por allí y satisfacer su deseo. A todo esto, una vez el hijo del rey, sentado a la mesa de su padre, dijo algo que lo disgustó y fue castigado con una proscripción de un año de los aposentos reales. Durante un tiempo vivió en amarga soledad. Después empezó a vagar pesaroso por los corredores del palacio. Cuando llegó a la ventanita abierta para el leñador, se apoderó de él un anhelo más fuerte aún de ver de nuevo a su padre y pidió al hombre que lo dejara mirar por ella. Después conversaron con frecuencia.'' "Hermano", dijo Zusia a Elimélej cuando llegó a ese punto de la historia, "esto es lo que dijo el leñador al príncipe mientras conversaban. 'Tú estás en tu casa en los aposentos del señor y comes a su mesa. Todo cuanto necesitas es gobernar sabiamente tus palabras. Pero yo no tengo sabiduría ni estudios, y entonces debo ejecutar mis humildes servicios para poder ver de vez en cuando el rostro del señor.' " La
palabra
Esto fue relatado por Rabí Israel de Rizhyn. "Todos los discípulos de mi antepasado, el Gran Maguid, transmitían las enseñanzas en su nombre; todos, excepto Rabí Zusia. Y la razón de ello consistía en que rara vez había escuchado Rabí Zusia el sermón de su maestro hasta el final. Pues en el comienzo mismo, cuando el maguid recitaba el versículo que se disponía a explicar, y empezaba con las palabras de las Escrituras: 'Y Dios dijo', o 'Y Dios habló', Rabí Zusia caía presa del éxtasis y gritaba y gesticualaba tan sal83
vajemente que turbaba la paz de la mesa redonda y era preciso sacarlo de allí. Entonces permanecía en el vestíbulo o en la leñera y gritaba: '¡Y Dios dijo!' No se tranquilizaba hasta que mi antepasado había concluido de exponer las Escrituras. Por esta razón no estaba familiarizado con los sermones del maguid. Pero la verdad, te digo, la verdad es ésta: si un hombre habla en el espíritu de la verdad y escucha en el espíritu de la verdad, una palabra es suficiente, pues con una palabra el mundo puede ser edificado, y con una palabra el mundo puede ser redimido." Solamente lo bueno Una vez, estando Zusia en casa de su maestro, Rabí Ber, se presentó un hombre ante el Gran Maguid y le pidió que lo aconsejara y ayudara en una empresa. Zusia vio que ese hombre estaba lleno de pecado v que era insensible a todo hálito de arrepentimiento; se enfureció y le habló duramente, diciéndole: "¿Cómo un hombre como tú, un hombre que ha cometido éste y aquel crimen, tiene la audacia de presentarse ante un individuo santo, sin sentir vergüenza ni deseo de expiación?'' El hombre se fue en silencio, pero Zusia lamentó lo que había hecho y no supo cómo remediarlo. Entonces el maestro le dio su bendición, mra que en adelante sólo fue r e capaz de ver lo bueno en otros, aun si una persona pecaba ante sus ojos. Pero como el don de visión de Zusia no podía ser retirado de él por obra de palabras habladas por hombre, sucedió que a partir de ese momento él sintió como propios los pecados de la gente que encontraba y se inculpaba por ellos. Toda vez que el rabí de Rizhyn relataba esto acerca de Zusia, era probable que agregara: " Y si todos nosotros fuésemos como él, hace largo tiempo que el mal hubiera sido destruido, y la muerte superada, y la perfección alcanzada." Sufrimiento Cuando Rabí Shmelke y su hermano visitaron al maguid de Mezritch, lo interrogaron sobre el siguiente punto: "Nuesí'.l
tros sabios dicen ciertas palabras que nos arrebatan la paz porque no las entendemos. Según ellas, los hombres deberían agradecer a Dios tanto el sufrimiento como el bienestar, y recibir ambos con la misma alegría. ¿Nos dirías, rabí, cómo debemos entender esto?" El maguid repuso: "Id a la Casa de Estudio. Allí encontraréis a Zusia, que estará fumando su pipa. El os dará la explicación." Fueron a la Casa de Estudio y formularon su pregunta a Rabí Zusia. El rió. '' ¡Pues sí que habéis acudido al hombre acertado! Dirigios a otro antes que a mí, pues jamás experimenté el sufrimiento." Pero ambos sabían que, desde el día de su nacimiento hasta ese día, la vida de Rabí Zusia había sido una red de necesidades y angustia. Entonces supieron de qué se trataba: de aceptar el sufrimiento con amor. Las vestiduras de la
misericordia
Preguntaron a Rabí Zusia: "Nosotros rogamos: 'Y otórganos buena misericordia...' y ' Quien otorgara buena misericordia . . . ' ¿No es buena toda misericordia?'' El explicó: "Desde luego que toda misericordia es buena. La verdad del caso es que todo cuanto Dios hace es misericordioso. Pero el mundo no puede soportar el baño puro de su misericordia, de modo que él la ha envuelto en vestiduras. Por eso le rogamos que también las vestiduras sean buenas." El receptor Un hombre que vivía en la misma ciudad que Rabí Zusia vio que éste era muy pobre. De modo que cada día ponía unas monedas, siempre la misma cantidad, en la bolsita donde Zusia guardaba sus filacterias, para que él y su familia pudiesen comprar lo necesario para la subsistencia. A partir de entonces ese hombre se enriqueció cada vez más. Cuanto más tenía, más daba a Zusia, y cuanto más daba a Zusia, más tenía. 85
Pero una vez recordó que Zusia era discípulo de un gran maguid y se le ocurrió que si lo que daba al discípulo era tan generosamente recompensado, prosperaría mucho más si hacía presentes al maestro mismo. De modo que viajó a Mezritch e indujo a Rabí Ber a aceptar de él una sustancial donación. A partir de entonces sus recursos empezaron a disminuir, hasta que perdió todas las ganancias conseguidas durante el período más afortunado. Llevó su problema a Rabí Zusia, le refirió toda la historia y le preguntó a qué se debían sus actuales apuros. Pues, ¿no le había dicho el propio rabí que su maestro era inconmesurablemente más grande que él? Zusia respondió: "¡Miral Mientras tú diste sin importarte a quién, fuese Zusia u otro, Dios te dio sin que le importara a quién daba. Pero cuando empezaste a buscar receptores especialmente nobles y distinguidos, Dios hizo exactamente lo mismo." La
ofrenda
Dijeron a Rabí Zusia: "Está escrito: "Habla a los hijos de Israel y haz que tomen para mí una ofrenda.'2 ¿No debería más bien decir: ' . . .que hagan para mí una ofrenda?' " Rabí Zusia repuso: "No es suficiente que quien da al menesteroso lo haga en espíritu de santidad. También el menesteroso debe tomar en espíritu de santidad. No es suficiente dar en nombre de Dios. Lo que es dado, además debe ser tomado en nombre de Dios. Por ello está escrito: 'que tomen para mí una ofrenda.' " En el camino Durante tres años, Zusia y Elimélej viajaron por el país, pues querían compartir la suerte de la Divina Presencia en el exilio y convertir a quienes estaban en el error. Una vez pasaron la noche en una taberna donde se celebraba una boda. 2
86
Exodo 25:2.
Los asistentes eran gentes rudas y violentas y habían bebido más de la cuenta. Estaban precisamente tratando de idear alguna nueva diversión cuando llegaron los dos pobres viajeros, justo a tiempo para su propósito. Apenas se habían instalado en un rincón, Rabí Elimélej contra la pared y Rabí Zusia junto a él, cuando se presentaron esos individuos, se apoderaron de Zusia, que estaba más a mano, y lo golpearon y atormentaron. Al cabo de un rato lo dejaron caer al suelo y se pusieron a bailar. A Elimélej lo fastidió que lo hubiesen dejado yacer sobre su saco sin molestarlo. Envidiaba a su hermano los golpes que había recibido. Entonces dijo: "Querido hermano, déjame tenderme en tu lugar y duerme tú en mi rincón." Y cambiaron lugares. Guando los asistentes terminaron de bailar, ciu'sie"oi vcnud'r b diversión v echaron manos a Rabí Elimélej. Pero uno de ellos gritó: "[Así no debe hacerse! ¡Que el otro tenga su parte de nuestros regalos de honor!" Con lo cual arrancaron a Zusia de su rincón, le dieron una segunda paliza y gritaron: "¡También tú te llevarás un recuerdo de la boda!" Entonces Zusia rió y dijo a Elimélej: "Ya lo ves, querido hermano, cuando hay golpes destinados a un hombre, siempre lo encontrarán, dondequiera que esté." Los
caballos
En el curso de sus largas andanzas, los dos hermanos, Rabí Zusia y Rabí Elimélej, visitaron con frecuencia la ciudad de Ludmir. Allí siempre durmieron en casa de un hombre pobre y devoto. Años después, cuando su reputación se había difundido por todo el país, volvieron a Ludmir, no a pie como antes, sino en un carruaje. El hombre más rico de esa pequeña ciudad, que nunca había querido tener nada que ver con ellos, salió a su encuentro, no bien se enteró de que habían llegado, y les rogó que se hospedaran en su casa. Ellos le dijeron: "Nada ha cambiado en nosotros para que ahora nos respetes más que antes. Lo único nuevo son los caballos y el carruaje. Recíbelos a ellos como huéspedes, y déjanos parar en casa de nuestro antiguo anfitrión, como de costumbre." 87
Los frutos del
peregrinaje
Cuando Rabí Nóaj de Kobryn, nieto de Rabí Moshé de Kobryn estaba en Sadagora, oyó a alguien decir: "Hallarás jasidim allí hasta donde llegaron los hermanos Rabí Zusia y Rabí Elimélej en sus largas andanzas; más allá de ese punto no encontrarás jasidim." El sentimiento del shabat Semana tras semana, desde el advenimiento del shabat hasta su terminación y en especial cuando comían la comida del shabat entre los jasidim y hablaban palabras de enseñanza, Rabí Elimélej y Rabí Zusia eran embargados por un sentimiento de santidad. Una vez, estando juntos, Rabí Elimélej dijo a Rabí Zusia: "Hermano, a veces temo que mi sentimiento de santidad en el shabat no sea un sentimiento genuino y que, en tal caso, mi servicio no sea el recto servicio." "Hermano", respondió Zusia, "también yo temo a veces eso mismo." "¿Qué haremos acerca de esto?", preguntó Elimélej. Zusia contestó: "Preparemos cada uno de nosotros, un día de la semana, una comida exactamente igual a la del shabat. Y sentémonos a la mesa con los jasidim y digamos palabras de enseñanza. Si entonces experimentamos ese sentimiento de santidad, sabremos que nuestro camino no es el verdadero. Pero si no lo experimentamos, ello probará que nuestro camino es el recto." Y así lo hicieron. Prepararon en día de semana una comida de shabat, vistieron las ropas del shabat y se tocaron con los gorros de piel que usaban en shabat, comieron con los jasdim y hablaron palabras de enseñanza. Y el sentimiento de santidad los embargó tal como en shabat. Cuando quedaron solos, Rabí Elimélej preguntó: "Hermano, ¿qué hemos de hacer?'' "Consultemos al rabí de Mezritch", dijo Rabí Zusia. Fueron a Mezritch y confiaron a su maestro el problema que los oprimía.
El maguid dijo: " S i os ponéis las ropas del shabat y las gorras del shabat, bien está que tengáis el sentimiento de la santidad del shabat. Porque las ropas del shabat y las gorras del shabat tienen el poder de atraer hacia la tierra la santidad del shabat. De modo que no necesitáis temer." Zusia y el
pecador
Una vez Rabí Zusia llegó a una posada y en la frente del posadero vio largos años de pecado. Por un instante no habló ni se movió. Pero una vez solo en el cuarto que se le había asignado, en medio de los salmos que cantaba lo acometió el estremecimiento de la experiencia vicaria y dijo en voz alta: "¡Zusia, Zusia, hombre corrupto! ¡Qué has hecho! No hay falsedad que no te haya tentado, ni crimen que no hayas cometido. Z\isia, hombre necio y errabundo, ¿cómo terminará todo esto?" Y pasó lista a los pecados del posadero, dando el tiempo y el lugar de cada uno, como si fueran suyos propios, y sollozó. El posadero había seguido en silencio a ese hombre extraño. Permaneció a la puerta y lo escuchó. Primero se apoderó de él una torpe consternación, pero después la penitencia y la gracia se encendieron en su interior, y despertó a Dios.
Penitencia
conjunta
Esto fue relatado por un lector en la Casa de Oración. "Cuando escuché que Rabí Zusia ayudaba a la gente a arrepentirse, decidí recurrir a él. Llegado a Hanipol, fui de inmediato a su casa, dejé mi bastón y mi mochila, y pregunté por él. La mujer del rabí me dijo que fuese a la Casa de Estudio. Desde el umbral pude ver al rabí. Tenía puesto un talet, acababa de quitarse las filacterias y estaba recitando el salmo: '¡Respóndeme cuando te llamo 1' Mientras decía estas palabras, lloraba con tal amargura como no he visto llorar a ningún otro hombre. Y después, en el piso, vi a un hombre que gemía quedamente. De pronto gritó: '¡Soy un gran pecador!' Me llevó largo rato comprender qué sucedía, y después me enteré de toda la historia. 89
El hombre era ayudante en la Casa de Estudio de la ciudad donde vivía. Había sido exhortado a acudir ante Rabí Zusia para que éste le dijese qué penitencia debía cumplir. Pero una vez ante el rabí, se negó a hacer penitencia. Entonces. .. Pero el propio rabí me refirió lo que había ocurrido. Lo hizo cuando yo discutí con él mis propios problemas y le mencioné lo que había visto. '¿Qué hice entonces?', me dijo. 'Bajé todos los escalones hasta estar con él, y uní la raíz de mi alma a la raíz de la suya. Entonces no le quedó más alternativa que hacer penitencia conmigo.' Y era una penitencia muy grande y terrible. Pero cuando el hombre dejó de gritar y gemir, vi al rabí dirigirse a él. Se inclinó, lo tomó suavemente por los rizos de las sienes y suavemente hizo girar su cabeza. Finalmente lo alzó con ambas manos y lo puso de pie. 'Se ha retirado tu culpa',3 dijo, 'y tu pecado está expiado'. 'Y yo mismo' —así agregó el hombre que me relató la historia— 'me convertí más adelante en lector de la Casa de Oración de Rabí Zusia'." El descarado y el vergonzoso Dicen nuestros sabios: " E l descarado va al infierno, el vergonzoso al paraíso.'' Rabí Zusia, bufón de Dios, explicó así esas palabras: "Quien en su santidad es osado, puede descender al infierno para elevar lo que es infame. Puede andar por allí, por callejuelas y plazas de mercado y no necesita temer el mal. Pero quien es vergonzoso, quien carece de audacia, debe mantenerse en las alturas del paraíso estudiando y rogando. Debe cuidarse de tener contacto con el mal." Tzadik y jasidim En uno de los días de escrutinio que transcurren entre Año Nuevo y el Zusia permaneció sentado en su silla y torno de él desde la mañana hasta la 3
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Isaías 6:7.
del corazón, los días Día del Perdón, Rabí sus jasidim de pie en noche. Había alzado
sus ojos y su corazón hacia el Cielo y se había desprendido de todos los vínculos corporales. Mirándolo, uno de sus jasidim fue abrumado por el deseo de arrepentirse y las lágrimas corrieron por su rostro. Y tal como una brasa ardiente enciende la de al lado, así hombre tras hombre fueron encendidos por la llama del arrepentimiento. Entonces el tzadik miró alrededor y clavó su vista en ellos. De nuevo alzó los ojos y dijo a Dios: "Señor del mundo, éste es, por cierto, el momento de arrepentirse. Pero sabes que no tengo fuerzas para hacer penitencia, de modo que acepta como penitencia mi amor y mi vergüenza." Humildad Rabí Zusia y su hermano Rabí Elimélej discutían una vez el tema de la humildad. Elimélej dijo: "Si un hombre contempla la grandeza del Creador, alcanza la verdadera humildad." Pero Zusia dijo: "¡No! Un hombre debe empezar por ser genuinamente humilde. Sólo entonces reconocerá la grandeza de su Creador." Preguntaron a su maestro, el maguid, quién tenía razón. Lo resolvió en esta forma: "Estas y aquéllas son las palabras del Dios vivo. Pero la gracia interior es de aquel que empieza por sí mismo, no por el Creador." Acerca de Achín Zusia preguntó una vez a su hermano, el sabio Rabí Elimélej: "Querido hermano, en las Escrituras leemos que las almas de todos los hombres estaban en Adán. De modo que debemos haber estado presentes cuando comió la manzana. ¡No comprendo cómo pude dejar que la comiera! ¿Y cómo puedes tú haber dejado que la comiera?" Elimélej contestó: "Tuvimos que hacerlo, como tuvieron que hacerlo todos. Pues si no la hubiese comido, la ponzoña de la serpiente hubiese permanecido en él por toda la eternidad. Siempre hubiera pensado: 'Todo cuanto necesito es co91
mer de este árbol, y seré como Dios; todo lo que necesito es comer de este árbol, y seré como Dios." "Vete de tu tierra" Rabí Zusia enseñó: Dios dijo a Abraham i '' Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré." Dios dice al hombre: "Primero, vete de tu país, que significa la penumbra que te has infligido a ti mismo. Después, de tu lugar de nacimiento, que significa la penumbra que tu madre te infligió. Después, aun de la casa de tu padre, lo cual significa irte de la penumbra que tu padre te infligió. Sólo entonces serás capaz de ir a la tierra que yo te mostraré." "E Israel
vio"
Preguntaron a Rabí Zusia: "Está escrito: ' E Israel vio a Egipto muerto sobre la costa del mar.' ¿Por qué se hace referencia a los egipcios en singular y no en plural? Y más adelante está escrito: ' E Israel vio la gran mano.' ¿No la habían visto hasta entonces?" El explicó: "Mientras el príncipe demonio de Egipto estuvo vivo y gobernó, proveyó lo necesario para que una cortina separase a Israel de su Padre en el Cielo, de modo que no pudiesen ver su esplendor. Pero cuando el príncipe demonio de Egipto —y ésta es la razón del singular— yació muerto sobre la costa del mar, la cortina se desgarró y con los ojos muy abiertos vieron Su gran mano." Zusia ij su mujer La mujer de Zusia era una harpía. Constantemente lo regañaba para que le diera el divorcio y sus palabras abrumaban el corazón de Zusia. Una noche la llamó y le dijo: "¡Mira!" Y le mostró su almohada, húmeda de lágrimas. Y prosiguió: " E n la Guemará está escrito que si un hombre de92
secha a su primera mujer, el altar mismo derramará lágrimas por él. Mi almohada está húmeda de esas lágrimas. Y ahora, ¿qué quieres? ¿Quieres aún una carta de divorcio?" A partir de ese momento, ella se tornó silenciosa. Y cuando fue realmente silenciosa, se tornó feliz. Y cuando fue feliz, se tornó buena. Zusia y los pájaros Una vez Rabí Zusia viajaba por el país recolectando dinero para rescatar prisioneros. Llegó a una posada en un momento en que el posadero se hallaba ausente. Recorrió las habitaciones, como era costumbre, y en una vio una gran jaula con pájaros de todas clases. Y Zusia percibió que las enjauladas criaturas querían volar por los espacios del mundo y ser de nuevo libres. Sintiendo piedad por ellos, se dijo: " H e aquí, Zusia, que fatigas tus pies para rescatar prisioneros. Pero, ¿qué mayor rescate de prisioneros puede haber que el de liberar estos pájaros de su prisión?" Entonces abrió la jaula, y los pájaros volaron hacia la libertad. Cuando el posadero retornó y vio vacía la jaula, montó en cólera y preguntó a la gente de la casa quién había hecho eso. Contestaron: "Hay un hombre holgazaneando por aquí, que parece un necio. Ningún otro pudo hacer semejante cosa." El posadero gritó a Zusia: " iTú, idiota! ¿Cómo pudiste tener el descaro de robarme mis pájaros y hacerme perder el buen dinero que pagué por ellos?" Zusia replicó: "Muchas veces has leído y repetido estas palabras de los salmos: 'Sus tiernas misericordias están por sobre todas sus obras.' " Entonces el posadero lo golpeó hasta que su mano se cansó y finalmente lo expulsó de la casa. Y Zusia siguió serenamente su camino. Sus días Al levantarse cada mañana, antes de decir palabra a Dios o a los hombres, era costumbre de Rabí Zusia exclamar: ¡Buenos días a todos los de Israel!" 93
Durante el día, consignaba todas sus actividades en una hoja de papel. Antes de acostarse por la noche, la tomaba, la leía y lloraba hasta que las lágrimas hacían un borrón de lo escrito. La
bendición
Cada vez que Zusia se encontraba c'on un niño judío, lo bendecía con estas palabras: "Que seas sano y fuerte como un goi." El cantar Una vez, en la víspera del Día del Perdón, Rabí Zusia oyó a un cantor que, en la Casa de Oración, entonaba los palabras: " Y ha sido perdonado" en extraños y armoniosos tonos. Entonces llamó a Dios: "¡Señor del mundo! Si Israel no hubiese pecado, ¿cómo se hubiera entonado ante ti ese cantar?'' El que responde
amén
Acerca de las palabras de nuestros sabios: " E l que responde 'amén' no debe elevar su voz por sobre la voz de quien dice la bendición", Rabí Zusia dijo: " E l alma dice la bendición, el cuerpo responde 'amén'. El cuerpo no debe atreverse a hablar con más fervor que el alma." Devociones de Zusia Zusia era una vez huésped en casa del rabí de Nesjizh. Poco después de medianoche, el anfitrión oyó sonidos que provenían del cuarto de su huésped, de modo que fue a la puerta y escuchó. Zusia corría de un punto a otro de la habitación, diciendo: "¡Señor del mundo, yo te amo! Pero, ¿qué puedo hacer? Nada puedo hacer." Y luego empezó de nuevo 94
a ir y venir corriendo, repitiendo lo mismo hasta que de pronto se acordó de algo y exc'lamó: "Vamos, yo sé silbar, de modo que silbaré algo para ti.'' Pero cuando empezó a silbar, el rabí de Nesjizh sintió miedo. El temor de Dios Una vez Zusia oró a Dios: "¡Señor, mucho es lo que te amo, pero no te temo lo bastante! ¡Señor, mucho es lo que te amo, pero no te temo lo bastante! Déjame estar ante ti en temor reverencial como lo están tus ángeles a quienes penetra tu nombre inspirador de temor reverencial." Y Dios escuchó su plegaria, y su nombre penetró en el oculto corazón de Zusia como en el de los ángeles. Pero Zusia se arrastró bajo la cama como un perrito, y un miedo animal lo estremeció hasta que aulló: "¡Señor, déjame amarte otra vez como Zusia!" Y también esta vez Dios lo escuchó. La creación de ángeles Una vez meditaba Rabí Zusia sobre el pasaje del Talmud que se refiere a la hostilidad. Allí está escrito: "Santos son aquellos de Israel. Muchos hay que quieren, y no tienen. Muchos hay que tienen, y no quieren." No podía entender por qué ambos, el hombre hospitalario que no tiene, y el mezquino, debían ser llamados santos. Y como no podía entenderlo, lloró. Y entonces se le reveló el significado. Todos saben que de cada buena acción brota un ángel. Pero los ángeles tienen un alma y un cuerpo, tal como los tenemos nosotros, con la diferencia de que su cuerpo consiste en viento y fuego. Ahora bien: quien quiere y no puede, sólo puede crear el alma del ángel. Y quien tiene y no quiere, e invita al huésped sólo por vergüenza de no hacerlo, puede crear solamente el cuerpo del ángel. Pero sabemos que en Israel cada uno responde por los otros. De modo que sus obras se funden como si fuesen las de un mismo ser. Del mismo modo, el alma y el cuerpo del ángel que ha sido creado se funden. El mezquino, desde luego, sigue siendo tan impío 95
como lo era. Pero si el alma creada halla un cuerpo del que puede revestirse, la fusión de ambas creaciones manifiesta 1? santidad de Israel. El acusador El pasaje del Tratado de Principios que dic'e: "Aquel que comete una transgresión ha obtenido para sí mismo un acusador", Rabí Zusia lo comentó así: "Cada pecado engendra un ángel acusador. Pero nunca vi surgir un ángel entero del pecado de un hombre devoto de Israel. A veces le falta la cabeza; a veces su cuerpo es baldado. Pues cuando un hombre de Israel cree en Dios, cree en él aun cuando esté pecando, su corazón está dolorido, y eso que hace no lo hace con toda su voluntad, de modo que el ángel que surge nunca está completo". En pie arriba de ellos Un jasid preguntó a Rabí Zusia: "Acerca de Abraham recibiendo a los tres ángeles, está escrito: 'Después tomó requesón y leche y el becerro que había aderezado y los puso ante ellos quedándose él mismo en pie arriba de ellos, bajo el árbol. Ellos se pusieron a comer.' ¿No es extraño que aquí el hombre esté 'en pie arriba de ellos', los ángeles?" Rabí Zusia explicó: "Cuando un hombre come en estado de Consagración, redime las santas chispas aprisionadas en la comida. Pero los ángeles no se dan cuenta de este servicio a menos que el hombre se lo diga. Por ello está escrito de Abraham que se quedó 'él mismo en pie arriba de ellos'. Así, dejó que la consagración del alimento descendiera sobre ellos." La rueda Rabí Israel de Rizhyn había sido acusado en falso y encarcelado. En la prisión dijo: " E l Cielo reveló una vez a Rabí Zusia que debía ir a una aldea próxima a Hanipol y guiar hacia el buen camino a un 96
recaudador de impuestos. Fue de inmediato y encontró al hombre dedicado a vender vodka a los campesinos. Trató de impedir que continuase y lo exhortó a rezar una plegaria, pero el recaudador se puso más y más impaciente. Como Rabí Zusia siguió exhortándolo a pesar de sus negativas y aun puso una premiosa mano sobre su brazo, se apoderó del instniso, lo arrojó al patio y cerró la puerta. Hacía mucho frío y el rabí tiritaba violentamente. Entonces vio una vieja rueda de carreta tirada en el piso y la puso contra su cuerpo. E instantáneamente se transformó en una rueda del Carruaje Celestial y le infundió un delicioso calor. En esa situación lo encontró el recaudador de impuestos. Al ver la venturosa sonrisa en los labios de Rabí Zusia, percibió en sólo un segundo la verdad de la vida, y, sin más, con pies temblorosos y asombrado de sí mismo, se irguió en el verdadero camino." En la
encrucijada
En una de sus andanzas, Rabí Zusia llegó a una encrucijada y no supo cuál de los dos caminos tomar. Eintonces alzó los ojos y vio que la Divina Presencia abría la marcha. Los polacos no tienen buenos
modales
Rabí Nathan Adler de Francfort relató: "No por nada dicen que los polacos no tienen buenos modales. Cuando quiera que elevo mi alma al Cielo, Rabí Zusia está por delante de mí. Una vez ayuné largo tiempo a fin de alcanzar las puertas del Cielo mientras estaban todavía cerradas. Permanecí ante las puertas, y cuando se abrieron, fui el primero en entrar. ¿Y a quién suponéis que vi dentro? ¡A Rabí Zusia! Cómo entró, lo ignoro, pero estaba ciertamente allí. No tuvo el donaire de esperar que se lo admitiera. No por nada dicen que los polacos no tienen buenos modales." Zusia, el fuego y la tierra Zusia puso una vez la mano en el fuego. Cuardo las llamas lo chamuscaron y la retiró, se sorprendió y dijo: "¡Vál97
game Dios, qué imperfecto es el cuerpo de Zusia, que le teme al fuego!" Otra vez, dijo a la Tierra: "Tierra, Tierra, eres mejor que yo, y sin embargo te huello con mis pies. Pero yaceré debajo de ti y seré tu subdito." S
Fuego y nube Se cuenta que:. En cierta Fiesta de las Cabañas, antes de que el mundo hubiese reparado en Zusia, éste compartió la sucá del rav de Ostrog. Al llegar la noche, el rav se tendía sobre su blando lecho, donde se amontonaban almohadas y mantas, en1 tanto que Zusia dormía en el suelo, a la manera de los huéspedes pobres del shabat. Durante la noche se dijo: "Ah, Zishe tiene frío; no puede dormir en la sucá.'' Al instante un fuego descendió del Cielo y caldeó la cabaña hasta tal punto, que el rav de Ostrog debió hacer a un lado el colchón de pluma y las mantas. "Ya hace bastante calor", dijo Zusia. De inmediato el Príncipe del Fuego partió, y el rav de Ostrog debió recubrirse con una manta tras otra. Esto ocurrió varias veces: el calor se alternó con el frío, y cuando llegó la mañana el rav de Ostrog ya no llamaba a su huésped "Zishe", sino " R e b Zishe". Concluida la Fiesta de las Cabañas, Zusia quiso proseguir su viaje, pero sus doloridos pies se negaron a llevarlo y él suspiró: "¡Oh Señor del mundo, Zishe no puede caminar!" Entonces una nube descendió hasta él y dijo: "Súbete." "¡Rabí!", exclamó el rav de Ostrog, "¡alquilaré un carruaje para ti, pero aleja ese nube!" En lo sucesivo no lo llamó más "Reb Zishe" sino "Rebe Reb Zishe", y desde entonces tal fue el nombre con que se lo conoció en el país entero. Terror Se cuenta que: Era el tiempo después de las maniobras, y el ejército victorioso volvía por el camino de Hanipol. Allí se acomodaron 98
en la posada, bebieron cuanto encontraron y no pagaron un centavo. Quisieron beber más, pero como nada quedaba, destrozaron todos los vasos y utensilios. A continuación pidieron más licor, y como no había ninguno golpearon al posadero y a sus ayudantes. El aterrado posadero logró por fin hacer llegar un mensaje a Rabí Zusia. Zusia acudió de inmediato, se detuvo ante la ventana, miró a la soldadesca que estaba dentro y —tres veces seguidas— dijo las palabras de la oración: "Uvejen ten pajdeja (Señor, nuestro Dios, impon tu terror a todas tus criaturas)." A ello, todos los soldados salieron en tropel por puertas y ventanas con prisa demencial, dejando tras sí sus fusiles y mochilas, y corrieron calle abajo sin prestar atención al oficial que los mandaba, quien los alcanzó en las afueras de la ciudad. Sólo se detuvieron cuando los llamó con airada voz. Le dijeron: "Vino un judío viejo y gritó: '¡Pajdaj!' Entonces nos sentimos aterrados —no sabemos cómo ni por qué— y todavía ahora tenemos miedo." El comandante los llevó de vuelta a la taberna, donde debieron pagar los daños causados e indemnizar por las palizas, antes de que los dejara marcharse de nuevo. La canción del pastor Rabí Zusia pasó una vez por un prado donde un porquerizo, en medio de su piara, tocaba una melodía en su flauta de sauce. Se acercó y escuchó hasta que la aprendió y pudo llevársela consigo. Así fue cómo la canción de David, el pastorcillo, fue liberada de su largo cautiverio. Enfermedad Rabí Zusia vivió hasta avanzada edad. Pasó los últimos siete años de su vida en su lecho de enfermo, porque —según se ha escrito de él— había asumido sobre sí el sufrimiento para mitigar el del pueblo de Israel. Un día recibió la visita del "Vidente" de Lublín y de Rabí Hirsh Leib de Olik. 4 Este último dijo al Vidente: 4
Discípulo de Iejiel Mí jal de Zlotchov (muerto en 1811).
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"¿Por qué no puedes hacer lo que Rabí Iojanan hizo por sus amigos enfermos, darle tu mano para que se ponga de pie?" El rabí de Lublín rompió a llorar. Entonces el rabí de Olik le preguntó: "¿Por qué lloras? ¿Crees que está enfermo porque tal es su destino? Por su propia y libre voluntad asumió el sufrimiento sobre sí y lo está recibiendo, y si quisiera incorporarse no necesitaría la mano de un extraño para hacerlo.'' La pregunta de preguntas Antes de su muerte, Rabí Zusia dijo: " E n el mundo venidero no me preguntarán: '¿Por qué no fuiste Moisés?' Me preguntarán: '¿Por qué no fuiste Zusia?' " La lápida Sobre la lápida de Rabí Zusia se leen estas palabras: "Uno que sirvió a Dios con amor, que se regocijó en el sufrimiento y libró a muchos de sus pecados." El fuego Cierto rav de Hanipol de nuestros propios días, escribió lo siguiente: Una noche, cuando no quedaba un alma en el cementerio, la linterna que había sobre el sepulcro de Rabí Zusia cayó al suelo. La "tienda" de Rabí Zusia se encuentra entre la del Gran Maguid y la de otro tzadik. Según una antigua regla, nadie debía visitar esas tumbas sin haberse purificado en el baño y sin quitarse el calzado. Sólo a un cuidador se le permitía acudir sin observar estas reglas, para que tres veces por día atendiera las luces que constantemente brillaban allí. La luz eterna ardía en tres lámparas colocadas dentro de una linterna. Ardía sobre un santuario de madera, erigido sobre los sepulcros. El santuario estaba cubierto de tablas y en él había cientos de plegarias escritas en tiras de papel, 100
llevada cada una por un visitante. En tierra había ramitas, también dejadas sobre las tumbas por los visitantes, según la costumbre. Ahora bien: cuando la linterna cayó y se prendió fuego, todos los papeles del santuario ardieron, como también las ramas marchitas del suelo, pero las llamas no dañaron la madera del santuario mismo, aunque estaba muy seca. El secreto del sueño El hijo menor de Rabí Zusia dijo: "Los tzadikim que, con el fin de servir, van de un santuario a otro y de un mundo a otro, deben de vez en cuando expulsar sus vidas de sí mismos, de modo que puedan recibir un nuevo espíritu y, una y otra vez, una nueva revelación pueda flotar sobre ellos. Tal es el secreto del sueño."
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VII
ELIMELEJ DE LIZHENSK
Su reloj Cuando Rabí Elimélej decía la Oración de Santificación del shabat, de vez en cuando sacaba su reloj y lo miraba. Pues en esa hora su alma amenazaba con disolverse en bienaventuranza, de modo que él miraba su reloj para afirmarse en el tiempo y en el mundo. Al comenzar el shabat Al comenzar el shabat, Rabí Elimélej no podía soportar las voces que lo proclamaban. Debía taparse los oídos para impedir que el sagrado trueno del shabat lo ensordeciera. Buenas obras Rabí Elimélej emprendió una vez el camino de retorno a su hogar desde una ciudad que había visitado, y todos los jasidim lo acompañaron un largo trecho por el camino. Cuando su carruaje pasó por la puerta, bajó, dijo al cochero que siguiera y caminó tras el carruaje, en medio del gentío. Atónitos, los jasidim le preguntaron por qué obraba así. Respondió: "¡Al ver la gran devoción con que vosotros cumplís la buena obra de acompañarme, no soporté sentirme excluido de ella!" Respuestas Dijo una vez Rabí Elimélej: "Estoy seguro de que seré admitido en el mundo venidero. Cuando esté frente al tribu102
nal de justicia superior y me pregunten: '¿Estudiaste todo lo que hubieses debido?', contestaré: 'No'. Entonces me preguntarán '¿Oraste todo lo que pudiste?' Y de nuevo mi respuesta será: 'No'. Y me harán una tercera pregunta: '¿Hiciste todo el bien que pudiste?' Y también esta vez responderé lo mismo. Entonces pronunciarán el veredicto: 'Dijiste la verdad. Por amor a la verdad, mereces ser admitido en el mundo venidero.' " La primera luz Dijo Rabí Elimélej: "Antes de entrar el alma en el aire de este mundo, es llevada por todos los mundos. Al final de todo, se le muestra la primera luz que una vez —al ser creado el mundo— iluminó todas las cosas y Dios suprimió cuando la humanidad se corrompió. ¿Por qué se le muestra esa luz? Para que a partir de esa hora anhele alcanzarla, y acercarse a ella peldaño tras peldaño," durante su vida en la tierra. Y a quienes llegan allí —los tzadikim— la luz los penetra y por intermedio de ellos brilla de nuevo en el mundo. Tal es la razón por la que estaba escondida." En Sinaí Dijo Rabí Elimélej: "No sólo recuerdo cómo todas las almas de Israel permanecieron junto a la ardiente montaña de Sinaí; incluso recuerdo qué almas estaban a mi lado." Dios canta El salmo dice: "Que es bueno salmodiar a nuestro Dios." 1 Rabí Elimélej lo explicó así: " E s bueno para el hombre lograr que Dios cante con él."
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Salmos 147:1.
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Las criadas A una mujer muy vieja, que de joven había sido criada en casa de Rabí Elimélei. se le pedía a menudo que relatara alguna historia sobre el tzadik. Pero cada vez que insistían, ella decía: "No sé nada. Sólo una cosa recuerdo. Durante la semana siempre había palabras agrias en la cocina, pues las criadas tienden a disputar entre sí. Pero en la víspera del shabat, algo se apoderaba de nosotras: nos abrazábamos y nos decíamos unas a las otras: 'Amado corazón, perdóname cualquier mal que te haya hecho durante la semana.' " El primer
pecado
Rabí Jaím de Zans relató: " M i santo maestro, Rabí Elimélej, solía decir que si un hombre quiere arrepentirse para retornar al camino de Dios, debe escrutar cada uno de sus pecados, descubrir cuál fue el pecado que lo causó, y así sucesivamete el primer pecado; e incluso por éste debe hacer penitencia. Rabí Eliinélej hizo penitencia por haber hollado con sus pies los pechos de su madre cuando ésta, de niño, lo tomaba en brazos." El
penitente
Durante seis años, y después durante otros seis, Rabí David de Lelov hizo severa penitencia: ayunaba de un shabat al siguiente y se sometía a toda clase de rígidas disciplinas. Pero aun después de haberse cumplido el segundo período de seis años, sintió que no había alcanzado la perfección y no sabía cómo alcanzar la que aún le faltaba. Como había oído de Rabí Elimélej, el curador de almas, viajó hasta él para pedirle ayuda. En la víspera del shabat se presentó ante el tzadik junto con muchos otros. El maestro dio la mano a todos, salvo a Rabí David, de quien se apartó sin mirarlo siquiera. El rabí de Lelov, desalentado, se fue. Pero después reconsideró el caso y decidió que el maestro debía haberlo confundido con algún otro. De modo que se acercó a él por la noche, después 104
de la plegaria, y le tendió la mano. Pero fue tratado como antes. Lloró toda la noche y en la mañana decidió no entrar de nuevo en la Casa de Oración del tzadik, sino retornar a su ciudad al concluir el shabat. Y sin embargo, llegada la hora de la tercera comida sacra, la comida en la cual Rabí EJimélej hablaba palabras de enseñanza, no pudo resistir y se llegó hasta la ventana. Desde allí escuchó decir al rabí: " A veces vienen a mí personas que ayunan y se atormentan, muchas de las cuales hacen penitencia por seis años y después por otros seis, ¡doce años enteros! Al cabo de lo cual, se consideran dignas del espíritu santo y vienen a pedirme que !o atraiga sobre ellas: debo darles ese poco que les falta. Pero la verdad es que toda su disciplina y todos sus dolores son menos que una gota en el mar, y hay más aún: todo su servicio no es en aras de Dios, sino del ídolo de su orgullo. Tales gentes deben retornar a Dios arrepintiéndose abiertamente de todo cuanto hicieron y empezar a servir desde abajo y de todo corazón". Cuando Rabí David oyó estas palabras, el espíritu lo conmovió con tal fuerza que casi perdió la conciencia. Tembloroso y sollozante, permaneció junto a la ventana. Concluida la Ilavdalá, fue hasta la puerta con aliento entrecortado, la abrió con gran temor y esperó en el umbral. Rabí Elimélej se levantó de su silla, corrió hasta su inmóvil visitante, lo abrazó y dijo: "¡Bendito el que llega!" Tras lo cual lo llevó hasta la mesa y lo sentó junto a él. Entonces Eleazar, hijo del tzadik, no pudo disimular por más tiempo su asombro. "Padre", dijo, "¡pero si éste es el hombre de quien te apartaste dos veces porque no podías soportar su presencia!" "¡Por cierto que nol", respondió Rabí Elimélej. "¡Aquélla era una persona totalmente distinta! ¿No ves que éste es nuestro amado Rabí David?" El fuego
impuro
En su viaje hasta la casa de Rabí Elimélej, a quien —muerto el Gran Maguid— había elegido como segundo maestro, el joven Iaacov Itzjac, después rabí de Lublín, llegó a una pequeña ciudad, y en la Casa de Oración escuchó al rav de ese 105
lugar recitar la Oración Matutina con hondo fervor. Permaneció con él durante el shabat y advirtió el mismo fervor en todo lo que hacía y decía. Cuando llegó a conocerlo un poco mejor, le preguntó si alguna vez había servido a un tzadik. La respuesta fue " n o " . Lo cual sorprendió a Iaacov Itzjac, ya que el camino no puede aprenderse en un libro, ni por lo que se oye decir, pues sólo se transmite de una persona a otra. Pidió al devoto rav que lo acompañara a casa de su maestro, y aquél aceptó. Pero cuando cruzaron el umbral de Rabí Elimélej, éste no se adelantó para recibir a su discípulo con el afectuoso saludo habitual, sino que se volvió hacia la ventana y no prestó atención alguna a sus visitantes. Iaacov Itzjac comprendió que el rechazo se dirigía a su acompañante, llevó al rav, que estaba violentamente excitado, a una posada, y retornó solo. Rabí Elimélej se adelantó hacia él, lo saludó cariñosamente y dijo: "¿Cómo se te ocurrió, amigo mío, traer contigo a un hombre en cuyo rostro puedo ver viciada la imagen de Dios?" Iaacov Itzjac escuchó consternado estas palabras, pero no se atrevió a dar una respuesta ni a preguntar nada. Rabí Elimélej comprendió lo que le sucedía y continuó: •' Has de saber que hay un lugar iluminado sólo por el planeta Venus, donde se mezlcan el bien y el mal. A veces un hombre empieza a servir a Dios, pero en su servicio entran otros motivos, así como también el orgullo. Entonces, a menos que haga un esfuerzo muy grande por cambiar, llega a vivir en ese lugar oscuro sin siquiera saberlo. Es capaz incluso de obrar con gran fervor, pues cerca de allí está el sitio del fuego impuro. De éste toma su resplandor y con éste enciende su servicio, v no sabe de dónde ha tomado la llama." Iaacov Itzjac transmitió al forastero las palabras de Rabí Elimélej y el rav reconoció la verdad que había en ellas. En ese mismo instante se arrepintió y corrió llorando a casa del maestro, quien de inmediato le brindó su ayuda, y gracias a ésta aquél encontró el camino. La amenaza de Satán Se cuenta que: Satán se presentó ante Rabí Elimélej y dijo: "¡No pienso soportar más que me persigas con tus jasidim! ¡No imagines 106
que lograrás vencerme! ¡Haré que todos sean jasidim y entonces perderás tu poder!" Cierto tiempo después, Rabí Elimélej fue a la Casa de Estudio con un bastón, para expulsar a algunos de los jasidim. Nadie sabe por qué no lo hizo. Supongo que no se atrevió a elegir a los mensajeros de Satán. Elias Rabí Elimélej narró el caso de un hombre al que se le apareció el profeta Elias. Alguien manifestó su sorpresa de que así hubiera ocurrido, puesto que incluso al maestro Ibn Ezra, quien poseía un espíritu perteneciente a una esfera mucho más elevada, le había sido negada —según sus propias palabras— esa visión. " L o que dices es cierto", contestó el tzadik. " Y sin embargo sucedió como te he dicho. Sabes que, después de transfigurado, Elias se transformó en el Angel del Pacto, presente en la circuncisión de todo niño judío. Pero, ¿cómo puede suceder así, si la circuncisión siempre se efectúa en la hora siguiente a la oración y muchas circuncisiones se efectúan a la misma hora en todas partes del mundo? ¡Os lo diré! Elias inspiró a todo el pueblo de Israel el espíritu de arrepentimiento, de modo que cayeron sobre sus rostros y proclamaron el nombre del verdadero Dios, y en virtud de ello le fue concedida-toda el alma de Israel. Y así, cada vez que un niño es traído al Pacto, parte del alma de Elias está presente y entra en su cuerpo, una parte grande o pequeña según la clase de niño y la raíz de su ser. Y si el niño, al crecer, desarrolla hasta su punto máximo su alma de Elias, tiene una visión del alma de Elias contenida en él. Así, el hombre de quien hablé volvió manifiesta con sus buenas obras la pequeña parte del profeta que había en él. En cambio, Ibn Ezra no llevó hasta la perfección la gran parte que le había sido dada." Una transacción Se cuenta que: El emperador de Viena dio un decreto que había de con107
denar a la más completa miseria a los ya oprimidos judíos de Galicia. En aquel tiempo, un hombre serio y estudioso, llamado Feivel, vivía en la Casa de Estudio de Rabí Elimélej. Una noche se levantó, entró en el cuarto del tzadik y le dijo: "Maestro, tengo un pleito contra Dios." Y aun al hablar se horrorizaba de sus propias palabras. Rabí Elimélej contestó: "Muy bien, pero la corte no está en sesión esta noche." AI día siguiente llegaron a Lizhensk dos jasidim, Israel de Koznitz y Iaacov Itzjac de Lublín, quienes se hospedaron en casa de Rabí Elimélej. Tras el almuerzo, el rabí hizo llamar al hombre que le había hablado y le dijo: "Dinos acerca de tu pleito." "No tengo fuerzas para hacerlo ahora", dijo Feivel, vacilante. "Entonces yo te doy las fuerzas", repuso Rabí Elimélej. Y Feivel empezó a hablar: "¿Por qué somos esclavos en este imperio? Como si Dios no dijera en la Torá: 'Porque á mí es a quien sirven los hijos de Israel' 2 De modo que incluso si nos envió a tierras extranjeras, aun así, dondequiera estemos, debe dejarnos completa libertad para servirlo." A lo que Rabí Elimélej repuso: "Conocemos la respuesta de Dios, pues también está escrita en el pasaje de reprobación por intermedio de Moisés y los profetas. Y ahora, tanto el querellante como el querellado deberán abandonar la sala del tribunal, según lo prescribe la regla, de modo que no puedan influir sobre los jueces. Retírate, pues, Rabí Feivel. A ti, Señor del mundo, no podemos hacerte salir, porque tu gloria llena la tierra y sin tu presencia ninguno de nosotros viviría siquiera un instante. Pero te informamos que tampoco nos dejaremos influir por ti." A continuación los tres se sentaron a juzgar, silenciosamente y con los ojos cerrados. Al cabo de una hora llamaron a Feivel y le dieron el veredicto: él estaba en lo cierto. A la misma hora era derogado el edicto de Viena.
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Levítico 25:55.
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El vuelco del tazón Se cuenta que: Estaba una vez Rabí Elimélej tomando con sus discípulos la comida del shabat. El sirviente depositó el tazón de sopa ante él. Rabí Elimélej se puso de pie y lo volcó, de modo que la sopa se derramó sobre la mesa. De inmediato el joven Méndel, que sería tiempo después rabí de Rymanov, exclamó: "Rabí, ¿qué haces? |Nos encarcelarán a todos!" Los otros discípulos sonrieron ante estas palabras sin sentido. Y hubiesen reído más alto de no haberlos contenido la presencia de su maestro. Este, sin embargo, no se sonrió. Asintió con la cabeza al joven Méndel y dijo: "No temas, hijo mío!" Algún tiempo después se supo que ese mismo día habían presentado al emperador, para que lo firmara, un edicto dirigido contra los judíos de todo el país. Una vez y otra el emperador tomó la pluma, pero siempre ocurría algo que le impedía firmar. Finalmente firmó el papel. Luego tendió la mano hacia el arenillero, pero tomó en su lugar el tintero y derramó la tinta sobre el documento. Tras lo cual desgarró éste y prohibió que volvieran a poner ese edicto ante sus ojos. La comida
milagrosa
Relatan: Era habitual que, el Día de Año Nuevo, quince jasidim concurriesen a casa de Rabí Elimélej, donde su mujer les daba de comer y de beber. Pero no podía servirles porciones muy generosas, porque en ese tiempo no disponía de mucho dinero para gastar en la casa. Una vez —ya bastante avanzado el día— llegaron no menos de cuarenta hombres en vez de los quince esperados. "¿Tendrás suficiente para todos?", preguntó Rabí Elimélej. "¡Bien sabes en qué apuro estamos!", repuso ella. Antes de la Oración de la tarde le preguntó de nuevo: "¿No podríamos dividir la comida que haya, cualquiera sea su cantidad, entre los cuarenta, puesto que, después de todo, han buscado 'la sombra de mi techo'?" 109
"Apenas si alcanza para quince", dijo su mujer. Al decir la Oración de la Noche, el rabí rogó ardientemente a Dios, quien provee para todas sus criaturas. Concluida la oración anunció: "¡Ahora venid todos y comamos!". Cuando todos hubieron comido cuanto quisieron, los tazones y fuentes seguían llenos. El vino de la vida Se cuenta que: Una vez, en la segunda noche de la Fiesta de Shavuot estaban los jasidim sentados alrededor de la mesa de Rabí Elimélej, disfrutando de la fiesta. El rabí miró en torno y los saludó uno por uno con la cabeza, pues en la alegría de ellos se regocijaba. Y dijo sonriente: "Ved, tenemos aquí lo necesario para darnos alegría. ¿Es que aún falta algo?" Entonces un joven testarudo y necio dijo en alta voz: " L o que aún a todos nos falta es beber el vino de la vida, como los devotos en el paraíso." El tzadik le dijo: "Pon la pértiga sobre tus hombros. Sujeta dos cubos a ella y ve hasta las puertas del cementerio. Cuando llegues allí, deposita los cubos, dales la espalda y di: 'Elimélej me ha enviado para buscar vino'. Entonces vuélvete, alza los cubos llenos, sujétalos a la pértiga y tráenoslos aquí. Pero cuídate de hablar con nadie, sea quien fuere el que te dirija la palabra." El joven se estremeció, pero hizo lo que se le decía. Buscó el vino en la puerta del cementerio, y temblando lo llevó de vuelta consigo. En todo su entorno, en la noche sin luna, vibraba el sonido de voces que le pedían una gota; voces viejas y voces jóvenes, que suspiraban y gemían. En silencio apuró la marcha, oyendo tras de sí cómo se arrastraban los pasos de infinitos espectros. Estaba casi en el umbral de la casa de Elimélej cuando se le aproximaron desde el lado opuesto. "¡Ahora no podéis hacerme nada!", exclamó. La pértiga se partió en dos. Los cubos cayeron y se rajaron y él sintió que algo le golpeaba las mejillas. Atravesó vacilante la puerta entreabierta. Afuera todo estaba silencioso como la muerte. Dentro, habló el tzadik: "Necio, siéntate a nuestra mesa." 110
El vendedor de
pescado
Dicen que Rabí Elimélej no celebraba con todos los ritos debidos la comida siguiente al shabat, que se llama "Fiesta del Rey David " , y que por ello el rey estaba enojado con él. También refieren esto: Un viernes por la tarde, un hombre en ropas de campesino. que llevaba a la espalda una cesta de pescado, se presentó a Rabí Elimélej y le ofreció venderle su mercadería. Hablaba el dialecto de la región. El tzadik envió al vendedor a su mujer, pero ella le dijo que se fuera porque había terminado de preparar la comida del shabat varias horas antes. El hombre se rehusó a ser rechazado y volvió al rabí. Este hizo decir a su mujer que le comprara un poco, pero ella persistió en su negativa. Por tercera vez el hombre entró en el cuarto del tzadik, sacó los pescados del cesto, los arrojó al suelo, donde ellos empezaron a moverse serpenteando, y gruñó sordamente: "Sería para ti una buena idea emplearlos para la Fiesta del Rey David." Entonces Rabí Elimélej alzó sus cejas. Eran muy grandes y tenía por hábito alzarlas toda vez que quería mirar atentamente a alguien. Permaneció un instante en silencio y dijo: "Ya no tengo fuerzas para celebrar tu comida con todos los ritos debidos, pero ordenaré a mis hijos que lo hagan." Sopa de avena Durante los dos últimos años de su vida, Rabí Elimélej comía y bebía muy poco, e incluso ese poco lo tomaba sólo porque su familia lo exhortaba a hacerlo. Una vez, cuando su hijo Eleazar le suplicó con lágrimas en los ojos que comiese al menos lo suficiente para mantenerse vivo, dijo con una sonrisa en los labios: "¡Oh, qué comida burda me habéis ofrecido! ¡Si pudieseis, en cambio, traerme un plato de sopa de avena como la que se nos servía a mi hermano Zusia y a mí, en la pequeña posada roja del Dniéster, en los días de nuestras andanzas!" Algún tiempo después de morir Rabí Elimélej, su hijo partió en viaje hasta la pequeña posada roja sobre el Dniéster. 111
Llegado allí, pidió albergue por una noche y preguntó qué había para cenar. "Somos pobres", dijo la mujer del posadero. "Damos a los campesinos vodka a cambio de harina, habas y guisantes secos. La mayor parte de esto mi marido lo lleva al mercado, donde en trueque le dan más vodka, y el resto lo comemos. De modo que para esta noche sólo puedo ofrecerte sopa de avena." "Prepáramela en seguida", dijo Rabí Eleazar. Para cuando hubo dicho la Oración de la Noche, la sopa estaba sobre la mesa. Comió un plato de ella, después otro, y pidió un tercero. "Dime", preguntó, "¿qué has puesto en la sopa para que sea tan sabrosa?" "Créeme, señor", repuso ella, "que no he puesto absolutamente nada". Pero al insistir él, la posadera finalmente dijo: "Créeme que, si te sabe tan buena, el paraíso mismo es responsable de ello." Y agregó: "Sucedió hace mucho tiempo. Dos hombres piadosos pararon aquí. Se echaba de ver que eran genuinos tzadikim. Y como nada tenía para darles salvo sopa de avena, rogué a Dios mientras la cocinaba: 'Señor del mundo, no tengo nada más en la casa, y tú todo lo tienes. ¡Sé misericordioso con tus fatigados y hambrientos servidores y pon en su sopa algunas hierbas de paraíso!' Y cuando la sopa estuvo en la mesa, los dos vaciaron la gran sopera, y volví a llenarla y ellos a vaciarla, y uno me dijo: 'Hija, tu sopa sabe a paraíso.' Y hace un momento volví a rogar."
El verdadero
prodigio
Preguntaron a Rabí Elimélej: " E n las Escrituras leemos que Faraón dijo a Moisés y Aarón: 'Haced un prodigio para vosotros.' ¿Cómo hemos de entender esto? Más lógico hubiera sido que dijese: 'Haced un prodigio para mí.' " Rabí Elimélej explicó: "Los magos saben qué quieren hacer y cómo cumplirlo. No es un prodigio para ellos, sino sólo para quienes lo presencian. Pero aquellos que obran algo porque Dios les da el poder de hacerlo no saben cuándo ni cómo, y el prodigio que se opera por su acción los anonada a ellos mismos. Y eso es lo que Faraón significó: ' ¡No finjáis 112
conmigo! Obtened un prodigio del mundo real, de modo que pueda testimoniar por vosotros.' " Los tzadikim
ocultos
Rabí Gabriel, discípulo de Rabí Elimélej, fue una vez a visitar a su maestro en un carruaje alquilado a un hombre de toscas maneras quien —para fastidio de aquél— insistió en contarle durante todo el viaje chistes groseros e impropios. Cuando llegaron a casa del tzadik, Elimélej se precipitó ha cia el cochero, lo saludó con gran placer, y apenas reparó en Rabí Gabriel. En el camino de vuelta el discípulo quiso con graciarse con el hombre que había sido tratado con tanto respeto, pero éste lo rechazó con una frase brusca. Pocos meses después, Rabí Gabriel fue a la ciudad y vio allí al cochero, quien hablaba con un albañil. Los siguió sin ser visto hasta su posada, y oyó que uno decía al otro: " E n casa de Mélej aún se escucha algo de la verdad, y en ninguna otra parte." Y el otro repitió: " ¡ E n casa de Mélej se escucha algo de la verdad!" Ocurrió entonces que vieron al rabí en un rincón, y le gritaron: "¡Vete! ¿Qué haces entre gentes comunes?" Y no tuvo más alternativa; debió irse. Después de muerto Rabí Elimélej, Gabriel iba en carruaje por un bosque cuando vio venir a su encuentro el carruaje de su amigo Rabí Uri. Echaron pie a tierra y marcharon un trecho juntos. Entonces Gabriel contó a su amigo lo que una vez había oído decirse al cochero y al albañil. Ambos se apoyaron contra sendos árboles y lloraron y se lamentaron: " ¡Algo de la verdad estaba en el mundo, y ahora también de eso hemos sido despojados!" IM arteria Rabí Mohsé Efraím, nieto del Baal Shem, estaba en contra de los jasidim polacos porque tenía entendido que mortificaban su carne con demasiada severidad y destruían la imagen de Dios en sí mismos, en vez de tornar perfecta cada parte de su cuerpo y fundirla con el alma, formando así un 113
solo vaso sagrado al servicio del Señor. Después de muerto Rabí Elimélej, cuando su discípulo Rabí Méndel de Rymanov acudió a Moshé Efraím en busca de un sucesor, como su maestro al morir le había mandado, fue reconocido como polaco y se le tributó una recepción bastante seca y fría. Esto lo entristeció tanto que su rostro se transfiguró. Rabí Moshé Efraím lo observó atentamente: su frente, que había palidecido, y sus ojos muy abiertos no eran los de un hombre inferior. Bondadosamente le preguntó: "¿Has estudiado con un tzadik?" "Serví a mi maestro, Rabí Elimélej", dijo Méndel. Entonces Rabí Efraím lo miró más atentamente y preguntó: "¿Y qué fue, de ese maravilloso hombre, lo que más maravilloso te pareció?" Pero mientras hacía esta pregunta, pensaba: "Ahora este jasid, con su rostro luminoso, se revelará tal como es y me contará algún milagro." Rabí Méndel contestó: " D í a tras día, cuando mi maestro se sumergía en la contemplación de la majestad de Dios, sus arterias se ponían tensas como cuerdas. Y día tras día vi que la arteria que hay detrás de la oreja, que no se altera por nada del mundo y sólo tiembla en la hora de la muerte, esa arteria, digo, día tras día la vi palpitar con fuertes pulsaciones." Rabí Efraím guardó silencio. Luego dijo: "No sabía eso." Dos veces repitió: "No sabía eso." Y recibió a Rabí Méndel como a un hijo.
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VII
SHNEUR ZALMAN DE LADI, E L RAV No hay retorno En los años que siguieron inmediatamente a su boda, Zalman se hospedó, según la costumbre, en casa de sus suegros. Pero su retraimiento, su manera de orar y todas las formas en que rendía culto a Dios les resultaban extrañas y —si bien admiraban sus conocimientos— lo tenían por un necio. Su hija rechazó las demandas de ellos de que le pidiera una carta de divorcio, de modo que debieron contentarse con hacerle poco llevadera la vida. Le rehusaban velas, de modo que debía estudiar a la luz de la luna junto a la ventana, y en las noches de invierno, cuando a menudo permanecía en pie hasta el alba, lo dejaban pasar frío. Así fueron las cosas hasta que. a los veinte años de edad, fue a estudiar en Mezritch con el Gran Maguid. Posteriormente, cuando la fama de Rabí Zalman comenzó a propagarse, su suegra lamentó los malos tratos que ella y su marido —quien entretanto había muerto— habían impuesto al tzadik, y le pidió que volviese a vivir en su casa. Nada había de faltarle, dijo, y además se haría cargo de sus jasidim. Rabí Zalman no aceptó la invitación, y como la mujer no c'esara de insistir, le dijo: "¡Mira! ¿Quién puede estar mejor que el hijo en el vientre de la madre? No debe preocuparse por su alimento ni por su bebida. Una luz brilla sobre su cabeza, y todo el día estudia la Torá entera. Pero cuando el niño nace, llega un ángel que lo toca en la boca, y el niño olvida todo lo que ha aprendido. Sin embargo, aunque pudiese retornar, no querría hacerlo. ¿Por qué supones que es así? Porque ya ha alcanzado todo su tamaño."
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Permiso
Zalman lo conversó con su hermano, y decidieron ir a estudiar en casa del santo maguid de Mezritch. Luego pidió consentimiento a su mujer, y ella lo concedió. Pero le hizo prometer que volvería al cabo de un año y medio. Había ahorrados treinta rublos. Se los dio, y él compró caballo y carruaje. Su hermano, en cambio, no pidió permiso a su mujer. Cuando llegaron a la ciudad de Orsha, el caballo cayó y murió. "Esto se debe", dijo Zalman a su hermano, " a que partiste sin permiso. Y lo sucedido significa que no debes seguir este camino. De modo que vuelve a casa, y yo continuaré por el mío, y compartiré contigo todo cuanto alcance". Después se separaron y Zalman siguió a pie. La mirada del
maestro
El cuarto del Gran Maguid estaba junto a aquel en que sus discípulos comían. De cuando en cuando iba a ellos de noche, una luz en la mano, y contemplaba sus rostros en reposo. Una vez se inclinó sobre la tarima baja, junto a la estufa, donde yacía el joven Zalman bajo una raída manta triangular. Lo observó largo tiempo y se dijo a sí mismo: " E s milagro de milagros que un Dios tan grande habite en morada tan frágil." Hacia arriba Rabí Shneur Zalman relató: "Antes de ir a Mezritch, mi servicio se basaba en la reflexión, y de ella emanaban mi amor y mi temor a Dios. En Mezritch ascendí al escalón en que la conciencia es, en sí misma, amor y temor. "Cuando por primera vez escuché al santo maguid decir: 'El atributo de misericordia de Dios es nuestro amor a Dios; el atributo de rigor de Dios es nuestro temor a Dios', lo consideré una interpretación. Pero después comprendí que es así: la misericordia de Dios es el amor a Dios; el rigor de Dios es el temor a Dios." 116
El lenguaje de los pájaros En su segundo viaje a Mezritch, el joven Zalman visitó a Rabí Pinjas de Koretz. Rabí Pinjas quiso enseñarle le lenguaje de los pájaros y el lenguaje de las plantas, pero el joven se rehusó. "Solo hay una cosa que los hombres necesitan comprender", dijo. Ya anciano, Rabí Shneur Zalman iba una vez en su Carruaje por la campiña en compañía de su nieto. Aquí y allá, los pájaros brincaban y piaban. El rabí sacó la cabeza del carruaje por un instante. "Qué rápido hablan", dijo al niño. "Tienen su propio alfabeto. Te bastará atender y escuchar bien y comprenderás su lenguaje." Sobre el celo
ardiente
Después de muerto el maguid, Shneur Zalman decidió abandonar para siempre a la ciudad de Mezritch. Cuando se despidió del hijo del maguid, Rabí Abraham, el Angel, quien le había impartido sabiduría secreta, éste dijo que lo acompañaría y subió al carruaje. Cuando hubieron pasado la puerta de la ciudad, Rabí Abraham dijo al cochero: "Azuza tus caballos y déjalos correr hasta que olviden que son caballos". Zalman tomó a pecho estas palabras. "Me llevará algún tiempo aprender esta manera de servir adecuadamente", dijo, y permaneció en Mezritch un año más. En el lugar más modesto Después de muerto su maestro, el Gran Maguid, Shneur Zalman solía visitar a Rabí Menájem de Vitebsk, de quien se lo consideraba discípulo, pese a que sus años de estudio habían concluido. El shabat y los días de fiesta, todos los jasidim comían a la mesa del rabí. Shneur Zalman se ubicaba siempre en el lugar más modesto. En la Víspera de Año Nuevo, el rabí de Vitebsk vio que su lugar estaba vacío. Fue a la Casa de Estudio, donde halló a Zalman orando de pie. Lo escuchó un momento, sin ser visto, y volvió con los otros. "No lo perturbéis'', dijo,'' está deleitándose en Dios, y Dios en él.'' 117
A Dios Una vez Zalman interrumpió sus plegarias y dijo: "No quiero tu paraíso. No quiero tu mundo venidero. Te quiero a Ti, y solamente a T i . " Librado del tiempo Rabí Shneur Zalman dijo a sus jasidim: "Caminaba yo por la calle al caer la noche cuando me sucedió ver algo impropio. Me sentí profundamente turbado por no haber protegido mis ojos, me puse de cara a una pared y lloré hasta sosegar mi corazón. Al volverme vi que estaba oscuro y que el momento de la Oración de la Tarde había pasado. Pensé qué debía hacer. Entonces me libré del Tiempo y dije la Oración." Temor Cuando los jasidim empezaron a acudir a él, y al mirar por la ventana vio acercarse una multitud, se sintió aterrado y exclamó: "¿Qué quieren de mí? ¿Por qué vienen a mí? ¿Qué ven en mí?" Entonces su mujer le dijo: "Cálmate. No vienen a ti por ti mismo. Sólo quieren que les hables del santo maguid, pues viviste a su sombra." "Entonces todo está bien", dijo él, y su corazón se aquietó. "Les hablaré, sí, les hablaré." Pero una vez que empezó a hablar, no pudo abstenerse de impartir sus enseñanzas. ¿Dónde estás? Rabí Shneur Zalman, rav del Norte de la Rusia Blanca, fue encarcelado en Petersburgo porque los mitnagdim, que se oponían a las enseñanzas jasídicas, denunciaron al gobierno sus principios y su forma de vivir. Mientras se hallaba a la espera de que lo juzgasen entró en su celda el jefe de los 118
gendarmes La majestuosa y apacible fisonomía del rav, quien estaba tan hondamente inmerso en la meditación que no ad virtió al principio la presencia del visitante, sugirió al jefe hombre de espíritu, qué clase de persona tenía frente a él Empezó a conversar con el prisionero y le formuló varias preguntas que se le habían ocurrido leyendo las Escrituras. Finalmente le preguntó: "Dios, que todo lo sabe, preguntó a Adán: '¿Dónde estás?'. ¿Cómo debemos entender esto?" "¿Crees", contestó el rav, "que las Escrituras son eternas y que cada era, cada generación y cada hombre están contenidos en ellas?" " L o creo", dijo el otro. "Pues bien", dijo el tzadik, " e n toda era, Dios dice a cada hombre: '¿Dónde estás tú en tu mundo? De los años y días que te han sido asignados han pasado tantos, ¿y hasta dónde llegaste en tu mundo?' Dios dice algo así como lo siguiente: 'Has vivido cuarenta y seis años. ¿Cuán lejos has llegado?' " Cuando el jefe de los gendarmes oyó mencionar su edad, hizo un esfuerzo por serenarse, puso su mano sobre el hombro del rav y exclamó: "¡Bravo!" Pero su corazón tembló. Pregunta y respuesta El rav preguntó a un discípulo que acababa de entrar en su cuarto: "Moshé, ¿qué significamos cuando decimos 'Dios?' " . El discípulo permaneció en silencio. El rav se lo preguntó por segunda y por tercera vez. Después dijo: "¿Por qué callas?" "Porque no sé." "¿Crees que yo lo sé?", dijo el rav. "Pero debo decirlo, porque el caso es que debo decirlo: El está definidamente allí, y salvo por El nada está definidamente allí, y eso es E l . " Con qué oraba Una vez el rav preguntó a su hijo: "¿Con qué oras tú?" El hijo entendió el interrogante en el sentido de que se le 119
preguntaba sobre qué basaba su plegaria. Respondió: "Con el versículo: 'Toda estatura ha de postrarse ante ti.' " Después preguntó a su padre: " Y tú, ¿con qué oras?" El dijo: "Con el suelo y con el banco." De un mismo tazón Entre los discípulos del maguid de Mzritch había uno cuyo nombre se ha olvidado. Ya nadie lo sabe. Sin embargo, en un tiempo era considerado, en la Casa de Estudio del maguid, como el más descollante entre sus compañeros, y todos los que deseaban que se les repitiesen y explicasen las palabras del maestro acudían a él. Al cabo de un tiempo los discípulos empezaron a murmurar, diciendo que un gusano lo carcomía. Después desapareció y se dijo que se había entregado a la bebida. Vagaba por la comarca provisto de un bastón y una mochila y bebía silenciosamente en alguna posada hasta embriagarse; entonces sus labios empezaban a proferir una sentencia sabia tras otra. Años después llegó a la ciudad de Lozhni, donde Rabí Shneur Zalman vivía en ese entonces, y entró en la Casa de Estudio en un momento en que el rav estaba enseñando, Nadie lo advirtió en la multitud, y él permaneció un rato allí, escuchando. Después murmuró para sí mismo: "Todos comemos de un mismo tazón, pero es él quien tiene todo el alimento'y partió. Cuando el rav se enteró de] episodio, comprendió quien había sido su visitante y lo hizo busüar por todas partes pues quería convencerlo de que abandonara sus andanzas y se quedase. Pero el vagabundo no pudo ser hallado.
Reflexión Un mitnagued visitó una vez al rav y le hizo toda clase de preguntas. Finalmente, quiso saber por qué el tzadik tenía a su puerta a un criado que no admitía visitantes en cualquier momento. El rav puso la cabeza entre sus manos. Al cabo de un momnto, alzó la vista y dijo: " L a cabeza y el tronco forman un mismo cuerpo, y sin embargo la cabeza 120
debe ser cubierta en forma distinta y protegida con mayor cuidado. '' Satisfecho con la respuesta, el mitnagued partió. Pero el hijo del rav no estaba satisfecho. '' No necesitabas poner tu cabeza entre tus manos y reflexionar para dar la respuesta que diste", dijo. Rabí Zalman dijo: "Cuando Coré dijo a Moisés: 'Toda la congregación es sagrada, cada uno de ellos, y el Señor está entre ellos; por lo cual, entonces, tú te elevas por encima de la asamblea del Señor', Moisés, oyéndolo, cayó sobre su rostro. Y sólo después respondió a Coré. Pero, ¿por qué? ¡Lo que tenía que decir, podía haberlo dicho de inmediato! Pero Moisés reflexionó: tal vez esas palabras sean enviadas desde lo alto y Coré sólo sea un mensajero. ¡Cómo podría yo entonces replicarle! De modo que cayó sobre su rostro y reflexionó acerca de si realmente él procuraba elevarse por sobre los demás. Y cuando hubo reflexionado y concluido que no había en él ni siquiera un vestigio de tal deseo —y, según las propias palabras de Dios, Moisés era muy humilde, más humilde que todos los otros—, supo que Coré no le había sido enviado y contestó su pregunta."
Acerca del Mesías Un hombre preguntó una vez al rav, en broma: "¿Qué será el Mesías? ¿Un jasid o un mitnagued?'' Respondió; '' Creo que un mitnagued, pues si fuese un jasid, los mitnagdim no creerían en él, en tanto que los jasidim creerían en él, fuera lo que fuese." El temperamento
triste y el alegre
Un hombre rico, consagrado a sus estudios y conocido por su avaricia, preguntó una vez al rav de Ladi: "¿Cómo debemos interpretar el pasaje del Talmud donde se nos dice que Rabí Janiná ben Teradión, quien instruyó públicamente a sus discípulos en las enseñanzas durante una era de persecución implacable, hasta que murió como un mártir, dudaba de 121
haber sido designado para vivir en el mundo venidero? ¿Y que, cuando expresó sus dudas a un amigo, éste le preguntó si había realizado al menos una buena obra? ¿Y que recibió una respuesta reconfortante sólo cuando afirmó haber distribuido su dinero entre los pobres? ¿Cómo hemos de interpretarlo?" "Hay dos clases de hombres", dijo el rav, "los de bilis negra y los de bilis clara. Los de temperamento triste se sientan a los libros de las enseñanzas y son de disposición avarienta. Los de temperamento alegre aman la compañía y son generosos. Rabí Janiná era de temperamento triste, consagrado a sus estudios y recogido en sí mismo. Su mérito no residió en vivir para las enseñanzas, sino en gobernar su propia naturaleza y dar sin reservas cuanto poseía. Y una vez que hubo aprendido a vivir con sus congéneres, sus estudios dejaron de ser una necesidad para convertirse en una virtud." Viendo Un día antes de su muerte, el rav preguntó a su nieto: "¿Ves tú algo?" El muchacho lo observó asombrado. Entonces el rav dijo: "Todo cuanto yo puedo ver es la divina nada que da vida al mundo." La
aparición
Una noche, la mujer de Rabí Méndel de Lubavitch, nieto del rav, fue despertada por un fuerte ruido que provenía del cuarto de su marido, contiguo al suyo. Corrió allí y vio a Rabí Méndel tendido en el piso junto a su lecho. En respuesta a sus preguntas, el rabí le dijo que su abuelo lo había visitado. Ella procuró calmarlo, pero él dijo: "Cuando un alma del mundo superior y un alma de este mundo quieren reunirse, una debe ponerse una vestidura y la otra debe quitarse una." Una vez dijo a sus amigos íntimos: " E n el Talmud palestino leemos que quien dice una palabra en nombre de aquel 122
que la creó, debe —en el ojo de su espíritu— conjurar al autor ante él. Esto sólo es una fantasía, pero si alguien canta una melodía que otro compuso, ese otro está realmente con él mientras canta." Y Rabí Méndel entonaba el aire familiar, sin palabras, que el rav había cantado y tarareado una y otra vez y se titulaba " E l fervor del rav."
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VIII
SHLOMO DE KARLIN El encuentro Las ciudades de Pinsk y Karlín están cerca una de otra, una sobre la margen norte de un río, la otra sobre la orilla sur. Cuando Rabí Shlomó era un joven pobre, que enseñaba a niños pequeños en Karlín, Rabí Leví Itzjac, que había de ser rabí de Berditchev, era el rav de Pinsk. Un día dijo a su criado que fuese a Karlín y buscara a un hombre llamado Shlomó, hijo de Iuta. Debía pedirle que fuese a Pinsk. El criado indagó largo tiempo. Por fin, en las afueras de la ciudad, en una casita desvencijada, halló al melamed Shlomó y le dio el mensaje. "Iré puntualmente", dijo Rabí Shlomó. Pocas horas después, cuando cruzó el umbral de Rabí Leví Itzjac, éste se puso de pie y dijo: "Bendito el que llega", y acomodó él mismo una silla para su huésped. Durante una hora permanecieron sentados uno frente al otro, con rostros resplandecientes y mirada intensa, en silencio. Por fin se levantaron y se rieron. "¿De qué estarán riéndose?", pensó el sirviente que desde la puerta había asistido a la escena. Y Rabí Shlomó se despidió. Y los jasidim dijeron que, gracias a la reunión de ellos dos, el exilio, que había estado amenazando a los judíos de esa región, había sido evitado, y tal era la causa de sus alegres risas. El que retornó Se cuenta que: Rabí Aarón de Karlín murió joven, y Rabí Shlomó, que había sido su compañero en casa del Gran Maguid y había se121
guido después a su amigo, de mayor edad que é!, como discípulo, se rehusó a ocupar su sitio. Entonces Rabí Aarón se le apareció en un sueño y le prometió que si asumía sobre sí el yugo de la conducción, se le otorgaría el poder de contemplar todas las andanzas de las almas. Esta promesa lo sedujo en su sueño y aceptó hacerse cargo de la .sucesión. A la mañana siguiente podía ver los destinos de las almas de todos los hombres. Ese mismo día le llevaron una nota de pedido junto con lina suma de dinero. La enviaba un hombre rico desde su lecho de muerte. Al mismo tiempo, la mujer que dirigía un hogar para los pobres, fue a pedirle que rogara por una parturienta indigente de quien ella cuidaba y que estaba desde hacía días en los dolores del parto sin poder dar a luz a su hijo. Rabí Shlomó vio que el niño no nacería hasta que el hombre rico muriese, pues el alma de éste debía pasar al niño. Y, por cierto, las noticias de la muerte y el naciminto llegaron pisándose los talones. Poco después, cuando el rabí supo que la joven madre y el niño pasaban frío, tomó parte del dinero que habfa recibido del rico y les dijo que lo emplearan en comprar leña. Pues reflexionó: este niño es en realidad e! hombre rico mismo, de modo que el dinero le pertenece. Poco después, dio lo que le restaba de dinero para la atención del niño. Por entonces la mujer partió, en compañía de otros mendigos, y fue de ciudad en ciudad. Sucedió que cuando el pequeño tenía seis años, volvieron a Karlin, donde se enteraron de que pronto había de celebrarse la Bar Mitzvá del menor de los hijos del hombre rico. Según la costumbre, se invitaba a los pobres a concurrir a la fiesta, y madre e hijo fueron junto con los otros. Pero nadie logró persuadir al niño de que se sentara a la mesa de los pobres. En alta voz y con gesto arrogante pidió un sitio en la cabecera de la mesa destinada a los huéspedes. Rabí Shlomó, advirtiéndolo, los urgió a ceder al pedido del niño, a fin de que éste no causara trastornos. 'Después de todo", se dijo, "es el dueño de casa, y sólo pide lo que le corresponde". Al servirse la comida ocurrió lo mismo: el niño insistió en que se le destinaran los mejores bocados, y de nuevo el tzadik hizo que se cumpliera su voluntad. Cuando se preguntó a la madre si su hijo siempre se había comportado así, ella repuso que nunca había observado semejante cosa 125
en él. Al término de la fiesta, cuando Rabí Shlomó ya se había ido, distribuyeron dinero entre los pobres. Llegado el turno del niño, éste exclamó: "¡Cómo osáis darme monedas de cobre! ¡Traed oro del cofre!" Entonces los hijos del rico lo arrojaron a la calle. Cuando Rabí Shlomó descubrió cómo habían tratado a su padre al retornar éste, rogó al Cielo que lo despojara de su milagroso poder de visión, Negativa Se cuenta que: Quienes moran en el Cielo quisieron revelar a Rabí Shlomó de Karlín el lenguaje de los pájaros, el lenguaje de los árboles y el lenguaje de los ángeles, pero se negó a aprenderlos antes de saber qué importancia tenía cada uno de esos lenguajes en el servicio de Dios. Sólo después de que se lo dijeron consintió en aprenderlos, y desde entonces también con ellos sirvió a Dios. Las etapas Cuando Rabí Shlomó de Karlín viajó por Rusia, llevó la cuenta de las etapas del viaje. Dijo: " 'Estas son las etapas de los hijos de Israel, las etapas que los llevaron fuera de la tierra de Egipto.' " Cuando se le preguntó qué quería decir, repuso: " E l sagrado Libro del Esplendor interpreta del siguiente modo las palabras de Dios 'Hagamos el hombre': Dios tomó alguna parte de todos los mundos, desde el más alto hasta el más bajo, y con todas esas partes hizo al hombre. Cuando Dios dijo 'hagamos1, lo dijo a los mundos. Y tal es el significado de las etapas por las que el hombre pasa en su vida: debe ir de escalón en escalón hasta que, por su intermedio, todo esté unido en el mundo superior. Y por eso está escrito: 'Y éstas son las etapas de sus avances'. Las etapas del hombre deben llevarlo al punto de donde ha partido." 126
El riesgo de orar Alguien pidió a Rabí Shlomó de Karlín que le prometiera visitarlo al día siguiente. "¿Cómo puedes", respondió el tzadik, "pedirme semejante promesa? Esta tarde debo orar y recitar 'Oye, oh Israel'. Mientras digo estas palabras, mi alma se aleja hasta el borde mismo de la vida. Después viene la tiniebla del sueño. Y cuando es de día, la gran Oración Matutina está corriendo por todos los mundos, y finalmente, cuando caigo sobre mi rostro, mi alma se inclina sobre la orilla de la vida. Quizá tampoco esta vez muera, pero, ¿cómo puedo prometerte ahora algo que habría de hacer en un momento posterior a la oración?" El terrón de
azúcar
Se cuenta que: Cuando Rabí Shlomó bebía té o café, era su costumbre tomar un terrón de azúcar y sostenerlo en la mano durante todo el tiempo en que bebía. Una vez le preguntó su hijo: "Padre, ¿por qué haces eso? Si necesitas azúcar, llévala a tu boca, pero si no la necesitas, ¿por qué tenerla en la mano? " Cuando hubo vaciado su taza, el rabí dio a su hijo el terrón de azúcar que había conservado en la mano y le dijo: "Pruébalo." El hijo lo llevó a su boca y sintió gran asombro, pues no quedaba en el azúcar dulzura alguna, Tiempo después, cuando relató la historia, el hijo comentó: "Un hombre en el que todo está unido puede degustar con la mano como si ésta fuese su lengua." Con la espada en la garganta Rabí Shlomó estaba de viaje en compañía de uno de sus discípulos. En camino, se detuvieron en una posada y se sentaron a una mesa. Entonces el rabí pidió aguamiel caliente para él pues le gustaba caliente esa bebida. Entretanto llegaron soldados, y cuando vieron a los judíos sentados a la 127
mesa les dijeron, con voces altas y airadas, que se levantaran. "¿Está caliente ya la aloja?", preguntó el rabí al hombre que servía las bebidas. A lo cual los soldados golpearon la mesa con sus puños y dijeron: "(Fuera de aquí, o de lo contrario... I " El rabí sólo dijo: "¿No está ya caliente?" El jefe de los soldados desenfundó la espada y puso la hoja contra la garganta del maguid. "Porque, sabes, ¡no debe estar demasiado caliente!", dijo Rabí Shlomó. Y los soldados abandonaron la taberna. Sin éxtasis Rabí Shlomó de Karlín dijo: "Cuando aquel que ha cumplido todos los mandamientos de la Torá, pero no ha sentido al hacerlo el resplandor del sagrado éxtasis, llega al otro mundo, abren las puertas de! paraíso para él. Pero como no ha sentido el resplandor del éxtasis en este mundo, no siente el éxtasis del paraíso. Si es un necio, y se queja, y gruñe: 'jY tanto que hablan del paraíso!es inmediatamente expulsado. Pero si es sensato, lo abandona por su propia voluntad y acude al tzadik, y éste enseña a la pobre alma a sentir el éxtasis." Una pequeña
luz
"¿Cuándo puede uno ver una pequeña luz?", preguntó Rabí Shlomó, y respondió a su propia pregunta: "Cuando uno se mantiene muy abajo, según está escrito: 'Si hasta los «ielos subo, allí estás tú, si en el suelo me acuesto, allí te encuentras.' Descendiendo Rabí Shlomó dijo: " S i quieres alzar a un hombre del cieno y la suciedad, no pienses que te bastará mantenerte en lo alto 1
Salmos 139:8.
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y alargarle una mano hacia abajo. Deberás bajar tú mismo todo el camino, hasta el cieno y la suciedad. Entonces lo tomarás con fuertes manos y lo llevarás contigo hacia la luz." Abrir Rabí Shlomó de Karlín dijo a alguien: " N o tengo llave para abrirte." Y el hombre exclamó: "¡Entonces fuérzame con un clavol'' Desde entonces el rabí siempre tuvo palabras de cálido elogio acerca de él. La curación Un nieto de Rabí Shlomó relató: Acudió a un tzadik un hombre cuya alma se hallaba atrapada en una maraña tal de impulsos opresivos, que sería imposible describirlos. "No puedo ayudarte", dijo el tzadik. " V e a Rabí Shlomó de Karlin." De modo que acudió a mi abuelo, y llegó exactamente en el momento en que encendía las velas de la Januká y recitaba entretanto salmos, pues tal era su costumbre. El hombre se detuvo y escuchó. Mi abuelo siguió hablando sin mirar alrededor y cuando llegó a las palabras: " Y nos ha librado de nuestros opresores'' se volvió a su visitante, lo palmeó en el hombro y preguntó: "¿Crees que Dios puede librarnos de toda opresión?" " L o creo", dijo el hombre. A partir de ese instante, sus perturbadores impulsos lo abandonaron. Habla él discípulo Acerca de su maestro Rabí Shlomó, dijo Rabí Asher de Stolyn: 2 "Cada vez que ora, el rabí se para con un pie aquí y el otro allí," y sobre éste se apoya. Pero todo eso, solamente en espíritu, según está escrito: ' . . .y no se descubrieron Tus pisadas' " . 3 a 3
Hijo de Rabí Aarón de Karlín. Salmos 77:20.
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Una vez entró en el cuarto de Rabí Shlomó y le dijo: "Rabí, no se descubren tus pisadas." "¿Por qué me sigues todo el tiempo?", replicó el rabí. "Vamos, yo te diré cuándo puedes hacerlo y cuándo no." Pero el discípulo reflexionó: "Una vez que me lo haya dicho, no podré transgredirlo. Por lo tanto, más me vale no oírlo." Mostrando y ocultando Rabí Asher de Stolyn, discípulo de Rabí Shlomó, dijo sobre los jasidim de su tiempo: "¡Son campesinos de arcilla y cosacos de pajal Guando acuden al rabí, le muestran lo bueno, y lo malo se lo ocultan. En cambio, cuando yo me dirigía a mi dulce, santo, amado rabí (y al decir esto se besaba las puntas de los dedos), le ocultaba lo bueno y le mostraba lo malo. Pues está escrito que el sacerdote debe observar la plaga." En la posada Rabí Shlomó preguntó a su discípulo Rabí Asher: "¿Cuán do viniste a orar?" "Justo en el momento acertado para la posada que se llama 'Exultar', ¡oh virtuoso!", fue su respuesta. "Bien hecho", dijo el tzadilc, " S i estás marchando, marchas, y si te detienes, miras alrededor para ver si algo anda mal. Pues si te detienes a mitad de camino, te será fácil caer hacia atrás." Origen Esto dijo Rabí Uri sobre su maestro Rabí Shlomó: "Llevaba largo tiempo con él, y sin embargo no me había preguntado el nombre de mi madre, según es costumbre. 4 Una vez me 4
Decir el nombre de su madre, que forma parte de su "verdadero" nombre, es parte esencial del procedimiento por el cual un jasid abre su corazón a un tzadik.
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armé de todo mi coraje y lo interrogué al respecto, Su respuesta fue: 'Buey, león, águila, hombre', y nada más. No osé pedirle que explicara sus palabras. Sólo después de muchos años llegué a comprender que los grandes tzadikim, los curadores de almas, quieren saber en cuál de los cuatro portadores de la carroza-trono de Dios se origina el alma, y no en qué vientre terrenal recibe ella su cuerpo." Más allá de la música Un día, varios músicos ejecutaron para Rabí Uri de Strelisk, conocido como "el Serafín". Después éste dijo a sus jasidim: " S e dice que la música reúne los tres principios: vida, intelecto y alma. Pero los músicos de hoy basan su ejecución solamente sobre el principio de la vida." Al cabo de un instante prosiguió: " D e todos los portales del Cielo, el de la música es el más bajo y pequeño, pero quien quiere acercarse a Dios, no tiene sino que entrar en ese portal. Mi maestro, Rabí Shlomó de Karlín, no lo necesitó," Abel y Caín Rabí Uri dijo: " M i maestro, Rabí Shlomó de Karlín, tenía el alma de Abel. Pero hay personas en quienes moran los rasgos buenos del alma de Caín, y esos rasgos son muy grandes.'' Sobras Rabí Shlomó y su discípulo Rabí Mordejái de Lejovitz viajaban una vez por la campiña, Era hacia el fin del período en que puede pronunciarse la bendición de la Luna Nueva, y como la brillante hoz había asomado por entre las nubes que la velaban, se aprestaron para el sagrado rito. Pero el cochero se les anticipó. No bien vio la luna, frotó sus manos sobre la llanta de la rueda y murmuró la bendición. Rabí Mordejái se rió, pero su maestro reprobó que lo hiciera. 131
"Una vez un rey", le dijo, "ordenó que se recogieran todas las sobras de comida dejadas por su ejército, y las almacenó en cierto lugar. Nadie conocía la razón de tal orden. Pero pronto el país entró en guerra, y el ejército del rey se vio rodeado por el enemigo y privado de provisiones del exterior. Entonces el rey alimentó a su ejército con las sobras que el enemigo, riéndose, dejó pasar. El ejército conservó su vigor y alcanzó la victoria." Sin afanarse Una vez, al concluir el Día del Perdón, Rabí Shlomó se bailaba de buen humor y anunció que diría a cada uno qué había pedido al Cielo en esos sagrados días y qué respuesta había de recibir. Al primero de sus discípulos que quiso que se lo dijera, Rabí Shlomó explicó: " L o que pediste a Dios fue que te diera tu sustento en el momento oportuno y sin que pasaras afán, de modo que nada te distrajera de su servicio. Y la respuesta fue que lo que Dios realmente desea de ti no son tus estudios ni tus oraciones, sino los suspiros de tu corazón, que se aflige porque el afanarte para ganar tu sustento te pone obstáculos cuando quieres servirlo." Lo que se aprendió Rabí Shlomó dijo a sus discípulos: "Cuando, después de morir, un hombre llega al mundo de la verdad, le preguntan: '¿Quién fue tu maestro?' Y cuando ha dicho el nombre de su maestro, le preguntan: '¿Qué aprendiste de él?' Esto es lo que significan las palabras que leemos en el Midrash: 'En algún tiempo futuro, cada uno se pondrá de pie y dirá qué aprendió.' " Uno de los discípulos exclamó: "Ya he pensado lo que diré en tu nombre. Es esto: 'Que Dios nos dé un corazón puro y pensamientos puros, y que desde nuestro pensamiento se difunda la pureza por todo nuestro ser, de modo que se cumpla en nosotros la palabra: 'Antes de que llamen, responderé.' " 132
La dote Rabí Shlomó no soportaba tener dinero en su bolsa o guardado en una gaveta. Sentía un peso en su corazón hasta que se desprendía del dinero dándoselo a un necesitado. Cierto día comprometió a su hijo con la hija de Rabí Baruj de Mezbizh, nieto del Baal Shem Tov. Rabí Baruj era ferviente, devoto y sabio, pero también diligente para reclamar lo que se le debiera. Cuando llegó la fecha estipulada en el contrato de matrimonio para el pago de la dote, como el dinero no le fuera entregado, escribió a Rabí Shlomó que devolvería el contrato y anularía el compromiso. El rabí de Karlín le pidió que fijara otra fecha y envió a dos de sus seguidores a viajar por el país para que recolectaran entre los jasidim la suma necesaria para la dote. Pero cuando tuvo el dinero en sus manos y vio a los pobres que estaban reunidos en el patio de su casa, no soportó la idea de que allí hubiese menesterosos mientras él disponía de dinero. Salió al patio y distribuyó cuanto tenía. De nuevo, Rabí Baruj le envió una carta en duros términos. El rabí de Karlín contestó que siguieran adelante con los preparativos de la boda, pues él aportaría la dote. Otra vez envió a dos hombres para que recolectaran el dinero, y otra vez retornaron ellos con la suma necesaria. Pero ahora fueron cautelosos y no la entregaron al rabí hasta que estuvo sentado en el carruaje junto con su hijo. La ruta que tomaron los llevó a una ciudad donde Rabí Najum de Tchernobil estaba preso, a causa de una denuncia como las que los opositores de los jasidim solían efectuar. El rabí de Karlín logró que le permitieran ver un momento a su amigo. Cuando estuvieron frente a frente, Rabí Shlomó vio en el acto que Rabí Najum había asumido el dolor de Israel, y Rabí Najum leyó instantáneamente en su espíritu. "¿Cómo lo sabes?", preguntó Najum, "pues rogué a Dios que ni ángel ni serafín lo supieran". "Ni ángel ni serafín lo saben", dijo el rabí de Karlín, "mas Shlomó, hijo de Iuta, lo sabe. Pero te prometo que, cuando llegue mi turno, ninguna criatura lo sabrá." Esto ocurría en la víspera del día en que el rabí de Tchernobil debía dejar la cárcel. Cuando el rabí de Karlín se despidió de él, 133
se dirigió al funcionario a cargo de la prisión, le dio los cuatrocientos rublos que constituían la dote y así logró que su amigo saliera en libertad un día antes. Luego se marchó hacia la boda en compañía de su hijo. Existen varias versiones de lo que sucedió después. Según una de ellas, Rabí Baruj nunca mencionó la dote durante los siete días que duró la celebración. Cuando el rabí de Karlín estaba listo para retornar a su casa su hijo le dijo: " T e vuelves a casa, y yo quedo aquí con mi suegro. ¿Qué he de hacer si me pregunta por la dote?" Rabí Shlomó repuso: " S i alguna vez te molesta por la cuestión de la dote, ponte, allí donde estés, de cara contra la pared, y di: 'Padre, padre, mi suegro me está molestando por la dote.' Entonces él dejará de preguntarte por ella." Pasó algún tiempo sin que nada sucediera, hasta un viernes por la noche, en que Rabí Baruj recitaba el Cantar de los Cantares y su yerno estaba frente a él. Cuando Rabí Baruj llegó a las palabras "un manojo de mirra", hizo una pausa y se tocó ligeramente la mano izquierda con la derecha, como si estuviera contando un manojo de billetes. Después continuó con el Cantar de los Cantares. Pero su yerno no soportó quedarse allí. Corrió a su cuarto, volvió el rostro hacia la pared y dijo: "Padre, padre, mi suegro me molesta con motivo de la dote." Desde entonces se lo dejó en paz.
Lo peor Rabí Shlomó preguntó: "¿Cuál es la peor cosa que la inclinación al mal puede lograr?" Y él mismo respondió: "Hacer que el hombre olvide que es hijo de un rey." Corno anuí Dios Dijo Rabí Shlomó: " ¡ S i pudiese yo amar al más grande tzadik tanto como ama Dios al hombre más menesterosol" 134
Un palmo más arriba Rabí Shlomó de Kariín pasó un tiempo alojado en la Casa de Estudio de la pequeña ciudad de Dobromysl, cerca de Lozhny, donde en aquel tiempo vivía su antiguo compañero Rabí Shneur Zalman. Este dijo un viernes a los jasidim que lo visitaban: "Ahora no soy el rabí. El santo tzadik, nuestro maestro Rabí Shlomó, se encuentra en mi distrito, de modo que ahora el rabí es él. Debéis ir a Dobromysl y pasar el shabat con él." Así lo hicieron, y tomaron las tres comidas en la mesa del rabí de Karlín, y si bien éste no dijo palabras de enseñanza, como solía hacerlo el maestro de ellos en el shabat, sus espíritus contemplaron la sagrada luz, y era incomparablemente más radiante que en ninguna otra ocasión. En la tercera, comida del shabat, Rabí Shlomó, antes de pronunciar las bendiciones de la comida, dijo el breve salmo que empieza: "Su fundación está en las sagradas montañas" y concluye: "Todos mis manantiales están en ti", que él tradujo: "Todo mi brotar está en ti." E inmediatamente los manantiales de sus espíritus brotaron a borbollones. El espíritu los poseyó tan cabalmente, que hasta largo tiempo después del shabat no supieron la diferencia entre el día y la noche. Cuando volvieron a casa de Rabí Zalman y le narraron lo sucedido, él dijo: "Sí, ¿quién puede compararse con el santo Rabí Shlomó? ¡El sabe cómo traducir! ¡Quién puede compararse con el santo Rabí Shlomó! ¡Pues él está un palmo por encima del mundo!''
Armilus Rabí Shlomó solía decir: " ¡ S i viniera el Mesías, el hijo de David! En caso necesario yo podría convertirme en el Mesías, hijo de José, que lo precede y es muerto. ¿Qué puedo temer en ello, y a quién he de temer? ¿Temeré al torvo cosaco?" La gente pensó que llamaba a la Muerte "torvo cosaco" y se sorprendió mucho. «00 135
Una y otra vez, la comunidad de Ludmir le pidió que acudiera a ella, pues muchos de sus amigos vivían allí, Siempre se rehusó. Pero cuando se allegaron a él una vez más los enviados de Ludmir —era en el día de Lag ba-Qmer, el trigésimo tercero de los días que se cuentan desde Omer, entre las fiestas de Pesaj y de Shavuot— les preguntó sonriente: '' ¿Qué hacéis en Ludmir en el día de Lag ba-Omer?'' " Y bien", dijeron los enviados, "justamente lo que se hace de costumbre. Todos los jóvenes, grandes y pequeños salen por los campos y disparan con sus arcos." El rabí se rió y dijo: "|Bueno, si así son las cosas, si vosotros disparáis flechas, todo es muy distinto. Entonces iré a vosotros." o o
o
Cuando el rabí ya estaba viviendo en Ludmir, los rusos sofocaron una rebelión de los polacos en esa región y persiguieron a los rebeldes, derrotados, hasta el interior de la ciudad. El comandante ruso autorizó a sus hombres a saquear a voluntad durante dos horas. Era en la víspera dé Shavuot, que ese año cayó en shabat. Los judíos estaban reunidos en la Casa de Oración. Rabí Shlomó estaba orando, sumido en tal éxtasis que no oyó ni vio nada de lo que sucedía en el contorno. Justo en ese momento llegó, cojeando, un cosaco de elevada estatura, quien se detuvo junto a la ventana y tomó puntería con su fusil. Con voz tintineante, el rabí decía las palabras "pues tuyo, oh Señor, es el reino", cuando su nieto, que estaba de pie junto a él, tímidamente tiró de su casaca y lo despertó del éxtasis. Pero la bala ya le había dado en un costado. "¿Por qué me abatiste?", preguntó él. Cuando lo llevaron a su casa y lo tendieron, hizo abrir el Libro del Esplendor en cierto pasaje, y lo pusieron ante su mirada mientrass vendaban su herida. Así permaneció, abierto ante sus ojos, hasta el miércoles siguiente, día en que murió. Se dice que el nombre del cosaco cojo era Armilus. Y tal es el nombre del demonio que, según una antigua tradición, ha de matar al Mesías hijo de José. 136
La cuerda que
cedió
Pocos días antes de morir a consecuencia de su herida, Rabí Shlomó escribió a su discípulo Mordejái de Lejovitz: "Ven, para que pueda consagrar tu jefatura." Mordejái emprendió inmediatamente el viaje. En camino, de pronto sintió como si hubiera cedido una cuerda que lo transportaba en seguridad sobre un abismo, como si cayera por un espacio sin fin. " H e sido separado de mi maestro", gritó, y tras ello no pronunció ninguna otra palabra. Sus compañeros lo llevaron ante el rabí de Nesjizh, conocido en esa comarca por los prodigios que obraba, y le pidieron que curara a Rabí Mordejái, quien se hallaba enajenado. "Decidle", repuso el rabí de Nesjizh, "que su maestro ha muerto. Entonc'es se recobrará," Le transmitieron la noticia con mucho cuidado, pues temían que le hiciese daño. Pero no bien recibió el mensaje, su rostro recobró la compostura. Con voz firme pronunció la bendición que se dice al tener conocimiento de una muerte, y exclamó: " E r a mi maestro, y lo seguirá siendo."
Por
misericordia
Rabí Asher de Stolyn refirió: Mi maestro, Rabí Shlomó, solía decir: "Tengo que preparar lo que deberé hacer en el infierno", pues estaba seguro de que no se le reservaba otro final. Cuando después de morir su alma ascendió y los ángeles lo recibieron regocijados, para guiarlo hasta el supremo paraíso, se rehusó a seguirlos. " S e están burlando de mí", dijo, "esto no puede ser el mundo de la verdad". Por fin la Divina Presencia le dijo: "¡Ven, hijo mío! Por misericordia te daré mi tesoro." Entonces él cedió y se sintió contento. "Yo soy la
oración"
Se cuenta que: Una vez presentaron una queja ante el tribunal del Cielo. Se denunciaba que la mayor parte de los judíos oraban sin 137
poner sus almas en la plegaria. Y por suceder esto, pudo encumbrarse en la tierra un rey que quería prohibir a los judíos de su reino orar juntos en congregación. Pero algunos ángeles se opusieron a ello y no quisieron permitir que así ocurriera. Finalmente, decidieron consultar a las almas de los tzadikim que moraban en el mundo superior y ellas dieron su consentimiento a la prohibición. Pero cuando llegaron a Rabí Shlomó de Karlín, éste conmovió al mundo con la tempestad de su plegaria y dijo: "Yo soy la oráción. Yo asumo sobre mí el acto de orar en lugar de todo Israel." Y la prohibición no se consumó.
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IX
ISRAEL DE KOZNITZ La historia de la capa Una mujer acudió a Rabí Israel, maguid de Koznitz, y le dijo, arrasada en lágrimas, que llevaba doce años de casada y no tenía aún un hijo. "¿Qué quieres hacer al respecto?", le preguntó el maguid. Ella no supo qué contestar. " M i madre", díjole el maguid, "estaba entrando en años y no tenía todavía un hijo. Entonces se enteró de que el santo Baal Shem, en el curso de un viaje, iba a detenerse en Apt. Acudió de prisa a la posada donde se alojaba el Baal Shem y le imploró que rezara para que ella tuviese un hijo. '¿Qué quieres hacer acerca de esto?, le preguntó él. 'Mi marido es un pobre encuadernador', dijo ella, 'pero yo tengo algo hermoso que daré al rabí'. Fue a su casa tan rápidamente como pudo y tomó su buena capa, su 'katinka', que estaba cuidadosamente guardada en un cofre. Pero cuando retornó a la posada con ella, le dijeron que el Baal Shem había partido ya hacia Mezbizh. En seguida partió tras él y, como no tenía dinero para viajar en carruaje, caminó de una ciudad a otra oon su "katinka" hasta llegar a Mezbizh. El Baal Shem tomó la capa y la colgó en la pared. 'Está bien', dijo. Mi madre hizo a pie todo el camino de vuelta, hasta llegar a Apt. Un año después nací yo." "También yo", dijo la mujer, " t e traeré una buena capa mía, de modo que pueda tener un hijo". "No servirá", dijo el maguid. " T ú escuchaste la historia. Mi madre no tenía historia alguna por la cual guiarse."
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Estudiando Cuando Israel tenía siete años, estudiaba en la Escuela Talmúdica durante el día y de noche acudía a la Casa de Estudio, donde se instruía por su propia cuenta. La primera noche de Januká, su padre no le psrmitió ir a la Casa de Estudio, pues sospechaba que el niño quería jugar a cierto juego, popular en aquel tiempo, con otros niños. Pero como en su casa no tenía libro ni candela, prometió a su padre permanecer en la Casa de Estudio sólo durante el tiempo que tardará en arder una vela de tres céntimos. O bien había otras velas encendidas en el cuarto, o bien los ángeles, regocijados por los estudios del niño, mantuvieron milagrosamente encendida la vela de tres céntimos, pues lo cierto es que el pequeño se quedó en la Casa de Estudio mucho más tiempo que lo previsto. Cuando por fin volvió a su casa, el padre lo golpeó hasta hacerlo sangrar. " ¿Y no dijiste a tu padre que habías estado todo el tiempo estudiando?", preguntaron al maguid cuando contó la historia muchos años después. " S e lo podría haber dicho, desde luego", repuso. " Y mi padre me hubiera creído porque sabía que yo nunca mentía. Pero ¿hubiese estado bien utilizar la grandeza de la Torá para salvar mi propia piel?" Conocimientos Dicen que, en su juventud, Rabí Israel estudió ochocientos libros de la Cábala. Pero la primera vez que vio al maguid de Mezritch cara a cara, supo instantáneamente que no sabía nada. Su Torá El maguid de Koznitz dijo: "Nuestros sabios subrayan, con mucho acierto, que en el primer salmo la Torá es llamada 'la ley del Señor' y después 'su Torá'. Pues si un hom140
bre aprende la Torá por amor a ella, ésta le es dada a él, y es suya, y él puede revestir todos sus santos pensamientos en la santa Torá." La chaqueta
de
cordero
Se cuenta que: De joven, Rabí Israel era pobre y menesteroso. Una vez fue a visitar a Rabí Itzjac, que había de ser rav de Berditchev y por entonces aún vivía en una ciudad cercana llamada Zelejov. Guando se marchaba el tzadik lo acompañó al exterior de la casa. Primero permanecieron en el umbral, conversando. Absorbidos por la conversación, comenzaron a caminar, alejándose del lugar. Hacía intenso frío, y Rabí Leví Itzjac no había llevado consigo su abrigo. "Préstame un instante tu piel de cordero", dijo a su discípulo y amigo, y éste se la entregó de buena gana. Congelándose en su delgada ropa, caminó junto al tzadik, mientras conversaban sin cesar. Esto duró un rato. "Ya es suficiente, Israel", dijo por fin el rabí. "Ahora también tú entrarás en calor." A partir de ese momento, el destino de Israel cambió. Enfermedad
y fortaleza
Desde su niñez Rabí Israel tuvo mala salud. Era muy delgado y los médicos se asombraban de que siguiera vivo. Durante la mayor parte del tiempo yacía en cama envuelto en pieles de conejo. Al levantarse se calzaba zapatillas forradas por dentro con piel de oso, pues no soportaba los zapatos. Lo llevaban en litera a la Casa de Oración. Pero ya en el umbral, no bien había pronunciado las palabras "qué temible es este lugar", 1 se transfiguraba. Los lunes y jueves, días en que se leen las Escrituras,2 caminaba con el talet y las filacterias, sosteniendo en los brazos el rollo de la Torá, tan ligera y rápidamente entre las dos filas de personas que 1 2
Génesis 28:17. Además de leerse la Torá el sábado, fragmentos de ella se leen también en esos días, "a fin de que no pasen tres días sin Torá".
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esperaban, que los sirvientes que lo acompañaban llevando las velas apenas podían mantener el paso. Con movimientos de danza se inclinaba sobre la sagrada Arca, donde depositaba el rollo, y luego caminaba con pasos de danza hasta el pupitre sobre el cual estaba el candelabro, y colocaba las velas allí. Luego, con la voz apagada que era habitual en él, decía las primeras palabras de la oración, pero de una palabra a la siguiente su voz cobraba fuerza, hasta embargar todos los corazones. Después de la plegaria, cuando los sirvientes lo llevaban a su casa en la litera, estaba pálido como un moribundo, pero su palidez era luminosa. Por ello se decía que su cuerpo brillaba como mil almas. Una vez, tras asistir a una circuncisión, se disponía a subir a su carruaje cuando algunos se adelantaron para ayudarlo. "Necios", les dijo, "¿por qué habría de necesitar de vuestras energías? Está escrito: 'mientras que a los que esperan en Dios él les renovará el vigor'; 3 yo renovaré mi vigor con el vigor de Dios; El tiene vigor de sobra." Y de un salto subió al carruaje. La
chaqueta
Siempre que el Rabí de Koznitz hablaba parecía como si rezara, aunque en voz débil y baja. Era afecto a tararear para sí mismo proverbios y sentencias corrientes entre los campesinos polacos. Después de una fiesta de Purim, que había presidido con gran felicidad, comentó: "Cuán cierto es lo que la gente dice: 'Quítate la chaqueta, alma querida, y haz cabriolas Alegremente en la fiesta y en la danza.' ¡Pero qué extraña chaqueta es el cuerpo! A veces incluso hablaba a Dios en polaco. Cuando estaba solo, se lo oía decir: "Moj kochanku", lo cual significa: " M i amado". 3
Isaías 40:31.
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Una plegaria El rabí de Koznitz dijo a Dios: "Señor del mundo, te ruego que redimas a Israel. Y si no quieres hacerlo, redime entonces a los goím." Otra plegaria Una vez el maguid de Koznitz dijo: "Señor, heme aquí ante ti como uní niño mensajero esperando que me digas a dónde debo ir."
Testimonio He aquí lo que Rabí Moshé de Koznitz, hijo del maguid, escribió en su libro Fuente ele Moisés: " M i padre y maestro me dijo: 'Créeme, hijo mío, los pensamientos discordes que se apoderaban de mí de tanto en tanto sólo acudían cuando estaba rezando, y con ayuda de Dios los hacía volver a su fuente y raíz, al lugar donde se levantaba su tienda en el comienzo del tiempo." Las oraciones muertas y las vivas Ujtia vez Rabí Israel escuchó el pasaje '' Malditos s e a n . . . " de las Escrituras, leido en la Casa de Oración y lloró ante las palabras: " Y tu cadáver será alimento de todas las aves del aire." Posteriormente, en la comida, dijo: "Las oraciones que se dicen sin temor y sin amor, ésos son los 'cadáveres'. Pero El, que escucha las plegarias de todas las bocas, es misericordioso con sus criaturas. Desde lo alto derrama el despertar en el corazón del hombre, de modo que si éste es capaz de orar siquiera una vez con toda su alma como debería hacerlo, su plegaria crece y destruye las plegarias que son cadáveres, y asciende como un pájaro hasta las compuertas del Cielo." 143
Música Dijo el maguid de Koznitz: " 'Haz una dulce melodía', dijo Isaías a Tiro, la 'ramera largo tiempo olvidada'. Haz dulce tu camino y recibirás una melodía.'' Cada día Dijo el maguid de Koznitz: "Cada día deberá el hombre partir de Egipto, de la aflicción." 4 Por su hijo
enfermo
Cuando su amado hijo cayó enfermo y los médicos abandonaron toda esperanza, el maguid de Koznitz permaneció sentado toda la noche sin poder pensar en otra cosa que en su gran dolor. Pero llegado el momento de la Orac'ión Matutina, dijo: "Está escrito: 'Echó al niño bajo una mata'. 5 ¡Las matas, las matas, la gran mata de la oración!6 ¡Que una palabra de la oración pueda ser dicha con regocijo!" Cuando Rabí Leví Itzjac, que por entonces aún vivía en la vecina ciudad de Zelejov, oyó de esto, fue al baño y se sumergió, con la santa intención de cambiar la tendencia de los pensamientos del maguid, de modo que pudiese orar por la recuperación de su hijo. Y lo consiguió. Mientras el maguid oraba, la tendencia de sus pensamientos cambió y, con gran fervor, imploró a Dios que permitiese a su hijo recobrarse. En aquel momento —así lo cuentan los jasidim— no sólo el pequeño Moshé, hijo del maguid, sino todos los niños enfermos se recobraron. *
B
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luego de palabras (mitzraím: Egipto; metzarím: aprietos, aflicción). Génesis 21:15. Juego de palabras (sin puede significar tanto mata como habla, palabra).
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Fuego negro Todos los años el maguid de Koznitz visitaba la tumba de su padre en la ciudad de Apt. En una de esas ocasiones, los jefes de la comunidad acudieron a él para pedirle que predicara en la gran Casa de Oración el sábado, como lo había hecho un año atrás. "¿Hay alguna razón para creer", preguntó, "que yo haya alcanzado algo con mi sermón del año pasado?" Lps hombres se alejaron apenados y un gran dolor se abatió sobre toda la comunidad. Una multitud se reunió frente a la posada del maguid. Todos permanecían de pie en silencio, con la cabeza baja. Entonces un hombre, un artesano, se adelantó, fue al cuarto del maguid y le dijo: "Afirmas que con el sermón que predicaste el año pasado no conseguiste nada. En lo que a mí se refiere, sí lo conseguiste. Pues aquella vez yo escuché de tus labios las palabras que todo hijo de Israel debe acatar, como dice en las Escrituras: 'Pongo al Señor ante mí sin cesar'. 7 Desde entonces veo el nombre del Señor ante mí, como fuego negro sobre fuego blanco." " S i tal es el caso", dijo el maguid, "iré y predicaré un sermón". Mortificación Al maguid de Koznitz acudió un hombre que, para mortificarse, sólo vestía una bolsa sobre su cuerpo desnudo y ayunaba de sábado a sábado. El maguid le dijo: "¿Crees que alejas de ti la inclinación al mal? Ella es quien te mete por engaño en esa bolsa. Quien simula que ayuna de un sábado a otro pero en secreto come un poco todos los días es espiritualmente superior a ti, pues ése sólo engaña a los demás, en tanto que tú te engañas a ti mismo." Repudio Acudió una mujer al maguid de Koznitz y le dijo, mientras lloraba amargamente, que su marido se había apartado 7
Salmos 16:8.
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de ella y decía que era fea. "¿Y no serás realmente fea?", preguntó Rabí Israel. " R a b í " , dijo la mujer, "¿no le parecí hermosa y amable cuando nos paramos juntos bajo el dosel de la boda? ¿Por qué me he vuelto negra ahora?" Entonces un temblor se apoderó del rabí, que sólo con grandes dificultades recobró el ánimo necesario para confortar a la mujer, diciéndole que rogaría a Dios para que le devolviera el corazón de su marido. Cuando !a mujer se hubo ido, él dijo a Dios: "Piensa en esta mujer, Señor del mundo, y piensa en Israel. Cuando el pueblo de Israel dijo en Sinaí: 'Todo lo que el Señor ha dicho, nosotros haremos', y tú lo elegiste y lo casaste contigo, ¿no era entonces hermoso y amado? ¿Por qué se han tornado ahora negros?" La comida del rico Un hombre rico acudió una vez al maguid de Koznitz. "¿Qué tienes por costumbre comer?", reguntó el maguid. "Soy modesto en mis necesidades", repuso el rico. "Pan y sal y un trago de agua es todo cuanto preciso.'' "¿En qué estás pensando?", reprochó el rabí. "Debes comer carne asada y beber aguamiel, como todos los ricos." Y no lo dejó irse hasta que le prometió que así lo haría. Más tarde los jasidim le preguntaron por la razón de su singular respuesta. "Sólo cuando coma carne", dijo el maguid, "comprenderá que el pobre necesita pan. Mientras él mismo coma pan, pensará que el pobre puede comer piedras." En orden Se cuenta que: Un aldeano y su mujer se presentaron ante el maguid de Koznitz y le pidieron que rogara porque tuvieran un hijo, pues carecían de descendencia. "Dadme cincuenta y dos gulden", dijo el maguid, "pues tal es el valor numérico de la palabra ben, hijo." 146
"Con mucho gusto te daríamos diez gulden", dijo el hombre, pero el maguid se negó a aceptarlos. Entonces el hombre fue a la plaza del mercado y volvió cargando una bolsa de monedas de cobre cuyo peso lo hacía vacilar. Las esparció sobre Ta mesa. Había veinte gulden. "|Mira qué cantidad de dinero!", exclamó. Pero el maguid no quiso cejar en su demanda. Entonces el aldeano se enojó, recogió el dinero y dijo a su mujer: "Vamonos, Dios nos ayudará sin la oración del maguid." "Su ayuda ya os ha sido concedida", dijo el rabí. Y estaba en lo cierto. La prueba Se cuenta que: Cuando el príncipe Adán Chartoriski, amigo y consejero del zar Alejandro, llegó a cuatro años de casado sin tener hijos, acudió al maguid de Koznitz y le pidió que rogara por él, y gracias a esa plegaria tuvo un hijo. Durante el bautismo, el padre habló de la intercesión del maguid ante Dios. Su hermano, quien en compañía de su hijito se encontraba entre los invitados, se burló de lo que consideró la superstición del príncipe. "Visitemos juntos a tu hacedor de prodigios", dijo, " y verás que no sabe diferenciar entre izquierda y derecha". Juntos viajaron hasta Koznitz, que estaba cerca de donde vivían. " T e pido", dijo el hermano de Adán al maguid, "que niegues por mi hijo enfermo." El maguid inclinó la cabeza en silencio. "¿Harás eso por mí?", insistió el otro. El maguid alzó la cabeza. "Idos", dijo, y Adán advirtió que lograba hablar sólo con gran esfuerzo. "Idos inmediatamente, y tal vez lo veáis vivo.'' " Y bien, ¿qué te había dicho?", dijo riéndose el hermano de Adán cuando subían al carruaje. Durante el viaje, Adán permaneció en silencio. Al llegar al patio de la casa, encontraron muerto al niño.
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El budín Una vez un sencillo hombre del pueblo se presentó ante el maguid de Koznitz junto con su mujer y d)jo que quería divorciarse de ella. "¿Por qué lo quieres? , preguntó el maguid. "Trabajo muy duro toda la semana", dijo el hombre, " y el sábado quiero tener alguna gratificación. Pero en la comida del shabat mi mujer sirve primero el pescado, después las cebollas y el plato principal, y cuando llega el momento en que pone el budín sobre la mesa, ya he comido cuanto quería y no me queda apetito para más. [Toda la semana trabajo por ese budín y cuando llega ni siquiera puedo probarlo, y todo mi trabajo fue en vano! Una y otra vez he pedido a mi mujer que ponga el budín en la mesa inmediatamente después de bendecido el vino, ¡pero no! Dice que ella hace las cosas tal como lo señala la costumbre." El maguid se volvió a la mujer. " D e ahora en adelante", le dijo, "harás dos budines. Servirás el primero inmediatamente después de la bendición del vino y el otro después del plato principal, como antes." Marido y mujer convinieron en esto y se marcharon contentos. Ese mismo día, el maguid dijo a su mujer: " D e ahora en adelante harás el viernes dos budines. Servirás uno después de ser bendecido el vino y el otro después del plato principal, como antes." A partir de entonces tal fue la costumbre en casa del maguid, y siguió siéndolo entre sus hijos y los hijos de sus hijos: servíase un budín inmediatamente después de ser bendecido el vino, y se lo llamaba el Budín de la Paz en el Hogar. La parte de Adán Se dice que una vez, mientras el maguid de Koznitz rezaba, Adán, el primer hombre, se le acercó y dijo: "Has expiado tu parte en mi pecado, ¿no expiarías ahora también la parte mía?" 148
El cantonista en él Séder Se cuenta que: En la Rusia de aquellos tiempos, era común incorporar a muchachos judíos al ejército, donde debían servir hasta los sesenta años. Se los conocía como "cantonistas". En la víspera de Pesaj, un hombre cuyo uniforme lo identificaba como cantonista llegó a Koznitz y pidió ser admitido ante el maguid. Una vez en su presencia, pidió que se le permitiera participar en el Séder, y el maguid dio su consentimiento. Cuando en el curso de los ritos del Séder llegaron a las palabras: " L a Ceremonia de la Pascua ha sido celebrada en el debido orden", el huésped preguntó si podía cantar, y se le dio permiso para ello. Después de las palabras finales de la canción: "...peduím letzion beriná", que significan "redimidos hasta Sión con alegría", gritó en ruso: "¡PodjomI", es decir, "¡Vamos!" El maguid se puso de pie y, con voz llena de júbilo, dijo: "Estamos listos para ir a Sión." Pero el huésped había desaparecido. El hombre
que golpeó al profeta
Un nieto del «maguid de Koznitz relató: "Una vez un hombre poseído acudió al santo maguid —¡que su memoria nos proteja!— y le pidió que lo redimiera.El maguid convocó al espíritu para que confesara sus pecados. El espíritu dijo: 'Cuando el profeta Zacarías predijo la destrucción del pueblo, yo fui el primero que se desprendió de la multitud para golpearlo en el rostro. Sólo entonces los otros hicieron llover golpes sobre él hasta dejarlo muerto. Desde aquel momento me veo obligado a errar de alma en alma sin hallar descanso.' Pero cuando el santo maguid comenzó su obra de redención frotando las orlas entre sí, 8 el espíritu prorrumpió en una insolente carcajada y exclamó: 'En mi tiempo eran los sastres y los zapateros quienes sabían hacer eso! 'Y si erais tan inteligentes', repuso el maguid, '¿por qué matasteis al profeta?' Entonces el espíritu replicó: 'La ley dice 8
Véase en el Glosario la palabra talet.
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que quien guarda una profecía para sí incurre en pena de muerte. Por otro lado, se dice que si el profeta no expresa su profecía, ésta se torna inválida. En consecuencia, hubiese sido mejor que Zacarías callara su profecía y se sacrificara por la comunidad. Tal es la causa por la cual lo matamos.' El santo maguid dijo: 'Para decir esto viniste tú aquí', y completó su obra de redención." Así relató la historia el nieto del maguid de Koznitz. Pero también se refiere que cuando el maguid escuchó las palabras del espíritu, no pudo completar su obra, y el hombre que estaba poseído debió recurrir a Rabí Isajar Ber de Radoshitz, el hacedor de prodigios, que en su juventud había sido discípulo del maguid, y que fue quien ejecutó la obra de redención. El espíritu de su hermana Se cuenta que: El maguid de Koznitz tenía una hermana que murió joven. Pero en el mundo superior le dieron permiso para permanecer en casa de su hermano. El maguid siempre veló por que se confeccionaran ropas para los huérfanos indigentes. Cuando los comerciantes le llevaban el material necesario, él decía: "Preguntaré a mi hermana si esta tela es de buena duración y vale la pena comprarla", y ella siempre le daba información correcta. Ella vigilaba todo cuanto hacían los servidores, y cuando uno u otro robaba una hogaza de pan o un trozo de carne, inmediatamente informaba del robo a su hermano. El detestaba ese chismerío, pero no podía disuadirla de tal hábito. Una vez perdió los estribos y le dijo: "¿No te tomarías un pequeño descanso?" A partir de ese momento, ella desapareció. El alma del
cimbalista
Se cuenta que: Cierta vez, a medianoche, una voz se dejó oí.' en el cuar150
to del maguid de Koznitz y gimió: "Santo hombre de Israel, ten piedad de una pobre alma que, durante diez años, ha errado de remolino en remolino." "¿Quién eres?", preguntó el maguid. " ¿ Y qué hacías cuando estabas en la tierra?" " E r a músico", dijo la voz. "Tocaba el címbalo y pecaba como todos los músicos errantes." " ¿ Y quién te envió a mí?" Entonces la voz dijo quejumbrosa: "Pero, rabí, yo toqué en tu boda, y tú me elogiaste y quisiste escuchar más y entonces yo toqué una pieza tras otra y a ti te gustó mucho." "¿Recuerdas aún la tonada oue ejecutabas cuando me conducían hasta el palio de boda?" La voz tarareó la tonada. "Muy bien, serás redimido el próximo sábado", dijo el maguid. En el viernes siguiente, cuando el maguid estaba de pie ante el pupitre del lector, entonó la canción: "Ven, amigo, al encuentro de la novia", con una música que nadie conocía, y ni siquiera el coro pudo seguirlo. El mundo de la melodía El "Iehudí", el tzadik de Pzhysha, vio una vez don los ojos de su espíritu que el maguid de Koznitz, quien había caído enfermo, estaba ahora en peligro de muerte. Inmediatamente dijo a dos de sus fieles, que eran excelentes cantores y ejecutantes, que fuesen a Koznitz y alegraran con su música el corazón de Rabí Israel. Ambos partieron en seguida, llegaron a casa del maguid un viernes, y se les pidió que dieran la bienvenida al shabat con sus cantos y músicas. Cuando los sonidos entraron en el cuarto donde yacía Rabí Israel, éste aguzó su atención y su rostro se iluminó. Gradualmente su respiración se hizo pareja, su frente se refrescó y sus manos dejaron de retorcerse, para reposar sobre el cobertor. Al concluir la música, miró hacia arriba como si acabara de despertarse y dijo: " E l Iehudí vio que yo había pasado por todos los mundos. El único mundo en aue no había estado, era el de la melodía. De modo que envió a dos mensajeros para que me llevasen a e?e mundo." 151
La melodía de los ángeles Circuló el rumor de que la melodía que el maguid de Koznitz dejó tras él era una que había escuchado de labios de los ángeles que cantan en honor de Dios. Pero uno de sus discípulos dijo que no era así, que los ángeles la habían escuchado de labios de él. Años más tarde, cuando un hijo de ese discípulo contó la historia, agregó: "Eran los ángeles nacidos de las obras del santo maguid." Con una mirada Un shabat, en la tercera comida, el joven Zvi Elimélej escuchó decir a su maestro, Rabí Méndel de Rymanov: " A quien vive en la era del maguid de Koznitz y no ha mirado su rostro, no se lo considerará digno de mirar el rostro del Mesías cuando éste llegue." En cuanto se puso la luz sobre la mesa, Zvi Elimélej se despidió del rabí, tomó su bastón, se colgó la mochila al hombro y caminó día y noche casi sin descanso, pues, ¿cómo saber si el Mesías no había de advenir esa misma semana? Llegado a Koznitz fue directamente a la Casa de Estudio del maguid, sin detenerse siquiera para dejar bastón y mochila en una posada, pues, ¿cómo saber si el Mesías no iba a llegar en ese mismo momento? Lo hicieron entrar en un cuartito donde mucha gente se apiñaba en torno del lecho del maguid. Zvi Elimélej se apoyó contra la pared, ,puso una mano sobre su bastón, la otra sobre un hombre que había frente a él, se alzó con esa ayuda y miró el rostro del maguid. "Con una mirada", se dijo, "uno puede ganar el mundo venidero". Ampliación Ya viejo, Rabí Israel dijo: "Existen algunos tzadilam que, no bien han completado la tarea que se les asignó en su vida terrena, son llamados a partir. Y existen aquellos tzadikim que, completada la tarea que se les asignó en su vida terrena, reciben otra tarea y viven hasta que han cumplido también ésta. Así ha sucedido conmigo." 152
Piedras En el año de la campaña napoleónica en Rusia, el rabí de Apt visitó al maguid de Koznitz con motivo de la Fiesta de la Revelación. Lo encontró tendido en su lecho de enfermo, como de costumbre, pero vio que una singular expresión de decisión avivaba su fisonomía. "¿Cómo estás?", dijo el visitante. "Ahora soy un soldado", dijo el maguid. " L o s cinco cantos lisos que el joven David recogió para su honda, para combatir con el filisteo Goliat, ¡esos cinco cantos lisos los tengo aquí en mi cama!" Eín la noche anterior al primer día feriado, dos horas después de medianoche, el maguid fue al pupitre de la Casa de Oración, permaneció allí hasta la mañana, dijo la Oración Matutina, leyó las Escrituras, recitó la liturgia de la fiesta y concluyó sus oraciones tres horas después de las doce del mediodía. Antes del fin Cuando el maguid de Koznitz, enfermo de muerte, oraba frente al Arca, el mes antes de morir, en el Día del Perdón, hizo una pausa antes de decir: "Dijo el Señor: 'He perdonado' " , y se dirigió a Dios: "Señor del mundo, sólo tú sabes cuán grande es tu poder, y sólo tú sabes cuán grande es la debilidad de mi cuerpo. Y también sabes esto: que durante todo este mes, día tras día rogué frente al Arca, pero no pedí por mí, sino por ellos, por tu pueblo de Israel. Y entonces te pido: si para mí fue fácil tomar sobre mí mismo el yugo de tu pueblo y cumplir el servicio con mi maltrecho cuerpo, ¿cómo puede ser difícil para ti, que eres todopoderoso, decir dos palabras? '' Entonces les ordenó cantar un canto de alegría y proclamó en alta voz: " E l Señor dijo: 'He perdonado...' " .
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IX
IAACO Y ITZJAC DE LUBLIN, " E L VIDENTE" Su viejo maestro Rabí IaacoV Itzjac viajó una vez a una ciudad distante en compañía de algunos amigos y discípulos. Era viernes por la tarde y ya debían estar cerca de su destino cuando llegaron a una encrucijada. El cochero preguntó qué camino debían seguir. Como el rabí lo ignoraba, dijo: "Deja que los caballos sigan hacia donde quieran." Al cabo de un tiempo vieron las casas de una ciudad. Pero pronto descubrieron que no era la ciudad adonde iban. " Y bien, después de esto, más vale que dejen de llamarme rabí", dijo el Vidente de Lublín. "Pero si no podemos decir quién eres", preguntaron sus discípulos, "¿cómo encontraremos albergue y comida para el sábado?" La razón de la pregunta era ésta: el tzadik nunca conservaba ni siquiera las monedas más pequeñas de las donaciones recibidas durante el día, sino que daba todo a los pobres. "Vayamos a la Casa de Oración", dijo. "Allí uno u otro habitante de la ciudad nos llevará a su casa como huéspedes del shabat." Y así ocurrió, con la diferencia de que el rabí consagró tanto tiempo a sus plegarias que, al concluirlas, la Casa de Oración estaba vacía. Mirando alrededor, vio que sólo quedaba allí un hombre de unos ochenta años. El anciano preguntó al forastero: "¿Adonde piensas ir para la consagración del shabat?" "No sé", repuso el tzadik. " V e a la posada", dijo el anciano, " y cuando el día de descanso haya terminado haré una colecta para pagar tu cuenta''. "No puedo pasar el shábat en la posada", dijo Rabí Iaacov Rzjac, "porque allí no dicen la bendición de las velas". 154
El anciano vaciló. Al fin dijo: " E n casa sólo tengo un poco de pan y vino para mi mujer y yo." "No soy un gran comedor", le aseguró el rabí de Lublín, y emprendieron la marcha. Primero el anciano bendijo el vino, y luego lo hizo el rabí. Después de la bendición del pan, el anciano preguntó: " ¿ D e dónde vienes?" " D e Lublín." "¿Y lo conoces a él?" "Estoy siempre en su compañía." Entonces el anciano formuló su pedido con voz temblorosa: "|Dime algo acerca de él!" "¿Por qué estás tan ansioso de saber?" " D e joven" dijo el anciano, "yo era asistente en la escuela y él era uno de los niños a mi cargo. No parecía especialmente dotado. Pero después me enteré que se había convertido en un gran hombre. Desde aquel tiempo ayuno un día por semana, para ser digno de verlo. Pues soy demasiado pobre para ir en carruaje a Lublín y demasiado viejo para ir a pie." "¿Recuerdas algo acerca de él?", preguntó el rabí. "Día tras día", dijo el anciano, "debía buscarlo cuando llegaba el momento de estudiar el libro de oraciones, y nunca lo encontraba. Al cabo de largo rato llegaba por su propia voluntad, y yo le daba un moquete. Una vez lo observé irse y lo seguí. Estaba sentado sobre un hormiguero, en el bosque, y proclamaba en voz alta: '¡Oye, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es único!' Después de ese episodio no volví a castigarlo." Entonces Rabí Iaacov Itzjac comprendió por qué sus caballos lo habían llevado a esa ciudad. "Yo soy él", dijo. Al escuchar esto, el anciano se desvaneció y llevó largo rato reanimarlo. Al finalizar el shabat, el tzadik abandonó la ciudad junto con sus discípulos y el anciano lo acompañó hasta que se sintió cansado y debió regresar. Llegó a su casa, se tendió en el lecho y murió. Mientras sucedía esto, el rabí y sus acompañantes tomaban la comida siguiente al shabat en una posada de aldea. Cuando terminaron de comer, él se puso de pie 155
y dijo: "Volvamos a la ciudad para dar sepultura a mi antiguo maestro." Lágrimas que
consagran
En el curso de sus largas andanzas, Rabí Zusia llegó a la ciudad donde vivía el padre del niño Iaacov Itzjac. En la Casa de Estudio se acercó a la estufa para rezar —siempre lo hacía así— y se cubrió completamente la cabeza con el talet. De pronto se volvió, asomó la cabeza y, sin detener la vista en ninguna otra cosa, miró al niño Iaacov Itzjac directamente a los ojos. Después se volvió a la estufa y siguió rezando. Del niño se apoderó un incontenible impulso de llorar. Un manantial de lágrimas brotó de él y lloró durante una hora. Sólo cuando sus lágrimas cesaron Zusia le habló: " T u alma ha sido despertada. Ahora ve a casa de mi maestro, el maguid de Mezritch, y estudia con él, para que también tu espíritu se despierte de su sueño". En la Casa de Estudio Un tzadik relató: "Cuando vivía en Níkolsburg como discípulo de Rabí Shmelke, había entre mis compañeros un hombre joven llamado Iaaertv Itzjac. Años después llegó a ser rabí de Lublín. Tanto él como yo estábamos casados desde hacía dos años. En la Casa de Estudio se sentaba en un lugar poco visible. A diferencia de los demás, nunca hacía preguntas. Nunca miraba a ninguno de nosotros, sino solamente al rabí. Cuando no lo miraba, tenía los ojos vueltos al suelo. Pero su rostro aparecía transfigurado por una irradiación dorada que venía de su interior, y yo advertí que el rabí lo amaba mucho." Alegría santa Cuando Iaacov Itzjac estaba en la Casa de Estudio de Rabí Shmelke, parecía un ángel ajeno a todas las cuestiones 156
terrenales, hasta tal punto que Rabí Shmelke, quien también tenía tendencia al aislamiento, encontró excesiva la actitud del discípulo. Lo envió a Hanipol con una nota, dirigida a Rabí Zusia, que sólo contenía estas palabras: "¡Aligera un poco el corazón de nuestro Itzikel!" Y Rabí Zusia, que una vez había despertado al niño Iaacov Itzjac a las santas lágrimas, ahora logró despertar en su interior la santa alegría. Al borde Cerca de la ciudad de Lizhensk, donde enseñaba Rabí Elimélej, hay una colina. La rodean bosques por todos lados salvo uno, escarpado y pedregoso, y el rocoso pico aún hoy se llama Mesa de Rabí Mélej. El joven Iaacov tenía el hábito de ir allí para meditar sobre cómo pueden alcanzarse la verdadera humildad y la anulación de sí mismo. Un día se encontraba en tal estado de desesperación que, según le pareció, todo cuanto podía hacer era ofrendar su propia vida. Fue hasta el borde de la roca y quiso arrojarse desde allí. Pero un Compañero suyo, el joven Zalke, de Grodzisk. lo había seguido sin ser observado. Corrió hacia él, lo tomó del cinturón y lo confortó y alentó hasta que hubo borrado de su alma aquel sombrío, propósito. Al morir el maestro de Iaacov Itzjac y ser éste designado rabí de Lublín, Rabí Zalke fue a visitarlo. Cuando entró en su cuarto el tzadik tomó sus manos y dijo: "Rabí Zalke, vida mía, en verdad te amo, porque en la primera excursión de mi alma por la tierra tú fuiste mi padre. Pero cuando recuerdo lo que me hiciste en Lizhensk, no puedo amarte tan enteramente." Su mirada Los jasidim relatan: Cuando fue creada el alma del Vidente de Lublín, se la dotó del poder de ver desde un extremo al otro del mundo. Pero cuando él vio la inmensidad del mal, supo que no podría soportar esa carga y pidió que se lo librara de aquel don. En157
tonces su facultad fue limitada a ver todo lo que ocurría dentro de un radio de cuatro millas. Durante su juventud mantuvo los ojos cerrados por siete años, salvo en las horas de orar y estudiar, para no ver nada impropio. Por ello sus ojos se debilitaron y se tornaron miopes. Cuando miraba la frente de alguna persona, o leía su nota de súplica, veía la raíz de su alma y, más allá de ésta, hasta el primer hombre. Veía si esa alma provenía de Abel o de Caín; veía cuántas veces, en sus andanzas, había asumido forma corporal, y también qué se había destruido o mejorado en cada encarnación, en qué pecado se había enredado y a qué virtud había ascendido. Una vez, mientras visitaba a Rabí Mordejái de Nesjizh, hablaron acerca de ese poder. El rabí de Lublín dijo: " El hecho de ver en cada uno qué es lo que ha hecho disminuye mi amor por Israel. En consecuencia, te pido que hagas algo para que sea despojado de ese don." El rabí de Nesjizh repuso: "Acerca de todo cuanto decreta el Cielo, dice la Guemará: 'Nuestro Dios da, pero no toma de vuelta.' " Tornarse
ciego
Se cuenta que: En Lublín, la Oración Vespertina se demoraba incluso el shabat. Antes de esta plegaria, el rabí se sentaba a solas en su cuarto, todos los sábados, y a nadie se le permitía entrar. Una vez, un jasid se escondió allí para ver qué sucedía en tales ocasiones. Al principio sólo vio que el rabí se sentaba a una mesa y abría un libro. Pero después una inmensa luz empezó a brillar en el pequeño cuarto y al verla el jasid perdió el conocimiento. Volvió en sí cuando el rabí salió del cuarto, y también él salió no bien se hubo repuesto por completo. En la entrada no vio nada, pero escuchó decir la Oración Vespertina y comprendió con horror que las velas debían estar encendidas y que él, no obstante, estaba rodeado por la más impenetrable oscuridad. Aterrado, imploró al rabí que lo ayudara y éste lo envió a otra ciudad, donde había un hombre conocido por sus curaciones milagrosas. Interrogó al jasid sobre las circunstancias en que había perdido la vista 158
y el jasid se las refirió. "No hay cura para ti", dijo el hombre. "Has visto la luz original, la luz de los días de la creación, que dio a las primeras personas el poder de ver de un extremo al otro del mundo, que les fue ocultada después de que pecaron y que sólo se revela a los tzadikim en la Torá. A todo aquel que la contempla ilegalmente, sus ojos le son oscurecidos para siempre." Paisaje Una vez Rabí Iaacov Itzjac fue huésped de Rabí Baruj, el nieto del Baal Shem. Este hombre orgulloso y reservado, que dijo de sí mismo que llegaría a ser supervisor de todos los tzadikim, lo llevó consigo en su carruaje a tomar el baño ritual en la víspera del shabat. En camino. Rabí Baruj cedió al poder creativo con que contemplaba todo lo que lo rodeaba, y el paisaje fue cambiando de acuerdo con sus pensamientos. Cuando bajaron del carruaje, Baruj preguntó: "¿Qué ve el vidente? '' Rabí Itzjac repuso: '' Los campos de la Tierra Santa.'' Cuando avanzaban por la colina que separaba el camino del arroyo, Baruj preguntó: "¿Qué huele el Vidente?" Este repuso: " E l aire de la montaña del Templo." Cuando se sumergieron en el arroyo, el nieto del Baal Shem Tov preguntó: "¿Qué siente el Vidente?" Y Rabí Iaacov Itzjac respondió: " L a curativa corriente del paraíso."
Lo que diez jasidim pueden obrar Un joven escapó de su mujer y sus suegros para pasav el shabat en Lublín. Pero no bien hubo saludado al rabí, Iaacov Itzjac —que lo había observado cuidadosamente— le dijo que volviese sin pérdida de tiempo a su propia ciudad, de modo que pudiese estar en su casa antes de comenzar la fiesta. El joven suplicó y suplicó, pero no logró inducir al rabí a cambiar su orden, de modo que, profundamente turbado, emprendió el camino. Pasó la noche en su posada y mientras allí yacía, sin poder conciliar el sueño, entró en el cuarto un gru159
po de jasidim que se dirigían a Lublín. Escucharon al hombre gemir en su banco, le preguntaron qué le sucedía y se enteraron de lo ocurrido. Entonces buscaron aguardiente, llenaron repetidas veces sus vasos y el suyo, bebieron unos a la salud de los otros y a la del joven, y gritaron: "¡Por la vidal ¡Por la vida!" Uno tras otro lo tomaron de la mano y por fin le dijeron: "¡No volverás a tu casa! ¡Vendrás'a Lublín con nosotros y pasarás el shabat allí, y no te preocuparás por nada!" Bebieron hasta la mañana. Entonces todos oraron juntos, bebieron unos a la salud de los otros y a la del joven, y emprendieron alegremente el camino de Lublín llevándolo con ellos. Llegados a la ciudad fueron a saludar al tzadik. El tzadik miró al joven y permaneció un instante silencioso. Finalmente preguntó: "¿Dónde has estado? ¿Qué ha sucedido?" Cuando escuchó toda la historia, el tzadik dijo: "Estaba decretado que murieras este shabat, y te salvaste de ese destino. La verdad que hay en esto es que ningún tzadik puede obrar tanto como diez jasidim." El lecho Era hecho conocido que, con frecuencia, el Vidente de Lublín no podía dormir en un lecho extraño cuando se hospedaba en casa de otro. De modo que cuando Rabí Iosel de Ostila supo que en su próximo viaje el tzadik pasaría por su ciudad, inmediatamente encargó a un carpintero devoto y diestro que fabricara una cama de la mejor madera y aplicara a ello sus mejores esfuerzos. El carpintero tomó el baño ritual, concentró su espíritu en la tarea e hizo un excelente trabajo. Cuando Rabí Itzjac hubo aceptado la diligente invitación de Rabí Iosel para que se alojara en su casa, su anfitrión lo condujo a su cuarto, donde relucía el flamante lecho, cubierto de suaves almohadas y blandas mantas. Pero, con apenada sorpresa, Rabí Iosel oyó después al tzadik agitarse suspirando en la cama y comprendió que no podía dormir. Por un instante quedó perplejo. Finalmente ofreció su propio lecho al huésped. El Vidente de Lublín se tendió allí, cfcrró los ojos con evidente comodidad y se durmió. Más tarde Rabí Iosel 160
se armó de todo su coraje y le preguntó qué había encontrado mal en una cama que un hombre temeroso de Dios había hecho para él con el más escrupuloso celo. El tzadik dijo: " E l hombre es bueno y su trabajo es bueno, pero lo ejecutó durante los nueve días anteriores al aniversario de la destrucción del Templo. Como es devoto, se lamentó sin cesar por el Templo, y ahora su pesar está incorporado al lecho y éste lo transmite.'' Encendiendo
la pipa
Un tzadik refirió: "Una vez, en mi juventud, asistí a una boda a la que había sido invitado el rabí de Lublín. Entre los comensales había más de doscientos tzadikim, y en cuanto a los jasidim, ¡nadie hubiera podido contarlos! Habían alquilado una casa con un gran salón para el rabí de Lublín, pero él pasó la mayor parte del tiempo solo en un cuartito. En cierto momento, un gran número de jasidim se encontraban reunidos en el salón, y yo entre ellos. Entonces entró el rabí, se sentó a una pequeña mesa y permaneció un rato en silencio. Después se levantó, miró a su alrededor y, por sobre las cabezas de los otros, me señaló a mí, que estaba de pie contra la pared. "Ese joven que está allí", dijo, " m e encenderá la pipa". Me abrí paso entre la multitud, recibí la pipa de sus manos, fui a la cocina, tomé una brasa, encendí la pipa, volví al salón v se la entregué. En ese instante sentí que mis sentidos me abandonaban. Pero el rabí empezó a hablar, me dijo unas pocas palabras y de inmediato recobré mis sentidos. Ese fue el momento en que recibí de él el don de despojarme de todo lo corporal. Desde entonces, puedo hacerlo cada vez que lo deseo." Purificación de almas Rabí Naftalí de Roptchitz dijo: "Testifico sobre este punto en lo que respecta a m< maestro, Rabí Itzikel de Lublín: cada vez que un nuevo jas id acu161
día a él, instantáneamente lo despojaba de su alma, la lavaba de toda mancha y herrumbre y se la colocaba de nuevo, restaurada al estado en que se hallaba en la hora de su nacimiento. '' La "expulsión de los
pecados"
Una vez Rabí Naftalí no pudo acompañar a su maestro, el rabí de Lublín, cuando éste marchó al río para la ceremonia de Tashlij. Cuando el Vidente retornaba junto con sus acompañantes, se encontraron con Naftalí, que corría hacia el río. "¿Por qué corres?", le preguntó uno de ellos. " Y a ves que el rabí está de regreso a su casa, y en consecuencia, ¿qué más te da ahora llegar al río un poco antes?'' Naftalí respondió: " M e apuro para recoger algunos de los pecados que el rabí arrojó al agua, a fin de atesorarlos en mi corazón." Más ligera Dijo una vez el rabí de Lublín: "¡Qué extraño! La gente acude a mí abrumada por la melancolía, y guando se marcha, lo hace más ligera de espíritu, en tanto que yo mismo (y aquí estaba por .decir: "me siento melancólico", pero hizo una pausa y continuó) estoy oscuro y no brillo." El pequeño
santuario
Uno de los discípulos del rabí de Lublín refirió: " M i maestro, el rabí de Lublín, no sólo tenía los grandes discípulos acerca de los cuales todo el mundo sabe, sino otros cuatrocientos más, conocidos como 'la gente de la aldea', que poseían —¡cada uno de ellos!— el don del espíritu santo." Le preguntaron: " S i esa santa comunidad existía, y el santo Vidente era su rey, ¿por qué no se unieron en una gran tentativa por traer la salvación?" El respondió: "Grandes cosas fueron emprendidas." 162
Le replicaron: "Pero, ¿por qué no trabajó junta toda la comunidad?'' Contestó: "Cuando nos hallábamos con nuestro santo Vidente, estábamos en un pequeño santuario. No carecíamos de nada y no percibíamos la tristeza del exilio ni la tiniebla que envuelve todas las cosas. Si las hubiésemos sentido, habríamos conmovido mundos, habríamos hendido el Cielo para acercarnos a la salvación." El
obstáculo
Una vez Iaacov Itzajc esperó confiado que la salvación llegara ese mismo año. Pasado el año, dijo a su discípulo el Iehudí: " L a gente de pueblo se ha arrepentido por completo, o por lo menos puede hacerlo. Ellos no son obstáculo. Son las personas superiores el obstáculo. No pueden alcanzar la humildad y, en consecuencia, no pueden consumar el arrepentimiento. '' Pago Un viernes por la noche, antes de la consagración del shabat, el rabí se había retirado a su cuarto, cerrando la puerta. De pronto la abrió y salió. La casa estaba llena de sus grandes discípulos, vestidos con las ropas de raso blanco que los grandes tzadikim solían usar en esos días. El rabí se dirigió a ellos: "Está escrito: 'pero que da su merecido en su propia persona a quien lo odia, destruyéndolo.'1 Lo cual significa: El paga a quienes lo odian por las buenas obras que hicieron en este mundo pese a sí mismos a fin de destruirlos en el mundo que ha de venir. Y entonces os digo: puesto que el malvado codicia el oro, recibirá su porción de oro; y puesto que el malvado codicia los honores, recibirá su porción de honores. Pero supongamos ahora que el malvado no busque honores, ni oro, sino jerarquías espirituales, o que se haya pro1
Deuteronomio 7:10.
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puesto ser un rabí. ¿Qué sucede entonces? Entonces, el que busca jerarquías espirituales ascenderá a ellas, y el que se ha propuesto ser rabí lo será, a fin de ser destruido en el inundo venidero." La brülante luz Cierto número de j isidim fueron a Lublín. Antes de que marcharan hacia la casa del rabí, su cochero les pidió que llevaran un trozo de papel donde estaba escrito su nombre, junto con otros papelitos de la misma índole, para que el rabí pudiera desearles el bien, y así lo hicieron. Cuando el Vidente de Lublín leyó el papel, exclamó: "¡Con qué resplandor brilla el nombre de este hombre!" Los jasidim, asombrados, afirmaron que se trataba de un hombre simple e ignorante y que, en todo el tiempo en que lo habían tratado, no habían descubierto en él virtudes epec'iales. " E n este momento", insistió el rabí, "su alma brilla para mí como luz pura." Cuando los jasidim salieron en busca de su cochero, no lo hallaron en la posada, de modo que comenzaron a recorrer las calles. En una de ellas vieron una alegre procesión que marchaba a su encuentro: primero, músicos con címbalos y tambores y tras ellos una multitud de personas que bailaban, saltaban y batían palmas. En el medio, más alegre y gritando con voz más alta que todos los otros, venía el cochero. En respuesta a las preguntas que le dirigieron, explicó: "Cuando ustedes se fueron quise divertirme un rato. De modo que eché a andar por la ciudad y de pronto escuché la música y el clamor de fiesta que salían de una casa. Entré y vi que estaban celebrando la boda de dos huérfanos. De modo que también yo celebré con ellos, bebí, canté y me divertí. Pero al cabo de un rato hubo disputas y confusión porque al parecer la novia no tenía el dinero necesario para obsequiar a su consorte un talet, según es costumbre y se esperaba que hiciera. ¡Estaban a punto de romper el contrato de matrimonio! Mi corazón empezó a palpitar. No soportando ver humillada a la muchacha, eché mano a mi bolsa y, ¿qué creen que sucedió? ¡Contenía justo el dinero suficiente para pagar el talet! Por eso estoy tan contento." 164
La transición Un hombre rico y poderoso llamado Shalom, a quien se conocía en general por Conde Shalom, cayó gravemente enfermo. ,Su hijo partió en seguida en busca del rabí de Lublín, a fin de pedirle que implorara misericordia. Pero cuando al cabo de un largo viaje se detuvo en presencia del rabí y le tendió un trozo de papel con el pedido, Rabí Iaacov Itzjac dijo: "Ya no es posible ayudar. El ha pasado ya de la esfera del poder a la de la sabiduría." Cuando el hombre llegó a su casa de vuelta, comprobó que su padre había muerto a esa misma hora y que, también a esa misma hora, su mujer le había dado un hijo. Fue llamado Shalom como su abuelo, y con los años llegó a ser maestro de las enseñanzas.
El largo
pleito
El rabí de Lublín dijo una vez a su discípulo Rabí Héshel de Komarno: "¿Por qué no visitas nunca al rav de la ciudad? Deberías ir a verlo de vez en cuando." Rabí Héshel se sorprendió al oír estas palabras, pues el rav, a quien apodaban "Cabeza de Hierro", era enemigo declarado del jasidismó. Sin embargo, obedeció a su maestro y empezó a orar en casa del rav todas las tardes. El rav lo recibió muy cordialmente. Un día, después de la plegaria, fue presentada allí una querella judicial. Cuando se hizo salir de la habitación a las partes interesadas y comenzó la discusión, tino de los jueces apoyó al querellante y el otro al querellado, de modo que correspondía a Cabeza de Hierro tomar la decisión final. Rabí Héshel estaba presente y había seguido el debate con sumo interés. Para él resultaba totalmente claro que el querellante tenía razón y con pesar advirtió que el rav se inclinaba por la otra parte. No sabía qué hacer, y sin embargo no podía sentarse allí en silencio y dejar que se perpetrara una injusticia. Finalmente logró recordar una glosa del pasaje del Talmud que presentaba como acertada su propia interpretación del problema. Tomó el volumen de la Guemará, fue al rav y le pidió que explicara dicha 165
glosa. Cabeza de Hierro pareció irritarse y rechazó su pedido, aduciendo que no era el momento apropiado para dar una interpretación. Pero Hoshel repitió su pedido con tal insistencia que el rav tomó el libro de sus manos y echó un vistazo al pasaje en cuestión. Palideció, dijo a Héshel que le expondría el comentario al día siguiente y lo despidió. Al otro día, cuando Rabí Héshel preguntó por el resultado de la sesión, se le informó que el querellante había ganado el pleito. Era misma tarde, el rabí de Lublín le dijo: "Ya no tienes más necesidad de ir a casa del rav." Como su discípulo lo mirara asombrado, agregó: "Aquellos dos, querellante y querellado, se presentaron en la tierra noventa y nueve veces, y una vez y otra la justicia fue pervertida y ambas almas no recibieron redención. De modo que te envié a ayudarlas." El rabí de Lublín y Cabeza de Hierro Rabí Azriel Hurwitz, rav de la ciudad de Lublín, quien era conocido como Cabeza de Hierro, no cesaba de hostigar a Rabí Iaacov Itzjac con constantes objeciones y reproches. Una vez le dijo: " T u mismo sabes y reconoces que no eres un tzadik, ¿Por qué, entonces, guías a otros por tu camino y reúnes a una comunidad en torno a ti?" Rabí Iaacov Itzjac replicó: "¿Qué puedo hacer? Vienen a mí por su propia voluntad, mi enseñanza les agrada y desean escucharla." Y el otro dijo: " E l próximo shabat diles a todos que no eres uno de los grandes y ellos te abandonarán." El tzadik aceptó. El shabat siguiente, rogó a quienes se habían reunido para escucharlo que no le atribuyeran un rango ni le rindieran honores que no le correspondían. A medida que les hablaba, sus corazones se llenaban de humildad y a partir de ese momento lo siguieron con más fervor aún que antes. Cuando comunicó a Cabeza de Hierro sus esfuerzos y su resultado, el rav reflexionó y dijo: "Así sois vosotros los jasidim: amáis a los humildes y os apartáis de los altivos. Entonces diles que eres uno de los elegidos y te abandonarán." 106
Rabí Iaacov Itzjac replicó: ]No soy un tzadik, pero tampoco soy un mentiroso, y no he de decirles lo que no es verdadl'' En otra oportunidad, Rabí Azriel Hurwitz preguntó al Vidente: "¿Cómo son tantos los que te rodean? Soy mucho más instruido que tú, y sin embargo no tengo tantos seguidores. '' Repuso el tzadik: "También yo me asombro de que tantos acudan a alguien tan insignificante como yo, para escuchar la palabra de Dios, en vez de buscarla en quien, como tú, mueve montañas con sus conocimientos. La razón puede ser ésta: vienen a mí porque estoy asombrado de que vengan, y no van a ti porque estás asombrado de que no vayan." El rabí de Lublín y el predicador Un famoso maguid ambulante predicaba una vez en una ciudad, cuando se corrió la voz de que había llegado el rabí de Lublín. Inmediatamente todos los que escuchaban al maguid acudieron a saludar al tzadik. El predicador se encontró poco menos que solo. Esperó un momento y entonces también él fue y comprobó que la mesa del Vidente se hallaba cubierta de "dinero de rescate" que los peticionarios y otros visitantes le habían llevado. El maguid preguntó: "¡Cómo es posible! He predicado aquí durante días sin conseguir nada, ¿y tú recibes todo esto en una hora?" Rabí Itzjac repuso: "Probablemente se deba a que cada uno despierta en los corazones de los hombres aquello que atesora en su propio corazón; yo, la abominación del dinero, y tú el amor a éste." Verdad Un discípulo preguntó al rabí de Lublín: "Rabí, tú nos enseñaste que si un hombre conoce su propio valor y echa cuentas honradas con su propia alma, a él puede aplicársele el dicho popular: 'Sacar las cuentas es pagar la mitad de la deuda.' ¿Cómo debemos entenderlo?" 167
"Cuando se envía mercadería a través de la frontera", dijo el rabí, "se le aplica el sello del rey y esto la certifica. De modo que cuando un hombre conoce su mérito y echa cuentas honradas con su alma, la verdad, que es el sello de Dios, se aplica sobre él, y queda certificado." El camino Rabí Ber de Radoshitz pidió una vez a su maestro, el rabí de Lublín: "Enséñame un camino general para servir a Dios." El tzadik repuso: " E s imposible decir a los hombres qué camino deben seguir. Pues se sirve a Dios enseñando, pero también orando; ayunando pero también comiendo. Cada uno debe observar cuidadosamente hacia qué camino lo lleva su corazón y, cuando lo ha elegido, seguirlo con todas sus fuerzas.'' En muchas
formas
Algún tiempo después de la muerte de Rabí Shalom, hijo de Rabí Abraham, el Angel, dos de sus discípulos fueron a Lublín para estudiar con el Vidente. Lo encontraron en campo abierto, diciendo la bendición de la Luna Nueva. Y como su forma de hacerlo difería en ciertos pequeños detalles de aquella a que su maestro los había acostumbrado, no se prometieron gran cosa de Lublín y resolvieron partir de la dudad el día siguiente. Poco después, cuando entraron en casa del rabí, éste los recibió con palabras de salutación e inmediatamente añadió: "Un Dios a quien sólo pudiera servirse de una forma, ¿qué Dios sería ése?" Se inclinaron ante él y se convirtieron en sus discípulos. La mano
renuente
Preguntaron al rabí de Lublín: "¿Por qué está escrito: 'Y Abraham alargó la mano' e inmediatamente después: 'y tomó el cuchillo...'? ¿No es superflua la primera parte?" 168
Contestó: "Abraham había consagrado toda su energía y todos sus miembros a que no hicieran nada contra la voluntad de Dios. Entonces, cuando Dios le ordenó que le ofrendara su hijo, él entendió que debía sacrificarlo. Pero como toda su energía y todos sus miembros habían sido consagrados a no cometer acto alguno contra la voluntad de Dios, las manos de Abraham se rehusaron a obedecer a Abraham y a tomar el cuchillo, puesto que no era ésta la verdadera voluntad de Dios. Abraham debió dominar su mano con la fuerza de su fervor y adelantarla como un mensajero que debe cumplir un recado de quien lo envía. Sólo entonces pudo tomar el cuchillo."
Verdadera
justicia
Las palabras de las Escrituras: "Justicia, sólo justicia has de buscar", 2 fueron interpretadas del siguiente modo por el rabí de Lublín: "Cuando un hombre cree que es plenamente justo y que no necesita empeñarse más, la justicia no lo reconoce. Debéis buscar y buscar la justicia sin deteneros nunca y así, a vuestros propios ojos, seréis siempre como un niño recién nacido que no ha realizado aún absolutamente nada, pues ésa es la verdadera justicia." La segunda
madre
Preguntaron al rabí de Lublín: "¿Por qué en el santo Libro del esplendor el arrepentimiento ante Dios que corresponde a la emanación 'entendimiento' se llama 'Madre'?" El explicó: "Cuando un hombre confiesa y se arrepiente, cuando su corazón acepta el entendimiento y se convierte a éste, se torna como un niño recién nacido cuya madre es su propio arrepentirse ante Dios." 4
Deuteronomio 16:20.
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Diálogo Uno de sus discípulos preguntó al rabí de Lublín: "Nuestros sabios dicen que Dios habla a la comunidad de Israel según está escrito: 'Volveos a mí y yo me volveré a vosotros'; 3 pero Israel contesta, según está escrito: 'Haznos volver a ti, oh Dios, y volveremos'. * ¿Qué significa esto? Lo que les dijo Dios es así, porque sabemos que el despertar desde aquí abajo trae el despertar desde lo alto.'' El rabí repuso: "Nuestros sabios dicen: 'Una mujer sólo entra en unión con aquel que ha hecho de ella un recipiente, pues en el primer apareamiento su marido hace de ella un recipiente para despertar su feminidad.' Y así Israel dice a Dios: 'Haznos recipiente tuyo una vez más, para que nuestro arrepentimiento pueda despertarse una y otra vez.' Y tal es la causa por la cual en la respuesta que Israel dio al Señor también leemos: 'Renueve nuestros días como antaño.' Por 'antaño' se entiende el tiempo que precedió a la creación del mundo cuando nada existía como no fuese el despertar desde lo alto." Pecado y abatimiento Un jasid se quejó al rabí de Lublín de que era atormentado por un deseo pecaminoso y se sentía abatido por ello. El rabí le dijo: "Guárdate ante todo del abatimiento, porque es peor y más pernicioso que el pecado. Cuando la inclinación al mal despierta deseos en el hombre, lo que le interesa no es sumirlo en el pecado, sino sumirlo en el abatimiento por el camino del pecado." El malvado y el virtuoso El rabí de Lublín dijo: "Amo al hombre malvado que se sabe malvado más que al virtuoso que se sabe virtuoso. Pero en lo concerniente a los malvados que se consideran virs *
Zacarías 1:3. Lamentaciones 5:21.
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tuosos, se ha dicho: 'No se arrepienten ni siquiera en el umbral del infierno.'5 Porque piensan que los mandan al infierno para redimir las almas de otros." El alegre
pecador
Vivía en Lublin un gran pecador. Toda vez que quería hablar al rabí, éste consentía rápidamente en ello y conversaba con él como con un hombre íntegro y del cual fuese íntimo amigo. A muchos de los jasidim esto los molestaba, y uno dijo a otro: "¿Cómo es posible que nuestro rabí, a quien le basta echar una mirada al rostro de un hombre para conocer su vida de un extremo al otro, para contemplar el origen de su alma, no ve que éste es un pecador? Y si lo ve, ¿por qué le considera digno de hablarle y de relacionarse con él?" Finalmente se armaron de coraje y llevaron la pregunta al mismo rabí. Les repuso: " S é tan bien como vosotros todo lo que se refiere a él. Pero vosotros sabéis cuánto amo la alegría y aborrezco el abatimiento. ¡Y este hombre es tan gran pecador! Otors se arrepienten no bien han pecado, están un momento pesarosos y retornan después a su locura. Pero él no conoce pesares ni desánimos y vive en su felicidad como en una torre. Y es la irradiación de su felicidad lo que colma mi corazón." Trabajo de
remiendos
Un jasid del rabí de Lublín ayunó una vez desde un shabat hasta el siguiente. El viernes por la tarde empezó a sufrir tanta sed, que creyó morir. Vio un pozo, se inclinó sobre él y se dispuso a beber. Pero al instante comprendió que, debiendo soportar todavía solamente una breve hora, estaba a punto de destruir la obra de toda una semana. De modo que no bebió y se apartó del pozo. Entonces se sintió orgulloso de haber superado esa difícil prueba. Cuando adquirió conciencia de ello, se dijo a sí mismo: "Más me vale beber que dejar que mi corazón sea presa del orgullo." Volvió al pozo, B
Talmud babilónico (Eruvin 19).
171
pero cuando estaba por inclinarse para sacar agua, advirtió que su sed había desaparecido. Comenzado el shabat, entró en casa de su maestro. "¡Trabajo de remiendos!", le dijo el rabí al verlo cruzar el umbral. Pensamientos
intrusos
Un hombre acudió al rabí de Lublín para pedirle que lo ayudara a evitar los pensamientos intrusos que lo asaltaban mientras oraba. El rabí le indicó qué debía hacer, pero el hombre siguió interrogándolo sin detenerse. Finalmente el rabí dijo: "No entiendo por qué te quejas de tener pensamientos intrusos. A quien tiene pensamientos santos, de vez en cuando se le presenta un pensamiento impuro, y tal pensamiento es llamado 'intruso'. Pero tú te limitas a tener tus propios pensamientos habituales. ¿A quién pretendes atribuirlos? " Servicio Rabí Iaacov Itzjac tenía el hábito de llevar a su casa a caminantes pobres y atenderlos personalmente. Una vez había atendido así a uno de ellos; le había servido comida y había llenado su copa y estaba junto a su silla listo para traerle lo que necesitara. Concluida la comida, llevó los platos y fuentes vacíos a la cocina. Entonces su huésped le preguntó: "Maestro, ¿me dirás algo? Sé que tú, al servirme, has cumplido el mandamiento divino, que quiere que el mendigo sea honrado como enviado del Cielo. Pero, ¿por qué te tomaste la molestia de llevar los platos vacíos?" El rabí respondió: "Retirar la cuchara y el brasero del sanctasanctórum en el Día del Perdón, ¿no es parte acaso del servicio del sumo sacerdote?" En la sucá Un discípulo del rabí de Lublín dijo: Una vez celebré en Lublín la Fiesta de Sucot. Antes de los himnos de gloria y elogio, el rabí fue a la sucá para decir 172
la bendición de las "cuatro plantas". Durante cerca de una hora observé su violenta agitación, que parecía gobernada por un temor abrumador. Todos los que miraban pensaron que se trataba de parte esencial de la ceremonia; un intenso temor los invadió, y también se movieron y temblaron. Pero me senté en un banco y, sin tomar lo accesorio por lo principal, esperé a que toda esa inquietud y angustia hubiesen pasado. Entonces me puse de pie para ver mejor el instante en que el rabí diría la bendición. Y vi cómo él —en la jerarquía más alta del espíritu— decía la bendición sin moverse, y escuché la celestial bendición. Así fue cómo, mucho tiempo atrás, Moisés no escuchó el estampido del trueno y la montaña humeante, donde el pueblo temblaba de pie, sino que se aproximó a la inmóvil nube desde la cual Dios le habló. Sus ropas Rabí Bunam dijo: "Entre los jasidim del rabí de Lublín había otros mejores que yo, pero yo lo conocía mejor que todos los demás. Pues una vez que entré en su cuarto estando él ausente escuché un susurro: sus ropas comentaban entre sí la grandeza de su dueño." El arpista Durante la oración el rabí de Lublín aspiraba a veces una pizca de rapé. Un devoto muy diligente lo advirtió y le dijo: "No está bien interrumpir la plegaria". El rabí de Lublín contestó: "Una vez un gran rey caminaba por la principal de sus ciudades y escuchó a un cantor callejero, viejo y andrajoso, que cantaba una canción acompañándose con su arpa. La música le agradó. Llevó al hombre a su palacio y lo escuchó día tras día. A todo esto, el trovador no había querido separarse de su vieja arpa, de modo que con frecuencia debía detenerse para afinarla en medio de la ejecución. Una vez un cortesano dijo agriamente al viejo músico: '¡Realmente deberías afinar de antemano tu instrumento!' El arpista respondió: 'En sus orquestas y coros, nuestro rey tiene a mu173
cha gente mejor que yo. Pero si no lo satisfacen y nos ha elegido a mí y mi arpa, es porque al parecer desea soportar sus peculiaridades y las mías.' " Agradeciendo
el mal
Un jasid preguntó al Vidente de Lublín: " A las palabras de la Mishná: 'El hombre debe agradecer a Dios el mal y alabarlo', la Guemará agrega: 'con alegría y el corazón en paz'. ¿Cómo puede ser así?" El tzadik advirtió que la pregunta provenía de un corazón perturbado. " T ú no entiendes la Guemará", dijo. " Y yo no entiendo siquiera la Mishná. Pues, ¿hay realmente mal alguno en el mundo?" El regalo de boda Sucedió durante la boda de su nieta Hinda. En el momento en que eran presentados los regalos, Rabí Iaacov Itzjac puso su cabeza entre sus manos y pareció dormirse. El maestro de ceremonias dijo una y otra vez: "Los regalos de bodas que hace la familia de la novia", y esperó al rabí, pero éste no se movió. Se hizo un silencio, y esperaron que el rabí se despertara. Transcurrida media hora, su hijo le murmuró al oído: "Padre, están pidiendo los regalos de boda de la familia de la novia." El anciano abandonó sus meditaciones y contestó: " M e doy yo mismo. El regalo será presentado dentro de trece años." Trece años después, cuando Hinda tuvo un hijo, fue llamado Iaacov Itzjac, por su abuelo.6 De grande, se le parecía en todos los rasgos; su ojo derecho, por ejemplo, era un poco más grande que el izquierdo, tal como el del rabí de Lublín.
La costumbre de dar a un niño el nombre de su abuelo deriva de una creencia primitiva, según la cual un horílbre renace en su nieto.
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GENEALOGIA DE LOS MAESTROS JASIDICOS
E L FUNDADOR: 1. Israel ben Eliézer, el Baal Shem Tov (en forma abreviada, el Baal Shem), 1700-1760 NIETOS D E L BAAL SHEM: 2. Moshé Jaím Efraím de Sadylkov 3. Barty de Mezbizh, m. 1811 BIZNIETO DEL BAAL SHEM: 4. Najman de Bratzlav, m. 1810 DISCIPULOS D E L BAAL SHEM (Números 5, 6, 8, 10, 15, 17, 18, 19, 20, 2 1 ) : 5. Dov Ber de Mezritch, el Gran Maguid, m. 1772 6. Iaacov Iosef de Polnoie, m. 1782 Su discípulo: 7. Arié Leib de Spola, el Abuelo de Spola, m. 1811 8. Pinjas de Koretz, m. 1791 Su discípulo: 9. Rafael de Bershad,
m. 1816
10. Iejiel Míjal de Zlotchov, el Maguid de Zlotchov, m. circa 1786 Sus hijos: 11. Mordejái de Krémnitz 12. Zeev Wolf de Zbarazh, m. 1800 Sus discípulos: 13. Mordejái de Nesjizh, m. 1800 14. Aarón Leib de Primishlán
15. Najum de Tchernobil, m. 1798 Su hijo: 16. Mordejái (Motel) de Tchernobil, m. 1837 17. 18. 19. 20. 21.
David Leikes Wolf Kitzes Meír Margaliot Zvi, el Escriba Leib, hijo de Sara DESCENDIENTES D E DOV BER D E MEZRITCH:
22. Abraham, el Angel, m. 1776 Su hijo; 23.
Shalom Shajna de Probishtch, m, 1803 Hijo de
Shalom:
24. Israel de Rizhyn, m. 1850 Hijos de
Israel:
25. Abraham Iaacov de Sadagora, m. 1883 26. Najum de Stepinesht 27. David Moshé de Tchortkov, m. 1903 DISCIPULOS D E DOV BER D E MEZRITCH (Números 28, 29, 30, 37, 38, 39, 43, 44, 52, 5 7 ) : 28. Menájem Méndel de Vitebsk, m. 1788 29. Aarón de Karlín, m. 1772 80. Shmelke de Níkolsburg, m. 1778 Sus discípulos (Números 31, 32, 3 6 ) : 31. Abraham Jaím de Zlotchov 32. Moshé Leib de Sasov, m. 1807 Hijo de Moshé Leib: 33. Shmelke de Sasov Discípulo de Moshé
Leib:
34. Menájem Méiidel de Kosov, m. 1825 Hijo de Menájem
Méndel:
35. Jaím de Kosov 36. Itzjac Aizik de Kalev, m. 1821 37. Levi Itzjac de Berditchev, m. 1809 38. Meshulam Zusia de Hanipol, m. 1800
39. Elimélej de Lizhensk, hermano de Zusia, m, 1786 Discípulos de Elimélej (Números 40, 4 2 ) : 40. Menájem Méndel de Rymanov, m. 1815 Discípulo de Menájem. Méndel: 41. Zvi Hirsh de Rymanov, m. 1846 42. Abraham lehoshúa Héshel de Apt, m. 1822 43. Shneur Zalman de Ladi, el Rav, m. 1813 44. Shlomó de Karlm m. 1792 Discípulos de Shlomó de Karlin (Números 45,48): 45. Uri de Strelisk, m. 1826 Discípulo de Uri: 46. Iehúda Zvi de Stretyn, m. 1844 Hijo de Iehúda
Zvi:
47. Abraham de Stretyn, m. 1865 48. Mordejái de Lejovitz, m. 1811 Hijo de Mordejái: 49. Nóaj de Lejovitz, m. 1834 Nieto de
Mordejái:
50. Shlomó Jaím de Kaidanov, m. 1862 Discípulo de Mordejái: 51. Moshe de Kobryn, m. 1858 52. Israel de Koznitz, el Maguid de Koznitz, m. 1814 Hijo de
Israel:
53. Moshe de Koznitz Nietos de Israel: 54. Eleazar de Koznitz 55. Jaím Meír Iejiel de Mogielnica, m. 1849 Su discípulo: 56. Isajar de Wolborz,
m
. 1877
57. Iaacov Itzjac de Lublín, el Vidente, m. 1815 Sus discípulos (Números 58, 59, 62, 65, 66, 67, 68, 69) 58. David de Lelov, m. 1813 59. Naitali de Roptchitz, m. 1827 Discípulo de Naftoli: 60. Jaím de Zans, m. 1876
Hijo de Jaím: 61. Iejézkel de Sheniava, m. 1899 62. Zvi Hirsh de Zhvdatchov, m. 1831 Sobrinos de Zvi Hirsh: 63. Iehúda Zvi de Rozdol, m. 1847 64. Itzjac Aizik de Zhydatchov, m. 1873 65. Moshé Téitelbaum, m. 1839 68. Shlomó Leib de Lentshno, m. 1843 67. Isajar Ber de Radoshitz, m. 1843 68. Shalom de Belz, m. 1855 69. Iaacov Itzjac de Pzhysha, el Iehudí, m, 1814 Hijos del Iehudí (Números 70, 72, 7 5 ) : 70. lerajmíel de Pzhysha Su nieto: 71. Pinjas de Kinsk 72. Iehoshúa Asher Sus hijos: 73. Iaacov Zvi de Parysov 74. Meír Shalom 75. Nejemia de Byjova Discípulos del Iehudí
(Números 76, 82, 8 3 ) :
76. Simja Búnam de Pzhysha, m- 1827 Hijo de Búnam: 77. Abraham Moshé Discíptdos de Búnam (Números 78, 80, 81 h 78. Itzjac de Vorki, m. 1858 Hijo de Itzjac: 79. Menájem Méndel de Vorki, m. 186'8 80. Itzjac Meír de Guer, m. 186'6 81. Janoj de Alexánder, m. 1870 82. Péretz 83. Menájem Méndel de Kotzk, m. 1859
GLOSARIO
ABÁI y RABA: principales maestros talmúdicos de Babilonia en la primera mitad del siglo iv. ABRAHAM IBN EZRA D E TOLEDO: famoso exegeta de la Biblia, gramático hebreo, filósofo religioso y poeta (fallecido en 1167). ADLER, NATHÁN: rabí de Francfort del Meno, importante erudito talmúdico y cabalista (fallecido en 1800). AJER (el otro); Elishá ben Abuiá, sabio talmúdico, maestro de Rabí Meír. Bajo la influencia de enseñanzas foráneas, probablemente gnósticas, se separó del judaismo farisaico, a lo que se debe su apodo. AKIBA: principal maestro palestino del siglo n (Era Común). AMORA, pl. AMORAÍM (orador, intérprete): maestro de la segunda época talmúdica (alrededor del 200 al 500 E.C.) en la cual se originó la Guemará. AÑO NUEVO: véase ROSH HA-SHAN A. AÑO NUEVO D E LOS ARBOLES: el día 15 de Shevat (enero o febrero). "ARBOL D E LA VIDA" (Etz Jaím): una exposición del sistema cabalístico de Isaac Luria escrito por su más famoso discípulo, Jaím Vital Calabrese. ARI: abreviatura de Ashkenazí Rabí Isaac (Luria), ilustre representante de la Cábala posterior (1534-1572). Véase G. Scholem, Major Tkends in Jewish Mysticism, Séptima Conferencia. ARIEL: nombre poético para Jerusalén (Isaías 2 9 : 1 ) . ATRIBUTOS: de Dios, realizados por los hombres a través de pensamientos y acciones. Cada uno de los tres patriarcas representa simbólicamente uno de los atributos divinos. AZAZEL: véase Levítico, cap. 16. En los tiempos bíblicos, una misteriosa criatura del desierto a quien, el Día del Perdón (véase IOM KIPUR), es enviado un chivo "portador de las iniquidades" de Israel. En los tiempos posbíblicos este nombre se entendía como aplicado a uno de los ángeles caídos. BADJAN (animador): maestro de ceremonias en el casamiento. Al final de la cena festiva, el badján anuncia los regalos, levantándolos uno por uno y alabando, generalmente en tono humorístico, al dador y el obsequio. BAÑO RITUAL: véase INMERSIÓN.
BAR KOJRA (hijo de las estrellas): Simeón Bar Kosiba, el líder de la gran rebelión contra el emperador Adriano (132-135 E.C.). BAR MITZVÁ (hijo del mandamiento): al cumplir los trece años el niño acepta el compromiso de observar las leyes religiosas. También recibe ese nombre la celebración del acontecimiento. BASTÓN Y FAJA: los símbolos del liderazgo. Entregando su bastón el rabí confiere autoridad para actuar en su nombre. BENDICIÓN D E LA LUNA NUEVA: se lleva a cabo en el exterior de la casa al aparecer la luna nueva, hecho que marca la iniciación del mes según el calendario hebreo. BENDICIÓN DE SANTIFICACIÓN: véase KIDUSH. BENDICIÓN D E SEPARACIÓN: véase HAVDALA. BENDITO SEA E L QUE LLEGA: saludo que se hace al huésped en el momento en que arriba, y al cual éste responde: Benditos sean todos los presentes. BUEN JUDIO: designación popular del tzadik. CABAÑAS: véase SUCA. CABEZA D E TODOS LOS HIJOS D E LA DIÁSPORA (exilarca, Resh Galuta): jefe secular de la judería babilónica en los tiempos talmúdicos y postalmúdicos. CANTO D E ELÍAS: en alabanza del profeta. En él se designa a Elias como el buen auxiliador. CARROZA D E DIOS: la visión de Ezequiel fue interpretada como el misterio de la revelación divina, uno de los principios fundamentales de la Cábala, (El otro principio es el misterio de la creación.) CARTA D E DIVORCIO (quet): la única forma de divorcio permitida. CASA D E ESTUDIO (Bet ha-Midrash): lo mismo, generalmente, que Casa de Oración. Es un lugar de estudio y devoción. Los viajeros sin alojamiento eran recibidos en la Casa de Estudio, CASA D E LA VIDA: cementerio. CIDRA: véase ETROG. CINCUENTA PUERTAS D E LA RAZÓN: de acuerdo con la leyenda talmúdica, cuarenta y nueve de las cincuenta puertas le fueron franqueadas a Moisés. CONTRATO D E CASAMIENTO (tenaím, condiciones): escrito y firmado en el momento del compromiso; antes del casamiento, la ketubá, un acuerdo financiero, es agregado. CORTINA: el Talmud (Jaguigá 12b) habla de siete cielos y detalla sus nombres y funciones; la cortina es el más bajo de los cielos. CUERNO D E CARNERO: véase SHOFAR. CHISPAS: en la creación primigenia, antes de nuestro mundo, la ardiente sustancia divina estalló y las "chispas" cayeron en las profundidades inferiores llenando las "cáscaras" de las cosas y las criaturas de nuestro mundo. "DEBERES D E L CORAZÓN" (Jovot ha-Levavot): importante obra popular de filosofía religiosa judía y ética escrita en árabe por Bajía ibn Pakuda en el último cuarto del siglo xi. DECIR TORA: en la comida comunal con los jasidim, el tzadik pro-
nuncia una alocución sobre un tema de las enseñanzas jasídicas, basada generalmente en un pasaje de la Torá. DÍA D E L PERDÓN: véase IOM KIPUR. DIÁSPORA (Galut): la dispersión de Israel entre las naciones. De acuerdo con la tradición judía, la Divina Presencia comparte ¡os sufrimientos del exilio y espera también la redención. DIECIOCHO BENDICIONES: una de las partes más antiguas de la liturgia que se realiza en el servicio ordinario. El que reza, de pie, dice las plegarias para sí y, de acuerdo con la costumbre, con los ojos cerrados. Ninguna palabra profana debe interrumpirlas. Después el lector repite las bendiciones en alta voz. DIVINA CARROZA (Merkavá): interpretación mística de la visión de Ezequiel (Ezeq. 1), base de la teosofía cabalística. DIVINA NADA: la Escuela Jabad, que desarrolló las enseñanzas del Gran Maguid, sostenía que lo divino no tiene límites y se opone a todo lo que es "algo" y es, por consiguiente, limitado. Lo divino es la "nada", que subsume toda limitación y finitud. DIVINA PRESENCIA: véase SHEJINÁ. ELÍAS: después de su ascensión al cielo, el profeta Elias, de acuerdo con la leyenda, continuó ayudando e instruyendo al hombre dentro de sus funciones de mensajero de Dios. Aparece especialmente en cada fiesta de circuncisión y en cada séder. Verlo y recibir instrucciones de él se considera como la iniciación en los misterios de la Torá. ELISHA: discípulo y sucesor del profeta Elias. ELOHÍM: nombre de Dios que la literatura rabínica interpreta como referente al divino atributo del rigor. E L U L : mes que precede a las altas fiestas de Rosh ha-Shaná y Ioni Kipur, Está dedicado a la preparación interior y al examen de conciencia. EMDEM, JACOB: rabí de Alemania (Emden y Altona) del siglo xvni. ETROG: "el fruto del árbol hermoso" (Lev. 2 3 : 4 0 ) . Citrus médica sobre el cual, juntamente con ramas de palma, mirto y sauce se pronuncia la bendición de sucot. EXI LARCA (Resh Galuta): título del jefe de la comunidad judía autónoma de la diáspora en Babilonia; oficio especialmente activo en el período comprendido entre los siglos vn y >i. EXPULSIÓN D E LOS PECADOS: véase TASHLIJ. EZRA E L ESCRIBA: líder de la judería palestina en el siglo v antes de la Era Común. Sus instituciones y ordenanzas influyeron grandemente en el desenvolvimiento del judaismo tradicional. FIESTA D E LA REVELACIÓN: véase SHAVUOT, FIESTA D E LAS CABANAS: véase SUCA. FIESTA D E LAS SEMANAS: véase SHAVUOT. FIESTA D E L EXILIO (lom Tov Shení shel Galuiot): las fiestas de Pesaj, de las Semanas y de las Cabañas se observan en la diáspora por un día más que en Israel. El día excedente de observancia se llama Fiesta del Exilio.
FIESTA D E L REY DAVID: véase SÉQUITO D E L SHABAT. FILACTERIAS: véase TEFILIN. FRANJAS: véase TALET. FRANK, JACOB: el último y más dudoso de los "falsos Mesías". Iniciador de un movimiento sabatiano (véase SABATAI ZEV1) radical en Polonia, activo más tarde en Offenbach, Alemania. El y sus discípulos abrazaron públicamente el cristianismo. (Falleció en 1791.) GAÓN (Excelencia) D E VILNA: Rabí Elias de Vilna, renombrado erudito rabíníco, líder de un movimiento contra el jasidismo (fallecido en 1797). GLORIA Y FIDELIDAD: antiguo himno místico que muchos jasidim recitaban el shabat por la mañana, junto con las plegarias. GOI, pl. GOlM: "nación" (en la acepción concreta) gentil. GRAN ASAMBLEA (Knéset ha-GuedoIá): cuerpo legislativo de Palestina en tiempos del Segundo Templo. GRAN PLEGARIA POR LA SALVACIÓN: entonada durante Hoshaná Rabá (Gran Salvación), en el séptimo día de la Fiesta de las Cabañas. GRAN SHABAT: el shabat que precede a Pesaj. GUEMARA: "resumen" de las enseñanzas. Es la parte más extensa del Talmud y consiste en la explicación y discusión de la primera sección, llamada Mishná. Existen diferencias entre la Guemará del Talmud de Babilonia y la del Talmud de Palestina o Jerusalén. GUERRAS D E GOG: la profecía de Ezequiel (Ezeq. cap. 39) es interpretada como la visión de grandes guerras entre naciones en el tiempo que precede a la ¡legada del Mesías. HAGADA (narración): colección de expresiones, interpretaciones escritas e himnos referentes al éxodo de Egipto, tal como se recita en el hogar durante el servicio de la noche de Pascua. Véase SEDER. HALEL (alabanza): conjunto de salmos que se recitan durante el servicio litúrgico en determinadas festividades. HAVDALÁ ("separación" entre lo sagrado y lo profano): bendición pronunciada sobre el vino, las especias y la vela en la clausura del shabat y las fiestas. HIJO D E L MANDAMIENTO: véase BAR MITZVA. HILEL: gran maestro de la primera centuria a.E.C. Su vida y enseñanzas se basaron en la fraternidad universal. HILEL Y SHAMAI: maestros palestinos, fundadores de escuelas en la primera centuria antes de la Era Común. HOSHANOT: plegarias por la ayuda y la salvación, que se recitan durante la Fiesta de las Cabañas. IBN EZRA: Véase ABRAHAM IBN EZRA D E TOLEDO. INCLINACIÓN AL MAL: se opone a !a "inclinación al bien". No es considerada en sí como un mal, sino como un poder mal empleado por el hombre. Es más bien la "pasión" en la que se originan todas las acciones humanas. El hombre debe servir a Dios "con ambas inclinaciones", dirigiendo su pasión hacia lo que es santo y bueno. INMERSIÓN: el antiguo baño que en la Cábala y especialmente entre los jasidim, se convirtió en una importante ceremonia con signifi-
eados místicos. Realizar la inmersión en un río o en un arroyo poseía mayor valor que hacerlo en el baño ritual común. IOJANÁN BEN ZAKÁI: de acuerdo con la leyenda talmúdica, este maestro principal de la primera centuria E.C., fue colocado en un féretro y llevado fuera de Jerusalén a presencia de Vespasíano a fin de asegurar el permiso para establecer una academia de estudios judíos después de la caída de Jerusalén. IOJANÁN E L ZAPATERO: discípulo de Rabí Akibá. IOM KIPUR: Día del Perdón. El último de los Días Austeros con que se inicia el Año Nuevo. Es un día de ayuno y de ininterrumpida oración por el perdón. JANINÁ BEN TERADIÓN: uno de las "diez mártires", ejecutados por los romanos después de la rebelión de Bar Kojba, que rehusaron obedecer el edicto sobre el estudio de la ley. JANUCÁ (consagración): festividad de ocho días que comienza el 25 de Kislev (noviembre o diciembre); conmemora la consagración del Santuario por los Macabeos (167 a.E.C.) y su victoria sobre los grecosirios que profanaron el Templo. En memoria de la Fiesta de las Luminarias se encienden velas en los hogares judíos cada una de las ocho noches, una vela la primera, dos la segunda y así sucesivamente. JAZÁN: cantor, el lector de las oraciones en la sinagoga. JERUSALÉN D E LAS ALTURAS: la Jerusalén celestial que corresponde a la Jerusalén terrena. De la misma manera, un santuario celestial corresponde al del Templo en Sión. KÁDISH (santo): doxología que se recita especialmente en memoria da los muertos. KA VANA, pl. KAVANOT (intención, devoción): la intención dirigida hacia Dios mientras se lleva a c a l » una acción religiosa. En la Cábala las kavanot denotan las permutaciones del divino nombre que conducen a lograr la unificación de las fuerzas en el Mundo Superior. KIDUSH (santificación): además de sus otros significados, este término designa la bendición pronunciada sobre el vino al comienzo del shabat y las fiestas. La ceremonia nupcial es también un kidush. KLAUS: sala de oración en una congregación privada de religiosos (generalmente jasídicos). KOL NIDRÉ (todas las promesas): palabras iniciales de la fórmula solemne de absolución por las promesas incumplidas e imposibles de cumplir, que se pronuncian en la víspera del Día del Perdón. LAG BA-OMER: día trigésimo tercero en la cuenta que comienza en el segundo día de Pascua (Pesaj) y termina con la Fiesta de las Semanas (Shavuot). LAMENTACIONES D E MEDIANOCHE: los piadosos acostumbran a levantarse de su lecho a medianoche y, sentados en el suelo, descalzos, con cenizas en la frente en señal de duelo, leen lamentaciones por la caída de Sión y rezan por la redención. LECTOR: véase JAZAN.
LIBRO D E LA CREACIÓN (Séíer Ietzirá): obra básica para la interpretación de los números y las letras del alfabeto. No es seguro si fue compuesto eri los tiempos talmúdicos o postahnúdicos. LIBRO D E L ANGEL RAZIELi obra cabalística LIBRO D E LAS LEYES: véase SHULJAN ARUJ. LIBRO D E L ESPLENDOR; el Zohar, la obra principal de la primera Cabala (fin del siglo x m ) . Véase G. Scholem, Major Trends in Jewish Mysticism, Quinta y Sexta Conferencias. L I L I T : demonio femenino que seduce a los hombres. LITUANIA: los judíos lituanos de mentalidad más racionalista, fuertemente opuestos al jasidismo, LURIA, ISAAC: véase ARL MAESTRO D E CEREMONIAS: véase BADJAN. MAGUID, pl. MAGUIDIM (predicador): los maguidim eran en parte predicadores errantes, en parte predicadores adscriptos regularmente a una determinada comunidad; estos últimos podían eventualmente servir como predicadores viajeros. El término se refiere también a un espíritu que se aparece a los elegidos y les revela secretos de las enseñanzas y del porvenir. MAKOM (Jugar): designación de Dios, en quien existe todo lo que existe. MANTO D E ORACIÓN: véase TALET. MATZA, pl. MATZOT: pan sin levadura que se come durante la semana de Pascua (Pesaj). MEIR: sabio talmúdico de Palestina (siglo n ) . Las leyendas postalmúdicas lo describen como un "hacedor de milagros". MELAMED: maestro de los niños. MENORA: candelabro de siete brazos, especialmente el que se usa en la sinagoga. MESÍAS HIJO DE JOSÉ: un Mesías que ha de preparar el camino reuniendo a todo Israel y restableciendo el Reino, y que morirá luego luchando contra los romanos dirigidos por Armilus. Otra tradición sostiene que reaparece con cada generación. METATRÓN: nombre de un ángel mencionado en la literatura talmúdica y cabalística; entre otras funciones, cumple la de mediar entre Dios y el mundo material. Se lo llama "príncipe de la divina faz" o "príncipe de la cámara interior". MIDRASH, pl. MIDRASHIM (exposiciones, interpretaciones); libros de los tiempos talmúdicos y postalmúdicos dedicados a la exégesis homilética de las Escrituras. Son ricos en parábolas, leyendas, comparaciones y sentencias. MINJÁ (ofrenda): originalmente, sacrificio vespertino (Ezra 9 : 4 ) . Más tarde, y como sustituto, la Plegaria de la Tarde. MISERICORDIA Y RIGOR: los principales atributos de Dios. MISHNA (repetición, enseñanza): la primera y fundamental parte del Talmud. MITNAGUED, pl. MITNAGDIM (opositor, antagonista): los opositores declarados del jasidismo.
MOISÉS BEN MAIMÓN: notable pensador judío de la Edad Media, llamado también Maimónides o Rambam. Nació en Córdoba en 1135 y falleció en El Cairo en 1204. MUNDO D E CONFUSIÓN (Olam ha-Tohu): región en la que permanecen las almas después de la muerte, hasta que son redimidas. MUNDO D E ILUSIÓN (Olam ha-Dimión): región "en la que vagan las almas de todos los que murieron engañados por su vanidad". MUNDO D E LA EMANACIÓN: de acuerdo con las doctrinas cabalísticas, el Mundo de la Emanación y de la Divinidad es el más elevado de los cuatro "mundos" que se encuentran entre el infinito y nuestro mundo terrenal. MUSAF (adición): originalmente, un sacrificio adicional en el shabat y las fiestas. Más tarde, y como sustituto, un servicio adicional rezado después de la Plegaria de la Mañana. NEILÁ (clausura): la plegaria final del Día del Perdón. NOTAS D E SÚPLICA (kvitel en idish): escritas en un papel, contienen el nombre del suplicante, el nombre de su madre y el pedido. NOVENO DÍA D E AV.- véase TISHÁ BE-AV. PAN SIN LEVADURA: véase MATZÁ. PASCUA: véase PESAJ. PECTORAL D E L JUICIO (Joshen Mishpat): una de las cuatro partes del Shulján Aruj, el código autoritario de la ley judía. PESAJ (Pascua): festividad que dura ocho días (en Israel siete), previamente a la cual se realiza una renovadora limpieza de los hogares; comienza en el decimoquinto día de Nisán (marzo o abril) y conmemora el éxodo de Egipto. PLEGARIA D E LAS BENDICIONES: oración central en el servicio sinagogal. Véase también DIECIOCHO BENDICIONES. PLEGARIA D E LA TARDE: véase MINJÁ. PLEGARIAS DE PENITENCIA (Selijot): oraciones recitadas especialmente en los días que preceden al Año Nuevo, en el período comprendido entre éste y el Día del Perdón, y también en este último. POZO D E MIRIAM: cuenta una leyenda talmúdica (Taanit 9?) que, debido a los méritos de Miriam, hermana de Moisés y Aarón, un pozo acompañó a los hijos de Israel a través del desierto. PRESENCIA D E DIOS: véase SHEJINÁ, PRIMERA PUERTA (Baba Kamá): tratado del Talmud. PRINCIPE ADÁN CHARTORISKI: para conocer sus relaciones con el maguid de Koznitz, según se describen en la tradición legendaria, véase FOT the Sake of Heaven, Martin Buber, Filadelfia, Sociedad de Publicaciones Judías, 1945, pág, 195. PRÍNCIPE D E LA TORÁ: el ángel que representa a la Torá en el cielo. Los elementos, las fuerzas de la naturaleza y las naciones (las que, de acuerdo con la tradición judía, son setenta) están representados por sus respectivos príncipes, que pueden ser ángeles o demonios. PRINCIPIOS D E LA F E : parte de la Plegaria de la Mañana ordenada
de acuerdo con la formulación de los artículos del credo judío hecha por Moisés ben Maimón en el siglo xu. PURIM (fiesta de las suertes): Esther 9:25. Celebración feliz que conmemora la derrota del perverso Amán. Se festeja con juegos y mascaradas. QUEMAR LA LEVADURA: durante la Pascua no debe haber alimentos levados en la casa. En la noche que precede a la festividad la casa es limpiada a fondo y los remanentes de los alimentos levados son reunidos y quemados en un fuego especialmente encendido para la ocasión. QUÓRUM (minian): el mínimo de diez varones mayores de trece años que se requiere para orar en común. RAB (Aba Arika): maestro babilónico del Talmud, perteneciente al siglo nr. RABI; véase RAV. RASHI: abreviatura de Rabí Salomón (ben) Isaac (de Troyes), el comentarista clásico de la Biblia y del Talmud de Babilonia (fallecido en 1105). RAV (jefe, maestro); líder de la comunidad religiosa. Enseña la ley y, como "jefe del tribunal", supervisa su cumplimiento; rabí, en cambio, significa líder del grupo jasídico local. En algunas circunstancias el rabí era también rav de la ciudad. RECUENTO D E LOS CINCUENTA DIAS (Sefirat ha-omer): véase Levítico 23:15. REGOCIJO EN LA LEY: véase SIMJAT TORA. RESCATE: al visitar al tzadik, el jasid le entrega una suma de dinero junto con una nota de súplica. Esta suma es considerada un "rescate" por el alma del solicitante. ROSH HA-SHANA (Año Nuevo): se observa el primero y segundo día de T'shrí (septiembre u octubre); son los días del juicio. ROTURA D E LAS VASIJAS: véase CHISPAS. SABADO D E LA CANCIÓN (Shabat Shirá): shabat durante el cua) se canta la canción de los israelitas en el Mar Rojo (Exodo 15). SABADO D E L ARREPENTIMIENTO (Shabat Shuvá): el que cae entre los diez días de penitencia que van del Año Nuevo al Día del Perdón. SABATAI ZEVÍ: figura central del mayor movimiento mesiánico en la historia de la Diáspora (fallecido en 1676). Inmediatamente después que Sabatái Zeví se proclamó Mesías, el movimiento se desmembró y su fundador abrazó el Islam. Véase G. Scholem, Major Trends in Jewish Mysticism, Octava Conferencia. S ABATI ANOS: seguidores de Sabatái Zeví. SAMAEL: nombre p&sbíblico de Satanás, el príncipe de los demonios. SANTA HERMANDAD (jevrá kadishá, sociedad santa): sus miembros cuidaban del entierro de los muertos. SANTIFICACIÓN D E L NOMBRE (de Dios): designa cada uno de los sacrificios que el hombre realiza y por medio de los cuales participa en el establecimiento del reino de Dios sobre la tierra. SANTO HUÉSPED: se dice que los patriarcas visitan al devoto en la
Fiesta de las Cabañas (véase SUCA). Este los recibe con una salutación especial. SANTOS NOMBRES: todos los elementos del lenguaje sagrado son considerados como seres supraterrenales. SÉDER (orden): cena festiva y liturgia doméstica que se realizan en la primera y la segunda noches de Pascua. En esta celebración cada sucesiva generación se identifica con las generaciones que huyeron de Egipto. SEFIROT: la jerarquía de los diez poderes creadores emanados de Dios, mística y orgánicamente relacionados entre sí, y que constituyen, de acuerdo con el sistema cabalístico, los fundamentos de la existencia de los mundos. SENDERO D E LA VIDA (Oraj Jaím): una de las cuatro partes del Shulján Aruj, el código autoritario de la ley judía. SÉQUITO DEL SHABAT: comida que se hace al terminar el shabat. Se la considera destinada a despedir a la Reina Shabat y a escoltar su partida. También se la llama "Fiesta del Rey David". De acuerdo con la leyenda, Dios anunció a David que moriría un sábado; éste, por lo tanto, celebraba al final de ese día la continuidad de su existencia. SERIE D E CANTOS (Pérek Shirá): compilación de los versículos bíblicos para ser dichos por toda clase de seres vivientes en alabanza de Dios, cada uno pronunciando el versículo especial que le corresponde. SERVICIO ADICIONAL: véase MUSAF. SHAMAI: véase HILEL Y SHAMAI. SIIAVUOT (semanas): festividad de dos días de duración (en Israel uno), siete semanas después de Pascua. Es la fiesta de las primicias y una época dedicada a rememorar la revelación del Monte Sinaí. SHEJINA (inmanencia): presencia inmanente de Dios en el mundo, que participa del exilio de Israel; Presencia Divina entre los hombres. SHOFAR: cuerno de camero que se hace sonar en la sinagoga, principalmente en año Nuevo. El cuerno de carnero anunciará la llegada del Mesías. SHULJAN ARUJ (mesa puesta): el libro de la ley judía codificado en el siglo xvi. SIETE BENDICIONES: las que se recitan en la fiesta de bodas y también en los siete días siguientes si hay nuevos huéspedes presentes. SIETE DIAS D E LA FIESTA: observados después del día del casamiento. SIETE PASTORES: mencionados en la Biblia (Miq. 5 : 4 ) e identificados en el Talmud (Suká 52b) como Adán, Set, Matusalén, Abraham, Jacob, Moisés y David. SIMJAT TORA (regocijo en la ley): festividad celebrada al día siguiente de Sucot. Los rolios de la Torá se sacan de! arca y son llevados a través de la Casa de Oración por una procesión entusiasta.
SUCÁ, pl. SUGOT (cabana): tabernáculos; una celebración de ocho días que comienza el quinto día después del Día del Perdón. Conmemora la época en que el pueblo judío erró por el desierto. Durante este período las casas son abandonadas y se vive en cabanas cubiertas de hojas. TABERNACULOS: véase SUCA. T A L E T : manto rectangular con franjas (tsitsit) en las cuatro esquinas, que se coloca sobre los hombros para rezar. TANA, pl. TANAlM (repetidor, maestro): los maestros de la Mishná. TASHLIJ: ceremonia de "expulsar" los pecados en Año Nuevo. Migajas de pan que simbolizan los propios pecados son arrojadas al río. T E F I L l N (filacterias): cajitas de cuero que contienen textos bíblicos escritos sobre pergamino. En cumplimiento del precepto contenido en el Deuteronomio ( 1 1 : 1 8 ) , los tefilín se sujetan a la cabeza y al brazo izquierdo durante el servicio semanal de la mañana. Son el símbolo del pacto entre Dios e Israel. Un error en la escritura descalifica las filacterias. Existe una concepción talmúdica (Berajot 5 ) de las "filacterias de Dios". Se dice que esas filacterias contienen el verso II Samuel 7:23. TEKIÁ, pl. T E K I O T : el sonido del cuerno de carnero (véase SHOFAR); en particular, uno de los sones prescriptos. La Cábala posterior prescribía una kavaná especial en los oyentes por cada uno de los sones del shofar. TERCERA COMIDA: la comida principal del shabat, qae se sirve después de la Plegaria de la Tarde y es acompañada por canciones en coro y una alocución del tzadik. TIENDA D E L ENCUENTRO (Ohel Moed, Mishkán): santuario portátil (tabernáculo) construido por Bezalel para los israelitas cuando estaban en el desierto (Exodo 26, 27 y 35, 38). TISHA BE-AV: el noveno día de Av (julio o agosto). Un día de ayuno y conmemoración en recuerdo de la destrucción del primer Templo por Nabucodonosor y del segundo Templo por Tito. Los devotos se sientan en el suelo, como en un duelo mortuorio, descalzos, en la Casa de Oración oscura y recitan versículos del Libro de ías Lamentaciones. De acuerdo con la tradición, el Mesías nació el noveno día de Av y ha de reaparecer en ese día. TODAS LAS PROMESAS: véase KOL NIDRÉ. TORÁ: enseñanza, ley; se designa así tanto la escrita (bíblica) como la oral (tradicional). TOSEFTA (adición); recopilación de leyes estrechamente relacionada con la Mishná, a la cual complementa. TRATADO D E PRINCIPIOS (Pirké Avot): tratado de la Mishná referente a las enseñanzas éticas y a las sentencias en alabanza del estudio de la ley. Comienza con una genealogía de la tradición. TREINTA Y SEIS TZADIKIM OCULTOS: el Talmud (Sucá 45 b) habla de treinta y seis hombres píos que agradecen la presencia de Dios cada día. Las leyendas posteriores los describen como santos humildes y desconocidos. Disfrazados de campesinos, artesanos o
mozos de cuerda, van por el mundo realizando buenas acciones. Constituyen el verdadero "fundamento del mundo", TRIBUNAL D E LA LEY: el tribunal de la ley, que consta del presidente (av bet din, padre del tribunal de la ley) y dos jueces (daianim). TZADIK: líder de la comunidad jasídica (véase RAV). TZADIK OCULTO: véase TREINTA Y SEIS TZADIKIM OCULTOS. UNIFICACIÓN: el triunfo sobre la separación de los poderes y principios en el Reino de Dios, que el hombre puede lograr por medio de actos religiosos y ceremonias sagradas. UNIÓN SAGRADA: una. estrecha y solidaria actitud hacia el prójimo. Promueve el acercamiento de las esferas celestiales separadas. "UNO": el devoto, y especialmente los mártires, declaran al morir la unicidad de Dios expresada en la oración Shemá. YHVH: tetragrama que representa el nombre de Dios, el cual, de acuerdo con la tradición, no debe ser pronunciado; por ello se lo reemplaza generalmente por Adonái (el Señor). En la literatura rabínica, YHVH se interpreta como referente al atributo divino de la misericordia.
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