Manglano Castellary Jose Pedro - La Misa Antes Durante Y Despues.pdf

April 29, 2018 | Author: Alex Santamarina | Category: Eucharist, Mass (Liturgy), Christ (Title), Prayer, Christian Behaviour And Experience
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José Pedro Manglano Castellary

MISAL DE BOLSILLO La Misa antes, durante y después

12ª edición © Editorial

DESCLÉE DE BROUWER

Henao, 6 - 48009 Bilbao

m morgan Edición electrónica 2007

José P. Manglano

LA MISA ANTES DURANTE Y DESPUÉS

Director de edición: Javier Arboleda Caja

© Editorial Descleé De Brouwer, S. A., 2001 Henao, 6 - 48009 Bilbao www.desclee.com [email protected]

1a Edición: Enero 1996 2a Edición: Setiembre 1996 3a Edición: Diciembre 1996 4a Edición: Febrero 1997 5a Edición: Abril 1997 6a Edición: Noviembre 1997 7a Edición: Mayo 1998 7a Edición: Mayo 1998 8a Edición: Noviembre 1998 9a Edición: Mayo 1999 10a Edición: Diciembre 1999 11a Edición: Junio 2000 12a Edición: Abril 2001

ISBN: 84-330-1302-5 Depósito Legal: BI-809-01

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Para entender, vivir y disfrutar la Misa, este libro puede ser una AYUDA. Mira lo que te propongo: ANTES, hablar con Jesús, aunque sea durante un par de minutos, preparándola; DURANTE, seguir los textos de la Liturgia; DESPUÉS, durante unos pocos minutos, hablar con Díos que físicamente lo tienes dentro de ti, agradeciéndole. ANTES: Tienes aquí cinco modos de prepararte: con oraciones; o repasando algo que se hace en la Misa; o recordando todo lo que es la Misa. No se trata de leerlo todo, por supuesto; cada día eliges uno de estos cinco modos, rezas o lees algo de lo que ahí viene escrito, y … verás cómo vas descubriendo cada vez más la grandeza de la Misa. DURANTE: Puedes seguir el texto. Se recuerda el significado de algunos gestos y se indica cuál es la actitud más adecuada para vivir cada una de las partes de la celebración eucarística. DESPUES: Se te sugieren seis modos distintos por donde llevar tu acción de gracias, para que puedas ir cambiando, según te convenga, cada día.

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ÍNDICE ANTES Cinco modos de preparar la Misa ANTES l: Qué hacer durante la Misa: la Misa en 3-D ................................... ANTES 2: Oraciones para preparar la Misa......... ANTES 3: ¿Por qué Misa? una oración explicada ANTES 4:Recordar qué es la Misa: 9 claves para entenderla...................... ANTES 5:Un guión para la oración de la mañana

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LA MISA ENTENDER LA MISA: una entrevista............... Esquema de la Misa........................................ Actitudes en la Misa ....................................... Ritos Iniciales .................................................... Liturgia de la Palabra ......................................... Liturgia de la Eucaristía .................................... Plegaria Eucarística ......................................... Rito de la Comunión .......................................... Rito de la Conclusión .........................................

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DESPUÉS Seis modos de acción de gracias DESPUÉS 1: Un guión de conversación ............. 79 DESPUÉS 2: Ideas para comentar con Él............ 81 DESPUÉS 3: Oraciones clásicas......................... 89 DESPUÉS 4: Una conversación escrita............... 102 DESPUÉS 5: Otra conversación escrita ............ 105 DESPUÉS 6: Rey, Médico, Maestro y Amigo . . .108

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ANTES 5 MODOS DE PREPARAR LA MISA Cuando vas a intervenir en público; cuando se va a tirar un penalty; al lanzar una personal en basket; el momento de dar el golpe de golf; antes de un examen oral importante; cuando tienes que decir algo comprometido y "te la juegas"; y mil situaciones más NECESITAN que uno se prepare antes de empezar PARA QUE VAYA BIEN. Si no se prepara significa que no importa mucho aquel asunto y, por lo tanto, desinterés. La Misa, para que vaya bien, también NECESITA PREPARACIÓN; pararse un par de minutos y concentrarse, recordar qué es, rezar. ¡A ver si esto te ayuda!

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ANTES 1 QUÉ HACER DURANTE LA MISA: LA MISA EN 3-D Aquí tienes 15 momentos de la Misa. Basta con que cada día, antes de la Misa repases uno o dos de estos puntos; que los vivas habitualmente con el sentido que tienen. ¿Has visto un dibujo en 3-D? SE TRATA DE VER LO QUE NO SE VE. Cuesta un poco coger el truco pero cuando se logra ¡es otro mundo el que aparece a la vista. De la misma forma, cuando asistes a Misa podrías vibrar asistiendo en primera línea a la muerte de Cristo en el año 30, con los soldados y el gentío del calvario porque esa realidad está ahí. Lo que pasa es que la Misa en 3-D tiene también sus reglas. Éstas son algunas de ellas: 1. BESO EN EL ALTAR: Cuando el sacerdote se acerca y sube al altar, el cielo entero se abre con la Santísima Trinidad para contemplar el sacrificio que se va a realizar; puedes ver (en 3-D) que se abre un agujero en el techo y se asoman Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo para escuchar con interés cada palabra que el sacerdote y tú decís. ¿Por qué besa el altar al llegar? Porque el altar representa a Cristo, y porque ahí vendrá Jesús dentro de unos minutos; nada más llegar se encontrará ese beso. Puedes dejar también tú un beso en el altar con el corazón, mientras le dices: ¡Jesús, te amo! 2. EL SEÑOR ESTÉ CON VOSOTROS: Así saluda el sacerdote, ayudándonos a ver a Jesucristo vivo. La Misa el es memorial de su pasión, muerte

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y resurrección. Jesús está vivo, y es quien ofrece el sacrificio a Dios Padre, y nosotros con él. La Misa es Jesús, que continúa dándose a los hombres y aplicándonos su Redención. 3. GOLPES DE PECHO: "Yo confieso... por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa". ¿Sabes por qué se golpea el pecho en el lado izquierdo? Porque ahí está el corazón. Y, así como para despertar a una persona le das golpes, o llamas a una puerta golpeándola, puedes ver (en 3-D) que das golpes a tu corazón diciéndole: ¡despierta, cambia de vida, busca amar a Dios, reacciona, conviértete! 4. SEÑOR, TEN PIEDAD: Gritaba el ciego Bartimeo: ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí! (Me 10,47); y le curó. El padre de un chaval endemoniado le ruega: ¡Si algo puedes, ayúdanos, ten piedad de nosotros! (Me 9,22); y le curó. Sólo Dios les podía curar. Y como ellos no tienen nada con lo que "comprar" ese favor a Jesucristo, le piden que se lo haga por compasión, por misericordia, por amor y pena. Con la misma actitud debes suplicar con voz alta y fuerte: ¡¡¡Señor, ten piedad!!!; y te curará. Y puedes dirigir los gritos: el primero a Dios Padre, el segundo al Hijo y el tercero al Espíritu Santo. 5. "OREMOS": El sacerdote deja aquí un breve espacio de tiempo de silencio para poner alguna(s) intención(es) al ofrecer este sacrificio de la Misa. Tú también puedes hacerlo.

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¿Qué significa ofrecer la Misa por algo? Asómbrate: significa que tú ofreces a Dios Padre la vida, pasión y muerte de su Hijo Jesucristo; y a la vez que le ofreces lo más querido para él, su Hijo, le pides a cambio que Él te conceda algo. 6. EL EVANGELIO: Es el mismo Jesucristo hecho palabra y escritura. Por eso lo escuchamos de pie, y el sacerdote lo besa cuando termina de leérnoslo. Que veas a Jesucristo que te habla, y también tú le beses interiormente. 7. OFERTORIO DE PAN Y VINO: Nos sentamos, pero es el momento en el que debes estar más activo. El pan, hecho con la suma de muchos granitos de trigo, es también un símbolo. ¿Qué es lo que ofrece el sacerdote a Dios? La suma de todas las pequeñas cosas que los asistentes ponemos en la patena: horas de trabajo, pequeñas mortificaciones, alegrías, dolores, deporte, diversiones del día, lucha por sacar propósitos, detalles de cariño y servicio... Puedes decirle: Señor mío y Dios mío, te ofrezco todo lo que tengo; mis planes y proyectos, mis sacrificios y alegrías. ¡Quiero ser todo tuyo! ¡Para ti, para siempre! Como ofreces todo lo tuyo, te ayudará verte pequeñito sobre la patena: ¿ves (en 3-D) que, en nombre de Cristo, el sacerdote regala a Dios Padre tu vida, tu persona? (Por eso vale tanto cualquier pequeña cosa de tu día).

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Cuando ofrece el vino puedes hacer de nuevo el mismo ofrecimiento. 8. LAVABO: El sacerdote ya tiene las manos limpias; ¿por qué se lava las manos otra vez? Para decir, con un gesto externo, que igual que el agua va a quitar de sus manos las pequeñas suciedades, del mismo modo pide a Dios que su gracia y misericordia limpie su alma de sus suciedades (pecados, amor propio, faltas de amor, etc.). Pídeselo tú también, con las palabras que en voz baja dice el sacerdote: ¡Señor, lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Puedes pensar que es la Sangre de Cristo en la Cruz, que ahora estará sobre el altar, la que realmente nos ha conseguido el lavado y perdón de nuestros pecados. 9. PREFACIO: ¿Cuántos estáis en Misa? No cuentes la gente, porque fallarás. ¡Increíble! ¿Cuántos? Toda la humanidad. Mira (en 3-D): ahora llamamos a toda la creación para que estén con nosotros en la Consagración, en la Cruz. Te explico: EL SEÑOR ESTÉ CON VOSOTROS: ese "vosotros" hace referencia a todos los hombres del mundo, no sólo a los presentes. LEVANTEMOS EL CORAZÓN: levantarlo hasta el cielo, para unirnos a todos los que están allí. DEMOS GRACIAS A DIOS: y a continuación se dan argumentos, motivos por los que damos gracias

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(primero por darnos a Jesucristo y luego se dan otros distintos según los días: estáte atento para descubrirlos). POR ESO CON LOS ÁNGELES...: pedirnos también a los ángeles que adoren a Dios con nosotros. Ya ves ¡Está toda la creación en la Misa, aunque la Iglesia esté vacía! Todos los hombres, todos los que están en el Cielo, y todos los ángeles. 10. SANTO, SANTO, SANTO: "Llevaron el borrico a Jesús (...) Muchos extendían sus mantos sobre el camino, otros cortaban ramas de los campos, y los que iban delante y detrás de él, gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el reino que viene de David! ¡Hosanna en las alturas!" (Me 11, 7-10). Ahora que Cristo ya va a venir, grita con toda la creación: Santo, Santo, Santo... Bendito el que viene en nombre del Señor. ¡Hosanna en el Cielo! 11. CONSAGRACIÓN: El sacerdote "presta" ahora su voz y sus manos a Jesucristo. Y Jesús es Dios. Un día dijo: hágase la luz, y se hizo; que haya lumbreras en el firmamento del cielo, y se hicieron las estrellas (Ex 1, 1-15). Ahora dice: esto es mi Cuerpo y ese trozo de pan se convierte en su cuerpo. Puedes decirle mientras alza la Hostia lo que le dijo Santo Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Éste es el Cáliz de mi Sangre y el vino se convierte en su Sangre. Puedes decirle: ¡Sangre de Cristo, embriágame, empápame!

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12. BIENVENIDO A TU ALTAR, SEÑOR: Ya se ha realizado el milagro. Acaba de llegar Jesucristo, otra vez, a la tierra. Cuando vino por primera vez, al portal de Belén, sólo unos pastores le dieron la bienvenida. ¡Qué brutos somos los hombres! ¡Cuántas veces le hacernos el vacío, porque no le vemos/ En cuanto acabe la consagración, date prisa para agradecer en bajito: ¡Bienvenido a tu altar, Señor! 13. PADRENUESTRO: ¡Fíjate qué suerte! Dios Padre está especialmente pendiente y atento a todo lo que le decimos. Y rezas ahora, con Jesucristo, el Padrenuestro; como los apóstoles. Que lo pronuncies en voz alta; y fíjate en las 7peticiones que contiene esa oración. 14. COMUNIÓN: Tres cosas. EN LA COLA: ve rezando comuniones espirituales y el "Señor mío Jesucristo", preparando su llegada. EL CUERPO DE CRISTO, ¡AMÉN!: el Amén significa: así sea, así creo que es, sé que a quien tiene usted en sus manos es Cristo (aunque mis ojos vean un simple trozo de pan). El Amén es un gran acto de fe: dilo fuerte. TOCÓ SU LENGUA (Me 7,33): cuenta el evangelio que un día le presentaron a Jesús un sordomudo Jesús, para curarle, le tocó la lengua y lo curó. También ahora te toca a ti la lengua; en cuanto te

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toque dile: gracias, Señor, muchas gracias; ¡cúrame también a mí! 15. ELEVACIONES: en cuatro ocasiones se levantan la patena y el cáliz. Saber porqué te ayudará. EN EL OFERTORIO: se levantan el pan y el vino ofreciéndole a Dios todo lo nuestro. Como tiene poco valor, se elevan a poca altura sobre el altar. EN LA CONSAGRACIÓN: en ese momento se hace presente Jesucristo con su Cuerpo y con su Sangre. Enseguida se elevan para que todos lo vean y le puedan adorar. Se eleva lo suficiente para que lo vean todos. Clava tus ojos en él. POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL: al final de la plegaria eucarística, se elevan el Cuerpo y la Sangre para ofrecerlos a Dios Padre. Se elevan a más altura, pues es Cristo, el sacrificio de mayor valor. Al responder todos Amén estamos diciendo que sí, que nos sumamos nosotros al sacrificio de Cristo con nuestra entrega personal. ÉSTE ES EL CORDERO DE DIOS: antes de la comunión nos lo muestra el sacerdote para que nos dirijamos a él preparándonos ya para recibirle. Clava tus ojos en él.

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ANTES 2 ORACIONES PARA LA PREPARACIÓN DE LA SANTA MISA Ofrecimiento de la Misa ¡Ojo, no leas: díselo que es distinto! Señor, concédenos poder participar con verdadero amor, atención y piedad de esta Eucaristía que te ofrecemos, primero, para adorarte y agradecerte todos los beneficios que nos ha hecho; segundo, para pedirte perdón de nuestros pecados y los de todos los hombres; tercero, para suplicarte las gracias que nos son necesarias para nuestra vida y para este día en concreto. Te ofrezco en particular esta Misa de hoy para... (expresa la intención que quieras) Concédenos,. Señor, asistir a esta Misa con los mismos sentimientos de amor y piedad de tu Madre al pie de la Cruz. Con el espíritu y fervor con que la vivieron los santos. Te suplico que nos ayudes a prepararnos para recibirte dignamente, lo mejor que podamos. Oración a la Santísima Virgen María Madre de piedad y de misericordia, Santa María: yo, hijo pequeño tuyo, confío en ti con todo mi corazón y mi afecto. Acudo a tus brazos para que, de la misma forma que estuviste junto a tu Hijo, colgado de la Cruz, también estés junto a mí y junto a todos los que asistimos hoy a Misa aquí y en todo el

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mundo. Que estés junto a nosotros para que, con tu ayuda, sepamos ofrecer dignamente el sacrificio del Hijo, al Padre, en el Espíritu Santo. Preces a San José ¡Ojo, no leas: díselo que es distinto! ¡San José, tú que tuviste la suerte -regalo de Dios- de no sólo ver y oír al Dios a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron; sino que además pudiste también abrazarlo, besarlo; vestirlo y custodiarlo! V/. Ruega por nosotros, bienaventurado José. R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Dios nuestro, te pedimos que, así como José mereció tratar y llevar en sus brazos a Jesús con cariño, hagas que también nosotros lo arropemos con el mismo cariño en nuestro corazón cuando, dentro de un rato, recibamos su Cuerpo y Sangre. Amén. Comuniones Espirituales Señor, ¡cómo me gustaría tener los deseos de recibirte que tuvieron todos los santos y santas que te han recibido a lo largo de los siglos! Concédemelos, Señor, y ven a mí: si yo pudiera, no saldrías ya nunca más de mí. Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.

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Oración del Espíritu Santo ¡Ojo, no leas: díselo que es distinto! Dios, tú que eres clemente, escucha con piedad nuestras súplicas e ilumina nuestro corazón con la gracia del Espíritu Santo, para que te sirvamos con dignidad y te amemos con verdadera caridad. Dios mío, tú que lo ves todo, que conoces nuestro corazón y nuestra voluntad, y que no hay secretos para ti: purifica nuestros pensamientos infundiéndonos el Espíritu Santo, para que merezcamos amarte con perfección y alabarte dignamente, como mereces. Quema, Señor, con el fuego del Espíritu Santo, todo lo que haya de malo en mi corazón para que te sirva con el cuerpo puro y te agrade por la limpieza de mi corazón. Te pedimos, Señor, que el Paráclito que procede de ti ilumine nuestro entendimiento y nos lleve a conocer la verdad, como tu Hijo nos prometió. Oh Dios que iluminaste los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos, según el mismo Espíritu, conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Te pedimos, Señor, que purifiques nuestras conciencias para que, al venir Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, encuentre preparada en nosotros su mansión. Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

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Oración de Santo Tomás ¡Ojo, no leas: díselo que es distinto! ¡Dios todopoderoso y eterno! me acerco al Sacramento de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor; me acerco como enfermo al médico de la vida, como leproso a la fuente de la misericordia, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y necesitado al Señor de cielo y tierra. Acudo, pues, a tu inmensa bondad para que te dignes sanar mi enfermedad, lavar mi inmundicia, iluminar mi ceguera, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que me acerque a recibir el Pan de los Angeles, al Rey de Reyes y Señor de Señores, con tanto dolor y piedad, con tanta pureza y fe, con tales intenciones y propósitos, como conviene a la salud de mi alma. Te pido que me concedas recibir no sólo el sacramento del Cuerpo y de la Sangre del Señor, sino también la gracia y la virtud de ese Dios tan bueno; concédeme recibir el Cuerpo de tu Unigénito Hijo Jesucristo Señor nuestro, nacido de la Virgen María, de tal modo que merezca ser incorporado a su Cuerpo Místico y contado entre sus miembros. Padre amantísimo, concédeme poder contemplar eternamente y cara a cara en el Cielo a tu amado Hijo, al. cual me dispongo ahora a recibir bajo el velo de la fe y que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo. Por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Oración de San Ambrosio ¡Ojo, no leas: díselo que es distinto! ¡Señor Jesús! Yo pecador, sin presumir de mis méritos, sino confiando en tu bondad y misericordia, temo y vacilo al acercarme a la mesa de tu dulcísimo convite, pues tengo el cuerpo y el alma manchados por muchos pecados, y no he guardado con prudencia mis pensamientos y mi lengua. Por eso, oh Dios bueno, yo, que soy un miserable lleno de preocupaciones, acudo a ti, que eres fuente de misericordia. A ti voy para que me sanes, bajo tu protección me pongo, y confío tener como salvador a quien no me atrevería a mirar como juez. A ti, Señor, muestro mis heridas y presento mis flaquezas. Sé que mis pecados son muchos y grandes, y me causan temor, mas espero en tu misericordia porque sé que es infinita. Señor Jesucristo, Rey eterno, Dios y Hombre, clavado en la cruz por los hombres: mírame con tus ojos misericordiosos, oye a quien en ti espera. Tú, que eres fuente inagotable de perdón, ten piedad de mis miserias y pecados. Señor, tú eres víctima de salvación, que te entregaste por mí y por todos los hombres en el patíbulo de la cruz. Señor Jesucristo crucificado, la sangre que sale de tus llagas es preciosa y lava los pecados de todo el mundo. Acuérdate, Señor, de esta criatura tuya redimida por tu Sangre. Me arrepiento de haber pecado y deseo enmendar mis errores. Aleja de mí, Padre todas mis suciedades y pecados, para que, limpio de alma y cuerpo, sea digno de saborear

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al Santo de los santos. Aunque sé que soy indigno, me atrevo a recibir ahora tu Cuerpo y tu Sangre. Concédeme que esta comunión me traiga el perdón de mis pecados, la perfecta purificación de mis malas obras, aleje mis malos pensamientos y despierte mis buenos afectos; conceda eficacia salvadora a las obras que a ti te agradan. Por último te pido que esta comunión sea como un escudo que defienda mi cuerpo y mi alma de todo mal. Amén. Cómo se preparó el Señor Mientras el sacerdote se reviste, considera como se preparó el Señor para su Pasión en Getsemaní El Señor conoce con detalle lo que va a ocurrir en las próximas horas, los sufrimientos y los enormes dolores de todo tipo que le esperan. Hace oración con Dios Padre, y acepta su voluntad. ¡Aceptarla le lleva a sudar sangre! Pero busca también el consuelo en tres hombres. ¡Mi alma está triste hasta la muerte! ¡Por el amor de Dios, no me dejéis en este momento! ¡Velad conmigo!... Y los Apóstoles se duermen. ¡Jesús, ayúdame a estar vigilante para acompañarte y consolarte en tu Pasión! Judas, por el contrario, está muy activo esa noche. Prenden a Jesús y lo atan. Como si fuese un criminal lo arrastran a trompicones por las calles. Es interrogado por tribunales injustos. Sirve de diversión a unos cuantos hombres caprichosos. Atado a una columna, es flagelado y salvajemente golpeado.

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Y, por fin, entregado al suplicio de la cruz. Pasa Jesús entre la gente que grita, defendido por los soldados romanos, dando tumbos bajo el peso del travesano. Gritos, golpes, empujones... Miradle ahora. Aquí viene el que se creía Hijo de Dios. Insultos, burlas y blasfemias son los adornos de este Rey. ¡Cómo gritan! ¿No oyes? Mira cómo tratan a tu Dios. ¿Qué hacen con Él? Cristo muere en la Misa por ti porque: 1. Tú no estabas allí insultándole, burlándote y blasfemando contra Él. Pero cada pecado de cada hombre es un acto contra Él, una ofensa del mismo tipo. Por lo tanto, el coro de ofensas continúa, y tú participas en él. 2. Cristo, para obtenerte el perdón, ofrece a Dios Padre todos sus sufrimientos, su vida y su muerte, por ti. Y esa entrega de Cristo a Dios también continúa: la renueva en cada Misa. 3. Por eso es verdad que en cada Misa, en esta Misa a la que ahora asistes, Cristo muere por ti. Todo lo sufrió por ti: desagravíale y haz el propósito firme de no participar ya más en estas ofensas a Él. Oraciones para antes de comulgar ¡Ojo, no leas: díselo que es distinto! Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por la voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo,

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por medio de tu muerte diste la Vida al mundo: concédeme que la recepción de tu Cuerpo y Sangre, me purifique de mis pecados y me proteja contra todos los peligros. Dame la gracia de vivir cumpliendo tus mandamientos y que nunca me separe de ti. Señor Jesucristo, la comunión que haré con tu Cuerpo y con tu Sangre, no sea para mí un motivo de juicio ni condenación; concédeme bondadoso, que sirva para defensa de mi alma y de mi cuerpo y sea para mí medio de salvación. SALMO 85 Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo pues levanto mi alma hacia ti. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas. Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: "Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios". Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.

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Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo. Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida, sin tenerte en cuenta a ti. Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí. Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de la esclava; dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas. SALMO 129 Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela a la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela a la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

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SALMO 83 ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación. Cuando atraviesan áridos valles, los convierten en oasis, como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones; caminan de baluarte en baluarte hasta ver a Dios en Sión. Señor de los ejércitos, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de Jacob. Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, mira el rostro de tu Ungido. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. Porque el Señor es sol y escudo, él da la gracia y la gloria; el Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable. ¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti!

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ANTES 3 ¿POR QUÉ MISA? UNA ORACIÓN EXPLICADA ORACIÓN

Puede rezarla antes de la Misa para actualizar las intenciones por las que asistes.

Dios mío, tú has creado este maravilloso mundo que disfrutamos: tierra y mar, cielo y firmamento, animales con todas sus especies... Todo lo bueno que tengo, empezando por la vida, lo he recibido de ti. Gracias: quiero agradecértelo. A la vez, Señor, cuando miro el comportamiento de los hombres -empezando por el mío- observo que hay maldad en nuestros corazones: te devolvemos mal por bien, estropeamos lo bueno que tú nos das. Siento, Dios mío, el dolor que te causamos. Perdónanos: quiero pedirte perdón. ¿Qué quieres que haga por tí, Señor? Por mi parte, te dedico y ofrezco todo lo que tengo y todo lo que soy. Y también todo lo bueno de todos los hombres de todos los tiempos. Y sobre todo... la vida del primero de los hombres, Jesús, tu Hijo primogénito. Él es el Cordero de Dios, que con el sacrificio de su vida, quita y borra el pecado del mundo. Por eso estoy aquí en Misa: para ofrecerte hoy, en nombre de todos tus hijos, el único sacrificio de Jesucristo, y con él, ofrecerte el sacrificio de todo lo que tengo, hago y soy.

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Gracias, y recibe con gusto esta Misa que es de Cristo y mía: te ofrecemos los dos nuestras vidas. Quiero vivirla con verdadero amor, agradecimiento, adoración y dolor. Madre mía, tú que estuviste en la primera Misa, enséñame a vivirla con tus mismos sentimientos. Amén.

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EXPLICACIÓN De vez en cuando te vendrá bien repasar esta explicación para recordarte el sentido de la Misa y vivirla con la actitud correcta 1. Un hombre pobre y sin trabajo, recogiendo limosnas que a duras penas le dan para malcomer, va por la calle. Se cruza con una persona rica a la que, no sabe porqué, le cae bien. Y ese hombre le da de todo: traje, comida, coche, trabajo, un sueldo, e incluso su casa para compartirla. El pobre no hacía más que decir: ¡gracias, no sé qué hacer para agradecérselo! 2. Así se ha encontrado el hombre delante de Dios desde el principio de la creación: un Dios le había dado todo lo que tenía, empezando por la vida y el aire que respiraba y todo lo creado: todo puesto a su disposición. Por eso, desde las primeras civilizaciones, el hombre muestra una intuición, como una especie de instinto, que le llevaba a agradecer a Dios todo lo recibido: ¡gracias, no sé qué hacer para agradecértelo! 3. ¿Cómo dar gracias? Decir gracias no bastaba. Las palabras solas no eran suficientes. Hacía falta hacer algo para esta divinidad; hacer algo, obras que respaldasen esas palabras: gracias, y para que veas que es verdad que estoy agradecido, hago esto.

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4. ¿Qué hacer? De vez en cuando escogían algo entre todo lo que Dios les había dado, y se lo devolvían, se lo ofrecían, se lo dedicaban; como diciendo: te dedico y ofrezco esto para decirte que reconozco que todo es tuyo. 5. Y ¿qué escoger para dar a Dios? Cuanto más valioso fuese, mejor; porque si de Dios recibían todo, era importante que estuviese contento con ellos. A veces tomaban parte de la cosecha y la quemaban. O tomaban algún animal y lo mataban. (En alguna civilización ofrecían incluso la vida de algún ser humano, pero lo más frecuente era ofrecer la vida de algún animal). Pero siempre algo de valor. 6. ¿Y por qué la quemaban, o lo mataban? Para privarse de aquello: privándose de ese bien quedaba dedicado exclusivamente a Dios. Al ofrecérselas a Dios las hacían sagradas (sagrado quiere decir dedicada a Dios). Y de ahí viene la palabra sacrificio: coger algo mío y dedicárselo a Dios, porque reconozco que todo es suyo. Así se lo agradezco. 7. ¿Los sacrificios se hacían sólo para dar gracias con hechos? No sólo; además, el hombre se daba cuenta de que cometía acciones que no eran del gusto de Dios, que perjudicaban a Dios o a sus criatruras: eso es el pecado. Y para que Dios no se enfadase con el hombre por sus pecados, el hombre se veía en la obligación de ofrecerle más sacrificios, y más valiosos.

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Así, la realización de sacrificios ha sido algo común a tantas civilizaciones. Y el pueblo escogido por Dios, el judío, también sacrificaba muchos animales ofreciéndolos a Dios: bueyes, corderos, tórtolas,... 8. ¿Por qué ahora no sacrificamos bueyes ni corderos, ni ningún otro animal? Después de muchos siglos, Dios se hizo hombre, Y en cuanto Juan el Bautista vio a Jesús dijo: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que quiere decir: Jesucristo es el cordero, la vida que será ofrecida, sacrificada por los hombres a Dios. Y además, es el único Cordero cuyo sacrificio puede ganarnos el perdón y la vuelta amistosa del hombre con Dios. Jesucristo hace ese sacrificio en la Cruz, en el Calvario. Y dice en la Última Cena: Haced esto en conmemoración mía. Que quiere decir: este sacrificio mío ofrece dio en mi nombre a lo largo de los siglos. 9. ¿Qué es por tanto la Misa? Es el sacrificio del Cordero de Dios, de Jesucristo, con el que agradecemos a Dios, le adoramos, y conseguimos el perdón de los pecados de los hombres. 10. Recapitulando, hemos visto hasta ahora que el hombre, que es naturalmente religioso, al saberse criatura busca tratar a Dios ofreciéndole algo, pidiéndole perdón, adorándole y pidiéndole su ayuda.

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Desde el principio lo ha hecho ofreciéndole cosas que estaban a su alcance, esto es, sacrificándole algo. Y Jesucristo se ofreció él mismo como víctima para el sacrificio que debía perdonar nuestros pecados. El sacrificio de Jesucristo, por ser Dios, tiene un valor infinito, y es el único sacrificio del todo agradable a Dios y capaz de obtener el perdón para el hombre. 11. ¿Y yo qué hago en la Misa? Demos un paso más. Dios revela que lo que le agrada no es el sacrificio de animales, sino que lo que él desea es el sacrificio de nuestros corazones, de nuestras personas: que le dediquemos, ofrezcamos y entregue mos a él lo que tenemos y somos. Ese es el sacrificio que nos pide. Por lo tanto, en la Misa uno mi sacrificio y el de Cristo; el sacrificio de dedicación de mi vida a Dios lo añado al sacrificio de la cruz. 12. ¿Qué quiere decir vivir la Misa? No sólo asistir, sino que a la vez que ofrecemos la vida y muerte de su Hijo, nos ofrezcamos nosotros con El en el Altar. Por eso la Misa es el centro de la vida del cristiano y podemos hablar con propiedad de nuestra Misa, la de Jesús y la mía. Eso es funda mentalmente participar en la Misa: ofrecerme con Cristo totalmente a Dios Padre en el Espíritu Santo

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ANTES 4 RECORDAR QUÉ ES LA MISA: 9 CLAVES PARA ENTENDERLA Puedes repasar antes de la Misa algunas de estas verdades acerca de lo que es. Mientras lees aprovecha para hacer actos de fe; así Dios te la aumentará. 1. ¿Qué es la Misa o Eucaristía? La Santa Misa es la renovación del mismo y único Sacrificio de la Cruz bajo las especies de pan y vino como en la Última Cena, y que Cristo instituyó con las palabras "Haced esto en conmemoración mía". Jesús, la última vez que celebró con sus Apóstoles la Cena Pascual antes de su Pasión, quiso instituir la Sagrada Eucaristía. De esta manera podría quedarse para siempre con los hombres. Así haría presente en todos los tiempos su Sacrificio de la Cruz, que iba a ofrecer horas después, dándonos a la vez su Cuerpo y su Sangre como alimento para la vida sobrenatural de nuestra alma. 2. ¿Por quién ha muerto Jesucristo? Jesucristo no ha muerto por la humanidad en general, sino por cada hombre en particular, por ti y por mí. La Muerte de Jesús en la Cruz es el momento de su entrega total por mí. Me tiene presente a mí en concreto. Por eso quiere que yo esté allí.

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3. ¿Cómo se está presente en el momento de la Cruz? Para que yo pueda estar presente en el momento de la Cruz, hay que superar las barreras de espacio y tiempo. La Muerte de Cristo el año 30, en Jerusalén, y cada una de las Misas, son una y la misma muerte. Son la misma cosa. De las piezas que salen de una máquina decimos que son la misma pieza porque son todas iguales. Pero las piezas son numéricamente distintas: 1, 2, 3,... tantas piezas. En cambio, cada Misa y la muerte de Cristo en el Calvario son una sola y la única muerte, numéricamente la misma. No es que, en la Misa, Jesucristo muera otra vez, porque Jesús muere, como todos los hombres, una sola vez, el año 30. Y esa única vez es la que sucede en la Misa. En el momento de la Consagración, estoy a unos pocos metros del lugar y en el momento en que Dios se entrega por mí para salvarme de mis pecados. 4. ¿Por qué es posible este milagro? Es posible que cada misa sea la misma muerte de Cristo porque quien muere es el Hombre-Dios. Jesucristo, muere como-hombre, el año 30, en Jerusalén. Pero quien muere es Dios, eterno. Por eso su muerte supera las barreras del espacio y el tiempo. Eso lo hace mediante el milagro de la consagración.

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5. ¿Cuántos niveles de milagro hay en la Consagración? En la Consagración hay tres niveles de milagro: 1°: el sacerdote es Cristo; 2°: la transustanciación; 3°: la actualización de la Muerte de Cristo. 6. ¿Cuál es el papel del sacerdote en la Consagración? El sacerdote, en la Consagración, es simple instrumento de Jesucristo, que libremente le presta a Cristo su cuerpo y su voz. Es Cristo quien, personalmente, celebra la Misa. Por eso, en la Consagración, se dice Esto es mi Cuerpo, y no Esto es el Cuerpo de Cristo, como se dice en la Comunión. 7. ¿Por qué se produce la transustanciación? El pan se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre porque es el mismo Cristo quien habla. Es Dios quien dice Esto es mi Cuerpo. Y eso empieza a ser su Cuerpo. Como en la Creación, las cosas son porque Dios las dice: Hágase la luz, y la luz se hizo. 8. ¿Por qué la Consagración es la Muerte Cristo? La Consagración es la Muerte de Cristo porque Eucaristía, como todos los sacramentos, produce que significa. Cristo, en la Consagración, separa Sangre de su Cuerpo. Eso significa, y produce, su

de la lo su

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Muerte. Eso hizo por primera vez en la Ultima Cena, y eso nos mandó actualizar: Haced esto en conmemoración mía. 9. ¿Cuáles son las partes principales de la Misa? Las partes principales de la celebración eucarística son dos, la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística. Esta última, a su vez, incluye otras tres: el ofertorio, la consagración y la comunión.

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ANTES 5 UN GUIÓN PARA LA ORACIÓN DE LA MAÑANA Hacer del día entero una Misa es la mejor forma de prepararla. Para esto te ayudará vivir la costumbre de hacer un rato de oración todas las mañanas. Aquí tienes un guión con algunos temas de conversación para este rato de oración. 1. Dar los buenos días a Dios: Alabarle y agradecerle todas las posibilidades que Él nos presenta en el nuevo día que nos da. 2. Renovar y glosar el ofrecimiento de obras: - ofrecerle las cosas de ese día; - pedirle que en todo busques agradarle; - pedirle que actúes con intenciones rectas (y no por vanidad, capricho o egoísmo). 3. Recordar y comentar con él la realidad de que te estará viendo todo el día. Repasar cómo vivir la presencia de Dios durante el día (jaculatorias, etc.). 4. Abandonar en manos de Dios el apostolado del día, el bien que pueda hacer a otros. 5. Comentar el plan del día. 6. Pedir ayuda para poner por obra los propósitos que tenemos (de la dirección espiritual, del examen, etc.). 7. Pedir por las personas que quieras. 8. El evangelio de la Misa del día. 9. Preparar la Misa los últimos minutos.

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DURANTE LA MISA ES UNA ENTREVISTA NORMAL La Misa es más fácil de entender de lo que parece. Como es un misterio, nunca lo entenderemos completamente, pero más o menos se puede explicar así en seis preguntas: ¿La Misa es algo normal? Sí, es como si tú pides una entrevista con Dios. Durante ese rato te sales del mundo, entras en un lugar sagrado -dedicado exclusivamente a Dios-, y estás delante de él de un modo muy especial. ¿Cómo es una entrevista normal? Piensa en una invitación elegante; tiene sus partes: - se saluda, - se piden disculpas -por haber llegado tarde o por cualquier otro motivo que pueda haber molestado, - se habla y se escucha, - el invitado ofrece algún regalo, - y agradece especialmente lo que motiva la invitación, - se pasa a la mesa, - la despedida. ¿Y cómo es la entrevista de la Misa? Es muy similar a cualquier otra. Primero te preparas tratando de limpiarte -pidiéndole perdón-, quitando así las cosas que no son propias de un hijo de Dios. Le escuchas, le dices que crees todo lo que ha enseña-

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do. Le pides por tus hermanos que más lo necesitan. Le ofreces todo lo que tienes. Le ofreces el sacrificio de amor de su Hijo. Le ofreces tu vida entera por Cristo, con él y en él. Te unes a todos tus hermanos antes de comer el Pan por el que tenemos la nueva vida de la gracia. Y Dios nos despide bendiciéndonos, confortándonos para que vivamos como hijos suyos haciendo realidad en el minuto a minuto de nuestra vida esa entrega que le hemos hecho. ¿Para qué quieres estar con Dios? Quieres estar con Dios porque te das cuenta de que él te ha dado todo lo que tienes, que él te ha creado, te quiere y es tu Padre, y quieres agradecérselo. ¿Cómo se lo agradeces? Reconociendo expresamente su grandeza y regalándole lo mejor que tienes. En esa entrevista le regalas la vida, muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo y la vida tuya. ¿Cómo es posible? A esa entrevista vas con Jesucristo: el sacerdote actúa en la persona de Cristo; y con todos tus hermanos los hombres: tú hablas en el nombre de todos los que no están presentes. Fíjate en el esquema que tiene la Misa, y la actitud con la que vivir cada parte.

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ESQUEMA DE LA MISA Ritos iniciales Entrada y saludo Acto penitencial (Gloria) Oración colecta Liturgia de la Palabra Lecturas y salmo Evangelio (Homilía) (Profesión de fe) Oración de los fieles Liturgia de la Eucaristía Presentación de las ofrendas Oración sobre las ofrendas Plegaria eucarística Prefacio Plegaria (I, II, III, ó IV)

LIMPIARSE

ESCUCHAR

DEVOLVER

AGRADECER SACRIFICAR

Rito de la comunión Padrenuestro Rito de la paz Fracción del pan UNIRSE Comunión Oración después de la comunión Rito de conclusión CONTINUAR

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ACTITUDES EN LA MISA Las actitudes que debemos adoptar en las partes de la misa son como la postura del alma: nos dice de qué modo debo estar, y qué debo buscar o desear en esa parte. Limpiarse (Ritos iniciales) Se trata de prepararse bien. Tras recordar a Cristo vivo y presente aquí, confesamos que somos muy pecadores, y le pedimos perdón y piedad. (Manifestamos a Dios lo grande y bueno que es en el Gloria). Escuchar (Liturgia de la Palabra) Dios nos enseña con los libros revelados, y Cristo hecho Palabra nos habla. (El sacerdote nos aplica el evangelio al hoy, y decimos públicamente que creemos todo lo revelado). Devolver (Presentación de las ofrendas) Reconocemos que todo lo hemos Dios, y se lo devolvemos ofreciéndoselo.

recibido

de

Agradecer (Prefacio) Junto con todos los santos y los ángeles agradecemos a Dios el existir, sus cuidados, su amor y que nos haya dado a su Hijo.

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Sacrificar (Plegaria eucarística) Renovamos el sacrificio de Cristo, y con él nos sacrificamos nosotros mismos a Dios. Unirse (Rito de la Comunión) Como hermanos, oramos juntos al mismo Padre, nos damos la paz, y comemos el mismo Pan. Continuar (Rito de conclusión) Con la fuerza de la bendición de Dios, salimos con la misión de continuar nuestra entrega, nuestro sacrificio, en la actividades normales: amando y trabajando como hijos de Dios.

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RITOS INICIALES

Canto de entrada y saludo

DE PIE

Recibimos al sacerdote de pie en señal de respeto Lo que Cristo ha realizado sobre el altar de la cruz, el sacerdote lo realiza con la fuerza del Espíritu Santo. En este momento el sacerdote está como envuelto por el poder del Espíritu Santo y las palabras que dice adquieren la misma eficacia que las pronunciadas por Cristo durante la Última Cena. El sacerdote besa el altar Sacerdote: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Todos: Amén. En seguida recordamos que Cristo está vivo: de hecho Él nos une aquí y es quien realizará este sacrificio mediante el Espíritu. S.: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros. T.: Y con tu espíritu.

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Acto Penitencial S.: Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. Al ponernos tan cerca de Dios, es lógico que enseguida reconozcamos todos nuestros actos libres que nos han separado de Él, que es el Amor y la Verdad. Con el arrepentimiento del Hijo Pródigo decimos a voz en grito y públicamente: T.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión; golpeándose tres veces el pecho por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. S.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. T.: Amén.

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Invocaciones: Con la intención de que nuestro grito ente en el corazón de Dios, dirigimos a cada persona de la Trinidad esta invocación. S.: Señor ten piedad. T.: Señor, ten piedad. S.: Cristo, ten piedad. T.: Cristo, ten piedad. S.: Señor, ten piedad. T.: Señor, ten piedad. Gloria Los días festivos se reza este canto de alabanza a Dios

La gloria de Dios significa que la realidad de Dios es resplandeciente, es decir, la grandeza de Dios, su santidad, su bondad, su poder, su sabiduría... se nota en toda la creación. Nosotros nos alegramos de las propiedades de Dios, da sus obras,,. y nos alegramos de fue él exista. Y gritamos nuestro gozo para que también Él goce con seis criaturas.

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T.: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre: tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; por que sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén. Oración colecta S.: Oremos. Una breve pausa de silencio Concretamos ahora cada uno las intenciones y peticiones a Dios. El sacerdote, recogiendo todas las peticiones, dirige a Dios la súplica de todos. T.: Amén.

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LITURGIA DE LA PALABRA Lectura y cánticos

SENTADOS

Pide aí 'Espíritu Santo que entiendas el sentido Pide al Espíritu Santo que entiendas el sentido de las palabras que escuches. Lector: Palabra de Dios. T.: Te alabamos. Señor A continuación el Lector y el pueblo dialogan el salmo responsorial Evangelio DE PIE Recordamos de nuevo que Cristo está vivo entre nosotros, aquí y ahora, Y nos sigue anunciando el evangelio. El Evangelio es el mismo, Jesucristo hecho palabra y escritura. Por eso lo escucharnos de pie, El Sacerdote, y tú puedes hacerlo también, reza en voz baja; Purifícame, Señor y dame tu luz para entender mejor tu Santo Evangelio y practicarlo. S.: El señor esté con vosotros. T.: Y con tu espíritu. S.: Lectura del Santo Evangelio T.: Gloria a Ti, Señor.

según

san...

Al acabar la lectura del Evangelio

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S.: Palabra del Señor. T.: Gloria a Ti, Señor Jesús. El Sacerdote besa el libro en señal de respeto, aceptación y amor a la palabra de Jesucristo. Que acompañes interiormente ese beso, porque "la palabra de Cristo no es menos que el cuerpo de Cristo" (San Agustín).

Homilía

SENTADOS

El sacerdote nos explica la Palabra de Dios para aplicarla a nuestra vida. Credo

DE PIE

Como respuesta personal al mensaje escuchado, todos unidos confesamos las verdades que conocemos gracias a que Cristo nos las reveló, las verdades de nuestra fe, T.:

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho;

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que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre, y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén. También se puede rezar el símbolo de los apóstoles Creo en Dios, Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,

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al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. Oración de los fieles Ahora seguimos el consejo de San Pablo: "Recomienáo quee se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad" (1 Ttm 2,1-2),

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LITURGIA DE LA EUCARISTÍA Presentación de las ofrendas SENTADOS El hombre está endeudado con Dios; Ahora nosotros con e! Sacerdote -con Cristo- devolvemos al Padre todo lo que hemos recibido de Él. Realizamos así un profundo misterio de justicia de la criatura hacia el Creador. El fruto de la tierra (todo lo recibido de Dios: universo, agua, tierra, animales, salud…) y del trabajo bueno del hombre (estudio; esfuerzo, lucha, deporte, justicia, cariño, sinceridad, servicio, alegrías, dolores...) llenan la patena que ofrecemos a Dios. Señor mío, te ofrezco todo lo que tengo: !quiero ser todo tuyo! ¡para ti, para siempre! S.: Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida. T.: Bendito seas por siempre, Señor.

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Al levantar el cáliz para ofrecer el vino, piensa en las personas que sufren, y ofrece sus dolores, porque "la Eucaristía se realiza también para ofrecer sobre el altar de la Tierra entera el trabajo y el sufrimiento del mundo". S.: Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación. T.: Bendito seas por siempre, Señor. Con el deseo de que todo lo que va al Señor esté limpio, el Sacerdote, *• si quieres tú con él, dice Recíbenos, Señor, al presentarnos a ti con espirita de humildad y con el corazón arrepentido; y que el sacrificio que hoy te ofrecemos llegue de tal manera a tu presencia, que te sea grato.

Maestra así al Señor los deseos de limpieza de su alma. Dice en voz baja: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

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Invitación a la plegaria S.: Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso. T.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. El sacerdote lee la oración sobre las ofrendas, al terminar contestamos:

T.: Amén.

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PLEGARIA EUCARISTICA DE PIE Prefacio y aclamación "Santo" En el prefacio, la Iglesia da gracias al Padre por todas sus obras. La asamblea llama a la humanidad entera, a los santos y a los ángeles para cantar al Dios santo. S.: El Señor esté con vosotros. Los presentes que representan a todos los hombres T.: Y con tu espíritu. S.: Levantemos el corazón. Hasta el cielo para unirnos a los que allí están T.: Lo tenemos levantado hacia el Señor. S.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios. La eucaristía es ante todo acción de gracias. T.: Es justo y necesario. Según los días, agradecemos a Dios unas u otras de sus obras y maravillas. Atento para hacer tuyo ese agradecimiento. Y siempre agradecemos la creación, la redención y la santificación.

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Al terminar aclamamos con alegría al Dios santo que en breve vendrá sobre el altar. S. y T.: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombré del Señor. Hosanna en el cielo.

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PLEGARIA EUCARÍSTICA I S.: Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N. con nuestro Obispo N. y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica. Acuérdate, Señor, de tus hijos N y N , y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero. Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;

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la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián, y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. Por Cristo, nuestro Señor. Amén: Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. Por Cristo, nuestro Señor. Amén) Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor. El cual, la víspera de su Pasión, DE RODILLAS tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo,

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hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros". Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía". S.: Éste es el sacramento de nuestra fe DE PIE T.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! S.: Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;

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de su santa resurrección del lugar de los muertos y su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahám, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén). Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

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A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén) Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia y de todos los santos; y acéptanos en tu compañía, no por nuestro méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros. S.: Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. T.: Amén.

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PLEGARIA EUCARÍSTICA II V.: El Señor esté con vosotros. R.: ,y con tu espíritu. V.: Levantemos el corazón. R.: Lo tenemos levantado hacia el Señor. V.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R.: Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado. Por Él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor. Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo. Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

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Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo. El sacerdote no sólo recuerda los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, sino que el Espíritu Santo hace que estos se realicen en el altar a través del ministerio del sacerdote. S.: Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. DE RODILLAS El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros". Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,

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y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo: "Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía". S.: Éste es el Sacramento de nuestra fe. DE PIE Participando en este sacrificio eucarístico nos convertimos en testigos de Cristo crucificado y resucitado comprometiéndonos a vivir la misión que tenemos como apóstoles suyos. T.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús! S.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos

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del Cuerpo y Sangre de Cristo, Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa N., con nuestro Obispo N. y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad. Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas. S.: Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad el Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. T.: Amén.

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PLEGARIA EUCARISTICA III S.: Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. DE RODILLAS Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios. Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros". Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

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"Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía". S.: Este es el Sacramento de nuestra fe. DE PIE T.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús! S.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la Pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo. Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu. Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con los elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios,

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los apóstoles y los mártires, (San N. Santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda. Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N , a nuestro Obispo N , al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria. Por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes. S.: Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad el Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. T.: Amén.

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PLEGARIA EUCARISTICA IV S.:El Señor esté con vosotros. T.:Y con tu espíritu. S.:Levantemos el corazón. T.:Lo tenemos levantado hacia el Señor. S.:Demos gracias al Señor, nuestro Dios. T.:Es justo y necesario. S.:En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz sobre toda luz. Porque tú solo eres bueno y la fuente de la vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria. Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te sirven siempre y te glorifican sin cesar. Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz las demás criaturas, aclamamos tu nombre cantando: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

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El sacerdote no sólo recuerda los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, sino que el Espíritu Santo hace que estos se realicen en el altar a través del ministerio del sacerdote. Te alabamos, Padre santo, porque eres grande y porque hiciste todas las cosa con sabiduría y amor A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominará todo lo creado. Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca. Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación. Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo. El cual se encarnó por obra del Espíritu Santo, nació de María, la Virgen, y así compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo. Para cumplir tus designios,

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él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida. Y porque no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó, envió, Padre, al Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de santificar todas las cosas, llevando a la plenitud su obra en el mundo. DE RODILLAS Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebremos el gran misterio que nos dejó como alianza eterna. Porque Él mismo, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, te bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo:

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"Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros." Del mismo modo, tomó el cáliz lleno del fruto de la vid, te dio gracias y lo pasó a sus discípulos, diciendo: "Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía". S.: Éste es Sacramento de nuestra fe. DE PIE Participando en este sacrificio eucarístico, nos convertimos en testigos de Cristo crucificado y resucitado, comprometiéndonos a vivir la misión que tenemos como apóstoles suyos. T.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús ! S.: Por eso, Padre, al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, recordamos la muerte de Cristo

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y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha ; y mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo. Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria. Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio : de tu servidor el Papa N. , de nuestro Obispo N. del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos, de los oferentes y de los aquí reunidos, de todo tu pueblo santo y de aquellos que te buscan con sincero corazón. Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo y de todos los difuntos, cuya fe sólo tu conociste. Padre de bondad, que todos tus hijos nos reunamos en la heredad de tu reino, con María, la Virgen Madre de Dios, con los apóstoles y los santos; y allí, junto con toda la creación libre ya del pecado y de la muerte,

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te glorifiquemos por Cristo, Señor por quien concedes al mundo todos los bienes.

nuestro,

S.: Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. T.: Amén.

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RITO DE LA COMUNIÓN DE PIE Padrenuestro Nos preparamos para comer la Carne del Hijo del hombre y beber su Sangre. Antes de comer el mismo Pan, nos reconocemos hermanos de Cristo e hijos del mismo Padre. S.: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza nos atrevemos a decir: T.: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Explicitando esta última petición, en nombre de todos, añade el sacerdote: S.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación,

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mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. T.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor. Rito de la paz Pedimos la paz y la unidad para la Iglesia y para toda la familia humana, y nos expresamos la caridad. S.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz os dejo, mi paz os doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. T: Amén. S.: La paz del Señor esté siempre con vosotros. T.: Y con tu espíritu. S.: Daos fraternalmente la paz. Todos se dan la paz según la costumbre del lugar. Fracción del pan El celebrante parte la Sagrada Hostia y deposita una pequeña parte en el cáliz. S. y T.: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

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Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz. Podemos rezar interiormente lo que el Sacerdote dice en voz baja: Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti. Comunión del Sacerdote y del pueblo El sacerdote muestra la Víctima, la Hostia partida, símbolo de que es verdaderamente el Cuerpo entregado y roto que ha muerto por nosotros en la Cruz. S.: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

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Cuando Jesús se dirigía a la casa éste no se sentía digno de tal visita, frase, que ahora repetimos porque también indignos de recibirle en la tra alma.

del Centurión, y le dijo esta nos sentimos casa de nues-

T.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. S.: El Cuerpo de Cristo. T.: Amén. Al recibir el Cuerpo de Cristo, respondes Amén, reafirmando tu fe en que el pedacito de pan que ven tus ojos no es pan sino el cuerpo de Cristo, el. mismo Dios. Mientras se acerca el momento de comulgar puedes repetir: Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu Santa Madre; con el espíritu y fervor de los Santos.

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RITO DE LA CONCLUSIÓN DE PIE S.: Oremos. En nombre de todos, el sacerdote manifiesta el agradecimiento a Dios Padre por el don recibido. Con distintas palabras cada día, pide que los frutos de la Eucaristía sean eficaces y nos lleven a vivir siempre con Él en el cielo. T.: Amén. S.: El Señor esté con vosotros. T.: Y con tu espíritu. El sacerdote bendice al pueblo Antes de volver cada bimos la bendición de za, sepamos imitar a demás en el trabajo, ambiente.

uno a su vida normal, reciDios para que, con su fuerCristo entregándonos a los en nuestra casa, en nuestro

S.: La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. T.: Amén. S.: Podéis ir en paz. T.: Demos gracias a Dios. El sacerdote besa el altar y se retira, después de hacer una reverencia

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"Se recomienda a los fieles -dice la Iglesia- no descuidar, después de la Comunión, una justa y debida acción de gracias" (Congregación para el culto divino).

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DESPUÉS 6 MODOS DE ACCIÓN DE GRACIAS Jesucristo está vivo. No es un sentimiento, ni una ilusión, ni una idea: es una REALIDAD que conocemos por la fe: resucitó y está en cuerpo y alma junto a Dios Padre. También quiso estar en cuerpo y alma, REALMENTE vivo en la Hostia. Y, como persona viva, habla, escucha, siente, echa de menos, agradece... El mejor momento para "conectar" con Él es después de comulgar: ¡Está físicamente dentro de mí!

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DESPUÉS 1 UN GUIÓN DE CONVERSACIÓN 1. Gracias: - por haber venido a tu alma. - por haberte creado, redimido, hecho cristiano y conservado la vida. - por lo que te ha dado, desde que naciste (vete diciéndole: familia, salud o enfermedad, amigos, cualidades, talentos...). - por dones que te ha concedido Dios últimamente, que conoces. - por dones que desconoces. - porque siempre perdona, a ti tantas veces. - por haberte dado a su Madre. 2. Petición: - que te aumente la fe, la esperanza, la caridad y la humildad. - dolor de amor; un corazón grande; verdadera vida interior. - que seas santo, viviendo con generosidad tu vocación. - por la Iglesia y el Papa; por la diócesis y el obispo; por los sacerdotes: que sean santos y nunca falten; por la unidad de los cristianos. - por tu familia: (dile nombres y cosas en concreto). - por tus amigos, por tus compañeros, tu apostolado (dile nombres y cosas en concreto).

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- por la paz en el mundo; que se acaben las guerras y el terrorismo; que nadie pase hambre. - que nadie aborte; que las leyes y la ciencia estén al servicio del bien de la humanidad. - por la humanidad; que cada vez le conozca más gente, reconociendo en Jesús al Salvador. 3. Adoración: - hacer actos de amor: lo que le quieres y quisieras quererle; amarle por los que no le aman. - actos de entrega: que eres todo suyo, que sólo quieres vivir para él, que le entregas toda tu vida, tus posibilidades, tu futuro, etc. 4. Desagravio: - pedirle perdón por los pecados de todos los hombres de todos los tiempos. - por tus pecados, faltas de amor y entrega, olvidos, rutina, indiferencia... - no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, y cuántas veces los hombres -y tú en concreto- no han apreciado lo que él hace por nosotros.

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DESPUÉS 2 IDEAS PARA COMENTAR CON ÉL ¿De qué hablar con Jesús? Aquí tienes algunas ideas muy oportunas para este momento. Lee sólo una idea, y luego háblala, coméntala, con él. Cada idea puede ser un tema de conversación para una acción de gracias. IDEA 1: TAMBIÉN YO TENGO MI LEPRA El Evangelio es la palabra de Dios, y por eso es válida siempre y para cada uno. Dile y hazle a Cristo lo que le dice y hace este leproso; y Cristo te dice y te hace a ti lo que dice y hace al leproso. "Vino hacia Él un leproso que, de rodillas, le suplicaba: si quieres, puedes limpiarme. Compadecido de él, extendió su mano, lo tocó y le dijo quiero, queda limpio. Y al instante le desapareció la lepra y quedó limpio" (Me 1, 40-42). ¡Fíjate bien! De rodillas: no es una postura, es una actitud. Dios que lo es todo delante de ti, que eres nada. Arrodíllate interiormente, reconociendo quién es él y quién eres tú. Le suplicaba: no sólo le dijo o le pidió; lo hizo con insistencia, con fuerza, para convencerle y arrancarle lo que necesitaba. Si quieres: está en su mano. Sólo Él puede concedértelo. Puedes limpiarme: coméntale cuáles son tus "suciedades".

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IDEA 2: ¡¡¡SORDO Y MUDO!!! "Saliendo de nuevo de la región de Tiro, fue por Sidón hacia el mar de Galilea, atravesando el centro de la Decápolis. Le llevaron un sordo y mudo y le rogaron que le impusiera la mano. Apartándole de la multitud, metió sus dedos en los oídos de éste y con saliva le tocó su lengua; y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effethá, que quiere decir: Ábrete. Al instante se le abrieron los oídos y quedó suelta la atadura de su lengua, de modo que hablaba correctamente" (Me 7, 31-35). *Háblale de tu sordera: no entiendes razonamientos sobrenaturales; te fías más de lo que te dice tu lógica humana que de lo que te dice la fe; no oyes tantas veces las necesidades de los demás; no oyes a Dios, ni los toques del Espíritu Santo a tu alma;... *Reconocida tu enfermedad, puedes decirle que meta los dedos en los oídos de tu corazón tantas veces sordo y egoísta, y que los abra. Dile que sólo él tiene poder y gracia para curarte; que quieres que te de un corazón nuevo, generoso, abierto a él y a los demás. *Y dile que también tú eres mudo: faltas de sinceridad contigo, con Dios, en la dirección espiritual, con los demás... (coméntale en concreto las que más te cuestan ahora, y habitualmente). *Ypídele que te cure. No permitas, Señor, que por esta boca que hoy has tocado tú, salga la más pequeña insinceridad, crítica o insulto.

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IDEA 3: TAMBIÉN YO NECESITO VER "Al llegar a Betsaida le trajeron un ciego suplicándole que lo tocase. Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea, le puso saliva en los ojos, e imponiéndole las manos, le preguntó: ¿Ves" algo ? Y mirando, decía: Veo hombres, y los veo que andan como si fueran árboles. Después puso otra vez las manos sobre sus ojos y comenzó a ver; recobró la vista y veía claramente todas las cosas" (Me 8, 22-26). *No le basta con tocarle una vez para ser curado; quizá como a ti. Dile que tenga paciencia contigo. *Háblale de tu ceguera espiritual: a veces sólo ves lo que te interesa; te cuesta ver lo que es de fe; no ves en lo que te hace sufrir la voluntad amable de Dios; no ves en los demás a Cristo; no ves qué quiere Dios de ti en cada momento; o lo que quiere de ti en la vida; no ves a Dios en las cosas pequeñas de cada día;... ^Suplícale que también a ti te conceda el ver claramente todas las cosas, ver las cosas como Dios las ve. Cura, Señor, este corazón ciego: ¡que vea! IDEA 4: SI LO TOCO QUEDARÉ SANA

El Evangelio es la palabra de Dios; por eso vale siempre y para cada día. Dile y hazle a Cristo lo que le dice y hace esta enferma y Cristo te dice y te hace a ti lo que dice y hace a la enferma.

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"Y una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido bastante por parte de muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin lograr mejoría, antes bien iba a peor, habiendo oído hablar de Jesús, se acercó por detrás entre la multitud y lo tocó el manto, porque se decía: Si al menos logro tocar sus vestidos, quedaré sana. Al instante se secó su flujo de sangre y sintió en su cuerpo que estaba curada de su enfermedad. Y al momento, dándose cuenta Jesús de la virtud que había salido de él, vuelto a la multitud, dijo: ¿ Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le contestaron: Ves que la multitud te oprime y dices: ¿quién me ha tocado? Y miraba a su alrededor para ver a la que lo había hecho. Entonces la mujer, asustada y temblorosa, sabiendo lo que había ocurrido, se acercó y se postró ante él y le dijo toda la verdad. El entonces le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad" (Me 5, 25-34). *Muchos le tocan, pero sólo una persona le "toca" de verdad, sólo esta enferma recibe la gracia especial de su curación. Esta enferma le toca con el cuerpo y sobre todo con la fe de su corazón. *Háblale a Jesús de tus enfermedades. Y trata de imitar, ahora que tienes a Dios en ti, la fe de esta mujer; pídesela. *Pues, si cuando iba por el mundo sólo con tocar sus vestidos curaba a los enfermos, ¿por qué vamos a dudar que hará milagros estando dentro de nosotros?

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IDEA 5: ¡HACERLE CASO! Habla Santa Teresa de los minutos después de comulgar. *A los que Él ve que se han de aprovechar de su presencia, Él se les descubre; que, aunque no lo vean con sus ojos corporales, tiene muchos modos de manifestarse al alma por grandes sentimientos interiores y por diferentes caminos. Permaneced con Él de buena gana. *Mas si no hacemos caso de Él, sino que en cuanto le hemos recibido nos apartamos de Él, a buscar otras cosas más ordinarias, ¿qué ha de hacer? ¿Nos ha de traer a la fuerza a que le veamos porque se nos quiere dar a conocer? *No perdáis tan buen momento para negociar como es la hora después de haber comulgado. Si después de recibirle lleváis el pensamiento a otra cosa y no le hacéis caso, ni tenéis en cuenta que está dentro de vosotros, ¿cómo se os ha de dar a conocer? IDEA 6: COMO LA PRIMERA VEZ Procura tratarlo hoy como si fuese tu primera Comunión. Puede servirte lo que cuenta Santa Teresita recordando la primera vez que comulgó: y puedes ir diciéndole tú las mismas cosas. ¡Ah, qué dulce fue el primer beso de Jesús a mi alma!... Fue un beso de amor, me sentía amada, y decía a mi vez: Os amo, me entrego a vos para siempre. No hubo ni peticiones, ni luchas, ni sacrificios. Desde hacía mucho tiempo Jesús y la pobre Teresa

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se habían mirado y comprendido... Aquel día no era ya una mirada, sino una fusión. Ya no eran dos. Teresa había desaparecido, como la gota de agua que se pierde en el seno del océano. Sólo quedaba Jesús, él era el dueño, el Rey. ¿No le había pedido Teresa que le quitase su libertad, porque su libertad le daba miedo? ¡Tan débil, tan frágil se sentía, que deseaba unirse para siempre a la Fuerza divina!... Era demasiado grande su alegría, demasiado profunda para poder contenerla. Deliciosas lágrimas la inundaron pronto, con gran asombro de sus compañeras, que más tarde se decían unas a otras: ¿Por qué ha llorado? ¿Había algo que le disgustaba? No comprendían que viniendo Jesús a mi corazón desterrado no podía soportarlo sin derramar lágrimas. IDEA 7: ¡ES CRISTO! Decía Santa Teresa: "Cuando oía a algunas personas decir que querrían vivir en el tiempo en que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, me reía en mi interior, pareciéndome que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento, ¿ qué más les daba?". IDEA 8: CERRAR LOS OJOS *Éste es buen tiempo para que os enseñe nuestro maestro, y para que le escuchemos y le besemos los

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pies porque nos ha querido enseñar, y para que le supliquéis que no se vaya de vuestra compañía. *Si habéis de pedir esto cuando estáis mirando una imagen de Cristo, me parece una bobería dejar a la misma persona para mirar su retrato. ¿No sería una necedad que viniera una persona muy querida a vernos y, en lugar de hablar con ella, estuviéramos conversando todo el rato con su retrato? * Cuando acabéis de recibir al Señor, como tenéis a la misma persona delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y mirad al corazón; que yo os digo que, si os acostumbráis a hacer esto siempre que comulguéis,... aunque viene disfrazado, no lo vendrá tanto que no se os dé a conocer de muchas maneras, según el deseo que tengéis de verle; y tanto lo podéis desear que se os descubra del todo (Camino de Santa Teresa). IDEA 9: EN TU NOMBRE Dice el evangelio de San Juan: Si pedís cualquier cosa al Padre en mi nombre, os lo dará; en nombre de Jesús. Cuando le recibas cada día en la Eucaristía puedes decirle: Señor, en tu nombre yo le pido al Padre... IDEA 10: TÚ TE MUDARÁS EN MÍ San Agustín pone en la boca de Dios estas palabras haciendo referencia a la Eucaristía: "Manjar soy de grandes: crece y me comerás. Más no me

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mudarás tú en ti, como al manjar en tu carne; sino que tú te mudarás en mí". Así es: cuando comemos algo, lo convertimos en nuestro organismo. Pero cuando comemos el Cuerpo de Cristo, él nos transforma en Dios. IDEA 11: ENTRAR CON EL SEÑOR EN MI POSADA *Sé de una persona que, aunque no era muy perfecta, durante muchos años, procuraba avivar la fe para desocuparse todo lo que podría de todas las cosas exteriores cuando comulgaba y entraba con el Señor, pues creía verdaderamente que entraba él en su pobre posada... Se imaginaba que estaba a sus pies como la Magdalena, como si con sus ojos corporales le viera en casa del fariseo; y aunque no sintiera devoción, la fe le decía que estaba allí. Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os deje "hoy" a vuestro Esposo, para que no es veáis en este mundo sin él; que baste para templar tan gran contento de tenerlo entre nosotros, haberse quedado tan disfrazado en los accidentes del pan y del vino, que es harto tormento para quien no tiene otra cosa que amar ni otro consuelo; más suplicadle..., que os prepare para recibirle dignamente (Camino de Santa Teresa).

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DESPUÉS 3 ORACIONES CLÁSICAS Oración pidiendo ser otro Cristo ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. ¿Cómo actuarías hoy, Jesús, si tuvieses mis manos, mis ojos y mi lengua; si tuvieses mi energía y mi tiempo, mi familia, mis amigos y mi trabajo? Pues hoy te dejo que seas yo: ¡que seas tú quien viva en mí! Quiero ser tú, el Hijo, que pasa hoy por el mundo: que transmita tu mirada, tu sonrisa y tu consuelo, que lleve tu paz, tu ayuda y tu palabra, que realice tu servicio, tu entrega y tu amor. Padre, transfórmame todo en Cristo, dame su espíritu, para que sea el Hijo entre los hombres. Amén. Oración de San Ignacio ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo lo que soy y poseo. Tú me lo diste; a ti, Señor, te lo devuelvo: todo es tuyo, dispon de ello según tu voluntad Dame tu amor y gracia, que esto me basta.

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Oración para el apostolado ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Señor, tú sabes el esfuerzo que srponen pura mí esas conversaciones en las que ¡rato de acercar a la fe a otras personas. Después ciento tu alegría en mí, pero antes la inquietud me invade. Transfórmame, Señor, para que me resulte casi imposible no "gritarte". Rey Balduino Oración de San Francisco de Asís ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Señor, haz de mí un instrumento de tu paz: que donde hay odio, ponga yo amor; que donde hay ofensa, ponga yo perdón: que donde hay error, ponga yo verdad; que donde hay desesperación, ponga yo esperanza; que donde hay tinieblas, ponga yo luz; que donde hay tristeza, ponga yo alegría. Haz, Señor, que no busque tanto ser consolado, como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar. Porque es cuando nos damos, que recibimos; cuando nos olvidamos, que nos encontramos; cuando perdonamos, que obtenemos perdón; y es muriendo, que resucitamos a la vida eterna.

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Oraciones de la Madre Teresa de Calcuta ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto.

Líbrame, Jesús mío, del deseo de ser amada, del deseo de ser alabada, del deseo de ser h ^nrada, del deseo de se1 venerada, del deseo de ser preferida, del deseo de ser consultada, del deseo de ser aprobada, del deseo de ser popular, del temor de ser humillada, del temor de ser despreciada, del temor de sufrir rechazos, del temor de ser calumniada, del temor de ser olvidada, del temor de ser ofendida, del temor de ser ridiculizada, del temor de ser acusada. *** Bien amado Señor, Gran Sanador, me arrodillo ante ti, pues todo don de perfección debe proceder de ti. Yo te rezo para que otorgues destreza a mis manos, visión clara a mi mente, generosidad y humildad a mi corazón. Dame unidad de objetivos, fuerza para aliviar una parte de la carga de sufrimiento que soportan mis semejantes, y una

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realización verdadera del privilegio que me corresponde. Borra de mi corazón el engaño y el espíritu mundano. Haz que con la sencilla fe de un niño pueda confiar en ti. *** Guíame de la muerte a la vida, de la falsedad a la verdad. Guíame de la desesperación a la esperanza, del temor a la verdad. Guíame del odio al amor, de la guerra a la paz. Haz que nuestros corazones se llenen de paz. Nuestro mundo, nuestro universo. Paz, paz, paz. *** Ayúdame, Señor, a tomarme tiempo para pensar tomarme tiempo para rezar tomarme tiempo para reír tomarme tiempo para jugar tomarme tiempo para amar y ser amado tomarme tiempo para dar tomarme tiempo para leer tomarme tiempo para ser amable tomarme tiempo para trabajar. Inspirada en la Carta para el Hogar de los niños

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Oración de Santo Tomás Moro ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Dame salud del cuerpo y, con ella, el sentido común necesario para conservarla lo mejor posible. Dame un alma santa, Señor, que mantenga ante mis ojos todo lo que es bueno y puro, para que a la vista del pecado no se turbe, sino que sepa encontrar los medios para poner orden en todas las cosas. Dame un alma ajena a la tristeza, que na conozca refunfuños ni suspiros ni lamentos. Y no permitas que esta cosa que se llama "yo", y que siempre tiende a dilatarse, me preocupe demasiado. Dame, Señor, sentido del humor. Dame la gracia de comprender una broma, para lograr un poco de felicidad en esta vida y saber regalarla a los demás. Así sea. Oración del barro ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. En tus manos, Señor, me pongo y me entrego. Trabaja una y otra vez la arcilla que soy yo, pues en tus manos me pongo como el barro se pone en manos del alfarero. Dale la forma tú mismo; hazla luego pedazos, si así te parece mejor; es tuya, y nada tiene que decir. Me basta con que mi vida sirva para tus fines y en nada me resista a tu divino proyecto, para el cual he sido creado. Pide, mándame ¿qué quieres que haga? ¿qué quieres que deje de hacer? Animado

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o desanimado, comprendido por los demás o entre incomprensiones y críticas, con ganas o sin ganas, cuando me vayan las cosas bien o inútil para todo, sólo me queda decir a ejemplo de nuestra Madre: hágase en mí según tu palabra. Inspirada en G. Lagrange Oración de una madre de familia ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. He hecho todo lo que ha estado en mi mano y les he aconsejado lo más sabiamente que he podido. No sé qué hacer más, Dios mío. Ahora te toca a ti. Tú les amas mucho más de lo que yo pueda amarlos, y has sufrido por ellos más de lo que yo podré sufrir nunca, y sus errores te dolerán mucho más de lo que yo pueda nunca comprender. Guárdalos en tu amor; guíalos, protégelos y llévalos a un refugio seguro según tu sabiduría y en el momento oportuno. De V. Gillick Oración desde la juventud ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Quiero vivir la vida: que sepa gozar de todo, que no me venda a la falsa diversión, que busque la felicidad en mi interior. Quiero apostar por grandes ideales: que sepa que mi vida vale mucho,

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que no me venda a la mediocridad, que busque servir y amar. Quiero acertar en mis elecciones: que sepa distinguir el bien y el mal, que no me venda a ser como todos, que busque lo que vale la pena. Quiero ser libre: que sepa esclavizarme por amor, que no me venda al capricho ni a la pasión, que busque la libertad interior en ti. Oración a mis Tres ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Al Padre.- Oh Dios mío, trinidad a quien adoro, ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme en ti, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me sumerja más en la hondura de tu Misterio. Pacifica mi alma, haz de ella tu cielo, tu morada de amor y el lugar de tu descanso. Que en ella nunca te deje solo, sino que esté ahí con todo mi ser, toda despierta en mi fe, toda adorante, entregada sin reservas a tu acción creadora. Al Hijo.- Oh mi Cristo amado, crucificado por amor, quisiera ser una esposa para tu Corazón, quisiera cubrirte de gloria, quisiera amarte,... hasta morir de amor. Pero siento mi impotencia: te pido ser revestida de ti mismo, identificar mi alma con

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cada movimiento de la tuya, sumergirme en ti, ser invadida por ti, ser sustituida por ti, para que mi vida no sea sino irradiación de tu Vida. Ven a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador. Verbo eterno, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero volverme totalmente dócil, para aprenderlo todo de ti. Y luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas mis impotencias, quiero fijar siempre la mirada en ti y morar en tu inmensa luz. Al Espíritu Santo.- Oh Astro mío querido, fascíname, Fuego abrasador, Espíritu de amor, desciende sobre mí, para que en mi alma se realice como una encarnación del Verbo: Que yo sea para El una humanidad suplementaria, en la que se renueve todo su Misterio. Y tú, oh Padre, inclínate sobre esta pobre criatura tuya, cúbrela con tu sombra, no veas en ella sino a tu Hijo predilecto en quien tienes todas tus complacencias. De Beata Isabel de la Trinidad Oración a la Madre de Cristo ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Madre de Nuestro Señor Jesucristo, que has llevado en tu seno al mismo Creador de todas las cosas, al mismo que acabo de recibir con su Cuerpo (y Sangre); ya que es tu hijo, pídele que me perdone todo aquello que por ignorancia, negligencia e irreverencia haya omitido o cometido durante esta Misa a la que acabo de asistir. Amén.

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Oración a la Santísima Trinidad ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Que te agrade, Trinidad Santa, nuestro servicio; y te pido que el sacrificio, que indigno acabo de ofrecerte, sea aceptable para ti, y que beneficie, por tu misericordia, a todos aquellos por. los que lo he ofrecido. Por Cristo nuestro Señor. Amén. Invocaciones al Santísimo Redentor ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén. A Jesús crucificado ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Mírame ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado en tu presencia: te ruego con el mayor fervor que imprimas en mi corazón vivos sentimientos de fe, espe-

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ranza, caridad, dolor de mis pecados y el firmísimo propósito de jamás ofenderte: mientras que yo, con gran amor y compasión, voy considerando tus cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de ti, oh Dios mío, el santo profeta David: han taladrado mis manos y mis pies, se pueden contar todos mis huesos. Oración a San Miguel ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Arcángel san Migue!, defiéndenos en la lucha, sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja a! infierno, con el poder divino, a Satanás y a los otros espíritus malvados que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén. Oración del Papa Clemente XI ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. • Creo, Señor, haz que crea con más firmeza; espero, haz que espere con más confianza; me arrepiento, haz que tenga mayor dolor. Te adoro como primer principio; te deseo como último fin; te alabo como bienhechor perpetuo; te invoco como defensor propicio. Dirígeme con tu sabiduría, átame con tu justicia, consuélame con tu clemencia, protégeme con tu poder. Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, para que se dirijan a ti; mis palabras, para que hablen de ti; mis

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obras, para que sean tuyas; mis contrariedades, para que las lleve por ti. Quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como lo quieres, quiero hasta que quieras. Señor, te pido que ilumines mi entendimiento, inflames mi voluntad, limpies mi corazón, santifiques mi alma. Que me aparte de mis pasadas iniquidades, rechace las tentaciones futuras, corrija las malas inclinaciones, practique las virtudes necesarias. Concédeme, Dios de bondad, amor a ti, odio a mí, aprecio por el prójimo y desprecio a lo mundano. Que sepa obedecer a los superiores, ayudar a los inferiores, aconsejar a los amigos y perdonar a los enemigos. Que venza la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la generosidad, la ira con la bondad, la tibieza con la piedad. Hazme prudente en los consejos, constante en los peligros, paciente en las contrariedades, humilde en la prosperidad. Señor, hazme atento en la oración, sobrio en la comida, constante en el trabajo, firme en los propósitos. Que procure tener inocencia interior, modestia exterior, conversación ejemplar y vida ordenada. Haz que esté atento a dominar mi naturaleza, a fomentar la gracia, servir a tu Ley y a obtener la salvación. Que aprenda de ti qué poco es lo terreno, qué grande lo divino, qué breve el tiempo, qué durable lo eterno. Concédeme preparar la muerte, temer el juicio, evitar el infierno y alcanzar el paraíso. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

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Adoro te devote ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte. Al juzgar de ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto, pero basta con el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios; nada es más verdadero que esta palabra de verdad. En la cruz se escondía sólo la divinidad, pero aquí también se esconde la humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió el ladrón arrepentido. No veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios, haz que yo crea más y más en ti, que en ti espere y que te ame. ¡Oh Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das la vida al hombre, concede a mi alma que de ti viva, y que siempre saboree tu dulzura. Señor Jesús, bondadoso pelícano, limpíame a mí, inmundo, con tu sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos sus crímenes al inundo entero. Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego que se cumpla lo que tanto ansio, que al mirar tu rostro ya no oculto, sea yo feliz viendo tu gloria. Así sea.

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SALMO 2 ¿Por qué se han amotinado las naciones, y los pueblos meditaron cosas vanas? Se han levantado los reyes de la tierra, y se han reunido los príncipes contra el Señor y contra su Cristo. Rompamos, dijeron, sus ataduras, y sacudamos lejos de nosotros su yugo. El que habita en los cielos se reirá de ellos, se burlará de ellos el Señor. Entonces les hablará en su indignación, y les llenará de terror con su ira. Mas yo constituí mi rey sobre Sión, mi monte santo. Predicaré su decreto. A mí me ha dicho el Señor: "Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy. Pídeme, y te daré las naciones en herencia, y extenderé tus dominios hasta los confines de la tierra. Los regirás con vara de hierro, y como a vaso de alfarero los romperás". Ahora, pues, ¡oh reyes!, entendedlo bien: dejaos instruir, los que juzgáis la tierra. Servid al Señor con temor, y ensalzadle con temblor santo. Abrazad la buena doctrina, no sea que al fin se enoje, y perezcáis fuera del camino, cuando, dentro de poco, se inflame su ira. Bienaventurados serán los que hayan puesto en él su confianza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

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DESPUÉS 4 UNA CONVERSACIÓN ESCRITA ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. No hace falta que la termines cada día: si después de decirle algo que aquí está escrito, dejas de leer y se lo comentas con tus palabras ¡mucho mejor! "Señor mío Jesucristo, realmente presente en mí, te adoro con todo mi corazón, me uno a la adoración que te rinden en el cielo los ángeles y los santos. Te doy gracias por todo lo bueno que he recibido de ti: la vida, la familia, la fe, los sacramentos, tu propia Madre, la gracia santificante, la vocación, los dones humanos y sobrenaturales y tantos bienes que desconozco... Gracias, Jesús, por la Santa Misa y por la Comunión. ¡Qué bueno eres y cuánto me amas! Yo te adoro y te amo. Quiero amarte más, mucho más. ¡Ayúdame! Porque a veces me olvido de ti y, otras veces, me vence la tentación y la maldad. En la Santa Misa se renueva tu Sacrificio del Calvario. Mueres clavado en la Cruz, te ofreces al Padre Celestial por mi salvación y por la de todo el mundo. Eres mi Redentor y sigues queriendo salvarme. Gracias, Jesús. Quiero la salvación. No permitas que me aleje de ti por el pecado. Jesús, sé Tú mi Salvador. El pan y el vino, por las palabras de la Consagración se han convertido -transustanciado- en tu mismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. En la Santa Hostia y en el Cáliz estás vivo y eres Dios y Hom-

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bre de verdad, aunque mis ojos no te vean. Creo, Señor, en este misterio de fe. Te adoro; te amo. Ahora que he comulgado puedo decir con alegría: Dios está conmigo; yo estoy con Dios. Quiero estar siempre contigo, Jesús, porque tú me amas y yo quiero saber amarte. Quiero tenerte siempre en mi corazón para tener tu fuerza y lograr serte fiel en todo. Necesito especialmente tu fuerza para vivir con delicadeza y reciedumbre la virtud de la santa pureza que tanto te agrada. Dame la fortaleza de los mártires para ser valiente ante la tentación impura, para vencer mis malas inclinaciones. ¡Antes . morir que pecar! Si tú estás conmigo, te seré fiel. Quiero desagraviarte, pedirte perdón y consolarte por las ofensas que continuamente recibes. ¡Qué bueno has sido conmigo! ¡Te pido perdón por mis pecados! Te amo con todo mi corazón, me pesa ' haberte ofendido tantas veces, y me propongo, con tu gracia, no volver a ofenderte en adelante. Me consagro totalmente a ti; te entrego y pongo en tus manos mi voluntad, afectos, deseos y todas mis cosas. Te hablaré de personas que yo estimo mucho para que tú les bendigas y les des lo que necesiten. Sabes, Jesús, mejor que yo lo que hoy y ahora más conviene a cada uno. Te iré diciendo sus nombres: mis familiares... (nómbralos), amistades,... los que me ayudan,... en especial... Te recuerdo también a los enfermos... Te pido por las almas del purgatorio y te ruego por los pecadores, por los moribundos que están en pecado ¡para que se conviertan y

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reciban el sacramento de la confesión!... Te pido por el Papa, por la Iglesia, por los obispos y por los sacerdotes... Es posible que haya alguna persona en el mundo en este momento que necesite que yo pida por él: ¡Jesús, ayúdalo! Tengo que hablarte de mí y de cuanto va llenando mi día, de mi quehacer en casa, mi trabajo o estudio; un proyecto por realizar; mi trato y servicio al prójimo. Quizá una pena, una preocupación, un disgusto; o una alegría, una buena noticia, una victoria. Seguro que tengo que hablarte de algún propósito por cumplir; tal vez de una inspiración especial sobre lo que deseas de mí. Dime, Señor, ¿qué quieres de mí? Te diré con la Virgen Santísima: Hágase -vaya haciéndose- en mí según tu Voluntad. Para terminar, te hago una súplica muy especial; mira Jesús: tu iglesia y el mundo necesitan hombres y mujeres que se entreguen a ti para ser apóstoles tuyos. Elige de entre nosotros a los que quieras; llámanos y danos la valentía de dejarlo todo y seguirte para ser sembradores de tu doctrina de amor y portadores de tu salvación. Virgen y Madre de Dios, yo me ofrezco por hijo tuyo, y en honra y gloria tuya te ofrezco mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi cuerpo y mi alma; y te pido que me alcances la gracia de no cometer jamás un solo pecado. ¡Aquí tienes a tu hijo! En ti, Madre mía, he puesto toda mi confianza y no quedaré confundido. Amén".

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DESPUÉS 5 OTRA CONVERSACIÓN ESCRITA ¡Ojo! No leas: díselo, que es distinto. No hace falta que la termines cada día: si después de decirle algo que aquí está escrito, dejas de leer y se lo comentas con tus palabras ¡mucho mejor! "En primer lugar, quiero empezar por darte las gracias, Jesús. Te tendría que agradecer tantas cosas, que no sé por dónde empezar. Gracias por haber venido a mi interior, ¡qué bien tener a Dios dentro de mí! Te doy muchísimas gracias por la familia que me has dado, en la que tú has querido que yo naciera. Te agradezco la formación que me ha dado mi familia (la recibida en el colegio, en la parroquia...), porque gracias a lo que me han enseñado de ti, he tenido la suerte de poder recibirte hoy en la Misa, y espero continuar haciéndolo muchos días en adelante. He querido empezar por agradecerte, pero ahora paso a pedirte algunas cosas. No me importa "pasarme" mucho pidiendo cosas. Sé que tú eres mi amigo, y que si quieres me las concedes. Te pido en primer lugar por mi familia: por mis padres (habla un poco a Jesús de ellos), por mis hermanos (también puedes ir hablando de cada uno), te pido por mis familiares (abuelos, tíos, primos...) Te ruego que le ayudes mucho al Papa, que no se sienta muy solo allí en Roma. Hazle fuerte para que aguante bien todos los problemas de la Iglesia,

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y que siga queriendo mucho, como hasta ahora lo viene haciendo, a todos los hombres. Te pido por la Iglesia, por los obispos, por los sacerdotes, que todos sean muy santos y sepan exigirnos para que seamos mejores cristianos. La paz del mundo es una cosa que tienes que conseguir, Jesús. ¡Qué no haya más guerras, ni más terrorismo! Te pido por todos los que mueren con violencia. Te pido por lo que son maltratados, por los que no tienen lo necesario para vivir, por los que no tienen padres, cariño, salud,... Te pido por los hombres que todavía no te conocen. Que encuentren pronto a alguien que les diga algo sobre nuestra fe y que se acerquen a la Iglesia. Te pido por los pecadores, para que se arrepientan y se confiesen. Por los niños que van a nacer, por los niños que, desgraciadamente, sus madres no quieren tener y los matan. ¡Qué se acabe el aborto en el mundo! Que se dé cuenta esa gente, Jesús, de la barbaridad que hacen al matar a esas pobres criaturas. Jesús, no puedo olvidarme de mis amigos. Ayuda a todos en sus necesidades. (Puedes contarle alguna cosa de ellos y pedirla especialmente). Ayúdame a mí mismo a ser mejor amigo tuyo. Que te quiera más, cada día un poco más. Jesús, dile a mi Ángel de la Guarda, seguro que te hace más caso a ti que a mí, que me avise cuando paso cerca de algún sagrario, que me ayude a no distraerme cuando hago la visita, cuando comulgo y paso

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un rato contigo como el de ahora. Que, de vez en cuando, me dé algún aviso para que me acuerde de ti. Y si hago algo mal, o voy a hacerlo, que no me deje y que me ayude a resistir la tentación. Tú también me ayudarás, ¿verdad? Te pido por mis compañeros. ¡Aumento todavía más mi petición, Jesús! Tú lo puedes todo, así que te pido por mi ciudad, e incluso por toda la humanidad, que cada vez más gente crea en ti, que te quieran más en el mundo. Espero que hoy, por esta oración, se acerque más a ti al menos una persona, así, día tras día, iré convirtiendo a mucha gente... (Puedes aumentar la lista con alguna intención tuya particular). Bueno, Jesús, que me acuerde hoy durante todo el día de ti; perdona por todas las veces que te he abandonado. Ayúdame a que nunca más vuelva a ocurrir. Confío en que tú me ayudarás. Me despido de ti, de mi mejor amigo, hasta la próxima Comunión, que espero sea pronto. ¡No te fallaré! También me despido de ti, Virgen María y Madre mía. Seguro que has oído mis peticiones, cuando hablaba con tu Hijo, al que tanto quieres y tan unida estás. No me dejes tampoco tú y agárrame fuerte de la mano para que nunca abandone a Jesús, ni te abandone a ti. Intercede por mí ante Dios en todas mis peticiones, y en todas las cosas que sabes que necesito, aunque no se las pida por que no me doy cuenta. (De Roberto Martínez Sagredo)

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DESPUÉS 6 REY, MÉDICO, MAESTRO Y AMIGO

“En muchas ocasiones, escribe San Josemaría, el nervio de nuestro diálogo con Cristo, de la acción de gracias después de la Santa Misa, puede ser la consideración de que el Señor es, para nosotros, Rey, Médico, Maestro y Amigo”. (Es Cristo que pasa, n" 9293). 1. Es REY y ansia reinar en nuestros corazones de hijos de Dios. Pero no imaginemos los reinados humanos; Cristo no domina ni busca imponerse, porque no ha venido a ser servido sino a servir. Su reino es la paz, la alegría, la justicia. Cristo, rey nuestro, no espera de nosotros vanos razonamientos, sino hechos, porque no todo aquel que dice ¡Señor!, ¡Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése entrará. 2. Es MÉDICO y cura nuestro egoísmo, si dejamos que su gracia penetre hasta el fondo del alma. Jesús nos ha advertido que la peor enfermedad es la hipocresía, el orgullo que lleva a disimular los propios pecados. Con el Médico es imprescindible una sinceridad absoluta, explicar enteramente la verdad y decir: Señor, si quieres —y Tú quieres siempre- puedes curarme. Tú conoces mi flaqueza; siento estos síntomas, padezco estas otras debilidades. Y le mostramos sencillamente las llagas; y el pus, si hay pus. Señor, Tú, que has curado a tantas almas, haz que,

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al tenerte en mi pecho o al contemplarte en el Sagrario, te reconozca como Médico divino. 3. Es MAESTRO de una ciencia que sólo él posee: la del amor sin límites a Dios y, en Dios, a todos los hombres. En la escuela de Cristo se aprende que nuestra existencia no nos pertenece: él entregó su vida por todos los hombres y, si le seguimos, hemos de comprender que tampoco nosotros podemos apropiarnos de la nuestra de manera egoísta, sin compartir los dolores de los demás. Nuestra vida es de Dios y hemos de gastarla en su servicio, preocupándonos generosamente de las almas, demostrando, con la palabra y con el ejemplo, la hondura de las exigencias cristianas. Jesús espera que alimentemos el deseo de adquirir esa ciencia, para repetirnos: el que tenga sed, venga a mí y beba. Y contestamos: enséñanos a olvidarnos de nosotros mismos, para pensar en ti y en todas las almas. De este modo el Señor nos llevará adelante con su gracia, como cuando comenzábamos a escribir -¿recordáis aquellos palotes de la infancia, guiados por la mano del maestro?-, y así empezaremos a saborear la dicha de manifestar nuestra fe, que es ya otra dádiva de Dios, también con trazos inequívocos de conducta cristiana, donde todos puedan leer las maravillas divinas. 4. Es AMIGO, el Amigo. Nos llama amigos y él fue quien dio el primer paso; nos amó primero. Sin embargo, no impone su cariño: lo ofrece. Lo

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muestra con el signo más claro de la amistad: nadie tiene amo- más grande que el que entrega su vida por sus atufos. Era amigo de Lázaro y lloró por él, cuando lo vio muerto: y lo resucitó. Si nos ve fríos, desganados, quizá con la rigidez de una vida interior que se extingue, su llanto será para nosotros vida: Yo te lo mando, amigo mío, levántate y anda, sal fuera de esa vida estrecha, que no es vida.

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Colección Hablar con Jesús dirigida por José Pedro Manglano Castellary www.manglano.org [email protected] La Misa: Antes, durante y después Eucaristía: Velas Bendición La Llamada: 12 ideas sueltas 9 vocaciones contadas Espíritu Santo. Decenario Pentecostés Confirmación Corpus Christi Cuaresma Mayo Noviembre. La vida aquí. El cambio. La vida allá Diciembre. Adviento y Navidad Convivencias. Guía personal para los ratos de silencio Orar con Teresa de Lisieux Camino de Santiago, por Pablo Ma Lacorte Orar con la Pasión y el Via Crucis Orar con poetas Dios Padre, por Manuel Sanies Olivares Evangelio día a día, Volumen I Evangelio día a día, Volumen II Orar con Teresa de Jesús, por Pedro L. Narváez Momentos eucarísticos, por J. M. Casasnovas Orar con el cura de Ars, por J. P. Manglano Orar con... un pan para cada día, por Agustín Filgueiras Pita

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