LO GRUPAL 4

July 8, 2017 | Author: Vero Scardamaglia | Category: Oedipus Complex, Psychoanalysis, Mythology, Psyche (Psychology), Theatre
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Colección: POLEMICA Primera edición: enero de 1987 © Ediciones Búsqueda Sede: Defensa 786/88, Capital Federal Postal: Casilla 88, Sucursal 33 1433 Buenos Aires Todos los derechos reservados Impreso en la Argentina Hecho el depósito que marca la ley 11.723 I.S.B.N. 950-560-035-6

G. Baremblitt • M. Caparros - J. C. de Brasi A. M. del Cueto - A. Fiasché - V. R. Kamkhagi H. Kesselman - S. Kesselman E. Pavlovsky - O. Saidón

LO GRUPAL 4 Selección y Coordinación:

Eduardo Pavlovsky

EDICIONES BUSQUEDA BUENOS AIRES _

ARGENTINA

INDICE

Prólogo I.

y

POR U N A ETICA DE L A ENUNCIACION

Por una ética de la enunciación, Eduardo Pavlovsky

13

El saber en el discurso de las madres, Eduardo Pavlovsky II.

CRITICA Y SABER DE CIERTOS EJES INAUGURALES

Repaso de las formas de abordar la cuestión edipiana en psicoanálisis, Gregorio Baremblitt

21

El desarrollo de la agresión en el individuo en el contexto de su grupo familiar, Hernán Kesselman

59

Elucidaciones sobre el ECRO, un análisis desde la clínica ampliada, Juan Carlos De Brasi

97

III. I N C O N C I E N T E Y C R E A T I V I D A D E N GRUPOS T E R A P E U T I C O S

LOS

Modernidad inconciente y grupos, Osvaldo Saidón .. Creatividad en los grupos terapéuticos, Eduardo Pavlovsky

119 127

Psicodrama y proceso creador, Vida Rachel Kamkhagi y Osvaldo Saidón

135

La consigna (contribuciones para una teoría psicoanalitica de los grupos), Nicolás Caparros . . . .

147

IV. SOBRE S A L U D M E N T A L E I N S T I T U C I O N E S El mercado de la salud mental, Angel Fiasché Gary Tuckman, William Fried '

155

Intervención del coordinador de grupo en las instituciones, Ana M. del Cueto

IR*

V.

SOBRE U N A

EXPERIENCIA

Sueños en Talloires, Susana Kesselman

173

PROLOGO

El siguiente prólogo está dedicado al acontecimiento que es para nosotros el regreso al país de los Kesselman —quienes emigraron a España en 1976 y hoy vuelven al país después de 10 años de ausencia—. La primera parte, titulada "El viaje de Hernán Kesselman", fue escrita por Nicolás Caparros —psicoanalista español, terapeuta de grupo, fundador del grupo Quipú de Psicoterapia—, que fue el gran compañero ideológico y amigo de Hernán en los años de su exilio en Madrid. Nicolás Caparros escribe el prólogo de la despedida de España. Eduardo Pavlovsky escribe el prólogo de la bienvenida a la Argentina. I.

El viaje de Hernán Kesselman

1969. Mi encuentro real con Hernán. Antes había sabido de él. Aquí nuestros planes comunes, sobre todo Plataforma. Desde mí, la clandestinidad para trabajar en lo cotidiano, para informarme, formarme, contrastar, etcétera. Era una clandestinidad que se iba muriendo con los últimos estertores de la larga agonía de Franco, que de hecho y de derecho empieza mucho antes que los prolegómenos físicos de la muerte. Confluyeron mis deseos orales de captarlo todo con la ternura del compañero, recién encontrado, que encarnaba Hernán. Recuerdo que tenía un incisivo "barroco", de puro

S S b t a d S T i & f i S * a su s e m b l a n t e la p e r f e c c i ó n Encuentro largo en Bs. Aires. Esperanzas. Franco p o r desgracia; Perón aún subsiste., por suerte. ™ > Unos y otros f u i m o s o volvimos a España. Ü W ^ I A e r o p u e r t o d e B a r a j a , que se parece al de üzeiza solo que con menos obras. Hernán traía, con la intención de recrear v desarro^ r lo que debe llevar en el equipaje un "hombre bueno'' — e n el sentido de Machado: Bueno, no boludo— su cabeza BUS ideas, su propósito, su deseo de seguir. (La p a l a b S «

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Pf. I e ó e h i z o esfuerzos p o r captar aquello oup ^ Á f f ' que, siendo familiar, era, a f i n de cuenta, otro medio U n a í S C U e l a ' n o exactamente igual a la que Í h í

E n España no pudimos disfrutar del trabajador de lo psicosocial", no era su espacio. A cambio estuvo el maestro, el compañero, el hermano. 1986._ Hernán se va — o vuelve— según se mire. Más ™ r n £ Z J S n O S y ' e u m e d i 0 ' m u c h a s c o s a s - P a r t e distinto, porque es un ser humano y como ser humano tendrá, una T sus a s u e t o s

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f * el laborioso puente, 2 5 2 T r » ' P r T t e m b i é n d i f í c i 1 ' d e Quienes le antece^ M* L a n g e r > A n t o n i o Í S S Caparros, entre los í ' c a o s f y e n épocas desgraciadamente más modernas, mSn £ n -QKI 6 a Ü n S Í f f U e n m a n t e n i e n d o ese espacio, co^ mun, intangible, que nos comunica. g U

r á tendiendo

H p r J ® n d r í a i n o s t o d a v í a que hablar de tantas cosas con Hernán en E s p a ñ a . . . pero es m e j o r a s í : demorar ahora

«1 encuentro, y no interrumpirlo desde el desencanto o acaso entre la indiferencia. Lo inconcluso es vida. Sigamos. Madrid, Noviembre, 1986.

II.

"La vuelta"

Querido Hernán (Susy, Mariana, Martín y L u c í a ) : Aquí te espero hermano. Con una bienvenida grande. Como se merecen los tipos como v o s . . . Todavía recuerdo nuestra despedida del 76, cuando te fuiste. Tu bienvenida en Barajas en mi llegada a Madrid en el 78. Nuestra despedida del 80 en Madrid cuando volví. ¡Cuánto nos despedimos en estos años los argentinos! Y hoy aquí en esta gran bienvenida de tu vuelta definitiva al país. Quier o adelantarme a todos los que tanto te quieren, y son muchos, para darte la bienvenida antes que nadie. Como un amigo celoso y posesivo. Como somos Armando Bauleo, vos y yo, según Mimí Langer, y digo me adelanto porque son muchos los que esperan tu llegada. Amigos, colegas, ex alumnos y gente joven que te quiere conocer y para quienes ya eras un mito. En nombre de todos, para seguir y empezar siempre, juntos, nuestra lucha —la de la creación y la libertad— con la misma pasión y ganas con que fundaste la legendaria Plataforma. ¡Vamos todavía, Hernán! ¡Bienvenido al país! Tu amigo Tato que te quiere mucho. Bs. As., noviembre 1986.

w

POR UNA ETICA DE LA ENUNCIACION

EDUARDO PAVLOVSKY

Intentar hablar de la relación entre el psicoanálisis y la izquierda en nuestro país, remite inexorablemente a recordar la historia del Movimiento Plataforma Internacional y su destino. E n 1961, la Asociación Internacional Psicoanalitica decide abrir su X X V I Congreso Internacional con un t e m a anzuelo y de g r a n actualidad: Protesta y Revolución. Hubiera pasado como un congreso más entre las lujuriosas alfombras del Hotel Hilton de Roma, si no hubiera aparecido un grupo de jóvenes psicoanalistas europeos que, b a j o la denominación de Plataforma Internacional, decidió celebrar un contracongreso paralelo en una cantina de las inmediaciones 1 . Estos jóvenes invitaban a los colegas a discutir cuatro puntos fundamentales, ignorados por el Congreso Oficial: 1) crítica a la formación del psicoanalista, 2) significado, función y estructura de las sociedades psicoanalíticas. Crítica al profesionalismo, 3) el papel social de los psicoanalistas, 4 ) relaciones entre psicoanálisis e instituciones. El grupo argentino, encabezado p o r Hernán Kesselman y Armando Bauleo, f u e rápidamente visualizado com o uno de los más productivos en ese encuentro. Los antecedentes de ruptura eran escasos: muchos psicoanalistas se habían separado de las instituciones analíticas de todo el mundo, pero la mayor parte de las ve1 Plataforma Internadonals Psicoanálisis y antiimperialismo, H. Kesselman, Cuestionamos, Ed. Granica, Buenos Aires, 1971.

ees por razones personales y en pocas oportunidades p o r desacuerdo teonco-técnico con la organización. Nunca antes un grupo lo había hecho por razones ideológicas. Queríamos poner al psicoanálisis al r o j o vivo queríamos aventurarnos, como Freud lo había hecho, introC'u"r y P™er a l Psicoanálisis en nuestra realidad histó- H m a n i f l e s t a A r m a n d 0 Bauleo en Cuestionav Z » E 1 , " l t 1 1 í n ¡ ? T e i l c u e n t r o celebrado p o r Plataforma en I 1 ™ f t l í | ° L a teoría y la práctica psicoanalítica a la Juz de los diferentes caminos hacia el socialismo" La fuerza del Movimiento era el origen juvenil del cuestionamiento, que alcanzaba a la estructura institucional del psicoanálisis en su totalidad. Era también un cuestionamiento generacional. Movimiento desde las bases En nuestro país, la ruptura con la Asociación Psicoanalítica Argentina se produce en 19713. El grupo Plataforma estaba constituido por jóvenes candidatos, miembros adheridos, titulares y algunos didácticos. La mayoría de ellos eran marxistas y peronistas revolucionarios Fue un modelo de ruptura ético-ideológico y la a c t i tud tenia algo de sacrilega. Se había quebrado la imaginería de la omnipotencia institucional de la A . P A El psicoanálisis de izquierda se proponía la adecuación de su discurso a una práctica posible, y esta práctica era vivida como práctica de transformación, no de consolidaclon. Significó también preguntarle al psicoanálisis cuál era su etica, implicó ir más allá en el intento de relacionar a Freud con Marx. Fuera de algunos artículos válidos en su producción científica, la importancia de Plataforma

estaba, en esa respuesta al autoritarismo institucional en-

carnada y expresada esta vez por psicoanalistas dé izquierda. Fueron ellos los gestores de este movimiento antiautoritario que venía precedido p o r los antecedentes ?ÍLo g r r a n d e s movilizaciones estudiantiles y obreras de 1968 en Europa, Los trabajos de Plataforma y de Do-

na^Ks buSSLÍ r^ryecto'AA V A* K 7 r , t D 0 T m e n t 0 . 86 s e p a r ó g r a b a n ' e n t r e otros> F" mJs, etc.

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e n e s a época de la S. Daibcovsky, G. St-

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cumento se agruparon en dos t o m o s : Cuestionamos 1 y Cuestionamos 2. H o y resulta difícil encontrarlos 4 . L a represión de los últimos años los tornó subversivos. Quedarán como documentos de un momento de ruptura en la larga historia del prestigioso movimiento del psicoanálisis en nuestro país. Más allá de los errores, más allá de las ingenuidades que cometimos, lo que se puede recuperar de esta ética a través del tiempo, antiautoritaria es que siempre hubo en sus enunciaciones algo de insoportable para el poder del psicoanálisis. N o podíamos conocer los efectos de las inscripciones deseantes, institucionales, históricas o sociopolíticas que nos atravesaban. Estábamos gestando un movimiento y eramos partícipes activos, sujetos de esa específica historia. Al separarnos de la A.P.A. arrastrábamos c o n nosotros la misma estructura autoritaria que habíamos combatido. Tuvimos la virtud de "autodisolvernos" para evitar nuestra propia hiatrogenia institucional. La historia de Plataforma y su destino no se empezó a describir. Estamos todavía demasiado pegados al terror de lo inmediato. Recordar hoy la existencia de Plataforma es sólo un primer paso hacia la reconstrucción de una época demasiado olvidada por el poder del psicoanálisis durante la dictadura. Algunos de sus enunciados, como aquel que hablaba de la responsabilidad social del psicoanalista, cuestionan implícitamente el papel que les tocó jugar en esos años a muchos analistas. La ética de Plataforma fue reemplazada por una nueva ética: la ética del deseo como ética del mercado o ética del bienestar. La gran "inquietud social" del psicoanálisis oficial después de la dictadura, no borra su ignominioso silencio cómplice ante el terrorismo de Estado. Nunca hubo tal florecimiento de institutos de enseñanza, ni tantos encuentros con. invitados extranjeros como en ese m o 4 Cuestionamos 1 y Cuestionamos 2, Bauleo, De Brassi, G. Reynoso, Pía, Langer, Barenblit, Volnovich, Kesselman, Pavlovsky, etc., Ed. Granica, Buenos Aires, 1972.

-mentó. Pero en ninguno de esos eventos e institutos se escribió un solo trabajo que intentara siquiera denunciar el genocidio. Un libro de reciente aparición en Francia, cuyos textos son alemanes, se refiere al psicoanálisis b a j o el Tercer Reich (Les annes bruñes. Ed. Confrontation, 1984). Se habla allá sobre lo que le ocurrió al psicoanálisis en aquella época y sobre la situación de quienes aceptaron continuar analizando a condición de rechazar al paciente alemán o extranjero cuyo origen fuera judío. Se menciona también el silencio que sobrevino después d e la caída del nazismo. A h o r a se comienza a reflexionar sobre ese "silencio", rsu significación, y además sobre el " s í " del psicoanálisis a esa condición propuesta p o r los nazis. Espero que en la Argentina no deban pasar tantos años para poder repensar las articulaciones entre dictadura militar —represión política extrema — y "complicid a d " con el terrorismo de Estado 5 . "Si es cierto que una sociedad de clases se perpetua en parte gracias al desconocimiento de los mecanismos .objetivos que la hacen funcionar ( y es por esto que la revelación de estos mecanismos tienen siempre un impacto político) una construcción teórico-práctica como el psicoanálisis puede resultar tanto más útil desde el punt o de vista de las clases sociales dominantes, si dispone t de recursos suficientes para disimular y m e j o r aún para .disimularse a sí misma, la relación que tiene con la problemática del p o d e r 6 . Miller decía en París que le resultaba sorprendente la libertad que había tenido para hablar de psicoanálisis ,en Buenos Aires durante la dictadura militar 7 . 5 Hubo psicoanalistas, en cambio, que trabajaron activamente ,en todo tipo de asesoramiento psicológico en las organizaciones de .derechos humanos durante la dictadura. Vaya mi homenaje. 6 El psicoanálisis, el orden psicoanalítico y el poder, R. Castel, .Siglo X X I . ^ 'Comentario personal de G. Mendel a mí, en Rio de Janeiro, .durante el Congreso de Psicoanálisis e Instituciones en 1982, organizado por G. Baremblitt.

En síntesis: un grupo de psicoanalistas se reunió para enunciar algo —antes lo imposible de decir— y después de la Enunciación nos enfrentamos con la disolución del Grupo. Intentamos tener acceso al "más allá del g r u p o " al que pertenecíamos, en lugar de limitarnos a expresarlo. Lo importante f u e la Enunciación de Plataforma, no su disolución. Mayo del '68, el Cordobazo, también fueron e s o : enunciaciones y disoluciones posteriores. Pero ese tipo de enunciaciones creó modelos de intervención socioanalíticas transformadoras. Hubo siempre un "más allá de. . . " Un grupo se debería valorar por su capacidad de enunciación y no por su perdurabilidad. Cada vez que un psicoanalista intenta enunciar un "más allá" del grupo al que pertenece, pone en peligro al grupo enfrentándolo "ante el absurdo, la muerte y la alteridad" (Guatt a r i ) . Pero los psicoanalistas eliminan estos peligrosos enunciadores ( W . Reich en un buen ejemplo) y se aglutinan perennemente en grupos sometidos (grupos objet o s ) dependientes de "órdenes exteriores", según la concepción de Guattari. Creo que cada vez que el psicoanálisis enuncia un " m á s allá d e . . . " transforma el enunciado en acto político (el acting-out es el anticuerpo del grupo sometido). El poder teme los grupos sujeto y facilita los grupos objeto. Las dictaduras reprimen enunciadores y enunciados. Las democracias disocian la información de ciertos enunciados (los dejan afuera sin tocarlos). Pero los enunciados nunca mueren. Son retomados por generaciones posteriores. El futuro de la validez del psicoanálisis tal vez este allí, en que los psicoanalistas arriesguen las pequeñas pertenencias que les ofrecen sus grupos objetos y enuncien lo imposible, a riesgo de enfrentarse con la muerte o el absurdo. Hay una ética de la enunciación. Plataforma la intentó.

Bibliografía consultada

— Psicoanálisis y política, A. Bauleo, Lo Grupal 2, Ed. Búsqueda 4 Buenos Aires, 1983. * — Clínica y política, Luis Herrera, Marcelo Persia, David Szvmak, 1986. Lo Grupal 3, Ed. Búsqueda, Bs. As., 1986.

EL SABER EN EL DISCURSO DE LAS MADRES

EDUARDO PAVLOVSKY

El discurso de las Madres es presencia de memoria constante allá, donde se comienza a gestar desde el poder, la fábrica del olvido permanente. El poder es algo que no está localizado ni es atributo de alguien; sino, como diría Foucault, como algo que se ejercita a través de una organización vertical que circula y transita transversamente, que no permanece nunca quieto ni estancado. Cuando ese poder comienza a gestar la fábrica siniestra del olvido y la complicidad civil, aparece el discurso de las Madres para neutralizarlo, para prevenir y perseguirlo en todos sus intersticios. E s discurso de alerta porque previene contra todo tipo de pacto que atisbe la creación del gran pacto de impostura de la complicidad civil. No habla sólo de hijos desaparecidos; habla, también, de silencios cómplices, de éticas fracturadas. No permite olvidar aquello que desea ser olvidado por la "mayoría silenciosa", la artífice y constructora de las dictaduras de siempre, la gran protagonista invisible de la colaboración diaria, la trabajadora constante que con la rutina del silencio, del olvido, f o r mó el gran ejército de la complicidad. Porque no hay dictadura — n i ejército de ocupación— que tenga éxito si no cuenta con el beneplácito de esa " m a yoría silenciosa" que accede al pacto, al silencio y al olvido, que construye con su permiso la obviedad del terror cotidiano. Claro que de esa "mayoría silenciosa" emergen después los grandes resucitados de la democracia. El discurso de las Madres se convierte en saber que

lucha contra el poder para hacerlo aparecer y golpearlo allí donde es más invisible y más insidioso. Porque el saber de las Madres no necesita de la verificación de su autenticidad por un sistema de poder que lo quiera totalizar y contextuar. No necesita de totalizaciones teóricas. Su validez es la insurrección contra los efectos del saber centralizador organizando de la prensa del poder, que es la gestadora de esa maquinaria del olvido. Su validez es su presencia constante, es el grito desgarrador de la denuncia del g r a n genocidio. Cuando las madres hablan, liberan en cadena a otros discursos oprimidos por el poder. Actúan como multiplicador de otros discursos no legitimados que la instancia centralizadora de la prensa del poder pretende filtrarlos y ordenarlos en nombre del conocimiento verdadero y del gran sentido común de la democracia. El saber de las Madres golpea justo en el lugar donde el poder vacila, porque habla de lo innombrable y lo innombrable tiende siempre a ser neutralizado y borrado por el poder. Es un saber marginal, incapaz de unanimidad, y debe su fuerza a la dureza con que enfrenta la ignominia de la maquinaria del olvido. Es fuerte porque desconoce el pacto y puede gritar con toda la singularidad creativa de su propia fuerza. No pide prestado. Allí se hace invencible —arriesga siempre todo — f r e n t e a un poder que siempre teme perder algo. Allí donde hoy se está gestando el pacto y el olvido de la complicidad futura, allí donde la "mayoría silenciosa" se dispone a olvidar todo y perdonar todo para empezar todo de nuevo; allí donde se quiere de una vez p o r todas volver a descansar y dorm i r tranquilo, y el saber del discurso de las Madres la pone en evidencia y la denuncia en su trabajo diario de la construcción del gran olvido. Mientras existan jueves, la "mayoría silenciosa" no podrá trabajar tranquila en su rutina diaria de la gran complicidad permanente. Porque allí donde el saber de las Madres gesta la denuncia en su recuerdo constante evita la g r a n maquinaria de una futura repetición. Allí son invencibles.

REPASO DE LAS FORMAS DE ABORDAR LA CUESTION ED1PIANA EN PSICOANALISIS *

GREGORIO BAREMBLITT

Como hemos reiterado en el curso de este seminario (dados, como es obvio, predominantemente para psicoanalistas), nosotros estamos habituados (digamos asi) a la legitimidad de nuestro territorio. Sea que optemos por denominar al psicoanálisis como ciencia (es claro, sui generis) o que convengamos (no sm dudas) denominarlo un arte, o que aceptemos en darle el nombre un tanto riesgoso de disciplina, o de una combinación medieval de arte con o f i c i o : "arte l i b e r a l o artesanía . . . lo cierto es que nos parece una praxis inteligente y e n ciente, reconocible y reconocida. Nos hemos acostumbrado a no verla como una filosofía (aunque insistimos en que tiene principios ontológicos, gnoseológicos axiologicos implícitos), a pesar de que nos sentimos mas inclinados a creer que, más importante que lo que el psicoanálisis heredó de la filosofía o de los otros saberes, es lo que tiene aún para aportar a ellos. Freud nos advirtió que el psicoanálisis no es, ni será nunca, una cosmovisión, y si a l g u n o s psicoanalistas lo han transformado en una, los más "abiertos los miramos con reservas, sospechamos de ellos. Es claro que a menudo nuestra desaprobación se limita a suponer que ese fanatismo es producto de que no están lo suficientemente analizados". Pero, de cualquier manera, oscilamos entre la condición de técnicos (lo cual nos incluye * Síntesis de un Seminario dictado en el "Círculo Psicoanalítico de Belo Horizonte", Brasil, 1985.

en el horizonte del modernismo), cosa que al mismo tiempo nos prestigia con títulos de especialistas y profesionales . . . y la de "sabios", "pensadores" o "críticos" de la civilización, la cultura y el "epos" contemporáneo (lo cual nos da cierto aire revolucionario y aun p r o f é t i c o ) . E n ultima instancia, mucho se ha escrito y dicho acerca del psicoanálisis y la p o l í t i c a . . . y siempre resulta sorprendente lo poco que a los psicoanalistas "medios" les interesa o afecta ese interminable debate. Tecnólogos artesanos, artistas, filósofos o t e ó l o g o s . . . la mayoría dé los analistas corrientes consiguen transitar p o r sus teorías, sus clínicas y actividades societarias y cotidianas sin preocuparse mayormente por la dimensión política de su vida. O bien se declaran a-políticos, tanto como su profesión y consideran que la política no es esencial e indispensable para j u s t i f i c a r una existencia cualquier a . . o bien separan su condición de psicoanalistas (que consideran politicamente neutra) de alguna otra práctica política de signo variable y de características más o menos convencionales. Otros, los menos, asumen el psicoanálisis como "su f o r m a original de hacer política" y es claro que la consideran la mejor, progresista o revolucionaria, sin que sus argumentos al respecto revelen ningún a m P l i a m e n t e convincente de la solidez de esa certeza 1 Cuando y o propuse este curso con un título, un programa y una bibliografía apreciablemente inacabados mi intención era contribuir a despertar, o a intensificar' si ya existía, un impulso, deseo, curiosidad o pasión por una reflexión comprometida acerca del lugar el estatuto o, m e j o r dicho, el "valor" de nuestra condición y practica de psicoanálisis. Tal empresa sólo puede aspirar a ser introductoria, fragmentaria, incompleta y parcial (parcial, no apenas en el sentido de no-total, sino también, como es obvio, de no-imparcial, neutral o abstinente). Tales limitaciones (o tal vez condiciones inherentes a este propósito) no dependen exclusivamente del tiempo disponible o de la incalculable vastedad de los conocimientos en juego (es evidente que no dispongo exhaustivamente del primero ni de la segunda). Ade-

más se trata de un campo irrestricto abordable indefectiblemente por un trabajo colectivo que continúa en permanente enriquecimiento aún durante el breve lapso durante el cual se lo aborda en la duración de un curso. Tanto es así que, desde que comenzamos a conversar hasta el presente, ya han aparecido algunos textos que p o drían sernos de gran ayuda para los objetivos que nos fijamos. Cuando en los comienzos de este curso dijimos que íbamos a tentar ocuparnos predominantemente de los núcleos teóricos fundamentales de nuestra disciplina, tratamos de dejar explicitado que nuestro objetivo era entender a la misma como "valor" histórico. Para tal f i n quedaba rotundamente asentado que no sería posible sep a r a r en ese abordaje la teoría, del método, de la técnica y la c l í n i c a . . . así como el del movimiento psicoanalítico, sus organizaciones y agentes, así como su funcionamient o en las diversas formaciones económico-sociales, anteriores y contemporáneas a su surgimiento. E n suma: no creemos en la existencia del psicoanálisis independientemente de los psicoanálisis que existen. Apenas explicam o s que el camino del abordaje teórico, predominantemente elegido, sería nuestra vía de entrada preferencial en un laberinto infinito que tal vez tenga infinitos caminos así como, esperamos, infinitas salidas. Un tanto fenomenológicamente elegimos el Edipo, p o r entenderlo, como muchos, el núcleo esencial de la doctrina. P o r razones pedagógicas apenas enumeramos las f o r m a s en que tal núcleo teórico aparecía en la bibliog r a f í a psicoanalítica clásica, llegando a la contemporánea. Conseguimos enumerar esas formas denominándolas : Edipo anecdótico y / o onírico

Edipo fase

Edipo mítico y mitológico

Edipo trauma

Edipo literario o trágico

Edipo estado

Edipo complejo

Edipo estructura

E d i p o proceso

En diversos momentos, no sin vacilaciones, lagunas y repeticiones, explicables (con buena voluntad) p o r las vicisitudes del dictado y registro de nuestro curso, f u i mos caracterizando cada una de estas entidades, a saber: El Edipo anécdota: como esos comportamientos de observación cotidiana, que pueden constatarse especialmente en los niños, de a m o r o atracción sexual así c o m o de hostilidad por sus progenitores, más o menos incitados o correspondidos por éstos. El Edipo onírico: como el texto manifiesto de muchos sueños (en particular los que Freud relata en un capítulo de la "Interpretación de los sueños") que coincide en contenido con el ítem anterior, o sea el E d i p o anecdótico. Consiste en lo esencial en escenas soñadas (o ensoñadas en vigilia) en que el soñante intenta o posee eróticamente a un progenitor y / o elimina al otro. El Edipo mítico: alude a la incursión que Freud hace en el terreno antropológico suponiendo el acontecimiento del asesinato y devoración, practicada por los hermanos unidos, de un proto-padre omnipotente que les prohibía el acceso a las mujeres de la tribu durante la convivencia primitiva. Aquí cabe recordar que Freud no e n f a tiza demasiado en que si tal acontecimiento fue un hecho históricamente acaecido o es apenas un recurso imaginativo para ilustrar una teoría de los supuestos orígenes de la cultura humana. El Edipo mitológico: se refiere propiamente al mito griego, narración original de la cultura griega antigua, recogido por historiadores, antropólogos, críticos estéticos y otros especialistas. Se trata de la leyenda de un ciudadano tebano que mató a su padre y se casó con su madre (sin saberlo) coronándose así rey de su ciudad y sufriendo una serie de consecuencias ulteriores. El Edipo literario: se refiere a las diferentes v e r siones que los poetas y escritores desde el siglo V a.C. hasta la actualidad han dado del mito edipiano. El Edipo trágico o dramático: que bien podría estar comprendido en la clase del literario, es separado deliberadamente porque le adjudicamos un papel histórico

de singular y específica importancia para el tema que nos ocupa. Se trata de la versión teatral del mito edipiano, escrita por el dramaturgo griego Sófocles en Atenas, ciudad importantísima de la Grecia clásica. El Edipo como complejo: indica a un conjunto articulado de pulsiones, deseos, representaciones y afectos, organizados en fantasmas cuyo planteamiento, dinamismo y resolución sustenta y envuelve a toda la personalidad psíquica, siendo, al decir de Freud, "el núcleo de la personalidad normal y patológica". El Edipo como complejo integra una totalidad, comprendiendo enteramente la cual, se denomina completo. Pero éste a su vez se compone de un complejo de Edipo directo (atracción por el progenitor del sexo opuesto y hostilidad p o r el del mismo sexo) y de un complejo de Edipo invertido (atracción p o r el progenitor del mismo sexo y hostilidad por el del sexo opuesto). Los elementos de atracción del complejo configuran el Edipo positivo. Los de hostilidad, los del Edipo llamado negativo. El Edipo completo está precedido en la formación de la personalidad por formas pre-edípicas cuyas características se describen m e j o r en los ítems: Edipo proceso y Edipo fase. El Edipo proceso: teoriza el devenir de la instauración del Edipo completo y su resolución normal o patológica. La personalidad psíquica se va formando en el percurso de una temporalidad. Durante la misma el bebé (ser humano biológico) en su relación con el psiquismo de los seres humanos que lo precedieron, engendraron y lo asisten va pasando por diversos períodos que se denominan de autoerotismo, de narcisismo primario, de narcisismo secundario, de predominio de los complejos edípicos parciales, hasta la implantación del Edipo completo y su resolución ulterior. Aquí es importante señalar que esas etapas no están enteramente superadas sino que están contenidas en el Edipo completo que las compone y organiza bajo su predominio. Diversas vicisitudes de transcurso pueden causar una permanencia en alguna de las mencionadas etapas dificultando el advenimiento de las siguientes, esta interrupción se de-

nomina fijación. La fijación puede ser parcial y si bien n o impide la continuación del proceso, predispone a un retorno (desencadenado p o r condiciones determinadas) a la etapa supuestamente superada. Tal proceso se llama regresión. Fijación y regresión, en tanto permanencia y dominancia de etapas primarias previas a la instalación del complejo de Edipo completo y a su resolución, serían las causantes de todo funcionamiento psíquico considerado patológico. El Edipo fase: está íntimamente relacionado con el Edipo proceso. En cada etapa pre-edipiana, edipiana parcial, total o "post edipiana", la relación de la personalidad psíquica en formación con la de los otros "asistentes" se compone de pulsiones eróticas que se originan en todos los órganos y funciones corpóreas, estas pulsiones se inscriben en representaciones tornándose así deseos y organizándose en textos ("argumentos") que se denominan fantasmas. Estos fantasmas son el argumento de una acción virtual tendiente a realizar los deseos eróticos del "asistente" en tanto éste los inculca en la personalidad primaria del bebé p o r cuanto el mismo es, para el "asistente", un objeto de sus deseos inconcientes edipianos. Las zonas erógenas, las pulsiones y deseos correspondientes y la f o r m a peculiar de realizarlos están registradas en cada fantasma. Por su parte cierto tipo de fantasma puede predominar en cada etapa edipiana, ciertamente influenciada por el tipo de cuidados que la "asistencia" al nuevo ser biológico requiere en cada momento de su desarrollo. Ese predominio de ciertos fantasmas recibe el nombre de fase y permite calificar a cada m o mento del Edipo proceso con la característica de una fase correspondiente. P o r ejemplo fase oral primaria o secundaria, fase anal primaria o secundaria, fase uretral, fase fálica, fase genital. El Edipo como trauma: atañe a una función que, según el psicoanálisis, es definitoria del aparato psíquico. El mismo sería un dispositivo destinado a impedir que la fuerza pulsional se descargue rápidamente, en cortocircuito y sin operar trabajo ni resultado alguno. El

aparato psíquico, al obligar a las pulsiones a inscribirse e n cadenas de representaciones, demora esa descarga y produce efectos simbólicos, sublimatorios, etcétera. Cuando la cantidad de pulsión generada p o r incitaciones internas o externas es demasiado intensa o abrupt a . . . o cuando por diversas causas los mecanismos y circuitos de inscripción fallan, se produce un trauma. El aparato psíquico es invadido p o r una corriente energética que lo recorre circularmente sin que él consiga ligarla. Es en este sentido que las vicisitudes edipianas son traumáticas, por cuanto someten al psiquismo a un incremento pulsional que aquel puede elaborar o no. Con respecto al Edipo estado, trataremos de sintetizar aclarando, que todas las acepciones del Edipo hasta ahora tratadas consisten en conceptos formal-abstractos, y p o r lo tanto generales de la teoría psicoanalítica. Cuand o los mismos son aplicados al "material" proporcionado por un caso particular, singular, concreto de análisis, permiten determinar la f o r m a edipiana de los determinantes inconcientes de ese caso. Esclarecemos así el estado edípico de ese sujeto o "material" analizado. El Edipo como estructura', sintéticamente considerado, es una reformulación productiva de todos los otros recursos teóricos a los que nos referimos anteriormente. Entendiendo el "material" analítico (discurso), como una secuencia representacional que el deseo dinamiza por medio de operaciones de sustitución significante (metonimia y m e t á f o r a ) , se entiende que ese discurso está organizado por tres órdenes o registros (el de lo real, lo imaginario y lo simbólico). Esas tres claves, de cuya correcta articulación depende la normativización del discurso (sinónimo aquí de efectos psíquicos en general) está determinada a su vez, p o r la estructura inconciente del sujeto psíquico. Estructura es una entidad real, leída con un recurso formal abstracto, instituida o fundada en algún momento, constituida de lugares vacíos que se definen por su relatividad (posición de unos con respecto a los otros) y p o r su negatividad (cada uno de ellos no es los o t r o s ) . La distribución y característica de los lu-

gares en juego confiere la composición de la estructuraCada lugar tiene una función que posibilita operaciones estructurales que generan efectos a nivel de discurso. Hay lugares estructurales llamados operadores porque son capaces de producir transformaciones en la composición d e la estructura (p. ej. el lugar del f a l o ) . La estructura precisa reproducirse y ello acontece cuando funda otra. La estructura, que puede ser considerada como espacio de las causas, como ya fue dicho, ocasiona resultados a nivel del espacio de los efectos. La acción de la estructura en los efectos se opera por ausencia, es decir porque la estructura no está presente en ellos. Se supone que el conocimiento de la estructura (en el sentido formal-concreto de cada c a s o ) , lograda a partir de la aplicación de la estructura (como recurso teórico formal abstracto) comunicada al sujeto analizante, le dará la posibilidad de modificar su posición en los discursos subsiguientes en el sentido de su normativización. Siendo la estructura una reformulación de los otros sentidos del Edipo, usando recursos lingüísticos, lógicomatemáticos, etc., los sub-conjuntos del Edipo complejo (clásico) son analógicamente reconocibles en ella. Habría configuraciones pre-estructurales (tales como el auto-erotismo y el narcisismo) y en la configuración estructural se puede reconocer la sub-estructura "complejo de la madre", "complejo del padre" y "complejo de castración". La instauración diacrónica de cada una de esas subestructuras constituye los "tiempos" edipianos coincidiendo aproximadamente el "complejo de la madre" con el auto-erotismo y el narcisismo (primer tiempo edipian o ) . El complejo de castración equivale a la llamada "interdicción paterna" (segundo tiempo edipiano) y es el que contribuye a la mudanza del "complejo de la madre" para la dominancia del "complejo del padre". El paso posterior (tercer tiempo edipiano) "la identificación propiciatoria", marca la salida de la sub-estructura "complejo del padre" para una interminable tendencia normatizante post-edipiana jamás enteramente realizable. Este breve repaso por todas las acepciones que di-

mos al Edipo en este seminario, nos permitirá volver sobre la tesis central del mismo. El Edipo: de materia prima a "material" de análisis Habiendo repasado los motivos por los cuales elegí el tema edipiano y revisado las formas clasificatorias de dicho tema, estamos en mejores condiciones para enunciar la tesis central de estas reflexiones. Un desarrollo sintético para exponer esta idea básica puede enunciarse así: Una consideración epistemológica determinada (o la convergencia de muchas de ellas de diversas orientaciones) coincide en estimar al psicoanálisis como el saber confiable acerca de la naturaleza del psiquismo humano. Este saber reformula y supera el de todas las psicologías precedentes al descubrir la existencia del inconciente libidinal como espacio, lug a r ámbito (o como quiera llamársele) de la vida psíquica. No por casualidad Freud habla del psicoanálisis como de una metapsicología, de un más-allá de las psicologías, de la conciencia o de la conducta, que da cuenta de la verdadera esencia de la personalidad psíquica o, como se dice actualmente, del sujeto psíquico. Para poder dar cuenta, conceptualizar como este ámbito es y funciona, el psicoanálisis ha elaborado varios recursos teóricos para pensar esa esencia y su movimiento a los fines de poder conocerla y operar sobre ella en el sentido procurado, que está prescripto en diversas fórmulas por la teoría misma. Esos diversos recursos no son unívocos, son muchos, y cada uno de ellos transforma y reformula a los otros. Eso acontece en la historia epistemológica de la teoría psicoanalítica, desde la primera tentativa freudiana hasta las últimas contribuciones lacanianas. Sin entrar en el estudio pormenorizado de cada uno de esos "modelos" teóricos, nosotros pretendemos destacar que el psicoanálisis define así un objeto teórico que intenta dar cuenta de un objeto realmente existente al que sólo se tendría acceso cognoscitivo analizando sus efectos singu-

lares (en un "material significante") aplicando la teoría psicoanalítica según las prescripciones del método psicoanalítico y empleando los conocimientos concretos así obtenidos en una intervención técnica que opera resultados clínicos. En el nivel formal abstracto, el psicoanálisis considera que su objeto teórico da cuenta en lo esencial de su objeto real, que tiene una existencia universal, exhaustiva y excluyente. En otras palabras: en su esencia el psiquismo humano, donde quiera que él exista, haya existido o venga a existir, será como el psicoanálisis lo conceptualiza. Es claro que eso no significa que el psicoanálisis ignore que a esa esencia universal de su objeto sólo se tiene acceso por medio de la acumulación de los abordajes efectuados en casos singulares. Apenas enfatiza que ninguno de ellos constituye una excepción a las leyes que rigen a ese objeto en el orden de su universalidad. Como hemos convenido en relatos anteriores privilegiar en la complejidad de la teoría psicoanalítica el núcleo edipiano (que por diversas razones consideramos axial) diremos ahora que la instauración del citado núcleo en ese sitio de privilegio en el corpus teórico del psicoanálisis tiene una trayectoria peculiar. Seguir y c a lificar esa trayectoria se torna para nosotros el procedimiento preferencial para comprender y pesar el sentido del objeto psicoanalítico y de su eje edipiano c o m o valor histórico, es decir como portador de un querer, d e un saber, de un poder acerca del ser del psiquismo y d e su lugar en la vida y en el mundo. El psicoanálisis observa el Edipo anecdótico, onírico y sintomático manifiesto y descriptivo. Lo caracteriza como tal por analogía con la versión literaria-trágica del mito edipiano, imagina un episodio mítico edipiano q u e coloca en los inicios de la cultura. "Traduce" esas observaciones empíricas y esas versiones mitológico teatrales en conceptos teóricos que configuran el Edipo inconciente como complejo, con su proceso, su trauma y sus fases. Luego lo aplica metodológicamente al "material significante" de las situaciones técnico-clínicas, subyaciendo aL

cual descubre un estado edípico determinado que explica en fantasmas el orden de los efectos de ese discurso (síntomas, sueños, actos fallos, lapsus, etc.). Así puede intervenir técnicamente modificándoles. Mas el caso final de este transcurso, que es el que más nos interesa, es el siguiente. Producida la teoría con su núcleo edipiano (ejercitada en la clínica para comprender el material y practicada técnicamente para la transformación concret a ) , la misma se depura, abstrae, formaliza y consolida como estructura por medio de un uso llamado clásicamente "aplicado" propiamente dicho, empleado para descifrar otro tipo de efectos. Me estoy refiriendo al denominado psicoanálisis de acontecimientos históricos (Moisés y el Monoteísmo, El Presidente W i l s o n ) , de hechos sociales y culturales (El Malestar en la Cultura, El P o r venir de una Ilusión), de cuestiones relativas al campo de otras disciplinas (Múltiple Interés del Psicoanálisis) y por último de productos literarios y estéticos (La Gradiva, Dostoiewsky y el parricidio, El Moisés de Miguel Angel, Un Recuerdo de Leonardo da Vinci) y, lo que es más importante, el "Mito de Edipo y La tragedia, Edipo rey de Sofocles, en sí mismos". Se cumple así la trayectoria peculiar a la que antes nos referíamos, por la cual el mito edipiano y la tragedia correspondiente, que comenzaron siendo materia prima importada al seno de la práctica teórica psicoanalítica para elaborar un instrumental conceptual, acaban siendo "materiales de análisis" explicados por la teoría que contribuyeron a producir. En suma: el "Edipo mito" (narración legendaria) se torna un género artístico, "Edipo tragedia", cuyo sentido se descifra por el "Edipo estructura". Estructura y función del mito Las consecuencias epistemológicas y clínicas, pero muy especialmente éticas, políticas, etc. de esta peculiar trayectoria son sorprendentemente importantes y complicadas. Haremos aquí una tentativa de esquematizarlas

y simplificarlas que tal vez se complemente luego con un estudio, un poco más detenido, acerca del valor y sentido del mito y la tragedia griegos. En este seminario sólo tocaremos ese valor y sentido general de f o r m a provisoria, para posibilitar la exposición esquemática mencionada. Los mitos y los ritos son productos sociales que pueden ser encontrados en todas las formaciones humanas conocidas. Sea que resolvamos denominar a las mismas "culturas", "civilizaciones", "comunidades", etc. (lo cual no es, como veremos, indiferente) lo cierto es que todos los conjuntos humanos presentan estos productos míticos y rituales cuya distinción con otros, tales como los cuentos, las leyendas, las religiones, las manifestaciones artísticas plásticas, musicales, arquitectónicas o literarias, las normas jurídicas o los documentos históricos propiamente d i c h o s . . . es tremendamente difícil de esclarecer. Sin embargo, circunscribiéndonos estrictamente a los mitos, digamos: son narracciónes de autoría y procedencia inciertas, que admiten numerosas versiones diferentes (siendo que se intenta siempre repetirlas sin m o d i f i caciones), en las que se acredita firmemente (siendo que en lo relativo a su contenido, la diferenciación entre real y fantástico o verdadero-falso es irrelevante), que se relacionan siempre con lo sagrado, y son relatados por agentes calificados (aunque cualquier miembro de la comunidad puede hacerlo) en condiciones rituales o ceremoniales bastante precisas. En lo referente al argumento, aunque su trama, personajes y vicisitudes son casi ilimitados, sus temas son relativamente restrictos. Los personajes pueden ser hombres, dioses, semidioses, héroes, animales, vegetales, minerales, fenómenos y elementos cósmicos (astros, planetas, agua, fuego, viento, terremotos, erupciones volcánicas). La trama y vicisitudes comprenden creaciones, destrucciones, transformaciones, relaciones sexuales, amorosas, agresivas; casamientos, nacimientos, muertes, intercambios, pactos, robos, traiciones, trabajos, viajes, descubrimientos, reiteraciones de ciclos, grandes innovaciones, etcétera.

Los temas predominantes pueden sistematizarse a s í : los de los orígenes, los de los transcursos, los del destino final, los de los grandes acontecimientos, los de la implantación y composición de los órdenes vigentes. Estos temas pueden ser considerados en el ámbito del universo, del planeta, de los reinos naturales, humanos o divinos, del tiempo, del pensamiento, etc. y transcurren en un tiempo p r e o extra-histórico. La f o r m a específica de transmisión de los mitos es la que ya r e f e r i m o s : la narración oral ritual. Sin embargo los mitos de muchas civilizaciones han llegado hasta nosotros por estar registrados en las escrituras sagradas religiosas de los pueblos grafos o bien p o r escritos literarios (poéticos) o propiamente crónico-historiográficos. Esas escrituras sagradas o históricas son a menudo complementadas p o r materiales arqueológicos, pictóricos, escultóricos, arquitectónicos, etcétera. Cabe anticipar que muchas versiones mitológicas de diferentes civilizaciones han sido retomadas y conservadas a través de un género muy peculiar: la representación teatral. Ejemplos notables son el teatro tradicional japonés, la "ópera" china antigua, o el teatro ceremonial de la Isla de Bali. Sin embargo existe un acontecimiento histórico incomparable, de trazos absolutamente únicos, que tiene una influencia incalculable en la constitución d e nuestra "cultura" occidental. Se trata de la reformulación que el teatro helénico clásico hace de los mitos de la Grecia antigua. Esa transformación es importante porque tratando de articular esos mitos, con el texto de las tragedias, el de los grandes sistemas filosóficos y los documentos propiamente históricos y jurídicos (especialmente durante el período que va desde el siglo vil al II antes de Cristo) podemos conseguir una formidable comprensión del pensamiento y el modo de vida contemporáneos, incluyendo en ellos al psicoanálisis. Si recordamos la tesis nietzscheana-foucaultiana de que todo saber involucra un poder, será evidente para nosotros que toda vez que el estudio de los mitos y de las tragedias ha sido emprendido, nunca lo f u e "neutral-

mente" y sin consecuencias favorables o contrarias a c i e r tos intereses. Esto debe ser particularmente cierto cuando se trata de los griegos, algunos de cuyos valores hemos heredado directamente y asumimos como los dominantes en nuestra "cultura". Sabemos que esa dominancia se basa fundamentalmente en la supuesta "objetividad" que atribuimos a nuestros abordajes así como a la "universalidad" que adjudicamos a nuestras conclusiones. Cuando esa "universalidad" de nuestros valores se encuentra con la existencia de otras, no coincidentes, acostumbramos solucionar el contraste ordenando a todos en una escala jerárquica en la cual los valores que suscribimos subordinan a los demás y nos autorizan a juzgarlos. Este proceso es conocido para los historiadores, los antropólogos, sociólogos y economistas, siendo que comienza a serlo cada vez más para los juristas, los psicólogos y los f i l ó sofos. Esto se expresa sintéticamente en las denominaciones tan difundidas e ilustrativas del tipo "primitivos", "salvajes", "bárbaros" y "civilizados", corrientemente usadas en el lenguaje de las disciplinas modernas y disimulada u ostensivamente cargadas de connotaciones estimativas. Si convenimos en reconocer que la denominada " r a cionalidad occidental" es uno de los máximos valores d e nuestro "espíritu", concordaremos probablemente también en aceptar que "las ciencias" son las formas del saber y el hacer más consecuentes y a la vez formadores de nuestro modo de pensar y vivir en el mundo. Es claro que no ignoramos que "las ciencias" tienen tantas diferencias como similitudes entre sí. Pero es imposible negar que sus rasgos en común permiten agruparlas tal como lo hacemos. Tampoco es necesario creer que "las ciencias" son continuadoras fieles de la tradición occidental. Es obvio que está en su naturaleza la condición de críticas y revolucionarias de las convicciones seculares de sus respectivos campos. Con todo, es justamente la cualidad y cantidad en que sus conocimientos específicos y más aún, la de su género común, son conservadores o transforma-

dores de ciertos valores, es lo que debe ser colocado en cuestión. Entre los recursos recomendables para ese cuestionamiento está la confrontación de lo que cada una de ellas tiene que decir sobre un cierto "hecho" que, de variadas formas, es " d a t o " que ellas abordan como f o r m a n do parte de sus respectivos "objetos". Conviene también articular esas lecturas con las que pueden realizarse desde aquellas prácticas y discursos diferenciales que no gozan del estatuto privilegiado de las mencionadas disciplinas, o bien que no detentan estatuto alguno. Estos son los casos de los discursos artísticos, o de los saberes marginales, como el de la locura. En el caso de la esencia y función del mito, por ejemplo, cada disciplina ( y cada orientación o escuela dentro de cada disciplina) ha estudiado el asunto y hecho sus proposiciones al respecto. La antropología y la lingüística estructuralistas han encontrado en el polimorfismo aparentemente incomprensible y a veces absurdo del texto mitológico un posible ordenamiento de los elementos y las relaciones entre ellos. Valiéndose de un método construido por analogía con la escritura musical, el etnólogo va anotando los elementos (niño, rey, leopardo, flor, etc.) y sus acciones y atributos respectivos (desear, robar, sufrir, pintar, etc., unidades de sentido llamadas mitemas). Una vez registrados todos estos datos va confrontando cada uno de ellos con cada uno de los otros que f o r m a n una línea horizontal y una columna vertical con el dato escogido. Agotadas todas las confrontaciones posibles el investigador consigue diseñar una constelación de oposiciones polares y a la vez complementarias entre los elementos y sus "papeles" que, una vez "rectificado", o sea leído como una narración sucesiva, da como resultado un nuevo texto. Es frecuente que se encuentren luego similitudes entre este texto así construido y el texto " b r u t o " de otros mitos (de la misma o de otras culturas). E s o ha llevado a decir al antropólogo LevyStrauss que "un mito piensa al otro". De todas maneras, la formalización de los lugares que los elementos ocupan, sus relaciones, combinaciones y sistemas de transformaciones, pueden ser hechas en una entidad representable

matemática, geométrica o lógicamente que se denomina estructura. La estructura, cuyo funcionamiento presenta una serie de regularidades formulables en leyes es capaz de generar con su combinatoria todos los mitos manifiestos posibles. Visto de otra manera, una peculiar f o r ma de la estructura puede ser hallada analizando cada mito. Una vez enunciada como texto ella puede considerarse como otro mito y así indefinidamente. En lo que se refiere a la función del mito, para esta concepción, consistiría básicamente en pobilitar que los integrantes de una cultura coloquen simbólicamente ciertos problemas fundamentales de la misma y les den una solución viable que sea creída p o r la comunidad. Tales problemas, en su forma, remiten siempre a la caracterización de diferencias y a la tentativa simultánea de anularlas. Ese noble deseo sería característico de la subjetividad humana, y p o r eso la generación de mitos sería universal. Los citados problemas en su contenido apuntan predominantemente a las separaciones y sus orígen e s : naturaleza-cultura, hombre-mujer, vivos-muertos, así como a la delimitación de cada una de las denominaciones y lugares en las relaciones de parentesco (esposa-esposo, padre-madre, suegra-suegro, nuera-yerno, hermano-hermana, abuelo-abuela, primo-prima, etc.). Los mitos serían entonces productos posibilitados p o r dos sistemas: l 9 ) El del lenguaje (estudiado p o r los lingüistas) que provee las denominaciones de los elementos en juego y de las operaciones entre e l l o s ) ; 2?) El de las relaciones de parentesco que delimitan la condición desde la cual cada usuario de la lengua hace uso de la misma. Las transacciones facultadas p o r esos sistemas son las de cons a n g u i n i d a d (relación entre parientes biológicos) y las de alianza (relación entre parientes "políticos") y las leyes que las posibilitan son las que prohiben ciertas uniones y comportamientos (cuyo paradigma es la prohibición del incesto) y prescriben otras (cuyo paradigma son las leyes que propician el intercambio y la reciproc i d a d ) . E n consecuencia la estructura de las relaciones de parentesco posibilitaría el intercambio de mujeres, la formación de familias no consanguíneas y la reproduc-

ción social de sujetos reconocidos de una comunidad. P o r su parte la estructura de la lengua y sus denominaciones posibilitaría las denominaciones de los sujetos y los intercambios entre ellos, particularmente el cambio de palabras. Una estructura sería precondición de la otra. Simultáneamente estas estructuras serían requisitos para todo intercambio: de bienes, de tierras, de alianzas guerreras, de servicios, etc. Los mitos, entonces, serían productos culturales colectivos destinados a expresar las citadas estructuras de una manera accesible al pensamiento comunitario, y a la vez, a mostrar situaciones en que las leyes de las estructuras serían violentadas presentificando así el placer de esa transgresión tanto como sus consecuencias ruinosas para el orden que las normas garantizan, así como la imposibilidad de prescindir de ellas sin perder la condición humana de esa cultura. Como se habrá percibido, la antropología y la lingüística delimitan dos espacios que conceptualizan con sus respectivas estructuras, en cuya intersección ( p o r así decir) el psicoanálisis encuentra el suyo. La estructura inconciente del sujeto psíquico sería, justamente, la que articula la del lenguaje (cuyos dispositivos tienen que ser accionados p o r un usuario capacitado animado del deseo de hacerlo) y la de las relaciones de parentesco (cuyas transacciones tienen que ser protagonizadas p o r sujetos constituidos animados del deseo de entrar en las transacciones). Obviamente lenguaje y parentesco se "embrag a n " con el. cuerpo biológico, "soporte" y precondicion de posibilidades de existencia. Los mitos serían la f o r m a característica en que las comunidades piensan su vida, que para subsistir precisan definir diferencias, ordenarlas, relacionarlas, obedecerlas, transgredirlas, pero también imaginar que son prescindibles. El mito, entonces, sería generado y repetido por un deseo y un placer de la subjetividad individual y colectiva, para ser creído y mantener el orden que él mismo expresa e implanta. Hay, como ya dijimos, muchos otros abordajes disciplinarios del mito y aún, dentro de cada disciplina, diferentes escuelas que hacen distintas lecturas del mismo.

una f L o r m f 5 S n / a ™ a r x i ? a . h a entendido al mito como una íorma de ideología, es decir como una representación imaginana que los sujetos de las f o r m a c f o n e ? 3 ó m T c o " sociales (especialmente las arcaicas) se hacen T l a T r e SUS C°ndld°nes ^°ciSmqente^ o n dlas ? ^relaciones especialmente con de desigualdad

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nntrPrtabÍ dad P°r parte de analistas no a pre uU m S e a q U e fuese' r a ?intención n t e L ? ó n debemos d ? ° ° en dos enfatizar trazos ^ la mayoría principalmente^a! * 7 ' ° ^ , e n t i e n d e ™mo perteneciente a T o X £ (distribución, a al orden del intercambio apropiación, cambio y consumo de los diversos elementos) y al espacio familiar (como ámbito distfngmble del ioTe ) a U Z L t e n r d ° , h Í S t Ó n > a m e n t e d i v e r s a s composiddSta * a ñ r r ? a C l ó n n o t a n t 0 e n e l sentido del mito manifiesto, que frecuentemente trata de los in~ ° 0 S S m a ^ i ™ o n i a l e s , sino de los textos m i t o l S c o s o S S ' í a n t 0 n u e v a s versiones míticas. A ú n Z t e t S l : . P r d a n esi^1" enunciadas en fórmulas neomatematicas o lógicas, continúan sirviendo para remitir los deseos los personales y las tramas m í t i c a s Y I n determinación "familiar". Eso tendrá, como veremos una

s::srada de ia cuai ei

sus mftot v ° ^ l u i r ' d i g r ° s q u e c a d a civilización tiene sus mitos y que, se acepte o no su identidad estructural

•"profunda", en lo aparente ellos son de una maravillosa variedad cuya simple descripción deja perplejos a los investigadores. Y lo mismo puede decirse con respecto a sus supuestas "funciones". Es conveniente recordar que hay diferencias notables entre los mitos de las culturas llamadas primitivas y salvajes (las familiares dispersas, las de clanes, las tribales sedentarias o migratorias), así como con las denominadas bárbaras (las hordas transhumantes) como con las imperiales (orientales, caldeas, babilonias, asirías, lidias, creto-micénicas, etc.). Es sabido que las civilizaciones medievales, las renacentistas, las capitalistas nacientes y en fin, las contemporáneas, también tienen mitos, cuya estructura y función son considerados de difícil o imposible análisis por los expertos. Incluso, dentro de una línea que nos es a f i n por motivos que luego expondremos, está quien considera que las formas más "desarrolladas" d e nuestro pensamiento pueden ser entendidas como mitos, incluido el de la "verdad", desde el cual se definiría a los mitos como "falsos". Lo que nos interesa destacar aquí es que los mitos de la Grecia antigua son resultados de una singular confluenc i a y mezcla de mitos primitivos, orientales, bárbaros e imperiales, cuya coexistencia se explica aceptablemente a partir de los orígenes de la historia y la geopolítica de la civilización griega. El centro de nuestra cuestión es el proceso p o r el cual los mitos de la Grecia antigua, relatados y sistematizados por historiadores y literatos c o m o Hesíodo y Homero, fueron tomados como materia prima para las tragedias de la Grecia clásica, tal como se puede ver en la obra de Esquilo, Sófocles y Eurípides, para finalmente ser reelaborados en la filosofía y el derecho g r i e g o clásicos. Este proceso es consustancial con el pasaje de los reinos griegos dispersos de la época antigua, a los estados griegos clásicos y al imperio griego "constitucional" alejandrino. Se trata de ver cómo ese proceso es fundante del pensamiento occidental y cómo éste reinterpreta los mitos desde el poder de su saber para concebirlos como certificaciones de la universalidad y eternidad de sus propios supuestos.

Dentro de esa cuestión lo prioritario para nosotros es el mito y la tragedia edipianos y el empleo que la ciencia moderna, en especial el psicoanálisis, hacen de i» n n a ^ i M - ' ^Vectorw que antes describimos en l o í P ? f de materia prima a recurso teórico JníS ° b j e 5 ° 1 d e a n a l l s i s ' e s resultado de la lectura epistemológica del mencionado proceso. Queremos intentar la reconstrucción histórico-genealógica del mismo. Los saberes, quehaceres y sus respectivos poderes muestran en su compleja arquitectura, en su funcionamiento y efectos, la voluntad que los anima cuando se reconstruye su posición sin privilegio alguno (o sin el privilegio de heq au/¿ a t r í b U y e n ) ' ^ la r e d e5°ei en el que se gestan y practican.

del

mundf vivieíte

El Edipo en el mito y en la tragedia según el psicoanálisis

n * * , ^ , d i f e , r e l l t e s versiones que nos llegan del mito edipiano a través de historiadores, literatos y filósofos griegos, nos hablan de un ciudadano de Tebas, hijo del rey Creonte y la reina Yocasta, que debido al prognóstico del a SU p a d r e y se casará con su madrp'n f f 0 8 su madre ) fue mandado a matar por su progenitor. Ya conocemos las vicisitudes a través de las cuales se salvó,

dfrnSÍ0 ? ° í l b l ° y . M e r ° P e c o m o ^redero del tronó de Corrnto (Estado vecino), volvió a Tebas y lanzado a I V - n t U r a r e a l l z ó e l f ^ e s t o vaticinio. Lo importante a destacar aquí es que: 1») Existen numerosos mitos de otras civilizaciones de texto similar. 2?) Existen numerosas versiones del mito griego en que las vicisitude^ y el desenlace son diferentes. Por ejemplo algunas pollas que el rey tebano realiza un destino plácido y feliz Z J 1 ^ ^ n a ™ n s e c " e n c i a terrible. 3?) Una lectura cuidad / e r T t e s v e r s i o n e s > y aún de la consagrada ™fi?V ^ L ^ demuestra énfasis muy diversos, buena parte de los cuales no privilegia en absoluto las peripecias del parricidio y del incesto, es decir de la transgresión de las leyes que rigen las relaciones de parentesco.

Lo que se desprende de las mismas fuentes es que l o que se resalta es todo lo referente al problema de loa orígenes del deseo, del saber, de la palabra, del goce, d e la culpa y de la muerte (efectivamente) pero estrictamente en función de la problemática de la producción social, del poder político, del derecho jurídico y del p r e s tigio comunitario. Todo eso referido a la f o r m a como esos determinantes se dan en una familia regia (efectivamente) pero notoriamente subordinado a la función, que ella cumple en un determinado tipo de organización social. Más aún, el papel de las citadas peripecias se destaca en el pasaje de una f o r m a de organización a otra. La^ tríada teatral de Sófocles: "Antígona", " E d i p o R e y " y "Edipo en Colona", de entrada recoge una versión del mito y desecha las otras, lo cual indica, si no una intención deliberada, p o r lo menos una adecuación a determinado procedimiento específico de la representación t e a tral que, p o r ser una f o r m a propia original e irreductible de práctica social, "hace y es hecha" por la historia. La lectura psicoanalítica de la versión trágica del mito ha generado innumerable cantidad de ensayos bibliográficos. Nosotros hemos llegado a examinar algunos de ellos (Freud, Rank, Ferenczy, Jones, Klein, Stein, Ortigues, Leclaire, Safouan, Pontalis, Anzieu y, p o r supuesto, el mismo L a c a n ) . Imposible hablar de una concordancia entre ellos e injusto resumir algo que sería la "posición psicoanalítica" al respecto. Sin embargo no es impropio decir que "naturalmente", o sea por la " n a turaleza" de su teoría, método y técnica, el psicoanálisis ha visto a la trilogía sofocleana como un dispositivo estético destinado a "representar" la esencia, función y efectos de la estructura inconciente de la subjetividad psíquica ( p o r así llamarle). El texto simboliza, p o r medio de los instrumentos dramáticos, la condición del sujeto deseante escindido (animal humano inserto en los sistemas simbólicos) determinado como efecto por la acción de u n ente material no corpóreo (la estructura) cuya existencia e influencia desconoce (la v e r d a d ) . Alienado en un saber acerca de sí y del mundo de los objetos p o r el cual cree decidir su destino, ignora: la ausencia de la estructura

en su discurso como f o r m a que aquella tiene de determinar a éste, la falta de objeto que moviliza a su deseo y la pura nada que su yo mismo es como efecto de su representación por ausencia en el lenguaje; la complementariedad entre el deseo (que es deseo de un otro que lo engendró) que lo impulsa y la ley del otro (el sistema de simbolización, sus reglas), complementariedad ésta consistente en que la ley posibilita la diferencia y disp a r a el deseo de extinguirla, puesto que el dispositivo funcionará en tanto la realización del deseo sea imposible e irrealizada. Esta constitución estructural del sujeto, entre la biología y el lenguaje, es inmanente a la estructura de las relaciones de parentesco con sus leyes de prohibición del incesto (no coincidencia de las relaciones de alianza con las de consanguineidad) y tiene como soporte institucional a las diversas f o r m a s de la familia social. Esto es cierto a condición que se entienda que desde el psicoanálisis, tanto la obediencia como la transgresión de las leyes que organizan las relaciones de parentesco no implican que el incesto sea posible, porque toda relación de objeto es irrealizable. El saber de Edipo, descifrador de enigmas, y su orgullo de supuesto dueño de su ser y de su conocer, lo llevarán a desafiar al oráculo (representación imaginaria de la verdad) para caer en su destino parricida e incestuoso en cuanto más hace para evitarlo. La evidencia del desenlace y la emergencia de la verdad del inconciente, como resultado de una investigación que Edipo promueve sobre el mismo sin conciencia, lo llevan al auto castigo y a la renuncia a toda ilusión y esperanza en la realización plena y autoconciente de su deseo. Edipo es, en suma, para el psicoanálisis, el héroe dividido que piensa donde no es (y ahí cree f r a g u a r sus fines y sus medios) y es donde no piensa (que es donde sus determinaciones estructurales repetitivas lo conducen a la reiteración de un destino que no conoce ni controla). P e r o también es el héroe reintegrable, en la medida en q u e se hace accesible a la emergencia de la verdad y puede asumirla: en la obra sofocleana por ejemplo, como e f e c t o de una investigación que aludiría fuertemente al

psicoanálisis mismo. Es importante comprender que en ésta, nuestra demasiado sintética y "artificial" versión de la lectura psicoanalítica del Edipo tragedia, la clave de la interpretación es la "dinámica familiar" regia, la transgresión de las leyes de parentesco, pero fundamentalmente la representación simbólica de la constitución, composición, transformación, reproducción y efectuación de la estructura del sujeto-deseante. Se entiende, en consecuencia, cuál puede ser la tesis psicoanalítica acerca del mecanismo estético de la tragedia griega y de su perdurabilidad hasta nuestros días. La parábola dramática edipiana, tanto como representación-escritura, como representación teatral, es un producto de, digamos, simbolización sublimatoria, y su reproducción escénica asocia por identificación simbólica al espectador, que participa así del goce creativo, "realización" significativa del deseo, a pesar de la truculencia de las vicisitudes de la trama. Me parece que ahora resulta más claro cómo, a través de la interpretación psicoanalítica de la tragedia y d e su efecto estético, queda convalidada la universalidad y a-historicidad del sesgo psicoanalítico de concebir un modo de producción de la subjetividad. Lo que resta por demostrar es que ese sesgo no sólo legitima la lectura de ese modo, sino que contribuyó a implantarlo y lo reproduce, impidiendo otros.

Críticas a la lectura psicoanalítica y otros abordajes posibles de Edipo Como decíamos anteriormente, la crítica de los resultados universalizantes y a-historizantes que consolida la peculiar trayectoria del Edipo en el psicoanálisis, exig e una cantidad de complejas consideraciones. Hemos visto que no es solamente el psicoanálisis estructuralista sino también cierta antropología, lingüística y aún historia socio-económica, del mismo cuño, que por sus supuestos y modos de abordaje generan y refuerzan los citados efectos. Básicamente se trata de la lectura del mito, la

tragedia, y la subjetividad misma como "materiales" o r denados por el juego combinatorio intra e inter-sistémico de estructuras formales abstractas que los determinan como efectos formales concretos. E n esta perspectiva, el problema no reside apenas en que el psicoanálisis pretenda imperialísticamente que su explicación del mito y la tragedia con sus recursos teóricos universales e intemporales sea la única o la mejor. Y a hemos señalado que la complementación de la lectura psicoanalítica con otras que nos hablan de la "función social", "institucional", "ideológica", o hasta "político-económica" y "estética" del mito y de la tragedia, no bastan para solucionar el problema. P o r ejemplo Levy-Strauss interpreta el mito edipiano como expresión de la duda de si el hombre se origina de lo único (la tierra) o de lo dual (dos seres humanos). En cierto sentido pueden hasta contribuir a consolidar la capacidad persuasiva de w solución propuesta. Eso sin contar con que ciertas interpretaciones estructuralistas "prometen" la correlación social del mito y no la realizan nunca. La cuestión de f o n d o parece pasar p o r la esencia de ciertos supuestos teóricos compartidos por todos esos abordajes. Básicamente se trata de la convicción de que los sistemas de producción serían disociables de los de poder, significación y deseo, mientras que estos tres últimos, a su vez, serían abordables p o r separado siendo explicables como regidos p o r respectivas estructuras. Una vez colocados estos principios, se resuelva o no articular estas estructuras en una estructura o sistema totalizante, y se a f i r m e o no que algunas son transformativas o todas son apenas reproductivas, se sostenga que unas "usan" o no a las otras para realizar sus procesos, las consecuencias que criticamos se darían innevitablemente. Ellas serían: I ? ) L a actividad considerada propiamente productiva tiende a restringirse a la producción de bienes m a teriales. 2?) L a actividad de poder, deseante y significante se entienden como desenvolviéndose en los circuitos de

intercambio y se prestan así para ser explicadas como efecto de la combinación de una batería de elementos f i j o s suponiéndose que tienen que ver contradictoriamente con la re-producción de las condiciones de producción d e bienes materiales a la cual están subordinadas dialécticamente. . . o que no tienen nada que ver con é s t a . . . si bien, a su vez no se sabe que tienen que ver entre sí. 3?) La actividad deseante es restringida al ámbito familiar y luego aceptada como aconteciendo en el social " e x t e r i o r " como "ampliación" o "extensión" del primero. O bien, la actividad deseante es atribuida a la dinámica del "sujeto" como entidad producida enteramente en el espacio de la "representación" significante y relacionada p o r "ausencia" o "imposibilidad" con la realidad "exterioridad" no-subjetiva, no-significante, no-deseante. 4 9 ) Todo lo anterior contribuye a que la realidad sea entendida y tratada predominantemente a nivel de las f o r m a s instituidas y establecidas, favoreciendo la selección y el encuadramiento de las infinitas potencialidades de la esencia productiva, energética y fluida de lo real. E n otras palabras: se considera y trata lo nuevo en la combinación de causas invariables. Lo diferente sería la nueva f o r m a en que retorna o se repite lo mismo. El enfoque alternativo del "material" edipiano, que a continuación trataré de resumir, está basado en ensayos hechos p o r los modernos helenistas Vernant y Vidal Naquet, p o r el f i l ó s o f o Foucault, p o r el antropólogo Bachofen (tal como es retomado p o r Morgan y Engels y comentado por F r o m m ) y los especialistas en teatro grieg o : Lesky, Brandao, Kitto y otros. Esa bibliografía e s fácilmente accesible. Su lectura nos ayudará a comprender las tesis de Deleuze y Guattari en las que nos hemos apoyado principalmente en este seminario y que, d e una f o r m a u otra, hemos ido adelantando en reuniones anteriores. Vernant y Vidal hacen la crítica de la perspectiva psicoanalítica acerca del mito y la tragedia edipianas a partir del desmenuzamiento de un trabajo de Anzieu. T o mando lo que me parece fundamental de ese cuestiona-

miento, los helenistas parten del momento en que E d i p o decide consultar al oráculo de Delfos aparentemente m o tivado porque en una fiesta un alcoholizado indiscreto lo llama de " h i j o supuesto". A la consulta de Edipo el oráculo responde lateralmente diciéndole que "mataría a su padre y se acostaría con su madre". Frente a esa respuesta Edipo resuelve no volver a Corinto y partir para la aventura en dirección al desenlace que conocemos. Anzieu interpreta esta decisión como un acto fallido. Edipo, por querer evitar su destino "edipiano", se precipita en él. Para aceptar esta interpretación hay que suponer que, de alguna manera, Edipo "sabe" que Polibo y Merope no son sus padres y "desea" encontrar a los verdaderos progenitores para concretar parricidio e incesto. Edipo toma literalmente el vaticinio y no se pregunta el por qué de la "para-respuesta" oracular, porque sería esa respuesta y no la que correspondería a su interrogante lo que verdaderamente lo impulsa. Es decir, Edipo acredita píamente en lo que Apolo pronostica y entiende que el Dios da p o r cierto que él es hijo de los reyes de Corinto. Los helenistas observan que, en ningún pasaje de la tragedia Sófocles da el menor indicio de que Edipo sepa que los reyes de Corinto no son sus padres. Si lo sopechase y temiese el destino "edipiano" le bastaría con volver a Corinto, quedarse allí y casarse con alguna joven. ¿ P o r qué Edipo no vuelve a Corinto? Según entendí la propuesta de los helenistas Edipo es caracterizado p o r Sófocles como un hombre extremadamente orgulloso y seguro de sí, cuya máxima aspiración es la de ser rey. Para obtener ese objetivo, según las normas vigentes en la Grecia antigua, al candidato debía pertenecer a un linaje noble (tanto m e j o r si fuese hijo de reyes) y tener una confianza absoluta en su entendimiento y sus decisiones. Si Edipo "reprime" alguna cosa (por así decirlo) no es sus deseos parricidas e incestuosos, sino el miedo de ser plebeyo y el de equivocarse. Es eso lo que lo lleva a interpretar el dictado del oráculo como efectos originales que se activan gradativamente (ambiguo como siempre) sin la menor sombra de duda. El es, seguramente, hijo de los reyes de Corinto, y si

retorna a su ciudad realizará la profecía t r a n s f o r m á n dose así, y a no en rey (como lo merece p o r origen y sabiduría), sino en un monstruo que puede tornarse "pharmakos" (buey expiatorio) para sus conciudadanos. Edipo* se precipita en su destino "edipiano" no volviendo a Corinto para poder sentirse totalmente cierto, de su origen elevado y de su elevado discernimiento. Ese mismo c a rácter sería el que lo lleva a reaccionar violentamente y matar al personaje de la encrucijada y a casi toda su comitiva ( L a y o ) ; a arriesgarse a descifrar el enigma de la e s f i n g e ; a aceptar el casamiento con una m u j e r mucho más vieja que él para acceder al trono ( Y o c a s t a ) ; a emprender sin hesitación alguna la investigación que el pueblo pide ante la nueva respuesta del oráculo ( " H a y penuria en Tebas porque existe entre los ciudadanos un parricida incestuoso"). Son esas mismas "motivaciones" las que impulsan a Edipo a ignorar que él podría ser ese transgresor apuntado por el oráculo; que los escrúpulos de Yocasta, Creonte y Tiresias a propiciar su investigación muestran afecto y preocupación p o r su persona y no procuran demostrar su origen humilde ni cuestionar su lugar de rey. Edipo se niega a ver que él es "doble". P o r un lado el clarividente que salvó a la ciudad y, por el otro, el causante de las nuevas desgracias que la asolan. No se trata pues de que los helenistas pretendan negar la vigencia de las leyes de prohibición del incesto y el parricidio en la Grecia antigua, ni su registro conciente o inconciente en todos los personajes del drama de Sófocles. Apenas tientan evidenciar cómo la interpretación psicoanalítica, debido a su intención de demostrar a ultranza la universalidad e intemporalidad de los supuestos de la teoría freudiana los propone como motores de la tragedia, falseando así el sentido histórico y estético de la misma. Los griegos reconocían plenamente la oposición entre "philia" y "éros", los afectos entre miembros de la familia (que eran considerados desdoblamientos de un mismo ser) y con otros (opuestos p o r sexo y parentesco), pero esa problemática estaría, en la tragedia, totalmente subordinada a la del poder, el saber y la relación del hombre con los dioses.

El efecto estético de la tragedia, según Vernant y Naquet, no es la realización en el texto y en el espectador de los deseos "edipianos" sublimados. Analizando la condición ambigua, contradictoria, permanente y bruscamente mutante del protagonista y de la t r a m a : (dichoso y desgraciado, sabio e ignorante, excelso y degradado, juez y culpado, rey divino y monstruo animalesco y expiatorio, salvador y corrupto causante de desgracias, víctima y victimario, rebelde y obediente a los dioses, " d e tective" y "delincuente" de una "novela policial arcaica", etc., etc.). Edipo y su destino p o r medio de las incesantes inversiones que se operan en el decurso de la tragedia hacen revivir la enigmática e inigualable condición del hombre. Enigmática p o r esencia, ella sorprende, espanta y maravilla, en cada "metabolé" (mudanza inesperada) y se muestra inagotable como fuente de posibles interpretaciones. Es en esa dirección que Foucault va a retomar las ideas de los modernos helenistas, y otros textos clásicos, para elaborar una importante re-lectura. En unas conferencias ( " L a verdad y las formas jurídicas") Foulcault intenta (dentro de una tradición nietzscheana) hacer una crítica de la a-historicidad y la universalidad que ciertos filósofos y otros pensadores occidentales han infund i d o a la categoría de "verdad". A los fines que nos interesan, recuérdese que Lacan (dentro de una línea de m a r cadas influencias platónicas-hegelianas y heiddegerianas) entiende "verdad" como la emergencia, en el discurso del "saber", de significantes inconcientes sobre los que "pesa proscripción" (estaban reprimidos). Foucault postula que las diferentes formaciones históricas han tenido muy diversas maneras de "producir" aquello que (desde la nuest r a ) podemos llamar "la verdad", pero que en rigor no existe como objeto universal e intemporal. El f i l ó s o f o e historiador francés considera que el m e j o r camino para demostrar esa tesis es investigar las prácticas j u r í dicas, por medio de las cuales las diversas sociedades han procedido para determinar los "hechos" cuestionados, en «conflictos para decidir sobre "culpabilidad" e "inocencia" y así administrar "justicia". E s para cumplir con ese

propósito que examina la tragedia de Sófocles en términos de la famosa duplá poder y saber, que él contribuyó tanto a tornar actual. Comienza enfatizando en que ni él ni otros autores (Deleuze, Guattari y Lyotard) están interesados en investigar estructuras formales que subyacerían a los fenómenos históricos. Dice que ellos hacen investigaciones de "dinastía", o, dicho de otra manera, de las relaciones específicas que en cada civilización se establecen entre poder y saber, entre hegemonía política y f o r m a s de conocimiento. Ese estudio se propondría no tanto en función de las f o r m a s de producción económicas (que en nuestra cultura son más conocidas), sino a las prácticas judiciarias que, sin duda, son parte fundamental del poder político de cada sociedad. Foucault dice que la tragedia de Edipo es el primer documento que tenemos de las prácticas judiciarias griegas y que puede resumirse su trama, así entendida, como una historia en que un soberano y un pueblo, ignorantes de un cierto acontecimiento, consiguen, p o r medio de una serie de técnicas, descubrir su realidad poniendo en cuestión la propia soberanía del soberano. La historia de Edipo es la de la investigación de una "verdad" por medio de un procedimiento de indagación que obedece exactamente a las prácticas judiciarias griegas de esa época. Cita un pasaje de la Ilíada en que un pleito entre Antiloco y Menelao, en una corrida de carros, no necesitó para dirimirse de la opinión de un testigo presencial (especie de " f i s c a l " de la carrera que seguramente debió haber asistido a los f a s t o s ) . P o r el contrario Menelao exige a A n tiloco (el acusado) que j u r e p o r Zeus que no había c o metido irregularidad alguna. Antiloco, enfrentado a esa "prueba" (en el sentido de "test") renuncia a j u r a r y reconoce su falta. Si Antiloco hubiese aceptado el desafío cabría a los dioses (que todo lo saben) decidir si era inocente o culpable y castigarlo o no. Esa modalidad de justicia en la Grecia arcaica f u e retomada en la Alta Edad Media. E n la tragedia de Sófocles esta práctica a veces reaparece. (Nosotros podríamos agregar que persiste actualmente en el juramento que los testigos hacen con la mano en la Biblia. Si fuera fehacientemente creída

esa promesa de decir "la verdad, nada más que la verdad y toda la verdad" haría el juicio innecesario). Mas la forma de la justicia en Edipo, según Foucault, es otra. Funciona según lo que él llama "la ley de las mitades". Cuando la peste se abate sobre Tebas durante el reinado de Edipo, éste manda a consultar el oráculo. Apolo responde en dos tiempos, d i c e : "Si quieres que la peste a c a be, lava la conspiración". Preguntado nuevamente acerca de en qué consiste y quién la perpetró, responde que f u e asesinado Layo y cuando se pide que diga quién lo asesinó se niega a responder. Se sabe una mitad y falta la otra. Cuando se pregunta a Tiresias, adivino y vidente, quién fue, contesta: "Fuiste tú, Edipo, quien lo mató". Queda así configurada la mitad divina de la verdad (Apolo-Tiresias). Como Edipo prometió identificar y expulsar al culpable, debería cumplir su juramento. Sin embargo la tragedia muestra aquí la necesidad de esclarecer la otra mitad de la verdad, como si en la Tebas de esa época ya la primera mitad no bastase. Pero esta segunda mitad está a su vez, como la primera ( A p o l o , Tiresias), constituida p o r dos partes a su vez. Yocasta dice a E d i p o : " T ú no fuiste, porque Layo f u e muerto en una encrucijada p o r varios hombres" (lo de varios nunca queda aclarado en la t r a g e d i a ) . Edipo responde: " P e r o yo maté un hombre en una encrucijada". Esa afirmación y a sería, bastante, pero es preciso el testimonio de dos personajes, dos esclavos, porque aún queda la esperanza de que el oráculo había afirmado que Layo sería muerto por su hijo, y aún no hay certeza de que el hombre asesinado en la encrucijada fuese Layo ni de que el asesino fuese Edipo, ni que Edipo fuese hijo de Layo. Esta última duda resuelta p o r la declaración de un esclavo que viene de Corinto a anunciar la muerte de Polibo, y cuando Edipo se alegra de no ser él quien lo mató, el esclavo explica haber recibido a Edipo de manos del otro esclavo (quien debía matar a E d i p o ) . A m b o s así certifican que Edipo no es hijo de Polibo, aquí podría agregarse, según me parece, que el segundo esclavo es el sobreviviente d e la comitiva de Layo. El ciclo se ha cerrado. Una c o n f i guración de poder (Layo, Yocasta, E d i p o ) que posee el

privilegio de determinar lo que es "verdad" y que f u e quebrado a pedazos p o r el delito de mandar a matar E d i p o desencadenando todas las vicisitudes posteriores, se recompone como un rompecabezas. Se trata de la misma secuencia que caracteriza entre los griegos al "símbolo". Alguien, p o r una cuestión de poder quiebra un " d o c u mento" (cerámica, papiro, etc.) y entrega una mitad a alguien, puede recomponerlo y usarlo cuando esa persona se lo restituye y consigue juntar las partes coincidentes. E s a es una técnica a la vez jurídica, política y religiosa de demostrar una verdad destinada a resolver la legitimidad de un poder. L a recomposición del símbolo se realiza así en tres niveles: l 9 ) El testimonio dado p o r la mirada omnisciente e intemporal de los dioses y sus enviados (Apolo-Tiresias). 29) El testimonio de los soberanos dado p o r su mirada omnipotente debida a su función de hegemonía. 3?) El testimonio humilde de los esclavos, propiamente humano, dado por su mirada " e m pírica", limitada y retrospectiva enunciable como " y o vi". Hay pues, una coincidencia entre la mirada de los dioses y la de los esclavos, siendo ambas de muy diferente naturaleza. ¿Cuál sería el significado de la mirada de E d i p o ? Aquí Foucault discorda nuevamente con las versiones que hacen aparecer a Edipo condenado como el hombre a la vez sabio y ciego, incapaz de ver (entre ellas, la psicoanalítica). Foucault sostiene que lo que se condena en la tragedia es una determinada manera de asociarse, en Edipo, cierto poder y cierto saber, que "ya estaban siendo eliminados en la Grecia del siglo V en que la tragedia f u e escrita y representada". La tragedia se denomina " E d i p o tirano" y no " E d i p o incestuoso o parricida". Lo que se condena es el saber autocrático. Un exceso de saber, no enseñado por nadie y no sometido a otros testimonios, que era "necesario" para que un rey de la Grecia arcaica tomara el poder por sí solo y lo a d ministrase sin consulta alguna. El rey se consideraba hacedor de las ciudades, éstas eran de su propiedad, y era él quien encarnaba la ley sin discusión posible. Los tiranos eran los hombres semi-divinos y "providenciales" (cortio hoy se dice) y ciertamente consiguieron cierto

orden y prosperidad para las ciudades. El nacimiento de los estados griegos "constitucionales" o "pseudo-democráticos" representada en esa coincidencia entre el testimonio popular y el divino tornó la f i g u r a del tirano obsoleta y prescindible. Es p o r eso que en la tragedia Edipo nunca confiesa sentir culpa p o r el incesto y el parricidio (bastante común y aceptado en las familias imperiales anteriores y posteriores). Nunca se justifica diciendo que transgredió "sin saber". El está apenas ( y todo el tiempo) preocupado p o r mantener el poder en base al ejercicio de una modalidad de saber (autónomo e infalible) que lo colocó en el trono y lo mantenía en él. Edipo es el que "no supo" porque "podía demasiado". Pero "podía demasiado" porque "supo como tomar el poder", y lo tomó porque el pueblo le atribuía el "saber" absoluto acerca del mensaje de los dioses que "todo lo saben y pueden". La intención de Sófocles iba a ser retomada p o r Platón quien creó el mito, aún vigente en Occidente, de que existe una incompatibilidad entre saber y poder, muy próximo a la afirmación psicoanalítica de que el analista es "neutro", o, en la más sofisticada de las versiones, de que su poder no es el de un saber, sino apenas el de crear condiciones para que se aparezca "la verdad" del sujeto inconciente. Para Platón el "científico", para acceder a la verdad, debe renunciar al poder político. Es claro que si en Sófocles aparece reivindicada la mirada del esclavo, en Platón ella es desvalorizada en provecho de la "mirada" racional del filósofo, único que tiene acceso al ciclo inteligible de las ideas. Pero el interés principal de Sófocles y Platón es el de atacar el saber-poder de los tiranos, herederos de los emperadores orientales y asirios, así como en Platón se agrega la crítica de los sofistas, herederos de Edipo en cuanto consideraban la filosofía como retórica, es decir, una f o r m a de la " e r í s t i c a " . . . apenas una lucha para vencer en una discusión. L a tragedia es, entonces, para Foucault, una especie de resumen r i tualizado de la historia del derecho griego, que presenta el momento en que se realiza una de las grandes conquistas de la "democracia" ateniense, el avance p o r el

cual el pueblo se apropió del derecho de definir lo que es verdad y decirla, oponiéndola a la de sus señores, de juzgar a aquellos que lo gobernaban. Del Edipo tragedia al inconciente como fábrica Llegamos a este punto de la exposición con la impresión de tener los mínimos elementos necesarios para comprender esa "peculiar trayectoria" que hemos intentado trazar y que denominamos: "Edipo, de materia prima a material de análisis". Ella se cierra con la interpretación estructural psicoanalítica del mito y la tragedia, algunas de cuyas críticas ya hemos sintetizado. A los fines de ampliar esas críticas y de introducir a una concepción alternativa, no sólo del deseo inconciente, sino del universo humano, agregaremos aquí algunas consideraciones finales. Esa singular coyuntura que en el pasaje de la Grecia antigua a la clásica hemos caracterizado siguiendo la interrelación del mito y la tragedia edipianas, el surgimiento de la filosofía racionalista helénica y el cambio del derecho de la prueba al del t e s t i m o n i o . . . incluye, como es de esperar, muchos otros aspectos. El marco general en el que se dan estas relaciones es el de la mu-, danza de las tiranías arcaicas al régimen estatal democrático de la polis griega, particularmente en Atenas, que coincide con las transformaciones económicas dadas por un enorme crecimiento demográfico en esos estados, obligando a un expansionismo fundiario, a la implantación de colonias, al comercio de ultramar, al comienzo de una especial industria artesanal y de cierta tecnología, etcétera. Si bien no podremos ocuparnos de todos esos importantísimos factores, apenas trataremos de mencionar algunos para empalmarlos con otros religiosos y jurídicos que intervienen en la coyuntura antes mencionada y a los cuales no nos hemos referido. El pueblo griego antiguo es resultante de la emigración hacia el sur del Mediterráneo de pueblos indo-

europeos arios errantes y nómadas en torno al año 1500 antes de Cristo. Ellos se establecieron en una vasta área ocupada por la civilización egea y cretoninoica a la que destruyeron e incorporaron. La civilización helénica así implantada se subdividía en tres variedades: la jónica, la eólica y la dórica. Los griegos estaban rodeados por otras civilizaciones como la de los caldeos, los macedonios, los tracios, los lidios, los medos, los persas, los cimerios, asirios, escitas, elamitas y, más distantes, los indos, los chinos y los egipcios. Los helénicos se establecieron en conglomerados dispersos y sin comunicación entre sí p o r influencia de la accidentada geografía del área, hasta que su crecimiento económico y demográfico los llevó a f u n dar ciudades. Estos " f e u d o s " eran gobernados p o r reyes impuestos p o r la fuerza y la astucia que detentaban un poder absoluto ejercido sin consulta alguna. Denominados "tiranos" tuvieron un papel positivo y negativo a la vez, instaurando un cierto orden, pero manteniendo una prolongadísima guerra con todos los " f e u d o s " vecinos. Posteriormente con la fundación de los grandes estados griegos como Atenas, Esparta, Corinto, Tebas y Mileto, y más aún con la formidable empresa de Filipo de Macedonia y su hijo Alejandro Magno de unificar la Grecia en un gran imperio, las guerras de conquista incluyeron a los inmensos imperios vecinos tales como los asirios, los lidios y los persas. En el período que importa a nuestro tema, entre los siglos V I I y V antes de Cristo, el problema político de los grandes estados-ciudades griegas era pasar de la organización tiránica arcaica a la democracia estatal clásica. Es en el seno de ese pasaje donde se da la lucha entre las concepciones religiosas y jurídicas primitivas, bárbaras, imperiales orientales y helénicas tiránicas p o r una parte (cuya principal f o r m a de expresión era oral y mítica, aunque los imperios orientales ya habían inventado la escritura) y la filosofía y el derecho racionalistas griegos clásicos de la polis (estados-ciudades). A p e nas para dejar insinuada esa diferencia a nivel de o r ganización social recordemos que los reinos tiránicos eran el gobierno de las oligarquías locales encabezadas p o r

«1 rey, quien mandaba sin leyes. L a llamada democracia g r i e g a era una especie d e c o r p o r a c i ó n d e ciudades que participaban a través de varios organismos comunitarios en la elección de f u n c i o n a r i o s así c o m o en las grandes decisiones p o r voto público y abierto. E s claro que estos derechos excluían a los siervos, esclavos, extranjeros y m u j e r e s , siendo que la aristocracia noble y propietaria c o n t i n u a b a teniendo p r e f e r e n c i a para o c u p a r los lugares d e poder, particularmente el d e monarca. D e cualquier f o r m a t o d o s estos actos políticos estaban regidos p o r leyes, enunciadas y aplicadas p o r diversos cuerpos de m a g i s t r a d o s siempre c o n participación ciudadana. E s en ese contexto que se d a la encrucijada que o p o ne la religión ctónica ( p r i m i t i v a y b á r b a r a ) de las p r o f u n d i d a d e s de la tierra (a grandes trazos irracional y m á g i c a ) representada en determinada selección de los temas míticos y en la mitología c o m o f o r m a de c u l t u r a . . . y la religión ateniense (olímpica, de las a l t u r a s ) , en que los t e m a s míticos son preferenciados de otra manera y la mitología m i s m a es subordinada al pensamiento f i losófico-especulativo. E s t a oposición coincide con otra, que antagoniza al derecho arcaico, que se centraliza en l o s poderes de la familia y la sangre, p r o p i c i a n d o la ley vengativa del Talión, p o r u n l a d o . . . versus el derecho g r i e g o clásico de la polis que enfatiza en los intereses c o munitarios d e la ciudadanía resguardando, es claro, el p r i v i l e g i o aristocrático. El p r i m e r o se relaciona, según B a c h o f e n , con la organización matriarcal, m u y f r e c u e n t e e n las sociedades tribales de la Grecia arcaica, versus el o r d e n patriarcal, p r o p i o de la democracia de la Grecia clásica. Heterismo, amazonismo y demetrismo ( E r o s ) vs. androcracia ( l o g o s ) . E n el seno de la lucha mitológico-religiosa, Nietzsche ha enfatizado en la contraposic i ó n entre Baco-Dionisios, c o m o D i o s de la " d é m e s u r e " ( e x c e s o ) , del " é x t a s e " (salir de s í ) , del "enthusiasmos", que en sus rituales orgiásticos ( " b a c c a n a l i a " ) , induce a la " h y b r i s " (violencia contra los dioses) y a la " a t é " ( c e g u e r a de la r a z ó n ) para t o r n a r a sus fieles " h y p o c r i t e s " (aquel que responde desde f u e r a de sí, es decir, un " a k t o r " , un " o t r o " ) . . . p o r el o t r o lado estaría "Apolo-

Atenea", dioses de la "ratio" (medida) que dotan a los hombres de todo cuanto es superior, noble y bello (kalos kagathos), le hacen gustar de objetos refinados ( a g a l m a ) , le dan conciencia de las reglas evitando que caigan en falta grave "hamartia", respetando los principios de la sabiduría "gnóthi sauton" (conócete a ti mismo) y los de la justa medida "medén agan" (nada en e x c e s o ) . Se evita asi convertirse en un "anér" (héroe) que generalmente p o r obra de un "daimon" (demonio) cae en manos de moira" (el destino ciego, la punición) o provoca la nemesis" (venganza celosa de los dioses). Muy sintéticamente dicho las "baccanalias", fiestas rituales populares dionisiacas en que los participantes se disfrazaban de sátiros, bebían y danzaban hasta el delirio y en las que se sacrificaba un buey sagrado (imagen de Dionisio) que luego resucitaba, mientras se cantaban ditirambos, habrían sido recapturadas en la tragedia, arte aristocráJ r a g ? f " ( b u e y ) y " o i d e " ( c a n t o ) , así como de rragos-Theios (buey divino) o "Pharmakos" (buey paciente o expiatorio) habría nacido la "Tragoidea" (latín) o tragedia', de las lenguas modernas. Según la teoría a la que adherimos la tragedia clásica en general, cuyos principales representantes son Esquilo, Sofocles y Eurípides, prepara la transformación del mito en filosofía racionalista y clásica y de ésta en ciencia occidental. Es sobre todo en Sófocles (Edipo Rey y Edipo en Colona) donde puede apreciarse esa función a la que antes nos referíamos p o r la cual un proceso de legitimación del poder y de producción de la verdad) se muestra como una problemática de las leyes que rige las relaciones de parentesco, que no era conflictiva (especialmente en las familias imperiales) en el modo de p r o ducción despótico o imperial, pero que comienza a serlo en la pohs griega. Es en "Antígona" donde se expresa magistralmente la victoria del derecho paternalista de la pohs ( dike", "ius f o r i s ' ) contra la ley del matriarcado ( t h e m i s ' ) en tanto en la "Orestíada" de Esquilo, el conflicto entre los dos derechos y las dos religiones es resuelto de una manera conciliatoria p o r Atenea, quien con su voto (el famoso voto de Minerva) desempata el juicio

de Orestes, asesino de su madre Clittemnestra, cuyo castigo pide un tribunal de doce atenienses inspirados p o r Apolo, y cuya absolución exigen las Erinias, diosas maternales de las sombras y las profundidades. El antropólogo inglés Kirk, en un serio libro ecléctico, cuestiona con escepticismo las divisiones tajantes qué aquí hemos establecido para caracterizar esa coyuntura de pasaje d e la Grecia arcaica a la Grecia clásica. Observa: 19) Que los mitos griegos soñ menos fantásticos y truculentos que los primitivos, bárbaros e imperiales, y en ese sentido, mal pueden expresar el p o l o mágico e irracionalista que se les atribuye. 2?) Que los mitos griegos, en especial los referentes a las cosmogonías, contienen tentativas de elaboración reflexiva y r a cional de una concepción de mundo que será luego retomada en los textos de Homero, Hesíodo y Herodoto y en los trágicos, así como en los escritos del derecho n u e vo y en las filosofías pre y post-socráticas (platónicas). Cita especialmente al helenista Dodds, quien efectuó un profundo estudio acerca de las relaciones de lo racional y lo irracional en la Grecia antigua, clásica y post-clásica. De cualquier forma, la afirmación de persistencias y continuidades no refuta los cambios, especialmente los de función, del mito en la polis. P o r otra parte los especialistas en teatro trágico discordan con respecto al propósito y mecanismo estético por el cual la tragedia opera sus efectos dramáticos. Hablan de una ambigüedad, contradicción y vaivén que abriría perpetuamente el "misterio" del hombre, y no de una catarsis. Sin embargo, lo que importa para nuestro enfoque es la versión de los helenistas modernos que afirman que el mito y la tragedia junto a otros dispositivos generadores de "creencias" tienen p o r f u n c i ó n : l 9 ) Presentar una organización del mundo, ya objetivamente superada, como aconteciendo permanentemente e n un tiempo fabuloso, evitando así futuras transformaciones. 29) Atribuir la producción de todo cuanto existía a la naturaleza-tierra endiosada (modo de producción primitivo o salvaje) al emperador divino (modo de producción asiático o despótico) o al mundo ordenado de cosmos. 5T

olímpico (sistema de las tiranías helénicas antiguas) o a la entidad del capital-dinero (modo de producción capitalista) . 3^) Centralizar la célula básica de la organización social en la familia nuclear o extensa y en las relaciones de alianza (codificación del M. de P . P . ) o en la familia imperial (sobrecodificación despótica del M. de P . A . ) o en la "familia estructural" o la subjetividad íntima " f o r m a l " (axiomatización del capital). 4?) Circunscribir así el deseo "carente" al ámbito de la subjetividad-familia-representación-intercambio, reservando su investimiento en la producción "material" y en el poder "político" como si fuese un " a f u e r a " y un "después". 59) Concebir y contribuir a reproducir el inconciente c o m o representacional teatral y significante ( o estructural) eterna, universal y exclusivamente edipiano. 6 9 ) Concebir las fugas an-edipianas del deseo (locura) como psicopatología. 7?) Concebir las producciones no-alienadas, es decir, no aprovechables para la generación-acumulación de plus-valías (de riqueza, poder y prestigio) como desperdicio, anarquía y marginalidad, y así contribuir a la explotación y a la represión-general-represión que son condiciones para la reproducción del modo hegemónico. 8?) E n s u m a : entender el inconciente productivo-deseante, natural y técnico como un reservorio de creencias míticas, un mal teatro, un lenguaje reprimido o una lógica combinatoria y no como una fábrica: substancia material misma de la producción.

EL DESARROLLO DE LA AGRESION EN EL INDIVIDUO EN EL CONTEXTO DE SU GRUPO FAMILIAR

HERNÁN KESSELMAN

Pichón Riviére y su teoría del grupo familiar Con el presente trabajo trataré de tender un puente, desde la psicología social y dinámica (teniendo en cuenta datos de bio-psicológica y psicoanalíticas, según Freud y Melanie Klein, y la potencia de la antropología cultural) c o n el tema de "la agresión en distintos modelos familiares de la actualidad". Justamente Pichón Riviére tituló su libro así: "Del psicoanálisis a la psicología social". Comenzamos por Bleger ( 1 ) , quien, siguiendo a Pichón Riviére, describe las tres áreas de la conducta. El área 1 ó de las representaciones mentales, el área 2 ó de las manifestaciones corporales y el área 3 ó de las relaciones interpersonales. Areas concéntricas y simultáneas con alternancia o sucesividad de predominio, ya que lo psicológico es siempre una manifestación de la conducta que se puede comprender en las tres áreas. Advertimos así que lo mental no es igual a lo psicológico, que lo corporal no es igual a lo biológico o fisiológico y que las relaciones interpersonales no son equivalentes a lo social. Las primeras son áreas de la conducta, las segundas son niveles de integración de la misma. Es necesario, al mismo tiempo, señalar que "suele existir en el lenguaje de la vida cotidiana una ligazón de rutina en el vocabulario, por la cual el término agresión viene ligado al término violencia: o son equivalentes o una es causa de la otra o bien se les asigna diferencias cualitativas por lo que una es más mani-

fiesta o más intensa que la otra. Pero no es frecuente encontrar una distinción cualitativa. La misma asociación automática de violencia con agresión es una técnica para evadir tomar conciencia de otra relación: la de violencia con represión. Los tres términos no se pueden entender separadamente, salvo recurriendo a una perspectiva instintivista en la cual, como lo plantean Freud y Melanie Klein, el instinto de muerte y la envidia pasan a ser las últimas r a z o n e s . . . Y así como el psicoanálisis ha traído una modificación, ampliación y profundización del concepto de sexualidad, utilizándolo como instrumento de primera línea para el conocimiento y la transformación del hombre y la sociedad, el concepto de agresión espera aún en psicoanálisis un estudio e q u i v a l e n t e . . . Habría dos tipos de violencia: la violencia de la represión y la violencia contra la represión" ( 2 ) . Desde este contexto general, se diferencia la actividad destructiva como ejercicio, de acción agresiva y perversa en sí misma, de las ideas de violencia imprescindibles para la transformación, el cambio y la adaptación activa a la realidad. Diferente de la adaptación pasiva, que solo representa sumisión connivente. Desde este lugar, Pichón Riviére revisa los conceptos de salud y de enfermedad y es p o r ello que habla de conductas "normales" y de conductas "desviadas". Enrique Pichón Riviére, psiquiatra y psicoanalista, f u e el pionero en el campo de la psicología social en Latinoamérica ( 1 2 ) y desarrolló desde allí sus principales conceptos, como s e r : el concepto de enfermedad como conducta desviada; el de operatividad como acción correctora ; el d e grupo operativo: cuyo ejemplo básico es el g r u p o familiar y cuyo e j e es la tarea realizada p o r un grupo y su coordinador en torno a la resolución de las dificultades que impiden realizar esta tarea, que es, fundamentalmente, el aprender y reaprender a pensar. En el grupo operativo se desarrolla el drama humano y se representan y expresan las síntesis y contradicciones entre individuo y sociedad. Otros aportes s o n : el concepto de vínculo, que incluye las vicisitudes de las 3 D (Depositario, Depositante,

D e p o s i t a d o ) ; el concepto de tareas que, como dije anteriormente, es el eje alrededor del cual gira todo lo operativo; el de divalencia, que critica y aclara los tempranos caminos del aprendizaje señalados p o r la psicología analítica kleiniana; el concepto de liderazgo, portavoz y chivo emisario, como resultado a su vez de los conceptos de horizontalidad y verticalidad grupal y que configura la no-

ción de emergente.

Todos estos aportes han sido realizados durante los últimos 40 años p o r Enrique Pichón Riviére ( 1 1 ) . E n lo que se refiere a la enfermedad mental, Pichón plantea ocho axiomas, que sintetizamos a s í : 1) El miembro enfermo del grupo familiar es el máx i m o exponente y portavoz-depositario de su grupo específico enfermo. Esta es la teoría energicista de Pichón, que está mostrando que el equilibrio se logra merced a un depósito en un depositario que acepta ese depósito y se convierte en portavoz que denuncia la enfermedad en nombre de todos. 2 ) La enfermedad mental es siempre una enfermedad grupal y la unidad básica mínima de enfermedad es grupal, no es individual. P o r lo tanto, no podemos concebir una enfermedad individual sin una distribución de rasgos de patología a partir de una situación básica inicial y grupal. 3 ) El "líder e n f e r m o " está siempre guardando una estrecha relación con el líder "sano" de su g r u p o familiar, de tal f o r m a que es más débil porque es el que enferma, pero es el más fuerte, porque soporta lo que también le correspondería soportar al más sano. 4 ) El miembro enfermo, que está cargado con el desequilibrio grupal es rápidamente marginado o segregado. Es la segregación interna (dentro de la casa) o externa (ingresándolo en instituciones, por ejemplo). 5 ) El pronóstico de todo enfermo que ha caído en este tipo de dinámica en un grupo familiar de-

pende directamente, en f o r m a proporcional, del grado de receptividad que muestra para con él su grupo familiar en aquellos momentos que, con ayuda del coordinador, se intenta redistribuir las ansiedades psicóticas; es decir, si cada uno de los integrantes del grupo familiar puede llegar a " c a r g a r " con lo suyo de distinta manera. 6) Para que la curación se efectúe es necesario reconstruir un equilibrio perdido p o r medio de la reincorporación del miembro excluido, aclarando quién es quién y modificando los estereotipos. 7) El grado de estereotipos es inverso al grado de culpabilidad grupál. 8 ) N o olvidar que los familiares adjudican pero el paciente asume (la enfermedad). Pichón Riviére visualiza al grupo familiar como un todo, una unidad que tiene su prehistoria, su historia, su aquí y ahora y su perspectiva de futuro. Con distintos roles para cada integrante que interjuegan dialécticamente y también como lugar de conocimiento y reconocimiento de los vínculos que los caracterizan (fraternidad, f i lialidad, paternidad, maternidad) como espacio donde configuramos la identidad, con distintas horizontalidades, en permanente (latente colectivo) relación dialéctica con las diferentes verticalidades que lo conforman ( p o r tavoces que configuran lo emergente), con aspectos e x plícitos e implícitos, con canales de comunicación que f l u yen o se estereotipan y que van a permitir crecer al g r u po o estereotiparse, pero siempre como punto de intersección constante entre lo individual y lo social. Y es en esta intersección que iniciamos el desarrollo de los diagnósticos básicos en los diferentes ámbitos del comportamiento humano. Pichón Riviére en su libro " E l proceso grupal" ( 3 ) y José Bleger en "Psicología de la conducta" ( 1 ) y " P s i cohigiene y psicología institucional" ( 4 ) dejan leer los diagnósticos básicos del grupo familiar y operativo: el psicosocial, el sociodinámico, el institucional y el comunitario, Muy sintéticamente explicaré que: a ) el psicosocial

es la relación diagnóstica del sujeto consigo mismo (la noción de grupo i n t e r n o ) ; b ) el sociodinámico, el de los grupos pequeños cara a cara, como por ejemplo, el del grupo familiar, en interacción de comunicación de roles; c ) el institucional, que es la relación del grupo familiar con todas las instituciones básicas que a su vez se forman tomando como modelo al típico grupo familiar y para las cuales el sujeto necesita, desde el momento que sale de la familia, todos aquellos aprendizajes que se dan fuera del hogar. Las instituciones básicas s o n : las recreativas, donde se desarrolla el ocio, el tiempo libre; las laborales, donde se desarrolla la producción; las educacionales, donde se desarrollan los aprendizajes y aquellas instituciones especiales como los grupos políticos, religiosos, etcétera, que indican agrupaciones humanas de grupos secundarios donde también se realizan unos aprendizajes y a donde también se llevan los moldes que el sujeto h a comenzado a elaborar desde su grupo familiar, y d ) el comunitario, que nos conduce a la axiología o al sistema de valores con el que cada familia se rige en relación a la sociedad donde se mueve. Pichón siempre decía que b a s ta con ver el tipo de escuela que algunos padres eligen para su hijos para hacer un estudio axiológico de cuál es la posición frente a la sociedad que dichos padres tienen frente al sistema de valores de esa comunidad. Esta visión de la f a m i l i a : psicosocial, sociodinámica, institucional y comunitaria, la van a poder encontrar en esas descripciones diagnósticas, que son diagnósticos que vamos a hacer cuando nos aproximemos a un grupo f a miliar en el abordaje técnico para intentar comprender o resolver las conductas agresivas o de todo tipo que de él emerjan. También en los libros de Pichón pueden leerse tipologías de grupos familiares. El grupo familiar es un grupo primario (unidad básica mínima de salud y enfermedad, de normalidad y patología) por ser un grupo cara a cara, de intensa relación afectiva, donde el fenómeno fundamental mecánico es la pertenencia y el fundamento dinámico es la participación, en el sentido antropológico d e la palabra. Los grupos primarios, como el grupo f a m i liar, pueden adoptar, de conjunto, tipos o f o r m a s que se

pueden evaluar exactamente igual que se evalúa a una sola persona y así como hablamos de personas epileptoides o epilépticas, esquizoides o esquizofrénicas, confusas, melancólicas, hipocondríacas, etcétera, vamos a encontrar grupos familiares donde el prototipo de interacción pued e marcar un diagnóstico o una tipología. Los grupos básicos, como lo es el grupo familiar, responden en general a, las tipologías de las psicosis básicas, que son t r e s : la psicosis confusional o epileptoide; la esquizofrénica o esquizoide, donde la escisión, el distanciamiento, la relación ideal, la dificultad de comunicación verbal, la dispersión que tanto caracteriza la cronología comprensiva de un sujeto esquizoide, también se puede aplicar a un grupo f a miliar; en tercer lugar, las maníaco-depresivas o depresivas. Estas tres f o r m a s son la matriz de la tipología diagnóstica y nos servirán tanto como nos sirven los diagnósticos en terapia individual, para poder comprender la evaluación del proceso y para poder planificar la corrección del proceso. A h o r a vamos a trabajar con los puntos que Pichón llama el cono invertido del proceso corrector. Llama el c o n o a una f i g u r a didáctica de dos lados alrededor de los cuales Pichón plantea seis puntos de referencia para comprender la conducta y también para intentar corregirla. Estos puntos de referencia son como los mojones, como los ítems de referencia, no sólo para comprender el comportamiento humano sino para planificar una corrección e incluso para evaluar cuándo nuestro trabajo es eficaz y operativo y cuándo no lo es. Operar quiere decir cambiar, transformar fundamentalmente y de ahí el nombre 2) Para poder

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una familia entera (como si no alcanzara con casarse con uno). Es para salir de su propia familia que elige la familia del otro y se casa con la otra familia. En el segundo caso, los individuos se casan para poder quedarse dentro del grupo familiar de origen; el cónyuge quiere permanecer con sus padres y, p o r consiguiente, incorpora al otro a su propio grupo y lo adosa. Incluye al otro como si fuera de su propia familia; esto se ve muchas veces en caso de hija m u j e r única (o de varias hijas m u j e r e s ) , o de hijo varón único ( o de varios hijos varones) que incorporan al marido o a la esposa al grupo familiar propio. Es una manera de seguir quedándose dentro de su grupo familiar y, a la vez, darle a los padres el hijo varón o la hija m u j e r que no tuvieron. Todas estas divisiones nos sirven para entender los procesos, pero no son compartimentos estancos sino que funcionan dinámicamente y se complementan mutuamente. Ambas modalidades — 1 y 2 — son complementarias. Un sujeto que pertenece al grupo uno buscará como pareja a alguien que esté en el dos y viceversa. La tercera modalidad la constituye el grupo que se c o n f o r m a para poder separar al otro de su familia, para poder aislarlo de la pareja f o r m a d a con uno de los padres. La posición explícita suele ser que lo que uno busca es lograr que el otro "se independice de su familia, para hacerlo crecer y desarrollarse". Pero, por lo general, detrás de todo esto aparecen personalidades muy dependientes de su propio grupo familiar, si bien se trata de una dependencia secreta, oculta hasta para ellos mismos. E s como si no pudieran elaborar el conflicto dentro de su propia historia y tuvieran que elegir a otro para resolver el conflicto. Son por lo general personalidades solitarias pero muy dependientes, aunque aparecen como muy independientes. Provienen de familias muy poco afectivas, dispersas, frías. Suelen buscar en el otro la complementariedad y encuentran a alguien que tiene una familia muy unida; lo que se está dando veladamente es el intento de separar al otro del grupo familiar, p o r envidia de lo que no se tiene o no se tuvo nunca y que el otro tiene. De este modo y en una primera aproximación, di-

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lizado, mantenido y todo lo que corresponde al proceso de evolución de un grupo familiar y pasar a asumir el rol de esposos y luego de padres. Suele observarse, frente al comienzo de estructuración de una pareja, el surgimiento de situaciones triangulares ansiógenas que tienden, defensivamente, a hacerse binarias, es decir, a hacer de a dos, como posibilidad de elaboración de la situación de duelo. E n estas situaciones triangulares se encontraría en una punta el grupo f a m i liar de origen de uno de los cónyuges, en la otra punta el grupo familiar de origen del otro y en la tercera el grupo que acaba de constituirse. Se observan situaciones de exclusión, donde el grupo familiar que se f o r m ó se adosa a uno de los grupos familiares; por ejemplo, a los padres de la esposa o viceversa, excluyendo al otro grupo. Otra posibilidad se da cuando la pareja recién f o r mada se conforma como unidad de a dos y excluyen o aislan a los respectivos núcleos familiares. Se observa cómo frente a esta situación de pérdida cada uno de los integrantes del nuevo grupo viene ya con un duelo que tiene que elaborar y trae una fantasía, con una expectativa, con una esperanza de recuperar lo perdido a través del otro. Estamos frente a lo que proustianamente denomino "a la búsqueda del rol perdido". De esta manera es como se configuran esas situaciones tan claras y tan comunes de la vida cotidiana, donde el varón busca en la m u j e r una mamá que lo cuide y que lo atienda, "tal como mamá hacía con é l " ; o la m u j e r busca "un papá que la proteja y la sostenga o contenga, tal como el padre hacía con ella". No es que estos hijos esperen siempre encontrar en sus parejas los padres que tuvieron; a veces se busca lo que jamás se tuvo. De todas formas, ya sea que se busque lo que se tuvo, o lo que no se tuvo, es siempre la búsqueda del rol perdido; es lo que se tuvo y f u e perdido o lo que nunca f u e tenido. Aparece así en cada uno la ilu-

sión de recuperar el rol perdido, a través del otro. Esta ilusión suele llevar muchas veces a la desilusión. rios de la dialéctica de la pareja conyugal.

Miste-

Todo encuentro es en realidad un re-encuentro y veremos cómo la conformación de una pareja también es un reencuentro. Se busca realmente el rol perdido y, a

S S r t ^ haciéndose una identificación proyectiva, uno se identifica con otro, pero a partir de haberle proyectado una serie de cosas que se b S c a í en el otro, que se quieren encontrar en el otro. Entonces r S driamos a f i r m a r que lo reviste con esa proyección v a u ¡ después, en la medida en que comienza a verse a í o t í o te! c o m o es y no como se quería que el otro ¡ Z n - e s e n t e S e e s t á escamotean^ ío que e? otro r e a l m e n ^ e r s una "persona". P o n a j e , pero debe con-vivir con zar a ^ r S S o í 1 ? * í ? * * 0 d e Io , Proyectado suele comenzar alrededor del séptimo año (existe, a propósito una ó n del s é t i m o año ' e m p i e z a n c o n ^ s problet l Í T r ; mas. La obra pertenece a la década del '50) Lo cierto es que la pareja conyugal actual — y a sea en Argentina como en E s p a ñ a — al igual que la famiha A r t h U r

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E-> " D e l Psicoanálisis a la Psicología Sccial" w L ? + v P » ° C o e f ° « l í U p a l " 2 ) " L a P ^ i a t r í a , una nueva pro! blematica . 3) " E l proceso creador", Ed. Nueva Visión, 1978 as. As., Argentina. ' — "Teoría del vínculo", Ed. Nueva Visión, 1979, Bs A s Ar gentina. '

1 L

~

diana» P p e H ga p d ? Q U Í r ?IaA ^ " P s i c o l ° g ! a de la vida cotidiana , Ed. Galerna, 1970, Bs. As., Argentina.

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Z^ a

RlVev.e'

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Caparros, Nicolás. "Crisis de la familia", Ed. Kargiemar., 1973 A s - Argentina, y Ed. Fundamentos, 1977, Madrid, España.

17'

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E L U C I D A C I O N E S S O B R E EL E C R O *

Un análisis desde la clínica ampliada

J U A N CARLOS D E BRASI

Orientación a c e r c a d

S a S a í a ^ u ^ ^ ^

Una

eXpIoració

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e x i s t a " r ^ l L S uní* Apreciarlo, espacios comuníter os ^ „ l T a ñ l i a c i ó n determinada y una Palabra, c o n j u n t o ^ p k S c o s e n 6 Pero siempre c u a l i f i c a ? , I ^ o hacer ™ ^ ^

mos que lo s o c S P l*l,mentah(kíd™

académicas, afirma-

tas series de " c o n t e c i m i e n t o s S e p a n U ' d f n m e d Í a n t e d i s t i n ' temporalidades y c a S d a d e ; ' n c o e x i . s t e n c i a de múltiples tajantes, aparatos S n ó t t l ' P ° , S e ^ ! o n f * desposesiones Persos, tensiones g e n e r a l i z a d a ^ ^ i ^ r ^ ^ 8 y P ° d e r e s d i s " QU® d l V l d e n a cIases' tratos y sectores « 2 ? ! nales y grupales orgamzacionales, institucioetcEntonces^n^doM^ ^ s ^ a / ^ ^ o u ^ d e lo Q ue su historia X ^ ^ S S ? " ^ P r e n d é mientras se que como k su irradiada

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A esa tarea deconstructiva singular la denomino elucidación. Su modalidad aquí es la de ser casuística. Los trabajos escogidos, sus "voces" y circunstancias están considerados como si fueran los materiales disponibles para el abordaje de un "caso". Asimismo se contemplan variados registros, que van desde el clima que crea un "fallido" o los elementos contratransferenciales en el m a nejo conceptual, hasta una construcción crítica cuando el plano de la indagación así lo requiere. De ahí que el resultado de este sondeo brindará uno de los tantos ejemplares, que permitirían diseñar el territorio de la "clínica

ampliada" \ o sea: resignificación fragmentaria de las condiciones de producción de un texto —relato— acción particular. Labor totalmente opuesta a la práctica ampliada

de la clínica (tal como la meñciona superficialmente Jean Oury en " E l Síntoma y el Saber", Editorial Gedisa, pág. 5 6 ) , transferida según modelos regionales a las intervenciones grupales e institucionales, cuya modalidad es la extrapolación como procedimiento generalizado.

Peculiaridad de los textos2 Los textos eti que Pichón Riviére vuelca una visión panorámica de su fórmula ECRO, giran sobre dos muy particulares. A m b o s son clases, es decir, suponen interlocutores precisos y ámbitos institucionales determinados. P o r lo tanto nos enfrentamos con un doble condi_ 1 La idea de "clínica ampliada" es usada en este texto con la significación apuntada. Fue elaborada sobre una observación de Pichón, en 1964, acerca de la "enfermedad única" ("se necesita una dimensión clínica adecuada a este concepto"). El mismo término, pero con un sentido diverso al señalado aquí, se empleó en un Seminario que di en el CISE-UNAM, México, 1981, cuando se intentaron conceptualizar los efectos terapéuticos en los Grupos de formación. Actualmente la noción de "clínica ampliada" está siendo revisada en profundidad, debido a algunas de las dificultades epistémicas que atraviesan su formulación. 2 Ellos son: "Esquema Conceptual Referencial y Operativo (ECRO)", exposición realizada en la A. P. A., durante el período 1956/57. Apareció en el libro Teoría del vínculo, Ed. Nueva Visión, 1980. Y '^Concepto del ECRO", clase dada en la Escuela de Psicología Social. Fue publicada en la revista Temas de psicología social, N
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