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A los maestros de la lengua castellana, custodios de la Comunidad Hispano-Americana, hoy lingüística y sentimental, mañana total y efectiva.
PREFACIO
Se ha dicho del filósofo que es una persona que sabe un poco de lodo. ( Lo que equivale a afir mar que el filósofo ignora lo más de todo.) Nada puede serle del todo ajeno toda la vida: debe sentir curiosidad por las estrellas y los manos, por la política y la historia, por las ideas abs tractas y las palabras. De todos tos especialistas, él es el generalista. Esta múltiple y constante curiosidad que carac teriza al filósofo auténtico le lleva a veces a me terse en camisas de once varas. En ocasiones me rece el reproche que en la Edad Media solia diri girse al lingüista: Grammaticus ipsa arrogan tía est. Pero al menos no podrá acusarse al filósofo de indiferencia. Valga esto como excusa por ha berme metido con la lingüística o, por mejor de cirlo, con algunos problemas de ¡a lingüística y. en particular, de la lingüística generativo-transformacional iniciada por Noam Chomsky. Agradezco al profesor E. F. Konrad Koerner (Department of Linguistics, University of Ottawa) el haberme invitado a exponer lo esencial de este trabajo en el X I11 Congreso Internacional de Lin güistas (Tokio, 1982). También les estoy agradeci da a mi alumno Mike Dillinger ( Department of Linguistics j y a mis colegas Harry Bracken (De7
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