Luis Lazzaro - La batalla de la comunicación. Ed. 2011

November 15, 2016 | Author: 05032009 | Category: N/A
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El nuevo orden económico y social que presidió el cambio de siglo transformó a la comunicació...

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La batalla de la comunicación

Luis Lazzaro

La batalla

de la comunicación De los tanques mediáticos a la ciudadanía de la información

Lazzaro, Luis La batalla de la comunicación : de los tanques mediáticos a la ciudadanía de la información - 1ª. ed. 1º reimp. - Buenos Aires : Colihue, 2011. 224 p. ; 23x16 cm. (Encrucijadas) ISBN 978-950-563-475-0 1. Medios de Comunicación. I. Título CDD 302.2

Diseño de tapa: Nora Raimondo

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, total o parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de la editorial. Solo se autoriza la reproducción de la tapa, contratapa y página de legales, completas, de la presente obra exclusivamente para fines promocionales o de registro bibliográfico.

1ª ed. 1º reimp.

© Ediciones Colihue S.R.L. Av. Díaz Vélez 5125 (C1405DCG) Buenos Aires - Argentina www.colihue.com.ar [email protected] ISBN 978-950-563-475-0 Hecho el depósito que marca la ley 11.723 IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA

“Esta vez no han venido con tanques, han sido acompañados por generales multimediáticos que han hecho lock out a la información.” Cristina Fernández de Kirchner, Presidenta de la Nación (1 de abril de 2008, Plaza de Mayo). “Vamos a tratarlos de la manera que trataríamos a un oponente. En la medida que [Fox News] lleva a cabo una guerra contra Barack Obama y la Casa Blanca, no necesitamos fingir que esta es la forma en que se comportan las legítimas organizaciones de noticias.” Anita Dunn, Directora de Comunicaciones de la Casa Blanca (en David Carr, “La batalla entre la Casa Blanca y Fox News”, New York Times, 17 de octubre de 2009).

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INTRODUCCIÓN En América del Sur la historia quiere volver a poner en marcha sus engranajes amenazados por el óxido y el hollín. Una rueda que puede girar para mover un tiempo inmutable, pero que debe cambiar la representación de la época para lograrlo. Porque en su subjetividad histórica se ha construido un tiempo de no relato y por lo tanto sin perspectiva posible hacia adelante. El progreso, como idea de bienestar económico social, de ciudadanía –en el sentido de la participación política– y de pertenencia a un “espíritu nacional”, como definía Scalabrini Ortiz, se ha deslizado por la cuneta de la globalización. La idea de que “todo ser humano es el punto final de un fragmento de historia que termina en él”1 ha sido reemplazada por la del individuo como mera terminal de un dispositivo electrónico productor de la propia realidad y de su enfoque. Atrapadas por el presente perpetuo del acontecimiento, las narrativas han quedado prisioneras en la telaraña del suceso mediático, incapaces de hablar de causas y consecuencias. Dóciles a la escala de rentabilidad global de las plataformas tecnológicas y a la representación ideológica de los intereses que las encumbraron, las narrativas noticiosas de la época son puro artificio incandescente, generalmente violento. El tiempo del mayor crecimiento económico en décadas y del juicio a los crímenes del Terrorismo de Estado –circunstancia ciertamente histórica y de repercusión mundial– es algo que sucedió a principios   Scalabrini Ortiz, Raúl, Prólogo a Política británica en el Río de la Plata (1936).

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del siglo XXI en la Argentina (y en buena parte de América Latina) mientras sus habitantes miraban asaltos y crímenes por televisión. Violencia televisiva y social construida como relato principal en los medios aunque sus raíces se hundan en el legado de la dictadura primero y en la destrucción de la cultura del trabajo después, ocurridos en las últimas décadas del siglo XX. La impronta de la violencia catastrófica o delictiva tomó la palabra como discurso audiovisual hegemónico a poco de andar el nuevo siglo. Emergió en la superficie de la política como principal exponente de una construcción de sentido pendiente de las consecuencias pero no de las causas –y muchos menos a los remedios– de los graves conflictos sociales que provocó la reconfiguración neoliberal del poder en la Argentina. Pero estos y otros emergentes que han caracterizado las series temáticas de “producción de realidad” en los últimos veinte años no son explicables solo desde la intencionalidad editorial de los grupos controladores de la plataforma mediática, o de su participación en los procesos de concentración y las alianzas que tal acumulación involucró. Existe también un fenómeno semiológico derivado de la emergencia de este nuevo actor político, gestado en el camino de la modernidad a la mundialización, imposible de ser detectado por el público. Es el espejo que devuelve una imagen cambiada. El narrador, que se presenta como intermediario entre las audiencias y el poder, cuando se ha transformado a sí mismo en la voz de los poderosos. El complejo tecno-mediático advirtió en el proceso mismo de su configuración que dejaba de convertirse en interlocutor para convertirse en el poder, que su capacidad no solo devenía de su rol de mediador, sino de reproductor de una materia prima tan especial como escasa: la realidad. Precisamente la escasez reproductiva de esta materia prima deviene de su condición monopólica: no son más de cuatro o cinco las cadenas en condiciones de hacerlo a escala global y siempre existe al menos una multiplataforma local que lleva la voz cantante en el plano nacional. Este fenómeno no excluye la existencia de otras voces con niveles de autonomía en su perspectiva periodística o de interés general. Sin embargo, la fijación de agenda y el enfoque predominante de los asuntos se produce en los dispositivos con mayor nivel de concentración horizontal y vertical de contenidos.

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No es casual que el complejo tecno-mediático sustituya en buena medida las funciones del complejo militar-industrial en su perspectiva de articulación con lo que otrora conocimos como el complejo económico transnacional a los fines de la subordinación periférica. En cierto sentido, ha sido su continuidad. La combinación de la explosión tecnológica derivada de la reconfiguración de las aplicaciones militares de la informática y las comunicaciones, en paralelo con las plataformas integradas multimedia resultantes de fusiones, compras y absorciones, permitió que la comunicación de masas –en su expresión industrial– tomara la posta de aquello que se había intentado con la Comisión Trilateral: la expectativa de un gobierno mundial. Los primeros indicios surgieron en tiempos en los que la historia aparecía como la confrontación entre la revolución social anticapitalista o anticolonial, con sus variantes de “nacionalismo populista”, y el predominio de un gobierno global de las grandes multinacionales con el telón de fondo de la Guerra Fría. Se trataba de reemplazar –como nueva estrategia– la supremacía militar por la supremacía tecnológicocomunicacional. Zbigniew Brzezinski2 lo anticipó en los 70 al postular la influencia cultural y científica de Estados Unidos como antídoto ante la “peligrosa fragmentación” del mundo, y como antesala de un “gobierno mundial” frente al nacionalismo populista. Por ese entonces, el luego asesor en Seguridad Nacional de los Estados Unidos hablaba del inicio de la “era tecnotrónica” y mencionaba por primera vez la perspectiva de una “red de información mundial”. Al describir el nuevo tiempo en Between Two Ages (1970) decía que   Brzezinski, Zbigniew, La era tecnotrónica (Between Two Ages), Editorial Paidós. 1970, pp. 54-105: “En la sociedad tecnotrónica, la tendencia parece orientarse hacia la aglutinación del apoyo individual de millones de ciudadanos desorganizados que caen fácilmente bajo la influencia de personalidades carismáticas y atractivas, personalidades que explotan eficazmente las últimas técnicas de comunicación para manejar las emociones y controlar la razón. El empleo de la televisión –y por tanto la tendencia a reemplazar el lenguaje por las imágenes, que son internacionales en lugar de nacionales, y a incluir escenas bélicas o cuadros de hambre registrados en lugares tan remotos como lo es, por ejemplo, la India– crea una preocupación bastante más cosmopolita, aunque muy impresionista por los asuntos internacionales” (pp. 38-39).

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“... las naciones industriales más avanzadas están empezando a ser postindustriales y en algunos sentidos están ingresando en la era postnacional. La proyectada red de información mundial, para la que Japón, Europa Occidental y Estados Unidos están muy maduros (...) podría crear la base para una división más racional del trabajo en materia de investigación y desarrollo”3.

Disolver las culturas para crear una nueva conciencia global. Este era uno de los requerimientos de ese nuevo orden. Los “nacionalismos” o las localías culturales –o religiosas– aparecen en este escenario como gérmenes de peligrosas autonomías. Esta “conciencia humana global” requería de dispositivos capaces de producirla y proveerla. El nuevo paradigma de la sociedad global vino a reemplazar el viejo orden del terror de la Guerra Fría. Una vez más, el nuevo orden aparecerá como promesa de desarrollo y bienestar humano. Como escenario de nuevas conquistas, ya no en el espacio interestelar sino en nuestra casa, la tierra. En el “séptimo continente”, tal como se ha designado a Internet4. Un Secretario de Estado argentino, en un discurso oficial ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones, mostró su empeño con las consignas lanzadas casi treinta años antes por Brzezinski y proclamó la existencia de un “imperio donde nunca se pone el sol”5. Según Jacques Attali “gracias a las nuevas tecnologías se ha vuelto más fácil, menos costoso y burocrático” poner en práctica la institucionalización de “un gobierno mundial”6. Se trata de repensar esta nueva “tiranía” –al decir de Ignacio Ramonet7–, en donde la imagen tiene el poder de hipnotizar y de “pensarnos” como objetos de un presente perpetuo, sin historia ni perspectiva, desde ese sitio global al que no podemos acceder por nosotros mismos. El dispositivo tecno-mediático es –él mismo– la conciencia global.   Brzezinski, Zbigniew, op. cit.   Atttali, Jacques, Diario Clarín, Zona, 27 de septiembre de 1998. 5   Kammerath, German, Secretario de Comunicaciones. Discurso ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) Ginebra. 1997. 6   Attali, Jaques, Clarín, ídem. 7   Ramonet, Ignacio. La tiranía de la comunicación, Editorial Debate. 1998. 3

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Despojada de la relación directa con las masas y confinada en los escombros del Estado posmoderno, la política no tomó nota del cambio. Ha corrido tras los acontecimientos. Ha creído que aún podía pensar la comunicación, cuando es el complejo tecno-mediático quien piensa la política. Ha intentado seducir, negociar o competir auspiciando medios, pero no ha logrado más que reproducir la lógica del dispositivo. Como una serpiente que se engulle a sí misma, la producción de realidad de la gran plataforma puede devorar desde el sentido de nación –o el interés nacional– hasta la propia base de sustentación económica –como sucedió en la crisis del 2001 en la Argentina– en su necesidad de satisfacer su voracidad de imágenes que reproduzcan la tragedia y el espectáculo. El sentido de su construcción semiótica sintoniza con los mercados globales, individualizando, fragmentando, intimidando, transnacionalizando, educando y homogeneizando consumidores. Esta lógica es absolutamente refractaria a las cuestiones nacionales y por ende transcurre por carriles ajenos al interés general, asunto que suele integrar la esfera del discurso político. Este libro intentará ordenar una serie de artículos e investigaciones realizados por el autor a partir de la década de los 90, que procuraron registrar y pensar este proceso a medida que se producía. Toma como referencia el conjunto de acontecimientos de convergencia económica y tecnológica, tanto en el orden global como local, pero también analiza su impacto sobre la representación social, el rol de la política y la redistribución del poder –económico y simbólico como expresión de este– en el mundo. Asimismo, da cuenta de algunas respuestas vinculadas a la gestación de un heterogéneo actor político-social que logró acertar en una caracterización de los efectos culturales, sociales y políticos de la concentración en la Argentina y que encabezó un movimiento por la democracia y la diversidad. Esa resistencia pudo articularse con la agenda política mediante la histórica decisión del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de cambiar los términos de la ecuación: por primera vez la política pasó a interpelar al dispositivo. Se pudo –en octubre de 2009– romper la tutela de la dictadura militar y las imposiciones del mercado sobre el audiovisual mediante la aprobación de una nueva regulación en democracia. Ello no sucedió de manera aislada, se ins-

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cribió también en un proceso de resistencias diversas que contestaron, en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, las consecuencias de esta reconfiguración global. La ola de compras y fusiones en la industria audiovisual durante los 80, y especialmente en los 90, puso en jaque los marcos regulatorios del mundo. Pero, a pesar de la escala planetaria que impuso la globalización, en Estados Unidos y Europa buena parte de las barreras que amparaban niveles básicos de pluralismo y diversidad o condiciones primarias de competencia mercantil lograron persistir, preservando el rol de los medios locales, manteniendo límites a la propiedad cruzada de periódicos, canales de TV y emisoras radiales, y garantizando un piso de alternativas a la información y a los servicios de una industria convergente. Las reformas hacia la concentración de mercado impulsadas a principios del nuevo siglo por los republicanos en Estados Unidos encontraron una sólida resistencia en la sociedad civil, lo que impidió que la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), conducida por Michael Powell, abriese las puertas a mayores escalas de control monopólico. La movida de la Coalición por la Diversidad en los Medios (MDC) en el año 2002 congregó a decenas de organizaciones sociales estadounidenses, y coincidió en el tiempo y en los objetivos con la lucha iniciada en la Argentina por la Coalición por una Radiodifusión Democrática (2004). En un caso se trataba de frenar la movida concentradora del gobierno de George Bush, mientras que en la Argentina se planteó la conquista de una ley democrática que desmontara la concentración y las exclusiones consumadas por la impronta autoritaria de la ley dictatorial empeorada por las reformas desreguladoras del mercado en los 90. Se trata, a la vez, de analizar no solo el fenómeno que aparece a la vista como despliegue de compra de medios, laxitud de barreras jurídicas y sinergia empresaria con aplicaciones tecnológicas. Hay que avanzar además sobre el sustrato ideológico que impregna este rediseño de una industria que apela a las emociones y al pensamiento humano para multiplicar sus tasas de ganancia. La construcción de sentido inherente a los procesos de edición multimedia o al directo televisivo se sostiene en la predominancia de la imagen. La paradoja de Baudrillard sobrevuela el desafío de la interpre-

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tación. “En el apogeo de las hazañas tecnológicas perdura la impresión irresistible de que algo se nos escapa; no porque lo hayamos perdido (¿lo real?), sino porque ya no estamos en posición de verlo: a saber, que ya no somos nosotros quienes dominamos el mundo, sino el mundo que nos domina a nosotros. Ya no somos nosotros quienes pensamos el objeto, sino el objeto el que nos piensa a nosotros. Vivíamos bajo el signo del objeto perdido, ahora es el objeto el que nos pierde”8. Al cabo de la reconfiguración operada al calor de las alianzas, fusiones y adquisiciones en el complejo tecnomediático, lo que comunica ya no es el medio sino el dispositivo. El medio dejó de ser el mensaje, el dispositivo es quien se ocupa de la “fabricación del consenso alrededor del sistema de poder” tal como lo refiere el lingüista norteamericano Noam Chomsky. El dispositivo emergente de la concentración es el gran productor del mensaje, del sentido común o el sitio de naturalización del discurso neoliberal. El sentido producido por estos sistemas audiovisuales globales orientó la lectura de las expediciones militares e intervenciones norteamericanas y europeas por los Balcanes, América Central (Panamá) y Medio Oriente entre fines del siglo pasado y comienzos del actual. Claras disputas por la supremacía de recursos estratégicos o intereses geopolíticos, que fueron presentados bajo excusas circunstanciales y vinculadas generalmente a difusas cuestiones de “seguridad”. Se ocultó en cambio el descalabro del medio ambiente y las consecuencias de un orden salvaje de producción y consumo global. En paralelo se construyó la amenaza terrorista y la posibilidad de una hecatombe causada por “fuerzas de la naturaleza”. Los desequilibrios globales no encabezan las series temáticas del dispositivo periodístico. El crimen organizado y el narcotráfico, que sostienen buena parte de las economías regionales del planeta (en el primero y el tercer mundo) no son tampoco objeto del discurso mediático. A menos, claro, que sean funcionales a discursos intimidatorios vinculados con la seguridad, personal o nacional. Los intereses del mercado global son los intereses nacionales y de la seguridad nacional, más allá de lo que ahora se entienda por cuestión nacional. Las pertenencias e identidades se han disuelto, dejando   Baudrillard, Jean, El crimen perfecto, Editorial Anagrama, 1996, p. 100.

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un individuo desorientado cuyo principal interlocutor son las terminales del sistema de medios. Esta es la cuestión central que debe desmontar la democracia para avanzar con la inclusión social. La sociedad del riesgo, surgida entre los escombros del estadonación de la modernidad, instaura un nuevo eje de articulación de la vida individual y los conflictos: la dicotomía seguro-inseguro. La percepción catastrófica de la realidad aflojará las restricciones que habían apartado el empleo de recursos militares para cuestiones internas y se confundirán otra vez los conceptos de seguridad interior y defensa nacional. Se juega, como siempre, la resignificación global de la historia. Pero ahora desde un presente perpetuo que puede –además– reproducir (en el sentido de producir nuevamente) el pasado y el futuro. En su Viaje a la hiperrealidad9, Umberto Eco describe los artificios tecnológicos puestos al servicio de la representación histórica en museos, hoteles y parques temáticos. Desde la Casa Blanca hasta los superhéroes de las historietas, pasando por momentos bíblicos y réplicas de objetos famosos, todo puede ser copiado en versión mejorada. Pueden clonarse acontecimientos, historias y sitios con la mayor sensación de inmediatez y proximidad. Tal estrategia de la ilusión –entendida como réplica de la realidad– es típica de la cultura norteamericana y fuente de un ingente comercio. “La información histórica debe asumir el aspecto de una reencarnación para ser asumida. Para hablar de cosas que se quieren connotar como verdaderas, esas cosas deben parecer verdaderas. El ‘todo verdadero’ se identifica con el ‘todo falso’. La irrealidad absoluta se ofrece como presencia real”, dice Eco10. Pues bien, esas réplicas con sofisticados recursos tecnológicos de consumo individualizado en museos y parques temáticos típicos de los 80 han dejado lugar a los efectos especiales y los montajes del audiovisual para distribución global y masiva. Los mitos fundacionales que alimentaron durante décadas la rueda productiva de la industria de masas y la construcción misma del sentido   Eco, Umberto, La estrategia de la ilusión, capítulo I, Editorial Lumen, Barcelona, 1999. 10   Eco, Umberto, op. cit., p. 16. 9

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nacional han sido reemplazados progresivamente por biografías particulares de personas cuya historia solo tiene dimensión individual. Atrás quedó el Estado-Nación como imaginario colectivo, con el compendio de tareas y deberes ciudadanos que predicaba –y exportaba– la producción audiovisual norteamericana. La modernidad sería impensable sin la civilización del audiovisual. En el ámbito local, la producción de films como La guerra gaucha (Lucas Demare, 1942) intentaron una mirada autónoma de la cuestión nacional –en el sentido de la construcción del sujeto histórico que propone Juan José Hernández Arregui y que desvelaba a Brzezinski– con la alianza entre criollos y pueblos originarios para la independencia de la tutela colonial. El film también intentó indagar en la perspectiva nacional de la historia antes del advenimiento del mayor movimiento popular del siglo XX en la Argentina. Pero no logró inaugurar un ciclo de articulación entre la cuestión nacional y una cultura audiovisual perdurable. En buena medida por los permanentes asaltos al poder democrático de grupos económicos con sus brazos militares, que siempre adoptaron los modelos nacionales “importados”. La industria televisiva local contó sus propias historias de clase media (La familia Falcón) o de inmigrantes (Los Campanelli, Los Benvenuto, etc.) que se inscribían (aún) en la narrativa de una sociedad con trabajo, tolerancia e integración social. Tales imaginarios fueron cuestionados por el terror de la dictadura primero y el individualismo neoliberal después. La destrucción de los lazos sociales que provocó el neoliberalismo salvaje en los 90 no vino solo. Reemplazó también lo que quedaba del imaginario social argentino y parte de sus mitos fundacionales por una apertura económica que también tuvo su correlato de masivo desembarco cultural de señales (y medios) extranjeras (especialmente norteamericanos). La ficción nacional se desplomó en simultáneo con la emergencia del reality que reemplazó la narrativa por la exhibición. Las tres cuartas partes del dispositivo audiovisual nacional quedaron –al finalizar la década– en manos de consorcios transnacionales radicados en Estados Unidos. La crisis de fin de siglo daría la oportunidad al cuarto restante de resurgir –previo salvataje financiero y jurídico– como grupo nacional

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hegemónico que se postularía como suprapoder de la democracia para ejercer la gendarmería intelectual de las viejas corporaciones. En el nuevo escenario, la historia como tal queda convertida en producto, en señal temática que puede contar lo que pasó pero no reflexionar sobre el presente. Atrás quedó la promesa de la revolución (obrera o nacional y popular) como desafío histórico y social, y su ontología fue reemplazada por el falso paradigma de la democracia digital conducida desde terminales remotas y de una dudosa ciudadanía de cuarta categoría en un mundo de sofisticados artefactos tecnológicos. No está demás recordar con Néstor García Canclini que “la construcción de la memoria nacional se realiza a través del olvido. Ella es el resultado de una amnesia selectiva. Olvidar significa confirmar determinados recuerdos, apagando los rastros de otros, más incómodos o menos consensuados”11. El dispositivo concentrado, en buena medida, ha sido el artífice de esa construcción colectiva, apagando los rastros de una conciencia de protagonismo social y autonomía nacional, pero afirmando el sentido de la individualidad subordinada y dependiente. La reconversión democrática de ese dispositivo y la apropiación autónoma de las nuevas tecnologías será la condición para liberar aquella memoria como proyecto y para realizar aquel mandato de volver a la realidad. La historia, entonces, puede volver a encarnarse en los pueblos, en los millones de argentinos que regresaron como multitud –desde el subsuelo de Scalabrini– en la Argentina bicentenaria de mayo de 2010. El cambio de paradigma en la comunicación sobreviene cuando un nuevo modelo económico, social y político disputa el espacio público y la construcción de sentido para recuperar un relato autónomo del pasado y el porvenir. Realidad en carne viva que intenta abrirse paso en medio del dispositivo que instauró el mercado absoluto como sentido común de la sociedad. No se trata solo de un nuevo estatuto jurídico; sino de la movilización social que lo concibió y la decisión política que lo hizo posible. Esta es, probablemente, la batalla más importante contra el fin de la historia.

11   Ortiz, Renato, La Mundialización y la Cultura, Alianza Editorial 1997, p. 190.

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Capítulo 1 Los falsos paradigmas del cambio tecnológico Desde siempre, la producción y distribución de la información ha sido inseparable del poder, de sus representaciones simbólicas y de las políticas para administrarlo. Lo sabían hace más de 3000 años en Egipto. Una antorcha encendida iniciaba entonces la cadena de luces que avisaba la creciente del Nilo en su camino hacia el Delta. Aquellos destellos representaban una poderosa fuente de información. La luz tenía que adelantarse al agua. Los fugaces resplandores en la noche eran la señal que esperaba el último de los mensajeros para correr con la noticia hasta el sacerdote. El interlocutor de los dioses ya podía anunciar que era inminente la crecida y el desborde del río. En el mundo de los faraones, la administración –y el anticipo– de la información eran la prueba de oscuros y temibles poderes que podían incidir en las grandes decisiones de los imperios. Prometida como el paradigma de una nueva civilización, la información perdió con la posmodernidad su sentido sacramental para convertirse en moneda corriente. Ya no se trata –como en la Antigüedad– de poseerla sino, además, de saber qué hacer con ella. El cambio de milenio (1999-2000) se produjo bajo augurios de una refundación civilizatoria. El tiempo emergente se presentó como el de una revolución –aparentemente incruenta– en las formas del conocimiento y la producción, sostenida en la ilusión de que se derrumbaban las fronteras del tiempo y del espacio. En el imaginario construido de las irrupciones fundantes, se sacralizó una suerte de Big Bang tecno-

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lógico que prometió una Sociedad de la Información, a construirse sobre los escombros del trabajo y de las relaciones históricas entre los habitantes del Estado-Nación12. Causa y efecto de la revolución tecnológica y de la globalización, la era de las telecomunicaciones asomó como el emblema posindustrial que se ofreció como la mayor democratización en el acceso a las fuentes de conocimiento y al intercambio de información tanto como la amenaza de nuevos imperios. Los apóstoles de la nueva era prometieron “la reinvención del mundo” y un humanoide bautizado por Nicholas Negroponte como el ser digital. “A principios del siguiente milenio –pronosticaba Negroponte– gemelos o pendientes podrán comunicarse entre sí a través de satélites de órbita baja y tendrán más potencia que nuestra PC actual. El teléfono ya no sonará siempre, sino que recibirá, seleccionará y tal vez responderá a las llamadas, como un mayordomo inglés bien entrenado. Los sistemas para transmitir y recibir información y entretenimiento personalizados obligarán a los media a reestructurarse. Las escuelas se transformarán en museos y salas de juego para que los niños estructuren sus ideas y se relacionen con niños de todo el mundo. El planeta digital parecerá tan pequeño como la cabeza de un alfiler”13.

Los gemelos de interconexión vía satélite o las escuelas lúdicas que imaginó Negroponte no llegaron, pero sí lo hicieron profundas transformaciones en el uso y consumo de los dispositivos de comunicación personal y de carácter masivo. Extrañas denominaciones como bits, fibra, bucle, píxel, 3G y otras terminaron siendo parte de la jerga juvenil a poco de cruzar el umbral del milenio. Esa reinvención significó el fin de un largo camino que había comenzado con el dominio de las ondas electromagnéticas y terminó en el ciberespacio. Las implicancias de esa historia no son solo técnicas sino básicamente sociales y culturales. En su recorrido sucedieron re  Artículo “Los desafíos del subdesarrollo en el mundo digital”, Lazzaro, L., Pregón, 2000. 13   Negroponte, Nicholas, El mundo digital. Una era de optimismo, Ediciones B, Barcelona, 1995. 12

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voluciones, dos guerras mundiales –que potenciaron enormemente el desarrollo de las comunicaciones– y la etapa final con la Guerra Fría y su epílogo post-industrial. La historia rosa del progresismo tecnológico suele contar la leyenda de sabios chiflados o visionarios en sus garajes como artífices del Big Bang científico. Pero fue la carrera espacial y la búsqueda de la supremacía militar entre Estados Unidos y la URSS –lanzados a romper el “equilibrio del terror” que se instaló luego de la Segunda Guerra Mundial– lo que movilizó la inversión de cientos de miles de millones de dólares a las investigaciones que dispararon la revolución científico-tecnológica. En su punto más alto, la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) de Ronald Regan, más conocida como la “Guerra de las Galaxias”, desató en los 80 una gigantesca paranoia productiva en el complejo militar-industrial norteamericano que articuló todos los conocimientos de física, química, electrónica y matemáticas para la invención de “armas inteligentes”. El experto en geopolítica y seguridad norteamericano, Zbigniew Brzezinski, había pronosticado en La era tecnotrónica, el advenimiento de un nuevo orden internacional surgido de la supremacía tecnológico-militar14. El mismo Brzezinski, luego de la caída del Muro de Berlín y de la implosión soviética de 1989, apuntó que “el imperialismo cultural” de los Estados Unidos –sostenido por la industria audiovisual de Hollywood y las nuevas corporaciones de la comunicación– estaba llamado a reemplazar al viejo orden sostenido por la amenaza atómica. De hecho, la génesis misma de Internet –el nuevo medio, que sintetiza la convergencia tecnológica en la comunicación– no puede separarse de los dispositivos militares creados en la Guerra Fría. La agencia de investigaciones en tecnología militar conocida como Arpa (Advanced Research Projects Agency) fue su primer laboratorio de ensayos. La noción de transmitir paquetes de información fragmentada y digitalizada mediante redes destinadas al intercambio de datos surge hacia fines de los 50 en esa dependencia norteamericana. A la creación de los protocolos TCP/IP (Transmission Control Proto14   Ver también Lazzaro, Luis; Rosso, Daniel; Scalise, Adrián, La batalla de la comunicación. El desafío de la identidad en la Argentina privatizada, cuaderno 53, IDEP, 1997.

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col/Internet Protocol), que permitió Arpanet, le continuaría luego las tecnologías de transmisión por cable coaxil que se aplicaron en los 70 a la Ethernet. Con el aporte de Xerox, Digital Equipment e Intel –que desarrolló los famosos microprocesadores de silicio– será posible establecer las bases para las redes de área local (LAN –Local Area Network–). A estas empresas se sumaron luego IBM y la corporación telefónica MCI para poner en marcha las primeras conexiones de alta velocidad.

Reconversión productiva y cultural En los 80, mientras el Tercer Mundo multiplicaba su endeudamiento y las cenizas de la guerra fría aún apañaban dictaduras militares, las agencias de defensa, los centros espaciales y los organismos de investigación atómica de Estados Unidos y Europa, incuban el germen de un salto productivo tan impactante que les permitirá en breve anunciar la “reinvención del mundo”. Cuando el Muro de Berlín se derrumbaba en el Este europeo, el informático británico Timothy Berners-Lee, del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) ponía a punto, en 1989, la World Wide Web, que marca el punto de partida para las autopistas de la información. Basada en el concepto de hipertexto, la “telaraña” virtual explotaría en menos de diez años hasta conectar unos 300 millones de computadoras en todo el mundo. A diferencia de los desarrollos tecnológicos precedentes, la digitalización posibilitó –por primera vez– reunir en un mismo soporte y con un lenguaje común a los tres elementos básicos de la comunicación: el texto, la imagen y el sonido. Para Renato Ortiz está clara la huella genética de los nuevos dispositivos virtuales: “La articulación entre la industria norteamericana de comunicación y el complejo militar es verdadera, no una ficción ideológica. La invención de la computadora no se debe solo al ingenio de los hombres, sino que resulta de la convergencia de intereses científicos y militares”15. Al comenzar el año 2000 las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) habían transformado la producción y circula  Ortiz. Renato, op. cit., pp. 123-124.

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ción global de bienes y servicios. El fin de la era industrial (y de la modernidad) implicó también un cambio cualitativo en la relación entre el hombre y las máquinas. Si antes estas sustituían el trabajo muscular, ahora reemplazaban en forma creciente las funciones del cerebro. En su entrelazamiento con la informática y las comunicaciones personales, la industria de la comunicación audiovisual de masas, especialmente el cine y la televisión, moldearía la impronta cultural de la sociedad digital. Las nuevas representaciones humanas adoptaron la forma de seres robotizados o atravesados por la tecnología como el hombre nuclear o la mujer biónica, o el androide preprogramado de Robocop sin olvidar los humanoides de Matrix, computadoras de forma humana que solo necesitaban energía para sus proyectos de dominación. Cerca de la perfección de las “armas inteligentes”, eufemismo que procuró dotar de racionalidad simbólica a las máquinas de destrucción humana. Esas propiedades serán transferidas progresivamente de las personas hacia los artefactos, de las sociedades a los dispositivos. Los peores instintos de la juventud global son convocados desde las pantallas interactivas de violentos videogames que van desde Street Fighters hasta Mortal Kombat. Aun coincidiendo con lo inevitable de la mutación productiva, no puede omitirse que el vagón del salto tecnológico que supone la digitalización avanzó impulsado por la locomotora del capitalismo en su fase de expansión corporativa neoliberal. Tal articulación supone entonces un tipo de progreso simbolizado por la proliferación de nuevos artefactos y modos de consumo que se desarrollan sobre la progresiva descomposición (licuefacción, en términos de Zygmunt Bauman) de las sociedades y los Estados. Entre los elementos que caracterizan el cambio de época y de sistema, el alemán Ullrich Beck señala la descomposición y desencantamiento de los magmas de sentido colectivo (paradigmas anteriores) y subraya: “De ahora en adelante todos los esfuerzos de definición se concentran en la figura del individuo. A esto se refiere el concepto de proceso de individualización” dice. Librados a su suerte personal los seres humanos ingresan además en lo que el sociólogo define como sociedad del riesgo. “Los hombres deben entender su vida, desde

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ahora en adelante, como estando sometida a los más variados tipos de riesgo, los cuales tienen un alcance personal y global”16. En la comunidad electrónica, reflexiona Umberto Eco, el problema no es la hipercomunicación sino la soledad: “Desde luego vivimos en una nueva comunidad electrónica, bastante global, pero no es una aldea, si por ello se entiende un asentamiento humano donde la gente interactúa directamente entre sí. El verdadero problema de una comunidad electrónica es la soledad”17.

Internet aparece como la herramienta democratizadora de ese sistema, por donde circularían los negocios, la política y la vida social. Pero la promesa de la comunicación interactiva en tiempo real, imaginada por el mercado para las elites de los continentes, también suponía el analfabetismo digital para las mayorías. Mientras la capacidad de intercomunicación a nivel mundial se duplicó en menos de dos décadas, la mitad de la población aún carecía de conectividad telefónica al terminar el siglo XX. Diez años después del cambio de milenio un cuarto de la población mundial (25%) navegaba por Internet. Más de 1700 millones de humanos se habían convertido en habitantes del mundo digital, pero el 80% de ellos vivían en Europa, Estados Unidos y los islotes asiáticos de modernidad. El otro 20% se reparte entre África, Oceanía y América Latina18. En tanto, las tres cuartas partes que restan de la humanidad permanecen fuera de la cartografía digital. Las alianzas y fusiones entre corporaciones de telefonía, informática y producción audiovisual han sido –como veremos– el ordenador de estos cambios. Las grandes disputas del mercado global han gestado tanto la concentración de los flujos de capital y las operaciones comerciales como la fractura de tejidos culturales e identidades locales.   Beck, Ullrich, La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, Paidós, 1994. 17   Eco, Umberto, Clarín, Cultura y Nación, Domingo 27 de septiembre de 1998. 18   Fuentes: Nielsen Online, ITU, Internet World Stats. Miniwatts Marketing Group, tomadas de www.exitoexportador.com. 16

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Mientras los medios masivos de comunicación se dirigían a grandes audiencias y se correspondían con los grandes mercados de consumo nacional, la transnacionalización generó terminales segmentadas. La globalización ha fragmentado tanto la oferta como la demanda, produciendo la paradoja de que la distribución audiovisual alcanzó dimensiones planetarias pero sus productos se dispersaron en nichos de mercado de las audiencias locales. Es más, las condiciones tecnológicas de recepción han venido a subrayar el creciente aislamiento del individuo de sus relaciones sociales al suministrarle terminales personales y móviles de telefonía, informática, radio, cine y televisión. Tal fragmentación de mercado no contradice la construcción del “consenso global” (Chomsky) sobre los poderes que rigen el mercado global en el anclaje y fijación de su universo simbólico. La inclusión de los desposeídos de la sociedad de la información se plantea como el gran desafío de los arquitectos del planeta digital, aunque es evidente que su despliegue reproduce el mismo esquema de inclusión y ciudadanía del mercado en su etapa de desregulación global. “Para crear hay que destruir”, justifican. Los nuevos sistemas transportan dinero virtual por el mercado de capitales que, en un solo día, opera recursos equivalentes al doble del Producto Bruto anual de África. Algunas superproducciones de la industria cinematográfica, como Titanic, llegaron a facturar más que el PBI anual completo de cualquier nación de Centroamérica. La industria de las representaciones desplaza a la producción de bienes físicos. Negroponte tenía razón en algo: los bits no sacian el apetito. “Los bits no se comen; en ese sentido no pueden calmar el hambre. Los ordenadores tampoco son entes morales; no pueden resolver temas complejos como el derecho a la vida o a la muerte”. Para el gurú de la nueva época “ser digital nos proporciona motivos para ser optimistas. Como ocurre con las fuerzas de la naturaleza, no podemos negar o interrumpir la era digital”19. La economía “informacional” –Manuel Castells– alteró la globalidad de las relaciones de poder. “Solamente se observa esta dimensión in  Negroponte, Nicholas, op. cit., epílogo.

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ternacional global en la estructura y funcionamiento de las Empresas y del Sistema Financiero, mientras nosotros nos replegamos impotentes al ámbito de lo local en nuestra acción política”, planteaban con alarma los documentos de base para la reunión de fin de siglo de la socialdemocracia europea20.

El mercado como política El nuevo escenario descoloca a la política como mediadora entre los actores sociales y la administración de los resortes del Estado-Nación. La arquitectura de este último se desvanece con las privatizaciones y el embrión del gobierno mundial, gestado primero en los organismos financieros internacionales y en los agrupamientos de los más poderosos (el G8). Como se aprecia, gobierno mundial, hegemonía del capital financiero y despliegue tecnológico son parte de una misma comunidad de intereses. Las sociedades, entonces, se globalizan y se fracturan. Pero, como señala García Canclini, la distribución de símbolos y el flujo de circulación de los mismos tienen direcciones y escenarios preponderantes tales como Nueva York, Hollywood y la sede del Banco Mundial. “Podríamos ampliar la vista, pero seguiríamos comprobando que los símbolos mayores de la globalización se encuentran casi todos en Estados Unidos y Japón, algunos todavía en Europa y casi ninguno en América Latina”21.

A los guetos tradicionales, surgidos de la marginación, se superponen otros nuevos, producidos por su contraparte, la concentración de la riqueza. La destrucción producida por este Big Bang redistribuye los enclaves de lujo y más bolsones de miseria extrema. “En el primer mundo, en los países centrales, pero también en los emergentes y en los más pobres, un sector reducido de la población   Progreso Global, Documento de base del XX Congreso de la Internacional Socialista, elaborado por Felipe González (1999). 21   García Canclini, Néstor, La globalización imaginada, p. 54, Paidós, Estado y Sociedad, 1999. 20

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se concentra en guetos de lujo, con sistemas de seguridad, medicina y educación privados. Un porcentaje cada día más reducido de los activos gozan de un empleo cuya estabilidad depende de la dificultad de sustitución. Otros guetos de miseria y exclusión se están extendiendo por las cada vez mayores concentraciones urbanas. Un tipo de empleo precario y sustituible abarca a un numero creciente de activos, carentes de seguridad social, de asistencia sanitaria y de perspectivas para la vejez en sociedades ricas, o con temor a perderlas en otras, rodeados de un universo creciente de excluidos, excedentes del mercado de trabajo y marginados del resto de la sociedad”22.

La descripción no pertenece a ningún sociólogo tercermundista. Fue escrita por el ex presidente del gobierno español Felipe González en el documento que sirvió de base a la discusión del XXI Congreso de la Internacional Socialista, que reunió en París a 23 jefes de Estado y representantes de 143 partidos de todo el mundo en 1999. Estos escenarios no son entonces producto del afán inventivo de la humanidad sino de sectores económicos que vuelven a posicionarse en el planeta a partir de la década neoliberal y de los principios que constituyeron la agenda macroeconómica y política de ese tiempo, sintetizados en el llamado Consenso de Washington. Las falacias de la revolución científico-tecnológica, las reformas privatizadoras de los 90 y el despliegue de un mensaje global orientado a convertir en sentido común los discursos del mercado en su expansión y reproducción son todas caras de una misma moneda. La cultura y el consumo se desterritorializan, entronizan productos globales y fragmentan identidades locales. Los saberes acumulados saltan de generación y se transfieren a las nuevas, haciendo que los jóvenes de este milenio identifiquen los nuevos lenguajes y artefactos como único discurso de autoridad. Tanto como la comunicación y la cultura, el sector educativo también es empujado hacia una matriz de mercado globalizado. Desregular el mercado de la enseñanza universitaria es –junto con los medios– una de las prioridades norteamericanas en las relaciones económicas internacionales. La consultora Merrill Lynch proyectaba que, pocos años   González, Felipe, Progreso Global, op. cit., 1999.

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después del cambio de siglo, el mercado de conocimientos por Internet superaría los 50.000 millones de dólares. Entrevistado por Clarín el ex Director de la UNESCO Marco Antonio Dias (Brasil) opinó: “Lo que se debate aquí es mucho más que el dinero: es si la educación de los ciudadanos va a seguir en manos de gobiernos democráticos o de las multinacionales. ¿Quién va a definir la educación de nuestros hijos? ¿Bajo el control de quiénes estará la formación universitaria? (...) Y si triunfa esta posición, ni la política educacional ni los contenidos de los programas ni la validez de los diplomas serían ya fijados por nuestros gobiernos sino por entidades supranacionales muy influenciadas por las grandes multinacionales”23.

La promoción de la racionalidad individualista por las reformas económicas e institucionales del Consenso de Washington y sus complementos demandó “modificaciones radicales” en el comportamiento de las sociedades. Se trató de “sustituir el concepto de derechos y obligaciones colectivas –emanadas unos y otras tanto de tradiciones comunitarias como de concepciones socialdemócratas– por la noción de capacidades individuales referidas fundamentalmente al mercado como sistema de organización social”, dice el sociólogo Carlos Vila. Esto no pudo ocurrir sin un cambio profundo en la matriz cultural de las poblaciones. A juicio del sociólogo argentino “... el referente implícito es un modelo de elección racional de individuos orientados por una motivación utilitaria, con libre e igual acceso a la información. En sus versiones más fundamentalistas, el rediseño neoliberal de las instituciones apunta a una reconfiguración cultural profunda del conjunto de la sociedad y a la reducción de esta a una sumatoria de interacciones individuales de motivación egoísta”.

El efecto de esa acción cultural producida por la convergencia de estos factores es equivalente a un ácido corrosivo que socava la integridad social y cultural de las naciones, junto con el desmembramiento del Estado.

  Diario Clarín, 2 de noviembre de 2003.

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“La sociedad pierde cohesión; la profundización de las desigualdades sociales conspira contra el sentimiento de pertenencia a un todo compartido. La comunidad imaginada de la patria, la nación o incluso la clase, retrocede ante las lealtades particulares al grupo primario, a la corporación, a la firma de negocios o a identificaciones contingentes”24.

Está claro que el impacto de tales mutaciones trasciende la economía y la cultura. Supone también nuevos desafíos para los sistemas democráticos, especialmente en América Latina, puesto que coinciden el surgimiento de los dispositivos tecnomediáticos con los tiempos en que se retiran las fuerzas armadas del poder. Hasta cabría preguntarse en qué medida reemplazan un modelo de consenso a palos por otro más persuasivo pero igualmente autoritario. Entre uno y otro esquema de poder –las dictaduras militares y las corporaciones tecnomediáticas– se han debatido la política y las democracias regionales, sobre todo a partir de la última década del siglo pasado y la primera del nuevo milenio.

Concentración o democracia Varios estudios de organismos regionales latinoamericanos habían alertado sobre el impacto social de las reformas impuestas por la agenda neoliberal y el fundamentalismo de mercado: “Detrás del discurso del llamado ‘Consenso de Washington’ se encuentra el supuesto de la existencia de un modelo único de desarrollo, aplicable a todos los países cualesquiera sean sus circunstancias, y una visión de la ‘economía de mercado’ como antagónica al intervencionismo estatal. Esta idea, compartida por los organismos de crédito internacionales, es ‘ahistórica’, nociva y contraria a la democracia”25.   Vilas, Carlos M., “Más allá del Consenso de Washington. Un enfoque desde la política de algunas propuestas del Banco Mundial sobre reforma institucional”, publicado en la revista del CLAD Reforma y Democracia, nº 18, Caracas, 2000. 25   Ocampo, José Antonio, Informe “La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos” para el Proyecto sobre el Desarrollo de la Democracia en América Latina (PRODDAL), 2002, p. 192. 24

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El paradigma de salto tecnológico que operó muchas veces como coartada discursiva del neoliberalismo –especialmente para consumar una involución social en nombre del cambio individual– también resignificó el lugar social y político de los medios, que se convirtieron en la prueba más evidente sobre el advenimiento de la posmodernidad mediante la oferta de nuevos artefactos, formatos y contenidos. Desde entonces “la prensa” nunca más será lo mismo, sino otro engranaje de un dispositivo que ya la integró en su diseño de negocios e intereses. Los principales lideres democráticos de América Latina habían advertido hacia comienzos del siglo que los medios “actúan como suprapoderes, (...) han pasado a tener un poder que excede al Ejecutivo y los poderes legítimamente constituidos, (...) han reemplazado totalmente a los partidos políticos” y se los visualiza en consecuencia como expresión de “corporaciones que aparecen como un obstáculo para una democracia más amplia”26. Tales expresiones forman parte de un extenso informe sobre el estado de la democracia en Latinoamérica, elaborado por el PNUD en 2002 y publicado en 2004, luego de recabar la opinión de los presidentes y ex presidentes de la democracia en la región, así como los referentes de los principales partidos políticos. Varios mandatarios y ex presidentes del Cono Sur señalaban entonces su preocupación por “el peso de corporaciones que aparecen como un obstáculo para una democracia más amplia, por el otorgamiento de privilegios a ciertos grupos en un contexto de partidos débiles y de un Estado que debería ser más republicano. (…) La estrecha vinculación entre grupos económicos y medios de comunicación es destacada por la mayoría de los consultados”, señala el informe que compiló Dante Caputo para el PNUD luego de haber consultado a más de 200 dirigentes de la región. En este sentido, claramente hay un desplazamiento de la política, no solo de los atributos públicos del poder real, sino de los lugares mismos de la enunciación. Los medios de comunicación masivos como   “La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos”. Publicado para el Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo (PNUD), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, New York, 2004, p. 169. 26

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terminales del dispositivo tecnomediático articulados al poder corporativo global los han reemplazado, proveyendo los argumentos principales de la disertación y la réplica política. El espacio público ya no es la tribuna, son los medios. “La civilización –dirá Ryszard Kapuscinski– se vuelve cada vez más dependiente de la versión de la historia imaginada por la televisión”27.

La circulación global e irrestricta de la información –y del capital, convertido en intercambio de bytes– está en el corazón del mundo líquido. En la arquitectura del planeta diseñado bajo la impronta corporativa –que disputa la globalidad del dispositivo– entre empresas informáticas o de telefonía, cable y televisión, para convertir a la Web en una infinita señal de acceso múltiple. Allí solo hay espacio para la ciudadanía informática. El poder político se convierte entonces en “un lugar vacío”, dice Ignacio Ramonet. “La política –sostiene– hoy es la economía, la economía son las finanzas, las finanzas son los mercados y estos no están controlados por la política. Están fuera del perímetro de la democracia. Este es el desafío de los políticos, entonces hay que restablecer la eficacia de la política”28. El club de los poderosos, constituido sobre la base de las ocho naciones más ricas del planeta, lanzó en julio del 2000 una proclama fundante de las bases del nuevo orden29. Caracterizaron allí a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) como “... una de las fuerzas más poderosas para definir el siglo XXI. Su impacto revolucionario afecta a la manera en que la sociedad vive, aprende y trabaja, así como a la forma en la que los gobiernos interactúan con esta sociedad. Las TICs se están convirtiendo rápidamente en el motor vital de crecimiento de la economía mundial. (…)   Kapuscinski, Ryszard, “¿Reflejan los media la realidad del mundo? Nuevas censuras, sutiles manipulaciones”, Le Monde Diplomatique, Julio-Agosto, Ed. Argentina, 1999. 28   Ramonet, Ignacio, Conferencia, Buenos Aires, 1999. 29   Grupo de los 8 (G8), Carta de Okinawa sobre la Sociedad de la Información Global, julio de 2000. 27

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Las enormes oportunidades que ofrecen los nuevos medios deben ser empleadas y compartidas por todo el mundo”.

Tal despliegue permite “la creación de un crecimiento económico sostenido” así como “la cohesión social y el trabajo necesario para fortalecer la democracia, aumentar la transparencia y la correcta macroeconomía en los gobiernos”, y además “promover los derechos humanos, ensalzar la diversidad cultural y la estabilidad y la paz mundial”30. Adviértase que el impacto revolucionario insuflado a las TICs y sus promesas de bienestar social e incluso promoción de la diversidad cultural, fortalecimiento de la democracia, y hasta su contribución a la paz mundial (¡) son parte del catálogo de instalación del nuevo escenario de expansión comercial de las corporaciones del sector. Pero la historia recomendaba tomar con prudencia tales proclamas. A comienzos del siglo XX, el hundimiento del Titanic y el horror de la Primera Guerra Mundial habían puesto fin al progresismo voluntarista sobre la infalibilidad de la técnica y del progreso humano montado sobre los rieles de las tecnologías de punta de la época. Es más, en lugar de resultar el tiempo prometido por los artificios de la mecánica y la ingeniería, la centuria vivió los peores horrores que nadie hubiese podido imaginar, desde genocidios masivos, guerras mundiales, terrorismo global atómico, hambrunas y gigantescas migraciones para escapar de la pobreza. Un siglo después, el discurso posibilista sobre las conquistas de la ciencia volvía a encender el optimismo sobre la marcha de la sociedad global. Se jugaba la centralidad del nuevo dispositivo y también la resignificación global de las identidades culturales. Los franceses Jacques Attali –asesor del presidente francés François Mitterrand– y el ex presidente Jacques Chirac, es decir, socialistas y gaullistas, advirtieron sobre los riesgos de que el despliegue del nuevo orden tecno-mediático terminara en otra ola neocolonial de subordinación a Estados Unidos. En el caso latinoamericano, la reconfiguración económica y cultural empujada por la simultaneidad de la desregulación y la introducción de   Idem, Carta de Okinawa, Punto 4.

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las TIC´s cierra los ciclos anteriores que caracterizaron el siglo XX en la región: invasiones militares directas de tropas norteamericanas (Panamá, Nicaragua, Caribe, etc.), las dictaduras de todo tipo sostenidas por control remoto desde Washington (especialmente el Cono Sur) y el ciclo de endeudamiento financiero auspiciado por el FMI (todo el continente latinoamericano). Los 90 serán los años en que las posibilidades de autonomía científica y tecnológica de la joven democracia argentina serán devastadas por una explícita subordinación al nuevo dispositivo diseñado por las corporaciones tecnomediáticas norteamericanas.

Los alumnos argentinos Uno de los esforzados alumnos de la clase, el secretario de Comunicaciones argentino (1991-1997) German Kammerath, en su afán de simpatizar con este nuevo club de los poderosos, llegó al disparate de postular en los foros internacionales a Eva Perón como abanderada de la versión digital del neoliberalismo: “Muchos de Uds. conozcan, quizás, la historia de Eva Perón, ‘Evita’. Fue una mujer que hizo enormes esfuerzos –esposa de un poderoso presidente argentino– por llevar el bienestar a los sectores sociales más humildes de la Argentina. (…) Yo creo que hoy quienes quisieran hacer justicia social impulsarían decididamente el acceso efectivo de los sectores populares al uso de las tecnologías de la información”31.

Kammerath representó como pocos el peronismo travestido de fines del siglo XX con discursos útiles al negocio de las corporaciones de las telecomunicaciones barnizados con la insólita promesa de la justicia social. El modelo económico de apertura y desindustrialización que destruyó las bases de la sociedad del trabajo se sostuvo, en buena medida, en esos relatos.

  Discurso pronunciado por el entonces Secretario de Comunicaciones de la Argentina, Germán Kammerath, en Inter@ctive 97, Foro de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, Ginebra, del 8 al 14 de Septiembre de 1997 (“Un lugar donde jamás se pone el sol”). 31

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“El aliento al desarrollo de la infraestructura de comunicaciones, de los contenidos basados en el principio de la interactividad y en el derecho a la información –afirmaba– moldearán la Sociedad Mundial de la Información, la que constituirá la promesa más acabada que haya tenido el hombre de una revolución tecnológica al servicio de la justicia social”.

La destrucción del complejo industrial nacional y del sistema científico-tecnológico argentino fueron, en esa época, las políticas principales que no sembraron justicia sino la más profunda involución social del país en la segunda mitad del siglo. La subordinación del gobierno de Carlos Menem a los postulados del nuevo orden convirtió incluso a Buenos Aires en la sede donde estas proclamas serían lanzadas. En 1991 se firmó el Tratado de Reciprocidad de Inversiones con Estados Unidos, alfombra de bienvenida a la colonización del sistema audiovisual nacional por parte de diversos grupos económicos, financieros y mediáticos norteamericanos. El propio CEO del grupo que intentaría disputar la convergencia, Hector Magnetto, de Clarín, se permitiría una reflexión brutal sobre semejante acuerdo: “Fue el primer tratado de reciprocidad no recíproco” manifestó, y analizó que “…me parece que respondió más a un proyecto político o de oportunismo empresario que a otra cosa. Ningún país del mundo firmó un acuerdo como ese”32. En 1994 Argentina organizó la Primera Conferencia Mundial de Desarrollo de las Telecomunicaciones (CMDT-94) bajo el auspicio de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Es el mismo año en que Argentina y Estados Unidos ponen en marcha el tratado que abrirá las puertas al despliegue de empresas norteamericanas de telefonía y de distribución audiovisual por cable. La reforma constitucional de ese año asegurará que el texto del estatuto bilateral prevalezca por encima de las leyes argentinas. En las conclusiones del encuentro se proclamó la necesidad de remover las barreras de protección nacionales de manera que

  López, José Ignacio, El hombre de Clarín. Vida privada y pública de Héctor Magnetto, Sudamericana, p. 276.

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“el desarrollo de las telecomunicaciones pueda fomentarse mediante la liberalización, la apertura a las inversiones privadas en circunstancias adecuadas. Su introducción en cualquier ejercicio de reestructuración debe ser compatible con las metas de desarrollo nacionales y con el mejoramiento de los servicios en las zonas menos atendidas”.

La declaración final no dejó dudas sobre los intentos de expansión hacia los medios sociales: “Las estrategias de desarrollo deben abarcar los medios de radiodifusión sonora y de televisión, a través de los sistemas terrenales y por satélite, como uno de los factores clave en la promoción del desarrollo social y cultural. Las nuevas tecnologías de radiodifusión que se están creando proporcionarán oportunidades para aportar una mayor contribución al desarrollo, y especialmente a través de la formación a distancia”33.

Todo el tiempo, las referencias al presunto aporte de las nuevas tecnologías para el desarrollo de las zonas más pobres y el rol igualador de las posibilidades de educación a distancia funcionaron como coartadas discursivas tras las cuales se subordinaron las políticas públicas al interés de los mercados.

Globalización y subordinación Tales recetarios sostuvieron la arquitectura ideológica sobre la que se apoyó la intervención desreguladora y privatizadora del Estado Nacional durante los 90, particularmente en el campo de las telecomunicaciones y de los medios audiovisuales. En 1997 la Secretaría a cargo de Kammerath adjudicó a la empresa francesa Thompson un contrato por 500 millones de dólares para la privatización del control del espacio radioeléctrico. Dicha concesión fue anulada en el año 2004, por gravísimas irregularidades en su tramitación y con una investigación por corrupción abierta en la justicia. 33   Primera Conferencia Mundial de Desarrollo de las Telecomunicaciones (CMDT94). Declaración de Buenos Aires sobre el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones de cara al Siglo XXI. Del 21 al 29 de marzo de 1994.

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En la superficie de aquellos negocios, el funcionario interrogaba en sus intervenciones públicas: “¿Por qué no proporcionar computadoras y acceso a Internet a los chicos que viven en naciones donde la comida, la vestimenta y la medicina son inadecuadas?”34. El nuevo orden se postula entonces como un camino eficaz para lograr la justicia social, la paz o el progreso. El nuevo Big Bang civilizatorio puede, incluso, detener el tiempo. El politólogo norteamericano Francis Fukuyama adelantó, en ese contexto, el “fin de la historia”, convocando a un imaginario en que el ocio y el confort dominarían las preocupaciones humanas y edificando un paradigma de pax global sobre la base del progreso científico-tecnológico. En el trasfondo de estos relatos voluntaristas y funcionales a las nuevas ecuaciones de poder global subyacen la fragmentación de las sociedades salariales y las gigantescas migraciones humanas en busca de nuevos horizontes de trabajo, cuando no de puro escape al hambre y la pobreza extrema. “La disputa por cómo se integran y cómo compiten económicamente América Latina, Europa y Estados Unidos es también una disputa por cómo se narran las convergencias y los conflictos”, dice Néstor García Canclini, y se pregunta: “¿Pueden los viejos relatos que organizaron las expectativas de los migrantes y los acuerdos que en otra etapa de la división internacional del trabajo rigieron los intercambios incluir ahora nuevos procesos: los exilios políticos y las migraciones de la globalización, el imaginario de los turistas, las recientes formas de discriminación, la recomposición de las tradiciones locales y regionales, de lo latino y lo anglo, bajo las estrategias mediáticas transnacionales? No solo ha cambiado lo que hay que narrar sino quiénes lo hacen. Aunque la escuela, los museos y los libros siguen conformando la mirada sobre los otros, los actores de la cultura letrada son desplazados por la comunicación audiovisual y electrónica, los organismos públicos de cada nación por empresas transnacionales”35.

  Kammerath, op. cit., UIT, 1997.   García Canclini, Néstor, op. cit., p. 77.

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La Argentina, que amputó en la década perdida de los 90 sus posibilidades tecnológicas –en energía atómica, cohetería inteligente, investigación científica e informática– desmantelando el Estado y el complejo industrial preexistente y endeudándose, llegó a poner, además, las tres cuartas partes de su dispositivo de telecomunicaciones, distribución y producción audiovisual en manos extranjeras durante la euforia neoliberal. Destruyó sus posibilidades de soberanía científica y tecnológica en nombre del ingreso al supuesto mundo de la ciudadanía digital. Carente de autonomía nacional y de proyecto propio, la Argentina terminó el siglo desbarrancándose por la ladera de una crisis que puso en peligro su existencia. Llegó hasta allí empujada no solo por las tesis de subordinación demandadas por los organismos financieros internacionales, sino también por la claudicación cultural de haber resignado un proyecto propio. El falso paradigma de la “solución tecnológica” para todos los males –inclusive los de la desigualdad social– también fue parte de aquellas complicidades. La escandalosa privatización del control del espacio radioeléctrico en 1997 –que terminó con Kammerath procesado por una presunta estafa millonaria– permitió a la empresa Thales Spectrum (continuidad de la francesa Thomson, tercer exportador mundial de armas) una gigantesca facturación por el monitoreo del espectro asignado a radiodifusión y telefonía celular. En el epílogo del descalabro y cuando intentaba postularse para un tercer mandato, el ex presidente Menem insistía en que su política para las telecomunicaciones podía resolver la pobreza espantosa que había generado al cabo de diez años de gestión, empeorados luego por la efímera experiencia de la Alianza. Decía –al finalizar 2002– que la infraestructura del sector permitiría “la inserción internacional de la Argentina, su economía y su cultura” y también que “nos ayudarán a solucionar las emergencias del hambre y la inseguridad”36. El paradigma de la globalización, entendida como promesa de aldea universal, también fue funcional al rediseño del poder internacional. El trabajo realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre la democracia en América Latina subrayaba que la 36   El proyecto tecnológico de Carlos Menem (PJ) “Combatiremos el hambre con ayuda de las comunicaciones”, Diario El Cronista Comercial, 10/12/2002.

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globalización no cambió las riendas de lugar: “el mundo está en todas partes, pero el poder del mundo no”. “Los poderes exteriores han dejado de ser exteriores, son tan interiores como los locales. Condicionan o determinan las decisiones del Estado y su campo no se limita a las finanzas o el comercio. Abarcan crecientemente las cuestiones políticas, de seguridad y organización interior, de los sistemas de seguridad sociales, educativos y de salud. Es necesario, en consecuencia, ampliar el debate sobre la globalización en dos áreas: por un lado, para dimensionar el impacto real en términos de la soberanía interior de los Estados; en segundo lugar, cómo concebir las estrategias posibles para aumentar las capacidades nacionales y regionales, para que el poder nacional no se extinga en nombre de un incontrolable poder global. La globalización ha hecho que el mundo exterior esté en el interior de nuestras sociedades. El mundo está en todas partes. Pero el poder del mundo no”37.

El despliegue de las tecnologías digitales coincidió con –y aprovechó simbólicamente– las circunstancias del cambio de siglo y de milenio para presentarse como el advenimiento del futuro. La reestructuración instó a países como Argentina a transferir al mercado global la capacidad de decisión en materia audiovisual. “En los mismos años en que se produjo esta reestructuración y expansión mundializada de las industrias culturales, con apoyos proteccionistas para su propia producción en Estados Unidos y los países europeos, los gobiernos latinoamericanos privatizaron canales de televisión, redujeron sus créditos para filmar, y en general las inversiones estatales en los campos audiovisual y editorial. Mientras la radio y la televisión se convirtieron en los principales medios de difusión de informaciones y diversión, transmisión de alta cultura, escenario de la vida pública y estímulo al consumo, los gobiernos decidieron que no tenían nada que hacer ni decir en ellos. Nuestra dependencia se acentúa al no desarrollar con orientación endógena esta rama productiva que (…) genera más empleos modernos, con alto com  La democracia en América Latina, PNUD, op. cit., p. 196.

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ponente de valor agregado, altos salarios, y posibilidades de ascenso ocupacional”38.

En la práctica, Argentina adoptó un conjunto de políticas y acciones hacia la nueva matriz. No solo mediante las privatizaciones y la desregulación (o re-regulación a favor de los poderosos, como opinan algunos expertos), sino a través de documentos públicos internacionales como el ya mencionado Tratado con Estados Unidos que liberó el área de las comunicaciones a los capitales norteamericanos sin ninguna cláusula de reciprocidad efectiva39. Trabajadores de radio y televisión, de prensa y publicidad, actores, locutores y operadores constituyeron –al comenzar la década neoliberal– una organización que denunció ese y otros tratados, reclamando su propia inclusión en la denominada Sociedad de la Información: “El fin de siglo, de la mano de la post modernidad y el neoliberalismo (que aunque no actúen de consuno si influyen simultáneamente) nos ofrecen un panorama internacional preñado de ‘triunfalismo tecnológico’ irreflexivo que tiende a negar al hombre y su identidad cultural como centro de las preocupaciones del desarrollo”40.

Los gremios de la comunicación nucleados en COSITMECOS advirtieron, además, que en ese contexto de apertura y privatizaciones se profundizan la desocupación y la exclusión de trabajadores y ciudadanos. Grupos financieros como el Citigroup Equity Investiments (CEI)41, y diversos fondos de inversión como HMTF (Hicks, Muse, Tate & Furst) con sede en Dallas, Texas, pasaron a ocupar posiciones controladoras en telefonía (Telefónica de Argentina y sus satélites) y en medios de comunicación mediante la transferencia irregular de canales abiertos, sistemas de cable y empresas editoriales. El acuerdo con EE.UU.   García Canclini, Néstor, op. cit., p. 156.   Lazzaro, Luis, “La reinvención del mundo”, La Maga, 1999. 40   “El espacio audiovisual y la democracia”. Confederación Sindical de Trabajadores de los Medios de Comunicación Audiovisual (COSITMECOS), 30/11/1995, Néstor Cantariño, Secretario General. 41   Ricardo Handley (Citibank, 40%) y Raúl Moneta (Banco República, 36%). 38 39

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se extendió luego a la televisión satelital directa mediante convenios que Menem firmó en Washington y que entusiastamente saludaron los socios de Galaxy Latin America (General Motors, Hughes, Cisneros, Multivisión y editorial Abril) junto con su representante local, Galaxy Entertainment Argentina (GEA), a cargo del grupo Clarín (AT&T, TCI, US WEST).

El satélite americano El ingreso del CEI en el mundo de los medios y las telecomunicaciones locales remite directamente a la matriz de los 90 y expresa la continuidad de las políticas surgidas del Consenso de Washington. El CEI fue creado para utilizar la tenencia de títulos de deuda del gobierno argentino por parte del banco estadounidense Citibank. En tal carácter intervino en numerosos procesos de privatización de recursos naturales y servicios. Pero desde 1995 se orientó hacia telecomunicaciones (Telefónica) y televisión por cable (Multicanal). A tal efecto estableció sociedades con el Banco República (Raúl Moneta), investigado luego en los Estados Unidos por lavado de dinero, y el Grupo Werthein. En junio de 1998, Argentina y EE.UU. firmaron en Washington el Acuerdo Bilateral de Reciprocidad Satelital con la presencia de Kammerath y el secretario de Asuntos Económicos de EE.UU., Alan Larson. El secretario argentino lo definió como un acuerdo de ida y vuelta. Establecía “la obligación de abrir sus mercados al otro. La industria satelital estadounidense ingresa con sus satélites de última generación y al sistema satelital argentino se le abren las puertas al mercado estadounidense. El único acuerdo similar hasta ahora es el firmado con Mexico”42. Comprendía TV satelital directa, servicios fijos por satélite y radiodifusión por satélite. Los principales satélites norteamericanos de comunicaciones (PanAmSat e INTELSAT, fusionados en 1996) operaban en la región sur del continente en las bandas de frecuencia más bajas pero no podían acceder a la banda para transmisión directa de TV. Un año antes, desde Kouru, Guyana Francesa, se había lanzado el Nahuel 1, primer satélite privado de la región para ocupar la órbi  Diario Clarín, julio de 1998.

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ta geoestacionaria correspondiente a la Argentina. El sistema Nahuel estaba a cargo de Daimler-Benz-Aerospace (Alemania), Aerospatiale (Francia) y Alenia Spacio (Italia), con ramificaciones en el Banco Mundial (Corporación Financiera), General Electric y otros. Nahuelsat había firmado en 1993 un contrato de exclusividad con la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) que le extendió una licencia por 24 años en forma exclusiva. Su capacidad de transmisión en banda KU lo hacía ideal para la televisión satelital directa. Clarín saludó el acuerdo con Washington y la inminente puesta en operaciones del sistema DirecTV (alianza de multinacionales automotrices, electrónicas y espaciales ligadas al complejo militar-industrial) cuya operación regional estaría a cargo de una joint venture entre los principales grupos de medios de la región asociados en Galaxy Latin America43. “Este acuerdo permitirá, entre otras cosas que programas de televisión lleguen a cualquiera de los dos países a través de satélites argentinos o estadounidenses, en forma indistinta. (…) Los televidentes podrán acceder a cerca de 170 canales con una calidad de imagen y sonido considerada óptima”44.

Atrás quedaba la resolución 817/96 del Comfer que estipulaba que las señales de televisión directa al hogar debían ser ofrecidas a través de satélites registrados por la República Argentina ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), condición que solo cumplía el sistema Nahuelsat. El control de la distribución satelital de contenidos era entonces parte de los movimientos de ajedrez sobre el tablero de la comunicación. Hacia fines de la década, nuevas aplicaciones tecnológicas como la generación de un mayor ancho de banda a los usuarios y la integración de redes de acceso y de transmisión de datos relanzaron el mercado. Incorporaron aplicaciones en el servicio telefónico local de acceso 43   Clarín, de Argentina; Abril, de Brasil; Cisneros, de Venezuela; Multivisión, de México, en asociación con General Motors; y Hughes Electronics, de los Estados Unidos. 44   “Acuerdo por la televisión satelital. Medios: reunión de Menem con directivos de Galaxy”, Clarín.com, 24 de agosto de 1998.

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inalámbrico (WLL, Wireless Local Loop), servicio de ancho de banda de acceso inalámbrico (LMDS, Local Multipoint Distribution System); tercera generación móvil (3G, servicios móviles de mayor ancho de banda); módem-cable; ADSL (Asymmetric Digital Subscriber Loop), y otros que permitirán reducir costos y desarrollar nuevos servicios. Las alianzas pretendían cerrar una madeja de intercomunicación planetaria vía teléfono celular, anunciada desde 1998, lo que suponía la integración de plataformas de interconexión vía satélite. Miniphone (de Telefónica y Telecom) acordaba con Iridium45 para emplear un sistema de 66 satélites destinado a la comunicación global a partir de un solo número. A mediados de 1998 cinco satélites de 800 kilos fueron lanzados en un cohete Delta II como anticipo del sistema de Iridium World Communications destinados a interconectar los teléfonos celulares y los pagers o enviar mensajes electrónicos en todo el mundo. Por su parte, el sistema Globalstar (France Telecom y Alcatel) anunciaba el lanzamiento de 48 satélites y la construcción de una plataforma terrestre en Bosque Alegre, Córdoba. Pero la apuesta grande parecía corresponder al magnate de la informática, Bill Gates, que a través de Microsoft y en alianza con Mc Caw se proponía distribuir 840 satélites por el espacio para ofrecer Internet y telefonía satelital a través del proyecto Teledisc. Desde el norte, la mirada apuntaba a regionalizar el despliegue. El dueño de Microsoft entró a la televisión paga de Brasil a través de Globo Cabo (Grupo Globo, de Roberto Marinho) mediante la compra de algo más del 10% de las acciones por 126 millones de dólares. Globo venía de vender empresas de telefonía celular y otras operaciones para achicar una deuda que rondaba los 2000 millones de dólares. Billl Gates insistía con la TV interactiva, la Web TV, mediante la cual aspiraba a controlar la convergencia de televisión, Internet y telefonía46. En Argentina, Iridium establecía alianzas con Miniphone y Personal, en tanto que Globalstar lo hacía con Miniphone, Personal y CTI (Clarín) En siete años más, según Scientific American, estarían funcionando   Red satelital integrada por Motorola, Stet, Sprint, Lockheed, Mc Donnel Douglas. 46   “Bill Gates puso un pie en Globo”, Diario Clarín, 18 de agosto de 1999. 45

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unos cinco sistemas de telefonía móvil satelital y posiblemente una docena para interconexión a Internet desde el espacio. Globalstar sumó al magnate George Soros a su club de accionistas, anunciando una inversión de 2.600 millones de dólares en su proyecto. Junto a Teledisc –donde Motorola aportaba 750 millones al consorcio integrado por Mc Caw y Bill Gates– se proponían desarrollar sistemas para transmisión de voz, datos y video a alta velocidad a través de satélites, en competencia con Iridium (Motorola, Raytheon), ICO (Inmarsat, Hughes Space), Astrolink (Lockheed) y Spaceway (GM-Hughes). Adviértase la estrecha articulación entre empresas tradicionalmente abastecedoras de sistemas de comunicación de la industria bélica con las constructoras aeronáuticas y espaciales. Una nueva geopolítica de circulación de las representaciones mundiales tomaba forma desde las órbitas geoestacionarias.

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Capítulo 2 El séptimo continente La metáfora del nuevo milenio funcionó entonces como un lubricante conceptual del gigantesco ejercicio desregulatorio y aperturista encaminado a remover obstáculos para la concentración y realización de una gigantesca infraestructura que permitiese la ocupación territorial de audiencias internacionales por parte de un nuevo polo multinacional con asiento en Estados Unidos. Esa década reconfiguró las relaciones de poder entre el Estado y el mercado, emergiendo el sector audiovisual como nuevo factor de hegemonía. Las privatizaciones transferían poder de decisión y también la capacidad de representación y de inclusión en los imaginarios sociales, poniendo en reversa los relatos previos que habían idealizado los estados-naciones. El dispositivo ocupó desde Londres hasta Tokio y desde Miami hasta Ushuaia, con distribución de señales de televisión, administración de redes de fibra óptica y satélites, la producción de contenidos, plataformas telefónicas y el monopolio del software informático. Emporios como los de Ruppert Murdoch, la Time-Warner, Bill Gates, AT&T, TCI, Viacom, Bertelsmann o Stet-France Telecom lideraron (y aún están en carrera) el despliegue. Consideraron al planeta como un mercado único y con una considerable influencia sobre más de 3000 millones de televidentes o sobre los 300 millones de usuarios de computadoras personales existentes en el mundo al momento del cambio de siglo. Alianzas diversas, fusiones y compras agresivas de empresas caracterizaron en los 90 esta batalla de posicionamiento global, mediante la

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convergencia de sistemas de interconexión, estudios de cine, cadenas de televisión, periódicos y revistas, así como centenares de estaciones de radio y alianzas con empresas de informática, distribución satelital o telefonía. La desregulación global chocó, no obstante, con las desconfianzas y recelos europeos. Se sabe que tanto Estados Unidos como Europa han procurado aplicar al resto del mundo políticas que no aceptarían en su propio territorio. En esa geopolítica de posiciones, el predominio norteamericano en las industrias comunicacionales no dejó de alarmar al poder político europeo que se preguntó qué hacer ante “los medios de comunicación ligados a la nueva revolución tecnológica, en su situación de creciente dominio oligopolístico, ligado a las empresas de telecomunicación que heredan monopolios históricos”47. La Unión Europea denunció en el año 2000 las pretensiones de control por parte de Estados Unidos, advirtiendo que “el monopolio mantenido por Microsoft en los sistemas para ordenadores personales impone a esta sociedad la obligación de dar acceso a sus interfaces y asegurar la interoperabilidad con los programas de otros fabricantes”. La Comisión Europea de la Competencia acusó a Microsoft de dominar el mercado de los sistemas operativos y violar leyes antimonopolio de los navegadores de internet. Según Bruselas la corporación de Bill Gates abusó de su “posición dominante en los sistemas operativos de ordenadores personales” con el Windows 2000. Dicha posición dominante es de “importancia capital, ya que los sistemas de explotación para los servidores constituyen un sector estratégico en la mundialización del mercado de la informática y el comercio electrónico”. Es decir, no se trataba de un mercado más, sino del punto articulador de la globalización en la etapa de la desregulación. La retirada del Estado tenía además impacto directo sobre la cultura. “La política neoliberal que reina poco a poco en el conjunto de los países desarrollados va, evidentemente, en dirección del deterioro de los lugares de producción autónoma. La producción cultural no tiene mercado. Desde el siglo XIX, los bienes culturales tienen poco merca  González, Felipe, IS, op. cit.

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do o, directamente, no lo tienen”, advertía en 1998 Pierre Bourdieu en una nota reproducida por diarios argentinos. “Cuando uno dice menos estado hay que saber que esto también quiere decir menos cultura, cultura libre, cultura creadora. (…) La desaparición del estado es también la desaparición de toda una idea que tenemos de la cultura”48.

El asesor del ex presidente francés Mitterrand, Jacques Attali, advertía a Europa sobre la expansión estadounidense en el sector. “Si todo continúa así –en alusión a los proyectos de telefonía mundial satelital Iridium y Teledisc, así como la proximidad de la TV digital– este continente será para siempre una colonia norteamericana. En él se hablará inglés y será el lugar de la expansión cuasi-ilimitada de las empresas y la cultura norteamericana”49. “El séptimo continente será la locomotora de la economía del siglo XXI. Y el empleo real será creado prioritariamente por las demandas de la economía virtual. Ya se puede calcular que el comercio interior del séptimo continente alcanzará como mínimo 100.000 millones de dólares a comienzos del próximo siglo, monto superior al PBI de más de cincuenta países reales. El ritmo del crecimiento ya ha llegado allí en forma masiva: el 70 por ciento de los intercambios son hoy norteamericanos; las empresas norteamericanas han llevado sus tecnologías, su know-how, su sistema jurídico, cerrando el camino a sus competidores”50.

Las batallas por la diversidad cultural –término que alude al conflicto con la hegemonía audiovisual norteamericana– dominaron los 90 y protagonizaron no pocos cortocircuitos en las rondas gubernamentales de la Organización Mundial de Comercio –a partir de Seattle 1993– a fin de que se consagrara la regla de la “excepción cultural” a los acuerdos de libre comercio.   Bourdieu, Pierre, Diario Clarín, 17 de mayo de 1998.   Attali, Jacques, “Internet: a la conquista del séptimo continente”, Diario Clarín, Sección Tribuna abierta, 21de agosto de 1997. 50   Attali, Jacques, idem. 48 49

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Para ese entonces, algunas producciones de Hollywood podían superar la capacidad económica de algunos países. Si la saga de Duro de matar había facturado 729 millones de dólares al cabo de cuatro películas, las utilidades de una sola megaproducción como Titanic (1997), que recaudó 1800 millones de dólares, superaban el Producto Bruto de países como Nicaragua. Otra megaproducción futurista (Avatar) del mismo director (James Cameron) superaría años después (2009/2010) su propio récord. La fusión de emporios como Disney-ABC (1995, 19.000 millones de dólares) había creado un gigante de la industria multimedios con unas 3400 estaciones radiales y varias discográficas, además de productoras cinematográficas, canales y distribuidoras de cable, parques de entretenimientos y editoriales. Se la consideró como una “oportunidad única en la vida para crear una compañía excepcional de espectáculos y comunicación”51. Poco antes el fabricante electrónico Westinghouse había pagado 5.400 millones por la adquisición de otra cadena de televisión (CBS). Sin embargo, el nuevo emporio cambiaría pronto de manos. En 1999 la cadena CBS se fusionó con Viacom (MTV, Estudios Paramount, etc.) operación que se presentó como la creación del mayor emporio multimediático de la época. El grupo pasó a controlar cadenas de televisión abierta, estudios cinematográficos e intereses en el mercado radiofónico de Estados Unidos mediante la red Infinity. Pero la línea de sinergias empresariales entre cadenas de televisión y productoras de contenidos también encontró variantes por el lado de asociaciones entre telefonía y cable, o entre informática y TV satelital. La lista incluye articulaciones entre gigantes de la telefonía –como AT&T– y nuevos operadores del cable –TCI– o de la informática –Bill Gates– y la televisión digital por satélite –Sky, de Rupert Murdoch–, asociados de diversas maneras con consorcios regionales asiáticos, europeos y latinoamericanos –Televisa de México, Cisneros de Venezuela, O Globo de Brasil, CEI-Telefónica, Clarín o Murdoch-Telecom, en Argentina–. No se trata solo de la plataforma, sino también de sus relatos. Como bien lo analiza García Canclini, el relato de la globalización sería el de las fusiones y alianzas empresarias.   Eisner, Michael, presidente ejecutivo de Disney. Diario El País (España) 01-08-95.

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“El relato más reiterado sobre la globalización es el que narra la expansión del capitalismo postindustrial y de las comunicaciones masivas como un proceso de unificación y/o articulación de las empresas productivas, sistemas financieros, regímenes de información y entretenimiento...”52

Hacia mediados de 1998 el conjunto de programas producidos por los estudios de Hollywood y vendidos a televisiones extranjeras desde Estados Unidos representaban una facturación anual superior a los 3000 millones de dólares, más que la venta de películas en el exterior. El titular de Universal Television Group reconocía el rol de los mercados internacionales en la ecuación económica de las producciones con base en Estados Unidos: “nuestro negocio no puede existir sin los mercados extranjeros”53. El principal mercado para series norteamericanas era Europa occidental y especialmente Alemania. En 2001, los estudios norteamericanos de televisión facturaron US$ 25.000 millones, sostenidos en un 90 por ciento en la distribución interna dentro de Estados Unidos. Sin embargo, las ventas al exterior –por US$ 2500 millones– significaron la diferencia entre perder o ganar54. Así como en el pasado el proyecto Eureka se había desplegado como la respuesta europea al desafío norteamericano de la “Guerra de las galaxias” de Reagan en materia de desarrollo científico-tecnológico, también la Directiva Europea de Televisión sin Fronteras (1989) se había convertido en la barrera diseñada para regular el expansionismo audiovisual de los Estados Unidos. La Directiva establecía cuotas mínimas de producción europea. Razones geopolíticas, económicas y culturales explicaron la reacción europea en defensa de sus productos. Le Monde decía que “los europeos están decepcionados por lo que se les ofrece y se han puesto a producir”. Las nuevas cadenas, que consumían masivamente las series yanquis vuelven a ocuparse de la producción local, motivando   García Canclini, Néstor, op. cit., p. 179.   Diario Clarín, Junio de 1998. 54   Kapner, Suzanne, “Las series de televisión norteamericanas ya no tienen el éxito asegurado en todo el mundo”, The New York Times, reproducido por Clarín 28/01/2003. 52 53

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que las compañías norteamericanas busquen cómo invertir en producciones europeas. El tironeo de los intereses comerciales de la televisión y la defensa de las industrias culturales europeas puso en el centro de la tormenta a las series norteamericanas CSI, Dallas, Twin Peaks o Sex and the City a la hora de programar los canales franceses. “La pérdida de audiencia –en Francia– coincide, curiosamente, con el rechazo generalizado a la política externa de EE.UU., que fastidia a amigos y enemigos por igual, al punto que muchos europeos agradecen que, por lo menos en la tele, lo estadounidense esté perdiendo influencia”, escribió una analista en el New York Times55. Particularmente reveladora resulta la intervención del presidente de Francia, Jacques Chirac (2000), en un encuentro convocado por el Comité de Vigilancia para la Diversidad Cultural, como expresión del conflicto económico y cultural que surgía a partir de la disputa de las autopistas del audiovisual entre Estados Unidos y Europa. Chirac proclamaba que la cultura no podía rendirse al mercado: “De no tomar recaudos, todo convergería (…) hacia el reino del más fuerte, hacia el triunfo de aquello que es formateado para el público más amplio, hacia el aumento de las desigualdades, hacia el enfrentamiento entre un modelo dominante y el resto del mundo”.

El mandatario galo distinguía entre comercio y cultura: “En este universo en el que reinan la competencia y la carrera hacia la ganancia, el rol de los Estados, la función del derecho y la vocación de las instituciones de arbitraje, nacionales o internacionales, es el de fijar las reglas de juego, velar por su respeto, corregir los desequilibrios en un espíritu de equidad y solidaridad. Esto vale singularmente para la cultura y la creación, actividades irreductibles a las leyes del mercado. (...) Es la cultura que nos dará las armas para responder a este nuevo desafío de la aventura humana que es la globalización. La cultura no debe plegarse ante el comercio”56.   Kapner, Suzanne, op. cit.   Chirac, Jacques, Segundos encuentros internacionales de organizaciones profesionales de la Cultura, 2 de febrero de 2003, Comité de Vigilancia para la Diversidad Cultural (Francia).

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El núcleo de los reclamos franceses –acompañados por otros países europeos, Australia y Canadá– rechazaba los argumentos desreguladores y librecambistas que Estados Unidos pretendían aplicar en el mundo a través de la liberación de los bienes culturales como mercancía en el marco de la OMC. Los argumentos de la delegación norteamericana en las negociaciones para el AGCS (Acuerdo General sobre Comercio de Servicios) en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) respecto del asunto del sector audiovisual son reveladores de la entidad que asume el conflicto entre la “exclusión” (posición francesa, seguida por Canadá y Australia) y la “apertura” indiscriminada de la cuestión cultural en el intercambio comercial mundial. La dureza de la confrontación –y una primera victoria francesa al poner entre paréntesis la cuestión cultural en el seno de la OMC– hizo que la batalla pasara a dirimirse en todos los terrenos. La burbuja tecnológica de los 90 y la explosión de las punto com llevó a la convicción de que Internet debía convertirse en el atajo que saltara sin conflicto las fronteras nacionales. Washington se lanzó al reclamo de una plataforma mundial sin barreras para la distribución global de sus contenidos. Según la proclama del vicepresidente de EE.UU., Al Gore (Buenos Aires, 1994), el desafío inmediato pasaba por la construcción de las “autopistas de la información” como nuevo factor de articulación, intercambio y circulación de la producción informativa y cultural del mundo. El tren de esa revolución marchó a un ritmo más lento que el ansiado por sus promotores, aunque la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información de fines de 2003 en Ginebra buscó ser su punto de relanzamiento, en medio de crecientes demandas de la sociedad civil por la neutralidad tecnológica y la igualdad de acceso.

Ola de compras y fusiones La consultora KPGM estimó que entre 1984 y 1996 las privatizaciones en el sector de telecomunicaciones y audiovisual en el mundo habían totalizado ventas y fusiones por 165.000 millones de dólares. Pero poco después esa cifra –que sumaba las operaciones de 12 años previos– fue superada por tres operaciones en solo dos años

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(1998-1999). La ex baby bell y megaoperadora telefónica AT&T adquirió la mayor operadora de cable de Estados Unidos, TCI, (con impacto en la Argentina por la participación de esta en Cablevisión), en tanto la telefónica norteamericana MCIWorld Com compraba a su colega de larga distancia Sprint, y las también telefónicas estadounidenses Bell Atlantic y GTE formalizaron su integración empresaria, sumando entre las tres la cantidad de 185.000 millones de dólares. Es decir que la velocidad del proceso se disparó en la segunda mitad de la década del 90. Sin embargo en un solo año (2000) las adquisiciones de la alemana Mannesmann (Alemania) por parte de la británica Vodafone, ambas de telefonía móvil, y de la productora norteamericana de contenidos Time Warner por parte del distribuidor de servicios de internet y contenidos America On Line (AOL), también estaounidense, superaron –con solo dos operaciones– los 364.000 millones de dólares. En Argentina también se sintió el efecto de esas tendencias globales, amparadas jurídicamente en el tratado con Washington, a pesar de ser un mercado marginal y de escasa envergadura en cuanto a la cantidad de potenciales abonados o usuarios. Las inversiones en medios y especialmente en sistemas de cable superaron en 1997 los 4000 millones de dólares, por encima de las inversiones en servicios financieros (2400 millones) y petróleo (1800 millones). Ese año Argentina ocupó el tercer lugar mundial en penetración de cable con una torta global de 14.000 millones de pesos/dólares de facturación anual entre telecomunicaciones y radiodifusión, sectores que desde entonces pugnan por dominar el mercado integrado de servicios convergentes. Pero ya veremos en particular el caso local. En poco menos de veinte años, y luego del avance japonés sobre los circuitos electrónicos, automotrices y financieros de Estados Unidos, las pujas de posicionamiento global se desplazaron hacia las grandes corporaciones. Nótese que en las diez mayores operaciones de finales de siglo hay solo dos (la unión de Exxon y Mobil Oil, y la de Citicorp - Travelers Group) que no pertenecen al ámbito de las comunicaciones. Las ocho restantes son protagonizadas por empresas

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de telefonía fija y móvil, de Internet, de producción y distribución de contenidos audiovisuales57. Según el Financial Times las fusiones sectoriales durante 1998 estaban encabezadas por el sector de Bancos y Finanzas, con 215.000 millones de dólares (con 433 operaciones). Sin embargo, la suma de las operaciones en el sector de Comunicaciones (170.000 millones y 236 operaciones), Medios de Telecomunicación (57.000 millones en 164 operaciones) y de Computación (52.000 millones y 939 operaciones) ponían sobre el tapete la fuerza de los mercados convergentes, que superaban, en conjunto, los 275.000 millones en un solo año58. Estados Unidos había comenzado, con la gran reforma del Acta de Telecomunicaciones de 1996, la tarea de desatar los nudos regulatorios que impedían niveles mayores de concentración empresaria. Puntualmente se trataba de elevar en 10 puntos el tope de concentración de audiencia permitida para televisión abierta (llevándolo al 35%) y relajar los topes de acumulación local a tres estaciones televisivas en los principales mercados. En 1992 se había logrado la vinculación cable-telefonía con desregulaciones que también incluían la modalidad de prestación del servicio telefónico y el uso de redes para servicios audiovisuales, con un tope del 30% para el cable.   En febrero de 1998 Exxon y Mobil crean la mayor petrolera del mundo y pocos meses después Citicorp y Travelers Group crean la mayor compañía financiera del planeta. Desde entonces, las mayores fusiones y alianzas empresarias del mundo estarán caracterizadas por la presencia de empresas de comunicaciones audiovisuales o de telecomunicaciones. La telefónica norteamericana SBC Telecomunications compra en 1998 Ameritech y crea la mayor compañía operadora de llamadas locales. También ese año las corporaciones estadounidenses de telecomunicaciones GTE y Bell Atlantic cierran el acuerdo para fusionar sus actividades. En forma paralela el gigante telefónico ATT compra TCI, el coloso de la televisión por cable en EE.UU. Ese año además MCIWorldCom compra Sprint y la fusión pasa a controlar el 35,8% de llamadas de larga distancia en EE.UU., (AT&T aún dominaba el 44% del sector). También en 1999 Bell Atlantic y Vodafone Airtouch crean la mayor empresa de servicios móviles de voz y datos de Estados Unidos y la ex baby bell AT&T compra la multinacional del cable MediaOne. Al comenzar el año 2000 America Online forma con Time Warner el mayor grupo de comunicación multimedia del mundo. Poco después en Europa Vodafone (GB) compra Mannesmann (Alemania) y constituye el mayor operador de telefonía móvil a nivel global. 58   Financial Times. Suplemento Economía, Clarín. “Agosto, mes de gloria para las fusiones”, 12 de agosto de 1999. 57

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Esa reforma, aprobada por el Congreso durante la gestión de Bill Clinton, era la principal revisión del estatuto regulatorio vigente desde 1934. Abrió definitivamente la competencia en los mercados telefónicos local y de larga distancia. Las compañías locales abrieron sus redes a cambio de entrar de lleno en el mercado de larga distancia, televisión por cable y fabricación de equipos. Asimismo, las compañías de telefonía de larga distancia y las de televisión por cable podrían ofrecer servicio telefónico local directamente a los usuarios. Poco después, la mayor compañía telefónica de los EE.UU., Bell Atlantic, confirmó la compra de GTE, el mayor operador independiente de telefonía local y de larga distancia. La operación se realizó por 52.800 millones de dólares. Simultáneamente, Deutsche Telecom, la principal firma europea de telecomunicaciones, anunció que negociaba una asociación global con ambas firmas. La fusión Bell-GTE creaba la segunda compañía telefónica de EE.UU. El acuerdo se produjo pocos días después del anuncio de la alianza entre British Telecom y la estadounidense ATT, los gigantes de telefonía de Inglaterra y EE.UU. respectivamente, cuya fusión creaba la mayor empresa de telecomunicaciones del mundo. Quedarían unidas la segunda y la quinta compañías telefónicas por su facturación a nivel global, 51 mil millones para la norteamericana y 26 mil millones para la británica. También apuntaban al comercio electrónico en Internet. Un año antes había fracasado la alianza entre BT y MCI. A mediados de 1998 las telefónicas norteamericanas SBC Communications y Ameritech Corp. habían acordado, por su parte, una fusión por 61.000 millones. Pero la telefonía no es el único mercado en disputa. Empresas automotrices y electrónicas se posicionan en el mercado de televisión por cable y satélite. General Motors (controlante de Hughes Electronics) vendió DirecTV en 25.800 millones de dólares a EchoStar Communications. La adquisición conviertía a esta empresa americana de TV satelital en la compañía líder en su rubro. EchoStar Network poseía entonces 6,9 millones de suscriptores, que se sumaban a los 10 millones de Direct TV. Para tener una idea de volúmenes, la mayor compañía de cable de Estados Unidos, AT&T Broadband, contaba entonces con 16 millones de hogares.

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La presión concentradora Pese a las compras y fusiones, persistían las restricciones de la ley norteamericana a la concentración en la propiedad cruzada de periódicos y medios electrónicos en la misma ciudad, así como los topes al mercado de cable (30% de los hogares) y de la televisión nacional de aire (35%). Antes, en 1999, se había permitido que una sola empresa pudiera acceder a dos canales de televisión en la misma ciudad. Pero para ello era condición necesaria la existencia de, al menos, otros ocho canales independientes en el lugar. En 2002, el republicano George W. Bush, lanzó una gran ofensiva. Para conducir esa operación, el presidente de los Estados Unidos designó al hijo del general Colin Powell, que había comandado –durante la presidencia de su padre, George Bush– la expedición militar al Golfo Pérsico (Tormenta del Desierto, 1991). La guerra multimediática estaría en manos de Michael Powell. Su padre, ahora convertido en Secretario del Departamento de Defensa, se ocuparía del embuste internacional sobre el arsenal de armas químicas que justificaron una nueva guerra en Irak. La Federal Communications Comisión (FCC) promovió un ambicioso plan de desregulación cuyos ejes consistían en el incremento en diez puntos del tope nacional para televisión (45%), y la relajación de las normas de televisión local (hasta tres estaciones en los mayores mercados), junto a la nueva regla que permitía la propiedad cruzada con periódicos en los principales mercados. La reforma desató una gran batalla. Para la sociedad civil era un ataque directo a la diversidad y el interés público, en tanto que para las corporaciones del sector las nuevas reglas se habían quedado cortas. La puja llegó a los tribunales y las nueve demandas presentadas fueron consolidadas finalmente en el Tercer Circuito judicial de Filadelfia, bajo el nombre de Prometheus Radio Project v. FCC. Los Tribunales rechazaron el intento de la FCC. Ni la justicia ni el Congreso consideraron que se atendía el “interés público” que exigen los cambios en la ley norteamericana de telecomunicaciones.59   De Bustos, Juan Carlos Miguel, Caracterización de la regulación de la FCC, Universidad del País Vasco, España.

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En enero de 2005, los grupos de comunicación norteamericanos, las networks y los propietarios de diarios –Tribune Co., Fox, Viacom Inc. y NBC Universal–, utilizando el argumento de la abundancia, urgieron a la Corte Suprema para que revisara y anulara la decisión del Tribunal de Apelación del Tercer Circuito que había paralizado el plan de relajación de las normas de propiedad de los medios. La razón fundamental que daban los desreguladores era que los desarrollos tecnológicos (especialmente la disponibilidad de contenidos en Internet) y de competencia habían hecho que las reglas de propiedad cruzada, y en general todas las reglas, se tornaron obsoletas. La Corte no accedió a las demandas. La gran resistencia que encontraron estos intentos en Estados Unidos pusieron al descubierto la complicidad de los organismos de control –como la FCC–, acusados de alinearse con los intereses de la industria. En un trabajo del investigador vasco Juan Carlos Bustos se toma una definición de Horwitz al respecto, quien aplica el concepto de captura regulacional. Esta práctica hace que las agencias de regulación “favorezcan sistemáticamente los intereses privados de las partes reguladas y que sistemáticamente ignoren los intereses del público”. Esta captura se demuestra también en los informes que se encargan, llegando incluso a desviar y silenciar algunas de las investigaciones, en el caso de que los resultados no vayan en la línea buscada o contradigan alguna de las medidas que la FCC proponga. Así, en la primavera de 2006, se denunció la existencia de dos estudios sobre propiedad de los medios que nunca vieron la luz pública. Uno de ellos establecía que la concentración en grandes grupos afectaría negativamente a las noticias producidas localmente60. La carrera por el control global de las cadenas de producción y distribución plantea permanentes encrucijadas, en parte porque la conducción de la convergencia aún se mantiene abierta y aparecen nuevas opciones tecnológicas. Los nuevos artefactos y servicios han generado diversos nichos pero las autopistas y terminales continúan la competencia por imponerse frente a los demás. Tanto la computadora 60   Cf. J. Puzzanghera, “FCC Lawyer Says TV Study Was Hushed”, Los Angeles Times, 15/09/2006. En http://www.latimes.com/business/la-fi-fcc15sep15,1,7906761.story.

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personal y el receptor de televisión como los dispositivos telefónicos –todos con acceso interactivo y movilidad– pugnan por liderar los sistemas convergentes. En 2010 Comcast, el operador de la televisión por cable más grande de Estados Unidos, tomó el control del 51% de NBC Universal, la compañía de televisión y cine de General Electric y otros. La operación, por 30.000 millones de dólares, fue la culminación de un complejo intercambio de activos en el que participaron Comcast, GE y Vivendi, el grupo francés de medios y comunicaciones.61 Según Brian Roberts, el jefe ejecutivo de Comcast, el acuerdo no giraba simplemente en torno a la acumulación de poder. Se trataría de un intento por adelantarse para el día no tan distante en el que desaparezcan los límites, que ya se están tornando borrosos, entre la televisión, el cine en casa, Internet y las comunicaciones telefónicas62. La evidencia de que la conquista de mercados globales articula todos los nichos de negocios posibles la ofrece el propio grupo Vivendi en Argentina, luego de su impresentable gestión como concesionaria del agua y la electricidad de Tucumán, que provocó la rescisión del contrato de Aguas del Aconquija y su judicialización ante los tribunales internacionales. En 2007, el grupo francés obtuvo un fallo contra la Argentina en el Ciadi por 105 millones de dólares y, tras el rechazo de la apelación en 2010, pasó a demandar 200 millones por indemnización, en el marco de reclamos diversos de otros servicios privatizados que volvieron al ámbito público en la etapa de recuperación económica e institucional iniciada en el país a partir de 2003.

La batalla por la regulación global Una de las piezas fundamentales de ese despliegue económico, tecnológico-industrial y de disputa de la hegemonía fue –como vimos– la política impulsada por Estados Unidos en la Organización Mundial de Comercio (OMC) en torno a la liberalización del comercio de bienes   Gapper, John, “Cuando el total no es mayor a la suma de las partes”, Cronista Comercial, 17 de diciembre de 2009. 62   DPA-Infobae, 4 de diciembre de 2004. 61

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culturales y al reduccionismo de la producción audiovisual como simple bien de intercambio comercial. En el ámbito regional, la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se constituía como la apuesta más significativa de Estados Unidos para suprimir eventuales trabas aduaneras, incluyendo el sector cultural. Para ese entonces, los ingresos por exportaciones de la industria cinematográfica norteamericana superaban los 14.000 millones de dólares (2001), participando el sector audiovisual en casi un 3% del PBI de ese país. Sin embargo, el lanzamiento del ALCA en 1994 no fue acompañado por el entusiasmo regional en materia cultural, y las prevenciones no fueron pocas. Canadá, que había protagonizado la constitución del NAFTA junto a México en 1991 hizo conocer sus reparos sobre la protección de la diversidad. La propuesta canadiense de redacción al preámbulo del ALCA subrayaba que: “Los países deben mantener la capacidad de proteger, elaborar e implementar políticas culturales con el propósito de fortalecer la diversidad cultural, dado el papel fundamental que desempeñan los bienes y servicios culturales en la identidad y la diversidad de la sociedad y en la vida de las personas”63.

Estados Unidos intentaba promover, a través del ALCA, la liberación total de las inversiones en las industrias culturales en línea con los esfuerzos en la Organización Mundial del Comercio y los avances logrados con Argentina. pero la resistencia de algunos países europeos y de Canadá le trabarían el camino. Los especialistas en la materia advertían que si antes de la concreción de la alianza regional no se producían leyes, formas de defensa y apoyo preferencial a la producción de contenidos latinoamericanos “estaremos perdidos”: “Vamos a quedar presos en un sistema transnacional que no solo implicará una pérdida económica sino el fin de decidir nosotros mismos quiénes somos. Otros se apropiaran y moldearan nuestra identidad, nuestra imagen. Canadá y Francia han sabido protegerse. (…) La   Propuesta canadiense de un preámbulo para el ALCA, julio de 2001.

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pregunta es si lograremos construir redes de presión social, en la Argentina y en los demás países de Latinoamérica”64.

El ALCA tuvo suerte dispar hasta su entierro definitivo en la cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005, durante la presidencia de Néstor Kirchner. Sin embargo, Estados Unidos promovió la concreción de tratados bilaterales de libre comercio con una serie de países y presionó para incluir en estos el sector audiovisual. Firmó acuerdos con Chile en diciembre de 2002, con Singapur en febrero de 2003, con los Estados de América Central en diciembre de 2003, con Australia en febrero de 2004 y con Marruecos en 2004. Históricamente, EE.UU. había tratado los bienes y servicios culturales como otras mercancías en general. Pero, según examina Ivan Bernier, a partir del año 2000 se registra un cambio “... cuando el Gobierno Estadounidense, en una comunicación sobre los audiovisuales y servicios conexos, dirigida al Consejo sobre Comercio de Servicios de la OMC, hacía hincapié en que el sector audiovisual en el año 2000 era ‘muy diferente de aquel de la época de la Ronda de Uruguay cuando las negociaciones se centraban, principalmente, en la producción y distribución cinematográfica y en la radiodifusión terrestre de bienes y servicios audiovisuales’, llegando a afirmar que ‘[en] especial, a la luz del aumento cuántico de las posibilidades de exhibición disponibles en el medio digital actual, es posible reforzar ciertas identidades culturales y hacer comercio con los servicios audiovisuales de manera más transparente, predecible y abierta”65.

El 20 de octubre de 1994 con la entrada en vigencia de la Ley 24.124 que ratificaba el Tratado de Inversiones Recíprocas y Protección firmado con EE.UU. se habían allanado buena parte de las ambiciones estadounidenses en Argentina. Ese tratado representó la 64   García Canclini, Néstor, Diario Clarín, Suplemento Zona, 8 de septiembre de 2002. 65   OMC, Consejo sobre el Comercio de Servicios, Comunicación de Estados Unidos, Audiovisuales y Servicios Relacionados, Párrafo 9, 18 de diciembre de 2000: Doc. S/CSS/W/21. En Bernier, Ivan, “Los recientes tratados de libre comercio de Estados Unidos como muestra de su nueva estrategia en el sector audiovisual”.

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apertura del mercado audiovisual local a los capitales norteamericanos sin límites ni compensaciones. El acuerdo, firmado por Menem y Bill Clinton, posibilitó un flujo de miles de millones de dólares que en pocos años posicionó a operadores de cable y telefónicas, tenedores de títulos de la deuda y fondos buitres, así como inversores de distinto tipo entre los principales MSO (operadores de sistemas múltiples) de la Argentina. El saldo catastrófico de aquellas políticas, expresadas en el estallido de 2001, replanteó luego los esquemas y obligó a muchos de los propios grupos locales que habían alentado la convertibilidad, las privatizaciones y la apertura económica a refugiarse en políticas proteccionistas –como la Ley de Industrias Culturales– para evitar su desaparición a manos de acreedores externos (ver Capítulo 6).

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Capítulo 3 El ajedrez norteamericano con el triple play Diversas operaciones políticas y comerciales atravesaron entre 1980 y el 2000 los poderes de turno (militares o civiles), lo que permitió la constitución de conglomerados locales bajo el formato multimedia. Se ha escrito bastante sobre la captura por parte del grupo editorial Clarín de posiciones dominantes en la industria del papel primero (a partir de su control sobre Papel Prensa junto con La Nación y La Razón en complicidad con la Dictadura Militar) y luego la constitución del multimedios mediante privatizaciones y reformas ad hoc de la Ley de Radiodifusión que blanquearon el nuevo mapa de integración horizontal y vertical de sus empresas. En cambio ha sido menos analizado el modo en que el desembarco de capitales norteamericanos y la puja por la convergencia audiovisual y telefónica instauraron en la Argentina el extraño fenómeno de convertir a un mercado marginal en el tercer país del mundo en penetración de la televisión paga. Las grandes vertientes de la concentración en la Argentina hay que ubicarlas en 1) las privatizaciones de los medios y la apertura a la propiedad cruzada, 2) el tratado comercial con EE.UU. y el desembarco masivo de empresas de ese país y de diversos rubros (fondos de inversión, corporaciones mediáticas, fabricantes de equipamiento, etc.), 3) las batallas de posicionamiento desde los campos de la telefonía (CEI/ Telefónica) y los multimedia (Grupo Clarín) para disputar la hegemonía de la concentración y la convergencia. La expectativa de convergencia entre los mercados de telefonía e

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informática con el de la red de cable –que contaba a mediados de los 90 con 5 millones de abonados, casi el equivalente a la red telefónica– presidía las estrategias de negocios de la época. La desregulación del sector –según los pliegos de privatización de ENTEL– debía operarse a partir del año 1997 o en el 2000 (finalmente comenzó a verificarse de manera singular en 1999). Desde entonces la disputa por la hegemonía del triple play como plataforma convergente para dominar el mercado de la comunicación en la Argentina preside las diferentes estrategias y acciones. Los cambios más relevantes sucederán en el marco de una década signada por claras relaciones de subordinación del gobierno local con Estados Unidos (en el esquema de “relaciones carnales”) y del predicamento alcanzado en los líderes locales por las premisas de Consenso de Washington. También se verificará la influencia de las relaciones especiales que previamente había construido el primer mandatario de la democracia, Raúl Alfonsín, con España. El vicepresidente Al Gore promovió desde Argentina el despliegue de las “autopistas globales” en el mismo año de la aprobación por el Congreso del Tratado con Washington y del lanzamiento regional del ALCA. En su intervención ante el congreso mundial de telecomunicaciones, auspiciado por la UIT celebrado en Buenos Aires en 1994, promocionó una “infraestructura mundial de información”. Con las modernas tecnologías –dijo– “podemos por fin crear una red de información por todo el planeta que transmita mensajes e imágenes a la velocidad de la luz desde la ciudad más grande hasta el pueblo más pequeño de cualquier continente”. Gore aseguró que EE.UU. haría todo lo que estuviera a su alcance para que esto fuera posible. Las compañías norteamericanas buscaban también un esquema de expansión que les permitiese ampliar sus negocios por encima de sus propias regulaciones, que habían fijado desde 1992 un tope del 30% a la concentración del cable y diversas restricciones a la explotación simultánea de los mercados de telefonía local y de larga distancia (ver Capítulo 2). En 1995, el segundo operador de cable de Estados Unidos, el consorcio de John Malone (TeleCommunications Internacional-TCI) adqui-

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rió el 75% de Cablevisión, la empresa desarrollada por el empresario local Eduardo Eurnekián desde comienzos de los años 80. La operación demandó unos 750 millones de dólares y se constituyó en uno de los principales desembarcos de capitales norteamericanos en ese período. Los clientes de Cablevisión rondaban entonces los 450.000 abonados. Poco después el segundo de los grandes operadores de cable de la Argentina, el grupo VCC, fue adquirido por la telefónica US WEST, propietaria de Continental, otra de las grandes empresas de cable estadounidenses, quien ya poseía desde 1994 por lo menos el 50% de VCC. Hacia mediados de 1996, el grupo VCC rondaba los 700.000 abonados a su sistema. Por su parte, una alianza que reunía entonces a Clarín, CEI y Telefónica se posicionó entre 1995 y 1996 mediante una guerra relámpago sobre los sistemas de cable y logró ubicar en 1997 a Multicanal como la MSO (operadora de sistemas múltiples) más grande del país. El golpe de gracia lo dio con la adquisición de un puñado de sistemas en la zona de La Plata y localidades del Gran Buenos Aires66 que sumaban unos 200.000 nuevos abonados. De este modo el total de clientes de Multicanal trepó a más de 800.000 en todo el país. El grueso de los sistemas de Multicanal fue adquirido al Grupo Federal de Comunicaciones (operadores de la señal de Canal 11 Telefé) que de esta manera resignó la estrategia de penetración del sector, iniciado con Megacable, para dedicarse a la producción de programas y señales. En pocos meses, el Citicorp Holdings (CEI), Multicanal (Clarín), operadores norteamericanos de cable y telefonía y el grupo regional Uno-Supercanal Holding (con ramificaciones internacionales) habían sacudido el mercado con operaciones cruzadas por miles de millones de pesos que cambiaron abruptamente el escenario.

  Fincable, Cabtel, Dalsat, TV Ensenada, Etsa, Transmisión, Platavisión, CCTV, Video Cable Oeste, Video Cable Sur, Lomas Cable, Casaro Visión. Alte. Brown Cable, Dardo Rocha Cablevisión, Cele Video Color, Telecable Lanús y Videomar S.A. 66

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El juego de alianzas Los sucesos de esta década, así como el rol protagónico de banqueros, telefónicas y fondos de especulación de Estados Unidos en la Argentina no pueden escindirse del proceso privatizador y el esquema de la convertibilidad que caracterizaron la gestión del menemismo en materia económica y de reforma del estado. En el plano local, buena parte de los canales abiertos de televisión –especialmente el 11 y el 13–, así como las emisoras de amplitud modulada más emblemáticas posibilitaron el acceso a la construcción de plataformas multimedia. Esos recursos comunicacionales transferidos a la órbita privada se ocuparon, en buena medida, de promover el resto del proceso. Los acreedores externos capitalizaron parte de la deuda externa argentina, mientras que los grupos concentrados locales lograron acceder a la propiedad de activos públicos de gran rentabilidad potencial mediante el sistema de capitalización de títulos, que financió buena parte de la privatización del Estado. Al mismo tiempo, permitió a las corporaciones transnacionales atender los avatares de la desregulación en sus propios territorios y optimizar la presencia en mercados diversos. Las licencias otorgadas por la autoridad regulatoria para la operación de servicios complementarios (antena comunitaria y distribución de señales múltiples) sumaban hacia 1990 unos 1400 operadores distribuidos en todo el país. Seis años después el mapa registraba ya una importante concentración que ponía en manos de siete empresas (Multicanal, VCC, Cablevisión, Mandeville, Supercanal, UIH y Tescorp) el 65% de los abonados. En pocos años, los sistemas de Multicanal (Clarín, CEI, Telefónica), VCC (Fintelco-Continental-Us West) y Cablevisión (TCI-CEI-TISA) habían concentrado una suma cercana a los 2.000.000 de clientes, es decir el 40% del mercado total. Pero la radiografía hacia fines de 1997 (luego que VCC fuera comprada y dividida entre Multicanal y Cablevisión) muestra a solo tres de ellas (Multicanal, Cablevisión y Supercanal) controlando al 70% de los 5.000.000 de usuarios. La posterior fusión de Cablevisión y Multicanal bajo la órbita de Clarín (anunciada en 2007 y cuestionada por la autoridad regulatoria) terminaría con cualquier vestigio de competencia, dejando el mercado en condiciones monopólicas.

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Hacia fines de los 90, los tres principales sistemas de cable registran la hegemonía de las grandes operadoras norteamericanas de telefonía, cable y financieras (US WEST, TCI, Continental, CEI-Citicorp), así como del grupo europeo con más penetración en las comunicaciones en América Latina (Telefónica) y del mayor grupo local de medios (Clarín), entonces aliado con algunos de sus futuros rivales. Malone, (también accionista de Ted Turner en la CNN), explicaba así el sentido estratégico de sus negocios: “Seis meses después de concluido el monopolio de Telefónica y Telecom (previsto para 1997) estaremos ofreciendo servicios telefónicos más baratos y de mejor calidad a nuestros abonados (al cable)”, dijo en Buenos Aires en abril de 1996. El CEO de la principal cablera norteamericana ensalzaba la alianza de su imperio con la telefónica y ahora también operadora de cable US WEST –todavía propietaria de VCC– apuntando no solo al mercado de cable sino a los de telefonía, transmisión de datos de alta velocidad e Internet. El juego de alianzas y los divorcios entre las transnacionales telefónicas (Telefónica y Telecom) con los multimedia locales y las megacorporaciones estadounidenses signarán el devenir empresario a lo largo de los 90. El levantamiento de las barreras entre telefonía y TV por cable en Estados Unidos (1996) y también la desregulación telefónica en el norte, habían iniciado un dominó a varias puntas que también se sintió en la Argentina. A mediados de 1998 la mayor telefónica norteamericana (AT&T) tomó el control del distribuidor de cable TCI. Volvía a los mercados locales de la mano del cable luego de abandonar esos negocios por disposiciones antimonopólicas en materia de telefonía local y regional. Con TCI, AT&T accedía en Estados Unidos a una empresa con 10 millones de abonados al cable, mientras ella administraba 90 millones de usuarios de telefonía de larga distancia. TCI también trataba de posicionarse en el mercado de proveedores de Internet e intervenir en los servicios de comercio electrónico y banco de datos. Por esta vía, la telefónica estadounidense adquiría también al 26 % de Cablevisión y otras empresas del grupo en Argentina. El control de TCI por parte de la reciclada baby bell ponía al descubierto un puzzle complejo. Al ingresar en Cablevisión, AT&T sería socia de Telefónica

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Internacional, que estaba aliada con su rival norteamericana MCI67. La operación termina de concretarse en 1999 por la suma de 48 mil millones de dólares.

El emporio del CEI El crecimiento exponencial del CEI, en el ámbito de los multimedia convulsionó el mapa del sector en 1997. Mediante operaciones fulminantes con Pérez Companc, Techint y Telefónica Internacional (TISA), el CEI logró una posición dominante en Cointel (controlante de Telefónica de Argentina, Telintar, Miniphone, Startel, Unifón y Radiollamada) y de inmediato se lanzó sobre el cable, el mercado editorial y la TV abierta. Un operación emblemática fue la compra de Cablevisión en agosto de ese año (parte a TCI y parte a Eurnekián), hasta entonces el tercer operador de cable –con 500.000 abonados–, y también la adquisición de Editorial Atlántida –ATCO– (con participación en Telefé y Radio Continental). La ola arrastró también al cuarto de los grupos de TV por cable, Mandeville –300.000 abonados– y a otros sistemas más pequeños que totalizaban 200.000 abonados. La dupla CEI-TISA compró a Malone (TCI) el 24,76% de Cablevisión por 210 millones de dólares, lo que sumado a las acciones de Eurnekian totalizaba el control del 66,26% de uno de los mayores jugadores del cable. El CEO de TCI, Fred Vierra, explicaba entonces las perspectivas estratégicas de la operación con el CEI: “La razón que nos llevó al acuerdo con el Citicorp es que esta industria se divide en tres ramas: distribución (TV por cable), telefonía (que aporta la fibra óptica) y programación. Nos asociamos con el CEI porque puede asegurarnos el acceso a la fibra óptica a través de su participación en Telefónica de Argentina. Si vamos a invertir millones de dólares en programación, tenemos que asegurarnos los canales apropiados para llegar a los consumidores”68.

  Clarín, 27 de julio de 1998.   La Nación: “TCI, Liberman, CEI y Eurnekian, todo en familia. Socios en CableVision y VCC”, domingo 3 de agosto de 1997. 67 68

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Esa semana, el brazo inversor del Citicorp, vendió a Grupo Clarín su participación accionaria del 22,5% que mantenía en Multicanal, la mayor empresa de cable del país. Un comunicado firmado por Handley informó que se pagaron 239 millones de dólares por la operación. El 70% de Multicanal quedaba entonces en cabeza del holding ClarínArtear en tanto los accionistas de TISA pasaban a tener el 30 por ciento del paquete. La operación parecía razonable en el marco de un acuerdo con Clarín, para que el CEI disminuyera su presencia en Multicanal al tiempo que tomaba control de uno de sus máximos competidores. Sin embargo, el CEI permanecía ligado en forma indirecta a través de las acciones de Telefónica Internacional (TISA), que era nada menos que su socia en Cointel, dueña del 60% de Telefónica de Argentina. El mercado sufrió un impacto de magnitud en octubre de ese 1997, con la adquisición cruzada de la totalidad de VCC (Fintelco-Us WestLiberman) por parte de CEI-TISA y Multicanal (Grupo Clarín) por la suma de 765 millones de pesos. La empresa de Clarín se quedaría con el 50% de los 700.00 abonados por un desembolso de 345 millones. Nada volvería a ser como antes. La presión concentradora parecía inmanejable.

Tour de compras En los 19 meses corridos desde enero del 97 a julio del 98, las compras y fusiones en el área de medios y telecomunicaciones en la Argentina rondaron los 5500 millones de dólares, una cifra que superó el total de operaciones realizadas en rubros como el financiero, petróleo o transporte. El 75% de ese total corresponde a estrategias de inversión de empresas extranjeras, casi exclusivamente de origen norteamericano. El ranking lo encabezaron las compras o reacomodamientos accionarios del emporio financiero del City (CEI-Banco República) y el fondo texano de Hicks, Muse, Tate & Furst (HTMF), seguido luego por compras y adquisiciones de grupo Clarín, Uno-Supercanal Holding, Telefónica Internacional (TISA), Torneos y Competencias (TyC) y el grupo de John Malone. Los platos fuertes en el menú de

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la concentración fueron la citada adquisición de VCC por parte de Multicanal y el CEI así como el pase de Editorial Atlántida a manos del CEI-TISA. El ímpetu comprador desplegado por el CEI (controlante de Telefónica de Argentina y sus satélites) en ese período lo colocó en poco tiempo como el principal operador de la industria de las comunicaciones en la Argentina. Handley operó a varias bandas con el emporio de Moneta (Banco República), el grupo de Thomas Hicks (HTMF) así como los accionistas de TISA, Malone (TCI), el grupo editorial de Vigil (Atlántida) y la ascendente productora deportiva Torneos y Competencias (TyC). En diciembre de 1997, este conjunto de empresas con fuertes raíces transnacionales, había formalizado sus lazos mediante la conformación de un holding que disputó la hegemonía del proceso frente al grupo Clarin. Este es el punto en que los caminos comienzan a bifurcarse; el grupo encabezado por Héctor Magnetto y Ernestina Herrera de Noble intentará resistir el despliegue de los aliados del menemismo y buscará otras vías para mantener activo el vínculo con Estados Unidos. El Grupo había logrado financiar sus incursiones en el supermercado de los cables mediante la venta del 18 por ciento de su paquete accionario a Goldman Sachs, lo que le permitió obtener fondos frescos (500 millones de dólares) para una operación clave como había sido la toma de control de Multicanal, mediante la compra de las acciones del paquete del CEI en 239 millones. Clarín controlaba así el 70% de la cablera. Esta era una condición necesaria para el paso siguiente: la absorción de VCC para su desguace a manos de Multicanal y Cablevisión. Al cabo de este vendaval de compras, el mapa de las comunicaciones en la Argentina exhibía a dos grandes conglomerados de empresas en el centro del dispositivo: el duopolio CEI-TISA y el Grupo Clarín. La suma de sus plataformas en telecomunicaciones y audiovisual representaba más del 50% de la telefonía básica del país, el 70% de la televisión abierta de alcance nacional (Canal 2, Canal 9, Canal 11 y Canal 13, más la propiedad de 10 canales en el interior), el 65% del total de los abonados al cable (Cablevisión-Multicanal), el 50% de las emisoras AM de Buenos Aires con mayor alcance nacional, el 44% de

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la telefonía celular, el 70% de las señales de cable de alcance nacional, el diario nacional de mayor circulación, la producción de papel para periódicos (Papel Prensa), una importante porción de la industria gráfica del interior, los derechos de transmisión del fútbol profesional y el principal sistema regional de distribución satelital directa para TV. Los porcentajes no incluyen el paquete correspondiente a los mendocinos de Uno-Supercanal Holding69. Este tercer grupo mantenía vínculos cruzados con los otros dos, oscilando entre su articulación con Clarín a través de Sinergy (alianza entre Supercanal y Grupo Clarín) o un camino propio. Para entonces, la nave insignia del sector deportivo (Torneos y Competencias), creada como productora en 1991, se había convertido en una plataforma atractiva por sus derechos sobre el fútbol y otros deportes, habiéndose constituido en alianza con la dupla Telefónica y CEI en uno de los grandes jugadores del nuevo tablero. En 1998 TyC, tras un efímero experimento a cargo de TCI, se integra en la galaxia multimedia tejida entre el CEI y Telefónica en torno a Atlántida (ATCO), de la mano del creador del emporio deportivo, Carlos Avila, y Constancio Vigil, fundador de la editorial. A través de TyC el grupo avanza sobre el control de Canal 9 en Buenos Aires y parte de América, otro canal de aire de La Plata, convertido en canal capitalino con la anuencia del poder político de turno. A través de ATCO, el CEI también accedía a las publicaciones de la editorial Atlántida, Canal 11 y Radio Continental. Junto con los abiertos de Capital Federal (Canal 9 y 11) pasaron de manos también unos 8 canales regionales del interior del país. Raúl Moneta, titular del Banco República se ufanaba de que, con la integración de sus redes de cable, TV abierta nacional y provincial, el grupo llegaba al 80% de las pantallas argentinas. El grupo de Handley también controlaba Altos Hornos Zapla (67%) y tenía inversiones en Celulosa Puerto Piray (25%). En la cúspide del poder, Moneta se ufanaba de protagonizar uno de los “hitos” del siglo: “el rediseño de un nuevo orden económico que 69   Supercanal, con 550.000 abonados al cable, tres canales abiertos y opciones de compra por otros tres en el interior del país, tres diarios regionales, Radio Rivadavia y participación en AM La Red y el sistema nacional de TV satelital directa (TDH).

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produjo una revolución en el país y su reinserción en el mundo”.70 En la misma entrevista consideró al CEI-Citicorp como “el más argentino de los bancos extranjeros y el que más ayudó al país”. La operación de compra de Canal 9 se realizó a través de una empresa australiana (Prime) para disimular la irregularidad jurídica que implicaba el control de dos canales con cobertura en la misma ciudad (Canal 9 y Canal 11) por parte del mismo grupo. Las otras “desprolijidades” legales tenían que ver con la nacionalidad de los capitales. En la operación aparecían Marcelo Bombau y Gustavo De Jesús como los accionistas locales de Prime, que adquiere el 99,9% de las acciones a Alejandro Romay, y de inmediato transfiere la mitad a la productora deportiva TyC. La maniobra de Prime sirvió también para favorecer los despidos en la ex emisora de Alejandro Romay. A mediados de 1998, el empresario dijo saber que en realidad vendía canal 9 a Telefé (traspasado a CEI Holding, mediante la operación con Prime y Ávila de TyC). Prime operaba entonces con fuertes intereses en EE.UU. a través de Fox, la principal competidora de Time Warner (Turner). La alianza CEI-República había logrado en poco tiempo el control simultáneo de Telefónica de Argentina (y todas sus empresas de telefonía básica, celular, de larga distancia y de acceso a internet), Atlántida Comunicaciones (Editorial Atlántida, Telefé, Radio Continental y los canales abiertos del interior), Cablevisión (que se aproximaba a los 2 millones de abonados tras la absorción de VCC, con su productora Gala y su proyecto de internet a través de Datanet), Canal 9 (y sus señales abiertas en el interior), 56% de Television Satelital Codificada (con su sistema de comercialización del fútbol) y Telered Imagen. También controlaba un importante paquete de contenidos a través de Pramer (Canal á, Magic Kids, Big Channel, CVSat, Cineplaneta, Telemúsica, Music 21, P&E, El Canal de las Ideas, América Sports, distribución de CVN y América Satelital) y un 7% del multimedios América (ingreso a Canal 2, El Cronista, Radio Del Plata, América, FM 95, Aspen y San Isidro Labrador) así como una prioridad de compra por el 93% que conservaba Eurnekián.   Revista Noticias, “Menem. La revolución”, 22 de noviembre de 1997, p. 38.

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La influencia de Handley y Moneta se expandía como una mancha de aceite sobre el mapa de medios de la Argentina.

Multimedios offshore Las operaciones previas de concentración registraban una ilustrativa ingeniería de traspasos empresarios, característica de la época, proyectada para eludir la legislación argentina y los controles fiscales. Entre marzo y diciembre de 1998 los cambios societarios y aportes de capital operados con las licenciatarias de Canal 5 de Rosario (Rader S.A.) y Canal 13 de Santa Fe (Televisora Santafesina S.A.)71 representaron movimientos por aproximadamente 400 millones y la transferencia de la voluntad societaria hacia corporaciones extranjeras radicadas en paraísos fiscales a través de Atlántida Comunicaciones, TISA, Southel Equity Co., Syrup Trade y otras. Aún se mantenía vigente la prohibición de los artículos 43 y 45 de la Ley 22.285 para realizar transferencias de sociedades licenciatarias. A la fecha de estas operaciones el CEI y Telefónica controlaban las acciones de Telearte S.A., titular de la licencia de Canal 9, y en forma simultánea manejaban Editorial Atlántida, titular mayoritaria de las acciones de Televisión Federal (Canal 11), violando los articulos 43, 45 y 46 sobre origen del capital, multiplicidad y transferencia de licencias. Las actuaciones ingresaron al Comfer un año antes de la sanción del Decreto 1005/99 que permitió luego la venta de sociedades licenciatarias. También fue ilegal la disolución sin liquidación de Rader S.A. (Canal 5 Rosario) y Televisora Santafesina S.A. (Canal 13 Santa Fe) mediante la violación de varios artículos (46, 47, 53 y 85) por la modificación de estatutos sociales sin aprobación y las maniobras para encubrir la multiplicidad de licencias. En forma simultánea, el CEI traspasó acciones de Cablevisión y de Cointel (controlante de Telefónica Internacional) a Southtel. La firma, subsidiaria del CEI, era una sociedad constituida en las Islas Caimán que pasó a controlar parte de Cablevisión (33%), junto a TISA, TCI  Extes. 4473-COMFER/98 y 4463-COMFER/98.

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AT&T y Eduardo Eurnekián. La pantalla también sería utilizada para la compra de parte de Torneos y Competencias72. En enero de 1999 el grupo CEI-Atlántida-Telefé tomó un préstamo por 218,5 millones de dólares emitiendo papeles en forma irregular mediante el mecanismo del endeudamiento para abonar las deudas de las operaciones anteriores de adquisición de las empresas controladas. Como veremos más adelante, las maniobras de elusión fiscal o de fraude con las operaciones bursátiles también eran prácticas habituales en otros grupos, como Clarín. El proceso desarrollado en ese período importó no solo la desnacionalización de recursos audiovisuales nacionales sino también su transferencia a sectores financieros que no necesariamente provenían de la industria del sector. Así lo testimonian los casos del Citi-HTMF, que representan a capitales norteamericanos poseedores en conjunto del 55% del CEI, evidencias de que los poderes de decisión empresaria fueron transferidos a inversores financieros que no participan primariamente de la industria de la comunicación. Pero hay más: la ausencia de controles y regulaciones llegaron al extremo de posibilitar que, legalmente, el 63% de las acciones del CEI (las porciones correspondientes a República Holding y al Citi) estuviesen en poder de empresas fantasmas radicadas en los paraísos fiscales del Caribe. Tanto República Holding como Citibank habían creado empresas offshore que supuestamente controlaban al grupo desde aquellos paraísos fiscales. Se trataba de United Finance Company (UFCO-República) y el International Equity Investiment (IEI-Citi), dos fantasmas que habían llegado legalmente a manejar una de las patas del oligopolio en que se había concentrado la industria de los medios de comunicación en el país. Cabe destacar aquí la vinculación del CEI con grupos financieros locales, investigados en el Congreso de los Estados Unidos por lavado de dinero procedente del Cartel de Juárez. Un informe de 305 páginas publicado por la subcomisión del Senado de Estados Unidos que estudió cómo los bancos participan en   Diario Perfil, 31 de julio de 1998.

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operaciones de lavado de dinero advirtió que el M.A Bank73, con sede en las islas Cayman, y el Federal Bank74, en Bahamas, eran bancos “cáscara”, sin oficinas físicas para atender a clientes. No estaban autorizados a operar en la Argentina. Pero mediante movimientos de cuentas con el Citibank, estas entidades pudieron operar en el país con dinero de coimas y de lavado de fondos provenientes del narcotráfico. Según un memorándum del Citibank de fines 1996, el Grupo Moneta aparece como “uno de los grupos más importantes de la Argentina con activos consolidados de aproximadamente 500 millones de dólares”. Citibank tuvo una relación prolongada con el Grupo Moneta y las familias de sus propietarios, Raúl Moneta y su tío Benito Lucini, según documentos propios. Esta relación tenía dos componentes principales: la relación de corresponsalía de Citibank con el Banco República, que incluía el manejo de efectivo y de los servicios de crédito; y el interés de la participación de Citibank, junto con el Grupo Moneta, en CEI Citicorp Holdings. Citibank también mantenía cuentas para otras entidades del Grupo Moneta, incluida su cuenta corresponsal con Federal Bank. La corresponsal del diario Clarín en Washington consignó luego de la ruptura de Clarín con el CEI que “... el banquero argentino Raúl Moneta ya no podría seguir negando que el Federal Bank era suyo: el trabajo (del Senado de EE.UU.) aportaría datos para demostrar que es de su propiedad. Este banco fue señalado por los congresistas de EE.UU. como una entidad ‘pantalla’, establecida en las islas Bahamas, que lavaba dinero en triangulación con el Citibank de Nueva York y el Banco República en la Argentina. Y el Citibank de Nueva York –agregaba– difícilmente podrá argumentar de ahora en más que, en este caso, no conocía a su cliente. Moneta y el ex presidente del Citibank en Buenos Aires, Richard Handley, no solo son amigos sino que también fueron socios   Mercado Abierto Group manejado por Miguel Iribarne, Aldo Ducler y Héctor Scasserra. 74   Raúl Moneta a través del Banco República. 73

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en el CEI, una empresa constituida para que el Citi pudiera participar en las privatizaciones”75.

La nota terminaba estableciendo también los vínculos entre los bancos y el pago de coimas en ocasión del contrabando de armas argentinas a Ecuador y Croacia por parte de la administración de Carlos Menem. El patrimonio audiovisual argentino, como vimos, se había convertido en un commodity offshore de jugadores financieros transnacionales.

Los inversores texanos Pero el despliegue de capitales estadounidenses no se agotaba con estos banqueros. Hicks, Muse, Tate & Furst (HMTF), un fondo de inversión con sede en Dallas, se convirtió en otro amigo americano. En 1996 ingresaron en el negocio del cable en la provincia de Buenos Aires mediante la compra junto con BGS (Baqueriza, Gutiérrez y Savoldelli, el socio argentino de Hicks) del 80% de Mandeville, una empresa de cable que reunía a 65 sistemas del sur bonaerense y que dos años después vendieron a Cablevisión –adquirida a su vez por el CEI– en 525 millones de pesos. Para cumplir con disposiciones de la Security Exchange Comission (SEC), que regula a las empresas que operan en Wall Street, el CEI debía desprenderse de un 30% de sus acciones. El fondo texano era el principal candidato. HMFT había realizado en los últimos tiempos unas 200 operaciones de compra de medios de comunicación en todo el mundo y, a través del control del sistema MVS Multivisión de México participaba también en el proyecto de la red de televisión satelital directa Galaxy Latin América, cuya representación en la Argentina tenía el grupo Clarín, la otra pata de la concentración. En Junio de 1998, HTMF concretó la compra del 29% del CEI en 800 millones. De esta forma, uno de los fondos de inversiones más grande del mundo pasó a codirigir el CEI.   Diario Clarín, “El Senado de EE.UU. acusa a dos banqueros argentinos”, Corresponsal: Ana Barón, 28 de febrero de 2001.

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Clarín advertía en sus noticias sobre el crecimiento explosivo de HTMF: “no es un clásico fondo de inversión”. Según los datos de la época, Thomas Hicks y sus socios manejaban medios, alimentación y electrónicos. Controlaban Chancellor Media y Austin Caspar Broadcasting, con 400 radios en EE.UU. También en ese país Berg Electronics, el cuarto proveedor de componentes electrónicos. Mantenía alianzas con MSV de México y luego con el grupo venezolano Cisneros. Con Regal Cinemas creó la mayor cadena estadounidense de cines, con 3200 pantallas en 387 locales. También empresas de publicidad en vía pública en Uruguay, Chile y Argentina, así como la cadena de cable de Brasil TV Cidade. La alianza entre HMTF y Cisneros incluía el manejo de otro fondo de inversión –Ibero American Media Partners– con un capital inicial de 500 millones de dólares para compra de medios de comunicación. Según los trascendidos de la época se proponían ganar la privatización del canal público nacional (ATC) y monopolizar el aire. La ausencia de Cisneros en la operación de compra de acciones del CEI apuntaría a evitar susceptibilidades entre este y Clarín. Cisneros (titular de la principal productora argentina de señales para cable, Imagen Satelital) también era socio de Clarin en Galaxy Latin America Entertainment, el operador regional de uno de los sistemas de televisión satelital directa que en la Argentina se comercializa como DirecTV. En abril de 1999 Thomas Hicks se quedó con la presidencia del CEI y desplazó a Raúl Moneta, con quien protagonizó temporadas de pasión y recelos. El acceso al 32,5 % del holding le dio las llaves para manejar el principal multimedios nacional y una puerta de acceso a Telefónica de Argentina. Cesar Báez, uno de los lugartenientes del texano, se quedó con la vicepresidencia del grupo. En mayo de 2000, HMTF transfirió el 40,41% del paquete accionario a AMI Tesa, una compañía del propio Hicks. En diciembre de 1999 comenzó un proceso de separación de activos que dejó en manos de Telefónica Internacional a Telefé, Editorial Atlántida, Radio Continental, La Red, FM Hit, Canales del Interior y Canales Regionales, TyC y Azul TV. El grupo madre de Telefónica decidió reagrupar todas sus empresas por líneas de operaciones, telefonía básica, móvil, servicios de Internet y otros emprendimientos.

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A fines del 2000 el Grupo Telefónica compró el 80,91% de los activos del grupo CEI Citicorp, incluyendo su participación accionaria en COINTEL, la sociedad controladora de Telefónica de Argentina, mediante un intercambio de acciones valorado en alrededor de 893 millones de dólares. Obtuvo, por esta vía, el control sobre el 97% de su capital. Anteriores compras a terceros habían elevado la participación del Grupo Telefónica de 30% a 71,5% en la propiedad de Telefónica de Argentina.

Las redes de Telefónica La danza de los millones en el cable no superaba aún los niveles de facturación de las licenciatarias de los servicios de telefonía básica, Telefónica y Telecom, que entre 1991 y 1996 recaudaron más de 23.000 millones de pesos/dólares, con ganancias cercanas a los 3.370 millones. Con algo más de 6 millones de abonados, las telefónicas triplicaban anualmente la facturación del cable. De allí que el ingreso simultáneo del CEI a una posición dominante en Telefónica y al control de poderosos multimedios resultaba desequilibrante a la hora de mirar el tablero estratégico porque por primera vez un mismo actor manejaba los hilos de ambos sistemas, aún separados por el frágil tabique de las regulaciones. En cuanto al sector telefónico, el proceso iniciado en 1990 con la privatización de Entel y la constitución de las empresas conjuntas formadas por Telefónica y Telecom para comunicaciones internacionales (Telintar) y comunicación satelital (Startel), proceso en el que se negoció una importante suba de tarifas y una rentabilidad asegurada del 16 por ciento, se continuó luego con la distribución de las bandas para comunicación celular. En orden de aparición se instalaron Movicom (del grupo Macri, con Correo Argentino aún en su poder) en Capital Federal y GBA, CTI (Clarín, AT&T,GTE) en las dos zonas en que se dividió el interior, Miniphone (Telefónica y Telecom) para competir en Capital y GBA, Personal (Telecom) para competir en la zona norte del interior, y Unifon (Telefónica) para competir en la zona sur del interior. Hacia fines de 1998, las ganancias de las principales licenciatarias telefónicas (Telefónica y Telecom) se acercaban a los 1000 millones de

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dólares, impulsadas en parte por la explosión de teléfonos celulares y la ayuda del rebalanceo tarifario, así como el despido de personal. Cabe recordar que, en este período, Telefónica de España pasó también por el trance de la privatización con importante presencia de capitales extranjeros, y que la situación global estaba dominada por las fuertes presiones de los grupos financieros hacia la desregulación. La transición española hacia el régimen de competencia tuvo lugar entre 1997 y 1998, en el marco de la ley de liberación de las telecomunicaciones promulgada en Madrid en 1997. La reforma preveía la habilitación de las operadoras de cable para proporcionar servicios de telefonía, lo que se autorizó a partir del 1 de enero de 1998. La empresa matriz del Grupo Telefónica había comprado en 819 millones de dólares el 23,8% de las acciones de su filial Telefónica Internacional Sociedad Anónima (TISA) en 1997, entonces en manos del Estado español. Intentaba controlar la sociedad de inversiones que operaba en América Latina. El titular de Citibank, John Reed, llegaba a la vicepresidencia de TISA y más tarde el Chase Manhattan Bank se convertiría en el principal accionista de Telefónica S.A. Al promediar 1998 TISA era el mayor operador de telecomunicaciones de América Latina con 12 millones de líneas administradas (sin contar San Pablo). Tenía 910 mil clientes de telefonía celular y un millón de abonados de cable. Además de la telefonía básica en Argentina participaba en la Compañía de Comunicaciones de Chile, Telefónica de Perú, larga distancia de Puerto Rico, teléfonos de Río Grande do Sul y Telesp de San Pablo. En Argentina controlaba además MovistarMinifon, TCP-Unifon, Cablevisión, Advance Telecomunicaciones, Torneos y Competencias, Editorial Atlántida, Telefé, Radio Continental y los canales del interior citados anteriormente. La presencia de Telefónica en Brasil se vincula directamente con el proceso privatizador de Telebrás, a tono con los dogmas neoliberales de la época. La venta de la telefónica estatal dejó al gobierno brasileño unos 19 mil millones de dólares por el 52 % de la empresa76.   Telefónica de España compró en 5 mil millones la operadora de San Pablo, mientras Telecom de Portugal desembolsó 3087 para quedarse con la telefonía móvil en ese estado. Dos empresas brasileñas (Liberal y Bidt-S.A.) compraron en más de 3350 millones un paquete que incluía telefonía fija en 16 estados y móvil 76

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Las corporaciones telefónicas habían establecido ya alianzas mundiales para disputar una torta que se calculaba en miles de millones (en la época hablaban de 15.000 millones solo en Argentina y cerca de 40.000 millones en Brasil para fines de la década). Bajo el nombre de Concert, Telefónica Internacional (TISA), British Telecom (BT) y la norteamericana MCI formalizaron una alianza internacional para operar en la región bajo el nombre de Telefónica Panamericana-MCI, en tanto que STET (socia de France Telecom en Telecom Argentina) acordaba operar en el mercado latinoamericano mediante una alianza con AT&T. El ajedrez de compras y fusiones en la periferia no podía despegarse –especialmente porque es su consecuencia– de la lógica de las alianzas y negocios globales. La compra de TCI por parte de la mayor operadora telefónica norteamericana AT&T (ya citada en el capítulo anterior), introducía contradicciones por el lado de Telefónica (aliada a nivel internacional con su rival MCI). Por otra parte el ingreso de Hicks y sus socios al CEI abría otro frente ante la sociedad entre los texanos y el grupo Cisneros de Venezuela en Iberoamérica Partners. Este fondo de inversión que reunía operaciones por unos 730 millones de dólares había comprado medios chilenos, entre ellos la radio y canal de TV Rock & Pop, la radio Corazón y el canal 2 de televisión. Otro fondo, el Latin America Fund. (con BGS –Baqueriza, Gutiérrez y Savoldelli–, el socio argentino de Hicks) anunciaba una disponibilidad inicial de US$ 1000 millones. Debutó con la compra de Venezolana Intercable. Telefónica Internacional y el CEI van a redefinir sus vínculos al comenzar el nuevo siglo. Los españoles volverían a controlar Telefónica de Argentina y sus empresas vinculadas.

Multimedios vs. “bananeras” Este mapa fue posible por sucesivas políticas gubernamentales y legislativas que incluyeron la omisión o remoción de los impedimentos en la zona centro-oeste. MCI se quedó con Embratel (larga distancia) por 2280 millones. Telecom Italia gastó unos 2900 millones por la telefonía fija en nueve estados y celular en dos regiones (Diario Clarín, 30 de julio de 1998).

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de la ley 22.285 (de radiodifusión) para la propiedad cruzada de diarios y licencias de radio y TV –vía reforma del Estado–, la transferencia de licencias, las privatizaciones de radios y canales en manos del Estado y la firma de tratados internacionales –en particular con Estados Unidos– con rango constitucional y por lo tanto por encima de la legislación ordinaria. Este conjunto de decisiones –y la inoperancia del Congreso para fijar un marco regulatorio alternativo– posibilitaron no solo la concentración sino también, y en forma simultánea, la desnacionalización de los medios de comunicación. La cuestión de fondo ha sido la captura del mercado convergente de televisión, telefonía e internet: las telefónicas versus los grandes operadores de sistemas múltiples (MSO) o eventuales alianzas entre estos. La gran batalla legislativa librada en la mitad de los 90 en torno a proyectos como el del diputado justicialista bonaerense Juan Manuel Valcárcel (de radiodifusión, bautizado como “proyecto Clarín”) y de los senadores Conrado Storani (UCR) y Pardo (PJ) de telecomunicaciones (bautizado como “proyecto telcos”) no logrará zanjar la disputa, aunque en principio favoreció al holding de la heredera de Roberto Noble al impedir el acceso de las telefónicas al mercado del cable. La guerra entre las telcos y los grupos multimedia registró una intensa artillería de solicitadas entre fines de 1995 y principios de 1996. Telefónica de Argentina acusó a Valcárcel de “arbitrariedad” y de “proteger en forma incomprensible los intereses de las compañías de la televisión por cable” en una solicitada que publicó en Clarín bajo el título “Arbitrariedad y desaliento a la inversión”77. La réplica no se hizo esperar. Las gremiales empresarias de televisión abierta (ATA), de radio (ARPA) y de televisión por cable (ATVC) contraatacaron poco después con otro aviso pago que denunciaba “el riesgo de convertirse en un país bananero” si se permitiese a las telefónicas ingresar en el mercado audiovisual. El sector negó la condición monopólica del cable, apoyó el dictamen en Diputados de la “Ley Valcárcel” y acusó a las telcos de querer sumar la televisión por cable al oligopolio telefónico. El aviso terminaba postulando que “solo en   Diario Clarín, domingo 3 de diciembre de 1995, “Arbitrariedad y desaliento a la inversión”, p. 24.

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competencia es posible la libertad de expresión. No permita que le quiten su libertad de elegir”78. La relación entre competencia y libertad de expresión sería abandonada luego como consigna al avanzar la concentración de Cablevisión y Multicanal. Telefónica volvería a la carga contra la “agresión” de los multimedia. Insistiría con otra solicitada denunciando que el proyecto del oficialismo “solo pretende justificar privilegios” e impedir la competencia y las inversiones en el sector79. Las escaramuzas continuarán hasta mediados de 1996, cuando –apostando al triunfo legislativo sobre las telcos– las cámaras empresarias (ATA, ARPA, ATVC) proclamarán su fe democrática considerando que la de radiodifusión es “la ley que desde 1983, la democracia le debe a la sociedad argentina”, “la que debe asegurar la vigencia y el crecimiento de los medios independientes”. Los empresarios llegaron entonces a proclamar la necesidad de una nueva ley “que reemplace la ley actual, emanada del último gobierno de facto, cuyos nefastos y autoritarios principios no han permitido un verdadero desarrollo de la radiodifusión nacional”80. Una década más tarde olvidarían los principios nefastos y autoritarios de la 22.285 ante la posibilidad de avances significativos en la democratización y la competencia del sector. Las cámaras de radio y televisión atacaron la iniciativa que intentó integrar telecomunicaciones y radiodifusión, la que calificaron como “peligroso proyecto elaborado en un oscuro proceso” sin consultas a los multimedios. Si bien la propuesta no distaba demasiado de otros modelos de regulación integrada (en la perspectiva de la convergencia tecnológica) como Estados Unidos y su reforma de 1996, o del modelo que poco después adoptaría Gran Bretaña con la creación de un organismo de regulación global del espectro81, las cámaras acusaron a los senadores de poner “en grave riesgo la libertad de expresión” en   Diario Clarín, 11 de diciembre de 1995, “País serio sin telefonía ‘Bananera’”, p. 15. 79   Diario Clarín, 13 de diciembre de 1995, “Ante la agresión, Telefónica contesta con la razón”, p. 31. 80   Diario Clarín, “País más serio”, 17 de julio de 1996, p. 21. 81   Oficina de Comunicaciones (Ofcom) Gran Bretaña. Ente regulador de radiodifusión y telecomunicaciones, creado luego de un debate público. 2001/2003. 78

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el país. Utilizando un recurso sobre el que volverían reiteradamente, denunciaron una “nueva mordaza a la prensa” y anunciaron el cierre inminente de los canales abiertos de Buenos Aires y de “todos los canales privados del interior”. La Argentina, advirtieron, “se quedaría entonces sin televisión abierta privada”82. Volverían a batir ese mismo parche en 2009, en oportunidad de los debates por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. El empate dejó las cosas pendientes. Ni la trilogía del cable (Multicanal, VCC y Cablevisión, que marcharían hacia la fusión monopólica bajo la égida de Clarín), ni el oligopolio telefónico (Telefónica, Telecom) lograrán la hegemonía total. El atraso conceptual de la ley concebida en los cuarteles en 1980 sumaría además el atraso normativo en cuanto a las nuevas tecnologías y su relación con los usuarios. El mercado había convertido la ley en letra muerta. Aún pese a los alcances del tratado comercial con EE.UU., el grueso de las operaciones quedaba fuera del marco jurídico. El menemismo trató de poner un manto piadoso de legalidad sobre el nuevo mapa recién en 1999 por fuera del Congreso. El Decreto 1005/99 de necesidad y urgencia admitió que según los registros del Comfer aún figuraban “aproximadamente mil cuatrocientos (1400) licenciatarios de servicios complementarios de radiodifusión, distribuidos en todo el país” cuya mayoría había desaparecido durante la ola de compras y fusiones de empresas. Frente al hecho consumado, el organismo consideraba que había llegado la hora de “suprimir el concepto de intransferibilidad de las licencias, atento que la realidad del mercado no puede ser soslayada”, y también que “resulta procedente revisar el concepto de multiplicidad de licencias, permitiendo que un mismo licenciatario pueda acceder a la titularidad de un mayor número de servicios” dado que el límite previo “era congruente con un mercado comunicacional poco desarrollado”83. Argentina había llegado en 1997 al primer lugar de TV por cable en Latinoamérica. Con 5 millones de abonados alcanzaba una penetra  Diario Clarín, “Los senadores no deben dirimir intereses sino fijar principios”, 12 de agosto de 1996. p. 11. 83   Decreto de Necesidad y Urgencia 1005/99, 10 de septiembre de 1999, Dr. Carlos Menem, Presidente de la Nación. 82

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ción del 53% de los hogares. Le seguían luego a gran distancia México, (2 millones y 12,5%) y Brasil (1 millón y 2,14%). La facturación anual rondaba los US$ 1800 millones, con una oferta de hasta 65 señales y un costo promedio de 30/35 dólares. Hacia 1998, el país se ubica tercero en el ránking mundial de penetración del cable, precedido por Estados Unidos con un 65% y Canadá con un 72%. Proporcionalmente la mayor proporción de penetración se da en el interior, donde algunas ciudades llegan al 90%. El “modelo argentino” había descartado la televisión abierta gratuita –cuyo mapa permaneció inalterable desde la década del 60– y promovía, en cambio, la recepción de la TV de aire a través de sistemas por abono. Según datos de las empresas, la distribución de los abonados al cable evidenciaba –además de la concentración empresaria– que el 70% de los mismos correspondían a la Ciudad de Buenos Aires (29,3%) y al Gran Buenos Aires (39,8%) quedando el resto del país con el 30,9% de los abonados. En el cable, las empresas con más de 500.000 abonados concentran el 96% del mercado mientras que las menores solo el 4%, según un trabajo del INDEC de la época. Otra consecuencia sería la paulatina pérdida de posiciones de los contenidos nacionales a manos de las señales internacionales, así como la presión constante para insertar contenidos Premium y de pago adicional, esquema que haría del fútbol codificado una tenaza de hierro para los cableros independientes. “Las productoras propias –escribía un cronista de la época– están muertas en su mayoría (Gala Producciones) o en vías de extinción (Pramer, de Cablevisión, que no logra que el CEI quiera absorberla en sus negocios). La segmentación, que hizo del cable una entidad verdaderamente nacional de la mano de gente como Carlos Montero (interventor en VCC de El Canal de la Mujer, Cablín para chicos, Cableplatea para ABC1 y hasta el Canal de la nostalgia, embrión de Volver) es un lejano recuerdo”. El periodista sentenciaba entonces: “las señales extranjeras que nos llegan por satélite son el verdadero enemigo”84. Un mes antes, Kammerath y Larson habían firmado el Acuerdo Bilateral de Reciprocidad Satelital entre Argentina y Estados Unidos. Y 84   Jorge Omar Novoa, “No tanta fiesta, muchachos, que al cable nacional en realidad lo están velando”, Diario Perfil, 29 de julio de 1998.

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también se había puesto en escena una dudosa desregulación del mercado telefónico, que abría las puertas en forma directa a los mayores operadores de cable. En la mañana del 10 de marzo de 1998, y con la presencia de los principales implicados en el sector, Carlos Menem había anunciado con bombos y platillos la puesta en marcha de la desregulación. Entre los que escucharon y aplaudieron sus palabras estaban el secretario de Comunicaciones, Germán Kammerath; María Julia Alsogaray; Raúl Moneta y Ricardo Handley, por el CEI; Juan Carlos Masjoan (Telecom), Roberto Pérez (Movicom) y Maximiliano von Kesselstatt (CTIClarín). El Decreto 264/98 dispuso un período de transición hasta noviembre 1999, coincidiendo con el fin del mandato menemista y se orientó hacia “el aprovechamiento y optimización de las redes alternativas instaladas, teniendo por supuesto en consideración la capacidad de los operadores instalados, y en especial aquellos que cuentan con reconocimiento internacional”. El Decreto incluía expresamente “... las redes alternativas instaladas de sistemas de televisión por cable (CATV), como lo son las de MULTICANAL S.A., SUPERCANAL Holding, TELECENTRO S.A. y otras de empresas regionales o locales de ciudades del interior del país, que alcanzan en la actualidad a más de SEIS MILLONES (6.000.000) de abonados, lo que implica que nuestro país cuente con uno de los índices de penetración en el servicio más altos del mundo”.

Las condiciones para aspirar a las dos nuevas licencias exigían la operación de servicios de telefonía nacional y también “ser operadores de redes físicas para la transmisión de televisión (CATV) con cobertura en al menos CINCO (5) ciudades de más de CIENTO CINCUENTA MIL (150.000) habitantes o un mínimo de CIEN MIL (100.000) abonados –en conjunto o individualmente–, y/u otros prestadores de servicios de telecomunicaciones con redes físicas instaladas”.

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Con estas condiciones, Clarín posicionó a CTI Móvil85-Multicanal, junto a GTE (operadora internacional) y cooperativas telefónicas para la operación de servicios de larga distancia local e internacional y el ingreso al codiciado mercado de telefonía móvil en Buenos Aires. Se premiaron las estrategias de integración horizontal y vertical multiservicio de los operadores beneficiarios de la privatización de Entel (Telecom, que mantendría posiciones en el norte del país, y Telefónica de Argentina en el sur) así como de telefonía móvil y cable a través de CTI Móvil (en el Interior y el AMBA) en competencia con Movicom Bell South. Llamó la atención que en medio de un contexto de fuerte endeudamiento, Clarín promocionara a comienzos de noviembre de 1998 el advenimiento de “una revolución tecnológica” con la llegada de la televisión digital, anunciada para 1999 a partir de la adopción de la norma norteamericana ATSC por parte del inefable Secretario Kammerath. Según el diario “los empresarios esperaban ansiosamente esta decisión para poder comenzar a desarrollar el nuevo servicio”. Clarín estimó que “con esta medida, Argentina se convierte en el primer país de América Latina en definir su estándar para el desarrollo de una tecnología que revolucionará la industria de la televisión abierta en los próximos 10 años”. Según el medio estaría funcionando a fines de 1999. Se podrá navegar por Internet y consultar el correo electrónico86.

Constelaciones empresarias A través de Multicanal, Clarín había logrado una posición de empresa líder en el estratégico sector de la televisión por cable. El Grupo tenía además una fuerte presencia en TV abierta (Canal 13), señales satelitales (TN, Volver), radios AM y FM (Mitre, FM 100) y la incursión en telefonía celular mediante el 24,5% de la Compañía de Teléfonos del Interior (CTI). También avanzaría sobre el ámbito deportivo (Trisa 85   La Compañía de Teléfonos del Interior (CTI) se constituyó en mayo de 1994 como la primera empresa de telefonía celular que prestó el servicio fuera del área metropolitana. Clarín posee 25 % de CTI, que comparte con las multinacionales GTE y Lucent Technologies. 86   Clarín, “Se viene la televisión digital”, 1 de noviembre de 1998.

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y Teledeportes); conectividad y desarrollo de contenidos para internet (Prima y Ciudad Internet). En su próxima jugada, el grupo apostó a tomar la delantera en el próximo desembarco tecnológico regional: la televisión satelital directa. Si bien la Televisión Directa al Hogar (TDH) ya funcionaba en el país, Clarín ponía fichas en una de las mega alianzas del continente, Galaxy Latinoamerica, encabezada por Hughes Communications (filial de General Motors), con su sistema DirecTV, que contaba con 3 millones de abonados en EE.UU. La filial local se presentaba como Galaxy Entertainment Argentina (GEA), en alianza con los venezolanos de Cisneros. El grupo al que se vinculaba Clarín contaba con una flota de 19 satélites y en su lista de clientes figuraban la BBC, NHK, Disney y las agencias Associated Press, Reuters, Bloomberg y el grupo Cisneros. Tenían a su cargo la distribución del servicio de televisión satelital DirecTV. Los jugadores se ilusionaban con el alcance de sus movimientos. Proyectaban el despliegue de sus negocios sobre mercados globales. En junio de 1998 Gustavo Cisneros manifestaba en España: “por primera vez el castellano trasciende los ámbitos locales y se convierte en el vehículo de un mercado internacional. Existen 500 millones de personas que reciben nuestro mensaje. El grupo Cisneros está ahora en el centro de esa onda expansiva y por eso estamos muy contentos de ese paso trascendental que hemos dado en Argentina al asociarnos con Clarín en la televisión directa por satélite”. En plena euforia del ajedrez internacional de alianzas, la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble exhibió su sociedad con Cisneros en un evento internacional de medios organizado en España por el Museo de Radio y Televisión de Nueva York, donde Henry Kissinger moderó los debates sobre el impacto de las tecnologías en la televisión. En otro movimiento revelador, Clarín se había lanzado hacia los medios gráficos del interior mediante la compra del matutino cordobés La Voz del Interior, por el que habría pagado 100 millones de pesos, y el cuyano Los Andes de Mendoza, en ambos casos en sociedad con La Nación (CIMECO). Las versiones sobre su relación societaria con Página 12 y La Nación, a lo que se sumaba la compra del ex vespertino La

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Razón, configuraban entonces un escenario de excluyente influencia sobre la gráfica nacional. Según la revista América Economía del grupo Dow Jones, Richard Handley, del CEI, y Héctor Magnetto, del grupo Clarín, eran entonces los dos argentinos que figuraban entre los 14 barones de los nuevos negocios mediáticos junto a Gustavo Cisneros (Venezuela), Roberto Marinho (O Globo, Brasil) y Emilio Azcárraga (Televisa, México). Sin embargo, el Grupo Clarín parecía, por momentos, un gigante con pies de barro. Durante todo 1998 se sucedieron las versiones sobre la venta de acciones de Artear, Papel Prensa o Multicanal para fondear el rojo derivado de las obligaciones financieras contraídas. Como candidatos al desguace se señalaba a operadores norteamericanos como AT&T o Time Warner. El propio Magnetto reconocía que el grupo era blanco de operaciones que expresaban “este nuevo modelo de competencia, con actores que provienen del mercado financiero y además no están exentas de cierto trasfondo político” y reconocía las dificultades emergentes: “sería voluntarista pretender negar que al Grupo Clarín, como a cualquier corporación que opera en un país emergente, esta crisis global lo hace más vulnerable”, dijo a fines de 1998 a sus gerentes87. En diciembre de 1999, el Grupo Clarín S.A. y Goldman Sachs –una de las firmas globales líderes de banca de inversión– suscribieron un acuerdo de asociación, por el cual Goldman Sachs realizó una inversión directa en el Grupo y se sumó como socio minoritario, con una participación del 18% del capital accionario. La sociedad ya funcionaba como grupo corporativo bajo el control de los accionistas históricos: Ernestina Herrera de Noble, Héctor Horacio Magnetto, José Antonio Aranda y Lucio Rafael Pagliaro, (Grupo Clarín Dominio S.A). Los cuatro ratificaron entonces su voluntad de seguir detentando la mayoría absoluta del capital. Con la salida a la bolsa para obtener recursos el grupo histórico retuvo el 70.9% del paquete accionario y Goldman Sachs redujo su participación. En los apremios financieros resultó fundamental el manejo de los servicios por abonos. Para entonces, el fondeo principal del grupo era la recaudación de la TV por cable que generaba casi el 70% de la caja.   López, José Ignacio, El hombre de Clarín. Vida privada y pública de Héctor Magnetto, Ed. Sudamericana, 2008, p. 395.

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También Cablevisión estaba en dificultades. Logró penosamente y sobre la hora renegociar la bola de nieve de su endeudamiento que rozaba los 1.000 millones de dólares hacia fines de 1998. Mediante bonos, nueva deuda y aportes de capital de Telefónica, CEI Citicorp y TCI, la cablera alargó los plazos de una crisis que preanunciaba las explosiones posteriores. Por su parte, Clarín buscaba una tabla de salvación a través del acercamiento con Cisneros, el holding venezolano también ligado a HTMF en Latin American Partners y socio de Clarín en DirecTV. Poco después Clarín desmintió la venta de Multicanal y buscó auxilio en los bancos Morgan Stanley y Boston. El Grupo procuró también cubrirse las espaldas mediante una alianza en el sector del cable con Supercanal Holding (20%), cuya porción mayoritaria está en poder de Grupo Uno (51,2%). Ambos crearon Sinergy (que sumaba los 550.000 abonados de Supercanal a los 2,2 millones de Multicanal) para acordar una estrategia común en el cable y dejar planteada la perspectiva de un acuerdo global con Telecom (el otro gran operador de telefonía básica de la Argentina) a fin de eludir el cerco de CEI-TISA. En junio de 2002, Clarín redujo su participación en la operadora de celulares CTI Móvil del 20 al 2,8% del paquete accionario. Para esta operación, el grupo ejecutó una opción de venta que tenía con la estadounidense Verizon, por unos 240 millones de dólares. De inmediato, pagó un préstamo garantizado, que le permitió reducir su deuda en un 20%. Pasó de deber 1165 millones de dólares a adeudar 915 millones.

El tercero en discordia El Grupo Uno-Supercanal había tenido, entretanto, un crecimiento vertiginoso y llamativo. El holding formado por la sociedad entre el Grupo Uno (propiedad de la familia Vila, de Mendoza) y Supercanal88 pasó de ser un grupo regional mediano en 1996, con una facturación de 80 millones de dólares, a un emporio en expansión con inversiones que rondaron nominalmente los 1000 US$ millones. Entre sus opera88   51% Vila, 28,5% Latlink –del exiliado cubano Jorge Mas Canosa, fallecido en 1998– y 20% Multicanal.

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ciones más resonantes se registra la compra de las cableras UIH y Tescorp por más de 310 millones, la licitación de los sistemas españoles de cable (junto con Retevisión, Endesa, Telecom Italia y Unión Fenosa) en las ciudades de León, Valencia y Sevilla (con inversiones totales por 387 millones) y la compra del 60% de TDH, el primer sistema de TV satelital argentino, en el que participan los licenciatarios de Nahuelsat (Daimler-Benz, Aeroespatiale y Alenia Spazio). El consorcio impulsado por los mendocinos contó con los favores del reciclado funcionario menemista José Luis Manzano como operador privilegiado. Junto con Adelina Dalesio de Viola promovieron el acercamiento con el anticastrista cubano Jorge Mas Canosa en los negocios argentinos. Se atribuye al ex ministro del Interior la ingeniería financiera del grupo, que logró del banco holandés ING-Baring nada menos que 855 millones en créditos para la compra de medios. Manzano ya había incursionado en el lobby mediático en los comienzos de la gestión menemista, cuando empujó al grupo de Franco, Antonio y Mauricio Macri (SOCMA) en alianza con el zar cubano de la televisión y ex creador de Proartel (Canal 13), Goar Mestre, para la disputa de Canal 11 en el concurso que finalmente se adjudicó el grupo Telefé. Con base en el diario Uno de Mendoza, el multimedio se expandió hacia las radios AM/FM y canales de TV en la región de Cuyo, Córdoba y San Luis. Pero además se lanzó a la adquisición de otros medios gráficos regionales como La República de San Luis y La Capital de Rosario, por los que el Grupo Uno dijo haber invertido unos 60 millones de pesos, como antesala de su expansión hacia otros negocios en la ciudad santafecina y en la provincia de Entre Ríos. La distribuidora Supercanal, por su parte, atiende un sistema de empresas que cubre desde la Patagonia hasta Catamarca y el Litoral totalizando cerca de 600.000 abonados. También participa en emisoras de República Dominicana y Bolivia. En julio de 1998 el Grupo Uno compró Radio Rivadavia, en una operación por 40 millones de pesos. Rivadavia era la tercera emisora de la Capital Federal, con un 15% del encendido (primero Mitre, con 28,8% y luego Continental con 16,5%). La compra incluyó la FM Uno (luego Marcelo Tinelli). También controlaba el 20% de AM La Red

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en Buenos Aires, y su facturación total alcanzaba a los 320 millones anuales. Daniel Vila proyectaba entonces la estrategia del Grupo: “Esperamos consolidarnos en el cable, absorbiendo el mercado potencial de los operadores independientes, que representan el 35% en el interior. Nos interesa también la TV abierta; si se concreta la compra de licencias para los canales en Salta, Santa Fé y Corrientes, avanzaremos en ese sentido”89. En 2002, en plena crisis, Daniel Vila y Carlos Ávila presentarían en sociedad América Multimedios, holding encabezado por Canal 2 de La Plata (con cobertura en Buenos Aires) a esa altura en concurso de acreedores. También se conoció el abandono de la filial en Dominicana de Supercanal, después que el Grupo hubiese vendido en 21 millones de dólares el paquete de cable en España. Según estimaciones de la época, las deudas del grupo mendocino rondaban los 400 millones de dólares.

Un saldo devastador Los 90 no solo dejaron el saldo de la concentración y el desempleo en el campo de la comunicación. Estudios citados por los propios medios que protagonizaron la década estimaron que “entre 1993 y el 2000, en medio de un alto grado de concentración de la economía, la contribución de las empresas argentinas al valor agregado disminuyó con fuerza, del 30 al 10%. Las extranjeras ensancharon su participación del 32% en 1993 al 73% un año antes del colapso del 2001. Las cifras, siguiendo al INDEC, pueden expresarse del siguiente modo: en 1993 había 156 empresas extranjeras y 280 controladas por capitales nacionales, pero en 2000 se mostraron 258 extranjeras y 186 de corte local”, según un artículo de Clarín de la época. Semejante proceso de enajenación de capacidad productiva de las manos nacionales fue consecuencia directa de las privatizaciones. Hacia el año 2000 “las empresas extranjeras controlaban la mayor producción en diferentes sectores. Por ejemplo, eran poseedoras del 95% del producto bruto generado en gas, petróleo y explotación minera. Del mismo modo, algo más del 90% del espacio del ámbito de las   Diario Clarín, 23 de julio de 1998.

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comunicaciones estaba bajo el comando extranjero, más el 86% de las fábricas de "maquinarias, equipos y vehículos”90. Otras informaciones de entonces dan cuenta de que unos 250 mil argentinos cambiaron de empleador entre 1994 y 1998 a raíz de las compras y fusiones de empresas que protagonizó fundamentalmente el capital extranjero. Los cambios afectaron fundamentalmente a bancos, supermercados, medios de comunicación, empresas de medicina y de la alimentación91. En la Argentina, los 90 también dejaron en claro que las vinculaciones entre el poder político y las terminales mediáticas condicionaron los escenarios. Aunque comenzó su gestión cenando con Hector Magnetto en su residencia de Anillaco en vísperas de asumir como presidente, Carlos Menem terminó en medio de una encarnizada disputa con la corporación que ayudó a encumbrar durante los 90. La vendetta mayor tenía que ver con el descarado fervor con que Menem apostó al emplazamiento de una nueva constelación mediática en alianza con CEI-Citicorp de Handley y Moneta, así como con Telefónica de España y el empresario Eurmekián (Atlántida), en buena medida para reemplazar por otros actores la dependencia corporativa en materia comunicacional. A fines del año 2000, los tres grupos de control de CEI Citicorp (HMTF, República y Citibank) vendieron la mayor parte de los activos de esta empresa al Grupo Telefónica y contribuyeron a consolidar uno de los procesos de concentración más vigoroso de la industria de telecomunicaciones en América Latina. La separación entre CEI y TISA duró varios meses. Una de las operaciones más importantes fue la venta del paquete accionario que Telefónica Internacional poseía en Cablevisión a HTMF en el año 2000. Como producto de esta transferencia, el fondo texano y Liberty Media International –que ya participaban en Cablevisión– quedaron con el 50% de la empresa de cable. La crisis de los años 2001/02 también condicionó el comporta  Daniel Muchnik, “Costos y beneficios de la apertura iniciada en la década de los noventa. El Estado tiene que fijar los límites a la expansión de los capitales extranjeros”, Diario Clarín. 91   Diario Clarín, Junio 1998. 90

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miento de otros jugadores como Sky Argentina, la compañía de TV satelital respaldada por los gigantes multinacionales News Corporation de Rubert Murdoch, O Globo de Brasil, Televisa de México y Liberty Media, de Estados Unidos. Sky tiró la toalla a mediados del 2002. Se calculaba que como consecuencia directa de la crisis, unos 300.000 usuarios de telefonía suspendieron el servicio en el primer semestre del año, en tanto el abono a la TV por cable contabilizaba unas 200.000 bajas. Los clientes de Sky fueron a parar a su principal competidor, DirecTV, cuya marca estaba mejor posicionada en el mercado de la TV paga, tenía 320.000 abonados y era dueña de los derechos de los siguientes mundiales de fútbol (Corea-Japón y EE.UU.). También para esa época otra empresa de TV satelital en problemas, TDH, del Grupo Vila, con 12.000 abonados, dejaría de emitir. En su despedida oficial Sky consideró que: “Debido a la crisis económica que enfrenta el país, al efecto que esto ha tenido en sus costos, sumado a las serias dificultades de planificar acciones futuras ante un panorama incierto, la empresa ha decidido el cese de sus operaciones en la Argentina”92.

Una ley con muletas El primer intento de aplicación de principios contra la concentración previstos en la vapuleada legislación argentina se concretará a partir de las denuncias por posición monopólica en la Capital Federal que resultaba del control simultáneo de Canal 9 y Canal 11 bajo la alianza CEI-Telefónica-Atlántida. La intimación se realizó bajo la gestión del Dr. Gustavo López en el Comfer luego de un arduo proceso, que no pudo eludir un claro dictamen de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Como consecuencia, en julio de 2002, se concretaría la venta de Canal 9 por parte de Prime S.A. a la sociedad HFS, formada por Daniel Hadad (50%), Fernando Sokolowicz (42%) y Benjamín Vijnovsky (8%) del grupo Meller. La operación fue declarada por 16,5 millones de dólares. Poco después Constancio Vigil (Atlántida) se quedó con el 50% que inicialmente perteneció a Sokolowicz   “Sky se va del país, golpeado por la crisis”, Diario La Nación, 11-06-2002.

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y Vijnovsky a través de un fondo de inversión (Donaldson, Lufkin & Jenrette Merchant Banking –DLJ). Hadad había ingresado al damero de los medios mediante la captura de la frecuencia asignada a la Ciudad de Buenos Aires en amplitud modulada (AM 710, ex Radio Municipal), mediante un controvertido decreto de Carlos Menem que entregó la estratégica sintonía de la emisora pública a una sociedad entre el ascendente periodista, Marcelo Tinelli, Oscar Salvi y Raúl Fernández. Poco después, la corporación norteamericana de radiofonía Emmis Broadcasting Co. se quedaba con la reciclada Radio 10 y con FM News (98.3). Hadad pudo vender su parte gracias a que Menem dictó el decreto de necesidad y urgencia 1062/98, que acortó los plazos mínimos de explotación de una emisora para poder transferirla. La operación también se realizó –cuándo no- bajo el paraguas del tratado de inversiones con Estados Unidos. Hadad y Meller realizarían luego los spots de la (nueva) campaña presidencial de Carlos Menem en 2003 con motivo de la normalización institucional del país tras la crisis del 2001, período que se desarrolló bajo la presidencia provisional de Eduardo Duhalde. El ex gobernador bonaerense será quien firme el decreto 715 de aprobación de la operación a favor de HFS en Canal 9 con fecha 27 de marzo de 2003. Poco después, en 2004, se volvería a replantear el tablero societario del 9 con la conformación de una extraña sociedad entre Hadad (37,5%), Raúl Moneta (37,5%) y Marcelo Tinelli (25%). El productor y animador televisivo, titular de Ideas del Sur y luego licenciatario de Radio del Plata, protagonizó una corta carrera en el viejo canal de Romay hasta que el 9 pasó a manos del convoy de medios y telenovelas del mexicano-norteamericano Ángel “Fantasma” González, dueño de una cadena de 30 canales de televisión en Latinoamérica. González compró en 2007 el 80% de Canal 9 por una cifra cercana a los 60 millones de dólares, esquivando los obstáculos legales sobre el tope de capital extranjero en virtud de su ciudadanía norteamericana y de las grietas regulatorias posibilitadas por el famoso tratado con los Estados Unidos. Reacio a las fotos y a los reportajes, el magnate, con fuertes inversiones en el audiovisual de Guatemala, despertó no pocos recelos en su desembarco por uno de los históricos canales capitalinos.

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Pero ello sucederá en el marco de una Argentina que cambiaría el paradigma de los 90 poniendo en marcha un cambio profundo en materia económica y social que, inevitablemente, terminaría cuestionando el statu quo de los barones de la comunicación. La Argentina cruza el umbral del nuevo siglo por un peligroso desfiladero en el que la capacidad de comunicación y de construcción de opinión pública había quedado en manos de un par de corporaciones. El Grupo de Estudios en Economía Política de la Comunicación de la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA) advirtió sobre la disparidad de fuerzas en que había quedado sumergida la política pública para cualquier intento de disputa de la agenda pública. El análisis sobre la década concluyó con un severo diagnóstico: “La conformación de un duopolio en el sector de las comunicaciones presenta a las nuevas corporaciones de la enunciación como poderosos centros de elaboración de enunciados, que reproducen el modelo canónico difusivo, y que combinan en un mismo actor poder económico y poder simbólico. Esto requiere un entorno caracterizado por un marco regulatorio funcional (decretos del Poder Ejecutivo, falta de debate parlamentario, ausencia de legislación anti monopólica etc.), partidos políticos sin autonomía para generar una dinámica de discusión pública alternativa, limitados a administrar una menguada dimensión del poder y la inexistencia de actores sociales relevantes que equilibren el poder económico (tales como las asociaciones de usuarios, organizaciones gremiales). Esta situación resulta potenciada por servicios estatales de radiodifusión en franco ‘peligro de extinción’”93.

Cuando el proceso democrático intente replantear los vectores de distribución del poder económico, así como la renta de sectores agropecuarios e industriales, se encontrará frente al desafío de poner en debate –también– ese poder simbólico acumulado.

  Albornoz, Luis Alfonso; Hernández, Pablo; Mastrini, Guillermo; Postolski, Glenn, Al fin solos: el nuevo escenario de las comunicaciones en la Argentina, Grupo de Estudios en Economía Política de la Comunicación, Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA), Ed. La Crujía, 2000, p. 214. 93

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Capítulo 4 La realidad: obra en construcción La transformación de la escala de los dispositivos y la integración horizontal y vertical de sus plataformas de producción y distribución cambiaron radicalmente las condiciones de recepción. El advenimiento de un relato global presentado desde la perspectiva excluyente del complejo mediático-industrial puso en riesgo la existencia de voces independientes y ciudadanos con opinión crítica. Se activó tanto la geopolítica proteccionista sobre culturas, empresas e identidades regionales, como lo evidencian las disputas de Europa-Estados Unidos, como la tensión de los sistemas políticos en el marco de las presiones corporativas sobre las leyes y los órganos de regulación en todo el planeta. El dispositivo audiovisual, en este tiempo, pasó a ocupar el lugar del espacio público central por donde transcurre la vida social y política de las naciones. Se convirtió en el ámbito de procesamiento del sentido de la historia. Las agendas y tareas de la época. Las guerras que se han de librar o se libraron. Los guiones de esas batallas. Las narraciones, con sus embustes, atajos y simplificaciones. El make up diario de la información, que oculta o ilumina en la misma medida en que sobreexpone o descalifica los acontecimientos y señala el rumbo. El mostrador donde se expende la mercadería es a la vez la factoría editorial. El dispositivo mundializa sus terminales pero mantiene sus centros de producción. Para la periferia, la desterritorialización cultu-

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ral y social supone poner en debate la existencia de la propia Nación como primera afirmación de la mundialidad. La diversidad de productos en la plataforma es más aparente que real. En materia informativa, la abundancia de oferta de productos similares termina por reiterar lo que ya se sabe. Para Gubern no son más que clichés travestidos que se repiten. “La hiperinflación informativa, el exceso de la oferta audiovisual, además de desinformar al público favorece su banalización y estimula la estrategia empresarial del grito sensacionalista para hacerse oír en este frondoso mercado. El exceso de información conduce a la degradación entrópica de las ideas, es decir, a la desinformación cualitativa, pues las ideas se simplifican y se convierten en eslogans, píldoras y clichés. Pero además de conducir a la desinformación de la audiencia, la sobreoferta puede desembocar en lo que Herbert Schiller denominó ‘gran variedad de lo mismo’. Es decir, en una falsa diversidad”94.

Desde el punto de vista cualitativo, la tecnología y los formatos han resignificado la producción periodística y cultural. Los flujos de circulación de contenidos a través del cine, la TV e Internet han cambiando la percepción de la identidad local, nacional y regional. Los medios han pasado a convertirse en subsidiarios de grandes factorías que en muchos casos no se dedican ni siquiera al negocio de las comunicaciones –no digamos del periodismo– sino a la especulación financiera o bursátil. No pocas veces los propietarios finales de poderosos multimedios que impactan diariamente con sus mensajes en la vida cotidiana de las personas son anónimos accionistas de ignotas empresas radicadas en paraísos fiscales o fondos comunes de inversión con el único propósito de buscar –antes que la verdad– la rentabilidad. La cultura de la post-guerra fría terminó instalando lo que algunos autores describen como la “comercialización de los derechos humanos” o la transformación de problemas críticos de la humanidad en commodities de la industria cultural. Si la patria móvil de cada uno son la lengua y la cultura, está claro que hay un corrimiento global de fronteras. Como dice García Cancli  Gubern, Roman, El Eros Electrónico, Ed. Taurus, p. 70.

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ni, la globalización es un OCNI (Objeto Cultural No Identificado) que disuelve sentidos y patrones de consumo. En su trasfondo se mantiene vigente la opción entre la soberanía y la dependencia: “La globalización puede ser vista como un conjunto de estrategias para realizar la hegemonía de macroempresas industriales, corporaciones financieras, majors del cine, la televisión, la música y la informática, para apropiarse de los recursos naturales y culturales, del trabajo, el ocio y el dinero de los países pobres, subordinándolos a la explotación concentrada con que esos actores reordenaron el mundo en la segunda mitad del siglo XX”95.

El rol de los medios en la construcción de escenarios de opinión había comenzado a estudiarse en los Estados Unidos en la década de 1970, a partir de la comparación de la agenda mediática con los ejes de las campañas presidenciales96. Sin embargo, desde el surgimiento del concepto de establecimiento de agenda, la configuración de los medios ha cambiado –vía compras, fusiones y absorciones– la estructura de la comunicación masiva, y con ella las características del sujeto emisor. Ha crecido la escala de los dispositivos y, sobre todo, su inserción en el campo económico y político. En este sentido importa destacar que la constitución de dispositivos emisores múltiples (periódico, radio, TV) que incluyen la operación simultánea de canales noticiosos de 24 horas generan –como no sucedía en los 70– un despliegue continuado de producción, distribución, fijación y anclaje de escenarios referenciales que supera holgadamente el contexto inicial en que se produjeron las teorías de fijación de agenda. Cuatro décadas después de estas investigaciones, el periodista y vocero de los grupos económicos y castrenses de la Argentina, Mariano Grondona, descubrió –en su habitual programa televisivo de entrevistas– que los medios gráficos “instalan la agenda sobre la que luego la radio y la televisión se ocuparán durante el resto del día”. Atrasado, como en el resto de su cosmovisión, el ex redactor de arengas militares   García Canclini, Néstor, op. cit., p. 31.   White, Theodore, The Making of a President, Bantam, 1973.

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desconoció que la nueva agenda es ahora un producto global, cuyos hilos editoriales son manejados por un mismo grupo de intereses. Hardt y Negri describen en L’Empire la centralidad de los nuevos dispositivos: “La síntesis política del espacio social es fijada en el espacio de la comunicación. Es por esta razón que las industrias de la comunicación han tomado una posición tan central: no solo organizan la producción a una nueva escala e imponen una nueva estructura apropiada al espacio mundial, sino que convierten también su justificación inmanente”97.

La tragedia como género periodístico El dispositivo global permite desarrollar el concepto de información continua. Esto supone la capacidad de difundir en tiempo real imágenes de un suceso de manera que los televidentes puedan experimentar las emociones derivadas de ellas, inclusive sentir la misma sensación de sus protagonistas. La inmediatez del procesamiento aparenta proteger al espectador contra las falsificaciones. El encuadre y la presentación de los hechos de un mismo suceso serán comunes aún en fuentes diversas. La información constante, en tiempo real, se presenta como un avance del periodismo posibilitado por el uso de nuevos medios técnicos. Los episodios violentos con tomas de rehenes pasaron a convertirse, en este contexto, en un subgénero de la especie con altos dividendos en materia de rating y, lamentablemente, con altos costos también, muchas veces, en vidas humanas. La cobertura de asesinatos masivos en la Columbine High School (Colorado, Estados Unidos) o de Ramallo (provincia de Buenos Aires) el mismo año (1999), volvieron a convocar al debate sobre la ética del drama “en vivo”, de la manipulación de las víctimas y sus familiares y del rating de la tragedia en directo. En realidad, dice Thierry Meyssan, estas coberturas suelen ser la negación del periodismo. Este, según el crítico periodista francés, debería 97   Hardt, Michael y Negri, Toni, L’Empire, extracto del capítulo I.2. del libro, publicado en las ediciones Exils.

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ser “un arte de la comprensión antes que una técnica de descripción”. Lejos de garantizar la verdad, la inmediatez la hace vulnerable a las apariencias y a los prejuicios, sostiene. “En el modelo CNN, la información no es una herramienta de conocimiento, sino un espectáculo. La puesta en escena se inspira en la tragedia griega. Los presentadores y corresponsales desempeñan ahí el papel del coro antiguo. En 1991, tal como en 2003, todos conocían de antemano el desenlace de la historia: la primera potencia militar del mundo aplastaría al insignificante ejército iraquí. Al igual que en la tragedia griega, los espectadores no aguantan la respiración debido a un suspenso inexistente, sino por la fascinación del destino inexorable. En esas condiciones, el criterio de la información continua no es el de la veracidad, sino el de la tragedia”98.

La representación de los tiempos y sus etapas ha ido cambiando con las relaciones de poder global y las tecnologías disponibles. Según el sociólogo polaco Zygmunt Bauman –autor de una mirada desafiante sobre la historia y del concepto de vida líquida–, la idea de la modernidad se hundió en la barbarie nazi, gestada y puesta en práctica en el seno de una sociedad moderna y racional, en una fase avanzada de la civilización y en un momento culminante de la cultura. Su derrumbe constituye, por lo tanto, un problema de esa sociedad, de esa civilización y de esa cultura, donde se institucionalizó una razón criminal como razón de Estado. Pero aquel ciclo fue cerrado con otros crímenes. La bomba atómica y la ocupación territorial se propusieron como recambio civilizatorio para aquella cultura emplazada sobre las cámaras de gas del nazismo. Comenzó entonces otra carrera por el control de la capacidad de aniquilación total y por las narrativas para convivir –en medio de la Guerra Fría– con tales procesos. No es el caso aquí analizar los mecanismos de producción de sentido a través de los medios masivos de la época (cine, radio y periódicos especialmente) y de otras herramientas culturales y de formación de opinión al servicio de los respectivos bandos. 98   La desinformación-espectáculo. El efecto CNN, Thierry Meyssan, periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia, 20 de junio de 2005.

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Lo que parece importante subrayar es que hasta la caída del Muro de Berlín (1989) los dispositivos de comunicación tenían un anclaje territorial y un discurso subordinado a las estrategias nacionales o de los bloques en pugna. Había realidad en tiempo diferido sobre acontecimientos ya producidos. Era una versión de la historia que podía ser revisada y examinada, aunque se contara sobre un molde preestablecido. Pero con el fin de la Guerra Fría, el despliegue global de los dispositivos de comunicación e informática (desarrollados mediante inversiones gubernamentales en el complejo militar-industrial) instala otro escenario, que promete la coexistencia y el progreso de base tecnológica, pero que no escapará a nuevos horrores. La magnitud del complejo tecnológico-audiovisual, en términos de incidencia en la economía real y de influencia cultural, será de similar importancia al del militar-industrial.

El terrorismo global El choque los aviones sobre las Torres Gemelas en octubre de 2001 permitirá dar un giro sobre los relatos de la historia en la civilización posmoderna. Los tiempos del imaginario de ocio ilimitado prometidos por la sociedad del conocimiento y la información quedaron sepultados por los escombros de las Torres Gemelas. Tapados por la incertidumbre del terror global sin fronteras. El atentado inauguró una época de consenso duro alrededor de una nueva disputa global con epicentro en Oriente Medio y sus recursos. Todo presidido por una imagen transmitida en vivo y directo desde el símbolo del gobierno mundial: el World Trade Center. La etapa del terrorismo global supuso una vuelta a la militarización de la política y el estreno del dispositivo audiovisual al servicio de esa construcción, ensayado durante el conflicto en los Balcanes y la invasión a Kuwait. El terrorismo global convocó a reemplazar el Consenso de Washington y la racionalidad posmoderna por el alerta frente a “estados terroristas” que amenazan al mundo y que “constituyen un eje del mal”99 99   Bush, George W., Discurso sobre el estado de la Unión, 29 de enero de 2002.

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a combatirse por todos los medios, incluyendo la aceptación de nuevas restricciones a la libertad y naturalizando nuevos despliegues militares que exhibirán los últimos dispositivos tecnológicos de la industria armamentística. La administración del “caos” narrativo y su ordenamiento lógico será tarea del dispositivo. Tecnología, guerra y deshumanización se conjugan perfectamente en el nuevo tablero de los imaginarios colectivos. Se juega la guerra y la guerra es un juego, en tanto el hombre se parece cada vez a las máquinas. Tales vínculos parecen proponer el comienzo de otra versión de la maquinización de la muerte. En 1992, la representación lúdica de la muerte llegó al alcance de los niños a través de un nuevo género de videojuegos de pelea mediante la técnica de digitalización y la personificación de los participantes. Las oscuras historias de los personajes que poblaron estos ejercicios violentos como Mortal Kombat alcanzaron gran popularidad, superando otros productos previos del género –como Street Fighter–, y expusieron a los adolescentes ante la posibilidad de rematar al oponente al finalizar el combate, momento en el cual se sucedían escenas por demás sangrientas denominadas fatality. El empleo de estas tecnologías de virtualización fue comparado con los efectos de sugestión de las drogas químicas por autores como Paul Virilio. “Junto al narcocapitalismo de la droga, elemento desestabilizador de la economía mundial, se prepara el narcocapitalismo de la electrónica. Puede uno incluso preguntarse si los países desarrollados no están desarrollando las tecnologías de virtualización para hacer frente a los países subdesarrollados que viven o sobreviven penosamente, en particular en Latinoamérica, de la droga química. Cuando se ve hasta qué punto los trabajos sobre las tecnologías punta se han volcado sobre lo lúdico (videojuegos, cascos virtuales, etc.)”100.

Una película emblemática de fines de siglo (Matrix, con su saga Matrix recargado 1999/2003) describió un mundo de personas es  Virilio, Paul, “Peligros, Riesgos y Amenazas”, en Ramonet, Ignacio (editor), Internet, el mundo que llega. Los nuevos caminos de la comunicación, Alianza. 1998.

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clavizadas por la tecnología, en el cual la mayor parte de los seres están conectados a un programa de realidad virtual manipulado por máquinas superpoderosas que engañan los cerebros mientras saquean los cuerpos humanos en busca de poder bioeléctrico. Tal la lectura crítica de un columnista del New York Times. La saga de Matrix101 surgió del complejo industrial-cultural en parte para salvar de la crisis financiera y la investigación por fraude al gigante mediático America On Line (AOL) y la Time Warner (de cuyas fusiones dimos cuenta en la Parte 1) pero también con un claro mensaje traducido en el merchandising del producto. La estrategia de negocios instaló tanto el juego virtual como el mensaje explícito sobre lo inevitable del predominio tecnológico por sobre la conducta humana. El videojuego Enter the Matrix, lanzado en simultáneo con el film, se vendía libremente a jóvenes a partir de los 13 años en Estados Unidos (clasificado dentro de la categoría “adolescentes”) y permitía a un chico disparar 9662 tiros y matar a 574 enemigos en menos de 4 horas. Según The New York Times, la corporación AOL-Time Warner (productora del pack de Matrix) contaba con el poder suficiente para concitar la atención del país y vender sus historias al mundo. “Los gigantes mediáticos –escribió el columnista Frank Rich– que asestan semejante golpe no siempre lo hacen con intenciones tan frívolas. No solo nos conectan a su matriz (matrix) para vendernos películas y otros productos de entretenimiento. Estas compañías también conectan al país a sus narrativas de noticias tan ubicuas y livianas como Matrix recargado, pero con efectos colaterales más devastadores”102.

El periodista recordó que durante los años previos al 11 de septiembre de 2001 los gigantes mediáticos instalaban una “amnesia secuencial” sobre la realidad internacional a través de sus producciones. Y también subrayó que todas las falsedades posteriores del 11S –so  The Matrix Reloaded, secuela The Matrix, escrita y dirigida por los hermanos Wachowski, estrenada por la Warner Bros el 15 de mayo de 2003 en EE.UU. 102   Frank Rich, “No hay salida de la matrix”, The New York Times, 25/05/2003. 101

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bre armas de destrucción masiva, envenenamiento en masa, etc.– que justificaron la guerra desatada luego “desaparecieron de la conciencia nacional tan pronto como los puntos de venta de servicios de AOL Time Warner, Fox y NBC pusieron su músculo detrás del asesinato de Laci Peterson”103, mostrando la capacidad de instalación, despliegue y resignificación del dispositivo. El NYT ha cuestionado en diferentes ocasiones la concentración mediática en el país –en particular, ha defendido las reglas de promoción de la diversidad y de limitaciones a la propiedad cruzada, especialmente frente a los embates del millonario multimedia Ruppert Murdoch, propietario de su rival The Wall Street Journal–. Sus columnistas han advertido que proliferación tecnológica no es sinónimo de pluralidad informativa: Escribió Rich: “Si hay un héroe en nuestra propia saga de Matrix, puede ser Barry Diller, que está mucho más preparado que Neo de Keanu Reeves, aunque algo menos educado en las artes marciales. El Sr. Diller, que ahora dirige EE.UU. Interactive, ha sido presidente de Paramount, Fox y Vivendi. Con la excepción del semi retirado Ted Turner, él es el único magnate del mundo del espectáculo que no compra el argumento de que el advenimiento de 500 canales de televisión y la infinidad de sitios de Internet de ocio alternativo garantizan fuentes de noticias. Él dice que los 500 canales de televisión terminarán siendo propiedad de las mismas cinco empresas y que, como viene en banda ancha, las empresas que controlen los módems de cable de velocidad dominarán también la Web”104.

Lo cierto es que el concepto tradicional de la prensa y de la información debe ser revisado a la luz de los nuevos dispositivos y formatos. Parecen ser muchas más voces, pero están diciendo lo mismo. Y están hablando de la realidad en tiempo real. En la autoproclamada sociedad de la información y en medio del   Refiere al crimen de una joven norteamericana embarazada cuyo cuerpo fue arrojado a la Bahía de San Francisco. Su marido fue condenado a muerte en 2004 (N/A). 104   Frank Rich, The New York Times, op. cit. 103

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proceso de claras hegemonías en las agendas globales, se debate también el rol de los comunicadores. Como piezas de referencia en la estructura convergente de soportes tecnológicos, de las nuevas formas de reproducción del capital y de las mutaciones sociales y culturales que dominaron el tránsito de siglo, el rol de los profesionales y trabajadores de los medios quedó a merced de nuevos encuadres y desafíos. Cuando los relatos son disfuncionales al guión editorial simplemente se reemplaza al mensajero, por ejemplo a los presentadores televisivos, como ocurrió con Peter Arnett, que cubría la guerra con Irak desde Bagdad para NBC, o de Geraldo Rivera que lo hacía para la Fox News Channel. En ambos casos la información inconveniente para la maquinaria militar norteamericana se resolvió con el despido de ambos corresponsales105. La era post-industrial terminó con la etapa romántica del periodismo. La información se ha desenganchado del dispositivo de la investigación periodística tradicional para convertirse en un producto de la distribución comunicacional, una unidad económica funcional y flexible que debe estar disponible en diversas industrias integradas por un lenguaje común: el audiovisual de base digital. Un lenguaje universal capaz de traducir todo a ceros y barras. La escala necesaria para su materialización global implicó la crisis de los andamiajes regulatorios (barreras legislativas, mecanismos estatales de regulación, convenios regionales e internacionales, mecanismos de promoción internos, distribución federal, etc.) e incluso de los convenios laborales. Se trata de un nuevo orden económico y cultural, productor de un nuevo discurso de autoridad y portador de una nueva civilización. En palabras de Kapuscinski, los “viejos idealistas del periodismo” han sido desplazados por hombres de negocios y “el media worker suplanta, frecuentemente, al periodista”106. La reducción del oficio periodístico al trabajador mediático que produce a demanda, así como el control de los dispositivos productores de la realidad que incluyen recursos de la transposición genérica   Revista Veintitrés, 3 de abril de 2003.   Kapuscinski, Ryszard, Le Monde Diplomatique, julio-agosto 1999, Argentina. 105

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entre noticieros, herramientas del guión cinematográfico y del melodrama, los que terminan por configurar unidades productoras de sentido que funcionan sin ninguna inocencia. Gubern destaca las distancias entre lo cuantitativo que ofrecen los mercados y las cualidades que debería estimular la ética periodística o la política de la comunicación: “El diseño de las políticas de comunicación en el mundo moderno está en manos empresariales, en las que convergen los intereses o las estrategias de los economistas y de los ingenieros. Unos y otros tienen en común que su lógica predominante es la lógica de la cantidad (en número de canales, de horas de programación, de cobertura y tamaño de la audiencia, y sobre todo de la facturación y de beneficios). Y esta lógica cuantitativa no solo puede no ser coincidente con las lógicas cualitativas de los comunicólogos o de ciertos proyectos políticos, sino que a veces puede ser claramente opuesta”107.

Pocas veces unidad productiva y unidad de representación han sido una y la misma cosa. Un artículo publicado por el autor en 1999 desarrolló las reflexiones del director del periódico internacional con sede en Francia Le Monde, Ignacio Ramonet, durante una visita a Buenos Aires, quien analizaba estos procesos de construcción de opinión. El mundo estaba reconfigurándose y allí estaba el dispositivo para conducir el sentido de la historia.

Kosovo, otra batalla de la desinformación Los bombardeos sobre Kosovo y la persecución de Slobodam Milosevic en los Balcanes fueron una de las mesas de arena donde se probaron las guerras virtuales. Se trataba de información sin sustento y falsa en no pocos casos: casas destruidas que aparecían intactas, campos de concentración atestados de prisioneros en estadios que luego se revelaban vacíos, líderes de la resistencia cuya muerte era informada por los voceros de la OTAN y que luego aparecían en conferencias de prensa, etc.   Gubern, Roman, op. cit., p. 68.

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Luego de que Gran Bretaña desarrollara en Malvinas el concepto de la “guerra invisible” y que la CNN transmitiera al mundo en directo la certeza de la invasión iraquí a Kuwait –de la que jamás se vieron imágenes reales– como antesala de la operación Tormenta del Desierto en el Golfo, se evidenció que el manejo de la información y de las imágenes eran piezas centrales de las guerras modernas. El director de Le Monde Diplomatique y profesor de Teoría de la Comunicación en París, Ignacio Ramonet, advertía entonces en Buenos Aires sobre los riesgos de la manipulación informativa: tanto en Malvinas como durante la caída del dictador Ceacescu en Rumania, o los operativos en Somalía y la Guerra del Golfo, los mandos militares operaron mecanismos de desinformación tendientes a generar consenso alrededor de esas operaciones bélicas. El autor de Un mundo sin rumbo y La tiranía de la comunicación también llamó la atención sobre el denominado “efecto biombo, que se aplica cuando la atención del mundo está concentrada en determinados temas y se pueden hacer cosas que nadie ve”. Durante la confusión creada en Bucarest alrededor de la caída de Ceacescu, Estados Unidos puso en marcha la operación “Justa Causa” en Panamá. “Es un típico ejemplo de la guerra invisible. Nunca veremos los barrios populares de Ciudad de Panamá bombardeados por los F-17 Stealth que causaron más de dos mil muertos. Nos mostraron en directo, en cambio, una guerra civil inexistente en Bucarest”108. Durante la guerra del Golfo, la imagen de la invasión iraquí al emirato de Kuwait se construyó sobre el testimonio de una falsa enfermera que narró en la frontera cómo las tropas de Saddam Hussein destruían hospitales y arrojaban a los bebés de sus incubadoras. La dramatización en cámara fue protagonizada por una sobrina del embajador de Kuwait en Washington y Ramonet señaló al guionista norteamericano y ex asesor de Ronald Reagan, Mike Steedorf, como autor de una manipulación que luego se perfeccionó en estudios cinematográficos de Nuevo México, mediante falsas filmaciones caseras de la resistencia civil kuwaití frente a los tanques del tirano iraquí. Un posterior film

  Lazzaro, Luis, “Kosovo, otra batalla de la desinformación”. El investigador Ignacio Ramonet alertó sobre la manipulación, La Capital de Rosario, abril 1999.

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norteamericano –Mentiras que matan109– ilustra con notable aproximación el mecanismo. Respecto del conflicto con Yugoslavia, el director de Le Monde dijo que “en Europa vemos por televisión la imagen de la sala de control de la Otan, pero no tenemos material directo de Serbia”. También reparó en el detalle de que, al iniciarse los ataques a Pristina y Kosovo, el vocero alemán de la Otan fue reemplazado por dos oficiales británicos, dado que “ellos pusieron a punto en Malvinas el sistema de engaño a los medios”. Ramonet alertó que la censura en democracia “funciona con la acumulación de información mediante un sistema de instantaneidad que apela a las emociones y es muy difícil de verificar”. Tiempo después se conocieron otros gigantescos fraudes periodísticos puestos al servicio del mismo sistema de construcción de sentido. Literalmente, el Pentágono inventó héroes de guerra para intentar recuperar la simpatía perdida de la opinión pública en las aventuras bélicas de Afganistán e Irak.

Los grandes fraudes de la TV Tanto el “rescate heroico” de la soldado Jessica Lynch (Irak) como la muerte “en combate” del capitán Pat Tillman (Afganistán) no fueron más que patrañas denunciadas por sus protagonistas o familiares. Las versiones sobre la captura y rescate de la soldado Lynch y la muerte de Tillman muestran que la administración Bush “inventó detalles e historias sensacionales”, según denunciaron legisladores demócratas (Henry Waxman), durante una audiencia del Comité de la Cámara sobre Reforma y Supervisión del Gobierno. Tillman, de 27 años y futbolista profesional, murió el 22 de abril de 2004 cerca de Manah. Y el Pentágono le otorgó la Estrella de Plata, que reconoce “acciones de coraje frente al enemigo”. Sin embargo, más tarde oficiales militares dijeron a la familia que el capitán murió alcanzado por disparos de sus propios camaradas. Kevin Tillman, hermano de Pat y miembro de la misma patrulla de Rangers del Ejército durante la operación en Afganistán, sostuvo que “la 109   Wag the dog (La cortina de humo). Director: Barry Levinson, EE.UU., 1997.

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versión oficial tuvo el propósito de engañar a la familia y, esto es lo más importante, engañar al pueblo estadounidense”. El hermano del astro futbolístico añadió que, con esa información falsa, se buscó distraer a la opinión pública de los abusos contra prisioneros en la cárcel de Abu Grahib en Irak, hechos que se conocieron por entonces110. También se descubrió la estafa con la soldado Lynch. La joven resultó herida y capturada por soldados iraquíes el 23 de marzo de 2003, cuando la Compañía 507 de Mantenimiento sufrió una emboscada cerca de Nasiriya. Según el Pentágono, Lynch resistió disparando su arma hasta quedarse sin balas. La misión de rescate fue filmada por el ejército estadounidense y la cinta se distribuyó entre los medios del país y del mundo, que reprodujeron la versión. Pero luego Lynch declaró ante el Congreso que nunca disparó su arma y se supo también que los soldados iraquíes habían abandonado el hospital donde la soldado recibió asistencia médica antes de que llegaran las tropas norteamericanas. La mujer relató más tarde que se vio abrumada por las repetidas historias de “la pequeña chica Rambo de las colinas de Virginia Occidental que cayó luchando”, tal como reflejaron los medios. “No fue cierto”, dijo Lynch en la Cámara de Representantes. “Todavía me pregunto por qué eligieron mentir y convertirme en una leyenda”. Lynch consideró que los héroes reales eran los once soldados muertos111. El dispositivo produce entonces un relato doblemente funcional dirigido, por un lado, a sostener un discurso audiovisual con formato de videoclip de carácter bélico –conectado en forma semiótica con los videogames–, altamente competitivo como mercancía, pero también encaminado a sostener la comunidad de intereses con los actores hegemónicos del poder político, funcionales al complejo militar industrial y al sector financiero. A tal punto las estrategias geopolíticas se cruzan con los dispositivos productores de la realidad que el presidente francés Jacques Chirac –una vez más– en el marco de su postura contraria a las expediciones   Portal Terra, 25 de abril de 2007.   Ídem.

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norteamericanas en el Golfo Pérsico, intentó crear una CNN a la francesa, para oponer otra visión del mundo. La iniciativa “fue concebida como un medio para balancear” las perspectivas y “como una visión anglosajona del reciente conflicto en Irak a la luz de las coberturas informativas realizadas por las cadenas como CNN, BBC y Fox News”. La CNN gala sería “una herramienta muy útil para explicar la diplomacia francesa” expresó Christian Kert, un miembro del comité Ejecutivo de seguimiento del proyecto mediático, según un artículo del diario británico The Guardian del año 2003. En realidad, tales cadenas de noticias no son una novedad en Francia. Tal es el caso de Euro News –un canal cuyo paquete accionario pertenece en un 49% a los ingleses– y Canal Plus, entre otras. Los defensores de este lanzamiento, que apunta en sus raíces a “jerarquizar el periodismo a la francesa, citan como referente la experiencia Radio France Internacional”112. Es evidente que el tránsito hacia la globalización y la expansión de sus herramientas de producción simbólica también ponen en crisis las identidades nacionales y las perspectivas regionales. Los franceses siempre han denunciado que detrás de este proceso se esconde la macmundialización del discurso audiovisual o la norteamericanización del sentido global. El sociólogo y escritor liberal francés Guy Sorman no dudó en señalar que “la globalización no existe: el nuevo proceso se llama macmundialización”. Afirmó que la globalización verdadera sería “una síntesis de todas las culturas mundiales”, en cambio –dice– asistimos a una “dominación de las imágenes y de los comportamientos de la sociedad de Estados Unidos”113. Investigadores y estudiosos latinoamericanos, como Renato Ortiz, describen un nuevo “régimen de producción del espacio y el tiempo”. “En estas condiciones es posible, además de exportar películas y programas televisivos de un país a otro, construir productos simbólicos globales, sin anclajes nacionales específicos, o con varios a la vez,   The Guardian, Especial para Diario Clarín, 15/04/2003, p 40.   Guy Sorman, Entrevista, Suplemento Cultura, Diario Perfil, 29 de julio de 1998.

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como las películas de Steven Spielberg, los videojuegos y la música-mundo. Estas dimensiones económicas, financieras, migratorias y comunicacionales de la globalización son reunidas por varios autores (…) al afirmar que la globalización es un nuevo régimen de producción del espacio y el tiempo”114.

El rol social de la televisión La televisión juega, en esa construcción social y en el imaginario de las identidades que conectan a los miembros del estado-nación, un papel referencial fundamental. Así como el cine y la radio en los tiempos de la Segunda Guerra, la televisión se convirtió en la principal herramienta de construcción de los nuevos universos simbólicos en los últimos cuarenta años del siglo pasado. La “televisión global”, según el análisis de Chris Barker, constituye el vehículo por excelencia del mercado capitalista en su fase de expansión general por el planeta. Supone una versión de “imperialismo cultural”, entendido como la imposición de una cultura nacional a otra “con los medios considerados esenciales para este proceso, es decir con unos medios portadores de significados culturales que penetran y dominan las culturas de las naciones subordinadas”115. Importa, en este sentido, resaltar que dicha colonización se vincula tanto con las connotaciones y el sentido de la historia narrada como con su código de realización. Las audiencias tienden, progresivamente, a incorporar los estilos y recursos como un lenguaje del que se esperan determinadas puestas en escena para producir un sentido. “La repercusión de los media americana en los otros países se debe solo a la gramática de los filmes, de la televisión, de las historietas y de la publicidad”, cita Renato Ortiz116. La afirmación de que las identidades se forman dentro y a través de las representaciones –dice Barker– “es importante para cualquier debate sobre la cultura, la identidad y la televisión, pues la televisión es   García Canclini, Néstor, op. cit., pp. 46-47.   Barker, Chris, op. cit., p. 74. 116   J. Tunstall, “The media are american” (en Renato Ortiz, La Mundialización y la Cultura, p. 126). 114 115

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el más importante mecanismo comunicativo en orden a diseminar esas representaciones que son constitutivas de –y están constituidas por– la identidad cultural117. Surge aquí una cuestión no menor respecto de la identidad nacional y de su capacidad de construcción y resignificación en el marco de las hegemonías globales. Los nuevos escenarios simbólicos de lo que podríamos denominar nuevas identidades se construyen mediante nuevas interpretaciones de la historia, afirmando y negando referencias bajo el impacto de los nuevos discursos globales. El pasaje del universo signado por la guerra fría y la omnipresencia de la amenaza comunista en territorios nacionales “protegidos” por alianzas militares globales será reemplazado (tras la caída del Muro de Berlín) por la renovada amenaza del terrorismo internacional –en capacidad de acceder en cualquier momento a armas de destrucción masiva– hacia el mundo globalizado, que requiere ahora la presencia de un gendarme protector. La industria audiovisual –en manos ya de propietarios cruzados de estudios cinematográficos, majors de telecomunicaciones y cadenas de televisión– ha potenciado sus estrategias comerciales en el mercado global. Los estrenos mundiales de cine han aprovechado las novedades tecnológicas para reproducir viejas epopeyas históricas, la amenaza de catástrofes diversas que convocan a salvar la capital del planeta (Nueva York) o aventuras bélicas donde la redención de los personajes justifica el trasfondo depredador de las guerras. El investigador brasilero Renato Ortiz considera que la memoria nacional es un universo simbólico de “segundo orden”, es decir, engloba una variedad de universos simbólicos que no están despojados de un sentido ideológico: “Todo el debate sobre la autenticidad de las identidades nacionales es siempre una discusión ‘ideológica’. Importa definir cuál es la identidad legítima, es decir, política y culturalmente plausible para la mayor parte de la población de un territorio determinado”118.   Barker, Chris, Televisión, globalización e identidades culturales, Paidós Comunicación, Barcelona, 2003, p. 65. 118   Ortiz, Renato, op. cit., p. 189. 117

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La memoria nacional –sostiene– se realiza a través del olvido. “Ella es el resultado de una amnesia selectiva. Olvidar significa confirmar determinados recuerdos, apagando los rastros de otros, más incómodos o menos consensuados”119. De allí también que los esfuerzos latinoamericanos en la investigación de sus gestas históricas, en la resignificación de los lugares de sus pueblos originarios, de las miradas proteccionistas (no contemplativas) sobre sus recursos naturales y por el enjuiciamiento de los crímenes cometidos por sus dictaduras son determinantes a la hora de gestar una memoria que no se disuelva en la globalización. No se puede negar que los dispositivos globales ya son la realidad. El mundo está surcado por el tejido nervioso electrónico que distribuye unidades de sentido en una magnitud suficiente como para saturar la capacidad de interpretación. El viejo apotegma del peronismo –“la única verdad es la realidad”– parece reclamar una actualización a la luz de los nuevos tiempos de la construcción mediática. En el escenario del siglo XXI parece más apropiado postular que “la única realidad es la verdad”. Es decir, la verdad histórica y social, en lugar de la versión clonada de aquella, que los medios ofrecen bajo la premisa de reflejar la realidad. En El crimen perfecto, Baudrillard habla del asesinato de la realidad a manos del exceso de contenidos y de su manipulación. “Toda nuestra historia habla de este montaje de la razón, a su vez en trance de desmontarse. Nuestra cultura del sentido se hunde bajo el exceso de sentido, la cultura de la realidad se hunde bajo el exceso de realidad, la cultura de la información se hunde bajo el exceso de la información. Amortajamiento del signo y de la realidad en el mismo sudario”120.

Se trata no solo de los símbolos de la actualidad, sino también aquellos del mundo ancestral “descubierto” y secuestrado por Europa para ofrecer pruebas de un discurso histórico y cultural autorreferencial y etnocéntrico. Los dirigentes del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto (CSA) no logran ninguna respuesta a sus reiterados reclamos   Ortiz, Renato, op. cit., p. 190.   Braudrillard, Jean, op. cit., p. 32.

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para recuperar la Piedra de Rosetta o la momia de Cleopatra (British Museum), la mortaja de Nefertiti (Alemania) o los obeliscos, pirámides y reliquias que se guardan en París. La preocupación, incluso de algunos pensadores liberales, pasa por evitar la depredación de la diversidad. Sorman defiende “la mundialización de aquellos conceptos universales que favorecen el progreso humano –el pluralismo político y la libertad de empresa, por ejemplo–, pero (advierte) también la preservación de la diversidad cultural del mundo”. Lo diverso define sitios donde comienza la singularidad, o donde termina la homogeneidad. “Esas líneas difusas son las fronteras, las líneas compuestas por puntos de choques y de ruptura –y de resistencia, por qué no– el proceso de globalización en curso”121. “La globalización puede ser vista como un conjunto de estrategias para realizar la hegemonía, de macroempresas industriales, corporaciones financieras, majors del cine, la televisión, la música y la informática, para apropiarse de los recursos naturales y culturales, del trabajo, el ocio y el dinero de los países pobres, subordinándolos a la explotación concentrada con que esos actores reordenaron el mundo en la segunda mitad del siglo XX”122.

Un observatorio de medios, la asociación Media Matters Action Network, de los Estados Unidos denunció en 2008 a tres periodistas de las emisoras de cable de CNN y FOX por “alimentar el odio y el miedo” hacia los inmigrantes y publicó un informe que documenta la violenta retórica que utilizan. Durante 2007, la supuesta conexión entre crimen e inmigración ilegal fue discutida en 94 episodios de Lou Dobbs Tonight, 66 episodios de The O’Reilly Factor y 29 de CNN Headline News de Glenn Beck, detalla uno de los puntos del extenso informe. Con la misma minuciosidad, señala los falsos mitos tratados en los programas de Dobbs, O’Reilly y Beck, como la propagación de epidemias de lepra o fraudes electorales relacionados con la población de origen inmigrante123. 121   Sorman, Guy, Diario La Nación, Sección 6, domingo 27 de septiembre de 1998. 122   Garcia Canclini, Néstor, op. cit., p. 31. 123   Diario Página 12, Pirulo de tapa, 22 de mayo de 2008.

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Otro observatorio –el de la discriminación en Radio y Televisión del Comfer, el Instituto Nacional contra la Discriminación y el Consejo Nacional de la Mujer– denunció en 2008 la manipulación editorial de las cadenas noticiosas argentinas en la cobertura del lock out del sector agropecuario, convertido en un verdadero ejercicio destituyente del gobierno democrático. En tanto los opositores gubernamentales eran presentados como ciudadanos movilizados en forma espontánea, los defensores de las medidas gubernamentales aparecían como piqueteros acarreados.

La ideología de la noticia La TV abierta instala –por su propia especificidad– una referencialidad y un estatuto de realidad propios de la potencia del discurso audiovisual. Su capacidad narrativa, su posibilidad de transmitir en vivo o de reproducir lo vivido con fuerza dramática, instalan la temática criminal con mayor impacto. Su narrativa transmite como rasgo específico del medio la espectacularidad y fragmentación propias del discurso televisivo. Prevalece en este sentido una cierta “ideología de la noticia”: cuanto más insólito o cruento, más noticiable. Tales efectos se potencian cuando el dispositivo emisor articula una batería de recursos de producción (periódicos, canales generalistas, canales de noticias, portales, emisoras radiales, etc.) y de recursos genéricos (noticieros, magazines, programas de entrevistas, etc.) que convalidan –con la coincidencia de sus agendas– el estatuto de realidad de los mensajes. Es aquí donde la concentración mediática relatada en la primera parte adquiere otra dimensión: la de producción de sentido al servicio de la arquitectura de intereses y alianzas que le permiten avanzar en la concentración de poder económico. El género periodístico en televisión –y el noticiero en particular– no se presenta como construcción. Cumple, en este sentido un rol más determinante que la prensa escrita a la hora de instituir lo real o en todo caso de confirmarle al espectador la “sospecha” ya establecida por el resto del dispositivo en torno al estatuto de lo que ve: “Los noticieros podrán retorizar y exponer sus dispositivos constructivos todo lo que quieran, pero el conocimiento previo del espectador

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acerca del estatuto real de lo que se ve, articulado con el conocimiento temporal, espacial e indicial del dispositivo, la presencia permanente de trazados gráficos que refuerzan, situando, la realidad del referente, y la confianza en la institución emisora, garantizan que lo que se ve no es ficción o que, si lo es, en algún momento van a avisar”124.

En la era multimedia el sentido no se produce en forma radial sino por superposición de capas: cuando muchas partes del dispositivo son administradas por un mismo sujeto emisor, la construcción final sobre el espectador resultará de la suma de mensajes convergentes y de un mismo sentido acumulados durante un período determinado por fuentes diversas. El mercado audiovisual ha intentado hacer creer a las audiencias que ellas tienen –en el control remoto– el poder de selección sobre la oferta impuesta. Sin embargo, el principio de la diversidad cultural no surge de la capacidad de elegir lo que el mercado ya instaló y colonizó en términos de consumo, sino de las políticas anteriores que establezcan posibilidades de producción diversa y de audiencia crítica. Y estas son decisiones políticas. “... la autoprogramación del usuario soberano, que culmina en la fórmula de la ‘televisión a la carta’, tiene el efecto perverso de consolidar y perpetuar la estratificación de la pirámide cultural y del gusto, pues las gentes se autoprograman según sus niveles educacionales y sus preferencias –desde la telenovela mexicana a la ópera–, corroborando el principio de la dualización cultural en nuestra sociedad. El ideal democrático de la autoprogramación también tiene sus techos y exige el requisito previo de una política educativa universal y de calidad, so pena de ahondar las brecha ya existente entre élites y masas, entre insiders y outsiders de la sociedad del conocimiento”125.

La lógica cuantitativa de la globalización tiene además un efecto de homogeneización ideológica en la que los ciudadanos se convierten en clientes –muchas veces cautivos– de un mismo sentido y una misma estética. Convertida en ideología, la globalización aparece como la   Carlon, Mario, Sobre lo televisivo, p. 65, La Crujía ediciones, 2004.   Gubern, Román, op. cit., 70 a 71.

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unificación de los mercados y la reducción de la política y la cultura a la lógica mercantil. Importa subrayar que durante el proceso de globalización –o de expansión transnacional de las multinacionales de las finanzas, las telecomunicaciones y el audiovisual– se pudieron advertir con claridad las diferencias entre la promoción y el proteccionismo de los países centrales en la materia frente a la subordinación de los países latinoamericanos. El discurso proteccionista llegó a la Argentina de manera oportunista y utilitaria, con el único propósito de quitar las castañas del fuego al endeudamiento irracional de los grupos locales durante los 90 y conjurar el riesgo de ser devorados por los acreedores. Salvadas las papas, todo volverá al cauce dócil con el mercado y hostil con la política. Será a partir de 2003, luego de la debacle de principios de siglo y el abandono de las recetas neoliberales por parte de la política, que la agenda se enfocará en el enjuiciamiento de los crímenes del terrorismo de Estado y la promoción de derechos sociales (jubilación, empleo, vivienda, niñez y pobreza, etc.) como instrumentos de un nuevo relato político que, sin embargo, encontrará el escudo refractario del dispositivo en su búsqueda de la opinión pública. Para eludir esa agenda, los multimedios apelarán a la intimidación y el miedo entre las audiencias.

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Capítulo 5 La construcción del ciudadano indefenso Si en los 90 la narración de los medios prometía la justicia social y el progreso sobre la base del despotismo de los mercados, en la década siguiente anunciará el caos mientras se atienden las heridas del desempleo, la impunidad y la desarticulación social de la Nación ocasionadas por aquella etapa. El período de mayor crecimiento económico de la historia y el juicio de los responsables por crímenes por lesa humanidad cometidos por el terrorismo de Estado durante la Dictadura Militar (1976/1983) transcurrió en la Argentina a partir de 2003 mientras sus ciudadanos miraban noticias policiales por TV, presos de una histeria colectiva sobre su seguridad personal. Los efectos globales del tránsito a la sociedad del riesgo y la inseguridad social causadas por la deserción del Estado y la concentración económica operaron sobre otra huella traumática causada por las secuelas represivas de una dictadura militar que minó aún más la confianza en las instituciones y estableció el terror como principal fundamento de gobernabilidad. En lugar de estimular el enjuiciamiento de torturadores y apropiadores de menores durante el régimen militar, o de alentar la investigación por el desmantelamiento del estado para pagar una deuda fraudulenta, o de la transferencia de renta extraordinaria a grupos financieros que saquearon las cajas de los ahorristas hasta terminar en la bancarrota nacional del año 2001, el discurso del dispositivo mediático post crisis puso en escena la criminalización de la escena social.

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La protesta social había tomado la escena pública en las rutas nacionales para resistir el despojo de recursos y fuentes de empleo. Aquellos piquetes de los 90 fueron mostrados como una amenaza para el resto de los ciudadanos y sus rostros encapuchados fueron –progresivamente– instalados como sinónimo de inseguridad, especialmente en la faz urbana de estos reclamos, cuando legiones de pobres y desocupados (empujados en buena medida por la expansión del cultivo de soja más allá de la ‘pampa húmeda’) se acercaron a las grandes ciudades. La noticia no se ocupó de aquellas inseguridades primarias (pérdida de la protección laboral y social, desarraigo, desamparo etc.) y estigmatizó en cambio la sospecha sobre las víctimas, alimentada por el primer plano de la criminalidad televisiva. La incertidumbre y el conflicto encabezaron la información mediante un discurso impregnado de violencia social y carente de significantes que trasciendan el acontecimiento visual. Tampoco la política –permanentemente interpelada por ese discurso– alcanzó a producir algo diferente que la propia retórica del lenguaje que designa esa tensión bajo el nombre genérico de inseguridad. A lo sumo el debate sobre el rigor estadístico. Es en ese contexto que importa reflexionar aquí sobre los escenarios discursivos construidos por los media en la Argentina, incluyendo un recorte sobre la agenda de los noticieros televisivos en un período particular de la democracia en el país. Situar esa problemática supone advertir la diferencia de contextos entre el momento en que surgieron las teorías sobre la agenda mediática y la extrema debilidad del discurso público frente al bloque corporativo cristalizado a comienzos de siglo. Luego de la crisis de 2001-2002 la Argentina recuperó un escenario de crecimiento y generación de empleo, con mayor autonomía respecto de los organismos financieros internacionales; las promesas no cumplidas por el mercado en la etapa anterior fueron transferidas luego a un sector público débil y desarticulado. Los medios orientaron la demanda insatisfecha sobre la salud, la educación, la seguridad y los conflictos sociales hacia la falta de respuesta de un Estado en bancarrota.

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Las articulaciones empresariales cocinadas al calor de los procesos de concentración y expansión horizontal de empresas de comunicación de los 90 harán sentir su ubicación en el tablero de los negocios.

El test de las petroleras La posición del Grupo Clarín con las petroleras, al comienzo de la gestión Kirchner, fue un claro anticipo. Resultó llamativa la postura y la edición del canal Todo Noticias (TN) con motivo del boicot lanzado en 2003 por el entonces presidente Néstor Kirchner al aumento del precio de los combustibles por parte de las empresas Esso y Shell. Por las circunstancias de la época (post crisis) y por tratarse de un área económica tan particular (con repercusiones en toda la cadena productiva) el conflicto entre el gobierno y algunas empresas petroleras significaba entonces un test importante en materia de gobernabilidad. Los medios de comunicación oscilaron con producciones de diverso sentido y algunas, como el caso de TN, intervinieron en el conflicto con un punto de vista favorable a las petroleras. El canal noticioso produjo un informe lacrimógeno (presentado por Fernando Carnota) propio de un melodrama pese a tratarse de un tema de amplia repercusión económica y social. Un virtual docudrama protagonizado por sufridos propietarios de establecimientos expendedores de combustible y sus fieles empleados condenados –en virtud del llamado presidencial al boicot de los aumentos de precios– a la ruina y el desempleo. Se puso en escena el caso de Heraldo Disico, dueño de una Estación Shell en el Cerro Las Rosas, Córdoba. La presentación de piso anunció que, como consecuencia del “boicot del presidente Kirchner y del bloqueo de algunos piqueteros, algunas estaciones Shell están a punto de cerrar”. La nota comenzaba con la profecía apocalíptica de un entrevistado anónimo (nunca presentado) quien pronosticó que “en tres o cuatro días la situación va a ser insostenible”. Para reforzar estos dichos el zócalo fijaba que: “Después del aumento, el cierre. Fuertes bajas en estaciones Shell”126.   Analizado en el artículo “Detrás de las noticias. Sobreactuación y lágrimas de los medios por la Shell”, Luis Lazzaro, Revista Veintitrés, año 2005.

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La trama producida por TN, con música cinematográfica (Titanic) y efectos de edición, fundió el drama y el documental para construir un enunciado que movilizara sentimientos de oposición en la audiencia bajo la apariencia de un informe periodístico sobre la agenda noticiosa. El fantasma de la desocupación –en un país que venía de bordear dolorosos récords en la materia– servía para ocultar la defensa del negocio de las concesionarias petroleras. De los múltiples puntos de vista –consecuencias para la población en general de los aumentos en las naftas, impacto en la economía, problemas de rentabilidad de empresas petroleras, etc.– el informe puso el ojo en el lugar del playero y sus empleados. El entrevistado anónimo no era otro que el titular de la cámara de expendedores anunciando “inminentes cierres de establecimientos”. En esta secuencia, el único desenlace posible para liberar la tensión dramática era el retroceso del boicot y, como consecuencia, el aumento de precios que requerían Esso y Shell. Esta última operación constituye en realidad el corazón del metamensaje inducido por la nota periodística. El eje tarifas-colapso energético también será moneda corriente durante toda la gestión Kirchner. Las crónicas anunciadas del apagón –que finalmente nunca ocurrió– permitieron además verificar un hilo conductor entre las sugerencias encubiertas de aumento tarifario y la embajada de Estados Unidos. El ejemplo energético es útil para examinar cómo la ineficacia de las empresas privatizadas en los 90 se trasforman en “apurones del gobierno”127 o una “embestida” contra empresas norteamericanas que en 2008 motivaron al embajador Earl Wayne a pedir “un trato justo”, según el Suplemento Económico de Clarín. “El Gobierno redobló ayer su embestida contra la distribuidora eléctrica Edelap que controla el grupo norteamericano AES con una doble jugada que apuntó a poner al descubierto la deficiencia del servicio y los crecientes inconvenientes que vienen sufriendo los usuarios”128.   Oña, A., “La crisis energética: los inocultables apurones del gobierno”, Diario Clarín, 14 de julio 2007. 128   Diario Clarín, “Redoblan la carga contra Edelap y Wayne volvió a pedir un 127

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En paralelo, los noticieros televisivos destacaron primero la “inminencia” de otro conflicto con los expendedores de combustibles, hasta llegar a los titulares de “¿Puede faltar combustible?” (TN), “Problemas con el combustible” (Canal 13), “Sin nafta, toda la bronca” (América), etc. Un año antes habían explicado que la ausencia del “colapso” energético obedeció a otra calamidad como la “recesión” pero, en lugar de pedir inversiones para impulsar la economía, reclamaron “bajar el consumo de luz y gas” y la implementación de un “verdadero plan de ahorro”129. Por otra parte, los usuarios “enfurecidos y estafados” por Aerolíneas Argentinas en tiempos de la gestión española del grupo Marsans (cuando el índice periodístico apuntaba falta de gestión estatal) dejarán de ser el punto de vista de la noticia para ceder el protagonismo a la “tensión” con España en el momento en que el Estado argentino nacionalice (“expropie”, según TN) la aerolínea de bandera. El subtexto será siempre funcional a los ganadores de las privatizaciones de los 90 y a la tensión con políticas de recuperación de la responsabilidad estatal. El recurso se multiplicará hasta el hartazgo años más tarde a partir de las secuencias discursivas construidas sobre la inseguridad y el lock out patronal de los exportadores agropecuarios. El libreto de los medios privatizados, que apuntó antes a cuestionar el rol del Estado promoviendo el protagonismo del mercado, enfocó después la atención en la dificultad de las agencias públicas para resolver los conflictos sociales emergentes del repliegue estatal y la concentración económica. En este nuevo escenario la criminalidad dejó de ser un asunto policial para adquirir una dimensión política, bajo el concepto de la inseguridad ciudadana. Las repercusiones sociales de ese discurso terminaron por configurar alianzas y candidaturas políticas alrededor de la figura de Juan Carlos Blumberg, padre de un joven secuestrado y asesinado en 2004. trato justo”. El embajador de EE.UU. defendió a la empresa. Suplemento iEco, 11 de diciembre de 2008. 129   Ídem, Clarín, “La crisis energética”, 14 de julio 2007.

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Hacia 2005, un informe del Indicador de Violencia Televisiva (IVTV), difundido por el Comfer reveló que en los noticieros de la televisión de aire se difundía una noticia con violencia cada 15 minutos. Así como ocurre con los programas de ficción, la tasa de noticias con violencia crece en los noticieros de mayor audiencia. El estudio reveló que la violencia de los noticieros se manifiesta fundamentalmente en cinco campos temáticos bien diferenciados de la agenda de noticias: a) Informaciones relacionadas con temas policiales (crímenes pasionales y otros crímenes de naturaleza privada) y noticias relativas a la problemática de la inseguridad urbana (distintas variantes del delito); b) Noticias del exterior, fundamentalmente las crónicas de los escenarios privilegiados de guerra y el terrorismo; c) Crónicas de violencia correspondientes al rubro accidentes y catástrofes; d) Informaciones con violencia que los noticieros suelen asociar a distintas manifestaciones del conflicto social (huelgas, marchas de protesta, piquetes, resistencias a desalojos, etc.); e) La violencia en eventos deportivos130. En la misma línea, una sistematización de titulares de los noticieros televisivos centrales en televisión abierta realizado en el primer semestre de 2007 apoya empíricamente las conclusiones que integran este capítulo131. El trabajo examinó el tratamiento dado por la televisión abierta, en ese lapso, en plena campaña de renovación presidencial, a los temas de interés general y en particular a los delitos contra la propiedad y las personas. El relevamiento demostró que el crimen, la violencia y las amenazas a la integridad personal de los ciudadanos   Indicador de Violencia Televisiva (IVTV), Dirección de Fiscalización y Evaluación de la Dirección Nacional de Supervisión y Evaluación del Comfer Evaluación sobre 172 casos, abril de 2005. 131   El material integró el trabajo final de la Especialización en Educación, Lenguaje y Medios, Posgrado de la UNSAM (2008) y se publicó en el periódico Miradas al Sur bajo el título “Miedo en las pantallas. La incertidumbre en los medios” (octubre 2008). 130

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dominaron absolutamente el temario periodístico ofrecido al público en dicho período. A diferencia del abordaje periodístico tradicional, cuando la información sobre el crimen y el delito formaba parte de la crónica roja de la sección policiales, ahora se trataba de un discurso que –diagnosticado genéricamente como inseguridad– comenzó a atravesar tanto a los medios como a diferentes actores sociales, en buena medida artífices de las políticas que dominaron aquella década. En un análisis más extenso podría comprobarse que la agenda noticiosa incluye secuencias temáticas que pueden o no vincularse con la importancia social, nacional o local de los acontecimientos que se abordan. El punto es que el conjunto del dispositivo se enfoque sobre lo mismo y, simultáneamente, ignore o descarte otros temas: es esto lo que construye socialmente el estatuto de la realidad y no la realidad misma. La valoración producida en este caso sobre el acontecimiento orienta la lectura en una sola dirección: el miedo domina la vida social a causa de la inacción gubernamental en la represión del delito. La repetición descontextualizada (en tiempo y lugar) potenciará el efecto semiótico y político de estos discursos. No se narran noticias, se reiteran videoclips del delito.

Pantallas violentas El recurso criminal en la agenda televisiva no es un asunto nuevo ni local. Su articulación transgenérica con el policial y otros géneros ficcionales, sumada a la espectacularidad orientada a captar consumidores, son parte de viejos recursos de la TV comercial. Mc Combs cita un viejo axioma del periodismo que rezaba: “Dame treinta minutos en la comisaría y te daré una oleada de crímenes”. En resumen, dice: “la inseguridad ciudadana y la preocupación por la delincuencia como problema social tienen muchos más que ver con la agenda mediática que con las realidades de la delincuencia en el vecindario, el área metropolitana o el conjunto del país”132. La crónica policial ha sido históricamente un género de la produc  Mc Combs, Maxwell, Estableciendo la agenda. El impacto de los medios en la opinión pública y el conocimiento, Paidós Comunicación, 2006, p. 67.

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ción periodística, cuya circulación discursiva ponía en foco el análisis social, biográfico y psicológico de los criminales, así como la investigación judicial y policial, contenidos todos que dialogaban con formatos clásicos de la ficción, tanto literaria como audiovisual. El hecho policial no interpelaba al poder político ni establecía una psicosis de pánico colectivo; era simplemente parte de una crónica sobre el delito que mostraba los desajustes y retrasos de una sociedad en el contexto de una ilusión de progreso típica de la modernidad. Pero a partir de los procesos de concentración y articulación del dispositivo multimedia –como vimos en los capítulos anteriores–, la violencia y el crimen dejaron de ser unidades de información aisladas dentro de múltiples focos de atención periodística para convertirse en el eje principal del discurso audiovisual. El ciudadano en peligro resulta entonces una construcción de época en la que conviven la ausencia de protección social y la intimidación de los medios. Representa no solo al consumidor individualizado que no puede cambiar de canal por la fascinación del terror, sino también una categoría política que fortalece la capacidad de intervención de las corporaciones de medios en la disputa por mayores espacios de poder. La decisión política del ciudadano se encuentra entonces, en cierta manera, interferida por la coexistencia con las narrativas fragmentadas de la televisión: “La información televisiva cotidiana presenta por tanto una situación de aprendizaje imposible: el público es asediado por informaciones fragmentarias, totalmente inapropiadas para formar un marco cognoscitivo adecuado a las opciones que el elector deberá llevar a cabo”133.

Si bien es cierto que el relato audiovisual, especialmente en su formato televisivo, plantea normalmente una transgresión y hasta una incertidumbre inherente a la definición de la noticia, como algo llamativo, diferente y –en lo posible– espectacular, la carretera por la que circulan tales productos en su vínculo con el público no es azarosa o 133   Wolf, Mauro, La investigación de la comunicación de masas, Instrumentos Paidós, 2007, p. 169.

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espontánea. Depende tanto de las condiciones de producción (móviles, recursos, cámaras, etc.) como de sus condiciones de emisión. Esta suma de componentes serán determinantes en la construcción de un significante que, muchas veces, es independiente de la noticia misma. En tales condiciones, las audiencias ven mermadas sus posibilidades de recepción crítica, tienen una vida política atravesada por las representaciones (mediáticas) partidarias y de la dirigencia, y lo mismo sucede con otras esferas de participación social. Las vías y puentes de comunicación que funcionaron en tiempos de movilidad social, participación y organizaciones contenedoras están cortados por las mismas circunstancias que fragmentaron el tejido social. La concentración mediática y la disputa política en la Argentina le darían un encuadre particular a este fenómeno. Es significativo el contexto en que proliferó la “oleada de crímenes” en la Argentina en una particular coyuntura. El año 2007 fue el de la primera renovación presidencial post crisis y la economía registraba valores positivos consecutivos por quinto año. En vísperas del traspaso del mando presidencial –hacia fines de año– Clarín aseguraba que “la herencia económica que recibe la Presidenta es la mejor que se haya visto en una transición en los últimos 25 años, desde la vuelta de la democracia”134, en tanto que las consultoras privadas subrayaban que “casi todos los sectores presentan un fuerte incremento y, por primera vez tras la salida de la convertibilidad, es mayor el aumento de los servicios que el de los bienes”135. Los relatos sobre el ciudadano en peligro coinciden, entonces, con un período de recuperación de los principales indicadores económicos y sociales136, con cinco años de estabilidad luego de la gravísima crisis del 2001. Según una publicación especializada de consultores económicos vinculados con la ortodoxia neoliberal, la economía creció hacia octu  Campanario, Sebastián, “Con la mejor herencia económica en 25 años y siete desafíos”, Diario Clarín, 9 de diciembre de 2007, pp. 12-13. 135   Ecolatina, Consultora en Economía y Empresas. Informe Económico Semanal 645, 28 de diciembre 2007. 136   Diario Clarín: “Cristina asume con la tasa de crecimiento del PBI más alta para una transición presidencial”, Buenos Aires, 9 de diciembre de 2007, pp. 12-13. 134

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bre de 2007 un 9,4% en términos interanuales, resultando “el mejor registro desde el inicio de la recuperación económica”: “El dinamismo de la actividad económica durante los primeros diez meses de 2007 respondió al fuerte crecimiento del consumo (más de dos tercios del PBI), que continúa motorizando el crecimiento económico, impulsado por una activa política fiscal de estímulo a la demanda agregada vía incrementos salariales, de haberes jubilatorios, subsidios y aumento del gasto público. En este sentido, los volúmenes de ventas en supermercados crecieron un 15.4% en el acumulado enero-octubre 07, en relación a igual período de 2006, siendo el mejor registro desde el inicio de la recuperación económica”137.

Sin embargo, la escena está dominada por el peligro y la población responde a la consigna. En una encuesta de Ipsos-Mora y Araujo del mismo año, el 10% de la población económicamente activa del país (2,5 millones de personas) reconoció tener un arma, “para defenderse de los delincuentes”. “Según la Fundación Lebensohn (Red Argentina para el Desarme), todos los días la prensa difunde una muerte, por arma de fuego, que no tiene relación con la inseguridad. Son suicidios, accidentes, crímenes pasionales. Entre 1997 y 2005 hubo 31.043 muertes por armas de fuego en la Argentina (Fuente Universidad de San Andrés). El Estado ha lanzado un programa nacional de entrega voluntaria de armas de fuego. Ya se recolectaron cerca de 60.000, a razón de 687 por día. En octubre último (2007) 20.000 fueron destruidas”138.

Un análisis sobre el comportamiento televisivo en la época permitió clasificar los títulos de 70 jornadas periodísticas entre febrero y junio de 2007 sobre un total de 350 noticieros de los canales de televisión abierta de la Ciudad de Buenos Aires en prime time. Ello permitió establecer un total de 1446 titulares, que se agruparon alrededor de nueve grandes ejes de articulación.   Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) Newsletter Economía & Regiones, Director. Rogelio Frigerio, 20 de diciembre de 2007, Buenos Aires, www.economiayregiones.com.ar. 138   Revista La Nación, “Crímenes banales”, Diario La Nación, 28/11/07. 137

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El resultado fue que 356 titulares correspondieron a Inseguridad y Violencia, 227 a Información general, 234 a Información política (incluyendo la campaña electoral presidencial), 181 a Gestión gubernamental, 132 a Accidentes y Catástrofes, 105 a Justicia y Derechos Humanos, 105 a Conflictividad social, 74 a Clima y medio ambiente y 35 menciones para Noticias internacionales. En suma, durante el primer semestre de 2007, los noticieros centrales de la televisión local dedicaron casi la mitad de sus títulos de apertura a la información de crímenes, accidentes y amenazas contra la vida y la salud de las personas, así como convulsiones en las provincias. La “agenda del miedo” duplicó la cantidad de menciones en titulares que las que correspondieron a la información política y electoral139. El agrupamiento temático de los titulares puso de manifiesto que 533 menciones (más de la tercera parte del total) correspondieron a situaciones de riesgo para la integridad de las personas e instituciones –incluyendo crímenes, delitos, catástrofes y atentados–, en tanto que otra buena parte se destinó a la cobertura de conflictos provinciales e institucionales –a veces también violentos– en conjunto con las campañas electorales. Semejante profusión de violencia televisiva no responde solo a (y promueve) comportamientos sociales, sino que tiene un claro sentido político. La transferencia de sentido en la sociedad del individuo atemorizado hace que se delegue la responsabilidad personal y se adjudiquen al gobierno en cabeza del Estado todas las explicaciones sobre las dificultades cotidianas (seguridad, salud, protección social, etc.), aun cuando su carencia está directamente vinculada con las políticas privatizadoras y de desmantelamiento de la estructura pública durante los 90. La prédica de resignificación ideológica de los conflictos sociales y la deshistorización de los pools mediáticos –surgidos durante el período neoliberal– ha sido sumamente efectiva. Desaparecen la responsabi  La cuenta no incluyó en ese renglón los discursos de campaña que tematizaron esa misma agenda (la inseguridad), ni tampoco las situaciones de violencia e inestabilidad (asesinato de un maestro en Neuquén, caída del gobierno en La Rioja, crisis en Santa Cruz) que tienen origen político o institucional y por lo tanto deben ubicarse en este rubro (política), aunque remitan a situaciones intimidatorias.

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lidad social y también la individual, en tanto que el comportamiento depredador de los grupos económicos y financieros –que terminaron incautando bienes y depósitos personales al comenzar el siglo– como el endeudamiento público y la precarización de la vida personal serán reclamados como inoperancia gubernamental. La inseguridad individual, social e institucional causada por la imposición de recetas de mercado se narrarán como limitaciones de la política. En particular a partir de 2003 cuando la gestión gubernamental asuma un rol de reparación, desendeudamiento y salida del esquema individual neoliberal. Los agentes económicos y financieros responsables de la crisis transfieren la carga simbólica a la clase política y recuperan prontamente su prestigio sobre la base –otra vez– de poner los costos en la cuenta del Estado, cuya capacidad de gestión se ocuparon, previamente, de anular. La herencia del desamparo neoliberal se superpone con las huellas de otros traumas que ha vivido la sociedad entre 1976 y 2003 (Dictadura, Malvinas, hiperinflación). El desamparo social se constituye en un importante factor de inseguridad que induce al resentimiento, la actitud defensiva y el rechazo hacia el pluralismo y la diferencia. La inseguridad tanto social como civil parecen caras de una misma moneda. La problemática de la inseguridad es, de algún modo, el retorno de las clases peligrosas, como la cristalización en grupos situados en los márgenes de todas las amenazas que entraña en si misma una sociedad. El “riesgo argentino” tiene un plus por sobre el fenómeno global de la incertidumbre que acompaña la globalización y la posmodernidad. La emergencia de una “sociedad del riesgo”, abordada en diferentes trabajos por investigadores como Ulrich Beck y Robert Castel, parece potenciada en nuestro caso. Ambos investigadores sociales analizan que el principio de la incertidumbre es lo que gobierna el porvenir de la civilización. Ella se refiere no solo al sentimiento de frustración acerca de la seguridad perdida sino que obliga a distinguir entre los riesgos provocados por las contingencias de la vida que pueden ser socializadas y las amenazas que se reconocen pero de las cuales no nos podemos proteger. Dice Castel que “la problemática de las protecciones se redefine

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alrededor de la figura del individuo moderno que vive la experiencia de su vulnerabilidad”140. La fragilidad de la vida social en las condiciones actuales –que será permanentemente invocada por los medios– produce ese vacío que solo se completa con lo que Castel denomina una “búsqueda desenfrenada de seguridad”. “La inseguridad moderna no sería la ausencia de protecciones. Sino más bien su reverso, su sombra llevada a un universo social que se ha organizado alrededor de una búsqueda sin fin de protecciones o de una búsqueda desenfrenada de seguridad”141.

En la profusión de noticias sobre el crimen, el dato principal parece ser que “se ha producido otro hecho policial”, cuando el mensaje subyacente sería “la delincuencia se ha descontrolado y las autoridades no reprimen”. En esa secuencia narrativa intervienen tanto los crímenes pasionales como problemas de violencia social o deportiva142. El protagonismo del miedo y la desprotección individual en la agenda de la época coincide con el pase de las “biografías de bienestar” a las “biografías del riesgo” que caracterizan la emergencia de la “socie  Castel, Robert, La inseguridad social. ¿Qué es estar protegido?, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 2004, p. 14. 141   Castel, Robert, op. cit., p. 12. 142   Dentro de la muestra analizada aparecen en primer lugar los crímenes de tipo pasional o de impacto mediático (casos Belsunce y Dalmasso, “panadero mató a la vecina”, “mató a la novia y al suegro”, etc.), acompañados de episodios protagonizados por ricos o famosos (serie de robos en los countries, “asaltaron al conocido periodista Lage”, etc.), y también casos de violencia deportiva (“Di Zeo prófugo”, “Impunidad barrabrava”). La agenda incluye el seguimiento de casos judiciales y/o mediatizados (“gatillo fácil condenado”, “Di Zeo condenado”, “ordenamiento de travestis en la zona roja”, etc.), casos genéricos (“diez minutos de terror”, “motochorros al ataque”, “encañonaron menor en Flores”, “abuela golpeada”), violaciones y episodios del género delictivo policial como casos de secuestro de personas (“secuestros express”, “toma de rehenes en Flores”) y empleo de armas de fuego (“salidera y balazos”, “tiroteo en el country”, “balearon al futbolista Paredes”). Finalmente otras cuestiones que denotan los nuevos conflictos y problemáticas sociales como el fenómeno de los “patovicas” que ejercen la violencia contra menores con sentido discriminatorio, o los permanentes motines en las cárceles por falta de condiciones dignas de reclusión. 140

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dad del riesgo”143 al fin de la modernidad, según el análisis que realiza el sociólogo alemán Beck. En la fase de la sociedad de riesgo mundial: “... se produce el retorno de la incertidumbre, no solo en el sentido de que se pierde la confianza en que las instituciones claves del mundo industrializado –economía, derecho y política– estén en condiciones de contener y controlar las consecuencias amenazadoras que ellas engendran con los instrumentos a su disposición, sino también en el sentido de que –de manera transversal a las clases de ingresos– las biografías del bienestar se conviertan en biografías del riesgo, que pierden la seguridad material futura y la identidad social”144.

En esa identidad en disputa, la pertenencia social también pasa por la defensa individual frente a ese mundo amenazante. La fotógrafa Ananké Asseff, quien retrata familias e individuos que se arman para la defensa personal, desarrolló una interesante reflexión sobre el tema en una entrevista publicada en uno de los diarios más tradicionales del país. Assef fundamentó el encuadre de sus retratos indicando que: “… es una metáfora, no de una amenaza efectiva, sino de una condición general de la vida humana de nuestros días, en la que los sujetos adquieren ciudadanía mediante la construcción compleja de su propia inseguridad”145.

Tales situaciones operan sobre la huella del desasosiego como sentimiento global impuesto por el cambio de época. La “angustia” del pasaje a la nueva etapa productiva y social. Como el estado del tiempo, los precios de las mercaderías, los asuntos familiares, etc. la inseguridad se convierte en tema obligado del encuentro social. La inclusión del sujeto en la vida social requiere de algún   Beck, Ulrich, “Prólogo: Hijos de la libertad: contra las lamentaciones por el derrumbe de los valores”, Hijos de la libertad, p. 23, Fondo de Cultura Económica, 1999. 144   Beck, Ulrich, op. cit. 145   Revista La Nación, “Crímenes banales”, noviembre de 2007. 143

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contacto o conocimiento personal relacionado con esta agenda. Las revistas dominicales de los diarios de mayor circulación –vinculados empresarialmente con canales televisivos– abren sus ediciones con “El mapa del miedo”146, publicando una imagen satelital de la ciudad de Buenos Aires en un discurso coincidente con la agenda de la inseguridad de la TV. Poco después algunos empresarios, cuyo ADN financiero revela la pertenencia al mundo de los 90, como el futuro socio de América, Francisco de Narváez, se lanzarán a la arena política haciendo campaña con su propio mapa de la inseguridad.

El crimen en continuado Las nuevas culturas electrónicas establecen vínculos particulares entre medios y espectadores, a los que apela especialmente la televisión con sus formatos, recursos y modos de narrar. El afán de retener a la audiencia establece en los noticieros una tensión intergenérica cuyo riesgo es que la puesta al aire se resuelva en perjuicio de la información veraz. La dramatización y el empleo de recursos de edición aplicados a la producción de contenidos informativos en combinación con la irrupción de los canales de noticias de 24 horas, obligan a una gimnasia textual –y en este caso a una permanente convivencia con el crimen y el delito en el living del hogar– que también configura una sensibilidad de época. En “El ciudadano imprevisible”, Ronald Hitzler analiza el problema en su dimensión global. “… la inseguridad provocada día a día no encuentra aún, por cierto, ninguna explicación; pero se vuelve quizás más comprensible sobre el trasfondo de la pérdida de certezas tradicionales, de la penetración multicultural en los ámbitos próximos, de las extrañezas y los cuestionamientos que invaden por doquier a cada individuo. Pues esa penetración del ámbito próximo por lo extraño, por todo aquello que uno no conoce y que, por ende, no tiene bajo control, despierta, por lo visto (…) un miedo arcaico, por así decir, antro  Revista Viva, Diario Clarín. 9 de marzo de 2008.

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pológicamente preparado y diariamente reelaborado a través de los medios”147.

La morbosidad y la violación de la privacidad constituyen recursos permanentes en la captación de audiencia. Entre los casos privados que encabezan la serie de asuntos criminales incorporados al macrodiscurso de la inseguridad, el de Nora Dalmasso incluyó además la difusión en noticieros televisivos (América TV) de algunas fotos del cadáver y la habitación donde fue hallada muerta. Al respecto, el COMFER consideró que la exhibición “no aporta ni tiene ningún valor periodístico para el televidente, sino que suma y favorece el exhibicionismo y la morbosidad de la que hacen uso la mayoría de los programas, además de manifestar el mal tratamiento de la información”148. Las imágenes de la morgue no pueden dejar de asociarse con la emergencia de múltiples ofertas de la ficción televisiva que transcurren en el ámbito de la patología forense o de la investigación policial y/o judicial. En otras palabras, una vez trazada la huella interpretativa, los textos y elementos de los mensajes asociados genéricamente con el sentido principal se organizarán en una y la misma dirección. El interés del discurso se vincula directamente con la enunciación que lo hace posible, que a su vez depende del dispositivo emisor. La coherencia discursiva surgirá, finalmente, del conjunto de la operación. Es interesante ver cómo –en la sociedad del riesgo– la ausencia de responsabilidad individual lleva a que los responsables de la primera o segunda causa de muerte violenta en el país (los accidentes de tránsito) carezcan de cualquier sentimiento de culpa frente al daño irreparable producido por su desempeño al volante. El mismo ciudadano que vive atemorizado por la presunta “inseguridad” de la vida cotidiana (anclada referencialmente en el robo violento por los medios masivos) es responsable material por la muerte de entre   Hitzler, Ronald, “El ciudadano imprevisible. Acerca de algunas consecuencias de la emancipación de los súdbitos”, en Ulrich Beck, Hijos de la libertad, p. 173. 148   Diario Página 12, “La justicia frenó la difusión de las fotos del caso Dalmasso”, Fuente: Agencia Telam, 2 de julio de 2007. 147

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7000 a 10.000 personas por año, hechos de los que no se siente culpable. Un informe de la Dirección Nacional de Política Criminal reveló que en la Argentina, de los 6453 homicidios registrados durante 2005, más de la mitad (3443) fueron homicidios culposos en hechos del tránsito. “Los datos son brutalmente elocuentes. Sin embargo, hace tiempo dejaron de sorprender, como si morir en el asfalto fuese una triste fatalidad, una bala perdida que ‘si te toca, te toca’, y no un problema humano. Entonces, la radiografía da muy mal: muestra que, en la Argentina, entre 7000 y 10.000 personas mueren al año en accidentes de tránsito; que otras 100.000 resultan heridas; que el país ostenta una altísima tasa de mortalidad vial por cada 100.000 habitantes; que las pérdidas económicas suman miles de millones de dólares; que las víctimas fatales del tránsito representan el 53% de los homicidios ocurridos en el territorio nacional”149.

Un trabajo presentado al Congreso Marplatense de Psicología por tres especialistas (Zanghellini, La Rocca y Del Buono), realizado durante 2009 en coordinación con la Fiscalía de Mar del Plata, reveló que los responsables de muertes en accidentes carecen de una respuesta afectiva a la tragedia: “no sienten culpa ni dolor”. Según las investigadoras de la Universidad Nacional de Mar del Plata, “el fenómeno que aparece con tanta crudeza en el terreno de la inseguridad vial no es ajeno a lo que está sucediendo en nuestra cultura, que promueve el individualismo y no facilita, justamente, el encuentro solidario entre las personas”, informa La Nación. En su trabajo describen la falta de credibilidad generalizada en la Justicia, el descrédito o desautorización de las figuras representativas del poder, el vaciamiento de sentido del proceso judicial y del sentido de la pena y un extrañamiento respecto de los derechos, deberes y responsabilidades. Aparece diluido o distorsionado el concepto de responsabilidad in149   Diario Perfil, 14-01-07, “La Argentina lidera el ranking de muertes por accidentes”, Rosario Net.

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dividual, hecho que no es difícil comprobar en diferentes escenas de la vida cotidiana, destaca el informe periodístico. “En tanto se responsabiliza a los representantes del gobierno y la Justicia, se desresponsabilizan los sujetos en tanto ciudadanos. Queda la idea de que siempre la solución debe venir desde arriba”, señala una de las autoras de la investigación150. El desapego social y la cultura insolidaria serán, en buena medida, los contravalores centrales a resolver en un modelo de recuperación de ciudadanía. Lo que se juega, en suma –y tal como lo señala Castel en La metamorfosis de la cuestión social– es la existencia misma de la Nación. “La ‘cuestión social’ es una aporía fundamental en la cual una sociedad experimenta el enigma de su cohesión y trata de conjurar el riesgo de su fractura. Es un desafío que interroga, pone en cuestión la capacidad de una sociedad (lo que en términos políticos se denomina una nación) para existir como un conjunto vinculado por relaciones de interdependencia”151.

Tal y como lo establecen las teorías que analizaron el proceso de establecimiento de agenda, no se trata solamente de la construcción temática o del recorte periodístico instalado por los medios como “datos relevantes de la realidad” sino de su intervención dentro del patrimonio cognoscitivo de los destinatarios. “En el centro de la problemática de los efectos está pues la relación entre la acción constante de los mass media y el conjunto de conocimientos sobre la realidad social, que da forma a una determinada cultura interviniendo en ella en forma dinámica. En esta relación son importantes tres características de los media: la acumulación, la consonancia, la omnipresencia”152.

  Tesy de Biase, “Matan con el auto y no sienten culpa”, Diario La Nación, 16/01/10. 151   Castel, Robert, Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del asalariado, Buenos Aires, Paidós, 1997. 152   Wolf, Mauro, op cit., Los efectos a largo plazo, p. 162. 150

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Después de haber triunfado por un amplio margen en las elecciones de 2007, Cristina Kirchner aludió de esta manera al fenómeno de la construcción intimidatoria de los medios: “Hay una direccionalidad de la información sobre inseguridad. Escuché a un comunicador contar que una persona entrevistada le dijo a un encuestador ‘¿de qué me sirve ganar más plata si me van a matar?’. No importa tener gobiernos que consigan trabajo o que mejoren el poder adquisitivo de los trabajadores, lo importante es que den seguridad...”153. La puja por el modelo económico y social encontró entonces a los medios concentrados claramente alineados en el bando del poder económico, tal como se reveló a partir del lock out patronal de los productores agropecuarios en el año 2008. Las denuncias realizadas por instituciones como la Facultad de Ciencias Sociales o el Observatorio de la Discriminación en los Medios son elocuentes sobre el rol jugado por el dispositivo durante el conflicto. Claramente se confirma el principio de criminalización de la escena social. “La aparición de tramas o narraciones que coloquen a los colectivos como causa de problemas sociales (desempleo, delito, violencia, etc.) o responsables de situaciones de peligro para la ‘moral’ o la ‘seguridad personal’, de ‘ciudadanos’ en este caso (esto es lo que se conoce como ‘criminalización’ de grupos o movimientos) fue práctica común en las coberturas analizadas”154.

También se subrayó que los sectores opuestos al interés económico en juego fueron presentados por los medios audiovisuales como “grupos de choque” frente a ciudadanos movilizados, generando una construcción prejuiciosa. El Observatorio de la Discriminación apuntó que “en las coberturas informativas analizadas existieron formas discursivas que, sobre la base   Entrevista en Página 12 por Ernesto Tiffenberg, Mario Wainfeld y Fernando Cibeira, noviembre de 2007. 154   “Informe sobre el tratamiento televisivo de las repercusiones de las medidas agropecuarias”, Observatorio de la discriminación en radio y televisión, Comité Federal de Radiodifusión –COMFER–, Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo –INADI– y Consejo Nacional de la Mujer –CNM– constituido en 2005. 153

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de estructuras simbólicas discriminatorias, sirvieron para deslegitimar las acciones, segregar y rechazar la presencia de grupos de personas por sus características personales, en la medida en que estas características responden a pautas clasificatorias estigmatizantes vigentes en la sociedad, que los medios de comunicación tienen la responsabilidad de desarticular en acción mancomunada con el Estado y las organizaciones de la sociedad civil”. Consultores económicos, políticos y medios de comunicación diversos pronosticaron y alentaron un escenario de incertidumbre y catástrofe durante todo 2008. No se referían al mundo global sino a la periferia, a la nueva geografía política de Latinoamérica, y más precisamente a la Argentina. El colapso finalmente se produjo, pero en el mundo de la globalidad virtual de las transacciones económicas. En el centro mismo de la burbuja –también periodística– desde la cual se alzaron los dedos admonitorios. Sin embargo la narración mediática acomodó siempre la percepción del público en un mismo sentido. La amenaza era local y no global. Hasta donde pudo, la representación dominó la realidad. Y buena parte de la opinión pública nacional creyó vivir en el escenario caótico y destituyente construido por las corporaciones periodísticas. Esas mismas usinas –locales o trasnacionales, integrantes de una misma comunidad de negocios– proyectaron el escenario hacia el nuevo año. Anunciaron a través de diarios locales el posible default argentino en 2009, informando que hubieran preferido contar con los dineros de los jubilados (devueltos a la administración estatal solidaria) para el pago de las acreencias de los grupos financieros trasnacionales. Crónicas de la época exhiben a los gurúes del neoliberalismo pronosticando la debacle. Tal el caso del economista Manuel Solanet en la reunión anual de FIEL: “Ya hay una tendencia recesiva y es muy probable que continúe porque hay una fuerte restricción crediticia, altas tasas y la gente retirando los depósitos y refugiándose en el dolar”155   El Cronista Comercial. 7 de enero de 2009. “Los economistas proyectan crecimiento negativo para 2009”, en el marco de la Conferencia Anual de FIEL en el Sheraton de Pilar. 155

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El Instituto Internacional de Finanzas (IIF) se mantuvo inmutable en medio de la crisis internacional pronosticando la catástrofe argentina sin asumir la propia. Se trata de la corporación que agrupa a los bancos internacionales socorridos en 2008 por los gobiernos de Estados Unidos y Europa para evitar su propia quiebra (como había sucedido en 2001 en Argentina). Pese a la dudosa credibilidad de la fuente, los medios locales no dudaron en titular sus ediciones con los pronósticos sombríos sobre la Argentina. En ese juego de ilusiones, las plataformas productoras locales jugaron siempre el mismo juego: nunca avisaron del peligro real, en este caso el frente externo. Por el contrario lo construyeron como fiscal e inquisidor a través de instituciones como el IIF, las calificadoras de riesgo, las embajadas de los países que concentran las principales empresas globales, los portavoces de la geopolítica unipolar y los columnistas a sueldo de aquellos mismos intereses. Todo intento de cambio o reforma del sistema hegemónico será informado como una situación conflictiva que altera la armonía social. Toda convocatoria al consenso por parte de los actores de la política será entonces un metamensaje destinado a que se resignen las posturas de transformación que tocan intereses del poder concentrado. Esa idea remite a lo que Noam Chomsky describe como “fabricación del consenso alrededor del sistema de poder” del mercado. En esa línea, también se presentará como conflictiva o disruptora cualquier iniciativa que ponga en debate la acumulación previa del dispositivo multimedia (convertido ahora en el actor concentrado de la comunicación de masas) que antepondrá, frente a cualquier señal de cambio, la secuencia temática de la persecución a la prensa. Si bien al momento del cambio gubernamental de fines de 2007 el grupo más poderoso de medios del país (Clarín) consigue una primera luz verde para cerrar el anteúltimo paso (fusión de los majors del cable, Cablevisión y Multicanal) antes de la suma total del poder en el mercado convergente (captura del mercado telefónico), la firme postura gubernamental frente a la operación desestabilizadora de empresarios rurales (2008) y la persistencia de la movilización social (a través de la Coalición por una Radiodifusión Democrática) para democratizar el sector, cambiarán las reglas de juego.

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En defensa del público Algunas barreras testimoniales han persistido en mundo desarrollado, como señal de que el Estado también debe aquí jugar algún papel, al menos en un escenario de equilibrio de poderes del sistema democrático. Se trata de las regulaciones en cuanto a la propiedad de medios, en materia de responsabilidad social y de protección de los espacios audiovisuales propios o sectoriales. La certeza de que un marco apropiado es necesario para evitar abusos lo suministran algunos ejemplos de los Estados Unidos o Gran Bretaña. Las normas de “El Público y los Radiodifusores” supervisado por el Mass Media Bureau de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de los Estados Unidos156, o el Code of Contents correspondiente a la Televisión Independiente (ITC) –privada– de Gran Bretaña157 apuntan a encontrar un punto intermedio entre la libertad de expresión, la protección de los usuarios y consumidores y el derecho a la información de los ciudadanos. Y se refieren expresamente a los contenidos y su tratamiento en los medios. El punto es parte de otro debate que   Regulaciones vigentes en los EE.UU.: THE PUBLIC AND BROADCASTING, June 1999, Mass Media Bureau, Federal Communications Commission (FCC). TABLE OF CONTENTS, Capítulos: BROADCAST PROGRAMMING: BASIC LAW AND POLICY (The FCC and Freedom of Speech · Access to Station Facilities · Retention of Material Broadcast · Personal Attacks · Political Editorials · Station Identification · BROADCAST PROGRAMMING: LAW AND POLICY ON SPECIFIC KINDS OF PROGRAMMING · Broadcast Journalism · Political Broadcasting · Broadcasts by Candidates for Public Office · Political Editorials · Children's Television Programming · Criticism, Ridicule, and Humor Concerning Individuals, Groups, and Institutions· “Clear and Present Danger” · Obscenity and Indecency · Violent Programming · The V-Chip and TV Program Ratings · StationConducted Contests · Broadcast Hoaxes · Lotteries · Soliciting Funds · Broadcasting Telephone Conversations. 157   Regulaciones vigentes en Gran Bretaña. Broadcasting Standards Regulation, Edited by Andrea Millwood Hargrave, Director of the Joint Research Programme Broadcasting Standards Commission and Independent Television Commission, November 2003. Capítulo: EDITORIAL INTEGRITY, FAIRNESS, IMPARTIALITY AND ACCURACY: Opinions of the News, How trustworthy is the News?, What do “impartial”, “fair” and “accurate” mean in relation to news coverage?, Bias, partial News and the “British” perspective, Should we have access to opinionated News?, Access to foreign television news channels, Issues of editorial integrity and sponsorship. 156

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inauguró la puesta en agenda de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en la Argentina: el de la política pública en la comunicación y los niveles tolerables de concentración mediática para la salud de la democracia. La posibilidad de manipulación de la audiencia merced a la potencia simbólica del discurso audiovisual es por lo tanto un aspecto explícito de las regulaciones habituales de los países con mayor desarrollo en la materia. La imposición de pautas éticas (determinación explícita de los puntos de vista, uso de los tiempos y de la argumentación, diferencias entre información y opinión) y técnicas (referencias visuales identificatorias de los sujetos discursivos, de la temporalidad y de los recursos de edición, etc.) permiten el establecimiento de reglas de juego destinadas a proteger los derechos del receptor. Sistemáticamente, las corporaciones locales se han negado a aceptar tales pautas, adhiriendo a una teoría de la autorregulación que no existe en el mundo desarrollado. La exposición al discurso de no-ficción por parte de los espectadores ha merecido diversas prevenciones por parte de los organismos regulatorios de todo el mundo, a sabiendas de la desigualdad de fuerzas entre el individuo receptor y el dispositivo productor. “El poder de captura de los (discursos) no-ficcionales es quizás mayor (que el de los ficcionales); tal vez no haya momento en el que olvidemos que lo que estamos viendo es también una construcción como en el caso de los textos no-ficcionales, y la razón es evidente: lo que se ve no es imaginario sino real”158. Diferentes países, como Gran Bretaña, establecieron en su Código de Contenidos algunas reglas que restringen la posibilidad de manipulación de la audiencia mediante el uso de diferentes géneros y recursos técnicos en la programación noticiosa. La Sección Segunda del Código de la Televisión Independiente de Gran Bretaña (ITC Programme Code), dedicada a la privacidad y a las reglas de obtener y suministrar información establece severas exigencias en el tratamiento de los asuntos actuales de controversia política o industrial o del orden público.   Carlon, Mario, op. cit., p. 63.

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El punto 2.5 (Edición de entrevistas) advierte que la manipulación técnica de los reportajes no debe alterar la sustancia ni modificar las opiniones originales del entrevistado y sugiere la inserción de subtítulos aclaratorios de lugares y fechas para facilitar la comprensión del espectador. El uso de las reconstrucciones dramatizadas en programas de actualidad constituye “medios legítimos de obtener la mayor autenticidad, siempre y cuando no tuerzan la realidad”, advierte el punto 2.12 (Uso de reconstrucciones dramatizadas en programas de actualidad). “Siempre que una reconstrucción se utilice en una forma documental, los temas de actualidad o programas de noticias deben reflejar exactamente los hechos sabidos y ser etiquetados a menos que no haya posibilidad de que los espectadores puedan ser engañados”159. Prescribe además que estos informes también deben responder a las reglas de imparcialidad comunes a todo asunto de interés público. “El documental dramatizado que pretende ser una reconstrucción efectiva de acontecimientos es limitado por los mismos estándares de la imparcialidad que los que se apliquen a los programas de actualidad en general. Es inevitable que la realización creativa de algunos elementos (tales como caracterización, el diálogo y la atmósfera) introducirán una dimensión ficticia, pero esto no se debe permitir torcer los hechos que se conocen”160. El debate sobre la necesidad de políticas públicas en el sector de las comunicaciones audiovisuales adquiere mayor relevancia cuanto mayor es el predominio del mercado. Si las reglas de juego eran importantes antes, cuando la oferta era diversificada, tanto más necesarias resultan en un escenario de concentración económica e individualización del receptor. Se trata de vínculos que, según Marc Augé, inducen a la pasividad “... que expone cotidianamente a los individuos al espectáculo de una actualidad que se les escapa; (…) una forma de ilusión en la medida que deja al criterio de cada uno el elaborar puntos de vista, opiniones en general bastante inducidas, pero percibidas como personales”161. 159   The ITC Programme Code. Independent Television Commision. Gran Bretaña. Febrero 2002. Código de Contenidos de la Televisión privada británica. 160   The ITC. op. cit. Punto 2.12, Reconstrucciones dramatizadas… 161   Augé, Marc, “Sobremodernidad. Del mundo de hoy al mundo de mañana”, Revista Memoria, 129, México, 1999.

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Estas apelaciones al individuo disputan, además, el rol que las instituciones públicas y la educación en particular han tenido en cuanto a los procesos de socialización y entrenamiento en las competencias para la vida ciudadana. La sobreexposición a la violencia y la criminalidad también se vinculan con la tendencia al retraimiento social, la desconfianza y la demanda de fuerzas “más duras” de seguridad para obtener protección. Lo mismo sucede con las construcciones discursivas con la inmigración, que funciona habitualmente como excusa para la explicación de problemas sociales (y muchas veces en forma subliminal vinculada a la criminalización de la escena pública) que se han producido por la propia imprevisibilidad del capitalismo globalizado. Ya no prevalece el melodrama como referencia simbólica predominante en el espacio social. La pantalla refleja la imagen de un mundo inseguro y caótico, carente de coherencia, donde lo único que permanece en su lugar es el relato del narrador, que ha multiplicado su oferta en la producción y distribución de contenidos. A diferencia de décadas anteriores, la concentración de la propiedad y la multiplicación de fuentes de emisión hacen tan o más importante al productor que al producto. Con algunos avisos previos entre 2003-2007, pero claramente a partir de fines de 2007, la producción de sentido del dispositivo concentrado mediático se inclinará hacia el conflicto. El contrapunto colocará sistemáticamente en antagonismo la gestión gubernamental con diversos actores sociales, económicos, políticos e incluso las relaciones internacionales para construir un punto de vista identificado con el contrincante. Serán sucesivamente “las relaciones con Estados Unidos”, la “crisis terminal del campo” y el “descontento de los productores agropecuarios”, el “enojo de Uruguay”, las “quejas de Brasil y de China”, “malestar en el Reino Unido”, la matriz noticiosa que no permitirá enfocar la agenda en cuestiones de soberanía política, protección industrial, cambio de la matriz productiva agrodependiente y de monocultivo, violaciones a la soberanía, depredación de recursos naturales, etc. En ese contexto, las permanentes apelaciones al consenso y la concordia en el discurso mediático deben traducirse como una clara de-

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manda de retorno al statu quo anterior y de finalización de cualquier intento de cambio en el modelo económico, social y político. En síntesis, el dispositivo tecnomediático en su proceso de avance hacia la suma del poder (a través del grupo económico que se ubique en el centro de la convergencia tecnológica-empresarial) se construye también como actor político, imponiendo las agendas, sus reglas discursivas y los imaginarios sociales.

Parte

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Capítulo 6 Del neoliberalismo al proteccionismo El epílogo político de los 90 fue el fracaso político y económico del neoliberalismo en su intento de cristalizar un modelo sustentable de convivencia en democracia con el esquema de concentración, desempleo, desindustrialización y desnacionalización de los resortes principales de decisión. El triunfo de la concentración económica y mediática había producido tal descalabro que amenazó la existencia de sus propios protagonistas. La retirada progresiva del CEI –y de otros inversores norteamericanos– de parte del dispositivo, así como la re-concentración en dos polos claramente diferenciados (Grupo Clarín y Telefónica) que incluyen diversas alianzas con Estados Unidos y otros jugadores del tablero mundial, prefiguran los conflictos que dominarán la primera década del nuevo siglo. Dos de las empresas principales del Grupo Clarín sumaban por entonces pasivos que rondaban los U$S 1000 millones. Multicanal (526 millones) y AGEA (408 millones) totalizaban una cifra que constituía casi el 95% del total del pasivo del holding argentino. Adolfo Rodríguez Saá (efímero presidente provisional durante la crisis) habría escuchado la propuesta del modelo que luego se llamaría “de pesificación asimétrica” en forma directa por parte del CEO de Clarín, Héctor Magnetto, en diciembre de 2001. Muchos creen que la crisis institucional que llevó a Eduardo Duhalde al poder tuvo mucho que ver con la necesidad de contar con un mecanismo capaz de redistribuir el dinero en depó-

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sitos bancarios a favor de grandes empresas deudoras en dólares en el mercado local, circunstancia que se concretó bajo su gestión. Sin embargo, los márgenes de decisión local habían quedado pulverizados por la crisis y la dependencia financiera. En mayo de 2002 Diputados aprobó un proyecto que modificaba la ley de quiebras, atendiendo una exigencia explícita del Fondo Monetario Internacional (FMI) para continuar con sus políticas de salvataje mediante eventuales desembolsos crediticios. Con los nuevos cambios se intentaba un acercamiento al Fondo tras el default. Parte de las exigencias eran la restitución del instituto de cram-down, que habilita al acreedor o a un tercero a hacerse cargo de una empresa en quiebra aunque, para evitar el riesgo de una compra masiva de empresas o bienes a precio vil, se acordó una serie de límites en el texto. Presiones de Clarín intentaron ganar el máximo de tiempo para controlar el embate de los acreedores. A comienzos de 2003 Multicanal salió a buscar dinero mediante Obligaciones Negociables y convocó a los acreedores a un acuerdo extrajudicial para reestructurar su endeudamiento. “A partir de febrero de 2002, dejamos de cumplir con los pagos de capital e intereses respecto de la totalidad de la Deuda Existente, con excepción de ciertos pagos de intereses sobre algunos de nuestros Préstamos Bancarios afectados por la pesificación obligatoria decretada por el Gobierno Argentino”, según un comunicado de la empresa. Reconoció que la existencia de “al menos 22 pedidos de quiebra (que) nos ha obligado a actuar sin dilación para procurar una reestructuración consensuada de nuestra Deuda Existente o de otra forma solicitar protección judicial en un concurso preventivo”. El antídoto para evitar la captura agresiva del grupo por parte de sus acreedores externos se lograría en junio de 2003 mediante la ley 25.750 de Preservación de Bienes y Patrimonios Culturales. En medio de tironeos y forcejeos de parte del grupo mediático criollo y los operadores financieros que también desarrollaban su lobby sobre las vapuleadas instituciones de la República, se logró instrumentar un criterio proteccionista mediante una Ley que –a contramano de los valores aperturistas y desreguladores de los 90–, puso un límite del 30% a la propiedad extranjera de los medios nacionales. La ley excluía a

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las empresas de medios en proceso de concurso preventivo del mecanismo denominado cram down, previsto en la Ley de Quiebras, que posibilita a los acreedores capitalizar sus deudas mediante la absorción de acciones de las empresas en dificultades y apoderarse de la mayoría del paquete accionario. Al dar cuenta de su entrada en vigencia, un mes después, Clarín destacó que “la nueva ley protege a las empresas culturales del peligro de desnacionalización”162. La norma incluyó diarios, revistas, empresas editoriales, servicios de radiodifusión, productoras de contenidos audiovisuales y digitales, proveedores de acceso a Internet y empresas de difusión en vía pública. Durante ese año, las empresas en situación crítica se lanzaron a la búsqueda de acuerdos privados -es decir, sin pasar por la Justicia- para salir del atolladero financiero. Se destacaron los convenios firmados por alimentarias como Arcor, y de medios como AGEA y S.A. La Nación. Multicanal logró el visto bueno de sus acreedores para “suscribir un acuerdo extrajudicial que le permitirá reestructurar sus pasivos”, que suman 508 millones de dólares, según un comunicado oficial. En diciembre de 2003, a instancias del justicialismo, el Senado de la Nación aprobó una nueva modificación a la Ley de Concursos y Quiebras. Hasta entonces, para lograr el APE se necesitaba la aprobación del 66,7% de los acreedores, el proyecto planteaba reducir el límite necesario al 51%, lo que a su vez podría acelerar los acuerdos que quedaban por definirse. Los lobbistas del grupo lograron que cualquier ampliación de capitales extranjeros por encima de ese tope requiera la previa autorización del Poder Ejecutivo. Si bien el proyecto sancionado en la Cámara baja le otorgaba esa facultad al juez actuante en la causa, los senadores insistieron en reservar esa facultad para el presidente de la Nación. La ferocidad de la disputa global había movilizado también réplicas en Europa y en Latinoamérica en defensa de la diversidad cultural, procurando poner un freno al avance las corporaciones transnacionales. En Argentina se formó un frente con trabajadores de la comunicación y referentes del arte y la cultura bautizado como “Foro para   “Entró en vigencia la ley de bienes culturales. Limita la inversión de capitales extranjeros”, Diario Clarín, 8 de julio de 2003.

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la Defensa de las Industrias Culturales”, que nació en abril de 2002 de manera poco convencional impulsado desde el gobierno porteño por el subsecretario de Gestión e Industrias Culturales de la Secretaría de Cultura. Una epidemia repentina de nacionalismo cultural impregnaba entonces el discurso del principal multimedios argentino. “Las industrias culturales nacionales, incluyendo a los medios de comunicación, deben ser consideradas dentro de un marco específico y protegidas por ley”, decía el entonces director periodístico de Clarín, Roberto Guareschi. Al intervenir en una mesa redonda sobre “Medios de comunicación y globalización”, en el marco de un Foro organizado por el gobierno porteño, el periodista alertó acerca de un modelo de globalización neoliberal que necesita y genera un receptor pasivo, despolitizado y que prefiere evadirse. “Este modelo –dijo– se dirige a un consumidor, más que a un ciudadano”163. “Las obras culturales no pueden ser asimiladas a mercaderías ordinarias y abandonadas al libre y único juego del mercado”, publicaba entonces el suplemento Zona de Clarín en declaraciones tomadas de Daniel Ollivier, consejero de Acción Cultural de la Embajada de Francia. El diario otorgaba en esa época espacios a las corrientes de pensamiento que defendían la determinación de políticas públicas –y del rol del Estado– para la protección cultural. Francia era, como hemos visto en el Capítulo 2, un claro exponente de esos enunciados. “En un contexto de globalización –decía el diplomático francés– el objetivo de preservación y apoyo a la diversidad cultural solo puede ser alcanzado si los Estados no renuncian a la libertad de definir e instrumentar políticas a favor de la creación y del acceso a una oferta cultural variada”164.

La fiebre proteccionista en materia cultural era motivo de amplias coberturas en la vanguardia gráfica del multimedios. Un pronuncia  “Los medios y la globalización. Concluyó el primer encuentro internacional sobre las industrias culturales”, Diario Clarín, 31 de mayo de 2003. 164   Moreno, Liliana, “Industrias Culturales: cuestión de Estado. La promoción y protección de las industrias culturales son un tema estratégico para todo el país”, Diario Clarín, 22 de junio de 2003. 163

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miento de varios legisladores nacionales recibía destaque con el planteo de que los bienes y servicios culturales y educativos deben ser excluidos de los alcances del acuerdo para liberalizar el sector en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La resistencia de países europeos y Canadá había logrado que en la última ronda del organismo los productos culturales fueran exceptuados de las normas que la OMC impone al comercio mundial. Pero prometieron reabrir la discusión en la próxima asamblea, ante lo cual los sectores vinculados con la cultura reaccionaron. “‘Es deber del Estado nacional asegurar el derecho de los artistas, creadores y a la libertad contra toda forma de censura o limitación directa o indirecta’, sostuvieron. La idea de sumar a su regulación los bienes culturales es promovida por Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón, entre otros integrantes del organismo. Pero otros países como Francia y Canadá expresaron su preocupación ante la posibilidad de que las normas usadas para las mercancías se apliquen de manera automática en el mundo de la cultura. Fue por eso que solicitaron excepciones para industrias como la cinematográfica y televisiva, donde ‘los países con fuertes políticas proteccionistas buscan mantener cuotas para sus producciones nacionales y defender su sistema de subvención estatal’”165.

Las peleas por el botín de los 90 continuarán en escenarios diversos, incluyendo a fondos buitres que se habían alzado durante el festival de endeudamiento financiero con obligaciones negociables de Cablevisión en cantidad suficiente como para intentar su control de la mano de Raúl Moneta con el República Holdings y el Eximius Capital Funding, vinculado a WR Huff. De las 73 compañías en default o que renegocian su deuda, ninguna había sido tan empujada a litigar. Cablevisión era acosada por los abogados de Moneta en la justicia local y en las cortes del distrito sur de Nueva York por los letrados de Huff. Este fondo buitre alegaba haber comprado más de un tercio de las Obligaciones Negociables (ON) de la operadora y pretendía hacerse con el control de la empresa de cable, que renegociaba sus pasivos de 800 millones de dólares (más de 2250 millones de pesos), de los cuales   Dario Clarín, Información General, 26 de marzo de 2003, p. 44.

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US$ 725 millones correspondían a ON y el resto a préstamos de JP Morgan, el Boston y el Nación. Al interés de Moneta y Huff se sumó también el de Coinvest, fondo liderado por Martín Ruete, ex directivo del CEI, que estuvo husmeando entre los bancos la posibilidad de encargarse de la deuda de la empresa. Es que, a pesar de la pesificación del abono, la compañía de cable de las empresas estadounidenses Liberty Media (Malone) y Hicks, Muse, Tate & Furst, seguía siendo una de las más atractivas de la región, según los diarios de la época166. Más tarde, el acuerdo preventivo extrajudicial (APE) permitió a Cablevisión SA reestructurar su deuda anterior a 2002 por más de 1000 millones de dólares. En los estrados judiciales lograría desbaratar diversos reclamos que amenazaban la etapa final de la fusión monopólica. Pero eso sucederá luego de consumarse la mayor operación de compra de medios en la nueva etapa, cuando Clarín acceda a Cablevisión.

  El Cronista Comercial, 8 de julio de 2003.

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Capítulo 7 Penúltima estación del monopolio En octubre de 2006 el Grupo Clarín y Fintech Advisory comunicaron oficialmente a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia que habían adquirido el 60 y el 40% respectivamente de las acciones de Cablevisión SA. En la misma operación, Cablevisión tomaba el 98,54 de las acciones de Multicanal y el 99,98 % de las acciones de Teledigital Cable S.A. –principalmente en forma indirecta a través de la compra de la empresa Hicks, Muse, Tate & Furst (HTMF), empresa La Argentina Cable Company LLC, y a través de la empresa Multicanal S.A., el 100 % de la empresa Primera Red Interactiva de Medios Argentinos (PRIMA) S.A. de Internet. El banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs participó junto al fondo Fintech Advisory, con sede en Londres y el estado norteamericano de Delaware, en el financiamiento de la operación de salida de Liberty Global de Cablevisión y el ingreso de Grupo Clarín. Los oponentes dijeron que Cablevisión había ocultado la transferencia del control accionario a un fondo especulativo extranjero –Fintech Media– que se encargó de licuar la deuda original de la compañía (800 millones de dólares) a través del acuerdo extrajudicial (APE). O sea, poco después de la crisis que llevó a Multicanal a una virtual cesación de pagos y una negociación de apuro con los acreedores, Grupo Clarín celebraba un acuerdo multimillonario que le permitió estructurar un conjunto monopólico de los medios de comunicación. La maniobra de concentración fue maquillada con un conjunto de supuestos beneficios a usuarios y sectores sociales. Se presentaba

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como beneficio la propia expansión del servicio y la incorporación de tecnología, incluyendo “televisión paga y de acceso a Internet” así como la incorporación en forma progresiva de usuarios de televisión por cable a “servicios digitales con mejor calidad de imagen y sonido, mayor oferta de programación y la posibilidad de contar con nuevos servicios que serían incorporados”. Todos los supuestos “beneficios” al público eran parte del mismo giro de negocios de la empresa. Una cortina de supuesta sensibilidad social y responsabilidad pública suministró la justificación política a la mayor operación de concentración en el mercado audiovisual de la historia argentina. El acuerdo con la CNDC aseguraba que el monopolio se comprometía a: “Proveer en forma gratuita la conexión de servicio básico de televisión paga a los establecimientos públicos municipales, provinciales y nacionales que se mencionan a continuación, en las áreas de cobertura de la red de televisión por cable de las empresas involucradas de acuerdo con lo que detalla a continuación: 1) hospitales y centros de salud públicos, escuelas, comisarías, cuarteles de bomberos y los hogares públicos de ancianos, siempre y cuando se encontrasen ubicados dentro del área de cobertura de la red de televisión por cable de las empresas involucradas en aquellas localidades de hasta 10.000 habitantes. El servicio gratuito se prestaría con independencia de que el establecimiento en cuestión pertenezca al Estado Nacional, a la Provincia o al Municipio; 2) hospitales y centros de salud públicos, escuelas y los hogares públicos de ancianos, siempre y cuando se encontraran ubicados dentro del área de cobertura de la red de televisión por cable de las empresas involucradas en aquellas localidades de hasta 100.000 habitantes. El servicio gratuito se prestaría con independencia de que el establecimiento en cuestión perteneciera al Estado Nacional, a la Provincia o al Municipio; 3) escuelas y los hogares públicos de ancianos, siempre y cuando se ubicasen dentro del área de cobertura de la red de televisión por cable de las empresas involucradas en aquellas localidades de más de 100.000 habitantes. El servicio gratuito se prestaría con independencia de que el establecimiento en cuestión perteneciera al Estado Nacional, a la Provincia o al Municipio”167.   Resolución SCI. N° 257/2007.

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Mediante el Dictamen N° 637/07 de fecha 7 de diciembre de 2007, la CNDC aconsejó al Secretario de Comercio Interior la aprobación de la operación, supeditada al estricto cumplimiento de los compromisos de inversión y “beneficio social”. Se tuvo en cuenta para resolver la cuestión que aquella ganancia de eficiencia que generaría la operación traída a análisis conllevaría un “incremento en los beneficios a los consumidores”. Aún así la Comisión tomó nota de que “podría producirse una restricción en la competencia en los mercados de televisión paga, debido a la salida de cableoperadores independientes del mercado, o de la oferta de grillas que no constituyan un producto sustituto respecto de los productos que ofrecen Cablevisión, Multicanal y sus empresas controladas”. El presidente de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), José Sbatella, expuso varias prevenciones a la hora de fundar su voto, advirtiendo que al menos 21 de las 165 localidades donde se produciría la fusión quedarían al borde del control del mercado: “sería recomendable que la nueva entidad que se consolida desmembre, en cada una de estas localidades, una de las dos compañías que controla actualmente, y enajene los activos de la misma a alguna empresa diferente”168, opinó. Advirtió además que las 21 localidades donde tal superposición entre Cablevisión y Multicanal se produce son ciudades con más de 100.000 habitantes con alta penetración del cable. También apuntó hacia el hecho de que “el efecto de la integración vertical de los proveedores de señales y contenidos controlados por el grupo Clarín, que son principalmente Artear y las señales vinculadas al grupo Torneos y Competencias, aumentará considerablemente, teniendo en cuenta la adquisición del paquete de control de Cablevisión por parte del grupo Clarín”. El caso del grupo de contenidos de Torneos y Competencias fue considerado por el titular de la CNDC como “una amenaza competitiva mayor, puesto que se trata de un grupo de compañías (principalmente Tele Red Imagen SA –TRISA– y Televisión Satelital Codificada   Dictamen 637/CNDC, José Sbatella, presidente de la CNDC. 8 de diciembre de 2007.

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SA –TSC–) que controlan, entre otros contenidos deportivos, todas las transmisiones de los partidos de fútbol del campeonato argentino de primera división”, lo que permite dividir el mercado entre los cables que ofrecen tales contenidos y los que carecen del mismo, transformándose en un “insumo fundamental para el operador de TV paga”. El ex presidente Néstor Kirchner –quien había concedido diez años de gracia en el vencimiento de las licencias a las empresas del sector en 2005– admitió que no se opuso a la operación de fusión “a pesar de los ataques que ya recibíamos de Clarín”. Según su opinión “el tema era discutible” ya que “sin lugar a dudas se formaba un monopolio sin control”169. La coartada tecnológica y el cuco de las telcos fue agitada otra vez para justificar la fusión. El proceso de concentración de los MSO también debía considerarse como una acción preventiva frente al potencial de prestación del triple play por parte de las telefónicas. Así lo señalaba parte del dictamen de la CNDC: “Estos aspectos se han centrado, primero, en la posibilidad de incorporación de nuevas tecnologías que permitirían el ingreso de otras empresas a la prestación de IPTV mediante la modalidad denominada triple play. La complementación de las consideraciones realizadas sobre este punto en el análisis de barreras a la entrada permitió advertir que, sin desconocer las barreras normativas vigentes, los potenciales entrantes, sobre todo empresas de telefonía, parecerían estar tomando decisiones estratégicas que los posicionan, desde el punto de vista tecnológico, como actores aptos para empezar a ofrecer dicho servicio en un período relativamente breve (…)”

Si lograba el comando de la plataforma nacional para dirigir el mercado audiovisual, a Clarín solo le restaba llegar a pararse sobre una de las dos patas del oligopolio telefónico. Una de las razones que explican el estado de beligerancia irreversible que el grupo Clarín y su CEO, Héctor Magnetto, adoptarían en 2008 para pasar a la ofensiva total contra el gobierno de Cristina Kirchner sería la negativa oficial para 169   Entrevista a Néstor Kircher, por Horacio Verbitsky, Diario Página 12, 10/01/2010.

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que la corporación acceda luego al manejo total del dispositivo mediante su ingreso en telefonía. Entretanto, el grupo apostó a la posibilidad de triple play mediante el uso de redes de banda ancha. Junto con el fondo de inversión Fintech, formó una empresa para manejar las dos principales empresas de servicios de Internet (Flash y Fibertel), correspondientes a Multicanal y Cablevisión, lo que lo ubicó en una inmejorable posición para brindar servicios de triple play a sus clientes, en el marco de la disputa con las telefónicas. No obstante, la obsesión por la sinergia empresaria llevaría al grupo a cometer un grave error con la disolución –a comienzos de 2009– de la personería de Fibertel, titular de la licencia como prestador de servicios de Internet, que fue absorvida por la cablera. La operación de concentración fue denunciada por los empresarios del sector de cable que habían sobrevivido a la ola de compras y fusiones. En diciembre de 2006 la Cámara de Cableoperadores Independientes (CCI), a través de su apoderado Marcelo Massatti, presentó a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia su oposición a la solicitud de fusión empresaria. Citaron las fuentes de la propia corporación, cuyo discurso aseguraba que “el Grupo Clarín y Fintech Advisory asumieron la titularidad de la mayoría accionaria de los dos sistemas de cables líderes de la Argentina, y conformaron el primer sistema regional de televisión por cable y la primera red nacional privada alternativa para la prestación de servicios de valor agregado, como Internet y banda ancha...”. Cuestionaron que Clarín afirmara en su portal que el nuevo sistema cubría a solo el 25 por ciento de los hogares argentinos con servicios de TV paga e Internet cuando era vox populi que ambas empresas tenían la envergadura suficiente para ser consideradas las empresas de televisión por cable domiciliarias “más importantes del país (tanto por cantidad de licencias explotadas cuanto de abonados), con una participación nacional en el mercado superior al 60%, teniendo en cuenta que, según estadísticas efectuadas por la CNDC (Dictamen N° 157/05 de fecha 15.11.05), ya se reconocía la existencia de una participación del 30,7% y del 29,8% para Multicanal y Cablevisión, respectivamente”. El Grupo tenía entonces participación directa o indirecta en casi 260 empresas de cable: Cablevisión (Clarín 65% - Fintech Adv, 40,5%) con 101 licencias, Multicanal S.A. (Clarín 55% - Fintech Adv, 40%) con 95

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licencias, Cablevisión Federal S.A. (Clarín 50% - Fintech Adv. 50%) con 12 licencias, Teledigital Cable S.A. (Fintech Adv. 49,94% - Clarín 49,94%) con 26 licencias y Supercanal Holding S.A. (Clarín 20% Grupo Uno 80%) con 30 licencias. El objetivo buscado con la concentración era la conformación de una mega empresa que sumara las cuotas de mercado de Cablevisión y Multicanal, para potenciarse y adquirir una posición a nivel nacional que le permitiera jugar con otras a nivel mundial, según expresó la CCI citando el propio portal corporativo: Con este paso “buscamos adquirir escala relativa para poder competir en el mercado global con jugadores de dimensión cada vez mayor, como el de la distribución y producción de contenidos televisivos...”, consignaba Clarín en su portal. En los balances conocidos en 2009 en la Bolsa de Valores de Londres, el Grupo se presentaba como el principal proveedor en la distribución de televisión por cable y servicios de Internet, empleando entonces –con todas sus empresas– a unas 15 mil personas. Desde el inicio de operaciones de Multicanal (1992) y luego de adquirir Cablevisión, Clarín “ha creado el mayor sistema de televisión por cable en América Latina en términos de suscriptores. Posee además el mayor proveedor nacional de servicios de Internet a través de Fibertel y Flash con ventas en el sector por 3,420 millones de pesos”. El grupo declaraba un padrón de abonados de “aproximadamente” 3 millones, con unos 938 mil suscriptores de Internet al 31/12/08. Según su propia descripción, Grupo Clarín era el principal y más diversificado grupo de medios en Argentina y “uno de los más importantes en el mundo de habla hispana”. Se presentaba como gestor o controlador de empresas del sector gráfico, radio, broadcast y televisión por cable, producción audiovisual, industria editorial y acceso a Internet. Líder de la comunicación en el país, con una “significativa sinergia y expansión en nuevos mercados”. Informaba además que durante 2008 había completado la absorción de Multicanal S.A., Delta Cable S.A., Holding Teledigital S.A., Teledigital Cable S.A., Televisora La Plata S.A., Pampa TV S.A., Construred S.A. y Cablepost S.A. dentro de Cablevisión. “La fusión ha permitido simplificar la estructura corporativa y optimizar las operaciones de todas las compañías involucradas” decía la empresa.

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De acuerdo al informe presentado en Londres a principios de mayo de 2009, la integración horizontal y vertical de la nueva estructura monopólica del principal sistema de consumo televisivo de la Argentina (el cable) era una cuestión “cerrada”170.

La fusión en punto muerto Sin embargo, el juego había quedado en descubierto. En el marco de la convocatoria lanzada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el país entero debatía el rol de los medios. El ex presidente Kirchner cerró la campaña para las legislativas de junio de 2009 advirtiendo que “para que haya una democracia plena es fundamental que el país, sus instituciones estén democratizadas y que definitivamente los monopolios y las corporaciones se tengan que ubicar a servir desde la pluralidad y la democracia y no a tratar de hablar de la libertad de prensa y actuar como un partido político”. El resultado electoral, adverso en provincias de gran peso, no logró que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner abandonara su promesa de avanzar con un cambio profundo en la legislación. Tampoco torció la suerte del camino hacia la desconcentración. En el marco de los criterios desmonopolizadores de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la CNDC dio a conocer el 14 de diciembre de 2009 su Dictamen 770/CNDC/SCI. Allí estableció que las condiciones utilizadas como excusa en 2007 para aprobar la fusión no se habían verificado: “El incumplimiento del compromiso es la base fundamental para resolver el presente dictamen, sin embargo, cabe considerar en este punto el supuesto sobre el que se fundó la fusión, las ganancias de eficiencia cuyo traslado a los consumidores debía resolver el compromiso si se hubiera cumplido íntegramente. En este esquema no podemos dejar de considerar que no se ha validado en la práctica que las eficiencias ganadas se han transformado en un valor social positivo y no corresponde por tanto considerar a la concentración como 170   Grupo Clarín S.A, 2008, Annual Report. RNS The company news service from the London Stock Exchange. RNS Number: 5568R. 01 May 2009.

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positiva para el interés económico general correspondiendo por ende revisar la misma”171.

En consecuencia se consideró incumplido el compromiso aceptado por el Artículo 1° de la Resolución Nº 257 de fecha 7 de diciembre de 2007, declarándose el cese de los efectos de la autorización otorgada en el Artículo 2° de la Resolución. Por lo tanto se informó a las empresas Grupo Clarín S.A., Vistone S.A., Fintech Advisory, Inc., Fintech Media, LLC., VLG Argentina LLC, Cablevisión S.A., Multicanal S.A., AMI CV Holdings, LLC, AMI Cable Holdings Ltd., HTMF S.A. y Teledigital Cable Partners LP, que se debía dar marcha atrás con la operación concentradora. Tal decisión, tomada a poco de la sanción de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (con severos topes a la concentración y plazos duros para la adecuación empresaria) ratificó la política gubernamental antimonopólica de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Previamente, el rechazo oficial a las presiones para el acceso a uno de los dos mayores operadores telefónicos (Telecom) había marcado el inicio de una campaña sin cuartel por parte del mayor multimedios del país. En una entrevista periodística el ex presidente Néstor Kirchner consideró que el punto de “no retorno” en la relación con Clarín fue la presión del grupo para acceder a Telecom. Kirchner analizó que el grupo operaba bajo el principio de que “los argentinos elijan pero ellos gobiernen” y por eso “viven presionando”. Agregó que “pidieron apoyo para un negocio en el que estaban interesados” y se lo negaron. “¿Qué negocio era?” le preguntaron al ex presidente en una entrevista. “Telecom. Querían que nosotros hiciéramos lobby para que ellos la compraran. La presidenta les dijo que su tarea no es hacer lobby por nadie, sino cuidar los intereses de los argentinos. Telecom está en una situación monopólica y tiene que vender. Que le venda a quien le convenga. Pero el gobierno no es empleado de ningún grupo”172.   Dictamen 770/2009 CNDC/SCI. Exte. SO1:0373486/2006.   Entrevista a Néstor Kircher, por Horacio Verbitsky, Diario Página 12, 10/01/2010. 171

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La posición de Telecom era, a su vez, objeto de otra batalla jurídica del gobierno para evitar que se conformara una posición monopólica en Telefónica, como consecuencia de su potencial control sobre su “rival” en Argentina. En el mismo momento en que Kirchner denunciaba las presiones de Clarín para acceder a Telecom, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) ordenaba a Telefónica que notifique e informe sobre la operación por la que Telefónica de España compró –en abril de 2007– el 42% de los activos de Olimpia, cuyo principal capital eran acciones de Telecom Italia, controlante de Telecom Argentina La CNDC refutó argumentos de los españoles y dijo que “esta compra de Telefónica en el exterior (…) tiene efectos en la Argentina, porque es poco probable que un operador de las características técnicas y competitivas de Telefónica no saque ventaja de tener una posición de influencia sobre una compañía que controla a su principal competidora en el país”. La Comisión subrayó que al momento de la compra Telefónica “se reservó derechos estratégicos para poder tener un alto protagonismo dentro de Telecom Italia”. Las operaciones y negocios de los grupos abarcan todos los frentes. Poco después se conocería que el Grupo Clarín y el banco JP Morgan –presente en todas las operaciones financieras del grupo– habrían sido responsables de una maniobra de colocación fraudulenta de acciones sobrevaluadas a los fondos de jubilación (aun bajo el régimen privado de AFJP) por un monto de 500 millones de dólares. Una denuncia penal presentada por la Unidad de Información Financiera (UIF) dijo que “existen constancias que dan cuenta que la manipulación de precios de las acciones se debió a que la empresa no brindó al mercado información exacta y veraz, la cual resulta determinante para fijar el precio de las acciones, infringiendo el régimen de transparencia”. Los datos fueron suministrados por el ex operador financiero de JP Morgan, encargado de la cuenta de Clarín, Hernán Arbizu, quien denunció el ocultamiento de información sobre los obstáculos para la fusión entre Cablevisión y Multicanal a la hora de colocar títulos a fines de 2007 en Londres y Buenos Aires. Las acciones se desplomaron en picada, poco después, a un tercio de su valor.

Parte

iv

Política, actor social y cambio

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Capítulo 8 Cuando la política es el mercado La década del 90 no fue solamente el espacio histórico en que se consumó una de las más profundas y regresivas reconversiones de la economía y las sociedades en el mundo. Fue también –como vimos– el escenario en que aquellas transformaciones se realizaron bajo paradigmas futuristas asociados al dominio de la tecnología digital, así como a la instauración de un tiempo de consenso global dominado por el mercado y la cooptación por parte de este de la política como herramienta de gestión democrática. La gran acción pedagógica del mercado en los 90 fue convencer al mundo que una nueva era de beneficios inimaginables se abría en el nuevo milenio de la mano de la cibernética y de la desregulación de las barreras comerciales. El imaginario desplegado por tales discursos proporcionó un telón discursivo a los dolores provocados por el desgarro social y productivo de la nueva expansión capitalista, al generar una tierra prometida luego de la dura travesía del desierto. Cada vez que se trató de poner en debate la arquitectura del poder tecnomediático la reacción de la oligarquía comunicacional ha sido la victimización y la convocatoria al caos. Como vimos, la discusión excede largamente el tema de la comunicación para dejar en claro que es el modelo político, económico y social lo que está en disputa. Es por eso que la batalla por la regulación de los mercados, y muy especialmente del que interviene radicalmente en la formación de la opinión pública y las expectativas culturales –como el de los medios–, resulta central para recuperar la capacidad de gestión política.

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Jean Paul Fitoussi adviertía precisamente sobre la impotencia de la política como consecuencia de la globalización de los mercados: “No solamente la globalización aumenta la participación del mercado en el sistema de equidad y reduce la de la democracia, sino que lo hace en nombre de la eficacia del mercado y de un orden superior al de la democracia. Es lo que se ha dado en llamar impotencia de lo político”173.

La política –considera Bauman– se escapa hacia el “espacio de las fuerzas del mercado” y se revela incapaz de “encontrar soluciones privadas a los problemas públicos”. “Las instituciones políticas heredadas de los tiempos en que el poder y la política estaban al nivel del Estado-nación moderno se mantienen atadas a una localidad exactamente como antes, sin la posibilidad de resistir –y ni qué hablar de controlar– las presiones de lo poderes globales. De esta manera están imposibilitadas de desempeñar sus papeles tradicionales y los ceden a las fuerzas del mercado o las dejan abiertas a la iniciativa y a la responsabilidad individual”174.

Desde los 90, como vimos, el dispositivo mediático concentró progresivamente la capacidad de representación simbólica de la sociedad y, por ende, de la política. En esa doble delegación de poder –simbólico y político– habían desaparecido categorías como “pueblo” y la política como capacidad de gestión transformadora. El discurso del pragmatismo –aplicado también a la resignación frente a la evidencia de la concentración monopólica de los discursos– ponía en peligro tanto la interpelación ciudadana como el debate sobre el rol político de los medios a la hora de resolver la distribución del espectro y la responsabilidad que supone su utilización.

  Jean-Paul Fitoussi, del texto elaborado para el PRODDAL.   Bauman, Zygmunt, Entrevista de Juana Libedinsky, Diario La Nación, 26/12/2004. 173

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Del contrapoder a la suma del poder Los medios tradicionales dejaron de ser testigos del poder y pasaron a ejercerlo. El rol histórico de contrapoder de la prensa frente a las administraciones gubernamentales cedió el timón a un dispositivo con capacidad de construir un escenario de realidad fuertemente condicionado por sus intereses sectoriales. En la opinión de los principales referentes políticos y periodistas latinoamericanos, hacia los 90 el lugar de la política ya había sido ocupado por los medios de comunicación. Según el informe del PNUD: “Los medios son caracterizados como ‘un control sin control’, que cumple funciones que ‘exceden el derecho a la información’ dice el informe. ‘Forman la opinión pública, determinan las encuestas y, en consecuencia, son los que más influyen en la gobernabilidad’. Actúan como suprapoderes, (...) han pasado a tener un poder que excede al Ejecutivo y los poderes legítimamente constituidos, (...) han reemplazado totalmente a los partidos políticos”175.

Es frecuente advertir que la libertad de expresión se invoca como una categoría genérica que califica la democracia. A la inversa, pocas veces se valoriza la ciudadanía (con los atributos alta o baja “intensidad” que le atribuye Guillermo O’Donnell) en términos del acceso a la comunicación y de la capacidad de “producir agenda” por parte de los ciudadanos con mayores necesidades insatisfechas. Cuando no son 175   La mayoría de los periodistas consultados percibe al sector económico-financiero y los medios de comunicación como los principales grupos de poder. Los medios tienen la peculiaridad de operar como mecanismo de control o límite a las acciones de los tres poderes constitucionales y de los partidos políticos, independientemente de quiénes sean los propietarios de esos medios. “La verdadera vigilancia que se ejerce es la de la prensa” (periodista). Asimismo, reconocen que actúan como una corporación que define los temas de la agenda pública e incluso delinea la agenda presidencial. En general, los consultados consideran problemática la relación entre los medios de comunicación y los políticos. “Aquí la clase política les teme. Porque pueden deshacer una figura pública en cualquier momento” (sindicalista). “La forma en que se construyeron las concesiones y los intereses con los que se tejió toda la estructura de los medios de comunicación, los tiene convertidos en un poder” (político). Informe PNUD La democracia en América Latina, op. cit. (2004).

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ellos mismos –los pobres– los que aparecen en la agenda mediática como portadores del riesgo social. “Este es un reflejo de la desigualdad de estos países (de América Latina): pocas cuestiones llegan a esa agenda que no sean en el interés de las clases y sectores dominantes, excepto preocupaciones sobre la ‘(in)seguridad pública’ que no pocas veces implican criminalizar la pobreza y, con ella, adicionales regresiones en los derechos civiles del sector popular”176.

A los miedos físicos y psicológicos preexistentes, almacenados desde las vivencias del Terrorismo de Estado (1976-1983) y aquellos provocados por el temor a la fractura y la expulsión de las pertenencias sociales con el autoritarismo de mercado (1989-2001), se superpone ahora el fantasma de la omnipresencia criminal o el descontrol sobre el espacio público. En ese marco, la “clase política” se colocó como portavoz de lo posible en un mundo dominado por intereses corporativos privados que han cooptado a las instituciones. Beck instala la amenaza como procedente del “ámbito político”. Habla del “provocador político”. Y pone como ejemplo las catástrofes ecológicas o medioambientales generadas por las industrias. Valdría también para los agentes económico-financieros del mundo globalizado como parte del sistema “político” que desencadena esta situación. Las encuestas de imagen empresarial mostraban hace pocos años que existía una alta respetabilidad social y comercial hacia corporaciones que depredaron social y materialmente regiones enteras de la Argentina o de bancos que literalmente se robaron el ahorro público para ajustar sus cuentas en la crisis del 2001, en tanto las tintas de la hecatombe recayeron en forma exclusiva sobre los cómplices políticos de aquellos latrocinios. Sobre ese caos, los medios concentrados construyeron una reputación de credibilidad. Incluso como paladines de la justicia. Una intervención del entonces embajador norteamericano en la Argentina,   O’Donnell, Guillermo, El debate conceptual sobre la democracia. Informe de la investigación. “La democracia en América Latina” (PNUD), p. 65. www.acnur. org/biblioteca/pdf/5623 / 2004.

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James Cheek, contraparte necesaria del menemismo en todo el período de privatizaciones e ingreso de capitales norteamericanos en la Argentina, había establecido ya con claridad en 1996 que los argentinos acuden a los medios “buscando justicia” como consecuencia del deterioro de la imagen que tienen las instituciones republicanas. Pero recordó que “los diarios no son un tribunal; son, en primer lugar, un negocio”177. La expresión sin rodeos ni maquillajes –típica de los norteamericanos– sirve en este caso para ilustrar el fondo de la cuestión.

Los medios son la política No fue casualidad que, en el epílogo de la saga neoliberal de los 90, la comunicación política haya dejado de ser un vehículo para la difusión de ideas y programas de partidos y candidatos. Los medios y los candidatos habían pasado a pertenecer al mercado, con su exigencia de impacto y espectacularidad. Al valor más alto del rating televisivo le corresponderá el mayor vacío de significado del discurso. El apogeo del mercado marca, en este punto, el momento de mayor declinación de la política. En realidad, se había convertido en otro producto más de la lógica bursátil o mercantil. “En la política de estos tiempos el candidato es, en sí mismo, el mensaje”, analizaba Jorge Dell’Oro parafraseando a Mac Luhan en un seminario sobre marketing político que la agencia Dell’Oro Trigo y la consultora de Carlos Fara realizaron en Buenos Aires a comienzos del siglo. En apoyo de esta definición, el publicista advirtió que “el electorado hoy compra credibilidad antes que propuestas”. También citó al español Arturo Marugán –asesor de José María Aznar y participante en el encuentro– quien ya advertía que “los medios pueden convertirse en los partidos políticos del siglo XXI”. La política como mercado termina generando –en términos de Bourdieu– una “visión cínica” de la realidad. “Los candidatos se ven estimulados por la acción de los consejeros y los asesores políticos de esta especie de marketing político delibera  “El rol de los diarios. Según James Cheek”, Freedom Forum, Diario Clarín, Bs.As, 15/08/96, p. 37.

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damente organizado, aunque no por fuerza cínico, que cada vez es más necesario para triunfar en política ajustándose a las exigencias del campo periodístico y sus instituciones más típicas (...) que contribuyen cada vez más a crear a los políticos y su reputación”178.

Eliseo Verón destaca el sitio privilegiado de la televisión en tales operaciones. “La lógica del marketing, que durante los años 60 y 70 se habría introducido de manera tímida y aislada en el campo político, se instala ruidosa y explícitamente en los 80, como tecnología de articulación entre oferta y demanda en la comunicación política, y la televisión se vuelve el lugar privilegiado de esa problemática. Pero resulta cada vez más difícil esconder la crisis profunda de legitimidad de la clase política y su pérdida de credibilidad, en una sucesión de feedbacks que no harán más que reforzar el sentimiento de crisis”179.

Los tiempos de la telepolítica coinciden precisamente con la despolitización de la sociedad. La sección política de los noticieros y de los diarios, se parece cada vez más a una crónica social de la dirigencia, salpicada por escándalos y los remezones violentos de la inseguridad cotidiana. Será recién con los gobiernos de Néstor Kirchner (2003/2007) y de Cristina Fernández de Kirchner que el ámbito natural del discurso y la comunicación política serán (volverán a ser) los actos públicos y la relación directa entre referente y ciudadanos. Ello no podía hacerse sin que el discurso político cuestionase la narrativa mediática y se pusiera en debate el marco regulatorio global. La publicidad, en la perspectiva del posicionamiento mercantil, ya había tomado la escena al fin de la dictadura. La recuperación democrática con Raúl Alfonsín (1983) no había estado exenta de las operaciones de marketing político aunque todavía el dato principal era, para el peronismo y el radicalismo, el contacto directo con las masas. El propio caudillo radical terminaría acusando a Clarín de presentar la realidad “en forma falaz” y de intentar “hacerle caer la fe y la espe  Bourdieu, Pierre, Contrafuegos.   Verón, Eliseo, Conversación en Bolonia. Revista Encrucijadas.

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ranza al pueblo argentino” por sus informes sobre la desocupación. También alertó que “si el pueblo y la nación fueran lo que Clarín dice que es, estaríamos todos destrozándonos entre nosotros”180. Pero el mercado se impuso, y las campañas que realizó la Alianza (1999) para seducir al electorado con la fórmula Fernando de la RúaCarlos “Chacho” Alvarez replicaron esa dependencia metodológica y conceptual de los técnicos del rating y los seguidores de encuestas. Fernando de la Rúa intentó cambiar su figura apática e inactiva mediante diversos eslogans no exentos de polémica. En su oferta de seguridad para los ciudadanos, sus creativos apelaron a la construcción de un personaje televisivo inspirado en la figura del justiciero norteamericano Elliot Ness, y colocaron al candidato al frente de un grupo comando. Arrinconado por el exceso, a su compañero de fórmula, Carlos “Chacho” Álvarez no le quedó más remedio que admitir que se trató de “una metáfora exagerada de la seguridad” que supuestamente reclamaban los ciudadanos en medio de una ola de asaltos. Casualmente, el comando ideológico de las campañas presidenciales de la época estuvo a cargo de “expertos” norteamericanos en comunicación como Dick Morris y James Carville, ambos cultores de la agresividad en campaña y ex asesores de Bill Clinton y otros candidatos en Estados Unidos. Para Morris –autor de El nuevo príncipe– lo importante era provocar, y sus ideas se aplicaron a la campaña del candidato radical. Carville, que se convertiría en el estratega comunicacional de Eduardo Duhalde, había sido el inventor del lema “es la economía, estúpido” y de las tácticas de guerra verbal que le permitieron a Clinton derrotar al republicano George Bush en 1992. Morris, por su parte, comandó la reelección de 1996 cuando Clinton derrotó a Bob Dole. Cambió los ejes de discusión con una nueva agenda electoral. En Detrás de la Casa Blanca, Morris acusó a Carville de haber filtrado datos sobre su vida privada, apenas una extensión de las tácticas de campaña. La sospecha de que el sexgate de Clinton y su respuesta militar sobre Kosovo son apenas piezas de una campaña electoral en que se enredaron demócratas y republicanos ilustra sobre 180   Discurso de Alfonsín durante la inauguración de la Biblioteca Julio César Saguier (Barrio Cardenal Copello, Villa Lugano), el 13 de febrero de 1987.

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la peligrosidad de las artimañas políticas que se implementan en “el gran país del norte”. Carville empezó a trabajar con Duhalde a comienzos de 1998, los presentó el ex embajador James Cheek. Le habría sugerido pelearse con Menem y diferenciarse para lograr un posicionamiento. La historia de las campañas norteamericanas advierte que siempre hay ataques personales: “satanizar” al adversario es el objetivo central y esto, por supuesto, distrae de la arena política la discusión programática. Se trata de vender y en esto la ética es poco relevante. En buena medida, las tácticas de guerra verbal y simbólica propuestas por los marketineros de la política han tenido, además, un profundo efecto descalificador sobre las representaciones dirigenciales en la sociedad. El arma predilecta es la campaña negativa sobre el otro, algo que podría causar estragos en la ya pésima imagen que los argentinos habían construido en los 90 sobre su clase política. El descrédito es, entonces, el otro rostro de los avances del mercado sobre la comunicación y la política. La concentración de poder registrada en aquella década también había puesto de rodillas a una dirigencia que se inclinaba ante la fuerza del dispositivo. Ya por 2003 el ex presidente de la Comisión de Libertad de Expresión de ADEPA y director de La Voz de San Justo (Córdoba), Jorge Joaquín Martínez, denunciaba el despotismo mediático, especialmente en el discurso televisivo. En un articulo publicado en las columnas de opinión del diario conservador La Nación, Martínez denunció el temor de gobernantes, magistrados y legisladores al “escrache” de los medios de prensa. “El mismo miedo le tienen los legisladores y ministros a este cuarto poder que es la prensa escrita, radial o televisiva y muy especialmente esta última, por su mayor alcance y popularidad. Si algunos creen que esto es democracia o control popular de los poderes, o investigación de la corrupción, deben comprender que no es así: esto es anarquía y dictadura de la prensa. Parecería que, de tanto luchar por la libertad de prensa, hemos llegado al despotismo de la prensa. De tanto perseguir la impunidad, arribamos a la impunidad de la prensa”181.   Martínez, Jorge Joaquin, “Periodismo y decadencia”, Diario La Nación, 13 de febrero de 2003, p. 17.

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Así funciona –advertía el editor– “una prensa que manipula la información, que procura sensacionalismo y exacerba la morbosidad por hacer negocio. Así funciona una prensa conformada por periodistas que se estiman muy por encima del ciudadano común”. El rango de poder y el status de pertenecer a la plataforma hegemónica es lo que alienta la sensación periodística de que sus portavoces están “por encima” de los demás. Habilita la bajada de línea casi obligatoria que acompaña cualquier información. En esa misma edición, La Nación publicó otra reflexión que cuestionaba el rigor periodístico de la televisión: “El periodismo televisivo, gracias a que si no informa por lo menos entretiene, gozaría de una deontología diferencial” con las consecuencias que ello tiene en la política. “Tampoco los ayudará (a los políticos) una conexión entre la televisión y la política que en lugar de fluir según las reglas del periodismo use las de los talk shows o los programas en que todos discuten sobre algo e intercalan revelaciones insondables”182. “El marketing, que es necesario, hace la política más insustancial”, considera Gustavo Martínez Pandiani, decano de Ciencias de la Educación y Comunicación Social de la Universidad del Salvador y presidente de la Asociación Argentina de Marketing. Todo político que pretenda masividad deberá, imperiosamente, transmitir su propuesta por TV y en un formato de show, ya que “lo que no está en la televisión no existe”. Martínez Pandiani afirma que “los argentinos consumen casi toda la información en formato de entretenimiento. La Argentina construye su imaginario colectivo a partir de la TV”. Pero esto implica un riesgo: ese mismo marketing que potencia una figura provoca, a la vez, “una neutralidad discursiva que iguala la derecha con la izquierda”183. El caso de la Alianza (1999/2001) es un buen ejemplo sobre la incapacidad de la política para pensar la comunicación, en tanto no se asuma esta última como una cuestión de poder y de intereses. Ni las supuestas tácticas de marketing que lo llevaron al poder, ni las costosas producciones publicitarias para explicar lo inexplicable durante la   Mendelevich, Pablo, “La televisión, a la espera de la campaña electoral”, Diario La Nación, 13 de febrero de 2003, p. 17. 183   Martínez Pandiani, Gustavo, Revista Contraeditorial, 6 de noviembre de 2009. 182

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gestión (blindaje, ajustes, etc.) ni las ridículas apariciones en programas top (Susana Gimenez, Marcelo Tinelli, etc.) recomendadas por sus especialistas, salvaron al presidente radical del descontrol gubernamental y la huida precipitada del poder a fines del 2001. Según Jacques Attali, “la política está condenada a morir porque las decisiones esenciales son tomadas por las grandes empresas y el mercado (….) Los políticos –como los pilotos de avión– están convencidos de que no hay que mostrar preocupación”. La coyuntura proporcionó al dispositivo mediático una oportunidad excepcional para la descalificación. Ya vimos que la nueva centralidad discursiva había desplazado a las instituciones públicas de las garantías alrededor del bien común. El mercado –y la convergencia de medios y soportes tecnológicos como vanguardia– se habían hecho portadores de la credibilidad. Y la usarán de manera irresponsable –aún contra sus propios intereses– convocando a todo un país a dar un paso al frente en el borde del precipicio. En los días finales de la Alianza buena parte del dispositivo –navegando aún contra su conveniencia empresarial– alentó el descrédito público y convirtió en sátira macabra la evolución del riesgo país y la inacción gubernamental. Un dibujo animado que reproducía la figura presidencial festejaba cada noche el aumento de los indicadores del riesgo país en un programa nocturno conducido por Daniel Hadad y Eduardo Feinman, en un ejercicio de cinismo periodístico que pronto pasaría de la chanza a la tragedia.

La política como concurso televisivo La confrontación por espacios de poder entre los gobernantes y la lógica de acumulación de las corporaciones mediáticas caracterizó las campañas y modalidades de hacer política en todo el mundo. Aún a pesar de los esfuerzos regulatorios y de las cláusulas de igualdad en el manejo de los tiempos –vigentes tanto en Estados Unidos como Europa– el mercado es quien impuso las reglas. El ascenso del conservador Nicolás Sarkozy a la presidencia de Francia se produjo en medio de la secuela de sus amoríos y escándalos varios. El director del diario de izquierda Liberation, Laurent Joffrin,

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consideró que “la política es un concurso televisivo y él es quien presenta el mejor programa”. Joffrin agregó que Sarkozy es “... el presidente coronado de una sociedad política del espectáculo que se ha integrado perfectamente en la cultura contemporánea hecha de la exposición de lo último, de lo privado, del lenguaje popular y de la competencia feroz”184.

En los Estados Unidos, la llegada al poder del primer presidente afroamericano, Barak Obama (2009), también puso sobre el tapete las oscilaciones del discurso mediático y el empleo del poder de fuego de los medios para defender las posturas del mercado ante las audiencias. La cadena Fox, por ejemplo, no dudó en declarar la guerra al mandatario del país más poderoso del planeta. Fox pertenece a News Corporation, cuyo dueño es el magnate conservador australiano Keith Rupert Murdoch y que engloba, entre otros medios, a periódicos como The Sun, The Times, The Wall Street Journal y The Australian, y a la cadena vía satélite Sky. News Corporation compite en EE.UU. con otros cuatro monstruos: Time Warner, The Walt Disney Company, NBC Universal y Viacom. Murdoch castigó al presidente de los Estados Unidos y su programa de reformas con una interminable saga de noticias negativas, cuando no falsas, y ello motivó que la Casa Blanca se quejara y dejase de recibir a sus periodistas. En este sentido, el periodista de medios del Washington Post, Howard Kurtz, consideró que “la Casa Blanca está librando ahora una batalla en tres frentes: Irak, Afganistán y Fox News”. El gobierno de Obama pasó a tratar al canal de noticias de cable Fox News como un adversario político más. La directora de Comunicaciones de la Casa Blanca, Anita Dunn, ha sido la portavoz de la reacción gubernamental que puso en duda la imagen de Fox News como una organización periodística legítima. En entrevistas con CNN, el New York Times y la revista Time, Dunn calificó a la criticada cadena como “periodismo de   Diario El País (España), Obseso del primer plano, J. M. Martí Font, 30 de diciembre de 2007, p. 23.

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opinión disfrazado de noticias” y de “órgano del Partido Republicano”. Por eso, dijo, el gobierno tratará a este medio como a un opositor. En 2009 Obama había concedido entrevistas a cinco canales de televisión para hablar de la reforma sanitaria, pero excluyó a Fox, cuyos analistas calificaron la política de salud como “peor que el cáncer”. Luego volvió a convocar a la prensa, esta vez sobre la situación en Afganistán, y volvió a marginar al multimedios de Murdoch. En una inevitable comparación con la situación argentina, donde Clarín también ha sido sindicado como el megáfono discursivo de todo el arco de la oposición política al gobierno de Cristina Kirchner, los caciques del multimedios de Murdoch intentan ocupar el lugar de las víctimas. Fox News ha dicho que la Casa Blanca deliberadamente no distingue entre los conductores de programas de opinión y los reporteros de los bloques informativos del canal y también cita a analistas que cuestionan el tino de la Casa Blanca al emprender una guerra contra un medio de prensa. A poco de ganar las elecciones presidenciales de 2007, Cristina Fernández de Kirchner había reclamado una “revisión” del rol de los medios. Lo hizo en una entrevista concedida a un programa político de una de las señales que pertenecen al multimedios Clarín. “Creo que los medios de comunicación deberían hacer una revisión de esto, porque la democracia exige un sistema comunicacional transparente, donde los medios de comunicación sean de comunicación y no de posición”, dijo al periodista Joaquín Morales Solá. Consultada entonces sobre cómo sería su relación con el periodismo, la presidenta electa afirmó: “Perfecta, si vuelven a ser medios de comunicación, no de posición”. La presidenta agregó: “Sueño con que cuando los entrevistados seamos los oficialistas, tengamos el mismo trato que los otros, porque siento que a nosotros nos interrogan y a los otros los escuchan, nadie les repregunta”185.

  “Desde el llano”, Canal Todo Noticias (TN), 1 de noviembre de 2007.

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El despecho de los poderosos La batalla entre multimedios o medios representantes del establishment y gobiernos elegidos democráticamente se produce a escala global. En la región Latinoamericana se ha intensificado desde las reformas producidas por las democracias progresistas que han coincidido en el poder en la primera década del nuevo siglo. Ignacio Ramonet denunció en este sentido que “... las reformas democráticas emprendidas por algunos gobiernos (Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela) contra los ‘latifundios mediáticos’ de grupos privados en situación de monopolio (…) desencadenan, contra esos gobiernos y sus presidentes, una sarta de calumnias difundidas por los despechados medios de comunicación dominantes y sus cómplices habituales”186.

Algunas viejas entidades patronales, como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), fueron desempolvadas para constituirse en portavoces a nivel regional de los intereses corporativos puestos en debate. Enrique Santos –presidente de la SIP (con sede en Miami), codirector del diario El Tiempo de Bogotá– consideró por ejemplo que existe “una actitud defensiva y últimamente agresiva frente a los medios de comunicación, además de una actitud concertada por parte de Venezuela, Ecuador y Bolivia” ante una propuesta de Chávez y Correa de crear instancias que “defiendan a los ciudadanos y a los gobiernos legítimamente electos de los abusos de la prensa”. Discursos similares se utilizaron en forma permanente para descalificar el proceso democratizador del sector acelerado a partir de 2008. El presidente de Ecuador Rafael Correa pidió que “... respeten la ley. ¿O ustedes por ser medios de comunicación están por encima de la ley? (...) O si no, propongan una reforma a la Constitución de que la ley se aplica a todo el territorio ecuatoriano menos a los medios de comunicación”. Por su parte el presidente de Bolivia, Evo Morales, se quejó ante ejecutivos de la SIP porque ‘cada día soportamos una mentira, una   Ramonet, Ignacio, “La prensa diaria se muere”, Le Monde Diplomatique, 4 de octubre de 2009.

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difamación, una calumnia, una ofensa (...) No solo hay libertad de prensa, hay libertinaje’”.

Algunas manipulaciones periodísticas recibirían, incluso, una reprobación diplomática. En el climax de la confrontación de Clarín contra el gobierno de Cristina Kirchner con el trasfondo de los debates por un nuevo escenario regulatorio, el Departamento de Estado norteamericano debió desmentir públicamente al grupo editorial argentino por la manipulación de información vinculada con la visita de una delegación de industriales Argentinos a Washington. “Escribimos para expresar nuestra objeción, en los términos más duros posibles, a la nota ‘El gobierno busca el apoyo del Tesoro Norteamericano’, que apareció el 12 de junio (2009) en la edición de Clarín. Las citas textuales atribuidas son absolutamente falsas y fueron publicadas sin estar basadas en la verdad”.

En una nota dirigida al editor Ricardo Kirschbaum por los funcionarios Craig Kell y Milton Drucker, Directores de Oficina de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el mismo día de la publicación, se condenó con crudeza el fraude periodístico habitual del grupo editorial: “Tenemos una relación de largo tiempo con Clarín, un periódico de gran reputación y bien establecido, y nos sentimos defraudados ante el hecho de que no hubo ningún intento de contactar a los participantes de Estados Unidos para confirmar las citas atribuidas a ellos. Esperamos que esta práctica sea corregida en el futuro”. Uruguay, mientras tanto, sancionó en diciembre de 2007 una Ley de Radiodifusión Comunitaria, concebida como un avance hacia la pluralidad y la democratización del sector, objetivos que luego ratificó el nuevo presidente, José Pepe Mujica, con la decisión de impulsar un cambio a partir del documento “Aportes para la revisión y reforma de la Ley de Radiodifusión en Uruguay”. En la misma sintonía, el ministro de Relaciones Institucionales de Brasil, Alexandre Padilla, anunció luego la intención del presidente Luiz Inacio Lula da Silva de avanzar con un nuevo marco regulatorio democrático en Brasil. Poco después, y en el marco del debate político abierto en torno a su sucesión en la pre-

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sidencia, Lula da Silva examinó la ingerencia de los grupos mediáticos en la campaña electoral: “Basta ver algunos medios y diarios de Brasil. Ellos deberían tener el color del partido que defienden y la cara del candidato que defienden y parar de hablar de neutralidad en la elección. Cierto tipo de prensa ejerce la oposición en este país” sostuvo Lula187 De la mano de los debates por una nueva ley de medios, pero también de la reforma política y de la nueva legislación sobre las campañas electorales, mediante las leyes aprobadas hacia fines de 2009188 y reglamentadas en 2010, llegaría un nuevo límite de la democracia a la ingerencia del mercado y de los poderes económicos a la hora de elegir gobernantes en la Argentina. Las nuevas normas prohíben la contratatación privada de publicidad en emisoras de radiodifusión televisiva o sonora abierta o por suscripción para las campañas elecctorales. En otras palabras, los partidos, sus candidatos o terceros no podrán contratar o adquirir espacios publicitarios en radio o televisión para promoción electoral que no sea la que resulta de la asignación pública mediante mecanismos de equidad y representación. Por su parte, las emisoras no podrán emitir publicidad electoral que no sea la distribuida y autorizada por el Ministerio del Interior. La pauta asignará por sorteo público, entre las agrupaciones políticas que oficialicen precandidaturas para las elecciones primarias y candidaturas para las elecciones generales, los espacios de publicidad electoral para la difusión de sus mensajes de campaña. Asimismo, durante las primarias, los Partidos distribuirán tales espacios en partes iguales entre las listas internas oficializadas. Por su parte, las emisoras que emitan publicidad electoral privada serán sancionadas con la pérdida de la licencia o la autorización. Por primera vez, la política fija las reglas de juego para subordinar –al menos en campaña– el dispositivo audiovisual del mercado a los intereses de la democracia.

  “Lula, contra los medios”. lanacion.com. Actualidad. 18 de septiembre de 2010.   Ley 26571, Decreto 2004/2009 y Decretos 935-936-937 y 938/2010. Partidos Políticos. Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral. 187

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Capítulo 9 Voluntad política y movilización social La puesta en debate de la concentración y de su impacto en un mundo penetrado por redes cada vez más sofisticadas de distribución de contenidos no se consiguió sin una etapa previa de denuncia, resistencia y movilización social. Tampoco sin conflicto ni estigmatización de quienes se atrevían a cruzar la línea. El camino hacia el cambio del escenario mediático y el cuestionamiento al poder corporativo gestado en los 90 fueron tanto la consecuencia de una lucha nacional y sectorial como la voluntad política de enfrentar el mayor escollo para la transformación del modelo económico y social implantado por el neoliberalismo. Implicaba cambiar la forma de relación entre el mercado y la política. Asumir que la comunicación también era parte de la construcción política, si es que esta se apoyaba en modelos de redistribución e inclusión. La construcción de una autoridad pública frente al poder militarcorporativo, emergente de la dictadura primero y de los grupos económicos (desde los capitanes de la industria hasta las oligarquías agropecuarias y financieras) y sus portavoces mediáticos después, ha sido el desafío de la democracia desde su recuperación en 1983. La historia de ese tiempo debe mirar entonces no solo a los momentos en que el poder político cedió a la concentración, sino también a la genética de sus actos de resistencia. Sobre ellos sería posible, en el tiempo, construir la posibilidad del cambio. El regreso de la Argentina a la democracia se produjo en medio de los operativos y presiones del principal medio gráfico para lanzarse sobre el audiovisual. En su retirada, la dictadura militar había vendido a precio vil las acciones remanentes de Papel Prensa (25%) a Ernestina

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Herrera de Noble y al hombre que manejaba los hilos del Grupo Clarín, Héctor Magnetto. Era el control total sobre la fábrica productora de papel de diarios, cuya mayoría accionaria habían logrado mediante los oscuros oficios represivos del régimen contra la familia Graiver, titulares de la empresa. La dictadura vendió ese remanente a precio vil en noviembre de 1983 –ya electo el gobierno democrático–, en otra evidencia de la complicidad que vinculó a la represión con el ascenso del Grupo Clarín al poder. Poco después de asumir la presidencia, Raúl Alfonsín (1983/1989) anuló dicha operación. Así comenzó una tortuosa relación entre el caudillo radical y Magnetto, signada por el mutuo recelo y desconfianza. En su obsesión por pisar el mundo de la radio y la televisión, Magnetto desplegó una serie de iniciativas como la creación de la Gerencia de Relaciones Institucionales para tejer una trama de alianzas y relaciones (su primer responsable fue Saturnino Herrero Mitjans, que venía de dirigir la Escuela de Negocios de IDEA) y a crear la Comision Empresaria de Medios de Comunicacion Independientes (CEMCI) como instancia de presión corporativa sobre el poder político en materia de medios. El eje de la operación era el artículo 45 del decreto 22.285 que impedía a los medios gráficos el acceso a radio y televisión. Los criterios planteados en el proyecto elaborado por el Consejo de Consolidación de la Democracia (Cocode) suponen los primeros hitos para pensar una política de comunicación que preservara la autonomía del poder político, lo que de inmediato convocó a los primeros denuestos corporativos. CEMCI atacó desde el vamos el proyecto del Cocode (presentado en 1987) considerándolo “intervencionista” y “estatista”, motes que se repetirán como una letanía en cada opinión empresarial sobre proyectos de la democracia. No obstante, la iniciativa consideraba una apertura restringida a los medios gráficos. Por otra parte, si bien desde 1986 Clarín controlaba Radio Mitre (a través del ingreso del Banco Mariva en Radiocultura S.A.), no podía ejercer la titularidad de la licencia en virtud de la restricción de propiedad cruzada, que Alfonsín se negó a modificar hasta su abandono precipitado del poder. Sin embargo, el alfonsinismo en el gobierno tendría una postura ambigua respecto de la emergencia de miles de nuevas emisoras – radios libres o comunitarias– que expresaban la necesidad de más

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voces en la democracia. El interventor del Comfer de entonces, Pedro Sánchez (1987), presionado por ARPA y por AIR, denunciaba aquel fenómeno como una “plaga clandestina” que debía erradicarse. El mismo Sánchez compartiría con el represor Jorge Olivera Rovere189 y otros militares, representantes de grupos económicos y políticos de la derecha criolla la despedida de los restos de Diana Julio de Massot, directora de La Nueva Provincia de Bahía Blanca, en agosto de 2009, curiosamente cuando el gobierno kirchnerista enviaba el proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual al Congreso. Pero también debe apuntarse que diversos intelectuales y catedráticos que se ligaron a Alfonsín como Margarita Graciano, titular de Políticas y Planificación de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y luego activista en la Fundación Argentina para la Libertad de expresión (FUALI) alentaron cambios de fondo en materia de radiodifusión. Los forcejeos con el grupo quedaron expuestos a la luz pública en febrero de 1987, cuando Alfonsín calificó a la corporación como “opositor acérrimo”190. En los albores de la democracia, legisladores del justicialismo como Enrique Paz (Jujuy), y del radicalismo como Osvaldo Alvarez Guerrero (Rio Negro) y otros intentaron acordar un texto que promoviese el federalismo y el control parlamentario de la radiodifusión. Nunca llegaría al recinto. Unos setenta proyectos correrían suerte similar hasta 2009. Paz había asesorado jurídicamente a la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN), función que luego sería retomada por el abogado Damián Loreti quien, junto a Guillermo Mastrini y otros académicos, avanzarían con diversas investigaciones e iniciativas llamadas a comprometer el área de Comunicación de la UBA en los vientos de cambios del escenario comunicacional. Será justamente con la demolición de la estructura pública encarada por Carlos Menem (1989/1999) a través de la Ley de Reforma del   Condenado a cadena perpetua junto con Bernardo José Menéndez por crímenes perpetrados durante la dictadura cuando era subcomandante del I Cuerpo del Ejército bajo las órdenes de Guillermo Suárez Mason. Olivera Rovere estaba acusado de 116 secuestros y desapariciones, entre ellas la del escritor Haroldo Conti, y cuatro homicidios (Clarín, 23 de octubre de 2009). 190   Ídem. Discurso de Alfonsín durante la inauguración de la Biblioteca Julio César Saguier, 13 de febrero de 1987. 189

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Estado y su política de privatizaciones, que Magnetto conseguiría el primer triunfo con la derogación de la exclusión de propiedad cruzada periódico-medios electrónicos. Uno de sus artículos reconocería con carácter “precario y provisorio” la existencia de más de un millar (luego crecerían hasta 3.500) de nuevas radios excluidas de la legalidad plena por la administración democrática. Aunque la relación entre el caudillo riojano y el grupo de Noble no estuvo exenta de cortocircuitos, fue su política de privatizaciones lo que abrió el camino para la formación del emporio multimediático. En todo caso, no se le hubiera ocurrido a Menem que la receta para enfrentar un monopolio periodístico consistía en democratizar la propiedad de los medios. Convencido, por el contrario, de que para “neutralizar” un monopolio no había nada mejor que crear otro, alentó la aventura de sus amigos Richard Handley (Citicorp) y Raúl Moneta (Banco República) para posicionarse en el sector. La consolidación del Citicorp Holdings (CEI) al frente del principal accionista de Telefónica de Argentina (Cointel) y la presencia del licenciatario telefónico en Multicanal (Clarín) iniciaron la expedición mediática que tuvo en Moneta y en los inversores norteamericanos sus principales fuentes de inspiración. Lejos de aspirar solamente a la instalación de un nuevo conglomerado económico, el diseño incluyó desde el vamos la perspectiva de la segunda reelección presidencial que, para concretarse, no podía omitir la disputa mediática. Tal escenario daría pie al vínculo esquizofrénico que signó la relación Menem-Magnetto. En su momento de esplendor, en 1998, Raúl Moneta (República), Richard Handley (CEI) y John Reed (Citicorp) pasaron a comandar conjuntamente los principales grupos de inversión y de medios en la Argentina, como se ha consignado en la Parte I. La crisis del modelo neoliberal, con su estallido en 2001, y el fracaso estruendoso de las recetas de privatización y desregulación pondrían punto final a las aventuras del menemismo y sus socios, y también dejarían al borde de la rendición al propio holding de Magnetto que –como vimos– recibiría un salvavidas del poder político para evitar su adquisición por parte de los acreedores internacionales. La primera respuesta de los trabajadores del sector ante el doble fenómeno de las privatizaciones y la concentración lo constituyó la creación en agosto de 1989 de la Confederación Sindical de Trabajadores

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de Comunicación Social (COSITMECOS)191, que resistió la privatización de los canales abiertos y logró protagonizar una breve experiencia de cogestión antes de los concursos convocados por el COMFER para las frecuencias de Canal 11 y Canal 13. En esa articulación primaria se nuclearon dirigentes como Néstor Cantariño –SAT–, Néstor Piccone –UTPBA–, Roberto “Tato” Miller –SICA–, Carlos Carella –Actores– y José Perez Nella –Locutores– entre otros. La organización gremial también incluyó en el reclamo la situación de las radios LR3 Belgrano, LR5 Excelsior, LU6 Atlántica (Mar del Plata) LV7 Tucumán, LV3 Córdoba y LU33 Santa Rosa, entre otras, también en la lista de las privatizaciones. Aquella experiencia –según sus documentos– logró gestionar las empresas y generar un espíritu de unidad que no cedió nunca, permitiendo posicionamientos y acciones directas conjuntas entre organizaciones que, en diferentes etapas, pertenecieron o pertenecen a las dos centrales sindicales nacionales (CGT y CTA), sin inconvenientes internos. Entre los gestos de resistencia de la época deben computarse además la Marcha Federal que el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) de Hugo Moyano y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) realizaron en 1994, cuyos gremios vinculados a la comunicación, conjuntamente con organizaciones sociales, del sector universitario y del movimiento de radios comunitarias se movilizaron para denunciar la concentración y reclamar una ley de la democracia. La movilización y el trabajo de los trabajadores, productores y directores de la industria cinematográfica logró –en ese período– la sanción de una norma que protege la producción y el empleo nacionales en el sector. En 1995, en el marco de los debates parlamentarios sobre el rol del espacio audiovisual, la COSITMECOS convocó a un debate estratégico para que “no sean los contratistas de los gobiernos, los dueños   Integrado por Sindicato Argentino de Televisión (SAT), la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN), el Sindicato Argentino de la Industria Cinematográfica (SICA), el Sindicato Argentino de Músicos (SADEM), la Sociedad Argentina de Locutores (SAL), la Asociación Argentina de Actores (AAA), la Asociación Argentina de Trabajadores de las Comunicaciones (AATRAC, ex AATRA), el Sindicato Único de Trabajadores del Espectáculo Público (SUTEP), el Sindicato Único de la Publicidad (SUP) y la Federación Argentina de Trabajadores de la Imprenta, Diarios y Afines (FATIDA).

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de los emporios del audiovisual, los monopolios de las comunicaciones y las telecomunicaciones quienes diseñen la Sociedad de la Información, porque seremos nosotros –los trabajadores– quienes suframos las consecuencias”192. También cuestionó la falta de protección de la producción nacional en los convenios internacionales, haciendo expresa mención del tratado de 1994 con Estados Unidos. La COSITMECOS redactó e impulsó un proyecto propio de radiodifusión, con la supervisión de Loreti, que fue retomado en la iniciativa presentada por los ex diputados Pablo Fondevila e Irma Parentella, y que influyó también en los ejes de la iniciativa de Gustavo López en 2001. Sin embargo, el entonces titular del SAT, Néstor Cantariño, y otros dirigentes del sector deploraron la pérdida de sustanciales principios regulatorios entre el anuncio gubernamental de Fernando de la Rúa, y el ingreso formal de la iniciativa al Congreso. Estas experiencias, sumadas a las diversas expresiones de resistencia de las radios comunitarias –que promovían desde ARLIA, ARCO, luego FARCO, AMARC y otras expresiones organizativas– una perspectiva social de la comunicación, serán el germen de la futura convergencia en la Coalición.

La resistencia también es global Pero si la concentración empezaba a encontrar brotes de denuncia local, también hay que apuntar que –como parte de un proceso global– también encendió la protesta social en otras partes del mundo. Las reformas desreguladoras impulsadas a principios del nuevo siglo por los republicanos en Estados Unidos habían provocado una sólida resistencia en la sociedad civil norteamericana, impidiendo que la presión corporativa de los magnates del sector eliminara las principales reglas. La movida de la Coalición por la Diversidad en los Medios (MDC) coincidió en el tiempo y en los objetivos con la lucha iniciada en la Argentina por la Coalición por una Radiodifusión Democrática. En el norte se trataba de frenar la movida concentradora del gobierno de George Bush, en tanto que en la Argentina la movilización apuntó a conquistar   El espacio audiovisual y la democracia. Néstor Cantariño. COSITMECOS. 30 de noviembre de 1995.

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una ley democrática frente a las reformas desreguladoras que ya había consumado el menemismo en los 90 al amparo de la ley de la dictadura. Si bien la oposición al proceso concentrador por parte de la sociedad civil norteamericana es de antigua data, se potenció con los procesos de fusiones empresariales en las dos décadas previas al fin de siglo. Las organizaciones y medios locales reclamaron la aplicación del principio por el cual cualquier cambio a las normas exigía demostrar que se beneficiaba el “interés público”. La lucha había logrado en 1992 la aprobación y posterior modificación de la Cable Act que obligó a los operadores de cable a dar espacio a las programaciones locales, así como avances en la batalla por legalizar las emisoras de FM de baja potencia. La disputa incluía diversas reglas. En 1970 Estados Unidos había prohibido la propiedad común de empresas de televisión abierta y un sistema de cable en el mismo mercado. La regla sobre teléfono y cable se mantuvo hasta 1996, pero con restricciones al tope de mercado. La de periódicos y estaciones de televisión en la misma ciudad aún sigue en pie desde 1941 pese a los embates permanentes. En1999 se permitió la posesión de una licencia de televisión y estaciones de radio mediante fórmulas que deben garantizar un porcentaje de voces independientes. Las reglas también han sido estrictas para las cadenas nacionales y recién en 2004 se autorizó una cuarta network, la FOX, para competir con CBS, NBC y ABC. El gran movimiento en defensa de las voces locales, con la movilización de más de 250 organizaciones sociales, religiosas, de derechos civiles, etc., se activó en 2002 cuando la FCC lanzó la comentada revisión de las normas de regulación de la propiedad de los medios que suponía en la práctica abrir la puerta para que las grandes corporaciones pudieran aumentar su control sobre el mercado mediático. Lo que en principio parecía que iba a ser un trámite entre bambalinas se convirtió en una de las normas más contestadas socialmente en la historia de EE.UU., con millones de mensajes enviados a la propia FCC y a los legisladores del Congreso oponiéndose a esta medida. Atrás de la iniciativa del titular de la FCC, el republicano Michael Powell, las asociaciones civiles denunciaron el largo brazo de Rupert Murdoch (Fox, The Wall Street Journaal) o Sumner Redstone (CBS/ Viacom) para obtener porciones mayores de la torta audiovisual mediante el corrimiento de las vallas regulatorias.

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El New York Times se preguntó: “¿Qué pasará a las comunidades si las reglas de propiedad se eliminan? Entre las posibilidades es que una o dos compañías en cada pueblo tendrían un monopolio eficaz en alcanzar los consumidores permitiéndose controlar el periódico, radio, la televisión, las carteleras y más, con las consecuencias costosas de tal situación. Tal monopolio en la información también reduciría la diversidad de discurso cultural y político en una comunidad”193.

A pesar de que la norma se aprobó nominalmente en 2003, merced a la mayoría republicana en el órgano de regulación del Ejecutivo (FCC), las dos cámaras del Congreso norteamericano rechazaron las propuestas, que finalmente encallaron en los tribunales con el fallo del famoso caso Prometheus en medio de una movilización sin precedentes. Los principales grupos de comunicación norteamericanos (las networks y los propietarios de diarios –Tribune Co., Fox, Viacom Inc., NBC Universal, entre otros– argumentaron en 2005 que la abundancia de nuevas fuentes tecnológicas –especialmente Internet– habían tornado obsoletas las regulaciones y en consecuencia urgieron a la Corte Suprema para que revisara y anulara la decisión del Tribunal de Apelación del Tercer Circuito de Filadelfia (Radio Prometheus) que había paralizado el plan de relajación de las normas de propiedad. Pero la movilización nacional que desató el intento concentrador terminó con la negativa judicial y el rechazo del parlamento. El 18 de diciembre de 2007 el máximo organismo regulador de la radio, la televisión y las telecomunicaciones de Estados Unidos, la Federal Communications Comisión (FCC) intentó otra vez dar el empujón final a la concentración y aprobó por 3 votos a 2 el levantamiento de las barreras de propiedad cruzada periódicos-medios electrónicos y de los topes de audiencia. Kevin Martin, el nuevo presidente de la FCC designado por George Bush, fue quien presionó para que se hicieran los cambios en la normativa. Martin venía de acompañar a Bush en el área jurídica de la campaña Bush-Cheney del año 2000, época en que estuvo activo durante el escandaloso recuento electoral de Florida. “La decisión de hoy haría sentir orgulloso a George Orwell. Afirma  Bill Kovach y Tom Rosenstiel, New York Times, 7 de enero de 2003.

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mos que le estamos dando un estímulo a la industria de la información, pero el efecto real es que se reducen por completo las fuentes informativas”, expresó el comisionado disidente de la FCC Michael Copps, representante de los demócratas194. La Coalición por la Diversidad en los Medios (Media Diversity Coalition) incluyó desde grupos preocupados por cuestiones de comunicación hasta todo tipo de colectivos sociales, asociaciones de creadores, grupos ecologistas, asociaciones educativas, organizaciones de derechos civiles, iglesias y grupos religiosos, pacifistas, defensores de las minorías, redes de consumidores, defensores de la infancia, pequeñas compañías de medios. Todos coincidieron en que “los límites en la propiedad de los medios son necesarios para proteger la diversidad de voces y de elección para el público”195. La regulación federal que vuelve a debatirse cada dos años en los Estados Unidos es la prohibición de la propiedad simultánea de periódicos y emisoras, así como los topes de concentración de audiencias. Estas regulaciones han impedido durante décadas que una misma empresa posea el control total sobre la opinión pública de una misma ciudad o región. Bajo esta prohibición se halla el núcleo mismo del concepto de interés público, y los grandes medios no han logrado aún convencer ni al Congreso, ni a la Justicia, ni a la opinión pública de Estados Unidos, de que los monopolios comunicacionales son buenos para la sociedad. El 7 de setiembre de 2009, el New York Times publicó un editorial titulado “Competencia en la televisión por cable” en el que cuestionó severamente a un tribunal federal de apelaciones del distrito de Columbia por haber removido el tope del 30% del total nacional de abonados, establecido en Estados Unidos mediante la ley del cable. El NYT calificó la decisión del tribunal como “lamentable” y recordó que, en 1992, el Congreso ordenó a la F.C.C. que promoviera “la competencia de pre  Goodman, Amy, Democray Now!, diciembre de 2007.   Algunas de las organizaciones que participaron en esas campañas fueron la Alliance for a Media Literate America, Center for Civic Education, Center for Communication and Civic Engagement, Center for Information and Research on Civic Learning and Engagement, Center for Digital Democracy, Center for International Media Action, Center for Media and Democracy, Citizen Outreach, Consumer Federation of America, Democracy Now!, FAIR, Free Press, Global Action Project, Media Access Project, Media Channel, MoveOn, OneWorld Net, Prometheus Radio Project y Reclaim the media, entre otros.

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cios y la diversidad de la programación en la televisión por cable mediante la imposición de regulaciones razonables para la industria”. A juicio del NYT “hay una perturbadora falta de competencia de precios. Las compañías de cable se han resistido a dejar que los clientes elijan, a la carta, los canales que realmente miran”. Pese a que ninguna de las grandes compañías de cable de los Estados Unidos supera el 25 por ciento del mercado nacional (bastante menos que la mitad de los índices de la concentración en la Argentina), el periódico de Nueva York opinó que la concentración “sofoca también la competencia en la programación. Debido a su enorme poder de mercado, las grandes empresas pueden complicar a los canales que quieren despegar”. La separación entre la propiedad de los contenidos y de las plataformas de distribución sería luego otro de los ejes rectores de la propuesta de cambio legislativo en Argentina, que fijó un tope global de cobertura poblacional del 35 por ciento y limitó a los titulares de sistemas por cable a no distribuir más de una señal propia.

Concentración o diversidad El común denominador de los debates que atraviesan el mundo está signado por la preservación de la diversidad cultural, la protección de las voces locales, la competencia y prevención frente a las prácticas de la concentración, la fortaleza de los actores públicos y la presencia decidida de las voces sociales. En noviembre de 2001 los relatores de Libertad de Expresión de la OEA, de la ONU y el Representante de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa para la Libertad de los Medios de Comunicación (OSCE) habían emitido una declaración titulada “Desafíos a la Libertad de Expresión en el Nuevo Siglo” que reclamó por la diversidad en materia de radiodifusión: “La promoción de la diversidad debe ser el objetivo primordial de la reglamentación de la radiodifusión; la diversidad implica igualdad de género en la radiodifusión e igualdad de oportunidades para el acceso de todos los segmentos de la sociedad a las ondas de radiodifusión”.

En el Informe 2002 denunciaron la exclusión que castiga a los sectores de la economía social o entidades sin fines de lucro. Consideraron que:

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“... resulta inadmisible el establecimiento de marcos legales discriminatorios que obstaculizan la adjudicación de frecuencias a radios comunitarias. Igualmente preocupante resultan las prácticas que, aún en los casos de funcionamiento en el marco de la legalidad, importan amenazas de cierre injustificadas o incautación arbitraria de equipos”.

En el año 2007, otra declaración conjunta demandó a los estados que favorezcan la “diversidad” en los medios de comunicación como contracara de la “concentración”. La declaración fue producida por los relatores sobre Libertad de Expresión de las organizaciones Naciones Unidas (ONU), Organización de Estados Americanos (OEA), Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP) y se difundió con el título “Diversidad en la Radiodifusión”196. El pronunciamiento se realizó luego de un encuentro con representantes de organizaciones de la sociedad civil, miembros de la academia y otros expertos en Amsterdam, bajo los auspicios de la organización Artículo 19, así como Campaña Global para la Libre Expresión (Global Campaign for Free Expression), asistidos por el Instituto para el Derecho de la Información (Institute for Information Law-IViR), Universidad de Amsterdam. Los relatores de las organizaciones mencionadas, calificaron la diversidad de medios como “fundamental” para “... el libre intercambio de información e ideas en la sociedad, en términos de dar voz y satisfacer tanto las necesidades de información como otros intereses de todos y todas, de conformidad con la protección que brindan las garantías internacionales del derecho a la libertad de expresión”.

Recomendaron la adopción de normas antimonopólicas que regulen la propiedad horizontal y vertical de los medios. En consecuencia, promovieron la adopción de 196   Declaración Conjunta sobre Diversidad en la Radiodifusión. Amsterdam, diciembre de 2007. El Relator Especial de Naciones Unidas sobre Libertad de Opinión y de Expresión, el Representante de la OSCE sobre Libertad de los Medios de Comunicación, el Relator Especial de la OEA sobre Libertad de Expresión y la Relatora Especial de la CADHP (Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos) sobre Libertad de Expresión y Acceso a la Información.

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“... estrictos requisitos de transparencia sobre la propiedad de los medios de comunicación a todos los niveles. Además deben involucrar un monitoreo activo, el tomar en cuenta la concentración de la propiedad, en caso que sea aplicable, en el proceso de concesión de licencias, el reporte con antelación sobre grandes combinaciones propuestas, y la concesión de autoridad para evitar que tales combinaciones entren en vigor”.

Tales recomendaciones serían retomadas con los mecanismos de transparencia y la obligación de disponer de una carpeta de acceso público para todos los titulares de medios a partir de la lucha por una nueva legislación en Argentina.

Otro mapa es posible El 27 de agosto de 2004, en concordancia con el “Día de la Radiodifusión”, la Coalición por una Radiodifusión Democrática realizó su presentación en sociedad en la Argentina. Fue a través de un programa radial que se transmitió por Radio Nacional a todo el país con la conducción de Mona Moncalvillo, en simultáneo con radios universitarias, medios comunitarios y asociaciones de radiodifusores. En ese marco se dieron a conocer los “21 puntos”, número no casual, ya que también se cumplían 21 años de democracia. En forma previa, un grupo de dirigentes del área del periodismo, la comunicación social, funcionarios del área de comunicación del kirchnerismo y organizaciones sindicales y comunitarias se comprometieron a promover la unidad de los actores sociales para impulsar una movilización nacional que permitiera el cambio de la ley. La Coalición fue definida como “un espacio horizontal, sin un liderazgo, en donde hay diferencias entre sus integrantes”, pero con un amplio marco de coincidencias sostenidas desde la recuperación de la democracia por sindicatos de la comunicación de las centrales obreras (CGT, CTA), cooperativas, radios universitarias, comunitarias, movimientos sociales, universidades y estudiantes de comunicación y periodismo y organizaciones no gubernamentales. Plantearon la necesidad del pluralismo informativo y cultural, el desarrollo de medios públicos al servicio de los ciudadanos y coincidieron en que la comunicación es un derecho humano fundamental.

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Buena parte de los sectores y dirigentes que darán forma a la Coalición se habían expresado ya en forma conjunta en noviembre de 2003 al advertir al presidente Néstor Kirchner que los intentos del Senado por avanzar –con la complicidad del interventor del Comfer de la época– con instrumentos de represión penal a los medios comunitarios y sociales son “nubarrones que se ciernen sobre la libertad de expresión”. Otra vez, como había pasado con cada recambio gubernamental desde 1983, las corporaciones patronales pretendían ordenar a palos el espectro, desoyendo incluso el reciente fallo de “inconstitucionalidad” del artículo 45 de la ley por parte de la Corte Suprema de Justicia, cuyo texto consideró violatorio de las previsiones del Art. 13, inc. 3º del Pacto de San José de Costa Rica. “Confiamos en que Usted modificará esta situación para democratizar las comunicaciones, promoviendo una nueva Ley de Radiodifusión que permita a las entidades sin fines de lucro y todas las cooperativas el acceso a licencias”, reclamó una solicitada firmada por FARCO, CARCO, CTA, FETRACOM, FATPREN, INCUPO; ETER, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Serpaj, APDH, el Obispado de Viedma, legisladores, periodistas, sindicatos y entidades de diverso tipo. Emisoras populares, como la FM Bajo Flores, resistían en los suburbios de la exclusión social y cultural. En medio de la cumbia villera y las sirenas policiales convocaban a la audiencia con el slogan “entrá si querés, salí si podés”, una referencia que identificaba al barrio y a la emisora. La ilegalidad del contexto era subrayada en las cortinas de audio: el spot empezaba con la entrada de una sirena policial seguida de una máquina de escribir: –“Radio comunitaria FM Bajo Flores. Prontuario número 88.1 –la sirena también estaba presente en otra que declaraba FM Bajo Flores. La más buscada–. Al igual que nuestras casas, de la misma manera que pasaba con nuestros derechos, con la vida de nuestros hijos, con la ilegalidad de los inmigrantes, nadie nos reconocía197. En septiembre de 2003, la Corte Suprema de Justicia había declarado “inconstitucional” el cerco jurídico que el artículo 45 de la ley imponía a las entidades sin fines de lucro. Lo hizo en el caso presentado por la Asociación Civil “Carlos Mujica” de Córdoba para su emisora comunitaria “La Ranchada”, con el auspicio del Dr. Miguel Rodríguez Villafañe. 197   Micrófonos para el pueblo. FM Bajo Flores (o cómo un barrio parió una Radio comunitaria), p. 100, Ediciones Bajo Flores. Abril de 2008.

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La Corte opinó que si bien la radiodifusión se había organizado con la lógica de la rentabilidad privada “... ello no desplaza la posibilidad de que personas jurídicas sin fines de lucro, que contribuyen al desarrollo del bien común, puedan tener acceso a tales medios de comunicación, con sujeción a las normas reglamentarias”.

También sostuvo que “... la participación de una asociación mutual en un concurso público para acceder a una licencia de radiodifusión, en el supuesto de ser seleccionada, facilita el pluralismo de opiniones que caracteriza a las sociedades democráticas, e importa un verdadero contrapeso o poder equilibrador de los grupos económicos. Por lo que la limitación que establecen las normas impugnadas no tiene fundamento alguno e importa una clara violación al derecho de asociarse con fines útiles”.

Luego ratificaría ese criterio con motivo de nuevas presentaciones del sector cooperativo, en particular de los prestadores de servicio público. En marzo de 2005, la Coalición denunció “los intereses ocultos de la Sociedad Interamericana de Prensa” (SIP) con motivo de otra puesta en escena de los propietarios mediáticos de la región contra el gobierno democrático. Bajo el título “Si unos pocos controlan la información no es posible la democracia”, la multisectorial publicó solicitadas en los principales diarios del país advirtiendo que el interés empresario “no es la libertad de prensa”, sino “proteger el negocio de unos pocos en detrimento del verdadero ejercicio del derecho a la información que es patrimonio de toda la sociedad”. Las organizaciones firmantes reclamaron el tratamiento de una “Ley de Radiodifusión de la Democracia” con base en los 21 puntos y acusaron a la SIP de alentar la “concentración monopólica de la información” escudándose en “una falsa discusión sobre la distribución de la publicidad oficial”198. Un primer avance en la dirección correcta se lograría el 17 de agosto de 2005, cuando un proyecto para terminar con la exclusión inconstitucional de las cooperativas y medios comunitarios impulsado   Diarios Clarín, La Nación, 8 de marzo de 2005.

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por el rionegrino Osvaldo Nemirovsci (PJ), titular de la Comisión de Comunicaciones e Informática de Diputados logró la reforma del articulo 45 con el voto favorable del Senado. Después de 25 años, la ley de radiodifusión 22.285 permitía a las sociedades sin fines de lucro ser dueñas de un medio de comunicación. Sin embargo, los senadores rechazaron la última oración del quinto párrafo del artículo 1°, que establecía, al referirse a los casos en que las cooperativas fueran también prestadoras de servicios públicos: “En el supuesto de que esto suceda, la autoridad de aplicación deberá, en cada caso concreto, realizar una evaluación integral de la solicitud que contemple el interés de la población”. Tal omisión merecería nuevamente pronunciamientos judiciales que impugnaron la exclusión de las cooperativas de servicio público. Por ese entonces, la sanción del Decreto 527/05, que prorrogó por diez años las licencias existentes, levantó una ola de críticas y el rechazo de la Carrera de Ciencias de la Comunicación y el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. En el mes de octubre de 2005 fue aprobada la “Convención para la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales”, durante la sesión plenaria de clausura de la 33ª Conferencia General de la UNESCO celebrada en París. La declaración tuvo el apoyo de 148 naciones contra 2 (Estados Unidos e Israel) y 4 abstenciones (Australia, Honduras, Liberia y Nicaragua). En noviembre de ese año, el Foro para la Defensa de las Industrias Culturales y la Educación dirigió una nota a Néstor Kirchner, solicitando que el Poder Ejecutivo impulsara ante el Congreso de la Nación la pronta ratificación de esa Convención. La iniciativa tenía el respaldo de unos 15 gremios de la cultura, la comunicación y la educación. “En el mundo actual en que las negociaciones comerciales someten a los países a fuertes presiones para que renuncien a sus políticas culturales, se hacía indispensable la adopción de la Convención de la UNESCO, por tratarse de un instrumento que permitirá a los Estados definir sus propias políticas culturales basadas en el apoyo a la producción y a la difusión, regulando flujos de entradas y salidas de productos culturales”, solicitó el Foro. Entre las iniciativas que apuntaron a reformular la visión mercantilista de la comunicación debe computarse también la creación del Consejo Federal de la Televisión Pública (CFTVP), que se constituyó en septiembre de 2007 en Buenos Aires reclamando

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un rol más activo de los medios públicos “en la promoción y desarrollo de las culturas y de las identidades regionales en un escenario cada vez más dominado por la influencia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación”. Una decena de canales nacionales, provinciales y universitarios de televisión conjuntamente con los departamentos audiovisuales de varias Universidades Nacionales se sumaron al reclamo de “Solicitar la derogación de la Ley de Radiodifusión 22.285, rémora de la dictadura militar, y reemplazarla por un nuevo ordenamiento legal tendiente a democratizar el sistema comunicacional del país, atendiendo al desarrollo cultural y educativo del conjunto de la sociedad”199. A principios de abril de 2008, Canal 7 ganó su segunda batalla en la provincia de Mendoza, al lograr que la Cámara Federal de Apelaciones autorice la emisión de su señal, silenciada por la presión del grupo Vila-Manzano, que impedía a un millón de personas de la capital y el Gran Mendoza (Maipú, Luján de Cuyo, Lavalle, San Martín, Palmira, Junín, Santa Rosa, La Paz y Rivadavia) el acceso gratuito al canal estatal. Se logró con reiteradas movilizaciones y la firma de decenas de miles de mendocinos. Poco antes, San Rafael había sido testigo de otra movilización encabezada por los jubilados, vecinos y trabajadores de esa ciudad que logró la vuelta al aire de Canal 7, luego de un abrazo simbólico a la estación protagonizada por su directora, Rosario Lufrano, artistas y trabajadores del canal público. La Coalición adquirió visibilidad con la convocatoria de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en 2008, para el debate en torno a un nuevo proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual. El 16 de abril la Coalición entregó a la Presidenta el texto de los 21 Puntos que servirían de base al proyecto de ley. Néstor Busso, secretario del Foro Argentino de Racios Comunitarias (FARCO) y vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), fue el único expositor y encargado de resumir la iniciativa ante la presidenta. “Estamos prácticamente todos, menos los que tienen el poder del dinero, el poder del control de los grandes medios en este país”. Expresó la confianza de la Coalición en el cambio de paradigma económico y comunicacional:   Primer Encuentro de Televisión Pública de la Argentina, Buenos Aires 13 y 14 de septiembre de 2007. Canal 7 (SNMP). 199

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“Tenemos confianza en que usted quiere impulsar un nuevo modelo de país, es necesario un nuevo modelo de comunicación. Un modelo de comunicación entendida como un bien social y no como un negocio comercial. Un modelo de comunicación en el que tengan espacio todos y todas, no solamente las empresas de carácter comercial sino los medios públicos, de gestión estatal, y los medios comunitarios, de propiedad social, de las organizaciones libres del pueblo”.

La presidenta ratificó su compromiso con el cambio: “Pero quiero hacerlo con debate. Porque lo que nos distingue a nosotros, quienes compartimos una militancia nacional y popular, es la no imposición al otro de lo que pensamos nosotros, sino esencialmente instalar el debate y la discusión con todos. A mí me encanta que estén todos ustedes hoy aquí presentes con estos 21 puntos básicos de lo que debiera ser un nuevo proyecto de ley de radiodifusión, pero yo voy a invitar a todos”.

Con ese encuadre, la presidenta, acompañada por el Secretario de Medios, Enrique Albistur, el flamante titular del Comfer, Gabriel Mariotto, el Coordinador, Sergio Fernández Novoa, y otros funcionarios, mantuvo reuniones similares con las centrales sindicales, las universidades nacionales, el sector empresario, los artistas y trabajadores de la cultura. El escenario histórico del encuentro con la presidenta Cristina Fernández representó uno de los momentos de mayor intensidad en el conflicto entre los grupos mediáticos –portavoces en aquel momento del clima destituyente instalado por el lock out de los grandes exportadores agropecuarios– y el gobierno democrático. Poco antes la presidenta había denunciado el intento desestabilizador haciendo explícito el reemplazo de los mecanismos golpistas tradicionales protagonizados por las Fuerzas Armadas funcionales a las viejas oligarquías por el nuevo rol de los medios concentrados. El 1 de abril de 2008 y frente a una Plaza de Mayo colmada por organizaciones sociales y militantes del kirchnerismo, Cristina denunció la emergencia de “generales multimediáticos” que venían a reemplazar las viejas componendas en los cuarteles. Señaló que “en estos días he visto el rostro de un pasado que pareciera querer volver” y recordó que un 24 de febrero de 1976 también hubo un lock out patronal. “Las mismas organizaciones que se jactan

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de llevar adelante el desabastecimiento llamaron también a aquel lock out. Un mes después, el golpe más terrible para los argentinos”. “Esta vez no han venido con tanques, han sido acompañados por generales multimediáticos que han hecho lock out a la información, cambiando, tergiversando”. Afirmó que se había editado una caricatura suya con una venda en la boca y se preguntó “¿qué es lo que no puedo hablar ni contarle al pueblo?”. La Presidenta subrayó “el momento histórico” que vive la Argentina en el marco del crecimiento económico. “No desaprovechemos la oportunidad, que no nos arrebaten el presente y el futuro, defendamos la democracia sin provocaciones, las conquistas sociales, políticas y económicas que hemos logrado en estos cinco años”. En ese marco, la Casa Rosada recibió la presencia también de entidades empresarias, universitarias, sindicales, artísticas y de diferentes sectores, que mayoritariamente coincidieron en la necesidad de fortalecer el proceso democrático con una legislación moderna que desmonopolizara el sector audiovisual. Unas 300 organizaciones participaban entonces de las actividades de la Coalición para impulsar un cambio democrático en la Argentina. Entre ellas el Foro de Radios Comunitarias (Farco), Asociación Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, la Confederación General del Trabajo (CGT), la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Confederación Sindicatos de Trabajadores de Medios de Comunicación (COSITMECOS - CGT), la Federación de Trabajadores de la Comunicación (FETRACOM - CTA), la Asociación Radios de Universidades Nacionales (ARUNA), la Confederación de Trabajadores de la Educación República Argentina (CTERA), las carreras en Ciencias de la Comunicación de las universidades de Buenos Aires, Córdoba y La Plata entre otras, la Asociación de Periodistas Los 100, la Asociación Iberoamericana de Derecho a la Información y la Comunicación, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Cooperativas de radiodifusión y telefonía (FECOTEL), la Asociación Radiodifusores Bonaerenses y del Interior de la República Argentina (ARBIA), la Asociación Mundial de Comunicadores Cristianos, WACC, Radio María (Iglesia Católica), Nueva Tierra, organizaciones de Pueblos Originarios, la Confederación de Radios y Medios de Comunicación de la Argentina, etc. El 1º de abril, el mismo día en que Cristina Fernández llenaba la pla-

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za con los ciudadanos invisibles para los pools mediáticos, el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Sociales había votado una durísima resolución sobre la cobertura que realizó la mayor parte de los medios sobre el lock out agrario. El Consejo aprobó un texto que denunciaba el modo en que fue cubierto el conflicto del campo y la información sobre el Gobierno. La entidad formadora de los periodistas, de la más numerosa casa de estudios del país (UBA), denunciaba las faltas de ética, la ausencia de pluralismo en la cobertura y el ocultamiento de intereses económicos. La publicación de esa información en un periódico de Buenos Aires200 determinó una rápida reacción de la Presidenta Cristina Kirchner, que convocó al decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Federico Schuster, para que la casa de estudios se sumara al Observatorio sobre Discriminación en los Medios de Comunicación, integrado hasta entonces por el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer), el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) y el Consejo de la Mujer. El Observatorio había sido creado en 2005 en el marco del Plan Nacional contra la Discriminación “Han existido expresiones de periodistas –no corregidas ni enmendadas por colegas del propio medio o sus superiores– que, lejos de importar afirmaciones de hechos o apreciaciones opinables, llenan de vergüenza e indignación por sus contenidos clasistas y racistas, y por la supina ignorancia que revelan”, decía la resolución académica en sus considerandos. El proyecto de resolución estaba en debate desde que fue evidente el cortocircuito de algunos medios y su complicidad con los ruralistas, cuestionando además la ética de los comunicadores. “Como formadores de periodistas, como espacio de análisis y de crítica, nos inquietó fuertemente el modo en que las empresas de comunicación afrontaron durante todos estos días el conflicto agropecuario”, dijo el decano de Sociales, quien se sumó a los sectores que venían reclamando el cambio de la legislación de la Dictadura. El consejo puso de manifiesto la “necesidad de la sanción de una ley democrática de radiodifusión que garantice los derechos del público a acceder a información plural, lo que conlleva la existencia de medidas tendientes a controlar los procesos de concentración mediática y de maniobras de monopolio informativo”.   “Los medios con la soja al cuello”, Página 12, 3 de abril de 2008.

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También mostró su preocupación por los “dichos discriminatorios de quienes actúan por sus cámaras, micrófonos o páginas”, e impulsó a “los propios periodistas a que, a través de sus organizaciones, hagan públicas sus reflexiones ante actitudes antidemocráticas o discriminatorias de sus colegas y los medios de comunicación”. “Nosotros no somos ninguna estructura del Gobierno, tenemos autonomía y podemos decirlo porque somos formadores de periodistas: coincidimos en defender la libertad de prensa, pero quisimos mostrarles a nuestros alumnos que así no se hace periodismo”, retrucó Schuster ante las invocaciones corporativas sobre renovados ataques a la prensa. Del encuentro con la Presidenta participaron también el Vicedecano de Sociales, Damián Loreti, el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, el secretario de Medios de Comunicación, Enrique Albistur, el titular del Comfer, Gabriel Mariotto, y la titular del Inadi, María José Lubertino. “Los argentinos tenemos que reflexionar esencialmente sobre quiénes son los titulares del derecho de la libertad de información y de la libertad de prensa. Si son realmente las grandes empresas de comunicación o es el ciudadano y la ciudadana de a pie –como me gusta decir– que merece que todas las historias y todos los relatos sean diferentes y plurales”, analizó Fernández de Kirchner durante un acto de entrega de viviendas que encabezó en Casa de Gobierno tras la reunión con los académicos201. El Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión generó un informe sobre el tratamiento televisivo de las repercusiones de las medidas agropecuarias que subrayó la manipulación de la audiencia y la “criminalización de diversos grupos sociales”202. En medio del clima enrarecido causado por el desabastecimiento y los cortes de rutas alentados por organizaciones agropecuarias patronales vinculadas al negocio de la soja, también los intelectuales argentinos salieron a fijar posición. Lo hicieron en defensa de la democracia,   “Contra la discriminación en los medios. La presidenta volvió a criticar a la prensa”, Página 12, 5 de abril de 2008. 202   “Informe sobre el tratamiento televisivo de las repercusiones de las medidas agropecuarias”, Observatorio de la discriminación en radio y televisión. (Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y Consejo Nacional de la Mujer (CNM) constituido en 2005. 201

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pero también para apoyar los trabajos del Observatorio contra la Discriminación. El pronunciamiento gestado en Sociales constituyó uno de los documentos fundacionales de la organización Carta Abierta, que agruparía a centenares de pensadores, investigadores, académicos y trabajadores culturales del país. Opinaron al respecto que: “En la actual confrontación alrededor de la política de retenciones jugaron y juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicación más concentrados, tanto audiovisuales como gráficos, de altísimos alcances de audiencia, que estructuran diariamente ‘la realidad’ de los hechos, que generan ‘el sentido’ y las interpretaciones y definen ‘la verdad’ sobre actores sociales y políticos desde variables interesadas que exceden la pura búsqueda de impacto y el rating. Medios que gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo, sin la responsabilidad por explicar, por informar adecuadamente ni por reflexionar con ponderación las mismas circunstancias conflictivas y críticas sobre las que operan”203.

Esta práctica, a la que calificaron de “auténtica barbarie política diaria, de desinformación y discriminación” ha sido puesta por los grandes medios al servicio del descrédito político y para “desacreditar un Estado democráticamente interventor en la lucha de intereses sociales”. El 27 de marzo de 2009, contradiciendo los mitos políticos sobre la imposibilidad de abordar cambios en la escena legislativa de la comunicación durante años electorales, la presidenta Cristina Fernández lanzó públicamente desde el Teatro Argentino de La Plata el Anteproyecto de Ley que sometía a la consideración popular. Las organizaciones sociales nucleadas en la CRD fueron impulsadas por la presidenta a debatir ese anteproyecto en consultas públicas a celebrarse en todo el país con la coordinación del todavía vigente Comité Federal de Radiodifusión bajo la conducción de Mariotto. El gobierno mantuvo y redobló la convocatoria aún en el marco del discutido desempeño electoral en los comicios parlamentarios adelantados al mes de junio de ese año. La lectura mediática del resultado electoral dejó en claro la naturaleza del conflicto de poder que se debatía en las urnas. En su habitual contratapa, luego de las elecciones, Ámbito ubicó al Grupo Clarín entre los “ganadores” de   Carta Abierta: “En defensa de un Gobierno democrático popular amenazado, preservando la libertad de crítica”, Intelectuales a la política, mayo de 2008.

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los comicios. Al día siguiente, el matutino que conduce Héctor Magnetto imprimió un cuadro que mostró el salto de las acciones del Grupo a partir de los resultados electorales. Ese día El Cronista destacó el repunte bursátil en su tapa y dijo que las acciones que subieron fueron las “enemigas”: Clarín y Techint (Siderar) –socias en Impripost Tecnologías S.A.–. En La Nación, Carlos Pagni dijo que “el mercado interpretó bien la derrota oficialista” y que como consecuencia “explotaron dos acciones: Siderar (Techint) y Clarín. AEA 1 - Kirchner 0. Esa fue la lectura”. Y vinculó el resultado con la obsesión telefónica del grupo: “Tal vez Héctor Magnetto no se quedará con Telecom, para agregar a su red de TV cable e Internet otra de telefonía fija. Pero es posible que, gracias al tropiezo de Kirchner, nadie pueda, en lo inmediato, armar una en su contra”204. Pero el colectivo social forjado en la denuncia de la concentración y la demanda de apertura a nuevos medios se mantuvo en actitud de alerta y movilización. La descalificación de las terminales empresariales –especialmente ADEPA, ARPA y ATVC– conjuntamente con las expresiones destempladas –histéricas muchas veces– de legisladores impermeables al reclamo democratizador operaron como factores de estimulación de la movida nacional. Trabajadores de la comunicación, radiodifusores de todo el país, organizaciones de derechos humanos y de pueblos originarios junto a Universidades Nacionales, organizaciones y empresarios locales, protagonizaron 24 Foros de Consulta Pública en los que participaron entre marzo y junio de 2009 unas diez mil personas y se recibieron alrededor de 1200 aportes al proyecto. La sociedad había puesto en debate el desarme de la ciudadela feudal que custodiaba un modo de ver el mundo y la sociedad a través de sus múltiples artefactos. Una suerte de ejército de ocupación de la mente y las conciencias que hizo posible aceptar como natural la destrucción del Estado y del interés público, convirtiendo en sentido común la rentabilidad financiera y agropecuaria por encima de los derechos sociales. Este es el corazón de una de las principales conquistas de la democracia luego de la debacle de 2001. Desactivar ese dispositivo con centenares de terminales activas de alto impacto sobre la población como una condición necesaria para liberar nuevos discursos. La propuesta fue considerada como “ejemplo de promoción de la 204   Carlos Pagni. “Bajo los pies de Kirchner crece el tembladeral”. Diario La Nación. 30 de junio de 2009.

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libertad de expresión” por parte del Relator Especial de la ONU sobre la Protección y Promoción del derecho a la Libertad de Opinión y Expresión, Frank La Rue. El anteproyecto de ley promovía los servicios de comunicación audiovisual como una actividad de interés público, al servicio de la libertad de expresión y los derechos a la información mediante el pluralismo y la diversidad de voces. Proponía la existencia de prestadores de carácter privado comercial, social sin fines de lucro, y del sector público. La arquitectura del organismo regulador (integrado en forma plural y con un Consejo Federal) respondía a los principios básicos de la democracia y tenía su contrapeso con la creación una Comisión Bicameral parlamentaria. Incluía también una Defensoría del Público y la propuesta de un Consejo Audiovisual para la Niñez y la Adolescencia, en lo que sería la más avanzada propuesta de la democracia para conducir el complejo mundo del audiovisual en plena era de la telepolítica y la predominancia de la imagen. En una carta dirigida a la titular del gobierno nacional, fechada en Guatemala en agosto de 2009, La Rue enfatizó que “me permito reconocer públicamente que esta propuesta de Ley es un modelo único en el mundo y un ejemplo para todos los demás países, en virtud de que garantiza el acceso de todos los sectores a las frecuencias de la radio y la televisión manteniendo el principio de pluralismo y diversidad en el ejercicio de la libertad de expresión” mediante el establecimiento de segmentos equivalentes de frecuencias comerciales, comunitarias y públicas. La Rue calificó el hecho como “un paso avanzado en el ámbito de la legislación sobre telecomunicaciones”. “Deseo además felicitarla por el proceso seguido para la elaboración de esta propuesta de Ley, pues pude verificar personalmente en Argentina, que la misma surge del documento de principios propuesto por organizaciones de la Sociedad Civil, y posteriormente fue sometida a consulta popular en todas las regiones del país. Esto también constituye un gran precedente en materia de propuestas legislativas que estoy seguro el Congreso de la República sabrá valorar”, concluía el relator de la ONU. Como contraparte, la versión del sector concentrado dijo al día siguiente de la presentación del proyecto: “Presentan la ley para controlar a los medios”205. En la bajada, Clarín alertó que el Ejecutivo “quiere   Clarín, 28 de agosto de 2009.

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avanzar sobre la prensa independiente”. También exhibió en la foto central a un grupo de militantes celebrando el anuncio presidencial frente a la Casa Rosada, y publicó cuatro recuadritos: uno de ellos con el “mensaje” de la directora Ernestina Herrera de Noble: “Ningún apriete torcerá nuestro compromiso con la sociedad”, también consignó el “Unánime rechazo de la oposición”, alertó sobre “Nuevos ataques contra oficinas del Grupo Clarín”, y planteó con tono editorial que “Lo que molesta es la impotencia para controlar y manipular a los medios”. Días después, a través de Miguel Wiñazki, Clarín volvió a la carga denunciando “Un proyecto arbitrario que no tiene ningún antecedente en el mundo”. Continuó alertando sobre la “Ofensiva contra la prensa independiente” y dijo que “La libertad de expresión está ahora bajo amenaza por el intento de avanzar sobre a la prensa”206. Un día después de que una multitud acompañara el envío al Congreso del nuevo proyecto (con más de 150 modificaciones tras el paso por los Foros), Cristina Fernández anunció el 28 de agosto desde Bariloche la adopción de la variante brasileña del estándar técnico japonés ISDB-T para la Televisión Digital Terrestre (TDT). Lo hizo apenas finalizó una Cumbre de Unasur junto a Lula da Silva, presidente de Brasil, e Hiroya Masuda, enviado del primer ministro de Japón. “Este sistema va a permitir democratizar la televisión y llegar con mejor tecnología”, aseguró la Presidenta. La selección de la norma, frente a los despliegues seductores de europeos (sistema DVB) y norteamericanos (ATSC) obedeció tanto a la prioridad de los vínculos geopolíticos regionales como a las prestaciones técnicas de la norma para ofrecer más canales de aire y multiplicar los soportes, pues la televisión también se podrá ver en los celulares y en las computadoras. Poco después se creó el Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre (SATVD-T) para la transmisión y recepción de señales digitales terrestres, radiodifusión de imágenes y sonido, y la conformación de un Consejo Asesor de Televisión Digital integrado por universidades, medios públicos, sectores sociales y de las industrias de informática, metalúrgica y electrónica. El sistema no nace en el ámbito gubernamental vinculado a la comunicación social sino en el ligado a las telecomunicaciones y administración del espectro: el Ministerio de Planificación Federal, Inver  Clarín, 30 de agosto de 2009.

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sión Pública y Servicios. También se crea un Foro Consultivo como un ámbito de participación de los sectores público y privados vinculados a la TV Digital. Otra fuerte señal hacia el fin de las prácticas monopólicas llegaría de la mano del fútbol. Después de 18 años de sociedad, y cuando todavía quedaban otros 5 de vigencia al contrato entre la AFA y TSC por los derechos televisivos de los torneos oficiales, la entidad al mando de Julio Grondona rescindió el vínculo y aceptó la oferta de 600 millones por temporada del gobierno de Cristina Fernández para establecer una nueva relación con el Estado. El 20 de agosto de 2009 la Presidenta anunció que el Gobierno había firmado un contrato con la AFA para la creación de “Fútbol para Todos” (FTP), que incluye la difusión en vivo y por televisión abierta de los partidos de primera división. Según estimaciones, sobre una facturación de seis mil millones de pesos prevista para 2009 del Grupo Clarín, los derechos de televisación del fútbol perdidos equivalían a 304 millones de pesos, un 5% aproximadamente. El golpe directo es de 2,5% ya que Clarín controla la mitad de esa sociedad. A esta cifra hay que sumarle la pérdida de ingresos por el fútbol codificado y el menor valor que tendrá el canal TyC. Sin embargo, el golpe principal al grupo era el de quitarle un instrumento de presión y de control sobre el mercado de la televisión paga. Exactamente en el momento en que la presidenta Cristina Fernández envía al Congreso su proyecto de ley para modificar el mapa de la concentración mediática, Clarín toma la delantera frente a La Nación en la estadística de sus portadas negativas. Según el informe del portal de análisis Diario sobre Diario (DsD), en dos años de la gestión de Cristina, por primera vez, las tapas adversas del matutino de Herrera de Noble y Magnetto superaban la clásica oposición del conservador La Nación. Así, mientras que de 2003 a 2007 Clarín editó “de neutro a positivo” y en 2008 “de neutro a negativo”, desde agosto de 2009 el diario pasó a editar en forma abiertamente negativa. Una decisión editorial trascendente tomada a la luz de la pérdida del negocio de la televisación del fútbol dispuesta por la AFA. Poco después se realizaba la presentación en sociedad del proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. En la semana del 4 al 11 de septiembre, es decir la semana siguiente al envío del proyecto de ley al Congreso “se produjo el vuelco drástico en la edición de Clarín: pasó a editar mayor cantidad de tapas

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negativas que neutras. En esa misma semana también se dio otro dato llamativo: La Nación superó a Clarín en tapas positivas para el Gobierno”, examinó el DsD. Operaciones secretas y tramas conspirativas cuyo cuartel general fue establecido en el céntrico Hotel Savoy fueron puestas en marcha durante el debate parlamentario. “En un sector de ese hotel cercano al Congreso, instalaron su comando de operaciones los principales directivos del negocio de la TV por cable, acompañados por otros tantos dirigentes políticos. Era una romería. Al frente de las gestiones, dos expertos en diligencias parlamentarias: Eduardo Duhalde y José Luis Manzano (Supercanal). Los resultados fueron escasísimos. La propuesta de vaciar el recinto era demasiado pretenciosa para los kirchneristas que fueron contactados desde esos salones”, relató un columnista del opositor diario La Nación207. Otras versiones dieron cuenta de la instalación de un verdadero nido de espías comandado por el ex titular menemista de la SIDE, Miguel Angel Toma, y de un búnker a cargo de los directivos de Clarín, Jorge Rendo y Pablo Casey, en el quinto piso del Savoy, por donde desfilarían diputados, senadores, dirigentes opositores y empresarios de medios. Entre ellos Francisco de Narváez, el ex presidente Duhalde, Alberto Atanasof y Luis Barrionuevo. La crema empresarial no logró concitar adhesiones en su rol –poco creíble– de víctima. Con respecto a la derrota en la votación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual aprobada el 19 de octubre, la SIP lamentó “el clima polémico y politizado” en que se votó, pero no logró ocultar el dato demoledor de las mayorías parlamentarias con que se aprobó la propuesta en ambas cámaras (247 a 3 en Diputados y 44 a 24 en Senadores). El dato central para la mayoría era que la ley incluía los 21 puntos presentados en 2004 por organizaciones sociales, sindicatos, universidades, radios comunitarias, empresas pequeñas y medianas de radiodifusión, pueblos originarios y organismos de derechos humanos, entre otros, que proponían más competencia en un mercado concentrado donde la alianza empresaria conducida por Grupo Clarín ha mantenido el monopolio de la producción simbólica y de los negocios. El jefe de la bancada kirchnerista en Diputados, Agustín Rossi, fun  Carlos Pagni, “Cambios de estrategia”, Diario La Nación, lunes 21 de septiembre de 2009.

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damentó su voto recordando una frase de Scalabrini Ortiz. “Me parece que es lo más adecuado para lo que hoy estamos votando. Él decía: Todo lo que no se legisla explícita y taxativamente a favor del más débil queda implícitamente legislado a favor del más fuerte. No es el poderoso el que necesita el amparo legal. El poderoso tiene su propia ley, que es su propia fuerza. Defendamos a los más débiles que vamos por el buen camino”, reclamó el legislador santafesino. Con la aprobación de la ley se desplomaba también una forma de entender la política: aquella que sometía sus decisiones al prisma de las corporaciones periodísticas a cambio de una supuesta gobernabilidad. El propio Néstor Kirchner apuntó luego a esas teorías y destacó la trascendencia de la decisión de Cristina Kirchner: “No tengan ninguna duda que la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, que se pudo llevar adelante por el acompañamiento del pueblo argentino, por los cuadros, por aquellos que no especularon, por aquellos que tenían clara conciencia, fue un tema que durante toda mi gestión fue motivo de estudio. Y tenía la teoría también –alguno– de que bastaban tres o cuatro tapas de cuatro domingos o de cuatro días seguidos de un diario –¡miren lo que habíamos llegado en la Argentina!– para quebrar las posibilidades de la gobernabilidad. Esto se charlaba en las mesas, esto lo sufrían los trabajadores del propio medio y esto, en varias conversaciones que yo tuve –no clandestinas, con algunos responsables de ese medio– siempre creían, no solo que eran el medio más fuerte, sino que querían definir el modelo en la Argentina, esa es la realidad concreta. Un modelo que vaya de la mano de los intereses de ellos, por supuesto”208.

Denunció que una parte de la clase política argentina “se pone el traje de diablo para que hablen bien, para levantarse en la mañana y leer el diario”. Consideró la sanción de la ley como parte de “un momento épico de construcción de la democracia”. La norma se articuló sobre principios de prestadores de diverso tipo (públicos y privados, con y sin fines de lucro) desmonopolización y competencia. Ratificó la prevalencia del capital argentino (70%) y   Palabras de Néstor Kirchner en el Seminario sobre Políticas Públicas “El proyecto Nacional en el Bicentenario Patrio”. Hotel NH. 25 de noviembre de 2009. Cuadernillo de la Corriente Nacional y Popular, p. 92. 208

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el establecimiento de cuotas de producción de contenidos, así como porcentajes de producción propia, local e independiente que aseguren puestos de trabajo para artistas, periodistas, locutores, operadores y realizadores culturales en todas las regiones. Fijó, además, una cuota de pantalla para el cine nacional y las artes audiovisuales. Los límites a la alta concentración mediática y las prácticas anticompetitivas se adoptaron mediante topes a la cantidad de licencias (10 a nivel nacional y 3 en lo local) en manos de un mismo propietario, y cuotas máximas de penetración de mercado (35%) en los servicios audiovisuales. Se fomentaron condiciones de competencia en la producción y distribución de contenidos mediante la regulación de la propiedad cruzada de soportes audiovisuales (es decir entre la TV abierta y la TV por cable ó entre la plataforma de distribución y las señales de contenidos), y también en materia de redes de transmisión de contenidos. La tutela ideológica y operativa de la doctrina de seguridad nacional, ejercida por la letra y los organismos de conducción de la vieja ley de 1980 (los representantes de los Comandos en Jefe de las Fuerzas Armadas) fueron removidos. Por primera vez en el país, el organismo encargado de aplicar la ley, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, pasará a ser dirigido por las instituciones de la democracia. De los siete miembros del Directorio de la Autoridad Federal, el Congreso cuenta con tres representantes de acuerdo a su conformación política, otros dos corresponden al Poder Ejecutivo (incluyendo el Presidente del organismo) y dos más al Consejo Federal. Cada una de las provincias y los representantes del sector (prestadores privados comerciales y sin fines de lucro; emisoras de las universidades nacionales; facultades o carreras de Comunicación; medios públicos; sindicatos de trabajadores de los medios de comunicación; sociedades gestoras de derechos y Pueblos Originarios) participarán a través de ese Consejo Federal en decisiones gravitantes para la adjudicación de licencias, confección de los planes técnicos y remoción de autoridades. Los ciudadanos tienen un ámbito de acción directa a través de la Defensoría del Público y de Audiencias Públicas. Estás últimas se realizarán para la prórroga de las licencias, la confección del listado anual de acontecimientos de interés relevante, el establecimiento del Abono Social y la transición a los servicios digitales. El Congreso de la Nación interviene a través de la Comisión Bicameral con carácter permanente

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y la facultad de proponer al Poder Ejecutivo Nacional a tres integrantes de la Autoridad Federal y al titular de la Defensoría del Público La ley estimula el acceso de la población a los servicios de comunicación audiovisual mediante un abono social para los servicios de cable, fijando un paquete de señales –informativas, deportivas, culturales y de entretenimiento– que deberán ofrecerse al público con una tarifa reducida, así como la adopción de un calendario de contenidos de interés relevante, para garantizar el derecho de los ciudadanos al acceso gratuito a acontecimientos deportivos o de interés general. También adopta obligaciones de acceso para personas con discapacidad mediante la incorporación de medios de comunicación visual adicional en el que se utilice subtitulado oculto (closed caption), lenguaje de señas y video descripción. El nuevo escenario legal apuntó especialmente a los contenidos dirigidos a los niños, niñas y adolescentes y a la educación de los jóvenes en la recepción crítica de la programación televisiva. Para ello creó el Consejo Asesor del Audiovisual y la Infancia de carácter multidisciplinario, pluralista y federal. Asimismo establece horarios de protección, reglas especiales para la participación de menores en los programas y una cantidad mínima de programación dedicada a niños y adolescentes. Por su parte, se estimula la producción de contenidos educativos y culturales, así como el respeto a la igualdad de género y la inclusión de sectores con discapacidad. Entre los esfuerzos últimos del dispositivo para impedir la puesta en marcha de la arquitectura democrática de la comunicación, se la pretendió impugnar por la vía de descalificar el procedimiento de sanción legislativa. Una multitud de más de 80 mil personas reclamó a mediados de abril de 2010 frente al Palacio de Justicia que la Corte Suprema ratificara la soberanía popular y las decisiones de las mayorías legislativas. Ello finalmente sucedió dos meses después. La Corte advirtió que “... ningún juez tiene en la República Argentina el poder de hacer caer la vigencia de una norma erga omnes (de modo general) ni nunca la tuvo desde la sanción de la Constitución de 1853/1860”. También sostuvo que ningún legislador puede impugnar en el ámbito judicial el proceso de sanción de una ley para tratar de “reeditar” así un “debate que perdió en el Parlamento.”

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Desarmar la trama de las operaciones financieras, comerciales, culturales y geopolíticas construidas en estas décadas de subordinación parece una tarea tan difícil como sumar otras voces y dispositivos capaces de testimoniar que la política dejó de ser el mercado y el mercado dejó de ser el discurso cultural que domina la opinión pública. Será con el ruido de voces hasta ahora no escuchadas. El silencio de la historia construida por el relato único debe dejar paso a los murmullos de la realidad, que vuelve a mover su rueda desarmando la amnesia de los dispositivos hegemónicos y recuperando la memoria de sus proyectos de autonomía social y nacional. Sin embargo, la rueda de los tiempos presenta otros desafíos en el mundo de la convergencia de soportes y plataformas; el camino recorrido deberá servir para que esa terminal histórica de los hombres como sujetos, invocada por Scalabrini, ejerza plenamente la soberanía de la palabra en el acceso al mundo de la comunicación global en gestación.

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Acerca del autor Luis Lazzaro (1955) es periodista e investigador en Comunicación, especialista en Educación, Lenguaje y Medios, postgrado de la Universidad Nacional de San Martín. Es Coordinador General a cargo de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA). Se ha desempeñado como Coordinador de Contenidos del Sistema Nacional de Medios Públicos, Gerente de Relaciones Institucionales de Canal 7, Coordinador de Emisoras Comerciales del Estado (SMC), asesor de Políticas de Comunicación de la Secretaría de Medios de Comunicación y Gerente General en la agencia de noticias TELAM. Ha visitado en misión oficial los entes reguladores del sector audiovisual en Francia (CSA), Gran Bretaña (ITC, BBC, actual Ofcom), España (Ministerio de Fomento y Sociedad de la Información) y Estados Unidos (FCC), así como en el centro de desarrollo de nuevas tecnologías de la RAI (Italia). Fue Director de Fiscalización de Emisiones en el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), donde además coordinó el Programa de “Radios en Escuelas Rurales y de Frontera”, desarrollado conjuntamente con el Ministerio de Educación de la Nación. El Programa inauguró radios escolares y de pueblos originarios en zonas de frontera e incorporó estaciones asociadas en escuelas rurales de todo el país. Como periodista se desempeñó en diversos medios y ocupó entre 1990 y 1998 el cargo de Jefe de la Agencia Buenos Aires del diario La Capital de Rosario. Es colaborador y columnista en periódicos y publicaciones de todo el país. Ha participado en numerosos foros y

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seminarios en el país y el exterior. Se ha desempeñado como docente y profesor invitado en diversos centros de estudios y universidades de la Argentina. Ha sido Asesor de políticas de comunicación de organizaciones sociales y sindicales, Secretario de Relaciones Institucionales en la Comisión Directiva de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utba/1995-1998) y Congresal de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren) (1993-1998).

Índice Introducción...........................................................................9 Parte i: Los

mecanismos

Capítulo 1............................................................................21 Los falsos paradigmas del cambio tecnológico......................21 Reconversión productiva y cultural.......................................24 El mercado como política...................................................28 Concentración o democracia..............................................31 Los alumnos argentinos......................................................35 Globalización y subordinación.............................................37 El satélite americano .........................................................42 Capítulo 2............................................................................47 El séptimo continente.........................................................47 Ola de compras y fusiones..................................................53 La presión concentradora...................................................57 La batalla por la regulación global.......................................59 Capítulo 3............................................................................63 El ajedrez norteamericano con el triple play..........................63 El juego de alianzas............................................................66 El emporio del CEI.............................................................68 Tour de compras................................................................69 Multimedios offshore.........................................................73

Los inversores texanos.......................................................76 Las redes de Telefónica......................................................78 Multimedios vs. “bananeras” ..............................................80 Constelaciones empresarias................................................86 El tercero en discordia........................................................89 Un saldo devastador...........................................................91 Una ley con muletas...........................................................93 Parte ii: Los

sentidos

Capítulo 4............................................................................99 La realidad: obra en construcción........................................99 La tragedia como género periodístico................................102 El terrorismo global..........................................................104 Kosovo, otra batalla de la desinformación..........................109 Los grandes fraudes de la TV............................................111 El rol social de la televisión...............................................114 La ideología de la noticia..................................................118 Capítulo 5..........................................................................121 La construcción del ciudadano indefenso............................121 El test de las petroleras.....................................................123 Pantallas violentas............................................................127 El crimen en continuado...................................................135 En defensa del público......................................................142 Parte iii: Del

abismo al monopolio

Capítulo 6..........................................................................149 Del neoliberalismo al proteccionismo.................................149 Capítulo 7..........................................................................155 Penúltima estación del monopolio.....................................155 La fusión en punto muerto...............................................161

Parte

iv:

Política,

actor social y cambio

Capítulo 8..........................................................................167 Cuando la política es el mercado.......................................167 Del contrapoder a la suma del poder.................................169 Los medios son la política.................................................171 La política como concurso televisivo..................................176 El despecho de los poderosos...........................................179 Capítulo 9..........................................................................183 Voluntad política y movilización social................................183 La resistencia también es global........................................188 Concentración o diversidad...............................................192 Otro mapa es posible.......................................................194 Bibliografía........................................................................213 Acerca del autor.................................................................217

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