MARÍA JOSEFA GARCÍA GRANADOS
October 14, 2017 | Author: Luis Pocón | Category: N/A
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MARÍA JOSEFA GARCÍA GRANADOS María Josefa García Granados' (Puerto de Santa María, Cádiz (España), 10 de julio de 1796 Guatemala, 28 de julio de 1848) fue una literata y poetisa guatemalteca, de origen español, una de los exponentes intelectuales de la independencia de Guatemala. BIOGRAFIA Desde su juventud llegó a tierras guatemaltecas alrededor de 1810-1811. Mejor conocida por sus amigos y conocidos como Pepita, casada con Ramón Saborio, de la Villa de Nicaragua. A esta madre de seis hijos se le conocía por su fuerte carácter y autoridad. Debido a dicho carácter María Josefa García Granados creo una amistad con los hombres más influyentes de su época, aun antes de 1821(año de la independencia de Guatemala), ella concurría a las famosas tertulias efectuadas en casa del canónigo José María Castilla nacido en Madrid España. Ciertamente el ingenio y cultura de esta ilustre dama le valió ser reconocida como una de los referentes de la literatura guatemalteca en su época. Fue amiga personal de Pedro Molina, Barrundia, Dieguez,José Cecilio del Valle, Mariano Gálvez, Cordova, Aycinena, José Milla y de Rafael Carrera. Se dice que su mejor amigo fue José Batres Montúfar, del cual ella fue maestra de canto y guitarra. Según Máximo Soto Hall, Pepita era atrevida y valiente. En los tiempos en que los hombres no salían a l a calle de noche, ella visitaba a sus amigos sin atender la hora. Sátira Según las memorias de Miguel García Granados se sabe que doña María Josefa, padecía de histeria de donde posiblemente se encuentra su tendencia crítica y sátirica, aunque no por ello menos valiosa. Por muchos años publico el boletín del colera debido en que aquella época Guatemala estaba siendo atacada por el "colera morbus"; con este entretenía a la población con sus boletines satíricos. De esto elcubano José Martí escribe: Anda en secreto un "boletín del cólera"- de los tiempos en que el aire mefitico del Ganges sopló fuerte y ella, como Moliére, la emprendió con los médicos- que es cosa de no dejar aquella ocurrentista y castiza sólitaria un solo instantes de las manos.. Poesía Como aficionada a la lectura, María Josefa García Granados se cultivó en la poesía, no solamente escribió sátira sino también cantaba poéticamente. Además de "A la ceiba de Amatitlán" otras de sus composiciones son: "Himno a la Luna"(1830), "La Resolución"; "A una hermosa jovendesgraciadamente enlazada con un achacoso viejo-"; "A una abeja"; "Plegaria" ; "Despedida". Además tradujo algunos versos de Byron. También trabajo la oda histoirca. "A la esperanza" Salve risueña Esperanza de quien la magia divina a la dicha presto un ala y al dolor quieta una espina. Periodista En el siglo XIX la mujer se dedicaba de oridnario a las labores de su casa. Pero María Josefa García Granados rompió esquemas en su época; con el seudónimo de "Juan de las Viñas" para no ser reconocida como femina, se dice que fundo dos periódicos, los dos de carácter político y uno de ellos con tendencias literarias.
Cien veces una En la época de Mariano Gálvez, algunos guatemaltecos, liberales publicaron en El Salvador, un periódico de combare titulado Diez Vez Diez, en respuesta los poetas guatemaltecos de aquella época (entre ellos María Josefa) fundaron el periódico Cien Veces Una. El primer número de Cien Veces Cien fue encabezado así: Cuenta una leyenda literaria que José Batres Montúfar y Pepita García Granados habían pactado que el primero que se muriera, éste regresaría a contarle a la otra persona si existía el infierno. Sucedió que José Batres Montúfar murió primero, y que regresó a decirle "¡Sí hay infierno, Pepa!". Según la leyenda desde ese día Pepita silenció su pluma. Otra leyenda literaria que ronda mucho es sobre María Josefa García Granados y el poeta cubano José Martí, quien se dice tomó a García Granados como inspiración para su famoso poema "La Niña de Guatemala". María Josefa García Granados no fue "La Niña de Guatemala" porque ella no pudo haber conocido a José Martí. María Josefa falleció en 1848, y José Martí no llegó a Guatemala sino hasta 1877. Al parecer, el hermano de María Josefa García Granados, Miguel García Granados, tuvo una hija con el nombre de María García Granados, y es ella la que Martí conoció. Aunque culta, María García Granados no tenía el talento literario de su tía María Josefa García Granados. María Josefa realizó diversas actividades prohibidas a las mujeres de su época. Desde 1821 participó en las reuniones políticas que tenían lugar en la casa de José María Castilla. Amiga de políticos y literatos. Ganó muchos enemigos por su crítica y escritos satíricos. En sus obras incluía temas políticos y sexuales. Se le considera representativa de la literatura dramática del siglo XIX. Escribió relatos satíricos para algunos funcionarios, como Francisco Morazán y Pedro Molina. Su obra: “Himno a la luna”, poema (1830); “A la esperanza”, “A la ceiba de Amatitlán” (1837); “La resolución”; “A una hermosa joven abeja”; “Plegaria”; “Despedida”; “Descripción de la erupción del Cosigüina”. Escribió su boletín del cólera morbus en el que satirizaba el problema. DE MARÍA JOSEFA García Granados se han referido literatos guatemaltecos como Agustín Mencos Franco, José Arzú, César Brañas, Manuel Galich y Albertina Gálvez. Jorge Luis Villacorta recopiló algunos de los trabajos de la poeta. Poesía: o Sermón para José María Castilla. Escrito por Pepita García Granado y José Batres Montúfar Esta mujer, de gran inteligencia y donaire, participó activamente en la política y en los círculos literarios de su época, campos que por lo regular estaban reservados para los hombres. Sermón para José María Castilla, un poema que escribió con José Batres Montúfar, su íntimo amigo, fue uno de los que más escandalizaron a sus contemporáneos. Fue incluso catalogado de pornográfico. Una de sus líneas dice: “... y las hembras su coño y sus dos tetas / que jalan más que doce mil carretas”. En otra parte del poema escribió: “Para evitar los males de que os hablo, / escuchad las palabras de San Pablo: / Mortales; fornicad, joded sin pena / que la salud sin esto nunca es buena: / joded por la mañana y por la tarde, / y de solo joder haced alarde”. El texto, en el cual se aprecia una magnífica rima, cierra con esto: “Y entre tanto que el mundo se corrige / y que el carajo al coño se dirige, / sobre las aras de tu santo templo / les voy a predicar con el ejemplo”. El poeta cubano José Martí dijo que Pepita García Granados era una “mujer viril”, pues la consideraba de personalidad recia. La contraparte de Pepita fue Sor Juana de Maldonado, poeta que vivió en Santiago de los Caballeros —Antigua Guatemala— en el siglo XVII. Ella expresaba su rechazo total a los placeres carnales, pues, decía, su amor se lo había entregado totalmente a Dios: “No quiero que tome / de aquí Satanás / ocasión a mi carne / de lisonjear. / A la sabiduría / no quiero llegar / ni saber entre amantes / las leyes de amar”. El ayer de nuestra Guatemala posee toda clase de manifestaciones humanas e individuales… desde la tristeza colectiva de un pueblo que ha librado duras luchas en aras de la Libertad, al precio de sangre
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noble y valiente; hasta la felicidad de haber obtenido grandes triunfos para la felicidad de la Patria… Desde las glorias y venturas que engendran las grandes obras, hasta el legítimo rechazo que provocan actitudes poco dignas… Desde un abolengo de sentimientos nobles enraizados a un pasado común, hasta la expresión sencilla de un pueblo, que se expresa en sus costumbres y en su folklore. Así también la pluma del escritor y poeta, figura en ese pasado como una histórica crónica redactada en duradas letras, que engrandecen los hechos dados al realzarlos con calidad literaria… En la época post-independencia de nuestra historia, sucedieron hechos de muchos ignorados, así, como de personajes que han significado en la vida política del país… Y entre las mujeres de éstos años descolló la figura de:María Josefa García Granados, una célebre poetisa cuyo nombre debe permanecer escrito con caracteres indelebles, en la memoria de todo guatemalteco. El 10 de julio de 1796, venía al mundo quien llegaría a ser la llamada: Ruiseñor de los Estudiantes, y la más fina pluma, contra la que chocarían casi todos los prohombres de Guatemala del primer tercio del siglo pasado. En 1818 contrajo matrimonio con Don Ramón Saborío natural de Nicaragua, en la Iglesia de El Sagrario, y tuvo por padrino, al inolvidable canónigo José María Castilla, tan ligado a la naciente Guatemala. Era María Josefa García Granados, hermana del inolvidable Don Miguel, un gran luchador de la Libertad y protagonista de la Revolución de 1871. Leamos cómo describe Don Miguel a su hermana: “Mujer de genio independiente, despreocupada, de mucho ingenio y travesura, con gran facilidad para versificar y mucho chiste en sus sátiras. Era lo que puede llamarse un ente original y de trato peligroso. ¡Pobre de aquel a quien le ponía la puntería!...”. Desde antes de 1821, fue asidua concurrente a las tertulias del canónigo Don José María Castilla y amiga de mezclarse en las cosas públicas. Por el año de 1830, escribió unos retratos de los principales corifeos del partido triunfante, sin perdonar sus esposas, en cuanto uno más extenso el General Morazán. Todos eran sangrientos. Estos retratos comenzaron a correr manuscritos; la gente se los arrebataba y casi no había quien no se los supiese de memoria. Algunos de los maltratados pusieron el grito en el cielo y la autoridad se vio al fin obligada a proceder contra ella. Prosigue en su relato Don Miguel García Granados: “Un día por la mañana, fue un oficial a prenderla y entró a su dormitorio a hora en que no se había levantado. Mi hermana se indignó de que entrase a su cuarto, cuando aún estaba en la cama, y con aire de autoridad le mandó que saliese y que aguardase a que se vistiese. El oficial se excusó diciendo que ignoraba que estuviese en la cama, y salió para aguardarla a que se levantase. Entre tanto mi hermana se vistió aceleradamente, tomó por la hilera de cuartos, entró a la huerta, las criadas le pusieron una escalera, entró a la azotea, se pasó a la casa de junto en donde vivían tres ancianas que le proporcionaron medio para bajar y le dieron un vestido de criada, con lo cual disfrazada salió a la calle y se escondió en la casa de un amigo, burlando así al oficial el cual, después de aguardar mucho tiempo, supo que su presa había escapado”. Se sabe que pocos días después, Pepita se fue a Bárcena y de allí se le facilitó su salida hacia Chiapas el que efectuó sin ser molestada, lo que prueba el poco empeño que había por aprehenderla… Cuando llegó a ciudad real, comenzó a escribir de nuevo contra todos los principales liberales, residentes en Guatemala. Estando allá principió a padecer histeria. Escuchemos la narración de Don Miguel: “Empezó mi hermana a padecer de histeria, que es de todas las enfermedades, la que menos interés causa para con quien la padece. Los ataques los tenía por la mañana, al despertar, que era regularmente a eso de las ocho; comenzaba a llorar, decía que era la mujer mas desgraciada del mundo, que se hallaba enferma de gravedad y que temía morir ese día. Se impacientaba conmigo llamándome monstruo, desnaturalizado y que se yo que más, por que no dándole importancia a su enfermedad, procuraba seguir durmiendo. A eso de las diez, le iba pasando el acceso, nos levantábamos y desayunábamos juntos, ella mas abundante que yo…”. Pepita comenzaba a padecer de una seria afección pulmonar, lo que no impedía su labor de satirizar a cuanto se le antojaba, ni su afición a la política. Una de sus más encarnizadas aversiones, se la proporcionaba el prócer Doctor Pedro Molina:
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¿Veis ese rostro amarillo con esos ojos hundidos la boca de sepultura con cuatro dientes podridos? ¿Veis su cuerpo que parece momia, esqueleto o espina…? ¡Esa es la arpía Molina!
EL SERMÓN. Para Aída Toledo, “Una de las piezas literarias que pasa a ser una lectura no recomendable en las escuelas privadas y públicas de Guatemala -de ayer y hoy- la constituye el recordado “Sermón”, escrito en verso y dedicado al canónigo Castilla, y que constituye una pieza cruda y mordaz, y no pornográfica, como se encuentra clasificada. [obra de nuestra Pepita y de su amigo el también poeta José Batres] La pieza aparece en el contexto de la política postindependencia de Guatemala; es un texto que ataca duramente los excesos del clero y la iglesia católica y que obviamente proviene de las ideas antirreligiosas de la primera mitad del siglo XIX en Centroamérica. Recordemos además que, en el “Sermón”, Josefa García Granados transgrede también la normativa de la época, dado que ese tipo de discursos estaba en el campo de lo masculino. El sermón como forma literaria era abordado únicamente por hombres; de esa cuenta el texto, además de atacar fieramente las costumbres y los vicios de la iglesia de aquel momento, puede leerse también como el inicio de una línea imaginaria de tradición subversiva, en donde las apropiaciones del lenguaje masculino están en consonancia con aspectos de tipo formal e ideológico. El texto en sí mantiene un tono contestatario, a la manera de las invectivas romanas, y se advierte un tono epigramático y sentencioso con el cual se emplaza a ese „otro‟, masculino y conservador, a quien se dirige. La pieza remeda los sermones ofrecidos por los religiosos en los oficios de la misa, en donde Josefa García también participa de la parodia festiva que va a producir durante el siglo XX -durante el periodo de las vanguardias latinoamericanas de principio de siglo- una literatura mucho más popular en los temas, pero en donde también se advierten las tonalidades cultas de su educación”. Sermón para el canónigo José María Castilla (fragmentos) “O joder o morir, ¡oh almo coño! que un bello, tierno y virginal retoño, vale más que la vida y que la gloria que sólo sirven de adornar la historia”. Así un filósofo pagano, Octavio Augusto, emperador romano;
¡Oh vosotros, muchachos negligentes que servís de ludibrio a los vivientes pasando el tiempo en ocio tan profundo cual si no hubiera coños en el mundo! ……………… Y tú, sexo embustero y desaseado, ¿en qué empleas la flor que Dios te ha dado? Vírgenes tontas, con vosotras hablo, no sois ni para Dios ni para el Diablo. Ahora, que inflamado de elocuencia al predicar la fornicaria ciencia más que Bossuet y Fenelón me siento, hembras y machos, escuchad mi acento. Mas para oír con fruto mis razones, cada varón empuñe sus cojones y las hembras su coño y sus dos tetas que jalan más que doce mil carretas. ……………… Con carajos y coños juntamente: ¡tened piedad de la afligida gente que ha escuchado devota mis palabras, tened piedad que se me van las cabras! Y entre tanto que el mundo se corrige y que el carajo al coño se dirige, sobre las aras de tu santo templo les voy a predicar con el ejemplo.
JOSE BATRES MONTUFAR José Batres Montúfar, (San Salvador, El Salvador, 18 de marzo de 1809 Ciudad de Guatemala, Guatemala, 9 de julio de 1844), escritor, político y militar que nació en la ciudad de San Salvador; hijo de José Mariano Batres y Asturias y de Mercedes Montúfar y Coronado. Provenía de la vieja alcurnia de familias coloniales. Se le ha llamado el mejor poeta guatemalteco del siglo XIX, por su obra intelectual sin parangón en las letras de ese tiempo en Guatemala, sólo comparable a lo que consiguió en la prosa el novelista José Milla y Vidaurre, promotor de la difusión de las composiciones de Batres Montúfar, prontamente olvidadas incluso en las décadas siguientes a su deceso. Entre muchos de los escritores que lo mencionaron, como Menéndez y Pelayo y José Martí, el célebre erudito de la literatura hispanoamericanaPedro Henríquez Ureña diría de él: «El mejor de los poetas dotados del don del humor». SU NIÑEZ Pepe Batres, como familiarmente se le llamara en Europa, recibió una educación esmerada; su padre le dio las primeras lecciones literarias y le enseñó la música, la lengua francesa y los principios de honradez y caballerosidad tradicionales en la familia, que formaron el fondo del carácter del poeta. Fue aficionado a la lectura; aprendió el latín, y leía y hablaba perfectamente el francés. Se nutrió con la lectura de los clásicos griegos y latinos y con los escritos más representativos de las lenguas española, y francesa. Trascurrió su infancia y tiempo de formación entre la gran efervescencia social que propició la independencia de Guatemala de la dominación española, en los primeros y revoltosos años luego de la emancipación. Su familia, presa de la vorágine de las luchas centroamericanas en los tiempos de Morazán y la República Federal de Centro América, perdería peculio y posición social. SU JUVENTUD En los años de su juventud destacó por su claro talento y su imaginatíva conversación. La posición social de su familia, aristocrática y de abolengo criollo, le permitió una vida cómoda. Sus inquietudes iniciaron casi con la misma independencia de Guatemala. En 1824 ingresó a la Escuela de Cadetes establecida en Palacio por acuerdo del Gobierno Federal y dirigida por su próximo pariente, el coronel de Artillería don Manuel Arzú. Se distinguió en aquel centro por su inteligencia, sobresalió en el estudio de las matemáticas y del arte militar y al concluir el curso, fue promovido al grado de Oficial de Artillería. En 1826, a los 18 años de edad, tomó parte en la batalla de Milingo y en la localidad de Mejicanos fue hecho prisionero por los salvadoreños. Estuvo en prisión casi un año, junto con Miguel García Granados, futuro líder liberal, quien refiere en la primera parte de sus Memorias algunos detalles de la estancia de los dos prisioneros de San Salvador y de sus entretenimientos literarios. «Los Montúfares tenían buenos libros -dice- y yo todos los leí. Como algunos de éstos estaban en francés, que yo entonces no entendía, Pepe Batres me dio lecciones de traducción y en pocos días pude ya leerlos. En cambio, yo le daba de inglés y admiré la facilidad y prontitud con que aprendió a traducir esa lengua.» El poeta volvió a Guatemala en 1830. Su melancolía inteligente y sentido inconformista le sirvieron, tanto en la vida como en la obra, según opinara el poeta Luis Cardoza y Aragón, como un refugio ante la sociedad con visos feudales de atraso en la que vivió y que, por eso, satirizó con virulencia. Trabó amistad con la también lírica María Josefa García Granados, llamada por él «Pepita», hermana de Miguel. El 25 de agosto de 1838 fue dado de alta en la primera compañía de la brigada de artillería, con el grado de capitán comandante. Peleó por última vez, con las tropas conservadoras que se opusieron aFrancisco Morazán, en 1840. En mayo de 1844, Batres Montúfar causó baja en el ejército, por motivos de enfermedad. Anteriormente dispuso estudiar ingeniería y el 14 de diciembre de 1835, obtuvo el título de ingeniero topógrafo. En 1837 , el Gobierno de la Federación ordenó que una comisión de ingenieros explorara el río San Juan de Nicaragua, con el fin de ver si era posible construir
por cuenta del Estado el canal que, aprovechando las aguas de aquel río y de los grandes lagos de la región, comunicara los dos océanos e hiciera de Centroamérica un emporio de comercio, como habían soñado distinguidos compatriotas. Con tal objeto se nombró al ingeniero inglés John Baily para dirigir los trabajos de exploración, y a José Batres Montúfar para acompañarle como ingeniero auxiliar. El poeta partió para Nicaragua en compañía de su joven hermano Juan, que le amaba entrañablemente y que quiso compartir con él las fatigas y penalidades de la empresa. La comarca del río San Juan era casi desconocida, cubierta de espesa selva tropical, inexplorada y llena de peligros para la vida humana. En medio de ese cuadro de salvaje belleza natural, los hermanos Batres lucharon por abrirse camino desde el corazón del Continente hasta el mar. Privados de los elementos más necesarios para sobrevivir en tierra tan inhóspita, se rindieron a la fatiga, a las privaciones y a la enfermedad. El menor, Juan, que apenas contaba con veintiún años, pereció víctima de la fiebre palúdica, hecho que Batres versificó como elegía en el poema San Juan:
De fieras poblado, de selvas cubierto que vieron erguidas cien siglos pasar, allá en Nicaragua se extiende un desierto ¡Su historia… ninguna! Su límite… el mar. En abril de 1838, Batres Montúfar volvió a Guatemala, enfermo del cuerpo y del alma, muertas sus últimas ilusiones y sufriendo espantosos dolores físicos que acabaron de entristecer su ánimo. El 13 de mayo de 1839 fue nombrado para ocupar el cargo de corregidor del departamento de San Juan Amatitlán. Tres años después, fue electo en 1842, diputado a la asamblea legislativa por el departamento de San Marcos. La Sociedad Económica de amantes de la patria lo declaró socio asistente el 19 de abril de 1841. Muríó en la ciudad de Guatemala, el 9 de junio de 1844, a los 35 años de edad. OBRA Fue un insigne escritor perteneciente a la escuela romántica, considerado como el más grande poeta guatemalteco del siglo XIX. Su producción poética y sus inigualables obras del género jocoso se valieron de la sátira y la ironía fina para revelarse contra el estamento semicolonial que oprimía, hasta cierta manera, una personalidad tan crítica como la suya. De ahí que sus descripciones costumbristas de la primera mitad del siglo XIX en Guatemala estén logradas con acierto como piezas literarias de valor. Compuso parte de su poesía en octavas reales, al modo de las novelas del italiano Giambattista Casti, a quien admiraba. Además de Casti, sería ávido lector de Byron, cuyo influjo en El reloj es tangible. Mucha de su obra inédita sería destruida por su familia tras su muerte, preocupada por la polémica que en ellas había (José Martí, que durante su estancia en Guatemala conoció la obra de Batres Montúfar, lamentó esa pérdida: «Lo que religiosas preocupaciones destruyeron fue bueno y mucho»). Otra idea estética importante que puede descubrirse en la poesía de Batres es su preocupación por la belleza ideal. Presenta, en poemas como El reloj y en otros libros de costumbres, personajes “grotescos” o “inmorales”, que rompen con el molde de lo armonioso y consistente. Entonces, una vez en el juego dialéctico, puede descubrirse lo bello en oposición a lo feo y el bien (moral) en oposición al mal (transgresión). Marcelino Menéndez y Pelayo recordó de él: Don José Batres Montúfar es la verdadera gloria de Guatemala... Ni a Heredia, ni a Bello, ni a Olmedo, se les hace injuria con poner cerca de sus nombres el de este contemporáneo suyo, cultivador de una poesía tan diversa, pero no menos exquisita en su género, con ser este uno de los géneros menos elevados y aun menos recomendables del arte literario. Juan Valera había dicho: No cabe duda que Batres Montúfar, es en su género, uno de los mejores poetas del habla castellana, así por su estilo suelto como por su amplio dominio de la rima, por los que pudiérmos llamar sus caprichos métricos y por ese inimitable estilo descriptivo que muy pocos pueden igualar.
Yo pienso en ti Yo pienso en tí, tú vives en mi mente, sola, fija, sin tregua, a toda hora, aunque tal vez el rostro indiferente no deje reflejar sobre mi frente la llama que en silencio me devora. En mi lóbrega y yerta fantasía brilla tu imagen apacible y pura, como el rayo de luz que el sol envía a través de una bóveda sombría al roto mármol de una sepultura. Callado, inerte, en estupor profundo, mi corazón se embarga y se enajena, y allá en su centro brilla moribundo cuando entre el vano estrépito del mundo la melodía de tu nombre suena. Sin luchas, sin afán y sin lamento, sin agitarme en ciego frenesí, sin proferir un solo, un leve acento las largas horas de la noche cuento ¡y pienso en ti!.
OBRAS MAS FAMOSAS Entre sus obras más famosas se encuentran aquellas que bajo el título común de Tradiciones de Guatemala, constituyen notables poemas narrativos y satíricos: * Las falsas apariencias Don Pablo El relox Sus obras líricas son los poemas: Yo pienso en ti San Juan El suicidio Al Volcán de Agua
AL VOLCAN DE AGUA, JOSE BATRES Sobre la gran muralla americana altivo torreón, vecino al cielo, su cúspide levanta soberana, a do jamas osó llevar su vuelo la reina de las aves atrevida que en la cuna de Júpiter anida. Gigante es Almolonga entre los montes, fuerte, soberbio, grande entre los grandes ¡Cuál domina millares de horizontes! ¡Cómo huella la cumbre de los Andes! ¡Cómo mira a su falda avasalladas, de cien montes las cimas encumbradas! Cuando animado el pensador profundo de la sublime inspiración divina quiere ver a sus pies el ancho mundo y al vértice elevado se encamina, ¡cómo va sus ideas ensalzando al par que va subiendo y va mirando! Allá en su patria misma el fiero rayo oye bronco tronar bajo su planta: y el sol que el monte hiere de soslayo
y la nube que lenta se levanta, y su sombra contempla, que distinta cual espectro en la atmósfera se pinta. Verde, risueña, alegre, la campaña que mil arroyos cruzan argentinos divisa, y la ciudad y la cabaña, y el cerro con sus bosques y sus pinos, el lago de cristal, la fértil vega y el río transparente que la riega. Mira a un lado el Océano poderoso cuyas ondas azules va lamiendo la inmóvil planta al terrenal coloso. Al Izalco, por otro mira ardiendo, y allá en una comarca más distante el Momotombo mira fulminante. Y sin saciar su vista ni su mente por estrecho sendero y escarpado baja de la montaña lentamente el sabio a sus ideas entregado; tal virtud, tal poder, tal fuerza encierra ¡aquel gran monumento de la tierra! Se vuelve y ve de la montaña erguida en la cintura atlética azulada cándida zona en derredor ceñida, y la sublime cúpula adornada de suspendida nubecilla leve deshecha y pura y blanca como nieve. Y el filósofo en éxtasis admira las obras portentosas de natura y quiere comprenderlas y suspira al ver su presunción y su locura; y su saber y su razón humilla ante el autor de tanta maravilla. Luego exclama el filósofo admirado:
Suicidio, José Batres Montúfar Llegó en fin a este presido inserta en El Semanario (periódico literario) la contienda del suicidio. Para matar el fastidio, por no decir otra cosa, saco mi Musa quejosa de vivir arrinconada, cómo quién saca su espada para ver si está roñosa. A todos hablar prometo sin ofender a ninguno, que a todos, uno por uno, los estimo y los respeto. A decidir no me meto quién es quién tiene razón; sólo diré mi opinión con modestia o sin modestia que suele causar molestia afectar moderación. Muchos siglos van corridos desde que hay suicidados
amantes menospreciados y jugadores perdidos. Tantos sabios distinguidos han tratado del esplín y del suicidio, que al fin disputar está demás. sobre si es nefas o fas (que yo también sé Latín) Tengo por mal argumento para quitar la vida el citar algún suicida de valor o de talento. Por uno se encuentra ciento de la más ilustre fama que terminaron su drama enfermos, asesinados, borrachos, apaleados en la horca y en la cama. Lector, si fuera a exponerte tantos ejemplos diversos llegaría haciendo versos a la hora de mi muerte. Citaré algunos y advierte que no quiero fastidiarte; va leyendo hasta cansarte, y así que estés muy cansado descansa, lector amado, no vayas a suicidarte.
JOSE MILLA Y VIDAURRE José Milla y Vidaurre (Ciudad de Guatemala, 4 de agosto de 1822- ídem, 30 de septiembre de 1882) fue un escritor guatemalteco del siglo XIX, considerado uno de los fundadores de la novela en la literatura de su país natal; en especial, él destacó en la narrativa histórica.
BIOGRAFIA También conocido como Pepe Milla, sus padres fueron: el General José Justo Milla Pineda, Jefe de estado de Honduras en 1827, y la señora Mercedes Vidaurre Molina. José Milla, firmó algunos de sus libros con el anagrama Salomé Jil. Nació en una familia bien establecida, probablemente propietaria desde la época colonial de heredades en el actual departamento de Jutiapa. Su padre, nacido en Honduras (entonces parte de la Capitanía General de Guatemala), ejerció las armas. Durante su juventud, vio los múltiples conflictos que la recién
independiente Guatemala debería afrontar por las pugnas entre liberales y conservadores; no ejerciendo protagonismo político, no obstante, propugnó cierta afinidad al partido conservador, de tendencia absolutista y negado a reformas, probablemente por la clase social de la que provenía y por su ascendencia española sin mestizaje, símbolo de poder en una sociedad de castas altamente excluyente.
Inició sus primeros estudios en el Colegio Seminario, y luego en la Escuela de Derecho de la Universidad de San Carlos Borromeo. Dejó las ciencias jurídicas para seguir su inminente vocación, la literatura, en la que habría de ser prolífico autor de muchos libros. Desempeñó varios cargos en el gobierno conservador del dictador vitalicio Rafael Carrera (con quien primeramente discrepó); entre ellos, secretario de la Hermandad de Caridad del Hospital General de Guatemala, oficial de la Secretaría de Relaciones Exteriores y subsecretario general. Fue también un destacado periodista y colaboró en medios como La Gaceta Oficial y La Semana. Casado con una pariente, descendencia suya se uniría a la hija del primer gobernante de las dictaduras liberales, Miguel García Granados, conformando así una típica familia en la línea de la endogamía colonial del país. A él se debió, en gran medida, la reconsideración de la obra del poeta José Batres Montúfar, de recuerdo relegado aun en el entorno nacional del momento. Al caer el gobierno conservador, en el año 1871, viajó por Europa y Estados Unidos, visto con desconfianza por el nuevo régimen liberal. En París, Milla fue redactor de "El Correo de Ultramar". Por entonces, escribió Un viaje al otro mundo pasando por otras partes, en el que aparece uno de sus más conocidos personajes, Juan Chapín, representación del guatemalteco medio. Milla destacó siempre en los escritos de ámbito costumbrista, como Memorias de un abogado, tal vez una de las novelas mejor logradas. En el periódico La Semana, del que fue director, publicó susCuadros de costumbres. Otras novelas históricas, La hija del Adelantado (1866), Los nazarenos (1867), El visitador (1867) y El libro sin nombre. Con esos textos, se le elogiaría como uno de los principales escritores de novelas históricas del siglo XIX en Hispanoamérica, cuando el género por las influencias románticas, gozó de gran popularidad entre el público decimonónico. En la mayoría de sus escritos retrató la Colonia y la idiosincrasia de entonces. Asimismo, en sus obras costumbristas mostró una puntual descripción de la sociedad de su tiempo. Autor también de la leyenda en verso Don Bonifacio (1862) y de una Historia de la América Central, desde su descubrimiento hasta su independencia (1879), escrita a sueldo por petición del caudillo liberal Justo Rufino Barrios. Socio correspondiente de la Real Academia Española; delegado en Guatemala del Congreso de Americanistas de Bruselas; miembro honorario de la Sociedad Literaria Internacional de París; miembro correspondiente de la Academia de Letras de Santiago de Chile; Asistente del Ateneo de León, Nicaragua, miembro de la Sociedad Económica de Amantes del País y de El Porvenir, cuando regresó luego de 3 años de ausencia. Falleció el 30 de septiembre de 1882, constituyéndose sus funerales en un masivo reconocimiento a sus méritos literarios. Se ha vinculado a José Milla y Vidaurre con el municipio de Quesada, departamento de Jutiapa, Guatemala, porque vivió allí durante 8 años, lugar que le encantó cuando lo visitó por primera vez entre los años 1849 y 1850, en compañía de Rafael Carrera, siendo propietario de una hacienda en esa jurisdicción. "A mediados de la década de 1870, Don José Milla y Vidaurre, figura como propietario de la Hacienda, a la cual, regresó después de casi tres años de auto exilio, por diferentes países de Europa, en compañía imaginaria de Juan Chapín, a quien instruía y de quien se instruía, pues nunca dejó de ser un producto y un testimonio de la cultura nacional. En 1874, Don José Milla regresó a Quesada, pues era un lugar con una privacidad envidiable para poder escribir, en vista que éste seguía siendo su denuedo, y una fuente de ingresos segura. " (En el sitio web del Municipio de Quesada se puede encontrar mayor información acerca de este personaje, www.quesada.com.gt) Antes del fallecimiento de don "«Pepe Milla», como lo llamaban los habitantes de la hacienda de Quesada, ellos habían tratado con él la compraventa del Inmueble, pero debido al óbito las diligencias del contrato las realizó su
esposa y demás herederos, interviniendo en gran parte para que esta fuera destinada única y exclusivamente a los colonos. El verdadero chapín (no hablo del que ha alterado su tipo extranjerizándose), ama a su patria ardientemente, entendiendo con frecuencia por patria la capital donde ha nacido; y está tan adherido a ella, como la tortuga al carapacho que la cubre. Para él, Guatemala es mejor que París; no cambiaría el chocolate, por el té ni por el café (en lo cual tal vez tiene razón). Le gustan más los tamales que el vol-au-vent, y prefiere un plato de pipián al más suculento roastbeef. Va siempre a los toros por diciembre, monta a caballo desde mediados de agosto hasta el fin del mes; se extasía viendo arder castillos de pólvora; cree que los pañetes de Quezaltenango y los brichos de Totonicapán pueden competir con los mejores paños franceses y con los galones españoles; y en cuanto a música, no cambiaría los sonecitos de Pascua por todas las óperas de Verdi. Habla un castellano antiquísimo: vos, habís, tené, andá; y su conversación está salpicada de provincialismos, algunos de ellos tan expresivos como pintorescos (tomado de Cuadros de costumbres.) OBRAS Un viaje al otro mundo pasando por otras partes, tomos I y II Historia de América Central, desde su descubrimiento hasta su independencia El canasto del sastre Cuadros de costumbres - Entre 1861 y 1871. Memorias de un abogado La hija del Adelantado - 1866 Los nazarenos - 1867 El Visitador - 1867 Historia de un pepe - 1887 Libro sin nombre Libro con nombre Un presidente de a sombrero Fracasando en todo Los leones y las leonas LA HIJA DEL ADELANTADO La hija del Adelantado es una novela histórica de la autoría del escritor guatemalteco José Milla y Vidaurre, considerado como el iniciador de la narrativa de su país. Publicada en 1866 bajo el seudónimo Salomé Jil, la trama se desarrolla en la época de la Colonia, en el siglo XVI, en la antigua capital del reino de Guatemala, cuando el Adelantado, quien no era otro sino el conquistador de esas tierras, Pedro de Alvarado, regresa a Guatemala, ya que por mandato de Su Majestad sería el nuevo gobernador. Llegó a la ciudad con su esposa e hija, que tienen una participación importante en el argumento del libro. Doña Beatriz de la Cueva, esposa del adelantado, su hija mestiza Leonor, princesa de Xicotencal, por quien, evidentemente, recibiese el título el libro. Esta historia está llena de engaños, desencatos, desamores por pasiones nunca correspondidas, con asesinatos, combates de capa y espada, así como muertes inexplicables; todo propio del romanticismo del XIX y de la propensión de la época decimonónica, literariamente historicista por antonomasia. Aparece don Pedro de Portocarrero, valiente guerrero y amigo fiel de de Alvarado, así también es la otra parte de la hija de éste, quien le corresponde en secreto. Este amor es declarado por estos dos
amantes, dadas las situaciones que se van presentado. Pedro Portocarrero es el amor no correspondido de la viuda de Cava, doña Agustina Córdoba, quien tuvo amoríos con él antes de ser la esposa del capitán Cava. Celosa en su afán por recuperar sus afectos, usa artimañas y brebajes con la ayuda de "el herbolario", un personaje activo en toda la novela con ambiciones personales y pasionales: es el personaje que engaña, miente, roba, secuestra; antagonista, autor de los acontecimientos más siniestros. José Milla concluye la novela con la tragedia natural de la capital del reino, en un desenlace de cambios súbitos, ya que toda la historia va entrelazándose entre los hechos históricos ocurridos hasta llegar a la tragedia, que quedó inscrita como motivo del traslado de la segunda ciudad de Guatemala,[1] por el lahar que descendió sobre la incipiente población desde el volcán de Agua. En el siglo anterior, el poeta jesuita Rafael Landívar versificaba esa catástrofe en hexámetrosescritos en latín, coincidentemente (Rusticatio mexicana, 1781). Sentimentalismo pesimista, a la vez que gran obra de la literatura colonialista en la Hispanoamérica del siglo XIX, la novela "La hija del Adelantado" congrega descripciones de costumbres, retratos de personajes históricos, un amor dramático con visos de patetismo y además, ha sido una de las inmersiones más efectivas, sin duda, de la literatura guatemalteca en la Colonia, todavía más que vigente en la realidad semicolonial en la que Milla vivió y que se prolongó, en Guatemala, por todo el siglo XIX y hasta inicios del XX.
SIMÓN BERGAÑO Y VILLEGAS Nació en Escuintla, Guatemala, en 1781. Sus orígenes son oscuros, probablemente no era de una familia acomodada. Sin embargo, se cuenta que Bergaño poseía una amplia biblioteca, lo cual era muy difícil en la época si no se contaba con recursos económicos. En 1794 viajó a México y regresó a principios de siglo como oficial de la Presidencia de la Audiencia. Fue editor de la Gazeta de Guatemala; este cargo, en su contexto, significaba que él redactaba el contenido del periódico y aceptaba colaboraciones de otras personas. Por sus ideas en este periódico, opuestas a los intereses de la Corona y de la Iglesia, la Audiencia de Guatemala lo acusó de “díscolo, revoltoso, agitador de ideas perniciosas y sedicioso” por lo que fue remitido a España. Por quebrantos de salud, Bergaño no llegó a destino, quedando en el Castillo del Morro, en La Habana, Cuba, el 26 de octubre de 1808. Falleció en la isla 20 años después. Poco o nada se recordó luego de Simón Bergaño. Esto se debió a dos factores: publicó su obra a través de pseudónimos, y la consignación a Cuba fue en el total silencio. Hay que recordar que, en esa fecha, se escuchaban rumores de emancipación política en la América Española, por lo cual, la Corona trató de callar a los líderes. Fue mucho tiempo después, que se descubrió su obra literaria publicada en Guatemala, y reconocido como antecesor de la independencia americana. Al principio, solo se reconocía la autoría de artículos periodísticos publicados en los periódicos cubanos El Patriota Americano y Diario Cívico, y dos poemas editados en Cuba, intitulados El Desengaño o Despedida de la Corte y Elogio de la Vida del Campo. El resto de la obra poética fue publicada en la Gazeta de Guatemala con el anagrama Bañoger de Sagelliú. El historiador Antonio Batres Jáuregui había atribuido estos poemas al también poeta y redactor del periódico, Rafael García Goyena. Bergaño, aunque no se sepa, fue uno de los principales propulsores de Independencia de Latinoamérica. Fue hasta en 1934 que el periódico El Imparcial publicó, en su edición de
conmemoración de independencia, un artículo en donde exponían a luz que Simón Bergaño y Villegas había salido apresado hacia España, debido a sus ideas políticas. La relevancia de esta noticia reside en que, si se recuerda, la primera nación independiente americana, Venezuela, se emancipó en 1810. Dos años antes, el poeta guatemalteco ya había sido considerado precursor de ideas independentistas. En ese tiempo, el Reino de Guatemala no estaba listo para tales ideas. Recuérdese que la independencia centroamericana se logró hasta en 1821. La mayoría de escritos de Bergaño fue publicada en periódicos de Guatemala y Cuba. Además, logró publicar fuera de estos medios sus poemas. Se coloca como editor de la Gazeta donde, publica una serie de artículos y poemas firmados con el anagrama Bañoger de Sagelliú. Utilizando como instrumento el periodismo, se hizo conocido por su pluma satírica, ganando enemigos frontalmente reconocidos. En esta y otras gacetas en las que colabora “trata en forma audaz y luminosa los problemas esenciales de la educación, señalando los avances que son indispensables en cuanto textos, maestros y métodos, y aun pormenoriza cuestiones relativas a la preparación moral, científica y literaria”, señala David Vela en su libro Literatura Guatemalteca. Según documentos resguardados en el Archivo General de la Nación, el 24 de octubre de 1808, a la una y media de la madrugada, fue aprehendido por el alguacil mayor de la Ciudad de Guatemala “por sospechoso de infidencia” en particular por su correspondencia con dos vecinos de México: el abogado don Agustín Pomposo Fernández y don Ramón Quintana. En el expediente que se le formó en su causa aparecen unas notas del puño de Bergaño que escribió en algunos de sus libros, las cuales resultaron apabullantes en su contra: “España ha sido y siempre la mayor más preocupada, por que con capa de piedad imperan en ellas ciertos tribunales; ciuo instituto es el de recoger y sepultar obras excelentes (…)”y sobre todo denunciaba la actitud de la monarquía española al compararla con la francesa, pues consideraba a ésta como más abierta. Tal osadía le valió la acusación formal y debió dejar su cargo y mudarse a Escuintla en donde sufrió un accidente que lo dejó inválido por un tiempo. Su “genio díscolo” se manifesto desde temprana edad, sus textos incitaban a la mejora en la educación e insistían en la ciencia y por ende motivación constante a las ideas de la libertad e independencia, lo que le provocó muchos problemas con la Corona, en Guatemala y con la Iglesia en Cuba donde vivió desde 1808. Según algunos historiadores, Bergaño debía llegar hasta España, deportado, sin embargo su mala condición física le obligó a quedarse en la Habana en donde obtuvo, en 1809, un trabajo de cobrador del diario El Aviso. Luego trabajó en la publicación oficial, Papel periódico de la Habana. La revista cubana on line La jiribilla, dedica uno de sus post al trabajo periodístico de Bergaño y Villegas en la isla. “En 1811 fundó y dirigió el ya comentado Correo de las Damas, que le proporcionó, como se vio, no pocos desencuentros con las autoridades eclesiásticas. Finalizada esta publicación el 28 de noviembre de 1811, de inmediato, en enero de 1812, sacó a la luz El Patriota Americano, subtitulado “Obra periódica por tres amigos, amantes del hombre, la patria y la verdad”. Además de Bergaño, firmante bajo los atrabiliarios seudónimos Veristasphilo y Philalethes, lo acompañaron en la empresa José del Castillo (Patriophilo y Philopatris) y Nicolás Ruiz (Philantropo y Homophilo). Pero se sospecha que en la redacción del periódico intervino el entonces zar de la sacarocracia criolla, Francisco de Arango y Parreño, y su primo José Arango. Aunque en Guatemala se desconozca su trabajo literario y periodístico, en el país como en Cuba, se le reconoce como impulsor temprano de la Independencia, pues fue en 1808 cuando empezó a luchar por sus ideas, y no fue hasta 1821 que esas ideas se volvieron realidad. Murió en la ciudad de La Habana, Cuba en 1828. Trabajo literario
Aunque es conocida su condición de criollo de extracción popular, es de hacer notar que poseía una biblioteca amplia. Durante el tiempo que permaneció recluido se dedicó a leer y escribir. Los versos producidos en esa época reflejan su sentimiento. Y aunque joven y enfermo Sin cura ni esperanza De ver restablecida Mi juventud lozano esperes que me turbe Mi suerte desgraciada, Que ni yo pienso en ella Ni es posible me abata A Fabio (1897-98) Como defensor y estudioso de las ideas de la Ilustración, lamentaba, talvez por su condición económica, no haber tenido la facilidad para estudiar ciencia, pero al mismo tiempo declaraba su afición por los libros y su relación con ellos. Los libros, sí los libros A mí jamás me cansan; Me ensañan mis deberes, Corrígenme mis faltas. Me divierten, me elevan, A las regiones altas, Y elevado me olvido De las cosas humanas. Entonces no me acuerdo De las soberbias plazas, Ni de espléndidos banquetes Por mi memoria pasan. Olvídome del oro, Del teatro y las danzas, De los ricos vestidos Y de esperanzas vanas. Ni le temo a la envida, Ni a cuantas acechanzas Al hombre poner puede La soberbia ignorancia A Fabio Aunque era poeta y “de un alma bien templada”, según Vela, no se registra que haya estado casado o involucrado en ninguna relación, sin embargo menciona a una figura femenina en sus textos. ODA III Díceme los zagales ¿por qué no se marchita? La rosa que en su pecho suele ponerse Elvira? No visteis, les respondo, Cuál las nubes sombrías Se tiñen de encarnado
Si el sol las ilumina. Pues Así de su rosa Los colores aviva Elvira con los rayos Que arrojan sus mejillas. La rosa de Elvira
RAFAEL ALVAREZ OVALLE Rafael Álvarez Ovalle (24 de octubre de 1858 - 26 de diciembre de 1946) Nació en San Juan Comalapa, departamento de Chimaltenango (Guatemala), hijo de Rosendo Álvarez e Ildefonsa Ovalle. Sus primeras letras las aprendió con el profesor Juan Alegría y su iniciación musical la recibió de su padre, quien desempeñó durante mucho tiempo el cargo de maestro de capilla del pueblo y después fue designado para ocupar la dirección de la escuela de música de Santa Lucía Cotzumalguapa, en el departamento de Escuintla. A los 15 años muere su padre y a pesar de su corta edad, le sustituye en el cargo de director de música en Santa Lucía. Contrajo matrimonio con Anita Minera de García, con quien procreó ocho hijos. Murió en la ciudad de Guatemala, el 26 de diciembre de 1946. En 1879, por órdenes expresas de Justo Rufino Barrios, gobernante de Guatemala, Rafael Álvarez llegó a la capital del país, a efectuar estudios en la Escuela de sustitutos de la banda nacional, bajo la dirección de Pedro Vissoni. A los tres meses de estudios dominó la flauta y el pícolo y pasó a formar parte como integrante de la Banda Marcial, bajo la dirección del maestro alemán Emilio Dressner. En 1887se llamó a un concurso literario para seleccionar la mejor composición que serviría como himno nacional. El poeta Ramón Pereira Molina, de Totonicapán, ganó la lid. Se promovió entonces la selección de una partitura para acompañar la composición triunfante. El ganador de este concurso musical, por unanimidad, fue Rafael Álvarez, quien a la sazón contaba con 22 años de edad. En 1896, José María Reyna Barrios, presidente de la república, abrió un nuevo concurso para seleccionar definitivamente la letra y música al himno nacional de Guatemala y de nuevo, por unanimidad, la partitura escogida fue la de don Rafael Álvarez Ovalle. Por decreto oficial de fecha 19 de febrero de 1897, fue declarada como música del himno nacional la composición presentada por el maestro Álvarez Ovalle. Los alumnos del Conservatorio Nacional cantaron por primera vez el himno oficial de Guatemala, el 14 de marzo de 1897, en el teatro Colón, dirigido por el propio maestro Álvarez Ovalle.
...el autor de este himno, además de ser un artista, es un maestro del pentagrama, y su singular producción, podría, sin lugar a dudas, calificarse como la más original de todas las que representan en el continente americano el patrotismo de cada nación soberana. Carlos Lavía Su vida artística fue plena. Tocaba a la perfección la guitarra, el piano, el violín y la flauta. Organizó diversos conjuntos musicales, entre otros, las estudiantinas La Broma y La Tuna, para difundir la música guatemalteca. Fue maestro del Conservatorio Nacional de Música y de escuelas públicas y privadas. Fundó también la Concertina Guatemalteca y la orquesta femenina del instituto normal central para señoritas Belén y la del Colegio Centroamericano. Además del hermoso Himno de Guatemala, el maestro Álvarez Ovalle escribió diversas composiciones, entre ellas himnos, valses, mazurcas, sones y otras de carácter religioso. El 15 de septiembre de 1911, el gobierno de Manuel Estrada Cabrera le rindió un homenaje en el Teatro Colón, en donde fue condecorado. El 24 de octubre de 1941, con motivo de sus 83 años de edad, las autoridades de San Juan Comalapa le rindieron masivo homenaje. El día de su muerte, el gobierno de la república decretó duelo nacional y costeó los funerales; las escuelas y oficinas públicas cesaron sus actividades y la bandera ondeó a media asta en señal de duelo. Actualmente se conoce poco de sus decendientes, pero se sabe de su bisnieto llamado Luis Ricardo Alvarez Ovalle y su hijo Luis Ricardo Alvarez Fernandez, que estudio en el colegio mesoamericano.
OBRAS
Partitura para piano del Himno Nacional de Guatemala
Versión en F (tonalidad original). Versión en C para voces infantiles, femeninas y para piano fácil.
Himno Nacional de Guatemala
La Tuna, Pasodoble
O Salutaris
"Mis Tataranietos"
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