Los Secretos y Los Misterios Del Agua

April 3, 2017 | Author: AdanRichard | Category: N/A
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OM-38-03 Estará dedicado solo para Las conferencias que el Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Nos dio sobre el Agua, usos, ejercicios, trabajos, curaciones.

30/01/1945 - COMO LAVARSE 6/8/1955- EL AGUA EL FUEGO Y LA PIEDRA FILOSOFAL 3/09/1962 - A PROPOSITO DE UNA COPA DE AGUA 10/04/1966 - EL MANANTIAL 3/07/1970 - COMO PURIFICARSE CON EL AGUA.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sévres 30 de Enero de 1945

COMO LAVARSE En alguna ocasión he preguntado: « ¿Qué hace Ud. cuando se despierta por la mañana?» Y algunos me responden: En primer lugar, enciendo la luz, después rezo, medito, o bien leo - ¿Cómo? ¿Hace todo eso en la cama? - Sí. Me que atónito. Hoy os daré unos consejos muy simples, pero muy importantes. Cuando os despertéis por la mañana, debéis encender la luz - si es de noche - y, a continuación, levantaros inmediatamente. La segunda cosa que tenéis que hacer es lavaros. Antes de rezar, antes de preparar vuestro desayuno, o el vuestro marido y de vuestros hijos, antes de hacer cosa alguna, debéis lavaros las manos y la cara y, sobre todo, no tocar vuestros ojos antes de haberos lavado las manos. Se dice en la Cábala que, cuando el hombre se duerme, un espíritu impuro se pega a su cuerpo, y que, al despertar este espíritu continúa aún pegado a sus manos y a su cara. Así pues, cuando nos despertamos, nuestras manos y nuestra cara están aún bajo el dominio de este espíritu impuro: por eso debemos no hacer nada antes de haber eliminado esta capa fluídica con la que estamos impregnados. En la Iniciación, una de las primeras tareas que se dan al discípulo es la de purificarse, y la purificación mediante el agua es uno de los métodos más frecuentemente empleados. El agua física se corresponde con otra agua que se encuentra en el espacio, el médium etérico, gracias al cual el hombre puede purificar su cuerpo astral y su cuerpo mental. Cuando os lavéis, vuestra conciencia debe estar ahí, presente, porque lavarse es un acto sagrado, lo mismo que alimentarse. Vuestros gestos deben ser mesurados y armoniosos, porque en el campo etérico existe un orden muy sutil de las partículas, y los gestos bruscos perturban este orden. Observaos y sentiréis que cuando os laváis a toda velocidad os desmagnetizáis. Cuando os lavéis, concentraos en la sensación de frescor que produce el agua sobre la piel. Esta sensación aclarará vuestro pensamiento y

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entonces afluirán a vosotros las ideas. Sentid que realizáis con vuestras manos un acto sagrado y decid: «En nombre del amor inmortal y eterno, en nombre de la sabiduría inmortal y eterna en la que vivimos y tenemos nuestra existencia, ¡que esta agua me libere de todas las impurezas!» Y si estáis inquietos o atormentados, os sentiréis apaciguados. El agua tiene la propiedad de absorber. Si atraviesa unas capas de terreno amarillentas o verdosas, se vuelve amarillenta o verdosa. Los Iniciados, que conocen el poder del agua, se sirven de ella para purificarse. Saben que también en el plano etérico el agua tiene las mismas propiedades de retener, de absorber, y se sirven de ella para desembarazarse de las impurezas psíquicas. Pronuncian fórmulas, y utilizan perfumes y otros ingredientes para energizar el agua y darle aún más poder. Pero para purificarse verdaderamente con el agua hay que relacionarse con el agua espiritual, con el agua cósmica, que está más allá del plano físico. Mientras no entréis en contacto con esta agua, la capa de fluidos impuros no os abandonará completamente. En el Génesis se dice que Dios separó las aguas de arriba de las de abajo. Las aguas de arriba representan el agente mágico mediante el cual fue creado el mundo, la luz astral que recorre el espacio. Se trata del agua cósmica, del agua primordial en la que están sumergidos todos los seres y en donde encuentran su alimento. Nosotros vivimos en este océano cósmico como peces en el mar, pero, a menudo, las impurezas que obstruyen nuestras aberturas interiores impiden que seamos alimentados y vivificados por esta agua. El agua nos envuelve por todas partes. El niño que está todavía en el seno de su madre está sumergido en un medio líquido. ¿Por qué? Esto es muy significativo. El agua inferior, es decir, el agua física, es el reflejo del agua superior, contiene todos los elementos y todas las fuerzas del agua superior, pero únicamente los grandes Magos saben cómo extraerlos. El agua es el médium universal que transporta los elementos fluídicos de una región a otra. Por eso el agua que baja de las altas montañas está impregnada de los fluidos del cielo. Al beber agua, introducís en vosotros las influencias del medio del cual la habéis tomado.

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Por esta razón nunca debéis beber, por ejemplo, agua sacada de un lugar en donde haya lavaderos, mataderos o cementerios. El agua que bebáis debe provenir de un lugar puro. El agua es el mejor transmisor. Un gran número de plantas tienen que ser sumergidas en el agua para que puedan comunicar sus virtudes curativas. Estas plantas, que se utilizan para hacer tisanas o para baños, sólo pueden ser eficaces gracias a la acción del agua que transmite sus propiedades. El agua recibe las influencias del medio por el que atraviesa, e incluso un agua expuesta al sol y un agua expuesta a la claridad de la luna reciben propiedades diferentes, porque son influidas de forma diferente. Los antiguos decían que el agua que ha sido expuesta al claro de luna no es buena para beber. Por la noche, ponían tapaderas en todos los recipientes y no bebían del agua que no había estado tapada debido a las influencias que habían podido introducir en ella los espíritus maléficos que rondan por la noche. El agua absorbe y transmite. Por eso, cuando· bebemos agua, ésta les cuenta a nuestras células toda su historia y nos transmite el saber que ha adquirido durante sus largos viajes; gracias a ella, podemos conocer todos los misterios de la vida sobre la tierra. Pero, para eso, hay que beberla conscientemente, lentamente y pensando en todas las peripecias a que ha sido sometida a través de la naturaleza. Muchos médiums se sirven del agua para ver en el mundo invisible. Por otra parte, se ha observado que los hombres que viven cerca de los lagos y de los ríos se vuelven, con frecuencia, clarividentes, porque el agua desarrolla la clarividencia. Se cuenta también que los Magos, en la antigüedad, preparaban unos recipientes esféricos que llenaban de agua pura y que, al mirar por encima de este agua, veían aparecer espíritus del mundo invisible. Si sabemos trabajar con el agua, ésta nos purificará y nos permitirá ver las cosas con toda nitidez. La vida puede ser comparada con el agua: cuando está agitada, turbia, no se ve nada; pero cuando está tranquila, refleja el Cielo. Suponed, ahora, que queréis purificaros pero que no tenéis agua. Podéis, de todas formas, hacer este trabajo con el pensamiento. Imaginaos la sensación de frescor, sentid que las gotas de agua caen sobre vosotros y se llevan todas vuestras impurezas. Este baño espiritual puede

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verdaderamente limpiaros, porque, como os dije, el agua verdadera no es el agua física. El agua verdadera hay que encontrarla interiormente. El hombre posee dentro de sí manantiales de agua viva, y es de esta agua de la que hablaba Jesús cuando decía: «De su seno brotarán manantiales de agua viva». El agua física no es más que un medio para entrar en comunicación con el agua espiritual. A veces tenéis penas y tristezas de las que no sabéis cómo liberaros. Es el momento de mirar y de escuchar el fluir del agua, aunque sea el agua del grifo ocurre que al cabo de unos instantes os sentís aliviados. ¿Qué ha sucedido? El agua que fluye influencia el plexo solar arrastrando los materiales que os perturbaban. También podéis sumergir vuestras manos en el agua - caliente o fría - y al cabo de unos minutos tendréis la impresión de haberos liberado de vuestra carga. Lavaos conscientemente las manos con jabón, una vez, dos veces... e incluso hasta diez veces. Gracias al pensamiento que obra mientras os laváis, laváis también vuestras manos etéricas que están más allá de vuestras manos físicas. Una vez lavadas, vuestras manos se convierten en conductoras de las energías celestes. En este momento introducid estas energías en el agua que vais a beber. Tomáis un vaso de agua pura (preferentemente agua de manantial o de un lago de montaña), sostenéis el vaso con la mano izquierda y sumergís en el agua los tres primeros dedos de la mano derecha (el pulgar, el índice y el mayor) concentrándoos en el amor, la sabiduría y la verdad para impregnar el agua con ellos. A continuación, bebéis este agua pensando: «Por el amor que cura, por la sabiduría que ilumina, por la verdad que libera.» Algunos Iniciados trabajan con el agua y, gracias a ella, curan las enfermedades. Escriben, por ejemplo, en una hoja de papel unos términos cabalísticos que conectan con las entidades más elevadas, magnetizan esta hoja y después la queman; a continuación ponen estas cenizas en el agua que hacen beber al enfermo a una hora determinada; y el enfermo se cura. En la religión, el agua siempre ha jugado un papel muy importante. Los Iniciados se sumergían en el Jordán, los hindúes en el Ganges, etc.... En todas las religiones cristianas, el bautismo tiene, también, una importancia esencial. Actualmente los hombres han olvidado el sentido de todas estas prácticas y no saben establecer comunicación con las fuerzas

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superiores. Pero vosotros, mis queridos hermanos y hermanas, debéis aprender, de ahora en adelante, a abrir los poros de vuestra alma para poder absorber los elementos espirituales del agua.

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Conferencia del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV No. 697 Salida del sol, del 6 agosto de 1955

EL AGUA, EL FUEGO Y LA PIEDRA FILOSOFAL Lectura de una página del Maestro Peter Deunov; Ahora es posible que me preguntéis: ¿Por qué esta hecho así el mundo? Yo no se si el mundo se creó así por Dios, o si solo son los hombres quienes lo han creado y no lo han comprendido. La vida humana se crea por las mismas gentes. ¿Cuál es la razón por que la suegra y la nuera no pueden vivir juntas? Me diréis que hay una serie de razones para ello. Pero yo solo conozco una única causa: el hijo, y nada más. Eso significa que hay tres niveles: la nuera, la suegra y el hijo. Admitid esta gradación en vuestro espíritu y encontrad el lugar de cada uno de ellos. ¿Dónde se encuentra la nuera; donde se encuentra la suegra y donde está el hijo en vuestro espíritu? Cuando decimos la palabra “yerno” se supone que no está en su casa sino en la de la suegra. Vosotros decís: “Tenemos una nuera y un yerno” Esto supone dos situaciones diferentes. No se pueden tomar simultáneamente dos situaciones. Si eres nuera, tú ocupas un lugar; si eres yerno tú ocupas otro lugar. En tanto que nuera, tu función es una cosa; en tanto que yerno, tu función es otra. Si tú eres suegro o suegra tú situación y tus funciones serán otras. La suegra, en tanto que madre del hombre casado, y la suegra como madre de la mujer no son unas sola, ni la misma cosa. ********

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Esta mañana no hablaremos de esta página, sino de la de ayer: por ello la voy a leer de nuevo "Muchos se preguntan si la vida terrestre ¿Es real o irreal, es esta vida ilusoria efectivamente?” Esto depende de la comprensión que las gentes tengan de la vida y de la aplicación razonable que hagan de su comprensión. Por ejemplo: cualquier cosa que le digáis a un Ángel sobre los sufrimientos de los hombres, permanece para él como una teoría. Incluso si por vuestra experiencia, le mostráis vuestros sufrimientos, permanecerán para el como un dominio desconocido. El considera los sufrimientos humanos como un problema matemático. Eso mismo ocurre con vosotros. Ciertas cosas reales, son para vosotros como problemas que no comprendéis. Vosotros decís que un Ángel tiene una declinación de dos o tres grados o quizás más, pero no sabéis lo que en el fondo es una declinación. Decís que esa declinación puede ser ascendente o descendente sin comprenderlo. Vosotros decís: A más B igual a C. Sin embargo lo que representa esta relación A = B en la vida, vosotros no lo sabéis. B – C: estas relaciones deben explicarse. Por ejemplo, el vapor tiene una relación con el agua; si no hay agua no existiría el vapor. El vapor igualmente tiene una relación con las gotas de lluvia, salidas de una misma fuente de agua. Vosotros no sabéis la relación que existe entre el vapor de agua y las gotas de lluvia. Solamente sabéis que el agua se transforma en vapor, que va hasta el espacio donde se enfría, y bajo la forma de gotas de lluvia, vuelve a descender a la tierra. ¿Podríais caer desde cuatro o cinco mil metros de altura como las gotas de lluvia, y permanecer con vida?

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Diréis que esto es una relación; pero lo que me habéis dicho no es suficiente. No podéis representaros como el hombre y sus relaciones, así como hacemos con el vapor con el agua y el agua con el vapor. Aquí, el Maestro nos lleva muy lejos. Quiere hacernos reflexionar para que busquemos las relaciones que hay entre las cosas, que en apariencia son muy diferentes unas de otras, tanto como lo son el vapor y el agua. En realidad ambos tienen la misma esencia bajo aspectos diferentes. El Maestro utiliza lo que solamente es una imagen, naturalmente, pero que puede hacernos reflexionar y llevarnos muy lejos en la dirección de la verdad. Nos dice, que cualquier cosa que digamos a un Ángel sobre nuestros sufrimientos, permanecerá para el como algo de dominio desconocido. Ya os dije que los ángeles no lo saben todo. Son muy evolucionados, poseen grandes posibilidades y cualidades que nosotros no tenemos, pero no conocen ciertas cosas, por ejemplo el sufrimiento y el pecado. Os preguntáis como es posible, puesto que tienen tanta sabiduría y tanta luz, ¿Cómo es que no pueden conocer el sufrimiento? Es por que ellos no sufren. El sufrimiento proviene de la transgresión de una ley: esto es el pecado, el error y la falta que se puede cometer. Cuando hemos pecado, la ley se apodera de nosotros para mordernos. Dado que los ángeles no tienen una voluntad personal, que trata de hacer continuamente lo que no está de acuerdo con la Divinidad, no sufren nunca. Es para conocer esto que los ángeles se acercan a los humanos, que los observan y los estudian. Los ángeles se preguntan por que los hombres lloran y se sumergen en las lamentaciones. Tratan de ayudarles, pero no por ello sienten su sufrimiento.

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Con el permiso del Creador, algunos de entre ellos llegan a encarnarse y entonces, sobrepasan a los humanos. Hay una cosa que los humanos no pueden comprender, es el privilegio que tienen de poder sufrir. Para los ángeles el sufrimiento es un nuevo mundo, una adquisición de virtudes y fuerzas que ellos no poseen. Por ello los humanos son ricos de poder conocer el sufrimiento, pero son pobres en la alegría. Los ángeles, ellos son ricos en la felicidad, pero pobres en el sufrimiento. Por ello, entre los mundos humano y angélico, existe una relación y un acercamiento. Este es el motivo de que cuando sufrimos, los ángeles están cerca de nosotros, para ayudarnos. Esto que digo, concierne a unos hechos, un poco alejados para algunos de vosotros. Yo se que el sufrimiento es terrible. Todos en esta tierra lo hemos conocido y lo conocemos casi cada día. Pero desde ahora, debemos alegrarnos de estar sobre la tierra y tener el privilegio de sufrir. El sufrimiento es un capital, una riqueza. Si leéis ciertas obras de santos o santas, veréis que a veces, sufrieron de manera extraordinaria, aunque eran puros, nobles y que habían cumplido la voluntad de Dios. Su camino estaba determinado y debía atravesar esos sufrimientos, esas enfermedades y grandes tribulaciones. Se enriquecieron extraordinariamente siguiéndolo. Dios les decía en efecto: “Con este sufrimiento podréis comprar el Paraíso y entraréis en el Reino de Dios”.Si empezamos a pensar de este modo ¡Que sabiduría vendrá a nosotros! ¡Podremos comprender los designios de Dios!

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A menudo, Dios no responde a nuestras lamentaciones. Nos deja sufrir y llorar a solas. Gritamos hacia El: “¡Dios mío! ¿Por que he de estar así enfermo?” Dios no contesta. El Cielo responde siempre a nuestras llamadas, salvo a una de ellas: Esta llamada que permanece sin respuesta, es la que dice: ”¿Por qué debo sufrir así?”¿Cómo entender esto? Cada uno de vosotros debe llegar a comprender, y lo conseguirá por el sufrimiento. Con el se comprende su utilidad y que es una riqueza, por cuya venida, se peden adquirir muchos bienes y reforzarse. De todos modos, para llegar a este resultado hay que comprenderlo. Cuando comprendemos el sufrimiento, nos volvemos poderosos invulnerables, dueños de todas las situaciones. Los ángeles no comprenden el sufrimiento, piensan que se trata de un domino desconocido. Este dominio es bien conocido de los humanos. “Los ángeles consideran el sufrimiento como un problema matemático” dice el Maestro, un problema sobre el que se ciernen y tratan de resolver. Se puede entender esto, pensando que, cuando los humanos dejan el plano físico y se encuentran ya del “Otro Lado”, ciertos sufrimientos les abandonan y otros permanecen. A medida que van abandonando más completamente sus diferentes cuerpos, van dejando los sufrimientos cada vez más. Por ejemplo, los que se han ido, ya no conocen el sufrimiento de la enfermedad, ni la del frío ni la de la sed. Ya no sufren de no poder dormir ni de la fatiga. Se desplazan fácilmente y son ligeros en la atmósfera. Esto nos puede hacer entender como los ángeles no conocen el sufrimiento. Es por que su cuerpo está hecho de

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luz y que no contiene partículas impuras. No conocen el sufrimiento a causa de esa pureza. Dos cualidades pertenecen a los ángeles: la pureza y la dicha. Si los queréis clasificar por algo, son los seres de la pureza y la alegría. Si queremos estudiar más arriba a los Principados, las Potencias, los Tronos, los Querubines, y los Serafines, sabremos que además de su pureza, poseen otras cualidades, aun superiores a estas. Volvamos ahora a la imagen del agua. Al hablar el Maestro, quiere decir que lo que vemos sobre la tierra, puede ser objeto de instrucción para nosotros. Observamos los reinos de los minerales, de las plantas, de los animales y de los hombres, pero nos detenemos ahí. Del mismo modo miramos al sol y las estrellas, sin ir más allá de lo que vemos sin esfuerzo. Comprobamos que las cosas son diferentes una de otras y eso es todo. Sin embargo, si nos ponemos a estudiar la Ciencia profunda, iniciática, ella nos revela, que todo esta hecho de una misma esencia única salida de Dios. Al principio esa esencia era informe; solo era una emanación, de un solo ser que existía. Esto es lo que dice la ciencia profunda de los Iniciados: ”Nada existía en el principio, ni los hombres ni los ángeles; solo el Creador único, inconcebible, incomunicable, incognoscible, existía. El, por su propia voluntad, de esa esencia que no podemos conocer, que no es pesada ni material, extrajo todo el resto. Lo creó todo por un proceso de condensación. Así pues, todas las cosas están hechas por diferenciación de la misma sustancia, de la que han salido todas las cosas.” Los alquimistas conocían esta teoría y esta ciencia, y es por esta razón, que creían firmemente que tenían el poder de trasmutar los

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metales en oro, y unos elementos en otros. Algunos de ellos que conocieron bien los principios, lo consiguieron. Si nos detenemos para hacer un estudio profundo del agua, comprenderemos los grandes secretos de la naturaleza; pero las gentes no se ocupan del agua. Los bebedores de vino dicen que son las ranas quienes beben agua. Pues seamos las ranas, quienes estamos interesados en el agua El agua es una cosa extraordinaria. Me produjo cuando era pequeño, una impresión imborrable. Os esperáis que os cuente grandes fenómenos sobre este tema. Lo que yo vi, se grabó en mi cabeza, y dio una dirección a mi vida. Esto es inexplicable, pero es verdadero. Tendría alrededor de cuatro años, era muy pequeño. Me queda el recuerdo de haber visto brotar el agua en nuestra propiedad. ¡Salía de la tierra tan clara tan límpida! Esto ocurrió en Macedonia. La segunda cosa que influenció mucho mi infancia fue el fuego. Para el agua, yo soy inocente, nunca hice nada malo con el agua, pero no puedo decir lo mismo con el fuego. Cuando era muy pequeño me gustaba encender la paja, y ver como subían las llamas. El agua y el fuego me influenciaron fuertemente. Antaño no comprendía como un ser humano, puede estar tan influido por el agua y por el fuego. En efecto, a causa de esas impresiones, toda mi vida estuve atraído por las fuentes y por el fuego del Sol. ¿De donde provienen? Ciertamente es toda una historia del pasado. La prueba de que el agua lo es todo para mi, es que es el tema que traté en mi primera conferencia. Todo esta allí dentro. Yo empecé por el agua de la fuente de Rila. Os aconsejo que volváis a leer esa

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conferencia, por que todas las otras conferencias están en ella. Se puede meditar sin fin sobre esa primera charla. Cuando os explico que bebemos automáticamente sin pensar en el agua absorbida, y añado que si se bebiera de otra forma, si se meditase en cada sorbo al tragarla, nos podríamos curar así. A los 17 años, cuando yo experimentaba antes de conocer al Maestro, fui demasiado lejos. Haciéndolo dañé mi salud. Exageraba tanto ciertas cosas en mí, que caí enfermo. Era una enfermedad aguda: Yo solo pensaba en los libros. Casi era una locura. De tal manera era exagerado. Yo leía, meditaba y no quería comer. Me debilitaba enfermo de agotamiento. Mis padres estaban desolados. Yo no cesaba de pedirles, desde mi cama, que fueran a buscarme libros, yo pensaba que me curaría si tenía libros nuevos. Quería ir a todas las bibliotecas del mundo, ambicionaba leer todo lo que se encontraba allí. ¡Os dais cuenta de esto! ¡Me hubieran hecho falta siglos para ello, y aun! Así pus, me traían libros, por que yo insistía de tal modo que mis padres no se atrevían a negarme nada temiendo por mi vida. Cuando me los traían yo los tomaba en las manos con amor, y los colocaba cerca de mi almohada, los acariciaba y pensaba que me encontraba mejor; pero enseguida empezaba a pedir otros libros. Mi madre decía: “Se va morir” Durante un mes estuve entre la vida y la muerte, y es el sufrimiento lo que me curó. En este tiempo el Maestro llegó a Varna, en exilio. Ya veis que camino por la misma vía que el Maestro, pero mi exilio es un poco más largo, eso es todo. El Maestro me encontró y me dijo: “Tu hígado no está en buen estado, hay que curarlo”. Le pregunté como hacer. Me respondió:”Mira como: Por la mañana en ayunas, beberás un vaso de agua fresca y la

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beberás sorbo a sorbo, diciendo a tu hígado: no estás bien pero te voy a curar” Al oír estas palabras, me dije: ¿Qué es este remedio? Nunca había escuchado cosas semejantes. Yo no lo creía y al mismo tiempo sin embargo, me lo estaba creyendo. Hice pues lo que el Maestro había dicho que hiciese, aunque pensara que eran chirivías. El Maestro me había dicho que paladeara el agua sin tragarla inmediatamente. Yo empecé a hacerlo y tuve sensaciones extraordinarias, como si fuera la primera vez que bebía agua. ¿Alguna vez os habéis inclinado sobre una fuente cristalina de la montaña? ¿Habéis recogido el agua con vuestras manos para beberla, o incluso habéis bebido directamente del agua? Sabéis que impresiones maravillosas nacen de estos gestos. A mi beber paladeando el agua me dio sensaciones parecidas. Experimenté una satisfacción, y un apaciguamiento de la sed que no puedo explicar. Cuando bebéis agua directamente de una fuente se siente casi una especie de vértigo. A mi me pasó lo mismo. Entonces comprendí que el agua es un misterio, que los hombres todavía no han podido captar. El agua es una riqueza. Os invito a todos a hacer un estudio profundizando sobre el agua. Estudiadla. Se pueden hacer muchísimas cosas con el agua. No se hace nada en química sin agua. Y ocurre lo mismo en la vida. El agua es la base de la Creación. Los cristales mismos se convierten en polvo, si en ellos no se encuentra el agua. La tierra no existía todavía cunado ya existía el agua. El agua es un gran misterio. Jesús decía:”Si no nacéis del agua y del espíritu, no entraréis en el Reino de Dios”. Un día se comprenderán estas palabras. El hecho de que me impresionara tanto el agua y el fuego en mi infancia, parece

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poca cosa. Sin duda ¿había trabajado en el pasado con esos elementos? Si leéis lo cuentos de Las Mil y Una noches, veréis que se habla a menudo de magos, que el pronunciar palabras sobre el agua, transformaban a los hombres en bestias, cuando los rociaban con esta agua. ¿Por qué se bautiza a los niños sumergiéndolos en el agua (rito ortodoxo), o rociándolos con agua en la iglesia? El sacerdote pronuncia ciertas palabras y le lanza el agua para exorcizar. Estas prácticas provienen de un pasado lejano en el que los Iniciado conocían los grandes misterios. El agua es un medio que transporta la vida y la pureza. Posee dos cualidades angélicas: pureza y vida que dan la felicidad. ¿Por qué os alegráis cuando bebéis agua? Los ángeles son portadores de la vida, la dicha y la pureza. Los arcángeles son portadores del fuego, mientras que los ángeles están unidos al agua. He aquí los grandes misterios del agua y del fuego. Esto que os digo, significa que si no estáis unidos a las cualidades de un ángel y de un arcángel no pasaréis, no podréis entrar en el reino de Dios, por que los ángeles y los arcángeles son los guardianes del Paraíso. Cuando los hombres fueron arrojados del Paraíso Dios colocó un arcángel portador de un fuego resplandeciente, para guardar la entrada. Desde entonces para poder tener acceso al Paraíso hay que nacer del agua y del fuego. Hay que lavarse y purificarse con el agua (las virtudes y cualidades angélicas), se necesita tener la luz, la pureza de los ángeles y su alegría. Pero enseguida hay que ir más lejos y franquear otro límite antes de llegar, es el arcángel de la espada resplandeciente quien interrumpe el camino. Es por lo cual hay que ser

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bautizado por el agua y por el fuego, es decir, poseer las virtudes angélicas y arcangélicas a fin de poder ir más allá. Para poder proseguir la ruta hay que poder poseer aún otras cualidades, pero Jesús no habó de ellas abiertamente, solo hizo mención en el Apocalipsis a través de San Juan. El agua tiene relaciones con el reino angélico. Este reino comienza en la región lunar; es a partir de la luna que empieza el reino de, los ángeles. La luna es quien reina sobre el agua. El aspecto fluídico es la luna. Allí reina el ángel Gabriel. El fuego es gobernado por Mercurio. El primer arcángel comienza en Mercurio que es la región arcangélica. El fuego comienza y termina en el Sol. No es realmente un terminación puesto que hay otro sol por encima, al que no vemos. El agua tiene igualmente muchos aspectos: hielo duro, agua líquida y vapor ¿Esto se acaba aquí? No, por encima esta el agua etérica, que no ha sido todavía explicada. El agua posee cuatro estados y no tres. Esta agua que nosotros vemos en forma líquida, o de hielo o de vapor, esta producida por el agua etérica. Por ello la luna es la región etérica. La luna dirige el agua etérica y no el agua dura (hielo), el agua líquida o el vapor. Ya se que es un poco difícil seguirme en lo que os digo este momento, pero esto se volverá claro. Los libros secretos dicen que cuando Dios quiso manifestarse, emanó de Si Mismo alguna cosa: un elemento imponderable y sutil que nadie puede pintar o describir. Era algo más sutil que la luz. Esta esencia se condensó cada vez más, produciendo formas diferentes, hasta llegar a convertirse en las piedras más duras.

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El agua nos explica como se pudo hacer esto. Estudiando el vapor de agua, se ve que es muy tenue en la atmósfera, y se comprueba que se condensa y se vuelve una nube, después enseguida una gota de agua que, cayendo, forma los ríos, los océanos y los mares. Así pues, según la filosofía esotérica el vapor existía antes del agua. Según la física ordinaria es el agua que precede al vapor. En realidad el agua proviene del vapor por condensación. Todos habéis leído en el Génesis, que Dios había creado el Cielo y la Tierra. Al principio todo era informe y vacío y el Espíritu de Dios se movía sobre el abismo. Y se nos dice que había un agua de arriba y un agua de abajo. Moisés quería decir que existía un agua de aspecto invisible, y que por la vía de la condensación, se volvió visible. Si estudiamos pues la condensación del agua, veremos que explica como todas las cosas se hacen visibles. Nuestro cuerpo ha procedido del mismo modo para materializarse. Mirad como la araña teje su tela: ella secreta un líquido, que acto seguido se condensa al contacto con el aíre. ¿Cómo construye su casa el caracol? Secreta un líquido que se endurece. ¿Cómo crece y aumenta la cáscara de la ostra? Me responderéis que la ostra, estando dentro, segrega materiales que se endurecen y aumentan la concha. Si eso fuese así, la cáscara se obstruiría enseguida y no crecería. Coméis ostras pero no pensáis en esta cuestión. Cuando nos fijamos en tales problemas se comprende toda la creación, puesto que todo se refleja en todas partes.

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Hay que observar los insectos (larvas, mariposas) y encontraréis lo que ha estado ocurriendo desde hace millones de años en la naturaleza. Todo se repite sin cesar, pero bajo formas variadas. Por ejemplo si estudiáis la gestación, descubriréis las transformaciones del feto en el curso del embarazo y descubriréis exactamente el camino que ha recorrido el hombre antes de llegar a ser lo que es hoy. Veréis como fue pez, después mamífero y después hombre. Los Iniciados se han fijado en todas estas cuestiones. Todas las cosas de la naturaleza eran muy importantes para ellos. Descubrieron en ellas numerosos secretos. Por ejemplo, volvamos a la cáscara de la ostra. Cuando la coméis no estáis viendo que posee un cuerpo etérico, que está unido a su cuerpo físico, este último es el único que se os aparece. Sin embargo este cuerpo etérico interpenetra la concha de la ostra. La cáscara está hecha de una materia porosa, y puede pues haber una ósmosis entre ella y el cuerpo etérico. Este le envía partículas a la materia de la concha, partículas que separan las moléculas y los átomos. Vosotros sabéis que se encuentran a unas ciertas distancias unos de otros. Bajo la influencia del trabajo del cuerpo etérico, esta distancia crece, haciendo así crecer a la concha. El caracol hace exactamente lo mismo, igualmente la tortuga. Me diréis que una concha de tortuga es algo extremadamente duro, pero el cuerpo etérico penetra las paredes más espesas y realiza este trabajo de separación de las moléculas. Es un trabajo prodigioso que se nos escapa. No se si lo sabios se han detenido a pensar sobre esta cuestión a la manera de los iniciados, pero no lo creo. La materia que se encuentra en un estado sutil se puede condensar, y tomar nuevas formas.

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La cuestión del agua es la de la creación del mundo. El mundo estaba en el principio en estado de vapor. Este vapor se condensó primero en agua suspendida, después esa agua formo los océanos. Los procesos del agua, no solamente explican la creación, sino igualmente la reencarnación de las almas que vienen a la tierra. Estas almas pasan por regiones variadas, y se remontan al cielo de nuevo en forma de vapor. El hombre es una gota de agua caída a la tierra y vuelve a remontarse. El agua lo dice, pero el hombre no se fija nunca ni reflexiona sobre esto. Hay todavía los más grandes misterios escondidos en el agua, pero van unidos a la sangre. La sangre es agua transformada. Son seres interiores que son químicos los que ha operado esta transformación. La sangre de la tierra es el agua que circula por ella. El agua es como la sangre para las plantas. Cuando comprendamos que es el agua, comprenderemos muchas cosas. Si vamos más lejos, comprenderemos que el agua de más arriba es el vapor, y que la sangre del sol es la luz que sale de él. Es por ella que tenemos la vida. Ahora podéis comprender por que Jesús decía:”Si coméis mi carne y bebéis mi sangre, tendréis la vida eterna”. Es decir si bebéis mi sangre que viene del sol, la luz. El Cristo no hablaba de su cuerpo físico, y cuando su sangre fue absorbida por la tierra al caer, ya había sido absorbida por el cuerpo etérico de la tierra, por que esta sangre era tan pura y estaba tan impregnada de las sustancias solares que este fenómeno se hacía posible. Por ello, desde este momento la tierra empezó a vibrar de otra forma diferente de cómo lo había hecho hasta entonces. Y eso dio comienzo a una evolución que continua y no cesará ya nunca. Es posible que la Iglesia Católica conozca estos hechos, pero yo lo ignoro, o no la manifiesta.

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El agua puede tomar muchos aspectos diversos. Nosotros conocemos algunos en el plano físico. Ahora debemos aprender a conocerla en sus otros aspectos, bajo la forma de sangre y de luz. ¿Qué nos quería decir el Maestro, insistiendo en las relaciones entre gotas de agua y vapor de agua? Quería atraer nuestra atención a fin de que comprendiéramos que existe una relación entre apariencias diferentes. Si razonamos sobre muchas cosas de la vida, como hacemos sobre el agua y el vapor, comprenderemos que nuestro cuerpo físico, nuestro cuerpo etérico, nuestra alma y nuestro espíritu, son una misma cosa bajo formas diferentes. Nuestro cuerpo físico ha sido formado por nuestro espíritu. Existe una relación entre el cuerpo físico y el espíritu, que permite dar a la materia expresiones, colores y ritmos determinados. De todos modos hay que comprender que solo puede hacerse si el espíritu pasa por los intermediarios que son el corazón, la inteligencia y la voluntad. Esto que os digo es de extrema importancia. Es preciso que reflexionéis en ello. Entre el aspecto etérico del agua y su aspecto sólido, el hielo, existen relaciones que debemos llegar a comprender. Cuando lo comprendamos, sabremos que el cuerpo físico es una materia sutil, venida del espíritu que se endureció al enfriarse. Su queremos modificar ciertos tumores o enfermedades de nuestro cuerpo físico, debemos vaporizar el agua dentro de nosotros, calentándola por el fuego. El fuego es el agente mágico que determina los aspectos del agua. En este caso, si aumentáis el fuego, el hielo se derrite y se vuelve agua. Si todavía aumentáis el fuego un poco más, por el calor se produce el vapor y el agua se vuelve etérica. Continuad calentando y se volverá agua astral, después agua mental y así sucesivamente.

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¿Comenzáis a comprender como, los dos principios: activo pasivo, fuego y agua, sol y luna lo hayan formado todo? El agua y fuego lo crearon todo. Tras el fuego los iniciados comprendieron principio masculino y tras el agua el principio femenino, es decir: Sabiduría y el Amor, el Hombre y la Mujer.

y el el la

Una vez se ha entendido esto, lo que os digo sobre el agua y sobre el fuego se vuelve profundo, luminoso y esto lo explica todo. Los magos verdaderos solo estudian el fuego y el agua: el aíre y la tierra solo les sirven de recipientes. Esto se dijo en la Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto. “El sol es su padre, la luna es su madre; el viento la lleva en su vientre y la tierra es su nodriza”. Hermes hablaba aquí de una cosa misteriosa “Telesma”. La palabra “talismán” viene de ahí. Este era un objeto que contenía una fuerza, una bendición, poseyendo él esa fuerza misteriosa: Telesma, que viene del sol. Es el sol quien es su padre, la luna es la madre. El aíre la transporta hasta nosotros y la tierra es su alimento (su nodriza). Pero vayamos más lejos. El sol es un espíritu, la luna es un alma, el intelecto es el aíre que transporta las cosas. El corazón u el cuerpo físico son el recipiente, la nodriza que conserva las cosas. Contemplando al sol por la mañana, a través de nuestro espíritu, de nuestra alma, por nuestro intelecto, la fuerza se condensa en el cuerpo físico. Así nosotros recibimos la fuerza Telesma. El sol es el fuego, la luna es el agua. Escucho algunos de vosotros que me dicen que ya había dicho que el fuego era Mercurio, y que esto está en contradicción con mis palabras actuales. No es así, Mercurio está muy cerca del sol y es de fuego; el intelecto es el aíre y el cuerpo físico es la tierra.

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He aquí mis queridos hermanos y hermanas, que significa la Tabla de Esmeralda. Cuando un mago toma una materia y le comunica un calor interior, de ser hielo ella se vuelve agua. Si persiste el calentamiento, se vuelve vapor, y algo etérico. El alcanza el resultado entonces. Si por el contrario, disminuye el calor interno de ese cuerpo etérico, se vuelve vapor, después agua, después hielo. Así es como se puede modificar el cuerpo físico, los defectos, los vicios, las debilidades y todas las tendencias, con la ayuda del calor del sol. Es decir, por medio del amor crístico El agua, es decir, la materia en nosotros, se vuelve cada vez más sutil, radiante y el hombre consigue vibrar y volverse espiritual. Hoy os revelo uno de los más grandes misterios de la vida: el Fuego, cambia los aspectos del Agua, y el Agua modifica la Forma. Así pues, debemos exponernos al sol del espíritu, a fin de que trabaje sobre el cuerpo físico y lo modifique. Esta modificación nos hará volver cada vez más espirituales y ligeros. Por esta razón Hermes Trismegisto dice que esta fuerza que desciende a la tierra, vuelve a remontar y lleva todas las cosas a la perfección. “Yo me llamo Hermes Trismegisto, el que ha conocido los misterios de los tres mundos”, es decir, que ha conocido esta fuerza que desciende y que vuelve a ascender y que puede hacerlo con ayuda del sol y del agua. Ella, calentando o disminuyendo el fuego, produce así, todas las formas de la materia que provienen de hecho, del fuego y del agua. Vosotros estáis viendo ese proceso cada día. El sol calienta los océanos. Decís que esto no es nada; pero todo está ahí. A menudo contemplo como el sol calienta las aguas. Compruebo que el agua se vuelve ligera, angélica y que se marcha, elevándose a otras regiones donde vuelve a enfriarse. Entonces se pone a llorar, pero

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esto hace la dicha de los campesinos, por que se pone a regar. Al hacerlo, entrega las fuerzas que conservaba en ella. Entonces los animales y los humanos se precipitan para recogerlas. Sabéis que cuando se vuelca un camión lleno de comestibles, todo el mundo corre para recogerlos. Enseguida volverá al mar y el sol que tiene piedad de nosotros le dirá:”no te preocupes, voy a calentarte y a purificarte”. El agua se volverá ligera, y ascenderá de nuevo hacia otras regiones. Así es como se realiza la vida. El aíre transporta esa fuerza Telesma, aquí y allá. Es por esa corriente de transporte que la vida viene por toda la tierra: los humanos, las civilizaciones, las guerras. En este momento yo despierto vuestra conciencia para que miréis las cosas de otro modo, para que veáis la creación del mundo, que comprendáis la reencarnación y todos los textos de los libros más difíciles de comprender. Sin embargo esos textos son los más simples. Son incluso de una simplicidad “descorazonadora”. Hay que romperse la cabeza muchos años par comprender esa simplicidad, y hay que observar a la naturaleza. Agradezcamos al Cielo por el Sol, que nos revela las cosas, que nos instruye, nos calienta y nos vuelve sutiles. El sol realiza un trabajo gigantesco sobre nosotros. Y sin embargo se gruñe contra el Hermano Mikael que nos hace salir tan temprano por la mañana. Os digo: “no roguéis para que esto acabe, si no para que continúe el mayor tiempo posible, por que todo lo que esta endurecido en vosotros desde hace siglos, expuesto al sol acabará por vaporizarse desaparecer”. No necesitamos ciertas cosas que están cristalizadas en nosotros, hay que fundirlas con ayuda del calor, y darles formas nuevas. Así hace el sol con nosotros, nos calienta y os ablanda, y enseguida el hermano Mikael, golpea sobre vosotros para obtener nuevas formas.

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Os miráis al espejo y decís que siempre sois el mismo; pero dentro vuestro hay formas que han cambiado ¡Cuantos colores y que simetría! Pero se necesita que este cambio alcance al cuerpo físico. Esto llegará un día, es obligatorio. De todos modos, antes de ese momento es necesario que cambien lo otros cuerpos, y yo os lo digo, ya han sido modificados. Estoy desolado si no lo notáis. Todos los amigos sinceros que trabajan con fuerza, convicción y fe, no consiguen obtener cambios en ellos por que las leyes están ahí y son verídicas. Decís que no veis los cambios por que primero están lejos del plano físico; más tarde los veréis. Continuad los esfuerzos. Os deseo que lo hagáis bien. Si un día explicáis a los alquimistas, el sentido de la Tabla de Esmeralda, estarán decepcionados y furiosos, de ver las cosas tan simplificadas. Esta decepción les quitará la alegría, de romperse la cabeza sobre textos incomprensibles. Les diréis entonces: Conservad vuestros misterios, pero cada día, nosotros transformamos en nosotros mismos al menos una partícula en oro. ¿Dónde hacéis esta transformación? En la roca de la plegaria. Pero los alquimistas, ellos pierden todas sus riquezas para poder fabricar materialmente la piedra filosofal, y no lo consiguen. Mientras que no se comprenda el gran libro de la naturaleza, no se tendrá la piedra filosofal. Somos nosotros mismos esa piedra. Vosotros conserváis esta piedra filosofal en un cajón y decís que los metales viles no se transforman en oro. ¡Poneos a trabajar, lanzaos sobre esos metales viles, trabajad sobre ellos y cambiarán! No busquéis fuera la piedra filosofal. Ya esta encontrada y ahora hay que manipular con ella. No hay piedra filosofal más poderosa que nuestro espíritu.

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¿Dónde están los metales viles? Son nuestros órganos. El espíritu debe incidir sobre esos metales y transmutarlos en oro, es decir hacer que estemos en buena salud. ¿Qué más hay que comprender? Sois vosotros la piedra filosofal y yo soy el primero que os lo dice. Los metales están en vosotros, manipulad con ellos como es debido. Tened cuidado de tratar bien el fuego. Vosotros sois a la vez el crisol, los metales, la piedra filosofal y el espíritu. Así pues en vuestro crisol encontrad los metales: el padre, la madre, la nuera y la abuela. Veréis de que manera los alquimistas comprendían las cosas. Metían a estos seres todos juntos en la retorta ¡Qué familia! ¡Que familia tan rara! El padre se convertía en la madre, y después en la hija. La hija se volvía el abuelo, etc…Los textos de los libros alquimistas son inverosímiles, pero los hechos que explican, son de una gran simplicidad, como ya os lo he dicho. *****

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV El Bonfin, 3 de Septiembre de 1962

A PROPOSITO DE UNA COPA DE AGUA Todos los días al finalizar las comidas, me veis como hoy sumergir mis dedos en una copa de agua. Pensáis que me lavo las manos, y es verdad, antes de comenzar a hablaros, necesito sumergir mis manos un poco en el agua. Pero, en realidad, no es lo único que hago, aprovecho esos pocos segundos para hacer un trabajo con el agua. Porque para mí el agua de esta copa representa todas las aguas sobre la tierra. E incluso debéis saber que una sola gota basta para uniros a todas las aguas, a todas las olas, a todos los océanos. No es la cantidad lo que cuenta, sino el símbolo que representa, el de la vida y la pureza. ¿Cómo no maravillarse ante esta representación de la vida de todos los océanos, de todos los lagos, de todos los ríos'! ... ¿Cómo no observarlo con amor, e incluso recibir los mensajes que nos aporta?.. Durante esos pocos minutos, podéis uniros conmigo a fin de participar en mi trabajo. Para participar en el trabajo de su Maestro, el discípulo debe, en primer lugar, estar atento; no puede ciertamente comprenderlo todo, pero vinculándose a su Maestro, recibe algunas partículas de las quintaesencias que él ha atraído, de las fuerzas que ha captado, hasta el día en el que, él también, podrá ejecutar ese mismo trabajo. Y por otra parte, ¿por qué no comenzáis a ejercitaros en vuestra casa? Antes de tomar contacto con el agua, debéis saludada para que se vuelva más viva y vibrante, luego sumergís vuestra mano y formáis imágenes: pensáis, por ejemplo, que os estáis bañando en un lago de alta montaña, el lago más puro, y comulgáis con la frescura, la pureza y las

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riquezas de ese lago ... Si hacéis este ejercicio con un sentimiento sagrado, sentiréis que vuestro cuerpo se estremece y vibra en armonía con toda la naturaleza, os sentiréis completamente purificados, refrescados, e incluso vuestro cerebro funcionará mejor. Después de semejante ejercicio ¡cuántos cambios! Pero con la condición de que el factor más poderoso, el pensamiento, se ponga a trabajar. Todo lo que Dios ha creado puede, gracias al pensamiento, serviros para mejoraras, purificaros, fortaleceros y volveros inteligentes. La sola visión de la transparencia, de la nitidez del agua produce efectos saludables, y si al mirarla os vinculáis con la pureza, la transparencia absoluta del alma y del espíritu, podéis hacer un muy importante trabajo con la Séfira Yesod, la región de la Luna. Invocáis el nombre de Dios que gobierna esa Séfira: Chadai-EI-Hai, nombre que significa literalmente: «Dios Viviente Todopoderoso», y el Arcángel Gabriel que reina sobre el orden de los Kerubim, los Ángeles, y así, poco a poco, todo se vuelve transparente en vuestro interior. Es difícil, desde luego, que el cuerpo físico llegue a ser transparente, pero interiormente, en los pensamientos, en los sentimientos, os volvéis realmente transparentes. En la base de todo está la pureza. Por eso tanto en nuestros días como en la Antigüedad, y será igual en el futuro, las iniciaciones comprenden siempre ritos de purificación en los cuales el agua es únicamente un símbolo. Las abluciones, la inmersión, la aspersión de agua bendita, el bautismo mismo, son ritos que provienen de un conocimiento profundo de las virtudes de los cuatro elementos, y aquí, en particular, de las virtudes del agua. ·· Cuando se debe construir un edificio, primero se necesitan los cimientos. No se puede comenzar por los muros o por el tejado, tampoco se puede colocar el tejado sobre bases inseguras. Y esto lo sabe todo el mundo. Los cimientos deben ser sólidos, resistentes, hechos por tanto con buenos materiales; y también deben penetrar hasta una cierta profundidad.

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Por eso la pureza, que es la condición de la solidez de los materiales y de la cualidad profunda de un ser, es tan indispensable. Así pues, ejercitaos, tiene su importancia observar el agua transparente en una copa de cristal, tocarla con amor, sentir su frescura, su suavidad, contemplar su transparencia. El agua que está aquí, en esta copa, es un reflejo de las aguas superiores, del océano cósmico en el que están sumergidas todas las criaturas. Son de estas aguas de las que habla el Génesis cuando dice: «y Dios separó las aguas de arriba y las aguas de abajo.» En las aguas de arriba es donde se conservan esas bibliotecas llamadas Akasha Crónica, en las que se encuentran grabados los registros de todos los acontecimientos y de todas las criaturas. Por eso, algunos clarividentes, inclinándose sobre el agua, consiguen vincularse consciente o inconscientemente con esas aguas de arriba en las que flotan las imágenes de lo que quieren conocer. Otros hacen espejos mágicos introduciendo en una bola de cristal agua convenientemente preparada; mirando luego el agua, se vinculan con esa sustancia etérica cuyo nombre exacto es el Alma universal. El agua que vemos aquí es pues un reflejo del Alma universal, una representante del Alma universal en la cual se encuentran sumergidas todas las criaturas. El que puede elevarse hasta esa región del agua celeste recibe elementos maravillosos en su alma y en su corazón, porque el agua está unida al alma y al corazón. En cuanto a la sangre que circula por el corazón, es otro aspecto del agua. Sí, la sangre que nos alimenta circula a través de nuestras venas y de nuestras arterias, como el agua circula a través de las arterias y de las venas de la tierra para alimentada. El agua es blanca y la sangre roja, porque el rojo y el blanco son los dos colores de la misma energía divina manifestada a través de los dos principios: blanco para la mujer, rojo para el hombre en el plano espiritual, y a la inversa: rojo para la mujer y blanco para el hombre en el plano físico. Cuando los alquimistas quisieron expresar los dos principios,

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tomaron el sol que es rojo, y la luna que es blanca. En realidad, la sangre que es roja y el agua que es blanca, no son dos principios sino los dos polos del mismo principio femenino. El otro principio, el principio masculino, es el fuego, y su otro polo, la luz. El fuego es rojo y la luz es blanca, pero son de la misma naturaleza. Puede decirse que son hermano y hermana, pero también que uno nace del otro. La luz surge del fuego, el fuego es quien la hace nacer, mientras que la sangre viene del agua, es el agua la que produce la sangre. El blanco produce el rojo abajo, y el rojo produce el blanco arriba. Concluyo aquí mi exposición, porque todo esto es algo complicado para vosotros. Mi objetivo es siempre presentaros nociones claras y precisas a fin de que podáis trabajar con ellas. ¿De qué serviría que tratara de inculcaros nociones abstractas carentes de verdadera utilidad para vuestra elevación espiritual? En cada una de mis charlas procuro siempre da ros ejercicios precisos para hacer, nuevos métodos para aplicar. Por eso a propósito del agua aún añadiré algo más. Os acercáis hasta un manantial, miráis y veis el agua que fluye: es límpida, clara, viviente... pequeñas hierbas, flores, arbustos, luego grandes árboles que crecen muy cerca de ella... insectos que vienen a ocultarse entre las hierbas, y pájaros que cantan en los árboles... Un día unos hombres paseando por allí, ven que hay vida y se aposentan en el lugar. Así es como, gracias al agua aparece toda una civilización. Esta es la lección del manantial. ¿Pero quién la ha comprendido? Por todas partes sobre la tierra, se ve a millares de criaturas que no han comprendido esta lección de la fuente, ya no dejan fluir el agua y entonces, poco a poco, pierden la vida: la vegetación simbólicamente hablando- se reseca y muere, los insectos y los pájaros ya no vienen, e incluso los humanos huyen, ¡pues no es realmente agradable frecuentar desiertos! ¿Y cuál es el agua que debe fluir? El amor. Pero los humanos no quieren amar, no saben amar. Son desconfiados, cerrados. Desde el momento en que alguien les decepciona un poco, o les engaña, deciden no

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ser ya tan abiertos ni generosos. Y así es como, poco a poco, la fuente se seca, el agua ya no fluye y se convierten en pantanos. Entonces es necesario que el manantial vuelva a fluir. «Sí, pero de nuevo vendrán a abusar de mí, vendrán a engañarme, a herirme.» Pues bien, es mejor ser engañado y herido que dejar que se seque la fuente. ¿Por qué.?... Cuando un tendero recibe cajones de frutas, a menudo encuentra en los cajones una o dos frutas podridas. Imaginad ahora que el tendero se diga: «Ah, puesto que es así, ya no compraré más frutas». No habrá más comercio, más intercambio, y como no habrá más intercambio, se arruinará. Y es así como los humanos se empobrecen: razonan mal. Con el pretexto de que se encuentran de vez en cuando algunas «frutas podridas», deciden cerrar el negocio, es decir no manifestar más el amor. Pero suprimiendo el amor lo suprimen todo, y son ellos quienes son desgraciados. Es por eso que es mejor ser engañado, herido, que impedir que la fuente fluya. Las pérdidas, los destrozos, siempre se pueden reparar, pero cuando el manantial ya no fluye, uno está perdido. ¿Me comprendéis, me creéis ahora? Entonces, no impidáis que vuestra fuente fluya. Desde luego, es deseable que sepáis orientarla, canalizarla, que no la dejéis correr por cualquier lugar, en cualquier jardín. No debéis dejar que vuestro manantial se seque, pero no os está prohibido protegerlo, dejarlo correr únicamente para alimentar y saciar la sed de los hijos de Dios. Y los demás, ¿qué se debe hacer con ellos? No os inquietéis, el Señor se encargará de ellos. Vosotros, dejad que vuestra fuente fluya.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sévres, 10 de Abril de 1966

El manantial La página del Maestro Peter Deunov que os acabo de leer, contiene una idea muy importante sobre la que quisiera insistir. Dice: «Si eres un manantial, cantarás y te oirán en la lejanía, estarás vivo, manarás; pero si eres una cisterna, permanecerás solo, sereno y tranquilo. La vida de la cisterna es bella, pero más bella es la vida del manantial. El manantial brota sin cesar, riega las hierbas, los árboles y apaga la sed del cansado viajero». Muchas veces os he hablado del manantial, y no solamente del pequeño manantial de las montañas sino de un manantial mucho más poderoso, del manantial único: el sol. Pero yo no he contrapuesto la imagen de la cisterna a la del manantial; he tomado una imagen mucho peor que ésta: la de la ciénaga, porque en una cisterna hay, a pesar de todo, agua limpia, potable, mientras que el agua de la ciénaga está llena de suciedades y no se puede beber. Si profundizáis en el contenido de estas dos imágenes, la ciénaga y el manantial, y en su significado mágico, comprenderéis muchas cosas. Cuando observo a los humanos, me doy cuenta, por sus razonamientos y sus actitudes, de que nunca se han preocupado del manantial, de este punto que vibra, que brota, que proyecta. Dirán: «Pero, ¿puede acaso reportamos algo el tomar en consideración esta imagen del manantial?» Quizá sean eruditos, pero no han visto lo esencial; no han visto que toda la orientación de su existencia y de sus actos depende únicamente de la imagen que hayan puesto en su cabeza: de si han escogido imágenes muertas, como le ciénaga, o bien imágenes vivas, nacientes, como el manantial, como el sol. Todo está en eso. Con las observaciones que hago todos los días, descubro que todo depende de la elección que el hombre haga, desde el punto de vista simbólico, entre el manantial y la ciénaga; esta elección revela su comprensión de la vida. A menudo oímos que la gente se queja de que todo le va mal. Y, ¿por qué le va mal? Porque no han comprendido que en su intelecto, en su alma, tenían que haber puesto, en primer lugar, lo más puro y divino: el

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manantial, para que este manantial, al manar, les limpiase y purificase e hiciera crecer todas sus simientes. En sus pensamientos, en sus deseos, no sienten esta preocupación esencial de un centro, de un manantial, de un sol, de un espíritu, de un amor. Se han detenido en pequeñas cosas insignificantes y no pueden comprender, no quieren entender. Chapotean continuamente en aguas estancadas y polucionadas en las que pululan todo tipo de bichos, y se mofan incluso de esta filosofía de los Iniciados que siempre insisten en la importancia mágica de la conexión con el manantial. ¿Cómo pueden imaginarse que les va a ayudar lo que se pudre, lo que enmohece y separa? Algunos se preguntan por qué vamos a la salida del sol... Se trata de algo simbólico; es para llegar a comprender que en todos los planos de la vida tenemos que conectamos con el sol, es decir, con el manantial. ! Pero tratad de convencer a todas estas personas «inteligentes» de que vayan a la salida del sol! Siempre van hacia lo que está muerto, estancado, polucionado y después, cuando les llegan las desgracias, se preguntan por qué. Pues porque retienen impurezas dentro de ellos, porque no han tomado el manantial como ejemplo. En la primera conferencia que hice aquí en Francia, hablé del manantial, pero muy pocos comprendieron por qué. * Empecé con el manantial, y después este manantial nunca ha dejado de manar. A veces he preguntado a alguien: «¿Ha visto Ud. un manantial? ¿Puede decirme lo que sucede junto a un manantial?» Me ha contestado: « ¡Sí, claro!» Y, sin embargo, en realidad, no lo ha observado bien... Por eso pregunto: «¿qué hay allí, alrededor del manantial? - Plantas, vegetación ¿Y después? - Insectos, pájaros, animales. - ¿Y qué más? - También se han instalado hombres. - Bien. Y ahora, ¿ha observado lo que sucede cuando el manantial se seca? Primero desaparece la hierba, después los animales, y después los hombres. Los árboles son los últimos que desaparecen. ¿Ha comprendido verdaderamente todo esto? - Desde luego, es algo muy simple. - Y, ¿por qué entonces ha dejado que se seque el manantial? - ¿Qué manantial? No lo entiendo... Ved como no lo entienden. Siempre creen que comprenden, pero se trata tan sólo de una apariencia. Entonces yo digo: «Hablo del manantial que tiene Ud. dentro. ¿Por qué ha dejado que se secara? - Pero, ¿qué manantial? Yo no he dejado secar ningún manantial. - Sí, Ud. ha dejado secar su

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manantial: ya no tiene amor. Alguien le ha vejado un poco, le ha perjudicado, le ha robado, o le ha engañado, y Ud. ha dicho: « ¡Se acabó! Ya no seré generoso, ni bueno, ni caritativo, no vale la pena. Los hombres no se lo merecen». Y ahora, su manantial ya no mana. Evidentemente, nadie vendrá ya a engañarle ni a perjudicarle y piensa que así ha ganado algo; pero en realidad Ud. lo ha perdido todo. Tenía que seguir dejándose engañar si era necesario, ¡pero no dejar que el manantial se secase! Alguien le vejó, le engañó, le robó, pero todo eso no es nada en comparación con la bendición que supone el tener en Ud. un manantial que mana, ya que este manantial lo da todo, le limpia, le restablece.» Los humanos tienen necesidad de esta filosofía, que es la más maravillosa, la más verídica: la filosofía del manantial... Porque alguien ha sido herido, deja de amar, y entonces, se acabó, ya está muerto. Y, ¿qué es lo que ha ganado? ¿¡A muerte? .. ¡Es formidable la manera de razonar de los humanos! ¿ Y ellos son los que me tienen que instruir? Pero, ¿ qué aprendería? Más bien iré junto a un manantial, me quedaré durante horas enteras escuchándole, mirándole, tocándole, hablándole, y luego pensaré en este otro manantial, el sol, y en todos los manantiales del universo, hasta llegar al manantial verdadero, que es Dios mismo, y trataré de conectarme con él para comprender, por fin, lo esencial. Diréis: «Pero, ¿qué es lo que se puede comprender junto a un manantial ?»... Todo. Hace años, leí «Siddhartha», de Herman Hesse. Seguramente conocéis este libro; se trata de la historia de un joven brahmán, Siddhartha, el cual, después de haber vivido durante mucho tiempo practicando la oración, el estudio y la meditación, se hundió en el desenfreno y los placeres. Pero, un día, desesperado y asqueado de sí mismo, llega a la orilla de un río. Y, viviendo junto a este río, escuchándole, mirándole, va comprendiendo poco a poco todo aquello que había tratado de descubrir durante su existencia errante, todos los misterios de la vida y de la muerte. Sí, el río le instruía. Muchos hombres se instruyen en la naturaleza, junto a los manantiales, las rocas, los lagos, los árboles, las montañas, contemplando las estrellas o escuchando el viento. Los druidas, que contaban con grandes Iniciados, vivían en una armonía tal con las fuerzas cósmicas que, a través del alma colectiva de los árboles, de las piedras, de los pájaros y de los anima~ les, recibían revelaciones sobre la naturaleza, sus propiedades y sus virtudes.

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Debéis comprender el lado mágico de esta imagen del manantial, a fin de basar toda vuestra vida en este único manantial que es Dios, y cuyo más perfecto representante en la tierra es el sol. Toda vuestra vida debéis trabajar con esta imagen; imitar a este manantial, el sol, con el fin de observar a todas las criaturas, de darles calor, de vivificarlas, de resucitarlas. Diréis: «Pero esto es imposible, irrealizable... ¡incluso estúpido!» Si pensáis así es que no habéis comprendido nada. Lo importante no es que vuestro ideal sea o no realizable; lo importante es que al hacer este trabajo interior, conseguís en primer lugar grandes transformaciones en vosotros mismos. El sol es inmensamente grande, y no podemos llegar a ser tan grandes y poderosos como él; pero, en su terreno, el hombre puede también llegar a ser un sol. En vez de tomar siempre, de ser como un agujero, como un abismo, como una ciénaga, y de introducir en todas partes la separatividad, puede dar, puede purificar, vivificar. En realidad este ideal es realizable, pero, por lo menos, hay que querer estudiar, experimentar y verificar que es realizable. Desgraciadamente observo que, incluso en la Fraternidad, algunos hermanos y hermanas no han comprendido el lado mágico del manantial, el poder del manantial, la ciencia extraordinaria que representa el manantial. Porque si lo hubiesen comprendido, con el tiempo que hace que vengo hablando de ello, habrían aprendido a emanar de sí mismos algo puro y vivo. Pero continúan mostrándose sombríos, apagados, cerrados, crispados; no han comprendido, pues gran cosa de esta Enseñanza. Siempre quieren arreglar sus asuntos con los medios y los métodos de la ciénaga... ¡Pero una ciénaga no puede arreglar nada! Sólo es buena para los renacuajos y para todos los bichos que se mueven en el agua. En esta agua que nunca se renueva, los pobres habitantes de le ciénaga se ven obligados a respirar ya engullir todos los desperdicios inmundos y esto es lo que, desgraciadamente, sucede con los humanos. Una gran ciudad, e incluso el mundo, no son más que una ciénaga. Todos los humanos que se mueven dentro se ven obligados a absorber sus propios excrementos. Aquellos que saben cómo salirse, toman, de vez en

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Cuando, un sorbo de pureza; pero los demás se dejan intoxicar, ahogar, envenenar. La atmósfera de una ciudad no es más que una ciénaga, y si fueseis clarividentes, veríais cómo los humanos se envían suciedades, se comen entre sí, y no saben cómo escapar a todo eso, ni siquiera por unos minutos. ¡Y luego, se burlan de nuestra filosofía solar!... Pues bien, i tanto peor para ellos! i que sigan en su ciénaga! ¿Qué queréis que os diga? Un día acabarán por comprender. El Maestro Peter Deunov tomó la imagen de la ciénaga, y se trata de un ejemplo tan claro que cualquiera 10 puede comprender. Y también el del manantial, el del sol... Y ahora, ¿qué conclusión podéis sacar de lo que acabo de deciros? La de que todos los malentendidos, todas las desgracias, todos los sufrimientos provienen de que el hombre no está conectado con el Cielo, con el manantial, o que cuando lo está es sólo durante dos o tres minutos, y después, todo se corta, y de nuevo se conecta ... con una ciénaga. No quiero molestaras, así que digamos que hablo en general... En vez de estar conectados con este manantial que purifica, que cura, que ilumina, la mayoría de los humanos se unen, no con una cisterna sino con una ciénaga (esta ciénaga puede ser, por lo demás, un hombre, o una mujer, o un grupo de individuos), y de ella beben. Prefieren esta ciénaga al manantial porque tienen miedo de la opinión de la ciénaga. ¿Qué dirán los renacuajos que se mueven allí dentro? Si acaso se pronunciasen sobre su caso, ¿qué sería de ellos? Os muestro el camino, a vosotros os toca decidiros. No estoy aquí para daros gusto y me veo obligado a deciros la verdad. Bien sé que eso no es agradable, pero si mis palabras os apenan, debéis saber que si no digo nada, un día estaréis dos veces, tres veces, o cien veces más apenados. Porque, con la ignorancia, las penas aparecerán por todas partes. Mientras que si tenéis las cosas claras, si estáis instruidos, podéis, por Lo menos, escapar por la «escalera de servicio», y vuestros enemigos se irán con las manos vacías. Reflexionad, pues, sobre estas dos imágenes del manantial y de la ciénaga. Cuando tengáis por fin, el deseo de amar, de sacrificados, de ayudar a los demás y de dar, en vez de tomar, es señal de que el manantial fluye. Y, cuando fluye, las flores y los árboles crecen y los pájaros cantan,

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es decir, que unos espíritus magníficos vienen a aposentarse en vosotros, en vuestro cerebro, en vuestro corazón, en vuestra voluntad, porque son alimentados; el manantial los alimenta. Entonces os enriquecéis, sois semejantes a una comarca floreciente con un gran pueblo y una gran civilización. Sí, porque el manantial fluye. Este es el lado simbólico que hay que llegar a comprender. Nadie acepta quedarse junto a un manantial seco. Cuando el manantial deja de fluir en el hombre ya no hay creación, ni poesía, ni música, ni alegría, ni nada; todo está vacío, desierto, porque ya no hay agua, ni amor. Y precisamente, por todo el mundo no se ve otra cosa que desiertos que deambulan ... Así se explica el estado miserable de los hombres, su desamparo, el vacío que hay en ellos. Quizá sean muy inteligentes, pero han dejado secar su manantial porque nunca han pensado en dar, en irradiar, en amar. Cuando veo, a veces a alguien cuyo manantial se ha secado, o que nunca ha fluido siquiera, sé que su destino será miserable. ¿Por qué? Porque nada vendrá a aposentarse en él, ningún ángel, ningún espíritu, ninguna belleza, ningún esplendor, ¡nada! ¡Bienaventurados los que hayan comprendido y que se decidan a cambiar! Para ellos, hoy todo quedará explicado, ya que estas dos imágenes, la de la ciénaga y la del manantial, bastan para explicarlo todo. Si estáis estancados, si lo hacéis todo sin entusiasmo, sin inspiración, sin alegría, sabed que habéis dejado secar el manantial que tenía que fluir en vosotros. Pero no os habéis dado cuenta y estáis criticando continuamente a los demás... No, dejad tranquilos a los demás y abrid vuestro manantial, limpiadlo y el agua brotará. Brotará porque cada criatura ha nacido para ser un manantial. Sí, cuando el Señor envió al hombre a la tierra, le preparó para ser un manantial; pero el hombre ha dejado que se acumularan en él tantas impurezas que su manantial se ha secado; por eso es un desierto, está vacío. Y no hay nada peor que el vacío, nada peor que estar en el desierto, que ser un desierto. ¿Empezáis ya a comprender esta imagen del manantial? El manantial es la vida, es el amor, es todopoderoso, es el que hace nacer todas las inspiraciones, todas las alegrías. No existe mayor verdad. Bien sé que, a pesar de todas las verdades que estáis oyendo desde hace años, muchos de vosotros estáis sumidos en un triste estado; pero ello se debe a que no se ha elaborado ningún método de trabajo. Se les diga lo que se les diga,

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cualesquiera que sean las verdades que se les den, no pueden transformar su desierto, no anotan nada, no retienen nada. Si, por lo menos, inscribiesen una verdad, y la pusieran todos los días ante sus ojos para veda, j para estar, por fin, en contacto con ella! ... Pero no, una hora después todo se ha borrado. Por eso, tales criaturas están predestinadas a vivir eternamente en el desierto. Y es por su culpa, porque aunque se les diga qué es lo que tienen que hacer para abrirse, no lo comprenden, no retienen nada. Ya sé que os he hablado muchas veces del manantial, pero tenéis necesidad de que os repitan varias veces las mismas cosas. El sol salió ayer, pero eso era para ayer y hoy tiene que salir de nuevo. El agua que fluye es siempre la misma en apariencia, y, sin embargo, siempre es nueva. Por eso, desde hace años os repito: « ¡Pensad todos los días en hacer brotar vuestro manantial!.. Abridlo, limpiadlo, y os convertiréis en una tierra tan fértil que hasta los reyes vendrán a degustar los frutos de vuestro jardín.» Pero tengo todavía que repetir y repetir. Desde hace tantos años, ¿por qué no habéis plantado nada, ni cosechado nada, si poseéis en vosotros mismos un terreno de una riqueza increíble? Vuestro cerebro, ¿qué es? Es la mejor tierra, y esta tierra es, precisamente, la que debéis cultivar, la que debéis sembrar y regar. Fijaos en el manantial, en el verdadero manantial, el sol. Aunque sea algo inmenso, en apariencia irrealizable, tened como ideal el parece ros a él, y dentro de algunos años, quizá exteriormente continuéis siendo los mismos, pero interiormente seréis verdaderamente un sol:

«Tened el corazón puro como el cristal, El intelecto luminoso como el sol, El alma vasta como el universo, Y el espíritu poderoso como Dios y unido a Dios. » Conocéis esta fórmula del Maestro Peter Deunov, pero también ella se ha quedado dormida entre vuestros papeles. Pensáis que es imposible que el hombre llegue a ser vasto como el universo, pero, ¿qué sabéis sobre ello? Un Iniciado sabe volverse tan vasto que los clarividentes pueden vede por toda la tierra, en los árboles, en los lagos, en las montañas; le ven porque está allí para hacer un trabajo. Sí, el ser humano puede estar en todas partes, pero debe pensar, por lo menos, que ello es posible. Los grandes

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Iniciados poseen una fórmula gracias a la cual pueden ensancharse inmensamente para participar en el trabajo de la Inteligencia cósmica, penetrar hasta las entrañas de la tierra, en los océanos y en los aires. Físicamente, continúan siendo los mismos, pero con su espíritu participan en todos los trabajos que se hacen en el universo. Un día, cuando los humanos empiecen a estudiar, comprenderán que las posibilidades del espíritu son infinitas, ilimitadas. De momento no lo pueden comprender, porque no les interesa. Se han limitado ellos mismos voluntariamente y no osan franquear ciertos límites. Puesto que sus padres, sus abuelos, sus tatarabuelos pensaban de una cierta manera, ¿por qué tendrían ellos que ir más lejos? Es el hombre mismo el que se limita, el que se debilita, el que quiere seguir siendo pequeño y miserable; nadie podrá convencerme de lo contrario. Diréis: «No es así, desea... desea... » Sí, en apariencia, pero profundamente, en sus conceptos y en sus creencias, el hombre no osa creer que pueda llegar a ser grande; desea, pero no basta con desear. Meditad pues de ahora en adelante, mis queridos hermanos y hermanas, en esta imagen del manantial que alimenta y sacia a todo el universo.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sèvres 03 de Julio de 1945

COMO PURIFICARSE CON EL AGUA Pregunta: «Maestro, ¿querría Ud. decirnos cuáles son los ejercicios de purificación que pueden hacerse tomando un baño?» La mayoría de la gente no piensa que al lavar su cuerpo físico puede hacer algo para purificar también su cuerpo etérico y su cuerpo astral. En los planos etéricos y astral se encuentran unas impurezas de las que es muy difícil liberarse, y las del plano astral son más poderosas, más indeseables y más nocivas que las de todos los demás planos. El agua es capaz de expulsar estas impurezas, pero es necesario vivificarla primero. Para ello, debéis tomar una cierta cantidad de sal (sabéis, sin duda, que la sal juega un papel muy importante en las ceremonias religiosas) que preparáis desde la mañana, encendiendo velas, quemando incienso y pronunciando unas palabras para consagrarla a la pureza absoluta, a la Madre Divina, al Espíritu cósmico, y pedís a las Inteligencias celestiales que la bendigan a fin de conferirle virtudes purificadoras. Aún no se ha comprendido bien la importancia de la sal, a pesar de que se la menciona con frecuencia en los libros sagrados. Se dice en los Evangelios: «Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se vuelve sosa sólo vale para ser pisoteada». Y para los alquimistas, la sal, junto con el agua y el mercurio, desempeñaba un papel esencial en sus operaciones. Claro que esta sal de la que estoy hablando, no es la sal de cocina, sino un producto resultante de la unión de los dos principios, el masculino (el ácido) y el femenino (la base) que producía el hijo (la sal). La sal tiene un significado muy profundo para aquellos que saben cómo utilizarla. Así pues, antes de entrar en el baño, echáis en el agua la sal que habéis consagrado y pronunciáis unas palabras para santificar el agua con la virtud de la sal; después, os dirigís a la Madre Divina, diciéndole: «¡ Oh Madre Divina!, admiro este agua que es un reflejo tuyo, te ruego que la santifiques

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para que pueda llevarse todas mis impurezas, mis enfermedades y mis debilidades, a fin de que pueda servir mejor a mi Padre Celestial». Después tocáis el agua, habláis a las criaturas que la habitan: «¡ Oh ondinas!¡ qué bellas sois!,¡ cuán puras y transparentes!¡ Recibidme, ayudadme y trabajad sobre mí para quitarme todo lo que es nocivo, todo lo que no está en armonía con el Cielo!» Al decir esto, tocad el agua con mucho amor. El agua es un elemento en el cual viven entidades que son invisibles, pero bellas y puras; a través de ella, pues, entráis en contacto con estas entidades que son muy sensibles y están bien dispuestas para con vosotros debido a vuestra actitud llena de amor. Tomáis en una jarra, a continuación, de esta agua bendecida y la vertéis encima vuestro, una vez que hayáis terminado de lavaros. Cuando entréis en el agua, le decís cuán bella es, cuán maravillado estáis y os enjabonáis tres veces. Si tenéis mucha fe y mucho amor, obtendréis grandes resultados; todo depende de vuestra fe y de vuestro amor. Se encuentran fórmulas de consagración en las lenguas más antiguas, lo que prueba que estas prácticas se remontan a tiempos muy lejanos. ¿Por qué estas fórmulas? Evidentemente lo más importante es lo que emana del hombre, porque las emanaciones son un lenguaje universal que los espíritus saben traducir. Los colores que surgen del hombre son la expresión de sus pensamientos y de sus sentimientos, y constituyen un lenguaje que todas las criaturas invisibles comprenden inmediatamente; no tienen necesidad de palabras. Pero en el plano físico la palabra es muy importante, y por eso hay que pronunciar fórmulas. Si pensáis una fórmula sin pronunciarla, las fuerzas se acumulan únicamente en el plano mental y no se realizan en el plano físico. La palabra es como una firma. Un papel escrito por vosotros sólo tiene valor si lleva vuestra firma. Un ejército sólo se lanza al ataque cuando recibe la señal dada por su general... Al pronunciar unas palabras, desencadenáis las fuerzas en el plano físico. Por tanto, para que las fuerzas invisibles tengan la posibilidad de obrar, en necesaria la palabra; esto no ha sido comprendido por los espiritualistas, pero los discípulos deben conocer y utilizar estas cosas. Todavía no se sabe lo que es la verdadera pureza. Algunos están acostumbrados a tomar un baño todos los días, pero nunca piensan en

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eliminar sus impurezas interiores. Sin embargo, interiormente, sus deseos, sus apetitos, forman unas capas fluídicas que son muy malas conductoras de las emanaciones y de las corrientes del Cielo. Es preciso, pues, eliminar estas impurezas, y el agua puede hacerla mediante el pensamiento y la palabra, si conectáis con las fuerzas más sutiles del Universo. Evidentemente, no lo lograréis con una sola vez, hay que volver a hacerla muchas veces, pero cada vez os liberáis más, porque el agua tiene la propiedad de absorberlo todo, tanto las cosas buenas como las malas. Por eso, cuando estáis alegres, maravillados, no tenéis que lavaros, menos aún, bañaros. Pero si estáis tristes y tomáis un baño, os sentiréis después mucho mejor, porque el agua se habrá llevado vuestra tristeza, vuestras penas. Evidentemente, en un lavabo no es posible hacer el ejercicio que acabo de daros, pero podéis, de todas formas, pronunciar unas palabras cuando fluye el agua: «Así como lavo mi rostro físico, sea también lavado mi rostro espiritual», y rezáis durante unos minutos. Os quedan por conocer todavía muchas cosas de la Ciencia esotérica. Esta ciencia nos enseña que el poder del cuerpo físico es muy grande y que las palabras pronunciadas en un estado de desnudez son más poderosas que las pronunciadas cuando se está vestido. ¿ Cuál es la razón de ello? No puedo decíroslo, porque es peligroso: las brujas se desnudan para ejecutar sus ritos mágicos porque saben que, en este estado de desnudez, tienen unos poderes más grandes. El mundo entero está demasiado atrapado en el engranaje de la vida material para tomar un poco de tiempo para purificarse; y, sin embargo, todos los trastornos físicos y psíquicos provienen de los elementos impuros que es necesario expulsar. Por eso, para ayudar a los humanos, los Iniciados se cargan con frecuencia con sus impurezas, que después tienen que transformar. Si a veces sufrís una indisposición o una enfermedad, debéis considerarlas como una señal: es el Cielo que os invita a hacer sobre vosotros mismos un trabajo muy importante de purificación que sin eso no habríais hecho. Aceptad estas molestias con reconocimiento y gratitud. Es preferible que las menores impurezas que entran en vosotros se manifiesten inmediatamente, porque de esta manera podréis poner remedio rápidamente o, por lo menos tomar precauciones. De otra forma, si todas las impurezas

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se acumulan sin que siquiera os deis cuenta de ello, os será, después, muy difícil liberaros de ellas. Algunos se sienten indispuestos por pequeñas impurezas que contienen la comida, la bebida o la atmósfera; eso prueba que son muy puros. Muchos otros, en cambio, no son muy sensibles, debido a sus impurezas. Todos los que comen carne, beben alcohol y fuman constantemente acaban por tener un organismo tan saturado de impurezas que ya no son sensibles ni a los malos olores, ni al humo, ni a los residuos; mientras que aquellos que viven en la pureza sienten inmediatamente los inconvenientes de tales condiciones. Seguid el consejo que os doy: considerad los menores inconvenientes físicos que padecéis, sean comezones, granos, o cólicos, etc ... como un signo de que debéis hacer un trabajo de purificación que nunca habríais hecho sin esas circunstancias ; consideradlos como una ocasión que el Cielo os da para hacer un trabajo, y de esta manera, ponéis manos a la obra para expulsar una impureza que arrastrará consigo a muchas otras que vosotros no veis. La mayoría de las veces no se hace este trabajo de purificación, y por eso todo se agrava y se complica. El Cielo no deja nunca en paz ni siquiera a los Iniciados, sino que les envía todo tipo de inconvenientes para obligarles a ir más lejos, cada vez más lejos; ya que no se detengan nunca en su trabajo.

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