Los Milagros Del Ayuno (Spanish - Towns, Elmer L

November 27, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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LOS MILAGROS DEL AYUNO

Es para mí un privilegio darle mi apoyo incondicional a este libro, porque en 1985, tal como lo refiere la historia del mismo, fui sanado milagrosamente como resultado de las oraciones del Dr. Jerry Falwell, de Elmer Towns y de 5.000 estudiantes de la Universidad Liberty. La lectura de Los milagros del ayuno le darán la fe para orar por aquéllos a quienes usted considere que puedan ser sanados. Vernon Brewer Fundador y Presidente, World Help

El Dr. Elmer Towns ha vivido su vida, desde el día de su salvación hasta hoy, a través de la dimensión milagrosa que la mayoría de las personas sólo podemos soñar. ¡Dios contesta sus oraciones! Cuando lea Los milagros de

ayuno , usted aprenderá a ayunar y a orar de una manera que toque el corazón de Dios para desencadenar los milagros en su vida. Dr. James O. Davis Fundador, Cutting Edge International Cofundador, Billion Soul Network

Creo que Dios responde las oraciones de una manera sobrenatural, porque yo me encontraba ayunando y orando, cuando Dios me guió a mi futura esposa. Sé que el ayuno es efectivo y quiero que lea este libro y ayune por un milagro. Daniel Henderson Presidente, Strategic Renewal

Alabo a Dios por este libro que relata la historia milagrosa de que estoy vivo. Sobreviví a uno de los peores accidentes imaginables por las oraciones de mi padre y del Dr. Jerry Falwell. En la actualidad dirijo el ministerio de oración de la Universidad Liberty. Lea mi historia y las demás historias hermosas de este libro. Charles Hughes Pastor del Ministerio de Oración, Universidad Liberty

Los milagros del ayuno por Elmer L. Towns, ©2015. Todos los derechos de esta edición en español son reservados por Asociación Editorial Buena Semilla bajo su sello de Editorial Desafío. Escrito originalmente en inglés bajo el título: “Fasting for a Miracle”, © Copyright 2012 by Elmer L. Towns. Originally published in the U.S.A. by Regal Books, a división of Gospel Light Publications, Inc. Ventura, CA 93006 U.S.A. Todos los derechos reservados. A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas fueron tomadas de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera Contemporánea © 2009 por la Sociedades Bíblicas Unidas. Otras versiones utilizadas son: Las citas bíblicas señaladas con (ELT) son traducciones de la Versión de Elmer Towns (paráfrasis del autor), las señaladas con (RVR 1960) son de la Versíón Reina-Valera © 1960 por las Sociedades Bíblicas en América Latina, las señaladas con (NTV) son de la Nueva traducción Viviente © 2010 por Tyndale House Foundation. Prohibida la reproducción total o parcial digital, por internet, sistemas de impresión, fotocopias, audiovisuales, grabaciones o cualquier medio, menos citas breves, sin permiso por escrito del editor. Traducción: Carlos Mauricio Páez García Edición: Miguel Peñaloza Corrección de éstilo: Maria Inés Garzón Diseño de Cubierta: Carlos Andrés Celis Diseño y diagramación interna: Brenda Bustacara

Conversión digital: John Puerto Publicado y Distribuido por Editorial Desafío Cra. 28A No. 64A-34, Bogotá, Colombia Tel. (571) 630 0100 E-mail: [email protected] www.editorialdesafío.com Categoría: Crecimiento espiritual, Formación Espiritual Producto No.: 600064 ISBN: 978-958-737-119-2

Tabla de Contenido P refacio I ntroducción: hambrientos de experimentar a Dios P rólogo: Cuando Charles necesitaba un milagro P rimera parte: El poder milagroso de la fe extrema C apítulo 1 El ayuno . . . C apítulo 2 . . . QUE hace milagros S ección 2 El ayuno por lo imposible C apítulo 3 El desafío al cáncer y el cambio de la opinión de Dios C apítulo 4 La lucha por las finanzas y ver el milagro más grande que jamás se hubiese visto C apítulo 5 La confrontación al terror y el triunfo sobre el peligro T ercera parte: EL Ayuno por el milagro más grande C apítulo 6 E l arre pentimiento conduce al avivamiento C apitulo 7 Arrodillarse con los soldados y orar por la salvación C apítulo 8 Testificarle al Sr. Smith, un ateo agonizante C apítulo 9 Edificar la fe y seguir el llamado de Dios C uarta parte: El ayuno por un gran avance C apítulo 10 La superación de la adicción y la restauración de todo lo perdido C apítulo 11 La confrontación del mal y echar fuera demonios C apítulo 12 La superación del miedo y la adquisición de una reverencia sana C apítulo 13 El triunfo sobre el dolor y la sanidad de las enfermedades

Q uinta parte: El ayuno por los milagros más extremos C apítulo 14 Buscar la guía divina C apítulo 15 Aceptar cuando Dios diga: “¡No!” C apítulo 16 Escuchar cuando Dios guarde silencio C apítulo 17 Conozca a Dios más íntimamente E pílogo Cuando Charles necesitaba un milagro (continuación) A péndices A péndice A: ¿Qué es el Ayuno? Definición A péndice B: La Biblia milagrosa A péndice C: Las palabras bíblicas para los milagros A péndice D: Nueve propósitos diferentes del ayuno A péndice E: Los milagros no bíblicos A péndice F: Algunos tipos diferentes de oración Apéndice G: El ayuno por la dirección sobrenatural R eferencias I nformación sobre el autor U na vida transformada por un dios fiel

Prefacio

¡Cuando Elmer Towns escribe, los cristianos serios leemos! Lo hacemos, entre otras razones, debido a su sensibilidad de los tiempos un sello distintivo de su ministerio. Elmer está firmemente anclado en la Palabra de Dios, sometido a Su voluntad y sintonizado con Su Espíritu. Elmer ha demostrado durante décadas ser un siervo firme de Jesucristo y su Iglesia. Mi amistad con Elmer Towns se remonta a 20 años atrás. Comenzó con una entrevista en la que tuve el honor de que él me solicitara mientras él escribía su libro, America’s Ten Most Innovative Churches [Las diez iglesias más innovadoras de los Estados Unidos]. Fue entonces cuando descubrí que cada vez que él pasaba un fin de semana en la zona metropolitana de Los

Ángeles, asistía a la iglesia The Church On The Way [La iglesia en el Camino], donde yo era en ese entonces el pastor principal. A medida que creció nuestra amistad con los años, llegué a conocer más acerca de este hombre, quien es mucho más que un escritor impresionante, de hecho, hoy en día, muchas personas lo ven como yo: una influencia fuerte y estabilizadora y una persona respetada en el Cuerpo de Cristo. Lo que mucha gente no sabe es que Elmer Towns es el cofundador de la Universidad Liberty y colaboró con el Dr. Jerry Falwell en la dirección del surgimiento de esta gran institución. Como hombre con un corazón pastoral, Elmer enseña la Clase Bíblica para Pastores en la Iglesia Bautista Thomas Road en Lynchburg, Virginia. Al mismo tiempo, su amor por toda la Iglesia le ha granjeado una multitud de amigos en todo el espectro del Cuerpo de Cristo, incluyendo a todos los que le dan la bienvenida al ministerio del Espíritu Santo, así como al sano ministerio evangelizador centrado en la Palabra. Él se adhiere apasionadamente al deseo de que todo el rebaño de la Iglesia de Jesús unamos nuestro corazón y avancemos como uno solo. El Dr. Towns escribió un libro sobre Los milagros del ayuno ; una obra que nos trae la piedra angular de su ministerio de escribir sobre la espiritualidad. Él escribió hace más de quince años el libro: Fasting for Spiritual Breakthrough [El ayuno por un avance espiritual] y me envió una de las primeras copias. Después de leerlo, hice un pedido de 2.500 ejemplares y le hice un llamado a nuestra gente para que lo leyéramos juntos durante un período de ocho semanas. Fue durante un momento difícil en la vida de nuestra nación, y en la medida que lo usé para predicar una serie acerca del contenido del libro de Elmer, fui testigo de una unión dinámica de nuestro corazón como feligresía. La sabiduría y la verdad de esta clave para la salud espiritual y la liberación continua de la gracia de Dios entre su pueblo me ayudó a cultivar un estilo de vida para La Iglesia en el Camino. Dirigí cada año durante décadas a la feligresía a ayunar desde el domingo por la noche hasta el miércoles por la tarde anterior al Día de Acción de Gracias. Nos centramos en la intercesión durante aquellos días, por la bendición de Dios sobre nuestro país, así como en el ayuno por un despertar local y personal a medida que nos acercábamos a nuestro día nacional de agradecimiento a Dios por su bondad y gracia sobre nosotros como pueblo.

El libro de Elmer sobre El ayuno por el avance espiritual sigue siendo un éxito de ventas constante, usado por muchas iglesias e individuos en todos los círculos de la vida cristiana, lo cual nos trae al presente volumen complementario: un libro para ayudar a los individuos a ayunar de manera personal y con devoción para lograr resultados dinámicos. Este libro no sólo nos prepara para ayunar con un claro enfoque espiritual sobre la verdad de la Palabra de Dios sobre el ayuno, sino que también nos faculta en los pasos prácticos, las técnicas de cómo proceder para lograr los milagros del ayuno . Quiero darle las gracias a mi hermano, Elmer Towns, por este libro. Oro para que Dios Padre lo use en la vida de innumerables creyentes. Ahora, a medida que lo tiene en su mano, lo animo a leerlo y luego a extenderle la mano a Dios; y al hacerlo, descubriría que a medida que ayune, buscándolo, Dios mismo extenderá su brazo fuerte—¡para acudir a usted! Atentamente, su hermano en la gracia, Jack W. Hayford Pastor Fundador, La Iglesia en el Camino Rector Honorario, The King’s University, Los Ángeles, California

Introducción: hambrientos de experimentar a Dios

A medida que escribí este libro de historias reales sobre el ayuno por las necesidades más apremiantes, incluso las imposibles en nuestra vida, ayuné para que Dios hiciera un milagro en la vida del lector, en su vida. Añoro que usted experimente a Dios a medida que lea estas páginas. Quiero que tenga hambre de Dios más que hambre de pan, después de leer todas las historias de este libro. Quiero que sienta hambre en su alma a medida que sienta hambre física durante un ayuno. Hablé con Dios, mientras le daba forma a cada aplicación práctica de este libro, sabiendo que la gente real con problemas reales en realidad estaría ayunando. Ahora es su turno de hablar con Él mientras lea. A veces yo hablaba en voz alta; a veces la conversación era interna, el lenguaje era en

silencio. Interactué con Dios a medida que escribí las palabras y oraciones en estas páginas. Escuché que Dios me hablaba mientras yo escribía este libro y extendí la mano para tocarlo. No, no con una mano o un dedo, sino era lo mismo como si tocara a alguien con la mano. Sabía internamente lo que había experimentado. Toqué a Dios. ¿Le extenderá su mano a Él mientras lee? Algo más importante que el de tocar a Dios, fue el hecho de que Él me tocó a mí. El Dios del universo vino a mí. Pude sentir su presencia manifiesta, aunque no lo pude ver con mis ojos. Sabía que Él estaba allí, con tanta seguridad como sé que mi esposa se sienta frente a mí cuando cenamos. Experimenté la presencia de Dios mientras escribía. ¿Será usted sensible a Su presencia? ¿Le pedirá un milagro en su vida? Antes de que comience la lectura de estas historias verdaderas acerca del ayuno, ¿orará usted, Tócame, oh Dios ? Escrito desde mi casa en lo alto de la Montaña Liberty. Elmer L. Towns Cofundador, Universidad Liberty

Prólogo: Cuando Charles necesitaba un milagro

El médico no ofreció ni siquiera una brizna de esperanza al dar la noticia: “Charles no sobrevivirá; es como si ya estuviera muerto”. Robert Hughes se quedó boquiabierto. Se apresuró a atravesar tres estados para estar al lado de su hijo. ¿Cómo puede ser? ¿Quedó aplastada la cabeza de Charles en un accidente? ¿Casi ninguna posibilidad de sobrevivir? Dada la probabilidad de que si lo hiciera, ¿quedaría en estado vegetativo por el resto de su vida? Parecía imposible. Sólo unas horas antes, Charles, un estudiante brillante de último año en la universidad y predicador dotado con un aparente potencial ilimitado y otros tres jóvenes magníficos de la Universidad Liberty se habían subido a una camioneta y se dirigían a una aventura repleta de oportunidades para

predicar el evangelio el fin de semana. Charles yacía ahora casi sin vida. ¿Incluso sobreviviría la noche? Fue un giro de los acontecimientos imposible de comprender. “Nos gustaría que firmara los papeles para que podamos recoger sus órganos vitales y salvar la vida de otras personas”, el médico instó suavemente. “¡No!”, se opuso Robert Hughes. Su voz resonó de un lado a otro por el pasillo del hospital. “¡Por supuesto que no !”. ***** A última hora del viernes 17 de marzo de 1978, Charles Hughes, Mark Lowry, David Musselman y Dick Bernier partieron de Lynchburg, Virginia. Estaba haciendo un frío de casi 2 grados centígrados pero no había ningún rastro de nieve. El cuarteto planeaba viajar durante la noche al norte del estado de Nueva York, donde Charles tenía programado hablar el sábado en una maratón de baloncesto de Palabra de Vida. Mark iba a cantar y David iba a tocar el teclado. Además en la lista del fin de semana había una reunión de jóvenes y servicios en la iglesia. La camioneta en la que viajaban había sido donada a la Universidad Liberty por empresarios de Alabama y Michigan, y estaba adaptada con sillas giratorias tipo capitán en la parte delantera, una cama en la parte trasera y un espacio de almacenamiento adicional. En cuanto cada joven tomó su lugar para el viaje, Charles se dio cuenta que Mark se sentó con la cabeza orientada hacia la parte trasera del vehículo en lugar de mirar hacia adelante. “¿No sufre de claustrofobia?”, preguntó Charles. “Si nos estrellamos, prefiero lastimarme mis piernas que mi cabeza”, explicó Mark, sin tener ni idea de lo que les esperaba aquella noche. Dick conducía mientras todos charlaban y algunos descansaban, y Mark miraba hacia atrás todo el camino. El clima en su mayoría se mantuvo estable, mientras recorrían por Virginia y Maryland. Había caído ese día cinco centímetros de nieve en el sur de Pennsylvania, y la temperatura se situaba ligeramente por encima del punto de congelación. El conductor de un camión de 18 ruedas perdió el control, en una autopista oscura y sinuosa cerca de la ciudad de Carlisle. Su inmenso vehículo se deslizó por una

pendiente pronunciada y se estrelló con la camioneta de Liberty, chocándola contra una ladera de la montaña. Los cuatro pasajeros de la camioneta fueron transportados a un hospital cercano. David no resultó gravemente herido, aunque se temía en un principio que sus manos podrían estar aplastadas. Mark, quien se haría famoso como miembro del conjunto Gaither Vocal Band, tenía once huesos fracturados. Dick tenía un pulmón perforado. Charles, a quien no le fue muy bien, fue trasladado de urgencia al quirófano. La fuerza del impacto lanzó su cráneo contra el metal en el interior de la camioneta. Su cabeza fue aplastada, lo que ocasionó una cortada profunda. Tenía una fisura en el bazo (el cual tuvo que ser extirpado), y estaba en estado de coma. En cuestión de horas, el presidente de la Universidad Liberty Jerry Falwell y Robert Hughes llegaron a Carlisle, y se dirigieron directamente al hospital. En lugar de aceptar firmar los papeles lo que habría terminado de forma contundente con la vida de su hijo, Hughes preguntó dónde quedaba el oratorio. Aunque de avanzada edad, Hughes casi que se fue corriendo por el pasillo. “Dios nos dio a Charles cuando no podíamos tener hijos, “le dijo a Falwell, quien lo seguía.” Dios me dijo que Charles iba a ser un gran predicador del evangelio . . . Él no va a morir”. Los médicos no pudieron disuadir a Hughes. Falwell ni siquiera lo intentó. Respetaba las convicciones del padre y conocía la fe sólida de la familia, durante muchos años Hughes había servido como decano junto a Falwell en Liberty. En aquellos días no existían los teléfonos celulares, pero Falwell llevaba un gran teléfono móvil. Marcó mi número. Dijo: “Elmer, rápido, Charles está a punto de morir y debemos orar para contener la presión de la muerte. Él está en coma”. Charles necesitaba un milagro, y rápido . . . (continúa en el epílogo) Primera parte: El poder milagroso de la fe extrema

Capítulo 1 El ayuno . . .

En la primavera de 1994, preparé una lista de cinco libros potenciales para mi editor, Regal Books. Yo era un consultor en la compañía, y tenía experiencia principalmente en las áreas de la Escuela Dominical y crecimiento de la iglesia, no en la espiritualidad. Mientras estaba sentado en una reunión editorial, discutiendo mis ideas, Bill Greig III, presidente de Gospel Light, vio en la lista mi sugerencia de publicar un libro sobre el ayuno. “Vaya—dijo Bill— alguien tiene que escribir un libro sobre el ayuno”. Luego siguió preguntando: “¿Cuánto tiempo ha pasado desde que alguien haya escrito un libro importante sobre el ayuno?”. Respondí: “más de 100 años”.

Alguien sugirió que Regal le pidiera a Bill Bright que escribiera el libro sobre el ayuno, porque él dirigió una conferencia sobre el ayuno y la oración en la Cruzada estudiantil y profesional para Cristo. Yo serví en el comité de planeación de ese evento, así que sabía todo acerca de la conferencia. Pero Bill no estaba disponible debido a sus otros proyectos. Kyle Duncan, editor de Regal Books, dijo: “Jack Hayford sería la persona perfecta para escribir este libro, porque él convoca a su iglesia para ayunar”. Pero Hayford tampoco estaba disponible, porque estaba involucrado en un proyecto de un escrito diferente para Regal. La discusión pasó al olvido, y se produjo cierta frustración. Finalmente, levanté tímidamente mi mano y dije: “Puedo escribir su libro sobre el ayuno”. “¿Qué sabe usted sobre el ayuno? ¡Usted es un bautista!”, dijo alguien. No recuerdo quién hizo el comentario, pero era una suposición común que los pentecostales y carismáticos ayunaban, mientras que el ayuno no era una práctica bautista. Respondí: “Todos los años enseño un curso sobre el ayuno a nuestros RAs (asesores residentes) [N.del T. Por sus siglas en inglés] en la Universidad Liberty, en preparación para el año lectivo”. Luego añadí que la Iglesia Bautista Thomas Road y la Universidad Liberty tenían un estilo de vida de ayuno, y que muchas respuestas importantes a la oración llegaron a través del ayuno. Alguien dijo: “dejemos que lo haga Elmer”, y el grupo pasó a otros temas. Cuando llegué a casa, empecé a esbozar algunas ideas para el libro, pero nada surgía. Busqué todas las referencias al ayuno en la Biblia, y luego escribí un resumen de lo que podíamos aprender sobre el ayuno de cada versículo. Pero lo único que tenía era un bloc de notas lleno de datos aislados nada que pareciera lo suficiente como para hacer un libro. Hablé con mi esposa, Ruth, sobre el problema, diciéndole que no tenía ni idea cómo conformar un libro sobre el ayuno. En realidad no le estaba pidiendo ayuda, pero su respuesta perceptiva fue genial en su simplicidad. “Como vas a escribir un libro sobre el ayuno—razonó ella—¿por qué no ayunas acerca de lo que debes escribir?”. Más tarde me di cuenta que su respuesta llegó de forma sobrenatural de parte de Dios.

Ayuné el siguiente lunes para que Dios me diera una idea acerca del libro. Por lo general ayuno los lunes, usando el formato de Yom Kippur . No ceno el domingo por la noche y me salto el desayuno y el almuerzo del lunes. Durante este tipo de ayuno, bebo jugo de naranja en la mañana y también me tomo una taza de café desde el amanecer hasta la tarde. Termino el ayuno a la puesta del sol el lunes. Los judíos cuentan un día desde la puesta de sol a la puesta de sol, de la manera que lo describió Dios: “Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el día primero (Génesis 1:5). Ese lunes por la noche, Ruth y yo fuimos a Crown Sterling, un fino restaurante, para interrumpir mi día de ayuno. Mientras estábamos sentados, ella me preguntó: “¿Qué te dijo Dios acerca del ayuno?”. “Nada”. Negué con la cabeza desanimado. “Pasé el día llenando mi bloc de notas con más datos aislados, pero sin la sustancia que le diera la forma”. Luego llegó mi respuesta con lo que dije después o con lo que comencé a decir: “Lo único que tengo es un sermón sobre el ayuno con nueve puntos que les predico a los estudiantes de Liberty al comienzo de cada año lectivo”. Se apoderó de mí aquella oración: “Lo único que tengo es un sermón sobre el ayuno con nueve puntos”. Mi mano se quedó inmóvil en el aire y dejé de hablar en la mitad de la frase. Me quedé mirando al espacio durante unos segundos y mi rostro se inundó de una expresión de profunda alegría. “Nueve puntos”. Supe al instante que Dios había respondido mi oración y vi nueve capítulos que se desarrollaban delante de mí. Cada punto de mi sermón era una sugerencia práctica para el ayuno; yo iba a escribir un libro con nueve capítulos prácticos sobre la manera de ayunar. Cogí una servilleta para comenzar a esbozar los nueve puntos, cada uno de ellos procedentes de Isaías 58:6-8. Decidí enseñar uno de los nueve puntos cada semana en mi Clase Bíblica para pastores en la iglesia. Tomaría nueve semanas enseñarles a los laicos cómo ayunar. Tomaría nueve semanas escribir el libro. Decidí ayunar el lunes de cada semana, el cual sería el día cuando preparara las lecciones

para las siguientes semanas. De esa manera no sería hipócrita; continuaría ayunando para que Dios me diera una visión sobre el ayuno. Ruth y yo fuimos de nuevo al restaurante Crown Sterling, hacia la mitad de las nueve semanas, después de mi lunes de ayuno. Ella me preguntó: “¿Cómo vas con el escrito?”. Fue una pregunta ociosa, pero estaba animado. Así que le leí los títulos de los capítulos. “Esos títulos parecen muy académicos. . .”. Sus palabras se desvanecieron en la nada. Ella no es una persona negativa, sólo extremadamente práctica. Así que agregó: “Tus títulos parecen como una obra literaria o algo para una tesis de maestría, no para un libro sobre el ayuno”. Estuve de acuerdo con ella, pero pensé que la lista que tenía era lo mejor que podía hacer. De modo que Ruth dijo: “¿Por qué no ayunas y le preguntas a Dios que te dé los títulos correctos?”. “Excelente idea”. Así que ayuné el lunes siguiente en busca de los títulos de los capítulos. Taché varias listas de títulos durante ese día, cada vez quedaba insatisfecho con lo que había escrito. Interrumpí mi ayuno otra vez esa noche cuando fuimos al restaurante Crown Sterling. Tuve que confesarle a Ruth que de ninguna manera estaba cerca de tener los títulos que tuve anteriormente. Ella señaló: “Es una pena que no puedas usar algo como nuestro coro de la iglesia”. Ella explicó: “siguen un ayuno de Daniel para ahorrar dinero para un proyecto misionero”. Se me salió: “¿Dijo un ayuno de Daniel? ”. Esa era la respuesta que estaba buscando. Justo allí en la mesa, Dios me dio nueve títulos populares. Una vez más, cogí una servilleta y comencé a escribir. Con el tiempo pulí esos nueve títulos, pero en esencia se han mantenido las mismas ideas durante los últimos 15 años. Cada ayuno tiene un nombre diferente, logra un propósito diferente y sigue una receta diferente: 1. El ayuno del discípulo: para romper la adicción al pecado. 2. El ayuno de Esdras: para resolver los problemas. 3. El ayuno de Samuel: para un avivamiento y ganar almas. 4. El ayuno de Elías: para vencer el desánimo y el pesimismo.

5. El ayuno de la viuda: para atender a los más necesitados. 6. El ayuno de San Pablo: para tomar decisiones y comprender mejor algo. 7. El ayuno de Daniel: para la sanidad y la salud física. 8. El ayuno de Juan el Bautista: para ser testimonio y tener influencia. 9. El ayuno de Ester: para la protección. EN BUSCA DE LA PERSPECTIVA DIVINA Oramos muchas veces por entendimiento o conocimiento divino. Dios nos da el Espíritu Santo para ayudarnos a encontrar su voluntad. Él también nos guía a través de las Escrituras y de nuestras experiencias. Por lo tanto, Dios nos va a mostrar su voluntad y a dar una perspectiva divina a medida que nosotros: 1. Asistamos a los servicios de la iglesia y a los estudios bíblicos donde escuchemos la Palabra de Dios (el primer paso para encontrar la dirección de Dios para nuestra vida es escuchar la Palabra de Dios enseñada y predicada); 2. Estudiemos personalmente la Biblia y analicemos cuidadosamente su significado; 3. Memoricemos las Escrituras y guardemos su verdad en nuestro corazón (véase Salmos 119:11); y 4. Meditemos sobre la Palabra de Dios y reflexionemos sobre sus verdades en nuestra mente para obtener mayor comprensión (véase Salmos 1:2). Después de esta preparación bíblica, debemos orar por discernimiento espiritual: “Ábreme los ojos para contemplar las grandes maravillas de tus enseñanzas” (Salmos 119:18). Entonces Dios puede hablarnos y mostrarnos una perspectiva divina a medida que esperamos delante de Él en oración y ayuno. Los siguientes pasos pueden hacer el ayuno más efectivo: 1. Escriba el propósito del ayuno. Sea específico. Cuando ore y ayune por un milagro o avivamiento, por ejemplo, no se limite a

escribir “avivamiento”. ¿Qué parte de mi vida necesita un avivamiento? ¿Qué quiero lograr con el avivamiento, y en qué áreas le pido a Dios que produzca un avivamiento? Formule las mismas preguntas si ora por un milagro de sanidad, dirección, un avance financiero o cualquier cosa que necesite. Debe pedirle al Señor que centre su mente en cómo va a ayunar y para que guíe su ayuno. Cuanto más centrado esté, más podrá orar de manera específica por las respuestas que busca. Esto le obligará a orar de una manera más estratégica. 2. Antes de comenzar, determine el tipo de ayuno y qué alimentos o bebidas va a eliminar. Hay muchos tipos diferentes de ayunos (véase el apéndice A sobre las descripciones de las seis maneras de ayunar). Formúlese algunas preguntas puntuales antes de tomar la decisión y de anotar su compromiso de ayuno. 3. Determine la duración del ayuno antes de comenzar. Puede ayunar durante un día o tres, quizás más. Siempre sugiero que los principiantes comiencen lentamente, comenzando con un ayuno de un día. A medida que se vaya acostumbrando cada vez más al ayuno, puede incrementar a períodos más largos. Nunca empiece con un ayuno de 40 días; tal vez fracase y destruya cualquier deseo futuro de ayunar. Si tiene una petición gigante, entonces comprométase a ayunar un día a la semana durante 40 semanas. Reflexione en todo lo que aprenda durante esas 40 semanas. Sugiero firmemente que escriba cuándo va a comenzar el ayuno, y cuándo va a terminar. Incluí una lista de verificación para el ayuno al final de este capítulo para ayudarle con este paso sumamente importante. Llegue a un acuerdo con Dios acerca de cuándo va a comenzar y terminar el ayuno, y no deje que las circunstancias lo hagan cambiar de parecer. Si se trata de un ayuno de tres días, planee la primera comida que va a tener después de terminado el ayuno. Esto es importante, pues le fija un objetivo. ¡No sólo pare el ayuno! Concluya el ayuno con victoria, incluyendo una oración y una bendición espiritual. Una de las peores cosas para hacer es llegar al final de un ayuno de tres días y decidir extenderlo a dos o tres días más. Eso tal vez no se trate del

Espíritu de Dios que le habla. Puede ser su corazón inseguro que esté controlado por sus emociones. Mantenga su compromiso con Dios. Empiece a tiempo y termine a tiempo. A menudo recibo cartas de personas que han pasado 40 días de ayuno y no quieren parar. Si me preguntan qué hacer, les digo: “¡Paren inmediatamente! Coman e interrumpan el ayuno”. Si es un ayuno verdaderamente bíblico, mantenga la promesa que le hizo originalmente a Dios. DIRECTRICES PARA EL AYUNO El ayuno involucra mucho más que no ingerir alimentos. El ayuno genuino requiere planeación y preparación, y también exige un compromiso intencional y completo para buscar al Señor durante todo el ayuno. A continuación se encuentran varios pasos que debe tomar si desea ayunar eficazmente. Planee su tiempo de oración Determine cuánto tiempo dedicará cada día a la oración y al estudio de la Palabra de Dios. Sin duda, ninguno de nosotros podemos orar todo el día, aunque algunos pueden permanecer en un espíritu de meditación y adoración. Sin embargo, la mayoría de nosotros tenemos trabajos, compromisos familiares y otras responsabilidades que requieren nuestro tiempo y atención. Comienzo el día, como lo haría en un día común y corriente, con oración, cuando estoy en un ayuno de un día. Más allá de eso, comienzo mi ayuno sin comer mi cena y dedicar el tiempo de la comida por lo general de una hora a la oración. Además, mantengo mi hora habitual de oración de la tarde. El tiempo de oración durante el ayuno debe ser adicional a su tiempo de devoción espiritual habitual, no un reemplazo de ello. A la mañana siguiente, empleo el tiempo del desayuno, por lo general de unos 30 minutos a la oración. Suelo tomar una hora o una hora y quince minutos para el almuerzo, así que cuando ayuno, cierro la puerta de mi oficina y paso el tiempo orando en vez de ir a comer. Haga un inventario espiritual antes de ayunar Cuando usted ayuna y ora, está cediendo el alimento para disciplinar su cuerpo. Asegúrese de hacer lo mismo con sus actitudes y pensamientos. Usted quiere someter todas las partes de su vida bajo la disciplina de Jesucristo. Haga una lista de los pecados o debilidades de su vida.

Ríndaselos a Cristo, sobre todo durante el tiempo de su ayuno y pídale a Dios que lo mantenga santo. Ore por la victoria (véase 1 Corintios 10:13). Confiese todo pecado conocido (véase 1 Juan 1:9) Reconozca todos los pecados, arrepiéntase y acabe con ellos. Si confesamos repetidamente cada pecado pequeño, estamos viviendo al borde de la derrota. En lugar de darle vueltas a todas las formas en que le ha fallado a Dios, acepte su perdón y viva victoriosamente en el espíritu de 1 Juan 1:7: “Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado”. Participe en el arrepentimiento identificativo El arrepentimiento identificativo significa confesar los pecados de nuestro país y de la iglesia. Involucra la confesión de los pecados de aquellos que estuvieron antes de nosotros así como de aquellos que nos rodean actualmente. Técnicamente, Dios no los perdona como resultado de nuestro arrepentimiento o nuestra confesión. Dios sólo perdona a aquellos que confiesan sus propios pecados. Pero al confesar los pecados de nuestra nación o de otros, le estamos pidiendo a Dios que interrumpa su castigo o las consecuencias sobre la sociedad por sus pecados. Daniel confesó los pecados de sus antepasados que habían dado lugar al cautiverio de Babilonia: “Volví entonces mi rostro a mi Dios y Señor, para pedir su ayuda con oración y ruego. Me puse a ayunar, y me cubrí de cilicio y de ceniza. . . . Hemos pecado, hemos hecho lo malo, hemos sido impíos y rebeldes” (Daniel 9:3-5). Del mismo modo, Nehemías participó en el arrepentimiento identificativo cuando dijo: “Señor, Dios de los cielos. . . . Nuestra corrupción ha llegado a los extremos, pues no hemos cumplido con los mandamientos” (Nehemías 1:5-7). Examine sus relaciones para ver si ha ofendido a alguien Si le ha hecho daño a otra persona, debe ir a ellos y pedirles perdón (véase Mateo 5:23-24). Pero le animo a ir un paso más allá. Es posible que haya alguien que lo haya ofendido. ¿Cómo ora por esa persona? Usted ora por ellos a medida que ora el Padre Nuestro: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Debe perdonar a cualquiera que lo haya ofendido (véase Marcos 11:25-26). Mantenga un espíritu correcto y haga una oración honesta. Usted no perdona a alguien por el bien de esa persona; sino que perdona por su propio bien, por su crecimiento espiritual y relación con Dios. Esto parece contradictorio, pero es la manera en que Dios obra. De hecho, las Escrituras incluso nos llaman a bendecir a nuestros enemigos (véase Lucas 6:27-28). Pídale a Dios que le enseñe la Palabra a medida que estudie y ayune Recuerde, hay cierta ceguera espiritual en cada uno de nosotros, así que debemos pedirle al Espíritu Santo que nos enseñe (véase Juan 14:26), y debemos pedirle al Espíritu Santo que nos quite la ceguera espiritual (véase 2 Corintios 4:3-4). Pídale a Dios que lo llene con el Espíritu Santo Cuanto más conozca acerca del Espíritu Santo, más puede darle el control de su vida. Y cuanto más camine con el Espíritu Santo, más Él puede ejercer su influencia a través de usted. Recuerde la exhortación de Pablo: “llénense del Espíritu” (Efesios 5:18). Entréguese por completo al Señor Jesucristo Pablo nos instruye: “...se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios!” (Romanos 12:1). Esta exhortación significa que le debemos entregar a Dios nuestro cuerpo físico: nuestras manos, nuestros pies, nuestros ojos, nuestros oídos, nuestra boca, nuestra nariz, todo. Una vez le hayamos entregado el cuerpo exterior, debemos entonces entregar la persona interior: nuestras actitudes, nuestros deseos e incluso nuestros fracasos. Entreguéle todo a Dios. Es así de simple. Pídale fe Debe ser como el padre del joven en la Biblia que confesó su debilidad al Señor Jesús: “¡Creo! ¡Ayúdame en mi incredulidad!” (Marcos 9:24). El primer paso hacia una fe más sólida es desarrollar un corazón expectante por las cosas por las que ora (véase Hebreos 11:6). Sea consciente de la oposición espiritual y la tentación

Recuerde que existe un enemigo. Pedro lo describe de la siguiente manera: “...su enemigo es el diablo, y él anda como un león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). El diablo va a hacer todo lo posible para destruir su ayuno, y luego destruir su fe. Va a poner pensamientos sutiles en su mente. Lo va a desanimar por cualquier fracaso en su vida. A veces nos damos por vencidos o cedemos ante el pecado, porque nos sentimos desanimados. Debemos aprender a “[orar] en el Espíritu Santo” (Judas 1:20), y a mantener nuestros pensamientos en Dios y en su Palabra. Llene una lista de verificación del ayuno Del mismo modo que un piloto pasa por una lista de verificación antes de intentar volar un avión, nosotros también debe completar una lista de verificación del ayuno para asegurarse de no excluir nada. Llene la siguiente lista de verificación y luego fírmela. LISTA DE VERIFICACIÓN Propósito: Ayuno: De lo que me voy a abstener Inicio: Fecha Hora Fin: Fecha Hora Compromiso: Creo que Dios es la única respuesta a mi petición y que la oración sin ayuno no es suficiente para obtener una respuesta a mi necesidad. Por lo tanto, por la fe, ayuno porque necesito que Dios obre en este asunto. Base bíblica: Mi promesa bíblica Recursos: Lo que necesito durante este ayuno Compromiso: Me comprometo a este ayuno porque Dios es mi fortaleza y la gracia es mi base. Firma: _________________________________

Capítulo 2 . . . QUE hace milagros

Creo en los milagros. Jesús hizo milagros cuando estuvo aquí en la tierra, y Dios todavía los hace hoy en día. ¿Por qué creo en los milagros? Es simple. La Biblia declara que los milagros ocurren. También he visto por mi cuenta la mano de Dios que obra en mi vida y en la vida de los demás. Cuento historias en este libro acerca de milagros grandes y milagros cotidianos, sí los milagros pueden ocurrir todos los días. Cuando pensamos en los milagros, por lo general pensamos primero en los grandes y dramáticos donde alguien se sana físicamente: Lázaro resucita de entre los muertos, un ciego ve y un cojo camina de nuevo. Como leerá, los milagros no sólo pueden ocurrir para satisfacer nuestras necesidades

físicas, sino también van más allá de eso. Un milagro puede incluir la dirección divina, una liberación o un avance financiero. El milagro más grande de todos es la salvación. Dios hace un milagro, cada vez que un alma se salva. Cada respuesta a la oración es sobrenatural, y es un milagro cada vez que el Espíritu Santo ilumina la mente de un creyente para que entienda las Escrituras. Es un milagro cada vez que el mundo espiritual afecta al mundo natural. Aquellos que niegan los milagros piensan como los naturalistas, que dicen que el universo es una caja cerrada. Las leyes de la naturaleza gobiernan todo en la caja y no existe nada fuera de ella ningún Dios, ningún ángel, ningún mundo espiritual. El naturalista afirma que las cosas dentro de la caja controlan nuestro mundo o universo; si existe un dios, ese dios no influye en nuestro mundo actual. Carl Sagan era un ateo guiado por su naturalismo. Creía que el cosmos es todo lo que existe, o incluso ha existido, o existirá. Sagan, como todos los naturalistas, no cree en los milagros, porque su cosmovisión dice que no existe ningún Dios que ejerza influencia en la vida hoy. Como dijo C.S. Lewis en su libro Los milagros , “la palabra Milagro [significa] una interferencia con la Naturaleza mediante el poder sobrenatural”.1 Nadie niega las leyes de la naturaleza ni otras leyes que controlan la vida.2 Pero dado que existen las leyes, ¿no es evidente que tiene que haber un Dador de la ley? Y, ¿no puede el Dador de la ley interpretar sus leyes para sus propósitos? O, ¿no puede Él hacer una ley superior? Dios tiene leyes que nosotros los humanos ni siquiera conocemos, en el cielo y fuera de nuestro universo. En esencia, un milagro es la obra de Dios . Según la Biblia Holman Christian Standard Bible : “Un milagro se define como la obra de Dios justo en el momento preciso, justo en el lugar preciso y justo en la medida precisa para producir un resultado redentor”.3 No podemos creer realmente en el Dios de las Escrituras si negamos lo sobrenatural y la existencia de los milagros. Milagro \ Del latín mirari —maravillarse de. (1) Hecho extraordinario que se atribuye a la intervención divina en los asuntos humanos. (2)

Suceso extremadamente extraordinario o inusual. (3) Fenómeno natural de origen divino que se experimenta humanamente con el cumplimiento de la ley espiritual. 4 El creyente que dice que no existen los milagros hoy en día, probablemente ha sido influenciado por el naturalismo o por la influencia de la evolución. Como la evolución es tan ampliamente enseñada en las escuelas públicas, no es de extrañarse que muchos rechacen lo milagroso. Incluso algunos cristianos que rechazan la evolución han sido afectados por la influencia del naturalismo. Han rechazado a la ramera, pero acogen a su bebé, es decir, estos cristianos rechazan la evolución, pero aún rechazan lo sobrenatural. Luego hay algunos cristianos que están convencidos que “el día de los milagros ya pasó”. Estos son los llamados partidarios del cesacionismo, es decir, las personas que creen que los milagros cesaron. Algunas personas son cesacionistas debido a su perspectiva de las Escrituras; tal vez otras no hayan visto el poder de Dios en su vida. Experimentaron el milagro de la conversión, pero al igual que el discípulo que comenzó a caminar sobre el agua (también un milagro), empezaron a ver a las olas amenazantes de este mundo y comenzaron a hundirse. Necesitan clamar al Señor como lo hizo Pedro. Jesús rescató a Pedro y Él hará lo mismo por cualquier persona que ore: “¡Señor, sálvame!” (Mateo 14:30). Desde luego, el Señor también reprendió a Pedro: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:31). TIPOS DE MILAGROS Técnicamente, hay diferentes tipos de milagros. Si bien cada tipo es diferente en naturaleza, todos traen gloria a Dios. En primer lugar, hubo los milagros de la creación donde Dios dio lugar a la materia, la energía, las leyes y la vida mediante su palabra hablada. Esto fue un milagro ex nihilo (de la nada). El milagro de la creación entra en la categoría de los eventos que ocurren una sola vez y que no se repetirán. Cesaron porque se cumplió la razón por la que se necesitaban; por lo tanto, ya no son necesarios. La creación del mundo (véase Génesis 1–2)

El diluvio universal (véase Génesis 6–7) Los sacrificios de animales (véase Hebreos 10:1-18) El nacimiento virginal (véase Mateo 1:18-20; Lucas 1:35) La vida perfecta de Jesús (véase 2 Corintios 5:21; 1 Pedro 2:22; 1 Juan 3:5) La muerte sacrificial de Jesús (véase Hebreos 7:26-29; 9:26-28; 10:10) La Resurrección de Jesús (véase Romanos 1:4) En segundo lugar, existen los milagros providenciales . Este es el cuidado amoroso de Dios por el cual Él preserva, gobierna y ejerce su voluntad sobre todas las cosas que Él ha creado. La palabra providencia viene del latín providere , que significa “prever”. Dios tiene conocimiento previo o previsión y hace todas las cosas según su plan divino. El eterno Dador de la Ley utiliza sus leyes para lograr un propósito divino, y Él obra a través de sus leyes para dar una solución a un problema humano. En respuesta a la oración, Dios a veces no desiste de sus leyes ni interfiere con ellas; sino que Él obra detrás de las escenas y utiliza sus leyes para proporcionar una respuesta. La providencia tiene que ver con Dios, quien elige obrar en los asuntos de las personas, pero permaneciendo en el anonimato. Así que podemos concluir que existen dos tipos de milagros epistemológicos: aquellos que Dios realiza de forma activa (cuando oramos y ayunamos) y los de su providencia. Recuerde, Dios gobierna el mundo con sus leyes. Así que Dios dirige lo que ocurre mediante su poder que ya se estableció, es decir, la fuerza de las leyes del universo. Eso no significa que no existe el azar o la coincidencia. Si no existe ninguna casualidad, eso significa que Dios es responsable de todo lo que ocurre. Si no existe la coincidencia, ¿podemos culpar a Dios por los asesinatos, las violaciones, las enfermedades y los reveses financieros? No. Dios está en control de su universo, pero Él tiene una fuerza opuesta, es decir, el mundo y la carne (véase 1 Juan 2:15-17). La energía detrás de estas fuerzas está decidida a destruir todo lo que pertenece a Dios y le sirve. Por lo tanto, se libra una batalla invisible entre Dios y su enemigo: el diablo

(véase Apocalipsis 12:9), quien quiere tomar el lugar de Dios y llegar a ser como el Altísimo (véase Isaías 14:12-15). Dios es el jugador de ajedrez divino quien planea varias jugadas de antemano para ganar una partida para los que se rinden a Él. Dios es el director de una obra de teatro y nosotros somos los actores en el escenario. Dios planea nuestras acciones y movimientos en el escenario para ofrecer una obra magnífica. Pero nosotros que somos sus actores debemos aprender nuestros guiones y ejercer nuestro llamado. Tenemos que usar nuestras habilidades y pedir su ayuda mediante el ayuno y la oración, trabajando con otros actores para servir a Dios, quien es nuestro director y amo. Del mismo modo, podemos ver a Dios como el conductor de una sinfonía; somos los músicos e instrumentos que combinamos nuestros talentos para ofrecer una concierto agradable. En tercer lugar, existen las señales/los milagros de las Escrituras . Estos incluían actos sobrenaturales, como las 10 plagas sobre Egipto provocadas por Moisés, o la provisión milagrosa de maná (alimento del cielo) que alimentó a Israel mientras deambulaba por el desierto. A veces estas fueron intervenciones sobrenaturales en las leyes de la naturaleza; en otras ocasiones había una ley superior o poder que actuó por encima de las leyes de la naturaleza. Las señales milagrosas son muy parecidas a las señales que encontramos cuando viajamos por las autopistas. Algunas señales proporcionan direcciones como el milagro de la zarza ardiente que no se consumió (véase Éxodo 3:1-9). Dios usó esa señal para dirigir a Moisés a una misión en Egipto. Algunas señales advierten de peligro como las 10 plagas contra Egipto, que le advirtieron al faraón que obedeciera a Dios y liberara al pueblo de Israel. Algunas señales hacen un anuncio como los milagros de Jesús que declararon que Él era el Hijo de Dios (véase Juan 20:31). Otras señales dan credibilidad de los mensajes de Dios como los milagros de Elías, Eliseo y los apóstoles (véase Hebreos 2:1-4). El cuarto grupo de milagros incluye los que Jesús realizó para mostrar su poder. Leemos en Mateo 8:27: “hasta el viento y las aguas lo obedecen”. Los milagros de Cristo dieron fe que Él era el Mesías que la gente esperaba, pero más importante aún, que Él era Dios y que Él ejercía el poder de Dios:

Jesús era el Libertador, porque Él libró a la gente de la posesión demoníaca. Jesús era el Sanador, porque Él sanó a los aparentemente incurables. Jesús era omnipotente, porque Él ejerció el poder sobre la naturaleza. Jesús era omnisciente, porque Él conoció los pensamientos de sus enemigos. Jesús era el objeto de adoración, porque Él permitió que lo adoraran. Los milagros de Jesús tuvieron un propósito. Revelaron que Jesús era Dios, y su revelación exigió una respuesta. Los observadores de sus milagros le creyeron, le obedecieron, crecieron en la fe y le adoraron. Sin embargo, cuando sus enemigos pidieron un milagro, debido a su incredulidad, Jesús no hizo lo que le pidieron. Un grupo de escribas y fariseos le dijeron: “Maestro, deseamos ver una señal tuya” (Mateo 12:38). ¿No es esa siempre la respuesta de un corazón que rechaza? Querían una prueba externa. Pero Jesús les dijo: “Sus palabras ahora demuestran su falta de fe, sus palabras los absolverán o sus palabras los condenarán” (Mateo 12:37, ELT ). Los milagros de conversión involucran la obra de Dios mediante el Espíritu Santo en la vida de una persona no salva, cuando él o ella nace de nuevo (véase Juan 3:3-7). En primer lugar, la providencia de Dios puede dirigir los pensamientos de la persona hacia la salvación: “. . . hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45). A través de la experiencia, el Espíritu Santo le trae a la persona convicción de su pecado, de la falta de justicia y de su juicio potencial (véase Juan 16:7-11). Esto afecta sus experiencias, conocimiento, emociones y voluntad. La persona entiende el evangelio y cuando cree en Cristo, la Palabra de Dios la regenera (véase 1 Pedro 1:23) y la transforma (véase 2 Corintios 5:17). Muchas personas afirman: “Fue un milagro”, cuando dan testimonio de su salvación. El Espíritu Santo guía a los hijos de Dios mediante los milagros de dirección . El creyente es dirigido a donde lo guía el Espíritu Santo, o hace lo que el Espíritu Santo desea, o logra lo que el Espíritu Santo quiere (véase

Gálatas 5:16). “Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” (Romanos 8:14, NTV ). Esta es la obra interna de Dios que tiene resultados externos. Dios guía a través del entendimiento de las Escrituras, a través de la oración, a través de los consejos de otras personas (véase Proverbios 11:14), y a través del sentido racional/común del creyente. Dios guía a través de puertas abiertas, oportunidades o puertas cerradas (véase 1 Corintios. 16:9). “El Señor dirige los caminos del hombre cuando se complace en su modo de vida” (Salmos 37:23). Esta dirección sobrenatural también es milagrosa. A continuación están los milagros de los dones espirituales donde el creyente puede servir a Dios con frutos sobrenaturales cuando este ejerce adecuadamente los dones espirituales que le fueron dados. Hay dos aspectos de la actividad sobrenatural de Dios que obra en estos milagros. En primer lugar, el creyente recibe la aptitud para el servicio espiritual (véase Efesios 4:7-11). Estos dones no son idénticos en todos los creyentes, más bien Dios da diferentes dones a diferentes creyentes, con diferentes niveles de habilidad, para lograr diferentes resultados (que sugieren la asignación sobrenatural de parte de Dios). Como dice Pablo, “tenemos diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada” (Romanos 12:6). El segundo aspecto sobrenatural es cuando Dios usa nuestros dones espirituales para hacer la obra del ministerio. “Ponga cada uno al servicio de los demás el don que haya recibido” (1 Pedro 4:10). Dios utiliza sobrenaturalmente a una persona dotada para cumplir sus propósitos. El área de los milagros de oración es la siguiente. Jesús les prometió a sus seguidores que podían mover montañas (véase Mateo 17:20; Marcos 11:22-24). Lo más probable es que se refería a la eliminación de los problemas u obstáculos en el ministerio; tal vez no estaba hablando de mover literalmente montañas.5 Con la oración podemos eliminar barreras, obstáculos o problemas que enfrentemos o enfrente nuestro ministerio. A primera vista, parece como si Jesús diera una promesa ilimitada: “Y todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13). Pero una lectura completa de todas las promesas que Jesús hizo sugiere las siguientes limitaciones bíblicas sobre pedir y recibir:

1. Pidamos según las promesas de las Escrituras (véase Juan 15:7) 2. Pidamos porque permanecemos en comunión con Él (véase 1 Juan 3:24) 3. Pidamos cuando participemos en el servicio cristiano (véase Juan 15:16) 4. Pidamos porque somos obedientes a Dios (véase 1 Juan 3:22) 5. Pidamos con fe (véase Marcos 11:24) 6. Pidamos con persistencia (véase Lucas 11:5-10) 7. Pidamos porque nos hemos arrepentido de los pecados pasados (véase Salmos 66:18; Juan 9:31) LOS MILAGROS EN LAS ESCRITURAS Los milagros no se imparten de manera homogénea en las Escrituras. Moisés era un hacedor poderoso de señales/milagros, pero David no experimentó milagros evidentes, aunque Dios le dio una victoria sobre Goliat, le guió a salvo a través de las batallas y lo libró de la constante persecución por parte de Saúl. David clamó por auxilio, sintiendo que Dios lo había abandonado, en muchos de sus Salmos. ¿Por qué Moisés experimentó una abundancia de milagros sobrenaturales y David no? El escritor de Hebreos afirma: “Además, Dios confirmó el mensaje mediante señales, maravillas, diversos milagros ...según su voluntad” (Hebreos 2:4, NTV ). Observe que los milagros fueron utilizados para verificar el mensaje de Dios y Él lo hizo de acuerdo a su tiempo y propósito.6 Hubo milagros en la vida de Abraham, cuando Dios apartó a un pueblo (los hebreos) para sus propósitos. Observe la falta de milagros en la vida de Isaac, Jacob y José (aunque la obra providencial de Dios fue evidente). Luego Moisés vio grandes milagros cuando Dios estableció la nación de Israel con sus leyes y el Tabernáculo como el centro de adoración. Observe cuántos reyes no experimentaron milagros. Entonces Dios le dijo a la nación que se arrepintiera o perdería su lugar privilegiado con Él. Para verificar este mensaje, Dios envío a Elías y Eliseo para obrar milagros. Luego, en el Nuevo Testamento, “Juan [Bautista] no hizo ninguna señal” cuando presentó a Jesús (véase Juan 10:41). Pero Jesús vino haciendo

señales, milagros y prodigios—“Y muchos allí creyeron en él” (Juan 10:42). ¿Y qué de nosotros? ¿Deberíamos estar haciendo milagros? Jesús nos dijo: “El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aun mayores obras hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Este versículo indica que podemos hacer las mismas obras que hizo Jesús y si ese es el caso, debemos esperar milagros. EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO Recuerde, Jesús no realizó sus obras con su propio poder sino con el poder del Espíritu Santo. Así que necesitamos el poder del Espíritu Santo para esperar milagros. Observe los cuatro apoderamientos de las obras de Jesús: “Jesús [fue] lleno del Espíritu Santo” (Lucas 4:1), Él “fue llevado por el Espíritu” (Lucas 4:1), “con el poder del Espíritu, Jesús volvió” (Lucas 4:14), y Él dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido. . .” (Lucas 4:18). Podemos hacer los milagros que Jesús hizo, cuando dependemos del Espíritu Santo como lo fue Jesús. Tenemos que llegar al punto en que Jesús dijo: “El Hijo no puede hacer nada por sí mismo” (Juan 5:19). Del mismo modo, Él dijo: “Yo no puedo hacer nada por mí mismo” (Juan 8:28). Así como Jesús confió en el Padre y en el Espíritu Santo para hacer todo lo que hizo, no hay nada en nosotros que pueda hacer lo sobrenatural. Sino Dios es el que hace los milagros a través de nosotros. Observe de nuevo lo que Jesús prometió: “El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aun mayores obras hará”. ¿Qué es mayor que sanar a los sordos, dar vista a los ciegos o resucitar a los que están físicamente muertos? ¡Le diré qué es mayor! Dirigir a una persona a Cristo, para que vaya al cielo en lugar del infierno. Esa es la obra más grande de todas. No, ese es el milagro más grande de todos. Cuando yo era un estudiante de segundo año en Columbia Bible College, escuché un sermón de un profesor querido, sobre Filipenses 4:13: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. En el sermón decía: “Todo lo puedo menos volar . . .”. Después, en el salón de los hombres, algunos de los otros chicos y yo discutimos y analizamos minuciosamente el sermón, como los jóvenes aspirantes a teólogos son propensos a hacer. Había un chico de la iglesia pentecostal quien sostenía que podía volar, mientras que nosotros los

no pentecostales decíamos que era imposible. Estábamos hablando de volar como un ave, no volar en un avión. Me avergüenza admitir que yo me burlé del joven pentecostal en nuestro debate, así como lo hicieron los demás que no eran pentecostales. Lo provocamos con insultos: “Adelante . . . salte de la silla y vuele”. Desde luego no lo intentó. Más tarde, cuando yo no estaba allí, los demás chicos siguieron acosándolo hasta que se paró en una silla, y luego oró para asegurarse que estaba entregado y listo. Me dijeron que se bajó de la silla para caminar en el aire, pero cayó al suelo. Los burladores no se rieron; recibieron convicción y se disculparon profundamente. El fracaso terminó con una reunión de oración. Yo también estuve profundamente arrepentido por mi actitud, cuando escuché la historia. No sé qué pasó con el chico pentecostal, pero espero que él hubiera seguido sirviéndole a Dios de una manera fructífera. Espero que él haya tomado algunos pasos auténticos de fe para servir a Dios. Jesús prometió que nosotros podríamos hacer obras mayores, ganando almas para Cristo, no volando de las sillas. Entonces Jesús prometió: “Y estas señales acompañarán a los que crean: En mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán en sus manos serpientes, y si beben algo venenoso, no les hará daño. Además, pondrán sus manos sobre los enfermos, y éstos sanarán” (Marcos 16:17-18). ¿Significa este versículo que todos “los que crean” deberían hacer estas señales? ¿Esto incluye a todos los creyentes, para todas las ocasiones, en todo momento? ¡Tal vez no! Jesús añadió estos milagros a la Gran Comisión: “Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). El pasaje concluye: “Ellos salieron entonces y predicaron por todas partes, y el Señor los ayudaba confirmando la palabra con las señales que la acompañaban” (Marcos 16:20). Jesús no estaba prometiendo que todos los creyentes harían estas señales milagrosas sólo porque creyeran. Él les estaba diciendo a sus seguidores que cuando predicaran el evangelio, podían esperar milagros. Todas las ilustraciones dadas por Jesús en este pasaje se cumplieron en el libro de los Hechos, salvo por beber veneno. Esta promesa de milagros se añade a las “obras mayores” que le siguen: al evangelismo y a ganar almas. El poder milagroso de Dios se manifiesta para confirmar la palabra de Dios.

¿Podemos concluir que si no se ganan almas, no habrá milagros? ¡Probablemente no! Pero cuando intentamos ganar a los perdidos para que tengan la salvación, es más probable que veamos una mayor evidencia del poder milagroso de Dios de lo que hacemos en los ministerios comunes de la iglesia. :

Sección 2 El ayuno por lo imposible

Capítulo 3 El desafío al cáncer

y el cambio de la opinión de Dios

El personal de construcción demolió el antiguo gimnasio de la Universidad Liberty, en la primavera del 2012. Aunque arrasaron con las instalaciones para 3.000 sillas con el fin de darle paso a un edificio nuevo para la biblioteca, no pudieron quitar ninguno de los recuerdos. Visité antes de la demolición una pequeña sala trasera donde por años los líderes de la Universidad y, en ocasiones, los oradores invitados se reunían para orar por el profesorado, el personal y los estudiantes, antes de nuestros servicios en la capilla. (A veces los oradores estaban con nosotros en la sala. En otras ocasiones esperaban en una sala cercana mientras orábamos). Me quedé en esa sala, recordando cómo nosotros, siendo el personal

directivo, habíamos orado por los presidentes Ronald Reagan y George H. W. Bush, cuando vinieron a hablar en Liberty. Todavía puedo recordar orando con o por nuestros oradores invitados: Billy Graham, Rick Warren, Mike Huckabee, Joni Eareckson Tada, John McCain, Clarence Thomas, Elisabeth Elliot y Ted Kennedy. ¡Es correcto, en una ocasión invitamos al senador Ted Kennedy para hablar en el servicio en la capilla de Liberty! Compartimos muchas risas y derramamos muchas lágrimas durante los años, en esa sala. Hice una pausa al revivir un día en particular. En ese día, hace 26 años, recibí una noticia grave sólo unos minutos antes de que comenzara el servicio en la capilla. A nuestro amigo y colega, Vernon Brewer, le acababan de diagnosticar cáncer.1 Recuerdo claramente hasta el día de hoy cada momento de esa fatídica mañana, casi que en cámara lenta. Al escuchar la noticia, me quedé callado y una pregunta lúgubre pasó por mi mente: Vernon es uno de mis mejores amigos, y él aporta una de las mayores contribuciones a la vida espiritual de Liberty . . . ¿por qué Dios lo deja morir? “DEBEMOS CAMBIAR LA OPINIÓN DE DIOS” Cerca de allí, tres o cuatro de los vicepresidentes de Liberty comentaban a modo de consuelo sobre lo terrible que sería para Vernon partir de esa manera. Nuestro presidente y rector honorario, Jerry Falwell, estaba sentado en un pequeño escritorio en la esquina de la habitación, escuchando pero sin decir nada al principio. Finalmente señaló: “No podemos dejar que Vernon muera; debemos cambiar la opinión de Dios”. No salté inmediatamente de alegría, a pesar de que Vernon era un gran amigo. Más bien, mi respuesta inicial fue teórica. El teólogo conservador que hay en mí pensó: ¿Cómo podemos persuadir a Dios para que cambie de opinión? Dios nunca cambia. “Olvidemos el programa—Falwell dijo mientras se levantaba para caminar desde la pequeña sala hacia el servicio en la capilla—. Vamos a cantar un himno y tendremos música especial; pero no tendremos nuestro sermón de siempre”. Hizo énfasis en lo que sería nuestro enfoque aquel día cuando dijo: “Vamos a orar”. Los estudiantes, riéndose y hablando entre sí, tomaron sus lugares habituales en las sillas plegables y en gradas en el gimnasio. Desde luego,

no tenían ni idea de que una vez comenzara el servicio, su risa se convertiría en llanto y luego en oración y ayuno. El rector honorario comenzó el servicio y fue directo al grano. “Vernon Brewer tiene la enfermedad de Hodgkin y le dieron entre seis semanas y seis meses de vida”, anunció Falwell. Pude ver, desde mi asiento en la plataforma, la conmoción y el dolor que se apoderaba del público. Pero eso no detuvo a nuestro rector honorario. Les repitió a todos, lo que nos había dicho en la pequeña sala: “Pero vamos a ayunar y a orar para cambiar la opinión de Dios ”. Mi mente humana divagaba y argumentaba que era imposible que Vernon se sanara. Pero mi mente espiritual dio el salto, sabiendo que el poder milagroso de Dios acompaña al ayuno y a la oración. Falwell estaba en su mejor día, y al instante concibió un plan y lo puso en acción. Nos prometió, con una sensación simultánea de calma y urgencia, que si nos uníamos a él en ayuno y oración, nuestra vida cambiaría. Escuché atentamente a sus palabras. No dijo: “Si Dios sana a Vernon”. Tampoco dijo: “Esperamos que Dios le sane”. Dijo que veríamos a Dios sanando a Vernon Brewer. Susurré entre dientes: “Señor, quiero una fe así de firme. Por favor, dame la fe para creer que vas a hacer un milagro”. Las instrucciones de Falwell fueron más poderosas que cualquier sermón que pudiéramos haber escuchado. Nos pidió que comenzáramos ayunando esa noche, y que no desayunáramos ni almorzáramos al día siguiente. Fue más allá y dijo que el comedor de la universidad iba a estar cerrado durante las horas normales para que pudiéramos ayunar. Además de renunciar a los alimentos, nos pidió a todos que oráramos una hora entera durante las siguientes 24 horas. No podíamos contar el tiempo dedicado a trotar como tiempo de oración, ni los estudiantes podían sentarse en una clase y orar en lugar de poner atención. “No añadan períodos cortos de tiempo hasta llegar a una hora”, dijo Falwell. “Quiero que todos oremos durante 60 minutos sin parar”. Interrumpió sus instrucciones con las palabras de Jesús, quien le preguntó a sus discípulos: “¿Así que no han podido mantenerse despiertos conmigo ni una hora?” (Mateo 26:40).

Falwell señaló que 60 minutos es la única asignación de tiempo específico para la oración en la Biblia y dejó claro este punto con una historia personal. Muchos años antes, en su primer año en Baptist Bible College, decidió pasar tiempo con Dios. Estaba disponible un dormitorio vacío y silencioso. Su intención era la de orar después de terminado el almuerzo a la 1:00 p.m. hasta que comenzara la cena a las 5:30 p.m., y hacerlo todos los días. Cubrió todo en su lista, el primer día, después de orar durante sólo 20 minutos. Falwell fue a la biblioteca y sacó un montón de libros, por su deseo tenaz de mantener enfocado el tiempo de oración vespertino. En el transcurso de las siguientes semanas, leyó un clásico cristiano al día, entre los que se incluyen El poder a través de la oración de E. M. Bounds, El secreto de la vida cristiana feliz de Hannah Whitall Smith, Permanezca en Cristo de Andrew Murray, La búsqueda de Dios de A. W. Tozer, y El progreso del peregrino de John Bunyan.2 La historia de Falwell ilustró lo difícil que iba a ser orar durante toda una hora sin parar. Así que el sugirió que nos congregáramos en el oratorio y pasáramos allí nuestro tiempo de oración. Para asegurarse de que entendimos el reto, instruyó: “Comiencen cinco minutos antes de la hora, y vayan por lo menos cinco minutos después, para que sepan que han cumplido con la promesa de una hora”. Un miembro del personal vino a la plataforma, a esta altura en el servicio de la capilla, y le susurró un mensaje al oído de Falwell. Tan pronto se terminó el diálogo, el rector honorario anunció que no era correcto cerrar completamente el comedor, incluso para una disciplina espiritual como el ayuno. Dijo que algunas personas tenían afecciones médicas, como la diabetes. Algunas personas necesitaban sus comidas regulares de la misma manera que algunas personas necesitaban sus medicamentos. Hay alrededor de 30 patologías que requieren que las personas coman en un tratamiento disciplinado, o podrían enfrentar consecuencias físicas graves. Al menos una fila estaría abierta en el comedor, para aquellas personas con necesidades médicas, así como para cualquier estudiante que optara por no comprometerse a ayunar, y esos estudiantes también podían hacer uso de la nevera en la cocina. Una vez cumplida la introducción, Falwell nos dividió en grupos de dos o tres personas. Le pidió a cada persona que orara, y nos recordó a todos de

Mateo 18:19: “si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los cielos, se lo concederá”. El reto era claro: “Teníamos que estar de acuerdo en la oración por la sanidad de Vernon”. No hay nada de importancia eterna que se logre al margen de la oración. —Jerry Falwell “HAY VALOR EN EL VOLUMEN DE LA ORACIÓN” Hay un gran poder cuando la gente se une en la intercesión común. Jerry Falwell tenía un lema que utilizaba a menudo, y nos lo recordó aquel día. El lema era: “Hay valor en el volumen de la oración”. Por “volumen” no quiso decir lo fuerte que fueran nuestras oraciones, sino el número total de personas que intercedieran juntas. En el servicio de la capilla, contempló al público de 5.000 personas y dijo: “Dios no va a oponerse a la oración unificada, cuando todos nosotros oramos juntos con fe”. Falwell también citó uno de sus versículos favoritos: “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan” (Hebreos 11:6). Nos desafió: Recordemos que Dios existe y que Él escucha la oración; y si le buscamos diligentemente, obtendremos la respuesta que buscamos. La fe no es para obtener cosas de Dios, incluso la sanidad de Vernon. La fe es reconocer la presencia de Dios en nuestra vida. Dios nos va a dar la sanidad de Vernon, cuando sepamos que estamos hablando con Dios y sepamos que Él nos escucha, cuando le pidamos diligentemente algo. Algo más sobre la fe: Si tenemos fe como un grano de mostaza, le podemos decir a la montaña, “Quítate” y obtendremos lo que pidamos. Falwell describió la semilla de mostaza como una de las cosas más pequeñas que se pueden percibir en la creación así que lo único que teníamos que hacer era tener la cantidad perceptible más pequeña de fe para mover una montaña (véase Mateo 17:20). Falwell dijo: “Tal vez ustedes tengan la cantidad más pequeña de fe, más pequeña que la de cualquiera en

el gimnasio en esta mañana, pero su pequeña fe puede tener el poder que conduzca a la sanidad de Vernon Brewer”. Cuando Falwell dijo eso, me pregunté: Señor, ¿me estás hablando a mí? ¿Se trata de mi fe? Sin duda otros se hicieron las mismas preguntas, debido a la respuesta abrumadora que siguió. Los estudiantes se dividieron en grupos pequeños. Los diez vicepresidentes de la Universidad Liberty sobre la plataforma también oraron juntos. Dio la casualidad que yo estaba sentado justo al lado de Vernon, así que fue un privilegio orar con él, mientras todos los demás se unían a la oración por él. Cuando me di la vuelta para orar, escuché una voz interior tan clara como si fuera audible. La voz dijo: Imponga sus manos sobre la cabeza de Vernon y ore. Estas palabras no fueron fuertes ni exigentes. La voz que escuché fue probablemente del mismo tipo de voz que escuchó Elías en el Monte Sinaí: una voz suave y apacible que hablaba en voz baja. Era suave y clara, pero comencé a racionalizar. La imposición de manos era algo que hacían los pentecostales, y yo era un bautista en una universidad bautista. Algunas personas ya especulaban que yo pudiera ser un pentecostal no declarado, porque tenía amigos pentecostales, aún cuando yo no hablaba en lenguas y no interpretaba el bautismo del Espíritu Santo de la manera que algunos pentecostales lo hacían. No, Señor , respondí. ¡Todos van a pensar que soy un pentecostal si me ven imponiendo las manos sobre la cabeza de Vernon! Me di cuenta de inmediato de mi error. Había expresado una terrible contradicción: dos ideas opuestas colocadas juntas. Una persona no puede llamar a Dios “Señor” y a la vez decirle “no”. O Dios es el Señor de nuestra vida, o no lo es. Cuando dije: “No”, le estaba diciendo a Dios que Él no era el Señor de mi vida y por lo tanto mi oración había sido auto saboteada. Afortunadamente, vi de inmediato mi error. Perdóname, Señor , oré sinceramente, casi que clamando de miedo que Dios no escuchara nada más de lo que dijera. Repetí dos o tres veces: Perdóname Señor; creo en tu poder y creo que Tú puedes sanar.

Entonces, delante de todo el cuerpo estudiantil, coloqué mis manos sobre la cabeza de Vernon y oré en el nombre de Jesús: “Señor, sana milagrosamente a Vernon Brewer”. La mía no era una oración imperativa, ni tampoco era una oración fugaz; era una oración sencilla con convicción de que Dios puede sanar. Al instante tuve una certeza que rara vez había sentido antes. Sabía que Dios iba a sanar a Vernon. No sentí una descarga eléctrica en mi mano, ni noté un hormigueo, ni calor en mi cuerpo. No hubo emoción ni éxtasis. Más bien, sentí una fuerte confianza interna de que Dios iba a sanar a Vernon. Había poder no sólo en mi oración, sino en el volumen de oraciones que venían de los estudiantes, el profesorado y el personal, quienes todos amaban a Vernon y querían verlo sanado. ¿Estábamos cambiando la opinión de Dios? Desde ese momento en adelante, dejé de dudar. Falwell nos reunió a todos en un grupo, después de haber orado por algún tiempo. Señaló una pared grande de color crema más de 9 metros de altura y tan ancha como el gimnasio. “Antes del mediodía de hoy, quiero que alguien construya un gran cartel [representando] un reloj en la pared que muestre las 24 horas del día y que comience hoy, al caer el sol”. Esto iba a ser un reloj de oración. Todas las personas debían poner su nombre y comprometerse a orar a una hora específica. Falwell sugirió que todos fuéramos al oratorio para orar. Eso parecía un poco gracioso para mí, ya que el oratorio tenía una capacidad para 80 personas, y Falwell le decía a más de 4.000 estudiantes que fueran a orar allí. Me inscribí para el espacio de 2:00 a.m. a 3:00 a.m., porque pensé que menos personas irían a orar a esa hora de la madrugada. Una luna llena iluminaba el recinto del oratorio, cuando llegué. Para mi sorpresa, había allí cientos de personas. Alguien había instalado un sistema de sonido portátil. El micrófono estaba en la capilla, pero los parlantes estaban afuera, permitiendo que las 200 personas más o menos reunidas en el césped se sumaran a las oraciones que se dirigían desde el interior. Otras personas oraban en silencio o en grupos pequeños, en los costados oriental y sur de la capilla.

Ingresé para tomar el micrófono. Leí algunos versículos de las Escrituras para desafiarlos a todos a orar. Luego les pedí a los estudiantes que hicieran una fila para guiar las oraciones. La fila se formó de inmediato y yo oré de primero. Permanecí en el oratorio durante la hora hasta que llegara el próximo integrante del profesorado para dirigir la oración grupal. Cuando me preparé para irme, caminé entre los grupos pequeños hacia mi automóvil. Alguien me detuvo y me dijo: “Dr. Towns, venga a orar con nosotros”. Entonces otra persona me pidió que me uniera a su grupo. Oré con un grupo tras otro, hasta que comenzó a salir el sol alrededor de las 6:00 a.m. Durante todo el día, ayunamos, oramos y creímos que Dios cambiaría de parecer. REFLEXIONES FINALES Llamo ahora a Vernon, cada año, el 25 de abril, para decirle: “¿No es maravilloso estar vivo?”. Lo cual es una amonestación espiritual bien fundada. Él me dice cada año: “Acabo de tener mi revisión anual y no hay ningún rastro de cáncer en mi sistema”. Jehová Rapha —el Señor sana—. Si bien Dios hizo un milagro en respuesta al ayuno y la oración, también utilizó lo último en tecnología médica. Los médicos operaron y quitaron una masa de 2,3 kilogramos de cáncer del corazón y los pulmones de Vernon. También se sometió a tratamientos de radiación y quimioterapia. Eso debió haberlo dejado débil y sin energía. Pero Vernon trabaja tan duro ahora como lo hizo antes de que Dios lo sanara. Vernon fundó y dirige World Help, una organización humanitaria que trabaja en auxilio a víctimas de catástrofes, en la fundación de iglesias y en otros proyectos alrededor del mundo. Tiene cerca de 200 estudiantes graduados en su personal. Recaudan literalmente millones de dólares y han enviado suministros a personas necesitadas tras casi todas las grandes catástrofes en los últimos 20 años. World Help recauda más de $300 millones de dólares cada año y figura entra las organizaciones benéficas más grandes del mundo. Dios tenía un plan para Vernon e involucró a 4,000 alumnos que oraron y ayunaron para que él fuera sanado.

Capítulo 4 La lucha por las finanzas y ver el milagro más grande que jamás se hubiese visto

Jerry Falwell tomó en serio el ayuno. Lo tomó tan en serio que en 1996 ayunó durante 40 días dos veces. Los ayunos no abarcaron 80 días consecutivos, pero ocurrieron bastante cerca el uno del otro. Los que estábamos cerca a él sabíamos del riesgo para la salud de dejar de comer por varios días y estuvimos preocupados, cuando Dios le dijo a Falwell que podía ayunar una segunda vez durante 40 días por las finanzas. Efectivamente, después del segundo ayuno, Jerry sufrió un aneurisma del corazón pero sobrevivió. Le eché una vez un sermón: “Jerry, pudiste haber muerto a causa de ese segundo ayuno”. “Sí, me habría dado gusto dar la vida por la Universidad Liberty”, respondió.

Años más tarde, Jerry registró la historia de cómo ayunó y oró para que Dios hiciera un milagro durante ese tiempo de crisis.1 Durante muchos años recaudé dinero en la televisión y a través de la publicidad directa. La gente respondió muy bien. Sin dificultad, tuvimos suficiente dinero para construir la Universidad Liberty, la escuela cristiana de más rápido crecimiento en el mundo. Cada año, las donaciones superaron los $27 millones de dólares del dinero que se necesitaba. La Universidad Liberty no tenía ninguna deuda a largo plazo en su propiedad y cubríamos fácilmente nuestros gastos operacionales en 1986. Todo cambió a finales de los años ochenta. Se hizo evidente que ya no podíamos recaudar dinero a través de pedidos por televisión ni apoyar económicamente la universidad mediante la publicidad directa, después de que Jim Bakker y Jimmy Swaggart cayeran en pecados sexuales y llamaran la atención de los medios masivos de comunicación. . . . A menudo comparo los ministerios de televisión con lo que ocurrió en la industria de las corporaciones de ahorro y préstamo. Muchas de estas corporaciones buenas fueron arrasadas en el maremoto, cuando las malas comenzaron a caer como fichas de dominó. Del mismo modo, muchos ministerios evangélicos sólidos en los medios de comunicación, como el nuestro, se vieron afectados de forma permanente. Las donaciones a nuestro ministerio y a otros ministerios sufrieron un declive sustancial. Las contribuciones para el ministerio “The Old-Time Gospel Hour” y la Universidad Liberty disminuyeron alrededor de $25 millones de dólares al año, lo cual era cerca del veinticinco por ciento de nuestros ingresos totales. Teníamos una universidad. Teníamos $250 millones invertidos en instalaciones y teníamos estudiantes en el campus, pero de repente nos encontramos incapaces de recaudar dinero para pagar las cuentas. Nuestra deuda alcanzó entre $100 y $110 millones de dólares, después de cuatro años consecutivos de $25 millones en déficit. Lo primero que hice fue salir de la arena política y comenzar a pasar la mayor parte del tiempo en Lynchburg, para concentrar toda mi

energía en la Universidad Liberty. Por primera vez, trasladé mi oficina al campus. Recaudamos suficiente para pagar la factura de la energía y los salarios, a través de días y noches de ayuno y oración . . . Restaurar la estabilidad económica de la institución era una tarea monumental. Practiqué el ayuno y la oración como nunca antes en mi vida personal, desde 1991 hasta 1996. La regla del juego era la supervivencia. Finalmente, con el favor de Dios, la deuda se redujo de $110 millones aproximadamente a $52 millones, al final del año fiscal, el 30 de junio de 1996. Aunque se lograron avances, una escopeta de doble cañón apuntaba a nuestra cabeza con ambos gatillos apretados. Además de la deuda financiera, la acreditación regional de la Universidad Liberty se vio amenazada. La Asociación Sureña de Universidades y Escuelas (SACS) [N.del T. por sus siglas en inglés] no iba a renovar la acreditación a una universidad que tuviera un endeudamiento tan precario como el nuestro. Liberty tenía que reducir su deuda antes de que pudiera continuar su condición de institución acreditada. SACS puso a Liberty en un período de prueba en diciembre de 1996. Sin la acreditación, no pensé que muchos estudiantes asistirían a la universidad. Frente a esta crisis, me dispuse a ayunar, y ayunar en serio. El Señor grabó en mi corazón en el verano de 1996 que era hora de hacer lo impensable, es decir, ponerme personalmente a ayunar durante 40 días. Fui el 15 de julio de 1996 a donde el Dr. Gregg Albers, mi médico, y le dije que pensaba hacer un ayuno de 40 días. Me dijo que tenía que tener líquidos. Le dije que sólo iba a usar agua, pero él dijo: “Le recomiendo que cada cierto número de días tome un pequeño vaso de jugo de frutas o verduras”, así que elegí V-8. Ayuné y oré desde el 20 de julio hasta el 1 de septiembre, para que 1997-1998, fuera el año que Dios quitara la carga de la deuda de Liberty. Tomaba cada tercer o cuarto día un vaso de V-8. ¡Tomaba mucha agua todos los días, mucha agua! Para mí no es un ayuno si uno bebe una mezcla de alimentos o bebe cualquier cosa que contenga

valor alimenticio. También tomé un Centrum, una tableta de vitamina, cada mañana. Después de 10 días, disminuyó la sensación de hambre y la cual regresó sobre el día treinta y cinco. Los últimos cinco días fueron la lucha más dura. Ayuné 40 días y vi cosas poderosas que comenzaron a ocurrir internamente, pero ningún avance financiero. No dejé de pedirle dinero a Dios, en ese primer ayuno, pero Él puso en mi corazón que tenía que acercarme a Él, escucharlo y confiar en Él. Dios me estaba diciendo: “¡Deja de buscar mi billetera, busca mi corazón!”. Sentí que había aprendido lo que Dios quería enseñarme, cuando terminé esos primeros 40 días de ayuno. Pero no tenía ninguna respuesta sobre el dinero. Empecé a comer normalmente. Traté de hacer todo lo demás que SACS nos pidió, pero todavía no podía detener la deuda. Veinticinco días después, Dios me dijo que ahora podía pedirle el dinero. Así que comencé otros cuarenta días de ayuno desde el 25 de septiembre hasta el 4 de noviembre. Ese primer ayuno fue fácil; el segundo fue terriblemente difícil. Ayuné 80 días de los 105 días del verano y el otoño. Interrumpí el ayuno con una comida ligera después de predicar en la iglesia Two Rivers Baptist Church en Nahsville, Tennessee. Los resultados llegaron rápidamente. En primer lugar, recibimos un regalo en efectivo lo suficientemente grande como para pagar nuestra deuda hipotecaria a largo plazo. En segundo lugar, repusimos el flujo de caja de la Universidad Liberty, con varios millones de dólares. En tercer lugar, Dios envió un nuevo presidente a Liberty, el Dr. John Borek, un Ph.D. en administración de empresas, quien había sido el director financiero de la Universidad Georgia State University. Sin él tal vez no habríamos podido estar preparados para la visita de acreditación de SACS. En cuarto lugar, cuando tuvimos la visita de SACS y luego evaluaron a Liberty, quitaron todas las sanciones y recomendaron a la Universidad Liberty por un período de 10 años, lo cual es lo fundamental por lo que ayunaba. La Universidad Liberty recibió más de $50 millones de dólares debido a esos dos ayunos.

LOS RESULTADOS DEL AYUNO Falwell comenzó a cumplir todo lo que SACS exigió de Liberty para mantener su acreditación, después de su primer ayuno de 40 días. SACS prohíbe la dominación de una sola familia en la Junta Directiva y los empleados universitarios no pueden establecer la política. Por lo tanto, la esposa y los hijos de Falwell dejaron de formar parte de la Junta Directiva de la Universidad Liberty. Además, renunciaron varios miembros de la junta que también eran vicepresidentes. Yo era uno de los vicepresidentes y tuve que renunciar. Recibí una llamada telefónica, un par de semanas después de terminado el segundo ayuno de 40 días. “Venga inmediatamente a mi oficina—dijo Falwell, con voz temblorosa—. Usted va a ver un milagro que nunca olvidará”. Falwell había convocado a varios funcionarios directivos y a amigos cercanos. Sólo unos minutos después de que llegamos allí, llegó un mensajero, abrió la cremallera de un pequeño bolso de cuero y le entregó a Falwell un cheque por $27 millones de dólares. Yo nunca había visto tanto dinero en un solo lugar en toda mi vida. Bromeé: “Déjeme sostenerlo”. “¡No!”, Falwell se echó a reír, agarrando delicadamente el cheque por sus dos esquinas superiores. “Nadie lo toca hasta que se lo entregue al cajero del banco”. Habían pasado años desde que Falwell había hecho personalmente un depósito bancario para la universidad, pero estaba resuelto. Nunca pregunté si le entregó el cheque al cajero o al presidente del banco, pero todavía existe una fotocopia del mismo en la oficina de finanzas de la universidad. El gran cheque cubrió sólo la mitad de los $52 millones de dólares que debíamos. Para lidiar con el resto, se tomaron otras medidas prácticas. Un benefactor de la universidad dispuso que sus diferentes industrias asumieran nuestra deuda. Los acreedores tenían miedo que nunca se les pagara lo que se les debía si la universidad entraba en quiebra, así que cooperaron y acordaron préstamos de muy bajo o ningún interés sobre los saldos pendientes. SACS aceptó estos inusuales acuerdos financieros y Liberty quedó libre de deudas.

UN MILAGRO FINANCIERO AÚN MAYOR Todo tomó forma rápidamente, después de que se pagara la deuda de Liberty. Las inscripciones y nuestra reputación crecían cada año. Con el crecimiento vinieron las oportunidades. David Green, un filántropo cristiano y dueño de la cadena de tiendas de artesanía Hobby Lobby, durante mucho tiempo ha sido un patrocinador generoso de Liberty. En un momento, ofreció donar una parcela de 32 hectáreas de terreno en el área de Chicago. Con un avalúo de $90 millones de dólares, la propiedad incluía un edificio de 28.000 metros cuadrados y un gran estacionamiento. Nos vimos tentados, pero tener una sede secundaria a más de 1.000 kilómetros de distancia no encajaba en nuestros planes a largo plazo. Los líderes de Liberty querían consolidar las operaciones en Lynchburg. Falwell rechazó respetuosamente el ofrecimiento de Green, pero estaba listo el escenario para un regalo diez veces mayor. Lynchburg es el hogar de cerca de 75.000 personas y se encuentra en el corazón de Virgina. Falwell nació aquí y fue donde fundó la iglesia Thomas Road Bapstist Church en 1956 y donde sirvió como pastor principal hasta su fallecimiento en el 2007. La universidad surgió de la iglesia y las dos siempre han trabajado de la mano, incluso después de que Liberty adquiriera su sede actual a varios kilómetros de distancia de donde se reunía la iglesia en ese momento. Esto no era lo ideal, pero Lynchburg era una ciudad pequeña, así que nos las arreglamos, pero Dios tenía cosas mejores en mente para nosotros. Durante años, la empresa de telecomunicaciones Ericsson había operado una fábrica de montaje de 82.000 metros cuadrados sobre un terreno de 46 hectáreas junto a la Universidad Liberty. El edificio no era simplemente grande; era inmenso. Un pasillo se extendía por 800 metros de un extremo al otro. Ericsson fabricó allí teléfonos celulares, durante el apogeo de la planta. Sin embargo, esos empleos se trasladaron a la China y la propiedad de Lynchburg se puso a la venta. Jerry Falwell hizo inmediatamente una oferta por $2 millones de dólares para comprar la propiedad. Ericsson rechazó la oferta por considerarla demasiado baja, las instalaciones fueron avaluadas en $100 millones de dólares.

Falwell no se desanimó. Convocó a ayuno y oración a todos en la iglesia y en la universidad. Tal vez Dios nos iba a dar el milagro más grande de la historia de Liberty. De ser así, el milagro de Ericsson eclipsaría el milagro de los $52 millones recibidos después de que Falwell hubiera ayunado solo. Ericsson no recibió ninguna otra oferta por la propiedad y el enorme edificio estuvo vacío. Los líderes de la ciudad de Lynchburg temían no tener otro inquilino para contribuir con la base fiscal y ayudarlos a cumplir su presupuesto. Finalmente, Ericsson contactó a Falwell para pedirle que presentara otra oferta, pero esta vez querían una oferta de mayor credibilidad. “No” respondió Falwell. “Liberty no hará ninguna oferta a menos que se celebre un remate sin base”. Un remate sin base implicaría que el vendedor tiene que aceptar la oferta más alta que se haga en el acto. Falwell no quería seguir subiendo su oferta y permitir que Ericsson siguiera rechazándola para obtener un precio más alto. Ericsson, con pocas opciones, estuvo de acuerdo. Jerry Falwell presentó una oferta por $10.200.000 dólares. No hubo otros postores. Liberty ganó la subasta sin base. El abogado de Ericsson le notificó a Liberty que querían cerrar el trato el 14 de febrero de 2003. Ese rápido giro radical no permitía mucho tiempo para realizar una campaña de recaudación de fondos. La universidad y la iglesia Thomas Road Baptist reunió toda la cantidad de dinero de cualquier fuente posible. El total de las cuentas corrientes y los fondos de reserva era un poco mayor a $4 millones de dólares. El banco Carter Bank and Trust Company, el banco de la universidad, acordó prestar la diferencia. El consultor jurídico de la Universidad Liberty recibió un correo electrónico de los abogados de Ericsson pidiendo una prórroga de siete días, la mañana del 14 de febrero, la fecha límite para cerrar el negocio. Falwell iba a estar de viaje al día siguiente. Hizo una escala en Oklahoma City para almorzar con David Green y su familia, de camino a California. Les contó sobre la propiedad de Ericsson durante la conversación y del hecho de que la fecha tope se había pospuesto hasta el miércoles siguiente. “Déjeme comprarlo para Liberty”, dijo Green.

Explicó que Hobby Lobby compraría la propiedad y la donaría al ministerio a cambio de un recibo de donación. En lugar de endeudarse por $10 millones de dólares, la Universidad Liberty adquirió la planta de Ericsson sin gastar ni un solo centavo. “Me encontré casi que aturdido por las cosas gloriosas y repentinas que el Señor ha hecho por nosotros”, dijo Falwell. EXCLUSIVO DEBIDO AL MAYOR MILAGRO La transformación de las instalaciones de Ericsson comenzaron cuando la tinta en el contrato apenas se había secado. Añadimos cinco canchas nuevas de baloncesto, un gimnasio para hacer pesas, una cafetería y una piscina semi-olímpica. Gastamos $5 millones de dólares en aulas y oficinas para la nueva Escuela de Derecho de la Universidad Liberty en el ala grande de la zona sur. Incluso construimos una réplica exacta de la sala del juzgado de la Corte Suprema de los Estados Unidos. La adquisición de la planta de Ericsson fue sólo el comienzo de nuestro milagro en el 2004. El dinero comenzó a fluir para otros proyectos: nuevos dormitorios, nuevos edificios, estacionamientos pavimentados, un túnel de un millón de dólares, vías pavimentadas, campos de béisbol y mucho más. Alguien dijo alguna vez que cuando llueve a cántaros y cuando Dios derrama bendiciones sobre nosotros, parece como si nunca parara. El nieto de Tim y Beverly LaHaye había asistido a Liberty y era un fan del hockey sobre hielo. Como consecuencia, los LaHaye donaron $4 millones de dólares a Liberty para construir un complejo nuevo de hockey sobre hielo. Al principio se tuvo una larga discusión sobre si tener un gran domo de plástico por encima de una capa de hielo, pero se abandonó la idea. La siguiente lluvia de ideas se centró en un edificio de acero muy rudimentario. Finalmente se decidió erigir un complejo sobre hielo que le permitiría a Liberty competir en hockey en la Primera División de la Asociación Atlética Nacional Universitaria (NCAA). Liberty se clasificó séptimo en la NCAA, el primer año que envió un equipo. Justo cuando parecía que no podía haber otro milagro, la iglesia Thomas Road Baptist decidió mudarse. La iglesia firmó un contrato por $20 millones de dólares con la compañía Kodiak Construction Company de Charlotte, Carolina del Norte, para construir un templo nuevo con cabida

para 6.000 personas, justo al lado de la planta Ericsson. El extremo norte de la planta se convertiría en las aulas de las Escuela Dominical y albergaría al colegio cristiano desde kínder hasta el décimo segundo grado con una asistencia de más de 1.000 alumnos. El regalo de las instalaciones de Ericsson a las Universidad Liberty al comienzo de 2004 fue en realidad milagroso. Pero Dios tenía mucho más en espera para nosotros ese año. Liberty recibió $55 millones de dólares adicionales en obsequios, donaciones y préstamos para los dormitorios. La asistencia a la universidad se duplicó de cerca de 5.000 estudiantes a casi 10.000 alumnos sólo ese año. Las inscripciones en la Escuela Dominical de la iglesia Thomas Road Baptist pasaron de 4.000 a casi 8.000. La asistencia a la iglesia creció de aproximadamente 5.000 a más de 10.000. Todo esto ocurrió como respuesta al ayuno y la oración. EXAMINEMOS NUESTRAS PRIORIDADES Muchas personas tienen enormes necesidades económicas, en estos tiempos difíciles. Tal vez seamos unas de ellas. Antes de apresurarnos a ayunar por un milagro, por favor consideremos cuidadosamente dos factores. En primer lugar, asegurémonos de que lo que pidamos esté dentro de las prioridades de Dios. Cuando tomemos el tiempo para considerar nuestras motivaciones y los objetivos de Dios, nuestro ayuno no se debe tratar únicamente en obtener algo de Dios. Llegaron varios millones de dólares a Liberty en nuestro mayor milagro financiero sólo porque teníamos las prioridades correctas. Estábamos capacitando a jóvenes campeones para Cristo que iban a fundar iglesias y a alcanzar a sus ciudades para Cristo,2 ó a construir grandes empresas dinámicas, pero pese a su destino, iban a ganar muchas almas. También les enseñamos a ayunar y a orar a nuestros estudiantes. Las prioridades de Liberty reflejaron las prioridades de Dios. Nuestro enfoque siguió el patrón de Dios. La prioridad de Dios son las personas. Él nos ama. Jesús murió por nosotros y quiere salvarnos. Así que, para nosotros debe ser una prioridad ganar almas para Cristo. ¿Por qué? Porque somos hechos a la imagen de Dios. Nuestro ser interior es un reflejo de Dios y sus deseos. Recordemos:

“El Señor . . . no quiere que ninguno se pierda, sino que todos se vuelvan a él. (2 Pedro 3:9). Podemos, y a veces debemos, orar por dinero, edificios y otras cosas materiales. Pero debemos asegurarnos siempre de buscar las posesiones que nos ayuden a llevar a cabo la Gran Comisión y ganar personas para Cristo. Los cristianos a menudo somos víctimas de las malas intenciones cuando se trata del dinero y de las posesiones. Nos obsesionamos con el signo de pesos o el tamaño del edificio cuando deberíamos estar fascinados con la manera como el dinero y las propiedades se pueden utilizar para edificar el reino de Dios. Algunos cristianos oran por dinero, sólo porque lo quieren, o incluso porque lo necesitan legítimamente. Otros buscan poner sus finanzas en orden, pero lo hacen sólo por el bien del orden. No hay nada malo con cuadrar las cuentas; debemos hacerlo. Pero no debemos cuadrar las cuentas sólo para que nos sintamos seguros u orgullosos; debemos cuadrar las cuentas para poder ser efectivos para Dios con todo lo que Él nos ha dado. Sufriremos en nuestro crecimiento espiritual y probablemente no recibiremos lo que busquemos, sin un enfoque en las personas y en el propósito de Dios. Él abrirá las minas de este mundo para satisfacer nuestras necesidades, cuando busquemos y nos acerquemos a los propósitos de Dios. En segundo lugar, debemos darnos cuenta que Dios no va a responder toda petición gigante de oración que hagamos. Pablo consideró importante que Dios lo sanara de su “aguijón en la carne”, y oró por liberación en tres ocasiones, sin embargo Dios no lo libró de su dolor ni de los impedimentos (véase 2 Corintios 12:7-9). No sabemos cuál era el “aguijón” de Pablo, pero el apóstol sin duda lo consideró como un obstáculo para su ministerio. Sin embargo, Dios dijo no. Moisés es otro ejemplo. Dios le dijo que le hablara a una roca para sacar agua. Dios decidió que Moisés jamás entraría en la Tierra Prometida, cuando Moisés desobedeció y golpeó la roca (véase Números 20). Moisés no iba a tener el privilegio de entrar con su pueblo en la tierra, después de pasar casi 40 años guiando a la multitud ingobernable de israelitas por el desierto. Moisés pensó que Dios tenía poca memoria, así que tuvo una conversación con Él, justo antes de que Israel estuviera listo para entrar en

la tierra: “En aquel tiempo, le rogué al Señor en oración: «Tú, Señor y Dios, has comenzado a mostrar tu grandeza y tu mano poderosa a este siervo tuyo. . . . Yo te ruego que me concedas cruzar el río y contemplar esa bella tierra que está más allá del Jordán, y ese bello monte, y el Líbano»” (Deuteronomio 3:23-25). Esta parece una simple petición. Es una oración que yo habría hecho si estuviera en el pellejo de Moisés. Pero Dios le dijo a Moisés: “¡No!”. El Señor se enojó con Moisés y le dijo que guardara silencio. “¡Basta! No me hables más de este asunto” (Deuteronomio 3:26). No podemos esperar una respuesta favorable a toda gran petición y no podemos mover toda montaña que se interponga en nuestro camino. Reflexiones finales La Universidad Liberty casi entra en la bancarrota en 1996, con una deuda superior a los $52 millones de dólares. Jerry Falwell tomó la inusual decisión de hacer sus dos ayunos de 40 días. ¿Dios mira desde el cielo y honra las acciones de Falwell porque este estuvo dispuesto a morir por Liberty? ¿Dios respondió como si Falwell ya estuviera muerto? (Recordemos, debemos morir al yo). Dios hizo más que darle a la universidad $52 millones de dólares, debido al ayuno de Falwell; tal vez fueron más de mil millones de dólares. Quince años más tarde, Liberty tiene uno de los estados financieros más sólidos de cualquier universidad acreditada en los Estados Unidos. En el transcurso de aproximadamente 20 años, pasamos de enfrentar una deuda de $100 millones de dólares a disfrutar de un patrimonio financiero superior a los $1,2 miles de millones de dólares. Una agencia de bonos clasificó a Liberty en la escala AA+, superior a la del gobierno de los Estados Unidos. Los cristianos siempre han orado (y muchos han ayunado) por dinero y otras necesidades materiales. Estas peticiones han tomado muchas formas. Algunos han orado por dinero, otros por bienes, otros por edificios, otros por apoyo misionero extranjero y otros por los recursos para costear una iniciativa evangelizadora. Y desde luego, muchos han orado simplemente por un salario. Dios bendijo la Universidad Liberty, porque su visión está cerca de su corazón. Pero, de nuevo, ¿no todas las instituciones cristianas de

capacitación funcionan conforme a su propósito? ¡Probablemente sí! Pero tuvimos a un fundador y presidente que amaba a Dios, que le sirvió de todo corazón y quien creyó que Dios quería que se construyera una de las instituciones cristianas de capacitación más grandes del mundo, si no la más grande de todos los tiempos. Jerry Falwell tuvo la fe suficientemente grande como para ver las cosas que no eran como son. Citó a Hebreos 11:6, hacia el final de su vida: “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan”. Tenemos que preguntarnos cuál es nuestra prioridad, antes de comenzar un ayuno. Luego tenemos que creer que Dios es lo suficientemente grande como para cumplir sus promesas. Cuando comenzamos nuestro ayuno a partir de esta posición, estamos sentando las bases para luchar por el más grande avance financiero que se habrase visto (o cualquier respuesta que necesitemos) y veremos a Dios derramar sus bendiciones.

Capítulo 5 La confrontación al terror

y el triunfo sobre el peligro

Los filisteos se enfrentaron a los ejércitos de Israel, los vencieron y les robaron el Arca de la Alianza. Así es, el enemigo del pueblo de Dios tomó esta pieza importante del mobiliario del Tabernáculo. El Arca era venerada por los Israelitas porque la nube de Gloria Shekinah, la presencia de Dios, reposaba sobre su tapa. Se llamaba el Propiciatorio. El robo del Arca sin duda enfureció al pueblo judío. Dios también respondió con dureza. Él juzgó a los filisteos, porque habían profanado su santa presencia. Si bien se devolvió el Arca, el pueblo judío estaba todavía herido por su derrota militar. Samuel, el sacerdote y profeta, sabía la razón de la pérdida de Israel en la batalla. Él los desafió: “Si de todo corazón se

han arrepentido delante del Señor, quiten a Astarot y a todos los dioses ajenos que todavía adoran; entréguense de corazón al Señor, y sírvanle sólo a él; entonces el Señor los librará de la ira de los filisteos” (1 Samuel 7:3). El pueblo de Israel al escuchar estas palabras proféticas se arrepintió, se deshizo de sus dioses ajenos y se reunió en Mispá, un lugar donde históricamente se había mantenido el Arca de la Alianza. También es el lugar a donde fue el pueblo de Dios para ofrecer sus sacrificios. Entonces, ¿qué hicieron? “Se reunieron en Mispá, y sacaron agua y la derramaron delante del Señor. Aquel día ayunaron, y dijeron: «Hemos pecado contra el Señor»” (1 Samuel 7:6). Este versículo ofrece una evidencia del arrepentimiento de Israel. Se arrepintieron externamente deshaciéndose de los ídolos de los dioses falsos que habían acumulado. Se arrepintieron internamente ayunando ante el único Dios verdadero. Primera de Samuel presenta la siguiente descripción poco común: “Sacaron agua y la derramaron delante del Señor”. Los teólogos a lo largo de la historia han interpretado esto de “sacaron el agua” como un derramamiento de lágrimas. Los estudiosos judíos del Antiguo Testamento lo tradujeron: “Derramaron su corazón en arrepentimiento como agua delante del Señor”. Estas referencias apuntan a la verdad de que los israelitas experimentaron un arrepentimiento desgarrador. Y se llevó a cabo a través de su ayuno. El problema fue que los filisteos escucharon que los hijos de Israel se habían reunido en Mispá y los filisteos llegaron con un ejército poderoso, listos para atacar. “. . . cuando los israelitas lo supieron, se llenaron de miedo” (1 Samuel 7:7). Los líderes de Israel le dijeron a Samuel: “No dejes de clamar por nosotros al Señor nuestro Dios, para que nos libre del poder de los filisteos” (1 Samuel 7:8). Samuel obedeció, ofreciendo un sacrificio de sangre para cubrir los pecados de Israel en cuanto estos fueron a la batalla. ¿Qué ocurrió? Esta vez las fuerzas de Israel hicieron retroceder a los filisteos (véase 1 Samuel 7:11). La victoria fue tan decisiva que el enemigo huyó por completo del territorio israelita y el pueblo judío recuperó el control de las ciudades que les habían quitado en la batalla anterior (véase 1 Samuel 7:13-14).

¡Qué diferencia hace el ayuno y la oración! LAS LECCIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y LOS HECHOS HISTÓRICOS Cuando nos enfrentemos a un peligro o una batalla, ¿podemos ayunar como lo hicieron los israelitas y se nos garantizará que triunfaremos? ¡No! No podemos codificar el ayuno. Lo que la historia de los israelitas sí nos muestra es que el ayuno es un reflejo de nuestro corazón. En cuanto el pueblo de Dios clamó a Dios por la victoria, el ayuno fue un símbolo de su sinceridad. Ha funcionado de esta manera para los creyentes de todas las épocas, y funciona hoy en día de la misma manera para nosotros, sin importar la amenaza que enfrentemos. Dios enviará la victoria, pero siempre lo hace a su manera. Las amenazas vienen de varios tamaños y se reciben de muchas maneras. Pueden ser sutiles, exigentes o potencialmente mortales. A veces tememos una pérdida o un daño físico, incluso la muerte. Las amenazas pueden ser personales, contra nuestra familia, dirigidas hacia nuestro país u hostiles a nuestro caminar con Cristo. A veces sabemos exactamente qué hacer cuando nos sentimos amenazados. Luchamos, huimos, buscamos ayuda o pedimos clemencia. En otras ocasiones, nos paralizamos, sin la menor idea de cómo responder. ¿Qué debemos hacer cuando no sabemos qué hacer? ¿Cuando estamos al borde de la desesperación? ¿Cuando estamos asustados y tememos mucho daño? Amenaza—(1) Un acto de coacción, peligro o lesión impuesto sobre alguien. (2) Un acto que provoca miedo u otra respuesta negativa. (3) Una comunicación con la intención de lastimar física, mental o psicológicamente a una persona. (4) Un indicio de un daño inminente o un peligro a las reacciones normales. (5) Un castigo. El salmista declara: “Pero yo, cuando tengo miedo, confío en ti” (Salmos 56:3). ¿Cómo podemos confiar en Dios ante una amenaza? ¡Podemos orar! También podemos ayunar, si somos realmente serios. Tal vez queramos más que ser rescatados de la amenaza. Queremos más que un regreso de la paz y el equilibrio. Queremos la victoria y oramos que se

derrote por completo la amenaza, que esta no regrese. Queremos conquistar nuestra amenaza y vencer el mal. Queremos destruir el peligro del pecado para que no nos vuelva a atacar ni a nadie. Este tipo de fe que mueve montañas no prevalece sino con ayuno y oración (véase Mateo 17:21). Cuando tenemos una gran petición o necesidad, se requiere un ayuno serio, prolongado e intenso para tratar con ello. Por lo general, se requiere que muchas personas oren y ayunen, a veces incluso toda una nación. Podemos aprender a ayunar de esta manera, a través de aquellos que nos han precedido, aquellos que han hecho el sacrificio y como resultado han visto las grandes hazañas de Dios. ¡Hay valor en la gran cantidad de personas amenazadas que ayunan! El ayuno de Israel por la unidad Uno de los primeros ayunos que se describen en la Biblia ocurrió a raíz de otra derrota militar devastadora. Había doce tribus de Israel, el pueblo elegido de Dios. Once de esas tribus asumieron que tenían una comunión adecuada con Dios, cuando no era así. Esas once tribus lucharon un día contra Benjamín, la tribu más pequeña (véase Jueces 20:23-25). Había una desigualdad en número y fuerza. Pero para sorpresa de todos, los de Benjamín derrotaron al ejército mucho más grande. Si bien las once tribus vencidas no tenían una comunión plena con Dios, estaban lo suficientemente conscientes como para saber que su muerte militar tuvo implicaciones espirituales. ¿Cómo respondió el bando perdedor? “Volvieron entonces los israelitas y todo el pueblo a la casa de Dios, y llorando se sentaron delante del Señor y ayunaron todo el día y hasta la noche, y le ofrecieron al Señor holocaustos y ofrendas de paz” (Jueces 20:26). Vemos en este versículo a gente asustada que había llegado al borde de la desesperación. Entraron en la presencia del Señor para arrepentirse. El ayuno fue de nuevo una demostración de su sinceridad absoluta. Con el tiempo Dios les dio una victoria militar, y la tribu de Benjamín fue llevada de vuelta al redil de las doce tribus de Israel. El ayuno de Josafat para sobrevivir

Josafat fue un rey mediocre, pero que conocía del poder del ayuno y de la oración. Josafat se enfrentó un día a una amenaza contra su reino: “Tiempo después, los moabitas y los amonitas, y algunos de los meunitas, declararon la guerra a Josafat” (2 Crónicas 20:1). Las fuerzas enemigas fueron descritas como “un gran ejército” (2 Crónicas 20:2). ¿Qué hizo Josafat? “Lleno de miedo, Josafat se dispuso a consultar al Señor, y ordenó que todos en Judá ayunaran” (2 Crónicas 20:3). El rey sabía que este gran ejército podía aniquilar su reino. Por supuesto, no quería ser derrotado, pero estaba en juego mucho más que eso. Recordemos, el Reino del Sur de Judá tenía el linaje mesiánico a través del cual habría de venir Cristo. Esta amenaza podía interrumpir la venida del Mesías. Josafat convocó a un ayuno y les rogó a sus seguidores que oraran. Parece que entendía Eclesiastés 9:11: “. . . no son los más veloces los que ganan la carrera, ni son los más fuertes los que ganan la guerra . . .”. También conocía la verdad que hay en 1 Juan 4:4: “mayor es el que está con nosotros, que el que está con ellos” (ELT ) . Josafat comenzó su oración haciéndole una afirmación retórica a Dios: “Señor y Dios de nuestros padres, tú eres Dios en los cielos, y dominas sobre todos los reinos de las naciones; en tus manos están la fuerza y el poder. ¡No hay quien pueda oponerse a ti!” (2 Crónicas 20:6). El rey a continuación fue a confesar sus pecados y clamar a Dios por la liberación. Terminó finalmente su oración con un ruego: “¡Dios nuestro! ¿acaso no los vas a juzgar? Nosotros no tenemos la fuerza suficiente para enfrentar a ese gran ejército que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer, y por eso volvemos a ti nuestra mirada!”(2 Crónicas 20:12). ¿Cuál es un aspecto del verdadero ayuno? ¡La adoración! Después de ayunar y orar: “Josafat se inclinó de cara al suelo, lo mismo que todos los de Judá y los habitantes de Jerusalén; se postraron delante del Señor, y lo adoraron” (2 Crónicas 20:18). El rey estaba tan seguro que iba a triunfar que designó a cantantes para que marcharan delante de su ejército (véase 2 Crónicas 20:21).

Josafat no tuvo que levantar la espada, tocar la trompeta, ni entablar batalla con los primeros soldados enemigos. Dios obró en su providencia para hacer lo sobrenatural y le dio ese día un gran triunfo a Josafat (véase 2 Crónicas 20:22-23). ¿Vemos el papel del ayuno? Frente a una grave amenaza, Josafat ejerció una gran fe; no una fe en su habilidad para orar ni en su mérito, sino una fe en Dios, que podía salvarlo. Josafat probablemente no sabía cómo llegaría la victoria, pero tenía la confianza que Dios haría algo. ¿Cómo condujo el ayuno a la victoria? Fue una demostración de fe, sinceridad y arrepentimiento. El ayuno de Esdras por un buen viaje Esdras fue otro héroe del Antiguo Testamento que acudió al ayuno por un milagro. El rey persa permitió que los judíos en cautiverio regresaran a su hogar en la Tierra Santa, después de que Persia había derrotado a Babilonia para siempre. A Esdras el sacerdote, quien había vivido en el exilio, se le permitió regresar a su casa en Jerusalén. Viajó con aproximadamente 4.000 personas y llevó muchos objetos de valor para reconstruir la casa de Dios. Había muchos kilómetros entre Babilonia y Jerusalén. Esdras y su séquito se enfrentaron en esos caminos peligrosos a tribus que eran hostiles hacia el Señor, y a otros que eran simplemente ladrones sanguinarios. Los enemigos en el camino iban a atacar, saquear, matar y, de ser posible, aniquilar a todo el grupo de Esdras. ¿Qué hizo Esdras con respecto al peligro que lo acecharía por delante? Miró al desierto, con el río Éufrates a su espalda. Su confesión es en realidad un poco graciosa. Dijo: “No me atreví a pedirle al rey que enviara con nosotros soldados y gente de a caballo para defendernos de los enemigos en el camino, pues le había dicho: «El poder de nuestro Dios hace bien a quienes lo buscan, pero no a quienes lo abandonan, los cuales experimentan su enojo»” (Esdras 8:22). Era el momento para que Esdras pusiera en vigor su afirmación audaz (y la fe). Reflexionó sobre la logística y los riesgos del viaje agotador, y luego decidió ayunar por protección (véase Esdras 8:23).

Esdras escribió, cuando llegó a salvo a Jerusalén: “. . . nuestro Dios nos protegió durante todo el camino y nos libró de nuestros enemigos y de los que nos acechaban para hacernos daño” (Esdras 8:31). El ayuno de los lolardos contra la fuerza invasora El Papa Sixto V instó al rey Felipe II de España a enviar una armada naval de 151 barcos, 8.000 marineros y 98.000 soldados, para conquistar a Inglaterra en el siglo XVI. ¿Por qué habría una guerra entre dos de los países más poderosos del mundo en ese momento? El rey Enrique VIII expulsó a la Iglesia Católica Romana de Inglaterra. Fue por eso. La pérdida de Inglaterra fue una derrota monumental para la Iglesia Católica Romana. El Papa quería que España ayudara a recuperar Inglaterra. Durante siglos, cada vez que los protestantes se habían apoderado de una nación en Europa, había seguido una guerra larga y sangrienta, causando miles de muertos en ambos bandos. Pero se desarrolló un escenario diferente en Inglaterra. Se estableció una nueva Iglesia Anglicana (Protestante Inglesa), y el gobierno se apoderó de todo los bienes de propiedad de la Iglesia Católica Romana, sin batallas, ni guerras, ni la pérdida masiva de vidas. Felipe, el rey de España, pensó que su media hermana, la reina Isabel de Inglaterra, era una hereje, porque era protestante. La historia nos dice que Felipe apoyó varios complots para derrocarla. El monarca español trataba de reemplazar a la reina Isabel con su prima, María, la reina de Escocia, una católica. María fue encarcelada y ejecutada en 1587, en un clásico juego de poder. El Papa Sixto V, impávido, propuso un plan. Si España enviaba una armada y transportaba al ejército español a las costas de Inglaterra, pronunciaría la invasión como una cruzada santa y echaría detrás de ella todo el peso de la Iglesia Católica Romana y de otras naciones europeas. El Papa permitió que el rey Felipe recaudara impuestos de los ciudadanos españoles, así como de otras personas, para las cruzadas, para asegurarse de que se llevara a cabo el plan. El Papa también les otorgó todas las indulgencias a los soldados: sus pecados serían perdonados, porque estaban en una cruzada santa.

España llevó a 30.000 soldados a Gravelinas, en la región Flandes de Francia. Se alistaron grandes barcazas para transportar las tropas a través del Canal de la Mancha. Una vez hecha la travesía, la fuerza dirigida por los españoles iba a invadir a Londres y a toda Inglaterra. La noticia de que se estaba tramando una invasión le llegó a la reina Isabel. En un paso audaz de fe, convocó a ayuno y oración. La reina proclamó: “En breve tendremos una victoria famosa sobre los enemigos de mi Dios, de mi reino y de mi pueblo”.1 El pueblo de Inglaterra accedió sinceramente al ayuno y a la oración, no sólo porque temían una invasión, sino también porque se habían convertido en creyentes de la Biblia. Se dice que en el siglo XVI, uno de cada dos ingleses se había convertido al cristianismo protestante, sobre todo en una corriente reformista llamada el movimiento lolardo. Los lolardos fueron discípulos de John Wycliffe (1320-1384) y posteriormente de William Tindyale (1492–1536). Tradujeron la Biblia al idioma inglés de la época. También tomaron muy en serio la Gran Comisión. Los lolardos fueron de dos en dos a todas las granjas, aldeas y ciudades de Inglaterra para compartir la Biblia con la gente común. Cada grupo lolardo tenía una sola parte (o libro) de las Escrituras. Le leían por la noche esa sección de la Biblia a un grupo pequeño de personas y explicaban su significado. Cuando terminaban, iban a otra casa y repetían la enseñanza. Las familias estaban ansiosas por recibir al siguiente grupo de lolardos, para aprender más de la Palabra de Dios. Esta capacitación de casa en casa preparó a la gente para vivir su fe. Así que, cuando la reina Isabel convocó a la nación británica al ayuno y a la oración, la gente estaba preparada. Le rogaron a Dios por su liberación y se abstuvieron de comida, para que su país pudiera ser librado de la destrucción militar y del restablecimiento del catolicismo romano. Sabían que si España y la Iglesia Católica se apoderaban de Inglaterra, muchas personas iban a ser martirizadas. La jerarquía católica realizó una bendición oficial de la flota española en el puerto de Lisboa, Portugal, el 25 de abril de 1588. La armada era tan grande que fueron necesarios dos días enteros para que la flota cogiera la marea para salir del puerto. La armada ancló frente a Calais en el Canal de

la Mancha y esperó a los británicos para desafiarlos. Se produjo una feroz batalla de cinco días. Los invasores españoles desatarían una estrategia militar de eficacia probada. Embestirían con el espolón y luego abordarían los barcos británicos, en un intento por arrebatar el control. La fuerza de la reina Isabel estaba preparada con un nuevo plan de batalla. Las tropas británicas sorprendieron a su enemigo con buques más pequeños y más rápidos. Avanzaron rápidamente, les dispararon a los españoles y luego retrocedieron antes de ser embestidos con el espolón. Los británicos enviaron por la noche ocho buques de guerra para arremeter fuego a la flota española. Las tropas del rey Felipe intentaron escapar hacia el Océano Atlántico septentrional, con la esperanza de navegar alrededor de las islas británicas y volver a casa a España. Era un buen plan de retirada; sin embargo, nunca lo lograron. Un violento huracán pasó por la región y destrozó la armada española. El resultado final fueron 4 buques españoles perdidos en la batalla y 59 buques hundidos por el mal tiempo. Más de 7.000 españoles murieron a causa de enfermedades y muchos más murieron, cuando se hundió la flota de barcos. Al otro lado, no murió ni un solo marinero inglés. La reforma protestante sobrevivió y el movimiento lolardo prosperó en Inglaterra, como resultado del ayuno y de la oración. Sin duda, esto no fue un respaldo de Dios a todo lo que hizo la corona británica. Tampoco fue una condena a todo católico romano ni al Vaticano como un todo. Más bien, la victoria fue su respuesta al clamor del corazón de un pueblo que había predicado la Palabra y ejercitado su fe. Los estadounidenses ayunan y oran El Congreso de los Estados Unidos convocó a un día de ayuno y oración, al comienzo de la Guerra de Independencia. Se recomendó que el 20 de julio de 1775, se apartara como “un día públiko [sic] de humillación, ayuno y oración por . . . el éxito de nuestro brazo armado . . . por el cual se prohíbe estrictamente toda recreación y trabajo innecesario”.2 El presidente Zachary Taylor emitió una proclamación de Ayuno y Oración para el 1 de agosto de 1848, debido a una plaga devastadora en todo el país. El presidente Taylor decretó que “se suspendan todos los

negocios . . [y] que las personas se reúnan en sus lugares respectivos de adoración . . . para implorar al Todopoderoso . . . a fin de detener la mano destructora del cólera que ahora se levanta en contra de nosotros”.3 El presidente Abraham Lincoln emitió una proclamación en los días oscuros de la Guerra Civil, para ayunar y orar el 30 de marzo de 1863. Tal vez este llamado al arrepentimiento nacional, sólo cuatro meses antes de la Batalla de Gettysburg, fue la razón por la que se invirtió la tendencia de la guerra. El siguiente fue el llamado de Lincoln a la nación devastada por la guerra: Nos corresponde, entonces, humillarnos ante el Poder ofendido, a fin de confesar nuestros pecados nacionales y orar por la clemencia y el perdón. . . . Mediante esta proclamación designo y aparto el día jueves 30 de abril de 1863, como un día nacional de humillación, ayuno y oración. Y por medio de la presente solicito a todo el pueblo que se abstenga . . . de sus actividades seculares ordinarias y se unan en sus diferentes lugares públicos de adoración y sus respectivos hogares para guardar el día santo para el Señor . . . que el clamor unido de la nación se escuche en lo alto y responda con bendiciones, no menos que con el perdón de nuestros pecados nacionales y la restauración a su antigua condición feliz de unidad y paz de nuestro país que está dividido y que sufre.4 De niño creciendo en el sur, lamentaba ignorantemente la derrota del sur en la Guerra Civil. Pero mi lealtad era equivocada por muchas razones. Si el sur hubiera sido el vencedor, nuestra nación se habría dividido en dos, y seguiríamos viendo el racismo institucionalizado. Es probable que como nación dividida estuviéramos hasta el día de hoy riñendo entre sí, en lugar de reconocer que todas las personas son iguales ante Dios. Dos pequeñas naciones que discutían jamás habrían tenido el impacto de los misioneros cristianos en todo el mundo que esta nación fuerte y unida ha tenido. Es cierto que el norte más poblado y mejor financiado debió haber ganado. Pero la oración en unidad de los cristianos contribuyó a la victoria. CÓMO ORAR COMO NACIÓN Varios presidentes de los Estados Unidos de América convocaron a la nación a la oración, la humillación y al ayuno 137 veces, entre 1787 y el

2011. Las razones de estos ayunos han sido diversos. Pero acudir a Dios ha sido una pieza central de la historia estadounidense desde que se fundó la nación. La longevidad se puede atribuir en gran parte por ser “una nación bajo Dios”. Hay poder cuando un gran número de personas se reúnen para buscar la ayuda de Dios. Esto se aplica a las iglesias y también a las naciones. El versículo de la Biblia que mejor se asocia con la supervivencia nacional es 2 Crónicas 7:14: Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra (RVR1960 ). Cuando la multitud del tamaño de un templo, una plaza o un estadio ayuna y ora, los participantes ingresan en lo que la Biblia define como la oración colectiva. La obediencia a Dios de esta manera libera una energía palpable. Sin duda, algo del vigor surge simplemente debido al número de las personas que se reúnen con un mismo sentir en una ubicación física. Una sensación de esta dinámica también se puede lograr cuando las personas en varios lugares en todo el país o alrededor del mundo se unen en ayuno y oración. Pero Dios no se limita a responder al número de participantes; se trata de la sinceridad de las personas. Se trata de la fe, tal como ya hemos visto. La oración colectiva Dios prometió escuchar la oración cuando hay unidad (véase Mateo 18:19). Dios se deleita en contestar la oración, cuando la fe interactiva reconoce su existencia y la gente le invoca colectivamente para que Él los libre, ya sea que la oración en unidad la ofrezcan toda una nación, una iglesia (véase Hechos 12), o unos cuantos individuos. Una historia del Antiguo Testamento demuestra el poder de la oración y del ayuno colectivo, incluso cuando sólo unos pocos están involucrados. El rey Nabucodonosor sitió a Jerusalén y amenazó con destruirla. Para evitar la invasión, el pueblo judío le dio grandes cantidades de tesoro al líder babilonio y prometió enviarle los impuestos cada año. Para apaciguar aún más a Nabucodonosor, Israel envió a un grupo selecto de varones jóvenes a

Babilonia para ser capacitados en la forma babilónica de hacer los negocios. Estos jóvenes eran pasantes que regresarían a su país como funcionarios públicos. Daniel y tres de sus amigos se encontraban entre esos jóvenes israelitas que fueron enviados a Babilonia. A su llegada, probablemente fueron ubicados en residencias y les asignaron servir la mesa del rey, lo cual implicaba que sus alimentos vendrían de la misma cocina que proporcionaba la comida del rey. Daniel, sin embargo, decidió que no se contaminaría consumiendo los manjares reales (véase Daniel 1:8). ¿Por qué Daniel se negó a comer los alimentos del rey? Pudo ser que tal acción violaba la ley ceremonial judía, o que la comida había sido ofrecida a los ídolos ajenos, o que la comida tenía alcohol, lo que adormecía sus sentidos. Cualquiera que haya sido la razón, Daniel le sugirió a su supervisor “pruébanos durante diez días con una dieta de vegetales y agua” (Daniel 1:12, NTV ). Daniel fue inflexible. No dijo que comería la comida del rey si su salud y la de sus amigos se debilitaba, ni que los babilonios lo podían castigar si su salud se debilitaba, ni que lo podían matar si su salud se debilitaba. Más bien, Daniel puso a Dios primero y se sometió a su voluntad. Daniel estaba dispuesto a comprometer a Dios. Hubo una segunda prueba para los tres amigos de Daniel. Al parecer, Daniel no estaba cuando los babilonios les dieron a elegir a Sadrac, Mesac y Abednego. Tenían que inclinarse ante un ídolo, probablemente una estatua del rey Nabucodonosor, que se suponía debía ser tratado como un dios, o serían arrojados al horno de fuego. Los jóvenes se rehusaron a honrar la estatua. En su lugar, se entregaron a Dios, diciendo: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 3:17-18, RVR1960 ). “Y si no . . .” Tres pequeñas palabras llenas de significado. En esa declaración, los amigos de Daniel reconocieron que Dios tal vez no los libraría, y estuvieron dispuestos a morir por sus convicciones.

El final de la historia es bien conocido. Dios protegió a los jóvenes. El rey Nabucodonosor declaró, cuando miró dentro del horno: “Pues yo veo a cuatro jóvenes sueltos, que se pasean en medio del fuego y sin que sufran daño alguno. ¡Y el aspecto del cuarto joven es como el de un hijo de los dioses!” (Daniel 3:25). Nabucodonosor se dio cuenta que estos tres jóvenes eran diferentes a los otros que había capturado. Habían entregado sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Al igual que estos tres jóvenes, debemos cederle todo a Dios si queremos ver que se contesten nuestras oraciones. Por otra parte, hay poder cuando dos o tres de nosotros nos unimos colectivamente en la oración y el ayuno, como ocurrió con Daniel y sus tres amigos. Una asamblea solemne Joel convocó a una fe extrema, cuando Israel enfrentó una epidemia de langostas que amenazaba la supervivencia misma de la nación. El pueblo tenía que volverse a Dios de todo corazón, con ayuno, lágrimas y lamentos (véase Joel 2:12). Joel dio una directiva: “Toquen la trompeta en Sión, proclamen el ayuno, convoquen a una asamblea solemne ” (Joel 2:15, NVI , énfasis añadido). Muchas de las versiones recientes de la Biblia llaman de otra manera a la reunión de Joel. Pero en realidad fue solemne . A lo largo de la historia, los cristianos dedicados han movido el corazón de Dios con una asamblea solemne. Este tipo de reunión con propósito se sigue dando hoy en día. A lo largo de la historia, los cristianos dedicados han movido el corazón de Dios con una asamblea solemne. Durante cierto tiempo de ayuno colectivo, los cristianos pueden reunirse en una asamblea solemne, no para adorar, ni predicar la Palabra, ni regocijarse juntos, sino para confesar sus pecados. Durante estas reuniones, se arrepienten, no una o dos veces. Más bien, le ruegan continuamente a Dios para que quite la amenaza contra ellos. Por lo general, se levanta un creyente tras otro para orar audiblemente, confesar los pecados de la iglesia o la nación. Continúan en intercesión hasta que Dios da una sensación de certeza de que Él ha escuchado y va a responder. A veces la asamblea

solemne continúa cada noche durante muchas noches consecutivas. Una asamblea solemne también se conoce con el término de “humillación”. Los participantes confiesan sus pecados personales así como los pecados colectivos de su país. Algunas personas sienten que Dios no va a responder hasta que todos hayan confesado, se hayan arrepentido y le hayan rogado a Dios por su misericordia sobre ellos. A veces un grupo de creyentes también va a poner en práctica lo que se conoce como el arrepentimiento identificativo. Durante estos tiempos de intercesión, asumen los pecados de otros (a veces los de generaciones pasadas) y se arrepienten. Estos son pecados que no cometieron personalmente, pero que reconocen como algo malo. Buscan el perdón y la restauración de Dios. (Véase el capítulo 6, “El arrepentimiento conduce al avivamiento”, para una discusión completa de esta práctica). El arrepentimiento colectivo y la restitución Probablemente sea inútil para una persona pedir la bendición de Dios hasta que su corazón no esté vacío y dispuesto a ser usado por Dios. Incluso si un creyente ha confesado completamente todos los pecados conocidos y buscado la santidad de Dios, eso no significa que Dios lo o la va a usar automáticamente. La confesión sólo significa que el individuo está limpio y dispuesto a ser usado. Las escrituras lo dejan claro: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Una vez que la persona ha sido limpiada, él o ella puede orar como enseñó Joel: “Señor, ¡perdona a tu pueblo! No los entregues al oprobio, ni dejes que las naciones los dominen! ¡No permitas que entre los pueblos se diga que nuestro Dios nos ha abandonado!” (Joel 2:17). Antes de conceder la victoria, Dios siempre hace una obra de renovación en su pueblo: “Después de esto, derramaré mi espíritu sobre la humanidad entera, y los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; los ancianos tendrán sueños, y los jóvenes recibirán visiones. En aquellos días, también sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu” (Joel 2:28-29). Reflexiones finales

Si bien el escéptico tal vez no crea que Dios haga cosas milagrosas para un país en respuesta a la oración, y el incrédulo le dé una explicación a la derrota de los enemigos, las personas con el ojo de la fe vinculan el derramamiento de la oración y el ayuno sincero con la victoria final. Si Dios envió un rayo del cielo para destruir todos los enemigos en un abrir y cerrar de ojos, entonces muchas personas pueden creer que Él envió la victoria. Pero no van a tener la fe que salva, sus prioridades no van a ser las prioridades de Dios. Sólo van a experimentar el alivio porque el peligro llegó y desapareció. Segunda de Crónicas 7:14 a menudo se cita para describir nuestra hambre de avivamiento y nuestra búsqueda de un derramamiento del Espíritu de Dios. Vale la pena mirarlo de nuevo: “si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”. Este pasaje deja claro que el alcance del avivamiento depende de cuán serios somos en clamar a Dios para su intervención espiritual en nuestra vida y en las circunstancias que exigen el avivamiento. Muchas personas acuden a Dios cuando enfrentan una gran amenaza. Pero Dios no sólo quiere que el mundo crea que Él puede prevalecer sobre el peligro; lo más importante aún es que Él quiere que conozcan de su misericordia para perdonar los pecados, y su poder de salvación que les ofrece a todos los que aceptan a su Hijo, Jesucristo. Si bien se puede derrotar a un ejército o vencer el peligro de un país, el corazón de Dios es amar siempre a la gente. Nuestro corazón también debe ser el de ayunar y orar por nuestro país. Tercera parte: EL Ayuno por el milagro más grande

Capítulo 6 El arrepentimiento

conduce al avivamiento

Dios obró en el siglo XVIII a través de movimientos de avivamiento históricos en Norteamérica y Europa. La predicación poderosa de Jonathan Edwards y George Whitefield sacudieron a las 13 colonias de los Estados Unidos en lo que se llamó el Gran Despertar. Casi al mismo tiempo, miles de personas se volvieron a Cristo en Inglaterra, influenciados por la predicación de John Wesley. El avivamiento en Austria surgió en Herrnhut, la comunidad del Conde Zinzendorf. Los cristianos llegaron a Herrnhut de toda Europa, buscando refugio de la discriminación y la persecución religiosa.

Tal vez el más grande precursor del primer Gran Despertar fue el sermón de Jonathan Edwards, Pecadores en las manos de un Dios airado , que se predicó el 8 de julio de 1741, en Enfield, Connecticut. A menudo escuchamos que Edwards leyó sus sermones en un estilo monótono y cómo, a pesar de una presentación árida, el Espíritu Santo estimuló a las personas a arrepentirse espontáneamente de sus pecados. No escuchamos mucho acerca de una de las disciplinas espirituales que hizo posible el avivamiento: Edwards ayunaba. En el momento del sermón en Enfield, Edwards se encontraba en un período de tres días de ayuno absoluto (sin agua, ni comida, ni alimento alguno).1 El ayuno estaba programado para terminar después de que Edwards predicara. El sermón aquel día se trataba de los horrores del infierno; el tema había sido seleccionado para sacudir a los religiosamente cómodos, a fin de que se vieran a sí mismos parados ante Dios, encarando el juicio. Ocurrió lo inimaginable, poco antes de que Edwards fuera a hablar. Comenzó a toser y a atragantarse. No podía parar. Si Edwards bebía algo de agua y violaba su ayuno, ¿bendeciría Dios su sermón? Técnicamente, el ayuno es una promesa a Dios de abstenerse de ciertos alimentos o líquidos, para un propósito divino hasta que se cumpla el tiempo. Cuando Edwards concluyó que no podía predicar el sermón en su estado, y que el mensaje parecía perdido, cedió y bebió un poco de agua. Esa noche, Edwards subió al púlpito con un manuscrito de 20 páginas (su sermón era escrito) en una mano y con una linterna en la otra. Comenzó a leer su sermón: El Dios que los sostiene sobre el abismo del infierno, así como alguien que sostiene a una araña, o algún insecto repugnante sobre el fuego, los aborrece, y se irrita terriblemente; su ira es tan grande hacia ustedes como hacia aquellos que realmente están sufriendo las condenas del furor de su ira en el infierno, y que no han hecho nada en absoluto para apaciguar ni disminuir ese enojo. Tampoco está Dios en lo más mínimo ligado a ninguna promesa de sostenerlos ni un instante.

El diablo los está esperando, el infierno está muy abierto esperándolos, las llamas se agrupan y brillan sobre ustedes, y de buena gana les echan mano, y se los tragan; el fuego reprimido en sus propios corazones lucha por salir. Ese mundo de miseria, ese lago de azufre ardiente se extiende hacia afuera debajo de ustedes. Hay un abismo espantoso de las llamas vivas de la ira de Dios; hay una enorme boca abierta del infierno; y no tienen nada en qué pararse; ni cosa alguna de qué agarrarse: no hay nada entre ustedes y el infierno, sino el aire; es sólo el poder y el simple placer de Dios que los sostiene. La mano de ese Dios los sostiene, cuya ira es provocada y enfurecida tanto en su contra, como en contra de muchos de los condenados al infierno: Cuelgan de un hilo delgado, con las llamas de la ira divina brillando alrededor y dispuestas cada instante para chamuscarlo y hacerlo pedazos.2 Los hombres del público no podían contenerse. Corrieron de un lado a otro y se agarraron de los postes del templo, al sentir que podían caer literalmente en el infierno. Dios usó este mensaje gráfico como el catalizador para lograr la participación de una generación en el evangelio debido a lo que hizo Jonathan Edwards. Él se sintió quebrantado por interrumpir su ayuno al beber agua. Su promesa rota quebrantó su orgullo y Dios usó su quebrantamiento. Dios no utiliza la belleza de nuestros sermones, ni la rectitud teológica de los mismos (aunque es importante una doctrina correcta). Dios nos usa cuando estamos completamente libres de nosotros mismos, despojados del orgullo y llenos de Dios. Dios nos usa cuando podemos decir, como Pablo: “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20, RVR1960 ) EL AVIVAMIENTO LAICO DE ORACIÓN DE 1859 Antes de 1859, Estados Unidos tenía un optimismo sin límites. La fiebre del oro de 1849 le trajo una inmensa riqueza a los Estados Unidos. La construcción del ferrocarril estaba en auge. Se tendían nuevas vías en todas partes, que conectaban todas las grandes ciudades con las pequeñas. Se duplicó la producción industrial y agrícola. Se triplicó el kilometraje del ferrocarril en diez años. La ciudad de Nueva York creció de 500 mil a 800

mil habitantes durante la década. Los inmigrantes llegaban a los Estados Unidos a un ritmo de 200 mil personas al año, y muchos de ellos se instalaron en Nueva York. Los activos de los bancos de Nueva York fueron los más altos de la historia. Pero hubo un cáncer en la ciudad de Nueva York: La ciudad estaba llena de suciedad, crimen, enfermedades y vagancia. Se estimaba que había 3 mil niños desamparados en las calles y muchas de las jóvenes eran prostitutas. Había una alarmante tasa de mortalidad infantil, de una muerte por cada 29 bebés el doble de la tasa de mortalidad de los bebés en Londres. Una epidemia de cólera en 1849 y otra en 1854 instigaron un temor generalizado. La población de Nueva York pasó de ser familias de clase media a ser familias de inmigrantes pobres. A medida que aumentaban los problemas, las familias de clase media y alta se mudaron a zonas mejores, y así lo hicieron sus feligresías. El bajo Manhattan se quedó en gran parte sin iglesias. Un pánico bancario conmocionó al público en 1857. La compañía de seguros de vida de Ohio quebró el 30 de agosto, seguida de su sucursal bancaria en la ciudad de Nueva York. Muchos bancos pidieron la devolución de sus préstamos y suspendieron sus líneas de crédito. El ferrocarril de New Haven quebró, y para mediados de septiembre, 29 bancos habían dejado de operar sólo en la ciudad de Nueva York. La tasas de interés se elevaron al 5 por ciento mensual, lo cual era alto en esos días. Las fábricas estaban cerrando, y sólo en 1859, 10 mil trabajadores de la ciudad de Nueva York perdieron sus empleos. Además de todos estos problemas, hubo desacuerdo sobre la esclavitud con el Sur, y una constante amenaza de guerra. Dios cambió todo con un avivamiento, cuando el futuro de Estados Unidos parecía sombrío y parecía que el gobierno no podía hacer nada por la comunidad empresarial. El historiador de la iglesia, J. Edwin Orr, llamó al Avivamiento Laico de Oración “el movimiento más sólido y más beneficioso que se haya conocido en la iglesia cristiana”.3 Se informaba de las grandes multitudes en la presa secular diaria bajo el título: “Noticias del Avivamiento”. Los periódicos de los Estados Unidos ayudaron a difundir la buena nueva.

Jeremiah Lanphier, un misionero de la ciudad en la antigua iglesia holandesa en la Calle Fulton en el bajo Manhattan, no sabía cómo llevar a cabo su ministerio. Convocó a una reunión de oración el viernes para celebrar el 23 de septiembre de 1857, en un salón trasero de la segunda planta de la iglesia. Nadie había llegado al medio día, así que Jeremiah oró a solas apesadumbrado. El fracaso produce eso en todos nosotros. Hacia las 12:20 de la tarde escuchó los pasos suaves de alguien que subía por la escalera trasera. Otra persona llegó a las 12:35. Las personas le decían a Lanphier que tenían que almorzar antes de ir a la reunión de oración. El desafío de Jesús a sus discípulos era aplicable a los creyentes de Nueva York: “¿Así que no han podido mantenerse despiertos conmigo ni una hora?” (Mateo 26:40). Lanphier le pidió a la gente que renunciara a su almuerzo del mediodía los viernes y que fueran a orar para que Dios enviara un avivamiento. El salón estaba lleno el viernes siguiente. Tantas personas comenzaron a ir a las reuniones de oración que la iglesia tuvo que facilitar otro salón en la segunda planta y luego un tercero. Finalmente, terminaron en el auditorio principal. Cientos de hombres, era ante todo un mundo laboral masculino en esos días, renunciaron a su almuerzo al medio día para ir a orar. George Bennett, el director del periódico New York Herald , estaba mirando por la ventana de su oficina en un segundo piso en febrero de 1858, cuando el reloj de la iglesia comenzó a sonar a las doce. De inmediato, los hombres salían corriendo de las tiendas y los lugares de negocios. Algunos volaban por un camino, mientras que otros se apresuraban en la dirección opuesta. Era como si todos estuvieran en la línea de salida de una carrera cuando alguien gritaba: “¡Fuera!”. Casi tan rápido como los hombres se apresuraban a la calle, desaparecían, y la calle se quedaba en silencio e inactiva. Bennett estaba confundido de ver que tanta gente iba a la iglesia en pleno día de semana, así que envió a un reportero a investigar. El periodista escribió obedientemente un artículo que apareció en la primera plana del periódico, informando que cerca de mil personas había participado en la reunión de oración. Al día siguiente, la cifra se elevó a 2 mil y luego a 4

mil. En poco tiempo, había 25 mil hombres orando en todo tipo de iglesias por toda la ciudad. Debido a las limitaciones de tiempo, los hombres tenían que correr a la iglesia, al teatro o al auditorio más cercano. Fue un avivamiento no sectario. El New York Herald fue enviado a otras ciudades principales de Estados Unidos. También se llevaron a cabo reuniones de oración en los lugares donde la gente leía las historias. Se recibieron informes de hombres que se reunían al medio día para orar en Albany, Nueva York; Cleveland, Ohio; Baltimore, Maryland; y Savannah, Georgia. El avivamiento se extendió a través de las grandes llanuras hacia Seattle, Washington y San Francisco, California. Según la prensa, hacia mayo de 1859, 50 mil personas fueron salvas como resultado de las reuniones de oración al medio día. El uso de tiendas de campaña comenzó cuando los trabajadores de las fábricas fuera de la ciudad no podían dejar sus fábricas y llegar a sus lugares de adoración para orar por una hora durante la jornada laboral. Los dueños construyeron tiendas de campaña anexas a sus fábricas, donde los trabajadores podían ir a orar durante una hora. Los pastores no controlaron ese avivamiento, ni tampoco lo motivaron con sermones. Más bien, los laicos oraban. A veces, todos los hombres oraban juntos en voz alta. Sí, Dios en el cielo escucha a cada intercesor individual a través del ruido que generan muchos al orar en voz alta a la vez. No es una cacofonía incomprensible para Dios; más bien, Él disfruta la música de sus oraciones como alguien disfruta de un concierto, donde muchos instrumentos se tocan en armonía. Por lo tanto, ese tipo de oración colectiva se llama un concierto de oración. Todas las personas oraban en silencio en algunas iglesias. En otras, los hombres oraban uno tras otro. mientras se paraban en los bancos, lo que condujo a una intercesión apasionada a Dios. ¿Cómo llegaron a ser salvas las personas en este avivamiento? Cuando un hombre comenzaba a orar por la salvación, otros lo escuchaban y también hacían la oración del pecador. Por lo general, un grupo de intercesores se reunía alrededor del hombre arrepentido, orando por él, animándolo y regocijándose con él.

Al igual que otros grandes avivamientos que se ven interrumpidos por la guerra, el Avivamiento Laico de Oración se vio sofocado por la declaración de guerra entre los estados el 12 de abril de 1861. Si bien todo el mundo odia ver que se terminara un gran movimiento de oración, podemos regocijarnos de que por lo menos 50 mil jóvenes se convirtieron a Cristo durante el Avivamiento Laico de Oración antes de enfrentar los cañones enemigos en la Guerra Civil. Y todo comenzó cuando un joven pastor desafió a su feligresía a unirse a él los viernes durante una hora para orar y ayunar. EL AVIVAMIENTO EN LA UNIVERSIDAD LIBERTY A veces el ayuno conduce a un avivamiento; otras veces, se derrama el avivamiento sobre los hijos de Dios, y ellos simplemente no tienen tiempo para comer. Eso fue lo que ocurrió en un avivamiento en Lynchburg, Virginia.4 Había 600 estudiantes en octubre de 1973 en la Universidad Liberty que en ese entonces tenía tres años. El establecimiento contaba con pocas instalaciones propias, usaba los edificios de la Iglesia Thomas Road Baptist, alquilaba un hotel del centro de la ciudad y alojaba a los estudiantes en los dormitorios del campamento de la iglesia en Treasure Island. Las clases se enseñaban en un edificio de una escuela pública abandonada. Los estudiantes no tenían un lugar para tener compañerismo ni podían disfrutar de un salón comunal de fácil acceso, al estar esparcidos por la ciudad. En su lugar, pasaban el rato en el auditorio de la Iglesia Thomas Road Baptist. Unos 35 estudiantes se quedaron en el auditorio, conversando y estudiando juntos, tras una reunión de oración que se programaba regularmente el miércoles por la noche. Un joven se acercó al púlpito. Comenzó a decir con lágrimas: “Todos ustedes me conocen. Piensan que soy cristiano. . .”. Luego comenzó a confesar sus pecados de hacer trampa y otros problemas en su vida. “Hice una profesión de fe en mi iglesia natal y fui bautizado de niño, pero no soy salvo. . .”. El micrófono estaba desconectado y las luces de la plataforma estaban apagadas, así que pocas personas lo notaron al principio. Pero luego el joven se arrodilló y comenzó a llorar incontrolablemente. Rápidamente, varios compañeros de estudio se reunieron a su alrededor para orar con él y

por él. Dos o tres grupos pequeños en el salón dejaron de hablar y comenzaron también a orar. Cuando el joven terminó la oración de arrepentimiento por la salvación, hubo júbilo en las escaleras de la plataforma. A continuación, un segundo joven se subió al púlpito y repitió casi la misma historia. Confesó sus pecados, contó cómo había sido bautizado cuando era niño, y luego pidió oración, diciéndole al grupo: “No soy salvo . . .”. Varios estudiantes se reunieron en torno a él para orar, y él también se convirtió. Luego una joven hizo casi la misma confesión y la misma petición. Después de un rato, cuando se calmó el ánimo, una sensación de reverencia llenó el auditorio; la gente sabía que Dios estaba presente. Él estaba obrando en la vida de los jóvenes. Alguien fue al piano, desbloqueó el teclado y comenzó a tocar. La música continuó sin interrupción desde aproximadamente las 10:00 aquel miércoles por la noche hasta las 9:00 de la mañana del sábado. Siempre había tres o cuatro pianistas esperando en la primera fila para ir sigilosamente al banco del piano y mantener la música sonando. Alguien también tocó el órgano durante el período de las 59 horas. Los jóvenes comenzaron espontáneamente a hacer fila al lado izquierdo del púlpito para pedir oración por la salvación, o para dar un testimonio de lo que Dios había hecho en sus vidas. Hacia la media noche del miércoles, el pastor Jerry Falwell y los diáconos recibieron llamadas telefónicas: “Vengan rápido a la iglesia; estalló un avivamiento”. Llegaron allí lo más rápido posible, porque el Señor estaba en casa. Hacia la 6:00 de la mañana siguiente, más de 2 mil personas habían inundado el auditorio. Nadie fue a trabajar ese día. Las madres se unieron para cuidar los niños, y las empresas cerraron. Los colegios cancelaron las clases. La presencia del Señor se estaba experimentando en Lynchburg, Virginia. La primera comida que se sirvió en la Universidad después de que comenzara el avivamiento debió haber sido el desayuno de la mañana del jueves. No sé, y nadie más recuerda si alguien fue a la cocina para prepararlo. ¿Alguien fue al comedor para desayunar? Esa misma pregunta se puede hacer del almuerzo, la cena y todas las demás comidas hasta que

se acabó el avivamiento. Nadie recuerda lo que ocurrió en la cocina o el comedor; todos recuerdan que Dios estaba obrando en Thomas Road. Nadie quería irse, porque se perderían lo que Dios estaba haciendo. Los estudiantes durmieron bajo los bancos o en el suelo junto a las paredes del hall, cuando no podían permanecer despiertos. Algún estudiante pidió una pizza a domicilio. Cuando esta llegó, todo el mundo parecía avergonzado al darse cuenta que estaba allí, o de atribuirse el mérito por haberla pedido. La pizza permaneció encima de una papelera, y poco después fue arrojada a la basura, sin probar. Las personas se dieron un banquete con el Pan de Vida, y Dios estaba dejando satisfechos los estómagos espirituales vacíos. Los momentos de gran emoción le quitan el hambre a las personas. Imagínese que lo llaman para ir al hospital, porque su cónyuge o hijo está en la sala de emergencias. Usted saldría corriendo hacia allá tan rápido como fuera posible. Incluso si fuera el mediodía, no pararía en el camino por una hamburguesa. No es importante comer en un momento tan crítico. Perdemos nuestro apetito en tiempos de temor, emoción o anticipación. No queremos comer hasta que todo haya pasado. En aquellos primeros días, la Universidad Liberty experimentó un avivamiento milagroso donde muchos jóvenes se encontraron con Jesucristo y se entregaron tiempo completo al servicio cristiano. Si bien el ayuno no fue la causa del avivamiento, este sí fue una consecuencia. Tal vez muchos ayunaron durante este tiempo de avivamiento, porque habían sido formado parte antes de ello en un ayuno donde participó toda la iglesia. Para otros, fue la primera experiencia con el ayuno y la oración durante un avivamiento. LOS BAUTISTAS AYUNAN POR UN AVIVAMIENTO El avivamiento llegó a la Convención Anual de los Bautistas del Sur en 1995. El pastor Ronnie W. Floyd de la Primera Iglesia Bautista de Springdale, Arkansas, había sido elegido para predicar un mensaje sobre el ayuno. Él pasó ese año buscando la dirección del Señor, al saber de antemano que iba a presentar este importante mensaje a toda la denominación.

Ayunó con frecuencia, durante ese año de preparación. Incluso se sometió a un ayuno de 40 días, pidiéndole a Dios que enviara un avivamiento a los Estados Unidos, y que usara la Convención Bautista del Sur como un vehículo—. “Le pedí continuamente a Dios que derramara su poder en este sermón—dijo Floyd—. Prediqué un mensaje de Joel 2 haciendo un llamado al arrepentimiento, al ayuno y a la oración por la bendición de Dios sobre Estados Unidos y nuestras iglesias. Le pedí a todos los pastores que ayunaran y oraran por el poder espiritual a fin de influir en sus iglesias y a través de sus iglesias influir a nuestra nación. Describí mi viaje de ayuno, en ese sermón”.5 La presencia de Dios cayó sobre el público, durante el mensaje esa mañana. El avivamiento se define como “El derramamiento que hace Dios de su Espíritu sobre sus hijos”. Hubo una intervención sobrenatural de Dios, cuando Floyd hizo la invitación. El pastor bautista del sur de muchos años, Adrian Rogers, se acercó después a Floyd, lo abrazó y le dijo que este era el avivamiento por el cual muchos habían estado orando. Más de 5 mil personas respondieron al mensaje de Floyd. Los pasillos estaban atestados, y las personas no podían llegar al altar, así que se arrodillaron y lloraron justo donde estaban. Floyd guió después a su iglesia de 10 mil miembros a un ayuno prolongado y escribió el libro: El poder de la oración y el ayuno .6 Floyd le dijo al The New York Times : “Estos son momentos espirituales desesperados en la vida de nuestra nación”. Creía firmemente que los cristianos debemos liderar el camino de humillarnos ante Dios. Explicó que la señal más dramática del arrepentimiento es abstenerse de alimentos. Floyd añadió: “Negamos la cosa más natural que desea nuestro cuerpo, lo cual es la comida, para persuadir a Dios de hacer algo sobrenatural en nuestra vida”.7

Capitulo 7 Arrodillarse con los soldados

y orar por la salvación

No mucho después de que comencé a seguir a Cristo, fui a Columbia Bible College en Carolina del Sur como un nuevo discípulo ferviente, tratando de hacer todo lo posible para servir al Señor. Me presenté para ayudar, tan pronto se organizaron las reuniones evangelísticas en las calles los sábados por la noche. Por lo general, ocho o nueve estudiantes nos reuníamos en un salón de la universidad para orar, y luego nos encaminábamos a la esquina de la calle Main y la calle Gervais, justo enfrente de la cámara de representantes de Carolina del Sur. Los músicos ponían un armonio y organizaban la literatura para distribuir. El resto de nosotros nos desplegábamos a las calles cercanas.

El campamento militar Jackson quedaba cerca. Los jóvenes eran sometidos allí a 13 semanas de entrenamiento básico antes de dirigirse a otras bases. Los sábados por la noche, el centro de la ciudad de Columbia era un hervidero de actividad. Los soldados recorrían las calles, buscando algo para hacer. Algunos iban al cine, a bailes y a bares. Fuimos en busca de ellos. Cada vez que encontrábamos a un grupo de soldados, entablábamos una conversación y los invitábamos a ir con nosotros a nuestra reunión en la calle. Por lo general, llegaban alrededor de 20 ó 30 de ellos. Cantábamos cinco o seis himnos en la reunión. Uno de nosotros daba un testimonio. Otra persona predicaba un mensaje breve. Siempre se hacía una invitación del evangelio para la salvación, y cuando los soldados respondían, yo personalmente disfrutaba la oportunidad de guiarlos a orar para recibir a Cristo. Mi actividad de ganar almas no se trataba de un servicio cristiano, una tarea, un proyecto de clase, ni cualquier otra cosa oficial. Lo hice porque como siervo concienzudo de Jesucristo quería ver a otros que llegaran a conocerle. Diferentes estudiantes predicaban cada fin de semana, cuando íbamos a las calles. Por lo general, los estudiantes más maduros y la clase de último año lo hacían primero. Comenzaban otra vez el ciclo, cuando todo el mundo había tenido su turno. Pero me dejaron por fuera. Pregunté: “Oye chicos, ¿cuándo puedo predicar?”. Prometieron: “La próxima vez”. Sabían que yo era un estudiante de primer año y ellos tenían claro que yo no tenía experiencia. Su manera de no avergonzar a nadie, era no ponerme en la lista de inmediato. Llegó finalmente mi turno en febrero de 1951. Iba a ser la primera vez que iba a predicar en algún lugar. Gladdie Kreimann estaba programado para ser el líder de alabanza aquella noche, y era su primera vez que iba a dirigir la música. Gladdie y yo estábamos emocionados, pero también sabíamos que necesitábamos la ayuda de Dios. Decidimos reunirnos para orar a la hora del almuerzo, cada día durante cinco días, antes de la reunión de la calle, renunciando también a nuestra comida del medio día.

No consideraba la ausencia de alimentos como un ayuno. El verdadero ayuno implica una promesa específica y un compromiso de orar, confiando plenamente en Dios por conseguir algo importante. Simplemente queríamos ver que llegaran muchos soldados a Cristo en la reunión en la calle, y el almuerzo era nuestro mejor momento para orar. Así que renunciamos a comer durante algunos días. El día sábado finalmente llegó en el calendario. Gladdie y yo estábamos ansiosos, pero también nerviosos. Durante todo el día, mis pensamientos corrieron a esa noche, cuando finalmente estaría parado ante una multitud de soldados y predicaría mi primer sermón. El clima no cooperaba. Cuando llegó la noche, un fuerte viento sopló por la calle Main y había un toque de humedad en el aire. Sólo tres estudiantes se aparecieron para la reunión en la calle: Gladdie, el organista y yo. Sin embargo, nada podía disuadirnos, así que nos fuimos a la esquina de la calle Main con Gervais. Sólo pudimos reunir a un grupo de cinco o seis soldados esa noche. Tenían las manos metidas en los bolsillos y los hombros encorvados para protegerse del viento. Gladdie tenía previsto cantar cinco o seis himnos, pero apenas se podía oír el órgano. Además el viento rugía tan fuerte que no podíamos escucharnos cantar el uno al otro. Gladdie me cedió la palabra, tras sólo un par de canciones. Era hora de predicar. Comencé con un pasaje de la Biblia de la versión tradicional del King James [N.del.T. traducido al castellano como Rey Santiago] Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan (Mateo 7:13-14 RVR1960 ). Después de leer este pasaje en voz alta, me lancé a mi sermón con la misma pasión de Billy Sunday. ¡Los soldados iban a conocer a Jesús esa noche! Terminé a los tres minutos. Dije todo lo que había preparado. Me tomó 10 minutos, cuando me paré delante de un espejo largo en mi dormitorio y practiqué el sermón dos o tres veces. Pero con un público en

vivo, me quedé rápidamente sin cosas que decir. Me entró el pánico. ¡Un sermón de tres minutos no es suficiente! ¿Qué hice? Prediqué de nuevo todo el sermón. . . . y luego miré mi reloj. Sólo habían pasado seis minutos desde que comenzó el sermón la primera vez. Lancé la invitación, con la determinación de un hombre con una misión de Dios, o un llamado al altar, como algunos la llaman. Los soldados participaron mientras cantamos: Tal como soy de pecador, Sin más confianza que tu amor, Ya que me llamas, acudí; Cordero de Dios, heme aquí. Fue vergonzoso. Los soldados no estaban a más de un metro y medio de distancia, y yo les estaba pidiendo que se acercaran para ser salvos. La música era patética, la predicación fue superficial en el mejor de los casos, y todo fue demasiado breve. Les mostré misericordia a todos, tras repasar un par de versículos. Levanté mi mano para hacer una bendición y pronuncié: “¡Amén!”. Me volví para reunir la literatura que habíamos traído y escapar rápidamente a nuestro dormitorio, pero me interrumpieron. “¿PUEDO DECIR UNAS PALABRAS?”, resonó una voz más fuerte que el viento. Alcé la mirada para ver a un hombre de casi dos metros de altura, con hombros anchos y cabello oscuro y grasoso peinado hacia atrás. Tenía el aspecto de un indígena de Estados Unidos. “¿PUEDO DECIR UNAS PALABRAS?”, repitió mientras dio un paso adelante de la pequeña reunión. Procedió a predicar sobre el cielo, citando primero a Isaías 2. Cada vez que me acuerdo, su exégesis del pasaje sobre el cielo fue realmente acerca de los últimos días. Pero no me importó que hubiera mezclado las metáforas; lo que importó fue que les llegó al corazón a los jóvenes y habló acerca de dónde iban a pasar la eternidad. Luego citó a Isaías 11 y ahora estaba predicando empinado. Se acercó a los hombres, parado a menos de un par de metros de sus rostros. Luego dio un paso atrás, acercando al grupo hacia un edificio, un escudo perfecto contra el viento.

Se comenzó a formar una multitud más grande. Parecía como si todos los que caminaran por la acera se sentían obligados a detenerse y escuchar. La gente en los automóviles cercanos estacionaron en doble fila y bajaron las ventanas para poder oír. A los 10 minutos, la multitud había crecido a 30 personas, lo máximo que había visto en una reunión en la calle. El enérgico evangelista continuó con su rutina; se aproximaba a la gente y luego retrocedía, acercándolos para estrechar la multitud y otros se pudieran sumar. La multitud había crecido a 50, en su sermón de veinticinco minutos. Nadie en cualquier lugar cercano a la calle Main con Gervais podía ignorar su vozarrón. Todo el mundo quería saber lo que él estaba diciendo. Una vez que se enteraron que su mensaje era acerca de Dios y del cielo, se quedaron para escuchar más. Finalmente, hizo una invitación. “ARRODÍLLENSE”, ordenó, alzando primero su dedo hacia el cielo, luego dejándolo caer en un arco y señalando la acera. “ARRODÍLLENSE”, repitió su orden. Los soldados, que estaban acostumbrados a obedecer órdenes, siguieron rápidamente la invitación. Varios dieron un par de pasos hacia adelante y cayeron de rodillas; muchos de ellos lloraban. Me arrodillé junto a un soldado joven, abrí mi Biblia en el libro de Romanos, y le mostré los pasos básicos hacia la vida eterna con Jesús, los pasajes del Camino de Romanos para la Salvación.1 Entonces lo guié a la oración del pecador para recibir a Cristo. Me acerqué de rodillas hacia el siguiente soldado y repetí el proceso. La orden de arrodillarnos siguió haciendo eco en el fondo. Cada vez que el espigado evangelista decía: “¡Arrodíllense!”, más personas se acercaban para recibir a Cristo. El viento de repente se calmó y hubo silencio, después de haber orado con tres o cuatro soldados. Miré a mi alrededor, desde mi posición de rodillas, para ubicar al evangelista. Se había ido. Las personas conversaban en susurros mientras comenzaban a dispersarse. Algunos soldados permanecieron de rodillas y nosotros los estudiantes universitarios pasamos de un soldado a otro, dirigiéndolos a cada uno a la oración del pecador.

Reflexiones finales ¿Este giro inusual de los acontecimientos fue un milagro? Pensemos en el tiempo. Le pedí a Dios en oración que hiciera algo grande, cuando por fin llegó mi turno para predicar. Gladdie y yo le pedimos a Dios que obrara de manera sobrenatural. Desde luego, toda alma que se gana para Cristo es un milagro. Ahora, 60 años después, no estoy seguro si fueron 10 ó 20 soldados que oraron para recibir a Cristo esa noche. Fue un milagro, incluso si sólo uno se hubiera salvado para toda la eternidad. ¿Podemos ver la mano sobrenatural de Dios en la manera como se desarrolló la reunión en la calle? El Señor controló el estado del tiempo que contribuyó a mi fracaso. Tal vez Él vio mi orgullo y decidió que no usaría aquella noche una vasija contaminada. Quizás el problema era mi falta de habilidad para predicar como un novato joven e inmaduro. Pero también hubo una oración sincera, tan sincera que renunciamos a nuestras comidas para pedir la bendición de Dios. No lo llamamos un ayuno, ¿pero eso importó realmente? Tal vez Dios no puede ignorar ese tipo de dedicación. Quizás Dios en el cielo bajó la mirada como diciendo: “Voy a responder esa oración, pero voy a usar a otra persona para lograr las conversiones por las que él ora”. Así que Dios guió sobrenaturalmente a un evangelista maduro a la esquina de la calle en el momento oportuno, con el mensaje correcto, para obtener la respuesta correcta. Eso, para mí, hace de esa noche un milagro.

Capítulo 8 Testificarle al Sr. Smith,

un ateo agonizante

En 1952, yo era un predicador de 19 años de edad, los fines de semana, en la Iglesia Presbiteriana Westminster en Savannah, Georgia. La torre y el campanario de la estructura con estilo colonial reflejaban el pasado glorioso del edificio, pero el barrio que lo rodeaba había pasado con los años de ser uno de clase alta a ser uno de clase trabajadora, y la iglesia terminó cerrándose. Me permitieron reabrirla para el ministerio, siendo yo un joven estudiante ministerial inexperto. Había tres familias Smith en la iglesia, así que aprenderme el apellido de todos no fue muy difícil. Un señor Smith no iba a la iglesia nunca. Me dijeron que era un escéptico o un ateo. Su esposa tenía cabello canoso, siempre llevaba un delantal

blanco alrededor de su voluminosa cintura y mantenía una de las casas más limpias del barrio. Decenas de plantas en macetas adornaban su porche delantero y muchas más llenaban cada lugar desocupado de su sala. La casa olía a una floristería; caminar por allí era como caminar por un vivero. La señora Smith nunca me invitó a comer; yo sólo hacía visitas pastorales, que siempre tuvieron lugar en la sala. El señor Smith nunca había estado en la casa cuando yo estaba de visita, así que nunca había hablado con él. La señora Smith era la más callada de todas las mujeres de la iglesia. Así fue lo único que alguna vez humildemente pidió: “Por favor, ore por mi marido. No cree en Dios”. Pues , me dije a mí mismo. ¿Cómo puedo presentarle el evangelio a un ateo? El señor Smith trabajaba de noche y dormía de día. De vez en cuando lo veía por la ciudad. Siempre llevaba una camisa blanca con las mangas enrolladas por encima del codo y un sombrero de paja. No era ni gordo ni flaco, pero tenía una cintura sobresaliente al estilo de Churchill. Por lo general, yo llevaba a los jóvenes de la iglesia a las reuniones que celebraban Jóvenes para Cristo los sábados por la noche. Era una buena manera de animarlos a crecer espiritualmente. Después de que había terminado una de esas reuniones, nos quedamos y hablamos un poco más de lo habitual. Silla Hair era una integrante de nuestra iglesia. Su rostro me dijo de inmediato que algo estaba mal, cuando la vi entrando por la puerta trasera. Me dijo: “El señor Smith está en la sala de urgencias del hospital. Tuvo un infarto. No se espera que viva. La señora Smith y la familia están allí ahora”. Le dije a la señora Hair que llegaría allí lo más pronto posible. “Lo puede guiar a Cristo”, expresó la señora Hair con mucha fe—mucho más grande que la mía—. Me sentí obligado a ir al hospital. ¿Fui movido por la culpa al no haberle testificado al señor Smith? ¿Me dejé llevar por la compasión ya que él vivía en el barrio? O ¿sentí una obligación como pastor? No sabía la razón. Simplemente sabía que tenía que hacer algo. Me fui en mi bicicleta de carreras al hospital. Como era de costumbre, la escondí en la parte trasera

del edificio del hospital y la aseguré al medidor de gas. Una vez que mi bicicleta estuvo segura, caminé a la parte delantera del hospital, sosteniendo mi Biblia en la mano. Fingí confianza, queriendo parecer de aspecto solemne como cualquier otro pastor que visitaba el hospital St. Joseph, pero mi corazón latía como un redoblante en una banda marcial. No tenía ni idea de lo que debía hacer. El hospital era un edificio de ladrillo oscuro de varios pisos, ubicado en el centro de Savannah. Era grande, antiguo y amenazante. Los pisos viejos de madera estaban cubiertos de linóleo verde oscuro y mientras caminaba por el pasillo, el ruido de mis zapatos de cuero resonaban en las paredes: “Tap . . . tap . . . tap . . .”. Sin duda estaba entrando en un hospital. UN PREDICADOR JOVEN E INTIMIDADO Y LA FAMILIA DE UN HOMBRE AGONIZANTE La familia Smith escuchó que yo me acercaba, pues yo era aquella noche el único visitante en el Centro de Asistencia Cardíaca del hospital. Vi a la señora Smith rodeada de aproximadamente una docena de personas, ninguna de las cuales yo conocía, cuando llegué a la sala de espera para la familia. Eran sus hijos adultos y sus cónyuges. Con 19 años de edad, yo era el más joven en la sala y quizás el más inmaduro. Yo tenía puesta una camisa blanca, una corbata y una chaqueta de traje, y llevaba una Biblia grande. Entré audazmente a la sala de espera iluminada con una luz tenue, caminé alrededor y apreté la mano de cada hombre, presentándome como el pastor de la señora Smith. Era casi la medianoche y ellos habían estado allí desde la hora de cenar. Estaban cansados e irritables, y muchos de ellos no querían mimar a un joven predicador. No hay duda que pensaban que yo tenía poco que ofrecerles. Me acerqué finalmente a saludar a la señora Smith, sin saber qué decir. Ella dijo seriamente: “No va a pasar de esta noche. El doctor no le da muchas posibilidades de vida”. La noticia de la muerte inminente del señor Smith agravaba mi problema. Yo no tenía la menor idea de cómo preparar a una persona para morir, ni tampoco tenía idea de cómo preparar a una esposa e hijos para la muerte de un esposo y padre. De hecho, no sabía cómo prepararme yo mismo.

Por alguna razón, sentí que sería mi culpa si moría el señor Smith, o al menos, sería mi culpa si yo no decía todas las palabras correctas antes de su fallecimiento. Me doy cuenta hoy en día que un pastor tiene que distanciarse de los problemas de su gente, para poder ministrar gracia con sus fuerzas. El pastor tiende a volverse neurótico, si se identifica emocionalmente, y de una manera muy estrecha, con las personas. En realidad esto puede convertirse en una relación de codependencia en la que renunciaran a cualquier ayuda que él pudiera proporcionar. Yo no entendía los matices y los riesgos, siendo un pastor joven. Simplemente me entregué en alma para la familia en esa sala de espera, entré como uno de ellos y traté de ayudar. Pero, ¿quién me iba a ayudar? No sólo el señor Smith estaba al borde de la muerte, sino también vi otro problema de fondo. Al mirar alrededor de la sala de espera y al ver la mirada ansiosa en cada rostro sin afeitar, una pregunta se pasó por mi mente que me dejó congelado. ¿Cuántos de los hijos y los consuegros eran también ateos? La señora Smith era una mujer encantadora, pero no era la fuerza dominante en su casa. Yo no sabía acerca de la fuerza del ateísmo de su marido, ni cuánto este se había filtrado a cada persona en la sala. La oración en la sala de espera “¿Les gustaría que los guíe en un momento de oración?”. Era en lo único que podía pensar en decir. Mi voz estaba temblorosa, y así era mi plan. Todos en la sala de espera lo sabían. Hubo unos cuantos segundos de tensión, cuando uno de los hermanos de mediana edad intercambió una mirada con otro. Finalmente, un hijo dijo: “A mamá le gustaría eso”. “Antes de orar, me gustaría leer las Escrituras” añadí, diciendo rápidamente una oración silenciosa para que ninguna enfermera me interrumpiera y para que todos entendieran el alcance completo de lo que iban a escuchar. Leí lentamente el pasaje cuando Jesús le decía a Nicodemo: “es necesario que ustedes nazcan de nuevo” (véase Juan 3:1-8). Expliqué cuidadosamente lo que significaba nacer de nuevo. Toda esta familia vivía en la cultura cristianizada del Sur. Podían cantar himnos y recitar la jerga religiosa. Entendían el mensaje de la Navidad de que Jesús

nació de una virgen y todos habían escuchado el mensaje de la Pascua de que Él había muerto por los pecados del mundo. Sin embargo, yo tenía una pregunta más profunda para cada uno de ellos: “¿Ha nacido usted de nuevo?”. Proclamé audazmente aquella noche en la sala del hospital la necesidad de un nuevo nacimiento, aunque yo era joven y estaba intimidado por la posibilidad de que todos en la sala, salvo por la señora Smith, fueran ateos. Expliqué que no era suficiente ser miembros de una iglesia ni la asistencia fiel a los servicios religiosos. Hice énfasis en que no era ni siquiera suficiente creer simplemente en Jesús. Dejé clara la afirmación: “es necesario que ustedes nazcan de nuevo”. Tal vez lo exageré un poco, pero ¿qué se suponía que debía hacer un joven predicador en una sala llena de ateos? Luego oré. ¿Cómo oramos, cuando no nos percibimos a nosotros mismos como intercesores espirituales que puedan sacudir las ventanas de los cielos? Sólo sabía una manera, y esta era simplemente abrir mi corazón a Dios. Mis palabras fueron poco sofisticadas, indignas y mal planteadas. Sin embargo, oré desde el lugar más profundo de mi corazón, porque me sentía responsable por la sanidad y recuperación del señor Smith. “Dios, sana al señor Smith y vuélvelo a levantar”, oré con valentía delante de todos. No era una oración para mostrar mi teología, sino un deseo sincero de que viviera el señor Smith. Expresé el resto de mi oración con el lenguaje típico ministerial: “Hágase tu voluntad . . .” “Eres verdaderamente el Gran Médico . . .” y “En tus manos lo encomendamos”. La imagen del pastor Después de la oración, salí de la sala de espera y me fui al sector de enfermería. Me presenté a la enfermera jefe y le dije que quería ver al señor Smith. “Soy su pastor”, dije con un tono ministerial y autoritario. La enfermera, que llevaba puesta su almidonada gorra blanca, bajó la cabeza y me miró por encima de sus gafas con ojos entrecerrados. Simplemente dijo: “Ah-h-h-h-h-h . . .” Su tono me dijo que no tenía muy buena opinión de mi imagen ministerial.

“No se espera que él viva y está inconsciente”. Escupió las palabras con sílabas nítidas. “Él ni siquiera lo va a reconocer si le dejamos pasar”. Ni siquiera estaban dejando pasar a su esposa para verle. Así de cerca estaba él del final. Me quedé durante algunos minutos en la sala de espera con la familia. Nadie hablaba mucho, y la mayoría de los hombres fumaban; esto era mucho antes de que se establecieran las leyes agresivas anti-tabaco. Me sentí incómodo, sin saber qué decir. Por naturaleza, yo no era bueno para charlar con hombres que tenían poco en común conmigo. Así que me quedé allí sentado, preguntándome por qué yo estaba allí. Pensé: tengo que irme a casa y dormir un poco para poder estar descansado para mi sermón de mañana. La familia Smith se preguntaba por qué yo no estaba de camino a casa y yo me preguntaba lo mismo. Pero no me rendí. LAS ORACIONES POR UN HOMBRE AGONIZANTE La enfermera jefe que me había mirado por encima de sus gafas diciendo “Ah-h-h-h-h-h ...” nos informó aproximadamente a la 1:00 AM que se iba a casa. Nos presentó a su reemplazo, una enfermera mucho más joven que sabía cómo sonreír. Le expliqué a ella que yo era un pastor y que quería ver al señor Smith. Le dije que él era un ateo y que no quería que él se fuera a la eternidad sin conocer a Dios. La enfermera joven y sonriente me dijo: “Yo voy a una iglesia bautista”. Indicó tener una comprensión de mi dilema espiritual. “Veré qué puedo hacer”. Regresé desapercibido a la sala de espera. Si bien las horas previas habían estado llenas de ansiedad y frustración, ahora, yo estaba esperanzado por primera vez en esa noche. Pensé: Esta joven enfermera bautista entiende por qué estoy aquí, y ella me va a permitir ver al señor Smith. Mi fe fue recompensada cuando la enfermera sonriente asomó la cabeza en la sala de espera y me dijo: “Ahora puede ver usted al señor Smith”. Entonces, para sorpresa de algunos miembros de la familia, incluyendo obviamente a algunos de los consuegros que lanzaban miradas de

desaprobación, la enfermera añadió: “Aunque él no está consciente, usted puede orar por él”. Pensé: esa es una extraña expresión: “orar por alguien” . El señor Smith estaba tendido en la cama, cuando ingresé a la Unidad de Cuidados Intensivos. Junto a la cama del señor Smith Las víctimas de los infartos se mantenían en una cámara de oxígeno de plástico, que cubría toda la cama, en la década de 1950. Se bombeaba aire a la cámara y no se hacía directamente en las fosas nasales. La lámpara de mesa poco iluminada era la única luz en la habitación y las sombras oscuras en las esquinas añadían un efecto místico al entorno. El silbido lento del oxígeno que fluía hacia la cámara agravaba el ambiente premonitorio. Parecía innecesario un gran aviso rojo de “NO FUMAR”. Los sonidos nocturnos de un hospital cuentan una historia espeluznante y sólo aquellos que han estado allí en la oscuridad saben lo que significan. El sonido del goteo intravenoso, el pitido del monitor, el eco de los pasos en el pasillo y los susurros débiles que provenían del sector de enfermería confirmaban que escaseaba la esperanza de vida y que esta se podía estar escapando. La sonriente enfermera bautista había visto a los sacerdotes católicos que administraban la extremaunción en muchas ocasiones, así que supongo que ella quería que yo hiciera lo equivalente protestante. Ella se puso al pie de la cama e inclinó ligeramente su rostro, esperando que yo hiciera mi tarea ministerial. Yo no tenía ni idea cuál era la extremaunción protestante y jamás había observado los rituales católicos en el lecho de muerte. Sin saber cómo proceder, hice lo que había hecho en otras habitaciones del hospital, cuando había visitado a otros pacientes, aunque más alertas. “Señor Smith, ¿puede oírme?”. Sus ojos estaban cerrados, su cuerpo estaba en una quietud sepulcral. Entonces movió ligeramente un brazo y para asombro de la enfermera, asintió con la cabeza. Le expliqué que había orado por él para que fuera sanado, mientras yo esperaba afuera. “¿Entiende lo que hice?”.

Asintió con la cabeza otra vez. Luego, abriendo de nuevo mi Biblia en Juan 3:7, le dije lo que Jesús le había dicho a Nicodemo: “es necesario que ustedes nazcan de nuevo”. Así como había hecho docenas de veces en hospitales y hogares en West Savannah, le expliqué lo que significaba que una persona naciera de nuevo. Al final de cada parte de la explicación, le preguntaba: “¿Me entiende?”. Cada vez él asentía con la cabeza. “¿Quiere nacer de nuevo, señor Smith?”. El asintió con la cabeza. “¿Quiere orar las siguientes palabras en su corazón?”. Él asintió con la cabeza otra vez. “Querido Dios, creo en ti. Creo que Jesús es el Hijo de Dios. Creo que Él murió en la cruz para salvarme de mi pecado”. Yo esperaba que el señor Smith asintiera con la cabeza, después de que decía cada frase. Luego le pedí que dijera en su corazón la siguiente oración: “Querido Señor, perdóname por mi pecado. Perdóname por mi hábito de fumar y beber. Perdóname por maldecir. Perdóname por no ir a la iglesia” . Además, para asegurarme, le pregunté si había orado esas palabras en su corazón. Él asintió con la cabeza. “Te lo pido en el nombre del Señor, Jesucristo”. Él asintió con la cabeza una vez más. Le expliqué brevemente cómo el criminal que colgaba en una cruz junto a Jesús fue al cielo, aunque este creyó justo antes de su muerte. Jesús le prometió: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Le expliqué al señor Smith que él estaba muriendo, y que los médicos pensaban que tal vez no pasaría esa noche. Le dije que si él le había pedido honestamente a Cristo que entrara en su corazón, entonces iría inmediatamente al cielo después de la muerte.

Le leí un versículo más de las Escrituras: “ausentarnos del cuerpo [es] presentarnos ante el Señor” (2 Corintios 5:8). Una oración por sanidad Entonces pensé, debo orar por su sanidad física. Le pregunté humildemente: “¿Quiere que ore para que Dios le sane?”. Asintió con la cabeza una vez más. No puedo recordar las palabras específicas de esa oración. Recuerdo que extendí mi mano y la puse sobre la cámara de plástico. Le pedí a Dios que sanara al señor Smith del infarto, que lo levantara de la cama, que lo llevara a la casa y que lo trajera a la iglesia. Cuando regresé a la sala de espera, le informé a la familia que había orado por su padre y esposo y que él me había escuchado. Les dije que él había asentido con la cabeza, indicando que podía oír lo que oré. No les dije que el señor Smith había orado para recibir a Jesucristo, debido a la enemistad que sentí de algunos de los hijos. Tampoco le conté a la señora Smith. Decidí que podía decírselo privadamente en otro momento. Me preparaba mentalmente para el funeral del señor Smith, mientras iba en mi bicicleta a la casa esa noche. Trataba de decidir si les iba a contar a las personas junto a una tumba abierta que el señor Smith había orado para recibir a Jesucristo justo antes de su muerte. No estaba seguro que debía hacer públicamente el anuncio, porque las personas podrían pensar que estaba fanfarroneando. No tenía ninguna manera de verificar lo que el señor Smith había hecho. No estaba seguro de que los vecinos creerían en mi afirmación. A la mañana siguiente, mientras estaba preparando mi sermón, me llegó la noticia de que el señor Smith no había muerto durante la noche. Se me pidió que hiciera una oración especial por él en el servicio de adoración de la mañana. De hecho, oramos por el señor Smith, pero no le mencioné a nadie que él había orado para recibir a Cristo como Salvador. EL SEÑOR SMITH VA A CASA Regresé a la universidad Columbia Bible College el domingo por la noche, como era mi rutina semanal. El siguiente fin de semana, cuando estaba de vuelta en West Savannah para servir en el ministerio de fin de

semana, pregunté sobre el señor Smith. Quería saber acerca del inminente funeral y si yo había llegado a tiempo para oficiarlo. Alguien me informó: “Él está mucho mejor. Irá a casa en algún momento esta semana”. Mi ego jugó al tira y afloje la soga en mi interior. Quería anunciar a la iglesia que yo había orado por la sanidad del señor Smith, y como resultado de ello Dios le había sanado. No me atrevía a decirlo, porque estaría apropiándome de la gloria que le pertenece a Dios. Por otro lado, si la gente se enteraba de lo que había ocurrido aquella noche, esto iba a animar su fe. Luché con mis sentimientos durante una semana, indeciso sobre lo que debía decir a la feligresía. Visité al señor Smith en su casa, tres semanas después del infarto. Un cilindro de oxígeno estaba a su lado y le habían colocado una máscara de plástico sobre su nariz y boca. Tenía puesta una pijama de franela y estaba sentado en la sala, leyendo una revista, cuando yo llegué. La señora Smith salió de la cocina para sentarse con nosotros. Se limpiaba las manos en el siempre presente delantal blanco y almidonado cuando se sentó junto a él. Abrí mi Biblia y una vez más leí en voz alta Juan 3:7, donde Jesús le dijo Nicodemo: “es necesario que ustedes nazcan de nuevo”. Les describí a los dos Smith dónde y cómo el señor Smith había recibido a Cristo. Le pregunté delante de su esposa: “¿De verdad lo tomó en serio aquella noche?”. Le pregunté delante de su esposa. Él simplemente asintió con la cabeza, como lo había hecho antes. La señora Smith no era expresiva. No sonrió ni lloró ni respondió; ella simplemente asintió con la cabeza con su esposo. El señor Smith comenzó a asistir regularmente a la iglesia, en un par de meses. Se sentó siempre con su esposa en la última fila. Jamás volvió a fumar ni beber, y se bautizó cuando tuvimos el siguiente servicio de bautizos. El señor Smith nunca volvió al trabajo, debido a su condición física, pero estaba constantemente en la iglesia, ayudando con las tareas pequeñas. Se convirtió en uno de los ujieres más fiables y yo podía verlo frecuentemente caminando las dos cuadras desde su casa a la iglesia. Sabía que era él,

porque todavía llevaba puesto un sombrero de paja y tenía las mangas arremangadas por encima de los codos de su camisa blanca. REFLEXIONES FINALES Una decisión sincera da poder. Debido a mi experiencia con el señor Smith, siempre he creído que cualquier persona puede tomar una decisión instantánea en un momento de crisis en su existencia, y que la vida de esa persona puede cambiar de manera irrevocable. Cada vez que escucho a la gente decir que el cristianismo es sólo una filosofía o un refuerzo psicológico, recuerdo al señor Smith asintiendo con la cabeza, quien acababa de orar para recibir a Jesucristo, Él estaba en una cámara de oxígeno cuando se arrepintió y se apartó de sus pecados, pecados tales como fumar y beber, los cuales jamás habría tenido la oportunidad de volver a cometer, dada su condición. Me demostró posteriormente la eficacia de su experiencia de conversión; en parte porque tuvo la oportunidad de regresar a sus antiguos hábitos de pecado, pero no cedió a la tentación. No sé qué haría yo si estuviera hoy en un situación similar. Sí sé que Dios respondió positivamente a la solicitud descabellada y desesperada de arrepentimiento que hice a favor del señor Smith cuando pensé que iba a morir. Aunque es pecado dañar nuestro cuerpo, el templo del Espíritu Santo, si le pidiera a alguien hoy en día que se arrepintiera de fumar, yo podría ser tildado de legalista. Lo más importante es que sólo toma un instante para cambiar una vida. Yo estuve menos de 10 minutos en la habitación del señor Smith, a media noche. Sin embargo, a través de esa pequeña conversación, su vida cambió para siempre. Hay esperanza, donde hay vida. Nunca es demasiado tarde para hacer la oración del pecador. En esencia, las personas alrededor del señor Smith se habían rendido. Sin duda no le dieron ningún mérito a las oraciones de un joven predicador. Sin embargo, cuando el señor Smith era más débil en el cuerpo, él era más fuerte en el espíritu. ¿Fue su decisión la base para su recuperación física? No sabemos, pero jamás debemos desvincular nuestras oraciones de sus respuestas. Juan Calvino fue el fundador del calvinismo, que sostiene que Dios dispone todos los detalles incluso los de menor importancia, mediante su poder y designio que Él controla. Me maravillaba cuando las cosas

pequeñas se disponían para la gloria de Dios, cuando yo era un joven predicador. Yo frecuentemente decía con tono de burla: “Juan Calvino aparece de nuevo”. En la historia del señor Smith, una enfermera bautista me permitió entrar en una habitación del hospital a oscuras para orar la extremaunción sobre una persona que ella pensaba que no respondía. Sin embargo, el señor Smith se despertó lo suficiente para oírme orar, según el propósito soberano de Dios. A continuación, él respondió a Jesucristo en una conversación en el lecho de muerte, y con esa fuerza él revivió físicamente y vivió espiritualmente para Cristo. Alabado sea Dios, “Juan Calvino apareció de nuevo”. Este libro trata de los milagros del ayuno, así que ¿por qué incluyo esta historia? ¿Puede ser eficaz una oración para resucitar a una persona de una experiencia al borde de la muerte sin el ayuno? No ayuné porque no tuve ninguna oportunidad para hacerlo, y a esa temprana edad no había aprendido del poder de la disciplina del ayuno. Nuestra fe, no el acto específico del ayuno ni la oración sincera, son los que incitan a Dios a actuar. Pero el ayuno y la intercesión estimulan nuestra fe. La historia del señor Smith simplemente muestra que cuando se trata de los milagros de Dios, no existe una fórmula.

Capítulo 9 Edificar la fe

y seguir el llamado de Dios

Albert Henson vivía una vida cómoda. Consiguió un buen trabajo, con una empresa de ingeniería, después de graduarse de la Universidad de Tennessee con un título de ingeniería y de casarse con Susan, su novia de la secundaria. Albert y Susan tuvieron tres hijos maravillosos, iban regularmente a la iglesia y compraron una bonita casa en el centro de Tennessee. Albert subía la escalera corporativa y disfrutaba jugar golf en sus días libres. Luego llegó la noche que cambió su vida para siempre. Albert estaba sentado en la terraza de su casa, contemplando tranquilamente el paisaje nocturno de Nashville. Sin previo aviso, las luces parpadeantes en la distancia conmovieron su corazón. Su apreciación

informal fue sustituida de repente por una carga pesada que le abrumó, Nashville necesitaba ser alcanzada con el evangelio. Una compasión fogosa ardía dentro de Albert por su propia ciudad, que era similar a lo que Jesús alguna vez sintió por Jerusalén (véase Lucas 19:41-42). Algunos días después, Albert decidió dar un gran paso de fe. Vendió todo; se mudó con su familia a Lynchburg, Virginia; y se matriculó en el Seminario Teológico de Liberty Baptist. Albert confesó más tarde: “Dios comenzaba a enseñarme acerca de la fe diaria”. Susan empezó a buscar trabajo lo cual consiguió rápidamente cuando ya no había un sueldo fijo y Albert estudiaba para ser pastor. ¡Su nuevo jefe había leído la solicitud de otra persona y la contrató a ella! No fue un accidente, Dios estaba proveyendo. Como muchos de los que vinieron a Liberty, los Henson hicieron de la iglesia bautista Thomas Road su feligresía. Albert decidió poner a prueba a Dios, en uno de los primeros servicios al que asistieron. Pensó: Quiero ver un milagro, para que pueda saber que Dios va a proveer cuando comencemos una iglesia nueva . Albert sólo tenía $1.057 dólares a su nombre. Pagó $17 por una factura del agua, gastó $40 en víveres y puso $1.000 en la ofrenda. Eso lo dejó sin nada en la cuenta bancaria y con los bolsillos desocupados. Ni siquiera le contó a su esposa. Albert relata: “¡Estaba ansioso de ver lo que Dios iba a hacer!”. Los Henson se hicieron amigos de mamá y papá Morris, una pareja de ancianos que se habían mudado a Lynchburg para ayudar a Jerry Falwell a construir una escuela cristiana que capacitaría a estudiantes para alcanzar al mundo para Jesucristo. Papá Morris construyó un invernadero en el campus de Liberty, cultivó todo tipo de plantas y compró cientos de árboles para llenar los caminos del nuevo campus. Antes de que papá Morris llegara a Liberty, no había más que hectáreas planas de tierra. Hoy en día, 37 años después, la universidad goza de árboles maduros, plenamente desarrollados. Los Morris también querían ayudar a un estudiante de la escuela, así que invitaron a los Henson a mudarse a un apartamento en su casa. Durante los siguientes tres años, la creciente familia Henson vivió libre de alquiler y los Morris compraron muchos de sus víveres.

Albert y Susan ayunaban todos los miércoles y en una de esas tardes, fueron al oratorio Bill Sheehan para pasar una hora en oración por su futuro ministerio y la ciudad de Nashville. Los Henson regresaron a la capital de Tennessee, después de la graduación. Se mudaron a un complejo de apartamentos y utilizaron el salón comunal para fundar una iglesia. Albert y su socio, Ken Collins, tocaron 3.000 puertas el primer mes, invitando a sus vecinos a unirse a ellos. La Iglesia Bautista Lighthouse (ahora llamada Lighthouse Christian Fellowship) nació en 1979. Se presentaron 41 personas el primer domingo. Nila Miller se convirtió a Cristo ese día y llegó a ser una miembro fiel. Había 38 personas presentes el segundo domingo y 45 el tercero. Albert conducía por la autopista I-25, unos dos meses después, a pocos kilómetros del centro de Nashville, cuando divisó una casa vieja en una gran área de una propiedad deshabitada. Su corazón se estremeció. Albert contactó al propietario, pero este le informó que la propiedad no estaba para la venta. La habían dejado como herencia para los hijos del dueño. En cuanto Albert continuó orando por un edificio para su nueva iglesia, la propiedad cerca de la I-25, que en realidad quedaba en Antioch, la zona residencial a las afueras de la ciudad, le venía a la mente. Era un lugar perfecto. Miles de personas veían el edificio todos los días cuando pasaban por la autopista. La propiedad en sí sería un gran anuncio publicitario para el evangelio. Finalmente Albert y Susan fueron al lugar, se arrodillaron y reclamaron la propiedad en el espíritu de Mateo 18:19: “si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los cielos, se lo concederá”. Albert abordó al dueño una segunda vez. La respuesta fue mucho más enfática: “¡no!”. ¿Qué podían hacer los Henson? Dios había sacudido el corazón de Albert. Eso significaba que lo único que podían hacer era regresar a la propiedad, arrodillarse de nuevo y orar más. De hecho, volvieron una rutina arrodillarse y orar en la propiedad. Se quitaron una vez los zapatos y caminaron por el borde de la propiedad, reclamándola por fe. Dios había hablado, así que los Henson actuaron.

Henson también desafió a su feligresía novata. Juntos ayunaron y oraron para que Dios tocara el corazón del propietario. Albert fue a la casa del propietario y tocó el timbre de la puerta, el último día del ayuno, después del servicio dominical. Nadie respondía, pero él podía escuchar risas y gente hablando en el patio trasero. Albert pensó que había llegado muy lejos, así que por qué no seguir hacia la parte trasera. La familia tenía una comida al aire libre. El propietario bromeó, cuando vio a Al: “Este es el hombre que quiere comprar la propiedad”. Albert sólo sonreía. Después de comer con la familia y de charlar con dos o tres de los parientes, Albert compartió de nuevo con el propietario acerca de su carga por alcanzar toda la ciudad de Nashville. Hizo énfasis en que creía que Dios construiría una gran iglesia en esa propiedad. Albert preguntó, cuando se preparaba para irse: “¿Pueden orar si deben venderme la propiedad?”. Antes de que el hombre dijera algo, su esposa respondió: “Voy a encargarme de que él ore al respecto”. Albert estaba en el baño, afeitándose, cuando sonó el teléfono, el lunes por la mañana. Era raro que alguien llamara tan temprano por la mañana. El dueño de la propiedad le dijo a Al: “Tiene que venir a verme de inmediato. Dios me ha estado hablando toda la noche y Él no me deja dormir”. Cuando Albert llegó a la casa, el dueño dijo: “El Señor me habló como nunca lo había hecho en mi vida. Sé que Dios quiere que usted tenga esta propiedad”. Entonces el dueño explicó: “Quiero $100.000 dólares y no voy a negociar el precio”. Esto era como un tercio del valor del mercado del terreno. Continuó: “Quiero $29.000 dólares en efectivo de parte suya como cuota inicial y le prestaré los otros $71.000 dólares al 6 por ciento de interés”. El dueño entonces le dio a Albert 90 días para recaudar la cuota inicial. Poco a poco fue llegando algo de dinero para la propiedad, pero seis días antes de la fecha límite, la iglesia sólo había recaudado $5.000 dólares. Susan interrumpió, en cuanto Albert se preparaba para pronunciar la bendición sobre el oficio religioso ese día. Explicó que Dios quería que ellos tuvieran la propiedad y que todos debían hacer un sacrificio.

Dramáticamente, se quitó el anillo de compromiso de diamantes que Albert le había regalado, se acercó y lo dejó caer en el plato de la ofrenda. Un silencio se apoderó del auditorio. Entonces un hombre se ofreció a vender su segundo automóvil y dar el dinero a la iglesia. Dos o tres personas se pusieron de pie para donar bonos de ahorro o dinero, y dos personas más ofrecieron sus automóviles. Una vez terminado el servicio, un hombre compró el anillo de diamantes de la iglesia y se lo devolvió a Susan. Malcolm Barrett, que no era un miembro de la iglesia, había estado escuchando a Albert en la radio. Llegó y dijo: “Pongámonos de rodillas y oremos por el resto de la cuota inicial”. Cuando terminaron, dijo: “Le prestaré mañana el dinero que necesita la iglesia, sin interés, por un período indefinido de tiempo”. Este fue un gran milagro para la Iglesia Bautista Lighthouse. Dios había hecho una cosa maravillosa al proveer la propiedad, pero ¿haría Él un segundo y más grande milagro de proveer el dinero para el nuevo edificio? Muchas personas en la feligresía dieron con sacrificio, debido al ejemplo de Susan, y construyeron un templo para 225 asientos. Albert no oró porque fueran salvas cientos, ni miles de personas, cuando llegó a Nashville para fundar una iglesia. Más bien, oró por una familia a la semana. Cincuenta y tres familias se unieron a la iglesia, durante ese primer año. La iglesia oró por la misma meta. A veces, cuando una nueva familia visitaba la iglesia y decidía quedarse, alguien les decía: “Ustedes son la familia por la que hemos estado orando esta semana”. Albert no explica simplemente el texto de la Biblia, cuando enseña acerca de la fe. Albert y Susan han vivido con la necesidad y la expectativa de ver milagros, así que él extrae de su propia experiencia de obediencia a Dios. He aquí el entendimiento de Albert sobre la fe: La fe es permitirle a Dios que obre de una manera sobrenatural en una situación dada. La fe es encontrar primero la claridad sobre la voluntad de Dios, entonces se avanza en fe para que Dios pueda llevar a cabo su voluntad. Dios provee, para lo que Él dispone. Si la voluntad de Dios para la iglesia es de seguir adelante, entonces podemos confiar que Él va a vencer cualquier barrera o satisfacer cualquier necesidad. Jesús llegó a

ser real para mí, cuando le acepté por fe. El Espíritu Santo me llenó, cuando le acepté por fe. El Señor Jesucristo se manifestó a mí, cuando le obedecí por fe. La fe es la manifestación sobrenatural de Jesucristo en mi vida. No oro por la fe, ella es un don de Dios. Más bien oro que este don se manifieste más en mi vida. Henson dijo que orar por la propiedad, un edificio, una familia nueva que se una a la iglesia, o por la provisión para los refugiados laosianos que llegaron a su iglesia, como ejemplos, son simplemente pasos de fe. Este tipo de crecimiento personal se ve en las Escrituras: “que de principio a fin es por medio de la fe” (Romanos 1:17). Albert interpreta ese versículo en el sentido de que debemos tomar diariamente pasos de fe para crecer en Jesucristo. El ayuno y la oración son disciplinas espirituales. También lo es dar pasos de fe. Albert tiene un modus operandi a la hora de su práctica de la fe: En primer lugar le pido diariamente a Dios que se vierta a sí mismo y su fe en mi vida. En segundo lugar, cuanto más conozco acerca de Jesucristo y de la Biblia, más puedo confiar en Él. A partir de entonces se puede manifestar la fe, mediante la comunión con Jesucristo y extrayendo principios abundantes de la Biblia. El objetivo central de mi vida ha sido que yo le pueda conocer (véase Filipenses 3:10). Cuando conocemos al Señor, le amamos y aprendemos a confiar en Él. Aprendemos de la belleza y la perfección de su naturaleza y que Él es digno de confianza. Realmente sería una necedad, dudar de Él. Y en tercer lugar, la manifestación de mi fe crece, a medida que tomo cada paso de fe. Dios no manifiesta la fe en mi vida sólo porque se lo pida. El Señor se manifiesta en mi vida y en las circunstancias cuando ejercito la fe. CÓMO ORAR POR UN PROYECTO El milagro por un proyecto futuro se basa en la obra pasada de Dios y en las respuestas pasadas de Dios a la oración. Albert sabía que Dios estaba con él, así que tuvo la autoridad para pedir grandes cosas, cuando construía la Iglesia Bautista Lighthouse en Antioch, Tennessee. Podemos seguir su ejemplo y hacer lo mismo, sin importar qué tarea nos haya dado Dios.

Albert dijo: “Desde el momento que fui a la terraza trasera y vi las luces de Nashville, sabía que Dios quería que yo fuera a esa ciudad y fundara una iglesia. Por lo tanto, cuando comencé a orar por los proyectos como la propiedad y los edificios, sabía que Dios respondería incluso antes de que le pidiera. Era sólo una cuestión de la voluntad y el tiempo del Señor”. Este principio se aplica no sólo a las cosas materiales necesitadas para ver cumplido nuestro llamado de Dios, sino también a todos los aspectos de cualquier cosa que Dios nos estimula a hacer. El tamaño de nuestro proyecto concuerda con el tamaño de nuestra fe . Nos imaginamos a veces un proyecto enorme que va a salvar a una ciudad. Tenemos buenas intenciones, pero nos apresuramos a orar y a ayunar para que se cumpla el milagro necesario. Nos preguntamos por qué, cuando nada ocurre o cuando la respuesta se demora en llegar. La razón es simple: Tenemos con demasiada frecuencia una buena visión, pero nos saltamos los pasos necesarios para edificar la fe necesaria, como el fundamento para esa visión. El ayuno y la oración por un milagro es como escalar una colina. No comenzamos nuestra aventura de alpinismo escalando el monte Everest. Comenzamos en un terreno llano, que pasa a una pequeña inclinación y continuamos hacia arriba desde allí. Lo mismo es cierto con la fe. Dios quiere que confiemos en Él para los pequeños milagros, antes de que Él nos confíe los grandes. Nuestras primeras oraciones se pueden denominar oraciones fundacionales-edificadoras o de acondicionamiento. La primera oración de fe es creer en Dios y aceptar a su Hijo como Salvador. Sin esta oración, no podemos tener fe. Como nuevos creyentes, a menudo tenemos un celo implacable de buscar de todo corazón a Dios. Sonreímos satisfechos cuando vemos que Dios responde incluso la oración más sencilla. A medida que crecemos en nuestra relación con Cristo, también lo hace nuestra fe. Vemos el tamaño de nuestra visión y crecen las respuestas a la oración, cuando mantenemos viva esa fe “del primer amor” que experimentamos cuando recibimos a Cristo. Como resultado de ello, llegamos paso a paso al lugar donde podemos confiar en Dios para las cosas grandes.

Preguntémonos: “¿Cuáles respuestas pequeñas de oración recibo diariamente?”. Luego preguntémonos: “¿He tenido suficientes respuestas pequeñas de oración que estimulan mi fe para pedir respuestas más grandes de oración?”. A medida que se ensanche nuestra fe, recordemos siempre de qué se trata la bendición de Dios. La bendición de Dios está sobre las personas, no necesariamente sobre los lugares o los proyectos. Debemos permitirle al Señor que nos transforme internamente a la imagen de Jesús, siendo siervos humildes de un gran Dios, para tener una gran respuesta a la oración. Albert nos desafía: “Dios nos va a bendecir y a nuestro ministerio, cuando tengamos una relación correcta con Él; cualquier éxito que tengamos en las cosas externas se debe a nuestro éxito personal interno al caminar con Cristo”. Cuarta parte: El ayuno por un gran avance

Capítulo 10 La superación de la adicción

y la restauración de todo lo perdido

Dion Henderson es un artista talentoso. También tiene un pasado de apostador, adicto a creer el mito de que al final del Arco Iris encontraría una olla llena de oro. Dion se encontró en la ruina, en el verano del 2010, a los 69 años de edad. Se había separado de su esposa por segunda vez, alquilaba una habitación en el piso de arriba de la casa de una anciana, y era incapaz de librarse de su adicción a los juegos de azar. Tal como lo dice Dion: No estoy hablando del casino, el hipódromo, el juego de póquer de altas apuestas ni de las apuestas deportivas en línea. Mi adicción por gusto era la lotería, jugar el llamado juego de “los números de la suerte”, sorteos de tres y cuatro dígitos, día y noche. Jugué durante 26

años todos los días, buscando siempre el premio Gordo que resolvería todos mis problemas financieros.1 La adicción de Dion contra todo pronóstico no era tan glamorosa como algunas de las grandes apuestas para llevarse a casa un montón del botín. Sin embargo, las consecuencias de su adicción a los números de la lotería fueron las mismas: miseria, desesperación y devastación económica. Su vida era un juego diario de mentiras, engaños e intrigas. Sus amigos y parientes eran vistos como bienes de los cuales podía pedir dinero prestado. Inventaba historias muy convincentes explicando por qué necesitaba el préstamo, y nadie estaba exento. Incluso los miembros de su iglesia fueron presas suyas, haciéndoles creer que el dinero era para fines domésticos. Aceptaba con atrevimiento préstamos que no tenía ni idea cómo los iba a pagar. Le sacó préstamos personales a compañías de financiamiento y saturó las tarjetas de crédito personales con anticipos en efectivo, sin el conocimiento ni la bendición de su esposa. Se tuteaba con las empresas de préstamos rápidos. Llevaba los electrodomésticos como fianza para obtener los préstamos de las casas de empeño. Su lucha por mantener una fachada de “todo está bien” ante los familiares, amigos, colegas y miembros de la iglesia se volvió absorbente y la línea que separaba la conducta apropiada de lo que no lo era comenzó a ser muy tenue. Entabló relaciones inapropiadas con personas y transigió su integridad. Comenzó a hacer retiros en efectivo de su cuenta del plan de ahorros de jubilación, y continuó haciéndolo hasta que esta se agotó finalmente. Todo esto se justificaba para Dion, pues simplemente sabía que algún día se iba a ganar el premio Gordo. A medida que Dion continuaba nutriendo y sosteniendo el abismo pecaminoso en el que estaba, pronto se encontró con la mentalidad de que no había ninguna restricción. Comenzó a sacar dinero de la cuenta corriente de su madre. Esto le generó a ella una gran cantidad de estrés y sin duda contribuyó a que ella sufriera un derrame cerebral. La Biblia describe cómo el pecado enceguece, ata y arruina (véase Jueces 16:21). Dion dijo: “Yo estaba cegado a todas las cosas y me convertí en alguien que ni siquiera lo reconocía. Perdí de vista lo importante: mis padres, mi esposa, mi familia y

mis compañeros creyentes. Estaba atado al juego de azar de la lotería y atrapado en la miseria, la desesperación y la desesperanza”. Dion había asistido en una ocasión a las reuniones de Apostadores Anónimos (GA) [N.delT. por sus siglas en inglés]. Su falta de compromiso con el programa se puso de manifiesto cuando se presentaba en la reuniones de GA con los billetes de la lotería en su bolsillo. En otra ocasión, Dion acudió a la psiquiatría. El psiquiatra concluyó que cuando Dion había regresado de Vietnam, había sustituido su adicción a las drogas por una adicción a correr. Cuando se hizo mayor, el hábito se transfirió a los juegos de azar. Se enteró a través del psiquiatra que él tenía un trastorno conocido como una personalidad adictiva, lo que implicaba estar propenso a las conductas compulsivas. Sin embargo, conocer su problema no lo resolvía. El pastor Keith Garner, de la iglesia Calvary Chapel Aliento de Vida en Maryland, le dijo a Dion: “El remedio a su supuesto problema no es un programa de 12 pasos ni un diagnóstico psiquiátrico. . . . La respuesta es entregarle completamente su vida al Dios todopoderoso, quien tiene un plan y un propósito maravilloso para su vida”. El pastor Gardner continuó: “Usted no puede adorar realmente a un Dios en el que no confía; usted claramente depositó su confianza en la lotería en lugar de confiar en Dios”. Gardner le recordó a Dion del primero de los Diez Mandamientos: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3). Calvary Chapel tiene un programa cristiano de rehabilitación, llamado Giro de 180 Grados para Cristo, para personas que luchan con las adicciones. Muchos adictos experimentan puntos bajos en su vida, pero continúan en sus hábitos, porque aún no han tocado fondo. Ellos llaman ese período “el tiempo del martillo”, en Giro de 180 Grados. El adicto saca el martillo neumático y cava un hoyo más amplio y más profundo hasta tocar fondo. Dion se dio cuenta que había tocado fondo cuando el Señor comenzó a hablarle en y a través de su pecado. Dion recuerda que no era raro para él no dar con el número por muy poco, cinco o más veces durante la semana. Recuerda:

Por ejemplo, si yo jugaba al 965, el número que salía era el 964. Al día siguiente, jugaba al 488 y salía el 489. Si jugaba al 818 y al 1941 el domingo, salía el 819 y el 1942. Esto ocurría semana tras semana, siempre perdía por un número. Sabía que no era sólo mala suerte ni una coincidencia, sino era el Señor. Me quedaba dentro de mi automóvil, golpeando el volante y gritando: “¡Vamos! ¡Dame un respiro! ¿Por qué todo el tiempo pierdo por un número?”, clamando a un Dios omnipotente, santo, soberano y todopoderoso, creador del universo y de todo lo que hay en él, preguntándole por qué se mofaba de mí y hacía tan difícil que yo le diera al número de la lotería. El martillo neumático de hecho había tocado fondo. Dion leyó mi libro El ayuno de Daniel en octubre de 2010 y decidió tomar medidas extremas para hacer frente a su adicción a los juegos de azar.2 El primer paso en el ayuno era hacerle una promesa a Dios. Dion le dijo al Señor que él quería honrarle con su cuerpo y alma. Escribió su compromiso: No voy a jugar a la lotería. Me abstendré de todo alimento sólido. Voy a beber sólo agua pura con limón y jarabe de arce. Estudiaré la Palabra de Dios y comenzaré y terminaré cada día con oración. Dion entregó todo a Cristo el 23 de octubre y comenzó su Ayuno de Daniel. Mantuvo ese compromiso con Dios durante 21 días. Durante el ayuno, escribió tres peticiones de oración: (1) que fuera considerado y resuelto un caso judicial en curso relacionado con su empleo; (2) que Dios le ayudara a encontrar un buen albacea para la herencia de su hermano, a fin de que su sobrino pudiera recibir su herencia legítima, y (3) por las disposiciones necesarias para que él hiciera el giro de 180 grados. La esposa de Dion, Barbara, le notificó durante la primera semana del ayuno que se había fijado una fecha para que su caso fuera escuchado. Localizó los bienes de su hermano durante la segunda semana de su ayuno y los aseguró en una cuenta bancaria para que le fueran desembolsados a su sobrino. Dion acudió al Señor con alabanza y acción de gracias, alrededor del día diecisiete de su ayuno. En cuanto comenzó a expresar su preocupación por hacer el giro de 180 grados, Dion tuvo una sensación de paz y calma. Sintió

la voz suave de Dios que le decía: “Te he liberado de la atadura”. Fue entonces que él se dio cuenta de que no había hecho sorteos durante casi tres semanas, y aún mejor, no tuvo ningún pensamiento consciente acerca de la lotería como parte de su rutina diaria. Era como si nunca hubiera existido el juego de la lotería. Dion entraba y salía de los almacenes, pasando por los puestos de la lotería, pero ni siquiera era consciente de las máquinas de lotería. Ni siquiera un impulso en el corazón. Dion comparte su testimonio: Me arrodillé con asombro y admiración por lo que el Señor había hecho. Su amor, presencia, paz y revelación llenaron todo mi ser. Tuve presente el Salmo 46:10 “¡Alto! ¡Reconozcan que yo soy Dios!”. Podía sentir que Dios me hablaba: “Te tengo. Tuviste un inicio tardío para llegar a ser creyente, y desperdiciaste mucho tiempo hasta que te entregaste completamente. Ahora tienes 69 años, con más años por detrás de ti de lo que tienes por delante. No tengas miedo ni ansiedad, sé fuerte en la fe, sé obediente a mi Palabra, permanece en mi voluntad y confía que Yo voy a proveer para cumplir mi plan y propósito para el cual fuiste creado. Te amo, y quiero que termines bien”. Dion estaba aturdido de alegría, pero todavía quería asistir a Giro de 180 Grados para Cristo. Barbara le preguntó: “¿Por qué siente todavía la necesidad de ir a Giro de 180 Grados para Cristo cuando Él le ha quitado el vicio? Usted ya no tiene la adicción”. Le hicieron la misma pregunta, cuando llegó a Giro de 180 Grados para Cristo: “Usted no está en recuperación, abstinencia ni tiene el deseo de apostar. ¿Por qué está aquí?”. Dion sintió que el Señor lo estaba llevando a Giro de 180 Grados para que le honrara y le diera la gloria. Declaró: “Si puedo convencer a una persona de que una vida completamente entregada a Cristo le dará la victoria para ser librada de cualquiera que fuera su adicción, entonces mi tiempo habrá valido la pena”. La idea de la esclavitud tomó un nuevo significado para Dion mientras estuvo en Giro de 180 Grados para Cristo: “Ya no me refiero a la esclavitud como una enfermedad, un mal, un trastorno o un defecto personal, sino como un pecado, un pecado simple y llano, odiado por el Dios todopoderoso”.

Dion ayunó de nuevo y buscó al Señor para tres peticiones adicionales: primero, que Dios sanara su matrimonio; segundo, que Dios mantuviera a su madre con buena salud para que la pudiera visitar en Seattle; y tercero, que pudiera glorificar a Dios con su talento artístico. Mientras Dion estuvo adicto al juego, su matrimonio se disolvió, y había poco, o ningún, contacto con su esposa. Barbara lo llamaba para decirle: “Dion, hay una carta para usted. La pondré debajo de la alfombra; recójala mañana”. Se habían cambiado las guardas de las cerraduras y no se le permitía en la casa. Barbara llamó a Dion a fin de invitarlo a ir a la casa para hablar, después del ayuno de Dion y del cambio en su vida. Su hijo, Jantzen, le había hablado acerca de la sanidad. También le dijo que la reacción de ella hacia Dion no había estado de acuerdo con la enseñanza bíblica sobre lo que hace a una esposa piadosa. Barbara se disculpó y le pidió perdón a Dion. A su vez, él le pidió perdón a ella. Con los años, él la había afectado con su adicción al juego y todas sus feas consecuencias. Después de su reconciliación, Dion declaró: “No hubo lágrimas, sino una respuesta sincera del amor y la aprobación de Dios, allí mismo, en medio de nosotros”. La señora Tatum, la dueña de la casa donde Dion había vivido, lo sorprendió con un regalo de Pascua. Ella le había comprado un pasaje en avión para visitar a su madre en Seattle. Ella también le prometió que cuando él regresara, estarían terminados los trabajos de renovación del garaje, el cual se convertiría en un estudio donde iba a poder producir su arte. Dios fue fiel en responder todas las peticiones de oración que Dion le había hecho durante el ayuno. Dion declara: Mientras continúo mi vida según la voluntad de Dios, oro a diario por su dirección, sabiduría, discernimiento, entendimiento y protección. Le agradezco continuamente por liberarme, por su amor y presencia en mi vida. La montaña de deuda sigue ahí (aunque se reduce mensualmente), pero me despierto con paz, estando en la voluntad de Dios. Sé que el Señor es fiel y dispondrá todas las cosas para bien (véase Romanos 8:28).

Capítulo 11 La confrontación del mal

y echar fuera demonios

El joven que habló conmigo llevaba puesto un traje de corbata. No había rastros de tatuajes, y no tenía un historial de drogas, ni tampoco vivía en la cultura rebelde de la droga. Este hombre me dijo que tenía un demonio, una persona dentro de sí mismo que se comunicaba con él. Exteriormente, el joven no mostraba lo que yo pensaba que eran las señales tradicionales de la posesión demoníaca. No tenía ninguna enfermedad física ni los rasgos de posesión, tampoco tenía ningún trastorno mental obvio ni doble personalidad, nada que pudiera indicar un problema. Parecía normal aparte del hecho de que afirmaba que tenía una persona dentro de su cuerpo que se comunicaba con él.

El joven me preguntó: “¿Me puede ayudar? ¿Puede expulsar un demonio?”. Lo único que yo sabía acerca de los demonios era lo que había leído mientras me preparaba para escribir un texto de teología.1 En realidad nunca había hablado con alguna persona que estuviera poseída por un demonio (al menos no que yo sepa). Nunca había hablado con alguien que hubiera sido liberada de un demonio, ni había hablado extensamente con alguien que en realidad pudiera expulsar a un demonio. Acordé reunirme con el hombre, porque me gusta ayudar a las personas, pero sólo después de haber orado y ayunado. Quería estar espiritualmente preparado para cualquier posibilidad. Si hubiera conocido la guerra agonizante por la que yo atravesaría, no estoy seguro de que habría aceptado la misión. Sin duda habría orado y ayunado con mucha más intensidad de lo que hice. Lo que hice fue tener una rutina de un día de ayuno. No comí la cena de la noche, ni consumí alimentos al día siguiente. Cuando el joven y yo nos encontramos, él estaba bien vestido, su cabello estaba peinado y parecía ser normal. Yo no estaba muy seguro de lo que iba a hacer, así que le pedí a Dios que me guiara y nos protegiera a los dos. Coloqué mis manos sobre la cabeza del hombre y oré: “En el nombre de Jesús y por el poder de su sangre, oro por que salga el demonio de usted . . .”. “UUUGGG . . . UUUGGG . . .” fue el único sonido que provenía del hombre. Luego se desplomó al suelo, golpeando violentamente su cabeza contra el suelo. De inmediato me preocupé de que hubiera sufrido una conmoción cerebral. Su cuerpo se movía, luchando con algo invisible a mis ojos. Los sonidos de “UUUGGG . . . UUUGGG . . .” continuaron sin disminuir. Me entró el pánico, tanto como si hubiera visto que le dispararan a alguien o hubiera visto un accidente automovilístico. Mi mente quedó en blanco y no podía pensar racionalmente. ¿Qué estaba encontrando? Salieron más “UUUGGGs”, pero no podía comprender ni una sílaba de ello. Entonces comenzó a salir saliva verde por la comisura de la boca del joven.

Al principio no sabía qué pensar de la saliva verde. Tuve miedo de tocarla, pensando que pudiera ser algo de un demonio, algo malo o venenoso. El líquido verde no salía a chorros como cuando una persona vomita. Sin embargo, el flujo era un poco más que la baba que pueda salir con una tos o un estornudo. Me enteré más tarde que la saliva verde era ácido estomacal. Cuando una persona atraviesa por una profunda revulsión emocional, algo llega a las profundidades del estómago, raspa el revestimiento de ácido del estómago que se usa para digerir los alimentos y lo repele hacia afuera por la garganta y la boca. No es una imagen muy atractiva, lo sé. Yo había visto El exorcista , la película en que la actriz Linda Blair desempeñó el papel de una joven poseída por un demonio, quien escupía líquidos verdes similares. El joven que gruñía en el suelo delante de mí no estaba en una película; esto era real. Muy real. Había una profunda lucha interna que se libraba dentro del hombre. Me enteraría más tarde que esta condición se conoce como un paroxismo. La palabra “paroxismo” es del francés antiguo y significa provocar. Se define un paroxismo como “un síncope, un ataque, o un aumento o recurrencia repentinos de los síntomas (como de una enfermedad)”.2 En este caso, cuando la condición del joven fue “provocada” por el nombre de Jesucristo y el poder de su sangre, hubo una reacción violenta, que resultó en su desmayo. (A pesar de que no se había desmayado en el sentido normal de la palabra, yo no podía hablar con él, ni él podía hablar conmigo, mientras que se libraba la lucha entre él y el demonio. Más tarde me dijo que él era consciente de lo que estaba ocurriendo y de lo que yo hacía). Este paroxismo era el síntoma de la posesión misma. ¿Cómo reaccioné? Me sentí intimidado y amenazado. Honestamente, yo estaba muerto del miedo; tal vez era el miedo más grande que jamás haya tenido en mi vida. Sólo podía acudir a un lugar. Pregunté: “¿Qué haría Jesús?”. Cuando Jesús se encontró con un hombre poseído por un demonio en Gádara, le preguntó: “¿Cómo te llamas?” (Marcos 5:9). El demonio le respondió a Jesús. ¿Cómo no le iba a rendir cuentas un demonio al Hijo de Dios?

Decidí hacer la misma pregunta, usando el ejemplo de Jesús como un estímulo. Miré fijamente al joven, tratando de mirar por sus ojos cerrados hacia su alma y dije: “Demonio: ¿cómo te llamas?”. Es un pensamiento aterrador que un ser humano intente hablar con un ser en el mundo de los espíritus. Así que no pensé en ellos; simplemente lo hice. No escuché una respuesta clara, pero escuché algo. De hecho, escuché dos cosas. En primer lugar, escuché que el joven continuaba gruñendo: “UUUGGG . . . UUUGGG . . .”. Podía ver que se movían sus labios, a medida que los contenidos verdes del estómago continuaban filtrándose por su boca. Pero también escuché algo más que provenía del pecho del hombre. Me sonaba como una profunda voz gutural, como si el demonio estuviera tratando de responder a mi pregunta. ¿Estaba escuchando a un demonio? Pudo haber sido algo del mundo de los espíritus o pudo haber sido simplemente el sonido del estómago del hombre gruñendo o haciendo ruidos. Fue surrealista y aterrador estar en la presencia de algo maléfico. Me sentí como un hombre que se había caído por un precipicio a toda velocidad hacia la muerte misma. Mi mente se cerró y me dejé llevar por las emociones. Mis impulsos recesivos asumieron el mando y el concepto del poder satánico me embruteció. Era como si una serpiente de cascabel se envolviera alrededor de mi cuello, lista para atacar. Rogué: “Oh Dios, ayúdame”. No sé si oré estas tres palabras en voz alta, o si sólo las pensé. Pero toda mi fe se aferraba a Dios en ese momento, desesperado por la protección divina. El vello en la parte posterior de mi cabeza y de los brazos se puso firme, como soldados preparados para hacer frente al avance del enemigo. Sabía que no estaba luchando contra el joven delante de mí. Estaba allí para ayudarlo. Así que, ¿con qué estaba luchando? Volví a mi oración original. Dije de nuevo con todo mi corazón: “En el nombre de Jesús y por el poder de su sangre, sal de él . . .”. El joven continuó atragantando la palabra: “UUUGGG . . . UUUGGG . . . UUUGGG . . .”.

Continué declarando durante varios minutos el nombre y la sangre de Jesucristo, y el joven repetía su única palabra ininteligible. No traté de hablar de nuevo con el demonio, ni traté de entender el sonido que escuché de su cavidad corporal. La situación estaba fuera de mi control y en las manos de Dios. Me había sentido antes de esta manera, en mis días de la universidad. Conducía en un día frío. Mi esposa y mi pequeña hija estaban en el automóvil conmigo. Llegamos a un tramo peligroso de la carretera, y de repente el automóvil se deslizó por una cuesta larga y cubierta de hielo; no importaba lo mucho que aplicara los frenos, no pude corregir el deslizamiento. Pude ver un accidente múltiple de vehículos a unos quinientos metros cuesta abajo. Ellos habían patinado uno contra el otro y yo temía que íbamos a ser el próximo vehículo añadido al montón. Oré, todo el camino cuesta abajo: Oh Jesús, ayúdame . . .”. El Señor me ayudó en esa ocasión. A unos 15 metros del choque en cadena, mi automóvil viró inesperadamente hacia el borde de la carretera, y atrapó grava y tierra. Nos detuvimos en seco a unos 2 metros del accidente. Nadie resultó herido, y nos bajamos del automóvil. Justo cuando estaba comenzando a respirar mejor, levanté la mirada para ver los faros de un camión que se aproximaba. Me enteré más tarde que se trataba de un camión de la basura que iba a arrollar al montón de automóviles estrellados. El camión de la basura quedó atrapado en la misma pendiente resbaladiza como habíamos estado el resto de nosotros. Oré de nuevo: “Oh Jesús, ayúdame . . .” pero el camión de la basura se estrelló contra la parte trasera de mi automóvil, embistiéndolo hacia los demás. A continuación, la situación empeoró. Una patrulla de la policía se deslizaba por la misma cuesta; se estrelló contra el camión de la basura, empujando mi automóvil más hacia el montón. Todas mis oraciones no impidieron el creciente accidente múltiple de vehículos. Me sentí de la misma manera cuando oré por el joven con el demonio. Experimenté las mismas sensaciones de impotencia que sentimos cuando nos deslizamos por la carretera cubierta de hielo, donde no funcionan los frenos y nos enfrentamos a una inevitable colisión adelante. Sin embargo,

no dejé de orar por el joven, al igual que había orado esa noche de mucha nieve: “Oh Dios, ayúdame . . . Oh Dios, ayúdame . . .”. El conflicto parecía mostrar sus efectos. Después de un rato, el joven dejó de ahogarse y escupir saliva verde. Dejé de orar. El joven se levantó del suelo, cuando abrió sus ojos. A PEDIR REFUERZOS Llamé a Doris Wagner, la esposa de C. Peter Wagner, que ha sido un amigo de mucho tiempo. Doris escribió un libro sobre cómo echar fuera demonios.3 Ella y Peter habían sido misioneros en Bolivia, América del Sur, donde habían tratado con demonios y espíritus. Dios los había guiado a un ministerio lleno del Espíritu Santo y habían estado en situaciones de orar por las personas poseídas por los demonios. Le dije a Doris lo que había hecho, lo que había orado y cómo había reaccionado. Recuerdo su risa, no de mí, sino de la situación. Doris entendía. Había pasado por la misma experiencia. Le conté que le pregunté el nombre al demonio. “No hable con el demonio y no le permita hablarle” instruyó. Si bien Jesús conversó con los demonios en algunas ocasiones, Él por lo general no les permitió hablar a los espíritus malignos (véase Marcos 1:34). “Haga que el demonio le obedezca; es el primer paso para expulsarlo” aconsejó Doris. A esta altura, tuve que aprender la diferencia entre lo que la Escritura describe y lo que prescribe. La Biblia describe muchas cosas que suceden, pero sólo porque la Biblia narre una historia real no significa que debamos hacer lo mismo. Cuando Jesús le preguntó el nombre al demonio, la historia describe lo que ocurrió, así que sabemos, pero en este caso, no estamos destinados a seguir el ejemplo de Jesús. Seguí las instrucciones de Doris, ayunando para prepararnos para una segunda reunión con el joven y un segundo conflicto con el demonio. Dado que este exorcismo ocurrió hace más de 20 años, no recuerdo si ayuné por un día o tres días. Pero sí ayuné. Me encontré de nuevo con el joven aproximadamente dos semanas más tarde. Ocurrieron casi las cosas idénticas la segunda vez. De nuevo puse

mis manos sobre su cabeza y oré: “En el nombre de Jesús y con el poder de la sangre de Jesucristo . . . salga de él”. El joven de nuevo tuvo un paroxismo y cayó al suelo. Por segunda vez, sus ojos se pusieron en blanco como si tuviera una convulsión, y comenzó a escurrir baba verde por su boca. Mantuve mis manos sobre su cabeza, orando en el nombre y por la sangre de Jesucristo, para que saliera el demonio de él. Sentí que no pasaba nada, después de orar por 10 minutos. Parecía ser inútil. Sus ojos se abrieron, cuando dejé de orar por él, y de nuevo se levantó y se limpió la baba verde. Llamé a larga distancia a Doris Wagner, con el joven presente, y de nuevo le describí el intento de exorcismo. Doris y el joven acordaron por teléfono reunirse, aproximadamente tres semanas más tarde, en la oficina de su esposo, en el Seminario Teológico Fuller en California. Se reunirían a las 2:00 PM el día después de Acción de Gracias. El joven compró un boleto de autobús comercial de $100 dólares que le permitía viajar gratis a cualquier lugar de los Estados Unidos durante 30 días y se dirigió al oeste. Llegó a la estación de autobuses de Pasadena a aproximadamente a la 1:45 pm el viernes por la tarde. Era sólo una corta caminata a la oficina de Peter y exactamente a las 2:00, entró para conocer a los intercesores de oración. Había seis damas y un hombre, además de Doris. Oraron por el joven durante más de dos horas; y me enteré en una conversación posterior con Doris, que había hasta siete demonios dentro de él. A pesar de que había sido criado en un hogar cristiano en Jamaica, en las Antillas, los demonios habían entrado en él cuando era un joven y se habían apoderado de su vida. Doris testificó: “Ese fue uno de los exorcismos más difíciles en los que he participado, pero fue maravilloso saber que Dios puede liberar de los demonios y puede restaurar a un joven para el servicio cristiano”. ALGUNAS PREGUNTAS Y RESPUESTAS ACERCA DE LOS DEMONIOS ¿Qué es la posesión demoníaca? La palabra “posesión” significa que un espíritu maligno o demonio habita o toma el control del cuerpo y el alma de

una persona, con el fin de influir en la persona, para llevar a cabo los propósitos malignos del demonio. A veces, el propósito del demonio parece ser bueno o acorde con actividades humanitarias, ya que nunca podemos conocer por completo la mala intención del demonio. A veces, el propósito del demonio es el mal absoluto, auto-destructivo y violento. En otras ocasiones, el demonio trae gran sufrimiento mental y físico al que lo posee. La palabra “posesión” significa que un espíritu maligno o demonio habita o toma el control del cuerpo y el alma de una persona, con el fin de influir en la persona para llevar a cabo los propósitos malignos del demonio. ¿Debemos usar la frase “posesión demoníaca”? La frase “posesión demoníaca” no se encuentra técnicamente en el lenguaje griego original del Nuevo Testamento. La frase se utiliza en la Nueva Versión King James , específicamente en Marcos 5:16: “Los que habían visto lo sucedido con el que había sido poseído por el demonio”. Sería más exacto decir que una persona está endemoniada . Es decir, él o ella está aterrorizada, manipulada o controlada por un demonio. Como resultado, del uso del término “posesión”, ha habido cierto malentendido. Para ser técnicamente correctos, deberíamos usar la palabra “endemoniado”. He utilizado la frase “posesión demoníaca” en este capítulo, porque la mayoría de la gente común la usa y la conoce. ¿Cómo es poseída una persona? La posesión demoníaca se produce cuando Dios permite que un demonio adquiera el control de la mente y el cuerpo de una persona. Pero la posesión demoníaca sólo ocurre cuando una persona rechaza por voluntad propia a Dios o decide entregarse a un demonio y a su amo. La posesión demoníaca es lo contrario de la llenura del Espíritu. ¿Cómo puede una persona ser llena del Espíritu Santo? Consiste en que conozcamos la Palabra de Dios y lo que el Espíritu Santo puede hacer en nuestra vida, y llevar nuestra vida a estar en conformidad con la Palabra de Dios, deshaciéndonos de todo pecado y cualquier actitud que impida la obra del Espíritu Santo a través de nosotros. En el eje central de la llenura del

Espíritu, la persona se rinde y ora para que el Espíritu Santo entre en su vida y tome el control. La acción opuesta tiene lugar cuando la persona está endemoniada. Una persona endemoniada aprende acerca de Satanás y sus demonios. La persona toma la decisión de entregarse al demonio para satisfacer sus deseos pecaminosos. La persona comienza a buscar las cosas malas, adquiere actitudes maléficas y con el tiempo se entrega al mal. La persona en esencia rechaza a Dios. Luego, en un acto de rendimiento , la persona le entrega la vida y el cuerpo al demonio para que este tome el control. Hay un control parcial, tanto en la demonización como en la llenura del Espíritu. Esto significa que cuanto más rindamos nuestra vida al Espíritu Santo, Él nos puede usar más. Mayor influencia del Espíritu Santo puede fluir a través de nuestra vida. Lo mismo es cierto con la persona endemoniada: Cuanto más esta se rinde al demonio, el demonio controla más su vida y este obra un propósito maligno a través de él o ella. Explico a veces que si sólo entregamos el 10 ó 20 por ciento de nuestra vida a Dios, Él sólo usará esa parte de nuestra vida. Si le entregamos el 80 ó 90 por ciento de nuestra vida a Dios, Él nos puede usar en gran medida. Henry Varley, un evangelista británico, le dijo a Dwight L. Moody, hace más de 100 años: “El mundo todavía no ha visto lo que Dios puede hacer con, por y a través de un hombre que esté plenamente consagrado a Él”.4 Moody sacudió a Estados Unidos y Gran Bretaña con el evangelio, porque trató de estar completamente rendido a Dios. Del mismo modo, en la medida que una persona se entregue a los demonios determina cuánto puede hacer él o ella por el mal. Cuanto más una persona cede a la demonización, más cosas satánicas milagrosas puede lograr. Recordemos, existen los milagros y el poder satánico. ¿Puede un demonio “poseer” a un creyente? Parte del problema con este concepto se remonta a la frase misma: “posesión demoníaca”. El término sugiere que un demonio en realidad vive en un creyente, y ese creyente pertenece al demonio. La pregunta es más fácil de responder cuando usamos el verbo “endemoniar”. Un demonio puede influir o acosar a un cristiano. Un demonio puede incluso hacer su obra a través de un cristiano. Pero un demonio no puede

poseer lo que Dios posee. Dos espíritus no pueden vivir en el mismo cuerpo (véase Santiago 3:9-18). Dado que el Espíritu Santo habita en el verdadero cristiano, él o ella no pueden ser poseídos por demonios. El creyente es sellado con el Espíritu Santo (véase Efesios 4:30) y es mantenido en custodia protectora hasta que el creyente llegue al cielo. Sin embargo, hay personas que se llaman a sí mismas cristianas, pero nunca le han permitido al Espíritu Santo que posea y controle su vida. Estas personas pueden ser endemoniadas. Los demonios pueden influir o acosar a un cristiano e incluso hacer su obra a través de un cristiano. Pero no pueden poseer lo que Dios posee. Los creyentes no somos inmunes a los ataques externos de los demonios. Pablo registró: “por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó” (1 Tesalonicenses 2:18, RVR1960 ). El diablo controló las circunstancias para que Pablo no pudiera viajar a Tesalónica, en esta ocasión que Pablo quiso ir allá. Así como la posesión demoníaca o la demonización implican el control interno, los demonios pueden obrar también a través de la influencia y/o el acoso externo, por lo que los creyentes debemos protegernos en contra de estas cosas. ¿Cómo pueden los demonios influir en las personas? La manera en que los demonios influyen en las personas a menudo es complejo y a veces difícil de entender. Estaba yo una vez en una iglesia en Río de Janeiro, Brasil, y oí a un grupo de personas que oraban por una persona poseída por un demonio en la parte trasera del auditorio. Les gritaban órdenes a los demonios, y varias de las personas oraban al mismo tiempo. No quise regresar y unirme a la multitud, porque pensaba erróneamente que si el demonio salía de la persona, buscando un hogar, el demonio podía entrar en mí. El problema con ese enfoque es que los demonios no entran en una persona que no ceda voluntariamente al demonio ni a la tentación. John Nevius, un misionero cristiano en la China hace más de cien años, describió el estado de ser endemoniado:

El supuesto endemoniado en el momento de la “posesión” pasa a un estado anormal del carácter que varía de forma indefinida y que se caracteriza por la depresión y la melancolía; o el vacío y la necedad que a veces llega a ser casi idiotez, o puede ser que se vuelva eufórico o feroz y maligno. Durante la transición del estado normal al anormal, el sujeto a menudo entra en un paroxismo, más o menos violento, durante el cual a veces cae al suelo sin sentido o echa espuma por la boca, presentando síntomas similares a los de la epilepsia o la histeria. Los intervalos entre estos ataques varían de forma indefinida desde horas hasta meses, y durante estos intervalos la condición física y mental del sujeto puede ser en todos los aspectos sana y normal. La duración del estado anormal varía desde unos pocos minutos a varios días. Los ataques a veces son moderados y a veces violentos. La salud física sufre si son frecuentes y violentos. El sujeto a menudo retiene más o menos su conciencia normal, durante el período de transición. La violencia de los paroxismos se incrementa si el sujeto lucha y se esfuerza por reprimir los síntomas anormales. La violencia de los paroxismos disminuye o cesa por completo, cuando el sujeto cede a ellos. El sujeto desconoce completamente todo lo que ha pasado durante este estado, cuando se restaura la conciencia normal, después de uno de estos ataques. La característica más llamativa de estos casos es que el sujeto evidencia otra personalidad, y la personalidad normal es por el momento, parcial o totalmente inactiva. La nueva personalidad presenta rasgos de carácter totalmente diferentes de aquellos que realmente pertenecen al sujeto en su estado normal, y este cambio de carácter es, con raras excepciones, en la dirección de la inmoralidad y la impureza. Una manera de diferenciar la demonomanía íntimamente relacionada con la suposición de la nueva personalidad es que con el cambio de la personalidad hay un cambio completo del carácter moral.

Muchas personas mientras están “endemoniadas” presentan evidencia de conocimiento que no se puede explicar de manera normal. A menudo parecen conocer al Señor Jesucristo como una Persona Divina y muestran una aversión y temor a Él. A veces hablan en lenguas extranjeras, las cuales, en su estado normal, desconocen por completo. En conexión con las “posesiones demoníacas” a menudo se escuchan golpes y ruidos en lugares donde no se puede encontrar ninguna causa física para ello; y se mueven mesas, sillas, vajillas y similares sin la aplicación de ninguna fuerza física que hasta el momento se haya descubierto, tal y como se nos dice es el caso entre los espiritistas.5 ¿Cuáles son las etapas de la demonización? En la etapa inicial de la influencia demoníaca, la persona está obsesionada con el demonio, o está demasiado obsesionada con el pecado y la tentación. En la segunda etapa, llamada posesión , la persona deja de resistir al demonio, la tentación o el pecado. En este punto, la persona cede involuntariamente para llevar a cabo el objetivo del mal. En la tercera etapa, el sometimiento , la persona puede seguir siendo sana y normal en su mayor parte, pero está sometida al demonio. Cuando se produce el paroxismo, pasa a un estado anormal o subnormal. En la cuarta etapa, la obediencia voluntaria , la persona está entrenada en el camino del mal. Él o ella se acostumbra a hacer la obra del demonio y se convierte en su esclavo voluntario. Estas personas pueden ser llamadas adivinos, nigromantes o hechiceros. En el caso de las mujeres son llamadas brujas. PASOS PARA ECHAR FUERA LOS DEMONIOS ¿Cuáles son los pasos involucrados para liberar a persona de los demonios? La siguiente es una descripción de las acciones y actitudes requeridas para ser victoriosos en este tipo de guerra espiritual: En primer lugar, la expulsión de los demonios no es algo que el exorcista hace con su poder; está en el poder de Dios. Este debe comenzar reconociendo la sangre de Jesucristo que limpia del pecado

y que es la única base para ayudar espiritualmente a cualquier persona. El exorcista debe estar seguro de haber confesado todos los pecados y estar en comunión con Cristo. En segundo lugar, debe haber una decisión del paciente (la persona endemoniada) de querer librarse del demonio. En tercer lugar, durante el exorcismo tiene que haber una exhibición del demonio como un demonio. La mayoría de las posesiones demoníacas son ocultas y los observadores no perciben a la persona como endemoniada. En el cuarto lugar, la persona tiene que decidir si va a seguir a Dios y a estar libre del demonio, o si va a ceder al demonio y permanecer en su estado poseído. Así como Dios no sana a los que no quieren ser sanados, Dios no va a expulsar al demonio en aquellos que no quieren que el demonio sea echado fuera. En quinto lugar, el papel del exorcista es compartir la fe, la fortaleza y la sabiduría con la persona que necesita ayuda. El papel del exorcista es ser testigo de lo que Dios puede hacer para edificar la fe de la persona que está poseída por el demonio. Entonces, la persona endemoniada puede tomar una decisión. En sexto lugar, el exorcismo final no está en el poder de la persona que está ayudando, ni en el poder del paciente; sino en el poder de Dios que lucha directamente con Satanás. El demonio es expulsado por la sangre de Jesucristo. En séptimo lugar, es por la fe que la persona queda libre del demonio.6

Capítulo 12 La superación del miedo

y la adquisición de una reverencia sana

Tuve miedo la primera y la segunda vez que ayuné, pero por diferentes razones. La primera vez que ayuné, temí por mi reputación. Si me desmayaba por no comer, ¿qué iba a pensar la gente? Tuve miedo de no poder lograrlo. Dios me mostró el milagro de su respuesta; la segunda vez que ayuné, y eso me aterrorizó. Se me erizó el cabello en la parte trasera de la nuca y se me estremeció todo el cuerpo, porque pude haber estropeado lo que Dios había previsto. La primera vez que recuerdo ayunar de una manera legítima fue en el otoño de 1971. Era el primer año de la Universidad Liberty. Las clases se celebraban en las instalaciones de la Iglesia Thomas Road Baptist; la nueva universidad estaba constantemente quebrada. En realidad, durante el primer

año, Liberty no era dueña de ningún mueble. Sus estados financieros mostraban un patrimonio neto en cero. Liberty funcionaba bajo lo que se denomina “servicios compartidos”. Cada activo de la Iglesia Thomas Road Baptist se compartía con la Universidad. Era como una madre que da a luz a un hijo. La madre da todo por la vida, salud y prosperidad de su hijo. Esa es la manera en que se sentían las personas de Thomas Road sobre la nueva universidad. Pero la iglesia no era tan rica y por lo general gastábamos más de lo que ingresaba. Eso implicó que la universidad tuviera que hacer lo mejor que pudiera con escasos fondos. En ese momento, la Iglesia Thomas Road jamás había recibido un millón de dólares en un año. Jerry Falwell convocó a un fin de semana de ayuno para recaudar un millón de dólares, creyendo que debíamos alcanzar ese nivel. Razoné: “Jerry, no necesitamos un millón de dólares”. Le mostré nuestro presupuesto para el primer año, que era entre $152.000 a $158.000 dólares en ingresos y gastos. Le recordé: “Soy muy moderado con el dinero. Puedo terminar este año en positivo y gastar menos de lo presupuestado”. Falwell me corrigió: “Elmer, usted va a ver el día cuando un millón de dólares no sea suficiente para mantener esta universidad funcionando”. No estoy seguro que le creí en ese entonces, porque no tenía la visión para ver lo que iba a ocurrir. Se requerían en el 2012 casi $2 millones de dólares al día para mantener funcionando a la Universidad Liberty. Pero necesitábamos la previsión de Falwell como trampolín para llegar a donde estamos hoy. Un millón de dólares estaba fuera del alcance de lo que cualquiera de nosotros había imaginado. Yo quise un millón de dólares y oré diligentemente por ello. Pero a la vez, no tuve la fe para creer que recibiríamos tanto. Hay una gran diferencia entre desear dinero y tener la confianza de que Dios lo enviará. Además de eso, nunca ayuné, al menos, no de manera seria ni correcta. No estaba seguro que podía pasar un día entero sin comer. Recuerdo que mi madre me decía que comiera para no enfermarme. Yo tenía la imagen de enseñar en una clase y vomitarme en frente de mis estudiantes. O peor aún,

que me iba a debilitar y desmayar. Sería vergonzoso tal comportamiento. Se suponía que debía ser un líder espiritual. Oré: Señor, ayúdame a aguantar este ayuno. Hice esa oración una docena de veces o más. Falwell había convocado a un ayuno de Yom Kippur. Eso significaba que no comeríamos la cena del domingo por la noche, ni el desayuno y el almuerzo del lunes. Esperaríamos hasta que se pusiera el sol el lunes antes de volver a comer. Íbamos a pasar en oración la hora de las comidas. Mi integridad exigía que yo ayunara, dado que era el cofundador de la universidad y su líder académico. Mi andar con Dios exigía que lo hiciera correctamente y sin engaños. Ayuné durante 24 horas y seguí orando: Señor, ayúdame a salir adelante. Me sorprendí, cuando llegó el lunes por la noche: lo había logrado. El único logro de mi primer ayuno planeado fue que lo logré. No logré nada espiritualmente, pero aprendí una lección: ¡yo podía hacerlo! De hecho, era fácil y no hubo repercusiones físicas. Una vez que ayuné exitosamente, fue más fácil hacerlo de nuevo. Decidí ayunar por un problema personal, unos seis meses después. Yo todavía era el propietario de una casa en el área de Chicago, donde había vivido antes de que Falwell me pidiera que le acompañara en Lynchburg. La cuota mensual era de $420 dólares y el plazo vencía el día 15. También tenía que hacer un pago por casi la misma cantidad y el plazo era el primer día de cada mes para mi nueva casa. Le dije a mi esposa: “Ruth, ayunemos el día 15 del mes y pidámosle a Dios que podamos vender nuestra casa en Chicago”. Los dos pasamos el día 15 del mes sin comer y dedicamos nuestras horas de las comidas en oración a Dios para vender la casa. Transcurrió el día y no pasó nada. No hubo respuesta a nuestra oración. Me olvidé del ayuno hasta el mes siguiente, cuando preparaba el cheque del pago de $420 dólares. Ruth y yo ayunamos de nuevo el día 15 del segundo mes. Todavía no pasó nada. Ayunamos, cada mes durante los siguientes cuatro meses, y no pasó nada. El mercado de bienes raíces en Chicago sufría una recesión.

Casi al mismo tiempo, mi agente de bienes raíces, que es un cristiano, me pidió que orara, porque tenía a un posible comprador para la casa. No le dije que Ruth y yo habíamos estado ayunando, pero le aseguré que íbamos a orar. Nuestra casa se vendió aproximadamente un año después de nuestro primer ayuno. Fui al cierre del negocio en el área de Chicago. Nos dieron el precio que pedimos y me senté en la oficina del abogado, listo para firmar los documentos. El comprador, a quien no había conocido antes, mencionó casualmente: “Comencé a buscar su casa hace un año y miré otras casas, pero algo me atrajo a la suya”. Realmente no estaba prestando atención a lo que dijo. Añadió: “Miré su casa el día del cumpleaños de mi esposa”. Por alguna razón respondí: “¿Y cuándo fue eso?”. Me dijo que fue el día 16 del mes que Ruth y yo comenzamos a ayunar y orar. Mi sistema de respuesta mental entró en pánico. Mi mente se oscureció. No sabía cómo responderle, pero al instante supe que Dios había obrado un milagro y Él me estaba mostrando que lo había hecho. Pensé interiormente: Ese fue el día después de que ayunamos la primera vez. Mi boca se secó. No pensé que este hombre era salvo, así que no estaba seguro que él hubiera entendido sobre el ayuno y la oración. Comencé a temblar incontrolablemente de miedo, el tipo de miedo que se siente después de que su automóvil se desliza cuesta abajo por una carretera cubierta de hielo: Uno está a salvo, no golpeó nada, pero uno tiembla después de que todo ha terminado. Pensé: ¿Y qué si Ruth y yo no hubiéramos ayunado? ¿Qué tal que hubiéramos perdido el milagro de Dios? No pude hablar con nadie en el recinto hasta que recuperé mi compostura. Me alegré, después de firmar los documentos. LOS PRINCIPIOS PARA LIDIAR CON EL TEMOR DURANTE EL AYUNO Tres cosas nos ayudarán a vencer el temor cuando oramos. En primer lugar, no nos demos por vencidos, cuando comencemos el ayuno y la oración, si no obtenemos inmediatamente la respuesta. Seamos fieles a nuestra promesa, sin dejar de ayunar hasta el final. Jesús dijo: “Pero este género no sale sino con oración y ayuno” (Mateo 17:21). El idioma original

indica que el ayuno es una acción continua. Cuando hagamos la promesa de ayunar, mantengamos el ayuno hasta que hayamos llegado al final de nuestro tiempo o promesa. En segundo lugar, si hemos orado y no recibimos una respuesta, puede ser el momento para ayunar. El ayuno lleva nuestra petición a un nivel superior. El sacrificio de los alimentos capta la atención de Dios. Pero no es nuestro sacrificio el que nos trae una respuesta; es nuestra fe. Como ya lo he señalado, el ayuno demuestra la sinceridad de nuestra fe. En tercer lugar, aprendí que en lo posible es importante ayunar con alguien. Cuando ayunamos con otras personas, podemos rendirnos cuentas el uno al otro. Una vez más, señalo el pasaje de las Escrituras: “Si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los cielos, se lo concederá” (Mateo 18:19). El temor del Señor debe ser una respuesta natural a Dios en todo momento. A lo largo de las Escrituras se nos habla de “temer al Señor”. Esto no fue sólo el miedo, sino también incluyó un temor negativo, una sensación de estar asustado. Jesús ofreció la siguiente comparación: “No teman a los que matan el cuerpo . . . Más bien, teman a aquel que puede destruir alma y cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28). Debemos temer el juicio de Dios, porque Él tiene autoridad sobre nuestra alma. El escritor de hebreos lo pone de la siguiente manera: “Así que nosotros, que hemos recibido un reino inconmovible, debemos ser agradecidos y, con esa misma gratitud, servir a Dios y agradarle con temor y reverencia. Porque nuestro Dios es un fuego que todo lo consume” (Hebreos 12:28-29). Equilibremos el temor con la intimidad. Sí, debemos temer a Dios, pero también recordar que Él es un Padre amoroso y somos sus hijos e hijas. Clamamos a Él: “Padre, mi Papá íntimo” (Romanos 8:15, ELT ). Acudamos a Dios con esa intimidad, porque somos “hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8:17). Recapitulación Nuestro temor puede venir de un sentimiento de reverencia divino cuando vemos la santidad de Dios, o puede venir de una sensación de peligro de ser castigados por Dios, o de una sensación de peligro proveniente de personas

o circunstancias. El temor malsano nos hace ocultar nuestros pecados o actuar con engaño. Puede ser debido a que nos presentamos condenados ante Dios (véase Juan 3:18). El temor sano es respeto, porque “el principio de la sabiduría es el temor al Señor” (Proverbios 1:7, 9:10).

Capítulo 13 El triunfo sobre el dolor

y la sanidad de las enfermedades

Utilicé un palillo de algodón para limpiar un poco de cera de mis oídos, el viernes 3 de octubre de 2008, cuando terminaba de afeitarme. De repente me quedé sordo de mi oído derecho cuando introduje el palillo de algodón. Apenas podía distinguir los sonidos. Mi primera reacción fue que había insertado el palillo demasiado adentro en el canal y que había afectado el tímpano. Tuve miedo. ¿Me había lastimado yo mismo? Oré para que Dios restaurara mi audición. Era el tipo de oración que uno hace cada vez que se tiene una dolencia física. Acudir a Dios es siempre mi primera reacción. Lo busco para una sanidad inmediata. Pero la oración por mi oído no hizo ninguna diferencia. Rocié un chorro de agua caliente en mi

oído, pero no pasó nada. Me pregunté: ¿Qué está tratando de decirme Dios? Entonces decidí orar confiadamente. Tal como había impuesto las manos sobre otras personas para orar por su sanidad, puse mis manos sobre mi oreja derecha y oré para que Dios restaurara mi oído. No ocurrió nada. Mi mayor temor estaba relacionado con la predicación y la enseñanza. Si no podía oír bien, esto a la larga iba a afectar mi pronunciación y articulación. Mi esposa utilizó un producto comercial para eliminar la cera de los oídos y decidí intentarlo. Pude sentir un gorgoteo en mi oído, cuando puse la solución, pero no sabía qué estaba pasando. Pareció como si la solución hubiera servido, cuando volví la cabeza para drenar la solución de mi canal auditivo, de hecho, me dolió y disminuyó aún más mi audición. Así que decidí no intentar ningún otro remedio casero. La pérdida de la audición continuó durante el fin de semana. Era como cuando solía nadar en el mar o la piscina y se me tapaban los oídos con el agua. Oía a la gente hablando, pero sonaba como si estuvieran hablando por un tubo o cilindro. El lunes era mi tiempo habitual de ayuno, así que oré: “Dios, restaura la audición de mi oído derecho”. ¡No pasó nada! Le pedí a mi grupo de oración de los domingos en la mañana temprano que oraran a la semana siguiente por un milagro en mi oído derecho. Paul Johnson, un vendedor de seguros, me dijo: “Tengo el mismo problema todo el tiempo. Tengo cera en el oído y voy a ver al Dr. Hengerer, un otorrinolaringólogo. Vaya a ver a un médico, cuando la oración no sea suficiente”. Programé una cita al día siguiente, y esa tarde, esperé mi turno para ver al Dr. Hengerer. Miró mi oído con un otoscopio y dijo: “Ajá”. Su “ajá” me asustó. No tenía ni idea de lo que significaba. Por alguna razón, creí lo peor. Fuimos al consultorio de al lado, donde me acosté en la camilla. Metió un pequeño instrumento en mi oído derecho y sacó el grumo más grande y más feo de cera amarilla que jamás haya visto. La sostuvo en alto para que yo la viera y de nuevo dijo: “Ajá”.

Él dijo “Ajá”, pero yo quise decir: “¡Aleluya!”. Mi audición regresó de inmediato. De hecho, nunca la había perdido; sólo estaba bloqueada con cerumen. Parece que el palillo de algodón que utilicé tapó el canal auditivo. La solución de agua caliente aflojó la cera y cubrió completamente el tímpano, como una capa de pintura. Dios contestó mi oración por la restauración de mi audición en el oído derecho, pero no por medio de un milagro. Dios, a través de la providencia, usó el instrumento humano del Dr. Hengerer para quitar la cera de mi oído. Dios a veces sana sobrenaturalmente sin la ayuda humana; otras veces, Él sana a través de instrumentos humanos, usando a un médico para diagnosticar, recetar y aplicar un remedio médico para lograr una sanidad. LA SANIDAD DE LA NEURALGIA DEL TRIGÉMINO A mi esposa le realizaban un trabajo dental en junio del mismo año, cuando desarrolló un dolor interno profundo en la parte derecha de su mandíbula. Ella y el dentista estaban convencidos que era un absceso dental, pero realmente había otro problema sin descubrir. El dentista quitó un diente y luego otro, pero el dolor persistía. El dolor se hizo agudo y penetrante. La punzada se extendió como una descarga eléctrica en toda su mandíbula. Ella dijo que sentía como un ardor por la picadura de un insecto, o un pinchazo con un aguja. El dolor se extendió por toda la mandíbula y por la parte posterior de su cabeza. Cambiamos de dentistas, pero el segundo odontólogo no pudo aliviar su dolor. Él recomendó a un tercer médico, que acababa de salir de la escuela de odontología y estaba actualizado en las más recientes patologías. Pero tampoco pudo ayudar. Vi por primera vez en la vida que el dolor le causara lágrimas a mi esposa. Su dentista le formuló un analgésico que se suponía que le iba a ayudar, pero no funcionó. Ella programó una cita para ver a un cirujano oral. Pero el dolor desapareció esa semana, así que Ruth viajó conmigo a Nueva York, donde yo iba a hablar en la investidura del nuevo presidente de la Universidad Davis College en Binghamton, Nueva York. Yo estaba programado para hablarles a los pastores y Ruth, a las esposas de ellos.

Habíamos acordado que si su dolor persistía, ella abandonaría el compromiso. Pero Dios intervino de una manera maravillosa. El dolor desapareció. Ella hizo el viaje conmigo y pudo hablarles a las esposas de los pastores en cinco ocasiones durante los dos días. El dolor no le generó ninguna dificultad. Mientras estábamos allí, Dan Rathmell, el asistente ejecutivo del presidente de la universidad, nos llevó a comer a una encantadora posada rural a las afueras de la ciudad. Cuando Ruth le contó del dolor que tenía, él dijo: “Yo sé exactamente lo que es; es lo mismo que tuvo mi madre. Tiene neuralgia del trigémino o ATM”. Jamás lo habíamos escuchado. Dan describió cómo su madre sufrió durante casi tres años antes de ir al Hospital de la Universidad de Syracuse para ver a un especialista, quien utilizó un bisturí gamma para reducir el dolor. Fui al Internet, cuando Ruth y yo llegamos a la casa, para buscar “la neuralgia del trigémino” y el “bisturí gamma”. Descubrí que el coinventor del bisturí gamma fue el Dr. Ladislau Steiner, profesor de neurocirugía y radiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia, en Charlottesville, Virginia. Él era reconocido como la principal autoridad mundial en neurocirugía y radiología y estaba ubicado a sólo 100 kilómetros de nuestra casa. Llamé para pedir una cita, pero la recepcionista del doctor Steiner me informó que sólo atendería a Ruth si ella era referida por un médico y que la remisión debía incluir un examen médico completo de su médico de cabecera. La recepcionista me dijo: “El doctor Steiner está en Europa y regresa el próximo domingo por la noche, pero él le llamará el lunes por la mañana”. Pensé que el tiempo era bastante cuestionable, y realmente no esperaba una llamada telefónica. Sin embargo, llegaron las 8:00 a.m. del lunes por la mañana y me llamó el doctor Steiner. Le describí la afección de Ruth. Él hizo varias preguntas y luego habló largo y tendido con ella. Cuando volví a tomar el teléfono, él dijo que quería que fuéramos esa mañana a su consultorio. El doctor Steiner examinó a Ruth, confirmó que tenía ATM y programó una cirugía para esa semana. Explicó que si no podíamos ir en ese momento, tendríamos que esperar dos o tres meses para tener otra cita abierta.

La operación fue un éxito completo. El bisturí gamma no produce ningún corte de la piel ni hace una incisión, sino más bien con el uso de un rayo láser separa el nervio que está conectado al tallo cerebral. Por tanto, las terminaciones nerviosas de la cara ya no pueden enviar un mensaje de dolor al cerebro. Era casi como si el médico fuera un profeta. Dijo que el dolor desaparecería en 90 días. El dolor persistió, por casi 90 días. Entonces, se desvaneció, casi exactamente 90 días después del procedimiento. Entonces, ¿qué paso? Estábamos orando, ayunando y pidiéndole a Dios una solución a la difícil situación de Ruth. Ella no había podido vivir de una manera normal. Dios en su providencia nos envió a Nueva York, donde nos encontramos con alguien que nos habló del ATM. Llamé luego y hablé con la recepcionista, que dijo que el doctor Steiner nos iba a llamar. Cuando uno espera que el personal médico devuelva la llamada, por lo general pasan varios días o más, pero el doctor Steiner nos llamó casi de inmediato, después de llegar de su consultorio en Austria. Luego, a los tres días, se realizó la cirugía. Dios obró providencialmente, dándonos el número de una autoridad en el mundo sobre el ATM. Así que Dios, quien conoce todas las cosas, dispuso todos los detalles para la sanidad de mi esposa (véase Romanos 8:28). OREMOS POR LA SANIDAD Pablo preguntó: “¿Tienen todos dones de sanidad?” (1 Corintios 12:30). La pregunta parece sugerir que no todos tienen el don de sanidad. Tengamos en cuenta que hay una diferencia entre el don de sanidad y la oración por sanidad. Si bien estoy de acuerdo que no todas las personas tienen el don de sanidad, creo que todo cristiano puede orar por sanidad y Dios va a escuchar, responder y sanar sobrenaturalmente. Todos los cristianos podemos orar por sanidad, no sólo los que tienen el “don de sanidad”. Vemos en el libro de los Hechos que algunos son sanados a través del don de sanidad. “Los apóstoles hacían muchas señales milagrosas y maravillas entre la gente” (Hechos 5:12, NTV ). Leemos más adelante en ese capítulo: “Multitudes llegaban desde las aldeas que rodeaban a Jerusalén y llevaban a sus enfermos y a los que estaban poseídos por espíritus malignos, y todos eran sanados” (v. 16, NTV ).

Algunos dicen que sólo los apóstoles y sus contemporáneos podían usar el don de sanidad, pero eso no es del todo cierto. San Agustín, quien vivió 400 años después de Jesús, dijo una vez que el don de sanidad había desaparecido. Pero entonces una persona de su iglesia fue sanada de ataques epilépticos y Agustín cambió de opinión y añadió una nueva sección sobre la sanidad en su libro La ciudad de Dios .1 La decisión del cambio de opinión de Agustín tal vez no fue completa, pero él parecía decir que el poder de la oración por sanidad todavía era válido, y que todos podemos orar para que Dios sane. Estoy de acuerdo con Agustín de que Dios todavía sana hoy, y que Él lo hace en respuesta a la oración. Sin embargo, no estoy seguro acerca de algunos que tienen el “don de sanidad” que han exagerado la sanidad y son conocidos por sus “largas filas de sanidad”. El problema es que algunos que tienen el “don de sanidad” creen que es su don o poder de sanidad el que sana. Creo que ellos todavía pueden sanar, pero que la sanidad es una respuesta a la oración, no un resultado de ningún poder ni don que tienen dentro de ellos mismos. Por lo tanto, no exageremos la importancia de los “dones de sanidad” ni le restemos importancia. Mantengamos la sanidad en su lugar bíblico porque creer en Dios es creer en la sanidad. Si nos negamos a creer en la sanidad física, le damos al cuerpo una importancia secundaria, al decir que Dios obra en el espíritu humano (el hombre inmaterial) pero no en el cuerpo humano (el hombre físico). Esa es una falsa dicotomía. Como cristianos, creemos que la presencia de Jesucristo habita en nuestro cuerpo y resplandece a través de nosotros para mostrar la gloria de Dios, dicho de otro modo, somos templos vivos (véase 1 Corintios 6:19). Nuestro cuerpo es importante. Dado que Dios nos ama, Él se preocupa tanto por nuestra vida física como lo hace por nuestra vida espiritual. Él se preocupa por lo que comemos, cómo nos vestimos y cómo le glorificamos con nuestro ser físico. Tenemos que disciplinar a nuestro cuerpo. Pero de la misma manera, Dios quiere disciplinar nuestro ser espiritual, para que le demos la gloria en todo lo que hagamos. Recordemos que Dios nos salvó en nuestra totalidad, tanto el cuerpo como el alma. No sólo nuestra alma vivirá para siempre. Nuestro cuerpo también lo hará. Resucitará y se unirá a nuestra alma en el rapto para vivir para

siempre con Jesucristo (véase Juan 14:1-3). Por lo tanto, debemos esperar la sanidad de nuestras emociones, de nuestra mente, de nuestro espíritu y también de nuestro cuerpo. Recordemos que Dios nos salvó en nuestra totalidad, tanto el cuerpo como el alma. No sólo nuestra alma vivirá para siempre. EL USO DE LOS MÉDICOS Y LAS MEDICINAS Echemos un vistazo a cómo se sana nuestro cuerpo. Entonces podemos entender mejor cómo orar para que alguien vuelva a tener salud cuando esté enferma. Dios tiene muchas maneras de hacernos gozar de buena salud. A modo de ejemplo, sabemos que un apetito saludable nos da un cuerpo fuerte, y también sabemos que ciertos alimentos o venenos le pueden causarle daño al cuerpo. Además, sabemos que las grasas, los dulces y otras “delicias” en exceso le pueden causar daño al cuerpo. De modo que sabemos que lo que comemos puede hacernos sanos o puede destruir nuestra salud. Entonces Dios nos da a los médicos. Santiago nos enseña: “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto” (Santiago 1:17). Entre los muchos regalos dados a los seres humanos para usar están los regalos de las medicinas y la atención adecuada a través de los médicos. Los médicos hacen muchas cosas para mantenernos sanos: Eliminan los cánceres para que podamos sanar; formulan antibióticos para combatir las enfermedades; y nos dan consejos sobre las rutinas físicas, el descanso, la recreación y una variedad de otros temas para mantenernos sanos. El propósito de la profesión médica no sólo es para el tratamiento de las enfermedades y quitar el dolor, sino también para contribuir con nuestra salud. Sin embargo, no son los médicos los que nos hacen saludables, sino que es Dios quien nos da el cuerpo físico, y en el análisis final, el cuerpo se sana a sí mismo . El médico quita la causa de la enfermedad o el dolor, y con el tiempo, cuando todas las demás cosas están en igual de condiciones, nuestro cuerpo se sana a sí mismo. Obviamente, Dios puede sanar al margen de cualquier medicina, pero la mayor parte del tiempo, Dios elige sanar a través de las medicinas, o la ingestión de alimentos, u otras contribuciones médicas en el mundo en el

que vivimos. Entonces, ¿cómo debemos orar? Los siguientes son los cuatro pasos para orar por sanidad: 1. Debemos orar que el médico tenga la sabiduría para diagnosticar correctamente nuestros problemas. 2. Entonces debemos orar por sabiduría para que el médico recete la medicina adecuada o el antídoto para nuestro problema. 3. Debemos orar para que la medicina sea efectiva para la sanidad prevista. 4. Encima de todo eso, debemos pedirle a Dios que nos proteja de cualquier infección, virus o enfermedad contagiosa o transmisible que pueda ser perjudicial para nuestra salud. Hay ocasiones en que es posible que tengamos que orar para que Dios nos revele los factores desconocidos que causan las enfermedades. Me sobrecogió la historia de un colega, profesor en la Universidad Trinity Evangelical Divinity School en los años sesenta. Este profesor fue llevado seriamente enfermo y trasladado rápidamente a la sala de emergencias. Se le administraron varios exámenes, pero el personal médico no pudo encontrar la causa del problema. Fue a la casa y se recuperó. Dos meses después, la misma enfermedad se manifestó en el profesor, y esta vez su esposa tenía también los síntomas. De nuevo, fueron al hospital, y no se pudo encontrar el origen del problema, con un conjunto diferente de exámenes. Parecían estar mejor y superar el problema, y regresaron a la casa. Nadie podía asociar la causa con la patología potencialmente mortal. Dejaron de orar por sanidad y oraron a Dios para que les ayudara a descubrir la causa oculta, cuando algún tiempo después toda la familia tuvo los mismos síntomas. Descubrieron poco después que su enfermedad estaba relacionada con un hermoso juego de tazas de porcelana que habían comprado en el campo misionero. Las tazas no se habían cocinado completamente en el horno para sellar el acabado de cerámica, y cuando la familia agregaba té caliente, la pintura a base de plomo se derretía e ingresaba en su sistema y causaba los graves problemas de salud que estaban experimentando. La oración puede ayudar a encontrar el culpable de nuestros problemas físicos.

LA FE PARA LA SANIDAD DE DIOS No vayamos a cualquiera de los extremos mientras oremos por sanidad. Algunos se basan únicamente en la oración y se niegan a cualquier atención médica en absoluto. El otro extremo es confiar únicamente en la tecnología médica y negar orar y pedirle a Dios que haga los milagros. He aquí mi consejo para los que caen en esta segunda categoría. Examine su propia falta de fe Puede ser especialmente difícil orar cuando las personas tienen problemas físicos graves, por ejemplo, un estado avanzado de cáncer. Es difícil saber cómo orar por ellos. Tal vez la persona tenga una discapacidad a largo plazo o padezca una enfermedad que la ciencia médica dice que es incurable. Independientemente de cuál sea el problema, escudriñemos siempre nuestro corazón para descubrir si lo que hay es un cáncer de incredulidad. Tratemos con nuestra propia falta de fe antes de comenzar a pedirle un milagro a Dios. Recordemos al padre que tenía a un hijo epiléptico endemoniado. Este padre se acercó a Jesús y dijo: “¡Creo! ¡Ayúdame en mi incredulidad!” (Marcos 9:24). Debemos tener la fe para sanar antes de pedirle a Dios que nos sane a nosotros mismos o a otras personas. El padre reconoció su propia incredulidad; ese es un buen lugar para empezar. Ore por la voluntad de Dios en todas las cosas Empiezo cada mañana orando: “Hágase tu voluntad” (Mateo 6:10); oro que se haga todos los días la voluntad de Dios en mi vida, porque anhelo que se haga su voluntad en todo lo que hago. Recuerde, no es la voluntad de Dios sanar a todas las personas. Incluso Jesús no sanó a todos los que acudieron a Él. Cuando Jesús fue al estanque de Betesda, Jesús vio a “muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua” (Juan 5:3). Pero Jesús sanó sólo a un hombre que había estado cojo hacía 38 años (véase vv. 5-9). Jesús pasó por alto la multitud, cuando escogió solo a uno para sanar; eligió a un hombre cuya condición era grave y que parecía poco probable ser sanado de cualquier otra forma. En algunas ocasiones, Jesús sanó a todos los que acudían a Él por sanidad (véase Mateo 12:15). Otras veces, la Biblia no informa que Jesús sanó a “todos” sino que sanó a “muchos”. Por ejemplo: “Al anochecer, cuando el

sol se puso, llevaron a Jesús a todos los que estaban enfermos... y Jesús sanó a muchos que sufrían de diversas enfermedades” (Marcos 1:32-34). Tengamos en cuenta que le fueron llevados todos los enfermos, Él no sanó a todos; sólo sanó a muchos. Hay una diferencia importante entre Jesús y nosotros. Jesús sanó a todos por los que oró, pero no oró por todos los que necesitaban ser sanados. Al no ser Jesús, tenemos que entender que no todos por los que oramos van a ser sanados. Puede que sea la voluntad de Dios que esa persona se enferme (véase 2 Timoteo 4:20). Recodemos que Dios no sanó a Pablo del aguijón en la carne, sino que le enseñó muchas lecciones a través del dolor (véase 2 Corintios 12:9). PASOS PARA ORAR POR LA SANIDAD El pasaje bíblico más extenso sobre la sanidad se encuentra en Santiago 5:13-18. Tengamos en cuenta los siguientes principios y sigámoslos cuando oremos por un milagro. 1. Ore cuando sufra Santiago comienza este pasaje preguntando: “¿Alguno de ustedes está pasando por dificultades? (Santiago 5:13, NTV ). Santiago reconoce la fragilidad de la carne humana, con esta pregunta retórica. Sin duda, todas las personas en algún momento padecemos alguna aflicción en nuestro cuerpo. Entonces, ¿qué aconseja Santiago que deben hacer las personas que sufren? Les dice que hagan más que orar una vez. Dice: “Que ore” (Santiago 5:13, NTV ). La palabra para orar aquí es proseuchomai, y comunica la idea de estar constantemente en una relación cara a cara con Dios (pros = hacia; euchomai = la cara; por lo tanto, proseuchomai = orar en una relación cara a cara con Dios). Tengamos en cuenta que el primer paso para la sanidad es que el enfermo ore por sí mismo. El enfermo no debe comenzar llamando a un pastor o a otra persona para que interceda por él o ella; más bien, debe asumir la responsabilidad de orar por sí mismo. 2. Llame a los ancianos de la iglesia “Que se llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él” (Santiago 5:14). Esta es una instrucción muy específica. Creo que significa

que se debe llamar al pastor de la persona y/o a los líderes de la iglesia para que oren por él. Tenga en cuenta que no se menciona nada de la visita de uno que tiene el “don de sanidad” o incluso de pastores de otras iglesias, ni predicadores en ministerios de televisión o radio que puedan tener la capacidad de orar. ¿Por qué? Este paso asume una relación espiritual entre el enfermo y los que vienen a orar por él o ella. Si el enfermo tiene pecados evidentes, tiene problemas con los demás en la iglesia, se deja llevar por el mundo o tiene algún otro problema, los ancianos deben estar al tanto de ello, porque oran por todas las personas bajo su custodia. Dios parece relacionar la sanidad física con las oraciones de los líderes de la iglesia. Tal vez algunos que oran por la sanidad física no la reciben porque dejan las oraciones para su iglesia local y sus líderes. ¿No es una declaración de fe el acto mismo de “llamar”? Así que la fe que mueve montañas (véase Marcos 11:22-24) comienza cuando los enfermos llaman a los ancianos para orar por su sanidad. 3. Examine cualquier relación entre la enfermedad y el pecado Santiago relaciona estas dos cosas con esta promesa: “El Señor le va a perdonar, si su enfermedad fue causada por algún pecado” (Santiago 5:15, ELT ). Por supuesto, la promesa de perdonar el pecado viene antes del resultado físico: “para que sean sanados” (Santiago 5:16). Tal vez la confesión del pecado y el arrepentimiento son las condiciones para que Dios nos levante (Santiago 5:15). Una de las razones por las que se deben llamar a los líderes de la iglesia es que ellos pueden estar al tanto de cualquier “pecado-problema” en la vida del enfermo. Además, pueden tratar con la restauración espiritual y luego orar por la sanidad física. Tal vez no se responden las oraciones de muchos enfermos, ya que han sido reacios a tratar con el pecado en su vida. 4. El enfermo debe confesar y arrepentirse de los pecados Tenga en cuenta lo que dice Santiago: “Confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por otros, para que sean sanados” (Santiago 5:16). ¿Qué significa exactamente esto? Un enfermo debe reconocer sus pecados,

incluso si es sólo desatender las disciplinas espirituales de caminar con Dios. Él debe reconocer sus pecados, confesarlos (véase 1 Juan 1:9), y arrepentirse de ellos para tener un terreno de oración. Entonces Dios puede responder y sanar a la persona. 5. La enfermedad de la persona puede ser un juicio de Dios Santiago le escribió a la iglesia, en el contexto de la sanidad: “para que no pequen y sean condenados” (Santiago 5:12, NLT ). La condenación aquí es el juicio de Dios. ¿Podría ser que el juicio sobre la persona sea su enfermedad? ¿Podría ser que su pecado o desobediencia a la voluntad de Dios causó su enfermedad o sea la fuente de su enfermedad? ¿Podría ser su problema físico el juicio continuo de Dios? Como vimos anteriormente, debemos “Confesar [nuestros] pecados unos a otros, y orar unos por otros, para que [nosotros] seamos sanados” (Santiago 5:16). ¿Por qué Santiago relaciona la confesión y el perdón de los pecados con la sanidad del cuerpo? Tal vez porque los dos no se pueden separar. 6. El enfermo debe iniciar las oraciones Dios honra la fe y el deseo de una persona de ser sanada. Por lo tanto, si usted es llamado a orar por un enfermo, pregúntele: “¿Ha orado por su sanidad?”. También puede hacer una segunda pregunta: “¿Tiene la fe para creer que Dios le puede sanar?”. Fomentar la fe en ellos, puede llevar a la sanidad de Dios. Fomentar la fe en una persona, puede llevar a la sanidad de Dios. 7. Recuerde el tiempo de Dios en la enfermedad Tanto la enfermedad como la sanidad están relacionados con el tiempo de Dios. Él puede permitir que continúe una enfermedad en la vida de una persona, incluso tras orar, a fin de lograr un propósito específico. En otro caso, Él puede comenzar la obra de sanidad antes de que comencemos a orar. Tal vez una fiebre ya ha corrido su curso, o quizás un virus o enfermedad se ha frenado. Así que cuando comencemos a orar, recordemos que Dios es eterno y Él “llama las cosas que no existen, como si existieran” (Romanos 4:17). Dios se ha involucrado en el proceso, mucho

antes de que comencemos a orar, así que reconozcamos lo que Él puede estar haciendo y tratemos de orar conforme a su voluntad. 8. Imponga las manos sobre la persona La imposición de manos sobre los enfermos es una práctica importante que se enseña en la Biblia. Usted se identifica con las personas, cuando impone sus manos sobre ellas; les muestra su cuidado y preocupación física; así como una preocupación espiritual. Además, cuando imponemos las manos sobre alguien, nuestra fe libera el poder para la sanidad, aún cuando no seamos conscientes de lo que Dios esté haciendo. Jesús tocó en muchas ocasiones a los enfermos cuando los sanó (véase, por ejemplo Marcos 6:5; 8:22-25). Pablo hizo lo mismo: “Y resultó que el padre de Publio estaba enfermo. Tenía fiebre y disentería, y estaba en cama. Pero Pablo fue a verlo y, luego de orar por él, le impuso las manos y lo sanó. Cuando se supo lo que Pablo había hecho, otros de la isla con distintas enfermedades vinieron a él, y también fueron sanados” (Hechos 28:8-9). Sin embargo, sólo tocar a la persona no es suficiente para sanarla. Dios no sana a través del tacto; Él sana a través de la fe que se ejercita mediante la oración por los enfermos. 9. Unja con aceite Observemos la instrucción sobre “unjan con aceite en el nombre del Señor” (Santiago 5:14). ¿Puede cualquier persona ungir con aceite? O ¿sólo pueden los ancianos ungir con aceite? Es una pregunta razonable. Algunos dicen que los ancianos de la iglesia deben hacer la unción con aceite, porque la Biblia dice: “Que se llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor” (Santiago 5:14). Otros dicen que cualquier persona que sea un intercesor espiritual puede ungir con aceite y Dios va a usar esa unción para la sanidad. Durante muchos años, mi iglesia realizaba servicios de sanidad los domingos por la tarde. Nos reuníamos a las 5:45 PM, 15 minutos antes del servicio de la tarde que comenzaba a las 6:00. El pastor invitaba a la gente: “Si quiere tener una oración por sanidad, venga temprano esta noche y haga parte de nuestro servicio de unción”.

Dado que yo tenía una estrecha amistad con muchos pentecostales y ellos son conocidos por ungir con aceite, mi pastor siempre me pedía que yo hiciera la unción con aceite en nuestros servicios de sanidad. No creo que la persona que unja con aceite tenga más eficacia en la sanidad que otros que estén involucrados. Tal vez sean las oraciones de todos los ancianos de la iglesia las que provoquen la sanidad. Pero en mi iglesia, una persona es la que unge por los muchos guerreros de oración que están presentes. En cambio, estuve en una iglesia suramericana donde observé que todos los líderes de la iglesia hacían dos cosas. En primer lugar, cada uno de ellos ungía con aceite y luego cada uno de ellos oraba. Una vez más, no creo que Dios prefiera un método por encima del otro; Él prefiere la fe de las personas que oran. Creo que Dios bendice la unidad de los muchos que se unen en oración por la persona, cuando el público participa en un servicio de sanidad. Sin embargo, ha habido ocasiones cuando se unge con aceite a un enfermo en privado y Dios sana a la persona. A finales de los años sesentas, yo era el editor de la Escuela Dominical para la revista Christian Life (en aquel tiempo la principal revista evangélica de Estados Unidos). El editor, Bob Walker, era un miembro de una iglesia bíblica independiente, pero comenzó a hablar en lenguas, cuando el Espíritu Santo vino sobre él. Estaba enfermo en el hospital y me llamó para que fuera a verle y a orar por él. Fue un viaje difícil para mí, porque involucraba un viaje por el tráfico de la ciudad de Chicago de aproximadamente una hora, antes de que hubieran vías con peajes y autopistas. Me quejé interiormente de ir, pero fui porque él era el editor de la revista y mi amigo. Sabía que él me iba a pedir que lo ungiera con aceite, cuando entré en la habitación y vi la pequeña botella de aceite sobre la mesa de noche junto a su cama. Jamás había hecho eso antes, y de alguna manera estaba incómodo con la idea de usar el aceite. Ni siquiera había visto nunca que lo hicieran y ciertamente nunca me habían enseñado cómo hacerlo. Me pregunté a mí mismo: ¿Qué voy a hacer cuando él me pida que lo unja con aceite? Entonces pensé en la peor alternativa: ¿Qué va a pasar si me niego? Recordé la unción que se hizo en la Biblia. Así que razoné: No hay ninguna razón para no hacerlo, ¿verdad?

Walker me pidió que lo ungiera con aceite y estuve de acuerdo de orar por su sanidad mientras lo ungía. Yo fui como una semana más tarde a la oficina de la revista Christian Life y Walker estaba allí. Me dio las gracias por orar por él y señaló que fue mi oración, más que la de algún otro, la que lo sacó adelante. Me resistí a atribuirme cualquier mérito aunque había orado con fe, pidiéndole a Dios que lo sanara. Entonces él me dio instrucciones: “Elmer, si me enfermo de nuevo, no dudes en la capacidad de Dios para sanar”. Y añadió: “Todo el que sea sanado en respuesta a la oración, con el tiempo va a morir. Pero sólo porque todos vamos a morir, no significa que Dios no nos va dar un alivio temporal con la sanidad”. Luego pasó a explicar: “Dios es glorificado en la sanidad y la obra de Dios sigue adelante a través de ella”. RECAPITULACIÓN Si creemos que Dios puede hacer cualquier cosa que Él desee, entonces creemos en la sanidad. Hay algunas ocasiones cuando el siervo de Dios debe ser sanado para que pueda servirle adecuadamente. (Recordemos, creemos y conocemos la naturaleza limitada del ser humano; la enfermedad, ya sea seria o leve, es inevitable para todos nosotros). Creemos en los milagros si creemos en la sanidad. Así que cuando la sanidad parezca humanamente imposible, ayunemos para conocer a Dios y enterarnos de su presencia. Entonces también podemos ayunar por una sanidad milagrosa. Quinta parte: El ayuno por los milagros más extremos

Capítulo 14 BUSCAR la guía divina

Daniel Henderson se desempeñó como presidente del cuerpo estudiantil, mientras estudiaba en la Universidad Liberty. Coordinó la formación pastoral de los estudiantes de pregrado, cuando pasó más tarde a formar parte del personal pastoral del Seminario Teológico Liberty Baptist. Dado que Liberty tenía un estilo de vida de ayuno, Daniel ayunó en varias ocasiones siendo estudiante. De hecho, participó en algunos de los ayunos mencionados en este libro. Daniel se enfrentó a un desafío, durante el otoño de 1981. Sus planes eran viajar a la región noroeste del pacífico, específicamente a Seattle, Washington en la primavera de 1985, para fundar una iglesia nueva. A

través de una campaña activa, Daniel atrajo a un equipo de otras 13 personas que querían ir con él para ayudar a fundar la iglesia. La región noroeste del pacífico parecía emocionante, desafiante y necesitada. Otros se sintieron atraídos a la visión de Daniel, cuando este compartió con el cuerpo estudiantil lo que Dios le estaba llamando a hacer. La siguiente es la primera ley del liderazgo: “Los seguidores apoyan nuestro liderazgo, cuando apoyan nuestra visión”. Pero Daniel no tenía paz de ir al noroeste siendo soltero. Así que se sumó a un amigo a un ayuno de 21 días. El amigo tenía un objetivo de oración completamente distinto, pero Daniel ayunó por una esposa. Daniel había salido con chicas, pero no tenía ningún indicio de la compañera de su vida. No estaba seguro que un hombre soltero debía pastorear a una iglesia, y tan emocionante como era para él la meta de Seattle, tenía el dilema interno: “¿Qué debo hacer?”. Dios respondió de una manera inusual. Un amigo le pidió a Daniel que salieran a la vez en dos parejas a una cita el fin de semana, porque (la prometida) de su amigo venía a la ciudad. “No estoy saliendo con nadie” Daniel le dijo a su amigo, sin querer explicar que estaba ayunando. Pero el amigo fue persuasivo y regresó dos veces más para torcerle el brazo a fin de que tuvieran una cita doble para ese fin de semana. Cuando Daniel pensó y oró acerca de quién iba a invitar a su cita, la única mujer que le interesaba era Rosemary Brewer, una chica espiritual, hija de un pastor y atractiva. Daniel había visto a Rosemary por el campus y sus familias se conocían. Daniel puso una prueba a manera de vellón, diciendo: “Si me encuentro con ella en las próximas 24 horas, voy a invitarla a salir a una cita”. Luego, puso una carga sobre Dios. “Si no la veo, no la invito”. Entonces se dijo a sí mismo: No habrá trato para que salgamos las dos parejas. Daniel se encontró la mañana siguiente con Rosemary parada en el pasillo, cuando fue al edificio de la administración para dejar unos papeles. Como le había pedido a Dios que abriera la puerta, y le había dicho a Dios que la invitaría a una cita, si se encontraba con ella, sabía que Dios le estaba dando esta oportunidad. Daniel se acercó para preguntarle a Rosemary si

iba a estar disponible para salir las dos parejas en la noche del sábado. En ese momento, ella tenía una cita con otro estudiante programada para la noche del viernes. Ella al principio aceptó la invitación de Daniel, pero la canceló posteriormente. Sin embargo, la hermana de Rosemary, April, dijo: “¡Oh no!, tienes que salir con Daniel . . .” y convenció a Rosemary para que cambiara de opinión. Fueron a la zona turística del puente natural, aproximadamente a 80 kilómetros de Lynchburg, Virginia. Planearon cenar en un restaurante exclusivo, pero Daniel pidió solamente caldo, porque sentía que era lícito en su ayuno. Fue una noche maravillosa, y tanto Daniel como Rosemary disfrutaron de su tiempo juntos. Decidieron salir de nuevo el lunes siguiente, que era el Día del Trabajo. Daniel dijo: “Vayamos a los Picos de la Nutria y yo preparo el desayuno”. Ella se dio cuenta que él no comía, después de servirle el desayuno. Él no quiso mantenerlo en secreto, así que le contó a Rosemary que estaba ayunando, pero no le explicó la razón en ese momento. Salieron a varias comidas, durante las siguientes dos semanas, y ninguna vez, Daniel comía debido a su ayuno. Hacia el final de su ayuno de 21 días, sintió que Dios quería que él se casara con Rosemary. Unos dos meses después de terminado el ayuno, Daniel fue a Huntington, Virginia Occidental, para hablar con el padre de Rosemary, el pastor Fred Brewer de la iglesia Fellowhip Baptist. Le preguntó: “¿Me entrega la mano de Rosemary en matrimonio? Estamos enamorados”. Fred no le dio una respuesta inmediata. Dijo: “Déjeme pensarlo un tiempo”. Una semana más tarde, Fred llamó a Daniel a larga distancia para decirle: “Sí, tiene mi permiso para casarse con mi hija”. Daniel y Rosemary se comprometieron a finales de noviembre y se casaron el mes de junio siguiente. Daniel ve la guía de Dios en su providencia. Él señala: “Casi me niego a salir en dos parejas con un amigo, y muchas cosas pudieron haber salido mal antes de que Rosemary y yo saliéramos a esa primera cita”. Cuando Daniel mira hacia atrás a esos días, dice: “Creo que Dios envió a un amigo que insistió en que saliéramos juntos dos parejas, porque yo estaba rendido

a la voluntad de Dios y confiaba en su providencia. Dios dispuso para mí que me encontrara con Rosemary en el pasillo y a partir de ese momento, Dios dirigió nuestros pasos juntos”. CÓMO ORAR POR LA GUÍA DIVINA Todos nos encontramos de vez en cuando ante una decisión importante o en la necesidad de la guía de Dios. Si no estamos acostumbrados a buscar su dirección a través del ayuno y la oración, comenzar puede ser desalentador. A continuación se presentan una serie de principios y sugerencias sobre cómo buscar a Dios y permitirle que guíe nuestros pasos. 1. Ore dentro de la voluntad de Dios Ya sea que usted esté orando por un cónyuge, o un trabajo, o cualquier otra decisión, tenga siempre en cuenta que Dios tiene un plan para su vida. Por lo tanto, debemos orar todos los días el Padrenuestro, recordando que debe abordar cada decisión con la petición: “Hágase tu voluntad” (Mateo 6:10). Dios puede obrar y guiar a una persona que se rinda a Él. Así que rendirse a Dios es su primer paso cuando ore por la guía de Dios. Los marineros dicen que es difícil mover un velero que esté quieto en el agua, con las velas plegadas. Sin embargo, cuando el viento sopla y las velas están izadas, es fácil guiar la embarcación sin problemas con el poder del viento. Del mismo modo, si rinde su vida a la voluntad de Dios y trata de hacer su voluntad, va a ser más fácil que Dios lo guíe suavemente dentro de su voluntad. Rendirse a Dios es el primer paso cuando ora por la guía divina. La voluntad de Dios se encuentra dentro de los parámetros de la Palabra de Dios. Si está orando por una esposa, Dios probablemente no dice el nombre de la mujer; sin embargo, es probable que Él dé un poco de dirección. Según Daniel: “Ciertamente, yo quería una esposa que fuera una creyente, pero más, quería una chica que estuviera comprometida a hacer la voluntad de Dios y le sirviera tiempo completo”. Daniel continuó diciendo: “Había muchas chicas en la universidad que se ajustaban a esos requisitos,

pero yo quería ir un paso más adelante; quería una chica cuyo corazón fuera compatible con el mío y mi llamado”. Daniel observó que el pastor Fred Brewer había criado a sus hijas para que consideraran el ministerio. Rosemary creció en la casa de un pastor y ella quería casarse con un pastor únicamente. 2. Mire las metas futuras, cuando revise la compatibilidad Dos personas tienen la libertad de tomar otro paso, cuando tienen las mismas metas en la vida. Sin embargo, esto no necesariamente significa que sean compatibles para el matrimonio. Debemos observar la personalidad, las actitudes y la manera en que se vive la vida. Daniel dijo: “Yo quería a alguien que estuviera dispuesta a seguir mi camino, lo cual era bastante radical, ya que yo iba a fundar una iglesia”. 3. Dios da guía divina a través de la oración Obviamente, no puede orar por todas las decisiones. Usted vive según las exigencias de los acontecimientos y lo que el momento exija. Pero cuando se llega a los acontecimientos y a los momentos decisivos de la vida, debe orar por ellos antes de que se presenten. Mi esposa Ruth Forbes tenía cinco años, cuando aceptó a Cristo en su clase de la escuela dominical. Poco después de ello, cuando oraba por la noche, su madre le preguntó: “Ruth, ¿qué quieres ser cuando seas grande?”. La pequeña Ruth le dijo a su madre: “Quiero casarme con un predicador . . .”. “Entonces tenemos que empezar a orar todas las noches por él, que Dios le prepare y les guíe a los dos”. Así que durante toda la escuela primaria y secundaria, Ruth estaba orando por el hombre con quien se casaría algún día: Ella oraba: “Ahora me acuesto a dormir, le pido al Señor que cuide mi alma. Si muero antes de despertar, le pido al Señor que tome mi alma”. Dios bendiga a mamá, papá y a David y . . . al hombre con el que me voy a casar. Hazlo lindo y protégelo. Amén.

4. Dios guía a través de las circunstancias Daniel Henderson prometió que si se encontraba con Rosemary Brewer en las siguientes 24 horas, le pediría que salieran en una cita. Esas son las circunstancias. Como se encontraron dentro de las 24 horas, él sintió que Dios le guiaba en esa dirección. A veces Dios guía a través de una puerta abierta, como lo explica Pablo: “porque se me ha abierto puerta grande y eficaz (1 Corintios 16:9, RVR1960 ). La voluntad de Dios puede ser una nueva oportunidad de ministerio, un nuevo trabajo, o un nuevo reto que nos proporciona una manera para servirle al Señor. Sin embargo, ore seriamente antes de seguir por una puerta abierta. Esa puerta puede a veces tener el “brillo del éxito”, pero en realidad lo aleja de la voluntad de Dios. Hay familias que se han mudado, cuando el esposo recibe un ascenso, sólo para terminar donde no había ninguna influencia de una iglesia para los hijos y oportunidades limitadas para servir a Dios. Dese cuenta que el diablo puede usar una puerta abierta para alejarlo de Dios, así como Dios puede usar una puerta abierta para atraerlo a sí mismo. ¿Cómo sabe la diferencia? Por lo general, cuando Dios abre una puerta, hay una guía clara y una sensación profunda de paz. Su confianza interior le dice que eso es lo que Dios quiere que haga. Cuando Satanás abre una puerta, hay por lo general confusión, miedo al pecado y duda. Recuerde, Satanás es el padre de las dudas, y él no quiere que tenga una fe llena de confianza en Dios. 5. Encuentre orientación a través del vellón Se llama “poner el vellón”, cuando un cristiano le fija las condiciones a Dios. La expresión se originó con Gedeón, quien oraba para encontrar la voluntad de Dios. Gedeón tiende un vellón de lana, la lana esquilada de una oveja joven antes de ser tejida en tela y le dice a Dios: “Si vas a salvar a Israel por medio de mí, como lo has prometido, déjame poner en la era un vellón de lana. Si al amanecer hay rocío sobre el vellón, pero a su alrededor el suelo está seco, con eso entenderé que tú salvarás a Israel por medio de mí, como lo has prometido” (Jueces 6:36-37). Dios respondió según las condiciones de Gedeón: a la mañana siguiente, el vellón de lana se retorcía por la humedad, pero el suelo alrededor estaba seco. Entonces Gedeón tuvo

un segundo pensamiento. La lana suele atraer el rocío. Su vellón de lana mojado podía ser simplemente el resultado natural del estado del tiempo. Así que Gedeón oró lo contrario: “No te enojes conmigo, Señor, si insisto, pero quiero hacer otra prueba con el vellón. Te ruego que esta vez sólo el vellón quede seco, y que alrededor de él haya rocío en el suelo” (Jueces 6:39). Gedeón oró por resultados sobrenaturales, y Dios respondió de nuevo: A la mañana siguiente el vellón estaba seco y el suelo estaba mojado. ¿Debemos poner un vellón para determinar la voluntad de Dios? No es algo que la mayoría de los cristianos deben hacer, y sin duda no es lo único que usted debe hacer para encontrar la voluntad de Dios. El cristiano primero debe buscar a Dios a través de su Palabra, luego entregarse a su voluntad, y posteriormente, orar por la situación. Cuando se hace todo eso, el poder de Dios puede finalmente hablar a través de un “vellón”. Pero debe tener cuidado, si el vellón es lo único que usa para determinar la dirección de Dios. 6. Encuentre la dirección de Dios a través de sus dones espirituales La Biblia enseña que Dios le ha dado a todo cristiano un “don espiritual” que es una habilidad para servir a Dios. Primera de Pedro declara: “Ponga cada uno al servicio de los demás el don que haya recibido, y sea un buen administrador de la gracia de Dios en sus diferentes manifestaciones” (1 Pedro 4:10). Aprendemos dos cosas de este versículo: En primer lugar, Dios nos ha dado dones a todos; y segundo, todos debemos servir en el ministerio según el don que se nos haya dado. Esa es la voluntad de Dios. Pablo enseña la misma verdad: “pero Dios le ha dado a cada uno su propio don, a algunos de alguna manera y a otros, de otra” (1 Corintios 7:7). Usted tiene un don espiritual de Dios y es la voluntad de Dios que use su don espiritual en el ministerio para su gloria. Por ejemplo, si tiene el don de la enseñanza, puede usar ese don en la Escuela Dominical, en pequeños grupos de estudios bíblicos, o en cualquier lugar donde tenga la oportunidad de enseñar a un grupo o un individuo. A veces no tenemos que ir más allá de nuestras propias casas para usar nuestros dones. A modo de ejemplo, toda madre y padre con hijos tienen la responsabilidad de usar su don de enseñanza para guiar a sus hijos en los

asuntos espirituales. Dios nos da la habilidad que coincida con nuestra responsabilidad. Pablo nos dice que diferentes personas tienen diferentes dones espirituales: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo” (1 Corintios 12:4-5). Esto significa que Dios ha dado dones diferentes a diferentes personas y también que las personas usan los dones espirituales de diferentes maneras. Las personas llaman de manera diferente los diversos dones espirituales, pero a continuación se encuentra la lista de los dones de servicio que yo uso: Profecía

Dadivosidad

Servicio

Administración

Enseñanza

Misericordia

Exhortación Evangelismo y pastoreo

Algo importante para recordar sobre los dones espirituales es que aunque muchas personas tienen, por ejemplo, el don de la enseñanza, no todas las personas tendrán los mismos resultados con su enseñanza. ¿Por qué? Porque Dios manifiesta de manera diferente los dones a través de distintas personas. Pablo lo describe de la siguiente manera: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1 Corintios 12:7, RVR1960 ). De modo que las personas usan sus dones espirituales de maneras diferentes. Una persona puede usar su don de enseñanza uno a uno. Otra persona puede enseñar a grupos grandes. Incluso otra persona puede tener un ministerio de enseñar en el púlpito la Palabra de Dios todos los domingos por la mañana. “Hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo” (1 Corintios 12:6). No puede ignorar la presencia de sus dones espirituales, sus habilidades para servir a Dios y a la vez encontrar la guía divina para su vida. Dios nos guía a descubrir nuestras habilidades y a usarlas para su gloria. 7. La guía divina se confirma rindiéndose ante Dios

Hace muchos años, me senté en la capilla de Columbia Bible College siendo un joven de primer año buscando la voluntad de Dios. Un orador misionero nos desafió, diciendo: “Lo que no queremos hacer es la voluntad de Dios para nosotros ”. Mencionó a las personas que se habían resistido a ir al campo misionero, pero encontraron que era la voluntad de Dios, cuando se rindieron a Él. Mencionó a las personas que se habían resistido a ir al campo misionero, pero se rindieron a Dios y luego encontraron que era su voluntad. Mientras estaba sentado en la capilla, pensé en las cosas que no quería hacer. Luego miré algunos asientos a mi derecha y vi a una chica que pensé que era escandalosa, desagradable y nada atractiva. Apareció el punto de ese sermón: Lo que no quiero hacer es la voluntad de Dios. Seguí el tema con: No quiero casarme con esa chica, entonces esa debe ser la voluntad de Dios. Durante las siguientes dos semanas, me desesperaba en la presencia de Dios por esa chica. Me negué a salir con ella, y realmente . . . realmente . . . realmente no quería casarme con ella. Traté de orar por ella para que fuera el tipo de chica que quería, con la actitud y la personalidad que quería e incluso la apariencia que yo deseaba. Tuve dos semanas de oración frustrante. Al final de las dos semanas, una mujer misionera de América del Sur habló en la capilla. Ella hizo una declaración que era muy simple, pero que sugirió la verdad opuesta: “Si estamos sometidos a Dios, lo que deseamos hacer tal vez sea la voluntad de Dios”. Cuando me senté en la capilla aquel día, de repente se fusionaron las dos verdades. Cuando usted lucha contra Dios, lo que no quiere hacer tal vez sea su voluntad. Cuando usted está sometido a Dios, lo que quiere hacer, bien puede que sea su voluntad. Sabía que estaba rendido a Dios; me había sometido a Él y estaba dispuesto a ir a cualquier lugar y hacer cualquier cosa. Hice una introspección y vi a la joven desde una perspectiva distinta. No éramos compatibles, no teníamos el mismo sistema de valores y ella se burlaba del ministerio. ¡Se cerró el capítulo! Ella no era para mí.

Llegué a la conclusión que como yo estaba rendido a Dios, cuando encontrara a la chica correcta, ella iba a ser con la que yo quería casarme. 8. Sus motivos deben ser puros en la búsqueda de la dirección de Dios Jesús dijo: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz” (Mateo 6:22). En este contexto, la palabra “bueno” significa que se enfoca en una dirección específica. Puede encontrar la voluntad de Dios, cuando tenga propósito en la vida y quiera glorificar a Dios con todo lo que haga. Su visión se vuelve borrosa y no ve el futuro claramente, cuando el interés propio se mezcla con la dirección de Dios. Dios guía a aquellos que tienen un propósito en la vida y cuyo propósito está comprometido con la voluntad de Dios. 9. Establezca los principios y sígalos para hallar la voluntad de Dios Todo cristiano debe desarrollar un conjunto de principios que guíen cada aspecto de su vida. Estos principios le darán confianza a la persona que busque la guía divina. La manera de encontrar estos principios es mediante la saturación de uno mismo con la Palabra de Dios. Los que mejor conocen la Biblia, quienes entienden los principios de Dios son los que tienen una vida sana y feliz. Un abuelo sabio alguna vez observó: “Una Biblia que se está despedazando por lo general le pertenece a alguien que no le pasa lo mismo”. Los siguientes son algunos principios que surgen de las Escrituras: El principio de la responsabilidad cristiana (2 Corintios 6:14-18) nos dice que no debemos dejar que nuestros compañeros no salvos tomen las decisiones relativas al propósito de la vida. El principio del secreto (Mateo 6:6) nos dice que la voluntad de Dios se encuentra en la oración en secreto mientras busquemos su rostro. El principio de no ofender al cristiano más débil (Romanos 14:19; 1 Corintios 8:9-15; 10:31; Romanos 14:21) nos dice que no podemos ofender a los cristianos más jóvenes y estar en la voluntad de Dios.

El principio del dominio (1 Corintios 6:12) nos recuerda que no debemos dejar que otro que no sea Cristo sea nuestro gobernante. Debemos dominar nuestra vida para Él. El principio del deber (Proverbios 3:27, Santiago 4:17) nos recuerda que debemos cumplir con nuestras obligaciones. El principio de la excepcionalidad (1 Corintios 9:19-23; Filipenses 4:11-12) nos dice que hagamos lo mejor que podamos para Dios, sin importar las circunstancias en que nos encontremos. El principio de la idoneidad (1 Corintios 10:23) nos dice que muchas cosas pueden estar bien para los demás, pero no para nosotros. El principio de la fortaleza mental (Romanos 14:22-23) nos dice que después de haber examinado a fondo un tema, debemos hacer todo para la gloria de Dios.2 A medida que siga estos principios, desarrollará el carácter cristiano, que se puede definir como “hacer habitualmente lo correcto, de la manera correcta”. El carácter se forja mediante la obediencia a la Palabra de Dios, pero esto es sólo la mitad de una vida cristiana efectiva. La otra mitad es el poder espiritual, y ese viene con el Espíritu Santo. Usted Recibe el poder para vencer la tentación y tener la victoria sobre el pecado, cuando se rinde para ser lleno del Espíritu. Recuerde que Dios está más preocupado por su carácter que por sus circunstancias. A veces Él lo conducirá a través de aguas profundas. ¿Por qué? Porque Él quiere que desarrolle el carácter que necesita para vivir en los tiempos difíciles. Dios a veces lo guía al desierto porque Él quiere que deposite su confianza sólo en Él. A veces será enfrentado a una noche de invierno profunda, oscura y fría porque cuando esté encerrado a solas con Dios, aprenderá a confiar en Él y a glorificarle en todo lo que haga. Estas dificultades nos preparan para el ayuno y la oración. UN DESAFÍO A TRES IGLESIAS Daniel Henderson basó su ministerio, cuando salió del seminario, en Hechos 6:4: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”. Sentía que si iba a tener éxito en el ministerio, debía dedicarse a la

oración y a la predicación de la Palabra de Dios. Dios lo puso en tres iglesias que cultivaron la desesperación por conocer el corazón de Dios. En cada situación, Daniel sintió que si Dios no hacía algo profundamente sobrenatural en la iglesia, la congregación probablemente no iba a sobrevivir. Una gran iglesia herida por un escándalo sexual La primera de estas iglesias fue la iglesia cristiana Los Gatos en San José, California. Daniel reemplazó a Marvin Reichard, quien había dirigido la iglesia durante 28 años, la cual creció de 60 asistentes a más de 6.000. Pero en junio de 1988, la junta aceptó la renuncia de Reichard tras confesar una aventura sexual que ocultó durante ocho años. Reichard había sido el vocero de la organización Mayoría Moral en el norte de California, así que los medios de comunicación liberales le dieron gran publicidad al lío, tratándolo como un caso escandaloso. La iglesia también estuvo involucrada en una demanda por $25 millones de dólares en relación con un caso de disciplina de la iglesia. Esa es una enorme cantidad de publicidad negativa y de riesgo financiero para que enfrente un joven pastor. Daniel tenía sólo 30 años cuando fue designado como pastor interino de la iglesia cristiana Los Gatos. Durante sus cuatro años allí, él básicamente dirigió la iglesia siendo su pastor. No sólo predicó semanalmente la Palabra, sino también convocó a la iglesia a la oración. Se reunió cada lunes por la mañana a las 6:00 am con un grupo de hombres en la iglesia para orar por una hora. Además de ello, convocó tres reuniones de oración toda la noche durante su primer año. Daniel había aprendido a ayunar bajo el liderazgo de Jerry Falwell en la Universidad Liberty, así que también convocó varios ayunos de 24 horas, es decir, desde la puesta del sol hasta la puesta del sol, para que Dios interviniera en la demanda (lo cual Él hizo), y para que estabilizara la iglesia y le diera la salud y el crecimiento a la congregación. Hacia el final de sus cuatro años en San José, convocó varios ayunos de tres días para dirección y provisión para el ministerio. Una iglesia estable sin energía ni crecimiento

Daniel fue llamado a la Iglesia Arcadia Baptist en Sacramento, California, en 1993. Arcadia Baptist era una iglesia estable con una asistencia de unas 1.000 personas. Lee Toms, el pastor fundador, había estado allí durante 40 años. La iglesia era muy tradicional, ubicada en un viejo barrio consolidado. Tenía predominantemente una membresía “canosa”, cuando llegó Daniel. La iglesia debía $2,5 millones de dólares, lo cual parecía un gran desafío para Daniel en el momento. Daniel asistió a varias cumbres de oración para pastores en la región noroeste del pacífico. Estos fueron eventos de tres días, donde los pastores iban a un lugar remoto sin una agenda establecida, por lo general en un campamento o en un centro de retiros. Una cumbre de oración era un evento que fluía con total libertad. Los pastores se sentaban en círculos concéntricos, así que podían escucharse el uno al otro y cualquiera podía leer las Escrituras, comenzar a cantar un himno o expresar sus ideas. Entonces los participantes buscaban oportunidades para orar en torno a algún tema que surgía de las Escrituras que se estaba leyendo. Daniel llama esta experiencia: “Alimentada por las Escrituras y guiada por las Escrituras”. A veces, durante las cumbres de oración, los grupos se disolvían y las personas eran enviadas por su cuenta, para observar un código de silencio, meditar, orar y buscar la voluntad de Dios para su vida. Las cumbres de oración también incluían tiempo dedicado a grupos pequeños del mismo género (hombres oraban con hombres y mujeres, con mujeres). Se consideraba que en los grupos del mismo género, las personas iban a estar más cómodas entre sí. Como resultado, podían compartir las cargas o expresar más abiertamente las necesidades o luchas. Daniel llama a las cumbres de oración: “El cristianismo en su forma más pura”. Dios le había hablado a Daniel en estas cumbres pastorales de oración, así que decidió que Dios le podía hablar a la Iglesia Arcadia Baptist por medio de un evento similar. La iglesia llevó a cabo su primera cumbre de oración en enero de 1994. Daniel no sabía qué iba a ocurrir; ese tipo de reunión de oración todavía se consideraba “fuera de los esquemas”. Unas 100 personas

asistieron a la primera cumbre. El Señor comenzó a obrar en los corazones, dándole a muchos un nuevo comienzo en su vida. Varios matrimonios fueron también rejuvenecidos. Daniel también puso en marcha una serie de 12 reuniones de oración de cooperación cada semana para que las personas se reunieran con una pasión por la oración. Una reunión el jueves por la noche, llamada un “Encuentro Fresco”, congregó entre 500 y 600 personas para adorar a través de la oración. Daniel estuvo en la Iglesia Arcadia Baptist durante 11 años. La asistencia creció a más del doble, de 1.000 a 2.300 personas. La iglesia pudo fundar tres iglesias hijas, y hoy una de esas iglesias hijas tiene entre 3.000 y 4.000 asistentes. Las ofrendas misioneras se duplicaron, los bautismos se duplicaron y hubo una renovación transformadora en la Iglesia Arcadia Baptist en Sacramento. Una iglesia que lucha por sobrevivir La tercera iglesia de Daniel fue la Iglesia Grace en Eden Prairie, Minnesota. Él estaba contento en la Iglesia Arcadia Baptist y planeaba quedarse allí por mucho tiempo. Ya no estaban las presiones en Sacramento. Pero la Iglesia Grace en Eden Prairie estaba en serios problemas. La iglesia se había trasladado a un terreno de 24 hectáreas. El nuevo edificio de 23.225 metros cuadrados podía albergar a 4.200 personas. La iglesia había lanzado un proyecto de construcción de $50 millones de dólares, que resultó en un pago mensual del préstamo de $189.000 dólares. Una campaña de recaudación de fondos de capital para reducir la deuda no alcanzó el nivel previsto en $10 millones de dólares. La iglesia todavía debía $28 millones de dólares. Algo de ese dinero se necesitaba inmediatamente cuando la congregación descubrió que su pastor tenía una aventura amorosa. Alguien de la junta obtuvo el número de celular de Daniel mediante un giro abrupto de la comunicación. Daniel informó que no estaba interesado, cuando le contactaron para ir a la iglesia. Sin embargo, después de terminada la llamada, él tuvo un presentimiento interno de que Dios le iba a enviar a esa iglesia. Enviaron un paquete sobre la Iglesia Grace a la casa de los Henderson, y Rosemary vio el vídeo que estaba incluido mientras que Daniel se

encontraba en la ciudad. Cuando él regresó a la casa, ella dijo: “Tengo un mal presentimiento sobre esta iglesia”. Ambos estuvieron de acuerdo que no querían ir allá, pero también estuvieron de acuerdo que estarían abiertos al llamado de Dios. A su juicio, se trataba de un “desafío único” y Daniel estaba preparado para demostrar que Dios podía hacer los milagros en esa iglesia. Cuando Daniel salió de California, la temperatura en el aeropuerto era de 27 grados centígrados, y cuando aterrizó en Minneapolis, la temperatura era de 34 grados centígrados bajo cero y con una altura de nieve en el suelo de 43 centímetros. De inmediato comenzó a reunirse con la gente en encuentros destinados a recaudar $10 millones de dólares para cubrir los sobrecostos que la iglesia había gastado en el nuevo edificio. La mayoría del dinero se recaudó en tres años. Sin la espinita de los $10 millones de dólares, la iglesia pudo continuar haciendo sus pagos mensuales de $189.000 dólares. Al igual que en sus iglesias anteriores, Daniel sintió que la clave de su ministerio era predicar la Palabra y orar que Dios hiciera lo sobrenatural. Además de la deuda relacionada con el edificio, la iglesia tuvo un compromiso anual con las misiones extranjeras por $2 millones de dólares. Esta fue la verdadera atracción para Daniel. La iglesia organizó un retiro para hombres, durante el primer mes en Minnesota. Daniel le cambió el nombre a la reunión a “Cumbre de Oración”, cuando llegó. Se presentaron más de 300 hombres. Así como Dios lo había hecho antes, Él encendió una pasión en el corazón de la gente de la iglesia para que orara y confiara en Dios por lo sobrenatural. Comenzaron a orar por el presupuesto mensual y pronto este se equilibró. Además de las cumbres de oración, Daniel desafió a los miembros de la congregación para que fueran y experimentaran los “Encuentros Frescos” en el Tabernáculo Brooklyn en Nueva York. En dos ocasiones, la iglesia alquiló aviones para que 180 personas pudieran ir a la reunión de oración del martes por la noche en el Tabernáculo Brooklyn. Daniel quería que las personas de la Iglesia Grace se impregnaran de la visión de lo que puede hacer la oración.

Daniel programó tres cumbres de oración cada año, durante sus cuatro años en Minnesota. Al momento de su salida, hubo 33 cumbres de oración en la iglesia, y las cosas cambiaron completamente para esta congregación que alguna vez pareció estar al borde de la destrucción.

Capítulo 15 ACEPTAR cuando Dios diga: “¡No!”

La oración es una relación, pero a veces nuestras oraciones abusan de Dios. Pedimos cosas que Él no hace, o le pedimos que vaya en contra de su naturaleza. Dios no puede mentir, ni puede bendecir algo que esté en contra de los Diez Mandamientos. Él no responde a peticiones necias o que no sean bíblicas. Así que es lógicamente natural que cuando hagamos ese tipo de peticiones, Dios nos diga “No” o “Yo no lo hago de esa manera”. Me pregunto a veces si Dios escucha algunas de nuestras oraciones y responde: “¡Tienes que estar bromeando!”. Dios a veces dice “No”, porque hay peligros físicos o espirituales relacionados con nuestras peticiones. Tal vez pida algo que podría ser peligroso para usted u otras personas. ¿No es el deber de un padre impedir que un hijo se lastime o lastime a los demás? Si

hacemos eso por nuestros hijos, ¿no haría lo mismo nuestro Padre celestial por nosotros? ¿Y qué de las veces cuando le pedimos a Dios que haga cosas que Él no puede hacer? Suena duro decir que Dios no pueda hacer algo, pero Dios no puede hacer ciertas cosas que sean contrarias a su naturaleza. Dios no puede convertir el pecado en justicia, Él no puede hacer que ayer no ocurra, Él no puede crear una roca que sea demasiado grande y Él no la pueda alzar, y Él no se puede negar a sí mismo. Así que cuando abusamos de Dios con nuestras peticiones improcedentes o imposibles, ¿qué esperamos que Él diga? A veces recibimos una “sin respuesta”: Él ni siquiera responde. Esto puede significar que no sabemos lo suficiente sobre la Biblia o sobre Dios, o puede ser que estemos cegados por nuestros pecados o nuestra ignorancia. (Véase el capítulo 16: “Escuchar cuando Dios guarde silencio”). INTERPRETAR UN “NO” DE DIOS Cada vez que Dios dice “No,” se nos recuerda que Él tiene ciertos límites. Dado que tendemos a esperar respuestas ilimitadas a nuestras oraciones, estas respuestas negativas nos cogen desprevenidos. Aprender a entender y a responder a un “no” de parte de Dios es una parte importante de nuestro crecimiento espiritual. Las oraciones no bíblicas Escribí dos peticiones en mi diario, durante un ayuno de 40 días, en 1997. En primer lugar, estaba ayunando para conocer más íntimamente a Dios. Él respondió abundantemente esa solicitud. En segundo lugar, estaba ayunando para que Dios destituyera al presidente Clinton del cargo. No era una motivación política; no se trataba de un asunto republicano. En algún momento en el pasado, yo había votado por el congresista Goodlatte, un demócrata, porque compartíamos valores fundamentales. Pero yo no estuve de acuerdo con los valores centrales del presidente Clinton, y sentí que muchas de sus políticas liberales estaban perjudicando a los Estados Unidos. Yo tuve interrogantes sobre su estilo de vida moral y personal, el escándalo Whitewater y la muerte de su amigo íntimo, Vince Foster. Parecía como si hubiera demasiado bagaje para que el presidente Clinton siguiera como un presidente con una participación eficaz. Oré sin ninguna duda a la

hora del desayuno, al almuerzo y a la comida, durante mi primer día de ayuno, para que Dios destituyera al presidente Clinton de su cargo. Oré de nuevo para que Dios destituyera al presidente Clinton de su cargo, durante el segundo día de mi ayuno. Fue entonces que el Señor me habló, recordándome que la Biblia nos ordena a todos los creyentes que oremos “por los reyes y por todos los que ocupan altos puestos” (1 Timoteo 2:2). No pude discutir con Dios, así que oré por el presidente Clinton para que fuera un presidente eficaz. Tras leer las Escrituras y orar, tuve una pequeña duda en mi mente de si mi oración anterior para quitarle del cargo había sido bíblica. Volví a orar al tercer día para que Dios destituyera del cargo al presidente Clinton. En ese momento, sentí un recordatorio negativo de parte de Dios: “Le dije ayer que no hiciera esa petición”. La sensación era fuerte y sentí un remordimiento de conciencia. Oré una vez más en el cuarto día para que el presidente Clinton fuera restituido del cargo. Fue entonces que recibí una muy fuerte convicción interna de que no debía pedir la revocatoria de Clinton, sino que debía interceder ante Dios por él. Confesé mi desobediencia al mandamiento que Dios me había recordado tan solo un par de días atrás: el mandamiento de orar por los que estaban en autoridad. Escribí en mi diario en el día cinco: “Señor, ¿debo orar por la destitución de Clinton de la presidencia?”. Recibí una sensación directa en respuesta: No ore en contra de su presidente; más bien, ore por su presidente. En lo que a mí respecta, Dios me había dicho: “¡no!”. Mi oración y mi ayuno habían sido por la motivación equivocada. Así que no saqué a colación el tema de nuevo durante el resto de mis 40 días de ayuno, ni oré en contra del presidente Clinton. En lugar de ello, comencé a orar que Dios lo usara en su cargo. Concentré mis oraciones en conocer íntimamente a Dios y sentí que mi nueva actitud al orar por el presidente Clinton aumentaba mi conocimiento del carácter de Dios. Ocurrió lo más extraño durante mi ayuno de 40 días: El nombre “Monica Lewinsky” apareció en los titulares de los periódicos y en las noticias de las seis. Luego vino la votación en la Cámara de Representantes para destituir

al presidente Clinton. Durante todo este tiempo, mientras el escándalo sacudía a Washington D.C., tuve una confianza interna de que Dios no destituiría al presidente del cargo. ¿Por qué? Porque Dios no me permitió que orara para revocar su cargo. Dios estaba usando, en su sabiduría y providencia, a Bill Clinton para un propósito, y yo no tenía que entenderlo. Llegué a creer que mi oración negativa en contra del presidente Clinton había sido una oración presuntuosa . Oraciones para cambiar el pasado Otra razón por la que Dios puede decir no es que Él no puede deshacer la historia. Un amigo mío estaba recientemente esperando un gran cheque en el correo y cuando recibió el sobre, oró: “Señor, permite que el cheque se encuentre en este sobre”. ¡Consideremos la situación! El cheque estaba o no en el sobre. El cheque fue o no enviado por correo. Ya era demasiado tarde para hacer esa oración. Mi amigo debió haber orado antes: “Señor, ayúdales a recordarles que me envíen ahora el cheque por correo”. Entonces debió haber orado por ningún retraso en el sistema de correo. Por último, debió haber orado por paciencia para esperar la respuesta a sus oraciones. Mi hija, Polly, esperó alguna vez que Dios cambiara la historia. Me dijo cuando estaba embarazada con su primer hijo: “Estoy orando que sea un niño”. Le recordé que el género de su bebé se había determinado al momento de la concepción. Dios no podía deshacer el crecimiento del bebé en la matriz y cambiarlo de una niña a un niño. Mi hija jamás lo había pensado de esa manera. Tal vez todos nosotros deberíamos pensar en la forma en que oramos y las cosas que pedimos. Como resultado, mi nieta fue una bella niña, nacida durante la Escuela Dominical en 1988. Dios no va a responder nuestras oraciones para manipular la historia. Las oraciones que Dios ya contestó Pero a veces Dios comienza a responder incluso antes de que se lo pidamos. Dios pudo haber estado desarrollando los patrones climáticos que iban a traer la lluvia a una zona. Consideremos la experiencia de Elías: “Elías era un hombre con limitaciones semejantes a las nuestras. Pero oró con fervor para que no lloviera, y durante tres años y seis meses no llovió sobre la tierra. Después volvió a orar, y el cielo dejó caer su lluvia, y la tierra dio sus frutos” (Santiago 5:17-18). Como ya hemos comentado, una manera de

describir un milagro es la interrupción de las leyes de la naturaleza para un propósito divino. ¿Interrumpió Dios el patrón climático para enviar una sequía con fines divinos? Observe cómo oró Elías por la lluvia. En primer lugar, la fe de Elías esperaba que Dios contestara sus oraciones. Pero en segundo lugar, Elías esperaba que lloviera según los patrones climáticos. Le dijo a su criado que fuera y mirara siete veces hacia el mar para divisar la lluvia (véase 1 Reyes 18:42-46). Llegó la lluvia cuando un frente climático se trasladó a la zona. Había una pequeña nube de lluvia, que fue seguida por un aguacero torrencial. Elías no oró en contra de la historia ni el clima; sino que oró y esperó una respuesta según la manera en que normalmente llueve. Piense ahora en las mujeres que caminaron en la penumbra de la madrugada a la tumba en la primera Pascua. Mientras hablaban entre sí, preguntaron: “¿Quién nos quitará la piedra para entrar al sepulcro?” (Marcos 16:3). Puede que incluso hayan orado por esa petición, pero la piedra ya había sido removida, así que su oración no habría hecho ninguna diferencia. ¿Cuántas veces hemos hecho lo mismo? Hemos orado por cosas que ya han sucedido. Luego está la historia de la liberación de Pedro de la cárcel. Herodes, quien acababa de decapitar a Santiago (véase Hechos 12:1-3), encarceló a Pedro. La iglesia oró intensamente, porque pensaban que Pedro podría ser martirizado al igual que lo había sido Santiago. “Mientras que Pedro era bien vigilado en la cárcel, en la iglesia se oraba constantemente a Dios por él” (v.5). Se elevaron plegarias por Pedro antes de que él fuera excarcelado, y la iglesia, sin saberlo, siguió orando por su liberación después de que él estuviera fuera de la cárcel. La respuesta de Dios a la oración en este caso fue dramática: Las cadenas se le cayeron a Pedro y un ángel le dijo que se pusiera su manto; luego se abrió por sí misma la puerta de hierro que daba a la ciudad (véase vv. 7-10). Cuando Pedro quedó libre, “llegó a casa de María . . . Muchos hermanos se habían reunido allí para orar” (v. 12). Pedro llamó a la puerta, y Rode, la portera, reconoció su voz pero no le dejó entrar. Corrió a decir a la gente, que en ese momento estaba orando, que Pedro estaba a la puerta (véase v. 14).

Ellos no le creyeron a Rode; tal vez pensaron que ella no reconocería la voz de Pedro, o quizás no creyeron realmente que Dios había respondido su oración. Pedro siguió llamando a la puerta, y “cuando abrieron y lo vieron, se quedaron atónitos.” (v. 16). La iglesia casi se pierde la respuesta de Dios a su oración. Cuando oramos, debemos preguntarnos: ¿Ya respondió Dios esta oración? Cuando oramos, debemos preguntarnos: ¿Ya respondió Dios esta oración? Las oraciones arraigadas en el deseo Aveces igualamos un gran deseo con algo con mucha fe, pero no son lo mismo. La fe bíblica se relaciona con Dios, y nuestra fe se debe depositar en Dios mismo. El deseo surge de nuestra mente y nuestro corazón; es algo que queremos. La fuerza de nuestro deseo se puede medir inusualmente en una escala de 1 a 10. Tenemos un deseo eventual por algunas cosas (un “1”). Tenemos un gran deseo por otras cosas (un “8” ó “9”). Pero un gran deseo no es lo mismo que mucha fe. Debemos despojarnos de nuestros deseos egoístas y rendirnos a la voluntad de Dios antes de entrar en la oración y el ayuno. “Sí, pero todavía no” A veces oramos y ayunamos, y Dios responde las peticiones que buscamos, pero no de inmediato. Yo fui el rector de la universidad Winnipeg Bible College en Canadá, desde 1961 a 1965, y en muchas ocasiones la universidad no tuvo suficiente dinero para pagar los salarios. Winnipeg Bible College era una institución de fe que confiaba en Dios para la provisión económica de su sustento. Seguíamos el lema: “Información completa sin solicitud”. Recuerdo una ocasión cuando oré toda la noche a Dios para que enviara el dinero para los salarios. Oré tan fervientemente que quedé convencido de que el dinero estaría en el casillero postal a la mañana siguiente. Pero cuando lo abrí, sólo había cartas que contenían pequeñas donaciones, nada como la gran respuesta que esperaba. Al principio, estaba decepcionado y desilusionado porque había orado con vehemencia. Pero luego pensé: quizás Dios tocó el corazón de las personas para que enviaran el dinero y

el correo llegará dentro de los siguientes dos o tres días. Esa idea parecía racional, pero no fue así. Uno o dos sobres llegaron cada día, trayendo algo de dinero, pero nunca una ganancia sorprendente. Llamé ese viernes al profesorado y al personal (nueve personas) a mi oficina. Esta era una práctica semanal. Nos paramos alrededor de mi escritorio; la tesorera de la universidad, Alida Netzer, tenía la chequera en la mano. El contador me decía cuánto dinero teníamos. Pagábamos primero la energía, el agua, la calefacción y los alimentos para los estudiantes. Entonces le preguntaba a cada uno de los profesores y al personal: “¿Cuánto necesitan realmente?”. Cada uno me decía lo que necesitaba para completar la semana. Luego, si quedaba algo de dinero, lo dividíamos equitativamente entre las nueve personas. Oré de nuevo toda la noche, en dos o tres otras ocasiones, y todavía no lograba mi gran avance. No recibí mi milagro personal. Tenía que aprender la lección de las respuestas demoradas . Dios iba a bendecir a la universidad con una reserva milagrosa de dinero, pero no lo haría durante otros 15 años. Mientras yo era presidente, la universidad fue acreditada por la Asociación de Acreditación de Universidades Bíblicas (AABC), [N. del T. por sus siglas en inglés] y la Provincia de Manitoba lo aprobó, lo cual implicaba que podíamos transferir sus créditos académicos a las universidades seculares de Canadá. Ese fue un paso hacia la provisión del dinero de parte de Dios, pero nadie lo reconoció en su momento. Varios años después de que me fui, el presidente Bill Eichhorst dispuso que la Universidad de Winnipeg recibiera un subsidio de $500 dólares por estudiante registrado al año de parte de la Provincia de Manitoba. Este era el mismo subsidio que se pagaba a todas las demás universidades de la provincia, y le proporcionaba a la universidad un suficiente respaldo económico para abrir las clases (que ofrecen créditos académicos reconocidos) en Ontario, Saskatchewan and Alberta, sobre todo las clases de preparación y asesoramiento del profesorado. La universidad Winnipeg Bible College (que más tarde cambió su nombre a Providence College y Seminario Teológico) se convirtió en la universidad cristiana más grande de Canadá, debido a su alcance en todo el país. Trabajó con muchos otros seminarios bíblicos no acreditados para darles a sus estudiantes el

reconocimiento y la acreditación académica. Dios escuchó mis oraciones para las finanzas para la universidad, pero Él contestó de una manera completamente diferente de lo que yo esperaba. Un mejor plan Dios a veces puede decir no a sus oraciones, porque Él tiene un plan mucho mejor para su vida. Jezabel amenazó con matar al profeta Elías, después de que este ganara el enfrentamiento con los profetas de Baal en el monte Carmelo. Elías huyó por toda la nación de Israel, y luego por toda la nación de Judá y escapó hacia el desierto para proteger su vida (véase 1 Reyes 19:1-4). Luego hizo una petición muy inusual: “Señor, ¡ya no puedo más! ¡Quítame la vida!” (v. 4). Estaba desanimado y asustado, así que oró para morir. No puedo dejar de preguntarme por qué Elías no dejó simplemente que Jezabel le atrapara en lugar de pedirle a Dios que lo matara. Estoy seguro que ella habría estado feliz de hacerlo. Pero me estoy desviando del tema. Después de que Elías dejara Berseba, se internó profundamente en el desierto, caminando hacia el monte Sinaí. Comenzó a escalar ese monte donde Dios se había revelado a sí mismo. Se desahogó con Dios, contándole sobre la terrible situación en la que estaba. Fue entonces que el Señor se encontró con el profeta desanimado, le dio un encargo y le envió de vuelta a trabajar (véase 1 Reyes 19:8-21). Dios no le quitó la vida a Elías, cuando el profeta se lo pidió. Es como si Dios hubiera escuchado su petición y hubiera dicho: “No, Elías, tengo un mejor plan para ti”. De hecho, incluso después de que Elías realizara más milagros, que ungiera a Eliseo para que ocupara su lugar y confrontara al rey malvado Ajab, Dios todavía tenía un mejor plan. Dios guió al anciano Elías a un lugar especial donde, de repente, “apareció un carro envuelto en llamas, con sus caballos de fuego. . . En ese momento, Elías ascendió al cielo en medio de un torbellino” (2 Reyes 2:11). Elías no iba a morir en el desierto; no, Elías iba a ser llevado al cielo sin morir. ¿No es eso mucho mejor? Tal vez ha estado orando por una meta pequeña o una solución menor a un problema y nada ocurre. Dios puede estar diciéndonos: “No, tengo un mejor plan para ti”.

Comencé a orar por una linda chica en mi iglesia, justo después de ser salvo. Pensé que la amaba y pensé que ella iba a ser la esposa perfecta de un predicador. Ella amaba a Dios, era fiel en la asistencia a la iglesia, y parecía tener un buen carácter cristiano. Fui al Seminario Bíblico y me enteré que ella se enamoró de un chico de la zona y se casó muy rápidamente. Mi corazón estuvo destrozado (temporalmente). Tal vez incluso culpé a Dios: “¿Por qué dejó que esto pasara?”. Vi a esta misma mujer conduciendo un Cadillac oxidado, viejo y destartalado. Su brazo regordete colgaba por la ventanilla del automóvil, sosteniendo una cerveza. Su figura esbelta había prosperado con los años, me imagino que superaba los 90 kilogramos. En ese momento, le agradecí a Dios por no responder esa oración para que ella fuera mi esposa. Tal vez sólo tenía deseos egoístas, cuando quería casarme con ella. Debí haber creído en Dios cuando dijo: “Yo tengo un mejor plan para tu vida”. “No hagamos daño” Ayunamos y oramos a veces por una petición que puede lastimar a otra persona. Si Dios dice: “No” a algo por lo que estamos orando, debemos considerar si esta puede ser la razón. Me llamaron una vez para intervenir en un pequeño pueblo sureño, donde una iglesia estaba dividida. Las personas estaban en contra entre sí familia contra familia, y en algunos casos, hermano contra hermano e hijos contra padres. El problema era que el pastor de la iglesia tenía pensamientos homosexuales y había ido a Jacksonville, Florida, para ver a un psiquiatra secular sobre el asunto. El pastor no estaba seguro si sus pensamientos venían de Satanás, o incluso de un demonio mismo. Tuvo dudas de que era realmente homosexual. Nunca traté de determinar si el pastor era homosexual o no. Él fue a servir al Señor en un ministerio interdenominacional, junto con su esposa y dos hijos, por el resto de su vida, una vez que pasó el incidente. El problema se debió en parte a que una dama de la iglesia escuchó acerca del psiquiatra y en poco tiempo, todos en la iglesia sabían que su pastor

había ido a ver a un psiquiatra no salvo. La mitad de la iglesia quería despedirlo, porque había ido a ver a un psiquiatra para sus problemas, en lugar de confiar en el Espíritu Santo. Algunos querían despedirlo, porque él tenía pensamientos homosexuales. Muchas personas dijeron: “Nuestro pastor no ha hecho nada malo. Él es como nosotros; tiene tentaciones”. Y otros no sabían qué hacer. Me pidieron que moderara una reunión donde se iba a proceder a una votación para decidir si se expulsaría a este hombre del pastorado. No voy a tratar de describir la tormenta de controversias que se desató esa noche, con personas que se gritaban entre sí a través del auditorio. Una vez más, amigo se volcó contra amigo, y vecino contra vecino. La votación estuvo muy reñida y el pastor fue destituido. De lo que vi durante el resto de su vida, el pastor no era homosexual, aunque tal vez Satanás y/o los demonios le tentaron. Cualquiera que haya sido el caso, parecía que la personas que se llamaron a sí mismas cristianas, habían estado orando en contra de su pastor. La próxima vez que quiera orar en contra de alguien, recomiendo tomar varios pasos. En primer lugar, recuerde que Dios nos ama a todos y tiene planes maravillosos para nuestras nuestras vidas. Tal vez esté orando en contra de Dios cuando ore en contra de algún hermano en la fe. En segundo lugar, siga la exhortación de Jesús de poner la otra mejilla cuando nos den una bofetada: “a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, preséntale también la otra” (Mateo 5:39). En tercer lugar, trate de orar cosas buenas por la persona a la que le quiera hacer daño. ¿No es eso lo que diría Jesús? “Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, y oren por quienes los calumnian” (Lucas 6:27-28). La raíz del problema es que los que odian a otro cristiano no quieren orar por su bienestar; quieren causarle daño. Sin embargo, si el corazón de ellos está bien con Dios, y buscan realmente amar y bendecir a la persona que sienten que les ha hecho daño, tal como nos recuerda Pablo, ellos van a amontonar ascuas de fuego sobre su cabeza (véase Romanos 12:20, RVR1960 ). Hay una cuarta cosa acerca de orar en contra de sus enemigos. Asegúrese de no tratar de acercarse a Dios, pisoteando a otra persona. Dios responde

las oraciones de quienes son sinceros y humildes; si quiere que Él responda sus oraciones, debe desarrollar una actitud positiva que le ayude a conmover su corazón. Si quiere que Él responda sus oraciones, debe desarrollar una actitud positiva que le ayude a conmover su corazón. La exigencia de una señal Asistí a la Iglesia First Baptist Church de Dallas, Texas, cuando era un joven estudiante ministerial. Oí al gran W. A. Criswell contar la siguiente historia acerca de cómo él había escuchado el testimonio de un joven que dijo: “Dios envió una bola de fuego del cielo y golpeó mi alma. Caí de rodillas y clamé a Dios. Oré todo el tiempo hasta que tuve paz”. Criswell trató de repetir esa experiencia de la bola de fuego, cuando era un joven predicador, en varias ocasiones. En primer lugar, oró que la bola de fuego le golpeara para que fuera un predicador más poderoso. Luego oró para que la bola de fuego golpeara a sus oyentes para que se convirtieran de la misma manera dramática. Pero eso nunca ocurrió. Si él hubiera escuchado con atención, habría oído a Dios decir: “No, Yo no lo hago de esa manera. Yo no uso una bola de fuego; Yo uso la Palabra de Dios”. La mayoría de las veces, los que le pidieron una señal a Jesús no la recibieron (véase, por ejemplo, Mateo 12:38-39). Dios quiere que las personas depositen su fe en Él con base en la Palabra de Dios. Los discípulos le dijeron a Tomás que habían visto a Jesús, después de encontrarse con Jesús la noche del Domingo de Pascua. El Señor “les mostró sus manos y su costado” (Juan 20:20). Juan continúa diciendo que los discípulos “se regocijaron al ver al Señor”. La palabra griega utilizada aquí es eidon , que significa experimentar y ver. Al parecer, los discípulos vieron y tocaron a Jesús esa noche. Tomás pensó que tenía que tener la misma experiencia, y dijo: “Si yo no veo en sus manos la señal de los clavos, ni meto mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:25). Es terrible decirle a Dios: “No creeré”. Tal vez es casi tan malo pedir una señal de Dios antes de creer en Él. Pero el Señor Jesús fue misericordioso.

Él se les apareció otra vez a sus discípulos el domingo siguiente por la noche y eligió a Tomás, con el ofrecimiento: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27). El texto no dice nada acerca de si Tomás realmente puso su dedo en las llagas de Jesús. Pero sí nos dice que Tomás respondió a Jesús con adoración. Tomás exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28). Como lo mencioné antes, los que exigen una señal o alguna reafirmación física por lo general no las reciben. Tomás lo hizo, pero aún así, observemos que Jesús le dijo que se centrara en creer en lugar de en la prueba física, y Él elogió a los que creyeron sin necesidad de una señal externa: “Tomás, has creído porque me has visto. Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29). Recapitulación ¿Cuántas veces un estudiante ha entrado en mi clase para presentar un examen y ha orado: “Señor, ayúdame a sacar una A”? Yo creo que Dios le diría a mis alumnos: “Esa no es la manera de hacerlo”. Dios espera que los estudiantes estudien, memoricen y aprendan las lecciones. Entonces, de la plenitud de su entendimiento, el estudiante puede orar por ayuda para responder y completar un examen exhaustivo. Pero cuando el estudiante llega sin haber estudiado, su mente está vacía y Dios no se comunica en el vacío. Su mente vacía se verá reflejada en un examen vacío. Fui alguna vez a presentar un examen para el cual no había estudiado en absoluto. Había 100 preguntas de verdadero o falso. Pensé que si las respondía todas como “verdadero” o “falso”, por lo menos obtendría la mitad correcta en el examen, lo cual incluía una gran cantidad de “cosas” que jamás había visto antes. Si hubiera orado: “Dios ayúdame a adivinar correctamente”, Dios sin duda habría dicho: “Yo no lo hago de esa manera”. Dios dirige su mundo con leyes, así que no oremos en contra de las leyes del aprendizaje. La próxima vez que estemos tentados a orar por una A en lugar de estudiar, recordemos cómo obra Dios. En primer lugar, ore para entender lo que usted estudió, luego ore por ayuda para retener lo que memorizó, y luego ore para explicar adecuadamente lo que sabemos. Ore

por una A, después de haber hecho todo eso. Esa es una oración que Dios puede contestar. Dios también puede regir su mundo mediante las leyes del tiempo. Dios se tomó seis días para crear la tierra y el universo. No lo hizo en un minuto. Si Dios permitió que el tiempo controlara su proceso creativo, ¿no deberíamos pedirle que use el tiempo para que perfeccione nuestro pensamiento, aumente nuestra perspectiva y nos prepare para nuestro ministerio? Nuestra copa está vacía, cuando nos apresuramos a predicar la Palabra de Dios sin un estudio adecuado y sin encontrarnos con Dios en la oración; no hay agua para verter en las almas sedientas. Toma tiempo leer, estudiar la Palabra y meditar sobre las Escrituras. Entonces con una copa llena podemos pedirle a Dios que sacie a los sedientos. ¿Y cómo podemos aplicar las leyes del tiempo a nuestro tío que tiene una enfermedad infecciosa? Dios puede que no le sane inmediatamente; el mejoramiento físico requiere tiempo. Incluso después de que la oración elimine la infección, se necesita tiempo para desarrollar una resistencia contra las enfermedades futuras. Puede a veces orar por la sanidad de un tío, pero se requiere el bisturí de un médico para eliminar el cáncer. Incluso después de que se haya ido la causa de la enfermedad, tomará tiempo para que sane la incisión, para que se fortalezcan los músculos y para que se recupere el cuerpo. Dios sana; ninguno de nosotros debemos ser escépticos, pero la sanidad puede seguir las leyes del tiempo. Si pedimos un milagro instantáneo, tal vez escuchemos que Dios diga: “Yo no lo hago de esa manera”. Dejemos que Dios obre a su manera.

Capítulo 16 Escuchar cuando Dios

guarde silencio

¿Alguna vez ha ayunado y orado por algo, pero no obtuvo ninguna respuesta en absoluto? Dios no dice ni “sí” ni “no” o ni siquiera “espere”. Él simplemente no responde. ¡Nada! Usted no es el primero en no recibir una respuesta. ¿Piensa que a Dios no le importa o que no lo escucha, cuando ayuna y ora , pero no obtiene ninguna respuesta? ¿Se imagina que al igual que el empleado en un cubículo, Él lo ha puesto en espera? Tal vez se imagine a Dios mirando hacia abajo a su celular divino, y presionando el botón de “ignorar” su llamada. Pueden haber muchas razones para una oración o un ayuno sin respuesta. Comencemos nuestra discusión del tema, examinando una historia de la vida del Rey David. David había pecado contra Dios cuando cometió

adulterio con Betsabé. Ella quedó embarazada y luego David dispuso que su marido fuera asesinado. Dios reprendió a David a través de un mensaje de Natán, el profeta, y David respondió con arrepentimiento: “David le respondió a Natán: «Reconozco que he pecado contra el Señor»” (2 Samuel 12:13). Pero como suele ser el caso, el arrepentimiento de David no evitó las consecuencias de su pecado. “Y el niño que la mujer de Urías le dio a David, se enfermó de gravedad porque el Señor así lo quiso” (2 Samuel 12:15). Lo que hizo David después es lo que todos nosotros debemos hacer cuando nada más sirva: “David le rogó al Señor por la salud de su hijo, y ayunaba y se pasaba la noche acostado en el suelo” (2 Samuel 12:16). David continuó ayunando sin ninguna respuesta de parte de Dios, durante siete días largos de ansiedad. Nadie del personal de David le pudo ayudar; ellos trataron “de levantarlo del suelo, pero David se negaba a levantarse, y tampoco quería comer” (2 Samuel 17). La oración y el ayuno de David no tuvieron éxito; el niño murió. Dios no le respondió a David, al igual que a veces Él no nos responde a usted o a mí. David sabía que algo había ocurrido, incluso en su tiempo de oración: “cuando David los vio hablar entre sí, se dio cuenta de que el niño ya había muerto” (2 Samuel 12:19). Tiene que rendirle su petición a Dios cuando Él no responda a su oración y a su ayuno intenso. Tiene que dejar de orar. Cuando llegue al final de su ayuno, sométale a Dios su petición y todas las circunstancias que la rodean, y luego siga adelante con la vida. Note lo que hizo David: “se levantó del suelo, y se bañó y se perfumó, y se puso ropa limpia; luego fue a la casa del Señor, y lo adoró” (2 Samuel 12:20). Tiene que rendirle su petición a Dios cuando Él no responda a su oración y a su ayuno intenso. Tiene que dejar de orar. La Biblia no describe la reacción de Dios ante la tentativa de ayuno de David por salvar a su hijo. No obtenemos ninguna otra respuesta al respecto que lo que hizo David. Pero aparentemente Dios escuchó a David y decidió bendecirlo, porque “David fue y consoló a Betsabé, su mujer, . . . ella le dio un hijo, al que llamó Salomón” (2 Samuel 12:24).

A veces el silencio de Dios no se debe al pecado. Consideremos la siguiente ilustración de C. S. Lewis de El sobrino del mago (de la serie Las crónicas de Narnia ). La mamá de Digory Kirke de quince años de edad estaba extremadamente enferma, de modo que Digory le pidió a Aslan que la sanara. Digory estaba esperando desesperadamente que el león dijera sí para sanarla. Al mismo tiempo, estaba preparado para que el león le dijera no. Pero el león no dijo nada. No respondió ni sí ni no. Finalmente, la cara del león se agachó cerca de Digory, y el joven vio una enorme lágrima que brillaba en los ojos del león. En ese momento, Digory se dio cuenta que el león se debió sentir realmente triste de que su madre estuviera muriendo, como él mismo lo estaba.1 Tal vez cuando ayunamos y oramos para que Dios sane a alguien que se está muriendo, y Dios no parece responder, se deba a que el ciclo natural de la vida esté surtiendo su efecto. La persona está muriendo, porque es su tiempo de morir. Quizás Dios esté tan triste como nosotros lo estemos, incluso si parece que Él simplemente no estuviera respondiendo. Ya hemos visto cómo Dios respondió con silencio a la oración de David por su hijo enfermo. Pero esa no fue aparentemente la primera vez que David no recibió una respuesta de parte de Dios. David fue ungido como el futuro rey de Israel cuando tuvo 15 años de edad. Luego David tuvo su famosa confrontación con Goliat, ganó esa batalla y le cortó la cabeza. Tal como lo lamenta la popular canción: “Qué tiempo tan feliz, que nunca olvidaré”. David debió haber pensado que iba a ser un héroe para siempre, cuando escuchó canciones entonadas en su honor: “Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles” (1 Samuel 18:7, RVR1960 ). Pero esta declaración que le trajo tanta alegría al corazón de David también le traería un profundo dolor. A partir de ese momento, Saúl le tuvo envidia a David, y esa envidia se tradujo en varios intentos de asesinato. “Con esto, Jonatán se dio cuenta de que su padre [Saúl] había decidido matar a David” (1 Samuel 20:33). David huyó al desierto y estuvo allí durante 13 años, separado de la familias, los amigos y su ciudad natal. Ni siquiera pudo entrar en la casa de Dios para adorar en su presencia; David oró continuamente, pero Dios no parecía escucharle.

“Señor . . . ¿Por qué escondes de mí tu rostro? (Salmos 88:14). A David le habían prometido el trono de Israel, pero Saúl lo estaba ocupando. David no sabía qué hacer. Así que oró: “¿Por qué te has olvidado de mí?” (Salmos 42:9). ¿Se ha sentido así alguna vez? Parece como si David hubiera recibido una respuesta de Dios. Habrá momentos cuando Dios parezca tratar con usted de la misma manera, y es posible que se pregunte: “Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí?” (Salmos 13:1, NTV ). ¿Cómo ora, cuando quiere una palabra de Dios, alguna palabra? Tal vez ore como lo hizo David: “Oh Dios, a quien alabo, no te quedes distante y callado” (Salmos 109:1, NTV ). Clama por liberación, o por cualquier respuesta, pero Dios no responde. Está en un agujero y no puede salir. Tal vez Dios tenga lecciones para enseñarle en ese agujero. Todo el mundo tiene que pasar en algún momento por una experiencia en el desierto, posiblemente en diversos momentos. Quizás Dios no lo libre porque Él quiera que aprenda qué debe hacer cuando nadie más esté a su alrededor. Tal vez Dios quiera enseñarle algo sobre él mismo, cuando esté en un desierto solitario, o encerrado a solas con Él. Job fue otro que vio su gozo convertido en tristeza. La historia es bien conocida: Satanás pidió permiso para tentar a Job y Dios lo permitió. Como resultado de ello, Job perdió a sus hijos, su ganado y casi todo lo que le pertenecía. La música alegre de su vida abundante llegó a ser un canto fúnebre. Así que Job preguntó: “¿Dónde está Dios mi Hacedor, que da cánticos en la noche?” (Job 35:10). ¿Alguna vez se ha sentido como si hubiera perdido su cántico, o ha perdido su camino y no tiene ningún amigo que lo ayude? LA BÚSQUEDA DE SIGNIFICADO CUANDO NO HAY RESPUESTAS ¿Cómo se siente cuando le pide a su cónyuge o a sus hijos que hagan algo y no lo hacen? A veces se siente herido; otras veces se enoja. A veces incluso es posible que esté listo a arremeter contra ellos por su falta de consideración. Después de todo, ¿usted siempre hace lo que le piden? Piense al respecto. Tal vez respondió la mayor parte del tiempo, pero puede haber ocasiones cuando no escuchó o quizás su mente estaba en otra parte,

o tal vez responde en su mente pero no puso sus pensamientos en palabras. Así que examine por qué Dios podría no contestar cuando clama a Él. El pecado está obstruyendo la relación Dios puede que no responda porque el pecado esté obstruyendo nuestra relación con Él. ¿Recuerda la historia del hombre que era ciego que discutió con los judíos por el milagro que le hizo Jesús? El hombre declaró: “Y sabemos que Dios no escucha a los pecadores” (Juan 9:31). Estaba diciendo que Jesús no le habría podido sanar si hubiese sido un pecador. Para aplicar esa ilustración, Dios no nos escucha cuando hay pecado en nuestra vida. El salmista entendió perfectamente este principio: “Si mi corazón se hubiera fijado en la maldad, el Señor no me habría escuchado” (Salmos 66:18). Una vez más las Escrituras nos dicen que el pecado obstruye nuestra comunicación con Dios: “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2, RVR1960 ). La frase: “se ha agravado su oído”, en realidad quiere decir: “está tapado con cerumen”. Nuestros pecados tapan el oído de Dios, del mismo modo que no podemos oír cuando tenemos cera en los oídos. Ahora, Dios oye todo, porque Él conoce todas las cosas posibles (es omnisciente), y Dios está presente en todas partes al mismo tiempo (es omnipresente). Por lo tanto, Dios escucha toda oración. Pero a veces, Dios no escucha para responder. Al igual que nosotros miramos casualmente la televisión y un locutor puede hacernos una pregunta sobre cera para pisos, tal como: “¿No quiere un piso más brillante?”. Técnicamente, escuchamos la pregunta, pero no ponemos atención, porque no estamos preocupados por los pisos en ese momento. Así que, Dios a veces escucha nuestras peticiones, pero el pecado impide que Él preste atención y Él no hace nada. Por esta razón, cuando pecamos, debemos (1) confesar nuestros pecados a Dios (véase 1 Juan 1:9); (2) arrepentirnos, que significa estar resueltos a no volverlo a hacer de nuevo; y (3) pedirle a Dios que nos limpie con la sangre de Jesucristo (véase 1 Juan 1:7).

Dios quiere que examine su petición Tal vez Dios no responda, porque Él quiere que examine su petición. A veces, si Dios respondiera rápidamente: “Sí” o “No”, no aprenderíamos la lección a través de la experiencia. Dios elige no responder a nuestra petición, porque Él quiere que aprendamos a través del auto-examen de por qué nuestra oración es inadecuada, o por qué debemos esperar; o quizás debemos aprender una lección profunda sobre Dios mismo. En lugar de decirnos simplemente “No”, Dios quiere que descubramos por qué Él no responde, de modo que una sin respuesta posee un valor pedagógico. No escuchó lo que dijo Dios Quizás Dios comenzó a responder cuando oramos, pero no escuchó lo suficiente para oír lo que dijo. Somos una generación impaciente, queremos el cereal instantáneo, la mensajería instantánea, todo instantáneo. Dado que el tiempo es un bien preciado, no queremos desperdiciarlo. Queremos todo AHORA. Suponga que llama a su jefe para pedirle un aumento de sueldo, o para pedirle fondos adicionales para un proyecto. Si él no le devuelve la llamada de inmediato, piensa que lo ha ignorado o le ha rechazado su petición. Puede que nos se irrite con su jefe por no responder en el momento oportuno. Pero suponga que él en realidad le devuelve la llamada de inmediato, sólo que estaba en la otra línea, y no pudo dejarle un mensaje porque su buzón de correo de voz estaba lleno. ¿Puede ser que a veces Dios trata de respondernos, pero estamos demasiado ocupados que no le escuchamos cuando habla? Puede que estemos ocupados haciendo otras cosas para Dios, o tal vez nos hemos olvidado de Él, o quizás simplemente apagamos nuestro teléfono. Cualquiera que sea la razón, cuando Dios trata de responder, Él no logra comunicarse con nosotros, y asumimos que Él nos está rechazando. Dios tiene un propósito al no responder A pesar de que pueda parecer que Él simplemente no presta atención, Dios tiene un propósito en todo lo que hace. Mientras que la comunicación con su jefe puede que se haya alterado, debido a problemas del celular, o puede que de hecho él se haya distraído antes de tener la oportunidad de responder su llamada, Dios nunca tiene ese tipo de problemas. Él conoce todas las

cosas en todo momento, incluyendo todas las cosas posibles (véase Romanos 4:17), y Él no es olvidadizo ni descuidado. Si Dios opta por no respondernos en el momento, Él tiene una razón para hacerlo. Trate de averiguar cuál es esa razón Si Dios opta por no respondernos en el momento, Él tiene una razón para hacerlo. Trate de averiguar cuál es esa razón. Ponerle condiciones a Dios Tenga cuidado con racionalizar sus experiencias. A veces le ponemos condiciones a las peticiones que le hacemos a Dios y esas condiciones son equivocadas. Suponga que un joven quiera salir con una chica, pero él es un poco tímido. Así que él se dice a sí mismo que la va a llamar, y si ella contesta, esta es su “señal” que él debe invitarla a salir con él. Pero cuando él llama, ella no contesta. Él asume que esto significa que no debe invitarla a salir, pero tal vez ella no escuchó el teléfono, o él pudo haber marcado el número equivocado, o se cortó la comunicación, o ella pudo haber estado usando el teléfono. El joven no consiguió su cita, por las suposiciones que hizo, y su rapidez para renunciar. Tal vez la chica habría salido con él, si hubiera sido más persistente. Un corazón débil nunca gana una bella doncella. Así que no tratemos de justificar una sin respuesta a nuestra manera. Dios tiene un propósito. Dios quiere que continúe orando Jesús dijo: “Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá” (Mateo 7:7). Se debió traducir en el idioma original: “Sigan pidiendo. . .”. Dios quiere que seamos persistentes en nuestra oración. Jesús dio el ejemplo de un hombre que iba donde un amigo a media noche para pedir pan, porque viajeros habían llegado para quedarse con él. El hombre con las manos vacías llamó a la puerta de la casa de su amigo, pero fue rechazado: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte” (Lucas 11:7, NTV ). El hombre con las manos vacías continuó llamando a la puerta, porque necesitaba pan y finalmente lo consiguió. Jesús lo explicó de la siguiente manera: “sí se levantará por su insistencia, y le dará todo lo que necesite” (Lucas 11:8).

Recapitulación Debemos tener cuidado de no responderle equivocadamente a Dios, cuando pensemos que Él no nos escucha o no responde nuestras oraciones. Lo más importante en nuestra relación con Dios es la confianza . Debemos confiar en Dios cuando Él diga: “¡Sí!” y confiar en Él cuando diga: “¡No!”. También debemos confiar en Él cuando diga: “Espere”, e incluso cuando parezca que no responde en absoluto. Debemos saber que Dios está allí y que Él nos ama. “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan” (Hebreos 11:6).

Capítulo 17 Conozca a Dios

más íntimamente

Ed Silvoso de Evangelismo de Cosecha me invitó una vez a Mar del Plata, Argentina, para hablar a unos 14.000 pastores sobre el tema del ayuno. Ed se disculpó, cuando entré en el estadio de baloncesto y vi la multitud: “Hoy sólo tenemos 10.000, pero en mi opinión parece más como 8.000”. Yo no estaba desanimado por dirigirme a un número menor de personas; esa multitud era una de las más grandes reuniones de predicadores pentecostales a las que me había dirigido. El predicador antes de mí llevó a la multitud al frenesí; se oían gritos de “¡ALELUYA!” y “¡ALABADO SEA EL SEÑOR!”. Sólo podía entender un poco de lo que estaban diciendo, ya que todas esas exclamaciones eran en español. Me habían invitado a dar una conferencia sobre el ayuno, no a dar

un sermón emocional y “apasionado”, como el del predicador que estaba terminando. Oh, Jesús, ayúdame . . . Oré en silencio cuando me senté en la primera fila. Los hombres en la fila detrás de mí estaban de pie, agitando los puños en el aire. Los bancos estaban tan repletos como se pudo llenar el auditorio. LLEGARON CINCO HOMBRES PARA ORAR POR MÍ Se me acercaron cinco hombres, cuando me senté. El líder del grupo dijo: “Leímos su libro sobre el ayuno . . . y venimos para orar, a fin de que Dios le use para que le enseñe a ayunar a muchos pastores”. Los cinco hombres habían ayunado toda la semana. Habían ido de un barco de pesca a otro en el puerto, imponiendo las manos sobre las redes, los motores y los equipos de registro sonar empleados para encontrar los peces. Argentina estaba en una recesión económica. Otros grupos de predicadores pentecostales habían pasado por toda la zona, orando en las fábricas, los negocios, los bancos y las escuelas. “Bebemos un vaso de jugo de naranja cada mañana al igual que usted”, explicó el líder, “pero ¿qué es el V-8?”. Me reí para mis adentros. Mencioné en mi libro que durante un largo ayuno, bebo un vaso de jugo de naranja cada mañana, y un vaso de V-8 cada noche. Al parecer, la marca registrada estadounidense del jugo de frutas y verduras V-8 no era conocida. Los hombres impusieron sus manos sobre mí y oraron en silencio por mí. Apenas podía oírlos con la multitud bulliciosa. Al regresar a mi asiento, una dama bien vestida vino a sentarse a mi lado. Habló en un inglés refinado y explicó que era una juez del Tribunal Supremo de Argentina y había traducido para reuniones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Añadió que era creyente y que había oído que yo iba a intervenir. Luego dijo: “Dios me dijo que interpretara hoy para usted. ¿Me lo permite?”. “Por supuesto”. Le aseguré que ella era un obsequio de Dios y que necesitaba su ayuda. UNGIDO PARA EL SERVICIO

Entonces ante mí apareció una pequeña señora de avanzada edad, que resultaba obvio que era pobre, sosteniendo un recipiente y una botella de agua. Tenía una toalla blanca y limpia colgada en el brazo. Preguntó: “¿Puedo lavar sus pies para prepararlo para el ministerio?”. El predicador había terminado y estaban dando los anuncios. Sabía que tendría que ir en breve a la plataforma. No quise encontrarme en una situación incómoda de tener los pies descalzos, pero tampoco quise avergonzarla, diciéndole: “¡No!” o “Más tarde”. Le expliqué: “Debo ir inmediatamente a la plataforma, pero recibo su bendición en el espíritu en que se da”. Continué diciendo que debido a su disposición para lavar mis pies, Dios en consecuencia podía ver su corazón y bendecir mi sermón. “Recibo su bendición como si ya hubiera lavado mis pies”. DIOS CAMBIÓ MI SERMÓN Fue entonces que Silvoso extendió su mano, me dio un golpecito en la rodilla y dijo: “Dios me habló esta mañana sobre su mensaje”. Luego me aconsejó: “No debe predicar hoy sobre el ayuno, sino sobre conocer íntimamente a Dios”. ¡Me entró el pánico! Mi mente de inmediato repasó el catálogo de sermones que podía predicar de memoria. No tenía un sermón sobre la intimidad con Dios. ¡Quise apelar a Silvoso que él estaba equivocado! Había ayunado repetidamente por este sermón sobre el ayuno . . . tres o cuatro veces para un total de aproximadamente 30 días. Pero, de nuevo, sabía que tenía que escuchar la voz de Dios que habla a través de otras personas, no sólo la voz de Dios en mi propio corazón. Pensaba en mi pánico, ¿Qué voy a hacer? Escuché que se anunció mi nombre y el público comenzó a aplaudir. A medida que mi intérprete y yo nos acercábamos al podio, yo estaba más entregado a Dios que en cualquier otro momento en el pasado. Tuve miedo de pasar vergüenza. Mi mente estaba vacía. Estaba preparado para hablar sobre el ayuno, pero Silvoso había dicho: “Dios me habló, y debe predicar sobre conocer íntimamente a Dios”. Oré interiormente de nuevo, ¡Jesús, ayúdame!

No puedo predicar rimbombantemente como lo hacen los predicadores pentecostales. Así que Dios envió a una mujer callada y de aspecto solemne para ayudarme, una que podía hablar con autoridad y claridad. Sabía que el público entendería lo que diga, si sólo supiera lo que iba a decir. ¡Jesús, ayúdame! Oré una y otra vez, hasta que me vino un pensamiento. Recordé algo que había escrito un par de semanas atrás.1 TAN CERCA DE DIOS COMO LOS ÁNGELES Le dije a la multitud: “Si quieren tener intimidad con Dios, deben acercarse a Dios. Y nadie ha estado más cerca de Dios que los dos ángeles en la cubierta del Arca de la Alianza”. Hice referencia al pasaje de las Escrituras del cual no se predica a menudo: “Harás un propiciatorio de oro fino, de un metro y diez centímetros de largo por sesenta y cinco centímetros de ancho. Harás también dos querubines de oro, labrados a martillo, que irán en los dos extremos del propiciatorio” (Éxodo 25:17-18). Entonces expliqué que el Arca era del tamaño de una cómoda, y su cubierta se llamaba el propiciatorio. Dios vino a la tierra para sentarse en un cofre (la palabra “arca” significa “cofre”), y la cubierta del cofre era un propiciatorio de oro macizo. Había dos ángeles hechos de oro puro ubicados a la derecha e izquierda del propiciatorio. EL ORO PURO SUGIERE LA SANTIDAD Los dos ángeles no sólo fueron hechos de oro, sino de oro puro . El oro tiene diferentes grados de pureza, siendo el oro de 24 quilates el más puro (¡y por lo tanto el más caro!). Dios le dijo a Moisés que hiciera los ángeles de oro puro, porque Él quiere pureza en la vida de los que le adoran y están cerca de Él. La diferencia entre el oro puro y el de menor grado es el fuego , y cuanto más caliente sea el fuego purificador, más escoria e impurezas se consumen. El oro se derrite, cuando se calienta en el fuego. Los sedimentos entonces flotan en la parte superior, donde se cuela, dejando el oro refinado. Dios usa el fuego del sufrimiento y las dificultades para deshacerse de las impurezas en los intercesores, porque Él quiere que sean santos los más cercanos a Él, los que recibirán la mayor atención suya.

Dios usa el fuego del sufrimiento y las dificultades para deshacerse de las impurezas en los intercesores, porque Él quiere que sean santos los más cercanos a Él, los que recibirán la mayor atención suya. Dios a veces permite que los creyentes devotos tengan reveses financieros, para que se acerquen aún más a Él. Los argentinos claman fervientemente a Dios en oración, debido a los desastres económicos en Argentina. Mientras claman a Dios y buscan su presencia, sueltan su control codicioso de las posesiones materiales. El fuego quema las impurezas de su codicia. ¿Tenemos impurezas que se deban quemar? ¿Sentimos el fuego alrededor de los bordes de una posesión que no se cede? No nos quejemos de Dios ni dudemos de Él. No pensemos que Él no nos ama. Más bien, dejemos que nuestra oración sea: ¡Oh Dios, haz tu obra en mi vida! Dejemos que su fuego purificador nos limpie para ser oro puro. El calor quema las impurezas más sucias, incluyendo la mugre y la suciedad, cuando el oro se pasa primero por el fuego del orfebre. Lo mismo ocurre con la vida cristiana. Dios toca primero nuestros pecados carnales, nuestros pecados sexuales de la carne y otros problemas externos. El orfebre entonces aumenta la llama, para que el fuego pueda quemar las impurezas que no se ven. Una vez más, lo mismo ocurre en la vida del creyente. Dios se centra en cualquier pecado interno que obstaculice nuestro caminar con Él, después de ser separados de nuestros pecados externos. El fuego de la convicción quema las impurezas invisibles de la actitud y los deseos, las cosas pequeñas que permitimos que obstaculicen nuestra comunión con Dios. ¿Por qué Dios exige que los ángeles y el propiciatorio sean hechos de oro puro? Porque Él mismo se iba a sentar allí. Dios es puro, así que Él no se va a sentar allí si el propiciatorio y los ángeles son hechos de oro impuro. ¿Qué tan puro es el oro puro, y cómo el orfebre sabe que el oro es puro? No nos damos cuenta con sólo mirarlo. Tampoco su pureza se determina con el tiempo que se deje el oro en el fuego, ni por lo grandes que sean las llamas. El oro es puro sólo cuando se elimina toda la escoria; y el orfebre sabrá cuándo el oro está en esa etapa, únicamente al mirar el líquido dorado,

como él se miraría en un espejo, para ver su propio rostro. Él sabe que el oro es puro, cuando se puede ver así mismo en el oro. Del mismo modo, cuando Dios mira a nuestra alma y se ve a sí mismo, entonces Él sabe que somos puros. ¿Por qué Dios permite las llamas de las dificultades en nuestra vida? Él está quemando la escoria, para verse a sí mismo en nosotros. ¿A quién ve hoy Dios cuando mira nuestro corazón? ¿A nosotros—o a sí mismo? LOS ÁNGELES FUERON ESCULPIDOS Los dos ángeles adoradores debían ser esculpidos de una sola pieza de oro, no se debían verter en un molde, sino se debían tallar en la forma apropiada. “Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio” (Éxodo 25:18, RVR1960 ). Los ángeles debían ser moldeados y labrados a mano. Cuanto más puro el oro, más fácil era para el artesano esculpirlos como quisiera. Esto nos recuerda que los adoradores no se forjan de manera fácil y barata. Son moldeados literalmente por las manos de Dios en la posición de adoración. Ser labrados no es lo mismo que ser purificados. Somos puros, cuando estamos separados del pecado, es decir, somos santos. Cuando somos esculpidos o labrados con martillos, nos rendimos a Dios y a su propósito para nosotros. También se nos recuerda que todas las cosas que se vierten sobre el mismo molde se vuelven idénticas. Pero cuando esculpimos algo, es único. Un escultor no puede labrar dos imágenes de formas idénticas. Cada una es un poco diferente de la otra. A medida que Dios nos forma para ser adoradores, cada uno de nosotros es un poco diferente el uno del otro, aunque todos nosotros seamos formados por las manos del mismo Maestro Artesano. No hay que olvidar que, si bien cualquier persona puede hacer imitaciones baratas vertiendo un líquido en un molde, se requiere de un maestro artesano para que esculpa una obra de arte genuina. Él le da su toque de personalidad y talento en lo que forma. De igual manera, Dios, el Maestro Artesano, nos da una vida única—su vida—y un diseño cuando nos moldea para ser adoradores.

¿Puede ver al orfebre moldeando a uno de esos ángeles adoradores? ¿No está un ala correctamente elevada en alabanza? Unos toques de la mano del maestro la pondrán en la posición correcta. Tal vez la cabeza no se inclina como debe. Un toque con la herramienta correcta, el martillo, adecuado corregirá el problema. ¿Qué clase de martillo usa Dios en nosotros? Él siempre tiene el tipo correcto de herramienta para usar en el problema único del orgullo. Él podría usar un martillo diferente para la codicia y uno completamente diferente para la lujuria. Dado que mis problemas son diferentes a los suyos, Dios va a usar un martillo diferente sobre mí de lo que usa en usted. Él tiene toda clase diferente de martillos para todo tipo de problemas, y Él usa sus herramientas para esculpirnos hasta que cada uno de nosotros seamos perfectos para la adoración. Si no le va a permitir al Señor que use su martillo sobre usted, entonces algo más o alguien más tendrá que labrarlo hacia la sumisión. Si usted es labrado por el mundo, la carne y el diablo, puede terminar quebrantado, terminar quebrantados, en cuerpo y en espíritu, tal vez por toda su vida. Ese no es el plan de Dios. Él no quiere labrarlo para aplastarlo. ¡No! Dios usa su martillo para moldear a un verdadero adorador. Él no quiere quebrantarlo, sino doblegar su corazón a su voluntad para que pueda parecerse más a Él. “Por lo tanto, todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18). Al compartir estos pensamientos, el público estaba inmóvil y reverente. No hubo gritos de “AMÉN”, como se produjeron durante el sermón anterior. Los pastores pentecostales esperaron ansiosamente el mensaje que Dios estaba revelando a su corazón, al igual que los silenciosos campos de la mañana esperan el amanecer del sol glorioso para que se pueda recoger la cosecha. LAS ALAS DESPLEGADAS PARA LA ADORACIÓN Los ángeles con las alas desplegadas nos recuerdan a los adoradores que extienden sus manos en alabanza a Dios. Él accedió a morar en el propiciatorio del Tabernáculo, no porque Moisés siguiera el modelo hasta el último detalle, ni por el mobiliario caro de oro. Él habitó allí, porque las

alas desplegadas de los ángeles le alababan. El Señor vino a vivir entre las alabanzas de Israel (véase el Salmo 22:3). Los ángeles en el Arca del Pacto nos recuerdan de la importancia de la adoración. Antes de pedir algo, asegúrese de adorar primero al Señor. Entonces Él vendrá a usted con su presencia. Los ángeles contemplaron a Dios Aquí hay algo más sobre los ángeles que están cerca de Dios. “Los querubines extenderán sus alas y cubrirán con ellas el propiciatorio. Sus rostros estarán el uno frente al otro, mirando hacia el propiciatorio” (Éxodo 25:20). Los más cercanos a Dios quieren mirarle. Su primera mirada no es a la belleza del Tabernáculo, tampoco miran para ver los tallados en el interior. ¡No! Miran íntimamente a Dios. Observe que su mirada estaba de frente uno al otro, pero no se miraban mutuamente. Su mirada estaba puesta en Dios, que estaba sentado entre ellos. La parte superior o cubierta del Arca era el propiciatorio. Ese es el lugar de la tierra donde Dios se sentó. Dios promete: “Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo” (Éxodo 25:22, RVR1960 ). La oración es la forma en que miramos a Dios. Debemos estar cerca a Él si hemos de verlo claramente y conocerle íntimamente. ¿Qué tan cerca usted está hoy de Dios? Su mirada debe estar puesta constantemente en Él. Debe ver a Dios cada mañana al levantarse. Debe ver a Dios en todas sus actividades a lo largo de cada día. Debe contemplar a Dios en la oración antes de ir a dormir por la noche. LOS ÁNGELES EXTIENDEN SUS MANOS A DIOS Al acercarme hacia el final de mi charla, regresé a la imagen de las alas de los ángeles extendidas en adoración a Dios. “Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio” (Éxodo 25:20, RVR1960 ). Dije: “Cuando se acerquen a Dios, levanten sus manos en adoración a Él. Nuestro cuerpo exterior refleja nuestra alma interna. Alabamos a Dios con nuestras manos”.

Las manos se levantaron hacia el cielo en todo el auditorio. El corazón de la gente estaba conmigo; 8.000 pastores y yo éramos uno. Había orado frenéticamente: ¡Jesús, ayúdame! Él lo estaba haciendo. Mi presentación calmada estaba teniendo un efecto de quietud sobre los pastores. Su respuesta a mi mensaje fue muy diferente a los fuertes gritos anteriores, sin embargo, ambas respuestas glorificaron a Dios, cada una a su manera. No prediqué por mucho tiempo, tal vez unos 20-25 minutos. Comencé a apelar por acción, cuando llegué a la conclusión. “¿Qué vamos a hacer?” . Repetí la pregunta dos o tres veces para hacer énfasis, poniéndome un poco más audaz y más fuerte de lo que había sido durante el sermón. Acababa de hacer énfasis en los rostros inclinados de los ángeles y sus alas extendidas hacia Dios. Así que dije dramáticamente: “¡DEBEMOS POSTRARNOS CON EL ROSTRO EN TIERRA ANTE DIOS!”. ¡Y lo hicieron! La gente comenzó a caer al suelo, en todo el estadio, tendidos en los pasillos y en el piso debajo de sus bancos. Algunos se arrodillaron en sus bancos. Otros continuaron sentados, pero inclinaron sus rostros en una adoración reverencial. Al ver a la gente caer al suelo, un pensamiento muy poco espiritual me vino a la mente: No quise decir caer literalmente. Al mismo tiempo, me di cuenta que era un momento sagrado. Dios estaba obrando en los corazones. Las oraciones de la feligresía se intensificaron para formar un gran coro de alabanza a Dios. Él estaba recibiendo un concierto de oraciones. El pueblo de Dios ha orado simultáneamente a lo largo de la historia, todos expresando sus alabanzas y peticiones en voz alta a la vez. Mientras que algunos pueden oír un ruido fuerte y confuso, Dios escucha y disfruta el concierto de alabanzas de los corazones de sus hijos, así como alguien puede disfrutar una sinfonía, donde cada instrumento toca una nota diferente a su tiempo, pero mezclándose en perfecta armonía. CÓMO AYUNAR PARA CONOCER ÍNTIMAMENTE A DIOS Me sorprendió cuando Ed Silvoso me pidió que hablara sobre la intimidad con Dios en lugar del ayuno, y el mensaje que compartí fue muy diferente

al que había preparado. Sin embargo, los dos temas no son ajenos entre sí. De todas las razones por las que podemos ayunar, crecer en la intimidad con Dios es tal vez la más importante. Nuestra capacidad de conocerle en absoluto es, en realidad, un milagro de la clase más insondable. La intimidad comienza con la invitación de Dios a acudir a Él Estamos invitados a acudir a Dios para conocerle y a su poder. “¡Vengan a ver las grandes obras del Señor!” (Salmos 46:8; véase también Salmos 66:5). ¿Cómo respondemos cuando alguien nos llama a ir donde él? Comienza con un oído atento, escuchamos la voz de Dios en su Palabra. Luego dirigimos nuestra atención al que nos llama. Nos concentramos para saber de dónde proviene la voz. Puesto que Dios está en todas partes, en todo momento, podemos llegar a Él desde cualquier lugar, en cualquier momento. Pero la mayoría de nosotros tenemos ciertos lugares donde experimentamos mejor a Dios, así que vamos a esos lugares. Puede ser en una iglesia, o en nuestro hogar estudiando la Biblia o en nuestro lugar secreto de oración. Jesús nos invitó: “Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar” (Mateo 11:28). Este es su llamado a llevar todos nuestros pecados y problemas a Él. Jesús también nos llama al servicio: “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. (Marcos 1:17, RVR1960 ). Así que debemos comenzar nuestra búsqueda de la intimidad acudiendo a Dios, si necesitamos encontrar propósito a través del servicio, la victoria sobre el pecado o para acercarnos a Dios en la adoración. Dios nos invita a conocerle Otra invitación que Dios nos extiende es: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmos 46:10, RVR1960 ). La intimidad comienza cuando dejamos de hacer lo que estamos haciendo para “estar quietos”. Esto significa que debemos renunciar a nosotros mismos. Podemos entonces comenzar a encontrar la presencia de Dios. Tan extraordinario como pueda sonar, Dios es conocible. Recordemos, somos hechos a su imagen. Somos racionales, porque Él piensa. Tenemos las emociones para amar la misericordia de Dios y temer su ira, porque Dios tiene las emociones para amar al pecador pero odiar al pecado.

Podemos conocer a Dios, porque Él se conoce a sí mismo y somos hechos a su imagen. Podemos conocer a Dios, porque Él se conoce a sí mismo y somos hechos a su imagen. Se nos manda conocer a Dios en relación con conocer nuestra humanidad. “Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y de él somos” (Salmos 100:3). Dios entiende la enorme brecha entre Él y nosotros, porque Él nos creó. Dios se conoce perfectamente a sí mismo, porque Dios es perfecto en todo. Pero sólo le podemos conocer de manera parcial, porque somos seres humanos limitados. A pesar de que jamás podamos conocer a la perfección todas las cosas acerca de Dios, podemos conocer más hoy de lo que conocimos ayer. Podemos crecer en nuestro entendimiento de Dios. Eso significa que podemos estar más cerca y tener más intimidad hoy con Dios de lo que fue ayer. La intimidad se experimenta en la presencia celestial de Dios Puedo hacer un santuario en la habitación de un hostal. A veces viajo para dar conferencias y llego tarde a mi hostal. Estoy cansado o aún no estoy completamente despierto, cuando oro a la mañana siguiente; mis oraciones parecen rebotar en las paredes, o no rebasan el techo. Entonces, en ese momento de frustración, recuerdo el poder sobrenatural de la adoración. Jesús nos dijo: “El Padre busca la adoración” (Juan 4:23, ELT ). Eso significa que Dios va a los lugares donde las personas le adoran a fin de recibir su adoración. Ray Kinsella, un granjero de Iowa, en la película El campo de los sueños , oyó la frase: “Si lo construyes, él vendrá”.2 Podemos aplicar esta perspectiva para buscar la intimidad con Dios: “Si adoramos al Padre, Él vendrá para recibirla”. Por lo tanto, cada vez que oro y siento que no logro comunicarme con Dios, comienzo a adorarle con sus muchos nombres.3 Entonces siento su presencia. Note la frase: “Siento su presencia”. Él siempre está allí, pero la adoración me cambia y me capacita para experimentar la presencia de Dios.

Le llamo a esto la presencia celestial de Dios. Así como puedo sentir la humedad en el aire cuando llueve, puedo también sentir la presencia de Dios conmigo en la oración y la adoración. Podemos a veces entrar en el servicio de una iglesia y sentir la presencia de Dios entre las personas, lo cual contrasta llamativamente con la sensación vacía o muerta que obtenemos en los servicios de otras iglesias. La intimidad se basa en la morada de Cristo Experimenté una intimidad especial con Dios que no he sentido antes, el domingo de Pascua de 1951. Me había sentido desanimado, a pesar de que llevaba un año de ser salvo y que Cristo vivía en mí. A eso de las 9:00 de la mañana, esperaba que me recogieran para que me llevaran a la Escuela Dominical. En ese momento, yo enseñaba en una pequeña iglesia presbiteriana, llamada Capital View Community Chapel, a las afueras de Columbia, Carolina del Sur. La persona que me iba a recoger estaba aproximadamente 30 minutos tarde esa mañana. Mientras yo esperaba, medité sobre el significado de Gálatas 2:20, sobre todo la frase: “Cristo vive en mí”. Por primera vez, me identifiqué con la resurrección de Cristo en la primera Pascua de la historia. Experimenté su vida en mi corazón esa mañana. Experimenté su plenitud y por primera vez sentí su “presencia celestial”. Mientras estaba bajo el sol caluroso, esperando que me recogieran, me entregué voluntariamente de nuevo a Dios, pidiéndole a Jesucristo que me diera la victoria. Jesús nunca se desanimó y yo quise vivir sin desaliento. No sólo quería la fe para poder confiar en Dios por el dinero, sino también la fe para no preocuparme de nada. Quería confiar completamente en Él. Lo que experimenté fue su intimidad. No me arrodillé en oración, ni cerré mis ojos. Simplemente hablé con Jesús y le entregué todo a Dios. Le pedí que viviera a través de mí. Experimenté completamente el significado de la Resurrección esa mañana, por primera vez en mi vida cristiana. El año anterior, cuando todavía no era salvo, la Pascua simplemente era para mí un hecho histórico. Ahora había llegado a conocer personalmente a Aquel que resucitó de entre los muertos y Él ya no estaba simplemente sentado a la diestra de Dios en el cielo, sino que también

estaba vivo en mi corazón. Descubriría más tarde que mi vida y fe iban a ser puestas a prueba a medida que crecía en Cristo. Pero esa mañana no me preocupaba por nada en el mundo, porque me sentía uno con Cristo. La intimidad de doble transferencia Jesús prometió: “En aquel día ustedes sabrán. . . que ustedes están en mí, y que yo estoy en ustedes” (Juan 14:20; véase también Juan 15:4-5, 7). Cuando nos volvemos cristianos, esto es más que un acuerdo mental con las Escrituras y es más que pedirle a Dios que perdone nuestros pecados por la sangre de Cristo. La salvación está en el Salvador, y debemos pedirle a Cristo que entre en nuestra vida. “Mas a todos los que le recibieron, . . . les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12, RVR1960 ). La primera intimidad sucede cuando Cristo mora en nuestra vida. Esta es la parte de la promesa de “yo estoy en ustedes”. La segunda etapa es “ustedes están en mí”. Esto significa que yo estoy en Jesucristo; por lo tanto puedo estar tan cerca del Padre como lo está Jesús. Cristo está sentado hoy en día a la diestra del Padre en el cielo. ¡Eso es bastante cerca! La intimidad que Jesús tiene con el Padre está disponible para mi mientras habite en Cristo. La primera intimidad es experiencial: “Cristo está en mí”. La segunda no lo es; el creyente está posicionalmente “en Cristo”. El hecho de que estar “en Cristo” no sea experimental no significa que no tengamos una experiencia como resultado de esa verdad. No podemos estar “en Cristo” sin que “Cristo esté en nosotros”. Del mismo modo, cuando experimentamos a Cristo en nuestra vida, el resultado será que vamos a estar “en Cristo”. Los que tratan de sacar el misterio de esta doctrina sacan lo sobrenatural del cristianismo. Watchman Nee sostiene que el creyente es puesto “en Cristo” cuando acepta a “Cristo en su vida”. Pero si Dios se ha encargado de nosotros “en Cristo Jesús”, entonces tenemos que estar con Él para que esto se haga efectivo, y ahora esto sólo parece como un gran problema. ¿Cómo “estamos en” Cristo? Una vez más, Dios viene en nuestra ayuda. En realidad no tenemos manera de estar en Él, pero, lo que es más importante, es que no debemos tratar de hacerlo, pues ya lo estamos. Lo que no podemos hacer por nuestra cuenta, Dios lo ha hecho por nosotros. Él nos ha

puesto en Cristo. Permítame recordarle 1 Corintios 1:30. Creo que este es uno de los mejores versículos de todo el Nuevo Testamento: “estáis vosotros en Cristo”. ¿Cómo? “Mas por él (es decir, ‘por Dios’) estáis vosotros en Cristo”. ¡Alabado sea Dios! No depende de nosotros idear una manera para estar en Él, ni para lograrlo. No necesitamos planear la manera de estar en Él. Dios lo planeó; y Él no sólo lo ha planeado sino que también lo ha llevado a cabo. “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús”. Estamos en Cristo; por lo tanto no tenemos que tratar de estar en Él. Es un acto divino y ya se cumplió.4 Pablo también hace alusión adicionalmente a la intimidad que existe entre el creyente y su Señor, al identificar la posición del creyente “en Cristo”. A medida que el niño nonato crece en el vientre de su madre, él es una parte importante de su madre, a la vez que es una persona distinta y única. De la misma manera, cuando estamos “en Cristo”, estamos profundamente conectados a nuestro Padre celestial mientras mantenemos nuestra personalidad individual. Este concepto implica una mayor intimidad que la mayoría de los creyentes alguna vez hayan experimentado. La adquisición de un hambre de Dios por medio del ayuno Daniel Henderson (véase el capítulo 14) dice que el ayuno no sólo nos hace sentir físicamente con hambre, sino también produce un hambre por conocer íntimamente a Dios. Él declara: “Me he dado cuenta que el ayuno recalibra la visión, el apetito, el deseo y el enfoque. Realmente puedo encontrar que mi propia hambre por el Señor y mi deseo por la oración están regularmente relacionados con los tiempos de ayuno en que aparto esos momentos para estar con Él. El ayuno es un tiempo para enfocar mi apetito en Él. El hambre de Dios realmente nos desafía espiritualmente, más que cualquier cosa física”.5 El ayuno para vaciarnos Obviamente, dejamos de tomar alimentos, cuando ayunamos, lo que es generalmente lo que nos proporciona la energía que necesitamos para vivir. Al comienzo de un ayuno, dependemos de la comida que está almacenada en nuestro cuerpo. La comida en nuestro estómago suministrará la energía durante un día aproximadamente. El ayuno provoca retortijones de hambre, similar al indicador de combustible en nuestro automóvil que nos dice que

el tanque está casi vacío. Sin embargo, a diferencia de nuestro vehículo, nuestro cuerpo no se detiene cuando se agota su suministro regular de combustible. Más bien, comenzamos a obtener la energía de la grasa almacenada en nuestro cuerpo. Así que, cuando ayunamos durante varios días, dependemos de nuestra grasa, lo que significa que perdemos peso. Eso es bueno si tenemos sobrepeso, pero puede ser desastroso si somos anémicos (por eso debemos consultar a un médico antes de comenzar un ayuno prolongado). Por definición, nos vaciamos físicamente cuando ayunamos. Esto forma parte de su razón de ser. Los dolores de hambre que sentimos deben alertarnos a buscar aún más a Dios. Pero, ¿y qué de vaciarnos espiritualmente? Cuanto más tiempo permanecemos en el ayuno, más demostramos nuestra sinceridad y deseo de tener la presencia de Dios en nuestra vida. “El Señor está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad” (Salmos 145:18, LBLA ). Dios no lo va a escuchar sólo porque deje de comer. Pensar que sus oraciones serán respondidas porque no come es legalismo. Pero el simbolismo puede ser significativo. Haga un esfuerzo intencional de vaciar su alma delante de Dios, cuando permita que su cuerpo no tenga alimentos. Si ora honestamente y busca a Dios, Él lo puede saciar. Cuando acude vacio a Dios, de comida o de usted mismo, entonces Él lo puede llenar. Vuélvanse a mí, dice el Señor, de todo corazón mientras haya tiempo. Vacíen su corazón, no sólo su estómago. Ayunen con llanto y lamento. No sólo rasguen sus vestiduras para impresionarme, más bien rasguen su corazón. Regresen a mí, su Señor y Dios . . . ¿quién sabe si voy a dar misericordia y bendición en lugar de maldición? Tal vez les daré bendiciones abundantes (Joel 2:12-14, ELT ).6 Ayune mientras espera en Dios Usted puede aprender muchas cosas mientras espera. Por ejemplo, si quiere aprender sobre la naturaleza humana, deje todo lo que está haciendo y observe a las personas. Lo grandioso de esperar es que ve muchas cosas que pasaría por alto si no fuera intencionales en esperar y observar. Cuando espera en Dios, descubrirá muchas cosas que jamás había conocido antes. El ayuno proporciona una excelente oportunidad para esperar en Dios, a fin

de experimentar su bondad. Los que esperan delante de Dios aprenderán que “Bueno es Jehová a los que en él esperan” (Lamentaciones 3:25, RVR196 ). La espera también es un tiempo para aprender acerca de la adoración, la reverencia y la confianza. La espera es una escuela donde podemos aprender sobre Dios mismo. ¿Alguna vez le han dado un regalo que no pudo abrir de inmediato? Se le dijo que tenía que esperar hasta la Navidad para abrir el regalo o que tenía esperar hasta su cumpleaños. Esperar hace que se centre en el contenido del paquete. Pero la espera también le enseña a pensar en la persona que lo da. Lo une a la persona que da el regalo. A medida que espera silenciosamente en Dios, ingrese en su bondad y su presencia. La espera entonces se vuelve significativa, porque obtiene algo a cambio. Obtiene a Dios. Señor, une nuestro corazón a Ti. Usted encontrará el corazón de Dios, cuando aprenda el arte secreto de la espera. Alguien dijo que nos volvemos santos cuando aprendemos a esperar, porque nos volvemos como Dios. “el Señor espera para tener piedad de vosotros” (Isaías 30:18, RVR1960 ). La espera es una cualidad de Dios. Llegamos a ser como Él, cuando aprendemos a esperar. Señor, queremos ser como Tú. Al hablar de esperar , la implicación es que esperamos el momento adecuado. Dios a veces espera para contestar nuestras oraciones, porque ahora no es el momento adecuado. Tal vez necesitamos aprender más lecciones. Tal vez las circunstancias tienen que cambiar. Puede tomar tiempo para que Dios traiga a un ganador de almas a la vida de un amigo o pariente para compartirles el evangelio, cuando oramos que esa persona sea salva, o puede tomar tiempo para que esa persona reciba convicción de sus pecados. El tiempo lo es todo con Dios. Si Dios pudo esperar 4.000 años hasta que se cumpliera el tiempo para enviar a su Hijo al mundo (véase Gálatas 4:4), seguramente Él no va a darse prisa por nosotros. Recuerde, no puede apresurar a Dios de la manera en que algunos de nosotros tratamos de apresurar a un mesero lento en un restaurante o a un niño que de mala gana se prepara para ir a la escuela. A medida que espere, recuerde que cuando Dios se prepara para darle algo, Él lo hará en su calendario, no en el nuestro.

Dios quiere que aprendamos la lección que Él lo es todo. Así que, la próxima vez que espere en Dios, recuerde que a la vuelta de la esquina puede estar lo más grande que alguna vez haya recibido en su vida. Puede ser que Dios mismo va a estar allí. Señor, estoy esperando. 7 RECAPITULACIÓN Su alma puede conocer a Dios, porque su corazón tiene los ojos espirituales que le pueden ver. Llegará a conocer a Dios y su voluntad para su vida a medida que le vea debido a su ayuno. Los oídos espirituales de su alma pueden escuchar a Dios; se va a familiarizar con su voz, a medida que escuche. El ayuno puede hacerle prestar atención a Dios para escucharle más claramente y aprender lo que Él quiere que sepa. Sus dedos espirituales pueden tocar a Dios, de modo que sabrá que Él está allí cuando extienda su mano a Él mediante la oración. El ayuno le garantizará su relación con Dios. Sus fosas nasales pueden sentir la belleza del perfume de Dios y permitirnos oler el aroma de su alimento espiritual. Disfruta la fragancia de su Persona en el ayuno, a medida que anticipe el olor del banquete celestial que Él le ha preparado. Su gusto espiritual se puede saciar conociendo a Dios. Así como el alimento satisface el gusto físico y fortalece al cuerpo, usted puede probar y ver “que bueno es Jehová” (Salmos 34:8, RVR1960 ), trayendo satisfacción a su vida y fortaleciendo su alma. Reciba la bendición de Cristo: “dichosos los ojos de ustedes, porque ven; y los oídos de ustedes, porque oyen” (Mateo 13:16). Debe entregarse al propósito divino de Dios, cuando Él toque su vida. Algunos se vuelven evangelistas para ganar almas. Algunos se vuelven maestros para instruir a los recién nacidos en Cristo. Algunos se vuelven pastores para cuidar a las ovejas del rebaño de Dios. Algunos se vuelven intercesores para luchar contra el enemigo en la guerra espiritual. Pero cada uno debe entregarse a las manos del Escultor, esté donde esté en el proceso.

Epílogo

Cuando Charles necesitaba un milagro (continuación)

¿Alguna vez hemos pensado en los acontecimientos en nuestra vida que sofocaron nuestra fe en Dios? Leí el libro Coma , en el invierno de 1978.1 Se trataba de una historia espantosa de una persona que robaba las partes del cuerpo de los pacientes en coma y las vendía. La historia no era acerca de cómo las víctimas quedaban en estado de coma, ni si alguno de ellos era sanado. Se trataba de la intención delictiva que involucraba a los pacientes en coma. A continuación se encuentra una definición técnica del término, en caso de que no esté familiarizado con el mismo (como yo no lo estaba antes de leer este libro):

Coma, de la palabra griega koma , que significa sueño profundo, es un estado extremo de ausencia de respuesta, en el que un individuo no exhibe ningún movimiento ni comportamiento voluntario. Por otra parte, en un coma profundo, incluso los estímulos dolorosos (las acciones que, cuando se realizan en un individuo sano, da lugar a reacciones) no presentan ninguna respuesta, y se pueden perder los reflejos normales.2 Así que, ¿qué aprendí acerca de los comas del libro? En primer lugar, me enteré que las víctimas de coma por lo general no recobraban la vida; de hecho, las víctimas de coma se consideraban generalmente como si estuvieran muertas. En segundo lugar, me enteré que las víctimas de coma no pueden responder a las personas que les rodean. Por lo tanto, yo estaba condicionado a creer que Dios no podía sanar a un paciente en estado de coma. Cuando Jerry Falwell me dijo que Charles Hughes estaba en “coma”, la noticia desencadenó los pensamientos negativos que tenía del libro que estaba leyendo. Yo ni siquiera había terminado el libro, pero sabía que el coma no era bueno. Estaba bastante seguro que nadie jamás se había recuperado de un coma. “¡Rápido!” Falwell me dijo que reuniera a todas las personas de mi facultad alrededor de mi escritorio y nos arrodilláramos para orar por la recuperación de Charles. Luego dijo: “Haga que la operadora del conmutador alerte a cada decano de facultad para que oren por la sanidad de Charles—¡ahora!”. Hice lo que Falwell indicó, llamé al conmutador y luego marqué personalmente a dos o tres otros departamentos. Marqué tan rápido como pude, pero en mi corazón sabía que era inútil. En mi opinión, Charles estaba muerto. Aunque yo estaba triste, también sentí algunas emociones positivas; por ejemplo, me alegré que David Musselman no resultó herido. Podía alabar a Dios por la protección de este joven. Todo mi personal se había reunido en dos minutos alrededor de mi escritorio e hicimos como Falwell pidió: nos arrodillamos y oramos. No recuerdo quién oró primero, y realmente no le presté atención a nadie más

que estaba orando. Recuerdo que hubo lágrimas. Se podía sentir la urgencia en algunas voces, mientras que en otras se podía sentir el miedo. Escuché a mi personal decir cosas como: “Por favor, no dejes que muera”, “Sánalo ahora” y otras peticiones sinceras. Oré también, pero los pensamientos de un coma me quitaron la fe que yo necesitaba para creer que era posible lo que estaba pidiendo. Fui controlado por las palabras de una novela popular, no por la Palabra de Dios. Fui guiado por lo que pensaban los seres humanos, no por lo que podía hacer Dios. Hice una oración pasiva: “Señor, si es tu voluntad, sana a Charles”. En otros momentos de mi vida, oraba con gran fe, pero no ese día. Otros tenían fe. Yo no. Falwell voló a casa para dirigir una reunión de oración en la Iglesia Thomas Road Baptist. Antes de decir algo más, nos hizo una actualización del estado de Charles, explicando la gravedad del daño: “La cabeza de Charles presenta una gran herida en la parte superior y cuenta con todos los equipos de asistencia vital disponibles”. Falwell nos instruyó que nos dividiéramos en parejas: díadas, o tríos; tríadas. Todos debíamos orar en voz alta con por lo menos otra persona y reclamar la sanidad. Yo estaba sentado en la plataforma y me arrodillé con Falwell en un banco del púlpito. Sabía que él iba a orar con gran fe, pero sabía que mi fe era débil. Antes de dividirnos en pequeños grupos, Falwell anunció: “Creo que Charles va a ser sanado, y por eso voy a hacer ahora una declaración de fe”. Me pregunté qué diría Falwell. Y continuó: “Creo que Charles se sanará y va a ser nuestro orador invitado para la ceremonia de grado de la Universidad Liberty el próximo mes de mayo”. Yo me pude haber caído de la banca al suelo. No pude creer lo que oía. Falwell acababa de decir lo opuesto de lo que yo creía. Sabía en mi corazón que no había manera de que Charles fuera a vivir; es decir, si los informes médicos que había escuchado eran ciertos. Dije en voz baja: “¡Va a estar avergonzado cuando Charles muera!”.

Pero Falwell continuó y le dijo a la congregación: “Debemos decir en fe lo que queremos de Dios, porque Él prometió escuchar y responder”. Entonces leyó Marcos 11:23: “Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá”. Me habría gustado decir que la lectura de las Escrituras que hizo Falwell me ayudó a creer, pero no fue así. Como supe más tarde, Falwell muy a menudo hacía “declaraciones de decir con fe”.3 Dijo lo que quería que hiciera Dios y pidió en fe que ocurriera. Eso era genial para Jerry Falwell, pero no funcionaba para Elmer Towns. Nos arrodillamos a orar y yo hablé primero: “Señor, tú sabes que no tengo la fe para orar por la sanidad de Charles. Quiero que él sea sanado, y oro que Tú lo sanes, si es tu voluntad, a través de un milagro”. Debo reconocer que han habido varias ocasiones en que he pedido un milagro cuando no creía que Dios lo haría. Parecía como lo adecuado para pedir, y es lo que yo quise, pero realmente no creía que iba a ocurrir. Mi mente estaba tan aturdida por el acontecimiento que no puedo recordar cómo oró Falwell esa noche. Sí recuerdo que él regresó al púlpito para anunciar que estábamos comenzando un ayuno. A esa altura, yo ya había participado en varios ayunos de un día; al estilo de Yom Kippur, en los que habíamos ayunado de puesta de sol a puesta de sol. Falwell le anunció al público que estábamos comenzando un ayuno así esa noche. Dijo: “No sé si ustedes comieron antes de venir a la iglesia esta noche, pero desde ahora, vamos a comenzar un ayuno de un día”. Explicó que si no habían comido, debíamos comenzar de inmediato el ayuno hasta la siguiente noche. Para los que habían comido, los invitaba a unirse al ayuno y renunciar al desayuno y al almuerzo del día siguiente. El Dr. Falwell nos recordó a todos: “Orar es más importante que comer”. También nos recordó que no es el ayuno lo que sana a alguien. Es la fe la que sana; el ayuno sólo nos motiva a tener una mayor fe. Mi propia fe, como ya lo confesé, era débil cuando se trataba de creer que Dios iba a sanar a Charles. Pero las 4.000 personas entre nosotros que escucharon y atendieron el llamado de Falwell para ayunar y orar esa noche

debieron tener suficiente fe entre nosotros para captar la atención de Dios, porque Él nos dio lo que le pedimos. Charles no murió. Kathy Hughes (la esposa de Charles) más tarde compartió su recuerdo de aquellos días difíciles después del accidente: Los médicos estaban más preocupados por las úlceras de estrés causadas por el trauma a su cuerpo, las primeras cuatro semanas en Carlisle. No podían controlar la hemorragia y habían reabierto tres veces la misma incisión que usaron para extirpar su bazo. Esta vez, iban a tener que eliminar el 98 por ciento de su estómago, pero determinaron que moriría en la mesa quirúrgica si lo hacían, así que lo cosieron de nuevo para que muriera. Recibió más de 19 litros de sangre. Fue entonces que el Dr. Hughes reunió a todos en el oratorio. El sangrado se detuvo milagrosamente, después de rogar a Dios esa noche que salvara la vida de su hijo, y nunca volvió a ser este un problema. Él estaba lo suficiente estable para volar en una ambulancia aérea al Hospital de la Universidad de Virginia, en Charlottesville, después de cuatro semanas. Nos dijeron más tarde que por el bien de la familia, lo enviaban allí para estar más cerca de la casa cuando muriera. Inmediatamente después de su llegada al hospital, le hicieron una cirugía (dos agujeros de trépano en la parte superior frontal de su cabeza) para aliviar la presión en su cerebro. Permaneció otras seis semanas en coma. Todavía no podía alimentarse ni bañarse por su cuenta, y apenas podía hablar, cuando estuvo lo suficientemente bien como para salir del hospital. Querían enviarlo a una facilidad de cuidado prolongado para convalecientes hasta que hubiera el espacio para él en un centro de rehabilitación, pero yo me negué. Para mí, era el hospital o la casa. A regañadientes le dejaron ir a casa. Charles regresó para una visita de control dos o tres semanas más tarde y ellos quedaron tan impresionados con su progreso, que nos dijeron que era nada menos que un milagro, y que si continuaba así de bien, no tendría que ir al centro de rehabilitación (y nunca lo hizo).4 Demos un salto hacia adelante a mayo de 1979. Los estudiantes estaban sentados, esperando que se diera inicio a la ceremonia de graduación. Para

el servicio, la universidad había montado una plataforma temporal en la parte trasera del estacionamiento del comedor, porque era la zona pavimentada más amplia del campus. Se pusieron más de 3.000 sillas plegables y había un indicio de lluvia en el aire. No hacía calor; más bien, la lluvia era fría. Falwell se reunió con sus vicepresidentes, en la parte trasera de la capilla, preparándose para la entrada al estacionamiento. Charles estaba sentado en una silla mientras esperaba salir de la capilla. Falwell preguntó: “¿Charles, necesita una silla de ruedas?” “No, señor, quiero hacer esto por mi cuenta; quiero caminar”. Y así lo hizo. Habían paraguas en toda la multitud, pero ninguno de los graduados tenía uno. Ellos simplemente dejaron que sus togas les protegieran del aire húmedo y del viento fresco. No marché ese día con la procesión. Yo estaba escribiendo una historia para compartir el milagro de la sanidad de Charles. Caminé entre la multitud, entrevistando a diferentes personas. Incluso llevaba una cámara colgada al hombro para tomar algunas fotos. Oraba: “Señor, ayúdame a escribir con precisión esta historia. Ayúdame a contar de la sanidad de Charles, para que la gente crea en tu poder, para que la gente te alabe”. Llevé mi cámara al ojo para tomar la foto de Charles caminando por las gradas de la plataforma, pero no pude ver para enfocar mi cámara. Me encontré limpiando mis ojos con un pañuelo, en lugar de ver el lente. Luego limpié toda mi cara. Me di cuenta que estaba llorando, porque estaba viendo un milagro que no había creído que iba a ocurrir. Vi que Dios hizo algo, y Él recibió toda la gloria. El sermón de Charles ese día no fue extenso. De hecho, algunas de sus oraciones eran incoherentes y sus palabras se entrecortaban una tras otra. Charles había sido un predicador fluido, tal vez el mejor de todos los estudiantes ministeriales de Liberty. Había predicado en dos o tres de las iglesias más grandes de Estados Unidos; incluso como estudiante de segundo año en la universidad, el poder de Dios estuvo sobre él. Predicó en la Iglesia Temple Baptist en Detroit, Michigan, a una multitud de más de 5.000 y el altar estuvo repleto de personas que buscaban la salvación.

Pero en este día, sus palabras eran mal articuladas y entrecortadas unas tras otras. Habló como un niño gritando para advertir de un fuego; en otras ocasiones, volvía a comenzar una oración. No creo que nadie haya obtenido mucho ese día de las palabras de Charles. Cualquiera que haya sido el mensaje en su corazón, no le llegó al oído del público. Pero el sermón de Charles fue uno de los más grandiosos que cualquiera de nosotros hayamos experimentado alguna vez. No se trató de las palabras que dijo; era su vida delante de nosotros. No fue el sermón; fue el milagro de la sanidad que vimos delante de nosotros predicando. A continuación se presenta cómo Jerry Falwell describió el proceso que nos llevó a ese momento milagroso: Les dije a todos que Charles viviría si ayunábamos y orábamos intensamente desde lo más profundo de nuestro corazón. Yo estaba seguro que Dios iba a responder nuestras oraciones, razón por la cual anuncié que Charles iba a intervenir en la graduación de Liberty el año siguiente. Charles vivió y se rehabilitó lo suficiente para traer un mensaje poderoso en la graduación de 1979. Liberty había tenido anteriormente oradores de renombre como el Dr. W. A. Criswell de la First Baptist de Dallas, Texas, y el Dr. Charles Stanley, pastor de la Iglesia First Baptist de Atlanta, Georgia, pero para mí la grandiosidad del mensaje no estaba en lo que dijo Charles, sino en el testimonio de su sanidad al estar delante del público ese día.5 Hubo 4.000 estudiantes en la reunión de oración aquella noche cuando nos enteramos de los detalles del accidente y del estado de Charles. La mayoría de los estudiantes habían ayunado por la sanidad de su compañero de clase. Vieron ahora con sus propios ojos la respuesta de Dios a sus oraciones. Escucharon con sus propios oídos la voz del hombre hablando, como de entre los muertos. Dios escucha y responde, cuando muchos intercesores se ponen de acuerdo en la oración sincera y unida. Charles ayudó a su padre a fundar una iglesia en Pensacola, Florida, en 1980. Al año siguiente, fundaron otra iglesia en Titusville, Florida. Charles

formó parte del personal de la Iglesia Titusville’s Temple Baptist antes de ser pastor en la Iglesia Glen Fork Baptist Temple en Glen Fork, Virginia Occidental. Regresó luego a Lynchburg para formar parte del personal de la Iglesia Thomas Road Baptist. Finalmente completó sus títulos de maestría en religión, educación religiosa y teología. Luego Charles llegó a ser el primer egresado de la Academia Cristiana Lynchburg en ir a la universidad y en recibir el título de doctorado en ministerio del Seminario Teológico Liberty Baptist. ¿Dónde cree que está Charles sirviendo hoy en el ministerio? No está en un aula ni en un ministerio de consejería, tampoco trabaja en alguna oficina de la Universidad Liberty. Charles es un pastor universitario tiempo completo dedicado a la oración y dirige lo que puede ser el único ministerio de oración tiempo completo de las universidades de los Estados Unidos, en el Centro de Oración en la Universidad Liberty. LA ORACIÓN POR LAS VÍCTIMAS DE LAS LESIONES GRAVES Hay un gran poder en la oración y, en ocasiones, como hemos visto con la historia de Charles, esta logra cosas que no puede la ciencia médica. Sin embargo, eso no significa que debamos rechazar ni impedir la atención médica adecuada, ni que debamos orar como locos sin emplear la razón en nuestras peticiones. Los siguientes son algunos principios a tener en cuenta cuando oremos por alguien que ha sufrido una lesión grave. Haga primero todo lo médicamente posible En primer lugar, haga todo lo médicamente como físicamente posible por la víctima del accidente antes de comenzar a orar, de llamar a otros para orar y/o de tratar de organizar alguna actividad espiritual. Algunos pueden estar en desacuerdo y decir que la oración debe preceder cualquier otra cosa. Pero en una ocasión en que Jesús se enfrentó a un grave peligro, Él les dijo a sus discípulos: “Velad y orad” (Mateo 26:41, RVR1960 ). En este caso, la oración fue después de velar. El deber principal de los discípulos era custodiar y velar por Jesús; su segunda responsabilidad era orar por Él. Hagamos siempre primero lo primero. Retiremos a la persona de cualquier situación que pueda causar un daño mayor, como de un automóvil en llamas o de en medio de un cruce muy concurrido. Al hacer todo lo

posible por la víctima, estamos allanando el camino para la rehabilitación y el futuro de la salud de la víctima. Una vez que tengamos a la víctima en una ambulancia, o en el hospital o bajo la atención de algún profesional, entonces podemos dedicar nuestra mente a orar. Pero si no hemos hecho todo lo que podamos hacer físicamente para que pueda sobrevivir, tal vez no sea posible para nosotros hacer todo lo que podamos en la oración para ayudarle espiritualmente. Recuerde sus obligaciones Recuerde que tiene una obligación con los sobrevivientes, testigos y los que están con usted. Si comienza a orar para que la víctima sea sanada antes de detener la hemorragia o de retirarlos del peligro, puede dañar su testimonio con los que observan lo que usted está haciendo. Ellos esperan que primero ayude físicamente a la persona. Ore por los que prestan atención Ore por los médicos, las enfermeras y el personal de emergencia que brinda la asistencia médica a la víctima. Ore para que ellos hagan el diagnóstico correcto y hagan correctamente todas las cosas. Ore que tengan la sabiduría para recetar correctamente los medicamentos y utilicen los instrumentos “para salvar vidas”. La oración por el personal médico puede ser tan importante como la oración por la recuperación de los heridos. No ore por lo irrazonable No ore por la restauración de los órganos ni las extremidades mediante milagros creativos. Recuerdo que alguna vez escuché a un predicador orando para que un hombre viera por su ojo de cristal. Dios hace lo milagroso, pero Él no hace lo irrazonable. Un ojo de cristal no tiene todas las funciones y propiedades del ojo físico y un ojo de cristal no puede estar vinculado con los sistemas ópticos de los nervios ni el cerebro de una persona. Si bien tiene mérito el deseo del predicador por ayudar al hombre a ver, esta era tal vez una oración que no debió hacer. No me generó buena impresión, ni tampoco dio un buen testimonio ante los amigos que estaban conmigo. Entonces el predicador fue aún más lejos. Oró para que el ojo de cristal se convirtiera en un ojo físico normal. Una vez más, el predicador estaba

pidiendo algo que ni siquiera era sobrenatural. Sí, Dios hace cosas imposibles (véase Mateo 17:20; 19:26), pero Él no hace lo absurdo.6 Dios sana y detiene el cáncer, y Él a veces cura la ceguera. Pero si una persona ha perdido una extremidad, no puede orar para que esta sea recreada. El acto de la creación ha cesado; Dios no añade hoy milagros creativos a su agenda. “Así quedó terminada la creación de los cielos y de la tierra, y de todo lo que hay en ellos” (Génesis 2:1, NTV ). La Versión ReinaValera 1960 dice, “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó . . . de toda la obra que hizo” (Génesis 2:2). Consideremos primero lo que no quiere decir este versículo. No quiere decir que Dios se cansó, así que tuvo que tomar un descanso y dejar de trabajar por un tiempo. Dios es omnipotente y tiene todo el poder para hacer todas las cosas. La palabra “reposo” significa que Dios detuvo su actividad creativa. No significa que dejó de obrar en el mundo. Él permite que este universo transcurra según las leyes que Él estableció.7 Dios todavía obra providencialmente (véase Romanos 8:28), pero Él suspendió su obra creadora. Por eso, cuando hay una amputación de una mano, esta se puede reparar quirúrgicamente y reimplantar, pero no podemos orar para que se regenere otra mano mediante un acto creativo. Hay varios milagros que sólo van a ocurrir una sola vez. Recordemos los milagros y alabemos a Dios por su grandeza, pero no pidamos a Dios que los vuelva a hacer. La naturaleza misma de algunos milagros sobrenaturales no es reproducible: la creación, el nacimiento virginal, la encarnación, la resurrección de Jesús de entre los muertos, ni su segunda venida al mundo. Ore con la persona Finalmente, ore por la persona en su presencia. He oído hablar de casos donde el enfermo no escuchó que se dijera nada en la habitación del hospital, ni de lo que le rodeaba, pero cuando alguien oró en voz alta delante de él, escuchó todo lo que se dijo. Sus oraciones pueden llegar a Dios, pero el sonido de su voz también puede animar a la víctima, y su actitud positiva les puede dar la voluntad para sobrevivir. Eso en sí mismo puede conducir a la recuperación.

Apéndices

Apéndice A: ¿Qué es el Ayuno? Definición

¿Qué es el ayuno? El ayuno es una disciplina espiritual que implica la abstención de algunos o todos los alimentos durante cierto período de tiempo con un propósito divino. Algunos piensan que cuando uno se abstiene voluntariamente del goce o de la necesidad de alimentos, esa persona obedece a Dios y a las Escrituras; por lo tanto, esa persona crece en la fe. No es su abstinencia de alimentos lo que le da una respuesta a su oración; es su fe en Dios (véase Hebreos 11:6) y su relación con Él. El ayuno y la dieta El ayuno no es lo mismo que hacer dieta. Si bien hay muchos beneficios físicos y/o de salud al abstenernos de los alimentos y/o ciertas bebidas

líquidas, el ayuno espiritual tiene un elemento sobrenatural. En primer lugar, es un voto a Dios.1 En segundo lugar, es una experiencia sobrenatural en la presencia de Dios. En tercer lugar, tiene un propósito divino.2 El origen del ayuno El término hebreo para el ayuno (tsom ) se asoció originalmente con una emergencia o peligro; las personas perdían su apetito debido a una angustia o miedo personal. Perdemos nuestra necesidad de comer una hamburguesa a la hora del almuerzo, cuando nos apresuramos al hospital porque un ser querido sufrió un accidente. El cuerpo ya no anhela tener alimentos. Lo único que queremos hacer es solucionar el problema. Una persona puede ayunar y orar hasta que se logre una respuesta, cuando un problema sea demasiado grande para que lo solucione esa persona por su cuenta. El ayuno fue ordenado originalmente para todo el pueblo de Dios el Día de la Expiación, es decir, el día del arrepentimiento y de la búsqueda del perdón de los pecados. “El día diez del mes séptimo deberán ayunar, y no podrán realizar ningún trabajo. Ese día se hará expiación por ustedes, y así delante del Señor quedarán limpios de todos sus pecados” (Levítico 16:2930). Hoy en día, al ayuno de un día a menudo se le llama por su término hebreo, un ayuno Yom Kippur. Muchos creyentes ayunan desde la puesta del sol a la puesta del sol, siguiendo la designación para un día que ofreció Dios en Génesis 1:5: “Y fue la tarde y la mañana un día”. Los judíos ayunaban y oraban en lugar de comer, durante la hora de la comida el Día de la Expiación. El ayuno de Yom Kippur omite la cena del primer día y el desayuno y almuerzo del segundo día. Un judío concienzudo no interrumpe su ayuno hasta que se ponga el sol en el segundo día. Los cristianos siguen este ejemplo. El ayuno espiritual ha sido utilizado por la Iglesia cristiana desde su comienzo (véase Hechos 13:2-3). Sin embargo, hasta hace poco, sólo se habían escrito unos cuantos libros sobre el ayuno en la Iglesia Occidental en los últimos 100 años. El tema ha vuelto a la vanguardia en los últimos años. SEIS MANERAS DE AYUNAR Probablemente hay tantas maneras de ayunar en nuestros tiempos modernos como hay maneras de orar, los siguientes seis métodos de ayuno son pautas

sugeridas. El ayuno normal o ayuno de jugo implica no comer por un período determinado de tiempo en el cual ingerimos sólo líquidos (agua y/o jugo). La duración puede ser 1 día, 3 días, 1 semana, 1 mes ó 40 días. Se debe tomar cuidado extremo con ayunos más prolongados, y sólo se deben intentar después de obtener consejo profesional de un médico. El ayuno absoluto no permite ni comida ni agua en absoluto, y debe ser breve. Nadie debe intentar un ayuno absoluto de más de tres días. La persona morirá si pasan más de siete días sin agua. El cuerpo promedio tiene entre 55 por ciento y 80 por ciento de agua, y esta debe ser repuesta con regularidad. El ayuno de Daniel , también llamado el ayuno parcial , omite ciertos alimentos o incorpora un programa que limita las comidas. Puede consistir en la omisión de una comida al día. También se considera un ayuno parcial comer sólo verduras frescas durante varios días. El ayuno rotacional , también llamado el ayuno de la clínica Mayo , consiste en comer u omitir ciertos grupos de alimentos durante períodos designados. Una persona puede observar un ayuno absoluto durante un día para limpiar su sistema corporal. Entonces, durante la siguiente semana, sólo come de un grupo o familia de alimentos. Los diferentes grupos de alimentos se rotan para determinar qué enfermedad puede atribuirse a ciertos alimentos. El ayuno de John Wesley lo practicó Wesley, el fundador del metodismo, antes de una conferencia metodista donde los pastores se reunían para un retiro, avivamiento y preparación para un ministerio continuo. Wesley y los demás líderes consumían sólo pan y agua durante 10 días antes de la conferencia, para prepararse espiritualmente para enseñar a los pastores. La Biblia describe el ayuno sobrenatural : “Y Moisés estuvo allí, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches. No comió pan, ni bebió agua” (Éxodo 34:28). Dios hizo un milagro sobrenatural con Moisés en este ayuno; una persona normalmente muere si no bebe agua durante más de 7 días. Nadie debería intentar un ayuno de 40 días sin agua.3 REFERENCIAS

Elmer Towns, The Daniel Fast (Ventura, CA: Regal Books, 2010). ______, Knowing God Through Fasting (Shippensburg, PA: Destiny Image, 2002). Se sugiere este volumen por su beneficio espiritual para desarrollar una relación íntima con Dios. ______, Fasting for Spiritual Breakthrough (Ventura, CA: Regal Books, 1996). Este libro comparte versículos prácticos sobre el ayuno y ha estado en la lista de éxitos de venta de Regal Books durante los últimos 15 años. Para solicitar el libro, póngase en contacto con Regal Books (www.regalbooks.com ó 1-800-4-GOSPEL).

Apéndice B: La Biblia milagrosa

Creer en los milagros es indispensable para creer en un Dios verdadero y vivo. Y creer en los milagros que se encuentran en la Biblia es indispensable para creer que la Biblia es un libro vivo que proviene de Dios. De hecho, la Biblia es milagrosa en la escritura de los manuscritos originales por la inspiración, milagrosa en su contenido y milagrosa incluso hoy en día en su impacto e influencia en los que la leen. Todo acerca de la Biblia es sobrenatural, incluyendo la manera en que los manuscritos originales fueron concebidos, escritos e inspirados. Dado que un Dios perfecto escribió la Biblia a través de seres humanos limitados,

debemos concluir que la Biblia es un libro perfecto, incluso cuando refleja las limitaciones de sus autores. Usamos hoy la frase “doble autoría” para indicar que los hombres santos de Dios escribieron un libro santo, pero el Espíritu Santo también escribió la Biblia. Los autores humanos escribieron con su conocimiento limitado, vocabulario limitado e incluso con un uso limitado de la gramática. Dios los guió de modo que lo que escribieron fue perfecto, sin error (véase 2 Timoteo 3:16). La palabra “inspirada” significa “con el aliento de Dios”. Dios sopló su Espíritu en las palabras de la Biblia mientras esta era escrita, haciéndola su libro. El Espíritu Santo está en las palabras de las Escrituras. Por lo tanto, aquellos que leen y creen en la Biblia pueden ser transformados por el Espíritu de Dios que vive en el libro. Creemos que Dios inspiró cada palabra en la Biblia, hasta su más mínimo detalle, como el punteado de una I o el cruce de una T . ¿Por qué lo creemos? Porque Jesús prometió: “mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18). Jesús garantiza personalmente la exactitud de la Biblia. Creer en la Biblia es creer en Jesús y lo contrario también es cierto; confiar en Jesús es confiar en la Biblia. Siguiendo el mismo razonamiento, rechazar la Biblia es rechazar a Jesús, y aquellos que rechazan al Hijo de Dios no tienen vida eterna (véase 1 Juan 5:11-13). La arqueología sigue confirmando la exactitud de la Biblia. Esta corrobora el mensaje de la Biblia, cada vez que la pala de un arqueólogo descubre tesoros antiguos. Parece que cada vez que se hacen afirmaciones liberales que aseguran que hay errores en la Biblia, o que no hay lugares como Jericó, que hay dos Isaías o dos Daniel, se ha demostrado lo contrario. La Biblia predijo que Jesús nacería en Belén de una virgen; que Él haría milagros; que Él iba a entrar en la ciudad de Jerusalén montado en un asno, que sería traicionado por 30 monedas de plata y crucificado en un madero; y que iba a clamar en la muerte: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Salmos 22:1). Los liberales dicen que todas esas

declaraciones fueron escritas después de los hechos, muchos años después de que Jesús viviera. Si los liberales tienen la razón, entonces Jesús no es quien dijo que era: el Hijo de Dios. Pero dos hechos científicos sorprendentes demuestran que los liberales están equivocados. En primer lugar, la Septuaginta; las traducciones de la Biblia hebrea al griego, que se completó durante el período desde 275 a.C. hasta 100 a.C. Por lo tanto, sabemos que el Antiguo Testamento fue escrito más de 200 años antes de que Jesús naciera. Tenemos esos manuscritos. Podemos tocarlos, leerlos y decir con autoridad que los liberales están equivocados. Luego, un pastorcillo descubrió el primero de los Manuscritos del Mar Muerto. Estos manuscritos eran copias del Antiguo Testamento, escritos aproximadamente 400 años antes de que Jesús naciera. He estado en Jerusalén, he visitado el Santuario del Libro y en realidad he leído algunos de esos documentos. ¿Cómo hizo Dios este milagro? La Biblia tuvo aproximadamente 40 autores, que estuvieron separados por 2.400 kilómetros, escribieron en un período de 2.000 años y vinieron de distintas vocaciones; entre los escritores se incluían abogados, pescadores, pastores y un médico. Sin embargo, con todas las posibilidades de errores y contradicciones debido a tantas fuentes, la Biblia tiene un tema, una idea clave que gira en torno a una persona, es decir, el Señor Jesucristo. Cuarenta seres humanos que trabajaron de manera independiente no podían ser tan coherentes en sus escritos como lo fueron los autores de las Escrituras bajo la inspiración divina de Dios. La Biblia no sólo es sobrenatural en su escritura, sino también es milagrosa en su influencia sobre la gente. Ningún otro libro ha transformado a tantos hombres y mujeres como lo ha hecho la Biblia. Las prostitutas, los ladrones, los asesinos y los adictos que leen la Biblia son transformados por su mensaje, cuando estos individuos conocen a Jesucristo a través de las páginas de las Escrituras. ¿Por qué? La Biblia regenera; aquellos que reciben y creen en su mensaje nacen de nuevo (véase Juan 3:5; 6:63-68; Hebreos 4:12; Santiago 1:18; 1 Pedro 1:2223). La Biblia nos da el poder para romper las adicciones; nos da un nuevo

deseo de vivir una vida piadosa; nos da un nuevo propósito para servir a los demás; nos motiva a compartir el evangelio con las personas no salvas; nos conecta con Dios en la oración, la adoración y la comunión; y nos guía en nuestra vida diaria. Cuando las Escrituras tocan la vida de las personas, estas sacrifican sus intereses propios, quieren vivir para Dios y están incluso dispuestas a morir o ser mártires por el Señor que las amó primero y quien murió por ellas. La Biblia es milagrosa en su perseverancia a lo largo de la historia. El emperador romano, Diocleciano, emitió un decreto para destruir las Escrituras, en el año 303 d.C. Sin embargo, sólo unos pocos años después, el mensaje de la Biblia cautivó a Constantino y este se convirtió en un seguidor de Jesucristo. Constantino declaró el cristianismo como la religión de Roma, cuando él llegó a ser el César, y la influencia de la Biblia continuó su marcha a través del mundo conocido. Los gobernantes han tratado de acorralarla con leyes, los infieles han tratado de demostrar que Dios, su Autor no existe, los teólogos liberales han tratado de negar la revelación bíblica, los opositores han tratado de argumentar que esta no es inspirada y los escépticos han tratado de rebatir su mensaje. Sin embargo, la Biblia permanece tan fuerte como siempre, su revelación tan poderosa como siempre y su influencia tan extensa como siempre. La Biblia ha perseverado sobrenaturalmente porque su Autor, Dios, la protege, la guía y continúa usando milagrosamente su mensaje de transformación y regeneración. No contamos con los documentos originales escritos por los autores de la Biblia, pero tenemos lo que ningún otro manuscrito antiguo tiene: pruebas abundantes. Existen siete copias de las obras de Platón, ocho copias de la historia de Herodoto, nueve copias de las obras de Eurípides y cinco copias de los escritos de Aristóteles. Hay muy pocas copias originales de manuscritos antiguos que son aceptados como verdaderos por las universidades. Pero hay más de 40.000 ejemplares de la Biblia que son estudiadas y protegidas. ¿Por qué tantas? Porque Dios escribió las Escrituras a través de los autores humanos, preservó sobrenaturalmente su Palabra y continúa usando su

mensaje para salvar a las personas del infierno eterno. ¿Por qué? Porque Dios ama tanto al mundo que envió a su Hijo para morir por sus pecados y darles vida eterna (véase Juan 3:16). Dios ha protegido la Biblia para que las personas tengamos la oportunidad de escuchar ese mensaje e imploremos a Jesucristo la salvación. Sir Walter Scott fue llevado a su biblioteca y fue sentado junto a una gran ventana donde podía ver el paisaje, justo antes de su muerte. Mientras estaba allí sentado, llamó a su yerno para que le “trajera el libro” y le leyera. Durante su vida, Scott construyó una de las bibliotecas privadas más grandes del mundo, así que su yerno le hizo la pregunta lógica: “¿De qué libro debo leer?”. La respuesta de Scott fue simple: “No hay sino uno solo”.1 Sí, sólo hay un libro que se destaca por encima de todos los demás: el libro de Dios. Los críticos pueden criticar todo lo que quieran, pero al final la Biblia sigue vigente en su belleza y autoridad. La Biblia es milagrosa porque es la Palabra de Dios.

Apéndice C: Las palabras bíblicas para los milagros

Existen cuatro palabras que se usan en la Biblia para describir lo sobrenatural. En primer lugar, el milagro , como lo describe C. S. Lewis, es “una interferencia en la naturaleza por el poder sobrenatural”.1 En segundo lugar, la señal es un acontecimiento visual y sobrenatural que legitima a un hombre enviado por Dios y confirma que su mensaje viene de Él. En tercer lugar, las maravillas son actos milagrosos de Dios que comprueban su auto-revelación como el Creador y Controlador de los acontecimientos. Las maravillas se hacen por lo general en los cielos y normalmente no ocurren por sí mismas, sino que están relacionadas con los milagros, las señales y la obra de Dios. El cuarto es una obra activa de Dios, que es algo que Él realiza que puede ser inesperado desde la

perspectiva humana, pero es normal que lo haga una deidad. Jesús dijo: “Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo” (Juan 5:17). Palabra en español

Griego moderno

Griego original

Breve definición

milagros

dunamis

δύναμις

Interrupción de las leyes de la naturaleza

señales

semeion

σημεῖον

aquello que legitima

maravillas

teras

τέρας

un portento, asombro, o acontecimiento sobrenatural

obras

ergon

ἔργον

resultados sobrenaturales (es decir, hechos de origen divino)

Un versículo describe todas estas cuatro acciones: “Además, Dios la ha confirmado con señales y prodigios, y con diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo, según su voluntad [obras]” (Hebreos 2:4). De acuerdo con las definiciones anteriores, el versículo podría ser parafraseado de la siguiente manera: “Dios testificó comprobando su mensaje al mundo, para que la gente se maravillara cuando viera su intervención sobrenatural en las leyes de la naturaleza, ya que Él realizó las obras que sólo Dios puede hacer” (ELT ). Los milagros Un milagro está más allá de las posibilidades humanas; sólo Dios hace los milagros. Así que cuando ayunamos por una sanidad sobrenatural, no se trata de lo que hacemos, y ni siquiera de nuestra fe. Una milagro es una manifestación del poder de Dios. La palabra “milagro” describe (1) el poder, la fortaleza o la capacidad inherente que reside en Dios quien actúa, (2) las influencias que provienen de la Persona que tiene la fuente de poder, (3) la capacidad innata de Dios de hacer lo que se requiere en el momento, y (4) la demostración de la capacidad de la Persona. Dunamis se emplea 119 veces en el Nuevo Testamento. Se traduce como “milagro(s)” 7 veces en la mayoría de las traducciones. Se traduce también como “poder”, “obra portentosa”, “portento”, “habilidad”, “poderío” y “poder milagroso”. Dunamis es la palabra de la cual proviene “dinamita”:

un compuesto de voladura que genera una fuerza explosiva. Los siguientes son ejemplos del uso de este término en las Escrituras: Los milagros causaron asombro en Simón (véase Hechos 8:13). Los milagros extraordinarios (véase Hechos 19:11). Los milagros atestiguaron de Jesucristo (véase Hechos 2:22). Algunos tienen el don espiritual de hacer milagros (véase 1 Corintios 12:10,28). LAS SEÑALES La palabra “señal” tiene varios significados: (1) indica o da a conocer la naturaleza de una cosa; (2) un medio visual de información, dirección o explicación; (3) una marca o símbolo; (4) distinguir de los demás; y (5) una señal bíblica que legitima a un hombre o un mensaje que pertenece o proviene de Dios. Juan describe los milagros de Jesús como señales. “Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos” (Juan 20:30). Jesús atestigua de sí mismo mediante sus señales milagrosas, las cuales fueron escritas para que los lectores de hoy pudieran ser testigos y ser salvos: “Pero éstas [señales] se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer, tengan vida en su nombre” (v. 31). La palabra semeion (“señal”) se utiliza en toda la Biblia. El sol y las estrellas son señales (véase Génesis 1:14). Moisés hizo señales para legitimar su mensaje ante el faraón (véase Éxodo 4:9,17,30). Las señales sirvieron para que los discípulos creyeran en Jesús (véase Juan 2:11). Las señales fueron una extensión del ministerio (véase Marcos 16:17). Las señales acreditaron al apóstol (véase 2 Corintios 12:12). Satanás hará señales (véase 2 Tesalonicenses 2:9). LAS MARAVILLAS

La palabra griega para “maravilla” es teras y hace referencia a los resultados o respuesta de los que ven o experimentan un milagro o señal sobrenatural. Una maravilla por lo general se refiere a la respuesta esperada cuando Dios hace lo sobrenatural. La gente se maravilla. Las maravillas en la Biblia por lo general están asociadas con los milagros o las señales: Dios hizo maravillas en presencia de un faraón incrédulo (véase Éxodo 3:20; 4:21; 11:10). Israel alabó a Dios por las maravillas (véase Éxodo 15:11). Josué esperaba que Dios hiciera maravillas (véase Josué 3:5). El salmista adoró a Dios por sus maravillas (véase Salmos 77:11). Las maravillas acompañarán las segunda venida de Cristo (véase Hechos 2:19-20). Las maravillas están asociadas con las señales y los milagros (véase Hechos 2:22; Hebreos 2:4). Satanás puede hacer maravillas (véase 2 Tesalonicenses 2:9). LAS OBRAS La cuarta palabra utilizada para describir lo sobrenatural es ergon (“obras”). Si bien esta palabra ocurre 188 veces en el manuscrito griego, no siempre significa una obra sobrenatural de Dios. Ergon puede significar: 1. un negocio, empleo u oficio de las manos de una persona; 2. las empresas que alguien emprende; 3. el logro de una destreza, entrenamiento y disciplina que por lo general se hace con las manos, pero puede ser un trabajo de la mente o de las emociones; 4. un acto, hecho o logro del esfuerzo o la determinación; y 5. una ocupación, trabajo o empleo. Ergon es lo opuesto de ociosidad e inutilidad. Una persona trabaja cuando espera una ganancia por sus esfuerzos. La palabra ergon describe la tarea que Jesús vino a hacer en la tierra, casi como un ser humano puede describir la labor que hace para ganarse la vida. Jesús hizo la obra del Padre (véase Juan 5:36), y tanto Jesús como el Padre

trabajan (véase Juan 5:17). Jesús también se refiere a uno de sus milagros como una obra (véase Juan 7:21). En un momento, una multitud le pidió a Jesús que les diera la posibilidad de hacer la obra de Dios. “¿Y qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” (Juan 6:28). Jesús respondió que la persona debe creer para que comience a hacer la obra Dios. “Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado” (Juan 6:29). Por lo tanto, nuestra fe es el prerrequisito básico para hacer algo milagroso en el servicio a Dios. Ergon aparece frecuentemente en los relatos del Nuevo Testamento: La incredulidad impide la obra de Dios (véase Marcos 6:5). Jesús llevó a cabo la obra del Padre en la tierra (véase Juan 4:34). Nadie puede hacer la obra de Dios sin fe (véase Juan 6:29). Jesús acabó la obra que el Padre le envió a hacer (véase Juan 17:4). Los creyentes pueden hacer las obras de Jesús (véase Juan 14:12). El Espíritu Santo envió a misioneros para hacer la obra de Dios (véase Hechos 13:2). Algunos se negaron a hacer la obra de Dios (véase Hechos 15:38). Recapitulación Sólo Dios puede hacer milagros y los que creen que pueden hacer lo sobrenatural a través de cualquier capacidad inherente y propia están equivocados. Sin embargo, Dios quiere hacer hoy lo sobrenatural a través de sus siervos sometidos a Él (véase Juan 14:12; Marcos 16:17). Los que quieran hacer lo sobrenatural deben comenzar con la fe (véase Juan 6:29). Dios hace milagros con una variedad de propósitos; si queremos ver que sucedan los milagros, debemos orar según la voluntad y la obra de Dios. Hubo muchas ocasiones en que le pidieron a Jesús que hiciera milagros, pero Él no los hizo sólo para satisfacer la curiosidad de la multitud (véase Juan 6:30-36; Mateo 12:38-39). El milagro a veces confirmaba que un orador era enviado por Dios; en otras ocasiones, un milagro legitimaba el mensaje que era dado. Estas fueron llamadas señales milagrosas.

Las personas a menudo se maravillaban o mostraban una gran alegría, cuando se hacían los milagros. Este es el aspecto maravilloso de un milagro. Las maravillas a veces están asociadas con los fenómenos sobrenaturales que se realizan en el cielo. No todas las personas van a hacer milagros, ni todas las personas deben orar por los milagros. Se dice de Juan Bautista que él “no hizo ninguna señal” (Juan 10:41). Juan tenía una tarea mayor que legitimar su mensaje con milagros. El mensaje de Juan Bautista fue “Jesús”. El Padre atestiguó de Jesús cuando dijo: “Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco” (Mateo 3:17). El Espíritu Santo atestiguó de Jesús cuando “él vio al Espíritu de Dios, que descendía como paloma y se posaba sobre él. (Mateo 3:16). Debemos tener la actitud de Juan Bautista en la búsqueda de lo sobrenatural: “Es necesario que él crezca, y que yo decrezca” (Juan 3:30).

Apéndice D: Nueve propósitos diferentes del ayuno

Shelly Seagar y su esposo, Dave, eran estudiantes de la Universidad Liberty. Ella y Dave hicieron un ayuno por su cuenta, cuando Shelly, mi secretaria en ese momento, estaba digitando el manuscrito para el libro Fasting for Spiritual Breakthrough [Cómo ayunar para obtener victorias espirituales].1 Dave acababa de graduarse y había tenido una entrevista para un trabajo en Harrisburg, Pennsylvania. Shelly describió este cargo como “la oportunidad de toda una vida”. Así que acordaron ayunar, algo que jamás habían hecho antes. Ayunaron durante 24 horas y dedicaron mucho tiempo a la oración. La mañana después de que Dave había pasado tiempo

adicional en oración por su trabajo ideal, entró la llamada de larga distancia desde Harrisburg. Le ofrecieron el puesto. Por supuesto que no todas las circunstancias de la vida se pueden “solucionar” con el ayuno, pero las personas pueden conmover a Dios cuando obedecen el mandato de ayunar y orar. Richard Foster, el autor que ha estimulado a tantas personas para desarrollar las disciplinas espirituales, observó en una ocasión que no se había producido un libro importante sobre el ayuno durante cien años. ¿Por qué? Tal vez la gente en estos días está muy metida en “la religión de sentirse bien” que no quiere ser molestada con ningún pensamiento de hambre o negación de sí mismos. Quizás nuestra confianza en la actividad, como en los programas evangelizadores ostentosos, nos han hecho olvidar el lado espiritual de la obra de Dios. Tal vez la promesa generalizada de que “lo tenemos todo” ha obstaculizado toda idea de sacrificio y disciplina. Isaías 58 ofrece los principios para un ayuno bíblico genuino. Usado correctamente, estos tipos de ayuno nos pueden ayudar a conmover a Dios por esas cosas por las que oramos. Notemos lo que Dios dice sobre el ayuno: Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo! Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano! Si actúas así, entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas sanarán; la justicia será tu vanguardia, y la gloria del Señor será tu retaguardia (vv. 6-8). Este pasaje menciona nueve objetivos del ayuno. Podemos reclamar las promesas que Dios hace en Isaías 58:6-8, cuando ayunemos correctamente. Cada uno de los nueve resultados tiene un título, para ayudar a identificar en nuestra mente los efectos que buscamos. LOS NUEVE RESULTADOS DEL AYUNO 1. Desatar las ataduras de la impiedad, es decir, romper la adicción al pecado (El ayuno del discípulo);

2. Soltar las cargas de la opresión, es decir, resolver los problemas (El ayuno de Esdras); 3. Poner en libertad a los oprimidos, es decir, para tener un avivamiento y ganar almas (El ayuno de Samuel); 4. Romper todo yugo, es decir, superar el desánimo o el desaliento (El ayuno de Elías); 5. Compartir el pan con quien tiene hambre y dar albergue a los pobres, es decir, atender a los necesitados (El ayuno de la viuda); 6. Permitir que la luz brille como el alba, es decir, para tomar decisiones y adquirir entendimiento (El ayuno de San Pablo); 7. Curar pronto las heridas, es decir, para sanidad y salud física (El ayuno de Daniel); 8. Hacer que la justicia vaya a la vanguardia, es decir, para dar testimonio y tener influencia (El ayuno de Juan Bautista); y 9. Hacer que la gloria del Señor sea nuestra retaguardia (o “recompensa”); es decir, por protección contra el enemigo (El ayuno de Ester). Los siguientes nueve ayunos no son los únicos resultados del ayuno disponibles para el creyente, ni están totalmente separados el uno del otro. Tampoco quiero sugerir que alguno de los ayunos sea la única manera de ayunar por un problema en particular. Estos ayunos sugeridos son modelos para usar y se deben ajustar a nuestras propias necesidades particulares y deseos, a medida que busquemos acercarnos a Dios. La siguiente es una breve descripción de los nueve ayunos. 1. El ayuno del discípulo Propósito : “que se desaten las ataduras de la impiedad” (Isaías 58:6)—para liberarnos a nosotros mismos y liberar a los demás de las adicciones al pecado. Versículo clave : “Pero este género no sale sino con oración y ayuno.” (Mateo 17:21). Antecedentes : Jesús echó fuera un demonio de un muchacho a quien los discípulos no pudieron ayudar. Al parecer ellos no tomaron suficientemente en serio la manera en que Satanás tenía sus garras

sobre la juventud. La implicación es que los discípulos de Jesús pudieron haber realizado este exorcismo si hubieran estado dispuestos a someterse a la disciplina del ayuno. Los discípulos modernos también a menudo tomamos a la ligera “los pecados que nos asedian”, que podríamos resistir si fuéramos lo suficientemente serios para tomar parte en tales prácticas abnegadas como el ayuno; de ahí el término “El ayuno del discípulo”. Una persona me dijo en el altar de la iglesia: “Tengo una adicción sexual”. Esta persona había consultado a varios consejeros, había venido varias veces al altar y había tratado todo lo sugerido. Esta persona tenía serias intenciones de ser librada del problema. Le pregunté: “¿Has probado el ayuno?”. “No”. Guié a esta persona por los pasos descritos en el ayuno del discípulo como una manera de romper esa esclavitud. Esta persona quería que yo orara y ayunara con él, pero yo me negué. Algunos adictos quieren depender de la fe de los demás, en lugar de desarrollar su propia fe para romper la adicción. Le dije a esta persona que una vez comenzara el ayuno, yo me sumaría también más tarde. Esta persona ayunó dos veces y no hubo victoria. Entonces participé con él en el ayuno del discípulo, no para ser un sustituto de su responsabilidad, sino porque quería estar a su lado y añadir valor a la vida de esta persona. Quería apoyarle en su lucha para ser libre en Cristo. Muchos cristianos son víctimas indefensas de un pecado que los asedia (véase Hebreos 12:1). No se trata de un pecado promedio de descuido o falta momentánea. Ni siquiera se trata del pecado de la rebelión donde Dios dice: “No harás” y la persona dice en el rostro de Dios: “Lo haré”. Un pecado que “asedia” es un comportamiento pecaminoso habitual o actitudes que nos persiguen. Un pecado que nos asedia nos esclaviza. No apretamos nuestro puño en el rostro de Dios y violamos su propósito, cuando somos víctimas de un pecado que nos asedia. Quedamos impotentes y quebrantados por nuestro pecado. Un pecado que nos asedia nos hace esclavos y nos quita la voluntad. Clamamos: “¡No podemos ayudarnos a nosotros mismos!”, tal como dijo una persona alguna vez: “Me veo

obligado a participar en un juego donde siempre pierdo, y no puedo dejar de jugar. Odio el juego . . . Odio jugar . . . Odio la vida”. Gracias al ayuno del discípulo, una persona puede romper las adicciones y él o ella puede tener libertad en Cristo. 2. El ayuno de Esdras Propósito : Que “se suelten las cargas” (Isaías 58:6)—al invitar la ayuda del Espíritu Santo para levantar las cargas y superar los problemas que impiden que nosotros y nuestros seres queridos caminemos alegremente con el Señor. Versículo clave : “Así que todos ayunamos ese día, y le pedimos al Señor que nos bendijera, y él nos bendijo” (Esdras 8:23). Antecedentes : Al sacerdote Esdras le encargaron restablecer la Ley de Moisés entre los judíos mientras reconstruían la ciudad de Jerusalén, con el permiso de Artajerjes, rey de Persia, donde el pueblo de Dios había estado cautivo. A pesar de este permiso, los enemigos de Israel se les opusieron. Esdras ayunó y oró para tener una respuesta a su problema, al estar agobiado por la vergüenza de tener que pedir al rey persa un ejército que los protegiera. Todas las personas tenemos problemas y momentos difíciles. Job, en el libro más antiguo de la Biblia dijo: “Todos los que nacemos de una mujer vivimos muy poco y sufrimos demasiado” (Job 14:1). Dada la naturaleza del mundo, todo lo que fue hecho se extinguirá. Toda persona con el tiempo envejecerá y se debilitará. Todo negocio quebrará si no se atiende. Las casas se deben pintar, los automóviles se deben ajustar, los campos se deben volver a sembrar cada primavera y todas las personas enfrentaremos problemas que debemos resolver. Una vez más, Job lo entendió: “el hombre nace para sufrir, tan cierto como que las chispas vuelan” (Job 5:7, NVI ). El ayuno de Esdras es para esos problemas difíciles que no desaparecen. Es cuando ayunamos por un problema y Dios envía una respuesta. El ayuno de Esdras es para aquellos que han orado, así que ahora ayunan y oran por una respuesta de Dios. 3. El ayuno de Samuel

Propósito : Para “que se ponga en libertad (física y espiritualmente) a los oprimidos” (Isaías 58:6)—con el fin de identificarnos con las personas esclavizadas en todas partes, y orar que Dios saque a las personas del reino de las tinieblas hacia la salvación. Versículo clave : “Y se reunieron en Mispá, y sacaron agua y la derramaron delante del Señor. Aquel día ayunaron, y dijeron: «Hemos pecado contra el Señor»” (1 Samuel 7:6). Antecedentes : Samuel convocó al pueblo de Dios a un ayuno para celebrar el regreso del Arca del Pacto de su cautiverio donde los filisteos. Como resultado de su ayuno, Dios produjo un avivamiento en Israel. El ayuno de Samuel por el evangelismo y el avivamiento se ha aplicado a lo largo de la historia de la Iglesia. Antes de que Jonathan Edwards predicara su famoso sermón: “Pecadores en manos de un Dios airado ”, pasó las 24 horas anteriores en un ayuno absoluto. Muchos le atribuyen a este sermón el comienzo del primer Gran Avivamiento que sacudió a Estados Unidos e Inglaterra. 4. El ayuno de Elías Propósito : Para “que se rompa todo yugo” (Isaías 58:6)—y se derrote el miedo y todo problema emocional que controla nuestra vida. Versículo clave : “Se internó en el desierto y, después de caminar todo un día . . . comió y bebió y recuperó sus fuerzas, y con aquella comida pudo caminar durante cuarenta días con sus noches” (1 Reyes 19:4, 8). Antecedentes : Aunque las Escrituras no lo llaman un “ayuno” formal, Elías estaba luchando con sentimientos negativos. Elías se abstuvo intencionalmente de alimentos mientras huía de la amenaza de muerte por parte de la reina Jezabel y mientras luchaba con sus propios sentimientos negativos. Dios envió a un ángel para que le sirviera en el desierto, antes de que comenzara la privación autoimpuesta de Elías, y una vez completado el ayuno, Dios le habló directamente a Elías y le dio una nueva misión (véase 1 Reyes 19:9-18).

El ayuno de Elías está concebido para romper con los hábitos emocionales del desaliento o el desánimo. Un joven me dijo en el altar de la iglesia que no podía dejar de decir groserías. Me dijo que tenía un mal hábito, el cual estaba arraigado en su subconsciente. Le pregunté: “¿Quiere dejar de maldecir?”. “Así es”. Su respuesta no reflejaba un profundo deseo de parar. Le expliqué el ayuno de Elías, diciéndole que cuando tomara el control de su cuerpo al negar los alimentos, él también iba tomar el control de su vida interior. Le dije: “Su auto-negación de alimentos le dirá a Dios que está tomando en serio el cambio de vocabulario”. No estaba seguro que él tenía intenciones serias, ni estaba seguro que él podía dejar la costumbre de maldecir. Pero me informó más tarde que había ayunado, lo cual él nunca había hecho antes y, que sólo unas pocas veces después se había equivocado y había dicho malas palabras. Dos años después, cuando se graduó de la universidad, me dijo que Dios le había librado completamente de su boca inmunda. 5. El ayuno de la viuda Propósito : Para “que compartas tu pan con quien tiene hambre” (Isaías 58:7) y atender a los pobres y proveer para los necesitados. Versículo clave : “Y tal y como el Señor se lo prometió a Elías, no faltó harina en la tinaja ni bajó de nivel el aceite en la vasija” (1 Reyes 17:16). Antecedentes : Dios envió al profeta Elías a una viuda pobre y hambrienta, irónicamente, la viuda se abstuvo de alimentos para dar de comer a Elías. Podemos elegir hoy abstenernos de alimentos para ofrendar el dinero que hemos ahorrado al no comer, a favor de causas humanitarias. Un pastor en Chiapas, México, tenía la costumbre de distribuir Biblias puerta a puerta. La gente en su área tenía hambre de la Palabra de Dios. Cuando la recibían, se sentaban inmediatamente con la Biblia para leerla y aprender el mensaje de Dios para ellos.

El pastor prescindió de alimentos y gastó su salario para comprar más Biblias, cuando estas se le agotaron para repartir. Algunas personas se dieron cuenta, tres días después, que el pastor no había ido al mercado para comprar alimentos. Si bien no participó en un ayuno formal en el sentido tradicional, este pastor siguió lo prescrito por el ayuno de la viuda. Optó por la abstinencia de comida por el bien de los demás y el servicio a Dios, dentro de su propio sistema de valores admirables. Las Escrituras contienen varias ilustraciones de viudas que prescindieron de alimentos para que otros pudieran comer. El ayuno de la viuda implica hoy en día la abstinencia práctica cuando un individuo o familia renuncian a los alimentos o a una comida para contribuir en la satisfacción de las necesidades físicas de los demás. 6. El ayuno de San Pablo Propósito : Permitir que la luz de Dios “[brille] como el alba” (Isaías 58:8)—para traer una perspectiva y un entendimiento más claros con el fin de tomar decisiones importantes. Versículo clave : “y allí estuvo [Saulo o Pablo] tres días sin poder ver, y tampoco comió ni bebió nada” (Hechos 9:9). Antecedentes : Saulo de Tarso, quien llegó a ser conocido como Pablo después de su conversión a Cristo, quedó ciego por el Señor mientras perseguía a los cristianos. Saulo no sólo perdió la vista, sino que tampoco tuvo ni idea que rumbo iba a tomar su vida. Pablo recobró su vista y obtuvo una visión espiritual para su futuro, tras prescindir de alimentos y orar durante tres días. Un estudiante en el ministerio ayunó una vez antes de aceptar un cargo como pastor asociado en una iglesia grande y prominente. El estudiante, al igual que Saulo en el camino a Damasco, necesitaba dirección de Dios para saber qué debía hacer. Dios le cerró la puerta al posible cargo en la mente del estudiante, durante el ayuno. Ya no se sentía agobiado por la iglesia que le había hecho la invitación. El pastor principal de esa iglesia renunció un mes más tarde y la junta le pidió la renuncia a todo el personal. El estudiante se sintió ilusionado por la posibilidad de servir en una iglesia prominente, antes del ayuno de San Pablo, pero cuando se retiró a un lugar tranquilo y ayunó para centrarse en

la voluntad de Dios, la perspectiva que recibió demostró ser providencial. Si el estudiante hubiera aceptado el llamado de esa iglesia, lo habrían despedido pocos meses después de haber llegado. Todos nosotros enfrentamos decisiones importantes en nuestra vida, así que todos nosotros vamos a necesitar el ayuno de San Pablo en algún momento. Este tipo de decisiones reorientan toda nuestra vida, tal vez hasta nuestro destino. La decisión sobre la persona con la que nos vamos a casar, por ejemplo, nos puede hacer tener éxito o fracasar. En muchos otros aspectos, nos encontramos en una bifurcación en el camino y debemos tomar la decisión de girar la derecha o la izquierda. Si supiéramos todo lo que nos espera por delante en cada camino, la decisión probablemente sería fácil. Si supiéramos las cosas buenas que van a suceder, la decisión de seguir adelante sería más fácil. Si supiéramos de los peligros que tenemos por delante, tal vez nos desanimaríamos y daríamos la vuelta. Pero no sabemos ninguna de esas cosas. Si seguimos el ayuno de San Pablo, Dios hará que su luz “[brille] como el alba” (Isaías 58:8). Si nos centramos en la voluntad de Dios en lugar de la nuestra, cuando enfrentamos decisiones importantes, Él nos traerá una perspectiva y un entendimiento más claro que necesitamos para tomar las decisiones cruciales. 7. El ayuno de Daniel Propósito : De modo que “muy pronto tus heridas sanarán” (Isaías 58:8)—para buscar la sanidad o el bienestar físico. Versículo clave : “En lo íntimo, Daniel se propuso no contaminarse con la ración de la comida y bebida del rey que se le daba” (Daniel 1:8). Antecedentes : Daniel y tres de sus compañeros hebreos de cautiverio se abstuvieron de alimentos paganos y fueron más saludables que los demás en la corte del rey. Dios puede sanar hoy en día en respuesta a la oración y al ayuno. La sanidad a veces proviene de una dieta mejorada, y otras veces Dios sana sobrenaturalmente. Dios sana de muchas maneras diferentes. Él sana cuando se detiene o invierte la tendencia de una enfermedad o infección. Él sana mediante el diagnóstico y la formulación de los medicamentos correctos de un médico,

o mediante la cirugía que elimina la causa de la enfermedad, o por un cambio en la rutina física de un paciente. Dios puede sanar mediante la intervención sobrenatural o mediante la providencia divina, disponiendo su voluntad y dirigiendo las circunstancias de la vida. El ayuno desempeña muchos papeles en la sanidad. Dios puede sanar sobrenaturalmente en respuesta a un ayuno (véase el capítulo 3: “El desafío al cáncer y el cambio de la opinión de Dios”). El ayuno también puede conducir a la dirección de Dios, de modo que la persona enferma modifica su vida para encontrar la cura. Además, el ayuno puede resultar en una promesa para adoptar un estilo de vida saludable. Algunas personas pueden prometer abstenerse de por vida de ingerir bebidas alcohólicas o elegir romper otros hábitos alimenticios “de riesgo” que no son necesariamente saludables. La persona halla salud al mantener su promesa. 8. El ayuno de Juan Bautista Propósito : De modo que “la justicia será tu vanguardia” (Isaías 58:8) —para mejorar nuestro testimonio e influencia cristiana. Versículo clave : “pues ante Dios será un hombre muy importante. No beberá vino ni licor” (Lucas 1:15). Antecedentes : Juan Bautista hizo el voto de “nazareno” que le obligaba a evitar (o ayunar) vino y licor. Esto formó parte del estilo de vida que eligió resueltamente Juan y que lo apartó como un testimonio especial para la causa de Cristo. Una mujer en una cierta iglesia divulgó mentiras sobre el ministerio pastoral e integridad de la iglesia. La junta de la iglesia no se rindió ante sus demandas, sino que ayunó una vez a la semana por el testimonio de la iglesia y el pastor. La junta pensó lo peor y que Dios no había honrado su ayuno, cuando la mujer amenazó con demandar a la iglesia por supuestos daños y el pleito fue publicado en el periódico local. Entonces la junta recibió cartas de los líderes de otras dos iglesias, diciendo que la mujer había “hecho el mismo truco” en sus iglesias. Lamentablemente, las otras iglesias había cedido a sus demandas y la indemnizaron. El periódico imprimió estas cartas, y el abogado que había

amenazado con demandar a la iglesia cambió de opinión y se negó a representar a la mujer. Sugirió que la iglesia interpusiera acciones legales contra ella, aunque afirmó que él no podía participar. La junta de la iglesia no la demandó. El Señor había honrado su ayuno de Juan Bautista, así que hicieron otro ayuno por la salud espiritual de la mujer. 9. El ayuno de Ester Propósito : “la gloria del Señor será tu retaguardia” (Isaías 58:8)—en busca de la protección de Dios del maligno. Versículo clave : “ayunen por mí . . . que mis doncellas y yo ayunaremos también. Después de eso me presentaré ante el rey . . . [quien] la vio con mucho agrado” (Ester 4:16; 5:2). Antecedentes : La reina Ester, una judía en una corte pagana, arriesgó su vida por salvar a su pueblo de la destrucción amenazada por Asuero (Jerjes), rey de Persia. Ester, sus asistentes y su tío, Mardoqueo, ayunaron para apelar a Dios por su protección, antes de presentarse ante el rey para pedirle que salvara a los judíos. Hoy en día, el ayuno de Ester nos protegerá del mal y de las influencias satánicas, así como del peligro físico planteado por otros seres humanos. Jerry Falwell fue mi amigo. Él recibió varias amenazas de muerte, cuando sus enemigos descargaron su odio contra él, durante el crecimiento vertiginoso de la Mayoría Moral que él dirigió. Yo estaba con Falwell en el verano de 1982, cuando visitó Australia. Más de 1.000 opositores a la Mayoría Moral asaltaron el edificio del órgano legislativo nacional, en Canberra, la capital. El noticiero de la noche describió sus acciones como una “vergüenza nacional”. El parlamento nunca antes había sido amenazado así. Una multitud se presentó el siguiente domingo por la tarde en el Centro Cívico de Sydney para protestar por la presencia de Falwell. Sólo unos pocos patrulleros uniformados estuvieron presentes para mantener la turba detrás de las barricadas de la policía. Mientras yo observaba, un millar de personas arremetieron por las barricadas y derribaron la puerta giratoria en la parte delantera del edificio. Pensé que íbamos a ser asesinados. La segunda puerta se mantuvo y se sofocó la concentración.

Traté de erigir el muro de prevención con el ayuno de Ester, tras esa experiencia, mientras oraba por la seguridad de Jerry Falwell y otros cruzados de Dios. Por supuesto, los desconocidos no pueden decir si Dios protegió a aquellos por los que ayuné. El mundo podría decir que sólo experimentaron “golpes de suerte”, pero los que hemos luchado con el enemigo sabemos lo que sucede cuando sometemos nuestras circunstancias a Dios. Sabemos que el ayuno de Ester es eficaz. Recapitulación Tengo grandes visiones para este nuevo libro sobre el ayuno. Como una madre que da a luz a un bebé, cada autor ve algo especial en su libro y espera que este cambie el mundo, o por lo menos cambie las vidas. Creo que este nuevo libro, Los milagros del ayuno , puede hacer una diferencia en la vida de todo cristiano que aprende a ayunar, ayunar correctamente y ayunar por resultados. Si todos los cristianos ayunáramos, los resultados podrían sacudir nuestra cultura como un ventarrón que inclina a un árbol joven. Con el ayuno, los cristianos demostraríamos que vivimos de manera diferente, que nuestra fe es imprescindible y que el Todopoderoso obra en nuestra vida cotidiana. Si toda la iglesia ayunara, esta avanzaría en el evangelismo, tendería la mano para alimentar y ayudar a los demás y vería a Dios derramar su presencia sobre su pueblo.

Apéndice E: Los milagros no bíblicos

¿Alguna vez hemos pensado: Por qué hay tantos milagros falsos que afirman tener casi todas las religiones (no cristianas y seudocristianas) ? Del mismo modo, ¿Por qué hay tantas revelaciones falsas (“Dios me dijo”)? ¿No sería posible que hay milagros y revelaciones falsas, porque hay un verdadero hacedor de milagros (Dios), que hace milagros auténticos para sus propósitos? Del mismo modo que no puede haber una sombra sin que la luz brille a través de un objeto real para producirla, tiene que haber verdaderos milagros que sean imitados por los falsos milagros. Y no habría “imitaciones” de medicamentos si los medicamentos verdaderos no existieran. ¿Podría ser que hay tantas religiones falsas porque hay una que

es verdadera? Por lo tanto, no podemos concluir que no hay milagros verdaderos, porque hay demasiados falsos. Por el contrario, debemos decir lo opuesto: Hay milagros verdaderos, porque hay demasiados falsos. Diferentes grupos hacen varias alegaciones sobre los milagros por diferentes razones. La siguiente lista refleja un intento por sistematizar las experiencias reportadas en categorías que se explican por sí mismas. Estas categorías no son jerárquicas (es decir, que los acontecimientos se vuelven sobrenaturales o más poderosos en ejecución, a medida que avanzamos en la lista), sino que representan diferentes expresiones de los milagros por distintas personas. Las señales y los prodigios no bíblicos 1. Los milagros falsos 2. Los milagros psicosomáticos 3. Los milagros de sanación holística 4. Los milagros de confesión 5. Los milagros estimulados 6. Los pseudo milagros 7. Los milagros engañosos La siguiente consideración sobre las señales y los prodigios es necesaria, porque algunas personas han aceptado y promovido indiscriminadamente todo testimonio de ocurrencias milagrosas. Pero todos los milagros no son verdaderos milagros. Otras personas han ido al extremo opuesto de negar la existencia de cualquier milagro. Si somos cuidadosos en nuestro análisis de los milagros y asumimos la posibilidad de que existen los milagros auténticos y los falsos, entonces podemos explicar los falsos en al menos siete maneras. Las siguientes categorías de milagros no bíblicos reconocen que algunos fenómenos reportados pueden no ser genuinos, y todo milagro genuino puede que no sea necesariamente un acto directo de Dios. Satanás hace milagros y un curandero pagano puede hacer lo sobrenatural con el poder de los demonios. 1. Los milagros falsos

Existen señales y prodigios que son en realidad milagros, pero tienen su fuente sobrenatural que no es Dios. Este tipo de milagro reconoce a Satanás como “un ángel de luz” (2 Corintios 11:4). Los escritores evangélicos tienden a interpretar si son milagros verdaderos o falsos, según la habilidad del diablo de falsificar las obras de Dios. Esta es un área que los escritores del misticismo a menudo pasan por alto; sin embargo, tal como lo observa Roger Bastide: El misticismo satánico coexiste con el misticismo divino. Según los teólogos esto permite dos niveles. Se trata de un caso de obsesión, cuando un demonio atormenta al alma desde afuera; pero se trata de un caso de posesión, cuando este domina completamente al alma. Este misticismo demoníaco presenta las mismas características de pasividad y violencia que los demás, pero los dos se distinguen por sus resultados. Si bien el misticismo divino trae gozo, consuelo y progreso moral, el misticismo demoníaco induce a trastornos nerviosos, tortura espiritual y la disposición para pecar.1 Se podría formular legítimamente la pregunta: ¿Puede tal explicación para las señales y los prodigios aplicarse de manera realista a una experiencia evangélica descrita por sus participantes en términos de la fraseología bíblica? Para algunos observadores de esos movimientos, la respuesta es indudablemente sí. Sir Robert Anderson cita los escritos de Robert Baker, historiador de la Iglesia Católica Apostólica, y añade sus propios comentarios acerca de la naturaleza de la experiencia “carismática” de ese grupo, señalando: He estado muy confundido por el hecho que ocurre en este caso, como también en la mayoría de los demás testimonios públicos de la predicación; que Cristo se predicó con tal poder y con tal preciosidad, con exhortaciones al arrepentimiento muy enérgicas y estimulantes, que es difícil creer que la persona que lo predicó pudiera estar bajo el engaño de Satanás. Sin embargo, así fue, y el hecho se nos presenta como una prueba de que los errores más terribles se pueden plantear bajo la apariencia de una luz superior y un celo por la verdad de Dios. “Un ángel de luz” tiene una gama de verdad, así como de santidad y amor, que no obstante se le permite usar a Satanás, para lograr y respaldar sus engaños. Es aún más misterioso y, sin embargo, no es

menos cierto, que la verdad así hablada fue llevada al corazón de varias personas quienes, en ese día, la escucharon, y estos servicios se volvieron los medios para despertarlas, en la medida que el cambio de conducta y de anhelo ferviente de Cristo, desde ese día en adelante puede ser una evidencia de ello. Como un ángel de luz. Estas palabras se repiten como un estribillo a lo largo de la “Narrativa ”. Más de uno va a exclamar: “¿Cómo puede ser satánico un movimiento que denuncia al diablo y todas sus obras, y que promueve la piedad y honra a Cristo?”. Pero esto ignora la advertencia solemne de nuestro Señor Divino: “de ser posible, engañarán incluso a los elegidos”. Un momento de reflexión nos puede convencer que lo falso nunca podría engañar a los elegidos si no simulara todas las características del verdadero honor que se le otorga a Cristo, del alto tono de espiritualidad y de un hermoso código de morales.2 ¿Cómo puede un creyente distinguir un milagro falso? Moisés lidió con el tema de la falsificación de lo sobrenatural en Deuteronomio. Un milagro de Dios incluye lo siguiente: 1. Es en el nombre del Señor (véase 18:22). 2. No reconoce dioses falsos (véase 13:2-3). 3. Estimula el amor por el Señor (véase 13:3). 4. Es consistente con la Palabra de Dios (véase 13:4). 2. Los milagros psicosomáticos Un área de las señales y prodigios no milagrosos encuentra su explicación en la orientación psicosomática del curandero o del converso. El Dr. S. I. McMillen define el fenómeno psicosomático como el poder de la mente sobre el cuerpo, al señalar: Estos casos ilustran el tema más intrigante en la medicina moderna. Con cada año que pasa, obtenemos una comprensión más amplia de la capacidad de la mente (psiquis) para producir alteraciones diversas en el cuerpo (soma), de ahí el término psicosomático. Las tensiones emocionales invisibles en la mente pueden producir notables cambios

visibles en el cuerpo, cambios que pueden llegar a ser graves y fatales.3 George W. Peters, consciente de este fenómeno, destaca la necesidad de distinguir entre la sanidad milagrosa de la psicosomática: Hay que distinguir entre la sanidad a través de la fe y la sanidad divina. La sanidad divina se da a través de la intervención misericordiosa de Dios. Puede darse con o sin medicación; puede darse de repente o gradualmente. La sanidad a través de la fe se apoya principalmente en la estructura psicológica del individuo y sus relaciones personales. Es principalmente una cuestión de psicología y sugerencia. Sin duda, muchas sanidades en las campañas de sanidad son de esta naturaleza; tienen poco que ver con el Evangelio y la intervención divina.4 Una sanidad psicosomática se puede describir como no milagrosa, porque Dios no interviene directamente, pero ¿no es una obra indirecta de Dios? Si una persona tiene una “enfermedad” que no es real y la persona es sanada de esa “enfermedad”, ¿lo llamamos un milagro no real o una intervención no real de Dios? La enfermedad puede no ser real, por definición médica, pero hay una influencia recíproca entre el cuerpo y la mente que da un efecto real de dolor, a pesar de que no exista una causa adecuada. 3. Los milagros de sanación holística El área de la medicina holística puede ser una consideración en las señales y los prodigios reportados. La premisa fundamental de la sanación holística es que el cuerpo puede sanarse y se sanará por sí solo de la enfermedad cuando el enfermo tiene una salud mental positiva y toma medidas correctivas. Esto incluye una actitud positiva hacia el deseo de ser sanado. Dada la naturaleza radical de la conversión evangélica, se espera que los cambios en el estilo de vida por parte del nuevo converso afecten otros ámbitos de la vida, y esto puede incluir las funciones corporales. El hombre con una úlcera, que obtiene internamente la paz de Dios y que por razones religiosas se abstiene de consumir alcohol y bebidas con cafeína, también va a estar tratando su úlcera y probablemente va a experimentar la sanidad. La aplicación generalizada de esta tipología de sanidad se evidencia en la conclusión del Dr. Carl Jung:

Entre todos mis pacientes en la segunda mitad de la vida—es decir, más de treinta y cinco—no ha habido uno cuyo problema en última instancia, no era el de encontrar un punto de vista religioso en la vida.5 4. Los milagros de confesión El cuarto tipo de señal y prodigio también es uno no milagroso. Este tipo consiste en un testimonio de un participante que sabe que la señal es inexistente, pero siente la presión de un evangelista o amigo a experimentar la señal. Se trata de una declaración de fe tipo callejón sin salida. Una persona puede “decir” que es sanada como una declaración de fe, así que Dios la va a sanar. Sabe que no es sanada, pero reclama algo que no tiene, de modo que la va a recibir. Un callejón sin salida ocurre generalmente cuando un enfermo ha buscado la sanidad por algún tiempo sin éxito. Si la enfermedad es psicosomática, puede ser sanado debido a un cambio en la relación mente-cuerpo descrita anteriormente por el Dr. McMillen. Pero el triste ejemplo es el caso del individuo que “confiesa” la sanidad de una enfermedad grave, pero muere poco tiempo después. Otros simplemente siguen sufriendo. 5. Los milagros estimulados Otro tipo de señal no milagrosa puede ser el resultado de algún tipo de estímulo, como las drogas u otro estímulo físico o psicológico (la música, la sugestión hipnótica, el lavado de cerebro y así sucesivamente). Muchas sectas religiosas con orientación a las drogas usan las drogas como parte de su experiencia religiosa y reportan visiones y nuevas revelaciones mientras se encuentran bajo su influencia. Si bien este tipo de estímulo y sus efectos son ampliamente conocidos, menos personas son conscientes que la influencia de la música, la postura física, el comportamiento y las dietas especiales también pueden dar lugar a una respuesta física. Joseph Moore, en su estudio de una secta de avivamiento en Jamaica, observó una relación directa entre la práctica de la hiperventilación y el ingreso en un estado de trance y poseción.6 Del mismo modo, M. J. Field pudo explicar la experiencia religiosa única de por lo menos una secta en Ghana en términos de la hipoglucemia causada por los períodos prolongados de ayuno.7 6. Los pseudo milagros

Un pseudo milagro no se fomenta por motivos ocultos sino en gran parte debido a la ignorancia involucrada en la señal o prodigio registrado. Esta es al parecer la explicación del registro notable de personas resucitadas de entre los muertos durante un avivamiento indonesio ampliamente difundido a finales de la década de los años cincuenta. George W. Peters concluyó, tras entrevistar a los que dijeron ser resucitados y a los que los resucitaron: Los informes de Timor de que Dios resucitó a algunas personas de entre los muertos han deslumbrado a muchos cristianos estadounidenses. No dudo que Dios pueda resucitar a los muertos, pero cuestiono seriamente que Él lo hiciera en Timor. De hecho, estoy convencido que no fue así. Me explico: Visité a un hombre conocido en la comunidad por haber resucitado de entre los muertos. Conocí a una mujer que informó que su hija bebé de cuatro meses había resucitado. Hablé con la mujer que dijo ser la responsable de haber traído de vuelta a la vida a dos personas y con el hombre que declaró haber sido fundamental en resucitar a dos personas de entre los muertos, un niño de doce años y un hombre entre cuarenta y cuarenta y cinco años de edad. En mi interrogatorio, tuve en mente los sentimientos de las personas. Sus creencias absolutistas no iban a responder a las preguntas dudosas. También fui consciente del hecho que su palabra para denotar la muerte puede significar la pérdida del conocimiento, el coma o la muerte real. También sabía de su creencia tradicional en el viaje del alma después de la muerte desde el cuerpo a la tierra de los antepasados. Tuve que explorar las experiencias de estas personas mientras estaban en el estado de muerte, cuánto tiempo habían “viajado”, por así decirlo, entre la muerte y la reanimación. Se hizo evidente que la muerte se lleva a cabo en tres etapas según sus creencias. En la primera etapa, el alma está todavía en el cuerpo; en la segunda etapa, el alma puede estar en la casa o en la comunidad inmediata; y en la tercera etapa, el alma toma su vuelo hacia el más allá y a la tierra de los antepasados. Ninguna de las personas muertas creyó que su alma se había ido por completo a la región del más allá. Esa es la región de no retorno.

Los que afirmaron haber experimentado la reanimación y la restauración inmediata fueron las personas que habían muerto de repente. Varios niños que habían muerto tras sufrir enfermedades prolongadas tuvieron restauraciones más graduales. Noté varios hechos interesantes sobre las experiencias reportadas durante el estado de muerte. Un hombre me dijo que su alma había estado tan cerca a su cuerpo durante su estado de muerte que pudo escuchar a las personas que se acercaban a su cuerpo. Sin embargo, no era capaz de hablar ni de moverse. Pudo relatar experiencias durante su estado de muerte. Después de algunas preguntas, su esposa añadió: “Mi esposo no estaba muerto de manera absoluta ni total”. Esto llevó a algunas discusiones más perspicaces y prolongadas. La madre cuya bebé resucitó estaba muy segura que el alma de su hija no había salido del cuerpo, pues sólo estuvo muerta alrededor de media hora. Un hombre mayor pudo describir su condición después de morir. Mientras estaba muerto le prometió a Dios que si podía vivir de nuevo, confesaría sus pecados y devolvería el dinero que le había robado a un evangelista. Estaba seguro que este robo había causado su muerte súbita, y lo mismo creía el evangelista que lo trajo de vuelta a la vida. Así fueron las historias. Dos chicos más jóvenes, uno de cuatro y otro de ocho, no fueron capaces de relatar sus experiencias mientras estaban muertos. Sin embargo, estaban seguros que aún no habían salido de la tierra. Dejaré cualquier juicio sobre estos milagros al lector. Me fui convencido que según el uso que hicieron de la palabra muerte, y su concepto de la muerte, habían experimentado la reanimación. Según mi concepto de muerte, no ocurrieron tales milagros: Aprendí de nuevo el valor de ver las palabras y los conceptos desde el punto de vista de las personas y su interpretación según su mentalidad y entendimiento.8 7. Los milagros engañosos Algunas supuestas señales y prodigios han sido humanamente falsificados o engañosamente reportados. En cualquier análisis, primero se debe determinar si el milagro es genuino; si no lo es, entonces se debe tener en cuenta la fuente o el motivo detrás del engaño. No todos los milagros

reportados son milagrosos, y se ha encontrado que algunas personas que los reportan no tienen motivaciones muy puras. Los líderes de la secta polémica Hijos de Dios intervinieron los teléfonos en el campamento de la iglesia franco-canadiense, en el otoño de 1971, donde celebraban una conferencia especial. En cuanto los nuevos conversos de la secta hacían llamadas a las casas para pedir dinero, se tomaban apuntes que posteriormente se convirtieron en la base de las “profecías” dadas en las reuniones públicas. Los conversos sin discernimiento consideraron estas profecías como la prueba de que Dios les hablaba a través de los líderes de la secta.9 Esto es sólo uno de los muchos abusos que se deben considerar como una posible explicación al distinguir una manifestación en particular de una señal y/o prodigio.

Apéndice F: Algunos tipos diferentes de oración

Adoración, Oraciones de Cuando todo nuestro enfoque de la oración es adorar y exaltar a Dios. Alabanza, Oraciones de Cuando nos centramos en Dios en la oración para elogiarle por ser quien es y por lo que ha hecho en nuestra vida. Arrepentimiento Identificativo, Oraciones de Oraciones de nuestro espíritu intranquilo, en las que elegimos confesar los pecados por los cuales no se han arrepentimiento los demás (incluyendo los pecados de las generaciones pasadas) y aceptamos las consecuencias de esos pecados.

Caminatas de Oración Cuando individuos o grupos de personas caminan por sus vecindarios para orar por las personas que allí viven: “Oran in-situ con intuición”. Compromiso, Oraciones de Cuando nos comprometemos incondicionalmente a las respuestas por las que oramos. Comunión, Oraciones de Cuando nos unimos con otros para orar en la unidad del espíritu (también conocidas como Oraciones de Compañerismo ) Continuas, Oraciones Un estado en el que, a través de nuestra relación íntima con Dios, permanecemos en comunión continua con Dios a medida que transcurre el día. Crucifixión, Oraciones de Cuando nos arrepentimos y hacemos morir un pecado, una actitud o una práctica, con la promesa de no volverlo a hacer. Desamparados, Oración de los Cuando buscamos a Dios en la oración al pensar que Él no escucha nuestras peticiones. Desesperación, Oraciones de Cuando necesitamos inmediatamente una respuesta de Dios debido a una emergencia o peligro mortal. Escritas, Oraciones Cuando recitamos las oraciones de los demás o escribimos las palabras que Dios ha puesto en nuestro corazón. Espíritu, Oración en el Cuando permitimos que el Espíritu Santo haga las peticiones a través de nuestras oraciones a Dios Padre. Excursiones de Oración

Cuando un grupo de personas van a un lugar específico que necesita oración. Fe, Oraciones de Cuando oramos con la firme convicción de que vamos a recibir lo que pedimos. Geográficas, Oraciones Cuando oramos en los lugares en los que sentimos la presencia celestial de Dios o en aquellos en los que recibimos previamente respuestas. Guerra Espiritual, Oraciones de Cuando luchamos contra las influencias malignas a través de la oración, para que Dios pueda darnos la victoria. Hipócritas, Oraciones Cuando oramos públicamente con el fin de gloriarnos nosotros mismos en lugar de hablar sinceramente a Dios de corazón. Imperantes, Oraciones Cuando intercedemos continuamente en oración hasta que recibamos una respuesta de Dios. Iniciales, Oraciones Primeras oraciones que hacemos a Dios cuando nos adentramos por primera vez en una relación con Él. Injusticia, Oraciones contra la Cuando usamos la oración como un arma para interceder resueltamente contra el mal que encontramos en este mundo y reparar los daños del mismo. Íntimas, Oraciones Oraciones en las que disfrutamos de la comunión íntima con Dios. Introspectivas, Oraciones Oraciones en las que buscamos el pecado en nuestra vida. Jornadas de Oración

Cuando las personas van de un lugar a otro mientras oran por las necesidades específicas de las personas a lo largo de la ruta. Liberación, Oraciones de Cuando intercedemos para que Dios nos dé la victoria sobre el pecado o sobre las prácticas no deseadas en nuestra vida. Meditación, Oraciones de Cuando meditamos en la presencia de Dios sin hacer peticiones audibles o incluso sin mantener una conversación (también conocida como la oración sin palabras). Minuciosas, Oraciones Cuando oramos incluso por los pequeños detalles de la vida. Nombre de Jesús, Oración en el Un acto por el cual podemos acceder a una relación con Jesucristo, sacar el máximo provecho de su muerte en la cruz como pago por nuestros pecados y aceptarle como el Señor de nuestra vida. Obediencia Ciega, Oraciones de Cuando decidimos seguir a Dios sin importar si tenemos respuestas a nuestras oraciones y sin importar las consecuencias. Padrenuestro, Oración del Una oración modelo que Jesús nos dio (véase Mateo 6:9-13 y Lucas 11:2-4). El Padrenuestro contiene todos los elementos que son necesarios para la oración eficaz. Peticiones de Oración Cuando hacemos una petición a Dios y le pedimos específicamente una respuesta a ella. Promesa, Oración de Cuando hacemos un compromiso de ser fieles a Dios sin importar lo que se nos presente. Quebrantamiento, Oraciones de

Cuando recibimos convicción de nuestro pecado y somos afectados emocionalmente a medida que oramos. Redentoras, Oraciones Cuando intercedemos en oración por la salvación de los demás. Reposo en la Oración Cuando nos rendimos pasivamente en la presencia de Dios al reposar en el Señor. Sanidad, Oraciones de Oraciones de fe que mejoran a los enfermos y les devuelve la salud. Sedientas, Oraciones Oraciones en las que buscamos ansiosamente disfrutar de la presencia de Dios. Solitarias, Oraciones Cuando oramos individualmente a Dios para que satisfaga nuestras necesidades. Sometimiento, Oraciones de Cuando no sabemos qué quiere hacer Dios en nuestra situación, sometemos el resultado (y nos sometemos nosotros mismos) a Él. Transformacionales, Oraciones Cuando abrimos nuestro corazón al poder de Dios y le permitimos transformar nuestra vida a la semejanza de Cristo. Victoria, Oraciones de Cuando reclamamos la victoria de Dios sobre cualquier conflicto interno o externo en nuestra vida.

Apéndice G: El ayuno por la dirección sobrenatural

El Señor prometió: “Voy a enseñarte el camino que debes seguir, y no voy a quitarte los ojos de encima” (Salmos 32:8). También contamos con la garantía de Jesús: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Creo que estas promesas significan que el Espíritu de Dios nos ayudará a entender la naturaleza espiritual de la verdad. Así que, ¿cómo responde exactamente Dios a nuestro ayuno por visión y cómo nos guía sobrenaturalmente a entender su verdad? La dirección comienza cuando se nos quita la ceguera espiritual

Comenzamos nuestro viaje espiritual hacia Dios en ceguera, porque el evangelio está cubierto por un velo. “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, lo está entre los que se pierden; pues como ellos no creen, el dios de este siglo [Satanás] les ha cegado el entendimiento” (2 Corintios 4:3-4). La ceguera espiritual le impide a la persona no salva que vea y entienda la verdad espiritual. Observemos cuál verdad está oculta: “para que no resplandezca en ellos la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (v. 4). Las personas no salvas son incapaces de entender la verdad acerca de Jesucristo. Dios hace milagros cuando el Espíritu Santo quita la ceguera espiritual: “el Espíritu de verdad . . . los guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Dios da a conocer la verdad al quitar el velo de la ceguera espiritual. C. S. Lewis define un milagro como una interferencia con las leyes de la naturaleza para un propósito divino.1 El Espíritu Santo no pone nada en nuestra mente que no esté allí, es decir, Él no llena nuestro cerebro vacío. ¡No! El Espíritu de verdad elimina nuestra incapacidad de entender lo que observamos. Por lo tanto, a medida que estudiamos la Palabra de Dios para conocer su plan para nuestra vida, el Espíritu Santo nos quita nuestra ceguera espiritual, para que lleguemos a comprender más a fondo su Palabra. Cristo que “mora en nosotros” nos revela la verdad Invitamos a Jesucristo en nuestra vida, cuando nos convertimos en cristianos, lo que hace que su presencia more en nosotros (véase Gálatas 2:20). Pablo refuerza esta verdad al orar que los efesios entiendan esta verdad espiritual: “para que por la fe Cristo habite en sus corazones, y . . . sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo” (Efesios 3:17-18). Una de las promesas de Cristo que mora en nosotros es mostrarnos su verdad y ayudarnos a entender cómo vivir. Pero lo más importante, Cristo nos ayuda a conocerle mejor. “Pero también sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero” (1 Juan 5:20). Las Escrituras nos guían hacia el entendimiento espiritual

Dios prometió guiarnos por medio de las Escrituras: “Tu palabra es una lámpara a mis pies; ¡es la luz que ilumina mi camino!” (Salmos 119:105). La Biblia es un libro para guiar nuestra vida diaria, porque nos fue dada para mostrarnos qué creer y cómo vivir. Dios usa las Escrituras para revelarnos su voluntad. El Espíritu Santo nos guía hacia el entendimiento espiritual El Espíritu Santo nos guía a entender nuestras experiencias para que crezcamos en nuestra fe. Tenemos al Espíritu Santo para guiarnos, a medida que estudiamos la Biblia y tratamos de entender su significado: “Porque los hijos de Dios son todos aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios” (Romanos 8:14). A medida que el Espíritu nos guía, Él también nos confirma la verdad: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu” (Romanos 8:16).

Referencias

Prólogo: Cuando Charles necesitaba un milagro 1. Liberty contaba con 12 equipos conformados por estudiantes que se preparaban para el ministerio de evangelismo. Iban a las iglesias locales para realizar encuentros los fines de semana. Capítulo 2: . . . que hace milagros 1. C. S. Lewis, Los milagros (New York: HarperCollins, 2001), pág. 5. 2. Una ley es una extensión de la persona de Dios y su poder para controlar o regir el universo. Una ley es más que una expresión escrita en los libros; es el patrón de las acciones, que hace cumplir una autoridad de control, y, hasta donde se sabe, es invariable en sus condiciones. La ley

tiene poder, fuerza, vida y consecuencias, así que violar la ley conduce a consecuencias implícitas en su poder. 3. Holman Christian Standard Study Bible (Nashville, TN: Broadman & Holman, 1999), pág. 96. 4.

Merriam-Webster , s.v. “miracle,” http://www.merriamwebster.com/dictionary/miracle (consultado el 1 de marzo de 2012).

5. Sin embargo, he oído hablar de creyentes individuales o de iglesias que han orado por la remoción de tierra o de una montaña y ha ocurrido. 6. Dios usó los milagros cuando cambió de dirección o introdujo un mensaje nuevo para su pueblo. Capítulo 3: El desafío al cáncer y el cambio de la opinión de Dios 1. Vernon Brewer tenía uno de los ministerios principales de la Universidad Liberty como vicepresidente y decano de estudiantes. Dedicó su vida a muchos estudiantes y ellos le amaban. A pesar de que hizo cumplir las reglas y disciplinó a algunos estudiantes, todos le amaban y aprendieron muchas lecciones positivas de él. Vernon era considerado un gigante espiritual en la sede. 2. La lista completa de los clásicos cristianos que Falwell leía era: El poder a través de la oración por E. M. Bounds; El secreto de la vida cristiana feliz , por Hannah Whitall Smith; Tu Dios es demasiado pequeño, por J. B. Phillips; Madurez espiritual, por J. Oswald Sanders; El camino de Dios para la santidad, por Horatius Bonar; El secreto espiritual de Hudson Taylor, por el Dr. y la Sra. Howard Taylor; Permaneced en Cristo, por Andrew Murray; La vida salvadora de Cristo, por el Mayor W. Ian Thomas; Hueso de sus huesos, por F. J. Huegel; La búsqueda de Dios, por A. W. Tozer; El cristiano de rodillas, por un cristiano desconocido; La oración: pedir y recibir, por John R. Rice; Concurrido para Cristo, por L. E. Maxwell; y El progreso del peregrino, por John Bunyan. Capítulo 4: La lucha por las finanzas y ver el milagro más grande que jamás se hubiese visto 1. Adaptado del libro de Jerry Falwell y Elmer Towns, El ayuno puede cambiar su vida (Ventura, CA: Regal Books, 1998), págs. 18-20.

2. Para obtener más información, lea a Jerry Falwell y Elmer Towns, Capturing a Towns for Christ (Old Tappan, NJ: Fleming H. Revell, 1973). Capítulo 5: La confrontación al terror y el triunfo sobre el peligro 1. A. E. Elmore, Lincoln’s Gettysburg Address: Echoes of the Bible and Book of Common Prayer, primera edición (Carbondale, IL: Southern Illinois University Press, 2009), pág. 146. 2.

“Día Nacional de Oración,” http://en.wikipedia.org/wiki/National_Day_of_Prayer (consultado el 30 de mayo de 2012).

3. Anson Stokes, Church and State in the United States, vol. 2 (New York: Harper and Brothers, 1950), pág. 38. 4. “Abraham Lincoln XVI Presidente de los Estados Unidos: 1861-1865, Proclamación 97—La designación de un día nacional de humillación, ayuno y oración, 30 de marzo de 1863,” The American Presidency Project, http://www.presidency.ucsb.edu/ws/index.php? pid=69891#ixzz1wRx3LKBT (consultado el 31 de mayo de 2012). Capítulo 6: El arrepentimiento conduce al avivamiento 1. Escuché esta historia en 1984 de J. Edwin Orr, autoridad de renombre en los avivamientos, y profesor sobre los despertares en el Seminario Teológico Fuller en Pasadena, CA. Orr enseñó un curso en el Seminario Teológico Liberty Baptist en 1984, y relató esta historia de su investigación. Existen siete biografías de Jonathan Edwards, y su papel en el avivamiento se menciona en muchos otros documentos. Algunos han puesto en duda esta historia, pero sus hechos podrían estar ocultos en algunos de estos documentos. 2. Elmer L. Towns, The Christian Hall of Fame (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1971), págs. 71-72. 3. Paul R. Dienstberger, The American Republic: A Nation of Christians (ebook, © 2000), capítulo 6: “The Noonday Prayer Revival.” http://www.prdienstberger.com/nation/Chap6ndpág.htm (consultado el 8 de mayo de 2012).

4. Edward Hindson, Glory in the Church (Nashville, TN: Thomas Nelson, Inc., 1975). El fundamento de esta historia se encuentra en el Epílogo, págs. 118-126, “The Story of the Lynchburg Revival,” por Jerry Falwell. 5. Jerry Falwell y Elmer Towns, Fasting Can Change Your Life (Ventura, CA: Regal Books, 1998), págs. 239-240. 6. Ronnie W. Floyd, The Power of Prayer and Fasting , 2da edición (Nashville, TN: B&H Publishing Group, 2010). 7. Laurie Goodstein, “In Hope of Spiritual Revival, a Call to Fast,” The New York Times , 8 de febrero de 1998, http://www.nytimes.com/1998/02/08/us/in-hope-of-spiritualrevivalacall-to- fast.html?pagewanted=all&src=pm (consultado el 8 de mayo de 2012). Capítulo 7: Arrodillarse con los soldados y orar por la salvación 1. El camino de Romanos para la salvación es: (1) Todos hemos pecado (véase Romanos 3:10,23); (2) la paga del pecado es muerte (véase Romanos 5:12; 6:23); (3) Cristo pagó la pena (véase Romanos 5:8); y la salvación viene por la fe (véase Romanos 10:9-10,13). Capítulo 10: La superación de la adicción y la restauración de todo lo perdido 1. El diálogo personal a lo largo de este capítulo fue documentado por Barbara Henderson a través de correo electrónico, el 9 de julio de 2012. 2. Elmer L. Towns, El ayuno de Daniel: Cómo ayunar para obtener victorias espirituales (Ventura, CA: Regal Books, 2010). Capítulo 11: Confrontar el mal y echar fuera demonios 1. Elmer L. Towns, Theology for Today , (Fort Worth, TX: Harcourt Custom Publishers, 2004), págs. 389-418. Muchas de las conclusiones acerca de la posesión demoníaca que presento en la sección de “demonología” de mi libro se basan en el libro de John L. Nevius, Demon Possession (Grand Rapids, MI: Kregel Publications, 1973). Siento que este libro, escrito hace más de cien años (originalmente con derechos de autor en 1899) por un misionero presbiteriano en China, es lo mejor que he leído sobre la posesión demoníaca.

2. Merriam-Webster’s Dictionary , s.v. “paroxysm.” http://www.merriamwebster.com/dictionary/paroxysm (consultado el 9 de mayo de 2012). 3. Doris Wagner, How to Cast Out Demons: A Guide to the Basics (Ventura, CA: Regal Books, 2000). 4. John MacArthur, “What Does It Mean to Be Filled with the Spirit?” Grace To You. http://www.gty.org/resources/positions/P04/what-does-itmean-to-be-filled-with-thespirit (consultado el 9 de mayo de 2012). 5. Towns, Theology for Today , págs. 410-411. 6. Ibíd., pág. 417. Capítulo 13: El triunfo sobre el dolor y la sanidad de las enfermedades 1. Véase Elmer L. Towns, How To Pray When You Don’t Know What to Say (Ventura, CA: Regal Books, 2006), pág. 139. Capítulo 14: Buscar la guía divina 1. Hay muchos inventarios de dones espirituales disponibles para que encontremos nuestros dones espirituales. Visite www.elmertowns.com y busque en la barra de herramientas bajo “Recursos” para encontrar el Test de Dones Espirituales que uso. Larry Gilbert de Church Growth Institute tiene otro inventario excelente de dones espirituales, titulado Team Ministry Spiritual Gifts Inventory , que se puede encontrar en http://www.churchgrowth.org/cgi-cg/gifts.cgi?intro=1. 2. Elmer Towns, A Fresh Start in Life Now that You are a Christian (Roanoke, VA: Progress Printing, 1976), pág. 30. Capítulo 16: Escuchar cuando Dios guarde silencio 1. C. S. Lewis, El sobrino del mago (New York: HarperCollins, 2000). Capítulo 17: Conocer a Dios más íntimamente 1. Véase Elmer L. Towns, Prayer Partners (Ventura, CA: Regal Books, 2002), págs. 57-60. 2. Cita de El campo de los sueños , una película estadounidense de fantasía y drama de 1989, dirigida por Phil Alden Robinson y adaptada de la novela Joe descalzo por W. P. Kinsella. Para obtener más información, véase http://en.wikipedia.org/wiki/Field_of_Dreams (consultado el 1 de junio de 2012).

3. Empiezo muchas veces la adoración con los muchos nombres y títulos de Dios Padre (más de 100 nombres), Dios Hijo (más de 700 nombres) y Dios Espíritu Santo (126 nombres). Estos nombres se enumeran y se discuten en mis tres libros sobre las tres Personas de la Trinidad. Estos libros estás disponibles gratis en mi página web; vaya a www.elmertowns.com, haga clic en Libros en Línea en la barra de herramientas, y busque la lista para My Father’s Names , The Names of the Holy Spirit y The Names of Jesus . 4. Watchman Nee, The Normal Christian Life (Radford, VA: Wilder Publications, 2008), pág. 22. 5. Jerry Falwell y Elmer L. Towns, Fasting Can Change Your Life (Ventura, CA: Regal Books, 1998), pág. 127. 6. El material de esta sección es una adaptación de Elmer L. Towns, Knowing God Through Fasting (Shippensburg, PA: Destiny Image, 2002), págs. 17-19. 7. Ibíd., págs. 38-42. Epílogo: Cuando Charles necesitaba un milagro (continuación) 1. Robin Cook, Coma (New York: Signet Classics/Penguin Group USA, 1977). 2. The Free Dictionary by Farlex, s.v. “coma.” http://medicaldictionary.thefreedictionary.com/Coma (consultado el 20 de marzo de 2012). 3. Elmer Towns, Say-It-Faith (Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, 1983). 4. Relato personal escrito por Kathy Hughes sobre la recuperación milagrosa de un accidente devastador (a través de correo electrónico, el 9 de julio de 2012). 5. Jerry Falwell, Building Dynamic Faith (Nashville, TN: Word Publishing, 2005), págs. 130-131. 6. Tal como se discutió en el capítulo 15, Dios no hará que no ocurra el ayer, ni puede hacer una roca demasiado grande que Él no pueda levantar. Él no puede hacer que Él mismo deje de existir.

7. Recordemos que la definición de milagro es “una interferencia en las leyes naturales con propósitos divinos”. Apéndice A: ¿Qué es el ayuno? 1. Elmer Towns, El ayuno de Daniel (Ventura, CA: Regal, 2010), págs. 23-26. 2. Towns, Fasting for Spiritual Breakthrough (Ventura, CA: Regal, 1996). 3. Ibíd., págs. 23-24. Apéndice B: La Biblia milagrosa 1. Como se cita en Elmer L. Towns, Concise Bible Doctrines (Chattanooga, TN: AMG Publishers, 2006), pág. 23. Apéndice C: Las palabras bíblicas para los milagros 1. C. S. Lewis, Los milagros (New York: Harper /Collins, 2001), pág. 5. Apéndice D: Nueve propósitos diferentes del ayuno 1. El material en este apéndice fue tomado de Elmer Towns, Fasting for Spiritual Breakthrough (Ventura, CA: Regal Books), 1996. Apéndice E: Los milagros no bíblicos 1. Roger Bastide, citado por George W. Peters, Indonesia Revival: Focus on Timor (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1975), pág. 72. 2. Sir Robert Anderson, Spirit Manifestations and the Gift of Tongues (New York: Loizeaux Brothers/Bible Truth Depot), pág. 3. 3. S. I. McMillen, None of These Diseases (New York: Pyramid Books, 1968), pág. 58. 4. Peters, Indonesia Revival , pág. 74. 5. Carl G. Jung, Modern Man in Search of a Soul (New York: Harcourt, Brace & Co., 1933), pág. 261. 6. Joseph G. Moore, “Religious Syncretism in Jamaica,” Practical Anthropology (1965) 12:64. 7. M. J. Field, Search for Security: An Ethno-Psychiatric Study of Rural Ghana (Evanston, IL: Northwestern University Press, 1960), pág. 59.

8. Peters, Indonesia Revival , págs. 58-63. 9. Douglas Porter, “The Children of God,” Evangelical Baptist (March 1975), pág. 9. Apéndice F: Algunos tipos diferentes de oración 1. En la sección de “Principles of Prayer” de los apuntes de Prayer Journey Bible (Shippensburg, PA: Destiny Image Publishers, 2011, págs. 19652111), yo recopilé una lista de 549 maneras para orar. Las oraciones que figuran aquí son sólo algunas de ellas. Apéndice G: El ayuno por la dirección sobrenatural 1. C. S. Lewis, Miracles (New York: Harper Collins, 2001), pág. 5.

Información sobre el autor

Elmer Towns es vicepresidente de la Universidad Liberty y decano del Seminario Teológico Liberty Baptist, que cofundó en 1971 con Jerry Falwell. Enseñó la clase bíblica de pastores en la Iglesia Thomas Road Baptist en Lynchburg, Virginia, durante 27 años. Elmer es un autor galardonado con el Medallón de Oro y entre sus libros se incluyen Guía básica para el ayuno, La liberación financiera a través del ayuno, El ayuno de Daniel: Cómo ayunar para tener victorias espirituales, Lo que todo maestro debe saber, Cómo orar cuando no sabes qué decir: más de cuarenta maneras de acercarse a Dios y Alma del cristianismo. Él y su esposa, Ruth, tienen tres hijos adultos. Para obtener más información sobre la oración y el ayuno, visite:

WWW. ELMERTOWNS.COM

Una vida transformada por un dios fiel

El ministerio de Elmer Towns ha durado más de medio siglo y es bien conocido por muchos en la Iglesia. Pero, ¿cuáles acontecimientos y encuentros en sus primeros años le formaron y prepararon para las oportunidades extraordinarias que estaban por venir? Walking with Giants [Caminar con los gigantes] es la historia de Elmer Towns, en sus propias palabras, de sus luchas como adolescente para aceptar la salvación hasta llegar a ser pastor de su primera feligresía a la edad de 19 años. Descubrirá las puertas que Dios abrió para que Elmer y su amigo Jerry Falwell fundaran la Universidad Liberty y sobre el increíble crecimiento de esta institución durante los últimos 40 años. Por encima de todo, verá la mano

fiel de Dios obrando para su gloria en la vida de un hombre común y corriente, sabrá sin lugar a dudas que Él también puede obrar en usted. Walking with Giants Elmer L. Towns ISBN 978-0-8307-6382-5 ISBN 0-8307-6382-1

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