Literatura Paraguaya - trabajo de investigacion (Belén).docx
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Introducción
La Literatura Paraguaya tiene una historia que es poco conocida pero gracias a algunos autores que dieron su aporte existen informaciones que dan origen a esta literatura. En esta época la práctica literaria pasó por varios problemas; como la dictadura del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia y la Guerra de la Triple Alianza dejando secuelas de pobreza económica, social y cultural. El país preocupándose en su reconstrucción y recuperación recién en el siglo XX fueron apareciendo obras más importantes. La literatura precolombina guaraní en sus historias y músicas embellecen su alrededor para la conservación de las tradiciones de esa época. Las lenguas principales eran el Tupí y el Guaraní. En la época colonial, José de Antequera y Castro ‘‘Padre de Patria’’ escribió un soneto que fue el único en el siglo XVIII. Los Jesuitas tuvieron un gran trabajo historiográfico del Paraguay, Antonio Ruiz de Montoya Superior de las Misiones Jesuíticas, conocía mejor que nadie la lengua e idiosincrasia de los indígenas. Con la fundación del Virreinato del Rio de la Plata al no tener aún una Universidad, no querían que Asunción se les adelante y así Asunción después de más de un siglo logró su anhelo. Por el gran aislamiento en la época de la dictadura del Dr. Francia, recién en el gobierno de Don Carlos A. López ‘‘Obrero máximo de la Cultura Paraguaya’’ se intenta reconstruir y desarrollar al país. La Antigüedad Clásica de Grecia engloba el declive del Imperio Romano, la disolución de la cultura Clásica, entre otros. En Roma la literatura se da origen con la prosa, con mas referencia a las leyendas y mitologías. La edad media fue una época de investigación del mundo y manifestaciones culturales populares. La literatura Renacentista trajo consigo formas distintas de hacer arte y el barroco como parodia.
ORIGENES DE LA LITERATURA PARAGUAYA La literatura paraguaya es una de las más desconocidas de Hispanoamérica, ha estado oculta por varios siglos. Unos escritores pusieron talento y dedicación a sus escritos como: Josefina Pla, Gabriel Casaccia, Elvio Romero, Rubén Bareiro Saguier y Augusto Roa Bastos y gracias a esto se fue conociendo detalles desconocidos de una historia rica en cultura y naturaleza incomparables. Incluso las historias de la literatura hispanoamericana no incluyen a autores nacidos con posterioridad a 1940. Su desconocimiento no implica, sin embargo, que no exista un corpus de obras que, por distintos motivos, no han trascendido fuera de las fronteras del país guaraní. Dice Arturo Torres Rioseco: "El Paraguay ha sido, desde el punto de vista de la literatura, uno de los países más productivos de América". Y Raúl Amaral, escritor argentino: "La historia de esta literatura está llena de frustraciones, de tramos unidos a destiempo, de apetencias fragmentadas"... En general, podría afirmarse que es ésta "una literatura sin pasado". En lo restante, no puede hablarse de una producción de nivel continental, ni aún platense, hasta bien entrado este siglo. Se ha imputado esta situación a la mediterraneidad, signo congénito del área. Esta mediterraneidad y su consecuencia, el aislamiento, hicieron que las corrientes culturales exteriores llegasen en forma precaria y desarticulada. Alberto Zum Felde asigna a esta causa rango absoluto: "El Paraguay – dice – ha vivido siempre la tragedia agónica de su propia geografía política". Pero es obvio que la situación mediterránea del área nada habría significado de haber ésta poseído minas. Paraguay dueño de un Potosí habría visto multiplicarse las vías de acceso y los inmigrantes. Nunca, posiblemente, habría llegado para él, el trance triste de la pérdida del litoral Atlántico; la ruta desde Santa Catalina al corazón del Paraguay habría sido vital arteria continuamente transitada. Fue su pobreza – pobreza para la visión elemental de la economía de su tiempo, como bien observa Márquez Miranda – la que desvió el interés de la Corona por esta región, limitando la vida paraguaya a un ruralismo patriarcal, sin esperanza de rápida prosperidad; restringió así el crecimiento demográfico; con éste, el desarrollo de la vida social y, correlativamente, el de las letras y las artes, de indigencia paralela a lo largo de tres siglos coloniales, si se exceptúan: de un lado, el hecho interesantísimo del barroco religioso hispano-guaraní y, del otro, la prosa histórica y descriptiva. El siglo XIX es un campo yermo en la creación literaria paraguaya. La férrea censura de la dictadura del Dr. Francia eliminó la práctica literaria. Solo se conocen hasta la fecha algunos autores dedicados fundamentalmente a la poesía, como Natalicio Talavera, y algunos hitos literarios aislados, como la creación de la revista La Aurora. La agravante
de la Guerra de la Triple Alianza supuso la interrupción de esas incipientes actividades literarias. Así, con el país dedicado a su reconstrucción durante el último cuarto del siglo decimonoveno, las primeras producciones paraguayas importantes aparecerían en pleno siglo XX. La primera novela escrita por un paraguayo se llamó "Viaje Nocturno de Gualberto o las Reflexiones de un Ausente", escrita por el Coronel Juan Crisóstomo Centurión, publicada en Nueva York en 1877 Durante este siglo, la práctica de la literatura se incrementa paulatinamente hasta el punto de lograr su máximo exponente en los poetas de la Generación del 40. Entre ellos se encuentra Augusto Roa Bastos, el escritor más universal del país. Con él, a partir de 1960, aparecen progresivamente más obras, y en la década de los ochenta, por primera vez, un conjunto de editoriales estabilizadas que favorecerán la publicación de nuevos autores. Desde finales de los ochenta, se aprecia el aumento notable de la producción narrativa, frente al escasísimo número de obras de este género publicadas hasta entonces. Durante esos siglos, varias veces trataron los colonos de superar su aislamiento cultural, solicitando la creación, en Asunción, de una Universidad, sin conseguirlo. La única Universidad fundada en el Río de la plata en esas centurias fue fuera del Paraguay, aunque por un paraguayo: Hernando de Trejo y Sanabria. Y durante ese lapso interminable, y aun después, los paraguayos ansiosos de realizarse intelectualmente hubieron de hacerlo en esa Universidad, o sea la de Córdoba, o en otras como la de San Marcos. Así sucedió con Pedro Vicente Cañete, con José María de Lara o con Manuel Antonio Talavera y fue también el caso de Gaspar Rodríguez de Francia. LA LITERATURA ANTES DE LA CONQUISTA Y EN LA ÉPOCA COLONIAL Literatura antes de la conquista (Precolombina Guaraní). Muchas son las leyendas guaraníes que enriquecen el acervo folklóricocultural de las regiones de las cuencas litoraleñas del Paraguay y el Paraná. Estas culturas son riquísimas en su producción de historias y músicas que explican las cosas que les rodean, y en la preservación de las tradiciones ancestrales. La lengua Guaraní tradicionalmente fue ágrafa (no tenia escritura) pero tenia en su expresión oral una estructura gramatical propia. El idioma que desarrollaron los guaraníes era el tupí -guaraní, perteneciente o relativo a una familia lingüística y cultural. Sus lenguas principales son el tupi y el guaraní. El Tupi se habla sobre todo en el Paraguay, Bolivia, Brasil y Argentina. El guaraní era la lengua más extendida en toda la región amazónica y es el segundo idioma oficial del Paraguay. Ayvu Rapyta (El fundamento de la Palabra), conocido hacia el año 50, es considerado el más importante texto mítico de los indígenas guaraní como el Popol Vuh de los Mayas. Los poetas de esta época más reconocidos fueron: Félix Fernández, Emiliano R. Fernández, Teodoro S. Mongelós, Darío Gómez Serrato y Carlos Miguel Jiménez.
La Literatura en la Época Colonial Menéndez Pelayo negó que el Paraguay tuviera historia literaria. Su error consistió en atribuir a la Argentina, y solamente a la Argentina, mucho de lo que con igual o mayor derecho pertenece también a la historia literaria del Paraguay. En efecto, el primer poeta del Río de la Plata no sólo fue vecino de la recién fundada Asunción, sino que parece haber escrito en Asunción, y no en Buenos Aires, las famosas coplas de pie quebrado consideradas como la primera obra poética del Cono Sur. Luis de Miranda de Villafaña (1500.1575) era un clérigo turbulento, espadachín y conspirador, natural de Plasencia. Llegó al Río de la Plata con la expedición de Don Pedro de Mendoza en 1536. En sus coplas nos dejó un testimonio patético de los primeros días de la conquista: Allegó la cosa a tanto que, como en Jerusalén, la carne de hombre también la comieron. Las cosas que allí se vieron no se han visto en escritura: ¡comer la propia asadura de su hermano! No vivió mucho tiempo en la inhóspita primera Buenos Aires, su destino americano se iba a identificar con la primitiva Asunción, río arriba, lejos de aquella tierra del hambre que sólo mucho después lo sería de la abundancia. En Asunción Luis de Miranda se hizo partidario del Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, caudillo que tenía por rival nada menos que al autoritario y habilísimo Domingo Martínez de Irala. En 1544 estalló la primera revolución, Al grito de "¡Libertad! ¡Libertad!" el partido de Irala depuso a Alvar Núñez y lo encarceló. Viendo a su amigo vencido, humillado y preso, el clérigo poeta decidió recurrir no a la pluma ni al púlpito para devolverle la libertad y el poder: le pareció que prendiendo fuego a la ciudad lograría más eficazmente su propósito. El plan felizmente no se llevó a cabo y Luis de Miranda fue castigado con ocho meses de prisión. En efecto, Miranda alude claramente a la revolución que depuso a Alvar Núñez. Ahora bien, los enemigos de Alvar Núñez se llamaban "Comuneros" Miranda, que abominaba de los Comuneros de la Península, aborrecía también de los de Asunción. Y bien se ve en sus coplas que el poeta se refiere a las dos rebeliones comuneras, la vencida en 1521 en Villalar y la triunfante en 1544, en Asunción, como a dos crímenes contra el Emperador: ... Semejante al mal que lloro, cual fue la comunidad, tuvimos otra, en verdad, subsecuente, en las Partes del Poniente, en el Río de la Plata, conquista la más ingrata a su señor ...
Pertenece también a la historia literaria del Paraguay el clérigo Martín del Barco Centenera (1544-1605) nacido en Gressa, Trujillo, que llegó al Río dé la Plata en 1573 con la armada del Adelantado Ortiz de Zárate. Este arcediano de la Catedral de Asunción, que compuso el largo poema de veintiocho cantos en octavas reales titulado La Argentina (Lisboa, 1602), fue el primer cantor de la ciudad de su arcedianato: El temple la Asunción tiene gracioso, apacible, sereno y claro cielo, invierno frío, estío caluroso... Como se ve, el coplero anónimo elogia entre las virtudes de Cárdenas la pobreza del franciscano, opuesta a la actitud mundana y dominadora de los jesuitas. Por su parte el obispo, nombrado gobernador en 1649 por voto popular, expulsó a sus enemigos de la Provincia y su gobierno no fue precisamente el de un santo aunque no se le puede negar que fuera el de "el varón más singular" de su tiempo. Nacido en 1578, este vehemente franciscano que acaudilló a los "comuneros" y proclamó que "la voz del pueblo era la voz de Dios", fue dos veces desterrado de la Provincia. Murió a los 110 años de edad. El pueblo lamentó su segundo destierro. Una copla anónima asegura que hasta la Naturaleza estuvo de duelo cuando, vencido por sus poderosos enemigos, lo expulsaron del Paraguay para siempre: No dieron flores los valles, trébol no dieron los prados las lomas no dieron rosas ni los sotos amarantos. El panameño José de Antequera y Castro (1690-1731), líder de la Revolución de los Comuneros del Paraguay, proclamando en la entonces provincia "Padre de la Patria", fue el ídolo del pueblo durante aquella lucha colonial que duró casi veinte años (1717-1735). Al frente del ejército comunero venció en la batalla de Tebicuary a las fuerzas del gobernador de Buenos Aires el 12 de agosto de 1724. Antes de morir ajusticiado en Lima, escribió un soneto, el único del siglo XVIII paraguayo. No es un poema de mérito sobresaliente porque el discreteo en que incurre el autor acerca del sentido del tiempo -palabra ésta diecisiete veces repetida en los catorce versos- sacrifica la expresión más íntima del poeta condenado a muerte: El tiempo está vengando, oh suerte mía el tiempo que en el tiempo no he mirado. Yo me enfrente en un tiempo en tal estado que al tiempo en ningún tiempo lo temía. Mucho más elocuente que el chisporroteo barroco de estos conceptos no muy claros y muy abstractos sobre el tiempo, hubiera sido una más directa y sentida lamentación de los ideales comuneros que el poeta encarnó con nobleza y abnegación extraordinarias. A los jesuitas debe el Paraguay una vasta labor historiográfica. La historiografía paraguaya, civil y militar en sus comienzos asume carácter religioso en la obra de los misioneros. La primera crónica de la fundación de las misiones se debe al P. Antonio Ruiz de Montoya, nacido en Lima en
1585 y muerto en la misma ciudad en 1652. La conquista espiritual, publicada en Madrid en 1639, relata los trabajos de la Compañía de Jesús desde los primeros días de la gran empresa civilizadora. Como Montoya fue Superior de las Misiones y más tarde Procurador de la Provincia y vivió entre los indios durante más de veinte años siendo protagonista importante de la conquista espiritual, su obra se funda en documentos que fácilmente pudo consultar y en recuerdos personales, de valor único porque conocía mejor que nadie la lengua e idiosincrasia de los indígenas. En efecto, el Tesoro de la Lengua Guaraní no es sólo un diccionario sino un verdadero tratado de etnografía. La primera edición apareció en Madrid en 1639. Entre los historiadores jesuíticos se destaca el P. Pedro Lozano (16981752), a quien en su primera juventud nombraron historiador de la Provincia y fue en verdad el Historiographus Provinciae por antonomasia. Sus obras más famosas son la Descripción chorographica del terreno, ríos, arboles, animales de las dilatadísimas Provincias del Gran Chaco (1733); la Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia, del Paraguay (1754 1755) ; y la Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán (1873). Hasta 1905 permaneció inédita su Historia de las Revoluciones del Paraguay, libro de riquísima información y documentación sobre la rebelión comunera, aunque no imparcial, pues Lozano era el historiador oficial de los jesuitas. Efraím Cardozo en su Historiografía paraguaya estudia un gran número de obras históricas coloniales sobre el Paraguay debidas a una veintena de autores. Entre éstos hay figuras tan importantes como las de Félix de Azara y Juan Francisco de Aguirre. Contrasta la riqueza de esta literatura histórica con la extrema pobreza de la de pura creación. Y es que ya en los siglos coloniales, como después de la independencia y de ya bien entrado el siglo XX, el Paraguay ha sido, intelectualmente, más un país de historiadores que de poetas, dramaturgos y narradores de ficción. El último siglo colonial, por otra parte, es el de la Revolución de los Comuneros, cuyas consecuencias fueron desastrosas para el desenvolvimiento de la cultura. La clase dirigente de la provincia rebelde pereció en los combates o en el cadalso o languideció durante largo tiempo en los calabozos. Casi veinte años de contiendas civiles apartaron a los colonos de toda actividad que no fuera la política. Tras la derrota comunera, las represiones virreinales y el aplastamiento moral de la Provincia prolongaron el marasmo intelectual. El Cabildo de Asunción pugnó por dar impulso a la cultura. Esta, en su opinión, debía desarrollarse en su nivel más alto para formar una élite inspiradora surgida del seno de la lejana provincia en su aislamiento mediterráneo. De aquí que en 1780, a medio siglo del desastre comunero, trazara un plan bien meditado para la fundación de una universidad. El virrey alegó carencia de fondos para llevar a cabo este plan. Y entonces no faltó un colono rico que se ofreciera a dotar la universidad tan vivamente anhelada por la provincia. Pero si los hombres de Asunción lograron persuadir a la Corona de España y al Papa Clemente XII, el virrey
de Buenos Aires siguió obstinado en su negativa. Esta negativa no se fundaba precisamente en razones de carácter financiero. En efecto, fundado el virreinato del Río de la Plata en 1777 y establecida su capital en Buenos Aires, esta ciudad, que aún no tenía universidad, no quería que Asunción se le anticipara. Y transcurrió más de un siglo antes que el Paraguay pudiera al fin realizar su viejo anhelo: en 1889 Asunción, a veinte años del saqueo de los vencedores de la Triple Alianza, satisfizo la secular aspiración del Cabildo y de los prohombres coloniales. PRIMERAS MANIFESTACIONES LITERARIAS DEL PARAGUAY INDEPENDIENTE. El aislamiento histórico del Paraguay ha impedido que conozcamos la mayor parte de sus obras literarias. Y si bastante ignoradas resultan las del siglo XX, no lo son menos las del XIX, y, en concreto, sus manifestaciones románticas. De hecho, Emilio Carilla cita sólo a dos paraguayos, que, si bien son exponentes de ideas románticas, no son creadores literarios: el dictador Francia y Juan A. Gelly. Ambos presentan notables diferencias: mientras Gelly participó en el movimiento intelectual bonaerense del 37, Francia, aún conociendo las ideas europeas del momento, no puede ser vinculado a la literatura, sencillamente porque no la ejerció. Más aún, su férrea censura impidió el desarrollo de las letras en Paraguay, hecho que se convirtió en una de las causas de sus tantas veces mentados anacronismo y aislamiento. Habrá que esperar al gobierno de Carlos Antonio López (1842-1862) para asistir al nacimiento de una generación de escritores que intenten sincronizar las letras paraguayas con las del ámbito del Río de la Plata. Uno de los acontecimientos históricos acaecidos durante su mandato fue decisivo para la aparición de los primeros escritores paraguayos desde la independencia: la introducción de la primera imprenta civil. Los intentos de Carlos Antonio López por desarrollar el país se sostenían en la imprenta, como signo de progreso nacional. Entonces surgieron las primeras publicaciones periódicas del Paraguay independiente. Desde la creación de la Imprenta Nacional en 1845, se editó el primer periódico en la historia del Paraguay, El Paraguayo Independiente, y al año siguiente la revista El Semanario. Otra cuestión a tratar sería el que esta única imprenta, utilizada con prioridad por el poder político para su beneficio propagandístico, porque ambas publicaciones divulgaban continuamente las proclamas apologéticas de la política de López y del nacionalismo paraguayo xenófobo con los países vecinos. Además de la imprenta, López creó las primeras instituciones pedagógicas y culturales desde la independencia, y en ellas se forjó el Romanticismo en el Paraguay. Fundó la Academia Literaria en 1842, y en 1854, contrató para ejercer labores docentes a Ildefonso A. Bermejo (1820-1 892), maestro español de Cádiz. Bermejo permaneció en Paraguay hasta 18636. En 1953 comenzó a dirigir El Semanario, y tres años después, creó el Aula de Filosofía. Fue el hombre de la cultura oficial paraguaya, y López respondía con su
contratación a la necesidad de importar las formas culturales europeas, para empujar al Paraguay hacia el progreso civilizador y el racionalismo. De las actividades que Bermejo impulsó durante los años de su estancia en Paraguay, destaca para la literatura la fundación y dirección de la revista La Aurora. Se publicó entre el 1 de octubre de 1860 y julio o agosto de 18619, y en ella encontramos los primigenios testimonios literarios del Paraguay desde la independencia. De hecho, para Raúl Amaral, su importancia radica en que "representa el punto de partida del romanticismo paraguayo". La revista, además de ser portavoz de una generación, suplía la carencia de empresas editoriales. Sus redactores eran jóvenes alumnos del Aula de Filosofía que dirigía Bermejo; ninguno de ellos - salvo el propio Bermejo y algún colaborador esporádicosuperaba los veinticinco años, de ahí el carácter juvenil por ingenuo y optimista que tienen buena parte de sus creaciones". Algunos redactores o colaboradores de la revista fueron las primeras grandes figuras del romanticismo paraguayo: Mariano del Rosario Aguilar, Gumersindo Benítez, José Mateo Collar y, especialmente, Natalicio de María Talavera.
Literatura Clásica Griega y Romana.
La literatura clásica fue uno de los periodos en los cuales el hombre como tema central escribía sobre el politeísmo ( poli=varios Teismo=dioses)esta literatura es la más antigua ya que aparece 200 a.c o mucho más atrás. Cuando vamos a referirnos a literatura clásica nos ubicamos en Israel, Grecia, Roma.(Fue donde se vio reflejada esta), y la fusión de la literatura Latina. El latín es una de lengua más conocida entre las lenguas muertas y su nombre se debe a la antigua comarca del Lacio de donde es originaria posteriormente fue adquirida por los fundadores de Roma con parecidos a otros idiomas como el griego, el umbro, el osco y el etrusco y con aportes de algunos dialectos indoeuropeos que han llevado a la estructuración de la lengua latina como el pelasgo o el céltico. Del origen primitivo del latín existen pocos datos ya que el libro Orígenes de Roma, de Catón que podría revelar, se ha perdido. La Ilíada y la Odisea de Homero provienen del siglo VIII a. C. y marcan el inicio de la Antigüedad clásica. Estas obras también tenían una tradición oral previa que parece provenir de fines de la Edad de Bronce. Este periodo engloba el auge del cristianismo y el declive del Imperio Romano y termina con la disolución de la cultura clásica y el principio de periodo denominado Antigüedad Tardía (300 – 600 d. C.) y de la Alta Edad Media. La literatura romana surge en Roma los escritos en prosa, muy relacionados con el carácter romano, con un fin especialmente práctico, por la necesidad de establecer y regular las relaciones con los dioses y con los hombres. Para la relación con los dioses surgen las plegarias, llenas de pragmatismo, en las que se pide defensa sobre las cosechas, sobre la familia, etc. Las relaciones con los hombres se regulan y crean mediante los documentos, tratados y leyes.
CARACTERISTICAS GENERALES DE LA EDAD MEDIA Se denomina literatura medieval a todos aquellos trabajos escritos principalmente en Europa durante la Edad Media, es decir, durante los aproximadamente mil años transcurridos desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta los inicios del Renacimiento a finales del siglo XV. La literatura de este tiempo estaba compuesta básicamente de escritos religiosos y trabajos seglares. La importancia de la transmisión oral: Gran parte de la literatura se difundía mediante la recitación, dado que la población era analfabeta en su mayoría. El carácter anónimo de sus autores: Al principio, sobre todo, la literatura surge de la colectividad y luego va siendo modificada por los juglares o quienes la transmiten. La finalidad didáctica o moralizante: La influencia religiosa determina que, en muchos casos, la literatura se utilice para influir en los oyentes. Otras veces, la literatura sirve de propaganda de los valores de un rey o de un pueblo, como ocurrirá con los cantares de gesta. El uso del verso: Hasta bien entrada la Edad Media (siglo XIV), el verso será el modo usual de escribir, dada su facilidad para la recitación. CARACTERISTICAS DE LA LITERATURA DEL RENACIMIENTO. Otra de las características importantes del Renacimiento fue la gran explosión de los lenguajes. En 1400, los idiomas estándares inglés, francés, alemán, portugués, español y muchos otros vernáculos no existían. La imprenta también se inventó a comienzos del Renacimiento, y floreció la literatura, más especialmente la traducción al alemán de la Biblia por Martín Lutero. Los escritores italianos como Dante Alighieri, los ingleses como William Shakespeare y españoles como Miguel de Cervantes Saavedra popularizaron la palabra escrita, y aún hoy son leídos. La renovación general en el conocimiento que comenzó en Europa tras el descubrimiento del mundo nuevo en 1492, trajo consigo una nueva concepción de la ciencia y la investigación y formas distintas de hacer arte. Surgió por entonces una forma literaria que luego desembocaría en la novela, que cobro renombre en los siglos posteriores. Del siglo XVI a XVIII los ejecutantes de la comedia del Arte improvisaban en las calles de Francia e Italia. La poesía lírica se desarrolla bajo la influencia de los autores Italianos por lo que se suele hablar de la lírica Italianizante. En la literatura religiosa se registra una nueva sensibilidad espiritual, que da lugar a dos corrientes relacionadas: la ascética y la mística. CARACTERISTICAS DE LA LITERATURA DEL BARROCO Gusto por la desmesura y la exageración, haciendo uso de un estilo complicado y difícil de entender.
Aparición de nuevos temas con diferentes formas de expresión, buscando lo original. Se mezcla lo bello y majestuoso con lo
insignificante y vulgar.
Sensación de dinamismo y retorcimiento mediante el uso de frases forzadas y un lenguaje muy expresivo.
Tendencia al contraste, manifestado mediante el uso, en un mismo autor, de lo cómico y lo serio, lo refinado y grosero, lo culto y lo popular. Las anteriores características literarias se concretan en dos escuelas literarias de la época:
El culteranismo, encabezada por Góngora, que embellece el lenguaje mediante un léxico culto; el uso de metáforas, perífrasis e hipérboles; y las referencias mitológicas. El conceptismo, con Quevedo a la cabeza, que se basa en llenar de asociaciones significativas las palabras a través de juegos verbales; el uso de paradojas, antítesis y paralelismos; o el chiste ingenioso.
En nuestros días, se conoce como Barroco al arte que sucede al Renacimiento y se opone a el, sin embargo no fue este su primera definición. El término barroco fue creado y aplicado por los tratadistas neoclásicos del siglo XVIII, como sinónimo de “extravagante y ridículo” aquel arte del siglo XVII. En aquella época se empleaba esta palabra para designar las perlas gruesas y de forma “irregular”.
El Barroco sin duda se caracteriza por su irregularidad, por ese quiebre de lo que es regular, de lo que es estable. Este movimiento no tuvo un surgimiento repentino sino que se fue dando paulatinamente y comienza a destacarse a fines del siglo XVI, consiguiendo su auge en el siglo XVII. No resulta completamente claro si el estilo Barroco tuvo su origen en Roma; pero sí es indudable que los artistas barrocos realizaron en la ciudad eterna sus mayores proezas. OBRAS Y AUTORES MÁS REPRESENTATIVOS Edad a) b) c) d) e) f) g)
Media Poema de Mío Cid - autor anónimo. Milagros de Nuestra Señora - Gonzalo de Berceo La Celestina - Fernando de Rojas Jorge Manrique con Coplas a la Muerte de su Padre El Arcipreste de Hita con su obra El libro de buen amor El infante Juan Manuel con el Conde Lucanor Alfonso X, el Sabio, con obras (históricas, jurídicas, sociales, etc.)
Renacimiento a) Garcilaso de la Vega – Copla VIII b) Juan Boscán – Poema Hero y Leandro c) San Juan de la Cruz – Noche Oscura del Alma d) Lope de Rueda – Eufemia e) Miguel de Cervantes – Don quijote de la Mancha
Barroco a) Luis de Góngora y Argote – Fábula de Polifemo b) Baltasar Gracián – el Héroe c) Tirso de Molina – El burlador de Sevilla d) Pedro Calderón de la Barca – La dama duende
Anexo
Josefina Plá Indígena Tupi-Guaraní
Augusto Roa Bastos
Las restantes estan compuestas
Dr. Francia
por un centenar de proverbios expresados. Orígenes del teatro medieval. El teatro nació en los templos cristianos.
Conclusión Un campo desconocido pero a la vez rico en su producción es el de la Literatura Paraguaya; lleno de problemas, frustraciones y caídas. No obstante se puede dejar de lado a los autores que pusieron su dedicación para el desarrollo cultural del país. La Lengua Guaraní era ágrafa antes de la conquista y se extendió por toda la región amazónica. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX el Paraguay intelectualmente era en su gran mayoría de historiadores, dramaturgos y narradores. Luego en el gobierno de Carlos A. López se noto un gran desarrollo en cuanto a cultura, destacándose el Romanticismo. La Antigüedad Clásica es extensa, marcan el inicio de esta época las obras la Ilíada y la Odisea de Homero. El libro de los Orígenes de Roma, de Catón, podría haber ayudado a revelar algo acerca del origen primitivo del latín. Luego en la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco se muestra la forma en que se transmitía y expresaba la literatura y cómo va desarrollándose.
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