Los generos científicos
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CAICyT Taller de escritura científica
Silvia Ramírez Gelbes
Módulo 3 LOS GÉNEROS CIENTÍFICOS 3. Los géneros del discurso académico o científico1 En términos de Bajtin (1982), el discurso académico constituye un tipo de género secundario, que toma y reelabora el discurso de la cotidianidad. Es un tipo de discurso que se apoya, tal vez más que otros, en discursos previos, de los que parte para seguir en la misma orientación o en una orientación diferente, es decir, para adscribir a una línea de investigación o para polemizar con ella. Lo que debe quedar claro es que, más allá del objetivo de comunicar un hallazgo o un avance científico, el discurso académico debe convencer acerca de la legitimidad y de la relevancia de ese hallazgo o ese avance, por lo que resulta fundamental reconocer que el discurso académico es, al mismo tiempo, expositivo/explicativo y argumentativo. Al respecto, podría formularse que la realidad adopta, en tanto representación, la forma que le otorga el discurso académico. En efecto, es el consenso lo que determina que un hecho sea tal. Se puede así pensar en los distintos paradigmas de las distintas épocas: cuando la Tierra “era” plana (para quienes vivían en el mundo precopernicano no había dudas de que la Tierra era plana) o cuando se pensaba que las características físicas y psíquicas de los seres humanos dependían de la prevalencia de uno u otro líquidos en su cuerpo o la hipótesis de Lombroso2 sobre los rasgos faciales, por dar solo algunos ejemplos sencillos. Tal vez el dato pragmático más característico de los géneros del discurso académico es que, escritos por especialistas, están dirigidos a pares profesionales, es decir, a sujetos que tienen una alta experticia disciplinar. En cuanto a los rasgos discursivos distintivos de estos géneros, hay varias marcas diferenciales que señalaremos más adelante. Sin embargo, creemos que este es el lugar para mencionar lo que llamaremos, de ahora en más, metatexto. El metatexto (también llamado metadiscurso) es el texto que hace referencia al propio texto, que remite al propio texto. Así, el discurso académico se caracteriza por definir sus objetivos textuales y su organización textual desde el comienzo (desde la introducción) y también remitir, desde distintos segmentos, a diversos sectores del texto, por medio de indicaciones como cf. (confrontar3) o v. (ver4), supra (más arriba) o infra (más abajo), por ejemplo. Es más, en la conclusión suele hacerse también un señalamiento metatextual de diferentes segmentos del texto previo. En este propio texto del curso de escritura científica, que es un texto académico, nos encontramos con amplios segmentos de metatexto: por ejemplo, cuando decimos en este mismo párrafo: “…hay varias marcas diferenciales que señalaremos más adelante”. Aunque hay discurso académico oral, la impronta escrita del discurso académico es, como se sabe, sumamente fuerte. Tanto es así que, a diferencia de otros discursos, los géneros académicos orales tienden a producirse de manera escrita, por lo que muchas
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En lo que sigue, en este y en los próximos módulos, hablaremos indistintamente de discurso académico y de discurso científico. 2 Médico italiano que elaboró su tesis doctoral sobre la relación de los rasgos fisonómicos con las características criminales de los sujetos. Dentro de esta orientación, llegó a creerse que, si se modificaban esos rasgos por medio de la cirugía, el sujeto perdería sus condiciones criminales. En la actualidad, algunos grafólogos opinan que cambiar la letra intencionalmente provoca modificaciones terapéuticas. 3 Es decir cónfer, del latín confer y que significa compara. 4 Del latín videre.
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veces son leídos (como la conferencia), y también, en muchos casos, son publicados posteriormente5. En estos términos, podríamos hacer una clasificación de géneros que fueron escritos para aparecer en soporte gráfico o en pantalla (generalmente, publicados) y géneros que fueron producidos originariamente para el medio oral y pueden luego aparecer publicados. Llamaremos primarios a los primeros y secundarios a los segundos. Los primarios son, entre otros: el abstract o resumen, el artículo científico o paper, la tesis, la monografía, el póster. Los no primarios son, entre otros: la ponencia y la conferencia. A continuación, plantearemos algunas de las características de distintos géneros académicos.
3.1. El abstract El abstract o resumen es un tipo de género que puede considerarse metatextual (v.supra) desde el momento en que funciona como representación de otro discurso. Tal como plantea Swales (1990), podrían ponerse en una relación paralelística el título y el abstract por un lado y el abstract y el artículo por el otro: muchas veces, quien lee el título no lee el abstract porque no le interesa el tema, muchas veces, quien lee el abstract no lee el artículo porque no le interesa la orientación. Hay dos tipos generales de abstracts (Day, 1995): los representativos, que reseñan simplemente el artículo que aparece en una revista especializada, y los presentativos, que sirven para señalar los temas y deben promover la aceptación en un congreso, coloquio u otro evento académico. En general, los primeros resumen de manera ordenada el paper. Los segundos, por su parte, tienden a tener una estructura definida desde los propios requisitos de presentación de resúmenes que hace ese evento particular. De cualquier manera, casi siempre responden al modelo de: a. Introducción b. Objetivos o propósito c. (Corpus/Herramientas y) Metodología d. Resultados e. Conclusiones Una organización de secciones que, en términos generales y como veremos luego, comparten con el paper. En cuanto a la extensión, lo habitual es que los presentativos tengan entre 200 y 600 palabras, según lo solicite el requerimiento de la organización del evento, en tanto que los representativos suelen estar constituidos por aproximadamente 300 palabras y, casi siempre, van acompañados por una serie de cuatro o cinco palabras clave, que permiten la búsqueda sencilla por base de datos en los medios informáticos. 5 Como se sabe, hay infinidad de obras que son producto de una serie de conferencias (como la famosa How to do things with words del filósofo John Austin) o de manuales que no son más que la recopilación de las clases de un profesor universitario.
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En suma, el abstract debe tener en cuenta que, si presenta la información de manera interesante y atractiva, tenderá a promover la lectura del texto.
3.2. El paper Como afirma Swales (1990) la primera publicación científica, The Philosophical Transactions of the Royal Society, aparece en 1665. De alguna manera, el formato del artículo de investigación (AI) proviene de las cartas que se enviaban los científicos. Por eso, los primeros AI comenzaban con “Señor” en forma de saludo. Pero, a medida que pasó el tiempo, se fue armando el género AI o paper. Entre los primeros autores está registrado Robert Boyle, quien, con sus colegas, intenta transformar las cuasi suposiciones en un conocimiento generalmente aceptado a partir de la experiencia concreta. Para ello, Boyle llevaba a cabo sus experimentos frente a testigos, es decir, frente a los propios miembros de la Royal Society, para lograr que viesen que no eran una invención. A los miembros de la audiencia que presenciaban el experimento les pedían que firmaran un registro de testigos. Aunque al principio Boyle pedía que replicaran su experimento, pronto se dio cuenta de que no necesariamente los que lo repetían sabían hacerlo. De modo que ideó la manera de comunicarlo en forma escrita, incluyendo dibujos o imágenes realistas y detallando puntillosamente el procedimiento. También incluía pruebas fallidas y evitaba irse por las ramas con disertaciones filosóficas, tan comunes en la época. Pero sí usaba muchos hedges o atenuaciones (ver módulo 3) y sostenía que, en general, la polémica científica debía focalizarse en los resultados de los experimentos y no en las personas que los llevan a cabo, con lo que se evita la falacia ad hominem –es cierto que uno tiende a leer con resistencia o directamente a no leer lo que fue escrito por algunos autores mientras que lo que escribieron otros parece traer garantía. De todos modos, en los primeros ciento cincuenta años o más de esta publicación, los informes experimentales no superaban el 40%: la mayoría eran informes de fenómenos naturales observados con el telescopio o con el microscopio, o informes sobre fenómenos como los terremotos. Probablemente, según Swales, esos fenómenos eran entendidos como experimentos, en la medida en que o bien no eran observables a simple vista o bien eran raros en términos de frecuencia. De a poco se va pasando a la experimentación intencional y de allí a la prueba de una teoría hasta la prueba o evidencia de una hipótesis. Y este progreso muestra también el progreso del científico que pasa de una postura ingenua según la cual la naturaleza podía ser fácilmente observable por medio de los procedimientos que el científico ponía en práctica a otra actitud según la cual la naturaleza es compleja y oscura, lo que implica que se tomen más recaudos para hallar los verdaderos resultados. Al ocurrir esto, el formato de los AI empezó a cambiar hacia principios del siglo XIX: comenzaba ahora con una introducción que a veces relataba los experimentos fallidos, describía luego el experimento paso a paso y luego planteaba una conclusión, algo bastante similar al AI actual. Obviamente, lo que faltaba era la presentación sistemática de la literatura existente sobre el tema. Por supuesto, cuanto mayor sea el aporte que hace el paper, mayor es el riesgo de que lo contradigan desde el momento en que va a tener que enfrentarse a mayor cantidad de antecedentes. Inversamente, los que menos se enfrenten a posturas previas menos van a aportar también al progreso o desarrollo de la ciencia. Es decir, los papers que
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postulan una hipótesis muy original son más riesgosos que aquellos que establecen una hipótesis de bajo riesgo, pero resultan en definitiva triviales. Debe reconocerse, en cualquier caso, que los hallazgos tienden a ser más casuales que causados.
3.3. La ponencia El desarrollo de una ponencia suele tener características distintivas. Sin embargo, puede parangonarse con la estructura general del paper: introducción, corpus o herramientas y metodología, resultados y conclusión. En general, las ponencias son textos escritos para ser leídos en voz alta por el ponente y escuchados por el auditorio. Por ese motivo, es conveniente que la lectura tenga apoyo visual, como pueden ser las diapositivas o una presentación en power point, y también puede ser acompañada por una hand-out, copias impresas en las que se presenta un gráfico, un resumen o un caso (a la manera de la estructura que propusimos para el póster) y son entregadas a cada uno de los asistentes. De acuerdo con la especialidad, la lectura de la ponencia suele reducirse entre 5 y 20 minutos, por lo cual ha de tenerse en cuenta que cada página suma, aproximadamente, 600 palabras e insume alrededor de 3 minutos en la lectura. En muchas ocasiones, se pide a los ponentes que comenten su trabajo en lugar de leerlo, en cuyo caso se recomienda elaborar alguna forma de sinopsis o guía que permita aprovechar adecuadamente el tiempo destinado a la ponencia.
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PARA SEGUIR INFORMÁNDOSE:
BAJTIN, M. (1982), Estética de la creación verbal. Méjico, Siglo XXI. BAZERMAN, Ch. http://wac.colostate.edu/books/bazerman_shaping/ DAY, R.A., 1995, How to Write and Publish a Scientific Paper, United States, Oryx Press. FAKHRI, A. (2004) “Rhetorical properties of Arabic research article introductions” en Journal of Pragmatics, 36, 1119-1138. GARCÍA NEGRONI,M.M. y S. RAMÍREZ GELBES (2008). “Handout, PowerPoint y ethos académico. A propósito de los epitextos de la ponencia científica” en Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana 12, vol.6, pp.33-49, Vervuert/Iberoamericana: Frankfurt/Madrid, HOLMES, R. (1997). “Genre analysis in the social sciences: an investigation of the structure of research articles discussion sections in three disciplines” en ESP 16, 4, 321-337. MARTÍNEZ, I. (2003). “Aspects of theme in the methodology and discussion sections of biology journal articles in English”, en JEAP 2, 103-123. PEACOCK, M. (2002). “Communicative moves in D section of RA” en System 30, 479497. RUIYING, Y. y D. ALLISON (2003). “Resarch articles in applied linguistics: moving from results to conclusions” en ESP 22, 365-385. SWALES, J. (1990). Genre Analysis. English in academic and research settings. Cambridge, CUP. SWALES, J.M.y C.B. FEAK (1994). Academic Writing for Graduate Students. Ann Arbor , University of Michigan Press.
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