Los Dones Espirituales

July 26, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Los Dones Espirituales Lección 1 ¿Qué son los dones espirituales y para qué sirven? “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos

administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las  palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.  Lo primero que vemos en este pasaje es que el deber de servir en la iglesia no se circunscribe a ciertas personas especiales. Cada creyente en la iglesia tiene una función que cumplir para beneficio de los demás, unos de un modo y otros de otro. Pedro nos diceministrar aquí que acada uno de“como nosotros ha recibido algún don dedeparte de Dios, el cual debemos los otros, buenos administradores la multiforme gracia de Dios”. Todo verdadero creyente ha sido capacitado por Dios para servir en la iglesia de alguna manera. Hablando de los dones espirituales, Pablo dice en 1Cor. 12:7 que “a cada uno (la misma  palabra que usa Pedro en nuestro nues tro texto) le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”. No es únicamente a los pastores y a los diáconos. Así como en el cuerpo humano cada miembro tiene su función particular, así también es en la iglesia, el cuerpo de Cristo. Cada cristiano posee dentro del cuerpo una función distintiva, “según el don que ha recibido”. Ahora bien, ¿qué son los dones espirituales? Alguien lo ha definido como “una habilidad dada por Dios y fortalecida por el Espíritu Santo para cumplir la función específica dentro del cuerpo que Dios ha asignado a cada uno de nosotros” (J. Bridges;

Haga Crecer Su Fe; pg. 170). Esta palabra es la traducción de la palabra griega “charisma”, la c ual se deriva a su vez de la palabra “charis” que significa “gracia”. Así como la gracia de Dios es un favor 

inmerecido que Él otorga soberanamente, así también son los dones espirituales. No son habilidades innatas, ni se obtienen por el esfuerzo humano, sino que Dios los otorga gratuita y soberanamente lo mismo que la salvación. Pablo dice en 1Cor. 12:11 que el Espíritu Santo reparte estos dones “a cada uno en particular como Él quiere”. Y más adelante dice, en el vers. 18: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como Él quiso” . Es Dios el que

 

decide cuál es el lugar que vamos a ocupar en la iglesia y cuál es la función que vamos a desempeñar allí. Sin embargo, el desarrollo y el uso de esos dones es responsabilidad del creyente. Es Dios quien los da, pero es el creyente que los usa y los desarrolla. El comentarista Peter Davids dice lo siguiente al respecto: “Los cristianos no pueden controlar los dones que Dios les da…, pero sí pueden controlar si

usan o no los dones que reciben, y cómo los usan. Los dones espirituales no son entidades autónomas fuera del control de la persona, sino que son habilidades que el Espíritu da y que la persona debe desarrollar y usar para servir a los demás”. 

Lección 2 

Los dones espirituales son de Dios, la gloria es también de Él “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de lasimultiforme graciaministre de Dios. conforme Si alguno al habla, hable a las palabras de Dios; alguno ministra, poder que conforme Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.  Dios no solo da los dones, sino también la fuerza y el poder que necesitamos para poner  nuestros dones en acción. Esta palabra que RV traduce como “dar” se usaba en aquellos días para señalar a aquel que pagaba el costo de algo; y de ahí llegó a significar “proveer  con abundancia”. 

 No es en nuestras propias fuerzas fuerz as que podemos rendir nuestro servicio s ervicio a Dios, sino en la fuerza y en la provisión que Él nos da. Por eso Pedro concluye el texto con estas palabras de alabanza: “para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”. Los dones son de Dios, lo que fluye a través de esos dones no es otra cosa que la gracia de Dios, y los recursos con los que podemos ser útiles en medio de la iglesia y en la expansión de Su reino en el ejercicio de nuestros dones también provienen de Él. ¿Conclusión? Que a Él sea toda la gloria. Esa es la meta final de todo servicio cristiano: Que nuestro Dios sea glorificado (comp. Mt. 5:16). Todo lo que cada creyente hace como individuo y como parte integral de la iglesia no debe tener otra meta que ensalzar el honor y la reputación de Dios. Cualquier otra motivación es indigna de un verdadero cristiano.

 

Fuimos salvados para la gloria de Dios; y fuimos investidos con dones para alcanzar esa misma meta a través de nuestro servicio: La gloria de Dios. A final de cuentas, si todo  proviene de Él, por Él y para Él, entonces sólo Él merece la gloria (comp. ( comp. 1Cor. 4:7). Que el Señor ponga un peso en nuestros corazones de descubrir cuáles son nuestros dones y de ponerlos en operación para beneficio del cuerpo local de creyentes en el que Dios nos ha colocado, para el avance de la predicación del evangelio por medio del cual los perdidos  pueden ser salvados, y todo eso para la gloria y exaltación del único que merece ser  glorificado y exaltado: El Dios que nos compró para Sí por medio de la obra de la obra de Su Hijo, nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo.

Lección 3 

¿Cómo puedes saber cuáles son tus dones? ¿Quieres saber cuáles son tus dones? Lo primero que debes tener es interés por ser útil en la iglesia de Dios. Descubrir cuál es nuestro don no debe ser un fin en sí mismo. El punto no es querer  conocer cuáles son nuestras capacidades; lo que en verdad debemos desear es ser útiles en la iglesia de Cristo, conforme a la voluntad de Dios. El conocimiento de nuestro don es simplemente un medio para lograr ese fin. “Señor, yo quiero saber dónde tu me quieres usar en tu iglesia. No importa si se trata de

algo notorio de lo que todo el mundo se dará cuenta, o si se trata de algo aparentemente insignificante que nunca nadie verá. Mi interés es servirte a Ti sirviéndole a tu pueblo”. Si ese es tu interés, es muy probable que Dios guíe tus pasos en Su providencia para que ocupes el lugar que te corresponde. Pero aparte de tu interés, debes evaluar también cuáles son tus capacidades, pidiendo al Señor en oración que te ayude a ser lo más objetivo y honesto posible. Pablo dice en Rom. 12:3, hablando precisamente en el contexto del uso de los dones:

“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosot ros que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” . Cuídate de no hacer una evaluación desacertada de tus dones y habilidades, pensando que eres más de lo que realmente eres. Y conforme a esa evaluación, entonces involúcrate en aquello que se necesita y que creas apropiado conforme a la medida de tu don.

 

Y aquí entró en juego la tercera palabra clave que mencionamos hace un momento. El mejor contexto para descubrir cuáles son nuestros dones es el de nuestra involucración. Si nos quedamos rezagados, viendo las necesidades pasar frente a nuestros ojos y no nos involucramos en nada, nunca llegaremos a conocer cuáles son nuestros dones o cuáles son las áreas en las que podríamos ser más útiles dentro del pueblo de Dios. Involúcrate en aquello en lo que crees que puedes involucrarte. Y en la medida en que lo hagas, mantente alerta para ver de qué manera Dios está bendiciendo tus esfuerzos. Pero sobre todas las cosas, mantén tus oídos abiertos a la evaluación de otros creyentes. Y eso nos lleva de la mano a nuestra cuarta palabra clave: confirmación. Jerry Bridges dice al respecto: “Quizá el criterio más importante para evaluar su don sea la

confirmación de otros cristianos. El ejercitar su don espiritual debe dar como resultado un servicio y una bendición para otros. Ellos saben si usted les ha ministrado. Si lo ha hecho, se lo harán saber, ya sea con palabras de agradecimiento y aliento o por medio de una  petición de que les ministre otra vez”.   Y no tienes que esperar que esa confirmación venta a ti. Acércate a algún hermano de la iglesia que sea maduro y que te conozca bien y pídele su opinión sincera y honesta. “Mi

hermano, mi hermana, a la luz del conocimiento que tienes de mis fortalezas y debilidades, ¿en qué cosas tú crees que qu e puedo ser útil en mi servicio en esta iglesia local?”   He ahí, entonces, cuatro palabras clave para que puedas llegar a conocer tus dones y el lugar en el que Dios quiere que le sirvas en Su iglesia: Interés, capacidad, involucración y confirmación.

¿Estás administrando bien tus dones o los estás descuidando? En 1P. 4:10-11, Pedro nos dice que cada uno ha recibido alguna habilidad o capacidad para  beneficiar a otros en la iglesia y que lo hemos recibido re cibido de parte de Dios como un regalo de gracia. Pero también nos exhorta a que ministremos estos dones a los demás “como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” . Como dice Davids, estos dones no son entidades autónomas fuera de nuestro control, que se activarán y funcionarán por sí solas para beneficiar a otros. No. Cada persona debe hacer  un uso responsable de estas habilidades o capacidades que el Señor le ha dado. ¿Has recibido un don? Minístralo a los otros, dice Pedro. El don viene de Dios, pero la responsabilidad de usarlo y desarrollarlo es nuestra. Por eso Pablo le dice a Timoteo, en 1Tim. 4:14: “no descuides el don que hay en ti” ; el dueño del don puede descuidarlo. Y

 

luego en el vers. 15 le dice en tono positivo: “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos” . “Que estas cosas te absorban, Timot eo, de tal manera que a medida que pasen los años los hermanos de la iglesia puedan ver que has progresado en el uso de tus dones”. 

Así que el cristiano es un administrador o mayordomo a quien se le ha confiado uno o varios dones que debe poner al servicio de la iglesia, y es su responsabilidad administrarlos  bien, dice Pedro. Un administrador es aquel a quien se le han confiado los bienes de otro, para que los administre según la voluntad y directrices del dueño. Y ¿qué es lo que Dios nos ha confiado  para que lo administremos? Su gracia multiforme, Su gracia de diversos diver sos colores, Su gracia que se manifiesta en nuestras vidas a través de muchos y variados favores. Son muchas, y muy variadas, las cosas que Dios hace por Su iglesia, y todo de pura gracia.  No podemos circunscribir la gracia de Dios únicamente al don de d e la salvación. Los favores que Dios nos da cada día son incontables. Él nos provee dirección, consuelo, aliento, fortaleza; provee para nuestras necesidades materiales; provee para nuestras necesidades espirituales y emocionales. Y ahora Pedro nos dice que nosotros somos mayordomos de esa gracia multiforme de Dios. Dios puede suplir todas esas cosas directamente, sin la involucración de ninguno de nosotros. Pero Él ha decidido darnos el privilegio de ser parte activa del cumplimiento de Su plan soberano. Aparte de que esa involucración en las necesidades de otros es uno de los medios más efectivos para moldear nuestro carácter a la imagen de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A medida que nos involucramos con nuestros hermanos, poniendo nuestros dones en operación, en esa misma medida vamos creciendo en amor; y crecer en amor no es otra cosa que crecer a la imagen de nuestro Señor. Así que los otros se mis dones,Esa yo es melabeneficio de los dones de otros, nos beneficiamos al benefician beneficiar adelos demás. forma como la iglesia crece y sey todos fortalece. Pablo dice en Ef. 4:16 que cuando todo el cuerpo está “bien concertado y unido entre sí  por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro”, entonces todo el cuerpo “recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. Cuando cada miembro está en su lugar haciendo lo que debe hacer, todo el cuerpo se  beneficia, porque nos convertimos en canales a través de los cuales fluye la gracia de Dios  para beneficio de todos. Cuando un creyente cre yente deja de poner sus dones en operación op eración está haciendo una mala mayordomía de esos bienes que se le ha confiado.

 

Puede ser que tú te sientas muy débil y muy pequeño, y pienses que no es mucho lo que  puedes hacer para el beneficio de tus hermanos her manos en la iglesia; pero si eres un verdadero verdade ro cristiano, y eres miembro de un cuerpo local de creyentes, debes entender que Cristo desea  beneficiar a ese cuerpo por medio de ti y te ha capacitado para ello.  Noten cómo Pablo trata este asunto de la importancia de los dones en 1Cor. 1Cor . 12. Por un lado, se preocupa por aquellos que pueden tener la tendencia a minimizar sus propias capacidades y pensar que lo que ellos hacen en la iglesia no es tan imprescindible después de todo (comp. 1Cor. 12:14-18). Pero por el otro lado, también advierte a los que tienen dones más públicos que se cuiden del peligro de menospreciar a aquellos que poseen dones menos notables, porque el cuerpo solo funciona bien cuando todos sus miembros hacen lo que tienen que hacer; no solamente los miembros que más se ven, sino también aquellos que nadie ve (vers. 19-26).

Lección 4 . “Si

alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios”   Dios” “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre

conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1Pedro 4:11).  

En cierto modo, todos los dones que Dios reparte a los cristianos pertenecen a una de estas dos categorías funcionales: o tienen que ver con nuestro hablar o tienen que ver con nuestro servicio. En cuanto a la primera de estas dos categorías, es muy probable que Pedro no se esté limitando únicamente a la predicación o la enseñanza pública en la iglesia, sino que es  probable que se refiera también a todos aquellos aqu ellos dones que se ejercen a través de nuestras  palabras. En tal caso abarcaría, sin duda alguna y de manera primaria, los dones de la predicación y la enseñanza, pero se extendería también a la consolación, la exhortación y la amonestación aún en conversaciones privadas. Muchos creyentes poseen una habilidad especial para aconsejar; otros para consolar al afligido; otros para exhortar a los que están dando muestras de cansancio y desaliento; y otros para amonestar, en amor pero con firmeza, a los que están manifestando en alguna área una conducta que no es conforme a nuestra profesión de fe.

 

El punto que Pedro está enfatizando aquí es que, en el ejercicio de cualquiera de estos dones, los creyentes deben estar conscientes de que lo que están traspasando es el mensaje de Dios para esa ocasión. En otras palabras, que ya sea predicando y enseñando, o ya sea aconsejando, consolando, exhortando o amonestando, que no sea nuestra propia opinión la que traspasemos al hermano en necesidad, sino la opinión de Dios revelada en las Sagradas Escrituras. La Biblia es la Palabra inspirada de Dios; ante toda opinión humana que sea contraria a lo que la Biblia dice, debemos decir como el apóstol Pablo en Rom. 3:4: “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Todo consejo, todo consuelo, toda exhortación, toda amonestación debe estar enmarcada en los principios que Dios nos ha revelado en Su Palabra. Cuando traspasamos ese lindero nuestras palabras no serán un vehículo de bendición, sino de maldición. Es por eso que todo creyente, cada uno conforme a su capacidad, debe esforzarse por tener  una comprensión cada vez más adecuada de la verdad de Dios revelada en Su Palabra,  porque es allí donde se encuentra la verdadera verd adera sabiduría. Fuera de ese marco conceptual solo hay falsedad, error y destrucción, porque las ideas tienen consecuencias. “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios” .

“Si alguno alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da”   da”  No todos los dones están relacionados con nuestro nuestr o hablar. Por eso Pedro continúa con tinúa diciendo, en 1P. 4:11: “Si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da” . Esa palabra que Pedro usa aquí, y que RV traduce como “ministrar”, señala una amplia gama de servicios a través de los cuales los cristianos podemos manifestar el amor y la misericordia. Todas las iglesias de Cristo tendrán necesidades de particulares. servicio y Dios cada iglesia los dones necesarios para suplir esaspeculiares necesidades Porproveerá ejemplo,aen nuestra iglesia hay un ejército de hermanos y hermanas que sirve silenciosamente para que cada semana nosotros podamos llevar a cabo nuestro culto de adoración en el edificio en una forma adecuada. Desde poner en orden el salón de culto, organizar los parqueos, limpiar los baños, trabajar  en el sonido, hasta cuidar a los niños de cuna para que las madres puedan beneficiarse del culto de adoración. Cada domingo en la mañana varios hermanos de nuestra congregación salen temprano en sus vehículos para llevar a aquellos que van a predicar en otras obras del interior de la isla.

 

Es probable estos hermanos no tengan el don de predicar, pero por el don de servicio que tienen, hacen posible que muchos reciban la Palabra de Dios cada semana. ¿Y qué podemos decir de aquellos que sirven a Dios intercediendo fielmente en oración por  la expansión de Su reino? Muchos de nosotros hemos oído hablar de William Carey, el  padre de las misiones modernas. Este hombre hombr e no solo llevó el evangelio a la India en medio de muchas dificultades, sino que tradujo la Biblia, ya sea en parte o completa, a unos cuarenta idiomas. Pero es probable que mucha gente que sabe quién fue Carey nunca hayan oído hablar de su hermana, que estando en Londres postrada y casi paralizada por completo, día tras días, semana tras semana, mes tras mes, se mantenía orando por todos los detalles y todas las luchas que su hermano estaba librando en la India. Alguien preguntaba con respecto a la obra de Carey y al servicio de su hermana en oración: “¿A qué cuenta acreditará Dios las victorias ganadas gana das a través de este hombre tan extraordinario?” (J. Bridges). 

Dios no ve las cosas como el hombre las ve. Nosotros vemos al predicador o al que escribe un libro que mucha gente lee y del que mucha gente se beneficia. Pero Dios mira también a esa hermana que fue a darle una mano de ayuda a aquella otra que estaba enferma, o a ese hermano que siempre está disponible cada vez que un miembro de la iglesia tiene un apuro. Esa es la multiforme gracia de Dios operando en la iglesia a través de dones muy diversos,  por medio de los cuales Él nos muestra Su cuidado, cuidad o, Su amor y Su misericordia.

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