Loribelle Hunt - Serie Luna Hechizada - 01 - A La de Una....!
April 8, 2017 | Author: SooYunnie | Category: N/A
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1
LORIBELLE HUNT
¡A LA DE UNA… 1º Luna Hechizada
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1
ARGUMENTO
Liza es un Paladín, la tercera en poder en la manada Redhawke (Halcón Rojo). Mitad bruja, mitad mujer lobo, pero sin la capacidad de cambiar de forma, tiene una historia áspera con Caleb, el heredero del Alfa. En una noche explosiva, exploran el interés de ella por la sumisión, pero él abandona a la manada. Y a ella. Cinco años después, el Alfa ordena a Liza que traiga de regreso a Caleb. Los años que han pasado no han suavizado su enfado con ella, o el calor que una vez llameó entre los dos. Caleb está esperando el momento oportuno para regresar a Redhawke. Y lo está pasando agradablemente con su amante Zach. Cuando Liza aparece, de nuevo por órdenes de su padre, se siente enfadado y dolido, pero sigue deseándola. Esta vez no la dejará marchar. Zach le echa un vistazo a la mujer y sabe que es la apropiada para ellos. Pero, ¿podrá aceptar que su deliciosa sumisión en la cama no va más allá de la puerta del dormitorio? Reclamada por dos hombres lobo, Liza lucha por superar el pasado con Caleb mientras empieza a conocer a Zach. Pero estos tendrán que respetar su devoción por la manada y su espíritu guerrero si quieren ganársela.
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Capítulo 1
—Oh
sí. —Fue más un largo gemido que dos palabras distintas—. Exactamente así. Los dientes se deslizaron, apenas, por la parte de abajo de la polla de Caleb antes de que los labios se cerraran con fuerza en torno a ésta, haciéndole subir de un tirón las caderas. Zach lo mantenía sujeto con facilidad, con un brazo le presionaba la pelvis y con la otra mano rodeaba la base de su erección. Conocía con exactitud lo que Caleb quería esta noche, sabía que tenía que expulsar la irritabilidad, la inexplicable necesidad que, últimamente no le había estado dejando en paz. En especial el último par de días. Lo chupó con fuerza. Su boca, lengua y dientes estaban castigando, exigiendo mucho. Casi brutales. No obstante, Caleb era un werewolf; podría soportar lo que fuere que Zach le propinase. Y más. Caleb se corrió como un cohete, pero después del primer trago, Zach se apartó. Y usando su semen, lo frotó alrededor de su culo. Lo usó como lubricante antes de meterle la punta de la polla. Caleb apretó los puños. Era poco común que él dejase a Zach manejarse así. De los dos, Caleb era el más dominante, aunque Zach no era exactamente un enclenque tampoco. Ahora mismo, Caleb leía demasiada preocupación, demasiadas preguntas en los ojos de su amante. Tensó los músculos un poco, sólo lo suficiente para distraerlo y los ojos de Zach se pusieron amarillos, cambiando a lobo cuando se hundió hasta la empuñadura con fuerza y sin mucho cuidado. Las primeras estocadas fueron bruscas. Caleb estaba duro otra vez para cuando Zach disminuyó a un ritmo más estable y controlado. Cuando lo miró a los ojos vio ternura y esta noche… no bastaría. Con su mano rodeó la nuca de Zach y tiró de ella con fuerza hacia abajo. —Tal vez debería ser yo quien te folle a ti.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Gruñó cuando obtuvo la reacción que quería. La boca de Zach aplastando la de él. Su polla entrando y saliendo con fuerza. Ninguno de los dos podría durar mucho más tiempo así. Ninguno de los dos en verdad lo quería. Tan pronto como Zach se corrió, Caleb le dio la vuelta y lo tomó desde atrás. Todo terminó en segundos. Yacieron uno al lado del otro durante mucho tiempo. Jadeantes, sudorosos y tranquilos. No fue hasta mucho más tarde, después de que se hubieran duchado y vestido que Zach rompió el silencio. —Deberíamos encontrar una mujer esta noche. —Sí. Sonaba bien. Cualquier cosa para quitarse la necesidad que seguía sin dejarle en paz. Era como si su cuerpo supiera algo que él no. Como si estuviera calentando motores anticipadamente. Levantó la mirada para encontrar la expresión pensativa de Zach antes de que pudiera ocultarla, y puso los ojos en blanco. Realmente no estaba de humor para ser psicoanalizado esa noche. —¿No has llamado aun? Mierda. Zach no iba a dejarlo pasar. —No —le contestó bruscamente. Antes Zach había compartido su teoría de que algo andaba mal en la manada de Caleb. Que éste estaba experimentando algún tipo de extraño sexto sentido. Era una peligrosa suposición para hacer sobre un werewolf, incluso si su manada no tenía las mismas inhibiciones sobre las brujas que el resto. La sola idea era suficiente para traer la imagen de ella a la mente de Caleb. Liza. Sentía la mezcla usual de emociones al recordarla. Lujuria y rabia. Furia y actitud posesiva. Respiró hondo para serenarse. No podía tenerla. Mierda, ella, muy probablemente a estas alturas, se habría apareado con alguien. Su lobo se levantó cerca de la superficie de su mente y gruñó su descontento. —¿Bien?—preguntó Zach. —Encontraremos a alguien mañana. —Él ignoró la segunda pregunta y contestó a la primera. No podía tomar a una mujer en su estado actual. Incluso con Zach cerca para frenarlo, no podía estar seguro de que no la lastimaría. —Terco —masculló Zach—. Voy a tomar una copa. Ya sabes dónde encontrarme cuando te libres de esto. Él sonrió abiertamente. —Y si no lo hago, ¿comenzarás sin mí?
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Exactamente. Zach salió, pero sus risitas aún llenaban el aire. Caleb levantó el teléfono y empezó a marcar, pero colgó antes de finalizar. Si algo anduviera mal en Redhawke, alguien le habría llamado, ¿verdad? Ya fuera su padre, Grant, el Alfa, o su Beta, Henry. O mierda, incluso Liza. Según sus fuentes, ella era Paladín ahora, una especie de mezcla entre experto de seguridad, jefe de policía y guardián. Según la tradición werewolf, los Paladines eran caballeros werewolf que protegían a Carlomagno. No sólo eran heroicos, además no podían ser corrompidos. No podían ser apartados de su misión. Cada manada werewolf de la actualidad tenía un Paladín. Cumplían con tantos trabajos que Caleb no estaba seguro de poder mencionarlos todos. Quizás lo más importante era que, como caballero de la manada, el Paladín era el defensor contra no sólo los pretendientes al trono, sino también contra las amenazas provenientes del exterior. Las amenazas de otras manadas. Nadie tendría acceso al Alfa o al Beta sin obtener primero su aprobación. A menos que, como él, tuvieran números privados o vínculos familiares que no pudieran negarse. Él tenía sentimientos conflictivos acerca de que ella ocupara el puesto de Paladín. La devoción de Liza a la manada nunca había sido cuestionada. Ella nunca la habría puesto en peligro. El futuro Alfa en él lo aprobaba. El hombre y el lobo, no tanto. Él nunca sería tan importante para ella como la manada. Nunca sería el centro de su universo. Sin embargo, también se sentía orgulloso de los logros de Liza. Sabía que de todos los soldados adultos de la manada, ella era la más calificada. La más inteligente. La mejor combatiente. Diablos, debería serlo. Había ayudado a entrenarla. Con un gruñido agarró una cerveza del refrigerador, retorció la tapa y la tiró a la basura mientras se paseaba. Los herederos Alfas solían pasar unos cuantos años viajando y viviendo entre otras manadas. Ayudando a fortalecer alianzas entre éstas. Pero él había permanecido aquí en Maine durante cinco años y eso era excesivo. Tenía los días contados. Con el tiempo, tendría que regresar a su casa en Florida y hacerse cargo de la manada. Siempre lo había sabido. Pero el final se acercaba día a día. No porque algo anduviera mal en Redhawke, sino porque él y Zach comenzaban a poner nerviosa a la manada. Eran los dos machos más fuertes, más fuertes que el Alfa y el Beta, y sus herederos. Había una solución sencilla… un juramento de sangre al padre de Zach. Pero esa respuesta fácil era imposible. Para hacer eso, él tendría que renunciar a su reclamo de Redhawke, la manada de su padre, y eso no iba a suceder. Sin embargo, era claro que su acogida en Maine se estaba agotando. Había
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 habido algunas indirectas bastante directas en la última reunión del consejo. Fueron sólo las relaciones familiares las que impidieron que les echaran a él y a Zach, que era el hijo menor del Alfa y del Beta. Lo que complicaba aún más la situación. Cuando Caleb regresara a casa, Zach iría con él como su Beta, y podría soltar su naturaleza dominante. Sería bueno para ambos. Entonces, ¿por qué dudaban? Bebió el resto de la cerveza y se obligó a ser brutalmente honesto. Por dos motivos. Zach tendría que hacer un juramento de sangre en Redhawke para tomar de manera oficial su lugar en la manada. Caleb era reacio a imponerle eso a la fuerza, y sabía que Zach no dudaría en hacerlo cuando llegara el momento. Caleb lo amaba demasiado como para no sentirse culpable por ser la causa de la ruptura de Zach con su familia. Luego estaba Liza. Se había ido por ella, para poner tanta distancia entre ellos como le fuera posible y había tenido la esperanza de poder sacarla de su sangre. Sin embargo, la rabia, la amargura y el sentimiento de traición no le habían abandonado como hubiese esperado. ¿Era idiota permanecer alejado tanto tiempo a causa de una mujer? Sí. Pero era la única coraza que tenían su corazón y su alma. Porque, cuando él regresara a casa, sabía que la querría, que la desearía con la misma intensidad de siempre. Después de lanzar la botella vacía, agarró las llaves. Tal vez si se unía a Zach para un poco de diversión carnal, dejaría de visualizarla en su mente. Ni en sueños.
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Capítulo 2
Ser
una bruja en un bar repleto de hombres lobos desconocidos la debería haber puesto con los nervios de punta. No sería bienvenida si ellos supiesen lo que era. No es que la hubieran saludado con sonrisas anchas y brazos abiertos. Las miradas de reojo hablaban de cautela y curiosidad. Sin embargo, en lugar de preocuparse por posibles hostilidades, se sentó cavilando ante su cerveza en una pequeña mesa redonda en un rincón oscuro. No es que no estuviera preocupada. Mierda, ahora mismo podría redefinir la palabra. Pero por motivos completamente equivocados. La puerta se abrió, dejando que una ráfaga de gélido viento invernal se arremolinara por la habitación, y su cabeza se levantó bruscamente. Observando, esperando para ver quién atravesaría la abertura. Su suspiro de alivio estuvo fuera de lugar considerando su misión. Encuentra a Caleb. Tráelo a casa. Ella recordaba la orden del Alfa. Usa cuanto sea necesario. Se le retorció el corazón en el pecho. Había estado de pie temblando en el porche delantero del Alfa tratando de explicarle que no debería ser ella la que fuera, que desde un comienzo él se había ido de su casa por ella, pero Grant se negaba a escucharla y había insistido en que debía traer a su hijo a casa. La puerta volvió a abrirse y ella hizo a un lado el anhelo de ver su cara familiar, se recordó que estaba aquí para hacer un trabajo. Nada más. Ni nada menos. Inspira y exhala, Liza, corazón roto al mínimo. A su alrededor, el bar se atiborró de gente y la multitud se volvió más pendenciera. Observaba a las mujeres con celos apenas contenidos. Recordaba el modo en que Caleb la había apartado de él después de su única noche juntos. Su insistencia, su furioso juramento de que no se arriesgaría a un apareamiento con una humana, y además bruja, de que no se arriesgaría a que sus hijos pudieran ser… menos que él. Oh, él había sabido exactamente donde golpearla con eso. Justo en su orgullo, en su inseguridad.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Por lo general un niño de un apareamiento humano-lupino era lobo. Casi siempre. De vez en cuando uno nacía con habilidades en estado latente. Sin embargo, el estado latente se presentaba de muchas formas. Unos sólo podían cambiar cuando la luna estaba cerca de luna llena. Algunos podían cambiar parcialmente. Otros tenían la fuerza y la velocidad de un werewolf, pero no podían cambiar para nada. Como ella. Sus labios se movieron con la parodia de una sonrisa retorcida. Sabía demasiado bien cuán raros eran esos niños y se sorprendió por la amargura que subió, filosa y punzante por su pecho, pensaba que lo había superado hacía años. Ser enviada detrás de Caleb Michaelson estaba poniendo sobre el tapete inseguridades que pensaba estaban en el pasado. Peor aún que nacer humano para un lobo eran sus talentos inútiles, los poderes que siempre sintió justo allí, pero que por alguna razón no podía liberar. Su madre juraba que la presa se rompería un día, pero ella, desde hacía mucho tiempo, había abandonado esa esperanza y en lugar de eso se había amoldado en una persona que podía ser útil a la manada a pesar de sus defectos. No ayudaba el que ellos deberían ser enemigos jurados. Las brujas y los hombres lobos no se relacionaban. Su propia madre había sido desterrada por aparearse con un cambiante. Apartó los recuerdos y se concentró en su trabajo. Había sido fácil localizar a Caleb. Como el Paladín de la manada… la primera mujer y ni siquiera una loba… era su trabajo saber dónde estaba cada uno en todo momento. Siempre había sabido que él estaba aquí con esta manada del norte. Tenía reputación de playboy. Ese conocimiento la carcomía un poco. Bien, bastante. Ella no era suficiente para él. Pero al parecer nadie más lo era tampoco. Esa pequeña justificación la había acompañado en las noches de soledad durante cinco años. La puerta se abrió y al mismo tiempo alguien se sentó en su mesa bloqueándole la vista. Él le puso una cerveza enfrente y ella se dio cuenta con un susto sorprendido que de hecho, se había terminado la suya. Tal vez eso explicaba el agarrotamiento en su garganta, la repentina sequedad. Pero también hubo alarma. Tal vez un poco de miedo. Él se había acercado sin que ella lo notara. Esperaba que la magnolia que camuflaba su aroma natural fuera suficiente para ocultarle su genética. Espabílate, Liza. —Ahora, ¿qué está haciendo una mujer tan bonita como tú en nuestro alejado bar?—murmuró él. El interés en el tono de la voz era inconfundible. En cualquier otra circunstancia habría coqueteado con él, podría haberse tomado tiempo para ver si compartía la suspicacia por las brujas de su especie, incluso por las sin poderes. Pero ahora no. No cuando sentía la presencia de Caleb
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 tan cerca, sabía que a pesar del rincón oscuro donde se ocultaba, él la vería. Aunque quizás eso obrara en su favor. Sabiendo que Caleb observaba, se inclinó hacia adelante en su asiento, exponiendo su escote demasiado amplio. Echó un vistazo a su alrededor y se mordisqueó el labio inferior mientras se preparaba mentalmente para coquetear con el desconocido. Sin embargo, su mirada cayó sobre Caleb y sus ojos la atraparon, la inmovilizaron en el lugar. Respiró hondo y decidió que no sucumbiría a esa mirada furiosa, condenatoria y gélida. Liza juraría que lo podía oler. Sentirlo a su alrededor. El recuerdo repentino de él empujando dentro de ella, reclamándola, la hizo respirar hondo. Apartando bruscamente los ojos, vio que el otro hombre había seguido la línea de su mirada. Los dedos masculinos cubrieron los suyos mientras ella agarraba la boca de la botella de cerveza. —¿Vas a ignorarme por Caleb? —Se puso una mano sobre el corazón de manera dramática—. Me hieres, cariño. Él se sorprendió cuando ella soltó una carcajada y Liza deseó que las circunstancias fueran diferentes. —No lo creo posible. Su mano era grande y caliente sobre la de ella. Lo miró a los ojos. Eran cálidos y acogedores, la sonrisa ligera, pero oh muy sexy. Deseaba poder aceptar su invitación, segura de que no se arrepentiría de una noche en su cama. —Retírate, Zach. Ésta no está disponible. Sorprendida, levantó bruscamente la cabeza para encontrar la mirada de Caleb. Sonaba posesivo y territorial. El otro hombre, Zach, se recostó en su silla y se cruzó de brazos. Exudaba indolencia y seguridad en sí mismo por sus poros. Si su alma ya no perteneciera a otro, saltaría sobre él y nunca miraría hacia atrás. Zach arqueó una ceja. —¿Cambiando las reglas, Caleb? —Toda la guasa dejó su voz mientras la estudiaba—. ¿No es interesante? No creo que debieras acapararla. Ella contuvo el aliento ante la implícita propuesta, pero antes de que pudiera pensar en ello, Caleb se recostó sobre el hombro de Liza y plantó cara a Zach. El aire se cargó, arcos eléctricos se formaron entre los tres. Ella debería defenderse, debería obligar a Caleb a retroceder, pero él rozaba su pecho contra su espalda y el contacto que había anhelado durante tanto tiempo la mantuvo congelada en el lugar. —Acceso. Prohibido.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Gruñó y ella se preguntó qué diablos estaba pasando. Zach sólo ladeó la cabeza y les dio a ambos una mirada considerativa mientras olfateaba el aire. —¿Eso es así? —Sí. Eso es así. Zach levantó las manos y abrió los brazos de par en par. Un gesto apaciguador, pero su cuerpo estaba tenso y sus ojos eran duros. Peligroso. Obviamente conocía muy bien a Caleb. Ella quería hacerle preguntas. Saber quién era. Él la miró durante un instante y Liza se preguntó si en efecto era dolor lo que pasó como un relámpago por sus ojos. ¿Qué tipo de relación tenían él y Caleb? —Así no es como te gusta. —Lo sé. No cambia nada. Ella es mía. Zach se levantó e hizo un gesto brusco con la cabeza para que Caleb lo siguiera. Ya entablados en una conversación acalorada, se detuvieron a pocos metros. Demasiado lejos para que ella escuchara. Ambos se volvieron para mirarla ferozmente un par de veces y mientras hablaban, se acercaron hasta rozarse uno contra el otro. No fue hasta que no se separaron que ella se dio cuenta de lo que estaba presenciando. Una pelea de enamorados. Con razón Caleb nunca estuvo vinculado con nadie durante mucho tiempo. Zach le había dado a entender que ellos compartían a las mujeres. Pero que Caleb le contradijera debió haberle molestado. Mucho. Estaba celoso y ella se preguntaba si creería que era un lazo de afinidad entre ellos. ¿Cuántas veces había estado celosa de una de las mujeres de Caleb? Y ni siquiera podía llamar a Caleb suyo. Pobre tío. Necesitaba decir lo que había venido a decir y salir pitando. Ambos dejaron de hablar abruptamente cuando ella se acercó. —Oye, no pretendo causar ningún problema. Sólo necesito un minuto del tiempo de Caleb —le dijo a Zach. —Ve a sentarte. Trataré contigo en un minuto —le ordenó Caleb. Zach puso los ojos en blanco y ella entornó los suyos. —Hay dos personas en el mundo de las que recibo órdenes y tú no eres una de ellas. Zach soltó una risotada. —Bueno, no es esto interesante. Tu pequeña humana tiene garras. —Se cruzó de brazos—. Te diré qué. ¿Por qué no te ocupas de ella primero y luego yo trataré contigo? Oh diablos, no. Ella no estaba metiéndose en medio de esto. Caleb le agarró el hombro cuando se volvió para irse. La mirada que le dio a ella y
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 a Zach era de furia, los ojos le brillaban amarillos, el lobo tan cerca que ella estaba sorprendida de que no hubiese sentido sus garras en el hombro. —No voy soltar algo mío. Liza no advirtió la reacción de Zach ante esa afirmación, las palabras de Caleb la cabrearon muchísimo. No le pertenecía. Él se había cerciorado de que ella lo entendiese cuando la abandonó. Antes de que pudiera protestar, la estaba llevando hacia la pequeña pista de baile. La rodeó con los brazos, apretándola contra él. Su erección se sentía dura contra su vientre y sus pezones se endurecieron en respuesta. Liza cerró los ojos con fuerza. Esto no estaba sucediendo. Él realmente no la deseaba. Antes de que ella se hubiera dado cuenta siquiera, se mecían con la música y su cuerpo se calentaba a pesar del modo en que ella lo combatía. —¿Qué estás haciendo aquí, Liza? Tragó saliva, desearía haber tomado otro trago de esa cerveza antes de que él la hubiese arrastrado hasta aquí. —He venido para llevarte a casa. Él arqueó una ceja. —¿Así que finalmente has venido detrás de mí? Ella bufó. Sólo en sus sueños le rogaría que volviese. Tenía más orgullo que eso y él había dejado claro lo que opinaba de ella. Además, Caleb tenía una vida aquí. Un novio. Ella no era una cazadora furtiva. —Tu padre quiere que vuelvas a casa. Él me ha enviado a buscarte. Los ojos de Caleb se entornaron, el frío de su cólera la invadió. Su tono era de burla. —Así que sólo estás aquí para cumplir la orden del Alfa, ¿eh? Su enfado se elevó a la par del de él, y la columna le cosquilleaba, sus inservibles habilidades psíquicas haciéndose notar. Lo aplacó de golpe, todo ello, recordándose que estaba allí para hacer un trabajo, no para tener la misma vieja discusión con Caleb. No dejes que te afecte. Obviamente ninguno de los dos había cambiado ni un poco con los años. —Estoy aquí para hacer mi trabajo. La miró durante un largo rato, luego sonrió, una extensión lenta y sensual de sus labios. Se le cortó la respiración mientras recordaba lo que él podía hacer con esa boca. También recordó con una fuerte punzada las cosas horribles que podía decir con ella. El recordatorio no ayudó.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Tu trabajo. Caleb se detuvo con un brillo calculador en los ojos. —¿Tu trabajo es convencerme para regresar a casa? Ella asintió con la cabeza, la voz la había abandonado, pero le quedaban suficientes células cerebrales trabajando para recelar de su cambio de actitud. Él se inclinó hacia adelante, sus labios le rozaron el cuello con el más ligero de los besos, el más escaso de los roces. Su polla empujó contra su vientre. —Convénceme, Liza —susurró—. Sedúceme para volver a casa. Le mordisqueó la piel sensible debajo de la oreja y ella jadeó. De indignación. De lujuria. Dejó caer hacia atrás la cabeza para darle un mejor acceso. Una de las manos de Caleb estaba sobre su culo sujetándola contra sus muslos duros, mientras la otra le subía la parte de atrás de la camisa, deslizándose sobre la piel desnuda con una caricia firme. De alguna manera encontró la fuerza para alejarlo, sólo un poco decepcionada cuando él la dejó ir. —¿Así que dices que si me acuesto contigo, volverás a casa? Dolía que le importase tan poco, pero al mismo tiempo la enfurecía. Los ojos masculinos brillaban, calientes y llenos de lujuria y rabia. —Y te acostarás conmigo cuando regrese. Voy a necesitar un motivo para quedarme, ¿verdad? —¿Qué pasa con Zach? ¿No tiene voz en esto? Caleb levantó una ceja. —A Zach le gusta compartir a las mujeres tanto como a mí. No puedes negar que estabas interesada, cariño. Así que ella era sólo otro cuerpo caliente, ¿no? El hombre tenía mucho descaro y a Liza le hormigueaba la palma de la mano por la necesidad de borrar de una bofetada el gesto presumido de su rostro. —Le diré a tu padre que no regresarás. Se dio la vuelta, dispuesta a salir pitando antes de ceder a las demandas de su cuerpo, todavía pidiendo a gritos por él a pesar de lo mucho que protestaban su mente y su corazón. Zach no se había movido de donde se recostaba contra la pared y ella giró en su dirección cuando él la miró a los ojos. Esos ojos prometían sexo caliente y sudoroso. No era una distracción que necesitara, pero quería asegurarle que no era una amenaza a su relación con Caleb.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Caleb la agarró del codo antes de que pudiera irse airada, pero en lugar de girarla de regreso, la guió hacia afuera del bar y salieron al aire helado de la noche. Mierda. Nada le salía como quería esa noche. También podría escapar mientras pudiera. Sacó las llaves de su bolsillo y trató de soltarse de su agarre. Él no la soltó. —Déjame ir, Caleb. Estaré fuera de tu vida antes de que te enteres. —Y una mierda lo harás —masculló él. Giró a la derecha en el estacionamiento y ella trató de mantenerse en sus trece. —No estoy aparcada por aquí. Él se detuvo ante un camión y abrió la puerta. —Yo sí. Entra. —Mis cosas quedaron adentro. ¿Mi abrigo? ¿Mi bolso? —Zach las traerá. Entra. En. El. Camión. Liza. ¿Tenía que enfatizar esa orden con tanta claridad? Ella consideró negarse, pero una mirada a su severa expresión y supo que no le serviría de nada. Suspirando, se subió al vehículo y se abrochó el cinturón de seguridad en silencio mientras esperaba que él diera la vuelta y entrara del lado del conductor. A un par de kilómetros del bar giró en un camino que serpenteaba por la ladera de una montaña. Terminó delante de una cabaña pequeña y oscura y se apeó, mirándola ferozmente hasta que ella también se bajó de la relativa seguridad de la cabina. Caleb la condujo al interior y ella tiritó. —Encenderé el fuego. El lugar se calentará rápido. Observaba su espalda ancha mientras se agachaba para la tarea, amontonando leña en la chimenea y encendiendo un fósforo. Se puso de pie y poco a poco se volvió para mirarla. Le clavó los ojos, su mirada viajando de arriba abajo por su cuerpo varias veces como si la memorizase. O comparando la realidad con su recuerdo. Ella tembló otra vez, preguntándose lo que veía. El suéter ajustado con escote en V que llevaba no hacía nada por ocultar sus pezones endurecidos, y los ojos de Caleb se demoraron sobre ellos. Ignoró la tentación de cruzarse de brazos y ocultar sus pechos de su vista. —¿Pasa algo malo con papá? Esa era la última cosa que ella había esperado que él preguntase y frunció el ceño. —Nada. Solo quiere que regreses a casa. Él se rió entre dientes.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Si eso fuera todo, podía haberte enviado detrás de mí antes. Ella se encogió de hombros. No iba a discutir los planes del Alfa con nadie, ni siquiera con su hijo. Caleb se acercó, con un andar majestuoso y lento que la congeló en el lugar. Extendió la mano y le retiró un mechón de la cara. —Él sabía que no podría resistirme a ti. Nunca he podido —susurró, agachándose, acercándose de golpe. Su boca se cernió sobre la de ella, cerca pero sin tocarla. La respiración de Liza se entrecortó, luego se aceleró. La anticipación se apoderó de ella. Iba a besarla y había pasado tanto tiempo desde que había permitido a alguien que la besara. Nadie lo hacía como Caleb. Nadie hacía nada como él. Ella inclinó la cabeza para encontrarle, se puso de puntillas y él se alejó como si le hubiera abofeteado. Liza respiró hondo, luchando por estabilizar los latidos de su corazón. Bien. Así que no la quería. Lo sabía, pero aún así dolía. Él le dio la espalda. —Hay una ducha por el pasillo. Primera puerta a la izquierda. —¿Qué demonios? —¿Perdón? Él se enderezó, poco a poco se volvió para enfrentarla. No pudo leer su expresión. —Hueles a magnolias. Estúpido. —Él negó con la cabeza—. No deberías haber estado en ese bar, Liza. No le llevó mucho tiempo a Zach enterarse de lo que eres. ¿Cuánto faltaba para que alguien más lo hiciera? Ella lo miró con el ceño fruncido. No necesitaba que Caleb le dijera cómo hacer su trabajo o le diera consejos de seguridad. Había sido un riesgo aceptable. Era el Paladín de los Redhawke y la hija del Beta… eso le otorgaba más protección que a la mayoría, y si no lo hiciera, podría cuidarse. —Sólo ve a tomar una ducha. ¿O tengo que soportarlo? ¿Es uno de los hechizos de tu madre? En cierta medida. Liza se había bañado en el perfume y su madre utilizó su poder para asegurar que se pegara a ella, pero los hechizos sólo ayudaban hasta cierto punto. El agua lo enjuagaría. No se molestó en explicarlo, solo se volvió y caminó por el pasillo.
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Capítulo 3
La
puerta se cerró de golpe detrás de ella, y Caleb exhaló un suspiro contenido, apoyando, vencido, la frente contra la pared. Se estremeció con violenta frustración. No había venido por su cuenta. Definitivamente no había desafiado a su padre y al de él para hacer valer su independencia. Puede que no la hubiera visto en cinco años, pero seguía pudiendo leer en ella, seguía pudiendo adivinar su móvil. Seguramente le quería, pero más quería ser aceptada por completo por la manada. Parecía que nunca se iba a dar cuenta de que ya lo era. Recordaba la mirada en su cara la última vez que la había visto, su propia furia y amargura cuando advirtió que Liza había venido a él, le había seducido porque era lo que el padre de Caleb quería. Su padre quería unir su familia con la familia del Beta. Caleb había dicho la peor cosa que pudo, lo último que realmente quería decir, seguro de que inflamaría su rabia y le haría ver cómo estaba siendo manipulada. Las palabras estúpidas y tontas tuvieron el efecto contrario. Él cerró los ojos con fuerza, sin querer recordar, pero maldita sea si iba a dejar escapar al pasado tan fácilmente. La expresión destrozada de Liza. Las lágrimas en sus ojos que se negaba a derramar. Había estado a punto de acercarse, pedir disculpas y consolarla cuando ella asintió con la cabeza y lo dejó. Y él supo que no podía permanecer en Redhawke. Ella ya estaba progresando rápidamente en el escalafón militar. Ella estaba donde quiera que él se volviera. Fuerte. Hermosa e inteligente. Suya. Y no podía tenerla, porque nunca podría estar seguro si ella era verdaderamente suya, si eso era lo que Liza en verdad quería. Era mejor alejarse de la tentación. Al principio, secretamente sentimientos y fuera detrás de durante unos buenos tres años ahora estaba aquí. Una vez más,
esperó que ella siguiera sus él. Había alentado esa esperanza antes de darse por vencido. Pero a petición de su padre. Sus manos
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 se apretaron cuando escuchó abrirse la ducha y se volvió para recorrer con la mirada el pasillo hacia la puerta cerrada del cuarto de baño. Al mierda con eso. Estaba en su casa. Su territorio. Lejos de lo que ella conocía. La podría mantener aquí. Podría convencerla de que le pertenecía y no porque otra persona creyera que era una buena idea. Ella no le podría ocultar las respuestas de su cuerpo. Todavía lo deseaba. Físicamente al menos. Sólo tenía que convencerla de que era más que eso. Mucho más. Sin embargo, antes de que pudiera unírsele hubo unos golpecitos suaves en la puerta. Sólo un werewolf podría haberse acercado sin su conocimiento. Zach no esperó una invitación antes de entrar. Cerrando la puerta con suavidad detrás de él, colocó el bolso y el abrigo de Liza en la mesita auxiliar. Caleb no pudo evitar sonreír. —¿Cómo sabía yo que los ibas a traer? —¿Porque soy el tío detallista? Sin embargo, estaba claro que Zach no estaba de humor para bromas. Se cruzó de brazos, la expresión impenetrable y sin ninguna señal de su habitual pícaro encanto. Mierda. La reacción de Caleb hacia Liza había sido tan exagerada que no culpaba a Zach por estar cabreado y celoso. Si la situación fuera al revés, se sentiría igual. Iba a tener que arrastrarse a sus pies para volver a congraciarse con él. —Así que esa es tu bruja. Caleb no se molestó en responder. En un momento borracho de pura idiotez, cuando se conocieron hacía cinco años, cuando había llegado allí, le habló a Zach de Liza. Hablarían de ella en un minuto. —Siento mucho lo de allá. Zach sólo asintió con la cabeza, sin dar señales del daño o de los celos que debía estar sintiendo. —Nunca te había visto volverte posesivo con una mujer. Me costó un instante comprender. Él negó con la cabeza.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —No puedes dejar que nadie sepa de ella, tío. Es necesario sacarla de la zona lo antes posible. Mierda. Ni de coña. Él no la iba a dejar ir. —Estaba planeando sacar un aviso en el periódico —dijo con sarcasmo. Zach entornó los ojos. —Pero además, no estabas planeando mandarla de vuelta, ¿verdad? Se encogió de hombros. ¿Qué podía decir? Zach le conocía lo suficientemente bien que vería detrás de una mentira. Sin embargo, en lugar de recriminarle, sonrió. Lento y malvado. —Es difícil culparte. Es un lindo bocado. Bruja o no. Caleb sabía lo que estaba pensando y gracias a Dios, a diferencia de en el bar, su primera reacción no era estrellar el puño contra la cara de Zach. Éste extendió los brazos en un gesto apaciguador, interpretando mal la expresión de Caleb. —Oye, tío, está genial. No deseas compartir. Lo entiendo. Sin embargo, su rostro dejaba claro que no lo entendía y no le gustaba. Compartían las mujeres todo el tiempo, y había hablado a Zach de Liza, pero no le había dicho que era su compañera. No se lo había dicho porque era una realidad que se negaba a ver. Ahora, no se podía negar. Ella era suya. Negó con la cabeza. —Eso no es todo. Zach. Realmente… siento lo del bar. Zach se echó a reír. —Te mata pedir disculpas, ¿no? Caleb gruñó. —Sigues presionando. Zach se puso serio, pero no fue por la amenaza. —Esto cambia las cosas. —No, no entre nosotros. Él hizo una rápida risa socarrona y un asentimiento rápido con la cabeza por su esfuerzo.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —De acuerdo. Pero no estamos tomando una nueva amante, sino sólo tú. Él no se perdió la pregunta en la afirmación de Zach, y mientras más pensaba en ello, menos preocupado estaba por compartirla. Pero sólo con Zach. No estaba seguro de cómo Liza se sentiría al respecto, pero Caleb pensaba que podría estar dispuesta a probarlo al menos. Había visto el interés en su cara cuando él interrumpió a Zach en el bar. Mierda, no tenía intención de dejar a Zach tampoco. ¿Cómo se sentiría ella al respecto? Zach le lanzó una mirada interrogante. —Quédate —dijo Caleb, dando un paso adelante para un duro beso —. De verdad, lo siento. Una de las comisuras de la boca de Zach se arqueó hacia arriba. —Me resarcirás. Él se echó a reír, pensando en cómo tendría Zach la intención de exigir su pago. Era un alivio saber que ellos seguían estando bien. Su comportamiento en el bar no lo había cambiado. Meter a Liza en la relación cambiaría cosas, pero no eso. —Esta es una relación grupal, no me involucro en dos relaciones separadas —murmuró antes de besar a Zach de nuevo, dejándolo transcurrir lento, profundo y sensual. Se separaron cuando la ducha se cerró. Liza no perdió el tiempo y un par de minutos después, escuchó que la puerta se abría y captó el aroma limpio y fresco de ella. Lo afectó del modo en que lo hacía desde que era una adolescente, un estallido de necesidad carnal lo atravesó. Había aprendido a reprimirlo, pero ahora lo dejó en libertad, lo abrazó y un poder se apoderó de él. Eso lo conmocionó, porque no era suyo. Por mucho tiempo había sospechado que sería el sexo lo que desencadenaría los poderes de Liza, pero tal vez no fuera tan sencillo. Tal vez fueran ellos juntos. Estaba tan absorto en sus meditaciones, que no se dio cuenta que ella había entrado en la habitación hasta que olió su miedo. Se concentró en ella, la vio mirar con intensidad a Zach y supo que tenía que sentirse en clara desventaja, pero su expresión era casi serena. El olor del miedo ya se estaba disipando. Su voz era ligera cuando le dirigió la palabra y él dudó incluso de que Zach hubiese oído el pequeño temblor subyacente. —¿Rechazándome?
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Ella metió las manos en los bolsillos traseros y Caleb supo instintivamente que la había malinterpretado. No era la misma mujer que recordaba, y ese temblor en su voz no era de miedo. —Te daré una azotaina en el culo si sacas ese cuchillo —dijo él arrastrando las palabras. Ella volvió su mirada furiosa de Zach a él. —¿En serio? Te sugiero que sigas soñando. Levantó y extendió desarmada.
las
manos
así podría
ver que
estaba
—Sólo quiero irme a casa. Tú te quedas aquí. Ambos moriremos felices. Sus palabras eran conciliadoras pero su pose… esa pose era la de una luchadora relajada. Lista para moverse. Lista para reaccionar. Tuvo que sonreír. ¿Dónde había encontrado esta fuerza de carácter? —No lo creo, cariño. Tú y yo tenemos algunos asuntos del pasado que resolver. Ella se adentró en la habitación. —No, Caleb, no los tenemos. Déjame ir antes de que alguien salga lastimado. Si cualquier otra mujer le hubiese dicho eso, se habría reído. Pero él la había visto en una pelea de hombres lobos adultos y había salido vencedora. Zach, sin embargo, no fue tan listo. Sus risitas quebraron el silencio. Sin quitar por completo su atención de él, ella taladró a Zach con una mirada que hubiera hecho llorar a la mayoría de los hombres. Caleb negaba con la cabeza mientras Zach se percataba de su error. Él tendió sus manos otra vez y negó con la cabeza. —Sí. Yo no. Él es todo tuyo si quieres estropearle la cara un poquito. La mía me gusta tal como es. Caleb observaba asombrado como Zach hizo una reverencia cortés. —Tu reputación te precede. —¿Mi reputación para cabrearlo? —preguntó ella con un gesto de su barbilla en la dirección de Caleb. —Eso mismo —respondió Zach con una sonrisa. No fue hasta que vio los labios de Liza torcerse en una sonrisa reprimida que se dio cuenta que Zach había hecho lo justo para calmar la situación. Su diversión mezclada con el respeto la tranquilizó de una manera que Caleb no lograba. Observó como la
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 mirada femenina recorrió el cuerpo de Zach sin molestarse en ocultar su apreciación. Ella negó con la cabeza. —Eres peligroso, ¿verdad? —murmuró Liza. —Nunca para ti —respondió Zach casi tan bajo. Su lenguaje corporal cambió por completo, pasando del soldado alerta a la mujer suave en segundos. Suspirando, les volvió la espalda a ambos y fue a tomar asiento en el sofá. Luego levantó los ojos y se cruzó con los de Caleb, la mirada estaba tan llena de deseo que él se quedó sin aire y su polla latió con exigente demanda. Quería estar dentro de ella de nuevo. Ya. Si ya estuvieran apareados, si ella ya lo hubiera aceptado, él podría haber planeado hacer una exigencia y lograrla. Sin embargo, en esta coyuntura, la situación definitivamente requería más fineza. Cada uno de los pasos que dio hacia el sofá fue doloroso. Para el momento en que se sentó a su lado, Liza tenía el ceño fruncido. —¿Qué pasa? —Nada que no puedas arreglar —le dijo mientras tomaba su mano y la ponía sobre su polla. Sus dedos se estremecieron en torno a él un momento antes de quitar la mano bruscamente. Aún a través de la ropa su toque había sido caliente y excitante. Apretó los dientes por la necesidad amenazando con hacerle correrse en los vaqueros. —Sólo… Se detuvo a la mitad del pensamiento y él esperaba que sus siguientes palabras fuesen deja que me quite la ropa. No tuvo tanta suerte. —Sólo deja que me vaya. Necesito irme, Caleb. Os prometo que nunca me volveréis a ver. Él gruñó y la inmovilizó contra el respaldo del sofá cuando ella intentó huir. —No. Casi lo reconsideró cuando la miró directamente a los ojos. Charcos de emoción. Miedo, ansiedad y pena. Pero él sabía que era responsable de eso y de repente, su terca necesidad de que Liza viniese a él por su cuenta no parecía tan importante. ¿Importaba tanto cómo la consiguiera mientras lo hiciera? Mierda. Sí. Era muy importante y él lo había jodido antes. Él había arremetido en lugar de explicar. Pero el pasado no se podía cambiar. Lo único que podía hacer ahora era mejorar el futuro.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —No voy a dejarte ir —susurró, sus labios sólo a centímetros de los de ella, muriendo por probarlos. No esperó que Liza respondiera para hacer precisamente eso. Liza no respondió cuando sus labios presionaron los suyos. No respondió cuando usó la lengua para trazar su contorno. Pero cuando usó los dientes, cuando los cerró en torno al labio de abajo, se estremeció y jadeó, permitiendo que le metiera la lengua en la boca. Sabía tan dulce como él recordaba, se sentía igual de caliente. Pero su respuesta no fue la misma timidez no probada que recordaba y reprimió una oleada salvaje de celos. ¿Quién diablos le había enseñado aquella respuesta de mujer? ¿Quién le había enseñado sobre la lujuria y la demanda? Y entonces no importó. La lengua de Liza estaba en su boca, los dedos en su cabello, hurgando contra su cuero cabelludo mientras gemía su placer.
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Capítulo 4
La prudencia y la auto conservación le exigían que se detuviera, pero se sentía tan bien que no lo podía evitar. Caleb besándola. Apretado contra ella. Su erección palpitante no dejaba ninguna duda de, si le gustaba o no, la deseaba tanto como ella a él. Dejar que el beso y el contacto continuasen era probablemente un error del que se arrepentiría más tarde, pero por ahora, ¿a quién le importaba? No se había sentido tan viva en años. No había sentido esa pasión, este deseo licencioso durante cinco largos y fríos años. Arrojando la cautela por la ventana, lo besó con más fuerza. Ni siquiera le preocupó que pudiera causar problemas entre él y Zach. Zach estaba en la habitación y no había pronunciado una sola palabra de protesta. Sabía que llegarían pero más tarde se preocuparía del remordimiento. Mucho más tarde. Estaba tan perdida en el calor entre ellos que apenas registró que el sofá se hundía cuando Zach se sentó a su lado, hasta que Caleb la movió lo suficiente para que éste pudiera deslizar la mano entre ellos y acunarle un pecho. La conmoción porque otro hombre la tocara tan íntimamente mientras que el único que alguna vez había realmente deseado estaba justo allí besándola fue suficiente para romper en parte el hechizo. Apartó bruscamente la boca de la de Caleb, abriendo los ojos para encontrar su mirada, pero se mantuvo inmóvil mientras los labios de Zach se movieron para chupar la piel del cuello. No pudo contener un gemido de placer, aunque no solo por los toques de otro werewolf. Estaba lista para levantarse y correr como alma que lleva el diablo cuando Zach se integró al grupo, pero la mirada en la cara de Caleb la detuvo. No estaba ocultando ahora nada de su deseo, ni siquiera trataba de controlar a su lobo. Sus ojos brillaban con el misterioso dorado del cambio a la mitad. Se alejó de su lado, ya no la enjaulaba más en el sofá con su cuerpo. Zach también se movió. Sus manos y labios se fueron. Ella se sorprendió por la sensación de pérdida. Al fin y al cabo, Zach no era al que deseaba, ¿no? Caleb alargó una mano para acariciarle la mejilla, una caricia que no pudo evitar girar y frotarse contra ella. Luego se levantó y le tendió la mano.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —La última oportunidad de decir no, cariño. Él hizo el ofrecimiento, pero ella tenía la sensación que si decía que no, pasaría toda la noche tratando de hacerla cambiar de opinión. La detuvo cuando levantaba la mano para colocarla sobre la suya. —Asegúrate de saber en lo que te estás metiendo, Liza. La mirada de Caleb fue a la de Zach y ella volvió la cabeza para mirarlo. No se podía negar el deseo en sus ojos, aunque daba la apariencia de mucho mejor control que Caleb. Eso la debería haber tranquilizado. No podría manejar a dos hombres lobos intensos al límite de su control. En cualquier otro momento se habría reído de la situación. Era surrealista. Conocía un montón de werewolf que se involucraban en tríos. Mierda, había varias hembras en Redhawke que tenían dos compañeros. No era, en absoluto, extraño. Pero ella nunca había esperado estar en medio de un ménage. Se sentía bastante cohibida para eso. Y joder, éste era Caleb. Era más que suficiente para ella. —Vamos, cariño —dijo en voz baja—. Vive un poco. Te prometo que nadie te empujara más allá de lo que puedas manejar. Era una oferta imposible de rechazar y mirándole a los ojos puso su mano sobre la suya y él la levantó de un tirón, ignorando otro momento de recelo mientras sondeaba sus ojos. Él había dicho que no la presionaría más de lo que pudiera aceptar, pero una mirada a sus ojos y supo que había mentido. No tenía ninguna intención de dejar que contuviera nada. Quería su completa sumisión. La idea la excitó más de lo que debiera. Debería preocuparse de que su corazón sobreviviera otro abandono, pero decidió seguir adelante con ello. Era su última oportunidad de estar con Caleb y, estaba segurísima, su única posibilidad de experimentar un trío. Nadie hablaba mientras la guiaba por el pasillo, pero la detuvo ante la puerta. Detrás de él se podía ver una enorme cama cubierta por una colcha gruesa y de apariencia suntuosa. Se le aceleró el corazón. —¿Liza? Lo miró pero no dijo una palabra. No confiaba en su voz, especialmente cuando él levantó ambas manos para acunarle el rostro. Se puso demasiado serio. Esto se suponía que sólo era una última aventura amorosa. —Deja todo en la puerta, cariño. El pasado. La misión. Sus pulgares le acariciaban las mejillas y ella no podía creer lo bien que se sentía, el aleteo en el estómago.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Tu necesidad de control se queda aquí afuera también. Ella lo había estado esperando, pero seguía siendo difícil de aceptar. Nunca habría soñado esto con otra persona, incluso tan enojada como se sentía, él todavía permanecía con ella y sabía que nunca la lastimaría. Asintió con aquiescencia y dejando caer las manos a los lados, Caleb se hizo a un lado para dejarla entrar. Ella pensó que entendía por qué. Él quería que se rindiera, pero gustosamente. De todo corazón. Caminó derecha a la cama, se sentó y se agachó para desatarse las botas antes de que pudiera acobardarse. Cuando se las sacó, ambos hombres la apretujaron. Grandes, fuertes, el olor a feromonas incluso se podía percibir. Ella aplastó un estallido de miedo. Caleb no dejaría que fuera herida. Abrumada tal vez, pero existía una línea que él no dejaría que se cruzara. Le sonrió, una sonrisa llena de masculina satisfacción y triunfo, mientras se inclinaba y rozaba sus labios con los suyos. —Así es que confías en mí. —Tú eres el que nunca confió en mí, Caleb —susurró ella, sorprendida por la respuesta entrecortada. Sólo él podía sacar a la luz esa suavidad en ella. Sólo Caleb la hacía sentir más como una mujer que un soldado. La irritación cruzó por su rostro. —Aquí no existe el pasado, ¿recuerdas? Asintió con la cabeza. Tenía razón. No quería mancillar esta noche con nada de lo que hubiese sucedido antes. Tenía toda la intención de pasar un buen rato. Se echó hacia atrás, apoyándose sobre los codos y sonrió, complacida al ver por su expresión que había logrado la mirada sensual que estaba buscando. —Y ahora qué, oh amo y señor —bromeó, y se emocionó con su sonrisa en respuesta. Dios, lo había extrañado. Él debió haberse dado cuenta, como ella lo hizo, no había manera de que dejasen el pasado fuera de la habitación. Se arrodilló encima de ella sobre la cama, recostándose sobre Liza y se rieron. —Nunca has mostrado el debido respeto. Ella encogió un hombro. —Sería aburrido si lo hiciera. —Mmm. Agachó la cabeza para acariciarle el cuello con la nariz.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Probablemente. Liza le hundió las manos en el pelo y arqueó el cuerpo, tratando de apretarse contra él. Quería todo ese duro calor de macho contra ella. Piel contra piel. Soltó su cabeza y agarró el dobladillo de su camisa, tirando con fuerza hasta que él se enderezó lo suficiente como para quitársela. Luego él se puso a trabajar en ella. El suéter se había ido en cuestión de segundos, seguido del sujetador. Caleb clavó los ojos en sus pechos un instante antes de zambullirse y chuparle el pezón con la fuerza suficiente para hacerla gritar de placer. No estaba segura si sobreviviría, y en su desesperación miró en torno de la habitación por algo para concentrarse. La mirada aterrizó en Zach. Se había desnudado y estaba parado al pie de la cama observándoles, una mirada avariciosa en su rostro mientras se bombeaba la polla. Su boca se hizo agua y ella se lamió los labios cuando una gota de líquido preseminal perló la punta. Él sonrió. —¿Puedo unirme a la diversión? Caleb le soltó el pezón después de un último tirón fuerte y se volvió para mirar a su amigo. Ella le apartó el cabello de los ojos, y se puso un poco nerviosa ante lo que vio allí. Algo oscuro y peligroso. Salvaje y posesivo. Zach esperó con paciencia a que él decidiera, obviamente listo para aceptar lo que fuere y después de un rato Caleb asintió con la cabeza. Se levantó y se quitó la ropa mientras Zach trepaba a la cama junto a ella y se acostaba boca arriba. Su mano regresó a su polla y ella no pudo evitar seguir el movimiento con la mirada. El pecho desnudo de Caleb le rozó la espalda, y él la rodeó con los brazos para acunarle los pechos. Sus dedos dieron golpecitos sobre los pezones y volvieron a apretarlos mientras ella gemía y se mecía en sus manos. Sin embargo no podía quitar los ojos de Zach y su mano grande rodeando su polla aún más grande. ¿Quién sabía que un hombre dándose placer sería tan excitante? —¿Quieres saborearlo? —le susurró Caleb al oído mientras una de sus manos abandonaba su pecho, se deslizaba por su cuerpo y atravesaba los rizos que le cubrían el sexo para hundirse dentro ella. Gimiendo, se movió contra él, tratando de forzar su dedo más profundo, mientras asentía. —¿Sí? —¿Quieres una probadita? Empujó un segundo dedo dentro de ella. —Respóndeme, Liza. —Sí. Ambos dedos empujaron juntos. Con fuerza. Profundo.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —¡Sí! Y luego la mano se había ido. Ella quería llorar por la pérdida. —Entonces hazlo, cariño. Observó al hombre que la esperaba. ¿En verdad iba a hacerlo? ¿Podría con Caleb sentado allí observando? —Piensa en el placer —le dijo con voz suave y persuasiva—. Quiero verte tomarlo en tu boca. Alarmada, miró a Caleb a los ojos, sorprendida de ver que decía la verdad. Giró para colocarse entre las piernas de Zach, pero Caleb la detuvo y la ubicó a fin de que sus piernas montaran a horcajadas los hombros de Zach, su coño se mantenía casi sobre su boca. Luego él se movió al otro extremo así podía verle la cara y ella lo entendió. Él quería verla correrse, quería verla dar placer a su amante. Rodeando la polla de Zach con una mano, poco a poco bajó la boca a la punta, mirando a Caleb a los ojos mientras lo hacía. Cuando lamió la hendidura llorosa, Zach le agarró las caderas y empujó su coño más cerca de su boca, soplando un aliento caliente sobre ella. Aún esperándolo, estaba tan sorprendida con el casi contacto que se quedó pasmada. —Shh—le dijo Caleb mientras se movía a su lado. Le levantó el cabello para acariciarle el cuello con la nariz mientras la otra mano le encontraba un pezón duro y dolorido. —Relájate y disfruta esto, cariño. Toma lo que te damos. Lo último fue dicho con tanta autoridad que ella se rindió y se permitió sentir. —Eso es. Ahora chúpale la polla. A ella le gustó el sabor de Zach. Masculino, salado y salvaje. Se metió la punta de la polla en la boca y su lengua la lamió toda alrededor como una piruleta antes de soltarle para explorar su verga. Lamiendo de un lado y del otro, encontró cada vena hinchada, cada diminuta protuberancia y puntos de placer. No fue sino hasta que él gimió, que ella lo tomó con su mano y se lo metió de nuevo en la boca. Cuando lo hizo, él se acercó el coño a su boca y le metió la lengua. Sus ojos se cerraron. —No. Mírame, cariño. No te corras hasta que se te de permiso. Dioses, ¿hablaba en serio? Por supuesto que sí. Sus ojos eran oscuros y exigentes, la piel estaba tensa sobre el rostro. ¿Cómo podía haber olvidado esta parte? Le había exigido sumisión y ella había cedido. Voluntariamente. Con despreocupación.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Zach retiró la lengua de su coño y le golpeteó el clítoris, lo que hizo que la sensación se disparase por su cuerpo. Se quedó paralizada, los músculos contraídos mientras luchaba por no correrse, por mantener los ojos abiertos y sobre Caleb. Su gemido fue amortiguado por la polla en su boca. —Muy bonito, cariño—. Había aprobación en su voz. Sus manos le acariciaron el cuerpo antes de moverse entre éste y el de Zach. Encontró un pezón y lo apretó, disparándola de regreso al borde del orgasmo. Ella jadeó cuando se lo retorció, la mano de Caleb en la espalda era lo único que evitaba que soltara a Zach. —Zach. Quería llorar cuando Zach giró la cabeza, deteniendo las atenciones sobre el clítoris. —Veamos cuánto dolor puede aceptar mi pequeña compañera. ¿Dolor? ¿Dijo compañera? Debía estar teniendo alucinaciones auditivas. Él nunca la tomaría como su compañera. —Mmm —canturreó Zach, acariciando lentamente con los dedos dentro y fuera de su coño—. Veamos Caleb salió por un lado de la cama y ella comenzó a levantar la cabeza, pero él le dirigió una mirada de mando que le retorció hasta las tripas y envió descargas eléctricas por su cuerpo. —Metete su polla en la boca. Mírame —ordenó. ¿Por qué mierda obedecía? Oh sí. La forma que la hacía sentir. No sólo a su cuerpo, sino a su alma. Podía soltarse con Caleb. Así. Sabía que la atraparía si cayese. Bajo cualquier otra circunstancia, la idea la haría fruncir el ceño. Aquí, en el plano sexual, podía depender de él para que la cuidase. Pero en el resto de la vida, él no podría darle lo que ella en verdad necesitaba. No creía que hubiera un hombre por allí que pudiera. Uno que tuviera la confianza suficiente como para manejar su vida pública y la fuerza suficiente para asumir el mando en el dormitorio. No existía un hombre así. Había mantenido los ojos en él, pero se distrajo mientras Caleb buscaba en un cajón hasta que volvió a mirarla, una cadena tintineaba mientras colgaba de sus dedos. Sus músculos interiores se movieron espasmódicamente y Zach gruñó en protesta cuando su puño le apretó la polla. Ella de manera consciente aflojó el agarre. —Creo que le gusta la idea —dijo Zach. —Lo hace —contestó Caleb mientras avanzaba, desenroscando una abrazadera para un pezón a medida que se acercaba. Que lo parta un
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 rayo. Contuvo un sollozo. No quería darle mucho de sí misma, pero él iba a dejarla sin nada. Sin secretos. Sin límites. Se sentó a su lado y con una mano en el hombro la levantó. —Sólo un minuto, cariño. Él encontró la mirada atenta, estaba asustada, esos ojos oscuros e intensos le veían directamente el alma. —¿Confías en mí? Aquí estaba. Su oportunidad para bajarle la intensidad a esta situación y proteger su corazón en el proceso. O intentarlo. Se dio cuenta que no había ninguna posibilidad de que saliera de esta habitación siendo dueña de sí misma por completo. —Liza. Él hizo una pausa hasta que ella volvió a mirarle con atención. —¿Confías en que cuidaré de ti? Le sujetó la barbilla con los dedos antes de que pudiese responder. —Sin ocultamientos, cariño —le dijo en voz baja—. Lo quiero todo. Y Dios la ayudara, quería dárselo. Respiró profundo y asintió con la cabeza. Él no esperó el permiso verbal, se movió de manera rápida y eficaz para fijar la primera abrazadera. La sensación mordaz aumentaba mientras apretaba el tornillo. Se detuvo en el instante en que el dolor se volvía demasiado, antes de que ella pudiera protestar y luego hizo lo mismo con la otra abrazadera. La cadena pesaba entre sus pechos, y después de un par de respiraciones profundas, el dolor comenzó a ceder. Empujó su espalda hacia abajo, urgiéndola a que se inclinara hacia adelante. —Ahora. Creo que tienes una tarea que acabar. Una tarea. Se habría reído pero sus pezones apretados se rozaron contra el vientre de Zach. El dolor y el placer se entremezclaron, y ella trató de ignorarlo mientras volvía a meterse la polla en la boca. Su lengua volvió a penetrarle el coño mientras los dedos le frotaban el clítoris. Su cuerpo se ponía más desesperado con cada caricia y ella lo chupaba con más fuerza, sabiendo que Caleb quería que se contuviera, que Zach se corriera antes que ella. Trataba de ignorar lo que él le estaba haciendo, ignorar el placer/dolor en sus pezones, y concentrarse en Zach, en su polla, excitada cuando sintió la desesperación de éste aumentar. Con una mano le rodeaba el pene y con la otra se sostenía. El muslo masculino tenso bajo su mano, los músculos contraídos y ella supo que Zach estaba a punto de perder el
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 control. Chupó con más fuerza, más rápido y en cuestión de segundos, sus caderas se levantaron para encontrarla. Sus manos le sujetaron el culo, con tanta fuerza que sabía iba a tener hematomas, y con un gemido fuerte, se quedó inmóvil, la polla profunda en su garganta mientras se corría. Apenas pudo conseguir saborearle antes de que Caleb la alzara de la cama.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1
Capítulo 5
Caleb le apretó la frente contra la pared y se hundió en ella por detrás con un gruñido. —Ahora puedes correrte, cariño. Y ella lo hizo, con un grito débil, su coño apretó su polla mientras bombeaba en ella. Había olvidado lo bueno que se sentía. Lo bueno que se sentía su entrega. No había manera de que fuera a permitirle irse otra vez. Su columna vertebral hormigueó y ralentizó sus empujes. No estaba listo para correrse todavía. Quería, necesitaba, que ella se deshiciera para él otra vez. Era mejor utilizar una cama para eso, o por lo menos girarla, pero su lado lobuno lo estaba controlando. Quería dominar a su compañera. Quería marcarla. Señalarla. Él estaba completamente de acuerdo y sus incisivos se alargaron. Le aferró las caderas con las manos, manteniéndola inmóvil, se movió con movimientos lentos y perezosos y los dientes rasparon suavemente la piel en la columna vulnerable del cuello. El aliento de Liza se aceleró. Dejó caer la cabeza hacia atrás para que descansara sobre su pecho exponiendo completamente el cuello a su mordedura. La última muestra de sumisión. Él la recompensó con un empuje duro, moviendo una mano a la cadena que le colgaba entre los senos. Cuando tironeó de ésta, Liza contuvo la respiración, se quedó inmóvil y su coño se cerró con fuerza a su alrededor mientras se corría de nuevo. Él no esperó a que sus estremecimientos disminuyeran, no esperó a que su cerebro restableciese el diálogo. La folló con fuerza, con un ritmo rápido y se estuvo corriendo en segundos, mordiéndole el cuello. Cuando saboreó su sangre, retrocedió, sabiendo que esa marca nunca se iría. Nunca se desvanecería. Ahora era suya. En algún momento mientras estaba dentro de ella, Zach había dejado la habitación. Bien. Quería algún tiempo solo con ella. Un día de estos, Zach insistiría en la misma cosa. Caleb la levantó con facilidad y la llevó a la cama. La expresión de ella era abierta, vulnerable y aturdida. Se puso
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 duro otra vez en un segundo. Esta vez la penetró lentamente, cara a cara y en horizontal. Ninguno de los dos habló, pero él podía ver las preguntas en sus ojos. No estaba preparado para responderlas y estaba bastante seguro que ella no estaba lista para oír sus respuestas. Mirándola de cerca, le quitó la primera abrazadera del pezón. El dolor destelló a través de su cara y jadeó. Él tomó el punto dolorido en la boca, lo tocó con la lengua hasta que su respiración se tranquilizó. Luego hizo lo mismo con la otra. Cuando acabó, los ojos de ella estaban de nuevo aturdidos, ya no era fácil leer las preguntas en ellos. La penetró con más fuerza. Más rápido. Llevándolos a ambos de regreso a la cima. Ella se movía con él, envolviendo las piernas a su alrededor, clavando los talones en la parte baja de su espalda para instarlo cuando él redujo la velocidad y le sonrió. —Avariciosa. —Joder, sí. —Terminó con un jadeo cuando él golpeó su punto G—. Otra vez. Era tan fácil ceder a su compañera cuando tenía esa mirada en la cara, así que lo hizo. Una y otra vez hasta que estuvo ansiosa, hasta que estuvo apretándolo. Él la siguió por ese borde con la cara enterrada en su cuello, inhalando su olor ahora mezclado con el suyo, mientras su semen entraba a chorros en ella. Cuando por fin pudo moverse otra vez, Liza murmuró una protesta somnolienta. Él la tranquilizó con un beso. —Descansa. Esperó hasta que se quedó dormida antes de levantarse y vestirse. Sacó sus llaves y el teléfono de su bolsillo antes de unirse a Zach en la cocina y tirarle las llaves. —Vamos a por su coche. Entraron en el camión de Caleb. El viaje fue corto y silencioso. Zach se detuvo con la mano en la puerta. —Llevaré algo de comida. No me dio la impresión de que Liza haya comido mucho en el último par de días. Tenía razón y Caleb estuvo contento de que se lo recordaran. No se le había ocurrido. Recién apareado y ya fallando en el trabajo. —Yo lo haré. Tú vuelve. No quiero que se despierte sola y tengo que llamar a alguien —dijo sombríamente. Iba a dejar malditamente claro al Alfa y al Beta de Redhawke que ella ya no era de ellos nunca más. Zach asintió, pero Caleb pudo leer fácilmente su aprobación y salió sin decir una palabra.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Caleb arrancó, condujo hasta el pueblo, se detuvo primero en el nuevo lugar de sushi, y luego siguió al local de comida rápida. Sacó el móvil de Liza mientras esperaba en la fila para automovilistas, pasó la lista de teléfonos hasta encontrar el número de su padre. Contestó al primer timbrazo, pero no su padre. —Liza, ¿por qué demonios no te has comunicado? —Su padre sonaba más exasperado que molesto. —Hola, Henry. ¿Dónde está mi padre? —Estaba demasiado cabreado para molestarse con cortesías. Se hizo un largo silencio mientras el teléfono cambiaba de manos y probablemente pasara a altavoz. —¿Caleb? —Sí. —¿Dónde está Liza? —Henry otra vez, sonando desconfiado. Caleb puso los ojos en blanco. —Está bien. Durmiendo. Lo que quiero saber es ¿por qué coño la enviasteis aquí? ¿Una bruja desconocida en territorio lupino? Eso es un suicidio. La idea de lo que podría haber sucedido si alguien la hubiera descubierto hacía que se le congelara la sangre. Maldita sea. ¿Habían pensado en su seguridad? Henry bufó. —Liza puede cuidar de sí misma. Algo que sabrías si te hubieras molestado en mantener el contacto —se quejó su padre. Con un asentimiento, aceptó las bolsas por la ventanilla y salió del aparcamiento. —Estoy en contacto ahora. ¿Qué está pasando? —¿Ella no ha dicho nada? Gruñó. Le llevó un par de minutos luchar por recobrar el control antes de calmarse lo suficiente para contestar. Ellos simplemente esperaron. —Ella no ha dicho nada. Hubo otra pausa más larga y oyó el suspiro de su padre. —Estoy listo para retirarme. Es hora de que vuelvas a casa. Bufó. Sí correcto. No se tragaba eso ni por un minuto. —Bien. Guárdate tus razones. Pero me quedo con Liza, y esta vez no toleraré ninguna interferencia.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Fue difícil ignorar el aullido de risa de Henry mientras metía la marcha atrás y tomaba la carretera de regreso a la cabaña. A ella. —Buena suerte con eso, hijo. —La diversión de su padre fue clara, como si supiera algo que Caleb no. Como si no pensara que Caleb pudiera quedarse con ella. Rechinó los dientes. —No necesito suerte —dijo entre los dientes apretados—. Es mía. Siempre lo ha sido. —Joder, lo sé muchacho. Te ha llevado un jodido tiempo averiguarlo. Clavó la mirada en el teléfono un momento antes de colgar, negándose a contestar cuando volvieron a llamar. Mierda. ¿Qué coño se suponía que tenía que hacer ahora? No quería llevarla de vuelta allí, pero había oído algo en la voz de su padre. Fatiga quizá. Debería haber mantenido el contacto. Debería saber lo que estaba pasando en su manada. Se había marchado, claro, pero siempre había tenido la intención de regresar y tomar su lugar. Había tenido la esperanza de haberse sacado a Liza de su sistema primero. Eso definitivamente no iba a suceder. La decisión estaba tomada en su mayor parte, pero primero necesitaba información, y ella, como Paladín, era la fuente más lógica para obtenerla. Sonreía abiertamente mientras conducía por el camino de la cabaña y aparcaba. Ella era su compañera y él pronto sería su Alfa. Ella no podría negarle nada. Su cuerpo, su fuerza, su conocimiento. Su corazón y su alma. Estaban lejos de ese nivel de aceptación, pero él sin duda alguna esperaba con ilusión la cacería.
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Capítulo 6
Zach
regresó a la cabaña en tiempo record. No quería que Liza despertara sola. No es que esperara que estuviera feliz al encontrarle a él en vez de a Caleb. Y no es que le importara. Él y Caleb lo discutirían luego, después de que se recuperara de la sorpresa de esta situación. Zach debería haber sabido, por la reacción exagerada de Caleb en el bar, lo que Liza significaba para él, pero no fue hasta que vio a Caleb marcarla que todo tuvo sentido. Ella no pertenecía sólo a Caleb. También pertenecía a Zach. Él no sería feliz compartiendo una compañera con nadie más. Al oírla revolverse en el dormitorio, suspiró y entró a la cocina. No sabía que pasaría ahora, pero estaba seguro que el resto de la noche pediría café. Preparó una jarra nueva y esperó a que saliera. Ella se había vestido y otra vez fue golpeado por esa misma sensación de irrealidad que cuando la vio por primera vez. Su cabello negro brillante estaba sujeto en una coleta y sin nada de maquillaje parecía imposiblemente joven y femenina. Hasta que su mirada vagó hacia abajo. La mujer era toda curvas peligrosas. Eso fue su primer pensamiento cuando la vio. No fue hasta que la vio desnuda, vio su cuerpo musculoso y de líneas elegantes que se dio cuenta de cuán exacta había sido su evaluación. Frunció el ceño. Ella ciertamente parecía competente, pero no estaba muy entusiasmado con que su compañera, su compañera humana, fuera un soldado de alto rango, mucho menos un Paladín. Al llegar a la puerta ella se quedó inmóvil y él hizo el esfuerzo de ocultar cualquier emoción en su rostro. Relajándose un poco, ella entró en la sala y se sirvió una taza de café pero mantuvo las distancias. —¿Dónde está Caleb? —Fue a conseguir comida. Yo te he traído el coche. ¿Preparada para contarnos por qué estás aquí, cielo?
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Ella frunció el entrecejo. —No tiene nada que ver contigo. —Humm. —Permitiendo que el calor asomara a sus ojos, se acercó lentamente y le alivió ver que ella lo sentía también. Liza se congeló, jadeó cuando él extendió una mano para acariciar la marca que Caleb le había dejado en el cuello. Muy pronto tendría una igual—. Tendremos que olvidar nuestras diferencias en eso. Por ahora. Sus palabras la despertaron del hechizo y se alejó. Fue un paso fácil y casual pero su espalda estaba rígida. Él quería ponerle las manos encima y masajearla hasta alejar la tensión, pero tuvo la sensación de que ella rechazaría la oferta. ¿Pero por qué? Pensó que era más que lealtad a Caleb. Buscó una manera de calmarla, pero se dio cuenta de que no sabía casi nada acerca de ella. Después de verter una taza de café, se sentó a la mesa e hizo gestos para que ella lo hiciera en la silla a su lado. Reprimió una sonrisa cuando con una mirada desconfiada ella se sentó en el lado opuesto de la mesa. Bien, ya está sentada. ¿Ahora qué? Necesitaba conocerla por su cuenta, sin hacerlo a través de Caleb. Así que, ¿qué sabía él? Ella tenía un pasado con Caleb. Era un soldado. Y una bruja en una manada de hombres lobo. Algo insólito. —¿Conoces la historia de cómo llegamos a ser enemigos? Ella sonrió. —¿La historia de Caperucita roja? Por supuesto. —Cuéntamela. —¿No la conoces? —le provocó levantando una ceja. Él la había visto burlarse de Caleb, pero esta vez esa sonrisa despreocupada era para él. Pensó que el corazón le estallaría en el pecho. —Quizá tu versión es diferente. Ella rió —Zach, he crecido en una manada de hombres lobo. Es la misma. Su primera prueba. Se preguntó si le mentiría. —¿Jamás has contactado con tu propia clase? Ah, por fin había encendido su genio. Los ojos destellaron literalmente, plata brillante, recordándole que ella podría ser solo medio lobo pero definitivamente era toda una bruja.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Veo a mi madre casi cada día. En cuanto a los otros… —vaciló tanto que él no esperó que contestara. Cuando lo hizo, sus ojos estaban tristes. Él haría cualquier cosa para deshacerse de esa mirada. —Vi a la familia de mi madre un par de veces cuando era niña. Se quedó silenciosa durante mucho tiempo, y mientras él miraba, fue como si se pusiera una máscara. Ocultando las heridas del pasado. Ocultándose de él. Haría algo acerca de eso. Más tarde. —Cuéntame tu historia, Liza —dijo suavemente, impidiéndose de algún modo alcanzarla para ofrecerle el consuelo que sabía que no estaba preparada para aceptar todavía. Era una manera de distraerla, de borrar esa mirada acongojada de su cara. Ella se recuperó rápidamente, enviándole una sonrisa rápida que le golpeó directamente en la ingle. —¿Por qué no? Había una vez… ¿seguro que quieres oír esto? —Por supuesto. —Tenía que saber cómo enseñaría a sus cachorros. ¿Dioses, estaba pensando ya en eso? —Bien. Había una vez, una chica llamada Caperucita roja. Excepto que no era realmente una chica. No era una mujer tampoco. Estaba en esa etapa intermedia. Bastante joven para seguir prendada por la infancia, y a pesar de eso lo bastante mayor para añorar la edad adulta. Hasta ahora, sus historias coincidían. —¿Deseas la versión de la bruja? Asintió. —El relato del lobo es mejor —dijo dulcemente con una sacudida de la cabeza antes de continuar—. Caperucita no solo era joven, sino hermosa. Ligera y despreocupada. Cada hombre y chico en la aldea estaba medio enamorado de ella y cuando ella creció llegó a preferir uno en particular. Al leñador que a menudo la acompañaba a ver a su abuela. Y aquí sus mitos se separaban. Él apoyaba la barbilla en su puño, atrapado por la historia. Ella la relataba como si estuvieran sentados alrededor de una fogata. —El corazón de ella ya tenía dueño. La mayoría aceptaba que ella nunca sería de ellos y le deseaban lo mejor. La mayoría, pero no todos. Un joven estaba decidido a que fuera suya. »Tramó un plan para salvarla, convencido de que si la salvaba del lobo conocido por acechar en los bosques, su afectos se volverían hacia él.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 »Vigilaba y esperaba su oportunidad. Hasta que un día la vio ponerse en camino al bosque sola. Corrió por un sendero diferente, se puso la piel de lobo que había ocultado y se tumbó a esperar. Cuando ella apareció por la curva, él saltó y aulló. Pero en lugar de volver por el sendero, ella corrió hacia el bosque. »Olvidándose de tirar la piel de lobo, el muchacho la persiguió, porque no solo había lobos en esos bosques sino también osos y jabalís. Pero Caperucita, siendo el alma apacible que era, no sabía cómo eran atrapados y asesinados. Un destino, que como resultó, ella compartiría. »Fue demasiado tarde cuando descubrió la trampa, un hoyo profundo en el suelo llenó de estacas afiladas. Ay, el muchacho no la pudo salvar y aulló su pena y rabia al cielo, cayendo de rodillas junto a la fosa. »Y así es cómo le encontraron, el leñador y la abuela. Su amante quiso matar a su asesino, pero la abuela le sujetó la mano. Ella no podía soportar el pensamiento de vivir el resto de su vida sin su preciosa Caperucita, y sabía que el muchacho tampoco. Pero también sabía que el leñador no sería feliz sin su venganza. Quiso que el chico sufriera como ellos, toda su vida. No tendría una muerte fácil. Ningún fin rápido. »Y así maldijo no sólo al muchacho, sino a toda su descendencia a ser mitad hombre y mitad lobo, un recordatorio de la muerte de Caperucita que jamás podría olvidar ni ignorar. »Desde ese momento brujas y lobos han sido enemigos mortales. Así es. Y así será siempre. —No puedo creer que hayas hecho que te cuente esa versión. Zach saltó. No había oído llegar el coche, mucho menos entrar a Caleb. El otro hombre lobo puso tres bolsas sobre la mesa, dos del local de hamburguesas y una del lugar de sushi que acababa de abrir. ¿Por qué demonios compraba Caleb pescado crudo? El misterio fue contestado cuando Liza agarró la bolsa y sacó dos contenedores. El olor a arroz y pescado crudo asaltaron su nariz. Ella levantó la mirada, vio su expresión y se rió.
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Capítulo 7
Caleb vio a Liza luchar por no reír ante la expresión de asco de Zach. Ella debió darse cuenta de que las personas tenían dos opciones con el sushi porque no continuó burlándose. O lo adoraban u odiaban la idea tanto como se negaban a intentarlo. No había palillos, pero Caleb le entregó un tenedor. Pinchó un bocado y se lo ofreció a Zach. —¿Quieres un mordisco? Está bueno. Eso para no burlarse. Zach se estremeció al desenvolver una hamburguesa y Caleb le envió una mirada severa. En vez de incitar a alguno de ellos, ella comió en silencio. Había apartado ambos cartones cuando su teléfono sonó. Entornó los ojos y lo buscó, mirando desconfiada cuando Caleb lo sacó del bolsillo. Le tendió la mano pero él negó con la cabeza, envió la llamada al buzón de voz y lo puso al lado de su taza sobre la mesa. Fuera de su alcance. —¿Qué pasa con mi padre? —preguntó él mientras estiraba la mano para coger una patata frita. Ella tenía esa mirada terca que incluso cinco años no habían borrado de su memoria. Maldita sea. Escogía los peores momentos para ser difícil. —Es asunto de la manada. Él no podía negar que ella tenía razón en eso. Se levantó y arrastró a Zach al otro cuarto. —Odio admitirlo, tío, pero tiene razón. Esperó que su viejo amigo se ofendiera pero solo sonrió. —Ella es mí asunto. Tanto como tú lo eres. La inflexión que utilizó, la posesión, la determinación y el calor en los ojos, sólo podían significar una cosa. Él nunca había visto esa mirada en Zach antes. Posesión y calor, sí, pero no actitud protectora. Ninguno de los dos necesitaba un protector. Joder, sólo una mujer en el mundo hacía que Caleb reaccionara así. Aparentemente también pulsaba los botones de Zach.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Ella no valorará tener dos compañeros. —Por lo menos no al principio. Pero eso complacía inmensamente a Caleb, atándolos de manera sólida a los tres. Zach se encogió de hombros. —Lo superará. Caleb sonrió, sabía que Zach había llegado a la misma conclusión que él. —Se la puede convencer. —Oh, sí —contestó su amigo con una voz que se volvió profunda por la excitación.
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Liza agarró su teléfono cuando salieron de la habitación. La llamada perdida era de Grant, el Alfa de la manada. La línea estaba ocupada cuando volvió a llamar, pero su teléfono volvió a sonar tan pronto colgó. Una mirada a la pantalla confirmó su sospecha. Como el Alfa no había podido ponerse en contacto, el Beta lo intentaba. —Hola, papá. Caleb volvió a entrar en el cuarto con Zach pisándole los talones. Ambos parecían cabreados. Ella no tenía paciencia para ellos en este momento. —¿Le encontraste? —Sí. —¿Y? —Ningún progreso. —Suspiró. Les había dicho que Caleb no volvería a casa si se lo pedía. ¿Por qué no le habían creído? Su padre respondió después de una breve conversación apagada a su lado. —Bien. Déjalo ahí y vuelve a casa. Parpadeó. ¿Iban a rendirse tan rápidamente? —¿Por qué? —Vamos a escoger un sucesor. Debes estar aquí para eso. —Veré si puedo alquilar un avión. De lo contrario, me llevará dos días volver conduciendo. —No, no hagas eso. Conduce. De todos modo, la decisión llevará al menos ese tiempo. —Vale. Voy en camino. —Bien. —Le oyó respirar hondo—. Ten cuidado.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Siempre —contestó, pero él ya había colgado. Se quedó mirando el teléfono, sin creer que fueran a evitar a Caleb en la nueva jerarquía. Eso podría significar un desastre para la manada. Necesitaba volver deprisa a casa y convencer a Caleb de que fuera con ella. —¿Qué pasa? Quería contárselo todo, pero Zach todavía estaba allí y por mucho que la atrajera ese otro werewolf, él no era Redhawke. —Zach está con nosotros. Escúpelo, Liza. Ella puso los ojos en blanco. Déjale saber a Caleb lo que pensaba e intentaría avasallarla. Y joderla. Estaba cansada y pasarían más días antes de que pudiera considerar descansar. —Si te importan algo los Redhawke, volverás a casa. —Papá me dijo lo mismo. —¿Hablaste con él? —Sí. No sé a qué está jugando, pero no creo ni por un minuto que su autoridad esté en riesgo. —Has estado fuera mucho tiempo. No contestó, pero su incredulidad y la desconfianza fueron fáciles de leer. Ella agarró sus llaves de donde él las había dejado caer sobre la mesa. —Bien. Cree lo que quieras. Tengo que volver a casa. Caleb se apartó y ella ignoró el dolor en el corazón porque él la fuera a dejarla ir con tanta facilidad. Pero cuando alcanzó la puerta de la cocina, Zach la bloqueó, los brazos cruzados sobre el pecho y la expresión dejaba malditamente claro que no iba a marcharse tan fácilmente. Maldita sea, estaban empezando a cabrearla. Se giró hacia Caleb, la lengua afilada y la precaución olvidada. —Incluso los hombres lobo envejecen. E incluso los Alfas se vuelven más débiles. —Él no es viejo —se mofó Caleb. —Tiene setenta. —Tu padre… Ella lo interrumpió. —Es más viejo que el tuyo. —Tomó aire para tranquilizarse, trató de controlar su ira y su temor—. Mira, sólo hay cuatro soldados lo bastante fuertes para mantener la manada. Quizá. Al menos dos de ellos tratarán
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 de forzarme a irme. ¿Una hembra humana sin emparejar con influencia? ¿Quién les ha desestimado con regularidad? Ella bufó. Sí, si Jonas o Baker se convertían en el Alfa, ella se iría. —Tu padre no los designará, ¿pero si pierden el nivel en un desafío? — Se encogió de hombros—. Sabes cómo de imprevisibles son esas cosas. Le miraba a la cara con atención y vio el momento exacto en que comenzó a tomarla a ella y a la situación en serio. Y definitivamente no estaba feliz con ello. Gruñendo, atravesó la pequeña habitación y se detuvo delante de ella para ponerle las manos en los hombros. Le dio una pequeña sacudida que debería haberla intimidado pero en su lugar hizo que su cuerpo se tensara de necesidad. —Deberías haber venido a mí antes, Liza. —Estoy aquí ahora. —Trató de hacer que sus palabras sonaran firmes, pero no lo fueron. Ligeras y jadeantes, la necesidad sexual era inconfundible. Él lo notó. Dilató las fosas nasales para captar su aroma y los ojos se pusieron tan calientes como ella sabía que estarían los suyos. Caleb la soltó bruscamente y ella se contuvo de dar un pisotón por la frustración. Había pensado que había superado la repugnancia que sentía por su deseo hacia ella. ¡Basta de pensar eso! Caleb se volvió hacia Zach, quien se apoyaba contra el marco de la puerta, los tobillos cruzados y las manos metidas en los bolsillos. Se encontró con su mirada brevemente, sin intentar ocultar su deseo o la excitación que abultaba el frente de sus vaqueros, antes de volverse hacia Caleb. —Bienvenido a Redhawke —dijo Caleb—. Dame diez minutos para hacer la bolsa, luego nos iremos. Zach asintió, su mirada regresó a ella. La sonrisa fue lenta y sensual. —Tómate tu tiempo —le dijo a Caleb, y ella no tuvo que preguntarse si Caleb sabía por qué su amigo hacía esa sugerencia o si iba a protestar. Él rió entre dientes. —Claro. Debo echar gasolina antes de que salgamos de todos modos, ¿vale? —Ajá —respondió Zach, pero no se apartó de ella, esperó hasta que Caleb se perdiera de vista antes de acercarse poco a poco. Pasos cuidadosos, suaves y medidos. Acechando. La excitación de Liza escaló a un nivel que la hacía temblar. Retrocedió con cada paso que él avanzaba, hasta que su culo chocó contra el mostrador.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Alargando las manos hacia atrás, se agarró al borde. Él se detuvo delante de ella y levantó una mano para acariciarle un lado de la cara. —¿Asustada? Sus cuerdas vocales se negaron a funcionar, así que negó con la cabeza para no avergonzarse. —¿Estás segura? —La sonrisa prometía, tan sexy que sus rodillas se convirtieron en jalea. —Estoy segura —logró susurrar. Él deslizó una mano por su cuello, sobre la clavícula para rozar la marca de mordedura que Caleb había dejado allí antes. Ella no podía comprender por qué Caleb había hecho eso. Una marca de compañero. Cuando había dejado tan malditamente claro que no la tomaría como compañera. Su confusión debió hacerse evidente. Zach negó con la cabeza ligeramente antes de inclinarse sobre el lado opuesto del cuello, depositando besos sobre su clavícula antes de succionar la piel en la boca. No lo hizo con bastante fuerza como para dejar una marca, pero Dios, la excitó. Le agarró con fuerza el pelo con una mano y le echó la cabeza atrás. Cuando levantó su cara para encontrarse con la mirada de Liza, ella jadeó. No le había visto en forma de lobo, pero supo que sus ojos tomarían ese resplandor azul brillante. —Caleb es tu compañero. —Su voz fue gutural, como si estuviera a mitad del cambio, como si el lobo luchara por salir—. Y yo también. Ella se dio cuenta con una sacudida de mortificación que había tenido su polla en la boca pero nunca la había besado. —No puedes saberlo —susurró—. Nunca me has besado. Dios, le deseaba. Quería saber si su boca se fundiría sobre la de ella con la misma ferocidad que veía en sus ojos. Él no se molestó en responder, sólo bajó los labios sobre los suyos, tironeó del labio inferior hasta que abrió la boca para él. Y fue un beso salvaje e indomable. Empujó la lengua entre sus dientes, acariciando la suya hasta que gimió y se pegó a él. Sin embargo, un beso no era suficiente para satisfacerlo. Lo rompió para quitarle el suéter por encima de la cabeza y la estuvo besando otra vez mientras manoseaba su sostén. Una idea excelente. Liza le apartó la mano y lo desabrochó ella misma, gimiendo cuando la mano se cerró sobre el seno antes de permitir incluso que la prenda cayera al suelo. Pero entonces él estaba apretando, girando su pezón entre los dedos hasta que fue un punto doloroso y duro mientras bajaba por su cuerpo besándola. Cuando los labios se cerraron sobre el pezón, cuando lo chupó
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 con fuerza en la boca caliente, ella pensó que se correría de inmediato. Sintió la sensación bajando a su suave lugar entre las piernas, su coño ya estaba mojado y latiendo en señal de bienvenida cuando él bajó la mano, le desabrochó los vaqueros y metió un dedo en su interior. No hubo manera de contener el orgasmo. Ella no era nada más que sensaciones. Nada más que placer y el placer era tan intenso que no notó que le quitaba las botas hasta que la instó a salir de los vaqueros y la ropa interior. La colocó sobre la mesa de cocina. —Desearía que tuviéramos más tiempo, cariño —Gruñó y ella se preguntó por qué. Entonces él estuvo empujando en su entrada, más largo y más grueso que Caleb, y decidió que pensar estaba sobrevalorado. Incluso tan mojada y preparada como estaba, hubo una pizca de dolor, una necesidad de detenerse y permitir que su cuerpo se ajustara a él. Zach la agarró por las caderas y la mantuvo inmóvil, la boca apretada, el control grabado en cada línea de su cara. No fue hasta que ella intentó moverse bajo él, intentó tomarle más profundamente que se dio cuenta que tenían audiencia. —Creo que está lista —dijo Caleb arrastrando las palabras. Quizá era un signo de que aceptaba esta cosa entre los tres que no sintiera ni un gramo de vergüenza cuando inclinó la cabeza para mirarle. —Yo decidiré cuando está lista —gruñó Zach. Caleb entró con paso airado en la cocina y se sentó en la mesa para observar mientras Zach se retiraba lentamente, oh sí, muy lentamente, hasta que sólo la punta de su polla quedaba dentro de ella. Liza gemía con cada centímetro perdido, tratando de arquear sus caderas para recuperarle. —Oh sí —dijo Caleb, observando los movimientos de ambos cuerpos con un brillo que sólo podía ser descripto como voraz—. Está lista. Zach de seguro estaba muy, muy listo, pero él la quería, la necesitaba, desesperada. La necesitaba fuera de control. Rendida. Lista para tomar lo que fuera que él sintiese que necesitaba. Caleb comenzó a extender la mano hacia un pecho pero se detuvo, miró a Zach a los ojos y esperó a que le invitara a unirse. Caleb había hecho su reclamo más temprano y Zach no se había entrometido. Ahora que era su turno, no se entrometería. Era la primera vez que estaba seguro, podrían compartir a una mujer durante más que unas pocas noches. Ambos eran dominantes. Autoritarios. Ambos demandarían algún tiempo privado y a solas con ella y lo harían funcionar. Él asintió con la cabeza y observó cómo la mano de Caleb le cubría un pecho. Lo apretaba un poco, dándole ese mordisco de dolor que habían descubierto que le gustaba y aumentaba su excitación.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Esperó hasta que ella estuvo sacudiendo la cabeza de un lado a otro, hasta que sus gemidos se volvieron altos y dulces, antes de penetrarla de nuevo. Su grito fue áspero, su coño se contraía contra la polla, tratando de drenarlo, obligándole a apretar los dientes y luchar contra su cuerpo para no correrse demasiado pronto. Normalmente no sufría esta falta de control, por lo general podía durar toda la noche. Pero ésta era la primera vez que la mujer debajo de él era su compañera, la primera vez que sentía la excitación, la expectativa de marcarla. Cuando después saliera de la cabaña, cualquiera que la viese sabría que le pertenecía. Y a Caleb. Que ella no tenía uno, sino dos compañeros. Que Paladín o no, Redhawke o no, bruja o no, estaba protegida. Valorada. Y que los dioses ayudasen a cualquiera que se pasara de la raya. El saber quién y qué era ella, el sentirla ya envolviéndose en torno a su corazón y su alma, fue la última cuerda de su control en soltarse. Sus pequeños temblores habían comenzado a apaciguarse, el orgasmo la liberaba de su agarre y una sonrisa hermosa y saciada cruzaba los labios de Liza. Amaba esa expresión, quería verla todos los días de su, con suerte, larguísima vida. Pero cuando le mordiera ese lugar dulce en la clavícula, la quería corriéndose con él, gritando por el gozo de ello con él. Y Caleb lo supo. Al igual que Zach lo había sabido más temprano esa noche, mientras su mejor amigo y amante la follaba hasta la inconsciencia y la marcaba. Caleb deslizó la mano por su cuerpo hasta que su dedo le rozó el clítoris y observó como Zach había observado. Fascinado por ver a esta mujer que ambos compartían en las garras de la pasión. A medida que las estocadas de Zach aumentaban y se aceleraban, las contribuciones de Caleb lo hacían también. Cuando las estocadas se volvieron apremiantes, rudas y duras, las atenciones de Caleb a su clítoris también. Y cuando estuvo excitada, cuando su coño se contrajo y se quedó inmóvil en torno a él dificultando el transcurso de los espasmos que comenzaron, como si fuese renuente a correrse e incapaz de impedirlo, Caleb detuvo el movimiento de sus dedos y en lugar de eso simplemente le retorció el clítoris a la vez que ella jadeaba y arqueaba la espalda elevándola de la mesa. Zach deslizó la mano debajo de ella y le levantó el torso, incapaz de detenerse ahora, sintiendo el orgasmo tensarse en la parte baja de su espalda y sabiendo que no había manera de refrenarse. La levantó hacia él y con la otra mano le sostuvo el cuello cuando ella pareció incapaz de hacerlo hasta que Caleb se sentó en la mesa detrás de él y asumió el control. Su amigo mantuvo una mano en su pelvis, el dedo seguía
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 frotándole el clítoris, mientras la otra mano le acunaba un pecho. Era tan malditamente excitante y él no tenía idea por qué. Sus caninos surgieron de sus encías, y al mirarla se sintió un poco culpable. No había vuelta atrás ahora y Liza no estaba exactamente en condiciones de tomar una decisión. Entonces sus ojos se abrieron de golpe y ella le devolvió la mirada. Su cuerpo estaba contraído y tenso de nuevo. Mientras él se demoraba, Caleb la estaba manteniendo en el borde, volando, y existía una única manera de salir de ese precipicio en particular. Ella lo sabía también. Estaba aturdida, montando al filo de la navaja del orgasmo, pero el conocimiento era claro en su cara. —Hazlo ahora, Zach. Por favor. Lo último acabó en un gemido y él ya no vaciló. Su boca se cerró sobre ella, sus dientes se hundieron profundos en su piel. Ambos se estremecieron con fuerza, gritando su orgasmo en la noche. Cuando se calmó, la totalidad de su semen había atravesado de su cuerpo al de ella; la soltó, lamiendo la tosca herida que le había dejado. Estaba consternado al verla. No había querido ser tan brusco. No era una loba. Era humana. Levantó los ojos llenos de culpa para mirar a Caleb, quien sólo negó con la cabeza y le dijo articulando para que le leyera los labios. Es más dura de lo que parece. Tal vez, pero eso no aliviaba su culpa, no lo hacía menos decidido a resarcirla. Se retiró de ella lentamente, sonriendo ante el murmullo de queja y la alzó, llevándola con él cuando se hundió en una de las sillas de la cocina. Se acurrucó en su regazo como un gatito, ronroneando satisfecha, y él sólo pudo describir lo que estaba sintiendo como desconcertante. —Creí que era una jodida guerrera —le dijo a Caleb, quien enarcó una ceja. —Lo es. No te dejes engañar. —Sí, tío, realmente lo estoy viendo. Liza levantó la cabeza y frunció el ceño, sus uñas le arañaron el abdomen. Su polla se sacudió y él estaba segurísimo que no era la respuesta que ella quería. —No te agradará cuando veas que estás equivocado. Su gruñido fue uno de placer… ella estaba frotando su culo sobre su polla después de todo… y para nada atacando. Le dio un puñetazo en el hombro, sorprendiéndole lo suficiente para que le permitiese bajar de su regazo meneándose, lo cual no ayudó en absoluto. Todo en lo que podía pensar era en hacerla volver al sitio donde la quería, mientras ella vagaba alrededor de la cocina poniéndose la ropa.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 No lo miró hasta que estuvo vestida, y él se preguntaba si pensaba que eso era algún tipo de armadura. Si lo hacía, estaba a punto de experimentar un brusco despertar. Era casi tan sexy con los vaqueros ajustados y el suéter como sin ellos. Como si pudiera leerle la mente, se puso las manos en las caderas y le miró furiosa. —¿Regresas a casa con nosotros? Él asintió y ella se volvió hacia Caleb. —¿Lo vas a hacer tu Beta? —Sí. Por primera vez, vio un atisbo de incertidumbre cruzarle el rostro. —¿Vas a despedirme? Caleb se tomó mucho tiempo para responder y Zach sabía que quería decir que sí. Mierda, eso era lo que él quería. Ella era su compañera. Suya para proteger. El truco consistía en no asfixiarla en el transcurso de la protección. —No —contestó Caleb al fin, y aunque Zach entendía por qué, quería aullar su ofensa—. Eres un símbolo de la fuerza de mi padre en la manada. Y mía. Nuestra —agregó, mirando a Zach a los ojos. Ella les echó un vistazo a ambos y luego volvió la mirada al suelo mientras negaba con la cabeza. —No uno muy bueno. Una humana. Una bruja sin poderes. Él la miraba preguntándose si el sexo fue lo bastante bueno para hacerle perder la razón. Cuando miró a Caleb, vio la misma expresión. —Gatita —dijo tomando su mano—, tu poder está vibrando en el ambiente. Y así era. Lo había percibido antes, cuando la habían compartido. Ahora era más fuerte. Ella resopló y se apartó. —La magia del sexo. Será realmente útil en una pelea —dijo con sarcasmo—. Espera un momento, amigo, mientras voy a follar con uno de mis compañeros. Sí claro. Eso va a suceder. —Bien —comenzó Caleb con sequedad, pero su tono se volvió inflexible —, si resulta que te follamos varias veces al día, y te prometo que lo haremos, deberías estar muy bien, cariño. Zach pudo dilucidar que tenía a las claras un problema con llamar a lo que estaban compartiendo simplemente follar. Él también. —¿Cómo esperas que lo llame, Caleb?
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Estaba viendo cómo la expresión de Caleb… se cerró y sintió la presencia de Liza otra vez, vibrando en la habitación. Zach se preguntaba para qué diablos estaban sus poderes porque la mirada que ella volvió sobre Caleb era conmocionada y llena de un montón de “Vaya, lo lamento”. No conocía todos los detalles de lo que había pasado con ellos aparte de que Caleb la había abandonado dejándole creer que no la quería. Por más que él quisiera intervenir, tenía mejor criterio. Esto era algo que necesitaban resolver entre los dos. —Tengo cosas de las que ocuparme antes de que me pueda ir. Iré un par de horas detrás de vosotros. Caleb se limitó a asentir, pero Liza pareció presa del pánico una vez que sus palabras penetraron. —Te veré mañana, gatita —le dijo Zach con suavidad y se fue. Ella lo atrapó en el porche delantero, los brazos cruzados sobre el pecho como una débil barrera contra del frío. —Podemos esperarte. La estudió un momento antes de responder, preguntándose qué diablos había sucedido con Caleb para convertir a una mujer normalmente confiada en alguien que necesitaba un escudo. —No puedo meterme en medio de esto, Liza. Necesitas resolverlo con Caleb. Sea cual sea el problema. Ella se cerró. Él lo vio. Toda emoción huyó de sus ojos, su cara asumió de nuevo esa expresión serena y en sintonía con él. De ninguna manera. La acercó, abrazándola incluso mientras se resistía a responder. —Gatita. Su corazón sufría por ella y consideró seriamente patearle el culo a Caleb. —No sé lo que sucedió, pero él te ama. No te habría marcado si no fuera así. Su frente se apretó contra su pecho y negó con la cabeza. La voz le temblaba tanto como el cuerpo. —No. Él me desea. Pero no me quiere. Se apartó lo suficiente para hacer que lo mirara a los ojos. —No te habría marcado si no te quisiera con todo lo que tiene, Liza, y eso es más que lujuria. Suspiró cuando vio que no le creía y la besó. Manteniéndolo suave y casto.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Cualquier otra cosa retrasaría la partida de todo el mundo. La alejó de él y se volvió hacia su camión. —Te veré mañana. Ella se quedó en el porche y él la observó mientras desandaba el largo camino hasta que la perdió de vista. Ahora se avecinaba la parte difícil de la noche. Giró a la izquierda en la carretera y no se sorprendió cuando treinta minutos después la casa a la que había llegado seguía con las luces encendidas. Normalmente, no golpearía la puerta. Pero esta noche era la más alejada de la normalidad que alguna vez había experimentado. No le negarían su petición, no, pero al final podrían expulsarlo de la familia. Aborrecería renunciar a eso, pero por Liza y Caleb, haría casi cualquier cosa. Vaciló antes de golpear la puerta, enderezó la espalda y se lanzó. No tenía idea de cómo se tomarían la noticia sus padres, y vio sólo un segundo de interrogación en la cara del mayor de sus hermanos cuando atendió la puerta. Zach siguió a Matthew por el pasillo hasta el gran despacho donde todo el mundo estaba pasando el rato. Había dos escritorios grandes en la habitación. Estaban colocados en forma de L contra la pared del fondo, donde el Alfa y el Beta podrían fácilmente ver a cualquiera que entrara. Ambos estaban allí ahora, repantigados, relajados y bebiendo una cerveza. Su madre estaba en la habitación también, su espalda apoyada contra un almohadón en el asiento profundo junto a la ventana. Cuando cruzó la habitación, se inclinó y la besó en la mejilla, ella levantó la mirada y le sonrió, sus ojos demasiados conocedores le exploraron la cara. Él negó con la cabeza, sin responder a sus tácitas preguntas, pero ella no se desalentaría. Volvió la mirada al tejido de agujas en su regazo y Zach permitió que un momento de tristeza lo inundara. Perdería a su madre. Nadie que examinara la escena imaginaría que era cualquiera otra cosa aparte de suave y adorable. Estarían equivocados. Había dirigido la manada además de cinco hijos, tenía una espalda de acero, y ojos en la nuca. Levantó la mirada y le miró a los ojos de nuevo. —¿Cómo se llama? De ningún modo. Tenía que ser una madre con percepción extrasensorial. ¿Cómo podía saber de la mujer que había transformado su mundo en apenas unas pocas horas? —Liza. —¿Humana?
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Oh, oh. Terreno peligroso. La pregunta debería haber sido inocente dado que no había nadie con el nombre de Liza en la manada, pero él tenía la impresión que su madre sabía mucho más de lo que decía. —Sí —le contestó. No era una mentira. Era humana, pero tenía mucho más encima. —Supongo que esto tiene algo que ver con la mujer por la que tú y Caleb casi acabasteis a puñetazos en el bar —dijo con diversión, Michael, el Beta y uno de sus padres. Jodido. Se rindió. Si sabían tanto, muy probablemente lo supieran todo. —La misma. Respiró profundo. —Caleb va a regresar a Redhawke. Me voy con él. Esta noche. —¿Cómo su Beta? —le preguntó, Donald, el Alfa. —Sí. —Así que tu mujer es la bruja de ellos. Su espalda se envaró a la vez que sus sentidos se pusieron en guardia. No se percibía peligro en la habitación. Mierda, eran familia, pero el odio contra las brujas estaba profundamente enraizado en todo el mundo lupino. —Nuestra mujer. Lo es. ¿Es eso un problema? Michael se rió entre dientes. —Puede que necesites mantenerte alerta. —Ya era hora que alguien lo hiciera —bromeó su madre. —Grant y Henry confían en ella —dijo Donald—. Por lo que sé, se ha ganado esa confianza. No oirás ninguna objeción de mi parte. Dejando sólo a sus hermanos, el mayor de los cuales, el próximo Alfa y el que le seguía en edad, el próximo Beta, estaban en la habitación. Matthew se encogió de hombros cuando Zach se volvió hacia él. —Tu mujer, tío. Pero el que le seguía en edad sonreía abiertamente como un idiota. —Será bueno para ti. No es una de esas lobas indefensas que parecen gustarte tanto. Se puso serio un instante. —Y, hermano, sería muy malo si olvidaras eso. Mejor apréndelo desde el principio. No necesita protección.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Y él lo sabía. La compañera de David era uno de los soldados de más alto rango en la manada. Los oídos de Zach todavía le dolían por algunas de las peleas que David y su compañera habían tenido al principio de su relación, sobre si ella lo necesitaba para que luchara sus batallas.
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Capítulo 8
Liza
dejó que Caleb la condujese al coche. Podría haberle detenido, podría haber ido por su cuenta, pero, ¿de qué serviría? Él había decidido que se iba a casa y de esta manera, ella conseguía no perderle de vista… No era nada malo que la imagen fuese tan… agradable. Hombre. Hora de pensar en algo más. Ella se giró de lado en su asiento. —Así que… —no siguió hasta que él la miró fijamente—. Tú y Zach. ¿Qué pasa con vosotros? Sus manos temblaron sobre el volante. —¿Tienes algún problema con Zach? No, si no me pongo a pensarlo. En vez de expresar la opinión —algunos hombres lobo no eran de mente tan abierta como ella y podía entender de donde venía su actitud—, se encogió de hombros. —Tengo derecho a saber. Ambos me marcasteis —refunfuñó—. No tengo ni idea de por qué. —Zach es mi mejor amigo. También es mi amante. Desde hace tres años. —No tenía ni idea —dijo ella en voz baja—. Todos mis informes sólo mencionan breves aventuras con mujeres. —¿Recibes informes sobre mí? —Él pareció más interesado que enojado. Ella se encogió de hombros. —Eres el heredero del Alfa. Es más, recibo informes sobre todo aquel que deja la manada —hizo una pausa—. ¿Así que Zach y tú? Esto no es algo así como amigos con derecho a roce, ¿verdad? Le amas. Él gruñó y ella se imaginó que esa era toda la respuesta que conseguiría. —Por eso nunca hubo ninguna mujer estable. Entonces, ¿por qué me atraéis a la mezcla? Obviamente eras feliz antes, sin añadir a alguien que ni siquiera te gusta.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Él no respondió y suspirando, ella se recostó en su asiento y fingió dormir. Su estómago era un nudo apretado de emociones. Cólera. Deseo. Confusión. Las últimas pocas horas habían traído grandes cambios. Caleb retornando a casa. Caleb y Zach reclamándola. Ella debería estar alucinando por todo, pero se sentía correcto. Todo excepto la animosidad que todavía sentía por parte de Caleb. Durante los últimos años. Estaba tan distraída que no reaccionó cuando él tomó su mano, la levantó hasta su cara y lamió la palma. Entonces se echó a reír. —Sé que estás despierta. Bien, coño. En ese caso, podría conseguir también algunas respuestas. —¿Por qué el cambio de opinión? ¿Qué es diferente ahora? Todavía vas a ser el Alfa y sigo siendo más propensa a tener bebés humanos. La cólera surgió y con ello una punzada de desilusión. De pena. Él realmente había estado dispuesto a descartarlos, sin importar los niños que pudieran haber tenido, por culpa de la capacidad de transformarse. ¿Qué había cambiado? ¿Política de manada? Ella tiró hacia atrás con fuerza de su mano. —Joder, Liza. Nunca me importó eso. —¿Perdona? —Valiente gilipollas. Recordaba aquella conversación demasiado bien. Si no fuesen a ciento veinte por hora por la autopista, podría haberle estrangulado. Aún podía. —Estaba furioso. Y herido —añadió en voz baja—. Estaba devolviendo los golpes. Trató de recuperar su mano, pero él no la soltaba. Ella respiró hondo, esforzándose por mantener su voz baja y controlada, pero el hombre estaba cabreándola. —¿Enfadado conmigo? —respondió ella—. ¡Prácticamente me atacaste cuándo abriste la puerta! —De todos modos, ¿cómo fue aquella conversación con mi padre? Liza, realmente quiero que te aparees con mi hijo. ¿Lo seducirás? Su rabia vibró en el SUV, pero la de ella no iba a la zaga. ¿Realmente se creía esas tonterías? ¿Que se había acostado con él porque se lo ordenaron? Estaba tan asombrada que no podía hacer más que enfadarse y tratar de soltarse otra vez. Una causa perdida. —Si piensas tan mal de mí, ¿por qué ahora? —Porque eres mía —gruñó—. Siempre lo fuiste, sólo que no lo veías por culpa de tu maldita devoción a la manada.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Ella no pudo evitarlo. Se rió hasta que le dolió, hasta que fulminarla con la mirada por su respuesta no fue suficiente y sacó el coche de la carretera y lo estacionó en el arcén. Él se inclinó, encerrándola entre el asiento y la puerta. —¿Qué es tan condenadamente divertido? —Tú —Su risa se fue con su repentino movimiento—. Tu padre me dijo una vez que eras un idiota por abandonarme. Yo pensaba que eras honesto con lo que querías —Ella respiró hondo, lo que hizo que sus pechos rozasen contra el de él—. Malgastaste cinco años muy largos debido a ese concepto erróneo. Él la fulminó con la mirada. —Explícate. —¿Por qué molestarme? Ya lo sabes todo, ¿recuerdas? —Comienza a hablar antes de que te ponga sobre mis rodillas, cariño. —Ella habría destrozado a cualquier otro hombre que se hubiese atrevido a hacer esa amenaza. Pero no a Caleb. Nunca a Caleb. Su voz bajó hasta una sugestiva y sensual promesa, una especie de juego que ella no aceptaría de nadie, más que de él o de Zach. —Sí, estaba dedicada a la manada —Levantó su mano para acariciarle un lado de la cara—. Pero Caleb, tú estabas en el corazón de la manada. —¿Y cuando me marché? Ella le dejó ver la perplejidad que nunca había mostrado antes, que nunca había entendido antes. —No lo entiendo, Caleb. Todas las mujeres están dedicadas a la manada sean dominantes, Beta u Omega. Él le dio una dura mirada de consideración. —No hubo nada más —dijo suavemente—. No podía marcharme, y no podía quedarme sin hacer nada. —No te preocupes, cariño. Cuando lleguemos a casa, te daré mucho en lo que ocupar tu tiempo. —Su voz, atractiva y baja, hizo que su cuerpo se incendiase lentamente y maldita sea, él lo sabía. Él sonrió—. Te quedaste porque tenías la esperanza de que volviese. —Esa arrogancia, esa presunción de que ella caería a sus pies, le hizo rechinar los dientes. —Mira, majo. No serías capaz de hacer pasar ese ego por la puerta — escupió ella. Riéndose, él la besó rápidamente, luego volvió a la carretera. —Estoy seguro de que lo mantendrás a raya.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 No habían ido muy lejos cuando él abandonó la carretera y entró en el aparcamiento de un motel. —Puedo conducir si necesitas dormir algo —ofreció ella. —Va a ser difícil de hacer con mi polla dentro de ti. Palabras soeces pero la encendieron. Trató de apagarlo, controlarlo, mientras él salía del vehículo y entraba en la pequeña oficina. Volvió en cuestión de minutos, condujo doblando la esquina del edificio y la llevó al interior. —No tenemos tiempo para esto —dijo ella sin aliento. La empujó hacia la cama y cayó encima de ella. —No puedo esperar —dijo con voz baja y gutural. Y los dioses la ayudasen, ella tampoco.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1
Capítulo 9
Liza se sintió tentada a tirar del cuello de su jersey cuando entró en la casa, pero sabía que no le haría ningún bien. Incluso si nadie notaba las marcas, serían capaces de oler a Caleb y Zach en ella. Escuchó voces procedentes de la oficina al fondo del pasillo, y fue hacia allí, sin sorprenderse cuando Caleb la detuvo y entró primero. Poniendo los ojos en blanco, dio un paso para estudiar la situación. El Alfa, su padre, dos más y Jonas y Baker, miraron expectantes. Su curiosidad rápidamente cambió a sorpresa absoluta cuando vieron a Caleb. Ella ocultó su sonrisa al ver la mirada que intercambiaron Jonas y Baker. No estaban felices del retorno de Caleb. Podía sentir la animosidad brotando de los dos. Su padre se levantó y sonrió, extendiendo los brazos, pero Caleb le impidió moverse cuando Liza intentó dar un paso adelante. Ella se giró para enfrentarse a él. —¿Qué estás haciendo? —susurró con dureza. Él ni la miró cuando le respondió. —Protegiendo lo que es mío. Ella echó un vistazo por encima de su hombro y vio que tanto Jonas como Baker se ponían de pie. Entornando los ojos, tomó nota de la pose tensa, con las piernas abiertas, que ambos habían adoptado. —Trataré con vosotros dos más tarde —dijo ella mientras daba empujones al pecho de Caleb hasta que él volvió a entrar al pasillo vacío. Cerró la puerta de golpe tras de ellos y casi se ríe al verle la expresión. Él pareció un poco confundido por haber seguido la dirección de ella. Mierda, este era su trabajo. El Alfa y el Beta se encargaban de cuidar de la manada y ella era la guardiana. —¿Qué coño estás haciendo? Porque hasta que me despidas, todavía hago mi trabajo aquí. Puedo encargarme de esos dos idiotas. No tienes que hacerlo por mí. Dios, se había olvidado de lo rápido que podía moverse. Un minuto ella bloqueaba la puerta, echando pestes con las manos en las caderas, y al
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 siguiente él la tenía apretada contra la pared, con las muñecas sujetas por sus manos sobre la cabeza. Sus caderas presionando contra su vientre, su polla gruesa y dura, y ella se olvidó por lo que estaba peleando. Inclinándose hacia adelante, él le besó el cuello, chupándole la piel mientras gruñía. —Yo te supero en rango, cariño. Puedo e interferiré si siento la necesidad. Maldición. Le estaba haciendo imposible pensar. Ella se resistió contra él, intentando apartarlo, pero él sólo gruñó en reprimenda. El poder llenaba el aire mientras su enfado aumentaba. Cuando ella le volvió a empujar el pecho, a regañadientes él dio un paso atrás, la expresión de su rostro cautelosa. —Creo que eso responde la pregunta. —¿Qué? —masculló ella, pero no prestó mucha atención mientras luchaba por recuperar el control sobre su magia. —Que ya no necesitas el sexo para acceder a tu magia. Él tenía razón. Esperaba que su poder se disipara o que volviera a bloquearse un par de horas después de tener sexo, pero acababan de pasar doce horas en un coche. Ella tanteó el poder en su mente y respiró con alivio. No era magia sexual, después de todo. Su madre había tenido razón sobre que un día se liberaría. Frunció el ceño. Pero no tenía ni idea de cómo funcionaba, cómo moldearla para que le fuera útil. Empezaría a practicar mañana. Por ahora… No le dijo lo que estaba haciendo, no le dijo ninguna otra palabra. Él no intentó detenerla cuando volvió a entrar en la habitación, pero no pudo evitar mostrar su dominación. Una mano quedó apoyada sobre la cadera de ella mientras le envolvía los hombros con uno de sus brazos, apretándole la espalda contra su pecho. Ella puso las manos sobre su antebrazo, pero no intentó romper su contacto. A veces era mejor dejar que un macho alfa se saliera con la suya. Al menos ya no estaba intentando ponerse delante de ella. Grant, el Alfa actual, miró a Caleb de arriba a abajo lentamente antes de volver su mirada hacia ella. Su voz fue seca y llena de diversión. —Ni huesos rotos ni sangre. No estoy seguro de si sentirme aliviado de que lo dejaras vivir o preocuparme de que no vaya a sobrevivir a la noche. Caleb soltó una risa y restregó su barbilla sobre la cabeza de ella. —Le gusto lo suficiente como para dejarme vivir al menos un par de días más, Pa.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 El padre de Liza sonrió y le guiñó un ojo a ella. —¿Estás seguro de eso, chico? Jamás se escuchó que nuestra chica se echara atrás en una pelea. No habían cerrado la puerta de la oficina, y casi da un salto cuando oyó la voz dura y enfadada detrás de ella. —¿Qué pelea? Zach entró y Caleb le permitió tirar de ella hasta tenerla entre sus brazos. Después de un beso breve que hizo que se le curvaran los dedos de los pies, se quedó de pie detrás de ella y metió sus manos en los bolsillos delanteros, tirando hasta que ella apoyó la espalda contra él. —¿Qué pelea? —volvió a preguntar, en voz baja, acercándose a su oído. Su cálido aliento contra su piel la hizo estremecerse. Ella meneó la cabeza, forzando a su cuerpo a comportarse bien. —Nada. Era una broma —Una mala —dijo él, deslizando una mano fuera de su bolsillo y metiéndola bajo su jersey. Su mano descansó sobre su abdomen. El simple contacto fue suficiente para hacer que su corazón latiera fuerte. Su movimiento sutil para liberarse le ganó un agarre más fuerte y un gruñido bajo. Ella le dio un golpe con el codo pero no lo volvió a intentar. Grant se rió pero no se burló de su situación. Menos mal. Ya estaba lo suficientemente desequilibrada como estaba. Cabrear a su Alfa no mejoraría las cosas. Aunque, pensó frunciendo el ceño, ¿cómo funcionaría exactamente cuando Caleb se hiciera cargo? Él habló antes de que ella pudiera preocuparse por eso. —Puesto que al parecer te has apareado con mi Paladín me imagino que te quedas, ¿no? Caleb se volvió para mirarla, le sonrió de esa manera lenta y sensual que hacía que se le deshicieran las bragas, antes de contestar. —De hecho, creo que ahora es mi Paladín. —No tan rápido, muchachito —dijo Henry—. Hay unas cuantas formalidades de las que encargarse antes. Jonas se levantó y le sonrió con malicia, que le dio ganas de enseñarle los dientes. —Vaya que si las hay —dijo, manteniéndole la mirada pero hablando a su padre. Su desafío tenía que ir a través del Beta de la manada—. Reclamo derechos de desafío. Zach dio un brinco, pero ella lo mantuvo quieto y le clavó el tacón de su bota en el pie.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Quieto —le siseó. Jonas podía hacer un desafío contra el nuevo Alfa pero primero pasaría por los cauces de la actual jerarquía, empezando por ella. —La última vez que me desafiaste, saliste cojeando con un brazo roto y cuatro costillas astilladas —le recordó ella con empalagosa dulzura. Su afirmación sólo lo detuvo momentáneamente. —En un desafío por el Alfa, no puedes usar ningún arma. Idiota. Ella había usado un cuchillo pequeño la última vez porque había intentado evitar futuros problemas no avergonzándolo, dejándole creer que lo había vencido con ayuda. —No necesito ninguna. Pero tú necesitarás una bolsa para cadáveres si no te retiras. —Meneó la cabeza, con burlona preocupación—. Después de hacer que te rindas y te rendirás, el próximo Beta tendrá derecho a desafiarte. Y te vencerá. —No lo creo. —Claramente pensaba que tenía ventaja—. Déjame saber cuándo y dónde. —Salió con Baker siguiéndole. Los dos soldados que quedaban se levantaron y se acercaron. —¿Quieres que hagamos los preparativos? —Sí. Mañana por la tarde. Acabemos cuanto antes con esto. Ambos salieron. Ella podía sentir la indignación que emanaba tanto de Caleb como de Zach, pero esperó para hablar hasta que oyó cerrarse la puerta delantera. Zach dejó que se soltara y se apoyara contra el borde del escritorio de Grant. —Así es como están las cosas —les dijo antes de que pudieran decir ni una palabra. —Joder, ni hablar. —Fue Zach quien habló, la ira, la preocupación y la dominación hicieron más grave su voz. Ella suspiró y se giró para mirar a Caleb. Su conflicto era fácil de leer. —Díselo —dijo en voz baja. El gruñido de él llenó la habitación y se paseó de un lado al otro antes de responder. —Ella puede hacerlo —le dijo finalmente a Zach, quien se veía completamente incrédulo. —Es humana. —Es un poquito más que eso —dijo su padre suavemente, y ella se giró para encontrárselo sentado en aquel butacón feo y verde que había proclamado como suyo hacía años, con una pierna cruzada sobre la rodilla y una sonrisa burlona en la cara. Algo en su tono captó la atención de todos. Cuando la habitación se concentró en él, continuó —. Ella es una
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 werewolf latente y una bruja que ha llegado al máximo de su poder, ¿verdad, niña? ¿Cómo lo sabía? Ella asintió. —Eso parece. En vez de responderle a ella, Henry se volvió a Zach. —Lo que significa que por buena luchadora que fuera antes, ahora será mejor. Más rápida, más fuerte, más lista. Caleb inclinó a un lado la cabeza y la miró. —¿Eso es verdad? En realidad ella no lo sabía pero sonaba bien. —Sí, eso creo. Zach meneó la cabeza. —No es lo suficientemente bueno. —Bien, eso bruscamente.
lo
descubriremos
mañana,
¿no?
—respondió
ella
Los ojos de él se volvieron calientes y carnales. Prometían seguir hasta el final. —Cuidado, gatita. Soy tu compañero, no uno de tus soldados. Si su padre y el Alfa no hubieran estado sentados en la habitación, se habría arrancado las ropas y se le habría ofrecido ahí mismo. Y él también lo sabía, el completo idiota. Las aletas de su nariz llamearon y dio un paso hacia ella, pero se apartó de él justo a tiempo. —Eso puede esperar —dijo ella, a duras penas. —Cuanto más tiempo me apartes, peor será para ti, gatita. —Su sonrisa era una promesa de todo tipo de maldades que la golpeó como un puñetazo en el estómago. Queridos dioses. ¿Dónde se había metido? Apretó los dientes para evitar responderle mordazmente, para evitar incitarlo a la acción. —Creo que nos podremos preocupar por los detalles por la mañana — dijo Grant, levantándose, despidiéndolos claramente—. La casa de Caleb no está precisamente habitable, Liza. Ella asintió. Nadie había tocado el lugar desde que él se había ido hacía cinco años. —La mía está bien. Ella vio que su padre fruncía el ceño. —Pero bastante aislada.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Sonriendo, ni siquiera intentó evitar su seca diversión. —Creo que estaré bien. Él bufó. —Tal vez estaba más preocupado por la seguridad de ellos. A solas contigo en el bosque. Caleb rió y Zach se atragantó mientras su padre la besaba en la mejilla. —Te veo mañana. No fue hasta que estuvieron en el interior de su pequeña casa que realmente se concentró en Zach de nuevo. Ninguno de ellos se había preocupado de detenerse para cenar y mientras ella preparaba unos bocadillos, él merodeaba por la habitación delantera. Los colocó en un plato en la mesa de la cocina y se apoyó en la encimera con el suyo, esperó la explosión. Cuando finalmente habló, no fue con ella. —En serio, no puedes estar planeando dejarla llevar a cabo esto. Es una locura. —Se pasó una mano por el cabello—. Es humana. Ella tragó el último bocado y bebió un largo sorbo de agua. —¿Necesita una demostración? —le preguntó a Caleb. Él negó con la cabeza. —No. No podemos arriesgarnos a que te hagas daño antes de mañana. —¿No podemos arriesgarnos? —escupió Zach—. ¡No vamos a arriesgarla en absoluto! Eso fue el punto final. Su atención estaba concentrada en la persona equivocada. Ella atravesó a zancadas la habitación y le dio con el dedo en el pecho. —A ver si escuchas, pedazo de zoquete. No soy Paladín porque le gusto al Alfa. Me abrí paso luchando en este trabajo de la misma manera que se hace en cualquier otra manada. Ella había captado su atención, sí, pero fue más de lo que se pensaba. Su mano acabó tras el cuello de ella, tirándola hacia él, antes de que pudiera esquivarla. Mierda, era tan rápido como Caleb. —Un rasguño, gatita —susurró, sus labios a escasos milímetros de los suyos— y te prometo que no serás capaz de sentarte durante una semana. No es que fuera una gran aceptación, pero era un comienzo. Su exhalación fue de puro alivio, pero su orgullo no le permitiría hacerlo retroceder. —No puedo garantizar eso.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Eso no cambia nada, gatita. Su voz retumbaba contra su pecho, haciendo que se le pusieran los pezones duros y pulsantes, haciendo que su cuerpo volviera a la vida a gritos. Ella se restregó contra él sin responder. ¿Y qué podría decir incluso si la voz le funcionara? —Mañana va a tener un día duro. Creo que debería descansar un poco —le dijo Caleb a Zach, pero cuando ella se volvió para mirarlo, se sintió de todo menos cansada. La sonrisa de él era malvada. —O tal vez está demasiado nerviosa para dormir. Deberíamos ayudarla a relajarse. —Definitivamente. Caleb guió la marcha por el corto pasillo hasta su dormitorio y Zach la siguió, cerrando la puerta tras de sí. Caleb dio un vistazo. —¿Dónde guardas tus juguetes, cariño? Respirando profundamente, sintió que se sonrojaba profundamente del cuello al rostro. —¿Qué juguetes? Él levantó una ceja, su expresión diciendo que ella bien sabía a qué juguetes se refería. —¿Dónde, Liza? —El cajón de abajo. Repasó mentalmente todo lo de adentro y gimió. Mortificada, se dejó caer en el borde de la cama mientras Caleb y Zach, de espaldas a ella, abrían el cajón y empezaban a alinear el contenido en lo alto de la cómoda. Sonriendo, Caleb le echó un vistazo por encima del hombro. —Te has vuelto una pervertida mientras estuve fuera, cariño. Me gusta. Zach se rió. —Eso es un eufemismo. Deberías desnudarte, gatita —dijo cuando su ardiente mirada se encontró con la suya. El estómago se le hizo un nudo, pero hizo como él le había dicho. Llevó sus ropas hasta el cesto en el baño. Cuando regresó al dormitorio, Zach la estaba esperando con unas restricciones. Tembló, pero era de anticipación, no de miedo. La sonrisita de él era tensa mientras la empujaba suavemente hacia la cama. Colocó las suaves esposas de cuero, luego se movió hacia sus tobillos. Después de colocarla de espaldas en el centro de la cama, la aseguró a los postes, miembro a miembro.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Se sentó sobre los talones y la miró. —¿Preocupada? —Un poco. —Se mordió el labio cuando la mano de él le acarició y fue subiendo por el interior de la pierna. Se detuvo sobre su coño hasta que ella lo miró, luego lentamente metió un dedo dentro. Ya estaba mojada. Sonriendo, levantó el dedo hasta su boca y lo chupó. —Un poco preocupada, pero muy cachonda, gatita. En vez de regresar a ella, se levantó y se unió a Caleb, que observaba sus juguetes. —¿Con qué quieres comenzar? —le preguntó Caleb. —¿Qué te parece esto? —¿Tengo voto al respecto? —Ambos la ignoraron. Ella estiró el cuello para ver lo que había sugerido Zach, pero no pudo ver nada. Caleb se rió. —Bueno. ¿O tal vez este? Ella escuchó un sonido de vibración y se preguntó cuál de los vibradores pensaban usar para torturarla. Zach cogió un flogger y lo chasqueó cuando movió la muñeca. —Eso tendrá que esperar hasta después del desafío. —Se giró para echarle una mirada dura—. Por su puesto, si hace que la hieran, tendré que esperar hasta que se cure para castigarla. Ella se humedeció todavía más. Joder, tal vez se agenciaría un arañazo a propósito por esa promesa. Zach no dejó pasar su excitación. Sus ojos estaban iluminados por el calor. —¿Cuándo fue la última vez que alguien te azotó, gatita? ¿O que te sujetó? Si contestaba honestamente, Caleb comprendería que ella no había seguido con su vida cuando él se marchó, pero cuando abrió la boca, la verdad salió de ella igualmente. —Cinco años —contestó en voz baja. Él la miró extrañado, medio incrédulo y medio triunfante. —¿Por qué? Ella negó con la cabeza. De ninguna manera iba a contestar a eso. Sí, era verdad, él la había marcado, pero todavía creía que tal vez podía cambiar de opinión acerca de ella más adelante.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Liza. —Él le exigió una respuesta y ella volvió sus ojos suplicantes hacia Zach, pero él negó con la cabeza. Tomó dos cosas de la cómoda y se acercó. Cuando se sentó en el borde, vio que tenía un vibrador anal y lubricante. Lo destapó y se echó un poco sobre la punta de los dedos. —Gatita, estamos esperando —le recordó amablemente, pero ella estaba concentrada en él, en sus dedos toqueteándole su agujero. Entonces uno se empujó en su interior. Lentamente, muy lentamente. Ella se retorció, insegura de si quería más o menos y Caleb se sentó en la cama en su lado opuesto. Colocó su mano plana sobre su abdomen y la mantuvo quieta. —Dime porqué, Liza. Ay, joder, ¿él no lo iba a dejar pasar? —No confiaba en ningún otro —contestó de golpe. —Eso pensaba. No fue tan difícil de admitir, ¿verdad, cariño? Abrió la boca para contestar, pero durante el breve intercambio, Zach había lubricado el plug anal y lentamente lo empujaba dentro de ella. Jadeando, volvió a retorcerse, esta vez definitivamente debido a la invasión. Caleb no retiró la palma de su mano y Zach no se detuvo. Ella dejó escapar un suspiro de alivio cuando acabó en su sitio y el dolor se detuvo. Entonces uno de ellos lo encendió y empezó a vibrar. —¡Ah! Caleb se inclinó y le chupó uno de los pezones. Cuando lo mordió, ella arqueó su espalda esperando más. Sus dedos se cerraron sobre el otro pezón y lo pellizcó. Ella gritó. —Muy bonito, gatita —dijo Zach. Ella abrió los ojos de golpe y lo vio arrodillado entre sus piernas extendidas, desnudo, observándola responder a Caleb. Le metió un dedo en el coño, y luego dos. La vibración en su culo tocó un punto sensible y ella tembló. Él la follaba con sus dedos, lentamente al principio pero con un ritmo en constante aumento. —Hum —murmuró él—. Tan caliente. Tan mojada. Él le acarició los sensibles tejidos, golpeando su punto G. Ella levantó las caderas, exigiendo, pero Zach no le dio más. Sólo fue calentándola lentamente, conduciendo su cuerpo poco a poco al máximo de excitación y la mantuvo allí. Ella podría haber gritado. ¿La iba a follar o qué? Ay, dioses, no había querido decir eso en voz alta. Su risa se unió a la de Caleb. —Eres una cosita exigente.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Ella lo miró fijamente cuando él se detuvo y retiró los dedos. Maldición. Se cambió de posición entre sus piernas, su polla rozando su entrada y ella contuvo el aliento por la anticipación. Pero él no se movió. No empujó duramente. No acarició suavemente. Eso bastaba para hacer que una chica lloriqueara por la necesidad. Zach le estaba observando el rostro de cerca y finalmente asintió, antes de empujar en su interior. Ella gimió de alivio y placer. Caleb soltó su pezón. Se irguió mientras Zach empezaba a moverse con ligeros y suaves empujes, mirándola a los ojos con una sonrisa que hacía entender que tenía un secreto. Ella estaba encantada y divertida a pesar del deseo aumentando en su interior, creciendo entre los tres. —¿Qué? Su sonrisa se hizo más amplia, y mientras él volvía la cabeza hacia Zach, sus ojos se volvieron amarillos de lujuria apenas contenida. Ella no supo quién se movió primero pero el beso fue duro y caliente. Humeante. Todo en su interior se contrajo al observarlo. Ellos se separaron, Caleb dejando un último lametón sobre el labio inferior de Zach. —¿Y bien? Zach sonrió. —Oh, definitivamente a ella le ha gustado verlo. Caleb la miró y enarcó una ceja, obviamente deseaba confirmación. Luchó contra el deseo de soltar una risita. —Tal vez deberías hacerlo otra vez —jadeó cuando Zach se metió más adentro, más duramente—. Sólo para estar segura, ya sabes. Él no respondió como se esperaba. Con los ojos entornados, miró de Zach a ella y de ella a Zach. —Todavía es capaz de pensar. Y de ser una contestona. Zach gruñó y la folló con más fuerza. —Nos podemos encargar de eso. No disminuyó la velocidad mientras alargaba la mano bajo ella buscando el plug anal pero ella no lo notó hasta que lo sacó un par de centímetros antes de volver a meterlo. Lo hizo una vez más. Y otra. Hasta que ella empezó a gemir, azotando su cabeza de un lado a otro, suplicando su liberación. —Eso me gusta más —dijo Caleb con aire de suficiencia. Cada vez que estaba a punto de correrse, Zach la detenía. Reducía la velocidad o cambiaba el ángulo de sus estocadas. No fue hasta que de
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 hecho ella sintió lágrimas caer de sus ojos que ambos se apiadaron. Su ritmo se volvió rápido y duro, el plug anal ignorado. Caleb alargó la mano entre ellos y al principio sólo rozaba su clítoris, luego lo restregó y luego lo pellizcó. Ella ni siquiera intentó luchar contra el orgasmo que crecía, precipitándose por sus terminaciones nerviosas. Gritó embarazosamente alto, pero no le importó. Sus temblores continuaron cuando Zach se corrió, no habían parado cuando ambos la desataron y la acunaron entre los dos. Tiernas manos la acariciaron. Su cabello, su espalda y caderas, hasta que bajó de las alturas. Con un suspiro de satisfacción, abrió los ojos y se encontró con la mirada sonriente de Zach. Levantó la mano y trazó su pómulo recio mientras se acurrucaba más contra Caleb, inspirando profundamente cuando sintió su erección presionando contra su culo. No había notado que le quitaran el plug. Volviendo la cabeza por encima de su hombro, sus ojos se encontraron con los de él. —Tú no… —Lo haré. —Miró a Zach y volvió a mirarla a ella—. ¿Quieres mirar o nos vas a echar de tu cama para esto? No había absolutamente ninguna emoción en su voz, y comprendió que le debía haber pasado antes. Al menos podría tranquilizarle en eso. —No te vas a ir a ninguna parte. Ninguno de los dos. Zach sonrió abiertamente. —Ya te dije que para ella esto no sería ningún problema. Ella no pudo reprimir sentirse un poco incómoda por sus palabras. ¿Eran todos iguales en eso? ¿Los tres? ¿O ella era sólo algo biológicamente imprescindible? —No es así, gatita. —Zach le acarició un lado de la cara. Ella estaba aprendiendo que a él no se le escapaba nada. —Dime lo que es —susurró. Deseaba a los dos y honestamente no le importaba si ellos se deseaban entre sí, pero no podía evitar preguntarse si eso la incluía a ella. Él le sonrió a Caleb antes de contestarle. —Llevamos juntos mucho tiempo, Liza. Dolería verme obligado a dejarlo. Lo haríamos, por ti, pero preferiríamos que tú te convirtieras en una parte de nosotros. Caleb tomó el control, y ella se volvió todo lo que él le dejó para verlo hablar. —El sexo… a veces voy a desearle a él y a veces él me deseará. Eso no es ninguna crítica sobre cómo nos sentimos acerca de ti. Es sólo los tres
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 expresando el amor por los demás de maneras diferentes en momentos diferentes. Ella asintió, intentando procesar todo lo que había pasado, todo lo que se había dicho. Ya sabía que ellos tenían una relación. Se había preparado para la posibilidad de verse firmemente excluida de ella. Zach se inclinó y la besó. Fue tierno y profundo, pero lleno de euforia. La polla de Caleb presionaba en su culo, en suaves movimientos que eran tan excitantes como aterradores. Él era enorme. No había manera de que ella estuviera lista para tomarlo ya por ahí. Eso se leía también en los ojos de Zach cuando rompió el beso. La mantuvo entre ellos cuando él extendió la mano, agarró a Caleb por la nuca y tiró para acercarle y besarlo. Ella no podía creer lo malditamente caliente que era verlo. Caleb gimió y sus dedos temblaron sobre las caderas de ella, que rió. —Creo que pronto voy a tener que salirme de en medio. Él le palmeó el culo mientras rodaba y tiraba de ella para apartarla. —Qué listilla eres —gruñó, pero ella sabía que la prefería así. Le sacó la lengua. —Te gusto así. —Tú sigue así, cariño —entornó los ojos—. Mañana después del desafío, eres caza no vedada. Ni siquiera intentó ocultar la anticipación que hizo que su corazón se acelerara. Le ignoró. Ignoró la promesa. Por ahora. Se concentró en Zach. Él no se había movido. Todavía estaba tumbado de lado, frente a ella, brindándole una sonrisa perezosa y divertida. Se tensó por un momento cuando Caleb, habiendo dado la vuelta a la cama, se posicionó detrás de él. —Soy sólo yo —le dijo dulcemente, recorriéndole el flanco con una mano. Ella frunció el ceño y Zach respondió a su pregunta antes de que pudiera formularla. —A los machos lupinos realmente, pero de verdad, no les gusta que se les acerquen por detrás. —Eso ya lo sé. —¿Acaso se pensaba que era una idiota?—. Este no es cualquier macho. Zach sonrió irónico. —No, pero los instintos animales no desaparecen. Entonces empezó a respirar profundo, a aguantarlo y ella supo que Caleb le estaba tocando más íntimamente que antes. Caleb se movió,
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 empujando a Zach sobre su estómago y se levantó entre sus piernas detrás de él. Le agarró de una cadera y gruñó, antes de que ella notara que tenía dos dedos enterrados en el culo de Zach. —Arriba. Respondiendo con un gruñido, Zach se puso de rodillas. Ella observó, fascinada, como esos dedos salían lentamente. Cuando la punta de la polla de Caleb, brillante por el lubricante, se empujó suavemente en su culo, la mirada de Zach se encontró con la de ella. —¿Estás segura de que quieres ver esto? Oh, mierda síííí. No se iba a ningún lado. Respondió con seriedad burlona. —Bueno, como Paladín, siento que es mi obligación ser testigo. Para asegurarme de que nadie sale herido, ya sabes. Caleb se rió. —Eso sólo haría que te excitaras más. Ella no pudo negarlo. —Sí —asintió—. Probablemente. Él no dijo nada más, sólo se movió dentro de Zach y la expresión de su rostro, de ambos rostros, fue casi suficiente para hacer que se corriera. En una palabra: uau. Caleb se lo trabajó con largos y lentos empujones. Zach puso la espalda recta para que presionara contra el pecho de Caleb y le hizo un gesto con un dedo para que se acercara. Ella comprendió que para ellos era fácil ver y oler su propio deseo en aumento. —Ven aquí, gatita. De rodillas, caminó hacia él y se detuvo a sólo un par de centímetros de su pecho. Él le rodeó la nuca con una mano, tirando de ella para besarla. Entonces tomó su mano, le hizo rodearle la polla y bombeó unas veces antes de dejar que lo hiciera por su cuenta. El beso se intensificó mientras ella se concentraba en los movimientos de su polla. Cada empujón de Caleb acercaba un poco más a Zach hacia ella y sus gruñidos le llenaban la boca. Sabía que él estaba cerca del orgasmo. Zach rompió el beso. —Sigues pensando —murmuró y entonces insertó dos dedos en ella, golpeando dentro y fuera, antes de sacarlos y empujarla por el hombro—. Túmbate de espaldas.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 ¿Cómo discutirlo? Cuando él se bajó sobre ella, Caleb se movió con él y la excitación de ella aumentó. ¿La iba a follar mientras Caleb se lo follaba a él? ¿Y por qué a ella eso le parecía tan malditamente excitante? Él se sostuvo sobre un codo y con la otra mano guió su polla a su entrada. Ella tenía las manos sobre las caderas de él y sintió que sus músculos se contraían cuando Caleb se retiraba y entonces fue incapaz de pensar más. Cuando Caleb arremetió de nuevo en Zach, lo empujó hacia ella. En segundos los movimientos eran rápidos y duros. Casi castigadores. En ningún momento pensó más allá de la perfecta unión entre los tres. Más allá de la trinidad. Fuerte, estable y únicamente de ellos. Fue mucho más tarde que se preocupó por si era sólo una respuesta física, que tal vez un lado era más fuerte que los otros dos.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1
Capítulo 10
Liza despertó sola. Agudizando los oídos en busca de sonidos de Caleb y Zach, salió de la cama, deteniéndose ligeramente de puntillas frunciendo el ceño. Se habían ido. El reloj de la mesilla de noche brilló señalando las cinco de la mañana y ella levantó las persianas después de caminar hacia la ventana. El cielo empezaba a clarear. Se apresuró hacia la ducha tratando de ignorar su ausencia, de ignorar la preocupación constante de que ellos no podían andar en nada bueno así de temprano en la madrugada. No había tiempo para esas preocupaciones. Había estado ausente casi una semana, era inenarrable la cantidad de trabajo que se habría amontonado sobre su escritorio. Y tenía un desafío al que enfrentarse. De vuelta a su dormitorio, se puso unos pantalones sueltos y una camisa de manga larga sobre un top. Gracias a Dios estaba de vuelta en el profundo Sur. Había pensado que se moriría de frío en Maine. Por último, se puso calcetines y botas. Se retrasó en la cocina el tiempo suficiente como para servirse una taza de café. Habría comida en la casa del Alfa, donde estaba su oficina. Con suerte, encontraría a Caleb y a Zach ahí también. Se dijo que era porque estaba preocupada por ellos que no seguía las leyes de la manada en cuanto al desafío, pero sabía que era una mentira. Sólo quería verlos. Y también tenía un par de cosas que decirles sobre abandonar la cama sigilosamente antes del alba. Fruncía el ceño cuando entró en la casa y siguió el murmullo de voces en la cocina al final del largo pasillo central. —Ah, ahí está —Su madre la abrazó fuerte y brevemente, antes de retroceder y revisarla con ojos entornados. La empujó hacia una silla—. Siéntate. ¿Olvidaron alimentarte? Más bien había pasado la mayor parte de los últimos días demasiado nerviosa como para comer, pero no iba a decirle eso a su madre. Liza sacó a una silla y se sentó, echando una mirada al atestado cuarto. Midiendo. Zach, que permanecía de pie cerca de la puerta trasera con su
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 padre, la miró a los ojos con un asentimiento y la cara inexpresiva mientras se concentraba en lo que estuviese diciendo Henry. Caleb estaba junto a la cocina, dando la vuelta al beicon y discutiendo amablemente con Ethan, uno de sus soldados. Como si sintiese que ella lo miraba, se dio vuelta y le guiñó un ojo. Su madre se había movido hacia uno de los hornos de la pared y sacaba una bandeja de galletas caseras. Liza hizo entrar el olor familiar en sus pulmones. Era bueno estar en casa. Cuando se levantó para ayudar, su madre trató de apartarla enviándola a su asiento, pero la ignoró y ayudó a poner la mesa para el desayuno. Los platos de galletas, los huevos, el tocino y un plato hondo de fruta fueron dispuestos sobre ella. Como era de esperar, se encontró sentada entre Caleb y Zach. Estaba limpiando su plato cuando Gabby entró. La otra mujer dirigió a Ethan una oscura mirada y se acercó a ella. —Gracias a Dios, estás de vuelta —refunfuñó. Liza levantó una ceja. Gabby era una de sus pocas amigas, otra soldado y perennemente alegre. —¿Problemas? —Nada que no pueda manejar —contestó enigmáticamente. Bueeeno. Definitivamente había un problema, pero esperaría para presionar a Gabby sobre ello cuando estuviesen solas en su oficina. Agarró una botella de agua de la nevera. —¿Quieres comer? Gabby negó con la cabeza. —Ya lo hice. Caleb y Zach ya se habían ido, así que se fue a su oficina, Gabby y Ethan la siguieron. En el interior, Gabby mantuvo la distancia entre ellos y evitó mirarlo mientras él la observaba con ojos entornados. Liza suspiró. Si tuviera que adivinar, apostaría su dinero a que los dos recientemente habían bailado el tango horizontal. El problema era que los hombres lobo tendían a ponerse posesivos en esas circunstancias. Gabby habría terminado el affaire al minuto en que comenzó a suceder. —¿Va esto a ser un problema? —les preguntó Liza con brusquedad. Ethan sonrió abiertamente y Liza se mordió el labio ante la brusca inspiración de Gabby. No tan indiferente como le gustaría fingir. —Nada que no pueda manejar —dijo Ethan.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Ella puso los ojos en blanco. El hombre se estaba engañando si pensaba que podría manejar a Gabby cabreada con él. ¿Profesionalmente? Seguro. ¿Como una amante enojada? No tan fácil. —Realmente no tengo tiempo para hacer de árbitro ahora mismo, Ethan. De inmediato él se puso serio y asintió con la cabeza. —Entendido. El desafío está programado para la una de esta tarde en el círculo —Con una mirada a Gabby que dejaba en claro que él no se echaba atrás, continuó—. Me adelantaré para asegurarme de que todo está preparado. —Bien. Adelántate. Liza lo despidió con un gesto de la mano y Gabby cerró la puerta detrás de él con un poco más de fuerza de lo necesario. Su escritorio estaba abarrotado de informes y mensajes, pero los ignoró y apoyándose contra el borde delantero, cruzó los brazos sobre el pecho. —Escupe —ordenó a su amiga y lugarteniente. Gabby caminó de un lado a otro, finalmente se encogió de hombros y se hundió en una de las sillas frente al escritorio. —Nada que decir, en serio. Tenía una picazón. Él la rascó. Fin de la historia. —Ajá. —Sabes cómo se ponen —Gabby enfocó la mirada en el cuello de Liza —. ¿Ambos? Ethan me puso al corriente anoche, pero no le creí. —Anoche, ¿eh? —Y ella había tenido la impresión de que el affaire, o la función-de-una-sola-noche, o como Gabby lo llamase, había sido hacía varios días. Gabby gimió. —Sigo diciendo que es la última vez, pero entonces él llega justo a tiempo para la cena y pienso, bueno. Le alimentaré y lo enviaré de vuelta. Liza se rió cuando en vez de seguir, Gabby se sonrojó. —¿No te puedes resistir a él, eh? —bromeó—. ¿Entonces cuál es el problema? El rubor desapareció tan rápido como había llegado y gruñendo, Gabby se puso de pie y miró por la ventana. —Él es el mayor playboy de la manada. Ya lo sabes. Seguirá adelante cuando se aburra.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Aunque Liza lamentaba admitirlo, probablemente su amiga tenía razón. En cuyo caso habría sido mejor para Gabby y Ethan dejar su amistad en estrictamente platónica. Gabby siempre había tenido una debilidad por él. Liza suspiró. Esto no era algo con lo que ella pudiese mediar por el bien de la manada. —Lo siento —dijo en voz baja. Gabby miró sobre el hombro para encontrarse con los ojos de Liza y asintió. —Yo también. Volvió a su silla y se sentó. —Vamos a trabajar. Liza permitió su cambio de tema y comenzó a examinar cuidadosamente los papeles de su escritorio. Suspiró. A todos los efectos, era la jefa de policía de la manada y la administradora y como tal, no mucho más que una burócrata. ¿Qué la había hecho pensar que realmente quería este trabajo? Los papeles no eran más que trabajo pesado. Informes de patrulla. Informes de incidentes. Solicitudes de nuevos equipos de entrenamiento. Las horas pasaron lentas, pero al final fue lo suficientemente tarde como para dirigirse al círculo de la manada. Una pequeña muchedumbre ya estaba por la zona, incluso ambos alfa y su padre. No podía menos que sospechar cuando no pudo encontrar a Zach o a Jonas. Echaba constantemente vistazos a su reloj mientras charlaba con Gabby. Quince minutos. Diez. Finalmente entraron en el claro con tres minutos de sobra. Ninguno parecía herido, pero la sonrisilla de Zach era demasiado satisfecha como para que no pasase nada. Jonas le hizo una reverencia. —Retiro mi desafío. ¿Qué coño...? Jonas había estado compitiendo con ella durante años y, ¿ahora renunciaba a su oportunidad? Ella fulminó con la mirada a Zach. El poder palpitó a través del cuerpo de ella y durante un minuto tuvo miedo de perder el control. Caleb dijo algo, pero se perdió las palabras mientras luchaba por controlarse y la muchedumbre se largó hasta que sólo quedaron ella, Caleb y Zach. —No deberías haber interferido —le dijo a Zach—. Era mi problema. Estaba orgullosa de sí misma por decirlo con tanta calma y él tuvo el sentido común de parecer un poco nervioso. —Gatita…
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —¡No! —Levantó una mano para evitar sus excusas y respiró hondo—. Déjalo antes de que decida darte una paliza. Tengo que calmarme antes de que pueda hablar contigo. Caleb rió disimuladamente y ella se giró para mirarle. —¿Estabas en esto? —¡Oh, no! —Movió una mano entre ella y Zach—. Esto es entre vosotros dos. Una demostración podría ser exactamente lo que él necesita. —¿Estás de su lado? —La voz de Zach era incrédula. Caleb se encogió de hombros. —No puedes protegerla socavando su posición en la manada. Zach gruñó y se sacó el jersey por la cabeza. —Vale. Veamos lo que puede hacer. Riéndose, flexionó las manos y le rodeó. Después de los últimos días, esto era justo lo que necesitaba. Le observó moverse, lo estudió antes de que considerara su primer movimiento. Él se movía con fluida gracia, pero favoreciendo su lado derecho. Era sutil, pero allí estaba. En una lucha en serio, ella habría tomado ventaja de ello. En cambio giró alrededor de él y lo golpeó en el riñón, con bastante fuerza como para debilitar a otro hombre, pero sólo suficiente como para cabrearlo. Ella apenas evitó su ataque de vuelta, el talón rozándole la espinilla. —¿Recuerdas qué dije sobre los rasguños? Eso también se aplica ahora. —Bueno, eso no es justo —dijo ella suavemente con voz ronca y dejando sus poderes amplificar la atracción que siempre estaba entre ellos. Él tropezó y aprovechó su distracción. Lo golpeó en el pecho antes de que se recuperara. —Eso no fue justo. Se encogió de hombros. Lucharía sucio si eso significaba la diferencia entre la vida y la muerte. O probar que podría ocuparse de esas luchas. Pero se sintió tan culpable por usar su poder contra su compañero, que se prometió no volver a hacerlo. Se siguieron rodeando el uno al otro, para de vez en cuando soltar un puñetazo o una patada. Estaba claro que ambos se contenían. Ella no estaba segura de por qué. ¿Para medirse el uno al otro? ¿Agotarse el uno al otro? ¿O era porque como compañeros, ninguno quería realmente luchar contra el otro?
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Dejó que sus pensamientos la distrajesen y él la pilló, se acercó con un barrido rápido de sus piernas que la hizo aterrizar de culo. Ella rodó fuera del camino justo a tiempo y no comprendió hasta ese momento que aunque Caleb hubiera despedido a los espectadores, habían vuelto. Ethan le gritó: —¡Oh, vamos, Liza! ¡Si hubiese sido yo, me habrías hecho morder el polvo! Moviendo la cabeza, le sonrió abiertamente. Tenía razón. Gabby, que estaba de pie a su lado, le golpeó en el pecho con el dorso de la mano. —Cállate. No necesita que le distraigas. Ethan rió disimuladamente. —Él ya lo está haciendo bastante bien solo. No tengo que ayudar. Insultantes, irritantes palabras, pero eran absolutamente ciertas. Estaba poco dispuesta a luchar de verdad contra Zach. Se estaba conteniendo. —¿Te distraigo, gatita? —preguntó Zach con una sonrisa—. ¿Te estás conteniendo? Claramente pensaba que no lo estaba haciendo. Ella se encogió de hombros y caminó a su alrededor. —Lamentaría hacerte daño y tener que escuchar tus quejas en la cama esta noche. Caleb se rió. Ella lo ignoró, pero Zach lo volvió a mirar fijamente. —No estás ayudando nada. —¿Qué se supone que tengo que hacer? —preguntó Caleb con mirada inocente—. Liza, querida, puedes acabar con esto, me salté el almuerzo. —Con mucho gusto —contestó, sonriendo demasiado dulce. Zach se estremeció. Sus siguientes golpes fueron más duros, más rápidos, así que los de él también. Ella sintió un amago de sus garras en la garganta y sabía que le había hecho sangre, pero también sabía por su horrorizada expresión que no había querido hacerlo. Pero eso no importaba. No era como si nunca hubiese sentido ninguna garra ni dientes antes en un desafío. La única cosa que importaba era acabar esto rápidamente. Pero continuaba. Ninguno quería ceder y ninguno utilizaba toda su fuerza. Y lentamente comprendió que no importaba. De la única manera en que podría derrotarlo era con toda su fuerza y en una lucha decisiva y rápida. Si tenía suerte.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Estaba cansada. Se estaba cansando poco a poco. Él ni siquiera había empezado a sudar. En verdad podría jugar sucio e ir a por su pierna, a esa rodilla derecha dañada, pero no creía que fuese suficiente. Entonces comprendió. Él había nacido para ser Alfa, justo como Caleb. Sólo las circunstancias le habían colocado como el segundo en la jerarquía. Eso la hizo sentir un poco de pánico. Fue sofocado rápidamente, pero seguía allí. Apenas pudo esquivar su siguiente puñetazo. En respuesta su golpe le pilló el hombro cuando él se volvía para otro golpe. Sus ojos brillaron y ella sonrió abiertamente. Le había pillado de improviso con aquel golpe, pero podía ver por su expresión que no estaba por dejarla salirse con la suya, fuese compañera o no. Su siguiente serie de ataques fue rápida y furiosa, sus manos y pies haciendo contacto con el doble de frecuencia que los suyos. El sudor bajaba por su cuello. Su cara estaba ardiendo por el esfuerzo. Ella saltó atrás y volvieron a rodearse el uno al otro. Ethan todavía gritaba desde las líneas de banda y vislumbró la cara de Caleb. Atento. Vigilante. Como si estuviese preparado para finalizar la lucha en cualquier momento. Se concentró en Zach. Él sólo parecía… resignado. Sus poderes crecían y creía que sabía lo que él pensaba. Él no quería luchar contra ella, pero pensaba que era la mejor manera de demostrar que ella no podía manejar ser el Paladín. Eso la cabreó. Bien. Vale. Él era más fuerte y más rápido que ella. Al igual que Caleb. Pero Caleb y Zach tenían que ser más fuertes que ella. No podías tener un líder de la manada con la misma fuerza que cualquier otro de la manada. Eso sería una guerra constante. La preocupación se deslizó por la expresión de Zach y ella lo aprovechó. Repartiendo golpes a diestro y siniestro con su pierna izquierda, le alcanzó en el esternón. Él se tambaleó, pero se mantuvo de pie. Sus ojos eran decididos y determinados cuando la rodeó de nuevo. Esta vez él atacó primero, el puñetazo golpeó su espalda a la altura de los riñones. Eso dolió. Hasta ese momento, realmente no había sentido los daños de la lucha, la adrenalina inundaba su sistema nervioso como un escudo. Este golpe lo sintió y otras punzadas romas comenzaban a aparecer. No quería que la lucha continuase hasta que estuviese tan agotada que no pudiese devolver los golpes. ¿Cómo sería eso de humillante? No estaba dispuesta a rendirse ni aunque fuese forzada a ello. Su orgullo no lo toleraría. Otra vez pensó en su rodilla derecha. ¿Era ese su Talón de Aquiles? Estaba casi a punto de decidirse a averiguarlo cuando él se acercó, tan rápido que reaccionó demasiado tarde y él la barrió con las piernas. Se cayó con fuerza, pero su gran mano le acunó la cabeza mientras caía. Su
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 aliento abandonó su cuerpo bruscamente y él la presionó sobre la tierra apisonada. —¿Te rindes? —preguntó suavemente. Esto debería haberla molestado. Debería haberla cabreado. Nadie la había derrotado en una lucha en más tiempo del que podía recordar. Pero de todo de lo que era consciente era de su ardiente aliento, ligero como una pluma, sobre su cara, su tórrida mirada manteniendo la suya. La erección apretaba contra su vientre mientras la dominaba. No podía contestar. No podía conseguir que sus pulmones o sus cuerdas vocales funcionasen. Simplemente estaba debajo de él, respirando trabajosamente, tratando de recordar lo que había estado tratando de demostrar. —¿Deberíamos hacerlo al modo antiguo, gatita? —Su rodilla le separó las piernas y se recostó entre sus muslos. Ella jadeó, de repente tan caliente y excitada que suponía un esfuerzo hacer que su cerebro funcionase. —Preferiría no tener auditorio —susurró. —Deberías haber ido por mi rodilla. Vi que querías hacerlo —Su voz era tan suave como había sido la suya, lo suficientemente suave como para que no llegase a la muchedumbre. —No… podía. Él suspiró. —No puedes vacilar, Liza. Nunca. —Lo sé —asintió con la cabeza. Él tenía razón—. ¿Podríamos levantarnos ya? La miró hasta que ella resopló. De todas maneras ya no quería luchar contra él. Su cuerpo tenía… otras ideas. —Vale. Me rindo —dejó que su voz llegase a los espectadores y él se levantó, ayudándola a ponerse de pie. Acarició el rasguño bajando por su garganta hasta la clavícula. —Creía que te había advertido sobre esto —Su sonrisa era lenta, llena de pecado y promesas. Ella luchó contra el impulso de apretar las piernas. —Mmm. Creo que lo hiciste —susurró Caleb detrás de ella, poniéndole las manos sobre las caderas. La gente se acercó y se presentó a Zach, pero ella encontró muy difícil concentrarse en ellos. Necesitó varios minutos para controlar la necesidad que rabiaba por su cuerpo, entender que eran sus feromonas las que la sumergían en la lujuria. Ella resopló disgustada, y Zach le lanzó una
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 mirada culpable. Ellos lo habían hecho a propósito para desequilibrarla. Estaba lista para soltarse del agarre de Caleb y largarse airada cuando Jonas se acercó. Inmediatamente se puso en alerta, se tensó para una lucha. La saludó con la cabeza, luego a Zach, con mirada cautelosa. —Había olvidado lo bien que te manejas, Liza. ¿Se suponía que eso era un elogio? No dijo una palabra, sólo esperó. Sus labios se torcieron en la sonrisa más leve. —Supongo que debería agradecer a alguien por salvar mi culo de la humillación. —Supongo que deberías —No pudo evitar el modo en que sus labios se movieron nerviosamente en respuesta. Él miró a Zach, pero no dijo las palabras. —Voy a dar una vuelta por ahí. Me dejaré caer por tu oficina por la mañana para informarte sobre mi área de patrulla y mi equipo. Ella asintió con la cabeza. —Vale. Lo miró fijamente después de que se había ido. ¿Su némesis se había ido? ¿Simplemente así? —¿Qué coño le dijiste? —le preguntó a Zach mientras se daban la vuelta hacia su casa. —Gatita, ¿realmente no esperarás que conteste eso, verdad? —Su expresión era tan dolida y culpable que ella se rió. —Sí —contestó metiéndole la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros—. Lo hago.
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Capítulo 11
Fue mucho rato después, acostada entre ellos desnuda y sudada, que se lo planteó una vez más. —No puedes hacerlo otra vez, Zach. Él le levantó la mano hacia su boca y le mordisqueó la palma. Al instante la pasión se propagó por su estómago y dijo con voz más firme: —No vas a distraerme. —Mentirosa. Malditos sentidos lobunos. Ella podía oler su deseo creciente y, por supuesto, él también. Caleb permanecía quieto y en silencio, ella giró la cabeza para mirarle. Por su expresión, ella no tenía ni idea en qué estaba pensando, pero definitivamente estaba pensando. —¿Qué? Caleb se encogió de hombros. —Ya he dicho que esto es entre vosotros. Liza sonrió. Lo conocía mejor que nadie. —Y te está matando permanecer al margen ¿no? —Tal vez —curvando los labios en una provocadora media sonrisa—. Me gustaría hacer que lo dejaras. Me gustaría mantenerte cerca donde siempre pueda protegerte. —Exactamente —añadió Zach, pero Caleb lo fulminó con la mirada y éste no continuó. ¿No era aquello interesante? Él siguió antes de que ella pudiera protestar. —Pero sé que eso te haría miserable y que puedes ocuparte de ti misma. —Extendió el brazo por encima de Liza y dio unos golpecitos en el pecho de Zach—. A diferencia de algunas personas. Zach puso los ojos en blanco. Y así se sentía como una espectadora en un partido de tenis. Habría sido divertido si no estuvieran diseccionando su vida como si ella no estuviera allí.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —Bien. Liza puede valerse por sí misma. El hecho es que no tiene que hacerlo. —Ella tiene que hacerlo. Eso es lo que ella es. —Lo superará. —No esperareis que ella, o yo en este caso, os haga cambiar quiénes sois para hacer vuestras vidas menos complicadas. —Tú eres diferente —dijo Zach en tono críptico—. Y lo sabes. —¡Ya basta! —se incorporó y los fulminó con la mirada primero a Caleb y luego a Zach—. No obtuvisteis un cachorrito dócil como compañera. Olvidadlo. Aspiró una profunda bocanada de aire y se obligó a esperar unos segundos antes de decir algo que lamentaría más tarde. —Caleb tiene razón. No te pediría que cambiaras. Necesito que me aceptes tal y como soy. Que él no la quisiera tal como era dolía tanto como pensar que Caleb no la quería porque no podía cambiar. —Gatita, no es eso —susurró, atrayéndola y envolviéndola con sus brazos—. Eres perfecta tal y como eres. No soportaría perderte. —Y no confías en que me ocupe de mí misma. —Confío en ti —dijo a regañadientes—. Es en todos los demás en quienes no confío. Ella suspiró. —Sabes, en serio puedo cuidar de mí misma. Él demoró tanto que no esperaba que contestara. —Lo sé. Pero si alguna vez dudas como hiciste hoy, te juro que te zurraré tu lindo trasero y no serás capaz de sentarte en dos semanas. Deslizó las manos por su espalda hasta agarrarle y masajearle el trasero. Liza se rió. La amenaza no había tenido el efecto que él estaba buscando. Para ella sonaba más a promesa. Su gruñido en respuesta fue bajo y en absoluto amenazador. Zach se dio la vuelta y la aplastó contra el colchón, sujetándola por las caderas mientras ella se contoneaba para liberarse. Su erección dio con su sexo y contuvo la respiración esperando que se introdujera en ella. —La pregunta es… ¿cuánto confías en nosotros, cariño? —dijo Caleb arrastrando las palabras. Dioses. Conocía ese tono. Giró la cabeza para encontrarse con su mirada y se le aceleró el corazón.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —¿Qué tienes en mente? Caleb ya no sonreía, ya no estaba provocando o fastidiando a Zach para que la aceptara tal y como era. Había pura exigencia masculina en sus ojos, sin opción a ser rechazado y cada célula de su cuerpo cobró vida al observarlo. Sin una palabra él abandonó la cama y fue hacia el cajón del tocador en el que ella guardaba su colección de juguetes. Preocupada por con qué regresaría —algunas de aquellas cosas no eran aptas para corazones débiles— se mordisqueó el labio inferior. Tenía que hacerlo. Si no lo hacía, ella exigiría respuestas y ellos ahora estaban jugando con sus propias reglas. Volvió y dejó caer varios objetos en la mesilla. —Arriba —ordenó. Con un suspiro reacio, Zach se movió y la ayudó a incorporarse, pero alzó una ceja con interés cuando miró hacia la mesita de noche. —Que pervertido —dijo en voz baja. Caleb le ofreció una mirada considerativa. —Sabes, eres el único aquí con grandes problemas de confianza. Zach se rió. —Olvídalo, amor. Haría muchas cosas por ti pero la sumisión no es una de ellas. —¿Él puede elegir y yo no? Eso no es nada justo. No era realmente una queja y Caleb lo sabía. Resopló y volvió al cajón. Liza aprovechó la oportunidad para echarle un vistazo a lo que ya había sacado. Vibrador, esposas, uno… no, dos… floggers. Regresó con pinzas para los pezones. —Zach no tiene ni un pelo de sumisión en su cuerpo pero tu cariño mío… No tenía que acabar la frase y ambos lo sabían. Aún así, no quería que nadie tuviera la impresión de que esto era normal para ella. —Sólo con vosotros. Él sonrió, desenroscando la pinza y arrodillándose frente a ella. —Lo sé. Entonces sintió aquel mordisco punzante de dolor mientras apretaba la pinza. Su lengua la acarició, con suavidad, antes de ir hacia el otro pecho y repetir el proceso. Se levantó y la puso en pie. —Zach, ve a buscar un taburete de la cocina.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Mientras Zach salía corriendo, Caleb cogió un tapón anal y un tubo de lubricante. Sonrió cuando se dio la vuelta hacia ella y Zach entró con el taburete y lo dejó en medio de la habitación. Ella se preguntó si sabía lo que Caleb estaba tramando. ¿Habían hecho esto juntos antes? ¿Con quién? Reprimió una oleada de celos. Fue antes de mí. No importa. Aunque si no lo supiera pensaría que Caleb podía leerle la mente. —¿Te preguntas si ya lo hemos hecho antes? Ella le quitó importancia. —No importa. Ahora sois míos. Le ofreció una sonrisa arrogante mientras deslizaba la mano hacia arriba por la parte interior de su pierna. Desde la rodilla hasta el muslo, dejando una estela de sensaciones. Giró la muñeca y sus dedos rozaron los diminutos rizos que le cubrían el coño, luego volvió para abrirle los labios. Ella gimió y se movió más cerca pero él se lo negó con una risa ahogada y profunda de satisfacción. —Todavía no, cariño. Liza oyó el chorro del tubo pero aún así se sobresaltó cuando los dedos resbaladizos la bordearon. —Ensancha tu postura. Se estremeció y accedió. ¿Cómo no accedería? Uno a uno, empujó dos dedos en el interior moviéndolos una y otra vez antes de retirarlos y alcanzar el tapón. Una vez estuvo lubricado lo puso dentro con rapidez, sin darle tiempo al cuerpo femenino a protestar por la invasión. Ella se sentía llena y expectante. La cadena que conectaba las pinzas era pesada y tiraba de sus pezones. No estaba segura de cuánto podría soportar. Caleb le echó un vistazo, asintió y se quitó del medio. Zach trajo el taburete con él cuando se acercó. Lo puso frente a ella, a unos sesenta centímetros de la cama y la ayudó a subir. Uno de ellos puso en funcionamiento el tapón anal. Luego Caleb recogió el flogger. Con un golpe de muñeca las suaves tiras de piel rozaron el estómago femenino. Suave como alas de mariposa. Provocadoras. Prometedoras. Ella intentó reprimir un gemido de anticipación pero sin éxito y Caleb le sonrió abiertamente. La diferencia entre esta noche y la última vez que él utilizó un flogger sobre ella cinco años atrás era tan vasta que se maravilló con el cambio. La última vez fue tan seria e intensa, como si supieran que pasarían muchos años antes de que estuvieran otra vez juntos. No fue nada parecido a esta atmósfera ligera de ahora. Él era distinto. Ella era distinta.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Y luego se dio cuenta que incluso sin su conflicto anterior, cinco años atrás, una relación entre ellos no habría funcionado. —No desperdiciamos todos esos años. Necesitábamos estar separados —soltó Liza. Él frunció el ceño. Esta vez el flogger no fue tan suave cuando hizo contacto con su piel. —¿Por qué dices esto? Otro restallido, éste lo bastante fuerte para dejar marca. Tuvo que inspirar profundo antes de poder contestar. —Demasiado jóvenes. Ninguno de nosotros sería quienes somos ahora. Yo no sería un Paladín y con el tiempo estaría resentida contigo por este hecho. —Tal vez —su respuesta fue ausente pero los golpes del flogger eran concentrados, volviéndose más fuertes y más rápidos. La dejaron jadeando. Ardiendo. Cuando se detuvo ella sonrió. —Además, no habríamos conocido a Zach. —Eso habría sido una verdadera tragedia —dijo Zach arrastrando las palabras, tranquilamente imitando el acento sureño. Se acercó con un segundo flogger—. Ahora, silencio, gatita. No podría hablar aunque quisiera. Ambos trabajaron sobre ella con sus golpes alternos de floggers. A veces suaves, a veces con un leve escozor. Pero construyendo, siempre construyendo algo más, algo más intenso hasta que las tiras de cuero se hicieron notar y la dejaron jadeando pidiendo más. Caleb siguió mientras Zach le sacaba las pinzas de los pezones, coordinando los movimientos con los azotes de Caleb y así el cortante placer/dolor se fusionó. Cuando quitó la segunda pinza, ella gritó tensando cada músculo cuando la arrolló un orgasmo. Se agarró a los bordes del taburete mientras se mecía con la fuerza del clímax, jadeando mientras la sacudían las réplicas. Zach dejó caer el flogger y se tumbó hacia delante. Con el pecho presionado contra el de ella, le agarró la parte posterior de la cabeza, robándole un beso duro y devastador. Después de instarla a levantarse, fue de espaldas a la cama y se sentó, llevándosela con él. Por instinto, Liza alineó su cuerpo con el suyo, besándolo cuando su coño se frotó con la polla. Con un empuje decidido la llenó. Todavía besándola, privando a su mente y a su cuerpo de nada excepto de sentir, la instó a bajar con él, acostada contra su pecho.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Estaba tan consumida por Zach que ni se dio cuenta cuando Caleb se puso detrás de ella, apenas registró la extracción del tapón anal o el estridente sonido del tubo de lubricante. Hasta que la amplia punta de su polla empezó a empujar en su interior. Ella jadeó. Se retorció. Podía oír a Caleb apretando los dientes mientras Zach susurraba tonterías tranquilizadoras, con manos que la acariciaban suavemente hasta que se relajó. —Así cariño —susurró Caleb, su voz casi gutural mientras entraba lentamente. Manteniéndola quieta, ella inspiró profundamente por la sensación que era un poco demasiado dolorosa para ser placentera. Pero cuando Zach se movió, retirándose lentamente de su coño, cada centímetro rozando por la piel sensible e inflamada y como si nada el dolor había desaparecido. Cuando intentó moverse con Zach, para recuperarlo se movió contra Caleb. Con una entrada suave, la llenó, luego lentamente se retiró cuando Caleb la llenó. Mantuvieron un ritmo enloquecedor, sin prisas hasta que Liza acabó suplicando. Era demasiado. Demasiadas impresiones. Demasiadas sensaciones. Quería correrse pero también quería que ese placer tan intenso no terminara jamás. Su cuerpo se corrió sin el permiso de su mente y cayó contra el pecho de Zach, jadeando, con los músculos paralizados. Él no tardó mucho más. Con un gruñido grave, le clavó los dedos en la cintura lo bastante fuerte para que ella supiera que tendría moretones por la mañana, ¿pero a quién le importaba? Y luego fue Caleb, empujando en su interior por última vez, su rugido flotando en el aire, antes de desplomarse sobre la cama con ellos. Aplastada entre los dos, pringosa por el sudor y con el cuerpo colmado por una satisfacción que le llegaba hasta lo más hondo, cerró los ojos y dejó que la magia la llenara. Estaba aprendiendo que la magia tenía una sensación diferente, un sabor distinto, de persona a persona. Cada una era individual, y la suya estaba cambiando. Se estaba imbuyendo con un poco de cada uno de sus compañeros. Se sentía bien. Correcto. Aquello la hizo recelar. ¿Y si perdía a uno de ellos? ¿Y si Zach decidía que después de todo no podía aceptarla tal y como era? ¿Cómo se recuperaría? Cayó dormida preocupada por lo que traería la mañana.
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Capítulo 12
La
llamada llegó mientras ella dejaba la casa hacia su oficina y se apresuró a cambiar de dirección, Caleb y Zach la siguieron. Jonas tenía separados a los menores, la pelea detenida, pero había miradas enojadas por todas partes. Seis adolescentes. Tres visitantes para entrenamiento procedentes de otra manada. Los seis necesitaban que alguien golpeara sus espesos cráneos con algo de sentido común. ―¿Qué está pasando, muchachos? Nadie respondió. Los de su manada tuvieron el buen sentido de parecer avergonzados. ―Bravo. Trabajo extra hasta que alguien se encargue de explicarlo ―ella entornó los ojos y habló con Jonas―. Forma parejas. Tal vez así aprendan a trabajar juntos. La valla del sur necesita reparaciones. Eso logró el interés de Jay, uno de los visitantes. —No recibo órdenes de una bruja. ―Lo harás si esperas quedarte aquí. ―¿A sí?¿Que vas a hacer?¿Hacer que tu compañero me dé una paliza? ―Cachorro, realmente eres tan tonto como pareces, ¿verdad? Puedo encargarme de mis propias palizas. Ignorándole se giró hacia Jonas. —Cuando te marches, escolta a cualquiera que tenga un problema con mi autoridad fuera de nuestro territorio. ―¡No puedes hacer eso! Mi padre…. Ella le dio una sonrisa cruel. —¿Qué? Pregúntale a tu padre que pasó la última vez que me presionó demasiado. ¿De verdad crees que él te enviaría a una manada débil para entrenarte? ¿Te das cuenta de quién está a cargo del entrenamiento aquí? La cara del chico tenía una expresión testaruda. Ella suspiró y se encontró con la mirada de Jonas con un ligero movimiento de cabeza.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —A veces un poco de dolor es necesario para recalcar un punto. Oyó el cambio a sus espaldas, sabía que era Zach aunque se negó a girarse y mirarle. Lo que sucediera a continuación probablemente podría cambiar totalmente el modo en que la veía. Él nunca había aceptado lo que ella era. Quien era. Ella no había esperado tener que enfrentarse a sus miedos de la noche pasada tan pronto. La entristecía contemplar como esto podría cambiar las cosas, pero no se podía evitar. Los jóvenes más fuertes, los que crecerían para ser los defensores de la manada, eran su responsabilidad. Ella odiaba esa parte de su trabajo, pero tenía que enseñarles auto control y respeto hacia la autoridad. Era necesario, aunque desagradable. Se paró en el pequeño claro e hizo crujir los dedos. ―Da lo mejor de ti, cachorro. Por el rabillo del ojo, vio a Caleb agarrar el codo de Zach y mantenerlo quieto. Caleb sabía que era innecesario interferir. Zach lo averiguaría pronto. Eso tendría que ser tratado más adelante. Ella se concentró en el chico. La lucha fue corta y brutal. Al final, después de la tercera vez que ella le golpeó el culo, permaneció de pie sobre él con las manos en las caderas. Él no había conseguido ni un golpe; ella, en cambio no había fallado ninguno. Tenía el labio partido, su nariz probablemente estaba rota. Mantenía el brazo cerca del pecho, y ella sabía que también estaba roto. El crujido se había escuchado en el tranquilo claro. Él empezó a ponerse de pie y ella le puso un pie sobre el estómago. ―No te levantes. Después de un segundo él asintió con la cabeza. Ella miró a los jóvenes arremolinados allí. Era el momento de mandar a alguien a por el sanador. —Id a buscar a Mick. Cuando él llegó, interpretó los hechos de un rápido vistazo. —Una lección aprendida, espero ―le dijo suavemente al chico mientras se arrodillaba cerca de él y le ayudaba a sentarse. Ella se encogió de hombros. —Veremos. Le hizo una seña a Jonas para que la siguiera y se fue. Él se puso a caminar a su lado mientras Caleb y Zach cerraban la marcha. ―¿Esto fue debido a que te vas? Él pareció sorprendido.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 —No. Esto estuvo gestándose durante un tiempo. Adolescentes. No tienen mucho cerebro todavía. Ella hizo un sonido evasivo. —Todavía. Creo que es una mala idea que te vayas en este momento. Nosotros no hemos prestado la suficiente atención al entrenamiento de los jóvenes mayores ―levantó una mano para acallar sus protestas―. Dije nosotros. El silencio se extendió durante un momento. —Fuimos amigos una vez. No estoy exactamente segura de cómo, cuándo o por qué eso cambió y no importa. El bienestar de la manada es lo primero. Ella le miraba mientras hablaba. Su expresión cambió de enfadada a dolida y a melancólica. No, eso no tenía sentido. Se lo estaba imaginando. ―Nunca haría nada para poner en peligro la manada ―se giró y le dio a Zach una mirada que ella no pudo leer. Casi desafiante. Ella suspiró. Los concursos de meadas no estaban limitados a los jóvenes―. Me quedaré por aquí mientras me necesites. ―Bien. Nuevos horarios de entrenamiento. Quiero a ese grupo tan exhausto que no puedan pensar con claridad, mucho menos dejarles acosarse unos a otros. Él sonrió. —Hecho, jefa. Después de unos minutos, se fue por otro camino, dejándola sola con Caleb y Zach. Unos pocos metros más adelante, otro sendero viraba en dirección opuesta al que llevaba a la casa de Caleb. Ella lo tomó, ignorando la actividad alrededor del lugar cuando estuvo a la vista. Lo estaban haciendo habitable de nuevo y llevaba un buen progreso. Caminó hacia la parte trasera, donde el patio se veía como si hubiera estado abandonado durante años. Sabiendo que no podía evitar más la mirada de Zach, le miró, armándose de valor contra lo que pudiera encontrar allí. ¿Rechazo? ¿Repulsión? Zach se obligó a respirar normalmente mientras esperaba para que Liza y Caleb le miraran. Al fin le miraron a los ojos. Casi lo había estado esperando, no obstante el recelo con que se le quedó mirando le sorprendió. Él había estado con Caleb el tiempo suficiente como para que su lenguaje corporal fuera sencillo de leer ―protector― y sabía que estaba más preocupado por Liza que por la reacción de Zach por Liza.
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Loribelle Hunt ¡A la de una… Luna Hechizada 1 Estaba llegando a donde podría leerla a ella también. Su mandíbula estaba apretada. Ella era testaruda. Y estoica. Esperaba que la rechazara. Él no podía negar que era difícil reconciliar a la dura guerrera con la suave amante que se deshacía en sus brazos por la noche. Ella no era lo que él había esperado. No necesitaba su protección y su lado lobuno necesitaba proteger a su compañera. Ella era como Caleb. Fuerte. Inteligente. Cabezota como el infierno. Pero ahora mismo se veía preocupada. Un poco asustada y abatida. Él no podía soportar esa mirada pero no sabía que decir. La arrastró a sus brazos, sosteniéndola con fuerza hasta que ella suspiró y apoyó la cabeza contra su pecho. ―Te amo, Liza ―susurró―. No me voy a ninguna parte. Entonces Caleb estuvo con ellos, sus brazos rodeándoles. Eso era suficiente por ahora. El corazón de Zach se hinchó. Eso era más que suficiente, las dos personas que más amaba en el mundo en sus brazos. El resto vendría después.
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Epílogo
Jonas se detuvo en el límite del bosque. Era ya entrada la tarde, pero aun no anochecía, y la manada no había llegado todavía para la celebración. Sin embargo, los jóvenes estaban reunidos alrededor de una pequeña fogata y de Liza. Ella brillaba a la luz del fuego, el abultamiento de su vientre fácilmente visible. Pronto la nueva generación de Alfas nacería. Gemelos. Ambos niños, de acuerdo a la ecografía y a su madre bruja. Se consideraba un buen presagio, un señal de continua prosperidad y por lo tanto la razón para la fiesta de esta noche. Ella era una excelente luchadora, un magnífico Paladín, y él sabía que sería igual de capaz como madre. Estaba aliviado de que los celos de un año atrás se hubieran desvanecido en una ligera añoranza. Ella seguía sin saber que la había amado durante años. Les estaba contando la historia de Caperucita Roja, y notó que incluso los jóvenes mayores, aquellos que habían terminado con el entrenamiento o el trabajo, se quedaban a escuchar. ¿Por qué no? La historia venía con un espectáculo completo de magia. A pesar de la magia, no era la versión de la bruja del cuento, algo de lo que había sido muy consciente después de la última semana. Le frunció el ceño a la pequeña mujer a su lado. —Guau —murmuró ella. No había temor en su voz y el aprecio estaba en su cara—. Es muy buena. De repente se dio cuenta que la bruja exiliada que había llegado a ellos pidiendo refugio era muy bonita. Su cuerpo sexy y curvilíneo le hacía palpitar el corazón y agua la boca. Se quedó quieto en su lugar y la estudió. Ella estaba absorta, mientras él luchaba contra la respuesta de su cuerpo a su cercanía.
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Finalmente, Liza terminó el cuento. Ella levantó la mirada y le miró a los ojos en la creciente oscuridad. —Y ahora es tu turno, viejo amigo.
Fin
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