Loribelle Hunt - Serie Luna Hechizada - 03 - A La Tercera Va La Vencida!

April 8, 2017 | Author: SooYunnie | Category: N/A
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Loribelle Hunter vencida!

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LORIBELLE HUNTER

¡A LA TERCERA VA LA VENCIDA! 3º Luna Hechizada

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Luna Hechizada 3

ARGUMENTO

Gabby es una soldado de rango alto en el manada lupina de Redhawke y tiene un problema serio. De hecho, son tres: Los compañeros que se niega a reclamar, el lobo Ethan y el brujo Harris, y el celo sexual, que la lleva direntamente a la cama de ellos. No se puede luchar contra el celo. Todas las lobas experimentan el celo cada tres meses. Para Gabby, que lleva años negándose a aceptar a Ethan como compañero, cada vez es peor y peor. Harris siempre la ha ayudado cuando entra en necesidad, pero ya basta. Sabe que los tres deberían estar juntos. Ethan lo sabe. Gabby es la única que se niega. Así que cuando vuelve a aparecer por su puerta vestida para matar y desesperada por sexo poco antes de que Ethan llegue, Harris decide que es hora de llevar las cosas al siguiente nivel. Quiere su confianza, su sumisión, su corazón y en su actual estado no está en condiciones de negarse. Le plantea un ultimatum: esta vez no será como en anteriores…

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Capítulo 1

―De acuerdo, de acuerdo, ya voy ―gritó Harris mientras se envolvía la toalla alrededor de las caderas. Caminó por el centro del pasillo pero no alcanzó la puerta antes de que el timbre de la puerta sonara por cuarta vez. No podía ser Ethan. Era demasiado temprano para su cita. Además, él solo tenía que entrar o usar su llave si la puerta estaba cerrada, la cual raramente lo estaba. Harris casi arrancó la maldita puerta de sus bisagras cuando la abrió de golpe. La visión que recibió paró en seco sus siguientes palabras de enfado. Abrió la puerta y retrocedió para dejarla entrar. Gabby. Una soldado lobo y un gigantesco dolor en su culo, pero tío, la mujer sabía cómo llenar un vestido corto rojo. La ceñida tela se envolvía alrededor de sus curvas asesinas, sus pechos altos y plenos y un culo que a él le hacía la boca agua. El pelo castaño colgaba por sus hombros, enmarcando una cara más llamativa que bella. Pero eran sus ojos los que le podían cada vez. De un vivo marrón y expresivos. No la había visto en tres meses y solo podía haber una razón por la que apareciera ahora. Ella le echó una mirada ardiente que confirmó sus sospechas. ―¿En celo otra vez, querida? El ardor dio paso a una ira viva y afilada. ―¿Te estás quejando? Es la primera vez ―caminó hacia la entrada de la sala de estar, apoyó un hombro contra la pared y le envolvió la cintura con los brazos. El movimiento empujó sus pechos hacia arriba por lo que casi se le derramaron por el borde bajo del escote. Fue un movimiento calculado, jugaba sucio y ambos lo sabían. Su propia hambre empezó a hacerle hervir a fuego lento.

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Luna Hechizada 3 No estaba seguro de quién era el gato o quién era el ratón, pero se le revolvían las tripas con este juego. Deberían ser enemigos. Magos y lobos no eran aliados, amigos o compañeros con derecho a roce. Bien pensado, nada era como debía ser, hasta su presencia en Redemption, Florida. Él había sido desterrado de adolescente y había hecho su camino allí hacia territorio neutral. Neutral o no, bordeaba la tierra de los lobos y una buena parte de sus residentes eran miembros de la vecina manada Redhawke. No había sido exactamente bienvenido con los brazos abiertos, pero se había ganado un lugar por sí mismo. A pesar de las dificultades, a pesar de siglos de animosidad entre su raza y la de ellos, Harris contaba a lobos entre sus amigos y amantes. Se había hecho un nombre como hombre honesto, ético y confiable. Pero esa aceptación solo llegaba hasta un punto, y eso era parte del problema ¿verdad? Gabby nunca se vincularía con él. Ella no quería dejarle acercarse tanto, pero confiaba en él cuando estaba en celo de una manera en la que nunca confiaría en un lobo. El apareamiento era un instinto que un lobo podría encontrar difícil de resistir con una hembra en celo, pero ella no creía que Harris pudiera crear un vínculo de compañeros debido a que él era de una especie diferente. Como él había estado satisfecho con su arreglo no la había desengañado. La primera vez que ella vino a él, hacía dos años, decidió solo disfrutar de la parte de ella que estaba permitiéndole compartir. Él decidió no presionar. No hacer requerimientos. No se había acercado a tomarla de la manera en que él querría. ¿Por qué? Porque los lobos no se apareaban con los magos. Pero entonces las cosas empezaron a cambiar. Primero la Paladín de Redhawke ―la tercera en la jefatura― Liza, la única persona del planeta que Harris supiera que era mitad lobo y mitad bruja, se había apareado con su Alfa y Beta. Eso fue hacía un año, e incluso aunque Liza siempre había sido una parte de Redhawke y por eso se la veía más como lobo que bruja, aquello hizo que Harris empezara a pensar. Si ese apareamiento podía ser aceptado, ¿por qué no otros? Cuando él casualmente se lo mencionó a Gabby, ella se había alejado cinco meses. A su regreso, él había olido lo que quedaba de una poción que sabía que las hembras lobas utilizaban algunas veces para retrasar el celo. No había vuelto a mencionarlo otra vez, pero eso lo dejaba enfadado y resentido y se sentía ridículo por ello. ¿Quién se quejaba de sexo casual y sin ataduras con una mujer caliente? ―¿Tierra a Harris? Se dio cuenta de que estaba mirando a la pared por encima de su cabeza mientras los recuerdos pasaban a través de él y cambió la mirada

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Luna Hechizada 3 para estudiar su cara mientras continuaba pensando. Liza fue la primera y sus circunstancias eran especiales. Pero entonces llegó Harper, una bruja buscando asilo. No había pasado mucho tiempo antes de que uno de los soldados de Redhawke y su sanador la hicieran suya. ¿Por qué no podían dos brujas apareadas en Redhawke convertirse en dos brujas y un mago? Harris había dejado de pensar sobre eso hacía semanas. Sabía lo que quería. ―¿Harris? Una mirada cruzó la cara de ella ―algo entre la inquietud y el miedo― que hizo que su cuerpo se acelerara con anticipación. Dejemos que empiece el juego. ―Esto para mí no está funcionando. Con sus palabras, su expresión se convirtió en una de irritación. ―Bien ―dijo ella, enderezándose―. Me iré. ―No he dicho que tengas que irte, cariño. Él era tan bueno en conjuros y pociones como cualquier otro mago, pero no era eso lo que le mantenía alejado. Usó su mente para cerrar la puerta delantera aún abierta y echar el cerrojo. La mirada de sorpresa en su cara era tan cómica que casi se ríe. Sonrió y ella le lanzó una mirada de odio. ―No tenía ni idea que pudieras hacer eso. ―Oh, puedo hacer toda clase de cosas ―interpreta las insinuaciones como quieras, querida. Unos pequeños dientes blancos mordieron su labio inferior. Él apenas se las arregló para no gruñir, recordando como se sentían sobre su piel. ―¿Cómo? ―Telequinesis ―él dio un paso hacia adelante y ella lo emparejó con uno hacia atrás―. Es un talento raro y el mío es más fuerte que la mayoría ―probablemente el más fuerte del mundo, pero ella no necesitaba saberlo aún. ―¿Puedes leer mentes? ―preguntó con curiosidad. ―No. ―¿Y qué puedes hacer a parte de cerrar y bloquear puertas? Ah, su curiosa pequeña loba. La tenía. Con un lento movimiento de cabeza y haciendo un esfuerzo por no sonreír, le dijo: ―Deja que te lo muestre. Pero ella no tomó la mano que él le tendió.

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Luna Hechizada 3 ―Pensé que decías que esto ya no estaba funcionando para ti. Ella frunció el ceño, pero sus ojos estaban febriles y su mirada se dirigía a la erección que su toalla no hacía nada por ocultar. El calor estaba tomando el mando. Él le colocó un dedo bajo su mandíbula para levantarle la cara y así poder mirar sus ojos empañados. Profundos y del color del whisky, solo hablaban de sensualidad y necesidad. Él sonrió. ―¿No crees que deberíamos esperar y hablar de eso más tarde? ―Oh, sí ―asintió ella con la cabeza, la lujuria tensaba su voz―. Definitivamente más tarde. Fue hacia él, pero él la detuvo y le dio la vuelta. Mantuvo sus manos sobre sus hombros y se acercó a ella, la polla presionaba contra su culo mientras susurraba en su oreja—: Espera en la habitación. Ya sabes dónde está. ―¿No vas a venir? Él deslizó las manos por sus brazos hasta los codos, las movió hacia sus caderas y la mantuvo quieta mientras él empujaba su pelvis hacia delante. Ella jadeó e intentó acercarse más. Él necesitó toda su contención para no permitírselo. ―Harris ―fue una súplica jadeante y él dejó que su deseo lo inundara con una caliente y seductora ola. Sabía lo que ella quería. Una unión esporádica, poco exigente, muy vainilla. Pero estaba seguro de que eso no era lo que ella necesitaba. Eso podría satisfacer su cuerpo, pero no le daría la realización que anhelaba en su corazón y su alma. Él no era telépata ―no había mentido sobre eso― pero sentía sus emociones y sus más profundos secretos ocultos en un nivel psíquico. Secretos que ella probablemente ni siquiera conocía. La otra única persona a la que Harris podía leer tan bien era Ethan y Harris sabía que eso era porque ambos lobos eran suyos. Ethan lo aceptaba, pero no su pequeña y asustadiza loba. Ella requería persuasión y Harris estaba preparado para usarla del modo más sensual. Soltándola, retrocedió y le azotó el culo. ―Vamos. Quiero que me esperes desnuda ―él miró hacia las medias de sus piernas. Era el momento de hacer algunas demandas para sí mismo―. Puedes dejarte los zapatos puestos. Con una última mirada insegura por encima de su hombro, ella se dirigió pasillo abajo y desapareció dentro de su habitación. Él podía sentir un cierto nivel de tensión bajo su confusión. Como soldado de alto rango en Redhawke, el instinto de resistirse a su orden era solo reprimido por el

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Luna Hechizada 3 deseo inundando su cuerpo. Escuchó una llave en la cerradura detrás de él y se volvió mientras Ethan entraba. Ethan lo miró sonriendo. ―Me imaginé comida y una película primero, pero si quieres saltar directo al postre, juego. Harris puso los ojos en blanco, pero eso solo fue un débil esfuerzo para ocultar su excitación. ―Ahora no. Ethan cerró la puerta y se recostó contra ella con una gracia causal que engañaba a todos los que lo conocían. Era una imagen cuidadosamente cultivada. Era alto, delgado y musculoso y se veía más como un rico playboy que como un peligroso soldado. Pelo rubio oscuro con tentadoras mechas doradas le caían sobre los ojos y se apartó la pesada capa de greñas para clavar a Harris con una mirada verde esmeralda. Entrecerró los ojos y las fosas nasales llamearon. Esa máscara tolerante se deslizó solo un minuto mientras esperaba a Harris. ―Ella acaba de aparecer ―replicó Harris a la pregunta no formulada. Sabía que su amante lobo podía oler en la casa a la mujer que ambos querían. Había estado con Ethan el suficiente tiempo como para preverlo. Por lo general. Harris había medio esperado que Ethan se cuadrara y se largara. No lo hizo. En su lugar una mirada adolorida cruzó su cara y murmuró: ―Esa mujer va a matarme. Harris lo entendió como nadie más podría hacerlo. Él siempre había deseado ferozmente a Ethan y a Gabby. Quería tener derechos sobre ellos. Derecho a reclamarlos. Estaba ansioso y malditamente cansado de estar a un lado, y estaba completamente seguro de que Ethan se sentía de la misma manera. Gabby solo acudía a Harris cuando estaba en celo, pero ella solo acudía a Ethan cuando no lo estaba. La mujer tenía serios problemas de compromiso. Él miró a Ethan y sintió a través de su cuerpo la habitual lujuria desgarrada. Nunca se permitía fantasear con estar los tres juntos, pero las cosas estaban cambiando, ¿verdad? ―Le dije que este arreglo ya no estaba funcionando conmigo. Ethan le dio una mirada afilada recubierta de hambre. ―Y sin embargo, está en tu cama. ―¿Celoso? Él resopló.

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Luna Hechizada 3 ―Demonios, sí. ―Se lo dije, pero ella ahora no está exactamente en posición de pensar. Sería cruel por mi parte alejarla así. ―El celo. Pensé que olí su inicio ayer ―murmuró Ethan. ―Hmm. No se sabe a lo que podría estar de acuerdo en tal estado. Ethan parpadeó, entonces una lenta sonrisa curvó sus labios. ―Eso no es justo. Sigiloso. Furtivo. Me gusta. Harris sonrió. Gabby no sentía ningún escrúpulo en jugar sucio. ¿Por qué debían sentirlo ellos? Además, todo valía en el amor y en la guerra y aquello era ambas cosas. ―Entonces, después de ti.

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Capítulo 2

Gabby intentó no obedecer la orden de Harris con demasiada rapidez, demasiado entusiasmo, pero le fue imposible. Estaba ardiendo. Desafortunadamente no podía culpar del todo al celo. Sus ansias se intensificaban cada vez que se acercaba a él. El corazón se le aceleraba como si acabara de correr una maratón, cerró la puerta tras de sí y se quedó mirando, sin moverse, la enorme cama de Harris. Tres adultos podrían compartirla cómodamente. Apoyándose en la puerta, cerró los ojos, bien apretados. Esta no era la primera vez que pensaba en el número de personas que cabrían en aquella cama. No era más grato ahora que entonces, especialmente cuando se acordaba de a quién invitaría Harris a unírseles. Ethan. El lobo que la provocaba, la tentaba, la irritaba y por lo general la volvía loca. Sólo son las hormonas, Gabby. ¡Olvídate! Maldito celo. Los hombres no tenían que sufrir esa humillación. A ellos no les tendían una emboscada sus hormonas cada tres meses, no se consumían por la lujuria. A veces la desesperación era tan grande que dolía. Las mujeres de la manada decían que no era tan malo si estabas emparejada. De hecho decían lo contrario, que era increíble con un compañero. Gabby nunca lo sabría. No tenía intención de emparejarse. No solía funcionar para las mujeres fuertes de la manada, como su madre. Incluso Liza, que era un Paladín, tercera en fuerza y poder solo por debajo del Alfa y del Beta, constantemente luchaba contra los instintos de sus compañeros por dominarla. No. Gabby preferiría estar sola a convertir su vida privada en un campo de batalla. ¿Entonces por qué estaba, ahora mismo, imaginándose a Ethan y Harris en esa cama con ella? Peor aún, imaginándose estando en poder de ambos, entregándoles el control total. Era solo el celo, ¡maldita fuera! Tenía que ser eso. Ethan la hacía subirse por las paredes el noventa por ciento de las veces, y a pesar del tiempo que pasaba con Harris durante el celo, apenas lo conocía. No se pasaban el tiempo exactamente hablando. Cuando él intentaba iniciar una conversación, ella hacía todo lo posible

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Luna Hechizada 3 para mantenerla impersonal. ¿Por qué tentarse profundizando la atracción que ya sentía por él? Era mejor guardar una distancia emocional. Con un gemido, fue a sentarse en el borde de la cama y puso la cara entre las manos. Nada de aquello la había detenido antes para tener sexo con él. Casi se levantó para marcharse, pero ¿a dónde iría? Era demasiado tarde para la mezcla de hierbas que aliviaría el celo, y de todos modos era peligroso usarla más de una vez al año. Si se fuera a casa, correría el gran riesgo de toparse con un macho que tal vez oliera su estado e intentara seducirla con todas sus fuerzas. Seguramente ella también cedería, no porque lo deseara, si no porque no podría luchar contra sus hormonas indefinidamente. No, no lo haría. Al menos no había falsas esperanzas de algo más con Harris. Pasarían juntos un par de días. Se sacaría esa mierda del cuerpo y se iría sin ataduras. Y qué si aquello estaba siendo difícil, bueno, la vida a veces era una puta mierda. Le echaría valor. Tomada la decisión, se sacó los zapatos de tacón. A Harris tal vez le gustaran, pero a ella le apretaban hasta el punto de dormirle los dedos. Jadeó y los meneó cuando estuvieron libres, luego se puso de pie para sacarse las medias a medio muslo. Las arrojó y se apresuró a alcanzar la cremallera en el lateral del vestido cuando oyó los pasos en el pasillo. La cremallera bajó hasta la cintura antes de que se diera cuenta que había dos personas allí fuera. Contuvo la respiración, mirando cuando se abrió la puerta, pero ya sabía quién estaba allí. Su olor era igual de embriagador, igual de seductor que el de Harris. Rico y masculino. Con un ligero deje a bosque y dominación. —No, por favor —susurró. —Todavía estás vestida —dijo Harris. Mierda no. —¿Que hace él aquí? —¿Suponías que hoy no tenía planes, querida? No es muy considerado de tu parte. No lo había considerado ni de una manera ni de otra. —Deberías haber dicho algo. No quiero interrumpir. ¡Cielos! ¿Aquello era una nota de anhelo en su voz? Contrólate, Gabby. No podía tener sexo con ambos y esperar que no cambiara nada. Especialmente Ethan sería insoportable. Había sacado a colación las relaciones y los compromisos más de una vez en el último año. Lanzaba indirectas pero nunca pronunció la temida

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Luna Hechizada 3 palabra que empezaba por C. Compañera. Cada vez que él lo hacía, ella corría a toda leche en otra dirección. Sin embargo ahora él le bloqueaba la huida, con una expresión que decía que sabía exactamente por dónde iban sus pensamientos. —No interrumpes —dijo Harris. Dejó caer la toalla y a ella se le secó la boca. —Te unes. —Esto… —se humedeció los labios y arrancó la mirada de su polla. La necesidad pegaba fuerte en su vientre—. Mala idea. —Recogió sus zapatos pero Ethan no se movió de su posición bloqueando la puerta. —Debería irme —dijo en voz baja—. Tengo que irme. —Lo que en realidad necesitaba era a uno de ellos moviéndose duro y rápido en su interior, pero si se enteraban, lo utilizarían para mantenerla allí. Para hacerlo realidad. Ella cerró los ojos, temiendo delatarse y respiró profundamente. Un error. Inhaló sus esencias hasta el fondo de sus pulmones. Ethan era masculino y amaderado, mientras que Harris era suntuoso y misterioso. Obtuvo una pista seductora de como se mezclarían con la de ella si se emparejaban. Frunció el ceño y respiró otra vez. Uno ya tenía una parte del otro. Harris y Ethan se pertenecían el uno al otro, aunque no pensaba que ellos se hubieran dado cuenta que ya era un trato cerrado. Abrió los ojos y miró primero a Ethan y luego a Harris. —En realidad no pertenezco aquí —dijo ella, ignorando una punzada de arrepentimiento. No quieres esto, ¿recuerdas? ¿Dos odiosos alfas intentando controlar su vida? De ninguna manera. —En eso estás equivocada —dijo Ethan tan bajito que incluso los sensibles oídos femeninos tuvieron que esforzarse para descifrar las palabras. Y aún guardaba la puerta. Con mucha cautela mantuvo los ojos apartados de Harris, que permanecía desnudo a un par de pasos de distancia. No encontraría nunca la fuerza necesaria para salir de la casa si lo miraba, así que se concentró en Ethan. —Déjame marchar. —¡Maldita sea!, la petición sonó más parecida a un ruego que a otra cosa. Si ahora mostraba cualquier debilidad hacia Ethan, él saltaría. Lo sabía y sospechaba que ella no sería capaz de resistirse. —¿Adónde? —le preguntó con dureza, dejando caer esa fachada de playboy que la volvía loca—. ¿Dónde vas a ir? ¿Con otro? He accedido a esto por mi relación con Harris, ¿pero en serio piensas que dejaré que te entregues a otro hombre? —Había incredulidad en su voz pero apenas constatada. Por primera vez pensó que tal vez habría un modo de vencer al celo. La ira. Pura rabia sin diluir. De la clase que sólo se daría el gusto una loba acorralada.

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Luna Hechizada 3 —¿Permitir? ¿Dejar? No respondo ante ti. ¿Quién coño te crees que eres? —Se acercó lo bastante para enfatizar sus palabras con un dedo en su pecho y debería haber tenido más juicio. Él la agarró por las caderas, con fuerza, apretándola y acercándola de un tirón. Los ojos que la miraban resplandecían amarillos, el minúsculo cambio parcial que indicaba que el lobo estaba más al mando que el hombre. —Tu compañero —gruñó—. Eso es lo que soy. Fue dicho con una posesión feroz, autoritaria y tan dominante. El corazón le retumbaba en el pecho, con fuerza y temeroso. Pero una secreta parte enterrada de ella estaba excitada. Ansiosa. Él tiró hacia arriba del dobladillo de su vestido y así dejó expuestas sus bragas, entonces deslizó las manos bajo ellas. Piel desnuda. Todavía estaba furiosa pero su cuerpo, su loba, conocía el tacto de ese hombre. Sabía lo bien que se sentiría si se dejaba ir. Pero dejarse ir con un macho dominante era equivalente a ceder. Someterse. Si lo hacía una vez, él lo esperaría siempre. En especial si lo hacía ahora, mientras estaba con el celo. Él esperaría que adoptara el papel de sumisa y no sólo en la habitación. Esto cambiaría toda la dinámica de su relación de una manera que ni ella ni su loba aceptarían. Sin embargo, saber todo eso no cambiaba su anhelo secreto ni un poquito. Forcejeó para soltarse, pero fue un intento desganado y ambos lo sabían. Ethan no la soltó y por el rabillo del ojo vio a Harris ponerse detrás de ella. La erección presionó contra su trasero y no sabía si debería gemir o gritar. Eran insistentes y ella, débil. Podía resistir el tirón que sentía hacia Ethan la mayoría de las veces pero no podía luchar contra el celo o la atracción que sentía ahora por ambos. Su habitual armadura emocional era inútil con esta necesidad rabiando a través de ella. El único recurso era rogar. Dejó las manos planas sobre el pecho de Ethan y lo miró a los ojos. —Suéltame. No me hagas esto, Ethan. Por favor. Sabes lo que pasa con las hembras dominantes cuando se emparejan. No quiero convertirme en esa mujer. —Él parecía atónito ante su admisión y un poco dolido. —Gabby. Nena. Sabes que ahora no puedo alejarme. Porque de un modo indirecto, ella lo había admitido ¿no? Admitido que sabía que era su compañera, que había estado luchando contra el vínculo durante lo que parecía una eternidad. Ella echó la cabeza hacia atrás contra el pecho de Harris y Ethan alzó el brazo para apartarle el cabello del rostro. Tal vez ellos se dormirían y ella podría escabullirse más tarde. Correr rápido y lejos. Con la distancia suficiente, tal vez podría liberarse. Era fuerte y capaz. Otra manada la aceptaría. —Cualquier plan que esté en esa preciosa cabecita, olvídalo —dijo Ethan en voz baja.

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Luna Hechizada 3 —Y no son todas las hembras dominantes. Liza no es exactamente una sumisa. No creo que sepa como someterse. —Y esto es un problema constante. ¿Con cuantas riñas te has topado? —le preguntó. Ethan ya no parecía preocupado. En cambio, sonrió. —Una vez le pregunté a Zach sobre eso. —Zach era el Beta de la manada—. Dijo discutir es divertido porque luego tienen que compensarla. Ella frunció el ceño. —Eso es una idiotez. —Pero es seguramente el único modo que Liza les permita ocuparse de ella. Mimarla. —Todavía más idiota. ¿Toda esa contienda, solo para ceder? —Tal vez —le dijo Harris al oído—, deberías preguntarle a Liza como lo siente ella. —Yo lo odiaría —rezongó ella. Harris se rió. —Tú no eres ella y nosotros no somos ellos. ¿Qué te hace pensar que nuestra relación sería parecida a la suya? ¿Nuestra relación? Ella quería señalar que él estaba dando mucho por sentado. Seguía sin estar de acuerdo con cualquier tipo de relación con ninguno de ellos en su estado actual. Pero el punto de no retorno se acercaba rápidamente. Necesitaba salir de esa habitación, salir de esa casa. Aunque admitía que seguramente ya no tenía la fuerza para irse. La polla de Harris todavía presionaba con insistencia contra su trasero y Ethan había movido sus manos para acunarle los pechos. A ella le estaba costando centrarse en una sola idea. Su excitación estaba creciendo y no quería pensar, no quería discutir. Sólo quería sentir. Alimentar las ansias. Quería ser usada y correrse tantas veces como para perder la cuenta. Hasta que ya no pudiera pensar más. Ethan le deslizó los tirantes del vestido por los brazos y lo bajó hasta su cintura. Se inclinó y dejó caer besos sobre la parte superior de uno de sus pechos, luego el otro, antes de meterse un pezón en la boca. Su toque era suave, ligero. Una caricia. Tomó el pecho opuesto en la palma de su mano, rodeó el pezón con los dedos y lo apretó. Ella jadeó. Las sensaciones combinadas de ternura y dureza eran más seductoras de lo que se habría imaginado. La debilidad la barrió y se colgó de los hombros de Ethan, segura de que se derretiría en un charco a sus pies en cualquier momento.

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Luna Hechizada 3 Harris tampoco estaba quieto. Le bajó las bragas por las piernas y le levantó cada pie antes de bajarle el resto del vestido. Cayó, apiñándose a sus pies. Harris deslizó las manos subiendo por el interior de sus muslos y le dio ligeros golpecitos hasta que ensanchó la postura. Con los dedos pasó rozando sobre su sexo, una y otra vez con un ligero ritmo acariciante que la hizo jadear. Extendió los labios de su sexo y empujó un dedo dentro de su coño. Estaba avergonzada de lo húmeda que ya estaba, pero ahora no podría marcharse ni aunque le pagaran. Un dedo se convirtió en dos y él la acarició, girando la mano con cada retirada y empuje de sus dedos, rezagándose sobre su punto G. Al mismo tiempo, Ethan le succionaba más fuerte. Estaba anegada por las sensaciones, los sentimientos que se negaba a reconocer y el celo con el que no podía luchar realzando el placer. Su orgasmo fue feroz y repentino. Gritó cuando la consumió y la dejó temblando y aturdida en su estela. Alguien la llevó a la cama pero no abrió los ojos para ver quién hasta que bajaron a cada lado de ella. Miró al techo e intentó calmar el rápido latido de su corazón. Sonrió cuando unas manos se movieron sobre ella. Explorando. Exigiendo. Bueno, había deseado sentirse usada ¿no? —¿Qué es tan divertido? —murmuró Harris, moviendo los labios sobre su cuello, bajando por su clavícula y luego girando para mordisquear la piel sensible de la parte interior del brazo. Ethan la puso de lado y así, de cara a él, le levantó la pierna sobre su cadera. —Nada —jadeó cuando la erección de Ethan se posicionó en su entrada —. Nada de nada. —Él rodó de espaldas sentándola a horcajadas sobre sí y, agarrando con las manos las caderas femeninas, la subió y bajó sobre su polla. Los primeros movimientos fueron muy lentos y cuidadosos. Ella se puso más resbaladiza en torno a él, su coño apretando cada vez que él intentaba retirarse. Al final su control pareció partirse, como si se hubiera provocado a sí mismo más allá de su aguante. Nunca había visto a Ethan perder el control. Sonó un gruñido grave en su pecho y, en vez de aterrorizarla, aquello la excitó. La volvió loca. ¿Por qué no devolver el favor? Se puso la mano en el centro del pecho y como quien no quiere la cosa se la fue bajando por el cuerpo. Los ojos de Ethan, brillantes y enfebrecidos, siguieron el movimiento, hipnotizándola. ¡Joder, sí! Podía hacerle arder tanto como ella. Se detuvo en la pelvis y alargó un dedo para darse un golpecito en el clítoris, observando mientras sus ojos cambiaban hasta un amarillo neón. Había despertado al lobo. —Hazlo otra vez —le ordenó—. Ábrete y así podré mirar. —Aquello debería haberla cabreado. Nunca dejaría que él o Harris tuvieran el control en la cama. Aquel era el primer paso de un largo y lento descenso. Esto

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Luna Hechizada 3 debería haberla enfadado pero no lo hizo. La electrizó, incrementó su excitación a un punto que jamás había experimentado. El celo. Tenía que ser el celo. Sabía que era una mentira pero no tenía la fuerza para engañarse de nuevo. Ni siquiera quería. Utilizó una mano para extender los labios de su sexo. Con la otra, pasó un dedo sobre el clítoris. Harris gimió y ella miró al otro hombre. Se había olvidado que estaba allí pero era imposible olvidarse de él ahora. Se agachó de rodillas al lado de ellos con la mirada fija en las manos de Gabby. Con la mano se rodeaba la polla, acariciándola arriba y abajo casi lánguidamente. Se frotó el clítoris con el dedo otra vez. Y otra. Ethan gruñó y la folló con más fuerza, Harris, con los ojos ardiendo por la pasión, se puso en posición detrás de ella. Le apretó el culo, luego le abrió los cachetes y empujó un dedo contra la entrada trasera. Su corazón ya acelerado, se sentía como si fuera a explotarle en el pecho. ¿Podría con ambos a la vez? La fantasía arraigó en su mente y se frotó el clítoris más fuerte, más rudamente, hasta que sintió su cuerpo tensarse con otro orgasmo. Se quedó inmóvil cuando el placer la barrió. El grito del orgasmo de Ethan solo incrementó su satisfacción pero no tuvo tiempo de disfrutarlo. Harris la levantó y la colocó sobre sus manos y rodillas al lado de Ethan, que se incorporó y la besó, con un beso profundo y largo. Fue un beso concienzudo e intenso. Se sintió marcada y por un momento la asaltó el pánico. No estaba lista para ser reclamada. Como si notara sus recelos, Harris empujó dentro de su coño desde atrás y fueran cuales fueran sus pensamientos se desvanecieron en una nube de lujuria renovada. Cerró las manos sobre las mantas mientras él se movía en su interior. Sus golpes eran profundos y poderosos, las manos que la mantenían sujeta eran fuertes y candentes. Nunca había estado con él así antes. Nunca había perdido el control, nunca había sido rudo. Nunca había sido todo dominación y macho alfa con ella. Eso la asustó un poco porque le gustaba. Le gustaba mucho. ¿Eso era lo que Harris quiso decir cuando comentó que su arreglo ya no funcionaba para él? ¿Era tan simple como que quería cambiar la naturaleza de sus encuentros sexuales? Seguramente. Pero aquello no explicaba qué quería Ethan. Los observaba con ojos avariciosos pero no se les unió. Con las manos en torno a su polla ya dura de nuevo, dándole tranquilas y perezosas caricias. Una perla de semen estaba en la punta y ella estuvo tentada a inclinarse hacia delante y lamerla. Él le ofreció su evidentemente sexy y traviesa sonrisa —¿Quieres probar, nena?

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Luna Hechizada 3 Las caricias de Harris se atenuaron, se suavizaron. Ella se humedeció los labios. De repente deseaba tanto probarlo como deseaba que Harris le golpeara en su interior. Asintió, y él se colocó de rodillas, situándose frente a ella. Asintió y él se alzó de rodillas, colocándose frente a ella. Gabby respiró profundamente, inhalando el aroma hasta sus pulmones, luego se inclinó hacia delante para lamer la gota. Salada y ácida. Puro macho. Succionó la punta de la polla en su boca, pasó la lengua sobre el orificio y fue recompensada con otra gota. Él enredó el pelo femenino en su mano y tiró de ella hacia delante. Una exigencia muda pero una exigencia al fin y al cabo. Ella no estaba cediendo. De ninguna manera. Pero decidió que podía satisfacer la necesidad del hombre y tal vez vengarse un poco por exceder sus límites mientras estaba en ello. Le agarró la base con una mano y empezó por el orificio, lamiendo al bajar por su miembro. Se tomó su tiempo, explorando cada vena, bulto y cresta. Luego lo rozó ligeramente con los dientes en la parte inferior de la punta. Con un gruñido grave, él movió las caderas bruscamente hacia delante, la mano en su cabello ahora la agarraba con fuerza. Si no estuviera tan consumida por la misma lujuria, se habría reído ante su impaciencia y por la habilidad con la que lo hacía. Pero provocar que él acabara era la misma tortura para ella. Decidió ceder un poco. Tomó la punta en su boca, la chupó ligeramente mientras pasaba la lengua sobre el orificio, una y otra vez, juntando el presemen que se derramaba. Luego lo tomó más hondo en su boca. Le pasó la lengua por la parte inferior de la polla, cubriéndolo con sus propios fluidos. Él intentó meterle prisa, así que cuando inclinó la cabeza hacia atrás utilizó los dientes. No mucho. Justo lo suficiente para advertirle que se quedara quieto. Tuvo el efecto contrario. Ethan gruñó. —Para de provocar, Gabby. Aquello fue definitivamente una orden, pero en vez de ira y resistencia, la encendió. No tenía ningún sentido, pero no tenía suficientes células cerebrales activas para pensar en ello ahora mismo. Harris empezó a empujar dentro de ella otra vez, y sus dedos le apretaron el clítoris. Gabby jadeó y cuando lo hizo, Ethan empujó en su boca. Incluso con una mano todavía alrededor de la base de su polla, le tocó el fondo de la garganta. Luchó contra el impulso de tener arcadas. Luego él empezó a moverse y la arcada desapareció. Al mismo tiempo sentía los duros y rápidos golpes de Harris mientras seguía frotándole el clítoris con sus ásperos dedos. No había modo de que pudiera durar, ni manera de retardar el orgasmo que crecía en ella. Apretó el agarre sobre Ethan. Parte de ella sabía que probablemente era lo bastante fuerte para lastimar el órgano sensible,

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Luna Hechizada 3 pero a él no parecía importarle. Con un grito se corrió en su boca pero la apartó antes de que pudiera tragar más que unas pocas gotas de su semen. Él alargó el brazo debajo de ella, encontrando sus pechos y pezones. Los acarició. Era una combinación exquisita de dolor y placer. Unido a Harris machacando en su interior y la atención en su clítoris, desató el orgasmo que se formaba en su cuerpo. Gritó y sus músculos se agarrotaron. Harris, gimiendo, la folló hasta que también se agotó, más silencioso que el suyo y el de Ethan, pero su gemido no menos gratificante al saber que ella también había participado. Los tres se derrumbaron sobre la cama. Harris masculló algo sobre una ducha y unos segundos después, oyó correr el agua. Mantuvo la cara presionada en la almohada y se negó a moverse cuando uno de ellos le dio una cachetada en el culo. ¡Como si pudiera moverse! ¿Habían fumado crack o qué? Ni hablar. Se quedaría allí disfrutando de los efectos secundarios del buen —vale, increíble, espectacular— sexo. No pasaría mucho rato antes de que recuperara la energía y el celo se apoderara de ella. Aunque nunca había experimentado algo así. Gimió. Mejor que no se les metiera en la cabeza que esto iba a ser un arreglo habitual. No pensaba que sobreviviera. El agua se detuvo y unos minutos después Harris la molestó hasta que se deslizó debajo de las mantas. Entonces la luz se apagó y la dejaron sola. Pero seguramente no durante mucho rato, esperaba, mientras se quedaba frita.

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Capítulo 3

Ethan caminó por la cocina. Adelante y atrás y vuelta a empezar. Echó un vistazo a la pared trasera por enésima vez, deseando poder ver a través de ella, preguntándose si todavía estaba dormida. Debería sentirse más calmado. Debería estar bajo control. Pero estaba tensísimo. El olor de ella lo empapaba todo. Normalmente era dulce y embriagador, pero estando en celo era algo más. Rico, picante, irresistible. Lo estaba volviendo loco. Sentía a su lobo luchando, buscando libertad, exigiéndole que la reclamara. Que la marcara. No era de extrañar que ella se hubiera mantenido alejada de él cuando llegaba su celo. —Vas a hacer un agujero en el suelo —dijo secamente Harris. Él se giró de golpe, con las manos apretadas en puños a sus costados. Harris estaba reclinado sobre una silla, relajado, con una ceja levantada como preguntando mientras Ethan luchaba por controlar su lobo. No es que estuviera celoso exactamente. Sabía ya desde hacía un par de años que si Gabby alguna vez cedía, la compartirían. Pero saber eso no detenía su posesividad. Ella estaba en celo y era su compañera, pero seguía sin ser reclamada. Por poco se arranca la lengua de un mordisco para no marcarla. Tal vez su intensidad menguaría después de que lo hiciera. —Eso está bastante fuera de lugar. Joder, cuánta razón. Él no se inmutaba por ninguna mujer, ni por Gabby. Había sido duro, pero incluso de adolescente, ella era feroz e independiente, determinada a no aceptar jamás un compañero. Él se había entrenado a sí mismo para no sentirse demasiado concentrado en ella, porque sabía que era improbable que lo aceptara en su vida como debería ser. Ahora, de todos modos, todos esos duros años de entrenamiento, de negarse a sí mismo, parecían haberse desvanecido. —Llevo años sabiendo que es mía. Creo que siempre lo he sabido. — Jamás antes se había sentido dividido entre Harris y Gabby, y tampoco ahora. No era raro en el mundo lupino tener dos compañeros. Era algo que

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Luna Hechizada 3 sus lados lobunos ansiaban, ser parte de una manada privada dentro de otra más grande. Había reprimido ese deseo durante años pero no estaba seguro de si sería capaz de volver a encerrarlo. —Ya lo he captado —dijo Harris—. Entonces, ¿por qué te está costando tanto luchar contra eso ahora? —Siempre supe también que era improbable que ella aceptara a un compañero. Aprendí a vivir con ello. —¿Y? —Ella no ha aceptado. Todavía puede no hacerlo y va a ser malditamente difícil volver a ser indiferente sobre el status quo de la cosa. Aquello finalmente entrecerraron.

logró

una

reacción

del

mago.

Sus

ojos

se

—Yo no pienso volver a atrás después de esta noche. Ethan se imaginó que su sonrisa era tan amarga y frustrada como la voz de Harris. Querían lo mismo, pero sin importar lo mucho que deseara a Gabby, no haría nada que la hiriera. No permitiría que la hirieran aunque eso significara ir contra Harris. —No la puedes forzar a que te acepte. Si lo intentas, te encontrarás luchando contra los dos. Harris no se ofendió. En vez de eso sonrió. —Tenía otra cosa en mente. —Sus palabras parecieron romper el encanto bajo el que estaba Ethan y se detuvo a examinar ese increíble pensamiento. Tenía cierto sentido. Los hombres lobos eran creados por magia, así que el emparejarse y el celo debían contener alguna clase de magia, ¿no? Apartó con un movimiento de cabeza esa idea —en ese momento no era algo importante— y se sentó. —¿El qué? —Persuasión, seducción. Levantó una ceja. ¿Harris iba en serio? —Ya la he seducido antes. Mira a dónde me ha llevado. —Tú te la has camelado para meterte en su cama. Yo hablo de meterse en su cabeza y su corazón, Ethan. Bufó. —No me deja acercarme tanto. Y a ti tampoco. ¿Cómo propones cambiar eso? —Con una sonrisa que Ethan sólo pudo describir como diabólica, Harris se levantó y caminó hacia una de las cajoneras. Ethan se unió a él cuando empezó a sacar cosas. Sabía lo que se guardaba ahí.

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Luna Hechizada 3 Ver las botellas le ponía incómodo. Una cosa era saber que tu amante era un mago. Otra era que te lo estamparan en la cara. —¿Qué pretendes? No me digas que las pociones de amor son reales. Un lado de la boca de Harris se alzó formando una sonrisa sexy. —Lo son, pero no es eso lo que estoy preparando. Esto es más bien una poción de “ábrete a nuevas posibilidades”. —¿No le hará daño? ¿No irá en contra de su voluntad? —preguntó duramente. Le afligía usar magia contra su compañera. Era un lobo, enemigo natural de los usadores de magia, pero a pesar de su relación con Harris y las brujas de Redhawke, apenas la veía en uso. No era supersticioso sobre ella, pero le ponía nervioso. Se sentía casi como engañar. —Yo jamás le haría daño. Lo sabes —bramó Harris—. Mira, no propongo que se la demos sólo a ella. Eso no sería justo, ¿no? Ethan se rió. —No se la tomará si lo sabe. —Nop. Y no lo sabrá. Así que la tomaremos todos. —Y no se lo diremos. —Pero la tomaremos todos. ¿Tienes una idea mejor? Dioses. No debería ni estar considerándolo. Era algo que acabaría mordiéndoles el culo, ¿a que sí? Harris mezcló los líquidos mientras Ethan lo meditaba. Era una idea mala, muy mala y lo sabía. —No vamos a jugar con sus emociones —dijo Harris suavemente—. No es una poción amorosa o un hechizo de odio. Infiernos, puede que ni siquiera funcione con lobos. Pero puede que fuera su única oportunidad. Harris no tuvo que decir las palabras. Ethan ya lo sabía. Gabby se había resistido a cualquier relación con ellos más allá del sexo durante tanto tiempo que necesitarían un puente para romper sus defensas. Compartirla mientras estaba en celo era un buen comienzo —la oportunidad de mostrarle lo bien que podían estar juntos en el plano físico— pero no sería suficiente para hacerla abrir su corazón. Era demasiado testaruda. Demasiado obsesionada con mantenerlos a un brazo de distancia. Harris terminó la mezcla y guardó todo en su sitio. Harris sonrió. —La sacaremos a cenar. —Vertió el líquido en una botella vacía, le puso un tapón y se la metió en un bolsillo. —¿Qué pasa por ahí? —preguntó una voz somnolienta desde la puerta.

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Luna Hechizada 3 Harris llevó el pequeño bol que había usado hasta el fregadero, abrió el grifo del agua y lo aclaró. Se movió tranquilo, una gracia cómoda. Para nada como un hombre al que habrían pillado con las manos en la masa cinco segundos antes. —Nada. Ethan contuvo la respiración y se giró hacia ella, deseando malditamente no parecer tan culpable como se sentía. Era tan bonita. Y tan endemoniadamente cabezota. Se la veía despeinada y bien follada. Prácticamente brillaba de satisfacción. Su polla inmediatamente tomó nota, doliendo, dura como el acero desde el momento en que sus velados y lánguidos ojos se fijaron en los suyos. —Estábamos hablando sobre la cena. ¿Qué te parece ir al pub? —Se obligó a decir, luchando con la lujuria que le recorría el cuerpo. Podían ir al único bar con cocina de la ciudad, localmente llamado “el pub”, o conducir hasta la siguiente ciudad. Ethan preferiría regresar a la cama, pero tenía que hablar con ella primero, y ya se había puesto el vestido y las medias, los zapatos pendían de su mano. Ante la mención de comida, sus ojos se iluminaron. —Podríamos preparar algo sencillo aquí —dijo ella. Claro. Porque salir a algún sitio a comer podía parecerse demasiado a una cita. Eso violaría su norma de “no te acerques demasiado”. No nena, esta vez no. No iba a ser desestimado tan fácilmente. Había probado lo que podía llegar a ser y aquel mordisquito no había sido suficiente. Le había dejado ansiando más. Podía ser que Harris tuviera razón sobre la poción. Si la hacía abrirse a las posibilidades de una relación real con ambos, entonces con suerte el siguiente paso sería aceptar vincularse con ellos. Podía ser una esperanza vana, pero se aferraría a lo que pudiera. —Tendríamos que ir a la tienda de alimentos. El pub está más cerca — señaló Harris—, y los filetes son muy buenos. Podríamos ir y ahorrarnos una pila llena de platos sucios. Ella no se veía contenta con eso, pero finalmente asintió, su reluctancia fácil de leer. Doblando la cintura, se ató los zapatos y su cabello cayó suelto a su alrededor. El recuerdo de estar sujetando aquel cabello, de empujar en su boca, le cruzó por la cabeza. La cena podría esperar. Dio un paso adelante, pero ella ya se estaba enderezando y moviéndose hacia el pasillo, hacia la puerta de entrada. Harris le sonrió, con conocimiento en sus ojos y la siguió. Ethan oyó abrirse la puerta principal junto a un murmullo de voces. —Vamos —le llamó Harry y con un gruñido, Ethan los siguió.

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Luna Hechizada 3 Tan pronto como salieron supo que tenía problemas mayores que meterse en las bragas de Gabby. Ella y Harris estaban en la acera hablando con un vecino. Un vecino lobo macho. No importaba que Ethan supiera que el lobo estaba felizmente emparejado y que era lo suficientemente mayor para ser el padre de Gabby. El hombre estaba hablando con su compañera, sonriendo y bromeando con ella, su compañera. Años de frustración contenida y de negación se liberaron de golpe y rugió, bajo y violento. Gabby dio un preocupado paso hacia él, poniéndose entre medio de Ethan y su presa. Eso le jorobó todavía más. ¿Qué pretendía hacer, protegiendo a un macho? Ella se detuvo a pocos centímetros y alargó la mano para colocar su palma sobre su corazón. Latía asalvajado, rápido, amenazando con arder en su pecho, y sus ojos se abrieron de par en par y las aletas de su nariz se ensancharon para tomar su olor, sus emociones. —Si no estuviera tan adolorida, me iría a casa ahora mismo. Sus palabras detuvieron el gruñido como si le hubieran bañado en agua congelada. Descansó sus propias manos sobre los hombros de ella y buscó en su rostro. —¿Te hemos hecho daño? Ella puso los ojos en blanco. —Otra clase de dolor. Se debió notar su confusión. Ella continuó, a regañadientes. —Duele. El celo. La necesidad. Te estruja por dentro y sólo hay una manera de aliviar la presión —acabó, amargamente. Él respiró su esencia profundamente y supo que le decía la verdad. Levantó su mano y le acarició la mejilla con los nudillos. —Podemos volver a dentro —dijo lo suficientemente suave para que los otros no pudieran oír. Era la promesa de alivio que ella buscaba, pero meneó la cabeza, negando. —Me estoy muriendo de hambre. No he comido hoy. A él se le erizó el pelo, amenazando con dejar sueltos sus feroces instintos protectores de nuevo. Ella era suya. No le gustaba que no se cuidara y si no iba a hacerlo, él lo haría por ella. —¿Por qué? Por encima de la cabeza de ella vio que el vecino se iba y le tomó la mano y tiró de ella hacia él. Ella se encogió de hombros pero no intentó liberarse y él ocultó una sonrisa. Finalmente, un progreso.

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Luna Hechizada 3 —Me imagino que estaba demasiado inquieta. Nada parecía atrayente. —¿Es normal? —preguntó Ethan mientras Harris se colocaba al otro lado de ella—. ¿No come cuando viene a ti? Él ignoró el sonrojo de la vergüenza de ella por la pregunta y Harris meneó la cabeza. —No en las primeras veinticuatro horas. A veces después de eso. Interesante. Ethan nunca había oído que el celo matara el apetito de comida, pero ¿cómo iba a hacerlo? La única mujer a la que habría tocado en ese tiempo siempre lo alejaba, así que jamás se había preguntado lo que sería normal o no. —¿Ya casi se ha acabado, entonces? Lo digo porque ya puedes comer. —La idea lo incomodaba. Quería tener un par de días de sexo apabullante. Eso podría ayudar a ablandarla cuando no la tuvieran en la cama. Podría convencerla de darles una oportunidad. Ella frunció el ceño. —No voy a tener tanta suerte —murmuró antes de continuar con voz más firme—: Esto es el principio. No tengo ni idea de por qué tengo hambre de repente. No debería. Él le echó una mirada, meditando en lo poco que sabía. Estaba en celo así que era fértil, pero incluso si la preñaban, su cuerpo no se ajustaría a esas necesidades en poco tiempo. Además ella habría dado pasos para prevenir un embarazo antes de ir a Harris. Los lupinos jamás usaban condones. Eran inmunes a las enfermedades que plagaban a la humanidad y los embarazos podían prevenirse con una sencilla mezcla de hierbas. Sólo había otra explicación para su inesperado apetito. Dudó en mencionar el tema pero... —Antes no habías estado con tu compañero durante el celo. En respuesta recibió una mirada de enfado y ella se cubrió el cuello con las manos, como si tuviera miedo que de él la hubiera marcado y no se hubiera dado cuenta. —Dudo que sea eso —gruñó—. Y que no te den ideas. Esto no es un arreglo permanente. Seh, ya lo veremos. Intercambió una mirada con Harris y supo que estaba pensando lo mismo. No tenían intención de dejar que se marchara. Les pertenecía a ellos tanto como ellos le pertenecían a ella. Volver a las cosas como estaban causaría un dolor profundo en su alma del que dudaba poder recuperarse. Así que lucharían por ella. Era una lucha que no podía pensar siquiera en perder.

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Luna Hechizada 3 Aunque como no quería que ella se enfadara tanto que se largara antes de poner su plan en marcha, sólo asintió. Para entonces ya llegaron al pub y él se obligó a entrar. Ya los podía oler. Hombres. Jóvenes, viejos, disponibles y no, y bajo aquello, clavándose en su mente, el olor de Gabby. La intensidad del celo. Era una mala idea, pero ella entró antes de poder detenerla. No tuvo otra opción excepto seguir. Sólo los hombres lobo alzaron la mirada al entrar ellos y aquellas miradas se detuvieron sobre Gabby durante un momento. ¿Cuántos sabrían que estaba en celo? ¿Cómo diablos iba a controlar sus instintos lobunos de agarrarla, echársela al hombro y pirarse de allí? Ella no le dio opciones. Su mirada barrió el atestado lugar y se detuvo en un reservado en la pared de atrás. Él siguió, se las apañó para devolverle un sí con la cabeza al camarero mientras pasaba y tomó asiento con la pared a su espalda. Harris se sentó frente a él y con Gabby a su izquierda, expuesta a la sala. Se tragó un gruñido y dio empujoncitos a la chica para que se levantara. Se pondría junto a la pared donde él la pudiera proteger. Cuando estuvo de pie, lo miró fijamente y fue de todo menos amigable. —Voy a decirle hola a Harper. Pedidme una cerveza, ¿vale? —Se fue antes de que él pudiera protestar y Harris le agarró del brazo para que no pudiera seguirla. —Ella está bien —dijo suavemente mientras una camarera se acercaba y colocaba tres jarras. ¿Era bueno o malo que los conociera tan bien que anticiparan su pedido de bebidas? Una vez se fue, Harris sacó la poción de su bolsillo y puso una cantidad idéntica en cada cerveza. Devolvió la botella a su bolsillo y levantó el vaso, dirigiéndolo a Ethan—. ¿Listo? Ethan no estaba tan dispuesto, pero tomó la bebida al mismo tiempo que Gabby regresaba. Esta vez la metió en la parte interior del reservado pero le dio la sensación de que le estaba dejando hacer y no aceptando la protección de un compañero. La camarera regresó a por su pedido y todos ellos bebieron. Él no respiró tranquilo hasta que, ya casi acabada su bebida por completo, ella pidió otra cerveza. No había manera de que se librara de beber toda su parte de poción. Todos comieron la comida mientras charlaban, nada de importancia, pero aquello lo llenó con una gran sensación de satisfacción incluso mientras sentía que el celo en Gabby aumentaba, más rápido y más fuerte, hasta que fue abrasador. Harris pagó antes de que acabaran y tan pronto como ella se comió el último trozo de bistec, Gabby se levantó.

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Luna Hechizada 3 Nadie se entretuvo con nada y eso fue malditamente bueno. Mucho más tiempo y él la tomaría sobre la mesa, demostrando su poder sobre ella y mostrando a todos que ya estaba reclamada. Afortunadamente no llegaron a semejante demostración pública de descontrol. Probablemente ella le arrancaría los ojos si lo intentara. Dejó que se le escapara una sonrisa mientras la seguía. Tal vez debería probarlo. Sospechaba que la resultante confrontación sería tan caliente como el infierno.

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Capítulo 4

Gabby

marchó primera de vuelta a casa de Harris. Si tuviera algún sentido común, llegaría hasta allí, se metería en su coche, y conduciría como una loca. Pero a pesar de saber lo que era mejor, no podía, y ni siquiera podía echarle la culpa a estar en celo. Sentía curiosidad. Estaban tramando algo. Algo sutil y tortuoso y tenía la tremenda sospecha de que sabía lo que era. Una vez ya en la casa intentaron apresurarla en dirección al dormitorio. Su lívido estaba más que de acuerdo, pero no hasta que obtuviera algunas respuestas. Caminó hacia la sala de estar y se sentó en el sofá. —Así que... ¿qué me habéis puesto en la cerveza? —le preguntó a Harris y luego se giró hacia Ethan—. ¿Y cómo coño se te ocurrió estar de acuerdo con eso? —¿Cómo lo has sabido? La confirmación la cabreó pero el sentimiento de traición fue mucho peor. Les había confiado su cuerpo en el momento en el que era más vulnerable. Su lado lobuno le arañaba en la mente, furioso y agresivo. Estaba mucho más enfadado que la mujer. Entendía perfectamente que su fe había sido violada. Gabby luchó contra la urgencia de explotar, luchó por mantenerse calmada cuando en realidad quería gritar. Esto era exactamente lo que tanto se había esforzado por evitar, dejarse vulnerable a dos hombres que creían que tenían el derecho de gobernar su vida. De tomar las decisiones por ella. —¿Qué era? —preguntó sin entonación. Ambos tuvieron la bondad de mostrarse culpables y contritos, lo que calmó su lobo un poco, pero el sentimiento de traición siguió ahí. Amenazaba con dominar su enfado. —No es nada malo. Todos lo hemos tomado —dijo Harris, revolviéndose bajo su mirada airada justo antes de que su expresión cambiara a una más resoluta—. Suelta un poco las inhibiciones. Ella bufó. Claro. Porque durante el calor estaba de lo más inhibida.

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Luna Hechizada 3 —Prueba otra vez, guapito. —Es eso, de verdad. Eso... te hará abrirte a nuevas posibilidades un poco más. Le creyó, pero tenía que haber algún truco, algún engaño que no encontraba. —Ya he estado con ambos —señaló—. No creo que las inhibiciones sean un problema. Él se encogió de hombros y su voz fue dura cuando habló. —Por ahora. ¿Qué pasará cuando se acabe el celo? ¿Desaparecerás? De repente el celo se retiró por completo, y se sintió fría. —¿Es alguna clase de poción de amor? —dijo entre dientes. No, no podía ser. Esa era su peor jodida pesadilla. Se negaba a estar tan cerca de ellos. Se negaba a amarlos. Todo cambiaría, su vida cambiaría, y no para mejor. Eran ambos demasiado dominantes. Intentarían tomar el control sobre ella, intentarían moldearla en algo que no era y cuando eso no funcionara, empezaría la verdadera miseria. No se podía imaginar algo peor que tener un compañero que no la aceptara como era. Bueno, seguramente tener dos compañeros sería peor. Se levantó, alejándose cuando él intentó alargar la mano hacia ella, y caminó a zancadas hacia la gran ventana. Tenía algo atascado en la garganta y se concentró en el paisaje de afuera. Era una bonita escena. Se veía una carretera amplia rodeada de árboles, niños tirándose una pelota de fútbol de unos a otros en la serena luz de la tarde. Nada que ver con los pensamientos que borbotaban en su cabeza, la furia y la confusión que la tensaban. La total incredulidad y tristeza porque Harris había usado un truco tan sucio con ella. —No era una poción de amor. Jamás te haría algo así. —¿Por qué no? —se rió amargamente—. ¿No es eso lo que hace tu gente? ¿Joder la vida de todos? ¿Hacerles hacer cosas contra su voluntad? —Sus ojos brillaron con furia pero a ella no le importó. —Ante todo —bramó— es exactamente lo que he dicho. Bajará tus inhibiciones. Algunas. No jugará con tus emociones. Todo lo que sientas será cosa tuya. Segundo, jamás vuelvas a insultarme así, querida. No te gustarían las consecuencias. ¿Consecuencias? ¿Había perdido su jodida cabeza? El lobo le picaba en la piel, deseando salir, deseando ser libre. Podría destrozarlo y él no haría nada por defenderse. Excepto usar magia. ¿Pero la podía herir de verdad con aquello? —Lo que sea. Reviértelo. Estoy segura de que sabes cómo.

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Luna Hechizada 3 Lo miró de cabo a rabo. Su enfado era fácil de leer, pero no era tan brillante e incontrolado como antes. Se había vuelto frío como el hielo. Controlado. —Hay condiciones. —Oh, definitivamente había perdido lo poco que le quedaba de materia gris. Ella se dirigió hacia la puerta pero el cerrojo se corrió antes de llegar hasta allí. Tiró de él una vez y se giró para mirarle enfadada. Entonces su mirada fue hacia Ethan, pensando en que él la ayudaría a escapar. Pero con un vistazo supo que no había ni una posibilidad en el infierno de que sucediera eso. —¿Qué condiciones? —Dejas de huir. —Harris se dirigió hacia ella. Lentamente. Cuidadosamente. Como si ella tuviera a algún sitio donde escapar—. Tomas esta oportunidad para conocerme. Conocernos —añadió, señalando a Ethan que estaba de pie detrás de él. —¿Y qué me dices a esperar a que se me pase? Su sonrisa en respuesta fue con regodeo y mezquina. —Podría llevarte semanas, querida. ¿Semanas? Qué jodida que estaba. Ya podía sentir que su resistencia cedía. ¿Cómo se las apañaría para enfrentarse a sus esfuerzos combinados durante semanas? No tenía elección, ¿verdad? De alguna manera lo convencería de que revirtiera la poción. No había otra alternativa. Harris se acercó hasta que estuvo a centímetros de distancia, lo suficientemente cerca para tocar, sus anchos hombros bloqueando el pasillo de detrás de él. Incluso si lo rodeara, Ethan estaría allí para detenerla. El pánico la golpeó fuertemente. Se sintió acorralada, y esa era una mala posición en la que poner a un lobo. Atacó antes de que aquel pensamiento incluso hubiera acabado, concentrada en el espacio y en liberarse. Él la agarró por la muñeca mientras las garras de ella tocaban su cuello. Fue un arañazo pequeño, pero derramó sangre y eso agradó lo suficientemente al lobo para bajarle la guardia. Él la atrajo más, sujetando ambas muñecas con una mano tras su espalda. —¿Por qué te asusta tanto eso? Rugiendo, luchó por liberarse y él la soltó. No es que pudiera escaparse, ¿no? Sintió un sabor amargo en la boca. Apoyó la espalda contra la puerta e intentó encontrar otra solución, pero no había ninguna. —Hasta que acabe el celo —ofreció ella, pero él meneó la cabeza.

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Luna Hechizada 3 —Quiero una semana entera. Ay, dioses, ¿sería capaz de resistir una semana? ¿Sería capaz de mantener su corazón separado? Los mantenía a distancia por un motivo. Sabía lo que sucedería si bajaba sus defensas. —Tres días —contra ofreció, desesperada y ansiosa porque lo aceptara. Él sólo meneó la cabeza. —Una semana, querida, o disolveremos este acuerdo por completo. No vengas la próxima vez que estés en celo. Lo miró fijamente. Un ultimátum y de la peor clase. No podía hacerle eso. No le haría eso, ¿verdad? No podía ir a nadie más. Incluso aunque quisiera, no creía que su lobo se lo permitiera. Se había acostumbrado a su toque durante esa época, otro hombre sencillamente no la satisfaría. —Esa sería la peor clase de crueldad —admitió, y sus ojos se suavizaron un poco. —¿Menos cruel que tú aparezcas durante dos días y que luego te escabullas de mi cama? —No podía decir nada a eso, y por primera vez se sintió culpable. Siempre había tomado de él lo que necesitaba cuando estaba en celo y jamás consideró sus sentimientos. Como él no había exigido más, no había pensado que deseara nada excepto sexo. Ella ahora ya sabía que no, pero eso no cambiaba nada. Lo mejor sería que rompiera por lo sano tan pronto como fuera posible. Habría el menos dolor posible para todos los involucrados. Su mirada se encontró con la suya y vio que él se estaba preparando para eso. A pesar de su encantamiento, a pesar de la amenaza, él tenía miedo de que ella se fuera. No podía hacerlo. —¿Qué tienes en mente? Porque esto no podía ser todo sexo. No con Ethan aquí. Sabía exactamente lo que ése quería. Pero la sonrisa en Harris fue pecaminosa y lasciva y se preguntó por un instante si estaba equivocada. —Desnudos sería la mejor manera de tener esta conversación. —De acuerdo, así que sí iba sobre sexo. Eso estaba genial. Lo podría manejar. Él tomó su mano y la separó de la puerta y el celo regresó fuerte. La desnudó y dio un paso atrás para mirar. Ella juraría que pudo sentir su mirada, pudo sentir sus manos acariciando sus pechos. Sus caderas. Moverse para separarle los labios de su sexo. —¿Qué estás haciendo? —dijo entre jadeos. —Explorando —murmuró—. Estate callada y déjamelo a mí. —Su tono fue tan duro, tan dominante. Debería cabrearla del todo, pero en vez de eso se le curvaron los dedos de los pies y la excitación sexual la atravesó.

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Luna Hechizada 3 Entonces sintió aquellos dedos invisibles en su clítoris, empujando en su coño. Él la observaba con los párpados pesados, casi meditabundo, mientras ella jadeaba. —¿Por qué nunca hiciste esto? —No me habrías dejado. Pero las cosas habían cambiado. No lo dijo, pero las palabras parecían pender en el aire. Era ella la que había abierto la puerta cuando había dejado que Ethan se quedara. Ahora Ethan se acercó, callado e intenso, sin signos del soldado relajado que conocía. Sus ojos brillaban con un amarillo fantasmagórico y supo que su lobo estaba cerca de la superficie. Tembló cuando él le acarició la cara con la yema de los dedos, viendo las intenciones que irradiaban de sus ojos. Esta vez la marcaría. Su lobo protestó, pero ella estaba tan pillada por su placer sensual que fue apenas un gemido. No le haría ningún bien ceder tan fácilmente. —¿Las condiciones? —le recordó, aunque su voz era débil, le faltaba el aire y casi no había signos de mando. Harris rió. —Está pensando con demasiada claridad. —Definitivamente —concordó Ethan. Ethan la agarró por la cintura y se la echó sobre el hombro. Estaba tan sorprendida que ni se le ocurrió protestar cuando la tiró a la cama. —La quiero atada —murmuró Harris. Ahora a eso sí protestaría, pero cuando intentó sentarse, no se podía mover. —¿Unos cuantos trucos? —le gruñó a Harris—. Esto no me gusta. Ah, pero esa era la mentira más grande que jamás se había dicho, y él lo sabía. Colocó una rodilla en el borde de la cama, se inclinó y metió los dedos en su coño. —¿Todo bien? —preguntó moviéndolos adelante y atrás con golpes cortos y fuertes. Su cuerpo les dio la bienvenida. Se apretó a su alrededor —. No oigo quejas por aquí. Ella quiso suplicar y gritar pidiendo más cuando él sacó la mano y levantó los dedos hasta su boca. Se relamió cuando obtuvo su sabor en ella. —Siguiente condición. Te voy a atar. —No necesitas ataduras o restricciones. —Es una cuestión de consentimiento.

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Luna Hechizada 3 —¿Es otra de las cosas que si me niego, se rompe el trato? —¿Por qué estaba tan intrigada? Eso la asustaba. Había fantaseado con aquello, ¿y quién no? Pero jamás antes había pensado seriamente en el bondage. ¿Qué le había hecho él? ¿Qué había de verdad en aquella poción? Él inclinó la cabeza hacia un lado y la estudió, suspirando finalmente. —No, pero es importante. Para mí. Es una cuestión de confianza, Gabby. Ella abrió la boca para decir “ni hablar” y a juzgar por la expresión de él, lo sabía. Se veía tan decepcionado que apretó los dientes. Su propia respuesta la confundía. ¿Por qué lo estaba considerando? Si lo dejaba inmovilizarla, atarla, estaría reconociendo su dominación. Debía de ser la poción, el celo, combinados para atacar sus sentidos. Escuchó la voz de su madre, la de no-me-vengas-con-historias, la de notomar-prisioneros. Protestando un poco demasiado, ¿no Gabby? Jamás lo había considerado seriamente, pero no podía negar su curiosidad. Se sentía tentada. Tenía un cierto atractivo, un deseo que había reprimido durante años. ¿Cómo sería dejarse ir? Permitir que alguien se encargara de toda su necesidad. Diablos, ¿no estar a cargo al menos por una vez? Se sentía intrigada y a la vez le jorobaba la dirección que estaban tomando sus pensamientos. Maldito fuera Harris y su poción, porque esto era algo tan poco propio de ella que eso era lo que debía ser. Pero sabía que se estaba mintiendo a sí misma. Puede que nunca antes se hubiera sometido, pero ahora quería probarlo. Quería experimentar la pérdida de control, quería saber si la liberaría o si la haría sentir enjaulada. Era una cuestión de confianza, había dicho él, y se sorprendió al descubrir que confiaba en él lo suficiente como para explorar este deseo que siempre había tenido. —Una sola vez. Eso es todo. Los dedos de Ethan se deslizaron por el interior de su muslo. La caricia, un tormento, la hizo estremecerse. Harris sonrió. —¿A menos que decidas que te gusta? —preguntó. Ella meneó la cabeza. —Eso no va a suceder. —¿Por qué estás tan convencida de que no te gustará? —preguntó Harris. Oh, de ninguna de las maneras iba a admitir que era porque no quería decepcionarlo. Eso estaría demasiado cerca de reconocer que esto era algo más que sexo. Que había una voz solitaria y reprimida enterrada en lo más profundo de su mente que quería más que unos pocos días cada tres meses. Cerró los ojos y respiró profundamente, intentando normalizar su

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Luna Hechizada 3 corazón, su mente, sus emociones. Pero su inhalación le trajo sus olores hasta los pulmones y sólo la hizo estar más consciente de ambos. Estaban completamente concentrados en ella. En darle placer, en reclamar su corazón y alma. Se resistió ante el impulso de rendirse al instinto inexplicable de acceder a sus deseos y seguir allí y en aquel momento. Si fuera una llorona estaría llorando por la gran confusión que tenía y también por el deseo. Abriendo los ojos, se encogió de hombros. —No es ninguna diferencia para mí. Sólo necesito alguien en mi interior. Ahora estaría bien. Lo ansiaba tantísimo que le dolía hasta la piel. Su coño pulsaba. Necesitaba liberarse con una desesperación que no había sentido nunca y echó un vistazo hacia Ethan. Era porque él estaba allí. Su presencia había cambiado la dinámica. Él no esperó tampoco una invitación. Mientras Harris se dirigía a un armario, Ethan se desvistió, pero maldito fuera, el hombre tampoco se apresuró a hacerlo. Se tomó su tiempo. Primero zapatos y calcetines, luego camisa, tejanos y finalmente la ropa interior. Fue tirando lo que se sacaba, los ojos fijos en ella todo el tiempo. Para cuando acabó, Harris la tenía atada a los postes de la cama, abierta de piernas completamente. Ella ni lo había notado y estaba más allá de preocuparse cuando Ethan se subió a la cama y se arrodilló entre ellas. Puso una mano por detrás de cada rodilla, deslizó las palmas hacia arriba con una caricia ligera y suave hasta que llegó a su sexo. Con dedos cuidadosos la abrió y se inclinó para soplar sobre su montículo con aire caliente. Entonces se apoyó sobre los codos y la lamió. Si no hubiera estado atada, el placer la habría tirado de la cama. Él le pellizcó el clítoris con los dientes. Su pulgar rozó su abertura. Y cuando lo metió, ella se rompió en pedazos con un potente grito que la habría avergonzado tremendamente si no hubiera deseado muchísimo más. Él se lo dio.

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Capítulo 5

Ethan

había encontrado el cielo y maldito fuera si lo dejaba escapar

otra vez. Ella se corrió en sus dedos y lengua, su sabor era rico, dulce y feroz. Igual que Gabby. Había planeado alargar aquello. Había planeado atormentarla, jugar con ella durante mucho, mucho tiempo antes de que tomara su propio placer. Pero la mirada impaciente de su rostro y sus grititos entrecortados pusieron a prueba su control. Él respiró hondo. Su olor era pura ambrosía. Lujurioso con un toque de delirio. Se puso de rodillas, dispuesto a lanzarse a reclamar sus labios mientras su polla reclamaba su coño. Mía. Pero antes de que pudiera, Harris le agarró de la barbilla y le obligó a mirar por encima. Ethan sonrió ante lo que veía, lleno de un alegre sentido de justicia. Tenía a su mujer y su hombre justo donde los quería. Justo donde había soñado que estarían un día. Los tres juntos. Ethan se inclinó hacia adelante y Harris le encontró a mitad camino. El beso fue casi salvaje, en ese momento su lado lobo estaba más impaciente que el lado humano por reclamar y por dominar a sus compañeros. Lo único que podía devolverle el control era el grito sobresaltado de Gabby. No había creído que fuera posible, pero el embriagador olor de la excitación en el aire se intensificó. Rompió el beso y le sonrió. —No sabía que fueras una voyeur, querida.

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Luna Hechizada 3 Ella se mordió el labio inferior y negó con la cabeza ligeramente antes de contestar. —Yo tampoco. Él respiró hondo y cerró los ojos. —Dioses, nena, hueles como el cielo. A miel y vainilla con un toque de desesperación —la miró, sonriendo—. Y eres mía. Los ojos de ella brillaron ante la implicación, pero no protestó. Su tácita conformidad apaciguó a su lobo y decidió modificar su plan original. Podía atormentarla sin tocar su cuerpo. Se alejó de la tentación y se quedó de pie al lado de la cama. Fue entonces cuando se fijó en algunos de los otros artículos que Harris había sacado. Levantó el tapón anal y vio los ojos de ella abrirse como platos. Había un poco de temor y un montón de curiosidad. —¿Alguna vez has usado uno de estos antes? —preguntó, mientras Harris abría el tapón del frasco de lubricante. Una vez más ella se mordió el labio y sacudió la cabeza. Era un gesto de ansiedad, tan poco propio de Gabby, que nunca dejaba entrever nada, que lo encontró entrañable. Normalmente no traicionaría sus pensamientos o emociones, pero estaba dejando caer los muros que había mantenido tan altos entre ellos. Harris exprimió un poco de lubricante en los dedos y primero rodeó su abertura, luego, lentamente, empujó un dedo dentro de su ano hasta la primera falange. Los labios de Gabby se abrieron con un suspiro y Ethan no pudo resistirlo. Apoyó las manos a ambos lados de su cabeza y se inclinó hacia delante para darle un beso. Fue lento y delicado, con la lengua recorriendo el interior para explorar su boca. Ella dio un grito asustado y él se detuvo el tiempo suficiente para bajar la mirada hacia su cuerpo. Ahora Harris tenía dos dedos en su culo, moviéndose hacia adelante y hacia atrás en un ritmo sosegado y tranquilo mientras la estiraba. Harris asintió con la cabeza a Ethan mientras sostenía el tapón, ya lubricado y en lugar de regresar a ese dulce beso, Ethan se introdujo el pezón en la boca. Él mantuvo un ojo en Harris mientras la chupaba, mirando cuando primero introdujo la punta del tapón y después la ensanchadora longitud. Ella contuvo el aliento cuando se abrió paso entre el restringido anillo de sus músculos y con un último empuje, Harris tuvo todo el tapón introducido. La respiración de Gabby volvió a la normalidad durante medio segundo antes de que Ethan estirara la mano hacia el regulador y lo encendiera. —Oh, dioses —murmuró ella—. Demasiado. —Tienes que acostumbrarte a esto, nena. Vas a tenernos a los dos ahí antes de que acabe esta semana —dijo él, riéndose entre dientes.

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Luna Hechizada 3 Había tenido los ojos cerrados, pero ahora se le abrieron de golpe. Su mirada iba de uno al otro. Y no se concentró en sus caras. Se lamió el labio inferior y el pene de Ethan se sacudió en respuesta. Gabby frunció el ceño. —Eres demasiado grande para considerarlo siquiera —susurró. Él y Harris intercambiaron una mirada divertida que rápidamente se volvió caliente. —Creo que necesita una demostración —invitó Harris, una sonrisa leve y perversa curvando sus labios. Ethan estaba más que dispuesto a aceptar la oferta. Ellos se miraron al mismo tiempo, y agarró las caderas de Harris, tirando de él, acercándolo. La polla del otro hombre se frotó contra la suya. Tuvo que apretar los dientes y aguantar el orgasmo que amenazaba con apoderarse de él. —No voy a durar —gruñó. —¿Quién te lo pide? —respondió Harris y Ethan comprendió que Harris estaba tan atrapado en esta nueva experiencia como él. Era imposible no estarlo. Gabby sabía de lo de él y Harris, por supuesto. Nunca había dicho nada en contra de la relación. Sin embargo, eso no era lo mismo que tomar parte en ella. Nunca había sabido si les aceptaría a él y Harris de este modo, en su cara por así decirlo, o si insistiría en mantener las relaciones por separado. Sabía que intentaría convencerla de otro modo si ella lo intentara, porque estaba seguro de que no podría separarlos. Era estimulante saber que había llegado tan lejos por ellos. Pero, ¿hasta dónde llegaría? Ethan no quería transigir. No quería medidas a medias. Necesitaba que ella abrazara cada parte de esta trinidad y no sólo de vez en cuando y debido al celo. Harris le mordió el labio inferior lo suficientemente fuerte como para que escociera y Ethan gruñó en respuesta, girando y empujando hasta que la espalda de Harris estuvo contra la pared al lado del poste de la cama. Ethan frotó su pelvis contra la de Harris, soltó una mano para pellizcar los pezones del hombre. El gemido de Harris fue fuerte, lujurioso y perfecto. —Te fuiste a alguna parte —gruñó Harris. —¿Así que decidiste llamar mi atención? La familiar sonrisa perversa y sexy. —Ha funcionado —metió una mano entre ellos y con ella rodeó la polla de Ethan. Oh diablos sí, vaya si lo hizo. Empujó hacia atrás y hacia adelante en el fuerte apretón. —No puedo ver —se quejó Gabby desde la cama, y él miró por encima. La cabeza de ella se volvió, tratando de verles. Tenía que ser malditamente incómodo. Harris, utilizando sus poderes mentales que ya no asombraban a Ethan, soltó sus cadenas. Inmediatamente se puso en

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Luna Hechizada 3 cuclillas, volviendo a sentarse con las piernas cruzadas para mirarles y se estremeció un poco cuando su trasero aterrizó en la cama. Él sonrió y estiró la mano hacia los controles. Ella se había olvidado del tapón. Le subió un nivel, y Gabby se estremeció, agarrándose las rodillas con las manos tan fuerte que los nudillos se volvieron blancos. Él se rió entre dientes cuando las manos de ella empezaron a deslizarse subiendo por el interior de sus piernas y se adelantó para agarrarlas, sosteniéndolas contra su pecho. —Oh no, nena. En este momento sólo vas a mirar. Ella apretó los dientes, con los ojos brillantes de ira, pero obedeció, y le dio un respiro. Harris afirmaba que ella era sumisa, una opinión de la que Ethan siempre se había burlado, pero tal vez el mago estaba en lo cierto. Ethan le bajó los brazos y se los puso detrás de la espalda. Ella entrelazó los dedos. —Sostenla así —le dijo a Harris. Bueno, era una orden, y, normalmente, Harris no dejaba que Ethan le diera órdenes. Que Harris siguiera su orden alegró a Ethan, aunque sabía que era porque tenían el mismo objetivo. Reclamar a Gabby. Convencerla de quedarse con ellos. Harris asintió con la cabeza y dio un paso detrás de él. Su lobo se tensó hasta que sintió sus familiares manos en la cintura. Amantes o no, viejos amigos o no, al lobo no le gustaba que se le acercaran por la espalda. Sin embargo, tanto el hombre como el lobo habían aprendido a confiar en el mago, y una vez reconocido, su toque era bienvenido. Alentado. Ethan frotó el culo contra la polla de Harris y tomó la suya en la mano. Gabby parecía hipnotizada mientras él la acariciaba con movimientos largos y suaves. Sus ojos estaban aturdidos, febriles, su labio inferior fuertemente apretado entre los dientes. Ella se movió hasta el borde de la cama, pero no liberó los dedos de su posición entrelazada. Su mirada nunca se apartó de su polla, y con un gemido, se inclinó hacia delante y se lamió los labios. Si eso no era una invitación, no sabía lo que era. Se acercó hasta que sus rodillas golpearon la cama, su pene sobresaliendo con orgullo delante de él. Balanceándose hacia adelante, lanzando la lengua fuera, ella lamió la gota de líquido preseminal de la punta. Su caricia fue como un rayo azotando a través de su cuerpo. Demasiado, demasiado rápido, demasiado pronto. Él se sacudió. Gracias a los dioses Harris le agarró para que no cayera y se avergonzara.

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Luna Hechizada 3 —Es embriagadora cuando está así —murmuró Harris. Ethan sabía que se refería a cuando las hormonas del celo la controlaban, pero después de probarla, estaba bastante seguro de que siempre la ansiaría con la misma intensidad. Ethan nunca había estado tan fuera de control cerca de ella, y la había tenido muchas veces cuando no estaba en celo. Puede que ella todavía no lo creyera, pero no había vuelta atrás. A juzgar por la expresión de su cara, no pensaba en nada, excepto en su siguiente orgasmo. Su cuerpo estaba tenso, la piel enrojecida, los ojos soñadores y perdidos. Él estaba más que feliz de darle más. Cuando a él le apeteciera y ni un segundo antes. Tenía que comprender la profundidad del placer que podía darle. Tenía que comprender que nadie más podría competir. El lobo la montó con fuerza. Quería morderla, marcarla, reclamarla y quería que todos lo supieran. Necesitaba que el sello de su posesión brillara como un luminoso cartel de neón en una noche sin luna. Y lo más importante, necesitaba que aceptara su derecho sobre ella. Harris le frenó antes de que se abalanzara sobre Gabby, pero Ethan había llevado demasiado lejos al lobo para que le permitiera ponerle una correa ahora. Los hizo girar y empujó a Harris a la cama. Harris cayó de rodillas pero rodó sobre su espalda, empujando a Ethan con la mente cuando el lobo trató de surgir. No era bastante poder para lanzarle a un lado pero le hizo más lento, devolviéndole un poco de cordura. En su estado actual, Harris no dejaría que Ethan le montara desde detrás, y Ethan no lo culpaba. El mago era fuerte, pero no era un lobo. Sería cara a cara, torso a torso, y a Ethan le sería más fácil frenar al animal que era su otra mitad. Las cosas cambiaban cuando miras a alguien a los ojos mientras te lo follas. Y todo cambió cuando miró a Harris a los ojos. Harris lo sabía, y aceptaba esa parte de Ethan. Entendía lo mucho que significaba para aquel lado indómito de Ethan, lo importante que era hacerse cargo de los que amaba. Harris también entendía que eso no era sólo cosa de sexo, aquello era la expresión que Ethan se permitía con las dos personas que más amaba en el mundo, que sabía que era perfectamente capaz de cuidar. El lobo lo sabía. El hombre lo sabía. Sin embargo, todavía lo necesitaba. Todavía necesitaba que le permitieran hacerse cargo, que le dejaran cuidar de ellos, por lo menos una parte del tiempo. Sabía que sus ojos brillaban amarillos, sentía las garras del lobo abrirse camino a través de sus dedos, pero cuando encontró la mirada de Harris, sólo vio invitación. Sólo amor, y era del tipo incondicional. Él necesitaba, ansiaba lo mismo de Gabby, pero en ese momento tomaría lo que pudiera conseguir.

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Luna Hechizada 3 Al parecer, Harris estaba harto de esperar y estiró la mano hacia arriba, se apoderó de la parte posterior del cuello de Ethan y tiró de él hacia abajo para darle un beso que le succionó el alma. Ethan gimió, su polla palpitaba en insistente demanda, y dio una palmada al culo de Harris. A continuación, el tubo de lubricante apareció en su mano y él sonrió. —Hazlo —ordenó Harris. Ethan abrió la tapa, apretó y puso un poco en su palma. Cubrió su pene mientras Harris le sostenía la mirada, luego cubrió con los dedos el borde del agujero de Harris. Harris le sostuvo la mirada cuando Ethan empujó primero uno, luego dos dedos en su interior. Sintió a Gabby deslizarse, acercándose, y se volvió para mirarla. Estaba concentrada en sus manos, viendo cómo Harris se bombeaba la polla. Ethan se colocó en posición y Harris, mirándolos a los dos, extendió sus anchos muslos para que cada uno tuviera una visión de la punta de la polla de Ethan moviéndose en su entrada. Gabby respiró fuerte y lo retuvo. —Ven aquí, cariño —gimió Harris—. Sobre mi boca. Quiero que mires mientras te saboreo. Ella se puso de rodillas y se movió hasta situarse al lado de su cabeza, frente a Ethan. Él leyó la vacilación, una indirecta de torpeza en sus ojos. Harris rodeó con las manos la parte superior de los muslos de ella y tiró hasta que se sentó a horcajadas sobre él. Luego la acercó hasta que su coño estuvo a centímetros de su boca. Ella cerró los ojos y dejó que su cabeza cayera hacia atrás cuando su lengua acarició sus pliegues hinchados. Casi fue la perdición de Ethan. Dioses, aquello era un infierno, una imagen ardiente. Quedaría grabada en sus retinas para siempre. Mientras Harris la atraía hacia sus labios, mecía las caderas contra Ethan, en una demanda sutil. Una que Ethan estaba encantado de cumplir. Entró de golpe, el lubricante facilitó el camino así que sus empujes no fueron tan violentos como la lujuria que golpeaba a través de su cuerpo, pero tampoco eran tiernos o suaves. Gabby estaba en llamas. No había otra manera de describir las intensas sensaciones que la consumían. Harris utilizaba la lengua como un maestro. Cuando sus dientes se cerraron sobre su clítoris, decidió que era un dios. Fue muy difícil mantener los ojos abiertos, seguir mirando a Ethan mientras follaba a Harris, pero, ¡maldición!, era demasiado erótico para perdérselo. Los dientes de Harris se cerraron sobre su clítoris y tiraron suavemente, convirtiendo al incendio que gobernaba su cuerpo en un infierno. Sabiendo que cada segundo de retraso haría su liberación aún más intensa, ella se contenía tanto tiempo como podía. Se concentró en Ethan para aplazarlo. La piel estaba tirante sobre sus mejillas, sus labios

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Luna Hechizada 3 retrocedieron en una mueca que expuso sus afilados colmillos. Los músculos de su cuello, hombros y brazos estaban marcados y tensos y sostenidos con fuerza bajo su control. Pero él no era inmune a las feromonas que inundaban el aire, y se corrió con un grito ahogado. Harris tomó la oportunidad de arrojar por la ventana su control duramente ganado. Los dientes en su clítoris, los dedos empujando en su coño, girando para acariciar el punto suave y sensible que la hizo perder toda esperanza de contenerse. Se estaba corriendo antes del segundo roce sobre su punto G. Y tampoco tuvo la oportunidad de disfrutar de la sensación de satisfacción. Ethan le puso las manos en las caderas y la atrajo hacia él. Se detuvo para un beso breve y profundo antes de girarla e incitarla para que se sentara a horcajadas sobre las caderas de Harris. No es que se necesitara mucha incitación cuando sintió la polla de Harris rozando los pliegues de su sexo. Estaban en la cama, con los pies de él plantados en el suelo y las rodillas de ella en el borde. Estaba recostado, mirándola con tal codiciosa intención que contuvo el aliento. Temblando, agarró la base de su pene y lo guió en su interior. Esta vez ella se dejó ir. Montándole despacio, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, sabía lo que venía cuando Ethan dio un paso detrás de ella. Cuando le apartó el pelo y dejó expuesto un lado de su cuello. Su corazón latió rápidamente, y su vientre tuvo espasmos, aunque no podría decir si era por miedo a la mordedura de Ethan o porque Harris estaba enterrado tan profundamente dentro suyo. Tal vez sólo estaba cansada de luchar contra aquello, porque no protestó cuando las manos de Ethan se cerraron sobre sus hombros para sujetarla. O segundos más tarde cuando los dientes afilados y mortales arañaron su piel en una suave caricia. —Di que sí, cariño —murmuró y ella oyó el anhelo en su voz. Un anhelo que no estaba dispuesta a admitir pero que compartía. Su tardanza en responder le valió un fuerte pellizco, no lo suficiente como para romper la piel. No lo suficiente como para marcar. Él movió las manos para dar forma a los pechos, luego le pellizcó los pezones—. ¿Gabby? Ella gimió, el crudo y ronco sonido de deseo llenó sus oídos. —¿Cuál era la pregunta? —logró susurrar, ganándose otro pellizco. —Ya la sabes —dijo sombríamente—. Quiero hacer esto real. Quiero marcarte. Reclamarte. Lo necesito, nena. Podía oírlo en su voz y le fue imposible responder al desnudo anhelo. Él lo tomó como una invitación. Esta vez, cuando sus dientes se cerraron sobre la carne en el hueco entre el hombro y el cuello, él no vaciló. Sintió la picadura aguda cuando su piel fue pinchada, se sentía como si de alguna manera él viviera dentro de ella, y sabía que a pesar de la increíble

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Luna Hechizada 3 capacidad de recuperación de los de su especie, esta marca nunca se desvanecería. Le gustara o no, ahora le pertenecía. De manera irrevocable. El conocimiento debería haberla dejado presa del pánico. Debería haber puesto su lado lobo a arañar los límites de su mente, y a la mujer humana desesperada por huir. Sin embargo, era difícil pensar en esas cosas mientras ellos avivaban la llama de su deseo más y más. Imposible, de hecho. No le dieron tiempo para pensar. Antes de que de la mordedura hubiera salido incluso una gota de sangre, se encontró sobre su espalda, otra vez extendida, abierta y atada a los postes. Harris se cernía sobre ella, con las caderas entre sus piernas, la verga empujando su entrada, pero esperó hasta que ella se concentrara en su rostro antes de comenzar a empujar. Su mandíbula estaba apretada con tanta fuerza que ella podía ver un tic en el lado de su cara. Quería estirar la mano y suavizar la tensión de su rostro pero, por supuesto, no podía moverse. Tomó la siguiente mejor opción y obligó a su cuerpo a relajarse, miembro a miembro, músculo a músculo, hasta que estuvo completamente disponible para su dominio. Se sentía bien dejarse ir, pero la expresión en el rostro de él fue lo que realmente hacía que valiera la pena. Incluso podría perdonar el brillo triunfal y dominante en sus ojos cuando se mezclaba con el resto. Ternura. Alegría. Adoración. Era Alicia cayendo por el agujero del conejo, pero no le importó cuando él comenzó sus estocadas largas y lentas. Retirándose hasta la punta de la polla para luego impulsarse incansablemente hacia su coño. La dejó jadeante, necesitada, desesperada, y no era debido al celo. Todo era por él. Por el Harris de rígido control y ojos oscuros y tempestuosos llenos de deseo y emoción. Se sorprendió un poco cuando él inclinó el rostro hacia su cuello por el lado contrario al que Ethan le había mordido. ¿Podría hacerle daño? Era un mago, no un lobo, no importaba cuan profundamente su instinto de lobo dijera que le pertenecía. Debería haber prestado más atención en sus clases de "conoce a tu enemigo". Los dientes se cerraron sobre su piel y tiraron, mordiendo. Eso la marcaría, pero no de forma permanente. Entonces sintió un corto estallido de energía que la llevó en muy poco tiempo a asociar que él le estaba tocando su cuerpo con la mente. Ella le preguntaría, pero, maldición, se sentía demasiado bien en ese momento. Después de la mordedura, sus golpes aumentaron, se volvieron duros y rápidos y luego frenéticos. Podría haberse preocupado, podría haber protestado, excepto que estaba totalmente inmersa en el viaje y se corrió gritando su nombre en cuestión de segundos.

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Capítulo 6

Gabby

estaba parada en la zona de vegetación más profunda. Si la pelea de los tres lobos en el patio trasero hubiera estado centrada en cualquier otra cosa aparte de sus propias gilipolleces, se habrían dado cuenta que alguien estaba en las cercanías. No es que hubiera importado. Estaban en territorio seguro. Incluso si alguien se hubiese topado con esta escena, no esperaría ningún peligro. Ella no era tan laxa con su seguridad personal y respiró hondo, sonriendo cuando escuchó pasos que se acercaban, el perfume del macho precediéndole. —Oye, hermana —dijo en voz baja su hermano, Kade, mientras se colocaba a su lado. Fiel a la costumbre lobo, había permanecido con otra manada desde los veinte y ahora había regresado a reemplazar a Baker, uno de los otros soldados que había decidido ir a vagar. Esta era la primera vez que veía a Kade en tres años y su corazón se alegraba de tener a su hermano gemelo en casa. Si bien estaba tentada de abrazarlo con fuerza, ambos estaban manteniéndose al margen de la pirotecnia detrás de la casa y por lo tanto no querían llamar la atención. No querían quedar atrapados en el medio de aquello. Habían aprendido bien esa lección a lo largo de los años. —¿Cómo va todo? Ella se encogió de hombros. La discusión ante ellos se había ido trasladando hacia la parte delantera de la casa y él la había seguido hacia la parte más alejada del patio mientras sus padres se alejaban. —Como siempre. ¿Y tú? Él inclinó la cabeza hacia un lado y ella gimió ante la mirada de “no digas estupideces” de Kade. No se iba a escapar de aquella. —Corrígeme si me equivoco, pero nunca has aparecido en una de estas fiestitas oliendo a dos hombres diferentes. Gracias a los dioses por los jerseys de cuello alto —Tuve un fin de semana divertido.

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Luna Hechizada 3 Había dejado a Harris y Ethan antes del amanecer a pesar de sus protestas y de que Harris le recordara su trato. Pero había abandonado sus obligaciones durante dos días y no podía demorar más su regreso. Había estado corriendo todo el día jugando a ponerse al día. Ni siquiera había tenido la posibilidad de venir al encuentro de Kade hasta bien entrado el mediodía y ahora no tendrían mucho tiempo para hablar. La manada iba a celebrar una fiesta improvisada para darle la bienvenida. Ella se encontraría con sus compañeros allí más tarde. —Divertida y marcada son dos cosas diferentes. —¿Quién dijo nada sobre marcas? —Lo miró echando chispas por los ojos. Hermano gemelo o no, él estaba confiando demasiado en su suerte. —No podría olfatear a un hombre en ti si no fuera tu compañero —dijo con voz dura y fría, todo hermano protector. A ella se le vino a la memoria que si se hubiera quedado los últimos años, lo más probable hubiera sido que ocupara un lugar de mayor jerarquía en la manada que ella, y ella estaba cerca de la cima en el quinto lugar, después de Jonas. Se sintió incómoda al considerar que probablemente tanto Ethan como Kade podrían haberla desafiado por su posición hacía mucho tiempo. No obstante, por ahora Kade era solo su hermano, ella lo superaba en rango y esto no era de su incumbencia. Ethan… eso era una preocupación para otro momento. —No es tu problema. Ni asunto tuyo. Él bufó y señaló con la cabeza hacia el patio de atrás que habían estado evitando. —Díselo a ellos. —No es asunto de ellos tampoco. Él se rió a carcajadas. —Diles eso a nuestros padres. Díselo a mamá. Él no lo entendía, por supuesto. Joder, era un hombre. Ella estaba bastante segura de que su madre entendería con exactitud la naturaleza de su reticencia. Era una mujer soldado para dos varones soldados y por lo que Gabby podría decir, ninguno de ellos había sido feliz. Ellos querían una mujer sumisa. Su madre lo había intentado, simplemente eso no estaba en ella. Gabby había luchado muy duro para no aparearse porque había visto exactamente lo malo que podía ser. Su hermano le codeó el hombro. —Oye, ¿quién es ese? Miró por encima para ver a Harris salir por el sendero del patio, Ethan justo detrás de él.

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Luna Hechizada 3 —Mierda —masculló. Su hermano levantó las cejas. —¿En serio? Sin invitación, ¿eh? —Él se lo pensó y entonces sonrió—. Tienen agallas. Me gustan. Pero sus fosas nasales se dilataron mientras Harris se acercaba. —Mago —gruñó. Gabby lo agarró del brazo cuando él dio un paso adelante y susurró de nuevo. —Míos. Y ellos están invitados. Sólo que no los esperaba todavía. Mierda, ¿qué iba a hacer? Había esperado tener más tiempo para prepararse psicológicamente antes de tratar con Harris de nuevo, pero que la partiera un rayo si iba a dejar que algún otro se libraba de él. El idiota no tenía ningún sentido común. Ninguno en absoluto. Se pavoneaba en el patio, caminaba como si tuviera todo el derecho de estar allí, con la mirada fija en ella. Incluso su entrada detuvo la discusión entre sus padres, y Gabby se apresuró a acercarse con Kade pisándole los talones. Aquel era un derramamiento de sangre que ella no quería ni presenciar, ni ser la responsable. Él la miraba, los ojos tranquilos, la expresión casi serena antes de que se volviera suavemente hacia sus padres y tendiera la mano para presentarse. Ella contuvo el aliento y avanzó lo suficientemente cerca como para escuchar con atención. —Llevas el olor de la familia, mago. —Imagino que sí. Robert, uno de sus padres, todavía no había aceptado su mano. —¿Por qué? Harry se volvió hacia ella para brindarle una sonrisa pequeña, tensa y furiosa. —Porque ella es mi compañera. Sus palabras eran duras y definitivas, dominantes, e hicieron que su vientre diera un giro de ciento ochenta grados. Él se volvió para mirar a sus padres, encontrándose las tres miradas clavadas con atención. —Nos hemos conocido antes. Soy el jefe de policía de Redemption. Harris. —Sabemos quién eres —espetó su otro padre, Steve—. Aunque no he escuchado ninguna razón por la que deberíamos dejarte vivir. Ella puso los ojos en blanco y se metió en la refriega. —Terminemos con esto. Llevas años quejándote de que estoy soltera.

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Luna Hechizada 3 Finalmente parecieron notar que estaba allí y ambos padres se volvieron hacia ella a la vez con las fosas nasales dilatadas y los ojos entornados. Pareció una eternidad antes de que alguien hablara. —¿Has tomado dos compañeros? ¿Lo has ocultado a tu familia? — preguntó Robert sonando dolido. —Simplemente ocurrió —dijo ella de manera humilde. Odiaba escuchar ese tono en su propia voz, pero mierda, él era su padre. Harris avanzó detrás de ella y le apretó el hombro. Un silencioso apoyo, pero lo sintió en lo más profundo de los huesos y levantó la barbilla. Entonces Ethan se acercó a su otro lado, asintió con la cabeza y dijo hola. —Y Ethan también —murmuró su madre, un indicio de aprobación en su voz. Ella dio un paso adelante, tomó la mano de Gabby y la arrastró hacia la casa antes de que se pudiera decir nada más. Gabby no estaba tan segura de que dejar a los hombres solos fuera una buena idea. Entraron en la cocina. Sus grandes ventanas y puertas de vidrio dejaban ver el patio y Gabby rondaba cerca de ellas, vigilando a los cinco hombres de allí afuera. Ellos se rondaban el uno al otro, hablando de vez en cuando, aunque por supuesto no podía discernir las palabras desde esa distancia y detrás de un cristal. Se percató de que estaban tanteándose. Se volvió hacia su madre quien estaba de pie junto a la encimera vertiendo café. Llevó ambas tazas a la mesa e hizo un gesto a Gabby para unirse a ella. Tenían una vista sin obstáculos del patio. ¿Dónde se había ido su hermano? Lo buscó y lo encontró a un lado apoyado contra un poste. Cinco machos nerviosos. Toda aquella maldita testosterona. Apretó los dientes con tanta fuerza que le dolieron. —¿Es mucho pedir una vida normal? —susurró—. ¿Una vida bonita, pacífica y tranquila? Su madre se echó a reír. —Lobos, brujos, humanos. No importa, todos son hombres. Eso allí afuera es perfectamente normal. La mujer, sin duda, había perdido la cabeza y Gabby estaba segura de que su expresión coincidía con esa creencia porque su madre se reía entre dientes otra vez. —Antes de formar pareja con ellos, salí al mundo. Tuve citas con humanos normales y agradables. Que resultaron ser tan posesivos y algunos igual de dominantes. Tercos como mulas —agregó con un guiño. Gabby se quedó atónita. Nunca había considerado que su madre hubiera tenido otra vida.

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Luna Hechizada 3 —Si te escapaste, ¿por qué volviste? Su madre la miró burlona. —¿Quién dijo que escapé? Puedes dejar la manada, pero al final, somos criaturas de manada. —Respiró profundo y negó con la cabeza—. No, yo necesito un lugar donde poder ser una loba. Un lugar donde pueda correr cuando la necesidad imperiosa llega. Y personas que lo entiendan. Gabby podría coincidir con eso, pero… —Pero, mamá, la manera en que te tratan. —Ella se detuvo. ¿Cómo podría explicarse sin herir los sentimientos de su madre?— No quiero pasarme la vida luchando por mi independencia o demostrando mi lugar. Su madre ofreció una pequeñísima sonrisa y se recostó en la silla. —¿Es eso lo que piensas? Bueno, supongo que lo es. Pues sí que lo hemos jodido bien. Gabby frunció el ceño. No era perfecto, vale, pero tampoco diría tanto. —¿Qué quieres decir? Su madre se encogió de hombros. —Yo nunca seré tan dominante, ni estaré tan alto en la cadena de mando como tú. Tal vez tuve la fuerza, pero no lo quería. Ellos no me reprimieron, cariño, no pienses eso. No era aquello lo que había pensado exactamente. ¿O sí? No, ella siempre había sabido que iría más alto en la cadena de mando que su madre y sus padres. —No. Es todo lo demás. Su madre frunció el ceño. —Es complicado, pero te prometo que soy feliz con nuestra relación, cariño. Ella se quedó atónita. —¿Feliz peleando todo el tiempo? ¿Feliz teniendo que luchar incluso por un poco de independencia? Su madre la miró de manera franca y evaluándola. —Incluso cuando eras una niña, siempre fuiste conciliadora —murmuró —. Puedo ser tu madre, pero no soy perfecta. Por supuesto que discutimos. Una gran parte del tiempo es por pequeñeces estúpidas. La mayoría de las veces es incluso en buen tono. Nunca es físico y rara vez estamos enojados durante más de una hora. Ella respiró profundamente y miró por la ventana.

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Luna Hechizada 3 —Creo que entiendo a dónde va esto —continuó su madre al fin—. Eres una de las más fuertes de la manada. Dispuesta a luchar, pero odias los conflictos personales. Ese gen conciliador otra vez. —Ella sonrió—. ¿Ese es el problema con tus compañeros, verdad? Tienes miedo de que sea una lucha constante por la hegemonía. —No sé cómo tratar con eso —murmuró Gabby. No podría negar sus preocupaciones—. Las otras hembras de alto rango, todas parecen tener esas relaciones que son una lucha constante. No quiero vivir así. —Podrías someterte —dijo su madre. Gabby gruñó. Someterse era imposible. No estaba en su naturaleza. Su madre sonrió y sacudió la cabeza. —¿Tiene que ser todo o nada? ¿Quién lo dice? Ser la loba defensora cuando se trata de la manada, ¿pero cuando regresas a casa? Sé quien quieras. ¿Crees que ellos no conocen la diferencia? Ella miró por la ventana para observar a los hombres, evaluándolos con la mirada. —Creo que sí la conocen. Y que ellos te darán todo lo que necesitas. Gabby no estaba tan segura de eso, pero sabía que tenía que encontrar una manera de hacer su trabajo. Se levantó y se inclinó para besar la mejilla de su madre. —Gracias, mamá. Voy a sacarlos de allí antes de que haya un derramamiento de sangre. Su madre se echó a reír. —Llámame, cariño. Siempre estoy aquí para ti. Y Gabby lo sabía. Se fue con una sonrisa, recogió a sus hombres con una mínima conversación con sus padres y se encaminó hacia su casa.

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Capítulo 7

Los

llevó a su cabaña. Vacilante. Nerviosa. ¿Estaba su madre en lo cierto? ¿Podía ser una cosa en la manada y otra en su vida privada? Nunca había pensado que fuera posible. Ni siquiera lo había considerado. Era fuerte e independiente. Un soldado. ¿No se manifestaba eso en cada aspecto de su vida? Excepto, recordó con el coño dándole un apretón, en la cama. Claramente no le gustaba estar a cargo allí. Incluso a su lado lobuno le gustaba el dominio de sus dos compañeros. La pregunta era, ¿hasta qué punto podía aceptarlo? En privado, ¿cuánto se podía someter y seguir sintiéndose ella misma? Como si no estuviera traicionándose. No. Esa no era la cuestión. Ella podía someterse, lo sabía. La pregunta era cuánto se podría adaptar a las necesidades de ellos y continuar respetándose. Huh. Nunca lo había considerado así. Siempre había sido una u otra pregunta. Estaba perdida en sus pensamientos cuando abrió la puerta y entró. Ellos parecían darse cuenta de que necesitaba algo de espacio y ninguno protestó cuando se fue a su habitación y tomó un baño. La idea la intrigaba. Dominante en público, sumisa en privado. Le gustaba. Más de lo que pensaba que le gustaría. O debía gustarle. Mierda. Estaba en problemas si estaba cediendo tan fácilmente. Si iban a hacer que esto funcionara, tenía que haber algunas reglas básicas. Se hundió en el agua hirviendo, inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos con un quejido. El agua se sentía muy bien. Calmante. Relajante. Estaba siempre dolorida y cansada cuando el celo había terminado. En esta ocasión más que nunca, después de apagar su deseo con dos hombres. Sonrió. ¿Quién habría pensado que esto iba a pasarle a ella? A pesar de sus preguntas sin respuesta, sus preocupaciones, la poción de Harris, a pesar de todo… nunca se había sentido tan sexualmente satisfecha. Eso caló hondo en sus huesos y se preguntaba cuanto durarían los efectos. Se sentía lánguida y sexy, sola en su baño. Tan bien que, de hecho, no reaccionó en absoluto cuando Ethan entró. Su aroma se

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Luna Hechizada 3 envolvió alrededor de ella, trayendo el bosque y una extraña sensación de confort en el interior. ―¿Llegaste a hablar hoy con Kade? Ella volvió la cabeza y abrió un ojo. —Llegué justo antes que vosotros. Hoy tuve un montón de cosas para ponerme al día. Él gruñó. —Yo también. ―¿Le has visto antes? ―algo hizo que ella preguntara. Ethan hizo un breve movimiento de cabeza y se frotó la cara con la mano. —No ―él sonaba hundido. ―¿Qué está mal? Su sonrisa fue forzada. —Nada. Ni una sola cosa. ―Mentiroso. Ella esperó que lo negara. Él se rió, pero sonaba más resignado que divertido. ―Sí. Es solo… Kade y yo fuimos muy amigos durante mucho tiempo. No creo que me perdone por aparearme con su hermana. Ella frunció el ceño, súbitamente suspicaz. —Eso no me suena a él. ¿Qué dijo después de que yo entrara en la casa? Él le ofreció una sonrisa, su diversión un fuerte olor en el aire, en su lengua. —Que si te hería o molestaba, me iba a rasgar en diminutos pedazos. Ella puso los ojos en blanco, se estiró para alcanzar una toalla de la repisa cercana para envolverse con ella. —Como si necesitara a alguien para defenderme. ―Oh, no sé, nena―él arrastró las palabras, dio un paso hacia delante y tiró de su toalla―. Todos podemos utilizar a alguien para defendernos de vez en cuando ―primero la secó por delante con lentos y suaves masajes de la toalla, después se movió hacia su espalda—. Alguien que nos cuide ―susurró contra su nuca. Incluso aunque su mente rechazaba la idea, su cuerpo respondía con una deliciosa espiral de calor. Ella se giró en sus brazos y levantó la

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Luna Hechizada 3 mirada, por primera vez sin irritarse de tener que levantar la vista cuando estaba tan cerca. Él levantó una mano hacia su hombro y frotó el pulgar sobre su marca. El contacto fugaz hizo que se le acelerara el corazón y su centro diera un salto mortal. Y, maldito hombre, él lo sabía. Su sonrisa era sexy y satisfecha, sus ojos se volvieron amarillos respondiendo al calor, y su olor cambió para armonizar con el de ella. Picante. Seductor. Provocativo. ―Justo como te quiero, cariño ―dijo Harris desde la puerta―. Desnuda. Y excitada ―como mago, él no era capaz de oler su excitación como podía hacer Ethan, pero no tenía ni idea de lo que su mente era capaz de hacer y se sintió asaltada por una repentina curiosidad. Gabby inclinó la cabeza y le estudió. —¿Cómo sabes que estoy excitada? ―no tenía mucho sentido negarlo, ¿verdad? ―. Pensé que dijiste que no eras telépata. Él sacudió la cabeza. —No, pero a veces puedo sentir las emociones de los demás ―le dio una sonrisa arrogante―. Es más fuerte contigo. Siempre lo ha sido. ―¿Entonces sabes cómo me siento, pero no sabes lo que pienso? ―Ella no creía que le gustara esa idea, ¿pero era diferente de Ethan que era capaz de oler sus estados de ánimo? ―Más o menos, sí. ―Eso es inquietante. Por lo menos él la miró compungido. —Lo siento, cariño, no puedo hacer nada sobre eso ―Harris dudó un momento, entonces tomó su mano y la arrastró hacia la habitación. Ella se sentó en el borde de la cama y él retrocedió unos pasos, dejándola confusa. Estaba desnuda. Sobre una cama. ―¿Qué está pasando? ―Te voy a decir algo, pero no quiero que te asustes, ¿de acuerdo? ―Ella arqueó las cejas, la sospecha y la inquietud hacían difícil responder. Hacían difícil respirar. —Cuéntame ―ordenó, cruzando los brazos sobre el pecho cuando su mirada se demoró demasiado. ―Los más poderosos de mi raza pueden crear un vínculo mental con una persona. Un compañero. ―¿Y tú hiciste eso?¿Es lo mismo que el vínculo entre lobos? ―Ella recordó un aumento de poder. Había dejado sus sentimientos marcados y conectados. La sensación no era muy diferente al vínculo con Ethan.

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Luna Hechizada 3 Nunca había mencionado que podía vincularse a ella. Que lo hubiera mantenido en secreto la hirió y la hizo enfadar. Él se encogió de hombros. —Básicamente. Es irrompible. Me deja saber cómo te sientes. Probablemente te podría seguir a través de él. De esta manera, no es diferente de un enlace lobo... Pero el mío está basado en el poder de mi mente, no en la sangre. Irrompible. Por lo que después de que ella le diera su semana para lograr conocerse unos a otros, ya no tendría elección, ¿verdad? No había decidido si quería más. Como Ethan, él le había quitado aquella decisión de sus manos. Una réplica enfadada llegó a su garganta y se levantó, apartándole la mano cuando él intentó detenerla mientras ella pasaba. Necesitaba la armadura de la ropa, necesitaba apartarse de ellos por un momento para poder pensar. Sin embargo, se desvió de su ropero, cuando se le ocurrió un plan mejor. Ellos la siguieron por el pasillo y hacia la puerta trasera. ―Hey, nena, ¿qué estás haciendo? ―preguntó Ethan mientras ella la abrió de golpe, pero ya estaba cambiando y no podía responder. Sus músculos se contrajeron y remodelaron, los huesos estallaron y se reformaron. El pelaje corrió su piel y las garras surgieron de sus dedos, que se convirtieron en zarpas. Cuando Ethan se puso a seguirla, sacándose la camisa por la cabeza y desabotonando sus tejanos, ella le mostró las puntas afiladas de sus dientes con un bajo y significativo gruñido. Él cayó de rodillas y la miró fijamente a los ojos. ―Está bien, nena, sal a correr. Pero cuando vuelvas, vas a explicarnos qué es lo que te ha cabreado tanto. Ella sacudió la cabeza, dio media vuelta y fue en dirección a los bosques. Los olores eran más fáciles de seguir en esta forma y supo que un grupo de jóvenes retozaba cerca. Fue en dirección contraria, decidiendo que correría por el perímetro exterior, donde era mucho menos probable que se encontrara a alguien. Donde no pudiera dejar escapar su rabia y la llevara contra cualquiera que no pudiera manejarla y no se lo mereciera. Mientras sus rápidas patas la alejaban, esperaba que su ira se disipara. Siempre lo había hecho cuando le daba a su lobo rienda suelta para dominar su mundo. Pero esta vez era diferente, esta vez el lobo compartía la furia de la mujer. Se sentía enjaulado, arrinconado y no le gustaba ni un poco. Ellos la habían vinculado sin su permiso, sin siquiera preguntar. Y en el momento, en la agonía de la pasión y la esclavitud del celo, ella no había sido capaz de protestar, mucho menos de un pensamiento razonado.

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Luna Hechizada 3 Malditos fueran ambos. Los apartó de su mente, las patas se extendieron para la carrera por el muro fronterizo. Dejó que la fiereza aumentara, dejó que la alegría del lobo llenara su mente mientras probaba sus límites y los sintió fusionándose. El bosque estaba silencioso mientras volaba por él, el parloteo de los pequeños animales e insectos se cortaba abruptamente, pero apenas se dio cuenta. Cuando vio el metal reluciente bajo el sol, degustando el sabor del aroma amargo en su lengua, se desaceleró a un galope tranquilo. Pasó junto a él y escogió ir a la izquierda, alejándose de las casas de la manada y de Redemption, lejos de la civilización. Redujo la velocidad a un paseo, aun respirando fuertemente por el esfuerzo, levantó su hocico y recogió los olores. Nada fuera de lo normal. Animales, pinos y maderas nobles, rosas salvajes, el olor atenuado de la última patrulla a través de esta área. El lobo hubiera fruncido el ceño si eso fuera posible. El olor estaba demasiado atenuado, de días atrás. Hizo una nota mental para revisar la lista y descubrir si esta área había sido pasada por alto o si alguien estaba eludiendo su deber. Tal vez era el momento de reorganizar todas las patrullas. Sacudiendo las cosas un poco. Lo discutiría esta noche con Liza. Si pudiera liberarse de Ethan y Harris el tiempo suficiente para tener unas palabras con su Paladín. Necesitaba hablar con ella. Eran amigas desde que aprendieron a hablar, habían luchado juntas por su puesto en la manada. Gabby era la única persona que no se sorprendió cuando Liza se convirtió en Paladín. La mujer podía ser terca como una mula y era leal hasta la exageración. Paladín era la perfecta posición para ella. Como en las leyendas desde la época de Carlomagno, hoy en día los paladines eran hombres lobo, caballeros que juraban la defensa de sus líderes. Aunque hoy en día eso significaba Alfa y Beta de la manada y en lugar de varios, cada manada tenía solo uno. Ahí es donde ella debió ir en lugar de marchar hacia los bosques. Liza entendía cómo se sentía sobre el apareamiento y puede que se riera por eso, pero habría dejado a Gabby despotricar a sus anchas. Si eso fuera posible, el lobo hubiera suspirado. En su lugar, se giró hacia los bosques y siguió el sendero que la llevaría hacia la casa del Alfa y de su mejor amiga. Aunque su objetivo no estaba lejos. En pocos minutos llegó a la larga y despejada área que usaban para las reuniones. El lugar estaba bullendo de actividad mientras los miembros de la manada colocaban mesas, riendo y bromeando unos con otros. Su humor se aligeró inmediatamente con alegría. La manada era una gran familia y ella siempre se sentía mejor rodeada de ellos.

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Luna Hechizada 3 El olor de Liza llegó a ella con la ligera brisa y viró en otra dirección para seguirlo. Encontró a la mujer sentada en una piedra enorme, frotándose la parte baja de la espalda y quejándose a uno de sus compañeros, Caleb, el Alfa de la manada. ―Estoy preñada. No rota. Gabby reprimió una sonrisa. Sabía que se trataba de un asunto delicado. Uno, ellos seguían tratando de mimarla. Y dos, ella no estaba sólo preñada. Estaba agotada, cansada y gruñona. Gabby sabía que no debía tratar de asegurar a su amiga que nadie había estado embarazada para siempre. Sus hombres no eran tan listos y Gabby hizo una mueca de simpatía cuando Caleb habló. ―Lo sé, pero no tiene sentido cansarte más. La manada puede vivir sin tu ayuda por un día. Los bebés nacerán cualquier día de estos y entonces podrás sumergirte de nuevo ―entonces Caleb murmuró, no demasiado alto―. Con suerte, a cualquier hora. Antes de que Liza pudiera estrangularle, y a juzgar por el color de sus ojos ella realmente quería hacerlo, Zach entró en el pequeño claro. Él miró hacia donde Gabby estaba sentada entre los árboles y sonrió, entonces se quitó la camisa y la arrojó cerca de ella. ―Es mejor que vayas a ayudarle, Gabby. Nunca antes oí de un Paladín que hubiera matado a su Alfa, pero tengo que admitir que lo está pidiendo a gritos. Ella se apresuró a cambiar, pasándose la camisa de su Beta sobre la cabeza cuando lo hizo. Le caía a mitad del muslo y caminó a través del suelo sembrado de agujas de pino para unirse a Liza en la roca. En el momento en que llegó allí ella tuvo la atención íntegra de ellos tres. Entonces, como si las cosas no fueran suficientemente malas, Jonas se presentó. La miró de arriba y abajo, su mirada se detuvo en su cuello. Con una risita, sacudió la cabeza. ―Así que la poderosa finalmente ha caído, ¿eh? Ella no pudo retener el gruñido. —No te gusta tener la cabeza unida al cuerpo, ¿eh? Eso le hizo reír más. Estaba sonriendo cuando se detuvo e inclinando la cabeza, tomó un profundo aliento. —Ethan. ¿Y Harris? ―Bueno, eso no es interesante ―dijo Liza e hizo un movimiento como de espantar con la mano―. Váyanse, caballeros. Es momento de charla de chicas.

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Luna Hechizada 3 ―Pero quiero escuchar lo que tiene que decir ―dijo Zach, el siempre bromista, pero Liza le miró. ―Charla de chicas. Él puso una cara patética e implorante. Riendo Liza movió la mano hacia ellos de nuevo, con clara intención. No hubo más objeciones y los tres hombres se fueron a los bosques en dirección al círculo de la manada. ―Escúpelo, amiga ―ordenó Liza cuando suficientemente lejos para no poder escuchar.

ellos

estuvieron

lo

Gabby no tenía ni idea de por dónde empezar. ―Sencillamente sucedió. ―Liza le dio una franca mirada de evaluación de la que Gabby pocas veces estuvo en el lado equivocado. Eso hizo que se agitara incómoda. ―Vale ―dijo finalmente y bajó la voz―. Dijiste que necesitabas dos días de descanso. Sé que acudes a Harris cuando el celo te domina, pero nunca has dejado que Ethan estuviera cerca de ti durante ese tiempo. Nunca le has dejado aproximarse lo suficiente como para marcarte. Nunca dejas que el sexo logre ese descontrol. ¿Qué pasó? Gabby suspiró, pero la historia empezó a derramarse. Liza la detuvo con un ceño. ―¿Usó una poción contigo? Eso no está bien. Ella resopló. ―Eso es lo que le dije. Él dijo que la revertiría si le daba una semana, pero entonces, las cosas fueron incluso más intensas, y bueno, ahora es demasiado tarde. Incluso si la revierte, el vínculo aún está ahí. ―Sí. He oído que algunos magos pueden hacer esa cosa del vínculo, pero es poco común ―Liza parecía sorprendida con eso―. A ellos no les gusta quedarse vulnerables. ―¿Qué cualquier criada en sobre ese

sabes de eso?¿Cómo le haría vulnerable? ―Ella aceptaría munición que pudiera lograr. Liza era medio lobo, nacida y la manada, pero su madre era una bruja y Liza sabía mucho mundo.

―Hey ―una voz saludó detrás de ellas y se volvieron para dar la bienvenida a Harper―. Jonas dijo que estabais escondidas aquí. Gabby estaba contenta de verla. Lo que Liza y su madre no sabrían, Harper sí lo haría, siendo como era la hermana del líder de los magos. Harper se acercó y apoyó una cadera contra la roca, con las cejas fruncidas. ―Estaba explicándole a Gabby sobre los vínculos de los magos.

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Luna Hechizada 3 El ceño de Harper se profundizó. ―Demasiado tarde para advertencias, diría yo ―el pecho de Gabby se apretó. ¿Necesitaba ser advertida? Pero lo que Liza dijo dejaba a Harris también vulnerable―. Dime. Las brujas intercambiaron una mirada y Harper encogió un hombro. ―Es un nudo psíquico. Nuestros mundos son muy diferentes. Los magos utilizan ese enlace para seguir el rastro de sus esposas. Pueden espiar sus emociones, sus movimientos. Algunas veces sus pensamientos, si tienen la suficiente habilidad telepática. Gabby sabía que Harper había crecido en un mundo frío, pero por la forma en que su voz cambió, la forma en que sus ojos se oscurecieron, Gabby sabía que eso era peor que frío. Monstruoso. ―¿Puedes… sentir ese enlace? Harper se mordió el labio inferior y asintió con la cabeza. ―Puedo verlo, como una luz trémula a tu alrededor. Liza inclinó la cabeza hacia un lado. ―¿Ves los enlaces lobunos? ―No. Es una clase diferente de enlace. ―Harris dijo eso. Uno es de sangre, el otro psíquico. Harper volvió a asentir. ―Sí, exactamente. ―¿Y no hay manera de romperlo? ―No, lo siento. Solo si uno de vosotros muere. ―Eso se podría arreglar ―gruñó Gabby. ―Bueno, no vamos a llegar tan lejos aún ―dijo Liza y se giró hacia Harper―. Mamá dijo que les guste o no a los magos, sus enlaces no son unilaterales. Eso también funciona para el compañero. Harper lo meditó. ―Eso tendría sentido. No es algo de lo que ellos hablan con mujeres, por lo que no puedo decirlo de seguro ―miró a Gabby―. Aunque puedes comprobarlo. ―¿Cómo? ―Céntrate en él y deja ir todo lo demás. No dejes que nada más se entrometa en tus pensamientos. Has estado cerca suyo. Has sentido su poder por lo menos una vez antes. Mira si puedes sentirlo ahora.

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Luna Hechizada 3 Gabby estaba curiosa y a pesar de todo reacia. ¿Llamaría ella su atención si tenía éxito? Al final, era demasiado curiosa como para no darle una oportunidad. Cerró los ojos, visualizó su imagen en la mente, el sentimiento de su poder alrededor de ella, y el deseo de saber donde estaba él. Y así, de repente, ella sintió ese poder rodeándola de nuevo. Él estaba en la casa de ella, rondando como un gato cabreado y preocupado. Eso la asustó mucho, perdió la conexión y abrió los ojos. ―Funciona ―sonrió, maravillándose de cómo podía utilizar eso para volver las tornas sobre él. ―De acuerdo. Así que Harris utilizó una poción y ambos te marcaron. Te las has arreglado para evitar a todo el mundo durante todo el día, así que los detalles todavía brillan por su ausencia. ―¿Qué poción? ―interrumpió Harper. Se veía más y más preocupada mientras Gabby se explicaba―. ¿Cuánto sabemos de ese tipo? ―preguntó nerviosa. ―Él lleva aquí por lo menos diez años. Se presentó cuando tenía diecisiete o dieciocho años ―Liza se detuvo con una mirada hábil hacia Harper―. Jonas confía en él. Son amigos. Y Ethan lleva con él por lo menos desde hace un par de años. Pero tienes razón. Eso también me hace sospechar. ¿Crees que puedes conseguir una lectura de él? ―Probablemente ―respondió Harper. Liza se giró hacia Gabby. ―¿Él estará aquí esta noche, verdad? Los de la garita me informaron antes de que había entrado con Ethan. A ella no le gustaba. Lo que él había hecho con la poción era taimado y solapado, desde luego. Y no preguntarle antes de vincularse con ella la cabreaba, pero no era tan diferente de lo que muchos machos lobo hacían. No estaba contenta con nada de eso, pero no creía que le hiciera indigno de confianza. Dolía pensar que él pudiera serlo. ―¿Gabby? ―pinchó Liza. Ella asintió. ―Está en mi cabaña ―saltó de la roca―. Y será mejor que vuelva allí para conseguir algo de ropa. ―No tan rápido ―Liza la detuvo con el tono paladín en su voz. Señaló a la roca―. Siéntate. Bien, mierda. Ella podía alejarse de su amiga, pero no de su Paladín. Se inclinó hacia atrás contra la gran roca, una vez más el centro de la mirada perceptiva de Liza.

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Luna Hechizada 3 ―Tú no me has evitado todo el día y luego vas y vienes a buscarme por lo de la poción. Adivino que es porque te enteraste de su vínculo. Suspirando, ella asintió. ―Ya es suficientemente malo estar emparejada con uno. A un lobo. ¿Pero con dos hombres? ¿Y uno de ellos mago? Sin ofenderos a vosotras, pero no sé qué puede hacer él. O por qué está aquí. O cualquier cosa. Un lado de la boca de Liza se elevó. ―Tal vez deberías preguntarle. Gabby la miró fijamente, enfadada. ―Correcto ―Liza arrastró las palabras―. Eso requiere que te familiarices con un hombre. Dejar a uno que te conozca a ti. Y te has esforzado malditamente fuerte para no involucrarte ―su voz era suave y le guiñó un ojo―. Cariño, no todo es malo, ya lo sabes. Ella dejó escapar un suspiro, reacia a dar voz a sus preguntas, sus preocupaciones, pero sabiendo que debía confiar en Liza y en Harper. Sabiendo que ellas no se burlarían o pensarían menos de ella. ―¿Crees que es posible ser fuerte y dominante públicamente, con la manada, y ser otra cosa en privado? ¿Personalmente? ―Absolutamente ―contestaron al unísono. Gabby estaba un poco sorprendida de escuchar a Harper decir eso, pero tal vez no debería. Miró para encontrarse con la mirada de Harper. Cuando la bruja se unió a ellos, estaba vencida, derrotada por el mundo frío del que venía. Mansa y sumisa de la forma más insana. Aunque, cuanto más tiempo permanecía en la manada, más abierta y positiva se volvía. Harper sonrió. ―No soy telépata, pero sé lo que estás pensando, Gabby. Yo me sentía tan asustada. Tan asustada de que ellos me controlaran completamente. De no tener voluntad propia. De estar dejando una pesadilla por otra. Pero… ―ella se rió. Era casi mareante mientras hablaba de sus hombres―. En realidad me hacen más fuerte. Gabby podía ver que eso era cierto. ―Pero Harper, cariño ―dijo dulcemente―. Tú tuviste que ser fuerte para estar con ellos. No es lo mismo. ―¿Crees que tienes que ser más débil? ―preguntó Liza, siempre sagaz. ―¿Y no es así? Ni mi lobo ni yo seremos felices si somos más débiles y no puedo soportar la idea de pasar el resto de mi vida luchando con mis compañeros para mantener mi sitio en la manada. No puedo aceptar menos. Si pudiera ser una cosa en privado y esta yo, la antigua yo, con

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Luna Hechizada 3 todos los demás, tal vez podría hacerlo. Pero los dos son machos alfa. Ethan especialmente tratará de dominar mi vida entera. Sabéis que lo hará. No puede evitarlo. ―¿Tú crees? ―Sí, lo creo ―espetó sarcásticamente. ―Gabby ―mierda, la voz paladín de nuevo―. Ethan te podría haber desafiado por tu posición hace años y te habría vencido. ―¿Entonces se ha esperado hasta poder vencerme? ―Ni siquiera se dio cuenta de toda la amargura que brillaba a través de sus palabras. ―No ―dijo Liza, sacudiendo la cabeza―. No lo ha hecho porque eso te hacía sentir más segura. Porque te has esforzado tanto para mantenerlo alejado que eso era todo lo que él podía hacer por ti. Y porque, francamente, no afectaba a la seguridad de la manada. La diferencia en vuestros rangos es inapreciable. Esencialmente hacéis los mismos trabajos. ―Bien, ya no tiene esa excusa, ¿verdad? ―susurró ella. Oh demonios. Su rango y su trabajo eran las únicas cosas de las que estaba segura. ―Esto es algo de lo que realmente deberías hablar con él, Gabby ―dijo, y esta era la voz de la amiga, no de la superior―. Todo no es conflicto, lo sabes. No debe serlo. Mi relación privada no está en exhibición para la manada. No hay razón por la que la vuestra deba serlo. ―Liza no tenía que decir lo que realmente pensaba. Gabby lo sabía. Liza mantenía su relación personal tan privada como era posible, a diferencia de los padres de Gabby, que eran conocidos en toda la manada por su volatilidad. ―Y sí ―continuó Liza―. Puedes dejarte ir, deberías ser capaz de dejarte ir, en privado, con tus compañeros. Liza lo dijo con tanta convicción, tanta fe, pero Gabby no estaba segura que ella tuviera ninguna. Tragó saliva y se quedó de pie, solo queriendo estar en el interior de la seguridad de su casa mientras estos pensamientos la consumían. ―Necesito volver. Gracias ―asintió con la cabeza para incluir a Harper―. Lo agradezco. Estaba agradecida de que ellas hubieran compartido sus experiencias, que entendieran sus miedos, pero al final ella estaba más confusa que al principio. Corrió hacia la casa utilizando la velocidad de su loba pero sin cambiar, vagamente consciente del daño que estaba haciéndose en sus pies humanos. No le importaba, pero estaba tan perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que ellos estaban todavía en la casa hasta que entró. No se dio cuenta hasta que la puerta se cerró detrás de ella y Ethan gruñó.

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Luna Hechizada 3 Su respuesta fue instintiva y significativa y supo que cuando levantó la cabeza para mirarle, sus ojos brillaban amarillos. Él estaba en medio de su pasillo, con el pecho desnudo, la cremallera de los tejanos subida pero desabotonados. El olor de sexo era pesado en el aire. Se habían entretenido mientras ella había estado fuera. ―¿Por qué estás aún aquí? Él se deslizó hacia delante lentamente. Acechante. Ella se mantuvo firme, rehusando ser intimidada. ―¿Por qué hueles a nuestro Beta? ―él prácticamente gruñó. Ella se había olvidado completamente de la camiseta gris que llevaba. ―Cambié para hablar con Liza. Él me la dio para que no estuviera desnuda. Ay dios mío. Quería darse de bofetadas, la explicación le había salido demasiado deprisa, sin pensarla. ―Quítatela. Quítatela ahora, Gabby ―ordenó, y si ella no hubiera visto un indicio de garras saliendo a través de la punta de sus dedos, lo habría hecho pero lentamente. Debería haber protestado contra su intento de dominarla. Sin embargo, ella nunca le había visto así, sin control de su lobo. Se sacó la camisa por la cabeza y la tiró a un rincón. Ethan exhaló un suspiro y se acercó. Levantó una mano, las garras habían desaparecido y sus dedos le acariciaron la mejilla. ―¿Adónde corriste?¿Por qué? Ella pasó bajo su brazo, sintiéndose expuesta e intentó acelerar pasillo abajo mientras aparentaba que no estaba huyendo. Harris la cogió por el codo cuando ella pasó el arco dentro de la sala de estar y la arrastró dentro.

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Capítulo 8

Ethan seguía sin pensar en condiciones. Ella había huido, enfadada y confusa y había regresado con el olor de Zach en ella. En su cabeza sabía que no se había follado a su Beta. Ella no permitiría que Zach la tocara y él no estaba interesado. Pero el lado lógico y coherente no estaba exactamente en control en aquel momento. Harris la cubrió, y eso lo jodió todavía más. Entró a zancadas al salón, siguiéndolos, y rugió cuando Harris intentó dar un paso para ponerse delante de ella. —No. No hagas eso. —A desgana, Harris se apartó, pero Ethan no se acercó más a ella. Estaba demasiado furioso. No se fiaba de sí mismo. Jamás había estado tan enfadado con ella y eso que había tenido bastantes motivos para estarlo durante aquellos años. —¿Dónde has ido? —Corrí un poco alrededor del perímetro. Hablé con Liza y Harper. No es gran cosa, Ethan. Quería sacudirla, quería gritarle, quería besarla hasta que dejara de resistirse a él. —Corriendo. De nuevo. Siempre corriendo, Gabby. Dio unos pasos. Era la única manera de evitar agarrarla, de suplicarle que dejara ya esta tontería y que le aceptara de una vez. Que aceptara a Harris. Que dejara de luchar. Sabía lo mucho que ella odiaba las discordias, entonces, ¿por qué estaba haciendo aquello? —¿Qué esperas que haga, Ethan? ¿Dejarte el control sin más? — Queridos dioses, ¿todavía estaba con aquel tema? —Espero que hables conmigo. —Dio un par de pasos para acercarse—. Espero que me digas cómo te sientes. Lo que te da miedo. —Dos pasos más—. Espero que no llegues a casa oliendo a otro hombre. Habla conmigo, por favor, Gabby. —Cerca como para tocar y aquella rabia irracional se desvanecía. Colocó sus manos sobre los hombros de ella.

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Luna Hechizada 3 Finalmente él se dio cuenta, se dio cuenta de verdad, que estaba desnuda, respirando rápida y profundamente, su piel sonrojada por las fuertes emociones de la habitación. Pudo olerlas —una habilidad compartida por todos los lobos—: enfado y celos y actitud protectora y sí, incluso lujuria. La acercó hacia sí, besando la suave piel de debajo de su oreja. —Háblame, nena —susurró. Se sorprendió de lo rápido que ella se alejó, moviéndose hacia la ventana y de pie con la gracia ligera de los luchadores que él tan bien conocía. Sutilmente agresiva, lista para golpear. Conocía cada detalle de ella, pero se sorprendió de verlo allí y en aquel momento. Él mantuvo las palmas de sus manos abiertas. —Jamás he sido un peligro para ti —dijo firmemente. Los labios de ella se curvaron de una manera que tal vez podría parecer una sonrisa, pero él la conocía demasiado bien. —¿Me vas a desafiar para tomar mi rango ahora que me has marcado? —La pregunta lo dejó pasmado. Podría desafiarla y seguramente ganaría. Sospechaba que ambos sabían eso. Pero sería una batalla larga y sangrienta. El precio demasiado alto, maldición, para subir solo un rango cuando ninguno de los dos iba a subir más de lo que ya estaban. Él no se arriesgaría a perderla para ganar tan poco. Era demasiado importante para ella. No el rango, si no la posición en la que la colocaba. Se creía que él no sabía de sus proyectos aparte. Las chicas que tomaba bajo sus alas. Las refugiadas que habían sufrido abusos, tanto humanas como lobos y brujas, que a través de Redemption eran enviadas a lugares seguros. No discriminaba, lo importante era la necesidad. Era una de las cosas que adoraba de ella. —No —respondió—. Nunca he tenido esa intención. Ella no le creía. Podía verlo claramente en su rostro, en sus ojos. Pero también veía confusión y deseo. Y supo que todavía tenía alguna esperanza. Ella se dio la vuelta. —Nena, puedo aceptar ser tu igual allá afuera. Jamás he tenido un problema con eso, y nada ha cambiado. Sus ojos estaban acuosos cuando miró por encima de su hombro y lo miró a los ojos. —¿Y aquí? ¿Somos iguales aquí? De ahí era de donde venía su confusión. Era una maravillosa mujer que pateaba culos allá fuera, pero todavía no había aceptado que deseaba algo más allí en casa. —Podemos serlo —dijo él con cuidado—. Si eso es lo que deseas.

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Luna Hechizada 3 Ella apretó los dientes. De hecho podía oír cómo los apretaba antes de que su mirada volara a Harris. —¿Y tú? ¿Aceptarías eso? Y, cagoenlaputa, tenemos un problema, Capitán. Ethan era un macho dominante, sí, y lo sabía. Pero Harris era un Dominante, con D mayúscula, del tipo que lo vivía. Ethan dudaba seriamente de que Gabby se hubiera cruzado alguna vez con alguien como él. Iba a tener problemas con aquello de la igualdad. Él aceptaba a Ethan como un igual porque Ethan podía patearle el culo. Ups. Ahora que lo pensaba, Gabby probablemente también podría. Pero Ethan no azuzaba los instintos de dominación como Gabby. Conocía a Harris. Lo conocía tan bien como se conocía a sí mismo. Y sabía que aquello ardía dentro de Harris, aquella necesidad de controlarla, de poseerla. Harris se restregó la cara con una mano como si pudiera borrar cualquier tipo de emoción visible. —Querida, no creo que eso sea lo que deseas en realidad. —Ethan se sorprendió ante su ternura, la amabilidad en el tono del otro hombre. Se había esperado exigencias y órdenes y estaba aliviado cuando no fue aquella la dirección tomada. —No has contestado a mi pregunta —señaló. Ethan quería ir hasta ella, sostenerla hasta que el ligero temblor de su cuerpo se convirtiera en una reacción de deseo en vez de la mezcla de miedo y enfado que olía ahora. Esperaba fuertemente que Harris supiera lo que estaba haciendo. Harris dio un paso, acercándose a ella y alargando su mano. —Aléjate de la ventana, Gabby. Cualquiera caminando podría verte.| No estaba seguro de no matar a otro hombre que la mirara así. Lo que era malo, considerando las circunstancias. Ella era una loba. No podía exactamente llevar ropas consigo en caso de que necesitara cambiar en un momento de prisa, lejos de casa. Tal vez cuando las cosas estuvieran asentadas, podría volver a tener bajo control ese impulso primitivo. —Ven y siéntate —le ordenó—. Vamos a hablarlo. —Ella se mordió el labio inferior, y él casi gime en voz alta. Dientecitos blancos y perfectos. Los había sentido en su cuerpo, en su polla. Esperaba volverlos a sentir pronto. Su cuerpo dolía por el deseo, por su necesidad de ella. Ella finalmente se apartó de su posición junto a la ventana y se acercó al largo sofá, con un paso inconscientemente sexy que hizo que su corazón le aporreara en las costillas. Ella agarró la manta del respaldo y se envolvió con ella, cerrándola bajo sus brazos antes de sentarse y recogerse las rodillas. Estaba cubierta del pecho hasta sus uñas rojas de los pies que casi ni asomaban. Ver aquello era increíblemente atrayente. Él se colocó en el lado opuesto del sofá, apretando las manos en puños

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Luna Hechizada 3 para controlar el deseo de agarrarle un tobillo y tirar de ella hacia sí. Gabby lo miró fijamente, y él se recordó que se suponía que iban a hablar. —¿Cual es exactamente tu objeción, querida? —No pudo resistirse a alargar la mano y deslizarla bajo la manta y rodearle un tobillo. Pero no tiró para acercarse. Todavía no—. Ayer te gustó bastante que yo te dominara. —Eso fue por el celo. No era mi yo normal —insistió. ¿Podía ser posible? Él había usado el vínculo entre ellos. No podía leerle la mente, pero si sus emociones, y sonrió. —Mentirme no está nada bonito, querida. Ella lo miró y se humedeció los labios. —No uses ese vínculo conmigo. Harper me lo contó todo sobre eso. Él entrecerró los ojos. Sólo se había encontrado con la bruja un par de veces, pero sabía algo de su historia y era fea. —¿Y qué sería eso? —Ella no respondió y él le apretó el tobillo—. Lo has empezado tú, Gabby. ¿Qué te ha dicho? —Que los brujos lo usan para mantener el control sobre sus esposas. Que lo usan para tenerlas bajo vigilancia. Dónde están. Lo que están haciendo. Bueno, joder. En verdad no podía negarlo, ¿no? La capacidad fue lo que hizo que lo echaran. Miró a Ethan. —¿Vuestro vínculo no hace eso mismo? Ethan meneó la cabeza. —Creo que no. La puedo encontrar por su olor y puedo sentir emociones extremas suyas, pero creo que estáis hablando de algo que es mucho más. Harris notó que el lobo estaba un poco envidioso. Al menos no estaba aterrado como Gabby. Su agitación aumentaba por segundos. Era un zumbido discordante en su cabeza. Estaba respirando con demasiada rapidez y podía sentir que su corazón latía velozmente. Necesitaba tranquilizarla rápido. —Respira profundamente, Gabby —le ordenó—. Cálmate. Ella se sobresaltó pero no evitó que él tirara de ella hacia sí. Se la colocó en su regazo y la sostuvo en un firme abrazo mientras intentaba enviarle energía relajante a través de su vínculo. Ella le dio un puñetazo en el hombro. —No hagas eso —bramó, pero no estaba luchando contra su agarre y su corazón se fue ralentizando—. No me manipules. Primero aquella maldita

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Luna Hechizada 3 poción, ahora esto. —Lo miró, airada—. Hiciste un trato conmigo y luego lo hiciste papel mojado. —De acuerdo, entendía lo que la jodía. Aunque no cambiaría nada, ni que pudiera. —Debería lamentarlo. Lo del vínculo —admitió. —Pero no lo haces. —No. —¿Qué más podía decir? —Deberías haberme dado la opción. —Volvió su airada mirada a Ethan, quien no parecía en absoluto arrepentido. Él sintió su enfado, pero debajo de aquello había mucho más. Confusión. Resolución. Estaba determinada a irse y si eso no funcionaba, al menos a distanciarse de ellos. Harris sabía que la podían perder allí, en aquel momento, si no tenía cuidado. —No —dijo—. No debería haberte dado ninguna opción. No debería haber usado el vínculo en absoluto. Yo sé lo que es, lo que hace. A lo que es capaz de permitirle a un hombre hacer. —Ahora tenía definitivamente su atención. Y la de Ethan. Respiró profundamente antes de soltar el aire, tentado de levantarse y caminar mientras contaba su historia, pero incapaz de soltarla de su regazo. »Vine aquí cuando tenía dieciocho años después de que mi hermano me desterrara. —Ella jadeó y deslizó su mano bajo su brazo hasta llegar a la mano de él, dándole un breve apretón. Sabía, después de años viviendo entre lobos, que ella no podía imaginarse un destino peor que ese. Él entrelazó sus dedos con los suyos y los atrajo a su boca para besarlos ligeramente. —¿Qué pasó? —susurró ella. —Mis padres estaban vinculados, pero aquel mundo es tan diferente de cualquier cosa que conozcáis... Es frío. El amor y la felicidad son algo sobre lo que la gente frunce el ceño. Mi madre era una bruja, pero era diferente. Se negaba a vivir de aquella manera. Me dijo que lo iba a abandonar, después de mi cumpleaños. Inspiró profundamente. Aquella parte apestaba. Era la parte que intentaba olvidar. —Mi padre lo descubrió —dijo sin entonación—. Por el vínculo. Él siguió sus movimientos por la ciudad, sabía que quería huir, y no iba a dejar que aquello sucediera. Él quedaría mal —dijo Harris amargamente—. Decidió que ya no la necesitaba porque tenía dos hijos adultos. —Dioses —murmuró Ethan, claramente entendiendo a donde se dirigía aquello. Harris no los miró a ninguno a los ojos. Si lo hacía no sería capaz de acabar y ambos necesitaban saber de lo que era capaz.

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Luna Hechizada 3 —Era un frío bastardo, mi padre —dijo con voz grave, reviviendo la furia —. Mi hermano y yo habíamos estado fuera todo el día. Era mi cumpleaños. Mamá había dejado la casa a la vez que nosotros. Para hacer encargos, dijo, pero yo sabía que no era verdad. No sé cómo él la hizo regresar a la casa, pero cuando volvimos... él estaba sobre ella en el vestíbulo. Todavía tenía la pistola en la mano. Gabby giró la cara hacia su pecho y su mano se había deslizado hasta agarrarlo del pelo de la nuca. —Lo siento tanto —murmuró. —Todavía no he acabado —dijo él. Sabía que su voz sonaba siniestra, como si fuera portadora de muerte, pero Gabby no se inmutó ni intentó alejarse. Sólo lo apretó más. Él tenía miedo de que su corazón se le partiera en pedazos. —Él la mató. No lo negó. La rabia había sido demasiado fuerte. Nos dijo que no nos preocupáramos, que alguien vendría y limpiaría el lío en un momento. Entonces se giró y dio unos pasos. A mí se me fue la cabeza. Perdí el control de mi poder. Lo golpeé contra la pared hasta que estuvo muerto. —¿Y ellos te desterraron por eso? —preguntó Ethan, su voz casi un gruñido mientras compartía la rabia y la pena de Harris. —Como miembro masculino superviviente de mayor edad en la familia, era cosa de mi hermano decidir mi castigo. Por nuestra ley, por matar a un anciano, sólo había dos opciones. Muerte o destierro. »No importaban cuales fueran las circunstancias. Había bastantes voces exigiendo mi ejecución. —Se sentía sin fuerzas después de contar la historia entera, pero les sonrió pálidamente—. Tenéis que perdonar a mi hermano. No tuvo otra opción y al final aquello ha hecho que nos hayamos reunido los tres. —Así que tú no deberías haber creado este vínculo conmigo por lo que le pasó a tu madre. ¿Y por qué lo hiciste entonces? —preguntó amablemente. Él quería decirle que no había sido capaz de evitarlo, que había sido el instinto, pero le dijo la verdad. —Porque quería estar así de unido a ti. Quería sentir la conexión contigo. Yo lo necesitaba. —¿Y no tiene nada que ver con tenerme bajo vigilancia? Él sintió que aquello iba con trampa. —No estoy intentando seguir cada uno de tus movimientos, querida. Ella entrecerró los ojos.

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Luna Hechizada 3 —¿Sólo algunos, entonces? —preguntó ásperamente—. ¿Sabrás si estoy en asuntos de la manada? ¿Asuntos peligrosos de la manada? Sip, definitivamente una trampa. Asintió. —No necesito protección. No necesito un hombre grande y fuerte que me proteja. Él se sintió como caminando por un campo de minas. —Lo sé —dijo con mucho cuidado sin querer admitir que parte de su motivación era protegerla. Incluso aunque fuera más por el peligro que podía resultar su propia gente que por el mundo lupino. Cualquier desafío por lobos debería pasar primero por Ethan y eso no iba a pasar—. Como Ethan, no puedo escoger qué parte sí y qué parte no del vínculo va a funcionar. Ella no se veía feliz ante eso, pero dejó estar el tema, y su enfado desapareció. Gracias a los dioses. —Ahora, sobre eso de la dominación, querida. —Necesitaba que ella se sometiera a él allí, en casa, y sabía que en el fondo ella lo deseaba. Ethan jamás se sometería a Harris, y le parecía bien porque él tampoco lo quería. Pero Harris odiaba ver que Gabby se negaba algo que ella necesitaba. Algo que él podía darle. Los ojos de ella se hicieron cautos. —Me has mentido sobre lo de gustarte —dijo. Ella se movió para bajarse de su regazo y él la dejó irse. Por ahora. Tenía esa mirada testaruda que conocía—. No me mientas, Gabby —le dijo suavemente, sin molestarse en ocultar su parte dom de ella. Ella soltó un profundo suspiro, cruzó los dedos y miró hacia abajo, negándose a mirarlo a los ojos. Las acciones de una sumisa. —De acuerdo, vale, me ha gustado. Un progreso. Aleluya. No demostró su sensación de triunfo aunque fue endiabladamente difícil disimular. Ella lo sintió a través del vínculo. Levantó la cabeza de golpe. Cuando lo miró, desafiante, él se permitió una sonrisita, sabiendo que eso la excitaría tanto como la alarmaría. Sabiendo que necesitaba la combinación, que estaba en su ADN tanto como la necesidad de someterse. Él levantó una ceja. —Creo que no me gusta tu tono. —La vio luchar con emociones conflicto. Su deseo de luchar por ser la dominante mezclado con impulso de agradarlo. Interesante. Él permitió que sus sentidos expandieran, abrió el vínculo mientras intentaba descifrarla. Era una

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en su se de

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Luna Hechizada 3 las hembras con un rango alto. Sólo había una manera de alcanzar dicha posición: luchando. Pero su mente no parecía la de una guerrera. Estaba dispuesta a luchar, no dudaría. Pero no obtenía ningún gusto de ello y en cierto modo se las apañaba para aprender a contener esa parte suya, separarla del resto. Casi como si se asegurara de no contaminarse. Jamás había notado una mente como la de ella, dividida como la de ella. —No naciste para ser un miembro dominante de la manada —dijo, siendo dicha revelación muy sorprendente—. Al menos no tan dominante como eres. Ella se cruzó de brazos, a la defensiva. Cauta. —No seas ridículo. Por supuesto que sí. —No, querida —meneó la cabeza—. No. No te preocupes. No tengo ningún interés en quitarte tu puesto pero, ¿no te has sentido dividida? ¿Partida entre esa vida pública que llevas y lo que deseas personalmente? ¿En tu vida privada? Vio de golpe que había dado con un punto sensible. —Cuéntamelo —le pidió, manteniendo la voz suave y amable, todos sus instintos urgiéndolo a ir a por ella, a cubrirla mientras le contaba todos sus deseos secretos, pero era demasiado pronto. Todavía no confiaba lo suficiente en él. —No sabría por dónde empezar —murmuró, sonando tan confunda y abatida que a él le dolía el corazón. Le echó un vistazo a Ethan y registró su expresión sorprendida: no había tenido ni la más ligera idea de estas revelaciones. Harris decidió presionar un poquito. —Empieza por dejarnos ayudarte. ¿Quieres que te abrace, Gabby? ¿Lo necesitas? Ethan está justo a tu lado y yo a sólo unos pasos. Se mordió el labio y miró a Ethan por debajo de las pestañas medio bajadas. Harris de golpe empezó a sentirse duro y pulsante. Quería que ella lo mirara así a él. Ethan cruzó su mirada con la suya, una pregunta brillando en sus ojos. No estaba seguro de cómo proceder. Harris meneó la cabeza cuando Ethan empezó a ir hacia ella, y con un suspiro, se detuvo. Gabby necesitaba ir a ellos. Saber que podía ir a ellos. Había un montón de cosas que quería exigirle, pero ella también tenía el derecho de pedir unas cuantas cosas a cambio. —¿Gabby? Mírame, nena —dijo Ethan. Esperó hasta que ella lo hizo antes de continuar con una expresión seria muy poco propia de él—. Estoy justo aquí. —Harris contuvo la respiración cuando ella se movió. Permitió

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Luna Hechizada 3 que Ethan la estrechara entre sus brazos, enterrando su rostro en el pecho de él con un sollozo que fue fácil comprender que era de alivio. Ethan la apretó fuerte, muy fuerte, con una mano acariciando suavemente su espalda hasta que ella se calmó y se separó. Harris sabía que no debía sonreír. —No fue tan malo, ¿no? Regresa al sofá, necesito que me cuentes más sobre esto. A cada paso se le notaba la desgana. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, él le agarró una mano y tiró hasta colocarla en la posición de antes sobre su regazo. Ella estaba tensa, pero no intentó escaparse y Ethan vino para sentarse junto a ellos. Ella se relajó cuando lo hizo, pero Harris estaba seguro de que ella ni se dio cuenta de ello. ¿El vínculo de emparejamiento funcionando? Quería que fuera mucho más que eso. Quería que fuera una respuesta emocional que no tuviera nada que ver con los vínculos a los que la habían obligado. Ethan se sentó, observándolos. Curioso. Cauto. —Háblanos, nena. —¿Y que os cuente qué? Tengo... deseos que no casan con lo que soy. Eso francamente me hiela la sangre. Hace unos años pensé que tal vez sería posible ser... dos personas diferentes. —¿Por qué dejaste de pensarlo? —preguntó Ethan. Ella se rió. —Qué pena que no puedas ver cómo tratas a tu mujer de la semana ante la manada. Son todas hembras sumisas. ¿No lo has notado? Harris sintió su amargura en su mente como algo afilado, dolido y enrabiado. Qué shock. Pero nada comparado con lo que Ethan estaba sintiendo a juzgar por su cara. Estaba alucinado. Un poco enfadado. Aquello frustraba a Harris. No sabía la profundidad de la animosidad entre aquellos dos o cómo arreglarlo. Ethan se puso de pie y dio unos pasos, alejándose. Cuando se giró de golpe de cara al sofá, Harris pensó en mandarle un puñetazo telequinésico, porque la furia que emanaba de su rostro era muy fácil de leer. —No sigas por ahí, Gabby. Sencillamente... no. Te has pasado toda tu vida manteniéndome a distancia. ¿Cuándo comprendiste que yo era tu compañero? ¿Cuánto hace que lo sabes? Porque a veces creo que he nacido sabiéndolo. No podía evitar que se le notara el dolor en la voz y aunque Harris se sentía tentado, muy tentado, a poner fin a aquella conversación, a todas aquellas dolorosas revelaciones, sabía que no podía. Todos necesitaban

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Luna Hechizada 3 sacar lo que había. Pero maldición, era dificilísimo ver a Ethan tan dañado. Sentir el dolor de Gabby y su confusión y su pánico. Los tres se suponía que debían ser una unidad. No importaba quién hubiera estado antes, quién hubiera aceptado al otro antes. Pero no podían continuar con su futuro hasta que solucionaran el pasado. —Maldición, Gabby, ¿cuánto tiempo? Ella se apartó de la furia de Ethan, adhiriéndose al pecho de Harris, y él le lanzó una mirada de advertencia a Ethan, quien se dio media vuelta por un momento, pasándose las manos por el cabello. Estaba más calmado, al menos en la superficie, cuando volvió a girarse. —¿Gabby? —No lo sé —suspiró—. Tuve la sospecha cuando tenía dieciséis, tal vez un poco antes. Dioses. Harris lo sintió por Ethan, comprendió por qué él se había puesto una armadura como lo había hecho. ¿Cuánto tiempo era aquello? ¿Diez, once años? Ethan estaba de pie frente a ellos, con las manos apretadas en sus costados, su cuerpo vibrando por la tensión. —¿Y te preocupó al menos saber lo que eso me hacía? ¿Al menos un poquito? —preguntó tan bajito que Harris por poco no lo oye. Pero Gabby sí lo hizo. Levantó la cabeza de golpe, los ojos brillando amarillos. Arrepentimiento y enfado brillaban a través de su vínculo. —Tú eres tres años mayor que yo. ¿Sabes qué es lo que recuerdo más de ti de cuando éramos adolescentes? A todas las hembras de la manada jadeando por ti. Y tú estabas malditamente feliz de complacerlas. No quería añadir mi nombre a aquella lista. Claro, cuando me hice más mayor la lista también creció. ¿Tú crees que el que yo no te reconociera te dolió? ¿Y qué crees que tu comportamiento me hizo a mí? Tembló y Harris estaba seguro de que estaba aguantándose el llanto. Entonces ella se levantó y caminó directa a Ethan. —¿Tienes alguna idea de cuánto esperé a que entraras en razón? — preguntó. Harris vio que los ojos de Ethan se volvían amarillos. —Todo lo que tenías que hacer era decir algo y lo sabes. No me lo eches en cara, Gabby. —¿Tan seguro estás? —le preguntó. Tan enfadada. Tan dolida. Entonces ella se encogió de hombros mentalmente o al menos lo pretendió, pero Harris lo vio claramente en ella. Estaba bastante seguro de que Ethan también—. De todos modos tú eras mi amigo. Empecé a pensar que tal vez estaba teniendo lo mejor de ti.

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Luna Hechizada 3 Ay dioses, aquello tenía que detenerse. Harris observó en silencio, deseoso de intervenir pero sabiendo que todo aquel viejo rencor debía airearse. Ethan empalideció y fue como si ella le hubiera clavado un cuchillo directo al corazón. De hecho tembló como si le hubieran dado un golpe imaginario y por un momento Harris estuvo seguro de que se daría media vuelta y se iría de la casa. No lo hizo. Sólo la observó con ojos dolidos durante muchos minutos. —Te esforzaste muchísimo para hacerme creer que jamás aceptarías un compañero, y mucho menos a mí —dijo con tono calmado. Demasiado calmado. Se movió tan rápido que Harris ni lo vio, pero tuvo a Gabby bajo él en el suelo, una mano sobre su cuello, cuando Harris volvió a parpadear. Ethan estaba lívido. No había estado seguro. No hasta que ella lo admitió. ¡Pero malditos fueran los dioses! Diez años de jodida miseria. ¿Y por qué? ¿Para que ella pudiera probar que era fuerte? ¿Porque quería ser algo que ella no era? —¿Por qué, Gabby? ¿Por qué? —ni siquiera le importaba revelar todo en su voz, en sus ojos. —Yo... —se calló, mirándolo fijamente. Un olor jugueteaba con sus sentidos y él respiró profundamente. El shock lo dejó parado. Y la mano que tenía apretada en su clavícula, tan cerca de su garganta, se tensó. Se tensó cuando aquel olor seductor se intensificó. Ella estaba bajo su control, ambos lo sabían, y a ella le gustaba. Su cuerpo revivía con ello. Harris tenía razón. Ella era sumisa. Ella levantó una rodilla y él por poco no tiene tiempo de rodar para salvar las joyas de la familia. Tampoco es que fuera un felpudo. Era una luchadora. La había visto en acción. Era una parte innegable de su naturaleza. Ahora estaban a unos cuantos pasos de distancia, siendo la agresión un olor fuerte en el aire mezclado muy agradablemente con deseo sexual. Con el deseo de ella. Quería ser tomada, pero no lo haría fácil. ¿Por qué nunca antes lo había visto? Se relajó, sonrió y obligó a su lobo a retirarse. —Vaya, Lucy, parece que tienes algo que contar1 —murmuró. Ella se retiró, cautelosa, pero él no se engañó. Estaba lista, incluso dispuesta, para que él atacara. Quería que él fuera lo suficientemente fuerte como para subyugarla. ¿Por qué no descubrió todo aquello años atrás? La tuvo entre sus brazos antes de que pudiera reaccionar. Le dejó la manta rodeándola, 1

Frase mítica en U.S.A. de una serie de TV de los años cincuenta (N.T.)

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Luna Hechizada 3 permitiéndole aquel poco de seguridad. El sonido de su corazón latiendo fuerte de golpe, la dulzura remanente en su olor, le dijo todo lo que necesitaba saber. Ella lo deseaba. Y deseaba que él fuera lo suficientemente fuerte para tomarla. Pero necesitaba la verdad. Él le debía la verdad. —Mi reputación es inmerecida, nena. No he dormido con la mitad de las mujeres de la manada. Ni de cerca. Ninguna se podía comparar a ti. Nadie podía afectarme del modo en que tú lo haces. Ni la más mínima posibilidad. Ella dejó de luchar entre sus brazos. Pareció como si el aliento se escapara de ella, hubo un pequeño chispazo de ternura y luego se convirtió en una hembra bien dispuesta. Toda suya. Por primera vez pensó que entendía por qué Harris disfrutaba del sexo con mujeres así. No era solamente por tener el control. Era la confianza que implicaba, una mujer dándose tan completamente. Confiando por completo, con todo. El pasado, el futuro, el placer, el dolor. Estaba pillado. Miró por encima de la cabeza de ella para encontrar la mirada de Harris y vio su propio deseo reflejado allí. Ethan levantó a Gabby y la llevó por el pasillo con Harris tras sus pasos. La bajó en la cama y aunque ella no se levantó, protestó. —No tenemos tiempo. La fiesta de Kade... —Puede esperar, nena —dijo ásperamente—. Lo entenderá. La desenvolvió de la manta, abriéndola como un regalo. No levantó la mirada, pero sabía que Harris observaba desde el otro lado de la cama. Gabby se retorció sobre el grueso edredón. Sus ojos estaban enfebrecidos, su piel sonrojada. Si Ethan no lo supiera, pensaría que estaba otra vez en celo, pero era demasiado pronto. Él respondió ante ella como si lo estuviera. Tan malditamente hermosa, reaccionando como sólo lo podía hacer ante su compañero. Lo volvía hambriento por probarla, por sentirla. Se desnudó rápidamente y se hizo sitio para los hombros entre sus muslos. Harris no había venido preparado para aquello, pero se las apañó. Ethan observó mientras retiraba los cinturones de los tejanos de ambos, y sintió caninos afilados brotando de sus encías. No estaba bien. Ya la había marcado. Aquella ansia debería estar bajo control. Pero seguía latiendo en él, y giró la cabeza hacia el interior de su muslo, arriba, tan cerca de su coño que lo único que tenía que hacer era girar la cara. Ella gimió, meneando sus caderas contra él, su olor barriéndolo como si fuera jodida ambrosía y entonces volvió a estar bajo control. Al menos de sus caninos. Se inclinó para acercarse, soltó aliento sobre su sexo y respiró profundamente. Dioses. Su olor. Le volvía loco. Tenía que probarla. Su

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Luna Hechizada 3 lengua salió, le recorrió su agujero hasta el clítoris. Ella maulló como un gatito hambriento y él le habría dado todo lo que deseaba si no fuera porque sintió un movimiento y levantó la cabeza. Harris sostenía su mano en la suya, estirada por encima de la cabeza, con la cara inclinada para dejar besos por toda la muñeca. Ella temblaba cada vez que sus dientes le rozaban la piel, así que él lo hacía bastantes veces. Finalmente Harris llegó al lugar donde pulsaba más, y se detuvo bastante antes de rodearlo con el cinturón y fijarlo al poste de la cama. Empezó a rodear la cama, para ir a por la otra muñeca, pero pilló a Ethan observándolo. Se detuvo con una sonrisa traviesa, apoyó los puños sobre la cama, se inclinó y lo besó. Fue todo calor y dientes y rudeza, pero por adictivo que fuera, ambos estaban concentrados en ella. Harris se enderezó y caminó hacia el otro lado. Ella no protestó cuando fijó aquella muñeca del mismo modo que la otra. Ethan se sentó sobre sus talones y miró abajo. Abierta como un festín sólo para él. Tan jodidamente hermosa que le dolía mirarla. Ella encontró su mirada y la mantuvo y eso que él esperaba que la hubiera apartado. Cuando se esperaba que el miedo la hiciera retirarse. Lo que le enseñó la futilidad de intentar predecir lo que haría Gabby, ¿verdad? Volvía a ser su chica sin miedo. —¿Qué opinas, nena? —dijo Harris arrastrando las palabras—. Ser sumisa no está tan mal. —Se tumbó en la cama junto a ella, con una mano acunándole el pecho mientras sus dientes rozaban la piel de su cuello. Ethan sonrió ante semejante vista. Ella tembló, con la piel de gallina por todo el cuerpo. —Gabby —dijo Harris con una voz que era demasiado calmada, agarrándola por el cabello y forzándola a girar la cara hacia él—. No me has contestado. —¿Me preguntas lo que pienso en un momento como este? —No. Te estoy preguntando lo que sientes, querida. Ethan también deseaba saber la respuesta. Ella se tomó bastante tiempo para responder, tanto que estuvo seguro de que al final no lo haría. —No... paréis. Por favor. Harris se inclinó hacia delante y con su lengua le rodeó un pezón hasta convertirlo en un punto duro y húmedo. Entonces la mordió. Los ojos de Ethan se abrieron de par en par, celoso, cuando aquellos dientes se cerraron sobre aquella piel suave y cremosa. Él quería hacer lo mismo, quería tomarse su tiempo y dejar pruebas de su deseo, de su amor por cada centímetro de su cuerpo. Harris lo miró con una sonrisa como si supiera exactamente lo que estaba pensando Ethan.

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Luna Hechizada 3 El siguiente le mordió el estómago, justo encima de su ombligo, chupando la piel fuerte y dejándola mojada y roja cuando se sentó. —No pares no es una respuesta —dijo afiladamente. Ella gimió y abrió los ojos, suplicándole en silencio. Suplicándole que dejara algo de sí para ella. Ethan pudo leerlo tan bien que estaba maravillado. —¿Qué quieres de mi? —susurró. —Todo —respondió Harris y Ethan respiró profundamente. Joder. Había echado todo a perder. Ella no estaba lista para ir tan lejos. Puede que nunca lo estuviera. Ella meneó la cabeza. —Demasiado. Harris se vio meditabundo y pensativo, pero al final asintió con la cabeza. —Hasta ahora, valdrá. Pero seguiré empujando, Gabby. Ahora mismo me conformaré con que me confíes tu cuerpo. Con suerte más tarde me darás tu corazón. Ella tiró de los brazos pero estaba demasiado atada para liberarse. Su cara se volvió pálida del susto y su mirada se movió del uno al otro. No. Una respuesta sin sonido, fácil de leer en sus labios. Ethan jamás se había imaginado que ella pudiera tener miedo de enamorarse. No le gustaba. Él estaba loco por ella, lo había estado desde que Gabby tenía dieciséis. Parecía más que justo que ella le devolviera el favor. —Más tarde no es lo suficientemente bueno —rugió, si fue a ella o a Harris, no estaba seguro. Se subió sobre su cuerpo. Descansando el peso sobre sus codos a cada lado de su cabeza, su torso presionaba el de ella mientras un fuego helado lo recorría por entero. La había marcado, reclamado, amado durante años y justo cuando pensaba que ya estaban asentándose las cosas, ella dejaba claro que estaba a años luz de la verdad. Lo iba a volver loco. Enloquecido y con la mente ida. —¿Qué logrará que abras los ojos, Gabby? —preguntó, desesperado, buscando algún signo de afecto. Él vio sus ojos, llenos de deseo sexual, y aunque adorara ver esa mirada en su cara, quería ver una mente clara y realista en aquel momento. La Gabby con la que siempre había podido contar cuando buscaba un consejo sensato y una mente en su sitio. La que siempre le daba la verdad, de manera completa, sin adornos, fea. —¿A qué, Ethan? ¿Qué deseas que vea?

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Luna Hechizada 3 —Cómo me siento respecto a ti. Lo que siempre he sentido. Lo que tú niegas. —Ella se concentró en su rostro justo el momento antes de que sus ojos volvieran a cubrirse de deseo. Él miró por encima para ver a Harris inclinándose sobre su otro lado, los dedos metiéndose dentro y fuera de su coño con un ritmo lento y tranquilo. —Estoy tratando de tener una conversación —bramó. Harris sonrió. Se encogió de hombros. —Continúa. Vale. Porque ella iba a escucharle muy bien con Harris jugueteando con su cuerpo. Sonrojada y sudorosa, con los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás y hacia adelante sobre la almohada mientras gemía. Dioses, qué ardiente era. Él se estiró junto a ella y le rozó el torso con su mano. Cuando llegó a los pezones, ella se paralizó y él continuó a por una segunda ronda. Una y otra vez. Cuando la tuvo jadeante y suplicante, él se detuvo para poder inclinarse y reclamar sus labios. Pero antes le susurró en el oído. —Te he amado durante años, Gabby. ¿No me amas ni un poquito? Y volcó todo lo que sentía en aquel beso. Años de observarla, de admirarla, de desearla. De amarla. Había pasado por todo un abanico de emociones con esta mujer. Amor, temor, enfado, celos, diversión, posesión, protección. Lo asombroso era que mientras profundizaba el beso, su lengua barriéndole la boca, sintió que aquella emoción era recíproca. Su corazón le galopaba en el pecho. Ella sentía algo. Le estaba devolviendo todos aquellos sentimientos complicados y embrollados, incluso aunque lo odiara y odiara admitirlo. Él se separó y la miró a los ojos, un par de piscinas profundas en color whisky, llenos de frustración. —¿Por qué te detienes? —No me has contestado. Ella se veía más que un poco desesperada. A él le gustaba verla así. —¿Qué pregunta? —él rodó y se colocó sobre ella. Harris, que había estado follándole el coño y el clítoris con los dedos, hábilmente cambió la mano para acariciar la polla de Ethan. Lo sorprendió durante un momento, aquel contacto repentino y dulce, y se giró para darle un beso rápido a Harris en los labios, logrando a cambio una de esas sonrisas misteriosas y pecaminosas antes de que el mago soltara su agarre. Entonces Ethan volvió a concentrase en la mujer debajo de él. La mujer que era su mundo, su todo. Ella tenía los ojos salvajes, brillantes y ardiendo de pasión y de lo que él esperaba que fuera amor. Pero necesitaba las palabras. Necesitaba que ella lo dijera. Apretó la cabeza de

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Luna Hechizada 3 su polla contra su entrada y le bloqueó las caderas cuando ella se arqueó para tomarlo dentro. —¿Gabby? —¿Por qué no te estás moviendo? —gimoteó—. Fóllame, Ethan, deja de atormentarme. Harris se rió. —Creo que te estás perdiendo algunos puntos en eso de la sumisión, querida. —Su coño se tensó a su alrededor, un agarre resbaloso y caliente. Él a cambio le dio un empuje corto, superficial, de prueba. —¿Podemos hablar de eso más tarde? —Gabby estaba perdiendo la última barrera en su mente y su control, y sabía perfectamente lo que ellos querían de ella. Incluso deseaba dárselo, pero revertir una vida entera de condicionamiento era más difícil de lo que parecía. Harris se tumbó junto a ella, se inclinó y le dio un beso absorbente, de esos que roban el alma, que la dejó sintiéndose débil y desesperada mientras Ethan inclinaba la cabeza hacia su pezón. La lamió, rodeó con la lengua su endurecido pezón antes de tirar de él entre los labios y chuparlo al interior de la boca. Entonces sus dientes se cerraron justo lo suficientemente fuerte para pellizcar y ella se arqueó contra él con un grito. Harris repitió la acción con el pezón desatendido. El placer y el dolor combinándose hasta que empezó a volar alto y supo que en unos segundos más ella se correría. Cuando Harris la soltó, ella juraría que lo oyó murmurar algo sobre pinzas pero estaba tan demasiado ida para preguntarle de lo que estaba hablando. Quería llorar. Había estado tan cerca y cuando se encontró con su mirada, comprendió que él lo sabía. Intencionadamente le había impedido llegar. Tragó fuertemente e intentó relajarse, sabiendo que cuanto más se esforzara por llegar al orgasmo por sí misma, más tiempo él se lo impediría. Él le sonrió con aquella media sonrisa sexy suya. —Estás aprendiendo, querida. Maldito fuera su corazón por latir ante la aprobación de su tono de voz. No se atrevió a contestarle. No tenía ni idea de lo que revelaría su voz. ¿Enfado por estar bajo su control? ¿O ansia por ceder? Harris bajó la cabeza para mordisquearle su labio inferior. Era una cosa tan lupina, tan dominante y masculina, que tembló. Él le acarició la mejilla con el dorso de sus nudillos. —Todavía no has respondido a la pregunta de Ethan, Gabby —la reprendió.

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Luna Hechizada 3 Ella se encontró con la mirada de Ethan y sintió que le cambiaban los ojos, luchando por mantener las garras del lobo sin salir por la punta de sus dedos cuando la emoción y la indecisión la atravesaban. ¿Lo amaba? Siempre lo había amado. Sólo que nunca creyó que lo podría tener y seguir siendo ella al mismo tiempo. Todavía no estaba convencida de que aquello fuera posible pero estaba empezando a tener esperanza y sabía que quería dar a aquello una oportunidad. No quería vivir sin ninguno de los dos. Pero no podía darle las palabras que él deseaba, todavía no, pero tampoco podía contener la oleada de emociones, el amor que crecía y se liberaba de las ataduras bajo las que siempre lo había mantenido. No tuvo que decir nada porque él lo sintió a través de su vínculo. Él echó atrás la cabeza con un bramido y se hundió en ella. Su polla era gruesa y latía, llenándola. Sus embates eran rápidos y fuertes, dejándola ansiosa mientras su cuerpo era arrastrado al orgasmo. Sintió los dedos de alguien sobre su clítoris, abrió los ojos y vio a Harris sonriéndole, toqueteándola. Él se inclinó y le susurró al oído: —Córrete, querida. Córrete ahora. —Ella se dejó ir. Ethan se paralizó cuando su coño le apretó fuertemente la polla, su gemido apenas audible sobre el rugido dentro de sus oídos. Él no se corrió con ella, pero no podía preguntarse el porqué. Estaba volando, lejos, unas chispas saltando en su mente y prendiendo fuego a cada terminación nerviosa de su cuerpo. Jamás había sido así de bueno, jamás así de dulce, ni siquiera estando en celo. Ella sintió las ataduras de sus muñecas soltarse y a unas manos amables rozándole las marcas de cuando había luchado contra ellas. Cuando Ethan rodó de encima de ella, todavía enterrado en su interior, tomó todo su esfuerzo no dejarse caer sobre su pecho, pero no creía que fuera a tener la energía para responder al meneo de sus caderas, al suave empuje de su polla que todavía la llenaba. Él se rió, le agarró la nuca y tiró de ahí para atraerla para darle un beso en los labios. —¿Te he agotado, nena? —Hmmm. —Era imposible no sentirse divertida por la satisfacción masculina que emanaba por el vínculo—. Necesito sólo un minuto para recuperarme. Pero Harris tenía otras ideas. Él alargó la mano y agarró la botella de lubricante que estaba en la mesita de noche. Habían usado un plug anal durante el fin de semana y había sido algo increíble, pero no así. No con ambos a la vez. El miedo se mezcló con la excitación y tembló. Harris le acarició con una mano tranquilizadora por la espalda mientras introducía un dedo lubricado y luego un segundo por su entrada trasera.

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Luna Hechizada 3 —Shhh, Gabby, tranquila. Sólo relájate para mí, querida —murmuraba. Él introdujo los dedos adelante y atrás mientras ella obligaba a sus músculos a relajarse. No le dio tiempo de volver a tensarse una vez estuvo suelta y lista. Sus dedos desaparecieron y la punta de su polla apretó contra ella, entrando sólo un poco antes de salirse. Se tomó su tiempo, metiéndose lentamente adelante y atrás, ensanchándola, hasta que apretó contra el anillo de músculos bloqueando la entrada. Ella gritó por el dolor cuando él la atravesó. —Te tengo, querida —susurró—. Relájate. Respira profundamente. —Él le envolvió su torso con un brazo, ahuecándole un pecho y tirando del pezón con su pulgar e índice. A la vez Ethan expuso su clítoris con un roce firme de su pulgar que la hizo concentrarse. El dolor de su trasero, el dolor por estar siendo llenada por dos pollas grandes, se desvaneció en nada para convertirse en placer. Cuando empezaron a moverse, uno saliéndose mientras el otro empujaba profundamente, se convirtió en algo más que placer, algo que no podía ni ponerle nombre, mucho menos describirlo. Los sintió dentro de ella, entremezclando sus almas alrededor de la de ella. Deseo, amor, ansia. Devoción. Todo realzó las sensaciones físicas hasta que temió por su cordura. Hasta que temió perderse allí para siempre. Era éxtasis y terror. Éxtasis y curiosidad mezclado con alguna clase de dolor. Sabía que era la última de sus defensas derrumbándose, la última de sus barreras cayendo, cuando oyó a Harris gritar en triunfo. Masculino y dominante, debería preocuparla, pero en vez de eso la reconfortó. Atesorada. Y ellos lo sabían. Lo sintieron. La follaron más fuerte. Ethan restregó más rápido su clítoris mientras Harris se metía en ella y le apretaba los pezones. Era demasiado, más de lo que podía pelear y cuando Ethan gruñó para que ella se corriera, lo hizo con una explosión tan bestial que su cuerpo entero se bloqueó . Sintió que Ethan era el siguiente en correrse, su caliente esperma vertiéndose en su coño, y Harris unos segundos más tarde llenándole el culo. Quedó desmadejada sobre el pecho de Ethan y maldijo. —No voy a volver a moverme. Me habéis matado. Riéndose, Harris se salió y ella sintió cada centímetro de él, todavía medio duro, retirándose. Él se dejó caer a su lado y ella giró la cabeza, soplando para apartar de su cara el pelo para ver su sonriente mirada —Te ha encantado cada segundo, querida. —¿Es que he dicho que no? Sólo que no me voy a mover durante la próxima semana o así. —La mano de Ethan se movía arriba y abajo por su espalda, con caricias relajadas. A ella le encantaba cuando le hacía eso.

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Luna Hechizada 3 —¿Vas a seguir huyendo, nena? Ella se lo pensó antes de contestar. Realmente ya no luchaba contra ello. Una parte de ella había comenzado a aceptar, había comenzado a darle la bienvenida a los vínculos. —No. Incluso aunque ahora pudiera liberarse, no quería. Captó que él deseaba hablar más sobre ello, pero ella se sentía demasiado en carne viva, siendo su aceptación demasiado nueva, y su cuerpo todavía canturreaba de satisfacción mientras la laxitud se aposentaba en sus miembros. Cerró los ojos y dejó que su mente vagara. No faltaba mucho para que se durmiera. Se estiró cuando uno de ellos la limpió con un trapo mojado, pero no se despertó hasta el atardecer y Ethan la meneó para que se levantara para prepararse para la fiesta.

*

*

Un par de horas más tarde Gabby se detuvo en la parte exterior del claro y se unió a Liza. La Paladín miró a los dos hombres detrás de ella. —Id y encontraros algo que hacer, chicos. Necesito unas palabras en privado con mi ayudante. —Ambos dudaron, y los ojos de Liza se entrecerraron, endureciéndose. —Id —ordenó Gabby. Ethan reconoció el tono y aunque levantó una ceja con gesto sardónico, se giró para obedecer, agarrando el brazo de Harris y tirando de él. Harris fue, pero la mirada que le dedicó prometía retribución. Ella tembló. Tal vez la atara de nuevo. Cuando se fueron, Gabby entrelazó su brazo con el de Liza, quien se inclinó hacia Gabby con una agradecida sonrisa. —Podríamos suavemente.

agenciarnos

un

par

de

sillas

—comentó

Gabby

Liza meneó la cabeza. —Estoy bien. Sólo un poco cansada. Se me pasará. —Gabby era lista para saber que no había que discutir con ese tono, así que echó un vistazo sobre el claro. Vio a Caleb y Zach entre la muchedumbre, y Caleb encontró su mirada, con una expresión combinada de preocupación y pregunta. Gabby le contestó con un ligerísimo meneo de cabeza. Conocía a su Alfa. Querría marchar y ordenarle a Liza que se sentara o que regresara a la casa. Si hacía algo de eso iba a tener una pelea entre manos y no era necesaria. Entre Gabby y Harper manejarían a Liza para que descansara. Como si la bruja le leyera la mente, Harper se alejó de la cola y se acercó a ellas, sonriendo, con sus compañeros tras de ella con tres sillas a cuestas.

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Luna Hechizada 3 —Hey —dijo alegremente, mientras Jonas y Mick colocaban las sillas plegables en un pequeño semicírculo de cara al claro. Estaba apenas empezando a notársele y era imposible no sonreír por su alegría. Y reírse de Jonas cuando la miró fijamente como ordenándole que se sentara. Ella puso los ojos en blanco, se inclinó hacia Gabby y Liza y con un ligerísimo susurro dijo—: Ahora soy una inútil, ¿sabéis? —Acostúmbrate. No mejoran con la edad —soltó Liza, tomando la silla del centro. Harper les hizo un gesto a sus compañeros para que se alejaran y las tres mujeres se sentaron en silencio durante unos cuantos minutos. Gabby mantuvo un ojo alerta en el grupo de ruidosos jóvenes hasta que otras voces altas en otra parte de la fiesta captaron su atención. Se giró para ver a sus padres discutiendo —menuda sorpresa— y puso los ojos en blanco. Estaba preparándose para levantarse e intervenir cuando su madre se giró y le guiñó el ojo. ¿Pero qué diablos? Entonces su madre dio la media vuelta y caminó a zancadas alejándose de la fiesta, con sus compañeros siguiéndola y quejándose. —¿Te acaba de guiñar un ojo? —preguntó Liza, incrédula. —Seh. Eso creo. —Meneó la cabeza—. Estoy empezando a pensar que tal vez ella es la que inicia la mayoría de las disputas. —Realmente no quiero saber el porqué, ¿no? —preguntó Harper. —Probablemente no. Yo tampoco. Gabby se encontró con la mirada franca y abierta de Liza. —¿Y cómo te va? Gabby se giró para buscar a Ethan y Harris, quienes por lo visto habían decidido que ya habían tenido suficiente “momento chicas” y estaban regresando a ella, que sonrió. —Estamos en ello. —Sabía que ellos la habían oído. Ethan se rió y le agarró de una mano, tirando de ella hasta que se puso en pie. —¿“En ello”? Me gusta. —Pues a mí no —se quejó Harris, tomándola de entre los brazos de Ethan. —¿Te ha dicho alguien alguna vez que eres quejicoso y demasiado serio? Él levantó una ceja muy arrogante y se inclinó para susurrarle al oído. —Cuidado, querida. Sólo porque no te vaya a dominar fuera del dormitorio no significa que te vayas a salir con la tuya en todo lo demás afuera. Te haré pagar.

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Luna Hechizada 3 Ella tembló con semejante afirmación, tan sensual. En sus sueños más salvajes. —¿Lo prometes? —le susurró a su vez. Él gimió y se encontró con la mirada de Ethan por encima de la cabeza de ella. —¿Nos hemos dejado ver ya lo suficiente? Ella se rió y se soltó de él. —No, cariño. Lo siento. Todavía no he visto a mi hermano. —Se separó antes de que él pudiera pillarla y se convirtió en un juego durante las siguientes horas. Cada vez que alguno intentaba arrinconarla, ella se escapaba. Sabía que ellos se lo estaban permitiendo, pero no le importaba. La estaban dejando hacer lo que quería, echando un ojo a los soldados más jóvenes y los aprendices a su cargo, socializando y reuniendo cotilleos y noticias que luego Liza le preguntaría. Nunca estaban lejos, pero no estaban encima de ella ni interferían. Eso la tranquilizó como nada más podría haberlo hecho, así que a la media noche, cuando se acercó demasiado a la zona de baile, la cazaron desde ambas direcciones, y ella los aceptó con risas. La alegría la animaba. Amor, risas. Todas las cosas que había temido desear para sí. Ethan la cogía de las manos mientras Harris le agarraba las caderas y le apretaba desde detrás. Se inclinó y le mordisqueó aquel punto sensible de debajo de la oreja, y ella se rió. —¿Algo gracioso, querida? Ella pasó uno de sus brazos por encima del cuello de Ethan, luego se giró para rodear con el otro el de Harris. —Nada en absoluto —susurró, de puntillas para rozar con un beso su boca—. Solo estoy feliz por lo que he encontrado cuando no lo estaba buscando. —¿Es verdad eso? —dijo Ethan arrastrando las palabras. Ella levantó una ceja al mirarlo. —Y yo no comparto. Él sonrió abiertamente. —Nena, soy todo tuyo. Siempre lo he sido. —Entonces llévame a casa —dijo suavemente, incluyendo a Harris en su suave petición—. Tal vez esta vez os pueda mostrar lo mucho que os amo. En vez de que fueran sólo ellos intentando demostrárselo. La sonrisa de Ethan se hizo más grande y satisfecha.

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Luna Hechizada 3 —Lo admites finalmente, ¿eh? Ella puso los ojos en blanco. —¿Vas a regodearte toda la noche o eres un hombre de acción? —Ay, querida —susurró Harris contra su oreja, oscuro y peligroso, enviándole un hilo de malvado deseo que la atravesó—. Te advertí sobre esa actitud, ¿verdad? Antes de que pudiera protestar, él se movió, levantándola y echándosela sobre el hombro mientras salía del claro a zancadas. Ella se sonrojó por los gritos de aprobación y aullidos que lo animaban a seguir, pero se rió mientras la llevaban a casa y gritó de delicia cuando le mostraron exactamente lo que sentían por ella durante toda la noche.

Fin

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