Llorca, Bernardino - Historia de La Iglesa Catolica 03_02
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B. LLORCA S. I.-R. GARCÍA VILLOSLADA S. I. F. J. MONTALBAN S. I.
HISTORIA DÉLA
IGLESIA
CATÓLICA ni
EDAD
NUEVA
La Iglesia en la época del Renacimiento y de la Reforma católica POR
RICARDO GARCÍA VILLOSLADA S. I. PROFESOR DE HISTORIA ECLESIÁSTICA EN LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA DE ROMA
BERNARDINO LLORCA S.I. (t) TERCERA
EDICIÓN
BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS MADRID • MCMLXXXV11
II1
PARTE
Desde el levantamiento de Lutero a la paz de Westfalia (1517-1648)
Reforma
protestante
y reforma
católica
MIRADA DE CONJUNTO
Este período comienza con el levantamiento de Lutero en Alemania, al que siguen próximamente los de Zuinglio y Calvino en Suiza y el de Enrique VIII en Inglaterra, todo lo cual constituye lo que se ha designado en conjunto como la reforma protestante. Ahora bien, si toda la Edad Nueva se caracteriza por la decadencia del espíritu religioso y del prestigio pontificio y por el desquiciamiento de aquella 1 C o m o fuentes para t o d o este período véanse las q u e se indican para toda la Edad Nueva y las anotadas para el levantamiento protestante y la reforma católica e n los capítulos siguientes. Notamos en particular:
F u e n t e s . — M o n u m e n t a Vaticana historiam ecelesiastieam saeculi XVI illustrantia (1521-1546), ed. H . LAEMMER ( F r i b u r g o de Br. 1861); D O L L I N G E R , I-, Materialien zur Geschichte des 15. und 16. Jahrh. 2 vols. (Ratisbona 1862); CORPUS CONFESSIONUM, Die Bekenntnisse der Christenheit, ed. C. FABRICIUS (1928S); S P I N I , G., Storia dell'etá moderna. Dalí'impero di Cario V all'illuminismo (Roma 1960); N A F , W . , Epochen der neueren Geschichte. Staatund StaatengemeinschaftvomAusgang des Mittelalterí, bis zur Gegenwart 11,2 (Aarau, 1960); E N N O VAN G E L D E R , H . A . , The two Refoimations in the VXItb century. A study of the religious aspeets and consequences of the Renaissance and humanism t,La Haya 1961); NÍCKERSON, H . , The loss of uníty ( L o n d r e s r g ó i ) ; CAROCCI, G . , Lo Stato della Chiesa nella seconda meta del secólo XVI (Milán 1961); RANDA, A., Das Weltreich. Wagnis und Auftrag Euiopas im XVI. und XVII. Jht. ( F r i b u r g o d e Breim 1962); NAUBJG, K . - H . , Renaissance and Reformation, 1350-1648. Lesewerk zur Geschichte (Ebenhausen-lez-Munich 1962); HUBATSCH, W . , Das Zeitalter des Absolutismus, 1600-1789 (Braunswick 1962); R E Y N O L D , G. DE, Synthése du XVIIe siécle. France classique. Europe barroque (París 1962); H E L M , P . H . , History of Europe, 1450-1660 ( L o n d r e s 1963); PARRY, J. H., The age of renaissance. Discovery, exploration settlement, 1450 and to 1650 (Londres 1963); HAUSER, H . , La modernité du X V l e siécle, nueva e d . : «Cahiersdes Ann.» 21 (París 1963); C O W I E , L . W . , Seventeenth century Europe ( L o n d r e s 1963); ALBERIGO, G . , Lo svilupo della dottrina sui poteri nella Chiesa universale. Monumenti essenziali tra il XVI ed il XIX secólo (Roma 1964); BARBAGALLO, C , Storia universale. N u e v a ed. IV. Etá della Rinascenza, della Riforma e Controriforma, 1556-1699 2 vols. ( T u r í n 1964); HARRIS, H . W . ( Absolutism and Enlightement (Londres 1965); Geschichte der Khche. III. Reformation und Gegenref., por H . Z Ü C H L E , y A. BOUMAN (Eínsiedeln 1965); BAINTON, R. H . t The history of Christianity ( L o n d r e s 1965). Bibliografía.—Véanse, ante todo, las partes correspondientes d e las historias generales d e la Iglesia, en particular BOULENGER, A., Histoire genérale de l'Église 9 vols. (París 1931-1950); B I H L M E Y E R - T Ü C H L E , Kirchengeschichte i3. a ed. de los vols.i al 3 por T Ü C H L E (Paderborn 19521956); F L I C H E - M A R T I N , Histoire de l'Église, en colaboración con muchos autores (París 19341959); JACQUIN, A. M . , Histoire de l'Église 3 vols. (Brujas y París 1928-48); K I R S C H - H E R G E N R Ó THER, Kirchengeschichte, nueva edición enteramente refundida, 4 vols. ( F r i b u r g o d e Br. y Viena 1930-1950) vol.3, 1305-1648; utilizamos la 6. a ed., preparada por K I R S C H ; desde 1555-1648 ha sido refundida por K. E D E R ; LLORCA, B., Manual de historia eclesiástica 6 . a e d . (Barcelona 1966); ID., Nueva visión de la historia del cristianismo 2 vols. (Barcelona 1956); M O U R R E T , F . , Historia general de la Iglesia, trad. por B. DE ECHALAR, 9 vols. ( M a d r i d 1918-1927); P O U L E T , O , Histoire du christianisme 4 vols. (París 1931-1952); TODESCO, L-, Storia della Chiesa, 4 . a e d . por J. D A N I E L E , 5 vols, ( T u r í n 1947-48). Asimismo pueden verse las obras siguientes: SCHAFER, D . , Weltgeschichte der Neuzeit 2 vols. u . a e d . (1922); LEMAN, A., VÉglise dans les temps modernes (1447-1789) (París 1926); HAUSER, H . , La préponderance espagnole: «Peupl. et Civilis.» 9 (París 1933); DUFOURCQ, A., Le christianisme et la réorganisation absolutiste (1527-1622) 3 . a ed. (París 1933); PASTOR, L . VON, Historia de los papas, trad. castell. (Barcelona 1913S); SEPPELT, F . J., Das Papstum in der neuerenZeit (1534-1789) (Leipzig 1936); A U L T , W . O . , Europe in modern times ( L o n d r e s 1947); N E W , C . W . , Modern
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P.1I,
De Lulero
a la paz de
Westfalia
unidad religiosa que distingue la Edad Media, podríamos decir que el primer período (1305-1517). desde la cautividad de los papas en Aviñón hasta el levantamiento de Lutero, significa la preparación, y el segundo período (1517-1648), que es el que sigue al levantamiento de los varios focos protestantes, significa la realización de esa decadencia y la destrucción de la unidad religiosa. Sometidos los papas de Aviñón a la voluntad y caprichos de los reyes de Francia, va aumentando cada día el descontento y la oposición por parte de otros príncipes y se da pábulo a las teorías conciliares y a otros errores, que van minando cada vez más la autoridad pontificia. Estas corrientes siguen en aumento durante el cisma de Occidente, que es el resultado del cautiverio de Aviñón. Dividida la cristiandad en dos y aun en tres obediencias, es natural que disminuya extraordinariamente el prestigio de los papas y lleguen a su apogeo las teorías conciliares, al mismo tiempo que surgen herejías, como las de Wicklyf y Huss, que llegan a negar el primado del papa. El resultado fue la deplorable decadencia de la autoridad pontificia y la relajación general de costumbres que se advierte al fin del cisma de Occidente, y que, no obstante los nobles esfuerzos de los concilios, de algunos papas, como Nicolás V y Pío II, y algunos grandes predicadores de penitencia del siglo xv, fue más bien en aumento hasta principios del siglo xvi. En estas circunstancias tuvieron lugar los levantamientos de Lutero y demás innovadores del siglo xvi, los cuales no hicieron otra cosa que completar o realizar lo que estaba preparado e iniciado en el período anterior. Es verdad que la Iglesia católica reaccionó poderosamente, y consiguió, por una parte, una verdadera reforma interior, y, por otra, poner un dique al avance de la reforma protestante. Sin embargo, no pudo impedir que la obra de ésta se consolidara, por lo cual termina este período y la Edad Nueva bajo el signo de la paz de Westfalia de 1648, que significa el rompimiento definitivo de la unidad religiosa de Europa y el reconocimiento oficial de las enormes conquistas realizadas por el protestantismo. Podríamos decir, para caracterizar en la forma más concreta y objetiva este período, que en él los innovadores, llamados protestantes en conjunto, desencadenan una poderosa revolución contra la Iglesia, que produjo en todas partes enormes efectos. Ante estas realidades, la Iglesia, que ya había iniciado anteriormente su reforma interior, reaccionó poderosamente, y por medio del concilio de Trento, de los History ( L o n d r e s 1947); REDDAWAY, W . F . , A History of Europe (1610-1715) ( L o n d r e s 1948); H A YES, C. I. H . , Historia política y cultural de Europa moderna ( v o l . l : 1500-1830) (Barcelona 1936); C R I S T I A N I , L . , L'Église a l'époque du concüe de Trente; «Hist. de l'Égl.» de F L Í C H E - M A R T I N , 17 (París 1948); EDER, K., Die Gesch. der K. im Zeitalter des konfessionellen Absolutismus (¡¡¡¡-1648) (Viena 1949); V I C É N S VTVES, J., Historia general moderna 2. a ed. 2 vols. (Barcelona T951-1952); RAMSAYER, F . , Chronologie de la civilisation européenne: 1500-1950 (Bourgoin I 9 5 3 ) ; S C H M I D T , K. D . , Gesch. der Kirche im Zeitalter der Ref. und Gegenref: «Grundriss d e r Kg.» 3 (1953); PASSOW, P . , Das Zeitalter Luthers und Karls V: «Dt. Gesch. im Überblick» (1953); G R E E N , V. H . H . , Renaissance and Ref. (1952); BAINTON, R. H . , The Ref. of the 16. century (1953); G R I M M , H . J., The ref. era 1500-1650 (1954); D A N I E L - R O P S , La Iglesia del Renacimiento y de la Reforma 2 vols. (Barcelona 1957-1958); MOUSNIER, R., Historia general de las civilizaciones vol.4, siglos x v i y x v n (Barcelona 1958); The New Cambridge modern history. I I . «The Reformation 1520-1559», p o r G . R. E L T O N (Nueva York, Cambridge 1958); K N A P T O N , E . J., Europe, 1450-1815 ( L o n dres 1959); R I T T E R , G . , Die Weltwirkung der Reformation 2 . a ed. ( M u n i c h 1959); T R E V O R - R O PER, H . R., The general crisis ofthe XVIIth century: «Past a n d Present» (1959) r1.16p.31s; N A F , W . , Die Epochen der neueren Geschichte I 2.* ed. (Aarau 1959); PAUE, L . DAL, LO Stato Pontificio e ií movimento riformatore del Settecento (Milán 1959).
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C.l. El luteranismo hasta la paz de Augsburgo
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grandes papas reformadores y de un conjunto de nuevas fuerzas providenciales, emprendió y realizó una reforma fundamental y al mismo tiempo desarrolló en Europa y en las misiones de Ultramar una actividad fecundísima. Esto le permitió poder mantener con ventaja las luchas que siguieron en la segunda mitad del siglo xvi y principios del xvn, en que llegó a poner coto al avance de los protestantes y aun a hacerles retroceder en diversos territorios. La guerra de los treinta años (1619-1648) es el mejor exponente de las nuevas fuerzas con que contaba la Iglesia y de la verdadera posición del protestantismo. Por esto el resultado final de la paz de Westfalia, debido en gran parte a la intervención de Francia, no responde a la verdadera situación de las fuerzas católicas y protestantes, pero consagra, en definitiva, una posición desfavorable al catolicismo, mientras, por cuestiones políticas, favorece a los protestantes. CAPITULO
El luteranismo
I
hasta la paz de Augsburgo
(1517-1555)
2
El primer acontecimiento de extraordinaria trascendencia con que nos encontramos al iniciarse este período es el levantamiento de Lutero en 1517, al que sigue rápidamente la defección de la Iglesia católica de inmensos territorios del centro y norte de Europa. Ahora bien, 2 Para los diversos problemas del levantamiento d e L u t e r o y del protestantismo e n Alemania p u e d e n verse: F u e n t e s . — A n t e todo, conviene tener presentes las colecciones de d o c u m e n t o s dogmáticos o libros llamados simbólicos: M Ü L L E R , E . F . K., Die Bekenntnisschriften der reformierten Kirche (Leipzig 1903); M I R B T . , K., Quellen zor Geschichte des Papstums und des rómischen Katholizismus 4. a ed. (1924); M Ü L L E R , J. T . , Die symbolischen Bücher der evangelisch-luther. Kirche 12. a ed. ( G ü tersloh 1928); W O L F , G., Quellenfeund'e der deutschen Reormattonsgescíi. 4 vols. ( G o t h a 1915-1923); D E N Z I N G E R , H . , Enchiridion symbolorum, definitionum, etc., 26. a ed. p o r J. B . U M B E R G ( F r i b u r g o d e B r . 1947). Véanse asimismo otras colecciones d e fuentes: C L E M E N , O . , Beitrage zur Reformationsgesch. (Berlín 190OS); BERBIG, G . , Quellen und Darstellungen aus der Gesch. des Reformationsjahrh (Halle 1907S); FRIEDENSBURG, G . , Archiv f. Reformationsgeschichte (Leipzig 1904S); K I D D , B . J., Documents illustrativs of the Continental Reformation (Oxford 1 9 U ) . D e particular interés son algunas colecciones particulares: Corpus Catholicorum. Werke katholischer Schriftsteller im Zeitalter der Glaubenspaltung (1919S); G R E V I N G - E H R H A R D , Re/brmationsgeschichtliche Studien und Texte ( M ü n s t e r 1906S). Son de gran importancia los documentos referentes al e m p e r a d o r y a los nuncios pontificios: L A U R E N T , Recueíl des ordenances de Charles-Quint I (Bruselas 1895); RODRÍGUEZ V I L L A , El emperador Carlos Vy su corte, 1522-1550: «Bol. A c . Hist.» 42-43 ( M a d r i d 1903); Nunliaturberichte aus Deutschland nebst erganz. Aktenstücke, p o r el Inst. P r u s . de R o m a , 12 vols. (Berlín y G o t h a 1903S); ID., 2. a ser., p o r la C o m i s . Hist. de la Acad. I m p . de Viena (Viena 1897S); D E U T S C H E REICHSAKTEN unter Kaiser K a r ! V. 2." ed. fotomec. (Gottinga 1962-1963) 7 vols.; A c t a Reformationis Catholicae, Ecclesiam Germaniae concernentia, saec. X V I . . . p o r G . PFEIFSCHIFTER. I (1520-1532). II (15321542) (Ratisbona 1959-1960). CULLMANN, O . - K A R R E R , O . , E n h e i t ín Christen (Eichstátt 1960); VAN DE P O L , W . H . , Reformat. Chrhtentum ( K o n i s b e r g 1956); I D . , Der Welt-Protestantismus (Essen 1960); SWIHART, A . K., Luther and the lutheran Church, 1483-1960 ( N u e v a York 1960); BLANKE, F . , AUS der Welt der Reformation. Fünf Aufsatze (Zurich 1960): L É O N A R D , E . G . , Histoire genérale du Protestantisme 3 vols. (París 1960-1964); CRISTIANI, L . , L'insurrection protestante: «Je sais, je crois» (París 1961); BORNKAMM, H . , Das ¡ahrhundert der Reformation. Gestalten und Krdfte (Gottinga 1961); E M I LE, E. G . , Histoire genérale du Protestantisme 2 vols. (París 1961); C A N T I M O R I , D . , Humanesimo e luteranesimo di fronte alia scolastica (Bari 1961); M e B R O W N , R., The spirit of Protestantism ( N u e v a York 1961); BREZZI, P . , Le origini del protestantesimo: «Ut u n u m sint» 1 (Roma 1961); R A N K E , U . - H E I N E M A N N , Der Protestantismus (Essen 1962); HOFSTADTER, B . , The age of Reform ( L o n d r e s 1962); ZELLER, W . , Der Protestantismus des XVII. ].: «Klass. des Prot." 5 (Brema 1962);
P R E N T E R , R . - M E I N H O L D , K . - R A H N E R , K . , a r t . Proíestantismus: L e x T h K 8 ( 1 9 6 3 ) 8 1 6 - 8 3 1 ; L O R T Z , J .
art. Re/ormaí¡on: L e x T h K 8 (1963) 1069-1082; I D . , Historia de la Reforma 2 vols. ( M a d r i d 19631964); HAUSER, H . , L a Naissance du protestantisme 2 . a e d . : «Mythes et réligions» (París 1963); BAINTON, R., The Reformation ofthe XVIth century ( L o n d r e s 1963); H I R S C H , E.. DasWesen des
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P.1I. De Lutero a la paz de Westfalia
C.l. El luteranismo hasta la paz de Augsburgo
ante un hecho tan trascendental para la historia de la Iglesia, lo primero que nos preguntamos es cuál fue el desarrollo interno de la ideología de Lutero y cómo llegó a ese paso decisivo frente a la Iglesia tradicional católica; luego seguiremos los rápidos avances de la nueva ideología hasta llegar a la confesión y, más tarde, a la paz de Augsburgo. I.
DESARROLLO DE LA IDEOLOGÍA DE LUTERO
3
Se comprende fácilmente que al estado en que aparece Lutero en noviembre de 1517 al fijar en la puerta de la iglesia de la Universidad de Wittemberg sus noventa y cinco tesis, tenía que haber precedido una evolución lenta de su espíritu. Veamos, pues, cómo se desarrolló reformaiorischen Christentums (Berlín 1963); E L T O N , G . R., Reformation Europe, 1517-1559, en The Fontana history of Europe ( L o n d r e s , Glasgow 1963); BEARD, C , The Reformation of the XVlth century ( L o n d r e s 1963); D O L A N , J. P., History of the Reformation. A concüiatory assenment of opposite views ( N u e v a York 1965). B i b l i o g r a f í a . — D O L L I N G E R , I., Die Reformation, ihre innere Entwicklung und ihre Wirkungen 3 vols. (Ratisbona 1846S); SCHEUBER, JL, etc., Kirche und Reformation. Aufblühendes kathol. Leben im 16. und 17. Jh. 3.* ed. (1917); EHRHARD, A . - T R O E L T S C H , E., Katholizismus 'jnd protestantisches Christentum in der Neuzeit 2. a e d . : «Kirg- der Gegenw.» 1 (1922) 4 ; R A N K E , L . VON, Deutsche Geschichte im Zeitalter der Reformation 6 vols. (1925-1926); JANSSEN, J., Gesch. des deutschen Volites seit dem Ausgang des Mittelalters, 20. a ed. p o r L . v. PASTOR ( F r i b u r g o d e Br. 1913-1917); P A S TOR, L . VON, Gesch- der Papste seit dem Ausgang des Mittelalters 16 vols. en 22 t o m o s . T r a d . castell. Historia de los papas 37 vols. (Barcelona i g o 8 s ) ; B E Z O L D , F R . V., Gesch. der deutschen Reformation: «Allgem. Gesch.» p o r O N C K E N (Leipzig 1890); M E N T Z , G., Deutsche Geschichte im Zeitalter der Ref., der Gegenref. und des dreissigjhr. Krieges (1493-1648) ( T u b i n g a 1913); H E R M E L I N K . - M A U RER, W - , Reformation und Gegenrejormation: «Handb. d e r Kirchengesch.» p o r G. KRÜGER, 2.*ed. ( T u b i n g a 1931); L O R T Z , L, Die Reformation in Deutschland 2 vols. 2.* ed. ( F r i b u r g o d e Br. 1964); BAUDRILLART, A., L'Église cathol., la Renaissance, le protestantisme 5. a ed. (París 1905); IMBART DE LA T O U R , P., Les origines de la Reforme 4 vols. 2. a ed. ( M e l u n 1943S); L O R T Z I N G , J., Wie ist die abendlándische Kirchenspaltung entstanden? (1920); ANDREAS, W . , Deutschland vor der Ref. (1932); B E L L O C , H . , Characters of the Reformation ( L o n d r e s 1936); W Y C K E N S , L . , Les origines du Lutheranisme: «Nouv. Rev. Th,» 59 P.213S; M O N T A L B Á N , F . J., Los orígenes de la reforma protestante ( M a d r i d 1942); BENDISCIOLI, M . , 11 luteranesimo (Milán 1948); Historia de la Contrarreforma, p o r el P . P. DE RIBADENEYRA, S. I.; Vida de San Ignacio de Loyola, Diego Laínez, e t c . : B A C , n . s ( M a d r i d 1945); CONGAR, I. M . J., Vraie et fause reforme dans l'Église: «Unam sanctam» 20 (París, ed. D u Cerf, 1950); DRUMMOND, A . L., Germán Protestantism since Luther ( L o n d r e s 1951); E L E R T , W . , Morphologie des Luthertums 2 vols. Theologie u n d W e l t a n s c h a u n g des L u t h e r t u m s ( M u n i c h 1952-53); T E R N U S , J., Chalkedon und die Entwicklung der protest. Theologie: «Dar K o n z . Chalkedon», 111,53iss ( W u r z b u r g o 1954); W H A L E , J. S., The Protestant Tradition. An essay in interpretation ( L o n d r e s 1955); TORRANCE, T , J., Les réformateurs et la fin du temps (Neuchatel 1955); G E U S I C H E N , H . W . , Damnamus. Die Verwerfung von Irrlehren bei Luther und im Luthertum der XVIJhts. (Berlín 1955); L É O N A R D , E. J., La notion et lefait de l'Église dans la Réf protestante: «Relaz. X Gongr. intern. scienz. stor.» IV (1955) 75S.; VAETZEL, R., Vraie et fausse Église, selon les théologiens protest. frart$. du XVIIe siécle (París 1956); T O R R A N C E , T . J., Kingdom and Church. A study in the theology of the Ref. ( L o n d r e s 1956); JERM, V., Pictorial history of Protestantisme ( N u e v a York 1957); D i GRAZIA, G., // protestantesimo nella storia della Chiesa (Ñapóles 1958); TAVARD, G., Le protestantisme: «je sais, je crois» (París 1958}; // Protestantesimo ieri e oggi ed. p o r A . ProLANTi y otros ( R o m a 1958); H O L B O R N , H . , A history ofmodern Germany. The Reformation, ( N u e v a York 1959).
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la primera formación de Lutero hasta realizar un paso de tanta trascendencia. 1. P r i m e r o s estudios d e Lutero.—Su VIDA RELIGIOSA. Nacido Lutero en Eisleben en 1483 de un minero, cristiano recto y de severas costumbres, en sus primeros años asistió a las escuelas de Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach, y desde 1501 a 1505 hizo los estudios superiores en la Universidad de Erfurt. Ya en estos primeros años de su vida aparece su propensión a las angustias interiores y a cierto espíritu supersticioso, todo ello fomentado por una educación estrecha y rígida. Muy significativa para el desarrollo de su espíritu y para la dirección que fue tomando ya desde entonces fue su formación filosófica en la Universidad de Erfurt. Predominaba en ella la llamada vía moderna, es decir, el ockamismo, en el que se pondera la fuerza de la voluntad humana y se disminuye el influjo de la gracia 4 . En 1505 recibió el grado de maestro, cosa que, en vez de alegría, le trajo más bien temor, preocupación y tristeza, como él mismo atestigua. En estas circunstancias, tal como se deduce de las diversas narraciones que se conservan, aterrorizado en cierta ocasión por un rayo
indicadas en las notas a n t e -
J., s. a ed. p o r G. GAWERAU, 2 vols. (Berlín 1903); HAUSRATH, A., 2 vols. 3 . a ed. (Berlín 1913" 1914); BERGER, A. E., 3 vols. (Berlín 1895-1921); K O E H L E R , W . , 3 . a ed. (Constanza 1917); S C H E E L , O . , 2 vols. ( T u b i n g a 1921S); M A C K I N S O N , J., Luther and'the Reformation (Londres 1925-30). D e s d e el p u n t o d e vista católico, se p u e d e n n o t a r las siguientes: a n t e todo, la d e D E N I F L E , H . , Luther und Luthertum, t.2 p o r A . M . W E I S Z (Maguncia 1904-1906); PAQUIER, L . , art. M . Luther, vie et Theologie: «Díct. T h . Cath.»; GRISAR, G., Luther 3 voís. 3 . a ed. ( F r i b u r g o de Br. 1924-1925); I D . , Luthers Leben und sein Werk 2. a ed. (ibid., 1927); I D . , t r a d . cast. p o r V. E S P I N O S ( M a d r i d 1934); I D . , Lutherstudien 6 fase. ( F r i b u r g o d e Br. 1921-1923)- Citemos a d e m á s : BOEHMER, H . , Luther im Lichte der neueren Forschung 5. a ed. (Leipzig 1918); STROHL, H . , L'évolution religieuse de Luther jusqu'en 1515 (Estrasburgo 1922); M A R I T A I N , J., Trois réformateurs: Luther, Descartes, Rousseau (París 1947). E n t r e las obras más recientes n o t a r e m o s : PLASS, E. M . , This is Luther. A character study (San L u i s 1948); SEEBERG, E., Luthers Theologie in ihren Grundzügen 2. a ed. (Stuttgart 1950); M E I S S I N G E R , K. A., Der katholische Luther ( M u n i c h 1952); CESSI, R., Martín Lutero ( T u r í n 1954); H I R S C H , E., Lutherstudien I (Gütersloh 1954); JETTER, W . , Die Taufe bei Luther ( T u b i n g a 1954); CONGAR, J. M . - J . , Regarás et réflexions sur la christologie de Luther: «Das Konz. Chalk.», III p.457s ( W u r z b u r g o 1954); B R I N G , R., Das Verháltnis von Glauben und V/erken in der Lutherischen Theologie ( M u n i c h 1955); BORNKAMM, H . , Luther im Spiegel der deutschen Geistesgesch... ( H e i delberg 1955); B E N Z , E., Luther et VÉglise orthodoxe: «Irén.» 28 (1955) 406S; TAUSSEL, H . , D. Martin Luther. Der Reformator im Kampf um Evangelium u. Kirche. Sein Werden und Wirken im Spiegel eígener Zeugnisse 2. a ed. (Stuttgart 1955); G R E I N E R , A., Luther. Essai biographique ( G i n e bra 1956); BURBA, K., Die Christologie in Luthers Liedern (Gütersloh 1956); F E L Í U , R. V., Lutero en España y en la América española. Fisonomía moral del fundador del protestantismo (Santander 1956); W E I J E M B O R G , R., Neuentdeckte Dokumente im Zusammenhang mit Luthers, Romreise: «Antón.», 32 (1957) i 4 7 s ; F I F E , R. H . , The revolt of Martin Luther ( N . J. 1957); E L E R T , W . , Morphologíe des Luthertums 2. a ed., 2 vols. ( M u n i c h 1958); H E I N T Z E , G., Luthers Predigt von Gesetz und Evangelium ( M u n i c h 1958); HAICOLA, L . , Studien zu Luther und zum Luthertum (Upsala 1958); P E U K A N , J.- PREUTER, R . - PREUS, H . , More about Luther (Decorah 1958).
F u e n t e s . — D e las siete ediciones completas d e las obras d e L u t e r o , citamos las d o s ú l t i m a s : I. E d . d e Erlangen-Frankfurt, en t r e s p a r t e s : 1) escritos en alemán, 67 vols., 1826-1857; 2) escritos en latín, 38 vols., 1829-1886; 3) cartas, 18 vols., 1884-1923. II. Ed. d e Weimar, la m á s moderna, todavía sin terminar, iniciada p o r J. K. F . KNAAKE, G. KAWERAU y otros críticos. Se h a n publicado hasta 1960 93 vols. Se añaden dos secciones: 1) Die deutsche Bibel, 5 vols., 19061924; 2) Luthers Tischreden, ed. E. KROKER y O . B R E N N E R , 6 vols., 1912-1921. Existen a d e m á s ediciones abreviadas o d e selección, como C L E M E N , O . , y CIETZMANN, A., 4 vols.(Bona 1912-1913); SARTORY, T H . , Martin Luther in kathol. Sicht: «Un. sa.» 16 (1961) 3 8 - 5 4 ; STAUFFER, R., Luther vu par les catholíques. L'évolution des recherches sur Luther dans le catholicisme (Neuchatel 1961); STROHL, H . , Luther jusqu'en 1520 2. a ed. (París 1962); R I T T E R , G., Luther. Gestalt und Tat ( G ü tersloh 1962); ZUMKELLER, A., Martin Luther und sein Orden: «AnAug» 25 (1962) 254-290; L O E W E N I C H , W . VON, Luther und der Neuprotestantismus ( W i t t e n [ R u h r ] 1963); T O D D , J. M . Martin Luther. A biographicál study ( L o n d r e s 1964); BRAVO, T . , El sacerdocio común de los creyentes en la teología de Lutero: «Victoriensia» r6 (Vitoria 1964). B i b l i o g r a f í a . — A n t e t o d o d e b e n tenerse en c u e n t a las biografías p r o t e s t a n t e s : K O E S T L I N ,
N o t a m o s en particular: M O R E A U , E. DE, Luther et le Luthéranisme: «Histoire de l'Église» p o r F L I C H E - M A R T I N , 16 (París 1950) 7-164; GRISAR, H . , Martín Lutero, trad. cast. cit. anteriorm e n t e ; JANSSEN, J., Gesch. des deutschen Volkes; L O R T Z , J., Die Reformation in Deutschland; PASTOR, L . V., Historia de los papas, t r a d . cast. vol.7s. 4 Véase sobre t o d o GRISAR, H . , Martín Lutero, trad. cast. i 8 s , y D E M O R E A U , l . c , 14S. A l g u nos biógrafos d e L u t e r o d a n m u y a b u n d a n t e s p o r m e n o r e s sobre su niñez y primeros años. Según observa D E M O R E A U (l.c., 12), es SCHEEL (O.C.) q u i e n ha estudiado todo esto más d e t e n i d a m e n t e y con m á s acierto. El m i s m o observa q u e el más reciente biógrafo y, sin d u d a , el m á s c o m p e t e n t e entre los católicos, P . Grisar, en su obra m o n u m e n t a l sobre L u t e r o , en tres gruesos volúmenes, dedica sólo unas pocas páginas a estos primeros años d e L u t e r o ; en cambio, en la biografía c o m pendiada q u e escribió posteriormente le consagra incomparablemente m á s espacio (más d e 50 p á ginas en la traducción q u e nosotros usamos). Por lo general, Grisar p o n d e r a (tal vez excesivamente) la propensión a la tristeza, el nerviosismo m o r b o s o del niño y joven L u t e r o . Véase, p o r ejemplo, lo q u e escribe ( l . c , 10): «Lutero poseía u n t e m p e r a m e n t o nervioso; la melancolía q u e a toda hora pesaba sobre su corazón tenía un origen nervioso; sus ideas d e p r i m e n t e s y d e desesperación, q u e le acechaban en t o d o instante, provenían d e una psiquis desequilibrada. Es evidente q u e en semejante estado tenía u n a participación la ley d e herencia».
3 Sobre la vida d e L u t e r o , a d e m á s d e las fuentes riores, p u e d e n verse en particular:
y bibliografía
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,
P.U. De Lutero a la paz de Westjalia
que en medio de un temporal cayó cerca de él y atormentado por el pensamiento del estrecho juicio de Dios y del peligro de salvarse si permanecía en el mundo, hizo voto de entrar en la vida religiosa, y el mismo año 1505, no obstante la oposición persistente de su padre y a pesar de que diversas personas se lo desaconsejaron, entró en Erfurt en el convento de los agustinos eremitas observantes. No obstante algunas afirmaciones posteriores y teniendo presentes más bien otros testimonios del mismo Lutero y de otros contemporáneos, debemos afirmar que en este tiempo y durante los primeros años de su vida religiosa se sintió feliz, si bien consta que, sintiendo, como San Pablo, el aguijón de la carne, no lo abandonaba la angustia ante el pensamiento del juicio de Dios y de la predestinación. Por esto, ya desde el principio se dio a hacer algunas penitencias especiales, si bien tampoco se puede dar fe a su testimonio tardío sobre el gran rigor de estas penitencias. Por otra parte, como tenía el grado de maestro, le fueron muy suavizadas las pruebas del noviciado. En 1506 hizo normalmente la profesión, que él dice realizó «sin vacilación y enteramente contento». Hecha la profesión, inició en seguida sus estudios de teología, en la cual utilizó particularmente los escritos de Gabriel Bíel, el más insigne representante del ockamismo del siglo xv, y en 1507 pudo ser ordenado de sacerdote. Es bien conocida la oposición que aun entonces le hizo su propio padre y la contrariedad que manifestó con este acto de su hijo, llegando a afirmar que hubiera preferido estar lejos y que aquello parecía más bien obra del demonio, pues él, Lutero, no era para el claustro 5 . Los acontecimientos posteriores dieron la razón al padre. De hecho, Lutero se entregó de lleno a los trabajos propios de la vida que había abrazado. Ya el año 1508 fue nombrado profesor de filosofía de la nueva Universidad de Wittemberg, si bien sabemos que se dedicaba con preferencia a la Sagrada Escritura bajo la dirección del agustino Staupitz, quien lo preparaba como sucesor suyo en aquella cátedra. Por esto, en marzo de 1509 le hizo tomar el grado de bachiller en Sagrada Escritura. Poco después fue trasladado a Erfurt al escolasticado de la Orden. Este trabajo de enseñanza y de estudio tuvo una interrupción, de particular importancia en la vida de Lutero. En noviembre de 1510 partió para Roma, junto con otro compañero, por asuntos particulares de la Orden, y allí permanecieron hasta fines de enero de 1511. Son interesantes las impresiones que recibió en la Ciudad Eterna. Entró en ella con la mejor buena fe y visitó devotamente los lugares más venerados. Hiciéronle mala impresión multitud de defectos de la curia romana, que bajo el pontificado de Julio II (1503-13) dejaba mucho que desear, así como también ciertas costumbres del bajo clero y del pueblo; sin embargo, nada de esto disminuyó por entonces su adhesión a la fe católica romana. Ciertas ponderacio5 Cf. D E MOREAU, l.c., 18; GRISAR, 35. En general, la posición y conducta del padre de Lutero resulta bastante enigmática. Por una parte, le da el permiso para su entrada en la vida religiosa y para el sacerdocio, y, por otra, manifiesta su disconformidad con su hijo, al que más tarde sigue en su ideología. Los mismos recuerdos que Lutero conservaba de su padre en su edad madura eran muy variados.
C.l.
El luteranhmo hasta la paz de Augsburgo
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ncs que él mismo hizo en sus Conversaciones de sobremesa son fruto de sus prejuicios posteriores 6 . Vuelto de Roma, se dirigió a Erfurt; pero ya en el verano de 1511 fue enviado de nuevo a Wittemberg con diversas ocupaciones y con el objeto de prepararse para el doctorado, y, en efecto, la promoción tuvo lugar el 18 de octubre de 1512. Poco después, Staupitz veía realizado su ideal de que Lutero fuera encargado de la cátedra de Sagrada Escritura de la Universidad de Wittemberg. 2. Años decisivos de Lutero: 1513-17.—CAMBIO INTERIOR 7. En octubre de 1513 inició Lutero sus clases de Sagrada Escritura en la Universidad de Wittemberg, y durante los cuatro años siguientes recorrió los Salmos y las epístolas a los Romanos, a los Calatas y a los Hebreos. Pasados estos cuatro años, se había efectuado en él la más profunda transformación. Ahora bien, ¿cómo se efectuó este cambio en su ideología? Ya en sus Dictados sobre el Salterio, correspondientes a los primeros años, aparecen las primeras pruebas de la evolución que se iba efectuando en su interior. Pero donde aparece ésta más claramente es en el comentario sobre la Epístola a los Romanos, que resume sus lecciones de 1515-1516 8 . En estas fechas ya se había realizado el cambio interior de Lutero. En relación con él debe ponerse lo que él llama el «descubrimiento de la torre». Fue como una luz especial que recibió de Dios, según él, y que le solucionaba todas sus dificultades y angustias. San Pablo (1,17) habla de la justicia de Dios por la fe. Lutero, pues, creyó ver como con una luz sobrenatural que la justificación de los hombres se verifica por medio de una aplicación e imputación de los méritos de Cristo. Por consiguiente, las obras del hombre no sirven para nada. El hombre tiene una naturaleza corrompida. Sólo la fe o confianza en la aplicación de los méritos de Cristo realizan la justificación. Esta, pues, consiste en una aplicación extrínseca de aquellos méritos, no en una renovación interior del hombre, el cual queda tan 6 Abunda la bibliografía sobre este célebre viaje de Lutero a Roma y sus impresiones de la Ciudad Eterna. Véanse solamente algunos trabajos: HAUSRATH, Martin Luthers Reise nach Rom (Berlín 1899); KAWERAU, Von Luthers Romfahrt (Halle 1901); BÓHMER, H., Luthers Romfahrt (Leipzig 1914); PAULUS, N., ZU Luthers Ramreise: «Hist. Jhb.» (1981) 68s; íbid. (1901) líos; ibid. (1903) 72s. Véanse algunas observaciones de GRISAR (l.c, 40): «Lutero procuró compensar su fracaso estudiando el hebreo con un judío alemán a quien tuvo ocasión de conocer en Roma. Visitó con empeño los santuarios y monumentos religiosos.. Dolorosas experiencias desvelaron ante sus ojos la corrupción que reinaba en Roma así e'n el alto clero como en el inferior, y este descubrimiento le produjo honda y amarga impresión.. Estos recuerdos, profundamente grabados en su espíritu, en lo más íntimo de su alma, habían de despertar después, en la hora de sus luchas contra Roma, convirtiéndolos en armas contra el sedicente «anticristianismo del Papado», que él se jactaba haber descubierto por otros caminos. Parece, además, cierto que en Roma frecuentó círculos alemanes e italianos en los que las costumbres del alto clero eran la comidilla de conversaciones frivolas o de recriminaciones llenas de odio. No supo ver, aun cuando seguramente no le faltarían ocasiones, lo que había de bueno en Roma y en el gobierno de la Iglesia. Otro tanto habrá que decir de su viaje por Italia... Pudo ver su riqueza, así como la manera de practicar en ellos la caridad con los enfermos y con los peregrinos Los magníficos edificios, las numerosas obras de arte que ilustran y glorifican esta época así en Roma como en las demás ciudades de su tránsito..., no parecen haber dejado huella en su espíritu. Su sentido artístico está ausente». 7 Véanse en particular D E MOREAU, l.c, 24S, y, sobre todo, GRISAR, l.c, 44S. Asimismo recomendamos íos estudios especiales: STRÓHL, H., L'évolution..., o.c.; CRISTIANI, L., DU ÍUthéranisme au protestantisme. Évolution de Luther de 1517 a 1528 (París 1911): ID., Luther et le luthéranisme 3. a ed. (París 1909). 8 J. FICKER publicó en 1904 el original inédito de este comentario, pero ya anteriormente lo había utilizado DENIFLE en su célebre obra sobre Lutero. Posteriormente se hizo una edición crítica acompañada de los escolios en la ed. de Weimar, vol.65. Es de gran interés a este propósito la exposición de STRÓHL, o.c, II, y, sobre todo, GRISAR, l.c, 54S.
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P.1L De Lutero a la paz de Westjalia
corrompido como antes. Tal fue el descubrimiento fundamental de Lutero, de donde brotaron después todos los demás errores, como la certeza absoluta de la salvación, la negación de la eficacia de los sacramentos, de las indulgencias, de la misa y todo lo demás 9. Para comprender de algún modo este «descubrimiento», clave de la ideología de Lutero, conviene representarse la mentalidad y el carácter de Lutero. Dominado por el ansia de conocer con certeza su salvación eterna, al mismo tiempo que se sentía agitado por las pasiones, llegó a la convicción de que no podía alcanzar esta seguridad por medio de las ordinarias mortificaciones o con el exacto cumplimiento de los preceptos de Dios y las prácticas de la vida religiosa 1". p o r e\ contrario, creyó descubrir esta certeza en la fe viva en la aplicación de los méritos de Cristo, lo cual, según él, constituía la verdadera justificación. Teniendo presente su carácter y la angustiosa preocupación que lo dominaba, se comprende que este «descubrimiento» diera un nuevo sesgo a toda su vida y que la justificación por los méritos de Cristo constituyera en adelante, como él decía, su «evangelio». 3. Cuestión de las indulgencias. Levantamiento de Lutero 11.—Estas ideas las había ido exponiendo, siempre en una forma velada y respetuosa, en las clases, en la predicación, en sus cartas privadas y aun en algunos actos públicos. Más aún: habían encontrado eco en algunas personas significadas, como el profesor de la Universidad Andrés Boden-Stein, llamado Karlstadt por su ciudad de origen, y otros varios; pero, sobre todo, habían comenzado a cundir entre las masas de los estudiantes y del pueblo y aun habían penetrado en algunos de sus hermanos de hábito. Así, pues, el terreno estaba bien preparado, y la predicación de la indulgencia durante el año 1517 no fue más que la ocasión para que tomara cuerpo y saliera al público la nueva ideología. En efecto, siguiendo una costumbre establecida ya de antiguo entre los pueblos cristianos de Europa, el papa León X (151.3-1521) promulgó en 1515 una bula con el objeto particular de reunir fondos para la construcción de la basílica de San Pedro de Roma. Desde el punto de vista dogmático, esta práctica no ofrece ninguna dificultad. Realizada en la forma en que solía realizarse, los fieles entregaban su limosna, con lo cual, previa la confesión y la comunión, ganaban la indulgencia concedida por la Iglesia si estaban en las debidas disposiciones para 9 Sobre esta evolución del pensamiento d e L u t e r o , cf. D E MOREAU, l . c , 3 i s ; STRÓHL, l.c., 104S. E n el primero se expone la doble manera de explicar esta evolución por los dos principales biógrafos católicos modernos, D E N I F L E y GRISAR. Recientemente se da, por lo común, la razón a Grisar, quien insiste particularmente en el gran influjo q u e tuvieron en la mentalidad d e L u tero el ockamismo y la mística del tiempo. Cf. GRISAR, O . C , S7s; Rechtfertigungslehre und Christenglaube. Eine Untersuchung zur Systematik der Rechtfertigungslehre Luthers in ihren Anfungen 2. a ed. ( D a r m s t a d t 1061); L A U , F . , Paulus, Augustinus, Luther. Rechtfertigungslehre nicht aus dem Werk, sondern aus dem Glauben: «Autsátze u n d Vortr. z u r Theologie u n d Relionswiessenschaft» 17 (Beilín 1061); BIZER, E., Fides ex auditu. Eine Untersuchung über die Entdeckung der Gerechtigkeit Gottes durch Martin Luther 2. a ed. (Neukirchen 1961); PETERS, A., Glaube und Werke. Luthers Rechtfertigungslehre im Lichte der Hl. Schrift: «Arbeiten z. Gesch. u n d T h e o l . Luth.» 8 (Berlín 1962); BORNMANN, H . , Zur Frageder ñustitia Den beimjungen Luther I I : «ArchRGesch» 53 (1962) 1-60; E D E L , G.,Dasgemeinkatholische mittelalterl. Erbe beimjungen Luther: Beitr. zu einer methodol. Gundlegung: «Oekumen». T e x t e u. St. 2,1 ( M a r b o u r g s.L. 1962). 10 Cf. H E R T L I N G , Geschichte der katholischen Kirche (Berlín 1949) 239. 11 Véase en particular D E MOREAU, l . c , 40S, y, sobre t o d o , GRISAR, l . c , 68s; ISERLOH, E., Luthers Thesenanschlag. Tatsache oder Legendel (Wiesbaden 1962); L O H S E , B., Der Stand der Debatte über Luthers Thesenanschlag): «Luther» 34 (1963) 132-136.
C.l • El luteranismo hasta la paz de Augsburgo
667
recibirla. La limosna era la ocasión o la condición para obtener la indulgencia; y, aunque es cierto que hubo algunos abusos, no hay duda que el sistema de indulgencias era generalmente bien recibido por el pueblo cristiano. Para la publicación de dicha indulgencia y para recoger las limosnas recaudadas con ella en gran parte de Alemania fue designado por la Santa Sede como comisario el arzobispo de Maguncia, Alberto de Brandeburgo, el cual, entre otros delegados suyos para este efecto, nombró al dominico Juan Tetzel. Entregóse, pues, éste a la predicación de la bula con el entusiasmo propio de los predicadores del tiempo, y justo es declarar que poseía una sólida formación teológica, y, aunque con alguna inexactitud al hablar de las indulgencias aplicables a los difuntos, habló siempre con la mayor corrección 12 . Llegó, pues, durante el verano de 1516 a las proximidades de Wittemberg y predicó con extraordinario éxito en Juterbog, adonde acudían muchos ciudadanos de Wittemberg, con el consiguiente revuelo en toda la población. Tal fue la ocasión del levantamiento de Lutero. Como toda aquella predicación y la doctrina de las indulgencias era contraria a su nueva ideología, procuró Lutero, ante todo, contrarrestar su efecto en todas las formas posibles. Mas, como Juan Tetzel-continuara atrayendo a las masas durante todo el año 1517, Lutero se decidió finalmente a dar la batalla, y asi, en la víspera de Todos los Santos de 1517, siguiendo la costumbre del tiempo, fijó en las puertas de la iglesia de la Universidad de Wittemberg una lista de 95 tesis, en donde, a vueltas de muchos puntos enteramente ortodoxos, incluía una serie de doctrinas contrarias a las que enseñaba la Iglesia católica. Así, en las tesis 6 y 38 negaba el poder de la Iglesia para perdonar los pecados, y en las 8, 10 y 13 negaba el purgatorio y, consiguientemente, las indulgencias. Algunas, en cambio, eran verdaderos latiguillos contra el papa, como la 86, donde dice: «¿Por qué el papa, más rico que Creso, no edifica San Pedro?» 13 12 Respecto d e Tetzel, ha p r e d o m i n a d o e n t r e los protestantes u n a opinión poco favorable. L o s católicos, generalmente, n o se han preocupado d e su defensa, p e r o m o d e r n a m e n t e h a n reivindicado su prestigio. H e a q u í algunos trabajos publicados: KÓRNER, Tetzelt der Ablasspredíger (Frankenberg 1880); PAULUS, N . , Johann Tetzel, der Ablassprediger (Maguncia 1899); Zur Biographie Tetzels: «Hist. Jhb.» (1895) 37S; D I B E H U S , Johann Tetzel (Leipzig 1904); M A N D O N N E T , Jean Tetzel et sa prédication des indulgences: «Rev. Thom.» (1899) 481S; ibid. (1900) 178S. Véase GRISAR, l.c, 70S. Sobre todo el asunto d e las indulgencias véase PASTOR, Hist. de los papas, trad. cast. VII.302S. P u e d e n verse sobre las indulgencias e n t r e los trabajos recientes: KURZ, A . , Die kath. Lehre vom Ablass vor und nach dem Auftreten Luthers (Paderborn 1903): L É P I C I E R , Les indulgences 2 vols. (París 1903); PAULUS, N . : «Z. kath. Theol.» vols.23.24.25.27, m u c h o s trabajos contra las ideas erróneas d e Harnack y otros. 13 El texto de las 95 tesis p u e d e verse en ed. W e i m a r , L233S; ed. crít. K Ó H L E R , W . , L u thers 95 Thesen (Leipzig 1903). E n esta edición se j u n t a n varias respuestas d e los adversarios y las contestaciones d e L u t e r o . HERGENROTHER ( l . c , 374 nt.2) escribe: «Eran particularmente choc a n t e s : P o r las indulgencias no se p e r d o n a n otras penas q u e las impuestas por la Iglesia (5.20.24): no se sabe si todas las almas quieren salir del purgatorio (29): el tesoro del q u e se reparten las indulgencias no son los méritos d e Cristo y de los santos (58); no existen indulgencias para los difuntos (8.13); ía verdadera penitencia d e b e consistir e n el odio d e sí m i s m o (4); el perdón d e las culpas concedido por el papa sólo significa u n a declaración de q u e están perdonadas p o r Dios (6.38): las almas del purgatorio están poseídas d e u n temor próximo a la desesperación; n o tienen seguridad d e su salvación y son capaces d e a u m e n t a r el a m o r y el mérito» (15.16.18.19). Véanse las observaciones d e GRISAR, l . c , 72S. D e sí m i s m o afirma q u e escribió dichas tesis «apoyándose en el común sentir d e todos los maestros y de la Iglesia entera». Es curiosa t a m b i é n la observación de q u e Karlstadt, «pocos meses antes de producirse el relámpago luterano, había d a d o a luz 152 proposiciones en el sentido d e la nueva doctrina y q u e parece q u e L u t e r o no q u e ría dejarse adelantar d e su amigo. Para ello estimó q u e la publicación d e la indulgencia podía darle ocasión para ponerse en W i t t e m b e r g al frente d e u n movimiento popular» (ibid., 72).
668 II.
P.U. De Lulero a la paz de Westfalia PRIMER DESARROLLO DEL LUTERANISMO. PROCESO Y CONDENACIÓN DE LUTERO 1 4
Los efectos de este acto audaz de Lutero fueron extraordinarios, y, desde luego, mucho mayores de lo que el mismo Lutero pudiera imaginar. Es cierto que no se celebró la anunciada disputa; pero las tesis se propagaron rápidamente por todas partes, y, como en toda Alemania existía un disgusto latente contra Roma, aparecieron generalmente las tesis de Lutero como su expresión más eficaz, y, por lo mismo, comenzaron muchos a mirarlo a él como a un héroe nacional. i. Reacción de los teólogos católicos y respuestas de Lutero.— Sin embargo, hubo desde el primer momento teólogos y polemistas católicos que reconocieron claramente el alcance de las doctrinas que se ocultaban debajo de las 95 tesis, y, sin dejarse sorprender ni ganar por el general aplauso, procuraron descubrir su verdadero peligro. El primero que, según parece, opuso a las tesis de Lutero 56 Antitheses fue Conrado Wimpina, rector de la Universidad de Frankfurt, y es indudablemente una honra de Juan Tetzel haberlas defendido el 20 de enero de 1518 añadiéndoles otras 50 1 5 . En ellas aparece claramente cómo Tetzel y Wimpina habían comprendido el punto más peligroso de la doctrina luterana. Mas no se arredró Lutero ante esta primera oposición. Así, pues, respondió a Tetzel con un Sermón sobre la indulgencia y la gracia, al que siguió poco después el libelo Libertad de un sermón sobre la indulgencia, que era una refutación de la doctrina católica sobre la penitencia. Esto aumentó rápidamente el entusiasmo de las masas por el nuevo héroe nacional, hasta tal extremo que públicamente se quemaron 800 ejemplares de las Antitheses del contrincante de Lutero. Más significación debía tener otro polemista que salió bien pronto a la palestra. Era Juan Eck, profesor de teología de Ingolstadt, hábil dialéctico e insigne teólogo 16, el cual, accediendo a los ruegos del obispo de Eichstátt, compuso sus Annotationes, que eran una serie de atinadas observaciones, en las que notaba el agudo polemista el parentesco de las doctrinas de Lutero con las de Juan Huss. Lutero se sintió herido en lo más vivo, por lo cual en su respuesta designó irónicamente estas Anotaciones como Obeliscos 17. Asimismo, el dominico Silvestre Mazzolini, llamado Prierias, maestro del Sacro Palacio, publicó en junio de 1518 un trabajo teológico, en el que expone la doctrina de la Iglesia sobre las indulgencias. A este escrito respondió Lutero sarcásti14
Para t o d o este apartado véanse sobre todo PASTOR, V I I , 3 i 7 s ; GRISAR, l . c , 72s; D E M O -
REAU, l . c , 15
44S.
L a s ioó tesis (Antitheses) d e Tetzel véanse en H E F E L E - H E R G E N R O T H E R . Conziliengeschichte IX,25s. Asimismo en LÓSCHER, Reform. Urkunden I.484S. Véanse también PAULUS, Tetzel .., l . c , 170S; JANSSEN, Geschichte des deutschen Volkes II,85s. Sobre todo PASTOR, VII.320S. Sobre Wimpina y los demás teólogos y polemistas véase en particular PASTOR, Le. La contestación d e L u t e r o en su Sermón sobre la indulgencia y la gracia en ed. W e i m a r , I.243S. J 6 Véase sobre J. Eck GREVING, J., Johann Eck ais junger Gelehrter: «Reform. geschichtl. Stud.» n.7 ( M ü n s t e r i g o 6 ) ; ID., Johann Eck Pradigttatigkeit... (ibid., 1014); PFEILSCHIFTER, G., Acta Reformationis Catholicae Ecclesiam Germaniae concernentia saeculoXVI. 1:1520-1532 (RatisDonai95o);IsERLOH,E.,art. Eck (lean) : DictHistGéogr. 14(1960) 1375.1375.1379; SCHAUERLE, H . , Johannes Eck and das Konzil: «Unió christ. Festschr.» L. Jaeger (Paderborn 1962) 267-277. ! ' Asterisci, ed. W e i m a r , I,28is. Sobre este escrito d e L u t e r o y toda su polémica contra Eck véase GRISAR, H . , Luther (obra mayor en 3 vols., en alemán) I,686s, donde se notará la pasión d e L u t e r o frente a la serenidad de J. Eck.
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camente, manifestando su desprecio de la autoridad de los papas y de los concilios. Finalmente, a otro dominico, Santiago Hochstraten, que había escrito contra él, le contestó echándole en cara su ignorancia. Hasta qué punto había llegado Lutero en 1518 en la convicción interior de sus propias opiniones, aparece en la disputa celebrada en Heildelberg el 18 de abril durante un capítulo de la Orden. En ella defendió lo que él llamó «teología de la cruz», y llegó a afirmar que la libertad humana no es más que un mero nombre; el hombre no puede cometer más que pecados. El resultado fue que se le adhirieron numerosos miembros de la Orden. Poco después, en el mes de mayo, publicó sus Resoluciones sobre el valor de las indulgencias, que es una aclaración de las 95 tesis l s . Este folleto lo envió al romano pontífice con un escrito de presentación, en el que se mezclan expresiones de reconocimiento de la autoridad pontificia y una absoluta decisión en defender sus opiniones. 2. Primera intervención de R o m a contra Lutero 19 .—Bien pronto llegó a Roma la noticia de estos acontecimientos; pero, en medio del estado en que se hallaba a la sazón la curia romana, no se dio la debida importancia al peligro que significaba todo este movimiento. Según parece, fue el mismo arzobispo Alberto de Brandeburgo quien mandó a Roma la primera noticia oficial sobre aquellos hechos. Enterado, pues, el papa León X sobre el nuevo movimiento desencadenado por Lutero, no es cierto, como se ha afirmado, que lo designara como «reyertas de frailes», sin hacerle ningún caso, sino que, por el contrario, consta que inmediatamente se decidió a intervenir en el asunto. Su primera providencia fue encargar al superior de los agustinos, Staupitz, que procurara contener a Lutero. Mas, como Staupitz era uno de sus principales protectores y admiradores, esta primera medida tomada por la curia romana quedó sin ningún resultado. Así se explica que pudiera fácilmente conquistar partidarios entre los miembros de la Orden. Durante los meses siguientes fueron llegando a Roma noticias cada vez más alarmantes. En junio del mismo año 1518 se envió a Lutero la orden de presentarse en Roma en el término de sesenta días, con lo cual se abría en Roma el proceso formal contra él. Pero en estas circunstancias se inició la intervención de los príncipes temporales en todo este asunto, que fue el paso más decisivo en favor del luteranismo. Federico el Sabio, elector de Sajonia, que había comenzado a simpatizar con las nuevas ideas por cuestión más bien política y movido de cierta oposición a Roma, se interesó por Lutero y obtuvo que compareciera en Augsburgo 20 , a lo que ayudó el emperador Maximilia18 Resolutiongs disputationum de indulgentiarum -uirtute, ed. W e i m a r , I.S22S. Son interesantes las expresiones q u e usa en su carta al romano pontífice, d o n d e se presenta como subdito fiel. Cf. D E MOREAU, l . c , 44, y, sobre todo, GRISAR, 74S. Sobre la disputa del capítulo d e Heídelberg véase GRISAR (obra mayor), I,27os-300s. 19 Véase una amplia exposición del proceso y d e la intervención d e la Santa Sede contra L u t e r o en PASTOR, VII,325s. Como se indica, los mejores estudios s o n : M Ü L L E R , L., Luther rom. Prozess: «Z. f. KG» 24 (1903) 46S; KALKOFF, ZU Luthers rom. Prozess: ibid., 25 (1904) 90S y varías continuaciones; I D . , Forschungen zu Luthers rom. Prozess (Roma 1905); SCIIULTE, Die rom. Verhandlungen über Luther: «Quellen. u. Forsch.» (1903) 32S; D E L I U S . W . , Úrbanus von Serra\onga und der Prozess Luthers: «ArchRef Gesch» 52 (1961) 29-48. 20 N o significa esto, como han afirmado algunos, q u e se obtuvo fuese juzgada en Alemania la causa d e L u t e r o . D e p a r t e d e R o m a se deseaba despachar aquel asunto con la mayor rapidez.
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no. Para ello fue nombrado por la Santa Sede el cardenal Tomás de Vio, llamado generalmente Cayetano, quien pasaba por el mejor teólogo de su tiempo. Celebróse desde el 12 al 18 de octubre de 1518 una dieta en Augsburgo, y allí se presentó Lutero ante el cardenal. Este procuró primero atraérselo con su amabilidad y convencerlo de sus errores; pero, ante la tenacidad de Lutero, le intimó la orden de retractarse de sus opiniones sobre la justificación y las indulgencias. Pero él se negó en absoluto, dando por razón que no había defendido nada contra la Escritura ni los Santos Padres. Más aún: ante el temor de ser apresado, escapó Lutero inesperadamente de Augsburgo, dejando una apelación notarial a Papa non bene informato ad melius informandum 21 . Esta conducta disgustó profundamente al cardenal, el cual se quejó de ella ante el príncipe elector de Sajonia e insistió con él para que obligara a Lutero a presentarse en Roma. Pero, lejos de acceder a ello, Federico el Sabio continuó apoyando a Lutero 22 . Entre tanto, con el objeto de quitar todo pretexto a Lutero, el 9 de noviembre de 1518 se publicó en Roma una bula, en la que oficialmente se precisaban los puntos dogmáticos sobre las indulgencias, mientras él por su parte lanzaba desde Wittemberg una segunda apelación a un concilio ecuménico. Roma entonces inicia otro camino. Con el intento de atraerse a Federico el Sabio y conseguir de él que levantara su apoyo a Lutero, le envió el papa la rosa de oro, distinción sumamente grata a los príncipes católicos. El portador de la misma y de multitud de privilegios e indulgencias para la nueva Universidad de Wittemberg, tan cara al príncipe elector, era el camarero pontificio Carlos Miltitz, hombre hábil, pero altanero, el cual intentó por su cuenta y riesgo atraerse a Lutero, para lo cual se empeñó en arriesgadas conversaciones con él, de las que no se obtuvo ningún resultado 23 . 3. Disputa de Leipzig y condenación de Colonia y Lovaina 24 .—Los informes excesivamente optimistas comunicados a Roma por Miltitz dejaron la impresión de que el asunto de Lutero entraba en vías de arreglo definitivo; pero entre tanto tenía lugar en Alemania un acontecimiento de capital importancia en el desarrollo del luteranismo. Tomando pie de las Anotaciones que Juan Eck había publicado contra las tesis de Lutero, Karlstadt invitó a aquel teólogo a una disputa públicamente, cosa entonces relativamente frecuente en las Por esto, ante las seguridades dadas por el emperador de que así se haría, se juzgó que en realidad éste sería el camino más rápido: que en vez-de ir Lutero a Roma, se presentara en Augsburgo ante el legado del papa, cardenal Cayetano. La señal más evidente del deseo de Roma de terminar cuanto antes este asunto es que todo esto se realizó antes de cumplirse el plazo de sesenta días. Véase PASTOR, l.c, 332S. 21 El texto de la apelación puede verse en ed. Weímar, ll,28s. Véase de un modo especial CRISTIANI, L.: «Histoire de 1'Eglise» de FLICHE-MARTIN, XVII, 13S. Trátase ampliamente de esta apelación a un concilio. 22 Para todo este particular, PASTOR, VII,338S, y GRISAR, 785. 23 Sobre la persona, la significación y la misión de Miltitz dan interesantes detalles G R I SAR, 79; HERGENRÓTHER, I I I , 3 8 I ; PASTOR, VII,34i. En particular pueden verse PAULUS, N., Tetzel..., o.c, 7os; KALKOFF, P., Die Milziade. Eine kritische Nachlege zur Gesch. des Ablassstreites (Leipzig 1911). 24 La disputa de Leipzig tuvo extraordinaria importancia. Véanse como base las relaciones de GRISAR, 84S; STRÓHL, o.c, 275S; CRISTIANI, L., DU luthéranisme au protestantisme 83S. El texto puede verse en SEITZ, Der authentische Text der Leipziger Disputation (Berlín 1903); ed. Weímar, II, 153S.241S. Véase asimismo SEIFFERT, Die Reformation in Leipzig (Leipzig 1893); KAHLER, E., Beobachtungen zum Problem von Schrift u. Tradition in der Leipziger Disput. von 1519: «Hóren u. Handeln», ded. a E. Wolf (Munich 1962) 214-229.
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universidades. Celebróse, pues, en el palacio de Pleissenburg, en Leipzig, durante los meses de junio y julio de 1519, en presencia del duque de Sajonia. El 27 de junio se inició la disputa entre Eck y Karlstadt, a quien habían acompañado Lutero, Melanchthon y un buen número de estudiantes de Wittemberg. Cuatro días sostuvo Karlstadt la dialéctica acerada y contundente del teólogo católico; pero, cuando estaba a punto de declararse vencido, entró en la palestra Lutero, el cual con su impetuosidad y decisión comunicó nuevo interés a la contienda. Pero Eck tuvo la habilidad de mantener la ofensiva, señalando algunos puntos de la doctrina de Lutero enteramente semejantes a algunos condenados en Constanza contra Juan Huss, y, por otra parte, obligó a Lutero a admitir que algunos puntos condenados en Constanza eran enteramente cristianos. Más aún: acorralando cada vez más a Lutero, le hizo proclamar abiertamente que la única fuente de la revelación era la Escritura, rechazando la autoridad de los Padres, de los concilios ecuménicos y de los papas. Tal fue el resultado de la célebre disputa de Leipzig. El triunfo moral de Eck consistía principalmente en haber obligado a Lutero a poner de manifiesto ante todo el mundo su verdadera posición frente a la Iglesia y al romano pontífice. El triunfo católico de la disputa de Leipzig aparecía también por algunos resultados que de ella se derivaron. Por una parte, el duque Jorge de Sajonia, ante la evidencia de los errores fundamentales de Lutero, se afirmó definitivamente en la fe católica; y, por otra, las Universidades de Colonia y Lovaina, invocadas como arbitros de la contienda, fallaron luego contra Lutero, mientras las de París y Erfurt tardaron algo más en dar su fallo desfavorable. Además—y esto pesaba mucho ante los innovadores—, en adelante, ya nadie podía llamarse a engaño, pues todo el mundo pudo ver claramente hasta dónde llegaba la nueva ideología. Esto lo comprendieron muy bien Lutero y sus partidarios; por lo cual, a partir de este momento, se lanzaron con verdadero apasionamiento a la defensa y propaganda de sus doctrinas. Puestos en evidencia ante todo el mundo, ya no podían detenerse. No terminaron en adelante en Lutero sus vacilaciones y angustias interiores; pero procuró acallarlas por medio de la lucha más encarnizada contra el Papado. 4. Reacción de Lutero.—Esta lucha se manifestó inmediatamente por medio de una serie de folletos de propaganda y escritos dogmáticos, en lo que ayudó a Lutero de un modo especial su nuevo discípulo, Melanchton, que tanta importancia debía alcanzar en el desarrollo del luteranismo 25 . En estos escritos, que llenan todo el resto del año 25
Sobre Melanchton existe una bibliografía abundante, que conviene tener presente:
Fuentes.—Ante todo, Corpus Reformatorum (Halle 1834S). Las obras de Melanchton están en los volúmenes 1 al 28, ed. por BRETSCHEIDER y BINDSEIL. Más tarde se añadieron Supplementa Melanchtoniana, por O. CLEMEN y H. ZWICKER, 2 vols. (Leipzig 1910-1911). Asimismo: CLEMEN, O., Melanchtoniana: «Theol. St. Krit.» (1905) 395S. Bibliografía.—HARTFELDER, PH., Melanchton ais Praeceptor Cermaniae (Berlín 1889): ELLINGER, G., Ph. Melanchton. Ein Lebensbild (Berlín 1902); KAWERAU, Die Versuche, Melanchton zur Kathol. Kirche zurückzuführen (Halle 1902); GREEN, L. C , Dte Entujtckíung des evangel. Rechtfertigungslehre bei Melanchton bis 1521 im Vergleich mit der Luthers (Erlangen 1955): SCHUVARZENAU, P., Der Wandel im theol. Ansatz bei Melanchton von 1525-1535 (Gütersloh 1956); SICK, H., M. ais Ausleger des Alten Testaments (Tubinga 1959).
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1519 y gran parte de 1520, se aprovecha el estado de descontento en que se hallaba Alemania contra Roma para atizar el fuego de la indignación popular contra el Papado; pero sobre todo se exponen en ellos, en la forma más cruda, los puntos fundamentales de su nueva ideología. Ya a fines de julio, apenas terminada la disputa de Leipzig, apareció su primer folleto: Resoluciones luteranas sobré las proposiciones disputadas en Leipzig. Lutero se esfuerza en probar que en realidad él no fue vencido. Lo único en que triunfó su adversario fue en sus clamores y gestos trágicos. Mas, para que no quede duda sobre su posición doctrinal, repite que los concilios se han equivocado con frecuencia. Un nuevo acontecimiento iba a excitar más todavía a Lutero. La Universidad de Lovaina, después de largo examen sobre los escritos de Lutero, publicaba en febrero de 1520 una amplia censura y condenación de los puntos fundamentales de su doctrina. Esta censura iba acompañada de otra de la Universidad de Colonia y de una introducción del cardenal Adriano de Utrecht, futuro papa Adriano VI 26. Fácilmente se comprende la violenta reacción de Lutero a la lectura de tan importantes censuras. Aunque él mismo había manifestado al cardenal Cayetano en 1518 que se sometía al fallo de las Universidades, ahora que este fallo le era tan desfavorable, se olvidaba en absoluto de sus anteriores promesas. Con maravillosa rapidez, ya en el mes de marzo dio una respuesta a las censuras desfavorables de las Universidades. El, que había invocado su fallo, les niega ahora el derecho de censurar. Además, protesta contra su conducta, pues no hacen más que afirmar y no prueban nada 27 . Luego dedica a ambas Universidades las expresiones más despectivas, llamándolos «teólogos groseros» y «sofistas que deliran». De este modo se fueron caldeando los ánimos, y las nuevas ideologías luteranas, que encontraban en las masas del pueblo alemán un terreno bien abonado, se fueron propagando con extraordinaria rapi^ dez. Así se comprende que ya en los primeros meses de 1520 se calculaban en unos 1.500 los estudiantes de la Universidad de Wittemberg que acudían a escuchar a Lutero. Indudablemente contribuyó a este rápido progreso de las ideas luteranas la colaboración más o menos directa, ante todo, de Erasmo, de quien consta que aprobó el movimiento de Lutero en sus principios 2 8 ; asimismo, del humanista alemán Vírico 26 Sobre este fallo d e la Universidad d e Lovaina véase sobre todo D E MOREAU, I . C , 4 8 S ; ID., Luther et l'Université de Louvain: «Nouv. Rev. Théol.» (1927). El texto de esta censura d e Lovaina puede verse en FREDERICQ, P., Corpus documentorum inquisüionis neerlandicae IV, 145 ( G a n t e 1900). L a censura d e Colonia, en ed. W e i m a r , I V , i 7 8 s . 2 ? Véase D E MOREAU, I . C , 49. T e x t o en ed. W e i m a r , V I , I 8 I S . 28 Sobre Erasmo es m u y a b u n d a n t e la bibliografía existente: Erasmi Opera, ed. BEATUS T H E N A N U S , 3 vols. (1540); ed. I. CLERICUS, 10 vols. (Leiden 1703-1706); N I C O L I , The epistles of Erasmus from his earliest letters to his fifty first year (Nueva York 1904S); Opus epistolarum, ed. P. S. A L L E N , 7 vols. (Oxford 1906-1928); RICHTER, M . , Die Stellung des Erasmus zu Luther und zur Reformation in den Jahren IJ16-1524 (Leipzig 1900); M E Y E R , A., Étude critique sur les relations d'Erasme et de Luther (París 1909); A L L E N , P . S., The Age of Erasmus (Oxford 1914); S E E ROHM, F., The Oxford Reformes, J. Colet, Erasmus u. Thomas Morus 3.* ed. (Londres 1913); R E NAUDET, A . , Erasme, sa vie et son oeuvre jus'qu en 1517 (París 1913); I D . , Erasme. sa pensée relig. etson action de 151801521 (París 1926); SMITH, Erasmus 3 vols. (Nueva York 1923); Q U O N I A N , T H . , Erasme (París 1934); BATAILLON, M . , Erasmo y España 2 vols. 2. a ed. T r a d . cast. por A. ALATORRE (Méjico-Buenos Aires 1950); CAMPBELL, V. E., Erasmus, Tyndale an More (Londres 1949); H U I Z I N G A , J., Erasmus and the age of Ref. (Nueva York 1957;) T E C H T E R , H . , Ulrich von Hutten. (1954); KLEINSCHMIDT, K., Ulrich von Hutten, Ritter, Humanist und Patriot (Berlín 1955); N U L LI, A., Erasmo e il Rinascimento ( T u r í n 1955); BOUYER, L . , Autour d'Erasme. Étude sur le christia-
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Hutten, quien ya desde 1520 se puso al servicio de Lutero con sus sarcásticos escritos, llenos de odio contra los clérigos. Estos triunfos hicieron olvidar de algún modo a Lutero la humillación de Leipzig. Por esto, ya en plena efervescencia de su pasión antipapista, publicó en junio del mismo año 1520 su folleto Del papa de Roma. Este estado de exaltación pasional debe tenerse presente para comprender los hechos que tuvieron lugar durante la segunda mitad del año 1520. El primero es la aparición de los documentos pontificios contra Lutero y su doctrina y la reacción violenta de Lutero; el segundo, la publicación por parte de éste de los tres principales escritos dogmáticos. 5. Final del proceso contra Lutero. Folletos dogmáticos.— A principios de 1520 llegaron a Roma las censuras de Lovaina y Colonia contra las doctrinas luteranas; sin embargo, según todos los indicios, la reanudación de la causa fue independiente y anterior a la llegada de dichas censuras 29 . De hecho, en Alemania se habían ido publicando diversos trabajos contra los innovadores. Tales fueron: los de Juan Cochlaeus y Jerónimo Emser, capellanes del duque Jorge de Sajonia 30 , y el de Tomás Murner, teólogo franciscano, quien con fina sátira respondió a los apasionados folletos de Lutero. Pero el que con más celo y más conocimiento de causa se dedicó a la defensa de la verdad católica fue Juan Eck. Así, pues, libres en Roma, por la elección del nuevo emperador Carlos V, de la preocupación en que este asunto los había mantenido durante largos meses, y movidos, finalmente, por las representaciones de Juan Eck, se decidieron a emprender de nuevo el proceso de Lutero. En estas circunstancias, con el objeto de hacer ambiente en favor de su causa, publicó Lutero, además de otros escritos, tres de sus más célebres tratados, designados por los luteranos como fundamentales de la Reforma protestante. El primero de estos escritos lleva el título A la nobleza cristiana de la nación alemana sobre la reforma del estado cristiano, y se dirige a los príncipes alemanes. Es un manifiesto revolucionario, en el que pone en las manos de los príncipes toda la jurisdicción temporal y religiosa y usa todos los medios posibles para que, en efecto, ellos la asuman. Así, llega a decir: «Ahorcamos justamente a los ladrones ; damos muerte a los bandidos. ¿Por qué, pues, dejar en libertad al avaro... de Roma, que es el mayor de los ladrones y bandidos que hayan existido ni existirán jamás sobre la tierra?» 31 nisme des humanistes catholiques (París 1955); PADBERG, R., Erasmus ais Katechet ( F r i b u r g o d e Br. 1956); BOISSET, J., Erasme et Luther. Livre du serf arbitre. Bibl. Philos. contempor. Hist. de la phil. et philos. génér. (París 1962). 29 Acerca de este p u n t o véase D E M O R E A U , I . c , 50. Asimismo véase PASTOR, VII,352s. 30 F u e de particular interés la polémica de Emser contra Lutero. Véanse KAWERAU, hheron, Emser. Ein Lebensbild aus der Reformationsgesch. (Halle 1898); ENDERS, Luther und Emser. Drei Streitschriften aus dem Jahre 1521 2 vols. (Halle 1889-1891). 31 Véase el texto d e estos'escritos en la ed. W e i m a r : A la nobleza... V I , 3 8 i s ; De la cauüvL dad... VI,48 4s. En general, sobre estos escritos d e p r o p a g a n d a : L E M M E , Die drei grossen Reforma, tionsschriften 2 . ' e d . (Gotha 1884); C L E M E N , O., Flugsrfirt/ten aus den ersten Reformatwnsjahrer, 4 vols. (1906-1910); GRISAR, H . - H E E G E , F., Luíhers Kampfhilder 4 f a s e : «Lutherstud.» 2 -3-5-6 (1922-1923). Sobre todo véanse GRISAR, 120S; D E M O R E A U , I . C , 87S; véanse algunos estudio^ recientes sobre las ideas d e L u t e r o : K I N D E R , E., Der evangelische Glaube und die Kirche. u r u n ^ züge des evangelisch-luther. Kirchenverst andnis 2.* ed. (Berlín 1960); HERMANN, R-, Gesammelte
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El segundo de estos escritos es el gratado De la cautividad babilónica de la Iglesia. En él manifiesta Lutero su habilidad como conocedor de las masas. Presenta a la Iglesia como un verdadero tirano, al procurar mantener a los fieles en el más oprobioso cautiverio de los sacramentos, de la autoridad de los concilios y de los papas. Por esto se impone, dice, «la derogación de todos los preceptos de la Iglesia. Es preciso poner término al celibato eclesiástico, que es una institución maldita». El tercer escrito lo compuso poco después. Es el titulado De la libertad cristiana, en el que da una síntesis de su doctrina sobre la justificación y sobre otros puntos fundamentales de su ideología. A estos tres folletos debe añadirse otro Sobre la misa, en el que rechaza directamente el carácter de sacrificio de la misa, toda la jerarquía y el sacerdocio propiamente tal, pues sólo admite el general de todos los fieles; y, finalmente, otro dirigido al emperador antes de su coronación, realizada el 22 de octubre. Pero entre tanto continuaron en Roma los trabajos preparatorios para la sentencia condenatoria, y, finalmente, el 15 de junio de 1520 salió la bula pontificia Exurge, Domine, que, sin nombrar a Lutero, señala cuarenta y una proposiciones, en las que se resumen sus principales errores y se condenan, parte como heréticos, parte como falsos y escandalosos. En consecuencia, ordena que se quemen los escritos en que se contienen estos errores y se comunique a Lutero que será excomulgado si no se retracta dentro de sesenta días. Añadamos como nota interesante que, según admite el mismo Kalkoff, la mitad de los artículos tienen por base los de Juan Eck, y la otra mitad, las proposiciones censuradas por Lovaina 32 . La primera impresión de Lutero, muy en consonancia con su carácter, fue una mezcla de dos afectos; por una parte, una intensa preocupación y_ angustia sobre lo que debía hacer en un momento tan decisivo y trágico de su vida; mas, por otra, una creciente adhesión a sus ideas, con exclusión absoluta de toda retractación. Como efecto del primer sentimiento se explica que, movido por Miltitz, dirigiera en el mes de octubre a León X una carta en la que protestaba ante el papa de que no había cometido ninguna falta de respeto a su persona. Sin embargo, acuciado por el segundo sentimiento, se desataba luego en recriminaciones contra la Iglesia, a la que designa como «cueva de asesinos..., madriguera de malvados, peor que todas las guaridas de criminales». Studien zar Theol. Luthers u. der Reformation (Gotinga 1960); L O H S E , B . , Luthers Kritik ara Monchtum: «Evangel. Theol.» 20 (1960) 413-32; DIESTELMANN, J., Konsekration. Luthers Abendmahlsglaube in dogmatischliturg. Sicht: «Luthertum» 23 (Berlín 1960); CLARK, F - , Eucaristie sacrifice and the Reformation (Londres 1960); PETERS. A . , Realprasenz. Luthers Zeugnis von Christí Gegenwart im Abendmahl: «Arbeiten z. Gesch. T h e o l . des Luth.» 5 (Berlín 1960); A G N O L " T TO, A . , La filosofía di Lutero (Milán 1961); SCHWARZ, R., Fides, spes, u. caritas beim jungen Luther (Berlín 1962); ALTHAUS, P., Die Theologie Martin Luthers, 2. a ed. (Gütersloh 1963); CASALIS, G . , Luther et l'Eglise confessante: «Miscrocosme. Maítres spirit.» 28 (París 1962); PINOMAA, L . , Die Heiligkeit im Luthers Theologie: «TheolLitZ» 87 (1962) 253-259; L O H S E , B-, Monchtum und Reformation (Gotinga 1962); PETERS, A., Glaube und Werk (Berlín 1962); T A P P O L E T , W - , Das Marienlob der Reformatoren. Martin Luther, Johannes Calvin... ( T u b i n g a 1962); GERRISCH, B . A., Grace und Reason. A study in the theol. of Luther (Londres 1962); BRAVO, F . ( Naturaleza del sacerdocio común de los creyentes, según Lutero: flRevEspTeol» 22 (1962) 179-253; GABAS, R., Clave teológica para la inteligencia de la eclesiología protestante: «Salmantic.» 10 (1963) 161-241; H E A D LEY, J. M . , Luther's view of Church History (New Haven 1963). 32 Zu Luthers rom. Prozess 99. E l texto d e la bula Exsurge, Domine p u e d e verse e n Bullar. Rom., ed. T a u r i n e n s e , V,748s; RAINALDI, Annales a.1520 n . 5 i s ; KALKOFF, P., Die Bulle «Exsurge, Domine»: en «Z. f. KG» (1914) l66s. Para toda esta relación, además d e los trabajos d e M Ü L L E K y K A L K O F F , véanse, s o b r e t o d o , PASTOR, VII,356s y G R I S A R ,
II6S.
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Pero entre tanto la bula pontificia del 15 de junio iba produciendo muy diversos efectos en los territorios germanos. Su publicación, de la que fueron encargados Juan Eck y Jerónimo Aleander, tropezó con grandes obstáculos. Uno de los principales fue la inacción o indiferencia de muchos prelados y, sobre todo, la hostilidad de algunos principes. El mismo Erasmo desacreditó públicamente la acción del romano pontífice 33 . En este ambiente se explica que Lutero, al mismo tiempo que con nuevos escritos dogmáticos consolidaba su posición y hacía ambiente en su favor, fuera envalentonándose cada vez más. Por esto empezó a dar muestras de gran desprecio de la bula pontificia, mientras le hacían eco sus principales seguidores. El humanista Hutten llegaba al extremo de devolverla a Roma, acompañada de un comentario satírico. Finalmente, el mismo Lutero, en noviembre de aquel año 1520, publicó uno de los más apasionados libelos que salieron de su pluma, titulado Contra la bula del anticristo. Mas no se contentó con este acto, sino que quiso manifestar su protesta en una forma solemne y aparatosa. Para ello invitó el 10 de diciembre a gran número de profesores y estudiantes de la Universidad de Wittemberg, y en su presencia quemó públicamente no sólo la bula pontificia, sino también el Código de derecho canónico y varios escritos de Juan Eck 34 . Ante esta actitud de rebeldía de Lutero, pasado el término anunciado, el romano pontífice promulgó el 3 de enero de 1521 la bula de excomunión Decet Romanum Pontificem 35 . III.
DESARROLLO ULTERIOR DEL MOVIMIENTO LUTERANO HASTA LA C O N F E S I Ó N
DE AUGSBURGO
(1530)
3 6
Con la condenación de Lutero, por una parte, se ratificaba la división religiosa de Alemania, y, por otra, daba el romano pontífice su fallo definitivo en el asunto de los innovadores. Esto fue de gran trascendencia, pues unos y otros sabían ya en adelante a qué debían atenerse. 1. El emperador Carlos V. Edicto de W o r m s (1521) 37 .—El emperador Carlos V, de convicciones profundamente católicas, apenas 33 Son d e gran interés las diversas manifestaciones d e Erasmo con ocasión d e la condenación d e L u t e r o p o r el papa. Así, el 5 d e noviembre d e 1520 decía al elector d e Sajonia q u e la persecución d e L u t e r o se debía a motivos innobles y q u e era t o d o gritería y p u r a maldad. E n cambio, a L e ó n X le escribía: «Lutherum n o n novi nec libros illius legi nisi forte 10 aut 12 pagellas». 34 Estos escritos d e L u t e r o contra la bula Exsurge, Domine, d e León X, véanse e n ed. W e i m a r , VI.576s.595s; V I I , l 6 r s . Véanse C L E M E N , O . , Uber die Verbrennung der Bannbulle durch Luther: «Theol. St. u. Krit.» (1908) 460S. Sobre t o d o véanse PASTOR, VII,3ó7s; GRISAR, l . c , 129S. 35 Véase u n a exposición amplia d e estos hechos e n KALKOFF, o . c , 165S; PASTOR, V 1 I , 3 6 8 S ; GRISAR, 130. El texto d e la bula Decet véase e n Bullar. Rom., ed. T a u r i n e n s e , V , 7 6 i s . Cf. K A L -
KOFF, I 3 5 s . 3
6 Véanse e n particular PASTOR, VII,37s; GRISAR, o . c , 135S. 7 Sobre Garlos V, particularmente sobre su actitud frente a la reforma protestante y e n p a r ticular a la dieta d e W o r m s : SANDOVAL, P . DE, Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V 2 vols. (Pamplona 1714-1718); N A M E C H E , A . J., L'empereur Charles V et son régne (Lovaina 1889); BAUMGARTEN, H . , Geschichte Karls V 3 vols. (hasta 1539) (1885-1892); ARMSTRONG, O . , The emperor Charles V 2.*ed. 2 vols. (Lovaina 1910); HABLER, K., Geschichte Spaniens unter der Regierung Karls I (Gotha r 907); DEBACHENAL, R., Histoire de Charles V (París 1916); L E W I S , D . B . W . , Charles V, emperor of the West ( L o n d r e s 1936); M E R R I M A N , R . B., Carlos V, el emperador español en el viejo y nuevo mundo, trad. española p o r G . SANS H U E L I N (Buenos Aires 1940); GARCÍA MERCADAL, J., Carlos Vy Francisco I (Zaragoza 1943); BABELON, J., Charles V: 1500-1556. Époques et visages (París 1947); MARAVALL, J. A., Carlos Vy el pensamiento político del Renac. ( M a d r i d 1960); JOVER ZAMORA, J. M . , Carlos V y las formas diplomáticas del Renac., I535~1538: «Anal UnivVal» 34 n . i (Valencia 1960): ZAMORA, F . , El pontificado y el imperio en vida de Carlos VI 3
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PAL De Lulero a la paz de Westjdia
publicada la bula pontificia contra Lutero, hizo quemar públicamente sus escritos en Lieja, Colonia y Maguncia, y, en general, no puede dudarse que emprendió inmediatamente una activa campaña contra la nueva ideología. Por desgracia, las guerras en que se vio casi continuamente envuelto le obligaron a estar ausente de Alemania y apartar su atención del luteranismo, que iba avanzando rápidamente; y, lo que es peor, lo forzaron a hacer frecuentes concesiones a los príncipes protestantes, con lo que el movimiento protestante fue avanzando más y más. La dieta anual del imperio, que se celebraba aquel año 1521 en Worms, fue una excelente ocasión para plantear oficialmente la cuestión de las innovaciones luteranas. Federico el Sabio de Sajonia suplicó que se escuchara a Lutero en la dieta. El legado del papa era de opinión que no debía ser escuchado en la dieta, pues su causa estaba ya juzgada por el papa. Así lo hizo ver en un célebre discurso de tres horas de 13 de febrero. Sin embargo, la mayoría decidió que se le admitiera, con el objeto de exigirle una retractación e interrogarle sobre diversos puntos 38. Así se realizó en efecto. Mas por de pronto, y antes de la llegada de Lutero, renovó la dieta la antigua queja de los cien Gravámenes de la nación germana, y, como era natural, renováronse con esta ocasión todos los resentimientos tan generalizados en Alemania contra la curia romana. Después de esto, el 16 de abril del mismo año 1521 se presentó Lutero ante la dieta. Ya al día siguiente, 17 de abril, se le plantearon las dos cuestiones fundamentales: si reconocía como suyos los escritos allí presentes y si estaba dispuesto a retractarse de los errores señalados. No obstante la decisión con que se había presentado, Lutero quedó profundamente impresionado por esta solemne intimación. Por esto pidió se le concediera tiempo para reflexionar. Concediósele sin dificultad lo que pedía, y al día siguiente, 18 de abril, exigiósele de nuevo una absoluta retractación, a lo cual respondió con un célebre discurso, en el que vino a decir que él no había dicho en sus escritos nada reprobable; el mal consistía en que Roma ejercía en Alemania una verdadera tiranía. Finalmente, a una tercera requisitoria de que hiciera una clara retractación, respondió que no lo haría hasta que se le presentara una refutación con la Sagrada Escritura. El papa y los concilios podían errar. El era esclavo de la palabra de Dios. Todavía permaneció Lutero algunos días en Worms, pero fue imposible obtener nada más de él. El 26 de abril abandonó la ciudad de Worms apoyado en el salvoconducto imperial. Así, pues, por este lado, la dieta fue un fracaso. En cambio, Carlos V entregó al nuncio una declaración escrita por la que se compro«RevArchBiblMus» 68 (1960) 409-449; CUESTA, L., LO que no conocemos de Carlos V: ib., 29-79; RASSOW, P.-SCHALK, F., Karl V. Der Kaiser u. seine Zeü (Colonia-Graz 1960); MARQUÉS DE MULHACÉN, Caries V y su política mediterr. (Madrid 1962); DRION DU CHAPOIS, Charles-Quint et l'Europe. Aspeéis de sa poüttque imperiaie; «Destin de l'Europe» (Bruselas 1962); LUTZ, H., Christianitas affticta. Europa, das Reich und die pdpstl Politik im Niedergang der Hegemoníe Karls V (i532-'SS6) (Gotinga 1964). „ „ „ , . . , 38 Sobre la dieta de Worms; KALKOFF, P., Die Depeschen des Nunüus Aieander vom Vormser Reichstage i¡2l 2.*ed. (Halle 1887); ID., Briefe Depesche und Berichte über Luther am Wormser Retchstage (Halle 1898); ID., Die Entscheidung des Wormser Ediktes (Leipzig 1913); ID., Der Wormser Reichstag vom 2522 (Munich 2922); PACQUIER, J., Lettres familiéres de J. Aleander (1510-1540) (París 1909); RUFFET, Luther et la diéte de Worms (Toulouse 1903); KESSEL, E., Luther vor dem Reichstag in Worms 1521: Festgabe f. P. Kirn (Berlín 2961) 172-290.
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metía a defender la religión de sus padres aun al precio de su sangre y vida, y, después de la partida de Lutero, publicó el célebre edicto de Worms, del 25 de mayo de 1521 39 , en el cual se proscribía decididamente en todo el imperio a Lutero y a sus secuaces y se ordenaba fueran quemados sus escritos. 2. Lutero en la Wartburg. Escritos dogmáticos.—Sin embargo, esta proscripción de Lutero tuvo escaso resultado, en lo que influyó decididamente el hecho de que Carlos V, a quien durante los años siguientes apartaron de Alemania las guerras con Francia, no pudo urgir su exacto cumplimiento. Además, el elector de Sajonia, Federico el Sabio, puso a Lutero inmediatamente a salvo. Mientras volvía de Worms, antes todavía de publicarse la proscripción imperial, se simuló un asalto inesperado en el camino y fue conducido a la fortaleza llamada Wartburg, que pertenecía a dicho elector 4 ". Allí permaneció Lutero durante diez meses, en que su vida pudo correr mayor peligro por efecto de la proscripción imperial. Mas, por otra parte, este tiempo no fue perdido para su causa. Por el contrario, Lutero lo aprovechó para realizar una obra particularmente fecunda. Durante este tiempo redactó, o comenzó a componer, un buen número de obras importantes. Además de otros trabajos, escribió bien pronto su folleto Refutación del razonamiento latomiano, en el que daba respuesta al profesor Latomus, de Lovaina, quien en mayo de 1521 había escrito contra él. Trabajó igualmente en una respuesta a la censura de la Facultad de Teología de París contra sus errores, y en ella designa a la célebre Universidad como «la más vil prostituta que haya alumbrado el sol» y usa otras expresiones más fuertes. Asimismo, compuso el tratado Sobre ¡os votos monásticos, escrito muy significativo, que sirvió de base a innumerables frailes y monjas para abandonar el claustro. Pero los trabajos que más lo ocuparon, e indudablemente los más célebres de este retiro forzoso de Wartburg, que Lutero llamaba su Patmos, fueron las traducciones de la Biblia. Ante todo, compuso la traducción del Nuevo Testamento, que terminó en 1522. Asimismo comenzó la del Antiguo Testamento, que continuó después hasta 1534, en que la terminó. Ciertamente estas traducciones adolecen de defectos capitales, sobre todo los cambios y omisiones cuando se trataba de algo referente a sus ideas, e incluso el rechazar por entero la epístola canónica de Santiago; pero no hay duda que fue, desde el punto de vista de Lutero, un extraordinario acierto para su causa. Literariamente, era un excelente trabajo. Menos valor tenía como traducción del original, pues Lutero no conocía el hebreo y sólo medianamente el griego. A este número de obras fundamentales compuestas o iniciadas durante la estancia de Lutero en la Wartburg debemos añadir la que publicó Melanchton en diciembre del mismo año 1521, titulada Lu39 El texto del edicto puede verse en WREDE, Reichstagsakten II.649S; ID., Der erste Entwurf des Wormser Ediktes: «Z. f. KG» 20 (2900) 546S; KALKOFF, P.. Die Entstehung des Wormser Ediktes.... o.c; BRIEGER, T., Zwei bisher unbekannte Entwürfe des Wormser Ediktes (Leipzig 2920). 40 Sobre la estancia de Lutero en la Wartburg véase en particular GRISAR, 246S. Sobre la traducción de la Biblia allí comenzada, HIRSCH, E., Luthers deutsche Bibel (2938). El texto de los escritos allí compuestos por Lutero véase en ed. Weimar, VII.43S (Refutación...); 504S (Sobre los votos...); 398S (De la abrogación...); 477s (Sobre el abuso...).
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P.1I. De Lutero a la paz de Westjdlia 41
gares comunes de las cuestiones teológicas . Era un compendio de teología, en el que, naturalmente, se exponían los conceptos de la justificación por sola la fe, la falta de libertad del hombre, la inutilidad de las buenas obras y la doctrina luterana sobre los sacramentos, la misa y las indulgencias. En cambio, no se decía nada sobre la Trinidad y la Encarnación, que se suponían de poca importancia para nuestra vida moral. En adelante, esta obra, al lado de los escritos doctrinales de Lutero, constituyó la base de la dogmática de los luteranos. Mas no fue todo paz y tranquilidad para Lutero en la Wartburg. Una documentación abundante, particularmente algunos testimonios del mismo Lutero, confirman el hecho de que durante los meses transcurridos en aquella soledad fue objeto de persistentes ansiedades y luchas interiores 42 . Ya el 13 de julio de 1521 escribía a Melanchton que «ardía en su carne y en la lujuria», y añadía luego: «No sé si Dios se ha apartado de mí». Más aún: insiste en la idea de que el demonio lo perseguía y que tuvo que mantener duras batallas con él. Así, refiere que el mismo demonio se le presentó una tarde en forma de perro, pero que felizmente lo pudo él apresar y arrojar por la ventana. Prescindiendo de la veracidad de estos y otros hechos, ciertamente podemos admitir que, con ocasión de las largas horas que tuvo que pasar Lutero en aquella soledad, se renovaron sus preocupaciones y angustias interiores y tuvo que sostener duras batallas contra ellas. 3. Revueltas de Wittemberg 4 3 .—Otro asunto turbó la tranquilidad de Lutero. Muy a los principios de su estancia en la Wartburg, llegaron de Erfurt noticias de que algunos estudiantes de Wittemberg, apoyados por grupos del pueblo, se habían dedicado a saquear las casas de los canónigos y a cometer otros atropellos. La agitación continuó intensificándose cada vez más, con la tolerancia del príncipe elector, hasta el extremo de destruir las imágenes de la iglesia, eliminar la misa y excitar a los religiosos y religiosas a abandonar sus conventos y romper el celibato. Ante noticias tan alarmantes, según parece, salió Lutero de incógnito de la Wartburg, vestido de caballero, estuvo ocho días en Wittemberg, se informó de todo lo ocurrido y procuró aplacar los ánimos. Luego volvió de nuevo a su retiro, desde donde escribió su Exhortación leal a guardarse de la sedición44. Sin embargo, esto no obtuvo el resultado apetecido. El ex agustino Zwilling y Karlstadt continuaron sus agitaciones. Se sustituyó la misa por la cena eucarística, repartiendo la comunión bajo las dos especies; prohibiéronse los trajes eclesiásticos y se continuó destruyendo imágenes de santos, a las que Karlstadt llamaba ídolos. Ni era sólo en Wittemberg. En Zwickau y en otras poblaciones llegó más adelante el desorden con la intervención de la nueva secta 41 Ph. Melanchtons Loci communes, ed. por P L I T T - K O L D E , 4.»ed- Ü925). Sobre esta o b r a véase H O P P E , T H . : «Z. f. Syst. Th.» 6 (1929) 599S. •*2 Cf. D E M O R E A U , l . c , 54S. Véase, sobre todo, GRISAR, 149S. 43 Sobre las revueltas d e W i t t e m b e r g y los sucesos q u e siguieron, M Ü L L E R , T H . , Die Wittenberger Bewegung ('1521-1522; 2.» ed. (1911); K N O L L E , T H . , Luther ufd die Bilderstürmer (1922); S T E C K . K . G., Luther und ¿ie Schevarhmer: «Theol. Stud.», 4 4 ( Z u r i c h I 9 5 5 ) ; C A M P E N H A U S E N , H . VON, Die Bilderfrage ¡n der Reformation: «Z. Kirch. Gesch.», 68 (1957) f6s. ** E d . W e i m a r , VIII,676s. Karlstadt, m á s radical q u e L u t e r o , se fue separando d e él e n diferentes opiniones. El fue el primero d e los dirigentes q u e t o m ó mujer, eliminó la misa, negó la presencia real en la eucaristía, destruyó imágenes, etc.
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de los anabaptistas, dirigidos por Tomás Münzer y Nicolás Storch. Estos fanáticos, partiendo de la base que debía transformarse por completo el orden social, asentaban el principio de que el bautismo de los niños era inválido por faltarles la fe, y así rebautizaban a todo el mundo. lJor esto fueron designados como anabaptistas. Mas lo peor del caso era que-, llevados de su fanatismo, emprendieron una violenta campaña con el objeto de establecer el nuevo orden de cosas, eliminando la jerarquía para vivir sin ley y sin culto; pero, arrojados de sus territorios, algunos de sus cabecillas escaparon á Wittemberg a fines de 1521, y allí se juntaron con Karlstadt y renovaron todos juntos los mayores desórdenes. Quedaron abolidos los estudios; se obligó a los estudiantes a aprender oficios manuales, y a los obreros a predicar el Evangelio; se eliminó el culto público, la misa, la confesión y los ayunos prescritos por la Iglesia. 4. Lutero sale de la Wartburg.—En estas circunstancias, requerido con insistencia por Melanchton, salió Lutero de la Wartburg en marzo de 1522. Aunque pesaba sobre él la proscripción imperial, seguro de la protección del príncipe elector de Sajonia, se dirigió a Wittemberg, y con su ascendiente personal y el ardor de su palabra restableció rápidamente el orden. Sin embargo, tuvo que ceder a gran parte de las exigencias de los agitadores. Así, pues, con la plena aprobación de Lutero y en inteligencia con ti, se eliminó definitivamente la misa privada, la obligación de la confesión, los ayunos y aun el celibato de los clérigos. Más aún: se alabó y alentó a los monjes, religiosos, sacerdotes y religiosas para que, saliendo de los conventos, contrajesen matrimonio. Así lo hizo Karlstadt con la expresa aprobación de Lutero, y el mismo Lutero en 1524 dejó el hábito religioso, que había vestido hasta entonces, y en junio de 1525 se unió con Catalina Bora, religiosa cisterciense salida de su monasterio en inteligencia con él 4 6 . De hecho fueron numerosos los sacerdotes, religiosos y religiosas que abrazaron la reforma protestante. Así, por no citar más que algunos casos de estos primeros años, fueron unos doce los agustinos eremitas que dejaron el hábito, entre los cuales el ya nombrado Zwilling y Juan Lang, confidente de Lutero. Según parece, fueron varios los abades benedictinos que se le juntaron 47 . El moderno historiador de la Orden «5 Sobre T h . M ü n z e r y los anabaptistas véanse M E R X , O . , Th. Münzer und Heinrich Pfeiffer ((¡«ttingen 1889); M E Y E R , Der Wiedertaufer N. Storch: «Z. f. KG» (1895) H 7 s . M i e n t r a s los tmal>aptistas, en unión con Karlstadt y los suyos, realizaban en W i t t e m b e r g t o d o s estos trastornos religiosos, componía L u t e r o d u r a n t e su estancia e n la W a r t b u r g , a d e m á s d e lo anteriormente indicado, su Comentario del Magníficat (ed. W e i m a r , VII,544S.), una d e las mejores obras d e su pluma. Asimismo escribió a comienzos d e 1522 u n o d e ios trabajos m á s ordinarios q u e salieron de su p l u m a : Sobre la grosera cena de nuestro señor el papa. E n él trata d e la célebre bula In coena Ihtmini, en la q u e se contienen las censuras contra los herejes y, n a t u r a l m e n t e , contra L u t e r o . (Ion frases groseras, hace mofa del pontífice, anota las partes jurídicas d e la bula y llega a afirmar inie toda el agua del Rin no bastaría para arrastrar toda la corrupción d e cardenales, arzobispos, obispos y clérigos. C o m o observa m u y bien GRISAR, «un lenguaje semejante, ¿está d e acuerdo rnii aquellos consejos de prudencia dados poco antes por L u t e r o , y encaminados a evitar desórdenes y rebeliones?» 4 * Pertenecía a u n g r u p o d e doce religiosas cistercienses del monasterio d e N i m b s c h e n , en S,i¡onia, que, alentadas y ayudadas por L u t e r o , a b a n d o n a r o n el monasterio. D u r a n t e algún t i e m p o *r permitió L u t e r o tal familiaridad con estas mujeres, q u e vivían en la m i s m a casa con él, q u e Melanchton se llegó a preocupar y lo comenta amargamente. V é a s e D E M O R E A U , l . c , 62S. Sobre l,i conducta de L u t e r o con las mujeres véase su Carta a Spalatino, ed. W e i m a r , 111,474. por la que se suspendía el Interim de Augsburgo y se aseguraba interinamente a los protestantes el libre ejercicio de su religión hasta la próxima dieta imperial 80 . Pero este arreglo definitivo, planeado para el año siguiente, se fue retrasando a causa de las guerras en que se vieron envueltos contra Francia y contra los turcos. Al mismo tiempo, Carlos V, sumamente abatido por los últimos acontecimientos, había abandonado todos los negocios del imperio en manos de su hermano D. Fernando y, renunciando a todos sus Estados, se retiró más tarde al monasterio de Yuste. La anunciada dieta pudo, finalmente, celebrarse en 1555, y en ella se llegó a la célebre paz de Augsburgo 81 , que marca uno de los estadios 78 79
Véase una amplia descripción en PASTOR, XII.330S. Sobre Mauricio de Sajonia: BRANDENBURG, Moritz von Sachsen l (Leipzig 1898); ScKLlNG, Die hirchl. Gesetzgebung unter M. von S. (Leipzig 1899); SCHONHERR, Der Einfall des Kurfürsten von sSachsen in Tirol (Innsbruck 1868). ° WOLF, Der Passauer Vertrag und seine Bedeutung: «N. Arch. f. Gesch.» (1894) 2 37 s ; BRANDI, K., Passauer Vertrag (Stuttgart 1890); KÜNUS, W., Gesch. des Passauischen Vertrage (1907); FISCHER, Die personliche Stellung und polit. Lage Kbnig Ferdinands 1552 (Kónigsberg 1891 )• >• El texto critico de la paz de Augsburgo puede verse en BRANOI, K., Der Augsburger R«ugionsfriede 2.* ed. (1927). Véanse además RITTER, Der Augsburger Religionsfriede: «Hist. Taschb.» 1 (1882) 213S; PAULUS, N., Religionsfreiheit und Augsburger Religionsfriede: «Hist. pol. B1-» 149 (1912) 356S.401S. En particular JANSSEN, o.c, III,8o9s; RASSOV, P., Die Reichstage zu Augsburg m
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más significativos del avance del protestantismo. Su significación proviene de haber sellado definitivamente la división religiosa de Alemania. Por ella los católicos reconocían oficialmente la existencia de los luteranos en el imperio alemán. En consecuencia, las dos confesiones, la católica y la protestante, debían tener completa libertad en su ejercicio dentro del imperio. Los jefes de los territorios podían elegir entre la religión católica y la confesión de Augsburgo e imponerla a sus subditos. Los subditos debían someterse a esta elección; pero, si no estaban conformes, podían emigrar. Es el principio del ius reformandi, concretado en la expresión Cuius regio, eius et religio. Solamente se hizo una excepción a este principio, lo que se llamó el reservado eclesiástico, consistente en que los jefes de territorios eclesiásticos que abrazaban el protestantismo debían abandonar sus territorios, dejándolos en manos de los católicos. Precisamente este reservado eclesiástico dio luego ocasión a largas y sangrientas contiendas. V.
CAUSAS DEL TRIUNFO DEL PROTESTANTISMO
82
Llegados a este punto, vale la pena examinar brevemente cuáles fueron las verdaderas causas de un triunfo tan considerable del protestantismo. Si a lo expuesto sobre el luteranismo añadimos las defecciones de otros países del norte de Europa y las ocasionadas igualmente por el calvinismo y el cisma de Inglaterra, que en 1555 estaban ya en completo desarrollo, y de que luego se hablará, podemos decir que, a mediados del siglo xvi, una buena parte de Europa se había separado de la Iglesia católica. Se ha calculado en unos 60 millones el número de habitantes de Europa a mediados del siglo xvi. Ahora bien, seguramente habían caído en la herejía o en el cisma cerca de 20 millones. Nunca hasta entonces había experimentado la Iglesia católica una catástrofe tan grande. Así, pues, nos preguntamos: ¿Cuáles fueron en realidad las causas de tal catástrofe? 1. Diversas causas insuficientes.—Como es natural, han sido muchos los historiadores, tanto en el campo protestante como en el católico, que han intentado estudiar y resolver desde su punto de vista esta cuestión. Ante todo, no nos parecen suficientes las que propone el P. E. de Moreau, que son «el ansia de poseer integralmente la palabra de Dios, la Biblia, tal como ella salió de la pluma de los autores inspirados y sin interpretación de un intermediario cualquiera, aunque sea la misma Iglesia», y la necesidad de poseer la certeza de la propia salvación por un medio distinto del de la confesión y el de las buenas obras» 83 . Ciertamente aparecen indicios de estas aspiraciones, promovidas por muy diversas causas del siglo xv. Pero creemos sinceramente que no constituyen una base suficiente para explicar el fenómeno de der Re/ormatiotiszeit (Munich 1955); GRISAR, J., Die Stellung der Pápste zura Reichstag und Religionsfrieden von Augsburg ísss- í S t - Zeit» 156 (I954-I95S) 440s; ID., Die Sendung der Kard. Morone ais Legat zum Reichstag von A. r 5 í j : «Z. hist. Vereins» 61 (1955) 34is; TÜCHLE, H., Der Augsburgen Religionsfriede und die Retchsstá'dte: «Z. hist. Vereins Schival.» 61 (1955) 213S; SCHOEMAKER, R. W., The origin and meaning ofthe ñame tProtestant Episcopal» (Nueva York 1959). 82 Véanse en particular D E MOREAU, l.c, 78S; FEBVRE, L., Une question mal posee. Les origines de la Reforme et le probíéme general des causes de la Reforme: «Rev. Hist.» 159 (1929) is; LORTZ, J., Die Reformation in Deutschland L96S.205S; HERTLING, L., Gesch. der kathol. Kirche 249s; ViLLOSLADA, R. G., Causas y factores históricos de la ruptura protestante (Bérriz 1961). «' L . c , 79-
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la defección general del siglo xvi. Sin embargo, estas causas contribuyeron eficazmente al triunfo del luteranismo. La doctrina de la certeza de la salvación por sola le fe; la libertad absoluta dada al hombre para la lectura e interpretación de la Biblia y para prescindir de toda autoridad jerárquica; el desatarlo de gran número de trabas morales con que lo mantenía la religión católica, no hay duda que estos principios eran particularmente aptos para fascinar a las masas y conducirlas a la nueva ideología y a la nueva confesión. Por otro lado, se ha insistido en que la causa principal del triunfo de los protestantes eran los abusos existentes en la Iglesia a fines del siglo xv y principios del xvi 84 . La situación general de la Iglesia era, en verdad, lamentable. Ante todo era evidente la mundanizacíón de la curia pontificia, con todos los defectos que de ella procedían en la venalidad de muchos de sus miembros, en la falta de espíritu eclesiástico y en la relajación de costumbres que se manifestaba en todas partes. Defectos semejantes aparecían, en general, en el clero, tanto secular como regular. El alto clero, que procedía en gran parte de la nobleza, tomaba las dignidades eclesiásticas como un modo de vivir, y así, era muy general su falta de espíritu eclesiástico y su corrupción. El bajo clero, en el que predominaba la ignorancia y la miseria, fácilmente se dejaba llevar de la simonía y de la sensualidad. El clero regular y el estado religioso había caído en muchas partes en una verdadera relajación de costumbres. En los elementos seglares se reflejaban, como era natural, estos mismos defectos, sobre todo la falta de espíritu cristiano y corrupción de costumbres, a lo que se añadía una aversión creciente a los eclesiásticos, a los monjes y, sobre todo, a la curia romana y al mismo romano pontífice. En realidad, pues, existía este estado de corrupción y de relajación, y, aunque no debe exagerarse, suponiendo fuera general en toda la Iglesia, sin embargo, estaba muy extendido, particularmente en el centro de Europa. Pues bien, esta situación de la Iglesia suele presentarse como la causa principal de los extraordinarios progresos realizados por la reforma de Lutero y demás innovadores. Pero a este propósito nos parecen muy sensatas las observaciones que hace el P. Hertling: «Abusos—dice—los ha habido siempre en la Iglesia, unas veces más, otras menos... Los abusos en el gobierno eclesiástico han llevado muchas veces a discusiones y a rebeliones, pero no a cambios de religión y a herejías. Las grandes herejías que nos salen al encuentro en el curso de la historia de la Iglesia, comenzando por los gnósticos y arrianos hasta los jansenistas... y modernistas, no eran propiamente reacciones contra abusos ni surgieron precisamente en tiempos y lugares de especial decadencia de la vida religiosa, sino más bien en medio de una atmósfera de elevada religiosidad» 85 . Y sigue el mismo historiador: «Si la corrupción de la Iglesia hubiera sido la causa de la separación, entonces la línea de separación debía ser muy diversa. Más bien, los mejores elementos, que ya no 84 Este p u n t o d e vista lo expone ampliamente PASTOR, V I I , 2 Ó 7 S . Véanse asimismo S C H N Ü RER, G., Kirche und Kultur im Mittelalter III,2595; F I N K E , E., Die kirchenpolit. und kirchl. Verhciltnisse zu Ende des M . A.: «Rom. Quart.» suplem.4 (1806); LORTZING, ]., Wie ist die abendlánd. Kirchenspaltung entstanden? (1029); ANDREAS, W . , Deutschland vor der Reformation (1932); W Y C K E N S , L., Les origines du Luthéranisme: «Nouv. Rev. Théol.» 59 P.213S. 85
HERTLING, l.c,
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encontraban en la antigua Iglesia la satisfacción de sus ideales, debían ser los que le volvieran las espaldas y formaran una nueva Iglesia más pura y más ideal. Ciertamente entre los reformadores había algunos idealistas; pero no fue precisamente esto lo que contribuyó a que el mundo se dividiera en dos campos, los buenos y los malos. La línea de división fue más bien, a través de la masa, en una y en otra dirección» 86 . 2. Verdaderas causas del triunfo protestante.—En realidad, estamos conformes, en conjunto, con este razonamiento del historiador alemán. Sin embargo, como él mismo implícitamente concede, debemos admitir que los abusos existentes en la Iglesia y la situación general en que ella se encontraba contribuyeron también eficazmente a facilitar el triunfo protestante. Así, pues, teniendo presentes y completando las observaciones que acabamos de reproducir de los dos eminentes profesores de las Universidades de Lovaina y la Gregoriana de Roma, expresaríamos de este modo las verdaderas causas del triunfo protestante: Ante todo, las doctrinas predicadas por Lutero eran sumamente a propósito para atraer y fanatizar a las masas. Si a esto se añaden las cualidades extraordinarias de Lutero, la fogosidad y actividad de su carácter, su talento de organizador, su ardiente imaginación y su habilidad en aprovechar la situación de descontento y aversión contra Roma y algunos abusos reales, se comprenderá mejor cómo pudo obtener tan rápidamente un éxito tan considerable. En segundo lugar influyó indudablemente la situación bastante general, que se caracterizaba por los abusos y corrupción de la Iglesia. Sin embargo, añadamos que estos abusos y relajación eclesiástica no constituyen una causa directa de la defección, y en este sentido son acertadas las observaciones del P. Hertling; pero ciertamente son un terreno bien abonado para que más fácilmente se propague en él la rebelión contra la Iglesia. Así ha sucedido, en efecto, en otras ocasiones semejantes en la historia eclesiástica. Todos aquellos cristianos, clérigos y monjes, obispos y príncipes eclesiásticos, así como también los caballeros y príncipes seculares, faltos de espíritu eclesiástico, víctimas de la relajación y corrupción de costumbres y llenos de prejuicios y aversión contra el estado eclesiástico y contra Roma, eran como ramas secas de un bosque, y bastó se les aplicara la tea encendida de un predicador ardoroso y activo como Lutero para que prendiera un fuego gigantesco. En los siglos xiv y xv existía también un estado de relajación semejante; pero los conatos de rebelión de los herejes W i clif y Huss no consiguieron aplicar la tea que hiciera prender la llama, como sucedió con los protestantes del siglo xvi. A estas circunstancias o causas, que directa o indirectamente favorecieron el triunfo protestante, debe añadirse otra, que, a nuestro juicio, es la que más influyó en él y la que dio fuerza a l a s demás. Tal fue la intervención decidida de los príncipes seculares y eclesiásticos en favor de las nuevas doctrinas. Más aún: creemos que ésta es la verdadera y única causa, sin la cual apenas hubieran tenido efecto las demás 87 . ss ibid. 87 Véase H E R T L I N G , l . c , quien comparte esta solución.
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P.1I. De Lutero a la paz de Westfalia
C.2. La falsa reforma en Suiza e Inglaterra
Si los abusos y el estado de relajación hubieran sido la causa del cambio de religión, debiera observarse siempre y en todas partes este mismo efecto. Pero vemos que no sucedió así. Dependió, pues, de otra causa, que es la que decidió que en este caso se produjeran tales efectos. Esta causa, pues, fue el favor que los príncipes prestaron a la reforma protestante y la falta de personas que defendieran decididamente el catolicismo. • Era, pues, cuestión de personas. Por esto, como dice muy bien el P. Hertling, «donde el príncipe permaneció católico, como en Baviera, o en donde el príncipe quería apostatar, pero hubo personas que le ofrecieron oposición eficaz, como en Colonia y Münster, el territorio perseveró católico». Si Lutero no hubiera tenido desde un principio al elector de Sajonia, Federico el Sabio, quien lo apoyó, y luego otros príncipes que lo favorecieron con todo su poder, no hubiera obtenido el éxito que obtuvo. Los abusos existentes se hubieran podido corregir, como en otras ocasiones, pero Europa hubiera permanecido católica. Así, pues, los príncipes que apoyaron y defendieron la innovación en Alemania; los reyes de los países escandinavos y Enrique VIII de Inglaterra, que la introdujeron por la fuerza, fueron las causas decisivas del triunfo del protestantismo y de la gran catástrofe de la Iglesia católica. Todos ellos, movidos principalmente por el aliciente con que los brindaba la nueva ideología de aumentar su poder apoderándose de los bienes eclesiásticos y constituyéndose en dueños absolutos en lo espiritual y en lo temporal, se entregaron de lleno a las nuevas doctrinas y las hicieron triunfar.
CAPITULO
La falsa reforma
II
en Suiza e
Inglaterra
Mientras se desarrollaban en Alemania los acontecimientos que acabamos de exponer, con lo que se formó la iglesia luterana, surgían también en Suiza otros movimientos semejantes, primero con la reforma de Zuinglio y luego con la de Calvino, que constituyó en definitiva la iglesia reformada. Por causas muy diversas, pero coincidiendo con estos hechos, también Enrique VIII precipitaba a Inglaterra en el cisma, que poco después se transformó en anglicanismo y constituye el tercer núcleo de la reforma protestante. Vamos, pues, a recorrer rápidamente el desarrollo de estos dos núcleos del protestantismo, el zuinglianismo-calvinismo y el anglicanismo. I.
ZUINGLIO: LA INNOVACIÓN EN LA SUIZA ALEMANA I
I. Zuinglio. P r i m e r desarrollo de sus ideas.—La situación de la Suiza alemana a principios del siglo xvi era muy semejante a la de Alemania. Allí encontramos los mismos abusos y la misma situación del clero alto y bajo, del estado monástico y del elemento secular, con i Sobre la reforma protestante en Suiza en general y sobre Zuinglio en particular verse:
pueden
F u e n t e s . — E G L I . E., Analecta reformatoria I-II (1899-1901); Quellen und Abhandlungen zu schw. Reform. Gesch., ed. G. FINSLEK y W . KOCHLER (1912-1926). Las obras d e Zuinglio: E G L I ,
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una aversión manifiesta a los abusos, supuestos y reales, de los eclesiásticos. Además, en este territorio se habían propagado mucho los escritos de Wiclif y Huss. Así se explica que hubieran cundido ya mucho todos los prejuicios contra el Papado y contra muchas prácticas católicas. Para empeorar la situación, se introdujeron bien pronto en Basilea, Zurich, Ginebra y otros centros más importantes las obras de Lutero, que contribuyeron eficazmente a engrosar el número de los innovadores. En estas circunstancias se presentó Zuinglio. Nacido en 1484 en Wildhaus, tenía unos dos meses menos que Lutero, e hizo sus estudios en Berna y Basilea, donde tuvo por maestro al humanista Wólflin. En la Universidad de Viena estudió filosofía, y luego en la de Basilea teología, bajo la dirección de Tomás Wittenbach, que se distinguía como buen escriturario. Ordenado de sacerdote en 1506, ejerció su primera actividad en Glaris, donde intensificó sus estudios exegéticos, y en este trabajo continuó hasta 1516, en que entró como Plebanus, o capellán, del santuario de Nuestra Señora de Einsiedeln, en el célebre monasterio de este nombre. Sobre la base de algunas ideas wiclefitas y hussitas, empezó a fomentar cierta aversión a la curia romana y a muchas costumbres y prácticas católicas, como el ayuno, las indulgencias e incluso los votos religiosos y todo lo que fomentaba la piedad exterior; sin embargo, conservaba su adhesión a la Iglesia católica. Esto no obstante, ya en su capellanía de Einsiedeln empezó a flagelar en sus sermones los defectos, muchos de ellos reales, de las iglesias; pero, sobre todo, empezó a atacar las peregrinaciones a santuarios y el culto de la Virgen. Estando así las cosas, al quedar vacante en 1518 la dignidad de predicador en la catedral de Zurich, Zuinglio fue nombrado para ella, y con la fama y cualidades de orador de que gozaba se entregó de lleno a la predicación. Tomando como base el Evangelio, iba mezclando al mismo tiempo digresiones sobre diversos puntos y no pocas invectivas contra los ayunos, indulgencias, votos y otras prácticas piadosas, y, sobre todo, contra la relajación de costumbres, siendo así que en las E . - F I N S T E R , G., etc., ed. crít.: Corpus Reformatorum vols.1-4.7-10 (Berlín 1909S). Sobre E c o lampadio: STACHLIN, E., Briefe und Akten zura Leben Oecolampads I-II (Leipzig 1927-1934). Bibliografía.—Véase ante todo el reciente art. Zwingli, de L . CRISTIANI : «Dict. T h . Cath.» A s i m i s m o : P O L L E T , J. V. M. f art. Zwinglianisme: ibid. A d e m á s : HADORN, W . , Kirchengesch., der reformierten Schweiz (1907); F L E I S C H L I N , B., Schweizer. Reformations-Geschichte 2 vols. (1907-1909): E G L I , E., Schweizerische Reformationsgesch. 1,1519-1525 (1910); D U E R R , R., Aktensammlung zur Gesch. der Basler Reformation 2 vols. (Basilea 1923): GAGLIARDI, E-, Gesch. der Schweiz von den Anfángen bis zur Gegenwart 2 vols. 2. a ed. (Zurich 1933-1936); DIERAMER, J . - S C H N E I D E R , H . , Gesch. der schw. Eidgen 6 vols. (1920-1931). Biografías d e Z u i n g l i o : STACHLIN, Ulrich Zwingli 2 vols. (Elberfeld 1895-1897); F L E I S C H L I N , B., Zwingli (1930); BAUR, A . , Zwinglis Theologie. 2 vols. (1885-1889); L A N D , A., Zwingli und Calvin (1913); R E C H , A., Die Anfdnge der Theologie Zwinglis (Zurich 1949); PFISTER, R., Die Seligkeit erwdhlter Heiden bel Zwingli. Eine Untersuchung zu seiner Theologie (Zurich 1952); SCHWEIZER, J., Reformierte Abendmahlsgestaltung in der Schau Zwinglis (Basilea 1953); R O H L E R , W . , Zwingli und Luther. Ihr Streit über das Abendmahl... 2 vols. (Gütersloh 1953): JARNER, O . , Huldrych Zwingli. Seine Verteidigung, ihre ersten Früchte, (Zurich 1954): ROTHER, J-, Die relig. und geist. Grundlagen der Politik H. Zwingli... (Erlangen 1956); VASELLO, O., Reform und Reformation in der Schweiz. Zur Würdigung der Glaubenskrise: «Vereinschr. C o r p . Cath.», 16 ( M ü n s t e r in W . 1958); SCHMID, H . , Zwnglis Lehre von der góttlichen und menschl. Gerechtigkeit (Zurich 1959); M A R T I N , W . , Histoire de laSuisse... (Lausana 1959). Véanse en particular HERGENRÓTHER, IIL420S; PASTOR, I X , I I 8 S ; X,2i4s.222s; GRISAR, l . c , 24IS.258S; HAUSWIRTH, R., Landgraf Ph. vonHessen u.Zwingli... «Zwingliana» II (1962) 499-552; COURVOISIER, J., Zwingli. A reformed theologian (Rechmond 1963); P O L L E T , J.-V., Huldrich Zwingli et la Reformation en Suisse d'aprés les réchercher recentes (París 1963).
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P.II. De Latero a la paz de Westfalia
suyas dejaba bastante que desear 2 . Precisamente en este tiempo, en 1518 y 1519, tuvo noticia de los primeros escritos de Lutero, de sus tesis y de las controversias que en torno a las mismas se habían suscitado. Así, pues, no obstante el testimonio suyo en contrario, no dudamos en afirmar que, más o menos conscientemente, fue influido por él y por toda su ideología, si bien Zuínglio le dio una tendencia más radical. 2. La nueva reforma en Zurich.—Ya desde un célebre sermón del año nuevo de 1519, inició una campaña más radical contra los llamados abusos de la Iglesia y en favor de la verdadera reforma. A ello dio ocasión el franciscano de Milán Bernardino Sansón, quien predicaba por aquel territorio la célebre indulgencia ordenada por León X. Por lo demás, consta que Sansón, aunque tal vez cometiera alguna exageración en la forma, predicó correctamente desde el punto de vista doctrinal. Pero, en todo caso, no pudo predicar allí mismo mucho tiempo, pues el obispo de Constanza ordenó bien pronto a sus clérigos que no permitieran la predicación de la indulgencia. Esto no obstante, Zuinglio desencadenó desde este día una campaña cada vez más violenta contra las indulgencias y las prácticas exteriores de piedad, que designaba como «santidad material», afirmando que se debía volver a la «filosofía de Cristo». Pero bien pronto su campaña se dirigió contra la autoridad eclesiástica, en lo que aparece también el influjo luterano, y desde entonces ya no tuvo ninguna clase de trabas en sus críticas e insubordinación. Hizo suyas y expuso en sus sermones las ideas luteranas sobre la justificación por sola la fe, contra las buenas obras y sobre la Sagrada Escritura como única fuente de la verdad. Más aún: él, que tanto flagelaba la corrupción de los monjes y eclesiásticos y la curia romana, empezó a dejarse llevar y a patrocinar en los suyos la mayor libertad de costumbres y a incitar a los sacerdotes y religiosos a abandonar el celibato y los votos. La agitación siguió en aumento, y Zuinglio supo darle un matiz político y nacionalista, con el que llegó pronto a hacerse dueño de la ciudad. Pero ya en 1522 se llegó al primer conflicto ruidoso. Un buen número de ciudadanos empezaron por suprimir públicamente el ayuno en la Cuaresma de este año. El obispo de Constanza, a la que pertenecía Zurich, elevó su protesta al Consejo de la ciudad; mas como, en lugar de someterse, escribiera Zuinglio su primer tratado dogmático, Sobre la elección y libertad de los alimentos, el obispo publicó una carta pastoral y acudió a la dieta helvética, reunida en Lucerna en mayo de este año. Todo fue inútil. La dieta dio una disposición general por la que prohibía toda predicación que turbara el orden público; pero en Zurich fue letra muerta, y Zuinglio siguió predicando con mayor libertad. Más 2 Véase sobre todo CRISTIANI, art. Zwingli: «Dict. Th. Cath.». Según parece, Zuinglio, aunque un tanto libre de conducta y en su manera de enjuiciar las instituciones de la Iglesia católica, no había tenido ninguna idea de rebelión; pero la lectura de los primeros escritos de Lutero y, sobre todo, la noticia de las tesis sostenidas por él en la disputa de Leipzig en 1510, particularmente contra el romano pontífice, inició en él sus primeras dudas y vacilaciones. Luego, continuando en la lectura de Lutero y de los demás innovadores, se fue apropiando sus ideas, a las que dio un carácter individual, hasta llegar a declararse abiertamente contra la Iglesia católica (ibid., C0I.3727S). Véase asimismo toda esta discusión sobre el influjo de Lutero en Calvino en POLLET: «Dict. Théol. Cath.» coI.3755s.
C.2. ha falsa reforma en Suiza e Inglaterra
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aún: en nombre propio y de otros diez sacerdotes, envió una súplica al obispo y a la dieta helvética para que los dispensaran del celibato, y, entre otros argumentos, atestiguaba que ni él ni los otros lo habían podido observar. De hecho, él vivía con una mujer, con la que se casó privadamente en 1522 y públicamente en 1524. Como es natural, otros sacerdotes siguieron su ejemplo. 3. Consolidación del zuinglianismo.—Puesto ya en el camino de la rebelión contra la jerarquía y contra la Iglesia, compuso entonces y dirigió a su obispo una obra titulada Apologeticus Archeteles, en la que se desligaba de la autoridad del ordinario y hacía su propia apología. Tal era el tono que empleaba en este primer escrito, que significaba una verdadera declaración de guerra. Por esto no es de sorprender que Erasmo, antes amigo de Zuinglio, se decidiera a escribirle en tono amistoso, pero severo, notándole la falta de seriedad y respeto de aquella obra. Hace, sin duda, honra a Erasmo, que precisamente por este tiempo, siendo así que anteriormente había alentado a Lutero y demás innovadores, había reconocido sus extralimitaciones y trataba de reducirlos a una verdadera sobriedad. Pero ya era tarde. Como no sirvió para nada su oposición a Lutero, tampoco su intento de enderezar a Zuinglio. Este, por el contrario, publicó poco después otro escrito de tonos más violentos todavía, pero en forma de anónimo, a lo cual volvió a escribirle Erasmo, fingiendo que no conocía al autor, tratando de insensato al autor de aquel engendro anónimo. A este tiempo pertenece también un documento del papa Adriano VI que ha dado ocasión a malignas interpretaciones. El 23 de enero de 1523 le dirigía un breve, en el que usaba con él un tono paternal, dedicándole juntamente notables alabanzas. Los enemigos del Pontificado no ven en ello otra cosa que miras rastreras de los papas, lisonjas y adulaciones, con el objeto de conseguir el favor de los suizos para reclutar los ejércitos que necesitaba. Pero, tratándose de Adriano VI, debemos excluir tan innobles intenciones y sólo debemos ver en ello el noble esfuerzo de un padre por atraer al hijo descarriado. Pero tampoco este intento obtuvo resultado. Por el contrario, envalentonado con su éxito inicial y con la adhesión que Zurich le demostraba, obtuvo fácilmente de su Consejo la celebración de la primera disputa solemne en enero de 1523 3 . Para ella compuso Zuinglio 67 tesis, más radicales en conjunto que las de Lutero. En ellas proponía la Escritura como única regla de la fe; a Jesucristo, como único jefe de la Iglesia, por lo cual rechazaba la autoridad del papa y de los obispos; defendía que la misa no es un sacrificio y negaba la existencia del purgatorio, el culto de los santos, el celibato, los votos religiosos. De hecho, el obispo de Constanza envió a la disputa a dos representantes suyos, que fueron su vicario general, Juan Faber, y el teólogo 3 Sobre esta primera disputa y sus 67 tesis véase el texto en Corpus Ref., Zuinglio I,l6os. Véanse asimismo MAYER, Die Disputation von Zurich, am 29. Januar 1523 (Lucerna 1895); HERGENRÓTHER, l.c, 424. De hecho, ya antes, el 21 de junio de 1522, había provocado una discusión con los monjes encargados de la predicación. Pero, aunque ya manifestó en ella con bastante claridad sus ideas revolucionarias, aquella discusión no había tenido bastante publicidad. Por esto quiso dar a ésta la mayor solemnidad posible. De la gran importancia que él le atribuyó, da una idea la obra que luego dio a luz. Exposición de las pruebas de las tesis, que es una amplia exposición de las 67 tesis presentadas en la disputa. Cf. Opera 11,3.
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P.H. De Lulero a la paz de Weslfalia
Martín Blantsch; pero su intención era que no tomaran parte en la discusión. Túvose ésta con gran solemnidad. Zuinglio se las compuso de manera que obligó a Faber a intervenir; y, como estaba ya determinado, el Consejo, a quien previamente Zuinglio había reconocido toda la jurisdicción en asuntos religiosos, le atribuyó a él la victoria. Como conclusión de la disputa, se decidió que los predicadores sólo deberían predicar la Sagrada Escritura y que los religiosos podrían abandonar sus conventos y tomar mujeres. Muchos así lo realizaron. Como resultado de todo esto, el mismo Faber escribía a un amigo de Maguncia. «Un segundo Lutero ha surgido en Zurich, y es tanto más peligroso, porque su pueblo toma más seriamente partido por él». No mucho después, el 26 de octubre del mismo año 1523, se celebró una segunda disputa solemne, organizada por el Consejo de Zurich. La ocasión fueron las destrucciones de imágenes realizadas por el pueblo, y su objeto era decidir sobre la eliminación de las imágenes y de la misa. Los obispos de Constanza y Basilea enviaron algunos representantes o testigos suyos ; pero, sin intervención de éstos, se determinó introducir en la ciudad la reforma que Zuinglio había presentado. Entonces compuso Zuinglio su obra Introducción a la doctrina católica, que el Consejo de Zurich envió a todos los párrocos. Además, el mismo Consejo estableció una comisión, compuesta por Zuinglio y sus cuatro más íntimos colaboradores—Judá, Engenhardt, Hitzer y Schmidt—, con el objeto de que urgieran y vigilaran la introducción de las innovaciones en las diversas parroquias. De este modo fueron rápidamente desapareciendo las imágenes de Zurich y de todo el departamento; clausuráronse los monasterios; fue desterrada la misa; se eliminaron los sacramentos, los ayunos, etc. El año 1525 se había realizado ya la eliminación del culto antiguo, y entonces se introdujo el nuevo, consistente en la predicación y en la cena bajo las dos especies, pero esto último únicamente como una imagen o representación del cuerpo de Cristo. Incluso estaba prohibido el canto y el órgano. Por otra parte, el bautismo perdió su valor como signo eficaz de la gracia, y sólo se conservó como símbolo exterior de la entrada en el cristianismo. Zuinglio, el verdadero autor de este cambio religioso, escribió entonces su obra principal, De vera et falsa religione, la primera exposición completa de la nueva doctrina, y no mucho después una traducción de parte de la Biblia en la lengua vulgar del país 4 . 4. Extensión a otros cantones. Oposición.—Ya desde 1522, el antiguo cartujo Francisco Kilb predicaba las nuevas doctrinas en Berna, si bien consta que con escaso resultado. Siguióle el discípulo de Melanchton Juan Haller, proveniente de Alemania, que se había casado en 1521. Aunque lentamente, se fue poco a poco introduciendo la nueva doctrina en diversos territorios. En 1523, Ecolampadio, bien conocido como humanista y discípulo de Erasmo, ganado para las nuevas ideas, comenzó a extenderlas en 4 L e ó n Judá trasladó al alemán suizo la traducción alemana del N u e v o T e s t a m e n t o d e L u tero. M á s tarde tradujo el Antiguo T e s t a m e n t o . Véase KAPPELER, Die schweiz. Bilbelübersetzungen neubeleuchtet (Zurich 1898). El comentario De vera et falsa religione p u e d e verse en L E PLAT Mon. Cono. Trid. II.723S apénd.; ibid., 75OS. L a obra fue dedicada a Francisco I.
C.2. La falsa reforma en Suiza e Inglaterra
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5
liítsilea . En esta tarea fueron auxiliares suyos Guillermo Farel y otros varios, y, aunque tuvieron que sostener enconadas luchas, ya en 1525 llegaron a abolir el culto antiguo y en 1527 obtuvieron el libre ejercicio del nuevo; el obispo y algunos miembros católicos del Consejo de la ciudad fueron eliminados; se abrogó la enseñanza católica y se inició una verdadera persecución de las imágenes. A partir de 1524 se introdujo igualmente la nueva ideología e n el cantón de Toggenbourg y en gran parte del de Appenzell. En el cantón de San Gallen introdujo la reforma, asimismo en 1524, un amig° de Zuinglio, Joaquín de Watt, no obstante la oposición del poderoso abad Francisco Geisberg. Fue arrojado el abad y se eliminó la misa, la confesión y todo el culto católico. En realidad, pues, el movimiento de defección de la Iglesia católica había ido arrastrando tras sí a algunos cantones de Suiza cas cuteros. Sin embargo, encontró una oposición decidida en algunos canIones antiguos del interior. Tales fueron los de Uri, Lucerna, Schwyz, I Inlerwalden, Zug, Friburgo, Soloturm, formados por campesinos y P a s " lores, de simples costumbres y fe sencilla, y dirigidos por clérigos de Integras costumbres. Como los innovadores iniciaran algunas incursiones violentas hacia estos territorios y realizaran algunas destrucciones de imágenes y otras escenas semejantes, se procuró primero llegar a un acuerdo por medios pacíficos, y así convinieron en la celebración ilo una conferencia en Badén, cerca de Zurich, en mayo de 1526. En fila tomaron parte, entre los teólogos católicos, Eck, venido de Alemania; Fabri y Murner; y entre los protestantes, Ecolampadio y Ha^er> pues Zuinglio se negó a asistir 6 . El resultado no pudo ser más favorable a los católicos. Juan Eck, como lo había hecho en Leipzig con Lutero, puso aquí en evidencia los errores de los innovadores. Por esto los católicos, fieles a la fe a n ~ tigua, prohibieron toda clase de innovación, y, por consiguiente, la entrada de los libros de Lutero y de Zuinglio. De este modo, la división se fue enconando cada vez más.
Míentras en Zurich se maltrataba a los católicos, en los cantones católicos se perseguía a los innovadores. Estas luchas, que degeneraban a l a s veces en batallas callejeras, tuvieron lugar particularmente en lasun 11a-e 3
Ecolampadio y Farel fueron los héroes de Basilea. Véanse PAULUS, N . , Oeskolampad g ™ (llaubensfretheit: «Hist. pol. Bl.» 143 (1009) 805S; BURCKHARDT, Die Basler Táufer ( B a s i l e a 1898). 6 Véanse BAUR, Zur Vorgesch. der Disputation von Badén (1526): «Z. f. KG» 21 ( 1 9 0 * ) 9*s; W I E D E M A N N , T H , , Dr. J. v. Eck auf der Disputation in Badén: «Vierteljahressch. f. T h e o l - * I.63S; ID., Joh. Eck: ibid., 215S. E n general, tuvo gran trascendencia esta disputa, sobre t o d o P o r ) a intervención del excelente dialéctico y polemista J. Eck. A propósito d e la negación d e Z^15?.® u asistir a esta disputa y enfrentarse con el polemista católico Juan Eck, escribe C r i s t i a r 1 1 í*•*-•' *so>>-'SSS) (Bruselas 1893-1922); P I R E N N E , H . , Bibliographie de l'Histoire de Belgique z* ed. HiiiHclas 1931). ' M l i b l i o g r a f í a . — P I R E N N E , H . , Histoire de Belgiquelll 3.» ed. (Bruselas 1923); H U B E R T , E., ("ludes sur la condition des protestants en Belgique depuis Charles-Quint jusqu'á Joseph II (Bruselim 1882); H A L K I N , L . E-, Reforme protestante et reforme catholique au diocése de Liége (Lieja 1936). Animismo D E M O R E A U , l . c , 143S; H A L K I N , L . - E . , La Reforme en Belgique sous Charles-Quint (Bru«•l«» 1957); G E Y L , P., The Netherlands in the XVIIth cent. I. 1609-1648 (Nueva York 1961); WINKELMANN, P . H . , art. Niederlande: «LexThK» 7 (1962) 952-955; TOUSSAERT, Y., Le sentiment • "lij/iciíx en Flandre d la fin du Moyen-Age (París 1963). 42
Véase JANSSEN, H . Q . , Iacobus Praepositus... ( A m s t e r d a m 1862). Cf. D E M O R E A U , l . c , 143BOOM, G H . DE, Marguerite d'Autriche, sa vie et la pré-Renaissance (Bruselas 1935). KALKOFF, P., Die Anfánge der Gegenreformation in den Niederlanden (Halle 1903). 45 Son célebres estos edictos, las llamadas ordenances d e Carlos V. H a n sido denominados fre' u r n t e m e n t e placards. Sobre esta expresión, típica d e los edictos imperiales, véase BONENFANT, P . : • Mincell. Hist. A . Meyer» 2 P.781S (Lovaina y Bruselas 1946). Véase asimismo KALKOFF, P . , Das irxlff Plakat Karls V gegen die Evangelischen, in den Niedetl.: «Arch. Reform. Gesch.* 1 (1904); I'MKDKRICQ., P . , Les placards du 14 oct. et du 31 dec. 1J29 contre les protestants du Pays Bas: «Med. c ¡ncl. Kurth» 1 p.255s (Lieja 1908); H A L K I N , L . E., Les plus anden texts de l'édit prom. contre les lutheriens: «Rev. Hist. Eccl.» 24 (1929). 43
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P.Il. De Lutero a la paz de Westjalia
C.3. El protestantismo en otros territorios
valecían las de confiscación de bienes y muerte por el fuego. Con esta última se castigaba incluso a los que alojaban, recibían o favorecían a un protestante. Con el mismo celo procedió el obispo-príncipe de Lieja, Erardo de la Marck46. Un edicto de 1526 anuncia graves castigos contra la propaganda de libros luteranos. A partir de 1535 cayó sobre los Países Bajos la plaga de los anabaptistas*?. Son ya conocidos los excesos que cometieron en Münster. En Bélgica llegaron a contar varios millares, y, sobre todo, consta que era muy numerosa la comunidad de Amberes, que contaba hacia 1566 unos dos mil miembros. Hízose aquí célebre Loy Prustyreck, que defendía principios maniqueos. Sus discípulos, llamados loystas, fueron numerosos en Brabante. Pero, sobre todo, se dio a conocer desde 1529 Melchor Hoffmann, quien defendía doctrinas revolucionarias semejantes a las de Matthys y Juan de Leiden, portavoces del anabaptismo de Münster. El fanatismo anabaptista va tomando grandes proporciones hasta los territorios del Mosa y del Rhin. Muchos de ellos acudieron a Münster a defender a sus correligionarios cuando éstos fueron cercados por las fuerzas de orden. Aun después de la catástrofe de Münster, los anabaptistas siguieron extendiéndose en Westfalia, en el Rhin y en los Países Bajos. Frente a esta peligrosa plaga de los anabaptistas, Carlos V publicó un primer edicto especial, en el que se decretaba la pena de muerte contra sus adeptos que se mantuvieran obstinados en sus errores. De hecho fueron muy numerosas las víctimas de este decreto imperial. La mayor parte de las que suelen citarse en los martirologios protestantes eran en realidad anabaptistas. Así, de los 877 que se mencionan en todo este período para los territorios del norte, al menos 617 eran anabaptistas. Sólo a Amberes le corresponden en cuarenta años unos doscientos. Entre sus jefes se distinguió Leenaert Bouwens, de quien se afirma que rebautizó a unos diez mil cristianos. Particularmente el duque de Alba procedió con especial rigor contra ellos desde 1569. Hasta 155°, Carlos V siguió publicando diversos edictos contra los luteranos y anabaptistas, con lo cual, indudablemente, obstaculizó de un modo eficaz su ulterior avance. Sin embargo, no pudieron extirparlos ni impedir por completo su crecimiento en un territorio abierto en todas direcciones y colindante con regiones protestantes. En Lieja, Erardo de la Marck siguió publicando nuevos edictos antiheréticos. Se calcula en 73 las personas ajusticiadas por estos motivos durante su gobierno ; 42 de ellas eran anabaptistas. Cuando Carlos V abdicó en su hijo Felipe II en 1555, no obstante los edictos contra el luteranismo y a pesar del relativo rigor empleado contra sus adeptos, el protestantismo contaba en los Países Bajos con bastantes partidarios. Contra todos ellos tuvo que luchar el nuevo monarca español. 46 Véanse H A L K I N , L . E., Le card. La Marck 1495; I D . , L'Edit de Worms et la répression lutheranisme dans la principauté de Liége (Nessonveau 1930). 47 Véase en otro lugar abundante bibliografía sobre los anabaptistas, p . 687.
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IV.
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CONATOS DE PROTESTANTISMO EN ITALIA Y ESPAÑA
También en Italia y España, de honda raigambre católica y tan alejados de los diversos focos protestantes, intentó introducirse el proIfittantismo. Pero en ambos territorios quedaron enteramente frustradon estos esfuerzos. 1. El protestantismo en Italia 48 .—Más que en otros países, el protestantismo se unió con los intelectuales para penetrar en Italia, donde, aun por decirlo así, a la vista del romano pontífice, consiguió establecer diversos círculos de simpatizantes. IÍ1 primero de estos círculos fue el de Ñapóles, y su portavoz, sin duda contra su voluntad, el humanista Juan Valdés, secretario del virrey español 4 9 . Era Valdés gran entusiasta de Erasmo, y, habiendo cultivado cierto misticismo teológico, reunió en torno suyo diversos mlmiradores de su exquisita cultura renacentista, entre los cuales se distinguió la poetisa Victoria Colonna, y con ellos fue, más o menos conscientemente, transmisor de algunas ideas luteranas. Uno de sus ilmdpulos, Benedetto de Mantua, monje de San Severino, compuso la obra Del beneficio de Cristo, que luego fue traducida a diversas lenguas, pero fue condenada por la Sorbona y por la Inquisición romana. También en Ñapóles se dio a conocer por sus simpatías por las nuevas ideas oda mujer insigne, Julia Gonzaga5®, viuda del duque de Trajetto. Sin embargo, tanto Julia Gonzaga como Victoria Colonna eran más bien espíritus soñadores, que no pensaban en separarse de la Iglesia. En cambio, en el norte se formaron algunos focos directamente inspirados en los jefes luteranos alemanes. Así, algunos agustinos predicaban doctrinas de Lutero; en Pavía se imprimían algunos de sus escritos; en Venecia aparecía la traducción de los Loci, de Melanchton; en Ferrara, la duquese Renata 51 favorecía directamente a los nuevos reformadores; en Florencia desarrollaba intensa actividad desde 1522 Antonio Bruccioli con sus traducciones de la Biblia. De todos modos, 48
Por lo q u e se refiere a los conatos del protestantismo en Italia véanse en p a r t i c u l a r :
F u e n t e s . . — F O N T A N A , B., Documenti Vaücanl contra Veresia luterana in Italia: «Arch. 'della !loc. Rom. di Stor. Patr.» 15 (1892); C H I M I N E L L I , P., Bibliografía della storia della Riforma relig. m ludia (Roma 1921); C A N T W O R I , D . ( Recenti studi tntorno alia Riforma in Italia... (1924-1934J : • Kiv. Stor. It.» (1936) 83S; I D . , Per la storia degli ereticí italiani del secólo XVI in Europa. Testi (Koitia 1937). B i b l i o g r a f í a . — C A N T Ú , C , Eretici d'Italia ( T u r í n 1860); RODOCANACHI, E., La Reforme en lUilie 2 vols. (París 1930-1931); JAHIER, A-, Riformatori e rí/ormati italiani deisecoíi XVeXVI (Florencia 1925); B R O W N , G. K., Italy and the Reformation (Oxford 1933); BUSCHBELL, G., ReInmationundlnquisitionin Italia umdie Mitte des XVI. fh. (Paderborn 1910); CANTIMORI, D . , EreUii italiani del Cinquecento. Ricerche storiche (Florencia 1939); L E M M I , F., La Riforma in Italia «• i riformatori italiani all'estero nel secólo XVI (Milán 1939); BOLGIANO, F., Riforma et controriforIIÍII in Italia: «Nuova Riv. Stor.» 26 (1942). I g u a l m e n t e D E MOREATJ, l.c., 15OS; H E R G E N R O T H E R , Ill,527s; TODESGO, L., Storia della Chiesa IV,426s ( T u r í n 1944); PASTOR, X , 2 2 l s ; XII.394S. 49 Sobre Juan de Valdés, aparte otras obras, consúltese M E N É N D E Z ' P E L A Y O , Historia de /ÍK heterodoxos españoles, ed. d e la BAG, n. 150.151 2 vols. ( M a d r i d 1956) I,828s. A s i m i s m o B A a TAIIXON, M . , Erasmo en España 2 vols. 2. ed. (Méjico 1950); se habla de J.Valdés en varias p a r les, como I.402S; II,96s, e t c . ; PASTOR, XII,398s, y sobre todo la obra fundamental reciente: SANTA TKRESA, F R . D . DE, fuan de Valdés, 14982-1541. Su pensamiento religioso y las corrientes espirituales de su tiempo: «Anal. Gregor.» n.85 (Roma 1957). 30 A I N A N T E , Giulia Gonzaga (Bolonia 1896): BENRATH, fulia Gonzaga (Halle 1900): H A R É , C , A princess of the italian Reformation: Giulia Gonzaga (1313-1566) (Londres 1912); N I C O L I NI, R., Giulia Gonzaga e la crisi del valdesianesimo: «Atti dell'Acad. Rut., N . S., V , l 8 7 s . 51 Véanse FONTANA, Renata di Francia, duchesa di Ferrara 3 vols. (Roma 1889-1900); R O D O Wn verse PASTOR, X I I , I 6 8 S ; J E D I N , 4045; R I C H A R D , l e ,
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cilio; pues, aunque era ciudad pequeña y algo alejada de algunos gran-; des centros de la cristiandad como Francia y España, sin embargo dis-' frutaba de cierta independencia y poseía fáciles comunicaciones con, Alemania y con Italia. Por eso era admitida por todos, si bien poste-j riormente se le opusieron diversas dificultades. El 6 de febrero de 1545 fueron nombrados por el papa como legados del gran concilio los cardenales Juan María del Monte, Marcelo Cervini y Reginaldo Pole y se fueron tomando medidas para la inauguración del concilio en la fecha señalada. El 13 de marzo llegaron a Trento dos de los tres legados. Llegado el día fijado para la apertura del concilio (25 de marzo), era muy escasa la concurrencia. Sólo lentamente iban llegando algunos prelados. El 17 de abril se vio forzado el papa a publicar la bula Decet nos60, en que urgía la asistencia personal a los obispos y fijaba la inauguración del concilio para el 3 de mayo; pero graves complicaciones políticas pusieron entonces en verdadero peligro la celebración de la gran asamblea 61. Todavía a última hora, por dificultades de aprovisionamiento y por el clima insalubre de Trento, y más todavía por mantener mejor su independencia, propuso el papa la celebración del concilio en Bolonia. Pero al fin el 7 de noviembre fijaba como fecha definitiva de su apertura en Trento el 13 de diciembre d* IS4S< y a petición de los legados se volvió a confirmar por breve del 4 de diciembre 62 , y, gracias a la tenacidad de Paulo III y sus fieles colaboradores, se inauguró en esa fecha. Entre tanto, Lutero y los protestantes se habían ratificado en su decisión de no tomar parte en él 63 . 64
7. Principio del concilio de Trento. Primeras sesiones .— Al recibir los legados la intimación definitiva del papa para el 13 de diciembre de 1545, ordenaron ayunos, procesiones y otras prácticas religiosas, según era costumbre, como preparación para la solemne apertura; celebróse el día 12 la procesión del clero tridentino, y, finalmente, el 13 de diciembre tuvo lugar la apertura y primera sesión pública del concilio de Trento. Era el tercer domingo de Adviento y se hallaban presentes los tres legados: cardenales Del Monte, Cervini y Pole; el cardenal Madruzzo, de Trento; cuatro arzobispos y vein60 6 1 62 63
Véase el texto de esta bula en Conc. Trid. IV.404S. Cf. JEDIN, 410S. Sobre estos nuevos obstáculos véanse PASTOR, XIL184S; JEDIN, 41SS. Véanse las actas consistoriales en Conc. Trid. IV,435s. Lutero manifestó su repulsa con su célebre escrito, publicado en marzo de 1545, Contra el papado de Rama, fundado por el diablo, que es el más violento que salió de su apasionada cabeza. Ya la portada, en donde se representa al papa con orejas de asno, es indicio del estilo de la obra. En ella se habla de la «infernalidad» del papa; se le llama «asno papal", «pillo desesperado», «habitación corporal de Satanás», «asno farsante», «hermafrodita y papa de los sodomitas». Por consiguiente, su concilio no sirve para nada, pues profesa que «no hay Dios, ni infierno», etc. Por eso se rechaza de plano el concilio y exhorta a los príncipes a que se le quiten al papa todos sus dominios y luego «tomar a él mismo, a los cardenales y a toda la tropa de su idolatría y santidad papal, y, como blasfemos, arrancarlos la lengua por el pescuezo y clavarlos en sendas horcas por el mismo orden por el que han colgado sus sellos de las bulas». Véase en PASTOR, XU,i73s. AI mismo tiempo escribió Calvino sus 47 observaciones al escrito del papa, cuyo título era Admonitio paterna Pauli 111, R. P. ad Caes. Carolum V... cura scholiis. El escritor, nada sospechoso, DRUFPEL dice sobre estos escolios de Calvino que «en muchos lugares no sólo son acres y mordaces, sino también groseros y asquerosos». Son, en efecto, una de las muestras más claras del espíritu dominante de Calvino, que compartía con Lutero el odio más apasionado contra el Pontificado. Como Lutero y Calvino, así también Sleidan y todos los protestantes, no sólo rechazaron decididamente el concilio, sino que reaccionaron en una forma brutal contra él. Cf. PASTOR, ibid. 64 Por lo que se refiere en particular al principio del concilio, pueden verse PASTOR, XII, I93s; RICHARD, l.c, 220S; MICHEL: «Hist. des conciles» X,i p . i s ; EDER, l.c, I I 8 S ; HERGEN-
RÓTHER, III,s65s; CRISTIANI, l.c, XVII,56s. De un modo especial recomendamos JEDIN, II.OS.
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tiiin obispos. Además, cinco generales de órdenes religiosas, entre Ion cuales notemos a Seripando, general de los agustinos. Después de entonar el Veni Creator y celebrar la santa misa el primer legado pontificio, cardenal Del Monte, tuvo un vibrante sermón fl fogoso franciscano, obispo de Bisonto; se recitaron diversas preces v se leyó la bula de convocación del concilio, a lo que se añadieron las que conferían sus poderes a los legados pontificios. Aunque los asistentes eran poco numerosos, tenía una significación extraordinaria el hecho de que, por encima de tantas dificultades y no obstante Lis que aún entonces se oponían a su celebración, el concilio hubiera inaugurado su importantísima labor. Además, algunos de los asis1 entes, fuera de los legados, eran figuras de extraordinario relieve. Asi, por ejemplo, el célebre obispo de Jaén, Pedro Pacheco, elevado • lías después - (el 16 de diciembre) al cardenalato, y que tanto debía distinguirse en las futuras discusiones conciliares 65 , y Tomás Cam\icgio, profundo conocedor de los asuntos alemanes en sus repetidas legaciones. Entre los demás asistentes, notemos desde un principio 1 los dos teólogos pontificios, Laínez y Salmerón66, miembros de la iccién fundada Compañía de Jesús; a los dominicos Melchor Cano6"1 v Domingo de Soto 6S y a los franciscanos Alfonso de Castro y Andrés Vega 69. Observemos también desde el principio que, sobre todo entre los teólogos y canonistas del concilio, se distinguieron de un modo «specialísimo los españoles. 8. Organización y método de trabajo.—Una vez realizada la apertura del concilio, se fue determinando en diversas congregaciones generales la organización de la asamblea, el orden y el método de trabajo que debía seguirse. Ante todo fueron elegidos los cargos especiales del concilio, entre los cuales merece especial mención el meritísimo secretario del mismo, Ángel Massarelli70. Por otro lado, se decidió abandonar el sistema seguido en las votaciones de los concilios de Constanza y siguientes, en que cada nación tenía un solo voto, y volver al sistema antiguo y usado siempre en la Iglesia, de votar por cabezas. Sobre esta base se concedió voto personal a cada uno de los cardenales, arzobispos y obispos y a los generales de órdenes religiosas, y asimismo un voto a los tres abades benedictinos juntos. Por lo que se refería a los teólogos y canonistas enviados por el papa y por los obispos o los diversos Estados católicos, se hizo constar que su actuación debía desarrollarse en las comisiones particulares y en las discusiones previas de las materias 71. Respecto del método de trabajo, ante todo se declaró que las materias que debían discutirse serían presentadas por los legados pontificios, quienes las recibían del romano pontífice. Estas materias debían 65 Además de las noticias que sobre tan insigne prelado nos dan las historias de los concilios,66véase en particular GUTIÉRREZ, C , Españoles en Trento (Valladolid 1951) 0765. Véanse sobre Laínez y Salmerón PASTOR, XII,63S, y sobre todo acerca de Laínez: LAÍNEZ, D., Disputationes Tridentinae, ed. H. GRISAR (Innsbruck 1904S); CERECEDA, J., Diego Laínez 2 vols. (Madrid 1045-1946); GUTIÉRREZ, Españoles en Trento 280S (Laínez), 54S (Salmerón).' 67 Véase GUTIÉRREZ, l.c, 814S. 68 Ibid., 3143. «» Ibid., 36S (Castro), 82S (Vega). '7•1 Sobre MASSARELLI véanse Conc. Trid. I.LXXI; PASTOR, XII,190; RICHARD, l.c, 277s. Acerca de todas estas cuestiones previas y el método de trabajo véanse RICHARD, 225s;
JEDIN, I I , I 6 S .
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pasar por tres estadios. Ante todo, el de las comisiones de teólogos o canonistas en las sesiones privadas. Allí debían ser ampliamente discutidas y elaboradas hasta llegar a las primeras conclusiones. Estas pasarían luego al segundo estadio, el de las congregaciones generales, en las que tomaban parte los obispos, procuradores de obispos y embajadores de príncipes católicos. Allí debían ser examinadas y discutidas de nuevo hasta llegar a una conclusión definitiva. Finalmente, en las sesiones públicas se proclamaban solemnemente estas conclusiones. Entre tanto, llegado el día 7 de enero de 1546, según se había anunciado, se celebró la segunda sesión pública 72 , en la que tomaron parte cuarenta y dos miembros: cuatro cardenales (entre ellos, los tres legados), cuatro arzobispos, veintiséis obispos, tres abades y cinco generales. Su principal objeto fue la lectura de una preciosa exhortación del cardenal Reginaldo Pole, en la que con ardientes palabras excitaba a todos a invocar el auxilio del Espíritu Santo. Luego se leyeron algunas constituciones pontificias sobre el concilio, en particular un decreto que señalaba «la manera de vivir y lo que debía observarse en el concilio» 73 . Entre tanto, antes y después de esta sesión, se continuó tratando y determinando en diversas congregaciones generales todo lo que se refería al método y sistema de trabajo. Una de las cuestiones más debatidas fue sobre el orden en que debían tratarse los asuntos dogmáticos o doctrinales y los de reforma, pues mientras unos propugnaban que se diera la preferencia a los dogmáticos, otros, por el contrario, querían que se antepusieran los disciplinares. Al fin, el 18 de enero se convino definitivamente que debían tratarse conjuntamente las dos series de cuestiones, y, por consiguiente, también en las sesiones públicas se publicarían a la vez decretos dogmáticos y disciplinares. Asimismo, después de la segunda sesión pública se planteó y se tuvo que resolver una gran discusión acerca del título general que debía darse al concilio 74 . Este se presentaba con el título Sacrosanto sínodo de Trento, reunido legítimamente en el Espíritu Santo. Nueve Padres observaron que debería añadirse la expresión en representación de la Iglesia universal. Discutióse acaloradamente sobre este tema. El primer legado, cardenal Del Monte, se oponía a este aditamento por temor de que se infiltrase alguna tendencia conciliarista. Sobre todo desde la congregación general del 13 de enero intervinieron en sentido opuesto varios Padres, entre ellos Pacheco, quien apareció ya con la púrpura cardenalicia. Al fin decidieron los legados añadir al título del concilio la expresión ecuménico y general 75 . 72
Para las actas pueden verse Conc. Trid. IV.547S y Diar. Massar., ibid., 367S. L a exhortación d e Pole lleva el título Admonitio illmorum. legatorum ad paires Concilii. Véase en Conc. Trid. IV,548s. El decreto p u e d e verse ibid-, 554S. Es del 4 de diciembre de 1545 y se titula Decretum de modo vivendi et aliis in Concilio servandis. 74 Véanse Conc. Trid. I V . 5 4 3 ; Diar. Mass., ibid., 4 7 1 . Sobre todo, la amplía exposición d e 73
JEDIN, II,i8s. 75 Es interesante la cuestión q u e presenta J E D I N (II,2is) sobre u n g r u p o d e siete u ocho obispos q u e patrocinaban u n mayor acercamiento a los luteranos con la concesión del cáliz a los legos, del matrimonio a los sacerdotes, etc. Este grupo es designado como cripto-luteranismo. Asimismo, toda la exposición sobre el disgusto d e R o m a por la conducta de los legados al haber concedido q u e se trataran a la par las cuestiones dogmáticas y las de reforma. Sin embargo, tras largas explicaciones, se persistió en este plan d e simultanear los dos tipos de resoluciones. Véase J E D I N , II.25S.
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La tercera sesión se celebró el 4 de febrero, según estaba anunciado 76, y en ella participaron los tres cardenales legados y otros dos cardenales, Madruzzo y Pacheco; seis arzobispos, veintiséis obispos, cuatro generales y tres abades. Así, pues, eran cuarenta y cuatro. Resueltos ya los asuntos de organización y método de trabajo, esta sesión se limitó a proclamar el símbolo niceno-constantinopolitano, que debía constituir lu base de las creencias y dogmas cristianos. Después de esta sesión, y antes de la cuarta, trataron los legados con el papa sobre la reforma, y el resultado fue la elaboración de un programa sobre la base del presentado en 1537 por la Comisión de los nueve. Entonces, a propuesta del cardenal Del Monte, se presentó en primer lugar el tema sobre las fuentes de la revelación, sobre la autenticidad de los libros canónicos 77 y las divisiones que entre ellos debían establecerse. Después de una serie de congregaciones generales, se llegó a la conclusión de que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento comúnmente admitidos por la Iglesia son igualmente canónicos, sin que para ello fuera necesario realizar ninguna prueba especial. Entre tanto, siguiendo Carlos V su antiguo plan de coloquios religiosos, ya que los protestantes se negaban en absoluto a ir a Trento, hizo que se celebrara con ellos el segundo coloquio de Ratisbona, en t1 cual se estuvo discutiendo desde el 5 de febrero al 20 de marzo, lista conducta del emperador produjo en el papa y en algunos conciliares de Trento una impresión muy desagradable; pues, además de que quitaba atención al concilio, ponía a Carlos V en el inminente peligro de intromisión en cuestiones dogmáticas. Pero en realidad este coloquio terminó con un manifiesto fracaso, y los Padres de Trento pudieron, sin serio estorbo, continuar sus trabajos hasta llegar a la cuarta sesión 78 . IV.
E L CONCILIO, EN PLENO DESARROLLO. PRIMEROS RESULTADOS POSITIVOS
A partir de este momento entró el concilio en su pleno desarrollo, produciendo los primeros resultados positivos de sus trabajos. El primero apareció en la sesión cuarta. 1. Sesión cuarta: 8 de abril de 1546 A — E n la fecha señalada, el 8 de abril de 1546, en presencia de cinco cardenales, ocho arzobispos, cuarenta y un obispos, cuatro generales de órdenes religiosas y 76 PASTOR, XII,204s; RICHARD, 250S; J E D I N , I I , 3 i s . Este último pondera en las páginas siguientes la independencia q u e habían m o s t r a d o los Padres del concilio. 77 Conc. Trid. I,28s; Diar. Massar., ibid., 434S.477S. Véanse en JEDIN ( I I , 3 3 S ) diversas o b servaciones sobre la marcha del concilio, las dificultades en la reforma d e la curia romana, etc. 78 Acerca de este coloquio d e Ratisbona véase anteriormente. 79 Sobre la sesión cuarta y su contenido, PASTOR, XII,2ogs; RICHARD, 27IS; M I C H E L , 3 s ; JEDIN, II,74s; Conc. Trid. I,48s; Diar. Massar., ibid., 437S; V,90s; E M M I , B., II decreto tridentino sulla Vulgata nei commenti della prima polémica protestantico-cattolica: «Ángel.» 30 (1953) 107S; CRIADO, R., El Concilio Tridentino y los estudios bíblicos: «RazFe» 131 (1945) 151-187; G O M A C I V I T , I., El Concilio de Trento y la Sda. Escritura: «ApostSac» 2 (1945) 349-354; GARCÍA DE LA F U E N T E , O . , El canon bíblico en el Concilio de Trento según Seripando: «CiudDios» 169 (1956) 35-72; PROAÑO G I L , V., Escritura y tradición: «Burgense» 2 (1961) 9-65; M U R P H Y , ] . L., Ünwntten traditions at Trient: «AmEcclRev» 146 (1962) 233-263; CAMAIANI, P. C , La Scrittura al Concilio di Trento: «Human.» 18 (1963) 1077-1101; BOYER, C H . , II Concilio di Trento e iinsufficienza della Scrittura: «Unltal» 19 (1964) 103-115; M A R T I N S , J., Saraiva. Escritura e tradicao segundo o Concilio de Trento: «DivThom» 67 (1964) 183-277; SALAVERRI, ) . , Sentido de la tradición en ei Concilio de Trento. En su Í V centenario: «EstEcl» 39 (1964) 5-29; ID., Divinae traditionis notio iuxta Concüiutn Tridentinum: «Script. et Trad.» 275-289; BALIC, C , De Sacra Scriptura. Traditione et Ecclesia: ibid., 665-712-
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tres abades, se proclamó el primer decreto dogmático que revestía particular importancia en el concilio de Trento. Era el primer fruto práctico después de tantos años de luchar contra toda clase de dificultades. Por otra parte, la materia era fundamental, ya que los protestantes establecían como principio básico la Sagrada Escritura como única regla de fe. Era, pues, necesario, ante todo, declarar la doctrina católica sobre este punto. Dos fueron los decretos que se publicaron en esta sesión, ambos de carácter dogmático, si bien el segundo tiene bastante de disciplinar. El primer decreto versa sobre las fuentes de la fe católica, y, ante todo, enseña que deben ser admitidos como sagrados y canónicos todos los libros, sin truncarlos en ninguna parte, tal como suelen leerse en la Iglesia y como se contienen en la Vulgata. Como fácilmente se puede ver, se dirige aquí el concilio contra Lutero y los protestantes, quienes con tanta facilidad truncaban algunos testimonios de la Sagrada Escritura e incluso' eliminaban alguno de sus libros. Por otra parte, se quita con esto a los protestantes una especie como de exclusiva que parecían querer tener sobre la Sagrada Escritura. La Iglesia católica proclama la Biblia como primera base y primera regla de fe y se cons- ¡ tituye en acérrima defensora de su integridad absoluta. Pero en segundo lugar declara el concilio que deben admitirse igualmente las tradiciones eclesiásticas, con lo cual afirma claramente, i contra la doctrina protestante, que la Sagrada Escritura no es la única regla fundamental y que es la Iglesia la que con su magisterio infalible nos garantiza la autenticidad de sus doctrinas. Como complemento de este primer decreto, y para que no pueda existir duda ninguna sobre los libros canónicos admitidos por el concilio y por la Iglesia, se añade con todo detalle la lista de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento que constituyen toda la Sagrada Escritura. Para ello adopta el catálogo del concilio de Florencia en el decreto Pro Iacobitis, y añade más concretamente que son los libros que se contienen en la Vulgata. El segundo decreto promulgado en la cuarta sesión tiene a la vez carácter doctrinal y práctico, y contiene una serie de disposiciones sobre el texto de la Sagrada Escritura, su interpretación y uso. Como se ve, todo él es un desarrollo ulterior y complemento del primer decreto, por lo cual tenía en aquellas circunstancias una trascendencia extraordinaria. En este decreto debemos distinguir las partes siguientes: En primer lugar, puesto que la Sagrada Escritura es una regla fundamental de fe, y, por consiguiente, es necesario conocerla y leerla, señala el concilio el texto de la antigua Vulgata como el oficial de la Iglesia. Este es el sentido que tiene la expresión de texto auténtico que emplea el concilio, según expresaron los mismos Padres del concilio ; es decir, que, ante el sinnúmero de traducciones y ediciones diversas de la Biblia, juzgaron que el de la Vulgata parecía en conjunto el más conforme, y por esto lo designaban como el oficial, el auténtico de la Iglesia. Con esto queda el campo enteramente abierto a toda clase de investigaciones encaminadas a depurar este texto de la Biblia 80 . 80 Véase el texto, junto con algo de la historia de su redacción, en MICHEL, 8S.25S. Sobre el largo debate en torno a estas cuestiones véase JEDIN, H,44S, sobre todo acerca de la tradición, 46S,
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A esto añade una norma fundamental para la interpretación de la Biblia, que va directamente contra todo el sistema protestante. El mismo concilio Vaticano, saliendo al encuentro de algunas falsas interpretaciones de esta disposición tridentina, expone su verdadero sentido. Según esto, decreta el concilio de Trento que, «en las cosas que se refieren a la fe y a las costumbres que entran en el edificio de la doctrina cristiana, debe considerarse como el verdadero sentido de la Sagrada escritura el que mantiene nuestra santa madre la Iglesia». En tercer lugar dio el concilio algunas disposiciones sobre la edición de los libros sagrados y de otros libros sobre ciencias sagradas. Claramente aparece la intención de poner coto al abuso entonces existente en la publicación de esta clase de obras, con las que tan fácilmente puede envenenarse al público cristiano con toda clase de errores. Por eso, ante todo, ordena que se procure hacer lo antes posible una edición bien depurada del texto de la Vulgata. Por lo demás, prohibe severamente, bajo pena de excomunión, imprimir, en todo o en parte, los libros de la Sagrada Escritura u otras obras doctrinales sin la debida aprobación de la autoridad competente o sin nombre de autor. 2. Preparación de la sesión quinta.—Después de celebrar la cuarta sesión decidieron los legados pontificios acelerar los trabajos de reforma. Así, pues, como juzgaran insuficiente el plan del 20 de diciembre de 1545, preparado en Roma, presentaron ellos uno nuevo el 10 de abril de 1546. Paulo III quedó complacido con este trabajo, lín esta forma se fue preparando la sesión quinta, en la que se proclamó el decreto dogmático sobre el pecado original y el de reforma nobre la enseñanza religiosa de la teología y la predicación. De hecho, a pesar de las dificultades puestas por el emperador, quien procuraba diferir las decisiones doctrinales, ya en la congregación general del 24 de mayo de 1546 propuso el legado Del Monte lu discusión dogmática sobre el pecado origianl, que no era la que más hería a los protestantes, si bien tocaba diversos puntos fundamentales di- su doctrina. Hubo muchas discusiones sobre diversos puntos que «li-bia tocar el decreto dogmático. En general, se puede observar un influjo especial de la doctrina agustiniana en todo el concilio, particularmente en esta materia, lo cual se debía en gran parte a la destacada personalidad de Jerónimo Seripando. Precisamente en la cuestión del pecado original, las tres grandes escuelas, tomista, escotista y agustiniana, estaban conformes en apoyarse en San Agustín. El resultado lúe el decreto tal como se promulgó en la sesión quinta. En las cuestiones de reforma se discutió apasionadamente sobre dos temas fundamentales íntimamente relacionados entre sí: la enseñanza de la Sagrada Escritura y teología, por una parte, y la predicación, por otra. Ciertamente, los protestantes insistían en la acusación contra los católicos de que se había abandonado en absoluto la enseñanza y la lectura de la Biblia y que se cometían abominables abusos en la predicación. Por otro lado, no debe olvidarse que el principio del levantamiento de los dos primeros innovadores, Lutero y Zuinglio, habla tomado pie de la predicación cristiana. Así, pues, el concilio de
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Trento, en su.primer decreto de reforma, dio las disposiciones necesarias para realizar una eficaz reforma en estos puntos 81 . 3. Sesión quinta: 17 de junio de 1546 82.—Así, pues, en la fecha señalada pudo celebrarse la quinta sesión pública, en presencia de cuatro cardenales, nueve arzobispos, cuarenta y ocho obispos y dos procuradores, tres generales, dos abades y cincuenta teólogos. El decreto dogmático, que versaba sobre el pecado original, expresaba, ante todo, en el preámbulo la ocasión que lo motivaba, que era la renovación de los antiguos errores y los que nuevamente hablan surgido P. Después de esto proclamaba, en primer lugar, el hecho fundamental del pecado original cometido por nuestros primeros padres y. sus consecuencias en ellos y en su descendencia. En cuanto a su transmisión, el concilio declara que no es por simple imitación, sino por. herencia y propagación de la misma naturaleza humana. Es, pues, un pecado que necesariamente existe en todo hombre al nacer. Mas, por .otra parte, se añade, este pecado no puede lavarse con ningunas fuerzas naturales, sino con sólo los méritos de Cristo, que se aplican por medio del bautismo 84, administrado en la forma prescrita por la Iglesia tanto a los adultos como a. los niños 85 . Finalmente, define el concilio que la gracia de Cristo que confiere elbautismo perdona toda la culpa del pecado original; es decir, que quita y hace desaparecer (no solamente cubre o no imputa) todo lo que tiene razón de pecado. A esta doctrina conciliar sobre el pecado original añadió el concilio una importante excepción referente a la Santísima Virgen. Ya desde el principio, el cardenal español Pacheco, al iniciarse las discusiones sobre el pecado original, propuso al concilio que se proclamara el dogma de la inmaculada concepción de María. Un buen número., de 81
Véase en JEDIN ( I I , 8 3 S ) una amplia exposición sobre los debates en torno a estos t e m a s . Para la sesión quinta p u e d e n verse RICHARD, 2965; M I C H E L , 32S y J E D I N , I I , U I 9 . Véanse asimismo PASTOR, XII,3153 y los demás autores citados en la nt.79, y Corte. Trid. l,8os; Diar. Mássár., ibid., 547S. \ . 8 3 E n la materia del pecado original se habían propuesto desde u n principio estos puntos fundamentales; su existencia y naturaleza, la manera de su propagación y, finalmente, sus efectos. L o "más importante era lo último, en particular lo q u e queda del pecado original después del bautismo, pues a esto se referían los errores protestantes. Sin embargo, se discutieron p u n t o s teológicos sobre la naturaleza del pecado original. Esta consiste en la privación de la justicia original. Asi lo afirmaron expresamente los dos obispos dominicos, Baltasar d e Heredia, obispo de Mosa, y Pascual, obispo de Motóla, basándose en San Agustín y Santo T o m á s . O t r o s insistían m á s en sus efectos inmediatos, los apetitos desordenados, mancha del alma y, sobre todo, la coñ ¿ cupiscencia. O t r o s , en cambio, llegaban a decir q u e el pecado original comprendía dos partes, la .concupiscencia y el reato o pecado. A n t e tal diversidad de opiniones, se optó por no hablar directamente de la naturaleza del pecado original, sino simplemente d e sd existencia, describiendo sus inmediatos efectos. T o d o esto se referia n o sólo a. A d á n , sino a todos los hombres, sus descendientes; por lo cual todos ellos heredan el pecado original, q u e es verdadero pecado, con todas las consecuencias q u e había tenido en A d á n . 84 Sobre la manera de propagación del pecado original, fácilmente convinieron los Padres. Por esto m i s m o opinaban muchos que bastaba esta declaración sobre la existencia, efectos y p r o pagación del pecado original. Pero como los p u n t o s neurálgicos con los protestantes eran precisamente las cuestiones sobre los remedios del pecado original y sus consecuencias en la naturaleza humana, por eso se vieron forzados a tratar estas materias. Y, en p r i m e r lugar, algunos insistían e n q u e el remedio principal del pecado original era. la pasión y los méritos de Cristo, y, por. consiguiente, el bautismo entra en segundo lugar. Pero se podía p r e g u n t a r ; ¿Podía Dios emplear otros remedios ? El obispo de A r m a g h respondía 'afirmativamente. M á s delicada era otra cuestión q u e tocaba la esencia misma del luteranismo. El verdadero remedio, ¿es el bautismo, 0 la fe j u n t a m e n t e con.el bautismo, o la fe sola? El obispo de Siracusa afirmaba q u e la fe y el bautismo. Seripando insistía en la fe, d e m o d o q u e el bautismo y la fe son el m i s m o remedio, q u é opera por medio de la fe. 85 A l : p r e s c r i b i r q u e deben ser bautizados a u n los niños nacidos de padres cristianos, se tiene presente él error calvinista (cf. Instii. chrét. IV c.4 n.15; Corp. Ref: 32 p.940), basado en 1 Cor 7,14. 82
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Padres se declaró en favor de esta propuesta; los dominicos y algunos otros se oponían a ella 86 . Al fin se dejó la solución para más tarde. Sin embargo, vistas las opiniones existentes sobre tan delicada materia el concilio declaró sencillamente «que no era su intención incluir en este decreto (en el que se declaraba la universalidad del pecado original) a la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, sino que en esta materia debían observarse las constituciones de Sixto IV». Hasta qué punto esta excepción en favor de la Santísima Virgen era favorable al dogma de su inmaculada concepción, lo expresó claramente Pío IX en 1854 en la bula de proclamación del dogma al afirmar que el concilio de Trento lo había insinuado en la forma entonces posible 87, De extraordinaria importancia fueron también las prescripciones contenidas en el decreto de reforma de la quinta sesión del concilio Tridentino, que contenía dos partes; la primera, sobre la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la teología, y, en general, de la religión; la segunda, sobre la predicación 88. Los protestantes insistían en la acusación contra la Iglesia católica de un absoluto abandono de la enseñanza y conocimiento de la Sagrada Escritura y de la teología. Por esto, con el objeto de que la Sagrada Escritura y la sana teología 8 ? fueran debidamente conocidas de los sacerdotes católicos, prescribía a todos los prelados la estricta obligación de establecer cátedras de teología y Sagrada Escritura en todas las iglesias catedrales y colegiatas y vigilar diligentemente para que el prebendado que tuviera este cargo cumpliera con su obligación. Algo semejante se prescribe a las casas religiosas. El concilio se interesaba también por la enseñanza popular y la erección de escuelas rurales o populares 90 , y disponía igualmente que en todos los colegios públicos establecidos o protegidos por los príncipes o señores temporales se estableciera, si no se había hecho todavía, el estudio de la Sagrada Escritura o teología, «el más honroso y necesario de todos». De no menor importancia es la segunda parte del decreto de reforma de la sesión quinta, sobre la predicación cristiana, una de las funciones principales de los obispos 91 . Así, pues, ante todo, inculca a los prelados este gran deber que les incumbe de la predicación. Esta obligación deben cumplirla ellos por sí mismos; pero, en caso de que estén legítimamente impedidos, tienen obligación de escoger para ello a otras 86 F u e interesante en este sentido la opinión del dominico Bertano, obispo de Jano, el cual hizo notar q u e era preferible no dar ninguna declaración, pues las opiniones estaban m u y divididas, y cualquier declaración lastimaría demasiado a los contrarios. 87 Véase L E BACHELET, art. lmmaculée Conceptton: «Dict. T h é o l . Cath.» C0I.1167S, d o n d e puntualiza bien el alcance de esta declaración tridentina, en la q u e algunos, exageradamente, han querido ver una proclamación del dogma concepcionista. 88 C o m o de hecho eran los religiosos, y particularmente los mendicantes, los q u e realizaban entonces en la Iglesia este ministerio de la predicación, algunos obispos, en las discusiones correspondientes a esta materia, dieron rienda suelta a su encono contra los regulares. F u e célebre en este p u n t o el obispo de Fiésole, quien habló con gran vehemencia contra la limitación de la jurisdicción episcopal por parte de las órdenes religiosas y aun del mismo papa, hasta el extremo de dar verdadero escándalo, por el cual luego pidió perdón. Véase la exposición de JEDIN, I I , Q 6 S . 89 Fácilmente se advierte que el concilio usa indistintamente las palabras teología y Sagrada Escritura. E n realidad, las prebendas de teología sagrada lo incluían todo, la enseñanza de la teología propiamente tal y la de la Sagrada Escritura. 90 Conviene tener presente que, en la Edad Media, el Estado apenas se preocupaba d e la enseñanza del pueblo. Fra la Iglesia la q u e fue tomando sobre sí este cuidado de la instrucción del pueblo, no sólo en los principios religiosos, sino en la gramática y en todo lo q u e significa cultura. 91 Véanse Conc. Trid. V,242s; M I C H E L , 62S. Asimismo, CRISTIAN!, I . C , 625.
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personas capaces de realizarlo dignamente. Asimismo, a los arciprestes, párrocos y demás sacerdotes que tienen cura de almas les encarga que al menos «los domingos y días solemnes, por sí mismos o por otros, se dediquen igualmente a la predicación». Como de hecho eran los regulares los que por este tiempo realizaban en todas partes la predicación cristiana, y éstos gozaban generalmente del privilegio de la exención de la jurisdicción episcopal, tras enconados debates, dispuso finalmente el concilio que los regulares no podrán predicar en sus propias iglesias sin la aprobación de sus superiores, y aun después de esto deberán presentarse ante sus obispos para recibir su bendición; mas para predicar en iglesias distintas de su Orden necesitan, además de la licencia de sus superiores, la del obispo del lugar 92. 4. Intensiñcación del trabajo del concilio. L a justificación.— Durante los meses siguientes aumentó la tensión entre el emperador y los Padres del concilio. Precisamente entonces se hallaba Carlos V en medio de los preparativos de la guerra de Esmalcalda. El 6 de junio había firmado la alianza con Paulo III. Rotas las hostilidades, desde junio a agosto se iba ya desarrollando la guerra. Así, pues, movido de los mejores deseos y con el objeto de no exasperar a los protestantes, Carlos V procuraba por todos los medios posibles que no se discutieran o al menos no se publicaran decretos dogmáticos, sobre todo los que más pudieran herir a los protestantes. En cambio, tanto el papa como gran parte de los Padres conciliares juzgaban que esto era precisamente lo que más convenía, para que de este modo quedara bien definida la doctrina católica frente a las concepciones protestantes. Por esto fue constantemente en aumento la tensión entre ambas partes, a las que asistían motivos justos y poderosos, pero encontrados. Así, pues, mientras el papa firmaba una alianza con Carlos V y le enviaba auxilios militares, los legados pontificios en la congregación general del 21 de junio de 1546 proponían el tema fundamental de la justificación 93. Indudablemente, se trataba del punto básico de la ideología protestante, en cuya solución era necesario que el concilio pusiera en juego toda su actividad, pues de ella dependía tal vez el resultado de toda la obra de reforma eclesiástica y la misma victoria sobre el protestantismo. Por otra parte, es curiosa la observación que, al mismo tiempo que el emperador y los príncipes católicos llegaban a las manos y entablaban aquella lucha decisiva en los campos de batalla que llevó a las armas católicas a la victoria, también un ejército selecto de teólogos y obispos, en representación de la Iglesia católica, entablaba en Trento la más delicada y decisiva batalla contra la ideología protestante, hasta llegar a la victoria que supone el decreto sobre la justificación, publicado en la sesión sexta del concilio. Emprendióse inmediatamente en Trento la discusión del tema so92 Claramente se advierte, por una parte, el deseo del concilio de reavivar en el episcopado el espíritu de responsabilidad inherente a su cargo, y, por otra, la extraordinaria importancia que atribuye a la recta predicación del Evangelio. Véase en JEDIN (p-aos) una amplia y acertada exposición sobre eí debate entre ios obispos y los regulares. 93 Es interesante la observación que hizo el cardenal Cervini, que presidía en lugar del cardenal Del Monte, al presentar este tema: «Ostendit [se dice en las actas] quemadmodum articulus iste de iustiñcatione sit satis difficilis, cum alias decisus non fuerit in Gonciliis» (Conc. Trid. V.257).
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!>ri" la justificación al mismo tiempo que los teólogos de Roma . De la extraordinaria importancia de la obra realizada es claro indicio el hecho dr que entre el 21 de junio de 1546 y el 12 de enero de 1547, víspera ilc la publicación solemne del decreto, se celebraron cuarenta y cuatro congregaciones particulares y sesenta y una generales. El motivo principal era, por una parte, la multiplicidad, dificultad intrínseca e importancia de la materia, y, por otra, los esfuerzos puestos por los imperiales por retrasar la publicación de decretos dogmáticos. ^ Ante todo, propuso el legado pontificio a los teólogos seis cuestiones fundamentales sobre la justificación, y en seis sesiones celebradas entre el 22 y 28 de junio fueron éstas discutidas ampliamente. El 30 de junio se dio un paso adelante. Por una parte, se señalaron tres estadios i*n los que se realiza la justificación; el primero se verifica cuando un hombre infiel se convierte en fiel; es, pues, el acceso a la fe. El segundo NK refiere al hombre ya justificado y la manera como debe conservar l.i justificación. El tercero es del que recae en el pecado, perdiendo el i-rttado de justicia, y cómo puede recobrarla de nuevo. Por otra parte, se presentó una amplia lista de los errores pelagianos, semipelagianos y protestantes relacionados con cada uno de estos tres estadios, y que se debían tener presentes en las discusiones. Esta división fundamental Hirvió de pauta para las siguientes deliberaciones. Más movidas y a las veces más apasionadas fueron las discusiones «le los Padres en las congregaciones generales. Desde el 5 al 13 de junio NO deliberó sobre el primer estadio y se debatió sobre los temas cómo los méritos de Cristo se aplican a los hombres; juntamente, acerca de l,i participación del hombre en esta obra y sobre el papel de las buenas obras en la justificación, tema fundamental frente a los protestantes; finalmente, sobre lo que es la justificación en sí misma y, sobre todo, cómo debe entenderse la justificación por la fe 95 . Asimismo se discutió nobre el segundo estadio desde el 17 al 23 de julio 96 , y sobre el tercero durante los últimos días de julio. Después de la congregación general del 15 de julio fueron nombrados cuatro Padres para que con la ayuda de algunos teólogos escogidos 04 Sobre toda esta discusión en el concilio de Trento véanse de un modo especial MICHEL, l.r., 655; RIVIÉRE, ]., art. lustification: «Dict. de Théol. Cath.»; Conc. Trid. V.642; SKEFUER, J., f)í» Entstehungsgesch. des Trienter Rechtfertigungsdekretes (1909); RÜCKERT, H., Die Rechtfertííunslchre auf dem Tridentin. Konzil (1925); CAVALLERA, F., La session VI du concile de Trente fi.t janv. ¡547). Fox et justificatíon: «Bull. Lit. Eccl.» 53 (1952) 99S;WALZ,A.,Lagíustificazione tridentina: «Ángel.» 28 (1951) 97-138; PAS, P., La doctrine de la double justice au Concile de Tr.: •I' rhLi 30 C1954) 5-53; OLAZARÁN, J., Documentos inéditos tridentinos sobre la justificación (Madrid 1957); FERNÁNDEZ, D., Necesidad de la fe para la justificación según el concilio Trid. y Vatic: • rheolClaret» 1 (1961) 72-107; JOEST, W., Die tridentinische Rechtfertigungslehre: «KerygmaDogm«t 9 (1963) 41-69; BRUNNER, P., Die Rechtfertigunslehre des Konzils v. Trient: «Pro verit» 59-96; 1 ÍONZALEZ QUEVEDO, J., Trento. Aspectos culminantes de la sesión VI: «EstEcl» 39 (1964) 31-67-
Animismo véanse los lugares correspondientes de EDER, PASTOR, CRISTIANI y HERGENROTHER,
v en particular la más reciente exposición de JEDIN, II,i39s. y Evidentemente, éste era uno de los puntos fundamentales, pues sobre él basa Lutero todo iu sistema, ya que añrma que la justificación se realiza por sola la fe. La doctrina católica re• h.iza decididamente este principio. La justificación es obra de la gracia interna de Cristo. Pero ilrbía explicarse cuál es el papel de la fe en el acto de la justificación. Esto es, pues, lo que aquí ne discutía. Véanse en MICHEL, l.c, 72S y JEDIN, II.ISOS las múltiples explicaciones que se daban. 9t Fueron particularmente interesantes en este punto las intervenciones de los obispos de Smgallia, Cambra! y Cava, del de Calahorra y de Seripando. En general, este último fue uno de ION más activos y que más influjo ejercieron en toda esta discusión. En una de estas discusiones HC refiere que el obispo de Cava se echó sobre el de Chiros y. lo agarró fuertemente de las barbas. (:f. MICHEL, 73. Sobre el tercer estadio véase ibid., 74S. Véase JEDIN, 154S. Sobre la intervención de Seripando, 156S; sobre el caso del obispo de Cava, i6os. H • de la Iglesia 3
""
5 P u e d e n verse Conc. Trid. VIII,786S. Se reconocen claramente e n estos relatos las grandes divergencias existentes sobre esta materia. Véase la bibliografía indicada anteriormente y la exposición d e SUSTA, II.270S. L o s principales discursos se hallarán e n Conc. Trid. VIII,77Ss. 96 El relato m á s completo es el d e M E N D O Z A : Conc. Trid. II.64QS. D e l discurso d e Laínez afirma Mussotti (Conc. Trid. 11,136) q u e es el q u e p u s o t é r m i n o al debate. Véase el texto e n Conc. Trid. VIII,87os. Además, PASTOR, X V , 2 8 S S ; GRISAR, Laínez y la cuestión de la administración del cáliz a los legos: «Z. f. Kath. Theol.» 5 (1881) 672S; 6 (1882) 39s; I D . , Disputationes Trid. I I , 24S; CERECEDA, J., Diego Laínez II,9gs. 97 Acerca d e la sesión vigésimo segunda véanse e n particular Conc. Trid. V I I I , 0 5 a s ; PASTOR, I.c., 286s. Véase el texto e n M I G H E L , X , 4 4 0 S . 5 8 v é a s e el texto en Conc. Trid. VIII,602S; M I C H E L , I . C , 4 S 6 S . 99 El texto p u e d e verse e n Conc. Trid. VIII,965S. E n francés: M I C H E L , I . C , 460S. 100 V é a n s e l a s discusiones en Conc. Trid.. VIII, 786s.890s.907s. El texto definitivo, ibid., 968S, y M I C H E L , I . C , 465S.
101 D e hecho se concedió a las diversas diócesis d e Austria y d e Baviera, a Maguncia, T r é veris, Braunschweig y N a u m b u r g a manera d e p r u e b a y con ciertas condiciones especiales.
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7. Crisis persistentes del concilio. Solución l° .—Durante los diez meses siguientes atravesó el concilio de Trento la más difícil y persistente crisis de toda su historia. Siguiendo el ritmo iniciado en la discusión de los temas, ya el 18 de septiembre propusieron los legados la materia del sacramento del orden, que en 1551 había sido objeto de los debates de los teólogos. Se deliberó y discutió ampliamente sobre este tema desde el 23 de septiembre al 2 de octubre. Después de dieciséis sesiones, se redactó un proyecto de decreto, que fue sometido a una comisión de ocho miembros 103 . Pero las grandes contiendas tuvieron lugar durante la discusión de los Padres, iniciada el 2 de octubre. Después de algunos debates sobre diversos puntos particulares, se entró de lleno en la cuestión, ya varias veces debatida, de la eminencia del episcopado sobre las otras órdenes sagradas. Según parece, existía por parte de muchos obispos cierto resentimiento contra la dirección del concilio por no haber permitido anteriormente el debate sobre el origen divino del episcopado, y asimismo porque no se hacía en el proyecto de decreto ninguna alusión a este importante problema. Por esto creyeron necesario abordarlo con toda decisión. Era la cuestión sobre si el episcopado es de origen divino o eclesiástico, de donde tan importantes consecuencias se derivaban 104. El obispo de Granada, D. Pedro Guerrero, fue quien planteó la cuestión, afirmando que, al hablar de la superioridad del episcopado sobre las órdenes sagradas, se debía declarar su origen divino. Luego disertó ampliamente para probar esta tesis. El parecer de Guerrero fue aceptado por muchos obispos, principalmente españoles, y en el transcurso de la discusión se fueron acalorando cada vez más los ánimos. Frente a Guerrero, el obispo de Rossano, a quien se unían generalmente los obispos italianos y los legados pontificios, negó que esta tesis del origen divino del episcopado pudiera apoyarse en la tradición, y, en todo caso, los teólogos y canonistas han defendido siempre que la jurisdicción episcopal deriva directamente del papa. En esta forma se fueron enconando cada vez más los ánimos. En estas circunstancias, y en medio del mayor apasionamiento, tuvo lugar el 20 de octubre el célebre discurso del P. Diego Laínez, general de los jesuítas, que contribuyó eficazmente a apaciguar los ánimos y sugirió un principio de solución 105 . Basándose en algunas indicaciones que ya se habían hecho, notó de un modo especial la distinción en la dignidad episcopal entre el poder de orden y el poder de jurisdicción. No puede hablarse en general sobre el origen divino del episcopado. Si se trata del poder del orden, ciertamente es de origen divino, así como también el de jurisdicción en general; pero el poder 102 Sobre el período siguiente y los grandes conflictos conciliares véanse T H E I N E R , I I , i 3 3 s ; Conc. Trid. VIII,968s; IX.94S. U n buen resumen en PALEOTTI, Conc. Trid. II,45is, particularmente sobre Laínez. E n general véanse RICHARD, IX.733S; PASTOR, XV,287s; J E D I N , H . , Krisis und Wendepunkt des Trienter Konzils (1562-1563) (nuevos e importantes documentos) (1941). 103 Véase t o d o esto y los textos respectivos en M I C H E L , I . C , 467S.
104 Véanse en p a r t i c u l a r T H E I N E R , I I , i 5 3 s . 5 9 3 s ; PALLAVICINI, 18,12 y 14; SUSTA, o . c , 23s; R I C H A R D , I . c , 747s. 105
III,
A d e m á s d e las obras citadas, sobre todo d e SUSTA y JEDIN, véanse e n particular GRISAR. Disputationes... I,34s; I D . , Die Frage des pdpstlichen Primates...: «Z. f. Kath. Theol.» (1884) 453S, 727s; Conc. Trid. IX,94s; III,1 P.451S (abreviado). E n particular, ASTRÁIN, Historia de la Compañía... I I , i 8 o s ; CERECEDA, Diego Laínez I I , i 8 2 s : PASTOR, I . C , 289S.
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de jurisdicción particular que cada obispo posee le viene al obispo del romano pontífice. La argumentación de Laínez hizo honda impresión en los Padres del concilio; sin embargo, continuaron los debates sin llegar a una solución. En el decreto final se dio una solución, en la que se evitaba este punto de litigio; pues, sea de origen divino o sea pontificia la jurisdicción episcopal, es evidente su superioridad dentro de la jerarquía eclesiástica y la extraordinaria importancia de la residencia para ejercer efectivamente este poder. Así, pues, el 6 de noviembre propuso el presidente, cardenal Gonzaga, el proyecto sobre la residencia tal como había sido aprobado por el papa, y el 9 anunció la primera prorrogación de la sesión vigésimo tercera, del 12 al 26 de noviembre, pues las discusiones sobre los decretos dogmático y de reforma no habían terminado todavía. Se insistía igualmente en que, estando para llegar los obispos franceses, debía esperarse su llegada, para que también ellos participaran en tan importantes decisiones. El 13 de noviembre llegó el grupo de los franceses, capitaneados por el cardenal de Lorena, Carlos de Guisa 106. Estaba constituido por trece obispos, además del cardenal, tres abades y dieciocho teólogos, y fueron solemnemente recibidos en la congregación general del 23 de noviembre. Este hecho tuvo una importancia extraordinaria; pues, además de la significación de un número nada despreciable de nuevos obispos y teólogos, el cardenal de Guisa o de Lorena era un hombre de extraordinarias cualidades, que ya en su primera audiencia pronunció un discurso de gran trascendencia y luego ejerció un influjo decisivo en el desarrollo ulterior de los acontecimientos. Prosiguieron, pues, las discusiones con la misma intensidad, y bien pronto se volvió al apasionante problema de la residencia y del derecho divino de los obispos. Los ánimos se fueron apasionando de tal modo, que el 18 de enero de 1563 no se pudo celebrar la anunciada congregación general a causa de las grandes disensiones existentes. El cardenal de Lorena, con todo el peso de su autoridad y de sus cualidades personales, se puso al lado de los episcopalistas. Todo el asunto fue tomando un giro cada vez más peligroso, pues llegó a defenderse el conciliarismo de los concilios de Constanza y Basilea, mientras otros lo atacaban. Se llegó a escenas violentas, en que entre algunos obispos italianos y otros españoles terciaron palabras ofensivas (brutissime paroh) 107, E n este sentido de oposición al papa y de un marcado conciliarismo se expresaron, sobre todo, los embajadores franceses, Lausac y Ferrier, llegados el 24 de febrero de 1563 108. Esta situación se exacerbó más todavía por las cuestiones de reforma. Los imperiales y los franceses, los españoles y los portugueses, urgían constantemente sus exigencias de'reforma. El 6 de abril de 1562 compendiaron los españoles su plan de reforma en sesenta y siete puntos;
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el 6 de junio, según se ha indicado antes, presentaron los imperiales su memorial; el 6 de agosto entregaron los portugueses el suyo en veinte artículos; finalmente, el 24 de diciembre llegaba al concilio el plan de reforma de los franceses. El cardenal de Lorena aumentaba sus exigencias después de la victoria de los católicos sobre los hugonotes en Dreux y trataba de poner rápidamente término al concilio. Se insistía cada vez más en una reforma de la curia romana y del mismo romano pontífice i° 9 . Frente a una situación tan tirante, el papa se mostraba sumamente reservado, y como entre tanto no se daba un paso adelante en Trento en las discusiones sobre el orden y la residencia y las cuestiones de reforma, se inició una serie de conatos de algunos miembros conciliares por atraerse al emperador. El 28 de enero estuvo Commendone en Innsbruck de parte de los legados con el objeto de atraerse a Fernando I H°. El 12 de febrero, el mismo cardenal de Lorena se dirigió allá para conversar con el emperador. El resultado fue que Fernando I, movido indudablemente de las mejores intenciones, dirigió a Pío IV dos cartas (3 de marzo), en las que mostraba su preocupación por la disolución del concilio y urgía imperiosamente la reforma de la curia romana. En estas circunstancias y cuando la situación de los asuntos del concilio parecía más desesperada, un conjunto de acontecimientos inesperados trajo poco a poco la deseada solución m . El 2 de marzo moría santamente en Trento el cardenal Gonzaga, a la edad de cincuenta y ocho años, asistido del general de los jesuítas, P. Laínez. El 17 entregaba su alma a Dios, igualmente, Seripando. Por otra parte, ocurrían en Francia trágicos sucesos, que debilitaban la posición del cardenal de Lorena, Carlos de Guisa. El duque Francisco de Guisa era asesinado, con lo que su partido perdía su principal apoyo. Pío IV dio una rápida solución, que por los sucesos posteriores se mostró verdaderamente providencial. El cardenal Morone, el mejor diplomático que poseía entonces la Santa Sede, fue nombrado sucesor de Gonzaga y puesto al frente de los legados del concilio i 12 . A su lado se colocó a otro hombre eminente, el cardenal Navagero, los cuales partieron rápidamente para Trento. Pero Morone, con visión certera de las cosas, se convenció de que lo más importante en aquellas circunstancias era ganarse al emperador. Así, pues, llegado a Trento el 10 de abril, el 21 entraba en Innsbruck, y, con el profundo conocimiento que tenía de las costumbres alemanas, procuró y consiguió ganarse la confianza de todos. Como sabía que la principal solicitud de Fernando I en aquellos momentos era la elección de su hijo Maximiliano como rey de romanos, se mostró favorable a esta elección. Luego, conociendo el prejuicio 109
Sobre todas estas discusiones véanse PASTOR, l . c , 204S; RICHARD, l . c , 790S. Asimismo
las o b r a s citadas d e SUSTA, J E D I N , E D E R , G R I S A R . 106
Sobre la llegada y actuación d e los franceses y e n particular sobre el cardenal d e Lorena véanse T H E I N E R , I I , I 6 I S ; L E PLAT, V , 5 4 i s ; Conc. Trid. X l . i s o s ; RICHARD, l . c , 76os; E V E N NETT, H . O . , The Cardenal of hórrame and the Council of Trent (1930). E n particular sobre el célebre discurso pronunciado por el cardenal d e Lorena. T e x t o en Conc. Trid. 1 X , I 6 2 S ; PASTOR, l . c , 2Q0 y n.5. !°7 Asi lo atestigua SERVANTIOS en su Diarium (Conc. Trid. III,1 p.65). i o s Véase sobre todo SUSTA, O . C , 111,145; GRISAR, Disputationes..., I,486s; PALLAVICINI, 19,14; PASTOR,
XV,203S.
l i o Véanse sobre la misión d e C o m m e n d o n e y todos estos acontecimientos SUSTA, o . c , I I I , 173S.183S; RICHARD, o . c , 819S. Sobre las cartas del emperador, PASTOR, ibid., 2 9 8 ; RAYNALDI, a.1563 n . 3 4 ; L E PLAT, V,6go. Respuestas del papa, véanse RAYNALDI, ibid., n . 3 8 ; L E P L A T , V , 7 6 I S ; PASTOR, ibid., 300S.
111 Sobre todo este cambio véanse RICHARD, O . C , 83IS; PASTOR, l . c , 30IS. 112 Sobre este n o m b r a m i e n t o , SUSTA, O . C , I I I , 2 6 7 S ; PASTOR, l . c , 301S y o t r o s ; p e r o , sobre todo, CONSTANT, G . , La légation du cardinal Morone prés l'empereur et le concile de Trente (París 1922); RICHARD, O . C , 336S.
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que se tenía en torno a la reforma de la curia romana y del papa, logró persuadirles de la seriedad de los planes reformadores pontificios y conciliares. El resultado fue que Morone pudo informar al papa el 17 de mayo de 1563 que había logrado convencer al emperador de la buena intención del romano pontífice, y que, por tanto, renunciaba Fernando I a sus exigencias U 3 . 8. Sesión vigésimo tercera: 15 de julio de 1563.—Gracias, pues, a Morone, el concilio pudo continuar su actuación. Por ello tenía bien merecidas las felicitaciones que el papa le envió repetidas veces por medio de su secretario, el cardenal Borromeo. A su vuelta de Innsbruck, Morone tomó la dirección de las discusiones del concilio, que últimamente se habían desviado. El obispo de Granada y los obispos españoles se limitaban a repetir su tesis sobre el origen divino del episcopado; pero el 24 de mayo, el obispo de París llegaba a formular su deseo de que se volviera a las elecciones episcopales de la Iglesia primitiva, realizadas por el clero y el pueblo i 14 . Morone procuró encauzar debidamente estos debates, y así, el 16 de junio pudo pronunciar el P. Diego Laínez otro de sus célebres discursos, que, aunque suscitó discusiones y disgusto entre los franceses y los legados pontificios, logró centrar la cuestión definitivamente 115. A esto se añadió un cambio realizado en el cardenal de Lorena a primeros de julio, poniéndose incondicionalmente a disposición del papa. Con esto, a las apasionadas discusiones de los meses anteriores siguió la más perfecta armonía n6, y el 9 de julio se llegó por fin a la redacción definitiva del texto del decreto, que quedó dividido en cuatro capítulos y ocho cánones. De este modo, después de varias prórrogas, el 15 de julio de 1563 se pudo celebrar la sesión vigésimo tercera del concilio de Trento, que fue la más concurrida de todo el concilio, pues tomaron parte en ella cuatro legados, dos cardenales, tres patriarcas, veinticinco arzobispos, ciento noventa y tres obispos, siete generales y tres abades; en total, doscientos treinta y siete Padres U 7 . En el decreto dogmático se proclamó la materia acerca del sacramento del orden. En el capítulo primero se declara el origen divino del sacramento; en el segundo se señala con precisión el número de las siete órdenes, tres mayores y cuatro menores. Se insiste en el capítulo tercero en su carácter sacramental, y en el cuarto, en la jerarquía eclesiástica. Precisamente en este punto se formula definitivamente la cuestión tan debatida sobre el origen divino del episcopado. Para ello se 113 Acerca de lo tratado y obtenido del emperador véase, sobre todo, CONSTANT, O.C. Sobre la relación enviada al papa, ibid., 309 y PALLAVICINI, 20,17,11. 114 Sobre esta intervención del obispo de París (no arzobispo, como dice PASTOR) véase, sobre 1todo, GRISAR, Die Frage..., o.c, 773S. Asimismo, PASTOR, XV,3i6, 15 Véanse acerca de esta intervención de Laínez GRISAR, O.C, 777S; THEINER, II.300S; Conc. Trid. III,1 p.666s. Sobre todo, CERECEDA, O.C, II,23is; OBERHOFER, H., Die Ausicht des P. Laynez über die geheimen Ehen auf dem Konzil von Trient: «Merano» (1952). 11 I a Orden experimentó un gran aumento. De este modo llegó a ejercer bastante influjo en toda Italia, donde poseía hacia 1600 casas en las principales ciudades. Posteriormente se introdujo en Mallorca, donde logró conservarse, cuando en el resto de Europa llegó casi a extinguirse. De aquí pasó luego a Italia y a España, alcanzando en nuestros días bastante significación. La Orden prestó excelentes servicios a la Iglesia en la obra de reforma, como lo demuestran sus hombres eminentes en santidad y letras, como sus dos fundadores, y asimismo San Andrés Avelino, el Beato Pablo Burali, Cayetano F. Verani y otros. 2. Los Barnabitas, Clérigos Regulares de San Pablo 4 .—Cronológicamente y por la importancia de su actuación, siguen los Barnareligiosos ( M a d r i d 1902); M A I R E , E., Histoire des Instituís religieux et missionaires (París 1930); Les Granas Orares momstiques et Instituís religieux (París l95os); Ordini e Congregazioni religiose, a cura di M . ESCOBAR, 2 vols. ( T u r í n 1951-1953)- Particularmente r e c o m e n d a m o s : H E I M B U CHER, M . , Die Orden und Kongregationen der katholischen Kivche 3 . a ed. 2 vols. (Paderborn 1933): I.SOs a b u n d a n t e bibliografía general. 2 Para conocer la significación general d e los clérigos regulares d e este tiempo, además d e las obras generales, véanse CRISTIAN!, L.,L'Église á l'époque duconcile de Trente, en Hist. de l'Eglise, d e F L I C H E - M A R T I N , 17 (París 1948) 245S; D A N I E L - R O P S , La Reforme catholique (París 1955) 3 i s ; PISANI, P . , Les compagnies de prétres du XVI' au XVII" siécle: «BiblKathScRel» (París 1927); GREUSEN, J., De iuridica status religiosi evolutione (Roma 1948). 3 Véanse sobre t o d o A N D R E U , J., I Teatini: «Ordini e Congr.» I,567s; HEIMBUCHER, Die Orden... II,97s; en ambas obras se hallará a b u n d a n t e bibliografía. E n particular SALVADORI, J., S. Gaetano da Thiene e la Riforma cattolica italiana: 1480-1527 (Roma 1911); VERGARA, C., Vida de San Cayetano (Palma d e Mallorca 1921): PASCHINI, P., San Gaetano di Thiene, C. P. Carafa e le origini dei Chierici Teatini (Roma 1926); VENY-BALLESTER, Vida de San Cayetano (Barcelona 1950): C H I M I N E L L I , P., S. Gaetano Thiene (Vicenza 1948); DARRICAN, R., Les eleres reguliers théatins á P a r í s ; «RegnumDei» 7 (1954) 165-204. Véase PASTOR, X , 2 9 5 S ; Xl,439s. * P u e d e n verse COLCIAGO, V. M . , / Barnabiti: «Ordini e Congr.» I,633s; HEIMBUCHER, II, ioós. E n particular PREMOLI, O . , Storia dei Barnabiti nel'500 3 vols. ( R o m a 1913): G E N T I L E , L . , Vida de S. Antonio M . Zacearía ( T u r í n 1913); D U B O I S , A . , Les Barnabites (París 1924); PASTOR, X,337s; La Congregazione dei chierici regolari de S. Paolo detti barnabiti, nel IV centenario della
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bitas, denominados también Clérigos Regulares de San Pablo. Su principal fundador, Antonio María Zacearía (1502-1539), impulsado por su espíritu reformador y alentado por el gran asceta dominico Bautista de Crema, sé juntó con Jacobo Morigia y Bartolomé Ferrari, miembros en Milán deila Asociación de la Eterna Sabiduría, que era una institución semejante al Oratorio del Divino Amor. Entusiasmados estos tres hombres por sus ansias de trabajar en la reforma de costumbres, organizaron en 1530 en Milán una nueva Orden de clérigos regulares, que se dedicaron por completo a la instrucción y educación de la juventud y del pueblo. En 1533 recibieron la aprobación solemne de Clemente VII y poco después iniciaron su actividad apostólica. Como patrono e ideal tomaron a San Pablo, de donde les vino el nombre. Su prestigio creció gracias a la gran figura de San Alejandro Sauli (1534-1592), general de la Congregación, obispo de Aleria, insigne predicador y consejero de San Carlos Borromeo. Ya en 1537 podían celebrar misiones populares en Venecia, Padua, Vicenza y otras ciudades del norte de Italia. Poco después se les dio el antiguo monasterio de San Bernabé (Barnabas), de Milán, que vino a ser su sede principal y dio origen a su nombre popular de Barnabitas. 3. Clérigos de Somasca 5 .—Constituyen la tercera de estas primeras órdenes de clérigos regulares que forman en la vanguardia de la reforma católica iniciada en Italia y España. Pío V les dio el título completo de Clérigos de San Mayólo de Pavía, de la Congregación de Somasca. Su fundador fue San Jerónimo Emiliano (f 15.37), quien, ordenado sacerdote en I5r8, trabajó en Verona, Bérgamo y otras ciudades por el establecimiento de diversos centros de beneficencia para huérfanos. En 1532, en unión con un grupo de discípulos, organizó la nueva institución en el lugar solitario de Somasca, de donde recibieron el nombre popular. Su objeto era el servicio de huérfanos, enfermos y necesitados de todas clases. A la muerte del fundador en 1537, víctima de su celo al servicio de los apestados, atravesó el Instituto una peligrosa crisis. Sus miembros trataron de disolverse; pero el nuevo superior, Angelo Marco Gamberana, consiguió mantenerlos unidos, y en 1540 obtuvo de Paulo III su aprobación. En 1547 intentaron adherirse a la Compañía de Jesús, recién fundada, y, como no pudieran realizarlo, se unieron con los Teatinos desde 1547 a 1555. Deshecha esta unión, iniciaron una nueva vida independiente bajo la protección especial de Paulo IV. Pío IV aprobó de nuevo el Instituto en 1563 y Pío V lo elevó en 1568 al rango de Orden religiosa y le concedió los privilegios de los mendicantes. En esta forma se desarrolló la Orden rápidamente. A ello contribuyó de un modo especial el apoyo que les prestó San Carlos Borromeo, quien les asignó la iglesia de San Mayólo, de Pavía, de donde les vino su nombre oficial. Al mismo tiempo iniciaron una nueva actividad con la educación de los jóvenes en los seminarios. fondazione (i533-'933) (Genova 1933); BOFITTO, G., Scrittori barnabiti... (1533-1953) 2 vols. (Florencia 1953); CHASTEL, G., Lafondateur des barnabites, saint Antoine M. Zaccharia (París s.a.). 5 Véanse en p r i m e r lugar T E N T O R I O , M . , I" Somaschi: «Ordini e Congr.» I , 6 l l s ; HEIMBUCHER, I I . I I O S ; H É L Y O T , IV,223s; PASTOR, X,335s. E n particular SEGAGLIA, B., S. Giroiamo Emiliani educatoredellagioventú (Roma 1928); L A N D I N I , I., S. Girolamo Emiliani (Roma 1946); PASCHINI, P., L'Ordine Dei Chierici Regolari Somaschi ('1528-1928J (Roma 1928).
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LAS ANTIGUAS ÓRDENES RELIGIOSAS: LOS CAPUCHINOS
/ Al mismo tiempo que surgían estos nuevos institutos, las antiguas órdenes religiosas recibían en muchas partes nuevos gérmenes de vida y se incorporaban al gran movimiento de reforma. i. La Orden de San Agustín.—Conocidas ya las importantes reformas de las congregaciones benedictinas 6 y de la Orden de Predicadores, por lo que se refiere a la Orden de San Agustín son dignos de mención los esfuerzos realizados por su reforma después del concilio V de Letrán (1512-1517). Cuando su general Gil de Viterbo fue nombrado cardenal en 1517, el mismo año del levantamiento de Lutero, envió al papa un precioso memorial de reforma, y es digno de tenerse en cuenta que, mientras un miembro de esta benemérita Orden iniciaba la defección en Alemania, otro miembro distinguido proponía seriamente al papa un plan de reforma de la Iglesia. Más activo todavía se mostró en este sentido Jerónimo Seripando, elegido vicario en 1523 y general de la Orden en 1539- Excelente teólogo y gran erudito, como lo demostró más tarde en Trento, pero juntamente gran asceta y reformador, dirigía ardientes circulares a sus subditos, en las que los exhortaba a la más perfecta observancia. Algunos de sus viajes de visita de la Orden se convirtieron en grandes misiones, que le merecieron el dictado de «Heraldo de la reforma». Así, entre 1539 y 1540 recorrió gran parte de Italia; luego pasó a Francia, España y Portugal, siendo en todas partes el más ardiente apóstol de la observancia regular 7 . 2. La Orden franciscana 8 .—Pero la Orden franciscana fue, entre las antiguas, la que realizó una obra intensa de reforma y con resultados más tangibles, que dieron origen a nuevas ramas franciscanas e importantes núcleos reformados. Después de la intervención de León X en 1517 quedaron separadas las dos ramas franciscanas de los Conventuales y de los Observantes, si bien tenían un mismo general. Así, pues, Francisco Lichetto (f 1520), excelente general de ambas ramas, trabajó por obtener la mayor unión posible dentro de la más estricta observancia, para lo cual se propuso seguir el ejemplo del reformador español cardenal Jiménez de Cisneros. Con este objeto señaló él casas especiales, que se llamaron casas de recolección, adonde podían recogerse voluntariamente los que desearan mayor severidad y observancia regular. Estos grupos encontraron alguna oposición en el comisario general, Hilarión Sacchetti; en cambio, fueron protegidos por el español Francisco de Quiñones, elegido general en el capítulo de Burgos de 1523. 6 P u e d e verse la bibliografía general d e la O r d e n benedictina. E n particular, por lo q u e se refiere a estas nuevas congregaciones, véanse HEIMBUCHER, I , 2 2 i s ; H I L P I S C H , E., Gesch. des benedikt. Monchtums (Friburgo d e Br. 1929) 259S; LECCISOTTI, T . , / Benedettini: «Ordini e Congr.» I,74s; WEISSENBERGER, P-, Das benedictinische Monchtum XIX-XX. Hit. jSoo-1950 (Beuron 1953). 7 Véase una buena síntesis en HEIMBUCHER, I,55os; PASTOR, X I , 4 3 6 S . 8 Para la inteligencia d e la formación de las diversas ramas de la Observancia franciscana véanse las síntesis d e HEIMBUCHER, I , 7 2 0 S y, sobre todo, HOLZAPFEÍ., H . , Manuale Historiae Ordinis Fratrum Minorum (Friburgo de Br. 1909) 135S.289S. A d e m á s , D i F O N Z O , L., I Francescani: « O r d i n i e Congreg.» I , 2 2 i s ; PASTOR, X , 3 4 0 S ; BAUMER, R., art. Petrusv. Alcántara: «LexThK» 8 (1964) 330-33I-
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Inflamado Quiñones en el celo por la reforma y observancia, señaló nuevas casas de recolección y favoreció a los dos españoles Martín de Guzmán y Esteban Molina, que fueron los que desde 1525 dieron en Italia la forma definitiva a los Reformados, que, aunque posteriormente encontraron oposición en el general Pablo Pissotti, sin embargo, se fueron desarrollando bajo la protección de Clemente VII y, sobre todo, de Gregorio XIII desde 1578. Por esto se les adhirieron muchos conventos y se extendieron luego en Austria, Alemania y América. De un modo semejante se desarrollaba en España la reforma franciscana. Es célebre la de San Pedro de Alcántara (f 1562), el cual desde 1540 organizó definitivamente esta reforma, que fue designada como de los Minoritas de la más estrecha observancia, de los Descalzos o Alcantarinos. Su distintivo fue un extraordinario rigor. Se abstenían de carnes, pescado, huevos y vino. Iban descalzos y practicaban durísima penitencia. Pío IV aprobó en 1562 la reforma alcantarina, que se extendió mucho en España, Portugal, América y llegó hasta el Japón. 3. Orden de los Capuchinos 9 .—Pero al mismo tiempo se realizaba otra reforma de los franciscanos, que condujo a la formación de una distinta Orden, la de los Capuchinos. Su primera idea aparece en Mateo de Bascio o Da Bassi, el cual ya en 1523 dio pruebas de un ardiente celo durante una peste en Camerino. En su convento de Montefalcone se propuso desde 1525 realizar el ideal de San Francisco, y, no obstante la oposición de los observantes, obtuvo de Clemente VII, según parece, el permiso verbal para restablecer en su integridad la regla de San Francisco. Comenzó, pues, a realizarlo; vistióse un hábito más rudo, dejándose al mismo tiempo la barba. Por caminos diversos, los dos hermanos carnales, Luis y Rafael de Fossombrone, el primero sacerdote y el segundo lego, ambos observantes, como Mateo de Bascio, habían experimentado los mismos deseos de volver a la observancia primitiva, por lo cual se unieron a Mateo de Bascio. Este hecho desencadenó una nueva persecución contra los innovadores, a quienes se acusaba de romper la unión de la Orden. Entonces Luis de Fossombrone, más instruido que Mateo, se dirigió a Roma, donde se puso en inteligencia con Carafa, quien supo comprender estos ideales de estricta observancia. Con su ayuda obtu9 A d e m á s d e las historias generales de las órdenes religiosas y de los franciscanos, en particular sobre los capuchinos:
véanse
F u e n t e s . — B O V E R I U S , Z., Annales sive sacrae historiae O.M., qui Capuccini nuncupantur (Lyón 1632S); W A D D I N G , Annales Minorum... 2. a ed. (Roma I735s) XVI. M u c h o s t rabajos antiguos sobre los orígenes d e los capuchinos publicados en Anal. O.M.Cap., en particular 23 (1907); 24-36 (1918-1920); Bullarium Ordinis Fratrum Min. Cap. (1528-1928) 7 vols. (Roma 17401752) (Innsbruck 1883-1884, vols.8-10); Regula et Testamentum Scti. Francisci et Constituliones O.M.Cap. (Roma 1926). B i b l i o g r a f í a . — M O N T E ROTONDO, G . M . DA, Gli inizi dell'Ordine Capuccino (Roma 1910); D ' A L E N C O N , E D . , Tribulationes Ord. Fratrum Min. Cap. primis annis Pontif. Pauli III (Roma 1914); I D . , De primordiis O.F.M.Cap. (1525-1534), commentar. histor. (Roma 1921); I D . , Des origines de l'Ordre des Fréres Min. Cap., 1525-1534 (Gembloux 1932); POBLADURA, M . DA, La bella e santa Riforma dei FF. MM. Cap. (Roma 1943); I D . , Historia gener. Fratr. Min. Cap. 4 vols. (Roma 1947-1951); R U F F I N O DA SIERRA, O.F.M.Cap. nel primo secólo, ed. p o r SISTO DA PISA, 2. a ed. (1937); G R A F , Zur Entstehung des Kapuzinerordens (1940); G U T B E R T H , C., The Capucins 2 vols. ( L o n d r e s 1928); M A U R I C I O DE BEGOÑA, El alma de la seráfica reforma capuchina ( M a drid 1947); G R A F , T H . , Die Kapuziner: «Orden der K.» 2 (Friburgo de S. 1957). D e u n m o d o especial D i F O N Z O , L., I Francescani...: «Ordini e Congr.» I,229s ( T u r í n 1951); HEIMBUCHER, L724S; LLORCA, B., Nueva visión... I I , i 2 2 i s ; PASTOR, X,342s; X I , 4 5 i s .
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vieron el 18 de mayo de 1526 la autorización pontificia para el nuevo género de vida. Tal fue el origen de la Orden de los Capuchinos. Los Eremitas Franciscanos, como fueron designados en un principio, refiriéndose a la soledad y su hábito rudo, con su correspondiente capucha y su luenga barba, se propusieron reproducir a la letra la regla de San Francisco, imitando hasta en los últimos detalles su vida de apostolado entre los pobres y la más estricta pobreza. Su provincial Juan de Fano y los frailes observantes continuaron haciéndoles la más decidida oposición. Pero el obispo y la duquesa de Camerino les otorgaron su apoyo. Con su ayuda, Luis de Fossombrone obtuvo la aprobación oficial personal del romano pontífice el 3 de julio de 1528. Desde entonces ya no tuvo límites su celo por las almas y su espíritu de penitencia. Dedicáronse a la predicación entre el pueblo sencillo a la manera de San Francisco y sus primeros discípulos, y particularmente mostraron un celo heroico durante una peste que asoló la región de Camerino. De este modo se captaron bien pronto la simpatía del pueblo y de muchas personas de la clase elevada. En el primer capítulo, celebrado en 1529 en una pobre cabana de Alvacina, se fijó ya en lo sustancial la regla y norma de vida de la nueva Orden. Mateo de Bascio fue nombrado vicario general; pero, hombre sencillo y extremadamente humilde, depuso pronto su cargo. En su lugar fue elegido Luis de Fossombrone, bajo cuya dirección realizó la Orden nuevos avances. 4. Contratiempos de los Capuchinos.—Uno de los primeros aciertos de Fossombrone fue el establecimiento de la Orden en Roma, en lo que le ayudó de nuevo la duquesa de Camerino. Recibieron la iglesia de Santa Maria dei Miracoli y tomaron el cuidado del Hospital de San Jácome, donde se ganaron rápidamente las simpatías del pueblo romano. Por otra parte, la nueva reforma franciscana impresionó hondamente a buen número de observantes, los cuales se fueron pasando a los Capuchinos. Esto provocó una violenta reacción en el provincial Juan de Fano y otros observantes, quienes elevaron tan insistentes representaciones a Roma, que el papa Clemente VII en 1530 se vio forzado a revocar todos los privilegios concedidos a la nueva Orden. No se aquietó con esto el enérgico Fossombrone. Con el apoyo de sus poderosos protectores obtuvo del mismo papa el nombramiento de dos cardenales como arbitros de aquel litigio, los cuales decidieron el 14 de agosto de 1532 que en adelante los Eremitas Franciscanos no pudieran recibir ningún observante, pero al mismo tiempo que los Observantes no molestaran más a aquéllos. Este resultado fue un triunfo de los Eremitas Franciscanos, pues, por lo que se refiere a la prohibición de admitir a los Observantes, precisamente entonces recibieron a los dos mejores predicadores, Bernardino de Asti y Bernardino Ochino. Más aún: el mismo Juan de Fano, que con la mejor buena fe se les había opuesto mientras juzgó que eran subditos fanáticos y rebeldes, al ver ahora la seriedad del movimiento, se les unió igualmente en 1534. Esto ocasionó una nueva campaña contra ellos de parte de los Observantes. Estos intentaron obtener la revocación de la aprobación papal de 1528, y, aunque no lo
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obtuvieron, al menos lograron de Clemente VII un edicto por el que los Capuchinos (como ya eran designados) eran expulsados de Roma. A tan severa orden tuvieron ellos que someterse, dando el más precioso ejemplo de obediencia a las disposiciones del romano pontífice. Mas poco después intercedieron en su favor la duquesa de Camerino, Camilo Orsini, Victoria Colonna y otros poderosos amigos, por lo cual el papa revocó aquella disposición y los Capuchinos pudieron establecerse en la Ciudad Eterna. Este triunfo marca el principio de una serie de grandes contratiempos y gravísimas crisis de la Orden. La primera la ocasionó el propio vicario general, Luis de Fossombrone, tan benemérito de la fundación. Su sistema autoritario de gobierno promovió tal descontento, que en el capítulo de Roma, reunido por orden del papa en noviembre de 1535, fue elegido como nuevo vicario general Bernardino de Asti, y, después de algunos conatos por invalidar esta elección, Fossombrone se volvió a los Franciscanos Observantes. Lo mismo realizó el primer fundador, Mateo de Bascio. Por otro lado, los Observantes volvieron a la carga con más violencia que nunca, y obtuvieron de Paulo III, quien acababa de aprobar la Orden por bula de 13 de agosto de 1536, que diera en enero de 1537 la prohibición de extenderse fuera de Italia. En toda esta campaña intervino activamente el cardenal Quiñones, movido de la falsa opinión de que se trataba de fanáticos e ilusos que con sus excesos de rigor dañaban más bien la causa de la reforma católica. En cambio, Victoria Colonna y, sobre todo, los cardenales Contarini, San Severino y el gran obispo reformador de Verona, Juan Mateo Giberti, estaban en favor de los Capuchinos. Pero el mayor contratiempo que puso a la naciente Orden en el borde de la disolución fue la defección y apostasía del tercero de sus vicarios generales, Bernardino Ochino 10 . El capítulo general de Florencia de 1538 lo nombró vicario general en sustitución de Bernardino de Asti, y aun se susurraba que el romano pontífice trataba de nombrarlo cardenal. Sin embargo, ya por este tiempo empezaba a simpatizar con los innovadores protestantes. Y, aunque había experimentado un cambio radical en su interior, admitiendo la doctrina luterana de la justificación, continuaba su brillante predicación, que precisamente durante los años 1538 y 1539 llegó a su apogeo. En todo este cambio influyó poderosamente el canónigo regular agustiniano Pedro Mártir de Vermigli, quien se separó igualmente de la fe católica. A pesar del cuidado puesto por Ochino en disimular sus íntimas convicciones, empezaron algunos a sospechar de ellas y llegaron quejas persistentes al romano pontífice. Así, pues, el 15 de julio de 1542, mientras aparentemente se hallaba en la cumbre de sus glorias como gran predicador católico, Paulo III le dirigió una carta en la que le invitaba a ir a Roma para consultarle sobre las opiniones de algunos religiosos. Esta carta revolvió todo su interior; pero lo que acabó de turbarlo fue otra segunda del 27 del mismo mes en la que se le ordenaba acudir terminantemente. Sin embargo, no sospechaba la gravedad Sobre B. Ochino pueden verse, además de PASTOR, XI,4i6s, las obras de la nt.53 c.3.
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C.6. Estados de perfección 844 P.II. De Lutero a la paz de Westfalia de su situación. Más aún: según parece, llegó a pensar que se trataba de proponerle su ascenso al cardenalato, que tanto le halagaba. Se puso, pues, en camino para Roma; pero, habiendo encontrado en el camino a su íntimo amigo Pedro Vermigli, que se hallaba en las mismas circunstancias, le declaró éste su decisión de escapar ante el peligro de la prisión, el proceso y la muerte. Así, pues, atemorizado entonces ante estas terribles perspectivas, se dirigió a Ginebra, donde se declaró protestante, siendo hasta su muerte (1565) uno de los corifeos del calvinismo. Por lo que a los Capuchinos se refiere, fácilmente se comprende la indignación que causó en Italia la defección del eminente predicador, vicario general de la nueva Orden. Se explica perfectamente la exclamación de Paulo III al enterarse de ello en Perusa: «Pronto ya no habrá más capuchinos». De hecho, consta que pensó en disolverlos. Sin embargo, el cardenal San Severino tomó entonces su defensa, a la que se juntó la de otros insignes cardenales, grandes amigos de la reforma. Por otra parte, los principales miembros del Instituto acudieron al romano pontífice con tan sentidas y humildes súplicas, que Paulo III consintió en que se realizara una detenida investigación, de la que se concluyó con toda evidencia que Ochino estaba completamente aislado en la Orden, de manera que nadie en ella compartía sus ideas. Rápidamente fue elegido como sucesor Francisco de Jesi, el cual se esmeró particularmente en corresponder a los deseos del papa. Este dio, de momento, a toda la nueva Orden la prohibición de predicar. Pero, ante el resultado satisfactorio de las nuevas investigaciones realizadas y de las respuestas del vicario general a las diecinueve tesis que se le propusieron, Paulo III les volvió a conceder aquella licencia. De este modo, los capuchinos pudieron emprender de nuevo sus trabajos de predicación popular, que tanto prestigio les habían conquistado ante el pueblo. Tras estos graves contratiempos, la Orden de los Capuchinos se desarrolló rápidamente y fue uno de los instrumentos providenciales y más eficaces en la reforma católica. A ello contribuyeron los nuevos vicarios generales que se fueron sucediendo después de la defección de Ochino, todos ellos hombres de grandes cualidades. En 1567, Gregorio XIII levantó por fin la prohibición, que todavía pesaba sobre ellos, de extenderse fuera de Italia. Paulo V, mediante, la bula Alias felicis recordationis, de 23 de enero de 1619, dio a los Capuchinos completa independencia de los Conventuales. Desde entonces formaron una nueva Orden franciscana al lado de los Conventuales y Observantes. En lo sucesivo se multiplicó extraordinariamente su actividad. En 1575 se establecieron en Alemania, constituyendo uno de los más eficaces instrumentos contra el avance de la reforma protestante. Al mismo tiempo se propagaron en España, Francia y en todo el mundo. En 1643, un siglo después de la defección de Ochino, contaban unos 21.000 miembros. Son célebres, entre otros, San Félix de Cantalicio (f 1587), San Lorenzo de Brindisi (f 1619), uno de los mejores escolásticos de su tiempo; San José de Leonissa (f 1612) y San Serafín de Montegranaro (f 1604) n . 11 Sobre el desarrollo d e la O r d e n véase la síntesis d e HEIMBUGHER, I , 7 4 5 S . 7 5 2 S y las obras generales.
III.
L A COMPAÑÍA DE JESÚS
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Al lado de los ejércitos de los Teatinos, Barnabitas y Clérigos de Somasca, a la par con las antiguas órdenes rejuvenecidas y renovadas y junto con las nuevas huestes que surgieron más tarde entre los estados de perfección, los Jesuítas trabajaron en primera línea en la plena realización de la tan suspirada reforma. 1. Primeros años de San Ignacio.—La Compañía de Jesús es la obra por antonomasia de San Ignacio de Loyola, el cual nació en 1491 en la casa solariega de Loyola, provincia de Guipúzcoa, en España. Su origen vasco se mostró constantemente en su vida por la tenacidad de su carácter. Iñigo López de Loyola 13 (tal era su nombre completo) 12 Véanse, ante todo, las obras generales de historia de la Iglesia y d e las órdenes religiosas. E n particular:
F u e n t e s . — I n s t i t u t a m Societatis lesu. Bullarium et Compendium Privilegiorum... 3 vols. (Florencia 1892-93); Monumenta Histórica Societatis lesu, nunc primum edita... Colección fundam e n t a l ; publicados 68 vols. ( M a d r i d 1894S, Roma 1945-66); Constitutiones Societatis lesu, latine et hispanice..., ed. JUAN J. DE LA T O R R E ( M a d r i d 1892); ed. B A C , p o r I. IPARRAGUIRRE y C. DE DALMASES ( M a d r i d 1952) 369S. E n particular Fontes narrativi de Sancto Ignatio de L. et de Societatis lesu initiis: «Mon. Hist. Soc. les.», ed. p o r Z A P I C O - L E T U R I A - D A L M A S E S , 3 vols. (Roma 1944-1959); Autobiografía en vol. 1; SOMMERVOGEL-DE BACKER-CARAYON, Bibliothéque des écrivains de la Compagnie de Jésus 10 vols. (1890-1909); U R I A R T E , E. DE, Catálogo razonado de obras... pertenecientes a la antigua asistencia de España 5 vols. ( M a d r i d 1904-1917); Archivum Hist. Soc. lesu (Roma 1932S). B i b l i o g r a f í a . — V é a n s e en particular: I I , i 3 o s ; ASTRÁIN, A., Historia de la Compañía de Jesusea la asistencia de España 7 vols. (1540-1758) ( M a d r i d 1902-1925) II en 2. a ed. (1912); BROU, Les jésuites de la légende 2 partes (París 1906); K O G H , L., Jesuitenlexikon. Die Gesellschaft Jesu eins und jetzt (Paderborn 1934); VILLOSLADA, R. G., Manual de historia de la Compañía de Jesús 2. a ed. ( M a d r i d 1954); BECHER, H . , Die Jesuiten. Gestalt und Geschichte des Ordens ( M u n i c h 1951); Synopsis Historiae Societatis lesu (Bruselas 1951); BRODRICK, ]., El origen de los jesuítas, trad. del inglés p o r H . G Ó M E Z ( M a d r i d 1953). Asimismo PASTOR, X I I , i s ; HEIMBUCHER, O . C , I I , i 3 0 s (aquí puede verse a b u n d a n t e bibliografía); M A R T I N I , A . : «Ordini e Congr.» 1,6895; LETURIA, art. Ignazio di L.: «Encicl. Catt. Ital.s; RODRIGUES, F . , Historia da Companhia de Jesús na assistencia de Portugal 4 vols. (Ult. O p o r t o 1950); L E I T E , S., Historia da Companhia de Jesús no Brasil t . i o (Río d e Janeiro 1950); T A C G H I V E N T U R I , P., Storia della Compagnia di Gesú in Italia t . l y 2, 2.* ed. (Roma 1950-51); R. G. VILLOSLADA, Storia del Collegio Romano, dal suo inizio (1551) alia soppressione della Compagnia di Gesü (1773): «Anal. Gregor.» 66 (Roma 1954); PURCELL, M-, The first Jesuit ( D u b l í n 1956); M O N E S T I E R , M . , La mysterieuse Compagnie. Les Jésuites (París 1957); BOEHMER, H . , Die Jesuiten. Auf Grund d. Vorarbeiten von Hans Leube ed. p o r K. D . Schmidt (Stuttgart 1957); M E A D O W S , D . , A popular history of the Jesuits ( L o n d r e s 1958); G O E T S T O U WERS, J. B., Synopsis historiae Societatis lesu (Lovaina 1950); BAUMANN, T h . , Compagnie de Jésus. Origine et sens primitifde ce nom: «RevAsMyst» 37 (1961) 4 7 - 6 0 ; RIBADEAU-DUMAS, F . , Grandeur et misére des Jésuites (París 1963). 13 N o Recalde, como algunos h a n dicho falsamente. El apellido López apenas lo usó nunca. El n o m b r e I ñ i g o l o cambió e n t r e 1537-1542. Sobre San Ignacio d e Loyola en particular p u e d e n verse, e n t r e otras muchas, las obras siguientes: Obras completas de San Ignacio de Loyola, ed. B A C , n.86, p o r DALMASES-IPARRAGUIRRE ( M a drid 1952); H U O N D E R , A., Ignatius von Loyola (1932); D U D O N , P., Saint Ignace de Loyola (París 1934); LETURIA, P., El gentilhombre Iñigo López de Loyola (Barcelona 1941): «Bibl. p r o Eccl. et Patria» 2 0 ; O L M E D O , F . G. r Introducción a la vida de San Ignacio ( M a d r i d 1944); CASANOVAS, I., San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, trad. p o r el P. M . Q U E R A (Barcelona 1944).
B i o g r a f í a s . — T H O M S O N , I. ( L o n d r e s 1909); CRELXELL, I., 2 vols. (Barcelona 1922); B E R NOVILLE, G. (Marsella 1929); K O L B , V. (1931); D U D O N , P., (París 1934); AMOUDROU, B. (París 1939); ASCUNCE, E. ( M a d r i d 1941); PAPASOGLI, I. (Barcelona 1956); RICHTER, T R . , Martín Lutero e Ignacio de Loyola ( M a d r i d 1956); BRODRICK, I., San Ignacio de Loyola. Años de peregrinación ( M a d r i d 1956); TESSARLO. G., Sant' Ignazio di L. nelle sue lettere (Milán 1955); L E N E R , S., S. Ign. di L., legislatore santo e geniale: «Civ. Catt.» (1955) IV, 35; RAHNER, H . , Ignacio de L. y su histórica formación espiritual (Santander 1955); LARRAÑAGA, V., San Ignacio de Lovoía. Estudios sobre su vida, sus obras, su espiritualidad (Zaragoza 1956); ORMAECHEVARRÍA, I., Rasgos franciscanos en la fisonomía moral de San Ignacio: «Verd. y V.» 14 (1956) 457s; H E R T L I N G , L . V., S. Ign. di Loyola di fronte alia niforma* protestante e alia «restaurazione» catholica: «Civ. Catt.» (1956) IV,585s; MARCUSE, L . , Ignatius von Loyola. Ein Soldat der Kirche ( H a m b u r g o 1956); PRZYWARA, E., Ignatianisch. Vier Studien zum 400. Todestag des hl. Ign. von L. (Frankfurt 1956); JEREZ, H . , Iñigo de Loyola. Su perfil humano 2. a ed. (Bilbao 1956); DALMASES, C. DE, La muerte de San Ignacio, 31 ju-
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recibió una educación profundamente católica, a la usanza de su tierra y de su época. A este primer período pertenece aquella vida cortesana, relativamente ligera, de que se ha escrito mucho durante los últimos decenios 14 . Por ejemplo, sus asiduas lecturas de libros de caballería, sus ansias de gloria y vida mundana y algunas aventuras licenciosas, que nos lo presentan, si no como corrompido moralmente, al menos como víctima de los ardores de su fogosa juventud. Este primer estadio de su vida termina el año 1517, cuando Ignacio se hallaba en su plena juventud, contando veintiséis años. Hallábase como gentilhombre de su pariente el duque de Nájera, a la sazón virrey de Navarra, cuando tuvo lugar la desesperada defensa de la fortaleza de Pamplona, de resultas de la cual fue herido en la pierna por las tropas francesas el 20 de mayo de 1521. Los resultados de esta providencial herida fueron para él trascendentales. En los largos ratos de reflexión a que se vio sometido por la enfermedad y convalecencia, se dejaba llevar locamente, a la manera de los galanes de los libros de caballería, de sus sueños por la dama de sus amores, que algunos suponen sería una infanta a la que había conocido en sus años de vida de corte (tal vez D. a Catalina, hermana de Carlos V). Pero al mismo tiempo la gracia divina inició la obra de su transformación interior. Vencido el período de gravedad, para entretener las largas horas de la convalecencia pidió aquellos libros de caballería con cuyos pensamientos tanto se entretenía; pero, a falta de ellos o por ardid de su piadosa cuñada D. a Magdalena, leyó el Flos Sanctorum, o Vida de santos, y la Vida de Cristo, de Ludolfo de Sajorna. Esta lectura excitó bien pronto su deseo de imitar a los santos; pero, como él mismo atestigua, volvían en seguida sus pensamientos mundanos, y pasaba largas horas soñando en las hazañas que realizaría por conquistar a la dama de su corazón. Poco a poco se hicieron más vehementes los impulsos de la gracia. lio 1556: «Raz. y Fe» 154 (1956) 93; I D . , El ideal apost. de Ignacio: «Est. Ecl.» 30 (1956) 305s; VILLOSLADA, R. G . , Ignacio de hoyóla. Un español al servicio del Pontificado (Zaragoza 1956); V O N M A T T , H . RAHNER, etc., Ignacio de hoyóla, trad. del alemán complet. (Bilbao 1956); Commentarii Ignatiani, 1556-1956: «Arch. H i s t . Soc. I.» t.25 (Roma (1956); Ignatius von hoyóla. Seine geistl. Gestalt und sein Vermáchtnis, 1556-1956, ed. por F . W U L F , etc. ( W u r z b u r g o 1956); EDER, K., Ignatius von hoyóla. Versuch einer inneren Entwicklung: «Geist. u. Leben» 29 (1956) 248S; PICARD, R., S. Ignace et l'apostolat intellectuel: «Scienc. ecclés.» 8 (1956) 267S; G U I L L E R MON, A., ha vie de S. Ignace de h. (París 1956); BECHER, H . , Ignatius von h. im hicht der Gegenwart Forschung: «Schol.» 32 (1957) 2o6s; LETURIA, P . DE, Estudios ignacianos 2 vols. (Roma 1957); PAPÁSOGLI, I., San Ignacio de hoyóla,
t r a d . p o r C . M O R E N O P É R E Z ( B . 1957); H E R T L I N G ,
L . V.,
St.'Ignazio di hoyóla di fronte alia «riforma» protestante e alia «restaurazione* cattolica: «CivCatt» (dic. 1956) 585S; DALMÁU, J. M . , San Ignacio y los estudios eclesiásticos: «EstEcl» 30 (1956) 295-300; LUKACS, L . , De prima Societatis Ratione Studiorum a Sancto Fr. Borgia... constituta (2565-1569): «ArchHistSI» 27 ( 1 9 5 8 ) 2 0 9 - 2 3 2 ; G I L M O N T , J. F . - D A L M A N , P., Bibliographie ignatienne (1894-1957) (Lovaina 1958); RAHNER, H . , L a mística del servizio. Ignazio di hoyóla e la genesi storica della sua spiritualitá: «AscetMist» 7 (Milán 1960); G O I R I , S. DE, ha apertm a de conciencia en la espiritualidad de San Ignacio de hoyóla: «Publ. Sem. Bilbao» (Bilbao 1960); L A M O R A , A . DE, ha devoción en el espíritu de San Ignacio (Roma 1960); ROUGES, J. G , El estudio hecho oración en la enseñanza de San Ign.: «Univ. Gregor», disert» (Roma 1960); URRUTIA, J. L . DE, Régimen de las órdenes religiosas a mediados del siglo XVI y aportación de S. Ign.: «MiscCom» 31 (1961) 9 1 142; L E W I S , J., he gouvernement spirituel selon S. Ignace de hoyóla: «Stud. Rech. Phil. Theol.», U n i v . M o n t r é a l , 12 (Brujas 1961); FEDERICI, G . C-, Aspetti poco conosciutidi S. Ignazio di hoyóla: «CivCatt» (1961) III, 113-127; M A R A Ñ Ó N y RUIZ-ZORRILLA, J., El santo español Ignacio de h., fundador y legislador (Madrid 1962); ROTTEREAU, G., Un portrait de St. Ignace de Loyola: «RevAscMyst» 39 (1963) 419-443. 14 A d e m á s d e Astráin (I.ios) véanse e n particular LETURIA, O . C , 82s; BRODRICK, O . C , 43S. E n ambas obras se citan las fuentes auténticas. Sobre todo conviene tener presentes Fontes Narrativi 1,70.154.3583 («Autobiografía»).
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Su espíritu de emulación iba en aumento al contemplar los ejemplos de virtud y penitencia de los santos, cuyas vidas leía cada vez con más avidez, y las profundas enseñanzas de Cristo. Poco a poco se obró en Ignacio una completa transformación de ideales. Sin dejar sus pensamientos caballerescos, se proponía ahora ser un caballero de Cristo y luchar denodadamente en su reino, emulando a aquellos héroes cuyas vidas había leído. Decidido, pues, a entregarse de lleno al servicio de Dios como caballero andante de su gloria, apenas se sintió suficientemente fuerte para poder emprender la marcha, a principios de 1522 salió de la casa paterna disimulando sus planes ulteriores. 2. E n Montserrat y M a n r e s a 15 . Los «Ejercicios espirituales». A mediados de marzo de 1522 llegaba Iñigo al célebre santuario de Montserrat, que era uno de los monasterios benedictinos más importantes dentro de la Reforma o Congregación de Valladolid. Su plan era visitar los santos lugares de Jerusalén para saciar su espíritu en el ambiente de Cristo, de quien se profesaba caballero; pero como primera medida quiso hacer en aquel santuario una confesión general de toda su vida pasada, como lo realizó durante tres días con el monje dom Chanones, con honda emoción de su alma. Sintiéndose ya Ignacio en disposición de empezar seriamente su nueva vida de penitente y caballero de Cristo, colgó su espada en el altar de la Virgen, entregó sus vestidos de caballero a un mendigo y, vistiéndose su nueva librea de un tosco hábito de peregrino, pasó la noche del 24 al 25 de marzo, vísperas de la Anunciación, velando sus nuevas armas y templando su espíritu delante de la imagen de María. Hecho todo esto, se retiró a la cercana población de Manresa, donde después del 25 de marzo de 1522 hasta febrero de 1523 se completó la transformación del espíritu de Iñigo de Loyola, haciendo de él uno de los místicos más insignes de la Iglesia e inspirándole el célebre librito de los Ejercicios espirituales. En la célebre cueva de Manresa, lugar abrupto en las afueras de la población, dedicaba ordinariamente siete horas a la oración, flagelaba duramente sus carnes e interrumpía estos ejercicios con visitas al Hospital de Santa Lucía y con algunas conversaciones espirituales con piadosas señoras. Entre tanto, Dios fue aumentando el caudal de sus experiencias. Pasó horribles angustias por el recuerdo de sus pecados y la inseguridad del perdón de Dios; obtuvo conocimiento profundo de las diversas mociones del bueno y del mal espíritu. Al mismo tiempo recibía de Dios inspiraciones o luces muy especiales. El mismo en su autobiografía pone estas ilustraciones sobrenaturales como punto de partida de su ulterior vida espiritual. El fruto principal y, por decirlo así, más tangible de esta estancia 15 Sobre este período t a n importante d e la vida d e San Ignacio, además d e las obras citadas d e Astráin, Leturia, Brodrick, D u d o n y otras semejantes, véanse e n particular CREIXELL, J., San Ignacio de hoyóla. I. Estudio crítico y documentos de los hechos relacionados con Montserrat, Manresa y Barcelona (Barcelona 1922); ALBAREDA, A., Sant Ignasi a Montserrat (Montserrat 1935); L E T U RIA, P . DE, ¿Hizo San Ignacio en Montserrat o en Manresa vida solitaria?: «Hisp. Sacr.» 3 (1950) 25IS; I D . , Un texto desconocido del año 1556 sobre la santa cueva: «Manr.» 1 (1925) 43S; SARRET Y ARBÓS, I., San Ignacio de hoyóla y la ciudad de Manresa (Manresa 1956); CALVERAS, J., San Ignacio en Montserrat y Manresa a través de los procesos de canonización (Barcelona 1956). Sobre todo, Autobiografía: «Fontea Narrativi» 1,3805.
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C.6. Estados de perfección
P.ll. De Lutero a la -paz de Westfalia 16
en Manresa fueron los Ejercicios espirituales , uno de los libros que más eficazmente han contribuido a la reforma interior de la Iglesia. Por lo que se refiere al mismo libro, ante todo, después de los estudios especiales recientemente realizados, debe admitirse algún influjo del Ejercitatorio del abad Cisneros, de la Imitación de Cristo y quizá otros libros espirituales; pero, esto no obstante, es completamente original la concepción fundamental de la obra y la ejecución de las meditaciones y documentos que constituyen su nervio y sustancia. Libro, por otra parte, de pequeñas proporciones, escrito no para lectura espiritual, sino para guía del director, y que no fue concebido ni realizado de una sola vez. La base la constituyen las experiencias que tuvo el mismo Ignacio durante aquella vida retirada de Manresa a partir de la llamada ilustración del Cardoner 17. Esta primera redacción de los Ejercicios sirve a Ignacio durante el período siguiente hasta el año 1534, en que va reuniendo en torno suyo a sus primeros compañeros; pero al mismo tiempo introduce diversas modificaciones o aditamentos, que van completando la obra. De este modo ésta quedaba casi ultimada en París, después de lo cual sólo se realizaron ya pocos e insignificantes retoques en Italia. 3. Primeros estudios en España 18 .—Siguiendo su primer plan, Ignacio se dirige a Jerusalén con el objeto de entregarse allí a la devoción y al apostolado. Tras corto intervalo en Roma, parte para Venecia, de donde el 14 de julio se embarca para Tierra Santa, y el 4 de septiembre entraba finalmente en Jerusalén. El nuevo caballero de Cristo goza lo indecible con la contemplación de los más mínimos detalles, que le descubren las huellas del paso de la persona de Cristo por la tierra. Pero, ante la prohibición del custodio de los franciscanos de 16 Sobre los Ejercicios espirituales, generales ya citadas, véanse:
d e San Ignacio d e Loyola, y su génesis, además d e las obras
F u e n t e s . — E l texto crítico e n Exercitia Spiritualia, ed. crit.: «Mon. Hist. Soc. I.», M o n u m . Ign., ser.3. f t (Madrid 1919); M A R Í N , C . H . , Spiritualia Exercitia secundum Romanorum Pontif. documenta (Barcelona 1941); W A T R I G A N T , H . , Collection de la Bibliothéque des Exercices de Saint Ignace (Enghien 1906-1936). Bibliografía.—BROU, A . , Les Exercices spirit. de Saint Ignace, histoire et psychologie (París 1922); PINARD DE LA BOIXLLAYE, E., Les étapes de la rédaction des Exercices spir. (París 1945); B E R N A R D , E . , Essai historique sur les Exercices spirit. de St. Ignace (Lovaina 1926); R A H N E R , H . , Ignatius v. Loyola u. dasgeschichtl Werden seiner Frómigkeit (Graz 1947); BOEHMINGHAUS, E., Die Aszese der Ignatian. Exerzitien; BROU, A . , S. Ignace, maitre d'oraison (París 1925); PEETERS, L . , Vers l'union divine par les exercises (Brujas 1924); HARRASSER, G., Beitráge zur Gesch. und Aszese des Exerzitienbüchleins (1925); RIGHTSTATTER, K., Mystische Gebetsgnaden u. Ignatianische Exerzitien (1924); C O D I N A , A . , Los orígenes de los Ejercicios espirituales (Barcelona 1926); B E G U I R I S TÁIN, ]., Los orígenes de los Ejercicios de San Ignacio (Buenos Aires 1927); CALVERAS, I., El origen de los Ejercicios según el P. Nadal: «Manr.» 26 (1954) 263S; I D . , La inspiración de los Ejercicios: «Est. Ecles.» 30 (1956) 39IS. E n t r e los comentarios d e los Ejercicios p o d e m o s citar: L A PALMA, L . DE, Camino espiritual de la manera que lo enseña San Ignacio en su libro de los Ejercicios ( M a drid 1944); M E S C H L E R , M . , Explanación de las Meditaciones del libro de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola 2 vols. N u e v a ed. ( M a d r i d 1943); PINARD DE LA BOULLAYE, H . , Exercices Spirit. selon la méthode de Saint Ignace 2 vols. (París 1944): O R A A , A., Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola 2. a ed. (Madrid 1944): CASANOVAS, I., Comentario y explan, de los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola 3 vols. (Barcelona 1945-1949); ENCINAS, A . , Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola (Santander 1953); IPARRAGUIRRE, I., Bibliografía de los Ejercicios ignacianos C1937-1947J: «Manr» 20 (1948) 343S; R A H N E R , H . , Zur Christologie der Exerzitien: «GeistLeb» 35 (1962) 14-38.115-140; R O I G G I R O N E L L A , J., La espiritualidad de la Compañía de Jesús y los Ejercicios espirit.: «RevEsp» 21 (1962) 316-333. 17 E s la llamada eximia ilustración. Véanse e n particular CALVERAS, I., La ilustración del Cardoner...: «Arch. Hist. S. I.» 25 (1956) 27s; I D . , San Ignacio en Montserrat y Manresa 207S. 18 Sobre esta etapa d e la vida d e San Ignacio véanse sobre t o d o A S T R Á I N , A . , o . c , I,46s; BRODRICK, O . C , I49s; Fontes Narrat. L430S.
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permanecer allí, obedece a la autoridad eclesiástica y vuelve a España por Venecia y Genova, llegando a Barcelona iniciado ya el año 1524. Se convence entonces de que era necesario realizar los estudios eclesiásticos, pues sólo así, una vez ordenado de sacerdote, podrá volver a Jerusalén y ejecutar su plan. Sin avergonzarse de sus treinta y cuatro años, empezó a asistir a la escuela de latín al lado de los niños, siendo muchas veces objeto de las burlas de las gentes. Dos años enteros llevó Ignacio esta penosa vida, al mismo tiempo que se dedicaba a sus ejercicios de piedad y penitencia y a las conversaciones espirituales con diversas personas. En 1526 se dirigió a Alcalá, donde dio comienzo a la filosofía. Sin embargo, también allí unió con el trabajo del estudio el apostolado de las almas. Por esto se sospechó que Ignacio, con su vida errabunda y su apostolado privado, pudiera constituir uno de los focos de alumbrados que tanto preocupaban entonces a los teólogos españoles, por lo cual, no la Inquisición, como se ha repetido muchas veces, sino la autoridad episcopal ordinaria, siguió a Ignacio por tres veces un proceso como supuesto partidario de los alumbrados 19 . Declarado finalmente libre, pero encontrándose con trabas para ejercer su apostolado con las almas, se decidió a continuar sus estudios en Salamanca, y, como hallara aquí nuevas dificultades, se decidió Ignacio a trasladarse a París. 4. Estancia de Ignacio en París 20 .—Con esto da comienzo a uno de los estadios más fecundos de su vida. El 2 de febrero de 1528 llegaba a la Universidad de París, donde permaneció hasta 1535. Siete años de estudio serio y reposado dieron a Ignacio la sólida formación eclesiástica de que dio claras muestras en toda su actividad posterior; pero, sobre todo, durante los mismos concretó casi definitivamente la forma de la Compañía de Jesús, que debía perpetuar su obra en la Iglesia. Es interesante la observación que, al iniciar Ignacio sus estudios en 1528 en el Colegio de Montaigu, acababa de salir del mismo Colegio Juan Calvino. Ignacio de Loyola pudo enterarse muy bien durante aquellos años sobre las nuevas corrientes contra la Iglesia que penetraban en la misma Universidad. Sin embargo, en toda su evolución no aparece en Ignacio ningún impulso de defensa contra la nueva ideología, sino un ansia de conquista y de renovación interior de la Iglesia. Su antigua idea de reunir compañeros de los mismos ideales se fue perfilando en él, si bien no consta que por entonces llegara a formar el plan de fundar una sociedad permanente 21 . Su obra comenzó a tomar incremento y solidez cuando el i.° de octubre de 1529 inició Ignacio la filosofía en el Colegio de Santa Bárbara. Sus dos compañe19 Sobre este y los siguientes procesos seguidos a San Ignacio véanse A S T R Á I N , A . , I,5is.55s; LLORCA, B-, La Inquisición española y los alumbrados (Madrid 1936) 39S. El texto d e las actas d e este y los siguientes procesos lo publicó el P . F I D E L F I T A en «Bol. d e la R. A c . d e la H.» 33 p.43 i s . T o d o esto véase e n la Autobiografía: «Fontes Narrat.» 1,438-452; BELTRÁN DE HEREDIA, V., Estancia de San Ignacio de Loyola en San Esteban de Salamanca: «Cien. Tom.» 83 (1956) 507S.
20 Véase en particular BRODRICK, o . c , 205S; A S T R Á I N , I , 5 8 S . 21 Sobre el tiempo y la m a n e r a como San Ignacio concibió la fundación d e la C o m p a ñ í a d e Jesús p u e d e n verse A S T R Á I N , O . C , I,64s; N O N E L L , J., La eximia ilustración, origen de la Compañía de Jesús (Manresa 1917): CALVERAS, J-, La ilustración del Cardoner y el Instituto de la Compañía de Jesús según el P. Nadal: «Arch. Hist. S.I.» 25 (1956) 27s; I D . , San Ignacio en Montserrat y Manresa 2 I 4 s ; LETURIA, P . DE, Génesis de los Ejercicios de San Ignacio y su influjo en la fundación de la Compañía de Jesús (1251-1540,): «Arch. Hist. Soc. I.» 10 (1.941) i o s . Véase asimismo B R O -
DRICK, 291 s.
P.II. De Lulero a la paz de Westfaiia
C.6. Estados de perfección
ros de habitación, el saboyano Pedro Fabro y el español Francisco Javier, se rindieron pronto al invencible atractivo de la espiritualidad de Ignacio. El instrumento que más le ayudó para estas y las siguientes conquistas fueron los Ejercicios. A Fabro y Javier siguieron después los españoles Diego Laínez y Alfonso Salmerón, que tan brillante papel debían desempeñar a lo largo de todo el concilio de Trento. A ellos se juntaron otro español, Nicolás Bobadilla, y el portugués Simón Rodríguez. Tales fueron los compañeros que reunió Ignacio en torno suyo hasta el año 1534. Y, a pesar de que todos ellos eran hombres aventajados en la Universidad de París y conocían bien los avances de las nuevas ideas protestantes en Francia, no concibieron aún ningún programa antiprotestante. Impulsados todavía por el ambiente medieval, meditaban empresas de cruzada hacia el Oriente para entregarse a la conversión de los infieles.
dados de Cristo, que querían formar una compañía a la órdenes inmediatas del romano pontífice 23 . Con esta determinación, al mismo tiempo que realizaba Ignacio un intenso trabajo apostólico, sobre todo por medio de los Ejercicios espirituales, se dedicó de lleno a preparar el terreno para la aprobación de la nueva Compañía. Con la ayuda del cardenal Contarini, fue presentada la primera Fórmula del Instituto al romano pontífice Paulo III, quien manifestó desde un principio su buena impresión y bien pronto dio su aprobación verbal. Finalmente, por medio de la bula Regimini militantis Ecclesiaes, del 27 de septiembre de 1540, dio su aprobación a la nueva Orden 24 . Tal es en realidad la fecha definitiva y oficial de la fundación de la Compañía de Jesús.
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5. Fundación de la Compañía de Jesús.—Movidos por este ideal, el día 15 de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen, Ignacio y sus seis compañeros, en una capilla al pie de Montmartre, hicieron los votos de pobreza y castidad y añadieron un tercero, obligándose a ir a Jerusalén para entregarse a la conversión de los infieles 22 . Para ello debían esperar en Venecia embarcación durante un año, y, caso que no se presentara ocasión, se pondrían a las órdenes del papa. Salió Ignacio de París a fines de marzo de 1535, dirigiéndose a Loyola, donde se detuvo algunos meses, realizando una obra de apostolado con su ejemplo y su encendida palabra, hasta que, recobrada la salud, salió para Venecia. Entre tanto, sus compañeros habían permanecido en París estrechamente unidos; durante este tiempo se les juntaron otros tres: el saboyano Claudio Jayo y los franceses Pascasio Broét y Juan Coduri. Todos llegaron a Venecia el 8 de enero de 1537, donde ya eran esperados por Ignacio. Llegada la hora de realizar lo que constituía el tercer voto pronunciado en Montmartre, su marcha a Jerusalén, transcurrió un año de espera en Venecia, sin que les fuera posible realizarlo por la guerra entre Venecia y los turcos. Cumpliendo, pues, la segunda parte del voto, decidieron dirigirse a Roma y ponerse a disposición del romano pontífice. Y precisamente entonces, viendo ante sus ojos la necesidad de reforma de la Iglesia y el inmenso trabajo que se les ofrecía, surgió ante su mente la idea de transformar su sociedad en verdadero instituto religioso, pues así podría perpetuarse su' trabajo de apostolado. Precisamente cuando entraba Ignacio en la Ciudad Eterna tuvo en la capilla della Storta una célebre visión, en la que le pareció ver a Cristo, de quien escuchó la palabra alentadora: Yo os seré propicio en Roma. De hecho, quedó Ignacio completamente confirmado en la idea de la organización de una Orden religiosa y decidido a trabajar por su aprobación. Así, desde este mismo tiempo, es decir, mediados del año 1538, él y sus compañeros comenzaron a designar a su asociación con el nombre de Compañía de Jesús; pues se consideraban como sol2 2
Véanse en particular ASTKAIN, I , 7 8 S ; BRODRICK, 3 0 i s ; PASTOR, X I I , I 8 S .
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6. Fin y características fundamentales de la Compañía de Jesús.—En la primera Fórmula del Instituto, incorporada en la bula pontificia de fundación, se decía expresamente que su fin era ponerse a disposición del papa por medio de un voto especial para ir a trabajar entre los infieles o entre los protestantes y cismáticos y entre los mismos fieles. Ya desde 1541, apenas establecida la nueva Orden al embarcarse San Francisco Javier para las misiones de la India, se inicia una de sus tareas fundamentales: sus grandes misiones de ultramar. Esparcidos poco después sus miembros en los principales puntos de Europa, trabajan intensamente a las órdenes del papa. Para realizar trabajo tan fecundo y eficaz ayudaron a la nueva Orden una serie de características que con genial visión le dio su fundador 25 . En cuanto a la forma de vida, escogió la entonces ya generalizada por los clérigos regulares, con lo cual ya se habían iniciado algunas de las prácticas que los contradistinguían de las órdenes antiguas. La Compañía de Jesús coincidía con los nuevos institutos de clérigos regulares en la intensificación extraordinaria del trabajo apostólico por las almas, pero se diferenciaba de ellas en la manera de realizarlo. Ante todo, en la fórmula, que constituía su cuarto voto, de obedecer absolutamente al romano pontífice en cualquier trabajo a que él quisiera mandarlos, lo cual les dio siempre el matiz de ser como tropas ligeras al servicio del papa. Por esto, y no obstante la semejanza de la Compañía de Jesús con las nuevas órdenes de clérigos regulares, presenta un tipo de Orden religiosa completamente nueva, que rompía el molde de lo que hasta 23 P u e d e n verse en particular LETURIA, P . DE, Importancia del año 1538 en el cumplimiento del voto de Montmartre: «Arch. Hist. S.I.» 9 (1940) i 8 8 s ; I D . , La primera misa de San Ignacio de hoyóla y sus relaciones con la fundación de la Compañía de Jesús: «Manr.» 12 (1940) 63S; R A H ^ NER, H - , Die Vision des hl. Ignatius in der Kapelle von La Storta: «Z. Asz. u. Myst.» 10 (1935) 17s.124s.202s.265s. Véanse asimismo ASTRÁIN, I , 8 8 S y PASTOR, XII.24S. 24 El texto d e la bula Regimini militantis Ecclesiae p u e d e verse en Institutum S.I. I,4s. L a Fórmula del Instituto puede verse allí mismo en esta bula y e n la d e Julio I I I Exposcit debitum. L a s dos Fórmulas (la d e Paulo I I I y la d e Julio III), con sus variantes comparadas, se reproducen en Constitutiones Soc. Iesu (Roma 1937) p . x x m s . 25 Sobre las características d e la Compañía d e Jesús, además d e las obras d e A S T R Á I N , B R O DRICK, BECHER y otras ya citadas, pueden verse: CAMPBELL, T . , The Jesuits (Londres 1921); BRUCKER, J., La Compagnie de Jésus (1521-1773) (París 1919); K E M P F , O , Die Heiligkeit der Gesellschaft Jesu 2 vols. (1922-1925). Algunas obras escritas p o r protestantes o enemigos d e jesuítas:
B Ó H M E R , E., Die Jesuiten
4 . a ed. (1921); W I E G A N D ,
F . , Die Jes. (1926);
F Ü L L O P - M I L L E R , R.,
Macht und Geheimnis der Jesuiten (1929): BAYER, C , Lo sung desRatsels der Jesuit. Sphinx (1929); M I R , M . , Historia interna documentada de la Compañía de Jesús (Madrid 1913); RÉCALDE, J. D E , Notes documentaires sur la Compagnie de Jésus 2 vols. (París 1924-1927).
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P.U. De Lulero a la paz de Westfalia
C.6.
entonces se conocía y practicaba en la Iglesia. Estas innovaciones de la Compañía de Jesús estaban determinadas por elfinque San Ignacio pretendía, que era una intensa y universal obra de apostolado, es decir, la vida activa en el sentido más amplio. Como el interés principal de Ignacio consistía en tener instrumentos bien probados, introdujo una duración extraordinaria de la formación, imponiendo un noviciado de dos años, cosa entonces inusitada, y retrasando notablemente la profesión, que no se hace hasta diez, quince o más años después de la entrada en la Orden. Más novedad todavía supone la innovación en la diferencia de grados. Por esto, sólo a un número relativamente reducido concede el derecho de la profesión de cuatro votos. Los demás se dividen en coadjutores espirituales y coadjutores temporales. De importancia trascendental y completamente nueva fue la concepción de San Ignacio respecto de la autoridad de los superiores. Ante todo, centraliza todo el gobierno monárquico de la Orden y aumenta de un modo extraordinario el poder del general, aunque sometido al de la congregación general. Elegido por ésta y de por vida, el general es quien nombra directamente a los provinciales, a los rectores y a buena parte de los superiores, con lo cual puede realizar una obra de gobierno sólida y eficaz. Intimamente relacionado con esto está la obediencia, que, como es bien conocido, constituye uno de los distintivos de los Jesuítas, y esto no sólo por el cuarto voto de obediencia al romano pontífice, sino principalmente por la perfección con que se quiere que se practique en la Orden esta virtud. Otras innovaciones de la Orden de Ignacio fluyen de las ya indicadas o de su fin específico. Tales son, por ejemplo: el no tener hábito propio, ya que sus hijos debían asemejarse a los clérigos, con el objeto de poder trabajar mejor con el pueblo cristiano; el abandono de la práctica tradicional del coro, ya que esto quitaba a sus operarios el tiempo y libertad necesarios para sus trabajos apostólicos. De especial significación fué también el interés de San Ignacio en excluir de sus hijos las dignidades eclesiásticas, para lo cual obliga a sus profesos de cuatro votos a que hagan uno especial de no admitir tales dignidades si no interviene una orden expresa del romano pontífice. 7. Acción y expansión de la Compañía de Jesús.—En la actividad desarrollada desde un principio por la Compañía de Jesús influyó de una manera decisiva la personalidad extraordinaria de Ignacio. Poseía un conocimiento tan profundo de los hombres y había adquirido tal experiencia de las cosas espirituales, que subyugaba y fascinaba con su superioridad a los que se ponían en contacto suyo. Como hombres intelectuales y por sus conocimientos teológicos, le hacían ventaja algunos de sus compañeros, como Laínez y Salmerón, luz del concilio de Trento; pero todos ellos se sentían como niños ante la personalidad y el magisterio de Ignacio 26 . 26
Sobre la espiritualidad y dotes especiales del carácter d e Ignacio pueden verse las obras
d e A S T R Á I N , L E T U R I A , BRODRICK, PASTOR y o t r a s . A s i m i s m o , LABURU, J. A . D E , La salud
corporal
y San Ignacio de Loyola (Montevideo 1038); E P E R , C , Zwei Gestalten des chrisil. Abendlandes: Franz v. Assisi u. Ignatius v. Loyola: «Wort u. Wahrh.» 1 (1946) 82s; PINARD DE LA BOULLAYE, H . , Saint Ignace de Loyola, directeur d'ames (París 1947); BROU, A., La spiritualité de St. Ign.
Estados
de
perfección
853
Es costumbre presentar al fundador de la Compañía de Jesús como a un nombre adusto y serio, gran legislador y hombre genial, pero de poco corazón. Aun en su ascética, lo conciben como excesivamente sistematizador, voluntarista y nada contemplativo. Los hechos prueban con evidencia todo lo contrario. Era hombre de gran corazón, como lo prueba el afecto singularísimo que le profesaban todos los que vivían con él o le trataban de cerca. Recuérdense a San Francisco Javier y a Pedro Rivadeneira. Y, por lo que se refiere a su ascética, el fragmento de su diario espiritual demuestra que era un alma contemplativa de las más altas que han existido. La expansión de la Orden de Ignacio fue extraordinaria. Rápidamente fueron acudiendo a sus filas hombres eminentes a medida que ella se iba acreditando en la Iglesia, lo cual, a su vez, le abrió las puertas de diversos territorios. Ya en 1551 existían tres provincias: Portugal, España y la India, aparte la provincia italiana, que gobernaba directamente el general. Pero desde 1551 el aumento se hace más rápido, creciendo de un modo especial el número de los colegios. Al morir Ignacio el año 1556, la Orden comprendía ya doce provincias. El Beato Fabro, con su unción espiritual y ardiente palabra, enfervoriza a los sacerdotes, convierte a los pecadores y renueva especialmente en Alemania el espíritu cristiano. El P. Laínez, prototipo de la ciencia y erudición, catequiza a los niños y ejercita una obra intensa de predicación en Italia. De un modo semejante trabajan Alfonso Salmerón, Nicolás Bobadilla y los demás Sacerdotes Reformados, que fue el nombre que se les dio en un principio. Una de sus armas favoritas eran los Ejercicios. Con ellos y con las misiones populares, con pláticas y confesiones y con la dirección espiritual de altas personalidades, dieron comienzo a uno de los trabajos más fecundos de la Compañía de Jesús desde el principio hasta nuestros días. Pero ya desde el principio, la Compañía de Jesús emprendió igualmente el apostolado de las misiones entre infieles 27 . En 1541, apenas fundada la Orden, partió Javier para Portugal, y el 7 de abril de 1541 se dirigía a las Indias, donde daba comienzo a la gran obra misionera de los Jesuitas. Esta se intensificó a partir de 1547, en que salieron cuatro misioneros para el Congo, inaugurando las grandes misiones del África. Asimismo, en 1549 salen otros seis para el Brasil, capitaneados por el P. Manuel de Nóbrega, los cuales abren para la Compañía de Jesús los inmensos campos de América. A ellos se unió en 1553 el gran misionero y taumaturgo del Brasil, P. José de Anchieta. De (París 1928); GÜIBERT, J. DE, I tratti caratleristici della spirituaíita di S. Ignazio: «Civ. Catt.» 3 (1939) I O 6 S . Sobre las c o n s t i t u c i o n e s : el texto p u e d e verse (además d e las ediciones citadas) en Constitutiones Societatis Iesu ( R o m a 1937); AICARDO, E., Comentarios a las Constituciones de la Compañía de Jesús 6 vols. ( M a d r i d 19 19-1932); CHASTENAY, P . DE, Die Satzungen des Jesuitenordens (1938); PASTOR, XII,47S; FRANCIOCI, X., L'esprit de S. ignace. Edit. p o r H . PINARD DE LA BOULLAYE (París 1952); G U I B E R T , J. DE, La espiritualidad de la Compañía de Jesús (Santander 1955); MAYNARD, T H . , St. Ignatius and the Jesuits (Nueva York 1956); ROUQUETTE, R., Ignace de Loyola dans le París intellectuel du XVI" siécle: «Étud.» 290 (1956) l 8 s ; GRANERO, J. M . , San Ignacio de Loyola. Explicación cartsmática d e su personalidad y de su obra: «Arbor» 34 (1956) i s ; RICHTER, F., Martín Lutero e Ignacio de Loyola, representantes de dos mundos espirituales. T r a d . del alemán por G. Ruiz GARRIDO ( M a d r i d 1956). 27 Sobre la actividad misionera d e los jesuítas p u e d e n verse GRANERO, J-, La acción misionera y los métodos misionales de San Ignacio de Loyola (Burgos 1931); HUONDER, A . , Der hl. Ignatius v. Loyola u. der Missionsberuf der Ges. Jesu ( 1 9 2 2 ) ; O T T O , J. A., Kirche im Wachsen. 400 Jahre Jesuitenordens im Dienste der Weltmission (1940). H . " de la Iglesia
3
"°
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P.II. De Lulero a la paz de Westfalia
un modo semejante, en 1555 salían para Etiopía los PP. Núñez Barreto, Melchor Carneiro y Andrés de Oviedo, quienes inician las misiones del Medio Oriente y Oriente africano en Etiopía. Y tan rápidos y considerables fueron los esfuerzos realizados por la nueva Orden en el campo de las misiones, que bien pronto fue contada entre las más grandes órdenes misioneras. De no menor trascendencia fue la actuación de los Jesuítas en el campo de la ciencia 28 . Ya en los principios de su existencia se ofreció una excelente ocasión en el concilio de Trento, donde se reunieron los hombres de ciencia más eminentes de su tiempo, entre los cuales brillaron de un modo especial Lainez y Salmerón, compañeros de Ignacio, y se discutieron las más profundas cuestiones teológicas. Aparte de esto, comenzaron a distinguirse con sus explicaciones de la Sagrada Escritura y sus célebres lecciones sacras, que los acreditaron de excelentes exegetas. Pero lo que más acreditó a los Jesuitas de hombres de ciencia fue el intenso cultivo de los estudios, que aparece entre ellos desde un principio, y la fundación de colegios, universidades y toda clase de centros de cultura, donde tanto se distinguieron un gran número de jesuitas. Modelo e ideal de los colegios de la Compañía de Jesús fue el Colegio Romano 2 9 , organizado en 1551, pero que recibió su forma definitiva en 1553 al establecerse en él las facultades superiores. Como nuevo y fecundísimo campo de la actividad de la Compañía de Jesús, debemos designar los países infectados por las corrientes protestantes. Ciertamente, no puede decirse que San Ignacio ideara la Orden por él fundada como un instrumento principalmente encaminado a combatir la herejía. Pero de hecho se dio cuenta bien pronto de la gran necesidad que existía en el centro de Europa de una intensa labor reformadora. Los importantes esfuerzos realizados posteriormente por la Compañía de Jesús tuvieron por resultado contener el avance del protestantismo y aun reconquistar algunos territorios perdidos 3 0 . Instrumento providencial fue San Pedro Canisio, a quien con razón se designó como martillo de la herejía. Toda esta inmensa labor de los Jesuitas en los diversos campos del apostolado nos autoriza para afirmar que la Compañía de Jesús fue un instrumento eficaz en manos de la Iglesia para la realización de la verdadera reforma. Al morir Ignacio de Loyola el 31 de julio de 1556, la Compañía de Jesús había alcanzado ya un desarrollo extraordinario, que fue creciendo rápidamente durante los generalatos siguientes. 28 Véanse BARBERA, J., La Ratio Studiorum e la IV Parte delle Costituzioni deüa Comp. di Gesü (Padua 1942); FARREL, A . P . , The Jesuit Code of Liberal Education (Milwaukee 1938); LETURIA, P . DE, Come la Comp. di Gesü divenne Ordine insegnante: «Gregor.» 21 (1940) 350s; M I S S O N , J., Les idees pédagogiques de S. Ignace de L. (París 1932); H E R M Á N , G . B., La pédagogie des Jésuites au XVIa siécle (Lovaina 1914); SCHROTELER, J., Die Erziehung in den Jesuitenschulen des 16. Jh. (1940). 29 STEINHUBER, A . , Gesch. des Collegium Germanicum Hungaricum in Rom 2 vols. 2 . a ed. (1906); R I N A L D I , E L . , La fondazione del Collegio Romano (Arezzo 1914); VIIXOSLADA, R. G . , Storia del Collegio Romano dal suo inizio (1551) alia suppresione della Comp. di Gesü (¡773)' «Anal. Gregor.» 66 (Roma 1954); M A R T I N I , A., Gli studi teologici di Giovanni de Polanco alli origini della legislazione scolastica della Comp. di Gesü: «Arch. Hist. S.I.» 21 (1952) 2 2 5 - 8 1 ; PIERSANTI, C., Origini, vicende e glorie del Colegio Romano e del liceo gimnasio Q. A. Visconti (Roma 1958); S A I N T PAULIEN, Saint-Francois Borgia (París 1959). 30 Sobre la Compañía d e Jesús e n Alemania: D Ü H R , B . , Gesch. der Jesuiten in den Landern deutscher Zunge vom 16. bis 18. Jh. 4 vols. (1907-1928); KROSS, A., Gesch. der bóhm. Provinz der
CAPITULO Estados
de perfección
después
VII del concilio
de
Trento
Una vez puesta en marcha la reforma interna de la Iglesia, organizada y completada después por el concilio de Trento, se observa una nueva intensificación de todas las corrientes iniciadas anteriormente en el campo de los estados de perfección. Por esto, en las antiguas órdenes monásticas aparecen nuevas e importantes congregaciones y reformas; los institutos religiosos y otras instituciones recién fundadas adquieren mayor consistencia y amplían sus campos de acción, y, finalmente, se organizan otros institutos y aun nuevos tipos de institutos de vida de perfección consagrados a la renovación religiosa de la Iglesia. I.
ORDENES ANTIGUAS DESPUÉS DE TRENTO
El impulso vital de reforma existente en la Iglesia se manifestó, en primer lugar, en las nuevas congregaciones o reformas de las órdenes monásticas antiguas. 1. O r d e n benedictina J .—El movimiento reformador de la Orden benedictina siguió dando, después del concilio de Trento, frutos abundantes. Así apareció, en primer lugar, en la formación de la Congregación de Blarer, de Suabia, iniciada en 1564 por el abad Gerwig Blarer, de Weingarten, aprobada oficialmente en 1603 por Clemente VIII y completada por el abad Jorge Wegelin (f 1627), de Weingarten. Entre las otras congregaciones que entonces se formaron, infundiendo nueva savia de reforma a la Orden benedictina, son particularmente dignas de mención: la Congregación belga de Exentos, cuyos estatutos fueron aprobados en 1575 por Gregorio XIII. A ella se adhirieron los monasterios benedictinos de Bélgica que no se habían unido a otra Congregación belga, a la que tanto realce dio el ascético Luis Blosio. Asimismo, la Congregación de Flandes, formada igualmente por monasterios exentos, que tuvo su principio en 1569 en San Vedast, de Arras, y otras congregaciones semejantes, entre las cuales citamos de un modo especial, por su particular importancia, a la Congregación de San Vannes y San Hidulfo, que recibió su nombre del monasterio de San Vannes, de Verdún, fundado en 952. El iniciador de esta reforma fue Desiderio (Didier) de la Cour. Pero la más célebre entre estas nuevas congregaciones benedictinas, tanto por su espíritu de reforma y gran número de monasterios que llegó a comprender como por la gran significación de muchos de sus miembros y las grandes obras que realizó, fue la Congregación de San Gesellschaft Jesu 2 vols. (1910-1927); VELIOS, C , Gesch. der Jesuiten in Ungarn 2 vols. (Budapest 1912-1914); ZALESKI, S T . , Gesch. der Jes. in Polen 5 vols. ( L e m b e r g 1900-1906). Véase e n particular EDER, G., Die Gesch. der K..., o.c., 69S.75S. 1
Véase e n p a r t i c u l a r H E I M B U C H E R ,
I , 2 3 0 S . 2 3 S S . Asimismo, H É L Y O T , O . C , V 1 , 2 8 6 S ; M A R -
TÉNE, D O M , Histoire de la Congrég. de St. Maur., p u b l . p o r D O M G . CHARVIN (París 1928S); HERBST, Die Verdienste der Mauriner um die Wissenschaften: «Tüb. T h . Qtschr.» (1833S); B i bliothéque des icrivains de la Congrég. de St. M. (Le Mans 1881).
856
P.ll.
De Lulero a la paz de Westfalia
Mauro, cuyos miembros son designados comúnmente con el nombre de Maurinos. Su fundación tuvo lugar por una escisión de la Congregación de San Vannes y San Hidulfo. Más bien por motivos políticos, se deseaba que los monasterios franceses adheridos a dicha reforma constituyesen una Congregación especial. Así lo propuso el mismo Desiderio de San Vannes en el capítulo general celebrado en 1618, y el resultado fue la erección de la Congregación de San Mauro, aprobada solemnemente por Paulo V en 1621 y de nuevo en 1628 por Urbano VIII. La Congregación de San Mauro creció rápidamente y llegó a comprender casi todos los monasterios benedictinos de Francia. Varias de las congregaciones de reforma ya existentes se fundieron por entero en los Maurinos. El año 1685 la Congregación de San Mauro contaba 180 monasterios. Al mantenimiento del espíritu de reforma y de la proverbial laboriosidad de los Maurinos contribuyeron eficazmente sus célebres constituciones y estatutos. Los reunió y fijó definitivamente el abad Tarisse y fueron confirmados en el capítulo general de 1642. Uno de los distintivos más característicos de esta Congregación fue el intenso cultivo de los estudios, que dio como resultado importantes obras. Los Maurinos realizaron trabajos fundamentales en paleografía, diplomática y cronología; organizaron diversas colecciones de carácter regional, como Gallia Christiana, Anales de la Orden benedictina y otros muchos; prepararon multitud de ediciones de Santos Padres, que constituyen la base de las colecciones patrísticas de Migne. Entre los Maurinos más insignes nombremos a dom Achéry (f 1685), Delfau (f 1676), Constant (t 1721), Mabillon (f 1707), Montfaugon (f 1741), Ruinart (1709), Gerberon (f 1711), Marténe (1739) y otros muchos 2 . 2. Cistercienses y otras órdenes antiguas 3 ,—Al lado de las reformas de la Orden benedictina, citemos las de la Orden del Cister. Ya en el siglo xvi son dignas de especial mención la Congregación de San Bernardo, iniciada en Italia en 1511, que después de Trento llegó a comprender la mayor parte de los monasterios de la Toscana y Lombardía; la Congregación de Alcobaga, que tuvo como base este célebre monasterio de Portugal y se inició en 1567. A ella se unieron los monasterios cistercienses portugueses. Asimismo se organizó otra en Polonia en 1580, otra en Alemania superior en 1595, otra en Aragón desde 1616, a la que prestó su apoyo Felipe III, que reunió los cistercienses de Navarra, Aragón, Cataluña, Valencia y las Baleares; finalmente, la Romana desde 1623, e n la que fueron entrando los monasterios de los Estados pontificios. Pero la más importante entre todas las reformas cistercienses postridentinas fue la llamada Congregación de la Estrecha Observancia, cuyos miembros fueron designados con el nombre de bernardos reformados. Esta reforma fue iniciada en 1615 por el abad de Claraval dom Dionisio Largentier. Mas, como tuviera poco éxito, el rey Luis XIII se dirigió al papa Gregorio XV (1621-1623), suplicándole tomara las me2 3
Véase la abundante síntesis de HEIMBUCHER, 1.237S. HEIMBUCHER, I,34is; HERMANS, V; / Cisterciensi: r.a Le Bras, se obligaron con voto al servicio de los necesitados. En esta forma quedó fundada la asociación de las Hijas de la Caridad, que es una institución de vida común, con votos temporales para un año. La obra creció con extraordinaria rapidez. San Vicente redactó sus reglas, que recibieron su aprobación pontificia en 1668. En esta forma se extendieron por toda Francia, Polonia, Países Bajos y por todo el mundo. En el siglo x v m poseían cerca de trescientas casas. Mayor extensión todavía han alcanzado en la actualidad, no obstante las ramas independientes que se han formado, entre ellas la española. CAPITULO
El Pontificado
después
VIII
de Trento
1
El movimiento de reforma católica iniciado en la Iglesia antes del principio del protestantismo, pero intensificado después de él y organizado por el concilio de Trento, recibió su más plena eficacia por medio de la acertada actuación de los romanos pontífices que siguieron al concilio de Trento: San Pío V (1566-1572), Gregorio XIII (1572-1585) y Sixto V (1585-159°)- Por esto, la historia les ha aplicado justamente el calificativo de papas reformadores. Después de ellos, una vez introducido en la Iglesia el ritmo de su renovación, Jos demás pontífices, desde Gregorio XIV a Inocencio X (1590-1655), continuaron enérgicamente la obra comenzada de reforma católica. 1 A d e m á s d e las obras generales para la Edad Nueva, las q u e se refieren a la renovación católica y al Pontificado e n este período, recomendamos e n particular: Fuentes.—Bullarium Romanum, ed. Taurinense, vol.ós; M I R B T , O , Quellen zur Gesch. des Pápstums and des rom. Katholizismus 4.* ed. (1924); Nuntiaturberichte... I, p o r el Inst. H i s t . Prus. d e R o m a ; I I , p o r la Comis. d e la Acad. d e Viena; I I I , p o r el Inst. Hist. d e R. E n sus cuatro secciones c o m p r e n d e n casi todo este período y son d e importancia fundamental. Bibliografía.—PASTOR, L . VON, Historia de los papas..., trad. cast., V0I.14S (Barcelona 1027S); SEPPELT., F . J., Gesch. des Pápstums 6 vols. (103OS); R A N K E , L . V., Die rom. Pdpste... 3 vols. 20.* ed. (1910); C R E I G H T O N , M . , History ofthe Papacy during the Reformation 5 vols. (Londres 1901); H E R R É , P., Papsttum u. Papstwahl in Zeítalter Philipps II (1907); RODOCANACHI, E . , La Reforme en Italie 2 vols. (París 1920-1921); SABA-CASTIGLIONI, Historia de los papas, trad. cast., 2 vols. (Barcelona 1952). Asimismo, CRISTIAN:, L . , L'Église a l'époque du concile de Trente: «Hist. d e l'Église» d e F L I C H E - M A R T I N 17 (París 1948); HAUSER, H . , La preponderarle espagnole, ,ssg-l66o: «Peupl. et Civil.» 9 (París 1948); EDER, C , Gesch. der K. 183S (Viena 1949); W I L LAERT, L . , La restauration cathotique: «Hist. de l'Église», p o r F L I C H E - M A R T I N , vol. 18 (París 1960); JEDIN,' H . , a r t . Katholische Reform: «LexThK» 6 (1961) 84-87; JANELLE, P „ Riforma cattolica. Antología di documenti a cura di M. Bendiscioli e M . Marcocchi (Roma 1963).
I.
L O S TRES PAPAS
'
8gi
REFORMADORES
2
i. San Pío V (.1566-1572) .—San Pío V llamábase Miguel Ghisleri y era bien conocido por su ascetismo y su extraordinario celo por la fe católica frente a las nuevas corrientes ideológicas, según lo había dado a conocer como inquisidor durante el pontificado de Paulo IV. Una de las pruebas más claras de los nobles sentimientos que intervinieron en su elección fue el hecho que, habiendo estado en una especie de entredicho durante el pontificado de Pío IV, tío carnal y protector de San Carlos Borromeo, éste fue el principal promotor de la elección de Pío V 3. Así, pues, desde un principio, San Pío V se entregó de lleno a los dos objetivos que debían llenar por completo su pontificado: la reforma de costumbres conforme a los decretos tridentinos y la defensa de la fe, combatida en todas partes. Decidido a poner en práctica la reforma tridentina, comenzóla en su persona, dando el más vivo ejemplo de austeridad y espíritu religioso. Desterró por completo el nepotismo, dejando a sus parientes en el estado sencillo en que se encontraban, y sólo consintió en la elevación al cardenalato de uno de sus nepotes, Miguel Benelli, llamado cardenal alejandrino por voluntad y como imposición del colegio cardenalicio. Desde un principio tuvo cuidado especial de los pobres, entre los cuales distribuyó las gruesas sumas que otros papas derrochaban en los banquetes y grandes festivales de la coronación y otras fiestas exteriores pontificias. Por otra parte, inició inmediatamente grandes obras públicas con el objeto de dar ocupación a los trabajadores y mejorar las condiciones del pueblo. Así, entre otras cosas, se emprendieron de nuevo los trabajos de la basílica de San Pedro y se repararon los acueductos de la fuente de Trevi. Pero donde desplegó Pío V mayor actividad fue en el mejoramiento espiritual y reforma de costumbres. Así, trabajó incansablemente por eliminar los festivales o diversiones inmorales, y, no pudiendo suprimir los excesos populares de carnaval, se retiraba durante esos días al convento dominico de Santa Sabina. Por otra parte, procuró con toda energía suprimir la usura, por lo cual relegó a los judíos a sus ghettos o barrios propíos y estableció en todas partes montes de piedad. Con el nombramiento de nuevos cardenales y obispos que sobresalían principalmente por sus cualidades morales, inició un cambio benéfico en este punto, ya que una buena parte de los cardenales y prelados se consideraban más bien como príncipes seculares que como 2
Sobre el pontificado de San P í o V véanse e n particular:
Fuentes.—Bull. Officíi spectantes:
dondencia...
Rom.,
Opera,
tribunal
Sancti
d e D I A N A , A . , ed. M A R T Í N DE A L C O L E A , V , 5 3 7 S ; SERRANO, L . ,
ed. T a u r i n e n s e ,
VII,422s; Litterae...
Corres-
entre España y la Santa Sede durante el pontificado
ad pontif.
de San Pío V 4 vols. (Roma 1914).
Bibliografía.—Ante todo. PASTOR, X V I I ; G R E N T E , G., Saint Pie V (París 1904); S P E Z I , P., Pío V ( R o m a 1905); H E L D E y A M A N N , art. Pie V: «Dict. T h é o l . Cath.»; HIRSCHAUER, C , La politique de S. Pie V en France (París 1922); PETROCCHI, M . , La controrriforma in It. (Roma 1947); G R E N T E , CARD. G . , Le pape des grands combats: S. Pie V (París 1956). 3 H I L L I G E R , B „ Die Wahl Pius V (1891); PASTOR, XVII.59S; FRANZEN, A . , art. Pius V: «LexThK» 8 (1964) 831-832; SABA-CASTIGLIONI, S. PÍO V (1566-1572), e n Hist. de los Papas 2." e d . (Barcelona 1964) 352-369.
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reformadores religiosos. La Providencia le deparó para ello un ejemplo admirable en la persona de San Carlos Borromeo, el cual desplegó en su archidiócesis de Milán, y aun fuera de ella, una intensa actividad reformadora, que sirvió de modelo a otros muchos prelados. Al mismo objeto fueron encaminados sus esfuerzos por la reforma de las órdenes religiosas. Esta se había iniciado ya en gran escala, pero Pío V la fomentó constantemente y le dio nuevos alientos. De este modo, mientras favorecía decididamente el movimiento de reforma de los Observantes franciscanos en España y les atribuía las casas de los Conventuales, protegía igualmente el desarrollo de las diversas congregaciones benedictinas, que tanto contribuyeron a la renovación del antiguo esplendor de la Orden. De un modo semejante intervino benéficamente en otras órdenes. El ideal de San Pío V en todos estos trabajos de reforma fue el cumplimiento más exacto de los decretos tridentinos. Por esto procuró con todas sus fuerzas que fueran admitidos oficialmente en todos los territorios cristianos. Particular dificultad encontró para ello en el débil emperador Maximiliano II y, sobre todo, en el rey francés Carlos IX. En cumplimiento de los decretos tridentinos, Pío V procuró ante todo, en septiembre de 1566, la publicación del célebre Catecismo, que por esto es designado como Catecismo tridentino o Catecismo de Pío V, compuesto por algunos Padres dominicos 4 . De hecho existían ya algunos catecismos, particularmente el de San Pedro Canisio; pero todos ellos estaban destinados al pueblo y a los niños. El nuevo catecismo, en estilo claro y basado en las enseñanzas del concilio, iba destinado juntamente al clero y al pueblo cristiano. Junto con la enseñanza de la verdadera doctrina cristiana debía fomentarse el culto y la liturgia católica. Por esto, al lado del Catecismo, siguiendo igualmente el encargo recibido del concilio de Trento, quiso Pío V publicar la nueva edición del Breviario5 y del Misal. Con particular empeño realizó los trabajos necesarios para ello, y en julio de 1568 publicó el nuevo Breviario, que presentaba excelentes innovaciones y obtuvo generalmente buena acogida, y en 1570, el nuevo Misal, que constituye desde entonces la base del rito occidental con exclusión de los ritos galicano, milanés y mozárabe. A todas estas disposiciones encaminadas a la reforma de las costumbres y a la renovación del espíritu cristiano conforme al espíritu del concilio de Trento, añadió otras muchas extraordinariamente eficaces. Tales fueron el urgir con todo rigor el cumplimiento de la residencia de los prelados, en que tanto había insistido el concilio de Trento, y, en caso de inobservancia, aplicar las sanciones establecidas. En segundo lugar, restringir en los cardenales el derecho de enco4 PASCHINI, P., II Catechismo romano del Concilio di Trento (Roma 1923). Véase sobre todo Catecismo Romano, ed. por P . M A R T Í N : B A C , n.158 (Madrid 1956). C o m p u s o inmediatamente el Catecismo romano d e Pío V el dominico Francisco Forerius en unión con el arzobispo d e L a n ciano, L e o n a r d o M a r i n i , y Egidio Fuscarius. 5 SCHMID, T . , Studien über die Reform des rom. Br. und Missale unter Pius V: «Th. Qschr.» (1884) 450S.650S; BAUMER, S., Geschichte des Breviers (1895); BATIFFOL, P., Histoire du Brév. rom. 3.»ed. (París 1911); BAUDOT, J., Le Bréviaire romain (París 1929); BAUMSTARK, A „ Missale Romanum (Nimega 1930); V I L L A N I , P., Nunziature di Napoli. I. 1570-1577: «Fonti per la Storia d'Italia» 56 (Roma 1962); STELLA, A., Nunziature di Venezia. VIII. 1566-1569: ibid., 65 (Roma 1963).
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883 miendas de iglesias, monasterios y prebendas, y en los príncipes, el de presentación de prelaturas. En tercer lugar, y no obstante la oposición de muchos, la publicación de la bula In Coena Domini6 así llamada por publicarse el Jueves Santo, en la que se renovaban todas las censuras reservadas a la Santa Sede. Pero entre tanto no olvidaba el santo pontífice el segundo objetivo de su pontificado, que era la defensa de la fe y la restauración del reino de Cristo. Para conseguirlo tuvo que enfrentarse con toda decisión, ante todo, con el protestantismo, que había hecho rápidos progresos en Alemania, Suiza e Inglaterra, y amenazaba apoderarse igualmente de Francia y de los Países Bajos; y, en segundo lugar, contra la amenaza persistente del Islam por el avance de los turcos en el oriente de Europa. Por lo que se refiere a la lucha contra el protestantismo, con el comienzo del pontificado de San Pío V podemos afirmar que se puso un dique de contención al avance arrollador del movimiento protestante en el centro y norte de Europa. Perdidos definitivamente para el catolicismo los territorios del Norte, puso en juego el romano pontífice todas sus energías para contener las defecciones en Alemania y otras naciones del centro de Europa, y, sobre todo, en los Países Bajos, Francia e Italia; y se puede afirmar que logró en gran parte su objetivo, preparando de este modo el contraavance posterior del catolicismo. En Alemania7, por medio de su nuncio Commendone, consiguió en la dieta de Augsburgo de 1566 que fueran admitidos oficialmente los decretos tridentinos. Por lo demás, se vio obligado a luchar contra la debilidad del emperador Maximiliano II. En cambio, obtuvo un franco predominio en la región bávara, que fue en adelante el mejor sostén de la restauración católica. Suiza había sido conquistada en gran parte por el calvinismo, pero la obra reformadora de San Carlos Borromeo y la firmeza de los cantones católicos sirvió de contrapeso frente a la fuerza arrolladura de la nueva ideología. En Austria y Hungría, en Bohemia, Polonia y otros países orientales, se logró robustecer y afianzar el espíritu católico. En Francia se hallaba el calvinismo en franco avance por medio del poderoso partido de los hugonotes. Pío V trató de influir directamente en la reforma eclesiástica para oponerse de este modo a los progresos protestantes; pero, no habiendo obtenido la admisión oficial de los decretos tridentinos de reforma, procuró apoyar el partido católico. El egoísmo de la regente Catalina de Médicis favoreció el crecimiento protestante. Entre tanto estallaban las luchas religiosas en los Países Bajos, que llevaron en definitiva a la escisión del territorio. Mucho más difícil se presentó la situación en íngíaterra. Afianzada en el trono la reina Isabel e iniciada la guerra más decidida contra el catolicismo, Pío V en febrero de 1570 lanzó la excomunión contra la reina con el intento de quebrantar su poder y ayudar de este modo a la restauración católica. Era un acto realizado conforme al espíritu medieval, la última excomunión de un príncipe, que tuvo un efecto contraproducente, que fue un mayor afianzamiento de la reina en el poder y un recrudecimiento de la persecución católica. 6
Véase PRAFF, C , Die Abendmahhbulle:
«R. Qschr.» (1930) 23S. Asimismo, PASTOR, XVIII,30S.
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Mucho más eficaz fue la defensa de la fe de Pío V en Italia y España, donde el romano pontífice fue apoyado por los príncipes. Para ello urgió el papa la actuación vigilante y enérgica de la Inquisición romana en Italia, y de la española en la península Ibérica. El rigor del Santo Oficio, apoyado por el duque de Florencia y el Senado de Venecia, hizo ejecutar, respectivamente, en 1566 a Pedro Carnesechi y en 1567 a Zanetti di Fano, con lo cual se puso término a la propaganda protestante. En el norte de Italia ejerció una benéfica vigilancia el inquisidor dominico Casanova, quien logró apresar muchos libros protestantes y al principal predicante, Francisco Celari. De este modo se cortaron de raíz los avances del protestantismo. De un modo semejante alentó Pío V la vigilancia de la Inquisicón española, por la cual fueron descubiertos y desarticulados los dos focos principales de protestantismo en Valladolid y en Sevilla. El asunto del proceso contra el arzobispo de Toledo, el dominico Bartolomé de Carranza, contra quien se empleaba todo el influjo del inquisidor general, Valdés, y del mismo rey Felipe II, envenenó durante algunos años las relaciones pontificias con España. Pío V consiguió, tras largas luchas, trasladar a Roma la causa del arzobispo, pero no pudo librarlo de la sospecha de herejía. Alfintuvo éste que abjurar en el pontificado siguiente. Pero el punto más brillante de la lucha de Pío V en defensa de la fe lo constituye la campaña llevada a cabo contra los turcos, que terminó con la célebre victoria de Lepanto7. Envalentonados los turcos con las grandes victorias de Solimán el Magnífico, se dispusieron, bajo el reinado de Selim II, a la conquista de Chipre y al ataque a la península italiana con la intención manifiesta de llegar hasta Roma. Ante un peligro tan inminente de toda la cristiandad, el prestigio de San Pío V obtuvo la formación de la Santa Liga entre el papa, Venecia y España, los cuales reunieron una flota al mando de D. Juan de Austria. Esta se enfrentó con la armada turca en el golfo de Lepanto el 7 de octubre de 1571, y después de encarnizada lucha, en la que se manifestó la piedad y el heroico valor de los soldados católicos, particularmente el heroísmo de sus jefes Marco-Antonio Colonna y Juan de Austria, obtuvo uno de los más señalados triunfos de la historia. Aunque los aliados cristianos no supieron aprovecharse suficientemente de su victoria, el poder musulmán quedó definitivamente quebrantado. Pío V puso grandes esperanzas en esta victoria y se propuso aprovecharse ampliamente de sus inmediatos resultados; pero murió poco después, en mayo de 1572.
cuyo pontificado se caracteriza como de una batalla victoriosa contra el protestantismo, al que logró contener en muchos territorios y aun obligó en otros a desalojar importantes posiciones. En otras partes, como en Inglaterra, Francia y los Países Bajos, si no hizo retroceder al protestantismo, al menos obtuvo un robustecimiento tal de las fuerzas católicas, que pudieran mantener victoriosamente la batalla contra él. El Papado alcanza en este tiempo una altura insospechada, constituyendo el centro vital y fuerza propulsora de toda la cristiandad, para lo cual le sirvió particularmente la institución de las nunciaturas permanentes 9 . Apoyado en los decretos del concilio Tridentino y en la obra realizada por Pío V, es mérito particular de Gregorio XIII el haber vigorizado y unificado todas las fuerzas católicas, utilizándolas debidamente en la gran obra de defensa de la Iglesia católica. Gregorio XIII (Hugo Buoncompagni) había tenido una juventud bastante borrascosa, de la que nació su hijo Santiago, al que mostró siempre particular predilección. Transformado espiritualmente bajo el benéfico influjo de San Carlos Borromeo, dio en adelante las más claras pruebas de profunda piedad y de amor incondicional a la Iglesia y a la verdadera reforma católica. Elegido papa en momentos decisivos, emprendió inmediatamente la más decidida batalla en los dos frentes: la restauración y reforma católica, por una parte, y la defensa de la fe o lucha contra el protestantismo, por otra. Para realizar esta tarea, que constituye el objetivo de su gobierno, se rodeó de hombres eminentes en virtud y letras, como Contarelli, Frumento, Corniglia y Francisco de Toledo; se apoyó decididamente en la Compañía de Jesús, a la que encomendó importantes instituciones de reforma; seleccionó cuidadosamente los prelados que colocaba al frente de las diócesis. De este modo y con el apoyo del santo obispo de Milán, San Carlos Borromeo, llegó a ejercer un influjo decisivo en el desarrollo de los acontecimientos y en el cambio positivo en favor de la Iglesia católica. Para la reforma de la Iglesia católica y su defensa en los territorios en que era amenazada, Gregorio XIII puso extraordinario empeño en la organización y buena marcha de los importantes colegios establecidos en Roma. Ante todo, el Colegio Romano 10 , establecido por San Ignacio de Loyola y destinado a ser como el seminario de todas las naciones, recibió de Gregorio XIII su nuevo y suntuoso edificio, con veinte aulas y más de trescientas cincuenta habitaciones, y juntamente fue dotado regiamente por él con abundantes rentas. Justamente, pues, fue designado más tarde con el nombre de Universidad Gregoriana. De manera semejante dotó con regia munificencia el Colegio Germánico x l , destinado a ser el alma de la renovación católica de Alemania. Por esto es justamente considerado como su verdadero fundador. A
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2. Gregorio XIII (1572-1585) 8.—El primero en recoger los frutos de la obra de San Pío V fue su inmediato sucesor, Gregorio XIII, 7 P u e d e verse, ante todo, la descripción de PASTOR, XVÍII.30IS. Además, GRAVIÉRE J. DE LA, La guerre de Chipre et la bataille de Lepanto 2 vols. (París 1888); DESLANDRES, P . , Pie V et la défaite de i'islamisme (París 1911); Q Ü A R T I , G . A . , L o battaglia di Lepanto (Milán 1930); D R A G O NETTI DE T O R R E S , La lega di Lepanto ( T u r í n 1931); SERRANO, L-, La liga de Lepanto entre España, Venecia y la Santa Sede 2 vols. ( M a d r i d 1918). P u e d e n verse asimismo las historias d e España,
c o m o BALLESTEROS BERETTA, I V , I y A G U A D O B L E V E , I I ; L U P O G E N T I L E , M . , La battaglia
di Le-
panto: St. stor. in onore d i G . Volpe I (Florencia 1958). 8 A d e m á s d e las obras generales véanse: F u e n t e s . — B u l l . Rom., ed. T a u r i n e n s e , V I ; Le Relazioni digli ambasciatori E. A L B E R I (Florencia 1830-1855); Nunziaturberichte... I I I , 1572-1585; V (Berlín
Veneti, p o r 1892-1909).
B i b l i o g r a f í a . — P A S T O R , X I X - X X ; C I A P P I , Cornp. delle attioni e vita di Gregorio XIII (Roma 1591); M A F F E I , Degli anuali di Greg. XIII 4 vols. (Roma 1772); SABA-CASTIGLIONI,
Historia de los papas I I ; Gregorio XIII II,370-38l.
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(1572-1585), en Ilist. de los Pap. 2. a ed. (Barcelona 1964)
9 Véanse P I E P E R , Zur Entstehungsgesch. der standischen Nuntiaturen ( F r i b u r g o de B . 1894); RICHARD, P . , Origines des nonciatures permanentes: «Rev. Hist. Eccl.» (1906) 52S.317S; BIAUDET, H . , Les nonciatures apostoUques permanentes jusqu' en 164S (París 1910); W Y N E N , A . , Die papstliche Diplomatic... (1922); FERNÁNDEZ, I., Primer nuncio permanente en España 1492-1503." «Kath. Aun.» (i9S3) 67s10 R I N A L D I , E., La fondazione del Collegio Romano (Arezzo 1914); VILLOSLADA, R. G-, Storia del Collegio Romano: «Anal. Greg.» 66 (Roma 1054). Véase también PASTOR, XIX.234S. 11 Véase PASTOR, XIX.224S. Asimismo, SrriNHi'RER. A.. Gcsch. des Collegium Germanicum Hungaricum in Rom ( F r i b u r g o de Rr igob'
H . " de la Iglesia
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partir de este tiempo salieron de sus aulas eclesiásticos sólidamente formados, entre los cuales son dignos de notarse hasta principios del siglo xx unos 400 obispos y arzobispos, 29 cardenales y hasta un papa, Gregorio XV. Para que la labor en el centro de Europa fuera más eficaz, Gregorio XIII estableció en 1577 otro colegio semejante, el Colegio Húngaro, y en 1580 lo unió con el Germánico. Más aún: con el objeto de ayudar a los católicos ingleses, ayudó generosamente al Colegio Inglés, establecido para la debida formación de los eclesiásticos ingleses fugitivos de su patria. De un modo semejante ayudó a los Colegios de los griegos y maronitas, y, en general, desarrolló siempre una intensa actividad en la fundación y fomento de seminarios y otros centros de enseñanza superior. Como complemento de esta actividad protectora de los grandes centros de enseñanza, tan fundamental para la reforma católica, es digna de mención la obra de Gregorio XIII en la reforma del calendario y del Martirologio romano, que, por lo mismo, es designada en la historia como reforma gregoriana 12 . Hacía tiempo que se experimentaba la necesidad de esta reforma, que el mismo concilio de Trento había declarado de gran urgencia. Debido a las imperfecciones de los sistemas anteriores, el calendario nominal llevaba nada menos que diez días de retraso respecto de la realidad. El papa nombró en 1577 una comisión especial para el estudio de tan importante problema, para cuya solución se recibieron informes y pareceres de las más célebres universidades, y en el que trabajaron principalmente el jesuita Cristóbal Clavius y el cardenal Sirleto. El resultado fue puesto en ejecución en octubre de 1582, en que se pasó del día 4 al 15. Paralelamente realizó el cardenal Sirleto la reforma del Martirologio romano, que apareció en 1584; pero, teniendo presentes algunos defectos fundamentales, fue revisado de nuevo por el cardenal Baronio. Finalmente, como eminente canonista que era, Gregorio XIII procuró una nueva edición del Cuerpo del Derecho Canónico, en cuya preparación, ordenada por Pío V, había él trabajado intensamente como especialista en la materia. La edición refundida apareció en 1582. De capital importancia fueron igualmente los trabajos realizados por Gregorio XIII en los diversos territorios en defensa de la fe. Sin embargo, debemos observar que, en general, no fueron acompañados de éxito. Así, no le fue posible, como lo había logrado su predecesor, organizar de nuevo una liga entre los príncipes cristianos con el objeto de emprender una cruzada contra los turcos. Por el contrario, Venecia, y aun España, llegaban a una inteligencia con ellos. Igualmente fracasaron todos sus conatos realizados para mover a los príncipes católicos contra Isabel de Inglaterra. Por otro lado, envió al célebre jesuíta Possevino con una embajada especial a Rusia, quien, no obstante su extraordinaria diplomacia y las buenas esperanzas iniciales, tampoco obtuvo ningún resultado práctico para la unión. Francia se encontraba durante este tiempo ensangrentada por las guerras religiosas. 12
P u e d e n verse KALTENBRUNNER, F . , Vorgeschichte der gregorian. Kalenderreform (Viena 1876); I D . , Beitráge zur Gesch. der Greg. Kalenderref: «Hist. Jhb.» (1882) 388S.543S; BAUDOT, J., Le Mar tyrologe (París 1911); Q U E N T I N , H . , Les martyrologes historiqucs (París 1908); M E R C A T I , G. ( Un voto di A. Agilio per la eorrezione del Martirologio: «Rass. Greg.» (1914) 27S.
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Uno de los acontecimientos más sangrientos de las mismas fue la tristemente célebre noche de San Bartolomé. El romano pontífice no pudo hacer nada por evitar tan tristes acontecimientos. Más aún: suponiendo que las matanzas de la noche de San Bartolomé se habían realizado para reprimir una sublevación y complot contra la vida del monarca, como expresamente se hizo creer al romano pontífice, ordenó éste cantar un Te Deum y celebrar otras solemnidades en acción de gracias por haberse salvado la vida del rey francés. Pero, al tener conocimiento exacto de la verdadera causa de tan sangrientos hechos, el papa sintió amarga pena por la indigna conducta del soberano de Francia. Mucho más positiva y alentadora fue la acción de Greogrio XIII en el desarrollo y renovación interior de la Iglesia católica. En todas partes, las nuevas órdenes religiosas, en unión con las antiguas, reformadas y rejuvenecidas, trabajaban intensamente en la reforma eclesiástica. En esto sobresalían de un modo particular la Compañía de Jesús, los Capuchinos, los Oratorianos y las nuevas Congregaciones benedictinas. En Alemania desarrollaban un intenso avance su incansable apóstol San Pedro Canisio y los diversos centros de enseñanza católica establecidos por los jesuítas y apoyados por los príncipes católicos de Baviera y el emperador Rodolfo II. El Colegio Romano o Universidad Gregoriana de Roma, los Colegios Germánico e Inglés y otros centros similares establecidos por el romano pontífice contribuían eficazmente al rejuvenecimiento y renovación de la ciencia católica. La misma renovación científica se advertía en las universidades y otros centros de estudio de España, Países Bajos, Alemania, Italia y otros territorios. Por otro lado, florecían de un modo extraordinario las misiones, donde se compensaba abundantemente la Iglesia de las sensibles pérdidas territoriales experimentadas en Europa por la escisión protestante. En realidad, pues, no obstante los fracasos experimentados por Gregorio XIII en su política internacional, su pontificado deja la impresión de un avance positivo de la Iglesia católica por la intensa obra de reforma en ella realizada y por la marcha atrás impuesta en diversos territorios a los protestantes, unida al afianzamiento definitivo de la renovación católica en el centro de Europa. 3. Sixto V (1585-1590) 13 .—En estas circunstancias, el 10 de abril de 1585 moría, ya de avanzada edad, Gregorio XIII, y era elegido para el trono pontificio el franciscano, cardenal de Montalto, Félix Peretti, de humilde origen, pero dotado de eximio talento y cualidades, bajo algunos conceptos, geniales. Indudablemente era el hombre providencial en aquellas circunstancias, el tercero de los grandes papas reformadores. ! 3
Además de las obras generales pueden verse:
Fuentes.—Relazioni da Roma, por L . PRIULI, ed. A L B E R I , ser.4." (Florencia 1857) 297S; Nunziaturber., años 1585-1592, ed. S. EHSSES A. M E I S T E R . . . V (Paderborn 1895-1919); B O R DINUS, F . , De rebus praeclare gestis a Sixto V (Roma 1888). Bibliografía.—HÜBNER, A. v., Sixtus V 2 vols. (1871). O t r a s monografías: BALZANI ( G e nova 1913); SPARACIO, D . (Perusa 1922); CANESTRARI, R., Sixto V ( T u r i n 1954); GRAZIANI, SI'Sto V i la sua riorganizzazione della S. Sede (Roma 1910). Véase asimismo PASTOR, X X I - X X I I ; SABA-CASTIOLIONI, Sixto V (1585-1590), en Hist. de ¡os Pap. 2.* ed. (Barcelona 1964) 11,381-394; SCHWAIOES, G., art. Sixtos V: P u e d e n verse L E BACHELET, X. M . , Bellarmin et la Bible Sixto-Clementine (París 1511); SALMÓN, P . , La revisión de la Vulgata (Roma 1937); H O P F L , H . , y otros citados en la nt.16.
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Iglesia hasta nuestros días. Asimismo procuró nuevas ediciones del Breviario, Misal, Pontifical, Ceremonial y aun del índice de libros prohibidos 21. De particular interés es su intervención en las controversias sobre la gracia denominadas De auxiliis 2}, entre los dominicos y los jesuítas. Sin embargo, no obstante su interés, no pudo llegar a ningún resultado definitivo. Por otro lado, se fue haciendo cada vez más dificultosa su posición frente a los jesuítas, quienes atravesaban en España una peligrosa crisis. Esta se debía a la intromisión de elementos extraños en el gobierno de la Orden y al descontento de algunos de sus miembros, que fueron creando una marcada oposición frente a su general, Claudio Aquaviva. En sus relaciones internacionales y defensa de la fe, obtuvo Clemente VIII algunos importantes éxitos. El mayor de todos fue la reconciliación de Enrique IV de Francia con la Iglesia católica. Ya desde antes de su elección al solio pontificio era conocida su política poco simpatizante con España y con la Liga católica francesa, su aliada. Con el intento de impedir la victoria de la Liga, que hubiera significado un notable crecimiento del poder español, Clemente VIII favoreció a Enrique de Navarra, cuya abjuración del calvinismo se esperaba. De hecho así sucedió, y, gracias al apoyo pontificio, Enrique IV pudo al fin dominar a todos sus enemigos. De este modo,- el papa obtenía el deseado equilibrio de las dos grandes potencias católicas, España y Francia. Asimismo debe ser considerado como un éxito de Clemente VIII su intervención en las paces entre Francia y España (paz de Vervins, 1598) y entre Francia y Saboya (1600). De la consolidación del prestigio católico daba excelentes pruebas el desarrollo de las cosas en Alemania, cada vez más favorable a la Iglesia romana. Sólo en Inglaterra y en los demás países protestantes se afianzaba definitivamente el protestantismo 2. Paulo V (1605-1621) 24 .—A la muerte de Clemente VIII, ocurrida el 5 de marzo de 1605, fue elegido León XI (Octaviano Mediéis), cuyo pontificado no llegó a un mes. Entonces, pues, fue rápidamente elegido el prestigioso cardenal Borghese, bien conocido por su destreza en los negocios y por su eximia piedad, quien tomó el nombre de Paulo V. Su pontificado sigue la línea ascendente de renovación espiritual de la Iglesia frente al protestantismo, de la que era la prueba más tangible la renovación del catolicismo en Francia y su robustecimiento en Alemania. No menos se manifestaba en la península Ibérica; 22 BATIFFOL, BAUDOT, BAÜMER y otros ya citados sobre el Breviario. A d e m á s , BATIFFOL, P . t Introduction au Pontifical Romain (Paris 1919); P U N I E T , P . DE, Pontifical Romain 2 vols. (París 1930. I93i). 2 3 Véase la amplia narración d e PASTOR, X X I V , I S 9 S ; A S T R Á I N , A . , Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España I V . n j s y SCORRAILLE, DE, Francisco Suárez I , l 6 7 s ; SJCARD, I . , La reforma de Clemente VIH y la Compañía de Jesús: «RevEspDerCan» 9 (1954) 681-723. 24 Véanse ante todo las obras generales. A d e m á s :
Fuentes.—Relazioni da Roma al Senato Véneto, p o r N . BAROZZI y G . BERCHET, ser.3." (Venecia 1877); BROVIUS, Vita Paoli V (Roma 1625). Bibliografía.—Ante todo, PASTOR, X X V y X X V I ; S E P P E L T , Gesch. des Papstums V,248s; MARCHAL, L., art. Paul V: «Dict. T h é o l . Cath.»; SCHWAIGER, G., art. Paul Í V : «LexThK» 8 (1964) 202-203; M A T T E U C I , B . , II papato di fronte a V' assolutismo e al giurisdizionalismo ( 1605-1774,), e n P a p i nella storia 2 (Roma 1962) 669-766; SABA-CASTIGLIONI, Paulo V (1605-162J ) , en Hist.délos Papas 2.* ed. (Barcelona 1964) 11,421-432.
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pues, aunque políticamente se había iniciado su decadencia, florecía extraordinariamente en. todos los órdenes culturales, sobre todo en las artes y en las ciencias eclesiásticas. Distinguióse asimismo, a imitación de Sixto V, por su extraordinaria actividad constructora y como gran mecenas de las artes. Así, gracias a su incansable labor, se puso término, finalmente, a la basílica de San Pedro. Por otra parte, contribuyó espléndida y eficazmente al enriquecimiento de la biblioteca vaticana y realizó en Roma importantes obras, como la construcción de nuevos acueductos para la que se designó como Aqua Paula. Particularmente dignos de mención nos parecen sus trabajos en orden a la renovación espiritual de la Iglesia sobre la base de los decretos de reforma de Trento. Es célebre de un modo especial su intransigencia en el asunto de la residencia de los obispos. Puso enérgicamente a todos los cardenales-obispos residentes a la sazón en Roma ante la alternativa, o de volver a sus respectivas diócesis, o de presentar su resignación a las mismas. Por otra parte, urgió a los pastores de almas el necesario trabajo de instrucción de los fieles y se mostró gran amigo e impulsor de las órdenes religiosas. Como favor especial a los jesuítas debe interpretarse la manera como terminó las controversias De auxiliis y, sobre todo, la canonización de su fundador, Ignacio de Loyola, y el gran misionero Francisco Javier. Son dignos de mención igualmente sus trabajos por los libros litúrgicos y la publicación en 1614 del Ritual romano25. En sus relaciones internacionales y políticas, Paulo V se caracteriza principalmente por las luchas mantenidas frente a la república de Venecia 26 . Durante los últimos tiempos habían sido frecuentes los actos de la altiva república contra la autoridad pontificia y la inmunidad eclesiástica. Todo esto había ido fomentando en la curia romana y en los romanos pontífices una bien justificada predisposición contra los venecianos. La medida, finalmente, se colmó cuando, sin notificarlo a la autoridad pontificia, los venecianos encarcelaron a dos eclesiásticos, y, no contentos con esto, publicaron dos leyes sumamente nocivas a la Iglesia católica. Frente a estos hechos, Paulo V exigió la entrega de ambos eclesiásticos y la anulación de aquellas leyes; mas, como la república le opusiera una obstinada resistencia, el 17 de abril de 1606 lanzó un monitorio en el que amenazaba al dux y al Senado con la excomunión, y a todo el territorio con el entredicho; y, ante la obstinación de la república, cayeron sobre ella estos castigos. 25 P u e d e n verse PASTOR, X X V , i 7 9 s ; LOWENBERG, B., Das Rituale des Kardinals J. A. Sanciorius, ein Beitrag zur Entstehungsgesch. des Rituale Romanum (1037); I D . , Die Erstausgabe des Rituale Romanum von 1614: «Z. Kath. Theol.» 66 (1942) 141S. 26 PROSPER, FAGNAN, De iustitia et validitate censurarum Pauli V in Rempubl. Venet. (Roma 1607); SARPI, Istoria particolare delle cose passate tra ü sommo Pontefice Paolo V e la Serenissima Rep. di Ven. ( G i n e b r a 1624); C R É T I N E A U - J O L Y , Hist. de la Comp. de Jesús III.137s.141s; C A P E L L E T I , G., I Cesuiti e la Rep. di Venezia (Venecia 1873); NÜRNBERGER, A., Dokumente zum Ausgleich zwischen Paul V und der Rep. Venedig: «R. Qschr.» (1888) 64S; otras contin.; G A D A LETTA, Paolo V e l'interdetto di Ven. ( T r a n i 1900); SARPI, P., Opere, ed. D . BUSNELLI, 7 vols. (Bari 1931-1951); D E M A G I S T R I S , Primordi dalla contesa fra la Rep. Ven. e Paolo V ( T u r í n 1907); P I R R I , P., L Interdetto di Venezia del 1606 e i Cesuiti. Silloge di documenti con introduzione: «Bibl. Inst. Hist. S.I.» 14 (Roma 1959); SALVATORELLI, L . Venezia, Paolo V e fra Paolo Sarpi: La civiltá veneziana nell'etá barocca (Florencia 1959) 67-95; SARPI, P . , Lettere ai Callicam, ed. critica por B . Vlianich ( W í e s b a d e n 1961); CHABOT, F . , La política di Paolo Sarpi (Venezia-Roma 1962); SÉNECA, F . , La política veneziana dopo l'interdetto (Padua 1957).
C.8. El pontificado después de Trento
893
El resultado fue una enconada guerra entre la Santa Sede y la república, llevada con el mayor apasionamiento y con toda clase de armas espirituales y literarias. Mientras la mayor parte de los eclesiásticos y muchos religiosos se plegaron al Senado y al dux, quienes se empeñaban en que no se hiciera ningún caso del entredicho, los jesuítas, capuchinos, oratorianos y algunos otros se pusieron incondicionalmente al lado del papa, por lo cual fueron desterrados. Por otro lado, Baronio, Belarmino y otros conocidos escritores defendieron con decisión la causa pontificia; pero de parte de Venecia se puso, entre otros, el servita Pablo Sarpi, empleando contra Roma todo el veneno de que estaba lleno su espíritu. De ello da una clara prueba su obra sumamente tendenciosa Historia del concilio de Trento. Más aún: aprovechando aquellas circunstancias, los protestantes intensificaron sus propagandas, que llegaron a alcanzar sensibles éxitos. Pero esta situación no podía continuar. Por esto, unos y otros sentían la necesidad de solucionar de algún modo el conflicto. Gracias, pues, a la mediación de Enrique IV, quien al mismo tiempo mantuvo conversaciones con Roma y Venecia, se llegó por fin a convenir que Venecia entregara a los dos eclesiásticos y retirara las dos leyes, con lo cual el romano pontífice absolvió de sus censuras a los venecianos. 3. Urbano VIII (1623-1644) 27 .—Al morir Paulo V el 18 de enero de 1621, el Papado y el catolicismo se hallaban, indudablemente, en el momento culminante de su renovación y esplendor. En estas circunstancias, fue rápidamente elegido el cardenal Alejandro Ludovisi, quien tomó el nombre de Gregorio XV (1621-1623), y en su corto pontificado de sólo dos años continuó enérgicamente la obra iniciada de reforma y realizó importantes obras, como el establecimiento de la Congregación de Propaganda 28 , para el fomento de las misiones, y la ayuda eficaz del emperador Fernando II y de los católicos en la entablada lucha contra los protestantes. Uno de los episodios de esta lucha fue la conquista de Heidelberg por los católicos. Entonces entregaron éstos al papa una buena parte de la biblioteca del príncipe elector del Palatinado, que constituía parte del botín de esta conquista 2 9 . Mucha mayor significación, por su largo pontificado, tuvo Urbano VIH (cardenal Maffeo Barberini), hombre de grandes cualidades personales, alumno de los jesuitas y gran mecenas de las ciencias y de las artes, pero que, por su carácter apasionado y sus tendencias políti27
A d e m á s d e las obras generales véanse:
Fuentes.—Bullar. Rom., ed. T a u r i n e n s e , vol.24 ( T u r í n 1857-1872); BAROZZI, N . - B E R C H E T , G., Le relazioni degli Stati europei... ser.3.*, Relaz. di Roma vol.2 (Venecia 1877-1879); A R R I GHO, Vita Urbani VIII (Bolonia 1614); W A D D I N G , Vita Urbani V I H (Roma 1628). B i b l i o g r a f í a . — W E E C H , W . N . , Pope Urbain VIII (Londres 1005); L E M A N , A., Recueil des instructions genérales aux Nonces ordin. de Frunce. 1624-1634 (Lila 1919); PASTOR, X X V I I XXIX; ALBRECHT, D . , Die deutsche Politik Papst Gregors XV. Die Entwicklung der papstl. Diplomatik... (Munich 1956); SABA-CASTIGLIONI, Gregorio XV (1621-1623}. en Hist. de los Pap. 2.*ed. (Barcelona 1964) 11,432-444; Urbano VIII C1623-1644): ibid., 4 4 4 - 4 6 3 ; KRAVJS, A., Die ausmárt. Politik Urbanus VIII. Grundzüge und Wendepunkte: «MélTixerant» 4,407-426; I D . , Daspdpstl. Staatssekretariat unter Urban VIII, 1623-1644 (Roma 1964). 2 8 Véanse Bullar. Rom. V,5.26.20.78; M E J E R , D . , Die Propaganda, ihre Organisatton ihre Gesch. 2 vols. ( G ó t t i n g e n 1852). 29 T H E I N E R , A., Schenkung der Heidelberger Bibl. durch Máxime. I en Papst Gregor ( M u n i c h 1844).
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Westfalia
cas, tuvo que experimentar grandes sinsabores y originar grandes contiendas, en detrimento del prestigio del Pontificado. La parte más brillante y positiva del gobierno de Urbano VIII la constituye su actuación en el campo puramente religioso y, sobre todo, en la protección de las ciencias y de las artes, de las que fue uno de los mecenas más insignes de los tiempos modernos. Ante todo, dio la forma definitiva a la célebre bula In coena Domini, fijando definitivamente, en abril de 1627, su lectura cada año el Jueves Santo. Por otra parte, amplió la jurisdicción de la Congregación de Propaganda, recientemente establecida, para cuyo mejor funcionamiento ya en 1627 hizo levantar un nuevo edificio como seminario de misiones, que recibió el nombre de Colegio Urbano. En él recibían formación adecuada jóvenes de todas las nacionalidades con el objeto de prepararlos convenientemente para el trabajo de las misiones. En este mismo terreno fue de gran importancia la revisión del Breviario, ordenada por él, que introdujo importantes modificaciones al Breviario de Pío V, de 1568, y se mantuvo substancialmente hasta la reforma de San Pío X. Por la bula Divinam psalmodiam, de 1632, fue declarado el Breviario oficial de la Iglesia. En general, Urbano VIII desarrolló gran actividad litúrgica, si bien en 1642 se vio obligado a disminuir las fiestas eclesiásticas. Por otra parte, a él se debe la canonización y beatificación de varios santos y beatos, como Santa Isabel de Portugal, San Andrés Corsino y el Beato Francisco de Borja. Finalmente, no debemos pasar por alto la intensa actividad constructora de Urbano VIII, que enriqueció a la Iglesia con insignes monumentos. Pero el lado más oscuro del pontificado de Urbano VIII es su intervención en el desarrollo de la guerra de los treinta años, que justifica la afirmación de que, al menos indirectamente, favoreció al protestantismo, y, gracias a este favor, fue posible la derrota definitiva de las armas católicas y el resultado catastrófico de la paz de Westfalia 30 . Urbano VIII era contrario a la política de España y de los Habsburgos, y, por el contrario, simpatizaba con Richelieu y la política de Francia. Por esto no veía con buenos ojos el triunfo de los Habsburgos, que significaba el de la causa católica frente a los protestantes, por suponer que de este modo se rompía el equilibrio de las potencias católicas en Europa. Así se explica el hecho que en 1629 se opusiera al Edicto de restitución, publicado por Fernando II•en un momento de triunfo de las armas católicas, cosa que favorecía notablemente al catolicismo. Esta política de Urbano VIII lo llevó al fin al extremo de que cuando, en la última etapa de la guerra de los treinta años, Francia se puso con todo su poder al lado de los protestantes, aun entonces siguió favoreciéndolos, al menos indirectamente, y oponiéndose a los Habsburgos. Ciertamente, el cardenal Richelieu, dirigente de la política francesa, explicaba su conducta diciendo que aquella guerra ya no tenía carácter religioso, sino puramente político; y Urbano VIII igualmente repetía que sólo buscaba la paz entre los príncipes cristianos, por lo 30 Véase sobre este p u n t o la amplia exposición d e PASTOR, XXVII,335s; XXVIII,5s. Asimismo, GREGOROVIUS, F . , Urban VIH in Widerspruch zu Spanien und d. Kaiser im 30. J. Krieg (Stuttgart 1879). Sobre esta obra, P I E P E R : «Hist. pol. Bl.» 94 (1884) 4 7 i s ; EHSES, S.: «Hist. Jh.» (1895 33ós; L E M A N , A., Urban VIII et la rivalité de France et de la maison d'Autriche: 1631-1635 (Lila 1928); ALDEA, Q., España y la neutralidad de Urbano VIII (1630-1635): «LibAnGreg» (Roma 1962).
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cual quería observar entre ellos la mayor neutralidad; pero de hecho, gracias al apoyo que recibió de Richelieu el partido protestante y al favor que significaba para Richelieu esta «neutralidad» de Urbano VIII, los católicos fueron vencidos en definitiva por los protestantes. Otros asuntos importantes arrojan también tristes sombras en los últimos años del pontificado de Urbano VIII; por una parte, el tristemente célebre del proceso de Galileo, del que se habla en otra parte, que, aunque sin intervención directa del papa, dañó indudablemente a su memoria; por otra, el de la guerra de Castro, en el que se puso de manifiesto el excesivo favor y afecto de Urbano VIII a su familia, los Barberini. 4. Inocencio X (1644-1655) 31.—El cardenal Pamfili sucedió a Urbano VIII con el nombre de Inocencio X, que cierra el período que historiamos. De carácter apacible y hombre de buen humor, generoso hasta el extremo, activo y emprendedor, era la estampa enteramente contraria de su predecesor. Las circunstancias eran en verdad difíciles; pero Inocencio X hizo lo posible para mantener el prestigio del Pontificado y defender valerosamente la fe católica. Ante todo, siguió el ejemplo de Paulo V con el embellecimiento de Roma y otros trabajos en los Estados pontificios. Por esto, recibió Bernini el encargo de la ornamentación interior de la basílica de San Pedro, y asimismo se planeó la doble serie de columnas que adorna la gran plaza, si bien no se llegó a su realización hasta el pontificado de Alejandro VII. Del mismo modo, se trabajó en el mejoramiento de la basílica de Letrán y otros monumentos romanos. Por otro lado, procedió enérgicamente contra el duque de Parma, que cometía toda clase de injusticias contra el pueblo sencillo y aun había llegado a hacer asesinar al obispo de Castro. Semejante energía manifestó frente al omnipotente Mazarino en el asunto del cardenal Netz, a quien había hecho encarcelar. Por lo demás, concedió excesivo influjo a sus parientes, y, sobre todo, a la viuda de su hermano, Olimpia Maidalchini. Desde el punto de vista religioso, Inocencio continuó firmemente la obra de reforma. Por esto veló constantemente por la aplicación de los decretos tridentinos. Su mérito principal en este punto consiste en haber entablado con clarividencia y energía la guerra con la nueva herejía del jansenismo 32 . Para ello condenó en 1647 el libro de Arnauld De la fréquente communion, y en 1653 las cinco proposiciones de Jansenio 33 . 31
A d e m á s de las obras generales véanse:
F u e n t e s . — B u l l a r . Pont., ed. T a u r i n e n s e ; C A R I N I , 11 conclai'e di Urbano VIII: «Spicil. Vatic.» I,333s; CHINAZZI, Sede vacante per la morte del papa Urbano VIH e il conclave di Innocenzo X Pamfili (Roma 1904). B i b l i o g r a f í a . — P A S T O R , X X X ; CIAMPT, I., Innocenzo X Pamfili e la sua Corte (Roma 1878); C o VILLE, H . , Étude sur Mazarin et ser démeles avec le Papa Innocent X (París 1914). 32 Véase el excelente c.5 de PASTOR, X X X , l 9 i s . Asimismo las obras sobre el jansenismo, en particular CARREYRE, J., art. Jansénisme: «Dict. T h . Cath.»; M E Y E R , A. DE, Les premieres controverses jansénistes en France (1640-1649) (Lovaina 1917); BOURNET, L., La querelle jansémste (París 1924); SABA-GASTIGLIONI, Inocencio X {1644-1655), en Hist. de losPap. 2. f t ed. (Barcelona 1964) 11,463-474. Sobre la basílica d e San Pedro pueden verse: SCHÜLLER, S. Piroli, 2000 Jahre St. Peter (Olten 1950); ACKERMANN, J. S., The Architecture of Michelangelo 2 vols. (Londres 1964}; SIEBENHÜHNER, H . (San Pedro en el pontificado de Paulo V ) : «Kunstkronik» 286S ( N ü r e m b e r g 1962). 33 Véase CARREYRE, J., art. Arnault: «Dict. T h . Cath.».
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C.9- Catolicismo y protestantismo en Alemania
P.Il. De Lutero a la paz de Westfalia
En general, Inocencio X fue gran defensor de los derechos pontificios y del prestigio de la Iglesia. Por esto, sintió vivamente las disposiciones de la paz de Westfalia, que dañaban gravemente a la causa católica, y elevó protesta contra ellas 34 . Pero su voz resonó en el vacío. Con ello quedó bien de manifiesto que había desaparecido definitivamente el predominio de la religión católica y se iniciaba la nueva edad del indiferentismo religioso. CAPITULO
Catolicismo
y protestantismo
IX
en
Alemaniax
La paz de Augsburgo de 1555 significaba una especie de armisticio entre las dos fuerzas que se disputaban la posesión de Europa, el protestantismo en sus diversos frentes y el catolicismo de la Iglesia romana. Por esto, a partir de esta fecha, ambas confesiones intensifican sus actividades. En ellas podemos distinguir los siguientes períodos. El principio se caracteriza por el robustecimiento del protestantismo, lento a los comienzos, en tiempo de Fernando I (1556-1564), y más rápido durante el reinado de Maximiliano II (1564-1576), en el que alcanza su primer punto culminante. A esto sigue una reacción católica a fines del reinado de Maximiliano II, que se consolida en tiempo de Rodolfo II (1576-1612), en el cual el catolicismo pasa a la ofensiva y reconquista importantes posiciones. El reinado del emperador Matías (1612-1619) proporciona de nuevo un período de avance a los protestantes; pero los católicos reaccionan de nuevo, con lo que se inicia la guerra de los treinta años, que termina con la paz de Westfalia de 1648. 3* Sobre la protesta del papa véase PASTOR, X X X , i r 6 s . Asimismo, SCHULTE, E., Der West/. Friaden 2.* ed. (1943); BRAUBACH, M . , Der V/estph. Friede (1948); FISCHER, H . , Beitrdge zur Kenntnis d. pápstl. Politik wáhrend d. Westfdl. Friedensverhandl. (1913). 1
A d e m á s de las obras generales citadas en pág. 659S pueden verse:
Fuentes.—Nuntiaturberichte, las tres secciones II, III y I V ; A L B E R I , E., Le degli Ambasciatori Veneti 15 vols. (Florencia 1839-1863); T U R B A , G., Venezianische vom Kaiserhofe, por la C o m . Hist. de la Acad. I m p . de C i e ñ e , 3 vols. (1889-1895).
Relazioni Depechen
B i b l i o g r a f í a . — R I T T E R , M . , Deutsche Gesch. im Zeitalter der Gegenref. und des Dreissigj. Krieges 3 vols. (1889-1908); DROYSEN, G., Gesch. der Gegenref. (hasta 1618) (1895); H E R M E LINK, H . , Reformation u. Gegenref. (1911); BRANDI, K., Deutsche Reformation u. Gegenref. (1939); P A U L , J., Reformation u. Gegenref. (1922); GEBHARDT, Handhuch der Deutschen Gesch. II. Von der Reform. zum Ende des Absolut. 8." ed. II (1955). Asimismo, PASTOR, XIV-XXX (obra fundamental); EDER, C , Die Gesch. der K. im Zeitalter des Konfes. Absolutismus (i949>- SCHMIDLIN, J., Die Kirchl. Zusldnde in Deutschland vor dem 30. j . Krieg nach den bischofl. Diózesanberkhten an denhl. Stuhl 3 partes (1908-1910); I D . , Die Kirch. Zust. des Katholizismus wahrend des 30. j . Krieges nach den bischofl. Romberichten (1940); VALJAVEC, F., Geschichte der deutschen Kulturbeziehungen zu Südosteuropa. II. Reform. und Gegenref. 2.*ed. ( M u n i c h 1955); MECEUSEFFY, G., Habsburger im XVII. Iht. Die Berichungen der Hofe, von Wien und Madrid wahrend des dreizigjahr. Krieges (Viena 1955); SCHOFFLER, H . , Deutsches Geistesleben zwischen Re/, und Aufklürung... 2.* ed. (Francfort 1956); H E R T Z , F . O . , The developpement of the Germán public mind... ( L o n dres 1957); K N A P P I C H , W . , Die Habsburger-Chronik. Lebensbilder, Charaktere und Geschichte der Habsburger (Salzburgo 1959); L A U , D . F., La vie relig. dans les pays protestants de langue allem. á lafin du XVs.: «Colleg. d'hist. relig.» (Lyón 1963) 101-120; Z O L L N E R , E „ Gesch. Oesterreichs Von den Anfungen bis zur Gegenwart ( O l d e n b u r g 1961).
I.
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DESARROLLO RELIGIOSO EN ALEMANIA HASTA, 1612
1. F e r n a n d o I (1556-1564) 2 .—Fernando I, que tan importante parte había tenido en la paz de Augsburgo, procuró desde un principio favorecer en todo lo posible al catolicismo. Sin embargo, aunque poseía un firme apoyo en sus territorios hereditarios de Austria 3, fundamentalmente católicos, dependía militarmente de los príncipes protestantes a causa de la continua amenaza de los turcos. Por esto, de un modo semejante a lo ocurrido a su hermano Carlos V, se veía obligado a hacerles concesiones, y su gobierno se caracteriza, por una parte, por sus esfuerzos en apoyar la reacción y renovación católica, y, por otra, por su debilidad frente a los protestantes, hábilmente aprovechada por éstos. Por todo esto, Paulo IV se negó constantemente a reconocerlo como emperador, pero al fin Pío IV llegó a una inteligencia con él. De hecho, movido Fernando I por sus convicciones católicas, fomentó el concilio de Trento y toda la obra de reforma por él representada, y, al terminarse el concilio, procuró eficazmente su aceptación oficial por parte de los príncipes católicos. No obstante los fracasos experimentados, trabajó seriamente por la unión de las confesiones. Así lo probó en la dieta de Worms de 1557, e n I a que, entre otros, tomaron parte Melanchton y San Pedro Canisio, pero resultó completamente estéril. Del mismo modo fracasaron por completo los esfuerzos que pusieron por medio de diversos escritos un grupo de eruditos partidarios de las vías pacíficas (los llamados irénicos), tales como Jorge Witzel y Jorge Cassander. » Frente a estos conatos del emperador Fernando I en favor de la Iglesia católica y de la unión, siguieron los protestantes generalmente la política de anexión de nuevos territorios, que les proporcionó un crecimiento considerable. En general, su política fue aprovecharse de las disposiciones favorables de la paz de Augsburgo y de los apuros en que se veía el emperador, a causa de las amenazas turcas, para favorecer en lo posible el progreso del protestantismo. Conforme a este plan, usaron ampliamente del llamado derecho de reforma en sus propios territorios y en los nuevos que se iban anexionando. En realidad, la lucha entre el protestantismo y el catolicismo se fue agudizando cada vez más, lo cual apareció más claramente durante los reinados siguientes, en que, por una parte, la renovación católica intensificó más su avance y obtuvo importantes éxitos, y, por otra, aumentaron las divisiones intestinas entre los protestantes. 2. Progresos del catolicismo.—La debilidad del emperador Maximiliano II (1564-1576)^ de quien se ha podido afirmar que estuvo 2 Véanse, ante todo, las obras generales. En particular BUCHHOLTZ, F . B. V., Gescfi. der Regierung Ferdinands l 8 vols. (1831-1838). ^ T O U S E K , E., Kircheng. Oesterreichs II (1949); LOESCHE, G., Gesch. des Prolest. im vormaligen u. im neuen Oesterreich 3.* ed. ( r o 3 o ) ; EDER, C., Glaubensspaltung und Landstande in Oesterreich ob der Ems 1525-1602 (1936); G S T E N , H., Geschichte Oesterreichs 3.* ed. (Innsbruck 1956); M E CEUSEFFY. G., Geschichte des Protestantismus in Oesterreich (Gratz y Colonia 1956); H E I M B E R , H . , SPIEGEL-SCBMIDT, Deutsches Lutherlum in Ungarn (Dusseldorf 1955); OLICVER BRACHFELD, T . . Historia de Hungría: «Serie Hist.» 11 (Barcelona 1957). 4 B I B L , V.. Maximilian II, der rátselhafte Kaiser (1929); I D . , Die Korrespondez M . II 2 vols. (1916-1921); I D . , Zur Frage der religiosen Haltung Kaiser M. 7/(1917); H O P F E N , H . , Maximilian II und der Kompromisskatholicismus (1895); SCHWARZ, W . E „ Briefe u. Akten zur Gesch. M. II 2 vols. (1899).
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P.H. De Lutero a Id paz de Westfalia
a punto de entregar las insignias imperiales a los protestantes, estimuló poderosamente a los católicos para que emprendieran una marcha más intensa y acelerada por la renovación católica. Ante las repetidas violencias de los príncipes protestantes y ante el celo exagerado que manifestaban en la aplicación del derecho de reforma, se decidieron ellos también a emplear los mismos métodos y proceder con la mayor energía. Esta reacción se debió en buena parte al final del concilio de Trento, que puso en las manos de los obispos y aun de los príncipes católicos un instrumento seguro y eficaz para la renovación de sus territorios. Esta reacción tiene como primer exponente al apóstol de Alemania, San Pedro Canisio 5 , y, como instrumentos principales, a algunos eminentes prelados del temple del cardenal de Augsburgo, Otón Truchsess von Waldburg 6; a la Compañía de Jesús y a algunos príncipes seculares, como el duque Alberto V de Baviera (1550-1579) 7- Como se ha dicho en otro lugar, este movimiento de regeneración y robustecimiento del catolicismo en el centro de Europa fue designado por Ranke con el nombre de Contrarreforma; pero nosotros la designaremos siempre con la expresión reforma, o renovación católica, u otra equivalente 8 . Su manifestación más característica y juntamente uno de sus instrumentos más eficaces en Alemania fue la decisión de los príncipes católicos de hacer valer, como lo hacían los protestantes, el derecho de reforma en sus propios territorios y en todos los que pudieran anexionarse. El primero entre los príncipes que entró decididamente por este sistema fue Alberto V de Baviera. Como fieles instrumentos le sirvieron admirablemente los cancilleres Simón T. Eck y V. Hund, juntamente con el secretario, E. Schwigger. Pío IV y los papas que le siguieron lo estimularon constantemente en el camino emprendido, por lo cual Alberto V se convirtió en verdadero paladín de la causa católica. Entregóse con toda su alma a poner en práctica la reforma tridentina, por lo cual, aunque en 1564 le fue concedido el privilegio de la comunión bajo las dos especies, renunció pronto a ello. Para realizar sus designios, venció con energía la decidida oposición de la nobleza protestante, hizo celebrar misiones populares y estableció visitas oficiales de las iglesias a la manera que lo realizaban los príncipes innovadores; exigió sistemáticamente de los profesores universitarios y de otros magistrados el juramento tridentino; fundó colegios y otros establecimientos de la Compañía de Jesús y, en general, utilizó ampliamente la obra apostólica de los jesuítas, con todo lo cual logró una renovación completa en todo su territorio. Los nuevos seminarios y las universidades de Ingolstadt, Dilinga y Colonia apoyaron decididamente esta obra reformadora. Desde estas Universidades iniciaron los jesuítas aquel influjo que tan decisivo debía ser en el me5 BRAUSBERGER, O . , Peter Canisius 3 . a ed. (1921); SCHÁFER, W . , Petrus Canisius (1931); BRODRIK, J., St. Petrus Canisius, 1521-1597 (Londres 1935). < D U H R , B., Reformbestrebungen des Kard. Otto Truchsess von Waldburg: «H. Jhb.» 7 (1886) 369S: SIEBERT, j . , Zwischen Kaiser u. Papst. Kard. Truchsess v. W . und die Anfánge der Gegenref. in D. (1943)7 Sobre Baviera en particular p u e d e n verse: RIEZLER, S., Gesch. Bayerns vols.4-6 (1898-1903); D O E B E R L , M . , Entwicklungsgesch. Bayerns 2 vols. 2. a ed. (1916-1928); KNÓPFLER, L., Die Kelchbewegung in Bayern unter Herzog Albrecht V (1891); SIMÓN, M . , Evangel. Kircheng. Bayerns 2. a ed. (1952); G O T Z , J. B., Die religiósen Wirren in der Oberpfalz (1576-1620) (1937). * Véase p.762.
C.9. Catolicismo y protestantismo en Alemania
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joramiento de la causa católica en Alemania. San Pedro Canisio, con su incansable actividad de palabra y por escrito, simbolizaba la ofensiva iniciada por los católicos en todos los frentes. Guillermo el Piadoso (1579-1597), hijo y sucesor de Alberto V, continuó con la misma energía y tenacidad la obra reformadora iniciada por su padre. De este modo continuó Baviera a la cabeza de los principados católicos fieles a Roma y sirvió de modelo en su reforma a otros territorios. El nuevo emperador Rodolfo II (1573-1612) 9 , aunque de natural indolente y alejado de los negocios, se manifestó más decidido en la defensa del catolicismo, ya entonces en franco avance. Por esto, en sus propios territorios de Austria, donde el predicante / . Opitz atacaba violentamente a los católicos y el protestantismo había progresado considerablemente, Rodolfo II lo desterró y prohibió en absoluto el culto protestante. Algo semejante sucedió en otros territorios, como Steiermark, Krain y Kárnten. El archiduque Carlos, en un momento de grandes apuros pecuniarios, había hecho en 1578 diversas concesiones a los protestantes; pero en 1580 logró al fin robustecer al partido católico, con el cual pudo romper, finalmente, la oposición protestante. Entre los príncipes eclesiásticos sobresale la egregia figura del ya citado cardenal-obispó de Augsburgo, Otón Truchsess von Waldburg (1514-1573). También él, como el duque de Baviera, siguiendo el ejemplo protestante, introdujo plenamente en sus territorios la reforma católica, estableció visitas oficiales de las iglesias y prohibió en absoluto el culto protestante. Para dar más solidez a su obra reformadora, celebró periódicamente sínodos y utilizó ampliamente la acción de los jesuítas, a quienes confió la Universidad de Dilinga. De un modo semejante se introdujo la reforma católica en Fulda, Münster, Wurzburgo, donde se fundó una universidad, encomendada a los jesuitas; Paderborn y otros territorios l 0 . Alentados por los ejemplos de estos príncipes católicos y por los buenos resultados obtenidos, continuaban los católicos en su obra de reforma interior y reconquista de los territorios perdidos. 3. Actuación de los protestantes.—Frente a esta intensa actividad católica, no permanecieron inactivos ios príncipes protestantes. Por el contrario, envalentonados por su anterior crecimiento y estimulados por la ofensiva de los católicos, trabajaron, a su vez, con la mayor decisión por mejorar sus posiciones y oponerse a los avances católico-romanos. Siguiendo su táctica de aprovecharse del llamado derecho de reforma de los príncipes, ya en 1556 introdujeron el culto protestante en el territorio electoral del Palatinado y de Badén n . Asi» Además de las obras generales p u e d e n verse G I N D E L Y , L., Rudolf II und seine Zeit 2 vols (1863-1865); BEZOLD, J. V.. Kaiser R. II und die hl. Liga (1886); SCHWABZENFELD, G . VON, Rudolf II Der Saturnische Kaiser ( M u n i c h 1961). 10 STEICHELE, A . , Beitráge zur Gesch.des Bistums Augsburg 2 vols. (1850-1852); H Ü R I N G , A Der Kampf und die Kath. Religión im Bistum Münster nach der Vertreibung der Wiederta'ufer' J 5 3 5 - ' 5 * 5 (1883); K N I C H , J., Gesch. der Reformation u. Gegenref. auf dem Eichsfelde (1910)' SCHÜCKING, L., Christoph Bernhard von Galen, Fürstbisch. von Münster (1940); LOSERTH, J ' Salzburgu. Steiermark imletztenViertel des 16. JAlgos). ' '' 11 L E D E R L E , C., Markgrafschaft Badén bis 1635: «Freib. E}. Arch.» (1917) 367s; L O S E N , R. Kurpfalz bis 1592: ibid. (1917) 2o8s. ''
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mismo, desde 1568, Julio de Brauschweig-Wolfenbüttel, al entrar en posesión de este territorio, lo hizo enteramente protestante. Más sensibles todavía fueron las pérdidas que experimentó el catolicismo en los territorios eclesiásticos, sobre todo en el norte y centro de Alemania. Sin respetar el reservado eclesiástico, tal como se prescribía en la paz de Augsburgo, los príncipes protestantes de Brandeburgo, Sajonia, Mecklemburgo y Pomerania se anexionaron por la fuerza dichos territorios e introdujeron sencillamente el culto protestante. De este modo fueron protestantizadas las diócesis de Lübek, Minden, Osnabrück, Halberstadt y otras, si bien debemos observar que algunas, como Osnabrück, fueron luego reconquistadas para el catolicismo. Hasta tal punto llegaron los progresos del protestantismo en torno al año 1570, que se calculan en unas siete décimas partes del territorio alemán enteramente protestantizadas. Sin embargo, conviene observar que entonces precisamente se inicia un cambio radical, que llegó a amenazar seriamente al protestantismo. Este cambio relativamente rápido era debido no sólo a la intensificación creciente de la ofensiva católica de que antes hemos hablado, sino a las disensiones intestinas, que corroían el mismo protestantismo, en particular a la lucha entablada en Alemania entre el luteranismo y el calvinismo. Así, por ejemplo, el príncipe elector del Palatinado romano, Federico III, introdujo el calvinismo en su territorio, hasta entonces luterano. Poco después, en 1576, su propio hijo arrojó violentamente el calvinismo y renovó el luteranismo; pero a su muerte, ocurrida en 1583, se restableció otra vez el calvinismo: Con todo esto se avivó hasta tal punto la lucha y el odio de los luteranos contra los calvinistas, que llegaban a afirmar que preferían el catolicismo al calvinismo. Algo semejante ocurrió en otros territorios. 4. Luchas enconadas y triunfos católicos.—Pero donde la lucha llegó a tomar proporciones gigantescas fue en algunos territorios eclesiásticos, que al fin quedaron en manos de los católicos. Era la prueba más evidente de la nueva situación, francamente favorable al catolicismo. Fue un ejemplo verdaderamente simbólico sobre la lucha a vida o muerte entre el protestantismo y catolicismo el del territorio de Colonia. Gebhard Truchsess von Vi/aldburg 12, arzobispo y príncipe elector de Colonia desde 1577, era hombre enteramente aseglarado, y sólo tras duras batallas había conseguido la aprobación de Roma. Pero bien pronto manifestó sus verdaderos sentimientos. Ya en 1579 se casó con Inés de Mansfeld, que, a su vez, era canoniquesa de Gerresheim y ya hacía tiempo mantenía con él relaciones. Más aún: desde 1582 hizo abierta profesión de protestantismo, y, empujado por los parientes de Inés, emprendió la más ruda batalla por introducir el calvinismo en Colonia, transformando aquel territorio eclesiástico en protestante reformado. Era un caso de flagrante violación del reservado eclesiástico. 11 Véanse PASTOR, X X , 2 6 8 S ; LORSEN, M . , Der hblnische Krieg. Vorgeschkhte, 1561-1581 (1882); I D . , Gesch. des kdlnischen Krieges (1897); W O L F , G., AUS Kurkoln im 16. / . (1905); W E I BER, P., Die kirchliche Reformation im Erzbistum Koln 15X5-1615(1931); K E L L E R , L., Die Cegenref. inWest/alen und am Niederrhein 3 vols. (1881-1895); H A N S E N , J., Der ín/ormationsprozess gegen Gebhards Truchsessvon W. Mitteil. Staatsarch. Koln 20 (1892) 365; FRANZEN, A. f Der Wiederaufbau des kirchl. Lebens im Erzb. Koln unter Ferd. von Bayern, Erzb. von Küln, 1612-1650: «Reformationsgeschichl. St. u. T.» 69-71.
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Pero tanto el cabildo como el Consejo de Colonia se opusieron decididamente a estos manejos, y eligieron al archiduque Ernesto, hijo de Alberto V de Baviera, para la iglesia de Colonia. Excomulgado y depuesto Gebhard por el papa Gregorio XIII en abril de 1583, se hubo de llegar a una verdadera guerra (guerra de Colonia), en la que, con el apoyo del príncipe de Parma y de las armas de España y Baviera, consiguió Ernesto la posesión de Colonia. De este modo unió este territorio con los de Lieja, Münster, Hildesheim y Freisinga. Esta victoria del catolicismo tuvo extraordinaria importancia, pues la dignidad de príncipe elector de Colonia decidía la mayoría en el colegio de electores de Alemania. Con esto mantenían los católicos la mayoría. Semejante fue la batalla que se libró en torno a la dignidad del príncipe eclesiástico de Estrasburgo 13. El destituido Gebhard de Colonia se dirigió a Estrasburgo, donde introdujo también la división en el cabildo. Sintiéndose fuerte el partido protestante, eligió a Juan Jorge de Brandeburgo, joven de quince años, mientras los católicos elegían a Carlos de Lorena, obispo de Metz. La lucha fue larga y penosa (guerra de Estrasburgo), hasta que, finalmente, triunfó el candidato católico. Excitados los protestantes por los triunfos católicos, se aprovecharon de la debilidad del emperador hacia el fin de su reinado con el objeto de obtener algunas ventajas para su causa. Rodolfo II había nombrado a su hermano Matías gobernador de Austria; pero, viéndose forzado a emprender una guerra contra él, al fin fue obligado a resignar a los territorios de Hungría, Moravia y parte de Austria. Pero el resultado fue que Matías (futuro emperador) tuvo que hacer a la nobleza protestante, que le había prestado su poderosa ayuda, grandes concesiones, contra las cuales se declararon los obispos húngaros. Pero el efecto de esta campaña fue todavía más adelante. Debilitado hasta lo sumo el prestigio del emperador Rodolfo II, se vio ahora acometido violentamente en Bohemia por los hermanos bohemios, utraquistas y luteranos. Aprovechándose de la debilidad y apurada situación del emperador, organizaron todos ellos una rebelión en Bohemia y Silesia, y lo obligaron a concederles, por medio de la carta regia del 9 de julio de 1609, libertad absoluta de religión, y a la iglesia evangélica el derecho de erigir iglesias y celebrar su culto conforme a la confesión de Bohemia 14. Más claramente aparece el estado de violencia en que se iba colocando el protestantismo frente a los avances de la reforma católica en los acontecimientos de Donauworth 15. Esta ciudad imperial, que en 13 P u e d e n verse PASTOR, XXIII,284S; M E I S T E R , A-, Akten zum Schisma im Strossb. Domfeapitel, 1583-1592 (1898); ID., Die Haltung der drei geistl. Kurfürsten in der strassb. Stiftsfehde 15831592: «Ann. Hist. Vereins für Niederr.fi (1895) n . 6 l ; ID., Der Strassburger Kapitelstreit, 1583-1592 (1899); ADAM, J., Evangelische Kircheng. der Stadt Str. (1922); SCHMIDLIN, J., Die Kathol. Restauration im Elsass (1934); L O S E N , R., Der Anfang des Strassb. Kapitelstreites (1888); M Ü L L E R , H . , Die Restauration des Katholiz. in Str. (1882). 14 PASTOR, X X V I , 2 i i s ; BRETHOLZ, B., Gesch. Bóhmens und Mdhrens 4 vols. (1922-1924); G I N D E L Y , A-, Gesch. der Gegenref. in Bohmen (1894); ECKSTEIN, F . , Comenius und die Bóhmischen Brüder (1915); BIERMANN, G., Gesch. des Protest, in Osterreich-Schlesien(i8g7); SCHWICKER, J. H . , Pazmany und seine Zeit (1888); BALICS, L., Gesch. der Kathol. K. in Ungarn 3 vols. (Budapest 1885-1890); HORVATH, B., Der Protest, in Ungarn (1927); L O E S C H E , G . , Luíher, Meianchton und Calvin in Oesterreich-Ungarn (1909). 15 STIEVE, F . , Der Kampf un Donauworth (1875). Sobre la dieta d e Ratisbona d e 1608, P A S TOR, XXVI.222S.
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15 ss era enteramente católica, fue poco a poco protestantizada por el príncipe elector del Palatinado, Federico IV, que aspiraba a la destrucción de la casa de Habsburgo y del catolicismo. En estas circunstancias, mientras se celebraba en 1606 una procesión católica, cayeron sobre ella los protestantes y cometieron deplorables violencias. El resultado fue que se lanzó contra la ciudad la proscripción imperial, y el duque Maximiliano de Baviera, encargado de su ejecución, la incorporó a sus dominios. El príncipe elector del Palatinado protestó violentamente y fomentó la indignación de los príncipes protestantes. No es, pues, de maravillar que, puestas las cosas en un estado tan violento, se llegara a la formación de aquellas uniones y ligas que preceden a las grandes guerras. Ya el 4 de mayo de 1608 se constituyó la Unión protestante en Anhausen 16, en la región de Ansbach; pero su misma constitución daba claras pruebas de las divisiones existentes en el seno del protestantismo, pues mientras al frente de la Unión se presentaba el príncipe elector del Palatinado, bien conocido por su calvinismo y sus ansias de figurar, los electores de Sajonia y de Brandeburgo, por odio al calvinismo, permanecieron fieles al emperador. Francia y Holanda apoyaban decididamente esta Unión. Frente a la misma se formó igualmente, como era de suponer, la que fue designada como Liga católica 17. Así se realizó el 11 de julio de 1609 entre Maximiliano I de Baviera, que aparece como el jefe del bloque católico, y los tres príncipes electores eclesiásticos y otros siete príncipes eclesiásticos. En realidad eran dos confederaciones militares dispuestas a empezar en cualquier momento una guerra civil. Bien pronto se ofreció una ocasión para ello. Por haber muerto sin sucesión el duque Juan Guillermo Kleve, los príncipes protestantes del Palatinado, Neuburgo y Brandeburgo se apoderaron del territorio sin esperar la solución del emperador. Contra esta violencia protestó Rodolfo II, y comisionó al obispo de Passau y Estrasburgo para que se posesionara de Kleve mientras se esperaba el fallo definitivo, y, en efecto, éste se apoderó de Fülich. Pero esto puso en conmoción a los príncipes protestantes, los cuales llegaron en febrero de 1610 a firmar una alianza con Francia, y se iniciaron los primeros movimientos por parte de los franceses. El peligro era inmenso, pues frente al débil Rodolfo II se hallaban el ambicioso elector del Palatinado y, sobre todo, el inteligente y activo rey de Francia, Enrique IV. Pero el asesinato de éste, ocurrido el 14 de mayo de 1610, y la muerte de Federico IV en el mes de septiembre dieron nuevo rumbo a los acontecimientos. La Unión y la Liga llegaron a una inteligencia, y el príncipe del Palatinado-Neuburgo, recientemente convertido al catolicismo, y el príncipe de Brande burgo, que del luteranismo había pasado al calvinismo, se repartieron los territorios disputados. 16 R I T T E R , M . , Gesch. der deutschen Union vol.i (1867); I D . , Zur Gründung der Union {15981608) (1870); I D . , Die Union und Heinrich IV (1874). i ' BEZOLD, J. V., Kaiser Rudolf II und die Liga: «Abh!. d e r Bayer. A k . d. Wiss.» 172 (1886) 334s; BURGER, W . , Die Ligapolitik der Mainzer Kurfürsten... 1604-1613 (1908). Véase, sobre todo, PASTOR, X X I V , 2 3 6 S ; ALBRECHT, D . , Die auswártige Politik M . s von Bayern 1618-1635 ( G ó t t i n gen 1962); LOJEWSKT, G . VON, Bayerns Weg nach Koln, Gesch. der bayerischen Bistumspolitik in der zweiten Halfte des XV. Jhts.: «Bonner hist. Forschungen» 21 (Bonn 1962).
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L A GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS (1619-1648)
y LA PAZ DE WESTFALIA (1648) 1 8
Al fin del reinado de Rodolfo II, la situación era sumamente confusa y amenazadora. No obstante los progresos alcanzados por los católicos, su situación se iba haciendo cada día más inestable. Mientras Rodolfo II se iba enfriando cada vez más en sus sentimientos católicos, su hermano Matías simpatizaba abiertamente con los protestantes. Contra la voluntad de Rodolfo, Matías entró militarmente en Bohemia y el 24 de marzo de 1611 ocupó la capital, Praga. Forzado por las circunstancias, abdicó entonces Rodolfo, y Matías fue proclamado rey. La muerte de Rodolfo, víctima de aquella terrible humillación, en enero de 1612 impidió nuevas tragedias. 1. E l e m p e r a d o r Matías (1612-1619).—La situación era, en verdad, dificilísima, verdadero prenuncio de la horrible guerra que iba pronto a estallar. Bien claramente se manifestó en la elección del emperador. Ya antes de morir Rodolfo II se habían reunido los príncipes electores en 1611 para la elección del rey de romanos o sucesor en el imperio; mas no pudieron llegar a ningún resultado. Pero, aun después de la muerte de Rodolfo, fue imposible durante largo tiempo convenir en la elección. Los dos partidos, católico y protestante, poseían igual número de votos y persistían en sus respectivas exigencias. Los protestantes se habían envalentonado durante los últimos años de Rodolfo II y, aprovechándose de su debilidad, habían aumentado extraordinariamente su poder y sus privilegios sobre todo en Austria y Bohemia. Así, pues, no querían ahora ceder en sus posiciones. En cambio, los católicos, conscientes de la fuerza adquirida en los últimos años, estaban decididos a mantener sus derechos. Al fin, el príncipe elector de Sajonia se puso de parte de los católicos, y fue elegido como emperador Matías, el cual, aunque no siempre había sido decidido defensor de los intereses católicos, se veía obligado desde ahora, aun por la misma razón de Estado, a propugnarlos frente a los protestantes. Sin embargo, aunque por este motivo se propuso desde un principio suspender o por lo menos limitar las excesivas concesiones hechas por Rodolfo a los no católicos de Bohemia 19 , quiso 18
Véanse, ante todo, las fuentes y obras generales indicadas e n la n t . l . E n particular:
Fuentes.—Briefe und Akten zur Gesch. des Dreissigjáhr. Krieges, p o r la Acad. Báv. d e C i e ñ e , 11 vols. (1590-1613; 1870-1908). N u e v a serie, 1618-1631, p o r W . G O E T Z (1908-1918); G Ü N T H E R , E-, Die Habsburg. Liga (1625-163$); Briefe u. Aktenaus dem Generalarchiv von Simancas (1908). B i b l i o g r a f í a . — P A S T O R , XXVI.290S y los vols. siguientes; R I T T E R , DROYSEN, H E R M E L I N K , BRANDI, GEBHARDT y otras obras ya citadas; G I N D E L Y , A . , Gesch. des dreissigj. Krieges 4 vols. (1869-1880); I D . , Gesch. der Gegenref. in Bóhmen (1894); W I N T E R , G . , Gesch. des dreissigj. Kr. (1893); STIEVE, J., Der Ursprung des dreissigj. Kr. 1607-1619 (1875); K L O P P , O . , Der dreissigj. Kr. bis 1632 3 vols. (1891-1896); I D . , Deutschland u. die Habsburger,'por L . K O N I G (1908); H U C H , R., Der Dreissigjdhrige Krieg nuev. ed-, 2 vols. (Leipzig 1957); L I V E T , G . , La guerre de Trente ans: «Que sais-je?» 183 (París 1963); JESSEN, H . , Der dreissigjáhrige Krieg in Augenzeugenberichten (Frib. d e S. 1963); R I T T E R . M-, Deutsche Gesch, im Zeitalter der Gegenref. und des dreissigj ahrigen Krieges. 2. a ed. ( D a r m s t a d t 1963); CÁRTER, C . H . , The secret diplomacy ofthe Habsburgs 1598-1625 (Londres 1965). 19 Para estos años turbulentos, véanse PASTOR, XXVI,249s; G I N D E L Y , A . , Gesch. der Gegenref. in Bóhmen (1894); BRETHOLZ, B., Gesch. Bóhmens und Máhrens I H - I V (1924-1925); TURBA, G . , Geschichte des Thronfolgerechts (1913).
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también mantener el equilibrio de los dos partidos y evitar de este modo la guerra que amenazaba. Como representante de esta política aparece el cardenal Melchor Klesl (f 1630) como el hombre de confianza del emperador 2 0 . Por una parte, pues, inició una acción sistemática y eficaz en Austria y Bohemia en orden a poner en práctica la reforma católica. Conforme al principio establecido por los protestantes, y puesto entonces en vigor en todas partes donde se disponía de la fuerza para ello, de excluir de los propios territorios a todos los que profesaban otras creencias, se prohibió en Austria, Hungría, etc., el culto protestante y se hizo clausurar todas las iglesias luteranas y calvinistas. Fácilmente se comprende la excitación que se fue apoderando de los protestantes. Por esto, la dieta de Ratisbona de 1613 fue completamente estéril. Todos los esfuerzos del emperador Matías y del cardenal Klesl por llegar a la inteligencia entre la Unión y la Liga, como representantes de las dos fuerzas opuestas, resultaron inútiles. Llegóse al extremo de ofrecer al príncipe protestante de Magdeburgo asiento y derecho de votación en la dieta; pero Maximiliano de Baviera 21 , apoyado por el nuncio, se opuso decididamente. Asimismo se trató de la disolución de la Unión y la Liga, que representaban el mayor peligro de la guerra; pero a ello se opusieron decididamente ambos partidos, y sólo se obtuvo una ligera transformación de la Liga, sometiéndola al emperador. La cuestión sobre la sucesión en el imperio exasperó más todavía a los protestantes. Pues aunque España, por boca de su embajador Oñate, publicó oficialmente en 1617 la renuncia a sus posibles derechos, los archiduques Fernando y Maximiliano de Baviera obligaron al emperador Matías y al cardenal Klesl a reunir en el mismo año 1617 la dieta electoral de Praga. Pero tanto Matías como Klesl fueron dando largas a la elección, que no tuvo lugar hasta después de estallar la revolución de Bohemia. Entre tanto, la tensión de los ánimos llegó hasta lo sumo. El emperador, empujado por el partido católico, ordenó en 1617 la destrucción o el cierre de las iglesias que los protestantes habían levantado en Klostergrab y Braunau. Contra esta disposición imperial protestaron los jefes protestantes; pero, sin atender a sus quejas y presionado siempre por los jefes católicos, el emperador hizo arrasar la iglesia de Klostergrab. Tal fue la ocasión última de la rebelión de Bohemia, que dio, a su vez, origen a la guerra de los treinta años. La ejecución de esta orden imperial colmó la medida del coraje de los protestantes. Organizóse una rebelión y levantamiento formal en Praga bajo la dirección de algunos nobles, y, sobre todo, del conde Matías de Thorn. Convocaron para el 5 de marzo una asamblea de todas las fuerzas protestantes, pero ésta fue impedida por el Gobierno. Enviaron entonces un memorial de protesta al emperador, pero éste no quiso admitirlo. Enton20 MÜLLER, J., Die Vermittlungspolitik Kleslsvon 1613-1616 -.: «Mitt. Oest. Gesch.» 5 (18961903) cuad.5 604S; KERSCHBAUMER, A., Kardinal Klesl 2.a ed. (1905). 21 Sobre la actuación general de Maximiliano I de Baviera, Briefe und Akten... Nueva serie, Die Polüik Maximilians I..., por W. GOETZ (1908-1918); HOGL, M., Die Bekehrung der Oberpfalz durch Kurfürst Maximilian V. Bayern u. sein Jh. (1949).
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ees, pues, decididos a jugarse el todo por el todo, convocaron, contra la expresa voluntad imperial, la anunciada asamblea. Desde este punto, los acontecimientos se precipitaron con rapidez vertiginosa. No obstante la nueva orden del emperador de disolver aquella asamblea, la rebelión siguió ya su curso comenzado. El 23 de mayo se apoderaron de la fortaleza y arrojaron a la fosa por la ventana a los dos representantes imperiales, Martinitz y Blawata. Con esto se dio principio a un régimen de terror contra todo lo católico. Arrojóse inmediatamente a los jesuítas, al arzobispo y a los abades de varios monasterios. Varios de éstos fueron saqueados; muchas iglesias, confiscadas; los católicos, excluidos de los cargos públicos; algunos de ellos fueron asesinados. Digno de mención es el martirio del párroco Juan Sarkander, víctima de inhumanas torturas, beatificado en 1680. Entre tanto, la rebelión se extendió a toda Bohemia; uniéronse rápidamente a ella diversos señores protestantes de Austria y de los territorios vecinos, alentados por la Unión protestante alemana, que enviaba tropas en apoyo del movimiento. Tal era la situación del imperio cuando el 20 de marzo de 1619 murió el emperador Matías, quien hasta los últimos momentos estaba empeñado en llegar a una inteligencia con los rebeldes. 2. Fernando II (1619-1637) 22 . Primer período de la guerra. En tan tristes circunstancias inició su gobierno Fernando II, proclamado ya como rey de Bohemia en 1617 y de Hungría en 1618. Era nieto de Fernando I; había recibido de los jesuitas una educación profundamente católica, y, elegido como emperador el 28 de agosto, fue coronado en Frankfurt el 9 de septiembre de 1619. Jamás un emperador alemán había iniciado su gobierno en momentos más angustiosos. Por un lado se presentaba la creciente amenaza de los turcos; por otro, en sus propios territorios hereditarios hervía la rebelión, que dominaba en Bohemia, Moravia, Silesia y gran parte de Austria; los protestantes de toda Alemania se ponían frente a él, de parte de los rebeldes. Hasta tal punto llegó su desesperada situación, que para acudir al acto de la coronación en Frankfurt tuvo que arriesgarse, sin tropas de acompañamiento y sin dinero, a través de sus enemigos. Estos llegaron al extremo de deliberar seriamente sobre el reparto de los territorios hereditarios imperiales. A tan desesperada situación hizo frente el nuevo emperador Fernando II con la mayor energía y con indomable valor, para lo cual le sirvió maravillosamente su profunda convicción religiosa y la íntima conciencia de su deber. De este modo se dio principio al primer período de la guerra de los treinta años, llamado bohemio-palatino (16191623), y el que, juntamente con el segundo, el sajón-danés (1623-1629), constituyen el mayor triunfo y el punto culminante de la causa católica. Frente a la literatura tendenciosa protestante, que ha tratado siempre de presentar la figura de Fernando II como el tipo de un fanático y obscurantista, la investigación moderna ha probado con toda suficiencia que, si no poseía las dotes de caudillo e iniciador de grandes em22 Véanse, ante todo, las fuentes y obras generales. En particular Akten u. Knrrespondenzen zur Gesch. der Gegenref... unter Ferdinand II. II. 1600-1637 (1907J; HURTER, FR., Geschichte Ferdinands II u. seiner Eltern 7 vols. (1850-1854).
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presas, era el gobernante modelo que con clara visión de la realidad sabe hacer frente a las situaciones difíciles y con férrea constancia vence toda clase de dificultades. En realidad, el movimiento de rebeldía no sólo no se había detenido ante la elección del nuevo emperador, sino que fue tomando cada día mayores proporciones. El calvinista Federico V, jefe de la Unión protestante y príncipe elector del Palatinado, fue elegido por los rebeldes como rey de Bohemia, y fue coronado en Praga el 15 de octubre de 1619. A su lado se colocaron Hungría, Moravia, Silesia y gran parte de Austria. En esta forma se declaraban abiertamente contra el nuevo emperador Fernando II y se daba comienzo a la guerra de los treinta años. Frente a un enemigo tan poderoso y fanatizado con los primeros triunfos, debe considerarse como el primer éxito de Fernando II el haber sabido ganarse a un conjunto de confederados capaces de darle la victoria. Ante todo, contaba con la Liga católica, a cuya cabeza se hallaba el belicoso Maximiliano de Baviera. Asimismo contaba con tropas auxiliares españolas, y obtuvo igualmente considerables subsidios del romano pontífice. Pero lo que acabó de dar a Fernando II una ventaja decisiva sobre sus adversarios fue la adhesión a su causa del príncipe elector de Sajonia, Juan Jorge II, quien por aversión al calvinismo no quiso unirse al calvinista Federico V del Palatinado, jefe de los rebeldes. El primer choque se produjo en la primavera del año 1620, en que los ejércitos imperiales atacaron en tres frentes diversos. Mientras un ejército español-flamenco entraba en el Palatinado y el príncipe elector de Sajonia en Lausitz y Silesia, Maximiliano de Baviera y el general Tilly, al mando de las fuerzas bávaras, se apoderaban rápidamente de la alta Austria, y, uniéndose con el ejército imperial, se dirigieron a Praga, donde se encontraba el príncipe elector del Palatinado con el grueso de las fuerzas protestantes, y en la célebre batalla del Monte Blanco (Weissen Berge), junto a Praga, del 8 de noviembre de 1620, le infligieron la más completa derrota. Federico V escapó, y desde entonces fue designado con el apodo de Rey del Invierno. La victoria era completa. Bohemia, Moravia, Austria y todos los territorios vecinos quedaron dominados y reconocieron al emperador. El complemento lo constituye la acción en el Palatinado. El 21 de enero de 1621, el emperador lanzó la proscripción imperial contra el príncipe elector, el Rey del Invierno. El 14 de mayo, disuelta la Unión protestante, quedaba Federico V a merced de sus enemigos. Bien pronto fue ocupado todo el Palatinado renano por las tropas españolas y de la Liga. Al apoderarse Maximiliano de Baviera de la biblioteca palatina de Heidelberg, la entregó al papa Gregorio XV como obsequio por los subsidios enviados 23 . Tal fue el resultado militar del primer período de la guerra de los treinta años. No es, pues, de sorprender que los vencedores trataran de aprovechar en lo posible su victoria. Ante todo, se puso en práctica la reforma católica en todos aquellos territorios donde había sido arrojado violentamente el catolicismo. Aplicando el principio entonces en 23
Véase arriba, p.893.
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vigor, excluyeron en absoluto de Bohemia, Moravia, Austria y l o s demás territorios hereditarios imperiales a todos los disidentes, introduciendo de nuevo con toda amplitud el culto católico. Ciertamente se procedió en este sentido con excesivo rigor, arrojando de aquellos territorios a todos los pastores calvinistas, utraquistas y luteranos, y poniendo poco después a todos los ciudadanos ante la alternativa de abrazar el catolicismo o de marchar al destierro. Pero téngase presente que éste era el sistema propio del tiempo, consecuencia del derecho de reforma de los príncipes, que tantas veces aplicaban los protestantes. Pero al mismo tiempo, los vencedores católicos aplicaron todo el rigor de la ley contra los dirigentes de la rebelión. Fernando II rasgó por sí mismo la carta imperial, en la que se contenían los privilegios arrancados del débil emperador Matías. Veintisiete de los principales dirigentes fueron ajusticiados en Praga el 21 de junio de 1621. Sus bienes fueron confiscados. El nuncio, Carlos Carafa, intervino activamente. En realidad fueron muchísimos los que volvieron sinceramente al seno de la Iglesia. Por otra parte, Federico V perdió su dignidad de elector, que fue transferida a Maximiliano de Baviera, no sin protestas de los demás electores. Asimismo, en recompensa de sus méritos y como botín de guerra, recibió Maximiliano el alto Palatinado, mientras el Palatinado renano quedaba bajo la administración de las fuerzas españolas y liguistas. En todos estos territorios se introdujo de nuevo el catolicismo conforme al principio del derecho de reforma de los príncipes. Sólo en Silesia, conquistada en gran parte por el elector de Sajonia, que era calvinista, pero aliado de los católicos, persistió sustancial mente la situación de predominio del protestantismo, aunque de hecho se hicieron diversas concesiones a los católicos. 3. Segundo período, sajón-danés: 1625-1629.—Todo esto significaba un triunfo extraordinario del catolicismo, e indudablemente se inició en todos estos territorios del centro de Europa un gran rejuvenecimiento de todas las instituciones católicas y aun de prosperidad material en la vida pública. Toda esta obra hubiera llegado a su más pleno desarrollo, e indudablemente el catolicismo hubiera hecho muchos mayores progresos, si no hubiera vuelto a encenderse la llama de la guerra, principalmente por iniciativa del conde de Mansfeld. Este, juntamente con Cristiano de Braunschweig y Jorge de Baden-Durlach, azuzados por la política francesa, que no podía permitir el aumento del prestigio de la casa de Habsburgo, se encargaron de continuar aquella guerra, que parecía terminada. Presentáronse por cuenta propia como defensores de la causa del Rey del Invierno; pero los dos últimos fueron vencidos entre 1622-1623 en tres batallas por Tilly 2 4 , el general de la Liga católica. Entonces se les unió Cristiano IV, rey de Dinamarca y duque de Holstein, y, apoyado por Jacobo I de Inglaterra y por Holanda, organizó una nueva campaña en defensa del desposeído Federico del Palatinado. De este modo se inició el segundo período de la guerra de los treinta años, que es el sajón-danés-palatino (1625-1629), en el que, con la rapidez de un relámpago, las fuerzas católicas obtuvieron las más decisivas victorias. 24 VILLERMONT, Tilly oder der Dreissigj áhr. Krieg (1850); KEYM-MARGOUR, Tilly 2.* ed. (1915); WITTIG, C , Magdeburg, Gustav Adolf u. Tilly 2 vols. (1874).
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P.U. De Latero a la paz de WestfaUa
Frente a estos enemigos organizó Fernando II un ejército imperial mandado por el general Alberto von Wallenstein 25, quien obtuvo una decisiva victoria en Dessau en abril de 1626 que aniquiló las fuerzas de Mansfeld. Al mismo tiempo, otro ejército de la Liga, al mando del general Tilly, derrotaba completamente a Cristiano IV junto a Lutter, en Baremberge, al noroeste de Goslar, en agosto del mismo año. La guerra siguió un curso cada vez más desastroso para los protestantes, hasta que, muertos los dos jefes, Mansfeld y Braunschweig, y quedando ya sólo Cristiano IV, se vio éste forzado a aceptar la paz de Lübeck en 1629, por la que renunciaba a mezclarse en los asuntos alemanes, abandonando todos los territorios de la baja Sajonia. Las consecuencias de estas repetidas victorias de las fuerzas católicas elevaron hasta lo sumo el optimismo de los imperiales. Fernando II, indeciso y acobardado al principio de su gobierno, se sentía ahora obligado en conciencia a aplicar en todo su rigor el derecho de reforma, característico del tiempo, excluyendo el protestantismo de los territorios católicos. Más aún: teniendo presentes los abusos cometidos por muchos príncipes protestantes, se decidió a hacer retroceder al protestantismo a los límites que le habían impuesto el tratado de Passau de 1552 y la paz de Augsburgo de 1555. Por esto, consciente de las grandes ventajas obtenidas con las recientes victorias, movido por sus convicciones profundamente católicas y juntamente alentado por su confesor y el nuncio pontificio, se decidió entonces a publicar el 6 de marzo de 1629 el célebre edicto de restitución26. Conforme a la mente de Fernando II, su significación no era otra cosa que una interpretación auténtica de la paz de Augsburgo, y su contenido consistía, ante todo, en la renovación del reservado eclesiástico y en la obligación de restituir todos los territorios injustamente tomados a los católicos después de 1555, que se elevaban a doce obispados y dos arzobispados y gran número de abadías y monasterios. Todo ello debía efectuarse hasta 1631. Por otra parte, ponía a los protestantes de los territorios católicos ante la alternativa de emigrar o de abrazar el catolicismo; y, finalmente, concedía a los príncipes protestantes el libre uso de su religión dentro de sus territorios. Indudablemente, este momento representa el punto culminante de la renovación católica en los territorios del centro de Europa. El catolicismo quedó definitivamente renovado en Austria, Bohemia y otros territorios, con lo cual y lo anteriormente realizado se puede afirmar que se logró reconquistar una buena parte de lo que ya parecía irremediablemente perdido, al mismo tiempo que se puso un dique poderoso contra el ulterior avance del protestantismo. El catolicismo recobró su antiguo prestigio. 25 RANKE, L . v., Gesch. Wallensteins 5.» ed. (1895); STIEVE, F . , Wallensteins Ubertritt zum Katholicismus (1897); I D . , Zur Gesch. Wallensteins (1898); H U R T E R , Wallensteins vier letzte Lebensjahre (Viena 1862); H A L L W I C H , H „ Gesch. Wallensteins 3 vols. (Viena 1910); H U C H , R., Wallenstein (1919); SRBIK, H . VON, Wallensteins Ende. Ursachen, Verlauf und Folgen der Katastrophe 2.*ed. (Salzburgo 1952); ERNSTBERGER, A., Für und wider Wallenstein...: «Hist. Jahrb.» 74 (1955) 265S; W A G N E R , G., Wallenstein, der bóhmische\Condottiere. Ein Lebensb'úd (Viena 1958). 26 JUPETZ, T . , Der Streit um die geistl. Güter u. das Restitutionsedikt: «Sitz. Ber. Viena» 102 (1883) 3 i 5 s ; GEBANER, J. H . , Kurbrandenburg u. d. Rest.-edikt (1899); G Ü N T H E R , H . , Das Rest.edikt von 1629 (1901). Véase, sobre todo, PASTOR, X X V I H , 4 8 S ; R E P G E N , K., art. en «LexThK» 8.1257-1258.
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4. Guerra sueca.—-El resultado de la guerra de los treinta años hasta 1630 no podía ser más favorable a los católicos. Por esto, la vida católica volvió a florecer en todas partes con todo su esplendor. Pero aquellas medidas de tanto alcance tomadas por Fernando II han sido tildadas por muchos historiadores de excesivamente radicales, por lo cual provocaron la.intromisión del extranjero, particularmente Suecia y Francia, que con su intervención posterior cambiaron por completo el rumbo de los acontecimientos. ¿Cómo debe juzgarse la conducta de Fernando II ? En realidad, éste no obró únicamente por propia iniciativa, sino bien aconsejado por las personas de más prestigio moral, y sus disposiciones no fueron el producto de un arrebato pasional, sino fruto de madura reflexión. Pero mientras en todos los territorios católicos alemanes produjeron un efecto sumamente benéfico y en el resto del mundo católico se dio la impresión de una restauración del prestigio de la Iglesia, en cambio, este renovado prestigio y aquella renovación católica excitó la suspicacia y los celos de Francia y de Suecia ; pues mientras Francia no veía en ello más que el robustecimiento de su rival, la casa de Habsburgo, Suecia veía la humillación del protestantismo. Por esto se inició entonces un cambio radical en la guerra, que iba a ensangrentar horriblemente a Alemania y producir al catolicismo daños irreparables. El rey de Suecia Gustavo Adolfo 21, hombre de grandes cualidades como caudillo militar y como hombre de gobierno, que ya había conseguido elevar sus Estados a un gran prestigio internacional, preocupado ahora por las derrotas de sus correligionarios los protestantes de Alemania, se sintió llamado a acudir rápidamente en su auxilio, con lo cual conseguiría aumentar el poder de Suecia y ponerse a sí mismo a la cabeza del protestantismo. Posteriormente, embriagado por sus victorias, llegó incluso a aspirar a la corona imperial. Puesto en relación con Richelieu 28 , arbitro de la política francesa, y habiendo recibido de él importantes ayudas pecuniarias, inició en 1630 el período tercero, la guerra sueca (1630-1635). Ya en 1630, en la dieta de Ratisbona se dejó sentir el influjo indirecto de la campaña francesa, pues en ella se obligó al emperador a licenciar al general Wallenstein y su ejército. Evidentemente había intervenido la mano oculta de los enemigos de los Habsburgo, pues precisamente entonces, el 24 de junio de 1630, desembarcaba en Usedom Gustavo Adolfo, y, apoyado por el dinero francés, iniciaba su carrera triunfal por los campos de Europa. En públicos manifiestos se presentaba como campeón del protestantismo, que se hallaba en verdadero peligro; sin embargo, conociendo sus miras interesadas y sus 27 GFRÓRER, Gustav Adolf 4.* ed. (1863); DROYSEN, Gustav Adolf von Schweden 2 vols ( L e i p zig 1869S); GUTJAHR, Gustav Adolfs Bewegsgründe zur Teilnahme am deutschen Krieg (1894); EGELHAAF, Gustav Adolf in Deutschland; KRETZSCHUAR, ]., Gustav Adolfs Plañe u. Ziele in Deutschland (1904); BOTHE, J., Gustan Adolfs und seines Kanzlers... Absienten a u / D . (1910); SCHWAERZ, H . , W. u. Gustav Adolf (1937); ROBERTS, W., Gustavus Adolphus. A hístory of Sweden, 1611-1632 2 vols. (Londres 1958); SEIDLER, I., Untersuchungen über die Schlacht bei Lützen, 1623 ( M e m mingen s.a.). Véase en particular PASTOR, XXVIII,64S. io2s. 28 Sobre Richelieu véase más adelante, c í o . E n este lugar pueden verse, sobre todo, P A S TOR, XXVIII,67S. Biografías d e Richelieu, por HANOTEAUX, G . - D U C DE LA T O R R E , 6 vols. (París 1893-1947); BURCKHARDT, 12. • ed. (1950); BATIFFOL, L., R~. efle roí Louis XIII (París 1934); L A BRUYÉRE, R., La marine de Richelieu, J585-1642 (París 1958).
P.H. De Lulero a la paz de Westjalia
C.9. Catolicismo y protestantismo en Alemania
planes antigermanos, algunos príncipes protestantes no se le unieron en un principio. Rápidamente acudió a su encuentro el general Tilly con un ejército de la Liga, y el 20 de mayo de 1631 conquistó la importante fortaleza de Magdeburgo, que poco después quedó reducida a cenizas por el fuego lanzado por Gustavo Adolfo. Siguió luego adelante y se enfrentó con el caudillo sueco; pero en la batalla de Breintenfeld, junto a Leipzig, del 17 de septiembre, fue completamente derrotado. Era la primera derrota que sufría este insigne general católico. Después de ella apresuráronse los príncipes protestantes alemanes a unirse al rey sueco, quien continuaba avanzando victoriosamente. El 15 de abril de 1632 derrotó de nuevo a Tilly junto a Rain, en el Lech. Poco después moría, por efecto de una grave herida, el insigne general Tilly, quien con su indomable valor, su absoluta fidelidad y acrisolada virtud había sido uno de los más firmes sostenes de la causa católica. Entre tanto siguió Gustavo Adolfo avanzando. Tomó a Wurzburgo, Bamberga, Maguncia; penetró en Baviera y luego entró en Munich. En todas partes favoreció la introducción del protestantismo; se arrebató a los católicos multitud de iglesias y se cometieron innumerables crueldades con los eclesiásticos y los católicos, contra la expresa promesa hecha a Richelieu de respetar todo lo católico en estos territorios. En tan desesperada situación, Fernando II acudió de nuevo al papa Urbano VIII en demanda de subsidios. Este había otorgado ya anteriormente importantes ayudas pecuniarias y procuraba apartar al rey francés del lado de los protestantes. Sin embargo, en su convicción de que la guerra era más bien política que religiosa, no quiso continuar apoyando al emperador, cuyo excesivo poder en Italia también le molestaba. Esta política de Urbano VIII contribuyó eficazmente a la derrota de la causa católica. El papa se contentó con exhortar a la paz a las potencias católicas. Más tarde, ante el avance de Gustavo Adolfo hasta el Tirol, volvió a enviar algunos subsidios. Sólo la presencia de Wallenstein, llamado de nuevo por el emperador en tan críticos momentos, logró detener la carrera triunfal del rey sueco. Enfrentóse con él en la indecisa batalla junto a Lützen, del 16 de noviembre de 1632, que costó la vida a Gustavo Adolfo. Pero no terminó con esto la guerra, pues su canciller Oxenstjerna logró unir a los príncipes protestantes y, bajo la dirección del general duque Bernardo de Weimar, mantuvo en jaque a las fuerzas católicas. Por desgracia, la conducta ambigua de Wallenstein frente al emperador y a la causa católica terminó en febrero de 1634 .con el asesinato de este general, ordenado por los generales fieles al emperador 2 9 . Entre tanto siguió su curso la guerra, y tuvo lugar la decisiva victoria imperial contra el ejército sueco y protestante en Nordlingen, del 5 y 6 de septiembre de 1634. Esta victoria fue providencial para la causa católica. Por ella se salvó definitivamente todo el sur de Alemania para el catolicismo. El
príncipe elector Juan Jorge de Sajonia, después de reconocer el traslado del principado electoral del Palatinado a Baviera, cerró por separado con el emperador la llamada paz de Praga, de mayo de 1635, a la que luego se adhirieron otros príncipes protestantes. La Liga, católica, y la Unión, protestante, se disolvieron; concedióse una amnistía general y se señaló el año 1627 como el año normal: los diversos territorios debían quedar en la situación en que ese año se encontraban. Por otra parte, se mantenía el reservado eclesiástico. Este resultado significaba un triunfo del emperador, y hubiera sido una solución relativamente equitativa de todo el conflicto si no se hubieran mezclado los intereses de Suecia y, sobre todo, los de Francia.
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29 Sobre la última actuación de Wallenstein pueden verse SRBIK, H. R. V., Wallensteins Ende. Ursachen u. Folgen der Katastrophe (1920); PEKAR, J., Wallenstein, 1630-1634. Tragddie einer Verschworung 2 vols. (1937); JEDIN, H., Der Bericht Ottavio Piccolominis über WaUensteim Schuld u. Ende: «Z. f. Gesch. Schles." (1931) 328s. Véase asimismo PASTOR, X X V I I I , I I 7 S .
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5. Guerra sueco-francesa: 1635-1648.—En realidad, Suecia no hubiera continuado la guerra si no hubiera intervenido Francia. Pero tanto Suecia como, sobre todo, Francia se oponían decididamente a aquel robustecimiento del prestigio de los Habsburgo. El ideal de Francia consistía en mantener en completo equilibrio las dos fuerzas en Alemania: de los católicos, representados por los Habsburgo, y de los protestantes; mas, como según los últimos resultados, volvía a predominar el emperador, Francia se decidió a pasar abiertamente a la ofensiva. Por esto, si hasta ahora había hecho ocultamente la guerra a los Habsburgo apoyando a sus enemigos, ahora se dispuso a salir al campo abierto, y así, en 1635 declaró la guerra a España y al emperador. En realidad fue Francia la que llevó y dirigió esta última parte de la guerra de los treinta años, pero Suecia y algunos príncipes protestantes le sirvieron de auxiliares. En la mente de Richelieu se trataba únicamente de una cuestión política, pero, aunque de hecho era asunto preferentemente político y de antagonismo entre Francia y los Habsburgo, sin embargo, con su unión con los protestantes contribuyó Richelieu a la derrota de los católicos. Rápidamente se atacó a las fuerzas imperiales por dos frentes. El ejército sueco, bajo el mando del general Banner, acometió por Sajonia y el norte de Alemania en dirección a los territorios hereditarios, penetrando hasta Praga, donde venció a las fuerzas del emperador. Al mismo tiempo, Bernardo de Weimar, en unión con los franceses, se apoderó de las regiones del alto Rhin, y, al morir Bernardo de Weimar, se las apropió definitivamente Francia. En tan difícil situación se celebró el congreso de Colonia, al cual envió el papa como nuncio especial a Ginetti, pero fue imposible llegar a un acuerdo. Las exigencias de Francia eran tan excesivas, que el emperador Fernando II no pudo aceptarlas. De este modo y con esta triste perspectiva murió en 1637 este emperador, de sentimientos profundamente católicos, después de trabajar durante casi toda su vida por el prestigio del imperio, que él identificaba con el del catolicismo. Fernando III (1637-1657), su sucesor, volvió a conseguir importantes ventajas, haciendo retroceder a los suecos en 1637 hasta Pomerania; pero en 1638 renovaron aquéllos su avance. Por otro lado, por medio de los levantamientos de Portugal y Cataluña se conseguía eliminar a España de la contienda. Alemania quedaba cada día más exhausta. Fernando III en la dieta de Ratisbona de 1640-1641 mani-
P.1I. De Lutero a la paz de Westfalia
C.9- Catolicismo y protestantismo en Alemania
festaba sus ansias por llegar a una paz equitativa y concedía una amplia amnistía. Pero Francia deseaba deshacer por completo a los Habsburgo, por lo cual decidió continuar la guerra. Muerto Richelieu en 1642, su sucesor, Mazarino, continuó implacablemente la misma política de humillación de la Alemania de los Habsburgo. En realidad, los años siguientes se caracterizan por una guerra de saqueos, destrucción y empobrecimiento de todos los territorios imperiales. El prestigio imperial decayó rápidamente. Alemania se encontraba empobrecida y exhausta, por lo cual tuvo que avenirse finalmente a la paz de Westfalia.
paridad de cultos fueron los resultados inmediatos de la paz de Westfalia ; pero de ahí se derivaron rápidamente los que podemos considerar como sus frutos más característicos, que fueron la creciente decadencia del prestigio católico y, sobre todo, un amplio indiferentismo religioso, que condujo a la ilustración racionalista del siglo xvni con todas sus consecuencias. Por esto no es de sorprender que estas disposiciones tan dañinas a los intereses católicos fueran recibidas con gran disgusto por todo el mundo católico, particularmente en Roma, por lo cual se publicaron en muchas partes amplios comentarios sumamente desfavorables y enérgicas protestas contra la paz de Westfalia. Por lo mismo, se explica perfectamente que el romano pontífice Inocencio X, el 26 de noviembre del mismo año 1648, por medio del breve Zelus domus Dei, según se indicó anteriormente, elevara una solemne protesta contra las disposiciones de aquella paz, que tan gravemente se oponían a los derechos de la Iglesia católica.
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6. L a paz de Westfalia.—La paz de Westfalia (1648) 30 , por la que se puso término a la guerra de los treinta años, se dio en Münster y Osnabrück de Westfalia, y se contiene en dos documentos, de los cuales el que más nos interesa es el segundo, del 24 de octubre, en el que se contienen las condiciones de carácter eclesiástico. Francia había obtenido su objetivo. La casa de los Habsburgo quedaba profundamente humillada, y su poder extraordinariamente reducido. Por el contrario, Francia y los territorios protestantes, particularmente Suecia, salían robustecidos. Es verdad que Baviera mantenía el alto Palatinado y la dignidad electoral; en cambio, se independizaba el Palatinado renano y eran secularizados diversos principados eclesiásticos. En general, se fijaba el año 1624, el medio entre 1618 y 1630, como el año normal para regular los territorios de las diversas confesiones. Se proclamó definitivamente el derecho de reforma como competencia de los príncipes territoriales. Estos podían desterrar de sus Estados a los no conformes con su religión, si bien en estos casos debía permitirse a los desterrados la libre disposición de sus propiedades. En realidad, aunque se mantenía todavía el reservado eclesiástico en favor de los príncipes católicos, sin embargo, se puede afirmar que la paz de Westfalia supone el mayor triunfo del protestantismo 31 . Porque, además de que por ella las potencias católicas (excepto Francia) quedaban extraordinariamente debilitadas y eran tratadas con inferioridad, se proclamaba definitivamente el principio de tolerancia y de paridad de cultos, equiparando el catolicismo con el protestantismo. El protestantismo recibía oficialmente el derecho público de religión del imperio. Además se admitía también oficialmente el derecho público del calvinismo dentro del imperio. La tolerancia general y la 30
M E I E R N , ) . G . v., Acta pacis Wesíphalicae publica 6 partes (1734-1736); [Antes de M Ü L L E H ] :
A C T A PACIS WESTFALLIANAE, ser. 1
a
, Instructiones
(1636-1649)
, por F . D I C K M A N N - K . G O R O U Z I
(Münster 1862); R E P G É N , K., Die ramische Kurie und der westfállische Friede. Idee und Wirklichkeit des Papstums im XVI. u. XVII. Jht. 1 vols. (Tubinga r9Ó2); Forschungen u. Studien z. Gesch. des Westfáll. Friedens (Münster en W . 1965). M Ü I X E R , C , Instrumenta pacis Westphal.
(1949);
KYBAL, V.-INCISA
DELLA R O C C H E T T A , La
nunziatura
di F.
Chigi,
1640-
1651 (Roma 1934-1946); Négociations secretes touchant la paix de Münster et Osnabrük (16421648) 1723S; P H I L I P P I , F-, Der Westfállische Friede (1898); FISCHER, H . , Beilráge zur Kenntnis der papstlichen Politik wdhrend der rvestfál. Friedensverhandlungert (Berna 1913); Kopp, F - SCHULTE, E., Der Westf. Frieden 3 . a ed. (1943); BRAUBACH, M . , Der Westph. Friede (1948); H 6 VEE, E., Pax óptima rerum (1948). Véase, sobre todo. PASTOR, XXX,85S; CULTRERA, S., Per la pace di Westfalia. Missione alie corti di Fr. e di Sp. del P. Innocenzo Marcino da Caltagirone... (Milán 1955); R E P G E N . K., Der papstliche Protest gegen den Westfállischen Frieden und die Friedenspolitik Urbans VIII: «Hist. Jhbr.» 75 (1956) 94S; D I C K M A N N , F - , Der westfállische Fiieden ( M ü n s t e r in W . 1959). 31 SAGMÜLLER, }., Das exercitium reíigionis pubiicum, privatum und die deuotio domestica in Westph. Frieden: «Theol. Qschr.» 90 (1908) 255s; ECKHARDT, G. C , The Papacy and the woltdaffairs (Chicago 1937).
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7. El protestantismo y el catolicismo.—El resultado de la guerra de los treinta años y de la paz de Westfalia podemos caracterizarlo diciendo que las respectivas posiciones de los católicos y de los protestantes, el antagonismo y oposición recíproca, se afianzaron definitivamente en Europa, y en este estado han continuado sustancialmente hasta nuestros días. Es bien conocido el hecho de que, a lo largo del siglo xvi, se fueron enconando cada vez más los ánimos de los diversos campos en que se había dividido la cristiandad. Mientras los protestantes fomentaban entre sus secuaces el odio más vivo contra todo lo católico, y en particular contra el papa, los católicos presentaban a los protestantes como síntesis de corrupción y como víctimas de las más innobles pasiones. Mientras los luteranos y los calvinistas condenaban a muerte a los católicos por defender su fe, los católicos en Roma, en Francia y en España enviaban a la hoguera a los protestantes fieles a sus creencias. índices de esta posición de antagonismo y apasionamiento de los dos campos son, a lo largo del siglo xvi y primera mitad del xvn, ante todo, el hecho de que cada una de las partes procuraba eliminar por completo a la otra del territorio que había logrado dominar. Así se llegó a establecer oficialmente el principio Cuius regio,, eius et religio, la religión debe ser la del soberano. Por este principio se colocaba a los de confesión contraría ante la alternativa de cambiar de confesión y abrazar la dominante o de emigrar. Al colmo del apasionamiento se llegó cuando se persiguió a muerte a los de confesión contraria. índice asimismo de esta situación de antagonismo y apasionamiento recíproco fueron las guerras religiosas en Suiza, en Francia y en diversos territorios de Alemania, que tantas veces enfrentaron a los católicos contra los protestantes, y, sobre todo, la guerra de los treinta años, que, aunque llegó a tomar un aspecto y carácter político, tenía una base fundamentalmente religiosa. El hecho es que ahondó más todavía la oposición y apasionamiento entre las dos partes. Pues bien, esta división y apasionamiento de las dos confesiones cristianas, el catolicismo y el protestantismo, quedaron, por así decirlo, definitivamente consagrados en la paz de Westfalia y constituyen la
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P.ll.
De Luteto a la paz de Wts/falia
C.10. El catolicismo en Inglaterra y Francia
característica más saliente de la situación de Europa a partir de esta fecha. Más aún: podemos añadir que el mismo antagonismo, el mismo apasionamiento recíproco, los mismos prejuicios de cada una de las partes respecto de la otra, han continuado hasta estos últimos años, en que se han iniciado nuevos tiempos de mutua comprensión. De hecho, gracias principalmente a la intensa labor realizada por el papa Juan XXIII y a la continuación e intensificación de la misma por el papa reinante, Pablo VI, se ha conseguido crear un ambiente nuevo. Todos, en efecto, somos testigos en nuestros días cómo, por efecto de la labor realizada, se han transformado sustancialmente las posiciones y relaciones recíprocas de las diversas confesiones cristianas, entre las que entendemos principalmente los protestantes en sus diversas ramas, los ortodoxos orientales y los católicos. Por esto es fácil observar cómo, de parte de los ortodoxos y de los protestantes, ya no se mira al papa y a los católicos (según se hacía hasta hace muy pocos años) como hombres sin conciencia, inmorales y supersticiosos, sino como personas profundamente religiosas que aspiran con seriedad al servicio de Dios y al cumplimiento de sus deberes religiosos. De una manera semejante reconocemos en el campo católico que ya no se mira a los protestantes o a los ortodoxos como hombres sin religión y sin moral o simplemente como «herejes», con toda la odiosidad que esta palabra incluía, sino como cristianos igual que nosotros, que tienen conceptos de la religión diversos a los nuestros y que nosotros juzgamos erróneos, pero que son discípulos de Cristo como nosotros. Por esto, resumiendo nuestra posición respecto de todos ellos, los designamos como hermanos separados. Así se explica que vaya afianzándose cada día más el ideal y aspiración de todos de llegar un día a la verdadera unidad de todos los cristianos.
CAPITULO
El catolicismo
en Inglaterra
X
y Francia
1
Mientras el catolicismo seguía en el centro de Europa un desarrollo tan intenso que, como se ha visto anteriormente, llegó a contener los progresos del protestantismo, experimentaba muy variada suerte y se veía obligado a combatir heroicamente en los demás territorios de Europa. Pero, gracias a la renovación católica realizada después del concilio de Trento, le fue posible mantener con ventaja estas contiendas, señaladas en diversas partes con la sangre de sus mártires. I.
E L CATOLICISMO EN INGLATERRA
2
Los comienzos de este período de 1553 a 1648 fueron en verdad halagüeños, pues con María Tudor se introdujo de nuevo el catolicismo en Inglaterra; pero, muerta prematuramente esta reina profundamente católica, le siguió en el trono su rival, la reina Isabel (15581
Véanse las obras generales, sobre todo A U L T , F R I E D E L L , HAUSER, H A Y E S , L E M A N , H E R M E -
L I N K . E n p a r t i c u l a r PASTOR, X X I Í I S . 2
A d e m á s d e las obras generales p u e d e n v e r s e :
F u e n t e s . — S T R Y P E , Ecclesiastical Memorials relating chiefiy to religión and the reformation of Engl. 25 vols. N u e v a ed. (Oxford 1822); P O L L E N , J. H . , Acts of the English Martyrs ( L o n d r e s
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1603), la cual volvió a introducir las nuevas doctrinas anglicanas, que, tras diversas luchas intestinas, quedaron definitivamente confirmadas durante su reinado y los siguientes de Jacobo I (1603-1625) y Carlos I (1625-1649). 1. María la Católica (1553-1558) 3 .—A la muerte de Eduardo VI, el protector, duque de Northumberland, quiso afianzar su poder y las innovaciones introducidas por un golpe de audacia. Por esto, rápidamente proclamó como reina a Juana Gray, nieta de Enrique VIII, casada recientemente con el hijo del protector. Pero su reinado duró sólo nueve días, pues inmediatamente fue elevada al trono la legítima heredera, María Tudor la Católica, hija del primer matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón. Contaba a la sazón treinta y ocho años y poseía la experiencia de una vida sumamente agitada entre grandezas y persecuciones, en las cuales se había conquistado cierta aureola de estima popular por su fidelidad a la religión católica. Por esto y por la oposición de muchos grandes a la elevación de Juana Gray, María la Católica fue recibida triunfalmente en Londres, y poco después eran ajusticiados Juana Gray, el protector Warwick y su hijo. Libre, pues, de sus enemigos, la reina María inició su reinado con relativa tranquilidad, y desde un principio manifestó su decisión de volver a todo su reino a la fe católica. La buena acogida que generalmente encontró en el pueblo indica que las nuevas ideas no habían echado todavía hondas raíces. Sin embargo, la dificultad principal provenía de dos causas. En primer lugar, la jurisdicción de Roma encontraba muchos adversarios, pues la persistencia de las propagandas antipontificias durante tres decenios había producido en todas las clases de la sociedad un odio profundo contra el Papado. Pero todavía era peor la segunda dificultad, que era la oposición de los grandes a toda innovación, pues suponían que con ella se verían obligados a devolver los bienes confiscados a la Iglesia. 1891); I D . , Unpublished dacuments relating to the English M . I (1584-1603^) ( L o n d r e s 1908); I D . , Sourcesfor the Hist. of Román Catholicism in England, Ireland and Scotland (Londres 1921); G E E , H . - H A R D Y , W . J., Documents illustrative of English Church Hist. ( L o n d r e s 1896-1914). B i b l i o g r a f í a . — A n t e todo, algunas historias de Inglaterra: H U N T , W . - P O O L E , R. L-, Political History of England V I - V I I ( L o n d r e s 1907-1915); BELLOC, H . , A History of England. IV. i 5 2 5 - r 6 t 2 ( L o n d r e s 1931); TRAVELYAN, G., Hist. of England ( L o n d r e s 1926); R E A D , C , The Tudors ( L o n d r e s 1936); RAYNER, R. M . , England in Tudor and Stuart times, 1485-1714 2.* ed. (Londres 1952). E n particular las historias d e la Iglesia en Inglaterra: D I X O N , R. V., History of the Church of England (1500-1570J 6 vols. 2. a ed. ( L o n d r e s 1884-1902); GRAHAM, R., English Ecclesiastical Studies ( L o n d r e s 1927); S M I T H E N , Continent Protestants and the English Reformation ( L o n d r e s 1927): GAIRDNER, T., History of the English Church in the i6th Century ( L o n d r e s 1902): SPILLMANN, J., Gesch. der Katholikenverfolgung in England (1535-1681) 5 vols. 3 . a ed. (1910); L O A N E , M . L . , Masters of the English Reformation ( L o n d r e s 1954); C U L K I N , G., The English Ref. (Londres 1954): HAMILTON, K. G., The protestant way (Londres 1956): Rupp, G., Six jnakers of English religión (Nueva York 1957); W I L L I A M S O N , H . R., The beginning of the English Reformation (Londres 1957); H U G H E S , P H . , The Reformation in England II ( L o n d r e s 1953); B R E T T , S. R., The Tudor century ( L o n d r e s 1962); W R I G H T , L . B.-LÁMAR, V. A., Life and letters in Tudor and Stuart England (Oxford 1963); W O O D W A R D , G. W . O . , A short history of XVIth century England ( N u e v a York 1963). 3 H U G H E S , F . , Rome and the Counter-Reform in England ( L o n d r e s 1944); I D . , The Reform. in Engl. II,1 ( L o n d r e s 1953). Biografías: STONE, J. M . , ( L o n d r e s 1901); B R O W N , M . C R . , Mary Tudor ( L o n d r e s 1911); W O O D W A R D , C , Queen Mary ( L o n d r e s 1927); PRESCOTT, H . F . M . ( m u y buena) ( L o n d r e s 1952). O t r a s o b r a s : GONSTANT, G., El matrimonio de María con Felipe II: «Rev. Hist. Dipl.» 26 (1912) 23S224S; I D . , Restauración católica en Inglaterra: «Rev. Hist.» 112 (1913) i s ; H U G H E S , P H . , The Reformation in England: III. True Religión now established (Londres 1954); W A T K I N , E. I., art. Maria die Katholische: «LexThK» 7 (1962) 38-39.
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P.U. De Latero a la paz de Westfalia
Acomodándose al insistente consejo de Carlos V, María siguió en un principio una política de relativa moderación, si bien comenzó a tomar las medidas conducentes a estabilizar su posición y a restablecer la unidad católica, por lo cual rechazó el título de cabeza suprema de la Iglesia. Muy significativo sobre la moderación usada en un principio fue su conducta con Cranmer. Mientras restituía a sus diócesis a Gardiner, Banner y otros obispos, injustamente destituidos, se contentó con castigar con cárcel mitigada a este hombre, instigador de toda la política anticatólica y del levantamiento de Juana Gray. Solamente cuando Cranmer salió al público con un violento escrito polémico contra la misa fue encarcelado en la Torre de Londres. Para dar más fuerza a su decisión de restablecer la unidad católica, María obtuvo del Parlamento la disposición de volver todas las cosas al estado en que se hallaban a la muerte de Enrique VIII. Así, pues, conforme a este principio, se impuso de nuevo el celibato a los eclesiásticos ; la Corona devolvió a la Iglesia todos los bienes eclesiásticos que estaban en su poder; el obispo Gardiner consagró a diversos sacerdotes con el objeto de sustituir a los obispos protestantes. Más aún: con el deseo de facilitar a los grandes su vuelta al catolicismo, se obtuvo de Julio III una bula por la que la Iglesia renunciaba a los bienes eclesiásticos confiscados durante los dos reinados anteriores. Fue de gran importancia para el restablecimiento del catolicismo en la Gran Bretaña la designación, hecha por Julio III, del cardenal Réginaldo Pole 4 como legado pontificio en Inglaterra. Llegó éste en noviembre de 1554 a Inglaterra, donde fue acogido con gran solemnidad y dio inmediatamente una serie de disposiciones para restablecer la jerarquía y el culto católico. El resultado de toda esta obra de la reina y del legado pontificio fue que ya en junio de 1555 aparecieron en Roma embajadores británicos. Como administrador de la diócesis primada de Cantorbery, procuró el cardenal Pole, sobre todo, la formación del clero y la renovación de las prácticas católicas por vías pacíficas. Todo parecía que se iba desarrollando favorablemente para la causa católica, cuando inesperadamente se inició un cambio radical. El primer motivo fue la decisión de la reina de contraer matrimonio con el heredero de España, Felipe II. Tanto el Consejo de Estado como el mismo legado, cardenal Pole, desaconsejaron a la reina esta unión, rechazada unánimemente por el pueblo inglés, que veía en ello un peligro para su independencia. María, sin embargo, persistió en su voluntad, movida, sobre todo, por el deseo de encontrar en Felipe II un poderoso apoyo para la restauración católica de Inglaterra. De hecho, Felipe II entró en Inglaterra en julio de 1554; mas, por desgracia, el matrimonio no tuvo el deseado heredero, que tal vez hubiera consumado la unificación. Este primer fracaso de María la Católica, al que siguió un creciente descontento contra su política de restauración, fue ampliamente apro4 L E E , Card. Pole, archb. of Canterbury (Londres 1887); ZIMMERMANN, Kard. Pole, sein Leben u. seine Schriften (1904); H A I L E , M . , The Ufe of Reginald Pole ( L o n d r e s 1910); GASQUET, Card. Pole and his friends (Londres 1927); A N C E L , R., Legación de Pole en Inglaterra: «Rev. Hist. Eccl.» (1909) 52IS.744S; CREHAM, I. H . , The return to obedience. New judgement on Card. Pole: «Month» (1955) n.s., X I V , 2 2 i s ; M A T H E W , D . - E V A N S , I., etc., Catholicisme anglais: «Col. Rencontres» 53 (París I 9 s 8 ) ; CHAPMAN, H . W . , Tht last TudoT King. A study 0 / Edward VI (Londres 1958).
C.10. El catolicismo en Inglaterra y Francia
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vechado por todos los enemigos de la reina y los protestantes de todos los matices. Por esto se intensificó más y más la campaña anticatólica por medio de escritos y en todas las formas posibles. De nada sirvió la energía de Pole, quien en un sínodo provincial ordenaba la erección de seminarios y en otros puntos de la disciplina eclesiástica desarrollaba una intensa actividad. La campaña siguió cada día más intensa, sin detenerse ante los más indecorosos desacatos a la misma reina y a sus ministros. Por esto no es de sorprender que María la Católica, que había iniciado su reinado con el firme deseo de proceder con moderación, entrara ahora por el camino de las medidas rigurosas. Las primeras fueron la renovación de las antiguas leyes contra los anglicanos, y, como éstos promovieran o fomentaran diversas conjuraciones contra la reina, se urgió cada vez con más rigor el cumplimiento de aquellas leyes, por lo cual en la última parte del reinado de María fueron ajusticiados un buen número de partidarios de las innovaciones, calculados en conjunto en unos 275. Pero la inmensa mayoría de ellos murieron por haber participado en dichas conjuraciones. Entre los ajusticiados se distinguen, ante todo, Cranmer, diversas veces traidor a la reina; el obispo Latimer de Worcester y Riddley de Londres. Todos estos acontecimientos, aunque tenían un fondo de justificación, iban dando al reinado de María la Católica un matiz de rigor, que fue aprovechado, a su vez, por la propaganda protestante y consagrado después por ella, designando a María con el apodo de la Sanguinaria. Un conjunto de circunstancias contribuyó poderosamente a rodear los últimos años de la vida de María de un ambiente de tristeza y de fracaso. Su unión con Felipe II la indujo a declararse en su favor en la guerra que éste mantenía contra Francia y el papa. Más aún: como el cardenal Pole la apoyara en esta política, el romano pontífice lo destituyó de su cargo de legado y lo citó a Roma, donde quiso someterlo a un proceso por sospecha de herejía. La reina María, que lo consideraba como su principal apoyo, hizo todo lo posible para retenerlo y sintió luego amargamente su desgracia. Sólo la muerte del cardenal en noviembre de 1558 impidió se entablara su proceso. Pocas horas ante había muerto, el 15 de noviembre, María la Católica, dejando por terminar la obra de unificación. Sin embargo, aunque la nación volvió a recaer en el anglicanismo, la obra de María la Católica no fue estéril, pues indudablemente a ella se debe en gran parte el heroísmo que manifestaron los católicos en lo sucesivo. 2. Isabel de Inglaterra (1558-1603) 5 .—A la muerte de la reina María subió al trono Isabel, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, mu5 Véanse, ante todo, las obras generales y las fuentes e historias de Inglaterra citadas en la nt.2. Además pueden verse biografías de Isabel de Inglaterra: MARCKS, J. V., 2. a ed. (1927); CREIGHTON, M . , 2." ed. (Londres i g o i ) ; N E A L E , J. E. (Londres 1952); H U M B E R - Z E L L E R , M . (París 1953); CHASTENET, J. (París 1953). O t r a s o b r a s : W E S T O N , C. E., The Reign of Queen Elisabeth (Londres 1914); BROWNING, A., The Age of Elisabeth (Londres 1928); ROWSE, A . L . , The England of Elisabeth (Londres t95o); CHAMBERLAIN, F., The prívate Character of Elisabeth (Londres 1921); PASTOR, X I V S ; HUMBERT-ZELLER, M . , Elisabeth I, reine d'Angleterre, 15331603 (París 1953); N E A L E , J. E., Elizabeth I and her parliaments (Londres 1953); A U T H E U N I S , L., l.a successton au troné d'Elísabeth I d'Angleterre et les catholiques: «Rev. Hist. Eccl.» 49 (1954) I57s; PRICE, M . R., etc., Portrait of Britain under Tudors and Stuarts, 1485-1688 (Oxford 1954); N O T E S T E I N , W . , The English people on the eve of colonization, 1603-1630 ( N . Y. 1954); M O R -
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P.H. De Lutero a la paz de Westjalia
jer de grandes dotes naturales, que elevó a la nación a un gran poder internacional. Dotada de singular prudencia natural, reconoció bien pronto que lo que más colmaría sus ambiciones personales sería el anglicanismo. Por esto se propuso desde un principio, aunque personalmente fuera indiferente en la cuestión religiosa, eliminar el catolicismo e introducir la confesión protestante anglicana; mas para mejor conseguir su objetivo quiso proceder lentamente, por lo cual, habiendo comenzado con relativa suavidad, llegó al fin a la más intensa persecución de los católicos y de los puritanos, y en su largo reinado logró consolidar definitivamente el anglicanismo 6 . En toda esta obra de Isabel de Inglaterra, tanto en el engrandecimiento del Estado como en su política contra el catolicismo, tuvo una parte importantísima y aun decisiva su principal consejero o ministro, William Cecil, lord Burlegh. Muy significativo sobre la sagacidad con que la nueva reina procedió a los principios fue el hecho de que se hizo coronar con rito católico. Más aún: en su coronación prestó el juramento de conservar la religión católica, anunció oficialmente a Paulo IV su coronación y todavía el 25 de enero de 1559 celebró la apertura del Parlamento con una misa solemne en rito católico. Sin embargo, su decisión estaba ya tomada; pero antes de iniciar sus medidas favorables al anglicanismo quería asegurarse una mayoría en el Parlamento sin ponerse frente al catolicismo, que durante el reinado anterior había ocupado los puestos más importantes del Estado. Mas bien pronto dio libertad a todos los protestantes encarcelados y llamó del destierro a otros perseguidos, muchos de los cuales obtuvieron rápidamente el favor real y lograron entrar en el Parlamento. De este modo, gracias a la habilidad de W. Cecil, obtuvo una ligera mayoría parlamentaria, con lo cual se pudo dar comienzo a las medidas anticatólicas 7 . Al poco tiempo se retiró el embajador de Roma y se RIS, C , The Tudors (Londres 1955); E L T O N , G . R., England under the Tudors (Londres 1955); CHIDSEY, D . B., Elizabeth I ( N . Y. 1955); R O W S E , A . L., The expansión of Elizabethan England (Londres 1955); A U T H E U N I S , L., La législation persécutrice des catholiques sous le régne d'Elizabeth 1 d'Angl.: «Rev. H i s t . Eccl.» 50 (1955) 900s; LAVATER-SLOMAN, M . , Herrín der Meere. Elisabeth I, Konigin van England (Zurich 1956); N E A L E , I. E. f Elizabeth and her parliaments, 15841601 (Londres 1957); I D . , Essays in Elizabethan history ( L o n d r e s 1958); JENKINS, E., Elizabeth the Great (Londres 1958); N E A L E , I., Queen Elizabeth I nueva ed. (Nueva York 1959); BLACK, J. B., The reign of Elizabeth, 1558-1603 2.*ed. (Londres 1959); Elizabethan and Jacobeanstudies, presented to Percy Wilson... by H. Davis, etc. (Nueva York 1959); HURSTFIELD, J., Elizabeth I and the unity of England: «Teach yourself», history series ( L o n d r e s 1960); J E N K I N S , E-, Elizabeth and Leicester (Londres 1961); B I N D O F F , S. T . , etc., Elizabethan government and society (Londres 1961); M C G A F F R E Y , W . T . , Elizabethan politics. The first decade 1558-1568: «Past a n d presenta (1963) n.24.5-42; W E D G W O O D , C . V., The Aríal of Charles I ( L o n d r e s 1964); CHAPMAN, H . W . , The tragedy of Charles II, 1630-1660 (Londres 1964). 6 CLARK, H . V-, Studies in English Reformation (Londres 1912); POLLARD, G. F . , Ecclesia Anglicana ( L o n d r e s 1931); K E N N E D Y , W - , Elizabethan Episcopal Administration 3 vols. ( L o n dres 1924); F R E R E , W . H . , The English Church, 1558-1625 (Londres 1911); W A H L , K., Staatskirche u. Staat in England (1935); B I R T , H . N . , The Elizabethan relígions settlement (Londres 1907); H U G H E S , P H . , The Reform. in Engl. 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J., La persécution reí. en Angleterre sous Elis. 3 vols. (Lila 1883). CLANCY, T H . , English Catholics and the Papal Deposing Power 15701640: «RecusH< 6 (1961-1962) 114-140.20S-227; U P C O T T , J., Regnans inexcelsis, 1558-1570-1588: Istina 7 (1960) 327-336; BOSSY, j . , The character of Elizabethan CatholiciSm: «Past u. Present»
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estableció oficialmente la nueva religión del Estado por medio de dos leyes. La primera fue el acta de supremacía, por la que se exigía a todos un juramento por el que se reconocía a la reina como autoridad suprema en los asuntos religiosos. La segunda era el acta de uniformidad, publicada en junio de 1559, que establecía el credo y la nueva liturgia que debía observarse. - Poco a poco se fue colocando a los partidarios del anglicanismo en los cargos oficiales. El 7 de diciembre de 1559, Mateo Parker, antiguo capellán de Enrique VIII y de Ana Bolena, fue elevado a la sede de Gantorbery. Consagrados luego por él, fueron colocados otros obispos en lugar de los católicos que negaban el juramento 8 . Frente a estas primeras disposiciones, como en lo exterior se mantenía un rito semejante al católico, la mayor parte de los fieles y aun del clero prestó el juramento exigido. En cambio, el episcopado católico dio claras pruebas de heroísmo. De los dieciséis obispos, quince negaron el juramento, por lo cual fueron depuestos. Once entre ellos murieron en la cárcel. Pero entre tanto las medidas anticatólicas se fueron haciendo más rigurosas. Desde 1562 se urgió más y más el cumplimiento de las actas de supremacía y de uniformidad. Con el mayor rigor eran excluidos del Parlamento, de la enseñanza pública y de todo empleo oficial los que no prestaban el juramento de supremacía o no se sometían a la liturgia anglicana. Se hizo una revisión de los 42 artículos de Eduardo VI y se presentaron definitivamente los 39 artículos de la iglesia anglicana 9 . Todas estas medidas se fueron aplicando con un rigor creciente, no sólo contra los católicos, sino también contra los puritanos, o los más estrictos calvinistas, los cuales todavía encontraban demasiados elementos católicos en el anglicanismo estatal y tenían por demasiado papista el credo de los 39 artículos y la liturgia del rito anglicano. Por esto protestaban contra la iglesia del Estado y se llamaban nonconformistas, por lo cual eran igualmente objeto de la persecución estatal 10. Pero, no obstante este relativo rigor incipiente, podemos afirmar que la situación de los católicos fue relativamente tolerable hasta los años 1568-1570. Dos hechos fundamentales contribuyeron a exacerbar a la reina Isabel, transformando su relativa tolerancia en una especie 21 (1962) 39-59; T R I M B L E , W . R., The Catholic laity in Elizabethan England, 1598-1603 (Cambridge 1962); H I G H A M , F-, Catholic and Reformed. A study of anglican Church 1559-1662 ( L o n dres 1962). 8 E n torno a la validez de las ordenaciones anglicanas, y, p o r consiguiente, d e su jerarquía, h u b o una intensa discusión, q u e al fin fue resuelta por L e ó n X I I I , quien declaró su invalidez. Véanse P H I L I P S , G. E., The Extinction of the Ancient Hierarchy ( L o n d r e s 1905); HALIFAX, L O R D , Leo XIII and Anglican Orders (Londres 1922); BARNES, A . S T . , Bishop Barlow and Anglican Orders ( L o n d r e s 1922); STEPHENSON, A . A., Anglican orders...: «Month» (1955) n.s., XIV,78s. I52s; CLARK, F . , Anglican Orders and defect of intention ( L o n d r e s 1956); STEPHENSON, A . A . , Anglican Orders ( L o n d r e s 1956); CLARK, F . , The Catholic Church and Anglican Orders (Londres 1962); M A R O T , H . , Les ordinations anglicanes. Coup d'oeil rétrospectif: «LumVie» 64 (1963) 87-116; C R E N , P.-R., Aproche de l'anglicanisme: «LumVie» 64 (1963) 5-29; CLARK, F . , Les ordinations anglicanes, probíéme oecumenújue.- «Gregor.» 45 (1964) 60-93. 9 BICKNELL, E. J., Theological introduction to the 39 Articles of the Church of Engl. (Londres 1919). 10 El puritanismo y la secta d e los nonconíbrmistas desempeñaron luego u n papel m u y importante en el desarrollo del anglicanismo. Véanse B R O W N , J., The English Puritans (Cambridge 1910); I D . , Church and State. Political Aspects of i6th Century Puritanism (Londres 1928); S E Y MOUR, H . , The Puritanism in Engl. ( L o n d r e s 1920); H A L E S , A . , The Puntan's Progress (Londres 1920); BURRAGE, C , The Early English Disenters in the ligth of recent research (1550-1641) 2 vols. 2.* ed. ( C a m b r i d g e 1927); PEARL, V., London and the outbreak of the puritan revolution. City government and national politics. 1625-1643 (Londres-Oxford 1961).
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P.U. De Lutero a la paz de Westfalia
de manía persecutoria, que manchó de sangre inocente los últimos decenios de su reinado. El primero fue el encarcelamiento y largo cautiverio de María Estuardo n , reina de Escocia, que, perseguida de sus subditos, se había acogido en 1568 a la hospitalidad de su prima Isabel. Como muchos católicos ingleses consideraban a María Estuardo como su legítima soberana, hubo con esta ocasión diversos conatos de levantamiento para librarla, y aun alguno para asesinar a Isabel. Con todo esto se fue exacerbando más el ánimo de ésta contra todos los católicos, a quienes hizo sentir cada vez más su indignación. Y, no sintiéndose segura en el trono mientras viviera su rival, se desembarazó de ella haciéndola ajusticiar después de diecinueve años de cautiverio. A aumentar la persecución contra los católicos contribuyó también muy eficazmente un segundo hecho, que fue la excomunión lanzada por Pío V en febrero de 1570 contra Isabel de Inglaterra. De hecho, ya algunos obispos desde 1563, y algo más tarde la Universidad de Lovaina y el rey Felipe II, habían suplicado al papa que así lo hiciera. Pero en Roma se había retrasado siempre esta decisión con la esperanza de llegar a una inteligencia con la reina de Inglaterra. Por fin, conforme al derecho existente, Pío V dio el paso decisivo, lanzando la excomunión y deposición de Isabel 12 . Sin embargo, debe rechazarse decididamente la calumnia de que Pío V hubiera comprado a un asesino con el objeto de asesinar a la reina Isabel. Fácilmente se comprende la violenta reacción de la reina Isabel. Para atizar más el fuego tuvo lugar un intento de liberación, dirigido por el duque de Norfolk, que de hecho terminó con el más absoluto fracaso. Así, pues, desde 1571 las medidas de Isabel contra los católicos, siempre aconsejada e instigada por W. Cecil, fueron cada vez más rigurosas. En esta forma siguieron las cosas durante el decenio siguiente. En 1581 se agudizó más todavía la persecución. El ejercicio de un acto sacerdotal, la absolución a un católico, el hospedaje de un sacerdote, eran castigados aun con la pena de muerte. Aumentó el espionaje; la vida de los sacerdotes significaba un peligro constante de muerte. Crecía el número de los mártires. Varios de los obispos se consumían y morían en las cárceles 13 . Este período fue testigo de los más preciosos actos de heroísmo de muchos católicos ingleses en defensa del catolicismo de su patria. El célebre Guillermo Alien, más tarde cardenal de Inglaterra 14, organizó 1
i M á s adelante se hablará detenidamente de esta desgraciada reina. Allí podrá verse a b u n dante bibliografía sobre ella. 12 Véanse SPONDANUS, Anuales, ad a. 1569 n.8s. L a constitución Regnans in Excelsis, de Pío V, p u e d e verse en Bull. Rom., ed. T a u r i n e n s e , V I I , 8 I O S ; PASTOR, X V I I I , I 8 O S , 13 Sobre toda esta persecución y los mártires q u e en ella sucumbieron véanse las obras principales, sobre t o d o las de SPILLMANN y P O L L E N . Asimismo, PASTOR, X I X , 4 O 6 S . Son dignos de conocerse algunos pormenores sobre la crueldad de las medidas y d e los t o r m e n t o s aplicados (ibid., 407S). 14 H A I L E , M . , A J Í Elizabethan Cardinal: W. Alien 2.» ed. (Londres 1914); PAUL, R., The British Church from the days of Cardinal Alien (Londres 1920). Véase, sobre todo, PASTOR, XIX, 339s. Acerca d e los refugiados en el extranjero p u e d e n v e r s e : L E C H A T , R., Les refugies ungíais dons le Pays-Bas espagnols (1558-1603) (Lovaina 1914); GUILDAY, P., The English Catholics Refugees on the Continent (1558-1795) I (Londres 1914); M A T T I N G L Y , G., William Alien and Catholic propaganda in England: «Aspects de la propag. relig.» (Ginebra 1957) P.325S; L A O MIE, A. J., The Spanish Elizabethans. The English exiles at the court of Philip 11 (Nueva York 1963); CLANCY, T H . H . , Papist pamphleteers. The Allen-Persons party and the political thought of the Counter-Reformation in England, ¡572-1615: «Jesuit Studies» (Chicago 1964).
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un seminario inglés en Douai y otro en Valladolid. A su vez, Gregorio XIII estableció otro en Roma en 1579, cuyos alumnos llegaron a un heroísmo extraordinario, símbolo de la renovación católica del tiempo. Los alumnos de estos colegios salvaron el estado eclesiástico del catolicismo inglés; formábanse con el objeto de acudir a defender la fe en Inglaterra aun con el peligro inminente de su vida. Hasta 1610 fueron n o los discípulos de Douai que sufrieron el martirio. Entre tanto, y precisamente por esto, se ejecutaban con creciente rigor las leyes contra los sacerdotes. Sin embargo, nada detenía a los heroicos misioneros. Entre los primeros distinguiéronse los dos jesuítas Persons y Edmundo Campion15, quienes entraron en 1580 en Inglaterra, donde realizaron verdaderos prodigios de valor. Pero mientras Persons pudo al fin librarse, Campion, víctima del espionaje, murió mártir insigne de la fe. En conjunto, fueron 124 los sacerdotes y 60 los laicos ajusticiados por la fe durante el reinado de Isabel. Al repetirse los conatos de liberación ele María Estuardo, se intensificaba más la persecución. Al ser, finalmente, ajusticiada aquella desgraciada reina, decidióse por fin Felipe II a emprender la guerra contra la Inglaterra protestante; pero, fracasada la empresa de la Armada Invencible en 1588, la reina Isabel pudo celebrar su triunfo definitivo contra los católicos. Durante los últimos años de su reinado llegó a una especie de obsesión contra los católicos, y de algún modo también contra los calvinistas puritanos. Tal fue el reinado de Isabel de Inglaterra, muerta en 1603 y designada por la historia como reina virgen, porque no quiso casarse por disfrutar ella sola de la autoridad real sobre su pueblo 16 ; pero que dejó triste recuerdo por sus liviandades en su vida privada. Dotada de excelentes cualidades naturales, queda ensombrecida ante la historia por su espíritu dominador, su conducta apasionada y su manifiesta injuscia contra los católicos. Ensalzada hasta lo sumo por haber elevado al reino británico a gran esplendor material, pierde brillantez su figura no sólo por su intolerancia contra otras creencias, sino por su falta de rectitud y libertad absoluta de conciencia, como lo demuestra su actitud frente a María Estuardo. 3. Jacobo I (1603-1625) 17 .—Como si la historia quisiera salir por los fueros de la justicia y del derecho, a la muerte de Isabel entró 15 Ibid., p.349. Véanse asimismo A L L E N , W . , The martyrdom of E. Campion and his companions (1582), ed. por J. H . P O L L E N (Londres I 9 O 8 ) ; W A U G H , E., E. Campion (1938); CAMPION, L., The family of Edmund Campion: «Month» 202 (1956) 30S. 16 Algunos teólogos anglicanos llegaron a un e n c u m b r a m i e n t o excesivo de Isabel. U n o de ellos, W . Tooker, en u n escrito compuesto especialmente con este objeto, trataba de probar q u e Isabel poseía el d o n de hacer milagros. Pero mientras J. T h o m s o n ensalza su reinado virginal, el pastor protestante W i t a k e r pondera su libertinaje, confirmado por otros muchos testimonios (cf. HERGENRÓTHER, 111,696 n.3); ROSENBERG, E-, Leicester, patrón of litters ( N . I. 1955); R E A L , C., M r . Secretary Cecil and Queen Elizabeth (Londres 1955); H I C K S , L . , Sir Robert Cecil, Father Persons and the succession, 1600-1601: «Arch. Hist. S.I.» 24 (l95S) 9Ss. 1 7 DAVIES, G.. The early Stuarts 1603-1660 (Oxford 1937); SCOTT, E., Die Stuarls (1936); GARDINER, S. R., History of Engl. from the accession of James 1 (1603) to 1642 10 vols. ( L o n dres 1883-1886); L O D G E , R., History of Engl. 1600-1702 (Londres 1910); TREVELSAN, G. C , Eng!. under the Stuarts ( L o n d r e s 1920); A L L E N S , J. W . , English political though 1603-1660 I ( L o n dres 1938); T O L M , E., Jacob I (1039); W I L L I A M S , C , Jacob I ( L o n d r e s 1951); CARPIÓ, M . J., España y los últimos Estuardos ( M a d r i d 1952); D O D D , Á. H., The growth of responsible government from James 1 to Victoria (Londres 1956); W I L L S O N , D . II-, King James VI and 1 (Londres 1956); M C E L W E E , W . , The wisest fool in Christendom. The rcign of king James 1 and VI (Londres 1958); K E N Y O N , J. P., The Stuarts ( L . 1958).
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a reinar Jacobo I, hijo de María Estuardo, ajusticiada por aquélla. Mas, por desgracia, el hijo había vivido desde su niñez separado de su desgraciada madre, de la que se mostró mal hijo, y ciertamente no heredó de ella su fidelidad inquebrantable al catolicismo. Por el contrario, imbuido en el puritanismo escocés, fue luego su más decidido defensor Sin embargo, al principio de su reinado mantuvieron algún tiempo los católicos la esperanza de que por respeto a su madre iniciaría una era de protección, o al menos de tolerancia, con la Iglesia católica. El mismo romano pontífice Clemente VIII l g alimentaba buenas esperanzas en el nuevo rey, y aun le mandó comunicar que rogaba por él y por el bienestar suyo y de su reino. Más aún: por medio del cardenal Aldobrandini, nuncio en París, y del embajador inglés de Francia, envió una carta en la que exhortaba a los católicos ingleses a la sumisión a su rey y a ofrecer oraciones por él. Todo esto produjo, indudablemente, buen efecto en el ánimo de Jacobo I. Por esto podemos afirmar que, en conjunto, su reinado fue en un principio más tranquilo para los católicos y no les costó tanta sangre como el de Isabel. Sin embargo, bien pronto se volvió al antiguo rigor. El anglicanismo estatal, que había echado ya hondas raíces, y el puritanismo, que tenía en sus manos al mismo rey, temieron que esta tolerancia malograra los resultados obtenidos, por lo cual se obtuvo que ya en 1604 se renovaran las antiguas' leyes y se dieran nuevas disposiciones contra los católicos. Consta ciertamente que en estos años hubo algunos casos de martirios católicos 19. Pero la situación se agravó extraordinariamente por un conjunto de circunstancias. La más peligrosa fue la tristemente célebre Conjuración de la pólvora 20 , ocurrida el 5 de noviembre de 1605, que tenía por objeto volar el Parlamento, con la muerte consiguiente del rey y de todos los allí presentes. Descubierta antes de su ejecución, se pudo averiguar quiénes eran sus autores, que fueron ajusticiados. Sin embargo, se señaló a los católicos como a sus promotores, y se ajustició al provincial de los jesuítas, como supuesto colaborador, por haberlo conocido en confesión y no haberlo manifestado. Todo esto contribuyó eficazmente a intensificar de nuevo la persecución. Así, se impuso un nuevo juramento a los católicos, por el que se negaba al papa el derecho de deponer a los soberanos en determinados casos. De ahí se originó una controversia, en la que intervinieron Belarmino, Suárez, Du Perron y otros. El mismo Jacobo I quiso responder a Belarmino en defensa del nuevo juramento 21 . Aun entre 18 M E Y E R , Klemens VIII und Clément VIII et Jacques I Stuart 19 ZIMMERMANN, A-, Gesch. I D . , Die kirchliche Politik Jakobs Blutzeugen unter Jakob I, Karl I
Jakob I von England: «Quell. Forsch.» (1904) 2Ó8s; M A R T I N , J., (1590-1603): «Rev. hist. dipl.» 16 (1911) 279S. der englischen Katholiken unter Jakob I: «Kath.» 2 (1889) 253s; I in Engl. u. ScottL: «R. Qschr.» (1902) 375s; SPILLMANN, Die und dem Commonw., 1603-1654 ( F r i b u r g o de Br. 1905). Véase
PASTOR, X X V I , I S 2 S . 20 M O R R I S . The condition of Catholics under James I. Father Gerards narrative of the Gunpowder plot ( L o n d r e s 1871); GERARD, What was the Gunpowder plot? The traditionalstory testedbyoriginal evidence ( L o n d r e s 1897); GARDINER, What gunpowder plot was? ( L o n d r e s 1897); P F Ü L F , Die Kontroverse über die Pulwerverschworung: «St. M a . Laach» 56 (1899) 41s.142s.286s; SIDNEY, P., History of Gunpowder plot ( L o n d r e s 1904); W I L I . I A M S O N , H . R., The Gunpowder plot ( L o n d r e s 1951). E n particular véase PASTOR. XXVI, IO6S. 21 L A SERVIÉRE, J. DE, Une controverse au debut du XVIIe siécle. Jacques I roi d'Angleterre et le cardinal Bellarmin: «Étud.» (1903), varios artículos; GAUCHIE, La correspondence de Bentivoglio et la controverse de Jacques 1, roi d'Ángl. avec le cardinal Bellarmin: «Mus. Belge» (1903) 429S.
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los mismos católicos se suscitaron algunas vacilaciones, entre las cuales son célebres las del arcipreste Blackwell. Pasadas estas borrascas, volvió a reinar una relativa paz y tolerancia. Un buen número de significados católicos ingleses usaron algún tiempo como lugar de reunión la casa del embajador español. Jacobo I hizo especiales concesiones a los católicos, puso en libertad a muchos y, lo que fue más significativo, a pesar de la oposición de los anglicanos y puritanos, suavizó al fin de su reinado las leyes anticatólicas. De esta manera se hizo posible la reorganización de los benedictinos, franciscanos y jesuitas. 4. Carlos I (1625-1649) 22 .—Esta paz relativa de los católicos se afianzó más todavía durante los primeros años de Carlos I, quien, aunque débil e indeciso, no fue insensible al influjo de su esposa católica. Por esto llegó a enviar embajadores a Roma, y el delegado del papa, Cuneo, trató con el rey inglés sobre la manera de suavizar la fórmula de juramento, dándole un alcance puramente civil. Sin embargo, bien pronto se pudo observar una reacción de mayor rigor de parte del rey, debida a la tensión creciente entre él y los puritanos. Pero mientras el rey se veía envuelto en esta guerra contra el fanatismo de los presbiterianos y puritanos, por no exacerbarlos más, iba aumentando gradualmente el rigor contra los católicos 23 . Mas el resultado fue contraproducente. El ambiente popular, atizado por los puritanos, se volvió particularmente contra su ministro el duque de Buckingham y el arzobispo Land de Cantorbery, los principales apoyos del monarca. En estas circunstancias, se repitieron los encarcelamientos, las multas, las torturas y aun algunos martirios. Al fin se tuvo que llegar a una abierta guerra 24 . En 1636, Carlos I intentó introducir en Escocia la Iglesia episcopal inglesa, lo cual dio origen a diversos levantamientos. Entonces, con el objeto de obtener subsidios para la guerra contra los rebeldes, reunió al Parlamento; pero se vio obligado rápidamente a disolverlo al observar la oposición en él existente. Mas, como los rebeldes escoceses irrumpieran en la Gran Bretaña, tuvo que convocar un nuevo Parlamento (el Parlamento largo) ; pero éste asumió bien pronto una actitud violenta contra el rey; presentó acusación formal e hizo ajusticiar a sus dos principales consejeros, Buckingham y Land. Por ambas partes se acudió a las armas; los católicos apoyaron al rey, lo cual contribuyó a intensificar la persecución contra ellos por parte de los puritanos. En su fanatismo llegaron éstos a eliminar públicamente la Iglesia episcopalista anglicana y a perseguir sanguinariamente a sus partidarios. 22 Véanse las obras generales sobre los Estuardos citadas en la nt.17. A d e m á s , H U T T O N , W . H . , The English Churchfrom the accession of Charles I to the death ofAnne, 1625-1714 ( L o n d r e s 1903). 23 P u e d e verse la amplia exposición d e PASTOR, X X V I I I , I 2 0 s ; W I N G F I E L D , E.-STRATFORD, Charles I 3 vols. ( L o n d r e s 1949-1950); M A T H E U , D . , The age of Charles I ( L o n d r e s 1951); A L IMÓN, G., Charles I a. the Court of Rome ( L o n d r e s 1935); M A T H E W , D . , Scotland under Charles I (Londres 1955); F R E N C H , A., Charles I and the Puritan Uplicaval ( L o n d r e s 1955); C O O N A N , T H . L . , The Irish Catholic confederacy and the Puritan revolution ( N . I. 1954). 24 P u e d e n verse GARDINER, S. R., History of the great Civil War 1642-1649 4 vols. 2.* ed. (Londres 1893); ID., Hist. of the Commonwealth and Protector ate 1649-1660 4 vols. ( L o n d r e s 1909J; STERN, A., Gesch. der Revolution in Engl. 2. a ed. (1898); S H A W , A . , Hist. of the English Church 16401690 2 vols. ( L o n d r e s 1900); L E N T Z , G., Demokratie und Diktatur in der englischen Rev. 1640-1660 (1933); STADELMANN, R., Geschichte der englischen Rev. (1954); N É D O N C E L L E , M . , Trois aspects du probléme anglo-cath. au XVIIe siécle (París 1951).
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Pero este rigor de los presbiterianos no bastaba todavía a un sector más fanático de los puritanos, los llamados congregacionalistas 25 . Dirigidos por los generales Fairfax y Oliverio Cromwell 26 , derrotaron en varias batallas al rey, el cual logró al fin en 1646 refugiarse en Escocia, pero los calvinistas escoceses lo entregaron al Parlamento inglés. Así, pues, el 30 de enero de 1647 se hallaba en la cárcel en poder de sus más terribles adversarios. Desde este momento los acontecimientos se desarrollaron rápidamente hasta su trágico fin. Mientras un partido más fanático y radical iba arrollando al anterior, mientras los presbiterianos eran excluidos del Parlamento porque se oponían al proceso del rey y abiertamente se cubría de ignominia a la dignidad real, el resto del Parlamento (el Parlamento truncado) procesó a Carlos I, y un tribunal presidido por Oliverio Cromwell, basándose en la Biblia, lo condenaba a muerte por tiranía y traición a la patria. El 30 de enero de 1649 caía la cabeza del monarca inglés. Se abolió la monarquía y fue proclamada la república, bajo la férrea mano de Oliverio Cromwell. Como jefe de los puritanos independientes, éste hizo sentir a los católicos todo el peso de su odio contra ellos. 5. Escocia (1557-1648) 27 .—La regente María de Guisa se esforzó varonilmente por defender la fe católica; pero, al volver de Ginebra el fanático Juan Knox 28 , jefe del puritanismo escocés, se encendió rápidamente la guerra, que terminó en 1560 con la deposición de la regente y la introducción oficial del calvinismo. Desde este momento quedaba suprimida la religión católica y proclamada la confesión esco25 Pueden verse algunas obras sobre el p u r i t a n i s m o : B E L L , C , Puritanism and Liberty, 16031660 ( L o n d r e s 1912); T A T H A M , G., The Puritans in Power (1640-1660) (Cambridge 1913); F L Y N N , J-, The ínjluence 0 / P u r i t a n i s m on the Política! and Religíous Thought ofthe Engiish (Nueva York 1920); H A L E S , A., The Puritans' Progress (Londres 1920). Sobre los congregacionalistas: P R I C E , E-, Handbook of Congregationalism (Londres 1924); S E L B I E , W . , Congregationalism ( L o n dres 1927); KEELER, M . F-, The Long parliament, 1640-1641 (Filadelfia 1954); SIMPSON, A-, Puritanism in Oíd and New England (Chicago 1955); HALLER, W . , Liberty and Ref. in the Puritan revolution ( N . Y. 1955); ARMSTRONG, M . W . , etc., The Presbyterian enterprise... (Filadelfia 1956); SVKER, N . , Oíd priest and new presbyter. Episcopacy and Presbiterianism since the Ref. (Cambridge 1956); M I L L E R , P., Errand into the wilderness (Les Puritans dans VAmérique coloniale) (Cambridge-Mass. 1956); H A L L E R , W - , The rise ofthe Puritanism... ( N . Y. 1957); CALDER, J., ACtivities of the Puritan faction in the Church of England (Londres 1957): EUSDEN, J. D . , Puritans, lawyers and politics in early XVIIth century England (New H a v e n 1958). 26 Sobre C r o m w e l l : A B B O T , W . , A Bibliographie of Oliver Cromwell (Cambridge 1929): The Writings and Speeches of Oliver Cromwell 4 vols. (Cambridge K137-1947),' M O R L E Y , J., Oliver Cromwell (1923); H O E N I G , F . , Ol. Cromwell 3 vols. 2. a ed. (1911). O t r a s biografías: BELLOC, H . (1950); L E M O N I E R , L . (París 1946); W E D G W O O D , C. V. ( L o n d r e s 1947); F I R T H , C. ( L o n d r e s 1952). Además, M E Y E R , A. O . : «Meister del Politik» II 2.»ed. (1923) 255S; K I T T E L , H . , Ol. Cromwell, seine Religión u. seine Sendung (1928); PASTOR, X X X , i 2 8 s . • 27 Pueden verse Calender of the state papers relating to Scotland and Mary queen of Scots., p o r J. B A I N y W . C. BOYD, I S . (Londres 1898S); M C C R I E , C. G., The confessions ofthe Church of Scotland II (Camdridge 1902); D I C K I N S O N , W . C , A Source Book of Scottish Hist. II-I1I ( E d i m burgo 1953-1954); BELLESHEIM, A., Cesch. der Kath. K. in Scottland 2 vols. (1883); BROWN, P., History of Scotland 3 vols. ( C a m b r i d g e 1900-1909); L A N G . A hist. of Scotl. from the Román occupation. III. 1625-1689 (Londres 1909); FLEMMING, D . , The Reformation in Scotl. ( L o n d r e s 1910); H E W A T , C , Makers of the Scottish Church of the Reformation ( E d i m b u r g o 1920); N O B E S , D . , England a. Scotl. 1560-1707 ( L o n d r e s 1952): BLACK, C. S., The Scottish Church ( L o n d r e s 1952). Véase PASTOR, X V I , 2 i o s ; C O L L I N S , T H . , Martyr in Scotland. The Ufe and times of fohn Ogilvie ( L o n d r e s 1955)1 MACKENZIE, A. M . , The Scotland 0/Queen M a r y ( L o n d r e s 1957): FOSTER, W . R., Bishop and presbytery. The Church of Scotland, 1661-1668 (Londres 1958). 28 B i o g r a f í a s : B R O W N , P., 2 vols. (Londres 1895-1905); C O W A N , H . (Londres 1905; P E R CY, E. (Londres 1935); D I C K I N S O N , W . C. (Londres 1952). A d e m á s , L A N G , A., fohn Knox a. the Reformation (Londres 1905): M E T Z G E R , A., / . Knox et ses rapports avec Calvin ( M o n t a u b a n 1905). Asimismo, PASTOR, X V I , 2 i 2 s ; MACGREGOR, G., The thundering Scot. John Knox ( L o n dres 1958).
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cesa; la asistencia a la misa católica era castigada con la confiscación general y el destierro, y, en caso de reincidencia, con la pena de muerte. Una asamblea eclesiástica inició en 1561 una campaña contra todos los restos de lo que se designaba como idolatría papista, y rápidamente fueron demolidos innumerables monasterios, iglesias y otros preciosos monumentos artísticos de la antigüedad. Entre tanto, al morir en 1560 Francisco II de Francia, quedó viuda su esposa María Estuardo 29, y, reclamada por los católicos y los protestantes moderados, volvió a Escocia, donde fue proclamada reina. Pero ya desde el principio se vio claramente que con sus diecinueve años no estaba a la altura de las dificultades existentes. Juan Knox con los puritanos tenía más poder que ella, y ponía constantemente en ridículo su catolicismo. Por otra parte, María no fue afortunada en la elección de sus consejeros, por lo cual, no obstante los buenos comienzos de su reinado, se fue marcando cada vez más la oposición entre la reina y el calvinismo dominante, el cual fue atropellando todos los derechos de la soberana. Aconsejada por los hombres de más prestigio que la rodeaban, decidió unirse en matrimonio con su pariente lord Enrique Darnley, que ofrecía sólidas garantías por el catolicismo de su familia. Knox se opuso a esta unión, llegando a compararlos públicamente con Jezabel y Acab. Sin embargo, María logró sobreponerse, y la unión se celebró en 1564. Pero Darnley no respondió a las esperanzas de María. Pronto se puso directamente en oposición con la reina y pretendió recibir de ella el poder real. Las cosas llegaron al extremo de hacer prender y asesinar al secretario de la misma, David Rizzio, en su misma presencia. Mas con este crimen, cometido por Darnley por celos contra Rizzio, de cuyo consejo hacía mucho caso María Estuardo, comienzan las grandes tragedias que fueron cayendo sobre la reina. Rápidamente se formó una conjuración, capitaneada por el conde Bothwell, cuyo resultado fue el asesinato de Darnley, haciendo volar la casa de campo adonde él se había refugiado. Más aún: mientras la voz del pueblo designaba al protestante Bothwell como el asesino de Darnley, pocos meses después apareció María unida en matrimonio con él. Toda la controversia sobre la culpa de María Estuardo gira en torno a esta cuestión: ¿estaba ella en inteligencia con Bothwell y colaboró de alguna manera en el asesinato de Darnley? Sus enemigos la acusaron constantemente como cómplice de Bothwell y designan este matrimonio como una monstruosidad. Para confirmarlo se presentan las célebres cartas de María a Bothwell antes del asesinato de Darnley 30 . Pero los defen29 Sobre M a r í a E s t u a r d o existe a b u n d a n t e bibliografía. P u e d e n verse HENDERSON, M a r y , queen of Scots. Her environment and tragedy 2 vols. (Londres 1906). Biografías: P H I L I P S O N , M . , 3 vols. (París 1891-1892); FRANCIS, G . R. ( L o n d r e s 1931); HENRY-BORDEAUX, 2 vols. (París 1938); HUMUERT-ZELLER (París 1948); STUART, A. F . ( E d i m b u r g o 1951). Asimismo, L A N G , A., The mvstery of Mary St. ( L o n d r e s 1901); FLEMMING, M a r y , queen of Scots, from her birth to her fiight into England ( L o n d r e s 1897). Véase asimismo PASTOR,' XVL224S; Z W E I S , S T . , María Stuart (Berlín 1954); S C O T T - M O N C R I E F F , G., Scotland and Mary Stuart: «Month», n.s., 20 (1958) I 3 3 s ; EVENNET, H . O., art.' María Stuart: «LexThK» 7 (1962) 4,3-4430 S E P P , Der Originaltext der Kasettenbriefe der Kónigin Mana St. ( M u n i c h 1888); H E N DERSON, The casquet letters and Mary queen of Se. (Edimburgo 1881); W I Z L E B E N , Pro et contra María St. und ihr Verkdltnis zu Bothwell (Zurich 1877); C O W A N , M a r y queen 0 / S e . and who uirote the casquet letters 2 vols. (Londres 1902); S E P P , B., Die Lósung der Kasettenbrieffrage (Ratisbona 1914); PASTOR, X V I I I , I 4 7 S ; D I G G L E , H . F . , The casket letters of Mary Stuart ( L o n d r e s 1960); P H I L L I P S , J. E., Images of queen Marie Stuart in X V i t h century literature ( L o n d r e s 1964).
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sores de María rechazan la autenticidad de estas cartas y defienden a María de toda complicidad. Así lo prueba con toda evidencia Pastor. Sin embargo, resulta un verdadero misterio su matrimonio con Bothwell, quien, además de protestante, era objeto de la mayor odiosidad general, siendo designado por todos como el asesino de su marido. Así, pues, o debemos confesar (y es lo más probable) que fue forzada por él, o que cometió una gran ligereza, creyéndola el único recurso en aquellas circunstancias, que luego tuvo que pagar bien cara. Se organizó, pues, un levantamiento, capitaneado por el conde Murray, y mientras Bothwell lograba escapar, la reina fue obligada a abdicar en su hijo Jacobo, que sólo contaba un año. No contentos con esto los rebeldes, la acusaron de asesinato y adulterio, y Knox exigía su ajusticiamiento. Al fin logró ella evadirse de la cárcel e intentó defenderse; pero, vencida en 1568, se dirigió a Isabel de Inglaterra; mas ésta, que siempre había temido a María Estuardo como a rival de la corona de Inglaterra, la acogió con fingido afecto, pero la tuvo durante diecinueve años en cautividad, que se fue haciendo cada vez más rigurosa como reacción contra los conatos de liberación realizados por los partidarios de María. Los sentimientos de ésta se fueron purificando cada vez más, hasta sufrir con verdadero heroísmo una muerte injusta e ignominiosa, muy semejante a un martirio. Con justicia ha sido designada por sus defensores como la reina mártir, pues, aun prescindiendo de su discutida culpabilidad en el matrimonio con Bothwell, asesino del rey, es un ejemplo viviente de una elevación sublime en el sufrimiento de las mayores desgracias y aun de la misma muerte como un vulgar criminal, reo de lesa majestad 31 . Pero con la derrota y la marcha de María Estuardo triunfó definitivamente en Escocia el calvinismo. El Parlamento lo proclamó como la religión del reino, Juan Knox fue en adelante su verdadero dictador. El compuso el ritual de su disciplina religiosa, basada en una concepción presbiteriano-democrática, en la que la comunidad elegía a sus jefes. Dictáronse las más rigurosas leyes contra los católicos, basando en el Evangelio el derecho a castigarlos aun con la pena de muerte. Jacobo I (1567-1625) 32 .—Jacobo I tuvo una minoría turbulenta; pero, aun después de entrar en posesión del poder en 1578, vivió en la más humillante sumisión a los exaltados protestantes, apoyados por el dinero y aun por los soldados de Inglaterra. Entre 1584 y 1592 se desarrollaron intensas luchas entre los partidarios de la Iglesia episcopalista anglicana y los calvinistas presbiterianos. Pero entretanto la suerte de los católicos en Escocia fue cada vez más dura, pues allí no mandaba el monarca, sino los partidos exaltados protestantes. Desde 1603, Escocia, unida personalmente con Inglaterra con Jacobo I y Carlos I, corrió en lo religioso una suerte semejante a la de la Gran Bretaña. Entre tanto, los católicos, no obstante la persecución de que eran objeto, lograron conservar importantes restos de la antigua 31 P O L L E N , J., Mary queen of Scots and the Babington Plot ( E d i m b u r g o 1922); R A I T S , S . - C A MBRÓN, A., Negociatiom. between EHzabeth and James 1 relating to the execution of Mary queen of Scots ( L o n d r e s 1928); PARRY, E., The persecution ofMary Stuart ( E d i m b u r g o 1934); DACKERS, A . , The tragic queen ( E d i m b u r g o 1931). Véase en particular PASTOR, XIX.362s.386s; X X I I (sobre su m u e r t e ) 33. 32 Véase la bibliografía sobre Jacobo I arriba n.16. E n particular PASTOR, XXIII.427S.
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fe. Distinguidos miembros de la nobleza permanecieron fieles a la Iglesia católica. Ni la pérdida de los bienes, ni el destierro, ni la muerte los aterraban. Vivían en un constante temor de espías y traidores. Hubo gloriosos martirios, como el del jesuíta Juan Ogilvie en 1615. Carlos I (1625-1649) siguió al principio en Escocia, como en Inglaterra, con relativa tolerancia con los católicos. Pero desde 1638 se llegó a una guerra civil. La iglesia presbiteriana se declaró independiente, después de lo cual, con el fin de ganarse su simpatía, Carlos I siguió una política más dura con los católicos. 6. Irlanda (1560-1648) 33.—Isabel de Inglaterra se propuso introducir en Irlanda el anglicanismo estatal 34 . El sistema fue el empleo de la más absoluta violencia. Como la inmensa mayoría de los obispos permanecieron fieles, fueron depuestos y varios de ellos tuvieron que sufrir horribles calamidades. Asimismo, gran número de sacerdotes ofrecieron tenaz resistencia a la Iglesia oficial, por lo cual fueron depuestos y encarcelados. Por semejante motivo fueron suprimidos muchos monasterios. Entre los obispos, sacerdotes y religiosos hubo mártires insignes. Irlanda se mantuvo en bloque fiel al catolicismo 35. De este modo se entabló una lucha larga y extremadamente violenta entre la Irlanda católica y la Inglaterra anglicana. Se acudió al recurso de enviar colonos ingleses, desposeyendo de sus territorios a los católicos irlandeses. Se ocupó la región de Ulster, en el norte, que, por lo mismo, resultó en gran parte protestantizada; pero el sistema fracasó en el resto de la isla. Los papas trabajaron por mantener buen número de obispos católicos frente a los anglicanos nombrados por Inglaterra. Multitud de irlandeses prefirieron abandonar la patria antes que la religión, con lo cual se inició la emigración de Irlanda a otros territorios, que más tarde se intensificó mucho más. La crueldad de algunos gobernadores llegó hasta lo sumo. En este punto se hizo célebre lord Gray, quien sembró de cadáveres los territorios gobernados por él. Pero lo que trajo la catástrofe final de 1602 fue el levantamiento capitaneado por O'Neills, que aspiraba a la independencia de Irlanda. Al subir al trono Jacobo I en 1603, de origen irlandés, concibieron los irlandeses nuevas esperanzas. Por esto enviaron una comisión para suplicar al rey la libertad de religión. Pero el rey no sólo no accedió a su petición, sino que, habiendo concedido una amnistía general, 33 A n t e todo p u e d e n verse las obras generales. E n particular Calender of State papers relating to Ireland of the reign of EHzabeth, por H A M I L T O N y A T K I N S O N ( L o n d r e s l886s); I D . , para el reinado de Carlos I, por MACAFFY ( L o n d r e s 1900S); B E L L I N G , Vindiciae catholicorum Hibernorum (París 1650); BEAUMONT, L'Irlande sociale, politique el rdig. 2 vols. 7.* ed. (París 1868); B A G WELL, R., Ireland underthe Tudors 3 vols. ( L o n d r e s 1885-1890); I D . , Ireland under the Stuarts and dnring the Interregnum 3 vols. ( L o n d r e s 1907-1917); B O N N , M . J., Die engl. Kolonisation in IrUmd 2 vols. (1906). 34 B \ L I „ Thereformed Church of Ireland 15.37 to 1888 2.» ed. ( L o n d r e s 1891); I R W I N G , A hislory of presbiterianism in the south a. west of Ireland ( L o n d r e s 1890); H O L L O W A Y , H . , The Reformation in Ir. ( L o n d r e s 1919). 3 5 Sobre el catolicismo de I r l a n d a : BELLESHEIM, A., Gesch. der kathol. Kirche in ¡rland. II. 1509-1690 (1890); M U R P H Y , Our Martyrs. A record of those, who suffered for the catholic faith under the penal laws in Ireland ( D u b l í n 1896); M O R A N , P. J. CARD., Historical sketch of the persecution suffered by the catholics of /reí. under the rule of Cromwell a. the Puritans ( L o n d r e s 1907); ZIMMERMANN, Die irischen Mártyrer wáhrend der ersten Hdlfte des 17. Jh.: «Kath.» (1888) 582S; OOONAN, T H . L., The ¡rish Cath. Confederacy and the P u r i t a n Revol. ( L o n d r e s 1954)- Véase
PASTOR, XVL249S.
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P.U. De Lutero a la paz de Westfalia
exceptuó de ella a los católicos-papistas y se propuso introducir violentamente el anglicanismo oficial. Por esto, en 1605 se ordenó, bajo pena de muerte, que todos los sacerdotes abandonaran el territorio, y, en general, se urgió el cumplimiento de todas las leyes anticatólicas. Con Carlos I en 1625 parecieron alborear para los católicos irlandeses días de libertad y de paz. Apenas iniciado su gobierno, Carlos I otorgó ciertas «gracias» o libertades, que casi los igualaban a los protestantes ; pero, de hecho, apenas se pudo realizar nada, y bien pronto se redobló la persecución. El resultado fue un levantamiento general, iniciado en Ulster en 1641. Los irlandeses lucharon con heroísmo y durante algún tiempo tuvieron éxito. Cuando Carlos I se hallaba en manos de los rebeldes escoceses e ingleses, los irlandeses católicos se dispusieron a prestarle auxilio. Por esto, después de ajusticiar al rey, Oliverio Cromwell hizo pagar cara a Irlanda aquella conducta, iniciando una nueva guerra de exterminio. Según los cálculos, durante estas guerras fue destruida una tercera parte de la población católica de Irlanda. II.
LAS GUERRAS RELIGIOSAS EN FRANCIA 36
El principal motivo de la introducción del calvinismo en Francia no fue, como en Alemania y otros territorios, la codicia de la nobleza por apoderarse de los bienes eclesiásticos, pues en Francia éstos dependían de la Corona. El verdadero motivo fue la debilidad de los reyes en la defensa del catolicismo, que hizo posible el rápido avance de la herejía, que llegó a poner al Estado católico en un verdadero peligro. 1. En tiempo de Carlos IX (1560-1574)37.—No obstante las persecuciones parciales de que habían sido objeto los calvinistas (hugonotes) 38, en 1559, en una asamblea general, se presentaron con carácter 36
A n t e t o d o véanse las obras generales. E n particular:
F u e n t e s . — M I C H A U D - P O U J O U L A T , Nouvelle coüection des mémohes (París 1836S); Archives de la France monastique (hasta 1930) 34 vols.; HAWSER. H . , Les sources de l'histoire de France au XVI' siécle (1494-1610) 4 vols. (París 1906-1915); BOURGEOIS, E . - A N D R É , L., Les sources... au XVÜ" siécle f l 6 i o - i 7 i 5 , ) 5 vols. (París 1915-1926); correspondance des nonces de F r a n c e . Carpi et Ferreiro 1535-1540 et légations de Carpí et de Farnése, ed. por J. L e s t o q u o y (Roma 1961); correspondance... Capodiferro, Dantino et Giudicione, 1541-1546. Légations des Cardinaux Farnése et Sadolet... (Roma 1963). B i b l i o g r a f í a . — L A V I S S E , E., Histoire de la France (en colaboración). V-IX. 1642-1789 (París 1903-1910); R A N K E , L. V., Franzós. Gesch., vornehmlich im 16. u. 17. Jh. 6 vols. 3.* ed. (1877); HANOTAUX, G., Hist. de la nation francaise 15 vols. (París 1922S); L É V I S - M I R E P O I X , La France de la Rénaissance (París 1947); H . HAUSER-RENAUDET, A., Les debuts de I'age moderne. IM Rénaissance et la Reforme (París 1929); M O U S N I E R , R., etc., Comment les francais voyaient la France au XVII' siécle (París 1955); M O U R S , S., Le protestanlisme en France. I (París 1959); BAILLY, A., La Reforme en France jusqu'd Védil de Nantes (París 1960); PANZANI, M . - C . , Quatre cent ans d'histoire protestante. Gravures et texts recueillis. I. Des pré-réform a Védit de Nantes (Lyón 1962); G E I S E N D O R F , P., La vie relig. dans les pays protestants de languefrancaise a lafin du XVI'. s.: «Colloq. d'hist. relig.i (Lyón 1963) 85-100; MANDROU, R., Introduction á la France moderne, 1500-1640. Essai de psychologie historique. Évolution de l'humanité (París 1961); BABELON, J., La civilisation francaise de la Rénaissance: «Lumiéres de l'histoire» ( T o u r n a i - P a r i s 1961); BOYER, F . , XVI' siécle francais. La rénaissance: «Panorama ¡Ilustré»... (París 1961); VIVARDI, C., Lolta política e pace religiosa in Francia fra Cingue e Seicento ( T u r í n 1963). 37 A d e m á s d e las obras generales, véanse en particular W A D D I N G T O N , La France et les protestants allemands som Charles IX et Henri III (1890); DESJARDINS, Charles IX. Deux annés de son regne (1570-IS7Z) (Douai 1875). 38 Sobre los hugonotes o el calvinismo en F r a n c i a : K E R W Y N DE L E T T E N H O V E , Les Huguenots et les Gueux (1560-1585) 6 vols. (Bruselas 1883-1885); P O L E N Z , G. V., Gesch. des franzós. Calvinismus 5 vols. (hasta 1629) (1857-1869); V I É N O T , j . , Histoire de la Reforme francaise des origines a l'eiit de Nantes (París 1926); A N T I N , A., L'échec de la Reforme en France au XVI' siécle (París 1918); LEGARDE, G. DE, Recherches sur l'esprit politique de la Réf. (París 1926); CHAMBÓN, }., Der fiamos. Protestantismo. Sein Weg zur fianzas. Revol. 6.' ed. (1948).
CIO. El catolicismo en Inglaterra y Francia
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público; pero mientras la regente Catalina de Médicis 39_ c o n miras ambiciosas y políticas, no impedía su crecimiento, con el fin de que sirvieran de contrapeso al prestigio de los Guisa 4 0 y a otros hombres eminentes del catolicismo francés, ellos fueron consolidando sus posiciones y llegaron a constituir una poderosa fuerza política. Por otro lado, por oposición a los reyes de Francia y a la poderosa familia de los Guisa, se acercaron a los protestantes los príncipes de Borbón, Antonio, rey de Navarra, su hermano Luis Conde, el condestable Montmorency y el almirante Coligny 41 . Contando, pues, con tanta fuerza, sentíanse indignados por la persecución y aun por alguna pena de muerte de que eran objeto los protestantes, por lo cual, aprovechándose de la menor edad de Francisco II (1559-1560), organizaron la conjuración de Amboise*2 contra el rey y los Guisa; pero, habiendo sido descubierta en 1560, no pudieron impedir el ajusticiamiento de algunos de sus promotores. El resultado fue que los Guisa aumentaron su prestigio. El 12 de marzo y el 7 de mayo de 1560 se publicaron sendos edictos en los que se insistía en la persecución de los hugonotes. Sin embargo, no se acobardaron éstos, sino que mientras Coligny se atrevía a pedir públicamente en una asamblea de Fontainebleau la supresión de las leyes contra la herejía, Conde organizaba otra conjuración, y, habiendo sido apresado, sólo por la muerte del rey se libró de la pena capital. Durante la minoridad de Carlos IX (1560-1574), la regente Catalina de Médicis, celosa del excesivo poder de los Guisa, procuró mantener la política de equilibrio entre ellos y los hugonotes. Entonces, con el objeto de defender eficazmente los intereses católicos, se formó el triunvirato entre Francisco de Guisa, Montmorency y Saint-Andrés (abril de 1561); celebróse en 1561 el célebre coloquio do Poissy43, promovido por la regente con el fin de llegar a una inteligencia con los hugonotes. Pero no se llegó a convenir en un solo punto, y se vio claramente la irreductibilidad absoluta de los calvinistas. Así, pues, Catalina de Médicis publicó el edicto de tolerancia el 17 de enero de 1562, con el cual se concedía a los hugonotes libertad de culto, excepto en las ciudades. Este edicto suponía un triunfo extraordinario de los hugonotes, pues de hecho habían obtenido lo que deseaban, muy semejante a un 3 » A L B É R I , Vita di Caterina de Medid (Florencia 1888); R E U M O N T , Die Jugend der Catharina de Medici (1854); C O I G N E T , La reforme franc... Cathérine de Médicis et Franpois de Guise (París 1895); BAGUENAULT DE PUCHESSE, Cathérine de Méd... ¡578-1579: «Rev. Q u . Hist.» 61 (1897) 337s; B O U L É , A., Cath. de Médicis et Coligny (París 1918); LACOMBE, Les debut des guerres de Reí. Cath. de Médicis entre Guise et Conde (París 1899); ROMIER, L., Le royaume de Cath. de Méd. 2 vois. (París 1923); CASTELUAN, ]., Cathérine de Médicis, 1519-1589 (París 1954); SALMÓN, J. H . M . , Cathérine de Medici and the French wars of religión: «Hist. today» 6 (1956) 297S; D ' H U M I É R E S , L., Une reine. Florence 1519. Blois 1589. Cathérine de Médicis (París 1956)'; N E A L E , J. E., The age of Cathérine de Medici ( N u e v a York 1959). 40 BAGUENAULT DE PUCHESSE, Les ducs Francais et Henri de Guise d'aprés des nouveaux documents (París 1877). 4 i Véanse en particular DELABORD, J., Gaspard de Coligny 3 vols. (París 1879-1883); MARCKS, Gaspard von Coligny. Sein Leben und das Franckreich seiner Zeit I (1893); MERKT, C., L'admiral Coligny... (París 1909); W H I T E H E A D , A. W . , Gasp. de Coligny, admiral of France ( L o n d r e s 1906). O t r a s biografías: M A R I É J O L , J. H . , 2.' ed. (París 1920); V A N D Y K E , P., 2 vols. ( L o n d r e s 1923); R O M I E R , L., 2 vols. (París 1925). * 1 Wegelin, Jorge 855. W e í m a r , Bernardo de 910»; IIIHM • 1 .1 • ii. o d e 1061. Weiseñ Berge, batalla 900. Wenceslao, emper., por ION l i m i u , Wesel Gangsfort 2988. Westfalia, paz de 9 i 2 s ¡ proteatN i\$ H u n m ció X 913. W e y e r , Juan 1090. Wicklefismo 267S,- en el contlnvnl* *W* Wicklif 2695; revolución 271»; mnttft »| l e p a d o 274S; condenado rnurrl* 4f't*i ">'»tra W . 2785; su doctrina v\\ «I vititUuvute 279S; y Zuinglio 699». W i e d , H e r m a n n von 690. W i m p i n a , C o n r a d o 668. W m d e s h e í m , canónigos regulirttft %+%* «CÍIN; su fundador 5 5 1 ; influjo 55411; tlpvolln moderna 559S. Wishart, protest, escocés 739, W i t t e m b e r g , Universidad 064*; luí y i loáis 667s> por L u t e r o 672a; revuelim. ft?Hs.
1105
Wolsey, con E n r i q u e V I I I 72os; fin 723. W o r m s , edicto 675S. W ü r t e m b e r g , delegados 804. I agíro, Japón 988S. Yamaguchi 988S. Yamase 1009. Yamitzu, emper. Japón 1002. Yucatán, misión 1007. A a b a r e l l a , Francisco 233. Zaccaria, Antonio M . 839. Zamboanga, jesuítas 996s. Zapolya, Juan 748. Zeelanda, con Holanda 941. Zuinglio 698S; muerto 704; sacramentos 704S; comparación con L u t e r o 705; Eucaristía 1060. Zumárraga, Juan de 1006. Zúñiga, Pedro de 1033. Zurbarán, Francisco 1075. Zurich, zuinglíanismo 699S 701. Zwilling, agustino por L u t e r o 678 679.
ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTA TERCERA EDICIÓN DEL TOMO TERCERO DE "HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA", DE LA BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS, EL DÍA 20 DE AGOSTO DE 1987, FESTIVIDAD DE SAN BERNARDO, ABAD Y DOCTOR DE LA IGLESIA, EN LOS TALLERES DE IMPRENTA FARESO, S. A. P.» DE LA DIRECCIÓN, NUM. 5, MADRID LAUS DEO
VIRGINIQUE
MATR1
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