Los Existencialismos
March 8, 2017 | Author: JuanPablo | Category: N/A
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SEROS HISTORIA DB LA FILOSOFIA
28 LOS EXIETENCIALISMOS: CLAVES PARA SU COMPRENSION PEDRO FONTAN JURERO Catedrático dal I B «B&ntla|o Bobrtqué«» 4« 0«
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i I9SS. Pedro Fontán Jubero EDITORIAL CINCEL, S. A. Alberto Aguilera, 32. 26015 Madrid ISBN: 84-7046-385-3 Depósito legal: M. 19.315-1985 C om puesto en Fernández C iudad, S. L. Impreso en Gráficas EMA. Miguel Yusic, 27 Im p reso en E sp añ a - P rínted ín Spaín
LOS EXISTENCIALISMOS: CLAVIS PIBA BQ COMPHMSIOH
AUTORES: 1. ¿QUE ES FILOSOFIA? EL HOMBRE Y SU MUNDO Manuel M accira» 2. LA SABIDURIA ORIENTAL: TAOISMO BUDISMO CONFUCIANISMO Tomás Gracia I b a n J. MITOLOGIA V FILOSOFIA; LOS FRESOCRATI eos Angel J . C appelletti 4 DE LOS SOFISUTAS A PLATON: POLITICA Y PENSAM IENTO Tom ài Calvo 5. ARISTOTELES: »ABI »URIA Y FELICIDAD Io*é M ontova y Jesús Conili 6. LA FILOSOFIA HELENISTICA: ETICAS Y SISTEM AS Cario* G arcía Cual 7. LA CULTURA CRISTIANA Y SAN AGUSTIN J. A. G arcía-Juncedí B EL PENSAM IENTO HISPANOARABE; AVERROES R. R u n i n G uerrero 9. TOMAS DE. AQUINO: RAZON Y FE lesúa G arcía U p c i 10. DE OCKHAM A NEWTON; LA REVOLUCION D EL PENSAM IENTO C IEN TIFIC O Cario» M lnauez 11. EL RENACIM IENTO: HUMANISMO Y SOCIBDAD E. García E tlé b an e z 12. EL RACIONALISMO Y LOS PROBLEMAS DEL METODO Javier de Lorenzo 13. EM PIRISM O E ILUSTRACION INGLESA: D E H O B B E S A HUME I, C. García-Borró«! M o n i 14. LA ILUSTRACION FRANCESA. ENTRE V 0LTA 1R2 Y ROUSSEAU A re n lo C im a 15. RANTOLA EX IG EN CIA DIVINA DE UNA RAZON MUNDANA M crccdci T o rre v e lsn á u 14. HEGEL, FILOSOFO ROMANTICO . O r ie t D lu 17. DEL SOCIALISMO UTOPICO AL ANARQUISMO . J Félix C a re » M drivúil ' ]B. MARX Y EN G ELS:' EL MARXISMO GENUINO Rafael Jerez M lr 19, COMTE; PO SITIV ISM O "Y REVOLUCION DalnvacLo N egro Favóa 20. EL. EVOLUCIONISMO: DE DARWIN A LA SOCIOBIOLOGIA Rafael Graba H ernández
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SCHOFENI1AUER Y K.1EKKECAARD: SEN TI MI F-NTO Y P ASI O Sí Manuel M accinu Faftán EL PENSAM IENTO DF. NIETZSC1IE l.Uii Jim én eí Morcfio FREUD Y IVNG: EXPLORADORES DEL INCONSCIENTE A ntonio VAzqucz Fernández EL KKAUS1SMO Y LA INSTITUCION LIBREDE ENSEÑANZA A. Jim énez García UNAMUNOr FILOSOFO DE ENCHUCHADA M anuel PadLIU Ñovgu ORTEGA Y LA CULTURA ESPAÑOLA p. J. Cham izo Domínguez HUSSERL Y LA CRISIS DE LA RAZON Isid ro Gúmcz Rotnero LOS EXIETENCIALISMOS; CLAVES PARA SU COMPRENSION Pedro Fonl4n Ju b cro MARCUSE. FROMM, RE1C1I: EL FREUDOMARXISMO Jusif T a lx rn e r Guaxp y C atalina Rajas M or«\o UN HUMANISMO DEL SIGLO XX: F.L PEkSONALISMO
A. Dominio M unialla
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LA PSICOLOGIA HOY: ¿ORGANISMOS O MAQUINAS? Pilar Lavasa y Concepción Pérez López KL ESTRUCTURALISMO: DE LEVI-STRAUSS A DERRIDA AnlutiiO Bolívar B aila FILOSOFIA Y ANALISIS DEL LENGUAJE J . J, A ttnu F ernández CRITICA Y UTOPIA: LA ESCUELA DE FRANKFURT Adela Cortina LA CIENCIA CONTEMPORANEA Y SUS IMPLICACIONES FILOSOFICAS A. P^ntX de La borda LA ULTIMA FILOSOFIA ESPAÑOLA: UNA CRISIS CRITICAM ENTE EXPUESTA Carlos Díaz
C O O R D IN A D O R E S : Carlot Díaz Manuel Macdras FafiJtn Manuel I'll Le conozco, pues, y en la tarea, precisa mente, que le ha ¡levado a producir este texto. N o me maravilla, en consecuencia, el acierto con que ha tra tado el asunto del exietencialism o, cosa no tan fácil como al p ronto pudiera parecer le a alguno. Pedro Fontán reúne dos condiciones m u y pertinen tes para el trabaja realizado. Por un lado, la especiali dad cursada en la universidad fue ta filosofía; por otro lado, ha andado siem pre ocupado e incluso preocu pado p o r las cuestiones pedagógicas. No basta conocer adecuadamente un tem a para com unicarlo a otros; se requiere, a sim ism o r poseer inform ación en torno a estos otros y disponerr adem ás, de instrum entos y ape ros que faciliten la com unicación con ellos. E l autor de este libro no se ha contentado con las técnicas didácticas; se ha interrogado igualmente sobre el m ism o hecho educativo, com o lo prueba la publi cación de obras tales com o La cscucla y sus a lte rn a tivas de p o der (Ed, CEAC), M etam orfosis d e la e d u c a ción: Pedagogía prospectiva (Ed. E del vives), La socie
dad desescolarizada: anatom ía de un mito de nuestro tiem po (Ed. Edetvives). E ste hecho le ha perm itido disponer de perspectiva ante ta práctica educadora, cosa siem pre de agradecer por cuanto te libera a uno de! riesgo de la práctica p er la práctica, deform ación m ás peligrosa de ¡o que es costum bre adm itir. La re flexión teórica acerca de lo educacional te ha em pujado a exponer 5W5 ideas en la Universidad Autónom a de Barcelona durante algunos cursos. Pera, por encim a de todo, tratándose de un texto pensado para adolescentes y para novicios en el tema, conviene subrayar ta práctica docente de Fontán. E n seña filosofía en el Bachillerato y COV desde el año 1966. S u experiencia -le hace conocer tanto tos in tereses de tos alum nos com o sus dificultades de com prensión. La praxis docente, reflexionada en artículos y libros, ha perm itido la elaboración de este trabajo destinado principalm ente a alum nos com o tos que el ha tenido. E l cómo queda, pues, asegurado. Pasemos al qué. La H istoria de ta Filosofía es m uy vasta y, según com o se mire, es incluso harto variopinta. No resulta fácil, en consecuencia, entusiasm arse por igual con to das las corrientes de pensam iento. Y, tratándose de un texto para principiantes, resulta, en cambio, m uy pru dente que el autor del m ism o sienta como si te pettiz* caran el alma cuando aborda una determ inada filo sofía. E ste arrebato se traduce en ensalm os para el atum no por poco m otivado que éste esté en vistas a aquella concepción filosófica. Pues bien, el profesor Fontán padece el hechizo del interrogante sobre el cada quien. Algunos han resuelto la agonía *yo-iodosn a base de su p rim ir el yo en provecho — aunque sólo sea ideal— del todos. E l m ism o Aristóteles, a pesar de sos tener que el individuo se realiza cuando se acomoda a la polis, no hace m ás que suprim ir ta autonom ía de ta persona al sostener qu e, en caso de no coincidir, el bien de la Ciudad es superior al de cada ciudadano. Fontán padece el dolor de la lucha entre la colectivi dad y la conciencia singular; no elimina a ésta, sino que ta aprecia en su tragedia y se esfuerza en intetigir su terrible individualidad. Promotor de lo universal.
Fontán no ha m arginado, sin em bargo, a cada cual, procurando entender a éste en su contradicción. E sta particular sensibilidad Je ha facilitado la captación del existencialism o y la transm isión del m ism o. La obra está pensada en tres grandes bloques; el eidos del existencialism o, las figuras prom inentes que lo encarnan y, finalm ente, el ejercicio de la razón sobre el discurso existencial, con apoyo de vocabulario ade cuado, de cuadros cronológicos y de bibliografía. Los apartados prim ero y séptim o se ocupan directa mente de indagar qué es el existencialism o, buscando las características que perm itan detectar cuándo un texto es o no es exístencialista. Los apartados del dos al seis abordan los principales autores existencialistas, incluido el preexistencialista Kierkegaard. Siem pre ha brá quien discuta una lista, pero parece fuera de duda que /os nom bres de Heidegger, Sartre, Jaspers y Mar cel resultan indispensables. E stos sont precisam ente, los escritores presentados. E l apartado octavo es em i nentem ente práctico. E n él se lleva a cabo un análisis de texto — en concreto de Sartre—, que se convierte en modelo y paradigma de otros posibles com entarios a realizar por los alum nos. S e añaden, a continuación, textos de Jaspers y de H eidegger, seguidos de pregun tas que invitan a m editar sobre el contenido. E nrique ce esta últim a parte, adem ás, un glosario de térm inos técnicos y de nom bres de pensadores citados en la obra. S e añade una bibliografía general sobre et exis tencialism o y otras sobre cada uno de los cinco auto res tratados. Se trata de unas bibliografías ceñidas, pero pertinentes. Cierra el conjunto un cuadro crono lógico que da una visión comparada, por años, de la filosofía exístencialista, de ¡os acontecim ientos políti cos y de otros sucesos c u ltu ra le s / Indiscutiblem ente nos hallam os ante una labor bien realizada. Sólo m e cabe desear que sus resultados di dácticos sean óptim os. Octavi F ullat
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¿Q ué es el ex isten clalism o ?
1.1. El existencialUnto es el producto de una situación de crisis prof unda Sin las fitosofias de la existencia sería imposible com prender el convulsivo horizonte del pensam iento con tem poráneo. El p enetrante tinte de sus análisis acerca de] dram a existencial hum ano, su s graves tonos metafísicos acerca de su finitud, su angustia desgarrada ante el absurdo de la m uerte, han dejado un rastro indele ble en el esp íritu del siglo xx. E sta co rriente filosófica alcanzó su plenitud en el con tinente europeo e n tre las dos guerras m undiales. Su onda sísmica sacudió el alma de varías generaciones de intelectuales. Y aún hoy, cuando el reflujo de su im pacto se hace patente, perm anece oculta su huella en la atm ósfera general que im pregna la conciencia del hom bre actual. La filosofía existencial es el producto de una situ a ción social y c u ltu ral de crisis profunda a consecuencia de la terrible ola de violencia y destrucción originada p o r las dos gu erras m undiales, que sem braron la ruina y la m uerte m asiva en todo^el planeta. Este sangriento
h o lo cau sto originó una inm ensa crisis de conciencia y de valores, patentizo c) d ram a de la m uerte y la con goja de la finitud del hom bre, desencadenó y puso súbi tam en te en p rim er plano la reflexión sobre el sentido de la existencia hum ana. El exietencialism o constituye u n a resp u esta filosófica a este dcsolador m arco h is tórico. C onsecuentem ente, la filosofía existencialista debe c o n sid era rse como form ando parte de un m ovim iento general de los espíritus, que no está únicam ente lim i tad o al dom inio estrictam ente filosófico, y que re p re sen ta u n a profunda reacción contra el proceso paulatin o de disolución de la persona hum ana que se había lle vado a cabo a lo largo de los últim os cien años. £1 existencialism o rep resen ta el esfuerzo m ás colosal del hom b re con tem poráneo para recu p erar los valores singula res de la persona hum ana frente al degradante proceso de despersonalización que se había iniciado de form a irrev ersib le desde comienzos del siglo xix.
i .2. £1 proceso de despersonallzaclón en el plano filosófico Las dos corrientes filosóficas m ás p u jan tes de co m ienzos del siglo XTX eran el idealismo * hegeliano y el m aterialism o m ecanicista *. Ambas, a pesar de su s p lan team ien to s radicalm ente dispares, m antenían u n único c rite rio en com ún: considerar al su jeto hum ano com o u n se r pasivo, inerte, carente de esencia propia. El m aterialism o m ecanicisfa consideraba al hom bre com o u n m ero producto de las fuerzas de la m ateria y todos los rasgos de su conducta podían explicarse por m eras reacciones fisicoquím icas. El su jeto carecía de lib re Iniciativa y todas sus reacciones fu tu ras podían d e te rm in a rse previam ente m ediante leyes m atem ática m en te rigurosas. El idealism o hegeliano, p o r o tra parte, veía en los h o m b res reales y concretos sólo la m ateria de la his * Los asteriscos hacen referencia a términos cuya explicación hallará el Icciur en el Glosario que aparece al final del libro, pá gina LSI.
loria, el m edio del que se servía la astucia de la Razón Universal para alcanzar su« objetivos. Si en el m aterialism o mecanicista el hom bre se disol vía ante la realidad m aterial, en el idealismo hegelmtto quedaba aniquilado an te el E spíritu Absoluto. Y, así, el hom bre concreto, el hom bre en su singularidad y sus cualidades personales, quedaba totalm ente fuera del horizonte de la reflexión filosófica. Por este cam ino se fue llegando poco a poco a la total pérdida del hom bre, a la negación com pleta de su singular interioridad, de sus anhelos y angustias especificas, de sus tareas y pro yectos existenciales particulares.
13. El proceso de despersonaltzación en el plano soclopolítico E l auge espectacular de los totalitarism os políticos, de derecha o de izquierdas, en el panoram a social eu ropeo, contribuyó notablem ente a la Funciona lización del hom bre y a la degradación de la persona hum ana al sustraerle, en el ám bito de la vida com unitaria, su creatividad y libre iniciativa. El individuo quedaba re ducido a una pieza anónim a de la gigantesca m áquina del Estado, regido p o r el solo ritm o y exigencias de ésta. Los estados totalitarios com unistas del este europeo, o los estados fascistas del oeste, fueron lim itando las li bertades individuales de pensam iento o acción, acosan do con presión creciente los valores de rango perso nal, avanzando hacia un proceso de sofocante desper sonalización de todos los ciudadanos som etidos a sus órdenes au to ritarias.
1.4. El proceso de despersonallzación en el plano laboral Por otra parte, en los países capitaíistas^democrdticos el proceso de industrialización em pobrecía la su b jetiv i dad hum ana en el plano Económico-laboral. La división del trabajo y el proceso de progresiva autom atización
Inherente al desarrollo de la tecnología, deshum aniza ba al trab ajad o r y Jo convertía en un simple objeto desustancia]izado den tro del gigantesco engranaje in d u strial de la sociedad de consumu. La sociedad de con sum o capitalista transform aba —con presión crecien te— a Los hom bres en cosas, y las cosas carecen de sin gularidad, de creatividad, de responsabilidad o libertad. Alienación del su jeto por razones políticas en los paí ses com unistas o fascistas, alienación del su jeto p o r razones económ icas en los paises capitalistas. Por una u o tra razón nadie podía escapar al am enazante proceso de despersonalización desencadenado p o r el desarrollo de la historia contem poránea.
1.5. La reacción exlstenclalista Toda esta evolución (en la que se aunaban de form a insólita razones filosófica«, poli ticas y económ icas) am e nazaba con la-ru in a definitiva del hom bre concreto, su jeto creador y auto/responsable de su devenir. El existencialism o nació com o una poderosa reacción frente a esta dem encial tendencia y protagonizó una apasionada p ro testa contra la ruina del hom bre, co n tr a su de sin di vi dua l izac ión y dcspcrsonalización cre ciente, contra el in ju sto desconocim iento de sus pecu liaridades individuales, de su autonom ía y responsabi lidad personal. GENESIS DEL EXISTENCIALISMO A) Plano del pensamiento desperso- "'*■ » M aterialism o m ecanicistal nallzación * Idealism o hegeliano J del su jeto Reacción
B) Plano de la realidad * Totalitarismos politicos •\ (fascism o y com unism o) 1 des perso
* Maqulnizaclón y auioma-> nalización tización económica I delsujeLo (capitalismo) J
existen >eia! isla (afirmación del sujeto)
1.6. Hacia la recuperación de la subjetividad La filosofía existencia]ista iniciará, p o r esta razón, un proceso de subjetivización del pensam iento. Reflexiona rá desde la perspectiva del actor, en lugar de hacerlo, como era h abitual en la filosofía tradicional, desde el ángulo del espectador. Los filósofos anteriores al m o vimiento existencialista escribían de form a objetiva, expresando sus argum entos de form a fría e im personal, no como personas concretas sum ergidas en la angustia de sus situaciones hum anas particulares y sus proble* mas específicos. Con frecuencia la filosofía de los existencialistas se funde con su biografía y su pensam iento, se Im pregna con el calor de sus emociones del m om ento. La actitud distante que los filósofos del pasado acostum braban a adoptar ante su filosofía, con la finalidad intelectual de darle objetividad y universalidad, se esfum a an te los existcacialistas. Sus reflexiones, p o r lo general, brotan de una experiencia personal vivida, en contraste con las especulaciones tradicionales del pen sar filosófico fruto de una consideración abiertam ente académ ica y des apasionada. El existencialism o tiene el m érito de haber c o n tra rrestado, m ediante el susodicho proceder, las tenden* cias excesivam ente ob jet ¡vistas de su época r que consi deraba al hom bre desde fuera, como u n sim ple elem en to del m undo, y no veía en él m ás que una cosa entre las cosas, desprovista de intim idad, singularidad y ta lante particular.
1.7. P rioridad de la existencia sobre la esencia La m etafísica clásica había establecido la distinción entre la esencia y la existencia, La esencia es lo que un ser es: esto es un caballo; aquello es una m esa; yo soy un hom bre. La esencia no expresa todo lo que es un ser; única m ente hace referencia a lo que dicho se r tiene en co~
m ún con los dem ás seres de la m isma especie. A ristóte les *, p o r ejem plo, definía al hom bre como anim al ra cionaL E sta sería la esencia del hom bre. Es decir, aque llo que los hom bres tienen en com ún, prescindiendo de los rasgos singulares de cada hom bre en p articular, de Pedro, Luis o Melchor. La esencia, p o r o tra parte, no implica ni supone la existencia del se r definido. Puedo definir perfectam en te, p o r ejem plo, la esencia del centauro. Pero el centau ro no existe. H ay esencias no existentes. Una esencia tiene La posibilidad de existir. Gracias a la existencia dicha posibilidad se realiza. Platón * y sus seguidores consideraban que la esencia e ra an te rio r a la existencia. Y, en general, toda la filo sofía occidental ha sido una filosofía fundam entalm ente esencialiáta: ha concedido más im portancia a la esencia que a La existencia. E l existencialism o, p o r el contrarío, y como su nom b re indica, es la doctrina que afirm a la p rioridad de la existencia en relación con la esencia respecto a la na turaleza humana* Las cosas, los objetos, es indudable que tienen esencia, y podem os preguntarnos, p o r ejem plo, Lo que es la m esa o el lápiz. Pero acerca del hom bre no puedo preguntarm e lo que es, sino sólo ¿quién es? E n el hom bre, según los existencialistas, prim a la exis tencia sobre La esencia. La existencia es previa a la esen cia. E s decir, el hom bre no tiene esencia prefijada, sino que él librem ente se la constituye a lo Largo de las vici situ d es de su existencia en el m undo. Platonismo:
Prioridad de la esencia sobre la existencia.
Existenciútismo: Prioridad de la existencia sobre la esencia.
La actitu d antiesencialista del existenclalista resulta plenam ente com prensible dentro de las coordenadas en las que lo hem os encuadrado. La filosofía esencial ista occidental, utilizando la razón abstracta, definía me d ian te las esencias. Se quedaba, así, con lo com ún, con lo universal, prescindiendo de lo singular, de Lo particu
l a r Perú hem os dicho que el existencialism o, con su reacción subje ti vista, se interesaba p o r recu p erar aque llo que de propio, o singular, tiene cada persona. Es decir, aquello que p o r definición escapa siem pre al esencialismo. A la esencia se le escapa, se le e scu rre siem pre, aquello que m ás interesa al existencialista: c ap tar lo más singular, lo m ás subjetivo del sujeto, q u e es lo m ás valioso de élr Para el csencialism o lo que define al hom bre es lo co m ún (la esencia). P ara el existencialism o, lo q u e lo de fine, por el contrario, es lo singular, lo que lo diferencia radicalm ente de todos los dem ás hom bres que han exis tido, que existen o que existirán. Es decir, aquello que es irreductible a la esencia: m i existencia. F rente a la tendencia a unlversalizar al hom bre me diante la razón, propia de 1a filosofía esencialista que recorre el pensam iento occidental desde Platón hasta Hegel *, el existencialism o tratará de singularizarlo m e diante la existencia.
1.8. P rioridad de la vida sobre la razón La filosofía occidental, desde Descartes * h asta H e gel, con su actitud racionalista, había sobrevalorado ex cesivam ente la razón en detrim ento de las re sta n te s facultades del esp íritu hum ano. El panlogismo de H egel había llegado a a firm ar que todo lo real es racional y todo lo racional es real. La patológica reducción del espíritu a razón, la hiperracionaliiación de la vida aním ica y espiritual am ena zaba con sofocar la espontaneidad de Jos sentim ientos y la capacidad intuitiva. La razón —lógica, fría, o b je tiva, calculadora— destruye Ja vida. Es el resu ltad o ló gico al que nuestra c u ltu ra llegaba bajo el dom inio unilateral de la lógica cartesiana. El existencialism o debe entenderse tam bién, en gran p arte, como una reacción frente a e sta tendencia a n ti vital. Para el hegelianism o todas las cosas debían se r explicadas racionalm ente: para el existencialism o las co sas no deben ser explicadas, sino vividas.
Mi vida, mi existencia p articu lar no tiene p o r qué subordinarse a los dictados de la razón. En todo caso la razón está al servicio de mi existencia. La existencia es un valor irreductible porque es el prim er valor. Uno de los grandes m éritos del cxistencialism o es el haber re-descubierto, co n tra D escartes y toda especie de ra cionalism o * posterior, el carácter prioritario, irred u c tible, de la existencia. Hay vivencias existendales que no pueden ser com prendidas p o r un saber, que no pue den ser reducidas a un conocim iento objetivo. Las verdades objetivas y universales, de la razón abs tracta, n o interesan a los existencia listas. Cada cual debe buscar, en todo caso, su verdad subjetiva, parcial y par ticular. Es necesario e n co n trar mi verdad singular, fru to de mis vivencias existenciales, no la verdad objetiva de las definiciones esenciales de la razón filosófica. E sta, m ediante la utilización de los conceptos ab strac tos, p resen ta a la inteligencia un objeto universal, el cual se realiza en una m ultitud indefinida de sujetos. Deja escapar, pues —en todo m om ento—, la existencia y la individualidad. Más aún, rechaza, desecha todo lo que es de naturaleza existcncial con o bjeto de quedarse con la esencia común,El existente, p o r tan to , escapa p o r naturaleza al pen sam iento ab stracto , a las definiciones esenciales de ta razón; es, pues, im pensable, irrazonable, ilógico o m is terioso. No puede se r captado por la razón, sino por una experiencia perso n al concreta o p o r alguna in tu i ción singular del su jeto protagonista de su propio pro yecto existencial. Y esto es así porque, en realidad, todo conocim iento es objetivo; puedo, pues, conocer un objeto, pero en ningún caso al su jeto hum ano. Por definición un sujeto no puede ser objeto. Al in te n ta r objetivar al sujeto lo desubjetivizo, es decir, lo elim ino, lo destruyo, lo pul verizo. Me quedo sin nada. La razón fracasa an te el su jeto . El su jeto está m ás allá de la razón conceptual. Es irracional o transracional. Es incognoscible, no pue* de se r conocido, sino —en todo caso— existido en su m isterio sa incognoscibilidad. No hay que unlversalizar al hom bre m ediante la ra zón, sino singularizarlo m ediante su existencia.
EXISTENCIALISMO VERSUS HEGELIANISMO BIPOLARIDADES FUNDAMENTALES HEGELIANISMO
EX ISTENCIALISMO
r
Prioridad de la esencia sobre la existencia.
Prioridad de la existen cia sobre la esencia.
ii
Racionalización de la vida.
Vitalizad ón del pensa miento.
ni
El pensamiento abs tracto como método de conocimiento.
La Intuición de viven cias singulares como método de conoci miento. i
IV
Hiperracional ización.
I i-racionalismo.
V
La razón conceptual.
El sentimiento existen cia!.
VI
Búsqueda de lo gene ' Búsqueda de lo singu ral, de lo común, de lar, lo especifico, lo lo universal. peculiar de cada cuaL
VII
El hombre abstracto.
El hombre concreto, de carne y hueso.
v ii r
La verdad universal.
Mi verdad particular.
El existencialism o representa, pues, una a b ie rta p ro testa contra la fe incondicional en el poder Ilim itado de la rabión propio de la época de la ilustración Creencia que, en el fondo, no dejaba de se r irracional puesto que la experiencia m ism a dem uestra que los poderes de la razón tienen unos lím ites infranqueables y que la m a nera de pensar puram ente racional, científica, lógica, abarca sólo un secto r reducido de la realidad hum ana. De modo que el exagerado Insistir en lo racional fue sustituido por una insistencia tam bién exagerada, en lo irracional por parte de los existencialistas.
1.9. Exlstenclalism o, vitalism o, m arxism o E m pero no es el exietencialism o la única corriente de pensam iento q u e reaccionó co n tra el panlogism o hegcliano e inició una ru p tu ra con la filosofía occidental desde Platón h a sta Hegcl, El m arxism o * y el vitalism o significaron, tam bién, o tro s n o m enos im p o rtan tes frentes de acción reactiva fren te al proceso hiperracionalizador del idealism o he geliano. N ieizsche *, c re a d o r del vitalismo» com parte con Kier kegaard —el p rim e r filósofo existencialista— la afir m ación categórica de la vida frente al intento obsesivo d e racionalizarla p o r p arte de Hegel. P o r o tra p arte, Marx com parte con K ierkegaard —a p esar del c a rá c te r diam etralm ente opuesto de sus filo sofías en o tro s ám bitos— el rechazo de la actitud teo rética y especulativa del sistem a hegeliano. Exi&tencialism o y m arxism o convergen en su denuncia insis ten te c o n tra la despersonalización del hom bre b a jo la crecien te presión de los autom atism os socioeconómicos del sistem a capitalista im perante. Con K ierkegaard, N ietzsche y Marx soplaron vientos nuevos en el horizonte europeo, y la filosofía descendió del ciclo de las ideas a la realidad m undana del hom bre inm erso en sus problem as vitales. Pero cu ando N ietzsche habla de la vida, cuando afir m a el derecho de la vida fren te al despotism o de la razón a b stra c ta o de la m oral universal, se refiere a la vida biológica com ún a todos los hom bres; y cuando C arlos M arx denuncia valientem ente la explotación del h om bre p o r el hom bre, se refiere a lo que los hom bres de una clase social tienen en com ún (la burguesía) fren te a los hom bres de o tra clase social (el proletariado), sin a te n d e r a los caracteres específicos de cada indivi d u o en p articu lar. El existencialism o, en cam bio, según hemos ya dicho» rep resen ta u n a llam ada a aquellos rasgos que singula rizan a cada su jeto y lo hacen, de alguna m anera, único e in su stitu ible en el universo. K ierkegaard subrayó, so» b re todo, la singularidad de mi existencia concreta y, consiguientem ente, la irrepctibilidad de la existencia de
cada individuo en su situación vital. Así se convirtió K icrkegaard en el p recu rso r del exietencialism o del si glo xx.
1*10. E xistendalism o y religión El existencialism o debe entenderse, por o tra p arte, com o un intento —m ás o m enos afortunado— de c u b rir el vacío dejado p o r el d errum be del cristianism o en el seno de la filosofía contem poránea. El ateísm o defen dido p o r M arx y N ietzsche en el siglo xix, se fue exten* diendo con ím p etu a lo largo del siglo xx. Nietzschc, con su aguda intuición, lo había profetizado de m anera asom brosa: E l mayor de los recientes acontecimientos —la muerte de Dios, o dicho de otro modo, el hecho de que ¡a fe en el Dios cristiano ha dejado de ser plau sible— empieza ya a proyectar sus primeras sombras sobre Europa. Pocas personas, ciertamente, tienen la visión lo suficientemente aguda, la desconfianza lo su ficientemente despierta como para ver semejante es pectdculo; por lo menost les parece a éstos, que un sol acaba de hundirse en su ocaso, que una antigua y profunda conciencia se ha mudado en duda: cada día que pasa nuesiro viejo mundo les parece cada vez más nocturno, más sospechosa, más extraño, más trasnochado. Pero puede decirse, de modo general, que el acontecimiento es demasiado enorme, dema siado lejano, demasiado exterior a las concepciones de la masa para tener el derecho de considerar que la noticia de este hecho —digo simplemente la noti cia— haya llegada a las conciencias; para tener el derecho de pensar, con mayor razón, que muchas per sonas ya se han dado cuenta perfecta de lo que ha sucedido y de todo lo que va a desmoronarse ahora que ha sido socavada esta fe que era la base, el apo yo, la tierra donde crecían tantas cosas: entre otras toda la moral europea. ( N i e t z s c h e : 1973t La voluntad de poder, p , 3 4 3 ) E n efecto, N ietzsche descubrió que el ateísm o tra n s form aría p rofundam ente la vida del hom bre sobre la
tierra, dado que Dios era el fundam ento de la m oral, la verdad, la religión, las costum bres europeas. Y con la m uerte de Dios todo esto se derrum baba. Esto originó una profunda crisis, una conm oción de las conciencias, un vacío m etafisico de gran am plitud. Se desm oronaban las creencias espirituales del pasado que servían de tabla de salvación p a ra los hom bres. Y, al m ismo tiem po, se derrum baba tam bién la seguridad m aterial an te la salvaje em bestida de la p rim era guerra m undial y de la consiguiente crisis económ ica poste rio r al crack del año 1929, Los tem as centrales del existencialism o nacen como respuesta a esta profunda doble crisis —espiritual y m aterial—, crisis profunda y profundam ente vivida de un mundo desgarrado, de un m undo en un callejón sin salida, de un m undo absurdo, pero tam bién de la rebe lión contra este ab su rd o y del intento desesperado de darle un sentido, un significado íntim o y personal que sirviera de tab la de salvación. El existencialism o. pues, debe entenderse tam bién, en cierta m anera, com o una vía de salvación para to dos aquellos que habían perdido su confianza en la re ligión tradicional. P o r esta razón el existencialism o ab o r dó los problem as propios de la religión (la contingen cia, la culpa, la libertad, la nada, el com prom iso, la autenticidad), y les dio un tratam iento filosófico. Los existenciaüstas hacen una llam ada al hom bre singular, a cada persona hum ana, para que no exista sim plem ente, para que no lleve una vida anónim a, vul gar, inautèntica, y para que no se contente con cual quier cosa periférica, sino que deje muy lejos el m ero existir im personal, se distancie de todos los contenidos uniform izado res del m undo exterior, se aislé, y, a la vista de la nada que entonces se le m anifestará a causa de la ausencia de cualquier esencia preconcebida que le obligue a com portarse de alguna m anera determ i nada, p ro cu re bu scar un centro de actividad personaIfsimo y p o r m edio de una entrega incondicionada tra te de configurarse y realizarse a sí m ism o, conseguir la autenticidad y, de esta m anera, existir como u n a perso na humana.
El hombre tiene, pues, que realizar una elección en* tre un-doble m odo de existencia: una existencia falsa, sin ex-sistencia, la existencia de la inautenticidad; y el o tro modo de Ja existencia, la existencia verdadera, la existencia de la autenticidad. ..... La existencia inautèntica es e sta r caído y perdido en el mundo, en la cotidianidad, en la rutina diaria, d eján dose llevar pasivam ente por los acontecim ientos. Es la actitu d de la m asa, del hom bre masa, irresponsable c inconsciente; no ha encontrado todavía el verdadero yo, la fuente de creatividad que em ana del sí m ism o. La sociedad contem poránea a rra stra a los hom bres hacia la existencia inautèntica. Ortega y Gasset * ya afirm aba que desde m ediados del siglo últim o se adver tía en Europa una progresiva publicación de la vida; la existencia privada, oculta o solitaria, cerrada al público, al gentío, se va haciendo cada vez más difícil. M editar, recogerse sobre sí m ism o para descubrir nu estra ideñtidad, es un logro verdaderam ente penoso p ara el hom bre de la sociedad occidental. La sociedad de consum o nos hace vivir volcados hacia una perm anente extraversión. Frente a esta tendencia despersonalizadora, los_existencialistas_p.rpponcn la existencia auténtica. El ex-sistir como existir de la au tenticidad y del ser de sí m ism o sólo es realizable en la soledad. En la soledad nos re encontram os a nosotros m ism os, y sólo después será posible, en todo caso, la auténtica com unicación con los demás. Por otra p arte, la existencia hum ana se desarrolla en la tem poralidad. M ediante nuestros planes, expec tativas y proyectos el Futuro se aloja en el p resente y lo conform a activam ente. Asimismo el pasado sigue, siempre, de alguna m anera, operando sobre el presente. F.I existir tiene, pues, en todo m om ento, tres dim ensio nes: abraza al m ism o tiem po en su estru ctu ra el pasa do, el presente y el futuro. El hombre es, así, un ser tem poral, histórico, Pero el hom bre nace en un m om ento determ inado de la histo ria, en una situación concreta, que pesa sobre él y lim i ta su acción. La existencia del hom bre no puede escapar a su radical tem poralidad que lo lim ita ineluctable
mente. La experiencia de su radical fin itu d sum erge al exis tente an te la situación dolo rosa y dram ática de sus lim itaciones infranqueables. E n tre las situaciones lím ites de la finitud hum ana, la extrem a y ú ltim a que ha de realizar forzosam ente todo hom bre es la m uerte. Al final de mi vida veo que me espera inevitablem ente esta m uerte mía, que im pregna de finitud todo el horizonte que m e rodea. Su presencia am enazadora m e sum erge en el tem or y la angustia. Mi existencia no es o tra cosa que el ir al en cu en tro de la m uerte. Ante tal realidad se derrum ba la tran q u ilid ad y todo posible sosiego. Se desvanece la esperanza. El existente se enfrenta ante la nada. P ero la conciencia dram ática de mi finitud, de la nada de m i existencia, no debe ser rehuida. Todo lo contrarío. Pues m e sitúa en el buen cam ino, en la senda de la existencia au tén tica. En efecto, cuando el existente llega a ten er conciencia de su situación, a vivir la angustia, entonces se d esp ierta de todas las falsas ilusiones y se guridades, de su situación m asificada, y se ye situado au tén ticam en te an te sí m ism o y conducido a una perso nal fsima decisión y realización de sí m ismo frente al ab su rd o del m undo sin sentido que le rodea. Sobre la base de la existencia auténtica, el hom bre actualiza su libertad. Deviene creador de valores subEL HOMBRE TIENE DOS ALTERNATIVAS ANTE SU EXISTENCIA '' autentica:
EXISTENCIAS
El sujeto afronta libremen te, abiertam ente, el sin sen tido del mundo, el absur do de la m uerte, y adopta una respuesta personal (si ma, creadora de valores * propios,
xnautehtica:
L
El sujeto renuncia a la liber tad; adopta respuestas me cánicas, anónimas, estereo tipadas; _5c limita a una vida vegetativa, falsa, anodina.
jet ivos an te un m undo absurdo, sin sentido, sin esen cias objetivas y universales. El existente, entonces, ante el vértigo de la nada porque no es nada, porque está des tinado a la nada, porque ni Dios ni el m undo le obligan a nada, experim enta con angustia su radical libertad. Y, desde ella, erigirá su proyecto, suyo, propio, personal, som etido siem pre a revisión bajo su responsabilidad y an te las nuevas contingencias que le sobrevengan, pero condenado irrem isiblem ente a su definitiva disolución an te la nada.
1.11. Fenom enología y existencialism o Hasta ahora hem os visto que los filósofos existencialistas se interesan fundam entalm ente por la existencia humana considerada bajo la luz dram ática del contexto político, social, filosófico y religioso del m om ento his tórico. ■• No obstante, el contenido det pensam iento existencialista no se agota en esta angustiosa y patética p re ocupación, U nicam ente el pensam iento de K ierkegaard podría explicarse y agotarse den tro de los lím ites de este dram atism o sem irreligioso. Pero Stiren K ierkegaard n o es un pensador existenciali&ta en sentido estricto, sino u n m ero p rec u rso r del existencialism o, En todo caso puede afirm arse que el intelectual danés funda la escuela existencialista en cu an to aporta el tra n s a n d o , la atm ósfera, las ideas de las cuales se n u trirá n sus sucesores del siglo xx. Pero K ierkegaard no puede ser aún considerado un filósofo existencialista por la simple razón de que él no es un filósofo. La o b ra de Kierkegaard es a la vez literaria, teológica, m oral, reli giosa y m ística, pero no filosófica. Pues toda obra filo sófica requiere, p a ra ser tal, de un m étodo, del uso coherente y sistem ático de un m étodo de pensam iento. Y en K ierkegaard no se encuentra rastro alguno de m é todo filosófico. La filosofía existencialista propiam ente dicha a p are cerá cuando los filósofos im pregnados de la tem ática existencial h asta aq u í expuesta, encuentren un m étodo filosófico que-les sirva de guía fehaciente p a ra sus aná-
lisis. Para ello hubo que e sp erar hasta la prim era déca da del siglo XX, cuando el filósofo alem án E dm und H usserl * creó la fenomenologia, H usserl n o era existencialista, sino que se desenvolvía d e n tro de la ò rb ita del esencial ismo. Pero profesó un mè to d o m uy curioso de investigación, el m étodo fenom e nològico, que p o r sus propias características se acoplaba b a sta n te bien a los objetivos de la tem ática existencialista. El m étodo fenom enològico rehusaba en cerrarse en p resu p u estos ab stracto s, y encam inaba su esfuerzo filosófico en d e sc rib ir exactam ente los fenóm enos tales com o aparecen a la conciencia. No autorizaba, p a ra el estu d io del hecho concreto, deducción ni interpretación alguna; la filosofía debía lim itarse a d escribir lo In m ediato. 1. D octrina de la existencia de Sòren K ierkegaard (1813-1855)
v.filosofía existencialista 2, Método fÉnomenológico-~~^~^ de E dm und H usserl ( 1859-1938)
Pues bien, este m étodo perm itió —por fin— d a r una fo rm a rigu rosam ente filosófica a Las intuiciones de K ierkegaard. N ació así la filosofía existencialista. Los filósofos existencialistas ofrecerán, com o m ás ade lan te verem os, análisis fenom enológjcos de considerable valor e in terés. U tilizarán el m étodo para c a p ta r la ex periencia inm ediata que se despliega en un a descrip ción analítica. Se aplicará p a ra La descripción de la experiencia religiosa, estética *, axlológica *; verem os, en algunos filósofos existencialistas, Largos y profun dos análisis descriptivos fenom enológicos de tem as ta les com o el tiem po o la tem poralidad, La conciencia del o tro , la m ala fe o el am or. Por lo ta n to el existenciaüsm o no se lim ita a s e r m era reacción co ntra cierto s aspectos de la filosofía a n terio r, sino que a p o rta , tam bién, elem entos nuevos d e n tro del cam po del pensam iento. En el aspecto negativo es re
chazo del pensam iento abstracto, lógico, objetivo; re chazo del proceso de despersonalización del sujeto; rechazo del idealism o escncialista. En el aspecto posi tivo: afirm ación, en cuanto al objeto, de la existencia humana en su realidad concreta; en cuanto al m étodo, uülilación del análisis descriptivo del m étodo fenomenológico. EXISTENCIALISMO 1. ASPECTOS
n e g a t iv o s :
2. ASPECTOS POSITIVOS:
•
Rechazo de la abstracción. Rechazo de la des personaliza ción del sujeto. Rechazo del esencial ismo.
« En cuanto al objeto: afirma ción de mi existencia singu. lar: Kierkegaard. • En cuanto al método: utiliza ción del método íenomenológlco: H usserl.
1.12. Los pensadores exlstenclallstas Con frecuencia se h a dado a la palabra existencialis m o una extensión dem asiado am plia que ha dado lugar a grandes m alentendidos. Se ha llegado a calificar de exisiencialistas n o sólo a tendencias filosóficas contem poráneas, sino a m uchas de las tendencias filosóficas del mundo antiguo grecorrom ano y de la E dad Media. Per ejem plo, el filósofo personalista * francés Enmanuel Mounier, en su libro Introducción a los existencialismos (1947, II), dio una definición am plísim a del existencialismo: Es una reacción de la filosofía del hombre con tra los excesos de la filosofía de las ideas y la filo sofía de las cosas. (ENMANirei. M ounier : 1947, p. 9)
Atendiendo a esta am plia definición, M ounier afirm ó que d existencialism o puede com pararse a un árbol alim entado desde sus ralees por Sócrates *, los estoi cos San Agustín * y San Bernardo *. E stas filosofías producen, posteriorm ente, filosofías co m o 'Jas de Pas cal *, Maine de Biran * y K ierkcgaard. Y, desde este tronco, em erge una fructífera copa de filósofos existen cialistas, dispersos en m últiples ram ificaciones. El á r bol de M ounier, que reproducim os a continuación, In cluye d en tro de la escuela cxistencialista a una plurali dad de filósofos de tendencias muy diversas: Bergson *, Blondel *, Scheler *. Hcidegger, Nietzsche, S artre, Mar* cel, Jasp ers, etc., etc. E sta clasificación del francés M ounier es, p o r su puesto, excesiva, y fuente de confusión. Todos estos filósofos que llevan a cabo un análisis no sistem ático, con ausencia de m étodo, de la existencia, podrían se r denom inados, en todo caso„ filósofos de la existencia, pero no existencialistas. E l nom bre existcncialism o debe reservarse, según hem os ya defendido, para aquellos filósofos que llevan a cabo un anáLisis sistem ático de la existencia m ediante el uso del m étodo fenomenológico. E n este sen tido el existencialism o es un fenóm eno p ri vativo del siglo xx. Kierkegaard puede considerarse, tal como lo hem os argum entado antes, com o un filósofo preexis te n d a l i sta. Un solitario del siglo xix cuya tem á tica antlhegeliana será el núcleo potencial que in sp irará el nacim iento del existencialism o. FILOSOFIA EXISTENCIAL Análisis no sistem ático de la existencia individual.
EXISTENCIALISM O Análisis de mi existencia m ediante el m éto d o fe nom enològico.
Los filósofos existencialistas m ás im portantes, objeto die estudio en este libro, serán; M artin Heidegger, Karl /a s per s, Gabriel Marcel y Jean-Paul Sartre. Veremos, in cluso, que algunos de ellos rehúyen la etiqueta de exis tencialistas; y efectivam ente, en m uchos aspectos sus reflexiones escapan al m odelo existencialista tal como
El ârbiil exislencialista (s^gïm M niinirr: Introducción a inf: axistenciaìixtntìs).
lo hem os expuesto. E m pero, la atm ósfera general en que suele desenvolverse su filosofía perm ite inscribirlos den tro de La ó rb ita de la filosofía existencialista» y señalar qué aspectos de su pensam iento coinciden y cuáles no con las líneas m aestras de esta escuela. Por o tra parte, acostum bra a hablarse de dos ten dencias principales en el exietencialism o contem po ráneo. C abria hablar, entonces, de cxtstencialismos: el existencialism o ateo y el existencialism o teísta. Los principales representantes del existencialism o ateo serían M artin Heidegger en Alemania y Jean-Pauí Sartre en Francia. Por o tra parte, los líderes del existencialism o teísta serían Gabriel Marcét y Kart Jaspers en Francia y Alemania, respectivam ente. TRES FECHAS Y CUATRO LIBROS FUNDAMENTALES PARA EL EXISTENCIALISMO 1927 Publicación de Ser y tiem po, de Martin Heidcgger1927 Publicaciún de Journal Mdtaphysigue, de Gabriel Marcel. ‘ 1933 Publicación de Filosofía, de K arl Jaspers. 1942 Publicación de El ser y la nada, de Jean-Paul Sartre. O bviam ente los dos existencialism os se distinguen por la posición ad optada frente a Dios. Los existertctalistas ateos niegan la existencia de la trascendencia; consi guientem ente, el absurdo alcanza todos los dom inios y el pesim ism o extiende su som bra sobre todas las di m ensiones de la vida hum ana. Los existencialistas teís tas, en cam bio, afirm an la existencia de la trascenden cia; aquí el absurdo puro y total queda excluido, m as no el pesim ism o y el sentido dram ático de la existen cia hum ana.
2 S ö ren K ierk eg aard
Cada vez que la historia, del mundo da un paso importante hacia adelante y atraviesa un desfilade ro difícil, avanza una formación de caballos de re fuerzo, hombres célibes, solitarios„ que sólo viven por una idea. {S. Kierkbgwrd)
2,1. Las tres esferas del existir S¿ir£H Kierkegaard, nacido en Copenhague el año 1813, fue un hom bre m isterioso y atorm entado. H eredó de su padre un pavoroso sentim iento de culpa y tem o r ha cia Dios p o r una grave falta cometida» que ensom bre ció su vida, im pidiéndole en co n trar el sosiego o la se rena alegría. . La atm ósfera enrarecida de su hogar, su «alud que bradiza» su viva y aguda sensibilidad, provocaron un notable desequilibrio de sus facultades y una acusada tendencia a la m elancolía. Lo cierto es que la vida de este hom bre singular, enferm izo, intuitivdr inteligente, está rodeada de im penetrables m isterios.
Su educación se desarrolló bajo ía influencia de su padre, im pregnada con la« ideas del deber y del peca do, den tro del contexto de la religión protestante. Poste riorm ente cursó estudios de Teología en la Universidad de Copenhague, llevando una vida irregular, caprichosa y disipada. Constituye la llam ada fase estética de su vida. T ras la m u erte de su padre experim enta una recon versión religiosa, decide casarse y se com prom ete en m atrim onio con Regina Olsen, Se plantea así e n trar, con el m atrim onio y la profesión de pastor, en la segunda fase de su vida, la fase ética. Sin em bargo, esta tenta tiva no se consum ó, K ierkegaard rom pió el com prom i so con Regina Olsen, a pesar de la m utua inclinación que existía e n tre ambos. C onsum ada la ru p tu ra, el filósofo danés queda solo consigo m ism o y con Dios. Inicia la tercera etapa de su vida, la fase religiosa. La fase e stític a lleva a la angus tia, la fase ética lleva a una vida burguesa, anodina, in trascendente. K ierkegaard se siente destinado a algo superior, heroico, mesiánico,. E n tra en su fase religiosa LAS TRES ESFERAS DEL EXISTIR SEGUN SÖREN KIERKEGAARD ESTETICA
ETICA
RELIGIOSA
Goce
Deber
Fe
El instante
El presente, pro yectado hacia el futuro.
Lo eterno
Pasión
Acción
Devoción
Insubordinación
Sumisión a la ley moral universal
Sumisión incon dicional a Dios, el Absoluto per sonal
Lo individual
Lo universal
Lo personal
en el instante en que adquiere conciencia de sus rela ciones con Dios y de su deber de d esp ertar en el ánim o de sus c o m p atrio tas el verdadero espíritu del cristia nismo. Según K ierkcgaard estas tres fases de su vida poseían un significado válido para las otras personas y les dio un valor universal. El hom bre de la fase estética rehuye los com prom isos, rechaza cualquier tipo de yugo, se desvincula de obliga ciones profesionales, fam iliares o sociales. Busca el deleite, el placer, y va incesantem ente hacia nuevos de seos. Su vida se encuentra dom inada por la imaginación, el ensueño, la fantasía. Lo virtual es m ás intenso que lo real. El esteta sueña con frecuencia en un acto irreali zable, Vive en lo posible y e n el pesado. Depende siem p re del exterior, pues le resulta necesario un cambio continuo, nuevas y prístinas emociones que exciten su S ensibilidad-
C onsiguientem ente la vida del hom bre, cuando se des envuelve en la fase estética, no tiene continuidad. Ca rece de la estabilidad que confieren la institución labo ral o la fam iliar; carece de la estabilidad que confieren los principios m orales universales librem ente acatados: carece de la estabilidad del hom bre consagrado a un ideal perm anente. Pero la vida del hom bre esteta está condenada al fracaso. Lanzado a la búsqueda del instante que pasa, no vive sino en el instante que ha pasado y cultiva m orbosam ente sus recuerdos. Así el placer se trueca en dolor, el hedonism o en desdicha, la esperanza en deses peración. K ierkegaard cuando habla de sus experiencias per sonales d u ran te su perm anencia en la fase estética, des cribe su estado de ánim o en estos térm inos: Iba por la vida iniciado a todos los goces de ¡a vida, pero sin gozar; ntds bien cansándome en des pertar ¡a apariencia del goce y encontrando en eso m i melancólico placer. Así la fase estética, por la insatisfacción que gene ra, rem ite rgás allá de sí misma e invita a trascen derse.
Kierkegaard, cu IH42.
Por encim a de la fase estética, se nos ofrece la fase ética. El individualism o disoluto de la prim era etapa es su stitu id o p o r una voluntaria subordinación a la ley m oral, de validez objetiva y universal. Aquí no hay po sibilidades, sino tareas concretas a realizar. E l sujeto no se eleva a sueños fantásticos, sino que se ciñe a la realidad. E n térm inos psicoanalíticos * podríam os decir que el principio de placer, del eíto, se subordina al prin cipio de realidad del yo y a la conciencia m oral del súper yo. En el h o m b re estético Las energías libidinosas instin tivas del ello se erigen en centro de gravedad del indi viduo y b u rlan los controles del principio de realidad del yo y de la conciencia m oral del súper ego. E n el h o m bre ético, por el co n trario , el cen tro de gra vedad se desplaza hacia el yo y el súper yo; am bos sis tem as psíquicos aúnan sus fuerzas p a ra m antener a raya las pulsiones del ello. LECTURA PSICO ANALITICA DE LAS ESFERAS EXISTENCIALES DE KIERKEGAARD 1. 2.
Conciencia m o r a l . yo: Principio de realidad.
3.
ello
su per
:
yo:
P rin cip io de placer,
A. FASE ESTETICA: B. fase etica:
Inm anencia
C. FASE religiosa: I + II + III
El h o m b re estético perm anecía en lo inm ediato; el ético conserva lo Inm ediato, p ero en el in te rio r de lo m e diato. No hay, en su vida, sucesión inconexa de Instan tes, sino un conjunto organizado de toda su vida que desde el p resen te se proyecta sobre el futuro. E s la fase de la previsión, el tiem po y el trabajo. C orresponde al ciudadano y al hom bre casado. Por encim a, pues, de la variable esfera de lo esté-
tico, la persona de la fase ¿tica edifica las instituciones, el matrim onio, )a socicdad, todo el orden social estable. Por otra parte, el sujeto se subordina a las leyes eti cas, jurídicas y sociales de rango universal, válidas para todo el m undo. Corresponde a la fase del pensam iento hegeliano. Por último, la tercera esfera, la religiosa, supone un conflicto con la fase ética anterior. Exige un salto» una ruptura. El contacto con Dios se lleva a cabo m ediante la fe, y la fe es irracional, está más allá de la raciona lidad de la fase anterior. La fe es ante todo, p a ra K ier kegaard. de orden existencia!, No es un conocimiento, un pensam iento, sino una relación concreta, una co municación en tre dos existentes: yo y Dios. Además la fe es paradójica y absurda. La fe no es posible más que con un sacrificio total de la razón. Va más allá de la racionalidad de la fase anterior y tam bién más allá de la m o ra lid ad de la fase ética. Kier* kegaard pone, al respecto, el ejem plo de la histo ria de Abraham. El sacrificio del h ijo ,q u e Abraham estaba dispuesto a realizar porque Dios se lo había ordenado era contrario a la ética universal, a la ley m oral. Pero Abraham reconocía que la relación absoluta del hom bre con el Creador trasciende a la ética y a la razón universales. El paso de una fase a otra no se realiza por sucesión natural, sino que es producto de un salto, de u n a elec ción vital. De esta form a ¡as fases son discontinuas. Pre cisamente existir consiste en elegir entre cam inos di versos; la existencia es algo que se adquiere en v irtu d de una opción que yo debo realizar heroicam ente en me dio de la soledad y la incertidum bre. Kierkegaard tra s p asar p o r la fase estética, después de abandonar el proyecto de o p tar por la fase ética, se sumergió en el estadio religioso. Consumada la ru p tu ra, el filósofo se aísla y entrega una p arte de su tiem po a polemizar contra los representantes de la iglesia lute rana de su pueblo que defienden un cristianism o desústandal izado. y la otra, a su o b ra escrita, de tem ática esencialm ent&j’eligiosa e intim lsta. Murió a los cuarenta y dos afios de edad, dejando detrás suyo una obra de extensión considerable, asis-
te m á tic a , p a r a d ó jic a , p e ro lle n a d e p e n e tr a n les y a g u d as in tu ic io n e s .
CRONOLOGIA DE SOR EN KIERKEGAARD 1813.—N ace en Copenhague. 1823.—Nace Regina Olsen. 1830.—Ingreso de Kierkegaard en la universidad. 1838.—Muerte del padre de Kierkegaard, /SW.—Kierkegaard se licencia en Teología. 1841.—Ruptura con Regina Olsen. 1843.—Publicación de O lo uno... o ¡o otro. Temor y tem blor, La repetición. Tres discursos edificantes, Cua tro discursos edificantes, 1844.—Publicación de Migajas filosóficas y El concepto de la angustia, 1845.—Publicación de Las etapas en el camino de la vida y Dieciocho discursos edificantes. 1846.—Publicación de Apostilla concluyente no científica. 1847.—Publicación de El punto de vista sobre mi activi* dad de escritor (póstuma, pero compuesta en este arto) y Vida y reino del amor. Boda de Regina Ol sen con F. SchlegeL 1849.—Publicación de Dos pequeños tratados éticoreligiosos y La enfermedad mortal. 1850.—PubLicnción de La escueta del cristianismo. 1851.—Publicación de Un examen de conciencia recomen dado a los contemporáneos. 1855.—Publicación de El instante. El día 2 de octubre es internado en el hospital y muere el 11 de noviem bre. PRINCIPALES OBRAS DE KIERKEGAARD (I95Í): (1958): (1959) : (1951):
Diario de un seductor, Buenos Aires, Rueda. Temor y temblor, Buenos Aires, Losada. El concepto de la angustia, Madrid, Espasa-Calpe, Etapas en el camino de la vida, Buenos Aires, Rueda. ( 1959) : Mi punto de vista, Madrid, Aguilar. (1955): Diario íntimo, Buenos Aires, Rueda.
2.2, Hegel y Kierkegaard Kicrkegaard aparece en la historia de la filosofía como el anti-Hegel. Su contraposición a Hegel es per m anente, deliberada, obsesiva. Su filosofía hay que en tenderla, pues, como el polo opuesto al pensam iento hcgel iano. Conviene, p o r consiguiente, exponer breve m ente vi pensam iento de Hcgel antes de abordar el de Kicrkegaard para e star en condiciones de com prender las tesis centrales del filósofo danés en toda su debida profundidad. La filosofía de Hcgcl está hondam ente m arcada por la form ación teológica que recibió, de joven, en la Uni versidad de Tubinga. El centro neurálgico de su pen sam iento gira en to m o al E spíritu Absoluto, según el cual toda la realidad es creación del E sp íritu (de ahí el nom bre de Idealism o Absoluto que recibe su filo sofía). El Absoluto se m anifiesta a través del tiem po, a lo largo de la historia, y se realiza en éL El Absoluto va a ser en Hegel esencialm ente resultado; es' producto de una evolución; no es algo ya dado, sino que deviene como fruto de un proceso, de una evolución. Dicho E spíritu Absoluto se desarrolla de acuerdo con unas estru ctu ras lógicas que el sujeto puede cono cer. El Absoluto es, pues, Razón. Todo lo real p erte nece, ineluctablem ente, al orden del pensam iento. Hegel dirá: Todo lo real es racional y todo lo racional es real. Su filosofía es, esencialm ente, panlogista *. Todo el de venir del E spíritu Absoluto se desarrolla de acuerdo con unas estru ctu ras lógicas que el sujeto puede conocer. Así el pensam iento m ism o, con su desarrollo dialéc tico, crea lo real. No hay nada que se resista al Espí ritu Absoluto. La trascendencia de Dios, la exterioridad de las cosas, la libertad del hom bre concreto, quedan subsum idas, aniquiladas, bajo la totalidad del E spíritu Absoluto. El hom bre pierde toda posibilidad de iniciativa, de protagonism o an te el riguroso desarrollo lógico del Es píritu Absoluto, que ay^nza de acuerdo con un ritm o que es siem pre el m ismo y que se desenvuelve en tres
Kierkegaard, en 1SÌS.
fases nítidam ente definidas, llam adas tesis, antítesis y síntesis. La tesis es afirm ación. La antítesis es negación. La síntesis es negación de la negación. Cuando la antí tesis vuelve a ser negada, el E spíritu Absoluto realiza un nuevo avance hacia un nivel cualitativam ente dis tinto. Al final del desarrollo, desde la perspectiva de la sín tesis, podem os com prender el sentido de la tesis y de la antítesis. Ambas eran realidades incom pletas p rep a ra torias de la síntesis final. Desde el final del d esarrollo (y no antes) em pezam os a com prender el sentido de cada una de las partes del desarrollo (tesis y an títesis), y el sentido del desarrollo en su totalidad. Vemos, pues, que en la filosofía hegeliana el pensa miento mismo, con su im placable desarrollo dialéctico, crea lo real. No hay nada que sea extranjero a la razón misma. Nada que pueda fren ar u oponerse a su m archa inflexible. El determ inism o * es absoluto. El hom bre no cuenta, el su jeto hum ano queda aniquilado b a jo la a s fixiante racionalidad del E sp íritu Absoluto. En Hegel lo individual y, en concreto, el hom bre singular, el exis tente de carne y hueso, quedan absorbidos com o un mero m om ento de un Todo. . Toda la filosofía de K ierkegaard es un g rito de p ro testa contra tal disolución del hom bre concreto d en tro de la im personal m archa del E sp íritu A bsoluto a tra vés de la historia. A los ojos de K ierkegaard la Razón es Hegel, y Hegel es su íntim o enemigo. La filosofía hegeliana pretende explicar la realidad sometiéndola a la lógica. Mas esto es una em p resa des tinada al fracaso. Pues, p o r una parte, la lógica es in temporal, desarrolla sus presupuestos, explícita su s con secuencias, afirm a sus verdades sub specie aeterttitatis; por otra parte, lo real fluye, se mueve, su existencia es contingente, tem poral. Además la lógica es necesaria, su función consiste en cxplicitar la necesidad de las consecuencias, deducién dolas de los principios, sin em bargo, los individuos exis tentes son libres y contingentes. Surge, consecuente mente, un divorcio irreductible entre el pensam iento lógico y la realidad. La em presa de la ñlosofía hege-
liana es descabellada! absurda, imposible, pues quiere conciliar lo irreconciliable. E n conclusión, contra la síntesis y el sistem a, K ier kegaard reivindica la independencia del individuo y los derechos de su subjetividad. F rente al pensam iento sintético de Hegel, la filosofía de K ierkegaard es la espada que separa: disocia lo sub jetivo de lo objetivo, lo lógico de lo vital, lo sustancial de lo existencia^ la tesis de la antítesis. Cada uno de estos elem entos, que Megel quiso m ediatizar, u n ir p o r m edio de la dialéctica, recupera su individualidad, su carác ter de oponente, su valor absoluto. Lo que en H e gel era fusión, será en K ierkegaard elección. O esto o lo otro. Tal es el dilem a en que se desenvuelve, continua m ente, el existente. Sin posibilidad de conciliación, sin posibilidad de com prom iso. La crítica de K ierkegaard dirigida contra Hegel se va a extender a todo el racionalism o y, finalm ente, a la razón en si m ism a. Pues Hegel, en definitiva, no hacia m ás que llevar al lim ite la tendencia intrínseca a toda filosofía: racionalizar el universo.
2.3. La existencia religiosa Hegel había acom etido la em presa de llevar todo lo lejos posible la racionalización del cristianism o. La r a zón, superándose a sí m isma, veía en la historia la rea lización de lo divino. K ierkegaard profundam ente reli gioso, y en n o m enor m edida profundam ente antlhegellano, p ro cu rará llevar tan lejos como le sea posible la irracionalización del cristianismo* La revelación es un escóndalo p a ra la razón. Que lo eterno se haya produci do en u n m om ento dado del tiem po, que lo divino se haya encam ado en lo hum ano, es incom prensible; sim plem ente, absurdo. Pero precisam ente porque es a b surdo, es. S u stitu ir la fe por la ra z ó n . significa la m uerte del cristianism o. E sto es lo que ha hecho Hegel, esto es lo que han hecho las Iglesias cristianas. C ontra ambos, po lem izará ininterrum pidam ente K ierkegaard. El esfuer zo de la escolástica por conciliar razón y fe es la m uerte del cristianism o. El cristianism o exige el salto irracio
nal a la fe. Elegir la fe, rechazar la razón. A brazar el absurdo, rechazar la lógica. Dios es irracional, o tra n s racional. K icrkegaard concluye: perder la razón para ganar a Divs, es el aejo m ism o de creer. La fe es para dójica y absurda. K ierkegaard reto m a a los plantea m ientos de Tertuliano *: Creo en el Absurdo, porque es absurdo. La fe es, an te iodo, de orden existencia): no consiste en un pensam iento, en un conocim iento abs tracto, sino en una relación concreta, en una com uni cación íntim a en tre dos existentes: yo y Dios. K icrkegaard se propuso, pues, buscar la verdad cris tiana no a la m anera de los profesores y los pastores —argum entando razones lógicas— , sino experim entán dola en la propia existencia. E sta verdad subjetiva y exi&tencial desbanca a la verdad objetiva y racional, convirtiéndose ésta en u n lujo ocioso de la inteligen cia, en algo com pletam ente inútil y superfluo. El pensam iento subjetivo, en cam bio, es fuente de salvación p ara el hom bre, pues es el único que nos ab re a la V erdad. El pensam iento subjetivo y existencial, siem pre que se le profundice lo b astan te, d a acceso a lo trascendente. Cada hom bre es solitario, no puede co m unicarse en profundidad con tos dem ás ni establecer relaciones verdaderam ente íntim as con ellos. Pero pue de e n tra r, si quiere, m ediante la fe subjetiva y existen cial, en com unicación directa, inm ediata, con o tra per sona, con o tro sujeto: Dios. 1. LA DIALECTICA DE HEGEL TESIS ---------- »■ANTITESIS ------- >■SINTESIS A B (no A) C (no B) Afirmación Negación Negación de la negación Ay B y C
’
Tres pasos necesarios en el desarrollo dialéctico I ({REVERSIBILIDAD D E T E R M IN IS M O
Opción estética
A (ni B ni C)
Opción ética Situación actual ^ — ^Opción B (ni A ni C) Opción religiosa C (ni A ni B) o Ao B o C Tres opciones exduyentes REVERSIBILIDAD LIBERTAD
2.4. La p arad o ja, la angustia, la nada H em os visto, pues, que para K ierkegaard la existen cia en su m ás ¡alto grado es la existencia religiosa. No es existente autén tico —p a ra el filósofo danés-— todo su jeto hum ano; existente auténtico lo es solam ente el su jeto individua] que es consciente de su quehacer de eternidad. E s existente el hom bre que en su intim idad vive, m ás allá de la individualidad de la fase estética, m ás allá de la universalidad norm ativa de la -fase ética, en la fe irracional ante Dios. Pero el existente es contradictorio en sí mismo, puesto que se siente finito e infinito. El existente se siente in fin itam ente alejado de Dios p o r su m ism a conciencia del pecado, pero este m ism o alejam iento de Dios lo aproxim a a Dios. Tal es precisam ente el fondo de contradicción y para doja que encierra la existencia hum ana, la cual no se supera en el estadio estético ni en el ético, y ni siquiera (en c o n tra de lo que cabría esperar) en el hom bre que ha alcanzado el estadio religioso. El sosiego, la alegte y rem an sad a tran q u ilid ad de vivir, está vedada para el
hom bre en este m undo, a causa del pecado original, en razón de su naturaleza pecam inosa. Surge así la concien cia de culpabilidad, el sufrim iento y la angustia- K ier kegaard vive la religión dram áticam ente, de form a he roicamente trágica, con angustia y tem blor. La angustia se desata en el in te rio r del alm a hum ana ante la posibilidad del pecado. La autenticidad de la existencia cristiana, de la existencia religiosa, está am e nazada por la inautcnticidad existencia! que podría re presentar una caída —siem pre probable— en el estadio ¿tico, o incluso en el estético. E xistir es, siempre, ries go de elección y caída. Se abren ante mí, a causa de mi insondable libertad, un am plio abanico de posibili dades respecto a mi futuro. B rota ante ello, espontá neamente, la angustia interior. La angustia es muy d is tinta del miedo. El m iedo se refiere siem pre a algo. Tengo miedo de esto o de aquello en p articular. M as la angustia, afirm a Kierkegaard, es la realidad de la libertad com o posibilidad antes de la posibilidad. E s decir, siento angustia ante la n a d a r La angustia es el vértigo de la nada. La angustia hace patente la nada. Es la pura posibilidad antes de ser determ inada y de hacerse objetivam ente capaz de su rtir efectos reales. La nada radica, así, en el seno m ism o de la existen cia, como objeto de la experiencia capital que es la angustia. El concepto de la nada de K ierkegaard ten drá. como verem os m ás adelante, una profunda proyec ción sobre los filósofos existencialistas de nuestro si glo, en p articular sobre M artin Heidegger y Jean-Paut Sartre, Tal es la visión kierkegaardiana de la e stru ctu ra ín tima de la existencia hum ana. Punto dé unión e n tre lo finito y lo infinito, conexión in tern a de fuerzas con trarias que viven en perm anente conflicto irresoluble, sin posibilidad de síntesis o solución. La paradoja existendal en tre tem poralidad y eternidad, finitud e infi nitud,, pecam inosidad y religiosidad, es fuente dinamtzante de angustia y desesperación p ara el hom bre. Consiguientemente, K ierkegaard opone a la síntesis hegetiana la presencia de la tesis y antítesis, una en otra sin síntesis, y de ahí la naturaleza paradójica de la existencia hum ana y el hecho paradójico d e l fenó-
HEGEL f finito (tesis) Síntesis* infinito ^(antítesis)
KIERKEGAARD Paradoja finito 4,------ > infinito (tesis) (antítesis) Tensión irreconciliable
c . t . S 1* (tesis) Sin tes La < . , ^ | razón (antítesis]
Paradoja fe razón (tesis) (antítesis)
. f vida (tesis) Síntesis J ( j ratón (antitesis)
Tensión irreconciliable Paradoja vida uede, p a ra M arcel, violar la realidad, sacrificar la m is eriosa p resencia de lo concreto al sistem a abstracto. De ahí que M arcel utilice el ensayo, los apuntes de [iarlo sobre experiencias concretas, la creación d ra mática que sitú a a un personaje concreto ante una sí. ilación concreta. T odas estas form as de expresión se daptan perfectam ente a su objetivo: penetrar en la ituación p a rticu la r de un hom bre determ inado, Y ésta o es, en ningún caso, susceptible de generalización, o pena de d esv irtu arla y falsificarla totalm ente. C onsecuentem ente su pensam iento no se desarrolla n form a lineal, según una lógica deductiva, sino por proxím aciones convergentes Irradiadas en torno de n centro que se q uiere m ostrar.
BIOGRAFIA DE GABRIEL MARCEL 1889.—Nace, en París, el día 7 de diciembre. 1999.—Escribe el ensayo Les idées métaphysiques de Coleridge dans leurs rapports avec la philoso phie de Scketting, para obtener cl diploma de estudios superiores. 1910.—Obtiene la agregadurla de Filosofía. 1912.—Profesor de filosofía en Vendôme. 1914-1917.—Primera guerra mundial. Marcel dirige un or ganismo de la Cruz Roja dedicado a la búsque da de desaparecidos. 19¡9.—Matrimonio con Jacqueline Boegner. 1926.—En la Editorial Pion crea la colección interna cional Feux Croisés, que alcanzará una notable resonancia en et mundo intelectual. 1927,—Publica el Diario Metafísica, escrito entre 1913 y 1922. 1929.—Se convierte al catolicismo. 1935,—Ser y tener. 1939.—Profesor en el Liceo LouisAe-Crand. 1947.—Fallece su esposa. 1949.—Galardonado con el Gran Prix de Littérature de la Académie Française. —
1952.—Miembro de la Académie de Sciences Morales et Politiques. 1953.—El misterio del ser. Í956.—Premio Goethe de la ciudad de Hambut^go. 1958.—Condecorado con el Gran Prix National de Lettres. 1959.—Ediciones Flammarion, de París, publica su obra Presencia e inmortalidad, 1964.—Premio de la Paz de la Librería Alemana. 1969.—Premio Erasmo y varios doctorados honoris causa> 1971.—Fallece, en París, el día 8 de octubre. OBRAS MAS IMPORTANTES DE GABRIEL MARCEL (1957) : Diario Metafisico, Buenos Aires, Losada. (1959): Filosofia concreta, Madrid, Revista de Occidente. Î 1953): E l misterio det ser, dos vols., Buenos Aires, Sud americana. (1955): Los hombres contra to humano. Buenos Aires, Hachette. (1955): Decadencia de ta sabiduría, Buenos Aires, Emecé. (1954): Prolegómenos para una metafísica de ¡a esperan• ta, Buenos Aires, Nova. (1971): Incredulidad y fe, Madridj Guadarrama, (1971): Filosofia para un tiempo de crisis, Madrid, Gua darram a. (1971): Roma ya no está en Roma. Un hombre de Dios. Et emisario, Buenos Aires, Losada,
6.2. S er y ten er Marcel considera de sum a im portancia recu p erar la realidad Individual de la persona negada p o r la socie dad in d u strial contem poránea, que degrada al hom bre al red u cirlo a un sim ple haz de funciones sociales: la persona se agota en ser consum idor, ciudadano, funcio nario público, p a d re de familia, etc. De esta form a el
individuo se convierte en un se r anónimo e im personal. Se agota en su actividad exterior, objetiva, social. El hom bre entonces se reduce a ser un engranaje en la gran m áquina to talitaria de u n E stado, y ya no existe a no ser en función de esta totalidad. E n el seno de la sociedad tccnocrática el hom bre deja de ser su jeto para convertirse en sim ple objeto del m undo exterior. Et hom bre h a perdido su ser propio, su insustituible intim idad. Al olvidarse del ser, p o r ha b er perdido el ser, el hom bre sólo se preocupa por el ten er. Se valora al hom bre por lo que tiene y no por lo que es. Se intenta colm ar el angustioso vacio de ser p o r la posesión de objetos exteriores. Las actitudes hu m anas dependen, entonces, de la categoría del ten er y sólo p er ellas tienen sentido. Se cultiva p o r esta razón el deseo que ap u n ta siem pre hacia la posesión. Surge así la técnica, que quiere conquistar de form a im posi tiva el m undo y la sociedad de consum o que es fuente de perm anente frustración, pues tiene p o r correlativo la angustia d e perder lo que se tiene y la desespera ción de n o poder tenerlo todo.
6 3 . Ciencia y filosofía: problem a y m isterio El punto de vista del ten er reduce, pues, al hom bre al nivel d e las cosas y de los objetos. EL objeto es exte rior. Susceptible de ser poseído por mí; El pensar científico tam bién obedece a las características clel te ner. La ciencia proporciona Leyes universales p a ra el conocim iento del objeto exterior, pero es indiferente a la realidad in te rio r del sujeto. La perspectiva de mi ser subjetivo es elim inada p o r la epistemología cientí fica. Todo juicio científico puede ser pensado p o r un sujeto, pero es indiferente al sujeto que sea. La ciencia es im personal. Tiene p o r m isión solucionar problem as, pero son problem as que están fuera de mí, que no me afectan vitalm ente. La ciencia, que Maree! denom ina reflexión primaria, sólo establece relaciones en tre Las cosas, relaciones im personales, prescindiendo de La verdad de m i ser.
De esta form a la ciencia resuelve problem as referen tes al m undo ex terio r y a la relación en tre objetos, pero es incapaz de d a r cuenta del m isterio de m i persona y de la peculiaridad de mi situación concreta. Una cosa es resolver un problem a y o tra muy d istin ta es desve lar el m isterio de m i ser. La ciencia (reflexión prim era} tiene p o r o bjeto aquello, la fftosofla (reflexión segun da) tiene p o r objeto esto. Refiriéndose a la distinción en tre problem a y m isterio, Marcel afirm a: Un problema es algo que encuentro, que hallo todo completo ante mí, pero que por ello mismo puedo rodear y reducir, en tanto que un misterio es algo en lo cual estoy yo mismo incorporado y que por consiguiente no es pensable, a no ser como una esfera en la cual la distinción del en m í y el ante mi pierde su significado y su valor inicial, (M a rc el :
1951, El misterio del ser, p, 169)
En la perspectiva de la reflexión p rim era veo el mun do com o espectador, e intento desentram ar (os proble* m as que p lantea el mismo con fines utilitarios. Pero cuando se tra ta del conocim iento. de mí m ism o, del conocim iento del ser que soy, ya no puedo objetivarm e y considerarm e com o m ero espectador, pues estoy com prom etido com o actor en la em presa Ubre de m i pro pia autorrcalización. P reguntarm e p o r el ser no equivale a p lan tea r un problem a que puede ser resuelto m ediante una deter m inada técnica. E l ser no es un problem a a resolver, es un m isterio a. com prender. Luego un m isterio no puede se r pensado ni dem ostrado, dado que no puede exteriorizarse y objetivarse; solam ente puede se r reco nocido p o r u n acto concreto de intuición *, que puedo vivenciar en m i existencia y en mi situación particular. El ser no es un objeto, sino una presencia; no puede consiguientem ente ser dem ostrado o deducido, sino .simplemente experim entado y reconocido. Por todas estas razones Gabriel Marcel piensa que la función de la m etafísica, cuyo objetivo es alcanzar la com prensión del ser, no consiste en c o n stru ir un sistem a racional que se com pone de conceptos objeti
vos, sino que es una reflexión personal que apunta hacia la vivencia del m isterio del ser de mi efcistencia. La m etafísica. a diferencia de las ciencias experim en tales o de las m atem áticas, no resuelve problem as;-su función es la de hacerm e reconocer d m isterio del ser en ciertas experiencias sobre las cuales se refleja. La reflexión segunda de la m etafísica no puede hasarse, p o r tanto, en deducciones lógicas o en generali zaciones abstractas, puesto que e! m isterio del ser es capa a toda com prensión racional; sólo podré llegar a el m ediante acercam ientos concretos, m ediante deter minadas experiencias existenciales personales tales como el am or, o la fidelidad, o la com unicación. LOS DOS NIVELES DE CONOCIMIENTO SEGUN GABRIEL MARCEL FILOSOFIA
CIENCIA Reflexión primera.
Reflexión segunda.
Problema.
Misterio.
Reino del tener.
Reino del ser.
Lo objetivo.
Lo subjetivo.
Lo abstracto.
Lo concreto.
Lo exterior impersonal.
Lo interior per&onal.
Lo general y común.
Lo particular.
Disociación sujeto-objeto.
Unión mdisociablc en el ser.
Separación.
Solidaridad,
Atomización.
Fusión.
El otro como éi,
El otro como tú.
_
«E( p r o b le m a es algo intelectual que está ante mí y se parado de mí.» -F.l m isterio es una realidad que penetra en mí.»
Se com prende entonces perfectam ente que, desde esta perspectiva, un dram a teatral pueda acercam os más a¡ m isterio del ser, y tener, por tanto, un carácter más m arcadam ente m etafísico que un gran tratad o sis tem ático de filosofía. Unicam ente m ediante el teatro , la novela o la biografía de un diario personal, puedo reflejar aquellos acercam ientos existencia les concretos que m e perm itan, m ediante su vivencia singular, el re conocim iento del m isterio del ser. El Maree! filósofo y el MareeI dram aturgo form an, pues, una indisolubi lidad.
6.4, La experiencia existencia] de la Int ersub je ti vi dad La pregunta m etafísica sobre cuál sea mi ser, sobre quién soy yo, no me encierra en mí m ismo, sino que m e ab re hacía eE m undo, hacia los otros y hacia Dios. Pues el ser es aquello de que form o p arte y que al m is mo tiem po me rebasa. La com prensión profunda de mi ser, p o r ende, me revela que él es a p ertu ra hacia los demás. El yo encuentra en el tú su verdadero ser por que ya no está solo. Entonces descubre que la ap er tura es el rasgo m ás profundo del yo. Lo subjetivo, en su estru ctu ra propia, es ya fundam entalm ente íntersubjetivo. En la experiencia existencia! de la intersubjetividad se produce un intercam bio creador: yo soy m odificado en mi ser por la presencia del otro. Es decir, sólo en la medida en que estoy abierto a los demás, y los consi dero com o sujetos y no como m eros objetos que puedo utilizar pnra satisfacer mis intereses, llegamos a cono cernos verdaderam ente a nosotros mismos. E sta co m unión ontològica es la experiencia existencia! funda m ental de la reflexión segunda. Con ella adquiero la profunda certeza in te rio r de que el ser es esa intersubjetividad de la cual participam os y p o r la cual somos. E! serr pues, ex el nosotros; el yo y el /ú no son m ás que aspectos o partici paciones de él. E sta es, en defi
nitiva, la intuición central de la filosofía de Gabriel Mai'cel. E ntre las m uchas form as de relación personal yo-tú, la que adquiere una dim ensión m ás p en etran te es la del amor. Am ar a un ser es am arlo por lo que es, no p o r lo que hace o p o r lo que tiene. Significa, adem ás, darle una en trega total y una confianza ilim itada. Fide lidad y confianza constituyen la tie rra firm e en que se desenvuelve la relación am orosa entre dos personas. El am or, incluso, es m ás poderoso que la m uerte, pues la fidelidad a la p erso n a am ada tiene un alcance que va m ás allá de la m uerte. La supresión de la proxim idad corporal no destruye la unidad espiritual. Incluso, des pués de la desaparición de la persona am ada, uno pue de p ro fu n d izar una com unión que d u ran te el tran scu r so de la vida co rría el riesgo de ser destru id a o, cuanto m enos, deg radada p o r la tentación de o b jetiv ar al otro.
6*5. La T rascendencia Con todo. las cosas del m undo no pueden satisfacer m e p o r e n te ro y los hom bres pueden, a causa de su congénita im perfección, traicionarm e o m ostrarse in fieles a mi entrega. El fracaso del ser, entonces, es posible. El abism o de la desesperanza puede abrirse, en cu alq u ier m om ento, ante mí. El hom bre vive así en tre la angustia; m as p o r o tra parte abriga la espe ranza de la perfección y la eternidad. La fe es el único puente en tre am bos sentim ientos. Por la fe se m ani fiesta el Tú que siem pre me será fiel y nunca me trai cionará; es decir, Dios, Pero el o b jeto de la Fer Dios» es inverificable, porque —en razón de todo lo dicho hasta ahora— no puede ser en m odo alguno el térm ino de ningún problem a del saber objetivo. El creyente no puede d ar ra/.ón de Dios en el plano de las dem ostraciones lógicas por que Dios e stá m ás allá de toda razón. Y. p o r o tra parle. Dios tam poco es objeto de experiencia porque Él no puede fig u rar en la experiencia dado que la dom ina y la trasciende. El no es exterior a mí. como los objetos del mundo, sino que se revela ante mi conciencia como
interior a mí mismo, com o m ás interior incluso de lo que yo pueda ser para m í mismo. Asi el aclo de fe, p o r la indeterm inabilidad objetiva de su térm ino, escapa to taimen te del dom inio del pen sam iento científico. No constituye problem a o b jeto de la ciencia. Es, como afirm a Marcel, lo metaproblem áíico. Dios es la realidad m isteriosa que da sentido defini tiva a todas mis acciones. La dinám ica in te rio r de nues tro pensam iento y de nuestra voluntad están m agnéti' cam ente orientadas hacia él. La relación am orosa yo-tú se me hace posible porque yo no soy otra cosa que re lación al Tú absoluto. Él es el am or siem pre dispo nible, el Ser siem pre fiel que nunca m e traicionará, el paradigma * que me sirve de guía en todas las form as de intersubjelividad que m antengo a lo largo de mi existencia. La relación divina es la única, pues, que m e ab re a La esperanza; sólo ella puede salvam os de caer en el mundo despersonalizado del tener, arrancarnos al p ro ceso de m aterialización, evitam os el peligro de la deses peración y el suicidio, y, en fin, colm ar de sentido a nuestros sufrim ientos. La trascendencia cuya exigencia descubre Marcel en 1« más profundo de la existencia, no es la de Lo O tro inaccesible e inefable de-Jaspers» sino La del Dios* d e Abraham, Isaac y Jacob; en suma: el Dios cristiano. De esta m anera Gabriel Marcel ha abierto una ru ta por donde le han seguido otros filósofos defensores de un existencialism o cristiano: Zubirt *, L. Laveííe *, L. Le Senne *, O. Fultat *, etc. Las filosofías de Karl Jaspers y de Gabriel Marcel nos m uestran con toda evidencia que las Filosofías de La existencia no to reducen todo a la existencia, porque la existencia —según am bos pensadores defienden— debe siem pre definirse en relación con algo distin to de ella: la Trascendencia.
Conclusión
7.1. ¿Es posible definir el exlstenciallsm o? La exposición del pensam iento de los principales re p résen tâm es del existencialism o, habrá puesto en claro que esta corriente no constituye un m ovim iento uni form e. Los filósofos de la existencia difieren tan to en tre sí que hay que h acer un verdadero esfuerzo p ara e n c o n tra r p autas com unes a iodos ellos. Además resul ta cu rioso que Heidegger, Marcel y Jaspcrs se hayan opuesto a que se los etiq u eta ra con el nom bre de existencialisias. E n este sentido e stá sobradam ente justificado el hecho de que ciertos autores consideren que el existencialism o es sim plem ente el nom bre de una tenden cia m ás que de un con ju n to determ inado de doctrinas. (U rsou: 1979, Enciclopedia concisa de filosofía y filó sofos, p. 152.) E n tre los filósofos existencialistas se da un cierto aire de fam ilia, una base com ún, que les da cierta uni dad; p ero esta unidad dista m uchísim o de ser uniform e. In ten tar, p o r tanto, recoger la pluralidad de enfoques o rto ló g ico s que presentan el conjunto de los filósofos
llamadus existencialistas, nos parece una em presa ex cesivam ente ard u a y problem ática. Que vi lector ju z gue p o r sí m ism o si le resultan satisfactorias las defi niciones que recogem os a continuación: ALGUNAS DEFINICIONES DEL EXISTENCIALISMO *El existencialismo es un retorno apasionado del indivi duo sobre su libertad para sorprender en el despliegue de sus marchas y contramarchas el sentido de su ser.» (Troisfontaines: 1950, El existencialismo y et pensamien to cristiano, p. 51,) • El existencialismo es un esfuerzo para comprender la naturaleza humana en términos humanos, sin recurrir a lo sobrehumano o a lo que puede llamarse lo infrahuma no. • (Creen: 1952» El sentimiento trágico de la existencia (existencia y existencialistas.) •El existencialismo es un ensayo de filosofar desde el punto de vista del actor en vez de hacerlo, como ha sido habitual, desde el punto de vista del espectador.» (Grben: 1952, Existencialism from Whithin, p, 3.) »■ (Abarca h asta el p rim e r punto y aparfó& E n la visión técnica del artesano, la lores objetivos, absolutos y universales. En consecuencia, todo debe valorarse .con referencia a cada hombre, pue blo o sociedad. Santo Tomás de Aquino: Filósofo italiano (1227-1274) gran conocedor de Aristóteles, que conciliò la fe y la razón, los dogmas del cristianismo y la filosofía aristotélica. Su pensamiento (tomismo) ha sido considerado por algunos como la filosofía oficial de la Iglesia católica. Sciacca, Michele Federico; Filósofo e historiador italiano contemporáneo, especialista en temas agustinianos. Schder, Max: Filósofo alemán (1874-1928). Fue profesor en diversas ciudades alemanas. Su pensamiento, de orien tación fenomenològica, se dirigió hacia la creación de una Icorla de los valores. Schelling, F. W, J.: Filósofo alemán (1775-1854), discípulo de Fichte, uno de los principales propulsores del idealis mo romántico. Sócrates: Filósofo ateniense (470-399 a,C.). Nunca hizo una elaboración sistemática de sus principios (de contenido esencialmente ético), sino que los fue exponiendo infor malmente en charlas y conversaciones con sus discípulos. Su pensamiento ético fue sistematizado, con admirable profundidad, por su discípulo Platón. Teista: Creencia en un Dios creador del Universo, esen cialmente personal y providente, el cual es conocido, en cierta medida, a través de la Revelación y de la razón ayudada por la gracia. Tertulfaao: Apologista cristiano y jurista en Roma (155 222 d. CJ. Sostuvo la oposición entre razón y fe, y defen dió la sumisión de la primera a la segunda. Zublri, Javier: Filósofo español (18984983). Nació en San Sebastián y fue profesor de la Universidad de Madrid hasta el año 1936,
B ib lio g rafia
I . Sobre el exlstenclatlsm o en general Abbinano, N. (1975): Introducción al existenciatismo, Méxi co, F.C.E. A lle m , E. L.
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