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May 4, 2017 | Author: jorgecarrascosa7376 | Category: N/A
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LA HISTORIA DEL LIBRO M. ILIN Ediciones Quinto Sol, S. A.

LA HISTORIA DEL LIBRO

LA HISTORIA DEL LIBRO -te M.ILIN

EDICIONES QUINTO SOL.

*

s. A.

@ EDICIONES QUINTO SOL. S. A. Pdrd todos los' pdises de hdbld cdstelldnd ZACATECAS 229-404 MEXICO. D. F.

Il\lPRESO EN I\lEXICO-

PRINTED IN MEXICO

PRÓLOGO

,A

li le

gu~tofl

los

libro~

de aventu rRJ?

Te habráJ dil:ertido mucho lelefldo LOl COl1lluialatlorl" tIel f.ego " La illla del leaoro, que se publicaron tambirn ('n el Pionero. Pue. esta

J¡i~Ioria

del libro es Ion

i'lIere~Gllle rumll

t'sa.

oa,'enturas, y mucho más sorprendente, me parece a mí, /lOrque e. uno aventura de t'erdad. ¡Qué bienio cuenla (·1 pro/e~or Ilin/ No la empiece,' a IC('r a la hora dl'l baño o la comida, porque no vas G querer sallar el libro, de lo iflterf'sante qllr .suí.

Por increíble que le pare;¡;ca, ('1 pro/e.or /lin no inllcntó

noa. de lo que cuenta aquí. Cuando lea. que hace !!,ucllúimo. cuio, hubo libro, d. piedra y de arcilla, qui:tÚ te ponga. _ pe1UGT: "¿Pero e,to e. verdad?" Porque parece una COJO /tUlt4Itica. y sin embar&O no lo e•. Lo que Ol"urre el que con el tiempo el libro /ue cambiando y cambi4ndo, y cambió lanlo que lo. libro. que tú conoces --como é.te que ti(!nps ('Fa lcu

~ -IOn muy dütinto. de lo. que usaban las per.onos de olro, paúea y olras épocaa. Lo mi.mo pasa con la lelras, con la acritura. Por ao le parecerán lan asombrosos la. COIGI que le cuentan aquí.

Ya tú e.tú lan aco.tumbrado a ver libro•• en lu casa y en le eacuela, que nuneo te habrás pue.,o a peRltJT: "¿Cómo •• haeen lo. libro,? ¿Por qué .e hacen así?" Aunq~e no hayas ..1Gdo en uno imprenla, .abe. que la imprenta e. la fábrica donde ,e imprimen loa librOl. Mejor dicho, donde .e imprimen la, hojas, que despuélle co.en juntu y.e encuaderR411 con una carlulina muy bonila, de tJtJTW, colorel, para que el libro quede ~nnintJdo. Entonca le manda a la eacuela., a ,., bibliolecoa y a la. librerías pora que tú puedos leerlo. "1 aprender. /Qué fádl a manejar 101 libro. que _ Meen en la imprenta! Uno 1m puetk leer lentado, acOllado o de pie, porque 10ft muy mMuabte.. Pero anla, cuando 110 W¡. impre,..,." lo, librOl tenían /orrruu y lGIn4IIÍOIf'aiiaimo,. E" el anlipo EJipto, por ejemplo, eran JTfIIIdes roUoa de papiro -1m papel que 18 luu:í4 COA 8IG planta que tJes ah&-, y para leerlOl habla que ir deHllrOUáladolOl como WI CGlTeleL

Y.lo.,.,.., cuando u.,.,eI a la parle q&fe habla de lo, e&ipcioe. A lid lo que ..... me llamó la atención ahí no fue la

/drrrtG de .... librOl:

/ue la forma de .... lelras. Las lelTas de

loe eJipeilM eran '¡POI y /iFU", que le llamaban jero,l¡,. Ik-- /Qú bueno ..Iá 8IG parle doMe· lIin cuenta cómo ,e

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descubrió lo que querían decir los jeroglíficos! Gracias al sabio francés Champollion (te pronuncia "champolión" J, hoy podemos leer esos signos y figuritas, y saber cómo vivían y Pensaban los hombres del antiguo Egipto. Eso "'me recuerda la hi5toria de Sebastián de Bae:a. Sebastián. de Baeza era un joven de Matanzas, que nació a principios del siglo pasado. I,e gustaba mucho leer manuscritos antiguos, y tenía gran habilidad para entender la letra de fltras per50nas, por muy mala que fuera. En el Ayuntamiento de La Habnna había manuscritos viejísimos, ele la época de Colón. que estaban amontonados en grandes armarios tk cedro sin que nadie pudiera leerlos, porque nadie los entendía. ¡ Yeso que estaban en español! Pero en español antiguo, y escrito con una letra tan enredada que los renglones parecían filas de garabatos. ¡Qué lástima! En aquellos documentos habría muchas noticias sobre Cuba, cosas que habían pasado aquí en lo.> primeros tiempos de la colonización, y que ya nadie recordaba. ¿Quién podría descifrarlos? Un día alguien oyó hablar del joven Baeza y lo llamó. Y Bae%tJ, que había estudiado por afición muchos documentos antiguos, oo~ aquellos manuscritos llenos de polvo, algunos ('amido5 por la polilla y arrugados por los años, y se puso (1 f'studiarlos pacientemente. Al poco tiempo podía leerlo5 como si él mismo los hubiera esrrito. ¡Todo el mundo se quedó boquiabierto! Y cuando el rey de España se enteró -porque f!n aquella f~poca Cuba era todat!ía colonia de España- quiso re!compensar al joven Baeza y creó un titulo para él. Era un titulo lar¡{uísimo; lo nombró: "Traductor de la letra e5pecial )" dificil ('n fJlH' aparerf'" los manuscritos antiguos que ninglín

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otrl) antes de él pudu descifrar". Por eso 1m lo llamaban "el Chanlpollion cubano".

anli~nJ

de BIJ('ctl

A l'eres cuesta trabajo entender 10& manuscritos, aunque la letra sea muy clara. ¿Sabes por qué? Porque las lf!trf16 fut'ron rambiando también, como la forma tÚ! los libros, y no sólo ,,,. \ letras, sino fuuchas palabrru, que antes se escribían de una mancra y ahora se escriben de otra. Si uno no ha estudiado la cscritllra antigua, t!e una COSa escrita en español y le pare('(' quc .?stá en chino. Jlira cstos versos. ¿No dirías, de pronto, quc están en un idioma e:ctrarit>?

tC&WfOl: ~lAlfM t'(nmiM I

AbÍ\', cl (do., ~ítrU.' con~noo

Pero si te fijas bien, verá.~ que puede lcer fácilmenrf' el flrim,.ro: "Recuerde el alma dormida". El segundo -"Al'iilp el seso )' despierte"- no te será tan fácil leerlo; porque ('n aquella época, "avive" Sr! escribía "av,be" y la S minlisClIla se f?seribía como una F minúscula, asi que en vez de "sesn" pnrf?cr. qllf? dice "fefo", y en lugar de "despif'rte" parece ql/,. dire "dcfpierte". ..\"0 te rías, que es l;erdad. Los tres versos -de una copla faml)sa, escrita por el poeta español Jorge Manriqllc, qm' mI/rió IJOCO antes del descubrimiento dI! A mérica- di("('n a.• ¡: Recuerde- el alma dormida. avive el seso y de~pi('rte, contemplando

.

Otra co..a que te ..orprenderá mucho en e..te libro e.. t'er cómo trabajaban lo.. copista&. Los copistas eran la.. persona.. que copiaban los libros un· liguas. Ese que ve.. ahí e.. un copista ele la Edad lUedia. Como entono ce.. no había imprentas, era neo cesario copiar los libro,. a mano, letra por letra, para conservarlos en lfU bibliotecas y lo.. monaste· rios. ¡Qué paciencia tenía I¡ue te· ner un copista! ¿Alguna vez la maestra te ha pue..to a hacer cien líneas? Supongo que ante.. de lle. fl,ar a la mitad ya estarías aburri· do, y con lo. dedos tiesos. ¡ Pues imagínate lo que será copiar un libro completo, y con buena letral Bartolomé de las Casas, el defensor de los indios, fue también UII4 especie de copista. Tú sabC-' que Colón, en SIl.' t,ja]es a América, iba anotando en un Diario todo lo que le pa!IJba. día por día. La.. Ca..a.s leyó el Diario de Colón y conló cvn sus palabras l& que el Almirante había C-'crito. El 27 de uctubre de 1492 Colón divisó por primera t'ez las costas de Cuba, Al día siguiente saltó a tierra. '¿Te gustaría saber lo que do en ese momento? De eso hace ya 480 años, y sin embar,o puedes saberlo como si hubieras estado allí, por el relato d(' Las Casas. Léelo despacio, para que puedas entenderlo: "Dice el A.lmirante (lue nunca tan hermosa cosa t'io, l/t'11O de árboles, todo cercado el río, hermosos y t'erdes y dh'ersD' de los nuestros, con flores y con su fruto. cada u"o a m

manera. Aves, muchas, y pajaritos que cantaban muy dulcemente. " Saltó el Almirante en la barca y fue a tierra, y llegó a dos casas que creyó ser de pescadores, y que con temor

se huyeron, en una de las cuales halló un perro que nunca ladró, y en ambas casas halló redes de hilo de palma y corde·

les, y anzuelos de cuerno, y fisgas de hueso y otros aparejos

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de pescar... Dice que es aquella isla la más hermosa que ojos hayan 1{i$to ..." Volviendo a los copistas: algunos eran también dibujantes. Fíjate cómo adornaban las páginas de los .libros. La que ves en la página anterior es de una novela de caballería, escrita en cataJán, muy popular en tiempos de Cervantes: se llamaba TIRANTE el BLANCO. Y eso que cuenta el profesor Ilin, que los copistas adornaban con figuras la primera letra de cada capítulo, fue una costumbre que duró muchos años, incluso después de inventarse la imprenta. En La Habana había un impresor, llamado José Severino Boloña, que utilizaba esos adornos. En su imprenta había letras mayúsculas, de la A la Z, con dibujos de personas, animales y plantas. ¿Quieres ver cómo eran? Eran

451 En las dos primeras letras podrás distinguir unas caritas de hombre; en la última, la de un chi1JO muy serio, con los cuernos retorcidos. Ya esos adornos no se usan en los libros, como en la época de Botoña, pero todavía nos maravilla contemplarlos, porque parecen cosa de sueño o de carnaval. Hace poCC? un poeta cubano, Eliseo. Diego. les dedicó un libro de poemas, ¿y sabes qué título le puso?: el Libro de las mara· villas de Boloóa. Boloña no fue el primer impresor que hubo en Cuba. El primero fue Carlos Habré, que tenía su imprenta en La Habana. En esa imprenta se hizo el libro cubano más antiguo que se conoce. ¿Sabes cuándo? En 1723, ¡hace casi 250 años!

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No vayas a creer que era un libro de historia, o de cuento" o de geografía. E.ra un libro que decía lo que costaban las

medicinas en aquella época. Se llamaba Tarifa general de predoll de meuicinas. No era un libro bonito, porque no estaba mu)' bien hecllo. ¿Cómo iba a estarlo, si la imprenta de Habré Ha Ion clliquita que ni siquiera tenía todos los lipOll que !lecPSilaba? (Los tipos s0!l las letras de imprenta; por eso las impre"tas se llaman también talleres tipográficos. y los que saben de letras de imprenta, tipógrafos.) En el t'allercito de /labré, por ejemplo, no habia. eñes. En lugar de la ñ se uJaba una ú acentuada. Así que si uno quería imprimir la palubra "niño no tenía más remedio que poner niúo. Por eso los impresos de Habré eran bastante feos. Además, las líneas no .,,,lian clerechitns. cumo en los libros ele ahora.

¡Qué sorpresa se llevaría Habré si pudiera ver ku modernas máquinas de impresión! ObsertJa esa ahí arriba, con un mon.-

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Ión de hombrccitos encaramados en ella, como liliputien.e. encima de Gulliver. Es una rotativa. No de ahora, sino del siglo pasado. Quizás ha)' nos parezca un poco anticuada., pero era capaz de imprimir millares de páginas en unas hortU. En las imprentas modernas, además de rotativas, hay linotipo!: grandf's máquinas de escribir que hacen las linetU de los libros en barritas de plomo que después, con tinta, se imprim(ln sobre el papel. i Y el linotipo es viejo comparado con la EotocornponedoraJ Esta es una máquina que puede grabar millonf'S de letras sobre una pelícuw, por medio de cilulas IOloel(~rtricas. Parece ~n cuento de ciencia-ficción. Y 1uJy otras máquinas que sC'1eccionan los colores clcctróniranipnte, ~in que nadie If'nga que retocar ni un solo dihujo. Son verdtJderas marat,'illas dI' la técnica moderna. Pero. ¿de qué ('slábamos hablando? ¡Ah, sí J, de Habré. Una imprfmlica parecida a la de Habré era la de iIIatías Al·

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q~za, en Santiago de Cuba. Alqueza era mwico de la catedral, y en 1792 puso una imprenta, la primera que hubo en Oriente. El pobre Alqueza debía imprimir los libros página por página, porque tenía tan pocos tipos, o una prensa tan chiquita, que no podía hacer varias páginas al mümo tiempo. (La prensa es la máquina de imprimir: la de Alqueza seria como esa de la figura anterior, a la derecha, ¿ves?, 1ROtJida a mano por un operario.)

y ahora que hablamos de Santiago, me acuerdo de la historia del santiaguero Manuel Roblejo. Te la vaya contar; es una historia muy interesante.

Fue hace nuí" de cien años, cuando todavía en Cuba había -amos y esclavos. Manuel era un niño e¡clavo. IVo podía ir a la escuela, porque a los niños esclavos no lo, dejaban ir a la escuela, para que siempre fueran ignorantes y no pensaran en luchar contra sus amos. Pero Manuel era un niiio inteligente y tenía 111uchas ganas de aprender. Así que cada vez q~ encontraba un periódico viejo, o las páginas rotas de un libro, se ponía a mirar las letras y preguntaba qué querían decir aq~llas palabrtU. Y (¿sí, poco a poco, con mucho trabajo, aprendió a leer y e¡cri· bir. Y cuando fue grande empezó a hacer poesías, sin que sus amos lo supieran, y un día se las enseñu a un amigo. Y el amigo dijo: "¡Qué poesías tan bonitas/ ¿Por qué no las pu· blicas? Yo puedo ayudarte." Y le prestó dinero, y le pidió (/ otras personas que compraran el libro de Manuel, para ayudarlo. Y la gente se quedó tan asombrada de ver que un esclavo, que no había podido ir a la escuela, supiera leer y escribir (y además hacer poesías), que compró el libro de

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Manuel, y con ese dinero Manuel le pagó a !u amo para que lo dejara en libertad. Si esta historia terminara aquí, podría titularse: "El libro que libertó a un e!clavo", ¿no e! verdad? Pero la hütoria no termina aquí. Porque cu.ando Manuel dejó de /ler esclavo y quiJO trabajar para ganarse la vida, no encontró trabajo. Era libre, pero se moría de hambre, porque en aquella época lo! trabajadores eran casi como esclavos, y hasta tenían que agradecer que les dieran trabajo, por duro que fuera. El poeta que había sido esclavo tuvo que mendigar por la! calle!, y los ignorantes se burlaban de él. Un día Manuel Roblejo se enteró de que un patriota (dapué! supo que se llamaba Carlos Manuel de Céspedes) había iniciado la gue"a contra España, para que todos los eubtJ1Wl fueran libre! y ninguno se muriera de hambre y nadie los humillara. Y cogió un machete, se fue para la manigua y murió peleando· como un mambí. Eso ocurrió en 1868. Ese año, precisamente, apareció el primer periódico revobtCionario que hubo en Cuba libre. Lo fundó el propio C(JTlos Manuel de Céspedes. Se hacía en una imprenta de Bayamo, y se llamaba El Cubano Libre. Pasó el tiempo, y cuando empezó nuestra tercera guerra de independencia, en 1895, Antonio Maceo llevó una imprentica para la Sierra Maestra, y allí volvió a publicarse El Cubano Libre, el periódico de la revolución. En esa imprentica se publicó también una cartilla para que aprendieran a leer los niños de la Sierra, que nunca habían tenido escuelas ni maestros que los enseñaran. Aquí puedes ver una página de e!a Cllrtilla.

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Fijate qué bonita CI. No e, romo e,a, cartilla, de antes, que decían muchas bobeo rla" como si lo, niños fue. ran periquitos y tuvieran que aprender repitiend&:

p.

pa

ma Ola





papá

má má

mamÁ

y también: mi mamá me ama yo amo a mi mamá

('u-ba

peora

con-tra a'mo li·ber-tad E jér-ci-to Mi pa.-pi en 185 ti·las del &jér-ci·to li·ber-ta-dor. El pe-lea con-tra Es·p.-na pa-ra ver • Cu-ba Ji·bre. Yo a-mo la li ber·tad.

es-"

mu-chas es-Un a·t... can cu-ba-noa o·yen.do e-ne-mi-go Se cs-t'n o·yen·do mu-ches des·csr·gas y ti· rus de ca·tl6n. Son los cu-o.-no, que Il·ta·can al e.ne·mi-"o. ,La vl('-to-ria ae-r' nueS·lra 'Vi.va Cu·bal

En la cartilla mambisa los niños aprendían a leer y. al mismo tiempo, a querer a su patria y a la .libertad. y esa es una de las co,as más importante, que los niños pueden apren· de! en lo. libros. Aprerider ,e,o es como aprender a .er grande y fuerte. Por e,o Marti esc~ibÚJ para las niñas' y quería qtle todos leyeran La Edad de Oro y conocieran las hazaña; de Bolívar y de otro, libertadares de América. Mira ahi en/rente la portada del primer numero de La Edad de Oro. Se publicó hace más de 80 añas. ¿ Ve, como e.'lÍ dedicada a lo. niños de América? Tú eres uno de 'ellos, porque Cuba es un país de América. E. el pail de América qUl' mtis ha luchado por 'u independencia. ¿ Y sabes una cosa? Los trabajadore, de la, imprentas ,iempre han participado en esas luchas. Eduardo Facciolo, contra la tiranía de E,paña; Alfredo López, contra la tirania de Machado; Sergio González, contra la tiranía de Bati,ta.

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Faceiolo imprimió en ,ecreto un periodico qlle se llamaba La Vo~ del Pueblo Cubano. ¡Qué susto se llevaron los colonialistas e,pañole! cuando vieron oqul'l periódico qlledec..ía la verdad! EIO fue en 1852, hace ya 120 año,. En 1925 Alfredo LópeJ:, que tGmbién era tipopa/o, organiJ:ó a los obrero, de La Habano para que pudieran luchar contro lo, copitali,tas, que ayudtJbon tJl tirano Machado. Y en 1953, c~o Sergio Goruále.s IUpo que Fidel y 'UI compaiíeros habían atocaao el Cuartel Moneada, publicó en 'u imprentictJ mile, de volante, (un ooltlllle el UII4I hojita imprel4) ero lo, que atacaba al tirano 8atúto y de/endío a lo, hér06l del Moncoda. EIO fue hace meno. de 20 año,. ¡Empe1:amo' hablando de otrOl paúet Y otTGI épocGl, Y ya e.attJmo, hablando de nue,tra hi,toria mú reciente! Entoncea tú no hab"" nacido todavía, pero tu mamó y tu popó, IÍ. (Ello, también leerán con gu,to esto historia; no ea un libro pora niño, y jóven& IOlomente: los adulto, pueden aprender muchtil 00101 en él.) Y ,i c~men. ttJI e,te libro con ello" ooon tUI mGe!trOl, quÍJ:Ós tJeCII que le, ptUG lo mÍlmo que a mí, que hoblondo de époctJl remotas empican • record",. el palado reciente, un posodo que lo, adultol oonocemo, muy bien, porque lo vivimOl.Y ea que a Vecel, aunque le poreKa e.draño, la lectura de e,te libro no.~ htU'e T('cordar muchas COIGI que nolOtro, mi,mfU conocimos. y no, ponemo, a p4'n,ar en eUas y no, par('cen m('ntir~. Hace meno. de 15 oño, había en nll(','ro país niños S;'I (,lCuela y odulto, que IWnca habían vi,to .m libro. Muchm morían tin hobcr oído hablar siquiera de La Edad de Oro o d(' otraa obraa de Marti. Era como ,i todllvia t'iviéramos en In preJWtoria, allnque no, dijeran que vivíamo, en el si8'0 ~x. El pro/e,or llin cllenta que en A,iria. har(' mil('s d" añm. ltU perMlnGl qu(' no sahEnn ('srribir /irmnban hnrit'nt1n unn

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marca con la uña. Tú Fn6arás: "¡Qué C05tumbrel tan raraa tenían 105 a.irio.!" Y 5in em.bargo, hace meno.t de 12 a.w., fíjate bien, ¡menos de 12 año5! ~ntf'5 de la Campaña de Alfabetización- había caJi un millón de cubano5 que para firmar un documento tenían que humedecer en tinta kJ yema dd pulgar y dejar la marca del dedo en el papel; y para firmar una carta, hacer dos palito, cruzadOJ, en forma de X. ¿Qué te parece? Ninguno de ellos 5e llamaba "Equi5", natu· ralmente, pero tenían que firmar aJí porque nunca habÚJn podido ir a la escuela, y 1'10 5lJbían e,cribir. ¡Qué trute debe de ,er e'o, tener que firmar con una X! & como .i uno no tuviera nombre, como ,i no exi,tiera . •• E, verdad que ya e5lJ$ cosa, no ocurren ni pueden volver a ocurrir en nue5tro pai.-., pero ocurren en el relto de América Latina y en otro. continente,. De manera que todavÚJ deben preocuparno5. Porque, ¿podríamo, olvidarnos de nUeltrO' hermano, Equi., que alwra luchan por recuperar 'U! nombre. y 'porque ,us hijos tengan e,cuelaJ, maeltro' y libro5? ¿ScriG justo eso?

E&te año (1972) se celebra en todo el mundo el Año Inter. nacional del Libro. Su símbolo es ese emblema, hecho por el artilta belga· Michel O/yf. Son dos hombre, que 5e dan lG mano ,obre la, página, de un libro, en 5eñal de 501id4ridad.

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Lo. librtH 101& como laerramúmea, que ayudan al de.arrollo ". ltH puebloa, y .iMlen lambién para que lo. pueblos .e COhO&CGn mejor. NOlOlro. ce/cbramo. aqut el Año Internacional del Libro. No un 10/0 dla••ino ,odo. ItH dúu laula diciembre, y no de un. IOIa manera, .ino de mucla... en cualquier ac'ividad en qu• • e ulilicen libros o .e apr.,.dG al,o IObre cllos.. Tú p"Pdc• • yudarno. a celebrarlo mejor. ¿Sabes cómo? Cuidando 1/1' libro•• aludiando '"' leccio~ leyendo un poqui'o todos 1... Jt•• 1 penando bien .,. lo que lec•. éCon,amOl conli,o?

P... empie.. alaora mumo. con uta naarallillo.a y v(',;c/irra lalalori.. AMII0510 FOINn

del la'tituto Cublno del Libru

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'*

PRIMERA PARTE

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1. EL LIBRO VIVO ¿ Cómo era el primer libro? ¿Estab~ impreso o escrito a mano? ¿Estaba hecho de papel o de cualquier otra materia? Si existe todavía, ¿en qué biblioteca se le podría encontrar? Se dice que hubo una vez un hombre tan ingenuo que quiso buscar en todas las bibliotecas., del mundo este primer libro. Pasaba días enteros hurgando entre montones y montones de libros carcomidos y amarillen· tos por los años. Sus ropas y sus zapatos estában cuhier. tos por una e~a capa de polvo, como si acabara de realizar un largo viaje sobre una carretera polvorienta. A1 fin, encontró la muerte al caerse de una de esas ~andes escaleras que se apoyan contra los estantes de las bibliotecas. Pero aUQ cuando hubiera vivido cien años más, sus búsquedas no hubiesen conducido a nada. El primer libro estaba ya podrido en la tierra, muchos millares de años antes de que él hubiese nacido.

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Este primer libro no se parecía en nada a los de nuestros días. Tenía manos y pies, y no descansaba sobre un estunte: sabía hablar y hasta cantar. En fin, era un libro vivo: era el hombre. En aquellos tiempos, cuando los hombres no sabían leer ni escribir, cuando no hahía ni libro, ni papel, ni tinta, ni pluma, las tradiciones de los antepasados, las leyes y las crcencias no se conservaban sobre los citan· tes, sino en la memoria de los hombres. Estos morían, pero las tradiciones les sobrevivían, y se trasmitían de padres a hijos. Al pasar de un oído a otro, las historiaa cambiaban un poco: se añadía y I!e olvidaba. El tiempo las pulía como el agua de un río pule las piedras. La leyenda de un bravo guerrero se convertía en la historia de un gigante, que no temía ni a los venablos ni a las flechas, que recorría los bosques como un lobo y volaba sobre la tierra como un águila. En los más lejanos rincones del mundo hay todavía viejos y viejas que cuentan historias de las cuales no encontraremos jamás la huella de que hayan sido escri· tu; estas historias se llaman cuentos de hadas y leyendas. Hace mucho tiempo, en Grecia, se tenía la costumbre de cantar la /líada y la Odisea que eran las historias de la guerra entre los griegos y los troyanos. Y traDl' currieron siglos antes de que se escribiera lo que le cantaba.

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Un cantante, o trovador como los griegos lo llamahan, era siempre bienvenido a una fiesta. Había que verlo sentado, apoyado contra .una alta ('olumna, con la lira colgada debajo de su cabeza. La tiesta se acercn a su fin, los grandes platos de carne ~stlÍn vacios, e igualmente vacías las cesticas del pan. Se acaban de llevar las copas de oro de dos asas," Jo~ invitados están hartos y esperan ahora la música. El cantor toma su Jira, toca las cuerdas y comienza la lar!a historia de IDises, el astuto, y de Aqujl~l, el nliente en el combate. Las canciones del cantor eran hermosas, pero nuestros libros son mucho más agradables, ya que por algunos pesos se puede comprar una edición de ]a lliada, que le lleva fácilmente en el bolsillo. Y este pequeño volu· men no pide nada, ni comida ni bebida, y jamá@ rRe enfermo ni se muere. Esto me hace recordar una historia: LA HISTORIA DE UNA BIBLIOTECA VIVA Hahia una vez en Roma un rico comerciante que le namaba IteHo. Se cuentan maravillas 80bre SU8 rique. las f.bnlosRl1. Su palacio en tan grande que habría podido rontt"ner R todos los habitantes de la ciudad. Cada día sr. rennían alrededor de su me8a trescienta~ peuonas, elt"gidas entre 10/1 riudadanos más eminentes y ll1áll (·nltivados.

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En casa de Itelio no había solamente una mesa; babíst treinta, todas cubiertas con magníficos manteles hordados de oro. Itelio hada servir a sus invitados los manjares más delicados. pero en esta época se tenía la costumbre de recibir a los invitados ofreciéndoles los placeres de una conversación fina y espiritual. A Itelio no le faltaba nada. salvo instrucción. Apenas sabía leer. Las gentes que aceptaban sus comidas con placer se reían de él en secreto. Sostener una conservación en la mesa le era imposible y si conseguía hacerse escuchar. notaba que sus invitados apenas podían dj~i­ mular sus sonrisas. Esto era para él insoportable. Pero era demasiado perezoso para estar inclinado mucho tiempo sobre un libro y no estaba acostumbrado a pasar trabajo. Itelio reflexionó largamente sobre la manera cómo podría mejorar esta situación y he aquí lo que al fin resolvió. Ordenó a su mayordomo elegir entre sus numerosos esclavos doscientos de los má~ instruidos. Cada uno de ellos debía aprender cierto libro de memoria. Por ejemplo, la Iliada, la Odisea, etc. Esta fue una tarea muy dura para el mayordomo, el cual debió aplicar muchas penitencias a los esclavos antes de poder realizar los deseos de su señor.

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Pero cuando llegó a conseguirlo, ¡qué placer para Itelio, que tenía al fin una biblioteca viva! En la mesa, cuando llegaba la hora de la conversa· ción, no tenía más que hacer una seña a su.mayordomo y de la fila silenciosa de los esclavos, de pie contra el muro, se destacaba un hombre qu.e recitaba un pasaje apropiado. Los esclavos llevaban los nombres de los li· bros que habían aprendido de memoria; uno se llamaba Odisea, otro I1íada. el tercero Eneida, etc., etc. Itelio estaba encantado. Toda Roma hablaba de su biblioteca "iva, jamás se había visto una cosa parecida. Pero esto no podía durar, y un buen día, un incidente hizo qne toda la ciudad se riera del millonario ignorante: Después de comer, la conversación versó, como de costumbre. sobre toda clase de temas literarios. Se hllbIaba de la manera con que los hombres festejabl.ln en la anti~iiedad. -Yo conozco sobre eso un pasaje célebre -dijo Itelio, haciendo seña a su mayordomo. Pero este se hahía puesto ya de rodillas. y con nna voz temblorosa de espanto mumuraba: -Perdóneme señor: a Bíada le duele mucho la barriga. Desde entonces han transcurrido do~ mil años. Hoy mismo, a pesar de las numerosas bibliotecas. no se puede prescindir por co1tlpleto del libro vivo.

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Si se pudiera aprender todo en los libros no habría jamás necesil1ad de ir al colegio, se ·descuidarí.n lo! comrntarios y las explicaciones del profesor. r\o se puede preguntar a un libro, mientras que un profesor responde mllY bien, repite si es nece8lrio lu que acaha de decir y se pone a nuestra disposición. el periódico vivo! Es se~uramente más ale~re ~. más instructivo que el periódico impreso. Una repr~· ~entación teatral es más interesante que una ohra leídH en un libro. jy

Pero si los libros vivos no son sIempre útiles. la' cartas "ivas tampoco lo son. [n la antigüedad, cuando las gentes no sahían escri· bir no habia, naturalmente, servicio postal. Si h.bía que transmitir noticias importantes se em' ir! ., un meno toajero que repetía palabra por palabra j •. que ee 1,. hnllia dicho. Supongamos que ahora hubiera todavía mensajero~ en lugar de carteros. Nos sería muy difícil encontrar u.n 5010 hombre capaz de retener en la memoria vario~ crutrnares de cartas por día j Pero si lo encontráramo~ quizás no nos serviría de mucho! Admitamos, por ejemplo, que un mensajero lIegua a casa de Juan Pérez el día de su cumpleaño~.

Éste, preparándose a. recibir a sus invitados, le ubre la puerta en persona. -¿Quién es? -Tengo una carta para usted. Y he aquí lo que dice: "Estimado señor Pérez: Le deseo un feliz cumpleaños. ¿Hace mucho tiempo que usted se casó? Sírvase comparecer ante el notario público al mediodía de hoy. Me gustaría que "inieran a vernos más a menudo." Juan Pérez se queda con la boca abierta, pero rl pobre mensajero, que lleva en su cabeza mezcla Jos centenares de cartas, continúa enredándose como uua madeja de hilo.

2. LOS

HAZ·~IEl\IORIA

Yo conocía a un VieJO, hombre hueno y ~t'n'idal, al cual, a decir \er(lad, nadie le echaría más de ochenta año~. Sus ojos brillaban, sus mejillas estaban rosadas y caminaba tan rápidamente como un hOlllhre joven. T.odo habría ido muy bien si no hubi«>ra conH'nzado a fallarle la memoria. Salía a la calle y ya se hahía olvidado de lo que tenía que hacer. No podía retener jamás los nombres y aunque yo lo conocía desde muého tiempo antci', me lIamaha a menudo por un nombre que no era el mío. Si se le hacía un encargo, él preguntaba varias veces lo que debía hacer y, para más seguridad,. hacía UD Dudo en Hl pañuelo. Éste llevaba siempre cinco o seis nudos que no le servían de nada al pobre viejo. pues cuando ~a('aha el paiiuelo del bolsillo no tenía ni la menor idea de lo que los nudos podían significar. Por

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otra parte, aun cuando tuviera 1:1 mejor lllcmoria del munelo niu¡6D llombre comprendería na«la ell un libro escrito de esta sorprendente man('ra. Pero li el pobre viejo hubiera hecho llu(lo~ (Iiferentc~ y cada uno de eUol representara tal letra o tal palabr.. , todo hubiera cambiado. Entoncel rualquit'rll podrí'l descifrar IU ha..memoria. En efecto, han esiltido tale8 "cartas·nudos" antes de que el hombre haya apr~ndido a escribir. Así "esrri· Man" 101 tirtarol, 101 persas, 108 aztecas y los babitalltes del Perú. FAto. últimol eran especialmente hábiles en e.te sénero de elCl'itura y todavía hoy Se en('ut>ntran pa.torel en ese pail que conocen el lcn,:uaje' de los uudos. En lupr de pa&uelol le &ervian de una cucrda Lustante ~eea a la cual lisaban, como una franja, corde· litOl multieolorea de extensión y srosor diferentes.

Se hacian nudol en estos rordelitos

y ('uanto más

cerca ettaL. el nudo de la rut'r(la más imporlante era el me....je. Un nudo nesro fi~ni(i('aba la muerte, un nudo blanco el dinero y la P:1Z, uno rojo la guerra, uno amarillo el oro, uno verde el pan.

Lo. nudo. lin color lisnificaban cifras: los nuaos .imple. la. decenal, los nudos 'dobles las ('('nlenas y los nudOl biplee 101 mUlares.

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Leer una carta escrita de ellta manera no era una cosa fácil, y era preciso tener en cuenta el grosor de la cuerda así como también la manera en que los nudos estaban hechos y situ.ados. Los niños peruanos debían aprender el aUabeto de los nudos, o quipos, así como nuestros niños aprenden su abecedario. Otros indios, los hurones y ros iroqueses, se servían Je conchas de colores diferentes en lugar de Dudos. Las parfían en pedacitos planos y las pasaban sobre un hilo grueso; bacían así fajas enteras y después reunían varias de ellas. Aquí también el negro era de mal agüero y significaba la muerte, el infortunio o una amenaza. El bI :.lDCO quería decir paz, el amarillo oro o un tributo, el rojo la guerra o un peligro. Estos colores han conservado hasta nuestros días SU sentido primitivo. Una bandera blanca continúa siendo el emblema de ]a paz, el negro es el símbolo del luto y el rojo el de la rebelión. L~ marina ha establecido un alfabeto completo de pabellones. Los navíos se comunican entre sí por medio de pabellones izados sobre un mástil.

¿Y las señales de los ferrocarriles? ¿No son los mejores testimonios de los viejos mensajes en ~olores, que han atravesado los tiempos?

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No era fácil traducir el sentido de las conchas de colores. Los jefes de tribus tenían bolsas llenas. Los jóvenes de las tribus iroquesas se reunían dos veces por año en un lugar determinado del bosque para aprender de boca de los viejos eJ misterio de las conchitas. Cuando una tribu india enviaba un mensaje a otra tribu, el mensajero llevaba con él sus sartas de colores, que llamaban wampum. -Escuchad mis palabras, jefe, y mirad estas conchas -decía mostrándole las sartas que reflejaban todos los colores del arcoiris. Y a continuación pronunciaba su discurso designando una concha para cada palabra. Sin una explicación directa era muy difícil comprender el wampum. Imaginemos cuatro conchas suspendidas de un cordelito; una blanca, una amarilla, una roja y una negra. El mensaje podía significar: "Haremos una alianza con vosotros, si nos pagais un tributo, pero si no queréis pagarlo, os haremos la guerra y os mataremos a todos."

o bien se podría interpretar esta carta de una manera completamente diferente: "Os pedimos hacer la paz y estamos dispuestos a ofreceros oro. Nosotros pereceremos si la guerra continúa.'

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Para evitar todo error, cada indio que escribía UD mensaje de esta manera debía llevarlo él mismo y leerlo en a1ta voz. :El mensaje no podía, pues, reemplazar a una persona; no servía nada más que para recordarle lo que debía decir. Existen numerosos haz-memoria semejantes. Por ejemplo, para contar el número de UJI rebaño o el número de sacos de harina de un granero, se hacían incisiones en un palito. Y, en nuestros días, los campesinos servios se sirven todavía de palitos parecidos, en lugar de recibos o de facturas. Supongamos que un campesino le compra a un comerciante, a crédito, cuatro sacos y medio de harina. En .lugar de darle un recibo éste corta un palito y le hace incisiones: cuatro grandes y una pequeña. A continua· ción corta el palito en el sentido de lo ancho, le da la mitad al comerciante y conserva la otra mitad para éL Cuando llega el día del pago" se reúnen las dos mitades -no hay ninguna posibilidad de engaño- y las incisiones indican inmediatamente la suma debida. Las incisiones sirven también para marcar 108 días. Robinson Crusoe utilizó un calendario parecido mientras permaneció en su isla desierta. De ahí se deriva también nuestra costumbre de hacer muescas sobre la culata de un fusil.

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3.



LOS OBJETOS QUE HABLAN

Era preciso que hubiese homLres muy hábileli para como prender el significado de los nudos y de las conchas. Pero se conocían otroll métodos mucho más simplea para anotar los acontecimientos y enviar menllajes. Si una tribu quería declarar la guerra a otra, le en· "iaba un venablo o una flecha. Era evidente para cual· quiera que ese regalo tenía olor a sangre. Si se trataba de concertar la paz, había la costumbre de enviar tabaco o una pipa. La pipa y el tabaco continúan siendo símbolos de paz entre los indios. Cuando se reunían para discutir las condiciones, los jefes de las tribus hOse tiles se sentaban alrededor de una fogata. Uno de ello! comenzaba a fumar la pipa; la pasaba después a IU \'ecino y en medio de un silencio solt"mne la pipa re· corría la asamLlea.

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Antes de saber escribir, los hombres componían cartas enleras con objelos. Los escilas, antiguos habitantes de la Rusia meridional, enviaron un día a los pcrsas una carla compuesta por un pájaro, un ratón, una rana y cinro flccha~. He aquí lo que esta extraña mezcla quería decir: "Persas, ¿ l;abéis "olar como un pájaro, esconderos bajo la tierra como un ratón, saltar por los pantanos fomo una rana? Si no lo sabéis, no tratéis de hacernos la guerra, porque sucumbiréis bajo nuestras flechas del;de el momento en que pongáis los pies en nue!'tro territorio."

¡ CulÍnto nuí!i

lc~iLles y

más simples son nUCl;tras cartas! ¿Qué dirían ustedes si un buen día recihieran por correo un paquete en el cual, en lugar de un regalo, encontraran una rana muerta o alguna cosa semejante? Pemarílln naluralmente que alguno quería hacerles lma broma pesada y nunca imaginarían que pudiera tratarse DO de una hurla, sino de una carta importante. Pero desde los "objetos. que hablaban" al "papel que babIa" había todavía un largo camino por recorrer. y durante mucho tiempo, 1011 objetos que hablaban fueron el único medio comprensible para los hombres. Una pipa significaba la paz, un venablo la guerra, un arco tendido quería decir el ataque. y millares de años separaron estos objetos parlantes de nUf'!'tro papel parlante. 34

4.

UNA CARTA EN DL\GENES

Existían muchas llHl1leraS de componer carlas o de trasmitir mensajes, pero el que no~otro~ empleamos ahora --el medio de escrihir con las letras de un alfaLetono existía. ;. Cómo han aprendido los hombres a e~crihir cou un alfaht'lo'~

j Esto

no ha

lle~adu

(le nn solo· golpe!

Al priueipiu los homLres diLujaLan para escriLir. Si hal'Ía fuIta expresar la palaLra "reuo", diLujaLan Ull reno, y para ti palabra "caza" diLujaLau cazadores y nnimales.

lt'~

Ponl'lt~

ellos saLían diLujar desde hatÍa 1I1l1eho tiempo. En una época eu (Jlle los mamllls de largo pelo y lus rcuos del norte alra\"esahan en reLaíio los lugares dOllde :Illllra ~t' le,"aulau las ciu(l:\(le~ de Parh y de ton-

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(iree, los hombres habitaban en cavernas y grababan ~obre las paredes de las mismas toda cIase de imágenes. Si eran cazadores dibujaban animales y escena5 de caza y se esmeraban en hacer dihujos muy exact08. Por esto sus animales nos parecen como si estuvieran :mimados. Puede \"ersc al bisonte, con la cabeza vuelta hacia el hombre que lo persigue, y más lejos al mamut y todo un rebaño de renos huyendo ante los cazadores. Esos dibujos se encuentran a menudo en las cavernas prehistóricas de Francia y de España. ¿ Qué nos dicen estos dibujos?

Nos hablan de las creencias de estos hombres pre. históricos. Como más tarde los indios, los hombres de las cavernas creían descender de ]os animales. Un indio se llamaba, por ejemplo, Bisón, pOrque creía que su tribu descendía de] bisón, y se daba el nombre de Lobo cuando creía que su antepasado era un lobo. Al mismo tiempo, los dibujos en ]l;ls profundidades de las cavernas representaban, para estos hombres pre. históricos, a sus imaginarios antepasados convertidos en protectores de la tribu. Pero otros dibujos nos enseñan cosas muy diferentes. Uno encuenlra, por ejemplo, un bisonte traspasado por un n'nablo; encuentra un reno acribillado de flechas...

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¿Para qué hacían estos dibujos 'allá en las cavernas? ¿Quizás para hechizar a los animales y atraerlos por medio de conjuros a sus cuarteles de invierno? Esto es lo que hacen todavía los hechiceros de numerosas tri· bus: para vencer a un enemigo componen su imagen y la traspasan de venablos o de flechas. Muchos millares de años nos separan de la época de los hombres prehistóricos. Éstos se nos parecían poco, y su esqueleto --que ue ha descubierto en la tierrase parece más bien al de un mono que al de un hombre. Nosotros no hubiésemos sabido jamás lo que pensa· ban estos hombres, en qué creían, si no tuviéramos sus dibujos sobre los muros de las cavernas. Estos dibujos no son cartas propiamente dichas, y ni siquiera son todavía historias en imágenes. Pero ya no es mucha la diferencia entre ambos. En la página siguiente puedes ver una historia en imágenes que se ha encontrado escrita sobre un acantio lado cerca del lago Superior, en la América del Norte. No es difícil de descifrar: Cinco largas piraguas en las cuales se encuentran cin· cuenta y una personas, representan indios atravesando el lago. El hombre sob~e el caballo es evidentemente su jefe. La expedición ha debido durar tres días, porque

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I~ hay tres soles bajo tres arcos que representan el cielo. La tortuga, el águila, la serpiente y los otros animales son los nombres de los jefes. Un viejo escritor inglés cuenta en su libro una anécdota donde varias imágenes parecidas a éstas de~em· peñan un papel importante. HISTORIA DE LA EXPEDICIóN DESAPARECIDA

Esto pasaha en 1837, comienza el capitán, yo era todavía lIlUY joven y viajaLa por el Misisipí a Lordo del "G eorge W] . " . tar d e se h.l· a~ llngton , ] e que mas unmo• a comecuencia de ]a explosión de una caldera. Un día, en Nueva Orleáns, un grupo de viajeros subió a bordo de nue~tro barco. Era una expedición que se

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había enviado a explorar los bosques y los acantilados de los cuales hoy nO queda ninguna señal. Eran todos jóvenes y llenos de vida, salvo su jefe, ya de alguna edad, que era el único hombre serio entre ellos..No le gustaban las bromas y estaba siempre sentado en un rincón tomando notas en un cuadernito. Se veía enseguida que era un hombre instruido. Los otros, y sobre todo los soldados que acompañaban a la expedición, como guardia, no pensaban en otra cosa que en beber y reír. Cuando la expedición desembarcó, el barco quedó bruscamente silencioso y desierto. Al principio hablábamos a menudo de los exploradore!l, pero poco a poco los fuimos olvidando. Pasaron tres o cuatro meses, o má!l. ya no recuerdo bien; yo trabajaba entonces en otro barco, el "Medusa". Un día, un viajero, un viejo con los cahellos grises. me preguntó: -¿Es usted John Kipps? -Sí, señor, soy yo. -He oído decir que usted e!ltaba en el óóGeorge Washington". -Así es. ¿Por qué le intere!la saberlo? -Bueno, verá por qué -resrondió-. Mi hijo Tom partió en ese barco con un grupo de exploradores. Él y

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sus compañeros han desaparecido}' a pesar de todas las búsquedas no los han podido encontrar todavía. Ahora voy yo mismo, pues sin duda mi hijo está enfermo en alguna parte. Miré al Yiejo y me entristecí por él. Yendo a aquellos bosques corría el peligro de atrapar la fiebre y de ser muerto por los indios. -¿Y va usted solo? --le pregunté. -No -respondió-, yo quisiera que alguien me acompañara. ¿Podría indicarme alguna persona que fuese capaz de hacerlo? Será bien pagada y si ce neceo sario venderé hasta mi granja para ('sto ..• -Si yo l.e puedo ser útil, por supuesto que lo acom· pañaré. Al día siguiente desembarcamos, preparamos nuestras provisiones, compramos revólveres, fusiles y tiendas de campaña y contratamos a un indio como guía. Después de habernos informados por los indígenas, nos pusimos en camino. Es difícil decir cuántos kiló' metros anduvimos. Yo soy un hombre fuerte, pero ya estaba casi agotado. La región cra húmeda y pantanosa. Traté de pf"r~uadir al viejo de que era preciso renun· .ciar a la expcJición. -Me parece que estamos sobre un mal camino -le dije-, si los exploradores hubieran pasado por aquí,

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habríamos encontrado algunas señales. Pet'o ya hace haslantes días que estamos en camino y no hemos en· loulrMJl. la menor señal de una fogata..• El guía estaba de acuerdo conmigo. Pero el "¡ejo, que ya estaba a punto de desistir, cam· bió repentinamente de idea, y ¿saben por qué razón? ¡Por un simple botón de cobre! Y fue este botón el que lo lle,'ó a la muerte. Nos habíamos detenido para descansar en un pequelio daro. El guía indio y yo acabábamos de encender una fogata y de IC\antar la tienda. El viejo estaba sentado sobre un tronco de árbol. De repente gritó: -¡John! ¡Mire! Mire ese botón ... ~Ijré. Era un hotón de aquellos que entonces llevaban los soldados.

El viejo l)areeía completamente trastornado. Miraba el botón llorando, y repetía sin cesar: -Este es el botón de mi Tom. Él llevaba unos iguales. Ahora sí que lo vamos a encontrar. Yo le dije: -Pero, ¿por qué ha de ser su hijo el que perdió botón? Había ocho soldados. - j Ah!

~se

-respondió el viejo- no traten de COll\·en·

cerme. Desde el momento en que reconocido.

VI

este botón lo he

Continuamos la marcha durante tres días más. Ahora el viejo no quería voher atrás por nada del mundo y yo no intenté siquiera tratar de discutir. Un botón no es nada, pero es por lo menos un indicio. Al día siguiente el viejo tenía mucha fiebre, pero a pesar de los escalofríos que hacían temblar su cuerpo no quería acostarse. -Es preciso darse prísa -decía-, Tom me espera. _\ 1 fin. no pudiéndose tener más de pie, cayó sin con\Jcimienlo. Yo lo cuidé durante dos o tres días como :-oi fuera mi padre, de tal manera me había encariñado ('on él. Pero no había nada que haccr. Murió apretando el botón en su mano. Lo entenamos en el mismo sitio en que había muerto y regresamos, pero por otro camino. Fue entonces, como por un maligno azar, cuando descuhrimos las huellas de la expedición. Al principio los restos de una fogata, más lejos una banderita y a conti· nuación -lo más interesante- un trozo 'de corteza. Yo lo he guardado siempre. Aquí está. El capit:ln' sacó una cajita, cuya tapa estaba adornada con una imagen representando tres masteleros. La abrió v sacó de ella un trozo de corteza de abedul, sobre la

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cual hahía sido grabado el dibujo que ustedes pueden ver aquí.

-Este dibujo -continuó el capitán- había sido hecho por uno de los indios que servían de guía a la expedición. Al parecer, ésta se había alejado de l~s caminos y durante mucho tiempo había vagl:ldo por los bosques. Los guías indios, según la costumbre de su tribu, habían dejado esta "corteza·carta" para contar lo que les había sucedido. La carta hahía sido clavada a un árbol en un lugar muy visible. Mi guía me explicó de la manera siguiente lo que quería decir el mensaje: "El pájaro que vuela indica ~l camino. Ocho hom. bres, y al lado de ellos ocho fusiles, representan a los

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soldados entre los cuales se encontraba el pobre Tom. Las seis figuritas son los exploradores y el que tiene el libro es su jefe. El hombre del venablo y el h~mbre de la pipa representan los guías indios, y las fogatas los lugares por los que han pasado. El castor con las patas al aire significa que uno de ellos, llamado Castor, en· contró la muerte en el camino". Desde el momento en que tuve en mis manos este mensaje decidí continuar en mis pesquisas. Continuamos por el mismo camino y una semana más tarde alcanzamos a la expedición que se había ex· traviado. Han transcurrido muchos años desde este suceso y cada vez que veo este trozo de corteza, me acuerdo del viejo y de su botón de uniforme. 1 Sobre las piedras funerarias de los indios se encuentran a menudo dij>u· jos representando animales, de los cuales el muerto o toda la tribu lle,'a su nombre. Ademáil de cartas-imágenes se conocen verdaderas hiscomo la del famoso Lienzo de Tlaxcala. Este lienzo, dibujado por artistas anónimos llaxcaltecal hacia 1560, ca8i un siglo de8pués de los sucesos descrito9, cuenta en ocbenta dibujos la bistoria de la conquista de México y el fin del imperio azteca. El décimo dibujo representa la marcha de IOB invasores bacia Chalco. Hemán Cortés, a caballo, RUiado por un ~ndio, avanza por la "gran calzada" que pasa frenle al volcán Popocatépell; entre su caballo y el volcán, tres eiltaca~ simbolizan las trampas tendidas por 1

torias-imá~enes,

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En la paRIDa 8iguiente puede8 ver una piedra que llc,a el (Lbujo de un re~o. Por los dibujo. grabados en la piedra se puede 8aber toda la historia del hombre que está enterrado ahí. Se llamaba. sin duda alguna. "el reno de 108 pie8 li8eros" o un nombre por el estilo. Era un cazador de alcea famo8o. como lo indica la cabeza de alce dibujada bajo el reno. Tomó parte en numer08a8 expedicionea y numeroso. combate8, cuyo número está indicado por raya.

6U8 adversarios; arriba, un perro escolta a lo. 8uerrer05 iodio.; al final del camino. la ciudad de ehalco. (De El Correo de la Unesco, enero 1972. Foto Reoé-Jacque•. )

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horizontales sobre los lados de la piedra. El último como bate duró dos meses -esto está claramente exprt'sado por el dibujo de dos lunas y un tomahawk-, yen· contró en él la muerte, como lo señala la imagen fiel reno con la~ patas al aire dibujado bajo latl dos luna !l. Toda la "ida de un hombre primith'o pu.ede It'erse a menudo sobre su cuerpo, y es eo:,tumbre entre numt'rosas trihu!! adornar sus cuerpos con imágenetl. Los indígenas de las i:,las poli. nesias dan a cada dibujo un 'sen· tido especial. Una cara terrorífica sobre un pecho es la cabeza de un dios, y sólo un jefe tiene derecho 11 lIe. "ar este símLolo. Un dibujo he. cho ('on líneas y cuuclrados indio ca ..1 número fle la!! expedicione~ en la" cuales ha tomaelo parte un guerrero. Un diLujo hecho ('on ('unas Llancas y círcuJos negros representa el nú· mcru ele ,'ictorias que ha conseguido soLre sus enemigos. La cOlltumbre de dibujar sobre el cuerpo puede pare. cernos ridícula. Pero entre las person8!l que se consi. 46

oeran como civilizadas e in!Ótruidl1s hay lllu('hl1s que de adornan como los po)jnesio~. A decir verdad, no hacen dihujos ¡¡obre su cuerpo, pero llevan insignias como charreteras doradas, cordones sobre los hombros, estrellas, medallas y gor... ~ adornadas con plumas o águilas. Todas estas condecoraciones indican su grado. SU8 títulos o sus méritos militares, como los dibujo!! sohre el cuerpo ele un hombre primitivo.

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5. LA ESCRITURA EN JEROGLfFICO :\Iuchos sabi9s han pasado años tratando de descifrar f' I enigma de los dibujos misteriosos que cubrían los muros de Jos templos y de las pirámides del antiguo Egipto. HaLía algunos fáciles de comprender: eran Jos que representaban escenas de personajes ocupados en toda clase de trabajos diferentes. Se veían en ellos escribas con su rollo en )a mano y su pluma d«.;trás de la oreja, mercaderes que vendían collares, perfumes, pasteles y pescado.. Había también sopladores de vidrio dispuestos a soplar en )05 cubiletes; joyeros cincelando brazaletes y anillos de oro, guerreros con sus escudos recubiertos de cuero, corriendo en formación regular ante el carro ,Id faraón. ~Iirando

estos dibujos se puede uno imaginar fácil. -mcnte lo que debía ser un taller de arle~ano egipcio,

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cómo los comerciantes operaban en la plaza del mercado y cómo estaba formado un cortejo real.

Pero estos dibujos, comprensibles para todo el mundo y que representaban la vida de las gentes que "ivieron hace millares de años, están rodeados de muchos otros cuya significación es mucho menos clara. Sobre estos monumentos egipcios se encontraban grao bados serpientes, búhos, gansos, leones con cabeza de pájaros, flores de loto, manos, pies, hombres sentados sobre sus talones y otros con los brazos colocados detrás de la cabeza, escarabajos y hojas de palmeras. Todas estas imágenes están dibujadas con largos y finos trazos, como las letras de un libro. Entre ellos se encuentran también innumerables formas geométri. cas de todas clases: cuadradas, triangulares, curvas y en forma de cubo. Es imposible enumerarlas todas, t Estos símbolos misteriosos o jeroglíficos traducen si· glos de la historia egipcia e indican las costumbres y los hábitos del pueblo egipcio. Pero a pesar de los asiduos esfuerzos de los sabios no se llegaba a descubrir la significación de los jeroglí. ficos. Los coptos, descendientes de los egipcios, no les pudieron prestar ninguna ayuda, porque habían olvi. dado hacía mucho tiempo la escritura 'de sus antepasados.

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Sin embargo, se llegó a descubrir el secreto de los jeroglíficos. En 1799 soldados franceses desembarcaron en las costas de Egipto bajo las órdenes del general Napoleón Bonaparte. Mientras cavaban trincheras en los alrededores de la ciudad de Roseta, descubrieron una enorme piedra lisa, que llevaba una inscripción en dos lenguas: en griego y en egipcio. ¡Qué alegría la de los sabios al ver aquel descubri. miento! ¡·Poseían al fin la clave de los jeroglíficos! Al parecer, no había más que comparar la escritura egipcia con la escritura griega y el secreto sería revelado. Pero una gran decepción les esperaba. Ellos creían qu.e la escritura egipcia estaba hecha de imágenes, y que cada palabra estaba representada por una imagen diferente. Pero al intentar sustituir una imagen con una palabra griega no obtuvieron ningún resultado. Transcurrieron varios años. Y quizás todavía sería· mos incapaces de comprender los jeroglíficos ún el tra· bajo del sabio francés Champollion. Él se dio cuenta de que algunos símbolos egipcios estaban rodeados de un pequeño marco. En la inscripción griega, en el lugar

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correbpondientc, se encontraba el nomlll"t' del faraón Ptolomeo. j Si

e"to era exacto, bastaha

l'I~emplazar lo~ signo~

por

\I.'t raE !

Vean ustedes aquí la significación de estas

• •

f\

M.

~

lctra~:

4 e ti

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E

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S

Pero esto no era nada más que una suposición. Podía ser que los símbolos quisieran decir otra cosa total· mente {liferellte. Era preciso comprobar w descubri· miento. El azar lo favoreció. En la i~la dc Pilas ilC encontró lIn obelisco que llevaba una inscripción en dos lengua".

Aquí cierta palabra estaba encuadrada y se repetía " menudo. Champollion reconoció inmediatamente ('n ('~ta palabra la~ letras que ya conocía.

,

i\

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~

O

L

E

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....

Las sustituyó y obtuvo:

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"

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c:. ~



P

Cuando examinó el texto griego, su alegría fue enorme al encontrar en el lugar correspondiente la palabra

KLEOPATRA i Esto quería decir que hahía adivinado la verdad! Los símbolos en los marcos ovalados no representa. han palabras 'sino letras separada!l. Y ahora Champo). lion tenía ya once letras diferentes: p, t, o, 1, m, e, to, k. a, t, r. Pero cuantlo trató de descifrar con ayuda de est.. ~ lelras la!' palahras no enmarcadas no ohtuvo ningún re~llhado.

y huho flue ~ll'dil'ar mucho tiempo ," explicar la razón dI' estt' fracaso. La realitlatl era que los egipcios no escribían con letras nada más que los nombres propios; las otras palahras estahan ~scritas de todas las maneras. La escri·

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tura egipcia nos trae a la memoria un jeroglífico: algunos símbolos representan palabras enteras, otros sílabas separadas y otros letras. Los egipcios utilizaban a menudo este medio para dibujar un nombre que no se podía representar de otra manera. Por ejemplo: escarabajo en egipcio se escribe: hpr (los egipcios no usaban vocales). Pero al verbo "ser" en egipcio se le designa igualmente por la misma palabra: hpr. Entonces, cuando debían escribir la pala}}ra " ser"d"b' . I u)a b an un escara b ajo. He aquí algunos ejemplos de jeroglíficos egipcios:

Los egipcios, como los indios, escribían con ayuda de imágenes. Pero de esto hace ya mucho tiempo. Poco a poco algunas de esas imágenes fueron reemplazadas por sílabas y finalmente por letras. Y de estas letras se deriva nuestro alfabeto. De este modo las imágenes, evolucionando en el transcurso de millares de años, se convirtieron en letras.

¿ Pero por qué cambiaron las letras? 54

Porque la vida de los hombres cambia. Las tribus nóm-adas pasaban poco a poco de la caza a la agricultUl":l y a la ganadería. Los hombres se hicieron comerciantes. ). artesanos. Y naturalmente, era imposible para el J!,anadero hacer dibujos precisos de todas ms vacas. Design(í. pues. cada bestia con un signo especial. El ('ollH'rciante no podía tampoco dibujar todas sus mero (':lncía;;: ya bastante tenía con in,-entar un ~igno dife· I'eute para (·,,,la mercanCÍa. Y aquí aparecen por primera H7. lo;; ~i~nos especiales para marcar la propiedad. El si~llo ~uprim(' cada vez más el dibujo. La ~scritura d(' lo,. 4'~!pcio,. (,()Ilti"nc toda"ía diLujos; la de los penas y la (It' lo~ 1ta1tilonio,. no contiencn ninguno. Es una "('rit' (le líne:ls y de trazos. Los persas. como sus vecinos lo;; lla1tilonios. es('ribían sus cartas ~obre tabletas de arcilla ('on UII palito puntiagudo. Ohtenían así trazos ('xt rt'IIH\(lalllente finos y en forma de cuñas. Es por e"a razón (Iue esta ('i'('ritura se llama "cuneiforme". Tr,lll;;currieron muehos años; y las gentes trataban t'n ,ano (le ,leseifrar la escritura cunciforme. Habían perdido ya tOlla "speranza de penetrar el secreto de ('stos extraños símbolos, únicos en el mundo, cuando encontraron la da,-e. FUI' el profe,.or alemán Grotcfend quieu descifró la

(,,.critura cuneiforme. La tarea fue tanto más ardua para I~I. ('tlllnto que no tenía a su disposición ninguna imcrip. (i(ín f'n dos lenguas.

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Estudiando las piedras funerarias de los reyea d~· Persia, observó que algunas palabras se repetían muy a menudo sobre todas las piedras. Grotefend supuso que estas palabras querían decir "rey de los persas" o alguna cosa parecida. Por consiguiente,> la palabra que precedía a "rey de los persas" podía ser muy bien el nombre de este rey Por ejemplo, "Ciro, rey de los persas". Sobre uno de los monumentos esta palabra estaL" representada por siete símbolos cuneiformes. Grotefend recordó los nombres de todos los reyes persas, Ciro, Darío, Jerjes, Artajerjes. .• y se puso a sustituir con ellos las letras cuneiformes.

_ " 'Y, El rt

El nombre de "Darío", o "Darivuch" en persa anti· guo, correspon(Iía al número de letras en esta palabra.

...

O

~

A

R

I

~,= V

(ir te U

al

¡Grotefend tenía ahora siete letras a su disposición! En otra palabra \"olvió a encontrar las lctra~ que ya conocía:

«Jf

rr f(-

eH 56

1

--'" A

~, R

« eH '" A

Faltaba solamente la primera,,)" no era difícil adi,i· nar que esta letra era una K, y que la palahra entera era: Kchiarcha o J eejes. ¡Se había encontrado la clave! Y, ('uija extraña, en lo~ dos casos -tanto en el de Champollion como en el de Grotefend- fue el 110mbre de un rey el qne permitió encontrar la clave. Por último Groteíend descubrió laij oLras letras. Llegó a la conclusió11, tal como se había supuesto al principio, de que la palabra que seguía al nombre del rey enl su título. Por ejemplo:

Darío, el gran rey, rey de reyes, soberallo de los persas, rey de Jlueblos.

y de esta manera se descifró la escritura persa. Hay que añadir que 110 fueron los persas quienl's inventaron la escritura cuneiforme, sino qne ellos la tomaron de los babilonios. Éstos. como todos los pueblos antiguos, al principio dibujaban en lugar de escribir. Pero como dibujaban sobre una materia poco apropiada para dibujar: la aro cilla, sus trazos eran angulosos y obtenían, por ejem. plo, en lugar de un círculo Ul. cuadrado.

o *

51

A la larga no se utilizaron más estos dibujos para designar una palabra entera, sino solamente la primera sílaba. Y los persas simplificaron todavía más la escri. tura cuneiforme, haciendo de cada dibujo una letra. Estas letras misteriosas esperaron millares de años a que hubiese alguien que las descrifrara. j Cuántas cosas nuevas e interesantes se han aprendido desde qne Champollion y Grotefend penetraron el se· creto dc los jeroglíficos y de la escritura cuneiforme r

Pero todavía no están resueltos todos los enigmas. Nadie" hasta ahora" ha conseguido descifrar las letras inscritas sobre los leones y las esfinges que se encu.en· tran en Siria y en Asia Menor, territ(')rio del reino misterioso de los hititas. Todo lo que sabemos de este pueblo nos lo han enseñado los egipcios. Pero sólo cuando podamos leer su escritura conoceremos el pasa.lo de esta raza ohidada. Sin emhargo, el descifrar las ins~ripciones no es todo. Si Champollion no hubiese conocido la lengua de los coptos, no habría comprendido las inscripciones egipcias, pues los coptos son los descendientes del antiguo Egipto y es por la lengua copta por la que nosotros podemos formarnos nna idea de la de los antiguos egipcios. Todavía es mayor nuestra ignorancia de la escritura de los etru~cos. antiguos habitantes de Italia.

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Sus letras se parecen mucho a las de los griegos, lo que hace fácil la lectura de IUS inscripciones. j Pero nadie conoce su lengua! Por esto, la significación de 8US inscripciones no ha podido ser descubierta. j Qué

lástima tener entre nuestras man08 es"s anti. guas imcripciones, poderlas leer y no comprenderlas! j Qué de enigmas apasionantes hay todavía por resol. ver! j Cuántos nuevos descubrimientos se harán tod:lvía, dur:lllte la vida de cada uno de nosotros!

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6. LA EMIGRACIÓN DE LAS LETRAS La escritura en imágenes se cambió poco a poco por )a escritura con si~nos. Pero en ciertos sitios -y leun· hién en nnestros días--- se u.tilizan todavía )010 jero. ~líficoi.

Los chinos. por ejemplo, escriben así, a pesar de que han utilizado )01' jeroglífic08 mucho antes que los otros pueblos. El papel. la pólvora, la porcelalla y la imprenta I'.. an conocidos f'nlre los chinos aun antes de que se lJubiera oído hahJar de ellm; en Europa. jy

hasta entre nOEiolros se emplean todavía los jero. ¡.díficos! La manito con IIn dedo extendido indicando el calJIino, )08 zig-zags de un relámpago sobre un p08te que lit.lstiene el ll'nllioo eléctrico, una calayera í'ohre una

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botella q uc conliene vcucno: he ahí jeroglíficos que representan palabras o frases cnteras: "¡ Pase por aquí!" "¡ Cuidado ron la corrientc cléctrica!" "¡ Veneno !". Los chinoe etlcriben toda"ia por medio de jeroglifil·Ut-. pues par¡, clJós carnbi;.rlos por un alfabeto de lelra~ Ilería imposible. Esto proviene de que en la lengua china todas las palabras son muy cortas y no se componen mis que de una sola sílaba. Cada palabra Jlllt"CJt' designar muchas cosas diferentes. Esto es relativamenle raro entre nosotros; tOlUel1JO~ por ejemplo la palabra "vino", que como nombre de· signa una bebida, y como verbo el hecho de llegar a donde uno está. Si se escribe esta palabra aislada, sin otra explicación, sería imposible comprender de qué vino se habla. Pero entre los chinos cada palabra no tiene un solo significado., sino muchos. ¿ Cómo representar cada uno en la escritura?

A primera vista esto parece imposible, pero los chi. han encontrado un medio para salvar esta difi· cultad.

110S

Tomemos, por ejemplo, la palabra "Tchou". Esta palabra significa navío, habladuría, incendio, cubeta y plumón. En la escritura esta palabra está representada por el dibujo de una vela sobre un mástil. Esto quiere decir 62

"navío". Para significar "habladuría" añaden al lado una boca humana. Para "incendio", la imagen que quiere decir "fuego". Vela más agua quiere decir "cubela" y vela más pluma, "plumón". Los chinos han simplificado mucho sus jeroglífico. para hacer más fácil su lectura. Y es difícil reconocer en los trazos negros, reunidos de muchas formas, la imagen de personas, de estrellas, de BQles y de luna•. i Pero todavía es más difícil, reconocer esas mismar imágenes en nuestras letras t ¿ Creerían ustedes que el origen de cada una de ella. ha sido una imagen? Como cazadores empeñados en la persecución de su presa, los sabios han recorrido paso a paso el largo camino que conduce desde las imágenes hasta nuestra. letras. Estas letras pasaron de país en país antes de llegar 8 nosotros. Ustedes pueden seguir su camino sobre el mapa. Su país de origen fue Egipto. Hace muco tiempo que los egipcios expresaban sus pensamientos con ayuda de imágenes. Pero llegó un momento en que compren. dieron que no era posible expresarlo todo por medio de imágenes.

¿ Cómo dibujar los nombres propios? Esto es fácil si el nombre quiere decir alguna cosa, porque no ha,

más que dibujarla. Los indios hacían esto: para escribir el nombre "Gran Castor" dibujaban la imagen de UD castor. Nosotros podríamos igualmente hacer un jeroglífico para representar el nombre de:

ROSARIO ROSA

RIO

¿ Pero qué hacer cuando el nombre no puede ser t'epresentado por nada? ¿Cómo hacer, por ejemplo. para representar Carlos o Juan? He aquí cómo poco a poco se comenzó a hacer uso de las letras, y esto fue lo que hizo que los egipcios añadieran veinticinco letras verdaderas a los centenares de jeroglíficos que representaban palabras enteras o ~í1abas.

Lo hicieron de una manera muy simple: En su lengua había muchas palabras cortas tales como "ro": boca, o "noui": trenza, "bou": paraje, etc.... La imagen que representaba la palabra "boca" no representaba solamente una boca sino también la primera letra de la palabra: "r". El dibujo de una trenza no significaba solamente trenza" sino también la primera letra "n". ¡Y así algunos jeroglíficos tomaron el lugar de letras!

Pt'ro al lado dt'l nuevo método 1011 egipcioll ronllt'r,arcm tamhién ~I viejo. A menudo t"lll'rihían rierta!! palahra:o; c'on lf'lra¡.¡ y hacían un dibujo de la palahra al 11..1u, Era (" id~ntf' que no podían aru:o;tumltrar:o;c' :1 la~ Ic,traM, Por ejc'mplo. al princIpIO cllcribían t'11 l..tra", ··th": Iil.ro. Y ni lado, dibujaban un libro, () tamhit-n C8rribían ""ah": pt':o;cado, y al lado harían f'l dibujo ele un pl'~rado.

Pero la dificultad de acostumbra rile a la!i If'tras no (ra la única razttn que les impulllaba a f'flrrihir d.. f'sta 11 Utnf'ra. Para no cometer errores, cada palabra dehí. tencr una clave, un signo explicativo. ~ta¡;

pulabrati son la8 que repre8entaban por ejem. plo el pellcado o el libro y sin tale8 signoll se habríaa rometido muchos errores, porque los egipdoll solamente huMan inventado letras para representar la!! conilonan· tf'!i. Iwro Ill~ hahían olvidado de reprellentnr las vocal"ll. A!"í, para ellcrihir "'hepr" (t'scarabajo) t'srribían ""hl)f". Si nosotros e¡;cribiéramoll igualment(' Ilin "ot'aleM, tc'nclríamol!i qll.l' in"cntar muc'has claves para hac('rnoll t'ntt'ncler. Pt.r f'jemplo la palahra ""m]", sm c1a"f'~ I)oclría r~pr ..• sentar: IDal, miel, mil. La palahra ""mt": mate, mote, mito.

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La p.dabra "vI": vuele, vale, vil, velo, etc., etc. Esto explica por qué los egipcios tenían n('cesidad de las imágenes.claves. Podría suponerse que el hombre que ha inventado )as letras invt~ntó igualmente d alfabeto. Pe~o los egip· cios, aunque inventaron las letras, no pensaron en el alfabeto. Sobre los muros de sus templos y sobre sm papiros encontramos jeroglíficos de todas clases me.. dados entre elloll, representando unos palabru enteras. designando otros solamente una sílaba y otros una sola letra. El alfabeto no fue inventado por los egipcios, einn por sus peores enemigos, los semitas. Hace cerca de cuatro mil años que Egipto fue ata· 'cado y conquistado por pueblos semitall: lo!! hykso.. que, procedentes del este de Arabia, penetraron eft .. 1 nUe del Nilo. Durante todo

UD

siglo su rey reinó sobre Egipto.

Entre la multitud de jeroglíficos y de dihujos egill' eios los hykaos escogieron una veintena. Y ('ambiaroll e.tos jeroglíficos por letras de la manera más simplt'

¿ Qué adulto no ha visto una de esas cartillas que Uamaban ABe? Muchos de nosotros hemos aprendido • leer en cae libro de imágene., en el cual, al lado de la letra A está dibujada un ala, .1 lado de la B una bola,

al lado (le Iu e unu casa, o cualquier otra cosa cuyo nombre l'omience (.'on la letra designada. Todos cOlloccmos esos libros, pero nadie ha pensado jamás en representar por ejemplo la· palabra "papa'! por el dilJlljo de dos papas y de dos asnos. Sin embargo esto era lo que hacían los hyksos. En lugar de una A dibujaban la cabeza de un toro, porque en Sil lenguaje ésta quería decir "Aleph". En lugar d(.' una B dibujaban una casa, que ellos llamaban "Bel", E11 lugur de una R colocal)an una cabeza humana, que cntre ellos se llamaba "Reeh". Con esos medios, obtuvieron un conjunto de vein, liuna letra~ cuyos dibujos fueron añadidos a los jeroglíficos .egipcios. Entre ellos había cabezas, casas, torm ~' todo lo que era necesario. ¡Así nació el primer alfabeto en el palacio real dr lus hyksos! Después de un siglo los egipcios se liberaron final. mente del "reino de los extranjeros", como ell08 llama· Lan a los hyksos, Y el reinado de ést08 desapareció dt' 1:, superficie de la tierra. Pero su alfabeto pasó a 108 países 8ituad08 en la~ (.'ostas del Mediterráneo, al norte de Egipto. La8 tribu..

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8emítit'Hs que vlvlan allí~ los na\egantes fenido!', lu... agrit'ultore.. )' pastores judíos, comenaton la ('s(~rit lira de sus parientes los hyksos. Los fenicios eran un pueblo de ,'¡ajeros y (lt' t'U!uerdanteí.'. Sil:" lla"ío!' se veían por todas las 'COi'tas ~rieg¡ls. de Chipre a Gihraltar. Cuando ll.-gaban a un nueVII país mostrahall sus mt>rcancías, C'ollare!' de valor. hachas y eSpatlaF, copas de vidrio y d~ oro, ~ las "UIIIbiaban por pieles, tejidos y esclavos. Con sus mercancíatl, aportaban a todos los paíH's lfU'~ visitaban sus signos de ~fcritura, y to(lo!! los pueblo.. (IUf' cambiaban merC'ancías t~on 101' fenicio!' a,loptaron , ti alfabeto. De la patria de los ft>nicio~~ las It>tra!' lmsaron "¡en pronto a las colonias f('nicias de f;recia. P~ro )a no ~rall ~stas las mi¡;mas letras qu~ haMan ,'('nidfl (11' Egipto: los comerciantes fenicio!; IlO tenían tiempo para dibujar cada imagen; los toros, las serpientetl, las ca· ~as y las cabezas se cambiaron bien pronto ('n sil!lllll' escritos. De Grecia, la¡; letras pasaron por mar a Italia gaton hasta nosotros.

y n.·,

Pero no s(' pusit>ron en caillIDO inmediatamente de,,pués de haber dejado a los fenicios. Reposaron (Iurant" más .de dos mil años en GrcC'ia antes ml'fI~ndt'l' .. u 68

camino hacia el norte. ¡Y durante ese tiempo todavía cambiaron mucho! Para las letras egipcias el viaje a través de Grecia, Italia, el norte de Europa y Rusia duro cuatro mil años y en el camino les sucedió toda clase de aventuras. Cambiaron de aspecto, sus cabezas se volvieron a i~­ ~ierda y a derecha, se acostaron sobre su espalda y ~e enderezaron sobre la cabeza. Viajaron sobre los. barcos de remo de los fenicios y sobre las espaldas de los ...sclavos, en canastos abultados por los rollos de papiro y en las alforjas de los monjes errantes. Muchas perecieron en el camino. Pero las que quedaron encontraron nuevas compañeras en su ruta. Y. finalmente, las letras llegaron hasta nosotros, tan cambiadas, que eran casi irreconocibles. Para volver a encontrar su aspecto primitivo es preciso situ.arlas al lado de los jeroglíficos egipcios, de los eseritos' dI" los hyksos encontrados en los templos de la diosa Hator en la península de Sinaí, al lado de la escritura fenicia, griega. eslava, rusa y europea. Si observan bien las letras, notarán que la cabeza -('ornmla de un toro se ha convertido en una A (podrán reconocer la semejanza de esta letra con la cabeza, pero los cuernos se han vuelto hacia abajo). Ante un

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alfaheto f~nicio, notaríamos que todas las letras est'" vueltas en !lentido contrario al que tienen ahora. E!' porque los fenicios no escribían de izquierda " den'cha, sino de derecha a izquierda. Cnando los griegos adoptaron el alfabeto de Jos fcoi· escribían lambién, al principio, de derecha a izo quierda. Después empezaron a escribir en las dos direc· dones: una línea de izquierda a derecha, la siguiente de derecha a izquierda. Es, pues, de los grie~os, JI" ({uienes hemos aprendido a escribir así. io~,

Al camLiar la dirección de su escritura, los también volvieron las letras en el olro sentido.

griego~

y de cl'la manera. las letras fueron durante muchll tiempo maniobradas sobre la página como un tren d.' mercancías I'n una eslación, antes de tomar, fiuaImcnt/' . ..1 lugar que les convenía. ¿Pero por qué les pareció al fin más ttgradable escri· bir de izquierda a derecha que en sentido contrario ~ ¿ Qué diferencia hay entre escribir de izquierda derecha. de derecha a izquierda o de arriba abajo COlll" lo hacen los chinos? ¿Acaso no es la misma cosa? egipcios, de los cu.ales hemos recibido nuestra¡elras, eicribian. como los chinos, de arriba abajo. 1...08

El escriLa cogía la hoja de papel con la mano 11· quierda y escribía, como es natural, con la mano der.',

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dHl. Lo quisiera o no, debía comenzar la página por ('\ lado derecho, pues de otro modo sn mano izquiertla le llahría impedido escribir.

Escribiendo de esa manera Col título tle Oh'f'IH~ría 10 que sigue:

n

1-

E

\

estf~

li"ro.

~f'

L

JI L I

n n

O

(.

S

T ()

J:

I A

Pero este método no era completamente satisfactorio. El escriba, al pasar de una 1ín~a a la otra, borraba con m mano la tinta frelSca de la línea precc(lentl.'. Esto no inquieta a los chinos, porque ellos se sirven de una tinta -la tinta china- que seca muy rápidamente. Pero la tinta egipcia, hecha de hollín, de cola Vl'getal y de agua se secaba muy lentnmente. Para evitar esta dificuhad comenzaron a escribir II lo a ncho en lu@;ar de escribir de arriba abajo. Ahora 1" IIInno derecha al resbalar por la página limpia, nf) horrn la línea precedente. todavín fresca. Pf'ro la anti.

71

gua c08tumhre de escrihi.· de dt'recha a izquierda continuó adoptándose. Lo!' griego~ escrihían t'n las do~ direcl'iones y finalmente de la~ dos maneras, siendo adoptada por 108 puehlo!' europl'OS la de escribir de izquierda a derecha. Al prindpio, el nomLrt' del uuto/' y el título de libro se huhiera escrito lie esta manera:

e~te

NILI.1\I AL AIRüTSIH LEn ORBIL

y después, cuando las gente1'

~e pu~ieron

a esnihir en ia~ dos dirc('ciones, esto hahría teni(lo la forma ~igui('nh' :

NILI

.1\1

Pero los hebreos y muchos otros pueblos continúan e,scribiendo de derecha a izquierfia. Hemos seguido la emigraeión (le las letras deslle Egipto a la antigua Rusia. Pero eslt' no es más que uno de los numerosos caminos que los jeroglífieos egipcios han recorrifio !'ohre toda la superficil' (Id mundo. Ellos no partinoJl ~olamenh' cn fiirecei(ín lIorte. sino tambi~n

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Illte'in el oc·...h·. hlu'ia Italia. (lolUle {ormul'un ,,1 alfaht'to Jalillo. Partit'lulo

"11

~1I "u')u ,Ic~ Egipto plll'U rt'rorrer

el

IIIlIUdo elllf'ro..... ta~ letrn!O pe>ue>trarou ("u la India, en Siam. t'U P("r"ia y C'n Armf'nia. f'U Geor~ia. f'U Tiht>l ~ ,'n Corc'a, No ,'~i!'t,· Ull alfahetu cn e'l IIH1IlcJO (jue> Illl "I'a ,'oul illll:l('i,íll cl"1 alfa Lc'lo c'gí pcio.

I.a hi"toria cle>

1I111'... lral'

,·ifru.. f"!'l toda\'ía má .. ('urio>"a,

;.SaJ,Cll cl'lI' las ('ifra.: dc' la,. ,',mlt'" nos .il·ru/!lífic'u.

(1

l"'n imus. ¡;Oll

illlli~,'ne'~.I'·lra!"'?

Hubo un liempo

1'11

(I'H' lu" homhrf"s l'ólo !"ahían .

e'lIntar ('on los de>(los. ~i

(Iuf'rían ,If'cir J. I(','anlahuu uu (lc(lo. :oi 2. (los

(le',

elul'. c·h'. Toelll" III~ ("'(lo... clc una mano qllt'ríun elf'('ir 5.

(h' elos mauo!". 1U. Para eXl,rt'I'ar un núme>ro mayor. "a('ían girar

'11 ... lII:lIWs

('IllIIO un molino (le> "ic·nto. Al

,c'r a uuu pC'r-Ulla 'H'lllar de> c'sla mauera, uno ('reería '11If' c':otnha a (Hmlll clc' puner..c' a ('azar IIW!"(llIitos. y l"in f'mhar/!o. ~ i . . ,' 1.. pr"!!ltlllalta (I'H~ hacía. hllhic'ra res· 1.!II~.Ii,lo (j'U' ,'!"Iah" '~lIl1lando, E!"tn m:lIl,'r¡t el,' ('ontar C'OIl lo" dedo!' y c'on las mano" l'" lamhi~" la (111I' IItilizahan para eserihir 101' IIllllH'rOl', Ctullulo :,,' miran Il,.. ('ifrai" rumaua!' !'I' acli\'illa fáril.

'1I"IIIt"I'U' 1. JI ~ 111

"1111

UIIU. .IUi"

V

11"1'" clt·cllll". l.a mallll

abierta cou el pulgar estirado, significa cinco, y diez las dos manos. Pero no es esto solamente el origen de las cifras roIllanas; aquellas de las cuales nos servimos en 1" actua· lidad, son igualmente "salidas de los dedos". Al principio se escribían estas cifras de la mant>ra siguiente: 1 se representaba como se representa ho~' también, dos por dos trazos (no verticales sino horizonlales), tres por tres palitos colocados en forma de ('ruz y cinco por una mano cerrada con el pulgar extendido. Las cifras, como las letras, fueron cambiando cuando Se escribían rápidamente y tomaban otra forma cuando se trazaban sin levantar la pluma del papel. Entre aquellas formas y las que hoy utilizamos no hay mucha diferencia. Las otras cifras se obtienen, como se sabe, combinando las cinco primeras entre ellas. j Pero lo más interesante es la historia del cero!

¿ Qué es el cero? No es nada, es un vacío. Pero los hombres necesitaron mucho tiempo para encontrar un medio de representarlo. La invención del cero es tan importante como la vención del barco de vapor o del teléfono.

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lO-

Al principio no existía el cero. Para calcular, la gente utilizaba una especie de pizarra, dividida en cuadrado. y en círculos en los cuales se escribían las cifras. Por ejemplo, si se querían sumar 102 y 23 se arre· glaban las cifras de manera que quedara vacío el lugar del cero.

.

Esa tabla se llamaba ábaco. El ábaco era muy. útil para calcular a la manera de los ,griegos. tstos tomaban la primera letra del alfabeto para designar el 1, la le· gunda para el 2 y así sucesivamente. Sin la ayuda del ábaco les hubiera sido muy difícil calcular de esta manera. Por ejemplo: ¿ Cómo sumar "PI" o "LAMBDA" o

"NU" y "RO"?

Los griegos calculaban mentalmente y despuée anot:lban los resultados. Bien pronto, en lugar del ábaco utilizaron una tabla de calcular en la cual no había cuadrados. Para indicar un espacio vacío, dibujaban un círculo en el cual no Se inscribía ningún signo. Como este:

o

O O

j y cuando se empezó a escribir sobre papel, el círculo "Rcío se convirtió en nuestro cero!

75

EII algunos lugares d~ la LRSS ~e uliliz1 lu'rglllllillo, \ príll1l'ra \ i~ta ,'sla,.. I í11"". l'&lr~C'I'1I c,,.lar "·I'rita,.. 1'11 du, :lIf:lI"'III. di Íl'rl'lIt"" .. , 'llIJlllll" ,'11 realidad la,.. trI'. ,,~táll ,',..nila,.. "11 latíll, p,'ru :-uhrt> IIIl1h'rilllc'" Ilíf,'n'IIII'" ~ c'UII ill,..lrllllll'lIlu" 1'III1I.i':1I ,lifl'rc'lIt",...

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INTlllIemp'ROputo «tU '~$.~W CT'I S\.O S ; CIllílllu" 11111111'1'01. clif,'n'IIIe'''' Ita~

ti" ('"c'rihir:

El lápiz y ,,1 1'11111'1. II Ill~ I'lllll,'", ,'~IIIIIIlI. lall Ita!titl"'do,... ,..011 ill\C'IH'ioJl":- r,'c'il'JlIe'",. lIal'" Clllilli"lItu,.. 'lIio,.. la

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l:aqwta tle un ",,('olar no contenía ni lápiz ni pluma ti,· metal. E~('fil,ía ('on palito,", puntiagudo,. -.ohre una ta· hIela rt~('ul)ierla de ('('ra, (II\(' eoJoeaha :-(JI're "lb rodilla:-. No pucde deeir,.e (!lit' 1'"la fllera IIna manera lIn:y l'(íuwda de escrihir. lH'r"u ~i se busca toda'vía má,. lejo,", t'n (,1 pa~ado. ('n Jo!' liempos en que comenzaha la e~cri· tnra, dl'!'tacándo"l' apenas lo~ diLu.jo~ prehi"t(írieo", H' \-e en"eguida (lile ,'ra inereíhlemente difícil eseriLir eH a(Jlu·Ha épOC¿I. No llaMa material e!'pecia], y cada 1111') dt"hía encontrar por sí mismo cómo y sobre qué eserihir.

St~ hadan lihro!'l de apuntes con todo aquello que ('aía entrl' mano!': omóplatos de carnero, piedras, hoja;; de palma. trozos df' vasijas de barro, pieles de bestia;; "alvajes y vedazos de corteza; todo servía. Cualqui.~r Illatt'rial "oLre el eual se pudit'ran traLar (Jihujo:, primi. tivo;;, con ayuda de IIllI'''O o d,' piedra puntiagmla. era Il\\eno. Algunos de estos medios primltnos han ;;oLrevÍ\-itl., durante mueho tiempo. Se .Iice que Mahoma e"crihió ('1 Corán sohre omóplato~ lle earneros. Los griegos vota· ban e11 su:, reuniones púhlieas sobre padazos de vajilla de harro u o,~traki, en lugar de escribir !'us nombres ;;ohre hojas de papel como se hace en la actualidad. Aun tlespués tle la invención del papiro, la miseria forzaha a muchos escritores a 'eseribir sobre 108 frag. mentos dI' ,.u \ ajiJla, Se enenta la historia de cierto

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sabio griego que rompió sus ollas y sus platos para escribir un libro. Ocurría también que los soldados y los funcionarios romanos que hacían su servicio en Egipto, no dispo. nían de suficiente papiro, y hacían sus cuentas y recio bos sobre trozos de vajilla. Las hojas de palma y las cortezas de árbol eran muo cho más cómodas, y se escribía sobre ellas con agujas, basta la época en que apareció el papiro. En la India se escribían libros enteros sobre hojas de palma. Se igualaban los bordes, se cortaban las hojas y se cosían juntas con un hilo. Los bordes estaban dorados o iluminados para obtener un hermoso libro, que, en verdad, par~cía más bien una persiana que un libro. Todos estos libros en .hueso, en arcilla' o en hoja~ de palma no se encuentran ahora nada más que én los museos. Pero hay un antiguo método de escribir del cual n08 servimos todavía: la escritllra sobre piedra. El libro de piedra es el libro que dura más tiempo. Historias enteras, grabadas sobre los muros de las tumbas y de los templos egipcios hace cuatro mil años, han llegado hasta nosotros. Y también nosotros grabamos sobre losas de piedra lo que queremos conservar por mucho tiempo.

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Si escribimos tan poco sobre piedra es porque re. sulta difícil tallar letras en la piedra dura, y además, porque ese libro, que pesaría varios centenares de kilos. sólo podría ser levantado por una grúa. Ese libro no podríamos llevarlo nunca a la casa para leer, y jamápodríamos enviar una carta de piedra por correo. Los hombres buscaron durante mucho tiempo un material más ligero que la piedra pero que fuera tan duradero como ella. Probaron con el bronce, y todavía se ven placas de bronce con inscripciones que han servido para decorar palacio'! y templos. A veces la placa ocupaba toda la superficie de un muro y en el caso de que se escribiera por las ·dos caras de la placa, la suspendían del techo por medio Je cadenas. En la fachada en bronce de una iglesia se puede leer el acuerdo concertado entre el conde Etienne y los habitantes de la ciudad de Blois. Los ciudadanos aceptan construir un muro alrededor del castillo del comlp y reciben en cambio el derecho de recaudar el impuesto sobre el vino. Hace mucho tiempo que el vino ha sido bebido, qu(' los que lo bebieron reposan en sus tumbas y que los muros del castillo se han derrumbado; pero el acuerdo

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\'OJH'luido ha '11H'dadn para ~iempr,' l!rahadn ~ohn' la~ IJllt'rta~ de hronce de la fachada. Pero los li),ros de hroul'e o de piedra t'l'an pesadu:'i y tlifícile,.: de transportar. Lo pcor era la t'norJlle difi· t'ultad de grahar o tle tallar la:'i It'tra,; en t'~O:- matt'rialc:'i. ~,~)u~ diría un escritor de nuestro,; días si tu\iera que poner~e un delantal de cu.ero, armar!o'f' de un lnartilln y de un cinct'1 y conyprtirse en grahatlor de pit·tIra? Para eserihir una página lt' sería nece¡lario trahajar toda una jornatla en taHar las letnl~. Decididamente, nuestros medios dt' ('~i('rjL.ir :'ion muo dIO mejores, Es verdad que d papel no e:'i IllUY tlurahk ; Ah. ~i existiera una mateJ"ia t{Jn durahle t'OIllO la pit'tira y tan cómoda panl t'i'crihir como el papt'l! Rueno, 1'.14', t,,,ta materia existe. Los bahilonios y lo,.; a~irio~" que hahitahall "11 d vall,' del Tigri,; y del Eufralt'~. la t'lllpleaball hat't' ya IllU('}¡O tiempo, En Kl1jundchik. eu las rllilla~ tI,· la antigua l~ íni\'e. en illgl~s. Leiartlunchel (Lee W¡11'(1 1'\ a"he). tles. t'l1hrió toda la hihliolt't'a tlel rey .\,.:urhanil'al. Era una Itihliotet'a Illuy extraña. sin una sola hoja de palwl. Lo~

lihro" t':'itahan llt'dJO~ tle arcilla. St' fahrit'a},an 1,laca~ dt' an'iIla. ha~laJlte ~randt'~ y espe~n¡;;" y t'l {',.:cri· tor {'~t'rihía en t'lIa:; t'on ay lItla dt, una ('uiíita trian~ular. Hundía la cl1ñita en la arcilla y la retiraha hrust'a· lI11'nte. ohtt'nit'Jlflo así una Iplra fJlIt' cOlllellzaha :rrue,a

k"'lIiuaha 1'11 IIn IlI'qlleño trazo fino. Los babilonil)~ ~ lo~ a"irio" ""'Tihían muy dI' prisa tle esta manera y i lI'uahau tahlt,ta~ t'nleras con esa" letricas triangulares. Para qUt' la an'ilIa se endureciera. 1'1 eseritor la daba ;, "lllltiuuaeitÍn al alfarero para su coeción. En nut' .. tro .. días lo;; alfan'ros no tienen ninguna relación ('011 la

f abriea('i'ln de lihro~. pt'ro en tiempo de los antiguos a"irios. los alfart'ros 1'0l'Ían no solamente las vasija". "ino lamhit~n lo~ libros.

E.. los lil,ro... "t'(·ado .. al sol

~

l'o"i,lo.. al horno. erall

lau dllrahlt,s 1'01110 la pi"tlra. E"los lihro" uo Illwdl'n 1llIl'lIIar"I' t'lI un ilU't'lIdio. 110 se t'slrolll'a u por la humedad ~ uo pu,'den ser roído .. por lo.. ratont', y la .. rala". E" \ t'rl};:1I1 que ~e puedeu rtllulwr. ¡",ro pUt'dt'u rt'I'o¡!:erse los pl"dazos y voher a IIl11rSI'. Los sahio" han teuitlo -qUt' trahajar lIlucho lit'lIllHl t'on los Irot'ito~ de an'illa dt'seuhiertos en Níniv e . ¡lIlft's dt, podt'r IHIIWrlos t'U ortlt'n. EII la hilllioll'l". ,It- :\íui\ t' hahía tres mil lahleta ... (:.lIla lihro ~t' "flllIpouía dI' UIIIllPrO"as tahlt'tas. así COI\lO IIlll'stros lihro.. ti(,lIt'u mllllt'ro..as pá¡!;iua~. [\;atllraluwlltt' que era il\lpo~il,lt, "ost'r jUlltas las tahlt'tas dt' an'iIla ('01110 nosotros ,'0",'1110 .. la;; p.í¡!;inas dt' un libro. por lo

...",1 .. 1' 11'" pOllía 1111 mílll,'ro \ '" 1I0lllhrt, d.'1 lihro "ohr,l'ada tal",'ta,

85

Un libro sobre la creación del mundo, comenzaba con estas palabras: "Al principio, lo quc está sobre nuestras cabezas no be llamaba cielo." Esta frase está escrita sobre cada tableta de este libro, seguida de un número 1, 2, 3 Y así sucesivamente hasta la terminación del libro. "El palacio de Asurbanipal, rey de los guerreros, rey de los pueblos, rey del país de Asiria, a quien el dios Nebo y la diosa Hasmita dotaron de orejas finas y de ojos penetrantes para que pudiese encontrar las obra& de los escritores de su reino, sometidos a los reyes, sm antepasados. En honor de Nebo, dios de la razón, yo junto estas tabletas y ordeno hacer copias para que la8 marquen con mi nombre y las coloquen en mi palacio." En esta biblioteca se encuentra toda cIase de libros. Los hay sobre las guerras que se han desarrollado entre los reyes asirios y los de Lidia, Fenicia y Armenia, sobre los hechos heroicos del gigante Gilgamesh y su amigo Sabani, un hombre que tenía cuernos retorcidos. los pies y la cola de un toro. Está también la historia de la diosa Istar, que descen· dió bajo la tierra, a los infiernos, para buscar a IiU marido. Y la historia de un río que transforma toda la tierra en un vasto océano sin límites.

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Por la noche, cuando el rey de Asiria no podía doro mir, enviaba a uno de sus esclavos a la biblioteca u tmscar 101 lihros. Le ordenaba que le leyera en alta voz, y escuchando estas historias el rey oh'idaha líUS desvelo~. Los asirios empleaban 111 arcilla 110 líolamente para l.:scrihir, sino también para imprimir. Hacían sellol de piedras preciosas en fonua dc cilindro con diLujos en relieve. Para concretar un tratado, se hacía rodar el -ello sobre una tableta de arcilla, en la t'U1I1 queJah¿¡ una impresión clara (Iel dihujo. Es interesante haccr nolar que éste es el método eUl· pleado en la actualidad para imprimir lOé moldes sobre las telas. Una máquina de imprimir, una rOlalÍ\'a, opera liegún el mismo principio: los caracteres están situado! ..obre la circunferencia del cilindro. Muchos contratos, cuenlas y fal'lura~ nOlÍ llegan fir· madas con un sello. Cerca del sello se encuentra a me· nudo una firma, una especie de senal hecha con la uña de un dedo. Es probable que firmasen de esta manera las personas que no sabían escribir.

87

2.

LO~

LlHROS-CINTAS

tu:- lillro('-J¡II1rillo~ :,Oll ya ha:,tillllt' l'uno:,o~. pero lo~ "nti¡!;uo:, egilll'iu:- inYl'lltaron una 1Il.IIlt'ra tudada JlI;í~ l'llrio~a dI' haeer libro:-. IJllagillelllo~

ulla ('illta larga. lar¡.:a. dI' Ull 1'«'lltpllar de Illt'tro:, dI' longitud. Tiene 1·1 a.-pt'do 11(' Ull pallPl. lJl'ro e~ un pape] IIlUY eurio:-o. Al n'r1o y al tOl'¡nl., pan'l'l' e:-tar eOmplll':,to por 1lI1'1 I'antidad dl' Ilel~;HI",. lI'('láll~ulo:-. unitlo~ 1,1 uno al otru. Si ~t' prueba a arrilll1'11\' un iH'Jazn :'1' \'('rá que. ell t'fedo. e:-tá I'un~tituido \,or Iwdaeito- l'lllazad()~ eOlllo ulla dohlt' trl'nza.

E:- aJllarillo. dt' Ja~

a~p«'l'lo hrillalllt' y li~o. y frá~il l'OlUO

lahleta:- tll' ('t'ra, La~ lílll'a,. lln e~táll t':-erita:- t'1l toda la l'x!«'ll:-il)1l dI' la einta. sillo l'n 1H'(Jueña,. rolulOna-. Si ralb línca estm iera escrita sohrt' toda su longitud. «'1 lt'rlor Ildll'ría ir v n'nir lIt' UIl t"xtn'JllO al olro.

Estc extraño papel provenía de una planta aún más cnt'losa. Los egipcios tenían sobre las orillas del Nilo, en lo!! lugares pantanosos, campos enteros plantados con pe· queños y extraños árboles. En realidad no eran árboles, sino una especie de caña, que podía sobrepasar el tao maño de un hombre. El tallo era liso y derccho. En lo nlto tenía nna espt>· cie de copete. 1 Esta planta se llamaba papiro. Este nombre se ha conservado en muchas lenguas: en francés, papier; en español, papel; en ruso, papka. Esta planta extraña era indispensable para los egipcios. De ella no sólo hacían papel: la comían, la behían. hacían vestidos y zapatos, y además, hacían hasta harcos. Papiro cocido, jugo de papiro azucarado, vestido de papiro, sandalias de corteza de papiro y canoas trenza· das con los tallos de la planta. He aquí todo lo que obtenían los egipcios de esta fea planta que se parecía a la cola de una vaca. Un cscritor romano que asistió a la elaboración del papiro nos ha dejado la descripción de una fabrica de papel de los antignos egipcios. 1 Véase en el prólogo, página 2. [Todas las notas de e8te libro, a8i como las ilustraciones a que aluden, 80n del Editor.]

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Cortaban las tiras de papiro en trozos delgados y lan largos como era posible. Pegaban estos pedazos junlo~ y obtenían así una página entera. El trabajo se hada sobre una mesa que se mantenía húmeda rociándola con agua limosa del Nilo. Este lodo reemplazaba a l. fOla. La mesa estaba inclinada para permitir que l!1 ligua corriese sin cesar. Tan pronto como una hilera estaba terminada, coro taban las extremidades y la crnzaban sobre la hilru Hnterior. De esta manera obtenían una especie de hoja. rn la cual una parte de los hilos corría en el sentido .1(' lo ancho y In otra en el sentido de la longitud. Cuando tenian un montón de hojas las prensaban poniendo encima un peso cualquiera. A continuación s('caban las hojas al sol y las pulían con ayuda de un IJ Ileso o tle 11 na concha. Había numerosas calidades de papiro, así como no~o, Iros tenemos numerosas clases de papel. La mejor rl8!e provenía del corazón del tallo, y medía trece dedos de lincho, casi tanto como nuestros cuadernos. Los egipcio! lo llamaban "papel sagrado" porque lo utilizaban para ,'scribir sus libros sagrados. Los romanos, que compraban el papel a los egipcio~. llamaban n esta primera calidad "papel de AngUlto", rn honor de w emperador Augusto, y a la segunrla 91

calidad "papel de Livia", nombre de la mujer de Au· g1l8to, Livia. Había otras muchas calidades de papel. A la inferior le le llamaba "papel de comerciantes", no medía wás que seis dedos de ancho y no servía para e!!cribir, sino solamente para enyolver paquetes. La mejor fábrica de papel se encontraba en Alejan. dría. De ahí el "papel alejandrino" (nombre que se u.a todavía) pasó a Roma, a Grecia y a los países del Asia Menor. Cuando las pagmas estaban preparadas se pegaban Juntas en largas tiras, cada una de las cu.ales tenía veinte páginas. Estas tiras podían tener hasta cien metros o más de longitud.

¿ Cómo leer un libro semejante? Si lo extendiéramos por el suelo ocuparía todo el (li@o de nuestra casa. i Y arrastrarse por el suelo para leer un libro no es nada cómodo! Quizá ie podría colgar de una empalizada, pero ¿ al. canzarían las empalizadas para todos los libros que habría que leer? Por otra parte, no existen estas "empalizadas de lectura". Y además, ¿ qué ocurriría con el libro si lloviera? ¿ Cómo protegerlo contra el mal tiempo t; impedir que los vagabundos lo de5trozaran en poco tiempo? También se puede pedir a dos amigos que coja

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c.da uno un extremo del libro y lo uya detenroll••.!". Pero yo creo que este medio tampoco tendría éIito: ¿dónde encontrar alguien que quiera eltar de P:1l Jurante varias horas al día para sOltener etU lar!,a ¡¡.,..? Pero ¿quizá valdría más cortar l. tira en hoja. y eoser eltas hojall en un libro, como se h.ce en la actualidad? No, porque el papiro se rompe cuando se plie~.; no es como nuestro papel, que se puede arrugar "! DO le quiehra. El medio que inventaron 101 egipcios fue mutho más inteligente. Enrollaron la tira en un rodillo y, para que no sc rompiera, fijaron ese rodillo sobre UD bastoncito. El extremo estaba decorado con figuritas esculpid••, CO/110 las piezas de un juego de ajedrez, y sostenían f'l hl1stoneito por este extremo cuando leían el rodillo. De esta manera enrollamos actualmente 101 map.. geográficos y hasta los periódicos, para evitar que It rompan. Para leer este libro de papiro le sostenía el extremo esculpido del bastoncito con la mano izquierda mientras la mano derecha descnrollaba el libro. Es decir, que las dos manos estaban ocupadas cuando le lt'ía un libro. Si uno soltaba la mano derecha para frotarse un ojo o para coger una pluma, el rollo entero se enrollaba. Era imposible copiar pasajes de un libro uí.

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Si 5e quería hacer esto, eran necesarias dos persona" trabajando ju.ntas, dictando una y escriLiendo la olnl. Vil estudiante, habituado a tener muchos liLros a su alrededor, abiertos en lugares diferentes, enconlraría muy iocómodo trabajar con esos libros. Pero 00 era éste el único inconveniente de los rollu. de papiro. Un rollo no era nada más que una parlt' dtl liliro. Lo que entre nosotros está impreso en Ull solo volumen, ocupaba entre los egipcios, los griegoli )' lo~ romanos numerosos rollos de papiro. En aquclla fPOC¡1 uo libro 00 era UDa cosa que podía lIcvarse en el Lol· .ilIo. Cuaodo se quería llevar un libro consigo, era nte'e5ario meter varios rollos eD UDa caja redonda, ro, deada de correitas, como una graD caja de somhrcro~. que le cargaba labre las espalda.. La, personas ricas DO llevaban ellae mismas SU8 libros. Cuaodo ibaD a UDa biblioteca o a UDa librería lIevahitll UD e.clavo para que traDsportara los libros que ncc~' ,itabao. Ulla libreria en eea época parecía más bien ulIa tiCll(J¡¡ de papeles piDtadoe; los estantes estabaD replet08 dI' rollos que teDian el aepecto de papel para las parcJes; de cada uno de ellos peDdía uoa etiqueta que 1lc're'lo de la {¡ll,rira('ic)n de>l IHlpc·!.

En loclos los paíse>" ('ulHlnil'!laefoi'i por lo,. árabes -Sici. Jia. E"l'aila y Asiria- :-c' e,.lahle(,it>ron fáhrieas cle papeol. t.: Ua fál,riea ele este génc'w !of' enc'ontraha, por f'jemplo. t'll la ('incfael :-iria de l\Ianhidche, o como la llaman lo!o\ t'lIrt1I'C·OS. Bambitse. Con otras mercaderías orif'lllales, ...1 polvo. los clavos de olor y f'1 perfume, los mercaderes ~íraht's IIt',oaron a Europa la "hamhitsina" o ··bamha. ;!ina". un papt'1 fahricaelu c'n la ciuelad (le Bamhitse. De e>lilll palahea se de>rÍ\°a el nombrf' nt.!'o bumaga, papel. Toclaví" lran,.eurrieron ,ario& !-iglos antes de que en Europa huLiera fáhricas de papel, o, como se llamaban .'n aqllf'1 lif'mpo, "molinos ele pape)". En el siglo Xlii

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había molinos de esta clase en Alemania, Francia e Italia.!

IJIII.

Comflrciantel alemanes que iban n NO\"ftorod llc','aroD papel de fabricación italiana a Rusia. Y más tarJe hllh~ En el

]28

~r.h.do. UD

molino eJe papel eJel

8i~lo X\'I.

también en Rusia un "molino de papel" a treinta verstas Je Moscú, en la ciudad de Kanino. Así llegó el papel, después de haber pasado de China a Samarcanda, de allí a Siria, a Italia, a Alemania, habiendo dado casi la vüelta al mundo. En el camino sufrió algunos cambios en el material -que se empleaba para fabricar este pa pel. En Europa ~e comenzó bien pronto a fabricarlo 'con viejos trozos ~e tela de lino. Al principio no se quería reconocer la utilidad del papel. Se escribía en él solamente lo que no se querí:l 'Conservar mucho tiempo. Para los libros se continuaba empleando el pergamino. Pero el papel barato se imponía cada vez más al costoso pergamino. Se aprendió .a hacer papel mejor y más resistente, y hasta se probó .3 escribir un libro sobre el papel. Para hacerlo más .Juradero se insertaba después de cada dos hojas uno hoja de pergamino.

¡ Un siglo más tarde el pergamino se había convertido -en una cosa rara! El tiempo pasa y la vida cambia. La industria y el comercio aumentaron y se hicieron más activos. Las caravanas de mercaderes iban de ciudad en ciudad y eran cada vez más numerosas sobre los ~aminos. Llegaban por el mar y por los ríos con merca·

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derías del extranjero. y con los comerciante", las ferias~ Jos centros de cambio, Jos depósitos de mercaderías, I~s caravanas y los barcos, llegaban también tOlla clase dpescrituras, de cuentas, de notas, de cartas oe negocios y de libros de factu.ras... Para todo esto había necesioall de papel y de gentes que supieran leer y escribir. "Ya no eran !;olamente los monjes los in:itl'Uiuos. En esta época las escuelas y las universidades 1'urgieron por todas partes. Gentes jóvenes, ávidas de aprender, las frecuentaban. En París los estudiantes ocupah:m todo el barrio sobre la orilla izquierda del Sf"na, que todavía se llama el Barrio Latino. Toda esta muchedumbre brillante, alegre y hamhrienta tenía nf"cesidad de libros y cuadernos. ¿De dónde podía sacar un pobre estud,iante suficiente .linero para pagar su pe¡-gamino? j Era el papel baralft el que dehía salvar a nuestro joven amigo! Ahora los lihros ya no estaban escritos exrlmivamentf" por monjes piadosos, sino por estudiantes esforzado!" f" indifl'rentes. Un estudíante no se fijaba mucho t'n la hellf"za o en la limpieza de un libro. A menudo Ilc('oral,a la,. letras iniciales con figuras llue hacian muecas s.wahall la ]('ngua. o con animalitos harrigone!", caricaturas tlt' su." profcsores. Hahía muy poco re~peto por Jo!" lihr~". En e] margen de Jos libros tifO' texto Jos cstudiant('s dihujahan caras ridículas. subrayadlls con

°

130

inscripciones impertinentes tales como: "mentirosos". "idiota", "estupideces", "esto es mentira", etc., etc.... j Imagínense fI

uno

oc

esos e!!tudiantes!

Está. sentado en su pequeño pupitre, dispuesto • escribir. Ante él se encuentra el tintero en forma de cuerno, hundido en un agujero de su mesa, y una lám· para de aceite humeante; de su cintura cuelgan 1M plumas de ganso y una regla de cuero. No hay fuego en la estufa de la habitación, a pesar de que es rasi invierno. La noche anterior nuestro estudiante había intentado robar algunos trozos de leña en una lancha amarrada a la orilla. Pero cayó en manos de los vigilantes, que lf' dieron una huena paliza. Todo lo que posee es un cántaro de agua y un pedazo de pan seco; no hay otras provisiones en la casa. Parece ser más miserable que el monje enflaquecido y andrajoso. Su caheza afeitada, su tonsura, demue~tran que acaba de terminar la escuela primaria. Pero aparte de la tonsura, no hay nada de monje en su aspecto. Los arañazos y los morados dan testimonio de una disputa que tuvo en la tflberna con los zapateros. La vida de un estudiante de esos tiehlpos no era ale· gre. Primero la escuela en el monasterio, las varillas. los golpes de reglfl sobre los dedos, golpes por todas

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partes. A continuación, maestro ambulante, a través de 18s ciudades ). de los castillos. A veces le pagaban un poco, pero con frecuencia pasaba hambre, y las noches en las cunetas al lado de los caminos, o robaba una polluela adormilada en la granja de un campesino. Mí. tarde todavía, pasa en la iglesia seis meses tocando la. campanas para llamar a las gentes a la misa del domingo. y por último, P.D la gran ciudad, la universid~d,l lo.

colegas que lo admiten en &U cOlllpama y lo llama n HGran Papa". Disputas violentas sobre toda clase de Eu el grahado. un aula universitaria en el siglo

132

XVl.

asuntos, rlDas y peleas. ¿ Qué taberna no conoce .1 "Gran Papa"? Cuando se trata de beber, él está siempre entre los primeros de la Facultad de Artes. Lo peor e8 que jamás tiene un centavo en el bolsillo. De vez en cuando encuentra algún trabajito, como copiar un libro de misa o de salmos para algún ciudadano de su vecindad. Todos estos pensamientos se mezclan en la cabeza de nuestro joven estudiante. Su mano se desliza lentamente sobre la página, la cabeza cae sobre la mesa y UD ronquido regular reemplaza el rasgueo de la pluma sobre el papel.

La lámpara humea y ennegrece de hollín los murot del cuartico. Ratas insolentes corren por la habitación '1 8ilvan en los rincones. Se apoderan del mendrugo de pan, la próxima comida del estudiante. Pero él no oye nada. Duerme y ve en su sueño el 80mbrero redondo de los bachilleres, que llevará el año próximo. Hacia esta época, en Alemania, en la ciudad de Ma. guncia, Johann Gomfleisch Gutenberg contemplaba el primer libro que acababa de imprimir, el primer libro impreso por medio de una prensa. 1 En la pálóna sigllit'lIte, GlltenlJerg. Sobre la invención y ,lifll8ión dc la illlvrenta, vÍ'aie el Apéndice de e"ta edición.

133

r----

1 1

rf· !

EIl verdad que no tenía letras mayúsculas. Un hábil escriba las añadirá. Pero todo el resto del texto ha sido impreso por medio de llna máquina de imprimir. En la forma de las letras y en la disposición del texto, el libro se parece mucho a los de los copistas; pero a sim· pIe vista se puede apreciar la diferencia. Las letras neo gras y claras se mantienen derechas y regulares, como lIna fila de soldados en un desfile. 134

j Un

siglo después no habría un solo copista en el

UluDdo!

Ho IOn

pobres estudiantes ui 10& monje~ piadoso~ quieneil van a copiar los libros, !lino gigantes de acero, preBS81 de imprimir. 10&

La in"ención de la imprenta hizo todavía más grande 1ft dtmnnda de papel. El número de libros que pasaban (1. las imprentas a las librerías aumentaba cada año. Finalmente pareció que no iba n haber suficientes tra· p.. para Cabricar el papel que se necesitaba. Evidente· w~te era preciso encontrar otra materia. Deepués de uumerOsos experimentos se oes('ubrió que ,ra posible Cabricar papel con madera.

F.D la Ilclualidad, sólo las mejores calidades de papel f.ráD hechas con trapos. Todo nueitro papel para cseri· Lir, el papel para los periódicos,! el papel (le emoh-er ('ná f'-~ricado con madera.

A primera "ista el papel no se parece en nada a 19@ Ira po. o a la madera. Pero en realidad existe un gran ~'arecido entre ellos. Obsen'en un fósforo partido o un hilo sacado de un petlazo de tela. Verán que los dos se componen de fibras wuy finas. Y de elitas fibras es de lo que se compone el papel.

135

Es fácil convencerse arrancando un p~dacito de papel de una hoja y mirando el borde a la luso La manufactura del papel consiste en batir y desearedar los trapos y la madera en fibras sep[;.radas, separar toda m~!eria resinosa, oleaginosa o polvorienta, y a co~ tinuación arreglar estas fibras de manera que formen una capa delgada y regular, una hoja de papel.

¿ Cómo se ha llegado a esto? Comencemos la historia por el principio. Durante muchos años ha estado usándose una camisa. 1 ahora, con el tiempo, se ha ido rompiendo en pedazoa. La tiramos a la basura junto con otros trapos viejo•. Personas encargadas de eso clasifican los trapos: el lienzo a un lado, un pedazo de seda al otro, una tel. cualquiera al otro. Después se meten todOfl en saco. qor .on enviados a la fábrica. En ella los trapos son sometidos primero a la aeci6D del vapor, para matar los microbios. Porque a la fábrica llegan trapos de todas partes, de .ótano8 húmedo., ck hospitalell, de latones de bamra. A continuación se secan los trapoll 'J Ile les quita 01 polvo, golpeándolos. Para esto hay en la fábrica un. máquina especial, que limpia millares de kilos de tra· pos al día. j Qué nubes de polvo se elevarían si elle tri' b«jo fuese hecho a mano con varalll l~

Una vez limpios ·108 trapos se echan en una máquina de dellpedazar. En un abrir y cerrar de ojos, los trapos dejan de existir y son reducidos a pedacitoB minúsculo.. Ahora Ile trata de purificar 10B trapos de toda mat&ru exuaña. Se utilin en la fábrica una inmensa cola· dora, en la cual los trapos son hervidos con cal o con lejía. A continuación son blanqueadoll y reducido. a pulpa en otra máquina especial.

La primera parte del trabajo e8tá terminada: 1011 tn· pOli están reducidos a pulpa, la cual comillte en un•• fibras muy fina11. Pero toda"ía queda por' hacer la parte máll difícil: ;formar papel con esta pulpa 1 Hay para e8to una máquina enorme. que en realidad ettá compue8ta de una 8erie de máquinas más pequeña8. Se vierte la pulpa por un extremo, jy el papel completamente preparado sale por el otro I He aquí cómo: Primero Be echa la pulpa e.n un taIDJ.a, .fonde toda la arenilla que contiene lIe depolita y reúne ..n el fondo.

La pulpa paS8 entonces

una especie de trampa.lazo, otro tamiz en realidad, pero en el cual eB comtant&mente removida. Los nud08 y 108 grumos quedan en el tamiz y la pulpa limpia sale por los agujeros y cae sobre tJll hilito, que nOll recuerda el hilo que le ve en l•• R

fábricas chinas. Pero aquí el hilo no está sacudido R mano, ilino estirado sobre dos rodillos, como una 'correa de ttaDimiiión, y pasa constantemente alrededor de t." tos rodillos haciendo avanzar la pulpa. La hoja de papel mojada cae finalmente del I.ilo '¡ohre una tira de tela que la lleva a una fila de cilindro!. Algunos de estos cilindros exprimen el agua; o~roi. ca· lentados desde el interior por el vapor, acaban de ¡('{'Ir las hojas mojadas. Finalmente la hoja pasa por un último cilindro, p-ro· listo de cuchillas, que la cortan del tamnño dcst'ldo. Puede ser que toda eeta historia de la fabricación del papel les haya parecido tediosa, pero si vieran ustede@ mimlOs cómo se fabrica el papel, no estarían aburrido~. Imagínense una máquina que se extiende de un ej[· tremo al otro de una gran sala. Casi no se ve a nadie: sin embargo, el trabajo no se detiene nunca, y se Nn· finúa a toda velocidad. Hay máquinas que fabrican más de cien mil kiJ •• da papel por día.

y en un día el hilo de la máquina recorre una di!· laneia igual a la que existe entre París y Marsella. II papel que se obtiene de la madera es fabri('ado de la misma forma. La úniea diferencia consiste en Irt primera mitad del trabajo, pues evidentemente la lIJa-

138

Jera no tiene la consistencia de 108 trap08. Para redu· cirla a fibras y limpiarla de materias extrañas, hacen falta otras máquinas y otros medi08. Tenemos que

comen~ar

otra vez por el principio.

Un pino crece en el bosque. Un ht..rmoso invierno lo :crruchan, le cortan sus ramas verdes y su cima puno I ¡aguda y lo arrastran hasta la orilla d~l río. Uega la primavera, el río se' deshiela, el árboi flota &obre el agua y pasa de la orilla al río. Allí lo amarran • otros pinos para hacer una balsa y un grupo de ale· gres compañeros sube a ella para hacerla descender el río. Los días pasan UDOS tras otros y ya Be ven a lo lejos las altas chimeneas de la fábrica de papel. Entonces se lIusn los árboles a la orilla. Ahora empiezan las molestias para el pobre pino. Primero le quitan la corteza y lo cortan en trocito!!. Oelpilés viene la separadora y después la coladora. La madera no se hace hervir con lejía como sucede con los trapos, sino que se somete a la acción de un ácido. Después de esto la enjuagan y la dividen en fi· bras, se sacan los nudos, y la pulpa de madera llega al hilo de la gran máquina de papel

¡ Así, pasando de máquina en máquina, el pino se convierte en papel. 139

Eate papel es muy bueno, no tiene más que una deeventaja, que no es muy duradero. Esto es debido al precedimiento de blanqueo. Lo blanquean mmerpéll· dolo en una solución de cal de blanquear, que ea-muy cAustica. El papel, a menos que sea heeho únicamente de trapOl, se vuelve asi menos resistente. ¿Llegarán nuestros libros a manos de los hombree que vivirán algunos millares de años despué. de nosotros? Puede ocurrir quizás que 108 manu8crito. hechos por lo. monjes de la Edad Media sobre pergamino, sobrevivan, a nue8tros libros impresos por los medios mA, avanzados de las pren8a8 modernas. Nuestro papel e8 muy diferente de aquel en que ,e imprimieron los primeros libros. Pero nuestras pluma, lOO todavía más diferentes de aquellas que le emplea. ban en los primeros tiempos. De ellas no hemos guardado nada más que el nombre. Ocurre a menudo que el nombre sobrevive al objeto para el cual fue inventado.

En inglé8 Y en rU80. a e8a8 cuchillas llamadas corta.. plumas se lea diee todavía "cuchillo de plumas", a pesar de que ya no le utilizan para cortar plumas, y no exiJte ningún pájuo cuya cola esté provista de plumas de aCS"e. 140

Dentro de cuatro años hará un ligio y medio que .. invent6 la pluma de acero. En 1826 Mallon inventé una m'quina para fabricar plumis en lene. Detde en· tonces se utilizaron en todas, suprimiendo la 'rieja plUJlla de ganso que loe hombres hablan empleado durante IIna buena decena de SiglOL Es extraño recordar que nuestros abuelos eseribfa.D rodavía con plumae de gan80. En las cancillerías habi. f'mpleados que trabajaban de l. mañana a la noche pr& parando plumae de ganso para "su Excelencia". Era un trabajo fatigoso que requerla mucha prActica. S. debfa cortar la pluma con el 'ngulo exacto, tanarla '1 partirla. i Es mucho m's difícll que sacule punta a UD I'pu! Poco ante. de la invencl6n, de la pluma de acero, I f (Iomenz6 a vender una plumita de ganso que se podi. insertar en una lapicera. Es decir, que la lapicera fue Inventad. antee que la pluma de acero y no al mUmo tiempo como ee h.bría podido creer. El lápiz precidió a la pluma alrededor de UD centenar de'añ08. Un francés, Jacque8 Conté, fue el primero que fabricó un lápiz con una mezcla de ~afito, poi" '! erada. Se añadía arcilla para hacer el l'pil m'. re"i.tente. E8ta mezcla era comprimida en unas varilla. )' .e colocaha en ranura8 talladas en un pedazo d. madera. Otro pedazo de madera, con IUI ranuras con. 141

poodie!ltes, se colocaba eocima de éste y se pegahan juntos 108 d08 pedaz08. Se metían eo una máquioa de cortar y le dividíao en seis lápices separados. No qur· daba más que pulirlos y meterlos en una caja.

El probable que el lápiz, la plumila de acero ). la tltilográfica no vivan mucho más tiempo que 'sus predecelore8, la pluma de ganso y el estilete. El bolígrafo ~. la máquina de escribir han comenzado ya a deslrooar • la eltilográfi
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