Marcos Marín, F. (1988) El Comentario Lingüístico (Metodología y Práctica) 1

March 30, 2018 | Author: CELIA CHICO AGUDO | Category: Philology, Sentence (Linguistics), Spanish Language, Linguistics, Rhetoric
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Descripción: Comentario lingüístico. Metodología y práctica, Marcos Marín F....

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Como consecuencia de una importante reforma pedagógica iniciada en Inglaterra y continuada en Francia (que ha venido afirmándose a lo largo de este siglo y, en nuestro país, en los últimos veinte años), el comentario de texto tiene un lugar central en la didáctica de la lengua y la literatura. Se ha trabajado mucho, y bien, en el comentario de textos literarios, pero siempre con una perspectiva literaria dominante, a la que se subordinaba el estudio de lo propiamente lingüístico, o, en otros casos, con una finalidad histórica, filológica. En este libro, tras una introducción que ayuda a precisar conceptos y tendencias, presentamos una completa metodología del comentario lingüístico, apoyada siempre en la práctica correspondiente, tanto sincrónica como diacrónicamente, y con inclusión de todas las parcelas de la lengua, desde la Fonética a la Semántica, desde 1~ Filología tradicional a la más moderna Lingüística del Texto. Se trata, por tanto, de una obra útil en todas las etapas del estudio lingüístico, desde la iniciación universitaria, y pensada como auxiliar de alumnos y profesores, hasta llegar a cuestiones específicas que son materia práctica de las secciones de Filología de las Facultades de Letras. Francisco Marcos Marín, catedlttrile • Historia del Español y dirti~CW ... D. partamento de Lin.güístid 11 Facultad de Letras • 11 · Jr • Valladolid, aut~. . . . '1 ' .. mo sus A pro':( · . • ,. Gr •• 1 ... pañola (Madrt 3.• .¿ 191t) J ~ tica y Lengua CM t' l. lf'nl, recoge en esta jOI.t. .. 111 ghu6r • • experiencia de¡J FBIII J IJIIirll,,.. dar una vi~iónl.t y concreta, de J11 ps 11111 a.l _ . tario lingüístic4.

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El comentario lingüístico (Metodología y prdctica)

Francisco Marcos Marín

El comentario lingüístico (Metodología y práctica)

OCTAVA EDICION

AYUM'AMIENfO bE COROOBA BIBLIOTECA MUNICIPAL

CÁTEI>llA CRITICA Y ES11JDIOS I.ITERARIOS

©Francisco Marcos Marín Ediciones Cátedra, S. A., 1988 Josefa Valcárcel, 27.- 28027 Madrid Depósito legal: M. 1.5.189.-1988 ISBN: 84-376-0103-7 Printed in S pain Artes Gráficas Benzal, S. A. - Virtudes, 7. - 28010 Madrid

Índice

NOTA PRELIMINAR Y DEDICATORIA . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . CAPÍTULO

I.

Introducción al problema del texto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CAPÍTLO

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II

Dos tipos de textos: informativo y literario, y varias estructuras . . . CAPÍTULO

III

El comentario de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CAPÍTULO

127

VII

Guía para el comentario de un texto moderno ...... ,........... CAPÍTULO

91

VI

Guía para el comentario semántico de un texto del Siglo de Oro. . . CAPÍTULO

47

V

Guía para el comentario filológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CAPÍTULO

39

IV

' Desarrollo del comentario lingüístico CAPÍTULO

17

137

VIII

Comentario analitico en el ámbito de una Teoría de la Estructura del Texto y la Estructura del Mundo ........................ , 149 BIBLIOGRAFÍA .. ,- . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . .

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Nota preliminar y dedicatoria En la primavera de 1975, tras las oposiciones a la agregacwn de Lengua Española de la Universidad de Zaragoza, Ediciones Cátedra nos solicitó la redacción de estas páginas. A la responsabilidad que todo libro supone venía a sumarse, en este caso, la de una materia, el comentario, poco tratada desde el punto de vista lingüístico. No sabemos en qué medida habremos logrado cubrir un mínimo de esa responsabilidad, pudiendo alegar en nuestra defensa, tan sólo, un denodado empeño por ampliar las perspectivas, por aclarar, ampliar y esquematizar, guiados por la idea de servir a tantas personas que nos acompañan en la tarea, dura y grata, de enseñar la lengua común de los pueblos de España e Hispanoamérica. Hemos aprovechado la experiencia de comentarios en clase, en nuestra carrera docente en Madrid, Zaragoza y Valladolid, dentro de España, de cursos dedicados íntegramente al comentario de textos, en Zaragoza, y de cursillos y conferencias en distintos lugares, para ofrecer por escrito teorías ya expuestas y prácticas ya realizadas, movidos por presentar algo posible y asequible, realizado ya, incluso, si bien varias veces corregido hasta lograr una primera versión escrita que, por ahora, nos parece satisfactoria, en cuanto representación gráfica de una enseñanza generalmente oral. Quienes, como nosotros, hayan tenido la fortuna de ser alumnos de Rafael Lapesa, encontrarán la huella de su método y enseñanzas en varios lugares de este libro; reconocerlo nos honra. Quienes, por otra parte, hayan tenido ocasión de oír alguno de los comentarios que luego se escriben nos servirán de testigos de la afirmación de que todo el material que se ofrece ha sido reelaborado y vuelto a preparar, desde la primera letra, y podrán certificar todo lo que desde nuestro punto de partida se ha precisado y ampliado; queremos citar aquí especialmente a nuestros alumnos, pacientes y agradecidos 9

espectadores de toda evolución, a quienes toca recibir ahora nuestro agradecimiento. Mucho debemos; permítasenos, sin embargo, no abusar del crédito de este libro con una amplia dedicatoria, sino limitarlo a justa ofrenda a quien, sin responsabilidad en lo que haya podido resultar, estuvo directamente en sus orígenes: a Fernando Lázaro Carreter, doblado de maestro y amigo, dedicamos este trabajo.

,Zaragoza- Valladolid, 1977.

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CAPÍTULO PRIMERO

Introducción al problema del texto 1.1 En la historia de la humanidad, y atendiendo a tres aspectos de la recogida de datos que permiten su estudio posterior y facilitan el de los hombres que los proporcionan, hemos de distinguir también tres épocas. En una primera edad los hombres nos facilitan datos acerca de si mismos, bien de modo involuntario (hachas de piedra, flechas, cerámica, huesos), o también voluntariamente: pinturas, grabados; es la llamada prehistoria, que es mucho más exactamente una era pretextual, porque esos hombres tenian historia como desarrollo, si bien carecian de medios de transmisión. Esta primera edad es, indudablemente, la más larga y oscura de la vida del hombre sobre la Tierra, lo que, indirectamente, es un exacto testimonio del valor de los datos textuales para el conocimiento de nosotros mismos: lo que sabemos de la humanidad desde la invención de la escritura es mucho más que lo que conocemos del periodo anterior. A la edad pretextual sucede precisamente esa invención de la escritura, y una época en la que, además de testimonios similares a los arriba citados, los hombres se comunican con nosotros por escrito: existe el texto como lazo de unión con las generaciones futuras; una buena parte del esfuerzo de esas generaciones futuras será, en efecto, el análisis y la interpretación de los textos legados por sus antecesores. Esta época textual sólo nos informa parcialmente, por medio de la escritura. La tercera edad añade a la segunda la posibilidad de registrar y conservar la palabra hablada, en grabaciones de diverso tipo, incluso acompañadas de la imagen. La riqueza de información que, a partir de estos textos orales, podrá recibir la posteridad será, indudablemente, mayor. Sin embargo, el desarrollo de las técnicas de registro de la palabra hablada no ha causado la desaparición de la trans11

misión escrita; ni siquiera la ha puesto en peligro: nunca ha escrito la humanidad tanto como en esta época, en la que basta con apretar el botón de una grabadora para que la voz, con toda su carga de matices, se conserve permanentemente. 1.2. En sentido amplio, todos los registros orales o escritos, en sus muy diversas formas, son textos; todos ellos están relacionados con una lengua cualquiera, de modo que la primera piedra de toque de un texto ha de ser, necesariamente, liil.güistica; en este sentido, podemos decir que la conciencia de la existencia de textos y la necesidad de su interpretación va unida a la conciencia lingüistica y a la preocupación por el lenguaje (Marcos: 1975 b, 8.4.38). En el tratamiento del texto que podemos llamar clásico, es decir, el correspondiente a las culturas griega y latina, conviene recordar que el propio concepto de texto procede de la retórica, en cuanto ésta ha querido codificar y clasificar las reglas de construcción de un discurso. A grandes rasgos, podriamos establecer una serie de evoluciones en la consideración del texto, pormenorizando más en los problemas que son especificamente actuales. 1.3. En una primera etapa, la clásica, las tres grandes ciencias textuales son la Retórica, la Didáctica y la Historia: convencer, enseñar y conservar son los verbos en torno a los cuales giran la construcción y la hermenéutica del texto. La primera de ellas, por supuesto, es la que proporciona los criterios formales para el análisis, pero la segunda contesta a la pregunta de para qué y la tercera a la objetiva de qué. La Retórica nos dice cómo analizar, comentar (o construir) los textos, la Didáctica nos justifica la necesidad de ese análisis para la enseñanza (de la lengua, del derecho, de las ciencias, de las artes, etcétera), y la Historia proporciona el material que se ha de someter al análisis retórico, lo que se ha de comentar. El comentario retórico es el punto de partida de dos comentarios actuales, el lingüistico, que nos ocupa, y el literario, del que no hablaremos aqui, sino de pasada.

1.4. En una segunda etapa de la consideración del texto tendriamos lo que se denomina tradicionalmente como Filología (que no se debe confundir, estrictamente, con la Lingüistica Diacrónica). Stricto sensu, la Filologia es la parte de las ciencias del lenguaje que se ocupa del estudio y análisis de los textos, para fijar su correcta lectura, su fecha y su interpretación. Como la Filologia es ciencia de la segunda era de la historia de la humanidad, es decir, de la edad textual escrita, no se ocupa, en sus origenes, de la lengua hablada. Sin pretender entrar en bizantinismos de ninguna especie, nos parece bastante aceptable pensar que hoy podriamos muy bien hacer estudios

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filológicos sobre textos orales (grabaciones de fines del siglo xxx o primeros del xx, por poner el ejemplo más claro), ampliando así la perspectiva de una ciencia, limitada por la estructura de su mundo, no por su propia metodología. Las filologías (clásica, semítica, románica, germánica, eslava, etc.) han ocupado una parte muy importante de los programas de enseñanza de nuestras universidades, y todavía la ocupan, y han contribuido extraordinariamente al desarrollo de estudios muy diversos relacionados con el lenguaje. La filología ha llegado a aguzar maravillosamente su arma: el comentario filológico, método analítico en el que se basan afirmaciones que van más allá de la pura lengua, y que llegan a la literatura ·(datación o atribución de textos, por ejemplo) o el derecho y la historia (autenticidad o falsificación de documentos).

1.5. Clasificaremos con la etiqueta de estructural a toda la tercera etapa, en un sentido amplio, que habría de iniciarse en el formalismo ruso, seguir por los estructuralismos de Praga, Copenhague o Filadelfia, pasar por el generativismo y llegar, por ahora, a la lingüística del texto. Los formalistas rusos enfocaron su estudio textual como el de un conjunto de materiales lingüísticos coherentes; en su evolución, por ejemplo enjakobson o en Todorov, su acercamiento ha sido más de tipo literario, donde sus tesis han encontrado un eco importante, bien en el desarrollo de los estudios sobre la recursividad como característica de la función poética, a partir de Jakobson, bien desde la Gramática del Decamer6n de Todorov. 1.6. Para este último autor, el texto tiene tres caracteres: a) Es un sistema connotativo, es decir, está en relación con otro sistema de significación. b) Es cerrado. e) Posee, al menos, tres órdenes, es decir, tres abarques de lo que en el texto se puede descubrir: 1) Orden lógico, donde se da cuenta de las relaciones lógicas de las frases (análisis de la proposición como expresión de un juicio). 2) Orden temporal, también lógico, puesto que el tiempo forma parte de la estructura lógica de la proposición. 3) Orden espacial, en el que se integran elementos lingüísticos, como el ritmo. 1.7. En otro lugar (Marcos: 1975 b, 8.4.39) hemos indicado que, en Europa, L. Hjelmslev, en 1943, expone su intención de, tras la individuación inductiva de las constantes gramaticales, proceder a la descripción predictiva de los textos posibles de una lengua, segmentados en los dos planos: el de la expresi6n y el del contenido. ~3

En 1956, por otra parte, Eugenio Coseriu habla explicitamente de lingüística del texto, lo cual debe entenderse como un estudio del discurso, de la serie de actos individuales en las circunstancias particulares de la comunicación. En América, el análisis del discurso de Zellig Harris (1952, a y b) va, por supuesto, como el de todos los autores europeos citados, mucho más allá de un simple comentario de texto, añadiendo mayor interés a su exposición, por su carácter más marcadamente lingüistico. Más que interesarse por lo que el texto dice, a Harris le importa el cómo, es decir, las conclusiones formales obtenidas del esquema de distribución de morfemas en el texto. Aunque los análisis lingüisticos se detengan en el nivel oracional, nada hay, según Harris, que obligue a ello; el paso siguiente, o sea, el análisis textual, es posible, aun reconociendo ciertos limites. El punto central de la problemática gira en torno de dos cuestiones: las relaciones distribucionales entre las frases, y la correlación entre lengua y situación social (lengua y cultura que no se deben entender ilimitadamente, sino lindando con lo extralingüistico). Todas las operaciones del análisis del discurso de Harris se realizan sin tener jamás en cuenta ninguna noción que abarque el significado. Sólo es necesario conocer los limites entre morfemas, las fronteras de éstos, las suturas de las oraciones y los aspectos morfémicos de la entonación (o puntuación). Puede operarse por equivalencias gramaticales o relaciones establecidas por la aparición de los morfemas, tanto a partir del lenguaje como un todo o, simplemente, a partir del texto tan sólo. El conocimiento de la clase gramatical de los morfemas presentes en el texto es imprescindible en ambos casos.

1.8. El método de Harris, que resumimos aqui porque es importante y no haremos luego ningún comentario que sea aplicación de él, pasa por las siguientes etapas: -Recolección de los elementos (o sucesiones de elementos) que tienen un medio idéntico o equivalente a otros dentro de la frase. - Consideración de los elementos equivalentes, o sea, miembros de la misma clase de equivalencia. - Asociación de los materiales que no pertenecen a ninguna clase de equivalencia a la que está gramaticalmente más próxima. - División de las oraciones del texto en intervalos determinados como sucesiones de clases de equivalencia, de tal modo que los intervalos resultantes sean similares entre si, dentro del mismo texto (es decir, que un intervalo no sea una oración y otro un periodo o un simple miembro de una clase, sino que la parcelación resulte homogénea). - Investigación de la sucesión de intervalos para distribuir las clases que aparecen en ellos, particularmente para establecer el esquema de acuerdo con las clases precedentes. 14

1.9. Este tipo de análisis del discurso (algo más detalladamente expuesto en Marcos: 197 5 b, 8.4.40-4 7) proporciona información doble: acerca de la estructura del texto, y acerca del papel de los elementos en ella. Añade una serie de conocimientos a los que proporciona la lingüística descriptiva. Mientras que ésta se limita a decirnos el papel de los elementos dentro de la oración, el análisis del discurso va más allá, puesto que nos da información sobre fragmentos del discurso de longitud superior a la simple oración, con lo que sabemos una serie de puntos que no podrían ser analizables a partir del estudio de elementos solamente oracionales. Además de los conocimientos sobre las necesidades arquitectónicas del sistema para usos específicos varios, que la gramática descriptiva proporciona, obtenemos ahora información acerca de la estructura del texto, que es la presentación habitual de la lengua en el discurso.

1.10. La gramática generativa nace con un carácter más sintético que analitico, como la interpretación correcta de su nombre dice. Desde el punto de vista del análisis textu.al, su fundamentación en el distribucionalismo o estructuralismo americano, ejemplificada personalmente en Noam Chomsky, discípulo de Z. Harris, le permite incorporarse ah ovo una serie de métodos ya suficientemente contrastados. Es la creatividad del hablante la que está en el origen de la lingüística chomskiana, la competencia lingüística entendida como conjunto de reglas que permiten a ese hablante hacer explícitas una serie de oraciones correctas, y no las incorrectas o agramaticales. Ninguna ciencia puede prescindir del análisis, que tampoco falta en la gramática generativa, no sólo en las aplicaciones más aparentes, como la subcategorización léxica de la teoría típica (ampliada) .o el análisis componencial de la semántica generativa, sino también el problema mismo de la determinación de la adecuación de la gramática, el espinoso problema de los criterios de comprobación de la validez de la gramática, y, por supuesto, en todas las cuestiones de tipo pragmático o praxiológico (Sánchez de Zavala: 1973). La gramática generativa, como teoría completa, ha de dar razón científica del doble proceso, sintético del hablante, creador de frases, y analítico del oyente, receptor e intérprete de las mismas; no cabe que una faceta anule a la otra, puesto que ambas son imprescindibles por la exigencia misma de la comunicación. 1.11. La gramática textual o Teoría de la Estructura del Texto y la Estructura del Mundo (T.E.T.E.M.), es ya, desde su propio nombre, una aspiración a una ciencia total del texto, lo que supondría, en muy último término, una explicación completa, lingüística y enciclopédica, del universo. En la práctica, claro está, nadie se plantea una empresa tan amplia, y vamos asistiendo a ensayos parciales,

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cada vez más completos, que tratan de dar cuenta de distintos textos o problemas textuales en un marco teórico amplio y coherente. Por razones de interés actual (que no de mera actualidad) hemos decidido incluir un tipo de comentario analitico textual, al que precederá una breve introducción sobre esta teoría, que, como otros aspectos de la lingüística actual ya mencionados, puede verse en otro lugar (Marcos: 1975 b, 84.51 bis-103). A modo de resumen anticipador podríamos decir aquí que la gramática textual (o la T.E.T.E.M) enlaza preocupaciones tan tipicas de la lingüística europea como el discurso en si o desde el punto de vista retórico (estructuralismo y formalismo), las relaciones de inferencia (Comte y Piaget) y la representación social en el lenguaje (Wittgenstein), con otras preocupaciones, típicas éstas de las escuelas americanas, como su punto de partida explicito, formal y transformatorio, su exigencia de un componente interpretativo en la gramática, o los problemas ligados a la representación semántica de los textos, que no se limitan a la simple suma de las oraciones que los integran.

1.12. Tras estos planteamientos introductorios de carácter muy general, podemos pasar al problema concreto del comentario lingüístico de textos. Según lo expuesto en las lineas dedicadas a las tres etapas de la humanidad, nos cabe hablar de un comentario de textos orales o de textos escritos; según la propia evolución de las teorías textuales, tendríamos comentarios retóricos, filológicos, estructurales (de tipo funcional, glosemático o distribucional), generativos e, incluso, la Teoría del Texto como parte de la T.E.T.E.M. Por amplio que sea este panorama, es preciso no perderlo de vista, porque los horizontes que, al escribir, se limitan a estas páginas, quedan siempre libres para que el lector deje correr hacia ellos «las alas desbocadas de su fantasía». 1.13. Precisamente porque no queremos que este libro, a fuer de práctico, acabe siendo practicón, hemos incluido como anunciábamos arriba (1.11 ), una mínima introducción o ejemplificación de un tipo de gramática textual, sin pretensiones originales, pero con la intención de que sea aprovechable. Como, al mismo tiempo, es nuestro propósito limitarnos al comentario lingüístico, con exclusión de lo explicitamente literario, hemos creído nuestro deber dar, en justa contrapartida, distintas muestras de los distintos comentarios posibles; pero de ello hablaremos en el capitulo tercero.

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CAPÍTULO

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Dos tipos de textos: informativo y literario, y vanas estructuras 2.1. Dentro de la multiplicidad de contenidos que pueden expresarse en un texto, hay una división minima que, metodológicamente, puede mantenerse: textos sin intención estética dominante, en los que la denotación domina sobre la connotación, ya en el planteamiento del autor, a los que llamaremos textos informativos, y textos con intención estética dominante, y mayor papel de la connotación (aunque no llegue a imponerse), a los que llamaremos textos literarios. Con ello, evidentemente, no queremos decir nada acerca de la posibilidad de diferenciar lo que es literatura de lo que no lo es, cuestión sumamente debatida, y, tal vez, insoluble, sino establecer unas minimas y convencionales «reglas del juego», carentes de toda pretensión. Por otra parte, nuestros mismos ejemplos cuestionan esta diferenciación, por cuanto es muy posible que todo el que escribe tenga presente la estética, aunque sea simplemente como autocontrol, y más si es un literato, aunque en ese momento actúe como autor de páginas que él mismo no consideraría literarias, sino criticas o científicas (doña Emilia Pardo Bazán será nuestra primera muestra). Al mismo tiempo, es imposible ocultar que ciertas estructuras, que pueden caracterizar un texto informativo, se repiten en el literario, porque no hay diferencias estructurales drásticas entre ambos tipos. ¿Qué sentido puede tener entonces la distinción? Simplemente -->. Y esas dos ideas nos llevan a una conclusión: «Éstos suelen ser grandes proyectistas y charlatanes.» El esquema que representaría este texto sería el siguiente:

Es el esquema SINTETIZANTE, ya que su contenido está dispuesto de modo que la idea final concluye o se deduce de las anteriores.

2.2.3. En un tercer esquema representaremos otra modalidad de exposición. Es el que podemos extraer de uno de los puntos tratados por Feijoo en sus Cartas eruditas: Yo convendría muy bien con los que se atan servilmente a las reglas, como no pretendiesen sujetar a todos los demás al mismo yugo. Ellos tienen justo motivo para hacerlo. La falta de talento los obliga a esa servidumbre. Es menester numen, fantasía, elevación para asegurarse el acierto, saliendo del camino trillado. Los hombres de corto genio son como los niños de la escuela, que si se arrojan a escribir sin pauta, en borrones y garabatos desperdician toda la tinta. Al contrario, los de espíritu sublime logran los más felices rasgos cuando generosamente se desprenden de los comunes documentos. Así, es bien que cada uno se estreche o se alargue, hasta aquél término que le señaló el autor de la naturaleza, sin constituir la facultad propia por norma de las ajenas. Quédese en la falda quien no tiene fuerza para arribar a la cumbre; mas no pretenda hacer magisterio lo que es torpeza, ni acuse como ignorancia del arte lo que es valentía del numen. 19

Inicia el texto con ·la proposición: «Yo convendría muy bien con los que se atan servilmente a las reglas, como no pretendiesen sujetar a todos los demás al mismo yugo.» Aporta después una serie de datos que vienen a explicar y corroborar el porqué de su afirmación, «La falta de talento», «corto genio», etc., y concluye: «quédese en la falda quien no tiene fuerza para arribar a la cumbre; mas no pretenda» ... Es decir, la idea del final concluye o reafirma lo expuesto en la inicial; por tanto, el esquema que representarla el texto seria así:

Es el esquema ENCUADRADO, en el que la proposición del principio da pie a una explicación que tiene también su conclusión. Por eso, a veces no se repite la idea inicial, sino que la conclusión se deriva de ella.

2.2.4. Por último, un cuarto esquema, muy empleado, del que tenemos abundantes ejemplos en cualquier obra de erudición. Lo vamos a ver en este breve fragmento de la obra de Balmes: Cuando conocemos perfectamente la verdad, nuestro entendimiento se parece a un espejo en el cual vemos retratados, con toda fidelidad, los objetos como son en sí; cuando caemos en error, se asemeja a uno de aquellos vidrios de ilusión que nos presentan lo que realmente no existe; pero cuando conocemos la verdad a medias, podria compararse a un espejo mal azogado, o colocado en tal disposición que, si bien nos muestra objetos reales, sin embargo, nos los ofrece demudados, alterando los tamaños y figuras. Después de su lectura hemos observado que trata de tres ideas: «Cuando conocemos la verdad.» «Cuando caemos en error.» «Cuando conocemos la verdad a medias.)) Son tres hechos de un mismo nivel. Su representación gráfica será del siguiente modo:

Tendremos el esquema que se denomina PARALELO, ya que las ideas en él expuestas, no están subordinadas unas a otras por su contenido, y tienen además igual importancia. 20

2.3. A continuación veremos con mayor detalle textos de estos tipos, deteniéndonos en algunas de sus peculiaridades. Partimos de que en las obras destinadas a la información y comunicación de conocimientos predomina la función representativa del lenguaje sobre la función estética, aunque esta última tampoco se olvida, puesto que, aparte el prurito de elegancia del escritor, no cabe duda de que un libro claro, ordenado, con una exposición cuidada e, incluso, bella, es más atractivo que otro de igual contenido, pero en el que no se dan esos detalles que hacen agradable su lectura. Por ello, aunque el objetivo principal sea el de informar, se imponen siempre una cierta elegancia y pulcritud expresivas. 2.4. Nos servirá de modelo, en este intento de aproximación más profunda, un fragmento escogido de la obra de Dámaso Alonso, titulada Del Siglo de Oro a este Siglo de Siglas, donde se puede notar, en la paronomasia del titulo, cómo el juego estético interviene desde el principio. Por su propia labor poética, además, se encuadra el autor en la literatura española contemporánea, lo cual impone su huella en su labor escrita, sin necesidad de que sea de creación. En el texto elegido, que pertenece a un artículo recogido en ese libro, y titulado «Defensa de la lengua castellana», nos habla del nacimiento de la Real Academia Española. Veamos cómo construye el siguiente párrafo: La inteligencia humana se puede proponer como objeto el lenguaje, con dos fines principales: el de estudiarlo o el de dirigirlo. El estudio desinteresado de la lengua, considerándola como otro objeto más de la curiosidad cientifica, casi se puede decir que comienza en el siglo x1x; durante ese siglo hace grandes avances en lo que toca a la recolección y recuento de materiales y a su primera ordenación y comparación; y en el siglo presente continúa con generosos intentos de alcanzar verdades más profundas, de llegar al conocimiento de un lenguaje (y del lenguaje) como organismo, en su funcionamiento estructural. La otra perspectiva, la de estudiar el lenguaje para dirigirlo, tiene una enorme antigüedad. La principal preocupación fue primero la de dirigirlo en el individuo (gramáticas normativas). Mezclada con ésta, aparece pronto otra: la de mejorarlo en la sociedad, es decir, la de guiarlo o modificarlo, dirección ya patente entre nosotros en una obra como el Diálogo de la Lengua, de Valdés. Lo que es nuevo es que los Estados mismos se ocupen de la dirección lingüistica. Este fenómeno empieza, precisamente, con la fundación de las Academias, pero adquiere gran importancia y desarrollo sólo en nuestro siglo.

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2.4.1. Si lo leemos con atención podemos determinar en seguida la idea central del fragmento: los modos de ser el lenguaje objeto del interés humano. Correspondería al tema: estudios del lenguaje. El autor ha expuesto esta idea al principio, y después la ha desarrollado ampliamente. Su exposición se atiene al esquema que denominamos ANALIZANTE, ya que partimos de una premisa: hay dos maneras de acercarse al lenguaje para estudiarlo y para dirigirlo; y a continuación se nos expone el comienzo y evolución de la primera manera, el estudio, hasta llegar a nuestros dias; para seguir viendo después el comienzo y evolución del segundo modo de acercarse al lenguaje, hasta llegar a nuestro siglo. 2.4.2. Modo de explicación. Ya hemos visto que el autor ordena perfectamente su pensamiento de acuerdo con uno de los esquemas propios de esta clase de textos, el analizante. Pero, además, hemos de fijarnos en el lenguaje empleado y en la manera de tratar los puntos expuestos en el texto. A primera vista podemos afirmar que la lengua empleada es la discursiva (la que se emplea para la comunicación más objetiva posible), aunque aparecen algunos detalles, pequeños, que nos sugieren más que nos informan, como ocurre en la lengua expresiva. Asi tenemos que, cuando el autor habla del «estudio», lo califica de «desinteresado». ¿A qué se refiere este desinterés? Desde luego no se trata de un estudio por el que no se sienta interés, sino todo lo contrario. Y es que en oposición con el otro modo de acercarse a la lengua ----, exponiendo también en lo que consiste. e) La determinación de la «afición» y el sentido de este vocablo que se identifica con «vocación». Son, como vemos, tres puntos esenciales los que dan vida a este texto, cuya estructura podemos denominar PARALELA, ya que ninguno se supedita al otro, sólo guardan una cierta relación. (Habrán observado que la estructura del texto no tiene por qué coincidir con los párrafos -empleando uno para cada idea, por ejemplo--, sino que la estructura nos la da el contenido, las ideas que se desarrollan que están tratadas de igual manera o tienen la misma importancia.) 2.7.2. La lengua del texto. El lenguaje empleado por el autor tiene como misión esencial la de informarnos; por tanto, es discursivo. Es más, como el autor quiere informarnos sobre ciertos puntos determinados, para llamar más nuestra atención sobre ellos, ha hecho que se impriman con letra cursiva; asi nos fijamos más en éstos y además él mostrará con esa diferencia de letra que les da una importancia especial, o un sentido que no es el más frecuente (el caso, por ejemplo, de «afición»). Es, como hemos dicho antes, un lenguaje discursivo, y el autor es tan consciente de la importancia de la palabra como medio de comunicación de ideas que buena parte del fragmento está dedicado a especificar y aclarar la significación precisa de los vocablos (función metalingüistica del lenguaje), de modo que éstos no su29

gieran algo que echaría por tierra su intención, sino que una vez matizados den idea exacta de lo que significan en su pensamiento. Es curioso el contraste que ofrece este texto de Marañón con el fragmento de doña Emilia Pardo Bazán. Aquí observamos claramente el espíritu del científico, preciso hasta el mínimo detalle y que también se preocupa por todo lo que afecta, enriquece, instruye y ayuda al ser humano. (No olvidemos esta última faceta del cien" tífico, no muy imitada por todos los que sí le siguieron en la profesión.) 2.8. Lengua discursiva y lengua literaria. Hemos estado viendo hasta ahora textos cuya finalidad esencial era la de informarnos -por eso los hemos denominado textos informativos-, y hemos visto también el uso de un tipo de lengua, llamada discursiva, que es la que predominaba en la mayor parte de estos fragmentos estudiados. El fin de la lengua discursiva es la de comunicar un contenido sin enriquecerlo con fantasías ni matices afectivos; por eso maneja en las palabras el significado o denotativo. Es decir, en el texto informativo el autor nos envía sobre todo un mensaje que trata de ser objetivo, y para ello emplea la lengua discursiva en la que predomina el valor denotativo de la palabra. Pero el escritor, el hablante, emplea su lengua con otros fines que no son los de' informar (recordemos las funciones del lenguaje estudiadas por Jakobson), y uno de estos fines es el de la creaci6n literaria, que se corresponde con la función estética. El hablante se propone aquí emitir un mensaje esencialmente artístico y para ello recurre a la lengua expresivo-literaria que se vale de ciertos recursos sugeridores del modo de sentir y valorar el autor. La emoción, el deseo, la fantasía se manifiestan en forma indirecta en las creaciones literarias mediante una serie de recursos relacionados con la construcción gramatical y orden en la frase, con la sustancia fónica del enunciado, con el vocabulario y el significado indirecto de los vocablos. Por eso en la obras literarias hay que tener en cuenta el valor connotativo de la palabra, por medio del cual sugerimos la impresión que nos causa un determinado objeto: así, cuando decimos de una persona que «es un plomo», a través del concepto real de «plomo» expresamos también la sensación de pesadez que nos produce esa persona; estamos jugando ahí, por tanto, con el valor connotativo del vocablo «plomo». Resumiendo: el mensaje literario se caracteriza porque su fin primordial es el de crear y producir una impresi6n de belleza por medio de una lengua expresiva en la que predomina el valor connotativo de la palabra.

2.8.1. Vamos a ver un primer ejemplo con textos que tratan el mismo asunto; la guitarra, pero con un lenguaje distinto: «Guitarra»: instrumento músico de cuerda que se compone de una caja de madera, a modo de óvalo estrechado por el medio con 30

un agujero circular en el centro de la tapa y un mástil con trastes. Seis clavijas colocadas en el extremo de este mástil sirven para templar otras tantas cuerdas, aseguradas en un puente fijo en la parte inferior de la tapa, que se pulsan con los dedos de la mano derecha mientras los pisan los de la izquierda donde conviene al tono. (Diccionario de la Real Academia Española.)

GUITARRA Habrá un silencio verde todo hecho de guitarras destrenzadas. La guitarra es un pozo con viento en vez de agua. Gerardo Diego Son dos mensajes a los que la finalidad con que están emitidos -hace ~mpktam€nte distintos. En el primero se nos quiere dar un conocimiento cierto de lo que es la guitarra. En el segundo se nos quiere comunicar una impresión más que un conocimiento. Por eso el poeta, en los dos primeros versos, nos crea una atmósfera en la que destaca exclusivamente el «silencio verde» (el verde aporta una serie de connotaciones ambientales, ya que por un lado es el color moreno de los gitanos, y la guitarra y el gitano son algo que muchas veces va unido; por otra parte, puede tener una relación con el color del pozo que viene a continuación, color de las paredes de dentro del pozo por la vegetación, claro está). Las «guitarras destrenzadas» corroboran ese «silencio» inicial, y notemos el uso de «destrenzadas» para seguir en el mundo de la imagen, imagen en este caso referida sólo a las cuerdas de la guitarra en desorden y fuera de su sitio. A contínuacíón, ya sítuados en ambíente, el poeta nos dice lo que es la guitarra. ¿Por qué la identifica con un pozo? Externamente tienen ambos algo en común, el redondel de la boca del pozo y el redondel de la tapa de la guitarra, y precisamente ese redondel de la boca del pozo es el paso hacia la profundidad del mismo. Fijémonos en que el vocablo «pozo» tiene este valor connotativo de sugerirnos profundidad y esa profundidad es la que se comunica a la guitarra al identificarla con el pozo. De este modo tenemos la idea de estar ante un instrumento profundo y serio. «Con viento en vez de agua», porque la identificación con el pozo es sólo en profundidad, no en contenido, ya que en ese redondel central (que tenia una relación primera con pozo) es donde se lleva a cabo el rasgueo de la guitarra que produce la música, y esa música son ondas que se expanden por 31

el aire, mientras que el pozo en el fondo de su círculo lo que tiene es agua.

2.8.2. El poeta nos ha sugerido una buena serie de notas que él ve en la guitarra y que quedan expresadas en cuatro versos; se trata de un escritor que maneja todos los matices posibles del vocablo, que sabe perfectamente el valor expresivo de la palabra. Poesía y ciencia emplean el mismo instrumento: el sistema lingüístico, pero de modo ostensiblemente diverso. Veámoslo de nuevo: «Brisa»: airecillo que en las costas suele tomar dos direcciones opuestas; por el día viene de la mar, y por la noche de la parte de la tierra, a causa de la alternativa rarefacción y condensación del aire sobre el terreno. (Diccionario de la Real Academia Española.)

BRISA PARECE que se persiguen las altas hojas del trigo. Apretada prisa verde de limitado dominio nunca podrá como el agua desencadenarse en río, siempre entre cuatro paredes apretarán su bullicio. Van y vienen preguntando sin encontrar lo perdido. Se dan de codos, se pisan, van y vienen sin sentido, contra la pared del aire sus verdes cuerpos heridos. (Manuel Altolaguirre)

2.8.3. En páginas anteriores hemos visto las enormes diferencias que se establecen al tratar un mismo asunto con un enfoque informativo o al tratarlo con un enfoque literario. De este segundo modo hay que destacar el poder creativo del autor, pues, como ya dijimos, puede haber toda una situación ambiental en torno a su mensaje para que lo perfeccione y matice. Como último ejemplo veremos una creación literaria en prosa de la que tenemos también el texto informativo correspondiente. Ambos se refieren a la batalla de Arapiles, episodio importantísimo de nuestra guerra de Independencia, q1,1e nos viene relatado en la Historia de España dirigida por R. Menéndez

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Pida!, y por don Benito Pérez Galdós en uno de sus Episodios nacionales. Este es el texto histórico: Los cerros enfrentados de los Arapiles, una vez repartidos entre ambos ejércitos, fueron sólidamente guarnecidos y se convirtieron en el centro de las lineas inglesa y francesa. Marmont situó a la división Bonnet en el Arapil grande y desplazó bajo su protección al resto de su ejército en dirección al camino de Ciudad Rodrigo con la esperanza de poder cortar la retirada de los aliados hacia esta plaza. La realización del nuevo movimiento de flanqueo dio a Wellington la oportunidad que había de permitirle evitar una nueva retirada y el abandono de Salamanca. Las divisiones francesas que iban en vanguardia se extendieron de tal forma, que llegaron a perder el contacto inmediato con las restantes unidades, momento que aprovechó el inglés, quien mantenía concentrada la mayor parte de su ejército, para lanzar un asalto a las posiciones imperiales del Arapil, al tiempo que ordenaba a Packenham marchase a contener el avance de las divisiones francesas de vanguardia. La iniciativa británica provocó la detención de la marcha de la división de Thomieres, que habiendo descendido de las alturas se encontró asaltada en su flanco izquierdo por la caballería portuguesa de D'Urban y al frente por las divisiones inglesas del mando de Packenham. El asalto de los británicos contra la posición central francesa corrió a cargo de la división Leith, cuyo flanco cubría la caballería. La división francesa, atacada por una fuerza mixta, se organizó en cuadros, disposición que redujo su potencia de fuego ante la infantería y que no le sirvió para defenderse de la caballería, una vez que al entrar en combate próximo con aquélla no pudo sostener su formación inicial. La progresión del resto de la línea inglesa --divisiones Cole y Pack- resultó menos eficaz y fue rechazada ante las posiciones defendidas por los imperiales. En tanto el ala izquierda francesa se replegaba y buscaba restaurar el contacto con su centro, el duque de Ragusa, herido por la artillería inglesa, se veía obligado a entregar el mando a Bonnet, quien por igual motivo se lo pasaría a Clausel, que logró restablecer la unión entre el ala izquierda y el centro francés .que hasta entonces había contenido a las tropas aliadas, al tiempo que llamaba a sí a las divisiones Ferey y Sarrut, que de resultas de la dispersión subsiguiente al movimiento de flanqueo alcanzaban ahora el lugar del combate. Clausel decidió aprovechar la oportunidad que le deparaba la conjunción de varias de sus divisiones en el punto en que 2

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los ingleses derrotados se retiraban, para lanzar un asalto a la línea aliada. El éxito inicial de esta maniobra no tuvo mayores consecuencias, por cuanto Wellington disponía de mayores reservas, que le permitieron apuntalar su posición en el momento crítico de la batalla. El avance de la división Clinton no dejaba a los franceses otra solución que la retirada, a fin de buscar su seguridad al otro lado del Tormes. La división Ferey formó sus batallones en línea de cobertura y detuvo, a costa de gran número de bajas, la progresión de las fuerzas de Clinton, acción de retaguardia que permitió al resto del ejército alcanzar los vados del río y el puente de Alba, cuyo castillo había sido abandonado por el general España al comenzar el combate. Las pérdidas francesas -unos 14.000 hombres- dejaban en franca inferioridad al ejército de Portugal ante las fuerzas de Wellington, que no perdieron sino una tercera parte de tal cifra. La derrota francesa en los Arapiles implica la amenaza directa al camino de Madrid, centro neurálgico del dominio francés en la Península, según lo vio Napoleón desde 1808. Bastará la presencia del ejército aliado en sus proximidades para que se venga abajo todo el dispositivo de ocupación que en los años precedentes había permitido pensar en una conquista progresiva del territorio. La rota de los Arapiles compromete las posiciones francesas de manera aún más radical de lo que lo hizo cuatro años antes Bailén y determina un cambio estratégico tan decisivo, que los franceses habrán de evacuar sin un solo disparo la mitad del país, tan dificilmente mantenido bajo la nominal dependencia del rey José.

2.8.4. Y ésta es la narración que de la batalla nos hace don Benito Pérez Galdós. (Hemos tenido que suprimir una parte, porque es un episodio muy extenso que no podíamos recoger aquí completo.) ¡El Arapil Grande! Era la mayor de aquellas dos esfinges de tierra, levantadas la una frente a la otra, mirándose y mirándonos. Entre las dos debía desarrollarse al día siguiente uno de los más sangrientos dramas del siglo, el verdadero prefacio de Waterloo, donde sonaron por última vez las trompas épicas del Imperio. A un lado y otro del lugar llamado de Arapiles se elevaban los dos célebres cerros, pequeño el uno, grande el otro. El primero nos pertenecía; el segundo no pertenecía a nadie en la noche del 21. No pertenecía a nadie por lo mismo que era la presa más codiciada; y el leopardo de un lado, y el águila del otro, le miraban con anhelo, de34

seando tomarlo y temiendo tomarlo. Cada cual temia encontrarse alli al contrario en el momento de poner la planta sobre la preciosa altura. [ ... ] Con las primeras luces del dia, la brigada se puso en marcha hacia el Arapil Grande. A medida que nos acercábamos, más nos convencíamos de que los franceses se nos habian anticipado, por hallarse en mejores condiciones para el movimiento, a causa de la proximidad de su linea. El brigadier distribuyó sus fuerzas, y las guerrillas se desplegaron. Los ojos de todos fijábanse en la ermita situada como a la mitad del cerro y en las pocas casas dispersas, únicos edificios que interrumpían a larguisimos trechos la soledad y desnudez del paisaje. [ ... ] El brigadier Pack, uno de los hombres más valientes, más serenos y más caballerosos que he conocido, arengó a los highlanders. El coronel que mandaba el tercero de cazadores arengó a los suyos, y todos arengaron, en suma, incluso yo, que les hablé en español, el lenguaje más apropiado a las circunstancias. Tengo la seguridad de que me ,entendieron. El 23 de linea no babia entrado en el patio, sino que flanqueaba la ermita por su izquierda, observando si venian más fuerzas francesas. En caso contrario, la partida era nuestra, por la sencilla razón de que éramos más hasta entonces. Pero no tardó en aparecer otra columna enemiga. Esperarla, darle respiro, es decir, aparentar, siquiera fuese por un momento, que se la temia, habria sido renunciar de antemano a toda ventaja. -¡A ellos! -grité a mi coronel. -All right! --exclamó éste. Y el 23 de linea cayó como una avalancha sobre la columna francesa. Trabóse un vivo combate cuerpo a cuerpo; vacilaron un poco nuestros ingleses, porque el empuje de los enemigos era terrible en el primer momento; pero tornando a cargar con aquella constancia imperturbable, que si no es el heroísmo mismo es lo que más se le parece, toda la ventaja estuvo pronto de nuestra parte. Retiráronse en desorden los imperiales, o, mejor dicho, variaron de táctica, dispersándose en pequeños grupos, mientras les venian refuerzos. Habíamos tenido pérdidas casi iguales en uno y otro lado, y bastantes cuerpos yacian en el suelo; pero aquello no era nada todavia, un juego de chicos, un prefacio inocente que ca~i hada reir. [ ... ] El combate se suspendia y se trataba en cortos intervalos. No retrocedíamos ni una linea; pero tampoco avanzábamos, y habíamos abandonado el patio de la ermita por ser imposible sostenerse alli. Las casas de labor y tejares si eran 35

nuestros, y no parecían los highlanders dispuestos a dejárselos quitar; pero esta serie de ventajas y desventajas que equilibraba las dos potencias enemigas; este contrapeso sostenido a fuerza de arrojo, no podía durar mucho. Que los franceses enviasen gente; que, por el contrario, la enviase lord Wellington, y la cuestión había de decidirse pronto; que la enviasen los dos al mismo tiempo, y entonces ... sólo Dios sabia el resultado. [ ... ] . Ni Wellington ni Marmont querian aparentar gran deseo de ocupar el Arapil Grande, por lo mismo que uno y otro consideraban aquella posición como la clave de la batalla. Marmont fingia movimientos diversos para deconcertar a Wellington; amenazaba correr hacia el Tormes para que el ojo imperturbable del capitán inglés se apartase del Arapil; luego afectaba retirarse, como si no quisiera librar batalla, y en tanto Wellington, quieto, inmutable, sereno, atento, vigilante, permanecia en su puesto observando las evoluciones del francés, y sostenía con poderosa mano las mil riendas de aquel ejército que queria lanzarse antes de tiempo. Marmont queria engañar a Wellington; pero Wellington no sólo queria engañar, sino que estaba engañando a Marmont. Éste se movía para desconcertar a su enemigo, y el inglés, atento a las correrias del otro, espiaba la más ligera falta del francés para caerle encima. [ ... ] Cuando atravesé las filas, muchos jefes, apostados en distintos puntos, me dirigían preguntas a que era imposible contestar; y cuando llegué al cuartel general, vi a W ellington a caballo, rodeado de multitud de generales. Antes de acercarme a él, ya había dicho yo expresivamente con el gesto, con la mirada. -No se puede. -¿Qué no se puede? --exclamó con calma imperturbable, después que verbalmente le manifesté lo que pasaba allá. -Dominar el Arapil Grande. -Yo no he mandado a Pack que domine el Arapil Grande, porque es imposible -replicó-. Los franceses están muy cerca, y desde ayer tienen hechos mil preparativos para disputarnos esa posición, aunque lo disimulan. [ ... ] Cuando esto decía, atendiendo más a las lejanas líneas enemigas que a mí, observé en él un movimiento súbito; volvióse al general Álava, que estaba a su lado, y dijo: -Esto cambia de repente. Los franceses extienden demasiado su línea. Su derecha quiere envolverme ... Una formidable masa de franceses se extendía hacia el 36

Tormes, dejando un claro bastante notable entre ella y Cavarrasa. Era necesario ser ciego para no comprender que, por aquel claro, por aquella juntura, iba a introducir su terrible espada, hasta la empuñadura, el genio del ejército aliado. [ ... ) Las órdenes, transmitidas con rapidez inmensa, llevaban en sí el pensamiento del general en jefe. Todos lo adivinamos en virtud de la extraña solidaridad que en momentos dados se establece entre la voluntad y los miembros, entre el cerebro que piensa y las manos que ejecutan. El plan era precipitar el centro contra el claro de la línea enemiga, y al mismo tiempo arrojar sobre el Arapil Grande toda la fuerza de la derecha, que hasta entonces había permanecido en el llano en actitud expectativa. [ ... ) Se inicia un nuevo ataque en el que la lucha se hace cada vez más encarnizada y dura. Estos son los últimos momentos. Los franceses, reconcentrándose en sus posiciones de la ermita para arriba, esperaban con imponente actitud. Sonó el tiroteo por diversos puntos; las columnas marcharon en silencio. Y a reconocíamos el terreno, el enemigo y los tropiezos de aquella ascensión. Como antes, los franceses parecían dispuestos a dejarnos que avanzáramos para recibirnos a lo mejor con una lluvia de balas; pero no fue así, porque de súbito desgajáronse con ímpetu amenazador sobre Packenham y sobre Leith, atacando con tanto coraje que era preciso ser inglés para resistirlo. Las columnas de uno y otro lado habían perdido su alineación, y formadas de irregulares y deformes grupos ofrecían frentes erizados de picos, si se me permite expresarlo así, los cuales se engastaban unos en otros. Los dos ejércitos se clavaban mutuamente las uñas, desgarrándose. Arroyos de sangre surcaban el suelo. Los cuerpos que caían eran, a veces, el principal obstáculo para avanzar; a ratos se interrumpían aquéllos al modo de abrazos de muerte, y cada cual se retiraba un poco hacia atrás, a fin de cobrar nueva fuerza para una nueva embestida. Observábamos los claros del suelo, ensangrentado y lleno de cadáveres, y lejos de desmayar y ante aquel espectáculo terrible, reproducíamos con doble furia los mismos choques. Cubierto de sangre, que ignoraba si había salido de mis propias venas o de las de otro, yo me lanzaba a los mismos delirios que veía en los demás, olvidado de todo, sintiendo -y esto es evidentecomo una segunda, o, mejor dicho, una nueva alma que no existía más que para regocijarse en aquellas ferocidades sin 37

nombre; una nueva alma, sí, en cuyas potencias irritadas se borraba toda memoria de lo pasado toda idea extraña al frenesí en que estaba metida. Bramaba como los highlanders, y, ¡cosa extraordinaria!, en aquella ocasión ya hablaba inglés. Ni antes ni después supe una palabra de ese lenguaje; pero es lo cierto que cuanto aullé en la batalla me lo entendían los ingleses, y a mi vez los entendía yo. El poderoso esfuerzo de los escoceses desconcertó un poco las líneas imperiales, precisamente en el instante en que llegó a nuestro campo la división de Clinton, que hasta entonces había estado en la reserva. Tropas frescas y sin cansancio entraron en a~ión, y desde aquel momento vimos ,que las horribles filas e franceses se mantuvieron inactivas, aunque firmes. Poco de pués las vimos replegarse, sin dejar de hacer un fuego muy vivo. A pesar de esto, los ingleses no se lanzaban sobre ellos. Corrió algún tiempo más, y entonces observamos que las tropas que OCl,lpaban lo alto del cerro lo abandonaban lentamente, resguardadas por el frente, que seguía haciendo fuego. No sé si dieron órdenes para ello; lo que sé es que, súbitamente, los regimientos ingleses, que en distintos puntos ocupaban la pendiente, avanzaron hacia arriba con calma, sin precipitación. La cumbre del Grande Arapil era una extensión irregular y vasta, compuesta de otros pequeños cerros y vallecitos. Inmenso número de soldados cabía en ella; pero venía la noche, el centro del ejército enemigo estaba derrotado, su izquierda hacia el Tormes también, de modo que les era imposible defender la disputada altura. Francia empezaba a retirarse y la batalla estaba ganada. 2.9. El conocimiento de la estructura de un texto pertenece a una primera caracterización, que habrá de ser completada por un análisis posterior más complejo; a tal fin va dedicado este estudio, en el que abordamos el problema en varias etapas: qué es el comentario de textos, en qué planos realizamos un comentario lingüístico, cómo se realizan distintos tipos de comentario, y cómo se puede construir una teoría general del texto, aunque sea sumaria y expuesta simplificadamente.

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CAPÍTULO

III

El comentario de textos 3.1. Hace todavía unos años era necesario dar la batalla en favor de que la enseñanza de la lengua y la literatura girase en torno a un texto (Lázaro: 1952, 157). Todavía hoy, cuando, teóricamente, al menos, todos estambs de acuerdo en la importancia del estudio textual en la enseñanza de la literatura, no hemos logrado unas ideas claras sobre el comentario de texto y la enseñanza de la lengua. La mayor parte de los profesores que salvan la barrera de la enseñanza memorística de la gramática que sea, se quedan en el análisis morfológico y sintáctico, imprescindible, si se hace bien, pero todavía insuficiente. En otros casos, el análisis lingüístico forma parte menor del comentario literario que es asi justificación del método analitico.

3.2. Es importante reconocer la autonomía metodológica de la lengua y la literatura. Nótese, insistimos, que no se habla para nada de independencia: ninguna de las dos puede volver las espaldas a la otra, aunque, en todo caso, seria la lingüística la única posible ciencia inmanente de las dos, porque es evidente que sin lengua no hay literatura. A pesar de que, a lo largo del siglo, y frente a lo acontecido en el pasado, la lingüística, como ciencia, ha avanzado más que la literatura, seguimos adscribiéndonos a la corriente más rica de la tradición española, y defendiendo la necesidad del estudio conjunto de ambas. Esta simbiosis, sin embargo, no impide que cada una tenga sus propios métodos y que sea deseable la riqueza aportada por la especialización en cada una o, incluso, en secciones menores de una y otra. 3.3. De lo dicho hasta aquí se desprende que el llamado comentario de textos ha sido, en general, una técnica subsidiaria del estudio lite39

rario, aunque, en sus ejemplos más perfeccionados, no haya perdido de vista los aspectos lingüísticos complementarios. Desde 1880 y, sobre todo, desde 1902, se emplea en Francia la técnica del comentario, que, en 1915, pasa de allí a Inglaterra gracias al célebre libro de W. Brown: How the French hoy learns to write (Lázaro: 1952). Estos primeros estudios, como en general el impulso básico de la enseñanza francesa, están muy relacionados con preocupaciones de tipo retórico, intermedias entre la enseñanza de la lengua y la de la literatura, con una concepción clasicista: el estudio de los autores clásicos, que sirven de modelo, permite corregir el propio estilo, y nos ayuda a dominar nuestra lengua como medio de expresión. Se trata del conocido comentario de autores, o lectura comentada de los clásicos. 3.4. En la enseñanza de la lengua y la literatura en España, F. Lázaro y E. Correa (1972, citamos por la lO.a ed.) son los autores del método que ha alcanzado mayor difusión; método también perfeccionado, lógicamente, con el desarrollo del tiempo y las sucesivas ediciones de un libro que, dedicado inicialmente a la enseñanza media, ha prestado y presta muy buenos servicios en niveles superiores. A partir de una lectura cuidadosa, puesto que no cabe duda de que el dominio de la lectura es la puerta de todo estudio lingüístico o literario, realizamos el comentario, que tiene una doble misión: el qué y el c6mo. La base, como decimos, es una lectura cuidadosa, que guían dos principios generales: 1) 2)

Enfrentamiento con el texto. Interpretación del texto que, a su vez, ha de reunir dos requisitos esenciales:

a) b)

Comprensión y análisis de todo lo que el texto nos diga, es decir, exhaustividad. Limitación de la comprensión a los elementos que en realidad se encuentran en el texto, sin añadir otros que no estén presentes en él, aunque estén relacionados con ese mismo texto. La mesura interpretativa es esencial.

3.5. El mayor enemigo, como se desprende del requisito b) del punto 2), sobre todo, es que tomemos el texto como pretexto. Este punto requiere, no obstante, una observación, porque mesura no es encogimiento o pobreza. A menudo, y es experiencia repetida en clase, los oyentes de un comentario textual tienen la impresión de que el texto se estira y lo que se puede decir sobre él nunca tendrá fin. Si el comentarista sabe lo que está haciendo, esta sensación de sus oyentes se producirá en el momento central del comentario, y debe corresponder a la plenitud y exhaustividad del mismo; a continuación se producen las etapas finales, donde se van estableciendo relaciones

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y atando cabos, con lo que el auditorio deja de sentirse perdido, porque va viendo cómo todos los caminos que se le abrieron en la primera parte van llegando a un fin prometido. Si, por el contrario, el comentarista toma, en efecto, el texto como pretexto, los caminos que abre no se le cerrarán en el texto, sino fuera de él, y, a menos que dé un curso completo de Lengua o Literatura, no conseguirá cerrarlos.

3.5.1. Por ejemplo: no hay texto en el que no aparezca una forma de articulo el o la; el comentarista debe señalar, en la primera etapa de su análisis, que hay una oposición entre el sustantivo precedido de articulo y el sustantivo sin él: la señalada por los rasgos ( ± actualizado); puede decir también que, dentro de la actualización, hay quien considera la oposición entre un articulo el y un articulo un (Lapesa: 1976) y quien no cree que un sea articulo (Alarcos: 1970), A menos que el texto proporcione datos importantes para resolver la cuestión del articulo un (lo cual no es, en principio, probable) todo lo que vaya más allá, entrando en el problema del articulo como morfema, o del articulo como pronombre o sustituto, será una consideración del texto como mero pretexto para hablar de otra cosa; en cambio, si, como es posible, el texto nos ofrece ejemplos de distintos tipos de actualización del sustantivo (sustantivo virtual, sin actualizador, actualizado con el o con un, con un cuantitativo, etc.), ya no es un pretexto para hablar de la actualización, puesto que será imprescindible conocer este fenómeno y sus diferencias a la hora de la exhaustividad del análisis para su interpretación perfecta. Y si, porque al principio, sobre todo, es dificil dar con la medida adecuada, se quiere una opinión personal, diriamos que entre quedarnos un poco cortos o un poco largos, ya dice el refrán que «más vale que sobre que no que falte». La mejora de nuestros comentarios por la práctica actúa más fácilmente, obligándonos a resumir, hasta que adquiramos esa mesura ideal, que obligándonos a ampliar, es mucho más fácil, aunque la comparación sea burda, reducir a nuestra medida un traje grande, que agrandar una prenda de talla inferior. 3.6. Lázaro y Correa dividen ese enfrentamiento con el texto literario que lleva a la interpretación en seis etapas: la primera es la lectura atenta del texto, con el fin de comprenderlo; en esta primera comprensión es fundamental que conozcamos todos los elementos léxicos que lo componen; es la etapa en la que el diccionario se convierte en auxiliar fundamental. La segunda etapa es la localización; la obra se sitúa en su entorno, se declara la época de su autor, sus circunstancias, obras suyas que nos permiten dar a la que comentamos el lugar adecuado dentro de su producción, y otros datos similares. Los autores insisten en que todas las partes de una obra se relacionan entre si, por lo que resulta imprescindible el conocimiento del con41

junto para el correcto establecimiento de los valores relativos. La tercera etapa es la determinación del tema; en la búsqueda y determinación de la idea central del texto es necesario huir de las paráfrasis, inútiles porque nada nuevo dicen. El asunto es el argumento, que, despojado de sus detalles, de todo lo accesorio, se reduce al tema. Más alla del tema podemos encontrar incluso la última razón del texto, que será el motivo. 3.7. Estas tres primeras etapas pueden ser punto de partida tanto del comentario de textos literarios como del comentario estrictamente lingüístico, puesto que, para hablar de la lengua de un texto (literario o no) es imprescindible la previa lectura con la total comprensión del léxico, y son dos ayudas importantes, aunque no imprescindibles, la localización y la fijación del tema. En el comentario literario, una cuarta etapa corresponde a la determinación de la estructura, aplicando el principio de la solidaridad de las partes de un texto; para ello realizamos una división en apartados, en cada uno de los cuales iremos precisando un aspecto del tema, o bien se irán añadiendo elementos secundarios que lo amplien. Una muestra de la imposibilidad de separar lengua y literatura es la combinación de esta división literaria con la de periodos y oraciones. La quinta etapa es más compleja, por ser la correspondiente al análisis del estilo. Relacionamos en ella, por ejemplo, la forma y el tema, buscando la adecuación del contenido con su expresión externa, en lo que se sigue un viejísimo principio retórico, el del estilo grave o elevado para temas de mayor enjundia, mientras que hay un estilo humilde o bajo para los temas de menor trascendencia. Si apoyamos nuestro comentario en el análisis lingüístico, añadimos, tendremos ocasión de observar cómo el habla altera las posibilidades que le confiere la lengua, el esquema, cómo lo virtual va actualizándose, lo que pertenecía al plano paradigmático se va convirtiendo en sintagmas, y cómo de las múltiples posibilidades de la teoría, la situación y el contexto van imponiendo unas selecciones. Es también el momento de distinguir la utilización especial de recursos lingüísticos que aprovechan posibilidades del sistema (estilística de la lengua), del empleo que un autor hace de su propia habla, imponiendo su peculiar selección, su 'inspiración' (estilística del habla). La sexta etapa, por último, es la conclusión, que debe comprender varias partes: compendio, es decir, síntesis, desde el análisis precedente, e idea personal, es decir, juicio critico sobre el texto, con una valoración del mismo. 3.8. El método de Lázaro y Correa para el comentario de textos literarios ha sido muy usado en España, donde tiene todavía vigencia e inspira buen número de clases. Aunque, en realidad, reduciéndolo a unos párrafos, como hemos hecho, no queda de él sino su esqueleto, 42

que ha de ser, por ello, lo menos mudable, y, por tanto, lo más resistente al paso de los años, no cabe duda de que el conocimiento de otros métodos enriquece al estudioso, ofreciéndole, además, la siempre interesante oportunidad de una sintesis. Ya hemos dicho en otra ocasión (Marcos: 1975 b, 11.6.8), que nos parece interesante, en un nivel superior a la finalidad original de Lázaro y Correa, el método aplicado por Gonzalo Sobejano (Amorós, ed.: 1973, 126-166) en su análisis del capitulo XVI de La Regenta de Leopoldo Alas (Clarin), realizado con un criterio semiológico.

3.8.1. Sobejano indica que en el acercamiento del lector al texto, el mismo lector recibe, percibe y concibe. Es receptor de un mensaje originado en el autor y que tiene como fin el mismo mensaje como forma; en las relaciones que se dan en el interior de ese mensaje, conformándolo, percibe la actitud, el tema, la estructura y el lenguaje del texto. Por último, concibe la esencia simbólica, la función histórica y el valor poético de ese texto que descifra. 3.8.2. El lector critico, que se sitúa ante un texto literario con ánimo de estudiarlo, procede en tres fases. La primera es la fase receptiva, a la que corresponde la injormaci6n sobre el texto, adquirida mediante tres operaciones: a) fijar su autenticidad; b) completo entendimiento, y e) determinación de su participación en la obra a que pertenece, considerada como un todo. La segunda fase es la perceptiva, interpretaci6n del texto, una sola operación con cuatro aspectos: dos que captan la actitud en la estructura y el lenguaje (expresión) y dos que, también en la estructura y el lenguaje, captan el tema (contenido). La tercera y última fase es la conceptiva, con la valoraci6n del texto, en tres momentos, el primero descubre la esencia simbólica del texto, el segundo reconoce su sentido histórico-social y el tercero aprecia et valor poético del texto como realización de un artista en su género. 3.9. Mientras que en España asiStimos a esta evolución de la didáctica de la Literatura, en América se producen también movimientos paralelos. El más interesante para nosotros parece ser el que, bajo las firmas de M.a H. P. M. de Lacau y M. V. Manacorda de Rosetti, recibe los titulos de Antología, 1, 2 y 3 ( 1970, 1971 y 1973, respectivamente) y renueva, desde la República Argentina, una buena parte de esta didáctica. Aplicaciones de este método en España pueden ser, al menos parcialmente, las que se muestran en los comentarios de textos de dos libros del nuevo bachillerato (Marcos y Salazar: 1975; G.a Posada y Chicharro: 1976). De acuerdo con las tres unidades que se señalan en la Antología 3, al comentar un texto literario podemos realizar tres enfoques. El primero, corres-

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pondiente a la primera unidad de este libro, nos permite ver el comentario con apoyos artísticos (movimientos pictóricos, escultóricos o musicales coetáneos del texto o de su esfera), sociológicos o sociopolíticos, y estrictamente formales, a partir de dos principios, el carácter estructural de la obra literaria, «conjunto de elementos o estratos interrelacionados» ( 1973, 7), y el que esta obra sea «un mensaje que repite en su estructura interna los componentes de la situación comunicativa real», por lo que puede llamarse situación comunicativa imaginaria. Esta primera unidad incluye una «guía para un comentario literario», que proporciona el esquema aplicable. La segunda unidad corresponde al enfoque didáctico, es decir, se comentan textos para enseñar a comentar textos. La tercera unidad es la que corresponde al enfoque de mayor carácter específicamente literario, puesto que en él vemos el texto desde la teoría literaria fijándonos en aspectos como el narrador, el tiempo externo e interno, y las llamadas 'figuras'. 3.10. Ninguno de los modelos de comentario de un texto literario que hemos resumido en este capítulo excluye la compenetración de los datos lingüísticos con los literarios; todos ellos, sin embargo, tienen como denominador común su interés primordial por un producto de la literatura, que es la obra literaria, o cualquiera de sus fragmentos. Lo lingüístico, siempre presente, repetimos, ocupa siempre un lugar secundario, porque la finalidad principal es más estética que lingüística, se busca una justificación, crítica o valoración de lo bello en la obra literaria. 3.11. Nos concierne en este libro el comentario lingüístico, motivo por el cual lo literario o estético será lo que aquí pase a un segundo plano, por razones metodológicas, y no por otra causa. Creemos que un comentario lingüístico adecuado y completo arroja luz, sin duda, y, lo que puede ser más grave, evita errores como los que en alguna ocasión señalaremos, para que no quepa duda sobre la realidad de esta afirmación. En el capítulo siguiente detallaremos las distintas etapas de este comentario, aunque ahora, como cierre de éste, dedicado a la exposición global, hablaremos de esas etapas, en general. 3.12. El comentario lingüístico es una sucesión de planos, que corresponde a las distintas ciencias de la lengua, de tal modo que vayamos obteniendo unas conclusiones parciales, que se irán perfilando al unirse a las del plano siguiente, y así hasta la síntesis final. Todo se traba de manera que, salvo en el aspecto más específico e incompatible de un plano, ninguna conclusión tiene valor si no se apoya en planos distintos. El punto de partida, como sucede en realidad con el lector-receptor, es el plano de la expresión, para pasar, 44

en último término, al del contenido. De un modo totalmente arbitrario y convencional, fijamos siete etapas para nuestro modelo de comentario. 1) Plano fonológico. El análisis de la forma de la expresión se desarrolla en dos partes: fonemática y prosodemática. En la fonemática estudiamos la correspondencia de los fonemas obtenidos por el análisis del texto con los fonemas del español, para estudiar las posibles variantes y desviaciones en sistemas o subsistemas horizontales (geográficos) o verticales (sociales) y determinar el dialecto del texto, o adscribirlo a la lengua común. En la prosodemática analizamos los elementos suprasegmentales: acento y entonación. El propio autor puede darnos informaciones complementarias, en forma de incisos, acotaciones o aclaraciones. Las dislocaciones acentuales pueden corroborar las conclusiones de la fonemática sobre el dialecto, mientras que la entonación (aparte de acotaciones con indicaciones regionales, que siempre puede hacer el autor) nos ayuda a determinar si el texto es conversacional, vulgar, coloquial, o a determinar otras informaciones que puedan interferir en otros planos: interrogaciones, exclamaciones, suspensiones, y demás. El análisis de las grafias, fundamental en algunas épocas y textos, se incluye también aqui. 2) Plano morfológico. Análisis de los fenómenos morfológicos más destacables, en el sintagma nominal y en el verbal. No se trata del análisis morfológico tradicional o exhaustivo, sino de señalar los puntos en los que la Morfologia nos permite unas conclusiones que puedan ponerse en relación con lo dicho en la Fonologia (podemos pensar, por ejemplo, en señalar las reglas morfonológicas presentes en el texto) o anticipando algunos puntos sobre los cuales habrán de detenerse la Sintaxis (generalmente) o la Semántica (cuestiones de género, por ejemplo). 3) Plano sintáctico. Si nuestro comentario es de carácter descriptivo, encajará aqui la descripción de las distintas unidades sintácticas: periodos, oraciones, proposiciones, sintagmas, buscando los puntos que, en unión con los obtenidos de las otras descripciones parciales, nos permitan tener una descripción sintáctica coherente. Pero también podemos situarnos en otra gramática, una gramática explicativa, por ejemplo, entonces, en un marco generativo, podriamos hablar de las reglas de la gramática que se han utilizado para generar las oraciones del texto, las transformaciones aplicadas y el orden de su aplicación. 4) Plano conectivo sintáctico-semántico. Este plano resulta imprescindible en cualquier análisis que esté basado en teorias que crean en la conexión entre la Semántica y la Sintaxis. Tendriamos aqui, por poner dos extremos, la Semántica generativa o la Gramática del Texto, con la relación entre análisis componencial y construcciones oracionales, por ejemplo; o la gramática tradicional, con la 45

relación proposición (expresión de un juicio lógico, con su relación argumental)-oración gramatical. 5) Plano léxico. Análisis y clasificación de los campos léxicos. En relación con la Morfologia y Sintaxis, se vuelven a ver aquí las conclusiones del análisis de palabras y sintagmas (piénsese en la importancia léxica de las frases hechas o locuciones); en relación con la Semántica, el léxico constituye la primera aproximación básica al significado. 6) Plano semántico. Caben muchas opciones. Podemos determinar el asunto y el foco, aplicar la teoría de la presuposición y entrar, a partir del texto, en problemas de la representación semántica; pero también podemos, relacionando este punto con el anterior, estudiar los campos semánticos, o, con criterios diacrónicos, analizar las evoluciones de los significados y la etapa que el texto nos muestra, lo cual puede ser muy importante si pretendemos fechar un texto desconocido. Este plano engarza fácilmente con lo literario, puesto que aquí podemos estudiar variaciones significativas, como la metáfora y los tropos, la ironía, la paradoja, y establecer unas conclusiones de tipo retórico, porque así lo exija la interpretación que realizamos. Nótese que, al llegar a este punto, las distintas conclusiones parciales han tenido que orientarnos de modo que seamos dirigidos (al menos parcialmente) hacia los centros semánticos del texto, en torno a los cuales habremos de ordenar los restantes elementos. Aunque quisiéramos, no podríamos, si procedemos con honradez, dejar de decir que es aquí donde lo intuitivo puede pesar más en el comentarista, con el peligro de interpretar lo que el texto le dice a uno, y no lo que el texto dice. Precisamente por eso es muy importante que vayamos apoyando unos en otros los resultados de cada plano y de todos ellos en conjunto. 7) Plano de integraci6n. La síntesis final tiene un aspecto mecánico, el que se desprende .del denominador común de todos los planos analizados, y otros aspectos menos matemáticos, como pueden ser conclusiones obtenidas desde un solo plano, pero que se impongan con tal fuerza que hayamos de recogerlas al final. La valoración del texto es el cierre del comentario; esta valoración no tiene por qué ser estética en este tipo: podemos valorar si un texto que pretende reflejar un dialecto lo consigue, o si está bien o mal reflejado un estilo de lengua; podemos entrar aquí en las funciones del lenguaje en el texto, con relación a los procedimientos lingüísticos empleados. Este tipo de comentario, no lo olvidemos, no tiene por qué aplicarse sólo a textos literarios; precisamente porque su interés no es estético, o no lo es predominantemente, puede ir dirigido a textos cuyo fin no sea necesariamente la belleza.

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CAPÍTULO

IV

Desarrollo del comentario lingüístico 4. Ampliaremos y detallaremos en este capítulo, con los oportunos ejemplos, las etapas marcadas al concluir el anterior. Para ello recorreremos esas etapas marcadas, con textos escogidos expresamente para hacer resaltar los rasgos que se buscan. Quiere decir esto que, si bien cualquier texto puede someterse a las siete etapas, los rendimientos en cada una pueden ser muy desiguales, mientras que, ahora, para nosotros, por imperativos didácticos, en cada caso parecerá que el texto da mucho más de lo habítual. El modelo, para ser claro, exagera, pero no deformando la realidad, como esos mapas-Pinocho en los que, para que los montes destaquen, se hace su relieve en escala distinta y mayor que en el resto de la representación, sino eligiendo artificialmente los textos, como ~emillas selecCionadas de las que ésperamos los mejores frutos. Aunque aquí no podremos ver, por esa misma causa, la trabazón de un comentario completo, sino sólo los detalles de cada etapa, los capítulos venideros servirán para completar, con su aplicación a un texto sólo, etapa tras etapa. Pasemos ya, sin más preámbulos, al primero de los siete planos del comentario. 4.1. a)

PLANO FONOLÓGICO

Fonemática

Como hemos dicho, esta primera parte del análisis del plano fonológico se destina al estudio de los fonemas descubiertos en el análisis del texto, y a su comparación con los del español medio, para caracterizar al texto desde ese punto de vista. Puesto que, al 47

comentar un texto, lo habitual no es partir de un texto oido (fonética), sino de un texto leido (grafémica), puede establecerse un nivel previo, prefonemático, en el que estudiemos nuestro texto como muestra de un sistema gráfico, para determinar, tras su análisis, a qué tipo de sistemas gráficos del español pertenece, y relacionarlo con el sistema fonológico correspondiente (diacrónica, diatópica o diastráticamente, como siempre). Para cumplir esta finalidad ofreceremos ahora más de un ejemplo, de distintas épocas, lugares y registros sociales, empezando por el documento medieval que copiamos a continuación: In Dei nomine. Notum fit omnibus pre[entem cartam uidentibus, que yo don Juan Nouellano fo manifiefto r fago teftimonio 1 2 como compre el molino del prado pora mj r pota Juan Gon~aluez, la meetad pora el r la meetad pora 5 mj, r 1 3 que pago Juan Gon~aluez la meetad de lof morauedif, r fi~ la carta de la compra del molino pora mj, r 1 4 el auie la meetad del molino r el lo fazie adobar r miffionar r el lo efquimaua; r mando amjf fijof que fi mefter 5 ouieren lof canonigof la carta de la compra, que la den, r lof canonigof 10 r mif fijof, r mif fijo[ r lof canonigof, que 1 6 enparen el molino; r mando amjf fijof r a don Pero Fortun compannero de Santa Maria r Roy Gon~aluez compannero de fan t 1 7 Criftoual r Meder Fierro r Migahel Gomez de MoueiTar r Pafcual Ferrero, fi fuere mefter, que lo firmen r lo juren fobre ¡a mj 15 alma efto que yo teftigo ..... 1 1° Facta carta .vn. diaf por andar defetienbre, era M.a CC.a XC.a; fcriptor Rodericus Gundifaluj. 1

Un texto como el anterior plantea primariamente dos preguntas fundamentales: ¿en qué lengua está escrito?, ¿a qué sistema de esa lengua corresponde? Para contestar a la primera de esas preguntas leemos el texto, y observamos que se compone de dos partes: la primera está escrita en latin, y se compone exclusivamente de fórmulas: In Dei nomine . .Notum sit omnibus presentem cartam uidentibus. Facta carta. Scriptor Rodericus Gundisaluj.

La segunda parte abarca el resto del texto, es decir, toda la información que el mismo suministra, y está escrita en un sistema del castellano. La mezcla de latin y castellano en un texto español supone (siempre que, claro está, sea espontánea) un texto medieval y, por lo general, un texto anterior a la supuesta decisión de Alfonso X, todavia principe, de que los documentos reales se escribieran en castellano, eliminando ellatin. Nótese que los documentos eclesiásticos no 48

se ven afectados por esta medida, aunque, poco a poco se fueron homologando a los públicos. Tampoc;:o podemos poner una barrera fija en 1250, aproximadamente, fecha convencional del cambio, porque un notario o escriba conservador o arcaizante (o pagado por alguien que lo fuera) podia escribir un documento público en latin después de 1250. Donde la norma se sigue, lógicamente, con mayor rigidez, es en los lugares más directamente controlables por el rey, muy preocupado por la lengua y la cultura, como sabemos. Podemos concluir, pues, que en general (pero no exclusivamente) podemos fechar un documento que mezcle ellatin y el castellano como de hacia 1250, lo más tarde. Nuestro texto, que está fechado en la era del César o hispánica de 1290, corresponde al año 1252 de Jesucristo (se restan treinta y ocho años para pasar de la era hispánica al año de gracia) y es, por tanto, un ejemplo de los últimos tipos de mezcla. Por esa razón, el latin sólo aparece en las fórmulas, que pueden resistir siglos, y no en el cuerpo del texto, ya totalmente castellanizado. Pasemos ahora a responder a la segunda pregunta, determinando a qué sistema castellano corresponde el texto. Desde el punto de vista de las vocales, aparecen las cinco primarias, a, e, i, o, u, y los diptongos ie y ue, como en la lengua actual. Se trata, pues, de un subsistema vocálico evolucionado y con la diptongación culminada. (Adviértase que el diptongo ue defuere no obedece a diptongación románica de ó latina clásica, sino a evolución de fuerit; al hablar de diptongación culminada nos referimos a que no hay vacilaciones del tipo portafpuortafpuertafpuarta, que podriamos ver en otros textos, anteriores o dialectales.) Las formas verbales del copretérito (conjugaciones -er, -ir) no tienen la forma moderna -ia, sino -ie, en la tercera persona, frecuente desde el siglo XII-XIV (y aún más tarde) y dominante en este siglo xm (Lapesa: 1959, 151, 177, 185, 210). El timbre de las vocales átonas vacila, como será normal hasta su progresiva fijación, más acusada en el español clásico y escrito, mientras que la lengua vulgar, e incluso la coloquial, ofrecen mayores vacilaciones; asi, hasta 1535 Juan de Valdés discute el tema en el Diálogo de la Lengua, y en la lengua actual tenemos metad (como en el texto), o con reflujo de la semiconsonante pala tal siguiente: tiniente. Lapesa (1959, 184-185) caracteriza todavia la lengua de la primera mitad del siglo xv por alteraciones frecuentes de las átonas: sqfrir, vevir, etc. La vocal átona final, por último, sufre en el texto apócope extrema, es decir, cae no sólo la -e final sino también, a veces, la -o, asi en Meder por Emeterio (favorecido por ser nombre + apellido) y, tal vez, enfif porfizo, si leemos la línea tres del manuscrito.fizo la carta ... pora mj, aunque también podria ser fize la carta ... Esta apócope, que, desde el siglo xn, puede llegar al reinado de Enrique IV, como arcaismo (Lapesa: 1959, 185) está en su época de gran efectividad, pues com49

porta el ensordecimiento compensatorio de la consonante que queda en posición final tras la caída de la vocal: Jif y no ji;:;, como acabamos de ver. Por último, como dato que puede ser de ayuda en alguna ocasión, la o de la primera sílaba de pora (procedente del cruce' de pn y pro + ad) no parece ha bcr pasado a 1 si~\o XIV: su límite puede situarse entre Alfonso el Sabio y su sobrino Don Juan Manuel. En cuanto a la representación gráfica de las vocales i, u, veremos repetidamente que hasta 1726, prólogo del primer tomo del Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, donde se fijan estas grafías en su forma actual, la u puede representarse por u o por v (uva puede escribirse así: uva, uua, vua, vva) y la i por i o por j (fijo 'hijo' puede escribirse fi.jo, Jjio, Jjjo, fiio). Desde 1726 u e i sólo se usan para escribir las vocales, y v y j para las consonantes. Gráficamente, en lo que concierne al sistema consonántico, notamos, además de los usos libres de u, i, v,j, señalados en el párrafo anterior, la f inicial, la f, la z ante vocal pala tal (jazie) y la doble ese, -ss- ( missionar). La primera de estas grafías, la f- inicial, es la de más temprana pérdida; su sustitución por h- se ha simbolizado, esquemáticamente, entre la Celestina de 1499, que la conserva, y la de 1501, que tiene ya h-. Esto, como se comprenderá, es un símbolo, no una realidad. Ejemplos de h-, e incluso de cero, por f- inicial latina, aparecen desde las épocas de orígenes, en el norte de Castilla (Menéndez Pidal: 1950, § 41) y, en contrapartida, la!inicial puede perdurar en el siglo XVI y llegar hasta el xvn en la llamada fabla o contrahechura de la lengua arcaica de algunas obras teatrales barrocas. La f perdurará como grafía hasta 1726, fecha en que será suprimida por la Academia. En el texto se observa una oposición f/Z (neutralizada en .fif audieram >oyera; audiuissem > au94

diissem > oyesse > oyese; audiuero > audiero > oyero-+ oyere, pero, dormiueram > dormiiram > dormiera > durmiera; dormiuissem > dormiissem > dormiesse >durmiese; dormiuero > dormiiro> dormiero-.durmiere, tipo al que unimos el quisyere del texto, mientras que el diese (por diesse, porque esa s era sorda, derivada de doble latina) procede de la pérdida de la dental sonora intervocálica de dedisset > deesse y, solución del hiato favorecida por la analogía de la terminación -iese, a pesar de ser un verbo en -ar, > diesse > diese. e) Monoptongaciones, o sea, reducción de los dos timbres de un diptongo a un solo timbre vocálico. Hay dos ejemplos, de ai > é y de au > 6, en dos perfectos (M. Pidal, 1962, § 118), guardaui, por pérdida de -u-, como ya sabemos, > guardai > guardei >guardé, según la evolución de ai > ei > é característica del castellano; la tercera persona tomauit, en cambio, pierde la vocal átona final -i y vocaliza la -u- consonántica > tomaut, con monoptongación, también general del castellano, au > ou > ó, > tomoud > tomó, cuya -o final favorece la extensión analógica a casos en los que no se justifica por esa etimologia, como audiuit > audiut, cambio de acento y aparición de yod > audjut > oyó. e) Fusión con la vocal precedente, contracciones; es el caso, claro, de de+ ella> della; se da también en las átonas, y es conocido en la lengua actual: de+ el > del, a+ el> al.

j) Evolución normal de las tónicas, dentro del sistema románico común, en lo que aparentemente puede parecer diferente del latín: i >e, {ste >este y ú >o, aunque en la forma del texto no sea tónica:

accilrro > acorro. g) Otras evoluciones: mi supone un mie con pérdida de -e final en posición proclitica, y que se remonta al femenino latino mea > mía por disimilación de e ante a (M. Pidal, 1962, § 66) y no por diptongación y reducción, como en meu > mieo >mio (monosílabo) >mio (bisílabo). La forma mi, proclítica, es átona, pero la incluimos aquí por su procedencia de una vocal tónica latina. Otra vocal tónica de origen, que es átona en el texto, es la del artículo, que sufre una gran evolución, desde illum > elo > el o illam > ela y su doble resultado medieval: >el ante vocal (sólo ante á- tónica hoy), >la ante consonante (ante vocal distinta de á- hoy). En cuanto al vocalismo átono, además de lo que acabamos de decir, para no alargarnos desmesuradamente, añadiremos ahora algunos puntos tan sólo. Las vocales átonas iniciales evolucionan normalmente, a los cinco timbres posibles, sin que el texto nos muestre nada en contra; habrá que señalar el cierre de la e átona abierta en i por influjo de layod del diptongo siguiente en quisyere, y en mono95

sílabos el cruce de per X pro >por. Hay epéntesis de e- en estaba, esperaba, como solución normal de la s- liquida. De las vocales átonas internas, contra la tendencia general al debilitamiento y pérdida, hay que señalar su conservación en aco"edme, debida a la fuerza de la analogia verbal, que impide la pérdida de la vocal del tema, que puede ser tónica en otras personas o tiempos (cfr. j, supra). La pérdida, en cambio, la vemos en algo < al(quod o conde'< com(te. Por lo que respecta a las finales, en el texto no es general la apócope, o pérdida de -e (y mucho menos de -o) final, salvo en los casos en que esa pérdida ya se estabilizó desde la época de apócope intensa de los siglos xn-xm, es decir, tras -z, -r, -n, -s, -d, -l, -j: aco"ed, .ryn. Sólo en quel (v. 6) hay apócope de -e en el pronombre de tercera persona, caso dativo, le. Esta excepción llega a textos del siglo xv, de modo que no impide la posibilidad de fechar el texto en ese siglo. Un texto anterior, del siglo xm, e incluso de principios del XIV, no habrá ofrecido la seguridad de este, diese, qui.ryere, vale, con su -e final. En el consonantismo, sin entrar en detalles, tenemos la evolución del latín al castellano medieval y, en lo que a estos versos se refiere, la rima en -aua coincide con la diferencia fonológica entre v (que se puede escribir u), fonológicamente fbf o fvf y b, fonológicamente fbf, es decir, la distinción de dos fonemas labiales sonoros, uno fricativo y otro oclusivo. También se distinguen -ss- fsf sorda y -s- fzf sonora: dessora, qui.ryere, salvo en la grafia diese, que es error, muy extendido, en vez del correcto diesse. No tenemos ejemplos de f fs/ y z fzf, ni de ge, i, j /g/ y x fsf, aunque si, en el campo de las pala tales, de ll /!! e y fy f (llena, ya). Estaua testimonia la fricación de la oclusiva sonora latina ( stabam), r~ su pérdida ( regem), y conde la sonorización de sordas intervocálicas ( comite), asi como agora < hac hora, y acorred< accurrete, con pérdida posterior de la -e final, sonorización también presente en aliquod > algo, junto a la reducción de timbres de vocales velares, quo > go. Lleua es palatalización de l inicial, como vimos al hablar de la diptongación con semiconsonante absorbida, mientras que quien y que testimonian la reducción de kw +vocal palatal a k+ vocal pala tal. Laj inicial latina (M. Pidal: 1956, § 41) se conserva en la grafia, aunque lo más probable era, al menos enfaua, su aspiración e, incluso, su pérdida. En Jynquese tenemos dos resultados, fincar, afincar ('quedarse') e hincar, con variación en la consonante inicial, precisamente. La conservación de la grafia J nos sitúa el texto antes de 1500-1520 (la Celestina de 1501 ya tiene h en vez de J inicial). De los grupos, se conservan los de vibrante+ oclusiva o viceversa: grado, muerte, braua, guardé, puerta, guardado; nasal+ oclusiva: guardando, fynquese; y son secundarios los de lateral+ oclusiva, algo< aliquod y nasal+ dental, conde< comite, ambos por pérdida de postónica interna. El grupo ps se reduce a /s/, grafia -ss-, dessora < de ipsa hora. La geminada lateral pasa a lateral palatal /!/ y la vibrante inicial es 96

múltiple /r/' como resultado habitual preferido de las variantes fuertes en la solución de geminadas e iniciales (Alarcos: 1974, § 151). Concluyendo, las grafias nos descubren una fonología medieval, coherentemente transcrita, lo que nos sitúa entre 1250 y 1500, aproximadamente (fijación del sistema gráfico alfonsí y desfonologizaciones en el paso al español clásico, junto a pervivencia de la grafiaj- inicial). La escasa importancia de la apócope nos permite adelantar esa fecha inicial y situar nuestro texto entre 1350 y 1500. Este resultado coincide básicamente con el obtenido al valorar las conclusiones métricas, lo que indica que estamos en el buen camino. Hasta aquí hemos recogido, dentro de la fonología, información de tipo Jonemático. La información prosodemática, en un texto de este tipo, escrito sin indicaciones de tono o pausa, ha de reconstruirse por completo. Lo hemos reproducido puntuado, lo que da una idea de la distribución de los grupos fónicos en él; la pausa versal y la cesura también establecen otras unidades de entonación, a las que habremos de añadir la información que proporciona la interjección que abre el fragmento, que nos hace suponer la condición exclamativa de todo él, y por lo tanto una curva general con ascenso y descenso muy pronunciados, en la cual habrán de instalarse los grupos fónicos. Las exhortaciones acorredme y guarde señalan los dos picos de la entonación entre la rápida anticadencia del inicial ¡Ay del rey! y la cadencia final, que se prolonga, alargándose, en todo el verso 8. 5.2. Nos ocuparemos, a continuación, de la Morfología: no se trata ahora de entrar en detalles, requisito que ya tratamos de satisfacer en 4.2, supra, sino de dar una especie de guía, un método de aproximación a este texto. Por ello, no entraremos en tantos detalles sobre las partes de la oración como en 4.2, puesto que el lector ya conoce el método y puede aplicarlo, comprobando así, y completando, lo que vayamos diciendo, participando así activamente en nuestra exposición. Diferenciaremos tres partes: sintagma nominal, sintagma verbal y nexos. En el sintagma nominal analizaremos los problemas que haya planteado la evolución de los tres morfemas nominale~ latinos: caso, género y número (podemos prescindir del cuarto, el grado, que no aparece). En el caso debemos diferenciar lo general de lo particular: en general, podemos decir que en los sustantivos del texto se ha perdido la flexión casual, y que ha sido sustituida por un procedimiento sintagmático: preposición + sustantivo; en los pronombres personales el caso se ha mantenido. Particularizando, debemos aclarar que hay restos fonéticos o fosilizaciones: el ablativo de tiempo latino hac hora aparece fosilizado en la forma agora, sin preposición (se ha cumplido aquí en etapa románica el mismo proceso que en latin llevó de hoc die a hodie 'hoy'); otra fosilización, de un sintagma preposicional, abla4

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tivo temporal latino también, es de ipsa hora> dessora. En el pronombre, en cambio, tenemos me, acusativo ( acorredme, lleua me, me guardé, tomóme) y dativo (me diese) yl(e), dativo (l'di). También tenemos un se, de tercera persona, fosilizado, como indicador de medialidad, en fynquese, más remotamente relacionado con el acusativo al que se refiere el complemento predicativo abierta en la transición a la pasiva refleja con se (Monge: 1954, passim) y, por tanto, más en el sintagma verbal que en el nominal. Aunque no muy elegante, puede ser práctico repasar los otros sustantivos y ver cómo ha sido sustituido el caso latino, o si hay algún tipo de resto (Lapesa: 1964, passim). En realidad, este punto es morfologia desde ellatin, puesto que se trata de procedimientos sintácticos en castellano. Con esta advertencia, lo veremos aqui para mantener agrupado el estudio del caso: Ay del r~ es la sustitución con de del genitivo exclamativo latino (Lapesa: 1962); varones es un vocativo latino, conservado como expresión apelativa en español; .ryn grado es sustituto de un ablativo latino con preposición, para circunstancia expresiva del medio ambiente; esta muerte braua, nominativo latino, no puede llevar preposición en castellano; apuerta es sustituto del acusativo preposicional de lugar ad portam, mientras que del R~ lo es de un genitivo posesivo. En este día sustituye a un ablativo de tiempo, que podia llevar preposición en latin (in illo tempore), aunque es más clásico no llevarla ( eo tempore); al conde es una muestra de la interesante sustitución castellana del aciÍsativo objeto directo personal: nuestra lengua diferencia las categorias de (±persona), anteponiendo a al O. D. (+persona), a menos que esté interpretado como genérico (busco al criado, busco a un criado, busco criado, busco un criado), y mezclando asi la sustitución habitual del dativo por a+ sustantivo con esta construcción peculiar sustituta del acusativo de persona, como ha sido señalado en múltiples ocasiones (La pesa: 1964; Marcos: en prensa; Meier: 1948; Reichenkron: 1951). Algo procede de un acusativo neutro, cuyo género conserva, por lo que volveremos a verlo en ese apartado; la puerta, como es O.D. de cosa, procede de acusativo al que no se antepone preposición; la mi guarda es sujeto, y por tanto procede de nominativo, mientras que una faua, por último, es un resto sintáctico (sin preposición, naturalmente) de un ablativo latino de precio, expresión de esa circunstancia en español, con la derivación semántica de pasar a refuerzo negativo: 'no vale absolutamente nada', en tendencia bien conocida en español: non. lo prefio un figo, etc. (Lapesa: 1959, 152). En cuanto al género, es de notar que se continúa el dellatin, y que, en el castellano, nos llaman la atención dos cosas: el masculino dia, con terminación a, con cambio desinencia} y de declinación en latin (de la quinta, dies, a la primera, día), que se une asi a los múltiples sustantivos de la primera latina que son masculinos en -a en caste-

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llano (casi todos, helenismos del latín o cultismos): poeta, pianista, y similares. El segundo punto es el sustituto neutro algo, procedente del neutro indefinido latino aliquod, como sabemos. Este resto neutro tiene la peculiaridad de que no puede ir acompañado de la forma lo: *lo algo, exactamente igual que el correspondiente negativo nada (que no se debe confundir con el sustantivo femenino la nada, derivado de él, pero con desviación y especialización formal y semántica). Algo (y nada) funcionan como términos primarios, admiten adjuntos, con terminación neutra: algo bueno, nada bueno, rechazan el artículo (salvo desviación: el algo, la nada, que no son lo mismo, sino un masculino y un femenino diferenciados) y los determinantes (lo qu~ no sucede con el algo y la nada, que admiten este algo, que no es el imposible esto algo, tu nada, y similares, y se presentan frecuentemente en una construcción especial (+de)+adjetivo (Backvall: 1967): algo (de) bueno, formalmente similar a su construcción partitiva con sustantivos: algo de pan, nada de pan. Del número poco se puede hablar, un solo plural: varones, que muestra la terminación usual -es, continuadora del acusativo plural latino y, en singular, tal vez señalar que muerte, personalizado como está en el texto, no admite variación numérica, es nombre de ser único. En el sintagma verbal podemos hacer también varias observaciones generales. Acerca de la persona, ha y persona yo (l. a singular), no-persona o tercera persona (singular), y vosotros (2.a plural). ro, con morfo cp (Marcos: 197 5 a, 13.1.1), en el copretérito de indicativo esperaua, estaua y los pretéritos guardé, di; vosotros, con morfo -c/J en el imperativo acorred; y tercera persona en ocasiones: lleua, vale, presentes de indicativo; tom6, pretérito; guarde, fynquese, presentes de subjuntivo; diese, pretérito de subjuntivo; quisyere, futuro del mismo modo, también con morfo cp. El morfema de persona se expresa, en todos los casos, pues, con el morfo -c/J. En relación con el latín, es decir, diacrónicamente, esto significa la pérdida de la -m de primera persona en el copretérito y la -t de tercera. El pretérito -aui o el reduplicado dedi tenían también morfo cp para la persona en latín. En cuanto al imperativo -te, parece mejor considerarlo indicación de modo que de persona, como hacemos con su resultado -d en español (Marcos: 1975 a, 13.1.1, cit.). En cuanto a las formas no personales, el gerundio guardando forma perífrasis durativa, aspectual, con el copretérito estaua, lo que supone una innovación en relación con el latín, en el doble sentido de paso de estar a la condición de auxiliar y de desarrollo de la posibilidad de combinar el gerundio con un auxiliar en la expresión de duración. No hay otro tipo de perífrasis o tiempos compuestos en el texto. La distribución del sistema temporal y aspectual ofrece sustanciales diferencias en relación con el latín, no sólo en indicativo. Veamos una posible distribución, en combinación con la persona. 99

INDICATIVO IMPERFECTIVO

PERFECTIVO -PASADO

+PASADO yo

guardé di

él

tomó

+PASADO

-PASADO

estaua g. esperaua lleua vale

vosotros

SUBJUNTIVO (semitiempos) PRESENTE

PASADO

FUTURO

yo

él

guarde fynquese

diese

vosotros

IMPERATIVO

yo

él

vosotros

100

acorred

quisyere

Estos cuadros sugieren varias consideraciones inmediatas. En indicativo sólo tenemos ejemplos de yo y él, que primero veremos en (+perfectivo+ pasado). Ese valor es el del perfecto latino; aparentemente el español lo conserva, pero realmente no, porque la distribución estructural es muy distinta. En latin,amo (infectum, -perfectivo -pasado) se oponia a amaui (perfectum, +perfectivo+ pasado); en castellano, amo (- perf. - pas.) no se opone a amé ( + perf. + pas.), sino a dos formas: amé ( + perf. + pas.) y he amado (± perf. +pasado). El carácter ( ± perfectivo) de he amado puede verse en ejemplos (- perf.) como los indios han atacado el fuerte= están atacando (Lope Blanch: 1961; Marcos: 1975 a, 13.2). En cuanto a su rasgo (+pasado), no olvidemos la diferente perspectiva: amé es pasado pleno, absoluto; he amado es pasado relativo, en relación con el presente: antepresente (Bello: 1847, 638). En esquema, por tanto: LATÍN AMO

AMAUI

CASTELLANO AMO

HE AMADO

AMÉ

No tenemos aqui ejemplos de la perifrasis de haber+ participio que nos permitan saber en qué etapa del proceso de gramaticalización de la construcción nos encontramos; tampoco los hay de ser+ participio (verbos intransitivos y reflexivos), que puede alternar con la primera en el castellano medieval, hasta el siglo XVI (Lapesa: 1959, 256). La existencia de he amado altera también la relación entre amé y amaba, (+pasado) ambos, aunque aqui el texto no presenta alteración de la construcción latina (salvo en la perifrasis, ya comentada, que diferencia más claramente la acción vista como terminada: guardé, de vista en su duración, siempre en el pasado: estaua guardando): di se opone a esperaua por el rasgo ( ± perfectivo), ambos comparten el (+pasado), sin las restricciones del tiempo compuesto con haber. Los presentes vale, lleua (-perfectivo, -pasado) constituyen la otra posibilidad aspectual-temporal del texto, sólo en tercera persona); con ello, la apariencia de distribución latina, al faltar el antepresente compuesto, se acentúa, pues la distribución valefguardé-esperaua es la distribución amofamaui-amabam. La diferencia, insistimos, está en el sistema: el castellano da su lugar a he amado, en el paradigma, mientras que la combinación amatum habeo no es paradigmática en latin, sino sintagmática. Los morfos que expresan esos morfemas de tiempo aspecto han sufrido también variaciones: en presente, lógicamente, es e/> en ambos; el perfecto ui ha desaparecido en castellano, donde consideramos 101

la é como variante de la vocal temática; queda claramente el morfo ba del copretérito, representado con la consonante fricativa u /0/, -ua. En subjuntivo, y dentro de las peculiaridades apuntadas de este modo en 4.2, hay una aparente diferencia temporal entre presente, pasado y futuro, sólo y siempre en tercera persona. En realidad, se trata de una apariencia, puesto que los dos presentes son exhortaciones o exclamaciones, referidas al futuro, de modo que la aparente división tripartita diese

guarde fynquese

quisyere

se reduce a una doble (±pasado): diese

guarde fynquese quisyere

en la que, a su vez, es necesario diferenciar unas formas de un tiempo previo: guarde y fynquese, a otro posterior: quisyere. La consideración morfológica nos hace que no perdamos de vista la posible tripartición, puesto que fynquese y guarde sufren sólo la alteración vocálica del modo, con morfo 4> para los otros morfemas; pero diese y quisyere, en cambio, tienen sus morfos respectivos: se y re. También debemos considerar que el sistema del subjuntivo en el texto es distinto del latino y distinto del castellano moderno: del latin se aparta por la presencia de la forma quisyere, que supone asimismo una diferencia con el castellano actual, y también porque la distribución de diese es distinta en este sistema y en el latino. La forma amauissem era en latin un tiempo del tema de perfectum, en el modo subjuntivo: se oponia, modalmente, al indicativo amaueram y temporalmente al pretérito amarem, del tema de infectum. En castellano actual, amase y amara son variantes libres de un mismo tiempo, ambas de subjuntivo, y se oponen a un compuesto, también dúplice: hubiera o hubiese amado, manteniendo el equilibrio que señalamos para el indicativo entre amo y he amado; no se oponen a una forma amare, porque esta está en desuso en la lengua usual, salvo restos (Granda: 1968). En el texto, en cambio, la forma en -re, para el futuro hipotético, está viva, lo que permite establecer, morfológicamente, esta diferencia de matices:

diese: subjuntivo contextua! (final) expresa tiempo pasado, en relación con esperaua. guarde, fynquese: subjuntivo exhortativo, expresa tiempo presente, proyectado hacia el futuro por su carácter hortativo. quisyere: subjuntivo hipotético, expresa tiempo futuro. 102

La presencia de la forma -re es, en sí misma, una muestra de alteración en relación con el latín y con el castellano actual; esta forma nace por confluencia de tres tiempos latinos, de dos modos: el futuro perfecto de indicativo, amauero, el perfecto de subjuntivo, amauerim 1 y el imperfecto de subjuntivo, amarem (Lapesa: 1959, 67; M. Pida!: 1962, § 118). Desde el punto de vista del latín significa esto que las diferencias en el paradigma se han perdido entre estas formas; es dificil saber si porque las tres, una vez perdida la desinencia ui del perfecto, confluyeron, salvo en la primera persona, en la forma -re. Precisamente esta primera persona, hasta el siglo XIV, según Menéndez Pida!, ofrecía el resto de la -o del futuro perfecto de indicativo: amaro, cantaro, en la primera persona, sustituida luego por -e. Es también posible que esta igualdad fonética se pudiera conseguir porque el uso de estos tiempos no permitía un rendimiento funcional grande, y no resultaba económico mantener las diferencias. En lo que concierne al castellano, la lengua antigua tenía vivo un tiempo en -re para expresar el futuro hipotético, con lo cual el subjuntivo tenía una posibilidad de referencia a los tres matices temporales, perdida en la lengua actual, salvo en las zonas donde quedan los restos estudiados por Germán de Granda. Estos valores de futuro que acabamos de ver se refuerzan en el imperativo acorred, única forma verbal de segunda persona del texto, y único plural del mismo, en unión con varones; ambas formas son expresión de una apelación, y quedan resaltadas por su carácter único, en el sintagma nominal y en el verbal, respectivamente. Si el sintagma nominal, con su total evolución, en una perspectiva histórica, nos mostraba un castellano ya fijado, y que se podía situar, por tanto, a partir del siglo XIV, lo cual coincidía con otros rasgos establecidos en el análisis, lo dicho a propósito del sintagma verbal es coincidente en cuanto a esa fecha, añadiendo, además, una precisión, la de que ese sistema temporal del subjuntivo, con la presencia viva del futuro hipotético, es anterior al siglo XVI-xvn; es más, podemos precisar, siguiendo una opinión autorizada (Granda: 1968, 19-20) que la forma -re pudo desaparecer de la lengua hablada en el siglo XVI, aunque la escrita, más conservadora, la mantuviera en el xvn, lo que explica su inmediata decadencia y coincide con su sustitución en las condicionales (Lapesa: 1959, 259). Nuestro texto, por su tensión dramática y su adscripción al diálogo puede registrar fácilmente un uso vivo de -re, que sería más raro cuanto más moderno, a partir de 1530, aproximadamente, por mantener la fecha simbólica de Granda. Todos los datos siguen situándonos, pues, en esos dos siglos, XIV y xv, como marco amplio del texto, marco que ya hemos ido precisando anteriormente entre 1350 y 1450, por las razones expuestas. Y para concluir la primera parte del apartado morfológico, 103

veamos ahora los nexos: de acuerdo con su condición de texto hablado (y representado), y con el fuerte carácter de las funciones expresiva y apelativa en él, el texto contiene pocos nexos, más caracteristicos de una construcción reposada y lógica, en la que los razonamientos se encadenan, que de la reproducción de sentimientos, tan vitales en este caso como la fatal llegada de la Muerte. Hasta el verso 6 no aparece el primer nexo, un que final, al que siguen un por que causal, un relativo, sin antecedente, quien, la disyuntiva o y otra causal, que. Multiplicidad de valores para que, rasgo tipico de la lengua medieval, que no hay que hacer excesivamente arcaizante en un texto dominado por la expresividad, y presencia simultánea de la forma tardía quien, triunfante en el siglo XIV, arrinconando a qui (M. Pidal: 1962, § 101). U na segunda etapa del estudio morfológico podria abarcar la clasificación e historia de las partes de la oración presentes, siguiendo la metodologia de 4.2, supra y las informaciones teóricas de Menéndez Pidal ( 1962) y Lapesa ( 1959), fácilmente obtenidas, gracias a sus índices. Esta labor, conforme decíamos al principio, puede suponer una participación activa del lector en el desarrollo del comentario, y ayudarle en la finalidad práctica de estas páginas: enseñar para practicar. Quisiéramos detenernos, tan sólo, en algunas cuestiones de interés para la evolución de los sistemas, por su ayuda en la fijación de la fecha, o por ambas cosas, y que no hemos dicho hasta ahora para no introducir digresiones en la linea expositiva. En lo concerniente a las partes de la oración, no cabe duda de que, en relación con el latín, la diferencia más notable es la presencia y desarrollo del artículo, especialmente la forma el, puesto que la forma un aparece tan sólo en una ocasión, vna jaua, en la que es dificil saber si no se trata de un indefinido, origen de la gramaticalización en curso de esta forma, o de un numeral, incluso, por su valor de refuerzo de la negación: El articulo, como nueva parte de la oración, ocasiona una gran alteración del sistema de los demostrativos e identificadores latinos, que ha sido suficientemente estudiada (Wartburg: 1963, 152-158; La pesa: 1961) y que puede resumirse en el cuadro adjunto:

104

ADVERBIO

DEMOSTRATIVOS PERSONALES

LATÍN

ILLIC

UBI

IBI

ARTÍCU LO

PRONOMBRES

¡_a persona

2.8 persona

HIC

ISTE

3. 8 persona IS

ILLE

IDENTI FICADORES IPSE

IDEM

+AD

Castellano medieval

elo ela

ally

ó

y

aquí* ahí

este aqueste*

aquí* ahí

éste

ese aquese*

aquel* él, ella, ello

M

medesimo** medeismo** mismo**.

lo el la

Castellano moderno

allí

.....

oVl

* **

ése

aquél

él, ella, ello

mismo**

fósil ídem

Las formas empezadas por AQU- tomaron un refuerzo latino ATQUE, mejor que ACCE, por ECCE o ECCUM < ECCE La forma mismo ha tomado los refuerzos latinos MET- e -IMVS.

lo el la

+ EVM .

El artículo, como se ve, procede de una forma ille, que servía para demostrativo de lejanía y para pronombre de tercera persona, en alternancia con is. Mientras que este último no ha dejado descendencia, de ille proceden nada menos que tres formas castellanas: el demostrativo reforzado aquel, el personal él, y el artículo el. Iste ha pasado de segunda a primera persona, ocupando el hueco del desaparecido hic, y dejando su lugar al identificador ipse, que, al mismo tiempo, es la base, con los refuerzos señalados, del único identificador morfológico del castellano: mismo (ídem no es sino un fósil, aunque de amplio empleo, en cantidad). La lengua medieval (y el verso clásico) admiten las formas reforzadas aqueste y aquese, perdidas hoy, salvo arcaísmo deliberado, mientras que el refuerzo aquél se ha implantado. . En relación con el latín las diferencias son muy grandes: el latín no tenía artículos ni personales de tercera persona (usaba los demostrativos), el castellano tiene formas específicas en cada caso; tenía, en cambio, dos identificadores, que en castellano se reducen a uno. Gracias a la composición el castellano ha creado buen número de formas, especialmente de adverbios (las recogidas en el cuadro y, además, acá, allá, etc.). Ha persistido el sistema de tres demostrativos, que caracteriza al español entre las lenguas románicas, donde domina la reducción a dos (fr. celui-ci, celui-la). En la sintaxis hablaremos de algunas peculiaridades del empleo del artículo: su presencia o ausencia y su colocación ante posesivo. El último punto que trataremos en este apartado morfológico estará en relación con el adverbio, con dos observaciones breves: la primera de ellas es la presencia de la forma non, con su -n final, que es un rasgo relativamente arcaizante, y nos obliga a situar el texto antes del siglo XVI. Corominas ( 1954, s.v.) señala su rareza en la segunda mitad del siglo xv, con excepciones como Alonso de Palencia, apegado a non, frente a la Celestina, dominada por no. Todavía en el siglo xvn puede aparecer non en la imitación caballeresca y en la lengua rústica. Si bien es cierto, pues, que un dato aislado no supone mucho, unido a los que nos permitían situar el texto entre 1350-1450 refuerza esta fecha que vamos estableciendo hasta ahora. El segundo punto, al que ya hemos aludido a propósito de los demostrativos latinos, es la adverbializaci6n, con tendencia al refuerzo, manifestado en latín por hoc die > hodie, según dijimos, y en castellano muy abundante: agora, dessora en el texto, junto a ad-illic > allí, ad-illac > allá, accum (por eccum) hic > aquí, etc. Puede unirse a esta tendencia la construcción a puerta, favorecida por la ausencia de artículo ante sustantivo identificado por el sintagma preposicional siguiente y que significa con cierto sentido genérico (que también favorece la ausencia de articulo) Oy eneste dia es ejemplo característico de esta acumulación que señalamos. 106

En resumen, podemos decir que la morfologia del texto nos muestra un sistema muy diferenciado del latino, y relativamente distinto del castellano actual, un sistema peculiar de una época y una lengua determinada, el castellano medieval. Algunos de los rasgos· del texto nos permiten una cierta precisión de la fecha, entre 1350 y 1450, aproximadamente, en lo cual coincide con las conclusiones del análisis fonológico.

5.3. La sintaxis nos viene ya orientada por la exposición morfológica en la que, como de costumbre, por razones de claridad, hemos procurado ser más detallados, ampliando así, de modo que resultaba imposible evitar, el tratamiento de cuestiones sintácticas. Por esa razón, vamos a recurrir ahora a la sintaxis, más que para hacer un análisis de cierta minuciosidad, como el de 4.3, supra, para preguntarnos qué rasgos del texto ayudan a fecharlo. No obstante, antes de ello es imprescindible una rápida caracterización del mismo. Sabemos ya, por el estudio de los nexos, que no es muy explícita la relación entre oraciones, en la que domina la yuxtaposición. Hay, además, dos oraciones implícitas, sin verbo, las exclamativas ¡Ay del rey! y varones; en los tres versos finales se acumulan los nexos, causales, finales y disyuntivos. Es interesante que las oraciones o proposiciones nunca abarcan más de un verso, y que son varios los que están formados por dos (incluso el primero tiene tres, si consideramos implícitas las dos iniciales). Las posibilidades de complicación sintáctica quedan así muy limitadas, a las doce sílabas del verso o a las seis del hemistiquio, de modo que en ningún caso puede superarse la estructura del segundo verso: ~

, lleua , Verbo

, syn grado ,

esta muerte braua

O.D. Circunstancial, implemento aditamento

Sujeto

En cuanto a complicación oracional, es quizá el verso 7 el que muestra la mayor posible: 1

2

3

,guarde, ,quien, ,quisiere, o ,fynquese 11 abierta 1 Verbo

Sujeto

Verbo

Sujeto

Verbo

C. 0 predicativo B

A

con una oración A, cuyo sujeto es una proposición de relativo, sin antecedente, es decir, genérica, que funciona como término primario, no secundario (Marcos: 1975 a, 18.5.2), y que va coordinada a B por la disyuntiva o. Dentro de B hay un problema con el se, reflejo del sujeto ella, al que se refiere el complemento predicativo abierta. 107

Es un se formal o gramatical, indicador de la medialidad del verbo, en cuya acción participa el sujeto como actor y receptor simultáneo, y en una clara transición a la gramaticalización del se, pasivo e impersonal, que aqui no puede ser lo primero por la condición intransitiva de la construcción (aunque fincar> hincar, transitivo, su equivalente semántico, quedar, es intransitivo, y aqui está en ese sentido, sin ninguna relación significativa con 'hincar'), que ha sido explicada, históricamente, de modo convincente (Monge: 1954). Esta estructura oracional, sin embargo, no significa primitivismo, ni falta de dominio de la lengua; la relativa amplitud de la monologia, según hemos visto, y la facilidad con que divide su texto el poeta en una parte sin relacionantes y otra con ellos, con el sentido que veremos más abajo (5.4), testimonian una lengua desarrollada, también en su sintaxis, pero en la que domina la simplicidad. Esto contribuye a favorecer una fecha anterior a 1450, e incluso a 1430, si bien el texto es tan breve que no permite mayores precisiones, como podrian derivarse, por ejemplo, de una comparación con el Corbacho, en donde ya se acusa, en los fragmentos narrativos, una complicación sintáctica latinizante, que este texto no tiene, aunque no llegue al retorcimiento de la frase característico de la segunda mitad del siglo, y la última parte de la primera. Veamos ahora algunas cuestiones particulares, que pueden ayudar a fechar: de ciertas de ellas, como el empleo de los tiempos verbales, nos hemos ocupado ya en la morfologia, anticipando rasgos sintácticos. Aqui nos limitaremos, a guisa de ejemplo, a dos puntos: el artículo y el orden de palabras en la frase. Del articulo veremos, a su vez, dos aspectos: presencia y ausencia (Lapesa: 1974 b; 1976) y su construcción ante posesivo (Lapesa 1959, 190; y 1971, passim). En 5.2, supra, a propósito de la formación de adverbios, hemos señalado la ausencia de articulo en a puerta, e incidido en que puerta no está tomado como sustantivo presentado o reconocido por un articulo, aunque vaya identificado y, en consecuencia, actualizado, por el sintagma preposicional del r~. El grupo nominal completo, puerta del r~, puede muy bien no referirse a un lugar concreto y preciso, a cierta puerta, sino simplemente al conconcepto de puerta del r~ como puesto del portero, como obligación laboral, diríamos hoy, que tiene el personaje que habla, portero real, según el contexto. La lengua medieval permite la ausencia del articulo en un número de casos superior al actual, especialmente en sentido genérico y conceptual, claro en Son aves pequeñuelas papagayo e orior 0· Ruiz, 1615 b), y alternante con el articulo, que me parece dominante en ese mismo texto (enumeración de instrumentos en 1225 y ss., y, poco antes del ejemplo citado: Chica es la calandria e chico el rroysyñor ( 1614 a). El mayor o menor grado de adverbialización favorece la ausencia de articulo, pero, en general, este rasgo también 108

se suma a los que nos sitúan el texto antes de fines del siglo xv. Lo mismo puede decirse del articulo 0 (& Ot

n~0

El elemento & es un conectivo lógico de: 1\ V ::::)

conjunción. disyunción. implicación. equivalencia.

que sirve para establecer valores veritativos a partir de los cuales se introducen los primitivos semánticos que generan diversos tipos de relaciones entre las frases (equivalencia, consecuencia, disociación, causa, condición, concesión). 154

8.8.1. El problema teórico y metodológico de la forma precisa de la derivación semántica queda sin resolver, asi como el del funcionamiento del subcomponente transformacional. 8.8.2. R1

REGLAS DE FORMACIÓN DE MACROTEXTOS:

T-+Pred. Arg.

¡

Estado Pred---+ .Proceso Evento Acción

1

Agente Paciente Objeto Argumento-+ Instrumento Fuente Meta

R 4 (introduce ya la construcción de la Gramática de Superficie) T=T (&Tt

155

8,8,3,

REGLAS DE FORMACIÓN DE PROPOSICIONES

( Q.UE PUEDEN

COINCIDIR CON UNA ORACIÓN):

Performativo

I

(ql es el modus de Bally

Modalidades

R 2'

ql= Perf. Mod.

R' 3

;\fir. } Perf. Imp. Interrog.

1

R' 5

¡

Neg.l M Pos. Fact. Pro h.

R'6

Qu (cuantificador)

V 3 W· ::¡ '1 ¡;

)..

156

1

Neg(ación) Posib(ilidad) N eces (idad)

8.8.4. Las reglas, tal como quedan enunciadas, no son capaces de cumplir bastantes de las promesas de esta nueva o relativamente nueva escuela. Queda bastante claro que la G.T. y la S.G. tienen cosas en común, especialmente en van Dijk, quien se basa en muchas ocasiones en los hallazgos lógico-semánticos de la S.G. En cuanto a la condición de variante o no, todo depende de la extensión; con un criterio amplio, como el quejakobson aplica a todo el estructuralismo, por ejemplo, la G.T. es una teoría lingüística estructural encuadrable en el amplio campo de la G.G. Con otros criterios más estrechos, tal vez se llegue a conclusiones distintas. 8.9. Nuestro comentario se basará en un modelo de János S. PetOfi, quien se ocupa de teoría textual desde 1966, y ya en 1972, en Constanza, junto con Hannes Rieser propuso una teoría textual. A partir de 1971 había distinguido un campo de investigación verbal de otros no verbales (musical, pictórico, etc.). En el campo verbal adquieren importancia dos nociones: texto y gramática. El texto es una secuencia de elementos verbales determinada como tal texto por varios criterios (extralingüísticos la mayoría de las veces) y que tiene un comportamiento unitario. La gramática es un conjunto de reglas (sintácticas, semánticas y fonológicas) y un léxico construido de acuerdo con varios criterios. La finalidad de la Gramática Textual (en el campo verbal) es decribir la competencia lingüística del hablante ideal en su aspecto gramatical-verbal. Esta descripción debe someterse a los requisitos deontológicos y epistemológicos de una ciencia, requisitos que son los propios de un sistema axiomático que opera deductivamente y cuya verificabilidad se exige. La gramática debe ser generativa y debe proporcionar criterios para evaluar una gramaticalidad (textualidad, en este caso) atendiendo a la distinción entre secuencias de frases gramaticalmente continuas y gramaticalmente discontinuas, que han de pertenecer, o bien al tipo de Gramática Textual con una base fijada linealmente, o no fijada linealmente. En la primera, la relación del texto con la base es inmediata; en la segunda, la base es una estructura profunda que no equivale a la sucesión lineal de las bases que constituyen el texto. Tiene prioridad la gramática textual con una base no fijada linealmente (GraTeNoLi), puesto que la que tiene la base fijada linealmente se limita a desarrollar operaciones fijadas por la gramática de frase. 8.10. Una GraTeNoLi (Petofi: 1975) es una gramática textual con base textual no lineal; como gramática, es generativa y transformacional, debe describir la relación de los textos y sus manifestaciones lineales con las representaciones sintáctico-semánticas que los determinan de modo unívoco. Se compone de una gramática en sentido estricto (Léxico+ reglas de formación o de generación de la base+ 157

reglas de transformación) y de un componente que abarca los algoritmos de análisis, sintesis y comparación o confrontación que operan con esta gramática en sentido estricto.

8.11. Las bases de un texto (Texto B) son todos los aspectos operacionales pertinentes: Texto¡ - - - - + ANÁLISIS ----+Texto;.

t

t

COMPARACIÓN

COMPARACIÓN

~

~

Textoi ~--SÍNTESIS~-- TextBi+------SÍNTESIS-0

Es decir, dado un texto cualquiera, i, podemos operar del siguiente modo. Analizamos ese Texto; y obtenemos asi Texto;IX, o base analitica. Por una operación de síntesis creamos TextB1 que es la base textual de un textoj (Texto1), al que llegamos, desde TextB1, por una nueva sintesis. La operación de comparar o confrontar la realizamos, en el nivel de textos, entre Texto; y Texto1, y, en el nivel de bases, entre Texto;IX (analitica) y TextB1 (sintética). Nótese que no comparamos un texto con su base, sino que la relación entre texto y base es sólo de análisis o de sintesis.

8.12. La Teoria Textual es un esquema que permite tratar cualquier problema textual, para lo que dispone de dos componentes: cotextual y contextua/. Al componente cotextual pertenecen los problemas de la estructura gramatical y de estructura no gramatical, pero formal, como métrica y ritmica. A este componente pertenece la semántica intensional de Carnap: el alemán blau o el castellano azul intensionalmente son la propiedad de ser azul. La cotextualidad es el cuadro de la gramática, dentro de una T.E.T.E.M.: opera, en el nivel de análisis, a) con sus propias informaciones internas, es decir, las manifestadas explicitamente en su construcción, y b) con las informaciones que saca del texto que se analiza. En el nivel de síntesis opera aplicando solamente las informaciones que podemos deducir a partir de estructuras ya desarrolladas en el curso de la generación. Las informaciones dichas son condiciones necesarias y suficientes para el funcionamiento de la gramática. 8.13. Al componente contextua/ de la Teoria Textual pertenecen todos los otros aspectos: producción, recepción y semántica extensional, también en el sentido de Carnap, es decir, el alemán blau o el español azul denotan cualquier objeto azul, su extensión es la de todos los objetos azules. La contextualidad es el cuadro de la semántica; las informaciones se limitan a producir las condiciones necesarias para el 158

funcionamiento de la semántica. Se introduce aqui un elemento en parte arbitrario, pese a su compatibilidad con las informaciones cotextuales.

8.14. Fácil es deducir de todo esto que la gramática textual, para ser completa, debe ir unida a una teoría de la estructura del mundo que abarque la teoría de la estructura del texto, y que, en su sentido más amplio, postula una teoría de la estructura del texto y de la estructura del mundo (T.E.T.E.M.) que ha de constar también de dos componentes: el gramatical textual (GraTe) y el semántico extensional o enciclopédico (SeMun), que son, a su vez, subcomponentes respectivos de los componentes cotextual y contextua! de la teoría del texto . TEORÍA TEXTUAL Componente cotextual

componente gramatical textual

Componente contextua)

componente semántico extensional o enciclopédico

Teoria de la Estructura del texto (Gramática ---+ Gra Te Se M un Textual) T. E. T. E.M.

+---

Teoriadela Estructura del Mundo (Semántica del Mundo)

8.15. Una teoría de la Estructura del Texto y la Estructura del Mundo (T.E.T.E.M.) consta de una Teoría de la Estructura del Texto, que realiza la descripción del mismo mediante una Gramática Textual (GraTe), y de una Teoría de la Estructura del Mundo que es un componente de Semántica del Mundo, y que realiza la descripción de este último. Cuando la teoría va de la descripción del texto (GraTe) a la descripción del mundo (SeMun) decimos que realiza un andlisis, cuando de la descripción del mundo (SeMun) va hacia la descripción del texto (GraTe), decimos que la operación realizada es una síntesis. Cuando, desde un texto cualquiera, Texto; llegamos a los distintos elementos en las Bases del Mundo de ese texto, por un procedimiento analitico, realizamos la interpretaci6n de ese Texto¡. Veremos a continuación las distintas etapas y sus com159

ponentes, que se resumen en el siguiente esquema (Petofi: 1975, 3, figura l ): GraTe = GraTeNoLi .... Texto,- ANÁLISIS

1•k] -

{ .. ..

{....

[Texto!l

TextB1ok =

--+

SeMun

ReSeText 1•

~:~~~

1.,.]

[Mundo IDl

BMundo1.,. •• • •

RSe Mundo 1.,

CIÓN

8.16. El Texto; es un texto dado, natural o generado, al cual aplicamos el análisis, operación que da a un texto dado todas las Bases textuales posibles. De esas distintas bases textuales (TextB) consideramos una cualquiera, que por obtenerse en el análisis, simbolizado con la letra griega alfa, llamaremos TextB;aA:· Cualquier base textual es admisible si podemos considerar el texto analizado como una de sus manifestaciones. Quede claro que cualquier texto tiene varias bases textuales (razón por la cual hemos colocado esos puntos suspensivos, que representan otras TextB;). Una base textual cualquiera tiene, a su vez, dos componentes. El Texto Q (que aqui es Texto O,~~ porque corresponde al Texto¡, por la operación de análisis, oc, dentro de una de las bases textuales posibles, k) es un bloque informador que contiene las informaciones sobre la organización en frases dentro del texto de los predicados, que son las unidades textuales elementales. Este bloque informador da cuenta de dos aspectos: a) la sucesión de las unidades textuales elementales (predicados) dentro de las frases, y b) la organización de las frases en unidades textuales mayores. 8.17. La ReSeText es la representación semántica intensional. Representa la estructura intensional de un mundo textualizado; muestra las relaciones cotextuales que pueden constatarse entre los predicados (unidades textuales elementales) y el bloque informador Text Q. Estas relaciones cotextuales son de carácter sintácticosemántico, temporal, lógico y de comunicación. La estructura interna de toda ReSeText está integrada por cinco elementos: 1) Lista de descripciones de los objetos de los cuales se trata en el texto. 2) Predicados relativos a los objetos particulares, dispuestos en redes especiales. 3) Diagrama donde se muestran los objetos entre los cuales los predicados establecen una relación. 160

4) Orden de los predicados en las redes correspondientes a los participantes en la situación de comunicación manifestada por el texto, es decir, los comunicadores, como el narrador o el descriptor, los actantes. 5) Orden de las relaciones temporales yfo lógicas entre los «contenidos» de los predicados.

8.18. El paso del componente de Gramática Textual al componente de Semántica del Mundo es la interpretación del texto. Toda interpretación extensional (estamos en la semántica extensional o del mundo) admisible, resulta de una doble operación: la asignación (combinatoria) de un valor y la modificación de la representación semántica del texto. Ambas nos dan las distintas Bases del Mundo posibles para nuestro texto (BMundo¡,.j .... 0 ). 8.18.1. Asignamos un valor cuando combinamos los objetos que constituyen el mundo del texto, o mundo textualizado (M¡) con los predicados semánticos extensionales «existente en M¡» «no existente en M 1» (asignamos entonces a un objeto el valor positivo o negativo de la predicación de su existencia, es decir, decimos si existe o no). También asignamos un valor cuando combinamos los acontecimientos o hechos presentes en el mundo textualizado (M¡) con los predicados semánticos extensionales «verdadero en M;», «falso en M,» (asignamos entonces el valor veritativo a un acontecimiento). La asignación de estos valores nos permite construir una Base del mundo coherente, para lo cual no basta con que lo sea la ReSeTexto. Asi, por ejemplo, podemos hacer que en nuestro mundo textualizado existan los unicornios, basta con que asignemos al objeto 'unicornio' el predicado semántico extensional «existe en nuestro mundo». En cuanto a acontecimientos, en la cuentistica oriental se asigna a menudo el predicado 'verdadero' al hecho de que las alfombras vuelen, y asi sucesivamente. 8.18.2. La modificación es una operación doble, y por ello más compleja: adjunción y cambio. Ambas operaciones tienen en común que modifican la Representación semántica del texto; las dos, por supuesto, están motivadas por la necesidad de ellas para la interpretación extensional del mismo. Mediante la adjunción añadimos, para completar la ReSeTexto, la representación semántica de una parte del texto, de un tamaño dado; el cambio es la sustitución de la ReSe de una parte del texto, también de un tamaño dado, por la ReSe de otra parte del texto. Cuando Petofi ( 1975, 29) analiza el capitulo XIX de Le Petit Prince, en el cual el principito habla en voz alta en la cima de una alta montaña y se encuentra con que el eco repite lo que él dice, señala que el texto seria incoherente, porque de una 6

161

parte se dice répondit l'écho y de otra Et les hommes manquen! d'imagination, ils répetent ce qu'on leur dit ... Para conseguir la coherencia debemos modificar el texto, añadiendo Le Petit Prince ne savait pas qu'il existait un écho; il pensait que des hommes tui répondaient. Todas las definiciones, explicaciones o aclaraciones entran, por tanto, eri el campo de la modificación. 8.19. Todo texto admite varias interpretaciones semánticas extensionales, que constituyen sus distintas bases del mundo (en nuestro caso BMundo¡,.) ; si seleccionamos una cualquiera, BMundo;,., (los puntos suspensivos, como sabemos, ocupan el lugar de otras BMundo posibles), observaremos que se compone de dos elementos: una parte informadora, Mundo rol¡.., que marca la modificación y puede estar vacía (puede no haber modificación), y una representación semántica del mundo, ReSeMundo¡..,, que no es sino una ReSeTexto a la que se han asignado unos valores y que, eventualmente, ha sufrido ciertas modificaciones.

8.20. Es evidente que, aplicando ahora las operaciones inversas, es decir, por un procedimiento sintético y con una operación de proyección en vez de interpretación, podemos pasar de la descripción del mundo a la descripción del texto, comprobando así la reversibilidad de la teoría y su adecuación. Sin embargo, nos interesa aquí tan sólo el procedimiento analítico, que aplicaremos a continuación a un texto. 8.21. Una advertencia, probablemente innecesaria: la Lingüística del Texto no es tan sólo una ayuda más o menos eficaz del comentario; nosotros utilizamos aquí, con ese propósito, una parte de ella, y deseamos dejar constancia de que su abarque es mucho mayor y la teoría, lógicamente, mucho más ambiciosa y completa. Inspirados en ella esbozaremos a ·continuación un comentario del siguiente texto: Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! ¡Ay! -pen~é- ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: «¡Levántate y anda!» 162

8.22. Esta famosa rima de Bécquer nos servirá de objeto del comentario textual, será nuestro texto. Expondremos sobre él las principales etapas del análisis y la interpretación. Como seguimos el modelo de Petofi (1975), quien detalla totalmente el análisis en el punto de la ReSeTexto, nosotros concederemos menos importancia a ese punto, haciendo menos detallado nuestro análisis en él, como corresponde a este libro, mientras que trataremos de compensar esa pérdida con la explicación del análisis en general. 8.22.1. Nuestro texto es, por tanto, un texto cerrado, no pertenece a una unidad inmediatamente superior (no es un capitulo de un libro, por ejemplo) aunque, por supuesto, si consideramos toda la producción de Bécquer como un texto, éste sería una parte de ese macrotexto. Al analizar el poema obtendremos una de las bases textuales posibles, integrada por el componente Texto 0,. y la ReSeTexto,.. El bloque informador O nos da cuenta de que se predica en el texto de este modo: Del arpa se predica que se ve en el ángulo. que está silenciosa. P3 que está cubierta de polvo. P4 que tal vez ha sido olvillada de su dueño. P 6 Del ángulo se predica que está en el salón. PH Del ángulo del salón se predica que está oscuro. P8 De las notas se predica la cuantificación. P7 que duermen en las cuerdas del arpa. P8 que esperan la mano de nieve. P9 una comparación con la predicación P 10 • P10 Del pájaro se predica que duerme en las ramas. P11 De la mano se predica que es de nieve. P12 que sabe arrancar las notas. P13 Delyo se predica que piensa, en el pasado. P 14 De las veces (=ocasiones) se predica la cuantificación. P 16 Del genio se predica que duerme muchas veces en el fondo del alma, que es una comparación con la predicación de las notas y el pájaro (P, Pg PIO). P16 que espera una voz. P 17 una comparación con la predicación P18 . P18 De Lázaro se predica que espera una voz. P19 De la voz se predica que dice «¡levántate y anda!». P20 Del tú se predica el mandato de levantarse. P 21 el mandato de andar. P1

P2

8.22.2. Estas veintidós predicaciones posibles se reducen en la expresión a estas formas: veíase, dormía, duerme (2), esperando, sabe 163

arrancar,pensé, espera, diga, levanta, anda, que son las realizaciones verbales de los predicados.

8.22.3. El texto está claramente dividido en tres unidades textuales, que coinciden con las estrofas. La primera, Del salón ... el arpa, constituye en superficie una sola oración, con verbo veíase, aunque ya hemos visto que le corresponden seis predicados (P 1 _ 5_1 ) profundos. La segunda estrofa tiene tres oraciones en superficie, con los verbos dormía, duerme y sabe, que corresponden a siete predicados (P6 _ 12 ) latentes; su organización es más compleja, puesto que hay un grupo que podriamos enunciar «muchas notas duermen en las cuerdas del arpa, y esperan la mano de nieve que sabe arrancarlas» unido comparativamente (como) al grupo de un solo predicado: «el pájaro duerme en las ramas». 8.22.4. La última estrofa es realmente la más compleja: el ¡ay! puede ser una predicación por si mismo, aunque, al dominar en él la función de sintoma sobre la simbólica o representativa, preferimos prescindir de él, aligerando la exposición. En cuanto al resto, tendriamos de un lado pensé y de otro lado lo demás (que es el objeto de pensé). De este resto (P 14 _21 ) podemos, tal vez, prescindir de P20 _ 21 porque esos dos imperativos, que corresponden a una frase tipificada, pueden tomarse como una unidad léxica, un objeto o un hecho, no un predicado. Dejando aparte a P 20 _21' por esa razón, nos quedaria, de un lado «el genio duerme en el fondo del alma y espera una voz que le diga '¡levántate y anda!'», y de otro, las comparaciones (como) «Lázaro espera» o (asi) P7 , P10 • 8.22.5. En cuanto a la ReSeTexto11 , sabemos que está integrada por cinco elementos, que aqui serian: l) Descripción de los objetos del texto (con el falseamiento que, desgraciadamente, entraña, prescindimos de los distintos tipos de índices de referencia [Petüfi: 1973]).

01 02 03 O4 05 O6 07 08 O9 0 10 164

salón ángulo dueño polvo arpa nota cuerdas pájaro ramas mano

(-persona) (-persona) (+persona) (- persona) (-persona) (- persona, + animado) (-persona) (-persona, +animado) (- persona) (+animado)

0 11 0 12 O 13 O 14 O 15 0 16 • 0 17 0 18

meve yo gemo fondo alma voz Lázaro tú

(-persona) (+persona) ( + persona) ( -persona) ( + persona) (-persona, +animado) (+persona) (+persona)

Se entiende que el rasgo (+persona) incluye el rasgo (+animado); esto nos hará falta para explicar la posibilidad, meramente gramatical (la semántica la veremos en SeMun) de que las notas duerman, como los pájaros o el genio, y la voz diga. 2) Tendríamos que construir aquí las redes especiales en las que se disponen los predicados relativos a los objetos particulares. Así, el predicado duerme se dispone en relación con 0 6 , 0 8 , Ü 13 , pero en una distribución que no es aleatoria dentro del texto. En nuestro caso podríamos construir una red (simplificada) así

PI

como P 10

como P 18 p19

Esta estructuración de la red deja aisladas las tres estrofas. El elemento aglutinador es P 13 , ya que, en efecto, podríamos resumir, imperfectamente,

porque P 1 El aglutinante es, por supuesto, la predicación cuyo argumento es el propio poeta, es decir, P 13 , así llegaríamos a una red en la que todos los predicados de la rima estarían conectados, por ejemplo: 165

porque P 9\ como P 10 , como p12l

1

1

PIS

p14 p16 pt7lcomoPt8

p2 pa p4 p"

1

:rl :.-1

p19

3) El diagrama en el que veamos los objetos entre los cuales los predicados establecen una relación puede hacerse también de modo relativamente sencillo:

Las predicaciones P 7 , P 10 , P 15 son iguales (=duerme, que es su expresión léxica); también son iguales las predicaciones P 16 y P 18 (su expresión léxica es espera). 4) Las redes de los participantes en la situación de comunicación son sencillas en este caso. Hay, de un lado, un narrador N, que es 012' y, de otro, si consideramos independientemente «¡Levántate y anda!», un hablante H, que es Ow que tendría 0 18 como objeto. De la comunicación de N depende sólo la primera persona argumento de P 13 (0 12 , el propio N), el resto son terceras personas, con la característica de que todos los argumentos (temas o sujetos gramaticales de las predicaciones) son (+persona) o (+animado). Convendría aclarar aquí que el argumento de P 1 no es realmente el arpa (0 5 ), sino el sujeto de ver (0 12 o un O¡ que no explicitamos y que tiene que tener el rasgo + animado para poder ser sujeto de ver), lo mismo puede decirse en P 3, cuyo argumento es 0 4, es decir, el polvo, y de P 4, cuyo argumento es 0 3, es decir, el dueño. Para P 2 tendríamos que hacer el arpa (0 5) +animado, como veremos en IDl 7 • 166

De la comunicación de H, en cambio, dependen una tercera persona, el argumento de P 19 (el propio H, o sea 0 16 ) y dos segundas, los argumentos de P 20 y P 21 (0 18 ) si los consideramos efectivamente predicados, y no una lexicalización tratada como un objeto (que seria entonces 0 19 =la frase «levántate y anda»). Todo lo expresado por H depende de lo expresado por N o, dicho de otro modo, la situación de comunicación de H no existiria sin la previa de N. En la situación de comunicación, además de N y H, participan, como protagonistas, los argumentos de P 1 (que ya sabemos que no es el aparente 0 5, sino 0 12 u 0¡), P6, plO' Pll, plJI' pll!' pl9 y p20' es decir, or 06, 08, 010' 013' 0 17 , 016' cuya consideración de (+persona) o ~+animado) puede verse en la lista de objetos del apartado l) de la ReSeTexto, y cuyas modificaciones veremos en rol de la Se M un, infra 8.22. 7. 5) Las relaciones temporales y lógicas se ordenan también sencillamente. Toda la acción que enmarca el texto en el tiempo se sitúa en el pasado (P 13 ) ; los presentes se emplean con valor durativo, intemporal o habitual y,junto a los copretéritos, con su valor imperfectivo, señalan la situación de duración objetiva de la parte descriptiva del texto. El esquema lógico, relación de causalidad entre P 13 y P 1 , o relaciones de comparación (P7 = P 10 = P15 ), (P16 = P 18 ) pueden reducirse a una fórmula que seria P 13 [P 9 (P, = P 10 = P 15] porque P 1, en un tiempo pasado de N, y P 13 [P 17 (P 16 = P 18 )] en un tiempo prospectivo de H. El esquema temporal, en el marco del pasado, recoge acciones habituales, con aspecto imperfectivo y expresión de presente o copretérito, que tienen una modalidad objetiva, que da carácter descriptivo al texto, y que dan paso, por la modalidad del subjuntivo diga a un tiempo prospectivo (futuro= la voz dirá) en el que se sitúan los imperativos, con su modalidad hortativa o yusiva caracteristica. En esquema: Pasado Descripción objetiva----· Modalidad subjuntivo y hortativo prospección Acciones habituales Aspecto imperfectivo

subjuntivo= futuro imperativo

8.22.6. El texto nos ofrece, pues, una comunicación última, de esquema muy sencillo: se limita a una relación de causalidad que provoca una serie de comparaciones, las cuales determinan, a su vez, una prospección, una mirada hacia el futuro, a la que sigue una exhortación. La parte primera es objetiva, descriptiva; en la parte 167

prospectiva, en cambio, intervienen la modalidad del subjuntivo y del imperativo.

8.22.6.1. Para evitar defectos de comprensión, y dadas ciertas prevenciones existentes, nos apresuraremos a añadir que no se trata de reducir a fórmulas la poesía becqueriana, sino de construir una teoria parcial (y, además, simplificada) del texto. Aunque cada vez son menos necesarias estas aclaraciones, no dejan de ser convenientes. · 8.22.7. Al pasar ahora al plano de la semántica extensional o del mundo (SeMun), tenemos que asignar una serie de valores y efectuar varias modificaciones en la ReSe Texto,., con objeto de obtener una posible BMundo,.. El predicado semántico extensional de los objetos «existe en M,.» no plantea especiales problemas, puesto que todos los objetos reunidos en la lista del grupo 1), supra, 8.22.5, son objetos admitidos como existentes; en el caso de que no se admitiera la existencia real de 0 18 y 0 16 , bastarla con asignar a estos objetos los predicados de existencia en el mundo textualizado de nuestro análisis; en los demás casos, el mundo que llamamos real y el de la rima coinciden. El valor veritativo, en cambio, si requiere aqui el apoyo de varias modificaciones. Asi, tenemos que introducir las siguientes: IDl1 , para que pueda predicarse P 7 de 0 8 debemos entender que dormir en nuestro texto es también estar latente y descansar. Asi podemos dar a 0 8 el rasgo (+animado) requerido por dormir para su sujeto. IDl,, para que pueda predicarse P8 de 0 8 , debemos hacer a 0 8 ( + ammado), para que pueda esperar, que exige ese rasgo en su sujeto. IDl 3 , para que P11 pueda predicarse de 010' entendemos asi 0 11 como 'blanco'. 9R4 , para que de 0 13 pueda predicarse Pl5' por razones similares a las de IDl 1 • IDl 5 , para que 0 15 tenga 0 14 • 9R6 , para que de 0 13 pueda predicarse P18 • IDl 7, para que de 0 8 pueda predicarse P 1 (es decir, el arpa disponga de la facultad de estar o no en silencio). La ReSeMun debe incluir también una nota enciclopédica sobre 017' explicándonos quién era Lázaro, asi como las predicaciones P~ 0 y P91 , especialmente si las lexicalizamos. Esa información puede estar en el Léxico, o puede introducirse por adjunción.

8.22.8. Ahora puede ser el momento de recordar que lo anterior no es más que una aplicación resumida de la fase analitica de una de las posibles aproximaciones de una Teorla de la Estructura del Texto y la Estructura del Mundo. En el marco más amplio de una 168

teoria textual (cfr. nuestro cuadro, supra 8.14) tendriamos que considerar, si la pretensión fuera más amplia, otros aspectos del componente cotextual, como la métrica, etc., o del componente contextua!, como la producción, recepción, y demás. Más allá de aparentes complejidades técnicas, fácilmente superables con la práctica y que nosotros, además, hemos simplificado libérrimamente, queda el problema de si, en el caso de un texto literario, la gramática de ese texto pertenece a la gramática de la lengua, y entonces cómo se relaciona con ella, o si puede tratarse de un hecho especial, irrepetible, que debe analizarse por caminos distintos en cada caso.

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