Lo Humano Lo Divino y Lo Mundano Franz Rosenzweig

May 1, 2017 | Author: Felopo Lopo | Category: N/A
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EDICIONES LILMOD Colección Estudios y Reflexiones

Consejo editorial Marcelo G. Burello Daniel Colodenco Pablo Dreizik Alejandro Dujovne Ricardo Forster Santiago Kovadloff Alberto Sucas;ts Diana Sperling

Lo humano, lo divino y lo mundano Escritos

FRANZ ROSENZWEIG

Edición, traducción y notas de Marcelo G.

EDICIONES LILMOD Colección Estudios y Reflexiones

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Lo humano, lo divino y lo mundano

se parte del falso principio de que hay dos "bandos" a los que respetar, o peor aun, "tolerar". Sin violentar una mínima naturalidad en la expresión, hemos pretendido ser lo más fieles posibles al peculiar estilo de Franz Rosenzweig, tal como él mísmo lo exigía; por ejemplo, respetando su léxico refinado, testimonio de su sólida formación intelectual, o su característica sintaXis, que expresa acumulativamente, mediante suboraciones, la voluntad de llevar un tema a sus últimas posibilidades. No hemos traducido los abundantes giros en latín, francés y hasta italiano con los que Franz Rosenzweig gustaba decorar su expresión, pero sí los términos en hebreo y en griego, que supondrían un impedimento mayor para alguien no especializado. La pertenencia de las traducciones, cuando no son exclusivamente nuestras, se indican en las notas al pie. En estas también aprovechamos para esclarecer datos, ideas, nombres, sin abusar ui escatimar información, pero conscientes de que la distancia cultural requiere puentes discretos y practicables. Las escasas notas del propio autor están siempre indicadas con asterisco. Colaboraron concretamente, desde Alemania, Pablo Preve, Juan L. Rearte y Karen Sabán; en Argentina, María Pauta Daniello, Analía Fridman, Jorge Goldszmidt, Carla Imbrogno, Martín Koval, Silvina Rotemberg y Geraldine Watson. A ellos, un gran agradecimiento de parte de un proyecto que se extendió en el tiempo y el espacio, que fue creciendo y se fue transformando, sin dejar nunca de honrar la dimensión humana que el propio autor consideraba esencial: esa "epifanía del otro" que es el diálogo.

Carta a Eugen Rosenstock 1

1. Franz Rosenzweig conoció a Rosenstock en 1913, cuando este enseñaba fil?s~fía· política en.Leipzig. De las charlas sobre P?lítica y re.ligión (Ros~nstock era un espe~tahs:a en constitucionalismo y un ferviente cristtano) surgió una relactón que luego c~ntmuana epistolarmente. no sin pausas y distanciamientos .. Las cartas de Franz Rosenzwe1g f~eron recopiladas y publicadas en 1935 por su mujer, Edith, co~ 1~ ~elaboración d~ Ernst S1mon. y finalmente fueron compiladas en el primer tomo (subdivtd1do en ~os vo~~menes~ de la_s obras completas del autor, publicadas por la editorial holandesa Martmus N!Jhoff baJO e~ tirulo de Der Mensch und sein Werk. Gesammelte Schnften ("El hombre y su obra. Escntos reunidos").

Octubre, 1916

Querido Rosenstock: Quiero empezar a responderle de inmediato. (Ayer recibí su carta. Pensaba que la 103' División quizá ya habría llegado a Mackensen, por lo que mi carta tendría que viajar de ida y de vuelta.) Como verá, padezco una carencia de papel. Nuestra actual correspondencia sufre por el hecho de que por un lado era impostergable, y por el otro, sin embargo, es prematura. Lo veo con claridad, pues yo soy el responsable de la larga pausa (invierno 1913-1914). Por entonces no podía escribir!~. por más que usted me alentaba continuamente y tomaba a mal mi silencio. No podía hacerlo, porque creía haber terminado con usted tal como usted era hasta entonces y tal como yo lo había exhumado, al cabo de nuestro período en Leipzig, hasta llegar a pequeños fragmentos inhallables (no diré qué partes de su cuerpo), reensamblándolo y exhibiéndolo en un salón de mi museo, en un pedestal giratorio, delante de una tela azul oscuro que lo realzaba. Frente a. esa estatua, el hecho de que usted anduviera vivo era pata rhí ca$i una ofensa; tenía que ignorar el dato y sosegar mi remordimiento "posponiendo" la cuestión. Que usted de veras andaba muy vivo lo averigüé, de hecho, cuando estuvo en Berlín durante la primavera, pero entonces no me sentí lo bastante fuerte -no por mis brazos, sino por mi situación- como para volver a desafiarlo (pues sólo de eso se hubiera tratado, y volverá a tratarse); no me sentía lo suficientemente concreto, ni lo suficientemente acreditado, ni lo suficientemente práctico, y un mero intercambio teórico no me hubiera parecido oportuno. Antes yo lo había confrontado como un punto de

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vista, como un hecho, y usted había sido el primero en forzarme a teorizar sobre mí mismo, dejándome así transido. Yo habría esperado de buena gana a poder confrontarlo como un fait accompli. Hasta entonces podríamos haber tenido nuestros cuartos de huéspedes a disposición recíproca, con ramitos de flores baratas en señal de mutua simpatía. Eso está bien, y habría estado bien. "Entonces vino la guerra." Y con ella vino la involuntaria espera, la brecha que ya no se producía artificialmente, sino que se abría ciegamente en la vida de cada uno, y ahora ya no cuadra esperar por propia voluntad. El destino es tan ecuánimemente paciente (por indiferencia) con el individuo (puesto que se ocupa de las naciones), que los individuos debemos ser impacientes si no queremos irnos simplemente a dormir (pues el destino seguramente no habrá de despertarnos). Así que hablemos en términos teóricos,Jaute de mieux. Pero por eso, todo lo que nos digamos será incompleto, no como la vida que fluye y que a cada momento vuelve a hacerse completa, sino pleno de incompletud estática, pleno de distor-

dogma cristiano. Tanto es así que la Iglesia, tras haber construido la parte sustancial (sobre Dios y el ser humano) de su dogma genuino en el siglo 1, empeñó todo el siglo 11 (y el III y el IV incluyendo los efectos posteriores, e incluso San Agustín se ocupó personalmente del tema cuando la Iglesia ya lo había superado mucho tiempo atrás) en establecer ese "segundo dogma" (la parte formal de su dogma, o sea su autoconciencia histórica), para así convertirse en la Iglesia de la Biblia, o mejor aun, de la tradición (en vez de la Iglesia del espíritu), es decir, en la Iglesia sin más, la Iglesia que la historia conoce. La teoría de San Pablo acerca de la relación del Evangelio yla ley habrfa seguido siendo una "teoría personal"; la Iglesia helenizante del siglo 1, la del pneuma3 (la del Evangelio según San Juan), apenas si se preocupó por eso, en la magnífica ingenuidad de los "pneumáticos". Entonces apareció el gnosticismo, puso el dedo sobre San Pablo, y trató de eliminar lo personal de su teoría, desarrollando el elemento objetivo en contra del ele, mento personal (Pablo dijo: "Los judíos quedan rechazados, pero Cristo vino de ellos"; Marción dijo: "Por ende los judíos pertenecen al diablo, y Cristo, a Dios"). Entonces la Iglesia, que hasta ese momento había sido del todo ingenua en su propio gnosticismo (en San Juan se lee que la salvación viene de los judíos),4 de pronto lo advirtió, expulsó al pneuma de la tradición, y con un gran ritomare al segno fijó esa tradición en el pivote de la misma, en Pablo, su fundador, estableciendo ahora deliberadamente como dogma lo que era la teoría personal de este, e instalando la identidad entre el creador (y .el que se revelara en el Sinaí) y el padre de Jesucristo, por un lado, y la humanidad plena de Cristo, por el otro, como shiboletsS interrelacionados frente a toda herejía; así se constituyó la Iglesia en un poder de la historia humana. Lo q(!e sigue, usted Jo sabe mejor que yo ..·¡N.B.: Acabo de leertodo esto éri TertÚJiano, det·que he comprado una ·edición de obras completas de la década de 1830 por dos marcos. ¡Le advierto urgentemente que no lo haga! Es la primera y última vez que, como producto de mi negligencia y mi avaricia, leo un texto tan bueno como descuidado. Recién ahora entiendo para qué sirve la crítica textual. Casi ninguna oración

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siones. Usted "me deja tranquilo", y "no sabe por qué", "se detiene ante m!'. No obstante le respondo, y le respondo inobjetablemente en términos teóricos, de manera interesante; en eso estará de acuerdo conmigo. Habrá de saber qué empecé a hacer en aquella galera ... 2 pero sería mejor que usted no estuviera de acuerdo, que no lo supiera, sino que tan sólo me viera navegar en esa galera, sin saber qué hago allí, mejor eso a que ahora mi galera esté amarrada en puerto neutral desde el inicio de la guerra y yo me gane el afecto de su espíritu, dado que el vis majar de la guerra me impide conquistar el odio de su voluntad; pues en la demora acecha el periculum de la indiferencia, el más allá del odio y el afecto, y eso sería lo peor.. Ahora, al grano. Usted pudo haber formulado sus reservas más duramente, cosa que quizás ahora haga yo por usted. Pero por el momento quedémonos con sus palabras. Sí, la terquedad de los judíos es un

2. En una carta amerior, Rosenstock había definido su actitud ante Franz Rosenzweig citando una obra de Cyrano de Bergerac en la que, cuando se le notifica al padre que su hijo ha sido raprndo por una galera turca, responde: "¿Qué diablos habría de hacer en esa galera?".

3. "Espíritu." 4. Juan 4, 22. 5. "Contraseña."

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es comprensible, hay que adivinar el sentido párrafo por párrafo, y además simpatizo con el estilo de Tertuliano: prefiero su retórica a la de un auténtico abogado, justamente porque al menos es más apropiada según los conceptos actuales que la retórica profesora! de San Agustín.) Por lo tanto, la obstinación de los judíos es, en la institucionalización del Antiguo Testamento como canon y en la construcción de la Iglesia sobre ese doble "papel" (Antiguo y Nuevo Testamento), verdaderamente la otra mitad (la autoconciencia formal) del dogma cristiano (el dogma de la Iglesia, si se quiere designar al credo mismo como dogma del cristianismo). ¿Pero puede ser también eso mismo un dogma judío? Hasta eso es posible, y de hecho, real. Aunque esa autoconciencia del rechazo tiene un lugar muy distinto en nuestra dogmática, y sería lo opuesto a la autoconciencia cristiana de haber sido elegido para dominar; esta autoconciencia, por cierto, ya existe. Toda la utilización religiosa del año 706 está afinada con esta nota. Pero el paralelo que usted busca es uno distinto, no obstante: al dogma de la Iglesia sobre su relación con el judaísmo debe corresponderle un dogma del judaísmo sobre su relación con la Iglesia. Y eso es algo que usted sólo conoce en la moderna teoría judeo-liberal de la "religión hija", que educa gradualmente al mundo para el judaísmo. Dicha teoría, sin embargo, en realidad emana del período clásico de formación del dogma judío, del alto escolasticismo judío, situado en el medio de los escolasticismos arábigo y cristiano en lo temporal y en lo factual (Al Gazali,7 Maimónides, Tomás de Aquino). (Recién entonces se da para nosotros el momento de la fijación del dogma, lo que se corresponde con la diferente posición del concepto de fe en nosotros y en ustedes; en los tiempos en los que ustedes construían el dogma,. nosotros creábamos nuestro jus canonicum, y viceversa, Todo está coiléctado hasta el mínimo-detalle; por ejemplo: cuando.ustedes sistematizaban el dogma, nosotros sistematizábamos el derecho, y mientras que para ustedes el dogma se hizo místico después de su proclamación, para nosotros lo fue antes, etc. La conexión hunde profundas raíces en la diferencia última entre ambas creencias.) Y para nosotros, por supuesto, esa teoría no está en la sustancia del dogma; esta no

se forma entre nosotros sólo con los contenidos de la conciencia devota, sino también como un segundo estrato, un estrato del saber acerca del dogma. La teoría de la religión hija se aprecia mejor en las dos grandes escolásticas. Además, se encuentra no como dogma, sino como mística (v. supra), en la antigua literatura sinagoga!, o sea, en la época talmúdica. Dar ahí con ella es, por cierto, una cuestión de comprensión. Pues mientras que en nuestro escolasticismo el dogma sustancial se funda en el jus canonicum del Talmud (es decir, reglas sobre el proceso por blasfemia), la conexión entre la vieja mística y la filosofía medieval es la libre conexión del espíritu religioso del pueblo, y no la de la relación vinculante y retrospectiva. Mas quiero proponerle la siguiente leyenda: el Mesías ha nacido en el momento en que destruían el Templo, pero apenas nació, los vientos se Jo llevaron del regazo de su madre, y ahora anda entre los pueblos, de incógnito, y la hora de nuestra redención recién llegará cuando los haya recorrido todos. Así, pues, el cristianismo como poder que consuma el universo (en palabras de uno de los dos escolásticos, lehuda Halevi: el árbol que crece de las semillas del judaísmo y hace sombra sobre la Tierra, pero su fruto ha de contener de nuevo la semilla en la que ninguno de quienes vieron el árbol reparó) es un dogma judío, así como el judaísmo como terco origen y última conversión es un dogma cristiano. ¿Y qué significa para mí todo eso, aparte de que lo sé? ¿Qué significa este dogma judío para el judío? Es cierto, puede que no pertenezca al grupo de los dogmas sustanciales, que se pueden obtener con un análisis de la conciencia devota, como los correspondientes dogmas cristianos. Es en principio un theologumen,S como su equivalente cristiano. Pero los theologumena han de significar algo para la devoción religiosa. ¿Qué significa este? ¿Qué significa el theologumen cristiano del judaísmo para el hombre cristiano? Si he de creer en la última (¿o anteúltima?) carta de Eugen Rosenstock: nada. Pues allí me dice que Konig9 y él mismo son los únicos que hoy aún se toman en serio al judaísmo. Ya tenía la respuesta en la punta de mi pluma: que aquí no es cuestión de conciencia teórica, sino de si se realiza continuamente un tomarse en serio el con-

6. Año de la destrucción del Templo de Jet:usalem. 7. Al Gazali. o Algazel ( 1058-1111 ). teólogo islámico y místico sufí.

8. "Idea religiosa." 9. Eduard KOnig, amigo de Rosens•ock.

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.do de ese theologumen en la práctica. Esa forma práctica de tomárte~l en serio, en la que el theologumen "de la terquedad judía produce 0 s~ ¡os concretos, es el odio a los judíos. Usted sabe tan bien como yo e ec todas sus fundamentaciones realistas no son sino abrigos a la moda que !os que disfrazar el único verdadero motivo metafísico, que dicho .. d i " 'umvers . almente con afísicamente es: que no part!C!pamos e! af ¡cc1on Ille~aleciente del dogma cristiano, pues esta (aunque sea una realidad) pre na ficción (y fiat ve ritas, pereat realitas, pues "Dios, tú eres la ver~:~"); 10 y :l_E~_terce!~.!'.;:to tendencioso odioso: creo páta i:ú{e~ imposible. El conocimiento es libre en sí, no permite que nadie le prescriba las respuestas. No las respuestas, pero sí -y he aquí mi herejía respecto de la ley básica y no escrita de la universidad- las preguntas. No me pa~eI_~, .!leces1 ar!lO_ss[~ las ~c:t:!'S- De la per' ~~j~~IO. para ~~-~_ili~i~do,~o tan hu~ comoéf_l!És_rrJO: c;m la de cristiano, en la de pagano. Sólo con ellos poequipararse el judío. Sólo en -ellose-¡;-éuentra seres humanos que asimismo afirman ser -y en efecto son- tan universales, por encima de todas las divisiones entre los pueblos y los Estados, de las disposicio· nes y los caracteres (pues también estos limitan a un ser humano del otro). El judaísmo debe ser los iudíos no menos universal, no menos penetrante y no menos vinculado a todo de logue el cristianismc) lo es para los cristianos, _()__alab;~espedaiménte eñ-los-máSinadverííifos·.Lo}uaíoalo-que-me re-fiefOñOesninguna''fiteraiUrao;:·No se lo aprehende haciendo libros. Tampoco leyéndolos. Ni siquiera -y tendrán que disculparme los espíritus modernos- se lo "experimenta". g:>.mo mucho, se lo vive. Quizá ni siquiera eso.~ Se lo es. Pero por cierto, es algo que es. Y porque es, porque ya está ahí, Yil estába ahí antes de mí y. estará también cuando yo ya no esté, porque (aunque sólo por esto) es también literatura. Sólo por esto es que hay preguntas acerca de la formación judía. Toda literatura está escrita sólo a causa de los que devienen. Y es a causa de eso que cada uno permanece siempre en el devenir. La lengua judía, que no conoce ningún "leer" que no se llame "aprender", revela este secreto de toda literatura. Puesto que en esta época obsesionada y sofocada por la educación, es un secreto -si bien muy divulgado-- que los libros sólo existen para transmitirle lo dado al que se está formando, pero que lo que se alza entre ambos, el día, el hoy, el presente, es decir, la vida, no requiere de libros. Si yo soy, ¿para qué preguntar por lo que podría "formarme"? Sí, yo soy. Pero los niños vienen y preguntan, y en mí mismo despierta el niño que todavía no "es", que todavía no "'vive", y pregunta y quiere que se lo forme, quiere llegar a ser. ¿Pero qué? Sólo quiere llegar a ser algo vivo, eso que ... ya es. Y es entonces que el hacer libros termina. 1 Pues la vida está entre dos tiempos, el instante e~ el Qasado~ futuro. El instante vivo mismo es el fin del hacer libros. Pero hacia él empujan dos dominios del hacer libros, dos dominios educativos. En eÜos, hacer ..libros .no termina. La exploración del pasado no conoce final; eua. parála que el instante no tiene valor hasta que no lo clavó en la caja de mariposas del pasado, y que del futuro sólo desea conocer aquello que se puede imaginar como símil del pasado. Y la instrucción de los del futuro tampoco conoce final alguno; ella; que sólo necesita del instante para abrir con su ardor las almas aún no despiertas dd que se forma y que sólo toma del pasado lo que puede enseñar, lo que tiene cabida en las almas abiertas de la nueva generación. De modo que la ciencia no conoce ningún final, la ens~ñanza no tiene ningún final. Pero en· \ tre ambos arde la llama del día: sólo se alimenta de la reducida materia ----~,-~

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Forr;;ación, y sin parar

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del instante, pero sin su ardor el futuro permanecería inexplorado, y sin su luz el pasado sería invisible. Sólo del libre espíritu del instante surgen los mundos que lo limitan, el mundo de la investigación y el mundo de la enseñanza, y la ciencia y la educación reciben fuerza y vida. Investigación y enseñanza; ciencia y educación: entre nosotros es:¡ tán muertas. La palabra puede herir muchos oídos, pero al decirla me..J sumo a lo mejor de la juventud y -¡gracias a Dios, pues de lo contrario no me atrevería!- también de los mayores. Desde Mendelssohn y Zunz,6nuestra ciencia ya no tiene la valentía de ser ella misma, sino que . va a distancia prudencial de la ciencia de los "otros". Sí, a distancia pru. dencial. Lo que ellos ya consideran un vieux jeu es entre nosotros -en el legítimamente reducido círculo de los que contemplan esta danza de sombras- visto ganosamente como el demier cri. Y lo que trinan los gorriones por todos los techos de la Alemania espiritual pasa entre nosotros por ser una herejía inaudita. Luego de abandonar el viejo gueto, nos encontramos repentinamente encerrados en uno nuevo. Sólo que esta vez no queremos reconocerlo y que practicamos una ciencia que, salvo contadas excepciones, es tan poco alemana y tan poco judía como ... bueno, como los apellidos "alemanes" con los que se adornaron nuestros bisabuelos en la primera fiebre de la emancipación. Y no es mejor la situación de la enseñanza. No quiero reiterar lo que hace tres años expuse detalladamente. Se atuvieron a mi utopía educativa, que por entonces sobrepasaba conscientemente las posibilidades inmediatas del plan de estudios, y a menudo creyeron en ella, para poder descartar así la crítica a la situación actual de la enseñanza. Pero la crítica sigue vigente, aun cuando todas mis propuestas de reforma fueran sinsentidos, cosa que no son. ~ero I!li ~JÍt!c-ª..cl~~~ qu~-~~­ ~gn.,;~rsi~tianismor1:jue.añQJ[fuerzas del presente capace_s de abrir el pasado a la mirada escrutadora del investigador y el futuro a lavoluntad conductora del hombre. Todos saben lo que en realidad esto imJ' plica. De hecho, aquí reside la razón última por la que nuestra ciencia y nuestra enseñanza van de mal en peor. Pues, de hecho, esta lucha por los derechos civiles y sociales ha sido la única fuerza "vivificante" que fluye de la vida verdadera tanto para la ciencia como para la enseñan\ ' za. Por eso ni una ni otra han podido liberarse de la estrechez de miras de lo apologético. En lugar de sentir y enseñar la alegría de los propios, ambas sólo han querido disculpar continuamente lo que les es propio. Y así llegamos a la situación en la que estamos. El sionismo,_geni;;!_d.iªg!!_QS_licador y muy medi0~re terapeuta, reconoció el_l!la.Ú
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