Manual Misa Con El Obispo.
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Un manual para los servidores laicos de la Iglesia Católica. ¿Qué hacer cuando el Obispo visita la parroquia? Este manua...
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Manual Eucaristía presidida por el Obispo.
Elaborado por: Adán Vázquez Morales
Gran parte de los elementos están tomados de la “Institución General del Misal Romano”.
Las recomendaciones, explicaciones o agregados que no aparecen en la “Institución General del Misal Romano” están redactadas en cursiva y subrayado (ejemplo). Todo lo mencionado
parte de experiencias personales. Los títulos y subtítulos son propios de este manual. De ninguna manera debe tomarse este manual como el único documento a consultar.
Puntos sobre el ambón, el altar y la sede. El altar.
La celebración de la Eucaristía debe realizarse sobre el altar; pero fuera del lugar sagrado, también puede realizarse sobre una mesa apropiada, usando siempre el mantel y el corporal, la cruz y los candeleros.
Es conveniente que en todas las iglesias exista un altar fijo. Se llama Altar fijo cuando se construye de tal forma que esté fijo al suelo y que, por lo tanto, no puede moverse; se llama “móvil” cuando se puede trasladar.
Constrúyase el altar separado de la pared, de modo que se le pueda rodear fácilmente y la celebración se pueda realizar de cara al pueblo.
Obsérvese moderación en el ornato del altar.
El ambón.
Sea un ambón estable, no un simple atril portátil. El ambón, según la estructura de la iglesia, debe estar colocado de tal manera que los ministros ordenados y los lectores puedan ser vistos y escuchados convenientemente por los fieles.
Desde el ambón se proclaman únicamente las lecturas, el salmo responsorial y el pregón pascual; también puede tenerse la homilía y proponer las intenciones de la Oración universal. La dignidad del ambón exige que a él sólo suba el ministro de la Palabra.
La sede.
Su lugar más adecuado es vuelto hacia el pueblo, al fondo del presbiterio, a no ser que la estructura del edificio u otra circunstancia lo impidan, por ejemplo, si por la gran distancia se torna difícil la comunicación entre el sacerdote y la asamblea congregada, o si el tabernáculo está situado en la mitad, detrás del altar.
Evítese, además, toda apariencia de trono.
Preparación del presbiterio. Cúbrase el altar al menos con un mantel de color blanco. Sobre el altar, o cerca de él, colóquese en todas las celebraciones por lo menos dos candeleros, o también cuatro o seis, especialmente si se trata de una Misa dominical o festiva de precepto y, si celebra el Obispo diocesano, siete, en caso de ser obispo auxiliar sólo se colocan seis , con sus velas encendidas. Igualmente sobre el altar, o cerca del mismo, debe haber una cruz adornada con la efigie de Cristo crucificado. Los candeleros y la cruz adornada con la efigie de Cristo crucificado pueden llevarse en la procesión de entrada. Sobre el mismo altar puede ponerse el Evangeliario, libro diverso al de las otras lecturas, a no ser se lleve en la procesión de entrada.
Póngase la silla del diácono cerca de la sede del celebrante. Dispónganse en el presbiterio sillas para los sacerdotes concelebrantes.
Para los demás ministros, colóquense las sillas de tal manera que claramente se distingan de las sillas del clero o y que les permitan cumplir con facilidad el ministerio que se les ha confiado.
Junto a la sede del sacerdote: el misal y, según las circunstancias, el folleto de cantos. El misal, el libro “Roguemos al Señor” (libro con la oración universal), los folletos para
los concelebrantes y otros libros litúrgicos que se ocupen en la celebración pueden colocarse en una segunda credencia en el lado contrario de los vasos sagrados, si no hay credencia pude usarse una mesa pequeña con mantel blanco.
En el ambón: el leccionario.
Las lecturas deben de estar seleccionadas con los listones dispuestos, pero el leccionario permanece cerrado.
En la credencia: el cáliz, el corporal, el purificador, y según las circunstancias, la palia; la patena y los copones, si son necesarios; a no ser que sean presentados por los fieles en la procesión del ofertorio: el pan para la Comunión del sacerdote que preside, del diácono, de los ministros y del pueblo y las vinajeras con el vino y el agua; una caldereta con agua para ser bendecida, si se hace aspersión; la patena para la Comunión de los fieles; y todo lo necesario para la ablución de las manos.
Para la ablución de las manos se necesitan la jofaina, el aguamanil y una toalla blanca pequeña. Es propio que los dones (dígase los copones con el pan para consagrar y la vinajera del vino) sean llevados al presbítero por un matrimonio reconocido por la comunidad, esto se hace en el momento del ofertorio, partiendo el matrimonio con los dones desde la parte trasera del pasillo central central Para esto se coloca un copón con pan y la vinajera del vino en una mesa m esa pequeña en la parte trasera del pasillo central, puede ser donde empiezan las bancas para el pueblo. Es loable que se cubra el cáliz con un velo, que puede ser del color del día o de color blanco.
En la sacristía. Para las diversas formas de celebración, c elebración, prepárense las vestiduras sagradas del sacerdote, del diácono y de los otros ministros:
Para el Obispo: el alba, cíngulo, la estola, la casulla, la mitra y el báculo. De preferencia que la mitra y la casulla hagan juego para conservar la estética. Para el sacerdote: el alba, cíngulo, la estola y la casulla o planeta.
Para los presbíteros sólo se preparará casulla en caso ser algún clérigo distinguido o si éste tiene relación directa con la festividad (dígase aniversario de ordenación, profesión religiosa, etc.).
Para el diácono: el alba, cíngulo, la estola y la dalmática, la cual, sin embargo, puede omitirse por necesidad o por menor grado de solemnidad.
Para los otros ministros: albas a lbas u otras vestiduras legítimamente aprobadas.
Cuando se tiene procesión de entrada prepárese también el Evangeliario , los cirios de
Evangeliario; los domingos y festivos, si se emplea incienso, el incensario, la naveta con el incienso y el carbón encendido ; la cruz que se llevará en la procesión, los candeleros con cirios encendidos así como la base de estos. Los cirios de procesión van en candeleros altos como el de la cruz, los cirios del Evangeliario pueden ser portados en bases de ornato pequeñas. Revísese constantemente durante la celebración que la naveta tenga suficiente incienso o un poco más. Ministerios
El acólito (Distíngase del monaguillo.) es instituido para el servicio del altar y para ayudar al sacerdote y al diácono. Al él compete principalmente preparar el altar y los vasos sagrados y, si fuere necesario, distribuir a los fieles la Eucaristía, de la cual es ministro extraordinario. En ausencia del acólito instituido, pueden destinarse para el servicio del altar y para ayudar al sacerdote y al diácono, ministros laicos que lleven la cruz, los cirios, el incensario, el pan, el vino, el agua, e incluso pueden ser destinados para que, como ministros extraordinarios, distribuyan la sagrada Comunión.
El lector es instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, excepto el Evangelio. Puede también proponer las intenciones de la o ración universal, y, en ausencia del salmista, proclamar el salmo responsorial. En ausencia del lector instituido, para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, destínense otros laicos que sean de verdad aptos para cumplir este ministerio y que estén realmente preparados, para que, al escuchar l as lecturas divinas, los fieles conciban en su corazón el suave y vivo afecto por la Sagrada Escritura.
El comentarista, a quien corresponde, según l as circunstancias, proponer a los fieles breves explicaciones y moniciones para introducirlos en la celebración y para disponerlos a entenderla mejor. Conviene que las moniciones del comentador estén exactamente preparadas y con perspicua sobriedad. En el ejercicio de su ministerio, el comentarista permanece de pie en un lugar adecuado frente a los fieles, pero no en el ambón.
Cuídese que los comentarios sean breves y concisos, dado que por error se puede dar en ellos un aspecto de reflexión personal personal o incluso de una paráfrasis paráfrasis de las lecturas.
El sacristán, a quien corresponde disponer diligentemente los libros litúrgicos, los ornamentos y las demás cosas que son necesarias en la celebración de la Misa.
Si en la Misa con el pueblo solo está presente un ministro, ejerza éste los diversos ministerios.
Descripción del rito, “paso a paso”.
Para los fines de este m anual se ha cambiado la palabra “sacerdote” de la Institución General del Misal Romano por la palabra “Obispo” o “Diácono” según sea el caso.
A) Orden del a procesión.
Incensario: preferentemente sea versado y tengo experiencia en su función. Acólito 1: encargado de ayudar al Diácono y al Obispo con los vasos sagrados, sagrados, llevándolos y recogiéndolos del altar en los momentos indicados. Acólito 2: encargado de ayudar al Obispo y al Diácono con los libros litúrgicos, litúrgicos, sosteniéndolos en las oraciones que corresponde recitar. Evangeliario: es necesario que lo porte un Diácono o un lector instituido, de ser un lector, éste no lo porta en alto. Ceremoniero: encargado de la estética y la ejecución del rito. En caso de ser un presbítero, ocuparía el último lugar en la fila derecha de la procesión, antes del obispo, si es un laico, el lugar asignado en la imagen es recomendable. Presbíteros: todos deben usar vestiduras litúrgicas (alba y estola, la casulla se usará según lo mencionado en puntos anteriores) Obispo: debe portar la mitra y el báculo desde el inicio hasta el final de la procesión. Portadores: su función es sostener la mitra y el báculo durante los momentos indicados en la celebración.
B) Ritos iniciales.
Si se emplea incienso, el Obispo antes de iniciar la procesión, pone incienso en el incensario y lo bendice con el signo de la cruz, sin decir nada.
Para esto el incensario y la naveta, uno al lado del otro, deben colocarse frente al Obispo, después del acto volver a sus lugares en el orden de la procesión.
Mientras se hace la procesión hacia el altar se ejecuta el canto de entrada.
Al llegar al altar, el sacerdote y los ministros hacen inclinación profunda.
La inclinación se hace por tunos, tunos, en binas y según la procesión vaya llegando al presbiterio, es decir: quienes lleguen al al pie del presbiterio hacen la inclinación inclinación y toman su lugar (de pie) en el presbiterio o fuera de él. Cuando el Obispo llega al pie del presbiterio, hace la inclinación e inmediatamente el ceremoniero le pide la mitra, se la entrega al portador, en seguida le pide el báculo, lo entrega al portador, luego el Obispo sube al presbiterio.
El Obispo se acerca al altar y lo venera con un beso. En seguida, según corresponda, inciensa la cruz y el altar rodeándolo.
Incensario y naveta deben de estar dispuestos en el presbiterio del mismo modo m odo que antes del inicio de la procesión, se acercan al Obispo quien nutre el incensario, luego el portador del incensario lo entrega al Obispo para que proceda con la acción. Luego de que el Obispo nutre el incensario la naveta se retira y el portador de incensario da unos pasos atrás en espera de que el Obispo le entregue el incensario de regreso, luego de esto se retira.
Terminado esto, el Obispo se dirige a la sede. Terminado el canto de entrada, estando todos de pie, el Obispo y los fieles se signan con la señal de la cruz. El Obispo dice: En el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo . El pueblo responde: Amén. En seguida, vuelto hacia el pueblo y extendiendo las manos, el Obispo lo saluda usando una de las fórmulas propuestas. El mismo Obispo, u otro ministro, puede también, con brevísimas palabras, introducir a los fieles en el sentido de la Misa del día.
Dicha introducción puede ser dada por el monitor.
Sigue el acto penitencial. Después se canta ose dice el Señor, ten piedad , según lo establecido por las rúbricas.
En las celebraciones que lo requieren (consúltese el calendario litúrgico) , se canta o se dice el Gloria.
En seguida el sacerdote, con las manos juntas, invita al pueblo a orar, diciendo:
Oremos. Y todos, juntamente con el sacerdote, oran en silencio durante un tiempo breve. Luego el sacerdote, con las manos extendidas, dice la colecta. Concluida ésta, el pueblo aclama: Amén.
C) Liturgia de la palabra.
Concluida la (oración) colecta, todos se sientan. El Obispo puede presentar a los fieles, con una brevísima intervención, la Liturgia de la Palabra. El lector se dirige al ambón y, del leccionario colocado allí antes de la Misa, proclama la primera lectura, que todos escuchan. Al final el lector dice: Palabra de Dios, y todos responden: Te alabamos,
Señor . Dicha intervención también puede ser tomada por el monitor. Al momento de sentarse el Obispo, Obispo, el ceremoniero se acerca y le pone la mitra, con las ínfulas hacia arriba sujetadas con con los dedos para dejarlas caer a espaldas del Obispo. Luego vuelve a su lugar.
Después, el salmista, o el mismo lector, recita o canta los versos del salmo y el pueblo, como de costumbre, va respondiendo.
Si está prescrita una segunda lectura antes del Evangelio, el lector la proclama desde el ambón, mientras todos escuchan, y al final responden a la aclamación, como se dijo antes.
En seguida, todos se levantan y se canta Aleluya u otro canto, según corresponda al tiempo litúrgico. Revisar el calendario litúrgico. Por ejemplo en cuaresmas se canta “Honor y Gloria a Ti, Señor Jesús”.
Mientras se canta el Aleluya u otro canto, si se emplea el incienso, el Obispo lo pone y lo bendice.
El incensario y la naveta van a la sede, arrodillados frente al Obispo presentan el incienso, el Obispo nutre el incensario. La L a naveta se retira. En este momento frente al altar se colocan los dos cirios de evangeliario dando la espalda al pueblo, uno en cada extremo del altar. Después de que se nutra el incensario, éste toma su lugar al lado del cirio de evangeliario derecho, como se muestra en la imagen del siguiente punto.
Entonces si el Evangeliario está en el altar, lo toma (el diácono propiamente, de no
tener uno en la celebración puede ser un presbítero que esté concelebrando) y, precedido por los ministros laicos que pueden llevar el incensario y los cirios, se dirige al ambón, llevando el Evangeliario un poco elevado. Los presentes se vuelven hacia el ambón para manifestar especial reverencia hacia el Evangelio de Cristo.
En el momento en que el diácono lleva el Evangeliario al ambón, el Obispo se pone de pie, el ceremoniero debe acercarse acercarse para quitarle la mitra, dársela dársela al portador. Luego pide el báculo y se lo entrega al Obispo. Obispo.
La siguiente imagen es una sugerencia que va según la descripción.
Anterior a este momento y en el tiempo adecuado adecuado un ministro (no importa cual) debe retirar el leccionario del ambón y llevarlo a sacristía. Se dirigen al ambón y se colocan de la siguiente manera.
Ya en el ambón, el diácono o presbítero abre el libro y, con las manos juntas, dice: El
Señor esté con ustedes ; y el pueblo responde: r esponde: Y con tu espíritu; y en seguida: Lectura del Santo Evangelio, signando con el pulgar el libro y a sí mismo en la frente, en la boca y en el pecho, lo cual hacen también todos los demás. El pueblo aclama diciendo:
Gloria a Ti, Señor . Si se usa incienso, el diácono o presbítero gira para pedir el
incensario e inciensa el libro. En seguida proclama el Evangelio y al final dice la aclamación Palabra del Señor , y todos responden: Gloria a Ti, Señor Jesú s. Al terminar la proclamación del Evangelio, el ceremoniero ceremoniero pide el báculo al obispo y lo entrega al portador. El diácono o presbítero lleva el Evangeliario abierto al Obispo para que éste lo bese, después de besarlo el Obispo lo toma y bendice al pueblo con él. El Evangeliario es devuelto al diácono y debe ser llevado, cerrado, al ambón, donde permanecerá hasta el final de la celebración. Luego de que el diácono o presbítero coloque el Evangeliario en el ambón, se dirige junto con los cirios y el incensario a la posición anterior frente al altar, altar, ahí los cuatro hacen una inclinación al altar y se retiran cada uno a su lugar. El ceremoniero se acerca al Obispo y le pone la mitra, antes de la homilía.
El Obispo, de pie en la sede o en el ambón mismo, o según las circunstancias, en otro lugar idóneo pronuncia la homilía; terminada ésta se puede guardar unos momentos de silencio.
Después de la homilía el ceremoniero pide la mitra al Obispo y la entrega al portador.
El Símbolo (Credo) se canta o se dice por el Obispo juntamente con el pueblo estando todos de pie. A las palabras: y por la obra del Espíritu Santo , etc., o que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo, todos se inclinan profundamente; y en la solemnidades de la Anunciación y de Navidad del Señor, se arrodillan.
Dicho el Símbolo (Credo), en la sede, el Obispo de pie y con las manos juntas, invita a los fieles a la oración universal con una breve monición. Después el cantor o el lector u otro, desde el ambón o desde otro sitio conveniente, vuelto hacia el pueblo, propone las intenciones; el pueblo, por su parte, responde suplicante. Finalmente, el Obispo con las manos extendidas, concluye la súplica con la oración. El acólito 2 toma el libro “Roguemos al Señor” y lo presenta al Obispo, luego, como se
menciona arriba, las diversas intenciones puede ser dichas por laicos u otro ministro, concluyendo el Obispo. El Obispo se sienta y el ceremoniero se acerca para ponerle la mitra.
D) Liturgia Eucarística. Eucarística.
Terminada la oración universal, todos se sientan y comienza el canto del ofertorio
Es conveniente que la participación de los fieles se manifieste por la presentación del pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, o de otros dones con los que se ayude a las necesidades de la iglesia o de los pobres.
El matrimonio asignado (el pan para consagrar y la vinajera con el vino) se acerca al presbiterio con los dones en las manos a la altura de la boca del estómago. El acólito 1
se coloca a la derecha del Obispo. El matrimonio sube al presbiterio, rodea el altar, entrega los dones al Obispo y él a su vez los da al acólito. El Obispo bendice al matrimonio, ellos hacen una inclinación ligera y bajan juntos del presbiterio. En seguida el diácono o un presbítero concelebrante se acerca al altar para preparar los dones, el acólito 1 debe asistirlo llevando el cáliz y los copones, etc. Antes de que el Obispo se ponga ponga de pie el ceremoniero se acerca acerca para quitarle la mitra y entregarla al portador. Luego el Obispo se acerca al altar.
El Obispo, en el altar, recibe o toma la patena con el pan, y con ambas manos la tiene un poco elevada sobre el altar. Luego coloca la patena con el pan so bre el corporal.
En seguida, el Obispo de pie a un lado del altar, ayudado por el acólito 1 que le presenta las vinajeras, vierte en el cáliz vino y un poco de agua. Vuelto al medio del altar, toma el cáliz con ambas manos, lo tiene un poco elevado y después coloca el cáliz sobre el corporal y, según las circunstancias, lo cubre con la palia.
En seguida, si se usa incienso, el Obispo lo echa en el incensario, lo bendice sin decir nada, e inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. El ministro de pie, a un lado del altar, inciensa al Obispo y después al pueblo.
Incensario y naveta se acercan de nuevo, el Obispo nutre el incensario y la naveta se retira. El portador entrega el incensario incensario al Obispo y da unos pasos hacia hacia atrás para que el Obispo inciense el altar. Como se menciona arriba el portador, al recibir el incensario de regreso, inciensa al Obispo (en caso de haber otros obispos presentes, estos se ponen de pie), luego gira hacia los presbíteros presbíteros concelebrantes (quienes (quienes se ponen de pie) y realiza la misma acción, después rodea el altar, estando frente al pasillo central pide al pueblo que se levante y repite.
Después de la incensación, el Obispo, de pie a un lado del altar, se lava las manos.
El acólito 1 debe llevarle lo necesario para las abluciones (jofaina, aguamanil y toalla).
Al iniciar la Plegaria Eucarística, el Obispo extiende las manos y canta o dice: El Señor
esté con ustedes ; el pueblo responde: Y con tu espíritu. Cuando prosigue: Levantemos el corazón, eleva las manos. El pueblo responde: Lo tenemos levantado hacia el Señor . En seguida el sacerdote, con las manos extendidas, agrega: Demos gracias al Señor, nuestro Dios , y el pueblo responde: Es justo y necesario . A continuación el sacerdote, con las manos extendidas, continúa con el Prefacio; y una vez terminado éste, con las manos juntas, en unión con todos los presentes, canta o dice en voz alta: Santo En el mismo instante que el Obispo comience a pronunciar: “El Señor esté con ustedes”;
el ceremoniero o el diácono le quita el solideo y lo entrega al portador de mitra.
Un poco antes de la consagración, el ministro (puede ser cualquiera de los acólitos o el
sacristan), si se cree conveniente, advierte a los fieles con un toque de campanilla. Puede también, según las costumbres de cada lugar, tocar la campanilla en cada elevación.
Si se usa incienso, el ministro inciensa la Hostia y el cáliz, cuando son presentados al pueblo después de la consagración.
Para esto: momentos antes se nutre el incensario en sacristía por el sacristán o el portador del incensario. Breves segundos antes de terminar el canto del Santo, el incensario debe estar arrodillado frente al altar dando la espalda al pueblo. Listo para incensar el cáliz y la Hostia en cada elevación. En el momento en que el Obispo baje el cáliz el incensario con un gesto gesto rápido y sobrio se pone de pie y se retira del presbiterio.
Al final de la Plegaria Eucarística, el Obispo, toma la patena con la Hostia y el cáliz, los eleva simultáneamente y pronuncia la doxología él solo: Por Cristo, con Él y en Él . Al fin el pueblo aclama: Amén. En seguida, el Obispo coloca la patena y el cáliz sobre el corporal.
Terminada Plegaria Eucarística, el Obispo con las manos juntas, dice la monición antes de la Oración del Señor; luego, con las manos extendidas, dice la Oración del Señor
(Padre Nuestro) juntamente con el pueblo. pueblo. Concluida la Oración del Señor (Padre Nuestro), el Obispo solo, con las manos extendidas, dice el embolismo Líbranos de todos los males, terminado el cual, el pueblo aclama: Tuyo es el reino . A continuación el Obispo solo, con las manos extendidas, dice en voz alta la oración: Señor Jesucristo, que dijiste; y terminada ésta, extendiendo y juntando las manos, vuelto hacia el pueblo, anuncia la paz, diciendo: La paz del Señor esté siempre con ustedes. El pueblo responde: Y con tu espíritu. Luego, según las circunstancias, el sacerdote añade: Dense fraternalmente la pa z. El sacerdote puede dar la paz a los ministros, pero permaneciendo siempre dentro del presbiterio para que l a celebración no se perturbe. Haga del mismo modo si por alguna causa razonable desea dar la paz a unos pocos fieles.
Concluida la oración, el Obispo hace genuflexión, toma la Hostia consagrada en la misma Misa y, teniéndola un poco elevada sobre la patena o sobre el cáliz, vuelto hacia el pueblo, dice: Éste es el Cordero de Dios, y juntamente con el pueblo, agrega:
Señor, no soy digno. Mientras el Obispo sume (consume) el Sacramento, se comienza el canto de Comunión.
Después el Obispo toma la patena o el copón y se acerca a quienes van a comulgar, los cuales de ordinario, se acercan procesionalmente. No está permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan consagrado ni el cáliz sagrado, ni mucho menos pasarlo de mano en mano entre ellos. Los fieles comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia de Obispos. Cuando comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir el Sacramento, hagan la debida reverencia, la cual debe ser determinada por las mismas normas. En la distribución de la Comunión, pueden ayudar al sacerdote otros presbíteros que c asualmente estén presentes. Si éstos no están dispuestos y el número de comulgantes es muy grande, el sacerdote
puede llamar en su ayuda a ministros extraordinarios, es decir, acólitos ritualmente instituidos o también otros fieles que hayan sido ritualmente delegados para esto. Estos ministros no se acerquen al altar antes de que el sacerdote haya comulgado, y siempre reciban de la mano del sacerdote celebrante el vaso que contiene las especies de la Santísima Eucaristía que van a ser distribuidas a los fieles.
El Obispo regresa al altar y recoge rec oge las partículas, si las hay. […]Sin […]Sin embargo, se permite dejar los vasos que deben purificarse, sobre todo si son muchos, en el altar o en la credencia sobre el corporal, convenientemente cubiertos y purificarlos en seguida después de la Misa, una vez despedido al pueblo.
Se recomienda que los vasos sagrados que deba purificarse sean llevados a sacristía y colocarlos en una mesa debidamente preparada para que un ministro laico o clérigo los purifique. La mesa debe tener un mantel blanco, con un corporal grande sobre él, una vela encendida, purificadores y agua.
Después el Obispo puede regresar a la sede. Se puede, además, observar un intervalo de sagrado silencio o cantar un salmo, o un cántico de alabanza, o un himno.
Cuando el Obispo se siente, el ceremoniero le da el solideo para que se lo ponga, e inmediatamente le pone la mitra. Al levantarse el Obispo para la oración oración después de la Comunión, el ceremoniero ceremoniero debe acercarse para quitarle la mitra.
Luego, de pie en la sede o desde el altar, el Obispo, de cara al pueblo, con las manos juntas, dice: Oremos; y con las manos extendidas dice la oración después de la Comunión, a la que puede preceder un breve intervalo de silencio, a no ser que ya lo haya precedido inmediatamente después de la Comunión. Al final de la oración, el pueblo aclama: Amen.
E) Rito de la conclusión.
Terminada la oración después de la Comunión, si los hay, háganse breves avisos al pueblo.
Durante los avisos el Obispo permanece sentado y con la mitra puesta. Al terminar los avisos, el Obispo se levanta para la bendición, el ceremoniero debe acercarse a darle el báculo.
Después, el Obispo, extiende las manos y saluda al pueblo, diciendo: El Señor esté con
ustedes, a lo que el pueblo responde: Y con tu espíritu. Y el Obispo, une de nuevo las manos, e inmediatamente pone la mano izquierda sobre el pecho y elevando la mano derecha, agrega: La bendición de Dios todopoderoso y, mientras traza el signo de la cruz sobre el pueblo, prosigue: Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes . Todos responden: Amén.
El ceremoniero debe verificar que el Obispo tenga el solideo, mitra y el báculo durante la bendición. En el momento en que el Obispo pronuncia “El señor esté con ustedes”, salen de
sacristía la cruz alta con sus cirios haciendo formación en el pasillo central, después en cualquier orden se integran a la formación los acólitos, el portador de incensario, el portador de naveta, los portadores de cirios de Evangeliario, mitra y báculo. báculo.
El Obispo bendice al pueblo con la fórmula correspondiente, haciendo sobre el pueblo tres veces el signo de la cruz.
En seguida, después de la bendición, con las manos juntas, el Obispo agrega: Pueden ir
en paz, y todos responden: Demos gracias a Dios. Luego de esto se van v an integrando los presbíteros concelebrantes a la procesión de salida. Comienza el canto de salida.
Entonces el Obispo venera como de costumbre el altar con un beso y, hecha al altar inclinación profunda con los ministros laicos, se retira con ellos.
Dicho beso al altar lo hace el Obispo con mitra y báculo. El diácono besa el altar simultáneamente que el Obispo. Luego el Obispo se integra a la procesión de salida. Después de la inclinación todos giran dando la espalda al altar y comienza la procesión. Fuera del templo, ministros y clérigos hacen un semicírculo frente a la cruz alta y sus cirios, todos junto con el Obispo hacen una inclinación profunda.
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